Historia de España [8.3] 9788423948000, 8423948005, 9788423948277, 8423948277, 9788423949984, 8423949982, 9788423989010, 8423989011

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Historia de España [8.3]
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HISTORIA DE ESPANA MENÉNDEZ PIDAL TOMO VIII

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HISTORIA

ESPANA

DE

MENÉNDEZ

PIDAL

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DIRIGIDA POR

JOSÉ MARÍA JOVER ZAMORA

TOMOVIII-111

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ESPASA

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EL REINO NAZARÍ DE GRANADA (1232-1492)

POLÍTICA, INSTITUCIONES. ,, ESPACIO Y ECONOMIA

POR

MARÍA JESÚS VIGUERA MOLfNS, FRANCISCO VIDAL CASTRO, MARÍA DEL CARMEN JIMÉNFZMATA,MARÍAISABELCALERO SECAlL, CRISTÓBAL TORRES DELGADO y GUILLERMO ROSSELLÓ BORDOY

COORDINACIÓN

Y PRÓLOGO POR

MARÍA JESÚS VIGUERA

MOLÍNS

ESPASA CALPE, S. A. MADRID

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EDITOR:

RICARDO

LóPEZ

DE URALDE

Y ARACAMA

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ES PROPIEDAD © Espasa Calpe, S. A., Madrid, 2000 Impreso en Espafia Printed in Spain Impresión y encuadernación: Gráficas Estella Depósito legal: NA-2480-2000 ISBN 84-239-4800-5 (Obra completa) ISBN 84-239-8915-1 (Tomo 8, 3.ª)

Reservados todos los derechos. No se permite reproducir, almacenar en sistemas de recuperación de la información ni transmitir alguna parte de esta publicación, cualquiera que sea el medio empleado -electrónico. mecánico, fotocopia, grabación, etc.-, sin el permiso previo de los titulares de los derechos de la propiedad intelectual.

Editorial Espasa Calpe. S. A. Carretera de lrún, km 12,200. 28049 Madrid

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COLABORADORES DEL PRESENTE VOLUMEN MARiAJESúsVIGUERA MoLfNs,Catedrática de Estudios Árabes e Islámicos en la Universidad Complutense de Madrid. VIDAL CASTRO, Profesor Titular de Estudios Árabes e Islámicos en la Universidad de Jaén. FRANCISCO

MARiADEL CARMEN JIMÉNFZ MATA,Profesora Titular de Estudios Árabes e Islámicos en la Universidad de Granada.

MARfAISABEL CALERO SECALL, Profesora Titular de Estudios Árabes e Islámicos en la Universidad de Málaga. CRISTÓBAL

TORRES DELGADO, Catedrático de Historia Medieval en la Universidad de Granada.

Gulll.ERMORossELL6BoRDOY, Director del Museo de Mallorca. Palma de Mallorca.

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PRÓLOGO POR

MARÍA JESÚS VIGUERA MOLÍNS

A don Fernando de la Granja ( 1928-1999), sabio, inolvidable maestro.

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Este prólogo se redacta, como es usual, terminados los capítulos de este volumen VIII-111y del siguiente VIII-IV, lo cual permite sopesar nuestros conocimientos sobre los diferentes aspectos que atañen al último Estado de al-Andalus, el emirato nazarí de Granada, cuya dinastía de los Banü Na~r o Na~ríes, denominados también Banü 1-Al}mar, logró conservar ¿prodigiosamente? su poder político desde 1232 a 1492, casi tantos años como los que retuvieron su soberanía los ilustres Omeyas de Córdoba. Diríase prodigioso el surgir y dilatado mantenimiento de la dinastía nazarí en relación con los problemas de legitimidad que venían arrastrando los diversos arráeces andalusíes, al menos desde las primeras taifas del siglo XI, y que de un modo u otro venía impidiéndoles consolidar un Estado extendido y reconocido con cierta consistencia por el territorio andalusí, más allá de sus núcleos locales. Y diríase prodigioso asimismo que esta dinastía y su emirato granadino, reuniendo el espacio de las antiguas coras de Elvira (Granada), Pechina (Almería) y Raya (Málaga), más Ronda y parte de Algeciras, consiguiera constituirse durante los años centrales del siglo XIII, y pervivir dos centurias y media frente al probado afán expansivo de los reinos cristianos peninsulares. Sobre todo ello, la Historia nos provee de indicios y explicaciones, no definitivas pues la indagación no acaba, pero sí suficientes para situar el cúmulo de circunstancias conocidas acerca de la instauración y vida de este enclave político. Surgió el emirato nazarí de Granada como una taifa más, entre las que se repartieron el territorio andalusí desde la decadencia almohade. El arráez Mul}ammad I se alzó en Arjona, en 629/1232, y se apoderó de Jaén, llenando el hueco de los descontentos locales hacia el emir murciano lbn Hüd, que extendía su autoridad por casi todo al-Andalus, y contra el que hubo de enfrentarse y luego incluso reconocerle, en 631/1234. Mas, al poco, varias oportunidades le llevaban a colocarse bien bajo el vasallaje y apoyo de Femando 111de Castilla, que conquistó Córdoba, en 1236, y seguía imparable por el valle del Guadalquivir. Hasta aquí, todo esto tenía precedentes y paralelos en las «taifas» andalusíes. Pero el giennense amplió sus perspectivas, cuando se instaló en Granada, en 1237, proclamado soberano por algu-

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HISTORIADE ESPAÑA

nos notables, y al año siguiente fue reconocido en Almería, al poco de ser allí asesinado lbn Hüd, al comenzar 1238. Pocos meses después, el n~ñ redondeó su territorio, al ser proclamado también en Málaga. Era todo el territorio andalusí que en la Península quedaba fuera de las conquistas y dominios cristianos. Y este último al-Andalus, que al cabo decidió agruparse en tomo al primer emir de Granada, se hallaba en crítica etapa, pues «los cristianos aparecían por todas partes contra las tierras musulmanas, cercándolas como un muro», según advirtió lbn Jaldün 1 sobre una situación que podía conocer por tradición familiar, pues sus antepasados emigraron al Magreb desde Sevilla poco antes de su conquista por Femando 111,en 1248. De este modo, adjudicando el mérito a aquel primer emir n~rí. algunos textos árabes se complacieron en presentar como providencial su imagen, por congregar y salvar lo restante: «la parte de al-Andalus, que dejó el enemigo [cristiano] después de haberla desolado y destrozado, reunióla Dios bajo unas gentes - lo mejor de los musulmanes- que habitaban la parte central de la región cordobesa, cuya ocupación era la guerra santa, el labrar la tierra su medio de vida y la valentía la cualidad que les había hecho célebres», según descripción del polígrafo granadino lbn al-Jatib, en su «Historia de los Reyes de la Alhambra: El resplandor de la luna nueva» 2 • Los textos árabes nos permiten captar cómo, además de los méritos y esfuerzos del propio Mut_iammad I, prevaleció el impulso casi unísono de las gentes de Almería, Málaga y los demás lugares por agruparse junto al ya, y desde poco antes, emir granadino, en un designio de salvarse unidos, lo cual explica el éxito del proceso con que se amalgamó aquel postrer territorio, respecto al cual el giennense Mul)ammad I era un advenedizo. Pero su figura apareció rodeada de todos los requisitos, virtudes de paz y guerra y de méritos, empezando por su venerable linaje árabe. Sus principales retratos elogiosos los trazó el imprescindible lbn al-Jatib, casi un siglo después de la muerte de este emir; sus ecos favorables alcanzaron al Oriente árabe, donde alabarán también de oídas su energía y valor 3 • Nótese cómo ese párrafo, poco antes citado, del sagaz polígrafo granadino, ejerciendo conscientemente su papel de modélico cronista oficial de la dinastía, para la que como visir trabajaba además, se continúa con otra alusión fundamental a planteamientos justificativos y legitimadores, señalando el preclaro linaje árabe del que descendían los Nazaríes, y que les propiciaba reinar, pues su estirpe «se remonta hasta Sa'd b. 'Ubada, señor de los Defensores del Enviado de Dios - Dios lo bendiga y salve-, y son conocidos por el nombre de Banü Na~r: ellos remendaron lo rasgado, reunieron lo desperdigado y pasaron los días entre inquietudes y paz, resistencia y concesiones, defensiva, guerra santa y concordia. La gente ha compuesto diferentes obras acerca del entronque de su linaje con Qays b. Sa'd b. 'Ubada» 4 •

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PRÓLOGO

Pese a que estamos acostumbrados al arraigado localismo de los poderes taifas, notamos que pronto parece olvidarse ese carácter «advenedizo» de los Nazaríes en sus nuevos dominios; mejor dicho, el primer emir na~rí, hombre adecuado al momento, triunfó porque un cúmulo de circunstancias, unas internas y otras exteriores a al-Andalus, le resultaron favorables, como bien lo zanja el lúcido lbn al-Jaµb, que a veces parece anticiparse -con excepcional olfato- a nuestras aclaraciones reclamables, cuando sale en realidad al paso de posibles pruritos contemporáneos suyos y sentencia cómo el reconocimiento de Mul)ammad I ocurrió porque «le juzgaron digno para el reino los que andaban buscando a alguien que fuera apto para ello, dieron pábulo a sus aspiraciones y excitaron su ambición» 5 • De hecho, su capacidad negociadora con Femando m dio arranque a un poder que logró perdurar más allá de sus orígenes pactados con Castilla, hecho excepcional en el conjunto de los territorios andalusíes que se iban rindiendo en aquellos mismos años centrales del siglo xm, como se pone en evidencia en dos recientes investigaciones: la Tesis Doctoral de J. Mal)müd, Mu' ahadat al-~ullJ,bayna l-Andalus wa-l-mamalik al-isbaniya bayna 1237-1492, y, con mucho interés comparativo, el libro de R. l. Bums y P. E. Chevedden, Negotiating Cultures. Bilingual Surrender Treaties in Muslim Crusader Spain Under James the Conqueror 6 • Estas y otras cuestiones en tomo al Estado nazarí son abordadas en los capítulos sobre «Historia política» redactados por F. Vidal Castro, en los cuales se pone en evidencia la equilibrada inestabilidad dinástica, pese a actuar tal dinastía nazarí como potente eje de cohesión y pese a la mareante identificación de tal Estado con sus soberanos, los Nazaríes, ocurriendo que ni el Islam como religión ni el árabe como lengua eran rasgos exclusivos del reino de Granada, por lo cual la vinculación dinástica resultaría preponderante. No cuajó un orden de sucesión patrilineal riguroso, aunque las debilidades del Estado nazarí no sólo se desencadenaron a partir de los quebrantos dinásticos, culminados por Boabdil en unas dimensiones que llevaron a «la destrucción de la patria (al-waJan)» según la crónica Nubd.at al-' a$r 7 , sino también de las debilidades inherentes a la propia institución estatal islámica medieval, derivadas de sus exclusivos planteamientos de legitimación y de las fluctuantes relaciones entre el poder soberano y los otros poderes, a veces enfrentados al soberano o dominándole como llegaron a lograr los famosos linajes, con toda intención atendidos con cuidado por los cronistas castellanos 8 sobre todo en el azaroso siglo xv, y otras veces ejercidos por su delegación a través de unas instituciones que manifiestan, en primer lugar, la problemática de su segmentación y concreción geográfica, como se plantea en el capítulo sobre «La división administrativa», por M.ª C. Jiménez Mata. De todas formas, el Estado nazarí, como los demás situados en su esfera medieval, no carecieron de recursos institucionales sobre los cuales se sostuvieron y desde los cua-

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HISTORIADE ESPAÑA

les dominaron. El soberano se encontraba instalado en un sistema de potestad garantizado y definido como Emir o Sultán, manifestando los signos y ejerciendo las funciones propias, asegurado en ellas además por su capacidad de delegarlas total o parcialmente en «servidores», empezando por un visir destacado, como he planteado en el capítulo sobre «El soberano, visires y secretarios». Fundamento esencial del poder político fue también en la Granada nazarí la organización judicial, que seguía estando eficazmente monopolizada por los malikíes, configurando así formas de actuación que resultaron potente factor de equilibrio, y llevando a una notable estabilidad y destacada potencia el ejercicio de las funciones del cadiazgo y de las otras magistraturas, expuestas por M.ª l. Calero Secall en el capítulo titulado: «La justicia, cadíes y otros magistrados». En el capítulo sobre «El ejército» he señalado cómo éste fue una institución más del Estado, y no un elemento estructuralmente destacado; además de andalusíes lo integraron magrebíes, en este caso enviados sobre todo por los Benimerines de Fez 9 • La heterogeneidad así de su composición agravó la advertible débil militarización de al-Andalus en comparación con la sociedad feudal, como ha replanteado R. Azuar 10 , al referirse a «la fortificación de una sociedad no militarizada». Tal situación del ejército en al-Andalus ya fue advertida al menos desde Lévi-Proven~al, pero ahora se vislumbra una formulación eficaz sobre la determinación y consecuencias de la mayor o menor militarización en las relaciones sociales. La conexión entre esto y la «desaparición de al-Andalus» ofrece sugerencias abiertas, y cada vez más atendidas 11 por varias razones, entre ellas por el interés acerca de los procesos de construcción/destrucción. En tal contexto no estructuralmente destacado, lo bélico se encontraba sin embargo sostenido en parte por el deber de la Guerra Santa o esfuerzo por la Fe (Yihiid), con un sentido de «espiritualidad militarista» 12 situado en niveles ideales, con limitado rendimiento y sin «revolución militar», que sí se produjo por el contrario al otro lado de la frontera 13• Unas precisas características físicas y espaciales, en tierra y mar, con dinámicas fronterizas omnipresentes, dieron unos resultados que plantea C. Torres Delgado sobre «El espacio y la economía», con un análisis además sobre «La moneda», por G. Rosselló Bordoy, comprobándose hasta qué punto se ejercía, triunfante, el sistema tributario estatal, todo lo cual sigue siendo objeto de estudios incesantes, como el de M. D. al-Idñsi: al-lfayiit al-iqti$iidiyya bi-Garnii_tafi~ahd mulük Banf Na$r (635/897-1237/ 1492) y el de B. H. Mesmoudi Rajae: Approche quantitative de l'or monnayé en Occident musulman (45011058-59 a 83011426-27) 14 • De Sur a Norte bastaban dos jornadas de marcha para cruzar a lo ancho todo el Reino granadino, y desde el mar quedar frente a los cristianos. De Este a Oeste la amplitud era algo más holgada, pues en diez jornadas, según calculó el mismo lbn Jaldün 15, podía recorrerse toda su tierra a lo largo, de Lorca a Tarifa. El emirato granadino

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PRÓLOGO

estaba separado por mar de las demás tierras musulmanas, enorme condicionamiento, apreciable a través de las mismas referencias textuales, como revela la encuesta sobre veintitrés geógrafos árabes 16 de los siglos IX a XIV, con su atenuada percepción de las fronteras en el interior del espacio islámico o Dar al-Islam, conjunto respecto al cual la separación marítima granadina resultaba agravada, en estos últimos siglos, porque tanto el Océano como el Mediterráneo habían pasado a estar cada vez más controlados por las potencias europeas, que además cerraban tratos con los demás Estados musulmanes y tejían incluso una red de intereses a veces contrarios a los Nazaríes, lo cual explica sus cortapisas comerciales y su paulatino ahogamiento, aislados 17 sobre todo después de que cesara la intervención de los Benimerines, en la segunda mitad del siglo XIV, y fuera cada vez notándose más el predominio castellano, portugués, catalano-aragonés, provenzal, genovés ..., sobre lo cual, además de lo señalado en este volumen, se considerarán los estudios editados por M.ª T. Ferrer i Mallo! y D. Coulon: L'expansió catalana a la Mediterrania a la Baixa Edat Mitjana, y la elocuente documentación editada por R. Salicrú i Lluch: Documents per a la Historia de Granada del regnat d' Alfons El Magnanim (1416-1458) 18• En el apartado sobre «Historiografía» he señalado cómo existe un número no desdeñable de fuentes textuales, documentales y materiales. Junto a una cantidad seguramente superior a la disponible sobre otros períodos históricos, cabe destacar la excepcional importancia que ahora adquieren las actas documentales, además de -como es habitual- los testimonios arqueológicos, que no sólo permiten alcanzar ámbitos inatendidos por los textos, sino situar mejor la óptica de éstos, ayudándonos a descodificar sus estrategias de un modo muy apreciable. Cabe notar que la investigación aún no ha explotado suficientemente todas esas fuentes. La bibliografía sobre la Granada nazarí, que va en el volumen VID-IV, de inmediata aparición, es cuantiosa, comenzada científicamente sobre todo desde finales del siglo XIX, y multiplicadas las publicaciones en los últimos años, con un carácter pluridisciplinar y desde diversas perspectivas. Cuenta incluso con varias síntesis y obras de conjunto 19, como las de M. 'Inan, M. A. Ladero Quesada, R. Arié Almansa, M. Acién, R. G. Peinado Santaella,J. E. López de Coca Castañer y L. P. Harvey. La memoria colectiva tornasolada por sentimentales leyendas y transformada por aureolas mitificadas han rodeado, de forma casi incomparable con ninguna otra, a este reino nazarí de Granada, desde su mismo tiempo, cuando arrancan las dos vertientes que concentra: por un lado acaba al-Andalus y por otro culmina el largo empeño hispano. La Granada nazarí disfruta y padece como pocas otras entidades históricas de varias idealizaciones, que no sería justo olvidar del todo en este prólogo, para situar sus sentimentales y míticas proporciones. Tenemos así varias Granadas, entre ellas la rechazada por los vencedores 20 casi entremezclada con la idea-

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HISTORIADE ESPAÑA

lización en romances del vencido 2 t, continuados en la imagen galante trazada por las mejores plumas del siglo de Oro; la Granada de los últimos concentrados fulgores andalusíes asumidos como propios por los ilustrados; la Granada de embrujada belleza enruinada 22 que los románticos exaltaron; la alegórica Granada símbolo de tolerancia proclamada a veces desde coartadas y humanismos de Oriente y Occidente, pues Granada mantiene vivo su reclamo mítico, y ahora, entre otras perspectivas que concentran las relaciones euroislámicas, se convoca también como edén de convivencias y modelo de comprensiones. Amin Maalouf inauguró su novelística de propósitos convivenciales con un granadino León el Africano, seguido por narradores de mejor o peor fortuna; él no se confunde con la idílica «Granada de las tres culturas» 23: «sabemos que se trata de un mito, pero en la historia existen los símbolos, y para ser honrados hay que reconocer que esas convivencias entre las tres religiones estuvo marcada por tensiones, conflictos e incluso por violencia, pero ... ha sido una prefiguración importante de lo que podríamos esperar para el futuro». Granada, trocada así en «utopía necesaria». Para los árabes Granada sigue siendo la cima simbólica del destino reivindicado de al-Andalus, con su claroscuro en que se hacen relumbrar las luces del refinamiento alhambreño, desde la nostalgia continuada 24 , comenzada por los mismos granadinos que asistían impotentes al final de las fronteras de al-Andalus, añorando sus felices comienzos, los buenos tiempos del loor de al-Andalus; y así uno de los últimos y testimoniales poetas granadinos, al-BasJi, zanjó el estertor con un verso terrible, de un poema que «compuso al recibir noticia de que el enemigo infiel había tomado el castillo de Alicún, uno de los castillos de Guadix, tómelo Dios al Islam, el viernes 23 de ~ü 1-qa'da 836»/l l julio 1433 25:

¡oh gentes de Guadix, qué desdicha la vuestra! Ya ahla Wadi 1-Asa la durra darru-kum en negativa conclusión literal al verso luminoso que lbn Jafiiya, unos cuatro siglos atrás, y desde un Sarq al-Andalus todavía espléndido, lanzara a los cuatro vientos:

¡Oh gentes de al-Andalus, qué dicha la vuestra! Ya ahla Andalus li-llahi darru-kum Con Granada, al-Andalus se cerraba.

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PRÓLOGO NOTAS

1 Trad. M. Gaudefroy-Demombynes, «Histoire des Benou l'Ahmar, rois de Grenade, extraits du Kitab al-'Ibar (Livre des Exemples)», Journal Asiatique, XII (1898), pág. 49. 2 al-Lamlµi al-badriyya. trad. J. M. Casciaro, Granada, 1998, pág. 25. 3 AL-12AHABT, Kitiibduwal al-Jsúim,ed. HaydarabM. 1337/1918-1919,pág. 134. 4 IBNAL-JA'f(B, Lamlµi, trad. Casciaro. pág. 25. 5 IBNAL-JA'f(B, Lamlµi, trad. Casciaro, pág. 35. 6 Tesis Doctoral. Universidad de Bagdad, 1996, y el segundo libro publicado en Leiden, 1999. 7 F. DELA GRANJASA!IITAMARIA, Estudios de Historia de al-Andalus, Madrid, 1999, espec. pág. 296 y núm. 10. 8 Cabe destacar la reciente aparición, con buen estudio preliminar por P. Correa Rodríguez, del clásico: G. PmtEz DEHrrA:Historia de los bandos de Z-egríesy Abence"ajes (Primera parte de las gue"as civiles de Granada), ed. P. Blanchard-Demouge, facsímil, Granada, 1999. 9 M. RAzzOQ, «al-Tadaijul al-mañni bi-1-Andalus:muliil)~t awwaliyyB>t,Dirasat andalusiyya, 17 (1417/1997), 31-41. 10 «Fortificaciones de taifas en el Sarq al-Andalus», en A. MALPtCA (ed.), Castillos y territorio en al-Andalus, Granada, 1998, 116-140. 11 F. MAiLLo,¿Por qué desaparecib al-Andalus?, Buenos Aires, 1997. 12 Expresión certera de M. de EPAIZA,«La espiritualidad militarista del Islam medieval. El ribat, los ribates, las rábitas y los almonastires de al-Andalus», Medievalismo, 3 (1993), 5-18. 13 W. F. COOK,«The Cannon Conquest of Nasrid Spain and the End of the Reconquista», Journal of Military History, LVII (1993), 43-70; M. ROJAS,«Nuevas técnicas,¿ viejas ideas? Revolución militar, pirobalística y operaciones de expugnación castra] castellanas en las guerras contra Granada (c. 1325-c. 1410)», Meridies, IV (1997), 31-56. 14 Tesis Doctorales, respectivamente presentadas en la Universidad de Mu):iammadiyya(1996) y en la Université de París I (1994). 15 «Histoire des Benou I' Ahm~, pág. 21. 16 R. W. BRAUER, Boundaries and Frontiers in Medieval Muslim Geography, Filadelfia, 1995. 17 Además de todo lo conocido sobre las relaciones de Castilla y Aragón con los Mamelucos, véase ahora: K. F'LEET. European and lslamic Trade in the Early Onoman State: The Merchants of Genoa and Turkey, Cambridge, 1999. 18 Ambos libros han sido publicados en Barcelona, 1999. 19 A la conocida cuenta añádase ahora el reciente y general de A. CLOT.L'Espagne musulmane. VJW-XV" siecle, París, 1999. 20 M. GARRJOOATIFNZA, Lasfiestas de la Toma, l.ªed. 1891, reed. con estudio preliminar por J.A. GonzálezAlcantud, Granada, 1998. 21 R. CAS11ULLO MARQUEZ, «El Romancero del Rey Chico de Granada en la Biblioteca del Palacio Realde Madrid», en prensa. 22 M. PASTOR MUÑOZ(coord.): La imagen romántica del legado andalusi, Barcelona-Madrid, 1995; J. M. BARRIOS RozuA: Reforma urbana y destruccibn del patrimonio histbrico en Granada. Ciudad y desamortir.acibn, Granada, 1998. 23 J. L. TAPIA,«Entrevista: Amín Maalouf», El legado andalusi, 1 (mayo, 1999), 16-18, espec. pág. 18; y prólogo de A. Maalouf a LEóNELAFRICANO: Descripcibn de África y de las cosas notables que en ella se encuentran, trad. y ed. crítica L. Rubio, Madrid, 1999. 24 Tampoco sobre todo esto cesan las publicaciones, por ejemplo: T. GARULO: «La nostalgia de al-Andalus: génesis de un tema literario», Qur¡uba, 3 (1998), 47-63; L. K. PtCK(ed.): «Orientalism and Medieval Studies», Medieval Encounters, V ( 1999), 265-357; S. FANJUL (ed.): «AI-Andalus frente a España: un paraíso imaginario», Revista de Occidente, núm. 224 (enero, 2000), 5-135; G. FERNÁNDEZ PARRILLA y M.C. FERJAGARciA(eds.), Orientalismo, exotismo y traduccibn, Toledo, 2000. 25 M. BENCHERIFA, a/-Bas.ñ, iijir su'ara' al-Andalus, Beirut, 1985, espec. pág. 167; C. CASTILLO CASTILLO, «Alrel. CoRrts y J. P. MONFERRER (eds.), dedor de las "últimas manifestaciones poéticas del Islam andaluz"», en C. CASTILLO, Estudios árabes dedicados a D. Luis Seco de Lucena, Granada, 1999, 77-100.

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PARTE PRIMERA

HISTORIOGRAFÍA POR

MARÍA JESÚS VIGUERA MOLÍNS

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lntroducción.-Crónicas.-Obras geográficas.-Diccionarios biográficos.-Fuentes documentalesy materiales.-Las fuentes documentales.-La infonnación arqueológica.-NOTAS.

SUMARIO:

INTRODUCCIÓN

Las fuentes relativas al Emirato nazarí aparecen como numerosas

y tipológicamente variadas. Hoy por hoy accesibles, aunque en distinto grado de disponibilidad y aprovechamiento, existen fuentes textuales, documentales y materiales 2 • Tanto árabes como no, convergiendo sobre Granada, desde mitad del xrn al final del xv. Entre las fuentes textuales árabes hay crónicas en prosa y alguna en verso, enciclopedias histórico-literarias, repertorios biobibliográficos, obras de adab y cantidades de poesía, relatos de viaje, tratados jurídicos con todos sus géneros, diversas composiciones religiosas, estudios gramaticales y textos científicos y técnicos. Entre las documentales hay actas contractuales y diplomáticas, cartas oficiales y privadas. Entre las materiales hay epigrafía, numismática y otros documentos materiales. Ni cantidad ni diversidad lo solucionan todo. Las textuales emanan de la esfera culta, atendiendo de forma prioritaria a las categorías altas y a los ámbitos plenamente integrados en las estructuras políticas oficiales, legitimando el Poder establecido, sirviendo a sus intereses y consagrando su ordenación ideal de los valores en una sociedad que, como la andalusí, fue eminentemente ideológica, aunque, como subraya M. Kably 3 , cuando este conjunto de fuentes se analiza, parecen «haber asimilado, aunque en diversa proporción, tanto el discurso no oficial como el de los gobernantes. Pues si la labor de la historiografía cortesana consistía en complacer, existieron, aparte evasiones incontrolables, numerosos testigos -viajeros, hombres piadosos, letrados y hagiógrafos- que "hablaron", en especial o igual, tanto por ellos mismos como por los demás». No tanto como en la esfera magrebí, este juicio inteligente de Kably, que alerta la atención meticulosa del historiador, podría aplicarse a la Granada nazarí, y llevarnos a emprender lecturas más profundas y sistemáticas de las fuentes, procurando captar lo explícito y lo implícito 4. Junto a las fuentes textuales, en esas condiciones, están las documentales árabes, mucho más numerosas respecto a Granada que a otras épocas, mas pese a todo insuficientes. Y además, la arqueología, que permite acceder a través de objetos, construcciones y terreno, con su aplicación espacial, a diversas categorías de la sociedad y a las áreas rurales, y desde ello lograr conocimientos sociales y económicos que comienzan a hacemos comprender mejor la historia del emirato nazarí 5 •

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HISTORIA DE ESPAÑA

Ibn Jaldün , Lubiib . Ms . árabe , núm . 1614 . de la Biblioteca del monasterio de El Escorial, Madrid

Estas fuentes árabes que acabamos de evocar, con sus luces y sombras, cubren con sus datos unos espacios bastante concretos, y complementándolos , en muchos casos, existen no escasas fuentes no árabes, sobre todo castellanas, pero también de los demás reinos peninsulares , especialmente de la Corona catalano-aragonesa, y en menor proporción procedentes del conjunto mediterráneo . A continuación trataremos sobre las fuentes árabes, que contienen sus registros cronísticos, geográficos y biográficos, además de sobre las fuentes documentales y materiales. En otros capítulos del volumen siguiente VIII-IV se expondrán las composiciones jurídicas y religiosas (parte segunda), científicas y literarias (parte cuarta) . Sobre el conjunto de fuentes, mucho se ha hecho y mucho queda por hacer, aplicando además las perspectivas metodológicas actuales , que reclaman análisis sistemáticos de los datos y una atención interdisciplinar, que sirva para hacer fructificar la complementariedad de tan variadas fuentes.

Crónicas . La dinastía nazarí suscitó también la composición de obras cronísticas, girando a su alrededor, abogando por su legalidad y propagando sus hechos memorables, según la característica relación entre poder político e historiadores de Corte. Algunas de esas obras se conservan , de otras en cambio sólo constan en las fuentes 6 autores y títulos que prueban cómo desde su primer siglo Xlil empezó la composición historiográfica sobre el reino de Granada , enlazando con la tradición andalusí y a la vez consagrándose a su propio Emirato. Notamos , en efecto, cómo en el siglo XIII se crea ya un círculo de cronistas dinásticos nazaríes , pues posiblemente lbn al-Farra ' (m. 690/1291) de Guadix compuso unos «Anale s de los reyes de Granada », hoy perdido s; al visir de la Cancillería de la Alhambra Ibn al-J:lakim de Ronda (1261-1309 ) se le atribuye una «Historia de al-Andalus», que

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HISTORIOGRAFÍA

hubiera podido ofrecer unas perspectivas singulares de la dinastía nazarí y sus primeros pasos. El relato historiográfico dinástico continuó en el siglo x1v, alzado entonces a sus mayores dimensiones por el visir y polígrafo Ibn al-Jatib. Del conjunto cronístico granadino sobresale con mucho la contribución histórica del visir y polígrafo lbn al-Ja!Ib (Loja, 1313-Fez, 1375), sobrenombrado «la Lengua de la Religión » (Usan al-Dfn) 7; autor desmesurado, en cantidad y variedad de asuntos, compondría unas sesenta obras, como señala al-Maqqañ, que da la relación más completa en su Azhiir al-riy&J,8 , de las cuales , entre las históricas, conocemos: 1) La llµi_ta9,enorme enciclopedia histórico-biográfica 10 y geográfica de personajes granadinos o que tuvieron relación con esa ciudad , dentro pues de los planteamientos de las grandes historias de ciudades, con precedentes interesantes en el Oriente islámico. Editada, aunque con lamentables errores y erratas 11, subraya ahora E. Molina cuánto este jugoso libro ofrece , y cuánto deberá seguirse trabajando sobre este rico centón aún inagotado 12 • Este libro de la /~li_taes un canto a la «islamo-arabidad» de la cultura granadina , lo cual quiere a toda costa encumbrar lbn al-Jatib, de modo que, por ejemplo, en su prólogo 13 presenta explícitamente como un timbre de gloria de la Granada nazarí el que allí aparezcan hasta 77 nisbas árabes apellidando aún a granadinos, que lbn al-Jatib encomia como «indicativo de arabidad» ( urübiyya), en lo cual ahora reparo para destacar de qué modo nuestro conocimiento de las fuentes de la Granada nazarí debe desarrollar, en paralelo, una definición de su constitución cultural. 2) Su soberbia aunque concisa crónica «Esplendor del plenilunio acerca de la dinastía nazarí» 14, que comienza con una descripción de la ciudad de Granada, del territorio granadino, sus gobernantes, características de sus habitantes y la historia de los emires de la Alhambra, alcanzando hasta el año 765/1364. En este libro lbn al-Jaµb condensa un ideario político-cultural de Granada , apiñada en tomo a los nazaríes, cuyos emblemas soberanos describe con detalle. Otra obra de lbn al-Jatib sobre esta dinastía, furfat al- ' a~r ff dawlat Banf Na$r, parece hoy perdida . 3) Su excelente compendio «Gestas de los grandes , sobre los reyes del Islam que fueron proclamados antes de alcanzar mayoría de edad, con lo que lbn Rusayd , Relato de viaj e . Ms . árab e . núm . 1685 . Bibli otec a del esto conlleva de digresiones » 15 , cuya monasterio de El Escorial. Madrid

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HISTORIA DE ESPAÑA

AI-BakrI , Libro de los caminos . Ms. árabe, núm . 1635 , de la Biblioteca del monasterio de El Escorial, Madrid

redacción cortó su muerte, en 776/1375, ocupándose en la primera parte del Oriente islámico hasta su época, en la segunda de al-Andalus desde la conquista también hasta su época (incluso introduciendo , y así mostrando su enorme afán y curiosidad erudita, un apartado sobre los reinos cristianos 16) , y en la tercera del Magreb , aunque sólo pudo llegar hasta los almohades . Editada la obra en diversas ocasiones , espera aún una buena edición crítica conjunta, y la traducción aJ castellano de su segunda parte . 4) Raqm al-~ulal es un largo poema histórico en metro rayaz, lleno de apostillas, sobre distintas dinastías, entre ellas la Nazarí 17• Siendo estas cuatro sus principales obras históricas, hay que señalar que lbn aJ-Jaµb suele sembrar de precisiones históricas mucho de cuanto escribe; colocado en la atalaya política, su implicación con lo narrado y su fuerza de representación son altísimas, y su experimentada batuta de hombre público le dio fino y a la vez subjetivo criterio , manejando además una gran pluma y enorme cúmulo de datos , hoy importantes para reconstruir la imagen de su tiempo , hasta parte del reinado del emir Mul)ammad V. Sin embargo, debemos reconocer que Ibn al-Jaµb, con su hiperactividad, no alcanza la capacidad reflexiva del cordobés Ibn J:Iayyan, el gran cronista de los Omeyas en el siglo XI , ni la honda sabiduría «sociológica » del tunecino Ibn Jaldün, su contemporáneo y amigo , autor de la famosa «Historia Univer sal», en cuya s dimensiones no podemos ahora entrar ,

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HISTORIOORAFÍA

aunque sólo recordar su importancia testimonial sobre los nazaríes 18, en cuya corte lbn Jaldün estuvo, antes de cerrar la primera redacción de su vasta «Historia Universal» en 781/1380, aunque la ampliara luego esporádicamente hasta 796/1393. Poca escritura histórica queda desde el último cuarto del XIVen el Emirato nazarí: el cadí malagueño al-Nubahi (m. 794/1392) terminó en 1379 su Nuzha,t al-b~ii'ir wa-1-b~ar, cuyo manuscrito escurialense aprovechó bastante bien M. Lafuente y Alcántara 19 para completar sus noticias históricas de los Nazaríes, pues recoge sus comienzos y atiende hasta el reinado de MulJ.ammad V; sabemos además de la existencia en Marruecos de al menos otro manuscrito de la Nuzha,, una parte de la cual fue editada por M. J. Müller, habiendo manifestado M. •A. Makkisu intención de publicar la obra entera 20 • Prueba, aun en su brevedad, de la permanente atención granadina sobre la anterior historia andalusí es «Un resumen de la Historia de al-Andalus del alfaquí granadino Abu 1-Qasim b. tuzayy (siglo XIV)»,estudiado por M.• Arcas Campoy 21 • Tras la catarata historiográfica de lbn al-Ja,tib se abrió, en la historiografía nazarí, un tremendo vacío, pues nadie más reunió tanto sobre Granada. Acabamos de citar lo poco que representan en la escritura cronística, a finales del XIV,al-Nubahi e lbn tuzayy. La apagada continuación en el siglo xv se debe a Abu YaiJ.yaibn •A~im «el segundo lbn al-Ja,tib», gran cadí de Granada en la segunda mitad de ese siglo, que, según al-Maqqañ, compuso una prolongación de la llµ'i,ta,titulada «Frondoso jardín sobre biografía de políticos, letrados y poetas» 22 • La huella de lbn al-Japb fue tan amplia que también el magrebí Ibn al-Qac;li,ya en el siglo XVI,completó su Raqm al-l')ulal con otro poema histórico de 400 versos sobre soberanos de Oriente y Occidente, titulada Durrat al-sulükfíman hawa al-mulk min al-mulük 23• Hay que dejar constancia de que en el siglo xv el setabense al-Sutaybi compendia noticias sobre la historia humana desde la creación hasta el año 845/1441 en su Kitiib al-yumiin, conservado en varios manuscritos, de escaso valor documental sobre al-Andalus, muy curioso en su planteamiento de historia universal 24 , y que, posiblemente, repercutió en los relatos de «historia sagrada» que circularon entre mudéjares y moriscos. Pero crónica, exactamente, del reino nazarí no existe en el xv, y hay que esperar al 947/1540 para que uno de los emigrados andalusíes, cuyo nombre no consta, compusiera el «Fragmento de la época sobre noticias de los Reyes Nazaritas o Capitulación de Granada y Emigración de los andaluces a Marruecos» 25 • Abarca su densa reseña desde 1477 a la diáspora posterior a 1492, y ha resultado fuente imprescindible sobre este final granadino, que sólo conocemos, además de por las fundamentales crónicas cristianas 26 , y poco por las hispanohebreas 27 , por noticias de los dos enormes tesoros de la memoria histórica y literaria de al-Andalus, reunidos por el enciclopedista de Tremecén de comienzos del XVIIal-Maqqañ 28 , y en las más alejadas y por tanto escuetas noticias reunidas por algunos compiladores orientales, como al-Sajawi (m. 902/1497), lbn •1yas (m. 930/1524) y al-tannabi (m. 999/1590) 29• Anteriores y más valiosas que estas tres últimas, hay que tener en cuenta, sobre todo, lo que traen compilaciones cronísticas magrebíes de comienzos del siglo XIV, como el Bayiin de lbn •1~añ 30 y el Kitiib al-anfs al-mu.trib 31 de lbn Abi 2ar•. La cronística cortesana granadina siguió los modelos habituales de la historiografía islámica, que, desde anteriores pautas orientales, se aplicaron en al-Andalus desde la dinastía omeya, con el gran hito cordobés lbn ijayyan (m. en 469/1076), muy citado y admirado por los andalusíes y magrebíes, sobre todo en el siglo XIV, cuando aún seguía activa la cronística nazarí. Pruebas de la interesante presencia de las composiciones IJ.ayyaníesen Granada son las reminiscencias del Muqtabis- V en el Kitiib al-Zmiariit de lbn Simak, en el siglo XIVtambién, como señaló M. •A. Makki en el prólogo de su edición, y como se ha seguido después comprobando 32• La pervivencia del gran cronista cordobés se prueba también en que lbn al-Ja,tib 33 fuera uno de los mejores transmisores de sus textos. Este lbn Simak, de familia malagueña, compuso este florilegio de anécdotas, muchas

