Historia de España [4] 9788423948000, 8423948005, 9788423948277, 8423948277, 9788423949984, 8423949982, 9788423989010, 8423989011

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Historia de España [4]
 9788423948000, 8423948005, 9788423948277, 8423948277, 9788423949984, 8423949982, 9788423989010, 8423989011

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HISTORIA

DE

-

ESPANA

TOMO IV

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UNIVERSITYOF MICHIGAN

HISTORIA DE ESPANA DIRIGIDA

RAMÓN

POR

MENÉNDEZ

ESPANA

,.,,.,

TOMO

PIDAL

IV

MUSlJLMANA

I-IASTA LA CAÍDA DEL CALIFATO DE CÓRDOBA. (711-1031

DE

J.

C.)

PO a

E. LÉVI-PROVEN~AL DIUC"roa

PaOR90a DI: LA aoall01'A Dl:L 1'1'9TnVro DI: ssn7DIOS Da LA 1JKIVU.91DAD DI: PWS

TRADUCCIÓN

ISL.UUCOS

E INTRODUCCIÓN

roa

EMILIO

GARCÍA

GÓMEZ

c:ATU>únco DB llAR Slf LA tnnV1Ul51DAD DB IL\DUD Da LAS ltMLBS Ac:ADElllAS ltSP.ulOLA Y DI: LA HISTOUA

S.t::GUl'-DA EDICIÓ::-l

ESPASA-CALPE, ll AD

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1957

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l'ROPIED.-\D

t) Copyright by ESPASA -CALPE, S.

A.

Madrid, 1950

Printed In Spaln

Tallert·s tlpo~r ."ificos de la Editorial l ·:s1•ASA-CALl'l-:. S. A. Ríos R os.is. ~h. - ~lmlritl

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INTRODUCCIÓN POR EMILIO

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GARCÍA

GÓMEZ

Ongmallrom UNIVERSllYOF MICHIGAN

LA TRAYECTORIA OMEYA Y LA CIVILIZACIÓN DE CÓRDOBA Al recibir de don Ramón Menéndez Pidal, y como traductor de este tomo, el encargo -bien arduo, por cierto- de redactar su prólogo, he recorrido, como era lógico, los tomos y los prólogos anteriores y, al comparar su materia con la del volumen que ahora se publica, he sentido una vez más, en agudo contraste, una sensación de . No hay, con efecto, en toda la accidentada historia española, cambiante más brusco ni mayor virazón en redondo que la invasión árabe. Recuerdo que siendo joven, y con el estilo metafórico a la sazón usado, dije una vez: lotro una u lgara o 11cl'ifa fugaz que toma una ciu>pueda estudiarse en detalle la marcha de la campaña rifeña contra los últimos idrisies rebeldes y fluctuantes en la fe ( campaña. que trae a la memoria. española recuerdos casi contemporáneos, y que es palma.ria prueba de la fatalidad de las leyes históricas), se verá con qué entereza. se resignó en los desastres y con qué fuerza espiritual sostuvo el espadón, a veces vacilante, de su general Galib, hasta que éste logró la victoria. Una vez más tocamos substratos profundísimos del alma ibérica y pensamos en Felipe II. Con el mismo fervor con que éste defendió la ca.usa católica contra. luteranos y turcos, a.1-Haka.mII se erigió en pala.din de la más rígida ortodoxia. musulmana. contra shi'íes y filoshi'ies. Y todo su pueblo le a.compafiaba. La poesía politica de su corte, como he tenido ocasión de señalar en el XXI Congreso Internacional de Orienta.listas, suefia. programas, nunca cumplidos, de expansión universal, de restauración de la legitimidad, de unidad de todos loa pueblos islámicos en la ortodoxia. renovada: Todos los testimonios anuncian que llevará sus banderas hasta Bagdad, luego de pasar por Medina. (Ibn Shujays)

Dios ha decretado que sus escuadrones se apoderen del imperio del •Iraq, del de Siria y de los Lugares Santos. ('Abd al-Qaddus ibn 'Abd al-Wahhab)

En Occidente ha salido el sol de un Califato que ha de brillar con esplendor en los dos Orientes, para que ahuyente con la luz de la ortodoxia las tinieblas infieles un imam celoso del bien de la pura religión. {'Abd al-'Aziz ibn HU811ynQw.-awi)

¡Oh tú que defiendes la religión, cuand? no tiene en el mundo otro protector que la defienda.! {Ya'la. ibn Muhammad ibn Ya'Ja)

Sobre ti tremola la bandera y el esplendor de la fe, y en tus cimas se yerguen los estandartes de la ortodoxin.. (Ahmad ibn Sulayman Bayyaní)

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On91na1 rrom

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GLORIA Y DEBILIDAD

DEL CALIFATO

xxvn

Era el Califato de Córdoba una construcción imponente, y en nada improvisada, pueet.o que venia a coronar un largo periodo de formación y de fricción ,de diversas razas en busca de un equilibrio, por fin alcanzado. Lo nutria un ideal, se hallaba empapado de una tradición, poseía un arte peculiar y estaba a punto de romper a, hablar con voz propia en literatura. Disponía de cuadros Administrativos eficaces y tenia a su servicio familias avezadas por varias generaciones a la política. Su economía, a, lo que sabemos, era saneada y próspera: el mismo al-Hakam II, poco antes de morir y por preocupaciones piado,sas, aligeró la carga contributiva de sus vasallos. Era, en suma, un Esta.do po-deroso y civilizado, absolutamente sin rival en el mundo de Occidente, y sólo -comparable a Bizancio y Bagdad, ciertamente más inexperto que ambos, por más reciente, pero por ello también más lleno de porvenir y más vacío de problemas. Tenia un aire turbadora.mente moderno. He aquí una de las noti-cias breves de los . Menos de un siglo después de la ca.ida del CaJüato y hablando de su derrumbamiento, 'Abd Allah, el último zirí de Granad a , nos dice en la parte aun inédita de sus •MemoriaS>> (cuya publicación completa haremos, dentro de muy poco, conjuntamente Lévi-Provem;al y yo): .Este hecho podrá haber tenido f w1cstas consecuencias, pero fuerza es reconocer que las ha tenido asimismo buenas. Gracias nl Califato AÑ A

que a respetar el prestigio del Islo.m, hubiera alguno capaz de hacer espejear ante los ojos de Carlomagno las ventn.jn.s y la facilidad de una conquista de 111.España. septen trional. Desde luego, no parece que el proyecto de un.1. conqu.fr;ta.de ei-ta índole se le haya ocurrido espontáneamente al monarca franco. C-0mo ya hemo.~ 1iicho, el peligro musulmán había sido contenido en la Septimania, hacia mediados del siglo VIII, a partir de la

FJO. 47. -

Vista aérea de Zaragoza y d el rfo Ebro . -

F oto Aviaci.ón M ilitrrr

reconquista de Narbona por Pipino el Breve. En los años que siguieron a la muerte do este soberano (768), ninguna. crónica. registra. actividad militar, ni de los musulmanes ni de los francos, por ninguno de los lados de los Pirineos orientales. Cuando Carlos sucedió a su padre Pipino, tuvo que consagra r su atención a otros probl emas más urgentes que el de la seguridad de sus posesiones limítrofes con España. Sólo después de haberse pasea.do victoriosa.mente por una buena parte de Europa, y de haber conquistado y anexionado sucesiva.mente a s·, imperio la. Lombardía., Sajonia., Baviera. y el país de los Avaros, hasta el Danubio, hubiera. podido interesar se directamente por sus remotas provincias meridionales. De haberlo hecho, ta l vez hubiera sido legítimo, sin prejuzgar demasiado la posibilidad, que pensase en añadir a sus dominios el antiguo reino de los visigodos de España y expulsar de él a. los infieles, para mayor gloria de la cristiandad. Pero, si lo pensó alguna. vez, la. actitud que Carloma gno adoptó respecto al emirato omeya de Córdoba, después del fracaso de su campaña en Zaragoza., demuestro. que renunció muy pronto a. pro seguir la. realización de este supuesto proyecto.

