Documentos históricos de la Revolución mexicana Revolución. Revolución y régimen constitucionalista I

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Documentos históricos de la Revolución mexicana Revolución. Revolución y régimen constitucionalista I

Table of contents :
Índice......Page 5
Prólogo de Isidro Fabela, Director de la Comisión de Investigaciones Históricas de la Revolución Mexicana......Page 17
1. Carranza invita a los gobernadores y jefes militares a desconocer a Victoriano Huerta......Page 21
2. Carranza pide al Congreso de Coahuila resuelva la actitud que debe asumirse respecto a Huerta......Page 23
3. El Congreso de Coahuila desconoce a Huerta......Page 24
4. Facultades extraordinarias a Carranza para armar fuerzas en pro del orden constitucional......Page 25
5. El embajador Lane Wilson informa a Washington sobre las renuncias de Madero y Pino Suárez......Page 27
6. Lane Wilson informa a Washington sobre la promesa de Huerta de reprimir desórdenes, y la negativa de la embajada inglesa a reconocer a Huerta......Page 28
7. Carranza manifiesta al presidente Taft las consecuencias de su festinado reconocimiento a Huerta......Page 29
8. Maytorena comunica a Carranza la actitud de Vázquez Gómez......Page 30
9. Carranza explica al pueblo de Estados Unidos las razones de la lucha contra el usurpador......Page 32
10. Samuel Navarro expone a Carranza sus trabajos de propaganda en Sonora......Page 34
11. González Garza, delegado de la Junta Constitucionalista, informa a Carranza sobre sus actividades......Page 37
12. Estudio de Neftalí Amador sobre la sucesión presidencial......Page 39
13. Protesta Carranza por las facilidades que da Estados Unidos a Huerta y pide igual tratamiento para el Gobierno constitucionalista......Page 43
14. Carranza desconoce los actos emanados del Gobierno de Huerta y de los gobernadores huertistas......Page 44
15. Julio Madero desde Nueva York presenta su adhesión a Carranza......Page 45
16. M. J. Martínez y otros consideran a Villa como genuino representante de la Revolución......Page 46
17. Carranza gestiona la introducción de armas y parque para sus fuerzas......Page 48
18. Sugerencia de una promesa de indemnización para los extranjeros, por parte de los revolucionarios......Page 49
19. Carranza acepta la incorporación de Julio Madero......Page 50
20. La Revolución no reconocerá los préstamos al usurpador Victoriano Huerta......Page 51
21. Pesqueira informa a Carranza sobre la emisión de billetes y otros asuntos......Page 52
22. González Gante informa a Carranza sobre la adquisición de armamento......Page 55
23. Gestiones para impedir el préstamo a Huerta y actitud del presidente Wilson sobre el reconocimiento......Page 56
24. Maytorena comunica a Carranza que se opone al reconocimiento de Huerta, y otros asuntos......Page 58
25. Instrucciones de Carranza sobre la adquisición de armamentos......Page 63
26. Reconocimiento de la Junta Constitucionalista establecida en París......Page 64
27. Triunfos constitucionalistas en Sonora, Tamaulipas y Nuevo León......Page 69
28. Decreto que garantiza indemnizaciones por daños a nacionales y extranjeros......Page 70
29. Prohibición del señor Heriberto Barrón de hacer declaraciones oficiales en Nueva York......Page 71
30. Carranza reconoce los servicios prestados desde 1910 por Roque González Garza......Page 72
31. La Junta Constitucionalista de París pide ayuda económica a Carranza......Page 73
32. Carranza nombra general de brigada a Ignacio L. Pesqueira......Page 76
33. Instrucciones de Carranza al capitán S. G. Hopkins en Washington......Page 77
34. Francisco Vázquez Gómez dice que no lleva a Washington misión alguna de Carranza......Page 82
35. Francisco Vázquez Gómez trabaja por la unión de los revolucionarios y pide conducta legal con los prisioneros de guerra......Page 83
36. Instrucciones de Carranza al capitán S. G. Hopkins en Washington......Page 85
37. Carranza pide la libertad de soldados federales internados en Estados Unidos......Page 86
38. Carranza sostiene la necesidad de sujetarse a lo prescrito en el Plan de Guadalupe......Page 88
39. Pláticas con el coronel Robertson, comisionado del Departamento de Estado......Page 89
40. Manuel Pérez Romero, agente confidencial, informa al Primer Jefe, e instrucciones que le envía éste desde Piedras Negras......Page 93
41. Hopkins informa a Carranza de su entrevista con el capitán McCoy......Page 108
42. Protesta al Gobierno americano por el paso de parque para las fuerzas federales......Page 109
43. Los heridos constitucionalistas atendidos en Brownsville, Texas......Page 110
44. Carranza instruye a los jefes militares para evitar perjuicios y trastornos con el extranjero......Page 112
45. La Revolución Constitucionalista no reconocerá ninguna obligación de Huerta......Page 113
46. Actividades para entorpecer el empréstito a Victoriano Huerta......Page 114
47. Carranza expone al presidente Wilson la injusta desigualdad con que se trata a los constitucionalistas en la frontera......Page 121
48. Actividades de Oscar Braniff en Nueva York......Page 122
49. Emilio Vázquez Gómez pide más actividad de los liberales y que le den informes del Plan de Ayala......Page 123
50. Carranza cita a Julio Madero a Piedras Negras para aprovechar sus servicios......Page 125
51. Maytorena presenta al agente confidencial del presidente Wilson, al señor Carranza......Page 126
52. Carta de Porfirio Díaz a Felipe Ángeles, sobre salvación del Ejército Federal......Page 127
53. Mondragón reprocha a Félix Díaz la ruptura del Pacto de la Ciudadela......Page 130
54. Jesús Carranza informa a su hermano de asuntos políticos y militares en Coahuila y Tamaulipas......Page 133
55. Isidro Fabela escribe al Congreso de Estados Unidos que Carranza es el defensor de los principios constitucionales......Page 143
56. Manifiesto de generales constitucionalistas que condenan a Huerta por provocar la intervención americana......Page 146
57. Excitativa de Isidro Fabela a los diputados de la XXVI Legislatura, sobre su responsabilidad en las renuncias de Madero y Pino Suárez......Page 148
58. Sugestiones sobre un armisticio con Huerta, hechas por el Comité Constitucionalista de París......Page 153
59. Vasconcelos expone a Carranza su deseo de que haya una organización civil de la Revolución......Page 156
60. Francisco García Jr., informa a Rafael Zubaran sobre actividades en Yucatán y Campeche......Page 161
61. Sobre fondos y elementos de guerra para revolucionar en el Estado de Veracruz......Page 164
62. Campaña periodística francesa e inglesa en favor de Victoriano Huerta......Page 167
63. Difícil situación de emigrados mexicanos en Eagle Pass, Texas......Page 172
64. Justicia y no ayuda, es lo que pedía la Revolución a las autoridades americanas......Page 175
65. El papel moneda del constitucionalismo y las municiones de guerra, en Estados Unidos......Page 176
66. Labor en pro de la Revolución en San Antonio, Texas, de José María Rodríguez......Page 177
67. Principios, planes y tendencias de la Revolución Constitucionalista, expuestos por Francisco Escudero, secretario de Relaciones......Page 180
68. Carranza pide a Manuel Aguirre Berlanga diga si está en disposición de prestar sus servicios......Page 184
69. Propósitos e ideales del constitucionalismo, expuestos por Carranza a Henry Allen Tupper......Page 185
70. Carranza afirma a Francisco Vázquez Gómez que se llevarán a cabo todas las reformas que reclaman las necesidades actuales de la nación......Page 189
71. Hopkins informa a Carranza que una casa japonesa va a entregar armamento a Huerta......Page 190
72. Jesús Carranza informa sobre la situación política y militar en Matamoros, Tamaulipas......Page 191
73. Salvador Alvarado informa a Carranza sobre la mala administración de Maytorena, en Sonora......Page 194
74. Jesús Acuña informa a Carranza sobre la actitud de Francisco Villa, en Chihuahua......Page 198
75. Carranza felicita a Villa por su trill'Q.fo en Chihuahua y le recomienda atender al secretario de Relaciones y Hacienda, Francisco Escudero......Page 200
76. Carranza dice a Díaz Lombardo, en París, que no estima necesario un empréstito......Page 201
77. Carranza da instrucciones a Díaz Lombardo sobre empréstitos e informa sobre los fusilamientos hechos por Villa......Page 203
78. La situación en el Estado de Yucatán, respecto a la Revolución Constitucionalista......Page 205
79. Informa A. M. Azueta sobre la situación en el Estado de Campeche......Page 211
80. Carranza informa a su hermano sobre posible compra de armamento y pertrechos, y perspectiva optimista en Tampico......Page 213
81. Carranza no acepta dinero extranjero para sostener la campaña constitucionalista......Page 214
82. Instrucciones de Carranza respecto a los heridos hospitalizados en Eagle Pass......Page 215
83. Antonio Ancona Albertos informa sobre la actuación del Grupo Liberal Renovador contra Victoriano Huerta......Page 216
84. Carranza agradece a Ignacio L. Pesqueira su deseo de colaborar con la Revolución......Page 218
85. Emilio Salinas informa a Carranza de la mala administración aduanal en la frontera......Page 219
86. Carranza paga una deuda personal a Sóstenes de la Garza......Page 223
87. Carranza presenta a Luis Cabrera y a Eliseo Arredondo con el Gobierno de Chihuahua......Page 224
88. Roberto V. Pesqueira informa acerca del posible reconocimiento en Washington de su carácter como representante de la Revolución......Page 225
89. Carranza ordena a sus fuerzas el respeto a las vidas e intereses de los extranjeros......Page 226
90. Conspiradores anticonstitucionalistas en Los Ángeles, California......Page 227
91. Gestiones para evitar el contrabando de armas para Huerta, y otras sobre no enviar grupos de extranjeros a juntarse a Carranza......Page 229
92. Villa informa de sus movimientos a Carranza y objeta el nombramiento de Chao......Page 231
93. Silvestre Terrazas informa a Carranza de su entrevista con Villa, Luis Cabrera y Eliseo Arredondo......Page 233
94. Dificultades para lograr el reconocimiento del Gobierno constitucionalista por Washington......Page 234
95. Insiste Carranza en que debe observarse puntualmente el Plan de Guadalupe......Page 235
96. Carranza satisfecho de la organización pública en Chihuahua; y separación de Francisco Escudero del cargo de secretario del Gabinete......Page 236
97. Aumento de la Deuda Interior, billetes de circulación forzosa, 28 de diciembre de 1913......Page 237
98. Gestiones para conseguir armas en los Estados Unidos......Page 239
99. Explicaciones al Gobernador de Texas sobre la situación en el territorio de la Revolución......Page 241
100. Gestiones en pro de Carranza en el Departamento de Estado, e intervención de Inglaterra en pro de Huerta......Page 244
101. The World pide la opinión de Carranza sobre el informe de Wilson en que manifestó su deseo de no intervenir en México......Page 246
102. Artículo sobre las condiciones de México al tiempo del Plan de San Luis y del Plan de Guadalupe, y perspectivas al triunfo de la Revolución Constitucionalista......Page 247
103. Carranza declara luto nacional el 22 de febrero en memoria de Madero y Pino Suárez......Page 258
104. Rafael L. Hernández recomienda a Villa colaborar con Carranza para consumar el triunfo de la Revolución......Page 259
105. Nombramiento de oficial mayor de Relaciones Exteriores de Isidro Fabela......Page 261
106. Ernesto Madero felicita a Carranza por su actitud ante el conflicto suscitado por Huerta con Estados Unidos......Page 262
107. Carranza se manifiesta informado de las maniobras de los banqueros con el usurpador Victoriano Huerta......Page 264
108. Artículo sobre la traición de Huerta y su imposibilidad de hacer la paz......Page 265
109. Maniobras de Manuel Calero para hacer reconocer a Victoriano Huerta......Page 268
110. Rafael L. Hernández rechaza una entrevista con Jorge Vera Estañol......Page 276
111. Carranza desea aprovechar el levantamiento del embargo de armas para destinarlas a los reclutas......Page 277
112. Juan R. Orcí organiza un levantamiento contra las maytorenistas en Sonora......Page 279
113. Maytorena envía a Carranza copia de la carta que dirigió a Francisco Escudero......Page 280
114. Obsequio que hacen Villa y Chao a Carranza......Page 284
115. Traslado de la administración constitucionalista de Hermosillo a Chihuahua......Page 285
116. Artículos publicados en El Renovador, por Blas Urrea �⠀䰀甀椀猀 䌀愀戀爀攀爀愀)......Page 287
117. Respuesta de Maytorena a la llamada al orden constitucional que le hizo el secretario de Gobernación......Page 294
118. Álvaro Obregón amenaza destruir los barcos que transporten armas para Huerta......Page 296
119. Díaz Lombardo, desde París, pide colaborar con Carranza en su Gobierno......Page 297
120. Artículo de José Santos Chocano sobre la personalidad de Carranza......Page 299
121. Artículos de Luis Cabrera publicados en El Renovador, en varias fechas de 1914......Page 305
122. José Santos Chocano pide la intervención de Carranza para salvar su vida......Page 311
123. Actividades huertistas en Nuevo México......Page 312
124. Mensaje de Wilson sobre el conflicto con el Gobierno de Huerta en Tampico......Page 313
125. Carranza devuelve cartas de Díaz Lombardo y de Sánchez Azcona......Page 315
126. Falsedad de los informes de Lane Wilson a su Gobierno sobre la dictadura de Victoriano Huerta......Page 316
127. Isidro Fabela, Encargado de la Secretaría de Relaciones del constitucionalismo, hace conocer las declaraciones de Daniels sobre el patriotismo y los ideales de los constitucionalistas......Page 318
128. Francisco Urquidi transcribe la declaración de Daniels, secretario de Estado, sobre patriotismo e ideales de los constitucionalistas......Page 319
129. Francisco Urquidi hace sugerencia sobre designación de enviado especial a Estados Unidos, y sobre urgencia de tomar Tampico......Page 320
130. Carta de Jesús Carranza a su hermano Venustiano, sobre la actitud asumida por el Primer Jefe ante la invasión americana por Veracruz......Page 323
131. Artículos de Blas Urrea �⠀䰀甀椀猀 䌀愀戀爀攀爀愀) en El Renovador de 1914, anunciando el fin de la usurpación de Victoriano Huerta......Page 326
132. Sánchez Azcona desde París informa a Zubaran Capmany de su situación económica y de sus actividades......Page 330
133. Sánchez Azcona informa a Carranza sobre las actividades del Dr. Atl......Page 334
134. Crisis en Sonora y sus efectos en Sinaloa por el entendimiento de los dos gobernadores......Page 336
135. Carranza y Villa frente a frente, al través de los hilos telegráficos......Page 339
136. José Ortiz Rodríguez expone a Isidro Fabela su situación como diputado de 1912 a 1914 y en otros cargos......Page 345
137. Roberto V. Pesqueira informa a Carranza sobre las actividades subversivas de Villa, Ángeles y Maytorena......Page 349
138. Carranza rectifica al New York Herald y afirma que no tiene compromiso alguno con el Gobierno de Estados Unidos ni con ningún otro......Page 351
139. Artículo de Chocano sobre Villa, y proclama de Villa el 1º de junio de 1914 en Coahuila......Page 352
140. Declaraciones de Carranza en entrevista publicada por El Renovador de Luis Cabrera......Page 356
141. El periódico La Idea Libre publica una proclama e informaciones sobre la marcha de la guerra......Page 362
142. El Renovador anuncia y comenta la desbandada de Huerta y sus cómplices......Page 365
143. Roberto V. Pesqueira informa a Obregón sobre la situación en Sonora y en la República......Page 370
144. Ernesto Madero manifiesta a Carranza su adhesión y simpatía......Page 373
145. Zubaran Capmany dice que sólo se aceptará la rendición incondicional de Victoriano Huerta......Page 374
146. Artículos del periódico La Idea Libre que comentan la fuga de Huerta, el 18 de julio de 1914......Page 377
147. Carranza anuncia la jornada de 8 horas para los trabajadores, la revaluación de la propiedad y otras medidas de carácter social......Page 381
148. Zubaran Capmany anuncia que Estados Unidos reconocerá al Gobierno revolucionario cuando éste haya tomado la capital, y critica las medidas anticlericales de Villarreal......Page 383
149. El Dr. Atl informa a Carranza de una entrevista que tuvo con Zapata......Page 386
150. La Idea Libre publica la acusación de Heriberto Barrón contra Huerta, y da la bienvenida al Ejército Constitucionalista......Page 389
151. Emilio Madero renuncia a la comandancia militar que le confirió Villa......Page 394
152. La Idea Libre comenta las actividades militaristas y clericales contra la Revolución......Page 395
153. Maytorena manda hacer dos mil botones con el retrato de Villa......Page 400
154. Carranza anuncia que la Revolución Constitucionalista garantiza sus emisiones de billetes......Page 401
155. El Constitucionalista comenta la éntrada del Ejército Constitucionalista a la capital mexicana......Page 407
156. Carranza anuncia, el 21 de agosto de 1914, que, se ha hecho cargo del Poder Ejecutivo de la Unión......Page 409
157. Robles Domínguez renuncia porque considera incompatible el Gobierno civil dentro del régimen militar en el Distrito Federal......Page 410
158. Carta de Rodrigo Gómez a Palafox, comunicándole las "Cláusulas panamericanas" para apoyar a un Gobierno mexicano designado por todos......Page 412
159. J. C. Enríquez informa a Carranza sobre abusos de los agentes compradores de armamentos......Page 413
160. Maytorena anuncia a Carranza que se adhiere a Villa y Obregón, respecto al problema presidencial......Page 414
161. Francisco Canseco rechaza las proposiciones de Almazán y otros para adherirse al felicismo......Page 415
162. Carranza felicita a jefes de la División del Noreste y de Puebla y otros Estados, por la garantía que dan al porvenir de la patria......Page 417
163. Teodoro A. Dehesa manifiesta a Carranza el concepto en que lo ha tenido desde el Gobierno de Díaz......Page 418
164. El Dr. Atl escribe a Zapata, deseando el triunfo del agrarismo y pidiéndole un manifiesto a la nación......Page 419
165. Carranza informa a su agente en Washington que el Ejército Federal ha sido disuelto; que ha ascendido a Villa a divisionario; y que con 121000 soldados está garantizada la estabilidad del Gobierno......Page 421
166. Eulalio Gutiérrez comunica a Carranza las mejoras que ha llevado a cabo en San Luis Potosí......Page 423
167. Carranza recomienda que en la administración se prefiera a los que prestaron mayores servicios a la causa constitucionalista......Page 425
168. Carranza autoriza la reapertura de bancos que garanticen pago efectivo de sus billetes......Page 426
169. Carranza felicita a Federico Montes por su actitud hacia los trabajadores......Page 427
170. Carranza autoriza a Arrieta a emitir hasta un millón de pesos en Durango......Page 428
171. Carranza da instrucciones al Gobernador de Puebla respecto a prisioneros zapatistas......Page 429
172. Villa comunica a Zapata que ha desconocido la autoridad de Carranza, y lo invita a secundarlo......Page 430
173. Villa propone que Carranza entregue el poder a Iglesias Calderón, y que éste convoque a elecciones......Page 432
174. Instrucciones de Carranza a la Junta General de Jefes, convocada para tratar de evitar la guerra......Page 433
175. Informes sobre actividades de Ángeles en Baja California, para secundar la rebelión de Villa......Page 434
176. Carranza comunica autorizaciones a José de la Luz Herrera, a Maclovio Herrera y a Arrieta, para emitir billetes......Page 436
177. El secretario de Relaciones designa cónsul en Italia al general Arturo Santibáñez......Page 437
178. Salgado es designado Gobernador de Guerrero, y funda el Banco de Emisión Revolucionario. Fija el salario de un peso diario a los jornaleros......Page 439
179. Maclovio Herrera exhorta a los hermanos Arrieta a combatir a Francisco Villa por desconocer éste al Primer Jefe del constitucionalismo......Page 448
180. I. Rivas Iruz opina sobre la situación mexicana desde la época porfirista hasta el constitucionalismo......Page 449
181. José I. Reynoso renuncia el cargo de subsecretario de Hacienda y Crédito Público......Page 467
182. Carranza acepta la renuncia de José I. Reynoso como subsecretario de Hacienda y Crédito Público......Page 468
183. Villa avisa a Zapata haber llegado el momento de romper las hostilidades contra Carranza......Page 469
184. Lucio Blanco ruega a Carranza oír a Iglesias Calderón en sus gestiones de paz......Page 470
185. Zapata le pide a Lucio Blanco que desocupe a la capital y ataque a Pablo González, para probar sus buenos deseos revolucionarios......Page 471
186. Carranza ordena a González y a Murguía auxiliar a Obregón en su retirada de la capital......Page 472
187. Pablo González explica a Carranza los movimientos de fuerzas y el plan de operaciones contra Villa......Page 473
188. Francisco Coss señala a los hermanos Camacho como traidores......Page 474
189. Guadalupe Narváez B. denuncia un plan para asesinar a Carranza......Page 475
190. Álvaro Obregón, jefe del Ejército del Norte, llama al pueblo mexicano para combatir a Villa, monstruo de la traición y el crimen......Page 476
191. H. L. Hall comunica a Palafox su entrevista con Carothers y que no fue recibido por Zapata......Page 478
192. Obregón pide a Carranza la eliminación de varios de sus consejeros, entre ellos Fabela, Breceda, etc.......Page 480
193. Luis Manuel Rojas, José Natividad Macías, Isidro Fabela y otros, protestan por la presencia del huertista Tomás Braniff en Veracruz......Page 483
194. Manuel Walls desde Washington pide a Isidro Fabela interceder por varios súbditos españoles en Tampico......Page 485
195. Artículo de Isidro Fabela sobre la situación política de la Revolución y la conducta del Primer Jefe Carranza......Page 486
196. S. Vargas H. propone a Villa la adquisición de maquinaria para emitir papel moneda......Page 489
197. Instrucciones para que las sumisiones de jefes militares descarriados, sean incondicionales al Primer Jefe......Page 490
198. Carothers interviene con Villa, y éste con Zatapa, para que se devuelvan unas pieles de Jenkins, confiscadas, para evitar dificultades con Estados Unidos......Page 491
199. Maytorena felicita a Zapata por su firmeza y patriotismo en la lucha......Page 492
200. Expedición de Carranza través de Sonora y Chihuahua......Page 493
201. Cartas de Argumedo a Gilberto Camacho, que envía Francisco Coss al Primer Jefe......Page 496
202. Carranza pide al general Blanco una entrevista en Apizaco para hablar extensamente......Page 497
203. Rosaura B. Vda. de Gómez comunica a Carranza que su hijo Mario G. Palacios fue asesinado por el traidor Santibáñez......Page 498
204. Eulalio Gutiérrez y otros proponen a Carranza una junta en la capital mexicana para formular mi programa de Gobierno......Page 499
205. Pánfilo. Natera pide a Eulalio Gutiérrez y otros que eviten un choque armado, en bien de la patria......Page 500
206. Artículos de Ray Stannard Baker, sobre la actitud de Wilson ante México, desde el fin del porfirismo hasta el desembarco de los marinos yanquis en Veracruz......Page 503
207. Plan de Guadalupe y Bases del Gobierno revolucionario expedidas por el Primer Jefe en Veracruz, el 12 de diciembre de 1914......Page 544
208. Síntesis histórica y bibliografía del movimiento revolucionario desde febrero de 1913 hasta marzo de 1915, por Aristeo Gómez Treviño......Page 552
209. Sam Navarro presenta un programa político y comenta el Plan de Guadalupe......Page 563
210. Roque González Garza propone modificaciones al Plan de Guadalupe......Page 568
211. Carranza acepta el Plan de Guadalupe y es designado Primer Jefe del Ejército Constitucionalista......Page 571
212. Acta en que representantes de Sonora y Chihuahua se adhieren al Plan de Guadalupe, y designan comisionado en Washington para gestionar la beligerancia......Page 572
213. Carranza espera la colaboración de Francisco Vázquez Gómez, si éste está de acuerdo con el Plan de Guadalupe para implantar las reformas......Page 575
214. Carranza invita a Zapata a secundar el Plan de Guadalupe......Page 577
215. Carranza se refiere al empréstito que gestiona Huerta, y a la opinión de Vasconcelos en pro de Manuel Vázquez Tagle para Presidente provisional......Page 578
216. Credencial a Vasconcelos como agente confidencial en Inglaterra. Carranza cree que Vasconcelos no conoce el Plan de Guadalupe......Page 580
217. Carranza aceptaría la adhesión incondicional de los elementos vazquistas al Plan de Guadalupe, y envía dos emisarios a Zapata......Page 582
218. Carranza anuncia no haber contraído compromiso de apoyar a Vázquez Gómez como Presidente provisional......Page 584
219. Carranza considera aceptables sólo a los elementos que se adhieran incondicionalmente al Plan de Guadalupe......Page 585
220. Carranza reitera a Vasconcelos que no variará su conducta de lo prescrito por el Plan de Guadalupe......Page 586
221. Pascual Morales y Malina reconoce la autoridad del Primer Jefe en Puerto México......Page 587
222. Declara Carranza que el Plan de Guadalupe es un plan político, no un programa revolucionario ni de gobierno. Isidro Fabela dice a Zubaran Capmany que sólo mediante el Plan de Guadalupe podrán hacerse las reformas urgentes, disolver el Ejército Federal y desconocer todos los actos de Victoriano Huerta......Page 588
223. Adiciones y decretos dictados conforme al Plan de Guadalupe, sobre: Municipio libre, Relaciones familiares, Ley Agraria, supresión de la Lotería, Legislación obrera, Tiendas de raya. Divorcio......Page 593

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FUENTES Y DOCUMENTOS DE LA HISTORIA DE MÉXICO

Documentos históricos de la Revolución mexicana

DOCUMENTOS HISTÓRICOS

de la Revolución mexicana Revolución y régimen constitucionalista I Editados por la Comisión de Investigaciones Históricas de la Revolución Mexicana Bajo la dirección de ISIDRO FABELA

Primera edición, 1960 Primera edición electrónica, 2014 D. R. © 2013, Banco de México, Fiduciario en el Fideicomiso Isidro Fabela Av. 5 de Mayo, 2; col. Centro, del. Cuauhtémoc, 06059 México, D. F. D. R. © 1960, Fondo de Cultura Económica Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 México, D. F. Empresa certificada ISO 9001:2008

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ÍNDICE

Advertencia preliminar de Isidro Fabela 1. Carranza invita a los gobernadores y jefes militares a desconocer a Victoriano Huerta 2. Carranza pide al Congreso de Coahuila resuelva la actitud que debe asumirse respecto a Huerta 3. El Congreso de Coahuila desconoce a Huerta 4. Facultades extraordinarias a Carranza para armar fuerzas en pro del orden constitucional 5. El embajador Lane Wilson informa a Washington sobre las renuncias de Madero y Pino Suárez 6. Lane Wilson informa a Washington sobre la promesa de Huerta de reprimir desórdenes, y la negativa de la embajada inglesa a reconocer a Huerta 7. Carranza manifiesta al presidente Taft las consecuencias de su festinado reconocimiento a Huerta 8. Maytorena comunica a Carranza la actitud de Vázquez Gómez 9. Carranza explica al pueblo de Estados Unidos las razones de la lucha contra el usurpador 10. Samuel Navarro expone a Carranza sus trabajos de propaganda en Sonora 11. González Garza, delegado de la Junta Constitucionalista, informa a Carranza sobre sus actividades 12. Estudio de Neftalí Amador sobre la sucesión presidencial 13. Protesta Carranza por las facilidades que da Estados Unidos a Huerta y pide igual tratamiento para el Gobierno constitucionalista 14. Carranza desconoce los actos emanados del Gobierno de Huerta y de los gobernadores huertistas 15. Julio Madero desde Nueva York presenta su adhesión a Carranza 16. M. J. Martínez y otros consideran a Villa como genuino representante de la Revolución 17. Carranza gestiona la introducción de armas y parque para sus fuerzas

18. Sugerencia de una promesa de indemnización para los extranjeros, por parte de los revolucionarios 19. Carranza acepta la incorporación de Julio Madero 20. La Revolución no reconocerá los préstamos al usurpador Victoriano Huerta 21. Pesqueira informa a Carranza sobre la emisión de billetes y otros asuntos 22. González Gante informa a Carranza sobre la adquisición de armamento 23. Gestiones para impedir el préstamo a Huerta y actitud del presidente Wilson sobre el reconocimiento 24. Maytorena comunica a Carranza que se opone al reconocimiento de Huerta, y otros asuntos 25. Instrucciones de Carranza sobre la adquisición de armamentos 26. Reconocimiento de la Junta Constitucionalista establecida en París 27. Triunfos constitucionalistas en Sonora, Tamaulipas y Nuevo León 28. Decreto que garantiza indemnizaciones por daños a nacionales y extranjeros 29. Prohibición del señor Heriberto Barrón de hacer declaraciones oficiales en Nueva York 30. Carranza reconoce los servicios prestados desde 1910 por Roque González Garza 31. La Junta Constitucionalista de París pide ayuda económica a Carranza 32. Carranza nombra general de brigada a Ignacio L. Pesqueira 33. Instrucciones de Carranza al capitán S. G. Hopkins en Washington 34. Francisco Vázquez Gómez dice que no lleva a Washington misión alguna de Carranza 35. Francisco Vázquez Gómez trabaja por la unión de los revolucionarios y pide conducta legal con los prisioneros de guerra 36. Instrucciones de Carranza al capitán S. G. Hopkins en Washington 37. Carranza pide la libertad de soldados federales internados en Estados Unidos 38. Carranza sostiene la necesidad de sujetarse a lo prescrito en el Plan de Guadalupe 39. Pláticas con el coronel Robertson, comisionado del Departamento de Estado 40. Manuel Pérez Romero, agente confidencial, informa al Primer Jefe, e instrucciones que le envía éste desde Piedras Negras

41. Hopkins informa a Carranza de su entrevista con el capitán McCoy 42. Protesta al gobierno americano por el paso de parque para las fuerzas federales 43. Los heridos constitucionalistas atendidos en Brownsville, Texas 44. Carranza instruye a los jefes militares para evitar perjuicios y trastornos con el extranjero 45. La Revolución constitucionalista no reconocerá ninguna obligación de Huerta 46. Actividades para entorpecer el empréstito a Victoriano Huerta 47. Carranza expone al presidente Wilson la injusta desigualdad con que se trata a los constitucionalistas en la frontera 48. Actividades de Oscar Braniff en Nueva York 49. Emilio Vázquez Gómez pide más actividad de los liberales y que le den informes del Plan de Ayala 50. Carranza cita a Julio Madero a Piedras Negras para aprovechar sus servicios 51. Maytorena presenta al agente confidencial del presidente Wilson, al señor Carranza 52. Carta de Porfirio Díaz a Felipe Ángeles, sobre salvación del Ejército Federal 53. Mondragón reprocha a Félix Díaz la ruptura del Pacto de la Ciudadela 54. Jesús Carranza informa a su hermano de asuntos políticos y militares en Coahuila y Tamaulipas 55. Isidro Fabela escribe al Congreso de Estados Unidos que Carranza es el defensor de los principios constitucionales 56. Manifiesto de generales constitucionalistas que condenan a Huerta por provocar la intervención americana 57. Excitativa de Isidro Fabela a los diputados de la XXVI Legislatura, sobre su responsabilidad en las renuncias de Madero y Pino Suárez 58. Sugestiones sobre un armisticio con Huerta, hechas por el Comité Constitucionalista de París 59. Vasconcelos expone a Carranza su deseo de que haya una organización civil de la Revolución 60. Francisco García Jr., informa a Rafael Zubaran sobre actividades en Yucatán y Campeche 61. Sobre fondos y elementos de guerra para revolucionar en el estado de Veracruz

62. Campaña periodística francesa e inglesa en favor de Victoriano Huerta 63. Difícil situación de emigrados mexicanos en Eagle Pass, Texas 64. Justicia y no ayuda, es lo que pedía la Revolución a las autoridades americanas 65. El papel moneda del constitucionalismo y las municiones de guerra, en Estados Unidos 66. Labor en pro de la Revolución en San Antonio, Texas, de José María Rodríguez 67. Principios, planes y tendencias de la Revolución constitucionalista, expuestos por Francisco Escudero, secretario de Relaciones 68. Carranza pide a Manuel Aguirre Berlanga que diga si está en disposición de prestar sus servicios 69. Propósitos e ideales del constitucionalismo, expuestos por Carranza a Henry Allen Tupper 70. Carranza afirma a Francisco Vázquez Gómez que se llevarán a cabo todas las reformas que reclaman las necesidades actuales de la nación 71. Hopkins informa a Carranza que una casa japonesa va a entregar armamento a Huerta 72. Jesús Carranza informa sobre la situación política y militar en Matamoros, Tamaulipas 73. Salvador Alvarado informa a Carranza sobre la mala administración de Maytorena, en Sonora 74. Jesús Acuña informa a Carranza sobre la actitud de Francisco Villa, en Chihuahua 75. Carranza felicita a Villa por su triunfo en Chihuahua y le recomienda atender al secretario de Relaciones y Hacienda, Francisco Escudero 76. Carranza dice a Díaz Lombardo, en París, que no estima necesario un empréstito 77. Carranza da instrucciones a Díaz Lombardo sobre empréstitos e informa sobre los fusilamientos hechos por Villa 78. La situación en el estado de Yucatán, respecto a la Revolución constitucionalista 79. Informa A. M. Azueta sobre la situación en el estado de Campeche 80. Carranza informa a su hermano sobre posible compra de armamento y pertrechos, y perspectiva optimista en Tampico 81. Carranza no acepta dinero extranjero para sostener la campaña constitucionalista 82. Instrucciones de Carranza respecto a los heridos hospitalizados en Eagle Pass

83. Antonio Ancona Albertos informa sobre la actuación del Grupo Liberal Renovador contra Victoriano Huerta 84. Carranza agradece a Ignacio L. Pesqueira su deseo de colaborar con la Revolución 85. Emilio Salinas informa a Carranza de la mala administración aduanal en la frontera 86. Carranza paga una deuda personal a Sóstenes de la Garza 87. Carranza presenta a Luis Cabrera y a Eliseo Arredondo con el gobierno de Chihuahua 88. Roberto V. Pesqueira informa acerca del posible reconocimiento en Washington de su carácter como representante de la Revolución 89. Carranza ordena a sus fuerzas el respeto a las vidas e intereses de los extranjeros 90. Conspiradores anticonstitucionalistas en Los Ángeles, California 91. Gestiones para evitar el contrabando de armas para Huerta, y otras sobre no enviar grupos de extranjeros a juntarse a Carranza 92. Villa informa de sus movimientos a Carranza y objeta el nombramiento de Chao 93. Silvestre Terrazas informa a Carranza de su entrevista con Villa, Luis Cabrera y Eliseo Arredondo 94. Dificultades para lograr el reconocimiento del Gobierno constitucionalista por Washington 95. Insiste Carranza en que debe observarse puntualmente el Plan de Guadalupe 96. Carranza satisfecho de la organización pública en Chihuahua; y separación de Francisco Escudero del cargo de secretario del Gabinete 97. Aumento de la deuda interior, billetes de circulación forzosa, 28 de diciembre de 1913 98. Gestiones para conseguir armas en los Estados Unidos 99. Explicaciones al gobernador de Texas sobre la situación en el territorio de la Revolución 100. Gestiones en pro de Carranza en el Departamento de Estado, e intervención de Inglaterra en pro de Huerta 101. The World pide la opinión de Carranza sobre el informe de Wilson en que manifestó su deseo de no intervenir en México 102. Artículo sobre las condiciones de México al tiempo del Plan de San Luis y del

Plan de Guadalupe, y perspectivas al triunfo de la Revolución constitucionalista 103. Carranza declara luto nacional el 22 de febrero en memoria de Madero y Pino Suárez 104. Rafael L. Hernández recomienda a Villa colaborar con Carranza para consumar el triunfo de la Revolución 105. Nombramiento de oficial mayor de Relaciones Exteriores de Isidro Fabela 106. Ernesto Madero felicita a Carranza por su actitud ante el conflicto suscitado por Huerta con Estados Unidos 107. Carranza se manifiesta informado de las maniobras de los banqueros con el usurpador Victoriano Huerta 108. Artículo sobre la traición de Huerta y su imposibilidad de hacer la paz 109. Maniobras de Manuel Calero para hacer reconocer a Victoriano Huerta 110. Rafael L. Hernández rechaza una entrevista con Jorge Vera Estañol 111. Carranza desea aprovechar el levantamiento del embargo de armas para destinarlas a los reclutas 112. Juan R. Orcí organiza un levantamiento contra las maytorenistas en Sonora 113. Maytorena envía a Carranza copia de la carta que dirigió a Francisco Escudero 114. Obsequio que hacen Villa y Chao a Carranza 115. Traslado de la administración constitucionalista de Hermosillo a Chihuahua 116. Artículos publicados en El Renovador, por Blas Urrea (Luis Cabrera) 117. Respuesta de Maytorena a la llamada al orden constitucional que le hizo el secretario de Gobernación 118. Álvaro Obregón amenaza destruir los barcos que transporten armas para Huerta 119. Díaz Lombardo, desde París, pide colaborar con Carranza en su gobierno 120. Artículo de José Santos Chocano sobre la personalidad de Carranza 121. Artículos de Luis Cabrera publicados en El Renovador, en varias fechas de 1914 122. José Santos Chocano pide la intervención de Carranza para salvar su vida 123. Actividades huertistas en Nuevo México 124. Mensaje de Wilson sobre el conflicto con el gobierno de Huerta en Tampico 125. Carranza devuelve cartas de Díaz Lombardo y de Sánchez Azcona

126. Falsedad de los informes de Lane Wilson a su gobierno sobre la dictadura de Victoriano Huerta 127. Isidro Fabela, Encargado de la Secretaría de Relaciones del constitucionalismo, hace conocer las declaraciones de Daniels sobre el patriotismo y los ideales de los constitucionalistas 128. Francisco Urquidi transcribe la declaración de Daniels, secretario de Estado, sobre patriotismo e ideales de los constitucionalistas 129. Francisco Urquidi hace sugerencia sobre designación de enviado especial a Estados Unidos, y sobre urgencia de tomar Tampico 130. Carta de Jesús Carranza a su hermano Venustiano, sobre la actitud asumida por el Primer Jefe ante la invasión americana por Veracruz 131. Artículos de Blas Urrea (Luis Cabrera) en El Renovador de 1914, anunciando el fin de la usurpación de Victoriano Huerta 132. Sánchez Azcona desde París informa a Zubaran Capmany de su situación económica y de sus actividades 133. Sánchez Azcona informa a Carranza sobre las actividades del Dr. Atl 134. Crisis en Sonora y sus efectos en Sinaloa por el entendimiento de los dos gobernadores 135. Carranza y Villa frente a frente, al través de los hilos telegráficos 136. José Ortiz Rodríguez expone a Isidro Fabela su situación como diputado de 1912 a 1914 y en otros cargos 137. Roberto V. Pesqueira informa a Carranza sobre las actividades subversivas de Villa, Ángeles y Maytorena 138. Carranza rectifica al New York Herald y afirma que no tiene compromiso alguno con el gobierno de Estados Unidos ni con ningún otro 139. Artículo de Chocano sobre Villa, y proclama de Villa el 1º de junio de 1914 en Coahuila 140. Declaraciones de Carranza en entrevista publicada por El Renovador de Luis Cabrera 141. El periódico La Idea Libre publica una proclama e informaciones sobre la marcha de la guerra 142. El Renovador anuncia y comenta la desbandada de Huerta y sus cómplices 143. Roberto V. Pesqueira informa a Obregón sobre la situación en Sonora y en la República

144. Ernesto Madero manifiesta a Carranza su adhesión y simpatía 145. Zubaran Capmany dice que sólo se aceptará la rendición incondicional de Victoriano Huerta 146. Artículos del periódico La Idea Libre que comentan la fuga de Huerta, el 18 de julio de 1914 147. Carranza anuncia la jornada de 8 horas para los trabajadores, la revaluación de la propiedad y otras medidas de carácter social 148. Zubaran Capmany anuncia que Estados Unidos reconocerá al Gobierno revolucionario cuando éste haya tomado la capital, y critica las medidas anticlericales de Villarreal 149. El Dr. Atl informa a Carranza de una entrevista que tuvo con Zapata 150. La Idea Libre publica la acusación de Heriberto Barrón contra Huerta, y da la bienvenida al Ejército constitucionalista 151. Emilio Madero renuncia a la comandancia militar que le confirió Villa 152. La Idea Libre comenta las actividades militaristas y clericales contra la Revolución 153. Maytorena manda hacer dos mil botones con el retrato de Villa 154. Carranza anuncia que la Revolución constitucionalista garantiza sus emisiones de billetes 155. El Constitucionalista comenta la entrada del Ejército constitucionalista a la capital mexicana 156. Carranza anuncia, el 21 de agosto de 1914, que se ha hecho cargo del Poder Ejecutivo de la Unión 157. Robles Domínguez renuncia porque considera incompatible el gobierno civil dentro del régimen militar en el Distrito Federal 158. Carta de Rodrigo Gómez a Palafox, comunicándole las “Cláusulas panamericanas” para apoyar a un gobierno mexicano designado por todos 159. J. C. Enríquez informa a Carranza sobre abusos de los agentes compradores de armamentos 160. Maytorena anuncia a Carranza que se adhiere a Villa y Obregón, respecto al problema presidencial 161. Francisco Canseco rechaza las proposiciones de Almazán y otros para adherirse al felicismo

162. Carranza felicita a jefes de la División del Noreste y de Puebla y otros estados, por la garantía que dan al porvenir de la patria 163. Teodoro A. Dehesa manifiesta a Carranza el concepto en que lo ha tenido desde el Gobierno de Díaz 164. El Dr. Atl escribe a Zapata, deseando el triunfo del agrarismo y pidiéndole un manifiesto a la nación 165. Carranza informa a su agente en Washington que el Ejército Federal ha sido disuelto; que ha ascendido a Villa a divisionario; y que con 121 000 soldados está garantizada la estabilidad del gobierno 166. Eulalio Gutiérrez comunica a Carranza las mejoras que ha llevado a cabo en San Luis Potosí 167. Carranza recomienda que en la administración se prefiera a los que prestaron mayores servicios a la causa constitucionalista 168. Carranza autoriza la reapertura de bancos que garanticen pago efectivo de sus billetes 169. Carranza felicita a Federico Montes por su actitud hacia los trabajadores 170. Carranza autoriza a Arrieta a emitir hasta un millón de pesos en Durango 171. Carranza da instrucciones al gobernador de Puebla respecto a prisioneros zapatistas 172. Villa comunica a Zapata que ha desconocido la autoridad de Carranza, y lo invita a secundarlo 173. Villa propone que Carranza entregue el poder a Iglesias Calderón, y que éste convoque a elecciones 174. Instrucciones de Carranza a la Junta General de Jefes, convocada para tratar de evitar la guerra 175. Informes sobre actividades de Ángeles en Baja California, para secundar la rebelión de Villa 176. Carranza comunica autorizaciones a José de la Luz Herrera, a Maclovio Herrera y a Arrieta, para emitir billetes 177. El secretario de Relaciones designa cónsul en Italia al general Arturo Santibáñez 178. Salgado es designado gobernador de Guerrero, y funda el Banco de Emisión Revolucionario. Fija el salario de un peso diario a los jornaleros 179. Maclovio Herrera exhorta a los hermanos Arrieta a combatir a Francisco Villa

por desconocer éste al Primer Jefe del constitucionalismo 180. I. Rivas Iruz opina sobre la situación mexicana desde la época porfirista hasta el constitucionalismo 181. José I. Reynoso renuncia el cargo de subsecretario de Hacienda y Crédito Público 182. Carranza acepta la renuncia de José I. Reynoso como subsecretario de Hacienda y Crédito Público 183. Villa avisa a Zapata haber llegado el momento de romper las hostilidades contra Carranza 184. Lucio Blanco ruega a Carranza oír a Iglesias Calderón en sus gestiones de paz 185. Zapata le pide a Lucio Blanco que desocupe la capital y ataque a Pablo González, para probar sus buenos deseos revolucionarios 186. Carranza ordena a González y a Murguía auxiliar a Obregón en su retirada de la capital 187. Pablo González explica a Carranza los movimientos de fuerzas y el plan de operaciones contra Villa 188. Francisco Coss señala a los hermanos Camacho como traidores 189. Guadalupe Narváez B. denuncia un plan para asesinar a Carranza 190. Álvaro Obregón, jefe del Ejército del Norte, llama al pueblo mexicano para combatir a Villa, monstruo de la traición y el crimen 191. H. L. Hall comunica a Palafox su entrevista con Carothers y que no fue recibido por Zapata 192. Obregón pide a Carranza la eliminación de varios de sus consejeros, entre ellos Fabela, Breceda, etc. 193. Luis Manuel Rojas, José Natividad Macías, Isidro Fabela y otros, protestan por la presencia del huertista Tomás Braniff en Veracruz 194. Manuel Walls desde Washington pide a Isidro Fabela interceder por varios súbditos españoles en Tampico 195. Artículo de Isidro Fabela sobre la situación política de la Revolución y la conducta del Primer Jefe Carranza 196. S. Vargas H. propone a Villa la adquisición de maquinaria para emitir papel moneda 197. Instrucciones para que las sumisiones de jefes militares descarriados sean

incondicionales al Primer Jefe 198. Carothers interviene con Villa, y éste con Zapata, para que se devuelvan unas pieles de Jenkins, confiscadas, para evitar dificultades con Estados Unidos 199. Maytorena felicita a Zapata por su firmeza y patriotismo en la lucha 200. Expedición de Carranza través de Sonora y Chihuahua 201. Cartas de Argumedo a Gilberto Camacho, que envía Francisco Coss al Primer Jefe 202. Carranza pide al general Blanco una entrevista en Apizaco para hablar extensamente 203. Rosaura B. Vda. de Gómez comunica a Carranza que su hijo Mario G. Palacios fue asesinado por el traidor Santibáñez 204. Eulalio Gutiérrez y otros proponen a Carranza una junta en la capital mexicana para formular un programa de gobierno 205. Pánfilo Natera pide a Eulalio Gutiérrez y otros que eviten un choque armado, en bien de la patria 206. Artículos de Ray Stannard Baker, sobre la actitud de Wilson ante México, desde el fin del porfirismo hasta el desembarco de los marinos yanquis en Veracruz 207. Plan de Guadalupe y Bases del Gobierno Revolucionario expedidas por el Primer Jefe en Veracruz, el 12 de diciembre de 1914 208. Síntesis histórica y bibliografía del movimiento revolucionario desde febrero de 1913 hasta marzo de 1915, por Aristeo Gómez Treviño 209. Sam Navarro presenta un programa político y comenta el Plan de Guadalupe 210. Roque González Garza propone modificaciones al Plan de Guadalupe 211. Carranza acepta el Plan de Guadalupe y es designado Primer Jefe del Ejército constitucionalista 212. Acta en que representantes de Sonora y Chihuahua se adhieren al Plan de Guadalupe, y designan comisionado en Washington para gestionar la beligerancia 213. Carranza espera la colaboración de Francisco Vázquez Gómez, si éste está de acuerdo con el Plan de Guadalupe para implantar las reformas 214. Carranza invita a Zapata a secundar el Plan de Guadalupe 215. Carranza se refiere al empréstito que gestiona Huerta, y a la opinión de

Vasconcelos en pro de Manuel Vázquez Tagle para presidente provisional 216. Credencial a Vasconcelos como agente confidencial en Inglaterra. Carranza cree que Vasconcelos no conoce el Plan de Guadalupe 217. Carranza aceptaría la adhesión incondicional de los elementos vazquistas al Plan de Guadalupe, y envía dos emisarios a Zapata 218. Carranza anuncia no haber contraído compromiso de apoyar a Vázquez Gómez como presidente provisional 219. Carranza considera aceptables sólo a los elementos que se adhieran incondicionalmente al Plan de Guadalupe 220. Carranza reitera a Vasconcelos que no variará su conducta de lo prescrito por el Plan de Guadalupe 221. Pascual Morales y Molina reconoce la autoridad del Primer Jefe en Puerto México 222. Declara Carranza que el Plan de Guadalupe es un plan político, no un programa revolucionario ni de gobierno. Isidro Fabela dice a Zubaran Capmany que sólo mediante el Plan de Guadalupe podrán hacerse las reformas urgentes, disolver el Ejército Federal y desconocer todos los actos de Victoriano Huerta 223. Adiciones y decretos dictados conforme al Plan de Guadalupe, sobre: Municipio libre, Relaciones familiares, Ley Agraria, supresión de la Lotería, Legislación obrera, Tiendas de raya, Divorcio

ADVERTENCIA PRELIMINAR

PUBLICO esta obra, Documentos históricos de la Revolución Mexicana, no con el ánimo de hacer historia sino con el fin, que estimo patriótico, de que otros la hagan. Los papeles que ofrezco a los investigadores y estudiosos que deseen conocer la verdad de los acontecimientos sucedidos en nuestro país de 1910 a 1920, constituyen un acervo histórico en buena parte de primera mano y muchos de ellos desconocidos hasta ahora. Los que contiene este volumen pertenecen en buen número a mi archivo personal que cedí al pueblo mexicano por medio del fideicomiso que celebré con el Banco de México, S. A., con fecha 5 de octubre de 1958, la cual donación comprende también la nuda propiedad de la “Casa del Risco”, que fuera el asiento de mi vida hogareña, con todas sus pertenencias: biblioteca, pinacoteca, obras de arte, etcétera. Entre los documentos que conservo con extremo cuidado encuéntranse los relativos a la Secretaría de Relaciones que estuvo a mi cargo al principio de la Revolución, así como otros importantísimos que el Presidente de la República don Venustiano Carranza dejó al salir de su casa de la calle de Lerma núm. 35, el 7 de mayo de 1920, para defender la legalidad de su gobierno, siendo después traicionado y sacrificado en Tlaxcalantongo el día 20 del mismo mes. Tales documentos me fueron proporcionados por las hijas del señor Carranza, la señorita doña Julia y la señora doña Virginia, así como el esposo de esta última, general Cándido Aguilar, con el fin de que los utilizara en mis estudios, pues bien sabían ellos que yo había ofrecido a su señor padre escribir la historia de nuestras relaciones diplomáticas con los Estados Unidos. Esto interesaba sobremanera al ilustre patricio para que su conducta, por sí misma, hiciera resaltar el decoro y patriotismo con que el gobierno de su cargo había procedido resguardando siempre, con dignidad, la soberanía de México. Ese compromiso, para mí sagrado, lo cumplí recientemente al dar a la publicidad mi libro Historia diplomática de la Revolución Mexicana (Fondo de Cultura Económica, 2 vols., 1958, 1959). Este tomo que ahora publicamos no es el primero de la obra completa que tengo en preparación sino el tercero o cuarto, pues los primeros se referirán al régimen del Presidente Madero. La razón de que no publiquemos por su orden los primeros tomos no tiene otra explicación que ésta: tanto el autor como la editorial Fondo de Cultura Económica han deseado que el primer volumen, ya preparado, aparezca en los días en que se celebra el cincuentenario de la Revolución Mexicana. Los precedentes aparecerán con posterioridad por no estar concluidos todavía así como, naturalmente, los que siguen, relativos al gobierno

constitucionalista. El método que hemos adoptado para la publicación de nuestra obra documental es el siguiente: Primero, el de seguir un orden cronológico, con excepción de aquellos casos en que insertamos cartas, seguidas de sus respuestas consiguientes las cuales fueron recibidas por sus destinatarios con retardo. Esto con objeto de que el lector se dé cuenta cabal, desde luego, de los asuntos tratados en tales misivas. Segundo, hemos considerado oportuno y útil que casi todos los documentos sean precedidos de una síntesis de su texto con el fin de ahorrar tiempo a los investigadores e historiadores no leyendo aquellos papeles que no les interesen al saber de lo que tratan. Desde que siendo joven comprendí lo que era la patria para sus hijos la rendí un culto devoto. Culto místico que se transformó en dinámico cuando un huracán de epopeya sacudió a la República al perpetrarse los crímenes de febrero de 1913. Entonces sentí que mi deber era darle alas a mi voluntad para incorporarme a la Revolución redentora iniciada por el gobernador de Coahuila, don Venustiano Carranza, poniéndome a sus órdenes directas. Cuando en 1913 formé parte del gabinete del Primer Jefe en el ramo de Relaciones Exteriores, presté mis servicios al movimiento político-social de nuestro país con fe de creyente en su justicia y en su triunfo, habiendo tomado parte directa en los primeros incidentes y conflictos internacionales surgidos entre el gobierno Constitucionalista y la Secretaría de Estado norteamericana, siendo presidente de la gran potencia nórdica el profesor Woodrow Wilson. Con tales antecedentes puedo ratificar lo que he expresado en otra ocasión, que habiendo sido actor directo unas veces, indirecto otras, y testigo de los sucesos acontecidos en determinados periodos de nuestra Revolución, me he impuesto a mí mismo el deber de emprender la ardua labor que significa el estudio, análisis, ordenamiento y clasificación de los documentos que presento a la generación actual y a las sucedientes para que los historiógrafos de hoy y del futuro tengan a su disposición la fuente en que basar sus obras respectivas. La Historia es una ciencia sui generis, como dice Antonio Caso. Y agrega citando a Schopenhauer: “Todas las ciencias, sin excepción, tratan de lo que existe siempre, mientras que la historia relata lo que ha existido sólo una vez y no volverá a existir jamás”. Y como esto es una gran verdad, nosotros tratamos de que esos hechos de la Revolución Mexicana, “que no volverán a existir jamás”, no se pierdan en la memoria nacional, dejándolos escritos tal y como existieron, sin comentarios ni

críticas, por ahora, sino escuetos, de tal manera que los documentos hablen por sí mismos con la única elocuencia que interesa a los pueblos, la elocuencia de la verdad. Por supuesto, no pretendemos haber realizado una labor exhaustiva. En la Historia nada hay exhaustivo. Cada día, después de siglos y siglos, se descubren novedades que asombran a los más eruditos especialistas en el estudio de épocas pretéritas. Con mayor razón en nuestro caso particular, puesto que damos a conocer un material historiográfico que data de apenas cincuenta años a la hora de ahora. Material que por abundante que sea no puede contener toda la riqueza documental existente en archivos públicos o privados que no han estado a nuestro alcance. De todas maneras creemos haber prestado un servicio considerable a la Nación Mexicana para la forja del monumento literario más importante erigido hasta hoy a nuestra gran Revolución y para honra de ella. I. F.

REVOLUCIÓN Y RÉGIMEN CONSTITUCIONALISTA I

Circular expedida por don Venustiano Carranza, Gobernador del Estado de Coahuila, invitando al Gobierno de los Estados, y jefes militares, a desplegar la bandera de la legalidad, con motivo de la arbitraria e ilegal designación hecha por el Senado de la República para que el general Victoriano Huerta se hiciera cargo del Poder Ejecutivo. [B.]

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El Gobierno de mi cargo recibió ayer, procedente de la capital de la República, un mensaje del señor general don Victoriano Huerta, comunicando que, con autorización del Senado, se había hecho cargo del Poder Ejecutivo Federal, estando presos el señor Presidente de la República y todo su Gabinete, y como esta noticia ha llegado a confirmarse, y el Ejecutivo de mi cargo no puede menos que extrañar la forma anómala de aquel nombramiento, porque en ningún caso tiene el Senado facultades constitucionales para hacer tal designación cualquiera que sean las circunstancias y sucesos que hayan ocurrido en la ciudad de México, con motivo de la sublevación del brigadier Félix Díaz y generales Mondragón y Reyes, y cualquiera que sea también la causa de la aprehensión del señor Presidente y sus ministros, es el Congreso General a quien toca reunirse para convocar inmediatamente a elecciones extraordinarias, según lo previene el Art. 81 de nuestra Carta Magna; y por tanto, la designación que ha hecho el Senado, en la persona del señor general V. Huerta, para Presidente de la República, es arbitraria e ilegal, y no tiene otra significación que el más escandaloso derrumbamiento de nuestras instituciones, y una verdadera regresión a nuestra vergonzosa y atrasada época de los cuartelazos; pues no parece sino que el Senado se ha puesto en connivencia y complicidad con los malos soldados, enemigos de nuestra patria y de nuestras libertades, haciendo que éstos vuelvan contra ella la espada con que la nación armara su brazo, en apoyo de la legalidad y el orden. Por esto, el Gobierno de mi cargo, en debido acatamiento a los soberanos mandatos de nuestra Constitución Política Mexicana, y en obediencia a nuestras instituciones, fiel a sus deberes y animado del más puro patriotismo se ve en el caso de desconocer y rechazar aquel incalificable atentado a nuestro pacto fundamental, y en el deber de declararlo así, a la faz de toda la nación, invitando por medio de esta circular a los gobiernos y a todos los jefes militares de todos los Estados de la República, a ponerse al frente del sentimiento nacional, justamente indignado, y desplegar la bandera de la legalidad, para sostener al Gobierno constitucional, emanado de las últimas elecciones, verificadas de acuerdo con nuestras leyes de 1910.

Saltillo (Coah.), febrero 19 de 1913. V. Carranza.

Oficio de don Venustiano Carranza, Gobernador del Estado de Coahuila de Zaragoza, dirigido al H. Congreso del mismo, para resolver sobre la actitud que debería asumirse, con respecto a la usurpación de la Primera Magistratura de la República, por el general Victoriano Huerta. [B.]

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Gobierno del Estado de Coahuila de Zaragoza. República Mexicana. Sección tercera. Número 5, 565. Con fecha de ayer, y procedente de México, recibí el siguiente telegrama del general Victoriano Huerta: “Autorizado por el Senado, he asumido el Poder Ejecutivo, estando presos el Presidente y su Gabinete. V. Huerta.” El telegrama preinserto es por sí solo insuficiente para explicar con claridad la delicada situación por que el país atraviesa; mas como el Senado, conforme a la Constitución, no tiene facultades para designar el Primer Magistrado de la Nación, no pudo legalmente autorizar al general Victoriano Huerta para asumir el Poder Ejecutivo y, en consecuencia, el expresado general no tiene legítima investidura de Presidente de la República. Deseoso de cumplir fielmente con los sagrados deberes de mi cargo, he creído conveniente dirigirme a esta Honorable Cámara para que resuelva sobre la actitud que deba de asumir el Gobierno del Estado en el presente trance, con respecto al general que, por error o deslealtad, pretende usurpar la Primera Magistratura de la República. Esperando que la resolución de este Honorable Congreso esté de acuerdo con los principios legales y con los intereses de la patria, me es grato renovar a ustedes las seguridades de mi distinguida consideración y particular aprecio. Libertad y Constitución. Saltillo, 19 de febrero de 1913. V. Carranza. E. Garza Pérez, secretario. A los ciudadanos secretarios del H. Congreso del Estado. Presente.

Dictamen del H. Congreso Local del Estado de Coahuila de Zaragoza, a la iniciativa del Gobernador del mismo, desconociendo al general Victoriano Huerta en su carácter de jefe del Poder Ejecutivo de la República. [B.]

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Señor: Siendo en nuestro poder una comunicación del Ejecutivo del Estado, de esta fecha, en la que informa a esta Honorable Cámara del siguiente mensaje que le dirigió el general Victoriano Huerta: “Autorizado por el Senado he asumido el Poder Ejecutivo, estando presos el Presidente y su Gabinete”, y siendo esta Comisión del mismo sentir que el Ejecutivo del Estado, cuando dice en su citada comunicación: “El Senado, conforme a la Constitución, no tiene facultades pata designar al Primer Magistrado de la Nación”, considerando la presente situación grave por demás, no vacilamos en presentar la resolución que sigue, como nacida del patriotismo que anima a los miembros de esta Honorable Cámara, a fin de procurar de la manera más conveniente la solución del presente conflicto. En tal virtud, pasamos a proponer a la deliberación de V. E. el siguiente proyecto de decreto: Artículo 1º. Se desconoce al general Victoriano Huerta en su carácter de jefe del Poder Ejecutivo de la República, que dice él le fue conferido por el Senado, y se desconocen también todos los actos y disposiciones que dicte con ese carácter. Artículo 2º. Se conceden facultades extraordinarias al Ejecutivo del Estado en todos los ramos de la administración pública para que suprima lo que crea conveniente y proceda a armar fuerzas para coadyuvar al sostenimiento del orden constitucional de la República. Económico. Excítese a los gobiernos de los demás Estados y a los jefes de las fuerzas federales, rurales y auxiliares de la Federación para que secunden la actitud del Gobierno de este Estado. Sala de Comisiones del H. Congreso del Estado. Saltillo, febrero 19 de 1913. José García Rodríguez. A.V. Villarreal. Gabriel Calzada.

Decreto expedido por el H. Congreso del Estado de Coahuila de Zaragoza, desconociendo al general Victoriano Huerta en su carácter de jefe del Poder Ejecutivo de la República, concediendo facultades extraordinarias al Ejecutivo del Estado para armar fuerzas a fin de coadyuvar al sostenimiento del orden constitucional de la República. [A. I. F., F9-71-31.]

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Un sello al margen, que dice: República Mexicana. Gobierno del Estado de Coahuila de Zaragoza. VENUSTIANO CARRANZA, Gobernador Constitucional del Estado Libre y Soberano de Coahuila de Zaragoza, a sus habitantes sabed: Que el Congreso del mismo, ha decretado lo siguiente:

El XXII Congreso Constitucional del Estado Libre, Independiente y Soberano de Coahuila de Zaragoza, decreta: Número 1421. Artículo 1º. Se desconoce al general Victoriano Huerta en su carácter de jefe del Poder Ejecutivo de la República, que dice él le fue conferido por el Senado y se desconocen también todos los actos y disposiciones que dicte con ese carácter. Artículo 2º. Se conceden facultades extraordinarias al Ejecutivo del Estado en todos los ramos de la administración pública para que suprima los que crea convenientes y proceda a armar fuerzas para coadyuvar al sostenimiento del orden constitucional en la República. Económico. Excítese a los gobiernos de los demás Estados y a los jefes de las fuerzas federales, rurales y auxiliares de la Federación para que secunden la actitud del Gobierno del Estado. Dado en el Salón de Sesiones del H. Congreso del Estado, en Saltillo, a los diez y nueve días del mes de febrero de mil novecientos trece. A. Barrera, diputado presidente. J. Sánchez Herrera, diputado secretario. Gabriel Calzada, diputado secretario. Imprímase, comuníquese y obsérvese. Saltillo, 19 de febrero de 1913. V.

Carranza. E. Garza Pérez, secretario.

Informe rendido por Mr. Henry Lane Wilson, al Departamento de Estado americano, sobre las renuncias presentadas por don Francisco I. Madero y licenciado José M. Pino Suárez, a sus cargos de Presidente y Vicepresidente de la República, respectivamente, para proclamarse posteriormente al general Victoriano Huerta como Presidente provisional. [P.]

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México, 22 de febrero de 1913. Departamento de Estado. Washington, D. C. El Presidente y el Vicepresidente han renunciado y sus renuncias han sido presentadas al Congreso, el que naturalmente las aceptará. Conforme a la Ley el poder recae en el señor Lascuráin, quien aún no puede renunciar, pero quien retendrá unos minutos el poder y en seguida Huerta será proclamado Presidente provisional e inmediatamente anunciará que su Gabinete lo forman las siguientes personas: Guerra, general Mondragón; Fomento, Robles Gil; Gobernación, García Granados; Justicia, Rodolfo Reyes; Instrucción Pública, Vera Estañol; Comunicaciones, De la Fuente. Henry Lane Wilson.

Informe rendido por Mr. Henry Lane Wilson, al Departamento de Estado americano, sobre el interés del llamado Gobierno para reprimir los desórdenes sin entrar en negociaciones, y la declaración hecha por el secretario de la Legación británica en el sentido de que su Gobierno no reconocería al Gobierno provisional. [P.]

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México, febrero 24 de 1913. Departamento de Estado. Washington, D. C. Continúan llegando adhesiones al Gobierno de todas partes del país y pienso que nos encontramos en vísperas de gozar de verdadera paz con excepción de algunos distritos al sur de México, donde el Gobierno según me han informado, no intenta entrar en negociaciones, sino suprimir los desórdenes con mano firme, sin dar cuartel a los violadores de la Ley, dando así al mundo una prueba inmediata de la estabilidad y vigor de la presente administración. Creo urgente que el Departamento haga saber al pueblo de los Estados Unidos la disposición amistosa de este Gobierno para con los Estados Unidos y la actividad que está desplegando para restablecer el orden; también debe llamarse la atención sobre el hecho de que uno de los últimos actos del Gobierno de Madero fue enviar telegramas a todos los gobernadores en sentido de que aumentara la excitación en contra de los americanos residentes en México. El secretario de la Legación británica me dijo hoy que era indudable que su Gobierno no reconocería a la actual administración del Gobierno provisional. Esto sería un gran error, que pondría en peligro al actual Gobierno, del que depende la seguridad de los extranjeros y creo que sería conveniente se tuvieran algunas pláticas con la Embajada inglesa. Confidencial. Hoy me informó el señor De la Barra que en una reunión que hubo en Palacio inmediatamente después de la muerte de Madero le dijo al Presidente que si no quedaba convencido que el Gobierno no estaba inmiscuido en el asesinato de Madero renunciaría inmediatamente con dos de sus colegas. Agregó que quedó convencido y por eso dio al público el informe que trasmitió la Prensa Asociada. A pesar de todos los rumores que corren sobre el particular estoy dispuesto a aceptar la versión del Gobierno sobre el asunto y considero concluido el incidente. La cooperación del Departamento en este sentido sería de infinito valor en estos momentos tan difíciles. Henry Lane Wilson.

Telegrama de don Venustiano Carranza, Gobernador del Estado de Coahuila, fechado en la ciudad de Ramos Arizpe, Coah., manifestando al presidente William Taft, que su festinación en reconocer al Gobierno espurio del general V. Huerta ha desatado la guerra civil en el Estado de Coahuila, y pronto se extendería en todo el país. [P.]

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Ramos Arizpe, 26 de febrero de 1913. S. E. William Taft. Washington, D. C. La festinación con que el Gobierno de usted ha reconocido al Gobierno espurio que Huerta trata de implantar sobre la traición y el crimen ha acarreado la guerra civil al Estado de Coahuila que represento, y muy pronto se extenderá en todo el país. La nación mexicana condena el villano cuartelazo que la ha privado de sus gobernantes constitucionales; pero sabe que sus instituciones están en pie y que está dispuesta a sostenerlas. Espero que vuestro sucesor obrará con más circunspección acerca de los intereses sociales y políticos de mi país. V. Carranza, Gobernador Constitucional de Coahuila.

Carta de don José María Maytorena, fechada en Tucson, Arizona, dando a conocer a don Venustiano Carranza las pretensiones del licenciado Emilio Vázquez Gómez, en el sentido de que el Estado de Sonora fuera el asiento del Gobierno provisional del citado, para que el movimiento tuviera personalidad moral. [A. I. F., F9-70-28.]

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Tucson, marzo 28 de 1913. Señor don Venustiano Carranza. En su campamento. Muy estimado amigo: Con singular satisfacción recibí sus estimables letras de fecha 19 del actual en las que se sirve darme algunos datos, que mucho agradezco y para que usted tenga la satisfacción de ver que caminamos de acuerdo, como no tenía menos de suceder, dada nuestra filiación política, paso a darle breve cuenta de lo hecho por nosotros, es decir, por nuestro partido, encabezado por este su humilde servidor. Usted conoce la actitud franca que, iniciada por mí, tomó el Estado de Sonora y por lo mismo no entraré en detalles más que para precisar lo que antes dije: la afinidad de nuestras ideas y en consecuencia nuestro común sentir. Autorizado con una carta del señor licenciado don Emilio Vázquez Gómez, estuvo en ésta el señor licenciado Larrazolo. Pretendía si no franca, pero sí embozadamente que reconociésemos tácitamente al señor Vázquez Gómez. Naturalmente contesté que yo no tenía ni debía resolver nada sobre este asunto, que el pueblo, cuando la República estuviese tranquila, era el llamado a resolver. Posteriormente vino otro comisionado del mismo señor Vázquez Gómez, el señor Aristarco Carrascoso, a quien usted se refiere. Éste fue más explícito que el anterior y aun llegó a apuntar la idea de que Sonora fuera el asiento del Gobierno provisional de Vázquez Gómez, con el objeto, decía, de que el movimiento tuviera lo que pudiéramos llamar personalidad moral. Tampoco acepté esta argucia y terminantemente dile a conocer mi conclusión: Sonora haría un pacto con el señor Vázquez Gómez, única y exclusivamente, para atacar al enemigo común: es decir, al huertismo; pero para ello necesitaba que previamente el Estado de Chihuahua o por lo menos el partido encabezado por Vázquez Gómez, demostrara con hechos positivos que estaba contra Huerta, desde el momento que Sonora ya había dado pruebas palpables de su antihuertismo. Éste fue el ultimátum con el cual se fueron ambos delegados, sin que posteriormente haya recibido ninguna noticia de ellos ni del señor Vázquez Gómez. Con respecto al segundo punto que tocó en su estimable carta que contesto, de dar unidad al movimiento constitucional, también tengo el gusto de participarle que

comulgo con sus propias ideas. En conferencias tenidas con el señor doctor Navarro, a quien usted conoce y el diputado Roberto V. Pesqueira, discutimos ampliamente el asunto y yo propuse y ellos aceptaron, que reuniendo usted las dotes de talento, juicio, reposo y prestigio, tanto en el orden civil como en el militar, era el designado para ser el jefe supremo de la Reivindicación. Los demás detalles, tales como el desconocimiento de los Poderes Federales y, al triunfo del movimiento constitucionalista, reasumir el Jefe Supremo todos los poderes para convocar a elecciones, también fueron discutidos y aprobados. Cuente usted, por mi parte, con la más completa aquiescencia a su programa, que me parece que es el único hábil, oportuno y eficaz a que debemos sujetarnos; y espero ansioso el plan que me anuncia, para hacerlo conocer a todos nuestros jefes militares con mando, pues aunque tengo la creencia de que seguirán seguramente mi opinión, por respeto que debemos a la libertad de opinar, quiero y debo consultar antes con ellos. No me extiendo más, porque comprendo que no dispone de mucho tiempo, dadas las necesidades de la campaña; pero sí debo decirle con satisfacción que nuestro Estado se ha portado noble y valientemente, pues en cuantos encuentros ha tenido con los federales, éstos han resultado vencidos. Se hallan en nuestro poder las aduanas de Agua Prieta y Nogales; Cananea también es nuestra. Tras de tres días de duro combate los federales se rindieron en número de 3 jefes, 18 oficiales, y más de 300 de tropa, pudiendo obtener con este triunfo, 500 maussers, 30 000 cartuchos, 2 ametralladoras y 2 lanza-bombas. Naco no tardará en caer en nuestro poder y pronto creemos estar en posesión de todo el Estado de Sonora. Deseando a usted todo género de éxitos y en espera de sus estimables letras quedo de usted su afmo., amigo y atto. S. S. José M. Maytorena

Manifiesto de don Venustiano Carranza, fechado en Piedras Negras, Coah., haciendo consideraciones sobre la lucha en que se empeñan los Estados de Coahuila y Sonora, secundados por los demás Estados de la República, en contra del llamado Gobierno del general Huerta, por lo que espera que el pueblo y Gobierno americano encuentren justificado dicho movimiento. [A. I. F., F9-49VI.]

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AL PUEBLO AMERICANO Por las consecuencias que, para los intereses americanos en la nación mexicana, pudiera traer el conflicto armado que ha surgido entre los Estados de Coahuila y Sonora y los demás que los están secundando, en contra del llamado Gobierno del general Victoriano Huerta, quiero que el pueblo americano juzgue acerca de la justificación de la actitud asumida por los gobiernos antes expresados y por una gran parte del pueblo de otros. Después de treinta y cinco años de la dictadura del general Porfirio Díaz, el pueblo mexicano, no queriendo soportarla más, en una conmoción unánime en 1910, arrojó del poder al general Díaz, y en la elección más espontánea, verificada en la nación desde su independencia, llevó a la Presidencia de la República al C. Francisco I. Madero, jefe de la lucha democrática en contra de la dictadura del general Díaz. Los elementos del viejo Gobierno, no conformes con el nuevo régimen, intentaron tres veces, por medio de la revolución, derrocar del poder al señor Madero: pero la nación estaba con él y todos los esfuerzos de sus enemigos fueron inútiles. Los descontentos, en su impotencia, recurrieron a sobornar al ejército y lograron conseguirlo con parte de la guarnición de la ciudad de México, que se sublevó contra el Gobierno legalmente constituido. El Presidente confió el mando de las fuerzas para someterlos, al general Victoriano Huerta, a quien el general Díaz había tenido en el olvido, por indigno e inmoral, y a quien el señor Madero había colmado de favores y de honores, que pagó con la más negra ingratitud, arrojando una mancha que no se lavará, en la historia del ejército. El general Huerta, se unió a los sublevados de Félix Díaz, sobrino del ex dictador, aprehendiendo al señor Presidente, al Vicepresidente y al Gabinete, comunicando, a los Estados este acto indigno y atentatorio contra las instituciones de la nación, en los siguientes términos: “Autorizado por el Senado, he asumido el Poder Ejecutivo de la nación, estando presos el Presidente y su Gabinete.” Tal procedimiento, empleado por el ejército

para hacer desaparecer el Gobierno del pueblo, trajo como consecuencia el desconocimiento, por parte de los gobiernos de Sonora y Coahuila, del llamado Gobierno del general Huerta, emanado de una asonada militar, y el referido desconocimiento originó el conflicto armado que empieza a asolar de nuevo a la nación y que no tendrá más solución que por medio de las armas, pues los que creemos que debe imperar el derecho sobre la fuerza, no consentiremos en la restauración de la dictadura, que sería hoy mil veces más funesta que la pasada. Expuesto lo anterior, yo pregunto al pueblo americano y a los gobiernos de sus Estados: ¿Si se hubiesen desarrollado en Washington los acontecimientos acaecidos en la ciudad de México, y un jefe de su ejército se hubiese apoderado de su Presidente y Vicepresidente, y asesinándolos, asumiendo después por la fuerza de unos cuantos soldados armados la Primera Magistratura de la nación, seguirían otra conducta que la que hemos seguido los gobiernos de Sonora y Coahuila? Yo creo que no. El Presidente usurpador seguramente no habría durado veinticuatro horas en el poder, sin haber sido arrojado de él. Espero, pues, que el pueblo americano encuentre justificada la lucha actual, en contra del llamado Gobierno del general Huerta y nos disculpe de los perjuicios que a sus intereses se ocasionen, contra nuestra voluntad, en la contienda que nos envuelve. Piedras Negras, 4 de abril de 1913. El Gobernador Constitucional de Coahuila y Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, V. Carranza.

Carta del doctor Samuel Navarro, fechada en El Paso, Tex., tratando a don Venustiano Carranza de sus trabajos de propaganda en el Estado de Sonora, como preliminares a la Junta de Delegados en los de Coahuila, Chihuahua y Sonora, y que el programa radical que normará el movimiento constitucionalista y del Gobierno emanado de él, satisfará las aspiraciones del país. [A. I. F., F9-70-23.]

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El Paso, Tex., abril 5 de 1913. Señor gobernador don Venustiano Carranza. Monclova, Coahuila. Muy estimado señor y amigo: Estoy en ésta de vuelta de mi viaje de propaganda en Sonora y mañana es el día designado para la reunión de los delegados de los tres Estados de Sonora, Chihuahua y Coahuila. Creo que el programa radical que normará los actos del movimiento constitucionalista y del Gobierno emanado de él, será una hermosa bandera de propaganda y satisfará las más hermosas aspiraciones de todos los que en el país luchamos por nuestra redención política y económica. He leído cuidadosamente las declaraciones hechas por usted ante los reporteros americanos y el programa revolucionario de los jefes en armas en ese Estado de Coahuila y en mis largas conversaciones con los gobernantes y jefes constitucionalistas de Sonora, he procurado traducir fielmente las intenciones de usted, así como las aspiraciones de los constitucionalistas en armas; todos en Sonora se encuentran impregnados de las más sanas ideas radicales y comprenden que el éxito de nuestra empresa y el futuro progreso económico y el establecimiento definitivo de la paz en la República están basados precisamente en el radicalismo de los hombres que dirigen el movimiento restaurador del orden constitucional. Comprenden que es necesario esforzarse por que el triunfo de nuestro movimiento libertador no se quede a la mitad del camino por contemplaciones hacia los usurpadores y opresores del país y que urge que, ya que las circunstancias nos son propicias, llevar a la práctica nuestras ideas radicales, sin vacilaciones ni temores. El problema económico más que el político de nuestro país no podrá resolverse si al momento del triunfo no sabemos aprovechar la situación favorabilísima de vencedores y nos enfrentamos de una manera decidida a todo lo que pueda constituir un estorbo a la realización de nuestros proyectos libertadores; es por esto que creemos conveniente que en el programa político que se lanzará a la nación deberá considerarse en primer término el problema agrario que, como usted sabe, es una de las causas primeras de revoluciones en el país. No será el problema agrario en el

programa político constitucionalista una promesa de reparto de tierras que más tarde traería serias dificultades al Gobierno y podría ser motivo de nuevos levantamientos, sino una solemne promesa a los desheredados de que el Gobierno emanado de este movimiento verá, como una de sus primeras y más grandes obligaciones, el mejoramiento económico de las clases rurales humildes, para lo cual hará uso de todos sus elementos y de todo su prestigio de Gobierno emanado de Revolución vencedora, para obtener, de donde exista, lo que sea necesario para libertarles de su actual condición de esclavos y les permita obtener rendimientos proporcionales a su esfuerzo. Mis conversaciones con usted y con los constitucionalistas de Sonora y Chihuahua me han permitido formarme un juicio exacto de los ideales que animan a los que ahora luchan por la conquista definitiva de nuestras libertades y espero que el programa político que emane de la Convención que tendrá lugar aquí llenará las aspiraciones de todos los patriotas de la República, constituirá una bandera que agrupará en torno nuestro a los radicales y alejará para siempre a los media-tintas, a los cobardes y a los reaccionarios de nosotros y por último significará para los gobernantes, que la voluntad popular lleve a los puestos públicos en lo futuro, un memorándum de obligaciones que deberán cumplir, porque para obligarles a ello quedará la fuerza incontrastable del Ejército Constitucionalista que elevado al rango de Ejército Nacional, no sería ya sostén de tiranos, sino que, formado de verdaderos ciudadanos, será la salvaguardia de la Ley y de la Justicia. Paso ahora a referirle a grandes rasgos lo que sucede por estos rumbos; como usted sabe el gobernador Maytorena pidió una licencia de seis meses, lo que unido a su establecimiento en territorio americano, ha traído como consecuencia que esté completamente alejado de los asuntos locales y que el peso entero de la situación caiga sobre los hombros del gobernador interino Ignacio L. Pesqueira. Cuenta Sonora con cinco mil hombres aproximadamente, bastante bien armados y este número aumenta diariamente en cifras halagadoras; excepción hecha de Naco, donde Ojeda se guarece con trescientos hombres y dos cañones, y de Guaymas donde hay mil doscientos federales al mando del general Gil, todo el Estado está en posesión de los constitucionalistas. Pretende Sonora establecer un Banco de emisión, con billetes garantizados por la Tesorería del Estado; algunos, sin embargo, opinan que sería mejor que la emisión de billetes, que serían de circulación forzosa en todo el territorio dominado por los constitucionalistas, fuera hecha por el jefe del movimiento y garantizados por el futuro Gobierno Federal, emanado del movimiento, logrando de esta manera que al triunfo, quedaran para siempre suprimidas las concesiones de emisión de billetes que como prebendas se han regalado a tantos banqueros científicos de la República, que es una de las primeras medidas que deberán tomarse para alcanzar el establecimiento de un único Banco de emisión, cuyos productos fueran a acrecer los fondos del Erario Nacional. Aquí en el Estado los asuntos marchan bastante satisfactoriamente; las fuerzas

constitucionalistas alcanzan la cifra de 4 000 hombres y se han dado algunos combates favorables a nuestras armas. Las deserciones en el ejército federal continúan y prácticamente Rábago sólo posee las poblaciones de Chihuahua, Juárez, Parral, Santa Rosalía y Jiménez. Guarniciones insignificantes en Pearson y Madera y Salazar con sus Rojos, ahora huertistas en el Departamento de Galeana, viendo cada vez disminuir sus fuerzas por las constantes deserciones. Emilio Vázquez Gómez, refugiado en un hotelucho de esta ciudad, con tres partidarios y lanzando proclamas en favor de la paz, dícese bajo la influencia de cuantioso donativo monetario del Gobierno de Huerta. Después de verificada la Convención, irán un representante de Sonora y otro de Chihuahua a acompañarle a usted y que servirán de intermediarios entre los Estados que representan y la Jefatura del movimiento constitucionalista. Acabo de saber en estos momentos que van rumbo a ésa dos personas que fueron prominentes en la administración de Maytorena y aunque no tengo conocimiento preciso de la misión que llevan, sospecho que lo hacen por su cuenta y quizá con el objeto de estorbar nuestra labor radical; tal me hacen pensar unas declaraciones de Maytorena, según las cuales declaró que el Presidente provisional al triunfo del movimiento sería Lascuráin, porque así lo prescribe la Constitución; como se ha dicho por aquí que Huerta resignará a favor de este señor, no dudo que la misión de estos señores allegados a Maytorena y que no tienen actualmente, cuando menos que yo sepa, ingerencia directa en asuntos de Sonora, he creído conveniente expresarle lo anterior para mejor norma de sus decisiones. Espero verle pronto por allá y entre tanto reciba mi afectuoso abrazo y las seguridades de mi adhesión y afecto sincero. Doctor Samuel Navarro

Carta del señor Roque González Garza, fechada en El Paso, Tex., informando a don Venustiano Carranza de su designación como Delegado por la Junta Constitucionalista en San Antonio, Tex., ante la Junta de Representantes de Sonora y Chihuahua, así como de las actividades revolucionarias en esos Estados. [A. I. F., F9-53-23.]

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El Paso, Tex., abril 11 de 1913. Señor don Venustiano Carranza, Gobernador Constitucional del Estado de Coahuila y Primer Jefe del Ejército Constitucionalista. Piedras Negras. Señor: La Junta Constitucionalista en San Antonio, Tex., formada previa autorización de usted, tuvo a bien nombrarme, el día 6 del actual, delegado de la misma a la Junta de Representantes de Sonora y Chihuahua, que según disposición de usted debió verificarse en esta ciudad ese mismo día. Cumpliendo con mi deber me trasladé a ésta con tal objeto e inmediatamente me puse en contacto con los señores representantes de Sonora y Chihuahua, así como también con el representante personal de usted, quienes me manifestaron que por no haber llegado a un acuerdo definitivo el primer día de junta, resolvían salir los señores Pesqueira, De la Huerta y Breceda para Sonora, con el objeto de procurar un arreglo con el gobernador y los miembros de la Legislatura de dicho Estado y que yo los esperara aquí, para en definitiva tratar el asunto que nos congregaba. Estamos a 11 ya y dichos señores no han regresado. Voy a esperarlos hasta su regreso, que será mañana o pasado. Mientras tanto, he procurado hacer obra buena en esta ciudad. Están aquí muchos emigrados políticos que constituyen valiosos elementos para nuestra causa y como desgraciadamente notara que existen entre ellos desavenencias de bandería, he trabajado con todo empeño para ver si logro la unión de todos ellos bajo base firme a fin de que esas energías sean aprovechadas debidamente. El movimiento en Chihuahua es tanto o más fuerte que en Coahuila y Nuevo León. Villa, antes de salir de aquí, prometió solemnemente reconocer a usted como Jefe Supremo y sólo esperaba la salida de Chihuahua de don Alberto Madero para empezar a obrar contra esa plaza. Don Alberto llegó anoche a ésta y me dice que Villa cuenta ya con más de quinientos hombres a sus órdenes. Chao, Urbina y Rosalío Hernández operan con éxito entre Chihuahua y Torreón. Inés Salazar reconoció al Gobierno de Huerta y con ese motivo la mayor parte de su gente se ha sublevado diciendo que por ningún motivo combatirán a los nuestros,

sino antes al contrario, lucharán junto con nosotros. Don Emilio Vázquez Gómez está en comunicación con David de la Fuente, ministro de Comunicaciones, quien ha declarado que autorizado por el primero, asegura que ha reconocido al Gobierno de Huerta, don Emilio. La situación en Naco parece ser desesperada para el general Ojeda, defensor de la plaza, pero es creencia general que no resistirá el empuje de los dos mil constitucionalistas que tratan de tomar esa importante aduana. La última noticia dice: que el doctor Vázquez Gómez al tratar de salir en un buque americano de Veracruz, fue detenido. No se saben detalles, pero usted comprenderá la enorme trascendencia que esto tiene. Antes de salir de San Antonio envié a usted un mensaje por conducto de Barrera, manifestando que de Washington comunicaban que Huerta estaba para cerrar un empréstito importante y que urgía que usted declarara formalmente no reconocer, por ilegal, cualquier empréstito que negociara Huerta. Pero para no perder tiempo y seguro de hacer un bien a la causa, yo hice al representante de la Prensa Asociada la formal declaración de que: autorizado por usted, aseguraba que el movimiento constitucionalista no reconocería la deuda que Huerta trataba de colocar. Espero que esta mi actitud merezca la aprobación de usted. Acaban de llegar a esta ciudad, procedentes de México, ocho connotados científicos-huertistas a cuya cabeza parece se encuentra R. García Granados. Llegaron en carro especial y entiendo que vinieron a encontrarlos algunas personas de Sonora. Dichos individuos se presentan con el disfraz de emisarios de paz, pero la verdad del propósito que traen es: la de propalar con ciertos visos de verdad y hacerla aparecer como cierta, la versión de que efectivamente los revolucionarios de Sonora desean la anexión de ese Estado a los Estados Unidos. Esto es sencillamente indigno y asqueroso y en este momento voy a hacer declaraciones terminantes a fin de desenmascarar a estos malos mexicanos. Hoy salen para Tucson, Arizona, esos mismos individuos a ver al señor Maytorena. Seguiré informando a usted de todo lo que acontezca en ésta mientras regreso a San Antonio. De usted afmo. correligionario, amigo atto. y S. S. R. G. Garza

Estudio del licenciado Juan Neftalí Amador, sobre la sucesión presidencial, con motivo del cuartelazo y usurpación del general Victoriano Huerta. [A. I. F., F9-59-11.]

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La cuestión relativa a la legalidad de la sucesión presidencial resulta importantísima, hoy que por fortuna para la nación mexicana ha cundido y se ha vigorizado hasta tomar el carácter de indominable el movimiento restaurador del orden constitucional, temporalmente interrumpido éste con la traición y la usurpación llevadas a cabo por los generales Victoriano Huerta, Aureliano Blanquet y demás jefes y oficiales a ellos subordinados. Para resolver a conciencia la cuestión de que se trata, necesario es concretar los hechos que tienen íntima relación con la misma a fin de estudiarlos en seguida bajo el criterio de las disposiciones legales que les son aplicables. HECHOS:

I. Los ciudadanos Francisco I. Madero y licenciado José María Pino Suárez, hoy extintos, fueron respectivamente el Presidente y el Vicepresidente de la República Mexicana, debidamente electos por el pueblo en los comicios de los días 1º y 15 de octubre de 1911, y declarados como tales por las Cámaras de la Unión ante las cuales prestaron su protesta según los preceptos de la Ley Suprema y sus reglamentarias. II. Con la investidura de Presidente y de Vicepresidente de la República, respectivamente, se hallaban funcionando dichos ciudadanos Madero y Pino Suárez el día 18 de febrero de 1913 al ser detenidos y hechos prisioneros a consecuencia de la traición de Victoriano Huerta y sus cómplices, encargados con él de la defensa del Gobierno Constitucional de la República contra el cuartelazo encabezado por Félix Díaz, Manuel Mondragón y demás rebeldes. III. Los secretarios de Estado que el día 18 de febrero de 1913 integraban el Gabinete del Presidente Constitucional C. Francisco I. Madero, son los siguientes: C. licenciado Pedro S. Lascuráin, Relaciones Exteriores C. licenciado Rafael L. Hernández, Gobernación C. licenciado Manuel Vázquez Tagle, Justicia C. licenciado José María Pino Suárez, Instrucción Pública C. ingeniero Manuel Bonilla, Fomento C. Jaime Gurza, Comunicaciones y O. P. C. Ernesto Madero, Hacienda, C. Púb. y Com.

C. general Ángel García Peña, Guerra y Marina IV. La tarde del día 18 de febrero de 1913 quedaron prisioneros en el Palacio Nacional el presidente Madero, el vicepresidente Pino Suárez, y todos los secretarios del Gabinete que se encontraban presentes a la hora en que fue consumada la traición de Huerta, Blanquet y demás pretorianos, y dichos secretarios fueron puestos en libertad bajo su palabra de honor en la misma tarde, quedando tan sólo en prisión los CC. Presidente y Vicepresidente de la República. V. Durante la tarde y noche del 19 de febrero de 1913, previa cita librada en lo particular por un grupo de representantes al Congreso de la Unión, se reunió la Cámara de Diputados ante la cual fueron presentadas las renuncias que de sus altos cargos se dice hicieron los CC. Francisco I. Madero y licenciado José María Pino Suárez. La Cámara admitió las renuncias, y en tal virtud fue llamado para rendir la protesta como Presidente Interino Constitucional de la República el C. licenciado Pedro S. Lascuráin con su carácter de secretario de Relaciones Exteriores en el Gabinete del presidente Madero. Lascuráin designó al general Victoriano Huerta como su secretario de Gobernación, sin haber hecho ninguna otra designación respecto de los demás secretarios de Estado, y a renglón seguido envió oficio a la Cámara con su renuncia como secretario de Relaciones Exteriores, cesando por lo tanto en sus funciones de Presidente Interino de la República. VI. La Cámara de Diputados, en vista de la renuncia que presentó Lascuráin y que le fue aceptada, llamó a Huerta para que rindiera la protesta de ley como Presidente interino, en su carácter de secretario de Gobernación de un Gabinete singular nombrado media hora antes por aquél; pero nunca fueron presentadas ante la referida Cámara, ni tampoco admitidas por ésta, las renuncias que de sus cargos respectivos hubieran hecho los demás secretarios de Estado del Gabinete presidido por el C. Francisco I. Madero. DERECHO: 1º. “Son facultades exclusivas de la Cámara de Diputados: …II. Calificar y decidir sobre las renuncias y licencias del Presidente y del Vicepresidente de la República, y sobre las renuncias de los magistrados de la Suprema Corte de Justicia.” (Art. 72, letra A de la Constitución General de la República, reformado por decreto fecha 6 de mayo de 1904.) 2º. “Los cargos de Presidente y Vicepresidente de la República, sólo son renunciables por causa grave, que calificará la Cámara de Diputados ante quien se presentará la renuncia.” (Art. 82 de la misma Constitución, reformado por el citado decreto.) 3º. “Si al comenzar un período constitucional no se presentaren el Presidente ni

el Vicepresidente electos, o la elección no estuviere hecha y declarada el 1º de diciembre, cesará, sin embargo, el Presidente cuyo período haya concluido, y se encargará, desde luego, del Poder Ejecutivo, en calidad de Presidente interino, el secretario del Despacho de Relaciones Exteriores, y si no lo hubiere o estuviere impedido, uno de los demás secretarios, siguiendo el orden de la ley que establezca su número. De la misma manera se procederá cuando en caso de falta absoluta o temporal del Presidente no se presentare el Vicepresidente, cuando a éste se le conceda licencia para separarse de sus funciones, si las estuviere desempeñando, y si en el curso de un período ocurriera la falta absoluta de ambos funcionarios…” (Art. 81 de la misma, reformado por el citado decreto.) 4º. El orden numérico de las secretarías de Estado es el siguiente: I. II. III. IV. V. VI. VII. VIII.

De Relaciones Exteriores De Gobernación De Justicia De Instrucción Pública y Bellas Artes De Fomento De Comunicaciones y Obras Públicas De Hacienda, Crédito Público y Comercio De Guerra y Marina

(Decretos generales de 13 de mayo de 1891 y de 16 de mayo de 1905.) CONCLUSIONES:

Muchos datos existen para suponer con todo fundamento que las renuncias de los CC. Francisco I. Madero y licenciado José María Pino Suárez, de sus respectivos cargos de Presidente y Vicepresidente de la República, si por acaso las firmaron ellos fueron arrancadas por medio de la violencia; pero, sea de esto lo que fuere, es sí un hecho evidente e indudable que hoy la falta de las personas del Presidente y del Vicepresidente constitucionales de la República es absoluta, en virtud de los asesinatos con ellos cometidos, y por lo tanto, es el caso de aplicación de los preceptos que tratan de la sucesión presidencial cuando la falta de uno y otro de dichos funcionarios ocurre dentro del período y más de un año antes de que finalice el legal. En tal concepto, las disposiciones legales transcritas nos conducen a una conclusión perfectamente lógica, y es la siguiente: Primera. La falta absoluta del Presidente y del Vicepresidente de la República trae como consecuencia necesaria la de que la sucesión presidencial recaiga en los CC. secretarios de Estado, por el orden numérico que les corresponde en el

Gabinete. Pero dentro del terreno de la más absoluta legalidad, como terminantemente lo previene el artículo 81 transcrito, los CC. secretarios de Estado que funcionaron en el Gabinete del presidente constitucional C. Francisco I. Madero, son los únicos que tienen derecho a sucederlo en la silla presidencial a falta del Vicepresidente, y no en manera alguna el usurpador, por más que éste en su vergonzante precipitación de tapar como algunos felinos la inmundicia de su horrendo crimen, haya pretendido fraguar una farsa de la ley para amoldarla a su capricho. Así pues, de este modo llegamos a una nueva conclusión, que es ésta: Segunda. Los miembros del Gabinete con que funcionaba el presidente constitucional C. Francisco I. Madero, son los únicos que legalmente tienen derecho para sucederle en la silla presidencial durante su período, dada la falta absoluta del Vicepresidente Constitucional. Y como ninguno de los secretarios de Estado del Gabinete de Madero, con excepción del C. licenciado Pedro S. Lascuráin, encargado del Despacho de Relaciones Exteriores, presentó renuncia de su respectivo cargo, por una necesarísima consecuencia de lo anteriormente expuesto se llega a otra conclusión, que es la siguiente: Tercera. Es del todo ilegítima la sucesión del usurpador Victoriano Huerta en la Presidencia de la República. Otro hecho que también reviste el carácter de indudable, es el referente a que el C. licenciado Pedro S. Lascuráin, momentos después de haber rendido su protesta ante la Cámara de Diputados al Congreso Federal para asumir las funciones de Presidente Interino de la República, hizo renuncia de su investidura de secretario de Relaciones Exteriores en el Gabinete Madero, y no existen datos bastantes para suponer que dicho ciudadano haya obrado bajo la presión de la fuerza bruta. Así es que su renuncia sí debe considerarse como válida para el efecto de colocarlo fuera de toda posibilidad en la sucesión presidencial; y puesto que también es un hecho sin disputa que ninguno de los demás CC. secretarios de Estado del Gabinete Madero renunciaron sus respectivos cargos, llegamos a esta nueva conclusión: Cuarta. La Presidencia de la República corresponde al que fue secretario de Gobernación, licenciado Rafael L. Hernández; en defecto, por imposibilidad, o por renuncia que en debida forma presente éste y le sea admitida legalmente, corresponderá al que fue secretario de Justicia, licenciado Manuel Vázquez Tagle, y así sucesivamente y por el orden establecido hasta llegar a la persona del que fue secretario de Guerra y Marina, general Ángel García Peña. El anterior desapasionado estudio se ciñe del todo a la ley, independientemente de las personalidades que en el caso figuran. 15 de abril de 1913. Juan Neftalí Amador.

Protesta presentada por don Venustiano Carranza, Gobernador del Estado de Coahuila, ante el Presidente de los Estados Unidos de América, Woodrow Wilson, por las facilidades concedidas al Gobierno ilegal de Huerta para la importación de armamento, por lo que igual concesión debe hacerse al Gobierno constitucionalista.[*]

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Eagle Pass, 21 de abril de 1913. Excmo. Señor Woodrow Wilson, Presidente de los Estados Unidos de América, Washington, D. C. Me comunican de Laredo, Tex., que la autoridad militar de aquel lugar concedió la importación a Laredo, Méx., para el general Troucy, jefe de las fuerzas de Huerta, de dos ametralladoras y cinco mil cartuchos. Como el Gobierno ilegal de Huerta no ha sido reconocido por Vuestra Excelencia, estimo que debe colocarse al general Huerta y a sus jefes en condiciones inferiores a aquellas en que me encuentro colocado yo, como Gobernador Constitucional del Estado, y aun como jefe de todas las fuerzas constitucionalistas de la República, y que han desconocido al Gobierno emanado de una asonada militar y, por tal motivo, el Gobierno de mi cargo cree que si se ha permitido o permite, por parte de los Estados Unidos, la introducción de armas y parque, para las fuerzas de Huerta, igual concesión debe hacerse al Gobierno constitucionalista de este Estado, que yo represento, y a los Estados y jefes que luchan por el restablecimiento del orden legal en México. Con tal concesión, los contendientes en la guerra que envuelve actualmente la República quedaremos en iguales condiciones, por lo cual suplico al Gobierno de Vuestra Excelencia se sirva conceder, sin que se pongan dificultades por las autoridades de ese país, la introducción de armas y parque necesarios, de ese país, para las fuerzas del orden legal que represento. Sírvase usted perdonar, Excelentísimo Señor Presidente, que el Gobierno de mi cargo se dirija directamente a usted, aun cuando no sea la forma en que debiera hacerlo, como Gobierno de un Estado, por no poder verificarlo por conducto del ministro de Relaciones de mi país, toda vez que no reconozco como legal el llamado Gobierno del general Huerta. El Gobernador Constitucional de Coahuila. Venustiano Carranza

[*] Nota tomada de La labor internacional de la Revolución constitucionalista de México. Imprenta de la Secretaría de Gobernación. México.

Decreto expedido por don Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, en uso de las facultades que le concedía el Plan de Guadalupe, desconociendo todas las disposiciones y actos emanados de los tres poderes del llamado Gobierno del general V. Huerta, así como de los gobiernos de los Estados que lo hubieran reconocido o reconocieren. [A. I. F., s. n.]

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VENUSTIANO CARRANZA, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, en uso de las facultades que le concede el Plan de Guadalupe, de veintiséis de marzo de mil novecientos trece, decreta: Único. Se desconocen, a partir del día 19 de febrero del corriente año, todas las disposiciones y actos emanados de los tres poderes del llamado Gobierno del general V. Huerta, así como de los gobiernos de los Estados que lo hubieren reconocido o lo reconocieren. Dado en el Cuartel General en Piedras Negras, a los veinticuatro días del mes de abril de mil novecientos trece. Publíquese y obsérvese. V. Carranza.

Carta de don Julio Madero, fechada en Nueva York, haciendo presente su adhesión a don Venustiano Carranza, y recomendándole al señor José Quevedo quien piensa unírsele. [A. I. F., F9-69-5.]

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Nueva York, abril 24/13. Don Venustiano Carranza, Jefe del Ejército Constitucionalista. México. Mi muy querido y respetable amigo: La presente será entregada a usted por mi amigo José Quevedo quien partirá en un día o dos a unírsele y ayudar en lo que pueda, sin ninguna pretensión, al triunfo de la noble causa de la cual es usted la bandera, y que tiene por objeto el restablecimiento de la Constitución, tan villanamente atropellada por aquellos a quienes la patria tenía encomendada su defensa. Cuando supe que usted había desconocido el llamado Gobierno del general Huerta, mi primer impulso fue el de telegrafiarle mi adhesión pero entonces me encontraba en La Habana y estaban todas las comunicaciones cortadas. No olvido que usted fue mi jefe cuando el movimiento libertario de 1910, y como considero éste, que usted encabeza como la continuación de aquello, me creo obligado ponerme a su lado para servirle con mis escasas facultades, además de que creo es el deber de todo buen mexicano. Si no me he ido a poner a sus órdenes personalmente ha sido por atenciones de familia, pero aprovecho esta oportunidad para hacerlo por escrito prometiéndole que a la primera oportunidad, o si usted lo cree conveniente, a su llamado, me tendrá usted a su lado para lo que usted crea conveniente utilizarme. Toda mi familia está con usted de corazón y claman justicia para los asesinos de mis hermanos. Deseando a usted el éxito más completo para su noble causa me es grato suscribirme su afmo. amigo, atto. subordinado y S. S. Julio Madero

Carta del señor M. J. Martínez, comunicando al general Francisco Villa el envío de documentos importantes con el general José María Acosta, en uno de los cuales Mr. Hunt considera al general Villa como genuino representante de la Revolución. [A. I. F., F9-10411.]

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El Paso, abril 26 de 1913. Señor general don Francisco Villa. Donde se encuentre. Muy señor mío y estimado amigo: En los primeros días del mes próximo pasado, temeroso de que sufriera algún retardo el correo que le llevaba los documentos que le serán entregados juntamente con esta carta, como así sucedió, saqué duplicados de los mismos, los que le remití con el señor general José María Acosta, quien, he sabido, no ha llegado todavía con usted. El original de uno de esos documentos y que está suscrito por ciudadanos de este país, fue interceptado y a eso se debe su demora, pero afortunadamente pude recuperarlo, sin que llegara a conocimiento del enemigo. Los documentos que serán puestos en sus manos, todos, los juzgo de suma importancia y por eso he tenido empeño en que lleguen a su poder, pero el que me parece que la tiene más aún y por eso me permito hacer sobre él alguna indicación, es el del señor Hunt, porque en mi concepto ofrecen a usted como representante genuino de la Revolución armada, lo que Carranza con todas sus gestiones y su “cacareado” reconocimiento no ha conseguido, por lo que no dudo le prestará la atención que se merece. Y, como lo que estos señores desean es lo que conviene y está la Revolución obligada a dar garantías sin excepción de nacionalidades, y además es lo que se dice usted ha venido dando en los lugares que ha dominado y como hasta la fecha no existe, de hecho, más que la versión y es muy necesaria una declaración de usted en este sentido, tanto de usted como de los principales jefes que lo rodean, y por esta causa existen dudas, que cesarán con la declaración escrita de usted. Varios otros asuntos podría comunicar a usted, pero como no se puede asegurar plenamente su firmeza y veracidad, me concreto a poner estos hechos en su conocimiento, por creerlos de vital importancia, pero sin haber contraído con dichos señores ningún compromiso respecto a la actitud o procedimientos de usted al reasumir el desarrollo de su campaña, pues por ningún motivo he querido abrogarme facultades que no tengo. Los portadores de esta comisión completarán a usted estos informes, pues están perfectamente penetrados de ellos, sintiendo yo que no haya recibido usted antes

estos documentos e informes, por infinidad de motivos y circunstancias que se han puesto en contra, que sería largo y molesto el detallárselos. Con el buen deseo de serle útil en lo personal y más aún con el de colaborar con usted como siempre lo he hecho, en bien de la gran familia mexicana, espero que verá en esto la buena intención que me anima a el mismo fin. Deseándole completo éxito y que lleve a feliz término los ideales revolucionarios, quedo de usted su afmo. atto. amigo y subalterno. M. J. Martínez

Carta de don Venustiano Carranza al doctor F. González Gante, en Washington, D. C., para gestionar la introducción de armas y parque, destinadas a las fuerzas revolucionarias. [A. I. F., F9-7-V.]

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Monclova, Coah., a 1º de mayo de 1913. Señor doctor F. González Gante. 723-15 HT-St. Washington. U. S. Muy señor mío y amigo: Quedo impuesto del contenido de su atenta de 24 de abril último. Haga usted cuanto sea posible porque se disimule la introducción de armas y parque para nuestras fuerzas; y deseo que vea usted si es posible conseguir dos cañones de montaña, mientras nos podemos hacer de más, con su correspondiente dotación de municiones, sin incluir accesorios para evitar dificultades al pasarlos a este lado, pues esto nos serviría mucho en el combate para igualarnos en parte a las fuerzas de Huerta. Sin otro asunto, soy de usted afmo. atto. amigo y S. S. V. Carranza

Carta de F. González Gante, al señor don Venustiano Carranza, sugiriéndole la expedición de un decreto para indemnizar a los extranjeros por los daños causados en sus bienes, por la Revolución maderista. [A. I. F., F9-86-1.]

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Agencia Confidencial del Gobierno Constitucionalista de México. Washington, 2 de mayo de 1913. Señor: Una de las grandes causas de las quejas que en los Estados Unidos se están haciendo contra el Gobierno de México es que el último no ha demostrado ninguna disposición para arreglar los reclamos de ciudadanos americanos que han resultado de la Revolución de 1910 y de la que siguió en 1912. Por consiguiente, tengo la honra de sugerir respetuosamente que puede que el Gobierno constitucionalista pueda ganar alguna ventaja diplomática si usted hiciera un decreto previniendo que después del restablecimiento del orden constitucional todos los reclamos extranjeros que no pudieron ser inmediatamente arreglados por métodos diplomáticos, serán sometidos a un tribunal internacional, que será convenido entre el Gobierno de México y el Gobierno respectivo de los reclamantes, para el arreglo final de dichos reclamos. Ésta fue la política de los Estados Unidos en el término de la Guerra Civil cuando se crearon algunas comisiones mixtas y adjudicaron reclamos que ascendieron a la suma más de $200 000 000. También México y los Estados Unidos han arreglado reclamos con este método, que siempre fueron de la manera más satisfactoria. Asegurándole de mi más alta consideración, me quedo, como siempre, Su amigo y atto. seguro servidor, F. González Gante. Su Excelencia don Venustiano Carranza, etc., etc., etc., Piedras Negras.

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Respuesta de don Venustiano Carranza, a don Julio Madero, aceptando su ofrecimiento de incorporarse al movimiento constitucionalista.

[A. I. F., F9-69-4.]

Piedras Negras, 6 de mayo de 1913. Señor don Julio Madero. New York City. Muy estimado amigo: Su apreciable, fecha 24 del próximo anterior, me fue presentada por el señor José Quevedo, a quien tuve el gusto de conocer. Por los patrióticos conceptos que usted expresa en su citada, me he impuesto con satisfacción de la digna actitud que se propone asumir, y mucho le agradezco su ofrecimiento, de venir a incorporarse conmigo, siéndome grato participarle que, con gusto, aprovecharé sus importantes servicios, en mi Estado Mayor, para lo cual oportunamente lo llamaré. Estimaré a usted se sirva hacer presentes a sus señores padres, así como a sus demás hermanos, mi sincero reconocimiento, por los bondadosos saludos y expresiones que de ellos he recibido por diversos conductos. La justicia que nos asiste en la noble causa que defendemos, con la cooperación de todos los buenos mexicanos, nos ha dado la seguridad de su triunfo, en no lejana fecha, con el cual quedarán satisfechas las aspiraciones del pueblo y restaurado el orden constitucional en nuestra República. Sírvase usted expresar mis afectuosos saludos a sus apreciables papás y hermanos, recibiéndolos usted de su atento amigo y seguro servidor. Nota manuscrita: Mis afectuosos recuerdos para Sarita y estimables hermanos de usted.

Circular de don Roberto V. Pesqueira, agente confidencial del Gobierno constitucionalista en Washington, D. C., haciendo saber que no será reconocido un préstamo al llamado Gobierno de Huerta al restaurarse el orden constitucional, de acuerdo con el decreto fechado en Piedras Negras, Coahuila, el 26 de abril de 1913. [A. I. F., F9-7-V.]

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Confidential Agency of the Constitutionalist Government of Mexico. Washington, mayo 9 de 1913. [Traducción.] (Copia.) CIRCULAR Con referencia a frecuentes informes publicados en la prensa de que el llamado Gobierno en México del cual un tal Victoriano Huerta pretende ser el Presidente, está tratando de negociar con banqueros responsables y reputables de París y Londres para obtener el préstamo de una fuerte suma, el que suscribe, agente confidencial en Washington del Gobierno Constitucionalista de México, tiene el honor, de acuerdo con instrucciones recibidas de Venustiano Carranza, Gobernador del Estado de Coahuila y jefe ejecutivo de dicho Gobierno constitucionalista, de participar a todos los que estén interesados que cualquier préstamo, contrato, obligación o concesión de cualquiera naturaleza que sea, hecho con la autorización del Gobierno fraudulento del cual Victoriano Huerta pretende ser Presidente, no será considerado obligatorio para los Estados Unidos Mexicanos o el pueblo de dichos Estados, y a la restauración del orden constitucional, será de acuerdo con las disposiciones del decreto fechado en Piedras Negras el 26 de abril de 1913, repudiado inmediatamente como desautorizado, ilegal y nulo en todas sus partes. R. V. Pesqueira, agente confidencial

Telegrama del señor Roberto V. Pesqueira, fechado en Washington, D. C., informando a don Venustiano Carranza lo relativo a la emisión de billetes, la actitud del doctor Francisco Vázquez Gómez, y de los trabajos realizados en favor de la Revolución. [A. I. F., F9-861.]

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Agencia Confidencial del Gobierno Constitucionalista de México. Washington, 9 de mayo de 1913. Señor gobernador Venustiano Carranza, Piedras Negras, Coah. Muy estimado señor y amigo: La presente va en manos de nuestro común amigo el señor Sommerfield. Hace ya varios días que proyectaba su viaje; pero debido a su enfermedad y algunos asuntos importantes se había detenido. Él le explicará a usted ampliamente lo relativo a la emisión de billetes, a la actitud del doctor Vázquez Gómez y de los trabajos hechos acá; así como de los prospectos. Muchas y largas conversaciones con el doctor nos han demostrado claramente que las pretensiones que abriga son inmoderadas, por lo que he confirmado la opinión que la mayor parte de nuestros amigos tienen de él. Es incuestionable que se encuentra íntimamente ligado y de acuerdo con su hermano, por lo que lo hace sumamente inconveniente en nuestras filas. Además del inmenso desprestigio de que con tanta justicia se ha rodeado es elemento de discordia; me empeño en que usted conozca perfectamente todos los detalles que a nosotros nos han convencido del juicio que expongo, para que usted obre a conciencia. Por otro lado tengo mucho gusto que se resuelva de una vez la actitud de ese señor, pues las crisis cuanto más pronto se resuelven tanto mejor. Nos preocupa esta personalidad única y exclusivamente por la estimación que usted le tiene, pues fuera de ella no le damos ninguna importancia. Tengo la firme seguridad que la solución que usted le dé a este asunto será oportuna y atinada. Como le explicará Sommerfield, ha sido necesario algún estudio para llegar a la forma que se le ha dado a los billetes, cuya muestra le envío. Así pues, si encuentra usted pertinente los motivos que nos han obligado hacer los cambios de forma, con su aviso, desde luego se pondrán en prensa para estar listos en ocho o diez días, todo. Le agradeceré que por telégrafo me diga lo que debo hacer.

Algunos elementos huertistas en la frontera han estado trabajando en contra nuestra, habiendo conseguido entre otras cosas molestarnos con los agentes comerciales; pues han conseguido que el Gobierno haga algunas pesquisas con relaciones a sus trabajos, por lo que es necesario que tengan el nombramiento de usted. Esto le explicará mi telegrama de hoy con relaciones a ese asunto. Ha sido motivo también de muchas discusiones la cuestión de la beligerancia, y se ha llegado a la conclusión que además de ser casi imposible conseguirlo no nos conviene; sino que se trabaja para conseguir que nos dejen pasar armamento con permisos presidenciales. Mucha falta me hacen las noticias de usted, pues prácticamente estamos a ciegas de lo que pasa en esa región. Con objeto de que por medio de la opinión pública, que necesitamos mantener de nuestro lado, contrarrestar los trabajos desesperados de Huerta por conseguir el reconocimiento de este país y los empréstitos que intenta, hemos creído muy conveniente hacer conocer las intenciones que se tienen de respetar los intereses extranjeros, así como ofrecer los medios para el arreglo de indemnización por los daños causados. Esta política ofrecerá garantías, disponiendo favorablemente a todos de nuestro lado. Espero recibiría los prospectos que sobre el particular le mandó el licenciado. La opinión general acá es que facilitaría grandemente todos nuestros asuntos darle a la Revolución alguna apariencia de Gobierno. Pues con ella conseguiríamos facilidades para pasar nuestros armamentos y arbitrarnos fondos. Le digo esto para que lo tenga en cuenta, pues creo que vamos a tropezar con grandes dificultades para conseguir el deseado permiso de introducir armamento, pues la política que este país ha observado sobre el particular está bien definida. Creo que si lo intentáramos sacaríamos al territorio de la Revolución la mayoría del Congreso con lo que daríamos a Huerta un golpe moral muy fuerte; por el licenciado Vasconcelos sé que hay muchísimos de ellos, partidarios nuestros, que quieren venirse y que no lo hacen porque creen ser útiles a la causa allá, poniéndole al Gobierno de Huerta todas las dificultades posibles, dividiéndolo de Félix Díaz y de los católicos para debilitarlo. Mi mensaje de hoy le informará de la oferta del licenciado Vasconcelos. Dice que cree que puede trabajar eficazmente en Londres en nuestro favor, y que con los elementos que sacó puede hacer sus gastos; sólo quiere la autorización necesaria. Como creo que en efecto nos serviría mucho alguna persona nuestra en aquel importante centro financiero, he creído que es muy conveniente su viaje. Él ofrece sus servicios allá o en cualquiera otra parte. Confirmo mi telegrama relativo a Sánchez Azcona, Díaz Lombardo, etc. De Sonora he recibido muy buenas noticias. Tengo la esperanza de que muy pronto nos veremos libres de la canalla federal; pudiendo ofrecerle entonces el recinto quieto y tranquilo para comenzar la obra de reconstrucción de nuestro pobre

país. Además de las inmensas ventajas que hemos visto en Sonora para la jefatura de Revolución, aunque sea por un corto tiempo, Sonora tiene el derecho de tener al jefe aunque sea en una corta visita. Espero, por lo tanto, que no olvidará la promesa de su viaje. Esperando se encuentre bien con los suyos, y que nuestras fuerzas sigan con la decidida fortuna que hasta aquí, lo saludo afectuosamente. Su amigo afectísimo y atto. seguro servidor, R. V. Pesqueira.

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Informe rendido por el Sr. F. González Gante, a don Venustiano Carranza, sobre la adquisición de armamento y parque. [A. I. F.,

F9-7-V.]

Agencia Confidencial del Gobierno Constitucionalista de México. Washington, 10 de mayo de 1913. Señor: Contestando su carta del 1º del corriente relativa al asunto de armamentos, tengo la honra de informarle que ya he dado un informe sobre este asunto al señor Pesqueira, quien le comunicará los detalles. En mi opinión los cañones de montaña de 2 libras son precisamente los que se necesitan. El precio de cada uno, con 500 cartuchos, es $1 400 oro. Respetuosamente, F. González Gante. Su Excelencia don Venustiano Carranza, etc., etc., etc. Piedras Negras.

Informe rendido por el señor F. González Gante, agente confidencial del Gobierno constitucionalista en Washington, D. C., sobre sus gestiones para impedir un préstamo al Gobierno de Huerta, y del viaje del licenciado José Vasconcelos a Nueva York y Londres para trabajar con el mismo fin; asimismo, de la actitud del presidente Wilson para no reconocer ningún Presidente de los Estados Unidos Mexicanos que no obtenga dicho cargo por medios constitucionales. [A. I. F., F9-7-V.]

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Agencia Confidencial del Gobierno Constitucionalista de México. Washington, mayo 11 de 1913. Señor:

Tengo el gusto de participarle a usted que la prensa en esta capital se está poniendo más amistosa cada día, y está dispuesta a ayudarnos en nuestro trabajo que estamos prosiguiendo con la mayor actividad, a fin de neutralizar los esfuerzos del general Huerta para obtener un préstamo. Aparentemente Huerta ha abandonado sus esfuerzos para negociar un préstamo con los banqueros de Nueva York, en cuanto los últimos se niegan a considerar sus propuestas. En consecuencia, con la ayuda de la casa de Pearson, está tratando de obtener $75 000 000.00 oro en Londres y París; pero aun los banqueros en dichos lugares se han negado no obstante el hecho de que ofrece 1) asegurar el préstamo por medio de 31 ½ % de los derechos aduaneros; 2) permitir intervención extranjera (Pearson) que recaude dichos derechos, y 3) comprar los intereses de Pearson en el Ferrocarril Nacional de Tehuantepec (que fueron adquiridos por Pearson gratis por medio del fraude), por la suma de $7 000 000.00 oro y que actualmente está en manos de banqueros de Londres como garantía por fuertes sumas ya adelantadas a Pearson. El día nueve del corriente preparé otra protesta para la firma del señor Pesqueira, dirigida al Banco de París y de los Países Bajos; el Crédito Lyonnais; Banco Central de París; Otto Fuerth; de Rothschild Hermanos: J. Enrique Schroeder y Cía., Speyer Hermanos; Banco del Condado de Londres y Westminster, etc., etc., todos de París y Londres, y con todos los cuales el Gobierno de Díaz y Madero anteriormente tenían relaciones. Entregué el texto de esta protesta a los corresponsales de los periódicos de Londres y París, y entiendo que fue mandado por cable el mismo día y probablemente publicado el día siguiente. Naturalmente estos ataques continuos causan aprensión de parte de los capitalistas como también en los círculos bancarios, y así destruye el mercado, sin el cual ningún banquero ni

grupo de banqueros aun consideraría la compra de la emisión de bonos de $75 000 000.00 oro que Huerta desearía flotar. José Vasconcelos, que ha estado aquí por dos días, salió esta tarde para Nueva York, y se propone salir para Londres el día 17 donde trabajará contra las operaciones financieras de Huerta. He conocido al señor Vasconcelos desde la Revolución de 1910, y he trabajado con él durante dicha época, y le puedo asegurar de su absoluta lealtad para con usted. Su opinión, que difiere algo del Plan de Guadalupe, es que al triunfar la Revolución, usted debería proclamar al señor Tagle que fue ministro de Justicia en el Gabinete del señor Madero, como Presidente provisional, a fin de que usted pueda llegar a ser el Presidente constitucional cuando se celebren las elecciones. Adjunto un recorte que contiene una entrevista con el señor Vasconcelos, publicado en el Washington Times de hoy. Hoy entregué al señor Pesqueira para su remisión a usted un artículo excelente publicado en el Chicago Tribune del día 10, escrito por un amigo mío, el señor John C. O. Laughlin, anteriormente subsecretario de Estado, el cual seguirá remitiendo telegramas de igual índole a su periódico. La actitud del Presidente Wilson con respecto a Huerta sigue sin cambio, y es cierto que no reconocerá a ningún Presidente de los Estados Unidos Mexicanos hasta que obtenga ese cargo por medios constitucionales. Saludándole a usted, respetuosamente, quedo de usted, su amigo y atto. seguro servidor, F. González Gante. Su Excelencia don Venustiano Carranza, Gobernador Constitucional del Estado de Coahuila, etc., etc., Piedras Negras, México.

Carta de José María Maytorena, Gobernador del Estado de Sonora, dando a conocer a don Venustiano Carranza su actitud política oponiéndose al reconocimiento del llamado Gobierno de Huerta. [A. I. F., F9-103-5.]

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Hermosillo, Son., mayo 11 de 1913. Señor don Venustiano Carranza, Gobernador Constitucional del Estado de Coahuila. Piedras Negras. Estimado señor y fino amigo: Como seguramente mis enemigos habrán hecho llegar hasta usted calumniosas especies acerca de mi actitud política, con motivo de los últimos acontecimientos que han provocado la enorme reacción que se nota en la República, con motivo del infame cuartelazo que ha venido a interrumpir el orden constitucional, quiero explicar al amigo la línea de conducta que tuve necesidad de trazarme. Hace años padezco de una molesta enfermedad que en vano he pretendido curarme lo mismo en México que en el extranjero. La afección, como es natural, se ha ido recrudeciendo y más con el trabajo rudo que usted, por propia experiencia, sabe hemos tenido que sostener durante casi tres años desde que dio principio la Revolución maderista de la cual usted fue dignísimo colaborador. Triunfante aquélla, y habiendo sido electo por la voluntad popular gobernador de mi Estado, mi labor se acrecentó por las condiciones en que subí al Gobierno. El Erario estaba exhausto; los hombres de la administración anterior no sólo se habían apoderado de todos los fondos sino que, en su rapacidad, habían hecho ruinosas concesiones por lo cual el Estado carecerá por muchos años de sus más pingües rentas, pesando además sobre él una deuda enorme. Había, pues, la imperiosa necesidad de reorganizar todos los ramos de la Administración Pública, sin descuidar, por otra parte, el dificilísimo problema de los yaquis alzados hace tantos años y que permanece aún vigoroso y en pie. Con mil esfuerzos se estaba tratando de no descuidar ninguna de las múltiples atenciones administrativas, cuando apareció la invasión orozquista, que amenazaba propagarse en todo el Estado y para combatir la cual, tuve necesidad de impender nuevas energías; y cuando parecía que, gracias a la vitalidad de Sonora, nos íbamos encauzando por el sendero del orden y que ya se podía continuar la obra de reconstrucción empezada, vino a cambiar la faz de las cosas el cuartelazo Díaz predecesor de los criminales hechos posteriores. Estaba muy enfermo en Guaymas cuando recibí noticia del motín militar encabezado por Mondragón e inmediatamente pasé a Hermosillo, donde seguí ávidamente el curso de los acontecimientos que dieron por resultado los viles

asesinatos de los señores Madero y Pino Suárez y el escalamiento de Huerta al poder. Como usted sabe, pude conseguir con el señor Madero que, aunque fuera por un plazo perentorio conservásemos en Sonora unos dos mil hombres pagados por la Federación pero que el Estado tenía que sostener, aunque aquélla le reembolsase después lo anticipado y en este concepto la Federación nos debía más de doscientos mil pesos, deuda que unida a los gastos extraordinarios que hizo el Estado para rechazar al orozquismo, nos volvió a poner en crítica condición económica. De México, a diario, tanto de una manera que pudiera llamar oficial como en lo particular, me apremiaban para que reconociese a Huerta. Yo contestaba evasivamente, tanto para dar tiempo de reunir elementos, como para ponerme de acuerdo con los jefes que deberían operar. Al efecto llamé a Hermosillo a todos los prefectos del Estado que en su mayoría habían sido jefes maderistas; envié armas a los Distritos; distribuí proclamas para levantar el espíritu público y ya seguro de que todo mi Estado era —como no podía menos de suceder— antihuertista, convoqué a sesiones extraordinarias al Congreso, pero previamente tuvimos 1os diputados y yo, sesiones privadas para definir exactamente nuestra actitud. Allí expresé claramente que, habiendo sido amigo personal del señor Madero antes que su partidario, y procediendo nuestro Gobierno directamente del maderismo, yo, como particular y como gobernante, me oponía enérgicamente al reconocimiento de Huerta. La mayoría de los diputados tenía una actitud vacilante y aconsejaba esperas y aplazamientos que no eran posibles, dada la urgencia de una resolución. Las Cámaras de Comercio de Hermosillo y Guaymas querían hacer presión, en el sentido del reconocimiento, y el Comercio y la Banca del resto del Estado, teniendo en cuenta sólo sus intereses, las ayudaban en igual sentido. Se reunió, por fin, el Congreso, ante el cual expuse el motivo de mi Convocatoria, que contenía tres puntos esenciales: Desconocimiento de Huerta; otorgamiento de facultades extraordinarias en Hacienda y Guerra; y autorización para trasladar los poderes del Estado al lugar que estimase más conveniente. Prueba de lo vacilante de la actitud del Congreso es que pasando por alto la primera cláusula que era la capital, pues las otras dos eran corolarios de ella, sólo aprobó estas últimas dejando pendiente de resolución la primera aunque se convino, tras acalorada discusión, privada, que el punto quedaría resuelto en el mismo período para el que había sido convocado el Congreso. Entretanto había yo enviado comisionados especiales a Coahuila, Chihuahua y Sinaloa, Estados con gobernantes que eran esencialmente maderistas, con el fin de que nos pusiéramos de acuerdo, pues ya, desde luego, contando con Sonora, había cuatro Estados, y de los más importantes, en contra de Huerta. No hice lo mismo con San Luis y Aguascalientes en virtud de la distancia y de la premura del tiempo. Únicamente los enviados a Coahuila y Sinaloa pudieron cumplir con su

cometido, pues el que fue a Chihuahua no pudo llegar por haber quedado interrumpidas las vías de comunicación. Las contrariedades anteriormente sufridas, el cúmulo de trabajo desempeñado en dos años de incesante fatiga, mis antiguos y ya crónicos padecimientos, acabaron por agotar por completo mi salud. En estas circunstancias, creí que lo más conveniente, en bien del Estado, era renunciar, para que persona más vigorosa y más resistente que yo se hiciese cargo del Ejecutivo, dejándole, no obstante, los suficientes elementos de resistencia que eran poco más o menos dos mil hombres bien pertrechados y armados, todos los jefes de acuerdo y la opinión popular enteramente en favor de la causa. El círculo mío no me dejó renunciar porque dijo quedaría acéfalo el partido y los mismos elementos militares con que necesariamente teníamos que contar, también se opusieron a ello, por lo cual se hubo de llegar a la resolución de que solicitase una licencia, hasta por seis meses para atender, durante este tiempo, a mi salud y ver de recobrar mis energías. Me decidí a atender la indicación de mis amigos y no quise continuar en Sonora para dejar en libertad al que me sucediese de llevar a cabo sus iniciativas sin que se pudiese suponer que pesaba sobre él ninguna influencia personal mía. Elegí a Tucson como lugar de descanso, por su proximidad a Sonora, tanto para estar al corriente de sus asuntos y tomar la participación que fuere necesaria como para ver de poner en orden mis negocios, desatendidos, de largo tiempo atrás, por ocuparme exclusivamente de los del Estado. Mi descanso fue ilusorio; personas interesadas en la situación política de Sonora, ligada como está con la general de la República, se me acercaron, unas, pidiéndome ayuda pecuniaria para poder secundar la causa; otras, elementos para entrar, bien a Chihuahua, bien a mi Estado y, otras más, proponiéndome alianzas imposibles. De Chihuahua vino persona con quien me ligan vínculos de estrecha amistad, con la mira de que Sonora reconociese a Huerta. La Cámara de Comercio de Hermosillo volvió a insistir en sus pretensiones y envió a uno de sus más respetables miembros, quien a la vez llevaba la representación personal de Huerta y la misma Cámara de Comercio de Tucson influenciada seguramente por las de Hermosillo y Guaymas, pretendió hacer insinuaciones a este respecto que no se atrevió a formular claramente, en vista de mi actitud resuelta. Ya dije a usted, en carta anterior y entiendo que también se lo hicieron saber los comisionados míos en su viaje a Piedras Negras, la visita de los empleados del señor Vázquez Gómez, nuestras discusiones, etc., y no necesito insistir más sobre este particular. No permanecí inactivo en Tucson. A Francisco Villa, a quien usted conoce, le facilité alguna suma de dinero para que pudiese entrar a Chihuahua, pues aunque él

quería operar en Sonora me pareció más conveniente lo hiciera en su Estado por el conocimiento práctico del terreno y los elementos que en él podía allegarse. Como la prensa huertista, para desacreditar nuestra causa, propaló la especie, primero, de que Sonora pretendía segregarse del resto de la República y posteriormente de que pensaba anexarse a los Estados Unidos, no desperdicié oportunidad para desmentir en la prensa americana esas falsas informaciones, teniendo la satisfacción, como usted habrá podido ver por la misma prensa, de que ésta reaccionó favorablemente para nosotros y después con toda espontaneidad tomó la defensa de nuestros Estados, pues a Coahuila también la hacían aparecer como separatista. Un grupo de ambiciosos, de descontentos y despechados, aprovechándose de mi ausencia temporal del Gobierno, formaron un complot con el objeto de impedirme que volviese yo a tomar posesión del Gobierno del Estado. A este fin propagaron las más groseras calumnias, llegando hasta imputárseme que me inclinaba del lado de Huerta. Usted que conoce mi trabajo político y que, por lo que le refiero ha visto que mi actitud en contra de Huerta ha sido siempre contraria, verá que el arma para herirme estaba mal escogida; sin embargo para acallar todas esas hablillas resolví regresar a Hermosillo no obstante que continúo efectivamente enfermo, por lo cual no tuve el gusto de ir personalmente a Piedras Negras atendiendo la indicación que se sirvió hacerme. Como la situación es delicada y no quise ni por un momento engendrar divisiones perjudiciales a nuestra causa, haciendo a un lado todo sentimiento de vanidad personal al llegar aquí, manifesté ampliamente que ni venía a hacerme cargo del Gobierno, ni menos aún a tomar la jefatura de las tropas, como algunos propalaron para suscitar recelos entre los jefes que dirigen esta campaña. Cada uno de ellos cree haber contraído méritos personales, en grado heroico y al asumir yo, como legalmente me correspondía, la jefatura de las armas, temían que opacase sus victorias y éste era un motivo de sus recelos. Comprendiendo esta situación y para no provocar disensiones entre nosotros mismos, he guardado la actitud que le indico. Con respecto del Gobierno, como aún no se cumple el término de mi licencia, tampoco quise hacerme cargo de él, por la razón que anteriormente le he explicado. Ésta es, en resumen, la situación actual. Con respecto a la campaña, hasta ahora hemos caminado de triunfo en triunfo. Como habrá usted visto por los periódicos, Nogales, Agua Prieta, Naco —las tres principales aduanas del Estado—, están en nuestro poder. Cananea también es nuestra y con excepción del puerto de Guaymas todo el Estado está en nuestras manos. Los federales llegaron a avanzar hasta Santa Rosa, a cuarenta kilómetros de Guaymas y cien de esta capital, que parece es el punto objetivo de los federales. Tratando de dar un ataque decisivo se acumularon en Santa Rosa misma la mayor parte de nuestros elementos de guerra, pudiendo sumar un efectivo de tres mil

hombres, pues aunque contamos con mayor número de fuerzas, ha habido necesidad de dejar destacamentos en diversos lugares. El día nueve en la madrugada dio principio el ataque, o más bien dicho la serie de ataques parciales, librándose el día siguiente uno general muy sangriento y con numerosas pérdidas por ambas partes, aunque han sido menores las nuestras. Han perecido de los federales un coronel, dos capitanes, nueve oficiales y más de doscientos hombres de tropa. Los heridos son en número superior. Se les pudieron quitar dos ametralladoras e inutilizar sus cañones, habiéndoseles, además, cortado una máquina con tanques de agua que era el único medio de locomoción con que contaban. Su gente, la mayor parte tomada de leva, está completamente desmoralizada y las deserciones son tan numerosas que puede decirse que ya no cuentan con infantería. Ciento cuarenta y cuatro hombres hicimos prisioneros y éstos y otros que voluntariamente se presentan desean ingresar en nuestras filas. El ataque a Guaymas es difícil por los elementos de defensa con que cuenta, especialmente los barcos de guerra, además de que como hace tiempo está en poder de los federales, éstos han tenido tiempo de artillar perfectamente sus alturas, por lo cual casi es inexpugnable. Sin embargo todas las probabilidades de éxito están de nuestra parte por el entusiasmo de nuestras tropas, por el conocimiento del terreno y por la ayuda que prestan todos a nuestra causa que es lo contrario de lo que pasa con los federales. Espero pues, comunicarle pronto favorables noticias y no deseando fatigar más su atención me repito de usted su invariable amigo y atento y seguro servidor. José M. Maytorena

Instrucciones de don Venustiano Carranza al doctor F. González Gante en Washington, D. C., para trasmitirlas al señor Gustavo Salinas, encargado de la compra de maquinaria, armamento y parque, con destino al señor Juan B. García, en Eagle Pass, Tex. [A. I. F., F9-7-V.]

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Piedras Negras, 12 de mayo de 1913. Señor doctor F. González Gante. Washington, E. U. A. Muy estimado y fino amigo: Me permito suplicar a usted se sirva decir a mi sobrino, el señor Gustavo Salinas, remita los fulminantes, cien libras de pólvora para cartuchos 30-30 y cien libras para cartuchos máusser, en empaque diga “ropa” dirigido a Juan B. García, a Eagle Pass, Texas. Igualmente, que la máquina para reformar cartuchos, así como la ametralladora, la envíe con el carácter de maquinaria, en varias partidas, a la misma consignación. Los cartuchos para la ametralladora, que vengan en partidas parciales, con empaque disfrazado, y que, por lo que respecta a los cartuchos siete milímetros para máusser y los de 30-30, suprima su compra, concretándose ésta únicamente a los artículos que dejo enumerados. Con mis agradecimientos por todo, y saludándolo, quedo como su afectísimo atento amigo y seguro servidor. V. Carranza

Carta del señor Miguel Díaz Lombardo, fechada en París, Francia, agradeciendo a don Venustiano Carranza el reconocimiento de la Junta constitucionalista establecida en dicha ciudad e informándole de sus actividades. [A. I. F., F9-7-III.]

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París, mayo 13 de 1913. Señor don Venustiano Carranza. Piedras Negras, Coah. Muy distinguido amigo: Antier recibí el mensaje en que se sirvió usted comunicarme, contestando el nuestro, que quedaba reconocida [la agencia] C. Junta constitucionalista establecida en esta ciudad, por las personas cuyos nombres habrán sido sin duda trasmitidos a usted. Inmediatamente di cuenta a los demás compañeros y desde luego acordamos dar a usted las gracias por su felicitación, y protestarle, como le protestamos, nuestros deseos de trabajar por el restablecimiento del régimen constitucional, y por la implantación en nuestro país del régimen democrático, así como de las ideas fundamentales del Plan de San Luis, que sirvieron de bandera a la Revolución de 1910, cuyos ideales desde hace mucho tiempo han sido los nuestros. Hecho esto, deseo poner a usted en antecedentes de lo que aquí hemos hecho desde que el motín militar de Díaz secundado por la traición de Huerta, triunfó en la capital, dando al traste con el Gobierno constitucionalista, y manchándose el partido que lo llevó a cabo, con los asesinatos atroces del Presidente, del Vicepresidente, etc., etc. Como recordará usted, había sido yo nombrado ministro de México en este país, y con este carácter estaba yo tratando con banqueros franceses el empréstito que el Gobierno de don Pancho estaba para contratar de acuerdo con la ley expedida por el Congreso. Precisamente en los días en que estalló el motín, trasmití las últimas proposiciones de los banqueros al ministro de Hacienda, y seguramente estaban aceptadas pues la antevíspera de que se consumara la traición de Huerta, recibí un mensaje de don Ernesto en que me decía que tan pronto como terminara las operaciones militares contra Félix Díaz, podríamos reanudar las negociaciones con los banqueros, quienes no obstante lo delicado de las circunstancias sostenían sus proposiciones, enteramente favorables, pues resultaba contratado el empréstito a un tipo de 92 ½ a 93 puntos, lo cual, dadas las circunstancias del momento, no podían ser mejores, porque el conflicto de los Balkanes con todas las complicaciones europeas consiguientes hacía que el tipo del dinero para esta clase de operaciones estuviera muy elevado.

El levantamiento militar de Díaz, Mondragón, etc., no me sorprende pues tenía bastantes indicios de él, tanto por lo que observaba aquí en París, centro principal del elemento rico porfirista, como por las cartas que recibía de México; y debo manifestar a usted que en mi correspondencia con don Pancho y con Pedro Lascuráin, constantemente les llamaba la atención sobre el peligro que nos amenazaba. Si el motín, pues, no me sorprendió, tampoco me preocupó grandemente porque tenía yo la convicción, como todavía la tengo, que el país en general repugna volver al régimen del general Díaz; y en esta virtud creía que con mayor o menor efusión de sangre los rebeldes serían reducidos, y en esta opinión me confirmaban los últimos mensajes del Presidente y del ministro de Hacienda. No contábamos con la traición de Huerta, Blanquet y demás jefes militares que se pusieron de acuerdo con Díaz, La Barra, etcétera. Fue pues una verdadera y dolorosa sorpresa, la que me causó la noticia de la prisión del Presidente y su Ministerio, y de la toma del poder por Huerta. Inmediatamente que se recibió en la Legación noticia oficial del cambio ocurrido, presenté mi renuncia, porque en ningún caso estaría yo dispuesto a prestar servicios a un Gobierno emanado de un movimiento no popular sino militar y aristocrático para cuyo triunfo se pusieron en práctica la corrupción del ejército y la defección y la traición. Nunca perdí la fe en la reacción por más que, de momento, me encontrara yo sin noticias y sin poder ponerme en comunicación con mis amigos políticos; pues aunque tenía yo la seguridad que usted y otros varios jefes desconocerían el nuevo orden de cosas, eran tan contradictorios los cablegramas que no sabía yo a qué atenerme; y para proceder, no tuve más guía que la convicción de que era conveniente privar al nuevo Gobierno del elemento dinero; y al efecto, en espera de que el movimiento constitucionalista se organizara, procuré, de acuerdo con varios amigos, evitar que el empréstito proyectado por Huerta se realizara. A este efecto procuré y conseguí evitar que los banqueros que trataban conmigo se pusieran en contacto con la Legación, pues Esquivel Obregón, como primer acto dirigió un cable al encargado de negocios, para que entrara en relaciones con este grupo financiero, y le preguntara si sostenía las proposiciones que había hecho por mi conducto. Logré evitar ese contacto y conservar las relaciones de manera que, sólo de acuerdo conmigo, y pasados quince días, el representante de los banqueros acudió a la Legación; pero con proposiciones completamente distintas, pidiendo garantías para el empréstito. Sería inútil y demasiado largo referir a usted detalladamente las gestiones que cerca de ese grupo y de otro he estado haciendo para evitar que traten con Huerta, y para preparar que más tarde lo hagan con el nuevo Gobierno, que espero quedará constituido en un plazo relativamente corto. Me ha favorecido para estas gestiones, el hecho de que algunos comisionados de

Huerta y comparsa, hayan acudido a mí sabiendo mis relaciones con esos grupos financieros. Y esto me ha proporcionado el estar al tanto de las gestiones de Huerta y su llamado Gobierno en el sentido indicado de contratar el empréstito. Por cierto que las condiciones son de tal manera ruinosas para el país, que sería verdaderamente sensible que lo consiguiera. Figúrese usted que han llegado a ofrecerlo al tipo de 85 puntos, con 5% anual y dando como garantías el 25% de los productos de las aduanas, y una hipoteca sobre el 25% de los bienes nacionales, estimados en 360 millones de pesos. No creo que sería malo hacer un arma de esta circunstancia, llamando la atención sobre que por sólo el capítulo del empréstito, la Revolución militar le cuesta al país un 7 u 8%, o sean [sic.] siete u ocho millones de pesos, si llegan a contratar los cien millones. Pero no se oculta a usted que el deseo del lucro en los banqueros puede hacer inútiles todas nuestras gestiones, y que además, la prensa que está subvencionada por Huerta, La Barra, etc., puede influir poderosamente haciendo creer que la pacificación de la República adelanta rápidamente, que el Gobierno usurpador da garantías a los prestamistas y a los capitales extranjeros que se inviertan en el país. Es, pues, indispensable que nosotros hagamos una campaña de prensa para hacer ver la poca estabilidad del Gobierno de Huerta, y que todos los actos legislativos, ejecutivos o judiciales, pueden ser declarados nulos por el Gobierno que se establezca restaurado el régimen constitucional. Por desgracia los pocos constitucionalistas que nos encontramos aquí, tenemos en contra a la Colonia, que cuenta con muchos elementos de dinero, que es porfirista de corazón, y contribuyó pecuniariamente para los actos de rebelión de Díaz, y que sigue moviéndose aquí para que los periódicos observen una actitud favorable a ellos o cuando menos, para que pasen en silencio las cosas de México. Así es que con muchos trabajos hemos logrado hacer pasar uno que otro artículo, pero sin que hayamos podido emprender una verdadera campaña, porque no tenemos elementos. Todos los que estamos aquí, en efecto estamos con escaseces de dinero, por las dificultades de los giros, por una parte, por otra, porque, o bien se nos ha suprimido el sueldo a unos, y otros tuvieron que salir tan precipitadamente de México que apenas contamos con lo estrictamente necesario para unos cuantos meses, y por lo mismo nos es difícil hacer una campaña seguida y eficaz en los periódicos, y tenemos que valernos sólo de las buenas relaciones que, si bien nos han ayudado hasta ahora, fácilmente empezarán a mostrarse esquivas por las dádivas que reciben del otro lado. Uno de los proyectos que tenemos formado, es el de publicar un pequeño folleto en francés para circularlo mucho, especialmente entre el elemento financiero, llamando la atención sobre la inseguridad de las operaciones que se hagan con Huerta, y al mismo tiempo preparando el terreno, para el nuevo Gobierno, haciendo ver que los recursos de México garantizan cualquiera operación, hecha con un

Gobierno legítimo, y que la pacificación del país, al triunfo del partido constitucionalista, será un hecho próximo, pues procurará acabar de raíz con los elementos perturbadores de paz. La antecedente relación tiene por objeto indicarle a usted la conveniencia de que, si ustedes allá tienen algunos elementos que nos ayuden para la campaña de prensa, a fin de evitar el empréstito, y de hacer publicaciones encaminadas a ese fin. Creemos que aun cuando el Gobierno de Huerta consiga hacerse de dinero, el triunfo de nuestra causa llegará a obtenerse pero no se le oculta a usted que la lucha tendrá que ser mucho más larga y sangrienta que si llegamos a conseguir que carezcan de elementos, que sólo pueden conseguir aquí en Francia, o en Inglaterra. Es pues casi tan importante, en estos momentos, la lucha contra el empréstito como la lucha contra los cañones. Me permito encarecer a usted a nombre de todos los compañeros, la conveniencia de que nos manden aquí los documentos importantes que se hayan publicado por el Gobierno de usted, como proclamas, leyes, circulares, etc., desconociendo los actos de Huerta y comparsa, así como noticia de los adelantos que tenga el movimiento restaurador a fin de hacerlos públicos aquí y también nos permitimos sugerirle una forma de Gobierno para gestionar, sea la beligerancia, sea el reconocimiento del Gobierno de usted por los Estados Unidos, aprovechando los últimos actos de Huerta con relación al Gobierno americano en vista de que no lo ha reconocido. Creemos también de nuestro deber manifestar a usted que los partidarios de Huerta hacen circular en México la especie de que nosotros solicitamos la intervención americana, y creemos que sería muy conveniente, valiéndose de cualquier medio, desmentirla pronto en la capital y en todo el país, para evitar el movimiento patriótico que pudiera ocasionar esa especie calumniosa. No extrañe usted que nos hayamos puesto en relación con usted con tanto retardo, pero sólo hasta que llegó Juan Sánchez Azcona empezamos a tener noticias un poco más ciertas, y debido también a nuestro buen amigo Machado, que nos trasmitió un telegrama de Pesqueira, que nos sirvió para orientarnos y comunicar a usted la formación de la Junta constitucionalista. Por más que tengo cosas importantes que trasmitirle a usted me limito por ahora a lo estricto, pues es la hora de correo y no quiero que se pase más tiempo; nuestro buen amigo Domínguez a quien entrego la presente le comunicará a usted verbalmente alguno de mis proyectos. Ruego a usted me diga el título que lleva como jefe de la Revolución. Ojalá que por medio de una elección, aunque fuera limitada, pudiera usted tomar el de Presidente interino para dar personalidad a su Gobierno, y para aprovechar los últimos actos válidos del Congreso que dieron facultades extraordinarias al Presidente durante la decena trágica, pues que subsistiendo el mismo estado de rebelión, subsiste el vigor de aquel acto legislativo, por más que los posteriores

lleven el vicio de nulidad pues que fueron dictados sin quorum y bajo la presión del ejército. En espera de sus gratas, quedo como siempre de usted adicto amigo y colaborador, que espera sus órdenes, y se repite su S. S. Miguel Díaz Lombardo

Instrucciones giradas por don Venustiano Carranza al doctor F. González Gante, en Washington, D. C., para comunicar al señor Roberto V. Pesqueira el triunfo obtenido por las fuerzas constitucionalistas en los Estados de Sonora y Tamaulipas, motivando el ascenso de Obregón a general brigadier; asimismo, el asedio a la plaza de Monterrey, N. L., por las del coronel Jesús Carranza. [A. I. F., F9-7-V.]

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Piedras Negras, 14 de mayo de 1913. Señor doctor F. González Gante. 723-15th. St. Washington, U. S. A. Sírvase comunicar Pesqueira recibí mensaje Sonora, en que comunícanme fue derrotada columna federal en Alejandro, por jefe Obregón, haciéndole más cuatrocientos muertos. Con motivo este brillante triunfo, ascendió Obregón a general brigadier. Fue igualmente ocupada Reynosa, Tamaulipas, por constitucionalistas. Coronel Jesús Carranza, que iba asediando a Troucy, que concentróse a Monterrey, amaga actualmente esta plaza. Fuerzas federales general Peña permanecen estacionarias en Espinazo. El Primer Jefe del E. C., V. Carranza.

Carta de don Venustiano Carranza al señor F. González Gante, en contestación a la suya del 2 de mayo, en la que le comunica haber expedido un decreto garantizando cubrir indemnizaciones a nacionales y extranjeros, por daños sufridos en las revoluciones de 1910 y la actual. [A. I. F., F9-86-1.]

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Correspondencia particular del Primer Jefe del Ejército Constitucionalista Piedras Negras, 14 de mayo de 1913. Señor doctor F. González Gante. Washington, U. S. A. Muy estimado señor y amigo: Correspondo a su muy atenta, fecha 2 de los actuales, manifestando a usted que, abundando en las razones que usted se sirve exponer, he expedido decreto, garantizando las reclamaciones que nacionales y extranjeros presenten, al triunfo del movimiento constitucionalista, por daños que hubieren sufrido, durante la Revolución de 1910 y la actual. El señor Sommerfield lleva una copia del decreto referido, que espero mostrará a usted, para su conocimiento y publicación. Deseando a usted todo éxito en sus gestiones, en bien de la causa de la legalidad, y saludándolo, quedo como su siempre afectísimo amigo y atento seguro servidor. Venustiano Carranza

Telegrama de don Venustiano Carranza, previniendo al señor Heriberto Barrón, en Nueva York, se abstuviera de hacer declaraciones oficiales, sin autorización. [A. I. F., F9-110-3.]

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Ejército Constitucionalista. [Telegrama.] Piedras Negras, 16 de mayo de 1913. Señor Heriberto Barrón. Hotel España, 120 W. 21 St., New York City. Extráñame su protesta formulada contra Gobierno Inglaterra, con el carácter que usted se atribuye, como agente confidencial de este Gobierno y prevéngole se abstenga de hacer declaraciones oficiales, sin mi autorización. El Primer Jefe del E. C., V. Carranza.

Carta de don Venustiano Carranza, a don Roque González Garza, en San Antonio, Tex., manifestándole estar enterado de los servicios que prestó, tanto en la Revolución de 1910, como durante el Gobierno del señor Madero, y que de acuerdo con el decreto de 20 de abril de 1913 se le ratificó el grado de mayor. [A. I. F., F9-105.]

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Piedras Negras, Coah., mayo 17 de 1913. Señor don Roque González Garza. 424 Main Ave., San Antonio Texas. Muy señor mío y amigo: Es en mi poder la apreciable carta de usted fecha 12 del corriente, por la que me he enterado de los datos que se sirve darme acerca de los servicios que prestó, tanto en la Revolución de 1910, como durante el Gobierno del señor Madero. En contestación, tengo que manifestar a usted que entiendo que después del triunfo de Ciudad Juárez, en mayo de 1910 se le confirió a usted el grado de mayor del Ejército Libertador, que es el mismo que, de acuerdo con el decreto del 20 de abril del corriente año, he tenido el gusto de ratificarle. Los datos que usted se sirve darme y a que antes me refiero, manifiestan que posteriormente al triunfo de la Revolución de 1910, ocupó usted los puestos de jefe de Estado Mayor de Rurales con el grado de coronel y de comandante de Rurales en diversas comisiones del servicio, ambos sin mando de fuerzas y más bien con el carácter de administrativos, por lo cual tengo la pena de manifestarle que no puedo revalidarle ese grado, a menos que hubiere sido en aquellas condiciones para dar cumplimiento al decreto de referencia. Sin otro particular, quedo de usted como siempre, afmo. amigo y atento S. S. V. Carranza

Carta del señor Miguel Díaz Lombardo, fechada en París, Francia, solicitando ayuda económica del C. Venustiano Carranza, para el funcionamiento de la Junta constitucionalista, e informándole de sus actividades. [A. I. F., F9-7-III.]

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París, mayo 18 de 1913. Señor don Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista. Piedras Negras. Muy distinguido amigo: Días pasados, de acuerdo con los demás compañeros que formamos la Junta constitucionalista en ésta, puse a usted una carta encareciéndole la necesidad de hacer una campaña enérgica de prensa para procurar impedir el empréstito que Huerta pretende contratar en ésta. Ahora y sin haber recibido todavía la contestación que me anuncia en su mensaje del 13 me permito insistir y esto por dos motivos, primero: porque empiezan a llegar rumores a ésta de que el Gobierno americano reconocerá en breve a Huerta como Presidente de la República; y segundo, porque antier he visto un telegrama del subsecretario de Guerra dirigido a Mr. Hans en el que le pregunta lo que importará una activa campaña que contrarreste el mal efecto causado por el Journal y otros periódicos que han atacado duramente a Huerta, Mondragón, Díaz, etc., y si él puede encargarse de ella. Por lo que he visto Hans no está todavía resuelto a hacerse cargo de tal cosa, pero si él no, seguramente que verían a cual quier otro periodista y en todo caso la campaña se hará activamente. Ya de hecho los periódicos se rehusan a seguir publicando lo que nosotros escribimos, según verá usted por las palabras subrayadas que contiene la carta adjunta que hace referencia a una carta mía rectificando algunos conceptos del Journal, sobre el Gobierno emanado de las elecciones de 1910. Ahora bien, como indiqué a usted, no tenemos bastantes fondos los que nos encontramos aquí y tampoco sería posible que con nuestros solos recursos contrariáramos la acción del Gobierno de Huerta. Por eso creo indispensable que ustedes nos ayuden en algo por el tiempo que sea necesario para evitar el empréstito. Hemos pensado editar un folleto en francés para que sea leído principalmente por el elemento financiero y comentado por la prensa sobre las causas de la Revolución de 1910 y los acontecimientos posteriores para convencer a todos de que ni el actual llamado Gobierno interino, ni el que le sucediera hechas las elecciones irregularmente como se harían tendrán fuerza bastante para evitar el triunfo de la restauración constitucionalista y que si el Gobierno de Huerta contrata

un empréstito sólo se conseguirá prolongar la lucha y arruinar más al país, pero no obtener la pacificación. Además, insistiremos mucho sobre que cualquiera operación será considerada sin valor legal por el [nuevo orden] Gobierno que se estableciera al triunfo del Ejército Constitucionalista. Todo esto es indispensable pues no puede figurarse cómo se desconoce todo esto por la generalidad que sólo se fija en que Díaz y socios parecen apoyados por el ejército y en que la tiranía de don Porfirio fue eficaz para mantener el país en paz durante más de treinta años. Pues bien, la publicación de ese folleto no nos costaría más de cinco mil francos, es decir, mil dólares, y lo haríamos circular mucho, siendo cuestión de unas tres semanas la impresión para que [aparezca] apareciera en la segunda quincena de junio, época en la que se estarán haciendo todos los esfuerzos posibles para contratar el empréstito. Me permito también insistir mucho sobre la conveniencia de que se establezca una forma de Gobierno que permita llamarse a usted representativo de la legalidad, o sea del orden constitucional. Esto tendría la ventaja de que en un momento dado podría usted reclamar personalidad internacional como jefe del Ejecutivo de la nación. El artículo 128 de la Constitución autoriza tal cosa pues prevé el caso de que la ley fundamental haya perdido su vigor por una rebelión y de que por medio de un trastorno público se haya establecido un Gobierno contrario a los principios constitucionales. Y ¿quién puede dudar de que nos encontramos en el caso? Ahora bien, es natural que aun cuando de una manera irregular el nombramiento o la elección, el jefe del movimiento constitucionalista debe ser reputado como jefe del Poder Ejecutivo, esto es, Presidente de la República. Yo creo que esto, sobre que conforme al espíritu de la Constitución da más fuerza al movimiento y puede autorizar a usted a usar de facultades que corresponden al jefe de la nación. Y no creo por demás referirme a la época de don Benito Juárez en que de hecho sin elecciones siguió siendo reconocido como Presidente y logró restablecer el orden constitucional. No creo por demás llamar la atención de usted acerca de que la renuncia del Presidente y del Vicepresidente no fue aceptada válidamente pues que no estaba completo el quorum en la Cámara y en consecuencia el voto de ese cuerpo no pudo legitimar el acceso de Huerta a la Presidencia. Ni aun habiendo quorum habría sido legítimo el voto supuesto que ésta fue convencida por la presión de las bayonetas. No creo, pues, que debamos detenernos por escrúpulos relativos a la legalidad del nombramiento de usted como Presidente pues el caso es de fuerza mayor y lo que sí es inconcuso es que la mayoría de la nación lo reconoce a usted como el jefe del movimiento constitucionalista, por lo que creo que puede usted ser designado como Presidente interino y más tarde llegar a serlo constitucional por una elección. En espera de sus gratas, como siempre me repito de usted adicto amigo y correligionario como sincero constitucionalista.

Miguel Díaz Lombardo

Carta de don Venustiano Carranza, a don Ignacio L. Pesqueira, Gobernador del Estado de Sonora, comunicándole su nombramiento de general de brigada, y el probable cambio de Ejecutivo de dicha entidad. [A. I. F., F9-103-1.]

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Correspondencia particular del Primer Jefe del Ejército Constitucionalista Piedras Negras, 18 de mayo de 1913. Señor gobernador don Ignacio L. Pesqueira. Hermosillo, Son. Muy estimado y fino amigo: En breves días, pasará a ésa una persona de mi confianza, con objeto de conferenciar con usted acerca del probable cambio de gobernador en esa entidad, si es que el señor Maytorena insiste en hacerse cargo de ese puesto. Mi comisionado hablará con usted extensamente sobre este particular, para que se sirva imponerlo de la situación en general que guarda ese Estado, y luego pasará a entrevistar al señor Maytorena. Por el mismo conducto tendré el gusto de enviarle el nombramiento que ha tenido a bien conferirle este Cuartel General, de general de brigada, permitiéndome felicitarlo sinceramente por la patriótica y viril actitud que ha asumido en los actuales momentos de prueba. Saludándolo afectuosamente, quedo como su muy atento amigo y seguro servidor. Venustiano Carranza

Correspondencia de don Venustiano Carranza, con el capitán S. G. Hopkins, en Washington, D. C., sobre adopción de clave de la casa Flint & Co., retiro del cónsul americano Mr. Luther T. Ellsworth, y unificación de los trabajos a favor de la Revolución bajo la dirección de la Agencia Confidencial. [A. I. F., 103-l3.]

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Correspondencia particular del Primer Jefe del Ejército Constitucionalista Piedras Negras, mayo 18 de 1913. Señor capitán S. G. Hopkins. 723, 15th St., Washington, D. C. Muy estimado amigo: Confirmo mi carta de ayer, y acuso recibo de sus apreciables del 13 del corriente, que tengo el gusto de contestar. Agradezco a usted mucho el envío de la clave de la casa Flint & Co., que ya mando que se estudie cuidadosamente a fin de utilizarla cuando sea conveniente comunicarme en esa forma con usted. Tomo nota de la nueva dirección bajo la que deberé en lo sucesivo dirigirle mi correspondencia. Muchas gracias por su aviso. Tengo que manifestar a usted que el cónsul de los Estados Unidos en esta ciudad, señor Luther T. Ellsworth, no es persona grata para mi Gobierno, pues son manifiestas las relaciones y ligas que lo unen con elementos enemigos de la causa que represento, y tengo motivos para suponer que sus procedimientos no son de lo más neutrales. Por esta circunstancia, mucho agradecería a usted se sirviera hacer agencias ante el Departamento de Estado a fin de que, si no hay inconveniente, sea retirado de aquí ese representante consular. Anticipándole las gracias por lo que se sirva hacer en atención a mi súplica, quedo de usted afmo. amigo y atento S. S. V. Carranza Si no retiran al cónsul a que me refiero, me veré obligado a retirarlo. Hopkins & Hopkins. Cable “Sherburne”. Hibbs Building. Washington, 23 de mayo de 1913.