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HISTORIOGRAFÍA

AI-Yugamí, Tratado de juri spruden cia, procedente de Almon acid de la Sierra , Zaragoza . Ms. árabe , núm . ll , Con sejo Superior de Investigacione s Científicas, Madrid

el único tipo de registro geográfico producido en el reino nazarí, aunque la excepción la da, como siempre, Ibn al-Jatib , cuyo editado y traducido librito Mi'yiir al-ijti yiir 45 , bajo la forma de una maqiima o «epístola » , contiene una descripción geográfica de 34 ciudades del reino nazarí poniéndola en implícito parangón con otras del Magreb, breve pero llena de pinceladas interesantes, por la apasionada 46 forma jaµbí de captar los lugares que frecuentó , como todo el enorme conjunto de datos «territoriales » reunidos por este gran polígrafo para acceder a un «estudio geográfico-político-territorial » de la «Granada islámica », como ha mostrado M.ª del C. Jiménez Mata 4 7 • Desde el siglo XIII los viajeros andalusíes y sus relatos , de diversa extensión , permanecieron cada vez más en aquel Oriente que repre sentaba para ello s salvarse de la progresiva pérdida territorial andalusí y, a la vez , la «consagración oriental », es decir , sobresalir en la raíz cultural árabe, sin volver ya muchos al Occidente islámico y sin que· sus apuntes -de muy variado valor: geográfico , cultural y religioso , sobre todo- no siempre fructificaran en al-Andalus , en primer lugar. En la transición de las tercera s taifa s al reino nazarí , contamos con la «relación de viaje » de Abü Marwan al-BayI , que era tío del régulo de Sevilla Al)mad al-Bay1 (a quien ordenó matar el fundador de la dinastía nazarí , Mul)amrnad I , en 63 l-632/1234-1235 ) . Esta ri!Jlatiene el interé s de presentarno s, como algunas otras , las circunstancia s de un Mediterráneo en que ya no dominaban los musulmane s , sus puertos y condicione s de ruta , iniciada por al-BayI en Ceuta, en mul)arram 634/septiembre 1236, al poco de alzar se Mul)amrnad I, para seguir su periplo con escala s en Málaga , Almuñécar, Almería , Cartagena y Alicante , Ibiza y Mallorca , Cabrera , Cerdeña ... Acre ... Damas-

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HISTORIADE ESPAÑA

de ellas de carácter histórico, que acabamos de citar y en donde apenas se refiere a los Nazaríes, aunque al final les encomie en su colofón, incluso llamándoles inadecuadamente, por halagarles, con el título que oficialmente no osaron llevar de «amir al-mu 'minin wa-jalifat rabb al-al-'alamin» 34 ; poco caso les hace en su compendio cronístico al-lfulal al-mawsiyya, cuyas referencias, hasta 1381, se centran en dinastías magrebíes 35 • Los vínculos, como vemos entre Granada y Fez, alcanzaron también a la historiografía, y otro nexo personal fue el «príncipe» n~rí, instalado en el Magreb, lbn al-Al)mar (m. 808/1405), a quien más adelante citaremos por sus composiciones biográficas, pero que ya se inscribe plenamente en la cronística de los Benimerines, que debemos tener en cuenta para completar también la de los Nazaríes 36 • Por otro lado, continuó también, e incluso se acentuó, en la Granada nazarí la redacción de obras históricas locales; citaremos algunas 37 • Entre las no conservadas, hay referencias a la compuesta sobre su gente y parentela (Ta'rij qawmi-hi wa-qariibati-hi) por un cadí de Loja, Baza y Purchena, lbn Mas'ada (m. en Málaga, 699/1299); al-Qallüsi (m. 707/1307) de Estepona redactó un libro sobre las excelencias de su tierra; Mul)ammad al-Gamaµ (m. 758/1356) empezó a componer la historia de Granada que culminó lbn al-Jaiib en su IIJ,ii.ta,en realidad enorme historia local que citaremos enseguida; el poeta almeriense lbn Jatima (734/1323- 770/1369) fue autor de «La supremacía de Almería sobre otras ciudades de al-Andalus», sólo conservada en citas de otros autores, que permiten apreciar su calidad informativa sobre la política, geografía y personajes, como ha estudiado E. Molina 38; lbn Jamis, en pleno siglo vm/xiv, compiló una «Historia de Algeciras» además de continuar la «Historia de Málaga» (Ta'ñj Miilaqa) de su tío lbn 'Askar de Málaga (m. en 1239) 39 , en recorrido desde el siglo VIII al XIII, y llegando a contar cómo reconoció la ciudad al primer emir de los Nazaríes (dice: en abril de 1238), aunque sobre todo le interesan los hombres de letras almerienses, por lo que tiene un carácter de antología literaria. Una «Historia de Almería y Berja», hoy perdida, se debe al almeriense Abü 1-Barakat al-Balafiqi (m. 774/1372) 40 • El método de composición histórica llevó a repetir -y así a conservar- fragmentos cronísticos en compilaciones posteriores, aspecto que deberemos conocer mejor, porque así pueden hallarse pistas sobre hoy perdidas obras históricas nazaríes, y entender los objetivos de esta historiografía y su completo desarrollo: por ejemplo, el almeriense lbn Jatima reprodujo relatos detallados de lbn al-Fal)l)am (m. 1334-1335) y de Af:unad al- f u,dami (m. 1348-1349) -a su vez copiados todos ellos por el magrebí lbn al-Qacfi (m. en 1025/1616) 41 - sobre el asedio de Almería por Jaime II en 1309 42: tales detalles procederían de esas dos «crónicas» (Ta'rij) -como tales las cita el posterior compilador magrebí- sobre su tierra de ambos autores. Es evidente la amplia afición por este tipo de historias locales en el reino nazarí, en que sus tres antiguas jurisdicciones o coras de Almería, Granada y Málaga, exhibieron a veces, cada una por su lado, los distintos episodios de su historia, diferenciada por la distribución geográfica pre-nazarí y por unos derroteros político-administrativos con distintos episodios. Obras geográficas. El viaje al Oriente islámico 43 , con el objetivo de cumplir la Peregrinación y ponerse en contacto con maestros y centros de saber, continuó ocurriendo en época nazarí, y en ella también algunos viajeros cultos registraron lo que cada uno creyó más notable de su «relación de viaje», dentro del género literario muy característico de la Rif]la, eminentemente testimonial. Si antes señalamos sobre las fuentes textuales que, pese a situarse en su alta esfera, recogen a veces ecos de otras posturas, los relatos de viajes ejemplifican esto con bastante frecuencia, volcados hacia un mundo exterior diverso, no sólo elite, por el que pasean su mirada, y así explícita o implícitamente pueden contener testimonios sobre espacios, como el rural o «provinciano» 44 • La rilJ,laes, casi,

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HISTORIA DE ESPAÑA

«Obra sublime, la Fortuna quiere / que a todo monumento sobrepase,. : Verso de lbn Zamrak conservado en una yesería que adorna la Sala de las Dos Hermanas, en la Alhambra de Granada

co, y la Península Arábiga 48 . También andalusí , almeriense de Cantaría , el luego cadí Jalid al-Balaw1 se embarcó desde Almería, con veintitrés años, en 1335, a Hunayn siguiendo por tierra a Túnez, donde volvió a embarcarse hasta Alejandría, encontrándose con el también peregrino lbrah1m b. al-1:fayy al-Numayñ. Ambos escribieron sobre sus viajes, en relatos conservados 49 , en los que hablan también de la cultura andalusí y sus relaciones. Otro relato de viaje a los Lugares Santos del Islam escribió un mudéjar hispano, lbn al-~abbiil,l, del que apenas podemos deducir sino que viajó al filo de mediados del siglo rx/xv; atravesó el reino de Granada , y de él ofrece una descripción breve y tópica muy elogiosa, resaltando su calidad de hogar de la Fe que por todas partes allí veía; ha sido parcialmente editado 50 • Entre los que ya no tomaron a al-Andalus se encuentra el ulema y gran matemático al-Qal~dI (815/1412-891/1486) 5 1, oriundo de Baza, establecido en Granada, y que viajó a Oriente hacia 842/1439, aunque entonces aún regresó a al-Andalus, para después partir definitivamente a Túnez, donde descolló como polígrafo. Su «relato de viaje» es una gran fuente de noticias sobre personajes granadinos , y ha sido editado 52 , pero reclama análisis. El granadino lbn al-Ja_tTh,figura puntal recordado en casi todos los apartados, fue muy aficionado a relatar cuanto veía en sus viajes, tanto por al-Andalus, en inspecciones de su cargo acompañando a su soberano, que le hacían mirarlo todo con minucioso ojo y luego contarlo cortesanamente pero asomándose inevitablemente a diversos ámbitos, y reflejándolos, como en su viaje oficial por las fronteras orientales nazaríes 53 , como también efectuó por el Magreb, adonde fue en cuatro o cinco ocasiones , y sobre todo descrito a partir de su larga estancia de casi tres años , entre noviembre de 1359 y junio de 1362 , en su abigarrada y ahora famosa obra «Sacudida de alforjas para entretener el exilio » 54 • Además de los periplos granadinos, es interesante la serie de relatos de viaje de magrebíes con referencias sobre al-Andalus 55 • Al reino nazarí , conformado con parsimonia durante el siglo xm,

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HISTORIOGRAFÍA

empezaron a acudir a su vez letrados de otros lugares, redondeando con sus funciones culturales las dimensiones políticas de la dinastía nazarí; así, Mul)ammad b. Rusayd (Ceuta, 1259-Fez, 1321) 56 fue uno de los primeros magrebíes que a lo largo del período se instalaron en Granada, donde, además de transmitir hadices, ser predicador de su mezquita aljama y componer poesía, puso por escrito el relato de su viaje de Peregrinación, en 1284, partiendo de Almería en compañía del que luego sería gran visir granadino, lbn al-Hakim de Ronda . Llegaron a La Meca, visitando Túnez, Egipto y Siria, aprovechando las enseñanzas de los maestros de entonces. Al regreso, lbn Rusayd se quedó en Granada, hacia 1292, donde fue protegido de su amigo lbn al-l:lakim, pronto en la cumbre, hasta que éste fue asesinado, en 1309, volviendo entonces lbn Rusayd al Magreb, donde murió, en la fecha indicada, dejando en al-Andalus una porción de su actividad literaria . Su relación de viaje a La Meca, como la del ulema magrebí al-'AbdarI 57 , en 688/1289, que interesa menos en relación con la cultura granadina, está plagada de referencias eruditas y puntualizaciones religiosas. Con orígenes valencianos, pero nacido en Ce uta, al-Qasim al-TuyThI(ap. 670/ 1271-730/ 1329), que citaremos en el siguiente apartado por su repertorio biobibliográfico, compuso también una extensa relación de viaje, de la cual algo menos de la tercera parte ha sido publicada 58 , comenzando con su estancia en al-Andalus, visitando al menos Málaga y Valencia, antes de partir hacia Oriente. Hay que considerar también los «Viajes» del genial lbn Jaldün (Túnez, 1332-EI Cairo, 1406), de familia sevillana emigrada al Magreb a mitad del siglo xm, y que compuso una inusual autobiografía viajera, larga e intensa, incluida en su historia universal, y donde cuenta sus

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Edición de RawPEZ. «El Levante y Almería». 31 Era descendiente de Mu.I:tammadb. Mardani§, el Rey Lobo o Lope (Lubb), arráez de Peñíscola (1124-1172) que lideró durante las segundas taifas la resistencia contra los Almohades en Valencia. Véase sobre él VIGUERA,Los reinos de Taifas, 196-198; V1ouERA,«Historia políticai. [Almorávides y Almohades), 69-71 y 91-94. 32 A pesar de ello, el sayyid Abü Zayd no se resignó a perder sus tierras y firmó un acuerdo con Jaime I a los dos meses (20 de abril de 1229) en Calatayud por el que se convenía en su vasallo para recuperar, aunque fuera bajo la autoridad del monarca cristiano. el territorio perdido. Véase el texto de dicho acuerdo en Los documentos de Jaime I de Aragón. Ed. Ambrosio Huici Miranda (t) y M.• Desamparados Cabanes Pecoun. Valencia: Diputación Provincial, etc., 1976, I, 223-226, doc. núm. 119, redactado en laún pero con un fragmento final en árabe en el que Zeit manifiesta su acuerdo con el escrito, y pone su nombre de manera que quede constancia de su descendencia del califa 'Abd al-Mu'min: 'Abd al-Ramin b. al-Sayyid AbT'Abd Alliih b. al-Sayyid Abi ijaf~ b. al-Jalifa Amir al-Mu 'minin, aparte de considerarse «rey de Valencia» en dicho tratado, que más tarde sería confirmado por Jaime I el 28 de mayo de 1236 (ibídem. I, 380-383, doc. núm. 236), al igual que le confirma a Zeit el 14 de febrero de 1245 la posesión de sus castillos y villas (ibídem, Il, 190,doc. núm. 401). 33 Varios documentos fueron emitidos por Jaime I desde el asedio de Burriana: Los documentos de Jaime / de Aragón, I, 312-315,doc. núms. 181-182, 5 de junio y 15 de julio de 1233, asedio que, al menos.duró de mayo a julio de 1233. Punto estratégico del que dependían otros castillos para su abastecimiento, la conquista de Burriana genera, como otras conquistas, una serie de diplomas que van concediendo bienes y propiedades del enclave tomado (ibídem, 317-318, 322323, 338, 342-345, 352). lPEZ, «La Lorca islámica. Algunos apuntes de historia política, geográfico-administrativa y socio-económica». En F. CHACÓNJIMÉNEZ,Lorca, pasado y presente. Lorca: Caja de Ahorros del Mediterráneo, Ayuntamiento, 1990,1, 163-176. 40 Véase sobre el visirato oriolano: E. MOLINALé>PEZ,«La "wizira 'i~iyya" de Orihuela, el más prestigioso centro político y cultural de al-Andalus en el siglo xmi.. Anales del Colegio Universitario de Almería, 1 ( 1979), 65- 78. 41 Tras la conquista de Mallorca en 1229 por los aragoneses (véase, por ejemplo, AL-MAQQARl,Nafa. al-.ñb, IV, 469471 ), Menorca toma el relevo cultural y, en parte, político, pues, como señala E. Molina, gracias a la personalidad de su gobernador Sa'id b. l:fakam, la isla pudo disfrutar de una relativa independencia, mediante el pago de un tributo, hasta 1287. Véase AL-MAQQART, Nafa. al-.fib, IV, 471-472; E. MOLINALóPEZ, «El gobierno independiente de Menorca y sus relaciones con al-Andalus e lfñqiya. El "Kitab Jubab al-albab", una nueva fuente para la historia del Occidente musulmán». Revista de Menorca. 73 (1982) 5-88; M.• J. RUBIERA,«La cone literaria de Sa'id b. l:{akamde Menorca (siglo xm)i.. Revista de Menorca, 15 (1984), 105-138. El tratado por el que Jaime I recibe de los musulmanes de Menorca el juramento de fidelidad y sumisión y se establecen los tributos anuales que pagarán se firmó el 17 de junio de 1231 en Capud Petre: véase Los documentos de Jaime I de Aragón, 1, 274-277, doc. núm. 153. 42 Véase, por ejemplo, el caso similar del arráez de Crevillente: P. GUICHARD,«Un seigneur musulman dans l'Espagne chrétienne: lera is de Crevillente (1243-1318)». Mélanges de la Casa de Velázquez, 9 (1973), 283-334, trabajo traducido al español por S. Domenech en un libro con el mismo título en 1976 y 1999. 43 Véase AL-MAQQARl, Nafa. al-.tib, IV, 472; Primera Crónica General, 11,746- 770; J. BoscH Vn.A, La Sevilla islámica. 712-1248. Sevilla: Universidad, 1984, es pee. 182-184; M. GONZÁLEZ JIMÉNEZ, La conquista de Sevilla. Cuadernos

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HISTORIAPOLITICA

Historia 16, 244. Madrid: Grupo 16, 1985; R. VALENCIA.«Los dirigentes de la Sevilla árabe en torno a 1248•. En Actas del V Coloquio Internacional de Historia Medieval de Andalucía. Andalucía entre Oriente y Occidente ( /236-1492). Córdoba: Diputación Provincial, 1988, 31-36: M. VALORPIECHOTIA(coord.), El último siglo de la Sevilla islámica. 11471248. Sevilla: Universidad, 1995. 4' Este último, firmado entre Jaime I y el infante don Alfonso de Castilla, acuerda un intercambio de territorios islámicos conquistados indebidamente por la parte contraria, a la vez que vuelve a fijar la distribución de las zonas que a cada parte corresponde conquistar. Véase los documentos de Jaime 1 de Aragón, II, 176-177, doc. núm. 388. 45 Véase M .• D. RODRÍGUEZ GóMEZ, Las riberas nazarí y de la• Udwa (siglos XIII-XV). Aproximación a su configuración geográfica e incidencia en el trasvase económico-cultural. Tesis Doctoral en microfichas. Granada: Universidad, 1997; RODRIGUEZ GóMEZ, Las riberas nazarí y del Magreb (siglos XIII-XV). Intercambios económico-culturales. Granada: Universidad, en prensa. ,16 Incluso hubo una milicia de caballeros cristianos venidos de España e Italia que formó la guardia del soberano, presencia que tenía ya antecedentes con los Almohades, que acogieron la guardia cristiana de los Almorávides, llegando el califa al-Ma'mün (m. 1232) a obtener del rey de Castilla 15.000 caballeros. 47 Las fuentes y bibliografía sobre el este reino y período son numerosísimas, por lo que sólo se remitirá aquí a la obra que todavía sigue siendo el trabajo fundamental sobre esta dinastía: R. BRUNSCHVIG, La Berbérie orienta/e sous les lfahides. Des origines a la.fin du XV- siecle. París: MaisoMeuve, 1982 (1940, 1947 1). 48 Existen algunas fuentes específicas sobre esta dinastía así como numerosos estudios; a título orientativo, algunos de los más importantes son: Yatiya IBNJALDON,Bugyat al-ruwwdd Ji dikr al-mulük min Ban1 'Abd al-Wad. Ed. y tr. Alfred Bel. Argel: lmprimerie Orientale, 1903 y 1913; Mul;lammad AL-TANASl,Histoire des Beni 7Liyan rois de Tlemcen. Tr. de J. J. L. Bargés. París: Duprat, 1852; J. J. L. BARGÉS,Complément de ['historie des Beni-'Zeiylin, rois de Tlemcen. París: Leroux, 1887; G. MAR~AIS, «'Abd al-Wadides•. En E/2, I, 95-7, s. v.; 'Abd al-~amid HAYIYAT,Abu lfammu Müsa al-Zayyani. lfayatu-hu wa-a1aru-hu. Argel: al-Sarika al-Waianiyya li-1-Nasr wa-1-Tawzf, 1394/1974; Atallah DHINA,Le royaume abdelouadide a l'époque d'Abou Hammou Moussa /'' et d'Abou Tachfin I". Argel: Office des Publications Universitaires, [1985]. 49 La bibliografía sobre esta dinastía y su época es también sumamente numerosa, por lo que sólo se mencionarán tres obras básicas en las que el lector podrá encontrar abundantes referencias: IBN MARzOQ,El Musnad: hechos memorables de Abu 1-Hasan, sultán de los Benimerines. Estudio y traducción española de María J. Viguera. Madrid: IHAC, 1977; M. SHATZMILLER, L 'historiographie mérinide. lbn Khaldun et ses contemporains. Leiden: Brill, 1982; M. Á. MANZANORODRÍGUEZ, La intervención de los Benimerines en la Península Ibérica. Madrid: CSIC, 1992. '° La fuente fundamental para este período, compuesta por el historiógrafo de la dinastía hacia 1547, es MUQ811llllad AL-KARÁSl, 'Arüsat al-masá'ilfi mali-Bani Wa!fas min al-faqa'il. Edición de 'Abd al-Wahhii.b b. Man~ür. Rabat: 1383/1 %3; véase además, entre otras obras, A.QmadAL-NÁ~IRT,Al-lstiq1a li-ajbar duwal al-Magrib al-Aq1a. Casablanca: Dii.ral-Kiláb, 1954-6. IV, 99-166; A. CouR, La dynastie marocaine des Beni Wa_qas(1420-1554). Constantina: 1920; Mohamed B. A. BENCKEKROUN, La vie intellectuelle marocaine sous les Mérinides et les WaJ¡asides(XIII-XVI siecles). Rabat: 1974. 51 Véase sobre la presencia benimerín en al-Andalus, además del trabajo citado de MANZANO,La intervención de los Benimerines, entre otros y con la bibliografía allí citada, el balance de M.• J. VIGUERA,«La intervención de los Benimerines en al-Andalus». En M. GARCIA-ARENAL y M.ª Jesús VIGUERA(eds.), Relaciones de la Península Ibérica con el Magreb (siglos XIII-XVI). Actas del coloquio. Madrid: CSIC, ICMA, 1988, 237-247.

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CAPÍTULO

FORMACIÓN

I

Y CONSOLIDACIÓN

( 1232-1302)

SUMARIO: Mul}ammad I (629-67/11232-1273): la fundación del emirato.-EI nacimiento del reino (1232-1246).a) Arjona y la familia Banü 1-Ai}mar.-b) El levantamiento del fundador, Mui}ammad b. Yüsuf. lbn al-Ai}mar (629/1232).-c) La consecución de un dominio territorial (1232-1244).-d) La pérdida de Jaén y el tratado de paz (1244-1246). - La organización del estado y su construcción interior (1246-1264). - El intento de expansión con meriníes y mudéjares (1264-1266).-La revuelta de los Banü AsquTiülahasta la muerte de Mui}ammad I (1266-1273).Mul}ammad11(67/-701/1273-1302): La consolidación del estado.-Los Banü Asquilüla y la primera expedición del sultán meriní Abü Yüsuf.-Segunda expedición de los meriníes y su control sobre Málaga.-El bloqueo de Algeciras y el aislamiento de Mui}ammad 11.-El repliegue meriní y el dominio de Castilla.-La conquista castellana de Tarifa y la infructuosa reacción meriní.-La consolidación territorial de Granada y las campañas de expansión.-NOTAS.

MUl;IAMMAD 1 (629-671/1232-1273):

LA FUNDACIÓN DEL EMIRATO

1

El nacimiento del reino ( 1232-1246). a)

Arjona y la familia Banü l-AIJmar.

Como ya se ha señalado, a los cuatro años de la sublevación de lbn Hüd, casi hacia la mitad del período de su gobierno, sus reiterados fracasos militares frente a los cristianos provocaban el descontento de la población, que se sentía indefensa con un rey que no les garantizaba la seguridad y que, además de no tener grandes cualidades de gobernante, les exigía elevados impuestos para pagar las treguas a los castellanos. En este clima de descontento, la situación era muy propicia para el surgimiento de nuevos dirigentes, como así ocurrió. Fue, precisamente, en una zona que sufría los ataques e incursiones de los cristianos y casi se había convertido en zona fronteriza en la que se producían numerosos enfrentamientos entre ambos bandos. Se trata de las tierras de Jaén, en donde se localizaba una serie de !Ju~ün(un tipo de fortaleza) para la defensa de la frontera y protección del territorio, pero que también servían de base para realizar algaradas en territorio enemigo, tal y como hacían los cristianos. Uno de estos IJ~ün estaba ubicado en Arjona 2 , donde se había establecido la familia de los Banü 1-AQmar, también conocidos como Banü Na~r 3 , «cuya ocupación era la guerra santa, el labrar la tierra su medio de vida y la valentía la cualidad que los había hecho célebres», en palabras de lbn al-Ja¡Tu4 • Pues bien, un hombre de esta familia, MuQammad b. Yüsuf, sería el primer sultán nazarí. Los orígenes de la familia ha sido una cuestión interpretada de diversas maneras por los historiadores dado que las fuentes árabes y cristianas parecen discrepar sobre el tema. Por una parte, las

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HISTORIA DE ESPAÑA

Vista de Arjona, Jaén , en la actualidad

fuentes árabes, especialmente las obras de Ibn al-Japb, entroncan la genealogía de la familia de los Banü Na~r de Arjona , y por ende, del epónimo nazarí, con un compañero del Profeta , Sa'd b. 'Ubada,jefe de la tribu de los Jazray de Medina y uno de los an~tir ( «auxiliares [medineses]») que ayudaron al Profeta a establecerse en la ciudad tras su emigración de La Meca 5 • Por otra parte , las fuentes cristianas afirman del fundador nazarí «que poco antes era quintero , que non auie otro mester sinon seguir los bueys et el aradro » 6 y «siendo labrador y pastor , se abía dado a la milicia» 7 , lo que ha sido interpretado como contradicción con la información de las fuentes árabes 8. Sin embargo, no es incompatible el origen ilustre con la dedicación a la agricultura, pues lo que los autores árabes atribuyen a la dinastía es una genealogía de prestigio y rango socio-religiosos que no implica posesión de grandes riquezas o posición económica y ni siquiera actividad laboral alguna. Más aún, los propios autores árabes que lo enaltecen con esta ascendencia también ensalzan al fundador de la dinastía al describirlo como un hombre sencillo y austero que prefería la rudeza y la pobreza, la vida rústica, que era sobrio en el comer, remendaba sus sandalias y vestía ropas ásperas 9 • Por tanto, lo que sí parece claro es que no era de una familia destacada, sino agrícola y sin ningún antepasado andalusí de renombre , pues lo más que se dice es que tenían antecesores en el yund, el ejército regular. Cuestión aparte es la autenticidad de la genealogía que situaba al primer na~rí y a su familia urgabonense , y, por ende, a la dinastía, como descendiente s del compañero del Profeta. Las fuentes árabes que mencionan dicha ascendencia son todas del siglo xrv y siguientes, muy posteriores

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al establecimiento del estado y dinastía n~ríes. Pero, además, son las escritas por autores nazaríes estrechamente vinculados con los sultanes granadinos, especialmente Ibn al-Jatib, las que aluden a ella con más detalle 10, mientras que otras de autores externos al reino, norteafricanos u orientales 11, aunque también la recogen dejan constancia de que es una atribución cuya veracidad desconocen 12• Aunque puede ser perfectamente válida y cierta esta ascendencia y los linajes árabes asentados en al-Andalus permitirían establecerla, hasta tener pruebas más sólidas hay que contemplar la posibilidad de que se trate de una genealogía creada posteriormente y escrita por los turiferarios, como los califica R. Arlé 13 , de los Banii 1-Al,unarpara enaltecer los orígenes de la dinastía y dotar de prestigio su linaje, con lo que se obtenía una mayor legitimidad 14• b)

El levantamiento del fundador, Mulµimmad b. Yüsuf, lbn al-AJJ,mar(62911232).

El jefe de la familia de los Banii Na$r en estos años era Mui}.ammadb. Yiisuf, con el sobrenombre de al-Sayj,junto con su hermano Isma'il, quienes tenían antecesores militares en el yund o ejército regular y gozaban de gran influencia sobre su comarca 15• Nacido en Arjona, Mu]:iammad b. Yüsuf se dedicaba a la agricultura 16, pero había llevado a cabo diversas actividades militares y encabezado acciones de defensa de la frontera así como incursiones en territorio cristiano. Los éxitos que obtuvo le proporcionaron un respaldo, fama y prestigio entre la población que incrementaron el número de sus partidarios 17• Con este apoyo y el de su propia familia, al que se sumaba el de los Banii Asqiliila, con los que había emparentado por matrimonio 18, se hallaba en situación de encabezar un movimiento de independencia y dirigir un territorio propio. Así, considerando que el momento era propicio por las sucesivas derrotas de Ibn Hiid y el descontento de la población ante los ataques y el avance cristiano, como ya se ha indicado, decidió sublevarse en Arjona 19• Eligió una fecha y un día verdaderamente apropiados: ramac;tan,mes de particular significación religiosa y social en el que el espíritu de comunidad se encuentra especialmente efervescente, y viernes, día de la plegaria obligatoria en la aljama y con una trascendencia que va más allá de lo puramente religioso y adquiere frecuentemente una funcionalidad política. Así, los habitantes de Arjona lo proclamaron después de la oración del viernes 20 , precisamente el último del mes, 26 de ramac;tan de629/16dejuliode 1232 21 • El nombre completo del caudillo arjonero era 22 Abü 'Abd Allah Mul:,lammad b. Yüsuf b. Mu]:iammad23 b. Al,unad24 b. Mul:,lammad25 b. Jamis b. Na~r b. Qays 26 al-Jazra:9¡al-An~ari y tenía el ya citado sobrenombre de al-Sayj y el de Abü Dabbüs. Adoptó el laqab honorífico al-Galib bi-Llah, «el Victorioso por [la gracia de] Dios», pero se distinguió más como lbn al-Al,unar,el Hijo del Rojo, cabe suponer, aunque no necesariamente, que por el apelativo de su padre, y fue el nombre que utilizaba para su denominación y en todos sus escritos; además, convirtió el rojo en el color de su emblema y vestimenta 27• Años más tarde, establecería su residencia en Granada en una alcazaba que se llamaría la Roja, al-l;Iamra', la Alhambra, debido a este sobrenombre de Mul:,lammad al-Sayj, según al-Qalqasandi 28 • Además, la designación de lbn al-A]:imaracabó extendiéndose prácticamente a todos los sultanes de la dinastía y así los suelen mencionar las fuentes árabes. En el momento de su exaltación al poder lbn al-Al:,lmartenía treinta y siete años, pues había nacido a finales de 591/1195, el año de Alarcos 29 • Se arrogó el título de emir de los musulmanes, pero necesitaba el respaldo oficial y la sanción de una autoridad superior que le confiriese una apariencia de legitimidad 30 • Dado que su sublevación se producía contra Ibn Hüd 31 y del califato almohade no cabía esperar entonces ayuda alguna, decidió hacer manifestación pública de su invocación y obediencia al emir l:,laf~íde lfñqiya, Abii Zakariyya' Ya]:iya32 , por lo que en las mezquitas de sus dominios comenzó a pronunciarse laju,tba (sermón de la oración comuni-

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HISTORIA DE ESPAÑA

La Torre de la Vela, en la Alhambra Granada

de

taria del viernes) en nombre del emir tunecino y también acuñó moneda a su nombre 33 • Después , teniendo en cuenta que lbn Hüd se había situado bajo la autoridad de los 'abbasíes, reconoció también al califa de Bagdad al-Mustan~ir y llegó a acuñar moneda en su nombre 34 • Ello, junto a otras razones de las que se hablará más adelante, obligó a MuJ:¡ammad b. Yüsuf a someterse a Ibn Hüd cuando en sawwal de 63 l /junio-julio de 1234 el embajador del califa 'abbasí llegó con el nombramiento oficial para lbn Hüd que le otorgaba el gobierno sobre todo al-Andalus 35 • Poco después de la muerte de lbn Hüd y los sucesos de Sevilla, que , junto con Ceuta , se había sometido al califa almohade al-Ras1d 36 , lbn al-AJ:¡mar consideró que lo más adecuado era acatar a dicho califa 37 y ordenó que en laju_tba se invocara el nombre de este soberano. Este reconocimiento, como los otros , no iba más allá de esta mención en el sermón y era puramente nominal , pero le sirvió para ganarse la confianza y adhesión de dirigentes y militares en un momento en el que estaba consolidando su poder 38 . Tras la muerte del almohade en yumada II de 640/diciembre de 1242, volvió a vincularse al emir de lfriqiya Abü Zakariyya' YaJ:¡yab. AbI ijaf~, que le proporcionó mucho dinero y ayuda para la guerra santa 39 , otro de los objetivos que estos actos de reconocimiento perseguían . Por otro lado , un factor que también fue importante en el triunfo del levantamiento de Mul)ammad b. Yüsuf fue su cari sma religio so 40 . Su reputación como defensor de las tierras del Islam , su actividad como [a gri en las marca s fronteriza s seguido por los habitantes de esas zonas

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le facilitaban su posterior aparición como un hombre con una misión religiosa. A ello se sumaba su imagen un tanto mística y de sufí que se desprendía de sus ropas modestas y bastas, sus costumbres austeras, su mismo sobrenombre al-Sayj, «maestro» en un sentido religioso y de sabiduría. Además, cuando accedió al poder mantuvo la imagen de asceta y procuraba no ejercer directamente el poder político, mientras que el militar se lo confió a su aliado y brazo derecho, el jefe de la familia Asqilüla, 'AII b. Asqilüla. Posteriormente, ya en Granada, apoyó y aplicó fielmente la doctrina de la escuela jurídica mfilikí41 y acogió a los alfaquíes de Málaga que huyeron de la ciudad por su defensa de la ortodoxia ante los Banü Asqilüla, como más adelante se verá. En este sentido resulta muy significativo que prestigiosos y venerados personajes de carácter místico y santo, como al-Yu~anis'i, rechazaran el gobierno de Ibn Hüd y apoyaran y defendieran la causa de Ibn al-A~mar desde muy temprano 4 2 • c)

La consecución de un dominio territorial ( 1232-1244).

