Traspasando lo lingüístico: Factores esenciales en el contacto de lenguas 9783968692340

El objeto de estudio de la Lingüística de contacto es abordable desde las perspectivas lingüística, sociolingüística y p

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Spanish; Castilian Pages 216 [210] Year 2022

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Traspasando lo lingüístico: Factores esenciales en el contacto de lenguas
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Sara Gómez Seibane María Sánchez Paraíso Azucena Palacios (coords.) Traspasando lo lingüístico: factores esenciales en el contacto de lenguas

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Lengua y Sociedad en el Mundo Hispánico Language and Society in the Hispanic World Editado por / Edited by: Julio Calvo Pérez (Universidad de Valencia) Anna María Escobar (University of Illinois at Urbana-Champaign) Luis Fernando Lara (El Colegio de México) Francisco Moreno Fernández (Universidad de Alcalá de Henares / Instituto Cervantes at Harvard University) Juan Pedro Sánchez Méndez (Université de Neuchâtel) Armin Schwegler (University of California, Irvine) José del Valle (The Graduate Center-CUNY) Klaus Zimmermann (Universität Bremen)

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Sara Gómez Seibane María Sánchez Paraíso Azucena Palacios (coords.)

Traspasando lo lingüístico: factores esenciales en el contacto de lenguas

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Este volumen ha sido financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad a través del Proyecto de investigación “COREC (Corpus oral de referencia del español en contacto. Fase I: lenguas minoritarias”. Referencia/AEI/ PID2019/105865GB-I00. Está dirigido por Azucena Palacios y Sara Gómez Seibane.

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47) Reservados todos los derechos © Iberoamericana, 2021 Amor de Dios, 1 – E-28014 Madrid Tel.: +34 91 429 35 22 Fax: +34 91 429 53 97 © Vervuert, 2021 Elisabethenstr. 3-9 – D-60594 Frankfurt am Main Tel.: +49 69 597 46 17 Fax: +49 69 597 87 43 [email protected] www.iberoamericana-vervuert.es ISBN 978-84-9192-228-5 (Iberoamericana) ISBN 978-3-96869-233-3 (Vervuert) ISBN 978-3-96869-234-0 (e-Book) Depósito Legal: M-26728-2021 Diseño de la cubierta: Carlos Zamora Impreso en España Este libro está impreso integramente en papel ecológico blanqueado sin cloro

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Índice

Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 Ana Isabel García Tesoro Tipos de hablantes y contextos comunicativos en situaciones de contacto: el caso de Guatemala . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15 Azucena Palacios El factor “adquisición incompleta” en el contacto de lenguas . . . . . . . . . . . . . . . . . 31 María Sánchez Paraíso La conciencia de la norma lingüística en hablantes de español andino peruano: el caso de los pronombres átonos de 3.ª persona . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49 Sara Gómez Seibane Sobre la percepción del castellano hablado en el País Vasco a partir de una encuesta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69 Bruno Camus Bergareche Una encuesta sobre el leísmo femenino en el castellano del País Vasco . . . . . . . . . 85 Alonso Guerrero Galván y Nadiezdha Torres Sánchez Purismo lingüístico y lenguas en contacto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103 Anna Babel, Kevin McGowan y Paola Enríquez Duque Niveles de percepción de las vocales en contacto: el caso de una variedad de español andino en Bolivia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119 Luis Andrade Ciudad y Marco Ferrell Ramírez Sustrato y contacto lingüístico: dos historias léxicas de los Andes norperuanos . . . 137 Anna María Escobar Mirada diacrónica y sociolingüística: contacto entre el español y el quechua . . . . . 153 Carolin Patzelt Identidades sociales en condiciones de movilidad y migración: nuevos enfoques para el estudio de su construcción lingüística . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 169

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Carola Mick Regímenes naturales-culturales de contacto: dinámicas discursivas en el contacto de lenguas en el Perú . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 187 Los autores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 207

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El objeto de estudio de la Lingüística de contacto es multidisciplinar, abordable fundamentalmente desde las perspectivas lingüística, sociolingüística y psicolingüística. Estas disciplinas revelan la naturaleza de los procesos que subyacen a los cambios inducidos por contacto, es decir, tanto la actuación como la implementación del cambio, que se relacionan con el papel que desempeña el individuo y la comunidad en el origen y la difusión de dicho cambio. En general, se acepta que la innovación comienza en el individuo; por lo tanto, los mecanismos o los procesos de cambio deben explicarse en términos psicolingüísticos, esto es, en función del modo en que los sistemas lingüísticos interactúan en la mente del individuo. Al mismo tiempo, la propagación del cambio se produce por medio de las redes que vinculan a los individuos entre sí, por lo que este aspecto del cambio debe explicarse en términos sociolingüísticos, concebidos de manera amplia. Simultáneamente, y desde un enfoque lingüístico, hay que describir los tipos de cambio que se producen, explicar sus características estructurales e identificar los principios y procesos que implican (Thomason/Kaufman 1988; Coetsem 1988; Thomason 2001; Heine/Kuteva 2005; Winford 2020, entre otros). Sin embargo, la narrativa que ha prevalecido en la Lingüística de contacto se ha definido por explicaciones donde los factores extralingüísticos se subordinan a los lingüísticos, en un intento quizás de reafirmar su carácter científico frente a las críticas que el contacto lingüístico suscitó en décadas pasadas del siglo anterior desde corrientes de corte estructuralista o innatista que conciben la gramática como baluartes difícilmente modificables. Y si bien afirmaciones como la de Lass (1997) sobre cómo una explicación endógena debe prevalecer sobre otras explicaciones exógenas se han matizado considerablemente (Johanson 2008; Besters-Dilger et al. 2014), lo cierto es que se ha centrado la atención en los condicionamientos estructurales y tipológicos que regulan el cambio inducido por contacto y en las restricciones que limitan el intercambio entre lenguas (Palacios 2019). En nuestro grupo de investigación de la UAM hemos trabajado desde 2005 diferentes situaciones de contacto lingüístico y hemos ido perfilando una perspectiva teórica en la que el hablante es el centro de investigación. En esa línea, afirmamos que, si los factores lingüísticos son esenciales, también lo son los no lingüísticos, dado que llegan a condicionar el comportamiento de los hablantes

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incluso cuando están en contacto las mismas lenguas y en la misma comunidad, dada la propia complejidad de las ecologías lingüísticas (Auer 2007). En este sentido, este volumen es producto de nuestras inquietudes por incorporar a esa narrativa “tradicional” la importancia de los aspectos no lingüísticos. Queremos, así, reflexionar sobre conceptos y factores especialmente relevantes en las situaciones de contacto del español con otras lenguas en el sentido de que aportan una perspectiva explicativa e interpretativa del contacto; factores que han sido incluidos tradicionalmente en los estudios de contacto o que, por el contrario, han sido soslayados por los investigadores. Como primera aproximación al tema, celebramos en mayo de 2021 el Coloquio virtual internacional “Traspasando lo lingüístico: factores esenciales en el contacto de lenguas”, en el marco del proyecto de investigación COREC (Corpus oral de referencia del español en contacto. Fase I: lenguas minoritarias, referencia: PID2019-105865GB-I00), dirigido por Azucena Palacios y Sara Gómez Seibane, y financiado parcialmente por el Ministerio de Economía y Competitividad1. Este volumen presenta las contribuciones que allí se presentaron tras un proceso de revisión por pares externos. Ana Isabel García Tesoro reflexiona sobre cómo la tipología de hablantes en escenarios multilingües puede condicionar los resultados lingüísticos del contacto. A partir del estudio de caso de dos comunidades tzutujil/español en Guatemala, donde la situación de contacto es intensa y prolongada en el tiempo (en una de ellas conviven hablantes bilingües y monolingües; en la otra solo hay bilingües), analiza dos cambios inducidos por contacto: la omisión del pronombre de objeto directo de tercera persona y el uso de la preposición en con verbos de movimiento. El estudio trasciende la dicotomía monolingüe vs. bilingüe y constata una gradación cuantitativa y cualitativa en función del tipo de hablantes, lo que le permite establecer cómo tienen lugar los cambios inducidos por contacto y cómo su difusión depende en gran medida de factores no lingüísticos que regulan las dinámicas internas de las propias comunidades como la evaluación de las formas locales, entre otros. Concluye que las situaciones de contacto lingüístico implican, en definitiva, construcciones sociales, no solo lingüísticas. Azucena Palacios revisa un factor esencial que ha condicionado distintas categorizaciones sobre los tipos de contacto lingüístico: la adquisición incompleta de la lengua segunda. Para ello, analiza los llamados “loísmos” de objeto directo (forma lo/s para referentes femeninos) en tres variedades de español en contacto con lenguas originarias a partir de datos de habla real de hablantes monolingües 1

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Véase la página web del proyecto (https://espanolcontacto.fe.uam.es/wordpress/) para el corpus disponible, publicaciones del grupo, recursos audiovisuales y blog divulgativo.

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y bilingües. Constata que el grado de bilingüismo, estrechamente ligado a la adquisición de la lengua de contacto, es un factor esencial, pero no explica per se las frecuencias de uso de los sistemas pronominales locales que se documentan en los distintos grupos de hablantes. La autora afirma que los sistemas pronominales locales, convencionalizados en las comunidades, compiten con el normativo etimológico, presente en las instituciones educativas, en los medios de comunicación o en el registro escrito. Concluye Palacios que los hablantes con distintos perfiles sociolingüísticos utilizan ambos sistemas en función de factores como su nivel de instrucción, la presión de la norma, la conciencia lingüística, las actitudes y la evaluación de las formas locales, y que todos ellos son esenciales para explicar la complejidad de estos escenarios de contacto. La contribución de María Sánchez Paraíso examina los efectos del factor conciencia de norma lingüística. La autora pone en tela de juico la predicción generalizada de que los grupos monolingües de español usan mayoritariamente el sistema pronominal etimológico y los grupos bilingües los sistemas pronominales locales, a partir de un corpus de hablantes bilingües quechua/español y monolingües de español en Juliaca. Tras analizar cualitativa y cuantitativamente el corpus, comprueba que en los hablantes bilingües con conciencia alta de la norma lingüística predomina el patrón normativo, si bien pueden explotar pragmáticamente ambos sistemas en distintos momentos de su discurso en función de si deciden proteger su imagen y activar su conciencia de norma (usarán entonces el sistema normativo) o no (usarán el sistema local). Para Sánchez Paraíso, el contacto histórico intenso de esta área con las lenguas originarias ha posibilitado que el sistema local esté muy asentado en todos los grupos sociales, por lo que el tipo de bilingüismo no es el factor prominente. Sara Gómez Seibane atiende dos conceptos clave en el contacto de lenguas: las actitudes y percepciones de los hablantes sobre su variedad local. A partir de una encuesta diseñada específicamente para medir la valoración de los hablantes hacia su variedad de castellano en contacto con la lengua vasca, la autora emprende un análisis cuantitativo y cualitativo teniendo en cuenta las variables sexo, edad, provincia de origen, nivel de estudios, grado de conocimiento de la lengua vasca o identidad. Los resultados muestran que la variedad de CPV obtiene una valoración general positiva, con una relación estadísticamente significativa entre un nivel alto de conocimiento del euskara o una identidad vasca o tan vasca como española y una mayor evaluación positiva de su variedad. También confirman la misma relación significativa entre la edad y la percepción de diferencias dialectales internas. En cuanto al prestigio, los datos revelan que las variables identidad y prestigio de la variedad están relacionadas, así como la identidad y la consideración de que la variedad local está próxima a la noción de estándar. En definitiva, el estudio permite mostrar cómo a partir de las nociones

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de corrección y prestigio hay una percepción positiva de la variedad local, considerada prestigiosa y próxima a la noción de estándar, y singularizada frente a otras variedades de castellano. Bruno Camus Bergareche indaga en los efectos que la instrucción reglada bilingüe en el País Vaco puede tener sobre el leísmo femenino, un fenómeno que caracteriza el español de las áreas interiores del País Vasco donde el euskera gozaba de vitalidad en la Edad Moderna. Para determinar la frecuencia del leísmo femenino y comprobar si su distribución varía en función de la edad de los hablantes y, por tanto, si este tipo de leísmo se encuentra estabilizado o está sufriendo algún proceso de cambio por efecto de la presión del español estándar, lleva a cabo una encuesta con 50 hablantes vascos con nivel sociocultural alto de entornos urbanos de dos segmentos etarios diferentes. Los resultados muestran que la extensión del leísmo femenino alcanza una frecuencia superior al 50 % y que hay diferencias en el comportamiento de los hablantes cuya primera lengua es el español o el euskera; la variable edad no arroja, por el contrario, ninguna correlación significativa. El autor indica, finalmente, la necesidad de abordar este tipo de estudios con una muestra mayor de hablantes de distintos perfiles. Alonso Guerrero y Nadiezdha Torres Sánchez profundizan en cómo se ha manifestado la ideología de la pureza en diversas situaciones de contacto lingüístico de español y lenguas originarias americanas; destacan las actitudes lingüísticas que reflejan los distintos tipos de purismo en varios momentos históricos y analizan el discurso de individuos de comunidades indígenas actuales y del pasado para mostrar que la “mezcla” de lenguas ha estado presente en todos ellos, y que ha dado lugar a la reestructuración de los sistemas lingüísticos, lo que contribuye a su enriquecimiento. Denuncian cómo el purismo lingüístico mediatiza una visión irreal de la lengua que puede llegar a considerarse como impura y cómo esto genera estereotipos que se asocian a formas locales de hablar vinculadas con una categorización social específica. Afirman, no obstante, que el purismo lingüístico puede también erigirse en elemento de resistencia frente a la reducción de espacios de uso de las lenguas originarias e incluso a su desaparición. Anna Babel, Kevin McGowan y Paola Enríquez Duque llevan a cabo un experimento de percepción con adultos entre 19 y 57 años, hablantes de español boliviano y quechua. Estos debían evaluar la distinción entre los pares vocálicos /e/-/i/ y /o/-/u/ en una secuencia de palabras en español boliviano y en quechua, lengua que tiende a la igualación de esos pares vocálicos. Los participantes apreciaron diferencias más claras entre vocales cuando escuchaban español boliviano que cuando escuchaban quechua, aunque la voz era de la misma persona, nativa de español con educación superior, y había sido manipulada para asegurar que las diferencias entre vocales fuera iguales en las dos lenguas. El trabajo se

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completa con el análisis de las entrevistas mantenidas con los participantes tras realizar el experimento sobre la percepción explícita de tales diferencias; análisis que confirma los resultados cuantitativos obtenidos en dicho experimento. Luis Andrade Ciudad y Marco Ferrell Ramírez revisan el concepto clásico de sustrato en escenarios poscoloniales tanto para la/s lengua/s indígena/s como para la variedad de español. A partir del análisis de dos palabras vernáculas del español andino norperuano, el sustantivo poña ‘rastrojo, resto menudo de origen vegetal’ y el adjetivo jaque ‘sano y fuerte’, los autores demuestran la necesidad de tener en cuenta que, antes y después de la conquista, la zona andina era multilingüe, por lo que el recurso al sustrato indígena puede ser en ocasiones intrincado; muestran, igualmente, que la variedad de español con la que entra en contacto dicho sustrato también había estado en contacto con otras lenguas de origen europeo, de las que conserva elementos en ocasiones de difícil filiación. Por lo tanto, el sustrato persiste como factor explicativo del territorio hispanoamericano, pero teniendo presente la realidad del contacto lingüístico del pasado. Anna M.ª Escobar propone la emergencia del español andino a partir de los procesos de independencia de la colonia. A favor de esta tesis, la autora esgrime datos y argumentos histórico-sociales y lingüísticos: las diferencias en las ecologías sociales de cada periodo, el tipo de bilingüismo en las diferentes etapas y las evidencias gramaticales son coherentes con la tesis de la autora. A modo de síntesis, el español andino no surgió en la etapa colonial porque la dinámica social no favorecía un bilingüismo extendido. Sin embargo, desde mediados del siglo xx y de la mano de los movimientos poblacionales a los centros urbanos y la apertura de las redes sociales, se produjo el crecimiento y difusión de esta variedad. Ello ocasionó el debilitamiento del legado colonial, así como el reforzamiento de una identidad andina, cuyo orgullo regional lingüístico era la variedad empleada por la élite del país. El trabajo plantea también importantes retos de estudio para el futuro, como las diferencias entre las variedades andinas y la conciencia lingüística de los hablantes sobre los rasgos andinos. En efecto, con respecto a las variedades andinas, la peruana y la boliviana están más próximas y mantienen diferencias importantes con las ecuatorianas y norargentinas, diferencias atribuidas a las distintas variedades de quechua presentes en cada región. En cuanto al papel de la conciencia lingüística, todavía no está suficientemente analizada su influencia en la difusión y/o evolución de dichos rasgos andinos. En el marco de la sociolingüística variacionista, el trabajo de Carolin Patzelt demuestra que la pertenencia a un grupo étnico y social se negocia según las realidades lingüísticas y sociales de un área. Para demostrarlo, la autora analiza las categorías “grupo (étnico y/o social)” y “forma de hablar” como construcciones ideológicas de los migrantes hispanohablantes en la Guayana francesa.