Muy estimado señor gobernador: Esta mañana le telegrafié en clave al efecto que ciertas personas en Nueva York y Washington pretenden tener credenciales de usted para negociar empréstitos, como también prácticamente todo concerniente a la Revolución, y que esto está causando mucho daño. También que, como un resultado, el teniente coronel Kempher estaba muy desatisfecho y deseaba renunciar. Añadí que en mi opinión usted debía ordenar inmediatamente que todas las personas que tienen comisiones de usted deben trabajar bajo la dirección de la Agencia Confidencial. Fui inspirado enviarle este telegrama por la razón que durante los últimos pocos días he observado alguna fricción de parte de algunos de sus representantes, o personas que pretenden representarle, y que había una disposición de parte de algunos de ellos de intervenirse con los trabajos de los otros. Esta situación fue llevada a una crisis ayer en Nueva York cuando el coronel Kempher fue notificado por don Ernesto Madero que él no podía tratar más con él respecto a asuntos financieros, como que el señor Perusquía había llegado con una carta de usted autorizándole que atienda a este asunto. Más aún cuando que el señor Kempher estaba seguro que él podía conseguir $5 000 en efectivo, y $15 000 más dentro de un corto tiempo de don Ernesto, él se disgustó mucho. Vino a Washington esta mañana y desayunó conmigo. Él dijo que usted, por alguna causa, evidentemente, no continúa teniendo fe en él, y que había estropeado sus planes, no solamente para obtener fondos pero también otros elementos necesarios para la campaña. Él me indicó que deseaba renunciar a la vez y después ir a algún otro país hasta después de la Revolución. Procuré persuadirle que ha habido alguna equivocación, y sugerí que era su deber comunicarse con usted antes de tomar cualquier paso apresurado. Pero, como usted sabe, él es un hombre de un carácter curioso, y es muy difícil cambiar su opinión. Espero verle otra vez esta noche. Cuando más tarde vi al señor Pesqueira, él también estaba muy turbado y preocupado, diciendo que era imposible trabajar aquí en cargo de los intereses de la Revolución, con dignidad, cuando había otras personas pretendiendo tener autoridad, interviniendo con sus planes. Por supuesto que él no se refirió al señor Kempher, quien ha estado de acuerdo con él desde su llegada a Washington y quien ha estado trabajando lealmente bajo sus órdenes, pero refirióse especialmente más al señor Perusquía. Dijo que no pensaba que usted apreciaba enteramente la situación, y después de discutir el asunto con el señor Sommerfield y conmigo, concluyó que saldrá esta noche para Eagle Pass, para obtener una conferencia con usted el lunes. Él podría entonces explicarle en detalle sus miras. Mi propia opinión es que, si usted nombrara un agente confidencial cerca a este Gobierno, todos los otros representantes de la Revolución en esta vecindad, deben actuar bajo sus órdenes y no deben hacer o decir cualquiera cosa, excepto por autoridad de dicho agente confidencial. Esto es esencial para que todos puedan

trabajar, simultáneamente y unidos, en un esfuerzo mutuo para cumplir con sus deseos e instrucciones. Además que, si las partes no están bajo una sola autoridad, el recelo es el que sigue siempre, y donde hay celos en conexión con una misión diplomática, el resultado es invariablemente sin éxito. El señor Pesqueira es un inteligente y caballero leal, y entiende muy bien la situación de aquí. Cuando él hable con usted, yo creo usted deberá calmar sus susceptibilidades e informarle que sus quejas serán respetadas. El señor Sommerfield y yo también hemos discutido este asunto, y tenemos las mismas miras. El señor Pesqueira otra vez dijo algo sobre su visita a Sonora, y le dije que yo creía que usted no debía todavía ir allá. La situación en Sonora es muy satisfactoria y no necesita su presencia, mientras que me parece que le necesitan más donde está ahora. Informes han llegado a Washington, probablemente de fuentes militares o por medio del cónsul americano, Mr. Ellsworth, diciendo que hay mucha disensión entre los oficiales en Piedras Negras, y que no se encuentra ninguna organización entre sus fuerzas. Mientras que no supongo que hay algún elemento de verdad en esto, deseo informarle francamente de la noticia para que usted pueda neutralizar cualquier mal efecto de tal crítica. En su cuartel general creo usted debe tener la mejor organización posible. Más aún cuando que un Estado Mayor inteligente, alguna vez, vale tanto como un gran número de tropas. Para objetos de organización civil suplico llamar su atención al señor Pérez Romero, quien está aquí ahora, trabajando con nosotros. Usted recordará a este caballero como un cuñado del presidente Madero y quien es muy competente y bien informado respecto a asuntos de administración, capitalización, etc. Si usted pudiera llamar a este caballero, yo creo que él le sería de mucha asistencia, no solamente por su reputación muy honorable y dignidad de carácter, sino por sus trabajos patrióticos por la causa. Estoy esperando detalles con respecto al señor Ellsworth, y tan pronto como reciba su carta procuraré conseguir lo que usted desea. La prensa continúa siendo muy amistosa, y no tengo mucho estorbo en esta conexión. El presidente Wilson dijo ayer a un amigo mío que, él no tenía la idea de reconocer al Gobierno de Huerta o cualquier otro Gobierno en México hasta que se haya tenido una elección libre, e inaugurado un Presidente constitucional. Al triunfo de la Revolución, sin embargo, puedo asegurarle que la actitud de este Gobierno será enteramente satisfactoria a usted. Saludándole respetuosamente, me quedo como siempre su affmo. amigo y servidor. S. G. Hopkins

Su Excelencia don Venustiano Carranza, etc., etc. Piedras Negras. Hopkins & Hopkins. Cable “Sherburne”. Hibbs Building. Washington, 24 de mayo de 1913. Muy estimado señor gobernador: La situación aquí ha permanecido lo mismo desde que le escribí ayer. El señor Pesqueira no pudo alcanzar el tren de anoche, pero tomó uno esta mañana, así es que él no llegará a Eagle Pass antes del martes. Anoche y como también hoy, he procurado convencer al coronel Kempher que él debe continuar sus trabajos en Nueva York, pero insistió que usted ya no tiene confianza en él, y por esa razón intenta renunciar. Él repitió que había trabajado lealmente para el movimiento; que él había obtenido fondos para usted, y que en el momento cuando él iba a hacer ya un arreglo favorable con don Ernesto Madero, otro agente se presenta con autoridad escrita para atender al negocio. Así es, él dijo, que habiendo roto su larga amistad con don Ernesto, de quien su familia ha recibido 600 pesos cada mes, él ahora intentaba obtener un empleo en Nueva York para proveer dinero a su familia. Salió esta tarde sin darme su dirección. Kempher ciertamente es un buen hombre, pero quien es también muy sensitivo. Creo que dentro de pocos días él será más razonable. La situación diplomática aquí es satisfactoria. La Embajada que representa a Huerta no tiene mucho peso, y todo lo que puede hacer es enviar declaraciones a la prensa que son muy raramente publicadas. Casi todo lo demás que se publica favorece a la causa constitucionalista. Como he explicado cuidadosamente a los señores Pesqueira, Sommerfield y Pérez Romero, todavía no estamos en una posición para asumir una agresiva actitud diplomática o para pedir del Gobierno de Washington cosas que no podemos obtener. Nuestra actitud debe ser humilde y paciente, más así cuando que la administración ya no está amistosa hacia Huerta y por consiguiente es amistosa hacia aquellos que quieren la restauración del Gobierno constitucional. Mientras tanto estoy trabajando como un misionero quien está procurando convencer a aquellos que todavía no han aceptado la fe constitucionalista. La única noticia que tenemos del empréstito hoy, es que en la Embajada se recibió un telegrama, firmado por De la Barra, al efecto que el empréstito se había consumado. La prensa aquí ha rehusado publicar esta declaración sabiendo que el Congreso no ha aprobado el contrato y que sólo ha sido Huerta el que lo hizo. Debidamente hemos recibido su telegrama de ayer conteniendo su protesta a los gobiernos de Francia e Inglaterra, la cual tendremos publicada mañana. Me da placer informarle que la actitud del doctor Vázquez Gómez es enteramente

satisfactoria, y que él está trabajando por usted. Viene a conferenciar conmigo todos los días, y me dice que ha escrito a usted explicándole ciertos asuntos de importancia. Con muy buenos deseos para su bienestar, le saludo respetuosamente, y me quedo como siempre, Su afmo. amigo y servidor, S. G. Hopkins. Su Excelencia don Venustiano Carranza, etc., etc., etc. Piedras Negras. MEMORÁNDUM Hoy envié a usted un paquete de sobres impresos con el nombre y dirección del “Royal Gold Mining Co.”, Washington, D. C., los cuales usted podrá emplear para correspondencia confidencial. 24 de mayo, 1913. Piedras Negras, 31 de mayo de 1913. Señor S. G. Hopkins, Washington, E. U. A. Muy estimado amigo: Me refiero a su atenta, fecha 24 de los corrientes, en la que se sirve informarme de lo que estima motivo de disgusto el señor coronel Kempher, y a este respecto me permito manifestar a usted que el señor Perusquía lleva autorización para tratar únicamente con la persona a que usted se refiere, para ver si facilitaba algunos fondos para la causa constitucionalista. Como comuniqué a usted oportunamente, por conducto del señor Pesqueira, el doctor Vázquez Gómez no ha contraído compromiso alguno con nuestra causa, y como yo no admitiré a nadie a nuestro lado, si no es que incondicionalmente se adhiera al Plan de Guadalupe, es por esto que espero se servirá usted no enterar, en lo sucesivo, de ninguno de nuestros asuntos, al expresado señor doctor, pues según carta que he recibido de él, trata de la reconciliación de los partidos, y yo seré intransigente en esto, pues creo que para establecer la paz en México, es preciso que lo haga el partido más fuerte, y que obtenga el triunfo, en la lucha actual, por medio de las armas. Sin otro asunto, quedo como su siempre afectísimo amigo y atento seguro servidor, Venustiano Carranza.

Carta del doctor Francisco Vázquez Gómez, fechada en San Antonio, Tex., manifestando a don Venustiano Carranza, que en las declaraciones que hizo al periódico The Lights, dijo que no contrajo ningún compromiso con él y que no lleva a Washington misión alguna de los constitucionalistas. [A. I. F., F9-IV.]

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San Antonio, mayo 19 de 1913. Señor Venustiano Carranza. Piedras Negras. Muy estimado amigo: Como verá usted en The Lights de hoy, el artículo que este periódico publicó ayer dice tuvo por base una entrevista que un repórter tuvo conmigo y la cual consta al final del artículo. Así pues, yo no dije absolutamente algo que realmente pudiera servir de base al mencionado artículo. Dije y repito que fui a visitar a usted como amigo; que no contraje ningún compromiso con usted ni usted conmigo y que no llevo a Washington misión alguna de los constitucionalistas como se empeñan en suponerlo algunas personas. Hoy repito en The San Antonio Express, poco más o menos lo que dije en la entrevista antes referida. Puede usted mandar publicar esta carta. Como siempre soy de usted afmo. amigo y S. S., Fco. Vázquez Gómez.

Carta del doctor Francisco Vázquez Gómez, fechada en Washington, D. C., informando a don Venustiano Carranza de su arribo a dicha ciudad, que seguirá trabajando para lograr unir los partidos revolucionarios, y recomendándole no haga ninguna protesta en contra del cónsul americano en Piedras Negras, Coah., porque no sería bien vista por el Gobierno americano; al propio tiempo pide que se modifique la conducta con los prisioneros de guerra, ajustándola a las leyes establecidas. [A. I. F., F9-IV.]

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Washington, mayo 24 de 1913. Señor V. Carranza. Piedras Negras. México. Muy estimado amigo: Antier llegué a ésta después de estar tres días en San Antonio, de donde a la carrera le escribí una carta con motivo de las noticias publicadas en el Light, basadas según dijo el mismo periódico en mis respuestas evasivas que más bien fueron negativas. En el Express mandé publicar, escrito por mí, lo que realmente dije al Light; pero como yo salí ese mismo día en la noche, no sé si se publicó o no. En periódicos que hoy recibí de México se dice que yo logré unir los partidos revolucionarios y en cartas me dicen que el Gobierno tiene pánico por la unión; y aunque ésta todavía no se logra, yo he de seguir trabajando en ese sentido, pues considero que es el único medio de tener paz en nuestro país. Por la prensa de aquí supe que usted prepara una protesta ante este Gobierno contra el cónsul americano en Piedras Negras. Con toda franqueza y sinceridad le diré que es mejor no hacer tal protesta porque no la verían muy bien aquí. También debo decirle que en este país y Gobierno han producido mala impresión los fusilamientos de oficiales y jefes que cayeron prisioneros en Sonora y como es conveniente no procurarse más enemigos sino inspirar confianza, creo que sería mejor modificar en algo la conducta que debe seguirse con los prisioneros de guerra ajustándola a las leyes establecidas por el derecho natural y que han aceptado todos los países civilizados. Si el Gobierno fusila a todos los prisioneros, la Revolución debe estar a una altura mayor y dar pruebas de que hace una guerra civilizadora. En fin, usted medite estas cosas, que la amistad y el interés que tengo por el buen nombre de la Revolución, me obligan a comunicarle. Como siempre, quedo de usted afmo. amigo y S. S., Fco. Vázquez Gómez.

Carta de don Venustiano Carranza, dirigida al capitán S. G. Hopkins, en Washington, D. C., sobre el retiro del cónsul Ellsworth, y el pretendido nombramiento de comisionados para obtener un empréstito. [A. I. F., 105-13.]

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Correspondencia particular del Primer Jefe del Ejército Constitucionalista Piedras Negras, mayo 24 de 1913. Señor capitán S. G. Hopkins. 723 15th., Washington. Muy estimado amigo: Me refiero a sus telegramas en clave, fechas 22 y 23 del corriente, relativos, el primero, al asunto del cónsul Ellsworth de esta ciudad, y el segundo, al pretendido nombramiento de comisionados que se dice he hecho para obtener empréstitos en los Estados Unidos. Respecto a las gestiones legales que usted desea sean hechas a fin de obtener el retiro del referido representante consular, y la remisión de hechos concretos que demuestren sus actos hostiles a la causa que represento, manifiesto a usted que no me es posible enviárselos en virtud de que, como fácilmente comprenderá, no pueden existir pruebas materiales de hechos de esa naturaleza; pero sí me constan sus ligas y relaciones con enemigos de mi Gobierno, y tengo motivos para suponer que está comunicando el estado y movimientos de nuestras fuerzas a agentes del régimen de Huerta. Por esta circunstancia, insisto en que a la mayor brevedad sea retirado ese cónsul, a fin de no verme en la necesidad de retirarlo. Por telégrafo contesté hoy mismo lo relativo a las gestiones para un empréstito en ese país, diciéndole que únicamente el ingeniero Lauro S. Kempher es el autorizado para gestionar un préstamo de $225 000.00 para el Estado de Coahuila, y por lo tanto, cualquiera otra persona que alegue tener credenciales mías con el mismo objeto, no dice la verdad y es necesario desmentirla. Suplico a usted se sirva decirme bajo qué nombre y dirección debo dirigir a usted en lo sucesivo mi correspondencia y telegramas, para tener la seguridad de que lleguen oportunamente a su poder. Sin otro particular, concluyo repitiéndome de usted afmo. amigo y atento S. S. V. Carranza

Nota girada por el señor M. Pérez Romero, agente confidencial del Gobierno constitucionalista, en Washington, D. C., al Departamento de Estado americano, sobre la internación de soldados del Ejército Federal en territorio americano, y solicitando su libertad en zonas que no puedan ser obligados a engrosar las filas huertistas. [A. I. F., F9-66-16.]

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Mayo 28 de 1913. [Traducción al inglés.] Su Excelencia: El que suscribe, agente confidencial del Gobierno constitucionalista de México, tiene el honor de llamar, muy respetuosamente, la atención de Su Excelencia, el secretario de Estado de los Estados Unidos, respecto a los soldados del Ejército Federal mexicano, quienes para evitar ser capturados, se refugiaron en territorio americano, durante el reciente encuentro en Naco, Estado de Sonora, México, y en cuya ocasión las fuerzas federales al mando del general Ojeda fueron derrotadas y tomada la población por la columna constitucionalista al mando del general Obregón. Los soldados de referencia al cruzar la línea divisoria fueron hechos prisioneros por las autoridades militares de los Estados Unidos y en consecuencia enviados a Fort Bliss, Texas, para que, según informes de la prensa, pudiesen regresar al lado mexicano por la vía de El Paso y Juárez. El Gobierno constitucionalista, que está haciendo un esfuerzo para quitar, por medio de las armas, lo que cree ser una administración usurpadora e ilegal, de la cual el general Victoriano Huerta es el supuesto jefe, y que se titula él mismo Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, supone que se haría daño al pueblo mexicano, especialmente al de los Estados de la frontera, en el evento de que esos presos fueran permitidos volver a entrar a México por cualquier lugar próximo a los ocupados por las fuerzas federales; esto permitiría a dichas fuerzas hacerse más fuertes con los hombres que se libertaran. El Gobierno a que pertenece el que suscribe, en virtud de lo anterior, espera que, si el cuidado de estos prófugos detenidos se considera grande, y su libertad necesaria, que el Gobierno de Su Excelencia los ponga libres, en algún lugar donde éstos no puedan ser obligados a engrosar las filas del enemigo y forzados a tomar participación en las hostilidades, lo que daría por resultado, que para evitar ser nuevamente capturados, volverían a buscar refugio en el territorio americano. Al tomarse la libertad de comunicar lo anterior, que el suscrito espera no sea una impertinencia, desea también hacer presente de una manera expresa que desconoce

toda idea o propósito que por este hecho induzca a entrar en correspondencia, lo cual aun de manera remota, pudiese implicar un reconocimiento a su Gobierno por el de los Estados Unidos. Para terminar, el suscrito tiene la honra de expresar a Su Excelencia las seguridades de su respeto y de su más alta consideración. M. Pérez Romero

Carta de don Venustiano Carranza, fechada en Piedras Negras, Coah., manifestando al señor licenciado Miguel Díaz Lombardo, que no estima necesario dar forma aparente de Gobierno al movimiento constitucionalista, sino sujetarse a lo prescrito en el Plan de Guadalupe. [A. I. F., F9-7-III.]

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Piedras Negras, 30 de mayo de 1913. Señor licenciado Miguel Díaz Lombardo. París. Francia. Muy estimado amigo y correligionario: Me refiero a su atento telegrama, fecha de hoy, para manifestar a usted que no estimo necesario dar alguna forma aparente de Gobierno al movimiento actual, en nuestra República, sino sujetarnos a lo prescrito en el Plan de Guadalupe, de que tengo el gusto de adjuntar algunos ejemplares, para su mejor conocimiento, pues conforme a lo que en él se previene, adquirirá mayor fuerza y unidad la Revolución, para poder satisfacer, por sí sola y sin trabas de ningún género, todas las aspiraciones nacionales. Oportunamente me dirigí al Gobierno de esa República, a fin de que hiciera saber a sus nacionales las dificultades a que podría dar margen el empréstito a Huerta, lo que creo se habrá hecho del conocimiento público pues igual declaración hice a la Prensa Asociada y al Gobierno británico. El movimiento constitucionalista se ha generalizado en toda la República, pues ha sido secundado con toda virilidad, y es por esto que pronto será un hecho el derrocamiento del Gobierno espurio de Huerta. Sin otro asunto por el momento, y deseándole todo bien, quedo como siempre afectísimo amigo y correligionario seguro servidor. V. Carranza

Carta del señor J. F. Sepúlveda, a don Venustiano Carranza, informándole de su plática con el coronel J. A. Robertson, comisionado del secretario Bryan, relativa al dominio del Ejército Constitucionalista en el país y contestación de don Venustiano Carranza a dicha carta. [A. I. F., 105-6.]

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San Antonio, mayo 31 de 1913. Señor Venustiano Carranza. Eagle Pass, Tex. Muy estimado señor mío: He tenido la oportunidad de hablar detenidamente con el señor coronel J. A. Robertson, comisionado por el secretario Bryan, para rendir un informe acerca de las probabilidades que tienen uno y otro de los partidos contendientes, para obtener el triunfo y las perspectivas de paz en México. Sabiendo que el licenciado Cárdenas, ex gobernador de Coahuila, única persona a quien se había acercado en solicitud de informes, aunque ocultando el objeto, los había dado del todo desfavorables a nuestra causa, me empeñé en conseguir de mi amigo Robertson que suspendiese sus trabajos y me permitiese pedir a usted oficial o extraoficialmente, un informe acerca de los progresos del movimiento constitucionalista y de la decadencia en que ha entrado el Ejército ex Federal. Tengo la promesa y la seguridad de que lo que usted tenga a bien enviarme, será pasado al secretario Bryan y al presidente Wilson, pues Robertson lleva estrechas relaciones de antaño con Bryan y se ven con la mayor intimidad. A raíz del cuartelazo, el mismo Robertson fue comisionado para informar a Washington acerca de la conveniencia o inconveniencia de reconocer a Huerta y según manifiesta, su opinión fue adversa al reconocimiento. Por los informes que mi amigo da de lo que pasa en Washington, todas las noticias que llegan de México por conducto del embajador Wilson, son color de rosa y hacen suponer que del empréstito de los cien millones depende el restablecimiento de la paz en México. No omite el Gobierno de Huerta sacrificio, esfuerzo o influencia que tiendan a trabajar por el deseado reconocimiento y en la opinión de mi informante, poco se sabe en Washington de los progresos de nuestra causa. Mis informes con un plano del país en la mano, causaron no poca sorpresa al señor Robertson, pues no suponía que la mayoría de las vías férreas estuviera dominada por los constitucionalistas, así como infinidad de pueblos capturados y no pocas ciudades de importancia amagadas seriamente. El señor Robertson me ha manifestado que a todo el mundo ha ocultado su posición actual y que en manera alguna hará declaraciones a la prensa. Como se dice

que es el llamado a sustituir al embajador Wilson, quizá está haciendo sus primeras armas en la carrera diplomática y tiene interés en que sus trabajos sean útiles a México y a los Estados Unidos. Mañana saldré para Laredo a poner en práctica el proyecto de que hablé a usted en mi anterior y tengo muchas esperanzas en que obtendremos el resultado que deseamos. Hoy llegó a ésta el señor Elosúa y pudo desengañarse el señor Bustamante de que aquella oferta cuantiosa era humo de paja. Creo que si obtuviéramos el 20% sería una suma adaptable a su posición actual. De usted afmo. y atto. S. S., J. F. Sepúlveda. Piedras Negras, 2 de junio de 1913. Señor J. F. Sepúlveda. Muy estimado amigo: Me refiero a su atenta, fecha 31 del ppdo., manifestando a usted que, para conocimiento de la prensa, comunico a usted la siguiente información, acerca de la situación general en que se encuentra actualmente nuestra República. Los Estados de Sonora, Chihuahua, Coahuila, Durango, Nuevo León, Tamaulipas y Zacatecas, se encuentran en dominio de nuestras fuerzas constitucionalistas del Norte, habiendo ya respetables fuerzas constitucionalistas en el Estado de Sinaloa y en el de Tepic. En el centro y sur de la República, se encuentran levantados en armas, los Estados de Morelos, donde domina Zapata, quien me reconoce como jefe supremo del movimiento actual, según emisarios que últimamente llegaron; el Estado de Guerrero, y los de Michoacán, Hidalgo, Puebla, Oaxaca, Veracruz, San Luis Potosí, Tabasco, Campeche, etc., en donde opera gran número de fuerzas, cuyos jefes todos se han adherido al Plan de Guadalupe. Las vías de comunicación han sido interrumpidas en casi toda la República, y, por lo que respecta a la región Norte, de donde tengo más oportuna información, sabré decir que Monterrey, que es la ciudad de mayor importancia de la frontera, se encuentra completamente sin comunicación, con Tampico, Matamoros, Laredo, Torreón, Piedras Negras, San Luis Potosí y México; Saltillo igualmente se mantiene aislado de México y San Luis Potosí de Laredo, Torreón, Piedras Negras y Concepción del Oro, cuyo importante mineral acaba de caer en poder de nuestras fuerzas, al mando del coronel Francisco Coss. La dirección de las líneas nacionales ha ordenado ya a sus agentes no reciban carga, para ningún punto de la República, en virtud del gran número de interrupciones que hay, y de que no pueden ya correr sino un corto número de trenes mixtos, por falta de carbón, elemento que tenemos en nuestro poder, por estar posesionados por completo de todos los minerales del norte de este Estado, y por carencia de petróleo, por estar interrumpido el ferrocarril de

Tampico a San Luis Potosí y a México. En breve, quedarán interrumpidas por completo todas las vías de comunicación en la República. En vista de lo anterior, he pasado circular a los países extranjeros, notificando a sus nacionales que, a partir del día primero de junio actual, no se reconocerán reclamaciones por mercancías que envíen a algún punto de la República, que no esté en poder nuestro. El llamado Gobierno de Huerta, está haciendo esfuerzos inauditos para concertar un empréstito de cien millones de pesos, con banqueros extranjeros, lo que se le ha dificultado grandemente, pero aun cuando lo consiguiese, estos elementos serían insuficientes para someter a los considerables millares de constitucionalistas que se encuentran levantados en armas, en toda la extensión del territorio mexicano, y que cuentan en su favor con la justicia incontrovertible de la causa que defienden y con la opinión nacional, que ha sancionado su labor como altamente digna y patriótica. Por eso es que todo el pueblo ha respondido a nuestro llamado y se apresta con entusiasmo, para cooperar al derrocamiento del espurio Gobierno de Huerta, quien ya carente de soldados, ha acudido al odioso sistema de la “leva”, para obligar a los ciudadanos pacíficos a engrosar las filas de los desleales, proceder que sólo hará más frecuentes las deserciones y más profunda la antipatía que siente el pueblo hacia los usurpadores, que, por medio del asesinato, se han adueñado del poder. Las operaciones en Coahuila y Nuevo León, están llevándose a efecto con todo buen éxito, pues habiendo sido aniquilada en su mayor parte, la columna del general Troucy Aubert, después de las sucesivas derrotas que sufrió en Camarón, Villaldama y Lampazos, ha salido de Monterrey otra nueva columna, bajo las órdenes del general Téllez, que llegó hasta Villaldama, habiéndosele destruido la vía férrea, al Norte y al Sur, y quedando, por tanto, aislado entre esta Villa y Bustamante. Al sur y Oeste de Saltillo, operan como tres mil constitucionalistas, que mantienen constantemente las comunicaciones interrumpidas, y que pronto atacarán aquella plaza, después de haberse apoderado de poblaciones del norte de Zacatecas, como lo han conseguido. La columna del general Peña se encuentra en Baján, detenida por nuestras fuerzas. Lampazos y todos los demás puntos que están sobre la vía, al Norte, hasta Laredo, se encuentran en poder de los constitucionalistas. En fin, con la interrupción de las vías férreas, que se lleva a efecto, no sólo quemando puentes, sino destruyendo los durmientes y deformando los rieles, de tal manera que no puedan ser de nuevo utilizados; una batería de cañones que se acaba de construir en los talleres de esta ciudad, y más que se están fabricando, podrán colocarse las fuerzas constitucionalistas en condiciones que les permitan entablar batallas de importancia con las fuerzas usurpadoras y apoderarse de las principales plazas de la República, para precipitar la caída del ilegal Gobierno de Huerta, pues con los elementos de que ya dispone el movimiento de la legalidad, gana cada día terreno hacia su triunfo definitivo. Sin otro asunto por el momento, y saludándolo, quedo como su afectísimo amigo y atento seguro servidor.

V. Carranza

Informes del coronel Manuel Pérez Romero, agente confidencial del Gobierno constitucionalista de México, en Washington, sobre franquicias de los huertistas para obtener dinero y parque, así como noticias periodísticas a su favor. [A. I. F., F9-7-11.]

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Agencia Confidencial del Gobierno Constitucionalista de México. Washington, junio 2 de 1913. Señor Gobernador don Venustiano Carranza. Piedras Negras, Coah. Muy señor mío: Tengo el gusto de confirmar mi telegrama de igual fecha, manifestándole que se ha dado la debida atención al contenido de sus telegramas 2 d/a., muy principalmente a que no se reconocerá ninguna queja por mercancías que se pierdan o sufran demérito en la zona que no esté dominada por nuestras tropas y la cuya orden comenzará a surtir sus efectos del 30 de junio de este año en adelante. Así lo he hecho saber de acuerdo con sus instrucciones, a los comerciantes de este país y procedo a hacerlo a los europeos. Con gran satisfacción se recibió la noticia de la toma de Concepción del Oro, Zac., y como decía en mi telegrama, noticias de esta índole son las que se necesitan, pues ya hacía mucho tiempo que no salía en la prensa ningún movimiento de nuestras tropas. El efecto moral que cada toma tiene, es de grandísima importancia y cuando nuestras valientes tropas puedan tomar alguna plaza de importancia, como Matamoros y Tampico nuestra situación cambiará grandemente, muy especialmente para las negociaciones financieras y para que se surtan de los elementos principales. Es de todo punto indispensable desplegar la mayor actividad posible para contrarrestar los esfuerzos que nuestros enemigos están haciendo y la forma más práctica, en mi humilde opinión, es en los movimientos militares y teniendo siempre cortadas las líneas que puedan facilitar mayores ventajas a los enemigos, como la línea de Tampico, que es la opinión de muchas personas prominentes de estos contornos. Debo agregar que acaban de llegar de la capital miembros de mi familia que me manifiestan el sentimiento antihuertista que existe en todos los ámbitos de la República, expresado ya públicamente en la misma capital, al grado que me dicen, están con verdadero terror, porque temen de un momento a otro que se le ponga sitio a la ciudad y no corran los trenes a Veracruz. Esta línea quizá sea ya tiempo de que se cortara y se conservara interrumpida por la siguiente razón que me permito comunicarle.

Los huertistas están en vías de recibir y antes de septiembre lo siguiente [este informe lo recibirá quizá por otro conducto también]: La fábrica de Steyr tiene que entregar los últimos fusiles de los cien mil contratados hace tiempo. Estarán ya recibidos los 12 000 proyectiles Schneider-Canet; los 10 000 Std. Chamond de 75 mm.; los 10 000 de 70 mm.; y los 30 000 de 80 mm. La mitad del material de montaña de 70 mm., modelo 1912 estará también lista, con sus respectivos proyectiles (30 cañones y 15 000 proyectiles). Además se pidieron doce baterías de 75 mm.; veinte automóviles blindados, varios millones de cartuchos para rifle, agregan además que se acaban de recibir en México un buen número de ametralladoras. En volante adjunto va el conducto por medio del cual se obtuvieron los datos anteriores, que repito obtuvo mi familia para comunicárnoslos. En virtud de lo anterior sería conveniente interceptar los cargamentos que vayan para el Gobierno huertista de Veracruz y de procedencia europea; la única forma que me ocurre es cortar el ferrocarril de Veracruz pero tengo el gusto de ponerlo en su conocimiento para que dicte usted las medidas que estime convenientes. Cualquiera otra cosa que sepa a este respecto lo comunicaré a usted con la violencia que el caso requiera. Otro asunto: Impuesto en globo de la misión del señor Kempher, quien, como comuniqué en su oportunidad al señor R. V. Pesqueira, había abandonado dicha comisión, retirándose del todo no habiendo vuelto a presentarse, me ocurre lo siguiente: Toda vez que se pretende conseguir un empréstito por ese Estado, ¿no le parece a usted conveniente que se tenga en esta agencia un informe detallado del estado financiero del mismo? Este informe debería contener en detalle todas las entradas y salidas del Estado, sus deudas y naturaleza de ellas, así como también las garantías que pudiera dar, o mejor dicho con que garantizaría el empréstito que contrajera. Se acaba de presentar el caso con los bonos del Estado de Sonora, en que una persona que comisionó el señor Pesqueira para que tratara ese asunto no ha podido dar esos informes que le han pedido y habiendo recurrido a esta agencia se pidieron al Estado hace sobre tres semanas sin que se haya recibido todavía lo pedido; si es que hay formalidad en este asunto, el no poder rendir los informes que han pedido, se interpreta como falta de formalidad de nuestra parte.

1. Documento número 14 [p. 23]

2. Documento número 38 [p. 58]

Si aprueba usted lo anterior le estimaría librara sus respetables órdenes a fin de que envíe el informe de referencia tan pronto como sea posible. Otro: Se ha recibido un interrogatorio cuya copia me permito remitir a usted para que se sirva ordenar la contestación que deba darse sobre el particular; ese interrogatorio trae una nota autógrafa del actual jefe de redacción del periódico de la capital El Diario, que dice así [dirigida a un señor Ugarte]: “Estimado amigo: En mi anterior le hablo de esta entrevista que si usted pudiese hacer serviría de propaganda para ustedes y sería para El Diario un triunfo periodístico. Si hubiese fotografías, que pagaríamos, mucho mejor.” (Firmado) Parra. Este señor Parra, según el señor Ugarte quien escribe, es Gonzalo de la Parra, jefe de redacción de El Diario. En este momento, tres de la tarde, se ha recibido su telegrama comunicando la derrota de una parte de la columna de Téllez, e inmediatamente se ha trasmitido a la prensa. Altamente satisfactorio es recibir estas noticias y puedo asegurarle que la impresión de ellas redundará en gran beneficio para nuestra causa ante esa nación. No bien había recibido su telegrama comunicando esa noticia cuando por diferente conducto, de la prensa, se ha manifestado que nuestra bandera ha sido puesta al puerto de Matamoros o lo que es lo mismo está ya en nuestro poder; espero la confirmación oficial de usted para hacerla pública de igual manera. Nuevamente lo felicito. Aparentemente es un hecho que ha obtenido dinero el Gobierno de Huerta, pero no como empréstito, pues esto me he propuesto demostrarlo, como lo hice. Se ha estado hablando con insistencia de 150 primero, de 100 después y por último de 50 millones de pesos que había obtenido, y sin hacer mención de determinada cantidad he aclarado por medio de la prensa que no es empréstito sino solamente una conversión de la presente deuda vencida, en una nueva deuda representada en una emisión de bonos, esto por supuesto en el remoto caso de ser cierto el rumor, pero que en realidad Huerta no recibiría dinero efectivo para continuar la campaña. Con datos precisos he demostrado los compromisos urgentes que había que cubrir además del giro en descubierto del Banco Nacional que no baja de veinte millones, en virtud de lo cual ni aun obteniendo el empréstito les quedaría dinero para continuar la guerra y sostenerse por más tiempo. Terminé haciendo hincapié en el manifiesto de usted que no se reconocerá compromiso alguno contraído por el Gobierno usurpador. Todo lo anterior ha sido de acuerdo con el señor “S. Gil Herrera”. En esta ocasión me proporciona el gusto de repetirme a sus órdenes como su afmo. y atto. S. S., M. Pérez Romero. [Traducción del inglés.] Junio 4 de 1913.

Por la práctica que existe, el Gobierno de los Estados Unidos permite al Gobierno de Huerta, obtener material de guerra por el Río Grande del lado americano, para usarse en operaciones ofensivas y defensivas en contra de las fuerzas que en la actualidad están ocupadas en llevar a cabo la restauración del Gobierno Constitucional en México. Grandes cantidades de estos implementos se han almacenado en puntos de los Estados Unidos, frente a los lugares fortificados de Matamoros, Laredo y Juárez; de estos dos puntos y de acuerdo con permisos concedidos por las autoridades americanas, son pasados al otro lado a los puntos indicados en atención a sus necesidades y en las cantidades que cada caso requiere. Un hecho de esta naturaleza se desarrolló ayer, durante el asalto a Matamoros por el general Lucio Blanco, lo cual, creo justifica a mi Gobierno en llamar la atención de Su Excelencia sobre este asunto en general. Durante la acción de armas, que resultó en la captura de las fuerzas de Huerta, según se informó, fue permitido sacar de una bodega de Brownsville, una gran cantidad de parque, que con anterioridad se había proveído por su Gobierno y que le permitió sostenerse en la defensa algunas horas más de las que de otra manera no hubiera podido. El hecho de este estado de cosas es, que el Gobierno de Huerta puede con libertad utilizar el lado americano como depósito de material de guerra, para utilizarlo a la medida del deseo, y al mismo tiempo, sin el riesgo de que le sea capturado. Mi Gobierno, por lo tanto, me envía instrucciones para expresar el sincero deseo de que la práctica de referencia, me parece injusta, sea considerada nuevamente y modificada de alguna manera para evitar su futuro abuso. M. Pérez Romero, agente confidencial. A Su Excelencia Williams Jennings Bryan, secretario de Estado. Washington, D. C. Confidential Agency of the Constitutionalist Government of Mexico. Washington, junio 7 de 1913. Señor don Venustiano Carranza, Primer Jefe del E. C. de M. Piedras Negras, Coah. Muy señor mío: Confirmo mis anteriores cartas y telegramas, muy principalmente el de esta misma fecha relativo al decreto relacionado con la protección a intereses e individuos extranjeros. Es de imperiosa necesidad algo de esta naturaleza, que causará muy buen efecto,

siendo ésa también la opinión del señor don Gil Herrera, pues las quejas han continuado recibiéndose, según me lo ha manifestado dicho señor, en el Departamento de Estado. Puede decirse que casi lo manifiestan, hacer la indicación de la necesidad de que lance usted decreto para que todos los jefes constitucionalistas respeten la propiedad de extranjeros y sus personas; pero muy principalmente para que los quejosos y el pueblo americano vean que toma usted cuanta medida está a su alcance para dar las garantías que corresponden a estas gentes. También me permito llamar la atención de usted sobre que, parece que es ya tiempo que se haga algún ofrecimiento a los periódicos o periodistas de acá para que nuestra campaña sea hecha también por la prensa. Usted bien sabe que si algunos artículos se han escrito y se siguen escribiendo es debido a buenas relaciones de nuestro abogado, pues ni modo de que digamos que se han hecho algunos desembolsos para ello, y creo ser muy necesario, pues todo puede decirse que se está haciendo con aire. Si usted también ve la necesidad que nosotros vemos y le parece a usted autorizar al abogado para que haga un ofrecimiento en caso de que triunfemos, de dos, tres mil dólares o lo que usted crea conveniente, sería muy bueno. De esa manera tendrían ellos un aliciente y contribuirían a nuestra campaña por medio de la prensa, que es muy esencial. Nuestros enemigos, como digo al señor Pesqueira en carta de hoy, tienen gente bien pagada y constantemente sacan artículos en contra nuestra. Ya que tenemos simpatía a nuestra causa y muy buena voluntad para ayudarnos, ¿no le parece a usted que hay que hacer algo en ese sentido? Espero que todo lo anterior merezca su aprobación y esta ocasión más me permite repetirme a sus órdenes como su muy atto. S. afmo. (Firma.) Piedras Negras, 13 de junio de 1913. Señor don Manuel Pérez Romero. Washington, D. C. Muy estimado señor y amigo: Correspondo a su atenta, de fecha 7 de los actuales, de cuyo contenido me impuse debidamente, manifestando a usted que, adjunto se servirá encontrar copia del decreto que expidió la Jefatura de mi cargo, previniendo a los jefes constitucionalistas respeten los intereses y vidas de extranjeros. Puede usted ofrecer, a los órganos periodísticos que estime conveniente, alguna cantidad, según su importancia, para que trabajen en favor de la justa causa que defendemos, y a fin de que emitan criterios serenos, acerca de la verdadera situación política que guarda nuestra República. Hará usted lo anterior, en la forma que se

sirve proponer en su citada. El señor don Alfonso Madero me escribe, comunicándome que el doctor Samuel Willis Scott, antiguo simpatizador nuestro y persona de grandes relaciones, entre ellas la del abogado Jackson H. Ralston, ofrece sus servicios personales y los de este último señor, quien es consultor general del Gobierno americano, para asuntos internacionales, sin reclamar remuneración alguna, por lo cual estimo conveniente sean aceptados sus bondadosos ofrecimientos, aprovechándosele con el carácter que usted, de acuerdo con el licenciado Gil Herrera, juzguen más apropiado, debiendo desde luego relacionarse con estos buenos elementos. En espera de sus noticias, quedo como su afectísimo atento amigo y seguro servidor. V. Carranza Piedras Negras, 17 de junio de 1913. Señor don Manuel Pérez Romero. Washington, D. C. Muy señor mío y amigo: Me refiero a su atenta, fecha 11 de los actuales, habiéndome impuesto con detenimiento de su contenido. Como por conducto del señor Pesqueira me permití manifestar a ustedes, las firmas que deban aparecer en los billetes deben ser auténticas, y no con facsímil, pueden ordenar desde luego al grabador no las ponga por considerarlo así más conveniente. La mañana de hoy recibí mensaje del señor Hopkins, en que me encarecía la necesidad de dirigirme al señor secretario de Estado de ese Gobierno, haciéndole conocer la designación de usted como agente confidencial, a fin de que pudiera hacer con eficacia algunas reclamaciones, acerca del paso de pertrechos que, con permiso de las autoridades americanas, están haciendo los federales, en Laredo y algunos otros puntos de la frontera. Sobre este asunto, me permito insistir con usted significándole la urgencia de que haga una formal protesta, por la anómala conducta de las autoridades federales de ese país, pues mientras aumentan las prerrogativas y franquicias para los partidarios de Huerta, se extreman los rigorismos injustificados para con los constitucionalistas, impidiéndoles el paso de pertrechos, por cuantos medios están a su alcance y poniéndoles dificultades sin cuento, para la prosecución de la patriótica labor, de dignidad y de justicia que estamos llevando a cabo. Espero, pues, haga usted los esfuerzos posibles por dilucidar este punto, que considero de capital importancia, para el desarrollo y pronto triunfo del movimiento constitucionalista.

Quedo enterado de lo que se sirve comunicarme, con relación al señor Del Valle, lo que tendré presente, si se presentare a conferenciar conmigo. Sin otro asunto por el momento, quedo de usted afectísimo atento y seguro servidor. V. Carranza Confidential Agency of the Constitutionalist Government of Mexico. Washington, junio 8 de 1913. Señor don Venustiano Carranza, Primer Jefe del E. C. de M. Piedras Negras, Coah. Muy señor mío: Tengo el gusto de acusar recibo de su telegrama fecha de ayer, que fue en mi poder en la noche y he tomado debida nota de que ya expidió usted una circular previniendo a los jefes constitucionalistas respeten intereses y vidas de los extranjeros. Lo anterior, como dije a usted en mi correspondencia relativa al mismo asunto, va a causar una impresión magnífica aquí y a todos los quejosos que han presentado quejas al Departamento de Estado de este país, pues verán que no omite usted esfuerzo, a su alcance, para dar garantías a todos. Espero se servirá usted librar sus órdenes para que se remita a esta agencia un ejemplar del texto de dicha circular para traducirla al inglés y procurar su mayor publicación en los periódicos americanos. Quedo de usted atto. y S. afmo. que espera sus órdenes, M. Pérez Romero. Nuestra dirección en lo sucesivo en esta ciudad será “The Burlington”. Washington, D. C. Agencia Confidencial del Gobierno Constitucionalista de México. Washington, junio 11 de 1913. Señor don Venustiano Carranza, Gobernador del Estado de Coahuila. Piedras Negras, Coah. Muy señor mío: Confirmo mi telegrama de igual fecha en que me permito comunicar a usted, por indicaciones del señor Gil Herrera, que si aún no ha nombrado al jefe del

Departamento de Hacienda y al tesorero general que se sirviera hacerlo, con las formalidades del caso. Al mismo tiempo le suplicaba que se sirviera mandarnos las muestras de las firmas para que el fac-simile de ellas se imprimiera en los billetes; esto, según explicaciones del grabador, quedará en tal forma que parecerá como si se hubiese firmado el billete después de hecho, de igual manera como está en los billetes de circulación actual. El mismo abogado me suplica haga presente a usted, que dé órdenes para que no se omita que todo documento, que haga fe de algún acto, venga debidamente legalizado; esto con el objeto de que todo revista la seriedad y legalidad de nuestros actos y muy principalmente para que en el caso no remoto de que haya necesidad que sean presentados al público o al Gobierno de este país, lleven los documentos las formalidades de ley. Atentamente le suplico ordene que tengan a esta agencia constantemente informada de todos los acontecimientos, por carta o telégrafo, según el caso requiera, para que siempre estemos preparados para atender con la mayor eficacia y el mejor éxito cualquier asunto o dificultad que se presente. Creo muy conveniente que muy especialmente deben de enviarse detalles de los acontecimientos en los puntos cercanos a la línea divisoria, donde pudiese surgir alguna dificultad con las autoridades de este país, por la proximidad de nuestras fuerzas, como por ejemplo el reciente caso de Matamoros; nos telegrafiaron que gestionáramos el permiso para que los heridos fuesen pasados al otro lado a recibir la atención médica, pues aparentemente se habían negado las autoridades de Brownsville. Se atendió el caso y hasta este momento nada hemos sabido, ni sabemos sobre el particular, aunque entiendo que se logró lo deseado, pues eso se nos dijo y telegrafié al señor Garza en ese sentido; es decir, que no obstante que el jefe de las fuerzas de los Estados Unidos, en Brownsville, había sido ordenado de no permitir que soldados mexicanos pasaran de Matamoros a dicho lugar, tenía sin embargo autorización para que los heridos fueran trasladados a Brownsville a recibir la atención médica, por sentimiento de humanitarismo y que en tal virtud el señor capitán Walker no rehusaría atender a todo caso que lo ameritara. Soy de opinión que en casos de esta naturaleza debería expresarse nuestro agradecimiento por una atención como ésta, salvo el mejor parecer de usted, pero en todo caso el agente o encargado debe comunicar a esta agencia el resultado de nuestras gestiones, para saber si han surtido efecto o hay que recurrir a alguna otra fuente. Parece haber causado muy buena impresión el fusilamiento del tal Treviño, que según la prensa había ido a ofrecer dinero a nuestro pundonoroso jefe Blanco, de parte de Huerta; se habla del asunto como un acto justificado; pues el solo hecho de pretender corromper a un jefe militar, ante las naciones civilizadas, amerita la pena capital. Se rumora con insistencia la toma de Zacatecas, como un hecho consumado y un violento avance de nuestras tropas hacia Aguascalientes; ¿ha tenido usted

confirmación de ello? Cassasús sigue en Nueva York y acaba de llegar Emeterio de la Garza, Jr., según me avisan de dicha ciudad. También Oscar Braniff está allá y el señor Sommerfield ha estado hablando con este último, pero no sé sobre qué puntos. Ojalá no vaya Braniff a hacer tonto a este señor. Por ciertas coincidencias nos ha parecido que Braniff ha venido a Nueva York como agente de Huerta, pues inmediatamente que llegó aparecieron párrafos en los periódicos de Nueva York a favor del Gobierno usurpador y en contra nuestra, habiendo continuado esos artículos por algunos días después. Hoy pasó por ésta el señor don Gustavo Salinas para ésa, con su comisión y estará en San Antonio el día 14 a las 7:30 a.m. y saldrá al día siguiente para ésa, deteniéndose únicamente, según él mismo me lo manifestó, únicamente un día para arreglar lo relacionado con su negocio. He tomado nota de lo que me dice el señor Pesqueira referente a las hostilidades, que han notado a las autoridades en contra de los vendedores de parque y armas, pero sobre ese asunto es dificil hacer algo; sin embargo, procuraremos ver si de alguna manera y por alguna fuente queda una puerta que tocar para mejorar eso. Celebro infinito que se tenga gran cuidado con la línea de Tampico, pues no cabe la menor duda sobre su importancia. Es una buena noticia que ha caído muy bien a todos los que se interesan por nuestra causa. El señor Garza González me telegrafía sus temores de que los presos que están en el lado americano sean trasladados a reforzar Laredo; aunque no es creíble, ya tocamos unos resortes para impedirlo si es posible y si acaso hay alguna verdad en esos temores. Con esta misma fecha telegrafié al señor Gayou a Nogales; diciéndole que un señor R. C. del Valle, quien se dice comisionado por el presidente Wilson para investigar la situación de Sonora y Sinaloa y después la de esos contornos, había salido para Hermosillo; le digo también que ese señor Del Valle no tiene tal autorización, según me lo han manifestado fuentes fidedignas, y lo comunico a usted para su gobierno. De usted atto. y S. afmo. que espera sus órdenes, M. Pérez Romero. Agencia Confidencial del Gobierno Constitucionalista de México. Washington, junio 15 de 1913. Señor don Venustiano Carranza. Piedras Negras, Coah. Muy señor mío: Confirmo mi telegrama de igual fecha y sirve la presente para ampliarlo en el

sentido de comunicarle algo más detallado sobre el párrafo publicado en el Herald de Nueva York de hoy. Por el texto de dicho mensaje vería usted que el periódico de referencia predice la caída del usurpador Huerta y agrega que con el rompimiento del pacto DíazHuerta, el temprano derrumbamiento de ese régimen es inminente. Que los americanos están huyendo constantemente de México y que la desmoralización en México se debe exclusivamente a que este país no ha reconocido a aquel Gobierno. Continúa diciendo que los rebeldes siguen ganando en el Norte y en los Estados del Centro; que están posesionados de varias ciudades y que han capturado todo aquello por lo que han peleado con relativa facilidad y de igual manera los retienen. El artículo de dicho diario es muy favorable y aun tiene visos de haber sido inspirado en el Departamento de Estado, terminando con que Huerta ha perdido por completo el dominio de todos los Estados del Norte; lo que es cierto, y ahora más que nunca hay que procurar violentar las operaciones con la mayor actividad posible. Por varios conductos procuraré hacer llegar al presidente Wilson todo aquello que deba saber, pues aunque tiene excelentes vías nuestro abogado y una gran experiencia hay que buscar todos los medios posibles que estén a nuestro alcance, muy principalmente para saber de una manera extraoficial los propósitos y deseos de este Gobierno para que de ser posible, normar nuestra conducta, para el mejor éxito de nuestras gestiones. Ha llegado a mi conocimiento que el señor don Roberto Pesqueira ya no regresará a esta ciudad o que cuando menos dilatará mucho tiempo, según él mismo me dice; en tal virtud, le estimaré me dé sus instrucciones sobre esta agencia en caso de que tenga algunas que trasmitirme. En caso de que usted desee que siga como hasta aquí, le agradeceré se sirva enviarme el nombramiento respectivo y sus instrucciones al efecto. También le estimaré me diga cuál es la actitud que deba observar para con el abogado, y si debe conocer todos los asuntos interiores de nuestras gestiones. Para su gobierno, diré a usted que en mi concepto está atendiendo con toda eficacia todo aquello que ponemos en sus manos y sí creo que deba tener pleno conocimiento de todo para que de una manera más eficaz lo pueda atender estando bien posesionado de ello y en detalle, pero repito se sirva darme instrucciones porque no quiero sobrepasarme, máxime si no hay de antemano algunos arreglos con él. Para cuando la presente llegue a su poder ya estará en ésa el buen amigo S. y de viva voz le comunicará algunos pormenores que deben ser del conocimiento de usted. Sin nada nuevo que comunicarle por ahora y sólo decirle que hay cierta actividad periodística en nuestra contra que en mi concepto quizá sea la precursora de la caída y creo que ahora más que nunca es de todo punto indispensable hacer los ofrecimientos de que en una de mis anteriores hablé a usted. Sobre este punto recibí

un telegrama del señor don Roberto V. Pesqueira en que me autoriza para hacerlo, pero no he recibido la confirmación de ello por correo y sólo estoy en espera de ella para hacerlo en debida forma. Es necesarísimo, pues repito los enemigos se están moviendo mucho. Con referencia a ese señor Del Valle que se dice enviado del presidente Wilson, hay que tener muchas precauciones, pues es en mi opinión un representante de los científicos. Estoy tomando datos y los trasmitiré a usted por telégrafo si el caso lo amerita. Fuera muy bueno que si pisa terreno constitucionalista se le aplicara el artículo 33, por espía. Seguiré informando a este respecto. Supongo que mis cartas diarias estarán llegando todas a su poder, muy especialmente la de fecha 2 c/c, en que daba a usted aviso de una próxima remesa de armamento para el Gobierno usurpador; atentamente le suplico ordene me digan si esa carta fue en su poder. En lo sucesivo todas mis cartas irán numeradas progresivamente del uno en adelante, para que cuando alguna no llegue a su destino se me avise y la duplique. De usted atto. y S. afmo., M. Pérez Romero. Agencia Confidencial del Gobierno Constitucionalista de México. Washington, junio 16 de 1913. Señor don Venustiano Carranza, Gobernador del Estado de Coahuila. Piedras Negras, Coah. Muy señor mío: Confirmo mi anterior de ayer y mi telegrama de hoy en la mañana en que suplico a usted me autorice para extender un recibo oficial en caso de que como lo supongo pueda conseguir unos cinco o diez mil pesos mexicanos, rogándole a la vez que en caso afirmativo tenga la bondad de remitirme la confirmación por escrito para que pueda yo justificar mis actos. No me parece superfluo decir a usted lo siguiente: como usted no me conoce comercialmente y quizá ni me recuerde; ahora que se trata de fondos creo que viene al caso que toque yo este punto, para que usted quede en libertad de tenerme la confianza, tanto en ese sentido como cualquier otro que pudiera presentarse, que crea conveniente. Hay por esos rumbos personas como el señor ingeniero Manuel Urquidi, el señor R. V. Pesqueira, el señor S. que pronto estará allá, el señor Sánchez Azcona, también el señor E. Perusquía que conoce hasta mi origen, que pueden darle a usted muchos informes de mí. Esto lo hago con el único objeto de que si le sirvo en algo, pueda tenerme absoluta confianza.

Por otra parte, en los Estados de México, Hidalgo y Querétaro tengo bastante prestigio, que llegado el caso los mismos hechos lo justificarán, todo lo cual lo pongo incondicionalmente a sus órdenes para cuando la oportunidad se presente; sólo deseo, que lo sepa usted para su gobierno. Otro asunto: Con referencia a la correspondencia dirigida a puntos en México y que pasa por las Vacas, ya se hizo la queja al departamento correspondiente y desde luego han procedido a hacer las investigaciones que el caso requiere. Hoy me informan que el encargado de la Legación México, un señor Algara, se había quejado al Departamento de Estado con referencia al cónsul americano en Matamoros; se dice que dicho cónsul al correr los que se pasaban para el lado americano les decía o impedía que no lo hicieran, notándose con tales actos marcada parcialidad a nuestra causa, y el señor Algara telegrafió a México sobre ello y parece que andan todos desbarajustados. Si algo anormal ocurre sobre esto lo manifestaré a usted. Va la copia de la carta que anuncié a usted para que se sirva ponerla en caso de que lo apruebe. En espera de sus órdenes me repito su atto. S. afmo. A. Si para cuando reciba usted esta carta hay temores de que los prisioneros sean remitidos a Laredo, sería bueno que remitiera usted la carta en los términos de la copia adjunta al general Bliss. M. Pérez Romero Agencia Confidencial del Gobierno Constitucionalista de México. Washington, junio 17 de 1913. Señor don Venustiano Carranza, Gobernador del Estado de Coahuila. Piedras Negras, Coah. Muy señor mío: Confirmo mis anteriores y tengo el gusto de acusarle recibo de su telegrama de igual fecha en que se sirve comunicarme el texto de la nota telegráfica del Hon. William J. Bryan, secretario de Estado, participándole mi nombramiento como agente confidencial de nuestro Gobierno ante el Gobierno de esta nación. Agradezco a usted la confianza que me demuestra al encomendarme tan delicado cargo y le aseguro que atenderé a los intereses de nuestra causa con el mayor empeño y rectitud. Atentamente le suplico libre sus órdenes para que tan pronto como sea posible se

me remita la confirmación de dicho nombramiento en la forma legal que las circunstancias permitan. También para que se envíen a esta agencia una copia de todos los decretos expedidos por usted, así como circulares y otros instrumentos que se hayan lanzado al público y que sean enviados en igual forma. Próximamente estará en ésa el señor Sánchez Azcona que indudablemente le prestará buenos servicios, muy principalmente para procurar perfeccionar la organización, que es de vital importancia en estos momentos, procurando tener bien informada a esta agencia de todos los acontecimientos por las razones que ya en otra vez me permití explicar a usted. Aparentemente están en vías de hacer otra remesa de armas y parque de Nueva York para Veracruz, que indica ser como de mil rifles y algunos millones de tiros. ¿No cree usted muy conveniente de que se corte la línea de México a Veracruz? Soy de opinión que si hay manera de ello, se procurara, para impedir que estén recibiendo material de guerra. Es indudable que no han de estar muy abundantes de él, desde el momento que están recibiendo en partidas pequeñas. Anoche recibí aviso telegráfico de Melquiades García, que supongo nuestro agente en Laredo, de que con intervención del cónsul huertista, las autoridades huertistas pretendían pasar dos cañones y dos ametralladoras. Voy a hacer una formal protesta para ver si logramos que se pueda suspender esto. Sé que el señor Fernández pretende hacer un viaje largo para arreglar asunto parque, creo yo que no es factible en lo más mínimo, y me permito sugerir que se espere la llegada del señor Sánchez Azcona, quien le explicará a usted algo sobre este asunto, práctico y mucho más violento, como lo verá cuando le haga la exposición de lo que le hemos explicado. Quedo de usted atto. y S. afmo., M. Pérez Romero.

Carta del capitán S. G. Hopkins, fechada en Washington, D. C., informando a don Venustiano Carranza del resultado de su entrevista con el capitán McCoy, ayudante del general Wood, sobre la rendición de las fuerzas federales situadas en la plaza de Matamoros, Tamps. [A. I. F., 105-13.]

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Hibbs Building. Washington, 3 de junio, 1913. Muy estimado amigo: Esta tarde fui informado por la Prensa Asociada que acababan de recibir un telegrama de Brownsville al efecto que Matamoros se había rendido a las fuerzas victoriosas de las cuales usted es el digno Primer Jefe, y tengo el honor de ofrecerle mis sinceras felicitaciones por el éxito de sus armas. Espero que usted no consideraría como impertinente si repito ahora el antiguo refrán japonés expresado por el almirante Togo después de su victoria sobre la escuadra rusa en los estrechos de Tschushima: “Después de la victoria, estrechad los cintos de vuestros yelmos”, queriendo decir que la flojedad nunca debe ser permitida para seguir después la victoria. Tan pronto como recibí este informe conferencié con el capitán McCoy, ayudante del general Wood, jefe de Estado Mayor, y él fue impresionado profundamente con la situación. La opinión general aquí ahora es que, con la oportunidad que se ha proporcionado usted para recibir armas por el mar, usted no tendrá dificultades para proveer sus fuerzas con todo lo necesario. El presidente Wilson dijo ayer a un amigo mío que él ya ha escogido una persona para ser nombrado como embajador en México, pero que no tenía intenciones de hacer el nombramiento hasta que se haya establecido un Gobierno constitucional, de acuerdo con las elecciones libres. Toda la influencia de Wall Street no ha cambiado y no cambiará la actitud del Presidente hacia el usurpador. Como que el señor Pérez Romero está repitiendo los detalles a usted por este correo, no hay necesidad para que yo también lo haga. Con muy buenos deseos para su bienestar, y saludándole respetuosamente. Me quedo, como siempre, su afmo. amigo y servidor, Hopkins. Su Excelencia don Venustiano Carranza, etc., etc., etc. Piedras Negras.

Telegrama de don Venustiano Carranza, comunicando al señor Roberto V. Pesqueira el ataque a la plaza de Matamoros, Tamps., e indicándole proteste ante el Gobierno americano por permitir el paso de parque para las fuerzas federales. [A. I. F., 50-9.]

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Piedras Negras, 3 de junio de 1913. “Ataque Matamoros empezó 10:30 a.m. Acabo recibir siguiente mensaje: ‘Durante ataque, federales han pasado parque por puente internacional. He protestado ante autoridades militares y empleados fiscales dícenme tienen autorización Washington.’ Proteste usted por tal acto. ”El Primer Jefe del E. C., V. Carranza.”

Carta del señor G. S. Hopkins, informando a don Venustiano Carranza haber tomado nota de sus instrucciones relativas al doctor Francisco Vázquez Gómez, y que los heridos constitucionalistas se atenderían en la población de Brownsville, Tex., para su curación. [A. I. F., 105-13.]

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Hibbs Building. Washington, 6 de junio, 1913. Muy estimado señor gobernador: He tenido el honor de recibir su carta del 31 del último, y anotado sus instrucciones relativas al doctor Vázquez Gómez. Como le he telegrafiado esta mañana, no tenga usted ninguna aprensión concerniente a las relaciones que el señor Pérez y yo tenemos con el doctor, por la razón que no le informamos de cualquiera de nuestros planes o de lo que estamos haciendo, pero mantenemos solamente una política amistosa y conciliatoria hacia él; nuestro objeto siendo el de mantener con él las más amistosas relaciones personales para primero convencerle que es su deber unirse incondicionalmente a la causa constitucionalista y, segundo, si él no quiere hacer esto, para prevenir que él publique sus miras en la prensa americana para así iniciar una campaña de sí mismo, la cual, creo, era su idea originalmente. Ésta ha sido mi política hacia el doctor desde el día de su llegada, y hasta ahora ha sido productivo de buenos resultados, aunque debo decir que él no ha demostrado cualquiera disposición especial para unirse con nosotros incondicionalmente. Ayer llegó aquí un cierto doctor Scott, quien está interesado de México desde algunos años. Él estuvo en Nueva York y habló con algunos de los miembros de la familia Madero, quienes él dijo querían que él viniera a Washington para hacer representaciones al Gobierno americano. Él tuvo una entrevista con el señor Pérez y deseó que el último le diera algún memorándum relativo a las actuales condiciones de México, para que él pueda emplear este informe en una conferencia que él esperaba tener con el Presidente y con el secretario de Estado. Dije al señor Pérez que el Presidente ya tiene todos los datos que él necesitaba, y tenía razón de creer que si tantas personas insistían de hablarle de la causa constitucionalista, le podría causar alguna irritación. Entre otras cosas, el doctor Scott quería persuadir al Presidente para que reconozca a los constitucionalistas como beligerantes, el cual, expliqué al señor Pérez, sería impracticable, porque, bajo las circunstancias y de acuerdo con la ley internacional, el Presidente no puede hacer esto por la presente. El señor Pérez se conformó conmigo, y cuando vio al doctor Scott le dio a entender que no sería prudente procurar de influenciar al Presidente [quien era ya un enemigo

de Huerta] con respecto a estos asuntos cuando ningún resultado bueno era posible obtener. Mi propia opinión es que con asumir una actitud de dignidad la causa constitucionalista podrá ganar más el respeto del presidente Wilson y del Gabinete que cuando como si estuviera quejándose constantemente de pequeñas cosas y suplicando cosas imposibles, como algunos de nuestros amigos quieren hacer. De acuerdo con la súplica del señor A. Garza González, dirigida al señor Pérez yo, esta mañana, conferencié con uno de los oficiales del Estado Mayor con relación al asunto de obtener permiso para llevar a los heridos constitucionalistas en Matamoros al través del río para Brownsville, y para darles allá atención médica. El oficial comandante de las fuerzas americanas en Brownsville tiene ahora órdenes que todos los que estaban seriamente heridos serán recibidos en territorio americano por razones humanitarias. El señor Sommerfield me informa que las cajas referidas en mi correspondencia anterior saldrán de Nueva York mañana o el lunes para un punto intermedio. Por consiguiente, es probable que llegarán a usted en dos semanas. Con muy buenos deseos para su bienestar y saludándole respetuosamente, Me quedo como siempre, su afmo. amigo y servidor, Hopkins. Su Excelencia don Venustiano Carranza, etc., etc., etc. Piedras Negras.

Circular de don Venustiano Carranza, en Piedras Negras, Coah., previniendo a los jefes del Ejército Constitucionalista, que en virtud de haberse unificado en todo el país los ideales de la causa constitucionalista, eviten los perjuicios y trastornos que pudieran suscitarse con alguna nación extranjera, como resultado del movimiento armado. [A. I. F., F9-51-VI.]

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En virtud de haberse ya unificado poderosamente en todo el país la opinión pública abrazando el pueblo mexicano con patriótico entusiasmo los ideales de la causa constitucionalista y siendo conveniente evitar hasta donde sea posible, los perjuicios y trastornos que trae consigo todo movimiento armado así como cualquier conflicto que pudiera suscitarse entre los Estados Unidos Mexicanos y alguna nación extranjera por los daños que involuntariamente se ocasionaran a sus nacionales ya en sus personas o en sus intereses, como Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, prevengo a todos los jefes que tengan fuerzas con mando, procuren por cuantos medios estén a su alcance, evitar que sus inferiores y subalternos dispongan de cualquiera clase de bienes que pertenezcan a extranjeros y cuiden con la solicitud que aconseja el patriotismo de las personas de éstos; pues sólo en casos de necesidad extrema y cuando la medida quede verdaderamente justificada, pueden disponer de víveres y aprovisionamientos para sus tropas, expidiendo el justificante respectivo. Lo comunico a los jefes militares para su más estricta observancia. Libertad y Constitución. Cuartel General de Piedras Negras, a 7 de junio de 1913. El Primer Jefe del Ejército Constitucionalista.

Carta de don Venustiano Carranza, al doctor Cutberto Hidalgo, en París, Francia, manifestándole que al triunfo del movimiento constitucionalista no se reconocería ninguna obligación que se contrajera con el ilegal Gobierno de Huerta. [A. I. F., F9-105-3 a 12.]

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Piedras Negras, 7 de junio de 1913. Señor don Cutberto Hidalgo. París, Francia. Muy estimado amigo y correligionario: Acuso recibo de su atenta, fecha 16 del próximo anterior, habiéndome impuesto por su contenido, de los informes y conceptos que se sirve comunicarme, y que estimo debidamente. Con los telegramas que oportunamente dirigí al señor primer ministro de ese Gobierno y del británico, manifestando que al triunfo del movimiento constitucionalista, no se reconocería obligación alguna que se contrajera con el ilegal Gobierno de Huerta, por lo que suplicaba que, si lo estimaban conveniente, lo hicieran del conocimiento de sus nacionales, para evitar dificultades, que con ese motivo, pudieran sobrevenir, creo haya causado el efecto deseado; y por otra parte, la toma del puerto de Matamoros, Concepción del Oro, Zac., etc., vendrá a presentar mayores dificultades a Huerta, para la consecución de sus propósitos. Por el Plan de Guadalupe, de que me permito acompañar algunos ejemplares, conocerá usted los propósitos del movimiento actual, por lo que juzgo conveniente, se haga publicar en esa República. Sin otro asunto por el momento, y expresando a usted mis… V. Carranza (Documento incompleto)

Carta del señor M. Díaz Lombardo, fechada en París, Francia, informando a don Venustiano Carranza de sus actividades para entorpecer las gestiones del Gobierno de Huerta, para conseguir un empréstito. [A. I. F., F9-7-III.]

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19 Rue de Presbourg. París, 18 de junio de 1913. Señor don Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista. Eagle Pass, Tex. Muy distinguido amigo: Me proponía desde hace días escribir a usted para darle cuenta de los trabajos en ésta para impedir el empréstito, pero me había detenido el deseo de poder contestar al mismo tiempo la carta que se sirvió usted anunciarme por telégrafo, y que hasta la fecha no ha llegado. En vista de este retardo, extravío o lo que sea, he creído conveniente manifestar a usted lo que se ha adelantado en el asunto ya indicado, de oponernos a la emisión del empréstito.

3. Documento número 59 [p. 118]

4. Documento número 59 [p. 118]

En primer lugar, y con muchísimos trabajos dada la escasez de fondos que tenemos por acá, hemos publicado algunos artículos que creemos han llevado al público la convicción, no sólo de que el Gobierno del general Huerta es ilegítimo, sino de que una gran parte del país, cuando no la mayor, está sustraída a su obediencia; que buen número de aduanas están en poder de los constitucionalistas; que los ferrocarriles y telégrafos están cortados; que otras líneas tienen el servicio interrumpido de hecho por falta de combustible; que el llamado Gobierno de Huerta no tiene elementos bastantes para combatir los diversos focos o centros del movimiento restaurador; que tampoco puede con Zapata, y, finalmente, que en la misma capital la división entre Díaz y Huerta hace temer una repetición de la decena trágica. A los ministros de Relaciones y de Hacienda, se les giró la carta cuya copia fue remitida a usted con nuestro amigo Juan Sánchez Azcona. Como verá usted, esa carta está suscrita por el señor Manuel Lizardi, antiguo ministro plenipotenciario en el Brasil, y por el señor Manuel Álvarez Rul, que estuvo conmigo de attaché en la Legación; y no lo fue por mí porque todavía en esos días una persona que tenía tratos con el Gobierno de Huerta para el empréstito me estaba viendo con frecuencia, y comunicaba el estado de las negociaciones, y era natural que si se hacía público que yo formaba parte de la Junta Constitucionalista, me habría visto privado de esos informes, por los que de una manera precisa sabría las vicisitudes del empréstito en la Cámara de México. Tan pronto como por su conducto supe que había sido aprobada la ley en el Senado, dirigí a usted el mensaje en el que le indicaba la conveniencia de que usted, con su carácter de jefe, protestara ante el Gobierno francés, cosa a la que ya se había usted adelantado, lo cual nos causó a todos los de la Junta mucho gusto, pues vimos el tacto con que está usted dirigiendo no sólo los asuntos militares, sino los políticos de la restauración constitucionalista. Como quiera que, no obstante los mensajes de usted y las protestas enviadas a los ministros de negocios extranjeros y finanzas, hubiera rumores de que el empréstito se llevaría a cabo, acudimos al medio de buscar algún diputado que interpelara al Gobierno acerca de esta operación, para evitar que se autorizara la cotización de la Bolsa de París; y una vez que encontramos la persona a propósito, M. de la Haye, el señor Manuel Lizardi y yo hemos tenido con él varias conferencias en las que hemos proporcionado todos los datos convenientes, y hemos obtenido de él lo siguiente: Primero. Que se acercara al ministro de Negocios Extranjeros para tratar el asunto, lo que hizo con muy buen éxito, pues el ministro manifestó que era su opinión, enteramente desfavorable a la emisión del empréstito, y, que así lo haría saber al ministro de Hacienda, autorizando al mismo M. de la Haye para que él fuera el portavoz cerca de este último ministro. Segundo. Que hablara con el ministro de Hacienda haciéndole ver la inconveniencia de autorizar la emisión. Tercero. Promover una interpelación en la Cámara si las gestiones anteriores no dieran resultado.

Debo manifestar a usted que M. de la Haye ha hecho una especialidad en la Cámara de Diputados de estas interpelaciones, habiendo obtenido el éxito ruidosísimo en un empréstito del Paraguay, de que el Gobierno obligara a los banqueros a reembolsar a los suscriptores. En consecuencia, dicho señor es verdadera autoridad en el asunto, y su intervención será seguramente del todo favorable para nuestros fines. Como nos ha autorizado a hacer público en la prensa francesa que interpelaría al Gobierno, desde luego nos hemos acercado a algunos periódicos, y esperamos que de mañana a pasado se publicará, lo cual probablemente dará lugar a una carta explícita de dicho señor De la Haye. Además de este señor, otro diputado del grupo radical socialista interpelará también, y la semana entrante tendremos con él una conferencia para establecer el punto de vista de la interpelación, así como para documentarle. En vista de todo esto, y por más que se me ha asegurado que Luis de la Barra, hermano del actual ministro de Relaciones, firmará hoy el empréstito con el consortium de banqueros, encabezado por la Banque de Paris et de Pays Bas, la Societé Genérale y el Crédit Lyonnais, tenemos la seguridad de que el empréstito puede considerarse como un fracaso, pues aun cuando los banqueros tomaran sobre sí la obligación de facilitar alguna cantidad de importancia, ésta sería totalmente invertida en el pago de obligaciones vencidas, como son los 20 millones y medio de pesos de Spyer que vencieron ayer, los 20 millones al mismo Spyer por préstamo a la Comisión de cambios, los 9 millones de los cupones de la deuda que están por vencerse, el millón cuatrocientos mil pesos aproximadamente de la conversión de subvenciones vencidas, el impuesto de 20% del timbre aquí en Francia, el 10% de comisión supuesto que los banqueros toman a 90 y alguna otra cantidad, quizá, que no tengo en este momento en la memoria, todo lo cual en junto suma alrededor de 58 millones de pesos. Si como se dice, la obligación de los banqueros es sólo por sesenta millones en firme, apenas quedarán dos millones que en un momento agotarán los del Gobierno de Huerta. En cuanto al resto del empréstito, seguramente no podrán los banqueros suscribirle. Dudo, sin embargo, que el Gobierno llegue a obtener esos sesenta millones, pues con todo lo que he enumerado a usted el público está muy escamado, y cosa parecida sucede en Inglaterra y Alemania; y aunque los banqueros en cierto modo se ven obligados a facilitar alguna cantidad para sostener el crédito de México, porque ellos tienen en cartera gran cantidad de bonos y valores mexicanos, no creo que lleguen siquiera a los sesenta millones. A fin de que el consortium no tenga apoyo de banqueros extranjeros, nos vamos a dirigir a Lizardi y yo en nombre de la Junta constitucionalista, al Comité de la Bolsa de Londres, y a las bolsas de Berlín, Viena, Bruselas y Amsterdam y otras en donde pudieran encontrar coadyuvantes los banqueros franceses, haciéndoles ver las circunstancias en que se encuentra el país, y que el Gobierno constitucionalista

desconocerá las obligaciones que contraiga el Gobierno de Huerta. Mucha satisfacción nos ha causado el triunfo obtenido en Matamoros, al que le hemos dado la publicidad que hemos podido, pero sin obtener que los periódicos de gran circulación lo hayan dado a luz, porque el Gobierno está pagando subvenciones fuertes, y nosotros carecemos de fondos para vencer la resistencia. No creo por demás insistir un poco cerca de usted, por más que me sea mortificante, sobre la conveniencia de situar alguna cantidad para poder hacer una labor más efectiva constante, pues no debemos dormirnos sobre nuestros laureles. El grupo de banqueros que ha tomado la cuestión del empréstito tiene mucha influencia, y a la mejor, por sorpresa, podría hacer la emisión obteniendo del ministro de Hacienda que no opusiera su veto. No hay que olvidar que en el régimen parlamentario que rige en Francia, los Ministerios cambian con frecuencia, y el actual está sumamente combatido, al grado de que el otro día sólo obtuvo una mayoría de diez votos, y aunque en previsión, he empezado a tratar también el asunto con personas que probablemente figurarán en el próximo Gabinete si cae el actual, no se le oculta a usted que debemos seguir manteniendo en el ánimo del Gobierno, y sobre todo en el público, la convicción de que el Gobierno de Huerta no puede ser considerado como Gobierno nacional, por ilegítimo, y por su impotencia para dominar la situación, y esta convicción sólo puede sostenerse mediante una activa campaña de prensa, que si puede resultar costosa será útil, pues sin dinero no podrá mantenerse Huerta ni los demás usurpadores. Supongo que habrán llegado a poder de usted mis dos anteriores, y respetuosamente me permito insistir en las sugestiones que en aquéllas hacía, pues creo que sería un golpe mortal el que se diese a Huerta organizando un Gobierno, para que pudiera usted hacer gestiones ante las potencias con el carácter de Presidente, y no como simple jefe de ejército; y apoyo esta opinión en lo que ha pasado con motivo del mensaje de usted y la carta a los ministros: que al tomar informes el Gobierno francés, la Legación, de acuerdo con Huerta, pudo fácilmente decir que era usted uno de tantos jefes rebeldes como Zapata. Es probable que las potencias se sientan más influenciadas si usted habla como Presidente provisional de la República, porque así, más tarde, no podrán alegar que como el único Gobierno era el de Huerta, con él tienen que tratar. Perdone usted que me tome la libertad de insistir en estas sugestiones, a las que espero dará usted la importancia que pueden tener, pues son el resultado de mis observaciones desde que llegué a Francia, época en la que desgraciadamente ya nos encontrábamos en un estado anormal en la República. Tengo el deseo ferviente de ir allá a compartir con ustedes las penalidades y los trabajos, pero, por desgracia, mis circunstancias son enteramente excepcionales pues con motivo de haber tenido a mi cargo la Legación me vi obligado a poner casa para sostener el decoro del puesto; casa que tuve que tomar por dos años y medio y de la que necesito desprenderme para que el quebranto en mis intereses sea menor. Por

otra parte, tengo que realizar mis muebles que no pienso llevarlos a México, adonde no sé hasta cuándo podré volver, porque me propongo no hacerlo mientras no hayan triunfado los verdaderos principios. Por desgracia hasta la fecha no he podido desprenderme de la casa, por el gran número de trabas que ponen los propietarios; pero voy a ver si consigo ausentarme aunque sea por unos días para ir allá. En espera de su contestación, y de noticias favorables a nuestra causa, como siempre me repito de usted. Amigo afmo. y atto. S.S., Miguel Díaz Lombardo.

Carta de don Venustiano Carranza al señor S. G. Hopkins, recomendándole que diga al presidente Wilson que el rigorismo que se observa con los defensores de la legalidad está en desacuerdo con Las franquicias que otorgan las autoridades americanas en la frontera a los jefes y oficiales huertistas, permitiéndoles el paso libre de pertrechos de guerra, no haciendo lo mismo con las fuerzas constitucionalistas. [A. I. F., F9-86-1.]

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Piedras Negras, 8 de junio de 1913. Señor S. G. Hopkins. Washington, D. C. Muy estimado amigo: Correspondo a su atenta de fecha 3 de los actuales, de cuyo contenido me impuse con atención, manifestando a usted que únicamente las especiales circunstancias en que estamos colocados, en virtud de la serie de dificultades que las autoridades americanas ponen para el paso de pertrechos, es lo que ha entorpecido y retardado notablemente nuestras operaciones. A pesar de que todo el pueblo americano simpatiza con la justicia de nuestra causa, el Gobierno de Washington trata a los contendientes de una manera muy distinta, pues nada menos ayer recibí aviso de que, en Presidio, Texas, había sido aprehendido el coronel Toribio Ortega, jefe de la guarnición constitucionalista de Ojinaga, por haber pasado pacíficamente al lado americano, probablemente al arreglo de asuntos particulares, y, en cambio, se le permite a Rábago atravesar a lo largo del territorio americano, sin inferirle molestia alguna. Considero de importancia haga usted del conocimiento del presidente Wilson estos hechos, manifestándole que el extremado rigorismo que se observa para con los defensores de la legalidad, está en completo desacuerdo con las franquicias que ofrecen las autoridades americanas a las fuerzas del usurpador Huerta, permitiéndole libremente el paso de pertrechos y tránsito de oficiales y jefes por el territorio de esa nación. Todo lo anterior no hará sino retardar lamentablemente el derrocamiento de Huerta, que ya está en la conciencia nacional, pues si se nos permitiera la introducción de pertrechos, siendo algo más equitativos para con nosotros, se precipitarían con violencia las operaciones y pronto sería un hecho la paz en México. Espero que, con la actividad que lo caracteriza, gestione este asunto, y, entretanto, quedo como su afectísimo amigo y atento seguro servidor. Venustiano Carranza

Telegrama del señor Manuel Pérez Romero, fechado en Washington, D. C., informando a don Venustiano Carranza de las actividades de Oscar Braniff en Nueva York, como agente de Victoriano Huerta, y los recelos del señor Pesqueira con la hostilidad presentada por los vendedores de parque y armas. [A. I. F., F9-7-2.]

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Washington, 11 de junio de 1913. “Casasús sigue en Nueva York y acaba de llegar Emeterio de la Garza, Jr., según me avisan de dicha ciudad. También Oscar Braniff está allá y el señor Sommerfield ha estado hablando con este último pero no sé sobre qué puntos. Ojalá y no vaya Braniff a hacer tonto a este señor. Por ciertas coincidencias nos ha parecido que Braniff ha venido a Nueva York como agente de Huerta, pues inmediatamente que llegó aparecieron párrafos en los periódicos de Nueva York a favor del Gobierno usurpador y en contra nuestra habiendo continuado esos artículos por algunos días después. ………. He tomado nota de lo que me dice el señor Pesqueira referente a las hostilidades, que han notado de las autoridades en contra de los vendedores de parque y armas, pero sobre ese asunto es difícil hacer algo; sin embargo procuraremos ver si de alguna manera y por alguna fuente queda una puerta que tocar y mejorar eso.”

Carta de don Emilio Vázquez, fechada en San Antonio, Tex., recomendándole al licenciado J. Flores Magón, en México, más actividad entre los liberales, y solicitándole su opinión respecto al Plan de Ayala. Le adjunta copia de un artículo titulado: “El ejército de bandidos mexicanos”, publicado en el periódico The Collier’s Weekly, que considera sensatísimo. [A. G. N., Ramo Revolución.]

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117 City St. San Antonio, Tex. Junio 12 de 1913. Señor licenciado don Jesús Flores Magón. México. Mi muy estimado y fino amigo: Acuso recibo de su grata del 29 y del interesante folleto que tuvo la bondad de enviarme. El estudio que contiene me ha inspirado profunda simpatía. Gracias mil. Es necesario que allá los liberales hagan algo, se entiende dentro de la esfera posible y lícita para formar opinión sana sobre la materia, pues es indispensable hacer todo lo que sea necesario para lograr que la opinión liberal honrada y sana, y no las bayonetas, sea la que gobierne siempre a nuestro infortunado país. Ruégole me diga qué opinión tienen los liberales de allá respecto del “Plan de Ayala” del general Zapata y respecto a “El pensamiento de la Revolución” que yo escribí; pues aunque contienen ambos las ideas dominantes de las clases sanas populares de todo el país y de los pensadores y liberales de los Estados Unidos, en la capital de México es extremadamente difícil que lleguen a esparcirse y a dominar pronto las ideas liberales, verdaderamente progresistas, tal vez porque allá o no ven, o no sienten o no perciben el hambre y las necesidades que siente todo el país. Al pueblo culto de los Estados (Unidos) le extraña por qué el Gobierno no acepta y resuelve francamente la cuestión agraria, cuando esa solución significa la paz con toda seguridad. Uno de los periódicos de junio más sereno y más certero en los Estados Unidos, sobre las cuestiones mundiales y cuya opinión aquí tiene un peso enorme, The Collier’s Weekly , escribe un artículo sensatísimo, bajo el nombre de “Ejército de bandidos mexicanos”, artículo que ha dado la vuelta en la prensa de los Estados Unidos y que refleja el pensar del estadista. Contiene en el fondo las mismas ideas de muchos, que son las mías, y por las cuales he luchado, sufrido, empobrecido y vivido expatriado. Si tengo tiempo se lo copio. Se lo mandé al Diario del Hogar. Su viejo amigo que lo quiere como siempre.

Emilio Vázquez G. “EL EJÉRCITO DE BANDIDOS MEXICANOS” del “Collier’s Weekly” ¿Cuáles son las condiciones de estos bandidos? Si no andan peleando por botín, no por diversión, no por ambición, ¿por qué andan peleando? Si no son bandidos, ¿qué son, pues? Los bandidos mexicanos pelean por su libertad, y no por una libertad quimérica, ideal que sólo existe en la mente o en lontananza, tampoco pelean por esa libertad inmaterial cuya demanda es universal y llaman política; pelean por una libertad real, concreta, tangible que para ellos se traduce, no sólo en libertad expansiva del intelecto, sino en el remedio de sus más urgentes necesidades corporales. Los bandidos mexicanos andan peleando por tierra en que pararse. Una inmensa mayoría de esos bandidos rurales de México, pertenecieron alguna vez a una o ambas de estas dos clases, agricultores en pequeña escala ilegalmente despojados de sus tierras, o esclavos libertos. Cuando digo esclavos debe entenderse esclavos, Lincoln nunca libertó a esclavo alguno, cuya condición pudiera, en lo miserable, aproximarse siquiera a la condición de estos mexicanos que fueron emancipados por la Revolución de 1910 y que sólo con las armas en la mano pudieron mantener la libertad adquirida. El pueblo mexicano está conquistando el camino para llegar a la Tierra, a través de mares de sangre. La cuestión es el feudalismo, que ha existido en México, por más de un siglo. Ahora está muriendo, su muerte es dura; pero es preciso que muera. Esta guerra es una guerra necesaria. El éxito es inevitable, y quien quiera que contra la Revolución levante la mano, no hace más que aumentar el desperdicio de sangre humana. Los llamados bandidos de México son los que nuestro embajador ha recomendado para que sean reconocidos como los gobernantes de la nación. En el fondo, las ideas son las mismas aquí en todo el pueblo culto y pensador.

Carta de don Venustiano Carranza, a don Julio Madero, manifestándole que puede presentarse en la ciudad de Piedras Negras, Coah., para aprovechar sus servicios. [A. I. F., F9-105.]

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Piedras Negras, 17 de junio de 1913. Señor Julio Madero. New York City. Muy estimado amigo: Debido al exceso de trabajo que he tenido, hasta ahora es posible referirme a su muy atenta, fecha 20 del ppdo., para manifestarle que, en vista de la franca y patriótica disposición que expresa, para venir a cooperar en favor del movimiento constitucionalista, puede usted pasar desde luego a ésta, donde tendré el gusto de aprovechar sus importantes servicios, como anteriormente se lo comuniqué. Esperando saludarlo pronto, y suplicándole que, antes de su venida, se sirva entrevistar, en mi nombre, al señor don Ernesto, por si algo se le ofreciera por acá, quedo como su siempre amigo y seguro servidor. V. Carranza

Carta del general José María Maytorena, Gobernador del Estado de Sonora, presentando a Mr. Reginaldo F. del Valle, a don Venustiano Carranza, manifestándole que es agente confidencial del presidente Wilson, y posible embajador de su país, en México. [A. I. F., F9-94-3.]

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Correspondencia particular del Gobernador del Estado de Sonora Tucson, junio 18 de 1913. Señor Gobernador Constitucional de Coahuila, don Venustiano Carranza. Piedras Negras. Estimado y fino amigo: El Hon. Reginaldo F. del Valle, enviado confidencial de los señores presidente Wilson y secretario de Estado Bryan, de los Estados Unidos me hace el favor de que lo introduzca a él cerca de usted. No necesita de mi intervención. El señor Del Valle es ampliamente conocido en este país, donde ha desempeñado cargos tan importantes como el de Vicegobernador del Estado de California y senador por la propia entidad; y según la prensa, es el designado, en lo futuro, para el elevado cargo de embajador de su país en el nuestro. El motivo de su viaje y entrevista con usted, él tendrá la bondad de explicárselos, esperando que usted, a su vez, le dará todos los datos que necesite. En espera de sus órdenes, quedo de usted, afmo. amigo y atto. y seguro servidor. José M. Maytorena

Carta del general Porfirio Díaz, fechada en París, Francia, dirigida al general Felipe Ángeles, en La Habana, Cuba, considerándolo el más adecuado para la salvación del Ejército Federal, que significa la del país. [A. I. F., F9-48-XVII-(15).]

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Correspondencia privada del general Porfirio Díaz París, junio 18 de 1913. General Felipe Ángeles. Habana. Cuba. Estimado amigo: No sé si habrá usted recibido una carta que le dirigió el señor Limantour. De cualquier manera le suplico me preste su atención a las ideas siguientes, que si se realizan, pueden significar la salvación de una institución que es para mí sagrada, habiéndole dedicado mis mayores esfuerzos; usted es miembro de esa institución y sabe lo que vale. El acontecimiento de febrero colocó al ejército en un dilema terrible: o el ejército se sobrepone a la furia del pueblo que ya clama de una manera terrible y se establece la paz, y quizá el único Gobierno estable en México; o el pueblo aniquilará el ejército. La salvación del ejército es muy sencilla y usted es el más adecuado para este objeto, que significará la salvación del país. Yo había pensado no mezclarme más en los asuntos políticos de mi país, por razones que es inútil mencionarlas ahora; pero ahora lo creo necesario intervenir de una manera privada, dirigiéndome a usted. Usted recordará que al ausentarme, la guarnición que me hizo los honores en Veracruz, bajo el mando del coronel Victoriano Huerta, hoy general, dije entre otras cosas: “Como usted muy bien lo ha dicho, coronel Huerta, el ejército ha sido el objeto de ataque, y esto me hace que conciba la esperanza que el presente estado de cosas será firmemente defendido por el ejército, restablecer la paz. Si el país necesita de mis servicios, solemnemente me adhiero a mi palabra de militar, de colocarme a la cabeza bajo su bandera guiando a mis soldados y defendiendo con la última gota de mi sangre la muy amada tierra mexicana. Antes de mi partida recomendé al ejército la más completa subordinación, y aunque mi ausencia es temporal, mi corazón permanece con ustedes.” Mis palabras no significan que el ejército debiera convertirse en un simple y sumiso esclavo de inconscientes mandatarios, cuya rudeza los enviaría al desastre y al esfuerzo en contra del pueblo invencible por su furia. Tal vez el general Díaz y el general Huerta así lo comprendieron provocando el evento de febrero, con objeto de salvar el ejército y el país.

Debido a las circunstancias en que se encuentra usted, le toca a usted decidir sobre la suerte de la legión de bravos soldados que son sus compañeros de armas y de sufrimientos. Reflexione usted sobre mi carta y sobre lo que el señor Limantour me dice que le ha escrito. Sinceramente suyo, Porfirio Díaz. París, mayo 30 de 1914. Señor Francisco León de la Barra. Habana, Cuba. Estimado amigo: A nadie puede pasar desapercibido el hecho de que el general Huerta, que enérgicamente está sosteniendo las instituciones, caerá muy pronto, y junto con él desaparecerá todo lo noble y lo bueno que hay en México. Bajo ningunas condiciones debemos permanecer impasibles ante esta inevitable catástrofe, especialmente cuando somos deudores de honores y bienestar al país. Además esta preciosa y tal vez única oportunidad se presenta para salvar las instituciones. Usted está enterado que la División del Norte no tiene en perspectiva ninguna ambición política o social, desde que está comandada por un hombre ambicioso, deseoso de poder y dinero; por otro lado, uno de nuestros hombres que está sirviendo en sus filas con un alto grado militar. Es imposible que Felipe Ángeles olvide nunca los grandes servicios que debe al general Porfirio Díaz. Nosotros podemos satisfacer la ambición de el anterior con nuestro oro, y usar con ventaja y habilidad la gratitud de Ángeles. Una vez hecho esto nosotros avisaremos a Villa cómo atraerse a Zapata hacia él, y así dar con nuestra nueva orden un aspecto revolucionario y reivindicativo a las cosas, el que por ahora necesitamos. Nosotros fielmente llevaremos a cabo el Plan de Ayala distribuyendo las tierras solamente en el Estado de Morelos, y compensándonos esta generosidad con concesiones y terrenos en otros Estados menos poblados. Entonces nosotros organizaremos un poderoso ejército, seleccionando los más conspicuos miembros del Ejército Federal y poniendo bajo su mando al ejército villa-zapatista; de esta manera nosotros volveremos a gobernar en México de un modo que tal vez será definitivo y enérgico. Nosotros restauraremos a nuestro afligido país su prestigio, cauterizando sus heridas para siempre. Finalmente éste es el programa por el presente; es conveniente que usted nos preste su ayuda y escriba a todos aquellos de nuestra parte con quien usted tiene alguna influencia. Me permito sugerir que sería conveniente organizar un comité en San Antonio, Texas, donde me parece el lugar más a propósito para deliberar. Una vez convenido el Plan, debemos poner manos a la obra. Sería bueno mostrar el Plan a Ángeles de una manera franca y decidida, para que él se ponga rápidamente de acuerdo con Villa para el resto de nuestro proyecto.

Escribo esta misma carta a todos los hombres que tomen algún interés en el bienestar de nuestro país. Con cariñosos recuerdos, quedo su sincero amigo, Limantour. El tiempo es un gran agente que revela todas las verdades o falsedades. Primero fue Villa el gran bandido general que engañó al mundo entero. Fue descubierto. El tiempo ha traicionado su verdadera naturaleza. Hoy todos conocen que Villa no es el gran héroe, el famoso general y pacificador de México. Con calma la verdad está apareciendo alrededor del hombre en quien los científicos y reaccionarios habían puesto su última esperanza. Éste es Felipe Ángeles. Desde el principio Ángeles fue reputado reaccionario, es un soldado profesional, sus intereses estriban en su mayor parte como hombre que ama la guerra y la batalla, por el solo hecho que la brutalidad y derramamiento de sangre pueden proporcionar. Por el solo hecho de obtener poder. La carta arriba mencionada del presidente Porfirio Díaz a Ángeles, traiciona el verdadero color del hombre en quien los reaccionarios tenían basadas la mayoría de sus esperanzas en el presente. Tenían esperanzas de que él obtuviera éxito donde Villa amargamente había fracasado. Fue el caballo de batalla cuidadosamente mezclado todo este tiempo entre los rebeldes. Desde el principio que Carranza inauguró la revuelta en contra del usurpador Huerta, él fue el gusano en la manzana de la libertad por la que los mexicanos se están esforzando. Fue arrestado y puesto en la cárcel por Huerta. Por una razón misteriosa obtuvo su libertad. Para que la atención pública no se fijara en este arresto peculiar, y pronta libertad, fue comisionado a ir a Francia. Apareció repentinamente en México con cartas de alta recomendación de parte de la familia Madero para el Primer Jefe, Carranza. Desde el primer día que se unió a las fuerzas revolucionarias, buscaba la manera de ayudar y proteger los intereses de quienes lo habían recomendado, el poder oscuro de la reacción. Cuando se separó Villa fue el primero en unírsele. Éste es Ángeles. En realidad está aliado por hombres como Hearst, general Grey Otis, el alto clero católico y otros reaccionarios; con esto es suficiente para manifestar quién es y lo que es.[*]

[*] Traducción del inglés del boletín anexo, núm. 54, de mayo 5 de 1915. Publicado por Mexican Bureau of Information.

Carta del general Manuel Mondragón dirigida al de igual clase, Félix Díaz, fechada en el puerto de Veracruz, el 26 de junio, reprochándole la ruptura del “Pacto de la Ciudadela”. [A. I. F., F935-XII.]

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UN DOCUMENTO PARA LA HISTORIA FÉLIX DÍAZ DE CUERPO ENTERO Veracruz, junio 26 de 1913. Señor general Félix Díaz. Mi querido Félix: Dentro de unos cuantos momentos zarpará el buque destino a conducirme al extranjero y por tal motivo, puedo hablarle ya con absoluta claridad, sin despertar la sospecha de estar inspirado por la ambición política o por la rabia desbordante del fracaso. Me he separado hasta el último instante, a fin de no perjudicar el prestigio de su popularidad. Cuando los periódicos anunciaron la ruptura del “Pacto de la Ciudadela”, entendí desde luego la turbia maniobra en que lo había metido Rodolfo Reyes; pero aunque la intriga se había urdido con el cordón de la más increíble ingratitud, preferí callar y me resigné abnegadamente a que sobre mí se descargaran todas las responsabilidades de la presente situación. Pero ahora es distinto. Pronto abandonaré las playas de mi patria y aun cuando me propusiese lo contrario, cualquier trabajo mío resultaría ineficaz. Por eso mis palabras, lejos de tener finalidad política, son únicamente la expresión dolorida de quien tiene “sabor amargo en la boca” y da libre curso al justísimo resentimiento que lo embarga. ¿Resentimiento con Huerta? No, amigo mío. El Presidente hizo su movimiento aparte el 18 de febrero, y por esta causa no tenía el deber de acompañarme al precipicio. Mis quejas van únicamente contra aquellos que, beneficiados por mí, no hayan vacilado en sacrificarme en aras de su interés personalísimo y de su conveniencia particular. Usted, amigo Félix, estaba ligado por dos pactos: el del general Huerta, que autorizó usted con su firma y el mío, que selló únicamente con su honor. El primero, podría usted romperlo de acuerdo con el Presidente. El segundo, era de aquellos que no se pueden tocar sin convertir en añicos la gratitud y el pundonor. Yo debí el Ministerio, no a usted personalmente, sino a la Revolución de la Ciudadela. Y a una misma Revolución debieron Rodolfo Reyes, la cartera de

Justicia, y usted su salida de la prisión y su candidatura presidencial. Ahora bien, ¿quién es el verdadero autor del movimiento revolucionario del 9 de febrero? ¿Usted o yo?… Que responda la opinión imparcial de la República. Nadie ignora, amigo Félix, que yo fui quien concibió primero el pensamiento de la Revolución; que yo mismo comprometí a la oficialidad; que yo asalté los cuarteles de Tacubaya y formé las columnas que se dirigieron a la Penitenciaría y al cuartel de Santiago; que yo igualmente abrí las bartolinas en que se encontraban el general Reyes y usted; que yo puse a ustedes dos en libertad; que yo, por fin, después del desastre frente al Palacio Nacional, ocasionado por el impulsivismo de Reyes y la impericia de usted, reuní la fuerza dispersa y ataqué la Ciudadela, logrando su inmediata rendición. En la Fortaleza, yo dirigí la defensa, con una constancia que pueden atestiguar todos los revolucionarios. Yo construí parapetos, abrí fosos, levanté trincheras y dirigí personalmente todas las operaciones militares. En una palabra, yo fui “EL TODO” durante los días de la decena trágica y la historia dirá tarde o temprano, que hasta el día 18 de febrero, mi figura fue la primera, por no decir la única saliente de la Revolución. En esta fecha, estalló otra revolución militar, fuera de la Ciudadela, y como derrocara al Gobierno del señor Madero, vino, como consecuencia, un pacto entre las dos revoluciones. ¿Por qué firmó usted ese pacto y no yo, como justamente correspondíame? Por dos razones: la primera estriba en mi absoluta falta de ambiciones políticas, la segunda se basa en la convicción de que era usted agradecido; en la suposición de que, teniendo usted plena conciencia de que toda su personalidad se había formado por actos míos, habría de acompañarme abnegadamente a la desgracia, cuando se presentase y al desastre si alguna vez venía. El general Huerta no me debía favores ni servicios de ninguna clase y por lo mismo, ha estado en su derecho para separarme del Ministerio, en el momento que así le convino. Pero usted y Rodolfo no debieron consentir, fría y pasivamente en ello, sin decidirse en retirarse conmigo de la Cosa Pública. Pero es curioso, amigo Félix, que Rodolfo y usted hayan roto el Pacto de la Ciudadela, con el exclusivo objeto de perjudicar a quien les había preparado la mesa. En cambio, roto el pacto, siguen en el banquete. A mí me habría dolido salir del Ministerio de la Guerra, en cualquier circunstancia, porque el fracaso siempre es penoso; pero al salir empujado por aquellos a quienes yo encumbré, constituye una decepción inconsolable, que nunca pude imaginar. ¿Que mi separación se imponía? Pues entonces, amigo Félix, “a jalar parejo” como dicen en mi pueblo. Sin embargo, ustedes se resolvieron a olvidar los antiguos servicios y sólo “barrieron para adentro”. Usted sabe que lo que conmigo se ha hecho, además de ser ingratitud, envuelve enorme falsedad. Yo no soy el único responsable del recrudecimiento de la guerra civil. Los autores del presente estado somos “TODOS” y principalmente usted, que

careciendo de popularidad, se obstina en ser el próximo Presidente de la República. También se encuentra en primera línea de la culpabilidad, Rodolfo, que con sus constantes manifiestos, declaraciones e intrigas, no cesa en su trabajo funesto para la patria. Por lo demás, no debiera extrañarme la conducta inquieta del consejero que ha escogido usted. Si subió al Ministerio sobre el cadáver de su padre, nada tiene de particular que compre su continuación en el Gabinete con mi ostracismo político. Pero usted amigo Félix, debe detenerse en la peligrosísima pendiente en que resbala sin remedio. Ayer confió usted la dirección del órgano político a quien atacó con más encarnizamiento al señor general Porfirio Díaz. Hoy colabora en la expulsión del que forjó la personalidad que ostenta usted. ¿Qué fin se propone con estos manejos? ¿Cree usted que por tales escalones se asciende indefinidamente? No, amigo mío; el éxito no coincide nunca con la ingratitud. Yo me retiro de la vida pública. El pueblo sabe ya que usted se separa de Mondragón, que le sirvió con riesgo de su vida, para ligarse con Zayas Enríquez, que ultrajó cruelmente al protector, al padre de usted… Así es la vida, así es Rodolfo, así también ha resultado usted. Pero antes de partir, a fin de que usted perciba la diferencia entre su conducta y la mía, le recordaré que el 13 de junio, cuando escribí mi renuncia, usé en ella la palabra “SOLIDARIDAD”, que usted no conoce, o que por lo menos, la olvidó, al romper, no el Pacto de la Ciudadela, sino el otro pacto, el no escrito, el celebrado bajo la fe de lealtad con quien tuvo el gusto de romper los hierros de su cautiverio y labrar el pedestal de su personalidad actual, y que hoy lo tiene sin rencores ni malos deseos, al sacrificarse oscuramente para atizar la llama agonizante de la casi muerta popularidad de usted. Manuel Mondragón En el documento original del presente manifiesto, se encuentra la traducción en inglés, del mismo.

Cartas del general Jesús Carranza, fechadas en los Estados de Coahuila y Tamaulipas, informando a don Venustiano Carranza de asuntos de interés político y movimiento de fuerzas. [A. I. F., F9-3518.]

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Piedras Negras, julio 17 de 1913. Señor Venustiano Carranza. Querido hermano: En vista de los múltiples negocios que se estancarían en ésta sin tu presencia, entre ellos algunos de interés, he tenido que detenerme en esta población más tiempo del que creía necesario y sólo saldré por algunos días, con objeto de ayudar al general González, o conferenciar con él, sobre el asedio que trata de hacer sobre Monclova, el cual ya le recomiendo toda clase de prudencia, sobre todo cuando esperamos el concurso de fuerzas del general Blanco, quien mandó un emisario a pedir instrucciones. A continuación te daré detalles y aun te mando una carta del mismo general. Como comprenderás, al faltar tú, mi venida a ésta ha sido la salvación de muchos que trayendo diferentes asuntos habían quedado detenidos a la falta de tu presencia y a la no resolución de saber qué hacer, si se devolvían sin cumplir la comisión que les hubieran confiado sus correligionarios. El señor Calzada, temeroso quizá de no conocer tu opinión sobre el partido que se debiera tomar, no se resolvía a solucionarlos. En fin, viendo yo la necesidad de permanecer aquí y respetando el puesto que el señor Calzada tiene, de acuerdo con él, hemos resuelto los principales asuntos de interés para ti y para la causa, no dudando que en alguno de ellos hayamos cometido algún error o sufrido algún engaño, pero todo se ha despachado de la mejor manera posible. Al general Blanco le di instrucciones en tu nombre, de que avance sobre Monterrey rápidamente con las fuerzas que le sobren, hasta ponerse en contacto con nosotros, ya con el objeto de distraer al enemigo llamándole la atención y debilitándolo por el lado que tú ataques y por el nuestro como para acercarnos todos a la vez al ser necesarios, al atacar a Saltillo y Monterrey, pues haciendo su viaje rápidamente quizá llegue antes de necesitarlo, pero le servirá de llamar la atención al enemigo y de reponer sus soldados y caballada de las fatigas del camino, mientras recibe órdenes de avance sobre el lugar en que se crean necesarios sus auxilios. En cuanto a don Pablo, ya le doy aviso de todos los elementos que esperamos para que no apresure mucho su apremio al enemigo, si no es de que se encuentre en caso oportuno, y en cuanto a los emisarios de diferentes partes del país, y siendo uno de Michoacán ya los autorizó para se devuelvan, llevando comunicación para los jefes de primer orden a fin de que se llene el deseo de ellos, quienes piden autorización

para obrar de acuerdo contigo y tus instrucciones. De Michoacán se nombrará primer jefe al general Gertrudis Sánchez, para que obren de acuerdo con él todos los demás, y a los demás se les darán instrucciones en las cuales se autorizará al jefe más prestigiado, tanto por el número de gente que traiga así como por la moralización de la fuerza que lo acompañe, pues en todo caso se les recomienda el orden como base de todo movimiento. Hay uno que viene de Morelos y dice tener muy buenas relaciones con Zapata y trae documentos que lo acreditan, a ése lo vamos a devolver con amplias cartas en las cuales pintaremos a Zapata la conveniencia de seguir con empeño la causa que ha ido defendiendo, y la que en todos sentidos hermana con la nuestra y que según entiendo ya está de acuerdo con tus ideales para seguir defendiéndolos hasta nuestro triunfo. Ya le digo cuál es el fin de nuestro movimiento y quiénes serán los que gobiernen los Estados, según el Plan de Guadalupe que fue expedido por ti en aquel lugar. Eso le hará crear confianza en su causa y estará seguro de su triunfo al ser el nuestro, o se unirá de lleno a tus principios. Hasta ahora no ha habido novedad y sí espero de un momento a otro, si se arregla el asunto de Laredo, el cual ofrecen entregarlo si se les conceden ciertas proposiciones, las cuales modifiqué yo y les serán cumplidas al estar ya posesionado de ella. No hay gravamen alguno en ello, y sólo les pongo un plazo corto porque si va a ser después de la toma de Torreón en ese caso ya no hay caso en tener arreglos ningunos. El señor Amaya es el intermediario en este asunto, no temas en cuanto yo tratare con los emisarios que hayan venido y aun sigan viniendo, pues todo lo resuelvo de manera de que no te deje un compromiso. Con motivo del sostenimiento que se hizo al enemigo en Monclova se salvó toda la artillería y ametralladoras, parque, etc., así que no se perdió nada absolutamente, por lo cual debemos de felicitarnos; Guajardo y un señor Miguel, por diferentes conductos sé que vienen comprometidos a asesinarte; ambos salieron de México hace de 20 días a un mes, cuídate mucho. El enviado de Michoacán es un ingeniero que hace un mes salió, pues el anterior siempre se ahogó en el río; el objeto exclusivo es llevar parque, pero en vista de lo difícil que se le presentaría tal empresa y lo inseguro de ella, le decimos que se devuelva y sólo levante el ánimo de los guerreros, haciéndoles saber el estado de adelanto en que nos encontramos y que esperen un poco solamente y ya nos comunicaremos por las líneas que ahora están destruidas; que en caso de que se vean apurados se acerquen a Guadalajara, donde ya están en gran movimiento, o hacia algún otro de los lugares incendiados inmediatos a fin de que les haga saber las buenas noticias de nuestro adelanto y lo pronto que estaremos en comunicación. Está muy contento de ello y lamenta no haber podido hablar contigo así como todos los demás señores a quienes ya veré la mejor manera de atenderlos y resolver sus comisiones que traen o sus ofertas que hacen. El de Morelos hablar con Zapata, hoy mismo lo devuelvo, es el señor Santiago Díez recomendado del señor Camilo Arriaga, me dice también que en la Baja California no hay en toda la península sino 200 hombres y que de allí se pueden sacar fuertes sumas de dinero para el

sostenimiento de la Revolución, pero esto creo que corresponde resolver a los que estén más inmediatos. Alfonso Madero te mandó decir que la esposa de Madero podría dar 50 000 pesos oro y algo algunos de ellos, además que si toman a Torreón, que ellos pagan por el flete de algodón que no dejará de ser su producción, sobre 3 000 000 de quintales, puesto en el otro lado $300.00 por quintal, lo que daría un valor de nueve millones de pesos, ese solo ramo. Como todos los más de los asuntos dependen de la toma de esa plaza, esperamos con ansia la llegada de ese día para ver un nuevo horizonte que nos dé una orientación más cierta y precisa sobre todos nuestros asuntos, entretanto nosotros no descansaremos en destruir los elementos contrarios que tenemos encima con tanto federal ya para facilitar a ustedes la toma de la plaza o para asediar la de Monterrey, y así retirar de Laredo y Piedras Negras el peligro que les amenaza. Hay una carta que te dirige un ferrocarrilero del Paso, en que te dice que no correrá ya más la línea de aquel lugar a Chihuahua y que hace cerca de un mes está incomunicado, que él se fue con Villa que se encuentra en aquellos lugares para tomar las armas ya que no tienen elementos de vida él y varios de sus compañeros, lo que significa que todo aquello está bien. La carta irá adjunta por ser de interés. Te adjunto otra de un quejoso de Calzada así como de muchas otras personas, como Gloria y don Mauro, que no saben qué hacer con este señor. Ha sido mucho el número de quejosos que hay y quién sabe si fuera necesario atenderlos, pues entiendo que el señor don Atilano, o Epigmenio sean un poco más políticos y pueda alguno de ellos dar más satisfacción y confianza a nuestros partidarios. Si las cosas se ponen bien por allá puedes mandarlo llamar como una persona de confianza que ande a tu lado, y así no se lastimará en nada, y aun quedará honrado con ello. El caso es que por su carácter reseco no desprestigie nuestra causa que va tan bien en todos sentidos. Hoy mismo devuelvo al señor Amaya, autorizado de una manera conveniente, para entrar en arreglos con Villarreal; si esto se efectúa, seguiremos con Téllez, y luego con todas las demás columnas que nos amenazan y en ese caso nos acercaremos a ustedes, si aún no hubiesen podido solucionar sus operaciones. Contéstame luego para saber de ti cómo andas y dime si no quieres que vaya yo o alguna fuerza de tu absoluta confianza para que ande contigo. Con respecto a lo del Gabinete que dicen los políticos, que el Gobierno americano reclama para poderse entender con un cuerpo ya formado de Gobierno tal vez sea una necesidad, y Sánchez Azcona opinaba en mensaje que puso, que sería conveniente que se estableciera en Hermosillo. Yo creo que podrías completarlo en los Ministerios que ya están formados, con gente de la más prestigiada que te ha ayudado y a quien corresponde, como el señor Pesqueira, Maytorena o de los de otros Estados, a fin de que todos se empeñen en ver la legalidad de tus procedimientos, pero si el caso lo requiere pronto podías nombrar provisionalmente a cualesquiera y dar aviso a tus principales compromisos de esa necesidad a fin de que no crean que empiezan las intrigas, etc.

Con deseos de que todo camine bien y estés bueno se despide tu hermano afmo. Saluda a los compañeros. Jesús Carranza Garza Piedras Negras, Coah., 18 de julio de 1913. Al C. Primer Jefe del Ejército. Donde se encuentre. He llamado a don Manuel Amaya para que arregle la rendición de Laredo con Gerónimo Villarreal, mediante algunas cantidades de dinero, y parece que se hará el negocio. Vino un delegado del general Lucio Blanco para recibir informes e instrucciones y nos pusimos de acuerdo en que marche Blanco sobre Monterrey dejando una guarnición suficiente en Matamoros y nosotros avanzaremos también sobre la misma plaza una vez destruida la columna que ahora ocupa Monclova, la que comenzará a ser asediada desde el próximo día 20. Las tropas que mandó Blanco desde hace ocho días, destruyeron la infantería de R. Navarrete en Lampazos. Marcos Hernández me acaba de comunicar que habló con el general Jerónimo Treviño, quien se encuentra en Del Río, frente a Villa Acuña, y que cree teniendo una junta la Banca, el Comercio y otros elementos del país se resolverá la situación actual; no manifestó nada en contra de nuestra causa y sí mucho disgusto con los procedimientos de Huerta. De distintas partes. y buenas fuentes he tenido informes de que Guajardo y un tal Sanmiguel que fue portero o empleado de uno de los Madero, atentarán contra tu vida, por lo que conviene que estés alerta cuidándote. Con la presente, van algunas cartas cerradas y un memorándum de varias personas que se encuentran aquí esperando contestación. Hago presente mi subordinación y respeto. Jesús Carranza Hda. de Hermanas, julio 26 de 1913. Señor Venustiano Carranza. Hermano: Hemos sabido aquí por mensaje que se recibió en San Antonio, que tomaron ustedes Torreón cogiendo mil 500 prisioneros y 20 cañones; no hay más detalles, mi felicitación más calurosa por tan brillante acción para ti y para todos los jefes, oficiales y soldados que tomaron parte en el asalto y toma de esa plaza; creo que se le ha dado el golpe mortal al Gobierno usurpador y espero que en el que se le dé en

San Luis y los probables de Saltillo y Monterrey, acabará por completo el Gobierno de Huerta; ya el general González te dará cuenta detallada del estado actual de las cosas por aquí, me eximo de hablarte sobre ello, sólo sí deseo decirte que con la toma de Torreón me supongo necesaria la marcha de ustedes sobre Saltillo y Monterrey, con cuyo motivo creo que mandarán llamar a Téllez y Navarrete para que vayan a reforzarlas, pero eso ya está previsto por nosotros y en ese caso les iremos a interceptar el paso a fin de que no lo consigan. La línea a Laredo la tenemos interrumpida y aun con orden de acabarla de destruir a fin de que el camino lo hagan a pie si les llamasen. Ayer llegó el teniente coronel Horcasitas y ya lo mando para su destino. Hace mucho te escribí dándote informes de todo lo que ocurría y sobre todo de algunos comisionados de diferentes Estados, quienes querían órdenes para devolverse, aunque en mi anterior te decía que los iba a mandar, me resolví a no hacerlo, porque al tomarse Torreón se les facilitaría más pronto el viaje por ese lugar y sobre todo que recibirían las órdenes directamente de ti. Así que tan pronto como se confirme la noticia de la toma de Torreón, con algún propio tuyo que esperamos de un momento a otro, les proporcionaré los medios para que se dirijan a ésa. Esperamos que con ese mismo propio nos indicarás algo sobre si nos dirigimos a Monterrey con los más de los elementos para ayudarles en esa toma o si nos concretamos a detener a estos amigos para que no se forcen aquellas plazas. Espero que pronto tendremos el gusto de verte y que día a día se nos pondrá mejor todo para que el del triunfo sea el broche de tanto sacrificio. Van saludos para los amigos de por allá; se despide tu hermano. Jesús Carranza Garza Matamoros, diciembre 21 de 1913. Señor Venustiano Carranza. Hermano: Aunque acabo de escribirte y aun recibirás casi a un tiempo ambas cartas, en la anterior no trato nada sobre un asunto de vital importancia y del cual nada te había dicho porque no lo habíamos tratado don Pablo y yo, pero siempre que hay alguna oportunidad tratamos ambos sobre la conveniencia de resolver ciertos asuntos probables que están por efectuarse y que es necesario estar listos a fin de que al llegarse la hora no sufra, si es posible, ninguna interrupción nuestra causa por equivocación de la elección que se haga para el desempeño de algunas funciones. En el caso siguiente me refiero al de el probable y próximo que se nos va a presentar con respecto a la toma de Monterrey y Saltillo. El general Elizondo en quien te has fijado para el general militar de Monterrey, nos parece demasiado benigno para ese puesto, más aún a raíz de la toma. Es como tú sabes un hombre honrado y bueno a

toda prueba, pero no de las energías que se necesitan para apretar para lo que se deba a las gentes de aquel lugar. En tal virtud nos permitimos anticipártelo para que si a bien lo tienes recaiga ese puesto con general Ant. Villarreal, que es a la vez hombre bueno también y que se une esa condición indispensable para el principio de la organización de los gobernadores de cada Estado. Esto te lo digo porque creemos conveniente establecer los Gob. provisionales en Lampazos y Monclova al tomar dichas poblaciones, pues desde ese momento de hecho están en nuestro poder los Estados referidos; con respecto al Gob. de Coahuila, lo mismo deseáramos nos sugirieras en quién quieres que recaiga ese cargo, pues a raíz de la toma de Laredo a donde ya salen las fuerzas, creo se seguirá sobre Piedras Negras y luego sobre ambas líneas para el Sur hasta tomar los puntos ya mencionados y aun hasta llegar a las goteras de Monterrey, a donde se puede decir que ya están nuestras fuerzas, pues por el camino de Tampico dejó el general González 400 hombres en Cadereyta, por el de Laredo quedaron 250 en Salinas Victoria, así que sólo falta tomar los extremos de los Estados para arrollar las pequeñas fuerzas que haya en Lampazos y Monclova, para esperar entretanto el resultado del ataque de Villa, para resolver el avance en el plan general que tienes acordado sobre Monterrey. El general González está aquí, saliendo ya para Laredo. Él personalmente va a dirigir el ataque. Por demás me parece decirte que es el mismo buen amigo de siempre y que está dispuesto como nosotros, hasta el sacrificio por el triunfo de nuestra causa, no sé si en alguna de mis anteriores te había dicho algo sobre la necesidad que tuvo el general González de aprobar el ministramiento que las fuerzas de cada jefe había hecho en favor de cada uno de ellos llamándolos generales, como de esto pudiera resultar algún disgusto si no se apoyara tal proceder, se vio en el caso de seguirlos llamando suplicándote a ti te sirvas disculparlo por tal acto y del que si no te dio cuenta fue porque le dejó confiado a mí. A mi vez te pido disculpa si antes de ahora no te había escrito sobre el particular, no teniendo más asunto que tratar por ahora. Sebastián, el licenciado Molina y el general González que están presentes, te envían un cordial saludo, y yo como siempre el cariño de hermano, afmo. Jesús Carranza P. D. General González ha ordenado últimamente que se quede al frente de Tampico una de las brigadas que están allá y el resto se vengan acercando para el centro a fin de garantizar las operaciones antes indicadas y concurrir al ataque general que has ordenado con el mayor número de gente posible; me dice que Carrera está en contacto con nuestras fuerzas y con instrucciones de tener destruida la línea de San Luis a Saltillo y que todo generalmente lo dejará arreglado para facilitar las operaciones futuras. Hoy llegó coronel Segura y un general José E. Hernández, ambos vienen a llevar parque y armas, pues como ya sabrías todo lo que llevaba Segura la vez pasada le fue quitado por los federales, ahora me dice Segura

que ofreció al general Hernández 40 000 tiros y 250 carabinas, las que le va a llevar. Don Pablo me encarga te salude afectuosamente y espera con fe el buen resultado de Laredo para empezar ya en debido orden el avance firme iniciado por ti; ya nos dirás tú cómo andan por allá para asimismo normar nuestros movimientos en general. No dejes de mandarnos los billetes constitucionalistas pues hay que hacer grandes gastos con tanto recargo de gente y compra de municiones; te saluda tu hermano afectuosamente. Jesús Carranza Matamoros, diciembre 12 de 1913. Señor Venustiano Carranza. Hermano: Recibí tu muy grata, de fecha 4 del corriente a la cual me refiero: Agradezco mucho los conceptos favorables que en mi favor expresas con motivo de los asuntos a que te refieres en tu primer párrafo. En todos los casos que se han ofrecido, (lo) he hecho lo mismo: 1º, porque considerando un deber mío sacrificarme por los que se sacrifican por ti para llevar a buen término la campaña emprendida bajo tu responsabilidad y, en 2º, porque siendo yo tu hermano, el más inmediato a ti, todos los que tienen asuntos difíciles que resolver se dirigen a mí con objeto de quitarse una responsabilidad que sobre ellos pudiera caer y que descansan al aceptarla yo. Pero todo esto lo hago en tu nombre a fin de allanarles el camino hacia el adelanto de nuestra causa y quitándoles todo estorbo o tropiezo que interrumpe su buena marcha o armonía. Nada temo en lo resuelto hasta hoy y más aún entre los principales jefes de estas zonas, cuyo afecto estamos saboreando ahora con tanto éxito. Aunque desgraciadamente puede ser que no siga esa cordialidad entre nuestros principales jefes, según me informan algunos que han venido, y algo que me dejó traslucir el general González, pero que no quise exigirle saber lo que él de su propia voluntad no quisiere decirme, creo que entre los generales Antonio Villarreal y Murguía hubo un fuerte disgusto que aun ha quedado así. Al terminar de arreglar esto creo que mi principal papel es armonizar a todos los jefes en favor de nuestro jefe superior en ésta y más aún en favor de nuestro Primer Jefe, pues si la primera me fuere del todo imposible, porque (los) creo que llegaron hasta el desafío o cerca de él, sí, no me será difícil hacerles comprender que el premio de sus sacrificios está delante y duradero para que se prepare ese camino, con sus muestras de nobleza y buen criterio: que una nubecilla interpuesta en el camino ¿quién no la hemos tenido? Así que espero que todo se arreglará satisfactoriamente. Aprovecho la oportunidad para decirte que el general González ya se alejó al licenciado De la Garza. En fin, hermano, yo trabajaré como siempre lo he hecho en silencio; sé que ante el mundo

este medio, de trabajar no luce, pero sé también que ése es mi deber para contigo y debo a toda costa de cumplir con él. Con respecto a lo que me dices de Pepe, al llegar a aquellos lugares yo mismo tomaré las indagaciones del caso y procuraré esclarecer en lo posible si fue Pepe o no a quien le dieron las descargas el enemigo. Y si hay alguna prenda que justifique que él haya sido, pues aunque hay todas las probabilidades, sin embargo a nadie hasta hoy le consta haber visto su cadáver. Con respecto al señor Gavira, Rosales, y demás recomendados, ya los mandé en automóviles hasta Ciudad Victoria y llegaron desde antier. Así como a todos los demás recomendados, sólo me quedan por mandar al señor Cosío Rovelo y 8 personas más que han venido y que se devuelven para seguir la campaña que hubieran dejado pendiente. Teníamos un rezago aquí de más de 20 personas entre tus recomendados y otros que como te digo han llegado por parque, etc., y que he tenido que devolverlos ofreciéndoles poner una existencia de parque en Ciudad Victoria, para que nadie tenga que venir hasta acá. A este propósito te diré que hemos encargado cerca de 2 millones de tiros con el objeto antes indicado, y a medida que vaya pasando se les irán mandando para aquel lugar para formar el depósito indicado, por supuesto que esperamos también tener una poca de seguridad de aquel lugar para llevar a efecto este proyecto. Me informa una empleada secreta que tengo en el otro lado, que sale para ésa un individuo alto, delgado y blanco, de edad de unos 40 años, ojos grandes borrados, de nombre Agrás Gutiérrez y que dicho individuo lleva el propósito de ir a ofrecer sus servicios a tu lado con mala intención; debe de llegar de mañana a pasado si no es que se demore en el camino, ten cuidado, la persona que me lo dijo es verídica y está entre ellos, es decir, entre los enemigos que forjan planes y complots en nuestra contra. En fin, hermano, que te conserves bien son mis deseos. Tu hermano afmo. y S. S., Jesús Carranza. Hermano: Se me pasaba decirte que se prepara el ataque sobre Laredo que creo con seguridad que se tomará y luego tal vez sobre Piedras Negras a fin de dejar limpio de enemigo todas estas fronteras al tener que avanzar al desarrollo del plan general sobre Saltillo y Monterrey, etc. En mensajes te estaré comunicando las novedades ocurridas. Vale. Jesús Carranza. Matamoros, diciembre 29 de 1913. Señor Venustiano Carranza.

Hermano: Con frecuencia recibimos mensajes o cartas tuyas referentes a quejas que te dan algunos extranjeros, con respecto a sus intereses. Ya comprendo que todo esto te debe de molestar profundamente; más aún porque tú eres el único responsable de todo cuanto mal se haga. Es decir, ante la opinión pública. Yo no sé cómo andarán los demás (aunque creo que muy bien), pero lo que toca a mí ya comprenderás lo que me debo de cuidar en ese sentido; muchas veces mejor pecando de débil, que comprometiendo la situación, porque de lo primero yo soy el responsable; lo segundo recae sobre ti. Así que cuando un asunto se presenta sin las pruebas bastantes para proceder, lo resuelvo como te digo, más bien a satisfacción del interesado que en beneficio de la causa. Pero desgraciadamente en la cuestión política que se nos presenta casi no hay rico que no sea culpable, unos ya por la parte directa que tomaron, otros por las simpatías marcadas en favor del huertismo y los más que protestan no haber tomado parte ninguna y espontáneamente nada ofrecen a la causa, lo que no los acusa de neutrales, sino de simpatizadores del huertismo o del egoísmo más injustificado, pues esperan que con el sacrificio de vidas e intereses de todos los demás quedarse ellos agazapados para disfrutar a la hora de la mesa puesta sin haber sufrido la menor pena y quizá burlándose de nosotros por su habilidad. Todo extranjero en mi concepto que ha formado su capital en el país, educado a sus hijos y lucrado de alguna manera al amparo de nuestras leyes, debería en caso de guerra ayudar a conseguir la paz sacrificando algo como todos los demás a fin de tener igual derecho en las alternativas que sufra el país, pues de otra manera en dos o tres revoluciones el país entero quedaría en manos extranjeras que serían las únicas que se conservaban íntegras para estar haciendo operaciones dentro de la Revolución y al triunfo de ella dentro, porque como pasa ahora ellos son los que están comprando todo el ganado que se exporta fuera del país, y después del triunfo, porque los que andamos luchando, nos quedamos pobres, siendo los vencedores; ¿cómo quedarán los vencidos? O si dejamos a éstos con las consideraciones del caso, ¿no volveremos a vernos envueltos en otra guerra intestina, pero después? Yo como bien lo sabes, soy partidario de la clemencia y la observo a cada momento sin querer, pero temo que al fin nos dé mal resultado. Es muy difícil pronosticar lo que venga en el porvenir procedente tan sólo de la observancia que ahora implantemos. Te lo dejo a tu buen juicio resolverlo y se hará como lo ordenes jugando el todo por el todo. Ya sabrás lo que se dice que están haciendo los bandidos huertistas con nuestras ancianas hermanas; para salvarse de que nuestras tropas les vuelen los trenes o ataquen o interrumpan sus movimientos. Mi hermano Sebastián y yo pensamos poner un párrafo en la prensa para contrarrestar semejante atentado que sin embargo de en nada comprometer más la situación de ellas siquiera les sirva de algo el sacrificio, ya ante la historia, ya ante la ansiedad que ni aun los mismos suyos pueden aprobar tal proceder, y al mismo

tiempo nos sirve a nosotros tal publicidad pues sin agravar en nada el caso como te digo, se nos presenta con poca diferencia como el de Régules al tener que disparar sobre su familia, más fácil y de menos peligro éste para nosotros, y de un resultado idéntico pero para conocer tu aprobación, o modificaciones que le quieras hacer, te lo mandamos para que en caso favorable lo firmes por nosotros y le des publicidad. Y además a ti toca ese acto, para dar una prueba más de tu entereza, que en el lugar que ocupas no tendrá calificativo. Tratando de otra cosa, tus enviados han salido a tiempo y ahora acaba de llegar Segura con el genera [sic] José Hernández que viene a llevar parque y armas para fomentar la Revolución en la Huasteca y sobre todo incomunicar las líneas ferrocarrileras que tanto mal nos han causado. Yo creo que en unos seis u ocho días lo despacharemos, pues Segura le dio las carabinas, que son 200 y 50 000 cartuchos y yo le daré otros 50 000 para que se vaya lo más pronto posible. En estos días se nos habían agotado las entradas de dinero por el mal tiempo que ha hecho por acá, pero antier empezaron de vuelta y ya hemos vuelto a respirar nuevamente, pues ya no encontrábamos la puerta con tanto gasto. Creo que volveremos a estar bien de fondos en lo sucesivo y podremos cubrir el pedido de 2 millones de tiros que se han encargado, además de 300 000 que hemos mandado ya a diferentes fuerzas. Esta carta te la estoy escribiendo a las 5 de la mañana, única hora tranquila para hacerlo. Espero sólo que lleguemos al triunfo de la causa para irme a descansar haciendo adobes, etc., en nuestras propiedades. Ya no quiero más política y entiendo que a ti te pasará lo mismo o peor con tanto trabajo y tanta responsabilidad. En fin, hermano, puede ser que olvide algún asunto de qué tratarte en esta carta, pero está seguro que no habrá nada que no atienda debidamente en tu nombre pues nada me preocupa más que eso con lo que creo estarás tranquilo. Tu hermano afmo., Jesús Carranza.

Editorial del licenciado Isidro Fabela, diputado al Congreso de la Unión, publicado en el periódico El Demócrata, haciendo ver a los miembros del Congreso americano que don Venustiano Carranza es el defensor de los principios constitucionales. [A. I. F., F9-96-4.]

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A LOS HONORABLES MIEMBROS DEL CONGRESO AMERICANO Una palabra vuestra puede salvar a una República, una palabra vuestra puede perderla. Meditad vuestro voto. De una parte está la justicia; de la otra el crimen. Un pueblo que tiene derecho a ser libre, decide en estos momentos su porvenir. Dejadlo que progrese, en nombre de la Justicia. Somos un pueblo joven que lucha por la conquista de grandes principios; no tenemos sed de sangre, tenemos ansia de libertad. Somos revolucionarios porque es necesario; porque toda conquista libertaria se consigue con revoluciones. No hacemos sino seguir el ejemplo de los grandes países: de Francia, de Inglaterra, de los Estados Unidos. No pedimos gracia, pedimos justicia, y como ésta no la podemos lograr por medio de razonamientos, vamos a conseguirla por medio de las armas. Pensad que a los tiranos no se les convence, sino que se les vence, que los asesinos no usan el silogismo para vivir, sino el puñal para matar. La patria de Washington, de John Brown, de Lincoln y de Woodrow Wilson nunca estará de parte de los traidores y de los asesinos; y sí estará siempre de parte de la libertad. Nosotros, los constitucionalistas mexicanos, no somos rebeldes, no peleamos contra un Gobierno legalmente constituido; somos revolucionarios, tenemos la herencia gloriosa del apóstol Madero; esa herencia es nuestro orgullo, se llama: la Constitución. Venustiano Carranza, que lleva entre sus manos el pabellón tricolor, es el defensor de los principios constitucionales. Señores senadores: ¿sabéis quién es Venustiano Carranza? Venustiano Carranza es la Ley; es el símbolo de la Justicia; es, en estos momentos solemnes de nuestra historia, la encarnación de la patria. ¿Por qué? Escuchadme. Porfirio Díaz era un tirano; un tirano que reinó en México treinta años. Las tiranías no pueden ser eternas. Como los griegos en la época de Pisistrato, todo lo teníamos los mexicanos bajo Porfirio Díaz: paz, riquezas, mejoras materiales, todo, menos lo que da a todo eso la salud del alma: la libertad. Éramos ricos, pero esclavos. Nuestras cadenas eran de oro, pero eran cadenas.

Entonces, surgió un hombre, mejor dicho, un apóstol, que dirigiéndose al pueblo le recordó que debía ser libre, que cada mexicano debía tener derechos políticos; que la Constitución de 1857 no era una curiosidad histórica, sino un sagrado Código político que debiera ser puntualmente cumplido. El pueblo siguió al apóstol y el dictador cayó. Después, Madero fue electo Presidente de la República Mexicana por el voto casi unánime de mis compatriotas. Ahora bien, señores senadores, el Presidente Constitucional de México fue preso por Huerta; fue traicionado por Huerta; fue asesinado por Huerta, y, ahora, el traidor y asesino Huerta es el Presidente de nuestra República. Victoriano Huerta en la Presidencia de la República de México es un atentado a la civilización del siglo XX. La usurpación de Huerta es una verdad indiscutible. ¿Por qué? Por varias causas. Primera. Huerta aprehendió al Presidente Constitucional de la República, cometiendo un delito que merece pena de muerte. Segunda. Obligó con amenaza de muerte al Presidente y al Vicepresidente a que renunciaran sus cargos. Esa renuncia no fue libre y es nula. Tercera. Los diputados mexicanos al Congreso General, al aceptar las renuncias del Presidente y Vicepresidente, no votaron con libertad; fueron obligados por la fuerza de las armas a aceptarlas. Esas renuncias son nulas. Cuarta. El ministro de Relaciones, Lascuráin, no obró con libertad al nombrar a Huerta ministro de Gobernación y renunciar él su puesto, para que el traidor subiera a la Presidencia. Ese nombramiento y esa renuncia son nulos de pleno derecho. Voluntas coacta, voluntas non est. Huerta es un usurpador, no un Presidente. Si siguiera en el poder, continuaría asesinando a la Ley, a los hombres, a la Justicia y a la Moral. Por humanidad todos los hombres, por patriotismo todos los mexicanos, debemos trabajar, cada uno en la esfera de nuestras facultades y de nuestros derechos, por arrojar a Huerta de un poder que no le pertenece. Por último, señores senadores, si Huerta ha querido hundir a la República, Venustiano Carranza de un charco de sangre ha levantado la Constitución. Es el nuevo Juárez de nuestra historia, y como Juárez, salvará a la patria de una tiranía. Cuenta para ello con la República honrada. Sólo que para derrumbar al usurpador, nos sobran hombres pero nos faltan armas. Recordad que contra las tiranías no hay más derecho que el de la fuerza. Tenemos el pueblo pero el pueblo necesita armas. No dejéis ahogar la libertad de un pueblo americano. No dejéis que perdure una lucha fratricida. Pensad que las armas que los constitucionalistas compran con tantos sacrificios a fuerza de ayunos y privaciones son decomisadas en la frontera. En cambio el verdugo puede importar fácilmente armas europeas. ¿Es esto justo? No.

Necesitamos fusiles. Con fusiles, Justicia y Ley, venceremos pronto. Cañones no necesitamos. Tenemos los del enemigo, como dijo Garibaldi a sus “camisas rojas”… En nombre de vuestro honor, de la historia de vuestra patria y de la humana justicia, debéis estar con los constitucionalistas. Así será por la nobleza de vuestro espíritu. Y, entonces, junto al apotegma de Monroe, “América para los americanos”, el Gobierno del presidente Wilson escribirá ante la historia: América para la Libertad. Cuartel General de Piedras Negras, Coah., agosto 10 de 1913.Isidro Fabela, diputado al Congreso de la Unión. El Demócrata. Eagle Pass, Tex., domingo 10 de agosto de 1913.

Manifiesto de los generales Pablo González, Jesús Carranza, y otros, fechado en la ciudad de Piedras Negras, Caah., condenando la actitud del general V. Huerta, que provoca la intervención del Gobierno norteamericano en asuntos del país. [A. I. F., F9-59-3.]

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PRENSA ASOCIADA Y PARA TODOS LOS PERIÓDICOS QUE QUIERAN PUBLICARLO Piedras Negras, Coah., agosto 11 de 1913. Por los últimos mensajes que hemos recibido de nuestros agentes confidenciales en Washington, sabemos que la insolente actitud del usurpador Victoriano Huerta ha ocasionado tal intervención de parte del Gobierno de la Casa Blanca en nuestros asuntos interiores, vuelve a presentarse con recios perfiles de posibilidad; Huerta, con premeditación de su perfidia ingénita provoca la intervención; la espera, la quiere, convencido de su impotencia ante el esfuerzo gallardo de un pueblo que se propone castigar la traición, y enaltece reconquistando las libertades, convencido de que se acerca a pasos agigantados el fin de su trágico poderío, busca en lo fantástico de su cerebro turbado por perpetua orgía de sangre y alcohol, un gesto de bravo que vindique sus crímenes y disculpe su inminente desastre. Próximo a hundirse como el más vil de los salteadores del poder, se desespera por encontrar el pretexto aunque sea burdo y alevosamente fraguado, que lo armen… paladín de la patria. Por eso fomenta odios contra los norteamericanos, por eso simula alianzas con los japoneses, por eso amenaza con la expulsión de Mr. Lind. Quiere que los Estados Unidos invadan a México, para transfigurarse ante sus compatriotas, de tirano en defensor de la integridad nacional, sin que lo contenga en su malvado empeño ni la más leve consideración de patriota, como nada le importa empujar su país a los horrores de una guerra extranjera, como nada le importa volcar el combustible voraz de su ambición y su indiferencia, sobre la hoguera de la contienda civil que nos devasta. Pero los gobernantes de la nación americana antes de recoger el guante que les arroja un hombre sin honor y sin conciencia, deben pensar que Huerta, el usurpador y asesino de nuestro Presidente constitucional, no representa a México bajo ningún concepto. Que los mexicanos, sus víctimas, no somos, no podemos ser responsables de sus bellaquerías. Por lo tanto, lo humano, lógico y más conveniente es que los Estados Unidos tuvieran en cuenta ciertas circunstancias de injusticia de que han hecho víctimas a los hombres que defienden la legalidad de México, garantizando a éstos las franquicias que concede el derecho internacional para que se robustecieran y en breve plazo aniquilaran a Huerta, enemigo común de los Estados Unidos y del movimiento constitucional. La complicidad del embajador

Wilson en el cuartelazo determinó la ruptura del régimen constitucional en nuestra República y la inexplicable prohibición de que se provea en los mercados americanos, de pertrechos de guerra el Ejército Constitucional, que lucha por un poder cuya legitimidad ha desconocido tenaz y justamente el presidente Wilson, son las parcialidades a que arriba nos referimos y que han contribuido a agravar la dolorosa situación que aflige a México. La actitud que anhelamos no es otra que el reconocimiento de un derecho que se nos debió haber permitido ejercitar desde el día en que Huerta defeccionó para asaltar la Presidencia de la República. El derecho inalienable de que importen armas los soldados constitucionalistas. Que se nos conceda esa prerrogativa, consagrada bajo las actuales circunstancias, por todos los derechos y la pronta e inevitable caída de Huerta, volverá a nuestra patria la tranquilidad orgánica de los pueblos cultos, y se fortalecerán los vínculos de cordialidad y afecto que deben unir a las dos naciones hermanas que bañan sus fronteras en el río Bravo. Confiamos en que los ciudadanos libres de la Unión Americana se guiarán en estos momentos de angustia para nuestra patria por alto espíritu de justicia, y en vez de la intervención, que para todos será desastrosa, sabrán reclamar y conseguir que a los constitucionalistas nos sea concedida la beligerancia. General brigadier Pablo González; General brigadier Jesús Carranza; Coronel Antonio I. Villarreal; Teniente coronel licenciado Pablo de la Garza; Teniente coronel Francisco Murguía; teniente coronel Teodoro Elizondo; teniente coronel Alfredo Ricaut; todo el gremio ferrocarrilero.

Excitativa Parlamentaria presentada a La Cámara de Diputados de la XXVI Legislatura, fechada en la ciudad de Piedras Negras, Coah., sobre la responsabilidad de la aceptación de las renuncias del Presidente y Vicepresidente de la República, don Francisco I. Madero y don José María Pino Suárez, el 19 de febrero de 1913.

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A LA CÁMARA DE DIPUTADOS DE LA XXVI LEGISLATURA: El Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos tiene ante la historia de nuestra patria una grave responsabilidad: la aceptación de las renuncias del Presidente y Vicepresidente de la República, don Francisco I. Madero y don José María Pino Suárez. Ni por razones de necesidad nacional, ni igualmente, ni ante los principios de la justicia absoluta, puede fundarse el expresado acto parlamentario. Don Francisco I. Madero ha sido en nuestra historia política el Presidente de la República mejor electo. Ninguna elección democrática en nuestros anales puede compararse a la suya. La oportunidad de su obra apostólica, la sinceridad de sus doctrinas, sus energías de luchador y revolucionario, el desinterés de su conducta y su noble magnanimidad le abonaron con largueza ante un pueblo oportunamente preparado para recibir con todo el entusiasmo de su alma al redentor de una pesada dictadura. Así fue; y por eso, ante los preceptos escritos de la Ley y ante los principios de la democracia, la elección casi unánime del señor Madero fue inatacable. Subió al poder por la voluntad soberana del pueblo. ¿Quién tenía derecho a arrebatarle su augusta investidura? Nadie, ni el pueblo mismo. Sólo él, por virtud del artículo 82 de nuestra Constitución, tenía facultades para renunciar su alto cargo ante la Cámara de Diputados, que podría aceptar tal renuncia sólo por una causa grave. Ahora bien: las renuncias presentadas a la Cámara la tarde del 19 de febrero de 1913, por los ciudadanos Presidente y Vicepresidente de la República ¿eran admisibles, debían ser admitidas? No, en absoluto. Ninguna de las personalidades que se atrevieron a pedir al señor Madero que renunciase la Presidencia tenían derecho alguno para tan absurda demanda. Algunos de sus secretarios de Estado, antes de su prisión y durante el cuartelazo, cometieron la debilidad de aconsejar al primer magistrado de la nación que renunciara por razones de salud pública, sin comprender que el movimiento rebelde era aislado y producido, no por un acto plebiscitario, sino por la reacción

conservadora representada por los fuertes intereses creados de los grandes responsables llamados científicos; por la ambición y la rabia de algunos militares favoritos del dictador Díaz, y por el despecho y el rencor de los herederos de una especie de dinastía que se creía inacabable. Porque el cuartelazo de la Ciudadela no fue una revolución, sino una asonada militar; y nunca en la historia del mundo los cuartelazos han llevado en sus bayonetas envenenadas de odios y despechos la voz de todo un pueblo. Los señores secretarios de Estado que opinaron por la renuncia no obraron patrióticamente. Su deseo estaba informado, no en necesidades sociales sino en un espíritu de conservación personal. Los señores diplomáticos que se permitieron insinuar al Presidente Constitucional de la República Mexicana que debía renunciar su cargo, cometieron un acto de osadía pleno de ignorancia y de falta de respeto. Ninguna ley de Derecho internacional público; ninguna práctica diplomática autorizan a un ministro extranjero a inmiscuirse en los asuntos políticos esencialmente internos del país del cual están acreditados. Afortunadamente, el presidente Madero con gallarda entereza supo acallar con palabras de razón, de dignidad y de justicia las pretensiones absurdas de la necedad diplomática. Y principalmente algunos de los señores senadores al Congreso de la Unión, sin ningún apoyo constitucional y solamente guiados por una perversidad sutil, hija del miedo y de la conveniencia personal, aconsejaron la traición y fueron el sostén político del atentado Huerta-Díaz. Ellos tendrán que responder, no sólo ante el fallo mediato de la historia, sino ante los tribunales competentes, acerca de la responsabilidad criminal que les resulta en la ruptura del orden constitucional de nuestra República y en la muerte infamante del apóstol Madero. Estos antecedentes fueron la causa determinante de los crímenes que Huerta tenía premeditados y resueltos desde que fue nombrado por el propio señor Madero jefe de la División del Norte. Al aprehender Huerta al Presidente y Vicepresidente de la República y arrancarles por la violencia la renuncia de sus altos cargos, cometió los siguientes delitos: El de rebelión. Art. 313 del Código de Justicia Militar: Serán castigados con la pena de muerte los militares que, sustrayéndose a la obediencia del Gobierno y aprovechándose de las fuerzas que manden o de los elementos que hayan sido puestos a su disposición se alcen en actitud hostil para contrariar cualquiera de los preceptos de la Constitución Federal. Art. 1095 del Código Penal: Son reos de rebelión los que se alzan públicamente y en abierta hostilidad: Fracción IV. Para separar de su cargo al Presidente de la República o a sus ministros.

Fracción V. Para sustraerse de la obediencia de Gobierno en toda o una parte de la República o algún cuerpo de tropas. Fracción VI. Para despojar de sus atribuciones a alguno de los Supremos Poderes, impedirles el libre ejercicio de ellas o usurpárselas. Usurpación de funciones. Capítulo II del Código de Justicia Militar: Extralimitación de mando o usurpación de él o de comisión o funciones del servicio o nombre de los superiores. Art. 271. Todo militar o asimilado que tome un mando o comisión del servicio o ejerza funciones de éste que no le correspondan, sin orden o motivos legítimos, o que contra lo dispuesto por sus superiores retenga un mando o una comisión siempre que no hubiere abusado de una o de otra, perjudicando gravemente a los intereses del servicio o al éxito de las operaciones, será castigado con prisión de dos a cinco años. Si se ocasionare ese perjuicio se duplicará la pena, y si ocasionándose ese mismo perjuicio la usurpación de que se trata se hubiese efectuado al frente del enemigo, en marcha hacia él… la pena será la de muerte. (Después de cometer estos delitos y de haber aceptado la Cámara de Diputados las renuncias del Presidente y del Vicepresidente de la República, el reo Huerta, faltando a su honor de soldado, a su dignidad de hombre y al respeto que debía al primer magistrado de la República, jefe del ejército, perpetró el delito de homicidio en contra de las personas siguientes: Francisco I. Madero; José María Pino Suárez; Gustavo A. Madero, diputado al Congreso de la Unión; Abraham González, Gobernador Constitucional del Estado de Chihuahua; general Gabriel Hernández; general Ambrosio Figueroa; Adolfo Bassó, intendente de las residencias presidenciales; general Camerino Mendoza, y últimamente a los diputados Edmundo Pastelín, Néstor Monroy, Serapio Rendón y A. G. Gurrión, sin contar otros centenares hasta hoy desconocidos.) Ahora bien, al ser presentadas a la representación nacional las renuncias de los señores Madero y Pino Suárez, todos vosotros, señores diputados, como la República entera, tuvieron conocimiento perfecto de las circunstancias precedentes a la sesión del 19 de febrero, sabían que Huerta era reo de varios delitos que merecían pena de muerte, y sin embargo de esto fuísteis a la Cámara, y no sólo fueron aceptadas por vosotros unas renuncias arrancadas con amenazas de muerte, sino que cometísteis el atentado inexcusable de autorizar con vuestra presencia la usurpación que del Poder Ejecutivo de la República hiciera Victoriano Huerta. Políticamente no tenéis ninguna exculpante en vuestra culpabilidad. Bien es cierto que muchos de vosotros, los renovadores honrados, obrásteis de buena fe, creyendo que vuestro voto salvaría la vida del presidente Madero. Pero examinando serenamente el caso, no teníais ningún derecho para pasar por encima de la ley. Primero son los principios que la vida de un hombre. Y vosotros altruístamente,

pero con una confianza imprudente, sacrificásteis a la justicia y al honor nacional por salvar a nuestro apóstol, resultando al cabo y al fin muerto don Francisco I. Madero, maltrechos los principios y vosotros en ridículo y con tremendas responsabilidades históricas. Esto sin contar con lo que la opinión pública severamente afirma de la actitud del Parlamento. Dice que vosotros por temor de perder la vida o la libertad, aceptasteis dichas renuncias: excusando vuestro voto con la salvación de dos vidas. Si en realidad el miedo grave fue el causante de aquel acto, probablemente los asistentes a la sesión del 19 de febrero, ante los preceptos del Código penal no son culpables; pero ante el pueblo y ante la historia, la responsabilidad colectiva existe. Esto es porque precisamente en los momentos difíciles el pueblo exige de sus representantes actos de heroísmo. Porque el pueblo sabe que las páginas de la historia de todos los países ostentan honrosamente millares de episodios en que los buenos ciudadanos sacrifican sus vidas en aras de la patria. No, no supisteis algunos diputados cumplir con vuestro deber de representantes del pueblo. Y no cumplisteis con vuestros deberes algunos de vosotros, no especialmente por falta de heroísmo, que no todos los hombres nacen héroes, sino porque hay algo más grave y absolutamente inexcusable en vuestra conducta: vuestra asistencia a la Cámara de Diputados la tarde del 19 de febrero. Si no sentisteis en vuestros espíritus las energías y resolución necesarias para afrontar una situación difícil que salvara los principios y el decoro parlamentario ¿por qué fuisteis a la Cámara? Si sabíais que al cumplir con la ley, aunque poco probable, era posible un atentado en contra vuestra y no sentíais fuerzas bastantes para desafiar el peligro ¿por qué asististeis a la sesión del 19 de febrero? ¿Que esto era difícil por la vigilancia y el apremio policíacos? Pues qué ¿ni las dificultades creisteis obligatorio zanjar de alguna manera cuando en aquel momento histórico naufragaba sin vuestra intervención la legalidad del Estado? O acaso, señores compañeros, ¿creisteis salvar a la patria deshaciendo con un voto lo que el pueblo mexicano hiciera en el más solemne plebiscito de nuestra historia política? Señores diputados: vuestra responsabilidad es grave, no sólo porque entraña una de nuestras vergüenzas históricas; no sólo por lo que tiene de injusta e ilegal, sino por las consecuencias que vuestros actos han traído a la República trascendiendo en inmensas desgracias nacionales. Vuestro voto ha dado ante el mundo apariencias de legalidad a un Gobierno de asesinos. Vuestro voto ha sido la causa de que las naciones extranjeras hayan reconocido un Gobierno fundamentalmente ilegal, dándole una fuerza moral que no merece.

Vuestro voto ha hecho que los Estados Unidos de Norteamérica todavía se manifiesten remisos en reconocer a los constitucionalistas la beligerancia que nos daría una victoria rápida. Por consiguiente, algunos de vosotros, señores diputados, sois principales culpables en la prolongación de esta guerra a muerte entre el pasado y el porvenir, entre los conservadores y los progresistas, lucha en la que palpitan dos pasiones irreconciliables: el odio del delito y un ideal de libertad. Es cierto, compañeros, que la actitud de muchos de vosotros después del cuartelazo ha sido digna: pero vuestra dignidad, aparte de exponeros al peligro, ha sido estéril. Para que vuestra oposición fuera eficaz necesitaría ser temeraria y resultaría al fin de martirio. Finalmente, señores diputados, o estáis con Huerta o estáis con la Revolución; o estáis fuera de la ley sancionando con vuestros actos de presencia los actos de un usurpador. Vuestro sitio, el que os señala vuestro amor de patriotas, vuestro honor de mexicanos y vuestra dignidad parlamentaria no está en la Cámara de Diputados, no está en la capital de la República, sino al lado de Venustiano Carranza, encarnador del régimen constitucional. Aún es tiempo, señores diputados, de atenuar vuestras faltas y dejar a salvo ante el porvenir nuestro honor parlamentario. Es preciso que no olvidéis que es imperiosa, que es urgente la cooperación de todos vosotros al derrumbamiento de la dictadura criminal que ha asaltado el poder. ¿Cómo? No autorizando con vuestra presencia los actos legislativos de un Gobierno espurio. Seguid el ejemplo del pueblo, que comprendiendo sus deberes cívicos y sus derechos políticos, ha sabido contestar los crímenes más tremendos de la historia contemporánea muy dignamente, por medio de una verdadera Revolución que sintetiza sus ideales en la redención política, social y económica que reclama ardientemente desde el año 1910. Piedras Negras, Coahuila, a 25 de agosto de 1913. Diputado Isidro Fabela.

Sugestiones hechas por el “Comité Constitucionalista de París”, presidido por el señor Miguel Díaz Lombardo, al agente confidencial constitucionalista en Washington, D. C., sobre la posibilidad de celebrar un armisticio con el llamado Gobierno de Huerta, sobre la designación de Presidente interino de la República. [A. I. F., F9-45-XXV.]

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JUNTA CONSTITUCIONALISTA MEXICANA. París En sesión de hoy el Comité Constitucionalista de París, después de un examen detenido de los telegramas recibidos en Europa acerca de los últimos acontecimientos políticos concernientes a la misión Lind y a la celebración de un armisticio entre el Partido Constitucionalista y el llamado Gobierno de Huerta, en vista de que de los últimos cables se desprende la urgencia de hacer llegar ciertas sugestiones a los directores del movimiento constitucionalista, tomó los siguientes acuerdos: l. Diríjase al agente confidencial en Washington, señor don Manuel Pérez Romero, un cable abierto haciéndole conocer la opinión del Comité de París para que se sirva trasmitirla al jefe del movimiento constitucionalista, y tomarla en consideración en su oportunidad. 2. Diríjase aviso al mismo agente con la copia del telegrama. Y en cumplimiento de ello, tengo el honor de acompañar a usted el texto de los acuerdos tomados. París, 29 de agosto de 1913. El secretario, Carlos Barrera. El presidente, Miguel Díaz Lombardo. Al

señor don Manuel Pérez Romero, agente confidencial Constitucionalista en Washington, E. U. A.

del

Partido

Manuel Pérez Romero, agente confidencial en Washington: Comité Constitucionalista opina: que el partido no puede reconocer que exista ni aun como de facto el llamado Gobierno de Huerta, a quien considera sólo como el jefe de una banda armada que se ha apoderado de la capital y de algunas ciudades en donde ha hecho sentir el peso de su autoridad por medio de actos criminales, asesinatos, corrupción, violación de garantías. Tampoco puede reconocer como constitucionales los actos de los poderes federales, Legislativo y Judicial que de

grado o por fuerza se prestaron a dar una apariencia de legalidad al atentado cometido contra las instituciones, por Díaz, Huerta, Mondragón, etc. En el mismo caso se encuentran los gobiernos de los Estados que han reconocido a Huerta o cuyos gobernadores han sido designados por él. Menos aún puede prescindir el Partido de su programa, establecido en las bases de Guadalupe, de restaurar el orden constitucional que dejó de existir al ser hecho prisionero el presidente Madero, ni de proceder al enjuiciamiento de los autores de los atentados de febrero contra las autoridades legítimas. Debe, por lo mismo, resueltamente, llevar la lucha hasta el fin, antes de consentir en una transacción que pueda afectar los principios en que se inspira el movimiento constitucionalista. No obstante esto, y para el solo efecto de poner término a la lucha armada y al derramamiento de sangre, podría aceptarse, sin intervención extraña, una suspensión de hostilidades sobre las siguientes bases: Primera: Designación de una persona para la Presidencia interina de la República. Esta persona tomará posesión sin formalidad constitucional, esto es, no será designada mediante su previo nombramiento de ministro de Relaciones de Huerta, ni protestaría ante el Congreso, sino ante la Comisión encargada de redactar el armisticio. Segunda: Ninguna de las personas que tomaron participación directa o indirecta en la rebelión de febrero, ni ninguna persona militar o civil que hayan reconocido a Huerta, podrán ser designadas para el cargo de Presidente provisional, ni de ministro, gobernador de Estado o comandante militar. Tercera: Tampoco podrán ser candidatos a la Presidencia ninguna de las personas comprendidas en el artículo anterior. Cuarta: Dentro de un mes de firmado el convenio y designado el Presidente interino, se procederá a elección de Presidente constitucional, senadores, diputados y magistrados de la Corte, quienes empezarán un nuevo período constitucional. Quinta: El Presidente interino, asistido de una Junta nombrada por mitad por el Ayuntamiento de la capital y por los representantes del Partido Constitucionalista, designará los magistrados de la Suprema Corte de Justicia, quienes funcionarán como tales hasta que hayan sido calificadas las elecciones por la nueva Cámara de Diputados, conforme a las leyes vigentes. Igual cosa para los gobernadores. Sexta: La nueva Cámara, al decretar una ley de amnistía determinará sus efectos así como los delitos que quedarán excluidos de ella; entretanto no podrá procederse judicialmente contra ningún individuo de los partidos en lucha, por delitos políticos cometidos hasta la fecha del convenio. Para dar mayor fuerza a este convenio, se invitará a los revolucionarios del Sur. Séptima: Restablecido el orden constitucional, se llevará a cabo el programa de la Revolución de 1910. Octava: Provisionalmente la capital de la República se trasladará a otro lugar,

hasta que todos los poderes constitucionales hayan quedado instalados y se procurará, para el libre funcionamiento de las autoridades, que en la ciudad no haya más fuerzas que las estrictamente necesarias para conservar el orden. …[*] comité que cualquiera transacción sobre otras bases no traerá con… del país; por lo que deberá desecharse en interés de éste y… El Comité entiende que para tratar con el llamado Gobierno Federal, debe eliminarse la personalidad de Huerta y de cualquiera de sus ministros. Miguel Díaz Lombardo. Manuel Lizardi. Manuel Álvarez Rul. Atl. Miguel Díaz Lombardo. Luis Quintanilla. Carlos Barrera.

[*]

copia.

Los puntos suspensivos indican las frases o palabras que faltan en el documento de donde se hizo esta

Carta del licenciado José Vasconcelos, fechada en San Antonio, Tex., dando cuenta a don Venustiano Carranza de haber recibido su credencial como representante de la Revolución constitucionalista, que ésta no puede ser puramente militar, sino que debe complementarse con medidas de organización civil, y que si se prolonga uno o dos años puede considerársele como un fracaso. [A. I. F., F9-59-42.]

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San Antonio, Tex., septiembre 19 de 1913. Señor don Venustiano Carranza, jefe de la Revolución Constitucionalista. Hermosillo. Muy distinguido señor y amigo: En Londres tuve el honor de recibir credencial firmada por usted autorizándome para que representase a la Revolución constitucionalista, con la mira de estorbar las negociaciones emprendidas por los agentes de Huerta para obtener un empréstito. De acuerdo con una junta que con el mismo objeto organizaron en París los señores Lizardi, Díaz Lombardo y Sánchez Azcona, trabajé, durante cerca de dos meses, visitando banqueros y funcionarios en Londres. Procuré inspirar desconfianza acerca de Huerta, y los triunfos constitucionalistas en esa época en Guaymas, en Durango y en Matamoros facilitaron a tal grado nuestra labor que un empréstito ya consumado con Huerta, a pesar de su ilegalidad como gobernante, vino a quedar sin efecto práctico. Si fue fácil estorbar a Huerta, no avancé mucho preparando el terreno en favor de la Revolución, porque todas las personas con quienes hablé se empeñaron en considerarla desunida, sin miras definidas y sin probabilidades de éxito definitivo a causa de su desorganización. El Plan de Guadalupe, que fue el único documento que pude mostrarles, fue juzgado como una proclama revolucionaria, pero se empeñaban en que yo les demostrase cuál habría de ser la orientación política y social de la Revolución después del triunfo. Cuando regresé de Europa, usted se dirigió al Sur. Entonces pasé a Sonora por unos días y regresé a ésta con el objeto de esperar una oportunidad de comunicarme con usted y ponerme de nuevo a sus órdenes. Actualmente la situación de nuestro país me parece tan grave, que he creído un deber no sólo de partidario sino de mexicano, expresarle francamente mis juicios y me tomo la libertad de hacerlo, en la forma siguiente: Toda revolución tiene dos aspectos principales: el político y el militar. La Revolución constitucionalista ha sido eminentemente militar en el sentido de que ha

confiado su triunfo, más a la fuerza de las armas que a la propaganda de ideas y a las medidas de política y de administración. Propiamente no ha habido gobierno ni administración revolucionaria. Ha habido levantamientos armados poderosos y generales en todo el país. Hace tres meses parecía que sería fácilmente barrido el ejército huertista y que la Revolución impondría su voluntad a puño de espada. En esas condiciones, contando con ese poder invencible, estaba justificado que la Revolución, en cierta manera, fuese muda y que se atuviese al Plan de Guadalupe pues habría tenido fuerza sobrada para vencer y después justificarse, en el Gobierno, con medidas enérgicas de justicia y de progreso. Desgraciadamente, la enorme actividad de Huerta aprovechó este período de tiempo para organizar un numeroso y fuerte ejército cuya resistencia tenaz amenaza prolongar la campaña indefinidamente. Aunque la Revolución ha progresado en extensión, porque se han levantado nuevas regiones del país como la sierra de Puebla, el movimiento armado ha perdido vigor por el estancamiento de las operaciones frente a Guaymas y frente a Torreón. La lentitud de las operaciones en estos dos lugares, donde operan los núcleos más enérgicos y más hábiles del movimiento, necesariamente, obliga a pensar en el tiempo indefinidamente largo que la Revolución tardaría en llegar hasta la capital. Y menos mal que en estos lugares se ha conservado un statu quo; que en otras partes, como en Coahuila, desde que usted salió, la cosa camina de fracaso en fracaso. La columna que había derrotado a Rubio no pudo impedir la reconstrucción del ferrocarril de Monclova a Monterrey, no pudo impedir los avances del inexperto Maas, estuvo creyendo que Monclova estaba sitiado y próximo a rendirse por hambre cuando los periódicos de la capital avisaban que a diario corría el tren entre Monclova y Monterrey, y esto era cierto, pero los jefes nuestros vinieron a saberlo cuando ya la columna de Maas estaba reforzada y pertrechada. Posteriormente el jefe Murguía en esa misma región se distinguió por perseguir y acosar sin descanso a la misma columna victoriosa de Maas; pues bien, según se asegura, dos ocasiones este cumplido jefe ha tenido que abandonar posiciones ventajosas, porque se le acabó el parque, porque el resto de la columna, o los jefes de ella, no se ocupan de municionarla convenientemente, con el parque que en abundancia existe, según se afirma, en Piedras Negras. Cuánto he lamentado no ver aparecer en Coahuila, no digo un Obregón, pues jefes de esa talla no hay muchos, pero siquiera un Natera hábil, un Calixto Contreras, atrevido. El sistema de la campaña, en general, actualmente es el siguiente: Los federales se encierran y fortifican en las ciudades; los rebeldes sitian, acosan, o asaltan sin éxito. Esta situación se prolonga por meses, la población de las ciudades sufre por el sitio, se desespera del estado de guerra y anhela únicamente paz a cualquier precio. Viendo que la Revolución no triunfa pronto, pone sus esperanzas y su apoyo de parte del Gobierno, sea el de Huerta, el de Félix Díaz o el de otro cualquiera, pero la Revolución pierde popularidad. Los rebeldes, sin recursos, se ven obligados a cometer actos de zapatismo que los desacreditan cada día más y que recaen a la larga sobre los jefes. Esto explica por

qué en muchas poblaciones del interior se arman los vecinos cuando se aproximan los rebeldes, en vez de que les abran las puertas y los reciban con música como pasaba en 1910. Por su parte el Gobierno de Huerta demuestra igual impotencia, pero entre estas dos debilidades, la situación seguirá interminable y el resultado será que un tercero, quizá el elegido por el Gobierno de Washington, se apoderará de la cosa pública sacrificando o dejando sin satisfacer a ambos partidos. Militarmente hablando, sólo una esperanza miro y es que se apresuren las operaciones frente a Guaymas y una vez consumadas por el general Obregón, jefe verdaderamente notable, ataque Chihuahua y después Torreón aprovechando con su talento militar los buenos elementos de esas regiones. Pero como esto requiere tiempo y no es enteramente seguro, creo que debemos convencernos de que ésta no puede ser una Revolución puramente militar, de sola fuerza armada, sino que debe complementarse con medidas de organización civil, de administración y de política. Si la Revolución dura, como ya lo afirman algunos jefes, uno o dos años, debemos considerarla como un fracaso porque el país y el resto del mundo no van a esperar el desenlace, sino que el pueblo se entregará en manos de un caudillo que le prometa tranquilidad o lo que es más probable, los Estados Unidos intervendrán como ya han empezado a hacerlo por medio de su enviado Lind. Toda mi anterior breve reseña y juicio sobre las operaciones militares en la República no tiende a desanimar nuestros esfuerzos sino a demostrar que la actual ya no puede ser una Revolución de puras batallas sino que debe buscar fuerza complementaria en la organización de un Gobierno y en la propaganda y las gestiones políticas. Hasta ahora la nación entera, casi sin acuerdo previo ha entrado a la lucha, al grito de Viva Carranza, porque el pueblo por instinto ha reconocido en usted al caudillo honrado, enérgico y capaz que la situación demanda, pero esos entusiasmos suelen ser pasajeros, las intrigas y las ambiciones no cesan de minarlos y lo que viene a hacerlos sólidos es la obra, no sólo en la forma valiente del guerrero, lo cual ha hecho usted ya en manera convincente, sino como gobernante, dando buena administración inmediata en las regiones que ocupa la Revolución que encabeza; explicando con detalle la política y la conducta que ha de observarse después del triunfo. En concreto un programa de Gobierno que anime al pueblo, que tranquilice a las clases conservadoras, que las haga ver que usted y la Revolución garantizan los derechos legítimos y que no quedarán como lo temen o pretenden creerlo, a merced del caudillaje o de la chusma desordenada. Garantizadas con un documento de esta clase opondrán una resistencia menos tenaz y se ahorrará la sangre mexicana ya bastante derrochada. Además considero conveniente organizar el Gobierno revolucionario para que adquiera personalidad en el exterior y pueda influir o aun decidir los arreglos que

han de seguirse intentando en favor de la pacificación. Esta necesidad la ha señalado aun el presidente Wilson, en uno de sus informes, cuando lamentó que no tuviésemos una sombra de organización civil, para poder tomarnos más en cuenta, como sinceramente lo deseaba. Creo que con un Gobierno organizado de acuerdo con las necesidades del momento, lograríamos del Gobierno de Washington toda clase de ventajas compatibles con el decoro nacional. Respecto de los habitantes de nuestro país, la Revolución constitucionalista debe demostrarles que su Gobierno es capaz de dar mayores garantías y más respecto a la ley que el Gobierno criminal de Huerta. Hasta ahora, si se exceptúa el caso por todos conceptos notables de Sonora, nuestro movimiento se ha perjudicado con ejemplos de arbitrariedades y atentados. Los jefes ocupan una región y la gobiernan autoritariamente, los tribunales dejan de funcionar y la ley es sustituida por la voluntad de jefes que por muy patriotas que se les suponga, están sujetos a errores y pasiones. Por esta razón, mucha gente de la indiferente, que forma la mayoría poderosa, aún odiando a Huerta lo prefiere a nosotros. Una situación de éstas es indispensable en tiempo de guerra, pero si la guerra se prolonga, el Gobierno militar se hace intolerable y la Revolución pierde simpatías en las regiones mismas que ocupa. Nadie acepta con agrado que su bienestar dependa de la bondad de un jefe sino que es necesario que todo el mundo vea funcionar la ley. Es necesario que las regiones ocupadas por nuestras fuerzas den el ejemplo de buena administración. Nada de esto será posible mientras el Gobierno revolucionario no quede constituido. Si la organización del Gobierno revolucionario ofrece inconvenientes que no se me alcancen, cuando menos creo necesario que usted se establezca en un centro determinado para que pueda estar en contacto directo con los jefes y se acostumbren desde ahora a dar cuenta de sus actos y empresas. De esta manera se lograría también un concierto en la acción que a mi juicio sería muy favorable; en fin, sería usted el cerebro director y necesario en estos casos, pues lo que ha salvado a Huerta hasta ahora es su capacidad y su diligencia. Obrando con unidad se lograría asimismo prestar ayuda a los jefes y a las regiones que más la necesitan, por ejemplo, Gertrudis Sánchez que es tan ameritado y que podría hacer tanto si se le mandase parque por Zihuatanejo. Me he atrevido a distraer su atención con todas estas observaciones porque he visto que casi todas ellas están apoyadas por igual opinión de muchos sinceros correligionarios. De ninguna manera significan el deseo de hacer triunfar interés alguno, pues no soy yo candidato ni lo seré para ningún puesto ni comisión, sólo aspiro a volver a mi trabajo profesional, pero quiero verlo triunfar para bien indirecto mío y del país en general, en forma completa, terminante y rápida. Y los últimos acontecimientos, ojalá yo me equivoque, parecen alejarlo a usted de un triunfo merecido y que estuvo más a su alcance después de la captura de Durango, o todavía aún, después de la batalla de Candela. Con todo respeto me suscribo, afectísimo amigo, correligionario y muy atento S.