Tras la proclamación de Ibn al-A~mar en su solar urgabonense, el primer paso que había que dar era la adquisición de un espacio propio y la constitución de un territorio en el que establecer el

estado. Su autoridad se extendió el mismo año de su levantamiento, 1232, más allá de Arjona y llegó hasta Guadix 43 , Baza 44 y Jérez 45 •

Vista panorámica de Úbeda en la actualidad, Jaén

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Grabado con una vista de la Alcazaba antigua desde el mirador de San Cristóbal , en Granada

Los fracasos de Ibn Hüd a finales de .ese mismo año en Trujillo 46 y, sobre todo, el asedio y pérdida de Úbeda de enero a julio de 1233 47 , favorecieron los intereses del señor de Arjona, pues la población del entorno se volvió hacia él buscando un caudillo y una esperanza de defensa. Así, los habitantes de Jaén, tras haber sido testigos de lo ocurrido a la cercana Úbeda y con el jefe de la ciudad , 'Abd al-Malik b. Yüsuf b. ~anadid o Sinan1d, a la cabeza se apresuraron a proclamar a lbn al-Atimar en 630/1233. La mayor entidad y fortaleza de la capital de la cora llevaron a éste a trasladar allí el centro de su gobierno. Para asegurarla, mejoró y aumentó sus fortificaciones 48 • Además, iba a permanecer en su poder el tiempo suficiente como para , siendo ya emir de Granada, realizar las acuñaciones de monedas que con ceca de Jaén se han conservado 49 • También en el mismo año 630/1233, el segundo de su alzamiento , Porcuna y Córdoba se entregaron a MuQamrnad b. Yüsuf, aunque los cordobeses volvieron bajo el gobierno de Ibn Hüd al año siguiente, cansados de la dureza y rigor que el arjonero empleaba con ellos 50 • La incorporación de Sevilla a los dominios del señor de Arjona fue más fugaz aún que la de Córdoba, pues no se prolongó más de un mes. Hacia las mismas fechas que los urgabonenses habían proclamado a MuQammad al-Sayj , los sevillanos habían expulsado a su gobernador, hermano de Ibn Hüd, y nombrado a un notable de la ciudad, MuQammad al-Bay1 51 • Éste, para defenderse de Ibn Hüd, se alió con Ibn al-AQrnar52 , aunque, parece ser, el sevillano había empezado haciendo la guerra al de Arjona , pero fue derrotado; después , cuando decidió aliarse con él y se hizo su vasallo, Ibn al-AQrnar a cambio le prometió darle una hija suya en matrimonio . Para combatir esta alianza, lbn Hüd necesitaba estabilizar el flanco cristiano y con ese objetivo firmó una tregua con Fernando 111que le costó mil dinares diarios 53 . Sin embargo, el señor murciano fue derrotado en la batalla que se produjo en las cercanías de Sevilla en 631/1233-1234. Tras regresar a Arjona. Mu}:lamrnadal-Sayj consideró que era un buen momento para apoderarse de Sevilla. Para ello envió un contingente de tropas integradas por cristianos y urgabonenses a las órdenes de Abü 1-ijasan 'Al1 b. Asq11üla que entraron en la ciudad y asesinaron a traición a al-Bay1. De esta manera tomó

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posesión de Sevilla y nombró a su pariente• Ali b. Asqilüla como gobernador. Sin embargo, al cabo de un mes los sevillanos, como se ha dicho, rechazaron su autoridad y volvieron a acatar a lbn Hüd en 632/1234-1235 ó 633/1235-1236 54 • Tal y como estaban las cosas, habiendo perdido Córdoba y Sevilla, por un lado, y con el nombramiento oficial como máximo dirigente que le concedió el califa •abbasí de Bagdad al rebelde murciano, por otro, lbn al-A}:lmarjuzgó adecuado someterse a lbn Hüd, teniendo en cuenta, además, que él mismo había reconocido con anterioridad al califa •abbasí. Así, cuando lbn Hüd recibió el estandarte, el traje de honor y el acta de investidura con el título de al-Mutawakkil un viernes de sawwal de 631/junio-julio de 1234 en Granada, adonde se lo había remitido el embajador •abbasí55 , Mu}:lammadal-Sayj le rindió homenaje y lo reconoció como emir. Pero, aunque formalmente fuese un sometimiento, también fue una paz entre ambos rebeldes tras sus enfrentamientos anteriores que conllevó el reconocimiento oficial de lbn al-A}:lmarcomo señor de Arjona, Jaén y PorcunaS6. Su siguiente actuación política tuvo lugar en la conquista castellana de Córdoba en 633/1236. No sólo no se opuso Ibn al-A}:lmaral ataque cristiano, sino que, según fuentes cristianas, firmó junto con Fernando III las treguas que tras la conquista se acordaron con lbn Hüd, lo que le proporcionó una parte del tributo que el emir de Murcia venía obligado a pagar 57 • Es otro signo del éxito de la hábil política de negociación y pacto que el arjonero supo desarrollar con los cristianos (recuérdese la colaboración de tropas cristianas con lbn al-A}:lmarpara la ocupación de Sevilla), frente a la ortodoxa e idealista, pero poco pragmática, de Ibn Hüd, que se agotaba luchando contra el enemigo infiel. Este y otros fracasos políticos y militares de lbn Hüd iban pesando cada vez más en su contra, según se ha comentado anteriormente, de manera que en muchos de sus territorios la población empezó a buscar un nuevo líder en el que confiar. Y eso es lo que ocurrió en Granada, donde un giennense, lbn Abi Jalid, al frente de un grupo de notables, se sublevó contra el gobernador nombrado por lbn Hüd, •utba b. Ya}:lyaal-Magm, lo hizo ejecutar y realizó la propaganda en favor de lbn al-A}:lmar.Después envió una comisión a Jaén, donde se encontraba Mu}:lammadal-Sayj, para presentarle la sumisión de la ciudad y entregarle el poder de ésta. Posterionnente, tras enviar por delante a Abíi 1-J:lasan•Arr b. Asqilüla, al atardecer de un viernes de la última decena de rama9an (21 ó 28) de 635/(7 ó 14) de mayo de 1238, lbn al-A}:lmarentró en Granada, se instaló en ella y construyó sobre una fortaleza anterior la alcazaba de la Alhambra para emplazar allí su residencia 58 • Entonces le llegó la noticia del asesinato de lbn Hüd por lbn al-Ramimi en Almería, que se había hecho con el poder allí en medio de revueltas internas. Por ello, lbn al-A}:lmarse dirigió a la ciudad para tomarla, la sitió e lbn al-RamimI huyó a Túnez abandonando la capital, que vio la entrada de su nuevo soberano en sawwal de 635/mayo-junio de 1238 59 • Con Granada y Almería en su poder, se le entregó Málaga, que había estado en manos de •Abd Allah b. Zannün 60 hasta que sus habitantes se rebelaron contra él el 11 de rama4an de 635/27 de abril de 1238, un día después de que lbn Zannün hubiera reconocido al caudillo de Arjona y, posteriormente, enviaron una embajada a Granada para presentar la sumisión de la ciudad a lbn al-A}:lmaren 636/1238 61 • De esta manera se lograba el dominio sobre las actuales cuatro provincias orientales de Andalucía y, con ello, aunque fuese por poco tiempo, se llegaba a la extensión máxima del territorio que jamás alcanzara el emirato n~rí 62 • En los años siguientes, el emir de Granada consolidó su poder y se le fueron sometiendo la mayoría de los jefes, dirigentes y militares. Fue tomando posesión y unificando los diversos núcleos y comarcas de estas coras; pero a pesar de su fortalecimiento político tuvo la habilidad y acierto de seguir reconociendo al califa al-Rasid y aparentar que actuaba

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Castillo de Santa Catalina en Jaén

había destruido sus zonas de cultivo y avituaJlamiento. Empezaba a preparar el asalto definitivo a la capital giennense que tendría que realizarse mediante un largo asedio y agotando la resistencia de los giennenses por hambre y aislamiento , pues su fortaleza y la solidez de sus defensas la hacían casi inexpugnable , como el rey castellano había tenido oportunidad de comprobar en los dos sitios infructuosos a los que la había sometido con anterioridad. Los objetivos de estas acciones destructiva s se consiguieron y sus efectos empezaron a padecerse en Jaén ese invierno con una acuciante escasez de alimentos. Para remediarlo , el emir na~rí organizó el envío de una reata de mil quinientas bestias con provisiones , pero los cristianos, enterados de ello , acudieron a bloquear el acceso a Jaén en febrero de 1245; tras dos días de espera sin que llegara la caravana, los cristianos se retiraron sin saber si habían abortado el envío de ayuda realmente o se había tratado de una noticia falsa 69 . Para rematar esta situación de escasez , a finales de la primavera de 1245 y pocos meses antes de iniciar el sitio definitivo de la ciudad, Femando III emprendió una acción de tala y destrucción de las huertas y alrededores en Jaén, Alcalá la Real , Íllora y la Vega de Granada 70 • Sin embargo, en esta ocasión, aunque las fuentes cristianas no lo mencionen y presenten una campaña completamente victoriosa, las tropa s castellanas sufrieron una derrota frente a lbn al-AJ:¡mar71 en las proximidades de Granada, en Belillo s 72 • Una vez destruidas las fuentes de suministro, Femando III decidió emprender el cerco en agosto de ese año. A pesar de las grandes penalidades y hambre a las que sometieron a los musulmanes giennenses, la ciudad no se entregaba ; tampoco los cristianos. que también sufría n las inclemencias invernales , levantaban el sitio . Sin embargo y a pesar de la heroica persistencia en defender la

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HISTORIA DE ESPAÑA

como representante suyo para restaurar el poder y el orden almohades 63 • Al mismo tiempo, empezó a organizar y administrar su recién nacido estado y distribuir cargos y bienes a sus servidores 64 • Pero, a la vez que lbn Hüd había ido perdiendo terreno y liderazgo hasta su muerte e lbn al-A}Jmar lo había ido ganando e incrementando sus dominios, también el avance cristiano había seguido desarrollándose al amparo de una concepción de «Reconquista» para que los diferentes reinos sacaran partido de la situación de división interna de al-Andalus y devorasen importantes y extensas áreas islámicas 65 • Las conquistas se producían tanto en la vertiente oriental de la Península con Jaime I de Aragón, que tomó Mallorca (1229) y acabó con la taifa de Zayylin b. Mardanis al conquistar Valencia (1238) y el sur del río Júcar (1239-1245), como en la zona occidental, donde los portugueses se apoderaron en el Algarve de Alcacer do Sal (1217), Elvas (1226) o Serpa (1235), aunque las pérdidas más desgarradoras y dramáticas se estaban produciendo y estaban a punto de producirse en la región central con las conquistas castellanas de Córdoba (1236) y el valle del Guadalquivir. Lo que quedaba de al-Andalus aparecía dividido en cuatro núcleos, aparte de algún pequeño enclave aislado: la ya reducida taifa de Murcia en vasallaje de Castilla desde 1243; Sevilla, que había vuelto a reconocer al califa almohade, al-Rasid; la decreciente taifa de Niebla, con Ibn Ma}Jfü:{:;y el núcleo de mayor entidad formado por los dominios de Mu}Jammad al-Sayj, que ya integraban, como se ha visto, Jaén, Granada, Almería y Málaga. En el marco de este escenario político, resulta paradójica, y desde un punto de vista islámico injustificable, la decisión del dirigente murciano, Baba' al-Dawla, que, viéndose incapaz de alcanzar un poder y gobierno sólidos ante las tres potencias peninsulares del momento, Castilla, Aragón y Granada, pactó en 1243 con Castilla y se sometió al reino cristiano 66 desdeñando el emergente y cada vez más poderoso reino islámico de Ibn al-A}Jmar, vecino y, a pesar de los conflictos con los Banü Hüd, aliado más natural que Castilla. d)

La pérdida de Jaén y el tratado de paz ( 1244-1246).

La rápida expansión territorial que en siete años había convertido al señor de Arjona en soberano de casi todo el sudeste peninsular. así como la fuerza y poder que le aportaban los numerosos apoyos y voluntades que se estaban aglutinando en tomo suyo, lo situaron como el principal oponente musulmán frente a los cristianos. Por ello, no es de extrañar que los ataques castellanos se dirigieran a continuación hacia las posesiones de lbn al-A}Jmar: había que frenar esta expansión territorial y, sobre todo, conjurar esta nueva posibilidad de reunificación de al-Andalus. Así, acabada en 1242 la tregua acordada entre Femando 111y el rey de Arjona 67 • las fuentes cristianas afirman que el emir de Granada realizó incursiones por Martos y Andújar y llegó a derrotara los cristianos en una batalla en la que murieron y fueron presos muchos de ellos, incluidos destacados nobles, además de causarles grandes pérdidas, «et con gran engreymiento desto, ese rey moro erasse estendido et derranchaua a cometer et a fazer mas que non solie, et era ~elado mucho por toda esa frontera» 68 • Por ello, justifican las fuentes cristianas, Femando III reunió sus fuerzas en Andújar y empezó una serie de operaciones en 1244 que le proporcionaron la toma de Arjona, la localidad natal de Ibn al-A}Jmar y origen de su reino, La Guardia. Pegalajar, Carchel y Mata Begid. Además, prosiguió talando los campos de Jaén, Alcaudete y Granada, ciudad que cercó durante veinte días. Durante el asedio hubo un ataque de los musulmanes «gazules» contra Martas, probablemente con el fin de distraer a los sitiadores, pero fueron completamente derrotados. Cuando a mediados de noviembre de 1244 Femando III dio por finalizada su campaña. había tomado una serie de enclaves defensivos estratégicos de Jaén que dejaban aislada a la ciudad y

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Vista parcial de Jaén con los alrededores de la antigua puerta de Granada

plaza, el final no parecía que pudiera ser otro que su entrega o la muerte por agotamiento e inanición, ya que lbn al-Al)mar no podía romper el cerco para socorrer a los sitiados . En esta crítica situación y previendo un desenlace fatal, el emir buscó una salida que pudiera garantizar la seguridad y vida de sus súbditos y el futuro político de su reino. Así, de acuerdo con su gente, decidió entregarse como vasallo al rey castellano con todos sus territorios. No le quedaba otra opción y asumió esta difícil pero provechosa y eficaz determinación cuyo buen sentido político alaban, incluso, las fuentes cristianas 73 • Para Ibn Jaldün 74 , el emir granadino se dio cuenta de que no podría defender con sus fuerzas las amplias zonas llanas de la frontera en la Andalucía occidental y que su resistencia se agotaría en esta empresa, lo que facilitaría al enemigo una conquista de todo al-Andalus, por lo que optó por firmar la paz y renunciar a Jaén y a esas otras zonas para refugiarse con los musulmanes (Laya'a bí-l-muslimin) en las cercanías del mar y atrincherarse en regiones abruptas (aw'ar) frente a los ataques de los enemigos . Es decir, ante lo inútil de resistir al avance cristiano por los campos abiertos del Guadalquivir , resolvió instalarse en zonas más seguras y controladas por él y organizar la defensa allí. De esta manera , se trataría de un gesto de estrategia y realismo políticos más que de cobardía o intere ses propios. Se trataba de elegir entre la supervivencia con limitaciones o la desaparición y, por dura que fuese la primera, era preferible a la segunda. Esta es una de las razone s que pueden explicar el apoyo popular que recibía y que le mantuvieron los musulmanes y grupos de población más religio sos, a pesar de ir en contra de los principios islámicos el sometimiento al infiel y lo que este vasallaje exigía en cuanto a la colaboración con los cristianos para conquistar otros territorio s del Islam .

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FORMACIÓN Y CONSOLIDACIÓN (1232-1302)

Las condiciones impuestas por Fernando 111para acordar la paz exigían la entrega de Jaén, el pago de un tributo anual de 150.000 maravedíes durante veinte años, período en el que el emir de Granada con sus súbditos sería vasallo del rey con obligación de ayudarle militarmente en tiempos de paz o de guerra y asistir a las Cortes de Castilla cuando se convocaran 75 • Acordadas las capitulaciones, los castellanos entraron en Jaén en marzo de 1246 76 • La conquista de Jaén supuso una gran pérdida para el naciente Emirato n~rí tanto por su valor militar -sus sólidas y fuertes defensas casi la convertían en inexpugnable- y estratégico -su posición geográfica la convertía en «puerta» del valle del Guadalquivir y del sur oriental- como por la riqueza económica y humana que albergaba. Sin embargo, no fue una pérdida inútil. Incluso con su entrega a los castellanos la ciudad de Jaén proporcionó un gran beneficio a los musulmanes, pues fue el precio con el que se compró una paz que conjuraba cualquier agresión externa, no sólo de los castellanos, sino de toda la Península, ya que la otra posible amenaza para el reino nazarí podría haber venido del reino de Aragón con su avance conquistador por el Levante, pero los acuerdos entre Castilla y Aragón ponían a salvo de los ataques aragoneses al emir nazarí en su condición de vasallo castellano. Ello permitiría al fundador nazarí dedicarse con tranquilidad al fortalecimiento del reino y llevarlo a una situación desde la que poder garantizar su continuidad, hasta tal punto que al final y contra todo pronóstico cumplió casi doscientos cincuenta años más. Por tanto, Jaén fue sacrificada por la subsistencia inmediata del reino y su posterior consolidación. La pérdida de esta ciudad marcó un punto de inflexión en la evolución del emirato n~ñ desde distintos puntos de vistan. En primer lugar, abrió un amplio período de paz y estabilidad proporcionado por el tratado de paz, como se acaba de comentar. En segundo lugar, con la reducción de sus dominios a Granada, Almería y Málaga se consumó la configuración de su territorio en líneas generales; de forma aproximada, se extendía desde Tarifa, en el oeste, hasta más allá de Almería cerca del límite de la provincia de Murcia, en el este 78, mientras que hacia el interior llegaba a una distancia del mar de unos cien kilómetros en línea recta 79• En tercer lugar, se establece una frontera que sigue la línea de las dificultades orográficas y obstáculos naturales que trazan las cordilleras Subbéticas. Por último, se puede considerar que ha finalizado el período de gestación, o más exactamente, «primera infancia» del reino y queda atrás su etapa giennense, con Arjona y Jaén perdidas. Por ello, a partir de este momento y con su establecimiento en la que para siempre sería ya capital del sultanato n~rí. el emir, que ya había dejado de ser rey de Arjona y tener su gobierno en Jaén, ya sólo podía ser sultán del reino de Granada y primer monarca de una larga dinastía. Por ello, quizás a partir de ahora sea también más apropiado aludir a él con su nombre oficial y dinástico Mul;lammad I, al-Galib bi-Llah, aunque, como se ha dicho anteriormente 80 , él siempre utilizó el sobrenombre lbn al-Al;lmar81 • Por lo que atañe al resto de al-Andalus, lo poco que todavía se mantenía quedaba en condiciones similares o peores de sumisión, pues Sevilla y Jerez también tuvieron que pagar una suma anual por sendas treguas con los cristianos, mientras que Niebla iba perdiendo terreno, Menorca y Murcia estaban reducidas al vasallaje y otros enclaves orientales pagaban por una paz precaria y dilatoria de un final próximo e inevitable 82• La organización del estado y su construcción interior ( 1246-1264).

Así, detenida temporalmente la actividad militar, estabilizado el territorio del reino y firmado el tratado de Jaén, la política exterior pasó a un segundo plano y los esfuerzos de Mul;lammad I se concentraron en la política interior de un estado que todavía estaba por edificar en su estructura y organización internas, sus fortificaciones, su economía, sus instituciones.

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HISTORIA DE ESPAÑA

Aunque la sociedad mantenía el orden y sistemas de funcionamiento previos, había nuevas circunstancias que la alteraban e introducían en ella factores que había que tener en cuenta. Además, ya no se trataba de provincias de un imperio ni de reducidos enclaves autónomos, sino de un estado independiente con toda su complejidad política y administrativa. Entre esos nuevos factores está el importante aumento de la población 83 procedente de los territorios conquistados cuyos habitantes fueron emigrando paulatinamente hacia Granada, Málaga y Almena y sus comarcas 84 • Probablemente por estos años, tras la entrega de Jaén, haya que situar la ampliación de la mezquita aljama de Granada que el crecimiento de la población exigía. Para ello Mu]:iammadI utilizó el dinero enviado por el emir de lfñqiya Abü Zakariyya' destinado a la guerra con los enemigos infieles que, tras el tratado de paz con Fernando 111,ya no era necesario para ese fin. Ello fue posible gracias a que «el cadí Mu]:iammadb. •Ayyasjuró que el dinero del señor de Túnez no tenía señalado su empleo» 85 • Desde la Alhambra, donde años atrás había emplazado el palacio real 86 , impuso el orden público, persiguió la corrupción, controló rigurosamente la recaudación de los impuestos y no robó para sí ni regaló por favoritismos 87 • Aunque la actividad en la política exterior fue menor en estos primeros años, como se ha indicado, Mu]:iammadI no dejó de interveniren acontecimientosmás allá de sus fronteras y desarrollaractividadesdiplomáticasy pronto emprenderíaaccionesmucho más ambiciosas.Una de las primeras intervencionesexterioresfue la colaboracióncon los castellanosen el asedio y conquistade Sevillaen 1248 de manos de sus hermanos musulmanes. Esto puede verse, desde la óptica de los coneligionarios, en principio, como una traición al Islam, pues la primera obligación del imán o jefe de la comunidad es preservar la integridad territorialde la umma o comunidad de musulmanes. Sin embargo, el hecho ha de verse a la luz del tratado de paz de Jaén y el acuerdo de vasallaje que obligaba a Mu]:iammadI con Fernando m. Recuérdese que, para Ibn al-A]:imar,había supuesto obtener un territorio con garantías de supervivencia y defensa propia frente a la poco sostenible resistencia de las llanuras del valle del Guadalquivir,como se demostraba ahora en Sevilla. Además, su defensa y compromiso con el Islam son incuestionablesy así lo demuestra su implicacióncon los alfaquíes malikíes de Granada y la resde Túnez, los Meripuesta a sus llamadas de ayuda para defender el Islam que recibió de los 1:{af~íes níes de Fez y los mudéjares de Castilla en la campaña contra Alfonso X de 1264-1266. Por tanto, en cumplimiento del mencionado tratado Mu]:iammadI participó en el proceso de conquista y se unió a las fuerzas cristianas en Carmona, donde se presentó con quinientos jinetes ante Fernando 11188 • No fue el único episodio de colaboración en las conquistas cristianas. Tras la muerte de Fernando III, el pacto de vasallaje que con él mantenía Mu]:iammadI se renovó con su hijo y sucesor Alfonso X el Sabio. La taifa de Niebla, regida por Ibn Ma]:ifü~.vasallo de Alfonso X desde 1253, acabó rindiéndose en 600/1262 tras un asedio de nueve meses en el que colaboraron tropas nazaríes del valí de Málaga, Abü Mu]:iammad•Abd Allah b. Asqilüla 89 • Con estas conquistas y otras en la zona, como Jerez, Cádiz y El Puerto de Santa María, los cristianos habían liquidado en 1262 las dos últimas taifas, Niebla y Jerez, que subsistían, aparte del reino nazarí de Granada. Pero, sin duda, la principal empresa exterior emprendida en estos años por el emir n~rí fue el intento de conquistar Ceuta en 1262, en ese momento independiente bajo el gobierno de los Banü 1-'Azafi y centro comercial que hacía la competencia a los puertos nazaríes 90 • Aunque en un principio solicitó la ayuda de Alfonso X para llevar a cabo la expedición, no pudo finalmente obtenerla por las desorbitadas exigencias del rey castellano -entrega de Tarifa y Algeciras- en contrapartida 91• No desistió por ello de su propósito y envió una escuadra al mando de al-Zafrr que fue total-

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Alminar de la necrópolis de Chella , Rabal

mente derrotada , muchos de sus barcos apresados y su jefe muerto 92 . A pesar del fracaso, los Nazaríes volverían a intentar la conquista de Ceuta varios decenios después, en 1306, esta vez con éxito. El intento de expansión con meriníes y mudéjares ( 1264-1266).

Poco después, el período de paz vivido hasta entonces por el reino de Granada acabó, antes de que finalizara el plazo de veinte años fijado en el tratado de Jaén. La lucha con los castellanos comienza de un modo casi inevitable dada la situación territorial en la que se hallaban ambos reinos : Alfonso X había conquistado los últimos enclaves musulmanes (Cádiz en 1260, Jerez en 1261, Niebla en 1262) y la Reconquista sólo podía seguir por el reino de Granada; Mu~ammad I no tenía más remedio que enfrentarse a los castellanos para defender su estado y fortalecerlo incorporando territorios islámicos que habían sido conquistados recientemente 93 • Pero, en lugar de combatir en solitario con el poderoso reino de Castilla y León, adopta una decisión táctica de incalculable s con secuencias posteriore s que , sin embargo , no era nueva , ni mucho menos, en la historia de al-Andalus : recurrir a los hermano s del Norte de África , sus correligionarios 94 •

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Tumbas meriníes en la necrópoli de Chella, Rabal

real

Así, hacia los años 660-662/1262- l 264 MuJ:¡ammad I recibe con grandes honores a las primeras tropas benimerines, los guzii ', los combatientes por la fe 95 , que ponían el pie en suelo peninsular, enviadas por el sultán Abü Yüsuf, pero sin su presencia. Estaban dirigidas por MuJ:¡ammad b. ldñs y su hermano' Ámir 96 • Al mismo tiempo y aprovechando la situación de ventaja que le otorgaba la presencia de las tropas benimerines, MuJ:¡ammadI había propiciado y organizado el levantamiento de los mudéjares 97 en la zona de Jerez y Murcia. Así , desde Málaga las tropas se dirigieron a cercar Jerez, ya sublevado, y arrebataron la alcazaba el 13 de sawwal de 662/8 de agosto de 1264. Lo mismo ocurrió con todas las ciudades de la frontera , que se habían unido a MuJ:¡ammad I: Utrera, Lebrija, Vejer, Arcos , Rota , Medina Sidonia y Sanlúcar. Igual sucedía en Murcia y otras localidades de la zona , como Orihuela, Galera y Moratalla . La revuelta, sin embargo , no duró mucho. A finales de 1264 Alfonso X consiguió recuperar Medina Sidonia , Jerez y Arcos de la Frontera. Un poco tiempo más, hasta que Jaime I pudo acudir a sofocarlo, se prolongó el levantamiento en Murcia , a la que Ibn al-AJ:¡marhabía enviado a su sobrino Abü MuJ:¡ammadb . AsqTiüla98 como gobernador y en la que llegó a acuñar moneda. Las distintas localidades sublevadas fueron sometiéndose de grado o por la fuerza , incluida Murcia, que fue sitiada y tuvo que capitular ante la impo-

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FORMACIÓNY CONSOLIDACIÓN(1232-1302)

sibilidad de recibir refuerzos, ya que el intento de socorro del emir granadino no tuvo éxito 99. De esta manera, la revuelta mudéjar acabó y, con ella, el proyecto de expansión y recuperación de territorios islámicos que Mu}:larnmadI debía de haber concebido cuando inició sus contactos con los mudéjares y su llamada a los Benimerines. Tras sofocar la rebelión, Alfonso X pasó a la ofensiva, aunque no siempre con éxito, pues llegó a entrar en la Vega de Granada y sitiar en mayo la ciudad pero fue duramente derrotado 100 • La guerra seguía, por tanto, y Mu}:lammad I necesitaba más recursos para mantenerla, por lo que el reconocimiento oficial del emir }:laf~íde Túnez volvió a dar sus frutos cuando éste le envió otra remesa de ayuda en víveres y dinero en 664/1266 101•

la revuelta de los Banü Asqilüla hasta la muerte de Mu!J,ammad / ( 1266-12 73) 102 • Para complicar más aún la situación, la poderosa familia de los Banü AsqTiüla se sublevó contra Mu}:larnmadI en Málaga y Guadix, donde eran gobernadores nombrados por el propio emir granadino, de quien eran parientes. La importancia de estas dos ciudades dentro del reino suponía que la rebelión amenazaba la integridad del mismo y comprometía su futuro como entidad política. Para entender las causas de la rebelión hay que repasar la historia del nacimiento y construcción del reino nazarí, pues, como ya se ha mencionado, el fundador de la dinastía contó desde su levantamiento con el apoyo de su familia y la de los Banü AsqTiüla. Éstos se mantuvieron siempre a su lado y participaron en el proceso de constitución de un espacio territorial, desempefiando un importante papel en las actividades militares y políticas, hasta el punto de que Abü 1-ijasan 'Afi b. AsqTiüla,el patriarca de la familia, además de aliado y cufiado, se convirtió en el brazo derecho del primer nazarí. Basta recordar la toma temporal de Sevilla, la entrada en Granada o el gobierno en la Murcia sublevada. Los lazos de parentesco que unían ambas familias habían fortalecido sus vínculos hasta el punto de que habían acordado repartirse el reino y Mu}:lammad I entregó a su cufiado 'Ali b. Asqilüla el mando del ejército. Sin embargo, el emir no cumplió su palabra y en 655/1257 designó como herederos del trono a sus dos hijos Yüsuf y Mu}:lammad. Esto iba en contra de las aspiraciones de los dos hijos que 'Ali b. Asqilüla había dejado, Abü ls}:laqIbrahim y Abü Mu}:lammad 'Abd Allah. No obstante, Mu}:lammad I no había tratado mal a los dos descendientes Asqilüla, pues al mayor, Ibrahim, lo hizo yerno suyo y lo nombró jefe del ejército a la muerte de su padre, incluyendo el gobierno de la fortaleza de Comares. Además, a la muerte del gobernador de Málaga y hermano del emir, Isma~ b. N~r. a comienzos de 655/1257, concedió el cargo al descendiente menor de los Asqllüla, Abü Mu}:lammad'Abd Allah, que, además, se casó con una hija de Mu}:lammadI 103• Junto a esto, los dos hijos que tuvo lbrahim b. Asqilüla, llamados Abü 1-ijasan 'Ali y Abü Mu}:lammad 'Abd Allah, fueron nombrados arráeces de Guadix 104 • Por tanto, su posición no se veía amenazada por quedar excluidos de la línea sucesoria, algo nada descabellado teniendo el sultán dos descendientes propios y siendo, al fin y al cabo, parientes colaterales que no pertenecían al tronco familiar agnaticio. Por ello, parece que la causa de su malestar y lo que les empujó a la sublevación no fue ésta -o no sólo esta ni la principal-, sino la llamada que Mu}:larnmadI realizó a los Meriníes para que le ayudaran en la guerra contra los cristianos. La llegada de los guzá' norteafricanos, los voluntarios de la fe o combatientes del yihiid, relegó a los Asqilüla, que vieron amenazado su poder y control en el ejército 105 • Ante ello, se rebelaron en Málaga y Guadix en 664/1266 106 • Para fortalecer su situación frente al emir de Granada, del que temían les arrebatara la ciudad, solicitaron ayuda al enemigo de éste, Alfonso X, que les envió a Nufio González al frente de mil caballeros 107• Era

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el principio de una guerra civil en la que iban a intervenir los castellanos en ambos bandos y que se prolongaría hasta el reinado de MuJ:iammad II. En el interior de Málaga, los arráeces favorecieron la actividad de un místico malagueño y falso profeta que surgió en ese momento y que se ofreció a ayudarles. Ello enfrentó a los Asqilüla con los alfaquíes de la ciudad que condenaban la herejía y la anarquía social y desorden que el año 666/1267-1268 estaba en su punto culminante, con muchas gentes de las clases bajas siguiendo al falso profeta. Sin embargo, los gobernadores no atendieron las protestas de los ulemas, sino que los persiguieron y provocaron su huida a Granada, con la consiguiente pérdida de apoyo social, influencia en las clases dominantes y poder sobre la población; apoyo que, en la misma medida que aquéllos perdían, ganaba el emir granadino, quien recibió a esos ulemas y siguió fielmente su ideología y doctrina religiosa 108 • Dado que por la fuerza no podía recuperar Málaga -un asedio de tres meses en 665/1267 no consiguió rendirla-, MuJ:iammad I optó por la diplomacia, y las gestiones de su hijo y futuro sultán MuJ:iammaddieron como resultado un acuerdo firmado en Alcalá de Benzaide (Alcalá la Real) con el soberano castellano 109• El emir granadino renunciaba a sus pretensiones sobre Jerez y Murcia a la vez que se comprometía a pagar anualmente doscientos cincuenta mil maravedíes 110 • A cambio, Alfonso X retiraba su apoyo a los Banü Asqilüla, que tendrían un plazo de un año para abandonar la rebeldía. Pero Alfonso X no cumplió su palabra y MuJ:iammad I decidió hábilmente jugar una carta muy efectiva: acogió y apoyó a los Ricos Hombres castellanos que, dirigidos por don Nuño González de Lara, se rebelaron en 1272 contra Alfonso X 111• Con la ayuda de estos notables cristianos, el hijo del sultán de Granada atacó y tomó Antequera en 671/julio de 1272. Aunque parece ser que en algún momento MuJ:iammadI se reconcilió con 'Abd Allah b. AsqTiüla entrando en Málaga de una forma arriesgada y novelesca 112, lo cierto es que la revuelta de sus parientes no terminó antes de su muerte, que le sobrevino a avanzada edad -tenía setenta y siete años- por una caída de su caballo en Granada, que le provocó la muerte después de la oración de la tarde el viernes 29 de yumada II de 671/20 de enero de 1273 tras un largo reinado que superó los cuarenta años 113• Sin embargo, su muerte no suponía ningún trastorno ni amenaza para el reino. Su política y líneas de actuación estaban clara y firmemente diseñadas y su hijo y sucesor, MuJ:iammad,que había sido uno de sus visires, tenía ya la experiencia y saber suficientes para continuar los proyectos y política de su padre. El difunto emir dejaba tras él un estado asentado que permitía la continuidad y supervivencia de al-Andalus, aunque tendría que seguir enfrentándose con el factor que más había determinado su política desde los inicios: Castilla.

MUl;IAMMAD II (671-701/1273-1302): LACONSOLIDACIÓN DELESTADO

114

MuJ:iammad II, «el segundo rey de los Banü Na~r. el más grande de ellos ... , fue el organizador del Estado, el que estableció sus cuadros administrativos, fijó sus jerarquías, honró a sus héroes, dictó normas para el funcionamiento de su cancillería e incrementó sus ingresos», según lbn al-Jatib (m. 1374) 115• Y no es extraño teniendo en cuenta la madurez política que disfrutaba a la edad con la que accedió al trono (treinta y ocho años) gracias a la experiencia adquirida en las tareas de gobierno junto a su padre, del que fue ministro 116• A ello unía su conocimiento de las ciencias religiosas y jurídicas y su afición a leer el Corán, por lo que recibió el sobrenombre de al-Faqih, el Alfaquí 117, y buenas cualidades de poeta, a las que recurría para escribir la resolución de las ins-

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Torre en el castillo de Alcal á la Real. Jaén

tancias que se le presentaban y a las que respondía escribiendo al margen o aJ dorso de las mismas unos versos con su decisión 118• A nivel interior, no obstante , la tarea fundamental fue reprimir los focos de rebeldía y sublevación que al comienzo de su reinado y hasta bien entrado éste dividieron el estado. Por lo que respecta a la política exterior, este período fue de suma importancia y complejidad. Mul)ammad II tuvo que negociar a varias bandas y jugar en un tablero sobre el que intervenían las diferentes potencias peninsulares y norteafricanas. En líneas generales , basculó entre Castilla y el Magreb e introdujo en sus alianzas pluripartitas al sultanato 'abd al-wadí de Tremecén y al reino de Aragón, con el que, al final de su reinado, aceptó varios tratados de paz. Este inestable y agitado juego de alianzas era la única forma de mantener la integridad territorial de su reino amenazada por la sublevación de los Banü Asqilüla y los ataques castellanos , a la vez que contrapesaba la injerencia de los Meriníes de Fez, cuya intervención comprometía el control sobre algunas plazas importantes. Junto a ello , la intervención meriní aportó otro factor sustancial: un cuerpo militar integrado por soldados magrebíes y dirigido por un príncipe meriní , frecuentemente disidente del majzan de Fez, que estaba aJ servicio de los Nazaríes 119• Los Banü Asq"ilüla y la primera expedición del sultán meriní Abü Yüsuf.

La primera y más urgente cuestión a la que el nuevo emir tuvo que hacer frente la conocía muy de cerca, pues en los últimos años de su padre asumió un papel activo y directo en ella. Se trata ,

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Cúpula del Cuarto de Santo Domingo, Granada

lógicamente, de la amenaza que la sublevación de los Banü AsqTiüla representaba para la estabilidad e integridad del Estado. Continuando, por tanto, con las actuaciones que había desarrollado en los años anteriores -pacto de Alcalá de Benzaide, alianza con los Ricos Hombres , toma de Antequera-, el nuevo emir intentó hacer la paz con Alfonso X y conseguir que dejara de apoyar a los Banü Asqilüla, consciente de lo inestable que era la alianza de los castellanos rebeldes, con los que su rey trataba de reconciliarse. Pero Alfonso X exigía unas concesiones territoriales inaceptables para el emirato n3$rí 120, finalmente redujo sus exigencias en diciembre de 1273 a un tributo anual de trescientos mil maravedíes al año y la ruptura con los nobles castellanos 121, pero cuando terminó el plazo acordado para que se sometieran los Asqílüla el rey de Castilla pidió que se les prolongara el plazo dos años más. Ante el incumplimiento y la evidente intención de Alfonso X de mantener la discordia en el reino de Granada 122 , Mul:iammad II al-FaqTh tuvo que recurrir, siguiendo el consejo y ejemplo de su padre , a los Meriníes en 673/1274 , al poco de comenzar su reinado 123 . Pero las dificultades surgieron porque esa misma idea de recurrir a los Meriníes también la pusieron en práctica los Banü AsqTiüla,quizás antes que el propio emir. Con ello, los arráeces rompían la alianza con los cristianos , que, después de todo, resultaba más insegura. Recibidas, por tanto, de ambos bandos las dos llamadas a la guerra contra los infieles. los Benimerines tenían razones suficientes para atrave sar el estrecho de Gibraltar y realizar el _yihiid en

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al-Andalus. Pero,junto a las motivaciones religiosas, había otras razones. Entre ellas, la vocación imperialista que esta dinastía albergaba y su pretensión de heredar el imperio almohade, en cuyo centro se había instalado, y unificar los cuatro reinos que dividían el occidente islámico 124• Además, el valor estratégico y económico del Estrecho hacía sumamente atractivo tener un punto de apoyo en el otro lado del mar, en la Península 125• Por otra parte, a partir de esta intervención meriní se desarrolló un complejo y cambiante juego de alianzas y pactos entre los Benimerines y los dos bandos andalusíes enfrentados con injerencia de los cristianos, que condicionaría seriamente la vida del reino n~rí durante el último cuarto del siglo XIII. Aunque, a diferencia de otras invasiones norteafricanas anteriores, los Meriníes no llegaron a sustituir a la autoridad andalusí, los Nazaríes debieron desplegar una intensa y compleja actividad política y diplomática para crear un entramado de alianzas a varias bandas: Castilla y Aragón en la Península, Meriníes, Zayyaníes y l:laf~íes en el Magreb, y no sólo teniendo en cuenta a los Estados, sino también a los grupos disidentes, tanto castellanos como meriníes. Se trataba de jugar una difícil partida de ajedrez en la que los Nazaríes tenían que compensar su inferioridad militar con habilidad e inteligencia políticas. Para su desembarco en la Península, los norteafricanos parece que contaban con la cesión por parte de los Nazaríes de las plazas de Tarifa, Algeciras y Ronda, aunque existen algunas dudas al respecto 126• En cualquier caso, Abü Zayyan Mincfil,hijo del sultán Abü Yüsuf Ya•qub, llegó a Tarifa el 16 de ~ü 1-qa•dade 673/13 de mayo de 1275 y atacó las comarcas cercanas siguiendo un recorrido desde Tarifa, La Laguna de la Janda, Algeciras y Jerez. Posteriormente y una vez firmada la paz con el sultán •abd al-wadí Yagmurasan b. Zayyan, el sultán meriní cruzó el Estrecho el 21 de ~ar de 674/16 de agosto de 1275 y llegó a su campamento, establecido entre Tarifa y Algeciras 127• A su llegada, se reunió con las dos partes enfrentadas que lo habían llamado, el sultán n~rí y los arráeces sublevados de Málaga y Guadix, que acudieron a Algeciras. Sin embargo, el trato favorable que Abü Yüsuf dispensó primero a los Banü Asqilüla y la frialdad con que recibió después a Mul¡ammad II al-Faqih provocó que éste se sintiera herido y, enojado, se volviera a Granada 128• Las dos campañas que realizó Abü Yüsuf 129 entre rabi I de 674/22 de agosto de 1275 y rayab de 674/enero de 1276 fueron casi totalmente exitosas y en ellas saqueó diversas localidades de Córdoba, Jaén, Cádiz y Sevilla obteniendo un enorme botín. Además, lograron una gran victoria en Écija sobre los castellanos y el grupo de Ricos Hombres dirigidos por don Nuño González de Lara, reconciliado ya con Alfonso X y que murió en la batalla 130 • Tras ello, cargado con un enorme botín y con Algeciras y Tarifa en su poder, regresó al Magreb donde algunas rebeliones internas exigían su atención; además, el bloqueo del Estrecho que Alfonso X había encargado a su hijo Sancho dificultaba el avituallamiento desde la otra orilla. Por lo que respecta al emir granadino, su participación durante la campaña se limitó a atacar Martos el 20 de octubre de 1275, donde obtuvo una victoria en la que también tuvieron parte los Banü Asqilüla. Además, la tregua que, según la Crónica de don Alfonso décimo 131, el rey Sabio pidió a los musulmanes y que se estableció por un plazo de dos años, la firmó también Mu}:lammad11. Segunda expedición de los meriníes y su control sobre Málaga.