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FUNDACIÓN

Y COMIENZOS

DEL

E.MIR.ATO (MEYA

DE CÓRDOBA

í9

En la compilación históricoliteraria de al-Mo.qqarl (27), se halla un pasa.je suma.niente curioso, en el que nadie parece haber repara.do hasta a.hora. El autor árabe lo ha tomarlo textualmente de una de sus fuentes habituales, indudablemente Ibn Hayyan. Dice a.sí: «El rey de los francos, Carlos (Karl.o}, poderoso déspota de esta nación, se puso en correspondencia con 'Abd a.1-Rahman I, después de haber mantenid9 con él durante cierto tiempo relaciones hostiles. Dándose cuenta de que el emfr estaba dotado de una energía y uno. bravura verdaderamente notables, trató de atraérselo ofreciéndole una alianza matrimonial y una tregua. 'Abd al-Rahma.n le contestó favorablemente respecto a la tregua; pero la alianza matrimonia.} no se llevó a efecto.• No sabemos qué pensar de tales asertos, a.unque es induda.ble que no han sido completamente inventados. El proyecto de un matrimonio que hubiera podido unir a la fa.milla carolingia con la casa real omeya podrá a priori extrañar al lectot; pero, en realidad, nada tiene de inverosimil. En cuanto a la treguade que · se hace·a.lu.sión,parece que se compagina bien con la realidad histórica, puesto que Ja expedición de 778 no estuvo seguida, hasta la toma. de Barcelona en 801, de ninguna. otra campa.ña franca de gran enverga.dura, más allá de la barrera pirenaica. Se podría. ta.l vez objetar que, precisamente para inquietar a los omeyas de Espa.ña, el emperador franco, un poco más tarde, a cornie:1..os del siglo IX, se puso en. a.rnistosos tratos con e l califa 'abbasí Harun a.1-Raahid (28). Sin emba.rgo, es sumamente incierto. Todavía más a.delante, en la. última parte de su reina.do, Carlomagno no habría mostrado repugnancia en hacer proposiciones de pa.z al segundo sucesor de 'Abd al-Rahman I, su nieto a.1-Ha.kaml. Así, al menos, como veremos más adelante, lo afirma un analista á.ra.be,si bien.la historiografía franca invierte loe papeles. Antes de pasar a la expedición de 778 en sí misma, conviene decit alguna.epa.labras acerca del jefe átabe que se puso en relación con Carlomagno y de su carrera anterior. Se llamaba. Sulayma.n ben Yaqza.n ben al-A'ra.bí, y era de linaje ka.lbí. Llega.do a. ser go-

be~~ - ~~-z~i&ioia.eñ· citc110s~i.ü>.Qi .a_s :ñ~-esoi~rec _id~~ ~~író-~ñ-~~!~~61:1 un-~~~ -~tes

de 778 con un agi,t~~oi:ár~!>~-~ci~~ Jl.eg_ad,o~~.Ifri~i_ya.,~e se lla.maba 'Abd al-Rahman ben ~j~ _i·b ·~l-Jrihr~. (No hay que confundirlo con su homónimo .(29)·y contrlbulo, que, des: puée de permanecer algún tiempo en la Península, se arrogó el gobierno de la actual Regencia de Túnez, donde acabó por set asesina.do en 755 (137), poco antes de pa.ear a.España el desterrado marwa.ní 'Abd al-Rahman l. Precieamen.te, pa.ra distinguir a los dos fihrfes, se daba a este segundo el apodo de al-Siqlabí, oel Eslavo•, porque era de gran estatura, pelirrojo y de ojos azules). E~JJfü ..@j~l!J.ltee!}.Orien~, Muhammad al-Ma.hdí, le había co3-~~Q_Wl!I,misión análoga..a. la que Abu Cha'far al-Mansut . encomendó _en .. 763 (Í~_) a al:Ala:' ben Mµgith: crear en España. un pa.rtido fa.vorable a los 'abbasíes, y traba.jar ~ derrib~?-:_ _el tt$g!~en omeya, con la cooperación ·de los simpatizantes que pudiera c tar e~ todas _las clas.~s. ióciales de la población, y particuiarmente entre los beréhéres." Desembarcado en el litoral murciano, al-Siqlab{ se ha.bfa avistado con lbn al-A'ra.bí, qiie ·se hallaba a la sazón en Ba.roelona, y tecibió de éste la. promesa de que le ayudaría. en su política de disidencia. Pero cua.ndo el Eslavo se quitó e~ antifa.z e inició su propaganda en pro de los 'abba.síes, lbn a.l-A'rabi se negó a seguir haciendo causa común .C?~él, tal vez incluso se hicieron la guerm. 'Abd al-Rahman ben Habib se vió enton. ces obliga.do a roplegarse a la zona valenciana, donde un ejército omeya le persiguió y quemó las naves. Un beréber, a sueldo de 'Abd a.l-Rahman I, fué a. buscarlo en el refugio que so hab[a agenciado, lo decapitó y llevó su cabeza a.l emir omeya, a fines de 778 - o comienzos de 779 (162).

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HISTORIA

DE ESPAÑA

A pesar de que los cronistas árabes están de acuerdo sobre la breve carrera de 'Abd al-Rahman al-Siqlabí en España, y sobre la misión que. el califa de Oriente Je había encomendado realizar, Dozy creyó poder sostener que el año 777 este personaje había ido a visitar a Car1omagno en compañía. de Sulayma.n ben Yaqzan ben al-A'rabí y de un ta l Abu-1-Aswad, uno de los hijos de Yusuf al-Fihrf, al que 'Abd al-Rahma.n I había. tenido en prisión y que había podido evaclirse de ella simulando durante mucho tiempo una

Fto . 4!l. -

Las primeras

estribaciones

del desfiladero de Roncesvalles

ceguera que hizo que se le vigilara con menos cuidado . Siempre según Dozy, estos tres agitadores habrían propuesto al rey de los francos una alianza ofensiva contra el emir de al-Andalus. Pero la verdad es muy diferente, sí, como todo nos invita a ello, debemos dar crédito a los relatos, demasiado breves para nuestro deseo, que figuran en el Ajbar machmu'a, y también, aunque con cronología equivocada, en la fuente española del cronista oriental Ibn al-Athir . [ De estos relatos se desprende que Ibn al-A'rabí, después de haberse desligad~ de la actividad en pro de los 'abbasíes de 'Abd al-Rahman el E slavo, regtesó a Zaragoza, donde, asegurándose el concurso de otro aventurero árabe llamado al-Husayn ben Yahya alAnsarí, se declaró en rebeldía contra el emir de Córdoba. 'Abd al-Rahman I envió inmeclia.tamente unas tropas a sitiar la ciudad, pero el oficial que las mandaba, Tha'Jaba ben 'Ubayd al-Chudhamí, fué hecho prisionero a los pocos días de sitio en un ataque por sorpresa que Wl bando de la guarnición zaragozana hizo contra los reales omeyas. Esta

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B1sroau

DK KSP.i.SA, -

T. JV

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F NDACIÓN

Y COMIENZOS

DEL

EMIRATO

CMEY A DE CÓRDOBA

81

oportlllUI. captura abrió nuevos horizontes a Ibn al-A'rabf. Dejando n. su acólito al-Husayn ben Yabya el encargo de resistir en Zaragoza, emprendió la larga jornada de Sajonia, hasta Paderborn, donde se encontraba el rey franco, y, haciéndole entrega del importante cautivo que acababa de caer en sus manos, le decidió a hacer en persona una expedición por el norte de España. Es posible que en compañía de Ibn al-A'rabí llegara también a Paderborn otro señor árabe independiente, Abu Thtuvr , cine domi-