S. J. Vasconcelos

Informe rendido por don Francisco García Jr., al licenciado Rafael Zubaran, sobre actividades revolucionarias en los Estados de Yucatán y Campeche. [A. I. F., F9-71-16.]

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Habana, septiembre 21 de 1913. Señor licenciado don Rafael Zubaran. Eagle Pass. Querido Rafael. Te confirmo el cable que te puse ayer que a la letra dice: Castilla intrigando en Washington, solicitó conferencia yucatecos. Éstos salen hoy; llegaron enviados Campeche, gente desmoralizada por frontera Guatemala. “Quebró Banco Central.” Desde luego lo más interesante es tener una dirección segura de ustedes pues tengo noticias de que abren cartas y cables, cosa como comprenderás, nos perjudica por ser un asunto delicado. Las novedades de que puedo hablarte son las siguientes: Yucatecos —estos individuos después de la conferencia que tuvimos no han vuelto a dirigirse a mí para nada y se marcharon sin decirme palabra, averiguando antes si me iba yo, como te digo se marcharon sin despedirse de mí; Salvador los vio en el muelle al irse a despedir de Varguitas. Han tenido varias conferencias con Santos Chocano, y éste le enseñó a Salvador un cable de Castilla fechado en Washington en que le decía que era urgente que los yucatecos tuvieran una conferencia con él, y el mismo Chocano le manifestó a Salvador que éstos habían aceptado la invitación; parece que esto se confirma pues Agustín Patrón le dijo a don Enrique en el muelle, que trataban de sacarle dinero a Castilla y después ver si Sisniaga Otero, de Guatemala, les daba también, y esto de Guatemala es un plan que ya Chocano le había contado a Salvador por lo que no dudo que esta gente vaya a ponerse de acuerdo con Castilla a pesar de lo tratado con nosotros, pues no concibo que solicite dinero de una persona sin tener la idea de mezclarla en el negocio de que se trata. Enviados de Castilla a Campeche: estos son un doctor americano y un general de la misma nacionalidad; ambos llegaron en el vapor pasado pero los tuvieron en cuarentena desde ayer; las noticias que traen son de que las tropas de Navas se encuentran entre la línea de Campeche y Yucatán y cerca de la frontera de Guatemala y aun que tienen al parecer muy buena disposición de pelear; se conoce que se les han agotado el parque y los víveres, por eso no pueden ni ofrecer resistencia. El doctor con el pase adquirido para el estudio de la fiebre amarilla se dio cuenta exacta del número de tropas federales que hay en toda la península, del estado sanitario y ánimo que guardan éstas; de su organización, distribución y disciplina, visitando todos los cuarteles y poblaciones de alguna importancia y por todos los datos que da, y por la opinión de él y su compañero me inclino a creer que con muy

poco esfuerzo se haría una campaña eficaz y rápida en la península. El número de soldados que hay entre Campeche y Mérida apenas llegará a mil, de los cuales hay buen número de enfermos de fiebre amarilla, otros disgustados por ser de leva, y otros que siendo zapatistas tienen que estar constantemente vigilados. El doctor cree que en Yucatán nadie pelearía, ofreciendo en tal caso muy poca resistencia al convencerse de que llevamos elementos “para” dominar la situación. También dice que vio hay poca vigilancia por las costas que recorrió; todos estos datos y tal vez algunos otros más le darán a Castilla y sabemos cómo pensará utilizarlos. Esta gente, según dice, está decepcionada de Manuel y como se trata de aventureros o soldados de fortuna pero que conocen muy bien toda clase de operaciones militares, podríamos utilizarlos en cualquier momento y esto sería restarle elementos al otro. Prensa. Por desgracia la prensa de La Habana, como ustedes vieron, da muy pocas noticias y todas ellas de procedencia oficial del Gobierno: ha estado escandalizando con la captura de Pancho Villa, con la derrota de rebeldes en Sacramento y con lo de las elecciones en favor de Félix Díaz, y el aumento y organización de la fuerza militar de Huerta. Salvador opina que ya la prensa de La Habana no quiere o no puede costear cables directos de la frontera. Ni la Revolución tal vez pueda pagarlos; debe organizarse inmediatamente un servicio diario de correspondencia por correo que si vienen con carácter oficial autorizadas por la Junta revolucionaria, tendrán que ser dirigidas al representante oficial aquí para no salvar su conducto, pero si éste no sabe acomodarlas bien, podrían ser dirigidas al mismo Salvador o a González Blanco y ellos se arreglarían para darles forma y publicación oportuna. Como juzgo indispensable tenerles al tanto de todo aquello que encierra interés y valga la pena, teniendo que hacer esto por cable, espero que mandarás un pico de 25 a 30 dollars, pues ya sabes cómo estoy de fondos. La noticia de la quiebra del Banco Central que di por cable, la trajo el doctor enviado por Castilla, como ignoramos el objeto de la visita de Castilla a Washington. Salvador cree que fue con intenciones de verse con Escudero o los Madero, con intención de interesarlos en su favor. No dejes de escribir y ponernos al tanto de todo. Salvador ha cambiado su domicilio a Zulueta 32, donde vive Despujol. Islas salió ayer, desgraciadamente lleva a Sara quien le servirá por ahí de estorbo. Varguitas también se fue, no sabemos si por haber cobrado el giro de los 100 dollars, o a expensas de los yucatecos pues ha estado muy pegado a Patrón. No olvides lo del dinero. Dale saludos a Juan y Reguera, de parte de Salvador y mía. Ordena como gustes a tu amigo y S. S. Francisco García, Jr. Varguitas perdió vapor: dice espera órdenes de Lentella para embarcar.

Vale

Los señores Demetrio Bustamante, agente comercial en La Habana, Gabriel Gavira y Miguel Albores, jefes militares en los Estados de Veracruz y Chiapas, así como José Santos Chocano, informan sobre aportación de fondos y elementos de guerra para revolucionar en el Estado de Veracruz. [A. I. F., F9-45-15.]

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Los que suscriben, Demetrio Bustamante, agente comercial constitucionalista en La Habana, Gabriel Gavira, jefe militar constitucionalista en el Estado de Veracruz, Miguel Albores, jefe militar constitucionalista en el Estado de Chiapas —los tres en posesión de sus respectivas credenciales— y José Santos Chocano, asesor acordado por los tres, convienen en el interés de hacer presente el estado actual de las gestiones pendientes de su parte, ante el comisionado especial que envía a La Habana el señor Director General de la campaña, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, don Venustiano Carranza; y para dicho efecto, acuerdan los términos de la presente acta, que se pondrá en conocimiento de dicho comisionado y, en su oportunidad, se enviará al señor Carranza. 1) Por los esfuerzos de los S. S. Bustamante y Chocano han sido asegurados en esta República de Cuba, elementos de guerra, consistentes en tres mil armas, marca W. Lee, y tres millones de cartuchos. Dichos elementos pueden adquirirse parcialmente y al precio de $16.50 oro americano cada rifle, $14.50 idem cada carabina y $35.00 idem, cada millar de cartuchos. Hay el compromiso, dentro de dichos precios, de que los elementos sean entregados en alta mar, para que puedan ser tomados por la nave o las naves que se fleten al caso. Cuéntase, asimismo, con naves propias al efecto, por gestiones de los S. S. Bustamante y Chocano. 2) Conforme a cartas cruzadas entre el señor Chocano y el Presidente de Guatemala, han quedado asegurados en esta República elementos de guerra en préstamo, para ser aprovechados por la causa constitucionalista en México. 3) Según cartas cruzadas entre el señor Chocano y el señor Luis Ramón Guzmán, secretario de un Comité Revolucionario de Venezuela en Nueva York, se puede contar con abundantes elementos de guerra, hoy en la costa atlántica de Nicaragua, que probablemente serán aprovechados si se logra que el señor Guzmán sea sacado de la prisión en que está en México y expulsado a este puerto de La Habana, conforme ya anuncia la prensa mexicana. 4) Por gestiones de los S. S. Bustamante y Chocano se tienen asegurados asimismo otros elementos complementarios en La Habana, como por ejemplo los llamados cohetes-torpedos, que hacen veces ventajosas de artillería de grueso calibre. 5) Con respecto a la expedición sobre Campeche y Yucatán, reforzando el movimiento encabezado por los generales Navas y Duffó, para lograr la toma de

Mérida, se hace constar que el señor Castillo Brito, conforme telegramas y carta dirigidos al señor Chocano, y en poder de éste, se halla comprometido solemnemente a prestar auxilio pecuniario preciso a dicho efecto y es de esperarse que al fin cumpla con ello. 6) Con respecto a la expedición sobre el Estado de Chiapas, el señor Albores ha logrado, después de constantes esfuerzos, interesar a persona conocedora de dicho Estado y capacitada pecuniariamente, para que venga a La Habana a perfeccionar los arreglos definitivos al respecto. Dicha persona está ya en viaje, conforme aviso cablegráfico que procedente de Guatemala, recibiera hace pocos días el señor Albores; y la practicabilidad de este asunto sólo depende, en la actualidad, de lo que la persona antes referida convenga con el señor Albores a su llegada a ésta. Caso de realización del movimiento en Chiapas y de acuerdo con los ofrecimientos hechos al señor Chocano por el Presidente de Guatemala, se tratará de deducir de éste los otros movimientos, en el supuesto de poderlos llevar a cabo de distinta y más rápida manera. 7) Con respecto de la expedición principal sobre el Estado de Veracruz el señor Gavira está sólo pendiente de gestiones que se llevan, activamente, a efecto, en la actualidad, cerca de persona que hiciera en México espontáneo ofrecimiento de fondos para la causa y bastantes a este efecto. En caso favorable, se llevará inmediatamente a cabo la expedición principal proyectada, cooperando, hasta donde sea posible, a la preparación de las otras expediciones. En caso desfavorable, de las otras gestiones pendientes se tratará de deducir lo necesario para el mejor éxito de la expedición principal proyectada sobre el Estado de Veracruz. Conviene además hacer constar que el señor Gavira, en viaje que hiciera a la plaza constitucionalista de Matamoros, dejó organizada en dicha plaza una expedición preparatoria sobre el Estado de Veracruz, bajo el comando del coronel diputado Heriberto Jara y armada con recursos obtenidos por el mismo señor Gavira. Hay asimismo pendiente una operación de venta de mulos de Matamoros en La Habana y de la que está convenido dedicar, si se vencen las dificultades surgidas, el cincuenta por ciento a la expedición principal en referencia. 8) Estímase el proyectado viaje del señor Chocano a la vecina isla de Puerto Rico, como de verdadera conveniencia para la causa constitucionalista, dentro de la gestión de recursos pecuniarios, que se está haciendo para atender los movimientos de los Estados antes referidos. 9) Se hace constar que la gestión de fondos por parte del señor Gavira y por parte del señor Albores, no son de nadie más conocidas que de los suscritos, por aconsejarlo así la discreción. 10) Se conviene en solicitar del Comisionado Especial el que aporte a serle posible los fondos necesarios para no esperar más y proceder a la utilización de los elementos asegurados hasta ahora, ya que el dinero es lo único que hace falta para llegar a buen término todo lo referente a los Estados de Campeche y Yucatán,

Veracruz y Chiapas. Fírmanse cinco ejemplares de la presente acta, en la ciudad de La Habana, a 7 de octubre de 1913. D. Bustamante. Gabriel Gavira. Miguel Albores. J. S. Chocano.

Informes rendidos desde París, por el licenciado Miguel Díaz Lombardo, a don Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, en Hermosillo, Sonora, para contrarrestar la campaña periodística francesa e inglesa a favor de Victoriano Huerta. [A. I. F., F9-70-34.]

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Miguel Díaz Lombardo. 19 Rue de Presbourg. París, 7 de octubre de 1913. Señor don Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista. Hermosillo, Son. Muy distinguido y estimado amigo: Conforme a las instrucciones que tuvo a bien darme en su último mensaje he hecho publicar la protesta de usted contra cualquiera operación que tenga por objeto facilitar dinero al usurpador Huerta, y por separado, verá usted que en una hoja de la Agencia Nacional, que diariamente se fija en los Bancos y en otros lugares y que, por eso mismo, recibe gran circulación, se hace una reproducción fotográfica del mensaje. Solamente que por darse aires el gerente de estar en relación directa con los jefes de la Revolución, aparece el mensaje como dirigido a él. La publicación en los periódicos se ha hecho mucho más difícil, porque casi todos están comprados por Huerta; sin embargo, se ha publicado la protesta en algunos de París, en otros de Londres, de Viena y de Italia. Creo que es un punto que debe usted estudiar, la cuestión de subvencionar alguna prensa, pues aunque ciertos periódicos, con la esperanza de obtenerla más tarde, nos han ayudado, otros empiezan a desertar. Así el Marché semanario que circula mucho en los medios financieros y que es bastante consultado por el público cuando se trata de una operación de empréstito u otra semejante, ha cambiado completamente de casaca y se nos ha volteado. Le Temps, que es sin duda uno de los periódicos más serios y, en mi concepto, el mejor escrito, abiertamente ha tomado el partido de Huerta últimamente por subvención que recibe de Huerta y de los bancos que se ve están interesados en sostener el Gobierno de aquel bandido. Esto no me desanima, sin embargo; yo tengo la convicción de que nuestra causa triunfará por ser la de la justicia, de la libertad y del pueblo; y en cierto sentido tampoco me disgusta que la lucha se prolongue, pues soy de parecer que necesitamos disolver o cuando menos expurgar el Ejército Federal, y, desgraciadamente, no será fácil conseguir esto sin que antes en la lucha se le haya vencido por completo. Nuestra situación me parece muy semejante a la que en México se encontró desde el Plan de Ayutla hasta el fusilamiento de Maximiliano, época durante la cual

el partido conservador estuvo apoyado en el ejército de línea y el liberal en el que improvisaron Degollado, Zaragoza, González Ortega, etc., y aunque durante algún tiempo los triunfos del primero dieron esperanzas al partido conservador, éste fue vencido a medias en Calpulalpan; pero quedó todavía con elementos para seguir luchando bajo las órdenes de Márquez, Méndez, Mejía y otros jefes que después se adhirieron a la intervención o al imperio; y sólo a la caída de éste pudo Juárez disolver completamente ese ejército de línea. Tal me parece ahora la situación, sólo que como creo que el movimiento liberal actual tiene más pujanza que el que combatió en el año de 56, entiendo que no será necesaria una lucha tan prolongada para que se llegue a vencer por completo a ese ejército en el que pretenden fundar su restauración la aristocracia porfirista y el antiguo partido clerical. Como indicaba a usted en mi anterior que le mandé con Bernardo Calero, se ha dicho aquí que ya ha organizado usted su Gobierno. Si es así, lo felicito por la distinción de haber sido reconocido como Presidente, distinción que encuentro absolutamente merecida y acertada. Ojalá que la organización del Gobierno dé lugar a que los Estados Unidos reconozcan a usted, cuando menos como beligerante, pues un reconocimiento así resonaría en el mundo europeo y dificultaría aún más a Huerta la consecución de dinero, único elemento que tiene para combatir pues que la opinión le es totalmente adversa. Si la noticia recibida es exacta, creo que sería conveniente, salvo la mejor opinión de usted, pensar en nombrar agentes confidenciales cuando menos cerca de estos Gobiernos y agentes comerciales que desempeñen funciones consulares para los lugares ocupados por los constitucionalistas. Prescindiendo del beneficio pecuniario que pudiera obtenerse por este medio, se daría mucha fuerza moral al movimiento constitucionalista en Europa, donde el ambiente, por desgracia, en los círculos financieros y gubernamentales es tan favorable a los usurpadores en razón de que Pearson con sus relaciones en Inglaterra, Limantour con las de él en los círculos bancarios de aquí, gran parte de las colonias francesa, española, inglesa y alemana con las suyas en sus respectivos países, influyen mucho sobre sus respectivos Gobiernos y hacen creer que toda la prosperidad de México fue debida a la mano de hierro de Porfirio Díaz. Por separado acompaño a usted también un número de la Revolution au Mexique, en el que verá usted la carta que hemos dirigido al diputado Perrissoud, quien nos está ayudando en el asunto de combatir el empréstito, y que en el próximo mes de noviembre hará una interpelación al Gobierno. Sin más por ahora, como siempre me repito de usted amigo afmo., correligionario y atto. S. S. M. Díaz Lombardo

P.D. Ruego a usted me diga si Jesús Acuña, su secretario, es un joven que estudió su carrera de abogado en México, pues de ser él me daría mucho gusto saber que un discípulo a quien estimé en la escuela y a quien tuve de pasante en mi despacho está al lado de usted. Creo que sí, pues sus ideas eran revolucionarias desde 1910. Miguel Díaz Lombardo. 19 Ruede Presbourg. París, 11 de noviembre de 1913. Señor general don Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista. Hermosillo, Son. Muy respetado y distinguido amigo: Supongo en poder de usted la última que tuve el gusto de escribirle. En ella me refería a algunas proposiciones de empréstito hechas por M. Martin, el director de la “Agence Nationale”, que, como he indicado a usted, en otras ocasiones, nos ha prestado y nos sigue prestando su concurso para la defensa en ésta de los intereses constitucionalistas tan combatidos por la prensa que Huerta, Lord Cowdray, los bancos, etc., pagan con toda amplitud. Las proposiciones de M. Martin eran, sin embargo, poco favorables para la causa, por lo que no llegué a precisarlas a usted, y solamente me permití recomendarle que se le hiciera algún ofrecimiento de recompensa que, en mi opinión, tiene bien merecida pues la verdad es que con todo celo nos ha servido. Es indudable que en ésta y en Londres se sigue conspirando activamente para sostener a Huerta o para inducir a los Gobiernos francés, inglés y alemán a que hagan gran presión sobre el Gobierno de los Estados Unidos a fin de que intervenga por medio de las armas, pues sin embozo ni rubor muchos mexicanos, la Legación y algunos extranjeros como Lord Cowdray, Íñigo Noriega y otros de esa calaña, declaran que es preferible la intervención al triunfo de los constitucionalistas. Es natural que hagan esta declaración: los extranjeros no ven sino sus propios intereses materiales que los regímenes porfirista y huertista protegían y aumentaban por medio de concesiones onerosas al país, pero favorables a los que las recibían y a los que las daban. En cuanto a la Legación y a los mexicanos a que me refiero, como carecen de patriotismo y temen el justo castigo que seguramente se les aplicará al triunfar nuestra causa, abiertamente dicen que es preferible la intervención poniendo como pretexto la incapacidad de los constitucionalistas para acabar con el bandidaje y para gobernar. Son tan obcecados y de espíritu tan traidor, que, por más que se les hace ver por medio de la prensa que en los lugares en que dominan las fuerzas de usted, reina el orden más completo, siguen sosteniendo lo contrario. Yo sigo con la idea que siempre he tenido de que el Gobierno americano no

intervendrá, y que se limitará a reconocer la beligerancia y a permitir la importación de armas; y acaso, ni eso haga si se quiere, pero tengo la seguridad de que con la prohibición o sin ella, con el reconocimiento de la beligerancia o sin él, nuestra causa ha de triunfar. Espero que la llegada de Luis Cabrera a Nueva York sea un buen refuerzo en la parte política, como lo ha sido la del general Ángeles en lo político y en lo moral, y creo que Luis Cabrera es demasiado sagaz y hábil para indicar a Wilson la conveniencia de levantar el impedimento que tienen los constitucionalistas para hacerse de armas. Las noticias de los últimos triunfos, al mismo tiempo que han hecho activar las gestiones en favor de Huerta de parte de los intervencionistas, han modificado favorablemente la opinión de algunos círculos financieros, y así, la casa Messrs Panmere Gordon & Co. Halton Court, London, que celebró los arreglos de la deuda japonesa [lo que demuestra a usted su importancia financiera], estaría dispuesta a entrar en arreglos con usted, y según las indicaciones que se me han hecho por conducto de Manuel Lizardi, quizá pudieran prestar un millón de libras esterlinas. También en algunos bancos de París se ha tomado en consideración de facilitar una cantidad semejante a los constitucionalistas, si pudieran más tarde tener preferencia para las operaciones financieras y bancarias. Si fuera posible asegurarse del concurso de tales casas, creo que habríamos adelantado gran parte del camino, no sólo porque facilitaría de momento la compra de armamento y en general el sostenimiento de los gastos de guerra, sino porque para la hora del triunfo podría usted contar con una buena suma que seguramente sería necesaria dado el estado de penuria en que el traidor Huerta y su pandilla van a dejar el tesoro y las cajas de los bancos y las de los particulares. Me parecería, además, muy útil entablar relaciones serias con otras casas distintas de las que actualmente tienen los negocios financieros de la República, no sólo porque ellas se han conducido de una manera enteramente perjudicial a los intereses legítimos del país, sino porque en todo caso, para lo sucesivo creo que debemos evitar cuanto más sea posible el monopolio financiero como todos los demás monopolios, y, es indudable que los bancos que contrataron el empréstito con Huerta ejercen de hecho el monopolio de nuestras finanzas. Si pues, en consorcio con otros banqueros americanos, pudiéramos atraer a nuestra causa a las casas indicadas creo que habríamos alcanzado un verdadero éxito. Nuestras conversaciones hasta la fecha no han tenido más objeto que el de precisar la cantidad que pudieran facilitar al Gobierno de usted, para el sostenimiento de la campaña, y para una vez que haya quedado constituido su Gobierno en la capital de la República, y las condiciones en que una y otra serían facilitadas. Aún no tengo un detalle sobre el particular, pero entiendo que la cantidad que se facilitaría para el sostenimiento de la campaña lo sería en condiciones menos

onerosas que las que ordinariamente se hacen, y que después se haría una conversión en mejores términos; pero, como es natural, sí pretenden dichas casas una preferencia para los negocios posteriores con el Gobierno. Si usted juzga que pueda ser útil formalizar más el asunto, sírvase indicármelo, pues de ninguna manera daré un paso sin la autorización de usted, y ni aun con ella comprometería yo la responsabilidad de usted antes de que aprobara usted lo que hubiera arreglado. El ejemplo del general Ángeles empieza a dar sus frutos, pues desde luego los capitanes Bazán y Cervantes insisten en ir a engrosar las filas constitucionalistas. El mayor Luis González Salas simpatiza con nuestras ideas, aunque todavía no está decidido según me manifestó en la última conversación hace tres días; pero, en cambio, sé de otros dos oficiales también distinguidos que sí están resueltos, y lo único que les falta es dinero para su viaje. Como el señor general Ángeles conoce a todos ellos, mejor que nadie podrá dar a usted informes sobre sus méritos y conducta. Por separado mando a usted el panfleto escrito por Alexi Caille, que hace tres meses estaba con nosotros, pero que ahora ha cambiado de casaca. Ese panfleto está destinado a impresionar a la Cámara francesa contra la interpelación que hará M. Perrissoud el día 28. Según podrá usted ver en una de las hojas de la Agencia Nacional, voy a contestar llamando la atención sobre los gravísimos errores que contiene el tal librillo, tanto en la parte financiera como en la política, y de mi contestación tendré el gusto de mandar a usted algunos ejemplares. Desde ahora le ruego dispense la literatura, pues si me atrevo a lanzarme al francés es obligado por la necesidad de defender los intereses de nuestra causa. Ayer recibí el periódico en que está publicado el decreto que creó las Secretarías, y ya me ocupo de darle publicidad. Sin otro asunto, como siempre me repito de usted afmo. amigo, atto. S. S. y correligionario. M. Díaz Lombardo

Informe del señor Luis M. C., a don Venustiano Carranza, sobre la difícil situación económica de los emigrados en la población de Eagle Pass, Tex., procedentes del Estado de Coahuila, y la formación de una junta compuesta de los señores Nicéforo Zambrano, Manuel Amaya, doctor Patrón Correa, y licenciado Calixto Maldonado, para tratar de resolverla. [A. I. F., F9-7-6.]

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Eagle Pass, octubre 9 de 1913. Señor don Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista. Hermosillo. Muy respetable señor: Confirmo mi carta fechada el 7 de los corrientes, y sigo mi relación de los acontecimientos últimos. Aquí se nos ha presentado un nuevo problema, con la enorme cantidad de personas que han emigrado de Coahuila, muchas de las cuales no tienen ni qué comer. Los huertistas, que son ricos, formaron una junta de socorros y les han estado repartiendo víveres, y tratando de convencerlas para que regresen a sus hogares, diciéndoles que gozarán de toda clase de garantías y que nada tendrán que temer; pero el pueblo no ha caído en el lazo, sabiendo por triste experiencia que de lo que se trata es de tener a quién coger de leva, y se ha negado a pasar. Esta actitud ha sido causa de que ya no se les den los socorros que al principio les estaban distribuyendo, y como es natural, han recurrido a mí para que los ayude. Yo formé una junta compuesta de los señores don Nicéforo Zambrano, don Manuel Amaya, doctor Patrón Correa y licenciado Calixto Maldonado, para discutir y resolver lo que debería hacerse. Convenimos en dirigirnos a las autoridades para pedir que no se obligara a esta pobre gente a pasar al lado mexicano como se nos había dicho que habían determinado hacer, y en dirigirnos por telégrafo a los cónsules constitucionalistas de San Antonio, El Paso y Laredo, pidiéndoles que enviaran enganchadores de las diversas compañías que hubiera por sus regiones para contratar la gente y proporcionarle trabajo. El mayor de la ciudad dijo a la comisión que fue a verlo que él no permitiría que se pasara a Piedras Negras a nadie contra su voluntad, y que influiría con el Departamento de Inmigración para que no se aplicaran las leyes con rigor a los refugiados. Todo esto para hacernos creer que se interesaba por nuestra gente, pero por otro conducto fidedigno he sabido que el Gobierno de Washington telegrafió ordenando que no se obligara a repatriarse a los refugiados, los que serían mantenidos por el Estado, para lo cual ya vienen en camino víveres, y tiendas de

campaña para que se abriguen y no sigan viviendo a la intemperie. Ya han venido muchos enganchadores y se ha despachado mucha gente a las minas y a los trabajos del campo. El general Maass se puso muy cabizbajo al encontrar a Piedras Negras vacío, y confesó que todos los pueblos por donde había pasado, en el Estado de Coahuila, desde Monclova, estaban sin habitantes, abandonados, por lo cual no tuvo que dejar guarniciones. Anoche se desertaron seis soldados, atravesando el río, de los cuales uno murió ahogado. José Banda, uno de los desertores, se me presentó y me hizo las siguientes revelaciones. Fue cogido de leva en Laredo, Tamps., y dado de alta en el primer regimiento explorador de Coahuila; dice que la columna que entró a Piedras Negras se compone de 2 500 hombres, con 2 cañones de grueso calibre, 6 de tiro rápido y 8 ametralladoras; que en Monclova quedó una guarnición de mil hombres, y ocho millones de cartuchos, con 4 cañones de grueso calibre, 3 morteros, no sabiendo si hay o no ametralladoras; que Guajardo sólo pudo conseguir 50 hombres sin parque, que evitó un combate con diez carrancistas, porque no tenía ni un tiro; que en estas condiciones se unió a la columna gruesa; que en Piedras Negras está preso Ibarra, el cuñado de don Pablo González; que en Barroterán los constitucionalistas los podrían haber derrotado, porque no se dieron cuenta de las posiciones del enemigo, pero que la precipitación con que tiraron los constitucionalistas les reveló sus posiciones, y entonces hicieron un movimiento de flanqueo que los salvó del desastre; que incendiaron la hacienda de Victoria, cerca de Cuatro Ciénegas, y en Allende la casa del presidente municipal y la del juez. De todas estas revelaciones, en mi concepto, la más importante es la de la existencia de cartuchos que hay en Monclova, y con los señores Zambrano y Amaya, que mañana se van a ver al general don Jesús, se lo mando comunicar verbalmente. Del general Lucio Blanco recibí una carta para el general don Jesús Carranza, que hallará usted adjunta. Antes de enviársela con los señores Zambrano y Amaya, la abrí y la leí, habiéndome dado buen resultado esta precaución, pues entiendo que habría hecho yo muy mal si se las entrego. Como no tengo comunicación con don Jesús, ni es conveniente que esta carta, confiada a un correo, fuera a caer en poder del enemigo, he decidido enviarla a usted para que haga lo que le parezca conveniente. El administrador del hospital me preguntó si daba a los jefes militares americanos unos datos que le habían pedido respecto de los fondos con que contaba para sostener a los heridos; le contesté que no, que me los diera a mí, y que les dijera que me los pidieran, que yo consultaría con usted la respuesta. Ésta es la hora en que no sé con qué fondos se cuenta para el sostenimiento de los heridos, ni los gastos diarios que se erogan. Con respecto al telegrama de usted referente a los billetes del Banco Nacional, me he concretado a mostrarlo discretamente a nuestros correligionarios, sin darle

franca publicidad hasta que usted ratifique su orden después de haber recibido esta carta. Voy a darle mis razones. Hace aproximadamente un mes que aquí supimos que el Banco Nacional había hecho la emisión de billetes a que usted se refiere para ayudar al Gobierno de Huerta, y el general don Jesús dispuso que por la prensa se abriera una fuerte campaña contra el citado banco y que no se recibieran los billetes en las oficinas públicas. El mayor Smith lo supo e hizo cuanto pudo para evitar que se llevara a cabo la campaña, porque él es accionista del B. N. y además tiene la agencia del mismo en Eagle Pass, y se perjudicaban sus intereses; don Jesús procedió con toda energía, y la campaña se llevó a efecto, no sin que antes Smith hubiera amenazado con represalias que llevó a cabo, pues desde entonces, aunque de una manera solapada, ha trabajado en contra de nosotros. Como las condiciones nuestras en Eagle Pass son tan delicadas, y estamos recibiendo hospitalidad para todos los nuestros, de la manera que ya usted sabe, quizá no fuera político volver a resucitar un asunto que nos llevaría de nuevo a un conflicto con el mayor de la ciudad, que debo decir a usted, es tan cacique como todos los jefes políticos mexicanos. Acabo de saber que el señor Ibarra, cuñado del general González, fue puesto en libertad, en canje de uno de los Guajardo que había caído prisionero de los nuestros. Como aún no llegan los víveres que el Gobierno de Washington ha determinado enviar, y hay una gran miseria en las familias refugiadas, verdadera hambre, reunidos en junta los señores Amaya, Zambrano, licenciado Maldonado, doctor Patrón Correa, Antonio Carranza, licenciado Aguirre Berlanga, y yo, determinamos, por la urgencia del caso, comprar a crédito en alguna casa de comercio algunos víveres, en cantidad de cien o doscientos dólares aproximadamente, para atender de momento a las necesidades de nuestros compatriotas; comprometiéndonos todos a rogar a usted que apruebe este gasto, verdaderamente sagrado. Termino, quedando a sus órdenes como su muy afmo. amigo atto. S. S. Luis M. C.

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Informe rendido por el señor Manuel Pérez Romero, a don Venustiano Carranza, sobre la situación del embargo de armas. [A. I. F., F9-

71-7.]

Después de los acontecimientos que han tenido verificativo, he redoblado mis trabajos para obtener que se levante el embargo, pero este Gobierno está obstinado en llevar a cabo lo que desde el principio manifestó y que en mi telegrama cifrado relativo a la entrevista que manifesté a usted, me había sido ratificado. Con la oportunidad correspondiente hice saber la persona de referencia la patriótica contestación de usted, y me he felicitado grandemente por haber tenido la honra de haberlo hecho yo personalmente, el trasmitir la contestación digna del Primer Jefe de las tropas constitucionalistas. Ya por mi “night letter” de fecha 8 del actual, la cual confirmo, verá usted que la persona aludida desea que se sirva usted tomar en consideración nuevamente lo manifestado en mi telegrama que se relaciona con la entrevista que tuve, manifestándome a la vez que la interpretaría este Gobierno, una contestación dentro, de las miras de la política del mismo, como verdaderamente patriótica y humanitaria. Hice saber a dicha persona que mi actitud en estos casos será la de un fonógrafo, pues me limitaré, como es mi deber hacerlo, a las instrucciones de mi jefe superior, o sea usted, y en tal virtud trasmitiré a usted y viceversa… Washington, 10 de octubre de 1913. Como en una de mis anteriores manifesté a usted, todo lo que antecede es el resultado de la política que en ella manifestaba a usted había seguido aquí, de no andar buscando los círculos oficiales para pedirles ayuda, pues lo único que hemos hecho es insistir en que se nos haga justicia. Era natural que estas personas comenzaran por buscarnos como ya lo están haciendo, y creo yo que comienza a presentarse la oportunidad para hacer fuerza en que se levante el embargo y se nos permita importar armas a México, como es de justicia, pues ya que se han solicitado entrevistas como las que he trasmitido a usted, esto nos pone en el terreno de poder demandarla y a ello dedico mis trabajos. M. P. R.

Carta del señor S. G. Hopkins, informando al señor Manuel Pérez Romero sobre el derecho de exportar papel moneda, y los deseos del Departamento de Justicia de los Estados Unidos para que no sea “municiones de guerra”. [A. I. F.]

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Confidential Agency of the Constitutionalist Government of Mexico. Washington, 14 de octubre de 1913. Memorándum. Para el señor don Manuel Pérez Romero, agente confidencial. Refiriéndome al telegrama del señor don Roberto Pesqueira, fechado el día 10 del presente: El asunto del derecho de exportar papel moneda en él mencionado, se halla actualmente ante la Corte Federal y la audiencia tendrá lugar en Del Río en este mes. El señor Belden es nuestro abogado. El Departamento de Justicia no pretende que ese dinero sea “municiones de guerra”, pero dice que es un deber internacional de los Estados Unidos prevenir su exportación y circulación en México en virtud del gran perjuicio que de ello pudiese resultar. Yo estoy en lo justo al creer que este acto del Departamento de Justicia ha sido sugerido por el consejero del Departamento de Estado, Mr. John Basset Moore. Envío adjunta una copia del resumen enviado al señor Sánchez Azcona hace dos semanas del asunto que recientemente preparé y trasmití al señor Belden y la cual considero de interés para el señor Pesqueira; acompaño también copia de una opinión del abogado general definiendo la frase “municiones de guerra” y el carácter de los artículos que abarca dicho término. Esta opinión debería ser estudiada cuidadosamente por todos los representantes constitucionalistas en la frontera. Recientemente ha sido preparada por el Departamento una segunda más amplia y esmerada opinión; pero aún no la firma el abogado general. Entiendo, sin embargo, que lo hará dentro de unos cuantos días. Se ha tomado debida nota de lo que dijo el señor Pesqueira acerca del aplazamiento de determinados asuntos ante las cortes federales y el pronto despacho de otros. Desde hace bastante tiempo me he estado empeñando en que se conceda una más uniforme e inteligente consideración a estos casos por dicho Departamento, y se me ha asegurado que en lo sucesivo se procederá en tal forma. S. G. Hopkins

Informe del doctor José M. Rodríguez, a don Venustiano Carranza, de su labor en la población de San Antonio, Tex., en pro de la Revolución constitucionalista, señalando la presencia del doctor Toupper. [A. I. F., F9-71-12.]

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Doctor José M. Rodríguez. W. Houston, Nº 912. San Antonio, Tex., octubre 20 de 1913. Señor don Venustiano Carranza. Nogales, Arizona. Muy estimado señor de mi respeto: He tenido muchísimo gusto al enterarme por la prensa de las recepciones y atenciones que le han prodigado muy merecidamente, en su jira [sic] por el Estado de Sonora, y crea usted que la misma satisfacción sienten todos los que amamos el patriotismo tan dignamente representado por usted. Poco tengo que contarle a usted, después de mi último informe, sin embargo lo que sea aquí va transcrito. Un pliego que me fue remitido por el senador Sheppard, nuestro buen amigo en el Senado americano, con motivo de un memorial que le remitimos al señor presidente Wilson, solicitando el levantamiento del embargo de armas, cuyo documento le acompaño en recorte de uno de los periódicos que lo publicaron; fue hecho por Federico González Garza como secretario de la junta que presido. El último contrabando de armas que preparaba Francisco Villavicencio, consistente en 50 carabinas 30-30 y 20 000 cartuchos fue recogido por la autoridad y sólo se pudieron salvar 9 carabinas y 5 000 cartuchos poco más o menos; con este motivo la junta colectó con alguna dificultad la suma de quinientos dólares para sacar de la prisión a Villavicencio y que se pierda esa cantidad, pues tiene otro asunto pendiente este señor por el mismo delito y afortunadamente no se dieron cuenta en el tribunal, que si no es así la fianza hubiera montado a dos o tres mil dólares que no hubiéramos podido pagar, resultando que Villavicencio le cuesta a la Revolución $1 100.00 ¢, oro, por dos remesas de parque que pudo introducir. Con motivo de la evacuación de Piedras Negras por las familias que la ocupaban a la llegada de los federales así como las de los pueblos circunvecinos, la junta tuvo que nombrar varias comisiones para que se procuraran fondos y mercancías para aquellas personas y tengo el gusto de noticiarle que nuestros trabajos dieron un resultado satisfactorio, pues aunque no con abundancia se recogieron mercancías y dinero que hemos estado mandando para aquel lugar y supongo que ha servido de

alivio a aquella pobre gente. A este respecto y para satisfacción de usted debo referirle un rasgo muy simpático y es el siguiente: Invitaban a los refugiados para que se pasaran de nuevo a Piedras Negras, diciéndoles que tenían toda clase de garantías y la contestación unánime del pueblo, inclusive las mujeres, fue decir lo que necesitamos son armas, que nos den armas gritaba todo el mundo, ésta es la prueba más elocuente del horror con que ve todo ser viviente al ejército. Deseo también poner en conocimiento de usted que al pasar el general Maas por esta ciudad rumbo a Laredo, para conferenciar con el general Teyes, [sic] lo pusieron preso y le exigieron una fianza de $5 000.00 ¢, y al llegar a Laredo lo apedrearon, no obstante de que el tren pasaba a oscuras y furtivamente. Beltrán, no obstante de lo que le pasó en Piedras Negras, continúa firme en sus convicciones y partidario nuestro, contra todo lo que yo me esperaba, y es por esto que lo pongo en su conocimiento. Don Alfredo Pérez Amaya y don Nicéforo Zambrano, que tenían una ligera desavenencia logramos que se pusieran de acuerdo y están trabajando con toda actividad, el primero por el rumbo de Matamoros, donde tiene más simpatías y los segundos principalmente por Laredo. Por separado di una amplia carta de recomendación a uno de nuestros muy buenos amigos, don Jesús P. Flores, segundo de Calixto Contreras, tal vez en dos o tres días más salga para ésa acompañado del licenciado Acuña. José F. Sepúlveda y Jesús M. Aguilar también están trabajando con actividad y en general todos y cada uno de nuestros partidarios que aquí se encuentran, nada más que como hemos tenido tanto gasto nos encontramos para la fecha sumamente escuálidos de dinero. Se me ha presentado un americano como fabricante de pólvora que pretende negociar la patente o el secreto; delante de varios de nuestros amigos elaboró dicha sustancia en menos de media hora, asegura que los componentes se consiguen aun en los lugares menos habitados y el costo aproximado es de cuatro centavos libra, pretende por su secreto la suma de $50 000.00 ¢, es casi seguro que lo visitará por allá y en verdad vale la pena dedicarle una poca de atención. El doctor Toupper desea saber si usted lo recibe, pues dice que trae no sé qué comisión, pero no trae credenciales y me encarga le pregunte a usted como en efecto lo hago, si está dispuesto a recibirlo, y en caso afirmativo se sirva usted decírselo por telegrama. Sin otro asunto, que usted se conserve bien y mande lo que guste a S. S. S. José M. Rodríguez Posdata:

Aunque mis trabajos aquí los considero de significación, deseo recordarle que estoy dispuesto a marchar al lado de usted si es que cree útiles mis servicios, y a la menor indicación suya me tendrá como siempre a sus órdenes. José M. Rodríguez

Circular del licenciado Francisco Escudero, secretario de Relaciones Exteriores, fechada en Hermosillo, Son., instruyendo a los agentes confidenciales en el extranjero sobre los principios, planes y tendencias de la Revolución constitucionalista. [A. I. F., F9-59-15.]

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Ejército Constitucionalista. Primer Jefe. Cediendo a las instancias repetidas que ha hecho el señor don Manuel Pérez Romero, agente confidencial en la ciudad de Washington de la Primera Jefatura del Ejército Constitucionalista, y aun cuando las intenciones, planes y tendencias de la Revolución han sido dadas a conocer en diferentes ocasiones, una vez más y con el debido acuerdo del Primer Jefe del citado Ejército Constitucionalista, volveré a ocuparme en dar a conocer las intenciones del Gobierno revolucionario respecto de su actitud en las próximas emergencias políticas de la nación. El territorio que está en poder actualmente del Ejército Constitucionalista es dos tantos mayor del que queda en poder del llamado Gobierno de Huerta con la circunstancia de que en nuestro territorio quedan algunas plazas en manos de los ex federales; pero esas plazas están todas sin excepción cercadas por nuestras fuerzas, sin ninguna esperanza de socorro y a todas luces próximas a sucumbir; en cambio en el territorio dominado por Huerta la Revolución existe con mayor o menor intensidad siendo seguro que a la aproximación de nuestras fuerzas esta liará con la misma violencia que lo ha hecho en el resto de la República, pudiéndose asegurar que en las mismas grandes capitales no está lejano el día en que el malestar se haga sentir. Nuestras armas se vigorizan constantemente, siéndonos imposible dar lugar en nuestras unidades de combate a todos los ciudadanos que se presentan a ofrecer su concurso para el derrocamiento del régimen dictatorial implantado por Huerta, el que, por lo contrario, cada día ve más mermados sus contingentes debido a las pocas simpatías que despierta su causa, y a los métodos bárbaros que emplea para reclutar su gente. Además varios militares de los pocos miembros sanos con que contaba el Ejército ex Federal han estado separándose de éste, uniéndose algunos de ellos francamente a nuestro lado dándose otros de baja o pidiendo su retiro; siendo de notar que si no contamos con un crecido número de ellos en nuestras filas así como de soldados ex federales es porque no lo hemos considerado conveniente dada la poca confianza que nos inspira la moralidad de esa degenerada institución. El triunfo obtenido por nuestras armas en Torreón seguido del incalificable atentado perpetrado por Huerta en contra de los miembros de la Cámara de Diputados Federal, a los cuales encarceló, después de haberla disuelto, y después de haber asesinado a varios de aquéllos, unido a las notorias dificultades económicas

por que atraviesa la administración usurpadora, la cual está pesando atentatoriamente sobre los pueblos en que domina, han hecho patente a los ojos nacionales y extranjeros que ese régimen nacido de la usurpación y bautizado con la sangre de las primeras autoridades del país está próximo a derrumbarse para satisfacción del mundo americano que habría visto con espanto consolidarse un régimen que significaría un precedente funesto para la estabilidad y constitucionalidad de esos gobiernos. Estas circunstancias revisadas serenamente nos autorizan para inferir con toda lógica que el triunfo de las armas constitucionalistas será un hecho próximo, lo cual a su vez nos coloca en la necesidad de ir explicando nuestra actitud para el seguro caso de esa victoria de la legalidad. La razón por la cual desde sus principios, desde sus difíciles principios, la Revolución constitucionalista no ha querido admitir ninguna clase de arreglos o de transacciones con el partido contra el cual combate, es la de que el Primer Jefe del Ejército Constitucionalista ha sentido vivamente la necesidad de que esta Revolución sea definitiva en sus conclusiones con el objeto de que sea la última. El Gobierno constitucionalista se da cabal cuenta de la responsabilidad que pesa sobre estos momentos solemnes para la patria y conocedor de las condiciones en que se desarrollan los actuales acontecimientos políticos, así como de las tendencias de los partidos en conflicto y de la idiosincrasia, carácter y aspiraciones de los hombres que figuran en la lucha, ha comprendido que solamente un triunfo definitivo, absoluto, para uno de los dos partidos al traer la postración del otro puede producir la pacificación nacional. Una transacción al dejar todos los problemas en pie, al no satisfacer a ninguno de los dos partidos, no hará otra cosa que aplazar la contienda lo que sería criminal desde todos los puntos de vista, porque sería tanto como preparar para un futuro muy próximo la resurrección de la guerra. El Gobierno constitucionalista comprende que sus deberes más sagrados respecto del pueblo mexicano lo obligan a establecer provisionalmente un Gobierno vigoroso que permita una inmediata y verdadera pacificación del país, procurando la armonía de todos los jefes constitucionalistas, conservando todo el ejército victorioso bajo las armas, facilitando la disolución del ex federal, el que como se compone en su inmensa mayoría de forzados aprovecharían su libertad para volverse tranquilamente a sus casas; esto por lo que hace a los individuos de la clase de tropa, que por lo que respecta a los oficiales y jefes la dificultad se resolvería según la forma y manera en que cada caso particular se presente, dejando a algunos de estos individuos en libertad de volver a sus hogares o infligiéndoles alguna pena proporcional a su culpabilidad, reservando sujetar a todo el rigor de la ley a todos aquellos jefes que tomaron una participación directa en los movimientos militares en contra del Gobierno constituido y sobre todo en contra de las personas representantes de ese Gobierno; pero todo bien entendido que ello se hará con estricta sujeción a las leyes expedidas y concediéndose todas las garantías de

defensa que se acostumbra en los pueblos civilizados del mundo; pues nosotros, los constitucionalistas, somos respetuosos de la ley, por la cual combatimos y no somos asesinos como ellos. Este Gobierno vigoroso provisional durará el tiempo estrictamente necesario para pacificar el país, el cual procurará tanto por medio de la implantación de sabias reformas que den satisfacción a necesidades nacionales que vivamente reclama el pueblo, como por medio de una enérgica y rápida represión de cualquiera clase de revuelta intentada por los restos del partido vencido. Por esto, y para no dejar sin ocupación a los individuos que ahora combaten en las filas constitucionalistas, se conservará íntegramente este ejército que será el nuevo ejército federal de la República a reserva de que más tarde sobre este particular se tomen algunas prudentes disposiciones; pues la Revolución tratará de impedir que se vuelva a formar otro ejército con características y privilegios de casta separada de la nación, que dada nuestra composición social siempre constituye una amenaza para el país. Una vez conseguida la pacificación de la República, tomadas las disposiciones más necesarias e infligidos los castigos que el honor nacional y la seguridad de la patria hacen indispensables, se convocará inmediatamente al pueblo mexicano a elecciones generales, las cuales se verificarán con toda honradez, legalidad y libertad posibles; siendo éste el compromiso más solemne que tiene la Revolución. El Gobierno provisional revolucionario considera como el más brillante remate de sus labores, la entrega que hará del poder a los funcionarios que el pueblo se haya dado. Pero considera el Primer Jefe del Ejército Constitucionalista que es de su más estricta responsabilidad, obligación de su patriotismo y de su deber como jefe de la Revolución, pacificar el país para no legarle al nuevo Gobierno ni un estado caótico, ni problemas peligrosos que pudieran suscitar nuevos levantamientos. Considera indispensable aprovechar la influencia personal que tiene sobre todos los jefes revolucionarios para hacer pasar la República lo más pronto y lo más tranquilamente que sea posible de su actual estado de turbulencia al de paz que ya es indispensable desde todos puntos de vista. Es de observarse que el Partido Constitucionalista ha dado plenas garantías en sus vidas e intereses a todos los nacionales y extranjeros que viven en los territorios que domina, no habiendo otras víctimas del estado de guerra aparte de las que involuntariamente existen en circunstancias parecidas, que aquellas que por su propia voluntad han hostilizado al partido del pueblo y han tomado participación activa en la lucha; siendo por lo consiguiente responsable de las calamidades que sus propios actos han suscitado. Es también de estimarse que el Gobierno constitucionalista ha conservado las mejores relaciones con todos los ciudadanos o súbditos de potencias extranjeras que habitan en su territorio, estando todos ellos contestes en que las intenciones de la Revolución cuando se haga Gobierno, son de vivir en paz con todas las naciones del

mundo, pues dadas sus miras, tendencias y naturaleza genuinamente civilista es enemiga de todo lo que sea militarismo o tenga conexión con luchas armadas. La Revolución la ha hecho el pueblo y nadie más; la hemos hecho hombres de trabajo que accidentalmente nos hemos lanzado a la lucha para reconquistar nuestra libertad, el respeto a nuestros derechos e instituciones y el castigo a los que han infamado el honor nacional. A estas instrucciones sujetará usted sus actos en la honrosa comisión que se le ha encomendado, pudiendo usarlas como se lo aconseje su patriotismo y discreción. Oportunamente se le participarán las nuevas impresiones que las circunstancias vayan indicando. Libertad y Constitución. Hermosillo, Son., Méx., 21 de octubre de 1913. El secretario de Relaciones Exteriores, Francisco Escudero. Al C. Roberto V. Pesqueira, agente confidencial constitucionalista en Washington. Presente.

Telegrama de don Venustiano Carranza, felicitando al licenciado Manuel Aguirre Berlanga, residente en la población de Eagle Pass, Tex., por la patriótica y viril conducta que observó en la población de Piedras Negras, Coah., e indicándole si está en disposición de prestar sus servicios. [A. I. F., F9-39-III.]

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Hermosillo, 28 de octubre de 1913. Señor licenciado Manuel Aguirre Berlanga. Eagle Pass, Texas. Debido a la visita que hice a algunas poblaciones de este Estado, hasta ahora me es posible tener la satisfacción de expresar a usted mis felicitaciones sinceras, por la patriótica y viril conducta observada por usted, especialmente en los últimos días que Piedras Negras permaneció en poder nuestro. Espero se sirva indicarme, si se encuentra usted en disposición de prestar sus importantes servicios, para referirme a éstos en su oportunidad. Salúdolo afectuosamente y quedo como siempre su amigo y atento seguro servidor. V. Carranza

Carta de don Venustiano Carranza, fechada en Hermosillo, Son., al señor doctor Henry Allen Tupper, sobre los “propósitos e ideales de los constitucionalistas”, para continuar la lucha armada, a fin de derrocar al Gobierno del general Victoriano Huerta, y que espera que el Gobierno de los Estados Unidos permita la libre importación de armamento y parque. [A. I. F., F9-90-6.]

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Correspondencia particular del secretario de Relaciones Exteriores Hermosillo, Son., octubre 31 de 1913. Señor doctor Henry Allen Tupper. Ciudad. Muy señor mío: Atendiendo a los deseos verbalmente manifestados por usted, de conocer los propósitos del Partido Constitucionalista, contestaré en pocas palabras las preguntas en que se sirvió concretar su solicitud. A la primera, que dice: “Propósitos e ideales de los constitucionalistas”, contesto: continuar la lucha armada hasta derrocar al llamado Gobierno de Huerta por no ser posible el restablecimiento de la paz en México si en esta lucha no queda aniquilado uno de los dos contendientes: el partido del retroceso encabezado por Huerta y el progresista y reformador que represento yo como jefe del Ejército Constitucionalista. Los ideales de nuestro partido una vez obtenido el triunfo son los de implantar todas las reformas políticas y económicas que el país necesita para el mejoramiento y bienestar de todas las clases sociales, reformas con las que se asegurará una paz firme y duradera. A la segunda pregunta, que dice: “Éxito que estos propósitos tendrían en los campos de batalla, y el pueblo de la República”, contesto: mis propósitos serán realizados en el campo de batalla por el apoyo que la nación presta a nuestra causa, como se demuestra con nuestros constantes triunfos, especialmente los últimos que son públicos en toda la nación, no obstante las medidas que ha tomado Huerta para ocultarlos, las que han contribuido a su final descrédito. La tercera pregunta, que dice: “Los futuros propósitos de los constitucionalistas al triunfo de la causa”, queda ya contestada en la primera pregunta.

5. Documento número 73 [p. 149]

6. Documento número 73 [p. 149]

A la cuarta pregunta, que dice: 11 La actitud y actuación que los constitucionalistas deseen por parte del Gobierno de los Estados Unidos y los resultados que necesariamente “servirían a tal acción”, contesto: los constitucionalistas deseamos que el Gobierno de los Estados Unidos se aparte de la conducta seguida hasta ahora con nosotros y nos permita la libre importación de armas y parque, aunque conceda lo mismo al Gobierno de Huerta, para terminar pronto la actual lucha; pues de no hacerlo así ésta se prolongará, viéndonos obligados a armarnos y municionarnos como hasta la fecha lo hemos hecho: esto es, quitándoles a las fuerzas de Huerta la artillería, rifles y parque con que las estamos batiendo y derrotando, hasta que consigamos el triunfo definitivo de nuestra causa, cuyo triunfo está ya en la conciencia universal. De usted sinceramente. El Primer Jefe del Ejército Constitucionalista. V. Carranza

Telegrama de don Venustiano Carranza, manifestando al doctor Francisco Vázquez Gómez, que como Primer Jefe del Ejército Constitucionalista seguiría hasta el fin la línea de conducta que se trazó, para llevar al cabo todas las reformas que reclamaban las necesidades de la nación, y asegurar la paz sobre sólidas bases. [A. I. F., F9-39-III.]

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Hermosillo, 31 de octubre de 1913. Señor doctor Francisco Vázquez Gómez. Washington, D. C. Muy estimado amigo: Con detenimiento, me he impuesto de su atenta, fecha 20 de los corrientes, que contesto, para manifestar a usted que, como Gobernador Constitucional de Coahuila, primero, y en virtud de los compromisos que contraje después, como Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, seguiré hasta el fin la línea de conducta que me he trazado. Como manifesté a usted, cuando estuvo en Piedras Negras, al triunfo de la causa que defiendo, se llevarán a cabo todas las reformas que reclaman las necesidades actuales de la nación, para su progreso y bienestar, y para asegurar así la paz, sobre sólidas bases. Quedo de usted, como siempre, amigo afectísimo y seguro servidor. V. Carranza

Carta del señor S. G. Hopkins, a don Venustiano Carranza, informándole del contrato celebrado por el general Victoriano Huerta con la casa japonesa Mitsui & Cía., para la entrega de parque y armamento en los puertos de Manzanillo o Salina Cruz. [A. I. F., 595.]

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Hibbs Building. Washington, 12 de noviembre de 1913. Muy estimado señor jefe: Tengo la honra de confirmar mi telegrama de hoy, informándole que he recibido un informe del coronel K. Inouye, del ejército japonés, quien acaba de regresar de México, que Huerta tiene un contrato con la casa japonesa de Mitsui & Cía. para la entrega de 10 000 rifles; 10 000 carabinas y 1 000 000 de cartuchos, todos para ser entregados durante los meses de diciembre y enero, en Manzanillo o Salina Cruz. Él añadió que Huerta ya había pagado un tercio del precio, pero que él tenía graves dudas si Huerta podrá o no podrá pagar el balance, que asciende a una cantidad muy considerable. Así es que me ocurrió que si usted me autorizara para decir a la casa Mitsui & Cía. [con la cual he tenido relaciones por muchos años] que si ellos no hacen la entrega de los mencionados rifles y cartuchos, el Gobierno constitucionalista después de su triunfo los aceptará y los pagará al precio convenido entre ellos y Huerta, añadiendo un 10%. Estoy ahora esperando sus instrucciones. El Gabinete continúa considerando la cuestión del embargo. Entiendo que el Presidente no tomará acción definitiva sino hasta después de que se haya recibido un informe de parte del señor Hale. Una gran mayoría de los americanos que tienen intereses en México, están ahora recomendando que se levante el embargo, y están mandando telegramas y cartas a este efecto al secretario Bryan. El sentimiento en el Congreso continúa siendo absolutamente favorable. Saludándole respetuosamente, me quedo como siempre, su afmo. amigo y atto. S. S. Hopkins Excmo. señor don Venustiano Carranza, etc., etc., etc. Hermosillo, Son.

Informe rendido por don Jesús Carranza, a don Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, sobre la situación política y militar en Matamoros, Tamaulipas. [A. I. F., F9-50-I.]

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Matamoros, noviembre 15 de 1913. Señor Venustiano Carranza. Hermano: Ayer llegué a ésta acompañado del licenciado Morales y Molina quien me ha acompañado desde que salimos de Piedras Negras, pasando conmigo y con verdadera resignación algunos ratos de prueba. Creo que será una de las personas que te ayudará con gran empeño y honradez en los asuntos de administración al triunfo de la causa. Ya lo conocerás a su tiempo; por ahorita no conviene que se aleje de por acá adonde podemos recibir su consejo y a quien necesitamos como consultor en nuestras dificultades. Pasando a otra cosa: El señor general González me designó para venir a esta población a zanjar las dificultades que al parecer se presentaban serias pero que ya por la intervención que había tomado el señor Meade Fierro o por la nobleza de los jefes del general Blanco al fin quedaron allanadas, sin emplear para ello un gran esfuerzo. Así que ya me dirijo al general González a fin de que disponga lo conveniente. Una sola cosa me apena en toda esta campaña que llevamos juntos don Pablo y yo que creo que es muy conveniente ponerle tasa y es que yo ante ti y ante todos los jefes y oficiales así como en general con el pueblo he procurado dar a conocer los servicios de don Pablo a fin de que se le distinga, haciéndole así justicia a sus sacrificios y sin embargo de mi mucho empeño sólo he conseguido en gran parte del ejército así se le considere y le acepten como jefe inmediato, etc., y estoy contento de mi labor en ese sentido porque don Pablo es un fiel compañero pero lo que no he podido evitar ni está en mis manos es hacer que el pueblo lo entienda, y he tenido que pasar bastantes bochornos recibiendo de partes o lugares que se han tomado, todas las manifestaciones de cariño y entusiastas vivas, que ha contrariado mi labor y que espero me ayudes a resolver, pues si bien es cierto y merezco algunas consideraciones por ser tu hermano y por los ligeros sacrificios que he hecho no quiero ni acepto desempeñar un papel, que no me conviene desempeñar porque no lo necesito, y sí debemos trabajar tanto tú como yo, en mostrar nuestra gratitud para todos aquellos que luchan por nuestros ideales, y que el triunfo de ellos, es el nuestro, orgullo y gloria de nuestras aspiraciones por conseguir la paz y felicidad de nuestro país. Por lo que verás, no vayas a suponerte que estoy sentido sino muy al contrario no quiero ser motivo de que una mala interpretación vaya a enfriar las

buenas relaciones que nos unen con el general González, aunque hasta ahora me he formado el juicio de que no le han molestado mucho todas esas distinciones con que los pueblos por que hemos atravesado me han honrado. Así que quién sabe si será bueno que ya que se presenta esta oportunidad me separe de él, y ya sea militarmente o con el carácter que tú quieras trabaje aparte, a fin de conseguir nuestro objeto. Si él vuelve a pedir nuestra unión como lo ha hecho siempre, para resolver las cosas serias que se nos han presentado volveré con él pero con el tino necesario para no empañarle sus glorias, que ya por su juventud o por la falta de experiencia que aún no tiene bien formada todavía no deja de gustarle el bombo y la mucha prensa, de lo que nosotros siempre hemos sido enemigos, y mismo para el que no la necesita como él, pues su labor ha sido limpia y el que trabaja así, no debe de ocuparse mucho de sí mismo, sino de los demás que lo ayudan, con lo que se consigue un sólido valor con que el buen juicio de los pueblos saben premiar a los que se sacrifican. Los sujetos Calzada y Rafael Múzquiz, no tengo tiempo para tratar de ellos como militares, pero sí te digo que estás a salvo de cualesquiera compromisos que quieran imponerte. Te felicito con verdadera satisfacción por el estado a que han llegado las cosas, y espero que con la ayuda de tus buenos amigos, puedan llevar a buen término la ardua labor que nos espera. Al tomar posesión e informaciones completas de las necesidades que exija este lugar te escribiré sobre ello, si no es que tú ordenes otra cosa. Saludos para todos los amigos y tú recibe el cariño de tu hermano. Jesús Carranza Correspondencia particular del general Jesús Carranza H. Matamoros, noviembre 24 de 1913. Señor don Venustiano Carranza. Hermosillo, Son. Muy estimado hermano: Tengo el gusto de informarte que desde luego determiné que tomaran posesión de sus empleos los señores Alfredo Pérez y Antonio Villarreal Cerda, de quienes espero una labor sana para el efecto de reorganizar la administración pública en esta región. Mis trabajos anteriores a este respecto y los posteriores que haya de efectuar, tendrán como base una enérgica prudencia, que correlacione y unifique por modo absoluto tu pensamiento y general sentir. Los mensajes que mandaste oportunamente, me hicieron comprender que estabas bien interiorizado de cuanto aquí ocurría; por lo que sólo me he concretado a

encarrilar todo con justicia y discreción. Pienso por ahora que he logrado una buena suerte; pues en medio de serios peligros y enojosas dificultades que he sabido guardar, sin dejarlas entender a los demás, he principiado esta labor que llevaré hasta su fin, ya próximo, dados los trabajos llevados a cabo y la buena fe que me anima. Ha comenzado ya la movilización de tropas para atacar a los generales Ocaranza, Peña y otros que vienen en dirección de C. Victoria. De las fuerzas del general Blanco se movilizarán mañana, en número de mil hombres, con el mismo objeto anterior. Sin otro particular y deseando te conserves bien, te saluda tu hermano afmo. que te quiere. Jesús Carranza

Informe rendido por Salvador Alvarado, a don Venustiano Carranza, sobre la mala administración política del señor José María Maytorena, y otros, en el Estado de Sonora, desde el año de 1910. [A. I. F., F9-103-8.]

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De Ortiz a Nogales. Noviembre 16 de 1913. Señor don Venustiano Carranza, Primer Jefe del E. C. Mi respetable jefe y amigo: Al dar estos datos a usted, no me guía en absoluto el deseo de hacer resaltar actos en que he tomado parte, sino agrupar en esta noticia aquellos hechos que retratan de cuerpo entero a los hombres que han tomado una participación activa y directriz en la política y administración desde 1910 en este Estado. Al hacer especial mención de aquellos en que he tomado parte, lo hago porque quiero hacer constar la absoluta veracidad de ellos, para distinguirlos de los que pudieron ser hijos de la pasión o antagonismo político. En mayo de 1910 visité al señor Maytorena en Guaymas con el objeto de invitarlo a la lucha armada y después de larga argumentación, logré que me ofreciera mandarme quinientos pesos a Cananea, quedando en que para no despertar sospechas me los enviaría en nombre de mi padre; continué mi jira [sic] de propaganda y a mi vuelta me encontré con que este señor no había cumplido su palabra. Estando yo desterrado en Ray Arizona por noviembre del mismo año, fui llamado a Tucson por dicho señor, quien me manifestó que había salido de Sonora porque temía ser molestado; yo le dije que creía que su llamado era para lanzarnos a la lucha, pero en esta vez como en todas, por más que hice por decidirlo sólo encontré vacilaciones y me fue imposible hacerlo concretar nada, consiguiendo únicamente una carta para el señor Madero, que suponíamos en San Antonio. El 13 de abril de 1911 que cayó Agua Prieta y estando él en Douglas, se marchó al Paso a conseguir parque, no obstante los muchos ruegos que le hicimos para que tomara el mando y unificara la acción de las guerrillas allí reunidas; supimos por aquellos días que el señor Madero repetidas veces ordenó a este señor pasara al lado mexicano a hacerse cargo de las operaciones, pero que el señor Maytorena siempre eludió esa orden pretextando enfermedades. Debo hacer constar que en el ataque de la plaza antedicha el 18 de abril en que fuimos desalojados por los federales nos sobró parque. En mayo, nombrado gobernador provisional, no quiso hacerse cargo del Gobierno, estaba enfermo; poco después me confesó que porque estaba muy revuelto todo y que quería esperar a ver cómo se ponían las cosas.

Nombrado el señor Gayou para vicegobernador, entró en funciones, pero en realidad gobernaban los tres, es decir, él, Maytorena y Randall, empezando desde luego el reparto de empleos entre los más indignos y la creación de la funesta porra que tanto dinero ha costado y sigue costando; del mismo modo se comenzaron los trabajos sucios para sacar a Gayou de vicegobernador en las próximas elecciones; en tales elecciones se hicieron trampas a granel, siendo la principal ofrecer empleos y granjerías a los diputados porfiristas que formaban el Congreso, llegando hasta prorrogar una odiosísima concesión que existía para la matanza de ganado a favor del entonces presidente de la Cámara, Felizardo Verdugo, aborrecido lacayo de Corral. Luego vinieron las elecciones presidenciales y se hizo tanto trabajo cochino que daba en cara el cinismo y descaro con que las llevaron a cabo, ordenando Randall a los agentes fiscales que a los electores pinistas se les proporcionara todo lo que necesitaran para su viaje y a los que no lo fueran que se les estorbara la salida, dándose el caso que en cumplimiento de esa orden se arrestara a varios electores por los más fútiles pretextos para impedir que concurrieran al colegio electoral. Como se gastara sin tasa, el Congreso ordenó se hiciera la glosa de las cuentas obedeciendo un precepto de ley; el señor gobernador encarceló al nombrado para tal glosa y amenazó con fuerza armada a la Cámara si se insistía en glosar las cuentas, los diputados iban a pedir amparo al Congreso de la Unión, no haciéndolo porque en esos días (julio de 1912) se presentaron en el Estado las primeras partidas de orozquistas. El mismo Maytorena me contó después que ya tenía en Palacio cuarenta yaquis para arreglar a esos tales. En el ramo de guerra y en combinación con algunos jefes se hacían las cuentas del gran capitán, pues para esto y como una burla sangrienta y a raíz del triunfo nos impuso con el grado de coronel, al ex teniente federal Jesús Chávez Camacho, que había sido dado de baja en el 19 batallón por indigno de pertenecer al ejército. En las proveedurías para los yaquis alzados se hicieron negocios tan sucios que dejaron atrás a los federales. Además con el exclusivo objeto de cuidar su hacienda, tenía 400 soldados, no obstante que en la misma localidad había otras haciendas y pueblos que pedían sólo 10 de escolta y se les negaban, esto me consta porque fui jefe de la línea en esta región hasta el cuartelazo y siempre tuve muchos disgustos para proceder lo más equitativamente posible dentro de aquellas circunstancias. En cuanto a los prefectos nombrados, la mayoría, por su conducta, eran una verdadera afrenta, pues sólo se les exigía incondicionalidad. Otro hecho es que habiendo quedado por Ley promulgada, el derecho de conceder permiso para juegos a los Ayuntamientos, este señor ha hecho contratos privados con los chinos (uno de los cuales está preso en Hermosillo, hace tres meses, sin juzgársele en ningún tribunal por no haber pagado lo estipulado), llegando en enero de este año a emplearse la fuerza federal en Cananea, repeliendo a la

policía, para mantener abiertos los garitos chinos, que el Ayuntamiento quería cerrar, apoyado en la ley. En fin, señor, así fuimos tirando en medio de abusos e inmoralidades diarias, hasta que llegó el cuartelazo y sólo pintaré una escena que nos demuestra el todo; creo que era el 18 de febrero cuando en medio de las vacilaciones femenilmente vergonzosas, reciben este señor y su camarilla, la noticia de que el general Miguel Gil, jefe de la zona, había llegado a Empalme con 400 hombres, y esto fue baraúnda y desorden; quién proponía un tren especial, quién auto, otro hablaba de carruaje para la fuga, se arreglaron velices en medio de la mayor confusión, la fuga, la seguridad personal era la idea única que embargaba a esa gente. Nadie se acordó de que Obregón estaba en la plaza con 500 hombres y que Alvarado tenía igual número en Torres; esto es como todo lo demás rigurosamente histórico y no necesita comentarios. Vemos pues, por todo esto, que en todos sentidos el Gobierno que tiene ha sido una maldición para este pobre Estado. Ahora llegamos a la época actual; so pretexto de que el Estado se encontraba en guerra, se suprimieron las elecciones de diputados y las municipales, con el fin exclusivo de nombrar presidentes ad hoc para que las elecciones de diputados se hagan por consigna; teniendo a la porra en la Cámara, se nombra un gobernador de la camarilla y todos contentos. Se está gastando un torrente de pesos en la porra y espías burlando a cada paso de la manera más brutal y sangrienta los ideales de la Revolución, en nombre de la constitucionalidad circunstancial únicamente de ese Gobierno. Como no hay administración y se gastan los fondos sin orden ni concierto, hay fuertes cantidades gastadas que no se podrán comprobar en una glosa y como no se quiere soltar el poder, ignoro de qué medios se valdrán para impedir una y no dejar el otro, pero lo que sí me consta y me apresuro a poner en su conocimiento, siendo el objeto único de esta carta, es que hace tiempo hacen trabajos de zapa en nuestras filas, corrompiendo jefes con dádivas e intrigas, siendo estos trabajos cada vez más activos, principalmente en mi columna que se compone en su mayoría de yaquis. Los jefes incondicionales son: teniente coronel Jesús Trujillo, teniente coronel Francisco Urbalejo, mayor Lino Morales, coronel Ramón V. Sosa y un gran número de oficiales, que por razón de ser del Estado y muchos de ellos haber recibido favores y obsequios, están dispuestos a obedecer ciegamente lo que esos señores les manden, pues el tantas veces citado señor ha sembrado el odio y la desconfianza entre ellos diciéndoles que usted lo quiere fregar y que hay que estar preparados, creo que la mejor solución es la que propongo: alejarlos de este medio y separar oportunamente y con tino a los jefes que no sean de fiarse y sustituirlos por oficiales buenos que se ascenderán. Por todo esto creo debe sacarse fuera del Estado esta fuerza que por su homogeneidad y la inconsciencia de los soldados constituye un verdadero peligro en

manos criminales y sería muy probable que al llegar un conflicto éstos no obedecieran. Además hay que tener en cuenta que aquí no se necesita esta tropa, pues como la columna del Mayo está armada y no hay enemigo probable, soy de opinión que esta fuerza marche a otro Estado, lo que podría hacerse en la forma y con el objeto que me permito someter a la aprobación de usted en la adjunta carta. Como aclaración diré que no me guía pasión alguna y que muy lejos de abultar los hechos, dejo sin mencionar muchísimos, pues al poner en conocimiento de usted esto, lo hago cumpliendo con mi deber, debiendo advertir que en un tiempo fui amigo del señor Maytorena y que siempre lamenté sus errores y procuré que los corrigiera, pero puede usted creer que es dolorosísimo para nosotros presenciar estos enjuagues y manejos sucios que son la negación más completa de las doctrinas predicadas y la burla más cruel a ese pueblo que engañado viene a sacrificarlo todo en la lucha por mejorar su condición. Sin más que tratar por ahora, queda como siempre a sus órdenes su atento subordinado y amigo. S. Alvarado

Carta del licenciado Jesús Acuña, fechada en El Paso, Tex., informando a don Venustiano Carranza de su entrevista con el general Francisco Villa, y de su adhesión a la causa y a él. [A. I. F., F9-70-43.]

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El Paso, Tex., 18 de noviembre de 1913. Señor don Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista. Nogales, Son. Muy estimado señor y fino amigo: Formo la presente para comunicar a usted, que cumpliendo sus instrucciones tan luego como llegué a ésta, estuve a saludar al señor general Villa quien después de haberse enterado con detenimiento de la carta de usted, hizo de usted grandes y merecidos elogios; pasada esa visita de cortesía que le hice, por casualidad juntamente con los doctores Duasart, Fuente y Oyervides, y habiendo comprendido desde luego el carácter del general, ayer estuve a verlo yo solo y platicamos ampliamente sobre la situación en general; él está enteramente de acuerdo con las ideas de usted, y puede usted juzgarlo como un jefe de su confianza. Después de haberle expuesto yo las ideas de usted acerca de la situación, me dijo que no porque él pensaba igual, si pensara de manera distinta, a ciegas acataría siempre la voluntad de usted, que no tiene otra ambición que el derrocamiento de Huerta y la destrucción de los malos elementos del país, que esta vez se le ha presentado una oportunidad brillante, que no desechará, para sincerarse de todos los cargos de su vida pasada y para dar un ejemplo de honradez y patriotismo a todos sus compañeros de armas. Cuando salimos ya del punto serio de la conversación y hablando él de los grupitos políticos me dijo: “dígale a mi general que no batalle con ninguno de estos amigos, que todo lo que le estorbe me lo mande para acá y yo le rendiré cuentas”. A Sánchez Azcona no lo puede ver ni en pintura y es tal la predisposición que le tiene que varias veces me dijo que quería fusilarlo. Del señor Maytorena se expresa en términos muy desfavorables no así del señor Pesqueira; de quienes hace también grandes elogios es de don Pablo González y del general Obregón y me recomienda le diga a usted que en el sur de Coahuila y Zacatecas están los mejores jefes de aquella región y a quienes él quiere mucho: Robles y Natera. Los asuntos de carácter administrativo como nombramientos, recaudaciones y demás he creído más conveniente tratarlos, como ya lo estoy haciendo, con el jefe de su Estado Mayor, señor Juan N. Medina, persona de grandes energías y de mucho prestigio en esta localidad. Cuando le hablé al general acerca de los empleados de la Federación cuyos nombramientos deberían extenderse con el carácter de provisionales, me dijo que los asuntos militares le absorbían todo su tiempo y sólo que no intentaran los

federales recuperar la ciudad, se dedicaría con todo empeño a la administración en todas sus ramas, pero desgraciadamente ya salieron 3 000 tres mil [sic] hombres, colorados todos, de Chihuahua y vienen sobre Ciudad Juárez. Me dice que por esta circunstancia no encuentra conveniente que venga usted por acá porque en caso de no poder conseguir el parque que necesita, no quiere sufrir un fracaso a la vista de usted. Es urgente proveerlo cuanto antes de parque y parece que la Casa Sheldon no ha querido entregar el que usted tenía ahí; hoy me informé de la cuestión del parque y me dijo que don Elías Calles le había dicho que en esa casa había una cantidad de 400 000 tiros comprados ya por cuenta nuestra. Y hágame favor de informarle lo que haya de cierto acerca del parque. Ya me he extendido demasiado y temo cansar su atención si continúo. En resumen la situación está aquí un poquito apurada por falta de parque y el general es suyo enteramente y parece que trae buena gente en su derredor. Más tarde volveré a escribirle dándole cuenta en mis trabajos. Que se conserve bien son los deseos de su afmo., adicto amigo, atto. y S. S. Jesús Acuña P. D. Cuando le dije al general que los billetes le llegarían muy pronto me dijo que aunque había sacado de Torreón $1 500 000 —un millón quinientos mil pesos— los había distribuido entre todos los jefes, le dio hasta Natera, Robles y naturalmente a todos los que concurrieron a la toma de Torreón; que cualquiera cantidad que le mandara usted se lo agradecería muchísimo pero que tuviera en cuenta que trae 6 000 hombres y que como usted le indica él cuidará en lo sucesivo el dinero bueno para comprar pertrechos de guerra.

Telegrama de don Venustiano Carranza, felicitando al general Francisco Villa por su brillante triunfo sobre las fuerzas ex federales en Chihuahua, y recomendándole atendiera al licenciado Francisco Escudero, secretario de Relaciones y Hacienda, en todo lo que se relacionara con su cargo. [A. I. F., F9-39-III.]

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Hermosillo, 27 de noviembre de 1913. Señor general don Francisco Villa. Ciudad Juárez, Chih. Muy estimado amigo y correligionario: Compláceme presentar a usted, al señor licenciado don Francisco Escudero, secretario de Relaciones y Hacienda, quien pasa a ésa, a fin de arreglar, de acuerdo con usted, todo lo que se relacione con los cargos que desempeña, por lo que espero se servirá usted atenderlo debidamente. Muy particularmente agradeceré a usted las consideraciones que se sirva dispensar al señor secretario de Hacienda, a quien, además, he hecho especial encargo de expresar a usted, en mi nombre, mis felicitaciones sinceras por el brillante triunfo que sus fuerzas obtuvieron últimamente, sobre los ex federales de Chihuahua. Saludándolo muy afectuosamente, quedo como su amigo y correligionario afectísimo. V. Carranza

Telegrama de don Venustiano Carranza, fechado en Hermosillo, Son., manifestando al licenciado Miguel Díaz Lombardo, residente en París, Francia, no poderse hacer ningún ofrecimiento de consideración al señor A. M. Martin, Director de La Agencia Nacional, como recompensa a los servicios prestados por su publicación. Que la situación económica se ha desahogado notablemente con la emisión de papel moneda constitucionalista, por lo que no estima necesario la negociación de un empréstito, y que no insista para que oficiales mexicanos residentes en dicho país ingresen en las filas constitucionalistas, por contarse con numerosos elementos. [A. I. F., F9-39-III.]

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Hermosillo, 1º de diciembre de 1913. Señor licenciado Miguel Díaz Lombardo. 19 Rue Presbourg. París, Francia. Muy estimado amigo y correligionario: Me impuse con atención de su apreciable fecha 11 del mes próximo pasado anterior, manifestando a usted que en virtud de las condiciones económicas en que nos encontramos, que seguramente no escaparán al ilustrado criterio de usted, no nos es posible hacer ofrecimiento alguno de consideración, al señor A. M. Martin, Director de “La Agencia Nacional”, que tan buenos servicios ha estado prestando con su publicación a nuestra causa, y los cuales sabremos tener presente a nuestro triunfo. Con los amigos que residen en esa capital estimo podría gestionar usted algunos fondos, que se dedicaran a prensa y que serían de gran utilidad en estos momentos, por necesitarse bastante la publicación de noticias que manifiesten la verdadera situación de nuestro México, a efecto de que no sorprendan a los extranjeros con las noticias que los agentes huertistas hacen circular en la prensa subvencionada de esta capital y otras europeas. Ya tenía informes relativos al apoyo que el Gobierno británico imparte a Huerta, por razón de intereses egoístas, así como de la política que esa nación está desarrollando cerca del Gobierno americano; pero de todos modos agradezco a usted los datos que consigna en su apreciable citada y espero me seguirá comunicando lo que de nuevo sepa sobre este particular. En cuanto a la negociación de un empréstito para nuestro movimiento, me es satisfactorio participar a usted que estimo tenemos elementos suficientes para

continuar la lucha armada por dos o tres meses más y al fin de ellos habremos arreglado la forma más conveniente para satisfacer las necesidades de la campaña; pues con motivo de la emisión de papel moneda local y del constitucionalismo, que acaba de efectuarse, nuestra situación económica se ha desahogado notablemente. Exprese usted mis agradecimientos sinceros a las casas bancarias que bondadosamente ofrecen sus gestiones, las cuales estimo debidamente. Como a diario ofrecen sus servicios a la Jefatura de mi cargo, numerosos elementos que desean contribuir al restablecimiento del orden constitucional en nuestra República, muchos de ellos que no pueden ser utilizados, creo innecesaria la insistencia de usted con los oficiales mexicanos residentes en ésa, para que vengan a ingresar a nuestras filas, por lo tanto debe suspender las gestiones que había encaminado en este sentido. Con los últimos e importantes triunfos de nuestras armas se ha definido algo más nuestra situación en relación con el llamado Gobierno de Huerta, que día a día pierde terreno, y cuyo fin está ya próximo. A la toma de Culiacán, Ciudad Victoria y Ciudad Juárez seguirá indudablemente la de Chihuahua y otras capitales de Estados, que quizá vengan a poner fin a la lucha actual y a resolverla en nuestro favor. Saludando a usted con el afecto de siempre y deseándole todo bien, quedo como su amigo y correligionario seguro servidor. V. Carranza

Telegrama de don Venustiano Carranza, al licenciado Miguel Díaz Lombardo, residente en París, Francia, agradeciéndole las consideraciones que hace acerca del señor Bernardo Calero, por lo que se tomará en cuenta la conducta que observe para el triunfo de la causa constitucionalista; que respecto a entrar en negociaciones con casas bancarias, se concretara a expresarle agradecimiento; y que en cuanto a los fusilamientos ordenados por el general Francisco Villa en Ciudad Juárez, Chih., le diera publicidad a la correspondencia cruzada con el Gobernador de Arizona, de la cual le envía copia. [A. I. F., F9-39-III.]

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Hermosillo, 7 de diciembre de 1913. Señor licenciado Miguel Díaz Lombardo. 19 Rue Presbourg. París. Muy estimado amigo y correligionario: Acuso recibo de sus gratas fechas 14, 17 y 21 del mes próximo pasado, habiéndome impuesto con detenimiento de sus contenidos, que paso a contestar: Estimo en cuanto valen las consideraciones que se sirve usted hacer, acerca del señor Bernardo Calero, de quien he recibido ya varias cartas, protestando su adhesión a la causa, y sus deseos de cooperar en ella, a las que he contestado que tomaré en cuenta la conducta que observe para el triunfo del movimiento de la legalidad. Me he impuesto de la extensa y bien escrita carta que usted dirigió al licenciado Calero, referente al asunto político de actualidad y agradezco a usted la atención de este envío. Ya expresé a usted en alguna de mis anteriores, que no creo necesario por el momento, entrar en negociaciones con las casas bancarias a que se refiere, por lo que le estimaré concretarse a expresarles nuestros agradecimientos, por los ofrecimientos que se han dignado hacer por el digno conducto de usted. En cuanto a los fusilamientos ordenados por el general Villa en Ciudad Juárez, de que tanto ha hablado la prensa extranjera, me permito acompañarle copia de la correspondencia cruzada entre el Gobernador de Arizona y yo, para que se imponga usted de su contenido y le dé la mayor publicidad posible. Con gusto atenderé la recomendación que usted me hace en favor de la señora Procopia Valdés de Canalizo y del señor Allinson, que han sido correligionarios sinceros y a quienes se impartirán todas las garantías necesarias, a fin de que no

sufran molestias en sus personas e intereses; pero como no me dice usted si sus recomendados ocurrirán a este Cuartel General, espero me informe si esto hacen o a qué dirección pueden dirigírseles las comunicaciones respectivas, para los jefes constitucionalistas que operan en la Baja California. Sin otro asunto por el momento, y saludándolo con el afecto de siempre, quedo como su amigo y correligionario afectísimo, atento y seguro servidor. V. Carranza

Memorándum suscrito por el señor G. Paredes Esquinca, en Hermosillo, Son., el 8 de diciembre de 1913, sobre la actuación del doctor Nicolás Cámara Vales, Gobernador del Estado de Yucatán, negativa al movimiento revolucionario. Cita la intervención del Partido Liberal Radicalista, formado por Agustín Patrón Correa, y otros. [A. I. F., F9-71-29.]

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El doctor Nicolás Cámara Vales al presenciar la aprehensión de los señores Presidente y Vicepresidente de la nación en Palacio en México, se aprestó a ponerse a salvo previendo hiciesen otro tanto con su persona y al llegar a la casa de éste último señor licenciado José María Pino Suárez, declaró ante un grupo de amigos entre los cuales me encontraba, que salía inmediatamente para Yucatán para desconocer y enfrentarse al usurpador Huerta. En efecto al día siguiente (miércoles 19 de febrero del corriente año) salía con rumbo a aquel Estado siendo acompañado por mí hasta la estación de “Buena Vista”, y en el camino me dijo: “en el próximo vapor se puede embarcar usted, con los amigos para que me ayuden al levantamiento armado de Yucatán.” Con la promesa hecha por el ya citado doctor y con la esperanza de ayudarlo eficazmente en su propuesto levantamiento salí de México el 26 llegando a Mérida el 29. A mi llegada me presenté al doctor Cámara Vales para ponerme a sus órdenes, según lo ofrecido desde México, y cuál no sería mi sorpresa al contarme que ya no se podía hacer nada porque el Gobernador interino Fernando Solís León había reconocido al traidor Huerta. Insistí acerca de la conveniencia de nuestro levantamiento, teniendo como respuesta no la resolución que yo esperaba sino simples esperanzas. Por varias ocasiones repetí mis entrevistas con el referido doctor y con el mismo propósito de convencerlo, máxime que en estas otras ya tenía la convicción de que contaba con el batallón “Cepeda Peraza”, perfectamente armado y municionado, sino que también con algunos jefes de la policía y siempre su respuesta me la daba a medias, que iba a pensarlo detenidamente porque el caso se le presentaba difícil y delicado. Procedí entonces a tocar otros resortes para la efectividad del levantamiento armado y desde luego me puse al habla con el presidente del Partido Liberal radicalista señor doctor Agustín Patrón Correa, quien desde el momento me ordenó me pusiera al contacto con los señores licenciados Epigmenio Rebolledo, notario Crescencio Jiménez Borregui, licenciado Urbano Espinosa, profesor Virgilio Mendoza y licenciado Calixto Maldonado. Les hablé a todos y a cada uno de la conveniencia de nuestro pronunciamiento; todos se llenaron de entusiasmo procurando comunicarse con alguno de los cabecillas de los partidos o municipios

de Hunucmá, Progreso, Sotuta, Felcáx y Peto para saber de la gente con que podríamos contar con eficacia. Como resultado de tales comunicaciones venimos en conocimiento de que se podían contar con muchos brazos, pues el partido permanecía unido y desde luego todos desesperaban porque se les diera las armas y municiones para pelear en pro de la causa; pero la situación económica de todos los principales los ponía en condiciones de no poder comprar ni siquiera quinientos rifles, únicos suficientes antes de que se implantara el Gobierno militar en el Estado. Procuré luego que nos reuniéramos en junta para deliberar y resolver el conflicto; se trató de que el doctor Cámara Vales y su cuñado el licenciado Calixto Maldonado diesen el dinero, siendo en bien general si así lo hacían prescindir de la enemistad que con todo el partido maderista se había creado en toda su administración el referido doctor Cámara Vales con la sola y única condición de que éste se desligara por completo de Tomás Castellanos Acevedo, hombre al decir unísono de todo el pueblo yucateco sin distinción de bandos, funesto y de malas entrañas, ambicioso y desleal que de hecho había gobernado al mismo gobernador enriqueciéndose y manejando a su antojo y capricho los destinos puestos en sus manos por la jefatura. Sobre este asunto fui de nuevo a ver al doctor Cámara Vales y al ponerle de manifiesto aquel propósito me contestó que ya había meditado bien el asunto y que no era posible levantarse en armas por no tener los elementos y que además nada se sabía de cierto del estado de la Revolución en el Norte si avanzaba o no. En este estado de cosas llegó el profesor David G. Berlanga de La Habana; trayendo cartas para los señores, doctor Nicolás Cámara Vales, licenciado Calixto Maldonado y Manuel Castillo Brito en donde el Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, pedía una eficaz ayuda para la causa e invitando a dichos señores para el inmediato levantamiento en armas contra el Gobierno traidor, tuvo el señor Berlanga que dar muchas vueltas para lograr la entrevista que quería tener con el ya citado doctor; pues éste huía del señor Berlanga; hubo necesidad que yo interviniera para lograr la entrevista de la cual salió el señor Berlanga enteramente decepcionado, pues no tan sólo no correspondía a lo pedido sino no hubo para el jefe ni la más significante palabra de aliento. Con esta nueva decepción, el Partido Liberal tomó la determinación de levantarse en armas teniendo como único jefe al doctor Agustín Patrón Correa y para lo cual suplicó al señor Berlanga, gestionara en unión del señor Teodomino L. Vargas el armamento necesario. Hasta hoy no se ha podido conseguir nada efectivo y el ya citado Partido Liberal queda a las órdenes de su presidente doctor Agustín Patrón Correa que se encuentra en Nueva Orleans para que si éste consigue o se una con otra persona que pueda dar dinero o armamento para hacer la Revolución en Yucatán. Al llegar el primer gobernador militar, temiendo el referido doctor Cámara Vales ser perjudicado en su persona, salió violentamente con dirección al Norte

haciendo aparecer que iba en busca de los elementos necesarios de guerra para regresar luego a recuperar su gobierno ya perdido por su propia culpa al haber desaprovechado las frecuentes oportunidades que se le habían presentado. Yucatán en su mayor parte calificó acremente su actitud hasta cierto punto cobarde porque su salida no llevaba tales intenciones sino la de escaparse por temor a perder la vida en manos de los secuaces del asesino y traidor Huerta, cuyos garfios de su despotismo y malas entrañas hacía extender ya hasta aquellas tierras peninsulares.

7. Documento número 74 [p. 153]

8. Documento número 74 [p. 153]

Sabido es de todos aquellos que el doctor Cámara Vales tiene grande amor a la vida y a sus intereses y que no es capaz de sacrificar nada y que al no haber querido aprovecharse de las circunstancias espléndidas y propicias que se le brindaron antes con elementos de que pudo disponer y contando él con dos o trescientos mil pesos de su propio peculio, todo lo que después hiciera en su cacareado viaje al Norte no sería más que aparatos para después del triunfo. Hoy permanece a la expectativa en Nueva Orleans U. S. A. haciendo ostensibles sus trabajos por llevar una expedición armada por medio de empréstitos en nombre de la Revolución, que fracasan, pues si él en realidad tuviera amor a la causa y a su patria chica no tendría necesidad de tales empréstitos porque bien sabido es por todos los yucatecos que tal expedición si quisiera la podría llevar con sus propios dineros, si no por patriotismo siquiera por vengar la sangre de su hermano. Mientras tanto el Estado de Yucatán y principalmente el verdadero partido maderista de aquella entidad, sufren la opresión y el despotismo del Gobierno militar del general Cortés sustituto de Razcón que dejó imponer por su nulidad de energías y de valor, de patriotismo y lealtad. Hay algo más serio y delicado todavía en lo que respecta a la conducta del tantas veces mencionado doctor Cámara Vales en Yucatán. Se asegura con visos de sobrada verdad entre aquellos ciudadanos que al partir él dejó pactado con Tomás Castellanos trabajar ambos; uno con el Primer Jefe Constitucionalista en el Norte y el otro con el jefe del cuartelazo y la traición en México para en el momento de la decisión quedara el Gobierno de Yucatán en una u otro mano [sic], según la suerte. Hermosillo, a 8 de diciembre de 1913. G. Paredes Esquinca

Informe del señor A. M. Azueta, a don Venustiano Carranza, de la comisión que le confirió Manuel Castillo Brito, como jefe interino de las fuerzas que operaban en el Estado de Campeche, y de su incorporación a las del mando del general Jesús Carranza, en Tamaulipas. [A. I. F., F9-72-7.]

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San Antonio, Tex., diciembre 8 de 1913. Señor don Venustiano Carranza, Jefe Supremo del Ejército Constitucionalista. Nogales, Son. Muy respetable señor mío y amigo: Refiriéndome a la comisión que me encomendó el señor Manuel Castillo Brito, gobernador constitucionalista de Campeche, tengo el honor de informarle a usted lo siguiente: Con fecha 13 de agosto ppdo., en Nueva Orleans, fui nombrado por el señor Castillo Brito, jefe interino de las fuerzas que operaban en Campeche. Ordenóme la salida incontinenti, la que verifiqué internándome al Estado de Campeche por la República de Guatemala, tardando cerca de dos meses para llevarla a cabo. Cuando logré ponerme en contacto con las fuerzas, en un punto llamado San Lorenzo, me presenté al señor coronel Duffoo con los documentos que acreditaban mi cargo, y este señor se negó terminantemente a entregarme las fuerzas que le habían confiado, porque ya estaba en arreglos para someterse incondicionalmente al llamado Gobierno de Huerta, pues consideraba roto el pacto con el señor Castillo Brito, desde el momento que los abandonó en la frontera de Guatemala. Esta determinación me sorprendió sobremanera; y creyendo que solamente era iniciativa del señor Duffoo traté de hablar con los oficiales, lo que dio por resultado que el referido coronel ordenara que fuera yo escoltado fuera del campamento, pues se dio cuenta de que trataba yo de seducir a la oficialidad. Permanecí a la expectativa hasta que se rindió incondicionalmente al régimen huertista, lo cual me fue comunicado inmediatamente, y más tarde pude confirmarlo por la prensa. Inclusive con la oficialidad, se rindieron: 736 hombres, con una dotación de 1 240 carabinas, 3 ametralladoras en buen estado y una descompuesta y 220 000 cartuchos. Regresé a Guatemala, para dar parte al señor Castillo Brito de lo sucedido y me contestó telegráficamente, ordenándome que me incorporara en Nueva Orleans, lugar de su residencia. Inmediatamente tomé pasaje para ese punto, donde por más investigaciones que hice no pude averiguar su actual residencia. Mi propósito, desde un principio, fue tomar parte activa en el derrocamiento del usurpador Huerta, pero desgraciadamente la comisión que me confió el señor

Castillo Brito fracasó por las causas que ya dejo expuestas. Ahora, señor Carranza, me permito manifestarle a usted que pronto saldré para Tamaulipas, a incorporarme con las fuerzas del señor general Jesús Carranza. Creo oportuno manifestarle a usted que la aprehensión del señor Castillo Brito, en Nueva Orleans, se llevó a cabo debido a la influencia de conocidos enemigos del Constitucionalismo, a quienes dicho señor obedeció, no obstante que oportunamente se le hizo comprender que ocasionaría grandes perjuicios tanto al señor Ernesto Fernández y a los agentes secretos americanos como a la causa misma del movimiento, y todavía, después de lo sucedido, aún insiste en proteger al filibustero Dreben y otros individuos de filiación dudosa. Deseando, señor Carranza, el pronto éxito del movimiento que usted dignamente encabeza, quedo como siempre. Su afmo. amigo y S. S., A. M. Azueta. Ruégole contestar por conducto del señor general Jesús Carranza.

Carta de don Venustiano Carranza, participando al general Jesús Carranza quedar enterado de que la recaudación de la Aduana y orilla del Río, produce lo suficiente para la compra de armamento y pertrechos, y que la acción desarrollada en el puerto de Tampico, Tamps., es favorable a las fuerzas constitucionalistas. [A. I. F., F9110-7.]

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Hermosillo, 11 de diciembre de 1913. Señor general Jesús Carranza Garza. Cuidado doctor Agustín Garza González. Brownsville, Texas. Muy estimado hermano: Acuso recibo de tu apreciable fecha 2 del corriente, de cuyo contenido me impuse y paso a contestar: No he recibido aún la carta en que me comunicabas la probable muerte de Pepe y recibí la noticia por otros conductos. Estimo que dicha correspondencia se extravió. Veo con gusto que la recaudación de impuestos en esa Aduana y la orilla del Río, produce lo suficiente para comprar armas y pertrechos, que reclama la campaña en ese Estado, y juzgo necesario alleguen el mayor número posible de fondos, a fin de que compren municiones y fusiles para activar las operaciones en el centro de la República. En este momento recibo telegrama de Washington, donde se me comunica que el combate en Tampico es favorable para nuestras fuerzas y espero me participen ustedes pronto la toma de tan importante puerto. Sin otro asunto por el momento que saludarte, quedo como tu hermano afectísimo que mucho te quiere. V. Carranza

Telegrama de don Venustiano Carranza, manifestando al general León del Campo, residente en Los Ángeles, California, que no aceptará dinero extranjero para sostener la campaña constitucionalista, en contra del usurpador. [A. I. F., F9-39-III.]

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Hermosillo, 13 de diciembre de 1913. Señor general León del Campo. 601 Trust & Savings Building., Los Ángeles, Cal. Muy señor mío: Acuso recibo de su atenta fecha 27 de noviembre próximo pasado anterior, manifestando a usted en contestación que la jefatura de mi cargo, no aceptará dinero extranjero para las atenciones de la campaña, que en contra del usurpador ha emprendido. Sin otro asunto, quedo de usted afectísimo atento y seguro servidor. V. Carranza

Instrucciones giradas por don Venustiano Carranza, al general Jesús Carranza, para el traslado de los heridos hospitalizados en la población de Eagle Pass, Texas, y recomendándole aproveche los servicios del señor Alberto Blakaller. [A. I. F., F9-110-7.]

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Hermosillo, 13 de diciembre de 1913. Señor general Jesús Carranza. Cuidado doctor Agustín Garza González, Brownsville, Texas. Estimado hermano: Siendo en muy reducido número los heridos que ya quedan en el hospital de sangre que se transladó a Eagle Pass, y originando en dicha población bastantes gastos para su sostenimiento y atención, estimo conveniente que a la mayor brevedad ordenes se traslade el hospital a esa plaza, así como todas las señoritas enfermeras, que como bien sabes, tantos servicios han venido prestando desde el principio del movimiento. Igualmente me permito recomendarte de una manera especial, aproveches los servicios del señor don Alberto Blakaller, padre de las señoritas enfermeras, y de sus dos hijos Ricardo y José, que pasarán también a ésa. Sin otro asunto por el momento que saludarte, quedo como siempre tu hermano afectísimo que te quiere. V. Carranza

Informe del señor licenciado Antonio Ancona Albertos, al C. secretario de Gobernación, sobre la actuación del Grupo Liberal Renovador, de la Cámara de Diputados, que combatió al huertismo. [A. I. F., F9-57-18.]

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C. secretario de Gobernación, Antonio Ancona Albertos, electo diputado al Congreso de la Unión, en los comicios de 1912, ante usted comparece y expone: A mediados del mes de septiembre último circuló entre los diputados que aún asistían a las sesiones de su Cámara, en México, un decreto expedido por el Gobierno constitucionalista, en el que se prevenía a los representantes del pueblo que no asistieran al Congreso. El Grupo Liberal Renovador de la Cámara de Diputados, cuya filiación política es conocida y cuya adhesión al movimiento constitucionalista tuvo manifestaciones públicas, francas y patrióticas, tanto más meritorias cuanto eran peligrosas, al recibir el decreto aludido celebró en la bibloteca [sic] de la Cámara una sesión secreta, con el objeto de tomar una determinación. Consideradas las razones expuestas en el decreto y en el manifiesto que nos dirigieron nuestros compañeros que ya entonces estaban al lado de los constitucionalistas, se convino en que decreto y manifiesto partían de bases ciertas y llegaban a conclusiones lógicas; pero por desgracia para nosotros, y especialmente para los que anhelábamos tomar parte en cualquier forma en el patriótico movimiento legalista, obstáculos insuperables de orden material se oponían a la obediencia al decreto. No hay quien no sepa en México que ese documento circuló entre nosotros con el conocimiento del llamado Gobierno de Victoriano Huerta que viola todas las correspondencias —y nosotros sabíamos que si antes éramos vigilados, desde aquel día lo fuimos mucho más. De mí sé decir que, a pesar de mi insignificancia política, era estrechamente vigilado y que toda evasión era imposible, sin que la consecuencia inmediata fuera el asesinato, el sacrificio estéril. A pesar de esta última circunstancia y a pesar de otras menos importantes, los miembros del Bloque Renovador decidimos, en principio, obedecer el decreto a medida que fuera siendo posible, y enviar al lugar en que entonces se encontraba el Primer Jefe del Constitucionalismo, como comisionados, a tres de los nuestros encabezados por el señor licenciado Luis Manuel Rojas, quienes hicieron, sin resultado, tentativas para salir de la capital de la República. En vista de que, con semejantes medios, era imposible obedecer el decreto, el Bloque, sin embargo, resolvió obedecerlo, en otra forma, aún a riesgo de recibir, como castigo, la desaprobación del constitucionalismo y de que sus miembros, uno a uno, fueran asesinados por los esbirros de Huerta. Lo necesario era obedecer el decreto, aunque la forma no fuera la indicada por el mismo. Y obramos en consecuencia: nos decidimos a provocar debates, a presentar iniciativas y a hacer

interpelaciones que atrajeran constantes dicterios a la administración de Huerta, y conociendo, como conocíamos, la situación política de la Cámara y la profunda división que existía entre las diversas facciones personalistas, con habilidad, aconsejada y llevada a cabo, por cierto, por el representante de Galeana, don Miguel Alardín —en cuyo honor lo digo—, resolvimos lanzarlas unas contra otras y ponernos en cada caso al lado de aquella que, unida a nuestro Bloque, sumara mayoría antihuertista. De este modo pudimos lograr, en muy pocos días, que el pueblo de la capital, aletargado antes por el terror, manifestara abiertamente su hostilidad a la administración huertista; que ningún proyecto de ésta fuera aprobado en las Cámaras y que constantemente hubiera, en la de diputados, al menos una mayoría dispuesta a censurar, y censurando de hecho, todos los pasos del Gobierno usurpador. Así fue como surgieron al debate todos los asuntos de que tanto habló la prensa, entonces, y nuestra proposición para que las elecciones fueran pospuestas, que tanto calor llevó a las discusiones y que, en mi concepto, constituye una de las causas reales de la disolución del Congreso. Ésta fue debida, indudablemente, a los esfuerzos del Bloque Renovador para lograr que el Gobierno usurpador tuviera minoría parlamentaria y a la proximidad de un debate, el de la prórroga del período electoral que debía resolverse, tanto en los oradores del pro como en los del contra, en requisitorias formidables para la traición. Es conocida, además, la causa determinante de la disolución de las Cámaras, en la que el Bloque Renovador tomó parte muy activa y puso la vida de sus miembros inermes a merced de la traición armada. Obrando de tal modo, creímos cumplir con un deber patriótico, creímos obedecer el decreto a que tantas veces he aludido, y si bien, al principio, rehusamos, a la buena causa el sacrificio de nuestras vidas, no saliendo de la capital, porque lo creímos estéril, en cambio, en la forma indicada —que no tuvo pocos peligros— creímos cumplir con nuestro deber de colaboradores en el constitucionalismo. No sé, sin embargo, si nuestros actos nos justificarán ante la Revolución; pero he creído una obligación mía relatarlos, para que, al menos, se sepa aquí con toda verdad que aquel grupo de hombres, aislados de toda comunicación con sus hermanos, procuraron ayudarlos al triunfo de la causa, como ellos creyeron sincera y lealmente que debían hacerlo. A la Revolución —que hasta hoy ha sido tan justa— toca depurar nuestra conducta. El que suscribe, ante ella se presenta dispuesto a servirla, como ruego a usted, C. secretario, que se lo haga saber al Primer Jefe del Ejército Constitucionalista. Protesto a usted mi respetuosa consideración y firmo en Hermosillo, el 15 de diciembre de 1913. Antonio Ancona Albertos

Telegrama de don Venustiano Carranza, fechado en Hermosillo, Sonora, agradeciendo al general Ignacio L. Pesqueira sus deseos de colaborar en la causa de la legalidad. [A. I. F., F9-39-III.)

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Hermosillo, 16 de diciembre de 1913. Señor general Ignacio L. Pesqueira. Cananea, Son. Muy estimado amigo y correligionario: Correspondo a su apreciable fecha 10 de los actuales, de la que me impuse con atención, manifestando a usted que puede permanecer en esa el tiempo que juzgue conveniente, para el debido arreglo de sus negocios. Mucho y muy sinceramente agradezco a usted los patrióticos deseos que se sirve expresar, de estar a mi lado para colaborar en la causa de la legalidad y me complace testimoniarle con este motivo, la seguridad de la estimación particular y del concepto que por usted siempre he tenido. Lo saludo afectuosamente y quedo como su amigo y correligionario atento seguro servidor. V. Carranza

Carta de don Emilio Salinas, fechada en Laredo, Tex., el 16 de diciembre de 1913, dirigida a don Venustiano Carranza, en Hermosillo, Son., agradeciéndole sus sentimientos con motivo del fusilamiento de su hermano José, en el pueblo de San Nicolás de los Garzas, e informándole de la mala administración en las aduanas fronterizas. [A. I. F., F9-57-46.]

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Laredo, Tex., diciembre 16 de 1913. Señor V. Carranza, Primer Jefe del E. C. Hermosillo, Son. Estimado hermano: Correspondo a tu grata de fecha 5 del actual. Te agradezco en lo que valen las sentidas frases que expresas con motivo de la muerte de nuestro hermano José, el que, según informes que he tenido, fue hecho prisionero por nuestros enemigos cerca de un pueblo llamado San Nicolás de los Garzas, y fusilado a continuación. Con este motivo, hace pocos días fui a San Antonio a hacer una visita a Virginia, a quien tal suceso ha afectado profundamente; pues bien sabes que, a pesar de los errores que en vida cometió nuestro infortunado hermano, lo apreciaba mucho; y quizá más por verlo en la desgracia en que había caído. Hablé con ella respecto a su propósito de ir al lugar donde descansan los restos de Pepe, al que yo la acompañaré, cuando las circunstancias lo permitan. Mucho te agradezco las gestiones que haces para que se precise el lugar donde fue sepultado. Te felicito cordialmente por los últimos acontecimientos de la Revolución a que haces referencia, que tanto han influido en favor de nuestra causa, la que ya no es difícil predecir que en un término no lejano verá que los sacrificios de vidas e intereses que el país ha hecho en la terrible, pero necesaria lucha en que se halla envuelto, no serán infructuosos, que pronto saldrá avante y que sentará con firmeza y de una manera perdurable los sanos principios que defiende. Por mi parte siento que sin embargo de haber sido uno de los primeros que exponiendo vida e intereses, y cuando el horizonte político se veía muy oscuro, respondí a tu llamado, en época en que casi todo el mundo consideraba una loca aventura la que había provocado el Gobierno de tu cargo desafiando al traidor Huerta; sin embargo de todo esto, repito, ahora las circunstancias me han obligado a permanecer inactivo, o poco menos, durante estos últimos tiempos primero, por causa de enfermedad y posteriormente porque enemigos gratuitos, a quienes no he ocasionado daño alguno, han hecho circular versiones calumniosas respecto de mi conducta, como la de Lucio Blanco,

que a ti te consta y que por una verdadera coincidencia me enteré de ella y quizá algunas otras por el mismo estilo que no han llegado a mi conocimiento. En cuanto a la primera la juzgué tan fuera de sentido común que, dado el conocimiento pleno que tienes de mis antecedentes, no juzgué necesario vindicarme ante ti por considerarlo superfluo. Pero tales calumnias, como toda mala semilla, han germinado, produciendo su fruto; más aún cuando tengo la creencia de que han sido fomentadas por elementos que jamás supuse me hicieran daño. Me explicaré: Desde mi llegada a esta población en donde me encontré a los señores Amaya y Zambrano, que estaban trabajando en favor de la Revolución, me asocié con ellos con el mismo objeto, formando tácitamente una Junta Revolucionaria, dedicada a consagrar sus energías en favor de nuestra causa, ayudando a nuestros correligionarios que andaban en servicio activo con todos los medios que han estado a nuestro alcance. Desde luego, y como te indiqué cuando estuve en ésa, notamos que uno de los elementos de vida mejores que tenía la Revolución era el producto de las aduanas que estaban en la región fronteriza dominada por la Revolución: pero que dichos productos no eran aprovechados por la causa por malos manejos y demás motivos que varias veces te he explicado, para corregir los abusos que en tales aduanas se han estado cometiendo y con objeto de que sus productos fueran aprovechados debidamente, hemos estado trabajando continuamente; lo que notado por los pícaros que han estado medrando con este ramo, se declararon nuestros acérrimos enemigos, haciendo correr versiones calumniosas de nuestra conducta, las que más tarde fueron el origen de la de Blanco, a que ya he hecho referencia y a otras posteriores que sería largo enumerar. Firmes en nuestro propósito y sin arredrarnos la actitud hostil de nuestros enemigos, fuimos no ha mucho a Matamoros, como me indicaste en una de tus anteriores a tratar este asunto con mi compadre Jesús, que acababa de llegar a aquella población; después de conferenciar largamente con él sobre el particular, acordó nombrarnos a los tres, oficialmente, con el carácter de comisión para que interinamente y mientras el Ministerio del Ramo disponía lo conveniente, reglamentaríamos la administración de las aduanas desde Del Río hasta Matamoros, nombrando empleados idóneos y disponiendo lo más que juzgáramos conveniente para conseguir el fin que se deseaba; en la inteligencia de que de preferencia deberían de cubrirse los gastos de la guarnición de cada aduana con los productos de las mismas; pero quitando a los jefes de armas respectivos la facultad de intervenir directamente en el cobro de derechos. Como a continuación, Múgica, Samuel Vázquez y toda la camarilla que rodeó a Lucio Blanco, que en gran parte son los enemigos de que he hecho mención supieron de lo que se trataba y cuando ya nos habíamos regresado, se presentaron en grupo ante mi compadre Jesús, y parece que, de una manera no muy correcta, le manifestaron que no estaban conformes con los nombramientos que había hecho por no serles gratas las personas nombradas, pidiéndole se revocara tal disposición. No sé lo que pasó en tal acto, sino solamente el resultado, que fue la imposición del grupo referido a mi compadre que se vio en el

caso de tener que acceder a lo que solicitaba. Este acto, que en mi concepto considero una debilidad de mi compadre y que redunda en su perjuicio, por el precedente que ha dejado sentado, ha venido a ser la causa de que el desbarajuste en la administración de las aduanas referidas continúa lo mismo que antes, cuando menos en las que están cerca de esta y que he podido observar; porque si bien se convino en que Nicéforo Zambrano fuera nombrado para la vigilancia de cierta zona y autorizado para el nombramiento de administradores locales, los jefes de armas, sin atender a las disposiciones relativas del Cuartel General, cobran y disponen de los productos de dichas aduanas a su arbitrio, haciendo abstracción de los administradores, sin más derecho que el de las carabinas que tienen bajo sus órdenes. Por otra parte, tal determinación de mi compadre, como fácilmente se comprende, no sólo redundó en perjuicio de la Autoridad que él representa; sino que también a mí me afectó sensiblemente; pues vino a prestar su contingente para que mis enemigos se aprovecharan de esta circunstancia para corroborar las calumnias en mi contra, a que me he referido; más aún cuando posteriormente mi compadre nada ha hecho que pudiera suponerse que al dar tal disposición lo hizo por tales o cuales circunstancias. Ni siquiera ha tenido la deferencia de comunicarme oficial o particularmente que había tenido que revocar el nombramiento que había hecho en mi favor. Para no hacer demasiado larga esta carta, termino exponiendo que, por el relato que dejo sentado, comprenderás que ya en las condiciones en que me encuentro no me será dable prestar mi contingente a la causa de la Revolución, porque lo probable es que mis actos sean interpretados de una manera torcida, cuando menos en esta región. En tal virtud y pareciéndome penoso retirarme de la noble causa que defendemos, me dirijo nuevamente a ti para manifestarte que antes de tomar otra determinación me digas si en algo o en alguna forma pueden ser de alguna utilidad mis servicios, estoy dispuesto a prestarlos con la misma fe y buena voluntad que te manifesté cuando, estando en Monclova me invitaste a secundar el movimiento revolucionario, cualquiera que fuere tu resolución, espero me haga favor de comunicármela luego, para que en caso de no ser admitida mi oferta, ver qué determinación tomo; pues con motivo de la larga permanencia de mi familia y mía en ésta, mis pocas economías se han mermado considerablemente y de continuar de la misma manera iría pronto a la ruina; más aún cuando, como ya sabrás las propiedades nuestras en México, han sido casi todas destruidas por nuestros enemigos. Por consiguiente necesito en este caso ver qué trabajo hago o a qué negocio me dedico para obtener cuando menos lo necesario para el sostenimiento de mi familia. Te participo que de una manera privada sé que en pocos días será atacada la plaza vecina de N. Laredo, de la cual he dado al general González aquellos datos que he considerado de interés, aunque la plaza está fortificada y minada en sus alrededores, creo que con un número de soldados superior a la guarnición que la defiende, y con alguna artillería no será difícil tomarla.

Sin otro particular por ahora y con saludos de todos de esta tu casa, quedo como siempre tu hermano que te aprecia. Emilio Salinas

Telegrama de don Venustiano Carranza, fechado en Hermosillo, Son., comunicando al teniente coronel Sóstenes de la Garza haber comisionado al licenciado Eliseo Arredondo para entregarle la cantidad de $300.00 que le prestó a su paso por la región Sur del Estado de Chihuahua. [A. I. F., F9-39-III.]

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Hermosillo, 18 de diciembre de 1913. Señor Sóstenes de la Garza. Teniente coronel. Chihuahua, Chih. Estimado correligionario y amigo: Es portador de la presente nuestro pariente y amigo el señor licenciado don Eliseo Arredondo, a quien he recomendado salude a usted de mi parte, y le entregue la cantidad de $300.00 trescientos pesos, que tuvo usted la bondad de facilitarme, durante mi paso por la región sur de ese Estado, siéndome enviados con nuestro correligionario el señor capitán Pablo Heredia, a quien ruégole saludar afectuosamente. Reiterando a usted mis agradecimientos por sus atenciones, quedo como siempre afectísimo pariente y seguro servidor. V. Carranza

Telegrama de don Venustiano Carranza, felicitando al señor Silvestre M. Terrazas, por haber sido designado secretario provisional del Gobierno del Estado de Chihuahua, y presentándole a los licenciados Luis Cabrera y Eliseo Arredondo, comisionados para tratar asuntos de interés general. [A. I. F., F9-39-III.]

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Hermosillo, 18 de diciembre de 1913. Señor Silvestre M. Terrazas. Chihuahua, Chih. Muy estimado amigo y correligionario: Por carta fecha 11 de los actuales que recibí del señor general Villa, me impuse con satisfacción de que había usted sido designado, como secretario de Gobierno provisional de ese Estado, por cuya merecida distinción lo felicito sinceramente, y le deseo todo acierto en las funciones del nuevo cargo que desempeña. Los señores licenciados don Luis Cabrera y Eliseo Arredondo, a quienes me complace presentar a usted, pasan a esa capital con objeto de tratar algunos asuntos de interés general, y espero se sirva usted dispensarles sus consideraciones en cuanto se les ofreciere, seguro de que se lo agradecerá su amigo afectísimo y correligionario seguro servidor. V. Carranza

Telegrama del señor Roberto V. Pesqueira, fechado en Washington, D. C., informando a don Venustiano Carranza, que en el Departamento de Estado se está considerando su reconocimiento como representante de la Revolución. [A. I. F., F9-109-5.]

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Washington, D. C., diciembre 18 de 1913. Señor V. Carranza. Hermosillo, Son. Refiéreme carta Escudero el 12 de noviembre de fuentes de los cuales se puede depender, he sabido que el presidente y secretario de Estado están considerando el reconocimiento de mi carácter de representante de la Revolución en ésta, pero para adquirir tal cosa se deben hacer todas las representaciones por mi conducto, dando menos intervención a Hopkins en nuestros asuntos. Salúdolo afectuosamente. Pesqueira

Telegrama de don Venustiano Carranza, comunicando al señor Willard L. Simpson, residente en San Antonio, Tex., haber girado órdenes a los jefes militares constitucionalistas para respetar las vidas e intereses de los extranjeros. [A. I. F., F9-39-III.]

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Hermosillo, 20 de diciembre de 1913. Señor Willard L. Simpson, Washer Building. San Antonio, Texas. Muy estimado y fino amigo: Correspondo a su apreciable fecha 6 de los actuales a la que se sirvió acompañar copia de la que dirigió a mi hermano Jesús, habiéndome impuesto con todo detenimiento de su contenido. Ya escribo a mi referido hermano, recomendándole especialmente, reitere las órdenes que se han dado a todos los jefes constitucionalistas, de respetar las vidas e intereses extranjeros, pues, bien sabe usted que nuestras fuerzas en su generalidad han normado su conducta dentro de este criterio de orden. Sin otro asunto por el momento y saludándolo con el afecto de siempre, quedo como su amigo y atento seguro servidor. V. Carranza

Carta de don Joaquín Bauche Alcalde, fechada en Los Ángeles, Cal., el 20 de diciembre de 1913, dirigida al general Felipe Ángeles, en Hermosillo, Son., denunciando que entre el elemento magonista se conspira en contra de la vida de don Venustiano Carranza. [A. I. F., F9-71-28.]

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Los Ángeles, Cal., a 20 de diciembre de 1913. Señor general Felipe Ángeles. Hermosillo, Son. Mi muy distinguido y estimado general:

Aprovecho el bondadoso conducto del señor D. José M. Carrillo, correligionario nuestro y buen amigo mío, para que al llevar a usted, un saludo respetuosamente cariñoso de mi parte, se sirva entregarle estas líneas, por las que me permito comunicarle a usted, lo siguiente que acabo de saber. Entre el elemento magonista que en abundancia infecta esta población, se ha conspirado en contra de nuestro Primer Jefe, general don Venustiano Carranza, y contra la salud de la República. Las formas escogidas para realizar sus propósitos, consisten en haber organizado aquí una expedición de veinticinco individuos, cuyas labores repartidas, principalmente en territorio de Sonora, se encaminan a asesinar unos a nuestro Primer Jefe y otros a hacer propaganda disolutoria en los diferentes distritos del Estado. Ya hay nombrados para Arizpe, para Magdalena y para Ures. Me permito indicar a usted, mi general, que entre el elemento mexicano que es tan numeroso en esta ciudad, hay algunos correligionarios de reconocidas miras político-patrióticas, que de muy buen grado aceptarían de nuestro Gobierno, la comisión de hacer conocer a nuestras autoridades locales, a los individuos que van a aumentar los males de nuestra patria. Son como los otros, compañeros de labores y de miserias, de modo que todos entre sí, se conocen perfectamente, y me parece obvio hacer resaltar ante usted, mi general, la conveniencia de evitar, con tan poco, incalculables penas. Citaré nombres que principalmente trabajan en contra de nuestra patria: Francisco Bobadilla, Vicente Lucero, Florencio López, Odilón Luna. Un individuo que se finge amigo de la causa y que exhibe correspondencia cordial del señor general Cabral, se expresa cuando se revela tal cual es, en términos desleales, descorteses y ofensivos de todos los constitucionalistas, encabezados por el bandido Carranza (frase textual), este individuo se llama Jesús Bringas. Me creo en la obligación de hacer conocer estos datos para quien los valorice y con talento piense en los antídotos. Nadie mejor que usted, mi general, que de tan cerca ha sufrido las lecciones tan duras que ha recibido el maderismo por su

magnanimidad, que procede del error para juzgar al enemigo, y que toca límites con la indulgente ignorancia para prevenir el triunfo del mal. Por lo tanto, ruego a usted, mi general, me perdone el tiempo que con mis letras distraigo a usted, de sus difíciles atenciones que, sólo el talento y la inmensa fuerza de voluntad, aplicada al patriotismo, pueden desempeñar con absoluto acierto. Espero instrucciones, si así lo cree usted conveniente, en la casa Nº. 2403 So. Grand Ave. Puedo dar amplios informes de las personas que se prestan a ayudarnos. Ruego a usted, mi general, acepte mis ardientes deseos por el bienestar de usted y su tan estimable familia. Cuánto me alegraría tener alguna noticia de los jovencitos hijos de usted con quienes pasé tan buenos ratos en unión de los jovencitos Pino Suárez. Su afectísimo subordinado y amigo atento. Joaquín Bauche Alcalde

Informes rendidos por el señor S. Gil Herrera, a don Venustiano Carranza, sobre la advertencia hecha a la Asociación de Compañías Marítimas “Lloyd”, de Londres, para evitar el contrabando de armas destinadas al Gobierno de Huerta; asimismo, de los planes de Guiseppe Garibaldi, en Nueva York, para organizar fuerzas destinadas a cooperar con las constitucionalistas. [A. I. F., F971-46.]

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Confidential Agency of the Constitutionalist Government of Mexico Washington, diciembre 23 de 1913. Muy estimado señor jefe: Tengo el honor de confirmar mi telegrama del 20 del corriente, informándole que habíamos cablegrafiado al señor Covarrubias en Londres que avise a la Asociación de Compañías Marítimas, conocida por el nombre de “Lloyd’s” que en caso que cualquier buque de cualquiera nación entrara en las aguas nacionales de México llevando armas para el Gobierno de Huerta, que las fuerzas constitucionales considerarán la destrucción de dichos buques justificada bajo el Derecho Internacional. Al mismo tiempo permitimos que la prensa supiese el tenor de este cable, para que pudiera ser diseminado por todas partes del mundo. El resultado no tardó en manifestarse, porque las Compañías de seguros impusieron un riesgo de guerra elevado sobre todos los buques llevando contrabando de guerra a los puertos mexicanos, y hoy el tipo ha aumentado un 3%. Espero continuar esta agitación hasta que el tipo aumente muchísimo, o hasta que los buques rehusaran en conducir los elementos de guerra para el Gobierno de Huerta. Para poder informar al general Ángeles de la dirección actual de los oficiales del Ejército Mexicano mandados al Japón con una comisión para recibir las armas bajo el contrato entre Huerta y la casa de Mitsui, he suplicado a la casa de Flint & Co., banqueros de Nueva York, que manden un cablegrama a sus agentes en Tokyo pidiendo esta información. Espero recibirla mañana, e inmediatamente la comunicaré al señor secretario de Guerra y Marina. Ayer recibí información confidencial que Guiseppe Garibaldi había sometido una propuesta a algunos banqueros en Nueva York que tienen intereses extensivos en México, de levantar en Nueva York una fuerza de 5 000 hombres, compuesta de italianos, griegos y ciudadanos de los Estados Balcanes con el propósito de introducirlos secretamente en México en algún punto cerca de Laredo y para

cooperar con las fuerzas constitucionalistas para derrotar al Gobierno de Huerta. El señor que me comunicó esta información también tiene intereses extensivos en México, es sumamente opuesto al Gobierno de Huerta, y favorece la causa constitucionalista. Me preguntó que si me parecía práctico el plan. No me demoré en contestarle en el negativo, diciendo que usted no deseaba ni aceptaría la asistencia de los extranjeros en las filas del Ejército Constitucionalista y que en mi opinión la intervención de Garibaldi también sería muy ofensiva al general Villa. Agregué que si los banqueros deseaban que se concluyese la guerra que sería mucho más fácil considerar medios más prácticos que éste, es decir, el mandar una embarcación de armas y elementos de guerra desde Cuba o cualquier otro lugar a la costa de Sonora o Tamaulipas. Espero que mi conducta en este asunto recibirá su aprobación. Como que el señor Pesqueira ha estado ausente de la ciudad por tres días, no he podido participarle los pormenores de este asunto, pero se los he comunicado al señor Pani y al señor Urquidi. La situación en Tampico parece no haber variado según los telegramas sin hilo recibidos hoy del almirante americano, aunque se entiende que las fuerzas constitucionalistas están preparando un ataque, esta vez acompañado por la artillería, con que podrán echar de sus posiciones en el río los cañoneros que evitaron la victoria dos semanas atrás. El señor Covarrubias está haciendo trabajo excelente en Londres, y le he aconsejado que le escriba a usted por todos los correos. Los agentes del Gobierno de Huerta en El Paso y Nueva York recientemente nos han dado bastante molestia, por causa de sus informes falsos relativos a las atrocidades cometidas por las fuerzas del general Villa, atrocidades que jamás han existido e informes que son desmentidos por los cónsules americanos en su correspondencia con el Departamento de Estado. Me es muy grato decir que el presidente Wilson se ha aprovechado de esta oportunidad para declarar que estas noticias exageradas no son aceptadas por el Gobierno americano, que le consta que son falsas, y que no ha habido nada perjudicial en la conducta del general Villa. La mayoría de los periódicos sigue amistosa en todos conceptos. Tengo el honor de aprovechar de esta oportunidad para desearle muy felices pascuas de natividad y un próspero año nuevo. Queda de usted mi estimado señor Primer Jefe, como siempre, su atento amigo y seguro servidor. S. Gil Herrera

Informe del general Francisco Villa, a don Venustiano Carranza, del movimiento de fuerzas en los Estados de Sonora y Chihuahua, objetando la designación del general Manuel Chao, para el Gobierno del Estado de Chihuahua. [A. I. F., F9-59-57.]

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Chihuahua, diciembre 23 de 1913. Señor don Venustiano Carranza. Hermosillo, Son. Muy respetable jefe y distinguido amigo: Por conducto de los señores licenciados Luis Cabrera y Eliseo Arredondo, tuve el gusto de recibir su apreciable carta fechada el 18 del corriente mes, a la que me es grato dar contestación. Siento mucho que por los motivos que me indica, no haya sido posible el envío de las fuerzas de Sonora para la guarnición de Ciudad Juárez, como se sirvieron ofrecérmelo, pues esta circunstancia me impedirá disponer de los elementos que allí tengo y que tanta falta me hacen para el mejor éxito de las operaciones militares al sur de esta población. Ojalá que con los últimos felices acontecimientos desarrollados en las cercanías de Guaymas, puedan desprenderse en ese Estado de algunas fuerzas, que tanto me servirían para el objeto indicado. Anticipándome a las instrucciones de usted, dispuse que una poderosa columna a las órdenes del general Toribio Ortega saliera para Ojinaga a destruir o arrojar por el desierto, rumbo a Coahuila, los restos de la columna federal que están posesionados de aquella plaza, pues como usted bien dice, para hacer un avance firme y definitivo hacia el interior del país necesitamos antes cubrirnos la retaguardia, destruyendo los núcleos de fuerzas enemigas que hayan escapado de nuestra persecución. Nuestras fuerzas salieron el domingo pasado, y espero que en muy pocos días me sea muy satisfactorio comunicarle un nuevo triunfo de nuestras armas, quedando las fuerzas constitucionalistas en perfecto dominio de todo este Estado. Respecto a las operaciones en los alrededores de Torreón, obraré de conformidad con las instrucciones de usted, proveyendo de cuantos elementos de guerra me sean posibles a las fuerzas que aún permanecen por allá al mando del general Robles y otros jefes. Aunque dudo mucho que sin el concurso de las fuerzas de mi mando pueda recapturarse la plaza de Torreón, dichas fuerzas, convenientemente aprovisionadas, prestarán muy buenos servicios para mantener una incomunicación efectiva del resto de la República, especialmente del Sur y del rumbo de Monterrey, a la referida población. Ya he dado instrucciones terminantes en este sentido a los jefes que operan en aquella región; y en cuanto concluyan las operaciones en Ojinaga, dispondré lo necesario para proceder como mejor convenga

a nuestra causa, de acuerdo con las órdenes que se sirve usted transmitirme. Me satisface que haya tenido usted a bien aprobar mi procedimiento contra los españoles que expulsé de nuestro territorio por haber quedado plenamente comprobada la indebida participación que tomaron en nuestros asuntos interiores; y respecto a la confiscación de sus bienes, llevada a cabo en toda forma, procuraré obrar de conformidad con las indicaciones que a su nombre se sirvió hacerme el señor licenciado Cabrera, cuyos prudentes y autorizados consejos me fue muy grato escuchar, para proceder, en todo caso como mejor convenga a los intereses de nuestra causa. Como se aproxima la época en que deba abandonar el Gobierno de este Estado, para continuar las operaciones militares hacia el interior, me parece muy acertada su determinación de ir pensando en la persona que deba sustituirme. Por lo que me dice usted en su carta, y por lo que también me ha manifestado mi apreciable compañero el general Chao, creo que usted se inclina a que este ameritado militar sea quien me sustituya; y sobre este particular me permitiré indicar a usted, con toda franqueza — sin que esto signifique que existe la más leve falta de inteligencia o armonía entre el general Chao y yo—, que aunque lo considero uno de los mejores elementos con que contamos en el Estado de Chihuahua, me parece el hombre menos a propósito para hacerse cargo de la situación en las actuales circunstancias, debido a que carece de las energías indispensables para dominar la situación, pues debemos tener en cuenta que aunque aparentemente, con la toma de Ojinaga, terminará la campaña militar en el Estado, no por eso terminarán los trabajos de nuestros enemigos que no descansan en su criminal labor, y para contrarrestar esos trabajos, necesitamos un hombre que esté bien penetrado de la situación y con las suficientes energías para mantener la paz y tranquilidad que estamos conquistando a costa de tantos sacrificios. Yo sería de opinión que cuando se llegue la época en que deba yo ausentarme de Chihuahua, mandara usted alguna persona de su confianza, y con las cualidades a que aludo, que se hiciera cargo del Gobierno, seguro de que quien quiera que fuese esa persona, sólo con el hecho de que usted la mandara, sería inmediatamente reconocida por todos nosotros, y la haríamos respetar y obedecer. Creo que ésta sería la mejor solución para este importante asunto; pero de todas maneras, no creo inútil repetirle que cualquiera que sea la determinación de usted será debidamente respetada y hecha respetar por todos nosotros. Le suplico que al recibo de la presente me haga el favor de hacerme conocer sus impresiones sobre este particular, aunque tengo la esperanza de que si usted viene a esta capital, antes de mi salida para el Sur, todo lo podemos arreglar satisfactoriamente, teniendo siempre por mira los intereses de nuestra causa y la tranquilidad del país. Sin otro asunto por el momento, y saludándolo con el respeto de siempre, me repito su adicto amigo y atto. S. S. Francisco Villa

Carta de don Silvestre Terrazas, secretario de Gobierno del Estado de Chihuahua, informando a don Venustiano Carranza sobre una entrevista con el general Francisco Villa, y los licenciados Luis Cabrera y Eliseo Arredondo. [A. I. F., F9-72-14.]

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Chihuahua, diciembre 23 de 1913. Señor don Venustiano Carranza, Primer Jefe de Ejército Constitucionalista. Hermosillo, Son. Muy respetable y fino amigo: Con los señores licenciados Luis Cabrera y Eliseo Arredondo, tuve el gusto de recibir su muy grata de 18 del corriente y he tenido verdadera satisfacción en saludar a dichos señores, esperando tratar el asunto que ellos traigan aquí con el señor general Villa, con quien estuvimos anoche para ponernos de acuerdo de la hora en que podríamos hablar, que será hoy mismo. También por conducto del señor profesor don Matías C. García, tuve el gusto de recibir algún recado de usted y puede estar seguro que en todo cuanto de mí dependa, obraré conforme a sus indicaciones que no he olvidado y que deseo cumplir estrictamente para bien de nuestra causa, observando en todo las sanas indicaciones de usted que ha sabido conservar muy dignamente el cargo tan merecido que todos le reconocemos. Esperando tener el gusto de verlo cuanto antes por estas regiones, me es grato repetirme de usted una vez más, afectísimo amigo y correligionario que mucho lo aprecia. S. Terrazas

Telegrama del señor Roberto V. Pesqueira, fechado en Washington, D. C., informando a don Venustiano Carranza de las dificultades presentadas para lograr el reconocimiento del Gobierno constitucionalista, por parte de los Estados Unidos. [A. I. F., 71-38.]

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Washington, 24 de diciembre de 1913. “El lunes de la semana entrante tengo arreglada una cita con el doctor Hale. Dicha cita no la he solicitado yo, sino que me ha sido arreglada por conducto de un amigo de dicho señor Hale, quien a su vez está en constante contacto con el Presidente. Por esta persona he sabido que el doctor Hale vino muy mal impresionado del resultado de las conferencias en Hermosillo y Nogales, en el sentido de que se considera haber sido desairado. Ya procuraré quitarle esa mala impresión. El Presidente salió ayer para el Sur, en sus vacaciones de Navidad, y durante ese tiempo espero estar en contacto con el doctor Hale, de lo que creo que algo bueno puede resultar, pues dicho señor goza de todas las confianzas del Presidente.”

Telegrama de don Venustiano Carranza, manifestando al señor Leopoldo Hurtado Espinosa, residente en Nueva York, E. U. A., que debiendo observarse puntualmente el Plan de Guadalupe, no hay razón para crearse los Poderes de la Unión, con apariencia de legalidad. [A. I. F., F9-39-III.]

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Hermosillo, 27 de diciembre de 1913. Señor Leopoldo Hurtado Espinosa, 256 17. 73th St. Nueva York, U. S. A. Muy estimado amigo y correligionario: Acuso recibo de su apreciable fecha 17 de los corrientes con la que encontré el memorándum que se sirve acompañar y que anteriormente fue remitido al señor licenciado Escudero. Me impuse con detenimiento de su contenido y en contestación me permito manifestar a usted que debiendo observar puntualmente el Plan de Guadalupe, no se variará éste en nada y proseguiremos como hasta ahora en la misma línea de conducta que nos hemos trazado, pues habiendo desconocido los tres Poderes de la Unión, mal podrían nuevamente crearse con apariencia de legalidad, como se sirve proponer el autor del memorándum de referencia. Mucho agradezco a usted su fina atención y saludándolo quedo como siempre su amigo afectísimo y correligionario seguro servidor. V. Carranza

Telegrama de don Venustiano Carranza, manifestando a don Silvestre Terrazas, secretario general del Gobierno del Estado de Chihuahua, su satisfacción por la organización de los servicios públicos en ese Estado, y comunicándole haber separado al licenciado Francisco Escudero, de las Secretarías de Relaciones y Hacienda, por no haber estado a la altura de su puesto durante su visita a C. Juárez y El Paso, Tex. [A. I. F., F9-39-III.]

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Hermosillo, 27 de diciembre de 1913. Señor Silvestre Terrazas, secretario general de Gobierno. Chihuahua, Chih. Muy estimado amigo y correligionario: Con atención me impuse de la apreciable de usted fecha 15 de los corrientes, manifestándole mis agradecimientos por los informes que en ella se sirve consignar. Me complace saber que ya empiezan a organizarse debidamente los servicios públicos en ese Estado, que seguramente producirán alguna considerable cantidad de impuestos, los que se dedicarán preferentemente a las atenciones de las fuerzas del mismo; y si acaso insisto en el funcionamiento de dichos servicios, es debido a la necesidad de que estén al corriente, para el mejor arreglo de la cosa pública en esa entidad. Ya expresaría a usted el señor Mesa Gutiérrez que fue separado por la Jefatura de mi cargo el licenciado Escudero de las Secretarías de Relaciones y Hacienda, por haber considerado que no estuvo a la altura de su puesto, durante su visita a Ciudad Juárez y su permanencia en El Paso, Texas. Sírvase reiterar mis agradecimientos sinceros al señor general Villa, por las repetidas invitaciones que me ha hecho para pasar a ese Estado, donde estimo estaré tan pronto como regrese de Culiacán, a donde necesito hacer una visita, por reclamarlo así el arreglo de algunos asuntos de interés general y la organización de las oficinas que deban depender de la Federación. Sin otro asunto por el momento y deseándole todo bien, quedo como siempre su amigo afectísimo y correligionario seguro servidor. V. Carranza

Decreto expedido por don Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, en la ciudad de Hermosillo, Son., el 28 de diciembre de 1913, aumentando la deuda interior creada por decreto de 26 de abril de 1913, hasta por la cantidad de veinte millones de pesos, siendo de circulación forzosa los billetes. [A. I. F., F9-59-7.]

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DECRETO Nº. 14 VENUSTIANO CARRANZA, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, a todos los habitantes de la República sabed: Que en uso de las facultades de que estoy investido, y considerando: Primero. Que es propósito firme del Gobierno constitucionalista evitar, en los límites de lo posible, que sufran daños los habitantes del país con motivo de la lucha emprendida para restablecer el orden constitucional, o que sin proporción ni equidad tengan que contribuir para los gastos públicos y, principalmente, al sostenimiento del Ejército Constitucionalista. Segundo. Que la escasez de numerario aumenta día a día ocasionando trastornos en los negocios y en las transacciones de todo género, lo que no puede subsanarse con una rápida acuñación de moneda, en virtud de las circunstancias por que atraviesa el país, y es indispensable proveer a la insuficiencia de circulación monetaria. Tercero. Que no habiendo recurrido en los momentos más difíciles de la lucha a empréstitos, ni a auxilios extraños de ninguna clase, menos deben admitirse actualmente en que las fuerzas de mi mando dominan la mayor parte del territorio nacional y el país cuenta con recursos poderosos para restablecer el funcionamiento de sus instituciones con sus propios elementos. Cuarto. Que las necesidades expresadas se satisfacen aumentando la deuda interior, creada por decreto de 26 de abril del corriente año, hasta la cantidad de veinte millones de pesos, de conformidad con lo dispuesto en el artículo octavo del citado decreto, a cuyo efecto se lanzará una nueva emisión de papel moneda por quince millones de pesos. Por lo tanto, he tenido a bien decretar lo siguiente: Art. 1º. Se aumenta la deuda interior creada por decreto de 26 de abril de 1913, hasta la cantidad de veinte millones, emitiendo billetes de circulación forzosa que sumen quince millones de pesos. Art. 2º. Los billetes serán de cuatro clases con valor de uno, cinco, diez y veinte pesos respectivamente.

Art. 3º. Los billetes tendrán curso forzoso por el valor que representen, y, por tanto, las oficinas públicas de la Federación y de los Estados, así como los establecimientos, compañías y particulares, están obligados a admitirlos en pago de lo que se les deba, sin limitación alguna. Art. 4º. La prevención del artículo anterior no es renunciable. En consecuencia, toda estipulación en contrario será nula de pleno derecho, quedando derogados para este efecto los artículos 1453 y 2690 del Código Civil del Distrito Federal. Art. 5º. Queda prohibido el empleo de fichas, tarjetas, vales u otros objetos de cualquiera materia, como signos convencionales en sustitución de la moneda establecida por la ley de 25 de marzo de 1905 y del papel moneda. El que pusiere en circulación dichos objetos será castigado con arresto mayor y multa de segunda clase, según la importancia de la emisión; y el que voluntariamente los recibiere quedará privado de toda acción civil para hacer efectivo el valor que se hubiere pretendido darles. Art. 6º. Son aplicables a la circulación y redención de los billetes emitidos conforme al presente decreto, los artículos 5, 6, 7 y 9 del decreto de este Gobierno de 26 de abril del presente año. Art. 7º. Las inscripciones y series de los billetes a que se refiere el artículo segundo, se determinarán por disposición, gubernativa. Hermosillo, 28 de diciembre de 1913. El Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, V. Carranza (firmado).

Informe del señor Roberto V. Pesqueira, a don Venustiano Carranza, del resultado de su entrevista con el doctor Hale, para la introducción de armas destinadas a las fuerzas constitucionalistas. [A. I. F., 71-44.]

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Washington, 30 de diciembre de 1913. “Comenzaré por decirle que vine aquí al llamado del doctor Hale a celebrar una entrevista con relación a nuestros asuntos. No sé qué motivos haya tenido este señor para no hablarme en Washington, pero creo que es debido a que en aquel lugar todo se sabe y probablemente creía el doctor perjudicar el objeto de nuestra conferencia con la publicidad. Tuve una larga entrevista con él, quedando de celebrar otra hoy. Muy complacido salí de la entrevista con el doctor Hale porque pude deducir lo siguiente: que este señor se dio cuenta de lo poco hábil que estuvo en las conferencias de Nogales y ha comprendido la necesidad que tiene para su prestigio, de pasar como ‘en brasas’ sobre este asunto. Me manifestó haber recibido una magnífica impresión de usted y de todas las gentes que le rodean, y haberse dado cuenta de la gran importancia del movimiento y de sus nobles y patrióticos fines; que en tal sentido informó al Presidente, quien recibió con sumo agrado dicha información. Manifestó que el Presidente francamente está con nosotros y que desea hacer algo positivo para ayudamos.” “Después de una larga revisión de nuestros asuntos… llegamos a esta conclusión: que trabajará por conseguir que se nos permita la introducción de armas por debajo de cuerda; esto es, disimular la vigilancia en algunos lugares de la frontera en que nos pongamos de acuerdo, a fin de poder pasar el parque y armamento que logremos adquirir. A mí me parece esto, como antes lo he expresado a usted, el más acertado procedimiento. Las ventajas que le veo a esto sobre el levantamiento del embargo, son las siguientes: con la libertad de adquirir armas todo el mundo, quizá se armarían grupos que no convendrían a la Revolución y sobre todo, que el Gobierno de Huerta explotaría ese hecho con la habilidad que lo sabe hacer, para azuzar la opinión pública del centro del país en contra nuestra y por último, quizá esa prerrogativa trajese juntamente con ella exigencias de tal o cual forma que a la Revolución no le convendría quizás aceptar y que negándolas podría acarrearnos disgustos tal vez de seria trascendencia; en cambio, pudiendo pasar el armamento secretamente por Douglas, por ejemplo, o Matamoros, resultaría que después de llenar ese parque la inmensa falta que hace podría ser distribuido por usted en la forma más conveniente al movimiento, estando así seguro de que va a dar a manos responsables. Como de realizarse esta operación tendría que llevarse a cabo con la mayor reserva, creo que podríamos, por lo pronto, hacer algo en la

siguiente forma: comunicarlo a Pancho Elías y a Manuel Prieto, para que por conducto de sus agentes de confianza se encarguen de mover los carros de parque que se les mandarán de aquí, a algún punto en Colorado o Nuevo México, y, con algún disfraz pasarlos por Naco o Douglas y de allí moverse a donde se necesiten. Por ejemplo el que fuera a mandarse a Chihuahua, puede mandarse a mi hacienda y de allí preparar mulas y salir para Chihuahua, lo que se podría conseguir sin gran notoriedad ni sospecha, y el que fuera para las tropas de Sonora y Sinaloa, seguir en los carros hasta ésa. Sobre la parte de Matamoros, no puedo ahorita pensar cómo hacerlo, porque desconozco el lugar y las personas, pero con la aprobación de usted y de conseguir el privilegio a que antes me he referido, nos ocuparemos de trabajar algún plan como el que antes he expresado para Douglas. Le ruego a usted se sirva decirme por telégrafo su resolución sobre este asunto, a fin de tratarlo con más aplomo.” R. V. Pesqueira

Explicaciones hechas al Gobernador del Estado de Texas, Colocquit, sobre la situación general en el territorio dominado por don Venustiano Carranza, Gobernador del Estado de Coahuila y Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, y la falta de conductos legales para conocer la actitud del Gobierno de los Estados Unidos. [A. I. F., F9-110-l0.]

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1º. Situación general de la República. 2º. Carácter constitucional y legal, del Gobierno de Coahuila. 3º. Situación anómala y, en consecuencia, falta de conductos ordinarios y legales, para dirigirse directamente el Gobierno de Coahuila al de Washington. 4º. Ayuda que los Estados Unidos deben de impartir al sistema de Gobierno constitucionalista de la República. 5º. Ideas del gobernador Colocquit, sobre el Estado de Coahuila y situación general de la República de México. 6º. Propósitos de la Revolución. Derechos aduanales. 7º. Ideas que afectan directamente al Gobierno y comercio de E. U. A. 8º. Jurisdicción del Estado de Texas, en materia de Derecho Internacional y antecedentes. Estado de Arizona. 9º. Introducción de pertrechos. 10º. Viaje del señor gobernador. 11º. Remoción cónsul de Piedras Negras. 1ª. Se le explica al gobernador Colocquit la situación general de la República; le llamamos la atención al perfecto orden que se mantenía en el territorio bajo el dominio del Jefe del Ejército Constitucionalista V. Carranza y los esfuerzos hechos por él para mantener el orden, como también le llamamos la atención a la falta de orden en grandes partes del territorio que se dice domina Huerta, especialmente el saqueo de Mier y Matamoros por fuerzas del Ejército Federal de Huerta y que Huerta estaba imposibilitado para mantener orden en muchos de los lugares a donde él domina. 2ª. Se le explicó al gobernador Colocquit que el Gobierno de Coahuila, representado por don Venustiano Carranza, era constitucional y legal y las razones por qué el gobernador Carranza rehusó reconocer a Huerta y su actitud constante que ha mantenido sobre este respecto. 3ª. Sobre esta cuestión hubo amplia discusión, sobre el hecho de que el gobernador Carranza no podía dirigirse directamente al Gobierno de Washington y le solicitamos su ayuda sobre este respecto, y conseguimos una expresión favorable

que tendría gusto que el gobernador Carranza se dirigiera a él en cualquier tiempo sobre cuestiones que fueran de interés mutuo, y que Colocquit reconocería y recibiría estas comunicaciones como emanado del Gobernador de Coahuila y les daría trámite y contestación, pero que no quisiera que esas comunicaciones fueran firmadas por el señor Carranza como jefe del movimiento revolucionario, porque todos los esfuerzos de Colocquit tendrían que ser imparciales y aunque tenía grandes simpatías para el gobernador Carranza, y grandes resentimientos en contra de los asesinos de Madero, como Gobernador del Estado no podía violar la neutralidad que impone el Gobierno Federal. 4ª. De esta cuestión se discutió ampliamente, pero como es del resorte de la Federación, el gobernador Colocquit se halla enteramente sin jurisdicción y que la política general sobre ese asunto tiene que emanar de Washington; que él ha tenido grande correspondencia con Washington sobre este particular y que todas las contestaciones han sido evasivas y lo han dejado a él enteramente disgustado, porque no le han querido mostrar la actitud del Gobierno Federal de los E. U. A. 5ª. El gobernador Colocquit demostró mucha reserva en la discusión de esta pregunta y dijo que personalmente estaba con el gobernador Carranza, de quien habló muy bien, diciendo que lo apreciaba, que consideraba que en México había un sentimiento muy fuerte en contra de Huerta, pero como gobernador y en asuntos oficiales tenía que obrar con imparcialidad, y dijo también que los oficiales del Estado no tenían ninguna orden para que se mezclaran en asuntos de la frontera, pero al contrario tenían órdenes estrictas de no intervenir en los asuntos de México y que él estaba considerando la publicación de una reclamación sobre este particular, es decir, aconsejando a los empleados del Estado que obraran con perfecta imparcialidad en todo asunto relacionado con México. 6ª. Se discutió generalmente, y dijo el gobernador Colocquit que él no tenía jurisdicción, que esto pertenecía al Gobierno Federal. 7ª. Cuestión federal, pero sugirió el gobernador Colocquit que él era partidario de que las relaciones comerciales fueran cultivadas y engrandecidas. 8ª. Que él no tenía jurisdicción sobre este particular. 9ª. Que él no tenía jurisdicción sobre este particular; que la ley en rigor sobre la decomisación de parque era en virtud de la proclama de Taft, durante la administración del señor Madero; que era cuestión absolutamente federal; que él había dado órdenes a los rurales del Estado que no se mezclaran porque era cuestión de las tropas y empleados federales. 10ª. Dijo el gobernador que él no pondría objeciones para que el gobernador Carranza cruzara el Estado de Texas, siempre que cruzara como individuo y no como jefe, sin armas y sin guardias armadas; que él consideraba que Carranza tenía derecho en hacer esto y que nadie podía molestarle, pero que él no aseguraba ni podría decir la actitud de los empleados federales sobre este particular y antes que se atreviera a hacerlo el señor Carranza debería de tratarlo con el Departamento de

Justicia y Ministerio de la Guerra en Washington. 11ª. Que él no podía discutir este asunto, porque no tenía jurisdicción sobre el particular. 12ª. Que la cuestión de la importación de la carne en Del río, era cuestión de la Aduana federal; que el único que tenía que ver de los empleados del Estado en la frontera era mantener el orden en Texas sobre cuestiones bajo la jurisdicción del Estado de Texas. El gobernador Colocquit, desea que el gobernador Carranza sepa [sic] que las tropas federales detenidas en El Paso, Tex., se debió a la protesta que el gobernador Colocquit interpuso en Washington; que el ministro de la Guerra dio permiso para que pasaran a territorio mexicano para quitarse la obligación de darles comida y vestuario a los soldados que venían en una condición crítica con soldaderas y niños, pero que Colocquit como muestra de imparcialidad y neutralidad protestó, como seguirá protestando, que fuerzas organizadas pasen por Texas a territorio mexicano; que esta cuestión está pendiente en Washington y le urge al gobernador Carranza que trate hábilmente por conducto de sus agentes en Washington este asunto con el ministro de la Guerra o secretario de Estado, aunque fuera necesario tratarlo por conducto de personas con amistad con dichos funcionarios en Washington; que sobre este asunto, Colocquit y Carranza podrían trabajar juntos porque Colocquit no quería que su Estado fuera usado como base de operaciones y a Carranza le convenía porque de esta manera no podrían los federales aumentar sus cuarteles debilitados en la frontera; y que si Carranza sabía de algún movimiento organizado por parte de los federales, que le avisara telegráficamente o le diera aviso oportuno y él presentaría su protesta para que fueran detenidos y arrestados antes de que cruzaran la frontera.

Informe confidencial del señor M. Pérez Romero, a don Venustiano Carranza, sobre sus actividades en el Departamento de Estado americano, y de la intervención del Gobierno de Inglaterra a favor del llamado Gobierno de Huerta. [A. I. F., F9-7-II.]

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Confidential Agency of the Constitutionalist Government of Mexico Número 23 Señor don Venustiano Carranza, Primer Jefe del E. C. Hermosillo, Son. Muy respetable señor y amigo: Confirmo mis cartas anteriores y telegramas de ayer, teniendo el gusto de acusar recibo de su muy atenta de fecha 9 del corriente, que acaba de ser en mi poder. Después de dar a usted las gracias por haber librado sus respetables órdenes para que se atendiese al contenido de mi carta de 2 del actual, me es grato manifestarle que ya desmentí la noticia relativa al señor mayor Calzada, y lo hice conocer también al Departamento de Estado y a la administración en general, pues había causado cierta mala impresión esa noticia, aunque infundada. Quedo debidamente impuesto de que después de que el señor compañero Escudero conferencie con usted, se servirá usted acordar lo conveniente en lo relativo a los asuntos internacionales que he tenido el gusto de estar poniendo en su conocimiento. El señor abogado Gil Herrera me comunicó el contenido del telegrama de usted referente a las instrucciones que ha tenido a bien mandar, y que espero con ansiedad, pues por momentos me parece ver una ocasión propia para conseguir que, si no todos, cuando menos en parte sean obsequiados nuestros deseos. Por mis comunicaciones anteriores se servirá usted ver que han seguido insistiendo sobre los mismos asuntos, preguntándome a menudo si ya he recibido instrucciones de usted sobre algún punto definido. En la administración he notado un cambio en general favorable que puede traernos grandes beneficios, pero por otro lado la presión que pretende ejercer el Gobierno de Inglaterra es bastante fuerte, y por otra parte los actos del ministro inglés han sido mal aceptados aquí e interpretados favorables al llamado Gobierno de Huerta. Inglaterra, según los círculos oficiales en este país, ha tomado, aparentemente, una actitud hostil contra los Estados Unidos, en lo que respecta a la situación de

México, pues abiertamente ha sostenido las acciones de su ministro [en México], y como en la actualidad la Embajada americana en la ciudad de México carece de su jefe principal, se cree aquí que es muy posible que el ministro inglés haga cabeza en las juntas de diplomáticos extranjeros que se verifican en la capital, y las cuales pueden redundar en perjuicio de México y de nuestra causa en particular. Se han suscitado ciertas intranquilidades en la administración con motivo del próximo arribo de Félix Díaz a México y con la noticia que consigna la prensa, de que los partidarios de aquél en Veracruz habían sido tiroteados, se han abrigado temores aquí de que hecho de esa naturaleza llegue a traer alguna complicación. Se me preguntó hoy si sabía yo algo, a ciencia cierta, sobre el nombramiento del señor licenciado Rafael Zubaran Capmany como jefe o ministro de Gobernación y el general Ángeles como ministro de Guerra, lo cual no pude asegurar ni desmentir, por no tener conocimiento de ello más que por la prensa. Hoy estuvo a verme un joven Hidalgo, teniente de artillería de la Armada del Ecuador, muy deseoso de prestar su contingente personal en nuestra campaña, y por los documentos que me mostró parece ser persona competente e instruida. Fue condiscípulo de los señores Raúl Madero y hermanos en la Universidad de Culvert de este país, es marino y está, en unión de su padre, construyendo un buque en los astilleros de Philadelphia. Muestra deseos de entrar en servicio activo en la campaña, ofreciendo presentar documentos que demuestran su competencia en el arma de artillería, así como también lo bien relacionado que dice estar. Lo anterior me permito comunicarlo a usted para lo que tenga a bien disponer, advirtiéndole que hice saber al joven Hidalgo que usted desea que solamente mexicanos formen parte del Ejército Constitucionalista y me contestó que sus antepasados eran mexicanos y él se considera como tal. Me dice ser competente para la fabricación de municiones. Sin más de momento, me repito de usted como siempre, atento y respetuoso seguro servidor que espera sus órdenes. M. Pérez Romero

Instancia del periódico norteamericano The World, para que don Venustiano Carranza enviara su opinión sobre el informe del presidente Woodrow Wilson, en que manifestó que esperaba no se llegara a un conflicto armado con México. [A. I. F., F9-70.]

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Don Venustiano Carranza. En el Congreso el señor Wilson manifestó que “sinceramente esperaba que bajo ninguna circunstancia se llegara a una guerra con gente de México, si aceptamos los textos de los constitucionalistas. Como el general Huerta no tiene un Gobierno constituido en la ciudad de México, no tiene ningún derecho por no estar bajo su dominio toda la República. Si un conflicto armado resulta por su actitud personal, pelearíamos con Huerta y sus simpatizadores, y nuestro objeto sería dar garantías y oportunidad al resto de la República para que estableciera de nuevo bajo sus leyes y su Gobierno, pero espero que la guerra no esté ahora en cuestión. Creo con decir que la gente americana no desea dominar nada de los asuntos de nuestra hermana República, todo lo que hemos hecho hasta el presente, es ayudar en cuanto sea posible a la gente de México para que restablezcan sus intereses en la manera que mejor les convenga”. Mucho agradecería enviara por esta vía su opinión sobre el informe del presidente Wilson a nuestra expensa. The World

Artículo anónimo sobre las condiciones económico políticas de México, cuando se tomó como plataforma política el Plan de San Luis, proclamado por don Francisco I. Madero a fines del año de 1910, así como de las ideas sociales del movimiento constitucionalista acaudillado por don Venustiano Carranza, de acuerdo con el Plan de Guadalupe, suscrito el 26 de marzo de 1913. [A. I. F., F9-59-10.]