La segunda expedición benimerín 132 tuvo lugar poco tiempo después, a los dieciocho meses, por lo que casi puede verse como una continuación de la anterior, interrumpida por las rebeliones internas que exigían la presencia del sultán en su país y reanudada una vez realizados los largos preparativos que exigió. Sin embargo, es importante destacar que en esta segunda expedición no hubo llamada de los andalusíes. Mul¡ammad II había firmado la tregua citada que se mantenía vigente. Por tanto, fue decisión e iniciativa del sultán merinf cruzar nuevamente el Estrecho, cir-

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constancia que, sin duda, no debió de pasar inadvertida al emir de Granada. Esta segunda expedición se desarrolló en tres campañas que recorrieron diversos lugares de Cádiz, Sevilla, Córdoba y Jaén entre rabí I y rayab de 676/agosto y diciembre de 1277. En esta segunda expedición Mul)ammad II no intervino, si bien es cierto que Abü Yüsuf se entrevistó con él en Granada a lo largo de la segunda campaña. En cambio, los Banü AsqTiülasí participaron, como se desprende de la muerte de Abü Mul;tammad 'Abd Allah a los dos meses de finalizada la primera de las campañas el 28 de rabf I de 676/29 de agosto de 1277 133• Ello no impidió, sin embargo, que en la tregua acordada nuevamente con Alfonso X el 30 de ramac;fande 676/24 de febrero de 1278, también volviera a firmarla Mul)ammad O al-Faqih junto al sultán meriní. Pero, sin duda, el hecho de mayor alcance político para el reino n~rí que se produjo en esta segunda expedición fue la cesión de Málaga por el arráez Asqilüla, Mu1;tammadb. Abi Mul;tammad, al sultán Abü Y-usufpor temor a que el emir granadino acabara tomándola. Este hecho, que se produjo en ramaqan de 676/febrero de 1278 134, iba a tener unas consecuencias nefastas en las relaciones con los Nazaríes, pues fue la luz de alarma para Mul;tammadO, que temió, como señala lbn Jaldün 135, que se volviera a repetir la historia y el norteafricano hiciera con él lo mismo que el almorávide Yüsuf b. rasurm hizo cuando destronó al rey de Sevilla al-Mu'tamid. El bloqueo de Algeciras y el aislamiento de Mulµunmad 1/.

Por ello, una vez que hubo regresado el sultán benimerín a su país, Mul)ammad O pactó con Alfonso X para expulsar a los Meriníes del territorio peninsular. Al mismo tiempo, acordó con el rey de Tremecén, Yagmurisan b. Zayyan, que éste atacara las fronteras del meriní en el Magreb para impedirle el paso a al-Andalus 136• Así, una gran escuadra castellana bloqueó Algeciras, lo que aprovechó el emir n~rí para obligar al gobernador meriní de Málaga, 'U mar b. YalJya b. MalJalli, una vez aislada del apoyo norteafricano, a ceder la plaza en rama4an de 677/febrero de 1279 aunque fuese a cambio de Salobreña y cincuenta mil dinares, además de la plaza de Almuñécar que por su mediación en el acuerdo recibió el hermano del gobernador, Talba, que había sido acogido en la Alhambra como refugiado político 137• Fue nombrado gobernador de la ciudad Abü sae¡d Faray b. Isma•n b. Y-usufb. N~r. que se casó con una hija de Mul)ammad O 138• Con ello, Granada recobraba una gran parte de su integridad territorial perdida durante trece años y daba un paso decisivo en su consolidación política y económica. Al mismo tiempo, los cristianos comenzaron el asedio por tierra a Algeciras el 6 de sawwal/20 de febrero 139• El sultán meriní preparó entonces una gran flota uo en la que también participaron los barcos armados en Almuñécar, Almería y Málaga, pues Mul;tammadO había acordado con Abü Yüsuf que Algeciras sería para Granada cuando levantaran el bloqueo cristiano, cosa que sucedió el 1O de rabf I de 678/21 de julio de 1279 141• Pero una vez en Algeciras al mes siguiente,Abü Ya'qüb, hijo del sultán meriní, concluyó un tratado de paz con Alfonso X y, para castigar la traición del emir granadino al arrebatarle Málaga, Abü Zayyan Mindil, otro hijo del sultán, atacó por orden de su padre Marbella y asedió Ronda. Aunque los n~ríes resistieron, debieron enfrentarse a otra ofensiva por el flanco del norte que llevaban a cabo los castellanos con el apoyo de los Banü AsqTiüla.Don Sancho atacó Moclín y después Granada, donde fue derrotado el 24 de junio de 1280. Alfonso X, con los AsqTiülade Guadix y Comares, volvió a atacar Granada en 679/marzo-abril de 1281, pero Mut,ammad II consiguió rechazar la acometida con la ayuda de un contingente meriní que le apoyaba 142• El aislamiento de Granada empezaba a ser muy peligroso, pero, afortunadamente para el reino Dél$rí, la ofensiva de los castellanos se debilitó sumamente a partir de 1282 por los conflictos dinás-

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11 VILLA VIEJA 1 . Puerta de Tarifa 2. Puerta del Fonsario (?) 3. Puerta de Jerez (?) 4. Puerta del Mar 5. Alcázar 6. Mezq uita aljama

7. Torre del Espolón 8. Torre albarrana meriní

9. Vega del rfo de la Miel 10. Puente 11. Zona portuaria 12. Necrópolis anda lusí

AL- BINYA 1. Puerta de Tarifa 2. Puerta de Jerez 3. Puerta de Gibraltar 4 . Puerta del Mar 5. Puerta de las Atarazanas 6. Atarazanas

7. Viviendas excavadas 8.Baños 9. Mezquita 1O. Alcázar meriní 11. Bury del Mar 12. Necrópolis meriní 13. Antiguo arrabal

Plano de la Algeciras medieval

ticos que enfrentaban a Alfonso X y su hijo don Sancho . La disputa desembocó en una situación verdaderamente paradójica y reveladora de los móviles que impulsaban a los soberanos de la época, que daban primacía a sus fines políticos e intereses particulares por encima de cuestiones de religión, que, una vez más, se demuestra que no separaba tanto a ambas fonnacione s sociales . La lucha se estableció entre dos alianzas mixtas de cristianos y musulmanes . Por un lado, Alfonso X, tras la negativa de los reyes cristianos y eJ mismo Papa, solicitó y obtuvo la ayuda del sultán meriní 143 . Por otro, don Sancho se alió con Mu}:lammadII, al que cedió la fortaleza de Arenas , en Jaén, el 3 de diciembre de 1282 144 , pacto al que se sumó Pedro III de Aragón . Así, la cuarta expedición de Abü Yüsuf 145 a la Península , a la que Uegó en rabf lI de 681/julioagosto de 1282 146 , no tenía la finalidad de atacar al rey cristiano , sino de ayudarle. Aunque en la primera expedición así lo hizo , la segunda fue dirigida en mul).arram de 68/abril de 1283 directamente contra el emir nazarí y tenía por objetivo recuperar Málaga. En el transcurso de la ofensiva , se apoderó de Caín y Fuengirola . De nuevo, la habilidad diplomática de Mu}:lammadal-Faqih , que logró la mediación de Abü Ya'qüb , hijo del sultán meriní, junto con la imprevi sta retirada del contingente cristiano que reforzaba al meriní 147 , salvaron la difícil situación del reino granadino ; ambo s sultanes se reconciliaron 148 • AJ mismo tiempo, Mul).ammad II había con seguido recuperar a finale s de 1282 o principio de 1283 Almuñécar del poder de Tall).ab . Yal).yab . Mal).all1y, posterionnente , hizo lo mismo con Salobreña , que estaba en mano s de su hermano ' U mar , ante el que había fracasado en un primer intento previo de tomar la plaza en sawwal de 681/enero de 1283 149 • Poco después, una vez que partió el meriní a Fez y subió al trono su aliado Sancho IV el Bravo tras la muerte de su padre Alfon so X en abril de 1284, Mul).ammad II vio llegado el momento de

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Panorámica de Moclín , Granada

acabar definitivamente con la rebeldía de los Banü Asqilüla que, tras haber perdido Málaga, conservaban Comares y Guadix. De la primera plaza se apoderó de forma pacífica tras la muerte del arráez Abü Ist:iaq lbrahim sobornando a la guarnición en 682/1284 150• Los de Guadix solicitaron ayuda a Sancho IV y a Pedro III de Aragón, pero ambos se negaron y entonces recurrieron a los Meriníes . Fue, sin embargo, la ruptura de relaciones entre Sancho IV y el sultán benimerín lo que desencadenó la quinta expedición de Abü Yüsuf 151 a la Península, que llegó a Tarifa el 5 de ~afar de 684/12 de abril de 1285 152• Tras un fuerte asedio de Jerez y diversas campañas por la actual Anda lucía occidental, que se extendieron hasta rayab de 684/septiembre de 1285, finalmente se firmó la paz el 20 de sa'ban de 684/21 de octubre de 1285. Las razones para firmar la paz fueron la proximidad del invierno y, sobre todo, la llegada de la flota castellana para bloquear el Estrecho, que obligó al meriní a preparar su armada , aunque luego no fue necesaria 153• Tras ello, Abü Yilsuf quiso asegurar sus posiciones en la Península frente al reino de Granada y mandó a finales de 684/ 1285 sendos destacamentos a Coín y Estepona para que se establecieran en los alrededores , aunque evitando cualquier conflicto con los Na~ríes 154 • Al poco tiempo, todavía en Algeciras , Abü Yüsuf enfermó y murió el 22 de mut:iarram de 685/20 de marzo de 1286 155• El resultado final de sus cinco expediciones fue , aparte de un botín no tan desmesurado como las fuentes pretenden , sólo dos plazas bajo su completo control: Algeciras y Tarifa 156•

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El repliegue meriní y el dominio de Castilla. Con la subida al trono meriní del sultán Abü Ya'qüb (685-706/1286-1307) tras la muerte de su padre la política de la dinastía cambió con respecto a al-Andalus. A partir de entonces la prioridad se centró en el Magreb, donde las revueltas internas y la hostilidad del rey de Tremecén reclamaban una gran atención y esfuerzos de control y defensivos 157• Por tanto, Abü Ya'qüb decide cerrar el frente andalusí y dejar sus intereses consolidados para no tener que malgastar esfuerzos en una intervención directa ni enredarse en la enmarañada madeja política que los Nazaríes sabían tejer con tanta habilidad. Así, se produce una cesión de plazas al reino nazarí mediante un acuerdo de paz firmado en Marbella en rabr I de 685/abril de 1286 158• El sultán benimerín cedía a Mu}:lammadII todas las plazas meriníes en al-Andalus excepto Algeciras, Tarifa, Ronda y Guadix, lo que a efectos prácticos significaba una renuncia a las reivindicaciones expansionistas meriníes, pues mantenían las plazas que realmente controlaban, Algeciras y Tarifa, y sólo se reservaban sus derechos de influencia sobre Ronda y Guadix, de las que no tenían un control absoluto en ese momento. Posteriormente, sin el apoyo cristiano y ante la amenaza del emir granadino, el gobernador Asqnüla de Guadix, 'Ali b. Abi ls}:laq,situó la plaza bajo soberanía directa del sultán meriní en 686/1287, pero éste la entregó junto con las fortalezas que de ella dependían a Mu}:lammad al-Faqih en ~afar de 687 /marzo de 1288 en agradecimiento a su intervención en el matrimonio que unió al sultán meriní con una hija de lbn Ra}:lJ:iü, uno de los notables 159 más reacios al poder meriní en el Magreb • Los Banü Asqilüla recibieron a cambio de su abandono Q~r Kutama, Alcazarquivir, en el Magreb 160• Las mismas directrices de paz y estabilidad aplicó el sultán meriní en sus relaciones con los cristianos y así, a petición de Sancho IV, el 2 de rabr II de 685/28 de mayo de 1286 renovó la paz que su padre Abü Yüsuf había firmado con Castilla en 1285. Dos años después, en la misma fecha que entregó Guadix a Mu}:lammad11,marzo de 1288, Abü Ya'qüb solicitó ayuda al rey castellano y en octubre le proponía prorrogar la tregua que mantenían 161• Sin embargo, esta política de no intervención provocó en Sancho IV el Bravo el efecto contrario del pretendido por el meriní. El rey castellano aprovechó la pasividad de éste para tomar la iniciativa y adoptó una estrategia de agresividad encaminada a conquistar alguna de las posiciones benimerines de Algeciras y Tarifa. Ante esto, Abü Ya'qüb no tuvo más remedio que realizar una expedición a la Península para cuya preparación se realizaron una serie de ataques a Jerez en rabf 11de 690/abril de 1291. Al mes siguiente, Mu}:lammadII firmó un acuerdo de paz con Sancho IV al que le unía el común interés de impedir una nueva entrada de los Meriníes en al-Andalus. Consecuencia de ello fue la ayuda material en navíos, hombres y caballos así como en la acción de bloqueo naval del Estrecho que el sultán granadino prestó a los castellanos en la batalla que enfrentó a la escuadra de Sancho IV con la de Abü Ya'qüb. Los meriníes fueron derrotados y tuvieron que rehacer su flota para, en un segundo intento, desembarcar en Tarifa en ramaCA, «El periodo nazarí», 244; ARIB,El reino nlJlri, 20; LATHAM, «Nasrides». 1022a. 14 Véase en este mismo volumen. cap.111. «Instituciones», apartado 2. ,,El soberano, visires y secretarios». por 4

M.ª J. Viguera. 15 IBN JALDON.Kitiib al-' ibar, IV. 170, «Histoire des Benou '1-Ahmar». 321: AL-QALQASANDT, Sub#)al-a'sa, VI, 260 ár., 76- 77 tr.; 6-77; AL-MAQQARl. Naf1Jul-.fib. l. 447; GAYANGOS. Tite history oj Mohammedan dynasties, 11.339.

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los Católicos don Fernando y doña Isabel. Vol. l. Ed. Cayetano Rosell. Biblioteca de Autores Españoles, 66. Madrid: 1953, 205, cap. 51. Su escudo de annas tenía una banda roja con una leyenda en árabe, como aparece representado en XIMENA, Historia, 165. 28 $ubl} al-a' Ia, VI, 261 ár., 77 tr. Existe una gran cantidad de bibliografía sobre la ciudad palatina nazarí. Véase en este mismo volumen, cap. VIII, «El arte», por Antonio Femández Puertas. 29 Véase IBNAL-JA'J'[B, Al-llµj_ta,II, 99, donde confunde el año al seftalar 595, lo que ha inducido a error a algunos AfaqGarnd,ta, 39), pero el mismo lbn al-Jafib, al investigadores árabes (INAN, Nihiiyat al-Andalus, 38; AL-QANNON, reproducir el epitafio de su tumba, lo indica correctamente (ibídem. 100); IBNAL-JA'flB, Al-LamlJ.a,48, 49 ár., 42, 43 tr.; AL-BUNNAl-{J, Nuzhat al-ba¡ti'ir, 62 ár., 64 tr.; GAYANGOS, The history of Mohammedan dynasties, II, 342; ARIÉ, L'Espagne musulmane, 55, nota 2. Aunque la lápida sepulcral se ha perdido, el texto de la inscripción se ha conservado en las YALcÁNTARA, Inscripciones árabes tk Granada, 206-208; citadas obras de lbn al-Jafib y ha sido estudiado por LAFllENTE É. Uv1-PR0VEN~AL. lnscriptions arabes d'Espagne. Avec quarante-quatre planches en phototypie, 2 vol. Leiden: Brill; París: E. Larose, 1931, I, 145-146, núm. 161. 30 Véase en este mismo volumen, cap. III, «Instituciones», apartado 2, «El soberano, visires y secretarios», por M.ª J. Viguera. 31 Véase IBN'IQARJ,Al-Baytin al-mugrib, I, 335. 32 Véase IBN'IQARI,Al-Baytin al-mugrib, II, 143; IBNAL-JA'J'[B, Al-llµi¡a, II, 95; IBNAL-JA'J'[B, Al-LamlJ.a,43 ár., 37 tr.; IBNJALDON, Kittib al-' ibar, IV, 170, «Histoire des Benou'l-Ahmar», 322; AL-QALQASANDI, $ubl} al-a'sa, VI. 260 ár., 77 tr., que indica que este reconocimiento fue en 629/1232; AL-MAQQARI, Naf1Jal-.fib, I, 447; GAYANGOS, The history of Mohammedan dynasties, 11,340,343. 33 Las primeras doblas de oro acuftadasen la ceca de Granada que emitió el M~ al-Sayj fueron precisamente a nombre de Abü Zakariyyii' YaJ:iyay seguían el modelo l)af~í(cuadrado inscrito formado por una triple línea, siendo la y otros. «Ocaso musulintennedia punteada). Véase A. AR.IZAARMADA,«Monedas de muchas cecas». En M.ª J. VIGUERA mán en España. Las terceras taifas». Historia 16, 239/marzo (1996), 76; AR.IZA,«Monedas nazaríes de los siglos XIII y XIV».En M.ª J. VIGUERA y otros, «El apogeo nazarí. Granada, siglos xm-XIV»,Historia 16, 255,julio ( 1997), 42-43. 34 Un dirham cuadrado con ceca de Granada presenta la siguiente leyenda: «amir al-muslinün Mul)ammad/ibn Y-usuf b. N~r/jafifat al-'abbas-t/Garnifa».Otros catálogos incluyen dos monedas de medio dirham cuadrado con ceca de Jaén y Granada, ambos con la misma leyenda y la mención «am1rGarniiJa,jafifat al-'abbas1». Véase Gaudefroy-Demombynes en IBNJALDON, Kittib al-'ibar, «Histoire des Benou'l-Ahmar», 335-336, nota 44: ARIÉ, L'Espagne musulmane, 183. Véase en este mismo volumen, cap. IV, «Economía y espacio», apartado 2, «La moneda», por Guillermo Rosselló Bordoy. 35 Véase IBN'IQARJ,Al-Baytin al-mugrib, I, 334; IBNABTZAR'. Raw(j al-qir¡iis, 11,528: IBNAL-1A'J1B, Al-llµj_ta,II, 131; IBNJALDON, Kittib al-'ibar, IV, 169, «Histoire des Benou'l-Ahmar», 318; AL-QALQASANDT, $uh~ al-a'sa, VI, 260 ár., Naf1Jal-.tib,I, 448; GAYANGOS, The history of Mohammedan dynasties, 11,340; Gaudefroy-Demomby77 tr.; AL-MAQQARl, nes en IBNJALDON, Kittib al-' ibar, «Histoirc des Benou'1-Ahmar»,335-336, nota 44; 'INAN,Nihiiyat al-Andalus, 39; ARIÉ, L'Espagne musulmane. 182-183. 36 En ramac;lli.n de 635/abril-mayo de 1238 lo proclamó Sevilla y, al mes siguiente, ~wwál, Ceuta: véase IBN'IJ2AR1, Al-Baytin al-mugrib, II, 111-113; IBNABTZAR', Raw(j al-qir,ttis, 11,496 y, sobre el reinado de este califa, 493-496; IBN JALDON, Kittib al-' ibar, VI, 254-256, Histoire des Berberes, II, 237-243; CHERIF,Ceuta aux époques almohade et mérinide, 36-38. 37 El año 636/14 de agosto de 1238 a 2 de agosto de 1239 le llegó a al-Rasid el reconocimiento de lbn al-Al)mar.al que le respondió el califa en 637/ 1239-1240; véase IBN'IQARJ,Al-Baytin al-mugrib, II, 122, 142: IBNAL-JA'J'[B, Al-Laml}a, 46 ár., 40 tr.; IBNJALDON,Kittib al-'ibar, VI, 256, Histoire des berberes, 11,242-243; Gaudefroy-Demombynes en IBN JALDON, Kittib al-'ibar, «Histoire des Benou'I-Ahmar», 335-336, nota 44. 38 Así de explícitamente lo escribe Ibn 'ld.iiñ (al-Baytin al-mugrib, II, 143): «Aparentaba estar bajo la obediencia de al-Rasid y ser uno de sus gobernadores que restauraban el reino almohade en al-Andalus; procedía así por su capacidad. ingenio y sagacidad, pues tenía mucha inteligencia y astucia y al-Rasid se le contentó con que lo nombrase en la ju¡ba -sermón- e invocase a Dios en su favor.» 39 Véase IBN'IQARJ,Al-Baytin al-mugrib, 11,143-144; IBNAL-JATIB, Al-ll}ii,ta, II, 97; IBNAL-JA'J'[B, Al-Laml}a, 4641 ár., 40 tr., donde afirma que «el sultán biografiado [Mul)ammad I] le escribió [al emir l)af~í]en repetidas ocasiones. suplicó su socorro y alcanzó su ayuda»: IBNJALDON, Histoire des berberes, II, 325: BRUNSCHVIG, La Berbérie orienta/e sous les lfaf1ides, I, 32-34; ARIÉ, L'Espagne musulmane, 183-184. Véase además supra. 40 Véase, por ejemplo, HARVEY, lslamic Spain, 26-31, 34-37, 40. 41 Es muy revelador el caso del poeta Amad b. ~ábir, secretario de Faray (m. 653/1256), hijo de Mul)ammad I, que levantaba las manos en la oración de acuerdo con la escuela µhirí. de la que sería seguidor; informado de ello, el emir lo amenazó con cortarle las manos si persistía en su actitud y el poeta emigró a Egipto. Véase AL-MAQQARI, Nafo.al-,rib, 11, 655-656: M. FIERRO,«La polémique a propos de raf' al-yadaynfi l-1alát dans al-Andalus». Studia lslamica, 65 (1987), 88-89. Véase además, en este mismo volumen, cap. VI, «La religión», por M.ª J. Viguera. 42 Véase A. AL-QASTALI, Tu~fat al-mugtarib bi-bilád al-Magrib li-man la-hu min al-ijwtin,fi kartimiit al-sayj Abi Marwtin = Milagros de Abü Marwtin al-Yul}tinisI.Ed. y prólogo, Femando de la Granja. Madrid: IEEIM, 1974, 68-69. 70. 71, 74-75, 126. 43 La Primera Crónica General (11, 722) menciona «Accio, esto es de ~ija», pero es, evidentemente, una confusión por Acci, Guadix, procedente del topónimo árabe híbrido Wadi As 'río o valle de Acci', sobre el cual véase M.• C. JIMÉNEZ MATA,La Granada islámica. Contribucibn a su estudio gevgráfico-político-administrativo a través de la toponimia. Granada, Universidad, Diputación, 1990, 276-277.

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FORMACIÓNY CONSOLIDACIÓN( 1232-1302)

44 Corrijo 'Baeza (Bayyasa)' en LATIIAM, «N11$rides»,1022b, pues, entre otras cosas, Baeza había sido conquistada por los cristianos seis años atrás, en 623/1226. En esta misma confusión caen algunas fuentes cristianas tardías, como un i>ÉtEZ, «La sucesión nazarí, el topónimo "Granacronista anónimo de la segunda mitad del siglo xv, (véase J. ABELLÁN da" y el origen de su población. según un cronista del siglo xvu». Sharq al-Andalus, 10-11 (1993-94), 208). Extrañamente, la incorporación de Guadix y Baza no la mencionan lbn 'Idañ, lbn al-Japb ni Ibn Jaldün. Tampoco lbn Abi Zar' o al-Qalqasandi. Sí lo hacen algunas fuentes cristianas (Historia de la Casa Real de Granada, 153) y los estudios esenciales del período ('INAN,Niháyat al-Andalus, 38; ARIÉ,l'Espagne musulmane, 57), aunque ambos se limitan a mencionarla sin apoyo documental. En el siglo pasado la citaron Contreras (Recuerdos de la dominación árabe, 195), E. Lafuente y Alcántara (Inscripciones árabes de Granada, 22) y M. Lafuente (Historia de Granmla, II, 300-301), quien ofrece una versión muy peculiar y legendaria de los hechos: afirma que fue su tío Yal}yael que se levantó en las Alpujarras y Jaén y que, tras su muerte en un ataque a la capital giennense ese mismo 1232, nombró a lbn al-Al)mar como su heredero, quien de esta manera ocupó, en nombre de su tío, Guadix y Baza, a la vez que las Alpujarras se declaraban a su favor. 45 IBNJALDON,Kitiib al-'ibar, IV, 170, «Histoire des Benou'l-Ahmar», 322; AL-QALQASANDT, $ubl) al-a'sa, VI, Nafo. al-.tib, l, 447; GAYANOOS, The history of Mohammedan dynasties, 11,340; 'INAN,Nihiiyat 260 ár., 77 tr.; AL-MAQQARl, al-Andalus, 39, donde parece confundir el topónimo con el Jerez de Cádiz y sitúa el mismo año la sumisión de Málaga, El antiguo reino, 116, donde confunde el topónimo con «ciudad de Jerez». No se que fue posterior; TORRESDELGADO, CAS'IRO,«Shañm». En EP. IX, 361-, ni del Jerez trata del Jerez de la Frontera gaditano -sobre el cual véase F. ROLDÁN de los Caballeros badajocense, sino de Jérez (o Jeres) del Marquesado, capital del Marquesado del Cenete. en la vertiente septentrional de Sierra Nevada, lugar que aparece numerosas veces en varios documentos árabes de los siglos XIVy xv de carácter jurídico (desl~ndesy tasacjones, demandas de aguas) considerado como un IJi1nperteneciente a Guadix («IJ4n Sañsmin madinat Wiidi Ai»). Véase A. GoNZÁLEZPALENaA,«Los documentos árabes del Cenete»,AI-Anda/us, 5 (1940), 328, doc. núm. 2-A, 337, doc. núm. 2-D, 346 núm. 2-H. 350, doc. núm. 2-1, 357, doc. núm. 2-M, 369, doc. núm. 9-A, 375376, doc. núm. 10, 79; véase además su complemento «Adición a los documentos árabes del Cenete».AA, 6 (1941),477CUELLO, 380. Se conservan las ruinas de su castillo y algunas torres, cuya descripción ha sido realizada por A. MALPICA Poblamiento y castillos en Granada. Granada, etc.: El Legado Andalusí, etc., 1996, 121-123, 264-267. Véase además T. LóPEZ,Diccionario geográfico de Andalucía: Granada. Ed. e intr. Cristina Segura Graíño y Juan Carlos de Miguel. Granada: Don Quijote, 1990, 66,passim. -4f> Véase supra. 47 Véase supra. 48 Véase IBN'11:!ART, Al-Bayán al-mugrib, I, 335; IBNAL-lATfB, Al-ll)ii¡a, II, 94, 96; IBNAL-JATfB, Al-laml¡,a, 43, 44 $ubl) al-a'sa, ár., 36, 38 tr.; IBNJALDON,Kitiib al-' ibar, IV, 170, «Histoire des Benou'l-Ahmar», 322; AL-QALQASANDT, VI, 260 ár., 77 tr.; AL-MAQQARI, Nafo. al-.tib, I, 447; GAYANOOS, The history of Mohammedan dynasties, II, 328,340,343; 'INAN,Nihiiyat al-Andalus, 39; ARIB,L' Espagne musulmane, 55; TORRESDELGADO, El antiguo reino, 116; ARIB,El reino

1UJlrí,20. 49 Véase supra, y A. ARIZA,«Monedas de muchas cecas», 76; ARIZA,«Monedas nazaríes de los siglos XIIIy XIV», 42-43; Moneda andalusí en la Alhambra, 47-49. '° Véase IBN'112.ART, Al-Bayiin al-mugrib, l, 336, 11,17; IBNAL-JATfB, Al-llµ'i,ta,11,94, que da una fecha errónea: primera decena de rayab de 629/23 de abril al 2 de mayo de 1232; IBNAL-JATfB,Al-lamlµJ,43 ár., 36 tr.; IBNJALDON,Kitáb al-' ibar, IV, 169, «Histoire des Benou'I-Ahmar», 318; AL-MAQQART, Nafo. al-.tib, 1,447; GAYANOOS, The history of Mohammedan dynasties, 11,343; 'INAN,Niháyat al-Andalus, 39; ARIÉ,L'Espagne musulmane, 55; ARIÉ, El reino flDlrl, 20. 51 Véase IBN'I.12.ART, AI-Bayán al-mugrib, I, 334, 11,I 7. 52 Véase IBN'IUART, AI-Bayán al-mugrib, l, 334; IBNJALDON, Histoire des berberes, II, 320. 53 IBN'l.12.ART, Al-Bayán al-mugrib, 11, 17. 54 Véase IBN'11:!ARJ, Al-Bayiin al-mugrib, I, 334, 11,17, 83; IBNJALDON, Kitáb al-' ibar, VI, 192, Histoire tks BerbeAl-llµ'i,ta, 11,94, 130; IBNJALDON, Kitiib al-' ibar, IV, res, 11,319-322; IBNABTZAR',Raw4 al-qirµIs, 11,527; IBNAL-JATfB, 169, 170 (señala 63'2/1234-1235 como fecha de la entrada en Sevilla, al igual que al-Qalqasandi, quien lo utiliza de fuente), «Histoire des Benou'I-Ahmar», 318,322; AL-QALQASANDT, $ubl} al-a'sa, VI, 260 ár., 77 tr.; AL-MAQQART, Nafo. alfib, I, 448; GAYANGOS, The hístory of Mohammedan dynasties, II, 340, 343, apéndice LXXIX; 'INAN,Niháyat al-Andalus, 39; ARIÉ,l'Espagne musulmane, 55; BoscH, la Sevilla islámica, 179-180; TORRESDELGADO, El antiguo reino, 116-117; HARVEY,lslamíc Spain, 22; ARIÉ, El reino 1UJlrÍ,20. 55 IBNJALDON,Kitiib al-'ibar, IV, 169, «Histoire des Benou'l-Ahmar», 318-319. Véase supra. 56 IBNABTZAR', Rawf/ a/-qirµIs, II, 528. '7 FERNÁNDEZ DERETANA, San Fernando 111,209; GONZÁLFZ, «Las conquistas de Femando Ilb, 588; ARIÉ, l'Espagne musulmane, 51. Sobre esta conquista de Córdoba, véase supra. 58 Véase IBN'112.ART, Al-Bayiin al-mugrib, Il, 107-109, 125-126; IBNAL-JATfB, Al-ll)á/a, 11,98-99; IBNAL-lATfB, Al-lamha, 47-48 ár., 41-42 tr.; IBNJALDON,Kitáb al-'ibar, IV, 170, VII, 190, «Histoire des Benou'l-Ahmar», 322-323, Histoire' des Berberes, IV, 74; AL-QALQASANDT, $ubl} al-a'sa, VI, 261 ár., 77 tr.; AL-MAQQART, Nafo. al-_rw,1,448; LAFuENTE YALcANrARA,Inscripciones árabes de Granmla, 23, 78; GAYANOOS, The hístory of Mohammedan dynasties, 11,340, 343; 'lNAN,Nihiiyatal-Andalus, 39-40 (corrijo 'abril 1238'); ARIÉ,L'Espagne musulmane, 51; TORRESDELGADO, El antiguo reino, 118; ARrn.El reino 1UJlri,20. Aunque R.Arié (l'Espagne musulmane, 57) opta por la fecha de 634/1237 apoyándose en la discrepancia de algunas fuentes, es un error de lectura al menos en dos de las tres que cita (lbn 'Igañ y al-Dfljira al-saniyyafi ta'rijal-dawla al-mañniyya. Ed. Mohammed Bencheneb.Argel: 1921, 60,que da la fecha de fin de rarnaqán de 636/6 de mayo de 1239), mientras que todas las demás fuentes mencionadas señalan 635/ l 238. Sin embargo, lbn 'ldañ sí presenta una fecha que debe de ser errónea; se trata de la muerte de lbn Hüd, que se produjo en el 635/12371238 (al-Bayán al-mugrib, l, 309, II, 106-11I ). pero que no pudo ser el 24 de yumada 1/12 de enero de 1238 (ibídem, II.