FIG. 49. - Ronc es vall cs . Al fondo, en lo. parte superior de la montaña, la subida li la parte ml\s elevo.da d el d s filadero; en primer término, los edificios de la Real Colegiata.

naba la región graphi,qm de la cOhron,que léonai4et, en Bull. Hiap., t. XXXVI, 1934, pág. 418, y las r efere ncias citadas. He aqui ol paeaje, tal como apaTece en la Orónica konua (ibid., XIII, 1911, pág . 434, 4): •Sanctius ga.reiez genuit aznarium eanctionie. Azna.riue eanctionie accepit uxorem dñam onnecam, filiam foTtunii gareiet eua congermanam. ot genuit ex ea. eanctium aznarez. et di'íam tul reginam uxorem sanctii obtimi regia. et dñam sa.nctiam. lata onneca postea mortuo viro euo acupit virum regem abdalla et ez eo genuit mahomath yben abdalla•. (84) Sobro este alfe.qui, cf. ,upra, pág. 179, n. 1'1. (85) Para más detalles sobre las circunstancias de loe aeesinatoe de 'Abd Allah-el del emir a.1-Mundhir, loe de sus dos hijos y loe de sus otros dos hermanosvéase el largo relato de Dozy en la introducrión a su edición del Bayan de lBN 'IDBARI, págs. 44°61. Las concordancias de feche.a que so dan, ,bid., págs. 49-50, están, tanto una como otra, equivocadas. (86) cr. aupra, pág. 200. (87) Véase LJtvx.PaoVBNQAL, E11p. MU4. X• aiük , pág. 65 y nota l. (88) Según lBN H.uit:, Naqtal-'anu, pág. 21 de la ed. SEYBOLD,eete Badrben Ahmad,el futuro haohib de 'Abd al-Rahman III, eT&un niño que, bajo el reinado del emir Muhammad I, fué abandonado cerca de una mezquita de loe suburbios de Córdoba y recogido por 'Abd Allah. (89) Sobre Cazlona, identificado por CODERAcon el Castro de la Magdalena, véase Ltv1 -Pno. VENQAL,La Pininaule ibh-ique, pág. 191, n. 2, y pág. 248, n . 13. (90) Sobre Santa Maria de Algar .ve, véase LtvI-PR0VENQAL , en Ene. I11l., IV, págs . 158-9; La nninaule ibirique, págs. 140-1. (91) En árabe : Qardhira. La identificación es d e SillONET, Glo11cwiode vocea ibiriccu y lalina, u11adaaentre loa moiárabu, Madrid, 1889, pág. 101. (92) El oaetillo de Umm Cha'far aparece citado entre las plazas fuertes de la región de Mérida por BAJOU; of. Ltvi-PaOVJCNQAL, La Pininaule ibirique, pág. 252 y n. 7. (93) Sobre esta localid.ad, ,bid ., p~. 248, n. 14. (94) En árabe: Madinat lbn al-Sahm, del nombre del antepasado epónimo del persona.je de que aqui tratamos. Véase ibid., pág. 195 y n. 4. (95) Cf. aupra , p~. 252, n.·1t. (96) La idonti.6cac1ón Iliben-i-Granada-Elvira ha sido ewnament.e discutida. Aqul nos limi• taremos a rE-mitir al articulo de SEYBOLD,Elvira, en la Ene . l11l., ll, pág . 26-7, y a los trabajos en él 'litados de DozY, S11110NET. Eootx.AZ Y GóMEZ MORENO,Véase tambien LÉVI•PROVJCNQAL, La p¿,.. inaule iMrique, págs. 29 y 37. Sobr e la Alhambra en el siglo IX, véase L. TORRESBALBÁS,La Alhambra de Granada antu del nglo XIII, en Al -Andalw, V, 1940, págs. 155 y eige. (97) Estos feudos llevaban el nombre romance de parcella, arabizado en barchila (plural, barachila). Estos nombres, seguidos del de la tribu originaria de los feudat-arics, formaron en la Edad Media topónimos que subsistieron hasta el final del reino nasri de Gt-anada. Habla par«llaa en todo el contorno de Granada, pa.rticulannente en dirección a Jaén y en las Alpujarras. Véase SIMONET, Gloaario vocea ibb., págs . 34-5. · (98) Biograflas de Sawwar y de Sa'id ben Chudi se encuentran en lBN AL·ABBAR,Hulla, páginas 80-3 y 83-7, y en lBN AL-JATIB, lhata, ms. 1674 de El Escorial, págs . 364 y 3116. (99) Sn,oNET es el único que ha dicho sobre ella l\lgunas palabras en 11u Ducripción del reino de Granada, ed. de 1872, págs. 136-7. Véase también LÉVI-PROVENQAL, La nnin.auk ibirique, pág. 45 yn . 7. (100) Véase BAXBt, Ducr . de l'A/r~ 11ep,., texto, pág. SI; trad ., pág. 163. (101) Ibid., texto, págs. 61-2; trad ., p~s. 128-9. La traducción de DE SLA1''1!: debe ser utilizada con precaución. Véase también A. Dssi.:us-LAHARE y G. MARQAIS,Re.cherche, d'archb,logie mwulmane: La mo,quú du Vieu.x Tinu, en Rev. a/r., 1924, pág. 537, n. l. Las rela.(al-Nasi ·r)- reunió los restos de sus diezmadas tropas y tomó la. vuelta. de Córdoba. A marchas forzada s le precedió una vanguardia., encargada. do anunciar que se hallaba sano y salvo y de transmitir órdenes suyas de lovantar horcas y cruces a orillas del Guadalquivfr. Apenas llegado el soberano , fueron crucificadog por co-

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ABD AL•RAHMAN III AL·NASIR,

EMIR Y CALIFA DE AL·ANDALUS

293

bardes trescientos oficia.les de su caballería, mientras que dos heraldos pregonab an: «¡Este el castigo reservado a los que han traicionado al Islam, vendido a su pueblo y sombra.do el miedo en las filas de los combatientes en la. guerra sa.nta.!t (80). Dozy dedicó, a. lo que él llama das batallas de Sima.neas y de Alha.ndegat, alguna-s páginas que , hasta hoy, han goza.do de la mayor autoridad. Sin contar los textos árabes (81) que contienen alusiones más o menos breves n.ldesastre sufrido por 'Abd a.l-Rahman TII, aprovechó el importante pasaje do Sa.mpiro (82). Relata. éste la victoria. del rey a.sturloonés y luego las medidas que tomó, dos meses más tarde, para «