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Es universalmente creído que el 90% del pueblo mexicano es partidario del constitucionalismo, encabezado por el Gobernador Carranza. Esta causa representa idénticas ideas y aspiraciones que la Revolución de 1910, según el Plan de San Luis. El triunfo de Madero sobre Díaz y sus esfuerzos por la realización de esas ideas y aspiraciones, fueron debidas únicamente a una tonta política de conciliación, independientemente adoptada por ciertos miembros del movimiento, quienes creyeron oportuno tratar de conseguir para el nuevo Gobierno el apoyo del grupo de reaccionarios, quienes habían estado por tanto tiempo en el poder, y cuya influencia había causado en México la opresión política y condiciones sociales que el Gobierno tuvo entonces que afrontar. La falta capital de la administración del general Díaz, fue su poca habilidad para apreciar la necesidad de educación entre las clases bajas, para darles la oportunidad de ganarse una vida consistente con las condiciones económicas de la época. Con la inversión del capital extranjero en México, y el rápido desarrollo de las industrias en toda la República, el cual vino a poco del establecimiento permanente de Díaz en el poder, el costo de la vida comenzó a subir rápidamente; pero no así los salarios del hombre pobre. Los grandes terratenientes a quienes el general Díaz permitió arrebatar fraudulentamente grandes extensiones de terreno de sus legítimos dueños, hábilmente manejadas para evadir el pago de impuestos, añadiendo así esta carga sobre las clases trabajadoras, vacilantes ya bajo su carga, quieren éstas ahora su retribución bajo otras condiciones. Los concesionarios extranjeros, comerciantes, contratistas y altos empleados públicos, gozaron gran prosperidad durante el régimen de Díaz, pero no así el ciudadano mexicano en general, quien día por día se encontraba más próximo a la esclavitud industrial, si es que no es la esclavitud de hecho. Tales eran las condiciones en México en 1910, cuando el Plan de San Luis Potosí fue tomado como una plataforma política del patriótico movimiento revolucionario que Madero proclamó a fines de 1910 para aliviar la intolerable situación del país. Fue el antiguo científico que tanto lucró bajo el Gobierno de Díaz, quien una vez admitido en el mecanismo político, debido a un error de unos miembros del Gabinete de Madero, conspiró con Huerta, Díaz, Mondragón, Blanquet y De la Barra, para tumbar al Gobierno constituido y establecer uno de ellos para gozar una

vez más el fruto de la opresión. El ideal del gobernador Carranza, quien trata de establecer el orden constitucional, castigar al delincuente y reivindicar el honor nacional, es llevar a cabo las reformas que la presente situación política y económica reclaman. Se propone él establecer un Gobierno constitucional en todos aspectos; cambiar el personal judiciario y hacer la libre elección posible. En seguida se propone repartir lotes de terreno de las grandes propiedades entre sus legítimos dueños, de modo que los últimos tengan oportunidad de proporcionar alimentos, ropa y educación a sus familias. Para este fin el gobernador Carranza está sostenido por las masas. Por otra parte, Huerta, quien no admite principio ninguno, está defendido por una oligarquía militar. Huerta está en posesión de la capital de la República, del Distrito Federal, y controla el Ferrocarril de México a Veracruz, sosteniendo un Gobierno de facto; pero en ningún Estado de la República tiene él real, completo y absoluto control. Tiene Huerta una enorme cantidad de armas y municiones, y con el dinero del pueblo ha comprado grandes cantidades de otros materiales de guerra en Europa y Estados Unidos, con la esperanza de sostenerse en el poder. Durante el mes de junio solamente, compró diez mil rifles y cinco millones de cartuchos en Nueva York con qué matar gente que está peleando por el restablecimiento de su Constitución, el derecho de vivir y la reivindicación de su honor. Mientras que al Gobierno de Huerta se le ha concedido el derecho de comprar armas en Estados Unidos, bajo las excepciones mencionadas en la resolución del Congreso, aprobada en marzo 14 de 1912, el mismo privilegio no ha sido concedido a la causa constitucionalista, siendo ésta una política que parece del todo inconsistente con la de los Estados Unidos en lo pasado. El presente movimiento encabezado por Carranza, no es una rebelión o una revolución, es una guerra civil. Aunque los constitucionalistas están deficientemente armados, sin embargo adelantan en su campaña. Considerando el aparente deseo del Gobierno y el pueblo de los Estados Unidos, de ver esta guerra terminada cuanto antes, aquellos que están peleando por sus derechos creen que el alto espíritu de justicia tan inherente al carácter americano, deben dictar una pronta revocación de la resolución arriba mencionada, cuya revocación permitiría a ambos partidos aprovecharse de los mercados de los Estados Unidos, se considera como el más práctico método. Con este privilegio los constitucionalistas están convencidos de que ellos pueden terminar definitivamente las hostilidades. Éste se considera como el más práctico método de terminar definitiva y satisfactoriamente para las masas la presente situación política. Por ningún motivo resultaría la mediación en una impracticable solución del problema, una solución que no tuviera un efecto duradero y que solamente prolongara las diferencias existentes. Como una demostración de la aplastante mayoría del partido constitucionalista, basta ver la lista de jefes y hombres bajo su mando, la cual, aunque incompleta, da

una buena idea de la situación. Los constitucionalistas están además en posesión de más de las tres cuartas partes de la República de México, y según dijimos antes, no hay un solo Estado en que Huerta tenga absoluto control, siendo así que sus enemigos lo tienen en algunos, como sigue: Todos los Estados de la costa están controlados por constitucionalistas, con la excepción de las capitales y algunas de las ciudades importantes. Huerta controla la mayor parte de los Estados de México, Hidalgo, Querétaro y Puebla; también el Ferrocarril de la ciudad de México a Veracruz, pero tiene que hacer grandes esfuerzos para retirar a los constitucionalistas, que constantemente se acercan a las capitales de estos Estados. Los siguientes jefes han abrazado la causa constitucionalista, bajo la supremacía del Gobernador Constitucional del Estado de Coahuila, don Venustiano Carranza [sic]. Yucatán y Chiapas están también en armas, pero los nombres de los jefes no han sido mencionados por encontrarse muy al Sur. Aparte de esta lista de jefes, hay como la mitad más que no se mencionan en ella, porque no se presentaron en el tiempo en que ésta fue hecha. Las siguientes líneas ferrocarrileras operan únicamente con el consentimiento de los constitucionalistas [sic]. México es un país de heterogénea colonización, compuesto enteramente de diferentes razas, tradiciones y civilizaciones. Como pueblo puede considerarse como una genuina unidad nacional, cuyo carácter, sin embargo, data de pocos años acá. México fue la principal colonia fundada por España en América, y a eso se debe que las clases conservadoras, el clero, la aristocracia y el militarismo, adquirieron su más alto desarrollo y se opusieron a las humildes condiciones de vida en que las grandes masas de habitantes vivieron. Estos hechos han sido la causa de varias convulsiones que han afligido la nación mexicana en sus esfuerzos por la vida durante los últimos cien años. La guerra de Independencia fue más una lucha social que política, siendo su principal objeto emancipar, bajo un punto de vista social, los indios, los criollos y jornaleros, a quienes las clases ricas, ávidas de sus privilegios, habían denegado el derecho de intervenir en los asuntos públicos. Esta guerra de Independencia duró más de once años y no se terminó hasta que la aristocracia le prestó su ayuda con la esperanza de ser más poderosa que lo había sido bajo la corona de España. Una vez consumada la Independencia política pero no la social, la lucha se reanudó entre las clases conservadoras y liberales. Esta contienda se extendió durante un largo período de tiempo y está llena de episodios dramáticos, tales como la intervención francesa y del posterior establecimiento del imperio, una aventura que terminó con la muerte de un príncipe austriaco y la cual produjo el establecimiento definitivo de un Gobierno democrático y de la separación del clero

y del Estado. Se concedió al clero esta libertad con respecto a su propio bienestar y deberes eclesiásticos, pero en adelante no se le permitió mezclarse en asuntos gubernamentales. El país, ahora casi exhausto por la larga lucha civil, estaba dispuesto a tolerar la tiranía de Porfirio Díaz, quien mantuvo un estado de paz por treinta años, durante cuyo tiempo la riqueza pública aumentó considerablemente; la clase media que no había existido antes, fue creada, y comenzó a impartirse instrucción pública, aunque en muy pequeña escala. Sin embargo, Díaz totalmente descuidó dar al pueblo una educación política y protegerlo de la opresión de la aristocracia. Igualmente erró en hacer una distribución de la riqueza pública, sin la menor sujeción a la justicia y satisfacer las demandas de ésta hechas en toda la extensión del país. Díaz no entendió que después de treinta años de su dictadura, las condiciones del país habían sufrido importantes cambios, el costo de la vida había aumentado, mientras que los salarios no se habían subido en proporción. Así la gente vivió bajo intolerables condiciones, siendo sus salarios en sus últimos años insuficientes para su existencia. Francisco I. Madero reunió las aspiraciones de esta nueva generación de México, quienes no teniendo modos legales de reparar las injusticias sufridas, se vieron obligados a recurrir a las armas. La Revolución encabezada por Madero fue, como las guerras de Independencia y de Reforma, una contienda social mejor que política. La opinión política constantemente sosteniendo el movimiento revolucionario, pronto colocó a Madero en la Presidencia. Desgraciadamente la magnanimidad e ideales de Madero resultó en un compromiso con la vacilante administración de Díaz, debido a lo cual fue nombrado Presidente constitucional el señor De la Barra. Durante la administración De la Barra, todos los elementos reaccionarios del país, enteramente seguros de que no se les molestaría más, se prepararon a recuperar el poder, y a minar de antemano tanto la administración de Madero como los principios revolucionarios del Partido. De hecho Madero nunca gobernó, pues constantemente se lo impidió por medio de la prensa el partido reaccionario, la cual estaba enteramente bajo su dominio, así como una mayoría en el Congreso, procediendo el partido reaccionario a fomentar la revuelta y a excitar al público. Su administración fue finalmente derrocada por una combinación de todos los elementos reaccionarios y por una de las más cobardes traiciones conocidas en la historia. Habiendo sido el Gobierno arrebatado por el jefe militar encargado de la defensa de sus instituciones y de las personas representantes del Poder Ejecutivo, y habiendo éste sellado la usurpación con el asesinato del presidente Madero y vicepresidente Pino Suárez, la nación, en compacta masa, fue sacudida por un fuerte sentimiento de desesperación porque palpó el carácter de la traición, viendo cómo un pueblo deseoso de ser considerado entre los pueblos civilizados, lo que le había sobrevenido, que su estructura estaba una vez más en las manos de los reaccionarios y que ahora era humanamente imposible satisfacer las aspiraciones e ideales de la

Revolución de 1910. Los intereses que fortalecieron el brazo de Huerta fueron los mismos que al principio se opusieron a la Independencia de México, que después, en su egoísta ansiedad de estorbar las reformas sociales de progreso, llamaron fuerzas extranjeras en su ayuda, que más tarde pervirtieron el poder dictatorial de Porfirio Díaz, quien dividió al país entre un limitado número de ricos, y que en seguida conspiró ignominiosamente para traicionar a Madero, y en consecuencia al pueblo, hasta el grado de sacrificarlo y usurpar los poderes. Durante los momentos de sorpresa y horror que siguieron a la caída del Gobierno constituido, el Gobernador del Estado de Coahuila, señor Venustiano Carranza, y después de él el Gobernador del Estado de Sonora, señor José María Maytorena, y un grupo de miembros del Congreso tuvieron el valor de protestar atrevidamente contra el crimen y a favor de la Constitución. Con objeto de hacer estas protestas más efectivas, se levantaron en armas. Es oportuno hacer notar que el pretendido Gobierno compuesto por los que tumbaron a Madero es ilegal. En primer lugar, su renuncia fue obtenida, si existe, por medio de engaños así como por presión moral y material. En segundo lugar, la Cámara de Diputados ante la cual debía él haberse presentado, durante la noche de sesión extraordinaria, cuando se le participó la existencia de dicha renuncia, carecía de quorum, habiendo solamente noventa de los ciento veinte miembros que, según la ley, constituyen su mayoría. En tercer lugar, cuando la aceptación de la renuncia de Madero se obtuvo de la Cámara, antes de la toma de posesión de Huerta como Presidente provisional, se ejercieron violencias morales y materiales contra sus miembros, amenazándoles que si no aceptaban en seguida la renuncia de Madero, éste sería sacrificado sin misericordia. Simultáneamente se colocó un batallón bajo los arcos del Palacio, y las galerías fueron llenadas con soldados, una demostración que tuvo por objeto intimidar, como efectivamente lo hizo, a los miembros de la Cámara en el libre cumplimiento de su deber. Un representante del Estado de Jalisco dice: “Yo protesté contra todos y cada uno de estos actos ilegales, y hubo otros cinco, quienes a pesar de la amenaza votaron contra la aceptación de la renuncia de Madero.” La Cámara no estaba legalmente constituida en esta vez y se encontraba bajo presión moral y material, de modo que, legalmente su decisión es nula y por consiguiente el Gobierno de Huerta es ilegal. Por otra parte, la autoridad de Carranza y Maytorena, representando el Poder Ejecutivo de los Estados Soberanos de Coahuila y Sonora, respectivamente, así como la de Castillo Brito, Gobernador del Estado de Campeche, es legal por la Constitución y la Ley, y en consecuencia no son rebeldes; por el contrario están obligados a vindicar la Constitución, pues ellos forman el resto del Gobierno de Madero. Los que realmente son rebeldes, son Huerta y sus cómplices, quienes han atropellado la Constitución y desafiado la sociedad. La pronta determinación del gobernador Carranza para levantarse en armas antes que reconocer a Huerta, resultó en la proclamación de lo que se conoce como el Plan

de Guadalupe, el cual fue aprobado al mismo tiempo por un gran número de jefes militares, quienes secundaron al gobernador Carranza como sus respectivos subordinados. Este Plan reza más o menos como sigue: (ver ficha 207). Esta declaración un tanto simple pero directa, exenta de altisonantes frases y complejas consideraciones, fue recibida con una entusiasta aprobación de parte del pueblo de los Estados del Norte, y después por aquel de otras partes de México, cuando sus términos fueron conocidos. Desde el punto de vista político, los leaders del partido constitucionalista no tienen ambición personal alguna. Ésta no es una lucha de personalidades; no es una contienda para colocar a ningún individuo en particular en el poder. Tanto los leaders como partidarios aspiran a ser verdaderos demócratas y pelear por el respeto a la ley y el honor del país. Mientras que el carácter político de la presente Revolución es importante, su carácter social es aún mucho más importante. En el fondo las ideas sociales del presente movimiento son las mismas de la Revolución de 1910, y puede decirse que todos los sucesos desde entonces, no son más que episodios del mismo gran drama. En primer lugar, la nación entera, cansada de un régimen de privilegios especiales y de una política que había degradado la justicia, transformándola en un simple instrumento en las manos del dictador, para servir solamente los intereses de los ricos, demanda el establecimiento de un nuevo régimen fundado en la verdadera justicia, sin distinción contra el pobre, también que el Departamento de Justicia sea purificado y que una revisión de las leyes sea hecha para la mejor protección de todos contra la influencia de políticos. Los constitucionalistas desean mejorar las condiciones del agricultor, eliminando de una vez por todas ciertos abusos que en algunas secciones transforman al jornalero en esclavo; en otras se les priva aun de la esperanza de adquirir para ellos un pedazo de tierra, pues los amos absorben todo el producto de su trabajo. Hay en verdad partes del país donde las clases trabajadoras están reducidas a tan miserables condiciones, que puede decirse que viven en un estado inferior al de las bestias de carga, las cuales son algunas veces mejor tratadas y alimentadas. Los constitucionalistas quieren una distribución más equitativa de los impuestos, porque debido a antiguos métodos corrompidos, la carga ha quedado exclusivamente sobre el pobre, estando solamente una pequeña parte sobre el rico. Los constitucionalistas quieren que cierta clase de individuos, quienes durante el régimen de Díaz, por medios impuros despojaron a los pueblos, sin hacer mención de individuos, de sus tierras, sean compelidos a devolverlas por un proceso legal. Los constitucionalistas demandan que ciertas inmensas propiedades pertenecientes a individuos que no pueden cultivarlas y que ni siquiera las han visto, sean divididas, dándose las leyes necesarias para una compensación equitativa, y las

cuales armonizarán los intereses privados con los de la comunidad. Ellos quieren una nueva legislación que favorezca, ya sea por empresas particulares ayudadas por el Gobierno. Desean los constitucionalistas una nueva legislatura que proporcione, ya sea ayudados por empresas particulares o haciéndolo el Gobierno mismo, un sistema de irrigación para proporcionar al agricultor el agua necesaria para cultivar sus tierras. Asimismo declaran los constitucionalistas la necesidad de un nuevo sistema financiero, el cual, de un modo análogo, proporcione fondos a un bajo tipo de intereses, de modo que el agricultor pueda, dando una propiedad a seguridad [sic], conseguir pequeñas cantidades de dinero, que lo pongan en condición de cultivar sus tierras. También desean los constitucionalistas impartir educación en gran escala; abrir caminos y establecer escuelas de agricultura e industria en suficiente número. Los constitucionalistas desean que el derecho de propiedad sea permanente y respetado y que al mismo tiempo se den leyes para facilitar el cambio de propiedad. Las condiciones del trabajador deben ser también mejoradas por medio de mejores relaciones entre el capital y las clases trabajadoras, y es de considerarse muy especialmente la protección y educación de los indios. Finalmente, las ideas sociales del movimiento constitucionalista pueden condensarse diciendo que México desea dar otro paso hacia el mejoramiento social, político y moral. Este movimiento es de progreso, y en vista del conocimiento que el autor tiene de las presentes condiciones del país, cree que si la crisis puede ser resuelta de un modo favorable al deseo popular, México llamará la atención del mundo por el armonioso desarrollo de sus recursos y por el democrático ejercicio de sus derechos. La gente está ya prácticamente preparada para la democracia, aunque le falta la experiencia, y sobre todo confianza en sus gobernantes para acatar sus deseos. El buen elemento de México, el elemento rural, la clase media y la trabajadora, el hombre intelectual que no ha adoptado la política como medio de subsistencia, y el gran partido liberal en general, están unidos con el movimiento constitucionalista, el cual puede decirse que está sostenido por no menos que el 90% del pueblo. Entre los leaders de este gran partido se cuentan en primer término don Venustiano Carranza, quien pertenece a una de las familias directoras del Estado de Coahuila. El señor Carranza fue educado en la ciudad de México y comenzó sus estudios en la Escuela Nacional de Jurisprudencia, pero fue obligado a abandonarlos debido a dificultades con sus ojos, pero su espléndida preparación lo puso en condición de ser un hombre altamente culto. El señor Carranza es un intelectual, de breve y conciso hablar, reconocidamente honesto y bien intencionado. Su edad es más o menos 55 años, y es altamente admirado y querido por sus conciudadanos. Cuando fue electo Presidente Municipal de su pueblo natal, se dedicaba él a la explotación de sus propiedades, habiendo tenido después del cargo mencionado el de juez, posteriormente el de senador en el Congreso Nacional, y finalmente fue

electo Gobernador de su Estado, con cuyo carácter está aún investido. El señor Carranza cree que la causa por la que él pelea es la causa de la justicia; él sabe que la responsabilidad que ha asumido es muy grande, pero está altamente convencido de la gran necesidad del presente movimiento, del cual depende el establecimiento de duradera paz en México. El señor Carranza no es impulsivo, ni es parcial en sus decisiones, sino al contrario, humanitario y reposado, y al mismo tiempo dotado de una firmeza de carácter que lo ha hecho notable entre los leaders de su país. El señor José María Maytorena, Gobernador del Estado de Sonora, es también un hombre de buena posición social, y bien intencionado, así como admirado y querido por sus conciudadanos. El señor Maytorena ha dedicado su vida al desarrollo de sus propiedades. Junto a estos dos grandes leaders y el gobernador Castillo Brito, de Campeche, están todos los hombres realmente influyentes de sus respectivos Estados. De los 235 miembros del presente Congreso Nacional Mexicano, más de la mitad simpatiza con el movimiento constitucionalista. Durante los últimos días de la administración de Madero, la vida de muchos de ellos estuvo en gran peligro, y en busca de seguridad se vieron obligados a dejar la capital, de los cuales 40 más o menos se encuentran en el Ejército Constitucionalista. Casi la mitad de los senadores simpatiza de corazón con el movimiento, y si el número no es mayor se debe al hecho de que muchos de ellos pertenecen a las filas de Porfirio Díaz. El presente estado de guerra en que se encuentra el país, ha desarrollado las dotes militares de muchos de sus ciudadanos hasta ahora desconocidos, y a eso se debe que tengamos entre los prominentes leaders y oficiales del Ejército Constitucionalista, a muchos comerciantes, agricultores, manufactureros y hombres de diferentes profesiones, entre otros Obregón, Cabral, Calles y Bracamontes en Sonora; Toribio Ortega, Francisco Villa y muchos otros en Chihuahua; Pablo González, Jesús Carranza, Francisco Cos, Atilano Barrera y otros en Coahuila; Roque González Garza, Lucio Blanco, Mújica y otros muchos en Nuevo León y Tamaulipas; Orestes Pereira, Calixto Contreras, Pánfilo Natera, Santos Coy, Novoa, Iturbe, Martín Espinoza, en Durango, Zacatecas, Tepic, Sinaloa y Jalisco; Gertrudis Sánchez, Rentería Lubiano, Castrejón y muchos otros en Michoacán y Guanajuato. Aparte, hay muchos otros nuevos leaders en todos los Estados mencionados y otros quienes han recibido sus nombramientos recientemente en los Estados de San Luis Potosí, Veracruz, Guerrero, Hidalgo, Estado de México, Puebla, Tabasco, Campeche y Tlaxcala. Zapata con su falange de simpatizadores en el Estado de Morelos, gustosamente se sometería a Carranza. En resumen podría decirse que el movimiento revolucionario cuenta con un suficiente número de hombres intelectuales y de empresa para conseguir la absoluta pacificación de la República, organizar la administración y arreglar un apropiado plan de reforma, para implantarlo sistemáticamente en toda la República. Las cualidades principales de todos estos hombres en general, son sus sanos principios

de moral y su deseo de trabajar por el beneficio de su país. En primer lugar, contamos con el apoyo y activa cooperación, según las circunstancias, de todos los habitantes de México. Los constitucionalistas controlan casi todo el Estado de Sonora, Coahuila, Durango y Campeche, en los cuales las tropas de Huerta tienen únicamente contadas poblaciones. Chihuahua, Tamaulipas, Nuevo León, Zacatecas y la mayor parte de San Luis Potosí, Michoacán, Guerrero y Sinaloa, están controlados por los constitucionalistas. En los Estados de Tabasco, Jalisco, Tepic, Tlaxcala, Puebla, Veracruz, Hidalgo y México, varios movimientos organizados han principiado, progresando con tal facilidad que durante treinta días estos Estados estarán enteramente bajo su control. Puede fácilmente preverse que los pocos Estados en los cuales el movimiento no ha empezado, seguirán muy pronto a los otros. Es verdad que los pertrechos de guerra no abundan en los campos constitucionalistas, pues gran parte de las armas y municiones en su posesión, han sido quitadas a las tropas de Huerta. Si los constitucionalistas pudieran comprar los elementos necesarios para armar todos los voluntarios que ofrecen sus servicios, formarían fácilmente un ejército de más de 100 000 hombres en el término de treinta días y derribar en breve la administración de Huerta. En esta ocasión los leaders del movimiento creen tener un éxito definitivo, de modo que las necesidades que lo produjeron sean satisfechas, y que la paz sea permanentemente establecida. A esto se debe que los directores del movimiento estén perfectamente decididos a no entrar en negociaciones de ninguna clase con Huerta ni con los simpatizadores de Félix Díaz, ni con los científicos, ni con el partido católico, ni con ninguna otra facción reaccionaria cuyas tendencias estén más o menos ocultas. Un compromiso, el cual fue realmente un signo de debilidad, determinó el fracaso de 1910, el desastre de la política de Madero, su asesinato y la presente situación. Así es que por humanidad y por el más elemental patriotismo los constitucionalistas se consideran obligados a no entrar en ninguna clase de compromisos con el enemigo. Ningún compromiso aseguraría la paz, y en consecuencia los constitucionalistas no considerarán favorablemente ningún esfuerzo que tienda a producir tal compromiso como por ejemplo la insinuación en favor del general Treviño, un hombre muy viejo y estrechamente comprometido con los científicos y por consiguiente persona no grata. Cuando el movimiento haya triunfado, se desea mantener completa la fuerza que le dio la victoria. La intervención de cualquier potencia extranjera en los asuntos de México únicamente favorecería a los intereses de Huerta y al partido reaccionario. Los intereses del pueblo serían grandemente perjudicados, pues éste se vería obligado a entrar en algún injusto compromiso con sus opresores. Además, la idea de intervención es altamente impopular entre el pueblo, y seguramente originaría perjuicios mucho mayores que aquellos que se proponía remediar.

Entre el pueblo en general no hay ningún sentimiento antiamericano, sino que al contrario existe un sentimiento de verdadera amistad. La gran mayoría del pueblo, según se dijo antes, simpatiza con los constitucionalistas y por consiguiente el no reconocimiento del Gobierno de Huerta ha sido considerado como una rectificación de su actitud y como una indirecta ayuda, la cual ha sido grandemente apreciada. Es plenamente comprobado que las demostraciones antiamericanas que han tenido lugar en la ciudad de México, son únicamente manipulaciones destinadas a forzar el reconocimiento, con la intención de flotar un empréstito en la Europa, el que según nuestra opinión, serviría únicamente para prolongar la innecesaria lucha, cuyo fin es fácil de predecir. Sobre este particular debe decirse que los constitucionalistas no estarán nunca dispuestos a reconocer tal empréstito. Los constitucionalistas no han pedido ni pedirán nunca ayuda ninguna de las potencias extranjeras; lo que ellos desean es que estas potencias consideren su causa con justicia y calma. Las vidas e intereses de súbditos y ciudadanos extranjeros han sido protegidas por todos los medios posibles, y puede decirse que ningún hombre honrado necesita temer. Los únicos hombres que ahora corren algún riesgo en México son aquellos que han saqueado el Tesoro Nacional. A pesar de las grandes dificultades para mantener la comunicación entre los diferentes Estados en armas, así como entre los diferentes jefes militares, el movimiento revolucionario en conjunto sigue estrictamente los mismos ideales y está bajo el control del señor Carranza. Personas que están interesadas en cambiar los hechos, han dicho que éste es un movimiento caótico y que carece de sistema y coordinación, pero estos reportazgos son absolutamente falsos, pues representantes de todo el país llegan constantemente a Piedras Negras, Cuartel General del señor Carranza, a recibir órdenes e instrucciones. Carranza ha comenzado ya a formar un Gobierno rudimentario y a nombrar un Gabinete. Al principio la organización militar era la más importante y consecuentemente dedicó él toda su atención a las necesidades de su ejército, pero ahora ha creado dos nuevos departamentos, el de Guerra y el de Finanzas, y dentro de algunos días otros departamentos serán creados para atender a las necesidades incidentales motivadas por la ocupación de nuevo territorio y de nuevas responsabilidades. El día 15 de mayo último, Carranza proclamó, sin haber presión de ninguna clase, un decreto obligando al Gobierno constitucionalista al arbitraje internacional, para el inmediato arreglo al triunfo de la causa de las reclamaciones de ciudadanos americanos y otros extranjeros contra el Gobierno de México. Esto constituye un excelente ejemplo del lado práctico de su carácter. Resumiendo, los constitucionalistas creen que el secuestro del Gobierno de México por Huerta y su apropiación del poder fue una violación de la Constitución y que esto justifica al pueblo para recurrir a las armas en un esfuerzo para vindicar no solamente la ley fundamental, sino también el honor nacional.

Las masas sostienen este movimiento en su afán de restablecer la Constitución, y la aristocracia y elementos reaccionarios se le oponen, favoreciendo a Huerta.

Decreto expedido por don Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, declarando luto nacional el día 22 de febrero de 1914, para honrar la memoria del extinto Presidente de la República, don Francisco I. Madero. [A. I. F., F9-965.]

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PRIMER DECRETO PARA HONRAR LA MEMORIA DEL PRESIDENTE MÁRTIR, DON FRANCISCO I. MADERO VENUSTIANO CARRANZA, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, en virtud de las facultades de que me hallo investido, y, Considerando: que el próximo día 22 de febrero es el primer aniversario de la muerte del señor don Francisco I. Madero, quien fue Presidente Constitucional de la República Mexicana; Considerando: que el extinto Presidente murió sacrificado por los enemigos de las libertades públicas, después de realizar una trascendental labor democrática prestando así grandes servicios a la patria; Considerando: que es un deber de todo mexicano honrado recordar dignamente la memoria de quien sacrificó su vida por la libertad de su pueblo, He tenido a bien expedir el siguiente decreto: Artículo único. Se declara de luto nacional el día 22 de febrero de 1914, en memoria del extinto Presidente de la República Mexicana, señor don Francisco I. Madero. Libertad y Constitución. Culiacán, Sin., enero 22 de 1914.

Carta del señor Rafael L. Hernández, fechada en New York City, dirigida al general Francisco Villa, recomendándole colaborar con don Venustiano Carranza para consumar la obra política y social de la Revolución. [A. I. F., F9-104-24.]

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Rafael L. Hernández. 115 Broadway, Room 1600. New York City 2 de enero de 1914. Señor general Francisco Villa. Ciudad Juárez, Chihuahua. Muy estimado amigo Villa: Hoy tuve el gusto de recibir el mensaje que me dirigió usted ayer, en el cual me envía sus felicitaciones por el nuevo año. Le quedo muy agradecido por su deferencia y a mi vez, siento satisfacción en enviarle una múltiple felicitación. Múltiple digo, porque múltiples son las razones que a ello me mueven. En febrero del año pasado se cometió un crimen monstruoso y proditorio; en febrero del año pasado, una soldadesca sin credo y sin principios, formada de mercenarios y de pretorianos sin honor, herederos tradicionales de la tiranía, encabezados por un desleal y un infidente, asesinaron al Presidente y Vicepresidente de la República y estrangularon a la Constitución, a las leyes y a las instituciones. Va a hacer un año que Victoriano Huerta asesinó al patriota inmaculado, al amigo del pueblo, C. Francisco I. Madero. Pero hace un año también que ese pueblo, por cuya redención combatió y pereció el presidente Madero, se levantó airado para reivindicar una vez más y esta vez para siempre, sus derechos ultrajados. Venustiano Carranza protestó contra el crimen de lesa patria cometido por el usurpador y sus secuaces, y se lanzó a la lucha para derrocar la nueva y criminal dictadura. Hace un año que un hijo del pueblo empuñó también las armas y resueltamente empuñó, secundando a Carranza, la bandera de la legalidad. Hace un año que aquel modesto hijo del pueblo cruzaba la frontera mexicana y se internaba en el país, casi solo o solo, con pocas esperanzas pero con mucha fe y con un corazón bien puesto; aquel hijo del pueblo había escapado a la muerte que traicioneramente le tenía reservada Huerta, debido a la intervención del Presidente de la República, que, sabedor de aquella infamia, la evitó. Ese hijo del pueblo es hoy el general Francisco Villa, que ha sabido levantarse como bueno y como leal, no como vengador, sino como un justiciero. Justicia, amplia y cumplida justicia, es lo que el pueblo mexicano espera de la Revolución. Los principios inscritos en la bandera revolucionaria de 1910 son los mismos principios de la bandera revolucionaria de hoy, es la misma revolución que detenida

un momento en su desarrollo, no ha hecho otra cosa que recobrar su ímpetu. La Revolución, estoy cierto, consumará su obra política y consumará también, es necesario que la consume, su obra social; es preciso resolver el gran problema nacional, el problema de las tierras. Sólo resolviendo éste como debe serlo y como el presidente Madero soñaba, terminará la Revolución, trayendo consigo una verdadera paz, cimentada sobre la justicia y beneficiosa para el pueblo mexicano entero. ¡Que así sea! Usted es uno de los campeones de estas ideas y por eso lo felicito. Otros patriotas como usted en todos los ámbitos de la República, han secundado al gobernador Carranza y todos merecerán bien de la patria. Siga usted como hasta hoy; posponga todo usted a los intereses generales, no consienta a los intrigantes a su lado, pues son la cosa más asquerosa; colabore con don Venustiano Carranza en la obra común y pronto sonará la hora del triunfo. Mucho se ha hecho, pero todavía hay mucho que hacer. Unida y compacta como hasta hoy, la Revolución será invencible. Espero que el año de 1914 sea óptimo para la patria. El año de 1913 a todos nos causó grandes penas y a la patria ha costado ríos de sangre; pero así, purificada en ese crisol, surgirá más grande y ya sin tropiezos marchará al cumplimiento de sus altos destinos. Van, pues, mis parabienes y mis felicitaciones y los votos que formulo porque el éxito siga coronando sus esfuerzos. Yo pienso permanecer en el destierro mientras lo pueda hacer, pues quiero librarme de reproches. Nada quiero, ni nada espero. Creo que cumplí con mi deber honradamente y que si errores cometí, fruto fueron de mi ignorancia, pero nunca de mi malicia. Le reitero mis parabienes y rogándole salude cariñosamente a Raúl, le mando un apretón de mano y quedo su afmo. y atto. amigo y S. S. Rafael L. Hernández

Oficio del secretario de Gobernación, acusando recibo de la circular núm. 7, de 16 de diciembre de 1913, dando a conocer el nombramiento de Oficial Mayor de la Secretaría de Relaciones Exteriores a favor del licenciado Isidro Fabela. [A. I. F., F9-90-28.]

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OFICIO Nº. 104 Se recibió en esta Secretaría la Circular Nº. 7 de fecha 16 de diciembre ppdo. dando a conocer el nombramiento de Oficial Mayor de la Secretaría de Relaciones Exteriores, adscrita a esa Primera Jefatura, que tuvo usted a bien otorgar en favor del C. licenciado don Isidro Fabela. Se ha tomado debida nota de este nombramiento, así como de la firma del señor Fabela. Reitero a usted las seguridades de mi más distinguida consideración y respeto. Hermosillo, enero 7 de 1914. El secretario de Gobernación. Al C. Primer Jefe del Ejército Constitucionalista. Presente.

Carta del señor Ernesto Madero, fechada en New York City, felicitando a don Venustiano Carranza por los triunfos alcanzados por el Ejército Constitucionalista, y por su patriótica actitud asumida con motivo del conflicto surgido entre el Gobierno de los Estados Unidos, y el general Victoriano Huerta. [A. I. F., F9-104-24.]

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Ernesto Madero, 115 Broadway. New York. México, 8 de enero de 1914. Señor don Venustiano Carranza. Chihuahua, México. Muy estimado y fino amigo: Aprovecho el regreso cerca de usted de nuestro buen amigo ingeniero F. Villarreal para tener el gusto de enviar a usted mis más sinceras felicitaciones por los recientes triunfos que ha alcanzado el Ejército Constitucionalista, de que es usted digno jefe y el cual, con admirable constancia e invencible energía ha ido destruyendo uno por uno los baluartes de la traición y de la dictadura. También le felicito por la patriótica actitud que ha sabido usted asumir en frente del conflicto que surgió entre los Estados Unidos y Huerta, conflicto provocado torpemente por éste con el propósito de hundir al país en los horrores de una guerra extranjera, ya que veía serle imposible prolongar por más tiempo su tiránico y usurpado poder. Mis simpatías y mi cariño han estado siempre con usted y con el constitucionalismo durante la gloriosa campaña que va tocando ya el ambicionado término. En nuestra modesta esfera, hemos procurado siempre el señor licenciado Rafael L. Hernández y yo, prestar aquí nuestros insignificantes servicios a la causa revolucionaria, en sus relaciones con las autoridades y las gentes de los Estados Unidos. Y no podía haber sido de otra manera, pues que siempre hemos visto en el constitucionalismo la reivindicación de las instituciones y de las libertades patrias, violadas por los hombres que en febrero de 1913 derribaron el Gobierno de que formábamos parte. Alejados de la política activa, y deseosos de no volver a figurar en ella, el amigo don Rafael L. Hernández y yo hemos creído servir a nuestra patria ayudando en nuestra modesta posibilidad al constitucionalismo. Yo he lamentado siempre de todas veras no poder hacer por esta causa nacional muchísimo más de lo poco que se ha encontrado a mi alcance; desgraciadamente el abandono de todos mis negocios, la paralización de la mayor parte de ellos, la ruina de algunos, mi propio destierro, me han ocasionado grandes pérdidas y quebrantos.

Abrigo la esperanza de que antes de mucho tiempo el Ejército Constitucionalista haya alcanzado el triunfo completo y que, arreglada satisfactoriamente la cuestión internacional, pueda usted, al frente de la República, poner sus energías al servicio de la obra patriótica de la reconstrucción nacional. Me tomo la libertad de acompañar a usted copia de dos cartas del señor licenciado Rafael L. Hernández, que juzgo tal vez le interesará conocer. Con un afectuoso apretón de manos y con mis mejores deseos para usted, quedo su afmo. amigo que mucho le aprecia. Ernesto Madero

Carta de don Venustiano Carranza, dirigida al señor S. G. Hopkins, residente en Washington, D. C., manifestándole quedar enterado de la política financiera de las casas Spyer & Co., Ladenburg Talman & Co., Kuhn Loeb & Co., Halgarten & Co., Lord Cowdray, así como de los intereses de la última con el Gobierno de facto de Victoriano Huerta para la compra del Ferrocarril de Tehuantepec, de lo cual toma debida nota para la formación de un nuevo cuerpo de banqueros al triunfo de la Revolución. [A. I. F., F9-39-III.]

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Culiacán, Sin., enero 26 de 1914. Señor capitán S. G. Hopkins. Hibbs Building. Washington, D. C. Muy estimado amigo: He tenido el gusto de recibir su apreciable de fecha 3 del presente, de la que he desprendido interesante información respecto a la política financiera que han seguida las casas de Spyer & Co., Ladenburg Talman & Co., Kuhn Loeb & Co., Halgarten & Co. and Lord Cowdray, y de la conexión de esta última con los intereses del Gobierno de facto de Victoriano Huerta, por la compra que la casa de Pearson & Son ha pretendido hacer del Ferrocarril de Tehuantepec, de todo lo cual he tomado buena nota, y he de estimar a usted continúe sus trabajos de investigación con respecto a la política que esas casas desarrollen con los intereses de México, pues es muy conveniente que a nuestro triunfo estemos al tanto de todos sus procedimientos. Opino igualmente como usted, que al triunfo de nuestra causa, sería conveniente en cuanto fuere posible, formar un nuevo cuerpo de banqueros, de aquellos que no han apoyado al antiguo régimen creado por Díaz y que trata de continuar Huerta como por ejemplo, las firmas de Morgan & Co., Ladenburg Talman & Co., Kuhn Loeb & Co., y la muy respetable y antigua de J. W. Seligman & Co., que ha existido por cerca de un siglo. Asimismo he tomado buena nota de lo que me dice respecto al señor Miguel Covarrubias y de los trabajos que ha emprendido en Londres contra Lord Cowdray, así como de su dirección postal Nº. 1, Washington House, Basil St., S. W. London, Eng. y de su dirección cablegráfica, “MICOR”, London. Sin otro particular por el momento, quedo de usted afmo. amigo atto. seguro servidor. V. Carranza

Artículo suscrito bajo el seudónimo de Radamés, titulado “¿Hará Huerta la paz?” Comenta la traición consumada por Victoriano Huerta, al Presidente de la República, don Francisco I. Madero.

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¿HARÁ HUERTA LA PAZ? Afectando Huerta hallarse horrorizado por los crímenes cometidos por sus secuaces, invocó en la Cámara el Santo Nombre de Dios y ofreció hacer la paz en dos meses “cueste lo que costare”. Sin duda la Asamblea Nacional lo aplaudió con indescriptible delirio, porque pareció indicar que él no había sido el asesino de MADERO y que haría caer el castigo sobre los asesinos, aunque éstos fueran miembros de la muy alta y putrefacta plutocracia mexicana; pero no fue así, sino que el pueblo y la nación han sido puestos en el ridículo y en la afrenta más horrible ante el mundo entero y dando lugar a que el presidente Wilson, Chile, Cuba, Brasil y Argentina den una lección de moral a Europa y al pueblo mexicano. Ya va a cumplir un año de usurpado [sic] y tirano sin igual y mucho malo ha hecho; pero la paz NO. Aceptó un pacto mefistofélico, que aunque hecho y firmado en la Embajada americana, se le llamó “de la Ciudadela” y sin duda lo aceptó porque en él se le designó Presidente provisional, antes que la Representación Nacional; designación tan infantil como valiosa para sus perversos fines. En la misma Asamblea Nacional se declaró eminentemente religioso y liberal y no es ni ha sido, ni lo uno ni lo otro. Religioso no quiere decir católico, ni cristiano; así es que escogió el primer concepto porque dentro de él sí caben todas sus infamias. Liberal no lo es porque ha aherrojado la libertad del pensamiento. Libertad sólo la ha dado a la prostitución en todas sus ramas para poder subsistir. Traicionó a la amistad, traicionó a sus deberes militares, corrompió a menores de edad y al ejército, traicionó al Presidente de la República, traicionó al felicismo, traicionó al partido católico y traicionó al pueblo. En consecuencia, Huerta está siguiendo la política porfiriana para acabar con todos los partidos y sólo quede el huertismo formado por los elementos corrompidos del porfirismo, del cientificismo, del clero, del ejército y de los católicos. Mas ¿el tiempo y las circunstancias son iguales? ¡No! Esta guerra civil de 191314 no tendrá igual en nuestra historia. La Nación, que al triunfo del “ciudadelazo” [sic], por felicista, guardó un silencio sumamente censurable (los hombres honrados comprendieron desde luego lo

inmoral del cuartelazo), sólo cambió de actitud desde que fracasó el felicismo y ya cuando el chacal ha infundido el terror. Grandísima estupefacción y escándalo debe haber causado entre la plutocracia la prisión y destierro del ardiente felicista y director del Partido Católico, don Gabriel Fernández Somellera, y también del periódico La Nación. ¿Se hará así la paz? La sumisión incondicional —a la que maliciosamente le llama Huerta la paz— no la ha podido hacer a pesar de que su capricho ha costado más vidas que la paz porfiriana, más dinero que la maderista y la porfirista juntas, y por más que ha dicho en todos los tonos “que no se viola la ley cuando se salva la patria” como si él, el que de veras es el que está en un gran peligro, fuera la patria. Dijo: “La paz la haré cueste lo que costare.” ¿Y qué ha costado su pretendida ferra sumisión [sic] que no es la paz? Millares de hombres en campaña. El arrasamiento de pueblos. Cientos de hombres, mujeres y niños, por el solo delito de demostrar su indignación por el vulgar asesinato del Apóstol Madero y la usurpación de los derechos del pueblo. La consignación al servicio de las armas y destierro a cientos y a miles de hombres adictos o indiferentes a la Revolución. La ruina de muchos hogares y la orfandad de muchos niños. El gran desprestigio moral y financiero de la nación. La renovación de odios a los extranjeros que han pretendido imponer un Gobierno ferozmente tiránico. El descaro del Clero para inmiscuirse en asuntos de política por su personal conveniencia. La disolución de una Cámara que a la vuelta de treinta años tuvo muchos miembros legalmente electos. La quiebra de los Bancos y casas de comercio. La falta al pago de los giros postales. La violación de correspondencia. La violación de todas las leyes. Plagios oficiales por comisarías y militares. Especulaciones de los militares por los reemplazos. Especulación en la acuñación de las monedas de a 50 centavos. Especulación en la negación de libre importación del trigo extranjero. El monopolio del juego. Entrada libre a las casas de juego, a mugeres [sic] y niños. Alza al doble en el impuesto del timbre. Hipotecar la renta del timbre. El cincuenta por ciento más en los derechos aduanales. El aumento de cincuenta por ciento al valor de las mercancías. Infame especulación en los artículos de primera necesidad. La escasez de legumbres por temor a la leva. Veinticinco por ciento de aumento a la contribución de aguas, pavimentos y atarjeas. Uno por ciento mensual sobre capitales impuestos. La falta de pago a las tropas en campaña. La emisión de dos o más millones de pesos en papel moneda forzoso para pagar a las tropas. El sorteo para el servicio militar, que servirá de pretexto para persecuciones políticas y venganzas personales y para dificultar los amparos. Formación de otros proyectos para imponer otras contribuciones, entre ellas la personal. Derogación del descanso dominical para pulquerías y cantinas. Fomento de la embriaguez alcohólica como trampa para coger de leva y perseguir a los

enemigos de tanta infamia. El aumento abrumador de viles policías reservados de ambos sexos. Cuando ya estemos pereciendo de hambre y hundidos todos en el fango de la más alta prostitución se organizará una gran bacanal con todas las esposas, hijas e hijos de toda la corte huertiana en el Castillo de Chapultepec, la que terminará con espectáculo de sensación mundial. Éste será el incendio de la ciudad de México, contemplado por toda la corte huertiana y el Clero, en el último período de la embriaguez de poderío y alcohol desde todas las terrazas del Alcázar y llevado a cabo por el heroico (que fue derrotado por Félix Díaz) marihuana y alcohólico 29 batallón, y por otro lado la voladura de la fábrica de pólvora de Santa Fe y del laboratorio de municiones de Belem. ¡He aquí una gran página para la historia de la Nueva Tenoxtitlan, hecha por un apostólico romano zapoteca! ¡Viva Huerta, vivan los más aptos! ¡Nipon Banzai! ¡Qué sarcasmo! ¡Cuando la patria gime profundamente horrorizada! ¡Viva su Alteza Serenísima don Antonio López de Santana! ¡Viva Porfirio 1º! ¡Viva el religioso Huerta! ¡Viva Nerón! México, febrero de 1914. Radamés

Correspondencia del licenciado Manuel Calero, con los licenciados Juan N. Amador y Neftalí Amador, residentes en El Paso, Texas, indicándoles que debe ser aceptada la permanencia transitoria del general Huerta en la Presidencia, aceptando la desaparición de la legalidad en la persona del presidente Madero. Cita la celebración de juntas en la casa del diputado Tomás Braniff, dando nombres de los concurrentes. [A. I. F., F9-71-27.]

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Nueva York, febrero 2 de 1914. Señor licenciado don Juan N. Amador. C/o. Silberberg Brothers. Mesa Avenue and Texas St. El Paso, Texas. Mi querido compañero: Recibí su telegrama del día 29 de enero y crea usted que le estoy muy agradecido por el empeño con que ha visto usted el asunto de mi hermano. Este muchacho tiene un tornillo flojo, que de otra manera no se explica cómo después de haber sido rechazado por don Venustiano Carranza, intentó volver a ser aceptado por los constitucionalistas. Lo único que puedo asegurarle a usted es que su actitud obedece a una convicción rabiosa de que la causa de ustedes es la justa; que no tiene conexión ninguna conmigo pues aun cuando es mi hermano he tenido con él serias diferencias, de aquí que haga más de cinco años que no tengamos relación; y que, por último, al proceder como lo ha hecho, obró de acuerdo originariamente, con Miguel Díaz Lombardo, cuyo carácter revolucionario o constitucionalista nadie puede poner en duda. Nuestro amigo el ingeniero Bonillas le dice a Mr. Haff que mi hermano será tratado con justicia, porque “la justicia es la norma de los actos del Gobierno constitucionalista”. La verdad es que los letrados que imparten la justicia constitucionalista pueden no ser muy peritos, y como, además, deben tener preocupaciones contra mi hermano por el apellido que lleva (preocupaciones infundadas, pero que, por el momento, no quiero meterme a desvanecer) me tiene muy inquieto el resultado. Confío en usted, mi buen amigo, y quiero que usted considere la situación de mi pobre madre, vieja y enferma, para quien las cosas de mi hermano son motivo constante de pesar. Reitero a usted mis agradecimientos, y felicitándome de que por fin se haya usted resuelto a romper su silencio de catacumba, me repito su adicto amigo y S. S. Manuel Calero

Mayo 28 de 1913. Señor licenciado don Juan N. Amador. Mills Building. El Paso, Texas. Mi querido compañero: Platicando con nuestro amigo el licenciado Haff, que se encuentra en ésta, supe con pena que usted considera que mi discurso de 3 de febrero en el Senado me ha arruinado ante la opinión pública. La mejor manera de que usted rectifique o ratifique su parecer, consiste en enviarle, como lo hago, con la presente, un ejemplar del Diario de los Debates en donde aparece dicho discurso. En este ejemplar me he permitido marcar algunas frases que dan a conocer mis principios eminentemente legalistas y que demuestran que si me vi forzado a romper con el Gobierno de Madero, no fue porque abjurara yo de los principios que ese Gobierno simbolizaba y que siempre han sido los míos, sino porque consideraba yo que Madero, inspirado por Gustavo y por Pino, llevaba al país hacia un voladero por sus tremendas torpezas. A pesar de esto último, me empeñé siempre en sostener al Gobierno de Madero y en evitar que cayera. Recomendé medios políticos de coacción para forzarlo a ceder, siempre con el anhelo sincero de que ese Gobierno pudiera sostenerse para salvar el principio de la legalidad. Envío a usted también algunos recortes de declaraciones mías en El País que lo convencerán a usted de que su juicio de esta mi humilde persona es equivocado. Ahora lo que yo ansío es que el país vuelva a la paz y que las conquistas realizadas por Madero no naufraguen. ¿Usted podría hacerme algunas sugestiones a fin de cooperar a la realización de ese fin? Quisiera saber qué cosa podría satisfacer a los inconformes con el actual estado de cosas. Por supuesto que no hay que tener pretensiones exageradas, pues proponer, por ejemplo, que el Gobierno interino entregue la situación a don Venustiano, sería pretender lo imposible. Hay que llegar a medios conciliatorios y buscar un acomodamiento que deje satisfechas en parte las esperanzas y aun las ambiciones de todos. Con afectuosos saludos me repito su adicto amigo. Manuel Calero P. S. Para tener la seguridad de que esta carta le llegue, la envío por conducto de los señores Silberberg Bros. [Confidencial.] Junio 18 de 1913. Señor licenciado don Juan Neftalí Amador. El Paso, Texas.

Querido compañero: Confirmo mi anterior de 28 del pasado, reiterando a usted mi propósito de hacer todo lo posible por contribuir al restablecimiento de la paz. Inspirado por este anhelo acabo de publicar en El País, aunque en forma anónima, una entrevista de la cual acompaño a usted un ejemplar. Mi tesis legalista, que vengo sosteniendo desde hace muchos años, es la única que, de triunfar, puede salvar la situación. Es necesario que ustedes los revolucionarios a cuya cabeza está Félix Díaz, se convenzan de que en estos momentos terribles no se puede conquistar la paz si alguno de los dos bandos llega al Gobierno. La permanencia transitoria del general Huerta en la Presidencia me parece que debe ser aceptada por todos, si el Presidente, como es de esperarse, mantiene su papel imparcial y no impone a Félix Díaz como Presidente. El ingreso del doctor Urrutia a la Secretaría de Gobernación me parece una garantía de que Huerta no impondrá a nadie. He hablado tanto con el Presidente como con su flamante ministro y positivamente creo que estos hombres han comprendido dos cosas: primero, que no hay que pensar en que Huerta continúe indefinidamente sino que debe limitarse a su interinato; y segundo, que la imposición de Félix Díaz significaría la guerra civil indefinida. Por lo mismo, mi convicción sincera es que podrá haber una elección por lo menos en las regiones del país que no están asoladas por la guerra, y que esa elección no favorecerá a Félix Díaz, si surge frente a su candidatura otra vigorosa y seria. Usted, compañero, ha encontrado ya su modus vivendi en territorio extranjero, y tiene una familia reducida; pero los que como yo estamos cargados de hijos y de obligaciones y no podemos ganarnos la vida más que en este país, sentimos en toda su intensidad lo horrible de la situación, que nos está arrastrando al desastre. Es necesario aceptar ciertos hechos consumados que no se pueden corregir, como la desaparición de la legalidad en la persona del presidente Madero; pero lo que importa es restablecer la legalidad y tener fe en el porvenir de la República. Para esto es fuerza deponer radicalismos y sacrificar ambiciones personales. El triunfo de cualquiera de los revolucionarios será una irreparable desgracia nacional. Si usted, querido compañero, cree que podamos hacer algo en el sentido de la paz, dígamelo. Sé que usted es un patriota y un demócrata, y obra siempre de buena fe. Su muy adicto amigo y compañero. Manuel Calero [Personal.] Agosto 18 de 1913. Señor licenciado don Juan N. Amador. El Paso, Texas.

Mi querido compañero: He escrito a usted varias cartas; y como hace casi dos meses que estoy esperando su contestación, debo colegir que usted no considera conveniente tratar conmigo sobre los temas que motivaron mis cartas. Ruego a usted que me dispense por haberlo molestado y desagradado. Por lo demás, los propósitos de la Asociación Unificadora Electoral eran realizar una labor de armonía entre el Gobierno y los elementos revolucionarios, ya que en nuestro concepto —sobre todo en la época en que escribí a usted— no era fácil prever que se llegara a la paz sin una transacción entre los beligerantes por lo que toca a la designación del futuro Presidente. El silencio de usted por una parte, y por la otra la negativa rotunda del Gobierno de aceptar nuestra mediación, hacen completamente innecesario insistir en el tema. Prometiéndome no volver a molestar a usted con asuntos políticos y enviándole afectuosos saludos, me repito su adicto amigo y S. S. Manuel Calero P. Circular. CIRCULAR

Los licenciados Manuel Calero, Manuel Castelazo Fuentes, Rodolfo Charles y Manuel A. Chávez, participan a ustedes, que han trasladado su Bufete al nuevo edificio del Banco de Londres y México. México, D. F., 25 de agosto de 1913. 24 de octubre de 1913. Señor mayor ingeniero Gustavo Garmendia. Hermosillo, Sonora. Querido y fino amigo: El chaparrito Tejeda me trajo un recado de parte de usted; no se imagina, querido amigo, cuánto le agradezco ese interés que ha mostrado y sigue mostrando al defenderme de burdas tramas urdidas en contra mía. No se arrepienta usted de haber tomado a su cargo voluntariamente mi defensa, pues le garantizo que está en lo justo, y por mi honor protesto que nada existe de que se me pueda acusar. Mi conciencia se encuentra del todo tranquila y mis acciones

son tan claras como la luz del día. ¿Que yo he sido y soy amigo del señor licenciado Manuel Calero? Sí, mi buen amigo don Gustavo; usted y otras muchas personas saben que eso es muy cierto, y negar aquella amistad, tanto en las actuales como en cualesquiera otras circunstancias, sería de mi parte una verdadera indignidad, una acción incalificable de las que siempre me acusaría yo mismo y sin esperanza de absolución por no merecerla. Mi amistad con el licenciado Calero data de algunos años, origina de vínculos de compañerismo profesional honrado, ha tenido su consolidación a la sombra de negocios jurídicos de cuantía, en los que la honorabilidad se da a conocer; y no he de negar a usted, por otra parte, que mi admiración para el amigo talentoso ha sido grande, como tampoco debo negar que soy el primero en lamentar que ese hombre — cuya personalidad política fue para mí en un tiempo una esperanza muy legítima para el porvenir de la querida patria— haya caminado de desorientación en desorientación hasta nulificarse por completo en el concepto honrado de muchos. Es necesario manifestar a usted todavía algo más: con el licenciado Calero me ligan vínculos de gratitud que no puedo ni debo en manera alguna desconocer, pues yo no estoy formado de la pasta de esos miserables como hay muchos, que en su alma abrigan para mí la más negra y horrible de las malas pasiones: la ingratitud. Mas todo eso que nos ha ligado al licenciado Calero y a mí, no es ni puede ser bastante para influenciar siquiera del modo más insignificante mi criterio en asuntos respecto de los cuales mis opiniones y mi actitud, francas, leales y sinceras, afortunadamente, son bien conocidas desde hace varios años. Le protesto solamente, amigo mío: soy enteramente extraño a los movimientos políticos del amigo licenciado Manuel Calero, quien, como podrá usted enterarse por la última carta suya de las cuatro que originales acompaño a la presente, ha convenido en que mi silencio es una prueba de falta de voluntad por mi parte para tratar con él de asuntos políticos. He tenido que pasar ante el licenciado Calero hasta como un descortés y mal educado; con usted, debo explicarme ahora sobre este particular: como la correspondencia de aquél fue mostrada por mí a varios correligionarios, y en conversaciones con ellos (usted, entre otros) pude colegir que la opinión unánime de los constitucionalistas acusa al señor licenciado Calero de grandes pecados cometidos contra el Gobierno emanado de la Revolución de 1910, la que de él tuvo grandes esperanzas, he preferido en el asunto una actitud de silencio, por ser éste, en muchos casos, de indudable elocuencia. Repito, querido amigo, que nada absolutamente tengo que ver con los movimientos políticos de mi personal amigo el licenciado Calero; y como si la convicción que estoy seguro tiene usted respecto de mí no fuera bastante, la casualidad ha traído a mis manos la circular adjunta, firmada por un tal Fernando Orozco que se dice “Delegado del Centro Liberal Independiente”, la cual habla por

sí sola. Ya que usted ha emprendido en mi defensa contra la calumnia de gratuitos enemigos, defensa sincera y profunda que obliga mi gratitud, le ruego se sirva procurar una entrevista con el señor Carranza y enseñarle la correspondencia adjunta, la cual explica perfectamente bien mi actitud en el caso y me absuelve del cargo que se me ha formulado. Muy lejos estoy, se lo aseguro, de merecer un cargo semejante, pues hombre soy de convicciones firmes, de honor, y con plena conciencia y voluntad he protestado sostener la causa del constitucionalismo y el Plan de Guadalupe. Si el señor Carranza y usted juzgan que, no obstante el carácter confidencial de la correspondencia en cuestión, deba yo darle publicidad, listo estaré a obsequiar sus instrucciones. Mi imperturbable línea de conducta ha sido siempre dar explicación de mis actos y satisfacer debidamente a todas aquellas personas que de mí tienen buen concepto (la opinión de los necios, aunque éstos abundan, no me preocupa); así es que le ruego deje satisfechos de mi parte en este asunto a los señores licenciados Escudero, Zubaran, Capmany y Frausto, Sánchez Azcona, Breceda, Espinosa Mireles, Llorente, De la Huerta y demás buenos amigos que usted sabe tengo en ésa. Encarecidamente le suplico, amigo mío, que no se tome la molestia de devolverme en pieza certificada la adjunta correspondencia, una vez que haya surtido los propósitos de su envío. Reciba usted gratos recuerdos del Chaparrito, de Matías y de todos sus buenos amigos que dejó en ésta, y con mi sincera gratitud reciba mi afecto de amigo y correligionario. J. N. Amador Junio 25 de 1914. Señor licenciado don Juan N. Amador. El Paso, Texas. Mi querido compañero: Me refiero a mis cartas de 28 de mayo y 18 del actual, de las cuales no he recibido contestación. Desesperados ante las amenazas de la situación, varios amigos nos reunimos para discutir sobre el mejor medio de ponerle fin. Al efecto celebramos varias juntas en casa del diputado Tomás Braniff, a las que concurrieron algunos hombres de significación, entre los cuales puedo citar al doctor Antonio Alonso, senador por San Luis y ex Gobernador interino del Estado bajo la administración de Madero; al ingeniero Reginaldo Cepeda, senador por Coahuila y Gobernador de dicho Estado en el interinato del señor De la Barra; al licenciado don Francisco Elguero y a don Gabriel Fernández Somellera, jefes del Partido Católico; al licenciado Fernando González Roa, subsecretario de Gobernación en la época de Flores Magón[sic] y

secretario general del Gobierno de Guanajuato bajo la administración del gobernador maderista Lizardi; a don Antonio Herrejó López y a don Aquiles Elorduy, leaders del Partido Antirreeleccionista. Usted sabe, además, quiénes son Flores Magón, Vera Estañol, Juan Sarabia y Manuel Calero. Pues bien, como resultado de nuestro esfuerzo, lanzamos un manifiesto, publicado hoy por la prensa de la capital, y del que mando a usted un recorte. Sírvase leerlo y meditarlo y hacerlo leer y meditar a algunos de sus compañeros revolucionarios, y resolver si tenemos o no razón. Consideren ustedes que el ejército que casi en su totalidad fue fiel hasta el último momento al señor Madero, se ha sin embargo solidarizado con el Gobierno interino, por espíritu de cuerpo. Para que la Revolución pueda vencer al ejército, se necesitaría tal derramamiento de sangre, tal acumulación de ruinas, que podríamos tener la seguridad de que antes que el triunfo se consumara, surgiría el temido conflicto con los Estados Unidos. Aun en el caso de que esto último no sucediera, ¿no es evidente que los restos que quedaran del ejército serían una constante amenaza para el régimen revolucionario triunfante? Si ustedes estuvieran simplemente animados de un espíritu de venganza, me explico que quisieran llevar su esfuerzo hasta el fin, a toda costa; pero no creo que entre los revolucionarios como usted, como don Venustiano, como el señor Maytorena, como el ingeniero Bonillas, y como don Eduardo Hay, pueda existir ese sentimiento, del cual ustedes harían víctima al país más que a los responsables directos de los hechos que provocan la venganza. Lo que hay que ver es esto: que si ustedes dejan que haya elecciones, no será impuesto el candidato oficial; que esas elecciones pueden recaer, por mutuo acuerdo, en un hombre que garantice los principios por los que se han hecho nuestras últimas revoluciones; que el general Huerta entregará sin duda alguna el poder al que resulte electo, y que es innecesario, por lo mismo, e inconveniente — si se considera la actitud del ejército— tratar de acabar desde ahora con el interinato que tiene legalmente su vida limitada. Al escribir esta y mis anteriores cartas, no crea usted que me guía ninguna ambición personal: usted sabe que yo siempre he sido un demócrata y lo fui bajo la dictadura de don Porfirio, que por eso no tuve inconveniente en servir a Madero, y que, en los puestos ministeriales que desempeñé, di muestras de respeto a las libertades públicas. Sabe usted también que no tuve participación ni directa ni indirecta, en el movimiento militar que derrocó a Madero; que siempre sostuve la necesidad de que la legalidad fuera respetada y que, aún en mi discurso tan sonado de tres de febrero, condené todo movimiento actual o futuro encaminado a derrocar al Presidente, a quien califiqué del más legítimo de los presidentes; todas estas cosas las habrá usted visto en las declaraciones públicas que le he mandado. Sin embargo, sé muy bien que no soy persona simpática a muchos de los revolucionarios: mi pecado fue atacar duramente a Madero, a quien siempre consideré como un hombre de bien, pero profundamente débil y víctima de las ambiciones de su hermano Gustavo y de Pino Suárez. Mis ataques al señor Madero,

encaminados, como lo declaré expresa y terminantemente, a obligarlo a cambiar de política para que “el Gobierno viviera toda su vida constitucional”, son sin embargo mi condenación ante el apasionamiento de los partidarios incondicionales de Madero. No piense usted, pues, en mí; no quiero, ni debo, ni puedo aspirar a la Presidencia; pero sí creo que sea posible encontrar un hombre de bien que sea una garantía para ustedes y a quien, a la vez, las clases reaccionarias y el ejército respeten y apoyen. ¿Quién puede ser este hombre? Si usted cree que lo haya, y le ruego que lo busque sin desmayo, haga usted que los amigos por cuyo conducto le envío esta carta me telegrafíen ese nombre, diciéndome simplemente: “para apoderado, fulano de tal”. Si se pudiera combinar a este hombre con otro para Vicepresidente, podría agregarse esta frase: “le escribimos a (aquí el nombre de la persona)”. No me extiendo más porque no quiero perder este correo; levanten ustedes su espíritu a la altura de las aflicciones nacionales, y vengan con nosotros a salvar este país de la ruina que le amenaza. Su adicto amigo y servidor. Manuel Calero

Carta del señor Rafael L. Hernández fechada en New York City, manifestando al licenciado Jorge Vera Estañol que declina tener una entrevista con él, porque tendría que versar sobre la caída del Gobierno del señor presidente Madero, que originó la ruina y la desolación del país. [A. I. F., F9-104-24.]

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New York City, febrero 4 de 1914. Señor licenciado Jorge Vera Estañol. Hotel Belleclaire. Ciudad. Muy señor mío: Refiriéndome a su llamado por teléfono ayer en el que usted me manifestó sus deseos de celebrar una entrevista conmigo, manifestándome asimismo que desearía saber si con ello me crearía una situación embarazosa, me permito informarle que después de haber meditado el asunto, he creído conveniente declinar la entrevista. He juzgado que nuestra conversación forzosa y necesariamente tendría que versar sobre los sucesos de febrero pasado, que trajeron consigo la caída del Gobierno del señor presidente Madero y el subsecuente asesinato del mismo Presidente, del Vicepresidente e incidentalmente la muerte de mi hermano Marcos, también. Como, por otra parte, nuestras opiniones, juicios y apreciaciones sobre aquellos sucesos tienen que ser diametralmente opuestas, creo, como llevo dicho, que es preferible no discutir esos asuntos, entretanto no se definan las responsabilidades por aquellos desgraciados acontecimientos, que han originado la ruina y la desolación de nuestra desventurada patria. Quedo de usted atto. y S. S. Rafael L. Hernández

Carta de don Venustiano Carranza, dirigida al señor Roberto V. Pesqueira, en Washington, D. C., manifestándole haberse recibido las cajas de billetes con destino a Nogales, Sonora; la comisión conferida al ingeniero Felícitos F. Villarreal, subsecretario de Hacienda, para el arreglo de nueva emisión de papel moneda, y que con motivo del levantamiento del embargo de armas se ha tratado con el señor Francisco S. Elías la manera de adquirir el mayor número posible, para destinarlas a los reclutas de los Estados de Sonora, Sinaloa, Durango, Territorio de Tepic, etc. [A. I. F., F9-39-III.]

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Culiacán, 14 de febrero de 1914. Señor Roberto V. Pesqueira. The Burlington. Washington, D. C. Muy estimado correligionario y amigo: Acuso recibo de sus apreciables fechas 8 y 9 de enero ppdo., de las que me impuse debidamente y paso a contestar: Ya se han recibido las últimas cajas de billetes que usted se sirvió mandar al cuidado del señor Gabriel Corella, a Nogales. De acuerdo con mi mensaje relativo salió para ésa el señor ingeniero Felícitos F. Villarreal, subsecretario de Hacienda, con objeto de arreglar la nueva emisión de papel moneda y violentarla cuanto fuere posible, por urgirnos para el pago de fuerzas y atenciones de la campaña. Espero, como me permití recomendar a usted, atienda al referido señor ingeniero, para el mejor cumplimiento de su comisión. Con motivo del levantamiento del embargo he estado en constante correspondencia con Francisco S. Elías, a efecto de comprar el mayor número posible de armas; no habiendo tratado los “Krag Jonson” a que usted se refiere, debido a las condiciones de venta, pues necesitan ser exportados a Europa, para luego pasar a nuestro territorio, lo que significa una demora y un peligro si es que las naciones europeas a donde fueren dirigidos los retienen por haber reconocido al llamado Gobierno de Huerta. Ya se ha ordenado un reclutamiento considerable en los Estados de Sonora, Sinaloa, Durango, Territorio de Tepic, etc., para aprovechar todas las armas que se importen y activar la campaña, que espero alcanzará el éxito que todos nos proponemos. En cuanto al licenciado Hopkins, debo manifestar a usted que no se le ha conferido ninguna comisión que competa a la Agencia Confidencial del digno cargo de usted, y si bien es cierto se le ha dirigido alguna correspondencia, ha sido

relativa a comisiones personales que, como a él, pudiera conferirse a cualquier otro de nuestros simpatizadores y amigos, sin que para nada afecte las gestiones de usted, pues de ninguna suerte admitiría yo que aquél estuviese con representación oficial alguna, ni se inmiscuyese en asuntos de la exclusiva competencia de la Agencia Confidencial confiada a usted. Con motivo del mensaje que ayer recibí de usted, respecto de las cartas que llegaron abiertas, le manifiesto que dichas cartas fueron enviadas al señor Epigmenio Rodríguez, por el señor Breceda, quien seguramente se las entregó en aquella forma, habiendo olvidado cerrarlas el señor Rodríguez, al depositarlas en el correo, y a esta distracción y no a acción extraña se debe el que las referidas cartas hayan llegado en la forma que usted me comunica. He estado comunicando a usted todos los asuntos que juzgo deban llegar a su conocimiento y que sean de positivo interés, pues no considero conveniente comunicarle noticias de detalle o escasa importancia. Igualmente he recomendado se le envíe a usted con oportunidad prensa y se le participen los nombramientos oficiales que se expidan, dependientes de la Secretaría de Relaciones. Mal puede suponer usted que debido a las gestiones de sus enemigos se encuentre usted aislado de noticias y correspondencia, pues mucho me extraña tal concepto, y más conociendo usted la llaneza e imparcialidad en mis procedimientos, que impondré en cuanto me fuere posible a todos los que dependen de la Jefatura de mi cargo, para la mejor marcha de nuestros asuntos, que en ningún caso deben descarriarse del interés general de nuestra causa. En cuanto a la cosa pública en Sonora, participo a usted que se procurará arreglarla en la mejor forma posible que convenga a la situación en que nos encontramos y al movimiento en general. Recibí con la primera de sus citadas cartas la del señor Covarrubias, que contestaré en breve. Puede usted usar el libro de clave que tiene el licenciado Cabrera, aumentando cinco unidades y acusándome recibo de esta indicación para hacer la anotación correspondiente. Respecto de los fondos que ha facilitado usted al licenciado Cabrera, ingenieros Pani y Urquidi, ya telegráficamente tuve el gusto de aprobarlos de acuerdo con su solicitud. En dos o tres días regresaré al Norte, a fin de pasar al Estado de Chihuahua y activar la campaña general que he estado combinando con todos los jefes militares con quienes tengo establecida comunicación telegráfica. Sin otro asunto por el momento y saludándolo afectuosamente, le deseo todo bien y quedo como siempre su amigo y correligionario seguro servidor. V. Carranza

Telegrama del señor Juan R. Orcí, fechado en Los Ángeles, Cal., solicitando autorización del secretario de Guerra y Marina para tratar con el Gral. Ignacio Pesqueira un levantamiento en contra de los maytorenistas de Sonora, aprovechando la ausencia del Gral. Álvaro Obregón, por ser el momento oportuno. Fue autorizado para ello. [A. H. D. N., XI/481.5/96.C.43.]

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Los Ángeles, Cal., E. U. A., febrero 16 de 1914. C. general secretario de Guerra y Marina: Momento oportuno Pesqueira y su gente se levante contra gobernador rebeldes Sonora, aprovechando Obregón ausente; tengo persona, pariente Pesqueira arreglará levantamiento; espero autorización para llamarlo fijando cantidad necesaria entregar Pesqueira. Atentamente. Juan R. Orcí Se le autoriza para tratar con Pesqueira el levantamiento contra rebeldes Sonora tratando con él cantidad que se necesite para efectuarlo, dando aviso.

Carta del general José María Maytorena, dirigida a don Venustiano Carranza, adjuntándole copia de la que le envió el licenciado Francisco Escudero, relativa a su destitución como secretario de Relaciones Exteriores. [A. I. F., F9-44-II.]

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Correspondencia particular del Gobernador del Estado de Sonora [Informes privados] Hermosillo, 22 de febrero de 1914. Señor don Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista. Ciudad. Muy señor mío y distinguido amigo: Como ofrecí a usted, adjunto me permito acompañarle copia fiel de la carta que me dirigió de Nueva York el señor licenciado don Francisco Escudero. Con el afecto de siempre, quedo de usted muy afectísimo atento y seguro servidor. José M. Maytorena Nueva York, enero 12 de 1914. Señor gobernador don José M. Maytorena. Hermosillo, Son. Muy estimado y distinguido amigo: La última carta que usted me hizo el favor de escribirme me sumió en una de las mayores perplejidades que he tenido que sufrir en mi vida. Me llegó después de haber meditado largamente sobre lo que debería hacer en mis circunstancias y cuando ya me había formado todo un plan de vida nueva arreglado a las condiciones que se me han creado. Pero como en su citada usted apela a la indiscutida potestad que sobre mis determinaciones le dan justamente la estimación y afecto que siempre le he profesado y el reconocimiento a que se ha hecho acreedor de mi parte con sus bondades para conmigo, entré en lucha conmigo mismo deseoso, por una parte, de hacer lo que más cuadrara con el mayor beneficio de la sagrada causa por la que estamos combatiendo, por otra, con la que exigiera mi dignidad y por otra con mis deberes hacia un amigo tan generoso y bueno como lo es usted para mí.

No quiero ser difuso en esta carta ni extenderla demasiado; así es que someramente le daré las principales razones que me han decidido a llevar adelante mi primitivo plan de desterrarme a Europa, en dónde, como siempre, trataré de trabajar dentro de mis posibilidades por el triunfo de la Revolución. Mis razones son las siguientes: no cometí desobediencia con el señor Carranza; salí de El Paso rumbo a esta ciudad con su anuencia y el telegrama en que me indicaba que me devolviera, lo recibí a bordo del tren, relativamente cerca de Nueva York, al grado de que tanto Breceda como yo, creímos que siendo, como estimábamos que lo sería, útil nuestra venida, dada la confianza que era de presumirse que nos tuviera el Primer Jefe, aprobaría nuestra determinación de concluir la travesía, teniendo la intención de regresar inmediatamente. Breceda le telegrafió en este sentido y como no recibimos respuesta, nos creímos autorizados tácitamente a continuar nuestra ruta. Pero de todas maneras no hubo la más mínima intención de desobedecer al Jefe de la Revolución. El cargo de haber sido indiscreto en mis declaraciones de El Paso, tampoco es justo. Los periódicos de Hearts, enemigos nuestros, maliciosamente cambiaron el sentido de mis afirmaciones, lo que me obligó a desmentirlas inmediatamente en telegrama que R. Pesqueira publicó en Washington; así es que oficialmente quedaron anuladas las aseveraciones de la prensa amarilla y yo prácticamente sin responsabilidad ninguna. Esto suponiendo que todo lo que se ponía en mis labios fuera desacertado o indiscreto; pero ya en otra ocasión tendré oportunidad de justificar mis declaraciones con usted cuando las conozca tales y como las hice y ya verá cómo distan mucho de ser indebidas y cómo los hechos por venir se encargarán de justificarlas. Desde el momento en que yo repulsé categóricamente la versión que se me atribuía, nadie tuvo derecho para hacerme cargo por lo que yo no acepté. Esto es elemental y de rigurosa justicia. Además me parece que debe tener mejor la presunción de decir la verdad un amigo, un revolucionario como yo, un funcionario como lo era, que un enemigo de nosotros y de la causa, y parece que en mi caso más se ha creído a un enemigo que a mí. Pero en fin, esto con ser lo importante, es lo de menos; en mi caso, sin meterme a discutir la justificación de lo que se hizo conmigo, que para el efecto basta con que así lo haya comprendido conveniente el Jefe para que ello sea bueno; desde el punto de vista de la disciplina, en mi caso, repito, lo importante ha sido la manera con que se me ha expulsado del Ministerio; de modo fulminante que sólo se emplea como castigo infamatorio cuando un empleado o funcionario vende a su patria, estafa a su Gobierno o comete algún despropósito enorme que amerita se le descalifique ante el mundo entero. No creo haber dado lugar a tanto, ni haber merecido un tratamiento que no se inflige ni a un simple escribiente de Juzgado, con el que se tiene la habitual cortesía de pedirle su renuncia. Creo que usted me creerá cuando le afirme que no soy yo de los que se encariñen de tal manera con un puesto que no me hubiera rehusado a

dejarlo cuando se me hubiera pedido; así es que nada se habría arriesgado con ponerme a prueba, siquiera para haberme evitado un bochorno internacional, pago, el único, que estimo he merecido por los pocos servicios que haya podido prestar a la causa. Fue tan inusitada la manera como se me ha separado del Gobierno, que ello ha dado pie a la calumnia puesta en circulación por el traidor Huerta, cuando afirmó que la causa por la cual se me había destituido, era la de que me había escapado con cien o doscientos mil dólares… Calumnia que nuestro agente en Washington se apresuró a desbaratar porque a la par que me dañaba, hería a la misma Revolución. En tales circunstancias creo que tengo motivos fundados para desconfiar de que mis servicios sean de alguna manera útiles a nuestra causa, cuando de manera tan desenfadada se me ha dado de mano y en tales circunstancias; también creo tener motivos para estimar que lo más prudente es eclipsarme. Si yo viera que mis servicios fueran necesarios para la causa, pasaría por todo y me presentaría a cumplir con mi deber; pero con lo que ha pasado veo la ninguna estimación en que tienen esos servicios y por lo consiguiente la poca o ninguna falta que harán. Por supuesto que todo esto lo digo sin la menor acritud, amargura o resentimiento; más bien lo digo con tristeza; pues había llegado a creer que algo había hecho por la patria. Me desconsuela, sí, y mucho, retirarme de la lucha, me parece como que se rompe algo en mí mismo; llegué a querer a la Revolución, con amor de prosélito; o mejor dicho, la quiero aún y la querré siempre y me duele no poder combatir, dentro de mis posibilidades, por ella. Me voy porque siento que mi vuelta, como amnistiado o perdonado, me disminuiría a mis propios ojos y a los de los demás; pues repito que no soy culpable y que si alguna falta cometí, la represión excedióla infinitamente. Carente de autoridad y prestigio yo ya no podría trabajar con la independencia que es indispensable para cumplir lealmente. Si alguna vez se cree que mi trabajo es favorable a la causa, estoy dispuesto a volver; pero ello será siempre y cuando se me llame, para poder entrar de nuevo a la lucha con toda mi eficiencia y mi integridad moral, como elemento consciente, demócrata y revolucionario de verdad. Nací para colaborar, humilde, sí, pero independiente; disciplinado, leal, pero entero. No sirvo para cortesano. Usted habrá observado que no he despegado los labios, que no he hecho declaraciones de ninguna especie, no obstante las solicitaciones que se me han hecho; es que no seré yo causa de que se perjudique en lo más mínimo nuestro movimiento regenerador, ni de que pierda prestigio el Jefe. Es que para mí hay algo más grande que mis intereses, que mi porvenir político y ese algo es la patria. Nunca haré nada en contra de la causa del pueblo; sino lo contrario, siempre estaré dispuesto a luchar por ella como lo he hecho. Si le he de ser franco, respecto del Jefe sentí más el desaire del amigo que el del político; pues yo soy de los que tienen la debilidad de creer en la amistad. Le tengo

afecto y estimación y nunca temí de él lo que hizo. Ahora me voy a París a continuar en la Sorbona mis estudios de Economía Política, por si alguna vez pueden serle útiles a la patria; a mi regreso a México abriré mi bufete para reparar los perjuicios y pérdidas que me ha ocasionado la inmunda traición del Ejército ex Federal. Espero que usted encontrará justificada mi actitud y si no es así le ruego me lo diga, pues siempre estoy dispuesto a rectificar mis errores cuando se me demuestra que los tengo. No sé aún cuál será mi alojamiento en París, pero escribiéndome al cuidado de Le Credit Lyonnais —19 Boulevard des Italiens— me llegarán las cartas. Por más esfuerzos que he hecho no me ha sido posible localizar mi equipaje, no sabiendo ni siquiera si ya salió de Nogales y si viene por el Express Wells Fargo o por algún otro. Si le es posible averiguarlo le quedaría muy reconocido si se lo avisa a don Leopoldo Espinosa, a quien le he recomendado ese asunto. Perdone, don Pepe, tanta molestia como le he conferido; pero a usted debe culpar por sus bondades para conmigo y su adhesión y amistad que me ha tocado profundamente y que nunca olvidaré. Para terminar quiero insistir en que ningún sentimiento vergonzoso aconseja mi actitud en las actuales emergencias, sino un sentimiento de dignidad personal y política. Si yo volviera ahora, usted y algún otro buen amigo lo atribuirían a patriotismo; otros no, lo atribuirían a bajas miras de ambición personal. Quiero demostrar que si he luchado no ha sido con la esperanza de alcanzar poder, sino únicamente por cumplir con mis deberes como mexicano y como liberal; y triunfando la causa, con todo gusto, con íntima satisfacción y orgullo, me retiraré a mi hogar a trabajar, como siempre lo he hecho, feliz de haber tomado alguna participación, aunque sea mínima, en tan hermoso movimiento de reivindicación nacional. Para la causa, para la patria, para el Jefe, señor Carranza, no tengo sino buenos deseos; en lo particular y en la mejor forma que yo pueda, le protesto a usted que seguiré trabajando por el triunfo del Plan de Guadalupe en toda su integridad y pureza. Reciba un afectuoso abrazo, infinitos agradecimientos y los más sinceros deseos por su dicha personal. Su amigo y correligionario. F. Escudero

Carta de los generales Manuel Chao y Francisco Villa, fechada en Chihuahua, Chih., en que le comunican a don Venustiano Carranza el obsequio que le hacen de un coche y caballos, en demostración de aprecio. [A. I. F., F9-104-18.]

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Correspondencia particular del general Manuel Chao Chihuahua, marzo 1º de 1914. Señor don Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista. Presente. Muy estimado superior y fino amigo: Nos es grato desearle una permanencia prolongada y feliz en esta población y esperamos le sea próspera en nuestros ideales, y le sepa corresponder al patriotismo que en usted reconocemos. Un recuerdo que es la demostración sincera del aprecio que a usted le profesamos y la demostración también de la unión que nos liga con usted, hemos acordado ofrecerle, y le suplicamos acepte, el coche y caballos de él, como un recuerdo que le dedicamos. De usted atentos correligionarios y seguros servidores y amigos. M. Chao. Francisco Villa.

Informe relativo al traslado de las oficinas de la Administración Constitucionalista, instaladas en la ciudad de Hermosillo, Son., a la ciudad de Chihuahua, con motivo de la invitación hecha por el general Francisco Villa a don Venustiano Carranza. [A. I. F., F9-9540.]

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Marzo 6 de 1914. LA NUEVA RESIDENCIA DEL GOBIERNO CONSTITUCIONALISTA El señor general Francisco Villa, gobernador y jefe de las operaciones militares de Chihuahua, hizo especial invitación al C. Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, don Venustiano Carranza, para visitar este Estado e instalar en él la Primera Jefatura. Con cuyo motivo y siendo además de utilidad práctica para la causa constitucionalista la organización política y administrativa de toda la región que está dominada por ella, el señor Carranza decidió después de haber permanecido en los Estados de Sonora y Sinaloa, el tiempo necesario para la organización de los servicios públicos allá, venir a esta entidad y al efecto dictó las órdenes convenientes para la traslación de las diversas oficinas que componen la Administración constitucionalista y que estaban instaladas en la ciudad de Hermosillo. Reunidas en Nogales, Son., las dependencias de las Secretarías adscritas a la Primera Jefatura y el Supremo Tribunal de Justicia Militar, salió el personal de estas oficinas, de aquella villa, el martes 3 del presente, llegando a esta ciudad el miércoles en la noche y procurándose inmediatamente la instalación de los departamentos respectivos que están funcionando ya con toda regularidad. El C. Primer Jefe, acompañado de su Estado Mayor, del señor secretario de Gobernación, subsecretario de Guerra y oficiales mayores de Relaciones y Comunicaciones y Fomento, vendrá igualmente por la ruta de Naco y Agua Prieta y visitará esta histórica ciudad, transladándose luego a la capital del Estado. El señor general Villa y el gobernador interino, señor general Chao, dieron instrucciones amplias al señor jefe de las armas en esta plaza, señor coronel Fidel Ávila y al señor presidente municipal, don Gustavo Padrés, para recibir a los miembros de la Administración constitucionalista y facilitarles la instalación de sus oficinas y sus alojamientos personales, atendiéndose escrupulosamente estas instrucciones que coadyuvó a poner en práctica el señor licenciado don Federico González Garza, secretario de esta Jefatura de Armas. El Constitucionalista, que había interrumpido por dificultades materiales su publicación desde el martes 24 del mes de febrero ppdo., reanuda hoy su labor

oficial y se complace en enviar un atento saludo a las autoridades militares y civiles del territorio chihuahuense y al pueblo del Estado, firme sostenedor de los ideales que está realizando con todo patriotismo el movimiento constitucionalista en la República Mexicana.

Artículos publicados por el periódico El Renovador el 15 de marzo de 1914. La Revolución es la Revolución, por el licenciado Blas Urrea. (Licenciado Luis Cabrera). “¿Hasta cuándo sentirás rubor, oh pueblo?” “Documentos para la historia.”

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LA REVOLUCIÓN ES LA REVOLUCIÓN Licenciado Blas Urrea ¿HASTA CUÁNDO SENTIRÁS RUBOR, OH PUEBLO? Para los espíritus mediocres o los timoratos, para los egoístas y convenencieros, no quisiéramos escribir, toda vez que unos y otros parecen no comprendernos o no querer comprender. ¿Será que unos y otros están impregnados del ambiente de abyección que mantiene en relajación creciente al pueblo de México hace casi media centuria? Ambiente que como herencia de maldición envuelve a ciertas razas, que en plena civilización viven en marcado retroceso moral, lo mismo que vivían las sociedades rudimentarias en la cuna de la humanidad, ya entre gobiernos teocráticos abundosos de supersticiones e ignorancias sombrías, ya entre gobiernos militares, de soldadescas brutales, como siempre abundosas en crímenes y en vicios. Los pueblos hispanoamericanos, con excepciones honrosas, pagamos tan vergonzoso tributo a la tradición para mengua de la raza, como la más seria lesión inferida a la libertad y al decoro de las gentes. Es sólo así como podremos disculpar la indolencia de los mexicanos. Hace más de un siglo que osamos pelear y morir por la Libertad, y no somos capaces de vivir en paz para conservarla; sólo podremos disculparlo en virtud de los funestos hábitos de las razas protervas ineducadas, pletóricas de fanatismo y de ambiciones rastreras; arrastradas siempre a excesos morbosos. Y no obstante estamos en el deber de escribir, porque no hemos perdido la fe, ni han muerto nuestras esperanzas: porque conservamos intactos nuestros ideales que esperamos ver realizados en un porvenir no remoto. Pero hablaremos de una vez por todas con dura claridad para llegar al fondo de los corazones endurecidos por los excesos o extraviados por los vicios. Si el pueblo de México, el de la ciudad sobre todo, tuviera vergüenza como tiene miedo, no arrastraría la existencia que arrastra; jamás habría soportado las soeces injurias y las vejaciones brutales que el llamado Gobierno le inflige, violando todas las leyes, pisoteando todos sus derechos, saqueando las instituciones de crédito,

arrebatando a los hombres de sus hogares, de las calles, de los templos, de los talleres en fin, para llevarlos al cuartel, y luego a la muerte, que reciben de sus mismos hermanos, tronchando vidas sin compasión, sólo por satisfacer monstruosos apetitos. Si este pueblo no fuera indigno ya se habría levantado, como un solo hombre, en defensa legítima de sus libertades y de su honor mancillado; dones preciosos únicamente dignos de quienes los comprenden y los merecen. La Libertad es presea de incalculable valor que sólo merecen los espíritus elevados y no los protervos. ¿Y podrá un pueblo como éste de la ciudad de México, entender de esas virtudes, cuando vive satisfecho con sus prostíbulos y sus garitos, sus circos salvajes y sangrientos de toros, sus asquerosas tabernas, sus fraudulentas especulaciones, y en fin, su administración pública compuesta de traidores, de beodos, de asesinos y de ladrones? ¿Cómo será posible que una sociedad degenerada como ésta pueda justipreciar la obra magna del incorruptible maestro-gobernante Woodrow Wilson? … DOCUMENTOS PARA LA HISTORIA Como un solemne mentís a la prensa procaz que en su afán de justificar los actos del usurpador, y de desprestigiar a la Revolución, ha pretendido hacer aparecer a sus caudillos unas veces como bandidos y otras como nulidades, incapaces de afrontar una situación delicada, o bien como ciegos instrumentos de los yankees, quienes, según esa misma prensa, tratan de mutilar nuestro territorio, damos a conocer en seguida la viril contestación que el jefe constitucionalista don Venustiano Carranza dio a una carta del Gobernador de Arizona, Mr. Geo W. Hunt, quien, sin carácter oficial ninguno, y en términos absolutamente amistosos, rogó al jefe de la Revolución que intercediera en favor de los prisioneros de guerra, evitando así la repetición de ejecuciones como las habidas en Ciudad Juárez. La contestación del jefe constitucionalista explica y justifica ampliamente esos procedimientos que desgraciadamente son la consecuencia del conflicto provocado por los traidores. He aquí el documento de referencia: Hermosillo, 27 de noviembre de 1913. Señor gobernador Geo W. Hunt. Phoenix, Arizona. Estimado señor gobernador y fino amigo: Me es grato acusar a usted recibo de su interesante carta del 17 del actual, escrita con motivo de la ocupación de C. Juárez, por las tropas constitucionalistas al

inmediato mando del general Francisco Villa, y manifestarle mi gratitud por los conceptos de estimación a mi persona que en ella expresa. Al reconocer con gusto, en el espíritu de franca amistad que anima a su carta, la simpatía personal de usted y la del pueblo de los Estados Unidos en la lucha de civilización y de justicia que sostenemos, no puedo menos de lamentar que un sentimiento no enteramente profundo de las condiciones políticas y de los problemas mexicanos, sea propicio en ciertos casos y a pesar de aquella excelente disposición, a una mala inteligencia de algunos de nuestros actos. Esto obedece probablemente a que se olvidan los hechos criminales con que se inició esta lucha, y los crueles procedimientos empleados para sostenerla. Cuando México había realizado la más alta prerrogativa democrática, elegir a sus mandatarios, y debíamos esperar en medio de la paz y de la tranquilidad la renovación periódica de los poderes públicos, únicamente por la expresión de la voluntad nacional, los restos más corrompidos de las clases vencidas han tratado de subvertir para siempre nuestras instituciones políticas y sólo por la violencia de la fuerza han dispuesto de la vida, de los derechos y de los intereses de nuestros conciudadanos: han perpetrado ejecuciones sangrientas, sin sujeción a ninguna ley, asesinan a los constitucionalistas que caen heridos, luchando con las armas en la mano por las libertades de su pueblo, y a los diputados y senadores que defienden con la palabra nuestras instituciones democráticas; arrancan de sus hogares a los hombres pacíficos y hasta a los niños para obligarlos a tomar las armas contra nosotros, e infunden terror incendiando pueblos enteros. Delitos de esta naturaleza han hecho que la causa que represento constituya no solamente una Revolución política reformadora, sino que también tenga carácter de un acto de tranquila y severa justicia que castigue a los culpables y provea a la salvación de la familia mexicana. Para llenar estos fines he determinado dentro del espíritu de nuestra Constitución y sin ningún sentimiento de pasión, sino meditando detenidamente hasta qué grado pueden llegar la clemencia y magnanimidad ante un imperioso deber de justicia y la ingente necesidad de asegurar la paz y el progreso de la nación, he determinado se pusiera en vigor por decreto de 14 de mayo de 1913 debidamente promulgado, la Ley de Juárez de 25 de enero de 1862 que define y pena los delitos contra la paz pública. Con sujeción estricta a esa ley preexistente fueron juzgados y ejecutados los oficiales huertistas en C. Juárez: entre los cuales había algunos que en Torreón fueron aprehendidos por el mismo general Villa, quien además de perdonarlos entonces accedió a que se incorporasen a nuestras fuerzas, y los cuales intentaron después, infructuosamente, la defección de los hombres cuyo mando se les había confiado, fugándose al fin para reincidir en sus crímenes. Es cierto que los principios establecidos en las guerras internacionales otorgan a los prisioneros de guerra el perdón e inmunidad; pero en las luchas civiles las

naciones más civilizadas en todas las épocas han empleado procedimientos aún más rigurosos y sangrientos que los que hemos sido obligados a adoptar. Y en el caso de las ejecuciones de oficiales en C. Juárez debe verse antes que una crueldad con prisioneros de guerra, el castigo, conforme a la ley de delincuentes contra la paz y la seguridad públicas. El pueblo mexicano agotó en la primera fase de esta lucha civil, encabezada por don Francisco I. Madero, todas sus clemencias y todo su perdón, experimentando como único fruto de esa magnanimidad, la ironía en el interior y el desprestigio en el exterior. Hoy quiere asegurar el funcionamiento de sus instituciones, restablecer por siempre la tranquilidad por medio de un saneamiento definitivo y eficaz del organismo nacional. Los acontecimientos de C. Juárez han estado muy lejos de revestir la importancia numérica que la intemperancia de nuestros enemigos ha querido darle; del mismo modo que fue calumniosa la especie propalada por ellos de que en Durango se habían suicidado más de 40 señoras y señoritas por el temor de los excesos de los constitucionalistas, pues puede probarse personalmente que en Durango como en todas partes, nuestras fuerzas han sido disciplinadas y respetuosas, dando garantías a las poblaciones caídas en su poder. Antes de concluir me es satisfactorio expresar que me animan los mismos sentimientos de humanidad que usted posee y que si he puesto en vigor la Ley de Juárez en acatamiento de una exigencia del sentimiento nacional, de la justicia, de la conveniencia pública, y de la necesidad de dar paz a mi país, he querido al mismo tiempo que esa ley se aplique dentro de los límites de la más absoluta necesidad, y sólo a los enemigos conscientes, otorgando siempre el perdón y la inmunidad a los inconscientes. Espero que las declaraciones anteriores serán bastantes a fijar la actitud de justicia y humanidad bien entendidas de los constitucionalistas, para no restar sus simpatías personales y la opinión favorable del pueblo norteamericano a nuestra causa; y puede usted estar seguro de que tomaré en consideración sus nobles ideas para recomendar siempre dentro del respeto a la ley, mayor clemencia hacia nuestros enemigos. Con las seguridades de mi alta estimación y respeto, sírvase usted considerarme su afectísimo y sincero amigo. Venustiano Carranza Para muchas gentes, la obra de la Revolución es una muda y sombría interrogación. Para otros… ya no hay duda: ¿Qué vamos a hacer con los Ángeles, los Villa, el mismo Carranza, los Obregón, etc., etc.? Todos esos hombres ¿qué Gobierno pueden ofrecemos? Frecuentemente contestamos a esas preguntas con estas otras preguntas: ¿Ya

conoce usted por conductos e informes dignos de fe a los hombres de la Revolución? ¿Sabe usted que las regiones dominadas por ellos están en perfecto orden, que trabajan las minas, las fábricas, los campos, y funcionan legal y regularmente las autoridades? ¿Podrá usted saber si esos hombres son los únicos llamados a gobernarnos y si llamados que sean por el voto del pueblo, serán lo que le cuentan a usted los periódicos del Gobierno, naturales y pagados enemigos, encargados de alterar la verdad y abultar la mentira? ¿Es posible que no haya usted comprendido que esa prensa tiende a engañarnos para llenar el papel de su contrata y el de sus ambiciones? ¿Conviene usted en que jamás podrá dar buenos informes de un enemigo superior y aún que fuese inferior? Ahora bien; con la mano puesta sobre el corazón, díganos si los hombres que han usurpado el poder público bajo el pretexto inícuo de una paz que no existe ni en los cementerios, están siéndonos muy conocidos por sus nefandas obras, ¿verdad que sí? Y podemos decir otro tanto de los hombres de la Revolución, a quienes sólo conocemos por las negras siluetas de los periódicos y por los informes apasionados de los heridos de cerca o de lejos. ¿Ha leído usted esos periódicos? Pero vamos a cuentas: ¿Qué Gobierno nos ofrecen los actuales hombres que viven en perpetua orgía de alcohol y de sangre, en una rapiña sin tasa? Y no faltan imbéciles que preguntan con sorna: ¿Y Villa? Contestamos: ¿Y Huerta? Responden: ¿Y Genovevo de la O.? Contestamos: ¿Y Blanquet? Preguntan: ¿Y Zapata? Contestamos: ¿Y Urrutia?… Esperemos, señores, para dar un fallo definitivo; esperemos, que no está lejano el día de ese juicio solemne. Mientras, ¡Viva la Revolución, y mueran los asesinos, traidores, borrachos y ladrones! NOTICIAS BREVES DE LA REVOLUCIÓN Las últimas noticias del campo revolucionario son la derrota infligida al general Francisco del Toro en “San Marcos” (Jal.), la de la columna de Higinio Aguilar en las cercanías de Ciudad Victoria (Tamps.) y la caída de Zacatecas y la del importante puerto de Tampico, donde el cañonero Veracruz se puso al servicio de la causa cooperando a la toma del puerto. El transporte Guerrero que salió a caza del Tampico fue atacado por este cañonero, sufriendo la pérdida de sus chimeneas y habiéndose rendido después al Tampico. SERVICIO CABLEGRÁFICO ESPECIAL PARA “EL RENOVADOR” Veracruz, marzo 10 de 1914.

Por comunicación inalámbrica se ha sabido en este puerto de fuente perfectamente autorizada, que el cañonero Tampico, cuya tripulación se adhirió a la causa constitucionalista, batió con éxito; ayudado de la artillería de tierra en Topolobampo, a los cañoneros Morelos y Guerrero, el segundo de los cuales a las dos horas de combate comenzó a hacer agua y el primero enarboló la bandera de parlamento. Este combate naval comenzó a las nueve de la mañana, y a las doce se había terminado cubriéndose de gloria las armas constitucionalistas. Veracruz, 12 de marzo de 1914. El Tampico capturó al vapor Herrerías, el cual en el acto fue artillado y puesto a disposición de los constitucionalistas. Veracruz, 14 de marzo de 1914. Informaciones del Norte hacen saber que el general Alberto Guajardo, jefe de las armas en C. Porfirio Díaz, ha reconocido la causa constitucionalista, poniéndose a las órdenes de los jefes revolucionarios con todos los elementos de guerra que tenía a su disposición. Esto le da a la Revolución el dominio de la vasta región comprendida desde C. Porfirio Díaz hasta Monclova. Cuernavaca, 8 de marzo de 1914. Ayutla y Chilpancingo han sido ocupados por el Ejército Constitucionalista. CHICOTAZOS Las uvas están verdes, ha declarado la prensa oficiosa y semioficiosa a nombre del Gobierno, en lo relativo al establecimiento del Banco Federal. Efectivamente; después de encomiar hasta lo inaudito el malhadado proyecto, ahora resultamos con que todos los periódicos opinan en contra de la decantada institución. Lo cierto es que la Cámara de Comercio supo en esta vez asumir una actitud digna, y hacer valer sus derechos, haciendo conocer su resolución de clausurar todos los establecimientos de primer orden, si se pretendía llevar a cabo el famoso Banco, y ante esta actitud viril, el seudo y sus comparsas han declarado que las uvas están verdes. ¿Y qué opinan ustedes de la actitud del seudo con el Gobierno de la Casa Blanca?

Se me antoja un falderillo que apoyado sobre los cuartos traseros sigue con la mayor atención los movimientos del amo, esperando que le arroje un mendrugo o un hueso que roer. A lo mejor el amo arroja lejos de sí un guijarro y el falderillo corre a cogerlo, creyendo que se trata de un hueso… En este caso el hueso del reconocimiento no ha llegado a pesar de las fiestas del seudo… La sencillez republicana del seudo se manifiesta en todos sus actos: usa un lenguaje a la altura de los buenos peladitos de La Bolsa; toma su tequilita y sus fosforitos con chínguere, anda en mangas de camisa en los salones de la Presidencia cuando la temperatura es muy alta. ¡Oh la sencillez republicana del seudo! ¿Qué dirán de ella los periodistas extranjeros? Y con la misma sencillez manda con expresivos recados para su mamá a cualquiera que se le presente cuando se encuentra en esas condiciones. Con asombrosa sencillez despoja de sus propiedades a los particulares y saquea los bancos… IMPORTANTE ACLARACIÓN El Renovador no se vende a ningún precio. El editor de esta humildísima publicación tiene una idea muy levantada de la prensa, y es de los que piensan que jamás debe convertirse este nobilísimo instrumento del progreso en un medio de explotación. El Renovador nació en medio de las descargas de la guerra que nos destruye, y vino única y exclusivamente a luchar, persiguiendo un levantado ideal: el triunfo de la Revolución. El Renovador hace propaganda revolucionaria de buena fe, y por esto se distribuye gratis. A quien pretenda explotar con él, hay que considerarlo como un vil que comercia con el cuerpo de su propia madre. [El Renovador, Segunda época. México, 15 de marzo de 1914.]

Respuesta dada por don José María Maytorena, Gobernador del Estado de Sonora, al llamado de atención que se le hizo por conducto del licenciado Rafael Zubaran Capmany, secretario de Gobernación, para ajustar sus actos a las disposiciones emanadas del C. Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, en todo aquello que no estuviera autorizado por la Constitución Política de dicho Estado. [A. I. F., F9-44.]

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República Mexicana. Gobierno del Estado Libre y Soberano de Sonora Co. licenciado Rafael Zubaran Capmany, secretario de Gobernación. Ciudad Juárez, Chih. Tengo el honor de referirme a su atenta nota fechada en Agua Prieta, el 9 del mes en curso, en la que me manifiesta que la interrupción del orden constitucional en esta entidad federativa y los frecuentes conflictos que ocurren entre las disposiciones emanadas de la Primera Jefatura del Ejército Constitucionalista y las que este Gobierno dicta fuera de sus atribuciones, como las relativas a la emisión de papel moneda sin previa autorización, a la imposición de gravámenes a la exportación y circulación de mercancías, a la prohibición de que los particulares dispongan de sus bienes sin permiso del Ejecutivo y, por último, a la subsistencia del embargo de propiedades particulares a título de bienes de ausentes, que no autoriza el Código Civil de este Estado; han determinado al Primer Jefe a llamar de un modo especial mi atención, a fin de hacer cesar este estado de cosas. Añade usted que es tanto más lamentable esta situación, cuanto que a la necesaria armonía que debe existir entre el Gobierno general y el de Sonora, se auna el imperioso deber que tiene el Ejecutivo de mi cargo de cumplir y hacer cumplir las disposiciones de la Primera Jefatura, ya por no existir Poder Legislativo local, ya porque estando reconocido el Plan de Guadalupe como Ley suprema de la nación entre tanto se restablece el orden constitucional, al Primer Jefe corresponde dictar todas las disposiciones que normen los actos gubernativos de las autoridades de los Estados. Por todo lo cual, concluye usted, el ciudadano Primer Jefe, animado únicamente por el bien general de la causa que representa, tuvo a bien disponer que el Gobierno de mi cargo ajuste sus actos a las disposiciones del mencionado Primer Jefe, en todo aquello que no está autorizado por la Constitución de este Estado. En debida contestación, tengo la honra de decir a usted para conocimiento del ciudadano Primer Jefe: que entrañando el acuerdo que se sirve comunicarme una prevención y estando ésta, en sus términos generales, ajustada a nuestra ley

fundamental, sólo me toca manifestarme enterado y expresar mi conformidad con ella, como usted me lo pide. Tanto como el ciudadano Primer Jefe, el Gobierno de mi cargo considera de su estricto deber velar por que no se altere la armonía que tan necesariamente tiene que haber entre el Gobierno general y el de mi cargo, para el bien y prosperidad de la causa que defendemos. A lo expuesto debiera concretarse mi respuesta; pero deseando poner a salvo el buen nombre de mi Administración, no menos que mi personal adhesión, bien conocida, a la causa de la legalidad, ya he dado mis instrucciones a la comisión que como usted sabe he nombrado a fin de que explique al ciudadano Primer Jefe todos los puntos contenidos en la atenta nota de usted, con cuyas explicaciones espero quedará convencido de que no ha habido invasiones en la esfera federal ni es mi ánimo que las haya bajo ningún concepto. Protesto a usted las seguridades de mi atenta y distinguida consideración. Constitución y Reformas. Hermosillo, Son., marzo 19 de 1914. El Gobernador del Estado, José M. Maytorena. E.O.P.E.D.D. (Firmado) E. Céspedes.

Circular del general Álvaro Obregón, previniendo a los dueños de embarcaciones, que los barcos constitucionalistas hundirán a todas las que transportaran armas destinadas a Victoriano Huerta. [A. I. F., F9-19-V.]

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Arizona, 27 de marzo de 1914. Pesqueira a J. F. Urquidi en Washington transmite una circular para que se transmita y publique: “En vista de que los barcos de guerra comprados por el Gobierno constitucionalista llegarán a la costa occidental de México en un futuro no lejano, notifico por la presente a todos los dueños de navíos y fletadores de buques que nuestros barcos tienen órdenes estrictas para proceder en contra de cualquier y todos los barcos que se empleen en el servicio del Gobierno usurpador de Huerta y también cualesquier barcos que acarreen municiones de guerra para el Gobierno de Huerta, serán hundidos sin más preliminares. Firmado. General Álvaro Obregón.”

Carta del licenciado Miguel Díaz Lombardo, fechada en París, Francia, dirigida al licenciado Rafael Zubaran Capmany, ministro de Gobernación, exponiéndole su situación personal y los deseos de colaborar con el Gobierno constitucionalista. [A. I. F., F9-69-9.]

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París, marzo 28 de 1914. Señor licenciado Rafael Zubaran Capmany, ministro de Gobernación del Gobierno constitucionalista. Ciudad Juárez. Querido Rafael: El martes pasado estuvo en ésta de tránsito para Barcelona, nuestro buen amigo Luis Cabrera, con quien tuve una larga conversación sobre el estado actual del movimiento constitucionalista. En esa conversación me indicó la conveniencia de que fuera yo allá a tomar parte más activa, ya que por ahora los asuntos en Europa tienen menos importancia, pues Huerta ya no podrá fácilmente adquirir fondos con qué sostenerse más largo tiempo. Por fortuna pudimos en tiempo oportuno evitar que se le diera mayor cantidad que la que recibió, cuya totalidad casi se destinó al pago de compromisos nacionales. Desde hace tiempo he tenido el deseo de irme para allá, pero mis circunstancias son enteramente distintas de los demás constitucionalistas que se encuentran acá. En efecto, mi posición oficial me obligó a tomar una casa por un plazo determinado y a comprar muebles que me cuestan más de sesenta mil francos. Como era natural, para dejar la casa tenía yo que pagar toda la renta, o sean diez y seis mil francos, y que hacer gastos muy fuertes para empacar mis muebles y depositarlos, en atención a que no podía mandarlos a México por haber abrazado desde luego la causa constitucionalista. Por otra parte, desorientados como estábamos aquí todos al principio, juzgué necesario en previsión de un alzamiento contra Huerta y de que éste había de necesitar fondos, empezar a hacer una campaña de prensa y cerca de algunos diputados y del ministro de Hacienda, para impedir que obtuviera un empréstito el usurpador. Por desgracia nos diferenciamos los constitucionalistas de los reaccionarios en que éstos tienen dinero en abundancia y nosotros no. Así es que yo no he podido disponer en junto de la cantidad necesaria para pagar la renta, arreglar mis muebles e irme, antes bien, he tenido que sufrir los horrores del cambio y las persecuciones de Huerta en las cantidades parciales que se me han llegado a situar. En la actualidad aún tengo que pagar tres trimestres, o sea unos siete mil francos, para poder dejar la casa y cuando menos cinco para arreglar mis muebles, que de

venderlos tendría que ser en pésimas condiciones. Por esta razón me permití indicarle que necesitaba para moverme tres mil dólares, que no estimo que sea una gran cantidad si se tiene en consideración que de viáticos me corresponden unos once mil francos, que no he querido recibir del llamado Gobierno de Huerta, por no reconocerlo, aunque de México y Gamboa mismo a su paso por esta capital, me hicieron indicaciones de que se me darían si quería recibirlos. En esta virtud no sería más que un adelanto el que se me hiciera por el Gobierno constitucionalista de una cantidad que legítimamente me debe el Gobierno nacional. Me proponía escribir a don Venustiano en este sentido, pero me apenaba cuando la cantidad era mayor, por ser mayor el tiempo que me faltaba del arrendamiento. Ahora lo iba a hacer, cuando tuve noticias de que había salido de Hermosillo, tanto que por eso no le dirigí el mensaje, si no a usted como ministro que se encontraba en Ciudad Juárez. No creo por supuesto que mis servicios sean necesarios, ni mucho menos indispensables, pero quizá sí pudieran ser útiles en alguna cosa; por mi parte desearía estar con ustedes como lo he deseado desde un principio, en la inteligencia de que carezco por completo de ambiciones políticas, y sólo aspiro al triunfo de la causa. Quisiera aprovechar también para hablar con el señor Carranza sobre un asunto de gran trascendencia al que ya me he referido en alguna carta. Como no sé cuándo llegará a ésa nuestro Primer Jefe, he de agradecer a usted que a la mayor brevedad que le sea posible se sirva comunicarle el contenido de la presente. Con la esperanza de darle pronto un afectuoso abrazo, como siempre me repito su amigo que lo quiere. Miguel Díaz Lombardo

Artículo titulado “Venustiano Carranza”, suscrito por el señor José Santos Chocano, publicado en el periódico Mercurio, de la ciudad de Nueva Orleáns.

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VENUSTIANO CARRANZA Acabo de tener la suerte de un hallazgo y me siento ansioso de coparticipar mi regocijo con cuantos sean capaces de sentirlo. Esta fuerza comunicativa de la emoción de que habla Guyau, pone la pluma en mi diestra para comunicar mi gran descubrimiento: en la América Latina hay un verdadero hombre de Estado. Visto de lejos, detrás del marco formidable de la Revolución mexicana, don Venustiano Carranza cobraba a mis ojos, en la perspectiva de un año de fragores democráticos, los vigorosos perfiles de un gran Previsor y de un gran Organizador naturalmente con referencia al plano en que está ahora colocado. Previsor, sin duda, era el hombre que, dos días antes del asesinato del presidente Madero, se levantaba en protesta contra la usurpación, adivinando, a través de sesenta bayonetas que se aprestaron en torno de él, sublimadas por tan gallardo gesto, la exuberancia de este bosque de cien mil armas que se mueven hoy del norte al sur de México, como empujadas por el soplo de un huracán patriótico. Organizador, sin duda era el hombre que había logrado ir juntando en sus manos los hilos sueltos de cien movimientos simultáneos, hasta moldear en una misma disciplina las fuerzas rebeldes que cubren dos tercias partes del dilatado territorio de México por el que este varón fuerte ha discurrido en su caballo del uno al otro extremo. Tal previsión y tal organización antojábanseme militares pero he aquí que conozco al Hombre y penetro en su Obra, y confieso que quedo pasmado. ¿Previsión? Hay que leer el decreto en el que el Gobernador Constitucional de Coahuila fundamenta su actitud. Es un decreto que podía llevar la firma de Bolívar o Juárez. El 19 de febrero de 1913, Huerta se dirige en circular precipitada por telégrafo a los gobernadores de todos los Estados: “Presidente y Vicepresidente presos, el Senado me encarga del Poder Ejecutivo.” Don Venustiano Carranza no vacila un instante, y responde sobre poco más o menos: “El Senado no tiene facultades constitucionales para ello. Se trata de una traición seguida de una usurpación pretoriana. Protesto.” Transcribe a Washington el inconsulto telegrama de Huerta, envía la respuesta en circular a todos los demás gobernadores de los Estados y tranquilo, sonriente, casi feliz cuenta hasta sesenta ciudadanos armados que le acompañan en la definitiva aventura. Va con ellos hacia el porvenir; no importa. Cada uno de estos hombres vale por mil; detrás de estos sesenta, sesenta mil vendrán. Y en efecto, ahí está ese varón fuerte escoltado por toda su República. Antes que el revolucionario constitucionalista se echara al hombro el rifle, el

hombre de Estado escribió con su decreto una página histórica que servirá de cabeza de proceso para juzgar la traición y la usurpación. Nada importa que un Congreso sin quorum de ley acondicionara una falsa investidura presidencial; pocos días después el telegrama circular de Huerta está allí, clavado dentro del decreto de don Venustiano Carranza, Gobernador Constitucional de Coahuila. Esto equivale nada menos que anticiparse a la historia. Así se es previsor.

9. Documento número 92 [p. 177]

10. Documento número 92 [p. 177]

¿Organización? Yo he visto con mis ojos ansiosos de contemplar al fin en nuestra América el nacimiento de una gran democracia, los centenares de telegramas que diariamente llegan al despacho del Primer Jefe, desde los más apartados extremos de la Revolución y yo, he apreciado asimismo durante más de un mes, la labor imperturbable, firme, serenamente enérgica con que este fuerte varón atiende, sin punto de reposo ni de fatiga, a la organización de cerca de cien mil hombres unidos como un haz “telegráfico” dentro de una sola mano directora. Pero hay más, toda la administración civil, entre tanto rueda como sobre rieles aceitados. Aduanas, Gobernación, Comunicaciones, Tribunales. La maquinaria entera de la vida pública trabaja sin interrupciones sobre la plataforma sólida de un ejército ejemplarmente disciplinado. Esto es anticiparse a la obra que vendrá después del triunfo militar. Así se es organizador. Ahora bien, en cuanto al Hombre, don Venustiano Carranza, con ser un Revolucionario excepcional, es más que un estadista, un gran estadista. Cuando este hombre justo me ha señalado sus puntos de vista fundamentales, me ha expuesto honradamente sus tendencias, me ha desdoblado confidencialmente su programa en acción, me ha hecho pulsar sus opiniones sobre todos y cada uno de los problemas de México y de la América Latina, yo he sentido, en el fondo de mi corazón continental, una doble emoción que a veces me ha hecho enmudecer y a veces pegar un grito entusiasta; emoción ésta, mitad alta alegría, mitad profundo estupor. Si México me oyese, si me oyese la América Latina, yo juraría en alta voz: que ha aparecido el Hombre. ¿Sus planes? Me reservo todavía la voluptuosidad de saborearlos en secreto. ¿Por qué no publica su programa? Está publicado: res non verba. Después del triunfo militar de la Revolución constitucionalista don Venustiano Carranza comenzará su nueva obra; y entonces, recuérdese mi augurio: México en masa se pondrá en pie para saludar a su Hombre y un calosfrío de sorpresa agradable correrá desde la Casa Blanca hasta el Estrecho de Magallanes. El instinto no podía engañarme. Del horno encendido de la Revolución mexicana saldrá, al fin, el molde en que se vaciará la personalidad definitiva de las Repúblicas Hispano Americanas. Hay que saber la manera excepcional como ve don Venustiano desde el problema Étnico hasta el problema Agrario; desde la Educación Gubernamental hasta la independencia de los municipios. Hay que oírle discurrir con sabiduría serena sobre los nuevos sistemas bancarios, sobre los nuevos sistemas contributivos, sobre los nuevos sistemas catastrales, sobre los nuevos sistema aduaneros, sobre los nuevos sistemas económicos todos. Hay que conocer su criterio con respecto a la Instrucción Pública, propio para nuestra raza; con respecto a la vida en los campos y en las minas; con respecto a las necesidades obreras; con respecto a los más pequeños tornillos de la maquinaria social de un pueblo bien organizado. Hace la impresión de haber leído muchos libros, de conocer a muchos autores, de saber tanto de Schaffle y Spencer, como de Pi Margall y Joaquín Costa. Estoy

seguro de que José Enrique Rodó, maestro de sociologías hispanoamericanas, le abrazaría con el mismo amor que yo le he abrazado. Pero, ¿dónde, cuándo, cómo se ha formado este Estadista que dentro de poco va a sorprender al nuevo mundo? No sé si él se ha formado en libros, tal parece, pero, sin duda alguna, la experiencia es madre de la sabiduría cuando se logran de verdad atesorar sus enseñanzas. Don Venustiano Carranza ha sido a la vez un sabio agricultor y un honrado político, la refundición de estos dos tipos, cuando el agricultor tiene talento y el político honradez, produce, acabo de patentizar, como verdadero Hombre de Estado Hispano-Americano. Trátase a la vez de Trabajo Agrario y de Administración Pública. Don Venustiano Carranza desde el juez local de su pueblo, hasta senador de la Federación, desde Presidente de su Municipio hasta Gobernador de su Estado y la experiencia dolorosa y fecunda ha depositado en esa alma patricia una sabiduría que no se puede aprender en libros. Su psicología es sencilla: talento luminoso, energía serena e intención honrada. Madero fue inspirado, Carranza es un convencido. Aquél fue la inspiración, éste la convicción. “¡Si yo no hiciera lo que me propongo, me obligarían a hacerlo!” Tal me ha dicho desde la altura de su patriótica serenidad. Don Francisco I. Madero fue un apóstol, don Venustiano Carranza va a ser un prócer. Un hijo de las Repúblicas libertadas por Simón Bolívar saluda al Hombre nuevo de la República de don Benito Juárez. ¡Mexicanos, patriotas del porvenir: yo os juro que entre vosotros ha aparecido el Hombre! José Santos Chocano [Tomado de Mercurio, Nueva Orleáns, abril de 1914.]

Artículos publicados en el periódico El Renovador. La Revolución es la Revolución, licenciado Blas Urrea. (Licenciado Luis Cabrera.) “El Banco Federal en funciones”. “La toma de Torreón”. “Documentos para la historia”. “Carta abierta al Exmo. señor Cologan y Cologan, etc., representante de la Colonia Española en nuestro suelo”. Varias fechas de 1914.

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LA REVOLUCIÓN ES LA REVOLUCIÓN Licenciado Blas Urrea EL BANCO FEDERAL EN FUNCIONES LA TOMA DE TORREÓN Los habitantes de la ciudad de México merendaron, días pasados con las ediciones extraordinarias de los periódicos al servicio del usurpador: El Imparcial y El Independiente, en que se daba cuenta de la supuesta derrota de las fuerzas constitucionalistas en el ataque de Torreón. Aparte la centavada magnífica que se quiso realizar, el objeto de tan repugnante engaño al público salta a la vista. En efecto, para nadie es un misterio la bancarrota en que ha quedado la Tesorería de la Federación después del saqueo brutal que hicieron los hombres de la Ciudadela; a nadie se le ocultan los esfuerzos que hace Huerta para recabar más dinero: ora solicitándolo del Clero, de los ricos, de los bancos extranjeros; ora duplicando las contribuciones, creando otros impuestos o bien ordenando la impresión de billetes de bancos que no existen, y los cuales se autorizan con un simple garabato. Sableados hasta más no poder todos aquellos que disponen de algún capital, nulificadas por razón natural las entradas aduanales y con la perspectiva de una defección general de los empleados civiles y militares que hasta hoy le han servido, Huerta ideó la creación de un Banco Federal, para lo cual no había más que firmar un simple decreto; pero el solo anuncio de esa creación sembró en el comercio una alarma y una desconfianza tales, que se creyó en un cierre total de los establecimientos mercantiles, el cambio bajó como jamás había bajado, se paralizaron algunos talleres y fábricas y los comerciantes al por mayor, banqueros y hombres de negocios hicieron una manifestación cerca de Huerta a fin de hacerle

comprender lo que acarrearía su capricho. Al fin, para bien de propios y extraños, se abandonó la idea; pero el dinero urgía, se avecinaba la decena de empleados huertistas, el vencimiento de los intereses de la deuda de las Líneas Nacionales y los gastos de guerra; las oficinas recaudadoras no dieron más que un millón de pesos, que íntegros se llevó el general García Hidalgo para cubrir los haberes de algunas tropas en el Norte, que se temía defeccionaran por falta de pago. Huerta pedía, exigía dinero, y su ministro De la Lama no lo tenía. ¿Qué hacer? ¿A quién ocurrir?… Se recurrió entonces a un último sablazo, y los señores de la Banca deberían ser las víctimas… Se les planteó la cuestión sin ambages ni rodeos, a usanza huertista, y los potentados pusieron, como plazo condicional para firmar el empréstito de cincuenta millones que Huerta pedía, la suerte que corriera Torreón. Esta plaza, como saben nuestros lectores, estaba en vísperas de ser asaltada por las columnas constitucionalistas y era tan abrumador el número de los asaltantes que el resultado militar y financiero no podía ser dudoso, y los banqueros lo sabían. Torreón fue asaltado y tomado por el empuje de los verdaderos leales desde hace algunos días, y creyendo Huerta el taimado, que los banqueros, como el público, estaban en la más completa ignorancia de su desastre, atenido a la censura postal y telegráfica, ordenó a sus lacayos Del Toro y Díaz Mirón el mismo día de la caída de Torreón, que lanzaran una falsa clarinada de triunfo en forma de ediciones extras, para hacer creer a sus víctimas que dominaba la situación y que no había inconveniente en firmar el empréstito salvador (?). Pero no tardó el cobre en aparecer, y todos sabemos ya que la última urgencia huertista sólo sirvió para timar dos centavos a los incautos en favor de Luis del Toro y el Enano del Tapanco, Díaz Mirón. El dinero sigue brillando por su ausencia, y ahora se trata de emitir billetes de banco hasta que San Juan baje el dedo, o hasta que Carranza diga ¡basta! Es el Banco Federal funcionando en las oficinas de los bancos de emisión. DOCUMENTOS PARA LA HISTORIA Comunicaciones cambiadas entre el jefe de la Revolución mexicana, don Venustiano Carranza, y varios prominentes españoles. Madrid, enero 21 de 1914. Señor Venustiano Carranza. Culiacán, Sin., México. Porque amor México es parte patriotismo almas españolas, anhelo vuecencia, imponiéndose sacrificios proporcionales alteza designios, restablezca paz; reanude prosperidad. Maura.

Culiacán, Sin., enero 22 de 1914. Señor Antonio Maura. Madrid, España. Habrá paz y se reanudará prosperidad en el país cuando hubiere concluido hasta el fin con el deber que la nación me impone, de restablecer el orden constitucional, y castigar a los que lo alteraron. V. Carranza. Madrid, enero 21 de 1914. Señor V. Carranza. Culiacán, Sin. Quisiera que mi voz fuese hoy la voz de España para deciros una sola palabra: PAZ. Benito Pérez Galdós. Culiacán, México, enero 22 de 1914. Señor Benito Pérez Galdós. Madrid. España estaría en guerra si en ella se hubieran desarrollado los acontecimientos que en mi patria, pues juzgo tan digno al pueblo español como a mi pueblo. V. Carranza. Madrid, enero 21 de 1914. Señor Venustiano Carranza. Culiacán, Sinaloa. Los hijos de España piden a sus hermanos de México que acaben luchas guerras, con abrazo fraternal. J. Echegaray. Culiacán, México, enero 22 de 1914. Señor José Echegaray. Madrid. Es imposible que termine lucha en mi patria sin que se castigue a los autores de un gran crimen. V. Carranza. Madrid, enero 21 de 1914. Señor V. Carranza. Culiacán, Sin. Numerosísima reunión celebrada Unión Ibero-Americana, inspirándose amor México, ruégale contribuya término guerra civil. El Presidente, Rodríguez San Pedro. Culiacán, Méx., enero 22 de 1914. Señor Rodríguez San Pedro. Madrid. Al triunfo de la causa restauración del orden constitucional que represento, se establecerá la paz en mi país. V. Carranza.

Madrid, enero 21 de 1914. Señor Venustiano Carranza, Culiacán, Sin. Hago fervientes votos pacificación generosa y patriótica. Azcárate. Culiacán, Méx., enero 22 de 1914. Señor Gumesindo Azcárate. Madrid. La paz se restablecerá en mi patria después de que se haya cumplido un acto de justicia nacional que reclaman los acontecimientos de febrero último. V. Carranza. SERVICIO CABLEGRÁFICO ESPECIAL, PARA “EL RENOVADOR” Acapulco, abril 14 de 1914. Está embotellado aquí el resto de la columna Olea. Éste era el último jirón de tierra que le quedaba a Huerta en el Estado de Guerrero. Apizaco, abril 14 de 1914. En el ramal de Muñoz a Zacatlán volaron las fuerzas constitucionalistas un tren militar que iba a reforzar columna de aquella región. Las mismas fuerzas derrotaron completamente a los huertistas, haciéndoles numerosas bajas, entre las cuales se cuentan ocho oficiales que cayeron prisioneros y fueron ejecutados desde luego, como traidores. Veracruz, abril 14 de 1914. Por mensajes recibidos por vía inalámbrica se sabe que Tampico cayó ya en poder de los constitucionalistas, después de reñidos combates. Apizaco, abril 15 de 1914. Se sabe a ciencia cierta que un destacamento de tropas federales ha ido a engrosar las filas de los constitucionalistas de la Sierra de Puebla, presentándose a recibir órdenes del general Juan Francisco Lucas. Cuernavaca, abril 15 de 1914.

Se sabe aquí que Olea pretendió regresar con una nueva columna a esta plaza pero que habiendo tenido oportuno aviso de que lo esperaban fuerzas constitucionalistas en el Ajusco, se regresó de Mixcoac con su tren militar. CHICOTAZOS Las fuerzas que operan en el Norte evacuaron Torreón obedeciendo un plan estratégico (?). Por el Sur, evacuaron Chilpancingo, Iguala y Puente de Ixtla, sucesivamente, obedeciendo también a un plan estratégico. En Guaymas evacuaron la plaza las fuerzas mandadas por el general Joaquín Téllez, igualmente por un plan estratégico. ¡Caramba! con la estrategia de los soldados federales. ¡Todo se vuelve pura evacuación! ¡Si estarán purgados los pobrecitos! ¿A qué irá tan frecuentemente mi general Huerta a San Angel Inn? ¡Las gatas del hotel lo sabrán! ¿Ustedes se imaginan a los señores secretarios de Estado (?) del general Huerta, armados Caballeros de la Caballería Andante, digo, generales brigadieres? ¿Cómo le vendrá el gradito al abofeteado del Jockey Club? ¡La militarización de los empleados federales! ¡Qh qué idea tan luminosa! Ahora ya parecerá que todos los días del año se celebra la fiesta de San Juan, con tantos soldaditos en nuestras avenidas; y los rebeldes tendrán miedo de acercarse a la capital; y las naciones extranjeras se quedarán asombradas y boquiabiertas ante nuestra actitud tan bélica; y Mr. Wilson se apresurará a reconocer a nuestro ilustre (?) y magnífico (!) Presidente. CARTA ABIERTA al Excelentísimo señor de Cologan y Cologan, etc., etc., representante de la Colonia Española en nuestro suelo. Muy señor nuestro: El grito de nuestra nacionalidad es agudo, estridente, supremo y en el alma de la mujer mexicana ha repercutido con todo apasionamiento augusto y solemne este grito. Haciendo a un lado los trescientos años de traiciones, rapiñas y desenfrenadas matanzas de indígenas por encomenderos y frailes; haciendo a un lado todo un siglo de tenebrosa y bien sostenida conspiración clerical y gachupina en contra de nuestra Independencia, de nuestra República, de nuestras Leyes y de nuestra Reforma; haciendo a un lado los muy inicuos y especiales abusos que se permitieron los iberos

politicastros sosteniendo la dictadura del imbécil octogenario incrustado allá en Europa en los cuantiosos millones que robó a nuestro adorado suelo. Nosotras llamamos a usted la atención únicamente respecto a la honrada y notoria culpabilidad y responsabilidad que en unión de su desgraciada colonia ha asumido usted por los crímenes y conspiraciones tan negras habidos en estos momentos definitivos en nuestra historia. No somos ni latinas, ni sajonas, somos mexicanas; No somos ni idealistas ni positivistas, somos humanas. Y así las cosas, nuestro pueblo ha derramado ya bastante sangre para tener con España, la tierra de usted, otra liga que la que por cortesía rendida a nosotros pudiera merecerse quizá; hasta hoy ni ésa. Su madre patria, España, esa vieja gualdrapa que le sirve de báculo al Vaticano a costa de su propia existencia, no podrá más seguirnos esquilmando. Odiamos hasta su lengua por tan verbosa para el engaño, por tan enredosa para argumentación y fácil para la paradoja y sofisma. ¡Maldecimos su religión que bendiciendo puñales y revolcando sotanas, con el crucifijo en la mano, nos ha obligado a pisotear los divinos mandamientos de Cristo, convirtiendo esta sacrosanta tierra en un antro de degenerados cómicos, ante los cuales la honorabilidad de cualquier animal grita por lo alto! En fin, renegamos a voz en cuello de sus obras, lo mismo en la garbanza que en los ejidos; que en los curatos y empeños, que entre los toreros o las prostitutas, etc., etc. Por lo mismo, en nombre de nuestra nacionalidad, Excelentísimo señor Cologan y Cologan, etc., la mujer mexicana, con más de cuatro cientos de sus miembros aconsejaría a usted muy respetuosamente se sirviera repatriarse al terruño, siguiera a los quinientos gachupines desnudos que ayudaron al venturoso foragido de la Penitenciaría, en el heroico y por tantos modos memorable ¡ciudadelazo! ¡Lo aconsejamos, siquiera porque de tan honorables súbditos no es bueno que reciba nuestro suelo la nauseabunda sangre! “No todos los españoles son bribones, pero sí todos los bribones son españoles.” Victoriano Huerta Ed. Radamés, 20 de marzo de 1914. [El Renovador, Segunda Epoca, México, 17 de abril de 1914.]

Telegrama del señor José Santos Chocano, y de su esposa, Margarita B. de Santos Chocano, solicitando la intervención de don Venustiano Carranza, por peligrar la vida del primero. [A. I. F., F9-98-71.]

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COP JG 12:45 p.m. 1 Suchiate Chis. 18 Abr 14.960 Rec Pd d 10 a.m. SC XZ DR 10:20 a.m. Venustiano Carranza. [Urgente] Peligro inminente vida, ruégole gestionar salvación siendo Legación México única que puede hacerlo. Gracias. José Santos Chocano COP JG 12:40 p.m. 2 Suchiate Chis. 18 Abr. 25. 15:00 Rec Pd d 10 a.m. SC XZ 9 10:20 a.m. Venustiano Carranza. [Urgente] Mi esposo encuéntrase gravísimo peligro perder su vida. Ruégole interponer su generosa mediación conducto señor Jiménez O’Farrill que seguramente podrá ser atendida. Profundamente agradecida. Margarita B. de Santos Chocano

Informe rendido por el señor H. Tompson al licenciado Zubaran Capmany, ministro de Gobernación, y al cónsul Rafael Múzquiz, fechado en El Paso, Tex., sobre las actividades políticas de elementos huertistas en Las Cruces y Columbus, N. M. [A. I. F., F9-72-12.]

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Orndorff Hotel Company. El Paso, Tex., abril 18, 1914. Señores ministro de Gobernación licenciado Rafael Zubaran y cónsul Rafael Múzquiz. Informe Nº. 1 Acabé de recibir el informe siguiente de mi agente el señor Wren. Este individuo fue a Las Cruces y se puso en contacto con el doctor Jackson, el presidente municipal Van Paten, el sheriff Felipe Lucere, con algunos miembros de la familia Quilty y con el cónsul alemán, quien simpatiza con los huertistas, así como también con Frank Oliver, amigo íntimo del senador Fall. Todos estos individuos son huertistas y forman la Junta. Frecuentemente tienen reuniones con el fin de organizar e1 movimiento militar de la frontera. Dice también que el señor José Elías visita diariamente al cónsul alemán Geck; este individuo sale hoy para Los Ángeles, con el objeto de organizar la Junta. Wren me comunica también que un numeroso grupo de los amigos de Terrazas se dirigen a Los Ángeles con el fin de ayudar a sus amigos y al nuevo movimiento de Félix Díaz. Considerando que nuestros enemigos son personas de representación social, acaudaladas, y tienen influencia, solicito de ustedes la autorización para mantener a mi agente en ese lugar, pues creo que con el tiempo nos pondrá en posesión de todos los líos. De Las Cruces, dirigen la Junta de Columbus, Nuevo México, cuyo jefe es el señor San Martín; dice que probablemente elegirán este punto para internarse en territorio mexicano. Por las razones antes expuestas pido la referida autorización. De 1os 200 pesos oro que se me entregaron, di cierta cantidad al señor Wren, el resto de este dinero lo tengo depositado en el banco para los gastos que puedan presentarse. Más tarde les daré a ustedes, señores, cuenta comprobada y pormenorizada de todos los gastos que haga. De ustedes, seguro y atento. H. Thompson

Mensaje del presidente Wilson, al Congreso de los Estados Unidos, informándole de la negativa del general Victoriano Huerta para que fuera saludada la bandera norteamericana, como resultado del incidente ocurrido en el puerto de Tampico, Tamps., el 9 de abril de 1914, por el arresto del pagador del buque Dolphin. [A. I. F., F9-19X/3.]

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Mensaje del presidente Wilson al Congreso de los Estados Unidos. (DeThe Daily Mail, 21 de abril de 1914 ). WASHINGTON. El presidente Wilson en su mensaje al Congreso dijo: Es mi deber llamar vuestra atención sobre la controversia que ha surgido en nuestras relaciones con el general Victoriano Huerta, de la ciudad de México, situación que reclama acción inmediata y pedir vuestro consejo y cooperación para proceder sobre dicho asunto. El 9 de abril el pagador del Dolphin desembarcó en el Puente de Iturbide en Tampico con una ballenera (lanchón) y la tripulación de una lancha para adquirir provisiones. Mientras se cargaba el bote fue arrestado por un oficial y un escuadrón del ejército del general Huerta. Ni el pagador ni ninguno de los marinos de la tripulación de la lancha estaban armados. Dos de los hombres estaban dentro del bote cuando fueron arrestados. El referido bote llevaba tanto en proa como en popa la bandera de los Estados Unidos. El oficial que efectuó el arresto caminaba por una de las calles con sus prisioneros cuando encontró a un oficial de mayor autoridad, quien le ordenó regresara al sitio de desembarque y esperara órdenes. Pasada media hora del momento del arresto las recibió del comandante de las fuerzas huertistas en Tampico, de dar libertad al pagador y a sus hombres. La libertad fue seguida por excusas del comandante y más tarde por una expresión de pena del general Huerta. SERIA AFRENTA. El almirante Mayo estimó que el arresto fue afrenta tan seria, que no quedó satisfecho con las satisfacciones ofrecidas y pidió que la bandera de los Estados Unidos fuese saludada con especial solemnidad por el comandante militar del puerto. El incidente no podía ser mirado como trivial, especialmente por el hecho de que dos de los hombres fueron presos dentro del bote mismo; esto es, en territorio de los Estados Unidos. No fue pues un caso aislado. El presidente Wilson se refirió entonces a los incidentes a los cuales había ya dado atención en recientes declaraciones. No tengo noticias de quejas semejantes que hayan sido presentadas por otros

gobiernos. Como quiera que subsecuentes explicaciones y excusas formales no fueron hechas, no podía alterarse la impresión popular que, posiblemente, trataron de crear las autoridades huertistas, a fin de que el Gobierno de los Estados Unidos fuese señalado (singled out) y pudiera ser singularizado con impunidad por afrentas y desprecios en revancha de su abstención en reconocer las pretensiones del general Huerta de ser mirado como el Presidente Interino Constitucional de la República de México. Era necesario que las satisfacciones del general Huerta y sus representantes fueran más allá y de tal naturaleza además, que atrajeran la atención de todo el pueblo respecto a lo que ello significaba. En tal virtud he creído de mi deber insistir en que la bandera de los Estados Unidos sea saludada de tal modo que pueda indicar un nuevo espíritu y otra actitud por parte de los huertistas. Tal saludo ha sido rehusado por el general Huerta. En consecuencia, vengo a pediros vuestra sanción y apoyo para llevar adelante tal propósito. Este Gobierno no puede, ardientemente lo espero, por ningunas circunstancias, ser forzado a una guerra con el pueblo de México. Pero si el conflicto armado surgiere desgraciadamente, como resultado de la actitud de resentimiento personal hacia este Gobierno, nosotros combatiremos solamente a Huerta y a aquellos que le son adictos y lo sostienen, y nuestro objeto será solamente presentar al pueblo de esa desdichada República, la oportunidad de poner en pie nuevamente sus propias leyes y su propio Gobierno. Mas yo espero firmemente que la guerra no sobrevendrá. Creo interpretar al pueblo americano cuando digo que no deseamos controlar en manera alguna los asuntos de la República hermana; no deseamos ejercitar jamás nuestros buenos oficios de amistad, sin un pleno consentimiento y completo acuerdo. NO QUEREMOS EXPANSIÓN. Vengo a pedir la aprobación de vosotros para emplear las fuerzas armadas de los Estados Unidos de tal modo y límites tales, cuanto sea necesario para obtener del general Huerta y sus adictos el más completo reconocimiento de los derechos y de la dignidad de los Estados Unidos. No puede haber en cuanto hagamos el más leve pensamiento de agresión o aumento de nuestro territorio. Tratamos de mantener la dignidad y autoridad de los Estados Unidos sólo porque deseamos conservar incólume nuestra gran influencia para usos de libertad tanto en los Estados Unidos como en cualquiera otra parte en donde pueda ser empleada en beneficio de la humanidad.

Carta de don Venustiano Carranza dirigida al licenciado Rafael Zubaran Capmany, ministro de Gobernación, devolviéndole las de los señores Juan Sánchez Azcona y Miguel Díaz Lombardo. [A. I. F., F969-9.]

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Correspondencia particular del Primer Jefe del Ejército Constitucionalista Chihuahua, 25 de abril de 1914. Señor licenciado Rafael Zubaran Capmany, ministro de Gobernación. Ciudad. Muy estimado y fino amigo: Con su apreciable fecha 15 del actual recibí cartas que se sirvió usted adjuntar de los señores Juan Sánchez Azcona y Miguel Díaz Lombardo; habiéndome impuesto detenidamente de sus contenidos y las cuales devuelvo a usted con la presente. Tomé conocimiento de los demás puntos a que se refiere en su precitada y de los cuales verbalmente hemos tenido ya oportunidad de hablar. Sin otro asunto por el momento y con el afecto de siempre, quedo su amigo y correligionario seguro servidor. V. Carranza

Declaraciones hechas por Mr. William Taft, considerando que no fueron del todo exactos e imparciales los informes que le proporcionó Mr. Henry Lane Wilson, respecto al dictador-caricatura Victoriano Huerta.

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Declaraciones de Mr. William Taft el 25 de abril de 1914. Huerta, el dictador-caricatura que ahora sufre México, antes de rendirse a los rebeldes, obrando en carácter, provocará una intervención armada por los Estados Unidos con la cual él tendrá dos ventajas: ser vencido por fuerza mayor y salvarse de ser ahorcado sumariamente por sus vencedores y paisanos. Quiero creer que los informes que en esa época me proporcionó mi agente oficial allí, el ministro americano míster Henry Lane Wilson, si no fueron todo lo exactos e imparciales que yo tenía derecho a esperar, eso se debió a tan usual confusión que experimentan los testigos oculares y participantes con responsabilidades oficiales en situaciones anormales y críticas; pero nunca dudé, sin aventurar ningún juicio compatible con mi posición oficial entonces, que la evidencia circunstancial se acumulaba abrumadoramente incriminatoria para Huerta como parte instigadora en el doble asesinato de los presidentes mexicanos, y la circunstancia que agravó su traición al deponer al jefe de aquel Estado fue aprovecharse del delito apropiándose ilegalmente del poder. De no haberme yo hallado a la sazón, como he dicho, próximo a abandonar el Gobierno a una nueva administración, o si la llamada a suceder la mía hubiera sido integrada por republicanos, es decir, con punto de vista y tendencias políticas en armonía con las mías, yo habría adoptado una actitud enérgica contra Huerta; pero aparte de la perplejidad en que me hallaba al darme cuenta de que mi ministro aconsejaba contemporización con aquél, por aquello de que donde todo es malo hay que preferir lo menos perjudicial, mientras que la prensa de los Estados Unidos y los americanos residentes en México se dirigían a mí y a los miembros del Congreso pidiendo protección contra Huerta y censurando a mi ministro, la circunstancia de asumir las riendas del poder mi sucesor, míster Woodrow Wilson, personaje que con tanta insistencia había proclamado que gobernaría en ayuntamiento con sus teorías políticas sui generis en cuanto a su impracticabilidad de adaptarse como reglas inflexibles, fue causa de que yo me decidiera a seguir una política de statu quo ante la situación mexicana; algo así como lavarme las manos, por más que preveía y temía que esa situación creada por la traición y la violencia inevitablemente nos envolvería, más o menos temprano, en complicaciones internacionales con el régimen improvisado allí.[*]

[*] Tomado de El Heraldo de Cuba, 25 de abril de 1914. Cita de Jesús Acuña, Memoria de la Secretaría de Gobernación, México, 1933.

Telegrama circular, girado por el licenciado Isidro Fabela, secretario de Relaciones del Gobierno constitucionalista, dando a conocer la declaración hecha por Josephus Daniels, secretario de Estado del Gobierno americano, sobre el patriotismo e ideales de los constitucionalistas. [A. I. F., F9-1.]

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Chihuahua, 26 de abril de 1914. Señor, se ha recibido con satisfacción entre nosotros la declaración del secretario Daniels que en síntesis dice: Creo constitucionalistas están poseídos sentimientos patriotismo. Gobierno Constitucional y Libertad tendrán que prevalecer en México. He sostenido siempre que constitucionalistas están animados mismo espíritu que alentó a Madero y vencerán cualesquiera dificultad para darse Gobierno Constitucional. La causa del Gobierno Constitucional tendrá que prevalecer si se le hace justicia. El pueblo americano no puede menos que sentir honda simpatía por cualquiera que luche por tener voto en asuntos de su patria y de su Gobierno. Época del absolutismo pertenece al pasado. En definitiva creo se establecerá un Gobierno por y para bienestar del gobernado. Fabela. 95. A. Carrillo 96. Garza González 97. Lauro Carrillo 98. Melquiades García 99. Guillermo M. Seguín 100. Enrique V. Anaya 101. I. G. Lelevier 102. Múzquiz

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Telegrama del señor Francisco Urquidi, fechado en Nueva York, E. U. A., transcribiendo el anterior documento. [A. I. F.,

F-9-3.]

Nueva York, abril 26 de 1914. Recibido en Chihuahua, Vía Juárez. Secretario de Relaciones. Gobierno constitucionalista. El secretario Daniels ayer hizo la siguiente declaración de su propia iniciativa: “Creo que la mayoría de los constitucionalistas están actuando poseídos de un sentimiento de patriotismo y este sentimiento, así como el Gobierno Constitucional, y la libertad, tendrán que prevalecer en México al igual que en cualquier parte del mundo. Yo siempre he sostenido que los constitucionalistas en su mayoría están animados del mismo espíritu y sentimiento que alentó a Madero y sus partidarios. Han determinado y resultado darse a sí mismo un Gobierno Constitucional a pesar de cualquier obstáculo o error y la mayoría de ellos están alentados de sentimientos y motivos patrióticos. La libertad es un anhelo y ésta tendrá que ser adquirida por ellos de cualquier manera en México así como en todas partes. La causa del Gobierno Constitucional tendrá que prevalecer si se le hace justicia ya sea por medio de ésta o de su personalidad, se podrá apagar una llama, sin embargo, por poco que ésta brille, el pueblo americano no puede menos que sentir honda simpatía por quien quiera que esté luchando por tener un voto en los asuntos públicos de su patria y su Gobierno. La época del absolutismo pertenece ya al pasado. No hay un movimiento que valga la pena de considerársele, si no es el encaminado a establecer un Gobierno por y para el bienestar del gobernado. Con muchos esfuerzos tal vez, pero tal forma de Gobierno tendrá que ser obtenida por los mexicanos.” Respetuosamente. Francisco Urquidi

Telegrama de don Francisco Urquidi, fechado en Nueva York, sugiriendo al secretario de Relaciones del Gobierno constitucionalista la inconveniencia de la designación de ministro de Gobernación, así como la necesidad de ocupar el puerto de Tampico, Tamaulipas, para terminar con los atropellos cometidos por las fuerzas huertistas en los campos petroleros. [A. I. F., F9-1.]

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De Nueva York, 28 de abril de 1914. Señor secretario de Relaciones. Gobierno constitucionalista. Permítome indicar inconveniencia política designar a ministro Gobernación, como prensa dijo hoy, para enviado especial, pues prensa presentólo como autor nota. Temo a un fracaso además pues como probablemente no recibiríasele oficialmente quedaría desairado. Desígnese otro prudentemente. Urge tomar Tampico todo costo por atrocidades cometiendo huertistas quemando pozos evitaríamos complicaciones gravísimas; mediación parece aceptóla Huerta bajo reservas que todavía ignóranse conducta americanista partidarios contrabalanceados jingoístas. Atentamente. Francisco Urquidi

11. Documento número 81 [p. 164]

12. Documento número 214 [p. 493]

Carta del general Jesús Carranza, fechada en Matamoros, Tamps., dirigida a don Venustiano Carranza, aprobando la respuesta que dio al presidente Wilson, con motivo del conflicto provocado por V. Huerta. [A. I. F., F9-110-7.]

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Correspondencia particular del general Jesús Carranza H. Matamoros, mayo 3 de 1914. Señor general don Venustiano Carranza. Chihuahua, Chih. Muy estimado hermano: No estás mal fundado en tu contestación al presidente Wilson; muy al contrario, está muy bien contestada, y con toda la firmeza de un hombre que tiene razón para hablar así. Tu papel ése era, si tenías la conciencia de tener que ceder tantito después, como debe de ser; porque, si al agotar los medios diplomáticos, hubiere que declarar la guerra, ¿cuál era el paso que deberíamos de dar? Atacar por Brownsville, por C. Juárez, o por alguno de los puertos que tenemos dominados. Creo que no debería de ser ése el primer paso, sino desalojar a los invasores del territorio mexicano, para lavar la mancha que dejaran sus plantas sobre nuestro suelo; y así quedaría bien definida y justificada ante todas las naciones nuestra actitud bélica, porque iríamos a castigar un delito como el que perseguimos en Huerta, si a nuestra llegada a esos puertos no los dejasen libres. Pero ¿cómo llegamos a ellos, si aún tenemos enemigos poderosos que los defienden? Prácticamente la actitud americana sin ofender la dignidad de los constitucionalistas nos ha economizado mucha sangre y facilitado las operaciones militares, que a mi juicio, no les hemos sacado todo el provecho que nos proporcionarán; y (digo la dignidad de nuestra causa) porque todas las partes dominadas por la Revolución las han respetado; y además, porque la bandera constitucionalista es lavar la mancha que el usurpador arrojara sobre la honra nacional. Luego, más glorioso sería al entretener los tratados, ir barriendo a la vez a los dos enemigos que deshonraran nuestra patria; uno, Huerta, que representa el crimen, el asesinato y el cuartelazo, y en los americanos, un error, error que redunda en nuestro bien, porque robustece más nuestra obra y cuyo error no lo podrían arreglar de una manera tan satisfactoria, como la de ofrecerles un punto de escape que no los avergüence, y es, el de prolongar los tratados con los representantes de las naciones, de acuerdo Estados Unidos y México, y seguir nosotros luchando, hasta que se resolviera el triunfo de nuestras armas, que será muy pronto, estando bloqueados los puertos; y en ese caso,

aparecen los americanos satisfechos de haber cubierto una falta, que debido a la forma que se le da, queda compensada con el beneficio que nos resulta a nosotros, y sin haber sido para nosotros la ofensa directa. Planteando el problema de otra manera, nos sale, pero; esto es, no se pueden medir las consecuencias. El plan de Huerta y los suyos es, sin duda, envolvernos a nosotros en una guerra internacional y luego entrar en tratados él y los suyos con los Estados Unidos, los cuales quedarían aceptados por los compromisos que Estados Unidos tiene por el otro lado, esto es, con el de las demás naciones y en ese caso nos dominarían por completo, porque el Ejército Federal se aliaría a los americanos y quedarían los puertos bloqueados por buques de ellos. Por otra parte, perderíamos el apoyo moral de los mismos americanos por inconsecuentes, y cuando menos, por delicadeza, los Estados Unidos entrarían en tratados con las demás naciones para que nos gobernara un tercero, y éste sería, sin duda, del agrado de ellos; no de nosotros; porque nosotros rechazamos sus servicios y su apoyo, declarándoles la guerra. Así que en ningún caso quedaríamos nosotros aceptados. Ahora bien, para declararles la guerra, a nosotros nos tocaba hablar por Huerta, pidiendo la desocupación de los lugares invadidos por ellos, y si no lo hacen, puesto que no podemos obligarlos, porque tenemos enemigo en medio, nos veremos precisados a empezar por cualquiera frontera, sin perseguir el cuerpo del delito, que toca en todo caso al usurpador, al que representa nuestra nación ante la mayor parte de las naciones del mundo; y nosotros, los que vamos en pos de un delincuente, tenemos un momento de descanso y de aprovechamiento, para seguir batiendo al enemigo y dar las gracias al que por un incidente nos ayudó sin entenderlo. Me anticipo a ponerte estas líneas porque me dice el licenciado Morales y Molina que está algo complicada la cuestión internacional, y como te digo a ti, todos aprobamos tu conducta, como representante del honor nacional. No ha habido protesta de parte de los Estados Unidos, y aún aceptan tus representantes en los tratados que van a verificarse luego; ante la nación, ya estás bien; porque no podías hacer otra cosa: tus representantes son los que tienen que ceder un poco y de tal manera que ninguna de las dos naciones se quedarán avergonzadas, porque a una se le ayuda a cubrir su error, pasando desapercibida su falta y habiéndose aguantado una contestación merecida; y a nosotros, lo prolongado de los tratados nos dejará exentos de toda crítica, porque supiste así salvar el honor nacional de dos naciones y siendo doblemente el de la nuestra. La declaración de la guerra por nosotros es lo más difícil, porque no somos los que vamos a resistir al que nos ataca, ley natural, sobre todas las leyes; sino que estamos puestos en el punto de tener que atacar, y atacar la ofensa que a otro toca reparar, y si no, sobre él caerá la responsabilidad. Nuestro papel está muy fácil de resolverlo, por haber un tercero responsable. En fin, hermano, ojalá y que la historia no tenga nada más que motivo de elogio para ti; porque sea cual fuere la causa que le da el triunfo al vencedor, es el que

tiene la justicia, y ¡ay del vencido! Sin otro particular, quedo de ti como siempre, tu hermano que bien te quiere. Jesús Carranza

Artículos suscritos por Blas Urrea (licenciado Luis Cabrera), publicados en el periódico El Renovador de 3 de mayo de 1914. “Aplastemos a la bestia”. “¡Alerta, mexicanos!” “Fin de la pesadilla”.

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APLASTEMOS A LA BESTIA La barca gobiernista, pésimamente manejada por los Iscariotes que alardearon de aptos, está a punto de hundirse. Monterrey y Saltillo han sido bizarramente tomados por los constitucionalistas del Norte, que ya avanzan sin obstáculos hacia esta capital. Los disparos de las surianas huestes invencibles se dejaron oír hace cuatro días en Tulyehualco, que tomaron a sangre y fuego, y la humareda del combate anunció a Xochimilco que se llega la hora de las reivindicaciones. ¿Qué espera el tirano?… prolongar su estancia en el poder para seguir robando con toda su cuadrilla de bandidos; espera que entren las contribuciones del presente mes para aumentar sus caudales con los dineros de la nación. Negaos, contribuyentes, a pagar lo que os corresponde, tenéis del 1º al 10 de mayo para hacer exhibiciones, pero ¡no las hagáis! Los capitalistas honrados, los extranjeros honorables, que saben muy bien que no hay legalidad en el Gobierno, niéguense a pagar, para que así el Judas pierda las esperanzas únicas que le quedan. No olvidéis que la Revolución, convertida muy pronto en Gobierno legítimo necesita fondos para cubrir sus primeras necesidades, y si ese dinero se lo dais a Huerta, no tendréis derecho para tachar de injusto al nuevo Gobierno cuando él os exija lo que le corresponde. Estáis advertidos. ¿Que el tirano hará uso de la fuerza bruta para obligaros a pagar?… Entonces os queda un solo recurso: tomar las armas y defender vuestros intereses. ¿O no tenéis vosotros como mexicanos el deber de cooperar a la salvación de la patria? ¡A las armas, pueblo de la metrópoli, que sigues impasible ante los atropellos de que has sido víctima! ¡A las armas, jóvenes estudiantes; vuestro indiferentismo entristece; vuestro punible silencio causa pesares! ¿No sois la futura grandeza de la patria? ¿No sois dignos de la tierra de Juárez? Mirad a Francia en sus épocas turbulentas, y veréis la ola estudiantil luchando por la libertad y la justicia: mirad a Rusia, y veréis que son los estudiantes los que van deportados a Siberia, porque cometen el gran crimen de gritar al César la divina palabra: Redención. ¡ALERTA, MEXICANOS!

Nuestra voz de alerta, humilde y todo, ha causado las iras de Huerta y de todos los miserables que le rodean, ¿por qué? ¿Porque mentimos? ¿Dónde están las pruebas exactas de la invasión americana? En las inmundas columnas gobiernistas que hablan por voz de los cobardes matasietes Díaz Mirón, Del Toro y los afeminados tapatíos José Luis Velasco, Tablada y otros, como Elguero. En los escándalos callejeros organizados por los borrachines de Lozano, y los bribones de Moheno, Alcocer y demás ministros indignos del nombre de mexicanos. ¿En dónde están Zapata, Villa y Carranza unidos, para rechazar esa imaginaria invasión? No queremos País ni Imparcial ni Independiente que nos engañan de acuerdo con Huerta y Blanquet. Hace ocho días que esos periódicos han dicho que veinte mil americanos avanzaban sobre la capital; que sus barcos habían bombardeado Veracruz, que también a Manzanillo, y gentes van y gentes vienen y nada resulta cierto. Dijeron que el crucero español Carlos V había sido hundido por uno americano y El Correo Español se ha encargado de desmentir tamaña infame mentira. Si son mentiras nuestras ¿por qué se han mandado cerrar las imprentas? ¿Qué vale nuestra voz? ¡¡Mexicanos!! Todo eso es obra de Huerta y de sus secuaces que unidos al Clero, a los frailes y los curas a los ricos que nos explotan, tratan de provocar deveras una intervención para hundirnos a todos en la ruina y la vergüenza. No creáis nada. Esperad la verdad y tened fe en el triunfo de la causa de la ley, que es la del pueblo. La Junta Revolucionaria de México FIN DE LA PESADILLA El simio que hace poco más de un año declaró enfáticamente, a raíz de sus odiosos y repugnantes crímenes, que la paz se haría costara lo que costara, ha tenido que convencerse de que el pueblo es poderoso, y no obstante haber contado con el ejército y con sobrados elementos de guerra, su poder se ha desmoronado. En un año de usurpación ha saqueado el tesoro federal, los bancos, las cajas de los particulares, y en una palabra, ha explotado de la manera más infame, con el dinero de los ricos y con la sangre de los pobres. Ha contraído compromisos onerosísimos para la nación, y dado disposiciones gubernativas (?) que de quedar en pie traerían la ruina completa de la patria en un futuro no lejano. Y ahora que se ve perdido, porque las descargas de los fusiles constitucionalistas ya se escuchan en la capital, pretende celebrar convenios y tiene la desvergüenza de pedir: 1º, que sea respetada su vida y la de sus familiares; 2º,

que sean respetados sus intereses, y 3º, que sean reconocidos los actos de su Gobierno (?). Seguramente que al ser considerada la primera condición, saldrán de sus sepulcros pidiendo justicia las sombras de Madero, Pino Suárez, Serapio Rendón, Belisario Domínguez, Néstor Monroy, Adolfo Gurrión, Pastelín, y las de los miles de víctimas anónimas sacrificados por la bestia sedienta de sangre; reaparecerá, en las calles de Bucareli, la columna de 600 voluntarios, barridos por las ametralladoras de la Ciudadela, en tanto que la hiena celebraba con frases tabernarias este sacrificio inútil, dictado solamente por un sentimiento de satánica venganza. Con un cinismo inconcebible pide que sean respetados sus intereses. ¿Qué intereses poseía el bandido antes de asaltar el poder? ¿Desde cuándo y conforme a qué ley deben ser respetados los productos de la rapiña? Igualmente exige que sean reconocidos los actos de su Gobierno (?). Esto es el colmo de la desvergüenza. ¿Qué actos deben ser reconocidos? ¿La disolución de las Cámaras? ¿Las estúpidas leyes que han introducido el mayor desbarajuste en el ramo de Instrucción? ¿Las arbitrarias disposiciones que atropellando todos los derechos del pueblo, lo ponen a merced de los sicarios del ejército? ¿Los onerosos contratos celebrados por Moheno y Lozano en los Ministerios que regentean, contratos en los cuales son ellos principales accionistas: ¿Estos actos son los que pretende el usurpador que sean reconocidos? ¡Qué estulticia de majadero! Sólo al simio se le puede ocurrir solicitar semejantes cosas. Pues ¿qué habrá creído que la Revolución viene pidiendo misericordia? Sepa el bribón que debe ceder incondicionalmente y pronto, si no quiere que la justicia descargue su espada reivindicadora sobre mayor número de víctimas. SALVADORAS No intentes convencerme de fiereza Desbordando la cloaca de tu boca, Tu valor es al par odio y vileza Que mancha o quema a quien te mira o toca. Semejante a las patas del pollino, Tu espíritu se eleva al ras del suelo. No viendo más que a Huerta en tu camino, Escupes al Ideal que voló al cielo. Alumbrar es arder; odio encendido Será el fuego voraz que te consuma. Tu ideal es un molusco empedernido

Desechado en la playa por la espuma Guiado por el instinto que te empuja. Con los bestiarios tu pasión igualas: El buitre chilla aunque la rama cruja, Y es negra su alma como son sus alas. Los ideales del Mártir Mexicano, Saldrán al fin de tu calumnia ilesos; Hay plumajes que cruzan el pantano Y no se manchan, su plumaje es de ésos. Convéncete Igüedo: tú has venido Al Imparcial lo mismo que al Debate. El reptil más inmundo y más temido Tiene en la cola su arma de combate. [El Renovador]

Carta del licenciado Juan Sánchez Azcona, fechada en París, Francia, informando al licenciado Rafael Zubaran Capmany, secretario de Gobernación, de su situación económica y de sus actividades en favor del Gobierno constitucionalista. [A. I. F., F9-699.]