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HISTORIA DE ESPAÑA

106), pues todavía no estaba lbn al-At,mar en Granada, como el mismo lbn 'l!.lañ indica (ibídem, 107, 109); tampoco es congruente con la duración del reinado de lbn Hüd, pues los «nueve años, tres meses y unos días» (ibídem, 106) se cumplían en dii 1-bi99a de 634/julio-agosto de 1237, si tenemos en cuenta la fecha de su alzamiento que el mismo autor ofrece (ibídem, I, 309). Por otro lado y para mayor abundamiento. el nombramiento de Ibn 'Askar (m. 636/1239) como cadí de Málaga que Mubammad I realizó tuvo lugar el sábado 28 de ram~ de 635/14 de mayo de 1238: véase Joaquín VALLVÉ BERMEJO,«Una fuente importante de la historia de al-Andalus. La "Historia" de Ibn 'Askar».AI-Andalus, 31 (1966). 239. 59 IBN '11:!ÁRT, AI-Bayiin al-mugrib. 11, 109-110: IBNAL-JATIB,Kitiib a'miil al-a'liim. Ed. E. Lévi-Proven~al. Beirut: 19562 , 286; 'INAN,Nihiiyat al-Andalus, 40; ARIÉ,l'Espagne musulmane, 57.Antes de ese momento ya había algunas localidades almerienses que habían reconocido la autoridad de lbn al-Abmar, como el castillo de Qanyiyar (Canjáyar). que logró resistir al asedio del hijo de lbn al-Ramimi, quien al frente de cuatrocientos jinetes musulmanes y otros tantos cristianos -por el pacto que Ibn al-RamimI había establecido con ellos- intentó someterlo. Su derrota y victoria de los de Canjáyar se debió a la intervención del santo al-Yul:JinisI. que se hallaba en su interior: véase AL-QASTÁLl.Tu/Jfatal-mugtarib, 74-75. Sobre la Almerfa n~ñ existe una buena cantidad de fuentes y bibliografía que han sido sistematizadas en la profunda y amplia revisión de E. MOLINALóPFZ, «Alrnerfa en la etapa ~r'i (siglos xm-xv). Estado de la cuestión, balance y perspectivas». En Almería entre culturas. Siglos XIII-XVI (Almerfa, 1990). Almerfa: Instituto de Esudios Almerienses, 1990, 13-65. 1iO Véase sobre este personaje, M.ª l. CALEROSECAU y V. MARTfNEzENAMORADO, Málaga, ciudad de al-Andalus. Málaga: Universidad-Ágora, 1995, 154-155. 352-353. De él afirma lbn 'l!.lañ (al-Baydn al-mugrib, II, 107, que escribe erróneamente 'b. Qannün' y, en 125, 'b. Qinnün') «que dañó hasta a los lagartos y a los peces». Es también errónea la lectura 'lbn lli 1-Niin' de este nombre que realiza Gaudefroy-Demombynes (IBN JALDON,Kitdb al-' ibar, «Histoire des Benou'l-Ahmar», 337, nota 46) y la corrección que, siguiéndolo, propone Seco de Lucena para al-QalqasandI ($uh~ al-a'sa, 77 tr .• donde indica, nota 150, la lectura correcta que sí da el texto árabe y que al-QalqasandI (VI, 261 ár.) toma. sin duda, de lbn Jaldiin. por lo que este último debe de tener la lectura correcta). Igualmente, las lagunas, errores y variantes de este pasaje de lbn Jaldün (IV, 170) exigen manejar con precaución el texto árabe de la edición utilizada aquí y seguir el texto de los manuscritos de París y Leiden que recoge Gaudefroy-Demombynes (ibídem, notas 45 y 46). Hay que corregir, por tanto, 'Ibn lli-1-Niin' en ARIÉ, l'Espagne musulmane, 51. 61 Véase IBN '112ÁR1, Al-Bayiin al-mugrib, 11, 125; 'AIT b. al-l:lasan AL-BUNNÁHT (AL-NUBÁHT), al-Marqaba al-'ulya Ji man yata~aqqa al-q•"" X

19-LflTUAUUAD

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17-YÚSUFVel Cojo 24-MUIJAMMAD Xll al-Zagal

21-ISMÁ'lL IV

CUADRO N .º 5: CUADRO GENEALÓGICO DE LA DINASTÍA NA~RI SEGÚN RACHEL ARIÉ ( 1973 Y 1990)

N~r 1

Yüsuf o

,.

ayyab, el incomparable», según le califica Ibn al-JaFb 181 , y cuando éste murió, en 749/ 1349, ascendió ya a visir el propio lbn al-Jatili: «me ciñó con este cargo , doblado el sueldo, adjuntándome también el desempeño de la jefatura general del ejército (wilayat al-qi yáda)», que además señala cómo el emir le invistió además «del cargo de secretario particúlar (kitáb sirri-hi) en situación de gozar de su intimidad además de ostentar también la dignidad del visirato » 182• MuQammad V desglosó la IJ-iyábadel visirato, pues para la primera nombró al venerable Rigwan, mientras que a Ibn al-Jatili le renovó el visirato, con las siguientes actuaciones 183: «permanecer ante él en los Consejo s generales (al-mayális al- 'amma) , comunicarle el papeleo , decidir las órdenes, ejecutar las sentencias, mediar entre él y la gente, [ocuparme] de la exposición de documen-

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HISTORIA DE ESPAÑA

tos y de la redacción de cartas y documentos (al-inséi') , comer y sentarme en el rango de los visires, con pleno sueldo, además de las prefecturas [civiles] (wiliiyiit) y el mando militar (qiyiida) en el distrito de Orgiva, con igual autoridad que los arráeces que pertenecen a su parentela, adjudicándome en concesión amplias propiedades de su patrimonio particular», aunque lbn al-Jaiíb añade cómo descargó parte de las funciones de secretaría (kitiiba) en el alfaquí y escritor 'Abd al-f:laqq b . Ab11-Qasim b . 'Miyya. Isma'n 11nombró visir al caíd Mul)ammad b. Ibrah1m b . Ab11-Fatl;l al-Fihñ , de noble linaje , que acabó mal. Tras dos años, Mul)ammad V recuperó su trono , en 1362 , y dejó vacante al principio el cargo de visir , pues «su firmeza y su precaución exigieron que fuera suprimido este cargo » 184, ocupándose él mismo de los cometidos correspondientes, auxiliado por su secretario principal, lbn Zamrak, discípulo de lbn al-Jatíb, hasta que éste, pocos meses después. vuelve del Magreb , y reanuda su visirato a Mul)ammad V, teniendo bajo él al todavía secretario lbn Zamrak, repitiéndose la relación del gran visir lojeño 185 con su propio maestro lbn al-Yayyab . Pero el ambicioso TbnZamrak escaló, desembarazado de lbn al-JaFb 186 , la preeminencia administrativa, según él mismo cuenta 187 : «Serví [a Mul)ammad V] treinta y siete años: tres en el Magreb y el resto en al-Andalus. En ellos compuse para él sesenta y seis qa~1das, destinadas a otras tantas fiestas. Todos [sic] los versos admirables y las peregrinas alabanzas que hay [grabados] 188 en sus felices mansiones ... son obra mía. Tuve su confianza, así como la de su hijo , mi señor Abü 1-f:layyay [Yüsuf IV] ...». En efecto , lbn Zamrak 189 sustituyó, desde 1371/72, como primer visir a Ibn al-Ja~íb, cuando éste huyó a Tremecén, y luego a Fez, donde murió asesinado. lbn Zamrak mantuvo su rango hasta la muerte de Mul)ammad V, y durante los primeros días de su sucesión por Yüsuf 11,en ~afar 793/enero de 1391 , cuando éste ordenó encerrarle en la alcazaba de Almería , si bien le liberó vein-

Casa de la calle del Cobertizo de Santa ínés. núm . 4. en Granada . Vista del patio desde la sala norte

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EL SOBERANO, VISIRES Y SECRETARIOS

te meses después, restituyéndole a su visirato, hasta que muere este emir (ramac,an 794/julio-agosto 1392), y su hijo Mul}ammad VII sustituye a lbn Zamrak por Abü Bakr ibn 'Á5im (760/1359829/1426) 190, luego gran cadí de Granada y anterior secretario de Yüsuf 11,ya cerrando el siglo XIV, y con él disminuyendo nuestras informaciones sobre los grandes visires de la Alhambra a lo largo de la centuria final. A partir de las referencias recién expuestas sobre los visires de los Nazaríes, durante los siglos XIII y XIV, más otras referencias mucho más dispersas y menguadas sobre los del xv, podemos concluir que estos personajes provenían la mayoría de las veces de las categorías altas, generalmente de familias destacadas, como hemos señalado, si bien hubo alguno de origen muy modesto, como Ibn Zamrak, que, como transmitió al-Maqqañ 191: «era hijo de un herrero del Albaicín». Pero no se formaron «dinastías visirales» , tan compactas como en otras épocas, hasta el siglo xv, aunque antes aparecen en tal cargo varios de los Banü 1-Mawl y de los Banü 'Abd al-Barr, para después significarse varios importantes linajes, además de estos últimos los al-Amin, los Banü Kumasa y los Venegas, quienes además del visirato ejercían otros elevados puestos, y en cuyos juegos políticos está la clave profunda de los vaivenes gubernativos; sólo una vez, un visir fue sucedido por un hijo, como ocurrió con 'Ali b. lbrahim al-Saybani al-Azdi, seguido en el puesto por su hijo Mul}ammad. Muchos de los nombrados visires exhiben linaje árabe, pero alguno era de origen cristiano, cautivos libertos al islamizarse, como Ri sa, fechado en 1238, renovado ocho años después, por lo cual «podemos asegurar que se trata de uno de los primeros documentos redactados por la cancillería granadina» 195 • Esto nos indica el funcionamiento temprano, e imprescindible, de tal Cancillería, sustentada por secretarios continuadores de lo anterior, hasta que en torno a lbn al-ijakim, como enseguida veremos, se consolide definitivamente la Secretaría de Estado granadina. Este temprano edicto nazarí presenta una peculiar forma de discurso, ampuloso y reiterativo, y un contenido, tipológicamente establecido, que en este caso ofrece una distribución tripartita 196: «en la primera, después de la introducción, habitual en estos documentos o ¡.ahfres granadinos, se señalan los méritos que concurren en Ibn Mal)lb y las cualidades que le adornan. La segunda parte contiene el privilegio propiamente dicho y señala tres puntos importantes: administración personal de lbn Mal)íb y su esposa de sus propios diezmos y limosnas; confirmación (taydfd) de privilegios anteriores con la donación (taswfg) de todas sus propiedades a título de perpetuidad (tajlfd) y exención (mu/Jiisii) de impuestos (lawiizim), subsidios (ma'iiwin) y multas (magiirim), y extensión de estos favores reales a sus herederos, aparceros (surakii'), colonos (amara), procuradores (wukalii'), servidores (/Jawiisf) y allegados (man in~ala bi-himii). En la última parte, a manera de colofón, se repite que todo lo anterior se concede a Ibn Mal_u.1> por sus méritos y termina con una orden a gobernadores y demás funcionarios públicos para que acaten lo contenido en este privilegio». Escritos así atestiguan el funcionamiento tradicional de la Secretaría granadina en sus primeros años, aunque luego, sobre ella, tomaran nuevas medidas los Nazaríes desde tiempos de Mul)ammad 11(1273-1302), pues -según lbn al-Jailb, en un pasaje antes citado- este emir «fue el organizador del Estado ... dictó normas sobre el procedimiento real...» 197 • Para ello, este segundo emir dispuso de la colaboración y las iniciativas de Ibn al-ijakün al-Rundi (1261-1309) 198• Antes que él, tanto Mul;iammad I como Mul;iammad II tuvieron otros principales secretarios 199, sucesivamente: el tradicionista y biógrafo 'Ali al-Ru'ayní; el importante kiitib levantino lbn Jattab al-Mursí, sobre cuyo «Manual de correspondencia» hablaremos enseguida; Yüsuf b. Mul;iammad b. Mul)ammad b. Sa'íd al-Lawsí al-Yal;i~ubí;Abü Bakr b. Yüsuf al-Lawsí al-Yal)$ubí; ijasan b. Mul;iammad b. Yüsuf b. Sa'íd al-Lawsí al-Yal)¡mbí;su hermano ijusayn, ambos de mediana competencia literaria; a continuación Mul;iammad b. 'Abid al-An$arí, «uno de los pocos jeques y literatos que quedaban a la hechura antigua ... Por último, desempeñó hasta el fin de su reinado la dirección de la oficina de redacción el noble alfaquí y tradicionista MuI:tammad b. 'Abd al-Ral)man b. al-ijakim al-Rundi, que también fue visir de su hijo [Mul;iammadIII]». En efecto, este tercer emir ascendió al visirato a lbn al-1-Jakím, en 703/1304, y «confió en él la administración y dejó en sus manos las riendas del gobierno, y no tardó éste en hacerse dueño del poder y llevar todos sus asuntos» 200 • De los afanes de lbn al-ijakím por la Cancillería o Secretaría nazarí (dfwiin al-insii') han quedado algunos rastros, además de las referencias textuales, sobre todo las muy expresivas que le dedicó Ibn al-Jafíb, que expresivamente le califica de «responsable del cálamo real» (~ii~ib al-qalam al-a' la) 201 ; así, este visir, que como antes señalamos dirigió esa Cancillería, se interesó por la recopilación de cartas y actas del secretario murciano lbn Jattab 202 , que había servido en las Cancillerías de Granada, del Levante de al-Andalus, y desde 677/1278 en el reino de Tremecén, donde murió en 686/ 1287; seguramente tal compilación, titulada Fa# al-j(tiib fi tarsil Abf Bakr ibn la!,tiib, la realizó el poeta de Tremecén Ibn Jamis 203 , instalado en Granada al servicio del gran Ibn

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HISTORIA DE ESPAÑA



Zócalo pintado de la sala alta sur de la Casa de Zafra . Granada

esta fecha» (wa-kutiba Ji htidti /-ta 'r[j) 208; después, desde el siglo XIV, la validación contenía sólo la frase «apruébase esto» o «esto es auténtico» (~a!J!Jahtidii) 209• Esto último se comprueba en documentos no sólo diplomáticos, sino en el conjunto de los conocidos como «una de las dichas cédulas reales 2 1º que está escripta en papel colorado e firmada de mano del rey moro como por ello paresce y está aforrada en lienzo de almalafa», que, según señala Juan Rodriguez, su «escrivano romanceador de las escripturas aravigas », contiene un nombramiento de alcaide sobre Almería , y sobre Hinox, Huebro, Turrillas, Lucainena y Almegíjar, emitido por el emir Yüsuf IV en 1445. en cuya traducción se dice: «Con el nombre de dios piadoso y misericordioso. Del siervo de dios enperador de los moros que se ayuda con dios yu~af hijo del infante defunto hamete hijo del enperador de los moros abulhaxex hijo del enperador de los moros aboadile hijo del enperador de los moros abulhaxex hijo del enperador de los moros abulgualid de los de nazr guielo dios con su vitoria y lo estienda con su alegría 2 11»; al final del texto , el dicho escribano Juan Rodriguez señala «al pie della estaba escripto de letras gordas que parecen ser de mano del rey "apruébase esto "». Encargarse de trazar el signo de validación ( a/tima) en los escritos oficiales podía ser responsabilidad selecta, y no sabemos si permanente, del secretario principal 212 de cada soberano , por delegación expresa de éste , pero , aparte de ello y de algunas otras referencias concretas , apenas podemos establecer toda la gama de atribuciones de los secretarios , ni su participación exacta en la administración , pues sin duda los hubo con muy distintos rangos y actividades, entre ellos los traductores 2 13 , como quizá también fueran responsables del Correo 2 14• Los secretarios que rodean al soberano se encargaban de redactar , o bien de pulir, tanto su correspondencia personal como oficial , que «debía ser, ante todo , una obra de arte en prosa rimada », lo cual era un aspecto más de la «ecuación soberanía-cultura », bien descrita por M _aJ . Rubiera Mata 215 • Esa simultaneidad y a la vez distinción entre escribanía personal y pública se manifie sta en la denominación de «secretaría de la corre spond encia » (kitábat al-rasá'il) y de «los documentos » (al-wa!á'iq), señalada por el letrado Ibn Marzüq , servidor de la Corte benim erín en el siglo XIV, que , al trazar la biografía elo-

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EL SOBERANO. VISIRES Y SECRETARIOS

Ata ifor del período nazarí , siglo s x 1v-x v . Exca vac ione s de la Alc azaba de Málaga . Museo de la Alhambra , Gra nad a

al-ijak1m , entre 1304-1309 , y que desde el Magreb le traería los papeles de lbn Janab , reuniendo algunas de las escritura s que el murciano compuso para sus di stinto s y sucesivos soberanos , y los últimos en Tremecén ; así está ordenado su contenido: I: Acta s de reconociento de soberanos; 2: Partes de buenas nuevas , victorias , peticione s de socorro y ayuda , sumini stros y favores; 3: Escritos de cortesía, con envío de regalos y presente s: 4: Cartas de demandas y solicitude s , con sus respuestas; 5: Correspondencia amistosa ; 6: Felicitaciones; 7: Condolencias; 8: Cartas de dote. Todo ello recopilado para servir de formulario, y a la vez como «archivo » de escritos que afectaban indirecta y directamente a los Nazaríes, por ejemplo: una comunicación de Mu):iammad I prometiendo ayuda a los habitantes de Murcia , en 663/1265 , y otra de este mismo sultán al soberano ):iaf~í al-Wa!iq bi-llah, en 1267 , ambas escritas por lbn Jagab, que todavía se encontraría en Granada; después, y ya sirviendo al señor de Mente sa (Mantisa) , aquel secretario murciano redactó el reconocimiento de este lugar a favor del segundo emir nazarí , Mu):iammad 11,en 675/1277 . Otra muestra , algo más relativa , del interés del visir Ibn al-ijakím por el funcionamiento de la Secretaría se vislumbra en el hecho de que al-Qallüs1 204 le dedicara su opúsculo sobre algunos procedimientos y material de escritura , titulado Tu~fat al-jawwii$ ft ?,arf al-jawwéí$ 205 , que resultaría «une preuve supplémentaire relative au mécénat d ' lbn al-ijak1m et aux encouragements qu'il prodigua a l' égard des cercles littéraire s; lui-Meme , sous Mu):iammad UI réunit les deux fonctions du visirat, celle de l'armée et celle de la plume; sa place littéraire le conduisit a devenir un calligraphe célebre, variant les styles d 'écritures , ce qui explique peut-etre qu ' il eut comme attribution celle de la' alama » . El distintivo de la Cancillería real , además del papel rojizo , sobre el cual trataremo s en seguida , consistía en esta validación (alama) con que finalizaban los e scritos oficiales . Los Nazaríe s no designaron a un «encargado de la validación » ($ii.hib al- 'alii.ma), como en cambio sí hicieron otras dinastías contemporáneas suya s, pue s, al meno s hasta finale s del siglo XIV, es lo que indica Ibn Jaldün 206 , pero esto no significa absolutamente que tal signo fuera siempre trazado por los emires, aunque Ibn al-A):imar resalta 207 que solían con signarlo por sí mi smo s sus antepa sado s los sultanes de la Alhambra , empezando por Mu):iammad l , que con su propia mano como tal escribía la divisa nazarí wa-lii Galib illii.Allii.h; el signo de validación de Mu):iammad II , según aparece en un tratado concluido por él con Jaime II de Aragón en 695 / 1296 , con sistía en señalar «se ha escrito en

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EL SOBERANO, VISIRES Y SECRETARIOS

giosa del sultán meriní Abü 1-1-:lasan , resalta, de forma significativa : «nunca se reunió junta a rey alguno un conjunto de secretarios como quienes él tuvo» 2 16 , y luego pasa a mencionarlos , porque el estar rodeado de un lucido plantel redundaba no sólo en la eficacia, sino en el lustre e incluso en la legitimación de un soberano. Y por esa proyección , lbn al-Jaffü en varias de sus obras , y sobre todo en la Lam!Ja y en la IIJihiido guerra santa , en el confín de la tierra del Islam: pero nada se indica sobre el statu s militar , económico, religioso y social de estos fronterizos. ¿Hasta dónde se diferenciarían , en todo ello, estos granadinos de los confines respecto a quienes residían un poco más adentro? ¿Tendrían ventaja s tributarias? ¿Cuántos estarían allí por defender su Fe , en puro ribii,t, y sólo esperarían el premio eterno?: desde luego , está documentado el concepto y aplicación del ribii,t en la frontera granadina 220 • ¿Quiénes, entre los fronterizos , serían malhechores obligados allí a desterrar se , a redimir se en la frontera? : también hay datos de homicidas que escapan a los confines para no ser apresados , o que se redimen sirviendo en aquellos expuestos parajes, acaso necesitados de pobladores , pues consta que Huércal , Overa y Castrill «acogían delinquentes e los favore~ian » y consta también que había en Huércal «quatro o ~inca hombres que abian muerto hombres en Vera e que estavan halli seguros porque avia una carta del rrei moro [el emir de Granada, Abü 1-l:lasan, 1464-1482 y 1482-1485] para que sirviendo en Huércal ~iertos años les perdonaba el rey moro » 221• Algunos de tales aspecto s espaciale s y humano s se aprecian en el relato del famoso viaje por las fronteras orientales , en 1347, del emir Yüsuf I y su corte , y con ellos lbn al-JatTh, que consignó los principales episodios de aquella inspección, decidida por el soberano para «visitar per sa-

Castillo de Peñas Cabrera en el ca mino de Granada a Guadix

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HISTORIA DE ESPAÑA

nalmente el país ... para darse cuenta de la situación del Islam, para defender sus derechos ... »; las autoridades granadinas, desde la capital, recorrieron, entre otros lugares, Guadix. Gor, Venta de Baúl, Baza, Caniles, Serón, Purchena, Cantoria, Almanzora, Vera, Mojácar, Almería, y de allí volvieron por Marchena, Abla, Abrucena, Fiñana y Guadix; en su relato del viaje, Ibn al-JaJib, pese a que el objetivo era comprobar «la frontera fortificada, la línea defensiva interior», trazó un relato halagüeño, para resaltar la visita regia 222, y menciona la seguridad de Baúl, cuya «disposición, propicia para la emboscada, es fatal para el enemigo», la resistencia de las guarniciones de Purchena «tanto ballesteros como lanceros». la crítica situación de Vera 223• «plaza fronteriza (ragr) y lugar de rebato (ma~allat ribiiJ), cuyos defensores tienen innumerables méritos; es una villa (balda) donde el enemigo ataca sin cesar, donde la gente vive en constante temor y alarma», y la «soberbia fortaleza (qal'a)» que era Almería. Esas pinceladas de lbn al-Jatib, valiosas también por relacionar espacio fronterizo y Poder político, testimonian la primacía del carácter bélico de la frontera, desde su relato oficial. Pero había otras situaciones, y el mismo lbn al-JaJib nos documenta cómo dosificaba sus datos, pues, en otro texto, su epístola descriptiva de lugares andalusíes y magrebíes 224, no tratando ya un viaje político, sobre Vera menciona sus relaciones económicas a través de la frontera: «Vera ... trafica con los comerciantes murcianos, porque los de Vera son aficionados al comercio» 225• Y esto ya nos sitúa en el umbral de la variedad de las situaciones y relaciones fronterizas. Empecemos por las espirituales. Antes señalamos que la frontera convocaba a gentes devotas, capaces de morir por su Fe, y a homicianos desterrados. Habría de todo. Pero un texto de lbn al-Jatib nos introduce en una cierta relajación de fronterizos, también en Vera 226: «Es famosa la desobediencia de los de Vera hacia las leyes divinas.» No se trata de figurarnos un mundo de fronteros descreídos o desclasificados en su Fe, ni un mundo de «tolerantes», pero la «contigüidad» favorece los mutuos traspasos, como ocurre por ejemplo con aquellos musulmanes de Vera, Hotaga y Elubreyni, que marchan a Lorca para cristianizarse, o aquellos cristianos de Lorca que en 1460, 1461, 1463 y 1480 cruzaron hasta Huércal, Cuevas y Vera para adoptar el Islam 227 • Otras veces, un mismo individuo oscila en sus conversiones, según documento de 1483: Cristóbal de Chillón, primero musulmán y cautivo desde niño, seguramente en Alcalá la Real, se bautiza, luego huye a Granada, y vuelve «a tierra de cristianos, en compañía de otro moro y con un hijo de don Rodrigo de Benavides, rescatado del poder de los infieles, para reconciliarse con la fe católica» 228• Está claro que la conflictividad fronteriza generó violencia, hondamente sentida, como muestra la literatura nazarí, capaz, en su convencionalismo, de expresar los sentimientos más dolorosos que son prueba de la realidad bélica 229, pero las fronteras también comunican, y son un espacio intenso de relaciones y trasvases. El comercio 230 fue un enorme nexo, como indica el viajero 'Abd al-BasiJ, a finales del xv: el tránsito de mercaderes era tan fluido que él decidió ir así hasta Córdoba 231 • Pudo haber intercambio de temas y formas literarias 232 , y bien probados están trasvases culturales a lo largo de la historia medieval de la Península Ibérica. Ahora, en esta época que planteamos, hay permutas de equipamiento y tácticas 233 : «la aculturación producida en la frontera durante el siglo XIV es un fenómeno tratado en diversas ocasiones 234 y documentado en la mayor parte de las fuentes de la época», y cita ejemplos de cristianos fronterizos que van ataviados como los musulmanes granadinos, precisamente en la frontera y no en el resto castellano-leonés, donde desde mitad del siglo XI ni el armamento ni los modelos militares «volvieron a estar dominados por las concepciones islámicas, a excepción hecha, únicamente, de la situación creada en la frontera granadina y cuyo influjo no tuvo una trascendencia fundamental en el resto del reino [castellano] desde un punto de vista militar». Es precisamente esta excepcionalidad lo que prueba la singularidad de

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las relaciones fronterizas 235 , también en sus contactos de pacífica contigüidad, que aquí y allá iban siendo establecidos por los investigadores, y acaban de ser sintetizados y en algunos casos ampliados por J. Rodríguez Molina 236 , señalando que «los contratos de vecindad en la frontera de Granada son un indicador más de la convivencia mantenida entre poblaciones moras y cristianas, asentadas a uno y otro lado de la franja divisoria de ambos estados ... [convivencia que está] lejos de ser superficial y pasajera», y exponiendo cómo ganados del Emirato y de Castilla compartían pastos 237 , se inter-arrendaban pastos y tierras de cultivo, se cambiaban regalos «nobles de uno y otro lado», hubo también libertad de movimientos entre territorios cristianos y musulmanes, relaciones vecinales entre ambos grupos, y concretos pactos de vecindad entre poblaciones cristianas y mu~ulmanas colindantes, todo ello a un nivel cotidiano, enmarcado por el alto nivel de las relaciones diplomáticas y de las treguas oficiales 238 • Otra manifestación de la coexistencia procurada en la frontera la ofrecen los datos que vamos sabiendo sobre las diversas instituciones fronterizas, como alcaldes y jueces de frontera 239 • Un arbitraje de este tipo fue ejercido circunstancialmente por el magrebí lbn Marzüq, desde la zona andalusí controlada por los Benimerines, en 749/1348, pues este personaje, en su biografía del sultán benimerín Abü 1-l:lasan240, señala cómo fue a Granada, en embajada desde el Magreb : «y a mi salida de Granada me dirigí a inspeccionar las tierras de al-Andalus, registrando por escrito todo lo que se me había ordenado. Me acompañaban los secretarios de Gibraltar y Ronda, maravillándonos de todo lo que [esta tierra] obtiene de [Abü 1-l:lasan]cada año. Llegué hasta Zahara (al-$ajra) y la fortaleza de Olvera y el territorio vecino, deteniéndome en la frontera entre musulmanes y cristianos, oyendo las quejas de la gente de ambas religiones, obteniendo todos y cada uno su derecho». Esta actividad, así expresada desde esta fuente árabe, coincide con la función arbitral fronteriza reflejada en el tratado de 1310 entre Fernando IV de Castilla y el rey de Granada: «Otrosí nos otorgamos de poner en la nuestra tierra que más a~erca fuere de la vuestra un homne bono, con nuestro poder,que emiende e faga emendar las querellas que oviere entre los de nuestra tierra e la vuestra ...», como señaló J. de M. Carriazo 241 , seguido en el estudio de este interesante aspecto de las relaciones fronterizas por artículos de L. Seco de Lucena 242 y de J. Torres Fontes 243, que abrieron esa línea de investigación en torno a la frontera, completada en esa y en otras dimensiones por L. Suárez Fernández, M. A. Ladero Quesada, E. Mitre Fernández, M. González Jiménez, J. E. López de Coca, J. Rodríguez Molina, J. Eslava Galán, M. Acién Almansa, e.Argente del Castillo, M. Borrero Fernández, l. Montes Romero, M. García Fernández, M. García Fitz, J. García Antón, M.ª C. Quintanilla Raso, P. Porras Arboledas, T. Quesada Quesada, R. Sánchez Saus, M. Rojas Gabriel, entre otros 244; y se conocen paralelos a considerar, como el alcalde-comisario de la frontera castellano-aragonesa 245 , además de lo que concierne a los alfaqueques 246, según se mencionará también al tratar sobre los cautivos, en el capítulo sobre la Sociedad, en este libro.

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1 R. ARut L'Espagne musulmane au temps des Na¡rides, París, 1973, 229-276; y •Sociedad y organización guerrera en la Granada n~ñ,., La incorporación de Granada a la Corona de Castilla, Granada, 1993, ed. M. A. LADERO QL'ESADA,págs. 147-193; en estas Actas. también: L. SuAREz FERNÁNDEZ . ..Oranada en la perspectiva castellana» (págs. 1940); J. HEERS.«L'Islam et le monde méditerranéen a la fin du Moyen Áge,. (págs. 41-85); M. GoNZÁLEZJIMÉ.'IEZ.o La frontera entre Andalucía y Granada: realidades bélicas. socioeconómicas y culturales» (págs. 87-145); M. A. LADEROQtrESADA,•La organización militar de la Corona de Castilla durante los siglos XIVy xv» (págs. 195-227); D. W. LOMAX. •Novedad y tradición en la guerra de Granada. 1482-1491» (págs. 229-262); además M. A. LADEROQUESADA,Granada. Historia de un pais islámico (1232-1571 ), Madrid, 1969. y 3.ª ed. rev. y ampl., 1989, espec. págs. 195-246; C. TORRES DELGADO,El antiguo reino nazari de Granada ( 1232-1340), Granada, 1974; y «El ejército y las fortificaciones del reino nazarí de Granada»,RCEHGR. I (1987), 95-115, y Gladius (1988), 197-217; y El ReinoNazarí de Granada (1482-1492) ¿Muerte y Resurrección?, Granada, 1997; A.M. AL-'ABBADT, El reino de Granada en la época de MulµJmmad V.Madrid. 1973; más los análisis historiográficos publicados en las Actas de la XXV Semana de Estudios Mediei-ales: La Historia Medieval en España, Pamplona, 1999; de J. E. LóPEZ DECOCA,«El reino nazarí de Granada y los medievalistas españoles. Un balance provisional», espec. págs. 150-152, y de M. GoNZÁLEZJIMélez. «Historia política y estructura de poder. Castilla y León,., espec. págs. 201-220 y 264-283; Y. LEV (Ed.). War & Society in the Eastern Mediterranean. 7th-l5th Centuries, Leiden, 1997. 2 La a/queria islámica en Valencia. Estudio arqueológico de Bofilla. Siglos XI al XV.Valencia, 1994. 3 E. LOURIE,«Spain in the Middle Ages: A Society organised for War», Past and Present, V (1966), 54- 76; J. F. PowERs,A Society organisedfor War. The lberian Municipal Militias in the Central Middle Ages, University of California Press, 1988. 4 L. DE MORAF!GUEROA,«Influjos recíprocos entre la fortificación islámica y la cristiandad en el medievo hispánico», Actas I Congreso Internacional: Fortificaciones en al-Anda/us, Algeciras, 1998, págs. 147-155. 5 Sobre los mercenarios Zanii.ta que permanecen en el siglo xv, cfr. R. ARIÉ, L •Espagne musulmane au temps des Na¡rides, pág. 241. 6 R. BRUNSCHVIG,La Berbérie orienta/e sous les lf.af#des. Des origines a la fin du XV' siec/e. París, ll, 1947. págs. 81-82. 7 Jbidem: «N'était-ce pas. d'ailleurs, pour se surveiller et se neutraliser l'un l'autre que plusieurs d'entre eux avaient été constitués et qu'ils étaient entretenus par le souverain?». 8 El. 2 , sub voce. 9 lam/µl, trad. CASCIARO,pág. 32. 10 Más adelante ampliaremos esto, al tratar sobre la defensa del litoral y sobre la ..Ouerra Santa»; M. EsPINAR MORENO y J. ABELLÁNPÉREZ,«Las rábitas en Andalucía. Fuentes y metodología», La Rapita lslamica, 131-175; R. AzUAR Ru1z, «Atalayas, almenaras y rábitas», Al-Andalus y el Mediterráneo, 67-76; F. FRANCOSÁNCHEZ,Riibifa-s islámicas. Bibliografia actualizada, Alicante, 1997. 11 /fµI_ta.1,509. 12 IBNAL-JATIB, Lam/µl. trad. CASCIARO,pág. 105. 13 ARIÉ,L'Espagne musulmane au temps des N~rides, pág. 244; F. MAfllo SALGADO, «Diacronía y sentido del término "elche"». MEAH, 31 (1982). 79-98; E. LAPIEDRA,Cómo los musulmanes llamaban a los cristianos hispánicos. Alicante, 1997; sobre elches y granadinos en Castilla: A. EcHEVARRfA ARSUAGA,«Los elches en la guardia de Juan U y Enrique IV de Castilla», Actas SIM, Teruel, VI ( 1995), 421-427; J. E. LóPEZ DE COCACASTAÑER,«Caballeros moriscos al servicio de Juan II y Enrique IV, reyes de Castilla», Meridies, 3 (1996), 119-136. 14 Fragmento de la época sobre noticias de los Reyes Nazaritas, pág. 11. 1~ Fragmento de la época sobre noticias de los Reyes Nazaritas, pág. 10. 16 Fragmento de la época sobre noticias de los Reyes Nazaritas, pág. 15. 17 Op. cit.. pág. 25. 18 Lam/µl, trad. Casciaro. pág. 129, en la que introduzco algunas reinterpretaciones mías. 19 Fragmento de la época sobre noticias de los Reyes Nawritas, pág. 12. 10 lBN AL-JA,:re.LamlJa, trad. Casciaro, pág. 91. 21 R. ARIÉ ha reunido algunos datos, L"Espagne musulmane au temps des Na$rides, págs. 247-248. " IBNJALDON.'/bar, VII. pág. 190: Berberes, IV. pág. 74. 23 Al rey de Castilla Femando 111,en marzo de 1246. 24 A. 8USTANI,«Importancia del manuscrito histórico», en su introducción a la ed. y trad. de la Nubd.a: Fragmemo de la época sobre noticias de los Reyes Nazaritas, Larache, 1940, pág. XXII:«está escrito este precioso volumen histórico por un militar que. por haber estado presente y haberse hallado envuelto en el torbellino de los acontecimientos. pudo observar sucesos y revueltas. con su natural cortejo de incidentes y sorpresas, y presenciar, como remate. el derrumbamiento del armazón de castillos y fortalezas. en cuya defensa había participado». En efecto, vemos al anónimo autor, militar o cortesano granadino. participar en la expedición nazarí contra Moclfn, en 890/1485 (Fragmentos de la época sobre noticias de los Reyes Nazaritas, pág. 18). 2~ Fragmento de la época sobre noticias de los Reyes Na;:aritas, pág. 8. 2~ FraRmento de la i•¡wca sobre noticias de los Reyes Nawritas, pág. 4. 21 FraRmento de la época sobre noticias de los Reyes Na;:ariras. págs. 4-5. ~H Trad. M.• J. RUBIERAMATA,lhn al-Ya_v)'tib.el otro poeta de la Alhamhra, pág. 111.

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29 M. A. MANZANO RODRÍGUEZ, «Consideraciones en tomo a una biografía legendaria y dificil: Abü Malik •Abd al-WilJid, conquistador de Gibraltar, rey de Algeciras y Ronda .. , Actas XVICUEAI, 309-322; y La intervención de los Benimerines en la Península Ibérica, Madrid, 1992; M. GARcfAF'ERNÁNDFZ, El reino de Sevilla en tiempos de Alfonso XI ( 1312-1350), Sevilla, 1989; y «Las relaciones castellano-mariníes en Andalucía en tiempos de Alfonso XI. La participación norteafricana en la guerra por el control del Estrecho, 1312-1350», en M. GARcfA-ARENAL y M.• J. VIGUERA (eds.), Relaciones de la Península Ibérica con el Magreb, 249-273; F. GARCÍA Frrz. «La defensa de la frontera del bajo Guadalquivir ante las invasiones benimerines del siglo xm», Relaciones de la Península Ibérica con el Magreb, 275-323; «La intervención de los benimerines en Al-Andalus», Relaciones de la Península Ibérica con el Magreb, 237-248; M. KABLY, Société,pouvoir et religion au Maroc a la fin du Moyen Age, París, 1986; A. KHANEBOUDI, Les premiers sultans mérinides et /'Islam ( 1269-1331 ). Histoire politique et socia/e, París, 1987; M. CHERIF,Ceuta au.x époques almohade et mérinide, prefacio A. Ducellier, París, 1996. 30 A finales del siglo xm, el sultán benimerín Abü Yüsuf tenía bajo su dominio, en el territorio granadino, 53 plazas La intervención de los Benimerines, ciudades y plazas fortificadas, más de 300 alquerías y torres: cfr. M. A. MANZANO, espec. pág. 111; A. TORREMOCHA SILVA,l. NAVARRO LUENGO y J. B. SALADO EsCAÑO,Al-Binya, la ciudad palatina meriní de Algeciras, Algeciras, 1999. 31 M. ARRIBAS PALAU,«Los benimerines en los pactos concertados entre Aragón y Granada .. , Actas I Congreso de Estudios Árabes e Islámicos. Córdoba, 1962, Madrid: 1964, 179-190; A. DHINA,Le royaume abdelouadide a l'époque Société, pouvoir et religion au Maroc a la fin d'Abou Hammou Moussa /" et d'Abou Tachfin /", Argel [ 1985]; M. KABLY, du Moyen Age, París, 1986; M. A. LADERO QUESADA, «Castilla, Gibraltar y Berbería (1252-1516) .. , Congreso Internacional: El Estrecho de Gibraltar, Madrid-Ceuta, 1988, 11,37-62. 32 F. GARCÍAFm. «Estrategias internacionales en el contexto de sociedades de fronteras. La amenaza africana en las relaciones castcllano-andalusíes, siglos XIal XIII»,en F. TOROCEBALLOS y J. RoDRfGUEZ MOLINA (coord.), JI Estudios de Frontera. Actividad y vida en la Frontera, 269-292; F. GARcfAFrrz, Castilla y León frente al Islam. Estrategias de expansión y tácticas militares (Siglos XI-XII/), Sevilla, 1998. 33 Véase luego notas 99 y 100. 34 laml}a, trad. CASCIARO, pág. 33. -'~ IBNAL-JA-¡18, Laml}a, trad. CASCIARO, pág. 33: entre los granadinos sólo llevaban turbante los jeques, cadíes y ulemas. :16 IBNAL-JA-¡18, laml}a, trad. CASCIARO, pág. 33. 37 M. A. MANzANoRoDRIGUEZ, «Apuntes sobre una institución representativa del sultanato nazarí: el sayjal-gudit». Q. XIII (1992), 305-322. 311 IBNAL-JA-¡18, Laml}a. trad. CASCIARO, pág. 83: «el arráez de su ejército occidental»; también el texto árabe,ed. Beirut, 1980, pág. 80, pone «al-garbi,., «occidental», pero creo que hay que leer: «al-magribi», «magrebí». 39 M. A. MANZANO RODRÍGUEZ, «Los Banü Abi 1-'Ula: historia de una disidencia política», EOBA, V, 199-228. 40 IBNAL-JA-¡18, laml}a, trad. CASCIARO, pág. 149. '' R. ARIÉ,L'Espagne musulmane au temps des N~rides, pág. 241; D. W. LoMAX,«Novedad y tradición en la Guerra de Granada». La incorporación de Granada a la corona de Castilla, pág. 253. '2 J. E. LóPEZ DECocACASTAÑER, «Granada y los turcos otomanos (1439-1516), Sardegna. Mediterraneo e Atlantico tra Medioevo ed Eta Moderna. Studi storici in memoria di Alberto Boscolo, Roma, 1993, III, 185-199. 43 P. M. HOLT(ed.): Early Mamluk Diplomaey ( 1260-1290). Treaties of Baybars and Qaliiwün with Christian Rulers, Leiden, 1996. 44 F. GARCÍAFm, Castilla y León frente al Islam. Estrategias de expansión y tácticas militares (siglos XI-XIII), Sevilla, 1998,espec. págs. 373-383. ' 5 Fragmento de la época sobre noticias de los Reyes Nazaritas, págs. 4-5. 46 Trad. cit., pág. 97. '1 A. Sol.ER DEL CAMPO.la evolución del armamento medieval en el reino castellano-leonés y al-Andalus (siglos XI/XIV), Madrid, 1993. págs. 157-172: «la monta en el medievo». 48 Fragmentos de la época sobre noticias de los Reyes Nazaritas, pág. 9 del texto árabe. 49 F. MURIELMORALES, «Tres cartas de la Cancillería de Mul)ammad IX de Granada», pág. 181. ~ Además citado en L. SECODELUCENA, Documentos arábigo granadinos, pág. 141. 51 Kitiib tulyat al-anfus wa-stiir sukkiin al-Andalus. Traité de guerre sainte islamique. L'Ornement des ames et la devise des habitants d'al-Andalus, trad. L. Mercier, París, 1939, pág. 162, cit. por ARIÉ,N~rides, págs. 248-249. 52 Fragmentos de la época sobre noticias de los Reyes Nazaritas, pág. 9. 53 IBNAL-JA-¡18, laml}a, trad. CASCIARO, pág. 32. ~ IBNAL-JA-¡18, laml}a. trad. CASCIARO, pág. 30. 55 IBNAL-JA-¡18, laml}a, trad. CASCIARO, pág. 113. 56 Liber de fine, ed. Gottron, pág. 83; véase M. CRUZHERNÁNDEZ, El pensamiento de Ramón Uu/1, Madrid, 1977; DEFUENTES, Ramón Uu/1 y la tradición árabe. Barcelona. 1999. A. GALMÉS 57 DoN JUANMANUEL,Libro de los Estados, en Escritores en prosa anteriores al siglo XV. Biblioteca de Autores Españoles. cap. LXXVI, pág. 323. 51 A. SoLER DEL CAMPO, la evolución del armamento medieval en el reino castellano-leonés y al-Andalus (siglos XI/XIV), Madrid, 1993. págs. 161-172. 59 AL-MAQQART, Analectes. l, 137, cit. por E. GARCÍA GóMEZ, lbn Z,amrak, el poeta de la alhambra, Madrid, 1943. l. reimpr.Granada, 1975,págs.14-17,espec.pág.16.n.