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., tifloildal)()Q exact.i• tud, como tampoco la Belda próxima a Cabra, que hoy ha desaparecido. Sin comprometene, 81KOMJDT( Hiat. de loa Mo:árabta, pág. 619, n. 2) cita una localización de FicaN.úmn OtJJIBIU.en el diatrit.o de las Cuevas de San Me.reos, a medio camino entre Arohidona y Lucen.a; pero •ta poeici6n ea demasiado septentrional para resultar plausible. Creemos que la soluoi6Q de •te problema • mucho más sencilla: Belda debe de ser la actual An.tequera, la Anticana rom--. cuyo nombN "8be correspondiente, Antakira, no aparece sino bastante tarde en la toponimia úabe de F.epalLa. & posible que antes se dijera Baldat Antakira, ele.ciudad de Antequeru, o Balda (Belda), simplemente. Nos ~za. además, en esta identificación el hecho de que Belda ae enoontn.ba en una llanura cerca del pico de Dos Amantes. Ahora. bien: este último pico oorreaponde, indudablemente. a la actual Peña de loa Enamorados, que ac alza a 8 kilómetros de Antequera, dominando todo el paisaje que se ve desde el tren que va desde Bobadilla hacia Granada. (23) Sobre la historia de Argéntea, bajo cuyo nombre DozY, con suma pet'llpicaoia, aupo reoonocer a la hija de Ibn Hafsun, cf. SIKONET, Hial. de loa M oiárabu, pág. 696-8. Ene autor ha utiliudo la Vita Btalae Virginia Arg~. reproducida en la Eap. Sagr.;'2':, pé,ga. 66' y aip., aegún UD manuscrito mozárabe encontrado por BBB0ANZAen el monaaterio de Sañ Pedro de Oerdefta. (24) Cf. aupra, pág. 219. (26) Cf. au,pra, pág. 228 y n. 113. (26) cr. aupra, pág. 217. (27) Catlosa de Segura, a ocho kilómetros de Orihuela, en el camino de Elche (a mea.oe que ee bte de Callosa de Ensarriá, también en la provincia de Alicante, unos 60 kilómet.roa al nordeate u la capital), este.ha ocupada, junto con Alicante, desde el reinado de 'Abd Allab, por UD &re.be rebelde, Muhammad ben 'Abd al-Rahman, )lame.do al-Shayj al-Aalamf, que no ee 110metió huta fines de 928 (316), después de que su hijo 'Abd Rahman hubo muert.o en un oombat.e oontra lM tropas leales. (28) Crónica de al-Nss Pm .u, Orlgenu del upañol, págs. 465-6. (U) DozY, Ruh.', I, págs. 161-2, cita el texto latino de loe dos pasajes Te)ativoe a la batall• de) •Foso,. El del monje de Baint-Gall figura en el tomo I de loe Monumema Germaniae, de PBBn. .-.tina 78. El de Luitprandoen laed. Bsom (Luidprcmd, Bf)iacopi OremonmÑ opna), Hannover )" Leipzig, 1915, pág. 131. (85) Todos estos hechos, narrados en detalle por Don, Hvt. Mua. Eap .•, II, págs. 167 y 160-2. han aido después admitidos como autánt.icoa por la escuela hiet-0rica eepailoJa contemporánea. (8&) Sobre Medinaceli, véase LÉVI•PROVBNQAL,en la Ene. lal ., III, pág. 500. (87) Este cliente de al-Nasir babia de eer más tarde comandante de la Marea superior en nombre de Almanzor ben Abi ' Amir. Su hija 'Atiqa, que eJ'a de extraordinaria beJleza, fué esposad& Abn Bala, hermano del gran Ibn Hazm: cf. su Tav,qal-hamama, pég. 109; M. AslNPALACI0S, AbenAázam todo las noticias sobre los idrisies y los salihies de Nakur); IBN ')DBABJ, Bayan, I, pauim (véase el indice de la trad.); l:BN ABJ ZAB', Rau:d al-qirta, (capitules relativos a los idrisies y a Jas dinaaUa!i zentro liberto del soberano- le ganaron la ciudadela de Calahorra, que fué fottifiMda y provista de nutrida guarnición (ll). Otra posición importante, Gormaz (12), sobre el Duero, un poco más artiba de San Esteban, fué tambi én puesta en estado de

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382

IDSTORli

DE ESPAÑA

defensa, con objeto de que ofreciera. eficaz resistencia. a. las veleidades agresivas de) conde Fernán González (13). De esta. suerte, la. indiscutible superioridad de las e.tm&s califales trajo como consecuencia, muy poco después del advenimiento de al-Hakam II, la. seguridad más completa. en las fronteras del Isl!,lme impuso una. tregua. a la Espa.ña. cristiana.. En 965 ó 966, Sancho I de ~n murió envenenado por el conde gallego Gonzalo, y le sucedió su hijo Ramiro III, que no contaba más que tres años. La regencia fué ejercida por la. tía del pequeño rey, El vira . una. hermana de Sancho I, que había. toma.do el velo y vivía retira.da en el convento

Flo. 271. -

Gonnaz (Soria). Entrada al castillo

de San Salvador, de León. Tal estado de cosas dió rápidamente como resulte.do una de claración de independencia de los principales señores del reino leonés, reacios a. servir a. un niño y a una. mujer. Ca.da cual se puso a obta.1·por cuenta propia. en sus tierras y a. negociar directamente con Córdoba.. A partir de 966 se multiplican las embajadas que vienen a. la capital omeya, enviadas por personajes cristianos que se declaran va.sa.llos del califa y solicitan su arbitraje pata las querellas int.estinas que los dividen. Galicia. y Asturias están , además, en este momento , duramente afligidas por desembarcos normando , El condo de Castilla, Fernán González, que ha envejecido y perdido acometividad, muere en 970 y es sucedido por su hijo Ge.reí Fernández. Ese mismo a.ño muere también García Sánchez de Navarra y el trono rle Pamplona pasa a Sancho García II, a.podado Aba.rea.. Los nuo,o s príncipes , a.penas ceñida. la corona, se apresuran, a su vez, a prestar homenaje a al-Ha !m.m II. Mientras asist-imos a una decadencia. política. temporal de León y Navarra, n su perspicacia. habitual, Ibn Abi •Amir se dió cuenta del partido que podía sacar de esta situación, acercándose a Galib para.perder más fácilmente a al-Musha.fí, pero ocultando su maniobra. hasta el momento oportuno. Para ello provocó en el interior de palacio un movimiento favorable al fiel mawla omeya, que tantos servicios había prestado a la dinastía., y consiguió pronto el resultado previsto . Por un decreto califal. Galib obtuvo el título de cdoblevisin ( dhu-1-

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msTORIA

DE

E PA.i.~A

wizara.tayn) y recibió aviso de que, para las próximas a.ceifa.s, sería reforza.do por laa fuerza.a de la. capital (chaysh al-hadra}, que se pondrían a la.a órdenes de Ibn Ahí 'Amir. En estas condiciones participó el futuro Alma.nzor en la a.ceifa de 977 (366), que tuvo por objetivo un castillo de Mola que no ha sido posible identificar. Ibn Abi 'Amir se reunió con Ga.lib en Ma.d.r:d, y, teniendo buen cuida.do de no adopta¡ la. menor iniciativa militar, se conformó en un todo con las que se le ocurrieron al viejo estratega. La campaña tuvo éxito: Mola fué toma.do, y se hicieron muchos prisioneros y collSidera.ble botín. Ga.lib e lbn Abi 'Amir se transmitieron el uno al otro todo el mérito de estos resulta.dos. Una carta del general de Medina.celi cubrió de flores a.l visir cordobés, que, a su regreso, y a insinuaciones de su nuevo aliado, se hizo dar el título de prefecto de la capital (sahib al-madina) y tomó posesión efectiva. del cargo, en ausencia. y con ignorancia. del que hasta entonces lo ejercía., que era Muba.mma.d, uno de los hijos de a.1-Mushafí. La energía. de que dió pruebas Ibn Abi 'Amir en esta. nueva función aumentó su popularidad entre loa cordobeses, que se ve;.úa.n quejando de la crecient.e inseguridad do la ca.pitsl , en la que se multiplicaban los atenta.dos y los rob-)s nocturnos, con mucha. fre. cuencia. impunes. El nuevo gobernador restabloció, en efecto, el orden en la. ciudad, con la misma firmeza que ponía en todo. De creer al cronista. cuyo relato resumimos (34), no habría incluso vacila.do en hacer morir a a.zotes a su propio hijo, a quien wúa. cierta complicidad con una banda. de malhechores; pero el da.to no parece auténtico, o, por lo monos, la pretendida. víctima ha. sido cuidadosa.mento deja.da por el historiador en el anonimato. Fxo. 291. - Córdoba. Mezquita maLa expulsión de su hijo de la magistratura. de la yor . Deta lle de una de J~ puertas madina en provecho de Ton Abi 'Amir tenía que hade la. ampliación de Almanzor. Foto Torres Balbá8. cerle abrir los ojos a al-Mushafí, que desde a.hora veía en su antiguo adjunto a.un enemigo, tanto más temible cuanto que se apoyaba, no sólo en las mujeres de la. corte, sino también en los dignatarios que, como él, eran de origen árabe. UJJ.asola tabla de salvación le quedaba. al primer ministro, y era la de asegurarse la. eficaz protección del general Galib. Para lograrla le envió mensajes aduladores y le pidió para uno de sus hijos la mano de su hija. Asma', con la esperanza. de que este matrimonio da.ría mayor brillo a su situación y cortarla. de raíz las intrigas que pre sentía se forjabaJJ. contra él. Pero no contaba. con su rival, que UJ1avez más le asestó un golpe maestro: cuando el contrato matrimonial estaba ya extendido , lbn Abi 'Amir convenció a. Ga.lib de que debía retirar su palabra y concederle su hija a él mismo. Meses más tarde, a. comienzos de 978 (367), el matrimonio se celebró con toda pompa. en Córdoba. Los detalles de la ceremonia. fueron dispuestos por las da-