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Estos hablantes elaboran nuevas formas de hablar, denominan nuevos grupos diaspóricos transnacionales, como los “sudamericanos” en la Guayana francesa, u otorgan significados distintos a determinados grupos como los “peruanos”. Este trabajo reivindica el estudio de estos procesos complejos y dinámicos en contextos diaspóricos. El volumen se cierra con la contribución de Carola Mick, que tiene por objeto entender en qué medida las dinámicas del contacto de lenguas se relacionan con las dinámicas socioambientales. Para ello, analiza los testimonios de 55 informantes adultos peruanos y reconstruye las huellas lingüísticas y discursivas de diferentes regímenes natural-culturales. Los resultados confirman que las características del contacto lingüístico influyen en los regímenes naturales-culturales que son construidos discursivamente y que, a su vez, la ontología actúa sobre las formas que resultan del contacto de lenguas. Asimismo, resulta muy importante el tipo de relación de poder que se establece entre las comunidades. Las conclusiones de este tipo de análisis deben tenerse en cuenta, según la autora, en la elaboración e implantación de políticas lingüísticas de corte ecológico.

Referencias bibliográficas Auer, P. (2007): “The Monolingual Bias in Bilinguism Research, or: Why Bilingual Talk Is (Still) a Challenge for Linguistics”. En M. Heller (ed.), Bilingualism: A Social Approach. London: Palgrave Macmillan, pp. 319-339. Besters-Dilger, J., Dermarkar, C., Pfänder, S., y Rabus, A. (eds.) (2014): Congruence in Contact-Induced Language Change. Language Families, Typological Resemblance, and Perceived Similarity. Berlin/Boston: De Gruyter. Coetsem, F. v. (1988): Loan Phonology and the Two Transfer Types in Language Contact. Dordrecht: Foris. Heine, B., y Kuteva, T. (2005): Language Contact and Grammatical Change. Cambridge: Cambridge University Press. Johanson, L. (2008): “Remodeling grammar. Copying, conventionalization, grammaticalization”. En N. Kintana y P. Siemund (eds.), Language Contact and Contact Languages. Amsterdam: John Benjamins, pp. 61-79. Lass, R. (1997): Historical Linguistics and Language Change. Cambridge: Cambridge University Press. Palacios, A. (2019): “La complejidad del contacto desde la lingüística”. En M. Haboud (coord.), Lenguas en contacto. Desafíos en la diversidad. Quito: PUCE, pp. 21-45. Thomason, S. G. (2001): Language Contact. Washington, D.C.: Georgetown University Press.

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Thomason, S. G., y Kaufman, T. (1988): Language Contact, Creolization, and Genetic Linguistics. Berkeley: University of California Press. Winford, D. (2020): “Theories of Language Contact”. En A. P. Grant (ed.), The Oxford Handbook of Language Contact. New York: Oxford University Press, pp. 51-74.

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TIPOS DE HABLANTES Y CONTEXTOS COMUNICATIVOS EN SITUACIONES DE CONTACTO: EL CASO DE GUATEMALA* Ana Isabel García Tesoro Universidad de Antioquia

1. Introducción Uno de los factores fundamentales mencionados en las interacciones en situaciones de contacto de lenguas y que puede influir notablemente en la creación y posterior difusión de los cambios lingüísticos inducidos por contacto que se observan en las mismas (Palacios 2017: 8, en prensa; Thomason 2001: 70 y ss.), es el tipo de hablantes que se puede dar dentro de una comunidad de contacto lingüístico. Más allá de la dicotomía hablante monolingüe, que maneja una lengua sin variaciones, vs. bilingüe, que habla dos lenguas y muestra influencias en una o en las dos, en las comunidades de contacto se observan dinámicas complejas que tienen que ver con la difusión y reconocimiento político y social de cada una de las lenguas, diversos modos de aprendizaje de una o de las dos lenguas, procesos de simplificación y/o sustitución de una de ellas, la posesión de una tradición escrita en una de las dos lenguas, el reconocimiento de los propios hablantes del estatus de su/s lengua/s, procesos de posicionamiento social o construcción de identidad en relación con esta/s, o la presencia de rasgos distintivos culturales o históricos del grupo que las habla. Dichos factores influyen en la selección de una u otra lengua que hacen los hablantes bilingües en diferentes situaciones, las actitudes que los diversos grupos de hablantes tienen hacia estas lenguas, e igualmente en la aceptación, empleo y difusión de cambios inducidos por contacto que se pueden producir en dichas situaciones. El presente trabajo se ocupará de la incidencia que ejerce este factor, el tipo de hablantes, en una comunidad de contacto de lenguas. Abordaremos el análisis de dos cambios lingüísticos inducidos por contacto en dos comunidades lingüísti-

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Investigación realizada en el proyecto de investigación de excelencia “COREC. Corpus oral de referencia del español en contacto. Fase I: lenguas minoritarias”. Referencia/AEI/ PID2019/105865GB-I00.

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cas de español-lengua maya tzutujil en Guatemala que presentan una situación de contacto intensa con la misma lengua, pero con tipos de hablantes diferentes: en una únicamente hay bilingües y en otra convive población bilingüe y monolingüe. Compararemos la incidencia de este factor en el origen y extensión de dos cambios observados en el español de estas regiones con el fin de corroborar si existen diferencias en el habla de los bilingües en ambas comunidades. Los cambios tenidos en cuenta serán los siguientes: la omisión del pronombre de objeto directo de tercera persona y el uso de la preposición en con verbos de movimiento.

2. Tipos de hablantes en situaciones de contacto La tipología de situaciones de contacto (archipiélagos lingüísticos, fronteras estables entre lenguas de familias diferentes, expansiones coloniales, lenguas minoritarias aisladas frente a una lengua nacional, procesos de migración…) y el grado de difusión política y social de las lenguas implicadas (lengua oral o con tradición escrita, con reconocimiento oficial o no, con territorio definido o no…) son tan amplios que resulta complejo de definir y acotar; asimismo, cuesta establecer su relación con la tipología de hablantes que se observa en dichas situaciones y las correspondientes consecuencias lingüísticas. No obstante, se han señalado generalizaciones que se pueden aplicar a numerosas situaciones de contacto de lenguas, y que establecen lineamientos sobre la influencia que pueden ejercer los tipos de hablante respecto del origen y evolución de los cambios lingüísticos inducidos por contacto. En la bibliografía especializada se distinguen básicamente cuatro tipos de hablantes que podemos encontrar en situaciones de bilingüismo y contacto de lenguas (Avelino Sierra 2017: 25-31; Vallverdú 2002: 10): a) Monolingües de una de las lenguas en contacto, normalmente hablantes de la lengua mayoritaria en casos de diglosia que no necesitan aprender la lengua minorizada y tienen una buena competencia en su primera lengua. Estos hablantes no suelen ejercer influencia en los cambios inducidos por contacto, en muchos casos tampoco presentan dichos cambios, solo en situaciones de contacto intenso se pueden filtrar en su habla algunos fenómenos de cambio debidos al contacto. b) Monolingües que tienen un conocimiento pasivo de una de las lenguas de contacto, pues viven en ambientes de bilingüismo: generalmente han adquirido la lengua mayoritaria y la minoritaria la entienden con deficiencias. Este proceso se debe usualmente a que estos hablantes proceden de familias donde los padres u otros familiares hablan dicha lengua, pero no se la han trans-

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Tipos de hablantes y contextos comunicativos

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mitido. En algunos casos, estos hablantes adoptan variaciones introducidas por los bilingües, aunque no hablan exactamente la misma variedad de los bilingües. Se habla en estos casos de “familiaridad pasiva” y es un proceso que suele ser involuntario, ya que los hablantes no prevén los cambios o no son conscientes de ellos. Autores como Thomason (2001) señalan que esta familiaridad pasiva ocurre con más frecuencia con lenguas distanciadas tipológicamente. c) Bilingües simétricos que hablan las dos lenguas de la comunidad con fluidez y las manejan diariamente en diferentes contextos. Según Thomason (2001: 70-71), en estos hablantes los cambios inducidos por contacto suelen comenzar por los préstamos léxicos, especialmente en su primera lengua. Igualmente, Matras (2009: 59) apunta que en situaciones de bilingüismo unidireccional, en las que los hablantes de una lengua débil se ven obligados a aprender una segunda lengua dominante en la sociedad, en interacciones en su comunidad con otros bilingües en su primera lengua el control sobre la misma es laxo, se sabe que la otra persona entiende las palabras de la segunda lengua que se puedan usar y se tiende a introducir préstamos léxicos en primer lugar; por el contrario, si existe un bilingüismo social equilibrado se observan cambios estructurales que tienden a asimilar las lenguas, más que préstamos concretos, ya sean léxicos o morfológicos. No obstante, en estudios de contacto de español con lenguas amerindias en Hispanoamérica (Palacios 2011, 2013, 2015, 2017; García Tesoro 2018; entre otros), donde la situación es de clara diglosia, se ha observado que los bilingües simétricos muestran de manera muy productiva cambios morfosintácticos inducidos por contacto en su segunda lengua, el español, más que préstamos léxicos. d) Bilingües instrumentales que han aprendido una de las lenguas de manera informal y por razones prácticas, por ello apenas la usan en su vida cotidiana; esta lengua suele ser la mayoritaria y utilizan la minoritaria de manera predominante dentro de su comunidad. Para este tipo de hablantes las primeras y más notorias variaciones observadas son préstamos estructurales (Thomason 2001: 70-71); en este grupo es donde se sitúan el origen de los cambios inducidos por contacto. Se sabe que en las situaciones reales de contacto, excepto en casos puntuales, nos enfrentamos a un continuo de grados de bilingüismo; efectivamente, en las sociedades bilingües varía el acceso y uso de la segunda lengua, así como las motivaciones para aprender la lengua y/o integrarse en la otra comunidad lingüística, por lo que los cambios se manifiestan de forma distinta en función del grado de bilingüismo de los hablantes y no de forma completamente uniforme. Asimismo, la noción de bilingüe es motivo de discusión, pues, aunque en prin-

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cipio induce a pensar en una persona que maneja dos lenguas perfectamente, no es como la suma de dos monolingües (Grosjean 1989), sino que muestra preferencias o mayor competencia en una lengua que en otra en ciertos contextos. En cualquier caso, lo más destacado es que el bilingüe es capaz de mantener una conversación monolingüe, pero tiene a su disposición un recurso adicional, la habilidad de comparar sus dos lenguas en la conversación, lo que puede dar lugar al cambio lingüístico (Matras 2009: 61).

3. Dos comunidades de contacto en Guatemala Guatemala presenta una intensa situación de contacto lingüístico entre el español y 21 lenguas mayas, que son habladas en la zona central y suroeste del país. Estas gozan de plena vigencia entre la mayor parte de la población indígena, que constituye más de la mitad de la población total del país. En las regiones donde aún se hablan con vitalidad las lenguas mayas, la población indígena ha mantenido y transmitido durante generaciones su lengua primera como forma de preservar su cultura y su identidad. No obstante, se han conservado como lenguas minoritarias y no gozan del mismo prestigio que el español, lo cual hace que su uso esté relegado principalmente al ámbito local y familiar. El español es aprendido por parte de la población indígena como segunda lengua durante la niñez o en la edad adulta, y se utiliza en contextos determinados: la escuela, la sanidad, la administración, el trabajo o cualquier interacción o actividad que se dé fuera del ámbito de la comunidad indígena. Este aprendizaje en muchos casos, especialmente en las primeras generaciones que aprendieron español, se hizo con un fin puramente instrumental, no con la motivación de querer dominar la lengua en su totalidad; a ello hay que añadir que en la mayor parte de los casos el aprendizaje del español se ha hecho de manera informal, en la edad adulta, o dentro de un sistema educativo ineficaz que hasta hace pocos años contemplaba un programa de educación bilingüe intercultural para la población indígena. En dichas áreas se da una situación estable de contacto entre el español y las lenguas mayas que ha ido conformando una variedad de español que ha pasado a ser la habitual dentro de la comunidad, tanto para la población bilingüe como en algunos casos para la que desconoce la lengua indígena local (García Tesoro 2008; Martin 1978). Además, se ha observado que los cambios inducidos por contacto en los hablantes bilingües instrumentales son más numerosos que en los bilingües simétricos, es decir, que existe una gradación cualitativa y cuantitativa de estos cambios en función de los tipos de bilingües. Ahora bien, algunos de estos cambios aparecen también entre monolingües de la zona que ya no conocen la lengua indígena. Esta gradación de tipos de hablantes resulta

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fundamental para establecer cómo se producen los cambios lingüísticos en las situaciones de contacto, como veremos en el análisis de las comunidades objeto de estudio en esta investigación. Para el presente trabajo hemos seleccionado dos comunidades de intenso contacto con el tzutujil, una en la que solo hay bilingües tzutujil-español y otra en la que hay bilingües y monolingües en español. Hemos dividido los hablantes bilingües en los dos grupos diferenciados en la literatura de contacto: bilingües simétricos, bilingües instrumentales, monolingües con familiaridad pasiva y monolingües. Respecto a los cambios inducidos por contacto que se observan en ambas, por razones de espacio nos ocuparemos de dos: la reorganización del sistema pronominal átono y el empleo de la preposición en con verbos de movimiento. En primer lugar, mostramos los datos de un trabajo de campo realizado en el municipio de Chicacao, situado al sur del departamento de Suchitepéquez en la zona cercana a la costa. En ella convive población bilingüe y monolingüe, y está formado por un núcleo urbano de 40 000 habitantes y 11 aldeas, las cuales a su vez se subdividen en cantones. Presenta una situación lingüística compleja y no existen censos fiables que establezcan el porcentaje de población bilingüe y monolingüe, pero una visita a Chicacao permite constatar que una parte importante de los habitantes del área urbana son indígenas y hablan el tzutujil; en las aldeas, en cambio, el porcentaje de población indígena es muy elevado y predomina claramente sobre la población mestiza, como ocurre en la más cercana, San Pedro Cutzán. La mayor parte de los indígenas son bilingües y han aprendido español en la escuela o en la edad adulta, generalmente ocupan los estratos sociales más bajos y desempeñan diferentes oficios o trabajan como jornaleros en alguna de las 115 fincas que rodean la localidad1. Por otro lado, los mestizos son monolingües en español, la mayoría ha recibido la instrucción básica en la escuela y suelen desempeñar trabajos cualificados. Ambos grupos no suelen tener una relación estrecha, excepto en los intercambios comerciales o de servicios. La lengua oficial en todos los contextos es el español, el tzutujil ha quedado relegado al ámbito familiar entre la población indígena, o a contextos muy determinados como las fiestas o las misas en las aldeas. En pocos casos se observan intentos de acercamiento de los mestizos hacia

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En su mayoría los indígenas son trabajadores procedentes del departamento de Sololá y del altiplano que emigraron a la zona costera para trabajar en las plantaciones cafetaleras. La explotación de las tierras en los departamentos cercanos a la costa, como es el caso de Suchitepéquez, produjo durante años la migración de miles de indígenas, así como la construcción y la fundación de “pueblos de indios” para su asentamiento permanente en las cercanías de las explotaciones agrícolas de los terratenientes.