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60 IBNAL-JA'flB, en su I/Jii!ay en su lamJJa(cit. por E. GARCIA GóMFZ,Jbn Zamralc,p4gs. 16-17). Incluyo aquí fun(lamJJa, pág. 32). algo retocada por mí. damentalmente la trad. de CASCJARO 61 La interpretación general y correcta es que así se alude a los primeros años de la dinastía nazarí. 62 La citada traducción de García Gómez aporta algunas variantes a tener en cuenta. en relación con esta descripción de Ibn al-JaJib: «Los vestidos de los andaluces [por «andalusfes,.]eran antiguamente como los de sus vecinos y émulos los cristianos: lorigas cumplidas, escudos colgados, cascos gruesos, lanzas de hierro ancho, arzones de silla disformes. y el llevar la bandera sujeta tras la silla.,. 63 Segán otro manuscrito, podrían ser «dorados,. (mud:ahhaba). 64 «Gala de caballeros, blasón de paladines,., que citamos más adelante, en el apartado sobre la «Guerra Santa ... 65 IBNHUQAYL, Gala de caballeros. espec. pág. 200 y nota 68; A. SOLERDELCAMPO,«Notas sobre un grupo de ballestas españolas para el Emperador Maximiliano I de Austria,., Gladius, XIX (1999), 189-195. 66 lamJJa,trad. CASCJARO, pág. 32. El párrafo "el arma corriente,. (siliiJJyumhiiri-him) aparece en el texto árabe tras una referencia a que llevaban turbante «los soldados magrebíes,. (al-yund al-magribf), pero no parece que ni las -azagayas,. ni los «arcos cristianos,. fueran exclusivos de éstos, sino generalizados entre los granadinos, e incluso las augayas -lanzas arrojadizas- usadas ocasionalmente por los cristianos (A. SOLERDELCAMPO,1A evolución del armamento medieval, pág. 49). 67 F. CORRIENTE, El l~xico árabe andalusí según P. de Alcalá, Madrid, 1988, pág. 66, y A Dictionary o/ Andalwi Arabic, Leiden, 1997, pág. 178. 68 Le Dictionnaire Colin d'Arabe Dialectal Marocain, dir. por Z. l. Sinaceur, Rabat, 1994, págs. 530,815 y 1818. 69 lamJJa,trad. CASCIARO, pág. 100. 10 lamJJa, trad. CASCIARO, pág. 82. 71 J. DEM. CARRJAZO Y ARROQUIA, Los relieves de la guerra de Granada en la sillería del coro de la catedral de Toledo. Nueva ed.,con pról. A. Domínguez Ortiz. Granada, 1985: J. BERMúDEZ PARFJA, Pinturas sobre piel en la Alhombra de Granada, Vich, 1974. 2.• ed., prefacio D. Cabanelas, Granada. 1987: L. SECODELUCENA, El libro de la Alhombra: historia de los sultanes de Granada, León, 1975; 5.• ed. 1986. J. M.ª GARCÍA FuENTES,«Las armas hispanomusulmaoas TORRES,«Espadas granadinas de la jineta•. al final de la ReconquislalO,Chronica Nova, III (1969), 7-38; J. F'ERRANDIS Archivo Español de Arte, XVI (1943), 142-166; A. MENDOZA EGUARAS, L. SÁEZPrutEZy E. DESANTIAGO SIMÓN,«La ballesta nazarí del Museo Arqueológico de Granada». CA, XVIII (1981), 179-182; véase también: Al-Andalus. Las anes islámicas en España, Madrid, 1992. 72 A. SoLERDEL CAMPO, 1A evolución del armamento medieval en el reino castellano-leoMs y al-Andalus (siglos XI/XIV), Madrid, 1993; véase también R. ARIÉ, L'Espagne musulmaM au temps des Na¡rides. págs. 249-257. 73 F. GABRIEL!, «Ordinarnenti militari arabi in Spagna e in Italia... Arabeschi e Studi ls/amici, Nápoles. 1973. 151168, que remite a M. AMARI,«Sui fuochi di guerra usati nel Mediterraneo nell'XI e XII secolo». Atti dei üncei. se. mor. ser. 2.•, III (1876). 74 Sobre la evolución de la artillería, y su desarrollo en el ámbito musulmán: D. JAMES,«Toe Manual de Artillt'ría of al-ra'Ts lbrahim b. ~mad al-Andalusi with particular reference to its illustrations and their sources,., BSOAS, XLI

(1978), 237-271.

IBNJALDON, Berberes, IV, 69-70. Está documentado el uso de la artillería por mar, en 1338, por los ingleses, y por los castellanos, en Algeciras. en 1344; BRUNSCHVJG, 1A Berberie Orienta/e sous les lfaf¡ides, París, 11.1947, pág. 86 y nota 2. 11 JIJaJa,l, 231; 1.Am})a,trad. CASCIARO, pág. 90. 71 Nota de CASCJARO a su trad. cit .• pág. 90, n. 51: «no sabemos con certeza de qué materias estaría compuesta la naft.a, pero es indudable que debía ser un compuesto bituminoso. Sobre este asunto, cf. DE GoEJE, «Quelques observations sur le feu grégois», Homenaje a don Francisco Codera. Zaragoza, 1904, 93-98, y M. ALLOUCHE, «Un texte rélatif aux prémiers canons,., Hespéris, 1945, 82-86. Véase además ARIÉ,Na¡rides, pág. 261 y notas. 79 M. A. LADERO QUESADA, «La organización militar de la Corona de Castilla durante los siglos XIVy xv», 1A incorporación de Granada a la Corona de Castilla, págs. 220-222. 80 Fragmentos de la época sobre noticias de los Reyes Nazaritas, págs. 16. 18 y 20. 81 Op. cit., pág. 22. 82 Op. cit., pág. 22. 13 Fragmentos de la época, pág. 18. 114 Op. cit., pág. 20. 85 BRUNSCHVJG. lfaf¡ides, 11,86. 116 J. TORRES FoNTES,«Apellido y cabalgada en la frontera de Granada...EHAM, V-VI (1985-86), 177-190. M.• MARTfNEzMARTfNEZ. «La cabalgada: un medio de vida en la frontera murciano-granadina (siglo xm),., MMM, xm (1986). 49-62; V.M. GALÁN TENDERO, «Incidencia de una incursión nazarí en el sur del reino de Valencia a finales del siglo XIV», Congreso: 1A Frontera Oriental Nazarí como sujeto histórico (s.X/11-XVI), coord.P. SeguraArtero,Almeria, 1997, 145-154. 87 IBNAL-JA'fTB, 1.AmlµJ,trad. CASCIARO, pág. 62. 11 M. A. LADERO QUESADA, Granada. Historia de un país islámico, 3.• ed., págs. 231-235: «las guenas y su técnica». 89 Fragmentos de la época sobre noticias de los Reyes Nazaritas. pág. 10. 90 IBNAL-JATJB, I.AmlµJ,trad. CASCIARO, pág. 50. 91 Fragmentos de la época sobre noticias de los Reyes Nazaritas, págs. 27-29; Estudios sobre Málaga y el Reino de Granada en el V Centenario de la conquista. Coord. J. E. López de Coca Castañer, Málaga, 1987. 92 Fragmentos de la época sobre noticias de los Reyes Nazaritas, págs. 37-38. 75

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EL EJÉRCITO

93 F. GARCIAFm, Castilla y León frente al Islam. Estrategias de expansión y tácticas militares (Siglos XI-XIII), Sevilla, 1998. págs. 311-329: «sobre la elusión de las batallas». ~ M. A. LADERO QUESADA, Granada, pág. 232. 95 Fragmentos de la época sobre noticias de los Reyes Nazaritas, pág. 12. 96 R. MEN~NDEZ PIDAL,«Poesía popular y romancero: Río Verde, Río Verde», Revista de Filología Española, 11 (1915), 320-331; L. SECODELUCENA PAREDES, «La historicidad del romance "Río Verde,Río Verde"»,AA, XXIll (1958), 75-95; J. E. LóPEZDECOCACASTAÑER, «Revisión de una década de la historia de Granada. 1445-1455», MEAR, XXIXXXX (1980-81), y «De nuevo sobre el romance "Río Verde, Río Verde" y su historicidad»,/ Coloquio de Historia Medieval Andaluza, Córdoba, 1982, 11-19;A. BENDRJss,«Los cautivos entre Granada y Castilla en el siglo xv según las fuentes árabes», Actas del Congreso:la FronteraOrientalNazari como sujeto histórico (s. XIII-XVI), coord. P. Segura Artero, Almería, 1997. 301-310, pág. 310; J. M.ª FóRNEASBESTEIRO, «Romances fronterizos y poesía árabe. Nuevas reflexiones sobre viejas hipótesis: avance», Estudios nazaríes, ed. C. Castillo Castillo, Granada. 1997, 193-223. 97 Ed. M. CHAROUmHASNAOUI, ed. inédita en su Tesis Doctoral, II, 456-457 y 801-804, cit. por A. BENDRISS, «Los cautivos entre Granada y Castilla», págs. 303-304. 98 J. TORRESFoNTES,«La segunda campaña. Antequera. 1410», MEAR, XXI (1972), 47-51; J. L. PINOGARC(A, «La conquista de Antequera». Temasde Historia Militar, Zaragoza, 1985. pág. 177. 99 L. SUÁREZ FERNÁNDEZ,Juan II y la.fronterade Granada, Valladolid, 1954, págs. 19-21; J. TORRES FONTES, «La historicidad del romance "Abenámar, Abenámar"», AEM, 8 (1972-73), 225-256; M. MORFAKIDS y E. Moros GUIRAO, «Un pasaje de Laónicos relativo a la batalla de La Higueruela y sus consecuencias inmediatas», lV Col. Historia Medieval Andaluza, Almería, 1988, 71-82: M. EsPINARMORENO y J. J. QUESADA GóMEZ,«Precisiones a las campañas de Juan 11 contra el Reino de Granada (abril-julio 1431)», Homenaje Fórneas, 11,735-756. 100 J. C. DoNCELDoMfNGUEZ, «La táctica de la batalla campal en la frontera de Granada durante el siglo xv», Actas del Congreso: la Frontera Oriental Nazarí como sujeto histórico (s. Xlll-XVI), coord. P.Segura Artero, Almería, 1997, 137-144,espec.pág. 138. 101 A. Hu1c1MIRANDA, las grandes batallas de la Reconquista durante las invasiones africanas (Almorávides, Almohades y Benimerines), Madrid, 1956. 102 M. GARCÍA FERNÁNDEZ, «Las relaciones castellano-mariníes en Andalucía en tiempos de Alfonso XI. La participación nortefricana en la guerra por el control del Estrecho. 1312-1350», Relaciones de la Península Ibérica con el Magreb, Madrid, 1988, 249-273; M. A. MANZANO RODRIGUEZ, la intervención de los Benimerines en la Península IbéSILVA, Algeciras entre la Cristiandad y el Islam, Algeciras, rica, Madrid, 1992, espec. págs. 254-266: A. TORREMOCHA 1994. 103 GARdAFm, Castilla y Leónfrente al Islam, rcspec. en capítulos I, 11y III de su libro. 1°' IBNAL-JA'J'IB, lam/Ja, trad. CASCIARO, pág. 91. 105 ÜARCIA Fm, Castilla y Leónfrente al Islam, págs. 386-398. 106 J. OuVERAsfN,«Origen árabe de rebato, arrobda y sus homónimos. Contribución al estudio de la historia medieval de la táctica militar y de su léxico peninsular», Boletln de la Real Academia Española, XV ( 1928), 347-395, 496-542; D. OLIVER PáIBz, la raiz árabe l)rky sus derivados romances,Tesis Doctoral, dir. J. VALL~. Universidad de Valladolid, 1990. 107 Bien expuestas por F. ÜARCIA Fm, Castilla y Leónfrente al Islam. Estrategias de expansión y tácticas militares (siglos XI-Xlll), Sevilla, 1998. 108 DoNCEL DoMfNGUEZ, «La táctica de la batalla campal», pág. 143, sobre la escasez de recursos tácticos en la batalla de Boca del Asno. 109 Ch. MAZZOLI-GUlNTARD, «Urbanismo y murallas», Actas I CongresoInternacional:Fonificaciones en al-Andalus, Algeciras, 1998, 89-101: R. IZQUIERDO BENITO,«Las alcazabas en al-Andalus: sentido y funciones», íd .. 103-110. 110 F. HERNANDEZ ÜIMÉNEZ, «Estudios de geografía histórica española. V. Sobre el topónimo "Zafra"», Al-Andalus, VII (1942), 113-125(reprod. en Estudiosde GeografiaHistóricaEspañola,ed. F. Valdés,I, Madrid, 1994,77-89): E. 'fElIBs y M.1 J. VIGUERA, «Sobre las calahorras»,AI-Qan,tara,11(1981), 265-275. 111 M.•C. JIMÉNEZ MATA,la Granada islámica. Contribucióna su estudio geográ.fico-poütico-administrativo a traLóPEZ,«Un modelo de estructura y paisaje agrarios. La Vega de Granavés de la toponimia, Granada, 1990; E. MOLINA da según lbn al-Jatib. (Un proyecto inaplazable)», en C. ÁLVAREZ DEMORALES (ed.), Ciencias de la Naturaleza, IV, Granada, 1996, 257-264, emite una paralela llamada de atención sobre el necesario inventario a realizar de términos y entidades, entre ellas las de población y castrales. 112 S. FERNÁNDEZ LóPEZ,Catalogacióny estudio de las fonalezas medievales de Málaga y su te"itorio, Tesis Doctoral, Málaga, 1987; A. TORREMOCHA SILVA,«Las fortificaciones medievales de Algeciras», Actas del Congreso Internacional «El Estrecho de Gibraltar», 351-388; M.• P. SANCHFZ SEDANO, Arquitectura musulmana en la provincia~ Almería, Almería, 1988; E. Moros GUIRAo,«Fortificaciones del reino nazarí en el sector oriental de su frontera: la zona de los Vélez».Actas lll CAME, Il. 306-312; L. CARABARRJONUEVO y J. M.ª RoDRIGUEZ LóPEZ,Castillosy poblamiento medieval en la Alpuja"ª· El caso de Alhama de Almería, Almería, 1992:A. MALPICA CUELLO, Poblamientoy castillos ~n Granada, Barcelona, 1996. 113 Barcelona, 1996; cito ahora espec. su pág. 13. 1" Véase además su nota 135. 115 C. TORRESDELGADO, El antiguo reino nazarí de Granada ( 1232-1340), pról. M. Riu Riu, Granada. 1974, pág. 355: «las fortalezas: su función,.: y «El ejército y las fortificacionesdel reino nazarí de Granada», RCEHGR, 2.• época, I (1987), 95-115, y Gladius (1988), 197-217.

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HISTORIA DE ESPAÑA

116 A. MALPICACUELLO,«Los castillos en época nazarí. Una primera aproximación», Castillos y territorio en al-Aru/JJlus,Granada, 1998, 246-293,espec. págs. 291 y 293. 117 Véase además A. MALPICA CUEuo, «Entre la arqueología y la historia. Castillos y poblamiento en Granada. Estudio de una política edilicia a partir de la Alhambra», XXII Semana de Estudios Medievales. Tecnología y Sociedad: las grandes obras públicas en la Europa Medieval. Pamplona, 1996, 289-326. 111 Remite A. Malpica a: C. TRILLOSAN JOSÉ, «El castillo de Escarientes y el poblamiento de la¡d'a de Ugíjar,._ Castillos y territorio en al-Aru/JJlus,Granada, 1998, 419-449. 119 IBNMARZOQ, al-Musnad, ed. y trad. M. J. VIGUERA,Argel, 1981,y Madrid, 1977: Hechos memorables de Abü l-lfasan, sultán de los Benimerines, espec. págs. 324-325. 120 Fragmentos de la época sobre noticias de los Reyes Nazaritas, pág. 17. 121 Nayl, ed. El Cairo, 1329, 123-124, cit. por LóPEZ ORTIZ, «Fatwas granadinas de los siglos XIV y XV», pág. 85. 122 J. E. LóPEZ DECOCA,«El reino nazarí de Granada y los medievalistas españoles», pág. 171 y notas 124 y 125. 123 Lam}µl, trad. CASCIARO, pág. 50. l:!-4 Lam}µl, trad. CASCJARO, pág. 128. m Expuestas, entre otras publicaciones, en: Les chateawc rurawc d'al-Aru/JJlus,Madrid, 1988; P. GUJCHARD,«Chateau et pouvoir poli tique», Actas I Congreso Internacional: Fortiftcaciones en al-Aru/JJlus,Algeciras, 1998, 25-31 . 126 P. CRESSIER, «Le chateau et la division territoriale dans l'Alpujarra médiévale: du lµ¡n ala.táa». MCV, XX (1984). 115-144: trad. «El castillo y la división territorial en la Alpujarra medieval: del IJi1na la.td'a», Estudios de Arqueología Medieval en Almería, Almería, 1992, 9-48, espec. págs. 40-41; y del mismo. «Las fortalezas musulmanas de la Al pu jarra (Provincias de Granada y Almería) y la división político-administrativa de la Andalucía oriental». Arqueología Espacial. Teruel, 1984, V, 179-199; y «Fonction et évolution du reseau castral en Andalousie Orientale: le cas de L' Alpujarra». Guerre.fortiftcation et habitat dans le monde rnéditerranéen au Moyen Áge (Madrid, 1988), 123-134; sobre el territorio. también: A. MALPICACUELLO,«Castillos y sistemas defensivos en las J!'a/s alpujarreñas de Sal_tily Sul;layl: un análisis histórico y arqueológico», Actas I CAME. Huesca, 1986, III, 357-379; C. TRILLOSAN JOSÉ, La Alpujarra. Historia. arqueología y paisaje. Análisis de un territorio en época medieval, Granada, 1992; y de ella misma. La Alpujarra ames y después de la Conquista castellana, Granada, 1994. 127 CRESSIER, «El castillo y la división territorial», 141-144. 121 El término .ta'a = «territorio que obedece a una determinada autoridad» aparece ya en al-Andalus, al menos desde finales del siglo XII[por ej .: IBNAL-KARDAB0S, ed. A.M. AL-'ABBÁDT, Ta'rfj al-Aru/JJ/usli-lbn al-Kardabüs wa-waefu-hu li-lbn al-Sabbii_t,Madrid, 1971, espec. pág. 99: «Cuando Alfonso (VI) se aposentó contra Valencia, enfadóse el Campeador, y, enardecido, reunió (hombres) y convocó tropas, pues consideraba que (Valencia) le estaba a él sometida (.ta-a)•. pero la novedad es su aplicación en la división territorial nazarí. 129 S. FERNANDEZ LóPEZ, «Aproximación al estudio de las ta' as no alpujarreñas», Aru/JJlucíaenlre Oriente y Occidente. Actas del N Col. lnt. de Historia Medieval de Aru/JJlucía,Córdoba, 1988, 719-726. 130 La Granada islámica. Contribución a su estudio geográfico-político-administrativo a través de la toponimia. Granada, 1990. lll CH.-E. DUFOURCQ, «A.propos de deux voyages aTanger de Mohammed II de Grenade (1293 et 1295)». Bulletin d'lnformation Historique de la Faculté des Lettres d'Alger, 11( 1965), 31-32; Ch.-E. DuFOURCQ,«Les communications entre les royaumes chrétiens ibériques et les pays de l'Occident musulman, dans les demiers siccles du Moyen Áge». Colloque «Les communications dans la Péninsule lbérique au Moyen Áge», París, 1981, 29-44; J. HEERs,«L'lslam et le monde méditerranéen a la fin du Moyen Áge», en M. A. LADEROQUESADA (ed.), La incorporación de Granada a /.a Corona de Castilla, págs. 41-85. 132 M.• D. RoDRfGUFZ GóMEZ,El Islam en la costa granadina: Introducción a su estudio, Motril-Granada. 1993; y Las riberas nazarí y de la 'Udwa (siglos XIII-XV). Aproximación a su configuración geográfica e incidencia en el trasvase económico-cultural, Tesis Doctoral dir. M.• C. Jiménez Mata, Granada, 1997. publicada en microfichas; Ch. E. DuFOURCQ,«Commerce du Maghreb Médiéval avec l'Europe Chrétienne et marine musulmane: données connues et problcmes en suspens». Actes du Congres d'Histoire et de Civilisations du Maghreb, Túnez. 1979. 161-192; J. HINOJOSA MONTALVO, «El Reino de Valencia. frontera marítima entre Aragón y Granada». La frontera oriental nazari como sufero histórico, Almería, 1997, 409-434; J. E. RUJZDoMÉNEC,«El sueño de Ulises: la actividad marítima en la cultura mediterránea como un fenómeno de estructura», Le Genti del mare mediterraneo. Atti del XVII Colloqui lnt. di Storia Marítima, Nápoles, 1981, 27-58. 133 Lam}µl, trad. CASCIARO, pág. 8. 134 N. PACHA,Le commerce au Maghreb du XI au XIV siec/es, Túnez, 1976; J. E. LóPEZDECOCA,«Comercio exterior del reino de Granada», Actas 1/CHMA, págs. 335-77, reimpr. J. E. LóPFZ DECOCA,El reino de Granmla, O, 129-180. 135 J. LIROLA.El poder naval de Al-Andalus en la época del Califato Omeya, Granada, 1993; Ch. PlcARD, Lamer et les musulmans d'Occident au Moyen Age . Vll/'-XII/' siecle, Paris. 1997. 136 B. RosENBERGER. «Relations économiques de la basse Andalousie avec le Maroc atlantique (milieu du xve siecle-milieu du XVlesiecle )». Meridies I ( 1994); Relaciones exteriores del Reino de Granada. N Coloquio de historia medieval andaluza. Ed. Cristina Segura Graiño. Almería, 1988. m Extensa bibliografía al respecto, bien valorada por J. E. LóPFZ DECOCA,que ha realizado excelentes aportaciones al tema, cfr. su «El reino nazarí de Granada y los medievalistas españoles». págs. 156-159; ahora señalo: R. RICARD. «Contribution a l'étude du commerce génois au Maroc durant la période portugaise (1415-1550)». AJEO. III (l 937). 5373, reprod. en R. RICARD,Études sur l'histoire des Portugais au Maroc, págs. 115-142; J. HEERS,«Le royaumc de Grcnade et la politique marchande de Genes en Occident (XV siecle)», Le Moyen Áge, XLIII (1957), 87-121; M. J. VIOUERA. «Eco árabe de un viaje genovés a las Islas Canarias antes de 1340». Medievalismo, 11(1992), 257-258; G. JEHEL, Les

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EL EJÉRCITO

Génois en Méditerranée occidentale (fin Xleme-début X/Veme siecle. Ébauche d'une stratégie pour un empire, Picardie,

1993. 138 Ch.-E. OUFOURCQ, l'Espagne Catalane et le Maghrib aux XlJ/e et XNe siecles. París, 1966: J. HINOJOSA MoNTALVO, «Armamento de naves y comercio con el reino de Granada a principios del siglo xv». Actas VCHMA, 643-657; M. BECERRA HORMIGO, «La conexión catalana en el derrocamiento de Ismli'il 11»,Miscel-lania de Textos Medievals. 4. la frontera te"estre i marítima amb /'Islam, Barcelona, 1988, 301-317; M. BECERRA HORMIGO, «La Corona de Aragón MARTINEZ, y Granada durante la guerra de los dos Pedros, 1356-1366. El corso»,Actas IVCHMA. 307-321; M. SANcHEZ «Mallorquines y genoveses en Almería durante el primer tercio del siglo xiv: El proceso contta Jaume Manfré (1334)», MTM, 4 (1988), 103-162; M . SÁNCHEZ MARTfNEZ, la Corona de Aragón y el Reino Nazarí de Granada durante el siglo XIV: las bases materiales y humanas de la cruQJl}ade Alfonso N( 1329-1335), Barcelona, 1983;M.• D. LóPEzPmmz, la Corona de Aragón y el Magreb en el siglo XIV( 1331-1410), Barcelona, 1995; R. SALICRú I LLuCH,El sultanatde Granada i la Corona d'Aragó, /410-1458, pról. M. T. Ferrer i Mallol, Barcelona, 1998. 139 R. ARIB,l'Espagne musulmane au temps des Na¡rides, París, 1973, pág. 265,cit. por J. E. LóPEZDECocACAS«Consideracionessobre la frontera martítima», Actas del Congreso: la Frontera Oriental Nazarí como sujeto hisTAÑER, tórico (s. XIII-XVI), coord. P. Segura Artero, Almería, 1997, 395-408, espec. pág. 395. 140 Ch.-E. DUFOURCQ, «Commerce du Maghreb médiéval avec l'Europe chrétienne et marine musulmane: données connues et problemes en suspens», Congres d' Histoire et de Civilisation du Maghreb, Túnez, 1979, 170-184, reprod. en Ch.-E. DUFOURCQ, l'lbérie chrétienne et le Maghreb. Xlle-XVe siecles, Hampshire, 1990, 161-192; M. SANCHEZ MARTfNEZ, «Comercio nazarí y piratería catalano-aragonesa(1344-1345)»,en M. GARdA-ARENAL y M.• J. VIGUERA (eds.), Relaciones de la Península Ibérica con el Magreb, págs. 41-86; «En tomo a la piratería nazarí entre 1330 y 1337», Actas VCHMA, págs. 431-461; M. l. CALEROy V. MARTfNEZ ENAMORADO, Málaga, ciudad de al-Andalus, Málaga, 1995, pág.297,n.18. 141 Ch. PICARD, l'océan Atlantique musulman. De la conquete arabe a l'époque almohade. Navigation et mise en valeur des cotes d'al-Andalus et du Maghreb occidental (Portugal-Espagne-Maroc), París, 1997; y lamer et les musulmans d'Occident au Moyen Age. Vl//'-XII/' siecle, París, 1997: «conséquences qu'eut la perte par !'islam des principaux ports de l' Andalus apres l 'effondrement des Almohades en 1260». 142 A. MALPICA, «El pescado en el reino de Granada a fines de la Edad Media: especies y nivel de consumo», Col/oque: Mangeretboireau MoyenAge, Niza, 1984:Aliments et sociétés, I, I03-117;A. MALPICAy A.GóMEZBF.CERRA, Una cala que llaman la Rijana. Arqueología y paisaje, Castell de Feno-Granada, 1991; J. LIROLA, «Modalidades del contrato de fletamiento de embarcaciones en al-Andalus», MEAH, XXXVIII(1989-90). 87-100; P. A. PoRRAsARBOLEDAS, «El «Rélations économiques de comercio entre Jaén y Granada en 1480»,Al-Qan_tara,IX ( 1988), 519-524: B. ROSENBERGER, la Basse Andalousie avec Je Mame Atlantique (milieu du xv y Oriento Medio (1325-1332)

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HISTORIADE ESPAÑA

condiciones militares de la frontera y las frecuentes razzias y «entradas» de los ejércitos castellanos en suelo nazarí. Los largos períodos de crisis internas, motivados por las tensiones nobiliarias, durante los años finales del siglo XIII y especialmente a lo largo de todo el siglo xv. Las graves imposiciones fiscales a los súbditos del reino, el pago de las parias a Castilla, la reparación de las fortalezas y el mantenimiento de las fronteras, las constantes rupturas de treguas, el mantenimiento del ejército, y pago de las milicias mercenarias africanas, y la alta densidad demográfica del reino. Y sin embargo, pese a estos factores generales, entre otros, la economía del reino pudo permitir afrontar tantas condiciones adversas. Los recursos naturales que conforman la economía granadina proceden de la agricultura, la ganadería, la industria y el comercio. El régimen de propiedad, por los pocos datos conocidos, estaría formado por propiedades nobiliarias o de notables del reino, explotadas por colonos asalariados, aparceros y miembros de la «familia doméstica de la propiedad». En las numerosas alquerías, en especial en la Vega de Granada, existieron pequeñas propiedades en régimen familiar, sometidas al impuesto anual exigido por la Hacienda nazarí. Estas alquerías de la Vega producían algunas de ellas una renta anual de 500 dinares oro 45 • En la Vega se constatan igualmente treinta almunias, pertenecientes al patrimonio real, y veinte cercanas a la capital y al recinto exterior. La renta anual fiscal se estima en 25.000 dinares oro. De estas alquerías, algunas de ellas pertenecientes también al patrimonio real como la de Zujaira, cerca de cincuenta por su importancia poseían mezquita 46, castillos y molinos. La capital, Granada, disponía de más de ciento treinta molinos hidráulicos, elemento básico para las industrias de transformación, y testimonio de una alta producción cerealista. Son conocidos los molinos de Coín, los molinos de piedra o almazaras de aceite de Archidona o los del valle del Almanzora y rambla de Guarea en la cora de Almería, o los del valle del río Guadalbullón, o los del río Gordo, en la Ajarquía malagueña, o los hidráulicos y almazaras de Loja. Completadas estas industrias de productos variados con los complementarios de la economía rural de elaboración de quesos, leche, mantequilla, miel y aceite. La agricultura tradicionalmente se estructura en unos cultivos de secano, de régimen extensivo tanto en las comarcas de las regiones llanas como en las zonas montañosas del reino, y los cultivos de regaaio en régimen intensivo en las hoyas y tierras ribereñas y los valles, como las hoyas de Málaga o Vélez-Málaga, valle de Abdalajis, Vega de Granada, valle del Guadalevín en Ronda, Almanzora en Almería y depresiones alpujarreñas o laderas montañosas orientadas hacia la umbría, o el fértil valle granadino de Lecrín, que se enriquecieron con las feraces huertas.jardines o naranjales y frutales que asombraron a los viajeros y geógrafos musulmanes. Los cultivos cerealistas más notables en todo el territorio lo constituyen el trigo, la cebada. el alcarcel y el mijo, y otras gramíneas como el panizo y la cebada (Fuengirola, Oria, Vera), alcándola o escandia. Las comarcas trigueras más señaladas son la Vega de Granada, Cártama. Antequera, Ronda, Montefrío, Alhama y tahas alpujarreñas de Órgiva, Ferreira y Poqueiras. Sin embargo, la producción de trigo es deficitaria en el reino, se importa por Almuñécar de Túnez y Norte de África, o bien de Castilla, cuando lo permiten las treguas. El mijo en especial constituye el alimento básico panificado de la población pobre campesina. Los cultivos de plantas industriales más significativos son el lino en la Alpujarra almeriense y el atochar en las mesetas de Guadix y Baza. junto con el azafrán en la región de Baza y en Priego. Los cultivos arborícolas, en promiscuidad con los cereales, en las zonas montañosas y en las «solanas», son los tradicionalmente mediterráneos y alcanzarán notable desarrollo en los siglos xrnxv nazaríes. Los olivos, almendros, higos y viñedos, olivares de Málaga (destruidos en 1410), Pechina, Archidona, Loja, Lecrín, la comarca granadina de los «Montes» y en dispersión en la Alpujarra baja. Los famosos viñedos de Almería, Ajarquía malagueña (Cártama y Comares), Almuñé-

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car, Jete, Albondón, Albuñol, las viñas de Loja; el viñedo granadino rentaba anualmente 14.000 dinares oro 4 7 • El almendro, asociado su cultivo al anterior, era importante en la Alpujarra almeriense y comarcas malagueñas. En las mismas áreas comarcales encontramos el cultivo y aprovechamiento de los higuerales que dieron fama a los higos de Málaga, Comares, Almuñécar, tanto para su consumo en fresco como secos, y que constituyen una solicitada mercancía de exportación. Los frutos secos abundaban durante todo el año en el reino de Granada, entre otros las uvas-pasas, higos, castañas, bellotas, nueces y almendras, o aceitunas preparadas para el consumo doméstico. Los cultivos de regadío, aparte de las especies gramíneas, que necesitan el regadío para su crecimiento y desarrollo, como en el panizo, que «en secano, o que carece de riego, es mortal para el ganado» 48 , se especifican en las huertas y vegas del territorio del reino y en los árboles frutales. Entre ellos los perales, manzanos, cerezos, granados, castaños, limoneros y naranjos de la Alpujarra, Álora, Loja, Priego, valle del Almanzora, Vega de Antequera, Vega de Granada, valle de Lecrín. Se añaden los cultivos propios de la costa, de la caña de azúcar en Motril y Salobreña. Mención aparte merece el cultivo de los morales, por la alta producción de seda y la industria derivada de los mismos, y extendido su cultivo en toda la Alpujarra granadina y almeriense, destacadamente en las _ta'ásde Jubiles y Senes. Las actividades y riquezas silvo-pastoril se manifiestan en las zonas de pasto, bosques, caza y ganadería. El ganado se extiende por estas zonas de pastos de montaña en la Serranía de Ronda, la Andalucía esteparia y la región más al sudoeste del reino, en tomo al Campo de Gibraltar, donde era renombrado el ganado mular y de carga. Camellos y ovejas se encuentran en Alhama de Granada y en Fuengirola; los pastizales y rebaños de ganado mayor y menor en Antequera, la ganadería de Ronda, pastos de Baza; el ovino de Dalías y la Vega de Granada, el ganado menor de Mojácar y Vera. Tierra abundante en caza menor fueron la comarca de Montefrío, Loja, Ajarquía malagueña, Oria, Alhama (Almería), y las aves de co"al, gallinas, palomas y pavos en la Vega de Granada y Almería. La apicultura estuvo muy extendida en Cantoria y Oria, cuenca alta del río Almanzora, Málaga, Purchena, tierras bajas de la Serranía de Ronda, VélezMálaga, Algeciras y Vega de Granada. Hemos de añadir la explotación de recursos forestales para leñas, carbón e industrias de la madera (construcciones, armas, campamentos, murallas, herramientas, etc.). La pesca del litoral nazarí completa las actividades económicas del reino, pesca de cabotaje a lo largo de toda la costa, destacando el excelente pescado de Almuñécar, Salobreña, Fuengirola, las sardinas de Marbella y las anchoas de Málaga.junto a la pesca deportiva practicada en Adra en el siglo XIV, en barcos pequeños denominados jabeques 49 , y la pesca fluvial en el río Alhama. Los recursos mineros del reino de Granada no nos son bien conocidos; sin embargo, las pocas noticias llegadas a nosotros 50 nos señalan la existencia y explotación de la galena en Baza, el oro del río Darro y el mármol blanco de Almería; muy celebrados eran el lapislázuli, rubíes.jacintos y marquesitas 51, perlas de Vera, el plomo de Berja, el mercurio de Paterna, el mármol fino «moluqui» de Almería, el jaspe, el mineral «tutía» de cobre, mármol azul de Sierra Elvira, blanco de Alfacar, verde de Lanjarón y de la Sierra de Güejar, la plata y el hierro en Guadix, y las aguas mineromedicinales de Lanjarón, las minas de sal de La Malá y Loja. Toda la producción económica del reino de Granada se orienta al consumo interior, y a las industrias derivadas de la agricultura o sus recursos mineros, que dan un crecimiento y extraordinaria calidad a la artesanía y productos manufacturados de los nazaríes. Razón por la que tanto el comercio interior como el exterior de productos especializados (tejidos de sedas, cueros, armas, pieles, cerámicas, frutos, ajorcas, pendientes, brazaletes, calzados con pedrería y plata, etc.) alcanzan notable desarrollo. La economía agrícola se completa con las industrias derivadas artesanas y mercantiles. Junto a los mercados, alcaicerías y alhóndigas de las capitales-cabeceras del reino, Granada,