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LA ESPAÑA

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mas de palacio, y Subh no se opuso. Seeligió para la boda el período fasto del año nuevo que, como veremos, era en la España musulmana una. fiesta de guardar. Asma' fué siempre desde entonces la más honrada y mimada de todas la mujeres de Ibn Abi 'Amir (35). Entre tanto, u.na campaña afortunada (36), hecha por este último en compañía de Galib, le valió la concesión del título de dhu-l-wizaratayn que hasta ese momento no ostentaba más que el general de la frontera. Subh llegó incluso a proponer y a lograr que se ooncediese a Ibn Abi 'Amir el mismo sueldo que al hachib al-Mushafí. Hallé.base éste ya en la víspera de su caída. El 29 de marzo de 978 (13 sha'ban 367) fué destituido y detenido junto con sus hijos y su sobrino. Los bienes de estos últimos fueron confiscados y condenados ellos al pago de fuertes multas por no haber podido saldar bien sus cuentas. Desde luego, el mismo día de la destitución del primer ministro, su título de hachib y laa prerrogativas correspondientes pasaron a lbn Abi 'Amir. Cha'far al-Mushafí demostró una. vez más, y definitivamente, su falta de carácter. Su antiguo protegido le había despojado por completo, deshonrado y hasta privado ~ la libertad. Pues bien: en vez de mantenerse en una actitud digna, prefirió humillarse y llegó incluso a solicitar de su sucesor que lo utilizara como preceptor de sus dos hijos, 'Abd Allah y 'Abd al-Malik. Se Je instruyó un larguísimo proceso y pasaron cinco años en que ,se esperó que muriera de muerte natural, para no tener que provocar su fin. Pero como se obstinaba en vivir, acabaron por estrangularlo en su prisión, o por envenenarlo el año 983 (372). El año 979 (368), o sea en el siguiente a la memorable caída del primer ministro Cha'far al-Mushafí, una. conjuración estuvo a pique de derribar al pequeño califa Hisham II y de colocar en el trono para sustituirlo a otro nieto de 'Abd al-Rahman ID, llamado 'Abd alRahman ben 'Ubayd Allah. Entre los instigadores de la conjura se hallaban -además de algunas hechuras de al-Mushafí, que le seguían fieles después de su dosgr~ el antiguo gran oficial eslavo Chawdhar; el nuevo prefecto de la capital Ziyad ben Afiah; otro dignatario de Córdoba, el 80Aib al-rada (37) 'Abd al-Mali.k, hijo del célebre cadí de al-Na.sir, Mundhir ben Sa'id al-Ballutí, acusado, lo mismo quo sus hermanos, de estar secreta• mente adheridos a la doctrina mu'tazil, y, por último, el poeta Yusuf ben Harün alRamadí. Fracasó la tentativa de asesinar a Hisham II, dontro del mismo alcázar, y entonces Ziyad ben Aflah, para disculparse y salvar su cabeza, metió a todos los conjurados en la cárcel. Fueron condenados a muerte el candidato al trono y su principal cómplice Chawdhar. En cuanto a. 'Abd al-Malik ben Mundhir, fué oruoificado en la Bab alSudda el 18 de enero de 979 (mediadoé de chwnada II 368) (38). Y en esta implacable sentencia de lbn Abi 'Amir no influyó eólo la razón de Estado. Al ensañarse con un mu'tazil, el nuevo haohib trataba también de congraciarse con los alfaquíes de Córdoba, que seguían confinados en el estrecho cuadro del malikismo tradicional y se oponían a toda evolución de la práctica jurídica. Por eu parte, el populacho de la capital se imaginaba, con razón o sin ella, que la fe del nuevo señor de la España mUS1dma.nano estaba libre de toda sospecha. Había que darle pruebas. Sin duda por este motivo Ibn Abi 'Amir comenzó a exteriorizar una piedad, que tal vez no era solamente espectacular, y llegó a copiar por su propia mano un ejemplar del Alcorán, que destinaba a ser llevado en sus campa.ñu. Fué también, acaso, por este tiempo, cuando mandó hacer en la riquísima biblioteca de alHaka.m II un amplio expurgo, ordenando que fuesen entregados a laa llamas o arrojad;os a los pozos dol alcázar cuantos libros trataban de ciencias que la gran masa de la población juzgaba subversivas o ilícitas. Más adelante tendremos ocasión de volver sobre esta