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El enviado especial del Gobierno constitucionalista de México en Europa. París, mayo 18 de 1914. Señor licenciado Rafael Zubaran Capmany, secretario de Gobernación. Nogales, Son. Muy querido y estimado amigo: Contesto tu siempre grata de 4 del actual, y te agradezco tus buenas gestiones en los asuntos que se relacionan conmigo. Mucho te ruego insistas en tu empeño, pues hasta la fecha no he recibido un centavo, si bien Fabela me anuncia por cable de ayer el envío de quinientos dólares, que aún no son en mi poder. Apenas tengo ya fondos para escasas dos semanas y estoy apurado, pues comprenderás que con el carácter que traigo, no sería nunca decoroso que yo acudiese aquí a los buenos oficios de nadie en un momento de apuro, ni tampoco creo conveniente solicitar trabajo en alguna redacción amiga, mientras ello no sea apremiantemente inevitable. Mi viaje, especialmente a mi paso por los Estados Unidos, me costó bastante, así es que los dos mil dólares que se me entregaron en Hermosillo bastaron justamente para dicho viaje y mi instalación; y he podido hacer frente a mis tareas aquí, debido a que el Gobierno de Sonora acordó gratificarme con mil dólares por mis servicios en la Secretaría de Estado, y a mil dólares más que me proporcioné en cuenta privada mía. Me he instalado de un modo decente pero modesto, y con la experiencia que tengo en el mes y medio que llevo de vivir aquí, puedo ya establecer mis gastos de un modo regular, y gustoso te comunico el pormenor, en francos (5 frs.= 1 dólar) y por mes, para que te formes idea exacta:

equivalentes a seiscientos dólares. Esto es, como verás, lo estrictamente limitado; pero a cada momento hay oportunidades de aprovechar ciertas coyunturas para nuestro trabajo, para lo cual se necesita dinero. Insisto en creer, como te dije en Hermosillo y como ya le escribí al jefe, que lo más eficaz sería situar aquí una suma de diez mil dólares para toda la campaña, y te ruego te intereses en este asunto. Excuso decirte que yo tendría sumo cuidado en comprobar todos los gastos y en no hacer sino aquellos que sean estrictamente necesarios y de eficacia positiva. No entro en pormenores acerca de mis trabajos, pues envío al jefe informaciones que tú verás. Sólo te diré que en lo general estoy satisfecho, a pesar de las muchas dificultades, y que estoy seguro de obtener en breve un cambio favorable tanto de la opinión pública como de la actitud oficial, y puedo garantizar que dejaré el terreno preparado de tal manera que el futuro Gobierno tenga las menores dificultades con estos países. He hablado varias veces con Escudero. Vive muy retraído y está estudiando con tesón economía política. Aun cuando en la intimidad se muestra algo lastimado por lo que pasó, es, sin embargo, un sincero correligionario que nos ayudará, llegado el caso, en cuanto sea necesario. Díaz Lombardo está pensando en ir a reunirse con ustedes; pero quién sabe si lo hará al fin, porque sabes que es hombre de acción lenta. Vive también muy retraído y en contacto sólo con contadas gentes. Un buen elemento que he encontrado aquí, bueno especialmente para más tarde, es el ex diputado Antonio Canalizo que, como recordarás, estuvo muy unido con Gustavo Madero y que, en abril, casó con Mercedes Madero, odia a los científicos y los científicos lo odian, porque conocía a fondo muchos de sus negocios y de sus triquiñuelas, y todos los comunicó al Gobierno de Madero. No puede ver a Ernesto ni a Rafael Hernández. Lo creo sincero constitucionalista, muestra entusiasta admiración por don Venustiano, y explica con sencillez que si no acudió a la Revolución activa desde luego, fue porque tenía el compromiso anterior de casarse en abril y como la novia era hermana del Presidente caído y de Gustavo, tuvo

empeño en evitar hasta la sospecha de que tratara de "rajarse". Le he aconsejado que escriba al jefe, y te ruego lo apoyes moralmente, pues, repito, lo creo muy útil para el futuro en el terreno de la finanza práctica y creo que debemos "cultivarlo". Nuestros enemigos vienen aquí cada día en mayor número; pero es ya bien poco lo que podrían hacer contra nosotros. Se sienten ya casi vencidos y andan a la greña entre ellos mismos, felicistas y huertistas. Los científicos y la corte de don Porfirio mucho hicieron en nuestra contra; pero son demasiado inteligentes para exponerse en exceso, y al punto en que nos encontramos hoy, creo que sólo hallaremos en ellos resistencia pasiva. Casasús, que se encontraba en Niza cuando yo llegué a París, vino a su regreso a hacerme una visita "de familia", y nos hemos visto tres veces. Por recíproca discreción, apenas hemos hablado de política, pero en lo poco que me ha dicho creo descubrir la certidumbre de nuestro triunfo, su mala voluntad a Huerta y a Félix Díaz, su reconocimiento de la entereza de carácter y de la reciente habilidad política de Carranza, pero también el temor de que después de nuestro triunfo tropecemos con muchas dificultades. Manifiesta resolución decidida de no mezclarse ya jamás en la política, y expresa que sólo le preocupa salvar el resto de su fortuna. Creo significativo el hecho de que hace cuatro días haya mostrado insistencia en que mi mujer y yo lo acompañáramos a él y a su familia a oír el Fausto a un palco de la ópera. Creo por esto que no le interesa que nuestros enemigos lo vieran conmigo, y creo por esto que está convencido de nuestro próximo triunfo. Como un síntoma te comunico esto, advirtiéndote que mis relaciones con él son simplemente "de familia" y que no dejaré que se quebrante mi radicalismo. En fin, tú me comprendes. Paso ahora a hacerte una súplica muy empeñosa; no se mandan noticias con la frecuencia y minuciosidad que fuera de desearse, y sin noticias carezco de medios para trabajar eficazmente, aparte que me pongo en ridículo y conmigo a la causa, al no poder contestar preguntas de los periodistas. Los boletines de la Agencia de Nueva York no nos sirven, pues son resúmenes de la prensa extranjera que vemos cuando se publica. Necesitamos noticias y periódicos de allá, detalles, hasta chismes que nos sirvan para "adornar el resto" y condimentar aquí noticias con visos de oportunidad y originalidad. También necesito fotografías de actualidades guerreras, mientras más "movidas" y exóticas, mejor. No quieren publicar simples retratos de personajes, ni grupos pacíficos. Mucho me servirían las películas cinematográficas que hizo Abitia. Mi dirección para correo es ésta: 4, Avenue de Friedland. París. Para cables y telegramas, basta poner así: "Lazcona - París". Recibe saludos de los míos, da mis recuerdos a los amigos y recibe un fuerte abrazo de tu amigo y afmo. S. S. Sánchez Azcona P. S. ¿Qué pasó con el doctor Suárez Gamboa? ¿Qué pasa con ciertas tendencias

antipatrióticas de Castillo Brito?

Carta del licenciado Juan Sánchez Azcona, fechada en París, Francia, informando a don Venustiano Carranza sobre la personalidad y actividades del señor Gerardo Murillo (doctor Atl) para la obtención de un: empréstito. [A. I. F., F9-7-III.]

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Juan Sánchez Azcona. Muy confidencial. París, junio 8 de 1914. Muy respetable Primer Jefe: En días pasados di a nuestro correligionario Gerardo Murillo (Atl) una carta de recomendación, mejor dicho de presentación para usted, que ratifico porque Atl es revolucionario sincero; pero deseo hacer a usted en lo confidencial algunas explicaciones, ya que la precaución no puede salir sobrando en las condiciones que nos rodean. Atl me ha dicho que va para allá por cuenta de una casa italiana constructora de aeroplanos, para hacer proposiciones al Gobierno futuro, aunque sabe que tiene pocas probabilidades de éxito, pero que ha querido aprovechar la oportunidad para marchar allá, a fin de ponerse a las órdenes de usted y de informarle sobre nuestras gestiones aquí. Posteriormente a su partida han llegado a mi conocimiento que Atl había dicho en lo confidencial a algunos amigos que iba a proponer condiciones de un empréstito y, si esto resultare cierto creo de mi deber recomendar al alto juicio de usted la conveniencia de ser precavidos en punto tan delicado, pues en estos asuntos financieros cualquier detalle de ligereza puede echar a perder el todo. Atl es bien conocido entre los artistas y los socialistas pero difícilmente puede tener coyunturas serias para tratar con los altos círculos bancarios que llegan a hacer realmente los empréstitos, si no es a través de algún corredor de segunda mano, lo cual sería inconveniente y además más oneroso. No digo Atl, sino hasta nuestro amigo Díaz Lombardo, que indudablemente es una personalidad de más relieve en el caso que aquél, estuvo a punto de precipitarse, según creo al empezar a tratar hace poco tiempo sobre la posibilidad de un empréstito, con personas que bien hubieran tenido la intención única de querer enterarse de nuestras cosas para comunicarlas a nuestros enemigos. Teniendo presentes las pendientes instrucciones que usted se sirvió darme, he hablado con Díaz Lombardo y hemos convenido en ser lo más prudentes que podamos para no perder las probabilidades de buen éxito. De modo que hay que dar alguna cuarentena a las proposiciones que pudiera hacer nuestro amigo Atl que es completamente nuevo en el ramo. De una manera muy discreta me he procurado contacto con grupos banqueros serios y, sin ningún paso en firme ni hacer ninguna declaración de carácter definitivo creo que llegado el momento, tendremos el campo preparado para un empréstito

conveniente. Esa gente está estudiando nuestros problemas económicos con tanto empeño como nosotros mismos, y me han insinuado varios proyectos de reformas bancarias que van muy de acuerdo con lo que usted tenía pensado cuando hablamos sobre el particular. Creo llegado el momento, salvo el mejor proceder de usted, enviarme autorización por escrito para “oír e iniciar proposiciones tentativas a efecto de llevar a cabo eventualmente un empréstito.” De esta manera los grupos bancarios verdaderamente serios me tendrán más confianza y me hablarán con mayor precisión, poniéndome en posibilidad de dar a usted informaciones provechosas. Naturalmente desearía yo conocer los propósitos actuales del Gobierno de su digna Jefatura relativos tanto al monto del empréstito, etc., como a la política que se piense seguir en materia de instituciones de crédito y a este efecto si lo tiene usted a bien podría escribirme el señor subsecretario de Hacienda, don Felícitos Villarreal, a quien por referencias conozco y estimo de antaño pero con quien no tengo el honor de tener relaciones personales. He hecho todas las publicaciones que se ha servido usted ordenarme. La actitud de usted en las negociaciones de Niagara Falls, así como nuestros triunfos militares han cambiado la opinión muy en nuestro favor, y aun cuando todavía se nos critica por nuestros enemigos ingleses, ya se habla en general de nosotros con respeto. Aún no consigo permiso de Francia para el funcionamiento de los agentes comerciales, pero creo conseguirlo al fin pues el Gobierno tiene buena intención de arreglar el asunto y sólo busca el medio legal de poder hacerlo. La crisis ministerial que reina aquí desde hace cinco días me ha obligado a interrumpir las negociaciones pero creo que mañana habrá y las continuaré. Logrado el permiso de Francia, creo que seguirá su ejemplo Alemania y tal vez España. En cuanto a Inglaterra ha dicho a Covarrubias que no permitirá el establecimiento de cónsules hasta que el Gobierno sea reconocido. Mucho me ha apenado el haber tenido que molestar a usted pidiéndole el envío de fondos pero desgraciadamente me he visto obligado a ello, por los gastos indispensables que he tenido que hacer y que han producido buenos frutos. Reciba usted los afectuosos recuerdos de mi familia y la respetuosa consideración de su afmo. amigo y subordinado. J. Sánchez Azcona

“Crisis de Sonora y sus efectos en Sinaloa”. Informe sobre el antagonismo militar entre los Estados de Sonora y Sinaloa, por el sentimiento de “provincialismo” fomentado en el último, por el gobernador Riveros y sus consejeros Fidencio E. Schmidt y licenciado José G. Heredia. [A. I. F., F9-42-XIV.]

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CRISIS DE SONORA Y SUS EFECTOS EN SINALOA La crisis de Sonora tiene que producir incuestionablemente sus inmediatos efectos en Sinaloa, como se comprenderá fácilmente al enterarse de los puntos que contiene esta nota. Es evidente que entre el gobernador Maytorena y el gobernador Riveros, existe ya un acuerdo y un plan para normar su conducta cuando aquélla se presente. Al gobernador Riveros le han hecho entender sus consejeros que “el caso” de Sinaloa es el mismo que el de Sonora, y que cayendo Maytorena será inminente la caída de Riveros. Como se podrá ver por este detalle, los consejeros del gobernador Riveros sólo buscan el medio de hacerse gratos a su jefe, por medio de actos que aunque adulatorios y antipatrióticos, los hagan aparecer como incondicionales del expresado gobernante, sin detenerse a considerar el mal que conscientemente hacen a la Revolución con su reprobable conducta. Existe entre ellos perfecta cohesión. Obran rápidamente en todas sus decisiones y tal parece que están resueltos a todo. Han trabajado muy bien la opinión, esgrimiendo el argumento de la constitucionalidad, poniendo por encima de la patria grande, la patria chica, y aun cuando no exista la más mínima intención de parte de la Primera Jefatura, en el sentido de intentar algo en contra del Gobierno de Sinaloa en la persona de su Ejecutivo, han hecho entender al señor Riveros, sin que haya poder humano que convenza a éste de lo contrario, que después de atentar contra Sonora, se atentará contra Sinaloa. Ésta es la causa por la cual han estado preparándose con toda anticipación para el evento que barruntan, y no a otra cosa se debe el aprovisionamiento que han hecho en Sinaloa, de armas y parque existente en uno de los departamentos del Palacio de Gobierno de Culiacán. Por otra parte, han tratado con toda insistencia de convencer al general Carrasco de que, a un atentado de la Primera Jefatura contra “la soberanía” de Sinaloa (y ese atentado creerán verlo al iniciarse los asuntos de Sonora), él, Carrasco, debe responder con el desconocimiento del Primer Jefe, declarándose en abierta rebelión contra éste, haciendo uso de la fuerza de las armas. Además, han hecho o creen haber hecho entender a todos los militares sinaloenses que no han estudiado el asunto, que “en el caso”, se trata solamente de la ambición de cierto grupo de Sonora que quiere ir a Sinaloa en son de conquista. Para dar visos de firmeza y verdad a tal aseveración, citan lo siguiente, como hechos realizados:

I. Que en diversas ocasiones, por los meses de junio, julio y agosto de 1913, tanto el general Pesqueira como el general Obregón, impidieron en Sonora el paso de armas y municiones que había comprado en los Estados Unidos el gobernador Riveros, dizque so pretexto de que aquellos pertrechos se necesitaban con mayor urgencia en Sonora, habiéndose quedado con ellos, sin que nunca hayan sido restituidos a Sinaloa. II. Que a causa de aquella actitud que aparecía como antipatriótica, por cuanto que con ello se detenía el avance de la Revolución y se daba oportunidad a los ex federales para ganar terreno, los movimientos militares en Sinaloa sufrieron un largo período de estancamiento, dando con ello margen para que las tropas de Sonora tildaran de cobardes e ineptas a las de Sinaloa, siendo la verdad que si la Revolución no progresaba, ello era debido solamente al hecho de que los mismos correligionarios de Sonora les quitaban sus elementos de guerra. III. Que cuando las fuerzas de Sonora, como resultado de los acontecimientos, se vieron capacitadas para salir de su territorio e iniciaron su avance hacia Sinaloa para ayudar en la campaña, pusieron de relieve, en consideración de su actitud anterior, la intención de aparecer como los directores de ella, para hacer suyos los laureles del triunfo y siempre con el deseo de menoscabar el prestigio militar de los de Sinaloa. IV. Que tales presunciones tienen el fundamento indestructible, de que no había razón justificada para que los correligionarios de Sonora impidieran de aquella manera el avance patriótico de la Revolución en Sinaloa, quitándole sus elementos, por razón tan sólo de que no eran los hijos de aquel Estado los que venían a hacerla a éste. V. Que es público y notorio que toda la oficialidad sonorense trataba de ver siempre con aire de protección a la oficialidad sinaloense, haciéndola objeto de desaires en innumerables ocasiones. VI. Que resultó evidenciada la parcialidad con que procedían los jefes al repartir el armamento y las municiones entre las fuerzas de uno y otro Estado, pues que en tanto que todos los batallones de Sonora estaban dotados de flamante armamento y de plétora de parque, a ninguno de los batallones de Sinaloa se le armó “decorosamente”, ni mucho menos se les pertrechó de municiones, habiendo quedado gran número de gente desarmada. VII. Que los pagos de los haberes se hacen de preferencia a la gente de Sonora, dejando pendiente por más de un mes, en ocasiones, el pago de los haberes de las tropas de Sinaloa. VIII. Que al Regimiento de Caballería del general Lucio Blanco, formado con gente de Concordia y el Rosario, no se le dio el nombre de “Sinaloa”, como sucede con todos los batallones de Sonora, que llevan cada cual el número progresivo que les corresponde. Éstos y otros muchos detalles que la mayor parte de los militares sinaloenses

observan o creen observar, parece que han despertado cierto antagonismo sordo entre la gente de ambos Estados. Los de Sinaloa asientan, en todo caso, que ellos están en lo justo, puesto que sin razón ninguna han sido tratados mal por los de Sonora. Sentado lo expuesto, claramente se comprenderá que los consejeros del señor gobernador Riveros han procurado explotar magníficamente y seguramente que con éxito, el sentimiento de provincialismo que es tan común en todos los Estados, y esta circunstancia especial, es más que probable que les sirviese de argumento en un momento dado, para conseguir su objeto, poniendo enfrente unas de otras a aquellas tropas. Hasta allá puede llegar la obra de los citados consejeros. Además, en el criterio de ciertos hombres que dejan de ver lo más por lo menos, resulta como irrefragable, como un dogma que no admite siquiera mencionarse, el asunto de la constitucionalidad, haciendo punto omiso de toda otra consideración que pudiera aducirse como consecuencia de las circunstancias especiales reinantes. Hecha la exposición que antecede, toca a los superiores resolver la cuestión, procediendo en la forma conveniente. Por mi parte, propondría como uno de los medios más eficaces para llegar a aquel fin, lo siguiente: I. Quitar del lado del gobernador Riveros a los perversos consejeros Fidencio E. Schmidt y licenciado José G. Heredia, encomendando al primero algún puesto de Hacienda en la capital de Durango y empleando al segundo en trabajos compatibles con su profesión, ya sea en Chihuahua, en Coahuila, Nuevo León o Tamaulipas. II. Hacer entender al señor gobernador Riveros, de manera que no admita duda, que la Primera Jefatura, lejos de pretender atentar contra la soberanía de Sinaloa, está dispuesta a sostener a aquel Gobierno, por todos los medios a su alcance. En la correspondencia que se dirija a dicho Gobierno, se procurará imprimir un marcado sello de cordialidad, de manera que en cada uno de sus actos, se advierta la buena disposición de que se hallan animadas, así la Primera Jefatura como las demás oficinas de ella dependientes, para con aquel Gobierno. III. Efectuar presión moral, lo más insensible y políticamente posible, a fin de que el señor gobernador Riveros se rodee de gente sana; bien intencionada; de criterio lo suficientemente lúcido, amplio y equilibrado, para que pueda percibir con precisión exacta la situación actual de Sinaloa y de sus hombres; dotada de la penetración suficiente para comprender virtualmente las orientaciones de la Revolución, vinculada en su Primera Jefatura, y, por último, que muestre capacidad para encauzar la administración de Sinaloa por el carril de aquella misma política. Tal es mi humilde y personalísima opinión, salvo la ilustrada y altísima de los superiores, en el asunto en cuestión. Si todo esto puede realizarse, creo que quedará conjurado el actual conflicto, que se presenta para un futuro más o menos cercano en Sinaloa. Saltillo, Coah., junio 11 de 1914. (Sin firma.)

“Carranza y Villa frente a frente a través de los hilos telegráficos”. La ruptura del Primer Jefe don Venustiano Carranza, con Villa, según el general Darío W. Silva, villista. [A. I. F., F9-15-IV.]

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HISTORIA DE LA REVOLUCIÓN CARRANZA Y VILLA FRENTE A FRENTE A TRAVÉS DE LOS HILOS TELEGRÁFICOS Las históricas conferencias al ocurrir la ruptura con el jefe de la División del Norte. Carranza se coge de un pelo para tratar de eliminar a Villa, a quien sostienen en el mando sus generales. Una insistencia digna de la testarudez que usaba el Primer Jefe en todos sus actos. ¿Quién tenía la razón y obraba con verdadero patriotismo? Por el general Darío W. Silva Estando Carranza lo mismo que Villa, en sus respectivas oficinas telegráficas, la conferencia principió: GENERAL VILLA “Saludo a usted afectuosamente. No puedo auxiliar al general Natera antes de cinco días, porque el movimiento de tropas no se puede hacer antes de ese plazo, señor. ¿Quién les ordenó a esos señores fueran a meterse a lo barrido sin tener seguridad del éxito completo, sabiendo usted y ellos que tenemos todo para ello? El problema que usted me pone es difícil, por lo siguiente: Primero. Que Robles está en cama. Segundo. Que mandando a Urbina con la gente, no congeniaría con Arrieta y no podría hacer nada en esta forma. Ahora, dígame usted, señor, si al salir yo con la División de mi mando voy a quedar bajo las órdenes de Arrieta o Natera y si tomo las plazas para que ellos entren. Seguramente que al entrar a una plaza como ésa, si las fuerzas de dichos generales cometen desórdenes, estando yo allí no lo permitiré, y, en esta forma, creo que todos los pasos que damos, vamos para atrás, sírvase decirme cómo vamos a hacer. Ahora, si usted cree que estorbe en sus movimientos a la División que forman los antes dichos generales y quiere que alguna persona tome las fuerzas de mi mando, desearía saber quién es ella, para que si la juzgo apta y capaz para que cuide de ellas como yo mismo, está bien, pues yo hago a usted esta observancia con el único fin de cuidar mis soldados y como soldado más fiel que

rodea a usted. Sírvase contestarme sobre estos puntos lo que a bien tenga.” PRIMER JEFE “Retorno a usted afectuosamente su saludo y espero me comunique el objeto de la conferencia que acaba de solicitar. Ordené a usted antes de ayer, mandara tropas a reforzar al general Natera que ataca Zacatecas, por convenir así a las operaciones y porque con el refuerzo que ordené creo que es bastante para que se tome aquella plaza. El general Natera y sus jefes me manifestaron cuando estuve en Sombrerete, que con las fuerzas del general Arrieta que uniera a las de aquéllos, podría tomar Zacatecas y más se afirmaron en esta creencia cuando unidas dichas fuerzas derrotaron las guarniciones de los pueblos inmediatos a aquella ciudad, haciendo se reconcentraran a ella los federales que escaparon y otras guarniciones que no combatieron. Empezado el ataque a Zacatecas, han tomado las posiciones de Guadalupe, las Mercedes y las próximas al Grillo, habiendo sido rechazados al intentar tomar La Bufa y la Estación. No es tiempo ahora de censurar a dichos jefes porque sin estar seguros del éxito atacaron Zacatecas, pues ellos, lo mismo que usted, están inspirados en el deseo de contribuir al triunfo de la causa y adquirir del enemigo los elementos de guerra que con tantas dificultades podemos introducir ahora. Usted ha sufrido también un error semejante cuando atacó Chihuahua y después de algunos días de combate tuvo usted que retirarse. Tampoco habría usted tomado Torreón si no hubiera yo ordenado que se pusieran bajo sus órdenes los generales Robles, Contreras, Urbina y fuerzas del general Arrieta bajo el mando del general Carrillo y algunas otras fuerzas bajo el mando de jefes de inferior graduación, y así como ordené que todos esos jefes con sus fuerzas cooperaran con usted para atacar al enemigo y obtener los triunfos que usted ha obtenido, he creído conveniente ordenar ahora que parte de las fuerzas que están bajo sus órdenes pasen a reforzar al general Natera para el auxilio en el ataque a Zacatecas. Por lo expuesto comprenderá usted que no trato de que vaya usted a ponerse bajo las órdenes del general Natera, sino que una parte de sus fuerzas operen con él en la toma de la plaza y se expedite el camino para el paso de usted al Sur. No es necesario ni creo conveniente la separación de usted del mando de las fuerzas que están ahora bajo sus órdenes; pero si tuviera que tomar tal determinación, procedería como debiera en bien de la causa y del Ejército Constitucionalista que me honro en mandar como Primer Jefe. Espero que haciendo a un lado cualquiera consideración que no tenga importancia y allanando los obstáculos que se presenten para que salga el refuerzo, moviendo sus fuerzas sobre Zacatecas, que con las primeras que mandaran, unidas a las que están atacando, tomarían dicha plaza. Indicaba a usted que al mando del refuerzo fuera el general Robles, tanto porque no tendría dificultades con el general Natera, como por el conocimiento que tiene del terreno en que se va a operar; pero estando enfermo el general Robles, podría ir el general Benavides, el general

Ortega, el general Contreras o cualquiera de los jefes que usted creyera conveniente. El general Natera me dice que podrá sostenerse dos días más en las posiciones. Durante ese tiempo empezarían a llegar los refuerzos y no se perdería lo que ya se tiene conquistado. El auxilio del general Natera procederá usted a mandarlo, avisando al citado general la salida y probable llegada del refuerzo, a Zacatecas. El P. J. V. Carranza.” GENERAL VILLA “Estoy resuelto a retirarme del mando de la División. Sírvase decirme a quién le entrego.” PRIMER JEFE “Aunque con verdadera pena, me veo obligado a aceptar se retire usted del mando de jefe de la División del Norte, dando a usted las gracias en nombre de la nación, por los importantes servicios que ha prestado usted a nuestra causa, esperando pasará usted a encargarse del Gobierno del Estado de Chihuahua. Antes de designar el jefe a quien usted debe entregar las fuerzas, sírvase usted llamar inmediatamente a la oficina telegráfica de esa Estación en donde Ud. se encuentra, a los generales Ángeles, Robles, Urbina, Contreras, Aguirre Benavides, Ceniceros, J. Rodríguez, M. Herrera, Ortega, Servín y Máximo García, y una vez reunidos espero se servirá avisarme, pues espero aquí. El P. J. del E. C. V. Carranza.” Adviértase cómo todo el pensamiento del general Villa en la conferencia puede condensarse en esta pregunta: ¿Por qué, señor Carranza, si le he demostrado mi capacidad para vencer al enemigo y si Zacatecas está en trayecto que yo debo recorrer naturalmente, por qué no me permite que la División de mi mando, toda entera, se encargue de esa empresa? El pensamiento capital que campea en la respuesta del señor Carranza, es simplemente éste: No tengo que dar a usted explicaciones. Son órdenes dadas y mis órdenes no se discuten. Yo sé lo que hago. Ante esta actitud incomprensible del Primer Jefe, el general Villa, antes de provocar un rompimiento y con el rompimiento un daño inmenso a la Revolución, lacónicamente le responde: “Estoy resuelto a retirarme del mando de la División; sírvase usted decirme a quién la entrego”; inmediatamente, con la instantaneidad de la corriente eléctrica que hacía funcionar el aparato eléctrico, y como quien teme que se le escape una oportunidad que no volverá a presentarse, el señor Carranza responde al general Villa que con verdadera pena acepta su renuncia, le da las gracias en nombre de la nación y espera que vaya a encargarse del Gobierno de Chihuahua.

Un compañero de armas que estaba presente pinta en estos términos aquella crisis: “No es tiempo ahora de describir la escena que se desarrolló en la oficina del general Villa inmediatamente después de terminada la conferencia. Ese momento histórico fue tan imponente, que nos sentimos emocionados al recordarlo; basta decir que hombres barbados y jóvenes viriles, lloraban enternecidos por la magnitud del conflicto. Todos comprendían la trascendencia de lo acaecido y hubo un general que, frunciendo su ceño y mirando hacia arriba como queriendo encontrar una solución rápida a la crisis, hiciera gesticulaciones tan notables, que el general Villa al verlo le dijo: ‘No tenga usted cuidado, ya sabe que somos patriotas y nuestra obligación es cumplir con nuestro deber.’ ” Convocados por el general dimitente, al siguiente día nos reunimos los suscritos y en medio de una escena patética nos expuso el resultado de la conferencia, invitándonos a que nombrásemos otro jefe en su lugar. Al mismo tiempo recibimos un telegrama del Primer Jefe con el mismo objeto. Estábamos frente a un gran problema; no comprendíamos cómo el señor Carranza pudo decidirse a aceptar al general Villa su renuncia cuando esto podría acarrear inmensos males; lo juzgamos obra de un apasionamiento momentáneo, y en lugar de aceptar la resolución extrema que varios de nuestros compañeros proponían, de retirarnos todos de la División, no se desesperó y triunfando una vez más la prudencia, se dio contestación a dicho telegrama en una forma respetuosa. El siguiente, es el texto de ambos telegramas: CUARTO TELEGRAMA “De Saltillo a Torreón, junio 13 de 1914. Señores generales Ángeles, Robles, Urbina, Contreras, Aguirre Benavides, Ceniceros, T. Rodríguez, Orestes Pereyra, J. Rodríguez, Herrera, Ortega, Servín, Almanza, Máximo García y Rosalío Hernández: Saludo a ustedes afectuosamente. Después de una conferencia que acabo de tener con el señor general Villa, ha hecho dimisión del mando de las fuerzas como jefe de la División del Norte, que está bajo sus órdenes y, habiendo yo aceptado su dimisión, he llamado a ustedes para que con el carácter de jefe interino de la expresada División, me indiquen el jefe que entre ustedes deba sustituirlo. Sé que el general Urbina está ausente y que el general Robles se encuentra enfermo; a éste pueden comunicarle el objeto con que he mandado a reunir a ustedes y que, por escrito, remita su opinión. Si hubiera en ésa algún otro general de quien no tuviera yo conocimiento, cítenmelo ustedes inmediatamente, para que concurra a la Junta. Creo que el señor general Villa estará presente; impónganlo ustedes del contenido de este mensaje. El P. J. del E. C., V. Carranza.” CONTESTACIÓN

“De Torreón a Saltillo, junio 13 de 1914. Señor don Venustiano Carranza. Le suplicamos atentamente reconsidere resolución respecto a la aceptación de la renuncia del señor general Francisco Villa como jefe de la División del Norte, pues su separación de dicha jefatura en los actuales momentos sería sumamente grave y originaría muy serios trastornos, no solamente en el interior, sino también en el exterior de la República. Toribio Ortega. E. Aguirre Benavides. M. Herrera. R. Hernández. S. Ceniceros. M. Servín. José Rodríguez. T. Rodríguez. M. Almanza. F. Ángeles. J. I. Robles. T. Urbina. C. Contreras. O. Pereyra. M. García. Manuel Medinaveytia. Coronel Raúl Madero.” Desde ese instante renació la tranquilidad de nuestro ánimo conturbado, porque nunca creímos que seríamos desoídos; pero estábamos equivocados: lo que juzgamos en apasionamiento momentáneo, resultó ser lo que es la característica en todos los actos del señor Carranza: una irritante obstinación idiosincrática que, con tal de llegar a su objeto, no vacila en sacrificar todo. No se puede pensar otra cosa al leer la respuesta que dio a nuestra atenta súplica. Hela aquí: QUINTO TELEGRAMA

“De Saltillo a Torreón, junio 13 de 1914. Señores generales Toribio Ortega, Aguirre Benavides, M. Herrera, R. Hernández, S. Ceniceros, M. Servín, José Rodríguez, M. Almanza, F. Ángeles, J. I. Robles, T. Urbina, C. Contreras, O. Pereyra y M. García: Al aceptar al señor general Villa la dimisión que ha presentado del mando de la División del Norte, he tomado en consideración las consecuencias que su separación pudiera traer a nuestra causa. Por lo tanto, procederán ustedes luego a ponerse de acuerdo acerca del jefe que he dicho me indiquen debe sustituir al señor general Francisco Villa en el mando de la División del Norte, para que inmediatamente proceda enviar el refuerzo a Zacatecas que ya le había yo ordenado. Atentamente. El P. J. del E. C., V. Carranza.” A pesar de todo, nuestro deber era no desesperar aunque ya había motivos para ello; pero también era de nuestro estricto deber evitar que se cometiera un error de tal magnitud. De esta suerte, después de una madura discusión, juzgamos que lograríamos nuestro objeto imprimiendo un nuevo sesgo a nuestra petición, como puede verse por la siguiente CONTESTACIÓN “De Torreón a Saltillo, junio 13 de 1914. Señor don Venustiano Carranza:

Podríamos, siguiendo al señor general Villa en su proceder, dejar el mando de nuestras tropas, disolviendo por ello la División del Norte; pero no debemos privar a nuestra causa de un elemento de guerra tan valioso. En consecuencia, vamos a convencer al jefe de esta División para que continúe la lucha contra el Gobierno de Huerta, como si ningún acontecimiento desagradable hubiera tenido lugar y amonestamos a usted para que proceda de igual manera, con objeto de vencer al enemigo común.” Las mismas firmas. Vano empeño; lo que más preocupaba al señor Carranza no era derrotar por cualquier medio, en Zacatecas, al enemigo, para llegar cuanto antes a las puertas de la capital; sino que no le tocara derrotarlo a la División del Norte, pues así convenía a sus personales intereses, y porque para él estaba demostrado que todo peligro cede en importancia ante la simple perspectiva de que su autoridad, que la cree inviolable, infalible y absoluta, llegue a ser disminuida en lo más mínimo. [Incompleto. Copiado de la Revista Dominical de La Prensa. “CARRANZA DICTADOR”]

Carta del señor José Ortiz Rodríguez, fechada en Saltillo, Coah., dirigida al licenciado Isidro Fabela, Encargado de la Secretaría de Relaciones Exteriores, exponiéndole los servicios que prestó al movimiento revolucionario, y su actuación como diputado al Congreso de la Unión, durante el período de 1912-1914, y por último, renunciando al empleo de abogado consultor de dicha Secretaría de Estado, por los ataques que le dirigió el Gral. Alfredo Breceda. [A. I. F., F9-35-15.]

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Saltillo, Coah., 13 de junio de 1914. Señor licenciado Isidro Fabela, Encargado del Despacho de la Secretaría de Relaciones Exteriores del Gobierno constitucionalista. Presente. Señor de mi distinguida consideración y fino amigo: Ruego a usted excusarme si lo distraigo de sus graves atenciones con esta carta que con toda pena y sólo en fuerza de la necesidad me veo en el caso de dirigirle; y para lo que, estimándolo necesario, me permito exponer estos antecedentes: Alejado absolutamente de la política de mi país, en 1910 y en exclusivo servicio de mi pueblo me retiré por completo del ejercicio de mi profesión de abogado para dedicarme a fomentar con dinero de mi peculio y con mis servicios personales la Revolución en Michoacán contra el régimen porfirista, como lo saben, entre otras personas, los entonces jefes de ella y el coronel Rafael Amezcua que sirvió a las órdenes del jefe Moya que operó en la región de Zacatecas y otros lugares y persona bien conocida del hoy Primer Jefe del actual movimiento señor don Venustiano Carranza. Terminado ese movimiento militar continué absolutamente dedicado a la campaña política y a la organización del partido liberal en Michoacán, como consta a todo mi Estado y a los políticos de México que entonces figuraron en la labor de las elecciones presidenciales y vicepresidenciales de la República, y del Gobierno de Michoacán, campañas ambas a las que contribuí gustoso, porque lo estimaba un bien para mi patria, con más de $25 000.00 de mi peculio. Electo diputado al Congreso de la Unión para el período de 1912-1914, como jefe del elemento liberal de la Diputación michoacana, de modo activo estuve siempre del lado del pueblo, del Gobierno y de los principios revolucionarios, los cuales defendí y a cuyos servicios estuve hasta el instante mismo en que fue depuesto el Presidente de la República, pues me encontré en Palacio al verificarse la aprehensión.

Ejecutada ésta, ese mismo día salí de México a procurar contra el usurpador una coalición de los Estados y de los gobiernos de las entidades de Michoacán, Guerrero, Colima, Jalisco y Guanajuato, la cual no pude lograr, no por falta de empeño, sino por causas que no son del caso mencionar. Fracasado en mi intento, volví a México como por el 25 de febrero de 1913 a ponerme de acuerdo con los diputados renovadores sobre la conducta que debíamos seguir en la lucha por la libertad; pero como ya entonces estábamos en una pequeña minoría, alrededor de sólo 40 representantes, cuyos nombres puedo dar, vimos que no contábamos con los otros que hasta la víspera habían sido renovadores y formaban la mayoría, que carecíamos de recursos pecuniarios para salir de México e incorporarnos en la Revolución y nos persuadimos de que si nos separábamos de la Cámara, serían llamados nuestros suplentes, quienes, por sus antecedentes políticos, en su mayoría estarían de modo incondicional a las órdenes de Huerta, sin que hubiésemos obtenido otra cosa que robustecer al usurpador; por esto me vi en la necesidad de permanecer en el Congreso, en donde continué afiliado a los que ahí mantuvimos la causa de la Revolución. Por mí puedo y debo decir que estimando ilegal y atentatorio el Gobierno de hecho de la traición, ni voté la renuncia del Presidente ni Vicepresidente ni jamás di mi voto aprobatorio a proyecto o iniciativa emanados del usurpador, por más que algunos no hayan tenido necesarias ligas ni con la guerra ni con la política. Ataqué siempre los presupuestos huertistas, principalmente en el ramo de Guerra; y después de haberlo hecho desde el principio contra todo elemento porfirista o del cientificismo, voté contra las credenciales de los diputados Aurelio Canale, Rodolfo Reyes y Jorge Vera Estañol; y en la tribuna ataqué duramente la del secretario de Huerta, señor Canale, a pesar de la amenaza del ministro Lozano de denunciarme al general Huerta como su enemigo. Rechacé el cohecho de este ministro, quien a cambio de mi amistad que me pidió para el llamado Gobierno, me ofreció para mí y para un hermano mío los gajes y emolumentos que yo indicase. Fui el autor de la iniciativa de aplazamiento de elecciones presidenciales de septiembre último, en la cual con argumentos estadísticos y numéricos, que a duras penas logré obtener de la Secretaría de Estado, demostré que legalmente no podrían funcionar la mitad más una de las casillas electorales de la República, con la mira de dar tiempo a que la Revolución armada llegara a México de evitar aquella burda farsa a fin de que cuando el constitucionalismo triunfase, no se encontrara con la dificultad de un poder viciado, pero cubierto con el manto sangriento de legalismo. En la época del porfirismo defendí al pueblo de Morelia, interponiéndome entre la inerme víctima y su verdugo el teniente coronel Lauro G. Guzmán. En Michoacán con el ingeniero Ortiz Rubio organicé el batallón de voluntarios “Matamoros”, compuesto de trescientas plazas, del cual fui nombrado mayor y cuyo armamento conseguí del señor presidente Madero.

Durante la decena trágica desempeñé comisiones del Gobierno; y desde la caída de éste procuré ponerme en contacto con los revolucionarios de la capital, como consta a los diputados Alardín, Luis M. Rojas, Manuel Méndez, Munguía Santoyo, López Jiménez, Francisco de la Peña y otros; a los jefes revolucionarios de Michoacán, Gertrudis Sánchez, Amaro, Castrejón, Hernández y otros; a los señores ingenieros Alberto Pani, Manuel Robles Rosas, y al propio C. Primer Jefe le consta que desde mayo del año pasado le envié por conducto del citado ingeniero Manuel Robles un memorándum, en que le detallé la situación militar de Michoacán, mencionándole: el número y condición de nuestras fuerzas alzadas en armas allí, la aptitud y condición moral de sus jefes, la carencia de municiones y armas, la necesidad de enviarles un auxilio de ellas al punto, de la costa michoacana sobre el Pacífico, por donde podría hacerse un desembarco de las mismas, y los grandes recursos pecuniarios que la Revolución obtendría si con tales elementos se procuraba y lograba la captura de las ricas plazas de Morelia, Maravatío, Zinapécuaro, Pátzcuaro, Uruapan, Zamora, Cotija, Jiquilpan y Sahuayo. El propio Primer Jefe, el señor don Adolfo de la Huerta y el mismo señor Alfredo Breceda al presentarme ante ellos en Juárez y en Chihuahua, les pedí que se equipara una expedición armada a Michoacán y les ofrecí que iría con ella en calidad de soldado o con la comisión que a bien tuviesen conferirme. Por último, desde la disolución del Congreso, que en gran parte creo motivada por la iniciativa de aplazamiento de elecciones, sufrí en la Penitenciaría de México prisión de cinco meses y medio, en donde se me trató con el rigor que se hizo sentir a los más enemigos del huertismo; y lograda mi libertad vine luego a presentarme al C. Primer Jefe, quien después de haber servido yo gratuitamente en su Secretaría de Gobernación, donde hice un trabajo estadístico y una traducción en lo conducente al castellano de noticias de la prensa americana, francesa, italiana y mexicana, se sirvió agraciarme con el bien honroso nombramiento de colaborador: de abogado consultor de la Secretaría de Relaciones Exteriores, en donde, entre otras labores, he hecho un estudio de la cuestión internacional, como consta a usted y al señor Iglesias Calderón. Con estos antecedentes, con toda pena, por el decoro y modestia, pero por defensa del honor que es lo que más debe cuidar el pobre y el que como buen mexicano quiera dejar un nombre limpio a sus deudos, no he podido menos que sentirme honda y penosamente lastimado por el discurso, que en la velada verificada anoche en el teatro de esta ciudad, pronunció el señor don Alfredo Breceda, comprendiéndome en el número de los diputados indignos o cobardes y de los buscadores de altos empleos y como emanados de uno de los secretarios particulares, de un miembro del Estado Mayor del C. Primer Jefe y de persona que por su contacto con él y con su política, no puedo menos que estimar como apoyados, o cuando menos, conforme con el sentir del de dicho jefe. Por este motivo, aunque con toda pena, me veo en el caso de renunciar mi puesto

y de alejarme, no de la Revolución en donde y con la cual están mis anhelos, mis ideales, mis energías todas y a cuyo servicio como revolucionario de corazón estaré siempre y en cualquier tiempo y lugar, sino de este cargo en que tan honrado y animoso me sentía, pues a menos que dicho C. Primer Jefe tenga a bien desautorizar, en lo que concierne a los aludidos pocos miembros de esa Representación Nacional y a mí que hemos luchado en la escasa medida de nuestras facultades y medios, por la libertad, los derechos del pueblo y el constitucionalismo, creeré que no se me estima digno de colaborar al lado del derecho, de la justicia y de la reivindicación del pueblo de mi país; y me retiraré a un país extranjero. Ruego a usted se tome la molestia de dar cuenta con esta carta al repetido C. Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, cuyas superiores órdenes espero, y con toda consideración y respeto tengo el honor de suscribirme de él y de usted su atto. y S. S. que E. S. M. José Ortiz Rodríguez

Informes rendidos por el señor Roberto V. Pesqueira, a don Venustiano Carranza, sobre las actividades subversivas de los generales Francisco Villa, Felipe Ángeles y José María Maytorena. [A. I. F., F944-XXII.]

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El Paso, Texas, 21 de junio de 1914. Señor don Venustiano Carranza. Saltillo, Coah., Méx. Muy distinguido y fino amigo: Aprovecho el viaje de nuestro buen amigo el señor ingeniero don Alberto Pani, para escribirle. No lo había hecho antes porque desde a raíz de recibir su última carta he estado todos los días proyectando ir a verlo; pero las cosas aquí se han venido complicando más y más, y no me ha sido posible realizarlo. La primera noticia de la insubordinación de Villa y los otros generales, la tuve por medio de un telegrama de Alfredo Breceda, en que me transcribe uno de usted, para el licenciado Zubaran comunicándole lo acontecido y poco después la información que recibí aquí, al regresar de mi viaje a Nogales, relativa a la aprehensión de los empleados de Hacienda, Gobernación, etc. Todo esto no ha sido para mí una sorpresa, pues lo he venido esperando desde hace mucho tiempo, pero lo que sí me llena de asombro, y no puedo menos de expresárselo, es la falta absoluta de sus noticias, que me ha tenido en una ignorancia absoluta y vergonzosa de los acontecimientos. No creo por ningún motivo que la falta de comunicación de usted para mí se deba a que dude de mi actitud, y por lo tanto, no hallo a qué atribuirla, pues la última vez que tuve el gusto de hablar con usted, me consideraba como su agente confidencial en los Estados Unidos, y no encuentro consecuencia entre mi posición y su silencio absoluto. Rumores de todos los rumbos e informaciones más o menos venenosas que han dado a la luz los periódicos locales, es lo único que hemos tenido para orientarnos en este dificilísimo trance; pero los hechos, con su brutal elocuencia, vienen a decirnos algo concreto y fatal: que algún jefe ha desconocido su deber y dado, por lo menos, en Juárez, un cuartelazo, pues la aprehensión de los empleados de usted, etc., sólo con ese nombre puede designarse. Declaraciones del general Villa para todo el mundo y a todas horas, dicen que es leal y que obedece a usted: que no ha habido ningún rompimiento y otras muchas cosas que a nadie convencen. Ayer envié a usted copia de mis comunicaciones para él y de su contestación. Hasta estos momentos no he tenido contestación para mi último mensaje en el que categóricamente le pido la libertad de los citados empleados y la devolución de los fondos de la Tesorería, habiendo reducido mi actividad a calmar a la prensa local y “soplar” a la prensa de otros lugares algunos

detalles, por lo que pueda suceder. La actitud de los representantes de Villa en ésta es perfectamente insidiosa y cargante, y de no esclarecer este asunto luego, tendré que exhibirlos y decirles quién es quién. No he obrado en tal sentido, debido a que desconozco por completo los incidentes y estoy temeroso de que mi acción pudiera entorpecer los planes de usted. En su grata a que al principio aludo, me indica que precise las personas que se encuentran a su lado, cuya labor reputo inconveniente y que cite hechos concretos. Estoy dispuesto a cumplir con ese deseo de usted, que juzgo deber mío, pero creo que las circunstancias actuales son de tal gravedad, que no deben ocupar nuestra atención otras cosas que las que tiendan a salvar esta crisis. Además, quizás para estas fechas varias de esas personas a quienes me referí en mi carta anterior, hayan demostrado ser lo que realmente son y quedado en el lugar que les corresponde. Su telegrama para el licenciado Zubaran, del que también he hecho mención en estas líneas, me dice de su actitud serena y firme, y espero que de alguna manera, no sé cómo, obligará a esos mal aconsejados jefes a que vuelvan al cumplimiento de su deber; pero lo que me parece imposible es cómo pueda realizarse esto con la presencia en las fuerzas, del general Ángeles, cuya actitud, según sé, es de lo más reprobable y enormemente perjudicial para la causa. Para mí me parece enteramente claro que estos desgraciados incidentes tienen en gran parte su origen en la perfidia de Maytorena y los suyos, pues la tolerancia que se ha tenido con ellos ha permitido el contagio. Lo que pasa en Sonora, es sencillamente vergonzoso. Creo que de no solucionarse esto de una manera radical y definitiva, seguirá el mal germinando quién sabe hasta qué extremo. Usted conoce acá a la mayor parte de las personas y por lo tanto no necesito decirle cómo ha estado cada quien en presencia del actual conflicto; pero entre quienes más me han ayudado en él, aparte de mis empleados, están el ingeniero Pani y los licenciados Belden y Amador. Como siempre, el periódico El Paso del Norte, leal y honrado. De Sonora, todos nuestros amigos a la altura de las circunstancias, y espero que otro tanto pasará en los demás Estados. Espero asimismo que se obre un milagro en las empañadas conciencias de esos descarriados, y que usted haga todos los esfuerzos y sacrificios posibles para llegar a un entendimiento y no perder la única y última esperanza de la Revolución para redimir a nuestra desdichada tierra que ha soportado ya tantos sacrificios. Por demás está decirle que cumpliré con mi deber, y que haré todos los esfuerzos posibles por el triunfo completo de nuestra causa. Como de costumbre, le envía sus mejores saludos su muy atento amigo y afectísimo servidor. R. V. Pesqueira

Telegrama de don Venustiano Carranza fechado en Monterrey, N. L., transcribiendo al licenciado Rafael Zubaran Capmany la aclaración hecha al director del periódico New York Herald, en el sentido de que la Revolución constitucionalista se ha sostenido desde su iniciación con los recursos nacionales y que no ha recibido ninguna ayuda pecuniaria de Gobiernos o ciudadanos extranjeros. [A. I. F., F944-XVI.]

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Monterrey, N. L., junio 29 de 1914. Señor licenciado Rafael Zubaran. “The Burlington”. Washington, D. C. Su atento mensaje cifrado ayer. Por esta vía dirijo al director del New York Herald, siguiente mensaje: “Sé que en el periódico que usted dirige se han publicado artículos que dicen el movimiento constitucionalista está ayudado por el Gobierno de los Estados Unidos con objeto de beneficiar determinadas negociaciones americanas en México. En las líneas nacionales el Gobierno mexicano conservará la representación que en ellas tiene, y esta Primera Jefatura del Ejército Constitucionalista no reconocerá ninguna operación que se verifique con relación a dichas líneas; si en tal operación no estuviere debidamente representado el Gobierno constitucionalista. Deseo hacer saber, con motivo de los artículos publicados en el New York Herald, que el Gobierno constitucionalista, que represento como Primer Jefe de él, no tiene compromisos ningunos con el Gobierno de esa nación, ni con ningún otro, que no ha recibido ninguna ayuda pecuniaria de gobiernos o ciudadanos extranjeros y que desde la iniciación de la presente lucha, se sostiene y se sostendrá hasta el fin con recursos únicamente nacionales.” Transcríbolo a usted para su conocimiento y publicidad. Salúdolo. V. Carranza

Artículos publicados en el periódico El Renovador. La Revolución es la Revolución, licenciado Blas Urrea. (Licenciado Luis Cabrera.) “Éste es el general Francisco Villa.” Habana, marzo de 1914. José Santos Chocano. “Proclama del general Francisco Villa”. Coahuila, 1º de junio de 1914. [A. I. F., F9.]

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ÉSTE ES EL GENERAL FRANCISCO VILLA Gran instante: La vengadora mano del general Francisco Villa va a estrechar la mano de don Venustiano Carranza. “La unión hace la fuerza”. Cuando se cierra el poema edénico y la justicia expulsa para siempre a los estigmatizados, colócase en las puertas del Paraíso como custodia de la entrada prohibida, un ángel fuerte, recio, musculoso, con espada flamígera en la mano. Esta espada de castigo y de defensa, disciplina hoy su desnudez reverberante dentro de la apretada diestra del general Francisco Villa… El ángel exterminador en este juicio final de cuantos traicionaron a Juárez, a Lerdo de Tejada, a Madero, no tienen por cierto salpicada su vestidura con sangre de justos ni de inocentes. “El pueblo amasa con manos rojas su libertad”, dijo un poeta de cuyo nombre no puedo acordarme; y el general Francisco Villa en su pueblo arranca de lo más hondo de su raza y encarna el espíritu dolido de doce millones de hombres a quienes la dictadura y el cacicazgo no quisieron nunca dar tierras ni libros. El retrato de Francisco Villa pone ante los ojos del observador la frente que el ventarrón de las acometidas ha de sacudir en el combate, a veces; el mechón napoleónico, una mirada aquilina, punzante, irresistible, como la que esgrimía a manera de su mejor arma, el gran Simón Bolívar, una boca propicia para soplar una de las trompetas que derribaron las murallas de Jericó, como la de Dantón en el gesto de sus exaltaciones tribunicias. Frente napoleónica, mirada bolivaresca, boca dantoniana: interesante es la tal cabeza, que pudiera ilustrar cualquier página de los Orígenes de la Francia contemporánea. Decididamente, hay que admirar a este hombre. Está tocado por el Misterio. ¡Está vestido por el Milagro! ¡Está solicitado por la Gloria! Vociferarán en torno de él todos los vientos de la injuria (que me son familiares); y entre tanto él combate, yo canto… Con dos tercios de español, y un tercio de indio (ello también es mi orgullo), este hombre; ayer misterioso, hoy milagroso, mañana (si él lo quiere) glorioso, tiene orígenes que los enemigos despechados ponen en lenguas de difamación. Y bien sé de tal leyenda… Si insignificantes los pueblos que no tienen historia, anodinos los hombres que no tienen leyenda… El señor don Pedro Calderón de la Barca encontraría en la leyenda de este hombre motivos para un drama vibrante y justiciero que podría titularse, ya

“El hijo del alcalde de Zalamea”, ya “El hermano vengador de su honra”… Cuando el apóstol Madero emprende su obra, allí está a su lado este hombre. ¿Bandolero llámanle sus enemigos? Haga Dios que me tengan por bandolero del ideal, que no por caballero de la traición, ni sacerdote del fraude… El general Francisco Villa, luchando cara a cara por la libertad de su pueblo, no ha de merecer el concepto histórico que De la Barra explicando en las cancillerías extranjeras, explicando los asesinatos cobardes de Huerta, o que el arzobispo Mora coronando Rey de México a Cristo, para hacerle aparecer como cómplice de la tiranía. En el balance histórico, muy otro habrá de ser el concepto en que se tenga a este hombre, pues que en táctica estratégica, toda la ciencia militar es ciencia infusa, sabiduría innata, instinto en acción. Mas como Hombre aparecerá como una fuerza de la Naturaleza. Vestido por el Milagro está, asimismo no hay duda que está tocado por el Milagro-Misterio. Madero ha triunfado; Orozco, el Judas de la Redención, le traiciona, Madero envía contra Orozco a Huerta, pero le acompaña Villa… Villa y Huerta entenderse, ¡absurdo! Huerta y Orozco entendidos sí están. En la faz de Huerta ha de arder aún la bofetada de la mano de Villa… Huerta naturalmente resuelve fusilarlo; Villa es encapillado; pero un telegrama de Madero Presidente lo salva. Cómo ha de acordarse Huerta, ahora más que nunca, de la bofetada de Villa. ¿Otro milagro? Villa está preso; pero por pocas semanas; días, horas antes de que Huerta traicione y asesine a Madero, el prisionero se escapa. ¡Oh! si Huerta le encuentra aún entre rejas, después de la traición y del doble asesinato con que se asalta el poder… ¡Oh! si la oportunidad, como un hada benéfica, no le abre las puertas de la prisión a Villa… ¿Qué opina de esto el arzobispo Mora? ¿El providencialismo de este hombre invita a contemplarle con respeto? Quién sabe. ¿Sábele él mismo acaso? ¿Sabremos algún día de las fuerzas ocultas en nuestras propias fuerzas? ¡Misterio!… ¡Milagro!… El profundo sentido religioso de las vidas humanas, impone silencio. ¡Difamadores, insultadores, vociferadores, silencio! El general Villa está tocado por el Misterio; está vestido por el Milagro… ¿Está también llamado por la Gloria?… Cuando a Bolívar le acusaban de querer ceñirse la corona imperial de Sudamérica, contestaba tranquilo y sonriente: Soy Libertador… Los que ignoran que más importante que la vida es el alma, los que padecen del epicureísmo de ambicioncillas deleznables; los que no piensan que Napoleón fuera más grande si no hubiera traicionado a la Libertad; los que se olvidan de un libro a la vez muy viejo y muy nuevo que se llama la Historia; los que carecen del instinto de la Eternidad; todos esos infrahombres; deformes de espíritu, menguados de pensamiento; paupérrimos de corazón, insinuarán siempre al oído de este o aquel héroe, el mal consejo de la serpiente: “Comed de esta manzana y seréis como dioses”, manzana de la tentación, manzana de la discordia… de fábula a fábula va

una misma enseñanza. Como la intriga se suele disfrazar de adulación; como los que calumnian el pasado del general Villa, se anticipan a calumniar su porvenir; como sé que cuando se tienen garras también se pueden tener alas, escribo estas líneas cálidas, por sinceras, que se escapan de mi pluma quién sabe si dictadas por un oculto espíritu, que dice el Apóstol Madero. Hay algo más grande que el poder: la Gloria. El que ha vencido a todos, es más grande todavía si se vence a sí mismo. Hombre ayer misterioso, hoy milagroso, y mañana glorioso; éste es el general Francisco Villa. José Santos Chocano Habana, marzo de 1914 PROCLAMA DEL GENERAL FRANCISCO VILLA ¡Al pueblo Mexicano! ¡Compatriotas!: Se me ha informado que nuestros enemigos, esos mismos hombres que están afiliados al partido de la traición, por medio de intrigas en el extranjero, han usado mi nombre y exaltado mis merecimientos militares con el objeto de hacerme aparecer poseedor de ambiciones que no tengo, a fin de crear disensiones y discordias entre los constitucionalistas. Desde que estuve al lado del señor Madero en 1910, sosteniendo con las armas en la mano los principios democráticos de un Gobierno Constitucional que México desea establecer con el objeto de que ese pueblo nuestro, que fue tan cruelmente explotado sobre todo durante la dictadura de Porfirio Díaz, conquistara el puesto que le corresponde, hasta hoy que aún me encuentro peleando para aplastar la traición de Huerta y sus cómplices, siempre creo haber demostrado mi lealtad a la República y a los ideales de mi pueblo. Si la victoria me ha acompañado, no se debe sólo a mi acción personal, sino antes bien, al valor, patriotismo y disciplina de mis compañeros de armas. Y ahora que el éxito de la causa constitucionalista parece asegurado, cuando la sangrienta y brutal dictadura de Huerta comienza a tambalearse ante la fuerza invencible de nuestras tropas, y ante la voluntad del pueblo; y ahora que este pueblo está próximo a lograr ponerse en condiciones de ejercer su justicia soberana, solemnemente declaro que no tengo más ambición que lograr el éxito de nuestros principios, ni más interés que contribuir al establecimiento de un Gobierno democrático y justo, emanado de la voluntad del pueblo y el cual llevará a término todas las reformas necesarias para

fundar un nuevo régimen sobre las bases de igualdad, verdad y justicia para todos; la rehabilitación de las clases desheredadas de las que han sufrido tantas miserias, vergüenzas y persecuciones; y por último, para establecer un Gobierno estable que atienda a cualquier peligro que lastime la soberanía y la integridad de la nación. Estoy convencido de que tenemos que hacer a un lado nuestros propios intereses y ambiciones con el fin de constituir un gran partido constitucional que tenga coherencia y uniformidad de miras e ideas tan aproximadamente perfecto como el pensamiento humano pueda concebirlo, con el propósito de asegurar para el pueblo, después del triunfo por medio de las armas y del restablecimiento de la paz, el derecho de votar a sus mandatarios públicos; y cualquiera que obre de otra manera, en estos momentos o que procure sembrar la discordia con el objeto de despertar emulaciones indebidas o que murmure, ambiciones torcidas a los oídos de los jefes constitucionalistas, será visto como traidor a la causa de la libertad. Así, pues, declaro positivamente, en la forma más contundente que no toleraré que mi humilde nombre se use de bandera de discordia y digo a todos aquellos que se atrevan a usarlo, los consideraré como ENEMIGOS MÍOS Y DE LA PATRIA Cuando el pueblo mexicano, después de haber hecho tantos sacrificios de sangre y de dinero en defensa de sus inalienables derechos, logre restaurar finalmente sus perdidas libertades, ese mismo pueblo sabrá conducirse en consonancia con un nuevo estado y así vivirá para que las generaciones venideras puedan tener siempre ante sí un ejemplo, de admiración y patriotismo. Francisco Villa Coahuila, junio 1º de 1914 ¡OJO! SON POLICÍAS SECRETOS Son policías los empleados siguientes, de los trenes eléctricos de México: Conductores números: 2540, 2578, 2816, 2228, 2840, 283 [sic], 2848, 2882, 3136, 3176, 3520, 3542, 3572, 3648, 3882, 3994, 3828. Motoristas números: 2017, 2027, 2171, 3131, 3187, 2203. Inspectores números: 28, 102, 107, 201, 288, 289. [El Renovador].

Artículos publicados en El Renovador. La Revolución es la Revolución, licenciado Blas Urrea. (Licenciado Luis Cabrera.) “Don Venustiano Carranza se niega a hablar sobre la evacuación en Veracruz”. “El problema financiero”. “El asunto de los españoles”. “El problema agrario”. “Ni un soldado federal”. “Nuevo ejército, etc., etc.”. [A. I. F., F9.]

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DON VENUSTIANO CARRANZA SE NIEGA A HABLAR SOBRE LA EVACUACIÓN DE VERACRUZ Interesante entrevista con el jefe de los revolucionarios. —Toda la propiedad raíz será revaluada. Un Banco Nacional. No habrá soldados forzados ni jefes abyectos. —“Mi primer acto oficial cuando instale mi nuevo Gobierno en Saltillo, será disponer que se haga un avalúo exacto de toda la propiedad existente en México” — esto me dijo hoy don Venustiano Carranza. Nos hallábamos sentados en su carro privado, rodeados de los miembros de su nuevo Gabinete, y mientras el tren pasaba por las ruinas de estaciones y de puentes, que a manera de esqueletos descamados permanecen como testigos mudos del vandalismo que ha estado asolando a México durante los últimos cuatro años, me concedió la entrevista que me ha hecho andar algunos cientos de millas por caminos montañosos para lograrla. —Hasta hoy la carga principal de los impuestos ha sido llevada por el pobre — continuó el Primer Jefe del movimiento constitucionalista. —Cuando yo era Gobernador del Estado de Coahuila, hice un avalúo de la propiedad situada en la municipalidad de Saltillo. Mis cálculos dieron la suma de sesenta millones de pesos, lo cual es exactamente cincuenta veces mayor que la cantidad que ha sido antes la base para el cobro del impuesto. Descubrí el hecho de que las chozas de los pobres se encontraban valorizadas en su máximo costo, mientras que las mansiones de los potentados tenían ridículos avalúos, de cifras verdaderamente insignificantes. —Los puestos del mercado público, en donde el peón vende la bandeja de frutas y verdura, tenían tal recargo de impuestos que producían a la municipalidad rentas muy superiores a las rendidas por el comercio en mayor escala, en el cual se habían invertido capitales miles de veces superiores. SE REFORMAN LOS IMPUESTOS

—¿Debo entender por esto que usted intenta inaugurar el método progresivo de impuestos que, habiendo quitado la carga al pobre, será soportado todo por el rico? —le pregunté. —No, ése no es por ahora mi propósito. Continuaremos imponiendo una cuota fija de impuestos, y eso independientemente de que se trate de causantes pobres o ricos. El método progresivo que se ha establecido en los EE.UU., conforme a la reciente ley sobre impuestos, no lo autorizan nuestras leyes y antes de adoptarlo tendremos que estudiarlo a conciencia. Esto es un problema que deberá ser resuelto luego que la paz se restablezca. EL PROBLEMA FINANCIERO —El problema financiero es en mi concepto uno de los más urgentes con que México debe enfrentarse —le dije—. ¿Cómo se propone usted darle solución? ¿Cree usted conseguir dinero en los mercados extranjeros? —No espero encontrar dificultad alguna sobre este particular —contestó— una vez que lleguemos a la capital. Por ahora no tenemos necesidad de efectivo; fabricamos todo lo que nos hace falta. —Pero ¿qué es lo que garantiza la moneda financiera que usted y los gobiernos de Sonora, Chihuahua, Durango, Sinaloa y Coahuila están emitiendo con tanta profusión? —La ley bajo la cual se emite esa moneda garantiza ésta con todos los recursos de la nación mexicana. Sin embargo, todavía no se resuelve el método y tiempo de su redención. Después de que la paz sea un hecho se le prestará todo el cuidado que merece a este asunto. —¿Y qué sucederá respecto de los vales federales con los que Huerta ha estado pagando a sus tropas? —No tienen valor alguno. Mi primer acto como jefe del movimiento constitucionalista, fue declarar nulos y de ningún valor todos y cada uno de los actos del usurpador. NO SE PAGARÁN EMPRÉSTITOS HUERTISTAS —¿Y eso comprenderá también los tratos internacionales que han sido celebrados, lo mismo que las concesiones otorgadas a extranjeros, tales como las del “rey británico del petróleo, Lord Cowdray?” —Sí, comprende todo acto desde que se traicionó al presidente Madero. A su debido tiempo hicimos la advertencia, y toda persona o nación que ha contratado con Huerta, sabrán a sus propias expensas que el traidor no ha tenido autoridad ni poder para obligar a la nación mexicana, ni financieramente ni de otro modo cualquiera.

—¿Y qué sucederá en cuanto a las reclamaciones de extranjeros por daños a la propiedad, sufridos por causa de cualesquiera de los partidos contendientes? ¿Cuándo se pagarán? —Eso todavía no ha sido resuelto. Nosotros estamos dispuestos a reconocer nuestra responsabilidad para con los extranjeros tratándose de daños que puedan ser demostrados a satisfacción; pero el asunto de pago debe aplazarse por algún tiempo. EL ASUNTO DE LOS ESPAÑOLES —¿Qué habrá de hacerse respecto de los españoles que han sido desterrados por Villa y otros jefes militares? —Los que no hayan tomado una participación ilegal en la política de México podrán retornar y tendrán una protección absoluta, tanto en sus personas como en sus intereses. —El programa del constitucionalismo no autoriza la confiscación. El gran Benito Juárez dijo: “El respeto al derecho ajeno es la paz”. Nosotros nada confiscaremos, ni aun las propiedades de nuestros declarados enemigos. Hay determinadas personas que dicen tener título de inmensas porciones de terreno que han adquirido ilegalmente. Pues bien, los relativos serán sometidos a la acción de los tribunales competentes. EL PROBLEMA AGRARIO —Pero entonces, ¿cómo va el Gobierno a adquirir la enorme extensión de terrenos que necesita para distribuirlos entre los 16 millones de habitantes que tiene México? —Respecto a este punto, ha entrado usted en un problema bien difícil. Si hubiera necesidad de medidas enérgicas para mejorar las condiciones agrarias, será asunto que deberá ser estudiado por personas de reconocida pericia y de la manera más cuidadosa, cuyas recomendaciones e ideas tendrán que ser tomadas en cuenta en la correspondiente legislación. A este asunto ha de dársele acción inmediata, tan luego como sea posible. En donde haya necesidad de terreno para ser distribuido, allí lo obtendremos sin pérdida de tiempo. La cuotización [sic] para el impuesto de propiedades sin desarrollo o sin cultivo, dará por resultado, mecánicamente, el que los grandes terratenientes las vendan. —Por lo demás, queda siempre el recurso de la expropiación. Se ha dado demasiada importancia al problema agrario: es interesante, en verdad, mas también es cierto que no constituye sino uno de los múltiples males que el pueblo mexicano ha sufrido. Ni el zapatero ni el peluquero querrían abandonar sus respectivos establecimientos para dedicarse en persona al cultivo de un lote de tierra, por ignorar de qué manera hacerlo. Será necesario que el nuevo régimen ayude tanto al

habitante de la ciudad como al del campo. Las reformas habrán de ser generales. Se trata de una Revolución Social. La de Madero fue meramente política: él luchó por el Sufragio Efectivo y la No Reelección. Las necesidades del pueblo, créame usted, son mucho más hondas. NI UN SOLDADO FEDERAL —¿Qué hará usted con los hombres que ahora están combatiendo a su lado? —¿Va usted a emprender la construcción de caminos carreteros y vías férreas para proporcionarles trabajo después del triunfo de su causa? —Eso dependerá de si al terminar la lucha hay más hombres sobre las armas de aquellos que se necesitan para formar el nuevo pie de ejército. El antiguo Ejército Federal será dado de baja; ninguno de ellos será conservado. Todos cuantos persistieron en su tarea innoble de defender al usurpador serán sumariamente juzgados conforme a la ley del 25 de enero. Los que a tiempo se rindan recibirán amnistía, pero siempre serán privados de sus derechos de ciudadanía por el término de 5 años. Y, sin excepción, todos aquellos individuos que tomaron parte en el traidor cuartelazo de la ciudad de México, recibirán el riguroso castigo a que se hicieron merecedores. NUEVO EJÉRCITO —Pero ¿cómo va usted a formar su nuevo ejército? Los únicos individuos que tienen capacidad técnica para dar instrucción, a los nuevos oficiales, son los miembros del ejército regular que han estudiado en Chapultepec y han estado sosteniendo a Huerta. ¿Hará usted venir militares hábiles de los Estados Unidos o de otros países? —Tendremos siempre gente competente en donde quiera. —Por eso no es un problema de importancia inmediata y podremos dejarlo en descanso por ahora. EL TALÓN ORO —Volviendo al asunto financiero, ¿por qué no acepta usted dinero constitucionalista en pago de derechos de importación? —Porque nuestros productos exportados se pagan en oro y no existe dificultad alguna para el exportador en pagar sus derechos en la misma moneda. —¿No le parece a usted un mal negocio imponer derechos sobre artículos que, al ser vendidos fuera de México, traen al país en compensación moneda extranjera? —Eso podría ser una verdad tratándose de tiempos normales en los que nuestros

productos superen a nuestro consumo; pero, hoy por hoy, es indiscutible gravar la importación con impuestos a fin de impedir que nuestros productos salgan del país. SE ESTABLECERÁ UN BANCO FEDERAL —¿Qué otras reformas tiene usted en proyecto? —Hay tanto que hacer, que apenas sé cómo pueda dar contestación a su pregunta. He designado comisiones para estudiar la mayor parte de los problemas que se enfrenten, y luego que aquéllos rindan los informes relativos, tendré algo más que decir a usted. Por ahora, diré a usted algo sobre un asunto especial: Tengo el proyecto de establecer un Banco Nacional, que será el único al cual se permita la facultad de emitir billetes. Su emisión quedará absolutamente garantizada con depósitos de metales preciosos en el Tesoro Nacional. Existirá, además, otro Banco Nacional también en lo referente a su campo de acción cuya especialidad será facilitar dinero en préstamos a pequeños agricultores. Con relación a los muchos bancos de concesión que ahora existen, supongo que la mayor parte de ellos tendrán incapacidad para satisfacer sus responsabiidades a causa de las exacciones de numerario que el traidor Huerta les ha impuesto últimamente, y, con toda probabilidad, desaparecerán. —La expansión de los ferrocarriles es también materia muy importante. Existen en la actualidad varias líneas férreas cuya construcción ha sido paralizada a causa de la guerra. Su construcción deberá activarse todo cuanto sea posible, y con suma rapidez, especialmente tratándose del F. C. Kansas City-México y Oriente, que corre desde la frontera norte hasta el Océano Pacífico y el ramal de las líneas Nacionales de Durango y Sinaloa. La terminación de esas vías herradas hará mucho en favor del desarrollo de los Estados costeños que hoy se hallan casi aislados del resto de la República. —Asimismo tengo el propósito de hacer que todas las leyes existentes en México se pongan en vigor de una manera estricta. Mientras es una verdad que son necesarias muchas reformas legislativas, la dificultad principal estriba en que hasta ahora no se ha observado y cumplido debidamente la ley y de hoy más, la justicia deberá ser impartida con toda imparcialidad. Las escuelas serán multiplicadas. —He enviado a Nueva York a un observador bastante inteligente para el estudio de los procedimientos americanos empleados en sus servicios municipales, tales como el de policía, saneamiento, &, &. Otro perito se halla estudiando administración y legislación de ferrocarriles. LA EVACUACIÓN DE VERACRUZ —¿Cuándo saldrán de Veracruz las tropas americanas? ¿Tiene usted algún arreglo

con Washington sobre este asunto? —Nada tengo que decir por ahora sobre el particular. Mi opinión ya la expresé y no tengo nada que agregar, especialmente hoy que se están llevando a término las negociaciones de paz, pues sería demasiado ocioso hablar. — He sabido por conducto de uno de los individuos más allegados a usted que el Presidente prácticamente ha prometido entregar la ciudad de Veracruz al primer cuerpo de ejército constitucionalista que se aproxime y que pueda demostrar aptitud en la protección de los intereses extranjeros. ¿Esto es cierto? —Rehuso contestar. —También han llegado a mí noticias, por conducto de otro de los consejeros de usted, que los procedimientos de mediación en Niagara Falls no tienen en realidad más objeto que dar a usted tiempo para su avance hacia el Sur, salvando de esta manera a los Estados Unidos de la necesidad de internarse más allá de Veracruz. ¿Es cierto esto? —Nada más tengo que decir —y recargándose en el respaldo de la silla, el Primer Jefe de la Revolución comenzó a hacer reminiscencias personales indicando con esto que había terminado la entrevista. NI TUMBA TENDRÁ HUERTA EN MÉXICO —Un momento, general —le interrumpí—. ¿Quiere usted decirme lo que piensa hacer con Huerta si llega a caer en su poder? Carranza soltó una estridente carcajada y su alegría fue coreada por el concurso de miembros de su Gabinete, que nos rodeaba. Luego dijo: “He recibido mil cartas cuando menos de todas partes de la República, conteniendo sugestiones respecto de este asunto —me contestó—. La más popular parece ser la de que Huerta sea aprisionado en una jaula, privándolo de ingerir alcohol y exhibirlo en esa forma por todo el país.” —Pero, en serio, general, ¿qué se propone usted hacer con él? —el Primer Jefe frunció el ceño: “Recibirá el castigo que merece por sus crímenes —dijo en tono sombrío—. Pero… ¡huirá como un cobarde…!” —Y sus cenizas serán llevadas fuera… arrojadas al mar o esparcidas a los cuatro vientos… —después, dirigiéndose a uno de sus secretarios, dijo solemnemente—: México no puede dedicar una sola pulgada de su suelo para que en ella reposen los restos mortales de semejante traidor… G.B. Nota de la Redacción. En próximo número comentaremos algunas de estas declaraciones.

La Idea Libre, periódico político y de información verdaderamente independiente. Director: J. M. Paine. Tomo I, Núm. 2. Artículos: “Al pueblo mexicano”. “Conducta de los generales Lucio Blanco, Álvaro Obregón, Buelna y Diéguez”. [A. I. F., F9.]

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AL PUEBLO MEXICANO El grupo de conservadores bandidos que se han adueñado del poder de la nación, como han decidido explotar la situación basta el último momento, aprovechando los días que puedan sostenerse en el puesto para robar lo más posible, alentados por su ambición y con esperanzas efímeras, con tal fin engañan al pueblo y a sus pocos partidarios con una interminable serie de embustes, entre los que figuran las llamadas conferencias de paz, mandando a algunos reputados científicos a los Estados Unidos del Norte con el pretexto de informar, pero en realidad para entorpecer o demorar la acción de las negociaciones. En vista de la actitud del Primer Jefe de la Revolución y obedeciendo sus órdenes, las divisiones constitucionalistas que operan en el sur y centro de la República, van a reconcentrarse a los alrededores de la capital para establecer un sitio distancia, con el objeto de impedir la fuga de los autores y responsables de la triste situación en que atraviesa la gran familia mexicana; sostendremos esa posición mientras llega la suficiente artillería para proceder al ataque y toma de esta capital a fin de que todos los causantes de las desgracias que afligen a nuestra amada patria respondan ante la República entera y ante el mundo civilizado que nos contempla, de sus horrendos crímenes; pero como la Revolución aunque severa, quiere ser justa considerando: que si el pueblo de esta ciudad no ha reaccionado castigando la infamia de sus opresores, ello se debe al estado de abyección en que lo sumergió el régimen porfirista, al que tuvo que soportar de una manera inmediata, y, por lo tanto, es más inconsciente que culpable. La Junta Revolucionaria, deseando que las clases populares no sufran los horrores del sitio y ataque de la capital, les previene que abandonen la ciudad a la mayor brevedad a fin de que sólo quede en ella Huerta y sus defensores. Junta Revolucionaria de Puebla y Tlaxcala Julio 1º de 1914 CONDUCTA DE LOS GENERALES LUCIO BLANCO, ÁLVARO OBREGÓN, BUELNA y DIÉGUEZ

Entre las acertadas disposiciones que los generales legalistas han dictado al tomar las importantes poblaciones jaliscienses, Sayula, La Barca y Ameca, hicieron un llamamiento a todos los propietarios de los importantes minerales que abarca esa rica zona invitándolos a reanudar los trabajos, para no dificultar los medios de vida de millares de obreros que esas negociaciones ocupan. Los referidos generales llevaron el convencimiento al ánimo de los industriales de restablecer el trabajo, y esto se ha hecho ya, reinando en los puntos que los constitucionalistas dominan la más completa tranquilidad. SERVICIO TELEGRÁFICO ESPECIAL PARA “LA IDEA LIBRE” Aguascalientes, julio 1º. Medina Barrón ha recibido órdenes de defender esta plaza, a cuyo efecto viene de Querétaro el cabecilla Caraveo con refuerzos. ¡Pobre gente! Tehuacán, junio 30. De Tlaxcala vendrá a ésta el huertista Guillermín para auxiliar a los dispersos ex federales derrotados en la línea de aquí a Esperanza. Tuxtla Gutiérrez, julio 1º. Los huertistas residentes aquí, no se atreven a atacar a las fuerzas constitucionalistas que se han apoderado de “La Reforma”, donde derrotaron a los ex federales. Cuernavaca, junio 30. En el campamento “El Parque” fue derrotado el huertista Manuel Cázares y los “pelones” que de aquí salieron con objeto de recuperar “El Parque” fueron abandonados por su cabecilla Ortiz y por el médico Quevedo. Cuernavaca, julio 1º. Se carece de noticias del cabecilla huertista Joaquín Castellanos y sus hordas. Pachuca, julio 1º.

Para dar una idea de la honradez con que se preparan las llamadas elecciones convocadas por el Gobierno (?) huertista, a continuación envío el mensaje que el polizonte Feliciano Hernández, con fecha 24 del pasado dirigió al sanguinario Blanquet: “Para dar lleno a tan honrosa comisión ha conferídome ese Ministerio próximas elecciones estaré aquí, votantes este municipio bien dispuestos, en todo caso a acatar órdenes más y más en cuanto elección”, respetando fórmula que nuestro Gobierno envíe. “Ruégole con encarecimiento se sirva darme instrucciones para así ilustrar partidarios y poder para ejercer jurisdicción” ante esta presidencia municipal. Huelgan los comentarios a la honradez de elecciones… Salina Cruz, junio 29. Atareados andan por aquí los sicarios de Huerta pretendiendo conseguir que algún vapor transporte de Acapulco mil hombres para reforzar las decaídas guarniciones del Itsmo con objeto de evitar que los constitucionalistas se apoderen de esta vía como de la del ferrocarril de Veracruz al Pacífico, cuya interrupción evitaría a Huerta y sus sicarios la adquisición de petróleo para el tráfico de trenes militares y les cerraría por completo la única salida de que disponen para escapar en su vergonzosa huida, que se sabe preparan por dicha vía. Aguascalientes, junio 30. Por mensaje que Alonso dirigió a Venegas, jefe de trenes militares en México, se ve claramente la desmoralización que cunde en las flageladas hordas huertistas, pues entre otras cosas, el autor del mensaje dice, que todos creen pertinente abandonar Aguascalientes en atención a la falta de elementos y que si se abandonara en estos momentos pudiera ser que les fuera fácil salvar la mayor parte de los escasos elementos con que cuentan, así como la conservación de la vía hacia el Sur, tanto para poder escapar como para recibir auxilios. N. de la R. Al dar Huerta orden de combatir en Aguascalientes, huelgan los comentarios acerca del éxito de los ex federales. Teziutlán, julio 1º. Muy en breve será tomada la ciudad de Pachuca por las fuerzas legalistas. Estamos aún en espera de los partes detallados de las victorias de Velasco en Torreón, de Medina Barrón en Zacatecas y de la heroica campaña de Olea y socios en Guerrero. ¿Estarán aún saboreando el triunfo?

Periódico El Renovador. La Revolución es la Revolución. Licenciado Blas Urrea (licenciado Luis Cabrera). Artículos: “Empleados y artesanos que trabajáis en instituciones del Gobierno, escuchad”. “Los vampiros se preparan”. [A. I. F., F9.]

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EMPLEADOS Y ARTESANOS QUE TRABAJÁIS EN INSTITUCIONES DEL GOBIERNO, ESCUCHAD: El Dictamen, de Veracruz, de fecha 15 de junio próximo pasado, os hace cargos muy duros a propósito del uniforme que portáis, y de la ofensa que con ese uso resulta a lo que él llama “residuos de militares pundonorosos”. Y a fe que tiene razón, a lo menos como trata el asunto, en principio. Lo que menos dice es que sois una manada de imbéciles, cobardes, serviles y traidores. Tiene razón, porque desgraciadamente existen y han existido siempre entre el numeroso personal que trabaja en instituciones dependientes del Gobierno, desde el simple barrendero de la vía pública hasta el empleado más encumbrado de las Secretarías de Estado, un gran número de ganapanes sin criterio, y sin más orientación que las prebendas del presupuesto. Y es necesario que reflexionéis un poco sobre los cargos que os hacen, no por los peligros de la censantía a que se refiere el articulista de El Dictamen, pues eso no es más que ver la cuestión por su parte superficial y baladí; sino por algo más hondo y trascendental, por la responsabilidad que contrajísteis ante la civilización y ante la historia con vuestra actitud de simple pasividad. Desde la administración de Porfirio Díaz ingresasteis al servicio público, tal vez sin más aspiraciones que las de devengar un sueldo con honradez y laboriosidad, para subsistir. La protesta oficial que hicisteis expresa o sobrentendidamente, de cumplir y hacer cumplir la Constitución Federal, promesa única que se os exigió, ratifica vuestro compromiso de servir a la nación y no a personalidad alguna, mucho menos a la del usurpador Huerta. Si después la docilidad y sumisión se convirtieron en pusilanimidad y hasta en servilismo; si la constante subordinación destruyó todo principio de independencia y aun la noción más rudimentaria del carácter, culpa es del Gobierno y de todas las demás influencias sociales a que habéis estado sometidos de entonces a la fecha, principalmente la de la prensa; de esa prensa que, teniendo por deber la difusión de las ideas renovadoras y edificantes, pervirtió con su inmunda labor de mercantilismo todo esfuerzo de iniciativa particular, aniquiló cuanto desarrollo de civismo patrio se iniciara en su presencia, con tal de agradar al tirano y tener siempre a su alcance las bondades oficiales; y después, ante las amenazas del usurpador, se vendió miserablemente a la soldadesca pretoriana, o se escabulló para resurgir en zonas neutrales haciendo alardes de obra regeneradora y

viril. No debe preocuparos la cesantía con que os amenaza El Dictamen de Veracruz ni la miseria que ella podrá traer aparejada, pues la Revolución es de alma socialista; se está operando por el pueblo, por ese pueblo que reclama extensos campos de acción para el trabajo y para la vida, y que por eso exigirá y abrirá a la actividad de todos los habitantes del territorio mexicano las riquísimas fuentes de producción nacional que hasta ahora han estado cerradas, o que tan sólo han aprovechado a los preferidos. De suerte que si en el movimiento revolucionario viene imbíbito el propósito de una renovación total de toda la Administración Pública, lo cual debe ser así para que pueda reorganizarse sana y vigorosamente el régimen gubernamental de la nación, con esa necesidad imperiosa viene también el deseo vehemente de impulsar con decisión e inteligencia y en la mayor amplitud posible, la explotación de las fuentes de riqueza natural, el desarrollo de los múltiples ramos de la industria, la multiplicación de las diversas esferas de actividad humana que con ellos se relacionan, de tal manera que faltarán hombres para poner en marcha la nueva y magna obra de nuestra vida industrial y comercial, desde la clase de los simples braceros hasta la de los operarios técnicos y empleados administrativos; y en esta vasta escala de labor progresista tendrán cabida forzosamente todas las personas de buena voluntad para la lucha por la subsistencia, empeñosa y fructífera. La Revolución, según los pedantes acomodaticios, es devastadora solamente, y ya debe ser sustituida por la Evolución; pero la Revolución según los hombres de 1910 que hasta la fecha la están llevando a cabo, es destructora y constructora a la vez; destruye las administraciones viciosas y criminales de los opresores del pueblo, y edifica sobre sus escombros desde luego nuevas instituciones con bases liberales y progresistas como lo viene haciendo ya en los Estados del Norte y del Sur que ha ganado al llamado Gobierno Federal. No se propone, pues, tan sólo destruir, sino también edificar; y con respecto a los ciudadanos, su grande anhelo no es pulverizarla, como parece entenderlo el articulista de El Dictamen, sino restituirlos en la amplia posesión de todas sus libertades e impulsarlos por las corrientes de bienestar y prosperidad para formar un pueblo fuerte y una nación culta. Habrá que acabar con los opresores y sus partidarios, evidentemente; pero ser empleado de la Administración Pública no es ser opresor o partidario de los opresores, por más que en el mayor número de casos actualmente concurran ambas condiciones en un mismo individuo; casos que, dicho sea de antemano, es necesario determinar con precisión para no confundirlos con el tipo inofensivo de la clase sana y meramente trabajadora. Y si vosotros, los servidores de la nación, por vuestra calidad de empleados, dados los vicios que los hombres del poder han dejado arraigados en el mecanismo de la Administración Pública, habéis sido víctimas de ese medio, tenéis ahora, por lo mismo, algunas exculpantes de vuestra conducta de pasividad, entre ellas las de la

propia fuerza de las costumbres y la del trabajo sucio de toda la prensa de información. Mas no por eso sois irresponsables de vuestra actitud y ojalá que nunca lo seais, porque eso sería un mal síntoma de vuestra honorabilidad y cultura; sois responsables de inclinar a diario la cerviz para que la soldadesca usurpadora siga haciendo de vuestras personas instrumentos inconscientes de sus felonías; tenéis la responsabilidad de vuestra indolencia para observar la necesidad urgente que tiene el país de una renovación administrativa que lo encauce por senderos de sólida prosperidad y mientras no deis pruebas de un criterio recto y de algún sentimiento de civismo patrio, la prensa más o menos connotada de cualquiera parte, se creerá con el derecho de llamaros, como El Dictamen, imbéciles, cobardes, serviles y traidores, y si a esta gran altura de tensión que ha alcanzado el descontento público, no reaccionáis en pro de la Revolución, un estigma de oprobio y de maldición cubrirá para siempre vuestros nombres. Ya sabéis que el usurpador Huerta está por declarar la guerra a los Estados Unidos del Norte; que las fuerzas formadas a golpes de leva, están derramando su sangre en todas partes a donde él las envía para oponerse al empuje santo de la Justicia; que los constitucionalistas del Norte avanzan ya triunfantes hasta Aguascalientes y San Luis Potosí; los de Oriente, dueños de todas las Huastecas, ya tienen sus avanzadas frente a Querétaro, Pachuca y Tlaxcala; los de Occidente dominan ya en Tepic, Jalisco, Michoacán y Colima; y los del Sur, dueños de todo el Estado de Guerrero, de todo el de Morelos, de una gran parte de los de Oaxaca y Puebla, se encuentran posesionados también de la Serranía del Ajusco, a las puertas del Distrito Federal, como soberbia amenaza de represalias dirigida al usurpador, cual éste jamás la habrá sentido en toda su infame vida. Y muy pronto, caídas en poder constitucionalista las plazas de Puebla y Querétaro, revolucionarios de todas las regiones del territorio mexicano cercarán en la capital metropolitana a los últimos restos de la soldadesca traidora y asesina. Ya sabéis que Huerta hace la guerra a los americanos más por estrategia de su política que por patriotismo alguno, ni el más atrabiliario que darse pueda; pues ha jurado doblegarse al Gobierno de la Casa Blanca antes que rendirse a la Revolución; y para desarrollar este final de su trágico programa necesita carne de cañón. Todavía le quedan pueblos donde organizar (?) fuerzas por medio de levas, y ya veis que hasta en automóviles recluta combatientes. Mas de todos modos, los empleados y trabajadores de la Administración Pública, que ascienden a más de veinte mil personas, entre hombres y mujeres, en la proporción de dos terceras partes de aquéllos por una de éstas, es decir, unos trece a catorce mil hombres útiles, a los perversos fines del falso mandatario, no están ejercitándose en movimientos militares para figurar decorativamente en las avenidas de la ciudad, sino para servir de trincheras al mismo usurpador en los momentos supremos de su postrer esfuerzo. Así es que muy pronto tendréis que salir a combatir al enemigo de Huerta, constitucionalista o intervencionista, si antes no tomáis una actitud que os releve de

tan desastrosa comisión y a la vez que os reivindique de los cargos que se os hacen. La actitud que necesitáis tomar puede ser ofensiva o solamente defensiva. Esta última forma es quizá la más a propósito porque está al alcance de todos, hombres y mujeres, jóvenes y ancianos: consistiría sencillamente en alejaros de vuestros puestos de trabajo, oficina, taller, escuela o sitio público cualquiera; consistiría en una huelga general que suspendiera todos los servicios públicos que tenéis encomendados, para expresar al mundo entero que mientras se trataba de prestar servicios a la nación, fuisteis dóciles, sumisos y aun serviles, pero que en tratándose de sostener en el poder a un hombre que lo asaltó villanamente hasta derramar la sangre de los ciudadanos ilustres que la nación había ungido con el voto unánime del pueblo, no estáis dispuestos a obedecer. Y una vez tomada esa determinación, ¿qué puede suceder?… ¿La cesantía y la miseria?… Pronto estaréis en ellas de un modo o de otro mientras la fuerza del derecho no reconquiste el poder, pues a la fecha no se os paga más que con fondos defraudados descaradamente al comercio y a la banca, y esto ya no puede prolongarse por más tiempo. Si la huelga no os pone a salvo de las garras pretorianas, ni fuere suficiente para reivindicaros ante la Revolución, recurrid a las armas, que ésta las proporciona con abundancia; pues ya veis que al usurpador no le quedan más que unos cuantos desesperados que le rodean, incapaces de luchar si les faltan las grandes masas de carne humana acumuladas por el inicuo reclutamiento para servirles de trincheras; ya veis que toda la clase de tropa está hastiada de tanta ignominia que le cometen sus malvados capataces; y por eso se está sublevando en todas partes; ya veis que la sociedad entera, excepto la clase de ambiciosos palaciegos, la canalla de científicos rapaces, y los monigotes dueños de conciencias, simpatiza con el movimiento revolucionario; ella espontáneamente os proporcionará elementos de subsistencia y de combate, en caso necesario; y veréis, en fin, que el mismo gremio femenino que comparte con vosotros las labores diarias, ese contingente de cinco mil y tantas mujeres, jadeantes de sublime anhelo patrio, sabrán compartir también el peligro para preparar sonrientes la victoria. ¡Éste es el momento! Si lo aprovecháis, habréis logrado vuestra reivindicación ante la conciencia de los pueblos cultos; y si no lo aprovecháis, la responsabilidad por vuestra apatía será incalculable. LOS VAMPIROS SE PREPARAN El éxodo comienza. Los actores de esa compañía de farsantes de que se compuso la actual administración, se alejan impunemente, llevando tras de sí su negra historia de crímenes. Un rayo de ira enciende las almas honradas, al ver que esos hombres sellados con el estigma de la maldición, cargan el dinero con que la infamia llenó sus bolsillos.

José M. Lozano, que tanto alarde hizo de valor en tiempo del señor Madero, se aleja cobardemente, y su alma sanguinaria y feroz no tendrá ya víctimas que sacrificar. Huerta, el traidor, se irá también. El miedo que caracteriza a los metropolitanos les impide que detengan al tirano. Se irá Huerta por más que la imbecilidad, la abyección, la desvergüenza y el servilismo de los seudodiputados les hagan soñar que otra vez proclamarán Presidente de la República al Iscariote del 22 de febrero. La Revolución está a las puertas de México. Ella debe seguir su avance firmemente, por más que Huerta y sus secuaces pretendan detenerla; no ya con las armas sino con humillantes súplicas. Los actores de esta gran comedia de sangre y bandidaje, que ha venido representándose desde febrero de 1913, quieren entrar en arreglos con los constitucionalistas. ¡Qué desfachatez: hoy que la Revolución es hercúlea y que tiene estrangulada a la hidra ya enclenque del huertismo, el huertismo pide que se transe, como si la mano honrada y vencedora pudiera estrecharse con la mano asesina y vencida! ¡Huerta, como la mayoría de los tiranos, fue insolente cuando se creyó un Bonaparte, y hoy tiembla de pánico, al ver acercarse la hora en que subirá al patíbulo! Los parásitos asoman ya sus caras halagüeñas, para decir a la Revolución: yo estuve contigo. Ellos, que aplaudían al dictador porque les daba un mendrugo de pan, hoy le vuelven las espaldas y se preparan a lamer las botas de los vencedores. Los valientes de última hora comienzan a censurar la administración huertista; a señalarle sus defectos. Qué ¿acaso no los vieron antes? Cuando se necesitó que hablaran para precipitar la caída del monstruo, entonces la cobardía selló sus labios; y hoy que el monstruo está vencido, sueltan sus asquerosas lenguas, antes aduladoras, para que se vea que ellos también cooperaron al triunfo del constitucionalismo… Pero no. Que los acomodaticios, los vampiros, los parásitos, pierdan toda esperanza; la experiencia nos dice que debe formarse un cementerio político, con esa raza maldita de girasoles. ¡Se hará un noventa y tres!

Carta del señor Roberto V. Pesqueira, fechada en El Paso, Tex., informando al general Álvaro Obregón, de la situación en el Estado de Sonora, por la labor de corrupción llevada a cabo por el general José María Maytorena. Trata también de la defección del general Francisco Villa. [A. I. F., F9-44-XIX-(1).]

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[Copia] El Paso, Tex., julio 5 de 1914. Señor general don Álvaro Obregón, jefe de la División del Nordeste. Jalisco. Estimado Álvaro: Sin ninguna de tus gratas a qué tener el gusto de hacer referencia, van estas líneas en manos de nuestro mutuo amigo Carlos Plank, para llevarte con mis mejores saludos alguna información de lo que pasa por acá. Me he empeñado en que vaya Carlos a verte porque considero estarás muy escaso de noticias y creo que te son indispensables para la marcha de tu campaña. Además me preocupa la falta de noticias telegráficas, pues te he dirigido varios mensajes en los últimos quince días, sin haber recibido contestación a ninguno de ellos y otro tanto me dice Pancho Elías que le ha pasado con los suyos. Creo, pues, que en alguna parte, Hermosillo o Maytorena, están interrumpiendo la comunicación contigo. Sé que el jefe te mandó copia de las conferencias habidas entre él y los generales de la División del Norte en Torreón, y Carlos te contará los detalles últimos sobre ese escandaloso asunto. En estos momentos se están llevando a cabo en Torreón unas conferencias entre los delegados del señor Carranza y los del general Villa, tendientes a llegar a un acuerdo y restablecer la armonía tan necesaria en las actuales circunstancias. No sé positivamente qué resultado tendrán dichas conferencias, aunque lo cierto es que los reportes que están llegando de Torreón acerca del particular, son de lo más favorable y halagador. Mi firme creencia es que mientras existan al lado del general Villa nada menos que los dañinos elementos de la “porra” y del “ernestismo”, unidos y conspirando al lado de dicho jefe en contra de todo y de todos, no resultará nada bueno. Yo conozco muy bien a todos esos elementos: Aguirre Benavides, Lázaro de la Garza, etc., y sé que todos ellos están hábilmente aleccionados por el general Ángeles, y hay más, según la voz popular, con el definitivo objeto de hacerlo a él el jefe y dueño de la Revolución. Los móviles y objeto de esto te son bien conocidos. La situación en Sonora se complica cada vez más y más y la labor de

prostitución y de corrupción llevada a cabo por Maytorena y por los científicos, se está extendiendo en alarmantes proporciones. Creo que es un deber imperioso de todos procurar la redención del pobre Estado de Sonora y prevenir el mal en el de Sinaloa, que parece ya se está contagiando o ya está contagiado de la gangrena. Maytorena y los suyos no paran mientes en las armas de que hacen uso en nuestra contra y así se explica que estén moviendo a los yaquis, provocando huelgas en Cananea, buscando complicaciones exteriores, en fin, todo. Mi parecer es que mientras no se arreglen las dificultades entre el jefe y Villa tu marcha al Sur es innecesaria y la juzgo muy comprometida, pues es seguro que las fuerzas de Huerta, al ver la suspensión de las hostilidades por el Centro, llevarán todos los elementos de que dispongan a Guadalajara, para detener tu avance. Creo, pues, que deberías volver con tropas suficientes a Sinaloa y Sonora, para liquidar y despejar de una vez para siempre una situación tan comprometida y peligrosa como es la de esos Estados, pues parece que las fuerzas de Alvarado, con su consentimiento o sin él, se han dejado minar completamente por Maytorena, y creo que la presencia de tropas sanas en número suficiente para tomar esa plaza, vendría a solucionar el conflicto de Sonora, y tú podrías llevarte después las contaminadas, o esparcirlas por el territorio del Estado, en persecución de los yaquis; pero evitando ese núcleo político-militar tan peligroso: Maytorena. Tenemos en Laredo dos millones de cartuchos para ti, pero dadas las condiciones de las tropas en Sonora, es muy peligroso enviarlos, y he creído conveniente, de acuerdo con Elías Calles, dejarlos allí hasta que me digas cómo podríamos mandar ese parque. Están también en camino unas quinientas armas, dos ametralladoras y municiones que pedimos para Elías Calles. Creo que llegarán muy pronto. Te ruego que a la mayor brevedad y por la vía telegráfica me hagas conocer tu resolución respecto de este armamento, pues me encarga Zubaran te lo mande cuanto antes. A propósito de Zubaran, tengo el gusto de comunicarte que su labor en Washington ha sido de lo más completa y brillante. Él y Cabrera han trabajado con positiva habilidad, y esto viene porque tengo conocimiento de que en las conferencias de Torreón de que al principio te hablo, uno de los puntos principales será quitar a Zubaran y a Cabrera de nuestros asuntos, lo cual, de antemano lo sé, el jefe no lo permitirá, pues indudablemente son de los poquísimos elementos de valer que tiene a su lado. Elías Calles te escribirá también por conducto de Carlos, y te dará detalles de las huelgas en Cananea y de los movimientos militares. Te suplicará conmigo, sin duda alguna, que no te olvides del Estado de Sonora. Aquí se dice con frecuencia entre el elemento disolvente maytorenista y el científico, unidos con partidarios del general Villa que los jefes Lucio Blanco y Rafael Buelna están de acuerdo con la insubordinación de los generales bajo el mando de Villa. Yo no conozco a estos señores ni tengo ningún motivo para creerlo

y espero que no será así, mas en caso de que desgraciadamente así sucediese, confío en que usarás de los medios necesarios para no permitir en tu columna la mala semilla, pues el país necesita con urgencia de que en alguna parte haya unión y patriotismo para salvarlo del abismo que lo está amenazando con tanto traidor. Ayer estuve en Agua Prieta con nuestros buenos amigos Elías y Gavilondos, etc., y, como siempre, hicimos buenos recuerdos de ti. Espero que las tapatías y los airecitos que ya por ahí se han de sentir de México, no habrán hecho que se olviden por completo de nosotros, y con el afecto de siempre y deseándote felicidades y éxito, te abraza tu amigo que te quiere. R. V. Pesqueira

Carta del señor Ernesto Madero, dirigida a don Venustiano Carranza, manifestándole su adhesión y simpatía por la noble causa a que ha dedicado sus energías, y lamentando las diferencias surgidas en el seno del constitucionalismo. [A. I. F., F9-98-21.]

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Julio 8 de 1914. Señor don Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista. Monterrey, Nuevo León. México. Muy estimado y fino amigo: El 8 de mayo ppdo., tuve el gusto de dirigir a usted una carta de la que ahora me es grato enviarle, anexa, una copia. Los sentimientos de adhesión y simpatía que en dicha carta manifestaba yo abrigar por usted y por la noble causa a que ha dedicado sus energías continúan siendo en mí profundos como antes; y de ahí que haya lamentado y lamente de todas veras las diferencias y disgustos surgidos en el seno del constitucionalismo. Mis hermanos, como yo, sienten tales diferencias, puesto que no vemos esperanza de salud para la patria sino en el triunfo del ejército de que es usted digno Primer Jefe y en la exaltación de usted al mando supremo de la República. Hemos hecho lo poco que se encuentra en nuestro alcance para influir en los ánimos de modo que éstos se sientan inclinados a evitar que surjan diferencias y a calmar y a borrar las que desgraciadamente lleguen a manifestarse; y lejos de ser elementos de división, como calumniosamente se ha dicho por gentes que no tienen el valor de llamar a las cosas por sus nombres, hemos tratado de predicar y practicar siempre la unión entre los mexicanos que aspiran a ver a la patria redimida. Últimamente, con motivo de las calumnias a que aludí hace un instante, mi hermano don Alberto, de acuerdo conmigo, creyó oportuno hacer, por la prensa, las declaraciones contenidas en el artículo del que me es grato acompañar a usted una copia y el cual espero merezca la aprobación de usted. Soy de usted, con el aprecio de siempre, afmo. amigo y atto. S. S. Ernesto Madero

Aclaraciones hechas por don Rafael Zubaran Capmany, encargado de la Agencia Confidencial del Gobierno Constitucionalista, en Washington, D. C., a don Venustiano Carranza, aprobando sus instrucciones para no designar delegados que conferenciaran con los de Victoriano Huerta, a fin de entablar transacciones. [A. I. F., F9105-l4.]

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Agencia Confidencial del Gobierno Constitucionalista de México Washington, D. C., julio 9 de 1914. Señor Venustiano Carranza. Saltillo, Coahuila. Muy estimado jefe y amigo: Para evitar y subsanar errores en transmisión mensajes, desde hoy comienzo a confirmar por carta todos los mensajes que le envíe, incluyéndole desde luego copia del que anoche le dirigí. Sin otro particular, quedo como siempre su afmo. amigo y subordinado. R. Zubaran Capmany Mexican Government Rates Washington, D. C., July 8th, 1914. Señor Adolfo de la Huerta. Saltillo, Coahuila, Méx. Vía Laredo. Ruégole ponga en propias manos del jefe siguiente telegrama que es para él: Contesto su mensaje cifrado del seis, únicamente por comprender que ha habido error en la transmisión de mis mensajes o error al descifrarlos. Me dice usted que ni los jefes de la División del Norte ni los del Noreste ni usted ni nadie admite que se nombren delegados para conferenciar con delegados de Huerta: Primero, porque no quieren aceptar mediación ni ningún arreglo con Huerta. Segundo, porque no puede obtenerse paz estable por medio de una transacción. Tercero, porque es imposible la vida de un Gobierno provisional en el cual estén representados en cualquiera proporción elementos que no sean constitucionalistas. Y cuarto, porque una transacción implica el reconocimiento de parte de los actos del llamado Gobierno de Huerta. Concluye usted señor por decirme que cree usted he olvidado por mi larga permanencia aquí los sentimientos que animan a todos los constitucionalistas. Puedo

asegurar a usted que no he olvidado esos sentimientos ni podría olvidarlos porque son los míos propios, es decir, yo pienso y he sostenido siempre aquí que no trataría usted y no deberíamos tratar los asuntos interiores de México en la mediación y yo he triunfado en esa lucha. En ninguno de mis mensajes encontrará usted que haya yo cambiado de actitud, nunca he hablado de mediación ni he apoyado ningún arreglo con Huerta. Jamás he dicho a usted que se puede transar, ni he hablado de que el Gobierno provisional puede ser formado con otros elementos que los puros constitucionalistas y, por último, nunca me ha pasado por la imaginación el decir que el conferenciar y parlamentar con los delegados de Huerta implique el reconocimiento de parte de los actos del llamado Gobierno del usurpador. Esto lo demuestro en la forma siguiente: en telegrama del veinte de junio dije a usted: Comillas. Que Naon manifestó a Cabrera que si los representantes de Brasil y Chile aceptaban la idea, propondrían a usted y a Huerta que tratasen fuera de las conferencias del Niágara la cuestión interior, suspendiéndose mientras tanto mediación. Ciérranse las comillas. En mensaje del veintidós dije a usted, comillas, que la invitación de los mediadores era para tratar fuera de la mediación la trasmisión del poder de Huerta, y que la incondicional rendición de éste era lo único que se podría aceptar en las conferencias con los huertistas, se cierran las comillas. En mensaje del veinticuatro dije a usted, comillas, que Mr. Phillipe, tercer subsecretario del Departamento de Estado dijo a Cabrera que si usted no admitía tratar fuera de la mediación con Huerta, nada podría detener la intervención, ciérranse las comillas. En mensaje del veinticinco dije a usted, comillas, que los huertistas habían aceptado invitación de los mediadores para tratar con delegados que usted nombrara el asunto fuera de la mediación, ciérranse las comillas. En mensaje del cuatro del presente dije a usted, comillas, que en conferencias con huertistas nadie podría ni intentaría obligar a usted a entrar en transacción alguna y que creía yo que salvaba usted al país de la intervención si usted o la persona designada por usted recibía de Huerta el poder como una rendición, ciérranse las comillas. Ya ve usted, señor, que en vez de hablar de mediación todos mis mensajes dicen que las conferencias serán fuera de la mediación; ya ve usted que en vez de hablar de arreglos o transacción con Huerta digo que sólo puede aceptarse rendición incondicional y por tanto, si no hay transacción no puede haber ni información heterogénea de Gobierno provisional ni implícito reconocimiento de los actos del llamado Gobierno de Huerta. A pesar de todo y de que creo que es imposible contestar a los mediadores rechazando su invitación exponiendo como razones que no admitimos mediación en asuntos interiores ni transacción con Huerta, porque ellos no nos proponen ni una ni otra cosa yo cumpliré estrictamente las órdenes que usted me dé no obstante que si no se buscan otras razones verdaderamente admisibles, se dirá con fundamento que yo, el representante de usted en Washington, o he sido un imbécil al trasmitir las comunicaciones o he sido un hombre de mala fe que las he alterado, supuesto que los mediadores no han hecho la invitación para

someter a la mediación la actual lucha ni para que transemos con Huerta, sino que han sacado de la mediación la cuestión interior para que usted como representante de los constitucionalistas y precisamente fuera de la mediación trate con delegados de Huerta la entrega del poder que éste retiene. Indudablemente que en las conferencias con los huertistas se expresará que no se reconoce ningún acto del llamado Gobierno de Huerta, que no se forma un Gobierno provisional con representación proporcional de varios partidos sino únicamente con revolucionarios, y que no se admite transacción alguna ni se acepta más que una rendición incondicional. Para terminar trasmito a usted textualmente las palabras que hoy me dijo el señor Douglas proviniendo de Bryan y que éste suplica le trasmita a usted. Comillas: Por vida de Dios dígales a esos señores que envíen sus representantes para conferenciar con los de Huerta donde ellos quieran aun cuando simplemente sea para pedirle la más humillante de las rendiciones y que entonces, si Huerta rehusa, ya podrán seguir su lucha con el apoyo moral de todo el mundo, ciérranse las comillas. Respetuosamente.

La Idea Libre, periódico político y de información, verdaderamente independiente. Director: doctor J. M. Paine. Tomo 1, Núm. 5. Artículos: “42º Aniversario de la muerte del Benemérito de las Américas”. “¿Nuevo cariz del Clero-cientificismo?” “A la caída de la dictadura de Huerta, quiere volver a la vida el felicismo”. “Flechazostemores a los gritos de alegría”. [A. I. F., F9.]

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42º ANIVERSARIO DE LA MUERTE DEL BENEMÉRITO DE LAS AMÉRICAS El decaimiento, la pobreza, la inmoralidad, el desmembramiento y la anarquía, hacían presagiar un funesto desenlace para nuestra patria, un trágico fin para nuestro pueblo que tanta sangre había derramado por conquistar su independencia. ¿Permitiría el destino que un pueblo de héroes desapareciera en un caos terrible? No: cuando más inminente era nuestra disolución, surge, de la clase más humilde, Benito Juárez, que por su talento, energía y amor a las leyes, consiguió elevarse hasta empuñar el timón de la nave nacional que navegaba en un mar proceloso; en Juárez deposita el pueblo todas sus esperanzas, y no en vano, pues a pesar de tantas calamidades, su puño de hierro dirige por buen rumbo a la nave que estaba próxima al naufragio. La situación cambia por completo; el mundo entero asiste a un espectáculo sublime: todo un pueblo que secunda a un hombre en la reconstrucción del edificio social mexicano. Un hombre que no desmaya, reorganiza y da nueva vida a su patria promulgando la obra más grande de su tiempo: “¡la Constitución de 5 de febrero de 1857!” Desgraciadamente, la guerra civil había agotado los recursos con que contaba el Gobierno del señor Juárez y para afrontar la crisis, decretó la suspensión de la Deuda Exterior por dos años; pero el extranjero, sordo a los lamentos de nuestra patria exhausta, la amenazó con la guerra desigual e injusta, si no derogaba dicho decreto. El patriotismo del señor Juárez, hábilmente ayudado por su ministro de Relaciones, don Manuel Doblado, conjuró en parte el peligro logrando que España e Inglaterra retiraran sus exigencias, no así Francia que, confiada en su fuerza, pretendía crear en Anáhuac un trono para Maximiliano; pero los hijos de esta patria de héroes siempre han sabido defenderla aun estando en la miseria. Hoy como ayer, surge de nuevo el problema, quizá más terrible que antes: la canalla pretoriana enseñoreada del poder por el camino más inmundo, conculca la obra del gran Juárez, los traidores… menos justos que los que llamaron al autor de nuestra Carta Fundamental “Benemérito de la América” pisotean nuestras leyes asesinando al ungido por el voto de ciudadanos libres, al hombre cuyo único crimen

fue respetar la Constitución, al demócrata Madero; injurian el nombre del partido que supo pasar glorioso las fronteras europeas, usurpando el poder del que hacen mal uso, asesinando y robando al pueblo. ¿Será permitido que crímenes tan horrendos queden sin expiación? ¡El pueblo dejará marchar a los culpables para que vayan a pasear su culpabilidad impune al lado del déspota Maestro Dictador! No, basta ya de calamidades políticas, basta de guerras intestinas, hoy Venustiano Carranza como ayer Francisco I. Madero, enarbola la bandera de la legalidad y al frente del pueblo valiente emprende un movimiento libertador enérgico, y en su marcha triunfal, al son de clarines gloriosos, avanzan sus huestes firmes, legales y altivas, entonando un himno sagrado al nombre, mil veces bendito, de aquel que con su sombra benéfica protege y guía al Ejército Constitucionalista que lucha bizarramente por que se cumplan, en todos sentidos, las prescripciones de la obra magna: “la Constitución de 57”. Paine ¿NUEVO CARIZ DEL CLERO-CIENTIFICISMO? Próxima a entrar la Revolución triunfante, con las armas en la mano, a la capital de la República para acabar de derrocar, de una vez por siempre, a la usurpación y al elemento anticonstitucionalista que la sostenía, se le presenta un cambio inesperado y problemático en grado sumo: la renuncia de Presidente, del hombre-figura que tan abigarrado se creía en el poder y a la vez la sumisión (?) de los partidos contrarios. Éstos, ahora confiesan públicamente sus errores y su fiasco; prometiendo con honradez y patriotismo (?) acatar la voluntad de la Revolución y colaborar para cimentar sus instituciones. Dicen, ahora (!), que no es patriótico ni humano siquiera el fomentar viejos rencores o provocar nuevos actos de rebeldía (véase El País de fecha 16); que ambicionan el imperio de la paz, de la libertad y de la justicia para todos, amigos y enemigos. Con no disimulada intención, manifiestan que la Revolución, al menos de momento, es el árbitro de nuestras circunstancias presentes, y que a ella toca, sin duda, realizar la obra titánica de reconstrucción y de paz. Todo esto, como llevamos dicho, sucede cuando el momento de naufragio, de parte de ellos, es inminente, cuando el éxito, de parte de los constitucionalistas, es seguro. ¿Habrá que creerles? ¿Habrá que deponer las armas? La dolorosa experiencia nos dice la respuesta. ¡Después de tanta sangre vertida por la conquista de los altos fines perseguidos por el pueblo, habrá que detenerse a escuchar el atractivo canto de la sirena política, sin llegar al término de la jornada!… ¡En nombre de la Humanidad, del sentimiento de nobleza, tendremos que respetar las raíces del grande y octogenario árbol del mal, el que ha chupado el jugo mejor del suelo patrio para nutrirse insaciable y hacer

brotar, en cambio, las venenosas flores que ha brindado al pueblo, pretendiendo matarlo! No, no y no. Se nos tachará de… quién sabe cuántas maneras; pero creemos, con firmeza, que la obra debe ser completa, pues es para el bienestar, no ya de nosotros, sino de nuestros hijos, los que más tarde nos tildarían de incompletos o imprevisores. Alguien ha dicho: “la historia se repite”. Evitemos, pues, lo más posible, que se repita el caso cuando el insigne mártir de la Democracia Francisco I. Madero. En una palabra: evitemos más traiciones. Es dura la misión, pero así lo requiere la labor de reconstrucción firme; la lección para el futuro debe quedar bien impresa. No es nuestra intención fomentar rencores ni provocar violencias. También por la paz se puede laborar, y mejor; únicamente deseamos arrancar las raíces del árbol maléfico, para evitar que siga retoñando y floreciendo al lado nuestro; arrebatar careta, estar siempre unidos y alertas a la menor señal de peligro. Mientras se define la situación actual y hasta que la libertad de escribir sea un hecho, nuestra miniatura La Idea Libre seguirá trabajando entre las sombras, siendo su norma la verdad y la justicia, sin ambiciones personales ni apasionamiento alguno. Lucharemos hasta ver que la Constitución de 57 se haga efectiva en todas sus partes y que la paz y progreso de nuestra patria sean evidentes e incontrastables. ¡Adelante!… ¿Quién nos secundará honradamente? L. Joval ¡¡A LA CAÍDA DE LA DICTADURA DE HUERTA QUIERE VOLVER A LA VIDA EL FELICISMO!! Pocas personas ignoran ya que los partidarios del cobarde general de banqueta, Félix Díaz, han entrado nuevamente en acción. ¿Después de la vergonzosa fuga del candidato aventurero, ahora pretender otro cuartelazo (?) para encumbrar al héroe del ídem?… ¡Oh Presidencia, ya quisiera la más bella mujer tener tantos pretendientes y tan ardientes (aunque indignos, los más, de tus favores), como tú los tienes! Últimamente han estado saliendo de esta capital para distintas poblaciones algunos individuos, conocidos felicistas, con el propósito de hacer propaganda y promover levantamientos y cuartelazos en favor del merolico. Afortunadamente, nuestro glorioso ejército (no el que apoya a los ambiciosos), el que apoya la causa del pueblo, es suficientemente fuerte para sofocar cualquier intento de levantamiento y no es traidor. Esto es una garantía para la paz futura y el pueblo honrado, amante de ella, debe

poner todo su empeño y energías para dar muerte definitiva a ese partido en caso de que pretenda ocasionar disturbios. No debemos olvidar que los felicistas fueron los que regaron con sangre de inocentes las calles de esta capital, y que su candidato es uno de los cómplices del crimen consumado en los representantes de la legalidad, señores Francisco I. Madero y José María Pino Suárez. En próximo número daremos a conocer los nombres de los individuos que fungen como jefes de este fatídico partido en esta ciudad, y de algunos tenaces apoyadores del cínico candidato al… Japón. FLECHAZOS-TEMORES A LOS GRITOS DE ALEGRÍA ¡Por fin!, se resolvió el simio usurpador a dejar el puesto y hasta el país, según dicen unos, nosotros creemos que el puesto sí lo dejó, aunque a su pesar; pero que abandone el país no lo creemos, ¡es tan valiente y tan terco! Además, por allí dicen que prepara una celada… ¡Sería una lástima que se fuera huyendo sin la bendición de Villa! —Grande fue la emoción que se apoderó de todos los habitantes de esta metrópoli, cuando se tuvo conocimiento de la renuncia de Huerta, mas el Gobernador del Distrito Federal hizo saber, por medio de un manifiesto al pueblo, que estaba dispuesto a disolver enérgicamente toda manifestación. Lamentablemente, nuestro pueblo capitalino no tiene el valor necesario para oponerse a cuantas arbitrariedades dicten los de arriba para coartar las libertades de ciudadanos libres. ¡Todavía hubiera manifestado que reprimiría todo abuso o desorden, vaya, pero prohibir que el pueblo manifestase públicamente su regocijo! ¡El miedo, el miedo, señor Iturbide, y el poco afecto a sus gobernados no debía usted haber manifestado! Nuestro ex… trañado Presidente, que dios Baco proteja, lleva la honrosísima comisión de enseñar a los parisienses a tomar faroles de cognac Hennesy con taquitos de barbacoa, sentados en un petate y amenizados con música clásica, siendo su favorita Mariette. ¡Oh Ciudad-Luz, en tu seno se refugian todas las notabilidades mundiales! [La Idea Libre, 18 de julio de 1914.]

Parte de un discurso pronunciado por don Venustiano Carranza, en el puerto de Tampico, Tamps., sobre revaluación de la propiedad, repartición de tierras e implantación de la jornada de ocho horas de trabajo para los obreros. [A. I. F., F9-15-IV.]

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Después de pronunciar un exordio lírico sobre la libertad, cantando a los grandes hombres que como Hugo y Martí; y Garibaldi y el general Lafayette; y los mártires de la Revolución francesa, e Hidalgo y Madero, que habían luchado y vertido su sangre por ella; haciendo reminiscencias históricas de las más hermosas epopeyas por la conquista de la libertad expuso algunas de las reformas que se propone llevar a cabo el Gobierno revolucionario. El movimiento actual —dijo— que por su origen y fundamento en la Constitución, es llamado constitucionalista, pues que trata de restablecer este orden roto por la tragedia de febrero, es, sin embargo, en el fondo, una verdadera revolución social. Todas las ansias de libertad, todos los anhelos de mejoramiento no llevados a cabo durante el Gobierno del señor Madero, por falta de tiempo y sobra de traiciones, pero que palpitaban desde entonces y se levantan hoy en el fondo de todas las conciencias mexicanas, se tratarán de resolver durante el período gubernativo del Primer Jefe del Ejército Constitucionalista. Esto, antes del establecimiento del orden constitucional; antes de que en las Cámaras los proyectos de leyes reivindicadoras de derechos se transformen en discusiones interminables. REVALUACIÓN DE LA PROPIEDAD La propiedad, hasta hoy ha tenido en la República un valor fiscal excesivamente inferior al que justamente debería tener. Los grandes propietarios han pagado y pagan todavía, la quinta, la décima y hasta la centésima parte del impuesto que deberían pagar. Por el contrario, a los pequeños propietarios se les exigen contribuciones proporcionales conforme a la ley y a su capital, y algunas veces más de lo que la ley señala. Las consecuencias de esta injusta desigualdad han sido graves: el propietario rico ha tenido ganancias exorbitantes con un trabajo mínimo; y el proletario ha alcanzado rendimientos muy pequeños en relación con su trabajo y su capital. La hacienda pública no ha recibido la cantidad de ingresos que le corresponde si el impuesto fuera justo. Para llenar el presupuesto de egresos que cada día ha sido más fuerte, se ha recurrido al método de levantar los impuestos indirectos tales como el Timbre, que alza el valor de las mercancías y es una traba para el comercio, en

perjuicio, especialmente, para la clase pobre; y los derechos de importación y exportación que también pesan sobre el consumidor, quien se ve obligado a pagar precios altos por artículos de primera necesidad, que sin estos elevados derechos aduanales podrían obtenerse con facilidad del extranjero, especialmente de los Estados Unidos, ya fuera declarando la libre importación de algunos efectos o imponiéndoles bajas cuotas arancelarias. Para establecer el futuro equilibrio económico del Estado, de un modo equitativo que redunde en beneficio del pueblo, es preciso y urgente la revaluación de la propiedad, para que los dueños paguen las contribuciones que justamente deban pagar. Esto aumentará de un modo notable e inmediato los ingresos, permitirá reducir los impuestos indirectos que pesan sobre la clase menesterosa y aliviará, seguramente, al proletariado. Habló también sobre la necesidad de la repartición de tierras, así como de las reformas arancelarias con tendencias al libre cambio que es preciso crear. Estas ideas que he escuchado de labios del Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, señor Carranza, de quien soy un humilde colaborador, se llevarán a la práctica a medida que las circunstancias lo vayan permitiendo. Habló también de la necesidad de trabajar con todo empeño por establecer cuanto antes en la República, las ocho horas de trabajo para los obreros, que vinieran a aliviar la condición oprimente de nuestras clases proletarias que han vivido en fábricas y talleres desgastando sus energías con trabajos excesivos que deprimen y a la larga hacen menos fructífero el trabajo humano. Tampico, Tamps., julio 23 de 1914.

Informe del señor licenciado Rafael Zubaran Capmany, a don Venustiano Carranza, sobre publicaciones hechas en la prensa americana, con motivo del decreto expedido por el gobernador Antonio I. Villarreal violando los principios de libertad de enseñanza, de conciencia, de asociación, de independencia del Estado y la Iglesia, entre sí, y el de la libertad de cultos, atrayendo con ello la odiosidad en contra de la causa constitucionalista; le informa también sobre la venta de ganado por el general Jesús Carranza, para cubrir el pago de haberes de sus fuerzas, y que Mr. Charles A. Douglas le comunicó que una vez ocupada la ciudad de México por el Ejército Constitucionalista, el Gobierno americano le dará un fuerte y decidido apoyo. [A. I. F., F9-45-XII.]

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Agencia Confidencial del Gobierno Constitucionalista de México Washington, D. C., julio 28 de 1914. Señor Venustiano Carranza, Primer Jefe del E. C. Tampico, Tamps. Muy estimado jefe y amigo: Escribo a usted la presente para darle cuenta de algunos sucesos que estimo de verdadera importancia. Toda la prensa americana publica hoy un decreto del señor gobernador Antonio I. Villarreal en el que se establece que serán expulsados todos los sacerdotes católicos extranjeros y jesuitas de cualquiera nacionalidad que sean, se reglamenta el tiempo durante el cual las iglesias deben permanecer abiertas, se establece que únicamente podrán ejercer su culto los sacerdotes católicos que tengan permiso oficial, se prohíbe la confesión y se conmina con clausura todo colegio católico que no se sujete al programa oficial. Yo me permito llamar respetuosamente la atención de usted sobre ese decreto que viola los principios de libertad de enseñanza, de libertad de conciencia, de asociación y reunión pacíficas, de independencia del Estado y la Iglesia entre sí y el de la libertad de cultos; por la razón de que no se limita a reglamentar el culto externo para la conservación del orden público y la observancia de las instituciones, sino que modifica el culto mismo, al prohibir la confesión, y restablece la dependencia de la Iglesia y el Estado. Yo creo que el referido decreto es un error del señor Villarreal, a quien conceptúo uno de los elementos más valiosos de la Revolución. Bajo el aspecto

político, el referido decreto puede provocar nuevas y graves dificultades a la causa constitucionalista en el interior y en el exterior del país; en el interior, porque esas reglamentaciones y taxativas (que no son efectivas para desarmar al Clero enemigo) hieren el sentimiento de justicia popular haciendo aparecer como víctimas a los clérigos, despertando, por esto mismo, en su favor la simpatía de las clases bajas, sobre todo en la parte central de la República. Atrae también, esa disposición, contra la causa constitucionalista la odiosidad de esas mismas clases a quienes no se puede ni debe arrancar una creencia o práctica religiosa por medio de un decreto. Liberar a esas clases del dominio clerical sólo será obra de una larga y constante educación. En el exterior puede ese decreto concitarnos la enemistad de los católicos, principalmente la de los diez y seis millones de ellos que existen en este país, y quienes ya hacen presión sobre el Gobierno de Washington. Algunos periódicos aseguran que el decreto ha sido puesto en vigor en Saltillo y San Luis Potosí, y por esta circunstancia, así como por el hecho de que la materia de que se ocupa no es de la competencia de los gobiernos locales sino del Gobierno general, se indica que es obra de usted o que está de acuerdo con su política. El señor Silliman ha confirmado al Departamento de Estado aquí la autenticidad del mencionado decreto. La Confederación Americana del Trabajo me presentó una comunicación para ponerla en conocimiento de usted, de la cual le adjunto una traducción, suplicándole se sirva darme sus instrucciones. El señor Adolfo Abreu Sala, que entiendo es pariente de Herminio Pérez Abreu, dirigió a Iglesias Calderón y a mí, ignoro por qué conducto, el telegrama cuya copia adjunto a usted por no haberlo recibido original. Contesté al señor Abreu Sala que obrara en todo de acuerdo con el señor Breceda. Tengo otros asuntos de qué tratar a usted, pero no me atrevo a hacerlo ni por el telégrafo ni por el correo, porque requieren largas explicaciones. Sólo me apresuro a decir a usted, por juzgar que es un imperioso deber mío hacerlo, que corre una versión respecto al señor general don Jesús Carranza, que desde luego resulta injustificada pero que está dañando tanto a usted como a él. Últimamente me expresó esa versión una persona muy allegada a usted. Ella se refiere a que don Jesús pide autorizaciones para vender ganado y lo vende con el objeto de pagar con el producto los haberes de sus fuerzas, y dicen que probablemente no hace eso. Indican que usted consiente esto en vez de enviarle papel moneda, como hace con las otras fuerzas. Yo ruego a usted tome esta información con la única intención con que la hago y que es la de dar una información leal a usted y prestarle un servicio a usted mismo y a la causa que dignamente representa. El señor Douglas me comunicó hoy las últimas impresiones del señor Bryan. Según ellas, parece que al fin el señor Bryan ha llegado a comprender que toda la política de usted ha sido seria, honrada y consistente, que reconoce en usted un absoluto espíritu de justicia, que cree inspirará sus futuros actos en las diversas

dificultades que se van a presentar. Mr. Bryan, aseguró Mr. Douglas, que una vez que se encuentre usted en la ciudad de México, este Gobierno dará a usted un fuerte y decidido apoyo y que no apadrinará, si son exageradas las reclamaciones pendientes de los gobiernos europeos, ya en el asunto Benton, ya en el de los franceses o en otros de distinta índole, que están pendientes. No deseando hacer más extensa esta carta, dejo para otra ocasión el informar a usted sobre otros asuntos. En espera de sus órdenes, quedo como siempre su adicto amigo y servidor. R. Zubaran Capmany

Carta suscrita por el doctor Atl, dirigida a don Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, opinando sobre el problema zapatista, así como de su entrevista con Emiliano Zapata. México, 29 de julio de 1914. [A. I. F., F9-45-X.]

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Al ciudadano Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista. En Cuartel General. Ciudadano Primer Jefe: Desde París, donde fui, como usted sabe, secretario del Comité Revolucionario, me ocupé de analizar en su conjunto y en sus diversas fases los distintos movimientos de nuestra rebelión contra las tiranías. El enérgico movimiento iniciado por usted en marzo de 1912,[*] marcó desde un principio con mucha precisión sus móviles, su fin —el que está para realizarse—. Todos los obstáculos los ha ido venciendo el constitucionalismo, pero el zapatismo ha sido siempre una incógnita antes como ahora. En mis conversaciones con los hombres políticos de Francia y de la América del Sur, con los periodistas y los sociólogos de París yo advertí, siempre que de nuestra Revolución se trataba, que a todos esos señores les era fácil comprender el constitucionalismo, su triunfo. Pero, me decían, ¿y Zapata? Esta pregunta me la he hecho yo también varias veces. A mi paso por Washington, el licenciado Zubaran y yo analizamos profundamente el problema zapatista. El licenciado Zubaran me indicó la con veniencia “nacional” de buscarle una solución estudiándolo en la región misma donde surgió, en sus hombres y en su jefe. Así lo hice. El resultado de mis observaciones corroboró todos mis temores. El zapatismo es un fenómeno aislado sin relaciones inmediatas con el constitucionalismo. Ayer tuve la más completa corroboración, después de haber entrevistado entre los montes a los soldados, a los oficiales, a los generales del zapatismo y a Zapata mismo. Evito referir a usted la dramática aventura que fue la visita a los pueblos ocupados por esta fiera gente y abordo el asunto principal con toda claridad. Zapata tiene “tendidos” entre Topilejo y Contreras 20 000 hombres. Desde ayer empezaron a llegar gruesas partidas del Sur al mando de diversos generales: Bhon, J. Vélez Espinoza, y otros. En el Estado de Morelos, 15 000 (gente de la región); salen ya los de Guerrero (el grueso del ejército), y se acrecientan las huestes de Puebla y Tlaxcala, lo que hace un total de más de 50 000 hombres. Yo he visto personalmente a los 20 000 del Distrito Federal. He hablado con muchos de ellos y con la mayor parte de sus jefes. Todos obedecen como un solo hombre a Zapata. Las mujeres y los niños rezan “por que Dios saque con bien a don

Emiliano”; en la mayor parte de las casas de los pueblos hay encendida una lamparita “para que no le pase nada a don Emiliano”. Cuando el general Zapata dice: “Miren, muchachos ahora en la noche se van pa’ya abajito de San Bartolo y allí s’están hasta que les mande avisar y no me dejan pasar al Gobierno”, los muchachos permanecen, 2, 3, 4 días detrás de unas peñas, sin dormir y sin comer; una fe religiosa y una fe “militar” unen todas estas gentes a su jefe. Todos, sin excepción, lo mismo los niños que los viejos o las mujeres, me han respondido sin vacilar: “O nos cumplen lo que nos prometieron, o nos acabamos.” Cuando me apersoné con Zapata, éste me preguntó: —“¿Qué asunto lo trae a usted aquí?” —“Ver en qué forma puede usted llegar a un acuerdo con el ciudadano Primer Jefe.” Después de haberle explicado la unión que existe entre todos los grupos de la Revolución y la suprema autoridad de usted, Zapata me dijo: —“Para que haya paz en la nación, es necesario que todos los revolucionarios de la República reconozcan el Plan de Ayala.” Las conversaciones tenidas con todos sus subordinados me dieron como resultado la misma respuesta. Yo aseguro a usted, ciudadano Primer Jefe, que la intransigencia del ciudadano general Zapata, de su gente, no podrá vencerse ni con astucia ni con amenazas. Yo debo decírselo a usted, redondamente. Sabiendo usted la verdad verdadera, será más fácil solucionar el conflicto que pudiere impedir si ellos toman la capital, como es posible, dentro de breves días. ¿Qué actitud deben tomar las fuerzas de Pablo González o de Obregón cuando a su vez lleguen a la capital? O viceversa: si las tropas de Obregón o González llegan primero a México, ¿en qué forma debemos entendernos con Zapata que tiene tomados todos los alrededores de la ciudad? Él no reconoce a nadie por jefe. Él sólo quiere la adhesión al Plan de Ayala. ¿Cuáles serían las consecuencias de un choque entre las tropas constitucionalistas y zapatistas? Yo deseo evitar —es necesario evitar— este choque, que si se verifica anulará nuestros trabajos de organización social. Yo espero sus instrucciones, ciudadano Primer Jefe; para mayor esclarecimiento, acompaño a esta carta el acta levantada con motivo de mi entrevista en el cuartel general de San Francisco, un Plan de Ayala y un acta de rectificación del mismo Plan. Yo tengo la convicción de que se podrá llegar a un acuerdo antes de que una crisis se produzca. Yo no tengo más interés que servir al pueblo e intensificar la libertad. Usted puede ordenarme. Reitero a usted mi sincera consideración.

Dr. Atl México, 29 de julio de 1914.

[*]

Quiso decir marzo de 1913. (Nota de la Comisión.)

La Idea Libre, periódico político, verdaderamente independiente. Director: doctor J. M. Paine. Tomo I, Núm. 9. Artículos: “El País ha batido el record como periódico oposicionista, convencional y cínico”. “Bienvenida la Revolución constitucionalista, que está a las puertas de la capital”. “Acusación presentada por el señor Heriberto Barrón (en contra del llamado Presidente, general Victoriano Huerta)”. [A. I. F., F9.]

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“EL PAÍS” HA BATIDO EL RECORD COMO PERIÓDICO OPOSICIONISTA, CONVENCIONAL Y CÍNICO El execrable diario “ex católico apostólico mexicano”, “ex maderista”, “ex felicista”, “ex huertista”, excomulgado, extraviador de la opinión pública, ex… etc., etc., publicó hace pocos días un impugnable artículo titulado: “Política menuda”, en el cual declara con toda la desfachatez que le es peculiar, que sus arrojados escritores no se ocultaron en la época del terror, como lo hicieron otros escritores que publicaban hojas “anónimas” y que “valientemente” hacían labor “zapatista”. Como los redactores de La Idea Libre nos contamos en el número de los ocultos, nos apresuramos a responder debidamente en ese punto, no para dar importancia a sus bravatas ridículas, sino en honor de la verdad y provecho del prójimo. Amén. Ciertamente, nosotros nos ocultamos y seguiremos en esa actitud, no por miedo, pues venimos hablando alto desde que el peligro de ser asesinados era inminente; nuestro instinto de conservación y el deber nos lo exige; además, como carecemos de ese valor temerario de El País, que con serenidad de esfinge (no como nosotros) permaneció dignamente en su puesto, era natural que tomáramos esa determinación. ¿Se puede confiar, después de haber visto lo que hemos visto todos, en la verdad y patriotismo de la vieja prensa? El órgano oficioso y sus idénticos colegas, dirigidos cada quien por sus ilustrísimos y serenísimos directores, alabaron todo lo malo que hizo el amo, glorificándolo y quemando públicamente incienso a sus deformes y nauseabundos pies, aplaudieron o callaron los innumerables crímenes del régimen huertista, lanzaron calumnias y palabras insultantes a la Revolución constitucionalista y a sus patriotas jefes, pretendiendo hacer creer al pueblo que la Revolución era separatista (?), y cooperó miserablemente a provocar la intervención armada de los Estados Unidos. Ya ve el ave negra que bien podían trabajar sin necesidad de ocultarse, porque el amo les estaba agradecido de su conducta servil y valiente, en cambio por los

escritores ocultos ofrecía el pelón Huerta la cantidad de… $5 000, cinco mil duritos por cada cabeza, por la cabeza únicamente. ¿No es razón para ocultar la ídem? Nosotros apreciamos más la cabeza que los cinco mil del águila sonantes, y eso que casi, casi ya nos seducía el premio mayor para entregar —de común acuerdo, no traicionando— una sola cabeza… para poder comprar más tipos, papel, etc., y con eso hacer subir más, un poquito siquiera, el precio de nuestras rebeldes y torpes pero altivas cabezas. La Revolución viene también concediendo premios, no por cabezas, sino por méritos, entonces ya orearemos las nuestras con los rayos solares de la libertad y la justicia. BIENVENIDA LA REVOLUCIÓN CONSTITUCIONALISTA, QUE ESTÁ A LAS PUERTAS DE LA CAPITAL ¡Huerta es ido! Bien, ¿y qué? Este hecho vulgar, demasiado vulgar, ha dado margen para que los elementos huertistas, los neutrales y todos aquellos que están muy mal enterados del curso y fines que desarrolla y sostiene la Revolución vencedora, crean que tal hecho significa un mejoramiento radical en la actual situación de la República y dan, por ende, gran importancia a la huida del traidor. ¡Huerta es ido! Bien, ¿y qué? Para la Revolución este hecho no tiene importancia; casi se puede decir que no significa nada, como no sea el principio de la desbandada de los pretorianos. La Revolución ahora y antes de la fuga del traidor viene avanzando lenta pero seguramente hacia la capital. Sólo cuando el feroz usurpador comprendió que ya toda resistencia sería inútil y que estaba a punto de caer en poder de la justicia del pueblo valiente, huyó vergonzosamente, dejándonos en calidad de espantajo en la silla presidencial a ese manequí científico de Carbajal. Por otra parte, Huerta no formaba el todo, era nada más un factor, de importancia según algunos, pero factor nada más; el conglomerado social, producto híbrido del cuartelazo felicista y la traición huertista, subsiste todavía. Los enemigos verdaderos de la integridad nacional y del pueblo, los pretorianos, el Clero perverso y el partido conservador, están aún representados en el poder. ¡Y la Revolución, si quiere construir sobre base sólida los cimientos de una gran nacionalidad; si desea asegurar la prosperidad y felicidad del pueblo mexicano, cosas ambas que se basan en la paz, debe, no derribar sino aplastar, acabar con esas castas malditas que muchas veces derribadas a costa de tanta sangre y de grandes sacrificios de parte del pueblo, se han vuelto a levantar para hundir a la patria en los más negros abismos: en el deshonor y en el de la bancarrota! La Revolución del 93 en Francia fue fructífera porque fue enérgica. ¡Aprendamos al gran pueblo francés, que no sólo derribó, sino que castigó a sus tiranos! Desde el momento en que la legalidad no existe para esos malos elementos, éstos

no deben, pues no tienen derecho para ello, quejarse por la erección de comités de salud pública moral. Después de los crímenes de lesa civilización, ocurridos del mes de febrero de 1913 a la fecha, no nos debe espantar ver caer sobre las cabezas de los culpables la ley justiciera. ¡Ello no es bello, pero es bueno, es necesario! Pues mientras haya judas que vendan al Maestro, mientras haya hipócritas traficantes de Dios que roben al pueblo y se mezclen en política, mientras haya pretorianos que despedacen la Constitución a golpes de fusil para apoderarse de los puestos públicos por medio de la fuerza bruta, mientras haya mercenarios que se alquilen a un dictador cualquiera para flagelar al pueblo, mientras haya traidores, científicos infames y ambiciosos, habrá tiranías, habrá dictaduras, habrá miseria, hambre, guerra… y habrá, naturalmente, más sed de venganza, más, mucha más sangre, y… la ruina del país, la intervención extranjera. Es preferible evitar las enfermedades que tener que curarlas; para ello, hay que extinguir los gérmenes haciendo buena limpieza y cuidando celosamente del fortalecimiento del organismo, para poder vivir sanos, fuertes lo más posible, numerosos y felices años. Sharpe dice: “No todos los infortunios son una maldición, pues con frecuencia es bendición la adversidad. Los obstáculos vencidos no sólo nos enseñan, sino que nos fortalecen para futuras luchas.” Y bien, los gobiernos de Díaz y de Huerta han sido para nosotros una enseñanza bastante dolorosa, un obstáculo cuyo vencimiento nos ha costado demasiado caro. ¿Sabremos aprovechar esa enseñanza? ¿Nos habremos fortalecido para futuras luchas? ¡Justicia! Clama toda la República. ¡No habrá paz mientras no se haga justicia!, y ésta se hará porque debe hacerse, lo pide la República entera, lo piden la dignidad y el honor nacional. ¡Aún está fresca la sangre de millares de víctimas, cuyas sombras se levantan terribles para pedir el castigo de sus asesinos! ¡Aún se escuchan los ayes coléricos y dolorosos de millares de hombres heridos, unos, por amor a la libertad, al bien de la patria, y otros, sacrificados en defensa del más cruel, del más ladrón, del más terco y estúpido de los tiranos y en defensa de las castas malditas que, por desgracia, vegetan en el suelo patrio! ¡Millares de padres sin hijos, millares de viudas, de huérfanos, de familias que yacen en la más conmovedora desolación y en la miseria, claman justicia! La República arruinada, con sus ciudades desoladas, sus campos yermos y rojos, sus aldeas y sus pueblos incendiados reducidos a escombros, sus vías férreas destruidas, la industria paralizada, el comercio arruinado, todo pide en nombre de la civilización, de la humanidad, que se haga justicia. Los vencidos de hoy, son arteros y pertinaces, sus hechos los señalan. Entrad, dignos y valientes hijos de la patria, pues sois defensores verdaderos de su honor y de la libertad; entrad, abnegados servidores de la Justicia, satisfecho vuestro pecho del triunfo, pero no confiados; todavía falta afirmar la brillante acción de vuestros heroicos esfuerzos; falta hacer justicia recta, no fraguar mezquinas

venganzas; sino demostrar a los obcecados contrarios y a la humanidad entera que nuestra causa es justa y al mismo tiempo severa, inflexible en su propósito de hacer justicia nacional en aquellos que la merezcan. ¡Bienvenido sea el honroso Ejército Constitucionalista! ACUSACIÓN PRESENTADA POR EL SEÑOR HERIBERTO BARRÓN Heriberto Barrón. Hotel España. 120 W 21 st. St. Nueva York. (Continúa) Honorable Cámara de Diputados, acusador del llamado Presidente de la República Mexicana, general de división Victoriano Huerta, por los delitos de rebelión, traición, usurpación de funciones y violencias contra prisioneros o presos. Paso a demostrar y fundar mi acusación. REBELIÓN Y TRAICIÓN Hechos El nueve de febrero del corriente año de mil novecientos trece, libertado de la prisión en que se encontraba, acusado del delito de rebelión, el general retirado don Félix Díaz, con un grupo de tropas y paisanos, se levantó en armas contra el Gobierno Constitucional de la República, ocupando el llamado edificio de la Ciudadela en esa ciudad y declarando su desconocimiento de los poderes legalmente constituidos. El Presidente Constitucional de la República Mexicana, señor Francisco I. Madero, electo durante el Gobierno provisional del licenciado Francisco L. de la Barra, en elección absolutamente legal, la primera habida en México después de treinta y cuatro años del Gobierno dictatorial del general Porfirio Díaz, se refugió en el Palacio Nacional y encomendó el mando de las fuerzas a cuya lealtad confiaba la defensa de su propia vida y del honor y supervivencia del Gobierno constituido al general Victoriano Huerta, a quien hacía poco tiempo el mismo Presidente de la República había conferido el grado de general de división del ejército. Las fuerzas del Gobierno constitucional al mando del general Victoriano Huerta, estuvieron desde el nueve de febrero hasta el dieciocho del mismo mes a mediodía, combatiendo a los rebeldes, sin llegar a obtener una victoria decisiva. Se asegura y esto podrá probarse en investigación cuidadosa, que el ataque de las fuerzas del Gobierno fue siempre débil e indeciso, gracias a que el general Huerta meditaba ya

la traición que cometió después, y declaraciones de testigos presenciales como la de Francisco Artigas Barbodillo, comandante del 36 cuerpo de rurales, que habló en esta ciudad con el signatario de esta acusación, muestran que el citado general Huerta ordenó que las tropas leales de caballería cargaran contra la Ciudadela, con el premeditado objeto de exponerlas al mortífero fuego de la artillería enemiga y sacrificarlas. El mismo comandante Artigas, al mando de su cuerpo, tomó parte en una de esas desastrosas cargas de caballería contra una fortaleza artillada, durante la cual pereció casi toda su gente. No se necesita ser militar para comprender que es un absurdo pretender tomar una fortaleza en esas condiciones, situada casi en el centro de una ciudad populosa, con cargas de caballería. El 17 de febrero, las tropas leales de guarnición en el Palacio Nacional, fueron sustituidas por las del traidor Aureliano Blanquet y después de una o varias conferencias del general Huerta con el embajador americano Henry Lane Wilson, aquél decidió traicionar al Gobierno constituido, lo que hizo al día siguiente. El 18 de febrero, entre la una y dos de la tarde, el general Victoriano Huerta, secundado por el de igual clase Aureliano Blanquet, se declaró en rebeldía con las tropas que tenía a su mando y ordenó la prisión del presidente constitucional Francisco I. Madero, del vicepresidente José María Pino Suárez, de algunos miembros del Gabinete, del Gobernador del Distrito Federal, del diputado al Congreso de la Unión, Gustavo Madero, poco después cruel y cobardemente asesinado, reteniéndolos en el Palacio Nacional. Mediante los buenos oficios del embajador americano Henry Lane Wilson, que en toda esta horrible tragedia de nuestra historia nacional ha desempeñado un papel odioso, el general Huerta tuvo un arreglo con el general rebelde Félix Díaz, que fue firmado o apalabrado en la Embajada americana. En virtud de ese arreglo, se estipuló que Victoriano Huerta asumiera la Presidencia provisional de la República, aceptando un Gabinete nombrado en parte por él y en parte por el general Félix Díaz y que convocaría a elecciones ayudando a Félix Díaz a obtener, mediante una elección, la Presidencia definitiva. Tales son los hechos en que fundo mi acusación de rebelión y traición contra el general Victoriano Huerta, hechos que no necesito probar pues han sido públicos y desarrollados ante la presencia de toda la población de la ciudad de México y han sido conocidos en todo el mundo civilizado, por las relaciones hechas en los periódicos. (Continuará)

Carta del señor Emilio Madero, fechada en Torreón, Coah., comunicando a don Venustiano Carranza su retiro de la política, y del cargo de consejero de la Comandancia Militar, que le confirió el general Francisco Villa. [A. I. F., F9-44-XXXI.]

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Emilio Madero. S. Pedro, Coah. Comandancia Militar, Torreón, Coah. Torreón, Coh., agosto 8 de 1914. Señor general don Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista. Saltillo, Coah. Muy distinguido señor y amigo: Sirve la presente para comunicarle que recibí su atento recado que con el teniente coronel Gallardo se sirvió usted mandarme. Mucho siento no poder verlo a usted, obsequiando su amable invitación, pues hoy que me informé dónde estaba, me dijeron que se encontraba usted en San Luis Potosí y creo que de allí seguirá su marcha hacia el Sur. Yo salgo mañana para el Norte, iré a Nueva York a traer a mi familia. De regreso, estaré a sus órdenes en Monterrey, donde pienso radicarme por algún tiempo. También le participo a usted que mañana dejaré el cargo de consejero de la Comandancia Militar que se sirvió conferirme el C. general Francisco Villa, pues aunque sigo mereciendo la absoluta confianza de este general, he visto con pena que no falta quien me inculpare de ambiciones personales o de familia, y no siendo cierto esto y estando muy fuera de mi modo de ser, he pensado que sería más conveniente retirarme en absoluto de la política, no aceptando otras comisiones que las pasajeras, y con objeto de conciliar los ánimos en algún sentido. Espero, señor, se encuentre usted bien, y le suplico se sirva aceptar mis felicitaciones por el brillante triunfo del Ejército Constitucionalista y por el aniquilamiento del traidor Ejército Federal, despidiéndose su afmo. amigo y muy atto. S. S. Emilio Madero

La Idea Libre, periódico político, verdaderamente independiente. Director: doctor J. M. Paine. Tomo I, Núm. 10. Artículos: “¡Pueblo mexicano, escucha!” “Acusación presentada por el señor Heriberto Barrón (en contra del llamado Presidente, general Victoriano Huerta)”. “El radicalismo, en todos sus aspectos, es una necesidad nacional presente”. “¿Cuándo aprovecharemos las enseñanzas de la historia?” “A los soldados federales”. [A. I. F., F946-XVI.]

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¡PUEBLO MEXICANO, ESCUCHA! El viejo Bravo, ex comandante militar de esta plaza, ese general tan criminal como viejo, ha dicho aquí, en la casa de una familia de Torreón, que si triunfan los constitucionalistas, los militares vencidos están obligados a reaccionar en contra de sus enemigos, y que él promete ser el primero en hacerlo, porque ésta es una guerra sin cuartel en que forzosamente debe desaparecer cualquiera de los dos contendientes. Por otra parte, sabemos que el Ejército ex Federal (¡siempre lo mismo!) prepara un nuevo golpe de Estado (léase horroroso cuartelazo o traición), para que asuma el poder el general J. Refugio Velasco e inmediatamente dictar la ley marcial. Es decir, el objeto es hacer una tremenda carnicería para acabar (?), con cualquier pretexto, con la mayoría de los partidarios y con los que han trabajado en favor de la Revolución constitucionalista. No sabemos hasta qué punto llegará la verdad de estas noticias, que por nuestra parte no dudamos, pues todos los manejos que observamos parecen confirmarlas — sin ver moros con tranchetes, serenamente—, y nosotros, como es nuestro deber, las publicamos para prevenir a nuestro pueblo y a los correligionarios, a fin de estar preparados. También nos dirigimos al señor ingeniero Alfredo Robles Domínguez, para decirle sincera y patrióticamente que no debe defraudar los ideales caros y empapados de justicia que trae en su alta bandera la Revolución. ¡Alerta, pues! Si el militarismo funesto, el cientificismo malévolo y el Clero intrigante, todos esos actuales elementos corrompidos, y por lo mismo nocivos a la patria, se preparan a burlar los nobles anhelos de la mayoría de la República, aprestémonos al combate, ya es hora de que demostremos que somos tan valiente como las huestes del Norte; los residentes en la capital amamos también la libertad absoluta, aborrecemos la tiranía, la dictadura militar y que llegado el momento propicio, estamos dispuestos a acabar con los que quieran imponer otra vez esas

pesadas cadenas a los pies del pueblo. ¡Mexicanos, al grito de guerra… y de viva Madero, sabremos pelear y morir con honor, con gloria, defendiendo ideales sublimes, no en defensa de criminales ambiciosos, no sacrificados en provecho de un puñado de asesinos transgresores de la ley, verdugos del pueblo de la gente honrada, sino víctimas de las balas fratricidas, mártires de la libertad del porvenir, de nuestros hijos, víctimas honrosas para la patria, no como un Cabrera en Puebla, ni como un Bernardo Reyes en México, sino a semejanza de un Aquiles Serdán y de un Francisco I. Madero! ¡Viva Juárez! ¡Viva Madero! ¡Viva Carranza! ¡Viva el Ejército Constitucionalista! REAPARICIÓN DEL COLEGA “30-30” Ha vuelto a presentarse en nuestra mesa de redacción el valiente periódico 30-30, que en la época huertiana apareció combatiendo en favor de la causa. Saludamos al estimable colega y le deseamos toda felicidad y prosperidades. ACUSACIÓN PRESENTADA POR EL SEÑOR HERIBERTO BARRÓN Heriberto Barrón. Hotel España. 120 W 21 st. St. Nueva York. (Continúa) Examinaré ahora los preceptos legales, para demostrar que tales hechos están clasificados en el Código de Justicia Militar, vigente en la República Mexicana, como rebelión y traición, castigados con la pena de muerte. Derecho El Código de Justicia Militar, vigente en la República Mexicana, dice en su “Capítulo 10: Rebelión. Artículo 312. Serán castigados con la pena de muerte los militares que, sustrayéndose a la obediencia del Gobierno y aprovechándose de las fuerzas que manden o de los elementos que hayan sido puestos a su disposición, se alcen en actitud hostil para contrariar cualquiera de los preceptos de la Constitución Federal.” Ahora bien, la Constitución Federal de la República Mexicana previene lo siguiente: “Artículo ochenta y cinco. Las facultades y obligaciones del Presidente son las siguientes: I. Disponer de la fuerza armada permanente de mar y tierra para la

seguridad interior y defensa exterior de la Federación.” Se ve, pues, claramente que el general Huerta, al declararse en rebeldía con las fuerzas que mandaba y los elementos que habían sido puestos a su disposición por el Gobierno legalmente constituido, contrarió el precepto citado de la Constitución Federal, privando al Presidente legítimo de la República del mando de las fuerzas armadas permanentes de mar y tierra, y merece conforme al ya citado artículo 313 del Código de Justicia Militar exactamente aplicable al caso, la pena de muerte. No hay duda de que el caso expuesto, la rebelión cometida por el general Huerta, reviste también los caracteres de traición y para demostrarlo, me bastará citar las siguientes disposiciones del Código de Justicia Militar: “Capítulo XI. Traición. Artículo 321. Se castigará con la pena de muerte a todo el que estando al servicio de la República: ”Excite una revuelta entre las tropas nacionales, o a bordo de un buque al servicio de la nación o que navegue con bandera de guerra mexicana, cuando estos hechos los lleve a cabo al frente del enemigo.” No cabe la menor duda de que el general Victoriano Huerta no sólo excitó sino llevó a cabo una revuelta con las tropas nacionales al frente del enemigo y es reo del delito de traición, castigado con la pena de muerte. USURPACIÓN DE FUNCIONES Hechos Mediante amenazas contra la vida del Presidente y del Vicepresidente de la República, se obtuvo que estos funcionarios firmaran la renuncia de sus altos puestos, bajo la condición de que tal renuncia sería depositada en manos de dos de los plenipotenciarios residentes en la ciudad de México y presentada al Congreso hasta que el Presidente y Vicepresidente estuvieran a bordo de un vapor de guerra cubano, anclado en el puerto de Veracruz, para conducirlos al extranjero, donde quedarían en libertad. La renuncia fue puesta en manos del secretario de Relaciones Exteriores de la República Mexicana, señor licenciado Pedro Lascuráin, quien se encontraba libre bajo su palabra, en la ciudad de México. Sin cumplir lo pactado y siempre valiéndose de las amenazas, de la presión y del terror infundido por el asesinato del diputado al Congreso de la Unión, don Gustavo Madero, cometido con lujo de crueldad en la Ciudadela, el miércoles 19 de febrero, el Congreso de la Unión fue compelido a reunirse en el edificio de la Cámara de Diputados rodeado por las fuerzas del traidor Huerta; el secretario de Relaciones, licenciado Pedro Lascuráin, fue obligado con amenazas a presentar la renuncia de los señores Presidente y Vicepresidente que se hallaban en su poder, las que fueron inmediatamente aceptadas por un Congreso acobardado. Conforme a lo prevenido en

la Constitución, el secretario de Relaciones Lascuráin, que se hallaba presente en el edificio de la Cámara de Diputados, asumió la Presidencia provisional, nombró secretario de Gobernación a Huerta, renunció la Presidencia provisional y fue nombrado secretario de Gobernación; después de aceptada la renuncia de Lascuráin por el Congreso, quedó al frente de los destinos de nuestra patria con el carácter de Presidente provisional, consumando así la usurpación. (Continuará) EL RADICALISMO, EN TODOS SUS ASPECTOS, ES UNA NECESIDAD NACIONAL PRESENTE ¿CUÁNDO APROVECHAREMOS LAS ENSEÑANZAS DE LA HISTORIA? Ciertamente, no habrá venganzas. ¿Para qué, si puede haber castigo? El castigo es una manifestación de la justicia. Y en auxilio de la justicia vendrá la ley. Allí está, con mirada de esfinge y casi virgen todavía, el artículo 128 de la Constitución. Y como resultante suya, allí está la ley de 25 de enero de 62, puesta en vigor por decreto de 14 de mayo de 1913. Asimiladas recíprocamente y aplicadas ambas leyes, serán el remedio para consolidar la restauración de la legalidad y prevenir futuros males al país. La ley de 25 de enero es dura, pero tanto como el usurpador, la tienen bien merecida los criminales que produjeron y ayudaron a su poder. Dura es esa ley, pero siendo ley, sus efectos serán justificados. El reo no tiene razón de decir que su juez comete una venganza, sólo porque dicte contra él sentencia condenatoria basándose en la ley. Quienes hoy día están hablando de transacciones, armisticios, garantías y acercamiento, de humanidad, concordia, justicia, olvidan que no se trata de vencidos políticos, sino de reos que directa o indirectamente cometieron crímenes durante el tiempo de la dictadura militar, y echan así la simiente de otra trágica Ciudadela. Y con los criminales, ya sean morales o materiales, no se conviene ni se trata: se les juzga y castiga, pues el Código Penal castiga al cómplice de criminales y al encubridor o protector de crímenes. Y ciertamente, quienes hablan ahora de acercamiento y humanidad, son los que protegieron, encubrieron, inspiraron o tuvieron participación en los crímenes del verdadero “programa de venganzas” de Victoriano Huerta. Ellos pidieron el exterminio más inhumano contra la “porra” y el maderismo, ellos inspiraron el asesinato de hombres, de mujeres y niños, el incendio de los hogares, el arrasamiento de los pueblos, la destrucción de propiedades nacionales, los atentados contra la patria, la transgresión de todas las leyes y el escarnio de todos los derechos. Esos que hoy hablan de transacciones, son los que porfiristas en 1910 inspiraron los tratados de Ciudad Juárez, para trasplantar allí las

raíces que brotaron en febrero de 1913; son los huertistas de ayer, para ser carrancistas (?) hoy y traidores mañana; son los que traicionaron a Madero y que hoy atacan a Huerta para traicionar mañana a Carranza. Su amo, Huerta, dijo por allí cierta vez: “No me digan: hasta mañana, sino hasta luego.” Si el Gobierno que emane de la Revolución transige por magnánimo con ellos, no tardarán en reaccionar desde el extranjero. Desde luego, Pascual Orozco, Francisco Cárdenas y felicistas en Oaxaca, inician la reacción y Huerta sólo se da tregua, ya vendrá con su séquito de hombres y de crímenes. Aunque una de las partes sea el mismo de entonces, que no se incurra en otro Ciudad Juárez, si se quiere evitar otro febrero, con su Ciudadela y su tragedia y su verdadero programa de venganzas. El radicalismo en todos sus aspectos es una necesidad nacional. Sólo el total aniquilamiento del huertismo en sus hombres y en sus obras, podrá producir la paz de la República y el afianzamiento de la legalidad. ¿Transacciones, acercamiento, complacencias? Ya se hizo la prueba en Ciudad Juárez y ella nos trajo triste experiencia. ¿Cuándo nos aprovecharán las enseñanzas de la historia? Lo contrario del radicalismo es una amenaza para la paz de la República, para la paz latinoamericana y para la paz universal. Eso no es retórica. Los que pretenden provocar un conflicto internacional, los que arrastraron la estatua de Washington, los que pretendieron embrollar en nuestros asuntos a la América del Sur, los que buscan el modo de lanzar a la Europa contra la América, sólo por querer sostener en el poder de México a quien convenga a sus crímenes y ambiciones, robaron el suficiente dinero y son capaces de todos los crímenes y de todas las ignominias. A LOS SOLDADOS FEDERALES Vuestro deber, como mexicanos patriotas, es defender a un Gobierno legal, al que ahora servís es ilegítimo, no lo quiere el pueblo; por lo mismo, debéis ir al lado de los constitucionalistas y voltear vuestras armas en contra de aquellos que os invitan u obligan a manchar, una vez más, vuestros nombres. El Ejército Constitucionalista es magnánimo con los que así lo hacen, pero es inflexible con los que se oponen a su marcha triunfal. Si cumplís con vuestro deber de patriotas, al triunfo definitivo de la causa constitucionalista seréis libres y habréis borrado con este acto la afrentosa mancha que pesa sobre vosotros.

Carta del señor Serapio Aguirre, fechada en Chihuahua, Chih., comunicando al general José María Maytorena, Gobernador del Estado de Sonora, no haber podido cumplir con su encargo de mandar hacer dos mil botones con el retrato del general Francisco Villa. [A. I. F., F9-103-5.]

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Chihuahua, Chih., agosto 15 de 1914. Señor don José María Maytorena, Gobernador del Estado de Sonora. Hermosillo, Son. Muy estimado señor y amigo de mi atenta consideración: A mi paso por Nogales, Ariz., el 3 del corriente, intenté mandar hacer los dos mil botones con el retrato del señor general Francisco Villa como usted tuvo la bondad de encargármelo, pero allí no es posible. También a mi llegada a esta población el 7 de éste, no fue posible hablar con el señor general Villa, porque estaba saliendo al sur de esta capital, donde temporalmente me tiene usted a sus apreciables órdenes; ya sabe usted que el interés de hablar con el mencionado general era principalmente hacerle presente el afectuoso saludo que por mi conducto le mandó. Muy en brevemente regresará y con todo gusto cumpliré con el estimable encargo de usted, así como estoy dispuesto a cumplimentar cuanto más se le pueda ofrecer por acá. Le ruego el favor de mandarme decir si el señor licenciado Moreno, de Zacatecas, aceptó su llamado, pues que habiéndolo hecho estoy seguro de la magnífica adquisición que haría usted en beneficio de su Estado. Con el aprecio y estimación de siempre, tengo el honor de reiterarle mis consideraciones y suscribirme una vez más como su afectísimo amigo, atento, seguro servidor. S. Aguirre

La Idea Libre, periódico político, verdaderamente independiente. Director: doctor J. M. Paine. Tomo I, Núm. 11. Artículos: “Acusación presentada por el señor Heriberto Barrón ante la Cámara de Diputados en abril del año pasado, la cual no fue considerada”. “La Revolución constitucionalista garantiza la emisión de sus billetes de banco”. [A. I. F., F9.]