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la cultura o la lengua tzutujil y, en general, las actitudes hacia las lenguas mayas son negativas. En los últimos años un sector minoritario de la población indígena ha prosperado económicamente o ha tenido la oportunidad de cursar estudios superiores y acceder a algún trabajo cualificado en el área urbana de Chicacao. Estas personas suelen renunciar a su lengua primera, pues apenas la practican, y no suelen transmitirla a sus hijos; asimismo abandonan otras señas de identidad como el traje regional indígena y la participación activa en ciertas costumbres y festividades; de esta forma tratan de integrarse en la sociedad mestiza y mantener su estatus social y económico. Igualmente, en Chicacao encontramos a algunas personas que cumplían estas características: únicamente hablaban español, pero en su familia las generaciones mayores hablaban tzutujil. En segundo lugar, otro trabajo de campo fue realizado en San Pedro La Laguna, pueblo situado en la ribera oriental del lago Atitlán que cuenta con una población de 11 716 habitantes2. Aproximadamente el 90% son bilingües tzutujil-español y tan solo un 5% son monolingües en tzutujil, ancianos en su mayoría, el 5% restante estaría formado por un pequeño porcentaje de población que es monolingüe en español y algunos extranjeros3. La comunidad constituye un grupo lingüístico estable y considerablemente homogéneo, cuenta con cierta autonomía política y goza de una situación económica favorable gracias al turismo. Esto sin duda ha repercutido en una actitud positiva hacia su lengua, cultura y costumbres, las cuales mantienen con relativa vitalidad. El tzutujil es la lengua habitual en todos los ámbitos excepto en la iglesia, los bancos, la municipalidad y los hoteles para turistas. En total fueron analizadas 40 entrevistas semidirigidas de 30 a 60 minutos de duración, 25 en el municipio de Chicacao (siete a hablantes bilingües simétricos, seis a bilingües instrumentales, seis a monolingües que no tenían contacto con bilingües y seis a monolingüe que sí tenían relación con familiares bilingües y ambientes donde se usaba tzutujil) y 27 en San Pedro La Laguna (13 a hablantes bilingües simétricos y cuatro a bilingües instrumentales). En las comunidades analizadas consideramos bilingües fluidos o simétricos a los que hablan las dos lenguas con fluidez y las manejan diariamente en diferentes contextos. Generalmente han aprendido español en la escuela, poseen estudios primarios o secundarios completos, y utilizan tzutujil en el ámbito familiar y español en su trabajo, en todos los casos mantienen comunicaciones frecuentes en español con personas monolingües de fuera de la comunidad. Por otro lado,

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Datos del Instituto Nacional de Estadística de Guatemala (disponibles en https://www.ine. gob.gt). No disponemos de datos exactos de la comunidad, lo que se presenta es una aproximación derivada de la consulta de los datos de la municipalidad y consulta a las autoridades del pueblo.

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los bilingües instrumentales han aprendido el español de manera informal y por razones prácticas, y apenas lo usan en su vida cotidiana; la mayoría son personas mayores que han trabajado como campesinos o son mujeres, en ambos casos no han tenido acceso a la escolarización o no han completado los estudios primarios, y sus actividades diarias se desarrollan dentro de la comunidad y emplean normalmente tzutujil, únicamente usan español en determinados contextos como el banco o el centro de salud. Los monolingües que no tienen contacto con los bilingües, por lo general, tienen un nivel de instrucción alto y desempeñan trabajos cualificados. Por último, distinguimos un grupo de monolingües que viven en ambientes de bilingüismo, esto es, que proceden de familias donde los padres u otros familiares hablan tzutujil, pero no se la han transmitido. Generalmente pertenecen a familias que han prosperado económicamente y en muchos casos se han movido de su ubicación original, normalmente rural, a una más urbana, como es Chicacao en este caso.

4. Dos cambios inducidos por contacto A continuación mostraremos el análisis de dos cambios en las dos comunidades tenidas en cuenta: la omisión del pronombre átono de tercera persona de objeto directo y el empleo de la preposición en con verbos de movimiento.

4.1. La omisión pronominal del pronombre de objeto directo de tercera persona En la variedad estudiada se observa la omisión del pronombre de tercera persona de objeto directo cuando señala a referentes definidos semántica o sintácticamente, lo que no ocurre en otras variedades del español donde únicamente es posible con referentes indefinidos e inespecíficos (Campos 1986). Es importante destacar que, al igual que en otras variedades de contacto que presentan este fenómeno (Gómez Seibane 2012; Palacios 2005, 2011, 2013, 2015, entre otros), se produce en contextos de anteposición del referente, de forma que siempre es posible recuperar la información. Asimismo, se ha detectado principalmente con referentes inanimados, como los de los ejemplos (1-3) tomado del corpus, pero también es posible con referentes animados, como se puede apreciar en (4): (1) Entonces ese es el campo antiguo y este es el matapaloi original, ahora Øi botaron ahí, frente a Miguel, ahí está el matapalo… (monolingüe) (2) […] también ha de haber también personas que practican la magia negra, pero yo digo que cada pueblo tiene su libroi y, no sé… porque dicen que después que

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ellos Øi terminan de leer y ya ponen en práctica algo, ellos tienen una pelea con el diablo y lo hacen en el cementerio… (monolingüe con familiaridad pasiva) (3) […] cuando uno solicita un trabajo ahora lo primero que le preguntan, estudio, qué curso, o sea, qué título tiene, qué ha estudiado, en fin, ese es el obstáculo para uno de ahora cuando quiere trabajar o sale a buscar un trabajoi, le Øi dan pero si tienes un título, una profesión. (bilingüe simétrico) (4) P: O sea, ¿que sus patojos (niños) hablan ya castilla (español)? R: Sí, porque yo lo4 he mandado en la escuela, todos mis hijosi Øi he mandado en escuela, sí, ya ve… (bilingüe instrumental)

Para explicar la omisión pronominal, consideramos que la lengua de contacto, el tzutujil, muestra características importantes que permitirían explicar los cambios observados, pues posee un sistema de marcación de objeto diferente al sistema de pronombres átonos del español. Como el resto de lenguas mayas, es una lengua ergativa en la que no existe la misma distinción entre transitividad e intransitividad para la tercera persona. Dicha información viene dada por el verbo y por el número de participantes, por tanto, no establecen para los objetos la misma distinción dativo/acusativo que el español. Poseen un sistema de sufijos, cuya presencia es obligatoria en todos los casos, que se incorporan al verbo para señalar número y persona, pero no marcan la distinción de caso ni los rasgos de género y número. Además, dichos sufijos cuando marcan el objeto directo del verbo aparecen para la primera y segunda persona, no así con la tercera, como se muestra en el ejemplo (5) con el verbo choy- ‘cortar’ en el que el marcador ergativo de objeto del verbo es un cero fonético, frente a (6) donde aparece el correspondiente a la segunda persona singular -aaw (tomado de Dayley 1985: 64):

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En la variedad de español hablado en Guatemala en zonas de contacto el tzutujil se han descrito cambios que apuntan a una reorganización del sistema pronominal átono de tercera persona que se manifiesta a través de la omisión y también de un segundo fenómeno: el empleo de la forma lo para referir al objeto directo sin distinción de los rasgos de género y número del referente. Este fenómeno se da con todo tipo de referentes, como en los siguientes ejemplos extraídos de nuestro corpus: Yo le traigo la foto mañana, ahí lo tengo, ahí tiene que mirar alguno. […] me fueron a dejar a la escuela, pero yo no lo quería soltar a mi mamá, no, yo no quería quedarme porque la maestra habla en castilla, entiende, ¿no? Esta reorganización, por otra parte, acerca este sistema a una concordancia de objeto y se encuentra en un proceso de gramaticalización en curso, como apuntamos en García Tesoro (2018). En el presente trabajo únicamente hemos tenido en cuenta la omisión, pues el empleo de lo como forma única para el objeto directo mostraba resultados similares en las dos comunidades analizadas.

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(5) XinØchoy ‘yo lo corto’. (6) Xinaachoy ‘tú me cortas’.

Estas características y la situación de contacto intenso han influido para que se haya desarrollado un cambio indirecto inducido por el contacto (en el sentido de Palacios 2011, 2013) con el tzutujil en el que no se produce una importación directa de la lengua de contacto al español, sino que su influencia se traduce en un cambio que lo acerca al sistema de marcación de objeto del tzutujil. El hablante bilingüe percibe similitudes cognitivas –siguiendo a Jarvis y Pavlenko (2008) y Palacios y Pfänder (2014)– entre el sistema de marcación de objeto en tzutujil y en español, y asume que es posible marcar el objeto en español un cero fonético. A partir de la percepción de categorías afines produce cambios consistentes con sus necesidades comunicativas y se producen perfilamientos conceptuales que desembocan en el reajuste del paradigma, esto es, en la posibilidad de marcar el objeto directo mediante un cero fonético. Por otra parte, esta tendencia de cambio presenta diferencias en función de las complejas situaciones de contacto lingüístico que se dan en cada comunidad y que, por una parte, se presenta en un continuo con diferentes grados de desarrollo y, por otra parte, coexiste en ciertas comunidades como Chicacao con el sistema etimológico, característico de la norma de áreas monolingües y urbanas en Guatemala. En el caso de las comunidades estudiadas, observamos diferencias en los diferentes grupos de hablantes. Si comparamos el porcentaje de omisiones frente al uso de los pronombres plenos, podemos apreciar el grado de extensión del cambio y cómo varía considerablemente de una a otra; los resultados se muestran en la tabla 1. Tabla 1 Porcentaje de omisión del pronombre frente a las realizaciones con pronombres plenos (lo/s, la/s) Chicacao

San Pedro La Laguna

Monolingües sin contacto con bilingües

12/184 (6,5%)



Monolingües con familiaridad pasiva

37/298 (12,4%)



Bilingües simétricos

49/192 (25,5%)

114/331 (34,4%)

Bilingües instrumentales

73/250 (29,2%)

133/326 (40,8%)

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En primer lugar, en Chicacao se puede apreciar que la omisión del clítico se da en todos los grupos de hablantes, incluidos los monolingües. No obstante, se nota una gradación en función del grado de bilingüismo, mientras que los bilingües lo manifiestan en mayor medida, con 25,5% y un 29,2% de porcentaje de uso en bilingües simétricos e instrumentales respectivamente; los monolingües manifiestan el cambio de manera incipiente, con un 6,5% los que no tienen contacto con los bilingües y un 12,4% los que tienen familiaridad pasiva con el tzutujil. Por otra parte, el cambio está con diferencia más avanzado en la comunidad de bilingües, San Pedro La Laguna, donde es altamente relevante en los bilingües instrumentales, con un 40,8% de porcentaje de omisiones, y un 34,4% para los bilingües simétricos.

4.2. El empleo de la preposición en con verbos de movimiento El segundo cambio analizado conoce menor extensión y se da únicamente entre bilingües, lo que apuntaría a que se trata de un cambio inducido por el contacto con el tzutujil. Se trata del empleo de la preposición en con verbos de movimiento, como se puede observar en los ejemplos que siguen: (7) […] porque hay gente que no domina el español, entoes tiene que pagar a otra persona (un intérprete), cuando va con el doctor, cuando van con un abogado, tiene que pagar una persona, cuando van en el centro de salud, si solo hablan el tzutujil tiene que pagar a una persona, darle de comer, pagarle el día, pasaje… (bilingüe simétrico) (8) […] el día venticinco, es el día del magisterio pues nacional de Guatemala, pero en la noche ya van en la feria, es la… cómo se llama, la investidura de la reina del deporte… (bilingüe simétrico) (9) Sí, es que antes solo en lengua (tzutujil) nos hablaban, pero nos costó mucho porque cuando nos vamos en la escuela, cuando el profesor nos habla nos da miedo, nos ponemos así a chillar. (bilingüe instrumental) (10) Ahora al entrar ahí en el campo santo pues hay muchos panteones, ¿verdá?, sí, casi la mayoría se van en los panteones propios, no es de la municipalidad, sí, es propio, cada uno. (bilingüe instrumental)

Dicho cambio se podría explicar por la influencia del tzutujil, ya que dicho valor se expresa mediante los posposicionales -pa y -chi, los cuales pueden denotar movimiento focalizado en la dirección y en la meta, como ocurre en los ejemplos 11-12 (tomados de Cholotío y García Ixmatá 1998: 147, 179). (11) Ja nuutee’ pa jaay ‘Mi mamá se fue a la casa’. (12) Ja nuutee’ eel k’in xb’e chi ya’ ‘Mi mamá salió y se fue a(en) la playa’.

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No obstante, no lo interpretamos como un calco o un mero préstamo, sino como un cambio inducido por contacto en el que los bilingües perciben similitudes en sus dos lenguas, las hacen converger (Jarvis/Pavlenko 2008; Palacios/Pfänder 2014) y se esfuerzan por explotar las estrategias comunicativas de su primera lengua en la segunda lengua. En este caso se trata de una variación que pone el énfasis en la meta, no tanto en la dirección que indica el verbo de movimiento. Este proceso se produce en español ya que es susceptible a este cambio: la variación de a y en con verbos de movimiento ha sido documentada en la historia del español y en variedades dialectales de la península, y también en otras variedades de contacto con lenguas amerindias como el español paraguayo (Palacios 2019: 241 y ss.). Si contabilizamos los casos de empleo de la preposición a frente a en con verbos de movimiento en el corpus, podemos apreciar que se trata de un cambio originado en los hablantes bilingües, pues de hecho los monolingües no lo manifiestan. En la tabla 2 se recogen los resultados. Tabla 2 Porcentaje de empleo de la preposición en con verbos de movimiento Chicacao

San Pedro La Laguna

Monolingües sin contacto con bilingües

0/15 (0%)



Monolingües con familiaridad pasiva

0/10 (0%)



Bilingües simétricos

1/9 (11,1%)

3/10 (30%)

Bilingües instrumentales

1/6 (16,6%)

11/15 (73,3%)

Por otra parte, y de manera similar a la omisión pronominal, podemos observar que se encuentra considerablemente más avanzado en la comunidad donde únicamente existe bilingüismo, San Pedro La Laguna, que en Chicacao donde la población bilingüe convive con monolingües. En San Pedro La Laguna los bilingües simétricos lo usan en un porcentaje muy elevado, el 30%, y para los bilingües instrumentales es predominante, con un 73,3% de los casos, frente a un 11,1% en los bilingües simétricos y un 16,6% en los instrumentales en Chicacao. De nuevo, observamos que un cambio inducido por contacto se manifiesta en las dos comunidades, pero goza de mayor aceptación en su uso y extensión en la comunidad donde únicamente hay bilingües.