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medida. En todo caso, la conjuración legitimista, 90focada a tiempo, y la corriente de pu ritanismo que se había apoderado de la capital revelaban la existencia de un partido do oposición cuya actividad era urgente neutralizar. Podemos pensar que, para oonsoguirJo . lbn Abi 'Amir no vaciló en emplear la mano más dura . Sin embargo, y durante mu cho tiempo, el primer ministro tuvo pruebas de que se continuaba murmurando bajo cuerila de los escándalos de la corte, de la conducta irregular de la princesa madre Subh -a la que suponían embarazada por él-, y de las costumbres contra natura del gran cadí .Muhammad ben al -Salim, que seguía en funciones a pesar de su incapacidad (39). Por otra parte, ol hachib empezaba a preocuparse por el joven califa, awique es cierto que aún 86 hallaba lejos de alcanzar la mayoría de edad . Este niño rubio y de ojos azu les no estaba, al parecer, falto de inteligencia. Su preceptor al-Zubaydi ha ponderado su agudeza y sus disposiciones para el estudio (40). Oon los ai\os, estas cualidades hubieran podido desenvolverse en un ambiente más favorable que el del alcázar cordobés, donde el pequeño rey de al -Andalus, considerado c~mo un ídolo, pero a.i8lado de todos los ruido~ del mundo, llevaba una vida muelle y afeminw , con una sa.ciedad prematura de los placeres sensuales que, al parecer, provocó más tarde BU impotencia viril, atestiguada por todos sus historiadores. Ibn Abi 'Amir, oon el tácito asenso de Subh, no hizo nada para contener este entontecimiento progresivo del soberano y, por el contrario , lo favoreció, dando por descontado el provecho que podía procurarle . La madre de Hisham 1[ acabó dándose cuenta de este peligro, pero cuando ya era demasiado tarde. Desde este momento sus relaciones con el que indudablemente había sido su amante se entibiaron y fueron pooo a poootrocándose en un odio implacable. Pero, en la época en que nos hallamos, el primer ministro ocultaba todavía há.bilmente su juego y respetaba en apariencia la ficción de la autoridad absoluta del califa . La alta administración de al-Andalus 11Cgu(a alojada en el propio alcázar, en las oficinas de la cancillería. Y, de p~mto, cuando creyú llegado el momento, el todopoderoso ministro anunció una medida de inaudita audacia, pero contra la cual nadie se creyó en el caso de protestar: la sode de Ja ad.nwústración l&ldrfa de palacio para ir a una residencia de nueva creacióil, cercana a Córdoba, en h que el haohib Sta, en la que tuvo 3.000 muertos y a consecuencia de la cual hubo de refugial'88 en el Sabara, donde murió a pooo. Le sucedió al frente de los Banu Ifran su sobrino Habus ben Zid ben Ya'la, asesinado muy pronto por su primo hennano Abu Yadas ben Dunas, que ambicionaba su puesto, y que, al no lograr haool'88 reconocer por sus contríbulos, acabó por pasar a España con sus partidarios, a todos los cuales Almanzor, acto continuo, incorporó a sus filas. La buena armonía entre el magrawí Zirí ben 'Atiya y el sinhachi Abu-1-Bahar iba a ser sólo pasajera. Muy pronto se pusieron uno contra otro, y Abu-1-Bahar, derrotado, se refugió, a fines de 992 (shawwal 382}, en Ceuta, desde donde se internó en el Rif, y luego, reconciliado con sus parientes de lfriqiya, regresó a este país. Zirí ben 'Atiya tuvo desde entonces el campo libre en el Magrib occidental. AJmanzor creyó que el jefe magrawf podía ser en estas tierras único representante del gobierno de Córdoba, y que para ello bastaba con alimentar a manos llenas su tesoro de guerra. Ziri, por su parte, dió muestraa de la mejor disposición. En noviembre de 994: (shawwal 384:) envió incluso a Córdoba un embajador con una serie de regalos, cuyo detalle nos dan los cronistas: a doscientos caballos de raza -veinte de ellos provistos de su tpedigree-, cameUos, annas y escudos de piel de antOope (lamt), agregó varios animales para el parque zoológico de) Alcázar califal: un papagayo, un gato de algalia, una enorme pantera y hasta una jirafa, que no pudo soportar el viaje y llegó disecada, entre el enonne asombro de los habitantes de la capital. Zirí ben 'Atiya, cada vez más dueño indiscutible del norte de Marruecos y del Oranesado, estimó que la posición de Fez era demasiado excéntrica, con relación al conjunto de las regiones que reconocían su autoridad, y ese mismo año de 994: (384:) fundó la ciudad de Wachda (Oujda), no lejos de la actual frontera argelinomarroquí , para establecer en ella su residencia personal y almacenar sus reservas. Pero el jefe magrawí tenía nn carácter demasiado independiento para tolerar por mucho tiempo que el señor de la España musulmana se reservase el derecho de intervenir su actividad política. Corriendo el año de 997 (386), empezó a dar señales de insumisión. Almanzor, para prevenir el golpe, se apresuró a enviar tropas a :Marruecos, al mando de uno de sus hombres de confianza, el secretario 'Isa ben Sa'id al-Yahsubí, confiando en que este despliegue de fuerzas baa~ tarfa para intimidar a Zirí bon 'Atiya y hacerlo volver al buen camino. No ocurrió así, porque el magrawf rompió toda relación con Córdoba. Sin llegar al extremo de repudiar abiertamente la soberanía omeya y su juramento de fidelidad a Hisham 11, hizo saber a Almanzor que recobraba su libertad de movimientos. A manera de · sanción, en octubre de 997 (shawwal 387), el dictador le destituyó de su dignidad de visir, y resolvió arrojar sobre él todo el peso de las armas andaluzas . Lo8 vi"eyea españolea

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~11\•. A pesar de su creciente impopularidad, Hakam ben Sa'id, que no dejaba do tener ciertas disposiciones, logró sostenerse relat iva.mente bastante tiempo. Por medio de hábiles expedientes consiguió dar al Erario cierta holgura. y mediante una enérgica amenaza a.calló las prote stas de algu nos juristas inquietos por el origen ilegal de los fondos públicos. La oposición de la alta burgu esía. fué menos ruidosa, pero acabó por dar sus frutos. Se hicieron varios intentos para privar a Hakam de las ayudas que había sabido buscar se entre la plebe y los milicianos de pala- F10. 358.-Dinar de Hisbam III, d el año (422) 103 l. - G·rabado cio; pero siempre atinó a desha cerlos y a adoptar las sandel libro ,Loa reyu de tai/aát, de ciones necesarias. Para acabar de Wla vez, Abu-1-Hazm Priet-0 Vive.,. ben Chahwa.r y los demás representantes de lM grandes familias cordobesas, aunque repugnaban favorecer un levanta.miento de la población, tuvieron que acudir a este supremo recurso . Un joven ma.rwa.ní, Uma.yya ben 'Abd al-Rahman ben Hisharu ben Sulayman, que apareció por entonces con la mayor oportunidad, recibió la promesa de que, si destronaba. a al-Mu'ta.dd y libraba al mismo tiempo a la ciudad de su aciago visir, subiría. él mismo al Poder. Desde luego , la promesa era falaz, pues esta vez la burgue sía de Córdoba había decidido suprimir definitivamente el califato omeya -di gnidad ficticia., que ya no corre spondía & ninguna rea.Hdad, ni en el dominio temporal ni en el espiritual- y sustituirlo por un Consejo de personas nota.bles, que administraría. la ciudad propiamente dicha y el territorio harto exiguo que dependía de ella. todavía. Umayya., que tenía más atrevimient o que inteligencia, y no a.divinó el papel poco brillante que se había resuelto asignarle, reclutó partidarios entre los milicianos desconten tos que acababan de verse privados de su estipendio y se apostó con ellos en la calle por la que de ordinario pasaba el visir para. ir a palacio. Cuando Hakam ben Sa.'id a.pareció, lo hirieron mortalmente y arro jaron su cadáver al lodo y las inmundicias, mientras su cabeza era pa seada por la ciudad en el extremo de una pica. Era el 30 de noviembre de 1031 (12 dhu-1-qa.'da 422). Este asesinato desencadenó al punto al populacho cordobés, que, siempre ávido de ladronicios, se pr ecipitó, tras de Umayya y sus sicarios, al asalto del alcázar, en el que penetró como una tromba. Pero Abu-1-Ha.zm ben Chahwar tuvo autoridad bastante para hacer cesar inmed iatamente el saqueo del palacio, y luego arengó a la muchedumbre haciéndole ver cómo labra.ría su propia desgracia si una vez más se entre gaba ciegamente a Wl omeya. Su Ilaruamiento fué escuchado y, al menos en esta ocasión, el levantamiento popular concluyó sin derramamiento de sangre . A Uma.yya, perdidas



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HISTORIA DE ESPAÑA

las ilusiones, se le invitó a desaparecerlo antes posible, eo pena de la vida.. En cuanto al califa al-Mu'tadd, se había refugjado en UJl& dependencia de la mezquita mayor, aprovechando el pasadizo abovedado que unfa a ésta con el alcé.zar, por encima de la gran calle del Puente . Después de deliberar con amplitud, Abu-1-Hazm ben Chahwar y los demáa notables comunica.ron al eoberano destronado, el día siguiente por la mañana, su veredicto de que también él debía salir de Córdoba SÜl tal'danza. El califa protestó por fórmula; pero, en el fondo de su alma, debió de congratularse por haber salido tan bien librado. Tal vez se le encarceló por algún tiempo en una fortaleza; pero acabó por encontrar asilo en Lérida , en la Marca superior, junto a Sulayman ben Hud, y allí murió oscuramente, cinco años después de haber sido depuesto. Con este lejano y poco glorioso descendiente de 'Abd al-Rahm.an el TnmigrAdo, llegó a su término la larga serie de los príncipes que habían reinado en al-Andalus desde la restauración marwaní en Occidente .