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Málaga y Almería, en las ciudades más poblada s igualmente aparecieron excelentes mercados regionales como en Baza, Antequera , Iznájar, VélezMálaga o Loja y Ronda, mientras que en las rutas interiores nacieron hospederías importantes como las de Mondújar, Zalias y Alhama en el camino costero de Vélez-Málaga a Granada , en Guadix y Diezma , a mitad de camino en el viejo itinerario GuadixGranada. A estos mercados rurales acudían los campesinos para llevar los excedentes de la cosecha (ganados y frutos) y adquirir los complementario s a su alimentación o productos manufacturados. El gran puerto nazarí es indudablemente el de Málaga, que desplazó el centro de gravedad comercial, establecido en Almería en la centuria anterior; destacaron los puertos de Adra , La Rábita , Motril, Salobreña y Almuñécar, salida natural del comercio interior de los productos alpujarreños. El puerto de Almería canaliza todo el comercio interior y exterior del extremo oriental del reino de Granada y las relaciones con Murcia, cuyo enclave esencial lo constituye el puerto de Vera. Asimismo enlaza el comercio marítimo con Denia, Xátiva y Valencia, o las relaciones comerciales que junto con el puerto de Málaga se mantienen con los norteafricano s, Jarra nazarí de la segunda mitad del siglo xm. Museo especialmente los puertos tunecinos para la impor de la Alhambra, Granada tación de trigo. El puerto de Algeciras gira en tomo al Magrib occidental durante los siglos xrn y XIV, más dirigido por el señorío benimerín establecido en ella, y que políticamente entra en la órbita de relaciones con el núcleo más occidental del reino: la región natural de la Serranía de Ronda. Importante plaza militar la de Algeciras en la política general del Estrecho; junto a las razones de este tipo, su puerto alcanza importancia por ser plataforma con la zona oeste norteafricana , frente a Ceuta «que atraía mucho a los musulmanes de todas las regiones del mundo»; muy poblada en el siglo XIII, su puerto era cosmopolita, rico en el comercio de exportación de trigo , caballos y objetos de artesanía marroquí, cinturones y tejidos de lana, pieles de cordero, lanas , ceras, agrios 52,productos que entran en el reino nazarí a través del estratégico puerto de Algeciras. Es preciso señalar que durante toda la historia del reino nazarí de Granada se fijaron lugares a lo largo de la frontera , por donde se realiza el comercio interior, en los períodos de paz , y en los que se paga el impuesto comercial del «diezmo y diezmo y medio de lo morisco», de las mercancías que entran y salen del reino de Granada a Castilla. Estos puertos «secos» son Lucena , Antequera , Alcalá la Real , Diezma, Jaén, Quesada, Huelma o el de «la Penaltilla» en Guadix 53 . En menor proporción que con Castilla, la otra constante política del reino de Granada la constituyen sus relaciones con la Corona de Aragón y en general con la tierra levantina. Ellas hicieron posible los contactos granadinos bélicos o pacíficos con Murcia , Lorca, Orihuela, Alicante o Valencia, desde el núcleo principal nazarí de Almería . Estas relaciones, expresadas en la redención de cautivos y en el comercio , sitúan a Valencia como mediadora en múltiples ocasiones de estas rela-

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ciones , que durante el siglo xv se mantuvieron continuadamente desde sus inicios hasta la muerte de Alfonso el Magnánimo ( 1458) , y condicionadas , como en Castilla , a la firma de las treguas entre ambos Estados . En el período 1401-1458 han viajado de Valencia a Granada trescientas ochenta personas, mudéjares con destino a Granada capital , Almería , Almuñécar , Baza , Gibraltar, Guadix , Mojácar, Vera, Málaga y Vélez-Málaga; especialmente llegan más a Almería y Málaga , y entre ellos son diferentes los motivos y sus profesiones (ex cautivos , servidores de mercaderes, patrones de galeras , alcaides o alfaquíes. Unos para llevar halcones , comprar joyas, recobrar herencias o traer cautivos ...) 54 • El comercio de importación de Granada con Valencia es de mercancías muy variadas: gleda, hilos de cáñamo, cucharas y copas de plata, azafrán, arroz , algodón , calderas de cobre , cofres de madera , cueros de ciervo , jengibre, jarros de plata , miel , mantas de lana, 25 quintales de estaño , cabezadas de mula , plata y plomo , sillas de montar , tejidos y queso s de Cerdeña , y un millar de jarras de aceite llegadas a Málaga y Almería en 1411 y 1414 ; y paños valencianos y especias 55 • Granada supliría estos gastos de la importación con las ventas, a su vez , de sus tejidos de seda y productos manufacturados, o frutos de exportación , desde sus tres capitales , centros artesanos y del comercio nazarí: Almería , Málaga y Granada. La industria que existió en el reino de Granada fue la de la artesanía , en los núcleos de población urbanos o semiurbano s, y particularmente desarrollada en sus tres capitales decoras o provincias. Estas actividades artesanas , que por otra parte son comunes en las ciudades medievales, son derivadas de los productos naturales agrícolas o industriales , transformados en manufacturas, modo de vida esencialmente urbano . Si repasamos las escasas noticias de que disponemos sobre la economía del reino nazarí, observamos el destacado papel que representó la artesanía en objeto s suntuosos de coste más elevado y aquellos otros de la vida práctica , cuyo resultado fue un activo comercio interior y exterior de los mismos , y empleó a una gran masa de población activa . Destacan en primer lugar la elaboración

Cargando sal en las salinas de San Femando , Cádiz, en el siglo

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Mina s de Huelva a finales del siglo

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de las telas de seda , lana, lino , algodón, pelo de cabra , y confección de túnicas preciosas , broc ados, telas labradas, turbante s, tocas de mujer, velos con adornos de plata y flores, los tisúes de seda , almalafas , terciopelos , damascos , alquicele s de Persia; los objetos de bronce y cristal. Industria s de la metali stería , de la loza vidriada , especialmente en Málaga, y las cerámicas extendida s por todo el territo, io. Famosas fueron las cerámicas de cocina del valle del Andarax, Antequera o Berja . Igualmente notables fueron las industrias del cuero , destacando las vainas de sables , cinturone s y correas elaborado s en Málaga , y las de cesta s de mimbre . La s industrias de la piel tuvieron una aplicación especial en la ciudad de Granada, formando parte de las cortes suntuarias hispano-mu sulmana s. Con piele s curtida s y decoradas se tapizan las alcoba s, los salones de palacios y las mansiones reales, y se revisten cúpulas y techos 56 , siendo un motivo de distinción y preeminencia social. En Granada se conserva la colaboración de esta s dos técnica s de las artes suntuarias: la técnica de la carpintería musulmana granadina de cubierta s y la técnica de las pieles curtidas y decorada s, «para cuya produc ción disponían los reye s de Granada de una tenería en su barrio de indu strias palatin as en la Alhambra , de las que pueden verse bastantes restos conservados 57 • Tales técnjca s y uso de la piel curtida y decorada se advierte en la Sala de los Reyes de la Alhambra de Granada , en las pinturas que decoran sus bóvedas». Las tabla s de estos techos abovedados están ensambladas con clavos de hierro estañados, sin cabeza , terminado s en punta por los dos extremos , de modo que cada una de las puntas penetra en el grueso de las tablas inmediatas , trabándolas unas a otr as por pres ión. Esta téc nica tan simple se usó con éx ito en los demá s techos y en la tablazón de la puertas de la Alhambra medieva l y ha persistido hasta fines del siglo XIX en la artesanía de Granada, de tradición morisca , de construcció n de la tapa abombada de los «baúles mundo » forrado s de piel de cabra ... en cierto modo similar al de los tec hos de la Sala de los Reyes 5 8 . Se emplearon

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pieles de camero, cabra o ternera, con bordes estafilados, es decir, adelgazada la piel progresivamente hacia el borde , y se adherían al soporte de madera con engrudo de harina de trigo. Ya hemos señalado que el curso de la historia nazarí «forzosamente bélico » permite que el ejército ocupe un destacado lugar en los asunto s de Estado. De aquí se deduce que las industrias artesanas de la metalistería, hierro y cuero alcanzaron también un gran desarrollo en la producción granadina de armas , banderas, capas, sillas de montar, escudos, espadas y lanzas largas, cotas y estribos 59 , de uso general tanto en Castilla como en Granada, a lo largo del siglo xm. Desde 1273 se adopta en el ejército nazarí una forma nueva de usar las armas y montar a caballo, la de «a la jineta », propia de los africanos meriníes y beréberes. Los venablos de varias cuchillas, el estribo corto, sillas de montar , sables y espadas muy pesadas , adargas finas de ante. Estas armas constituyen su equipo militar , que se adapta en Granada, y cuyas espadas fabricadas serán solicitadas también por los cristianos, y que fueron llamada s por ellos «mori scas, zenetas o de la jineta », situación que permite una industria especializada granadina para uso propio y comercio exterior. La fabricación de aceros hispano-musulmanes , de larga tradición, sitúan a la Almería nazarí en uno de los centros más selectos de esta industria. Estas espadas granadinas, como consecuencia de las innovaciones africanas, se transforman aligerando su peso, de ancha hoja de dos filos, pero má s delgada y más corta, con pomo, puño y arriaces. Los inventarios de los siglos xv al XVI, las crónicas castellanas y otros textos nos describen estas armas y nos dan idea «de que no sólo gozaron de la estimación de los musulmanes , sino que alcanzaron máximo aprecio en las armerías cristianas » 60 . Las chapas de oro y piedras preciosas, aljófar , rubíes y esmeraldas, adornan y cubren la empuñadura de las misma s y la vaina; espuelas de oro y plata esmaltadas, esmaltes blanco s y verdes; cueros leonado s, terciopelo s rojos, corazas forrada s con terciopelo , puñale s dama squino s, adargas y lanzas constituyen la espléndida artesanía de las armas granadinas, decorada con diferente s técnica s de orfebrería , las más frecuente s fueron «el dama squinado (incrustaciones de hilo de oro sobre hierro), el nielado (embutido de sulfuro de plata) , el dorado a fuego, el esmalte opaco o translúcido , la filigrana , el repujado , el granulado y la talla de marfil » 6 1• Estas armas de los talleres reales serían para el uso de alcaides, noble s y reye s, y para regalos en las relacio nes diplomática s, y mercado exterior para la nobleza de los Estados cristianos ... otros ce ntros de fabricación con Granada, principalmente , son Málaga y Almería; de menor riqueza en su fabricación Mondúj ar, Bentarique y Bérchule s. La indu stria de la seda y sus tej idos fue induda blemente la que más import ancia tuvo en la eco nomía nazarí , y sobre la que gravitó un impuesto espe- Jarr ón nazarí de principi os del siglo XIV. Mu seo de l cial, el llamado «diezmo de la seda », mantenido Ermi tage. San Petersbur go

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después de la conquista de la ciudad y fuente caudalo sa de ingresos a la Hacienda 62 nazarí y después de 1492 a la Hacienda castellana. El siglo XIV fue el de mayor desarrollo en el reino de Granada una vez consolidado el Estado, fijadas las fronteras, con buenas relaciones diplomáticas en general con Castilla y Aragón, circunstancias que permiten un elevado nivel de vida , hasta el punto de que los historiadores del siglo XIV Ibn Jaldün e Ibn al-Jafib señalan que sería causa de la ruina de Andalucía «las condiciones de vida en las que se desenvolvían los granadinos de aquel tiempo que eran las propias de una burguesía indolente que sólo aspiraba a vivir con tranquilidad y al di sfrute de sus riquezas» 63 • Desarrollo urbano y crecimiento de las industrias de artesanía van unidos . Éstas ocuparon la principal función de las ciudades , sobre todo en las capitales. Almería destaca como ciudad portuaria con huertos, jardines, naranjales, zocos, hospederías y baño . Fábricas de telas labradas, y tejidos famosos de seda , con telares para túnicas preciosas y brocados, telare -S para la tela llamada «ciclatón», otros telares para los vestidos «georgianos y los ispahaníes», lanas, mármol, metalistería y cristal 64 • La segunda ciudad del reino es Málaga , celebrada como una de las capitales más hermosas , muy poblada , comercial , industrial y rica . Con su doble producci ón económica, la procedente del tráfico comercial marítimo y productos pesqueros, y la del interior con sus frutos, especialmente las uvas, pasas , higos y almendra s. exportados a lrak , Egipto , Siria, India y Norte de África 65 , junto con sus ricos tisúes y brocados , pieles bien labradas, su valiosa porcelana dorada . En la estructura urbana de la ciudad, por barrios y arrabales , se encuentran hospederías o alhóndigas y posadas , y otros núcleo Seda nazarí del siglo x,v . The Metropolitan artesanos, que dieron nombre a sus barrios, como el Museum of Art, Nueva York «arrabal de los vendedores de paja y forraje » al oeste de Gibralfaro , sus atarazanas, mezquita mayor. madraza y alcaicería ; de las puertas de la ciudad sólo se conocen la Puerta de la Fuentecilla, en el arrabal de su mismo nombre , y la Puerta del Teatro , probablemente cercana a las ruinas de algún teatro romano 66, y donde existían, igual que en Granada, zocos permanentes o temporales . Es Granada , la capital nazarí , la ciudad más representativa de la economía del reino de Grana da; en ella confluyen los productos agrícolas, costeros y las manufacturas de la industria arte ana. o los producto s del comercio exterior de importación , o los de otras comarcas en la dinámica de compensación de unos producto s propios por otros producidos fuera del ámbito regional natu ral granadino . Su topografía urbana pre senta , junto a mezquitas-escuelas, palacios y otros edificio s públicos , aquellos otros núcleo s y elementos constitutivos de la vida económica urbana : sus calles

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comerciales, alhóndigas, zocos, alcaicería . Entre sus calles tortuosas y estrechas, en las plazas situadas junto a las puertas de acceso a la ciudad y sus arrabales, existieron los zocos permanentes o periódicos. El profesor Seco de Lucena, al estudiar la ciudad de Granada 67 exhaustivamente, nos ha proporcionado preciosos datos que son testimonio irrefutable de la vida económica artesana de la ciudad y reino en los siglos XIV y xv, junto con la reconstrucción y descripción topográfica y arqueológica de la forma y estructura de la ciudad. Los mercados de paños de lana y cabra y lienzos de algodón y lino se hallaban en el sector occidental de la alcaicería,junto con las tiendas de los mercaderes de alifafes y mantas de paño. Zapateros de alcorques, tintoreros y curtidores, se establecían en la ribera oeste del Darro, entre la actual calle del Príncipe y Puerta Real; el mercado de aves, carnes y pescados estaba en la margen derecha del río Darro, junto con los sastres 68 • Esta identidad entre barrio y oficio permite señalar talleres y tiendas de especieros, leñadores, barberos, silleros, zapateros, tintoreros, curtidores, ladrilleros y alfareros. Cuando se incrementa en el siglo xv el comercio con los genoveses, se crea una aduana en la ciudad, y se establece la llamada alhóndiga de los Genoveses, en la plaza actual de ViJiamena; junto con ésta destacaron la de los Zurranderos y la del famoso Corral del Carbón, y la Alhóndiga, donde residían los vendedores de gusanos de seda en la actual calle de Elvira. Estas alhóndigas 69 tuvieron una doble función: la de almacenar las mercancías y la de alojamiento de los mercaderes forasteros. Centro mercantil de gran importancia fue la plaza de la Gran Mezquita, y sus alrededores, donde junto a tiendas particulares existían cincuenta tiendas pertenecientes a los habices, o bienes religiosos, y en ella se instalaron las tiendas de los perfumistas y especieros 70 • En la alcaicería, con sus bazares de lujo, contigua al anterior centro comercial, se trafica especialmente con la seda, los paños de lana, lino, algodón y pelo de cabra, y en el zacatín, extremo meridional de la alcaicería, existe un amplio mercado de plateros, merceros, lenceros, esparteros y «predominantemente los vendedores de ropa usada», llamados ropavejeros 71 ; otro mercado permanente de in~rés fue el «azoguejo o mercadillo de la puerta de los Alfareros», emplazado en la actual plaza de Mariana Pineda . Todos estos mercados o zocos aparecían en los espacios libres de la madina.

Ataifor de la nave . Período naz.arí.siglo xv . Victoria and Albert Mu se um , Londres

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Durante el siglo xv circulan por el reino todas estas laboriosas manufacturas granadinas, «arcones , alcatifas de lana, camisas de lienzo, aJfombras, almohadas de esparto, alifafes, aJmaisares de hilo , colchas de seda, marlotas de palo , vasos y redomas de vidrio malagueño , azaleas y almadraques de cuero», mercancías que dan testimonio de la espléndida artesanía nazarí. cuyos comienzos y futuro desarrollo encontraron circunstancias propicias desde el siglo XJV, en especial los reinados de Yüsuf I el Justo y Mul}ammad V; cabe añadir que las propiedade s de regadío alcanzaron igualmente un alto precio . valorado en 400 dirhams de plata el marja l (427 m 2 de superficie) 72 • Esta organización gremial granadina, colofón de los gremios musulmanes de la Penínsul a 73 • aJcanzó una notable perfección y debió de influir poderosamente en la ordenación de los gremio . después de la conquista de la capital y durante todo el siglo XVI 74 • Una policía especiaJ independiente del Sal_úbal-medina o sal_úbal-sw:ta, «la policía del mercado», con jurisdicción independiente , depen día del muhta:;ibo aJmotacén, y alamines, fieles o aJarifes eran los jefes de los distintos gremio s graCortina nazarí , siglo xv. The Cleveland Mu seum of Art nadinos, que controlan a los artesanos y su producción , en quienes se apoya el almotacén por ser «personas de reconocida honradez , acendrada moral y conocimientos técnicos ; es decir, en alamines» 75 • La agricultura intensiva y extensiva , una ganadería extendida por las zonas de pastizales y mon tes, tanto de ganado mayor como menor , sobresaliendo el ganado de carga y transporte (asno . mulos, bueyes) y ovejas , cabras, actividades silvopastoriles, la agricultura, caza y pesca fluviaJ _ marítima , aprovechamientos forestales (leña, carbón, maderas), recursos propios del sector prim ario, conforman los recursos económicos del reino nazarí de Granada, que se completan con los recursos minerales , plantas y agua s medicinales y las industrias derivadas, principalmente aquellas de productos manufacturados que centran una artesanía floreciente realizada por una pobl ación activa, laboriosa y especializada en las ciudades o núcleos semiurbanos, cabeceras de comarcas y regiones naturale s. Un fluido comercio interior pone en circulación los productos agrícol as o manufacturados por todo el territorio del reino, comercio realizado con Castilla y con la Coron a de Aragón y Valencia, o el Norte de África, particularmente con Túnez, y durante el siglo XIII y xrv se constata el constante aflujo de los comerciantes italianos en Almeóa , de mayor volumen en Málaga y en la capital durante todo el siglo xv, con predominio de los genoveses. Naturalmente , las fluctuaciones de la riqueza económica son considerables y paralelas al retroceso y guerras de fronteras, de forma que gran parte del territorio en la guerra de Granada quedó yermo y desertizad o , encontrándose los núcleo s despo blado s, y en cuya investigación ha de pasar a primer plano la arqueología medieval. Nos quedan, finalmente, por señalar otras noticias sobre rentas e imposicio-

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nes fi scales nazaríes y moneda. Para estos aspectos nos enfrentamos con las mismas dificultades de la carencia de fuentes directas para su conocimiento. Los trabajos realizados hasta ahora se hicieron aprovechando la documentación castellana de finales del siglo xv y principios del XVI , y algunos datos procedentes de Ibn al-Ja.fib. Ciertamente nos son válidos, ya que después de la toma de Granada permanecerán las instituciones nazaríes en un régimen de administración mixta mudéjarcastellana (1499-1501-1509) , lentamente sustituidas por las castellanas a lo largo del siglo XVI. Son muy útiles los datos proporcionados por Seco de Lucena para el siglo xv 76 , incorporados por R . Arié n a su obra más reciente , y los conocidos de J. Álvarez de Cienfuegos , sobre documentación del Archivo de Simancas, completados por M. A. Ladero 78 • Todas las entidades de población cabeceras de los distritos administrativos del reino, como ellos mismos, constituyen unidades de economía y fiscalidad . Las grandes fortalezas y alcazabas igualmente centran una economía de frontera; en ellas el Estado invierte numerosos gastos de mantenimiento en hombres, bastimentas y reparos. La Vega de Granada «con su tierra blanca» proporciona ba sus buenas cosechas y muchas «eras» y lugares magníficos para las aves de corral , con almunia , fincas y alquería s, que rentan al Estado 262.000 dinares oro , en la época de segar la tierra 79 , con las propiedades del patrimonio real y los habices de las mezquitas , más los impuestos fiscales , eleva la cifra de la renta a un total de 560.000 dinares. Estos impuestos tienen como base el tradicional diezmo ( usr ) musulmán , que se impone sobre las especies , en particular cereales y frutos , y sobre los derivado s, como la mantequilla y el aceite , o los impuestos que gravitan sobre los cultivos intensivos o producto s de artesanía y del comercio exterior &irecaudado en las aduanas granadinas en metálico . Conocemos los derechos del alacer, referido a olivos y viñas; de la a/fitra, sobre las propiedades; los almahuala , sobre tierra y bienes inmuebles; el azaque, sobre herbajes ; el sequi, tartil, sobre la seda ; el tigual, aplicado a las pesquerías ; el magrán o derecho de tránsito de mercancías, y otros 81•

Juguetes de cerám ica nazarí . Museo de la Alhambra, Grana da

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HISTORIA DE ESPAÑA

La moneda de plata y oro circula por el territorio y era común el dirhem cuadrado a semejanza del que acuñaron los almohades, con dos submúltiplos, la llamada moneda qiriiJ, equivalente a medio dirhem, y el cuarto de dirhem 82 • Estas monedas llevan inscripción numismática por su anverso y reverso, y en sus leyendas se perpetúa la bis-mi-lliih o profesión de fe, el título del sultán, y en algunas el lema o divisa nazarí. La üqiyya, con peso de una onza, igualmente con orla y leyenda. En el siglo xv aparecieron en el reino de Granada tres tipos de dinares: dinar d.ahabI o de oro,.fitl4i o de plata y el •aynI o moneda de vellón. La relación de valor entre varias especies monetarias la ha establecido Seco de Lucena 83 ; así en 1485 el dinero equivale a 7 dinares y medio de plata; en 1485, a 75 dirhemes de plata ... Las fluctuaciones monetarias del siglo xv, debido a la inestabilidad política del siglo, se manifiestan en un debilitamiento progresivo de la moneda nazarí. Aparecieron otras monedas como el dinar de plata, •asriyya, dinares de oro de cuño nuevo o antiguo, o los sa'dis o dinares de vellón acuñados por el sultán Sa' d 114• La dobla de oro es un múltiplo del dinar; estas monedas anteriores tuvieron circulación legal en transacciones mercantiles, con carácter de moneda fiduciaria y valor de moneda oro. Todas fueron acuñadas con el troquel de la dobla 85 •

LA HACIENDA NAZARÍ

Sobre las rentas hemos de hacer una última reflexión. En primer lugar, que no conocemos aún la Hacienda nazarí; los trabajos aparecidos hasta ahora nos ilustran positivamente, de una manera lineal, sobre las cargas a las que el Estado nazarí hubo de hacer frente, y que revierten en la presión fiscal de los súbditos; se ha esbozado el antagonismo entre los impuestos legales, el 'urs o diezmo, el jaray y la yizi'a o impuesto de capitación, admitido por el Corán, y aquellos otros que dificilmente podían ser aceptados por todo «buen musulmán». Y esto lógicamente, por la contribución que supone, crea el malestar entre los súbditos, más que por motivos religiosos. Sin embargo, hemos de señalar que entre los impuestos legales, el de la limosna o saqiit, azaque, que se inicia como un precepto del Islam, se convierte en un impuesto fijo para todos los creyentes, que regula el Corán en la azora 9 «Del arrepentimiento», aleya 60: «las limosnas son solamente para los pobres y los necesitados, y para los que trabajan en recogerlas y distribuirlas, y para aquellos cuyo corazón ha sido ganado (para el islamismo), y para rescatar a los cautivos, y para los que tienen deudas, y para los que están en el sendero de Alá. De Alá que es sabio y prudente». El imam podía modificar, aumentando o disminuyendo, el montante según la capacidad de contribución del creyente, así como el emir puede hacer lo mismo con el jariiy, en relación con la rentabilidad de la tierra. Exentos los musulmanes deljaray y la yizi'a o capitación, estaban sólo sujetos al pago del diezmo. Los dos primeros impuestos fueron la base del poder de los Estados musulmanes y el establecimiento de un sistema fiscal. No cabe duda que la aplicación de estos impuestos supone por otro lado una norma de diferenciación social, y de elemento representativo de la economía del Estado, si en regresión o en desarrollo. Todos aquellos impuestos ilegales crean la unánime reprobación en el Islam ante las tributaciones ajenas «a los esquemas tradicionales» 86 • A finales del siglo XIV y durante el siglo xv el Estado nazarí ha de afrontar numerosos problemas, como el de la superpoblación, el pago de parias anuales, los gastos de fortificación de ciudades y reparo de fortalezas, la depreciación de la moneda, lo que produce onerosa carga en el Tesoro público (Bayt al-Mal), más los pagos a funcionarios de la corte, alcaides de fortalezas. mantenimiento del ejército, cuya movilidad es constante, víveres, mantenimiento de la corte ... , de

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aquí la presión sobre los súbditos con nuevas cargas fiscales, y cómo, por razones públicas y por necesidad del Tesoro público, se imponen las tributaciones, a los musulmanes, que no responden a los impuestos tradicionales. El juzgar sobre la necesidad y razón de utilidad pública estaba reservado al príncipe. Tal era la conclusión de los juristas granadinos de los siglos XIV y xv87 , dando el respaldo jurídico a la implantación del sistema fiscal granadino. El régimen económico granadino, además, está muy mercantilizado, mientras que su economía nacional, por las circunstancias del medio físico y los agobios económicos, tenía que ser forzosamente, como lo fue -muy intensiva y minuciosa-, aprovechando al máximo los recursos naturales. En general los tributos se recogen en especie, principalmente los productos agrícolas y el ganado; si lo exige el recaudador, en metálico. La guerra y los impuestos acarrearon numerosas tensiones en el pueblo y súbditos granadinos, en especial en toda la segunda mitad del siglo xv. La primera, sostenida por los alfaquíes, ulemas, visires y los linajes, la nobleza alta del reino; los segundos, por razones de Estado. Si las parias gravaron en la cuarta o quinta parte de los ingresos fiscales del país a la Hacienda nazarí en 12.000 doblas granadinas anuales, desde 1330 88 , no menos lo fue las obras de reconstrucción y mantenimiento de la vida interior del reino, los problemas de reivindicación de bienes de compra-venta, el cobro de las rentas y la creación de un eficaz cuerpo de agentes recaudadores de total confianza de Estado. Estos funcionarios son los al.amines, que en las ciudades tienen responsabilidad económica y financiera, y a ellos se les encomienda, por regla general, el cobro de los impuestos que no prescriben ni el Corán ni la Sunna, es decir, los considerados ilegales. Estos alamines, erigidos también en mus rif, se convierten no sólo en recaudadores, sino también en inspectores del fisco, que rinden cuentas al 'amil de su provincia, quien distribuye el dinero según las necesidades. A su vez, la más alta autoridad judicial, los qiiazes,controlan las rentas, según las tarifas redactadas, visadas por el gobierno central. Muy relacionados con el qiiefi.están los administradores de los bienes sin dueño . El qiüf,, controla las salidas y entradas de fondos, y tiene numerosos agentes de servicio que él mismo nombra. Para R. Arlé, el mus rif cobra la zaqát para el majzén, y el ~ál)ib al-mawár"íl percibe la limosna legal, que ciertamente se gasta en lo que conviene al Estado, y no a lo preceptuado en el Corán, y derechos de sucesión 89 • Entre los distintos agentes del fisco ( ummál), destacan aquellos que se integran en la «Oficina de Diezmos y Herencias» 90 • En 1458 el jefe de esta sección del Tesoro público era un alfaquí de Granada. El Tesoro público es «un servicio autónomo que posee su esfera especial de agentes, y que funciona bajo la autoridad del magistrado supremo» 91 • El qii(;[l ejecuta todo lo que es necesario en la administración; tiene además atribuciones militares, políticas, administrativas y misiones diplomáticas. El Tesoro público, Bayt al-Mat, se forma con los ingresos del botín (ganima,fay), los impuestos legales (diezmos,jaráy, yizi'a), derechos aduaneros, tasas e impuestos. En el Estado nazarí perduran los llamados tributos majzenianos que en el siglo XII con los almohades constituyeron el Tesoro público 92. En Granada se cobran como zaqat, o limosna legal, pero se utilizan con otro fin, se impone como tributo local impuesto por qasid, y lo pagan los habitantes a los almojarifes encargados de su recaudación. En las tierras del majzén (mijta~~)entregadas a colonos·, éstos han de pagar el quinto de la cosecha, el diezmo y el noveno, en proporción a la lejanía de las tierras, además de aportar lo necesario para la explotación 93 ; es decir, el canon sobre el agricultor es ilegal, pues pagan el diezmo y el alquiler de la tierra. A continuación recogemos en síntesis los impuestos que conocemos dentro del sistema fiscal de la Hacienda nazarí 94 • Antes conviene recordar que el patrimonio real estaba constituido por las propiedades de la casa real en Granada, Salobreña, Almuñécar y Motril, señoríos alpujarreños, en palacios y casas reales, 20 almunias o granjas en Granada, más los bienes habices de las mezquitas y los tributos en especie de unos trescientos tazones de aceite, más los recibidos de los cereales

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HISTORIADE ESPAÑA

Pozos de la nieve en el grabado de la Alhambra. Civitates orbis terrarum de G . Braum y F. Hohenberg. Servicio Geográfico del Ejércit o, Madrid

y mantequilla de oveja, y los derechos de más de 130 molinos existentes en Granada, que suponían una renta de 298 .000 dinares oro 95 en el siglo XIV, y las rentas totales del Estado 560 .000 din ares oro. Otras rentas del patrimonio proceden de los hornos, tenerías , tiendas y baños. Tierra s de regadío y alquerías enteras como Zujaira, vega granadina, Soto de Roma , Huétor, Cigüela , y emb argos y confiscación de bienes que eran del patrimonio real . Estos últimos bienes en su conjunto integran la renta de la Hagüela (Hawa.la) «que era posesión de los Reyes e Reynas moros, que ningún otro los podía tener (y) los habizes que también los distribuyen los Reyes a su voluntad » 96 , y que dados, dieron las roltanias de los reyes. Con las rentas totales del patrimonio atienden los reye granadinos al sostenimiento de la casa real , la servidumbre, la guardia del palacio de la AJhambra , instituciones públicas , regalos y gratificaciones a los funcionarios (qa'ides, caudillos , militares ), en especie o en metálico. Los impuestos del reino nazarí nos son conocidos por su permanencia en los años po steriores a la conquista de Granada y son testimonio de la doble administración existente en el reino desd e 1492 a 1500, la mudéjar y la cristiana; son valiosas fuentes de conocimiento los Arrendamient o que se hacen desde 1492 de las rentas de Granada, la receptoría de las mismas y las relacione s de los derechos de moros en el territorio del reino. No cabe duda que todavía queda mucho por estudiar en este ámbito y entraña no pocas complicaciones para todo el siglo xv . En el reino de Granada , igual que ha ocurrido con el conjunto de los Estados islámicos, los impuestos no son uni formes y varían de unas regiones a otras, y algunos son privativos de una región determinada por el carácter predominante de su especialización en productos agrarios. Otros productos presentan una fiscalidad común en todo el reino, como por ejemplo la seda. El alacer: Es el diezmo árabe sobre cereales y semillas que se carga sobre los olivares , viñed o y árboles frutales. Cada marjal de viñedo tributa 30 maravedíes . Más elevado era en Mál aga 97 • Al.fitra o a/sira: Derecho sobre las propiedades. Para Ladero Quesada es una capitaci ón anua l de 2 dirhemes o dinare s y medio. Álvarez de Cienfuegos y Raquel Arié indican que es un tribu to

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sobre las propiedades. Mientras que la primera señala que se cobra en metálico , la segunda indica que la contribución es en especie, qadah de trigo , que se emplea en el abastecimiento del sultán 98 • Almaguana: Grava las tierras y bienes raíces. Cada marjal cultivado tributa 9 maravedíes, y en barbecho , la mitad . El 2,5 por 100 anual señala Ladero Quesada 99 • Es un tributo extraordinario. Sobre los ganados /: El araque o saquí. a) En metálico l cabeza de ganado menor paga de l a 2 dinares , l cabeza de ganado mayor paga de 10 a 11 dinares 100• b) El tributo en especie l becerro por cada 40 , l becerra por cada 30, l añal y 1 ternera cada 60 , l cabeza por cada 40 en ganado menor (cabras, ovejas) 101, 2 si pasan de 100 (Ladero, pág . 326).

Tratos co mer cia les entr e un cazador y un co merciant e en una miniatura del siglo XVI. Ms . árabe 528. folio 36v. Biblioteca del mon aste rio de El Esco ria l, Madrid

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HISTORIADE ESPAÑA

En Granada el ganado menor paga anualmente de 4 a 7 maravedíes por cabeza; el ganado mayor. de 30 a 48,5 maravedíes por cabeza 102• «Derecho de pares»: Cada yunta de animal de tiro (caballos, bueyes o mulas) paga un qadah de cereal al año. Para Málaga, se añaden al qadah 30 maravedíes al año 103• De esta contribución. la mitad es de trigo y la otra mitad de cebada. El qadah equivale a media fanega. Impuestos de tránsito: interior y marítimo. Los principales impuestos son: a) El magrán constituye un derecho aduanero, como el almojarifazgo castellano, y parecido al «diezmo y medio diezmo de lo morisco» que pagan a Castilla todas las mercancías que salen y entran al reino de Granada por los llamados «puertos secos». Hay la anomalía de que las mercancías que pasan a Granada por el puerto de La Penaltilla (Guadix) han de pagar otra vez el impuesto del magrán granadino que se cobra en la Puerta El vira de la ciudad 104 • Este derecho aduanero grava en un 2,5 por 100 las mercancías, salvo si se compran en la alcaicería, que paga el 1.25 por 100. Los ganados pagan el tributo más un dinero por cabeza, y la compra o venta de albaranes. entre 2 y 6 dineros cada uno (Ladero Quesada). Este tributo se paga desde 1286 (R. Arlé). b) El tigual: Este impuesto sobre las cargas de pescado desembarcado parece aplicado a las pesquerías de Gibraltar, y sería extensivo a la pesca de todo el sector costero de Málaga. a través de Vélez-Málaga-Zalías-Alhama, abastecería el mercado de la capital en la alhóndiga del pescado, situada en el barrio del Realejo, y se descargaba en la plaza de Bibataubín. En las ordenanzas que se hacen en Toledo en 1496 se prevé el pago de arancel en la alhóndiga del pescado de moros 105• Su cuantía era de 4 maravedíes la carga menor y de 8 la mayor 106• Con respecto a la exportación de uva y almendra, en arrobas, conocemos que: una arroba de uva paga 3 dineros, una arroba de almendra, 7,5 dineros (Ladero Quesada). López de Coca da la cuantía de 9 y 21.5 maravedíes, respectivamente 107• Los paños importados pagan el diezmo de su valor y 5 dineros por pieza a finales del siglo xv. las importaciones el 11 por 100 y la seda exportada el 11 por 100 108• La almahuala: Se refiere a la cora de Málaga, y se relaciona con las almendras, uvas y pasas. Derechos sobre herencias (al-mawiiriV: Existe una gran complejidad para la percepción de estos derechos establecidos; sin embargo, conocemos para la segunda mitad del siglo XV este derecho denominado de la Hijuela. Existen dos modalidades: «cuando el Tesoro público participa en la herencia durante el acto de participación pueden acordar la entrega en metálico al jefe de la Oficina de Diezmos y Herencias, de la cantidad que corresponde al Tesoro con cargo a la sucesión del causante». Otras veces «se destina al pago de la Hijuela una finca determinada, entre las que integran la sucesión», y entonces el funcionario «una vez notificado el fallecimiento del causante investiga cuáles son los bienes que constituyen la sucesión» y saca uno de ellos a pública subasta. que manda pregonar por los lugares en donde se presume que pueden alcanzar mayor precio, hasta que se presenta un postor «que puja sobre los otros», postor con el cual dicho funcionario cierra el trato y conviene la venta de la finca. El referido funcionario se reserva el importe del precio «para pago de la Hijuela que corresponde al Tesoro público» 109 y cobra también sus derechos (1ikafa). entregando al comprador la carta de liberación de pago. Estos derechos de herencias han sido estimados en un 34 ,6 por 100 para la Serranía de Ronda y un 17,3 para el río de Almena 110• La hijuela se paga en la compra-venta de casas y se estima en las 3/8 partes de la misma. R. Arié nos ha dado a conocer III otros dos impuestos significativos: el de la Nazíla o Jnzal. o derecho de posada, por el soldado en numerario y que se remonta a la época de los Omeyas, ya existente en el reino nazarí con Mul,tammad 11(1273-1303); y eljariiy al-Sur, impuesto sobre las murallas que los habitantes de marcas fronterizas estaban obligados a pagar, con fines de construir

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HISTORIA DE ESPAÑA NOTAS

1 M. A. LADEROQUESADA,los mudéjares de Castilla en tiempo de Isabel/, Valladolid, 1969; l. DE L\S CAGIG>.5. Mudéjares. Minorías étnico-religiosas de la Edad Media española. los mudéjares por .... CSIC, vol.111. Madrid. 1949. 2 R. ARIE, L'Espagne musulmane .... ob. cit., pág. 310. ·1 LóPEZ MATA,«Morería y judería», BRAH. CCXXIX, págs. 352-350; L. SERRANO,los Reyes Católicos y la ciudad de Burgos, Madrid. 1943. pág. 180; L. TORRESBALBÁS,Algunos aspectos del mudejarismo urbano med1úal. RAH.