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5. Discusión En el presente capítulo, hemos considerado dos cambios inducidos por contacto que afectan al uso de los pronombres y de las preposiciones en español. Para que cambios estructurales como los analizados se puedan dar y se vayan extendiendo a toda la comunidad, se debe dar una situación de contacto estable y prolongada en el tiempo, y la situación de contacto del español con el tzutujil en Guatemala cumple estas características. Asimismo, hemos situado el origen de los cambios en los hablantes bilingües, lo que se demuestra igualmente en numerosos estudios de contacto, pues son los que tienen a su disposición los recursos en las dos lenguas y de manera creativa van introduciendo innovaciones que posteriormente van siendo aceptadas y se extienden en la comunidad. En el caso de la situación de contacto analizada en Guatemala, uno de los escenarios posibles del contacto sería la adquisición simultánea de dos lenguas en la niñez, en la que es posible que se den procesos de convergencia (Muysken 2013: 275) y se desencadenen así cambios inducidos por contacto, que posteriormente se van estabilizando dentro de la comunidad como una nueva variedad que es la que usan los bilingües. Por tanto, tiene sentido que los bilingües instrumentales sean los que originan los cambios y los muestren con mayor frecuencia. Pero más allá de la génesis del cambio lingüístico inducido por contacto, su extensión y generalización dependen en gran medida de factores sociales, tal y como propone Thomason (2001), entre otros autores. Las características sociales del contacto, así como las actitudes lingüísticas de los distintos grupos, pueden actuar de manera determinante permitiendo usos innovadores y creativos de la lengua que se van extendiendo y se van aceptado en la comunidad, o por el contrario, pueden actuar como restricciones y restringir la propagación de las innovaciones y limitarlas así a usos ocasionales. En el caso analizado, se aprecia que en la comunidad de bilingüismo generalizado, San Pedro La Laguna, los cambios se muestran en mayor medida en hablantes bilingües simétricos e instrumentales, hay mayor entendimiento y aceptación entre los hablantes de la comunidad y, por tanto, se van generalizando en mayor medida. En cambio, en Chicacao, la población bilingüe convive con la monolingüe, que no podría entender las innovaciones y que muestra por lo general una actitud negativa hacia la variedad de español de los bilingües. Por ello, aunque se observan los mismos cambios en los bilingües, tanto simétricos como instrumentales, están menos avanzados, especialmente el uso de la preposición en con verbos de movimiento. No obstante, la situación de contacto es tan intensa que, en el caso de la omisión pronominal, los cambios observados se manifiestan también

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en hablantes monolingües, de manera más clara en los que tienen contacto con hablantes bilingües, y de manera incipiente en los que no tienen apenas contacto con ellos. De esta forma, podremos observar en una misma comunidad un continuo y coexistencia de variaciones que en el caso de la omisión iría desde un sistema casi reorganizado en los bilingües hasta el sistema etimológico en los monolingües. Así, las consecuencias lingüísticas del contacto en la interacción y la producción en el discurso oral no implican únicamente sistemas lingüísticos en contacto, sino que se trata de una construcción social que va más allá de sistemas abstractos que existen de manera autónoma en la mente de los hablantes bilingües (Blommaert/Rampton 2011; Matras 2009: 309; Nussbaum 2013).

6. Conclusiones A lo largo de este trabajo hemos tratado de mostrar cómo el tipo de hablantes en una comunidad de contacto lingüístico desempeña un papel fundamental para explicar el origen y difusión de los cambios inducidos por contacto. En el caso analizado, hemos abordado dos casos de cambios morfosintácticos en variedades de español en contacto con la lengua maya tzutujil, la omisión pronominal y el empleo de la preposición en con verbos de movimiento. Hemos observado, en primer lugar, que el origen de los cambios se sitúa claramente en los bilingües, especialmente los bilingües instrumentales se revelan como el motor de la variación, ya que son los que los muestran con mayor frecuencia de uso. Los bilingües simétricos también presentan los cambios muy avanzados, y en el caso de Chicacao existe una gradación cualitativa y cuantitativa de estos cambios en función de los tipos de hablantes, pues incluso algunos de estos cambios aparecen entre monolingües de la zona que ya no conocen el tzutujil. Esta gradación cualitativa y cuantitativa de tipos de hablantes resulta así fundamental tenerla en cuenta en investigaciones sobre contacto de lenguas para establecer cómo se producen y difunden los cambios lingüísticos en situaciones de contacto. Por otro lado, al comparar dos comunidades con bilingües en situaciones de contacto con la misma lengua y características equivalentes, observamos que los hablantes muestran diferencias entre una comunidad donde solo hay bilingües y en la que los cambios están más aceptados y por tanto más extendidos, y otra en la que la población bilingüe convive población monolingüe y experimenta un menor grado de aceptación, uso y difusión de las innovaciones lingüísticas.

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EL FACTOR “ADQUISICIÓN INCOMPLETA” EN EL CONTACTO DE LENGUAS* Azucena Palacios Universidad Autónoma de Madrid

In many settings world-wide, poor, uneducated monolingual native speakers of many languages are said to speak incorrectly and to produce speech marred by errors (Otheguy 2016: 303).

1. Introducción Una de las categorizaciones sobre tipos de contacto lingüístico más recurrentes en la bibliografía ha sido la distinción ya clásica de “préstamo vs. interferencia” (Thomason/Kaufman 1988), donde básicamente se concibe el préstamo como un fenómeno de contacto lingüístico que afecta fundamentalmente al léxico frente a la interferencia, que incide mayormente en el nivel morfosintáctico. En esta categorización, como en otras derivadas de ella (Coetsem 1988; Winford 2005; entre otros), el concepto de adquisición incompleta de la lengua segunda es esencial. Así, según estas tipologías, los casos de préstamo tienen lugar mayoritariamente entre bilingües que dominan ambas lenguas frente a los de interferencia, que se dan entre bilingües con adquisición incompleta o parcial de la lengua segunda y que trasvasan elementos de su L1 a la L2 para paliar en alguna medida estas carencias lingüísticas. Esta distinción, en ocasiones, llega a constituirse en un presupuesto teórico ciego que los datos de habla natural pueden contradecir. En este sentido, hago mías las palabras de Auer: “Bilingual talk blurs the line between language A and language B, but also between ‘langue’ and ‘parole’, between linguistic systems and their usage, between knowledge and practice” (2007: 320). Por otra parte, es preciso incidir en que las variedades de español de las zonas de contacto lingüístico suelen ser calificadas como “subestándares”, plagadas

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Investigación realizada en el proyecto de investigación de excelencia “COREC. Corpus oral de referencia del español en contacto. Fase I: lenguas minoritarias”. Referencia/AEI/ PID2019/105865GB-I00.

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de “errores” o “desvíos” de la norma estándar, propias de hablantes bilingües con aprendizaje incompleto de castellano que tienen, por tanto, un español “imperfecto”, lo que conlleva la evaluación negativa de estas variedades locales de español1. Con este trabajo me propongo revisar el papel que juega el factor “adquisición incompleta” en los procesos de cambio inducidos por contacto a la luz de investigaciones basadas en metodologías empíricas sólidas y soslayar así generalizaciones que pueden conllevar explicaciones sesgadas y poco rigurosas. Para ello, revisaré los sistemas pronominales átonos de tercera persona de tres variedades de español en contacto (Avelino Sierra 2017, 2021; García Tesoro 2006, 2018; Hernández/Palacios 2015). Lo interesante de estos cambios inducidos por contacto es que aparecen en el habla tanto de hablantes bilingües como de monolingües de español. En la sección 2 aludiré a la relación que se establece en alguna bibliografía entre error o desvío de la norma de ciertos cambios inducidos por contacto y la adquisición incompleta del español como lengua segunda: los llamados loísmos. En la sección 3 describo tres estudios de caso de los sistemas pronominales de variedades de español en contacto con maya yucateco, otomí y tzutujil que encajan en la etiqueta de loísmos. En la sección 4 abordo la discusión de los resultados a partir de un modelo dinámico de cambio inducido por contacto. Cierro estas páginas con algunas reflexiones.

2. Sobre ciertos tratamientos de los cambios inducidos por contacto Parto de la premisa de que las situaciones de contacto lingüístico son diversas, heterogéneas y profundamente complejas; por tanto, es difícil categorizarlas, como se viene haciendo en muchos de los marcos teóricos, en categorías discontinuas y cerradas, porque la realidad sociolingüística no es discontinua ni categórica. En esta línea, el concepto de interferencia lingüística2 ha estado estrechamente ligado al de aprendizaje incompleto de la lengua segunda, dado que se sustenta en que los hablantes bilingües trasvasan elementos de su L1 a la L2 para paliar en alguna medida carencias lingüísticas, que son entendidas como

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Véase, por ejemplo, cómo Abadía de Quant e Irigoyen caracterizan el español “subestándar” de resistencia como una variedad hablada por hablantes cuya “habilidad en el manejo de su gramática se caracterice por la ineptitud en el empleo de variantes gramaticales, empobrecimiento de la expresión, mantenimiento de expresiones que resultan arcaicas al hablante de español standard [sic] y uso de otras que reflejan interferencia del sistema gramatical guaraní” (1980: 15). Para una revisión en profundidad de los conceptos de interferencia y préstamo lingüístico, véase Palacios (2010).

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deficiencias producidas por ese aprendizaje incompleto de la gramática de la L2; es decir, soluciones que no se ajustan a las reglas de la gramática de la lengua receptora. Aunque pueda parecer una obviedad, ¿qué significa que algo no se ajusta a las reglas de la gramática? Para poder argumentar sobre esta cuestión, tomemos los conocidos fenómenos del leísmo, laísmo y loísmo, y veamos cómo se tratan en la Nueva gramática de la lengua española (NGLE) (2010). Se afirma que los casos de loísmo y laísmo son usos “desviados” de los pronombres con función de complemento directo e indirecto, causados por la anulación de la distinción de caso, que es sustituida por una de género. Se recomienda evitar ambos fenómenos por su bajo prestigio, aunque se matiza una gradación en esa valoración social, ya que el laísmo “[g]ozaba de cierto prestigio social en España en la segunda mitad del siglo xviii, por lo que no fue condenado por la RAE hasta mediados del xix” (NGLE 2010: 1225), mientras que las construcciones loístas “están fuertemente desprestigiadas […] por lo que se recomienda evitarlo en todos los niveles de lengua. La RAE lo condena desde la primera edición de su Gramática (1771)” (NGLE 2010: 1228). Para nuestra argumentación es relevante contemplar que, según la NGLE, “las secuencias laístas no son oraciones agramaticales, ya que se atestiguan repetidamente”; esto es, que “no son ‘oraciones inexistentes’, sino representativas de una determinada variedad lingüística de la que se posee abundante documentación” (2010: 1227). Cuando se alude a estos fenómenos en América, se afirma que el leísmo “en el Perú y la Sierra del Ecuador parece ser más bien el resultado de un proceso de simplificación gramatical que tiene lugar cuando los hablantes de quechua o aimara aprenden el español como segunda lengua” (NGLE 2010: 1215); que “se han observado usos loístas en el español del Perú, Bolivia y el Ecuador que no proceden del español europeo, ni tampoco de la influencia de las lenguas andinas, sino que parecen surgir como resultados de procesos de simplificación en el aprendizaje del castellano por hablantes nativos del quechua o del aimara”; o que en el área andina el laísmo “no obedece tanto a la influencia de las lenguas con las que el castellano entra en contacto como a generalizaciones propias del aprendizaje de una segunda lengua” (NGLE 2010: 1226). Más allá del diferente tratamiento de estos fenómenos en función de si se dan en España o en América, los resultados de las investigaciones especializadas en el área andina de los últimos años obligan, sin embargo, a puntualizar estas afirmaciones. En primer lugar, el leísmo peruano y el de la sierra ecuatoriana no siempre son fenómenos equiparables. En el caso de Perú, se documentan usos leís­tas similares a los que presentan otras variedades americanas; esto es, usos de le/s como acusativos con referentes masculinos, mayoritariamente huma­-

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nos (A Javier le conocí el mes pasado) o el llamado leísmo de cortesía (Le invito a usted a la ceremonia que tendrá lugar el viernes). También se documentan otros usos leístas similares a los de la sierra ecuatoriana o a los de las variedades de español en contacto con guaraní (Paraguay y Nordeste argentino), si bien parecen minoritarios (A jóvenes le abusaban, le engañaban // Se hace remojar la ropa, le hago remojar dos horas, después lavo) (Paredes/Valdez 2008). En el caso de la sierra andina ecuatoriana y de las variedades de español en contacto con guaraní, el leísmo forma parte de la variedad oral coloquial de la población monolingüe y bilingüe de cualquier extracción social, y se caracteriza por ser insensible a los rasgos de caso, género e incluso número en muchas ocasiones (Entonces cuando ella volvió / después de diez años que no le habíamos visto / fue bastante emocionante // Ellos se bañaban en una tina que le ponían a calentar al sol) (Palacios 2015). En segundo lugar, conviene matizar que el loísmo documentado en el área andina no es el loísmo de complemento indirecto al que remite la NGLE. Este llamado loísmo andino se ha descrito ampliamente (y no solo para el español andino) en variedades de español en contacto con maya yucateco, otomí, tepehuano, tzutujil, malecu o quechua (Avelino Sierra 2017; García Tesoro 2006, 2018; Hernández/Palacios 2015; Palacios 2006, 2011, 2013; Sánchez Avendaño 2015; Sánchez Paraíso 2017, 2021; Torres Sánchez 2018; entre otros). Las investigaciones que abordan los sistemas pronominales átonos de tercera persona de estas variedades destacan que las formas pronominales locales mantienen la distinción de caso y que los rasgos de género y, en menor medida, de número, tienden a neutralizarse en favor de la forma no marcada (masculino singular): La misa, es obvio que siempre lo hacen su misa // Llevo mi oveja, lo entrego, y me da mi comida de lo hecho (García Tesoro/Fernández-Mallat 2015). Finalmente, por lo que respecta al laísmo del área andina mencionado por la NGLE, la imprecisión geográfica para ubicar esos usos pone en cuestión la afirmación, ya que el laísmo no es un fenómeno citado habitualmente en la bibliografía especializada en esta área. En resumen, tanto en España como en Hispanoamérica se documentan variaciones y cambios lingüísticos en los sistemas pronominales átonos de tercera persona cuyas causas y efectos parecen transitar caminos diferentes. El tratamiento que la NGLE hace de unos y otros también tienen una interpretación diferente: los casos peninsulares se tratan como usos “desviados” con respecto al uso canónico o normativo, lo que alude al concepto de norma; los americanos se consideran usos agramaticales en la medida en que se entienden como efectos de procesos de simplificación en el aprendizaje del castellano como segunda lengua, esto es, de una “adquisición incompleta” de la lengua cuyos efectos transgreden las normas de la gramática porque no se ha aprendido “bien” el castellano.

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La pregunta que surge ante estas consideraciones es ¿realmente los casos de leísmo y loísmo en Hispanoamérica son el resultado de procesos de simplificación gramatical que tiene lugar cuando los hablantes de lenguas amerindias aprenden el español como segunda lengua? Por razones de espacio, solo me ocuparé de los casos de loísmo de variedades de contacto de español con lenguas amerindias3.