••• Menos de un cuarto de siglo había bastado para que la España musulmana viese caer. como un castillo de naipes , el edificio que los Omeyas habían erigido tan trabajosamente sobre su suelo y apuntalado lo mejor que pudieron, siempre que una sacudida demasiad'> fuerte corunovía 8118 cimientos. Las cau.sas que provocaron este súbito derrumbamiento se dejan adivinar, aunque estén apenas a.puntadas en los relatos de los historiadores árabes. Fueron la incapacidad de Hisham ll y del tercer regente 'amirí, prolongada en la de los últimos representantes de la dinastía marwaní; la injerencia, creciente y pronto desmesurada, en los negocios públicos, de los pretorianos beréberes y eslavos; la anarquía latente en la plebe de Córdoba ; la culpable apatía de las clases burguesas y, eobre todo, la disociación progresiva del poco homogéneo conglomerado de las poblaciones andaluzas, con el despertar de los particularism0c1 étnicos y la formación de partidos políticos fundados en afinidades de origen . Pero, aun apreciando todas estas call8&8,el vertiginoso derrumbamiento omeya sigue siendo un motivo de asombro. Nos explicaríamos mejor la catástrofe si hubiese sido men.oe rápida, y si algUJl&Sgrietas no cerradas o algunas hendiduras mal separadas nos hubieeen predicho su próxima caída. Una vez que el califato oordobés llegó a la cima de su poderlo, hubiéramos esperado que se abriese un largo período de progresiva decadencia, delatada por un declive continuo de la autoridad real, por repetidos reveses militares o por graves usurpaciones hechas por el enemigo cristisno en el territorio musulmán. Nada de esto sucedió aquí. Cuando fué depuesto el último de los príncipes de la estirpe de Omeya, hacfa apenas treinta y cuatro años que el Islam andaluz había infligido a la Cristiandad hispánica la mayor humillación de su historia medieval, y la toma y el saco de Santiago de Compostela estaban todavía grabados en todas las memorias. •Abd al-Rahman m en la últJma parte de su reinado, al-Hakam Il y luego Almanzor habían logrado imponer ptácticamente su hegemonía eobre el oonjunto de la Península, por un lado, manteniendo a loe reinos del Norte bajo su amenaza oonstante y siendo inolueo árbitros de S1l8 litigios~ y del otro; ahogando en germen, dentro del territorio musulmán propiamente dicho, el menor síntoma de agitación. El régimen autoritario instaurado en el país, y tan oomprometido antaño por frecuentes sediciones internas, no habfa vuelto a sufrir ningún ataque grave desde el día en que el primero de los califas españoles había hecho izar la bandera de eu casa sobre los muros de Bobastro y de Toledo. Bien organizado. excelentemente adminis-

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DECADENCIA Y CAÍDA DEL CALIFATO DE CÓRDOBA

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trado, provisto de los considerables recursos que le procuraban UJl& economía próspera y el cobro de los tributos de suspensión de hostilidades, el Estado omeya parecía hecho para durar mucho tiempo. No era, según la sugestiva imagen empleada hace poco por E.-F . Gautier para caracterizar las construcciones políticas de la Berberia medieval, run Estado hongo que sale por la noche y a la mañana se enmohece, (36). Y, sin embargo, su caída -que, salvadas todas las distancias, recuerda en muchos extremo$ la del Imperio romano- fué más brute.l todavía que la que luego habían de sufrir los reinos hispanomagribíes de los siglos XII y xm . Los almorávides, en efecto, antes de desaparecer, irán sintiendo que su poder se sumerge poco a poco bajo la creciente marea de un movimiento religioso de irresistible amplitud, y los almohades, por su parte, se irán anquilosando bajo los repetidos golpes de los campeones de la Reconquiste. cristiana, antes de vacilar y luego sucumbir en UJl& estéril concurrencia de pretendientes. Ningún factor de este. índole intervino en la ruina de la monarquía omeya. No fué una nueva dinastía la que vino a reemplazar a la antigua y proseguir su carrera en el mismo cuadro territorial y político, sino que una nube de minúsculos Estados reivindicarán para Bi las pattijas de la herencia califal. Todos serán independientes, y en el primer momento quedarán insolidarios un.os de otros, aunque los más ricos y poderosos no tardarán en anexionarse a los pequeños principados satélites, dem8Biado desguarnecidospara resistir. Desde luego, en la mayoría de estos reinos andaluces del siglo XI, la tradición omeya seguirá viva por mucho tiempo y dictará a los soberanos nacidos de la fitna las normas oon que organizar su corte y eu gobierno. Pero, en cambio, dicha tradición nunca tendrá la fuerza suficiente para imponer el retorno al Poder de un príncipe de linaje marwaní, que se erija en artífice qe una nueva unidad andaluza. Unos extranjeros, los almorávides, serán los que resuciten esta unidad en la víspera misma del siglo xn, cuando la España musulmana, por un singular trastrueque de papelee, se convierta en vasalla del mismo Magrib que, unos cien años antes, ella había logrado tener estrechamente vigilado y sujeto . Por lo demás, en este interregno, el antiguo dominio de los Om~yae de Occidente distará mucho de aparecer a los ojos del resto del mundo musulmán como un país en decadencia, sumido en la penumbra de la mediocridad y rodando hacia UJ1aruina irremediable; pero lo que si ee habrá acabado para siempre será la supremacía de al-Andalus sobre el bloque ibérico, desde los Pirineos al Algarve atlántico o al Levante mediterráneo. El prestigio del Islam y de su poderlo militar en las modestas cortes de León, Burgos y Pamplona será agua muy pasada. Los dos nombres de al-Nasir y de Almanzor, que en árabe suenan uno y otro como gritos de victoria, dominaron desde muy alto los anales de toda la España del siglo x. Pero ahora, en cambio, y baste. la intervención del príncipe del Sabara, Yusuf ben Tashuffn, el siglo XI será. ante todo, en la historia española, el siglo de Femando I, de Alfonso VI, del Cid Campeador. La estrella de Castilla -de esta Castilla que ma de hacer a España~ irá subiendo más alte. cada vez en el firmamento de la Península. Mientras te.nto, el lucero de la Andalucía mora irá palideciendo y anunciando la hora en que, de eclipse en eclipse, acabará por apagarse y sumirse para siempre en la nada..