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ACUSACIÓN PRESENTADA POR EL SEÑOR BARRÓN ANTE LA CÁMARA DE DIPUTADOS EN ABRIL DEL AÑO PASADO, LA CUAL NO FUE CONSIDERADA Heriberto Barrón. Hotel España. 120 W 21 st. St. Nueva York. (Concluye) He aquí cómo El Noticioso Mexicano, periódico notoriamente amigo del Gobierno usurpador, da cuenta, el 20 de febrero, de estos acontecimientos realizados la víspera: “La Cámara, en su totalidad, aceptó la renuncia de Madero y Pino Suárez y prestó la protesta de ley como Presidente interino el licenciado Lascuráin, sin derecho a salir de la Cámara de Diputados hasta que a su vez presentara la renuncia de su alto puesto, después de firmar el nombramiento de secretario de Gobernación en favor del general Huerta para que este militar asumiera el cargo de Presidente de la República interino.” En toda esta comedia, tratando de dar un barniz de legalidad a la traición y al crimen, sólo se ve la mano de la violencia armada como medio de asaltar el poder. Derecho El Código de Justicia Militar, vigente en la República, previene lo siguiente: “Capítulo II. Extralimitación de mando, usurpación de él o de comisión o funciones del servicio o nombre de los superiores. ”Artículo 271. Todo militar o asimilado que tome un mando, comisión del servicio o ejerza funciones de ésta que no le correspondan, sin orden o motivos legítimos, o que contra lo dispuesto por sus superiores retenga un mando o una comisión siempre que no hubiera abusado de uno u otra, perjudicando gravemente los intereses del servicio o el éxito de las operaciones, será castigado con prisión de dos a cinco años.

”Si se ocasionare ese perjuicio, la usurpación de que se trata, se hubiera efectuado al frente del enemigo, en marcha hacia él, esperándolo a la defensiva, bajo su persecución o durante la retirada, la pena será la de muerte.” Ahora bien, no cabe dudar que la usurpación que el general Huerta llevó a cabo, de las funciones del Presidente de la República, confirmada después por la infame comedia de legalidad con que se pretendió legalizar la usurpación, fue cometida frente al enemigo, perjudicando gravemente los intereses del servicio y el éxito de las operaciones y cae bajo las disposiciones del artículo 271 del Código de Justicia Militar, mereciendo la pena de muerte. VIOLENCIAS CONTRA PRISIONEROS O PRESOS Hechos El domingo 23 de febrero del corriente año de 1913, como a la una o dos de la madrugada, el general Victoriano Huerta mandó llamar al Palacio Nacional a los reporters de varios periódicos de la capital, al secretario de Relaciones Exteriores y a otros funcionarios y les dijo que la noche del sábado anterior, 22 de febrero, entre las once y doce de la noche había ordenado que los señores Francisco I. Madero y José María Pino Suárez, Presidente y Vicepresidente de la República respectivamente, que estaban presos en el Palacio Nacional, fueran trasladados a la Penitenciaría en un automóvil, custodiados por una escolta de rurales al mando del mayor Francisco Cárdenas —después ascendido al grado de teniente coronel del ejército regular, en premio a su complicidad en el crimen—. Que en algunas de las calles del trayecto, un grupo de hombres armados trató de libertar a los prisioneros y que en el combate trabado entre la escolta y los referidos hombres armados los señores Madero y Pino Suárez habían resultado muertos, habiendo sido conducidos sus cadáveres a la Penitenciaría. La noticia, con la rapidez del rayo, cundió por la República y por todo el mundo y entre los periódicos extranjeros, cuya opinión pudo manifestarse libremente, no hubo uno solo que hubiera dado crédito a la burda fábula urdida por Huerta, para disculpar los viles asesinatos del presidente Madero y del vicepresidente Pino Suárez ordenados por el traidor y usurpador. El mundo entero sintió un estremecimiento de horror y los más duros ataques han sido publicados no ya contra Huerta, autor principal de la deshonra de la patria, sino contra la República Mexicana, juzgándola como un país de salvajes, traidores y asesinos. Periódico norteamericano hubo, y por cierto uno de gran reputación, The World, que declarara que México, mientras no se castigaran los asesinatos del Presidente y del Vicepresidente, debería ser considerado como una nación paria. Desde luego el hecho de que en el supuesto asalto al automóvil en que los presos

eran conducidos a la Penitenciaría, el señor Pino Suárez recibiera seis u ocho heridas de bala, que le produjeron la muerte, en tanto que ni uno solo de sus guardianes sufrió la más leve lesión, hace comprender que la explicación de Huerta ha sido una burda fábula. El señor Madero fue herido en la frente, en medio de las dos cejas y se encontraron incrustaciones de pólvora en la piel, lo que indica que el tiro le fue disparado a quemarropa. Esto y la puntería tan certera, hace comprender al más escéptico que el Presidente fue también asesinado por los guardianes cumpliendo las órdenes de Huerta. A mayor abundamiento, acompaño la relación de un testigo presencial, el señor don José Quevedo, publicada en The New York American, de esta ciudad, el ocho del corriente abril, en que tal testigo refiere cómo presenció la ejecución de los señores Madero y Pino Suárez. El ascenso concedido al jefe de la escolta, mayor Francisco Cárdenas, confirma, por otra parte, que tal ascenso fue sólo el premio al crimen cometido, que libró a Huerta de quien, revestido por el pueblo mexicano del poder constitucional, hubiera conseguido derrocarlo en poco tiempo, como después de muerto está ya a punto de derrocarlo, tan fuerte así e incontrastable es el poder de la legalidad constitucional del presidente Madero, que sostuvo a éste contra la malevolencia e intrigas de sus enemigos, hasta que la traición consumó su crimen. Derecho El Código de Justicia Militar, tantas veces citado, previene lo siguiente: “Capítulo IV. Violencias contra prisioneros o presos. Artículo 293. El que hiciere o mandare hacer uso de las armas hiriendo al prisionero o preso que se fugue o intente fugarse, aunque haya habido necesidad absolutamente indispensable plenamente justificada de apelar a ese recurso extremo, será castigado con la pena de seis años de prisión; y si resultare la muerte del ofendido, con la pena capital.” No cabe duda de que este artículo es aplicable al caso si, como es seguro, las vehementes presunciones de que Huerta ordenó el asesinato del presidente Madero y del vicepresidente Pino Suárez, se confirman durante el proceso a cuya instrucción dará lugar esta acusación. La Constitución Federal de la República Mexicana previene: “Artículo 103… El Presidente y el Vicepresidente de la República, durante el tiempo de su encargo, sólo podrán ser acusados por traición a la patria, violación expresa de la Constitución y delitos graves del orden común.” “Artículo 104. Si el delito fuere común, la Cámara de representantes erigidos en Gran Jurado, declarará a mayoría absoluta de votos, si ha o no lugar a proceder contra el acusado. En caso negativo, no habrá lugar a ningún procedimiento ulterior. En el afirmativo, el acusado queda, por el mismo hecho, separado de su encargo y sujeto a la acción de los tribunales comunes.” En virtud de las prevenciones anteriores de la Constitución y por los hechos y

fundamentos legales que tengo expuestos, pido respetuosamente a la Cámara de Diputados que, erigida en Gran Jurado, declare que ha lugar a proceder en contra del llamado Presidente provisional de la República Mexicana, general Victoriano Huerta, por los delitos de rebelión, usurpación de funciones y violencias contra prisioneros o presos, y despojándolo del fuero constitucional, decrete su prisión preventiva, poniéndolo a disposición de la autoridad judicial que debe juzgarlo y sentenciarlo. Es un bochorno para México que haya podido subsistir siquiera por unas cuantas semanas, un Gobierno espurio, fundado en la traición, la usurpación y el crimen. México forma parte del mundo civilizado, sus relaciones sociales, comerciales, literarias, etc., con el resto del universo, nos obliga a guardar ante las demás naciones una actitud decorosa, pues en los tiempos modernos no hay nación que pueda subsistir entregada a actos de salvajismo que han horrorizado al mundo civilizado, haciendo que en todo él se levante un inmenso clamor de protesta. Por otra parte, el precedente que se establezca en nuestra propia patria y ante las demás naciones, de adular, sostener en el poder y sancionar los actos de un criminal vulgar, traidor a su fe de soldado, asesino de su propio benefactor y usurpador del poder legal conferido por el pueblo mexicano a un Presidente constitucional, sería fatal, si con un severo correctivo no se enmiendan las debilidades cometidas por la cobardía y por la atrofia moral, casi inexplicable, de una parte, no pequeña por cierto, ni poco culta de la sociedad mexicana. Victoriano Huerta tuvo la imprudencia de comunicar al mundo exterior sus crímenes, en el siguiente mensaje dirigido al Presidente de los Estados Unidos, William H. Taft, que fue publicado aquí por los principales diarios y causó una penosísima impresión: “Tengo el honor de participar a usted que he derrocado este Gobierno. Las fuerzas están conmigo y de hoy en adelante, la paz y la prosperidad reinarán en esta República.” No dudo, señores representantes del pueblo, que enmendando el error por vosotros cometido al haber consentido en ser instrumentos del traidor; comprendida la necesidad de volver por los fueros de vuestro honor y del honor de la República, ultrajados, daréis el curso debido a esta acusación y haréis que el culpable obtenga el castigo merecido por sus tremendos crímenes de lesa civilización. Protesto no obrar de malicia sino movido por el honor y bien de la patria. Heriberto Barrón LA REVOLUCIÓN CONSTITUCIONALISTA GARANTIZA LA EMISIÓN DE SUS BILLETES DE BANCO Venustiano Carranza, Primer Jefe del ejército restaurador del orden constitucional, a

todos los habitantes de la República Mexicana, hago saber: Que en virtud de las facultades de que estoy investido, como Primer Jefe de dicho ejército, y Considerando: que es deber de todos los mexicanos contribuir en parte proporcional para todos los gastos del ejército hasta el restablecimiento del orden constitucional, y Considerando, por último: que el mejor medio para acudir a todas esas necesidades sin causar perjuicios directos y materiales a los habitantes del país, es la creación del papel moneda, he tenido a bien decretar lo siguiente: Artículo I. Se autoriza la creación de una Deuda Interior por importe de cinco millones de pesos. Artículo II. Para llevar a efecto lo dispuesto en el artículo, anterior, se emitirán billetes de circulación forzosa que, en total, sumen la cantidad mencionada en el mismo artículo, y cuyo pago garantiza este Gobierno constitucionalista conforme al artículo IX de este decreto. Artículo III. Los billetes serán de seis clases, por valor de uno, cinco, diez, veinte, cincuenta y cien pesos, distinguiéndose cada una de esas series con las letras: A, B, C, D, E y F, respectivamente. Artículo IV. Desde el momento que esos billetes se pongan en circulación, serán de curso forzoso, y, por lo tanto, todos los habitantes de la República están obligados a admitirlos como legal moneda y por valor que representan, en toda clase de operaciones civiles y comerciales. Artículo V. La persona que se niegue a recibir y dar curso a cualquier billete de los que con este motivo se expidan, será castigado con un mes de arresto por la primera infracción y seis meses en caso de reincidencia. Artículo VI. Toda persona a quien se llegue a probar que al recibir esos billetes lo ha hecho descontando el valor total que representen, sufrirá la mitad de la pena a que se refiere el artículo anterior. Artículo VII. Para la aplicación de las penas que se fijan enlos dos artículos que anteceden, serán competentes todas las autoridades políticas de las poblaciones. Artículo VIII. Si las necesidades de la guerra lo demandasen, podrán expedirse nuevas series de billetes, debiendo antes autorizarse cada nueva emisión por un decreto que fijará el monto de ella. Artículo IX. Tan luego como quede restablecido el orden constitucional en la República, se expedirá la ley o leyes que fijen el modo de redimir el valor de los billetes que se hayan emitido y los plazos en que deben ser totalmente pagados. Artículo X. Este decreto surte sus efectos desde el día siguiente al de su publicación. Mando se imprima, publique y cumpla. Dado en la ciudad de Piedras Negras, Coahuila, a los veintiséis días del mes de abril de mil novecientos trece.

Venustiano Carranza

Entrada del Ejército Constitucionalista, a la ciudad de México. Artículo publicado en El Constitucionalista del 20 de agosto de 1914 sobre este hecho. [A. G. N., ramo Revolución.]

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EL PRIMER JEFE DEL EJÉRCITO CONSTITUCIONALISTA EN LA CIUDAD DE MÉXICO Más de medio año hace que un numeroso grupo de altas personalidades políticas e intelectuales europeas se dirigió al ciudadano Primer Jefe del Ejército Constitucionalista y al usurpador Huerta haciéndoles altruistas sugestiones de paz, cuando la lucha armada revestía un carácter de necesaria intransigencia; entonces, desde las columnas de El Constitucionalista, decíamos que sólo la justicia y la ley harían la paz porque ésta no era ni podía ser obra de voluntad de un hombre sino de un conjunto de factores de diversos órdenes: económicos, sociales, políticos, etc., que formaran las bases de una nueva organización de la nacionalidad mexicana, cansada ya de la opresión de un régimen anacrónico y exclusivista, reñido con las necesidades crecientes e ineludibles del progreso humano. Hoy, al entrar triunfante el Primer Jefe del Ejército Constitucionalista en México, en esta ciudad que debe considerarse como el último baluarte de la usurpación, podemos ratificar nuestras frases de ayer porque indudablemente el triunfo militar del movimiento armado trae aparejado el triunfo de la justicia y es el precursor del imperio de la ley, como base que debe sustentar el funcionamiento regular de un Gobierno institucional. Las palmas, los vítores, las flores, la alegría desbordante del pueblo, convertida como en un delirio colectivo, no han tenido esta vez, a la presencia del triunfador, el sello peculiar de las recepciones oficiales, de los actos preparados de antemano, con las formalidades rutinarias de los “protocolos” y con la frialdad almibarada del servilismo; han sido actos espontáneos, ingenuos, que se han desbordado a través de los dolores, de las angustias, de las miserias de las clases populares esclavizadas por los privilegios, las expoliaciones, el despotismo y la soberbia de las llamadas clases altas, en delictuosa complicidad con un poder público emanado no de la voluntad que se expresa en el sufragio libre, sino de la fuerza bruta y la presión moral ejercida por la traición y por el crimen. El pueblo mexicano se siente satisfecho porque sabe que este gran movimiento constitucionalista no tiene por objeto lograr ambiciones personales sino continuar la labor de transformación, de regeneración, que se inició en 1910 y que se detuvo por el hábil y supremo esfuerzo del conservatismo que aparentemente entregó el poder para minarlo por su base por medio de la perfidia y la traición. El pueblo sabe que

se trata de aliviar, de mejorar las condiciones económicas que lo tenían condenado a una perpetua y degradante esclavitud y de depurar el organismo político dando entrada a las funciones públicas a elementos de buena fe y de buena voluntad que vengan a cooperar sinceramente a la consolidación de un Gobierno constitucional y a facilitar el desarrollo de todas las energías, de todas las fuerzas vivas del país, que constituyen fuentes de riqueza y de engrandecimiento nacional. La entrada del Ejército Constitucionalista a la ciudad de México, marca el fin de la tarea destructora que caracteriza uno de los aspectos de todo movimiento revolucionario; comienza desde hoy la obra de reconstrucción, de saneamiento, de depuración política y administrativa y a ella debemos cooperar todos los mexicanos, sin distinción de banderías ni resabios de rencores, pues que ante los problemas fundamentales que se agitan en el campo de la vida nacional, todos hemos de pensar que su resolución afecta a la integridad patria, en ella vinculada, y al engrandecimiento y bienestar de la República. El señor Carranza y sus colaboradores militares y civiles han llegado a la primera etapa del camino; procuremos conservarnos como hasta hoy unidos y atentos al eco de la opinión pública que traduce las necesidades nacionales en formas concretas, para poder alcanzar el final de la obra magna que ha de encarrilarnos en el sendero de un efectivo progreso. Vaya nuestra cordial salutación al pueblo mexicano que de una manera tan conmovedora e imponente ha sabido tributar sus homenajes de respeto y de simpatía al Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, paladín de la justicia, sostenedor de la ley y reivindicador de los derechos conculcados y de las públicas libertades atropelladas por la funesta usurpación.

Oficio girado por el licenciado Eliseo Arredondo, subsecretario de Gobernación, al secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes, haciendo de su conocimiento la nota de don Venustiano Carranza, en que comunica haberse hecho cargo del Poder Ejecutivo de la Unión, de acuerdo con el Art. 5º del Plan de Guadalupe, y en virtud de haber sido ocupada la ciudad de México por el Ejército Constitucionalista. [A. G. N., ramo Revolución.]

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Sección Primera. Número 1412 El C. Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, se ha servido dirigirme la nota que sigue: “Habiendo sido ocupada esta capital por el Ejército Constitucionalista de mi mando y de conformidad con el artículo 5º del Plan de Guadalupe de veintisiete de marzo de mil novecientos trece, con esta fecha me he hecho cargo del Poder Ejecutivo de la Unión. Lo comunico a usted para su inteligencia y fines consiguientes. Constitución y Reformas. México, D. F., 21 de agosto de 1914. El Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, V. Carranza. Rúbrica. Al C. subsecretario de Gobernación Encargado del Despacho. Presente.” Lo hago saber a usted para su conocimiento y demás fines. Protesto a usted las seguridades de mi distinguida consideración. Constitución y Reformas. México, D. F., 21 de agosto de 1914. El subsecretario de Gobernación Encargado del Despacho, Arredondo. Rúbrica. Al C. secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes. Presente.

Renuncia presentada por el ingeniero Alfredo Robles Domínguez, al cargo de Gobernador del Distrito Federal, que le fue conferido por don Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, Encargado del Poder Ejecutivo, por considerar incompatible la existencia de un Gobierno civil dentro del régimen militar. [A. I. F., F9-68-70.]

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En el mismo acto en que tuve la honra de recibir de manos de usted el nombramiento de Gobernador Civil del Distrito Federal, y en algunas otras ocasiones posteriormente, le he manifestado, con la buena fe y la honradez que he procurado imprimir siempre a todos mis actos, que creía incompatible la existencia de un Gobierno civil dentro del régimen militar que por la fuerza de las circunstancias tiene que existir, dada la situación anormal en que se encuentra el país. El carácter mismo de Gobernador civil impone a quien de él está revestido el deber de ajustar todos sus actos al orden de procedimientos legales rigurosamente estrictos; y esto da lugar a continuas fricciones entre el elemento militar, único poseedor de la fuerza armada, y el elemento civil, que únicamente puede contar con poder moral, insuficiente para hacerse respetar en casos como en el que actualmente nos encontramos. Me he visto en la oportunidad de comprobar todo esto en los pocos días que han transcurrido desde que acepté el honroso cargo que usted se sirvió conferirme; y durante los cuales me he estado ocupando, según le manifesté hoy, en preparar varios proyectos de carácter administrativo que sometería al estudio y aprobación de usted por creer que, al llevarse a la práctica, producirían prestigio y contribuirían a consolidar el Gobierno, toda vez que estoy convencido de que un Gobierno que no administra no puede tener sólida base de apoyo. Juzgo que dichos proyectos cabrían perfectamente dentro del programa reformista que se propone llevar a cabo la Revolución, para beneficio del pueblo, obrando dentro de la justicia y siguiendo los métodos más adecuados para el medio en que vivimos. He logrado también comprobar que entre varios miembros del Ejército Constitucionalista existe la misma idea que he tenido y tengo acerca de la incompatibilidad a que me he referido anteriormente; y hoy mismo he tenido la prueba más palpable de ello al cambiar ideas con algunos jefes militares que acompañando al señor general Pesqueira y al señor Abreu Sala, se acercaron a mí para expresarme sus opiniones, una de las cuales es que debe ejercer el Gobierno militar del Distrito Federal algún jefe con mando de los que acompañan a usted. Le ruego atentamente que haciendo abstracción completa de mi persona, se digne usted reconsiderar lo que le he dicho y atender los deseos de los jefes y demás

ciudadanos que militan bajo sus órdenes y que declare mi cese como Gobernador Civil de este Distrito Federal teniendo en cuenta que en nada contribuirá esto para que yo deje de ser enteramente adicto a la idea de reformas, base de la paz orgánica de nuestro país; y que no vacilo ni vacilaré, si es necesario, en sacrificarme por el bienestar nacional. La parte administrativa de la oficina no sufrirá en manera alguna con la supresión del Gobernador civil, pues las funciones de éste pueden ser de la incumbencia de un Ayuntamiento autónomo tal como se proyecta organizarlo en lo futuro, asunto sobre el cual ya he hablado con el señor teniente coronel, doctor Luis G. Cervantes, Presidente municipal de esta capital. Reitero a usted que en cualquiera esfera de acción donde me encuentre ayudaré siempre a la reconstrucción patria y permaneceré adicto a usted, no sólo por simpatías personales sino porque lo veo animado de sanas intenciones, sensato en sus razonamientos y noble en sus procederes. Espero su respuesta, que creo será afirmativa, en vista de las serias razones que le he expuesto; y protesto a usted las seguridades de mi atenta y distinguida consideración. Constitución y Reformas. México, agosto 23 de 1914. Alfredo Robles Domínguez. C. general don Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, Encargado del Poder Ejecutivo. Presente.

Telegrama de don Rodrigo Gómez al general Manuel Palafox comunicándole las cláusulas panamericanas para celebrar un armisticio por los tres partidos, a fin de designar un Presidente que gozará de la ayuda moral y efectiva de los panamericanos, evitando el envío de pertrechos a las facciones rebeldes. [A. G. N., ramo Revolución.]

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Toluca, 25 de agosto de 1914. Señor general Manuel Palafox. Publica hoy prensa cláusulas panamericanas son como sigue: a los tres partidos se les notificará que deben efectuar un armisticio para conferenciar y nombrar Presidente y si alguna facción no está de acuerdo en esto los panamericanos reconocerán como Presidente al designado por los otros bandos y demás elementos revolucionarios. Los que se pongan de acuerdo tendrán la ayuda moral y efectiva de los panamericanos. Éstos evitarán envío de pertrechos de guerra a facción rebelde. En cambio el Gobierno que se nombre sí los recibirá. Amnistía a los políticos. Se declarará nulo todo el papel moneda de facción que no concurra conferencia. Rodrigo Gómez

Informe del señor J. C. Enriquez, a don Venustiano Carranza, sobre los abusos cometidos por los agentes dedicados a la compra de armamento. [A. I. F., F9-44-35.]

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Nueva York, 28 de agosto de 1914. Plantea la necesidad de que haya un agente de los constitucionalistas en Nueva York y no que se envíe uno para cada cosa porque: “Hoy que me encuentro más familiarizado con el medio de ésta ratifico mi anterior con el deseo de que este tan grave mal se remedie cuanto antes, es decir, que se nombre ese agente y no se esté mandando un comisionado para cada cosa o se esté comprando por conducto de comisionistas, los que casi todos son unos judíos que les importa poco o nada nuestra patria y sólo procuran abastecer su bolsa. No se figura usted lo que se presta una comisión de estas para robar impunemente, ya cobrando más del valor de los artículos, ya tomándose el porciento de descuento que hacen algunos manufactureros, ya poniéndose de acuerdo con éstos en que la calidad del producto no sea del precio que aparece en las facturas, etc., y es casi imposible comprobar un robo hecho de esta manera, por lo que insisto en que dicho agente sea cuidadosamente elegido como patriota y honrado. Por curiosidad y para afirmar esto que digo incluyo un recorte de un periódico que da la noticia de que el judío Dave Ratner salió de ésta para Europa llevándose $1 500 000.00 oro que se ‘ganó’ en la comisión de comprar armamento que llevó el Ipiranga a México. Así es que algunos comisionistas que han sabido estoy comprando equipo me han visto diciéndome que ellos se encargarán de ver a los fabricantes, de conseguir lo que necesito sin necesidad de molestarme, llegando el descaro de algunos de decirme que aseguran no ganarse ninguna comisión, que sólo lo hacen por simpatía. Ayer se fue de aquí un comisionado del general Villa para la compra de equipo por valor de $68 000.00 oro y sé que anda un alemán comprando 25 000 uniformes no sé para cuál de las divisiones. Como es natural los fabricantes ven esa desunión, esa especie de competencia y suben los productos. Sí, señor Carranza, este modo de obrar es muy inconveniente.” Sigue la carta dando noticia de la impresión que tiene de cada uno de los funcionarios de México que están y actúan en Washington.

Telegrama del general José María Maytorena, fechado en Nogales, Son., comunicando a don Venustiano Carranza que se adhiere a las proposiciones que le presentaron los generales Francisco Villa y Álvaro Obregón, sobre la manera de verificarse las elecciones para Presidente de la República. [A. I. F., F9-10-11.]

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7. Nogales, 7 Sept. J JF CJ 2:10 p.m. V. Carranza: Inspirado por las miras patrióticas que animaron a la Revolución constitucionalista me permito manifestar a usted en respuesta a su mensaje del día cuatro del actual que me adhiero formalmente a las proposiciones presentadas a usted por la División del Norte y al general Obregón sugiriéndole entre otras cuestiones la manera de verificarse elecciones para Presidente de la República asegurando libertad sufragio estimo como previa resoluciones importancia punto sírvase decirme su resolución sobre este particular para determinarme a nombre personal que me represente en la conferencia que según su citado mensaje habrá de verificarse el día primero octubre próximo en esa capital. Atentamente. El C. gobernador, J. M. Maytorena.

Carta dirigida por don Venustiano Carranza al general Pablo González, transcribiéndole el telegrama que le giró don Francisco Canseco, Gobernador del Estado de Oaxaca, rechazando las proposiciones de los generales Juan Andrew Almazán, Aguilar y Argumedo, a favor de Félix Díaz. [A. I. F., F9-50-XV.]

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Palacio Nacional, Méx., septiembre 8 de 1914. Señor general Pablo González. Tlaxcala, Tlax. Señor Gobernador de Oaxaca, Francisco Canseco, comunícame siguiente telegrama: “Oaxaca, Oax., septiembre 4 de 1914. Señor Pte. Prov. V. Carranza: Refiriéndome nuevamente a mi mensaje de anoche y como lo manifesté a usted, acabo de dar al capitán Adán Toledano siguiente contestación para que trasmita a jefes revolucionarios: ‘Oaxaca de Juárez, septiembre 4 de 1914. Señor general Juan Andrew Almazán, campamento de San Rafael. Muy señor mío: El personal del Gobierno interino de Oaxaca, que ni por un momento estuvo en relaciones, ni mucho menos de acuerdo con don Victoriano Huerta, aceptó con anuencia de todas las clases sociales del Estado, el Gobierno provisional emanado de la Revolución constitucionalista, porque ésta proclama principios de libertad y regeneración del pueblo. El Gobierno provisional de la República, a su vez, reconoció al de Oaxaca y uno y otros están en perfectas relaciones de amistad. Esto basta para rechazar las proposiciones que hacen los generales Aguilar, Argumedo y usted por conducto de su enviado el capitán toledano, porque el Gobierno debe ser firme en sus deberes y determinaciones y fiel a los compromisos contraídos, pero con mayor razón debe rechazar y rechazar con toda energía como Gobierno honrado y serían tales disposiciones —porque tienen por objeto— complicar al Estado en un levantamiento armado sin bandera política, contra los ideales de una Revolución que tiene en su favor el firme apoyo de la opinión pública. La proposición de que será proclamado Presidente de la República el general Félix Díaz, con lo que parece se pretende halagar al Gobierno y al pueblo oaxaqueño, no tiene ni para uno ni para otro importancia alguna, porque no aceptan revoluciones personalistas y segundo, porque a la Presidencia de la República se llega por el voto popular y no por la fuerza de las armas. El Gobernador, por tanto, no acepta las proposiciones que se le hacen, las rechaza enérgicamente y por su parte exhorta a los sublevados a que depongan las armas por patriotismo, ofreciéndoles interponer sus buenos oficios ante el señor

Presidente, don Venustiano Carranza, para que les den toda clase de garantías. De usted con toda atención, afectísimo, seguro servidor. Lo que tengo el honor de transcribir a usted para su conocimiento. Salúdolo atenta y afectuosamente. Francisco Canseco.” Lo comunico a usted para su conocimiento. Salúdolo afectuosamente. Venustiano Carranza Correspondencia particular del Primer Jefe del Ejército Constitucionalista [Telegrama] Palacio Nacional, México, D. F., septiembre 8 de 1914. Señor general de división Pablo González, demás jefes División Noreste, jefes operaciones norte y sur Puebla y jefes operaciones Estado Tlaxcala. Tlaxcala, Tlax. Con sincero y profundo agradecimiento contesto su atento mensaje fecha de ayer, manifestándoles que felicito a nuestra nación de tener jefes tan patriotas, tan abnegados y tan dignos como ustedes, por ser los que han llevado a cabo, con su esfuerzo, el movimiento revolucionario actual y los que serán una garantía segura en el porvenir de nuestra patria. Muy afectuosamente los saludo. V. Carranza

Telegrama del general Francisco Villa, fechado en Chihuahua, solicitando de don Venustiano Carranza, Presidente Provisional, las órdenes necesarias para el canje del papel moneda emitido por el Estado de Chihuahua, o su circulación forzosa en todo el país, por rehusarse las oficinas federales a recibirlo. [A. I. F., F9-10-11.]

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Cuartel Gral. Chihuahua, 9 Sepbre, 1914. FG. GJ. RI. 5 a.m. Venustiano Carranza. Presidente provisional. Tengo informes de que continúan las oficinas federales rehusando probablemente con orden superior el papel moneda emitido por el Estado de Chihuahua, lo que está ocasionando grandes perjuicios para el comercio y desprestigio a esta División del Norte, en épocas de pruebas sostuvo con ese papel moneda emitido con autorización de usted; con objeto de evitar estos perjuicios creo indispensable se sirva usted ordenar el canje de ese papel moneda inmediatamente o que dé orden se admita como moneda de circulación forzosa en todo el país. Salúdolo respetuosamente. El general en jefe, Francisco Villa.

Carta del señor Teodoro A. Dehesa, fechada en Veracruz, manifestándole a don Venustiano Carranza la opinión en que lo tenía, respecto a su carrera política. [A. I. F., F9-75-2.]

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Veracruz, el 11 de septiembre de 1914. Señor general don Venustiano Carranza, Presidente Interino de la República. México. Señor: Sé que mis malquerientes me han calumniado al informar a usted de mí con el ánimo avieso de prevenir a usted en contra mía. Tan ingrata tarea es, además, infame. No he sido enemigo de usted y sin ser su partidario creo haberle hecho más bien que el mal que le han causado los que se ostentan sus parciales, con los actos irregulares que han ejecutado. Cuando yo he sido preguntado si conocía a usted personalmente, he contestado que no: que el conocimiento que yo tenía de usted era de su carrera política: que desempeñó usted el cargo de senador durante la administración del señor general Díaz y que cuando el señor licenciado don Miguel Cárdenas, Gobernador del Estado de Coahuila, manifestó su resolución de separarse del Gobierno, se acordó que usted fuera quien lo sustituyera: que en aquel entonces el grupo llamado científico influyó en el ánimo del señor general Díaz para que usted no fuera electo, a pretexto de que siendo usted amigo y partidario del malogrado señor general Reyes, constituía un peligro para el futuro y prevaleciendo la intriga tuvieron lugar las series de violencias de que fue víctima el señor Gobernador de Coahuila. Eso es lo que yo he manifestado siempre que se ha ofrecido la ocasión, agregando que me merecía usted el concepto de un hombre decente y de bien y que yo en dicha época sentí esa contrariedad, pues jamás hice causa común con el grupo y cualquier éxito de éste me afectaba. Yo no soy un intrigante, abomino la mentira y engaño con la verdad. Soy de usted, con toda consideración y respeto, atento servidor. Teodoro A. Dehesa

Carta del Dr. Atl, manifestando al general Emiliano Zapata que tiene la convicción de que los ideales de la Revolución del Sur no deben debilitarse con concesiones, y que es necesario lance una “proclama” para demostrar a la nación cuáles son sus intenciones y de qué lado debe inclinarse el pueblo. [A. G. N., ramo Revolución.]

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México, septiembre 11 de 1914. C. general Emiliano Zapata, Jefe del Ejército Libertador. Cuartel General de Cuernavaca. Ciudadano general: Desde las conferencias habidas entre usted y sus jefes y el C. Antonio Villarreal y licenciado Luis Cabrera, los grandes problemas de la Revolución del Sur han entrado en una nueva faz, la faz de la solución. Yo tengo la firme convicción de que los ideales de la Revolución del Sur no deben debilitarse con concesiones, porque estos ideales son justos y han costado mucha sangre, pero estoy convencido de que debemos dentro de la lógica más rigurosa, si no entrar, por 1o menos disponernos a un arreglo. La opinión pública de todo el país simpatiza con el movimiento que usted encabeza, pero esta misma opinión se inclina a creer que en el seno del Ejército Libertador existen elementos capaces de impedir el desarrollo del “programa del pueblo”. No debemos derramar ya ni una gota de sangre, mas ha llegado el momento de hacer obrar nuestra razón y nuestra fuerza moral, elementos que en las actuales circunstancias pueden tener mayor eficacia que una victoria con las armas en la mano. En el ánimo del pueblo de todos los Estados existe una cierta vacilación respecto de la actitud personal de usted; y a mí me parece muy conveniente, sin que yo pretenda querer influir en sus convicciones, que usted debería hacer en estos momentos, y lo más pronto posible, una “proclama”, nacida del fondo de su corazón, de hombre y de caudillo, para demostrar a la nación cuáles son sus verdaderas intenciones y de qué lado el pueblo debe inclinarse. Esta proclama vendría a ser una verdadera ráfaga de luz en la oscuridad de la conciencia nacional. Yo le ruego a usted, C. general, en nombre de los intereses que defiende y a los cuales yo me adhiero, que medite y escuche mi proposición. Si yo puedo servirle en algo a este respecto, usted puede enviarme sus instrucciones; el coronel Hernández dirá a usted de viva voz el estado actual de la situación. Envío a usted una copia de la carta que mando al C. Palafox, quien, según me han dicho, me ha sentenciado a muerte. Concluyo afirmándole, de la manera más leal, que nadie en la capital ha trabajado con el desinterés, la energía y la habilidad que

el coronel Hernández y yo. Deseo a usted cordialmente, todo bien y un triunfo próximo y definitivo. Dr. Atl

Telegrama de don Venustiano Carranza, dirigido al licenciado Rafael Zubaran Capmany, en Washington, D. C., manifestándole que carecen de veracidad las noticias publicadas en dicha ciudad, sobre la situación política y militar en las regiones dominadas por el constitucionalismo, pues la rendición y licenciamiento de los ex federales se efectuó con buen éxito y la estabilidad y firmeza del Gobierno está plenamente garantizada. [A. I. F., F9-91-69.]

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México, Sept. 11th. 1914. Rafael Zubaran. The Burlington. Washington, D. C. Las noticias alarmantes a que se refiere y que circulan en esa población carecen de todo fundamento. Es falso el fusilamiento de policías en esta capital, pues lo único que sucedió fue un pequeño escándalo provocado hace algunos días entre un insignificante grupo de policías y soldados constitucionalistas producto del alcohol, pero fue sofocado inmediatamente y sin consecuencias de ninguna clase. Ni uno solo de los oficiales ex federales ha sido ejecutado, por el contrario, todos o casi todos gozan de la libertad compatible con la situación. El decreto que revocó la disposición dada por el Gobernador del Distrito Federal y comandante militar de esta plaza no indica que se pretenda arrebatar los derechos de las personas sino impedir únicamente el abuso que de dichas disposiciones empiezan a hacer las poquísimas personas descontentas. Es inexacto que el puerto de Veracruz haya sido cerrado. La más completa tranquilidad y una perfecta armonía reina entre todas las regiones dominadas por el constitucionalismo que abarca ya toda la República. La rendición y el licenciamiento de los ex federales se ha llevado a cabo con buen éxito y últimamente se efectuaron. Plena tranquilidad en el Istmo de Tehuantepec y en el Estado de Tabasco, así como efectuáronse normalmente en Chiapas y en Campeche, dando por resultado la disolución completa del federalismo. Inexactas las alarmas relativas a los zapatistas, pues pequeños grupos que cometieron atropellos en poblaciones sin importancia han sido batidos y desbandados por completo como sucedió en los Estados de Puebla y México. Constitucionalismo permanece compacto y coherente siendo completamente falsos todos los rumores sobre divisiones en nuestras filas. El general Villa permanece en plena armonía y en subordinación completa debido a su actitud loable y patriótica por lo cual y en atención a sus relevantes méritos acabo de conferirle el merecido cargo de divisionario. De las fuerzas constitucionalistas destinadas a Tehuantepec he ordenado el regreso de 8 000 por ser innecesarias dada la tranquilidad que reina en esa región; además se alistan y organizan en la misma región fuerzas de voluntarios

en abundancia. El Gobierno de Oaxaca reconoció inmediatamente a este Gobierno y coopera en la actualidad en la conservación del orden y en batir a grupos insignificantes encabezados por Argumedo y Aguilar. La estabilidad y firmeza de este Gobierno está plenamente garantizada pues se apoya en ciento veintiún mil hombres perfectamente armados y municionados. Salúdolo. V. Carranza

Carta del general Eulalio Gutiérrez, Gobernador del Estado de San Luis Potosí, dirigida a don Venustiano Carranza, Presidente Provisional, en que comisiona al licenciado Manuel Rivas para que le informe de las mejoras materiales llevadas al cabo en dicha capital. [A. I. F., F9-57-12.]

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Correspondencia particular del Gobernador del Estado de San Luis Potosí 12 de septiembre de 1914. Señor Presidente Provisional de la República, general don Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista. México. Muy respetable señor y fino amigo: Me es altamente satisfactorio dirigir a usted la presente, saludándolo con todo respeto y afecto que me honro en profesarle. El señor licenciado Manuel Rivas, portador de la presente y quien pasa a esa capital, le pondrá a usted en conocimiento el estado actual del Gobierno de mi cargo, tanto en los puntos foráneos como en la capital, en donde hemos procurado emprender algunas mejoras materiales y teniendo en proyecto algunas otras de grande utilidad; entre éstas se encuentra la construcción de una nueva y grande presa, y la adquisición de la antigua, indemnizando a los dueños su valor, con objeto de evitar el monopolio de las aguas y que la ciudad esté bien surtida de este líquido. Hemos empezado a devolver varias casas intervenidas, por creerlo de justicia y para que el pueblo vaya tomando más confianza a la causa constitucionalista. Con objeto de enderezar algunas calles, hemos empezado a demoler algunas casas, habiéndolo hecho ya con el templo de Tequisquiapam y quedando de esta manera una hermosa calzada desde el centro de la ciudad hasta Morales. El mismo señor licenciado Rivas le informará a usted los esfuerzos que estamos haciendo por acrecentar las existencias en caja para poder sufragar los grandes gastos que demandan todas estas mejoras. Pasando las fiestas patrias, pienso dar una vuelta por la Huasteca, con el objeto de ver de cerca las necesidades de aquellos pueblos y remediar hasta donde sea posible las mismas. El señor licenciado Rivas le informará a usted que para el próximo 16 expedirá este Gobierno un decreto, a fin de que el jornal mínimo que perciban los trabajadores en todo el Estado sea de setenta y cinco centavos diarios. Las cosechas en general están bastante adelantadas y auguran una buena cosecha, por lo que creo el Estado tendrá lo necesario.

Todos los representantes de las compañías han estado conmigo cambiando ideas y puedo afirmar que tienen la mejor voluntad para movilizar todos los trabajos, siempre que el Gobierno preste todas las garantías, las cuales, como es natural, he ofrecido proporcionar. También el licenciado Rivas informará a usted sobre la conducta del cónsul americano en ésta, quien ha dirigido al Gobierno notas bastante inconvenientes y que no me ha parecido oportuno contestar. Al mismo tiempo le dirá algo de la conducta del cónsul de Alemania, quien según sé va también para esa. Naturalmente, como hemos estado trabajando en un medio en donde hay bastante predisposición, hemos tropezado con algunas dificultades, que se han ido venciendo poco a poco y que creo se solucionarán más o menos bien para mejorar las condiciones políticas, sociales y económicas del Estado. En todo he procurado ceñirme a la justicia y he hecho cuanto ha estado de mi parte para dejar bien cimentados los nobles ideales y los planes de la Revolución. Aprovecho esta oportunidad para repetirme de usted, como siempre, afmo. amigo y atto. S. S. El Gobernador y comandante militar del Estado, general Eulalio Gutiérrez.

Instrucciones de don Venustiano Carranza al general J. Isabel Robles, en Torreón, Coah., para utilizar los servicios del señor Mario Méndez, y que prefiera a personas adictas a la causa, rechazando a los que sostuvieron la usurpación, principalmente en el ejército. [A. I. F., F9.]

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Secretaría particular del C. Presidente Palacio Nacional, México, D. F., Sept. 14 de 1914. Señor general J. Isabel Robles. Torreón, Coah. En contestación su telegrama 12 actual, manifiéstole Mario Méndez desempeñaba mismo cargo durante administración Madero y tuve oportunidad conocer sus importantes servicios. No habiendo servido a Huerta ni Carbajal, no hay razón para desechar sus servicios. He recomendado que en todos los ramos administración se prefiera a personas que prestaron mayores servicios causa y no que acepten aquellos que sostuvieron usurpación, principalmente en ejército. V. Carranza

Instrucciones de don Venustiano Carranza al general R. F. Iturbe, en Mazatlán, Sinaloa, para la reapertura de los bancos que garantizaran el pago efectivo de sus billetes. [A. I. F., F9.]

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Secretaría particular del C. Presidente Palacio Nacional, México, D. F., Sept. 14 de 1914. Señor general R. F. Iturbe. Mazatlán, Sin. Refiérome telegrama 11 actual, relativo reapertura bancos, manifestándole poderse reabrir únicamente aquellos que garanticen pago efectivo de sus billetes. V. Carranza

Felicitación de don Venustiano Carranza al coronel Federico Montes, Gobernador del Estado de Querétaro, por su actitud con los trabajadores. [A. I. F., F9.]

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Secretaría particular del C. Presidente Palacio Nacional, México, D. F., Sept. 21 de 1914. Señor coronel Federico Montes. Gobernador del Estado. Querétaro, Qro. Enterado con satisfacción telegrama 19 actual, permítame felicitarle su noble actitud con respecto trabajadores. V. Carranza

Acuerdo telegráfico de don Venustiano Carranza, autorizando al general Domingo Arrieta, Gobernador del Estado de Durango, para emitir hasta un millón de pesos, en papel moneda, para el sostenimiento de sus tropas. [A. I. F., F9.]

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Secretaría particular del C. Presidente Palacio Nacional, México, D. F., Sept. 22 de 1914. Señor general Domingo Arrieta. Durango, Dgo. Queda usted autorizado para emitir papel hasta un millón de pesos para fuerzas su mando. V. Carranza

Órdenes de don Venustiano Carranza al general Francisco Coss, Gobernador del Estado de Puebla, para que los prisioneros zapatistas condujeran a sus familiares a la frontera del mismo. [A. I. F., F9.]

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Secretaría particular del C. Presidente Palacio Nacional, México, D. F., Sept. 22 de 1914. Señor general Francisco Coss, Gobernador del Estado. Puebla, Pue. Su telegrama 21 actual. Haga usted que zapatistas prisioneros recojan sus familias y que ellos condúzcanlas a la frontera. V. Carranza

Carta del general Francisco Villa, fechada en Chihuahua, Chih., participando al general Emiliano Zapata que ha desconocido la autoridad de don Venustiano Carranza, como Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, por lo que lo invita a secundar dicha actitud. [A. G. N., ramo Revolución.]

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DIVISIÓN DEL NORTE. CORRESPONDENCIA PARTICULAR GENERAL EN JEFE Chihuahua, septiembre 22 de 1914. Señor general Emiliano Zapata. Estado de Morelos. Muy estimado compañero y fino amigo: No pudiendo ya esta División del Norte que es a mi mando tolerar por más tiempo la conducta antipatriótica de Venustiano Carranza que tiende por todos conceptos a desunirnos, a sembrar la ruina en el país y a inspirar la desconfianza en el extranjero y viendo fundadamente que sus miras son personalistas y que para él la felicidad del país es un mito y le interesa poco o nada; todos mis generales y yo comprendiendo que es absolutamente indispensable y necesario salvar cuanto antes a nuestra patria del precipicio a que quiere lanzarla con sus inconsecuencias y caprichos el llamado Primer Jefe del Ejercito Constitucionalista, con esta fecha lo hemos desconocido como jefe de la nación, y desde luego nos aprestamos a hacerlo que entregue el poder a los verdaderos representantes del pueblo. Como Venustiano Carranza es obstinado y en él no existe ni el más pequeño átomo de patriotismo, antes de abandonar el poder tendrá que luchar, por cuyo motivo ya me preparo para marchar inmediatamente a la capital de la República y si no se rinde atacarlo y darle el castigo que merece. Usted cuyos sentimientos patrióticos y buenas intenciones en favor del pueblo son bien conocidos, habiéndolo demostrado con la actitud que ha asumido desde el año de 1910 en que ha luchado con constancia por el bienestar del pueblo mexicano, se servirá esta vez como en las anteriores poner sus servicios tan valiosos a la disposición de la causa del pueblo. Por consiguiente espero con todo fundamento que usted, inspirándose en el mismo sentimiento que yo, desconocerá también a Venustiano Carranza y equipará y preparará convenientemente sus fuerzas para que tan luego como yo me aproxime a la capital de la República, en combinación con mis fuerzas la ataquemos e implantemos las autoridades que han de preocuparse por el verdadero engrandecimiento de nuestra patria. El portador de la presente, enviado

de usted, a quien he tenido el gusto de recibir y atender con las consideraciones que se merece, dará a usted más detalles y explicaciones sobre el particular, no dándoselas yo en esta carta por el poco tiempo de que dispongo para ello, en virtud de tener que preparar inmediatamente y con toda urgencia nuestra marcha hacia el Sur a fin de que el movimiento tenga más éxito y el golpe sea más certero. Esperando tener el gusto de estrechar pronto su mano me es grato ofrecerme como su afmo. compañero, amigo y S. S. Francisco Villa

Telegrama del señor R. E. Múzquiz, fechado en El Paso, Texas, transcribiendo a don Venustiano Carranza la respuesta que dio el general Francisco Villa a la Comisión Pacificadora, desconociéndolo como Primer Jefe Encargado del Poder Ejecutivo, y proponiendo la designación del licenciado Fernando Iglesias Calderón para convocar a elecciones. [A. I. F., F9-60-XII (9).]

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Compañía Telegráfica Mexicana. Vía Galveston. 94. El Paso X 214 MM Count Qns GGR. Fecha Sept. 27. V. Carranza. México. Prensa Asociada recibió siguiente mensaje del general Villa contestación al que le mandé firmado por Comisión Pacificadora de ésa fechado veinticinco: “Enterado su atento mensaje hoy en que se sirven indicarme sugiera algún medio para solucionar pacificación las dificultades que han surgido entre el señor Venustiano Carranza y esta División del Norte y para demostrar al país y al mundo entero que si he desconocido al Primer Jefe del Ejército Constitucionalista Encargado del Poder Ejecutivo ha sido por tener la convicción íntima de su incapacidad para restablecer la paz y el Gobierno democrático y con objeto de evitar un conflicto armado entre los elementos revolucionarios que no he provocado ni deseo provocar, que Carranza entregue el Gobierno interino al señor don Fernando Iglesias Calderón para que convoque a las elecciones a quien apoyaremos con el mayor patriotismo todos los constitucionalistas colaborando con él a la completa pacificación del país protesto que en todos mis actos no me guía inspiración más que la felicidad de mi patria y solemnemente vuelvo a declarar que no aceptaré ocupar la Presidencia ni Vicepresidencia de la República con carácter de interino o constitucional confiado en contar con ustedes para solucionar este conflicto me repito su afmo. compañero y amigo. Francisco Villa. Firmado. Luis Aguirre Benavides.” Salúdolo. R. E. Múzquiz

Telegrama de don Venustiano Carranza, dirigido al general Eulalio Gutiérrez, ordenándole trasladarse a Zacatecas para asistir a las conferencias entre los generales Robles y Aguirre Benavides, con los jefes constitucionalistas presididos por el general Álvaro Obregón, para tratar de evitar un conflicto armado. [A. H. D. N., XI/481.5/96. Caja 43.]

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De Palacio Nacional, el 28 de septiembre de 1914. Para San Luis. Señor general Eulalio Gutiérrez. Saludo a usted afectuosamente. Puede usted pasar a Zacatecas a las conferencias entre los generales Robles y A. Benavides y los jefes constitucionalistas que salieron de aquí presididos por el general Obregón; pero antes de salir deje usted ordenado a Luis cumpla con las instrucciones que le di para él y usted, y que sin pérdida de tiempo marche a Coahuila con la fuerza que le ordené, pues si no hubiere un arreglo que evite el conflicto armado, habrá que ir a la lucha, no porque yo así lo quiera, sino porque a ello nos obliguen las circunstancias y hay que estar preparados. El general Santos Coy salió hoy para Zacatecas, habló extensamente conmigo y puede usted hablar con él para que le comunique lo que le expresé en nuestra conversación acerca de la situación y modo de resolverla. Las conferencias de Zacatecas serán preliminares para ver si después se resuelve el conflicto en definitiva con la aceptación o modificaciones que se acordaren en la Junta General de Jefes, a que he convocado y a la que concurrirán todos los jefes que he citado, y si faltaren algunos se les citará para que ocurran por sí o por representantes; si las conferencias en Zacatecas duraren algunos días y no pudiere usted venir a ésta para el primero, manden usted, Luis y general Álvarez, sus representantes, mientras usted viene. He recibido mensajes de El Paso comunicándome que generales Maclovio Herrera y Rosalío Hernández se han sustraído a la obediencia de Villa. Los generales que están bajo las órdenes de Villa se dirigieron a mí excitándome o que por patriotismo me retire dejando el Poder Ejecutivo de la nación y proponiéndome al señor Iglesias Calderón para que me sustituya. Mañana les contestaré y comunicaré a usted mi contestación. Venustiano Carranza

Informe rendido por el señor Adolfo Carrillo a don Venustiano Carranza, sobre la situación política y militar en el Distrito Norte de la Baja California, secundando la insubordinación del general Francisco Villa, con motivo de la presencia del general Felipe Ángeles en el pueblo de Mexicali, B. C., pactando con los ex federales su incorporación a la División del Norte. [A. I. F., F9-64-36.]

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Correspondencia particular del agente comercial del Gobierno constitucionalista mexicano Los Ángeles, Cal., 2 de octubre de 1914. Señor don Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista Encargado del Poder Ejecutivo. México, D. F. Muy estimado jefe y amigo: Vuelvo a dirigirme a usted para darle a conocer algo de lo que ocurre en el Distrito Norte de la Baja California, que desde un principio ha permanecido completamente fuera del control del ejército de la legalidad. Ya sabrá usted que hace como un mes llegó el general Ángeles procedente de Chihuahua al pueblo de Mexicali, B. C., que se halla en la línea divisoria, en donde pactó con los ex federales posesionados del Distrito su incorporación a la División del Norte. Como consecuencia del pacto, quedó designado jefe de las armas el coronel ex huertista Esteban Cantú, y como jefe político del Distrito fue nombrado por el gobernador Maytorena, de acuerdo con el general Villa, el mayor Baltasar Avilés que llegó procedente de Sonora. Inmediatamente que el último tomó posesión, nombró secretario de Gobierno a Ernesto Ferrer que fue espía huertista hasta hace todavía unos tres meses en San Francisco, Los Ángeles y San Diego, Cal. Los demás puestos de la administración del Distrito, desde administradores de las Aduanas hasta secretarios de Juzgados de Paz, los ocupan ex huertistas recalcitrantes y villistas. Los que en alguna manera se manifiestan partidarios de usted han sido destituidos de sus puestos, por humildes que sean. Ahora, últimamente, con motivo del desconocimiento que hizo el general Villa de usted, como Primer Jefe, la guarnición ex federal de Ensenada, de Mexicali y demás lugares del Distrito, encabezada por el ex coronel Cantú y el jefe político Avilés, se ha declarado secundando la rebelión del general Villa. Para esto lanzaron

manifiestos al pueblo, de los que acompaño a usted ejemplares. Además le adjunto copia de una carta que recibí del señor Enrique D. Cota, de San Diego, activo y sincero partidario de la causa constitucionalista, por la que podrá darse cuenta de lo últimamente acontecido. No sé si el señor Juan A. Mateos, Jr., cónsul constitucionalista en San Diego, Cal., quien seguramente está al tanto de todos estos acontecimientos, habrá dado cuenta de ellos a usted o a la Secretaría de Relaciones; mas, como un rumor que ha llegado a mis oídos, sin que me conste, me permito consignarle el de que este señor se hace sordo de todo aquello. Esto, como digo a usted, sin que me conste precisamente. En vista de lo que se consigna en la carta del señor Cota, a que me refiero, me permití enviar al señor general don Benjamín Hill el siguiente telegrama a Naco, Ariz.: “Batería ex federal cuatro piezas marcha de Ensenada a atacarlo. Alerta.” Creo pertinente manifestarle también que la tropa ex federal, al contrario de sus jefes, desea ser cuanto antes licenciada y enviados los soldados a sus respectivos hogares, la mayor parte en el interior del país. Debo a la vez hacer de su superior conocimiento que muchos de estos detalles lo son del señor don Jorge U. Orozco, quien estuvo en San Diego, Cal., y esta ciudad, y de los cuales es probable dé a usted cuenta. Hace pocos días recibí del señor coronel Ortega, jefe de las armas en el Distrito Sur de la Baja California, una comunicación en la que me participa saber lo que ocurre en el Distrito Norte, y que de acuerdo con el coronel Luis Hernández, nombrado por usted jefe de las armas en el Distrito Norte, podría venir con fuerzas suficientes a desalojar a los federales, del Distrito Norte. Esto último me parece conveniente, pero siempre que las fuerzas vinieran por mar, pues la distancia entre La Paz y Ensenada es enorme para hacerlo por tierra, por mediar un desierto cuya travesía es de un mes o más de camino. El desembarque podría hacerse secretamente en el lugar conocido por Punta Banda, durante la noche, y de ahí, por sorpresa tomar Ensenada. El recorrido de Punta Banda a Ensenada, la cabecera, en unas tres o cuatro horas. Con el propósito de seguirle dando cuenta de todos los asuntos que sigan ocurriendo en aquella parte de nuestro país, y con los deseos de que se encuentre usted bien, me repito suyo afmo. amigo y subordinado que lo estima. Adolfo Carrillo

Telegrama girado por don Venustiano Carranza, al general M. Arrieta, ordenándole comunicar a don José de la Luz Herrera, la autorización dada al general Maclovio Herrera para emitir vales o billetes por un millón de pesos para el sostenimiento de sus fuerzas; igual autorización, y con el mismo fin, al general Domingo Arrieta, en el concepto de que serían canjeados por billetes constitucionalistas. [A. H. D. N., XI/481.5/96. Caja 43.]

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De Palacio Nacional, el 10 de octubre de 1914. Para Mazatlán. Señor general M. Arrieta. Saludo a usted muy afectuosamente y al señor José de la Luz Herrera. Diga usted al señor Herrera que autorizo a Maclovio para que emita billetes o vales por valor de un millón de pesos para el sostenimiento de sus fuerzas y las demás que se le agreguen o que él aumente. Igual autorización doy al general Domingo Arrieta y por la misma cantidad para el pago de haberes de sus fuerzas. Si nada se arregla con Villa y al iniciarse las operaciones incomunicaran conmigo procedan ustedes en las operaciones como lo crean conveniente para la causa procurando comunicarse por enviados hasta donde haya estación telegráfica para ésta o por los Estados Unidos. Las tropas de Sinaloa y las que se manden de refuerzo operarán en combinación o unidas a las de ustedes. En donde se crea conveniente. Los vales o billetes que emitan los generales Herrera y Arrieta serán canjeados por billetes constitucionalistas que les remitiré. Si se encuentra en la oficina don José de la Luz Herrera que me comunique lo que desea acerca de Maclovio. Voy a comunicarles las autorizaciones. Venustiano Carranza

Correspondencia cruzada entre el licenciado Isidro Fabela, secretario de Relaciones, y el general Jesús Carranza, para otorgar un empleo al general Arturo Santibáñez, habiéndosele designado cónsul en Génova, Italia. (El general Arturo Santibáñez era hermano del general Alfonso Santibáñez, asesino de don Jesús Carranza.) [A. I. F., F9-44-13.]

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México, D. F., octubre 12 de 1914. Señor general don Jesús Carranza. Hotel Palacio. Ciudad. Muy estimado señor general: En contestación a su atenta de fecha 8 del actual, me permito suplicarle se sirva indicar a su recomendado, cuyo nombre no menciona, que se sirva pasar a esta Secretaría con el fin de tratar del asunto que solicita. Quedo de usted, afmo. atto. y amigo S. S. Isidro Fabela México, D. F., octubre 15 de 1914. Señor licenciado Isidro Fabela, secretario de Relaciones. Presente. Muy estimado amigo: Tengo el gusto de referirme a su apreciable de fecha 12 de los corrientes, manifestándole que la persona a quien me permití suplicar a usted el empleo en algún consulado de Centro América o Estados Unidos, es el señor general Arturo Santibáñez, a quien ya recomiendo pase a esa Secretaría con el fin de tratar el asunto a que me he referido. Sin otro particular le anticipa las gracias su afmo. amigo y S. S. Jesús Carranza México, D. F., 17 de octubre de 1914. Señor general don Jesús Carranza. Ciudad. Muy estimado y fino amigo:

Contesto su atenta carta fechada el 15 del actual, relativa a su recomendación que se sirvió hacerme en favor del señor general Arturo Santibáñez. En contestación, tengo el gusto de manifestarle que atendiendo a su recomendación, he extendido nombramiento, por conducto del C. Primer Jefe del E. C. Encargado del Poder Ejecutivo de la Unión, en favor del citado señor general Santibáñez, como cónsul en Génova, Italia. Aprovecho esta ocasión para repetirme de usted como siempre, su afectísimo amigo y atto. S. S. Isidro Fabela México, D. F., octubre 22 de 1914. Señor licenciado Isidro Fabela. Presente. Muy estimado amigo: Por su atenta fechada el 15 de los corrientes, he quedado enterado de que, atendiendo mi recomendación, y por acuerdo del C. Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, Encargado del Poder Ejecutivo, se ha servido extender el nombramiento de cónsul en Génova, Italia, en favor del señor Santibáñez. Al darle las gracias por el inmerecido favor con que ha sabido dispensarme, me es grato suscribirme como su afmo. atto. y S. S. Jesús Carranza

Copias de actas certificadas por el general Julián Blanco, sobre la designación de director del Gobierno provisional del Estado de Guerrero, a favor del general Jesús H. Salgado, y la creación del “Banco Revolucionario de Guerrero”, cuya primera emisión de papel fue de diez millones. [A. I. F., F9-45-XXI.]

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DOCUMENTO Nº 1

“Bravos, Gro., 13 de octubre de 1914. Señor general Julián Blanco. Dos Caminos. Transcríbole acta exaltación poder como Director Estado. ‘En la ciudad de Chilpancingo de los Bravos, a las once de la mañana del 8 de octubre de 1914, en el departamento al efecto señalado del Palacio de Gobierno, estuvieron reunidos los suscritos generales, jefes y oficiales insurgentes en virtud de la convocatoria expresa y formal que con anterioridad se les hizo para resolver definitivamente una ratificación del nombramiento de Gobernador del Estado la atenta y respetable persona del ciudadano general Jesús H. Salgado, así como la protesta y toma de posesión consiguiente e inmediato se abrió la sesión respectiva y desde luego el expresado señor general Salgado hizo una minuciosa y bien meditada exposición de los puntos que a su juicio deben constar de una manera sustancial del programa de una administración de Gobierno que enseña al pueblo guerrerense a ejercitar todos sus derechos bajo los principios de justicia que ha conquistado la Revolución del Sur. A continuación todos los presentes expresaron su opinión acerca de la uniformidad que existe en sus voluntades, para que este acto se acepte, la ratificación, protesta y toma de posesión antes mencionada y en consecuencia expusieron respectivamente: 1º Que confirman en la persona del señor Jesús H. Salgado, el nombramiento que con anterioridad se le ha conferido para Director provisional del Estado de Guerrero. 2º El Director nombrado prestará hoy a las cuatro de la tarde la protesta correspondiente ante los generales, jefes y oficiales que reintegran la asamblea. 3º Se confiere al expresado Director las facultades anexas a su encargo, pudiendo expedir los decretos y circulares que estime necesarias para el restablecimiento de la paz y organización del ejército insurgente en el Estado, así como la convocación oportuna de los ciudadanos guerrerenses para que libre y democráticamente nombren su Gobernador Constitucional; terminando el acto levantándose la presente que aprobó su contenido firmándose en comprobación. El general Jesús H. Salgado. El general Encarnación Díaz. El general H. C. Castillo. El general Manuel Espinosa. El general Felipe Barrios. El general Serapio Vargas. El general Francisco Mota. El general Gregario Santa Ana Crespo. El coronel Salomón Villaseñor. El coronel Fortino Ocampo. El coronel José Hernández Navarro. El coronel Juan Villa. El coronel Tiburcio Martínez. El coronel Demetrio González. El

coronel Celedonio Martínez. El coronel Gil Carbajal. El coronel Edmundo Catalán. El coronel Enrique Villalobos. El coronel H. Villegas. El coronel B. Aguilar Astudillo. El coronel Victoriano Bermejo. El coronel Ignacio Rodríguez. El coronel Socorro Salmerón. El coronel Adrián Castrejón. El coronel Prisciliano Deloya. El coronel Feliciano Olivares. El coronel Vicente Martínez. El coronel Severiano Rodríguez. El coronel J. L. de la Barra. El coronel Macedonio Hernández. El coronel Timoteo Herrera. El coronel Ciriaco Gómez. El coronel Cornelio Moreno. El coronel Justino Reyna. El coronel Daniel Menague. El coronel licenciado E. Florencio Abraján. El coronel Leobardo Leyva. El coronel Manuel Román. El teniente coronel José María Cuevas. Teniente coronel Manuel Ocampo. Teniente coronel Fidegenio Román. Teniente coronel Prisciliano Nava. Teniente coronel Wenceslao Rodas. Teniente coronel Trinidad Salmerón. El mayor Elpidio Martínez. Capitán primero Luis A. González. Teniente Celso Toledo. Capitán primero L. Rivera. Capitán Leopoldo R. Suárez. El tesorero E. Rodolfo Catalán. El secretario Juan Espinosa. Leída esta acta, fue aprobada por unanimidad, firmándose en comprobación. Jesús H. Salgado. Rúbrica’. ” Es copia fiel de su original. Acapulco, 31 de octubre de 1914. El general jefe de la zona, Julián Blanco. DOCUMENTO Nº 2 “Bravos, 13 de octubre de 1914. Dos Caminos. Señor general Julián Blanco. Transcríbole acta sigue: ‘En la C. de Chilpancingo de los Bravos, a los 5 días del mes de octubre de 1914 a horas que son las 10 a.m., reunidos en el Palacio de Gobierno del Estado los C. jefes y oficiales del ejército revolucionario de Guerrero, que suscriben a moción del C. general J. H. Salgado, Jefe Supremo de la Revolución de Guerrero, hizo presente dicho general la conveniencia de fundar un Banco de emisión revolucionario a efecto de facilitar toda clase de operaciones mercantiles, efectuándose desde luego una emisión por valor de diez millones de pesos garantizados con todo el producto de metal que se extraiga de los minerales del Estado, consistente en oro, plata, antimonio, cobre y azufre; con las haciendas de fundición, agrícolas compradas o decomisadas; fábricas de hilados y tejidos e industria cuyos productos exceden de cuarenta mil pesos anuales los jefes revolucionarios se comprometen a sostener por todos los medios posibles que los elementos mencionados antes integren el depósito del Banco Revolucionario de Guerrero, la distribución que se dará a los diez millones para haberes de las fuerzas revolucionarias; un millón para auxilio de las víctimas de la Revolución; un millón para fomentar la industria agrícola; un millón para indemnización de deslindes de tierras en lo sucesivo podrán hacerse nuevas emisiones de billetes por las sumas que se hagan necesarias, garantizándose estas emisiones en la misma forma que la precedente, esta acta es susceptible de reformas y hallándose conformes todos los

jefes presentes con todas y cada una de las proposiciones hechas por el C. general Salgado, se procedió a formar el consejo del Banco, el cual quedó integrado en la forma siguiente; un Presidente, un Vicepresidente, un Tesorero y un Secretario. Para constancia se levantó la presente, que firman los circunstantes. Nota: Las firmas anteriores’. ” Es copia fiel de su original. Acapulco, 31 de octubre de 1914. El general jefe de la zona, Julián Blanco. DOCUMENTO Nº 3 “Bravos, 13 de octubre de 1914. Dos Caminos. Señor general Julián Blanco. En la ciudad de Chilpancingo de los Bravos, a los ocho días del mes de octubre de 1914. Reunidos en el Palacio de Gobierno los jefes y oficiales que suscriben hizo uso de la palabra el C. general J. H. Salgado y propuso que de la emisión de diez millones de pesos del Banco Revolucionario de Guerrero cediera determinada cantidad a los jefe de columna para sus gastos particulares llevando ellos con el Banco una cuenta corriente y pudiendo girar por medio de cheques hasta por el entero de la cantidad que se les asigne; de esta cantidad llevarán los jefes aludidos una minuciosa cuenta, cuidando de que la suma que les dé tenga una inversión honrada; las cantidades se asignarán en la forma siguiente: Al general Encarnación Díaz, cincuenta y cinco mil pesos; al general Jesús H. Salgado, cincuenta y cinco mil pesos; al general Heliodoro C. Castillo, cincuenta y cinco mil pesos; al general Julián Blanco, cincuenta y cinco mil pesos; a los generales Julio Gómez y Abraham García, quince mil pesos; a cada uno de los generales Baltazar Ocampo, Francisco Mota, Custodio Hernández y Epigmenio Jiménez, diez mil pesos a cada uno; mientras los jefes indicados no retiren del Banco la cantidad que les pertenece, esta misma tendrá un interés de un doce por ciento anual. Los mismos jefes cuidarán que sus pagadores cumplan honradamente con su misión manejando los caudales que se les confíen con toda probidad y honradez. Los jefes ya dichos estarán en constante comunicación con la superioridad; esta acta es susceptible de reformas y estando todos y cada uno de los mismos jefes de acuerdo con las proposiciones del general Salgado se levantó la presente para constancia, la cual firman los suscritos. Nota: las mismas firmas anteriores.” Es copia fiel de su original. Acapulco, 31 de octubre de 1914. El general jefe de la zona, Julián Blanco. DOCUMENTO Nº 4 Recibido por la vía telegráfica, el siguiente documento, que dice: “Bravos, Gro., 13 de octubre de 1914. Señor general don Julián Blanco. Dos Caminos, Gro.

Transcríbole actas siguientes. En la ciudad de Chilpancingo de los Bravos, a los doce días del mes de octubre de mil novecientos catorce. En el salón de recepciones del Palacio de Gobierno, reunidos los suscritos generales, jefes y oficiales del Ejército Revolucionario del Sur de Guerrero, con motivo de la asamblea a que con anterioridad fueron citados especialmente, abriéndose la sesión del día, hizo uso de la palabra el Director provisional del Estado, señor general Jesús H. Salgado, y manifestó que la Revolución triunfante en esta entidad federativa en sus ideales está convenida íntimamente con la que triunfó en el vecino Estado de Morelos, donde tuvo su formación feliz el Plan de Ayala, reformador del de San Luis Potosí, pues en efecto este Plan revolucionario fue la bandera que airosa e incólume sostuvieron los pueblos guerrerenses para reivindicar sus libertades, hacer respetar la soberanía de su Gobierno y hacer patente lo invencible de la voluntad popular cuando es insoportable el peso de la tiranía. En tal virtud, el mismo general Salgado propuso a la asamblea que continuaría aceptando el precitado Plan de Ayala, pero adicionándolo con todos los principios que se basarán en las necesidades que suelen los pueblos aludidos a fin de realizar sus ideales de ser libres, independientes, soberanos, demócratas y progresistas, porque todos estos ideales forman la línea que exteriormente circunscribe su esfera de acción. A continuación todos los comparecientes, inspirados profundamente en sentimientos de la humanidad, de compañerismo, de fraternidad y de elevado civismo, manifestaron con unanimidad que aceptan sin modificación alguna la proposición antes precitada. El general J. H. Salgado. Nota: Las mismas firmas que las anteriores.” Es copia fiel sacada de su original, que certifico. Acapulco, 31 de octubre de 1914. El general jefe de la zona, Julián Blanco. DOCUMENTO Nº 5 Para que mi gestión como gobernante del heroico pueblo de Guerrero pueda llegar a feliz término, debo de sujetar a la aprobación de esta asamblea los acuerdos que en seguida expreso, no sin advertir a ustedes que ellos pueden estar equivocados y, por tanto, son susceptibles de reforma. Los acuerdos son los siguientes

Primero. Diríjase comunicación a los generales Encarnación Díaz, Julián Blanco, Heliodoro Castillo, Abraham García, Julio A. Gómez y Jesús H. Salgado a fin de que procedan al nombramiento de pagadores, de sus columnas, cuyos pagadores deberán pedir haberes para las fuerzas a la Pagaduría General, que se establecerá en la negociación de Atlixtac, Distrito de Hidalgo; esta determinación obedece a la necesidad y a que el manejo de los caudales de la Revolución sea

probo y por completo honrado. Segundo. Procédase al establecimiento de una Pagaduría en el municipio de Arcelia, Distrito de Aldama, a fin de que ésta atienda a los destacamentos del Distrito de Mina, y parte del Estado de México; el establecimiento de esta Pagaduría obedece a la prontitud y a la eficacia con que deben estar pagadas las fuerzas que operan en esta región. Tercero. Expídase decreto para que en la primera quincena del mes de noviembre próximo se elijan, por votación netamente popular, las autoridades municipales, para que ellas a su vez nombren a los comisarios primero y segundo, jueces terceros, encargados del ramo de Instrucción, y jefes de seguridad pública en las cuadrillas, ranchos y haciendas. Quedan por completo insubsistentes y será nula la elección, cuando recaiga sobre cualquier individuo que haya servido a los gobiernos anteriores. Este acto, mejor dicho, este acuerdo, es de suma trascendencia y llamo a ustedes la atención para que pongan especial cuidado en el cumplimiento de esta determinación; es indudable que si aceptamos y aprobamos los malos elementos anteriores, vuelvan a inmiscuirse en los puestos públicos y la administración del pueblo volverá a encarrilarse por el mismo infame camino de tiranías y de injusticias. A los enemigos de la causa, a los eternos sicarios de la dictadura, hay que eliminarlos por completo; sólo así llegará el pueblo de Guerrero, a ser libre y ser feliz. Cuarto. Son de las facultades de los jefes de paz, encargados del ramo de Justicia, hacer que no se paguen cuentas muertas, cuentas de réditos, sean o no excesivas, operaciones de escrituras de venta con pacto de retroventa y demás documentos infames que amparó la dictadura pasada. Los documentos otorgados por la necesidad, por la ignorancia o por la fuerza, quedan sin efecto, debiendo devolverse a sus dueños. Esta medida es de alta justicia y de nombre moral; la Revolución de Guerrero dará al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios, dará la razón a quien la tenga y el derecho a quien le corresponda. Quinto. Queda netamente (prohibido) que los jornaleros reciban menos de un peso diario por su trabajo, pues uno de los más (caros) ideales de la Revolución y más hermosa esperanza es que desde hoy el trabajo predomine sobre el capital y no el capital sobre el trabajo. De hoy en más el jornalero, el peón, tendrá un salario digno que retribuya su esfuerzo y su labor. Sexto. Se prohíbe terminantemente el establecimiento de tiendas de raya: esos centros de explotación del jornalero quedan para siempre proscritos en el Estado, el pueblo así lo desea, así lo quiere la Revolución, así lo apoya Dios. Séptimo. Todas las personas que por ignorancia o por la fuerza hayan vendido sus terrenos o les hayan sido denunciados pueden ocurrir a las autoridades para que éstas les devuelvan lo que les fue usurpado. Los pueblos que no posean ningún ejido o fundo pueden solicitarlo de quien corresponda, seguros de que les será dado sin reserva.

Octavo. Nómbrese un encargado del ramo de Instrucción en el Estado, debiendo éste ponerse en contacto directo con los regidores terceros del Ayuntamiento y jueces terceros, encargados del mismo ramo en las cuadrillas, ranchos y haciendas. De este modo la instrucción se difundirá en todo Guerrero, y en no lejano tiempo el pueblo conocerá sus derechos y sabrá hacer uso de ellos. Noveno. Para que la agricultura, el comercio y la industria puedan tener el desarrollo que les falta y Guerrero pueda llegar a la altura que por elementos y riquezas le corresponde, nómbrense personas que se encarguen de fomentar estos ramos. Décimo. Expídase decreto dando a saber a los CC. de todo el Estado que el señor general Jesús H. Salgado es Gobernador del mismo, teniendo amplias facultades para su administración. Décimoprimero. Procédase a nombrar un delegado por cada Distrito para que éste colabore con el ciudadano Gobernador, haciéndole saber sus necesidades de su Distrito para que éstas sean satisfechas. Décimosegundo. Expídase orden a las negociaciones de la Dicha, la Ilusión, los Placeres, la Delfina, San Vicente y algunas otras, para que sean desde luego explotadas a fin de dar trabajo al pueblo y tener así fondos para los distintos gastos que requiere la administración del Estado. Nombren personas honorables para administrar estas negociaciones, a fin de que no sean defraudados los caudales del Estado. Décimotercero. Líbrese orden a los ciudadanos generales Encarnación Díaz y Heliodoro C. Castillo, para que emprendan la marcha violentamente a los Distritos de Guerrero, Álvarez, Zaragoza y Morelos, a fin de recoger todas las fuerzas dispersas o ambulantes que haya, incorporando estas fuerzas a sus columnas y dejando en Tixtla y Chilapa destacamentos de veinticinco hombres en cada parte y en Tlapa y Huamuxtitlán destacamentos de cincuenta hombres. Dichos generales regresarán inmediatamente con sus columnas a esta plaza, donde recibirán nuevas órdenes. Los destacamentos que se van a estacionar en los antes aludidos Distritos, pueden dirigirse a la negociación de Atlixtac, Distrito de Hidalgo, para que les sean ministrados los haberes. Décimocuarto. Expídase decreto a fin de que se haga saber a los jefes y oficiales que de hoy en adelante ninguno está autorizado a coger bestias mulares, advirtiéndoles que las bestias que posean las considerarán como suyas propias y dado el caso que algún jefe o soldado se le canse alguna bestia en expedición puede fletar o comprar otra, surtiendo sus efectos este documento en los Distritos siguientes: Zaragoza, Morelos, Álvarez, Guerrero, Bravos, Aldama e Hidalgo. Décimoquinto. Delibérese acerca de la libertad de los reos políticos que se encuentran en la cárcel pública de esta ciudad si son de darse en libertad o no, esto lo hago a moción de un grupo de señoritas que se me ha presentado. Décimosexto. Procédase al nombramiento de tres personas caracterizadas para

que éstas integren la comisión del reparto de tierras con facultades amplias, previo estudio que harán minucioso para proceder, debiendo recibir la oficina de referencia en esta ciudad. También deberá de hacer el estudio esta comisión de los documentos que se otorguen a las personas agraciadas, a fin de que estos documentos sean válidos ante cualquier Congreso. Decimoséptimo. Póngase en discusión ante la H. asamblea el que se proteja el vecino Estado de Morelos con la suma mensual de cincuenta mil pesos mientras se restablece el orden, a fin de que no extraigan de nuestro Estado los artículos de primera necesidad, consistentes en maíz, ganado y otros elementos. Esta cantidad la administra el Banco Revolucionario de Guerrero. Es copia fiel, sacada con permiso del señor general don Julián Blanco, de la que fue remitida con su comisionado don Silvano Ríos. Acapulco, a veintisiete de octubre de mil novecientos catorce. El general jefe de la zona, Julián Blanco. Gobierno Provisional del Estado Libre y Soberano de Guerrero. Sección de Hacienda. CIRCULAR Nº 1 El C. general Jesús H. Salgado, jefe de las armas y Director del Gobierno Provisional del Estado Libre y Soberano de Guerrero, A los habitantes del mismo, hace saber: Que el haber establecido en esta capital con fecha cinco de los corrientes una institución que se denomina “Banco Revolucionario de Guerrero”, cuya primera emisión en papel fiduciario será de diez millones de pesos y además determinada cantidad de boletos en moneda fraccionaria, no es con el fin de especular a sabiendas en provecho nuestro los escasos intereses del sufrido y abnegado pueblo de Guerrero que, cuando se vea salvado de la tremenda crisis que lo agobia, no podrá menos que agradecernos el bien que hoy le hacemos. Dicha institución fue establecida en virtud de acuerdo tomado en la asamblea de jefes que tuvo verificativo en la expresada fecha, y nos prometemos que muy pronto se facilitará en las oficinas respectivas el cambio por plata del nuevo cuño, para garantizar la circulación del papel moneda que tanta desconfianza ha despertado en el comercio, el que, con tal motivo y sin tomar en consideración la pobreza por que atraviesa nuestro pueblo, ha subido desproporcionadamente el precio de los

artículos de primera necesidad y de toda clase de mercancías. La emisión de los billetes del Banco Revolucionario de Guerrero, estando garantizada, como está, con un fondo de reserva de diez millones de pesos en metálico, no es una causa justa para el alza tan exagerada de precios, y mucho menos para dejar decir que con ella hacemos al comercio un saqueo disimulado. Por tanto, muy atentamente suplico a todas las personas que generalmente se dedican al comercio, se sirvan tomar en consideración las privaciones que sufren los desheredados de la fortuna y nuestros soldados con la resistencia que presentan a la circulación del papel moneda y con el elevado precio de las mercancías; advirtiéndoles: que desde esta fecha se castigará severamente al comerciante que valido de las circunstancias por que atravesamos, abuse con el alza de precios de sus efectos por el solo hecho de que el comprador le pague con papel moneda, pues éste es de circulación forzosa sin descuento de ninguna especie. Dado en el Palacio de Gobierno de Ciudad Bravos, Estado de Guerrero, a los quince días del mes de octubre de mil novecientos catorce. El general jefe de las armas y Director del Gobierno Provisional del Estado, Jesús H. Salgado. Brígido Barrera, secretario general. El C. general Jesús H. Salgado, jefe de las armas y Director del Gobierno Provisional del Estado Libre y Soberano de Guerrero, en uso de las facultades de que se halla investido por acuerdo de la H. Asamblea de jefes verificada en esta capital con fecha cinco del mes en curso, ha tenido a bien expedir el siguiente DECRETO Nº 2 Artículo único. En las principales poblaciones del Estado se establecerán sucursales del Banco Revolucionario de Guerrero, para que estas instituciones sean provistas de los fondos necesarios para pagos de haberes de las fuerzas revolucionarias destacamentadas y de tránsito en dichas entidades. Los candidatos a la gerencia de las expresadas sucursales serán propuestos por los presidentes municipales de las cabeceras de Distrito, de acuerdo con los jefes de plaza respectivos, inmediatamente después de conocido el presente. Dado en el Palacio de Gobierno de Ciudad Bravos, a quince de octubre de mil novecientos catorce. El general jefe de las armas y Director del Gobierno Provisional del Estado, Jesús H. Salgado. Brígido Barrera, secretario general. “Al margen: Ejército Libertador de Sur y Centro. Al centro: República Mexicana. Campamento Revolucionario en Ayutla, a 26 de julio de 1914. Al ciudadano capitán primero Agripino Arizmendi. Las Mesas. Ordeno a usted que

inmediatamente que sea la presente en su poder, se sirva desde luego poner exploradores que recorran toda la línea de su jurisdicción, el río de Omitlán, para que le den a usted cuenta de que si pasa gente perteneciente a la columna del general Blanco, recomendándole que si alguna gavilla de estas fuerzas en número pequeño la ataque, tomando las medidas estratégicas y terreno fácil para derrotar a este enemigo dándome aviso oportuno de todas las operaciones que haya verificado sobre este particular; apercibiéndole que si no cumple con esta orden veré en el caso de imponerle el castigo según la gravedad del caso. Reforma, Libertad, Justicia y Ley. El general de esta zona, Abraham García. Rúbrica.” Es copia fiel de su original. Acapulco, veintinueve de octubre de mil novecientos catorce. Por el general, jefe de la zona, que está enfermo, el general, secretario Juan Ojeda.

Declaraciones hechas por el general Maclovio Herrera, en su campamento de Laguna, Dgo., exhortando a los generales Domingo y Mariano Arrieta para combatir a la facción del general Francisco Villa, por desconocer sin causa justificada al Primer Jefe don Venustiano Carranza. [A. H. D. N., XI/481.5/262.]

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[Telegrama] México, D. F., octubre 17 de 1914. Campamento El Maguey, 13 octubre. Vía San Ignacio, Sinaloa. Presidente Provisional de la República. Transcribo a usted la siguiente comunicación del general Maclovio Herrera para su conocimiento. “Generales Domingo y Mariano Arrieta. Estando enterado de la actitud de ustedes y que es la que deben llevar adelante todos los hombres que sean firmes, hoy como siempre les manifiesto que yo estoy dispuesto a seguir luchando por la misma causa que hace cuatro años venimos defendiendo y que ahora el general Francisco Villa traicionando al Primer Jefe don Venustiano Carranza, lo desconoce sin tener causa justificada más que la ambición de mando y sed de oro como todos los bandidos. Hoy más que nunca los exhorto para que se pongan alerta y los apriete a los traidores que merodean por esos sitios haciéndoles una guerra sin cuartel, pues estoy plenamente convencido que no pueden llevar a la felicidad a la patria y que en lo de adelante exterminando a los bandidos Villa y Urbina, la nación quedará exenta de todo peligro y por tanto en este caso todos los que somos en estos momentos leales defensores de la nación entera, no consentiremos que se encumbren al poder hombres perniciosos para deshonrar nuestro pueblo; quedo confiado en que usted no le aflojará a la guerra sin cuartel a esa masa de bandidos y asesinos. Yo me salí de Parral tan pronto como descubrí la actitud del famoso bandido Francisco Villa que según pretende su ambición es ser el primer magistrado de la nación y que sólo él puede llevar a la patria a una era de progreso. Yo por mi parte protesto contra el crimen y la traición y tanto yo como toda mi brigada estamos propuestos a luchar con los mismos principios de antes, primero que mancharnos en el fango al lado de esa horda de salvajes y traidores. Con esta fecha les comienzo guerra sin cuartel. Campamento en Laguna, Dgo., octubre 2 de 1914. El general Maclovio Herrera.” El gobernador y comandante militar del Estado, general Domingo Arrieta.

Opinión del doctor L. Rivas Iruz, acerca de la situación general de la nación, en lo político, agrario y financiero, iniciada desde las postrimerías del régimen del porfirismo hasta el constitucionalismo. [A.G.N., ramo Revolución.]

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LA SITUACIÓN MEXICANA CAUSAS. EFECTOS. REMEDIO. CONCLUSIONES La causa fundamental de nuestros males fue la prolongada opresión porfirista, tan egoístamente desarrollada por sus prohombres. Las causas intercurrentes son varias, pudiendo mencionar como de grandísima importancia las siguientes: “La torpe o providencial declaración Díaz-Creelman”. “El crack financiero de Nueva York en 1907”. “La imposición de Corral”. “El Pacto de Ciudad Juárez o de la Hacienda de Bustillos”. “La imposición de Pino Suárez”. El gravísimo error del señor Madero de rodearse de enemigos aptos e ineptos y desechar a los partidarios sinceros, aptos e ineptos. El nepotismo durante aquella administración. La torpe política del huertismo queriendo reponer al porfirismo primero y después utilizar los elementos más malos de aquél y dar vida a nuevos elementos que representaron el sumum de la corrupción moral. La declaración de Porfirio Díaz a Creelman puede apreciarse en dos formas. O fue torpe, pérfida e hipócrita y en tal caso no habría términos suficientemente enérgicos para juzgarla o fue tan providencial que mereciera bendiciones porque ha dado lugar a que se inicie la evolución de México, por medios violentos y rápidos que nada significan por más aparatosos que aparezcan, en relación con la vida de los pueblos. Si vemos la declaración como una torpeza, es de explicarse que Díaz, tan hábil y tan precavido, fue sorprendido, sugestionado en un momento de imprevisión, quizá por una pregunta exabrupto, para la cual no tuvo tiempo de pensar su respuesta. En este caso, el más disculpable, debió ser la consecuencia natural del aislamiento en que lo tenía el anillo de constricción de sus explotadores, que en un momento permitió que con toda libertad pudiera abordarlo Creelman. Si su declaración fue un acto de hipocresía y de perfidia tan geniales en él, ya ha empezado su expiación, aunque ocasionando males inmensos a la nación, que caerán como anatemas de fuego sobre su memoria.

Si hubo sinceridad en su declaración, posible, por ser humano, en este caso, ese nefasto grupo científico es el único y absoluto responsable de todos los males y no bastarán ni el transcurso de los años ni los mayores castigos racionales para execrarlo. Todas éstas son hipótesis, de dificilísima fijación, pero que cualquiera de todas es verosímil. El caso fue que como consecuencia de aquella histórica declaración, nació ostensiblemente la agitación política, iniciándola precisamente elementos de filiación netamente porfirista, por lo que muy pocos de los luchadores viejos tomaron parte en el principio, dudando siempre de la sinceridad de don Porfirio, lo mismo que teniéndolo todo de los primeros iniciadores, cuyos antecedentes políticos no prestaban garantía alguna. Pero el pueblo intuitivamente sentía la necesidad de un cambio de cosas, y mirando que Díaz prometía dejarlo en libertad para fijarse en alguna persona para que llegado el caso lo sustituyera, el pueblo digo, no teniendo otro que le pareciera más prominente, ya que el porfirismo jamás dejó surgir a nadie, se fijó en Bernardo Reyes. Se inició la campaña y se inició la saña del elemento porfirista tal vez sin la anuencia de don Porfirio al principio; pero después con la abierta participación de Díaz. Francamente no sé si sería correcto mencionar primero el crack financiero y después la entrevista Creelman como complemento para producir la agitación política, pero de cualquier modo allí, en esas dos circunstancias, estuvo el génesis material de la revolución. Es preciso consignar que la generación actual, la formada por don Porfirio, no era revolucionaria. Los hombres de ahora que nacimos durante el porfirismo, solamente sabíamos que México había sido un país revolucionario, pero no lo creíamos, más que como narraciones de más o menos crédito. Habíamos vivido durante un período de paz ininterrumpida y no nos sentíamos inclinados a revolucionar. Además el oropelesco progreso que tocó a México en ese período de progreso y evolución mundial, había dado un relativo bienestar. Los mexicanos siempre preferían el trabajo a la revolución y estoy seguro que nadie, como suena, NADIE, hubiera podido parar una revolución importante, aunque se valiera de argumentos excesivamente convincentes; nadie, digo, hubiera arrancado al operario del taller o al trabajador de sus labores para empuñar el fusil. Pero vino el histórico crack, se paralizaron las industrias o se resintieron algunas por lo menos, empezó a quedar gente sin trabajo, al principio en parte y después en totalidad; y como coincidiera ese estado tirante en materia de finanzas, que agravó la torpe política de Limantour, cuyas gestiones fueron celebradas en aquella época de saturación porfirista en que todo lo emanado de sus hombres era como emanado de

Dios, todo esto, digo, unido a la agitación política que se iniciaba, hizo tomar parte a mayor número de cesantes, de desocupados, de arruinados, de políticos y aún de patriotas de verdad en la lucha y empezaron a formalizarse trabajos políticos de mayor o menor importancia, que eran atacados por los émulos del cientificismo. A medida que la agitación política se iniciaba y crecía en diferentes puntos de la República, las dificultades financieras se multiplicaban en toda la extensión del territorio nacional. Los capitalistas norteamericanos que eran quienes habían invertido la mayor parte del capital en México, también se habían quedado sin fondos par seguir invirtiendo y explotando en negocios mexicanos. Los capitalistas europeos y mexicanos se vieron restringidos en su crédito bancario. Los bancos obligaron a los deudores, sobre todo a los no ligados íntimamente al elemento científico por negocios y combinaciones, a pagar sus créditos. Cesó el movimiento de metálico y esa paralización casi repentina de los negocios en general dejó a muchos hombres de todas las clases sociales sin trabajo y sin elementos, que se les hizo más sensible porque llevaban ya algunos años de gozar de relativa, muy relativa, holgura financiera. Y la agitación política hacía más desconfiados a los capitalistas; y entonces empezaron a fijarse en que Díaz estaba caducando y sin pensarlo quizá contribuían a la caída del viejo Czar. Y la agitación política era más manifiesta cada vez; los procedimientos de aquellos hombres relativamente hábiles para hacer dinero, eran muy impolíticos y saturados de ambición y de bajeza hacia los agitadores y hacia los políticos de mayor o menor buena fe. Entonces presintieron el despertar del pueblo y comprendieron que se habían puesto a jugar con fuego, pero era ya tarde, sobre todo como buenos egoístas y semicretinos, no procuraron conjurar la crisis financiera inyectando fondos y medidas previsoras y salvadoras a los bancos, sino que como unos avaros, procuraron solamente conservar y conservar, aumentando sus existencias en metálico, sin importarles o moverles la paralización de los negocios, de las industrias, de la agricultura. En esas condiciones, en su torpeza de criterio porfiriano creyeron que su salvación era “seguir la política del señor general Díaz” y nadie mejor que don Ramón Corral: allí concentraron sus esfuerzos, no importó jamás el medio, consiguiendo con eso exasperar más y más al pueblo y contribuyendo cada vez más al retraimiento de la actividad comercial o industrial de la nación. En tales condiciones surge la convención del Eliseo con dos leaders de importancia para los políticos incipientes, inexpertos, pero que necesitaban crear algo para dar forma: surge el gran predestinado Madero acompañado de un hombre que traía algo del perfume porfirista: el doctor Vázquez Gómez. Madero tenía un atractivo para el pueblo pobre y miserable: SER RICO y tomar parte en asuntos políticos en pro del pueblo. Vázquez Gómez traía su prestigio

profesional, y como recomendación refleja la estimación del general Díaz, con quien estuvo muy ligado. Y estos hombres surgen cuando don Bernardo Reyes, providencialmente, se revela como era; irresoluto y sin valor civil. Siguen los trabajos y la propaganda se extiende. El gran predestinado era el único por sus condiciones especialísimas capaz de poder hacer casi impunemente su labor. Fue el germen virulento que inoculó a la mole. Era el adecuado para hacer mucho bien y mucho mal sin aparentarlo. Por fin las condiciones siguen candentes más y más y al fin estalla en Puebla y Chihuahua casi simultáneamente el movimiento armado, en noviembre de 1910. En noviembre del mismo año el suscrito empezó a enviar credenciales y proclamas a los Estados del Sur, y ya para enero había dos núcleos importantes revolucionarios armados, uno en el Norte y otro en el Sur, aparte de los núcleos revolucionarios no armados que corriendo todos los peligros daban el contingente para los armados. Sin embargo, la corrupción de la República era tal que solamente en el Norte y Sur había estallado la Revolución. En la capital y en otros muchos Estados seguían siendo porfiristas netos, a excepción de los pocos que trabajábamos en todos los órdenes para ayudar a la insurrección. A pesar de eso, el poco elemento civil de entonces trabajó también, que todo junto hizo salir a don Porfirio, más instigado por la voz de su conciencia que por la fuerza de las armas. En mayo de 1911 vino el tratado de Ciudad Juárez, cuyos preliminares se trataron en la hacienda de Bustillos, desde donde se puede afirmar que la Revolución dejó de ser movimiento redentor, para convertirse en un pacto de política personalista más que patriótico popular y los resultados fueron previstos por muchos de quienes en Ciudad Juárez estuvieron ya mal vistos por el señor Madero. Como consecuencia de aquel torpe convenio que por un lado había hombres puros, sencillos y de buena índole, y por otro había hábiles politicastros, experimentados ya en la chicana, vino el tristemente célebre interinato de De la Barra, que solamente sirvió para preparar la tumba del señor Madero, tanto en lo político como en lo material. Desde que De la Barra tomó el puesto de Presidente hasta la elevación del señor Madero, hubo mil intrigas que no creo oportuno mencionar porque muchas de ellas son harto conocidas, hasta que por fin, en medio de la sorpresa general, fue impuesto el señor Pino Suárez, exactamente como había sido impuesto don Ramón Corral, dejando burlada toda inclinación en contrario. Recuerdo haber escrito al señor Madero entonces, de los Estados Unidos, indicándole lo malo del procedimiento, por más que ninguno de los Vázquez Gómez y menos don Emilio fueron jamás “de mi devoción” y anunciándole que su arribo al poder en aquellas condiciones “sería el mejor semillero de nuevas revoluciones, &, &”. El señor Madero jamás me quiso creer, concretándose a decirme en las veces que algo le indiqué: “Eso no es verdad”… “son exageraciones”… “todo está ya

arreglado”… etc., etc. Vienen los incidentes aquellos del famoso crack, viene el libertinaje de la prensa tan corrompida de México, viene la imposición de parientes y viene la torpeza de dejar descontento siempre como una función automática a todo el elemento realmente revolucionario y bueno, se aísla el señor Madero de los suyos, de los de verdad suyos, se rodea de porfiristas bribones, bajos y muy serviles… y es sacrificado, para inmortalizarse como apóstol, es verdad, pero dejando a la nación completamente desmoralizada. Durante el Gobierno del señor Madero, el elemento porfirista que bondadosa pero torpemente dejó el señor Madero en los puestos públicos hizo una labor cochina e ingrata, seguro de la más absoluta impunidad, pues en su criterio corrompido no cabía gratitud, ni orden, ni honor, ni patriotismo y solamente querían explotar y medrar. Cuando comprendieron que aquel desbarajuste tendría que venir abajo, entonces en vez de siquiera por gratitud ayudar a salvar la situación, se propusieron desquiciarlo lo más pronto, desconceptuarlo más y más y aun empezar a preparar cualquier movimiento revolucionario que hiciera caer al señor Madero, creyendo fundadamente según aquel criterio, que sin ayudar a la causa habían logrado quedar en sus puestos y canongías, entrando otro Presidente, y ayudándole, mejorarían de condición, porque ya se había despertado en ellos la ambición. Por eso ellos procuraban a todo trance desconceptuar a la Revolución manejando el arma de dos filos: ¡qué tan malos no serían los revolucionarios que habían sido despreciados por el señor Madero… y qué tan honorables no serían los porfiristas que habían quedado y aún mejorado con el señor Madero…! Pero que a pesar de eso ellos desconceptuaban a la administración y cada empleado o empleada era un conspirador ruin y mentecato. Por otro lado, la prensa tan mezquina hacía una labor vergonzosa y por un lado más todavía, la dificultad financiera no solamente no se componía sino que empeoraba día a día. En tales condiciones surgen dos revoluciones tendientes al mismo fin: la orozquista y la felicista. Esto merece tratarse por separado para fijar puntos con toda honradez, pero en tesis general se puede decir que esos movimientos fueron la consecuencia de las torpezas de la administración maderista desde Ciudad Juárez. Era una consecuencia tan natural, como es la consecuencia de la falta de oxígeno la muerte de los seres animados mecánicamente sobre la tierra. Vino por fin el crimen sin nombre, producto de una traición infame, no nacida en un cerebro sino en millones de cerebros de criterio porfirista. El autor intelectual fue sin duda el Gabinete huertista, con mil coautores que gozan de absoluta impunidad. Es sacrificado innecesariamente el señor Madero. Entonces surge un hombre que levanta una bandera, indudablemente sentimentalista en el fondo, legal en su origen y se enfrenta con los asesinos.

Mientras Carranza reunía gente para castigar a los infames, los infames cavaban su fosa con sus torpezas, de manera providencial. Torpes y miserables, corrompidos y estultos, creen que pueden cubrir su crimen con tenues velos de procedimientos irracionales. Creen que reponiendo el porfirismo y llevando al extremo sus bestiales procedimientos, que asesinando y tratando de imponerse por la fuerza y por la sangre, dominarán la situación. Y cada imposición de un porfirista o cada aplicación de un medio del porfirismo, exaspera más y más y van a engrosar las filas muchos por convicción, muchos porque se hallaban entre la disyuntiva de perecer asesinados en manos de los esbirros huertistas o arriesgar o vivir en el campo libre. Mientras tanto el elemento civil, tan torpemente despreciado por algunos “civiles armados” trabajaba sin descanso dentro del terreno del enemigo no dejando descanso ni reposo a los hombres hienas del huertismo. De allí salían hombres para las filas revolucionarias y de allí salía la influencia mental, la ayuda moral, tan valiosa, que al fin diera por resultado la caída de aquel elemento, vergüenza no solamente de México, sino del continente americano y aun de la humanidad. Cayó el huertismo. Con ese régimen se hundió o más bien debió hundirse todo el elemento malo, virulento de la nación, susceptible de prestarse a todo linaje de infamias. Antes de continuar voy a hacer una clasificación somera sobre las administraciones porfirista, barrista, maderista y el sistema huertista, señalando los principales males y deficiencias que más pudieron influir en nuestras dificultades. PORFIRISMO El porfirismo ahogó todas las libertades. El sufragio jamás permitido en ninguna de sus formas. Si en la época de Díaz se hubiera permitido al pueblo elegir siquiera a sus ayuntamientos, gradualmente se habría ido acostumbrando al pueblo a ejercer el sufragio y a estas fechas no pasáramos estas tremendas dificultades. Se debió obligar, no solamente permitir, que los pueblos hubieran hecho elección a que resultaran buenas o malas, pero elecciones primero de ayuntamientos, después de diputados y senadores, magistrados y después de gobernadores, para llegar a las que designaran al Presidente de la República. El porfirismo fue un decidido protector de los extranjeros, en contra de los nativos. Despojó, concedió, ultrajó y humilló al mexicano, en favor del extranjero, especialmente del elemento español, que era el más fuertemente conectado con los hombres del poder entonces, para toda clase de negocios, combinaciones, etc., etc. Descuidó totalmente la instrucción de las masas. Impuso una especie de nepotismo provincial, colocando oaxaqueños en todos los ramos de la administración, quienes casi siempre eran los más fieles policías y delatores, ejerciendo funciones de vigilantes de los demás empleados, por lo que era materialmente imposible ni comentar ligeramente asuntos del Gobierno. Había

oaxaqueños desde ministros hasta barrenderos. La ley fue siempre arma de muchos filos según conviniera a los personajes de entonces. Las garantías individuales solamente existieron para los extranjeros y para los partidarios ostensibles de aquel régimen. Los jefes políticos eran los mejores agentes de opresión y tiranía, en lo general, nombrados casi siempre por todo menos por personal valer. Además se les pagaba un sueldo irrisorio que les obligaba al abuso y al mercantilismo con los vecinos. No se vio con respeto ni la persona ni la vida de nadie, influyendo hasta en los más bajos fondos sociales para la depresión y para el servilismo. Nadie podía ser contrario en ideas al régimen porfirista porque por lo menos hallaría trabas en sus asuntos en general y tenía que sufrir en todos los órdenes, puesto que para los incondicionales era todo, para los neutrales u opositores era ruina, la persecución, el desprecio, el mal en alguna de sus formas. La justicia era favorable, como la pidieran, para los amigos. Torcida y movediza para los neutrales. Nula y cruel para los enemigos. Los pueblos fueron despojados de sus terrenos en favor de terratenientes, la mayor parte hacendados españoles, o de hombres prominentes del régimen. Las concesiones fueron dadas a quienes mayores recompensas otorgaran a los interventores amigos del Gobierno, sin importar que la nación fuera sacrificada. El crédito financiero fue siempre para proteger a los amigos. A los enemigos se les puso siempre trabas en ese sentido. La voluntad del círculo de constricción de don Porfirio imperaba desde las altas esferas hasta el último policía. Era todo un mecanismo de opresión convenientemente implantado para sus fines. La prensa corrompió hábilmente las conciencias. BARRISMO Durante el período del irrisoriamente nombrado presidente Blanco, nacieron muchas de las dificultades que hasta hoy subsisten. A este respecto debo hacer una retrospectiva: En mayo de 1911, en Ciudad Juárez se hablaba solamente entre nosotros, sin externar nada al público, de las dificultades surgidas ya en el seno de la Revolución. Era la voz general entre la gente de mayor alcance intelectual dentro de las filas revolucionarias, que habían surgido dificultades entre algunos miembros de la familia Madero y el señor Vázquez Gómez. Se decía que solamente la intervención de dicho señor había salvado del más espantoso fracaso a la Revolución, pues la familia Madero había ya aceptado muchas condiciones impuestas por los científicos, entre otras la continuación del general Díaz en el poder, la eliminación de Corral, la aceptación de cuatro ministros maderistas en el Gabinete, y catorce gobernadores para los Estados.

El doctor Vázquez Gómez de “motu proprio”, según se decía, había salvado la situación, exigiendo la renuncia de Díaz sin condiciones, que al fin existieron en acuerdo con los miembros de la familia Madero. Después de la publicación del bando del 23 de mayo, corrían ya rumores muy graves en Ciudad Juárez y todos los sinceros preveíamos futuras dificultades. Por fin se arregló el interinato de De la Barra en la forma casi generalmente conocida, y los hermanos Vázquez Gómez formaron parte del Gabinete barrista. Recuerdo que a fines de junio que regresé de Estados Unidos, me dijo alguien que había sido comisionado en Ciudad Juárez, que era un hecho la eliminación de los hermanos Vázquez del Gabinete, y que la fórmula Madero-Vázquez Gómez quedaría insubsistente. Que no se sabía quién sería postulado para Vicepresidente, pero que ya era cosa resuelta que no entrara en la fórmula el doctor Vázquez Gómez. Inmediatamente opiné que eso sería el principio del fracaso de la Revolución y que debieran pensar mucho en eso. Debo advertir que yo he juzgado al doctor Vázquez Gómez un hombre de gran inteligencia y de intrínseco valer, por más que apenas si le conozco. En cambio mi opinión para don Emilio no puede ser más dura. Sin embargo, yo creí al doctor Vázquez Gómez poco apropiado para la Vicepresidencia, pero esa había sido la fórmula-bandera, y era inconcebible que habiendo derrocado a un régimen por la imposición de Corral, se quisiera imponer a un X en vez del doctor Gómez. Entonces quise hablar con el señor Madero para darle mi opinión con toda sinceridad y energía, pero no pude conseguirlo y aunque le escribí algunas veces, mis cartas quedaron perdidas y sin efecto alguno. En esas condiciones el barrismo empezaba mal, pues en el seno de su Gabinete ya se había resuelto la eliminación de dos de sus miembros: los Vázquez Gómez, y esto era al terminar junio de mil novecientos once. De la Barra tenía que caravanear con los científicos porfiristas, con el Clero, con los terratenientes, con los maderistas, con los militares. Pero como él era reaccionario, católico, científico, porfirista y por ende militarista y muy amigo de los terratenientes porfiristas, resultaba que conforme a sus convicciones el enemigo era el maderismo del que eran enemigos todos los demás elementos. Mientras tanto el señor Madero se empeñaba en desconceptuarse y en desconceptuar la obra de la Revolución, desechando a los buenos elementos, muy contados por cierto, los verdaderos, como elementos revolucionarios y evolucionistas, y ya temía que los barristas lo traicionaran como tenía que suceder y al fin sucedió; y entonces vio un gran elemento en Emiliano Zapata, revolucionario de Morelos, hostilizado por De la Barra y por el militarismo amigo del terrateniente. Entonces nació el zapatismo. El señor Madero vio que sus partidarios verdaderos se retiraban y empezaban a atacarlo. Comprendió que De la Barra lo traicionaba, porque De la Barra como porfirista odiaba cordialmente a todo lo que fuera antiporfirista y no perdía ocasión de desconceptuar al señor Madero, siempre

dizque lamentando, sintiendo, etc., etc., con toda hipocresía lo que sucedía, que él tenía cuidado y habilidad de propalar, apareciendo puro y sin mancha. Mientras tanto el descontento crecía. El libertinaje de la prensa aumentaba, los revolucionarios verdad iban mirándose más humillados cada día, pues entre los planes barristas estaba el de aislar al señor Madero. Todo esto lo sé bien porque yo tenía en el Sur al general Enrique Añorve, nombrado por mí, al coronel Tirso Castillo, al coronel Madrigal, al general Manuel González, y otros que fueron levantados por mí con invitaciones y credenciales desde diciembre de 1910, y todos ellos fueron hostilizados por De la Barra y aun por el propio maderismo gophir que fue el que constriñó al señor Madero. Conservo cartas de algunos de aquellos civiles que se levantaron en armas a iniciativa mía, que se quejaban tristemente del señor Madero, no obstante tener algunos miles de hombres a sus órdenes y ayudar al Gobierno, pues yo siempre les recomendé no oponerse y sí ayudar. De la Barra siguió no solamente los pasos del porfirismo sino que sostuvo el mismo personal de los principales puestos públicos. De la Barra se aprovechó del cargo para hacer ricos a sus hermanos y parientes y había que ver tres grupos familiares en la administración, que atirantaban la situación y la desconceptuaban. Los De la Barra, los Madero y los Vázquez Gómez. De la Barra se aprovechaba, y aunque bien sabía que aquella trinidad de familias caía mal en la opinión, él precisamente buscaba el desconcepto de la Revolución y conspiraba sin cesar para derrocar al maderismo e imponer el porfiri-barrismo científico católico. En aquellas condiciones se lanza la fórmula Madero-Pino Suárez, que fue el mejor pretexto de rebeliones y agitación política que tomó todas las proporciones de presumirse, porque el señor Madero tenía a pesar de todo un gran prestigio en muchas masas populares y contó con muchos propagandistas bien expensados y contó con el apoyo oficial. En resumen: De la Barra intrigó siempre, fue hipócrita y falso siempre y no perdió ocasión de contribuir para el desprestigio del señor Madero, preparando siempre la posible reacción porfirista. Por desgracia el señor Madero no se rodeó de gente apta e inteligente, se confió demasiado, cerró los oídos a todas las indicaciones nobles y altruístas en su favor y en el de la patria, entonces vinculada a él y al fin se efectuaron las elecciones con mayores o menores visos de legalidad, y por mayoría absoluta, como pudo obtenerla indudablemente sin recurrir a los procedimientos que se implantaron, tomó posesión del cargo. Conviene recordar que el Congreso era porfirista neto y que siguió siéndolo, como alguno de sus más audaces miembros lo declaró solemnemente. Todo era contrario al señor Madero, de manera que cuando entró a la Presidencia estaba todo el tembeleque edificio minado y preparado para explotar en cualquier momento, como al fin sucedió.

Toda aquella época premaderiana debe ser una enseñanza, porque allí estuvo en gran parte el origen de lo que sucede hasta hoy. Debe recordarse la labor corrompida de la prensa clerical y porfirista que tanto daño hizo y que gozó de un libertinaje que el gran ingenuo decía: “¡déjenla, si ésa es mi obra…!” Esa prensa del “difuntazo diario” colaboró en mucho para el desprestigio del señor Madero y para hacer a Díaz grande en Europa. ADMINISTRACIÓN MADERISTA La toma de posesión por el señor Madero en aquellas circunstancias, era la mejor incubadora de desconocimientos, rebeliones, etc., etc. Todos los elementos se dedicaron a hacer política y muy pocos a administrar. El señor Madero, tan ingenua como bondadosamente creyó que todos eran de corazón sano como el de él, que todos eran nobles como él y que todos eran incapaces de hacer males como él era incapaz de hacerlos al darse cuenta de sus actos. Dejó a la prensa en absoluta libertad, y la prensa entendió la libertad por el más sucio libertinaje. Sostuvo a sus ministros contra la opinión general. Conservó en los puestos públicos a todo el elemento porfirista corrompido. No se fijó en que para cimentar un Gobierno en las condiciones especiales en que se halla un gobernante después de una revolución redentora, es preciso y de rudimentaria apreciación “colocar a partidarios sinceros aunque sean ineptos y jamás a enemigos por hábiles y aptos que sean”. Yo le indiqué muchas veces que removiera a todos los empleados desde los que disfrutaran sueldo de cien o ciento cincuenta pesos mensuales arriba, y pusiera aunque hubiera sido a algunas acémilas pero de índole sana y revolucionaria en los puestos de cierta categoría, que ya después podrían hasta seleccionarse algunos de los aptos, pero que llegaran por favor directo de su Gobierno y no por una especie de “derecho” que jamás pudo asistirles. La cuestión financiera fue totalmente abandonada. Sus ministros siguieron exactamente la misma escuela porfirista, como que eran profunda y netamente porfiristas y aún creían que se había equivocado la Revolución, pues “el pueblo mexicano tenía que ser gobernado como lo hizo don Porfirio”. De allí resultaron esas pugnas constantes entre el pueblo y sus agitadores, tendiendo a alguna mejoría, y el Gobierno maderista tratando de seguir en los viejos moldes porfiristas. El Ejército Federal tan corrompido y servil apareció fiel al señor Madero para poder explotarlo, pero el ejército odiaba cordialmente al señor Madero. A este respecto recuerdo que alguna vez un grupo de oficiales decía: “lo mejor era (esto

pasaba en el principio de julio de 1911) secuestrar al señor Madero una noche y fusilarlo en las orillas de México”. Yo que oí algo de aquello les dije que no los delataría porque yo no era delator; pero que se cuidaran muy bien de repetir esas frases torpes, porque sí haría yo que el pueblo lo supiera y entonces sin piedad castigara a todos los miembros del ejército. Que Madero era un ídolo popular y que no fueran ingratos y canallas. Después quise hablar con el señor Madero para indicarle que se cuidara y que procediera con toda energía disolviendo al Ejército Federal. Pero ya se sabe lo difícil que es en México llegar hasta los personajes, y yo no he sido muy paciente para esperar días y días de antesalas. Sin embargo escribí mucho inútilmente. En tales condiciones la vida del maderismo era imposible. Tenía que caer por su propio peso más o menos pronto. Y era natural, casi ninguno de los que rodeaban al señor Madero amaba la causa como noble y como buena, sino que simplemente la explotaban, bajo el amparo del señor Madero. De los luchadores verdad, había muy pocos al lado del señor Madero y éstos por su escaso número estaban dominados por los seudo maderistas de última hora. Y éstos por un lado explotaban al señor Madero y por otro lado conspiraban. Todo esto y las deducciones que en seguida paso a enumerar, entre otras circunstancias, indican que el Gobierno del señor Madero no podía ser de larga vida, pues tenía gravísimos defectos congénitos, pudiera decirse así. Los grandes males que rodearon a aquella administración partieron de la hacienda de Bustillos, en el Estado de Chihuahua. Desde allí empezó el germen del mal a inocular el movimiento redentor. Desde allí se acordó nulificar y despreciar a Pascual Orozco, quien de hecho o de dicho, había llevado el peso del movimiento armado en el Norte, y era respetado y aun admirado por todo el elemento revolucionario armado y por el inerme. Desde allí, los políticos intrigantes, ya de acuerdo con los científicos, empezaron su trabajo de zapa para demoler la obra revolucionaria, que amenazaba llegar al radicalismo, encamado entonces, según se decía y aún se creía, en Pascual Orozco. De allí nació el Pacto de Ciudad Juárez, que fue el número uno de las causas tangibles de demolición. Después vino la abierta exclusión de Orozco, que diera por resultado la exasperación de éste. De allí vino la renuencia para permitir el ataque a la guarnición de Ciudad Juárez, pues ya se había arreglado todo de común acuerdo entre Limantour, Carbajal, Braniff, Esquivel Obregón, Rafael Hernández, don Francisco Madero, señor Silvestre Terrazas y los principales miembros de la familia Madero y de los íntimos del señor Madero. De manera que se pueden enumerar como causas determinantes para la corta vida de aquella administración, las siguientes: 1. Eliminación y nulificación de los revolucionarios simbolizados en Pascual Orozco. 2. Pacto de Ciudad Juárez. 3. Interinato de De la Barra. 4. Desprecio de los prohombres del maderismo para Pascual Orozco y para los verdaderos

revolucionarios que nos hallábamos en Ciudad Juárez al salir el señor Madero para México. 5. Llegada del señor Madero a la capital sin Pascual Orozco, que fue el germen de la duda y la vacilación y aun la primera arma que pudieran esgrimir los porfiristas. 6. Imposición de la familia Madero para ocupar algunos puestos de importancia. 7. Hostilidad manifiesta de los señores Madero contra los hermanos Vázquez Gómez, tan torpe e inoportuna, puesto que formando aquéllos parte del Gabinete y con elementos a su disposición, sin embargo, los hostilizaban. 8. Eliminación de los Vázquez Gómez en aquellas circunstancias. 9. Destrucción de la fórmula Madero-Vázquez Gómez. 10. Imposición del señor Pino Suárez. Desprecio hacia todos los elementos identificados con el movimiento, por temor de que racionalmente se opusieran a los “convenios” entre el naciente maderismo dominante y los científicos-porfiristas. 11. Aceptación casi incondicional de los porfiristas. 12. La no disolución de las llamadas Cámaras, que no eran más que un grupo numeroso de empleados del porfirismo, pero que por las circunstancias de entonces se creyeron autoinvestidos de la representación nacional. 13. La no disolución del llamado Ejército Federal. 14. El no condescender con Zapata en lo que entonces pretendía, porque precisamente eso entraba en el programa de la reacción porfirista contra el señor Madero, quien se dejó sugestionar por el jesuítico barrismo. 15. La conservación en sus puestos de todos los empleados públicos dejados por el porfirismo cuando debió eliminar a todo empleado que disfrutara un sueldo mayor de ciento cincuenta pesos por ejemplo, pues esos cargos casi siempre son concedidos a los partidarios del Gobierno y nunca a los enemigos. 16. La libertad de la prensa corrompida del porfirismo. 17. La mala orientación que se dio a la prensa corrompida del porfirismo, de desecho, sin un átomo de dignidad ni de patriotismo, ni de tacto político. 18. La conservación del elemento judicial tan corrompido y tan venal. 19. La no identificación de los elementos autotitulados revolucionarios (de última hora), quienes naturalmente eran enemigos de los verdaderos hombres y dignos. 20. La no nulificación de hombres políticos tan corrompidos como el famoso “cuadrilátero” y sus satélites. 21. La reposición de diputados porfiristas, barristas y de otros credos con piel de maderistas entre los cuales se hallaban algunos del llamado “grupo renovador”. 22. La imposición de la mayor parte de los gobernadores, exactamente como los imponía el porfirismo. 23. El abandono absoluto en lo que se refería a la cuestión financiera, de donde resultaba que los trabajos agrícolas e industriales estuvieron estancados, dando contingente de revolucionarios. 24. El hacer promesas a diestra y siniestra con o sin la menor intención de cumplirlas, pero abarcando asuntos que requerían estudio y conciencia para resolverlos. Hubo otros mil incidentes que degeneraban en causas de descontento y desconcepto, como la asistencia a banquetes al Jockey Club, a la mesa de Íñigo Noriega, los sucesos de Covadonga y la actitud entonces del señor Madero, etc., etc. Todo esto dio margen a las sublevaciones, etc., etc., que no prosperaron como la

de Orozco, porque entonces los Estados Unidos no quisieron prestar la menor ayuda al orozquismo, pues los americanos opinaban que “puesto que el pueblo había elegido al señor Madero, no había razón para nuevos movimientos revolucionarios”. La intransigencia para con Zapata dio lugar a su constante rebeldía, fomentada, explicada y aun fundada en el cúmulo de desaciertos de la administración maderista. Como consecuencia muy natural, como una deducción enteramente sociológica, tenía que venir un elemento que intentara controlar, reuniéndolos, todos los núcleos aislados afines y ese elemento tendría que ser el que contara con cierto poder y simpatías reflejas en mayor número, dadas las circunstancias de medios de donde nació al felicismo que más tarde debía ser sacrificado por sus bastardos pero necesarios aliados, los militares. Debe recordarse que al surgir el felicismo, casi todos los núcleos revolucionarios trataron de unírsele, lo mismo Orozco que algunos jefes zapatistas y que la actitud de la inmensa mayoría del pueblo mexicano era más favorable que adversa a aquel partido, como he dicho, porque traía simpatías reflejas del porfirismo que saturó la atmósfera que respiró el pueblo durante treinta y cinco años. También debe recordarse que en los Estados Unidos, que tan enemigos se habían mostrado de todos los revolucionarios contra el señor Madero, vino un cambio muy favorable al felicismo, porque muchos americanos con un criterio bastante ligero se pensaron que el felicismo representaba el “Iron Hand” del porfirismo para poner en orden las cosas en México, único medio, según ellos, de gobernársenos. Vinieron diferentes incidentes que más tarde la historia describirá con precisión e imparcialidad, hasta que estalló el cuartelazo de la Ciudadela, como la consecuencia más natural, prevista por muchos, entre otros por mí, que antes ya había escrito al señor Madero sobre el particular, indicándole que la “famosa fidelidad de los fieles duraría hasta que el Gobierno pudiera estar pagando su fidelidad con altos haberes, pero que al notar aquellos miserables que el Gobierno carecía de dinero, se acabaría la decantada fidelidad”. Los incidentes de febrero produjeron gran indignación en una gran parte del pueblo americano, indignación manifiesta en periódicos serios, desde las vilezas cometidas con las esposas de los señores Madero y Pino Suárez, antes de sus asesinatos. La opinión americana empezó a reaccionar, y se recordará que el huertismo impuso desde luego una censura absoluta en los cables y telegramas, al grado de que en los primeros días casi no llegaban noticias de México a Estados Unidos. Entonces todos los maderistas gophir se hicieron felicistas, y muchos de ellos ahora son constitucionalistas, después de haber sido fanáticos huertistas. Es ya probado que Huerta traicionaba al señor Madero desde que lo explotaba en pleno período de “armonía”. Es probado también que el periódico El País fue el que de los primeros infiltró en Huerta la ambición y le indicó casi que debía ser el Presidente. Fue uno de los que indicaron primero que para acabar con el

desbarajuste nacional se necesitaba “la mano enérgica de un soldado, y nadie más a propósito que el héroe de Bachimba y de Rellano”. Es un hecho fuera de duda que la dualidad no existe y que cada individuo es por sí mismo el responsable de sus propios actos. Félix Díaz no tenía del tío más que el parentesco consanguíneo, pero carecía de las dotes de aquel hombre. Félix Díaz se manifestó como un “pobre hombre” y fue natural y consecuente víctima de su especial manera de ser. Fue solamente una bandera que bribones desprestigiados como Mondragón pudieron utilizar, fue un bagazo que una vez que dio el jugo, fue arrojado al desperdicio. Nació el huertismo. La pluma más dura y afilada no podría describirlo. Fue el sumum de lo negro, de lo infame, de lo depravado, de lo bestial, sin precedente en la América Latina, quizá en el mundo. Pero nada sorprendente traía; era la consecuencia natural del porfirismo, desprovisto de su parte moral racional y puesta en función la parte sanguinaria y bestial. Huerta y sus cómplices fueron porfiristas de pura cepa, pero de lo más degenerado de aquel nefasto régimen. Fue el detritus que produjo una inversión social: los criminales dirigían a la sociedad, mientras la sociedad estaba en los presidios y en los sepulcros. Los delincuentes, investidos de mando y poder. Los honrados, sujetos a aquellos hombres hienas, sin entrañas y sin átomos siquiera de rudimentaria dignidad. Pero no podía perdurar un estado de cosas así. El huertismo tuvo enemigos terribles fuera y dentro de su seno: Venustiano Carranza, como un vidente, como la mano justiciera, se levanta en armas a raíz del gran crimen y con un puñado de hombres que simbolizaban no solamente a la patria sino a la sociedad mundial, a la justicia universal, inicia sus movimientos de reivindicación en Coahuila. Carranza fue la mano justiciera, hecha cada vez más dura porque debían ser castigados los infames, los asesinos miserables. Carranza creció en elementos. El civilismo los dio todos. El militarismo se adhirió al huertismo, como un afín natural. Carranza era el enemigo de fuera, formidable, firme, seguro. El huertismo en su sistema constituía su propio enemigo. Huerta empezó por “reponer al porfirismo” poniendo en práctica dos medios entre otros: ordenar que los retratos de Porfirio Díaz fueran colocados en las oficinas públicas y mandando a una treintena de jóvenes aspirantes a invitar a Díaz a venir a México, utilizando a esos jóvenes como escolta de honor. Esas dos torpes disposiciones empezaron a quitarle apoyo al elemento naciente. En seguida empezó a reponer en los puestos y a nombrar para otros a connotados porfiristas. Se inauguró el sistema de sangre y exterminio sin la más rudimentaria noción de humanidad. Se repusieron a todos los esbirros porfiristas en sus puestos. Se impusieron gobernadores militares o militarizados en todos los Estados, con la

consigna de asesinar sin escrúpulo ni piedad y todas esas torpes medidas daban grandes contingentes al señor Carranza. Gradual pero rápidamente la opinión pública fue haciéndose más y más adversa, excepto entre quienes explotaban el huertismo en cualquiera forma (hay muchos que hoy explotan el constitucionalismo), digo muchos de aquellos hombres hienas, y al fin la tal administración huertista cayó minada por todos lados: los enemigos de afuera que le destruían a sus ejércitos, los civiles que le minaban el terreno constantemente y por cuantos medios pudimos, y sus propios actos que lo enredaban más y más. En resumen: don Porfirio, De la Barra, Madero y Huerta fueron víctimas de un enemigo común: EL PORFIRISMO, ese sistema que echó tan hondas raíces en la nación. CARRANCISMO O CONSTITUCIONALISMO Esta Revolución llamada constitucionalista que debió terminar el día de la entrada del señor Carranza a la ciudad de México; debe ser el “punto final” de la Revolución redentora iniciada en el terreno armado el día 20 de noviembre en Chihuahua por Pascual Orozco. Ha sido exactamente la misma Revolución de 1910, dejada en coma por el maderismo en Ciudad Juárez, y sostenida por Zapata, por Orozco y por otros leaders, hasta que el señor Carranza encarnó nueva, consciente y directamente la continuación. El huertismo fue la continuación del porfirismo, muy necesario para poder purificar todo el detritus que naturalmente debió acumulársele y de hecho se le acumuló. El triunfo de la Revolución redentora terminó con la salida de Huerta y su último apéndice: Carvajal, y con la disolución del llamado Ejército Federal. Desde aquel día la Revolución debe darse por vencedora en su primera parte. Entendiendo su papel los hombres del carrancismo y cumpliendo con su misión tan delicada y tan alta, NO HABRÁ RAZÓN SUFICIENTE , en ningún orden, ni como pretexto, que explique y menos justifique un nuevo movimiento armado en el país. La cuestión de fondo no pudo quedar mejor resuelta. Todo lo demás es cuestión meramente de detalle. Pero la Revolución no puede evolucionar por sí misma como evolucionan, crecen y dan frutos algunas plantas que viven de elementos atmosféricos. Se necesita nutrirla con savia y sabiamente. La Revolución triunfante tiene toda la justicia y todas las prerrogativas, pero no basta en la vida el hecho de tener justicia, sino que precisa “tenerla”, “saberla pedir”, “que se la quieran dar a uno” y… hasta saberla pagar. Sabido también es que la palanca del mundo es el DINERO y en los grandes movimientos de los pueblos, el dinero juega un papel importantísimo y si el dinero

se escatima, como un sistema, resultará que quienes no lo escatimen tendrán dominio sobre quienes no se fijen en que la humanidad no ha cambiado ni cambiará y en que si es verdad que el altruismo inicia los grandes movimientos de redención, es humano que el altruismo lleve una pequeñísima dosis de egoísmo, como su necesario condimento, pues de otra suerte sería estultismo. Sabido es que el dinero todo lo allana, todo lo vence, todo lo transforma y si en los casos necesarios no se expensa el dinero suficiente, las mejores causas ruedan al abismo, en la misma relación que con la aplicación del dinero, hasta las causas malas se sostienen y aún llegan a dominar. Es muy humano despreciar la virtud cubierta de harapos y ensalzar el vicio y el crimen si se cubre con sedas y joyas. Pues sentado lo anterior, debe gastarse dinero, mucho dinero, bien distribuido, lo mejor distribuido, para que la justicia triunfe. O lo que es lo mismo, la Revolución redentora, para terminar triunfante, para que su obra sea coronada por el éxito más lisonjero, debe “gastar mucho dinero”, lo más hábilmente empleado. He dicho que a esta Revolución constitucionalista ha tocado en suerte la nota final del movimiento iniciado en 1910. Pero no ha terminado, eso es muy sabido. Y ahora entra en la parte más delicada: la nutrición y la vida de su OBRA. No habrá una providencia suplementaria que la cuide, no. Sí habrá mil enemigos que la acechen y le arrebaten su presa conseguida con tanto sufrimiento. Así es que precisa obrar pronto y bien. En tesis general se puede asentar que la Revolución para que obtenga el absoluto triunfo debe tener: “HABILIDAD, GENEROSIDAD, TACTO, ENERGÍA, DINERO” En los primeros momentos del triunfo, los hombres de la Revolución fueron sorprendidos y solamente se podrían disculpar algunos errores cometidos, por otra parte bastante subsanables, con tal de poner lo más pronto los medios de conseguirlos. El llamado grupo renovador debe salir de los puestos públicos, porque no lo merece ninguno de sus miembros. Fueron “héroes de bartolina” por el lado de las perspectivas revolucionarias. Que por el otro lado es muy dudosa su actitud en todos los tiempos. Debe darse a cada uno de sus principales miembros una comisión en Europa. La guerra europea nada debe significar, porque se les puede tener preventivamente en diferentes puntos de aquel continente. Así no se les excluye ni se les aleja. Debe por lo menos haber muchos cambios en los diferentes departamentos, intercalando el mayor número de elementos amigos de la causa, que son muy fáciles de identificar. (La Secretaría de Comunicaciones está haciendo uso de unas hojas, cuya idea tuve el gusto de dar y que me siento satisfecho en que fue aceptada en

todas sus partes, a pesar de que pedí que se sujetaran a algunas objeciones o modificaciones). EL MANIFIESTO DEL GENERAL VILLA ES TODA UNA REVELACIÓN

Debemos recordar al gran Pi y Margall tan injustamente atacado y hasta insultado en España, cuando indicaba con toda honradez el camino que debiera seguir su Gobierno en los asuntos de Cuba. Yo no veo nada malo en lo que sucede, más bien lo veo necesario y hasta útil. La cuestión estriba en saber obrar en estos momentos que pueden sintetizar la vida o la muerte de nosotros como nación. Debemos ser políticos hábiles, sensatos y conscientes, no siendo intransigentes con las consecuencias naturales de nuestro medio. Debe, sí, DECRETARSE DE UNA VEZ P OR TODAS LA P ROSCRIP CIÓN DE TODO ELEMENTO HUERTISTA QUE TOMÓ PARTE EN ASESINATOS , ROBOS Y DEMÁS DELITOSy aplicar severo e inmediato castigo, a la luz pública, a todos los autores de delitos de esa índole en esa época y que se hallan en poder de la justicia constitucionalista. Debemos recordar que don Porfirio siempre estuvo tutoreado por hombres hábiles y que si en vez de haber solamente tenido a su lado un consejero como Romero Rubio, después Baranda y después Limantour, hubiera tenido una mayoría de hombres dignos y honrados en el Gabinete, quizá la nación hubiera podido progresar de verdad. Yo francamente jamás vi un peligro en el principio ante la actitud de los disidentes, en esta vez, sino la mejor oportunidad de demostrar dotes de talento, de energía, de patriotismo y sobre todo la mejor ocasión de depurar, de seleccionar a los hombres de valer real para el bien de la patria. Un Gobierno puede, y más en las actuales circunstancias, hacer mucho, pues tiene todo el poder y todos los elementos. Tenemos en estos momentos SIETE CONTENDIENTES O FACCIONES : Villa, Zapata, Maytorena, Oaxaca, Higinio Aguilar, LA CONVENCIÓN y el Gobierno constitucionalista. Quien de todos sepa unir elementos, atraer a todos o a la mayor parte de los disidentes, dominará al resto, ya sea por convencimiento o por fuerza. Debemos recordar que hasta hoy, ningún Gobierno en México, más o menos legalmente instituido, ha resistido a las revoluciones. Que todos los movimientos armados tienen éxito. Y ahora que hay siete contendientes con elementos, es la primera ocasión quizá en la historia en que el tacto, la diplomacia y el talento destruyan aquella especie de predestinación: que todo Gobierno cae ante el empuje revolucionario. Puedo ampliar más esta exposición, pero por ahora hago punto final, deseando que mis indicaciones sean aceptadas como la expresión sincera, leal y patriótica de

un mexicano que ama a su patria y a su pueblo, hasta la abnegación, hasta el sacrificio. L. Rivas Iruz. México, octubre 26 de 1914.

Renuncia presentada por el ingeniero José J. Reynoso, ante don Venustiano Carranza, al cargo de subsecretario de Hacienda y Crédito Público, por no querer abandonar la ciudad de México. [A. H. D. N., XI/481.596. Caja 43.]

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De México, el 22 de noviembre de 1914. Recibido en Córdoba. Señor Venustiano Carranza. [Urgente]. Muy respetable Primer Jefe; después de saludar a usted respetuosamente le aviso que he entregado al señor oficial mayor don Rafael Nieto, la Secretaría que tan bondadosamente me confió usted, para que cumpla con sus órdenes relativamente al cambio de ella a esa ciudad pues yo no quiero salir de la ciudad de México al frente del Ministerio de Hacienda de cuyo cargo presento a usted mi renuncia con el carácter de irrevocable. Porque además pienso retirarme a la vida privada, pensaba mandar este pliego por conducto del señor Alardín, pero parece que este señor no saldrá por no haber trenes, por esa causa me tomo la libertad de telegrafiárselo manifestándole a usted que agradezco profundamente, por la manera tan amable con que siempre me ha tratado. Quedo de usted afectísimo atento amigo y seguro servidor. José J. Reynoso

Mensaje de don Venustiano Carranza, dirigido al Ing. José I. Reynoso, aceptándole la renuncia al cargo de subsecretario de Hacienda y C. Público. [A. H. D. N., XI/481.5/96. Caja 43.]

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Señor ingeniero José I. Reynoso. Secretaría de Hacienda. México, D. F. Tengo el honor de referirme a su atento mensaje de esta fecha, en el cual se sirve comunicarme la renuncia que hace del cargo de subsecretario de Hacienda y Crédito Público. Siento verdaderamente el que usted deje de prestar sus valiosos servicios a nuestra causa; pero siendo su renuncia con carácter de irrevocable, queda desde luego aceptada, expresándole mis más sinceros agradecimientos por los importantes servicios y por la lealtad prestada a la causa que represento y al Gobierno de mi cargo. Sírvase usted aceptar las seguridades de mi atenta consideración. Venustiano Carranza

Carta del general Francisco Villa, fechada en Aguascalientes, Ags., comunicando al general Emiliano Zapata haber llegado el momento de romper las hostilidades con don Venustiano Carranza, gobernadores de la República y otras jefes militares, por haber desconocido las decisiones de la Convención Militar Revolucionaria. [A.G.N., ramo Revolución.]

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Aguascalientes, noviembre 10 de 1914. Señor general Emiliano Zapata. Estado de Morelos. Muy estimado compañero y amigo: En vista de que el señor don Venustiano Carranza, y algunos otros jefes militares y gobernadores de la República, han desconocido las decisiones de la Gran Convención Militar Revolucionaria que tuvo lugar en esta población, y de manera expresa y terminante se ha declarado rebelde, desconociendo el nombramiento hecho por la asamblea en favor del general Eulalio Gutiérrez como Presidente provisional de la República, de acuerdo también con los delegados que usted mandó, y negándose a entregarle el poder el día de hoy, que expiró el plazo que le puso la Convención; ha llegado el momento que se rompan las hostilidades de manera decisiva y vigorosa en contra de aquel mal ciudadano, y mañana mismo empezaré mi avance rumbo a la capital de la República, cuya plaza espero tomar dentro de poco tiempo, pues cuento con suficientes elementos para ello. Como según parece, el núcleo más poderoso de fuerzas enemigas se encontrará en el Estado de Puebla, le recomiendo que al recibo de la presente se sirva usted disponer que el mayor número posible de las fuerzas de su mando se sitúen entre México y Puebla, a fin de interceptar el paso de fuerzas que Carranza tratará de enviar a la capital de la República. Confío en que pondrá usted toda su actividad y empeño en realizar este movimiento de tropas a la mayor brevedad posible, pues es muy importante su ayuda y cooperación para el mejor resultado de las operaciones militares que yo emprenderé sobre la capital. Saludándolo con el afecto de siempre, y esperando tener el gusto de abrazarlo muy pronto, quedo de usted afmo. amigo, compañero y seguro servidor. Francisco Villa

Telegrama del general Lucio Blanco, comunicando a don Venustiano Carranza que un grupo encabezado por don Fernando Iglesias Calderón haría un último esfuerzo en favor de la paz, entrevistándolo, y enviando al licenciado Francisco Escudero a la Convención de Aguascalientes. [A. H. D. N., XI/481.5/96. Caja 43.]

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De México, el 13 de noviembre de 1914. Recibido en Córdoba. Señor Venustiano Carranza. Primer Jefe del Ejército Constitucionalista. [Urgente.] Un grupo de liberales encabezados por don Fernando Iglesias Calderón se proponen hacer un último esfuerzo en favor de la paz y al efecto pasarán a ésa a conferenciar con usted yendo a ésa una parte de ese grupo presidido por el señor Iglesias Calderón y la otra a Aguascalientes a conferenciar con el señor general Gutiérrez y a cuyo frente irá el señor licenciado Francisco Escudero. Ruego a usted encarecidamente los oiga antes de tomar alguna determinación extrema. El general L. Blanco

Carta del general Emiliano Zapata, fechada en Tlaltizapán, Mor., manifestando al general Lucio Blanco haber quedado enterado de sus buenos deseos para unirse a sus fuerzas. [A.G.N., ramo Revolución.]

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Cuartel General en Tlaltizapán, noviembre 16 de 1914. Señor general Lucio Blanco. México, D. F. Muy estimado general y amigo: Por los informes honorables que me da el señor teniente coronel ingeniero Emilio Reyes, quedo enterado de los buenos deseos de usted de estar de parte de la Revolución y en vista de esta determinación de usted le recomiendo que cuanto antes ordene usted que sean evacuadas las plazas de Xochimilco y toda la parte este, sur y oeste de la ciudad de México, para que usted con todas sus fuerzas ocupe la parte norte de la capital de la República y vaya avanzando hacia Querétaro para atacar por la retaguardia a Pablo González, con objeto de que mis tropas ocupen todos los puntos que usted deje y esté listo para batir a las fuerzas de Pablo González, si logra burlar la batida que usted le dé por la retaguardia y sobre todo para no dejarle que llegue a Puebla. Espero que me contestará para darme a conocer su determinación, con objeto de saber a qué atenerme. Saludo a usted y deseo se conserve bien. El general E. Zapata

Telegrama del C. Venustiano Carranza, fechado en Córdoba, Ver., dirigido al general Álvaro Obregón, comunicándole las órdenes dadas a los generales Pablo González y Francisco Murguía, para que lo auxilien en su retirada de la ciudad de México. [A. I. F., F9-10-II.]

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Córdoba, Ver., noviembre 18 de 1914. Señor general Álvaro Obregón. México, D. F. Su mensaje cifrado de hoy. Ya me dirijo a general González para que concentre sus fuerzas en Pachuca, cambiando de vía en Tula para ir a aquella población y que sitúe sus caballerías en Ometusco o los puntos más próximos a ésa, que crea conveniente para ayudar a usted en su retirada. Al acercarse el general González acordará con usted el modo en que su ayuda sea más eficaz. Para cubrir la vía de ésta a esa población estoy situando las fuerzas que van llegando a fin de impedir que la interrumpan los zapatistas. No será ya necesaria la Secretaría de Guerra en ésa: voy a ordenar al general Pesqueira se venga antes que usted. Ya me dirijo al general Murguía para ver si se pasa con sus fuerzas a este rumbo. Ya ordeno se mande para ésa el material rodante que haya. He ordenado compren en Estados Unidos todo el parque siete milímetros que hubiere. Tenemos en Puerto México un millón de cartuchos que he ordenado traigan. Al coronel Obregón voy a facilitarle parque y armas si llegaren a tiempo a Puerto México. Sale mañana. Hoy salió para ésa, tren con doscientos mil cartuchos dirigidos a Secretaría de Guerra y cien mil para el general Murguía. Muy afectuosamente salúdolo. (Sin firma.)

Respuesta del general Pablo González, a don Venustiano Carranza, a su carta de 18 del mismo mes, dándole cuenta de la movilización de fuerzas, y que la lucha será sangrienta, para bien de la nación. [A. I. F., F9-42-I.]

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Correspondencia particular del Primer Jefe del Ejército Constitucionalista Tula, Hidalgo, a 19 de noviembre de 1914. Señor Venustiano Carranza. Córdoba. Tengo el honor de contestar su mensaje de ayer, como sabrá usted, ya las hostilidades se han roto y el enemigo ha avanzado hasta Querétaro, donde entraron hoy los Carrera Torres. Como usted dice, la lucha será sangrienta, pues estamos decididos a obrar con dureza en lo sucesivo para bien de la nación y para destruir por completo a la reacción. Ya he ordenado al general Obregón la conveniencia de que salga de México inmediatamente, y he ordenado se le proteja la salida de su artillería ya está embarcada y demás fuerzas que estén situadas en Ometusco. El general Obregón destruirá comunicaciones ferrocarrileras y telegráficas a su salida. El general Murguía viene hoy en la noche a conferenciar conmigo y los concentraré a Pachuca, o saldrá por otro lugar destruyendo la vía a Toluca, tengo una gran parte de mis fuerzas “y de Pachuca”, donde las concentraré todas, y para donde las trasladaré, al iniciar su avance hacia las fuerzas villistas después de destruir esta vía, ya estoy regresando los trenes de México a fin de que sean enviados para ésa de Pachuca. Pienso atravesar hasta atacar San Luis Potosí, que está mal guarnecido y diseminar Aguascalientes y Zacatecas y con el concurso de nuestras demás fuerzas creo que conviene todas las fronteras sean nuestras, para lo que considero indispensable marchar yo hacia allá, también le manifiesto que los jefes nuestros “con urea cc jefe onado bastante”, y creo se puede contar con ellos. Mucho le agradeceré nos “tues” en Tampico armas, parque y dinero indispensables para el sostenimiento “al con fío”. Respetuosamente. El general en jefe, Pablo González.

Telegrama del general Francisco Coss, Gobernador y Comandante Militar del Estado de Puebla, suplicando a don Venustiano Carranza se investigue la actuación de los hermanos Camacho, por considerarlos traidores y sinvergüenzas. [A. H. D. N., XI/481.5/220.]

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15 Puebla, 22 noviembre 14. V. Carranza. Primer Jefe del E. C. Mucho me ha extrañado que el traidor Camacho haya podido hacer creer a usted que él es un hombre honrado, lo que demostrará entonces que yo soy un sinvergüenza. El hermano de éste que se titula coronel con los otros cabecillas que se voltearon en San Martín todavía los estamos batiendo. Si estos hechos no demuestran que el traidor Camacho sea un sinvergüenza, suplícole se consulten mis trabajos para saber quién soy yo. Suplícole, señor, me permita que por lo herido que estoy, tenga que mandar este mensaje en esta forma. El gobernador y comandante militar, general Francisco Coss. 11 p.m.

Telegrama de don Guadalupe Narváez B., fechado en Puebla, Pue., informando a don Venustiano Carranza, de la defección de Roberto Camacho, Salvador Villa Corta, y otros oficiales, teniendo el primero instrucciones para asesinarlo. [A. H. D. N., XI/481.5/220.]

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De Puebla, Pue., noviembre 27 de 1914. Señor V. Carranza. Veracruz, Ver. Por informes familias llegadas de San Martín Texmelucan, confírmase defección Roberto Camacho, Salvador Villa Corta y otros oficiales. General Camacho, Villa Corta, lograron sorprender general Obregón diciéndose inocentes y pretende ir a conferenciar con usted mismo objeto. Comunícolo a Gobierno de usted. General Camacho tiene instrucciones enemigo asesinarlo. Salúdolo respetuosamente. Guadalupe Narváez B.

Manifiesto expedido por el general Álvaro Obregón, jefe del Cuerpo de Ejército del Noroeste, haciendo un llamado al pueblo mexicano para no tolerar al monstruo de la traición y el crimen, encarnado en Francisco Villa. [A. I. F., F9-44-IV.]

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República Mexicana. Ejército Constitucionalista. Segunda División del Centro. Cuartel General. MANIFIESTO A LA NACIÓN Mexicanos: El monstruo de la traición y el crimen, encarnado en Francisco Villa, se yergue amagando devastar el fruto de la Revolución que tanta sangre y tantas vidas ha costado a nuestro pobre pueblo. El esfuerzo de todos los hombres honrados por establecer la paz en la República acaba de declararse impotente ante la perversidad de la trinidad maldita que forman Ángeles, Villa y Maytorena. Es el momento supremo, de sublime angustia para la patria en que podrá contar a sus verdaderos hijos que despreciando de nuevo la vida, empuña con más fuerza el arma vengadora, para hacer desaparecer entre las invencibles garras de la justicia a los monstruos deformes que en danza macabra celebran en estos momentos la agonía de nuestra patria. A esos buenos hijos llamamos a nuestro lado; a esos que despreciarían el derroche de la orgía y el libertinaje, bandera de corrupción con que milita la traición infame, para venirse a agrupar al lado de nosotros que sólo podremos ofrecerles privaciones y angustias, pero que con ellas podrán legar a sus hijos un nombre honrado. La patria en su agonía, como las madres que al expirar lanzan una mirada en torno suyo, para cerciorarse de si están todos sus hijos a su lado, agoniza, lanza también una mirada sobre los mexicanos para ver cuántos hijos tiene dignos de ella. Es el momento supremo en que debemos demostrar al mundo que no toleraremos el reinado de la maldad en nuestro desventurado suelo, y que preferiremos convertir a nuestro país en un vasto cementerio, antes de tolerar que la maldad y el crimen engangrenen nuestro organismo. Allá está Francisco Villa, con las manos llenas de dólares, allá está Francisco Villa pregonando el patriotismo y vertiendo veneno por los ojos que hipócritamente quieren demostrar que son lágrimas de patriotismo; allá está, os repito derrochando el oro y corrompiendo a todos los hombres que son susceptibles de corromperse ante esas halagadoras tentaciones. Quiere probar la patria a sus hijos, madres, esposas e hijas. Arrodillaos ante el altar de la patria y llevad al oído de vuestros hijos, esposos y padres, la sacrosanta oración del deber y

maldecid a los que olvidando todo principio y honor, se arrojan en manos de la traición para apuñalear a su patria. Salúdolos afectuosamente. El general en jefe del C. de E. del Noroeste, Álvaro Obregón.

Carta de Mr. H. L. Hall, fechada en Cuernavaca, Mor., comunicando al general Palafox la entrevista que sostuvo con el señor Carothers, así como no haber sido recibido por el general Emiliano Zapata, lo cual considera como una descortesía, pero que éste debería conferenciar con el general F. Villa lo más pronto posible. [A.G.N., ramo Revolución.]

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[Confidential.] Cuernavaca, Dic. 3, 1911. My Dear Mr. Palafox: I had a long conversation with my friend and companion Mr. Carothers last night. I shall be with him this morning until his private interview with Gen. Zapata at 9 a.m. today. He has told me of their desire that Gen. Zapata should return with them today in the automobile to meet Gen. Villa. I doubt that this would be wise as according to Gen. Zapata dignity and prestige or in keeping with it. He should have a good excuse in not doing so on account of the reunion of chiefs and officials he has called here and who are waiting to meet with him. I think though that it is very important that he should go to meet Gen. Villa as soon as possible. I learned much that I think will be of benefit to our interests and expect to learn more before Mr. Carothers leaves. I should have called on him at once on arrival but it was impossible for me do so as being at the cuartel general and Gen. Zapata present and he as yet not having received me in the capacity of my mission here. This should be attended to at once either Gen. Zapata receive me, frankly formality and confidentialy or declare me to be “persona non grata” in which case I can retire and my government should it see fit can then send some one who will be more acceptable to him this to me very apparent indifference to a courtesy and consideration offered to him by a great nation in the person of their executive is very distracteful to me, I take pleasure in enclosing to you a letter I have just received from our consul General at Veracruz in reply to one I sent him enclosing the copy of Gen. Zapata’s letter to me, you so kindly furnished me with best wishes I am yours very sincerely. H. L. Hall P. S. Please destroy this letter when you have read it, as it is intended for your eyes only and prompted by the kind confidances and attentions you have shown me and which I greatly appreciate.

H. L. H. [Confidencial.] Cuernavaca. Dic. 3, 1914. Mi querido señor Palafox: He tenido una conversación con mi amigo y compañero señor Carothers, la noche pasada y no podré verlo esta mañana hasta que termine su conferencia privada con el general Zapata que empezará hoy a las nueve a.m. Él me ha expresado el deseo que tienen por que el general regrese con ellos hoy en el automóvil a encontrarse con Villa. Yo creo que tal proceder no sería prudente teniendo en cuenta la dignidad y el prestigio del general Zapata. Él podría excusarse de hacerlo con motivo de la reunión que tendrá con sus jefes y oficiales a los que ya ha llamado aquí y están esperándolo; pero al mismo tiempo creo que debería conferenciar con el general Villa tan pronto como sea posible. He sabido mucho que creo será de gran beneficio para nuestros intereses y espero tener más noticias antes que Mr. Carothers se vaya. Yo debía haber hablado con él tan pronto que hube llegado aquí, pero me fue imposible hacerlo por motivo de que el general Zapata se negó a recibirme con los requisitos que la misión que ejerzo aquí requiere. Esto debió haber sido atendido inmediatamente por el general Zapata y una de dos, o recibirme franca, formal y confidencialmente o declararme persona poco grata, en cuyo caso me habría retirado y mi Gobierno hubiera visto y mandádole una persona más competente. Esta aparente indiferencia me ha parecido una falta de cortesía de parte de tan alto funcionario. Tengo el placer de adjuntar a usted la carta que acabo de recibir de nuestro cónsul general en Veracruz como contestación a la que yo mandara con la copia de la carta que el general Zapata me mandara. Con mis mejores deseos, soy de usted su S. S. H. L. Hall P. D. Favor de destruir esta carta tan pronto como la lea, ya que es hecha sólo para usted por la clase de confidencias y atenciones que ha tenido para conmigo. H. L. H.

Carta del general Álvaro Obregón, fechada en el puerto de Veracruz, dirigida a don Venustiano Carranza, solicitándole la eliminación de varios de sus consejeros, entre ellos el licenciado Isidro Fabela, Alfredo Breceda, Manuel Bauche Alcalde, Ciro B. Ceballos, Heriberto Barrón, Ramón Fraustro, Juan Sánchez Azcona, Gonzalo Travesí, y los hermanos Campero. [A. I. F., F9-105-1.]

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Estando plenamente convencido, tanto por la amarga experiencia que vine adquiriendo durante el tiempo que duró la lucha contra el huertismo, como por la opinión que he podido recoger de todos los jefes revolucionarios con quienes he tratado el asunto, que todos los trastornos que ha venido sufriendo nuestra Revolución se deben exclusivamente a los malos elementos que por debilidad o consecuencia se ha dejado introducir entre nosotros, los que por su maldad y afición a la intriga vienen desarrollando una labor de división y discordia entre los jefes militares, entorpeciendo nuestra acción y procurando tenernos alejados de la Primera Jefatura y haciendo todo esfuerzo por desorientar la opinión pública y explotar en los incautos la representación que tienen ante usted, cometiendo actos que desprestigian nuestra causa llegando hasta el saqueo, que entre nuestras filas se castiga con la pena de muerte; vengo, con todo respeto, a pedir a usted, en nombre del Cuerpo del Ejército del Noroeste que tengo el honor de comandar, retire usted de manera efectiva a esa camarilla que tiene los graves delitos de ocultar a usted todas las verdades que pueden y decirle todas las mentiras que inventan. Me voy a permitir recordar a usted la labor de intriga que emprendieron en Sinaloa, Riveros y los Campero, la emprendida en Sonora por los mismos Campero, Bauche Alcalde, Sánchez Azcona y Fabela y los admirables frutos que obtuvieron logrando sembrar la división y la discordia entre los elementos revolucionarios de Sinaloa y Sonora. Posteriormente continuaron su obra en Chihuahua y los frutos no se hicieron desear por mucho tiempo porque encontraron en aquel Estado un terreno más propicio con la ignorancia y las ambiciones de Villa que también había ya empezado su labor en Sonora y Sinaloa. De allí continuaron a la capital de la República, donde se dio el triste espectáculo de ver engrosada esta camarilla por Ciro B. Ceballos y capitaneada por el secretario de Relaciones, Isidro Fabela, y apoderada de la prensa para activar su nociva labor, sin que nada significaran las protestas de los que hemos venido luchando por ver a nuestra patria libre de tantos ambiciosos que la han oprimido durante tantos años. Unos por medio de la prensa y otros explotando el puesto que ocupan, se distinguieron llegando a saquear algunas de las principales residencias, pretendiendo hacerlo también con la casa que ocupaba el pagador general del Cuerpo de Ejército del Noroeste, teniente coronel Miguel Piña, hijo.

Como el principal y más nocivo de estos elementos es Alfredo Breceda, que desempeña importante papel, ya dentro del país o en el extranjero, es, por consiguiente, el que mayores males acarrea a nuestra causa, haciéndose llamar secretario particular de usted y director de la prensa. Trasladado el Gobierno a este puerto, han continuado aquí su labor y muy pronto conseguirán ver la división que tanto ansían entre los elementos que nos lanzamos a la lucha contra el villismo. Creo que con las profecías que respecto de Ángeles hice a usted en Sonora, las que hice de Maytorena, las relativas al Gobernador de Sinaloa, Felipe Riveros, sobre quien suplicaba a usted no aceptarlo en el Gobierno de aquel Estado, profecías que para desgracia de nuestro país resultaron exactas, estoy en la obligación de señalar otra vez a usted los gérmenes que traerán nuevos al movimiento, movimiento que hoy iniciamos, asegurando que ésta no es sólo la opinión personal mía: es la de todos los que conocemos la labor de estos malos mexicanos. El móvil que me impulsa a rogar a usted la inmediata eliminación de estos señores, no es predisposición personal alguna y sí el deseo de ver recobrar su prestigio, tanto al movimiento revolucionario como el que puedan haber restado a usted por haberlos tolerado. Tampoco me inspiro, al hacer a usted esta súplica, en algún deseo de librarme de ellos para poder llevar a la práctica ambiciones personales: siempre he declarado y hoy lo hago de nuevo en este memorial, que la única ambición que tengo es la de retirarme a la vida privada tan pronto como termine el movimiento armado. Me permito también suplicarle, respetuosamente, mostrar este memorial a los demás generales constitucionalistas y si hay alguno siquiera que no esté de acuerdo con él, devolvérmelo, siempre que no sean generales como el licenciado Fraustro, que forma parte de los malos elementos que dejo señalados. La labor de la prensa en los actuales momentos es nociva, con su intriga sistemática, y su mentira ridícula, llegándose a la triste conclusión de ser un deber de gente honrada no creer ninguna de sus noticias, aunque llegara el caso de ser verídica, y es triste, para los que vamos de nuevo a exponer la vida, que ésta es la base de nuestro futuro Gobierno en el caso de que lleguemos a triunfar y que esta labor la dirige el jefe del Gabinete y que todos sus colaboradores de prensa e intriga son pagados espléndidamente por nuestro exhausto tesoro nacional. Espero del recto criterio de usted que encontrará justa mi súplica y protesto de antemano que mi aprecio personal hacia usted y mi celo por el gran nombre de nuestra causa, son los dos principales factores que me hacen dirigirle el presente memorial, asegurándole que si no es atendida mi súplica que repito estimo muy justa, continuaré como hasta hoy luchando al frente de mi ejército y buscando los medios de vencer al enemigo, llevando sólo el triste presentimiento que nunca podremos establecer un Gobierno duradero con elementos tan disímbolos que en su mayoría

sólo buscan el medro personal, sin preocuparles, siquiera, la sangre que cuesta a nuestro país cada día de lucha. En estos momentos en que el villismo se liga al Clero y demás elementos retrógrados, es cuando mayor impulso podemos dar a nuestra campaña y atraer a nuestro lado a todos los hombres honrados que sienten la necesidad de librar a la patria de esa horda de traidores, pero para controlar todos estos elementos es indispensable que desterremos de nuestro lado a los malvados, para que sin escrúpulos puedan venir a formar parte de los hombres que tendremos, aún vencidos, el orgullo de haber luchado contra la maldad. Si, como lo creo, encuentra usted digna de atención mi solicitud, espero de la rectitud de su criterio que la eliminación de los elementos que dejo señalados no se hará en la forma acostumbrada por nuestros gobiernos anteriores, comisionándolos en países extranjeros, a donde sólo llevarían el desprestigio, sino excluyéndolos de una manera definitiva, que pueda servir de ejemplo a los que en el futuro pretendan cobijarse en nuestro partido y me permito incluir al presente una lista de las personas que en mi concepto forman ese grupo maléfico. Me es honroso reiterar a usted mis protestas de alta subordinación y distinguida y respetuosa consideración. Constitución y Reformas. H. Veracruz, Ver., diciembre 6 de 1914. El general en jefe, Álvaro Obregón. Al C. Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, Encargado del Poder Ejecutivo de la Unión. Presente. Isidro Fabela, Alfredo Breceda, Manuel Bauche Alcalde, Ciro B. Ceballos, Heriberto Barrón, los hermanos Campero, Ramón Fraustro, Juan Sánchez Azcona, Gonzalo Travesí, tercer jefe de las Comisiones de Seguridad, y demás individuos que colaboran en la obra de los anteriores.

Protesta presentada por los señores Luis Manuel Rojas, José Natividad Macías, Isidro Fabela, Félix F. Palavicini, Jesús Urueta, Agustín Urdapilleta, Gerzayn Ugarte, y otros, ante don Venustiano Carranza, por la presencia de Tomás Braniff en el puerto de Veracruz, habiendo sido uno de los organizadores y factores más importantes del cuartelazo verificado en la ciudad de México, el 9 de febrero de 1913, y posteriormente sostenedor de la política huertista. [A. I. F., F9-90-7.]

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C. Primer Jefe de la Revolución, Encargado del Poder Ejecutivo. Los suscritos, correligionarios y amigos de usted, comparecen ante su alto criterio y respetuosamente exponen: Que les consta que don Tomás Braniff, actualmente de paso en esta ciudad, fue uno de los organizadores y factores más importantes del cuartelazo verificado en la ciudad de México el 9 de febrero de 1913, ayudándolo a preparar y sosteniendo pecuniariamente a los pronunciados de la Ciudadela; que hizo activa propaganda en la Cámara de Diputados, el 19 de febrero, para que ésta lo eligiera Presidente provisional, en vista de la aprehensión del presidente Madero y el vicepresidente Pino Suárez; que no habiendo conseguido ese propósito, trabajó luego con todo empeño para que su amigo íntimo, el licenciado Toribio Esquivel Obregón, formara parte del Gabinete de Huerta, como ministro de Hacienda, que fue el Gabinete que sacrificó a los señores Madero y Pino Suárez; que después fue en la Cámara de Diputados uno de los sostenedores más despiadados de la política huertista, al grado de que llegó a aconsejar públicamente, desde la tribuna, el asesinato de los diputados que hostilizaron al usurpador, como consta en el Diario de los Debates de la Cámara de Diputados y en el acta de la sesión de la misma Cámara de aquella fecha. Por lo expuesto, los suscritos consideran la presencia del señor Tomás Braniff en la ciudad de Veracruz, peligrosa, si en ella permanece como enemigo; vergonzosa, si en ella ha de vivir como amigo, aparte de que la prensa enemiga de la ciudad de México explotará la presencia del señor Braniff en este puerto, queriendo probar que usted ampara y protege a los reaccionarios, y convencidos de la rectitud y buen sentido con que usted siempre procede, nos permitimos pedirle respetuosamente se digne tomar un acuerdo para que el señor Braniff salga cuanto antes del territorio que domina la Revolución constitucionalista. Protestamos a usted nuestra adhesión. Veracruz, 9 de diciembre de 1914. Firmantes: Luis Manuel Rojas, José N. Macías, Isidro Fabela, M. Escudero y Verdugo, Juan Zubaran, Félix F. Palavicini, Alfonso Cravioto, Jesús Urueta,

Agustín Urdapilleta, Gerzayn Ugarte. General Ignacio L. Pesqueira, A. Amador y una ilegible.

Telegrama del señor Manuel Walls, fechado en Washington, D. C., solicitando del licenciado Isidro Fabela, secretario de Relaciones Exteriores, su intervención cerca del Primer Jefe, para evitar malos procedimientos con súbditos españoles en el puerto de Tampico, Tamps. [A. H. D. N., XI/481.5./96. Caja 43.]

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Washington, diciembre 11 de 1914. Don Isidro Fabela, secretario de Relaciones Exteriores. Veracruz, México. Deploramos en el alma procedimientos gobernador Tampico con súbditos españoles Vicente Vidal y Eduardo Sabugal. Ruégole encarecidamente interceda cerca Primer Jefe para que se dicten instrucciones encaminadas evitar dichos procedimientos con súbdito español Julián Zorrilla también en Tampico. Agradeceré me conteste. Saludos Primer Jefe. Manuel Walls

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Artículo del señor licenciado Isidro Fabela, sobre la situación política de la Revolución Mexicana. [A. I. F., F9.]

LA SITUACIÓN POLÍTICA DE LA REVOLUCIÓN MEXICANA I. II. III. IV. V.