3. ¿El loísmo como resultado de una adquisición incompleta del español? Repasando cierta bibliografía (Abadía de Quant/Irigoyen 1980; Orellana Monroy de Quineche 2009; Oquendo 2014, entre otros), podemos encontrar que los casos de loísmo se describen como “errores” y “desvíos” de la norma etimológica debidos a un mal aprendizaje del español de los hablantes bilingües; incluso en alguna investigación se ha llegado a decir que estos “errores” son sencillamente discordancias de género y número debidos a una adquisición incompleta del español de los hablantes bilingües aimara: Ayer lo vi [a una mujer] // Lo trae todos los días [a la niña] (Orellana Monroy de Quineche 2009). Hoy se sabe que ese tipo de ejemplos forman parte de un sistema pronominal local innovador que coexiste con el sistema normativo etimológico en una misma ecología lingüística (Palacios 2011, 2015, 2021). Al respecto, Palacios (2021) pone de manifiesto que esta coexistencia de sistemas se documenta en diferentes variedades de contacto y que la frecuencia de uso de uno u otro sistema tiene que ver con una multiplicidad de factores interrelacionados como el grado de bilingüismo, pero también con la historia sociolingüística de cada comunidad, el nivel de instrucción o las actitudes hacia uno u otro sistema. Para ilustrarlo, tomemos como ejemplo tres casos de comunidades de español en contacto con maya yucateco, otomí y tzutujil que se mencionan en ese trabajo4. En ellos se documentan sistemas pronominales átonos de tercera persona locales que coexisten con el etimológico normativo, que es el que se enseña en las instituciones educativas, por ejemplo. Es preciso señalar que los tres sistemas locales muestran un patrón de caso con neutralización del género muy similar. En la tabla 1 aparecen ambos sistemas:

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En Palacios (2006, 2011, 2013, 2015 y 2021) se trata el leísmo paraguayo y ecuatoriano. Los tres estudios forman parte del proyecto COREC: Corpus oral de referencia del español en contacto, que tiene ya una larga trayectoria. La recogida de datos se hizo en las propias comunidades con una metodología comparable basada en entrevistas semidirigidas y narraciones de vida, en contextos relajados para que el resultado fuera lo más parecido al habla natural.

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Tabla 1 Reconstrucción de los sistemas coexistentes en zonas de contacto Sistema etimológico Lo/s

OD

La/s Le/s

OI

Sistema local Lo/s Le/s

Nótese que el sistema local tiende hacia una única forma pronominal tanto para objeto indirecto (le/s) como para objeto directo (lo/s), lo que supone una reorganización que equilibra el sistema pronominal, ya que la selección de las formas pronominales que se hace tanto en el objeto directo como en el indirecto es ajena a la diferenciación del género del referente en la variedad local. Sobre eso, es significativo señalar que ninguna de las tres lenguas indígenas gramaticaliza el género y que los sistemas pronominales documentados en las variedades locales de español han sido explicados como cambios inducidos por el contacto con las lenguas indígenas en los que opera el mecanismo de la convergencia lingüística (Hernández/Palacios 2015; García Tesoro 2006, 2018; Avelino Sierra 2017, 2021). Volviendo a los estudios de caso, a partir de un trabajo de campo realizado con hablantes bilingües español/maya yucateco y monolingües de español en Chetumal, Hernández y Palacios (2015) ofrecen datos muy interesantes sobre sus usos pronominales átonos de tercera persona. Los datos permiten poner de manifiesto que tanto los hablantes bilingües como los monolingües tienen usos de formas pronominales lo con referentes femeninos de objeto directo (Porque esas iglesias que se han construido, lo han… lo han construido los norteamericanos // Entró el tigre y lo jaló la… niña y lo llevó en el monte). En la tabla 2 se muestran estos resultados. Tabla 2 Usos de la forma lo con referente femenino y factor bilingüismo Lo con referentes femeninos Monolingües

19,2%

Bilingües con español dominante

31,3%

Bilingües equilibrados

38,9%

Bilingües con maya dominante

85,4%

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Los porcentajes de formas lo con referentes femeninos indican que hay un incremento de usos en función de la lengua dominante; esto es, los hablantes bilingües con maya dominante alcanzan el 85,4% de casos de uso de formas lo; los equilibrados y los bilingües con español dominante tienen porcentajes de uso muy cercano, 38,9% y 31,3%, respectivamente; y lo más sorprendente es que los monolingües de español muestran el 19,2% de casos de formas lo. Esto significa que estos hablantes monolingües, que no conocen la lengua maya, emiten 19 formas lo por cada 100 casos de objetos directos con referentes femeninos, lo que es una cifra nada desdeñable. Hernández y Palacios (2015) también miden el factor nivel de instrucción de estos hablantes y su correlación con la aparición de las formas lo para referentes femeninos de objeto directo. Así, el grupo que tiene instrucción básica muestra un 71,2% de usos de lo con referentes femeninos, a diferencia del grupo con instrucción media-superior, donde se contabiliza un 39,7% de casos, un porcentaje significativamente menor, pero igualmente relevante. Las pruebas estadísticas que realizan las autoras muestran que la relación de dependencia entre el factor instrucción y el género femenino del referente es significativo con un grado de asociación moderado-bajo (0.303 y 0.318). Avelino Sierra (2017 y 2021) trabaja con un corpus mexicano de español en contacto con otomí en San Andrés Cuexcontitlán compuesto por hablantes monolingües de español y bilingües de distinto grado de español y otomí. En su corpus documenta un 70,38% de casos que neutralizan el género del referente en su selección pronominal (La muchacha tantito que lo regañan ahorita ya no se halla, ya se va // Las ranas se comían, pero ahorita quién lo va a comer5). La autora distingue los porcentajes de uso de la forma lo con referentes femeninos de objeto directo en función del grado de bilingüismo de sus colaboradores, como se muestra la tabla 3. Los datos que ofrece muestran que todos los grupos bilingües comparten el sistema local en porcentajes ciertamente altos: los bilingües con otomí dominante pasan del 95% de casos, lo que indica un uso insignificante del sistema etimológico, y los equilibrados alcanzan el 77,27% de usos. Es altamente significativo que los bilingües con español dominante muestren igualmente un uso mayoritario del sistema local (60%). El porcentaje de uso del sistema local disminuye considerablemente entre los monolingües de español: 16,60% en hablantes con conocimiento pasivo de otomí y 5,74% en monolingües sin conocimiento alguno

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Datos del español en contacto con otomí tomados de Avelino Sierra (2021).

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de la lengua indígena. En definitiva, los bilingües favorecen el uso del sistema local y los monolingües de español el uso del sistema etimológico. Tabla 3 Usos de la forma lo/s con referente femenino y factor bilingüismo Lo/s con referente femenino Monolingüe español sin conocimiento de otomí

5,74%

Monolingüe español, conocimiento pasivo otomí

16,60%

Bilingües con español dominante

60%

Bilingües equilibrados

77,27%

Bilingües con otomí dominante

95,45%

La autora también ofrece porcentajes de uso de ambos sistemas en función del nivel de instrucción: en los hablantes con nivel de instrucción medio-alto –los que tienen el español como lengua dominante– predomina el sistema etimológico; en los del nivel de instrucción básico o nulo –hablantes bilingües simétricos o con otomí dominante– sobresale el sistema local. Ante estas cifras, podemos concluir: a) que el sistema pronominal local está muy arraigado en la comunidad; b) que el grado de bilingüismo favorece el uso del sistema local; y c) que el uso del sistema local se ve desfavorecido por el nivel de escolarización. Tomemos, finalmente, los datos que ofrece García Tesoro (2006) sobre la variedad de español en contacto con tzutujil en San Pedro La Laguna, departamento de Sololá (Guatemala), donde el 90% de la población es bilingüe tzutujil/español. Se trata de una situación de bilingüismo estable, según la autora, donde el español es aprendido como segunda lengua en la infancia o de adultos, y el tzutujil es la lengua vehicular en el ámbito familiar y comunitario, salvo contextos como la escuela, la iglesia, la municipalidad y las actividades relacionadas con el turismo6. García Tesoro constata que estos hablantes bilingües tienen mayoritariamente un sistema pronominal local (Y la mujer no deja, y si es posible deja tirado la tinaja y lo quiebra // Y la fiesta lo celebramos casi quince días de fiesta, sí). Dado que todos los hablantes entrevistados son bilingües, los agrupa en

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Cuando García Tesoro realizó su trabajo de campo en San Pedro la Laguna en 2004, la comunidad tenía una actitud positiva hacia su lengua originaria y su cultura, y tenía cierta autonomía económica debido al turismo (2006: 14).

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función de su nivel de instrucción: medio-alto, primaria básica y sin instrucción o con primaria sin completar. Como ocurría en el caso del otomí, los hablantes que tienen instrucción medio-alta son bilingües simétricos, el resto son hablantes con tzutujil dominante. En la tabla 4 se reflejan las frecuencias de uso del sistema local. Tabla 4 Usos de la forma lo/s con referente femenino y factor instrucción Lo/s referente femenino Instrucción medio-alta

70,9%

Instrucción primaria completa

81,2%

Sin instrucción o con primaria incompleta

88,6%

Los datos permiten constatar unas frecuencias de uso del sistema pronominal local muy altas, similares a las de la variedad de español en contacto con otomí, lo que indica que el sistema pronominal local está profundamente arraigado en la comunidad. Igualmente se constata que el nivel de instrucción desfavorece el uso del sistema local. En definitiva, hemos visto en los tres estudios de caso que el conocimiento de español influye en los usos dominantes del sistema pronominal local o etimológico, si bien es un factor que debe combinarse con otros como el nivel de instrucción.

4. Discusión Los datos que arrojan los tres estudios de caso mencionados requieren propuestas explicativas que permitan entender mejor el llamado loísmo, ya que es evidente que la afirmación de que este fenómeno es producto de una adquisición incompleta del español no se sostiene. Si se contemplan los resultados globales de los grupos bilingües y de los monolingües en las tres variedades descritas en la sección 3, se constata que todos los grupos documentan en mayor o menor medida las soluciones locales −los llamados loísmos− y las etimológicas. Las frecuencias de uso de los sistemas en juego muestran que el cambio se origina en el grupo de los bilingües con lengua originaria dominante –95,4% de soluciones locales en los bilingües con otomí dominante; 88,6% en los bilingües con tzutujil dominante; y 85,4% en los bilingües con maya dominante– y se expande

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progresivamente hacia los otros grupos. Los datos confirman igualmente que la difusión intergrupal de las formas emergentes guarda una relación inversa con el grado de bilingüismo/monolingüismo: los bilingües favorecen el uso del sistema local, mientras que los monolingües de español seleccionan mayoritariamente el sistema etimológico. Así, el grado de bilingüismo, estrechamente ligado a la adquisición de la lengua de contacto (el español), es un factor esencial, pero no explica per se por qué los bilingües de otomí con español dominante usan el sistema pronominal local en el 77,27% de los casos; ni a qué se debe que el porcentaje de estos usos locales llegue hasta el 70,9% en los bilingües simétricos de español y tzutujil, o al 19,2% en los monolingües de español en contacto con maya yucateco. Lo que parece indiscutible es que estas soluciones locales han pasado a formar parte de la variedad local de español en estas comunidades. Los usos locales, los loísmos, no se pueden considerar meras “interferencias” de la lengua materna (la lengua originaria) en la lengua segunda (el español) debidos a un patrón de adquisición incompleto del español. Considero que se trata de un cambio indirecto inducido por contacto y no de “interferencias” individuales de cada hablante activadas cada vez que selecciona una forma pronominal. Asimismo, es necesario precisar mejor lo que hemos denominado variedad local de español, ya que no se trata de una variedad homogénea compartida entre todos los hablantes de la comunidad; se trata más bien de un continuo complejo donde coexisten las modalidades de español de hablantes con diferentes grados de bilingüismo y de hablantes monolingües de español, incluso en una misma familia. Llegados a este punto es preciso pensar el cambio lingüístico a partir de los recursos de los hablantes y de sus necesidades comunicativas, esto es, poner el foco de investigación fundamentalmente en el hablante y no solo en los resultados lingüísticos. Es necesario indagar, por ello, en cómo tiene lugar el cambio lingüístico, en cómo se crean las soluciones emergentes. Para ello, debemos situarnos primero en la etapa de creación de la variación lingüística originada por los hablantes bilingües, que se consolidará en el cambio lingüístico: el sistema pronominal local. Siguiendo a Auer (2007), considero que los hablantes bilingües tienen repertorios lingüísticos que se materializan en las prácticas lingüísticas y discursivas que usan en sus interacciones comunicativas diarias dentro de sus comunidades. En esa línea, comparto la perspectiva de Blommaert y Backus (2011), Canagarajah (2013), Otheguy, García y Reid (2018), Otheguy (2016) o Blestel (en prensa) sobre cómo los hablantes conforman sus repertorios lingüísticos a partir de los recursos lingüísticos que aprenden en distintos escenarios, ya sea en el aprendizaje formal o informal de sus lenguas, “a través de una amplia variedad

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de trayectorias, tácticas y tecnologías, que van desde el aprendizaje formal de lenguas a ‘encuentros’ completamente informales con las lenguas. Estos modos de aprendizaje diferentes llevan a distintos grados de conocimiento del lenguaje, desde un conocimiento estructural y pragmático muy elaborado hasta el ‘reconocimiento’ elemental de las lenguas” (Blestel en prensa). En este sentido, parece que en la mente de los bilingües no hay dos sistemas lingüísticos separados sino más bien un mismo repertorio lingüístico con múltiples recursos que el hablante tiene a su disposición para satisfacer sus necesidades comunicativas. El concepto de repertorio lingüístico parece ajustarse mejor a las prácticas lingüísticas de las ecologías lingüísticas que estudiamos y permite superar la concepción de dos lenguas discretas que entran en contacto; una concepción estática del cambio que no permite explicar los cambios inducidos por contacto y que desplaza al hablante a la periferia del cambio. Estos marcos incluyen concepciones de bilingüismo social donde “se asume el monolingüismo como la norma y se propone una conceptualización ideal del bilingüismo como un monolingüismo doble en dos lenguas distintas y estandarizadas, como si estas fueran objetos contables y discretos que pueden ser nombrados de manera objetiva (Zavala/ Bráñez 2017: 66). En Palacios (2011, 2015, 2021) he considerado que los sistemas pronominales átonos de variedades de español en contacto con lenguas originarias son casos de cambios indirectos inducidos por contacto. Estos cambios indirectos no importan material o patrones de una lengua a otra, sino que posibilitan soluciones novedosas a partir de las similitudes percibidas por los hablantes bilingües en sus repertorios lingüísticos (Jarvis/Pavlenko 2008). Este tipo de cambios se produce porque el hablante bilingüe crea soluciones lingüísticas que incluyen o excluyen información (ir)relevante para sus propósitos comunicativos en un proceso de convergencia lingüística propiciado por la percepción de similitudes congruentes en rasgos o estructuras de sus repertorios lingüísticos. En el caso que nos ocupa, la gramaticalización del género no es relevante para el hablante de estas lenguas originarias, porque no lo es en otomí, tzutujil o maya yucateco; de ahí que haga converger ese rasgo con lo que percibe como similar en el sistema pronominal átono: que los pronombres de objeto indirecto no gramaticalizan tampoco el género. Así, seleccionan una forma no marcada para el objeto directo, la forma pronominal lo, que tiene su equivalente en la forma le del objeto indirecto, una forma insensible al género del referente. El hablante crea una solución congruente con las estructuras de ambas lenguas a partir de las similitudes percibidas que resultan en la copia analógica de las formas de objeto indirecto a las de objeto directo (Palacios 2011). Nótese que esta solución novedosa indica que las formas pronominales dejan de ser referenciales para convertirse en concordancias de objeto –dativo (le/s) / acusativo (lo/s)–, lo que es congruente

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con el proceso de gramaticalización que está experimentando el sistema pronominal átono del español y que comienza en el objeto indirecto (García-Miguel 1991; Enrique-Arias 2003; entre otros). El hablante, en definitiva, aprovecha los recursos de sus repertorios lingüísticos para explorar nuevas estrategias comunicativas y crear sistemas gramaticales a partir de las interacciones comunicativas que realiza en sus prácticas lingüísticas cotidianas. Estas variaciones se rutinizan en el individuo y se convencionalizan socialmente extendiéndose a toda la comunidad, indiferentemente del grado de bilingüismo de sus miembros (Johanson 2008), formando así parte de la variedad de español local. El sistema pronominal local coexiste con el etimológico en estas ecologías lingüísticas, lo que significa que las formas pronominales locales y las etimológicas están presentes en los repertorios lingüísticos de los hablantes, y son ambas formas elegibles en cada situación comunicativa, como muestran los datos sobre frecuencias de uso que presentamos en la sección 3. La elección de una u otra forma puede estar regulada por factores externos como el nivel de instrucción, la conciencia lingüística de la norma, el prestigio, las actitudes y la evaluación de las formas locales. Cabe recordar al respecto que los datos descritos en la sección 3 muestran que los hablantes bilingües equilibrados tienen mayor nivel de instrucción que los que tienen la lengua originaria dominante y que son estos, junto con los monolingües, los que ofrecen mayor porcentaje de usos etimológicos en detrimento de los locales. Sin duda, la imposición de la norma etimológica en el ámbito escolar durante años repercute en la conciencia lingüística de los individuos con mayor nivel de instrucción y contribuye a restringir las normas locales que carecen de prestigio fuera de la comunidad. Llegados a este punto, parece que las soluciones locales pueden erigirse en nuevos conjuntos de normas y convivir con las normas tradicionales prestigiosas en la medida en que los factores externos lo permitan. En este sentido, no parecen acertadas las palabras de la NGLE sobre las formas locales loístas como resultado “de procesos de simplificación en el aprendizaje del castellano por hablantes nativos” que tienen el español como segunda lengua (2010: 1226).