Madrid. 1954, págs. 29-32. 4 M. GARRIDOATIENZA,Las capitulaciones para la entrega de Granada, Granada, 1910; J. MORENO CASADO.•La1 capitulaciones en Granada en su aspecto jurídico». Boletín de la Universidad de Granada, t. 21 ( 1949). pág~. 301-331. s F. J. SIMONET.Historia de los mo:.árabes de España, Oriental Press.Amsterdam, 1967; F. BERMVDEZDE PEDR.~· ZA, Historia eclesiástica de la gran ciudad de Granada, Madrid, 1637, in folio, 302 págs. 6 A. GIMÉNEZSOLER,La Corona de Aragón y Granada. Historia de las relaciones entre ambos reinos, Barcelo11J. 1908; J. GARCIAMERCADAL,«Caballeros españoles en Asia y africanos en España». Revue Hispanique. vol. XII ( ICKJ51. págs. 299 y sigs.; M. A. ALARCÓNY SANTÓNy R. GARCÍADE LINARES,los documentos árabes diplomáticos dt!I Arrhi,r, de la Corona de Aragón, Publicaciones de las Escuelas de Estudios Árabes de Madrid y Granada. 1940: D. CABASEL~s RODRIGUEZ.OFM, «Un franciscano heterodoxo en la Granada nazarí, Fray Alonso de Mella», AI-Andalus. 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TORRESDELGALXl,El antiguo n·ino nazarí de Granada, 1232-/340, Edil. Anel, 1974. 1~ los mudéjares de Castilla en tiempo de lsabt•I l. Valladolid, 1969; «La repoblación del reino de Granada anterior al año l 5fXl». Hispania. l lO. 1968. págs. 489 y 563: «Mercedes reales en Granada anteriores al año 1500», Hispania. 11~. 1969. págs. 355-424: «Datos demográficos sobre los musulmanes en Granada y Castilla en el siglo xv,.. AEM. 8. Barcelona. 1972-1973. págs. 481-490. 20 L. TORRESBALBÁS,«Esquema demográfico de la ciudad de Granada»,AI-Andalus, XXI. 1956. págs. 131•1-+Ó 21 M. LADEROQUESADA.Datos demográficos .... ob. cit., pág. 486: R. ARIÉ, L'Espagne musulmane .... ob. cit.. págs. 339 y sigs. 22 L. SECO DE LL:CENA.«Documentos arábigo-granadinos». /El. Madrid, 1961. pág. XLI de la Introducción; NFILA, c. TORRES.M. CRUZ HERNÁNDEZ,M. A. LADEROQUESADA.y otros. A¡m>Cfr. J. A. LACOMRA,J. F. RODRÍGUEZ ximación a la Historia dt• Andalucía. Edil. Laia B. mayo de 1979. 21 Cfr. P. Gl'ICHARD.AI-Andalus. Estrnctura aruropo/iJgicade una sociedad islámica en Occidente, Barcelona. IlJ76: M." J. RUBIERAMATA.,,El vínculo Cognático en al-Andalus,,. Actas I Congreso de Historia de Andalucí

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Dinar de 1408, de Yüsuf III. Museo Arqueológico Nacional. Madrid

en nombre de Abü Zakariyya YaJJya:al-amir al-ayall, el nobilísimo emir; amir al-muslim1n en acuñaciones de Mul),ammad I, para reducirse a un simple al-amfr bajo Mul),ammad 11. Seguirá un período con la fórmula al-amir 'Abd Alliih príncipe, siervo de Allah, constatado en doblas de Isma'TI I, Mul)mmad IV, Yüsuf I, Mul)ammad V, Mul)ammad VII, para pasar en época de Yüsuf III a un simple 'Abd Allah, acompañado de un laqab: al-na~ir li-din Allah exclusivo de este monarca; al-mutamassik bi-Alliih y al-gan1 bi-Allah utilizado por Mul),ammadVIlI; al-giilib bi-Alliih en época de Mul)ammad IX. Laqab que será utilizado también por 'Ali' ibn Sa'd, Mul)ammad XII y Mul)ammad XIII, mientras que Mul)ammad XI se califica de al-ma~ür bi-Alliih y Sa 'd ibn 'Affde al-musta' 1n bi-Allah . En inscripciones de la Alhambra es frecuente constatar los títulos de mawla y de sultán que no se recogen en las monedas. Hasta la fecha, no se conocen acuñaciones correspondientes a los reinados de Mul)ammad m (1302-1309), Na~r I (1309-1314), Isma'H 11(1359-1360) , Mul)ammad VI (1360-1362), Yüsufll (1391-1392) , YüsufIV (1432), Mul),ammad X (1445 y 1446-1447) y YüsufV (1445 y 1462-1463) . La corta duración de algunos de sus reinados no justifica la falta de monedas batidas en sus nombres. Cabe suponer que ulteriores hallazgos paliarán esta deficiencia. La acuñación en plata sigue también los patrones establecidos por las acuñaciones almohades . En este sentido es ilustrativo el texto de Ibn al-Jaµb publicado por Vallvé que complementa el texto del mismo autor recogido en Al-LamlJ,a al-badri yya y que encabeza estas páginas : La s moneda s de Granada son de plata pura y de oro obrizo en buena y justa aleación . El dirharn es cuadrado y con el mismo peso que el de MahdI almohade . La onza tiene 70 dirhame s con diver sas inscripciones en mi época . En un área aparece la eulogia No hay más dios que Dios , Mahoma es el Prof eta de Dios, y en la obra área No hay más vencedo r que Dios , Granada . La mitad de este dirham es el qir,,ammad VII (794-810/1392-1408). Ofensiva contra Castilla, 143: NOTAS,145. CAPtruw IV.-Decadencia

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y desaparicibn ( 1408-1492)

Yüsuf 111(810-820/1408-1417). lapérdida de Antequera. Treguas, pág. 151; Mulµunmad VIII el Pequeño.primer reinado (820-822/1417-1419); El inicio de las luchas dinásticas, 153; MulJ,ammad IX al-Aysar (el Izquierdo), primer reinado ( 1419-1427), 156; Relaciones exteriores, 156: Revueltas interiores, 157; Mulµunmad VIII el Pequeño, segundo reinado ( 1427-1430). La intromisibn castellana en las luchas por,. ticas nazaríes, 158; Mulµunmad IX al-Aysar (el Izquierdo), segundo reinado ( 1430-1431 ), 160; La guerra con Castílla, 160; La aparición de un nuevo pretendiente al trono, 161; La batalla de la Higueruela, 163: La conquista del trono por Yüsuf b. al-Mawl, 164; Yüsuf IV Jbn al-Mawl (Abenalmao) ( 1432), 165; MulµJmmad IX al-Aysar (el Izquierdo), tercer reinado ( 1432-84911445), 167; La guerra fronteri7Jl con Castilla (1432-1435). 168; Vasallaje de ciudades nazaríes a Castilla y conquista de Huelma. De 1436 a 1438. 169; Las treguas de 1439 y 1443. 170; La sublevación de Yüsuf b. Al}.madel Cojo, 172; Yüsuf V el Cojo (849-849/1445-1446), 174; lsmii'U 111(849-85l/l446-1447), 176; Mulµunmad IX al-Aysar, cuarto reinado (851-85711447-1453). 178; La intervención en las luchas internas de Castílla, 179; Sublevación interior, retroceso bélico y treguas, 180; Mulµunmad X el Chiquito.primer reinado (1453-1454).182; Sa'd, primer reinado ( 1454-1455), 183; MulµJmmad X el Chiquito, segundo reinado ( 1455), 184; Sa'd, segundo reinado ( 1455-1462). La estabiliuicibn del poder y la «venta» de treguas por Castilla, 185; Jsmii'íl N (1462-1463), 189; Sa'd, tercer reinado (1463-869/1464), 189; Abü 1-lfasan 'Ali(Muley Hacén),primer reinado (869-88711464-1482), 191; El asentamiento de Abü 1-}:lasanen el trono, 191; Treguas con Castilla y oposición interior en Granada, 192; El inicio de la guerra final y el levantamiento de Boabdil ( 1482), 195; MulµJmmad XI (Boabdil ), primer reinado (887-888/1482- I 483). Derrota en Lucena y cautiverio, 195; Abü 1-lfasan 'Ali(Muley Hacén), segundo reinado (888-890/1483-1485). Guerra civil y guerra exterior. 197; Mu>,,ammad Xll al-Zagal (890-892/1485-1487). Lucha fratricida y victorias efímeras, 198; Mulµunmad XI (Boabdil), segundo reinado (892-897/1487-1492). Agonía final y entrega. 202; La caída de Málaga y la resistencia de al-Zagal, 202; El final: asedio y rendición de Granada, 205: NOTAS,210: CUADROS, 241.

PARTE TERCERA

LAS INSTITUCIONES l.

LA DIVISIÓNADMINISTRATIVA Por MARIADEL CARMENJIMÉNEZ MATA

Consideraciones previas, pág. 253; Referentes administrativos araboislámicos, 255: El territorio na1rí en la geografia administrativa andalusí, 256: Los aportes textuales. 256; El mapa geográfico-administrativo del siglo X, 264; El espacio nai,rí. Antecedentes. Los portavoces oficiales (ss. X-XIV), 265; AI-Razi, 266: Al-'Ud_ri. 267; Al-Idrisí, 268; lbn Sa'id, 270; lbn al-Jatíb, 271; En tomo a la formación del reino granadino y su conformación física, 274: Apoyos para el conocimiento de la divisibn admi-

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603

ÍNDICE GENERAL nistrativa na1rí, 276; El registro histórico-político y social, 277; El registro económico, 281; El registro jurídico/institucional, 283; La distibución te"itorial ~rí desde la visión directa del autor (ss. XIII-XV), 285; Visión espacial del reino. 285; Las mad"ma/s-capitales. El entorno. 290; Granada, 292; Málaga. 295; Almería, 297; Algunas reflexiones sobre la organización territorial, 301; NOTAS,304.

11. EL SOBERANO,VISIRESY SECRETARIOS Por MARIAJESÚSVIGUERA MoLINS

El soberano ~ri, pág. 320; Títulos y apelativos, 324: Investidura y signos de soberanía, 329; Funciones y autoridad, 336; Administración central y entorno palatino. 338; Los visires, 340; Los secretarios. 345: Administración del te"itorio, 351; NOTAS,355.

III.

LA JUSTICIA.CADfEs Y OTROS MAGISTRADOS Por MARIASISABELCALEROSECALL

Naturaleza de la institución judicial en el reino nazarí, pág. 367; Aspectos jurídico-religiosos, 367; Aspectos políticos, 371; Estructura de la organiwciónjudicial, 374; El «qlQi 1-9aml'a», 375; Cadíes locales, 381; El delegado (nll 'ib), 382: «Patrimonialización» y endogamia social, 385; Sedes judiciales, 387; Designación, 390; Renuncias. 394; Requisitos de nombramiento, 395; La investidura, 397; La retribución, 397; La audiencia del cadí, 399; Los adules, 401; La süra, 403; Funcionarios dependientes del cadí, 406; Atribuciones, 406; Las penas, 408; Acumulación de funciones, 409; Otras magistraturas, 410; «SJt,ib al-SUJ1a»,410; «~iil}ibal-Maµlim», 412; El «Mut,tasib», 413; NOTAS,414.

IV. EL EJÉRCITO Por MARIAJESÚSVIGUERA MoLfNS

Introducción, pág. 431: El ejército, 432: Composición y número de las tropas. 432; Los «voluntarios de la Fe»: los combatientes benimerines, 436; Organización y rangos, 438; La actividad bélica, 441; Armas, 441; Batallas, asedios y algaras, 445; La fortificación del territorio, 448; La marina, 451; Defensa del litoral; puertos y atarazanas, 453; Ejército, estado y sociedad, 455; El ejército en el conjunto social, 455; La «Guerra Santa». 456; Las situaciones fronterizas: guerra y paz. 459; NOTAS,464.

PARTECUARTA

EL ESPACIOY LA ECONOMÍA l.

EL TERRITORIOY LA ECONOMÍA Por CRISTÓBAL TORRESDELGADO

CAPÍTULO1.-El marco geográfico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El ámbito territorial, pág. 481: El medio físico. 482; Las unidades de relieve, 484; Las sierras subbéticas, 484: La depresión central intrabética, 485; La cordillera Penibética. 486: Los conjuntos regionales malagueños, 488; El clima,490; N0TAS.491. CAPÍTULO11.-La costa del reino na;:arí

El litoral por sectores, pág. 494; El estrecho de Gibraltar, 494; La costa mediterránea, 496; El litoral malagueño, 496; El litoral granadino, 501; El litoral almeriense. 503; NOTAS.504.

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604

HISTORIA DE ESPAÑA

CAPITULOIII.-Fronteras y territorio en los siglos XIII y XN

....................................

505

1. Observaciones generales, pág. 505; 2. Las fronteras musulmanas en vísperas de la creación del reino nazarí, 507; 3. Las fronteras del antiguo reino de Granada, desde la formación del Estado hasta 1340. Estructuración de la frontera nazarí, 508; 4. La frontera nazarí, 511; 5. Sectores fronteriws; su descripción y fortificaciones más importantes, 511 ; Sector oriental, 511 ; Sector central, 517. Sector noroeste, 521, Sector sudoccidental, 525; 6. La frontera marítima, 526; NarAS, 529. CAPfTULOIV.-Aspectos

generales de la población, las ciudades y la economía

533

la economía, pág. 540; la Hacienda nazarí, 552; NarAS, 558.

U.

LAMONEDA

Por GUILLERMO ROSSELLÓ BORDOY

.. . . . .. ... . . .. .. . .. .. . .. . . .. . . ... •. . .. . .. . .. . .. .. . . . . . . .

583

.. . .. . . .•. .. . . .. . . .. . ... . . .. .. . .. . . . .. . .. . .. . .. •. . .. . .. .. . . ... . . . . .. . .

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PROCEDENCIA DE LAS ILUSTRACIONES ÍNDICE ALFABÉTICO

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HISTORIA DE ESPANA , MENENDEZ PIDAL DIRIGIDAPOR

JOSÉ MARÍAJOVER ZAMORA

PLAN DE LA OBRA Tomo l. ESPAÑA PRIMITIVA. Volumen l. La Prehistoria. Por Eduardo y Francisco Hernández Pacheco, Luis de Hoyos Sainz, Martín Almagro Basch, Alberto del Castillo, Juan Maluquer de Motes y Juan de Mata Carriazo. Introducción de Ramón Menéndez Pida/. Volumen 11.La Protohistoria. Por Martín Almagro Basch y Antonio García y Bellido. Volumen 111.La Historia prerromana. Por Antonio García y Bellido, Bias Taracena, Juan Maluquer de Motes y Julio Caro Baroja. Tomo 11.ESPAÑA ROMANA. Volumen l. La conquista y la explotación económica. Por Ángel Montenegro Duque y José María Blázquez Martínez. Introducción de Ramón Menéndez Pidal. Prólogo de José María Blázquez Martínez. Volumen II. La sociedad, el derecho y la cultura. Por Julio Mangas Manjarrés, José Manuel Roldán Hervás, Francisco Javier Fernández Nieto, Juan José Sayas Abengochea, José María Blázquez Martínez, Francisco José Presedo Velo, Carmen Codoñer Merino, Antonio Blanco Freijeiro y Juan Carlos Elorza Guinea. Tomo III. ESPAÑA VISIGODA. Volumen l. Las invasiones. Las sociedades. La Iglesia. Por Manuel C. Díaz y Díaz, Luis A. García Moreno, María Ruiz Trapero y José Orlandis. Introducción de Ramón Menéndez Pida/. Prólogo de Manuel C. Díaz y Díaz. Volumen II. La monarquía. La cultura. Las artes. Por José Manuel Pérez-Prendes, José Manuel Ruiz Asencio, Carmen Codoñer Merino, Pere de Palol Salellas y Francisco José León Tello. Tomo IV. ESPAÑA MUSULMANA (711-1031). La conquista, el Emirato, el Califato. Por E. Lévi-Proven~al. Introducción de Emilio García Gómez. Tomo V. ESPAÑA MUSULMANA (711-1031). Instituciones, sociedad, cultura. Por E. Lévi-Proven~al y Leopoldo Torres Balbás. Advertencia preliminar de Emilio García Gómez.

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Tomo VI. LOS COMIENZOS DE LA RECONQUISTA (711-1038). Por Fray Justo Pérez de Urbel, Ricardo del Arco y Garay y Femando Valls Tabemer. Introducción de Rambn Menéndez Pida/. Tomo VII. LA ESPAÑA CRISTIANA DE LOS SIGLOS VIII AL XI. Volumen l. El reino astur-leonés (722 a 1037). Sociedad, economía, gobierno, cultura y vida. Por Claudio Sánchez-Albomoz. Prólogo de Claudia Sánchez-Albornoz. Volumen 11.Los núcleos pirenaicos (718-1035): Navarra,Aragón, Cataluña. Por Manuel Riu y Riu, Ángel J. Martín Duque, Esteban Sarasa Sánchez, Ramón d' Abadal. José María Font y Rius, Antonio Udina Abelló, Josep María Salrach Marés, Gaspar Feliu Montfort y Xavier Barral i Altet. Coordinación y prólogo de Manuel Riu y Riu. Tomo VIII. LA ESPAÑA MUSULMANA DE LOS SIGLOS XI AL XV. Volumen l. Los reinos de Taifas. Al-Andalus en el siglo XI. Por María Jesús Viguera Molíns, Luis Molina Martínez, Manuela Marín, Muhammad Jallaf, Alberto Canto García, Muhammad Benaboud, María Luisa Ávila Navarro, Mari.belFierro, Juan Vemet, Julio Samsó, Tere~ Garulo y Basilio Pavón Maldonado. Coordinación y prólogo de Mana Jesús Viguera Monns. Volumen 11.El retroceso territorial de al-Andalus. Almorávides y almohades. Siglos XI al XllI. Por María Jesús Viguera Molíns, Rafaela Castrillo Márquez, Luis Molina Martínez, Femando Rodríguez Mediano, Victoria Aguilar Sebastián, Emilio Molina López, Hanna E. Kassis, Helena de Felipe, Manuela Marín, Maribel Fierro, Jesús Zanón, Emilio Tornero Poveda, María Jesús Rubiera Mata y María Teresa Pérez Higuera. Coordinación y prólogo de María Jesús Viguera Molíns. Volumen III. El reino nazarí de Granada (1232-1492). Política. Instituciones. ~pacio y economía. Por María Jesús Viguera Molíns, Francisco Vidal Castro, María del Carmen Jiménez Mata, María Isabel Calero Secall, Cristóbal Torres Delgado y Guillermo Rosselló Bordoy. Coordinación y prólogo de María Jesús Viguera Molíns. Volumen IV. El reino nazarí de Granada (1232-1492). Sociedad, vida y cultura. Por María Jesús Viguera Molíns, Antonio Malpica Cuello, Juan Vemet, Julio Samsó, Antonio Femández-Puertas, Ana Echevarría Arsuaga, María Dolores Rodríguez Gómez y Francisco Juez Juarros. Coordinación y advertencia preliminar de María Jesús Viguera Molíns. Tomo IX. LA RECONQUISTA Y EL PROCESO DE DIFERENCIACIÓN POLÍTICA (1035-1217). Por Miguel Ángel Ladero Quesada, José Mattoso, Ángel J. Martín Duque, Federico Udina Martorell, Luis Javier Fortún y José Ángel Sesma Muñoz. Coordinación e introducción de Miguel Ángel Ladero Quesada. Tomo X. LOS REINOS CRISTIANOS EN LOS SIGLOS XI Y Xll. Economías, sociedades, instituciones. Volumen l. Por Reyna Pastor y María del Carmen Carié. Prólogo de María del Carmen Carié. Volumen II. Por Hilda Grassotti, Luis Suárez Fernández, Ángel J. Martín Duque, Eloísa Ramírez Vaquero y Agustín Altisent.

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Tomo XI. LA CULTURA DEL ROMÁNICO. Siglos XI al XIII. Letras. Religiosidad. Artes. Ciencia y Vida. Por Francisco López Estrada, Juan Gil, Antonio Linage Conde, Isidro G. Bango Torviso, Áurea de la Morena, María Luisa Martín Ansón, Ismael Femández de la Cuesta, Juan Vemet, Julio Samsó e Inés Ruiz Montejo. Coordinación y prólogo de Francisco López Estrada. Tomo XII. LA BAJA EDAD MEDIA PENINSULAR. SIGLOS XIII AL XV. La población, la economía, la sociedad. Por Julio Valdeón Baruque y José-Luis Martín Rodríguez. Coordinación y prólogo de Julio Valdeón Baruque. Tomo XIII. LA EXPANSIÓN PENINSULAR Y MEDITERRÁNEA (c. 1212-c. 1350). Volumen l. La Corona de Castilla. Por Juan Torres Fontes, Julio González González, Salvador de Moxó y María Paz Alonso Romero. Prólogo de Juan Torres Fontes. Volumen 11.El Reino de Navarra. La Corona de Aragón. Portugal. Por José María Lacarra y de Miguel, Luis González Antón, Jesús Lalinde Abadía, Antonio Ubieto Arteta, Ángel J. Martín Duque, Eloísa Ramírez Vaquero y Luis Suárez Femández. Tomo XIV. LA CRISIS DE LA RECONQUISTA (c. 1350-c. 1410). Por Luis Suárez Femández y Juan Reglá Campistol. Prólogo de Ramón d'Abadal. Tomo XV. LOS TRASTÁMARAS DE CASTILLA Y ARAGÓN EN EL SIGLO XV. Por Luis Suárez Femández, Ángel Canellas López y Jaime Vicens Vives. Introducción de Ramón Menéndez Pida/. Tomo XVI. LA ÉPOCA DEL GÓTICO EN LA CULTURA ESPAÑOLA (c. 1220-c. 1480). Por José Ángel García de Cortázar, Manuel Alvar, Francisco López Estrada, Emilio Mitre Femández, Francisco Javier Femández Conde, Luis García Ballester, Julio Samsó, Jesús María Caamaño Martínez, Ismael Femández de la Cuesta, Horacio de Santiago-Otero, José María Soto Rábanos y Ángel Gómez Moreno. Coordinación y prólogo de José Ángel García de Cortázar. Tomo XVII.LA ESPAÑA DE LOS REYES CATÓLICOS. Volumen l. Las bases del reinado, la guerra de Sucesión, la guerra de Granada. Por Luis Suárez Femández y Juan de Mata Carriazo. lntroducción de Ramón Menéndez Pida/. Volumen 11.La edificación del Estado y la política exterior. Por Luis Suárez Femández y Manuel Femández Álvarez. Tomo XVIII. LA ÉPOCA DE LOS DESCUBRIMIENTOS Y LAS CONQUISTAS (1400-1570). Por Joseph Pérez, José Alcina Franch, Mariano Cuesta, Joaquim Romero Magalhaes, Juan Marchena, Antonio-Miguel Berna!. Paulino Castañeda y Jean-Paul Duviols. Coordinación y prólogo de Joseph Pére:,.

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Tomo XIX. EL SIGLO XVI. Economía. Sociedad. Instituciones. Por Manuel Femández Álvarez. Prólogo de Manuel Fernández Álvarez. Tomo XX. LA ESPAÑA DE CARLOS V. El hombre, la política española, la política europea. Por Manuel Femández Álvarez. Introducción de Ramón Menéndez Pida/. Tomo XXI. LA CULTURADEL RENACIMIENTO(1480-1580). Por Víctor García de la Concha, Víctor Infantes, José María Díez Borque, María Paz Aguiló, Carmen Bemis, José Luis Orella Unzué, Luis Gil, José María López Piñero, Femando Marías, Femando Checa, Antonio Martín Moreno, Juan Antonio Frago, Antonio Prieto, Cristóbal Cuevas y Miguel Ángel Pérez Priego. Coordinación e introducción de V,ctor García de la Concha. Tomo XXII. ESPAÑAEN TIEMPO DE FELIPE 11. Volumen l. 1556-1568. Por Luis Femández y Femández de Retana. Prólogo de Cayerano Alcázar Molina. Volumen 11.1568-1598.Por Luis Femández y Femández de Retana. Tomo XXIII.LA CRISIS DEL SIGLO XVII. La población, la economía, la sociedad. Por Valentina Femández Vargas, Francisco Chacón Jiménez, Ángel García Sanz, Álvaro Castillo Pintado, Antonio Domínguez Ortiz y José-Gentil da Silva. Prólogo de Antonio Domínguez Ortiz. Tomo XXIV.LA ESPAÑADE FELIPEID. La políticainteriory los problemasinternacionales. Por Ciriaco Pérez Bustamante. Prólogo de Carlos Seco Serrano. Tomo XXV. LA ESPAÑA DE FELIPE IV. El gobierno de la Monarquía, la crisis de 1640 y el fracaso de la hegemonía europea. Por Francisco Tomás y Valiente, Alvaro Castillo Pintado, Juan Ignacio Gutiérrez Nieto, John H. Elliott, Quintín Aldea Vaquero y Manuel Femández Álvarez. Prólogo de Francisco Tomás y Valiente. Tomo XXVI. EL SIGLO DEL QUUOTE (1580-1680). Volumen l. Religión, filosofía, ciencia. Por Melquíades Andrés Martín, Carlos Valverde, José María López Piñero, Juan Ignacio Gutiérrez Nieto, José María Jover Zamora, María Victoria López-Cordón y José Cepeda Adán. Prólogo de José Cepeda Adán. Volumen 11.Las letras, las artes. Por Ramón Menéndez Pidal, Martín de Riquer, José María Díez Borque, María del Pilar Palomo, Antoni Comas Pujol, Pilar Vázquez Cuesta, Antonio Bonet Correa, Alfonso Emilio Pérez Sánchez y Francisco José León Tel10. Tomo XXVII. LA FORMACIÓNDE LAS SOCIEDADESIBEROAMERICANAS(1568-1700). Por Demetrio Ramos, María del Carmen Martínez, Julián B. Ruiz Rivera.Antonio-Miguel Bernal, Lutgardo García Fuentes, José Luis Mora Mérida, José Ángel Carreño, Femando Serrano Mangas, Nelly R. Porro Girardi, Jesús Vareta Marcos, Manuel Lucena Salmoral, Ángel Sanz Tapia, Eduardo Martiré, Emelina Martín Acosta, Carlos Álvarez Nogal, María Luisa Martínez de Salinas Alonso, Dais y Rípodas Ardanaz, José María Mariluz Urquijo y María Concepción García Saiz. Coordinación y prólogo de Demetrio Ramos.

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Tomo XXVIII. LA TRANSICIÓN DEL SIGLO XVII AL XVIII. Entre la decadencia y la reconstrucción. Por Pere Molas Ribalta, Luis Antonio Ribot García, Henry Kamen, María del Carmen Pérez Aparicio, Francisco Bustelo García del Real y Femando Jesús Bouza Álvarez. Coordinación y prólogo de Pere Molas Ribalta. Tomo XXIX. LA ÉPOCA DE LOS PRIMEROS BORDONES. Volumen l. La nueva Monarquía y su posición en Europa (1700-1759). Por Francisco Cánovas Sánchez, José Antonio Escudero, José María García Marín, Pere Molas Ribalta, Antonio Mestre Sanchis, José María Jover Zamora, Elena Hemández Sandoica y Didier Ozanam. Prólogo de Vicente Palacio Atard. Volumen II. La cultura española entre el Barroco y la Ilustración (1680-1759). Por Giovanni Stiffoni, Francisco Aguilar Piñal, Luis Miguel Enciso Recio, José Miguel Caso González, María Jesús Quesada Martín y Federico Sopeña lbáñez. Tomo XXX. LAS BASES POLÍTICAS, ECONÓMICAS Y SOCIALES DE UN RÉGIMEN EN TRANSFORMACIÓN (1759-1834). Por Antonio Morales Moya, Mariano Esteban de Vega, Germán Rueda, Ramón Maruri, Pedro Tedde de Lorca y María Teresa Pérez Picazo. Coordinación e introducción de Antonio Morales Moya. Tomo XXXI. LA ÉPOCA DE LA ILUSTRACIÓN. Volumen l. El Estado y la cultura (1759-1808). Por Luis Miguel Enciso Recio, Teófanes Egido López, Carlos E. Corona Baratech, Pedro Voltes Bou, Antonio Morales Moya, Antonio Mestre Sanchis, José Luis Peset Reig, Antonio Lafuente García, Francisco Aguilar Piñal, Femando Chueca Goitia, José Miguel Caso González, Federico Sopeña lbáñez, Pedro Navascués Palacio, Fran~ois Lopez, José Patricio Merino Navarro, Albert Dérozier y Claudette Dérozier Mathey. Prólogo de Miguel Batllori. Volumen II. Las Indias y la política exterior. Por Mario Hemández Sánchez-Barba, Carlos Daniel Malamud Rikles, María del Pilar Ruigómez García y Carlos Seco Serrano. Prólogo de Mario Hernández Sánchez-Barba. Tomo XXXII. LA ESPAÑA DE FERNANDO VIl. Volumen l. La guerra de la Independencia y los orígenes del constitucionalismo. Por Miguel Artola Gallego. Introducción de Carlos Seco Serrano. Volumen 11.La posición europea y la emancipación americana. (EN PREPARACIÓN.)Por María Victoria López-Cordón Cortezo, Mario Hemández Sánchez-Barba, Jordi Maluquer de Motes Bemet, Julia Celdrán Ruano, Pedro Pérez Herrero, Andrés Lira González, Carlos D. Malamud Rikles, Víctor Peralta, Marta lrurozqui, Germán Carreras Damas, Jaime E. Rodríguez, Almudena Hemández Ruigómez y María del Carmen Iglesias Cano. Coordinación y prólogo de María Victoria López-Cordón Corteza. Tomo XXXIII. LOS FUNDAMENTOS DE LA ESPAÑA LIBERAL (1834-1900). La sociedad, la economía y las formas de vida. Por Antonio Femández García, VicentePérez Moreda, José Carlos Rueda Laffond, Francisco Sánchez Pérez, Ramón VillaresPaz, José Luis García Delgado,Juan Carlos Jiménez, Pedro Tedde de Lorca, Antonio Gómez Mendoza, Francisco Comín, Ángel Bahamonde Magro, José Sánchez Jiménez, Guadalupe Gómez-Ferrer,Francisco Villacorta,Antonio Morales Moya, Francisco de Luis Martín, EstíbalizRuiz de Azúa y Jesús A. Martínez Martín. Coordinación e introducción de Antonio Fernández García.

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Tomo XXXIV. LA ERA ISABELINAY EL SEXENIO DEMOCRÁTICO(1834-1874). Por Joaquín Tomás Villarroya, Julio Aróstegui Sánchez. Francisco Tomás y Valiente, Francisco Cánovas Sánchez, Femando Femández Bastarreche, José Cepeda Gómez, Enrique Martínez Ruiz, José Manuel Cuenca Toribio, Antoni Jutglar i Bemaus, Juan Ferrando Badía, Jorge Maluquer de Motes Bemet, María Victoria López-Cordón Cortezo, María Asunción García Ochoa y Leoncio Cabrero Femández. Prólogo de José Marza Jover 'Zamora. Tomo XXXV. LA ÉPOCA DEL ROMANTICISMO(1808-1874). Volumen l. Orígenes, religión, filosofía, ciencia. Por Hans Juretschke, Manuel Revuelta González, Antonio Heredia Soriano, Juan Vemet y Dalmacio Negro Pavón. Coordinación y prólogo de Hans Juretschke. Volumen 11.Las letras. Las artes. La vida cotidiana. Por Iris M. Zavala, Federico Sopeña Ibáñez, Juan Enrique Arias Anglés, Pedro Navascués Palacio, Wifredo Rincón García y Elena Catena López. Tomo XXXVI. LA ÉPOCA DE LA RESTAURACIÓN(1875-1902). Volumen l. Estado, Política e Islas de Ultramar. Por Manuel Espadas Burgos, Luis Aguiar de Luque, José Varela Ortega, Carlos Dardé Morales, Francisco Vtllacorta Baños, Femando Puell de la Villa, María Dolores Elizalde, Juan María Laboa, José Luis García Delgado, José María Serrano, Juan Ignacio Palacio Morena, Manuel Pérez Ledesma, Jordi Canal, Femando García Sanz, Carlos Forcadell, Elena Hemández Sandoica, José Antonio Piqueras Arenas. Agustín R. Rodríguez González y Rosario de la Torre. Coordinación e introducción de Manuel Espadas Burgos. Volumen 11.Civilización y culturas. (EN PREPARACIÓN.) Por Guadalupe Gómez-Ferrer, José Álvarez Junco, Manuel Revuelta González, Enrique Menéndez Ureña, José Manuel Vázquez-Romero, José Luis Pinillos, Antonio Morales Moya, Rafael Alvarado, Ángel Martín Municio, Agustín Albarracín, Estíbaliz Ruiz de Azúa, Jean-Louis Guereña, Danielle Bussy, José-Carlos Mainer, Yvan Lissorgues, Carlos Serrano, Femando de Terán, Ana María Arias de Cossío, Carlos Gómez Amat, Borja de Riquer Permanyer, María Rosa Saurín de la Iglesia, Jon Juaristi, Manuel Pérez Ledesma y José María Jover Zamora. Coordinación y prólogo de Guadalupe Gómez-Ferrer. Tomo XXXVII. LOS COMIENZOS DEL SIGLO XX. La población, la economía, la sociedad

(1898-1931). Por José Luis García Delgado, José Sánchez Jiménez y Manuel Tuñón de Lara. Prólogo de Manuel Tuñón de Lara.

Tomo XXXVIII. LA ESPAÑADE ALFONSO XIII. El Estado y la política (1902-1931). Volumen l. De los comienzos del reinado a los problemas de posguerra (1902-1922). Por Carlos Seco Serrano. Introducción de José María Jover 'Zamora. Volumen 11.Del plano inclinado hacia la Dictadura al rmalde la Monarquía (1922-1931). Por Carlos Seco Serrano y Javier Tusell.

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Tomo XXXIX. LA EDAD DE PLATADE LA CULTURA ESPAÑOLA (1898-1936). Volumen l. Identidad. Pensamiento y vida. Hispanidad. Por Pedro Laín Entralgo, Julián Marías, Pedro Cerezo Galán, Carlos Seco Serrano, Julio Caro Baroja, Francisco Pérez Gutiérrez, José-Román Flecha Andrés y José Luis Abellán. Coordinación y prólogo de Pedro Laín Entralgo. Volumen 11.Letras. Ciencia. Arte. Sociedad y culturas. Por Pedro Laín Entralgo, Rafael Lapesa, Manuel Alvar, José Lara Garrido, José-Carlos Mainer, Andrés Amorós, Mariano Yela, Manuel Femández Álvarez, José Manuel PérezPrendes, Rafael Al varado, Ángel Vian Ortuño, Sixto Ríos, Agustín Albarracín, José Luis Peset, Elena Hemández Sandoica, Femando de Terán, José Luis Morales y Marín, Federico Sopeña, María Cruz Seoane, Rosa María Capel, Juan Antonio Samaranch, Jordi Castellanos Vita, Domingo García-Sabell y Jon Juaristi. Coordinación y advertencia preliminar de Pedro Laín Entralgo. Tomo XL. LA SEGUNDA REPÚBLICA Y LA GUERRA CIVIL (1931-1939). Volumen l. La segunda República (1931-1939). (EN PREPARACIÓN.) Coordinación y prólogo de José María Jover 'Zamora y Juan Pablo Fusi Aizpurúa. Volumen 11.La guerra civil (1936-1939). (EN PREPARACIÓN.) Coordinación y prólogo de José María Jover 'Zamora y Juan Pablo Fusi Aizpurúa. Tomo XLI. LA ÉPOCA DE FRANCO (1939-1975). Volumen l. Política. Ejército. Iglesia. Economía y Administración. Por Raymond Carr, Stanley Payne, Javier Tusell, Florentino Portero, Rosa Pardo, Paul Preston, Femando García de Cortázar, José Luis García Delgado, Juan Carlos Jiménez, Manuel-Jesús González y Miguel Beltrán Villalva. Coordinación e introducción de Raymond Carr. Volumen 11.Sociedad, vida y cultura. (EN PREPARACIÓN.) Por Juan Pablo Fusi Aizpurúa, Teresa Camero Arbat, Manuel Redero San Román, José Sánchez Jiménez y Pilar Folguera Crespo. Coordinación de Juan Pablo Fusi Aizpurúa. Tomo XLII. LA TRANSICIÓN A LA DEMOCRACIA. LA ESPAÑA DE JUAN CARLOS I (1975-2000). (EN PREPARACIÓN.) Coordinación de José María Jover 'Zamora.

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