La Convención de México La Convención de Aguascalientes La Presidencia de veinte días El armisticio La reacción alrededor de Villa Convención de México

Durante la campaña contra el general Huerta, don Venustiano Carranza manifestó espontáneamente a sus compañeros de armas que triunfando la causa, al llegar a la capital de la República convocaría una Junta de Generales del Ejército y Gobernadores de la Unión, para que ellos de común acuerdo resolvieran estas tres importantes cuestiones: 1º. La fecha en que debieran efectuarse las elecciones para el Gobierno constitucional. 2º. La forma que debiera darse al Gobierno pre-constitucional, esto es, al Gobierno propiamente revolucionario, y 3º. Las reformas revolucionarias económicas y políticas que deberían llevarse a la práctica durante el período pre-constitucional. El señor Carranza, cumpliendo aquel deseo que nadie le pidió ni le exigió, al entrar victorioso a la ciudad de México, llamó a todos los generales y gobernadores de los Estados de la Junta aludida que se llevó a cabo en el recinto de la Cámara de Diputados. Es de suma importancia hacer notar que de no haberse llevado a cabo tal Junta, el señor Carranza, conforme al Plan de Guadalupe de 26 de marzo de 1913, aceptado por todos los revolucionarios, al entrar a la capital de la República tenía derecho a hacerse cargo del Poder Ejecutivo de la Unión hasta que, hecha la paz, se verificaran las elecciones definitivas y entregara el mando del ejército y el Ejecutivo al electo Presidente constitucional (artículo 5º del Plan). En otros términos, don Venustiano Carranza tenía derecho legal a seguir como Presidente de facto de la República hasta el restablecimiento completo de la paz nacional; pero como este

plazo era indefinido y su determinación dependía prácticamente del mismo señor Carranza, el Primer Jefe creyó honrado y democrático que sus mismos compañeros de lucha fijaran un plazo para las elecciones para no ser él mismo quien dijera “Duraré tanto en el poder” y a efecto de que los principales leaders del constitucionalismo tuvieran voz en la obra de transformación social del país como habían tenido su participación importante en la lucha contra la tiranía trágica de Huerta. Los que atacaban al señor Carranza de dictador (los villistas) se encontraron con que el primer acto de gobierno de aquel hombre fue la convocación de una asamblea revolucionaria, ante la que declinaba democráticamente algunas trascendentes facultades que el Plan de Guadalupe sólo a él reservaba. Después, como veremos, dio muchas más pruebas de patriótico desinterés y de amplio espíritu liberal. Francisco Villa fue, como todos los demás generales, citado a la Convención de México. A la cita contestó de enterado y que concurriría a la Junta. Los que estábamos interiorizados de sus preparativos de rebelión definitiva, bien sabíamos que no concurriría, como no concurrió. En efecto, Villa era un rebelde desde hacía mucho tiempo; militar, política y administrativamente obraba como mejor le parecía; emitió varios millones de pesos sin consentimiento del Ejecutivo; disponía de los ingresos de la Federación a su antojo; manejaba los ferrocarriles sin conocimiento siquiera de la Secretaría de Comunicaciones; removía y nombraba empleados dependientes sólo de las Secretarías de Estado, confiscaba y repartía entre sus validos las haciendas de los ricos y movilizaba sus tropas como y cuando quería. Era, en suma, dueño y señor de vidas y haciendas, todo esto después de centenares de protestas de lealtad, de honradez, de respeto y de incondicional subordinación. Naturalmente que los interiorizados de la conducta del villismo sabíamos de antemano que Villa no concurriría a la Convención de México, porque allí se hubiera exhibido como lo que era: un rebelde, en cuyo caso habría caído bajo las sanciones de la ley; o la fuerza misma de la asamblea lo hubiera sometido, lo que no aceptaba por ningún motivo. Para no concurrir a la Junta de Generales y Gobernadores, tenía que desconocer ya descaradamente al Primer Jefe Carranza, y así lo hizo, valiéndose de cualquier fútil pretexto, días antes de la fecha fijada para la Convención. Inauguróse la asamblea el 1º de octubre pasado, habiendo quedado integrada por los generales y gobernadores leales que llegaban a ciento veinte y tantos, sin los de la División del Norte que sumarían quince o dieciséis. El Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, señor Carranza, tuvo entonces otro acto de patriótico altruísmo que mucho lo ennoblece. Es posible, se pensó, que así como Villa, otros de mis compañeros de campaña no me quieran ya como su jefe a pesar de que el Plan de Guadalupe los obligaba a seguir reconociéndome como tal; si esto es así, con gusto dejaré el mando del ejército y del Poder Ejecutivo para que

ellos designen a quien más confianza les merezca. Y entonces, el 3 de octubre, en una sesión verdaderamente solemne en la historia de México, después de hacer un informe de la situación, de las dificultades con Villa y de esbozar un programa revolucionario, entregó a aquellos generales y gobernadores los dos depósitos sagrados que hubiera tenido en sus manos durante la cruenta lucha contra la dictadura que acababa de ser aniquilada. Por un corto tiempo el Ejército Constitucionalista y el Ejecutivo de México estuvieron sin jefe, hasta que después de tres horas de deliberaciones la Convención de México por unanimidad de votos y por aclamación, devolvió el mando del ejército y el Ejecutivo de la República al que había sido siempre su jefe, al iniciador del movimiento de protesta legal contra la usurpación y los crímenes de Victoriano Huerta, al que había llevado al triunfo la más justa, la más noble y la más hermosa de las causas. Llamado al seno de la asamblea, los convencionalistas, en un acto solemne de entusiasmo desbordante, con un voto de confianza, devolvieron el mando supremo del ejército y el Poder Ejecutivo al ciudadano Venustiano Carranza. Habana, 16 de diciembre de 1914. Isidro Fabela

Propuesta del señor S. Vargas H., tesorero general del Estado de Chihuahua, al general Francisco Villa, para la instalación de maquinaria destinada a la emisión de papel moneda. [A. I. F., F9-104.]

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BOLETÍN OFICIAL Chihuahua, 23 de diciembre de 1914. General don Francisco Villa, jefe operaciones militares. Urgente. México, D. F. En vista fuertes gastos que causa en oro americano la emisión billetes, y teniendo ya clichés, facsímiles y otros útiles que se están usando, creo conveniente compre maquinaria o prensa necesaria para instalarlos y hacer billetes aquí. Con lo cual resultaría una gran economía y la ventaja de que aquí se vigilaría escrupulosamente emisión que podría ampliarse cuanto fuere necesario aun para recoger todas las demás emisiones carrancistas y otras a fin de que sólo circulen en todo el país los de nuestras emisiones. Suplícole darme sus instrucciones y salúdolo respetuosamente. El tesorero general de Estado, S. Vargas H.

Telegrama de don Venustiano Carranza, al general Pablo González, en Tampico Tamps., transcribiéndole las instrucciones giradas al general Villarreal, para eximirse de entrar en arreglos con jefes militares descarriados, pues la sumisión de éstos debería ser incondicional al Primer Jefe. [A. I. F., F9-12.]

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[Telegrama] Veracruz, diciembre 29 de 1914. Señor general Pablo González. Tampico, Tamps. En vista de que ha vuelto a comenzar una política de aproximaciones a nosotros de parte de los elementos que hasta ahora habían desconocido mi autoridad, y en previsión de dificultades semejantes a las que hemos tenido en otras ocasiones, hoy dirijo al general Villarreal el siguiente mensaje: Para prevenir futuras dificultades que pudieran volver a surgir con motivo de la aproximación que buscan con nosotros algunos convencionalistas, deseo reiterar a usted que no puede aceptar de los jefes descarriados más que una sumisión incondicional a mi autoridad como Primer Jefe. “Para esto necesitaría yo conocer en cada caso los elementos que tratan de reincorporársenos, pues existen algunos que por ningún motivo podríamos admitir. Deseo, por último, manifestar a usted lo mismo que a los demás jefes que militan bajo mis órdenes, que no aceptaré ningún arreglo ni transacción con el enemigo, ni reconoceré arreglos hechos por nuestros jefes militares, por lo cual he de agradecerle exímase de entrar en arreglos, trasmitiéndome cualesquiera proposiciones o sugestiones que se le hagan, para poder resolver en cada caso lo conveniente. Salúdolo afectuosamente. El Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, V. Carranza.” Lo que le transcribo a fin de que, en su carácter de jefe del Cuerpo de Ejército del Noreste, pueda usted encargarse de comunicarlo a todos sus subordinados y darle el debido cumplimiento. Salúdolo afectuosamente. El Primer Jefe del Ejército Constitucionalista.

Carta del general Manuel Palafox, dirigida al general Emiliano Zapata, transcribiéndole la del general Francisco Villa, relativa a la petición del señor George C. Carothers, agente confidencial del Gobierno americano, para devolver al señor Jenkins, de Puebla, las propiedades que le fueron confiscadas. [A. G. N., ramo Revolución.]

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Correspondencia paticular del general Emiliano Zapata México, 29 de diciembre de 1914. Señor general don Emiliano Zapata. Su campamento. Muy estimado amigo: El señor general Francisco Villa me ha dirigido una carta, que a la letra dice: “El señor George C. Carothers, agente confidencial del Gobierno de los Estados Unidos cerca de nosotros, me dice, en mensaje de ayer, lo siguiente: ‘En telegrama fecha 23 secretario de Estado me comunica lo siguiente: agente consular Jenkins en Puebla informa confiscación de pieles valuadas en doce millones de pesos pertenecientes a la Puebla Comercial Co., de que Jenkins es presidente, siendo exclusivamente dueños americanos. Suplíquele al general Villa ordene se devuelva propiedad confiscada de referencia, a sus dueños.’ Lo que me permito poner en el conocimiento de usted a fin de que con el tino que le caracteriza se sirva dictar sus disposiciones para arreglar satisfactoriamente ese asunto y evitar dificultades con el Gobierno de los Estados Unidos.” Atento lo anterior, desde luego me he dirigido al C. general Francisco Mendoza, comandante militar de la plaza de Puebla y al C. coronel Santiago Orozco, de la misma plaza, ordenándoles que inmediatamente devuelvan a la Puebla Comercial Co. las propiedades que se le han confiscado, pues dicha Compañía no ha sido enemiga de la Revolución y, por tanto, ésta no tiene absolutamente razón para efectuar dicha confiscación y, sobre todo, conviene, a todo trance evitarnos dificultades con el Gobierno americano. Sin otro particular y deseando se conserve usted bien, se repite su afmo. amigo y atto. S. S. M. Palafox

Telegrama del general José María Maytorena, fechado en Ciudad Juárez, Chih., felicitando al general Emiliano Zapata por el patriotismo con que ha luchado el Ejército Libertador. [A. G. N., ramo Revolución.]

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Telegrama recibido en 31 Cuartel General. Juárez, Chih., 31 de diciembre de 1914. F1.0.1. OFF. D. 12:46 p.m. R. 12 a.m. General Emiliano Zapata. Transcríbole siguiente mensaje que acabo de recibir fechado en el campamento del Gobierno Maytorena: “Invicto jefe suriano que con firmeza inquebrantable y recogido patriotismo ha luchado por el pueblo humilde y sufrido así como a su denodada falange que forma el aguerrido y heroico Ejército Libertador admira y envía respetuosamente saludos el personal de la columna fronteriza, deseando que en mil novecientos quince alcancen realización sus legítimos derechos. José Mª Maytorena.” Salúdolo. Luis Gaxiola

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Expedición del Primer Jefe, C. Venustiano Carranza, a través de los Estados de Sonora y Chihuahua. [A. I. F., F9-68-40.]

EXPEDICIÓN DEL PRIMER JEFE C. VENUSTIANO CARRANZA A TRAVÉS DE LOS ESTADOS DE SONORA Y CHIHUAHUA No tan interesante como la expedición que realizó el Primer Jefe desde Monclova a través de los Estados de Durango, Chihuahua, Sinaloa y Sonoradurante los meses de julio a septiembre de 1913 en un recorrido mayor de 3 000 kilómetros, sí presenta detalles de vivo interés y es por esto que brevemente la relataré. En Nogales, Son., dos días antes de partir, se despidió de nosotros el general Obregón a quien el Primer Jefe había confiado la campaña de Occidente, y, recuerdo entre otros detalles que, al dar el último abrazo al Primer Jefe le dijo: “Ángeles, estoy seguro, nos causará un gran dolor de cabeza.” El día 8 de marzo nos dirigimos por ferrocarril de Nogales a Naco y de ahí a Agua Prieta, iniciando la primera jornada a caballo, aproximadamente catorce leguas. En este lugar, donde permanecimos algunos días, recibió el Primer Jefe invitación de los centros mineros de Nacozari de García, para que visitase dicho mineral, siendo objeto de una grande y entusiasta recepción. El día 12 partimos rumbo a la sierra para atravesar el Estado de Chihuahua. El término de esta segunda jornada fue Cuchuverachic, pequeña ranchería donde pernoctamos. Ahí nos alcanzó el automóvil que conducía mensajes del secretario de Gobernación, licenciado Rafael Zubaran, quien se encontraba entonces en Ciudad Juárez, y del general Villa, expresando la solicitud de éste para que el general Ángeles pasase a comandar la artillería en el próximo ataque a la plaza de Torreón. Esta noticia llenó de alborozo al general Ángeles, quien recibió orden de que se devolviese con una carta para el general Villa que personalmente yo escribí. Nosotros aunque algo sorprendidos por el inusitado entusiasmo con que acogiera el general Ángeles la disposición del Primer Jefe, no supusimos fuese con aquel hombre el maridaje de la traición y la reacción, que con Villa después encabezaría. Ángeles se despidió de nosotros con efusivos abrazos, a las nueve de la mañana, dirigiéndose en el propio automóvil que sirviera de correo a la frontera americana, en tanto que nosotros continuábamos nuestra marcha hasta Colonia Morelos a donde llegamos ya de noche. En Colonia Morelos, habitada en su generalidad por mormones, se nos preparó hospedaje en un edificio que afectaba la forma de iglesia y, al inquirir el fin para que estaba destinado, se nos informó que al mismo tiempo que servía para oficiar, lo

utilizaban para teatro, escuela y salón de baile… Los mormones han hecho de su culto un verdadero arte de la vida, a juzgar por su práctica aplicación. Descansamos el día 14, continuamos el 15 hasta Colonia Oaxaca a donde llegamos a las cuatro de la tarde. Esta colonia, al igual que la anterior, está formada por mormones y, como la vida de estas gentes despertara curiosidad en algunos compañeros, nos dedicamos a visitar sus casas, observando con interés la forma equitativa de departamentarlas para las diferentes esposas y familias. Continuamos nuestra marcha durante el día 16, y el 17 acampamos en el cañón del “Púlpito”, primer punto a la entrada de la Sierra Madre Occidental, que nos ofrecía una perspectiva risueña. Enormes cuevas abrían sus bocas a uno y otro lado del camino poblado de güérigos, alisos y, en fin, de una vegetación variada, aunque poco nutrida. En uno de estos parajes pintorescos, un buen día, se presentó un sacerdote mormón ofreciéndonos una cátedra de su doctrina, la que nos dispusimos a escuchar casi con religioso silencio. Oficiales y soldados se agruparon a recoger sus palabras, que les presentaban no escasa novedad. Estuvo disertando largamente sobre el origen de las tablas sagradas que encontrara Smith, del orden jerárquico que a ellos corresponde y que no es otro que el de los patriarcas, profetas y apóstoles, citando a Abraham, David y otros muchos, y, derivaba a exhortar con su ejemplo a la práctica de las virtudes de estos hombres, especialmente, proclamando la poligamia, como una de las formas más consecuentes con las finalidades de la humanidad. Éste fue un tópico sugestivo que abría un amplio campo a divertidísimas consideraciones de todos los ahí congregados, brindándonos un largo rato de franco humorismo. El día 18 llegamos a la hacienda de Ojitos, donde permanecimos el 19 debido a una fuerte nevada que nos sorprendió, haciendo muy fatigosa nuestra marcha. El telégrafo, que hasta ahí colocó su oficina terminal, quedó aislado, por lo que nuestra marcha siguió ya sin noticias del movimiento general hasta Casas Grandes, donde nos pusimos nuevamente en comunicación con Ciudad Juárez, dictando el Primer Jefe órdenes para que se tomaran los dispositivos definitivos para el ataque de Torreón, así como algunas disposiciones encaminadas a arreglar los trabajos de la Comisión Investigadora del Caso Benton, que puso en duro trance a la Revolución y a nuestra patria, y que sólo quedó olvidado por la intensidad de los sucesos que después sobrevinieron y, determinantemente por el incidente de Tampico que provocó el desembarque de tropas americanas en Veracruz. Este hecho, que nos conmovió a todos los mexicanos y que inspiró al Primer Jefe una nota vibrante de patriotismo, dio motivo para que Villa mandase al Gobierno americano una nota secreta, comprometiéndose a no disparar un solo cartucho contra los soldados invasores. Salimos de la sierra llegando a la casa de Janos el día 20 siguiendo el itinerario por jornadas a Ramos, Casas Grandes, Corralitos, Candelaria y Sabina y atravesando el desierto que se extiende desde este punto hasta el Barrial en donde

permanecimos el 28, encontrándonos en este punto al Gobernador del Estado, general Chao y numerosas comisiones que en nombre de los jefes constitucionalistas de aquella entidad acudían a dar la bienvenida al Primer Jefe. El 29 de marzo llegamos a Ciudad Juárez a las seis de la tarde, enmedio de una multitud delirante que recibió con estruendosas ovaciones a nuestro Primer Jefe.

Telegrama del general Francisco Coss, Gobernador y Comandante Militar del Estado de Puebla, transcribiendo a don Venustiano Carranza la carta del general Benjamín Argumedo, titulado jefe de La División de Oriente, aceptando los deseos del general Gilberto Camacho para ingresar a sus filas, reconociéndole su grado y el de sus oficiales. [A. H. D. N., XI/481.5/220.]

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26 Palacio de Puebla 2 Córdoba. Off d 12 md. raib. Venustiano Carranza. Hay cuatro cartas dirigidas a Márquez Delgado y Camacho por el estilo de la siguiente que le transcribo dirigida a éste último: Ejército de Oriente, noviembre 13 de 1914. Señor general Gilberto Camacho, a donde se encuentre: Compañeros de armas: Habiéndonos comunicado una persona los deseos de usted de ingresar al Ejército de Oriente que es a mi cargo acordé dirigirle desde luego la presente a fin de participarle que acepté gustoso su proposición y desde luego puede usted estar seguro de que no sólo le reconoceré su grado y el de sus oficiales, sino que todas las tropas que están bajo sus órdenes recibirán las garantías necesarias a fin de que unidas al Ejército de Oriente puedan colaborar en la magna obra de la reconstrucción nacional, a fin de poder tener un nombre y un lugar en la historia de la Revolución de 1914. Es sentimiento de patriotismo el que me obliga a aceptar su proposición a fin de evitar más derramamiento de sangre y poder dar feliz término a los ideales por los que nos encontramos levantados en armas; en contestación, sírvase usted comunicar a la mayor brevedad posible, a fin de arreglar todo convenientemente en espera de su honorable contestación, le anticipo las gracias y aprovecho la oportunidad para ponerme incondicionalmente a sus respetables órdenes como su afectuosísimo, su servidor atento. El general jefe de la División de Oriente, Benjamín Argumedo. Rúbrica. Salúdolo respetuosamente y aprovecho esta ocasión para reiterarle mi adhesión y respetos. El gobernador y comandante militar general, Francisco Coss.

Telegrama de don Venustiano Carranza, manifestando al general Blanco (Lucio?) que con motivo de su viaje a la ciudad de Córdoba, Ver., desearía que se entrevistaran en la de Apizaco, Tlax. [A. H. D. N., XI/481.5/220.]

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S. F. General Blanco. Y que está a sus órdenes. Señor general Blanco. Retorno a usted su afectuoso saludo. General: Salgo mañana para Córdoba y desearía que nos viéramos usted y yo en Apizaco, para lo cual podría usted salir en el tren del general Cesáreo Castro, en el que se fue hoy para ésa Nicéforo Zambrano y otras personas, o en un tren especial que ordene usted se le prepare, pues deseo hablar con usted extensamente. Hace un rato, recibí su mensaje de hoy, cuyo contenido agradezco a usted. V. Carranza

Telegrama de la señora Rosaura B. Vda. de Gómez, fechado en Juchitán, Oax., comunicando a don Venustiano Carranza el sepelio de su hijo, el coronel Mario G. Palacios, jefe de la escolta del general Jesús Carranza, asesinado por el general Alfonso Santibáñez. [A. H. D. N., XI/481.5/209.]

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Juchitán, 10.1914. Don Venustiano Carranza. Veracruz. Infamias de la causa que no respetan ni la memoria de los muertos y que no cejan en su labor depravada pretendían hacer creer, propalando versiones maliciosas sobre el particular, que mi hijo el coronel Mario G. Palacios, jefe de la escolta del señor general Jesús Carranza, no había sido fusilado por el traidor Santibáñez sino que había sido salvado por complacencia del mismo, al declararse públicamente villista. Tengo la pena de participar a usted que habiendo encontrado el cadáver de mi citado hijo en el pueblo de San Jerónimo en donde fue asesinado por el chacal Santibáñez, ayer a las 5 de la tarde se efectuó su inhumación en el cementerio de esta ciudad, habiendo concurrido al sepelio un piquete de soldados constitucionalistas y el señor coronel que firma el pase de este telegrama. Desearía dar a usted amplios detalles de hechos anteriores que prepararon y determinaron defección del monstruo Santibáñez y los fatales acontecimientos que todos lamentamos. Salúdolo afectuosamente. Rosaura B. Vda. de Gómez. Pase. El coronel J. de L. A. Pablo Gamas.

Telegrama dirigido a don Venustiano Carranza, por los generales Eulalio Gutiérrez, Luis Gutiérrez, Herminio Álvarez, y coroneles V. Dávila, Y. Ramos, M. Ramos, E. A. Frías, y R. Maldonado, presentándole una iniciativa para la celebración de una junta de gobernadores y generales en la ciudad de México, a fin de formular un programa de Gobierno. [A. H. D. N., XI/481.5/96. Caja 43.]

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[Telegrama recibido en México] Potosí. Secretaría Gobierno 26. México. General Venustiano Carranza, Presidente de la República. Habiendo tomado usted posesión del Gobierno provisional de la República y empezando por lo tanto una era de paz y reorganización para el Gobierno de su cargo, creemos oportuno como designados colaboradores en la gran obra de reconstrucción de la nación mexicana hacer ante usted la siguiente iniciativa. 1º Téngase una junta general de todos los gobernadores provisionales de los Estados y Territorios. 2º Cítese asimismo al mayor número de los generales, jefes de brigada para que asistan a esta junta general. 3º Desígnese la ciudad de México para que se lleve a efecto la junta a que se refieren las fracciones anteriores. 4º Desarróllese en la junta mencionada el programa de gobierno que en lo general se ha de llevar adelante por el Ejecutivo de la nación, así como el programa de gobierno que cada Estado tiene que desarrollar de acuerdo con el programa general para evitar fricción entre unos y otros. 5º Discútanse y resuélvanse en caso de ser posible todas las dificultades que hasta la fecha se hayan suscitado entre el Primer Jefe del Ejército Constitucionalista y los jefes subalternos a él, para así solidificar y hacer efectivo el triunfo de la santa causa por la que se ha derramado tanta sangre. Nos permitimos hacer ante usted la anterior iniciativa por creerlo de vital importancia y de urgente solución los asuntos que en ella se han de tratar y así esperamos sea de vuestra aprobación el llamar a la citada junta. Protestamos a usted nuestra subordinación y respeto. Constitución y Reformas. El general de brigada. Comandante militar y gobernador del Estado. E. Gutiérrez. General L. Gutiérrez. General Herminio Álvarez. Coronel V. Dávila. Coronel Y. Ramos. Coronel M. Ramos. Coronel E. A. Frías. Coronel R. Maldonado.

Correspondencia telegráfica del general Pánfilo Natera, con los generales Eulalio Gutiérrez, José I. Robles, y Eugenio Aguirre Benavides, buscando la unión de todos los jefes militares para evitar un choque armado, y tratando de que los jefes de la división del Gral. Villa definieran su actitud. [A. H. D. N., XI/481.5/252.]

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General Gutiérrez dice: Favor saludar afectuosamente a señor general Natera y que le suplico tenga la bondad de informarme sobre los acontecimientos del Norte, pues por estar más cerca creo puede tener mejores informes, así como me diga si ha tratado algo con esos señores, pues si avanzan al Sur será Zacatecas el primer punto que toquen, suplicándole me informe de algunas novedades para estar al tanto de los acontecimientos, pues por mi parte son muy escasas las noticias que tengo, esperando me dé su parecer sobre este conflicto. Dice señor general Natera corresponde afectuosamente saludo, y que no ha tratado nada de asunto, que él nada más sirve de intermediario, que él trabaja nada más para cumplir su deber con los primeros jefes y no obrará con violencia ni con apasionamiento, que él nada más es un intermediario que invita a usted y todos sus compañeros para que me ayuden en pro de nuestra querida patria que es lo primero y el bienestar; demasiado se ha ensangrentado nuestra patria y por lo tanto como compañeros evitemos por los medios que estén a mi alcance el presente conflicto que podría llevar a un desastre completo a nuestra patria. Espero se sirva darme su opinión en el sentido que sea, la cual respetaré. Natera. Le felicito por sus trabajos para resolver pacíficamente este asunto y ojalá lo consiga, mi opinión es que pongamos todos los jefes de la República cuanto nos aconseje la razón y el patriotismo para evitar un choque armado entre nosotros mismos, pues que si se rompiesen las hostilidades a mano armada, sería con todo seguro la desgracia nacional. Yo estoy dispuesto a poner todo lo que pueda en bien de nuestra patria, y puede contar en todo con mis esfuerzos en este caso. El general Villa tiene jefes subalternos que bien pueden determinar en este conflicto y creo justo que nos dirijamos a ellos también. Téngame de su parte en este asunto tan trascendental y dígame en qué le puedo ayudar. Desde ayer me he estado dirigiendo a los generales Robles y Aguirre Benavides y espero hacerlo hoy también, ya le comunicaré resultado. Reciba un cariñoso abrazo. Gutiérrez. Campamento brigadas Zaragoza y Robles 25. Potosí. General Eulalio Gutiérrez. Con todo detenimiento nos hemos impuesto de su mensaje y mucha alegría nos ha causado ver por él, que hoy como antes estamos enteramente de acuerdo, nosotros

como usted trabajamos y seguiremos trabajando por que nuestro país no sufra las consecuencias de una guerra, máxime cuando tenemos la convicción de que a todos los constitucionalistas nos guían los mismos deberes, a pesar de nuestros esfuerzos no nos fue posible detener el avance de nuestras fuerzas al Sur, pero tenga usted la seguridad y así sírvase hacerlo saber a todos los compañeros a quienes se dirija, que nuestros actos serán guiados por el más puro patriotismo, y que no descansaremos hasta lograr unirnos todos los que tenemos el mismo fin, para así continuar trabajando por el bienestar de nuestro pueblo. Muy en breve citaremos a usted a un lugar que luego determinaremos para acordar allí la conducta que sigamos para por todos los medios que estén a nuestro alcance evitar que se dispare un solo cartucho entre nuestros soldados. Retornamos a usted nuestros cariñosos saludos y esperamos muy pronto abrazarlo. J. I. Robles. Eugenio Aguirre Benavides. Recomendaron se pidiera luego la contestación, favor de pedirla, ellos están en la Mancha. Palacio de Gobierno en Potosí 25 Campamento de las brigadas Zaragoza y Robles. Generales J. Robles y Aguirre Benavides. Con todo gusto me he enterado de su telegrama, reciban el aprecio que siempre les he manifestado y espero me digan cuándo nos veremos, si ustedes me autorizan comunicaré a todos mis compañeros sus simpáticas aclaraciones, la República entera tiene la vista pendiente en usted y Benavides, unamos nuestros esfuerzos y todos los jefes conseguiríamos lo que deseamos, tengo propuestas de varios compañeros, y están dispuestos todos a que no se rompan las hostilidades entre nosotros mismos. Hace días estoy repartiendo tierras a los pobres, se han fusilado a los ricos enemigos, tengo decomisadas todas las haciendas del Estado para que se repartan en breve, ya se dieron decretos mejorando el jornal, en fin creo que si nos ponemos de acuerdo y evitamos toda dificultad nuestro país será grande y admirado. Como digo si pacientemente llegamos a un acuerdo, me parece inútil más derramamiento de sangre. Creo dije ayer, en sus manos más que en ningunas otras está la salvación de la patria, por la situación suya con el señor general Villa. Ahora bien, los jefes de esa división deberían en mi concepto dar su opinión y determinar con toda libertad en este tan trascendental asunto antes que nuestra patria siga llorando la pérdida de sus hijos, en fin insisto en hablar con ustedes y sus compañeros y con la franqueza con que le hablo a un hermano como lo conceptúo a usted. Trataréles varios asuntos que con seguro considerarán con justicia, no debemos dejar por ningún motivo que se derrame más sangre, yo digo a usted que si es necesario que se derrame con gusto ofrezco solamente la mía. El general Villarreal de Monterrey está muy dispuesto y como él todos los demás a que arreglemos esto; pues usted sabe que nuestra junta será dentro de seis días donde estaré con usted y de su parte. Conteste hoy mismo y dígame en resumen si nos vemos. Con un estrecho y cariñoso abrazo para el compañero Benavides y usted, se

despide su compañero Gutiérrez. General Gutiérrez. Enterado su mensaje igualmente lo felicito por actitud dice tomará para pacificación y celebro marchemos de acuerdo, ya estaré comunicando oportunamente lo que ocurra respecto sucesos. Retorno su cariñoso abrazo. Natera.

Serie de artículos que presentan la actitud de Woodrow Wilson ante la situación política de México, desde el final de la dictadura del general Díaz hasta el desembarco de marinos en el puerto de Veracruz, escritos por Ray Stannard Baker y publicados en Excelsior, del 29 de noviembre de 1931 al 6 de diciembre del mismo año.

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WOODROW WILSON ANTE LA SITUACIÓN DE MÉXICO AL COMENZAR LA DICTADURA LOS PRIMEROS INFORMES IMPRESIONANTES AL PRESIDENTE EN FAVOR DE VICTORIANO HUERTA EL GOBIERNO DE WASHINGTON ESTABA DISPUESTO A RECONOCER AL GOBIERNO ESPURIO [Documentos históricos] Capítulo 1 No bien había entrado Woodrow Wilson en la Casa Blanca, con el ideal de trabajar por la reconstrucción de los Estados Unidos, cuando se percató de que debía volver su atención a la gran esfera terrestre de color azul que ocupaba un ángulo de su tranquilo estudio. El que esto escribe guarda en la memoria la imagen del Presidente de pie junto a la esfera, dándole vuelta con una mano y estudiando las relaciones de los Estados Unidos con Europa, con México, con el Japón y con las Islas Filipinas. Durante el mes que precedió a la toma de posesión de Wilson, los periódicos norteamericanos publicaron innumerables noticias sobre la crisis de los asuntos mexicanos. El mismo día en que se recibió la nueva de que el Presidente de México, señor Francisco I. Madero, había sido aprehendido y que el general Victoriano Huerta se había adueñado del poder, Mr. Wilson manifestó a un grupo de periodistas que, a su juicio, no podía ocurrir ningún daño al Presidente depuesto. Y todos sabemos cuán hondamente le conmovió la noticia recibida bien pronto, de que habían sido asesinados a sangre fría el presidente Madero y el vicepresidente José María Pino Suárez, noticia de la cual se infería que directa o indirectamente, Huerta era responsable del crimen. Había claras pruebas en los mensajes recibidos, de que el embajador norteamericano, Henry Lane Wilson, después de fracasar en sus gestiones para lograr que el Gobierno de Huerta fuera reconocido inmediatamente

por la administración del presidente William Howard Taft, había adoptado la extraordinaria táctica de trabajar para que todos los elementos del interior del país se sometieran a Huerta, a fin de que la administración de éste, gracias a su eficacia, conquistara la buena voluntad del nuevo Presidente de los Estados Unidos. El día 26 de febrero de 1913, Lane Wilson escribía lo siguiente al cónsul norteamericano en Mazatlán, Sinaloa: “Debéis esforzaros sin cesar por conseguir la sumisión general al Gobierno provisional… más activamente este asunto… El Gobierno provisional está siendo respaldado generalmente en toda la República y está demostrando gran firmeza y actividad.”… Al otro día de que Wilson tomó posesión de la Presidencia, el embajador Lane Wilson aseguraba al nuevo secretario de Estado, William Jennings Bryan, que “los Estados que se han sometido representan el noventa por ciento de la población de México, y el orden se ha restablecido en las tres cuartas partes del territorio, que ellos representan”. Mas bien pronto había de ver el presidente Wilson los informes de los agentes consulares norteamericanos, lo mismo que muchas cartas de individuos que tenían alguna autoridad, para hablar sobre la situación, y los cuales presentaban un relato muy distinto; era evidente que en muchas partes de México había causado horror el asesinato de Madero, personaje que era considerado como un libertador, y que el espíritu de revuelta contra Huerta, mucho más generalizado de lo que descubría el embajador Lane Wilson, estaba aumentando a diario. Venustiano Carranza, a la sazón Gobernador del Estado de Coahuila, había telegrafiado el 26 de febrero al presidente Taft: “La nación mexicana condena el villano golpe de Estado que ha privado a México de sus gobernantes constitucionales por medio de un cobarde asesinato.” Pero había otra fase del problema que se imponía a la atención de Wilson: la actitud de la América Latina en general. Los informes de los embajadores, ministros y agentes consulares norteamericanos en Centro y Sudamérica, comunicaban la opinión del momento acerca de la situación mexicana, y todos denotaban mucha inquietud, amplias sospechas y temores hacia el “coloso del Norte”, hacia la intervención yanqui, el materialismo yanqui, y las consecuencias de la doctrina Knox acerca de la “diplomacia del dólar”. México, en una palabra, era una parte del complejo de problemas que afectaban a toda la América Latina. Lo que se necesitaba era una política que fuera aplicable a toda la situación. La declaración presidencial del 11 de marzo de 1913, juntamente con la renuncia de Wilson a satisfacer las urgentes demandas en pro del reconocimiento de Huerta, contrariaron amargamente al embajador Lane Wilson, el cual no creía de ninguna manera en las finalidades idealistas del primer magistrado. Tampoco tenía confianza en el buen éxito de cualquier Gobierno mexicano que no se fundase en la fuerza. Por eso escribía el 12 de marzo al secretario Bryan: “…a menos de que se establezca de nuevo el mismo tipo de Gobierno

implantado aquí por el general Porfirio Díaz, estallarán nuevos movimientos revolucionarios y se renovará la intranquilidad general”. En verdad, las condiciones de México empeoraban a gran prisa. Antes de que terminara el mes de marzo, estaba en su apogeo una Revolución contra Huerta, encabezada por Carranza. Para complicar más las cosas, el Gobierno británico revocó su primera determinación y anunció su deseo de reconocer a Huerta como “Presidente interino”. Era muy probable que los demás gobiernos siguieran el ejemplo, afianzando así la autoridad del dictador y debilitando el prestigio de la nueva administración norteamericana a los ojos de los latinoamericanos. Wilson comprendió bien pronto que la situación era por demás complicada y que él necesitaba contar con los informes más completos acerca de ella. Había perdido la confianza en su embajador y estaba desorientado por el “babel” de informes y consejos que le llegaban de todas partes. En consecuencia, recurrió a su método favorito de enviar un agente especial, a quien juzgaba poder tenerle confianza, para que hiciera investigaciones. Escogió a William Bayard Hale, brillante periodista que, sin embargo, estaba incapacitado por su temperamento para semejante labor. También fueron a México otros agentes, y entre ellos W. H. Sawtelle, viejo amigo de Mr. Bryan pero con Hale, conociendo poco el idioma y los antecedentes históricos, bien pronto empezaron a aumentar la confusión con sus informes y consejos. En cierta época, durante los agitados meses posteriores logró Wilson adquirir, de libros e informes, un amplio conocimiento de la historia y los problemas de México. Era un método característico del intelectual el buscar una firme base de acción para lo presente, en el conocimiento de lo pasado. Empero, los acontecimientos no podían permitir una investigación como la que deseaba el Presidente, el cual no sólo era apremiado a obrar por el embajador y los irritados residentes norteamericanos en México, sino que también se enteró al poco tiempo de los complicados intereses pertenecientes a los grandes bancos, ferrocarriles e industrias de los Estados Unidos, los intereses de los mismos individuos a quienes se había opuesto en Nueva Jersey y con quienes, según estaba convencido, debía enfrentarse una vez más al proponer las leyes acerca de las tarifas y el sistema monetario. A principios de mayo el banquero neoyorquino James Speyer visitó a John Bassett Moore, consejero del Departamento de Estado, y le comunicó sus temores por el empréstito de diez millones de dólares, hecho a México y que debía vencerse en junio. Huerta no hacía preparativos para pagarlo, y Speyer insinuó que sin el reconocimiento por parte de los Estados Unidos, el mismo Huerta tropezaría con dificultades para reunir fondos, que su Gobierno podría caer y que a causa de los trastornos que resultasen, quizá los Estados Unidos se verían obligados a intervenir. El punto fue sometido desde luego a la consideración de Woodrow Wilson. También estaba muy preocupado uno de los grandes directores ferrocarrileros de

los Estados Unidos, Julius Kruttschnitt, director de la Junta del Ferrocarril Sudpacífico, cuyas líneas cruzaban por los Estados meridionales para entrar en México. Por conducto del coronel House, envió al presidente Wilson un discreto y ponderado informe de las condiciones preparado por el juez D. J. Haff, de Kansas City, personaje que tenía mucha experiencia como abogado de empresas norteamericanas en México. Entendíase que este informe contaba con la aprobación de los intereses representados por la Phelps Dodge Co., la Greene Cananea Copper Company, Mr. Edward L. Doheny, de la Mexican Petroleum Company (la empresa petrolera más poderosa de México) y otros. En una palabra, era la propuesta de los “grandes intereses” acerca de la situación de México. Aunque gran parte de los consejos contenidos en el informe era contraria a las inclinaciones de Wilson, ya que él desconfiaba profundamente de Huerta y del embajador norteamericano, la comunicación lo impresionó mucho, y la impresión se vio reforzada, días más tarde, por una visita del juez Haff en persona, el cual fue presentado por Cleveland H. Dodge, amigo del Presidente. El juez amplió sus declaraciones originales y Wilson quedó convencido en tal forma, que empezó a pensar en el reconocimiento provisional de Huerta, a condición de que en breve se celebrasen elecciones generales y se nombrase un Presidente constitucional. Por lo tanto, preparó, para enviarla por conducto del embajador Lane Wilson, una declaración en la cual desarrolló los puntos principales con sus notas estenográficas. En vista de que este documento no ha sido publicado hasta ahora, lo transcribo aquí íntegramente; decía así: “Servíos manifestar a Huerta que teníamos entendido que él debería buscar un pronto arreglo constitucional de los asuntos de México, por medio de una elección libre y popular y que nuestra demora y vacilación acerca del reconocimiento se han debido a la aparente duda e incertidumbre acerca de sus verdaderos planes y propósitos. Nuestro sincero deseo es servir a México. Estamos dispuestos a ayudar en todas las formas que podamos, para lograr un arreglo pronto y halagüeño que traiga la paz y restablezca el orden. La continuación del actual estado de cosas sería funesto para México y sería susceptible de trastornar en extremo peligrosamente todas sus relaciones internacionales. Estamos dispuestos a reconocerlo ahora a condición de que cesen todas las hostilidades, de que convoque a elecciones para una fecha próxima, pues a nuestro juicio es muy remoto el 26 de octubre de que se habla ahora, y de que él se comprometa absolutamente como requisito para nuestra acción en favor suyo, a lograr una elección legal y equitativa, con todo el mecanismo y las salvaguardias necesarias. En esta inteligencia, el Gobierno de los Estados Unidos empleará sus amistosos oficios para conseguir de los funcionarios de los Estados que ahora se niegan a reconocer la autoridad del Gobierno de Huerta, un convenio para suspender las hostilidades, mantener el statu quo hasta que se hayan efectuado las elecciones y someterse al resultado de éstas, si se desarrollan

libremente y sin intervención arbitraria de ninguna especie, como hemos sugerido. Debe insinuarse a Huerta que no es probable que el Gobierno de los Estados Unidos asienta a cualquier método de arreglo obtenido por el Gobierno de México, interesando a los gobiernos europeos a fin de que presenten su protección y ayuda, a cambio de ventajas especiales concedidas a sus súbditos o ciudadanos.” Empero, después de haber preparado esta comunicación, Wilson vaciló en enviarla a su destino. Huerta, alentado por el reconocimiento otorgado por la Gran Bretaña y los gobiernos de la América Latina, se hacía más arrogante y dictatorial y aun anunció su propósito de negar el reconocimiento diplomático al representante norteamericano en México. Wilson empezó a pensar, si aun en el caso de que el feroz dictador aceptase sus proposiciones, podría esperarse que las cumpliera. ¿Cómo era posible esperar que tal hombre hiciera elecciones legales y cediese el puesto a un nuevo Presidente elegido por el pueblo? Y una vez que fuese reconocido, siquiera fuese como Presidente interino, ¿habría algún medio, aparte de la intervención armada, de tratar con él, si faltaba a sus promesas? Es evidente, en vista de sus cartas y documentos, que el interés de Wilson en México era más amplio y profundo que el simple problema del de reconocimiento. ¿Los Estados Unidos debían favorecer los mejores intereses de México? ¿Y cómo era posible esto si se imponía a la nación un sanguinario tirano? ¿Cómo era posible que esto fuese una ayuda positiva para el 85 por ciento del pueblo que estaba subyugado? En una palabra: no se conformaba Wilson con seguir la línea de conducta que con tanto apremio y empeño recomendaban los grandes negocios, sino que pensaba en una especie de intervenciones democráticas mexicanas y del bienestar del pueblo. Eso puede parecer idealista, pero era lo que Wilson pensaba más honda y sinceramente. WILSON SÓLO PEDÍA A HUERTA QUE CONVOCARA A ELECCIONES EL PRESIDENTE DE LOS ESTADOS UNIDOS NO TENÍA PREFERENCIAS RECONOCIMIENTO DE EUROPA LA ACTITUD DE LA GRAN BRETAÑA DESCONCERTÓ A LOS AMERICANOS Capítulo II Los informes de Hale Habiendo demorado el envío a Huerta, del mensaje que él mismo había

redactado, Woodrow Wilson acabó de eliminarlo del todo. Este acuerdo motivó una nueva acción por parte de Mr. Kruttschnitt y de las empresas petroleras que lo apoyaban, se abstenían entonces de proponer el reconocimiento pero pedían que la administración norteamericana usase sus buenos oficios para que se efectuasen elecciones en fecha próxima y para arreglar las diferencias entre Huerta y los revolucionarios del Norte. Para entonces habían comenzado a llegar los informes del agente confidencial Hale, los cuales censuraban acremente el Gobierno provisional, y especialmente al embajador Lane Wilson, el Presidente los leyó con cuidado y los trasmitió a Bryan, con notas anexas, las cuales indicaban que daba no poco crédito a las noticias que contenían. Al mismo tiempo recibía mucha información desfavorable de otras fuentes, algunas de las cuales se referían a la actuación de los intereses financieros norteamericanos en México, y de la cual había tenido Wilson poco o ningún conocimiento. Después de todo ¿hasta qué punto podía seguir el consejo de hombres que, aunque competentes, más se interesaban por la seguridad de sus inversiones, que por el bienestar y el buen gobierno del pueblo mexicano? Sin embargo, había que hacer algo. La situación empeoraba y el embajador Lane Wilson enviaba urgentes mensajes a Bryan: “…aunque he sido su representante personal [del Presidente] en este puesto, por espacio de tres meses, no se me ha indicado la actitud de la administración en lo que toca al reconocimiento”, decía. Instrucciones concretas al embajador Wilson El 14 de junio, después de una conferencia con los secretarios Bryan y Garrison, se enviaron instrucciones concretas al embajador, que constituían la primera declaración franca del nuevo Gobierno. Es imposible decir quién hizo el borrador original, que la pluma del Presidente corrigió y enmendó en su manera característica. Aunque contenía ciertas ideas de reconocimiento, Wilson empezaba por hacer hincapié en la profunda desconfianza del Gobierno de los Estados Unidos, el cual… “Está convencido de que, dentro de México mismo, hay una fundamental carencia de confianza en la buena fe de los que dominan en la ciudad de México y en su propósito de salvaguardar los derechos y métodos constitucionales de acción.” Luego seguía diciendo, sin embargo: “Si el actual Gobierno provisional da satisfactorias seguridades al Gobierno de los Estados Unidos de que se celebrará próximamente la elección libre de coerción y compulsión de que Huerta cumplirá su promesa original de que no será candidato en esa elección, y de que a ella seguirá una amnistía absoluta, el Gobierno de los Estados Unidos se complacerá en hacer uso de sus buenos oficios, para lograr un genuino armisticio y obtener la aquiescencia de todas las partes interesadas en el

plan. También se complacería en servir de instrumento para provocar entre los jefes de los diversos partidos de México, la reunión de un Congreso que pueda prometer paz y arreglo.” El embajador Lane Wilson siguió apremiando al Gobierno de Washington en favor del reconocimiento de las autoridades provisionales y lo que fue peor, cometió la indiscreción de invitar a Huerta a comer en la Embajada norteamericana. El Presidente y Bryan quedaron consternados, y el primero de ellos escribió estas palabras en un memorándum de Hale que daba la noticia: “Creo que Wilson debería ser retirado.” El embajador, y quizá la cosa fuese natural, se ofendía por la presencia de Hale en México. No tenía el periodista los métodos tranquilos, llenos de tacto, nada estorbosos, que formaban gran parte de las cualidades del coronel House como emisario presidencial. Su evidente posición como autoridad molestaba al embajador Wilson y producía confusión e irritación entre los funcionarios mexicanos. El embajador protestó ante Bryan por la intervención de Hale en la ciudad de México, y más tarde, el mismo Hale informó al Presidente que se creía en peligro de ser aprehendido por las autoridades. Sin embargo, sus informes ejercieron mucha influencia sobre el Presidente y sirvieron para apresurar el retiro del embajador. Entra en escena la Gran Bretaña Otra fase de la complicada situación, la actitud de los gobiernos extranjeros, causaba a Wilson constante inquietud. El reconocimiento de Huerta por la Gran Bretaña contrarió a Wilson. Fue seguido por una acción semejante de España, China, Italia, Alemania, Portugal, Bélgica, Noruega, Rusia, y más tarde, por las más de las naciones latinoamericanas. La llegada del embajador japonés a la ciudad de México se caracterizó por manifestaciones que indicaban un sentimiento hostil a los Estados Unidos en la capital y que vinieron a agravar la ferocidad de Huerta. En el caso de la Gran Bretaña, tanto Wilson como Bryan estaban convencidos de que los grandes intereses petroleros encabezados por Lord Cowdray, eran en gran parte responsables del reconocimiento de Huerta, y había muchas circunstancias que confirmaban tal creencia; Walter Page, embajador de los Estados Unidos en Londres, escribió a Washington en julio, diciendo que el ministro mexicano en Londres le había manifestado que era grande la influencia de las empresas petroleras, en vista del contrato que tenía la flota inglesa de guerra con la compañía de Lord Cowdray. Los desórdenes en México no sólo ponían en peligro los intereses consagrados, sino que si se prolongaban demasiado, podrían amenazar las fuentes mismas de abastecimiento de las naves británicas.

No hubo entendimiento con la Gran Bretaña Es de lamentar que en este terreno no haya habido una inteligencia más pronta y una mejor colaboración diplomática entre Inglaterra y los Estados Unidos; se hubiesen evitado muchas confusiones, pérdidas y derramamiento de sangre. El ministro de Relaciones Exteriores de Inglaterra, Sir Edward Grey, era de opiniones liberales, como Wilson, y si los dos hombres se hubiesen puesto en contacto, se habría observado que compartían muchos modos de ver. Mas no había instrumento adecuado para provocar tal inteligencia. La crisis se había producido en un desdichado intervalo entre dos gobiernos de los Estados Unidos. Debido al cambio operado en la política norteamericana, y a la ascensión de un partido que por espacio de 16 años no había empuñado las riendas del Gobierno en Washington, los que dirigían las relaciones exteriores eran novicios. Wilson, como se ha visto, tenía escasos conocimientos acerca de México y de la técnica diplomática. Y aunque Bryan había visitado ese país, era probable que tuviese menos conocimientos aún. En todo caso, Wilson quería ser su propio secretario de Estado. Page, el nuevo embajador en Londres, y el coronel House, no eran más experimentados. Siempre se necesita tiempo para que aun los hombres más hábiles dominen complicaciones tales como las que presentaba la situación de México. Ciertamente que podía Wilson consultar más ampliamente a los peritos del Departamento de Estado, aún podía haber seguido sus consejos, con la confianza de que si no avanzaba, tampoco incurría en graves errores, pero tanto él como Bryan habían llevado al Gobierno ideas progresistas y desconfiaban de la silenciosa, lenta, poderosa y a veces muy útil burocracia permanente del Departamento de Estado, que era tradicional hasta la médula y que bajo tres gobiernos había trabajado bajo la dirección de los republicanos. Paralización de las relaciones normales Pero el empleo de embajadores especiales o secretos, tales como House, Hale, Lind, aunque presentaba ciertas ventajas y reportaba a Wilson muchos informes recogidos por hombres que compartían sus opiniones liberales, tendía a paralizar las relaciones normales y el acuerdo entre el Departamento de Estado y los ministros de Relaciones de los demás países, ese sistema debía ejercer un profundo efecto, no sólo en el problema mexicano, sino también, más tarde y más gravemente, en la Guerra Universal. Por ejemplo, quizá el coronel House, con el deseo más sincero de ayudar a Wilson, haya agravado las dificultades con que éste tropezaba, al tratar de explicar a Sir Edward Grey lo que él mismo no entendía claramente acerca de los asuntos

mexicanos. Era una situación extraordinaria. House había hablado con el Presidente poco después de la conversación de éste con el juez Haff cuando se pensaba en el mensaje que proponía el reconocimiento de Huerta, siempre que hubiera elecciones legales, mensaje que, como hemos visto, nunca fue despachado a México. Poco después, House partió para Europa. No hay indicios de que después de su partida haya sido advertido en alguna forma sobre los rápidos cambios del problema, y sin embargo, al reunirse con Sir Edward Grey por vez primera, el 3 de julio, expuso con una seguridad completa el modo de pensar de Wilson acerca del problema de México. Y como House era representante personal de Wilson pues llevaba cartas que eran inequívocas credenciales, Grey no tenía motivo para dudar de lo que le decía. House da una relación de la entrevista con Grey, en su diario personal; dice así: “Le manifesté que el Presidente no quería intervenir y que estaba dando a las diferentes facciones todas las oportunidades para reunirse. Quiso saber Grey si el Presidente se oponía a determinada facción. Le dije que, según pensaba yo, no tenía importancia para mi Gobierno el que ocupara el poder una u otra facción, siempre que se salvaguardara el orden. Creía yo que mi Gobierno habría reconocido al Gobierno provisional de Huerta si éste hubiese cumplido su promesa, dada por escrito, de convocar en breve a elecciones y aceptar el resultado de ellas.” Se tergiversaban los propósitos de Wilson House estaba tergiversando fundamentalmente los propósitos de Wilson, porque aunque en verdad que tenía razón al decir que el Presidente no deseaba intervenir al afirmar que “importaba poco qué facción llegara al poder, siempre que se salvaguardara el orden”, interpretaba fundamentalmente las principales finalidades de Wilson, tales como son reveladas por los archivos. Después de oír de labios de House una exposición de las opiniones de Wilson, no era contrario al orden natural de las cosas que Grey hiciera uso de su influencia para recomendar al Presidente que reconociera a Huerta como jefe provisional del Gobierno mexicano. Desorientados, sin duda, por no comprender la actitud de Washington y urgidos por sus empresas petroleras, los ingleses nombraron a Sir Leonel Garden para que se encargara de la Legación en la ciudad de México. Apenas habría sido posible tener otro nombramiento más desagradable. Garden había servido varios años en las legaciones británicas de la América Central y las Indias Occidentales, era un imperialista económico y notoriamente antiamericano. El secretario Knox había insinuado al Gobierno inglés dos veces que el retiro de Garden, el cual estaba a la sazón en Cuba, sería lisonjero para los Estados Unidos, pero la insinuación fue desoída y Garden recibió el título de caballero. Hacia el mes de julio, Wilson había ido más allá del punto en que estaba

dispuesto a considerar el reconocimiento, siquiera provisional, de Huerta, y comenzaba a entender más claramente que nunca, que sus verdaderos antagonistas eran los petroleros y otros propietarios de intereses consagrados en México, tanto norteamericanos como ingleses. Por eso escribió: “Tengo que detenerme y recordar que soy Presidente de los Estados Unidos y no de un pequeño grupo de norteamericanos con intereses consagrados en México.” El embajador Lane Wilson se hacía más apremiante en un mensaje, el cual decía en parte: “…me veo obligado de nuevo a exponer al Presidente, que persuada de una acción de índole severa y convincente, que persuada al Gobierno y a este pueblo de que es preciso garantizar las vidas y haciendas de nuestros nacionales y de que debe cesar la bárbara e inhumana guerra que se ha desarrollado por espacio de tres años”. Henry Lane Wilson llamado a Washington La respuesta de Wilson consistió en llamar a Washington al embajador, para “una consulta relacionada con la situación mexicana”, pero con la idea de destituirlo. Lane Wilson llegó a Washington el 25 de julio y el 28 fue a ver al Presidente a la Casa Blanca. El 4 de agosto, Bryan informó al embajador que Wilson había decidido aceptar su renuncia, ya que era evidente que había una amplia divergencia en sus opiniones respecto a la política hacia México. ¿Por qué tuvo Wilson en su puesto, aún por cinco meses, a un embajador que evidentemente simpatizaba tan poco con las opiniones y los designios del nuevo Gobierno? En primer lugar no hay duda que el Presidente suponía que su representante en México [un embajador es el portavoz de su Gobierno] aceptaría inmediatamente las consecuencias de su declaración del 11 de marzo y, especialmente, las instrucciones del 14 de junio, y que haría todo lo posible por colaborar con él. Claro está que tenía derecho a esperar esto. Cuando se aclaró que el embajador no sólo se oponía a los designios de su jefe, sino que hacía lo más que podía por derrotarlo, y seguía aferrado a su empleo, es probable que el Presidente haya vacilado en llamarlo, pensando que un cambio en tan críticos momentos aumentaría la gravedad de las dificultades que él esperaba resolver en breve. Por ende era patente que Wilson no quería obrar precipitadamente en un problema acerca del cual estaba tan poco informado, pero había otra fase personal o “temperamental”, repugnaba a Wilson particularmente los cambios de personal. Durante todo su Gobierno pareció preferir seguir trabajando con un funcionario que era severamente atacado, o de quien él desconfiaba, antes que afrontar la dificultad de nombrar otro y adiestrarlo.

La misión de John Lind A grandes pasos se hacía más caótica la situación de México, y al mismo tiempo que se extendía en el Norte la Revolución contra Huerta, el obstinado y viejo indio afianzaba su posición en la capital. De todas partes se urgía a Wilson, o a que empleara la fuerza en una forma o en otra, o a que reconociese a Huerta. Mas el empleo de la fuerza podría comprometer a los Estados Unidos en una guerra y enajenar aún más los buenos sentimientos de la América Latina ya recelosa de las intenciones del Gobierno de Washington. Por otra parte, no interviniendo, se ponía en riesgo las vidas y haciendas de los norteamericanos, se sublevaba a la opinión de los Estados Unidos y se lesionaba el prestigio del país, así en Europa como en la América del Sur. Wilson se había abstenido de actuar, buscando más luz, esperando, contra toda esperanza, que de alguna manera la situación se resolviese por sí sola y que los mexicanos arreglaran sus problemas sin intervención extraña, pero estaba inquieto. “Manejar cosas como ese bribón de Huerta…” “Trabajo mucho… pero no es eso lo que fatiga a un individuo —escribía a la señora Edith E. Reid—, sino la ansiedad que causa el manejar ‘cosas’ como ese bribón de Huerta, y todos aquellos asuntos en que parece que se toca mercurio: asuntos en que los juicios y principios no proporcionan ninguna norma”. Habiendo llamado a Washington al embajador, pensó Wilson que había que hacer algo positivo, y a fines de julio acordó enviar un representante personal a México, para que expusiera sus opiniones acerca de un arreglo satisfactorio. La declaración que debería trasmitir era, por su brevedad, claridad y “puntos”, la precursora de las grandes proposiciones de una época posterior, cuando iba a liquidarse la guerra. El memorándum original, escrito en su máquina por el Presidente y corregido de su puño y letra, está aún entre sus papeles. Aunque fue redactado en términos firmes, era cordial en todos aspectos, por más que algunas de sus frases: “Tratamos de aconsejar a México por su propio bien”, tenían el tono de “tutela” que tanto irritaba a la América Latina. Decía que no se avanzaba en México hacia el establecimiento de un Gobierno “que el país obedeciese y respetase” y que, por lo tanto, “ofrecemos nuestros buenos oficios, porque las potencias del mundo esperan que obremos como los amigos más próximos de México”. De nuevo aclaraba que “los Estados Unidos se juzgarían desacreditados si obraban con finalidades egoístas o ulteriores en las transacciones en que estaban entrañadas la paz, felicidad y prosperidad de un pueblo entero”. Huerta, ni candidato en las elecciones

La circunstancia relevante de sus proposiciones, naturalmente que no sugería el reconocimiento de Huerta en ninguna contingencia. Había más: Ni candidato debía ser Huerta en las elecciones. Bryan aprobó firmemente la declaración y propuso al mediador, John Lind, radicado en Minnesota, sueco de nacimiento, ex miembro del Congreso General y ex Gobernador de ese Estado. No hablaba el castellano, ni tenía experiencia en la diplomacia; pero era un hombre de firme honradez y de buen juicio. Lind tuvo una conferencia con el Presidente y el secretario de Estado el 2 de agosto. Wilson leyóle la declaración que había preparado y le entregó una carta credencial, escrita por él mismo y dotada de la mayor autoridad. Bryan envió una nota, revisada por Wilson, a varios de los principales diplomáticos, con la esperanza de obtener su buena voluntad para el plan del Presidente. Algunos gobiernos, de buen grado, pidieron a las autoridades mexicanas que escuchasen amistosamente al emisario presidencial, Sir Edward Grey telegrafió al ministro inglés en la ciudad de México, rogándole “que informara extraoficialmente al Gobierno mexicano, que si se negaba a recibir a alguien, enviado en misión por el Gobierno de los Estados Unidos, o a escuchar lo que quería decir en un espíritu amistoso, incurriría a nuestro juicio, en un grave error y perjudicaría a México”. Francia, aunque tardíamente, aconsejó también un espíritu conciliador, y Alemania obró en la misma forma, pero con renuencia. “Por desgracia, es claro —telegrafiaba el embajador americano en Berlín, Joseph C. Grew— que las opiniones del Gobierno alemán son diametralmente opuestas a la del Gobierno de los Estados Unidos.” Negociaciones como las que reseñamos no podían ser desarrolladas calladamente, y la llegada de Lind a México, así como los indicios de la oposición del Gobierno de Huerta, llenaron las columnas de la prensa de rumores más o menos pasmosos. WILSON ENFLAQUECIÓ POR LA SITUACIÓN DE MÉXICO LA VOLUBLE ACTITUD DE VICTORIANO HUERTA NO DEJABA DORMIR AL PRESIDENTE JOHN LIND HACIENDO ESFUERZOS NOTABLES EL REPRESENTANTE AMERICANO HALE RECOMENDABA UNA DURA LECCIÓN OBJETIVA Capítulo III

Disciplina y labor Woodrow Wilson se veía abrumado por sus deberes en esa época. Estudiando cualquiera de las luchas que entonces sostenía, como el asunto de las tarifas, las dificultades con México, para no decir de otros problemas de menor importancia, parecería que el Presidente no podía tener tiempo para otras cosas, y sin embargo, si examinamos los hechos consignados en su correspondencia y en los diarios de la Casa Blanca, no encontramos en ellos signo de precipitación, ni de esfuerzo excesivo. En el fondo había calma, todo estaba en orden. Nos maravilla el ver cuánto tiempo dedicaba cada semana al golf, al automóvil, al teatro. Poseía el don, disciplinado por una inteligencia bien preparada, de la exactitud, de evitar las confusiones, de no hacer nunca una sola cosa dos veces. Pero en su tarea estaba solo. En carta dirigida a su amiga, la señora Mary A. Hulbert, deja vislumbrar íntimamente su vida de ese tiempo: “No creais lo que leeis en los periódicos, según los cuales todo está bien embrollado y enmarañado aquí. En realidad no hay embrollo que no pueda ser arreglado fácilmente, si no me equivoco. Parecería que tuviera uno que estar constantemente en el trabajo. No se puede apartar la atención de los negocios ni por una sola hora. Se espera en general, y él también espera, que nadie sino el Presidente vele por los intereses del país. Todos los demás son consejeros especiales de una localidad o de algún grupo de personas o industrias, todos menos él tienen que atender alguna cosa particular. Sólo él tiene el reconocido deber de estudiar el sistema de los negocios como un todo, y vivir entretanto en sus pensamientos, con el pueblo de todo el país. En la tarea está solo. Necesita compañía. ¿Dónde va a encontrarla? ¿En Washington? Sus amigos son sus electores, en ese asunto difícil y de responsabilidad… Estoy muy bien… Juego diez u once hoyos de golf todos los días, haga calor o frío, y en una pista adecuada y tan irregular como puede desearse por el atractivo y la diversión, y dos veces a la semana voy al teatro, vestido de blanco y con un aspecto (me gustaría imaginarlo) tan sereno y despreocupado como con frecuencia estoy en tales ocasiones. Por dicha, tengo el don de solazarme y divertirme pero aun entonces me siento solo, muy solo, y es cuando tengo tiempo de echar de menos a mis amigos y desear su compañía…” Wilson no descansaba ni los días festivos Una semana más tarde completa el cuadro así: “He ido al templo, un bello templo a la vieja usanza, tal como el que solía yo visitar cuando era un muchacho, en medio de una congregación de gente sencilla, para la cual es del todo indiferente que haya temporada o no en Nueva York, o Washington, o Bermuda, o en cualquier otro punto de la Tierra. Los domingos está

conmigo mi fiel ayudante y compañero, el doctor Grayson. Tumulty (Joseph Tumulty, su secretario particular) ha enviado su pequeña familia a la costa del mar, a Avon, cerca de Seagirt, en el litoral de Jersey, y se planta allá de un salto los viernes, para pasar el fin de semana con los suyos. ¡Feliz mortal! Yo no me levanto de la cama los domingos sino a eso de las 10 de la mañana, a tiempo de tomar un ligero desayuno e ir al templo, y cuando en la tarde he escrito mi correspondencia, el doctor y yo salimos a dar una vuelta en el automóvil, a menos de que como esta tarde, sobrevenga una tormenta de pura desesperación de que el día ha sido caluroso. Parece desencadenarse después de tal día, exactamente como si estuviese de mal humor, para expulsar el caldeado aire, al cual persigue con su poderoso aliento, rugiendo entretanto como una bestia feroz en la caza. ”El escribir mi correspondencia en la tarde del domingo renueva deliciosamente mis pensamientos y sentimientos normales, los que me pertenecen, no como Presidente que trata de arreglárselas con un imposible Presidente de México, sino como un amigo y un compañero apegado al hogar, que nunca está más satisfecho que cuando habla con aquellos a quienes ama y respeta, a los que comprende y lo comprenden sin explicación de ninguna especie. ”Sí, estoy perfectamente bien, con tranquilidad en la mente y en mis designios”… Aunque recibido a regañadientes, John Lind presentó a Huerta las proposiciones de Wilson y encontró al general infinitamente fecundo en evasivas. Hale informó desesperado al secretario Bryan: “Huerta suave con Lind, habla a sus amigos de hacer marchar el ejército hasta San Luis Missouri sin tropezar con oposición… ”Vuelvo a exponer la opinión de que no se cederá a nuestras sugestiones mientras no se haya hecho entender a Huerta que los Estados Unidos están decididamente resueltos y dispuestos a imponerlas… Lind ha agotado todos los recursos de la cortesía. Propongo una lección objetiva de distinta índole.” Victoriano Huerta, un divertido bruto La impresión íntima de Wilson acerca de estas gestiones y especialmente hacia ese “bribón de Huerta” es muy notable y exhibe una fase del carácter de Wilson que rara vez se ha expuesto. Gustábale un buen luchador no menos que una buena pelea. Por eso escribía a la señora Hulbert el 24 de agosto de 1913: “Nuestro amigo Huerta es un divertido bruto. Se halla perfectamente en su carácter siempre. Es tan falso, tan socarrón, tan jactancioso (con la jactancia de la ignorancia principalmente) y, también tan valiente, tan resuelto, que forma una rara mezcla de debilidad y de fuerza, de ridiculez y de respetabilidad. En un instante se ansía su sangre, como simple acto de justicia por lo que ha hecho, y al siguiente momento se sorprende uno mismo de abrigar una secreta admiración por su temple. No cejará hasta que no derribe toda la casa con él. Sólo quiere a los que le

aconsejan lo que él quiere hacer y tiene frío plomo para los que le dicen la verdad. Es casi cuerdo y siempre imposible, y sin embargo ¡qué luchador tan indomable por su propia fuerza! Cada nuevo día las noticias de la ciudad de México echan por tierra a las del anterior. Todo el asunto se asemeja a una masa de mercurio. No me atrevo a acabar mi mensaje al Congreso, para el martes, mientras no lleguen las noticias de ese día, por temor de que lo que diga en ese mensaje pueda ser falso de hecho. A cualquier hora del día o de la noche puedo tener que considerar más juicio acerca de lo que sería mejor hacer. ¿Os maravilláis de que haya yo perdido un poco de carne? ”No obstante, para hablar con verdad, estoy bastante bien y me regocijo de ser un sujeto muy resistente. No veo cómo podría sobrevivir a su misión un Presidente de los EE. UU. si cumple los deberes de su puesto como deben ser cumplidos, si no es resistente en todas sus fibras, tanto de espíritu como de cuerpo.” Los primeros pasos en contra de Huerta Habiendo demorado las cosas todo cuanto pudo, en espera de que tuviera algún resultado la misión de Lind, Wilson decidió exponer el problema en su integridad ante el Consejo y el pueblo. El 21 de agosto se desarrolló una acalorada discusión acerca de México, y el senador Penrose había sometido una iniciativa para que se ordenase prácticamente al Presidente enviar tropas al otro lado de la frontera sur de los EE. UU. Wilson compareció ante el Congreso el 25 de agosto. El público que llenaba las galerías, y los aplausos que siguieron a su presentación, fueron prueba de la popularidad de que disfrutaba en esa época. Fue breve el discurso en que Wilson expuso los métodos que estaba planeando, y además publicó íntegramente sus instrucciones a John Lind. No proponía ninguna acción severa contra Huerta. Estaba seguro de que todo lo que se necesitaba era paciencia, de que los mexicanos mismos impondrían el retiro de Huerta. Luego propuso recomendar a todos los norteamericanos residentes en México que abandonaran el país, y que se les ayudara a salir de él, “no porque pretendamos aminorar en lo mínimo nuestro empeño de salvaguardar sus vidas y sus haciendas, sino porque es preciso que no afronten riesgos innecesarios”. Anunció, además, que prohibiría la exportación de armas de los Estados Unidos a México, a fin de que ninguno de los bandos rivales recibiese ayuda de los norteamericanos y terminó con una característica profesión de fe: “La continua presión de la fuerza moral derrocará antes de mucho las barreras del orgullo y el prejuicio, y entonces triunfaremos como amigos de México más pronto que como sus enemigos…” Una de las frases de su discurso cuya sustancia debía repetir en una época mucho más importante (en el discurso pronunciado el 10 de mayo de 1915 en Filadelfia,

cuando dijo: “Somos demasiado orgullosos para ir a la lucha”), hizo que su hermano le enviara una carta, la cual deja vislumbrar las arraigadas influencias de la herencia y la educación que había en el fondo de su conducta: “Una cosa que dijiste me hizo pensar en nuestro amado padre. Me refiero a estas palabras: Podemos ejercer la facultad de dominio propio de una gran nación, que comprende su fuerza y desdeña el hacer mal uso de ella…” Solía decirme el que, a menudo se requiere más valor para mantenerse fuera de la lucha que para intervenir en una prueba de fuerza física. El discurso mereció la aprobación general del país, aunque como era natural, fue censurado acremente por el ex embajador Henry Lane Wilson, el cual deseaba “algo más que simples dosis de democracia altruísta”. Se le llamó: “otro paso hacia la nueva diplomacia de la generosidad…” de la cual habían dado ya ejemplos en la política de la “puerta abierta”, de Hay, la devolución de la indemnización Boxer y el retiro de las tropas norteamericanas que estaban en Cuba y que había sido prometido. La famosa política de vigilante espera La respuesta del país no sólo complació al Presidente, sino que renovó su confianza en la tentativa para resolver el problema por medios pacíficos. Al general W. F. Sadler, de Nueva Jersey, que ofreció sus servicios para el caso de guerra con México, le escribió de su puño y letra una especie de declaración de propósito diciéndole: “No va a haber guerra.” El Presidente se dedicó a desarrollar una táctica de neutralidad, en la cual concurría Bryan. “Estoy de acuerdo con la opinión expresada por el Presidente esta mañana, acerca de que debe ser una táctica de espera la nuestra”, escribía Bryan a Tumulty, y agregaba: “hemos cumplido nuestro deber, ahora les toca a ellos dar el siguiente paso”. Al acercarse las elecciones (habían sido fijadas para el 25 de octubre) la situación empeora a gran prisa. En realidad, Huerta no había prestado atención a John Lind, ni a las proposiciones de Wilson y se estaba aclarando que pretendía conservar el poder pasara lo que pasara. “Su plan, evidentemente, consiste en manejar de tal manera los asuntos que se vea obligado a continuar en el puesto”, escribía Lind a Bryan. Por si se necesitara una nueva prueba de las intenciones de Huerta, se tuvo el 10 de octubre. Los miembros de la Cámara de Diputados habían objetado los métodos del dictador, y en acuerdos aprobados en tal fecha, insinuaron vehementemente que su Gobierno había sido responsable de la misteriosa desaparición de un senador que se atrevió a protestar contra su despótico mando. Huerta contestó disolviendo

inmediatamente el Congreso y empleando la fuerza para arrestar a 110 diputados. Surgieron entonces graves temores de que los prisioneros corrieran la misma suerte que el presidente Madero y el vicepresidente Pino Suárez, y sus familias pidieron la intervención del Gobierno de los Estados Unidos. Nota conminatoria por el cuartelazo El día 13, O’Shaughenessy, encargado de Negocios de los Estados Unidos, recibió órdenes de entregar la siguiente comunicación al Gobierno provisional: “El Presidente horrorizado ante los métodos ilegales empleados por el general Huerta, y como un amigo de México está profundamente afligido por la presente situación. Le es imposible al Presidente considerar la conducta del general Huerta al disolver al Congreso y arrestar a los diputados, como otra cosa que no sea un acto de mala fe hacia los Estados Unidos. No sólo representa una violación de las garantías constitucionales, sino que descarta toda posibilidad de que haya elecciones legales y equitativas. Cree el Presidente que una elección celebrada en este momento y en las condiciones existentes, no contaría con ninguna de las sanciones con que la ley rodea a los comicios, y que, por lo tanto, sus resultados no podrían ser considerados como la representación de la voluntad popular. El Presidente no creería obrar justificadamente aceptando el resultado de tal elección o reconociendo a un Presidente elegido en esa forma.” El día 10 de octubre Lind había telegrafiado a Bryan: “Probablemente, los Estados Unidos se verán obligados a desembarcar tropas en México antes de mucho.” Para aumentar la irritación, Wilson y Bryan entendían que la Gran Bretaña, al enviar a México como embajador a Sir Lionel Garden, seguía dando esperanzas y estimulando a Huerta. Lind telegrafió al secretario de Estado para decirle que estaba persuadido de que Lord Cowdray dominaba completamente al Gobierno provisional. A una vez, recibía instrucciones en el sentido de que “había que convencer a Garden, con toda la fuerza posible, acerca de nuestra actitud hacia Huerta y todo lo que él representa, actitud que no ha cambiado ni cambiará. Exigimos una base, así moral como material, para el Gobierno allá”. En Londres, el embajador Page trataba de hacer ver a los ingleses la justicia y prudencia de la política de Woodrow Wilson, pero lograba poca satisfacción. “He hablado con… muchas clases de personas esta semana acerca del malhadado asunto mexicano —escribía el diplomático— y no he conocido ni oído una alusión a cualquiera de los principios morales involucrados, ni una palabra de interés hacia el pueblo mexicano. Sólo se trata de quién es el más fuerte, Huerta o cualquier otro bandido, y de la necesidad de los intereses financieros. Nadie nos reconoce ningún principio moral… ”…ni aun de él [Grey] ha surgido una palabra acerca de la base moral del

Gobierno, ni sobre el bienestar del pueblo mexicano…” Es evidente que llevaron la indignación de Wilson y del secretario de Estado al colmo los informes de Lind y O’Shaughenessy respecto a la política de Carden y de Inglaterra, juntamente con la manifiesta indiferencia de las naciones europeas. Se dijo que el embajador británico en México había hecho declaraciones públicas que Wilson juzgó por demás ofensivas. El Presidente y Bryan pensaron en mandar a los gobiernos extranjeros una nota que expusiera vigorosamente el modo de sentir de la administración norteamericana acerca de lo que consideraba como una tentativa de los grandes financieros extranjeros para dominar al Gobierno de México ¡y de incluir en esa nota la extraordinaria demanda de que retirasen su reconocimiento a Huerta! Bryan redactó dos diferentes comunicaciones y ambas fueron estudiadas y revisadas por Wilson, pero ninguna fue enviada a la postre. Como se esperaba, las elecciones del 26 de octubre fueron una burla y Huerta fue elegido, a pesar de su reiterada afirmación de que no sería candidato y de que legalmente no podría conservar la Presidencia si fuese elegido. (Había congregado al Cuerpo Diplomático el 23 de octubre para comunicárselo así.) Del 26 de octubre en adelante, Wilson renunció a la esperanza que pudiera abrigar de hacer algo con Huerta. Éste debía marcharse. Emprendiendo la tarea con la mejor de las intenciones, con elevadas declaraciones de principios y con la resolución de volver la espalda a lo pasado. Wilson debía encontrarse frente a frente del “pasado inmutable”. Debía ver sus móviles puestos en tela de juicio y se vio impelido irremisiblemente a adoptar líneas de conducta que, al parecer, no eran muy distintas de las de sus predecesores y que se prestaban a interpretaciones semejantes. Las fuerzas que determinan la política exterior de los Estados (así el nuestro como de los demás) son bajo el actual orden social y económico, poderosas y hondamente arraigadas. Wilson estaba ya empeñado en una lucha para librar al mundo de ellas y orientar a éste hacia “las grandes alturas donde brilla sin estorbo la luz de la justicia divina”. Y era una lucha en la cual, más de una vez, había de resbalar bajo la poderosa influencia de esas fuerzas y que, a la postre debía aniquilar su corazón. WILSON ASUMIÓ UNA ENÉRGICA ACTITUD RESPECTO A HUERTA EXPULSARLO DEL PODER ERA LA ÚNICA OBSESIÓN DEL PRESIDENTE UNA INTROMISIÓN FRANCA Y TENAZ SE DIRIGIÓ A LOS PAÍSES EUROPEOS PARA QUE DIERAN SU APOYO

Capítulo IV A principios de noviembre de 1913, Woodrow Wilson transformó francamente en un problema su determinación de expulsar a Huerta del poder. La táctica de neutralidad que había adoptado en agosto no era eficaz: era preciso desarrollar una acción más positiva. Entonces, Wilson no sólo envió a Huerta lo que podía considerarse como un ultimátum, sino que se anunció a los gobiernos extranjeros en términos inequívocos: “…Su clara conclusión [del Presidente] es: que su deber inmediato consiste en exigir que Huerta se retire del Gobierno de México… que el Gobierno de los Estados Unidos debe proceder a emplear los medios que juzgue necesarios para lograr tal resultado, y que, además, el Gobierno de los Estados Unidos no mirará como obligatorio para el pueblo mexicano nada de lo que haya hecho Huerta desde que asumió las facultades dictatoriales, ni nada de lo que pueda hacer la fraudulenta Legislatura que él está a punto de convocar.” Una instancia a los países europeos Al mismo tiempo trató de ganar a las naciones europeas a su modo de ver respecto de Huerta y les pidió expresamente que “persuadieran a éste de la prudencia de retirarse en favor de la paz y del Gobierno constitucional”. Sin embargo, su recomendación no fue recibida con entusiasmo, aunque era evidente que las naciones europeas no estaban dispuestas a oponerse abiertamente a Wilson, ni a la dirección norteamericana en los negocios del Hemisferio Occidental. Page hacía todo lo posible en Londres, pues simpatizaba plenamente con la política de Wilson. Escribía al Presidente: “Tiene gracia la manía del orden, del orden puro, del orden por el orden… y por el comercio. Sencillamente, no entienden que haya una cosa antes que el orden, ni que necesite haber otra después de él. Están estupefactos ante vuestra preocupación por cualquiera otra cosa que no sea el orden en México.” Empero, Sir Edward Grey estaba evidentemente impresionado, como nunca, por la determinación de Wilson, y mediaban otros factores de gran influencia también para ello. Los ingleses se mostraban notablemente solícitos en lo que se refería a la derogación de la ley acerca de las cuotas de tránsito en el Canal de Panamá, que el Presidente patrocinaba vehementemente, y quizá la oposición de Inglaterra a los Estados Unidos en el problema de México podría serle perjudicial en ese asunto de las tarifas, más importante aún. La supresión de las cuotas de tránsito en el canal representaría más para las empresas mercantiles británicas que la influencia sobre un Gobierno vacilante en México.

La farsa de las elecciones La farsa de las elecciones del 26 de octubre debe de haber convencido aun a los diplomáticos europeos más endurecidos, de que Huerta era un tirano sin escrúpulos, y sin duda esta consideración hizo que los ingleses enviaran a Washington a Sir William Tyrrell, secretario de Sir Edward Grey, con el ostensible objeto de visitar al embajador de Inglaterra; pero en realidad para discutir con el Gobierno el asunto de las cuotas del Canal de Panamá y el problema de México. Era indudable que Wilson había llegado a un punto en que sentíase dispuesto a ir a grandes extremos con tal de eliminar a Huerta. Acerca de esto hacía confidencias a su amiga, la señora Hulbert: “Resiento bastante en estos días el agobio de los negocios, pues todo indica una crisis en México. En esta situación llena de perplejidad, hay involucradas muchas funestas perspectivas. Permanezco despierto en las noches, rogando al cielo que se evite lo más terrible. Nadie puede decir lo que puede suceder, cuando tratamos con un bruto desesperado como ese traidor de Huerta. ¡Dios nos salve de lo peor! No necesito exponeros cuáles son mis sentimientos y mis inquietudes.” ¿Y qué podía ser lo peor, si no la intervención armada, o en una palabra, la guerra? Es claro que Wilson podía pensar aún en ella ¡Dios nos libre! con tal de no abandonar su propósito. En el ínterin, no se movía para nada el obstinado y viejo indio que ocupaba el Gobierno de México. Aunque O’Shaughenessy informó el 3 de noviembre que Huerta “había decidido prácticamente renunciar a la Presidencia”, y aunque Wilson esperaba un acto semejante, el dictador en realidad estaba atrincherándose e imponiendo préstamos para comprar armas y aumentar su ejército. Clausura completa de la Embajada Wilson empezó entonces a examinar varios métodos, fuera de la intervención armada, como por ejemplo, la clausura completa de la Embajada norteamericana en México, el reconocimiento de la beligerancia de los constitucionalistas o cuando menos, la revocación del decreto que prohibía la exportación de armas a México, a fin de proporcionar a Carranza y Villa una provisión más amplia de pertrechos norteamericanos. El 13 de noviembre, el Presidente recibió al comisionado inglés, Sir William Tyrrell, a quien su Gobierno había allanado el camino al decidirse a apoyar la política de Wilson. Dos días antes, el embajador Page había informado que Grey había declarado sin vacilaciones que la Gran Bretaña no ayudaría a Huerta contra los Estados Unidos. El 13 cablegrafió lo siguiente el mismo embajador:

“Los sentimientos generales contra Huerta han cambiado del todo aquí, y su eliminación es mirada como cosa cierta, inminente y deseable, pero piensan que ésta es una tarea que compete a los Estados Unidos.” Por lo tanto, Wilson recibió a Sir William con la mayor cordialidad. Cuando la entrevista estaba a punto de terminar, Tyrrell dijo a Wilson: “Cuando regrese yo a Inglaterra, se me pedirá que explique vuestra política hacia México. ¿Podéis decirme cuál es? Wilson lo miró fijamente y respondió: ”Voy a enseñar a las repúblicas sudamericanas a elegir buenos hombres.” Carranza, Huerta y Villa, semejantes Sir William observó que los ingleses no podían encontrar gran diferencia entre Huerta, Carranza y Villa, a lo cual dijo Wilson que Carranza era el mejor de los tres y que Villa no era tan malo como lo habían pintado. Tyrrell quedó encantado de la entrevista e hizo observar que nunca había sostenido una conversación tan franca sobre asuntos de tanta importancia. “Si nos hubiera oído algún veterano de la diplomacia —dijo—, se habría desmayado.” Wilson, por su parte, quedó complacido de la conferencia y escribió a Page: “Fue muy ventajoso el viaje de Sir William Tyrrell. Tuve con él conversaciones absolutamente francas y estoy seguro de que será buen conducto para trasmitir a Sir Edward Grey las impresiones de su conversación conmigo. Mientras tanto, habéis preparado el terreno precisamente en los mismos términos que yo habría empleado. Es excelente la manera con que estáis inculcándoles la doctrina elemental. Quizá después de poco tiempo crean que somos demócratas verdaderamente convencidos.” Sir Edward Grey obró prontamente y el 14 de noviembre el ministro inglés en México, Sir Lionel Carden, tuvo el antipático deber de presidir una procesión de diplomáticos ante el general Huerta, para aconsejarle que cediera a las demandas de Wilson. Se insinuó que los gobiernos de Europa estaban apoyando la política del Presidente norteamericano, y que no era posible que Huerta retuviese el poder. Animado por los resultados Page continuó sus gestiones, aprovechando en cuanto se le presentaba la oportunidad el apoyo de los ingleses que disfrutaban de influencia. Su carta de 26 de noviembre de 1913 a Wilson es transcrita así en la biografía de Hendrick: “Lord Cowdray ha estado a verme en cuatro días consecutivos. Tengo la sospecha que en vez de dirigir al Gobierno, éste ha cambiado los papeles y lo está dirigiendo a él. Su contrato con el Gobierno está convirtiéndose en caso que quita el sueño. Me dijo esta mañana que había retirado la demanda para que se le otorgara una concesión en Colombia. ¡Dios mío! ¡Cuánto ha cambiado! Hace varios días, cuando lo hallé en la calle, se veía festivo, casi cínico. Ahora está muy serio…

”No sabéis cuán fácil es todo con nuestro amigo y jefe al frente de nosotros. Casi me he hecho audaz. Se siente el terreno firme bajo los pies. Y ellos se están refugiando en sus tiendas.” Wilson expuso más claramente que nunca su resolución de obligar a Huerta a marcharse en una carta a Sir William Tyrrell escrita para que la viera Sir Edward Grey, el cual comenzaba a inquietarse: “Os ruego que aseguréis a Sir Edward Grey que el Gobierno de los Estados Unidos se propone no solamente expulsar a Huerta del poder, sino también ejercer toda influencia de que es capaz a fin de asegurar en México la formación de un Gobierno mejor bajo el cual los contratos, negocios y concesiones sean más seguros que antes. ”También ha dado todos los pasos posibles para que la propiedad sea protegida. Repetidas veces se han mandado órdenes a los cónsules de los Estados Unidos y México para que prevengan a las autoridades acerca de esto, ya sea en la ciudad de México o en el Norte, y repetidas veces también ha recibido seguridades de que la propiedad de todos los extranjeros será garantizada hasta donde lo permitan las operaciones militares.” Wilson retiró su determinación en su mensaje anual al Congreso Federal, leído el 2 de diciembre y en el cual decía: “El Gobierno de los Estados Unidos no tratará ni apoyará a esos pretendidos gobiernos…” y agregaba estas palabras tranquilizadoras: “pero día por día su poder y prestigio se hunden y no está lejano el desastre”. Pensaba que “no debemos ser obligados a alterar nuestra táctica de vigilante espera”. Frank L. Cobb, uno de los más cordiales comentadores de la política de Wilson, escribía en el New York World: “Exactamente a los noventa años de que James Monroe en su mensaje al Congreso definió la doctrina Monroe, Woodrow Wilson, en otro mensaje al Congreso, ha definido la doctrina Wilson. ”Aquélla tenía por objeto defender a las repúblicas latinoamericanas contra la colonización europea; esta última tiende a salvarlas de la renovada anarquía.” WILSON MANDÓ LLAMAR A SU AGENTE JOHN LIND ALGUNAS NOTAS EN TAQUIGRAFÍA, PERO NO MUY COMPLETAS “NADA NUEVO SUPE —CONFIESA EL ENTONCES PRESIDENTE—, PERO VI LAS COSAS MÁS DE CERCA” GESTIONES DE CABRERA EN FAVOR DE CARRANZA EL 3 DE FEBRERO DE 1914, MR. WILSON DECIDIÓ AYUDAR A LOS

REVOLUCIONARIOS, DESOYENDO A LOS INTERVENCIONISTAS Capítulo V Este sistema abundaba en perplejidades y causas de irritación. Desatendiendo del todo las severas declaraciones de Wilson, Huerta se aferraba tenazmente a su puesto, solicitaba nuevos empréstitos en París y dominaba absolutamente su Congreso de burlas, el cual, después de anular la elección del 26 de octubre, convocó al pueblo a nuevas elecciones para julio de 1914. Para colmo de dificultades, seguía habiendo hostilidades, aunque ocultas, por parte de los representantes de los gobiernos extranjeros en México. O’Shaughenessy informó el 10 de diciembre que entre el Cuerpo Diplomático decíase francamente que la política norteamericana debía fracasar y que Europa no podía permitir que sus intereses materiales fuesen sacrificados en aras de “un altruísmo desorientado”. Esto, decía el encargado de Negocios, estaba produciendo un “efecto muy pernicioso”. Aún priva la creencia de que Europa está de parte de Huerta. Carden estorba al presidente Wilson El ministro inglés, Carden, parecía hacer todo lo posible por estorbar los designios de los Estados Unidos. Había insistido en que el almirante inglés Craddock, el cual provocó hostilidad al reivindicar la procedencia sobre el almirante norteamericano Fletcher, externara mejor la simpatía británica hacia el régimen de Huerta, visitando a éste en uniforme de gala. En otros aspectos el diplomático tendía a obrar en oposición, no sólo respecto de la política norteamericana, sino aun de las instrucciones de su propio Gobierno. “No puedo apelar a vos con demasiada vehemencia para que sometáis a la atención de su Gobierno las maquiavélicas intrigas del ministro inglés”, escribía O’Shaughenessy a Bryan. Carden cometía sus indiscreciones [si acaso lo eran] tan inteligentemente, que O’Shaughenessy y Lind sólo pudieron obtener pruebas concretas muy escasas, las cuales eran pedidas por Bryan para comunicarlas a Page. En particular, Lind se mostraba muy acre en sus alusiones a la influencia británica. El 14 de diciembre telegrafió al secretario de Estado lo que sigue: “Inglaterra puede hablar bien en Washington; pero yo les digo que en México está maniobrando siempre a fin de obtener la ventaja y colocarnos en una posición embarazosa ante los intereses extranjeros y ante el mundo, a manera de justificar los pasos que medita para conservar su preeminencia política en el Gobierno de México… Tampoco debe pasarse por alto la circunstancia, de que ninguna de las naciones europeas simpatiza con la política y conducta de los Estados Unidos, digan

lo que quieran diplomáticamente.” Tanto el coronel House como Walter H. Page [Page a secas en sus cartas confidenciales] se comunicaban directamente con Wilson, al cual le proporcionaban hechos y le manifestaban impresiones que no eran puestas en conocimiento del secretario de Estado ni de los consejeros del Departamento. Al mismo tiempo, Mr. Page empezaba a quejarse amargamente de la falta de respuesta de Bryan: “Washington es un profundo pozo de silencio para los embajadores”, decía. En una carta en que Page comentaba la política de Wilson hacia México como “una gran cosa positiva que se ha producido”, dice: “Vuestras cartas, de ello podéis estar seguro, son siempre tranquilizadoras y por demás útiles. Ellas representan las solas cosas concretas que recibo.” Bryan podía muy bien replicar, puesto que estaba enterado del carteo personal de Page con el Presidente, así como de los trabajos del coronel House, que el embajador recibía informes directos. Había un defecto fundamental en este método, una falta completa de acuerdo por parte de todos los interesados. Wilson realizaba bien su intención Si acaso Wilson pretendía llevar el juego por sí solo, cuando menos realizaba plenamente su intención. Si no era movido por las convenciones y los “legalismos” de los sistemas tradicionales, tampoco parecía que influyeran mucho en su ánimo los consejos y apremios de sus agentes. Podía dar las gracias a House o a Lind en los términos más cordiales y, sin embargo, no ser sugestionado ni en grado mínimo por lo que ellos le aconsejaban. Lo que pedía de ellos era información; por lo demás, él se bastaba para pensar. Encontramos, por ejemplo, en sus cartas, recomendaciones para Lind concebidas en los términos más encarecidos: “Leo vuestros mensajes a diario, como de costumbre, y podéis estar seguro de que los tomo en serio, ciertamente. ”De prisa y con el más profundo aprecio y agradecimiento por vuestros indispensables servicios.” Pero seguía sin responder en actos a los apremios urgentes, aun imperativos que le hacía Lind para que iniciara una acción inmediata y positiva hacia México. Durante los días de Navidad, cuando Woodrow Wilson estaba de vacaciones en Pass Christian, sobre el litoral del Golfo de México, mandó llamar a John Lind, el cual hizo el viaje a bordo del crucero norteamericano Chester. Los dos personajes tuvieron una prolongada consulta. Tenemos algunas notas taquigráficas, no muy satisfactorias, hechas por el Presidente durante la conversación, en la cual es evidente que Lind subrayó la maldad de Huerta y de los imperialistas europeos y recomendó una acción enérgica,

aun la ocupación del puerto de Tampico. Wilson escribió a Bryan acerca de esta conferencia: “En realidad, no supe nada nuevo. Sólo fue una magnífica oportunidad para ver las cosas más de cerca, como si dijéramos.” Mientras Wilson seguía aferrado tenazmente a su táctica de vigilante espera, a pesar de los apremios de Lind, O’Shaughenessy y los intervencionistas en general, la situación de México empeoraba en vez de mejorar. Los negocios estaban paralizados y las quiebras de bancos aumentaban. La suspensión del pago de intereses por medio año, que había decretado Huerta en enero, originó gran alarma entre los extranjeros que tenían inversiones en México, y principalmente entre los franceses. Todos esos extranjeros comenzaron a apremiar a sus gobiernos y éstos, a su vez, recomendaron a los Estados Unidos que hicieran algo. Una observación hecha por el emperador de Alemania y transcrita por el embajador norteamericano Gerard, en una carta al secretario de Estado, expresa fielmente quizá, el modo de sentir de los europeos en esos momentos. Hela aquí: “La moralidad está muy bien; pero ¿qué hay de los dividendos?” España estaba indignada por el maltrato de sus súbditos en México. O’Shaughenessy creía que los japoneses trataban de aprovechar la tirantez de relaciones entre México y los Estados Unidos, como un instrumento o arma en el asunto de California, y mientras tanto, en Londres volvía a hablarse de la idea lanzada en el Otoño anterior, de que los Estados Unidos e Inglaterra intervinieran en México, idea de la cual era ya un patrocinador el mismo Lord Cowdray. Ocurrió entonces una cosa que mucho complació a Wilson, pues probaba cuando menos que Lord Edward Grey estaba dispuesto a secundar su política, y consistió en que Sir Lionel Carden fue retirado de la Legación Británica. Como hemos dicho, este ministro parecía ser el principal defensor diplomático de Huerta. Este acontecimiento fue atribuido por Wilson a las gestiones del embajador Page, al cual envió carta muy afectuosa, la cual revela sus profundos y sinceros designios al llevar adelante su tan combatida política. La carta decía así: “Casi al mismo tiempo que la estaba yo leyendo [la carta de Page, fechada el 21 de diciembre], vino de Londres por conducto de la Prensa Asociada, la noticia de que Carden iba a ser trasladado inmediatamente al Brasil. Si ello es verdad, la cosa es por demás feliz, y estoy seguro de que debe atribuirse a las representaciones claras y llenas de tacto que habéis hecho a Sir Edward Grey. Creo que no comprendéis cómo trabajamos para obtener de Lind y de O’Shaughenessy datos concretos acerca de las palabras o actos de Sir Lionel, para comunicároslo a fin de que pudiérais presentarlos a Grey. Sencillamente, no se podía conseguir. Todo lo que obtuvimos fue una relación de segunda y aun de tercera mano. Que él trabajaba contra nosotros, era tan evidente que no podía negarse, y sin embargo, obró con tanta astucia, que nadie tiene pruebas directas de sus maniobras. De todos modos os

felicito muy cordialmente por este traslado. ”Detrás de la sonrisa que se dibujó en mis labios cuando hablasteis del impenetrable silencio del Departamento de Estado, hacia sus representantes en el extranjero, hay ideas de muy honda preocupación. La verdadera dificultad está en poder sostener una correspondencia realmente confidencial, a no ser por medio de cartas particulares; pero seguramente que puede remediarse esto, y se remediará si yo puedo algo.” Todos estos hechos, así como el encono provocado por las demoras, originaron una tempestad de censuras en los Estados Unidos. La oposición republicana estaba ya empleando el problema de México como un arma de ataque. En 15 de enero, el diputado Gillet habló en la Cámara para combatir la política del Gobierno acerca de México, y arrojó la responsabilidad sobre el secretario de Estado. Dijo que la acción, o mejor dicho, la falta de acción del Departamento, había colocado al país en un plano tal, que su política exterior era el hazmerreír del mundo. También la prensa publicó otros ataques, los cuales no dejaron de causar inquietud a Wilson, ya que estaba a punto de lanzar sus proposiciones respecto a una nueva ley sobre los monopolios, para la cual habría de necesitar toda la ayuda posible. Habiendo pensado desde hacía tiempo en ayudar a Carranza y a los revolucionarios del Norte, método que juzgaba como el menos objetable para derrocar a Victoriano Huerta, Wilson estaba ya dispuesto a obrar. Era cuando más “un arreglo por medio de la guerra civil” y entrañaba una gran responsabilidad el ayudar a los rebeldes, ya que éstos merecían poco respeto, tanto en el interior como en el extranjero. Sin embargo, los consejeros en quienes más confiaba Wilson habían escrito en términos favorables sobre Carranza y Villa, y de otras fuentes habían llegado buenos informes acerca de ellos, sobre todo de Carranza. Éste había enviado a Washington un agente, Luis Cabrera, para que gestionara que se derogase el decreto que prohibía la exportación de armas a México, y Cabrera había tenido muchas conversaciones con William Phillips, miembro del Departamento de Estado, el cual rindió al Presidente un informe que era favorable en conjunto. El 26 de enero de 1914, Wilson dio un paso decisivo al convocar para una junta en la Casa Blanca, a la comisión senatorial de Relaciones Exteriores. Todos los miembros de este cuerpo aceptaron el plan del Presidente y sólo el senador McCumber expresó ciertas dudas. El 3 de febrero Wilson derogó la prohibición de exportar armas a México y empezó a ayudar a Venustiano Carranza. En una notable carta íntima a su amiga la señora Hulbert, carta escrita el 1º de febrero de 1914, Wilson ofrece un cuadro vívido de su vida en aquella época: “Naturalmente, he pagado mis pequeñas vacaciones, y con interés. Fue preciso

hacer inmediatamente las cosas que estaban pendientes, y había otras veinte que clamaban atención y arreglo. A resultas de todo esto estoy jadeante. No he tenido ni un momento de respiro y tengo que robar hasta los minutos que debo a mi familia, a mis amigos y a mí mismo. Sé que el ama de casa, Mrs. Jaffray, opina que nunca sé lo que me pongo, o más bien, que no sé si llevo algo encima o no. ¿Será esto una censura de mi ayuda de cámara? Quizá mi aspecto personal le sugiera esa incómoda sospecha, aunque más bien quiso elogiar la concentración de mi pensamiento en otras cosas, y fundar su creencia de que nunca pienso en mí mismo. ”¡Cuánto desearía yo que ella tuviera razón en esto! ”¡Cuán grande sería entonces el reposo de mi mente! ”Jessie y Frank volvieron la semana pasada del otro lado del mar y hoy partieron para su casa en Williamstown. El dolor de esta separación se ha clavado hondamente en mi alma. Cuando ellos partieron en su viaje de bodas, la cosa no me pareció definitiva, porque al fin y al cabo, deberían regresar de su luna de miel. ¡Pero ahora! Este viaje de ellos para establecer su casa aparte, me hace comprender de nuevo, o mejor dicho, por vez primera, lo que ha sucedido, y me siento afligido. Ellos son felices, deliciosamente felices, y da gusto verlos; pero eso no llena el vacío que han dejado. Hellen se muestra admirablemente valerosa y dulce ante esto, mas yo comprendo, por mis propios sentimientos, cuánto padece, y eso aumenta mi dolor. Pero basta de ello. Nada gano con quejarme. Más bien debo trabajar y agradecer a Dios el que me haya asignado una tarea digna.” Luego habla así de México: “La espina que llevo en el costado es México, naturalmente. Experimento una secreta admiración cuando menos, por la indomable, tenaz determinación de Huerta. No hay duda de que se basa principalmente en la ignorancia; pero es tan firme como una roca. Por eso es más interesante la tarea de hacerlo desaparecer. Parece odiarme enconadamente (¿debemos culparlo?); pero yo no abrigo ningún sentimiento personal contra él. Sus insultos no me turban ni en mínimo grado. Son una prueba de cómo se le presentan las cosas y de cuán venturosamente me he convertido para él en un obstáculo insuperable. ”Pero el problema se complica, en vista de que debo calmar a los europeos a quienes no les paga los intereses de la deuda, y al mismo tiempo, tengo que orientar a la opinión pública por la senda debida. Me estoy haciendo bisojo a causa de que tengo que observar al mismo tiempo a tantas gentes que se encuentran en lugares distintos. Quizá os asombréis cuando nos veamos la próxima vez. Creo que un hombre envejece en esta labor. No es que me sienta ya provecto físicamente. Nada de eso; pero resiento el continuo e insoportable esfuerzo y sé bien que ningún hombre de cincuenta y siete años de edad puede resistirlo indefinidamente. ”Me esfuerzo más que ningún otro Presidente, y no hay duda de que no puedo acusar a nadie, sino a mí, si mis espaldas se doblan y quejan bajo el peso de la carga; pero no por esto se aligera ella.

”Creo que me acontece esto en castigo de haber tenido desde joven una idea clara de lo que debía ser e intentar un Presidente de la República. No debería uno escribir libros sin saber si puede ser llamado a hacer lo que cree que debe hacerse. Ahora pago por haber enseñado a otras gentes lo que debían hacer, cuando no tenía ni la más vaga idea de verme en su lugar. ”Todos estamos bien (inclusive el quejoso); y todos nos unimos para enviaros afectuosos recuerdos.” La política de Woodrow Wilson había sido negativa. Se hizo positiva con la derogación, el 3 de febrero de 1914, de la orden que prohibía exportar armas y municiones a México. Sin embargo, aún no estaban satisfechos los consejeros de Wilson en la República del Sur. Parecía que nadie fuera capaz de permanecer algún tiempo en la capital mexicana sin convertirse en un apasionado sectario. Lind y Hale se oponían enérgicamente a Victoriano Huerta; Lane Wilson lo había apoyado. El encargado de Negocios de los Estados Unidos, O’Shaughenessy, desconfiaba mucho de ambos bandos, pero se inclinaba hacia Huerta y creía que la única resolución del conflicto estaba en que los Estados Unidos intervinieran por la fuerza de las armas. Esta aguda contradicción de opiniones entre sus consejeros más íntimos representaba para Woodrow Wilson una de las mayores dificultades del problema. En el ínterin, Huerta se sostenía firmemente, imponía agobiadoras contribuciones y préstamos forzados, e intrigaba con las empresas extranjeras. “Yo soy indio —decía—, el estoico de los bosques, el hombre sin lágrimas.” El 19 de febrero horrorizó al mundo la ejecución, por los hombres de Francisco Villa, de un inglés apellidado Benton, el cual había residido mucho tiempo en México. Inglaterra ardió en indignación al saber la noticia. “Matad un inglés en su patria —escribió el embajador Page a Wilson— y no habrá extraordinaria excitación, pero matadlo en el extranjero, y luego se pensará en los cañonazos, los ejércitos y las reparaciones.” Los intereses financieros de la Gran Bretaña aprovecharon el acontecimiento para dar mayor fuerza a sus quejas y el secretario de Relaciones, Sir E. Grey, tuvo grandes dificultades para tranquilizar a la Cámara de los Comunes. El embajador norteamericano en Londres, Walter Page, informó lo siguiente: “Comuniqué hoy por cable al Departamento de Estado cuán firme y extendida es aquí la creencia de que se ha prolongado bastante la política de la vigilante espera hacia México. ”La indignación por el caso de Benton es intensa y general. Lo leo y lo oigo así en todas partes.” Todos creían en Europa que los constitucionalistas eran simples bandidos y que los Estados Unidos habían sido engañados por ellos.

El ministro de Relaciones Exteriores de Alemania informó en lo privado al embajador de los Estados Unidos, Mr. Gerard, que era tal el estado de la opinión pública alemana que si un solo ciudadano del Reich era muerto en México el Gobierno se vería obligado a tomar enérgicas providencias. Cierto diario londinense hablaba de la política de Wilson, consistente en ayudar a los constitucionalistas, como de “la ayuda norteamericana a los asesinos”. Acerca de este último ataque, el presidente Wilson escribió lo que sigue a su secretario de Estado, Bryan: “En verdad que la lectura del anexo ofrece una excelente disciplina para el carácter. Me complace el considerarlo como un ejemplo del spleen que han inventado del otro lado del Atlántico, tan sólo porque no pueden hacer dinero en México.” Apenas maravilla, en vista de todo esto, que el Presidente haga la siguiente confesión en una de sus cartas al coronel House: “El caso Benton, ocurrido en México, nos causa mucha intranquilidad.” Pero las censuras no sólo procedían del extranjero, pues se formularon duros ataques en la Cámara de Diputados, donde la política de Wilson fue señalada por el representante Ainey como “una política que deriva inertemente”. El fogoso Gobernador de Texas, Colocquit, indignóse porque unos merodeadores mexicanos habían cruzado la frontera y pidió permiso para enviar guardias rurales del Estado a México, a fin de aprehender a los asesinos de un ciudadano texano. Wilson negó el permiso, pero despachó dos regimientos más a la frontera “por la tranquilidad de las gentes de ahí, no porque crea que la medida sea realmente necesaria”. El Presidente había llegado a la situación del obstinado luchador que no quiere admitir que las cosas estén contra él, ni acepta ningún consejo capaz de debilitar su resolución. Había llegado al punto en que se vio repetidas veces durante su vida y en que nada podía apartarlo de su designio, ni los consejos de sus amigos, ni las amenazas de sus enemigos. Sin embargo, a medida que estudiamos más atentamente sus documentos, resalta con más claridad la pureza de sus designios básicos. Puede discutirse la oportunidad de su política en tales circunstancias, pero no ponerse en tela de juicio sus ideales acerca del papel desinteresado que debían desempeñar los Estados Unidos. No hay ni el menor indicio de que Wilson se haya visto influido en cualquier tiempo, ni por los intereses mercantiles norteamericanos ni por los extranjeros, aunque pensaba firmemente que su propósito de conseguir un Gobierno fundado sólidamente en la sanción pública, sería a la larga más ordenado y ventajoso para los capitalistas, que la admiración de los déspotas sólo atemperada por revolucionarios devastadores. La diplomacia del dólar no desempeñó ningún papel en sus determinaciones. Siempre había pensado en el bienestar del pueblo mexicano. “Anhelaba sinceramente —como escribía Page— una oportunidad de realizar una labor

constructiva completa en nuestras relaciones exteriores.” A principios de abril de 1914 regresó a su patria J. Lind completamente agotado. Pocos días después surgieron las altas llamaradas del fuego latente que había ardido durante tanto tiempo en una situación política imposible. CÓMO SE PARTICIPÓ A W. WILSON EL INCIDENTE CON EL “DOLPHIN”. EL ALMIRANTE MAYO INFORMÓ QUE SUS MARINOS BAJARON A TIERRA SIN ARMAS UNA EXPLICACIÓN SOBRE EL ASUNTO. EL GENERAL MORELOS ZARAGOZA DIJO CÓMO HABÍA OCURRIDO LA CAPTURA Capítulo VI Fue el 9 de abril cuando ocurrió el episodio de Tampico y por lo que mira a Wilson, apenas habría podido producirse en una época más difícil. La lucha por la derogación de la ley relativa a las cuotas de tránsito en el Canal de Panamá había pasado ya, de la Cámara de Diputados, donde fue firmemente sostenida por los partidarios de Wilson, al Senado, donde como bien lo sabía el Presidente, tenía que enfrentarse con una fuerte oposición, aun de los miembros de su mismo partido. El 2 de abril, el primer mandatario norteamericano había contestado así a una invitación del coronel House: “¡Ay!, no puedo ir a veros esta semana. Mi esposa está lamentablemente débil y mientras no la vea yo discurrir por la casa con cierta facilidad y con una verdadera renovación de vitalidad, no podré decidirme a dejarla sola. El médico nos da alguna esperanza de que para la semana venidera podré llevarla, por ejemplo, a Hot Springs, para que descanse y se reponga; pero por el momento no estaría yo tranquilo lejos de ella.” Por desgracia Wilson salió para White Sulphur Springs, Virginia Occidental, el mismo día del episodio de Tampico, esto es, el 9 de abril, llevando a la señora Wilson, su enfermera, el doctor Grayson y algunos miembros de la familia. Fue a la siguiente mañana cuando el urgente mensaje del almirante Mayo, trasmitido por el secretario de Estado, William Bryan, llegó a su poder. Wilson se encontró ante una situación que, aunque trivial en sí misma, podía acarrear las más graves consecuencias. El incidente de los marinos del Dolphin El 9 de abril de 1914, cuando el pagador del barco norteamericano de guerra

Dolphin y siete hombres sin armas se encontraban en el Puente de Iturbide, cargando los víveres que habían comprado, los arrestaron un oficial mexicano y un pelotón de soldados bien armados. Aunque el bote enarbolaba la bandera de los Estados Unidos, se obligó a dos marinos que estaban en él a que bajaran a tierra y todos fueron conducidos a la ciudad de Tampico. Allí los puso en libertad un jefe de mayor graduación, y poco después, el general Morelos Zaragoza, comandante de las fuerzas huertistas en el puerto, envió un oficial para lamentar el hecho y comunicar que el coronel que había ordenado la aprehensión ignoraba las leyes de la guerra y no había hecho sino cumplir la orden recibida, de no permitir que atracara ningún bote al muelle de los almacenes. Después de averiguar los hechos, el almirante Mayo, jefe de la escuadra norteamericana, envió al general Zaragoza un ultimátum en el cual pedía una satisfacción más formal; decía: “No puede evitarse simplemente la responsabilidad arguyendo ignorancia.” Al trasmitir el informe, escribió el secretario de Estado: “No veo qué otra cosa podía hacer Mayo, espero instrucciones.” Cualquiera que fuese la irritación del Presidente, parecía que no había otra cosa que hacer sino apoyar al almirante en jefe. Esa misma noche, Bryan telegrafió al encargado de Negocios, O’Shaughenessy: “Ordena el Presidente que presentéis desde luego el asunto al Ministerio de Relaciones con el mayor empeño, energía y franqueza, manifestándoles la extremada delicadeza de la situación y la posibilidad de que surjan más graves consecuencias si no son prontamente castigados los culpables.” Huerta dispuesto a reparar el mal Pero antes de recibir las instrucciones, O’Shaughenessy, por su propia iniciativa, había visitado a Victoriano Huerta, del cual obtuvo una declaración por escrito, la cual lamentaba lo ocurrido y aseguraba que el coronel que había ordenado la aprehensión sería castigado, si resultaba culpable. A su vez, el dictador pedía que el ultimátum fuera retirado. Sin embargo, el secretario de Estado juzgó evasiva e insuficiente la respuesta de Huerta al encargado de Negocios, e insistió en que fueran satisfechas las demandas del almirante. Estaba dispuesto, empero, a ampliar el plazo hasta la noche del 19 de abril, en caso de que hubiera dificultades para arreglar el asunto en vista de que se interponían los días feriados de la Semana Santa. Pero Huerta no quería ceder, sino que empezó a argüir, no sin habilidad, acerca de las obligaciones del Derecho Internacional y de la cortesía. Mientras se desarrollaban estas negociaciones, y al día siguiente del episodio de Tampico, ocurrieron otros dos irritantes hechos que vinieron a reafirmar la

determinación del Gobierno de los Estados Unidos. Un censor mexicano detuvo un mensaje oficial del Departamento de Estado a O’Shaughenessy, y un ordenanza estafeta del barco de guerra norteamericano Minnesota fue aprehendido en Veracruz. La sucesión de estos triviales hechos parecía indicar la existencia entre ellos de una relación deliberada, y en ciertos centros se sospechaba que si no habían sido apoyados por un Gobierno desesperado, cuando menos eran bien recibidos, como una oportunidad para imponer una acción que resultase favorable a los huertistas. En la mañana del lunes 13 de abril, Wilson estaba de nuevo ante su mesa de trabajo. Había dejado a su esposa y a la enfermera en White Sulphur Springs. John Lind recomendó una acción enérgica El día trascurrió sin que diera ningún paso el viejo indio de la ciudad de México. En la mañana del 14, Bryan llevó a John Lind para que hablara con el Presidente. Ignoramos lo que hayan tratado, pero podemos estar seguros de que Lind recomendó una acción severa para traer a un arreglo a Huerta. Posteriormente, pero el mismo día, el secretario de Marina, Daniels, acatando órdenes de la Casa Blanca, despachó a Tampico todas las naves de guerra que había en disponibilidad en Hampton Roads, Virginia, con un regimiento de infantería de marina, y en la misma noche se envió a O’Shaughenessy, para que la trasmitiera a Huerta, una enérgica nota, en la cual se le hacía ver “la muy seria índole de la presente situación”. Estos extraordinarios acontecimientos hicieron comprender repentinamente al pueblo norteamericano la gravedad de las cosas. A partir del 15 de abril, las noticias acerca del particular empezaron a llenar las columnas de la prensa, y la correspondencia de Wilson se agrandó con muchas cartas en las más de las cuales se aprobaba su conducta. Wilson no se decidía a provocar la guerra En la mañana del día 15 de abril el Presidente recibió a los senadores Shively y Lodge y a los diputados Flood y Cooper, miembros de las comisiones de Relaciones Exteriores del Senado y la Cámara, respectivamente, y les informó acerca de los pasos que se habían dado. Citó como precedente el bombardeo, por los norteamericanos, de Greytow, Nicaragua, en 1854, cuando era Presidente Pierce. Lodge escribió lo que sigue en su diario, acerca de la consulta: “Nos dijo que se avecinaba una crisis con motivo del episodio de Tampico y que él podría verse obligado a hacer uso del ejército y de la marina de guerra. Agregó que deseaba saber si, a nuestro juicio, debía pedir autorización del Congreso. Yo manifesté que, sin duda alguna, tenía facultades para obrar y tomar posesión de un

puerto a fin de proteger las vidas y haciendas de los norteamericanos, aun sin autorización de la Legislatura. Se había hecho así con frecuencia cuando el Congreso estaba en receso (rebelión Boxer), y por lo tanto, podía hacerse aunque la Legislatura estuviera en sesiones. Pensaba yo, sin embargo, que sería mejor pedir al Congreso que autorizara una resolución. Otros convinieron y el Presidente dijo que tal era su opinión.” Los senadores y diputados que asistieron a la conferencia aprobaron después la demanda del Presidente y dieron seguridades de que la apoyarían. Aun hubo notas revelantes de ardor patriótico. “Yo los obligaría a saludar la bandera, aunque tuviese que volar toda la ciudad”, dijo el senador Chilton, de Virginia Occidental. Por su parte, el senador William Borah declaró: “Esto se asemeja mucho a una intervención armada. En tal caso, puedo decir solamente que si la bandera de los Estados Unidos llega a ser izada en México, nunca será arriada. Éste es el principio de la marcha de los Estados Unidos hasta el Canal de Panamá.” Las expresiones de simpatía y aprobación publicadas por la prensa londinense, viéronse atemperadas por la acusación de que las dificultades con que tropezaba el presidente Wilson eran debidas a su política idealista. ¿Se conmovía acaso Victoriano Huerta? Más bien parecía que las perspectivas le complacían. Esperaba claramente que los actos de Wilson unificaran el sentimiento mexicano en apoyo de su Gobierno dictatorial y que quizá llegase a conquistar la simpatía de Europa; pero se equivocaba en esto. Parece que Venustiano Carranza juzgó que el episodio de Tampico era debido a las chapucerías de Huerta, y no quiso discutir el asunto. Francisco Villa fue más franco que ellos y dijo: “Es el toro de Huerta el que es corneado”, y que se trataba de un asunto “entre Huerta, el traidor, y Wilson, el gran Presidente del pueblo norteamericano”. Huerta esgrimió el argumento que más tarde había de usarse con mayor eficacia, o sea que si los Estados Unidos no reconocían su Gobierno ¿cómo era que exigían un saludo y por qué habría de hacerlo él? Pero no bastaron los argumentos para suspender la marcha de las naves de guerra que surcaban las aguas del Atlántico, y la negativa de Huerta causó no poca inquietud en Washington. Cuando se conoció su determinación en la mañana del 19 de abril, estaba tan inquieto el público que cosa de cincuenta periodistas, deseando informarlo, esperaban en los corredores del Departamento de Estado para obtener siquiera alguna insinuación acerca del texto del mensaje enviado a Mr. O’Shaughenessy. Un nuevo ultimátum del presidente Wilson

Bryan y Tumulty en un coche de la Casa Blanca se encaminaron precipitadamente a la pista de Virginia, donde el Presidente estaba jugando al golf. Un mensajero lo había ya localizado en la zona del décimocuarto agujero y Wilson había emprendido el regreso a Washington. Halló a sus colaboradores en el puente del Potomac y allí leyó el mensaje. Discutieron brevemente el asunto y en la tarde un nuevo ultimátum escrito por Wilson advirtió a Huerta que si no anunciaba su deseo de acceder a la demanda del almirante Mayo para las 6 de la tarde del 19 de abril, el Presidente expondría el asunto al Congreso al día siguiente, “con el fin de hacer lo necesario para lograr que respetara la bandera nacional”. La única respuesta de Huerta fue una nueva proposición para que O’Shaughenessy firmara un protocolo prometiendo que los norteamericanos devolverían el saludo en caso de que Huerta lo mandara hacer en Tampico. El informe del encargado de Negocios sobre esta propuesta le llegó a Bryan a medianoche del 18 de abril, y él le dio respuesta en las primeras horas de la mañana del 19, el último día de gracia: “El Presidente está fuera de la ciudad —decía—, no podré verlo antes de las ocho de la mañana. Sin embargo, estoy seguro de que querría que firmarais el protocolo mencionado. Debe hacerse el saludo sin que medie un acuerdo previo para contestarlo. Puede confiarse en que los Estados Unidos cumplan con su deber en este asunto, de acuerdo con las costumbres internacionales y la cortesía, aparte de otras razones, la firma del protocolo sería objetable, porque podía ser interpretada como el reconocimiento del Gobierno de Huerta, siendo que el Presidente no tiene intención de concederlo.” Bryan de acuerdo con el Presidente Cuando en la mañana del 19 le llegó a Bryan el informe de Wilson, éste envió desde luego el siguiente mensaje: “Vuestra respuesta a O’Shaughenessy es precisamente como yo la había deseado. En ningún caso debe hacerse concesiones de ninguna especie, ni en detalle, ni en otra forma.” Wilson regresó de White Sulphur Springs a la Casa Blanca a las 8:40 a.m. del lunes 8 de abril. Poco después se presentó Bryan para tener con él una consulta, y a las 10:30 de la mañana el Presidente reunió su Gabinete y expuso en breves palabras la situación ante la cual se hallaba el país. Luego esbozó el discurso que se proponía pronunciar en el Congreso esa misma tarde. El secretario Bryan ha escrito así acerca de esa junta: “El Presidente estaba muy perturbado y nos dijo con mucho sentimiento que entrañaba una tremenda responsabilidad el adoptar una conducta que pudiera conducir al país a la guerra y causar la muerte de muchos hombres. Luego agregó repentinamente: ‘Si hay entre vosotros algunos que creen en la oración, ruego que

mediten este asunto desde ahora hasta nuestra próxima reunión.’ Esto nos sorprendió e hizo que saliéramos de la sala del Consejo con una expresión de solemnidad en el semblante.” Victoriano Huerta no representaba a México En una breve entrevista con los representantes de la prensa, Wilson aseguró de la manera más positiva que no habría guerra: “…en ninguna circunstancia concebible pelearemos contra el pueblo mexicano”, dijo, y agregó: “Se trata exclusivamente de un asunto entre ese Gobierno y una persona que se llama a sí mismo Presidente provisional de México y cuyo derecho a llamarse así nunca hemos reconocido nosotros en ninguna forma.” Luego hizo notar que era posible “tratar con un dictador empleando la flota, sin precipitar una guerra. Ya se ha hecho”, y citó varios ejemplos. Surgió entonces otro acontecimiento que aumentó notablemente la tensión e hizo creer en varios centros que era inevitable la guerra; habían llegado noticias de que una nave alemana, el Ipiranga, cargada de armas y municiones para Huerta, estaba por llegar a Veracruz, y esto constituía un nuevo y grave problema. A las dos de la tarde, Wilson recibió de nuevo a los miembros importantes de las comisiones de Relaciones Exteriores, o sean Shively, del Senado y Flood y Cooper, de la Cámara de Diputados. Lodge, que era el censor más enconado de Wilson, nos indica en un memorándum lo que se habló: “Deseaba [el Presidente] leer su mensaje y leer nuestra opinión. Como ya estaba escrito para: la prensa, no podía ser enmendado; pero de todas maneras le dio lectura. Me pareció flojo e insuficiente, aunque naturalmente bien redactado. Wilson presentó entonces el acuerdo que deseaba ver aprobado. Es el mismo sancionado después por las Cámaras y que autorizaba las hostilidades contra Huerta precisamente.” En su mensaje al Congreso, Wilson enumeró brevemente las circunstancias de la aprehensión de los marinos en Tampico y las demandas de Mayo, luego agregó: “No puede considerarse el episodio como trivial, pero si hubiese sido el único podría haber sido atribuido a la ignorancia o arrogancia de un solo oficial. ”Por desgracia no es un hecho aislado.” Guerra contra Huerta y contra los suyos Explicaba que en caso de que por desdicha ocurriese un conflicto armado, “deberemos luchar contra el general Huerta y aquellos que están con él y le prestan su apoyo. Sólo debe ser nuestro objeto restituir al pueblo de la perturbada República el medio de restablecer sus leyes y su Gobierno.”

El mensaje excitó mucho menos entusiasmo de lo que esperaba y muchos diputados juzgaron que era muy estrecha la base de acción que se exponía. Sin embargo, Wilson había omitido de propósito las referencias a los muchos “agravios” y rogado por México a los extranjeros y a sus bienes, con la esperanza de evitar discusiones sobre cada uno de los hechos ya mencionados, pues creía que tales debates indignarían a la nación y harían más probable la guerra. Desarrollóse desde luego un enconado debate. El senador Lodge dice en su libro que en el seno de la comisión senatorial de Relaciones Exteriores “fue unánime la objeción al acuerdo del Presidente en que nombraba a Huerta como el enemigo directo”. Lodge y su colega Root encabezaron los ataques en el Senado y propusieron en vez del proyecto presidencial, una iniciativa en cuyo preámbulo figuraban el asesinato de ciudadanos norteamericanos y la destrucción de sus propiedades como la verdadera causa de la acción que se recomendaba. Lodge sostuvo que su iniciativa no constituía de hecho una declaración de guerra. “Si debemos intervenir por alguna causa en cualquier punto del territorio de México, deseo que ello se haga con fundamentos amplios y suficientes”, dijo. Pero quizá el discurso más elocuente en favor de la enmienda Lodge fue pronunciado por el senador Root, el cual dijo en parte: “…si no existiesen otros hechos fuera del mencionado en la iniciativa ¿habría pensado el Gobierno de los Estados Unidos si quiera por un momento en tratar a ese pobre y débil país en esta forma perentoria?” No fue sino el día 22 de abril de 1914 cuando el Senado aprobó la iniciativa un tanto modificada, pero la cual daba la razón al presidente W. Wilson en “emplear las fuerzas armadas de los Estados Unidos para imponer sus demandas de inequívoca reparación a las afrentas e indignidades”. EL ARRIBO DEL “IPIRANGA” PRECIPITÓ EL DESEMBARCO DE MARINOS EN VERACRUZ. EL PRESIDENTE WILSON SE RESISTÍA A DAR ESE PASO TRASCENDENTAL NO ESPERABAN QUE HUBIERA COMBATE LOS CONSEJEROS DE LA CASA BLANCA SE SORPRENDIERON DEL RESULTADO ARMAS Y PARQUE. PENSABA EL JEFE DE LA UNIÓN QUE EL DICTADOR SE HARÍA INVULNERABLE Capítulo VII

En el ínterin, y mientras el Senado discutía, el presidente Wilson había obrado. Cierto que legalmente no tenía que esperar la aprobación del Congreso para proceder en ese caso extraordinario, pero como había dicho en su mensaje: “No quería obrar en un asunto quizá de grave importancia, sino en completo acuerdo y estrecha colaboración con el Senado y la Cámara.” El día 20 de abril de 1914, al atardecer, tuvo una conferencia en la Casa Blanca, a la cual citó a Bryan, a Daniels, secretario de Guerra, a John Lind y a los jefes del Estado Mayor del ejército y la flota. Daniels expuso en detalle los primeros planes trazados por su Departamento para desembarcar infantes de marina en Tampico y Veracruz. A eso de las dos y media de la madrugada del 21 de abril, habiéndose confirmado la noticia de que había llegado a Veracruz el vapor alemán Ipiranga con armas para Huerta, el secretario de Estado, William J. Bryan, con la ayuda del secretario particular del Presidente, Joseph Tumulty, despertó a Wilson. El mismo Bryan leyó el mensaje que había recibido y recomendó que se dieran órdenes a la escuadra norteamericana para que impidiera el desembarque de las armas. “¿Qué opináis, Daniels?”, preguntó el Presidente. “No debe permitirse que las municiones caigan en manos de Huerta —respondió el secretario de Marina—. Puedo ordenar por telégrafo al almirante Fletcher que lo evite y que ocupe la Aduana. Creo que eso debe hacerse.” Wilson vacilaba en dar semejante paso; pero después de un intercambio de impresiones con Bryan, dio la orden para la confiscación. “Lo que determinó este acto, así como las recomendaciones de los secretarios — dice Daniels—, fue la creencia de que si eran desembarcadas las municiones darían más fuerza al Presidente usurpador y aumentarían las pérdidas de vidas en México; aparte de que las armas podrían ser usadas más tarde contra los jóvenes norteamericanos.” Lo que hemos narrado se funda en las cartas de Josephus Daniels al autor, así como en el relato de Tumulty y en la biografía de Wilson, escrita por el mismo Daniels. A las 11:30, en el mismo instante en que Woodrow Wilson estaba en junta con su Gabinete en Washington, los marinos y los infantes de marina desembarcaban en Veracruz y tomaban posesión de las oficinas del Cable, el Correo, el Telégrafo y la Aduana, así como de la terminal de ferrocarril y los patios con el material rodante. Sin embargo, los detalles de la ocupación fueron conocidos por el Presidente hasta el atardecer, cuando aún estaba con los secretarios Bryan, Daniels y Garrison y con Mr. Robert Lansing. Parece casi seguro que Wilson no esperaba oposición, ninguna resistencia a la captura del puerto. Le había asegurado repetidas veces a John y otros que sería un alarde que entrañaría poco o ningún peligro. Por ese motivo, la noticia de que habían

sido muertos cuatro norteamericanos y heridos veinte, lo conmovió profundamente. “No me gusta el sesgo que han tomado los asuntos mexicanos —escribió Wilson a Thomas D. Jones el 22 de abril de 1914—. Parecería posible que Huerta hubiese llegado a punto de que estuviese dispuesto a arriesgarlo todo para lograr una salida dramática.” En respuesta a un acre mensaje de censura por “la situación inmoral en que nos encontramos respecto de México”, el Presidente escribió lo que sigue: “No veo qué otro camino nos podía quedar, ni cómo podíamos haber evitado el dar los pasos que hemos dado. Ahora le toca a Huerta. A él le incumbe determinar hasta dónde debe ir esto. Yo ruego sinceramente a Dios que no tengamos que ir hasta la guerra.” Hay pocas dudas de que Wilson lamentaba el que el conflicto tuviese que plantearse sobre la base de la demanda formulada por el almirante Mayo. ¿Hasta qué punto tiene un almirante derecho para comprender a su Gobierno, sin el conocimiento ni la voluntad de éste? Pero había costumbres y procedimientos internacionales, y si se humillaba al almirante Mayo retirando sus demandas, ello podría ocasionar que Huerta cometiera indignidades más graves. Aunque los episodios eran triviales, la situación en sí misma era seria; Mr. Wilson decía: “Realmente era un momento psicológico… No mediaba ningún gran desastre, como el del hundimiento del Maine, pero para que obráramos existía una razón suficiente en ese hecho, en que culminaba una serie de insultos a nuestro país y a nuestra bandera.” Mediación de las potencias del Sur Justamente en ese momento, el 25 de abril de 1914, cuando todo el horizonte se presentaba oscurísimo y parecía inevitable la guerra con México, tres embajadores sudamericanos, los señores Rómulo S. Naón, D. da Gama y Eduardo Suárez Múgica, visitaron al secretario Bryan en el Departamento de Estado. Esos caballeros representaban a los Estados más poderosos de la América Latina, a saber: Argentina, Brasil y Chile, e hicieron una proposición para mediar en los delicados asuntos méxico-americanos. Bryan conferenció desde luego con Wilson y la oferta fue aceptada pronta y aun ansiosamente. No necesitaba apremios Huerta, el cual aceptó el ofrecimiento con avidez, como un medio decoroso de librarse de una situación que se estaba tornando rápidamente insostenible. Era más difícil tratar con Venustiano Carranza, el cual se negó a aceptar un armisticio y limitó expresamente su aceptación al arreglo de las dificultades entre los Estados Unidos y el Gobierno provisional de Huerta en México. Los tres meses que siguieron a la aceptación de la oferta hecha por los mediadores del A.B.C. (mayo, junio y julio de 1914 ), fueron los más agitados que

había vivido Mr. Wilson hasta entonces. Examinando los documentos y cartas relacionados con sus problemas y deberes, muchos de ellos críticos, parécenos imposible que haya podido sobrevivir a la carga por ellos representada. Porque no eran solamente los complicados asuntos de México los que exigían de él la mayor atención, sino que, al mismo tiempo, proseguía las campañas legislativas ya mencionadas y para colmo de males habían estallado obstinadas huelgas en las minas de Colorado, huelgas que él fue llamado a arreglar. El 10 de mayo escribió a su amiga, la señora Hulbert: “Desespero de tener tiempo para escribiros, porque materialmente no hay un momento que tenga derecho a llamar mío. Sencillamente me veo obligado a robar el que necesito para escribir. Solía yo reservar una hora, después de una mañana o una tarde para mi propio uso y esparcimiento pero poco a poco los innumerables sucesos y deberes lo han arrastrado todo a su dominio, y no soy libre ya de pensar en mí mismo, ni en las cosas que personalmente me son más caras. ”Claro que mis pensamientos vuelan hacia ellas a la menor ocasión u oportunidad; pero cuando sucede, son truhancillos que se escapan de dolorosa escuela. No sabéis cómo necesito estos momentos de comunicación con mis amigos, ni qué hondo consuelo representan para mí cuando los tengo… ”Ciertamente, estoy muy bien y los seres queridos que me aman se tornan compañeros más dulces, a medida que nos acercamos dentro de este círculo que va estrechándose.” El día siguiente de escrita esta carta, o sea el 11 de mayo, Wilson trasladóse a Nueva York para tomar parte en el desfile hecho en memoria de los soldados norteamericanos muertos en Veracruz, y para pronunciar una oración fúnebre. Con gran inquietud de sus amigos, el Presidente anunció su determinación de tomar parte en ese desfile. Él había sido su comandante y ellos habían ido a Veracruz acatando sus órdenes. Argüía, además, que puesto que ellos habían arriesgado y perdido la vida por la patria, el deber suyo consistía en rendir a su memoria los más altos honores. Su secretario Mr. Tumulty, así como el doctor Grayson y los miembros del servicio secreto le rogaron que no se expusiera. El coronel House los secundó para recomendarle que fuera discreto. No hacía mucho tiempo que se había hecho una tentativa para dar muerte al alcalde de Nueva York, Mr. Mitcherl, y además se habían recibido amenazas anónimas respecto del viaje de Wilson, a esa ciudad, amenazas que podían tener o no significación, pero que, de todos modos, originaban cierta alarma. Empero, nada logró conmover la determinación del Presidente, en cuyo carácter había cierto elemento de fatalismo. En otra ocasión, cuando se le hicieron advertencias semejantes, replicó: “Soy inmortal, mientras no llegue mi hora.” La ceremonia de Nueva York fue solemne e imponente. Cada ataúd era llevado

en un armón de artillería, a los lados del cual iban cuatro infantes de marina. Otro cerraba la marcha. En el instante en que la columna partió de Bowling Green para entrar en Broadway, en medio de una doble fila de ciudadanos silenciosos, comenzó a sonar la campana de Trinity Church, y más tarde dio sus dobles la de St. Paul. Varias cartas escritas por Wilson en las dos o tres semanas siguientes a este hecho, nos dejan vislumbrar el corazón del hombre. El 24 de mayo decía a la señora Hulbert: “Estoy muy bien, aunque resiento la pérdida de mis dos hijas, que se han marchado. La mayor parte de lo que leeis en la prensa acerca de mí es falso, inventado, pero estoy procurando ver con alguna claridad en el asunto de México, y tratando de que vea así un número de gentes cada vez mayor. Me sorprende que, aunque a veces crea lo contrario no sea todavía intolerable la carga de las demás cosas. ¿Recordáis que cierta ocasión predije en Bermuda que la Presidencia me mataría probablemente? Pues bien, sigo creyéndolo pero, de cualquier modo, la catástrofe no sobreviene todavía.” Quizá Wilson había podido aligerar su trabajo, delegando parte de la responsabilidad en sus ministros o ayudantes, pero le era difícil delegar la autoridad. Sobre todo en asuntos que atraían su interés o despertaban sus emociones, y padecía en la dirección de los asuntos exteriores, especialmente en vista de la debilidad de aquellos en quienes, como Presidente, debía confiar. La devoción, la lealtad y los ideales de William J. Bryan estaban fuera de duda, mas el hecho es que Wilson no permitió jamás que escapara a su atención ni un solo hilo de la complicada trama representada por el problema mexicano. Los más de los mensajes y las instrucciones de importancia los escribía en su máquina [aún están los originales en su archivo], para entregarlos a Bryan a fin de que éste los trasmitiera. Resultados de la mediación El convenio al cual llegaron finalmente los mediadores el 24 de junio de 1914, después de discusiones al parecer interminables, estaba muy lejos de aplicar el programa de Wilson. Prescribía el establecimiento de un Gobierno provisional formado por un arreglo entre todas las partes interesadas en la guerra civil, y el cual debía ser reconocido por Washington en cuanto se constituyera. Los Estados Unidos se comprometían a “no reclamar indemnización de guerra, ni cualquier otra satisfacción internacional, bajo ninguna forma”. No se prometía nada acerca de la eliminación de Huerta aunque ella quedaba implicada; no se decía ni una palabra acerca de las reformas interiores, ni se hacía alusión al saludo exigido a Huerta, el cual nunca fue hecho. Finalmente, el “convenio” no fue firmado por los carrancistas.

Por desagradable que este resultado haya sido para Wilson, contribuyó a asegurar varias ventajas. En primer lugar, se hizo menos probable la guerra entre Estados Unidos y México, y se habló menos de ella. Después aceleró la caída de Victoriano Huerta, el cual tras de “renunciar” el 15 de junio, huyó del país el 20 del mismo mes. El 21 de agosto Carranza ocupó el poder, cosa que también Wilson había deseado. Pero sobre todo, las deliberaciones de las potencias del A.B.C. … con la ayuda norteamericana, y las positivas seguridades dadas por el Presidente acerca de la integridad de México, como lo indica William R. Shepherd en su obra Las naciones hispánicas, contribuyeron a aplacar en la América española las sospechas contra los Estados Unidos, y allanaron el camino para “el concierto del mundo occidental”. El problema de México no fue arreglado, pues debía prolongarse por varios tediosos años, constituyendo siempre una espina en el costado de Wilson, pero fue eclipsado luego por la tremenda explosión de que fue teatro la vieja Europa. Hablando en términos generales, los resultados de la diplomacia de Woodrow Wilson hasta ese punto, cualesquiera que haya sido el yerro y deficiencias de su método, fueron considerados en los Estados Unidos como un “triunfo”. Sin embargo, Wilson no estaba engañado. Se había iniciado la obra, pero estaba lejos de su término. Cuando el diputado Adamson felicitó a su jefe por su “ilimitada y sin par victoria en el asunto de México”, Wilson escribió estas palabras: “Aún es un poco incierto el arreglo final de la situación de México, pero seguramente hemos despejado el escenario y realizado el principio. Con la ayuda de hombres reflexivos, será posible continuar constantemente hasta que el proceso quede terminado.”

Manifiesto a la nación, Plan de Guadalupe y decreto de 12 de diciembre de 1914, expedido en la H. Veracruz por don Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, Encargado del Poder Ejecutivo de la República; en el que hace un sucinto relato de la situación política del país y norma las bases del Gobierno revolucionario. [A. G. N., ramo Revolución.]

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MANIFIESTO A LA NACIÓN Considerando: que el general Victoriano Huerta a quien el presidente constitucional don Francisco I. Madero había confiado la defensa de las instituciones y legalidad de su Gobierno, al unirse a los enemigos rebeldes en armas en contra de ese mismo Gobierno, para restaurar la última dictadura, cometió el delito de traición para escalar el poder, aprehendiendo a los CC. Presidente y Vicepresidente, así como a sus ministros, exigiéndoles por medios violentos la renuncia de sus puestos, lo cual está comprobado por los mensajes que el mismo general Huerta dirigió a los gobernadores de los Estados comunicándoles tener presos a los supremos magistrados de la nación y su Gabinete. Considerando: que los poderes Legislativo y Judicial han reconocido y amparado en contra de las leyes y preceptos constitucionales al general Victoriano Huerta y sus ilegales y antipatrióticos procedimientos; y considerando, por último, que algunos gobiernos de los Estados de la Unión han reconocido al Gobierno ilegítimo impuesto por la parte del ejército que consumó la traición, mandado por el mismo general Huerta, a pesar de haber violado la soberanía de esos mismos Estados, cuyos gobernadores debieron ser los primeros en desconocerlo, los suscritos, jefes y oficiales con mando de fuerzas constitucionalistas, hemos acordado y sostendremos con las armas el siguiente PLAN DE GUADALUPE 1º. Se desconoce al general Victoriano Huerta como Presidente de la República. 2º. Se desconoce también a los poderes Legislativo y Judicial de la Federación. 3º. Se desconoce a los gobiernos de los Estados que aún reconozcan a los poderes federales que forman la actual administración, treinta días después de la publicación de este Plan. 4º. Para la organización del ejército encargado de hacer cumplir nuestros propósitos, nombramos como Primer Jefe del Ejército que se denominará “Constitucionalista”, al ciudadano Venustiano Carranza, Gobernador del Estado de

Coahuila. 5º. Al ocupar el Ejército Constitucionalista la ciudad de México, se encargará interinamente del Poder Ejecutivo el ciudadano Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército, o quien lo hubiere sustituido en el mando. 6º. El Presidente interino de la República convocará a elecciones generales tan luego como se haya consolidado la paz, entregando el poder al ciudadano que hubiere sido electo. 7º. El ciudadano que funja como primer jefe del Ejército Constitucionalista en los Estados cuyos gobiernos hubieren reconocido al de Huerta, asumirá el cargo de Gobernador provisional y convocará a elecciones locales después de que hayan tomado posesión de sus cargos los ciudadanos que hubieren sido electos para desempeñar los altos poderes de la Federación, como lo previene la base anterior. Firmado en la hacienda de Guadalupe, Coahuila, a los 26 días de marzo de 1913. Teniente coronel jefe del Estado Mayor, J. Treviño; teniente coronel del 1er. Regimiento “Libres del Norte”, Lucio Blanco; teniente coronel del 2º Regimiento “Libres del Norte”, Francisco Sánchez Herrera; teniente coronel del 28 Regimiento, Agustín Millán; mayor jefe de “Carabineros de Coahuila”, Cayetano Ramos; mayor del Regimiento “Morelos”, Alfredo Ricaud; 1er. Cuerpo Regional: mayor Pedro Vázquez, mayor Juan Castro, mayor médico Dr. Ríos Zertuche, jefe de la guardia, mayor Aldo Baroni; 1er. Cuerpo Regional: teniente coronel Cesáreo Castro, teniente coronel A. Hostos; 38 Regimiento: mayor Alberto Palacios, capitán primero Santos Dávila Arizpe, capitán primero Ramón Caracas, capitán primero S. Garza Linares, capitán primero Felipe Menchaca, capitán primero Alfredo Breceda, capitán primero Guadalupe Sánchez, capitán primero Gustavo Elizondo, capitán primero F. Méndez Castro, capitán primero F. J. Múgica, capitán primero T. Cantú, capitán primero doctor E. M. Rofaldana Galván, capitán segundo Nemesio Calvillo, capitán segundo Armando Garza Linares, capitán segundo Canuto Fernández, capitán segundo Juan Francisco Gutiérrez, capitán segundo Manuel Charles, capitán segundo Rómulo Zertuche, teniente H. T. Pérez, teniente Antonio Villa, capitán segundo Carlos Osuna, teniente M. González, capitán segundo José Cabrera, teniente B. Blanco, teniente Jesús R. Cantú, teniente José de la Garza, teniente Francisco A. Flores, teniente Jesús González Morín, teniente José E. Castro, teniente Alejandro Garza, teniente F. J. Destenape, teniente José M. Gómez, teniente Pedro A. López, teniente Baltazar M. González, teniente Benjamín Garza, teniente Cenobio León, teniente Venecio López, teniente Petronilo A. López, teniente Ruperto Boone, teniente Ramón J. Pérez, teniente Lucio Dávila, subteniente Álvaro Rábago, subteniente Luis Reyes, subteniente Luz Menchaca, subteniente Rafael Limón, subteniente Reyes Castañeda, subteniente Francisco Ibar, subteniente Francisco Aguirre, subteniente Pablo Aguilar, subteniente A. Cantú, subteniente A. Torres, subteniente A. Amezcua, subteniente Luis Martínez, subteniente Salomé Hernández.

Los que suscribimos, jefes y oficiales de guarnición en esta plaza, nos adherimos y secundamos en todas sus partes el Plan firmado en la hacienda de Guadalupe, Coah., el 26 de los corrientes. Piedras Negras, Coah., marzo 27 de 1913. Jefe de las armas, Gabriel Calzada; jefe de las armas de Allende, A. Barrera; jefe del Cuerpo de Carabineros del Río Grande, mayor R. E. Múzquiz, mayor del cuerpo de A. del D. de Río Grande, mayor Dolores Torres; capitán primero Manuel B. Botella, capitán segundo I. Zamarripa, capitán segundo Julián Cárdenas, capitán primero del Batallón “Leales de Coahuila”, Feliciano Mendoza, teniente J. Flores Santos, teniente Adolfo Treviño, subteniente Juan G. González, capitán segundo Federico Garduño, subteniente A. Lozano Treviño. Los jefes y oficiales en el campo de operaciones de Monclova, se adhieren y secundan el Plan firmado el día de ayer, en la hacienda de Guadalupe: mayor Teodoro Elizondo, capitán primero Ramón Arévalo, capitán segundo Francisco Garza Linares, capitán segundo F. G. Galarza, capitán segundo Miguel Ruiz. DECRETO VENUSTIANO CARRANZA, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista y Encargado del Poder Ejecutivo de la República Mexicana, Considerando Que al verificarse, el 19 de febrero de 1913, la aprehensión del Presidente y Vicepresidente de la República por el ex general Victoriano Huerta, y usurpar éste el Poder Público de la Nación el día 20 del mismo mes, privando luego de la vida a los funcionarios legítimos, se interrumpió el orden constitucional y quedó la República sin Gobierno legal; Que el que suscribe, en su carácter de Gobernador Constitucional de Coahuila, tenía protestado de una manera solemne cumplir y hacer cumplir la Constitución General, y que, en cumplimiento de este deber y de tal protesta, estaba en la forzosa obligación de tomar las armas para combatir la usurpación perpetrada por Huerta, y restablecer el orden constitucional en la República Mexicana; Que este deber le fue, además, impuesto de una manera precisa y terminante, por decreto de la Legislatura de Coahuila, en el que se le ordenó categóricamente desconocer al Gobierno usurpador de Huerta y combatirlo por la fuerza de las armas, hasta su completo derrocamiento; Que en virtud de lo ocurrido, el que suscribe llamó a las armas a los mexicanos patriotas, y con los primeros que lo siguieron formó el Plan de Guadalupe de 26 de marzo de 1913, que ha venido sirviendo de bandera y de estatuto a la Revolución Constitucionalista;

Que de los grupos de militares que se formaron para combatir la usurpación huertista, las Divisiones del Noroeste, Noreste, Oriente, Centro y Sur, operaron bajo la dirección de la Primera Jefatura, habiendo existido entre ésta y aquéllas perfecta armonía y completa coordinación en los medios de acción para realizar el fin propuesto; no habiendo sucedido lo mismo con la División del Norte, que, bajo la dirección del general Francisco Villa, dejó ver desde un principio tendencias particulares y se sustrajo al cabo, por completo, a la obediencia del Cuartel General de la Revolución constitucionalista, obrando por su sola iniciativa, al grado de que la Primera Jefatura ignora todavía hoy, en gran parte, los medios de que se ha valido el expresado general para proporcionarse fondos y sostener la campaña, el monto de esos fondos y el uso que de ellos haya hecho; Que una vez que la Revolución triunfante llegó a la capital de la República, trataba de organizar debidamente el Gobierno provisional y se disponía, además, a atender las demandas de la opinión pública, dando satisfacción a las imperiosas exigencias de reforma social que el pueblo ha menester, cuando tropezó con las dificultades que la reacción había venido preparando en el seno de la División del Norte, con propósito de frustrar los triunfos alcanzados por los esfuerzos del Ejército Constitucionalista; Que esta Primera Jefatura, deseosa de organizar el Gobierno provisional de acuerdo con las ideas y tendencias de los hombres que con las armas en la mano hicieron la Revolución constitucionalista, y que, por lo mismo, estaban íntimamente penetrados de los ideales que venía persiguiendo, convocó en la ciudad de México una asamblea de generales, gobernadores y jefes con mando de tropas, para que éstos acordaran un programa de Gobierno, indicaran en síntesis general las reformas indispensables al logro de la redención social del pueblo, cimentando sobre nuevas bases el orden económico, social y político de la nación, y fijaran la forma y época para restablecer el orden constitucional; Que este propósito tuvo que aplazarse de pronto, porque los generales, gobernadores y jefes que concurrieron a las sesiones de la Convención Militar en la ciudad de México, estimaron conveniente que estuviesen representados en ella todos los elementos armados que tomaron parte en la lucha contra la usurpación huertista, algunos de los cuales se habían abstenido de concurrir a pretexto de falta de garantías y a causa de la rebelión que en contra de esta Primera Jefatura había iniciado el general Francisco Villa, y quisieron para ello trasladarse a la ciudad de Aguascalientes, que juzgaron el lugar más indicado y con las condiciones de neutralidad apetecidas para que la Convención Militar continuase sus trabajos; Que los miembros de la Convención tomaron este acuerdo después de haber confirmado al que suscribe, en las funciones que venía desempeñando, como Primer Jefe de la Revolución constitucionalista y Encargado del Poder Ejecutivo de la República, de que hizo entonces formal entrega para demostrar que no le animaban sentimientos bastardos de ambición personal, sino que, en vista de las dificultades

existentes, su verdadero anhelo era que la acción revolucionaria no se dividiese, para no malograr los frutos de la Revolución triunfante; Que esta Primera Jefatura no puso ningún obstáculo a la traslación de la Convención Militar a la ciudad de Aguascalientes, aunque estaba íntimamente persuadida de que, lejos de obtenerse la conciliación que se deseaba, se había de hacer más profunda la separación entre el jefe de la División del Norte y el Ejército Constitucionalista, porque no quiso que se pensara que tenía el propósito deliberado de excluir a la División del Norte en la discusión sobre los asuntos más trascendentales, porque no quiso tampoco aparecer rehusando que se hiciera el último esfuerzo conciliatorio, y porque consideró que era preciso para bien de la Revolución, que los verdaderos propósitos del general Villa se revelasen de una manera palmaria ante la conciencia nacional, sacando de su error a los que de buena fe creían en la sinceridad y en el patriotismo del general Villa y del grupo de hombres que lo rodean; Que apenas iniciados en Aguascalientes los trabajos de la Convención, quedaron al descubierto las maquinaciones de los agentes villistas, que desempeñaron en aquélla el papel principal, y se hizo sentir el sistema de amenazas y de presión que sin recato se puso en práctica contra los que por su espíritu de independencia y sentimiento de honor, resistían las imposiciones que el jefe de la División del Norte hacía para encaminar a su antojo los trabajos de la Convención; Que, por otra parte, muchos de los jefes que concurrieron a la Convención de Aguascalientes, no llegaron a penetrarse de la importancia y misión verdadera que tenía dicha Convención y, poco o nada experimentados en materias políticas, fueron sorprendidos en su buena fe por la malicia de los agentes villistas y arrastrados a secundar, inadvertidamente, las maniobras de la División del Norte sin llegar a ocuparse de la causa del pueblo, esbozando siquiera el pensamiento general de la Revolución y el programa del Gobierno preconstitucional, que tanto se deseaba; Que, con el propósito de no entrar en una lucha de carácter personalista y de no derramar más sangre, esta Primera Jefatura puso de su parte todo lo que le era posible para una conciliación, ofreciendo retirarse del poder, siempre que se estableciera un Gobierno capaz de llevar a cabo las reformas políticas y sociales que exige el país. Pero no habiendo logrado contentar los apetitos de poder de la División del Norte, no obstante las sucesivas concesiones hechas por la Primera Jefatura, y en vista de la actitud bien definida de un gran número de jefes constitucionalistas que desconociendo los acuerdos tomados por la Convención de Aguascalientes, ratificaron su adhesión al Plan de Guadalupe, esta Primera Jefatura se ha visto en el caso de aceptar la lucha que ha iniciado la reacción que encabeza por ahora el general Francisco Villa; Que la calidad de los elementos en que se apoya el general Villa, que son los mismos que impidieron al presidente Madero orientar su política en un sentido radical, y fueron, por lo tanto, los responsables políticos de su caída, y, por otra

parte, las declaraciones terminantes hechas por el mismo jefe de la División del Norte en diversas ocasiones, de desear que se restablezca el orden constitucional antes de que se efectúen las reformas políticas y sociales que exige el país, dejan entender claramente que la insubordinación del general Villa tiene un carácter netamente reaccionario y opuesto a los fines del movimiento constitucionalista, y tiene el propósito de frustrar el triunfo completo de la Revolución, impidiendo el establecimiento de un Gobierno preconstitucional que se ocupara de expedir y poner en vigor las reformas por las cuales ha venido luchando el país desde hace cuatro años; Que, en tal virtud, es un deber hacia la Revolución y hacia la patria proseguir la Revolución comenzada en 1913, continuando la lucha contra los nuevos enemigos de la libertad del pueblo mexicano; Que, teniendo que subsistir, por lo tanto, la interrupción del orden constitucional, durante este nuevo período de la lucha, debe, en consecuencia, continuar en vigor el Plan de Guadalupe que le ha servido de norma y de bandera hasta que, cumplido debidamente y vencido el enemigo, pueda restablecerse el imperio de la Constitución; Que, no habiendo sido posible realizar los propósitos para que fue convocada la Convención Militar de octubre, y siendo el objeto principal de la nueva lucha, por parte de las tropas reaccionarias del general Villa, impedir la realización de las reformas revolucionarias que requiere el pueblo mexicano, el Primer Jefe de la Revolución constitucionalista tiene la obligación de procurar que cuanto antes se pongan en vigor todas las leyes en que deben cristalizar las reformas políticas y económicas que el país necesita, expidiendo dichas leyes durante la nueva lucha que va a desarrollarse; Que, por lo tanto, y teniendo que continuar vigente el Plan de Guadalupe en su parte esencial, se hace necesario que el pueblo mexicano y el Ejército Constitucionalista conozcan con toda precisión los fines militares que se persiguen en la nueva lucha, que son el aniquilamiento de la reacción que renace encabezada por el general Villa, y los principios políticos y sociales que animan a esta Primera Jefatura, y que son los ideales por los que ha venido luchando desde hace más de cuatro años el pueblo mexicano; Que, por lo tanto, y de acuerdo con el sentir más generalizado de los jefes del Ejército Constitucionalista, de los gobernadores de los Estados y de los demás colaboradores de la Revolución, e interpretando las necesidades del pueblo mexicano, he tenido a bien decretar lo siguiente: Art. 1º. Subsiste el Plan de Guadalupe de 26 de marzo de 1913, hasta el triunfo completo de la Revolución, y, por consiguiente, el C. Venustiano Carranza continuará en su carácter de Primer Jefe de la Revolución constitucionalista y como Encargado del Poder Ejecutivo de la nación, hasta que, vencido el enemigo, quede restablecida la paz.

Art. 2º. El Primer Jefe de la Revolución y Encargado del Poder Ejecutivo, expedirá y pondrá en vigor durante la lucha, todas las leyes, disposiciones y medidas encaminadas a dar satisfacción a las necesidades económicas, sociales y políticas del país, efectuando las reformas que la opinión pública exige como indispensables para establecer un régimen que garantice la igualdad de los mexicanos entre sí; leyes agrarias que favorezcan la formación de la pequeña propiedad, disolviendo los latifundios y restituyendo a los pueblos las tierras de que fueron injustamente privados; leyes fiscales encaminadas a obtener un sistema equitativo de impuestos a la propiedad raíz; legislación para mejorar la condición del peón rural, del obrero, del minero, y, en general, de las clases proletarias; establecimiento de la libertad municipal como institución constitucional; bases para un nuevo sistema de organización del ejército; reformas de los sistemas electorales para obtener la efectividad del sufragio; organización del Poder Judicial independiente, tanto en la Federación como en los Estados; revisión de las leyes relativas al matrimonio y al estado civil de las personas; disposiciones que garanticen el estricto cumplimiento de las Leyes de Reforma; revisión de los Códigos Civil y Penal y de Comercio; reformas del procedimiento judicial, con el propósito de hacer expedita y efectiva la administración de justicia; revisión de las leyes relativas a explotación de minas, petróleo, aguas, bosques y demás recursos naturales del país, para destruir los monopolios creados por el antiguo régimen y evitar que se formen otros en lo futuro; reformas políticas que garanticen la verdadera aplicación de la Constitución de la República, y, en general, todas las demás leyes que se estimen necesarias para asegurar a todos los habitantes del país la efectividad y el pleno goce de sus derechos, y la igualdad ante la ley. Art. 3º. Para poder continuar la lucha y para llevar a cabo la obra de reforma a que se refiere el artículo anterior, el jefe de la Revolución queda expresamente autorizado para convocar y organizar el Ejército Constitucionalista y dirigir las operaciones de la campaña; para nombrar a los gobernadores y comandantes militares de los Estados y removerlos libremente, para hacer las expropiaciones, por causa de utilidad pública que sean necesarias para el reparto de tierras, fundación de pueblos y demás servicios públicos; para contratar empréstitos y expedir obligaciones del Tesoro Nacional, con indicación de los bienes con que han de garantizarse; para nombrar y remover libremente a los empleados federales de la administración civil de los Estados, Territorios y Distrito Federal; para organizar las Secretarías de Estado y fijar las atribuciones de cada una de ellas; para hacer, directamente o por medio de los jefes que al efecto autorice, las requisiciones de tierras, edificios, armas, caballos, vehículos, provisiones y demás elementos de guerra; y para establecer condecoraciones y decretar recompensas por servicios prestados a la Revolución. Art. 4º. Al triunfo de la Revolución, reinstalada la Suprema Jefatura en la ciudad de México y después de efectuadas las elecciones de Ayuntamientos en la mayoría

de los Estados de la República, el Primer Jefe de la Revolución como Encargado del Poder Ejecutivo, convocará a elecciones para el Congreso de la Unión, fijando en la convocatoria las fechas y los términos en que dichas elecciones habrán de celebrarse. Art. 5º. Instalado el Congreso de la Unión, el Primer Jefe de la Revolución dará cuenta ante él, del uso que haya hecho de las facultades de que por el presente se halla investido, y especialmente le someterá las reformas expedidas y puestas en vigor durante la lucha, con el fin de que el Congreso las ratifique, enmiende o complemente, y para que eleve a preceptos constitucionales aquellas que deban tener dicho carácter antes de que se restablezca el orden constitucional. Art. 6º. El Congreso de la Unión expedirá las convocatorias correspondientes para la elección de Presidente de la República, y una vez efectuada ésta, el Primer Jefe de la Revolución entregará al electo el Poder Ejecutivo de la nación. Art. 7º. En caso de falta absoluta del actual jefe de la Revolución, y mientras los generales y gobernadores procedan a elegir al que debe sustituirlo, desempeñará transitoriamente la Primera Jefatura el jefe del Cuerpo de Ejército del lugar donde se encontrare el Gobierno revolucionario al ocurrir la falta del Primer Jefe. Constitución y Reformas. H. Veracruz, diciembre 12 de 1914. Venustiano Carranza.

Síntesis histórica, escrita por el señor Aristeo Gómez Treviño, en la H. Veracruz, el 26 de marzo de 1915, desde el derrocamiento de don Francisco I. Madero, Presidente de la República, hasta la iniciación del movimiento constitucionalista en el Estado de Coahuila, por don Venustiano Carranza, y formulación del Plan de Guadalupe, el 26 de marzo de 1913, secundándolo los Estados de Sonora y Chihuahua. Contiene una importante bibliografía. [A. I. F., F9-41-IV.]

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PLAN DE GUADALUPE I “Quiero llamaros la atención sobre el hecho de que no deben considerarse como amenazas a la patria únicamente las invasiones de un pueblo extranjero, que el patrimonio que nos legaron nuestros mayores no es solamente el territorio nacional. También nos legaron una Constitución, de la cual nos enorgullecemos los mexicanos, y un legado de leyes que nos pone a la cabeza de los pueblos más cultos y civilizados de la tierra. Debemos, pues, defender con el mismo ardor con que defendemos nuestras fronteras, nuestras instituciones y nuestras leyes.”[1] Francisco I. Madero. 1 Era el 18 de febrero de 1913. La hora de la “regresión a nuestra vergonzosa y atrasada época de los cuartelazos” hubo de sonar para México, informada en la traición del general Victoriano Huerta, “mal soldado, enemigo de nuestra patria y nuestras libertades que volvió contra ella la espada con que la nación armara su brazo en apoyo de la legalidad y del orden”. 2 “En vista de las circunstancias por que atraviesa la nación y muy particularmente en estos últimos días la capital de la República, he asumido el Poder Ejecutivo, y en espera de que las Cámaras de la Unión se reúnan desde luego para determinar sobre la situación política actual, tengo detenidos en el Palacio Nacional al señor Francisco I. Madero y su Gabinete.”