5. Conclusiones En estas páginas he propuesto la revisión del concepto de adquisición incompleta de la segunda lengua a partir de datos reales de habla en tres variedades de español en contacto con lenguas originarias (maya yucateco, otomí y tzutujil), dado que en muchas ocasiones este concepto se convierte en un recurso demasiado simplista para explicar los cambios inducidos por contacto. He intentado dar

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cuenta del cambio que han experimentado los sistemas pronominales átonos de estas tres variedades de español a partir de una propuesta centrada en el hablante y sus repertorios lingüísticos, no en las lenguas en contacto. Así, he pretendido arrojar alguna luz sobre estos cambios inducidos por contacto que se etiquetan como errores producidos por aprendizajes incompletos a partir del análisis de las soluciones emergentes que podemos observar en las prácticas lingüísticas cotidianas de los hablantes en el marco de un modelo que quiero caracterizar como dinámico y neutro. Hay que decir que dinámico y neutro operan en dimensiones distintas: dinámico, porque pretende adaptarse mejor a los datos de habla natural para superar dicotomías que resultan insuficientes (conceptos como préstamo e interferencia); neutro, porque pretende erradicar las evaluaciones negativas asociadas a las soluciones surgidas como efecto del contacto. En este sentido, no olvidemos que son los hablantes los que están en contacto, no las lenguas, y los que tienen capacidad de elegir, crear, olvidar o desechar las formas lingüísticas. Hemos dado cuenta de la importancia de las similitudes percibidas por los hablantes en sus repertorios lingüísticos para crear nuevas formas: las lenguas originarias (otomí, maya yucateco y tzutujil) no gramaticalizan el género y las formas pronominales de objeto indirecto tampoco lo hacen en español. En ese sentido, los hablantes bilingües crean un sistema local sin diferenciación de género que supone la consolidación de los pronombres como concordancias de caso; sistema que se convencionaliza y compite con el normativo etimológico, que es el que está en las instituciones educativas, en los medios de comunicación, en el registro escrito. Los datos de las prácticas lingüísticas de los hablantes con distintos perfiles sociolingüísticos confirman que estos usan los recursos a su alcance (sistema local y normativo) en función de diferentes factores que entran en juego (nivel de instrucción, presión de la norma, conciencia lingüística, actitudes y evaluación de las formas locales). Todos ellos son esenciales para ensayar una explicación que permita comprender la complejidad del fenómeno, si bien el nivel de instrucción, tan estrechamente ligado al factor conciencia de norma lingüística, es un factor de carácter corrector que favorece el sistema etimológico. En estas comunidades de habla −donde los miembros asignan valor a las variedades local y normativa que se enseña en la escuela−, las prácticas lingüísticas cotidianas se negocian individualmente en las interacciones cotidianas, lo que en el caso que nos ocupa se traduce en la indexación social del loísmo como un rasgo evaluado negativamente frente al sistema pronominal etimológico que se enseña en la escuela. Esto se corresponde con los porcentajes de uso de uno y otro sistema en relación con el nivel de instrucción de los miembros de las tres comunidades, esto es, a mayor grado de instrucción, menor uso del sistema local.

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En definitiva, conceptos como cambios indirectos inducidos por contacto, repertorios lingüísticos o similitudes percibidas permiten una perspectiva de análisis sumamente interesante en el ámbito del contacto lingüístico. El cambio de perspectiva para entender mejor los cambios inducidos por contacto ofrece explicaciones más ajustadas a la realidad lingüística compleja de las situaciones de contacto que invalidan las distinciones ligadas a la (a)gramaticalidad de los resultados y a la adquisición (in)completa. Se trata, como hemos visto, de nuevas explotaciones consolidadas en el español local de hablantes bilingües y también de monolingües más que de aprendizaje deficiente de segunda lengua. No hay únicamente una variedad de español, sino una multiplicidad de ellas respaldadas, probablemente, como decía Otheguy (2016), por gramáticas naturales y completamente desarrolladas, no incompletas. Volvamos a la afirmación de la NGLE de que “las secuencias laístas no son oraciones agramaticales, ya que se atestiguan repetidamente”; “no son ‘oraciones inexistentes’, sino representativas de una determinada variedad lingüística de la que se posee abundante documentación” (2010: 1227). Las formas locales loístas que hemos descrito en estas páginas son, igualmente, formas representativas de variedades lingüísticas muy documentadas, por lo que no pueden considerarse agramaticales.

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LA CONCIENCIA DE LA NORMA LINGÜÍSTICA EN HABLANTES DE ESPAÑOL ANDINO PERUANO: EL CASO DE LOS PRONOMBRES ÁTONOS DE 3.ª PERSONA* María Sánchez Paraíso Université Sorbonne Nouvelle

1. Introducción Los contextos de contacto de lenguas son diversos y complejos como se ha constatado ya en la bibliografía especializada. Esto se pone de manifiesto especialmente si se analizan los mismos fenómenos lingüísticos en distintas áreas de contacto o ecologías, como viene haciendo en los últimos años el grupo de investigación de la UAM “Cambio lingüístico en situaciones de contacto”. En esta línea, se han estudiado cambios inducidos por contacto que van más allá de la idea de importación de elementos de una lengua a otra (Heine/Kuteva 2005); se trata de cambios indirectos inducidos por contacto, una tipología que se aleja de la importación o el trasvase de elementos directos de una lengua a otra; cambios en los que los hablantes pueden modificar los patrones de la lengua de contacto (Palacios 2007, 2011, 2015) en una conjunción de factores lingüísticos y extralingüísticos, como el tipo de hablantes implicados, el distinto grado de bilingüismo, la intensidad del contacto entre las lenguas, el prestigio de las lenguas, entre otros. Estos cambios pueden llegar incluso a reorganizar un sistema lingüístico completo, como es el caso de los sistemas pronominales átonos de tercera persona. Las variaciones que presentan los sistemas pronominales átonos de zonas de contacto están determinadas, entre otros factores, por las distintas características de la comunidad lingüística, así lo han constatado autores como Palacios (2015, 2021), Avelino Sierra (2017), García Tesoro (2010, 2018), Torres Sánchez (2018), Hernández y Palacios (2015), Gómez Seibane (2012, 2021), entre otros.

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Investigación realizada en el proyecto de investigación de excelencia “COREC. Corpus oral de referencia del español en contacto. Fase I: lenguas minoritarias”. Referencia/AEI/ PID2019/105865GB-I00.

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Relacionado con lo anterior, este estudio tiene como objetivo principal contribuir a la discusión acerca de los efectos que tiene la conciencia de norma lingüística en el análisis de las situaciones de contacto lingüístico. Para ello, centraré mi atención en el sistema pronominal átono de tercera persona de objeto directo en el español de la ciudad de Juliaca (Perú), un área andina de contacto histórico intenso donde la influencia del quechua está presente, aunque una gran parte de la población no lo hable de manera habitual o como primera lengua (Sánchez Paraíso 2019, 2021). En este trabajo se analizarán los efectos que puede ejercer la norma lingüística en los hablantes que tienen fuerte conciencia de ella en sus interacciones comunicativas.

2. Sobre la norma lingüística El término norma comprende un amplio repertorio de usos, por lo que es necesario concretar sus sentidos dentro del estudio lingüístico. Según Menéndez García de Paredes (2001: 119), norma se relaciona con la idea de “canon, modelo, guía, ejemplo, y en lingüística se vincula estrechamente con los conceptos de corrección lingüística, norma de corrección y gramática normativa”. La autora explica que en muchas ocasiones se interpreta la norma codificada como “una verdadera norma prescriptiva y se generan valoraciones en los hablantes que tienden a considerarla como único modelo de corrección, e incluso, como la única realización de lengua posible” (2001: 116). Las innovaciones en el español originadas por el contacto con otras lenguas han dado lugar a distintas variedades de español por lo que no se puede reconocer la existencia de una única norma, guía, modelo o ejemplo de la lengua. Así, podemos percibir las diferencias, las regularidades aceptadas por los hablantes y cómo distintos modelos lingüísticos conviven en un mismo lugar. Lara (2011: 327) explica que los hablantes interiorizan normas implícitas –variedades lingüísticas consideradas por los hablantes como modélicas, ejemplares y prestigiosas, aunque no posean una normativización formal–, que funcionarían como auténticas normas. Sin embargo, no siempre es así, puesto que las normas respaldadas por las autoridades lingüísticas que elaboran los diccionarios, gramáticas y ortografías suelen tener una validez superior y se les otorga “una dimensión general como modelo evaluador absoluto de forma tal que no se reconoce la sistematicidad y estabilidad de sistemas lingüísticos no estándares, que poseen su propio nivel de corrección y adecuación” (Fernández Juncal/Amorós-Negre 2014: 233). Al respecto, desde finales del siglo xx, los lingüistas tienden a aceptar el pluricentrismo impulsando la idea de que no hay una única norma común para el

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español. No obstante, aunque las instituciones lingüísticas intentan dar cuenta de las distintas variedades del español, no siempre reconocen la variedad normativa. Así, en la Nueva gramática de la lengua española (NGLE), obra considerada descriptiva y no normativa, la diversidad normativa se incorpora solo parcialmente, pues la norma no desaparece del todo. Cabe recordar los juicios o desestimaciones que aparecen en la NGLE sobre los pronombres átonos de tercera persona, en la que pasa desapercibido el uso del sistema pronominal neutralizado que se da en distintas áreas de contacto con lenguas amerindias (Avelino Sierra 2017; García Tesoro 2010, 2018; García Tesoro/Fernández-Mallat 2015; Hernández/Palacios 2015; Palacios 2021; Torres Sánchez 2018; entre otros). El característico loísmo de estas zonas de contacto –la tendencia al uso de las formas lo/s para referir al objeto directo y le/s para el objeto indirecto– no se describe en la NGLE. En ella se analiza solamente el loísmo de complemento indirecto calificándolo como un “uso desviado de los pronombres lo/los” (NGLE 2009: 1228). Además, añaden que “las construcciones loístas están fuertemente desprestigiadas. De hecho, el loísmo no ha pasado a la lengua estándar en ninguna de las variedades del español, por lo que se recomienda evitarlo en todos los niveles de la lengua”.

3. La conciencia de la norma lingüística La evolución de la lengua española está vinculada a las distintas ecologías lingüísticas y sociales que existen incluso en una misma área, a lo largo de la historia. Tal y como explica Palacios las lenguas son sistemas dinámicos donde: los hablantes categorizan modos de representar la realidad, podemos afirmar que, en las zonas de contacto lingüístico, la coexistencia de lenguas puede conllevar distintos modos o sistemas de categorización que podrían manifestarse en variaciones lingüísticas significativas en las variedades de lengua que usan los hablantes de esas zonas bilingües. Si esto es así, entenderíamos que en estas variaciones subyacen procesos cognitivos distintos, que conllevarían cambios de significado, adaptaciones, mezclas, reorganizaciones de sistemas o subsistemas lingüísticos, etc. (2011: 19).

Factores como la conciencia de la norma lingüística podrían orientar la actuación lingüística de los hablantes frenando la expansión de formas locales consideradas menos prestigiosas. Dentro de una comunidad lingüística, determinados hablantes –por su nivel de instrucción, su profesión, su estatus social…– pueden autoevaluar su discurso y reconocer características que difieren de su variedad lingüística local con respecto a la lengua estándar. Esta conciencia lingüística se activa cuando los hablantes son capaces de reconocer que ciertos usos lingüísti-

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cos son evaluados negativamente y, por tanto, pueden evitarlos, modificando su variedad local. Como afirma Sobrino Triana (2018: 83), el hablante integra cognitivamente las actitudes lingüísticas sobre las diferentes posibilidades lingüísticas en el conjunto de saberes que almacena en su conciencia sociolingüística, por lo que su capacidad de elección está vinculada al conocimiento social que tiene sobre determinadas preferencias de uso. Relacionado con la conciencia lingüística está el concepto de pureza lingüística1 o corrección que han condicionado una gran parte de los estudios de contacto de lenguas en Hispanoamérica. Palacios explica que muchos de los trabajos que abordaban estas áreas de contacto “tenían un carácter prescriptivo explícito o soterrado, y modelaban una concepción del contacto de lenguas como errores o desvíos lingüísticos que debían evitarse” (2011: 18). Así pues, en numerosas ocasiones se han considerado estas variedades de español en contacto con lenguas amerindias un español que debía evitarse, dado que se relacionaban sus características con errores de adquisición de una segunda lengua o de adquisición incompleta del español (Palacios, en este volumen). Así, instituciones lingüísticas como la RAE y la ASALE reiteran en sus manuales la relación o la influencia de las lenguas en contacto como resultados de desvíos o incorrecciones por la adquisición incompleta del español. De esta manera, en el caso que nos ocupa el Diccionario panhispánico de dudas (DPD) en la definición de loísmo se señala que en la zona andina del Perú, Bolivia y Noreste de Argentina, el español ha estado durante siglos en contacto con el quechua y el aimara. Estas lenguas no indoeuropeas se caracterizan por no contar con distinción de género y por marcar el número y caso de forma diferente al español. Estas diferencias gramaticales tan profundas acarrean gran dificultad a los hablantes indígenas cuando se enfrentan al aprendizaje del español y produce fenómenos peculiares (DPD 2015: 404).

Esta definición en la que se apunta a los hablantes indígenas como responsables de la “diferencia” por su aprendizaje del español puede repercutir considerablemente en la conciencia lingüística de los hablantes y, consecuentemente, en sus actuaciones lingüísticas, además de provocar inseguridades en ellos o la discriminación de la comunidad indígena; como indica Palacios (2021) “esta evaluación negativa retroalimenta la consideración de los cambios lingüísticos inducidos por contacto como simples errores lingüísticos”.

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Para más información sobre este concepto, véase Guerrero Galván y Torres Sánchez, en este volumen.