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HISTORIA

DE ESPAÑ ..\

NOTAS

(l) FUENTES ÁRABES: Para el conjunto del período comprendido entre 1008 y 1031, la fuente f>&encial es !BN 'IDHARI, Bayan, III, págs. 38-152, relato sumamente detallado y en su mayor parte tomado textualmente del M,u¡t,abi.8de JB:s HAYYAN. Muchos pasajes de este último autor sobre la lliatoria política del mismo período figuran igualmente en la Dhaiira, de IBN BASSAH,t. I (ed. de la Universidad Fu'ad I de E l Cairo), págs. 24-32 (reinado de Sulayman al-Musta'in), 34-40 (reinado de 'Abd al-Rahman al-Mustazhir), 78-83 (reinado de 'Ali ben Hnmmud), 271- 3 (Yahya ben 'Ali ben Hammud), 379-83 (reinado de Muhammad al-Must.ak.fi ), 397-404 (al-Murta.da y Zawi ben Ziri); t. II, págs. 12-7 (reinado de al-Qasim ben Hammud). Largos pasajes asinúsmo inspirados en dicha fuente , apud JBN AL-JATIB, A'mal , págs. 104-14, 126-63. Véase también IBN AL-ABBAR,Hulla, pá ginas 159-64 (biografia de Sulayman al-Musta'in) y 164-6 (biografia de 'Abd al-Rahman al -Mustazhir); JBN JALDÓN, ']bar, IV, págs. 148-53; 'ABD AL-WAHIDAL-MARRAKOSHI,Mu'chib, texto, páginas 28-40, trad., págs. 33-49; NUWAYRI,Hi~t. de Eapana, texto, págs. 221-37, trad. esp., págs. 40-52; lBN AL•ATHIR,Annalu, págs. 385-9, 408-12, 4~,W-37;MAQQARI,Analectea, I, págs. 277-82, 315-20 y p¡uaim. 'En el Tawq al-hamama, de IBN HAz111,se encuentran algunos detalles sobre la situación de Córdoba eo los últimos años d el califa.to omeya. BIBLIOGRAFÍA:Utilización exhaustiva de las fuentes árabes conocidas en su época por Dozv, Hi.tt. Mua. Esp.•, II, págs. 281-323, 333-46 , que no sacrifica ningún detalle. Véase asimismo A. Pa1rro VIVES, Loa reyu de taifas, págs. 13-8. M. As1N PALACIOS,Abenházam de Córdoba, I, págs. 64-86 . ha trazado un cuadro de esta ópoca, en cuya historia estuvo Ibn Hazm estrechamente mezclado. (2) Véase aupra, pág. 421 y n. 64. (3) ' Por ejemplo,lBN BASSA?II, Dhai ira, I, P,ágs. 84-6; lBN 'Ioa.uu, Bayan, III, págs. 44-6, Nuw AYRI. Hi.ttoriadeEapaña.págs. 221-4;1BNJALDÓN, Ibar,IV , págs.148-9;MAQQARI,Analectu,l,págs. 277-8. (4) Cf. IBN AL•ABBAR,HuUa, pág. 150. La tradición dice aei: tNo llegará la hora del último Juicio antes de que haya surgido un hombre de Qahtan que conduzca a las gentes con su báculo•. Figura en MuSLI?II,Sahih, libro LII, núms. 60 y 61. (5) IBN 'IDHARI. Bayan, III, pág. 48. (6) Según loe Annalu Oomplutemu {apud Ho1c1, Crónicas latinas de la Reconqui.ata. I , página 43; cf. Risco, Hi.ttoria de la ciudad y corte de León y de 8U8 reyes, Madrid. 1792, 1, p. 246), Sancho Garoia penetró el año 1009 en territorio musulmán hasta Molina (actual provincia de Guadalajara) tet de struxit terram Az encamt. (7) Sobre la salida de Sanchuelo para su expedición, véase el pasaje de IBN 'IDH.ARI ( Bayan, III; pero no figura en la edición, por una laguna en el manuscrito utilizado), reproducido por Ll!:vtPaoVENQAL, Obaf!rvationa sur le tome III du «Bayant d' Ibn 'Idari, en Mélangu Gaudefroy-Demombynu, El Cairo, 1937, págs. 248-9. (8) Véase 8tlpra, págs. 442-3 y n. 106. (9) Véase, sobre todo, IBN 'lDHARI. Bayan, m, pé,g. 65; MAQQABI,Anakctu, I , págs. 387- 8. ( l O) IBN 'IDHARI, Bayan, III, pág. 66. (11) Ibid., III, pág . 68. (12) IBN HAZ?II,ensu Kitabal-fi.tal,ed. El Cairo, 1321 h ., I, pág. 69, declara haber asist ,ido a esta inhumación que habría tenido lugar en la Sierra de Córdoba. Cf. M. AsfN PA.LAOIOS,Abenhdzam cu Córdoba, I, pág. 60, n. 79. (13) Sobre el Fahs al-8tlradiq, o •llano de la tienda•, donde so hallaba una quinta de placer (munlazah) de los prlncipes omeyas, véase LÉVI-PROVENQAL,Esp. Mua. X• aitcle, págs. 141 y 225, nota 3. Más adelante tendremos ocasión de volver o. ocuparnos de este Jugar de reunión de tropas, al estudiar la organización del ejército califal. (14) En la mayor parte de los p!M!ajes del tomo III del Bayan, de lBN 'IDHARI, que tratan de la actividad desplegada en esta época por Sancho Garcla, el conde castellano aparece designado con la expresión Ibn Mama Duna, cel hijo (o d esc endiente) de Mama Duna•. Este nombre es una deformación del de la. bisa.hu el a de Sancho, M:umma Domnn, como nos confirmaba don Ramón Menéndez Pidal en carta. de comienzos de 1939. He aqui lo que nos escribie. el sabio historiador español: e.Muy bien entera.dos estií.n los historiadores iímbes de la genealogia d el conde. Es correcta la designación de lbn .Mumma (mejor que Mamma) Domia, pues alude a su bisabuela. La madre de Femán González, el gmn conde, i;o llamaba Mumma Domna. Hay variantes Munia Domna, pero no atendibles. En el Cartulario de San Pedro de Arlanza, publicado por el P. Serrano, o.parece este nombre.• Véase asimismo, G. CmoT , lndex onomastique et géographique de la •Chronique léonai.te•, en Bull. Hisp ., XXXVI, 1934, s. v. (15) El nombre do esta localidad , dado por IBN HAYYAN(apud lBN BASSAH,Dhajira, I. págs. 30 y 31), no figura en el Bayan de IBN 'I oHARI, a pesar de que narra el encuentro con todo detalle. lBN AL-ABBAR,Takmiv,, (ed. do la Miscelánea), n. 2720, habla incidentalmente de esta batalla (lúase Qanti11hen vez de Qashtir ). (16) Sobre este castillo, véase LÉVI-PROVENQAL,Esp. Mua . X• aiicle, pág. 149 (reproducción d r- las n1inas d el hian omeya, ibid., Jám. V). Ioa1s1, Deacr. de l'Esp., texto, pág. 213, trad., pág. 263, lo señala. bajo el nombro de Dar al-baqar. (17) Según IaN 'IDHARI, Bayan, III, p. 95, el conde Errnengol de Urge) habrla muerto en lu lmt alla de 'Aqnbat al-baqar; noticia que parece confirmada poT un verao de un poema dedicado u Sulaymon al-~Instn'ín por Ibn Darrachal-Qastalll (en IBN BASSAM, Dhajira, I, pág. 62, l. 11). En este

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DECADENCIA

Y CAÍDA

DEL CALIFATO

DE CÓRDOBA

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poema se habla también de las batallos de Qo.ntish y del Guudio.ro. Sobre la pa'l'ti cip8('ión d1• los condes francos en este asunto, véase también SotDEVlLA, Hiat. de Oatalunya, pá,g. 71. (18) DozY, Hi8t. Mua. Esp.•, II. pá,g. 298, se equivocó al escribir que esta batalla tuvo lugar en tierras de Sevilla, corco do la confluencia del Guadalquivir y del Guadaira. En la edición GASPAR REMIBO de la Hiatoria de Eapaña do NUWAYRI, no se encuentmn los pasajes s que se refiere DozY, ibid., 1 y 2. (19) Los nombres de estas plazas fuertes los dan los Annnlu Compoatelloni (apud Hu101, Orónica4 latinaa de la Reconquiata, I, pág. 61): •Era MXLIX ( 101 l J. C.J; dedortmt comiti Sanctio San Stephanum et Cltmiam, ot Osman, et Gormaz, et dederunt ei L obsinD , . rar: 31, 32, 44. Abu Mansur 'Iaa: 390 . Abu Marwan 'Ubayd ,\ll11h · 141. Abu Muslim: 62 . Abu-1-Mutarrit 'AbJ &1-&r. man : 251. Abu Nuwu: 174. Abu -l-QB8im Muhanunild: 3ú:. 315.

Abu-J -Bo.bbah Yahya al. Yat, · eubl: 7-&. Abu -1-Shammaj l(uhamrna,i bon Thrahim: 131. Abu Ralih Z&mmur: 1&1. 3Yo•. Abu Tt1hir Isma'il : 316. Abu Tamim )fa'a1 r elacio nes diplomó.t ica!I entr, , Córdoba y Diz1U1cio, 161; 'Ab :l nl-R.l lunan II, org ;uti z,i11tny el fin