3 Tal manifestación hacía el hombre ambicioso, que acto continuo expresaba al brigadier Félix Díaz “sus buenos deseos para que los elementos por ellos representados, fraternizaran”. 4 De aquí resultó que convinieran ambos en “quedar encargados, mientras tanto se solucionaba y resolvía la situación legal, de los elementos y autoridades de todo género, quedando bien entendidos de que el primero asumiría, antes de 72 horas, la Presidencia provisional de la República, y de que el segundo quedaba en libertad de emprender sus trabajos en el sentido de los compromisos con su partido, en la próxima elección, propósito que éste deseaba expresar claramente, comprometiéndose, por último, los elementos por ellos representados a impedir por todos los medios cualquier intento para el restablecimiento de aquel poder”. 5 El monstruoso atentado había quedado consumado, el grupo de ambiciosos, la reacción, había triunfado, “significando para el ejército la pérdida de su honor; significando para el país la vuelta de la dictadura; significando para el pueblo la bancarrota de sus derechos; significando para México el eclipse de sus libertades políticas y el naufragio de sus sagradas instituciones”. II Al día siguiente los diputados adictos al movimiento que se provocara como queda relatado, por las clases conservadoras en el país, para derrumbar aquel Gobierno legítimamente constituido, netamente constitucional, comprendiendo cuál debía ser su intervención en el caso, y que no fuera otra sino obtener que se cumpliera con las fórmulas anómalas e ilegales con que se revistió la usurpación, “atentos a lo sucedido el día siguiente”, suscribieron una convocatoria a sus compañeros, ya que consideraban “indispensable y salvador para el país la reunión de ambas Cámaras”, y por consiguiente, eran citados al mismo tiempo que los senadores para las nueve de la mañana del propio día, con el fin de reunirse a deliberar en el edificio de la Cámara de Diputados. 6

Bueno es apuntar en este capítulo cómo debido a las libertades públicas de que disfrutara la nación mexicana al advenimiento del Gobierno democrático de don Francisco I. Madero, el elemento porfirista y reaccionario hubo de lograr introducirse en el sagrado recinto de las Cámaras Legisladoras, para dar pábulo a su obra de obstrucción y retroceso, menoscabando de esta suerte las labores de los hombres honrados y de buena fe, que integraban las propias Cámaras. Ironía cruel, los demoledores y conculcadores por tantos años de los derechos del pueblo, convertidos en representantes del pueblo; en depositarios de los derechos del pueblo. III El general Huerta, la noche del mismo día 18, comunicó por medio de un mensaje circular dirigido a todos los gobernadores de los Estados, que “con autorización del Senado se había hecho cargo del Poder Ejecutivo Federal, estando presos el señor Presidente de la República y todo su Gabinete”.[2] El Gobernador Constitucional del Estado de Coahuila, don Venustiano Carranza, tan luego como llegó a su poder y conocimiento el mensaje que se hace referencia y que llevara tan tremenda noticia, llamó a su casa particular en la ciudad de Saltillo a los miembros del Congreso del propio Estado, con el objeto de darles a conocer el contenido de la comunicación del usurpador. A esta junta asistieron los señores diputados don Epigmenio Rodríguez, ingeniero don Vicente Dávila, don Gabriel Calzada y don José García Rodríguez, así como los señores don Ernesto Meade Fierro, oficial mayor del Congreso, don Alfredo Breceda y los militares coronel Alberto Guajardo, teniente coronel Luis G. Garfias y mayores Antonio Delgadillo y Jacinto B. Treviño. El gobernador, señor Carranza, cuando hubo dado lectura al documento fue interpelado por el diputado Calzada, para que hiciera conocer a los asistentes su opinión acerca del mensaje, habiendo sido la respuesta de dicho señor que “en ningún caso tiene el Senado facultades constitucionales para hacer tal designación [la de Presidente de la República], cualesquiera que sean las circunstancias y los sucesos que hayan ocurrido en la ciudad de México, con motivo de la sublevación del brigadier Félix Díaz, y generales Mondragón y Reyes, y cualquiera que sea también la causa de la aprehensión del señor Presidente y sus ministros es al Congreso General a quien toca reunirse para convocar inmediatamente a elecciones extraordinarias, según lo previene el artículo 81 de nuestra Carta Magna”.[2] El diputado aludido, señor Calzada, hizo suya la anterior opinión y pronto los ánimos de los demás miembros de la Legislatura se unificaron en el mismo sentido. Después de hacer otras consideraciones se dio por terminada la junta, habiendo tomado en ella el acuerdo de que el Congreso celebraría al día siguiente una sesión extraordinaria, con el fin de que conociera de una iniciativa del Ejecutivo que sería

hecha con los siguientes puntos: 1º El Gobierno del Estado desconocería al general Victoriano Huerta en su carácter de jefe del Poder Ejecutivo de la República, que decía él haberle sido conferido por el Senado; 2º Se concederían facultades extraordinarias al Ejecutivo del Estado, en todos los ramos de la administración pública, para que suprimiera los que creyera convenientes y procediera a armar fuerzas para coadyuvar al sostenimiento del orden constitucional en la República; y 3º Se excitaría a los gobiernos de los demás Estados de la Federación y a los jefes de las fuerzas federales, rurales y auxiliares, a secundar la actitud del Gobierno del Estado.[7] Era ya la medianoche. El movimiento constitucionalista se había iniciado de esta manera y en tal virtud en el Estado de Coahuila, cuyo Gobierno “en debido acatamiento a los soberanos mandatos de nuestra Constitución Política mexicana, y en obediencia a nuestras instituciones, fiel a sus deberes y animado del más puro patriotismo, se ve en el caso de desconocer y rechazar aquel incalificable atentado a nuestro pacto fundamental y en el deber de declararlo así, a la faz de toda la nación, invitando por medio de esta circular, a los gobiernos, a todos los jefes de los Estados de la República, a ponerse al frente del sentimiento nacional justamente indignado, y desplegar la bandera de la legalidad, para sostener al Gobierno constitucional, emanado de las últimas elecciones verificadas de acuerdo con nuestras leyes de 1910”.[2] IV El 19 de febrero se dio cumplimiento por el Gobierno de Coahuila a los acuerdos que se mencionan en el capítulo anterior. El Congreso expidió el decreto correspondiente; el Ejecutivo se dirigió a los gobernadores, y se hace pública en la ciudad de Saltillo, en las primeras horas de la mañana, la situación del país y los documentos en que aparecía la resolución de las autoridades políticas del Estado. Don Venustiano Carranza se aprestó a dar las primeras providencias para la organización del movimiento en contra de la usurpación. Las fuerzas del Estado estaban operando en Chihuahua, al mando del teniente coronel don Pablo González, que acampaba a la sazón en Meoqui, y como primera disposición debía movilizarse a Monclova, inmediatamente. En Saltillo el teniente coronel Garfias organizaba un regimiento con oficialidad federal, y por lo mismo ésta era insegura en aquellas circunstancias. El cuerpo apenas contaba con unas 200 plazas; pero sobre todo se carecía de elementos de guerra; no había armas ni parque. El general Fernando Trucy Aubert guarnecía La Laguna. El señor Carranza conferenció con este jefe federal por medio del telégrafo; mas no aceptó secundar el movimiento de que se hace mérito. La situación de los constitucionalistas era delicada en aquellos instantes.

El día 22, Domingo de Ramos, optaron los hombres de aquel momento en desalojar la ciudad. Sirven de escolta a los poderes de Coahuila 200 hombres. En su marcha van aceptando los servicios de los ciudadanos que se presentan. Llegan a Arteaga, donde se da la primera organización a las fuerzas. El jefe de la Revolución designa a su Estado Mayor cuyos miembros entran como sigue: Teniente coronel, jefe de E. M., Jacinto B. Treviño; capitán primero, secretario, Alfredo Breceda; capitán primero, preboste, Rafael Saldaña Galván; capitán primero, ayudante, Francisco J. Múgica; capitán primero, ayudante, Francisco J. Flores; teniente, subayudante, Lucio Dávila; teniente, subayudante, Juan Dávila. El mayor Aldo Baroni fue nombrado jefe de la guardia. La columna constitucionalista siguió a Ramos Arizpe y de este punto a Anhelo, donde fue atacada vigorosamente por tropas federales en número mayor. Con esta causa tuvo lugar una acción de guerra que duró desde las diez de la mañana hasta las cuatro de la tarde de uno de los primeros días del mes de marzo. De este punto se movilizó el señor Carranza hacia el rumbo de Espinazo, pasando en seguida a Baján con el fin de dirigirse a Monclova, punto objetivo de aquellas movilizaciones. El señor Carranza, dejando sus fuerzas y acompañado de su Estado Mayor, de su escolta y del teniente coronel Lucio Blanco, acudió a reunirse con el teniente coronel don Pablo González, que ya se encontraba en Monclova. Algunos días más tarde los jefes del movimiento regresaron a Baján, quedando en la ciudad que ocupaban una corta guarnición al mando del teniente coronel don Emilio Salinas. La Revolución constitucionalista contaba con 1 200 hombres. El teniente coronel González toma el rumbo del Estado de Nuevo León [se dirige a Lampazos] al frente de 300 patriotas, y don Venustiano Carranza retrocede a atacar Saltillo, a mediados del mes de marzo. En la noche del 21 al 22 del mismo mes se iniciaron las operaciones de asalto sobre la ciudad indicada, las cuales duraron 36 horas consecutivas, y no habiendo logrado realizar la toma de Saltillo se retiraron los constitucionalistas tomando la cuesta del Cabrito. Habían quedado en la acción 300 revolucionarios, entre muertos y heridos. La lucha por la legalidad cobraba intensidad. V Siguen aún los constitucionalistas en la cuesta del Cabrito. Una columna de soldados federales ataca en este punto y es rechazada. El señor Carranza, al frente de sus hombres, toma el camino para Santo Domingo, pasa a Acatita, y llega a la hacienda de Guadalupe, jurisdicción del Distrito de Monclova y propiedad de don Marcelino Garza, donde se detiene a acampar al oscurecer el día 25 de marzo. Al día siguiente, a las primeras horas de la mañana, el capitán Breceda,

secretario particular del señor Carranza, escucha de este señor la orden terminante de que deberá escribir: infórmase el señor Breceda acto continuo que se trata de redactar el Plan de la Revolución constitucionalista; tal es el deseo del jefe informado en la necesidad de tener un documento de ese carácter. El jefe dictó algunos momentos después a su secretario el contenido de las cláusulas del Plan. Cuando el señor Breceda tuvo en su poder el documento de referencia, lo dio al capitán Múgica [que tenía letra más clara] para que lo escribiera. Una vez obtenido esto último se tocó en el campamento de Guadalupe la llamada de jefes y oficiales, con el fin de reunir a éstos para que discutieran el proyecto del Plan, y caso de aprobarse, firmarlo, como se debía. Se reunieron los convocados en una sala de la casa del administrador de la hacienda, donde los capitanes Breceda y Múgica dan a conocer el objeto de la junta. La asamblea pasa a deliberar previo el nombramiento de una mesa directiva de los debates. El teniente coronel Blanco preside, el capitán Múgica toma asiento a su lado en calidad de secretario. El Plan es aprobado en lo general y pasa a discutirse en lo particular. Aquí el acaloramiento de los miembros de la asamblea no tiene límites, cobra actitudes colosales, Blanco, Múgica, Treviño, Saldaña Galván, Breceda, Baroni, hablan, hablan; hablan todos. De la discusión surgió la necesidad y la conveniencia de agregar al artículo 3º la siguiente frase final: “30 días después de la publicación de este Plan”, juntamente con los considerandos que figuran en éste, los cuales fueron redactados y presentados a la consideración de la asamblea por el capitán primero Francisco J. Múgica. La discusión había dado término. Don Venustiano Carranza había recorrido mientras tanto toda la extensión de la hacienda de Guadalupe. La tarde del día 26 de marzo de 1913 caía; el Plan de Guadalupe había quedado firmado. Su contenido estaba en el alma del pueblo en la forma de una suprema aspiración, de un gran sentimiento: demoler la barrera que dio franco paso a los que nuevamente hacían sucumbir el Derecho con la sinrazón de la fuerza. La vida de la Revolución constitucionalista estaba en dicho documento. Helo aquí: “Considerando que el general Victoriano Huerta a quien el Presidente Constitucional don Francisco I. Madero había confiado la defensa de las instituciones y legalidad de su Gobierno, al unirse a los enemigos rebeldes en armas en contra de ese mismo Gobierno, para restaurar la última dictadura, cometió el delito de traición para escalar el poder, aprehendiendo a los CC. Presidente y Vicepresidente, así como a sus ministros, exigiéndoles por medios violentos la renuncia de sus puestos, lo cual está comprobado por los mensajes que el mismo general Huerta dirigió a los gobernadores de los Estados comunicándoles tener presos a los supremos magistrados de la nación y su Gabinete. Considerando: que los poderes Legislativo y Judicial han reconocido y amparado en contra de las leyes y preceptos

constitucionales al general Victoriano Huerta y sus ilegales y antipatrióticos procedimientos; y considerando, por último, que algunos gobiernos de los Estados de la Unión, han reconocido al Gobierno ilegítimo impuesto por la parte del ejército que consumó la traición mandada por el mismo general Huerta, a pesar de haber violado la soberanía de esos mismos Estados, cuyos gobernantes debieron ser los primeros en desconocerlo, los suscritos, jefes y oficiales con mando de fuerzas constitucionalistas, hemos acordado y sostendremos con al armas [sic] el siguiente PLAN 1º. Se desconoce al general Victoriano Huerta como Presidente de la República. 2º. Se desconoce también a los poderes Legislativo y Judicial de la Federación. 3º. Se desconoce a los gobiernos de los Estados que aún reconozcan a los Poderes Federales que forman la actual administración, treinta días después de la publicación de este Plan. 4º. Para la organización del ejército encargado de hacer cumplir nuestros propósitos, nombramos como Primer Jefe del Ejército que se denominará ‘Constitucionalista’, al ciudadano Venustiano Carranza, Gobernador del Estado de Coahuila. 5º. Al ocupar el Ejército Constitucionalista la ciudad de México, se encargará interinamente del Poder Ejecutivo el ciudadano Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército, o quien lo hubiere sustituido en el mando. 6º. El Presidente interino de la República convocará a elecciones generales tan luego como se haya consolidado la paz, entregando el poder al ciudadano que hubiere sido electo. 7º. El ciudadano que funja como primer jefe del Ejército Constitucionalista en los Estados cuyos gobiernos hubieren reconocido al de Huerta asumirá el cargo de Gobernador provisional y convocará a elecciones locales, después de que hayan tomado posesión de sus cargos los ciudadanos que hubieren sido electos para desempeñar los altos Poderes de la Federación, como lo previene la base anterior.” Firmado en la hacienda de Guadalupe, Coahuila, a los 26 días de marzo de 1913. Teniente coronel jefe de Estado Mayor, J. Treviño; teniente coronel del 1er. Regimiento “Libres del Norte”, Lucio Blanco; teniente coronel del 2º Regimiento “Libres del Norte”, Francisco Sánchez Herrera; teniente coronel del 28 Regimiento, Agustín Millán; mayor jefe de “Carabineros de Coahuila”, Cayetano Ramos; mayor del Regimiento “Morelos”, Alfredo Ricaut; 1er. Cuerpo Regional: mayor Pedro Vázquez, mayor Juan Castro, mayor médico Daniel Ríos Zertuche, jefe de la guardia, mayor Aldo Baroni; 1er. Cuerpo Regional: teniente coronel Cesáreo Castro, teniente coronel A. Portas; 38 Regimiento: mayor Alberto Palacios, capitán primero Santos Dávila Arizpe, capitán primero Ramón Caracas, capitán primero S. Garza Linares, capitán primero Felipe Menchaca, capitán

primero Felipe Breceda, capitán primero Guadalupe Sánchez, capitán primero Gustavo Elizondo, capitán primero T. Méndez Castro, capitán primero Francisco J. Múgica, capitán primero T. Cantú, capitán primero Rafael Saldaña Galván, capitán segundo Nemesio Calvillo, capitán segundo Armando Garza Linares, capitán segundo Canuto Fernández, capitán segundo Juan Francisco Gutiérrez, capitán segundo Manuel Charles, capitán segundo Rómulo Zertuche, teniente H. T. Pérez, teniente Antonio Villa, capitán segundo Carlos Osuna, teniente Manuel W. González, capitán segundo José Cabrera, teniente V. Blanco, teniente Jesús R. Cantú, teniente José de la Garza, teniente Francisco A. Flores, teniente Jesús González Morín, teniente José E. Castro, teniente Alejandro Garza, teniente F. J. Destenabe, teniente José N. Gómez, teniente Pedro A. López, teniente Baltasar M. González, teniente Benjamín Garza, teniente Cenobio León, teniente Venecio López, teniente Petronilo A. López, teniente Ruperto Boone, teniente Ramón J. Pérez, teniente Lucio Dávila, subteniente Rafael Limón, subteniente Álvaro Rábago, subteniente Luis Reyes, subteniente Luz Menchaca, subteniente Reyes Castañeda, subteniente Francisco Ibarra, subteniente Francisco Aguirre, subteniente Pablo Aguilar, subteniente A. Cantú, subteniente A. Torres, subteniente A. Amezcua, subteniente Luis Martínez, subteniente Salomé Hernández, teniente Juan Dávila. VI La aurora del día 27 de marzo coincide con la salida de los constitucionalistas de la histórica hacienda. Van, segunda vez, hacia Monclova; pero pasan por Acatita de Baján, lugar que el jefe de la Revolución conoce desde su niñez, que sigue conociendo en los años de su juventud y que conoce ahora, y ¿cómo no hacer memoria de aquel episodio desarrollado en este sitio en un día de nuestra larga lucha de Independencia, en un día de “esa época fecunda de desastres y en grandezas, en heroicas virtudes y en crímenes sin nombre”,[9] un día en el cual el caudillo de la causa popular, don Miguel Hidalgo, cae en poder de los realistas merced a la traición de Elizondo?, y ¿cómo no había de platicar el señor Carranza a sus soldados que aquella causa por la que murió Hidalgo hacía un siglo, era la misma que llevara en su bandera el Ejército Constitucionalista…? Don Venustiano Carranza recorre en compañía de sus adictos esta sombría página de nuestra historia. Queda instalado en la ciudad de Monclova, por esta fecha, el Cuartel General de los revolucionarios. VII En Sonora también se lucha por la causa de la legalidad. El Gobernador Constitucional del Estado vacila al conocer los trágicos sucesos

de febrero de 1913, desarrollados en la ciudad de México. Él necesita ante todo salvar su riqueza. A los pocos días de aquellos acontecimientos abandona el Gobierno, obligado, además, por fuerte presión revolucionaria, y hace entrega del poder al hombre de Sonora; el C. Ignacio L. Pesqueira, a quien acompaña un Congreso que ha estado a favor, en todo momento, del movimiento iniciado en Coahuila; Congreso que también desconoció a Huerta, que también estuvo en contra de la usurpación. Pero los poderes de Sonora sí tienen soldados para hacer respetar su decisión desde un principio, esto es, al desplegar la bandera de la Constitución. El coronel don Álvaro Obregón manda la División del Norte; el de igual grado don Salvador Alvarado, la División del Centro; el jefe don Benjamín Hill está al frente de la División del Sur. Sonora tiene 5 000 hombres y tres jefes patriotas y guerreros. En el Estado de Chihuahua, el Gobernador Constitucional, don Abraham González, muere algunos días después del atentado de febrero. Los movimientos revolucionarios en esta entidad no toman incremento, habiendo en esa virtud, en los límites del territorio de Chihuahua, diversas partidas que son al mando de varios jefes, las cuales hacen aproximadamente unos 200 hombres y cuyas tendencias no están uniformadas. VIII Mas era de ingente necesidad que la Revolución se unificara en el país. Los Estados del Norte, de Sonora, Chihuahua y Coahuila, en los que la Revolución tenía la intensidad que he indicado, enviaron representantes con amplísimas facultades, a la Convención que se llevó a cabo en la ciudad de Monclova, Coahuila, el 18 de abril de 1913. Los delegados fueron los señores don Adolfo de la Huerta, con la representación del Congreso del Estado de Sonora, y el señor don Roberto V. Pesqueira, con la del Ejecutivo del mismo; el señor doctor don Samuel Navarro, en representación de los elementos revolucionarios del Estado de Chihuahua, y el señor don Alfredo Breceda que tuvo la del Estado de Coahuila. Para presidir las juntas de la Convención, por acuerdo unánime de sus miembros, fue llamado el señor don Venustiano Carranza, Gobernador del Estado en cuyo territorio se celebraba la Convención. Después de tres días de sesiones se determinaron en la Convención los tres siguientes puntos: Primero, se aceptó en todas sus partes el Plan de Guadalupe; Segundo, se acordó la unión de los Estados representados para formar con sus respectivas fuerzas un solo ejército; Tercero, se obtuvo que el C. Venustiano Carranza protestara cumplir el Plan de Guadalupe y reconociera los acuerdos anteriores.[10] El C. Venustiano Carranza quedaba desde el día que dieron término las labores de la Convención de Monclova, con el carácter de Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, y comenzaba, en consecuencia, a hacer uso de las facultades que

le concede el Plan de Guadalupe. El Congreso del Estado de Sonora expidió y promulgó la ley de 19 de agosto de 1913, en la que el Gobierno del Estado ratifica su adhesión al Plan de Guadalupe.[11] La Legislatura local llega a darle a dicho Plan la interpretación jurídica que expreso en seguida: “Es un documento que por razón de su carácter produce efectos generales en todo el país, pues debe conceptuarse como Ley Suprema de la Nación, en virtud del desconocimiento de los Poderes de la Unión, y de los gobernadores de los Estados que reconocieron el régimen emanado de la violencia.”[12] Los propósitos y la trascendencia de la Revolución constitucionalista quedaban determinados y fuera de ser puestos en tela de juicio. IX “Los elementos de reivindicación y de sed de justicia”[13] luchan todavía sosteniendo la bandera de la nacionalidad mexicana. La Revolución aún no ha terminado; aún están en pie las causas y los problema que la informan. Mas “todo despotismo es impotente a la larga para imponerse a un pueblo que sabe defender sus intereses y derechos”.[14] Cuando hayan sido decretadas por el Gobierno constitucionalista en su encadenamiento íntimo, y según los principios de derecho en que se funda la verdad jurídica, todas las reformas legislativas que protejan de la manera más eficaz los derechos y la libertad de cada uno, de tal suerte que ellas afiancen en el país entero la seguridad que provea al bien general de los individuos, entonces, quizá solamente entonces, México pasará a figurar, sin ambages, entre las naciones que le son congéneres, como una de las mejor regidas y gobernadas; y consciente de su destino en el futuro asegurará su existencia, sobre aquellas bases, llegando a consagrar, en consecuencia, el documento histórico de 26 de marzo de 1913: el Plan de Guadalupe. H. Veracruz, 26 de marzo de 1915. Aristeo Gómez Treviño.

[NOTA: Documentos consultados y noticias de las fuentes respectivas]: [1] Discurso del presidente Madero. El Imparcial, 3 de junio de 1912. [2] Circular del señor Carranza. “Decretos y demás disposiciones del Ejército Constitucionalista”. [3] Manifiesto del general Huerta. 18 de febrero de 1913. La decena roja. [4] Pacto de Huerta y Díaz, fecha y folleto documento anterior. [5] Proclama de los estudiantes del complot de Xochimilco, D. F., 22 de abril de 1913. Proceso instruido en el Juzgado 2º de Distrito. [6] Convocatoria de los diputados reaccionarios. 19 de febrero de 1913. La decena roja. [7] Decreto del Congreso de Coahuila. 19 de febrero de 1913. “Decretos, etc.”. [8] Dictamen de la Comisión Especial. Sesión del 18 de agosto de 1913. El Estado de Sonora. Tomo V. [9] México a través de los siglos. Tomo III. Introducción.

Informe del diputado De la Huerta. Sesión del 28 de julio de 1913. El Estado de Sonora. Tomo V. Ley que ratifica la adhesión del Estado de Sonora. El Estado de Sonora. Tomo V. Acta. Sesión del 19 de agosto de 1913. El Estado de Sonora. Tomo V. [13] Carranza y la Revolución de México. Libro de González Blanco. [14] “Decreto y demás disposiciones del Ejército Constitucionalista”. [10] [11] [12]

Carta del señor Sam Navarro, fechada en Piedras Negras, Coahuila, presentándole a don Venustiano Carranza un proyecto de Programa Político, y comentarios a cada uno de los artículos del Plan de Guadalupe. [A. I. F., F9-70-24.]

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Piedras Negras, abril 10 de 1913. Señor don Venustiano Carranza, Gobernador del Estado de Coahuila. Monclova, Coah. Señor de mi afecto y respeto: Por el hecho de haber estado en aptitud de cambiar impresiones con los elementos más conscientes del movimiento constitucionalista en los Estados de Chihuahua, Sonora y Coahuila, así como con nuestros amigos de la ciudad de México que se encuentran entre nosotros, creo haberme formado una idea bastante precisa de las aspiraciones del pueblo, así como de la tarea inmensa que tendrá que realizar el que deba estar al frente de los destinos de la Revolución, primero, y más tarde al frente de los destinos de la República. En la convención preliminar que tuvo lugar en El Paso, haciéndome eco del sentir general, y especialmente del de algunos de los elementos de Sonora (cuya actitud pude apreciar), presenté a la consideración de los delegados unas bases generales, las que fueron ampliamente discutidas, después de lo cual se acordó fueran sometidas a la consideración de usted y de nuevo tratadas en su presencia. La junta de Chihuahua en sesión posterior las discutió nuevamente y determinó que desde luego se aceptara en todas sus partes el Plan de Guadalupe, a reserva de aceptar posteriormente las modificaciones que la Convención le hiciera de acuerdo con usted. Según acuerdo de la Convención de El Paso, fui comisionado para venir desde luego con usted a enterarlo de lo que había pasado y presentarle al mismo tiempo el proyecto de Programa Político que había yo arreglado, con el objeto de que usted hubiera ya hecho su estudio de los diversos artículos cuando la Convención se reuniera de nuevo en su presencia. Cumpliendo con este acuerdo me encuentro en ésta y por si no me fuere posible llegar hasta usted escribo la presente, que reproduce con exactitud lo que diría a usted de palabra. Va adjunto el proyecto de Programa redactado en ocasión de la convención preliminar de El Paso. Paso ahora a hacer los comentarios consiguientes a cada uno de los artículos del Plan de Guadalupe o del proyecto que se somete a su consideración: Artículo 1º. Este artículo desconoce exclusivamente al general Huerta y en honor de la precisión de los términos y en obvio de futuras interpretaciones torcidas, creemos debe reformarse en un sentido más amplio y concreto, que ahorre nuevas

protestas a propósito de los falsos presidentes que sucederán indefectiblemente a Huerta. Artículo 2º. Al desconocer el Poder Legislativo y Judicial de la Federación, creemos que debe precisarse de tal manera que se entienda que se le desconoce como cuerpo colegiado, dejando a salvo los derechos que a su curul tengan aquellos diputados que hayan rechazado valientemente la tiranía de Huerta. Evitando en lo posible se cometa una injusticia con los nuestros, podría agregársele al artículo 2º un inciso redactado más o menos en la siguiente forma: Todos los miembros, tanto de las Cámaras como del Poder Judicial que se hayan adherido, en el momento de la publicación de este Plan, a la causa constitucionalista y se encuentren de una manera inequívoca en el campo de la lucha, conservarán sus derechos a los puestos de los que volverán a tomar posesión cuando se instale el nuevo Gobierno electo. Artículo 3º. Al desconocer este artículo los gobiernos de los Estados que se hayan sometido al régimen de Huerta, debe precisar que desconoce a los tres poderes para evitar interpretaciones falsas que puedan dar lugar a dificultades en los difíciles momentos de la reorganización del Gobierno; se hará igual salvedad respecto de aquellos funcionarios que no hayan traicionado la causa en lo que se refiere a la conservación de sus puestos hasta el término legal de sus períodos. Artículo 4º. Al firmar usted el Programa Político no podría declararse a sí mismo jefe del movimiento constitucionalista en primera persona, habría pues que hacerlo en tercera o hacer una declaración impersonal, en cuyo caso la designación suya como jefe del ejército y de la causa se haría por medio de proclamas lanzadas por todos los que se adhieran a la causa, en la misma forma que lo hace el ejército de Coahuila, en el mismo Plan de Guadalupe. Artículo 5º. Al discutir el punto de la Presidencia interina, en Sonora algunos jefes militares expresaron la opinión de que el Presidente interino no pudiera presentarse como candidato en las elecciones a las que él convocara y que así se expresara en el Plan, para quitar todo carácter personalista al movimiento, pero aceptando al mismo tiempo que era muy peligroso dejar en manos de una segunda persona “quizá no muy adicta, el porvenir de la causa en los difíciles momentos de las elecciones”, creían conveniente se especificara en el Plan que el interinato se prolongaría por todo el tiempo que falta para que expire el plazo del señor Madero; es decir, por tres años. Como usted comprende, a este respecto las opiniones varían hasta lo infinito y juzgo que será usted quien deberá resolver, a la postre, la forma en que deberán sucederse los acontecimientos de los períodos revolucionarios y del interinato y quiénes serán las personas que deban estar al frente de los destinos de la República en tan difíciles momentos. Se concreta, pues, el artículo 7º del proyecto del Plan de la Convención de El Paso, a indicar a usted una opinión, que si no está bien fundada, sí debe ser tomada en consideración por usted, que es quien más debe estar al tanto de las opiniones de los que le secundan en el movimiento constitucionalista.

Artículo 7º. La forma en que está redactado este artículo podrá quizá ocasionar dificultades de alguna trascendencia para la buena marcha de los negocios. Creemos conveniente que el jefe del movimiento constitucionalista en los Estados no sea un jefe militar que se haya distinguido en la campaña, sino una persona nombrada por usted como jefe del movimiento constitucionalista, escogiéndolo ya sea entre los jefes militares o entre los civiles más prestigiados en la localidad y que desde luego sean decididos partidarios de la causa. El Plan de San Luis Potosí previó sabiamente este punto nombrando gobernadores provisionales y la experiencia demostró que aquellos Estados que fueron regidos por los gobernadores provisionales nombrados, fueron los que menos dificultades ocasionaron cuando llegó el momento de las elecciones. Más aún, en el Estado de Chihuahua y así como en él en otras partes, se presentará el siguiente conflicto: hay o habrá un jefe militar de prestigio y de esfuerzo que no podrá por carencia de intelectualidad desempeñar las difíciles labores de gobernante y en cambio existen personalidades de prestigio que realizarán más fructuosamente los ideales de la causa. Por último, podrá suceder también, que en algún Estado existan varios jefes militares en iguales condiciones de prestigio y con los mismos elementos de fuerza que se disputarían por todos los procedimientos la primera magistratura de su Entidad Federativa. Además de estas observaciones, el proyecto de Programa Político que por mi conducto se somete a su consideración, encierra algunas cláusulas que me permito detallar a usted en sus fundamentos y tendencias. Se habla en él de una convención de delegados de los jefes militares de todos los Estados de la República que se reunirá, con el nombre de Gran Convención Nacional en la ciudad de México y, en nombre de los elementos que represente, revestirá al Presidente interino de las facultades extraordinarias que él juzgue convenientes a fin de que no tenga estorbos en la realización de la gran obra de destrucción de elementos contrarios y de restauración del orden constitucional. Esta Convención será un formidable apoyo moral del Presidente interino y servirá a la vez como una demostración de que todos los elementos que han tomado las armas en la presente lucha se hallan dispuestos a sostener en su difícil tarea al que hayan elegido como su jefe, en el difícil momento de la consecución de sus ideales. El prolongado plazo que se juzga necesario del interinato presidencial antes de la convocatoria a elecciones, autorizado por esta Convención, tendría un peso mayor en el ánimo de la República y del extranjero, pues sería la República entera la que por voz de sus delegados a la Convención expresara el deseo de un interinato prolongado. Dícese también, en el proyecto supradicho, el artículo siguiente: “El jefe interino del Ejecutivo decretará, en el momento de ser tomada la ciudad de México, una ley sobre expropiación por causa de utilidad pública, de las propiedades rurales de aquellos que de una manera directa o indirecta hayan contribuido al cuartelazo Díaz-Huerta y sostenido el Gobierno de él emanado.” Este artículo, que se presta a infinitos considerandos, no sería yo por cierto el

que tuviera valor de lanzarlo a la faz de la República; pero juzgo prudente tomarlo en consideración porque encierra una inmensa trascendencia. Me permitiré, pues, molestar su atención con algunas reflexiones que acerca del tal se me ocurren. ¿Sería una medida imprudente consignar en el Plan semejante audacia revolucionaria? Las consecuencias serán éstas; una gran parte de los terratenientes, sobre todo los pequeños, se adherirían de una manera franca y decidida al movimiento, pero muchos también, sobre todo los complicados en el cuartelazo, agotarían sus energías y sus dineros para impedir el triunfo de la causa constitucionalista; sería, pues, hacer más prolongada y cruda la lucha; pero también nos permitiría jugar la última y la más interesante de las cartas de nuestras contiendas políticas, pues la lucha siendo a muerte y teniendo que triunfar el ideal más alto que es el nuestro, eliminaríamos para siempre los que son obstáculos poderosísimos para el triunfo de nuestras libertades políticas y el mejoramiento económico de nuestras clases humildes. El extranjero, especialmente los Estados Unidos, se alarmarían si en el programa político del movimiento constitucionalista vieran este pálido trasunto de socialismo y juzgarían que pretendíamos ir demasiado lejos desconociendo como desconocen casi en lo absoluto nuestras condiciones políticas y económicas y el valor inmenso de semejante medida en nuestro progreso material. ¿Sería anticonstitucional decretar la expropiación, por un Gobierno que no tenía, como no lo podría tener el emanado de la Revolución, la sanción de nuestras leyes fundamentales? Es mi sentir que, si es verdad que semejante ley está en abierta oposición con los principios fundamentales de nuestra ley, que deben normar la conducta de un Gobierno constitucional normalmente establecido y en tiempos normales, también es verdad que no debe considerarse, ni podría ser, que una revolución cualesquiera que fuera, estuviera sujeta a leyes que no pueden ser aplicadas en tiempos anormales y nosotros debemos considerar que la Revolución no ha terminado cuando la ciudad de México se halle en nuestro poder y se establezca el Gobierno interino, sino que debe y puede seguir con sus procedimientos revolucionarios. Si en los momentos del triunfo de la Revolución, con todo el prestigio de ese mismo triunfo y con la fuerza de los elementos armados que se han alcanzado, no se puede dictar tan benéfica ley, habrá pasado para siempre la oportunidad de establecer las bases que permitirán posteriormente resolver el más interesante de nuestros problemas económicos, la cuestión agraria. Este movimiento, que no es sino la continuación del de 1910, reconoce como fundamento, más que problemas políticos, problemas económicos irresolutos, hecho que todos admiten sin discusión en la República. Una inmensa mayoría de hambrientos siempre dispuestos a lanzarse al campo revolucionario, ignorantes de sus derechos políticos; pero sí muy sabedores de sus miserias y de sus sufrimientos y de su esclavitud, en fin, constituye el primer elemento factor de perturbaciones; una pequeña cantidad de adinerados

explotadores cuyas fuentes de recursos son la prebenda o la concesión gubernamental y la inmoderada explotación del trabajador, constituye el otro elemento que estará siempre dispuesto a fomentar revoluciones en cuanto se vea, aun ligeramente, atacado en su inacabable codicia. Esta ley de expropiación y algunas otras que lógicamente se le seguirían, libertaría al esclavo de los campos y de los talleres, les haría amar la tranquilidad y el trabajo porque les daría lo que a los ricos se les hubiera quitado y cortaría por largos años, cuando menos, las alas a los eternos reaccionarios. Sé que usted ha estudiado ampliamente este dificilísimo problema y casi estoy seguro que ha llegado a la fórmula que lo resuelva; pero juzgo que no está por demás que sepa usted que entre los que le siguen fielmente en la lucha por nuestra regeneración social, hay muchos que deseamos que este movimiento revolucionario sea el último que aflija a nuestra patria, para cuyo fin ponen de su parte todos los esfuerzos y toda su intelectualidad. Piedras Negras, abril 10 de 1913. Sam Navarro.

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Modificaciones al Plan de Guadalupe, propuestas por el señor Roque González Garza, a don Venustiano Carranza. [A. I. F.,

F9-59-24.]

El Paso, Tex., abril 11 de 1913. Señor don Venustiano Carranza, Gobernador Constitucional del Estado de Coahuila y Primer Jefe del Ejército Constitucionalista. Piedras Negras. Señor: Adjunto se servirá usted encontrar copia de las modificaciones hechas por mí al Plan de Guadalupe, las cuales fundadamente espero que serán tomadas en consideración por usted a fin de que si las encuentra razonables, merezcan la ilustrada y autorizada atención de usted. El objeto único que yo persigo, señor Carranza, no es otro más que el de contribuir con mi pequeño contingente para que el definitivo Plan que usted firme, no deje de prever ciertas cuestiones políticas que en estos momentos son de vital importancia y de trascendentales consecuencias. Encarecidamente ruego a usted preste una poca de atención a mi proyecto, pues estoy seguro que su idea general respecto al Plan está íntegra en mis modificaciones y solamente se presenta en una forma política que encuadra con las circunstancias especialísimas que guardan los poderes federales, Legislativo y Judicial, así como los Ejecutivos y Legislativos de los Estados. Cumplo con mi deber, señor Carranza, insistiendo sobre asunto tan interesante y sólo ruego a usted que suspenda todo juicio sobre mi humilde personalidad hasta pasado cierto tiempo en que yo demuestre una vez más, la bondad innegable de mis patrióticas intenciones. Sírvase contestarme a San Antonio, Tex., y mientras tanto envío a usted un abrazo. De usted afmo. correligionario, atto. amigo y S. S. Roque González Garza. 424 Main Ave. San Antonio, Tex. MODIFICACIONES AL PLAN DE GUADALUPE, HECHAS POR EL SEÑOR ROQUE GONZÁLEZ GARZA Art. 1º. Se desconoce al Poder Ejecutivo Federal, sea cual fuere la persona que lo encabece, a partir de las renuncias de los CC. Francisco I. Madero, José María Pino Suárez y Pedro Lascuráin.

Art. 2º. Se desconocerán también los poderes Legislativo y Judicial de la Federación, siempre que dentro del término de… días a contar de la fecha, no hayan apoyado al actual movimiento armado que tiene por objeto restaurar el imperio de la Constitución. Art. 3º. Se desconocerán los Ejecutivos de los Estados que… días después de la fecha del presente Plan, estén reconociendo aún al Poder Ejecutivo Federal actual o al que le suceda, trasmitido por la usurpación. Desde luego quedan desconocidos todos los gobernadores y miembros de Legislaturas que hayan sido impuestos por el Gobierno ilegítimo del general Victoriano Huerta. Art. 4º. Para la organización del ejército encargado de hacer cumplir los propósitos del movimiento constitucionalista, asumo el carácter de Primer Jefe del mismo, que se denominará “EJÉRCITO CONSTITUCIONALISTA”, en mi calidad de Gobernador legítimamente electo del Estado de Coahuila, contando con la conformidad de todos los jefes que han secundado el movimiento de restauración constitucional. Art. 5º. Al ocupar el Ejército Constitucionalista la ciudad de México me encargaré interinamente del Poder Ejecutivo de la Federación como Primer Jefe que soy del Ejército Constitucionalista, o lo ocupará el que por falta absoluta mía me sustituya en el mando, siempre que la trasmisión de dicho poder no pueda efectuarse conforme a la Constitución. Art. 6º. El Presidente interino de la República convocará a elecciones de Presidente y Vicepresidente tan luego como la paz se haya consolidado en todo el país, y entregará el Poder Ejecutivo a los ciudadanos que hubieran resultado electos. Art. 7º. Los Ejecutivos de los Estados que a pesar de lo dispuesto en la cláusula 3ª de este Plan no hayan desconocido al Poder Ejecutivo Federal usurpador, serán ocupados por los jefes militares que sean designados de entre los que hubieren operado en el territorio del Estado de que se trate, o bien por civiles identificados con el movimiento constitucional, quienes convocarán a elecciones locales inmediatamente después de que hayan tomado posesión de sus cargos los funcionarios que resulten electos para el desempeño de los altos poderes de la Federación conforme lo previene la cláusula anterior. Art. 8º. Se concede un plazo de… días, a contar desde esta fecha, a los jefes y oficiales del Ejército Nacional que han secundado la rebelión del general Huerta, para que vuelvan al carril de la legalidad poniéndose bajo las órdenes del Primer Jefe constitucionalista. En Consejo de Guerra serán juzgados conforme a la ley los que, fenecido el plazo aquí fijado, no apoyen la legalidad del movimiento restaurador del orden constitucional. Art. 9º. Se declaran en completa libertad a los individuos de tropa federal consignados al servicio de las armas, pudiendo aquéllos ingresar al Ejército Constitucionalista, si voluntariamente lo desean. Artículo transitorio. Por causa de la presión que ha ejercido el Gobierno

usurpador del general Huerta sobre el Poder Legislativo Federal, y la conveniencia de algunos de sus miembros con aquél, quedan desconocidos como perfectamente ilegales todos los actos, contratos y determinaciones que emanen de dicho Gobierno de la usurpación, a contar del día 19 de febrero de 1913. Monclova, Coah., 1º de abril de 1913. Roque González Garza.

Documento suscrito por don Venustiano Carranza, Gobernador Constitucional del Estado de Coahuila, aceptando en todas sus partes el Plan de Guadalupe, de 26 de marzo del propio año, secundado por el Gobierno del Estado de Sonora y Junta Constitucionalista del de Chihuahua, así como su designación de Primer Jefe del Ejército Constitucionalista. [A. I. F., F9-45-XXXIV.]

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Acepto, en todas sus partes, el Plan de Guadalupe, que me fue presentado por los jefes y oficiales constitucionalistas de este Estado, el 26 de marzo del corriente año, en la hacienda de Guadalupe, Coah., y que ha sido secundado por el Gobierno, jefes y oficiales del Estado de Sonora, así como por la Junta Constitucionalista del Estado de Chihuahua, a quienes expreso mis agradecimientos, por la distinción que me dispensan, al designarme como Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, a lo que corresponderé, ofreciendo mis esfuerzos todos, para restaurar el orden constitucional en la República y satisfacer las justas aspiraciones del pueblo, por medio de la patriótica cooperación de todos los buenos mexicanos. Cuartel General en Monclova, Coah., a 18 de abril de 1913. El Gobernador Constitucional de Coahuila, V. Carranza. A los CC. Jefes y oficiales del Ejército Constitucionalista. Coahuila. En Agua Prieta, Sonora, a los siete días del mes de abril de 1913, reunidos los ciudadanos Alfredo Breceda, delegado por el Estado de Coahuila, Roberto V. Pesqueira, delegado por el Estado de Sonora, y doctor Samuel Navarro, delegado por el Estado de Chihuahua, ante la presencia del señor presidente de la Junta Revolucionaria Constitucionalista que radica en El Paso, Texas, profesor Matías C. García, se procedió a discutir los puntos generales que deberán constituir el plan político revolucionario para restaurar el orden constitucional en la República. Se presentaron como base de discusión el Plan de Guadalupe por el delegado de Coahuila señor Breceda, y un proyecto de plan por el delegado de Chihuahua señor Navarro, que discutidos ampliamente se llegó a la conveniencia de transferir la Convención de que se trata para fecha posterior, celebrándola en Piedras Negras, Coah., ante la presencia del ciudadano Gobernador Constitucional, señor Venustiano Carranza. Se acordó igualmente pasará el señor Alfredo Breceda al Estado de Sonora para recoger impresiones de los jefes del Ejército Constitucionalista sobre los proyectos de referencia y que el delegado de Chihuahua, señor Navarro, pasará a exponer estos mismos proyectos al señor don Venustiano Carranza en Piedras Negras, Coahuila. Samuel Navarro, R. V. Pesqueira. Alfredo Breceda.

Acta suscrita en la estación de la ciudad de Monclova, Coah., por los CC. Roberto V. Pesqueira y Adolfo de la Huerta, delegados del Poder Ejecutivo y Legislatura del Estado de Sonora, respectivamente, el doctor Samuel Navarro, delegado por la Junta Constitucionalista de Chihuahua; el C. Alfredo Breceda, delegado por el Gobierno del Estado de Coahuila, y el C. Gobernador Constitucional de esta Entidad, don Venustiano Carranza, a efecto de hacer una exposición del Plan de Guadalupe propuesto por los jefes y oficiales de las fuerzas constitucionalistas del Estado de Coahuila, firmado en la hacienda de Guadalupe, Coah., el 26 de marzo de 1913, habiendo protestado su adhesión al mismo, y designándose al C. Roberto V. Pesqueira para gestionar en Washington, D. C., la beligerancia en favor del movimiento constitucionalista. A continuación se encuentra la aceptación de don Venustiano Carranza, al Plan de Guadalupe, agradeciendo su designación como Primer Jefe del Ejército Constitucionalista. [A. H. D. N., XI/III.2/2-62.]

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En la estación de la ciudad de Monclova, Coahuila, a los 18 días del mes de abril del corriente año, reunidos los ciudadanos Roberto V. Pesqueira, Adolfo de la Huerta, delegados debidamente caracterizados por el Poder Ejecutivo y la Legislatura del Estado de Sonora, respectivamente, el C. doctor Samuel Navarro, delegado por la Junta Constitucionalista de Chihuahua, el C. Alfredo Breceda, delegado por el Gobierno del Estado de Coahuila, y el C. Gobernador Constitucional de esta Entidad, don Venustiano Carranza, se procedió a la exposición y resolución de los puntos que a continuación se expresan: Primero. Que habiéndose celebrado en Agua Prieta, Sonora, a los siete días del mes de abril del año en curso, una junta de delegados a la que concurrieron los ciudadanos Alfredo Breceda, en representación del Estado de Coahuila, Roberto V. Pesqueira, delegado por el Estado de Sonora, doctor Samuel Navarro, delegado por la Junta Constitucionalista de Chihuahua, y el profesor Matías C. García, presidente de esa misma Junta, se acordó que pasasen a recoger impresiones, el delegado Alfredo Breceda al Estado de Sonora, y el delegado doctor Samuel Navarro al Estado de Coahuila, con objeto de que, con la mayor ilustración posible, acerca de los sentimientos y tendencias que inspiran a los jefes del Poder Ejecutivo de uno y otro Estado, así como a los diversos jefes militares que sostienen la causa de la Constitución, a efecto de que, en posesión ya de todos esos datos, se reuniese una nueva Junta, ante la presencia del C. gobernador don Venustiano Carranza, siendo la

que ahora se celebra y que ha dado motivo para la presente acta. Segundo. A continuación se hizo la exposición del Plan de Guadalupe, propuesto por los jefes y oficiales de las fuerzas constitucionalistas del Estado de Coahuila, y que a la letra dice: “1º. Se desconoce al general Victoriano Huerta como Presidente de la República. 2º. Se desconoce también a los poderes Legislativo y Judicial de la Federación. 3º. Se desconoce a los gobiernos de los Estados que aún reconozcan a los Poderes Federales que forman la actual administración, treinta días después de la publicación de este Plan. 4º. Para la organización del ejército encargado de hacer cumplir nuestros propósitos, nombramos como Primer Jefe del Ejército que se denominará “Constitucionalista”, al C. Venustiano Carranza, Gobernador del Estado de Coahuila. 5º. Al ocupar el Ejército Constitucionalista la ciudad de México, se encargará interinamente del Poder Ejecutivo al C. Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército, o quien lo hubiere sustituido en el mando. 6º. El Presidente interino de la República convocará a elecciones generales tan luego como se haya consolidado la paz, entregando el poder al C. que hubiere sido electo. 7º. El ciudadano que funja como primer jefe del Ejército Constitucionalista, en los Estados cuyos gobiernos hubieran reconocido al de Huerta, asumirá el cargo de Gobernador provisional y convocará a elecciones locales, después de que hayan tomado posesión de sus cargos los ciudadanos que hubieran sido electos para desempeñar los altos poderes de la Federación, como lo previene la base anterior. Firmado en la hacienda de Guadalupe, Coahuila, a los veintiséis días del mes de marzo de mil novecientos trece.” Tercero. Los delegados Roberto V. Pesqueira y Adolfo de la Huerta, en representación del Gobierno, jefes y oficiales constitucionalistas del Estado de Sonora, y el C. doctor Samuel Navarro, en representación de la Junta Constitucionalista de Chihuahua, consideraron y aceptaron en todos y cada uno de sus puntos el Plan anterior, manifestando adherirse a él, en nombre de sus representados, para llevar a su debida cumplimentación las cláusulas que contiene, conceptuando que es ése el único medio para restaurar con la mayor eficacia el orden constitucional interrumpido en la República Mexicana. Cuarto. Se acordó igualmente que el C. Roberto V. Pesqueira pasase a Washington, capital de la Unión Americana, con el carácter de agente confidencial, debiendo extenderle su nombramiento el señor gobernador don Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, para que gestione cerca de aquel Gobierno el reconocimiento de la beligerancia y a fin de que haga todo lo que mejor convenga en favor del movimiento constitucionalista.

Quinto. Después de que fueron resueltos los puntos anteriores, y para su debida constancia y sanción, se acordó levantar la presente acta, que, después de leída fue firmada de conformidad por los concurrentes citados, verificándose todo esto en el lugar y fecha que arriba se expresan. El gobernador, V. Carranza. Adolfo de la Huerta. R. V. Pesqueira. S. Navarro. Alfredo Breceda. Acepto en todas sus partes el Plan de Guadalupe, que me fue presentado por los jefes y oficiales constitucionalistas de este Estado, el 26 de marzo del corriente año, en la hacienda de Guadalupe, Coah., y que ha sido secundado por el Gobierno, jefes y oficiales del Estado de Sonora, así como por la Junta Constitucionalista del Estado de Chihuahua, a quienes expreso mis agradecimientos por la distinción que me dispensan al designarme como Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, a lo que corresponderé ofreciendo mis esfuerzos todos para restaurar el orden constitucional en la República y satisfacer las justas aspiraciones del pueblo, por medio de la patriótica cooperación de todos los buenos mexicanos. Cuartel General en Monclova, Coah., a 18 de abril de 1913. El Gobernador Constitucional de Coahuila, V. Carranza.

Carta de don Venustiano Carranza, manifestando al doctor Francisco Vázquez Gómez, que considera estará enterado de los fines que se persiguen con el Plan de Guadalupe a fin de implantar las reformas indispensables para cimentar la paz y progreso, una vez restablecido el orden constitucional, y que si sus ideas coinciden espera su colaboración. [A. I. F., F9-IV.]

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Piedras Negras, Coah., mayo 5 de 1913. Señor doctor Francisco Vázquez Gómez. Washington, EE. UU. Muy estimado amigo: Acabo de recibir su grata de fecha 22 de abril último, la que probablemente no recibí oportunamente porque me vino dirigida a Eagle Pass, Tex., y quedó en el Correo hasta ahora que por casualidad me fue traída. Creo que por ahora tanto por la prensa como por la conferencia, que tendría con usted el señor Roberto V. Pesqueira, estará usted impuesto del Plan de Guadalupe y de los propósitos que nos hemos formado los que nos levantamos en armas para derrocar a los usurpadores del Gobierno de nuestra patria, y para restablecer en ella el orden constitucional. Cuando llegó a mí la noticia de que se había usted embarcado en Veracruz para ese país, tuve mucho gusto, y tanto como los principales jefes y amigos que me acompañan celebramos que hubiera usted salido del país, pues conociendo yo su modo de pensar, y su patriotismo, aseguré a todos que venía usted a unirse a nuestra causa, por esto me extraña mucho no haber recibido carta de usted ni mensaje en que me comunicara estar dispuesto a ayudarme con su contingente, muy valioso en todos sentidos. Sus últimos mensajes y una declaración de usted hecha a la prensa de ésa me han hecho dudar de que esté usted dispuesto a ayudar a nuestra causa como yo lo esperaba. No obstante, espero que, bien impuesto usted de mis propósitos y de la sinceridad con que sostengo hoy mis ideas de siempre que coinciden con las suyas, vendrá a colaborar a mi lado para derrotar a los usurpadores y asesinos primero, y después a restablecer el orden e implantar las reformas indispensables en la nación, para cimentar sólidamente la paz y su progreso. Temo que el señor Pesqueira no tratará con usted los asuntos públicos de nuestro país, como yo deseara por conversaciones tenidas aquí comprendí que él temía que usted estuviera de acuerdo con su hermano don Emilio en sus propósitos o que éste lo influenciara para que no tomara usted participio en nuestra causa. Ésta es una

suposición mía por lo que él dejó traslucir al hablar conmigo, y hasta ahora nada me ha comunicado después de haber hablado con usted. Espero recibir mañana su carta que me anunció me escribiría hace tres días, pero cualquiera que sea su contenido creo muy conveniente que venga usted para que hablemos y se resuelva usted a secundar nuestra causa. Quedo de usted afmo. atto. amigo y S. S. V. Carranza

Carta de don Venustiano Carranza al general Emiliano Zapata, invitándolo para secundar el Plan de Guadalupe, así como a las fuerzas de su mando. Esta carta se envió por conducto del señor Alfredo Quesnel. [A. I. F., F9-7-1.]

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Correspondencia particular del Primer Jefe del Ejército Constitucionalista Piedras Negras, 16 de mayo de 1913. Señor general Emiliano Zapata. Campamento. Señor: Le será entregada a usted ésta por el señor Alfredo Quesnel, quien entregará a usted también un ejemplar del Plan de Guadalupe, y otros decretos expedidos por mí como Primer Jefe del Ejército Constitucionalista. El señor Quesnel impondrá a usted ampliamente de los propósitos que nos animan a los que estamos luchando por el restablecimiento del orden constitucional en la República. Si usted estuviere conforme con el Plan de Guadalupe y con lo que digo expondrá a usted el expresado señor Quesnel, espero que secundará nuestro plan, haciendo pública la adhesión de usted, jefes y oficiales de su ejército, y se pondrá usted en comunicación conmigo por conducto del mismo portador de la presente. Hoy dirijo a usted otra carta, sobre ese mismo asunto, por conducto del señor ingeniero Manuel M. Robles, para que una u otra llegue a manos de usted. Sin otro asunto, quedo como su atento y seguro servidor. V. Carranza

Carta de don Venustiano Carranza, al señor F. González Gante, en Washington, D. C., manifestándole estar enterado de las gestiones hechas por el llamado Gobierno del general Huerta para colocar en países europeos un empréstito, así como de la entrevista que sostuvo con el licenciado José Vasconcelos, quien manifiesta desconocimiento del Plan de Guadalupe y de sus tendencias radicales, al opinar que al triunfo de la Revolución sea nombrado Presidente provisional el licenciado Manuel Vázquez Tagle. [A. I. F., F9-66-12.]

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Piedras Negras, Coah., mayo 17 de 1913. Señor F. González Gante. Washington, D. C. Muy estimado señor y amigo: Son en mi poder sus apreciables cartas del 10 y 11 del corriente mes, de cuyos contenidos me he impuesto con la debida atención, quedándole muy agradecido por los interesantes datos que se sirve comunicarme acerca de las gestiones que está haciendo el llamado Gobierno del general Huerta para colocar en países europeos el empréstito que no ha podido conseguir en los Estados Unidos. Apruebo en todas sus partes los procedimientos que han seguido ustedes, protestando ante los banqueros europeos, que probablemente aceptarían esa operación con objeto de evitar su realización hasta donde sea posible. Tengo el gusto de acompañarle un ejemplar del decreto que acabo de expedir, relativo a las penas que, al triunfo de la Revolución constitucionalista, se aplicarán al general Huerta, su Gabinete y demás personas complicadas en las asonadas militares que se efectuaron en la capital de la República el mes de febrero último. Este decreto pone en vigor la misma ley con la cual se juzgó a Maximiliano y los traidores durante la intervención francesa, así es que seguramente causará muy grande impresión y estimo que debe dársele en ese país la mayor publicidad posible para que sea conocido. Recibí los recortes de periódicos que tuvo la bondad de enviarme, los cuales he leído con atención, agradeciéndole mucho su envío. Quedo impuesto de la entrevista que tuvo usted con el señor licenciado José Vasconcelos, quien me escribió a bordo en su viaje rumbo a Nueva York expresándome las mismas ideas a que usted hace referencia. Desde luego me he puesto en comunicación con él, manifestándole que probablemente no tiene conocimiento del Plan de Guadalupe que desconoce a los tres poderes de la Unión y, por consiguiente, no tiene razón de ser su idea de que sea nombrado Presidente

provisional, al triunfo de la Revolución, el licenciado Manuel Vázquez Tagle. Como usted sabe, según el referido Plan, el Primer Jefe del Ejército Constitucionalista será el que asuma el mando supremo del Poder Ejecutivo, y no siendo Presidente legal, sino jefe militar y administrador de los intereses nacionales, no hay razón para que no pueda ser postulado candidato a la Presidencia de la República, en el próximo período constitucional. Creo que una vez que el licenciado Vasconcelos esté enterado del Plan que proclamamos, y de nuestros propósitos y tendencias enteramente radicales, modificará su parecer, pues de ninguna manera estimo que convenga a los intereses de la patria una modificación de tanta trascendencia como la propuesta por el licenciado Vasconcelos. Respecto a los cañones, quedo enterado de lo que me manifiesta, y en contestación debo decirle que aquí estamos fabricando algunos que nos han dado excelentes resultados, por lo que por ahora no es necesario la compra de los que proponen. Sin otro particular, me es grato repetirme de usted afmo. amigo y atento S. S. V. Carranza

Carta de don Venustiano Carranza, al licenciado José Vasconcelos, en Washington, D. C., manifestándole que le envió una credencial como agente confidencial del movimiento constitucionalista, en Inglaterra; que respecto a sus ideas sobre la sucesión presidencial al triunfo de la Revolución, se debe a que desconoce el Plan de Guadalupe, pues será el Primer jefe del Ejército Constitucionalista el que asuma el Poder Ejecutivo. [A. I. F., F9-IV.]

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Correspondencia particular del Primer Jefe del Ejército Constitucionalista Piedras Negras, Coah., mayo 17 de 1913. Señor licenciado José Vasconcelos. Hibbs Blg. C/o. Hopkins. Washington, D. C. Muy estimado amigo: Por conducto de nuestro común amigo don Eugenio Aguirre Benavides recibí oportunamente la apreciable carta de usted fechada a bordo del vapor Seguranza, el dos del corriente mes, de cuyo contenido me impuse con la debida atención, agradeciéndole mucho los interesantes informes que se sirve darme acerca de la situación general en la República. Haciendo uso de su patriótico y desinteresado ofrecimiento de colaborar en la causa que tengo la honra de representar, y siguiendo sus instrucciones, tuve el gusto de enviarle a su tiempo la credencial respectiva como agente confidencial del movimiento constitucionalista en Inglaterra. Espero que con oportunidad llegaría a su poder ese documento, y que desempeñará usted su cometido con la inteligencia y discreción que le son peculiares. Me he impuesto detenidamente de las consideraciones que usted hacer a propósito de los procedimientos que habrán de seguirse al triunfo de la Revolución constitucionalista, y sus ideas me han hecho comprender que usted desconoce el Plan de Guadalupe, que es el que proclamamos. Con la presente le acompaño un ejemplar de ese documento, por el que verá que hemos desconocido los tres poderes de la Unión, y por consiguiente, al triunfo de nuestra causa, no habrá propiamente un Presidente interino o provisional, sino que el Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, que por ahora soy yo, será el que asuma el mando supremo del Poder Ejecutivo, hasta que se verifiquen las elecciones generales y deje el poder en manos del Presidente constitucional electo legalmente por el pueblo. Siendo, pues, ese jefe militar, Encargado del Poder Ejecutivo, pero sin llenar aún ningunas fórmulas legales, no está comprendido en la disposición constitucional que prescribe

que el Presidente interino sea candidato a Presidente definitivo, y puede, por lo tanto, ser candidato a ese elevado puesto, que deberá ser para todo el período completo y no únicamente para el tiempo que falta del período del señor Madero, como usted expresa. Espero que una vez enterado usted del referido Plan, y de nuestros propósitos y tendencias enteramente radicales, cambiará de opinión y comprenderá la necesidad de sostener a todo trance ese programa que salvará los intereses nacionales. Respecto al asunto del doctor Vázquez Gómez, que usted se sirve tratar, le manifiesto que estando tan lejana aún la época en que deberán verificarse las elecciones presidenciales, creo que sería prematuro hablar sobre el particular, toda vez que desconocemos en absoluto los acontecimientos que puedan sobrevenir para entonces. Sin otro particular, me es grato repetirme de usted como siempre, afmo. amigo y atento S. S. V. Carranza

Carta de don Venustiano Carranza al señor Roberto V. Pesqueira, agente confidencial en Washington, D. C., comunicándole el resultado de la entrevista con el doctor Vázquez Gómez, en el sentido de que aceptaría la adhesión incondicional de los elementos vazquistas al Plan de Guadalupe, sin modificar los propósitos consignados en el mismo. [A. I. F., F9-66-9.]

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Piedras Negras, 18 de mayo de 1913. Señor don Roberto V. Pesqueira, agente confidencial. Washington, E. U. A. Muy estimado y fino amigo: De acuerdo con lo que en mi anterior manifesté a usted oportunamente le comunicaría el resultado de la conferencia con el señor doctor Vázquez Gómez, tengo el gusto de participarle que el referido señor me expuso la conveniencia de que todos los revolucionarios nos uniésemos proclamando un solo programa o plan político, y agregando, además, que Zapata y otros jefes estaban con su hermano Emilio. Contesté al doctor que sólo aceptaría la adhesión incondicional de los elementos vazquistas al Plan de Guadalupe, y la cooperación de él si estuviere dispuesto a trabajar francamente en favor de nuestros propósitos, sin contraer compromiso alguno el movimiento constitucionalista para con don Emilio ni para alguno de los jefes que lo siguen. Ante la resolución anterior, el señor doctor me manifestó que la pondría en conocimiento de su referido hermano para ver si era posible aceptarlo en vista de lo que expresaran igualmente Zapata y los demás jefes que dicen proclaman la bandera de don Emilio. Todo lo expuesto, verá usted que como siempre no variaré la línea de conducta que me he trazado, ni modificaré en nada el rumbo que, desde el principio, he considerado como el más seguro y eficaz para llevarnos hasta el triunfo de la causa en que nos hemos empeñado en bien de nuestra patria. Por diversos conductos he sabido que Zapata me reconoce como jefe del movimiento actual; pero como aún no ha hecho público esto, ni me lo ha comunicado directamente, le he enviado dos emisarios, de los que espero tener en breve noticias para saber en qué sentido camina aquel jefe suriano, que, por otra parte, dudo esté de acuerdo con don Emilio. Después de la conferencia a que he venido haciendo alusión, el doctor regresó a San Antonio, Tex., desde donde probablemente se dirigirá a ésa, y como no ha quedado comprometido conmigo, estimo conveniente muestre usted esta carta a Hopkins, para su conocimiento y a fin de que, en lo sucesivo, no imponga al doctor

de los asuntos que estemos tramitando cerca del Gobierno de Washington. El día 15 de los corriente, se presentó ante mí el señor Henry Allen Tupper, comisionado especial de la Internacional Peace Forum, de Nueva York, solicitando contestara el interrogatorio cuya copia acompaño, habiéndole contestado únicamente que nuestros propósitos están consignados en el Plan de Guadalupe y que, estando convencido de que la situación actual en la República sólo se resolverá por medio de las armas, no admitiría intermediario de paz para tal objeto. Sin otro asunto, y saludándolo, quedo como su afectísimo amigo y seguro servidor. V. Carranza

Telegrama de don Venustiano Carranza, manifestando al profesor Matías C. García, que no ha contraído compromiso alguno con el doctor Vázquez Gómez para apoyarlo como Presidente provisional de la República, pues la situación la resolverá y cumplirá de acuerdo con el plan de Guadalupe. [A. I. F., F9-50-18.]

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Piedras Negras, 19 de mayo de 1913. Señor profesor Matías C. García. Ochoa St. 501, El Paso, Tex. Prensa San Antonio consigna de que apoyaré a doctor Vázquez Gómez como Presidente provisional, con objeto de que Estados Unidos reconozcan beligerancia. No he contraído compromiso alguno con este señor, ni lo contraeré con nadie, por lo que puede usted desmentir noticia referida, pues mi propósito de resolver la situación actual por medio de las armas, es inquebrantable y cumpliré hasta el fin el compromiso que he contraído al aceptar el Plan de Guadalupe. El Primer Jefe del E. C. V. Carranza

Carta de don Venustiano Carranza, manifestando al doctor Francisco Vázquez Gómez que no es posible la unión de los partidos revolucionarios en la República, por figurar en ellos elementos nocivos; que sólo son aceptables los elementos que se adhieran al Plan de Guadalupe, sin compromiso por parte del movimiento constitucionalista. [A. I. F., F9-IV.]

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Piedras Negras, 30 de mayo de 1913. Señor doctor Francisco Vázquez Gómez. Washington, EE. UU. A. Muy estimado amigo: Correspondo a sus atentas, fechas 19 y 24 de los actuales, quedando impuesto, por su primera, de los en que celebró usted la entrevista con los repórters de la prensa de San Antonio, después de la entrevista que conmigo tuvo en esta ciudad, y aun cuando no vi la aclaración que usted me dice expresó al repórter del San Antonio Express, juzgo innecesaria la publicación de su carta precitada toda vez que ya hice la declaración que no había contraído con usted compromiso alguno, ni usted con el movimiento que encabezo. Siento diferir de las ideas que usted me expresa, acerca de la Unión de los partidos revolucionarios en nuestra República, pues como en algunos de ellos figuran elementos completamente nocivos, no ofrecerían garantía alguna para la consolidación de la paz en nuestra patria, sino que, lejos de ello, traerían el germen de nuevas revoluciones. Por tanto, considero que sólo son aceptables los elementos que se adhieran incondicionalmente al Plan de Guadalupe, sin compromiso alguno por parte del movimiento constitucionalista que encabezo. Quedo enterado de las demás noticias que se sirve comunicarme, agradeciendo a usted debidamente esta atención y ofreciéndome con el afecto de siempre, como su atento amigo y seguro servidor. V. Carranza

Carta de don Venustiano Carranza, manifestando al licenciado José Vasconcelos que no variará su línea de conducta a lo prescrito en el Plan de Guadalupe, pudiendo desmentir cualquier versión acerca de nombramiento o aceptación de Presidente provisional, que no esté comprendido dentro del Plan referido. [A. I. F., F9-39-III.]

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[Telegrama] Hermosillo, 2 de diciembre de 1913. Señor licenciado J. Vasconcelos. 101 Fair Play Ave. San Antonio, Tex. Muy estimado amigo y correligionario: Correspondo a la apreciable de usted fecha 24 de noviembre próximo pasado, de la que me impuse detenidamente, manifestándole que debiendo yo sujetarme a lo prescrito en el Plan de Guadalupe, no variaré la línea de conducta que hasta ahora me he trazado, y puede usted desmentir por medio de la prensa, categóricamente, cualquier versión que circule acerca de nombramiento o aceptación de Presidente provisional, que no esté comprendido dentro del Plan referido; así como las noticias que aparezcan de intervención, transacción o mediación para el arreglo y solución de la actual lucha que nos agita. Mucho y muy sinceramente agradezco a usted los deseos que expresa por saludarme, que estimo debidamente y me congratulo en ofrecerme como su siempre amigo y correligionario afectísimo. V. Carranza

Telegrama del general Jesús Carranza, fechado en Puerto México, Veracruz, transcribiendo a don Venustiano Carranza la adhesión del general Pascual Morales y Molina. [A. I. F., F9-26-II.]

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Puerto México, Ver., 5 de noviembre de 1914. Cuartel General. Puebla. Venustiano Carranza, Primer Jefe. En telegrama de ayer díceme el C. general Pascual Morales y Molina lo siguiente: Enterado de su telegrama relativo, tengo la satisfacción de participar a usted que dentro del Plan de Guadalupe cuyos principios e ideales he estado defendiendo con las armas en la mano, yo y las fuerzas de mi mando reconocemos y sostendremos la autoridad del C. general Venustiano Carranza como Primer Jefe del Ejército Constitucionalista y Encargado del Poder Ejecutivo. Lo que transcribo para su conocimiento y satisfacción. El general en jefe, Jesús Carranza.

Declaraciones de don Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, sobre su propósito de cumplir con lo estipulado en el Plan de Guadalupe, diciendo que éste no podrá ser un programa de Gobierno, ni un Plan revolucionario sino un Plan político. Telegrama del señor licenciado Isidro Fabela, al licenciado Rafael Zubaran Capmany, en Washington, D. C., sobre las reformas sociales de la Revolución. [A. I. F., F9-64-13.]

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DECLARACIONES DEL PRIMER JEFE DEL EJÉRCITO CONSTITUCIONALISTA DADAS A: Como Primer Jefe he cumplido y tengo el propósito de cumplir hasta el fin, el Plan de Guadalupe de 26 de marzo de 1913. Conforme a este Plan suscrito por los jefes y oficiales que me rodeaban cuando desconocí al usurpador Huerta en mi carácter de Gobernador del Estado de Coahuila, y aceptado después por todos los jefes y oficiales del Ejército Constitucionalista, tengo la obligación de arrojar de los puestos que ocupan sin derecho alguno, a los usurpadores de los tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Como Primer Jefe del ejército lucharé por restablecer la paz del país cuanto antes sea posible, para convocar las elecciones que restablezcan el orden constitucional en México. Por eso el Plan de Guadalupe no es ni podrá ser un programa de Gobierno ni un Plan revolucionario, sino un Plan político, simple como es. En mi carácter de Gobernador constitucional, mi único deber era protestar contra los actos anticonstitucionales ocurridos en México en febrero de 1913, desconociendo con las armas en la mano al Gobierno usurpador. Pero después, a medida que la lucha por la justicia y el derecho ha avanzado, se han manifestado como lo deseaba y esperaba, las ideas de renovación social que el pueblo tenía desde mucho tiempo antes, transformándose entonces el movimiento constitucional en una verdadera Revolución Social. Esto se explica fácilmente: Después de la dictadura del general Díaz de más de treinta años, el pueblo de México necesitaba un cambio de vida; por eso siguió con entusiasmo y valor al apóstol y mártir Francisco I. Madero, quien enfrentándose al general Díaz, despertó al pueblo sus ansias de libertad. Pero la Revolución de 1910 fracasó en los tratados de paz de Ciudad Juárez, que llevaron a la Presidencia de la República a Francisco León de la Barra, hijo de la dictadura, espíritu conservador que traicionó al señor Madero y a los intereses nacionales.

Por eso ahora el pueblo reclama las reformas que la Revolución de 1910 no pudo hacer y por eso también, yo, como Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, además de cumplir con el Plan de Guadalupe, me creo obligado a satisfacer las tendencias revolucionarias del actual movimiento que tuvo en 1910 y que mantengo hoy a cuyo efecto he dictado ya y seguiré dictando a las disposiciones que ha menester el pueblo mexicano, reserva de que el Congreso del próximo Gobierno constitucional las ratifique o reforme. Además, tengo confianza en triunfar del enemigo muy pronto, obligando a los principales jefes y oficiales a huir al extranjero o a rendirse. En unos cuantos días, las tres divisiones de los generales Pablo González, Francisco Villa y Álvaro Obregón, avanzarán simultáneamente hacia San Luis, Aguascalientes y Guadalajara. Confío en que el usurpador no resistirá el empuje del Ejército Constitucionalista. Si las columnas del Noreste, del Norte y del Noroeste se reunieran, yo tomaría el mando directo de todas ellas y dirigiría los operaciones militares en combinación con las dos Divisiones del Centro al mando de los generales Jesús Carranza y Pánfilo Natera y de la División del Oriente al mando del general Cándido Aguilar. Respecto a mi actitud con el extranjero, ha sido y seguirá siendo de absoluto respeto y cordialidad. He dictado órdenes terminantes y enérgicas a todos los jefes del Ejército Constitucionalista para que den toda clase de garantías a los extranjeros sin distinción de nacionalidades, en sus vidas e intereses. Aquellos extranjeros que a consecuencia de nuestra guerra civil hayan sufrido lamentablemente daños en sus propiedades, pueden reclamarlos conforme a la ley que al efecto he expedido el 13 de mayo de 1913, y al restablecimiento del orden constitucional serán satisfechas las reclamaciones justificadas. Las órdenes que he expedido respecto a protección de extranjeros, las he dado sin tener en consideración la actitud que algunos países, cometiendo una grave injusticia y un grande error tuvieron, reconociendo al Gobierno del asesino y usurpador Huerta, porque si ellos obraron inconscientemente aceptando como legítimo un Gobierno impuesto por la fuerza y la traición desprovisto de legalidad, yo quiero ser justo en todos mis actos. La fuerza del Ejército Constitucionalista debe estar fundada en la moralidad de sus actos. Por fortuna, el Gobierno de los Estados Unidos, honrándose a sí mismo, y laborando en pro de la libertad, estuvo al lado de la justicia no reconociendo el Gobierno espurio de Victoriano Huerta. A todos los señores cónsules de las naciones extranjeras que se han acercado a mí, los he recibido con beneplácito y he aceptado y aceptaré todas las representaciones extraoficiales que me hicieron acerca de sus compatriotas, pues quiero demostrar con mis actos que en todo el territorio dominado por las fuerzas de mi mando, el extranjero es bien recibido y protegido. Los señores extranjeros que accidentalmente abandonaron el país han estado regresando a sus trabajos que desempeñan sin obstáculos; siendo satisfactorio para

mí que algunos cónsules han felicitado a varios jefes constitucionalistas por las amplias garantías que han otorgado a los extranjeros. [Telegrama] De Saltillo, Coah., el 11 de julio de 1914. Para Washington, D. C. Señor licenciado Rafael Zubaran Capmany. The Burlington. Número 978 Encárgame Primer Jefe trasmita a usted sus ideas que interpreto en la forma siguiente: “Para aceptar la Presidencia provisional, es preciso reformar el Plan de Guadalupe y para tal reforma se necesita la aprobación de todos los jefes del Ejército Constitucionalista, con la que no se cuenta. Además, un Presidente provisional necesitaría obrar únicamente de acuerdo con las obligaciones y derechos que la Constitución señala al Presidente de la República, y entonces aquel alto funcionario no podría dictar sin ser atacado y sin provocar oposición que podría ser armada, las leyes que ha menester el pueblo mexicano y que deben satisfacer sus necesidades sociales. En tanto que el Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, en su carácter de jefe militar, investido de facultades extraordinarias, sin oposición alguna, puesto que los jefes militares lo apoyan con las armas en la mano y son los primeros, así como el ejército en masa, en desear ciertas reformas sociales urgentes, sí puede dictar esas medidas, tales como abolición de las tiendas de raya; autonomía de los Ayuntamientos; reforma al catastro; reformas arancelarias, con tendencias al libre cambio, de procedimientos civiles y penales y todas las demás que usted conoce. Estas leyes estarán vigentes hasta el restablecimiento del orden constitucional y serán ratificadas o rectificadas por el Congreso Constitucional. Al proceder así, el jefe lo hace del mismo modo que Juárez al dictar en Veracruz las leyes de nacionalización y desamortización de los bienes del Clero, que aniquilaron al enemigo por muchos años y que satisficieron entonces las necesidades nacionales. Juárez pudo dictar esas leyes en su carácter de Presidente constitucional, por estar investido de facultades extraordinarias que le diera el Congreso. Pero si nosotros nombrásemos ahora un Presidente provisional no tendría Congreso que le diera esas facultades extraordinarias, además de no ser este Presidente el señor Carranza, no creo yo que hubiera otra persona en estos momentos, con el apoyo bastante de la opinión pública y con el conocimiento de las necesidades del pueblo, que cumpliera esa trascendental obra. Por otra parte, la Presidencia provisional resultaría forzosamente de una transacción que por poco favorable que fuera a Huerta y los

suyos, dejaría armado y sin castigo al Ejército Federal. Esto es un grave peligro para la paz futura de la República: el odio existente entre los [federales] y las fuerzas constitucionalistas, continuará latente para manifestarse en la primera oportunidad que tuviera. Suponiendo que los soldados fueran dados de baja, los jefes y oficiales conspirarían contra el Gobierno, serían enemigos de los jefes y oficiales del Ejército Constitucionalista como sucedió con el Ejército Libertador y el Federal en 1910. Tendríamos el enemigo dentro de nosotros mismos y volvería a haber otro cuartelazo como los de Veracruz y Ciudadela. La paz que por medio de la Presidencia provisional se estableciera, sería en consecuencia una paz ficticia, sin una base sólida; y el deber de nuestro Primer Jefe es obrar con energía sin flexibilidades, aunque sea con más derramamiento de sangre, pero evitando así los males más grandes para la República en el futuro. Todo esto sin contar con que inmediatamente que se hiciera la paz ficticia de la Presidencia provisional comenzarían las reyertas personales y los disturbios en masa entre constitucionalistas y ex federales. Es preferible, por consiguiente, que la lucha siga hasta el fin, dice el jefe, terminando de una de estas dos maneras: o por rendición incondicional de Huerta y los suyos, en cuyo caso, según las circunstancias, se resolvería la manera de proceder contra el Ejército ex federal, o que éste, derrotado por todas partes, buscara la salida para el extranjero o se ocultara en el interior de la República. Esto por lo que respecta a los jefes y oficiales; que por lo que toca a los soldados, como en su mayoría son forzados, volverían a sus trabajos los no culpables, y todos aquellos jefes, oficiales y tropa culpables que fueran hechos prisioneros, serían juzgados conforme a la ley. El enemigo en esta forma quedaría aniquilado; las pocas fuerzas que se pudieran mantener en las sierras, serían fácilmente destruidas. En estas condiciones la paz sería fundamental. Hay más todavía: la Presidencia provisional derivada de un acuerdo con Huerta, traería como consecuencia que el nuevo Gobierno así surgido tuviera que respetar tanto los actos del Gobierno constitucionalista cuanto los del Gobierno usurpador. Esto no podría ser de ninguna manera. El Primer Jefe ha decretado que no reconocerá ninguno de los actos verificados por el Gobierno de Huerta. Si los aceptara, cometería una inconsecuencia con la que seguramente la mayoría del pueblo mexicano no estaría conforme. Pero no es eso solo: ¿sería justo y conveniente para los intereses nacionales que toda la serie de concesiones ruinosas, contratos leoninos y actos ilegales que Victoriano Huerta y sus cómplices han llevado a cabo para provecho propio y en perjuicio de la nación, fueran reconocidos como buenos, justos y convenientes por el nuevo Presidente provisional? Sería un absurdo.” TELEGRAMA Nº 978 Es seguro que el Gobierno de los Estados Unidos, los plenipotenciarios de Argentina, Brasil y Chile, y todas aquellas personas que creen en la conveniencia de

la paz por el nombramiento de un Presidente provisional, de común acuerdo, no conocen todas estas razones verdaderamente fuertes que asisten a nuestro Primer Jefe para persistir en su idea de cumplir hasta el fin el Plan de Guadalupe. Pero al mismo tiempo confía el señor Carranza en que tan pronto como se conozcan las causas expuestas, transformarán sus ideas, ya que todos, el Gobierno y el pueblo americano, y los señores plenipotenciarios, desean que México tenga una paz firme y duradera, y que sea feliz. Esperando le sean útiles estas informaciones en beneficio de nuestra noble causa, salúdolo afectuosamente. Isidro Fabela

Adiciones al Plan de Guadalupe, formuladas por don Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, y decretos dictados conforme a las mismas. Sobre: Municipio libre, Relaciones familiares, Ley agraria, Supresión de la Lotería Nacional, Legislación obrera, Abolición de las tiendas de raya, Ley del divorcio.[*]

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ADICIONES AL PLAN DE GUADALUPE Y DECRETOS DICTADOS CONFORME A LAS MISMAS SECRETARÍA DE GOBERNACIÓN VENUSTIANO CARRANZA, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista y Encargado del Poder Ejecutivo de la República Mexicana, CONSIDERANDO: Que al verificarse, el 19 de febrero de 1913, la aprehensión del Presidente y Vicepresidente de la República por el ex general Victoriano Huerta, y usurpar éste el poder público de la nación el día 20 del mismo mes, privando luego de la vida a los funcionarios legítimos, se interrumpió el orden constitucional y quedó la República sin Gobierno legal; Que el que suscribe, en su carácter de Gobernador Constitucional de Coahuila, tenía protestado de una manera solemne cumplir y hacer cumplir la Constitución General, y que en cumplimiento de este deber y de tal protesta, estaba en la forzosa obligación de tomar las armas para combatir la usurpación perpetrada por Huerta, y restablecer el orden constitucional en la República Mexicana; Que este deber le fue, además, impuesto, de una manera precisa y terminante, por decreto de la Legislatura de Coahuila, en el que se le ordenó categóricamente desconocer al Gobierno usurpador de Huerta y combatirlo por la fuerza de las armas, hasta su completo derrocamiento; Que, en virtud de lo ocurrido, el que escribe llamó a las armas a los mexicanos patriotas, y con los primeros que lo siguieron formó el Plan de Guadalupe de 26 de marzo de 1913, que ha venido sirviendo de bandera y de estatuto a la Revolución constitucionalista; Que de los grupos militares que se formaron para combatir la usurpación huertista, las Divisiones del Noroeste, Noreste, Oriente, Centro y Sur, operaron bajo la dirección de la Primera Jefatura, habiendo existido entre ésta y aquéllas perfecta armonía y completa coordinación en los medios de acción para realizar el fin

propuesto; no habiendo sucedido lo mismo con la División del Norte, que, bajo la dirección del general Francisco Villa, dejó ver desde un principio tendencias particulares y se sustrajo al cabo, por completo, a la obediencia del Cuartel General de la Revolución constitucionalista, obrando por su sola iniciativa, al grado de que la Primera Jefatura ignora todavía hoy, en gran parte, los medios de que se ha valido el expresado general para proporcionarse fondos y sostener la campaña, el monto de esos fondos y el uso que de ellos haya hecho; Que una vez que la Revolución triunfante llegó a la capital de la República, trataba de organizar debidamente el Gobierno provisional y se disponía, además, a atender las demandas de la opinión pública, dando satisfacción a las imperiosas exigencias de reforma social que el pueblo ha menester, cuando tropezó con las dificultades que la reacción había venido preparando en el seno de la División del Norte, con propósito de frustrar los triunfos alcanzados por los esfuerzos del Ejército Constitucionalista; Que esta Primera Jefatura, deseosa de organizar el Gobierno provisional de acuerdo con las ideas y tendencias de los hombres que con las armas en la mano hicieron la Revolución constitucionalista, y que, por lo mismo estaban íntimamente penetrados de los ideales que venía persiguiendo, convocó en la ciudad de México una asamblea de generales, gobernadores y jefes con mando de tropas, para que éstos acordaran un programa de gobierno, indicaran en síntesis general las reformas indispensables al logro de la redención social y política de la nación, y fijaran la forma y época para restablecer el orden constitucional; Que este propósito tuvo que aplazarse pronto, porque los generales, gobernadores y jefes que concurrieron a la Convención Militar en la ciudad de México, estimaron conveniente que estuvieran representados en ella todos los elementos armados que tomaron parte en la lucha contra la usurpación huertista, algunos de los cuales se habían abstenido de concurrir, a pretexto de falta de garantías y a causa de la rebelión que en contra de esta Primera Jefatura había iniciado el general Francisco Villa, y quisieron para ello, trasladarse a la ciudad de Aguascalientes que juzgaron el lugar más indicado y con las condiciones de neutralidad apetecidas para que la Convención Militar continuase sus trabajos; Que los miembros de la Convención tomaron este acuerdo después de haber confirmado al que suscribe en las funciones que venía desempeñando como Primer Jefe de la Revolución constitucionalista y Encargado del Poder Ejecutivo de la República, de que hizo entonces formal entrega, para demostrar que no lo animaban sentimientos bastardos de ambición personal, sino que, en vista de las dificultades existentes, su verdadero anhelo era que la acción revolucionaria no se dividiese, para no malograr los frutos de la Revolución triunfante; Que esta Primera Jefatura no puso ningún obstáculo a la traslación de la Convención Militar a la ciudad de Aguascalientes, aunque estaba íntimamente persuadida de que lejos de obtenerse la conciliación que se deseaba, se había de

hacer más profunda la separación entre el jefe de la División del Norte y el Ejército Constitucionalista, porque no quiso que se pensara que tenía el propósito deliberado de excluir a la división del Norte de la discusión sobre los asuntos más trascendentales, porque no quiso tampoco aparecer rehusando que se hiciera el último esfuerzo conciliatorio y porque consideró que era preciso, para bien de la Revolución, que los verdaderos propósitos del general Villa se revelasen de una manera palmaria ante la conciencia nacional sacando de su error a los que de buena fe creían en la sinceridad y en el patriotismo del general Villa y del grupo de hombres que lo rodean; Que apenas iniciados en Aguascalientes los trabajos de la Convención, quedaron al descubierto las maquinaciones de los agentes villistas, que desempeñaron en aquélla el papel principal, y se hizo sentir el sistema de amenazas y de presión, que, sin recato, se puso en práctica, contra los que, por su espíritu de independencia y sentimientos de honor, resistían las imposiciones que el jefe de la División del Norte hacía para encaminar a su antojo los trabajos de la Convención; Que por otra parte, muchos de los jefes que concurrieron a la Convención de Aguascalientes no llegaron a penetrarse de la importancia y misión verdadera que tenía dicha Convención, y poco o nada experimentados en materias políticas, fueron sorprendidos en su buena fe por la malicia de los agentes villistas, y arrastrados a secundar inadvertidamente las maniobras de la División del Norte, sin llegar a ocuparse de la causa del pueblo, esbozando siquiera el pensamiento general de la Revolución y el programa de Gobierno preconstitucional, que tanto se deseaba; Que con el propósito de no entrar en una lucha de carácter personalista, y de no derramar más sangre, esta Primera Jefatura puso de su parte todo cuanto le era posible para una conciliación, ofreciendo retirarse del poder siempre que se estableciera un Gobierno capaz de llevar a cabo las reformas políticas y sociales que exige el país. Pero no habiendo logrado contentar los apetitos de poder de la División del Norte, no obstante las sucesivas concesiones hechas por la Primera Jefatura, y en vista de la actitud bien definida de un gran número de jefes constitucionalistas que, desconociendo los acuerdos tomados por la Convención de Aguascalientes, ratificaron su adhesión al Plan de Guadalupe, esta Primera Jefatura se ha visto en el caso de aceptar la lucha que ha iniciado la reacción que encabeza por ahora el general Francisco Villa; Que la calidad de los elementos en que se apoya el general Francisco Villa, que son los mismos que impidieron al presidente Madero orientar su política, en un sentido radical, fueron, por lo tanto, los responsables políticos de su caída y, por otra parte, las declaraciones terminantes hechas por el mismo jefe de la División del Norte, en diversas ocasiones, de desear que se restablezca el orden constitucional antes de que se efectúen las reformas sociales y políticas que exige el país, dejan entender claramente que la insubordinación del general Villa tiene un carácter netamente reaccionario y opuesto a los movimientos del constitucionalismo, y tiene

el propósito de frustrar el triunfo completo de la Revolución, impidiendo el establecimiento de un Gobierno preconstitucional que se ocupará de expedir y poner en vigor las reformas por las cuales ha venido luchando el país desde hace cuatro años; Que en tal virtud, es un deber hacia la Revolución y hacia la patria proseguir la Revolución comenzada en 1913, continuando la lucha contra los nuevos enemigos de la libertad del pueblo mexicano; Que teniendo que subsistir, por lo tanto, la interrupción del orden constitucional durante este nuevo período de la lucha, debe, en consecuencia, continuar en vigor el Plan de Guadalupe, que le ha servido de norma y de bandera, hasta que, cumplido debidamente y vencido el enemigo, pueda restablecerse el imperio de la Constitución; Que no habiendo sido posible realizar los propósitos para que fue convocada la Convención Militar de octubre, y siendo el objeto principal de la nueva lucha, por parte de las tropas reaccionarias del general Villa, impedir la realización de las reformas revolucionarias que requiere el pueblo mexicano, el Primer Jefe de la Revolución Constitucionalista tiene la obligación de procurar que, cuanto antes, se pongan en vigor todas las leyes en que deben cristalizar las reformas políticas y económicas que el país necesita, expidiendo dichas leyes durante la nueva lucha que va a desarrollarse; Que, por lo tanto, y teniendo que continuar vigente el Plan de Guadalupe en su parte esencial, se hace necesario que el pueblo mexicano y el Ejército Constitucionalista conozcan con toda precisión los fines militares que se persiguen en la nueva lucha, que son el aniquilamiento de la reacción que renace encabezada por el general Villa, y la implantación de los principios políticos y sociales que animan a esta Primera Jefatura, y que son los ideales por los que ha venido luchando desde hace más de cuatro años el pueblo mexicano; Que, por lo tanto, y de acuerdo con el sentir más generalizado de los jefes del Ejército Constitucionalista, de los gobernadores de los Estados y de los demás colaboradores de la Revolución, e interpretando las necesidades del pueblo mexicano, he tenido a bien decretar lo siguiente: Art. 1º. Subsiste el Plan de Guadalupe de 26 de marzo de 1913, hasta el triunfo completo de la Revolución, y, por consiguiente, el C. Venustiano Carranza continuará en su carácter de Primer Jefe de la Revolución constitucionalista y como Encargado del Poder Ejecutivo de la nación, hasta que vencido el enemigo, quede restablecida la paz. Art. 2º. El Primer Jefe de la Revolución y Encargado del Poder Ejecutivo, expedirá y pondrá en vigor, durante la lucha, todas las leyes, disposiciones y medidas encaminadas a dar satisfacción a las necesidades económicas, sociales y políticas del país, efectuando las reformas que la opinión exige como indispensables para restablecer el régimen que garantice la igualdad de los mexicanos entre sí;

leyes agrarias que favorezcan la formación de la pequeña propiedad, disolviendo los latifundios y restituyendo a los pueblos las tierras de que fueron injustamente privados; leyes fiscales encaminadas a obtener un sistema equitativo de impuestos a la propiedad raíz; legislación para mejorar la condición del peón rural, del obrero, del minero, y, en general, de las clases proletarias; establecimiento de la libertad municipal como institución constitucional; bases para un nuevo sistema de organización del ejército; reformas de los sistemas electorales para obtener la efectividad del sufragio; organización del Poder Judicial independiente, tanto en la Federación como en los Estados; revisión de las leyes relativas al matrimonio y al estado civil de las personas; disposiciones que garanticen el estricto cumplimiento de las Leyes de Reforma; revisión de los Códigos Civil, Penal y de Comercio; reformas del procedimiento judicial, con el propósito de hacer expedita y efectiva la administración de justicia; revisión de las leyes relativas a la explotación de minas, petróleo, aguas, bosques y demás recursos naturales del país, para destruir los monopolios creados por el antiguo régimen y evitar que se formen otros en lo futuro; reformas políticas que garanticen la verdadera aplicación de la Constitución de la República y, en general, todas las demás leyes que se estimen necesarias para asegurar a todos los habitantes del país la efectividad y el pleno goce de sus derechos, y la igualdad ante la ley. Art. 3º. Para poder continuar la lucha y para poder llevar a cabo la obra de reformas a que se refiere el artículo anterior, el jefe de la Revolución queda expresamente autorizado para convocar y organizar al Ejército Constitucionalista y dirigir las operaciones de la campaña; para nombrar a los gobernadores y comandantes militares de los Estados y removerlos libremente; para hacer las expropiaciones por causa de utilidad pública que sean necesarias para el reparto de tierras, fundación de pueblos y demás servicios públicos; para contratar empréstitos y expedir obligaciones del Tesoro Nacional, con indicación de los bienes con que han de garantizarse para nombrar y remover libremente los empleados federales de la administración civil y de los Estados y fijar las atribuciones de cada uno de ellos; para hacer, directamente, o por medio de los jefes que autorice, las requisiciones de tierras, edificios, armas, caballos, vehículos, provisiones y demás elementos de guerra; y para establecer condecoraciones y decretar recompensas por servicios prestados a la Revolución. Art. 4º. Al triunfo de la Revolución, reinstalada la Suprema Jefatura en la ciudad de México y después de efectuarse las elecciones de Ayuntamientos en la mayoría de los Estados de la República, el Primer Jefe de la Revolución, como Encargado del Poder Ejecutivo, convocará a elecciones para el Congreso de la Unión, fijando en la convocatoria las fechas y los términos en que dichas elecciones habrán de celebrarse. Art. 5º. Instalado el Congreso de la Unión, el Primer Jefe de la Revolución dará cuenta ante él del uso que haya hecho de las facultades de que el presente se halla

investido, y especialmente le someterá las reformas expedidas y puestas en vigor durante la lucha, con el fin de que el Congreso las ratifique, enmiende o complemente y para que eleve a preceptos constitucionales aquellas que deban tener dicho carácter, antes de que se restablezca el orden constitucional. Art. 6º. El Congreso de la Unión expedirá las convocatorias correspondientes para la elección de Presidente de la República y una vez efectuada ésta, el Primer Jefe de la nación entregará al electo el Poder Ejecutivo de la nación. Art. 7º. En caso de falta absoluta del actual jefe de la Revolución y mientras los generales y gobernadores proceden a elegir al que deba sustituirlo, desempeñará transitoriamente la Primera Jefatura el jefe del Cuerpo de Ejército del lugar donde se encuentre el Gobierno Revolucionario al ocurrir la falta del Primer Jefe. Constitución y Reformas. H. Veracruz, diciembre 12 de 1914. V. Carranza. Al C. oficial mayor Encargado del Despacho de Gobernación. Presente. Y lo comunico a usted para su conocimiento y fines consiguientes. Veracruz, diciembre 12 de 1914. El oficial mayor, Adolfo de la Huerta. MUNICIPIO LIBRE

El C. Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, Encargado del Poder Ejecutivo de la República Mexicana y jefe de la Revolución, se ha servido dirigirme el siguiente decreto: “VENUSTIANO CARRANZA, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, Encargado del Poder Ejecutivo de la República Mexicana y jefe de la Revolución, en virtud de las facultades de que me encuentro investido, y CONSIDERANDO: Que durante largos años de tiranía sufrida por la República, se ha pretendido sistemáticamente centralizar el Gobierno, desvirtuando la institución municipal, y que la organización que hoy tiene en varias entidades federativas sólo es apropiada para sostener un Gobierno absoluto y despótico, porque hace depender a los funcionarios que más influencia ejercen en las municipalidades, de la voluntad de la primera autoridad del Estado; Que es insostenible ya la práctica establecida por los gobiernos de imponer como autoridades políticas personas enteramente extrañas a los municipios, las que no han tenido otro carácter que el de agentes de opresión y se han señalado como los ejecutores incondicionales de la voluntad de los gobernantes, a cuyo servicio han puesto el fraude electoral, el contingente de sangre, el despojo de las tierras y la extorsión de los contribuyentes; Que el ejercicio de las libertades municipales educa directamente al pueblo para

todas las otras funciones democráticas, despierta su interés por los asuntos públicos, haciéndoles comprender, por la experiencia diaria de la vida, que se necesita del esfuerzo común para lograr la defensa de los derechos de cada uno, y para que la actividad libre de los ciudadanos goce de protección y amparo; Que la autonomía de los municipios moralizará la administración y hará más efectiva la vigilancia de sus intereses, impulsará el desarrollo y funcionamiento de la enseñanza primaria en cada una de las regiones de la República, y el progreso material de las municipalidades y su florecimiento intelectual —obtenido por la libertad de los ayuntamientos— constituirá el verdadero adelanto general del país y contribuirá en primera línea al funcionamiento orgánico de las instituciones democráticas, que son en su esencia el Gobierno del pueblo por el pueblo; Que las reformas iniciadas por esta Primera Jefatura, interpretando las aspiraciones populares y los propósitos de la Revolución, serían ilusorias si su cumplimiento y aplicación no se confiase a autoridades particularmente interesadas en su realización, y con la fuerza y libertad bastantes para que puedan ser una garantía efectiva de los progresos realizados por la legislación revolucionaria; Que el municipio independiente es la base de la libertad política de los pueblos, así como la primera condición de su bienestar y prosperidad, puesto que las autoridades municipales están más capacitadas, por estrecha proximidad al pueblo, para conocer sus necesidades y, por consiguiente, para atenderlas y remediarlas con eficacia; Que introduciendo en la Constitución la existencia del municipio libre, como base de la organización política de los Estados, queda así suprimida definitivamente la odiosa institución de las jefaturas políticas; Que elevada con esta reforma a categoría de precepto constitucional la existencia autónoma de los municipios, dependerá la fuerza pública de la autoridad municipal; pero para evitar la posibilidad de fricciones entre las autoridades municipales y las de la Federación o de los Estados, la fuerza pública del municipio donde el Poder Ejecutivo resida, quedará exclusivamente al mando de éste; Por todo lo cual he tenido a bien decretar: ARTÍCULO ÚNICO . Se reforma el artículo 109 de la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos, de 5 de febrero de 1857, en los términos que siguen: Los Estados adoptarán para su régimen interior la forma de Gobierno republicano, representativo, popular, teniendo como base de su división territorial y de su organización política, el municipio libre, administrado por ayuntamientos de elección popular directa y sin que haya autoridades intermedias entre éstos y el Gobierno del Estado. El Ejecutivo Federal y los gobernadores de los Estados tendrán el mando de la fuerza pública de los municipios donde residieren habitual o transitoriamente. Los gobernadores no podrán ser reelectos, ni durarán en su encargo un período mayor de seis años.

TRANSITORIO Esta reforma comenzará a regir desde esta fecha y se publicará por bando y pregón. Dado en la H. Veracruz, a los veinticinco días del mes de diciembre de mil novecientos catorce. El Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, Encargado del Poder Ejecutivo de la República y jefe de la Revolución, V. Carranza.” Al C. secretario y del Despacho de Gobernación. Presente. Y lo comunico a usted para su conocimiento y demás fines. H. Veracruz, diciembre 26 de 1914. Zubaran. SECRETARÍA DE GOBERNACIÓN

El C. Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, Encargado del Poder Ejecutivo de los Estados Unidos Mexicanos y jefe de la Revolución, se ha servido dirigirme el siguiente decreto: “VENUSTIANO CARRANZA, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, Encargado del Poder Ejecutivo de los Estados Unidos Mexicanos y jefe de la Revolución, en virtud de las facultades de que me encuentro investido, y CONSIDERANDO: Que el matrimonio tiene por objetos esenciales la procreación de la especie, la educación de los hijos y la mutua ayuda de los contrayentes para soportar las cargas de la vida; que, en esa virtud, se contrae siempre en concepto de unión definitiva, pues los cónyuges al unirse entienden conseguir por ese medio la realización de sus más altos ideales, pero, desgraciadamente, no siempre se alcanzan los fines para los cuales fue contraído el matrimonio, y, por excepcionales que puedan ser estos casos, la ley debe justamente tender a remediarlos, relevando a los cónyuges de la obligación de permanecer unidos durante toda su existencia, en un estado irregular contrario a la naturaleza y a las necesidades humanas; Que lo que hasta ahora se ha llamado divorcio en nuestra legislación, o sea la simple separación de los consortes sin disolver el vínculo, única forma que permitió la ley de 14 de diciembre de 1874, lejos de satisfacer la necesidad social de reducir a su mínima expresión las consecuencias de las uniones desgraciadas, sólo crea una situación irregular, peor que la que trata de remediarse, porque fomenta la discordia entre las familias, lastimando hondamente los afectos entre padres e hijos y extendiendo la desmoralización en la sociedad;

Que esa simple separación de los consortes crea, además, una situación anómala de duración indefinida, que es contraria a la naturaleza y al derecho que tiene todo ser humano de procurar su bienestar y la satisfacción de sus necesidades, por cuanto condena a los cónyuges separados a perpetua inhabilidad para los más altos fines de la vida; Que la experiencia y el ejemplo de las naciones civilizadas enseñan que el divorcio que disuelve el vínculo es el único medio racional de subsanar, hasta donde es posible, los errores de uniones que no pueden o no deben subsistir; Que admitiendo el principio establecido por nuestras leyes de Reforma, de que el matrimonio es un contrato civil, formado por la espontánea y libre voluntad de los contrayentes, es absurdo que deba subsistir cuando esa voluntad falta por completo o cuando existan causas que hagan definitivamente irreparable la desunión consumada ya por las circunstancias; Que tratándose de uniones que, por irreductible incompatibilidad de caracteres, tuvieran que deshacerse por voluntad de las partes, se hace solamente necesario cerciorarse de la definitiva voluntad de esos cónyuges para divorciarse, y de la imposibilidad absoluta de remediar sus desavenencias o de resolver sus crisis, lo cual puede comprobarse por el transcurso de un período racional de tiempo, desde la celebración del matrimonio hasta que se permita su disolución, para convencerse así de que la desunión moral de los cónyuges es irreparable; Que por otra parte, el divorcio por consentimiento mutuo es un medio discreto de cubrir las culpas graves de alguno de los cónyuges por medio de la voluntad de ambos para divorciarse, sin necesidad de dejar sobre las respectivas familias, o sobre los hijos, la mancha de una deshonra; Que además es bien conocida la circunstancia de que el matrimonio entre las clases desheredades [sic] en este país es excepcional, realizándose la mayor parte de las uniones de ambos sexos por amasiatos, que casi nunca llegan a legalizarse, ya sea por la pobreza de los interesados o por temor instintivo de contraer un lazo de consecuencias irreparables, y en estas condiciones es evidente que la institución del divorcio que disuelve el vínculo es el medio más directo y poderoso para reducir a su mínimum el número de uniones ilegítimas entre las clases populares, que forman la inmensa mayoría de la nación mexicana, disminuyendo, como consecuencia forzosa, el número de hijos cuya condición está actualmente fuera de la ley; Que, además, es un hecho fuera de toda duda que en las clases medias de México la mujer, debido a las condiciones especiales de educación y costumbres de dichas clases, está incapacitada para la lucha económica por la vida, de donde resulta que la mujer cuyo matrimonio llega a ser un fracaso se convierte en una víctima del marido, se encuentra en una condición de esclavitud de la cual le es imposible salir si la ley no la emancipa desvinculándola del marido; que, en efecto, en la clase media la separación es casi siempre provocada por culpa del marido, y es de ordinario la mujer quien la necesita, sin que con esto haya llegado a conseguir hasta

hoy otra cosa que apartar temporalmente a la mujer del marido, pero sin remediar en nada sus condiciones económicas y sociales, por lo que sin duda el establecimiento del divorcio tendería, principalmente en nuestra clase media, a levantar a la mujer y a darle posibilidades de emanciparse de la condición de esclavitud que en la actualidad tiene; Que, por otra parte, la institución del divorcio no encontraría obstáculo serio en las clases elevadas y cultas, supuesto que las enseñanzas de otros países en donde se encuentra establecido, las tiene acostumbradas a mirar el divorcio que disuelve el vínculo como perfectamente natural; Que la experiencia de países tan cultos como Inglaterra, Francia y Estados Unidos de Norteamérica, ha demostrado ya, hasta la evidencia, que el divorcio que disuelve el vínculo es un poderoso factor de moralidad, porque, facilitando la formación de nuevas uniones legítimas, evitando la multiplicidad de los concubinatos, y, por lo tanto, el pernicioso influjo que necesariamente ejercen en las costumbres públicas, da mayor estabilidad a los afectos y relaciones conyugales, asegura la felicidad de mayor número de familias y no tiene el inconveniente grave de obligar a los que por error o ligereza fueron al matrimonio a pagar su falta con la esclavitud de toda su vida; Que si bien la aceptación del divorcio que disuelve el vínculo es el medio directo de corregir una verdadera necesidad social, debe tenerse en cuenta que sólo se trata de un caso de excepción, y no de un estado que sea la condición general de los hombres en sociedad; por lo cual es preciso reducirlo sólo a los casos en que la mala condición de los consortes es ya irreparable en otra forma que no sea su absoluta separación. Por lo tanto, he tenido a bien decretar lo siguiente: Art. 1º. Se reforma la fracción IX del artículo 23 de la ley de 14 de diciembre de 1874 reglamentaria de las Adiciones y Reformas de la Constitución Federal decretadas el 25 de diciembre de 1873, en los términos siguientes: Fracción IX. El matrimonio podrá disolverse en cuanto al vínculo, ya sea por mutuo y libre consentimiento de los cónyuges cuando el matrimonio tenga más de tres años de celebrado o en cualquier tiempo por causas que hagan imposible o indebida la realización de los fines del matrimonio, o por faltas graves de alguno de los cónyuges, que hagan irreparable la desavenencia conyugal. Disuelto el matrimonio, los cónyuges pueden contraer una nueva unión legítima. Art. 2º. Entretanto se restablece el orden constitucional en la República, los gobernadores de los Estados quedan autorizados para hacer en los respectivos códigos civiles las modificaciones necesarias, a fin de que esta ley pueda tener aplicación. TRANSITORIO. Esta ley será publicada por bando y pregonada, comenzará a surtir sus efectos desde esta fecha. Constitución y Reformas. Veracruz, a los 29 días del mes de diciembre de 1914.

V. Carranza.” Al C. Secretario de Estado del Despacho de Gobernación. Presente. Y lo comunico a usted para su conocimiento y demás fines. H. Veracruz, diciembre 29 de 1914. Zubaran. SECRETARÍA DE FOMENTO LEY AGRARIA

El C. Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, Encargado del Poder Ejecutivo de los Estados Unidos Mexicanos y jefe de la Revolución, se ha servido dirigirme el siguiente decreto: “VENUSTIANO CARRANZA, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, Encargado del Poder Ejecutivo de los Estados Unidos Mexicanos y jefe de la Revolución en virtud de las facultades de que me encuentro investido, y CONSIDERANDO: Que una de las causas más generales del malestar y descontento de las poblaciones agrícolas del país, ha sido el despojo de los terrenos de propiedad comunal o de repartimiento, que les habían sido concedidos por el Gobierno colonial como medio de asegurar la existencia de la clase indígena, y que a pretexto de cumplir con la ley de 25 de junio de 1856 y demás disposiciones que ordenaron el fraccionamiento y reducción a propiedad privada de aquellas tierras entre los vecinos del pueblo a que pertenecían, quedaron en poder de unos cuantos especuladores; Que en el mismo caso se encuentran multitud de otros poblados de diferentes partes de la República, y que, llamados congregaciones o rancherías, tuvieron origen en alguna familia o familias que poseían en común extensiones más o menos grandes de terreno, los cuales siguieron conservándose indivisos por varias generaciones, o bien en cierto número de habitantes que se reunían en lugares propicios, para adquirir y disfrutar mancomunadamente aguas, tierras y montes, siguiendo la antigua y general costumbre de los pueblos indígenas; Que el despojo de los referidos terrenos se hizo, no solamente por medio de enajenaciones llevadas a efecto por las autoridades políticas en contravención abierta de las leyes mencionadas, sino también por concesiones, composiciones o ventas concertadas con los ministros de Fomento y Hacienda o a pretexto de apeos y deslindes, para favorecer a los que hacían denuncios de excedencias o demasías, y las llamadas compañías deslindadores; pues de todas estas maneras se invadieron los terrenos que durante largos años pertenecieron a los pueblos y en los cuales tenían éstos la base de su subsistencia;

Que según se desprende de los litigios existentes, siempre han quedado burlados los derechos de los pueblos y comunidades, debido a que, careciendo ellos, conforme al artículo 27 de la Constitución Federal, de capacidad para adquirir y poseer bienes raíces, se les hacía carecer también de personalidad jurídica para defender sus derechos, y, por otra parte, resultaba enteramente ilusoria la protección que la ley de terrenos baldíos, vigente, quiso otorgarles al facultar a los síndicos de los ayuntamientos de las municipalidades, para reclamar y defender los bienes comunales en las cuestiones en que esos bienes se confundiesen con los baldíos, ya que, por regla general, los síndicos nunca se ocuparon de cumplir esa misión, tanto porque les faltaba interés que los excitase a obrar, como porque los jefes políticos y los gobernadores de los Estados estuvieron casi siempre interesados en que se consumasen las expoliaciones de los terrenos de que se trata; Que privados los pueblos indígenas de las tierras, aguas y montes que el Gobierno colonial les concedió, así como también las congregaciones y comunidades de sus terrenos, y concentrada la propiedad rural del resto del país en pocas manos, no ha quedado a la gran masa de la población de los campos otro recurso para proporcionarse lo necesario a su vida, que alquilar a vil precio su trabajo a los poderosos terratenientes, trayendo esto, como resultado inevitable, el estado de miseria, abyección y esclavitud de hecho en que esa enorme cantidad de trabajadores ha vivido y vive todavía; Que en vista de lo expuesto, es palpable la necesidad de volver a los pueblos los terrenos de que han sido despojados, como un acto de elemental justicia y como la única forma efectiva de asegurar la paz y de promover el bienestar y mejoramiento de nuestras clases pobres, sin que a esto obsten los intereses creados a favor de las personas que actualmente poseen los predios en cuestión; porque, aparte de que esos intereses no tienen fundamento legal, desde el momento en que fueron establecidos con violación expresa de las leyes que ordenaron solamente el repartimiento de los bienes comunales entre los mismos vecinos, y no su enajenación en favor de extraños, tampoco han podido sancionarse o legitimarse esos derechos por una larga posesión, tanto porque las leyes antes mencionadas no establecieron las prescripciones adquisitivas respecto de esos bienes, como porque los pueblos a que pertenecían estaban imposibilitados de defenderlos por falta de personalidad necesaria para comparecer en juicio; Que es probable que en algunos casos no pueda realizarse la restitución de que se trata, ya porque las enajenaciones de los terrenos que pertenecían a los pueblos se hayan hecho con arreglo a la ley, ya porque los pueblos hayan extraviado los títulos o los que tengan sean deficientes, ya porque sea imposible identificar los terrenos o fijar la extensión precisa de ellos, ya, en fin, por cualquiera otra causa; pero como el motivo que impide la restitución, por más justo y legítimo que se le suponga, no arguye en contra de la difícil situación que guardan tantos pueblos, ni mucho menos justifica que esa situación angustiosa continúe subsistiendo, se hace preciso salvar la

dificultad de otra manera que sea conciliable con los intereses de todos; Que el modo de proveer a la necesidad que se acaba de apuntar, no puede ser otro que el de facultar a las autoridades militares superiores que operen en cada lugar, para que, efectuando las expropiaciones que fueren indispensables, den tierras suficientes a los pueblos que carecían de ellas, realizando de esta manera uno de los grandes principios inscritos en el programa de la Revolución, y estableciendo una de las primeras bases sobre que debe apoyarse la reorganización del país; Que proporcionando el modo de que los numerosos pueblos recobren los terrenos de que fueron despojados, o adquieran lo que necesiten para su bienestar y desarrollo, no se trata de revivir las antiguas comunidades, ni de crear otras semejantes, sino solamente de dar esa tierra a la población rural miserable que hoy carece de ella, para que pueda desarrollar plenamente su derecho de vida y librarse de la servidumbre económica, a que está reducida; es de advertir que la propiedad de las tierras no pertenecerá al común del pueblo, sino que ha de quedar dividida en pleno dominio, aunque con las limitaciones necesarias para evitar que ávidos especuladores, particularmente extranjeros, puedan fácilmente acaparar esa propiedad, como sucedió casi invariablemente con el repartimiento legalmente hecho de los ejidos y fundos legales de pueblos, a raíz de la Revolución de Ayutla. Por lo tanto, he tenido a bien expedir el siguiente DECRETO Art. 1º. Se declaran nulas: I. Todas las enajenaciones de tierras, aguas y montes pertenecientes a los pueblos, rancherías, congregaciones o comunidades, hechas por los jefes políticos, gobernadores de los Estados o cualquiera otra autoridad local, en contravención a lo dispuesto en la ley de 25 de junio de 1856 y demás leyes y disposiciones relativas; II. Todas las concesiones, composiciones o ventas de tierras, aguas y montes, hechas por las Secretarías de Fomento, Hacienda o cualquiera otra autoridad federal, desde el primero de diciembre de 1876, hasta la fecha, con las cuales se hayan invadido y ocupado ilegalmente los ejidos, terrenos de repartimiento o de cualquiera otra clase, pertenecientes a los pueblos, rancherías, congregaciones o comunidades, y III. Todas las diligencias de apeo o deslinde, practicadas durante el período de tiempo a que se refiere la fracción anterior, por compañías, jueces u otras autoridades, de los Estados o de la Federación, con los cuales se hayan invadido y ocupado, ilegalmente, tierras, aguas y montes de los ejidos, terrenos de repartimiento o de cualquiera otra clase, pertenecientes a los pueblos, rancherías congregaciones o comunidades. Art. 2º. La división o reparto que se hubiere hecho legítimamente entre los vecinos de un pueblo, ranchería, congregación o comunidad, y en la que haya habido

algún vicio, solamente podrá ser nulificada cuando así lo soliciten las dos terceras partes de aquellos vecinos o de sus causahabientes. Art. 3º. Los pueblos que, necesitándolos, carezcan de ejidos, o que no pudieren lograr su restitución por falta de títulos, por imposibilidad de identificarlos o porque legalmente hubieren sido enajenados, podrán obtener que se les dote del terreno suficiente para restituirlos conforme a las necesidades de su población, expropiándose por cuenta del Gobierno nacional el terreno indispensable para ese efecto, del que se encuentra inmediatamente colindante con los pueblos interesados. Art. 4º. Para los efectos de esta ley y demás leyes agrarias que se expidieren de acuerdo con el programa político de la Revolución, se crearán: I. Una comisión nacional agraria de nueve personas y que, presidida por el secretario de Fomento, tendrá las funciones que esta ley y las sucesivas le señalen; II. Una comisión local agraria, compuesta de cinco personas por cada Estado o Territorio de la República, y con las atribuciones que las leyes determinen; III. Los comités particulares ejecutivos que en cada Estado se necesiten, los que se compondrán de tres personas cada uno, con las atribuciones que se les señalen. Art. 5º. Los comités particulares ejecutivos dependerán en cada Estado de la comisión local agraria respectiva, la que a su vez estará subordinada a la Comisión Nacional Agraria. Art. 6º. Las solicitudes de restitución de tierras pertenecientes a los pueblos que hubieren sido invadidos u ocupados ilegítimamente, y a que se refiere el artículo 1º de esta ley, se presentarán en los Estados directamente ante los gobernadores, y en los Territorios y Distrito Federal, ante las autoridades políticas superiores, pero en los casos en que la falta de comunicaciones o el estado de guerra dificulten la acción de los gobiernos locales, las solicitudes podrán también presentarse ante los jefes militares que estén autorizados especialmente para el efecto por el Encargado del Poder Ejecutivo. A estas solicitudes se adjuntarán los documentos en que se funden. También se presentarán ante las mismas autoridades las solicitudes sobre concesión de tierras para dotar de ejidos a los pueblos que carecieren de ellos, o que no tengan títulos bastantes para justificar sus derechos de reivindicación. Art. 7º. La autoridad respectiva, en vista de las solicitudes presentadas, oirá el parecer de la Comisión Local Agraria sobre la justicia de las reivindicaciones y sobre la conveniencia, necesidad y extensión de las concesiones de tierras para dotar los ejidos y resolverá si procede o no la restitución o concesión que se solicita. En caso afirmativo, pasará el expediente al comité particular ejecutivo que corresponda, a fin de que, identificándose los terrenos, deslindándolos y midiéndolos, proceda a hacer entrega provisional de ellos a los interesados. Art. 8º. Las resoluciones de los gobernadores o jefes militares tendrán el carácter de provisionales, pero serán ejecutadas en seguida por el comité particular ejecutivo, y el expediente, con todos sus documentos y demás datos que se estimaren necesarios, se remitirá después a la Comisión Local Agraria, la que, a su vez, lo

elevará con un informe a la Comisión Nacional Agraria. Art. 9º. La Comisión Nacional Agraria dictaminará sobre la aprobación, rectificación o modificación de las resoluciones elevadas a su conocimiento; y en vista del dictamen que rinda, el Encargado del Poder Ejecutivo de la Nación sancionará las reivindicaciones o dotaciones efectuadas, expidiendo los títulos respectivos. Art. 10. Los interesados que se creyeren perjudicados con la resolución del Encargado del Poder Ejecutivo de la nación, podrán ocurrir ante los tribunales a deducir sus derechos dentro del término de un año, a contar desde la fecha de dichas resoluciones, pues pasado ese término, ninguna reclamación será admitida. En los casos en que se reclame contra reivindicaciones y en que el interesado obtenga resolución judicial, declarando que no procedía la restitución hecha a un pueblo, la sentencia sólo dará derecho a obtener del Gobierno de la nación la indemnización correspondiente. En el mismo término de un año podrán ocurrir los propietarios de terrenos expropiados, reclamando las indemnizaciones que deban pagárseles. Art. 11. Una ley reglamentaria determinará la condición en que han de quedar los terrenos que se devuelvan o se adjudiquen a los pueblos, y la manera y ocasión de dividirlos entre los vecinos, quienes, entretanto, los disfrutarán en común. Art. 12. Los gobernadores de los Estados, o, en su caso, los jefes militares de cada región autorizada por el Encargado del Poder Ejecutivo, nombrarán desde luego la Comisión Local Agraria y los comités particulares ejecutivos. Transitorio. Esta ley comenzará a regir desde la fecha de su publicación; mientras no concluya la actual guerra civil, las autoridades militares harán publicar y pregonar la presente ley en cada una de las plazas o lugares que fueren ocupando. Constitución y Reformas. H. Veracruz, enero 6 de 1915. V. Carranza.” Al C. ingeniero don Pastor Rouaix, subsecretario Encargado del Despacho de la Secretaría de Fomento, Colonización e Industria. Lo que comunico a usted para su conocimiento y fines legales. Constitución y Reformas. H. Veracruz, enero 6 de 1915. El subsecretario Encargado del Despacho de la Secretaría de Fomento, Colonización e Industria, Pastor Rouaix. SECRETARÍA DE HACIENDA SUPRESIÓN DE LA LOTERÍA NACIONAL VENUSTIANO CARRANZA, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista Encargado del Poder Ejecutivo y jefe de la Revolución, en uso de las facultades extraordinarias de que estoy investido, y

CONSIDERANDO: Que es uno de los fines perseguidos por la Revolución alcanzar el mayor grado de moralidad en todos los ramos de la Administración Pública, y subsistiendo aún la institución sostenida por gobiernos anteriores con el nombre de “Lotería Nacional”, que no puede considerarse más que como una empresa de juego de azar, sostenida, fomentada y explotada en beneficio del Erario, pero con grave detrimento de la moral y de los intereses públicos, he tenido a bien decretar lo siguiente: Primero. Con esta fecha queda suprimida la institución que con el nombre de “Lotería Nacional” ha venido funcionando en la República, con su matriz establecida en la ciudad de México, quedando derogadas, en consecuencia, todas las leyes y disposiciones que a la mencionada institución se refieren, con excepción de los preceptos que tengan conexión con su liquidación definitiva. Segundo. En el término de dos meses, contados desde la fecha del presente decreto, todas las agencias de la Lotería Nacional existentes en la República, deberán rendir a la Secretaría de Hacienda la liquidación correspondiente, acompañando los valores y documentos relativos. En los lugares sustraídos actualmente al dominio de este Gobierno, el plazo de dos meses comenzará a correr desde el día en que sean ocupados por las fuerzas de la Revolución. Por tanto, mando se imprima, publique, circule y se le dé el debido cumplimiento. Constitución y Reformas. Dado en la H. Veracruz, a 13 de enero de 1915. V. Carranza. Al C. Luis Cabrera, secretario de Hacienda y Crédito Público. Presente. LAS OBRAS CONSTRUIDAS SIN AUTORIZACIÓN EN LAS ZONAS FEDERALES, PASARÁN A PODER DE LA NACIÓN El Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, Encargado del Poder Ejecutivo, se ha servido dirigirme el decreto que sigue: “VENUSTIANO CARRANZA, jefe de la Revolución, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista y Encargado del Poder Ejecutivo de la República, en uso de las facultades extraordinarias de que estoy investido, y CONSIDERANDO: Que en los terrenos de jurisdicción federal, en las zonas marítimas y en las riberas de los ríos, y, en general, en todos los terrenos pertenecientes a la nación, existen construcciones y se explotan diversas obras sin que estén amparadas por concesiones, contratos o permisos legítimos;

Que, conforme a los preceptos de la legislación civil del Distrito Federal, toda obra construida en terrenos de dominio público sin la debida autorización es propiedad de la nación por derecho de accesión; Que, aun cuando existen contratos, concesiones o permisos, éstos han tenido por base casi invariablemente el favoritismo o el lucro, sin que la nación perciba los beneficios a que tiene derecho; Que, si bien es cierto que en algunos casos la ley autoriza a la Secretaría de Hacienda para conceder permisos o concesiones para la ocupación transitoria de las zonas federales, éstos deben ser una mera excepción que en ninguna forma estorbe el uso común de los bienes mencionados y Que las concesiones hechas hasta ahora, sobre todo en la proximidad de los puertos, han sido dadas en tal número, y con tal falta de discernimiento, que han llegado a constituir verdaderos monopolios, en unos casos, o invasiones extensas de las zonas federales en beneficio de particulares, en otros casos; por lo que se hace necesario, no sólo reivindicar el dominio público sobre esos bienes cuando la construcción u ocupación carecen de permiso, sino que deben revisarse las concesiones legítimamente existentes, retirando todas aquellas que sin responder a necesidades de orden público constituyen ventajas para particulares, con detrimento del uso común, he tenido a bien decretar lo siguiente: Art. lº. Desde la fecha del presente decreto, todas las obras y construcciones que existen en terrenos de jurisdicción federal sin la autorización debida y legítima, pasan a poder de la nación. Art. 2º. La Secretaría de Hacienda y Crédito Público dictará desde luego las medidas conducentes para tomar posesión de las obras ilegales, y resolverá en cada caso, ya sea la destrucción de la obra, ya el destino que deba dársele en caso de que estime preferible su conservación. Art. 3º. Los contratos, concesiones y permisos considerados como legítimos por sus tenedores, quedan sujetos a la revisión y revalidación por parte de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, a la que deberán ocurrir los interesados en el término de tres meses, contados desde la fecha del presente decreto. Para los lugares sustraídos en la actualidad a la acción de esta Primera Jefatura, el plazo de tres meses comenzará a contarse desde el día en que sean ocupados por las fuerzas del Ejército Constitucionalista. Art. 4º. La revalidación de que habla el artículo anterior no se concederá en aquellos casos en que la Secretaría de Hacienda considere necesario, por causa de utilidad pública, la desocupación del terreno o la expropiación de las obras existentes. Por tanto mando se imprima, publique, circule y se le dé el debido cumplimiento. Constitución y Reformas. Dado en la H. Veracruz, a 29 de enero de 1915. V. Carranza.” Al C. Luis Cabrera, secretario de Hacienda y Crédito Público. Presente.

Lo que comunico a usted para su conocimiento. Constitución y Reformas. H. Veracruz, a 29 de enero de 1915. El secretario, Luis Cabrera. LEGISLACIÓN OBRERA VENUSTIANO CARRANZA, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, Encargado del Poder Ejecutivo y jefe de la Revolución, en uso de las facultades de que me hallo investido, y CONSIDERANDO: Que la Constitución de 57 estableció, con el carácter de derechos del hombre, la libertad de trabajo, la justa retribución de él, la prohibición de los pactos o convenios que tengan por objeto el menoscabo irrevocable de la libertad del hombre por causa del trabajo, y ofreció expedir leyes para mejorar las condiciones de los mexicanos laboriosos, estimulando el trabajo; Que aquellas garantías, indispensables a la conservación y desarrollo adecuado del trabajador y el correlativo progreso nacional, han permanecido letra muerta ante las dolorosas realidades de la esclavitud por medio del trabajo, trasmitiéndose de padres a hijos en algunas regiones del país; de la explotación del obrero conforme al sistema industrial, que ha consistido en “obtener de un ser humano la mayor suma de trabajo útil y remunerarlo con el precio más bajo”, y no con la retribución justa, del natural desgaste que experimenta el individuo y la especie con la jornada inhumana que no permite la necesaria y constante renovación de fuerzas, y por la falta de protección a las mujeres y a los niños que están obligados a trabajar para vivir; Que esta situación ha podido subsistir por falta de leyes reglamentarias de los artículos 4º, 5º y 32, de la Constitución, llamadas a crear los órganos necesarios para hacer efectivas las garantías que ellos consagran, y por no haberse expedido leyes mejorando la condición de los mexicanos laboriosos, omisiones graves que es de urgencia reparar; Que esa legislación o Código de Trabajo, tanto por su propia naturaleza como porque afecta directamente los intereses agrícolas, mercantiles e industriales de toda la nación, debe ser de carácter general, para que sus benéficos efectos puedan extenderse a todos los habitantes del país, he tenido a bien expedir el siguiente DECRETO Artículo único. Se adiciona la fracción X del artículo 72 de la Constitución Federal en los siguientes términos:

X. Para legislar en toda la República, sobre minería, comercio, instituciones de crédito y trabajo. Por tanto, mando se imprima y publique por bando y pregón para su debido cumplimiento. Constitución y Reformas. Dado en la H. Veracruz, a los 29 días del mes de enero de 1915. V. Carranza. Al C. licenciado Rafael Zubaran Capmany, secretario de Gobernación. Presente. DECRETO DE REFORMAS A VARIOS ARTÍCULOS DEL CÓDIGO CIVIL EN LO REFERENTE AL DIVORCIO VENUSTIANO CARRANZA, jefe de la Revolución, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista y Encargado del Poder Ejecutivo de la nación, en virtud de las facultades de que me hallo investido, y CONSIDERANDO: Que modificada por decreto de 29 de diciembre de 1914, la fracción IX del artículo 23 de la ley de 24 de diciembre de 1874, la cual establecía que el matrimonio legítimamente contraído sólo podía disolverse por la muerte de uno de los consortes; y habiéndose establecido, por virtud de dicha reforma, que el matrimonio puede disolverse durante la vida de los cónyuges por mutuo y libre consentimiento de las partes o por las causas graves que determinen las leyes locales, quedando hábiles los consortes para contraer una nueva unión legítima, se hace preciso proceder desde luego a hacer en el Código Civil del Distrito Federal y los Territorios, las modificaciones consiguientes para que pueda hacerse efectiva la reforma mencionada; Que conforme a la ley de 29 de diciembre de 1914, el matrimonio puede disolverse por mutuo consentimiento después de tres años de celebrado o en cualquier tiempo, por causas que hagan imposible e indebida la realización de sus fines, o por faltas graves de alguno de los cónyuges, que hagan irreparable la desavenencia conyugal; por lo cual las modificaciones que se hagan en el Código Civil para ponerlo en concordancia con la reforma mencionada, deben referirse, por una parte, a las causas que habrán de aceptarse según el criterio de la ley como motivos de divorcio, y, por la otra, a las diversas consecuencias que éste tiene que producir forzosamente al romper el vínculo, y que no se producían cuando sólo autorizaba la separación de los consortes; Que las causas que, con motivo de la separación de los consortes, enumeraba el antiguo artículo 227 del Código Civil, pueden en rigor aceptarse en su generalidad como determinantes del divorcio que disuelve el vínculo; porque si ellas podían

prestar y de hecho prestan fundamento bastante para autorizar una separación para toda la vida de los consortes, fue porque se las consideró como seguro indicante de que la vida común de éstos era ya imposible; Que, esto no obstante, no se estima causa bastante para el divorcio que disuelve el vínculo la que señalaba la fracción XII del artículo 227, es decir, la infracción de las capitulaciones matrimoniales; porque aparte de que ella no indica, ni mucho menos hace presumir, que los consortes se hayan perdido el afecto de una manera irremediable, o que los altos fines del matrimonio se hayan hecho imposibles, hay necesidad de no dar a los intereses meramente pecuniarios un valor exagerado, hasta el grado de sobreponerlos a los intereses morales y sociales de los consortes; Que por cuanto a las causas que mencionan las fracciones I y II del artículo 227, es obvia su aceptación en el nuevo artículo entre los motivos del divorcio; Que la causa que expresa la fracción III del antiguo artículo 227, es indudablemente un indicante seguro de que el consorte que comete los actos de inmoralidad que dicha fracción señala, ha llegado a un grado de perversión que lo incapacita, no sólo para un comercio legítimo y honesto con el otro cónyuge, sino que lo coloca en la imposibilidad de ser en familia el director moral de ella; pues no puede ser un ejemplo saludable para sus buenas costumbres el que se degrada hasta el extremo de perder todo sentimiento de honor y de pasar sobre los más sagrados afectos, que deben ser siempre la base del hogar; pero, a la vez, debe tenerse en cuenta que no hay motivo para no formular una regla general que comprenda otros casos de perversión tan graves como los anteriores; Que si la enfermedad crónica o incurable, que sea también contagiosa o hereditaria, era, según la fracción XI del artículo 227, causa que ameritaba la separación de los consortes cuando dicha enfermedad era anterior al matrimonio y no había tenido conocimiento de ella el cónyuge sano, no se ve la razón para que no sea ahora causa de divorcio; porque no debe olvidarse que si el bien público requiere que el hogar sea un centro donde se cultive la moral, también exige que no se convierta en un foco de propagación de enfermedades contagiosas o hereditarias, que tendrá indudablemente que extenderse a la sociedad, convirtiéndose en un azote público y causando estragos tan graves y trascendentales como la depravación o corrupción de las costumbres; por lo cual hay verdadera necesidad de formular una regla, como la que contiene la fracción IV del nuevo artículo 227; Que la fracción de que se acaba de hacer mérito comprende también el caso en que uno de los consortes sea incapaz para llenar los fines del matrimonio, porque cuando dichos fines no pueden ser realizados, la unión carece de objeto, y no hay el menor motivo para que, faltando éste, el otro cónyuge quede condenado a sufrir una desgracia que, si bien muy lamentable, no tiene por qué resentirla en su persona, si por otra parte, no hay la abnegación que puede imponerle el afecto, de hacer el sacrificio de su dicha personal para que su compañía sirva de consuelo a la infelicidad de otro;

Que tratándose del divorcio por mutuo consentimiento, la ley debe autorizarlo únicamente en los casos en que la experiencia de la vida conyugal haya demostrado, de una manera indudable, que sería imposible o altamente indebida la continuación de la existencia común, con grave detrimento, físico o moral, de los cónyuges o con graves perjuicios para la educación de los hijos; que, por lo tanto, la ley debe prever la forma de llegar al mayor grado de certeza en cuanto a lo irreparable de las desavenencias y a la imposibilidad de la vida común, a cuyo efecto se hace necesario esperar el transcurso de tres años, durante el cual no puede concederse el divorcio por mutuo consentimiento, pues durante ese lapso de tiempo los cónyuges habrán tenido oportunidad de buscar la solución de sus crisis transitorias o de sus desavenencias reparables, la cual no se obtendría si se concediera esta clase de divorcio en los primeros años del matrimonio, que la experiencia enseña ser los años de prueba y de adaptación para los caracteres de los cónyuges a este respecto, los nuevos artículos 233, 234 y 235 de la nueva ley, exigen que el procedimiento del divorcio por mutuo consentimiento esté rodeado de ciertas solemnidades y formas que den al juez el convencimiento indudable de la firme decisión y libre voluntad de los cónyuges para divorciarse; Que por cuanto a los demás casos enumerados en el nuevo artículo 227 en sus fracciones V, VI, VII, VIII y X, es obvia su admisión como motivos para el divorcio, pues todos ellos implican la pérdida absoluta del afecto, y por consiguiente, la imposibilidad de la vida conyugal en lo futuro, o la inconveniencia de que se continúe la existencia en común, con detrimento de la personalidad de los cónyuges y de la educación de los hijos; Que por cuanto a la fracción IX del nuevo artículo 227, se considera justo conceder al cónyuge inocente el divorcio, cuando se le presenta delante un largo período de tiempo durante el cual va a estar enteramente privado de los beneficios del matrimonio, y amenazado de soportar, en cambio, todo el peso de la vida durante un largo tiempo, que casi siempre consumirá los mejores años de su existencia; Que las demás modificaciones que se hacen al Código Civil, son las necesarias para que los efectos del divorcio conduzcan al fin de romper toda relación entre los consortes por lo que toca a sus bienes, como se ve por su simple lectura, no habiendo necesidad de modificar lo relativo a las actas del Registro Civil, ni a la restitución de la dote, porque ya está establecido que las sentencias de divorcio se anoten al margen de las actas de matrimonio y porque, disuelto el matrimonio por el divorcio, éste surtirá el mismo efecto que hasta hoy ha producido la disolución del matrimonio por muerte, o la disolución de la sociedad legal por esta misma causa o por cualquiera otra; Que para evitar cualquiera mala inteligencia en los preceptos de la ley que no se ha creído necesario reformar, basta establecer que la palabra divorcio, que antes sólo significaba la separación de lecho y habitación y que no disolvía el vínculo, hoy debe entenderse en el sentido de que éste queda roto y deja a los consortes en aptitud

de contraer una nueva unión legítima. Por todo lo cual he tenido a bien expedir el siguiente DECRETO Art. 1º. Se reforman los artículos 155 y 159 del Código Civil de 1884, vigente en el Distrito Federal y Territorios, en los siguientes términos: Art. 155. El matrimonio es un contrato civil entre un solo hombre y una sola mujer, que se unen en sociedad legítima para perpetuar su especie y ayudarse a llevar el peso de la vida. Art. 159. Son impedimentos para celebrar el contrato de matrimonio: I. La falta de edad requerida por la ley, cuando no haya sido dispensada; II. La falta de consentimiento del que, conforme a la ley, tiene la patria potestad, del tutor o del juez, en sus respectivos casos; III. El error, cuando sea esencialmente sobre la persona; IV. El parentesco de consanguinidad legítima o natural, sin limitación de grado en la línea recta ascendente o descendente. En la línea colateral igual, el impedimento se extiende a los hermanos y medios hermanos. En la misma línea colateral desigual, el impedimento se extiende solamente a los tíos y sobrinas y al contrario, siempre que estén en el tercer grado y no hayan obtenido dispensa. La computación de estos grados se hará en los términos prevenidos en el capítulo I de este título; V. La relación de afinidad en línea recta, sin limitación alguna; VI. El atentado contra la vida de alguno de los casados, para casarse con el que quede libre; VII. La fuerza o miedo graves. En caso de rapto, subsiste el impedimento entre el raptor y la robada mientras ésta no sea restituida a lugar seguro, donde libremente manifieste su voluntad; VIII. La embriaguez habitual, la impotencia, la sífilis, la locura y cualquiera otra enfermedad crónica o incurable, que sea además, contagiosa o hereditaria; IX. El matrimonio subsiste con persona distinta de aquella con quien se pretende contraer. De estos impedimentos sólo son dispensables la falta de edad y el parentesco de consanguinidad en la línea colateral desigual. Art. 2º. Se reforma el capítulo V del título quinto del libro primero del mismo Código Civil, en los términos siguientes: CAPÍTULO V Del divorcio

Art. 226. El divorcio es la disolución legal del vínculo del matrimonio, y deja a los cónyuges en aptitud de contraer otro. Art. 227. Son causas de divorcio: I. El adulterio de uno de los cónyuges; II. El hecho de que la mujer dé a luz durante el matrimonio un hijo concebido antes de celebrarse el contrato, y que judicialmente sea declarado ilegítimo; III. La perversión moral de alguno de los cónyuges, demostrada: por actos del marido para prostituir a la mujer, no sólo cuando lo haya hecho directamente, sino también cuando haya recibido cualquiera remuneración con el objeto expreso de que otro tenga relaciones ilícitas con ella; por la incitación de uno al otro para cometer algún delito, aunque no sea de incontinencia carnal; por el conato de cualquiera de ellos para corromper a los hijos, o la simple tolerancia en su corrección, o por algún otro hecho inmoral tan grave como los anteriores; IV. Ser cualquiera de los cónyuges incapaz para llenar los fines del matrimonio, sufrir sífilis, tuberculosis, enajenación mental incurable, o cualquiera otra enfermedad crónica e incurable, que sea, además, contagiosa o hereditaria; V. El abandono injustificado del domicilio conyugal por cualquiera de los consortes, durante seis meses consecutivos; VI. La ausencia del marido por más de un año, con abandono de las obligaciones inherentes al matrimonio; VII. La sevicia, las amenazas o injurias graves o los malos tratamientos de un cónyuge para el otro, siempre que éstos y aquéllas sean de tal naturaleza que hagan imposible la vida común; VIII. La acusación calumniosa hecha por un cónyuge contra el otro, por delito que merezca pena mayor de cinco años de prisión; IX. Haber cometido uno de los cónyuges un delito por el cual tenga que sufrir una pena de prisión o destierro mayor de diez años; X. El vicio incorregible de la embriaguez; XI. El mutuo consentimiento. Art. 228. El adulterio de la mujer es siempre causa de divorcio; el del marido lo es solamente cuando con él concurren algunas de las circunstancias siguientes: I. Que el adulterio haya sido cometido en la casa común; II. Que haya habido concubinato entre los adúlteros, dentro o fuera de la casa conyugal; III. Que haya habido escándalo o insulto público, hecho por el marido a la mujer legítima; IV. Que la adúltera haya maltratado de palabra o de obra, o que por su causa se haya maltratado de alguno de estos modos a la mujer legítima; Art. 229. Es causa de divorcio el conato del marido o de la mujer para corromper a los hijos, ya lo sean éstos de ambos, ya de uno solo de ellos. La tolerancia debe consistir en actos positivos, sin que sean causas de divorcio las

simples omisiones. Art. 230. Cuando un cónyuge haya pedido el divorcio o la nulidad del matrimonio por una causa injustificada y se demostrare la injustificación, el demandado tiene derecho para pedir a su vez el divorcio, pero no podrá hacerlo sino pasados tres meses de la notificación de la última sentencia. Durante estos tres meses la mujer no puede ser obligada a vivir con el marido. Art. 231. Cuando ambos consortes convengan en divorciarse no podrán verificarlo sino ocurriendo por escrito al juez, y en los términos que expresan los artículos siguientes: en caso contrario, aunque vivan separados se tendrán como unidos para todos los efectos legales del matrimonio. Art. 232. Los cónyuges que pidan de conformidad su divorcio, deberán acompañar en todo caso a su demanda, un convenio que arregle la situación de los hijos y la manera de liquidar sus relaciones en cuanto a los bienes, ya sea que vivan bajo el régimen de sociedad conyugal o de separación de bienes. Art. 233. El divorcio por mutuo consentimiento no puede pedirse sino pasados tres años de la celebración del matrimonio. Presentada la solicitud, el juez de Primera Instancia remitirá extracto al del Estado Civil para que éste la haga publicar en los mismos términos en que se hace la publicación de las actas de presentación matrimonial, y citará a los cónyuges a una junta, en la cual procurará restablecer entre ellos la concordia y cerciorarse de la completa libertad de ambos para divorciarse. Si no lograre avenirlos, se celebrarán todavía, con el mismo objeto, dos juntas más que el juez citará a petición de ambos cónyuges. Esta petición no podrá hacerse sino después de trascurrido un mes desde la última junta celebrada. Art. 234. Si, celebradas las tres juntas mencionadas, los cónyuges se mantuvieran firmes en su decisión de divorciarse, el juez aprobará el arreglo, con las modificaciones que se crean oportunas, oyendo al efecto al Ministerio Público y cuidando de que no se violen los derechos de los hijos o de tercera persona. Art. 235. Mientras se celebran las juntas y se declara el divorcio aprobando el convenio de los interesados, el juez autorizará la separación de los consortes de una manera provisional, y dictará las medidas necesarias para asegurar la subsistencia de los hijos menores. Art. 236. Si el procedimiento de divorcio por mutuo consentimiento quedare en suspenso por más de seis meses, no podrá ya reanudarse sino volviendo a efectuarse las publicaciones en las tablas del Estado Civil. Art. 237. Los cónyuges que hayan solicitado el divorcio por mutuo consentimiento, podrán reunirse de común acuerdo en cualquier tiempo, antes de que se pronuncie resolución definitiva, pero en este caso no podrán volver a solicitar su divorcio en la misma forma, sino pasados otros tres años desde su reconciliación. Art. 238. Cuando las enfermedades enumeradas en la fracción IV del artículo 277, no sean utilizadas por un cónyuge como fundamento del divorcio, podrán sin embargo, ser motivo para que el juez, con conocimiento de causa y a instancia de

uno de los consortes, pueda suspender breve y sumariamente, en cualquiera de dichos casos, la obligación de cohabitar; quedando, no obstante, subsistentes las demás obligaciones para con el cónyuge desgraciado. Art. 239. El divorcio sólo puede ser demandado por el cónyuge que no haya dado causa a él y dentro de seis meses después que hayan llegado a sus noticias los hechos en que se funde la demanda. Art. 240. Ninguna de las causas enumeradas en el artículo 227 puede alegarse para impedir el divorcio, cuando haya mediado perdón o remisión, expresa o tácitamente. Art. 241. La reconciliación de los cónyuges pone término al juicio o al procedimiento de divorcio voluntario, en cualquier estado en que se encuentre, si aún no hubiere sentencia ejecutoriada; pero los interesados deberán denunciar su nuevo arreglo al juez, sin que la omisión de esta noticia destruya los efectos producidos por la reconciliación. Art. 242. La ley presume la reconciliación cuando, después de presentada una demanda de divorcio, ha habido cohabitación entre los cónyuges. Art. 243. El cónyuge que no ha dado causa al divorcio, puede, antes de que se pronuncie sentencia que ponga fin al litigio, prescindir de sus derechos y obligar al otro a reunirse con él; mas en este caso no puede pedir nuevo divorcio por los mismos hechos que motivaron el juicio anterior, pero sí por otros nuevos, aunque sean de la misma especie. Art. 244. Al admitirse la solicitud de divorcio, o antes si hubiere urgencia, se adoptarán provisionalmente y sólo mientras duren los procedimientos judiciales, las disposiciones siguientes: I. Separar a los cónyuges en todo caso; II. Depositar en casa de persona decente a la mujer, si se dice que ésta ha dado causa al divorcio y el marido pidiere el depósito. La casa que para esto se destine será designada por el juez. Si la causa por la que se pide el divorcio no supone culpa en la mujer, ésta no se depositará sino a solicitud suya; III. Poner a los hijos al cuidado de uno de los cónyuges, o de los dos, observándose lo dispuesto en los artículos 245, 246 y 247; IV. Señalar y asegurar alimentos a la mujer y a los hijos que no queden en poder del padre; V. Dictar las medidas conducentes para que el marido, como administrador de los bienes del matrimonio, no cause perjuicios a la mujer; VI. Dictar, en su caso, las medidas precautorias que la ley establece respecto de las mujeres que queden en cinta. Art. 245. Ejecutoriado el divorcio, quedarán los hijos o se pondrán bajo la potestad del cónyuge no culpable; pero si ambos lo fueren y no hubiera otro ascendiente en quien recaiga la patria potestad, se proveerá a los hijos de tutor, conforme a los artículos 446, 447 y 458.

Art. 246. Sin embargo de lo dispuesto en los artículos anteriores, antes de que se provea definitivamente sobre la patria potestad o tutela de los hijos, podrán acordar los tribunales, a pedimento de los abuelos, tíos o hermanos mayores, cualquiera providencia que se considere benéfica a los hermanos menores. Art. 247. El padre y la madre, aunque pierdan la patria potestad, quedan sujetos a todas las obligaciones que tienen para con sus hijos. Art. 248. El cónyuge que diere causa al divorcio perderá todo su poder y derechos sobre la persona de sus hijos, mientras viva el cónyuge inocente; pero los recobrará muerto éste, si el divorcio se ha declarado por las causas VI, VII, VIII y IX del artículo 227, la madre que conserve la patria potestad de sus hijos, la perderá si vive en mancebía o tiene un hijo ilegítimo. Art. 249. En los demás casos, y no habiendo ascendiente en quien recaiga la patria potestad, se proveerá de tutor a los hijos, a la muerte del cónyuge inocente. Art. 250. El cónyuge que diere causa al divorcio, perderá todo lo que se le hubiere dado o prometido por su consorte, o por otra persona en consideración a éste; el cónyuge inocente conservará lo recibido y podrá reclamar lo pactado en su provecho. Art. 251. Ejecutoriado el divorcio, vuelven a cada consorte sus bienes propios, y la mujer recobra su plena capacidad jurídica; pero se tomarán todas las precauciones para asegurar las obligaciones de ambos cónyuges entre sí y con respecto a sus hijos, en vista de la nueva situación. Los consortes divorciados tendrán la obligación de contribuir, en proporción a sus bienes, a la subsistencia y educación de los hijos varones, hasta que lleguen a la mayor edad, y de las hijas, hasta que contraigan matrimonio, aunque sean mayores de edad, siempre que vivan honestamente. Art. 252. Si la mujer no ha dado causa al divorcio, tendrá derecho a alimentos, mientras no contraiga nuevas nupcias y viva honestamente. El marido inocente sólo tendrá derecho a alimentos cuando esté imposibilitado de trabajar. El cónyuge que deba pagar los alimentos podrá librarse de esa obligación, entregando desde luego el importe de las pensiones alimenticias correspondientes a cinco años. Art. 253. Por virtud del divorcio, los cónyuges recobrarán su entera capacidad para contraer un nuevo matrimonio, salvo lo dispuesto en el artículo 287. Art. 254. La muerte de uno de los cónyuges, acaecida durante el juicio de divorcio, pone fin a él en todo caso, y los herederos del muerto tienen los mismos derechos y obligaciones que tendrían si no hubiere habido pleito. Art. 255. En todo juicio de divorcio las audiencias serán secretas, y se tendrá como parte al Ministerio Público. Art. 256. Ejecutoriada una sentencia sobre divorcio, el juez de Primera Instancia remitirá copia de ella a del Estado Civil y éste, al margen del acta de matrimonio pondrá nota expresando la fecha en que se declaró el divorcio, y el tribunal que lo declaró: y hará publicar un extracto de la resolución durante quince días, en las

tablas destinadas a ese efecto. Art. 3. Se reforman, igualmente, los artículos 287, 290, 300, 399, 1973, 1974, 2051, 2052, 2054, 2055, 2085, 2086 y 2183 del mismo Código Civil, en los términos siguientes: Art. 287. La mujer no puede contraer segundo matrimonio hasta pasados trescientos días después de la disolución del primero. En los casos de nulidad o de divorcio, puede contarse este tiempo desde que se interrumpió la cohabitación. Art. 290. Se presumen por derechos legítimos: I. Los hijos nacidos después de ciento ochenta días, contados desde la celebración del matrimonio; II. Los hijos nacidos dentro de los trescientos días siguientes a la disolución del matrimonio. Art. 300. Si la viuda o divorciada contrajere segundas nupcias: dentro del período prohibido por el artículo 287, la filiación del hijo que naciere, celebrado el segundo matrimonio, se establecerá conforme a las reglas siguientes: I. Se presume que el hijo es del primer marido, si nace dentro de los doscientos diez días inmediatos a la disolución del primer matrimonio. El que niegue la legitimidad en este caso, deberá probar la imposibilidad de que el hijo sea del primer marido. II. Se presume que es hijo del segundo marido, si nació después de doscientos diez días, contados desde la celebración del segundo matrimonio; III. Se presume que es hijo natural, si nace después de los doscientos diez días siguientes a la disolución del primer matrimonio y antes de los doscientos diez días contados desde la celebración del segundo matrimonio. Art. 399. La madre o abuela viuda y la madre divorciada que tengan la patria potestad de sus hijos, perderán los derechos que les concede el artículo 366 si viven en mancebía o dan a luz un hijo ilegítimo. Art. 1973. Las sentencias que declaren el divorcio terminan la sociedad conyugal, y las que declaren la ausencia la suspenden en los términos señalado en este Código. Art. 1974. La presentación de la demanda de divorcio, o la separación de bienes hecha durante el matrimonio, pueden terminar, suspender o modificar la sociedad conyugal, según convengan los consortes. El abandono injustificado del domicilio conyugal por uno de los cónyuges, hace cesar para él, desde el día en que se verifique, los efectos de la sociedad legal en cuanto le favorezca; éstos no podrán comenzar de nuevo sino por convenio expreso. Art. 2051. En los casos de divorcio, se procederá conforme a lo convenido en los artículos 251 y 252. Art. 2052. En los casos de divorcio por mutuo consentimiento, o de simple separación de bienes, se observarán, para la liquidación, los convenios que hayan celebrado los consortes, y que fueren aprobados por el juez, salvo lo convenido en

las capitulaciones matrimoniales y lo dispuesto en este capítulo en sus respectivos casos. Art. 2054. La suspensión de la sociedad cesará con el vencimiento del plazo, si alguno se le fija, y con la reconciliación de los consortes, en los casos de divorcio intentado. Art. 2055. Si el matrimonio se disuelve antes del vencimiento del plazo, o si alguno de los cónyuges muere antes de la reconciliación, se entiende terminada la sociedad desde que comenzó la suspensión, no obstante lo dispuesto en los artículos 1972, 1973 y 1974. Art. 2085. La separación de bienes por convenio puede verificarse en virtud de causa grave que el juez califique de bastante, con audiencia del Ministerio Público. Art. 2086. En caso de divorcio por mutuo consentimiento, se observarán las disposiciones de los artículos 232, 2052, 2053, 2056 a 2061, 2065 a 2067 y 2069 a 2071, salvo las capitulaciones matrimoniales. Art. 2183. Cuando el marido fuere privado de la administración conforme a los artículos 2174, 2175 y 2176, o cuando la sociedad termine por divorcio o por convenio, la dote será restituida en los plazos que fijen las sentencias respectivas. Art. 4º. Siempre que en el Código Civil, en el de Comercio, el de Procedimientos Civiles o en alguna otra ley se hable de divorcio, se entenderá que se trata del que disuelve el vínculo, y no simplemente la separación de cuerpos. TRANSITORIOS Art. 1º. Entretanto se nombran jueces de Primera Instancia, el divorcio por mutuo consentimiento podrá verificarse haciendo la solicitud respectiva ante el presidente municipal del lugar, quien citará a las juntas que establece esta ley, y pasará una vez que se cerciore de que los cónyuges quieren separarse libremente, el expediente a un notario público, para que otorgue la escritura correspondiente, en la que hagan constar su voluntad de separarse, y su contrato sobre liquidación de la sociedad legal y la condición en que deben de quedar los hijos, a reserva de que este convenio se someta a la aprobación judicial, una vez que existan los jueces de referencia. De este contrato se publicará un extracto en las tablas del Registro Civil. Art. 2º. Esta ley comenzará a surtir sus efectos desde la fecha de su publicación en el Distrito Federal y Territorios. Constitución y Reformas. Dado en Veracruz, a los 29 días del mes de enero de 1915. V. Carranza. Al C. licenciado Manuel Escudero y Verdugo, subsecretario Encargado del Despacho de Justicia. Presente. Y lo comunico a usted para su inteligencia y fines consiguientes. M. Escudero y Verdugo.

DECRETO ABOLIENDO LAS TIENDAS DE RAYA VENUSTIANO CARRANZA, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, Encargado del Poder Ejecutivo de los Estados Unidos Mexicanos, en uso de las facultades de que me encuentro investido, y CONSIDERANDO: Que la situación que guardan las clases menesterosas y su incapacidad para mejorarla, se deben principalmente a la indiferencia con que siempre han sido vistas por los gobiernos que se han sucedido en la nación; Que en los pequeños poblados, constituidos por fincas rústicas, establecimientos industriales o mineros, es particularmente grande la miseria y la ignorancia de los peones u obreros que trabajan en ellos; Que esa pobreza en que viven no solamente se debe a lo reducido de los jornales, sino a que también éstos son forzosamente invertidos dentro de la propia negociación agrícola o industrial, estando imposibilitados los operarios para salir a proporcionarse en los pueblos próximos los artículos que han menester; Que el comercio en esos lugares, tan indispensable al bienestar de los hombres, asume con frecuencia el carácter de odioso monopolio, por medio de las llamadas “tiendas de raya”, en las que el propietario de la finca o sus amigos explotan de manera usuraria a los compradores, quienes, por temor a los patrones y por falta de otros sitios de aprovisionamiento, se ven obligados a aceptar los exagerados precios de los artículos que les expenden; Que en muchas negociaciones particulares se impide el establecimiento de otros comerciantes y hasta la entrada de los de simple tránsito, como los buhoneros y vendedores ambulantes, y en algunas de estas grandes empresas la presencia de esos comerciantes sólo ha sido permitida mediante el pago de un impuesto especial de introducción, o sea una alcabala particular; Que existen negociaciones que tienen cercado el perímetro ocupado por su finca o industria, cerrándolo durante las noches para evitar la comunicación de sus empleados y trabajadores con el exterior, las relaciones de los de fuera con los mismos y para obligarlos así a que adquieran en la tienda de los patrones los efectos que necesitan para subsistir, los cuales alcanzan, como ya se dijo, precios exorbitantes que reducen injustamente el salario de los operarios; Que para remediar esta situación tan intolerable para los peones o trabajadores, que ha dado ya lugar a diferentes protestas y hasta el carácter sangriento algunas veces, el Poder Público debe intervenir facilitando en los mencionados lugares el establecimiento de mercados abiertos al libre comercio, que en virtud natural de la competencia traiga consigo una baja racional en los precios y una extensión mayor

en la variedad de los artículos comerciales, haciendo que las poblaciones rurales satisfagan en mejor condición las necesidades apremiantes de la vida; Que el aislamiento y situación peculiar de los trabajadores, así como el predominio que sobre ellos ejercen los propietarios, han sido las causas de que éstos se hayan considerado indebidamente como agentes de autoridad y hayan ejercido actos de violencia muy frecuentes por la impunidad de quienes los cometen y por la forzada resignación de quienes los sufren, se hace indispensable el establecimiento en estos lugares de servicios municipales que hagan más eficaz la protección que necesitan las clases trabajadoras; Que ese mismo aislamiento es la causa de que las poblaciones rurales se encuentren en una ignorancia completa, hasta el grado de que existen por millones, en el conjunto de estos núcleos sociales, mexicanos que ni siquiera conocen los elementos más rudimentarios del idioma nacional y mucho menos los derechos del ciudadano, es evidente que urge llevar hasta esos seres la instrucción de que carecen, haciendo que se establezcan entre ellos escuelas en que se haga efectiva la enseñanza obligatoria bajo la vigilancia y tutela de las autoridades municipales; Que los ayuntamientos, como genuinos representantes de la voluntad popular, son los llamados a ejercer las funciones que conduzcan a evitar los abusos anteriormente apuntados, una vez que tengan autorización para establecer edificios públicos de su dependencia, mercados y cementerios, dentro de la ubicación de las fincas a que se ha hecho referencia, para lo cual se necesita una ley que les proporcione la manera de adquirir los terrenos indispensables para ello, entretanto se expida la orgánica del artículo 27 de la Constitución General; Que es de notoria utilidad pública y de urgente necesidad procurar que cesen los males que el pueblo sufre, ya que redimirlo es el propósito capital de este Gobierno; Por todo lo expuesto he tenido a bien decretar lo siguiente: Artículo único. Se declara de utilidad pública la erección de edificios destinados a servicios municipales y al establecimiento de mercados y cementerios, en toda población, finca rústica o centro industrial, fabril o minero en que lo juzgue conveniente el Ayuntamiento a cuya jurisdicción pertenezca éste, verificándose la adquisición de los terrenos necesarios para ese efecto de conformidad con las disposiciones de la ley de expropiación que expedirá este Gobierno. TRANSITORIO Artículo único. Esta ley comenzará a regir cuando se hayan efectuado las elecciones municipales y haya quedado organizado el Poder Judicial en la República. Por lo tanto, mando se imprima, publique, circule y se le dé el debido cumplimiento. H. Veracruz, 22 de junio de 1915. V. Carranza.

EL CASTILLO DE SAN JUAN DE ULÚA VENUSTIANO CARRANZA, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, Encargado del Poder Ejecutivo de la Unión, en uso de las facultades de que estoy investido, y CONSIDERANDO: Que los ideales democráticos cuya realización ambiciona el pueblo desde hace tanto tiempo, no toleran la subsistencia de establecimientos penales que carezcan de los más elementales requisitos de higiene que la civilización exige y la humanidad reclama, para no agravar con sufrimientos inusitados el castigo que las leyes determinan para los delincuentes, como sucedía con el uso para prisión militar del Castillo de San Juan de Ulúa; Que durante largos años esta fortaleza sirvió para alojar en lóbregas, húmedas e insalubres galerías a los reos del orden militar y no pocas veces a los procesados políticos acusados de rebeldía o sedición, exponiéndolos a adquirir, como en efecto sucedía, graves enfermedades y dolencias incurables que con frecuencia ocasionaron la muerte de muchos de ellos; Que el Gobierno constitucionalista, interpretando las aspiraciones populares y el sentir nacional, desea borrar esta mancha arrojada sobre el nombre de México por dictadores y déspotas, cambiando la aplicación de este edificio federal a otros servicios de la Administración Pública para dignificarlo, conservándolo como monumento histórico y como residencia eventual del jefe del Poder Ejecutivo de la República. Por lo expuesto he tenido a bien decretar lo siguiente: Art. 1º. El castillo conocido con el nombre de “San Juan de Ulúa”, deja desde esta fecha de tener el carácter de presidio. Art. 2º. Las dependencias del edificio de que se trata quedan, una parte a disposición de la Secretaría de Guerra para que siga siendo utilizada como arsenal de Guerra y Marina y la otra a disposición del Ejecutivo Federal, para que se sirva de ella como residencia eventual del jefe del Poder Ejecutivo de la República. TRANSITORIO Único. Este decreto comenzará a surtir sus efectos desde la fecha de su publicación. Por tanto, mando se imprima, publique, circule y se le dé el debido cumplimiento. Dado en la H. Veracruz, a 2 de julio de 1915. El Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, Encargado del Poder Ejecutivo de la Unión, V. Carranza. Al C. oficial mayor Encargado de la Secretaría de Guerra y Marina. Presente.

Lo que transcribo a usted para su conocimiento y fines consiguientes. Rubén Morales. SECRETARÍA DE GOBERNACIÓN El C. Primer Jefe del Ejército Constitucionalista y Encargado del Poder Ejecutivo de la Unión, se ha servido dirigirme el siguiente decreto: “VENUSTIANO CARRANZA, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, Encargado del Poder Ejecutivo de la nación, en uso de las facultades de que estoy investido, y CONSIDERANDO: Que si bien los gobernadores de los Estados nombrados por esta Primera Jefatura no deben tener más facultades que las que sean indispensables para atender a la administración de las entidades políticas que respectivamente están a su cargo y satisfacer, desde luego, las necesidades más imperiosas del pueblo, entre tanto se restablece el orden constitucional, para que entonces las autoridades legítimas emanadas de la voluntad popular dispongan lo que estimen más conveniente para los intereses públicos de los Estados; Que en esta virtud, entre las facultades de los gobernadores no pueden comprenderse de ninguna manera las que traspasen los fines indicados, ni mucho menos las de disponer permanentemente por tiempo considerable o indefinido, de los derechos de los Estados sobre impuestos, u otorgar exenciones o concesiones de carácter definitivo, aunque éstas sean a cambio de servicios que se hayan prestado o que deban prestarse en beneficio público; ni mucho menos puedan comprenderse las de disponer o comprometer de cualquier modo los intereses de la Federación, contrayendo obligaciones a cargo del Tesoro Nacional, disponiendo de los bienes que le pertenecen en propiedad o haciendo condonación o exención de impuestos, porque además de que tales facultades no pueden derivarse de los objetos únicos a que debe obedecer la función de las autoridades referidas, no les corresponden ni aun en pleno orden constitucional; Que otorgar a los gobernadores de los Estados otras facultades de las que exijan las necesidades del momento sería crear un obstáculo para la regularización y buena marcha de la administración una vez que se restablezca el orden; pues podrían celebrarse contratos o hacerse concesiones que imposibilitarían la acción de las autoridades constitucionales; Que careciendo en lo absoluto los gobernadores de los Estados de las facultades de que se ha hecho mérito, es inconcuso que son inexistentes los actos que hayan ejecutado extralimitando sus atribuciones; Que siendo en estos momentos esta Primera Jefatura la autoridad suprema de la

República, a ella corresponde velar tanto por la unidad y eficacia de la acción administrativa dentro de sus legítimos fines, como también evitar todo aquello que pueda introducir desorden y suscitar dificultades ulteriores. Por todo lo expuesto, he tenido a bien decretar lo siguiente: Art. 1º. Los gobernadores provisionales no podrán otorgar concesiones que eximan de impuestos del Estado o municipios a los capitales de los concesionarios. Art. 2º. Tampoco podrán los gobernadores crear deudas a los Estados, ya contratando empréstitos interiores, o ya expidiendo vales, bonos o billetes de circulación forzosa sin autorización expresa de esta Primera Jefatura. Art. 3º. No tiene ningún valor legal, y, por consiguiente no producirán ningún efecto las exenciones de impuestos que hayan otorgado hasta hoy los gobernadores provisionales, ni los demás actos a que se refiere este decreto, para los que no hayan sido expresamente facultados. Por tanto, mando se imprima, publique, circule y se le dé el debido cumplimiento. Dado en la H. Veracruz, a los veintiocho días del mes de junio de mil novecientos quince. El Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, Encargado del Poder Ejecutivo, V. Carranza.” Al C. licenciado Luis Cabrera, secretario de Estado y del Despacho de Hacienda. Y lo comunico a usted para su inteligencia y fines consiguientes. Constitución y Reformas. H. Veracruz, julio 9 de 1915. El secretario, Luis Cabrera. Al C. Gobernador de…

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Memoria de la Sría. de Gobernación, formada por el Sr. Lic. Jesús Acuña. México, 1933.