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Ahora bien, si partimos de la idea panhispánica y policéntrica que se describe en el prólogo2 de la NGLE, después de tener en cuenta las recomendaciones de la RAE y la ASALE sobre el uso de lo/s (cf. § 2), cabe preguntarse qué actitud tendrán los hablantes en estas variedades si son conocedores de estas recomendaciones lingüísticas (es decir, lo considerado norma lingüística). También nos preguntamos si esta conciencia de la norma se da por parte de los hablantes o por ciertos grupos de hablantes, y si en una misma área puede haber varios sistemas pronominales. Hoy sabemos que las variaciones o cambios lingüísticos que tienen lugar en áreas de contacto histórico intenso y que se alejan de un español normativo o estándar no responden a un desvío lingüístico o a incorrecciones de la lengua, sino que son el resultado de cambios inducidos directa o indirectamente por las lenguas que están en contacto. Estas innovaciones o características de estas variedades “responden a las necesidades comunicativas de los hablantes bilingües, que buscan eficiencia comunicativa aprovechando los recursos que ofrecen los idiomas que manejan […] y que, en algunos casos son compartidas por los hablantes monolingües de español” (Palacios 2017: 7).

4. El caso de los pronombres átonos de 3.ª persona de objeto directo en el español andino peruano 4.1. Descripción del corpus y metodología El corpus para este estudio consta de veinticinco entrevistas semidirigidas realizadas a hablantes de la ciudad de Juliaca3, que pertenece a la región de Puno, en Perú. Las entrevistas se realizaron en un formato de conversación informal

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“La norma tiene hoy carácter policéntrico. La muy notable cohesión lingüística del español es compatible con el hecho de que la valoración social de algunas construcciones pueda no coincidir en áreas lingüísticas diferentes. […] Tiene, por el contrario, más sentido describir pormenorizadamente las numerosas estructuras que son compartidas por la mayor parte de los hispanohablantes […] y mostrar separadas las opciones particulares que pueden proceder de alguna variante, sea del español americano o del europeo. Cuando estas opciones resultan comunes, y hasta ejemplares, en áreas lingüísticas específicas, deben ser descritas como tales” (NGLE 2009: XLII). Juliaca, situada al sudeste del Perú, es una ciudad comercial por su situación estratégica: se halla en las proximidades de Bolivia y, además, está provista de una red ferroviaria y aeropuerto que conecta las ciudades de Puno, Cuzco, Arequipa, Lima y el país vecino. Sus habitantes, en su mayoría, son bilingües de español con quechua y en menor medida con aimara. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) de Perú 2017, Juliaca cuenta con una población de 217 506 habitantes de los cuales 78 643 tienen el

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donde se abordaban temas diseñados en un protocolo previo –tradiciones, comidas, hábitos de la comunidad, fiestas, costumbres, vida personal (pasado), mitos, leyendas, anécdotas personales–. Al realizar este trabajo de campo, se buscaba que la muestra fuera lo más cercana al habla natural, y, por consiguiente, las conversaciones eran flexibles y dinámicas en un ambiente relajado en el que los hablantes se sintieran cómodos y hablaran de manera espontánea y libre. Las grabaciones tuvieron una duración media de 30 minutos. Se realizaron en el contexto habitual del hablante para que los fenómenos lingüísticos surgieran de forma natural en el marco de una conversación distendida. Los hablantes de la muestra se han divido en función del grado de bilingüismo teniendo en cuenta los parámetros siguientes: cuál es la lengua materna del hablante, dónde aprendieron la lengua segunda (ya sea español o quechua), cuál era la lengua vehicular en la escuela, qué lengua(s) usan en sus prácticas lingüísticas habituales con sus interlocutores, cuáles son sus redes sociales básicas. Así, se ha trabajado a) con ocho hablantes monolingües en español que reconocen no hablar quechua, pero que lo han escuchado en sus casas desde pequeños, aunque no lo han aprendido y no son capaces de mantener una conversación en quechua; b) con diez hablantes bilingües cuya lengua dominante es el español, es decir, han aprendido el quechua en casa, pero utilizan el español en su vida cotidiana, en sus actuales redes familiares y de amigos, en el trabajo, aunque cambian de código fácilmente y pueden mantener una conversación en quechua; y, por último, c) con siete colaboradores bilingües, con lengua dominante quechua: son personas cuya lengua materna es el quechua y suelen comunicarse en esta lengua con las personas de su entorno, ya sea en su trabajo o en su vida familiar, aunque manejan también el español. Tres hablantes del grupo de bilingües con español dominante y uno hablante del grupo de bilingües con lengua quechua dominante fueron seleccionados como hablantes conscientes de la norma lingüística por su perfil sociolingüístico. Para el análisis de los datos hemos manejado una metodología cualitativa y cuantitativa: se ha utilizado el programa IBM SPSS Statistics para analizar estadísticamente los usos pronominales y los factores lingüísticos y extralingüísticos que los pudieran condicionar. Se ha tenido en cuenta la prueba de chi-cuadrado, que permite medir si existe una relación entre dos variables y el coeficiente de contingencia, para determinar el grado de relación entre ellas. Se ha recurrido, además, a la prueba de razón de verosimilitud para aquellas tablas donde había un 20% o más recuentos esperados menores a 5, dado que la prueba de chi-

quechua como primera lengua; 114 682 el español; y 22 409 el aimara. https://www.inei.gob. pe/media/MenuRecursivo/publicaciones_digitales/Est/Lib1563/ [recuperado: 16/03/2021].

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cuadrado deja de ser apropiada como prueba de independencia. Los valores de chi-cuadrado y de razón de verosimilitud tendrán un nivel de significación 0,05.

4.2. Análisis Como han mostrado investigaciones recientes (por ejemplo, en Palacios 2015), en diversas variedades de español en contacto con lenguas amerindias se registra el uso de la forma pronominal lo/s para referir al objeto directo, independientemente de los rasgos de género de sus referentes. Para saber qué ocurre en el español andino peruano de Juliaca, contabilizamos todos los casos de formas pronominales y las elisiones del pronombre en todos los contextos para observar la organización del sistema pronominal átono. Tabla 1 Formas pronominales y omisión Omisión

Lo/s

La/s

Le/s

OD

238/914 26%

521/914 57%

69/914 7,5%

86/914 9,4%

OI

13/402 3,2%

10/402 2,5%

5/402 1,2%

374/402 93%

Total = 1316 | chi-cuadrado de Pearson 860,104 p < 0,001; coeficiente de contingencia: 0,629

El recuento total de casos ha sido de 1316, de los que 914 corresponden a formas de objeto directo (OD) y 402 a objeto indirecto (OI). Los resultados de la tabla 1 ponen de relieve, con un grado de asociación importante (coeficiente de contingencia 0,629), que, en el caso del OD, estos hablantes omiten la forma pronominal en el 26% de los casos y que la forma lo/s es mayoritaria –57% de los casos–, mientras que la presencia de las formas la/s y le/s es mínima con un 7,5% y un 9,4%, respectivamente. Se muestra, además, que la forma pronominal para referir el OI es la forma canónica –un 93% de los casos–, por lo tanto, se trata de un sistema que mantiene la distinción de caso. A partir de estos primeros resultados, centraré el análisis en el OD. En la tabla 2 se muestran los datos específicos de OD, donde encontramos que el 45,4% del total de los referentes femeninos corresponde a las formas lo/s. En cambio, las

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formas la/s con referente femenino aparecen solo en el 15,3% de los usos; encontramos además un 1,7% del total de las formas la/s con referente masculino. Por otro lado, las formas le/s aparece en menor medida: 11,2% de las ocasiones con referente femenino y 8% con referente masculino. En definitiva, se constata una tendencia a emplear la forma lo/s como forma preferente, un sistema que tiende a neutralizar el rasgo género del referente en la selección pronominal. Tabla 2 Pronombre de OD según el género del referente Omisión

Lo/s

La/s

Le/s

Femenino

110/392 28,1%

178/392 45,4%

60/392 15,3%

44/392 11,2%

Masculino

128/522 24,5%

343/522 65,7%

9/522 1,7%

42/522 8%

Total= 914 | chi-cuadrado de Pearson: 74,373 p < 0,001; coeficiente de contingencia: 0,274

Estos usos de lo/s con referentes femeninos se muestran en los siguientes ejemplos: (1) a. Esta papa exclusivamente en hielo, ¿no? En las, en las- lo tienen una noche en épocas de invierno, ¿no? Ahí lo echan con agua con ichu y lo tienen una noche así que le coge la helada y eso lo pisan. b. Cuando hay turismo lo llevan esas chompas tejidas. c. Yo no lo celebro misa todos los días, sino cuando la gente pide.

Con todo, es interesante saber si todos los grupos de hablantes siguen este sistema local. Por ello, en la tabla 3 contabilizamos el uso de las formas pronominales en los distintos grupos de hablantes según el grado de bilingüismo –grupo I: monolingües en español; grupo II: bilingües español-quechua (español dominante); grupo III: bilingües español-quechua (quechua dominante)–; así se podrá comprobar si tienen patrones distintos (local o etimológico) y cuál es su frecuencia. La tabla 3 indica que el grupo II de bilingües español-quechua (con español dominante) y el grupo III de bilingües español-quechua (con quechua dominante) tienen frecuencias de formas lo/s –38,5% y 46,5%, respectivamente– menores que la de los monolingües de español, que sería lo esperado.

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Tabla 3 Formas pronominales con referentes femeninos según el nivel de bilingüismo Omisión

Lo/s

La/s

Le/s

GRUPO I

17/81 21%

46/81 56,8%

8/81 9,9%

10/81 12,3%

GRUPO II

41/156 26,3%

60/156 38,5%

35/156 22,4%

20/156 12,8%

GRUPO III

52/155 33,5%

72/155 46,5%

17/1551 11%

14/155 9%

Total: 392

La hipótesis general que suele manejarse en las situaciones de contacto es que el grado de dominio de la lengua condiciona el sistema pronominal. Así, Palacios (2021, en este volumen), al comparar los estudios de los sistemas pronominales de tres zonas en contacto (maya yucateco, otomí y tzutujil), señala la coexistencia del sistema local con el sistema normativo etimológico y establece su correlación con el grado de bilingüismo; esto es, muestra que la tendencia al uso de la forma pronominal lo sin especificación del género del referente está asociada al dominio de la lengua indígena. Según esto, esperaríamos el uso mayoritario del sistema etimológico en el grupo monolingüe, aunque tenga también formas locales de lo/s femeninos, dada la situación histórica y estable del contacto del español con el quechua en Juliaca. La tabla 3, por el contrario, indica que el sistema local es mayoritario en todos los grupos, pero lo significativo es que los grupos II (bilingües con español dominante) y III (bilingües con quechua dominante) muestran mayor 4

Dentro de la muestra del grupo III, se destaca que seis de los pronombres que existen pertenecen a una misma hablante en el mismo momento de la entrevista donde se repite el mismo referente: E: […] Hoy día no me voy a llevar, comadre, a tu hija a casa no me la voy a llevar, me ha dicho, vamos a acordar una fecha pa que se casen, me ha dicho. Se ha venío a pedir la mano. Ya se la ha llevado a mi hija. El día que se ha casado, ese día se la ha llevado. De blanco se ha casao. C: ¿Pero ya se ha casado? E: Sí, ya se ha casado. Cuando se ha casado, ese día se la ha llevado. Ese día se la ha llevao a mi hija y con ropa de blanco se la ha llevao.

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número de formas canónicas de la/s para femenino que el grupo I (22,4% y 11%, respectivamente), si bien no superan los usos de lo/s (38,5% y 46,5%, respectivamente). Esto revela que el factor bilingüismo no es la variable que favorece la selección pronominal en este caso, por lo que debemos considerar otros factores extralingüísticos. Así, observamos que en el grupo II hay tres hablantes con un perfil que indica que pueden tener una alta conciencia de la norma, puesto que se trata de dos maestros y una abogada (el resto del grupo tiene trabajos poco cualificados); nuestra hipótesis es que este perfil profesional les ha podido condicionar su elección de las formas pronominales. En el grupo III encontramos también una maestra (el resto del grupo tiene igualmente trabajos no cualificados); siguiendo el mismo razonamiento, la incluimos en el mismo grupo y contabilizamos sus formas pronominales. Del grupo I, no se ha seleccionado ninguna persona que pudiera incluirse dentro de la variable conciencia de norma, dado que los hablantes de este grupo tienen un perfil sociolingüístico distinto: son una antigua propietaria de una imprenta, una estudiante de secundaria, un estudiante de ingeniería informática, una dependienta, una persona que trabaja en los servicios de turismo de la localidad, una persona sin profesión, una trabajadora de una escuela y un jubilado. El resultado se muestra en la tabla 4: Tabla 4 Formas pronominales y omisión. Hablantes conscientes de la norma Omisión

Lo/s

La/s

Le/s

OD

37/190 19,5%

95/190 50%

28/190 14,7%

30/190 15,8%

OI

0/123 0%

3/123 2,4%

2/123 1,6%

118/123 95,9%

Total = 313 | chi-cuadrado de Pearson 192,713 p < 0,001; coeficiente de contingencia: 0,617

Como observamos, los hablantes considerados bajo la variable “conscientes de la norma lingüística” distinguen el caso a la hora de elegir la forma pronominal átona como el resto de la comunidad: utilizan mayoritariamente lo/s para realizar el OD y le/s para el OI. Para validar nuestra hipótesis, necesitamos saber qué formas pronominales de OD seleccionan en función del género de los referentes, lo que se muestra en la tabla 5.

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Tabla 5 Pronombre de OD según el género del referente. Hablantes conscientes de la norma Omisión

Lo/s

La/s

Le/s

Referente femenino

22/87 25,3%

23/87 26,4%

27/87 31%

15/87 17,2%

Referente masculino

15/103 14,6%

72/103 69,9%

1/103 1%

15/103 14,6%

Total = 190 | chi-cuadrado de Pearson: 49,746 p < 0,001; coeficiente de contingencia: 0,456

La tabla 5 nos permite cuantificar el peso de la norma y ver que, si bien hay un alto número de usos de lo/s con referentes femeninos, la forma preferida entre estos hablantes es la/s (31%), como recomiendan las gramáticas normativas. Ahora bien, es necesario comprobar qué pasa en los grupos de bilingües si no tenemos en cuenta a los hablantes conscientes de la norma. La tabla 6 permite ver sus usos pronominales. Tabla 6 Formas pronominales y omisión de OD con referentes femeninos. Hablantes conscientes de la norma y resto de hablantes Omisión

Lo/s

La/s

Le/s

Conscientes de la norma

22/87 25,3%

23/87 26,4%

27/87 31%

15/87 17,2%

Resto de hablantes

88/305 28,9%

155/305 50,8%

33/305 10,8%

29/305 9,5%

Total = 392 | chi-cuadrado de Pearson 30,848 p < 0,001; coeficiente de contingencia: 0,270

Los resultados de la tabla 6 muestran que los hablantes con mayor conciencia de la norma utilizan más frecuentemente las formas la/s con referentes femeninos (31%) que las formas lo/s (26,4%). En cambio, los hablantes no conscientes de la norma emplean las formas lo/s con referentes femeninos en el 50,8% de los casos y solo en el 10% de los mismos usan la/s. Estos resultados avalan nuestra

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hipótesis de que los hablantes conscientes de la norma siguen mayoritariamente el patrón normativo, a pesar de su bilingüismo, lo que supone que el factor en estudio tiene suficiente fuerza como para alterar los resultados esperados (que en los hablantes bilingües predominen las formas lo/s para referentes femeninos de OD). Este patrón de tránsito de un sistema a otro puede resultar frecuente en algunos contextos comunicativos. Auer (2005: 20-22) denomina estos cambios bajo el concepto de diaglosia, que consiste en la mezcla de una variedad y otra, adoptando una solución intermedia entre el estándar y el sistema local. Para conocer cuándo el hablante elige emplear una forma pronominal u otra, analizamos si factores lingüísticos, como la tematización del referente, podría favorecer la presencia de la/s en estos hablantes con mayor conciencia de norma, dada la proximidad del referente femenino con la forma pronominal. Así, dividimos la muestra teniendo en cuenta las ocurrencias en los que el referente está mencionado en el contexto inmediatamente anterior y en los que no (los casos de duplicación posverbal o casos en los que el referente está alejado del verbo), como se muestra en la tabla 7. Tabla 7 Formas pronominales y omisión de referentes femeninos según las tematizaciones. Hablantes conscientes de la norma

No tematizado Tematizado

Omisión

Lo/s

La/s

Le/s

22/68 32,4%

18/68 26,5%

19/68 27,9%

9/68 13,2%

0/19 0%

5/19 26,3%

8/19 42,1%

6/19 31,6%

Total = 87 | chi-cuadrado de Pearson 10,006 p < 0,019 –2 casillas (25%) tienen una frecuencia esperada inferior a 5. La frecuencia mínima esperada es 3,28–; razón de verosimilitud: 14,236 p < 0,003; coeficiente de contingencia: 0,321

Los resultados de la Tabla 7 muestran que los contextos donde hay tematización están asociados estadísticamente con las formas la/s (42,1%), con un grado de asociación moderado (coeficiente de contingencia: 0,321). Esto quiere decir que la tematización del referente favorece la activación de la norma y la elección de la/s. Véase en los siguientes ejemplos: (2) ¡Uh! También en el comercio, ¿no? Antes una tiendita la poníamos y BIEN nos iba, no iba bien. Yo por ejemplo, ¿no? Mi mamá siempre puso una tiendita y… muy bien nos iba.

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(3) Uno pensaría que lo hacen en Puno mismo pero no, la artesanía la hacen acá, en Juliaca y allá es donde lo llevan. Cierto como en Puno es una parada netamente turística los mejores productos, los mejores colores, naturales, digamos, se lo llevan para allá.

En el ejemplo (2) se muestra un caso de tematización, la colaboradora emplea la forma etimológica la para referirse al sintagma nominal femenino singular una tiendita que aparece justo antes que el pronombre. En (3) la colaboradora se refiere a la artesanía andina con la forma la cuando el referente aparece tematizado; sin embargo, cuando el referente se convierte en tópico del discurso el hablante cambia a la forma lo para aludir a este mismo referente. Por otro lado, cabe preguntarse en qué situaciones se emplea la forma la/s con referentes no tematizados, dado que según la tabla 7 aparecen el 27,9% de las ocasiones. Estos hablantes emplean las formas normativas cuando se inicia5 la conversación con la entrevistadora (73,7% de las ocasiones) y cuando el hablante usa una forma pronominal inmediatamente después de la pregunta de la entrevistadora, que tiene un patrón etimológico por no pertenecer a esa zona (57,9% de los casos), como se muestra en los siguientes ejemplos: (4) E: ¿Recuerda la otra ciudad en la que vivió? C: Claro que sí. En realidad antes se llamaba o la llamaban Juliaca la vieja. (5) C: ¡Claro! ¿Cómo no voy a saber? Este… eso lo hacíamos en Carnavales. Eh… también el famoso lechón, el kancacho, que eso se hace en cada celebración que hay. ¿en qué consiste? ¿no? El lechón, consiste en matar un cordero, una oveja. E: Sí. C: degollarlo y sea con sus… bueno solamente pelarlo, sacarle la, la lana a la oveja, ¿no? y hacerlo orear toda una noche y al día siguiente prepararlo con un poco de ají, con un poco de cerveza, con un poco de huacatay. Bueno, no… ¿qué más? Pues salsita, ajito, ¿no? Se lleva al horno con sus papas, con sus papas este… sanco- no sancochadas.

En (4) podemos ver una situación que tiene lugar en el segundo 22 de la conversación, es decir, al inicio del encuentro la hablante emplea la forma la inmediatamente después de ser interrogada por la entrevistadora. En (5) se muestra cómo otro hablante, tras veinte minutos de conversación, cuando el diálogo ya era más distendido, relajado, espontáneo y sus respuestas eran más largas, comienza a emplear la forma lo para referir a una oveja. Parece, pues, indudable que estos hablantes al pensar su respuesta favorecen la forma normativa etimológica cuando tienen ocasión de responder tras unos

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Se considera inicio de la conversación los primeros diez minutos de la entrevista.

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segundos de reflexión donde son más conscientes de la respuesta; sin embargo, durante el transcurso del diálogo y en respuestas largas, donde el hablante se siente más relajado y en confianza con la entrevistadora, la respuesta puede ser más espontanea, menos reflexiva, y utilizar la forma neutralizada lo/s.

5. Discusión Presentados los datos, se documenta un patrón local cuya tendencia es el uso de la forma lo/s para OD (57%) y la forma le/s para los casos de OI (93%). Asimismo, se confirma que este patrón local coexiste con el etimológico normativo y que los hablantes muestran mayor tendencia de uso del patrón local, con excepción del grupo de hablantes con conciencia alta de la norma lingüística. Así, este grupo tiende a pronominalizar el OD con la/s para referentes femeninos en el 31% de los casos y lo/s para referentes masculinos (69,9%). No obstante, cabe destacar que estos hablantes que han sido seleccionados como conocedores de la norma lingüística emplean también la forma lo/s para OD en el 26,4% de las ocasiones, lo cual quiere decir que conocen además la forma local y que la usan en un porcentaje considerable de casos. Nótese que los hablantes que no parecen ser tan conscientes de la norma emplean mayoritariamente las formas lo/s con referentes femeninos (50,8%). Así, el factor “conciencia de la norma lingüística” ejerce un papel importante en esta variedad. Es importante tener en cuenta que la lengua quechua con la que está en contacto el español en esta área no gramaticaliza el género. La reorganización del sistema pronominal hacia marcas de concordancia en Juliaca tiene como acelerador el contacto con el quechua, lengua que marca morfológicamente el caso, pero no el género. Como explican García Tesoro y Fernández-Mallat (2015: 150-152), el quechua posee un sistema de marcación de objeto diferente al sistema pronominal átono del español –la persona y el número del sujeto y del objeto están marcados en las formas verbales–; no realiza fonéticamente la marca de objeto que señala la 3.ª persona, y no gramaticaliza los rasgos de género. Siguiendo la línea de Palacios consideramos que estamos ante un cambio indirecto inducido por contacto: “no se importa directamente material de otra lengua […]. [El hablante] aprovecha la evolución interna de esa lengua B para hacer aflorar estrategias gramaticales cuya funcionalidad comunicativa obedece a procesos cognitivos de la lengua A de contacto” (2007: 263). Es decir, el sistema pronominal está viviendo un proceso de gramaticalización, como vemos en otras áreas, y el quechua está orientando el cambio del sistema. De este modo, el pronombre deja de tener valor referencial y adquiere la característica de marcador de caso, por lo que no se produce una importación directa de la lengua quechua

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al español, sino que los hablantes codifican su sistema pronominal con estos nuevos valores impulsados por el quechua. De acuerdo con Thomason (2001), entendemos que las situaciones de contacto de lenguas son complejas y dinámicas, y son resultado de una multitud de factores sociales y lingüísticos. Por lo tanto, las situaciones de contacto son heterogéneas, lo que hace ir más allá de las variables lingüísticas para entender las diferencias con otras situaciones de contacto o ecologías lingüísticas. Por ello, el factor de la conciencia de norma puede explicar la organización del sistema pronominal átono de tercera persona en el área de Juliaca. A diferencia de otras áreas lingüísticas del español en contacto con lenguas como el maya yucateco, otomí o tzutujil donde el grado del bilingüismo es un factor asociado con la reorganización del sistema pronominal átono de tercera persona (Palacios 2021), en el área de Juliaca el cambio lingüístico ha evolucionado más, es decir: el contacto intenso e histórico de esta área hace que el sistema local esté muy asentado, por lo que el tipo de bilingüismo no es el factor prominente, el cambio ya está extendido incluso a los monolingües (56,8%). Además, esto demuestra que esta neutralización del rasgo de género no se debe a la adquisición incompleta del español, como apuntaban las gramáticas; indica que el sistema local es tan estable que es el dominante en los monolingües; los hablantes reconocerían este sistema como el modelo y funcionaría como auténtica norma para ellos. No obstante, aquellos hablantes que, bien por su formación, su profesión o sus redes sociales tengan mayor conciencia de cuál es la norma estándar, pueden hacer que el cambio y la variación en esta zona no se complete totalmente, aunque esté muy evolucionado. Esta presión que ejerce la conciencia de norma implica la ralentización y dirección de este cambio en proceso. Garatea (2006: 150) expone que en muchas ocasiones los hablantes cuando aprenden o descubren que existe una propuesta distinta a la que ellos tienen en su comunidad lingüística deciden orientar su discurso hacia aquella que sigue un modelo de prestigio y comienzan a sancionar los usos de su variedad como “incorrectos, expresiones incultas, barbarismos, todo lo cual termina arrastrando inevitablemente la percepción de su variedad lingüística, identificándola con patrones que habría que evitar para ‘hablar bien’”. En este sentido, los hablantes que han sido seleccionados como conscientes de la norma reconocen las formas locales y deciden en su discurso cambiar al sistema etimológico normativo, muy probablemente porque es la norma lingüística que les han enseñado y que deben enseñar (en el caso de los maestros). Aun así, estos mismos hablantes cuando relajan su discurso combinan este sistema etimológico normativo con el sistema local. Así hemos comprobado que en los contextos donde hay tematización y el referente antecede inmediatamente a la forma pronominal, el hablante activa su

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conciencia de norma en el 42,1% de las ocasiones empleando la forma etimológica. Asimismo, hemos encontrado esta activación de la conciencia cuando el hablante usa más frecuentemente los pronombres para referir a referentes femeninos al inicio de la conversación (73,7%) e inmediatamente después de la pregunta de la entrevistadora (57,9% de las veces), lo que podría indicar que en estos contextos discursivos se toman unos segundos de reflexión y son más conscientes de sus respuestas; sin embargo, durante el transcurso del diálogo y en respuestas largas, donde se han establecido vínculos de mayor confianza entre el hablante y el entrevistador, la respuesta parece estar menos preparada y la forma empleada es la local, la forma neutralizada lo/s. De esta manera, comparto la perspectiva de Palacios, según la cual las situaciones de contacto lingüístico deben entenderse como “un continuum complejo donde se superponen, incluso en una misma comunidad, hablantes con distinto grado de bilingüismo español/lenguas indígenas, lo que implica la coexistencia de varias modalidades de habla como práctica cotidiana” (2011: 20). Así, en Juliaca estamos ante una zona donde coexisten dos sistemas, el local y el etimológico, y el factor conciencia de la norma lingüística orienta la elección de las formas pronominales de los hablantes bilingües, más vulnerables a la indexación social negativa de las formas locales.

6. Recapitulación El español en contacto con otras lenguas ha originado cambios lingüísticos. Las descripciones que aparecen en las gramáticas tradicionales sobre los usos neutralizados del sistema pronominal átono que se dan en las zonas de contacto con lenguas amerindias pasan desapercibidas o aparecen acompañadas de juicios y desestimaciones. Algunos hablantes son conscientes de la existencia de diferencias entre su variedad y lo que indican las gramáticas o diccionarios. Esto conlleva a que los hablantes autoevalúen su discurso y reconduzcan su habla hacia una variedad normativa que consideran más prestigiosa. En el caso de los pronombres átonos de tercera persona, hemos mostrado que en la variedad andina de Juliaca de contacto de español con quechua existe un sistema local que coexiste con el etimológico normativo. A través de un análisis cualitativo y cuantitativo, hemos comprobado que el patrón normativo predomina en aquellos hablantes con conciencia alta de la norma lingüística y que estos pueden explotar pragmáticamente ambos sistemas en distintos momentos de su discurso en función de si deciden proteger su imagen y activar su conciencia de norma (usarán entonces el sistema normativo) o no (usarán el sistema local). Así, cuando el hablante parece preservar su imagen (en los primeros minutos

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de la conversación, al inicio de cada respuesta o cuando el referente antecede inmediatamente a la forma pronominal), abandona el sistema local y se acoge al normativo etimológico; por el contrario, cuando el hablante se siente más relajado y ha consolidado cierta confianza con el interlocutor, la conciencia normativa se diluye y aflora el sistema local (en respuestas largas, cuando la conversación está avanzada donde la respuesta puede ser más espontanea, menos reflexiva). De esta manera, el factor conciencia de la norma lingüística orienta la elección de las formas pronominales de estos hablantes bilingües.

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SOBRE LA PERCEPCIÓN DEL CASTELLANO HABLADO EN EL PAÍS VASCO A PARTIR DE UNA ENCUESTA* Sara Gómez Seibane Universidad de La Rioja

1. Introducción La Lingüística de contacto ha prestado más atención a los procesos lingüísticos que a los factores extralingüísticos que podrían afectar a los resultados del contacto de lenguas (Winford 2013). Sin embargo, los procesos psicológicos y sociales en la explicación de ciertos fenómenos demuestran que las ideologías y las actitudes de los hablantes son pertinentes en la investigación lingüística, puesto que condicionan el comportamiento lingüístico de los hablantes (Garret 2001). Algunos estudiosos abordan conjuntamente las ideologías y las actitudes como creencias lingüísticas, mientras que otros tratan de delimitar su campo de actuación (Albury 2020). De manera general, las ideologías proporcionan un modelo para las ideas y los comportamientos sociolingüísticos; las actitudes lingüísticas, por su parte, evalúan y miden las reacciones de los hablantes ante aspectos lingüísticos concretos. En lo que se refiere al tipo de enfoque, la investigación ideológica es fundamentalmente cualitativa, basada en el análisis discursivo y pragmático; la investigación de las actitudes lingüísticas, por su parte, se plantea con enfoques cuantitativos y cualitativos. No obstante, más allá de sus diferencias en el ámbito de interés y en la metodología, ambos conceptos constituyen una manera de aproximación a los sentimientos y las ideas de los hablantes sobre las lenguas y los hechos lingüísticos con el fin de entender mejor los procesos de variación y cambio lingüístico, prestigio o identidad en su contexto socioeconómico. En definitiva, se trata de un esfuerzo por incorporar la subjetividad lingüística a la investigación con el fin de completar los enfoques centrados en los fenómenos lingüísticos. En este marco, el objetivo de esta investigación es conocer y analizar las percepciones y actitudes de los hablantes hacia la variedad de castellano en contacto *

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Investigación realizada en el proyecto de investigación de excelencia “COREC. Corpus oral de referencia del español en contacto. Fase I: lenguas minoritarias”. Referencia/AEI/ PID2019/105865GB-I00.

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con la lengua vasca en la Comunidad Autónoma Vasca (CAV), variedad conocida como castellano del País Vasco (CPV). Para ello, se ha diseñado una encuesta que pregunta a los participantes la valoración general del CPV, así como el grado de prestigio de esta variedad de contacto y su relación con respecto al castellano correcto o estándar. En los resultados se evaluará la influencia de variables sociales como el sexo, la edad, la provincia de origen, el nivel de estudios, el grado de conocimiento de la lengua vasca y la identidad. Actualmente, las lenguas oficiales de la CAV son el castellano y el euskara, según decreta el Estatuto de Autonomía en su Ley 10/1982 de normalización del uso de la lengua vasca, conocida como Ley del Euskara. Con anterioridad, ambas lenguas compartieron una prolongada historia de convivencia en situación de diglosia, intensificada desde el siglo xix por la alfabetización en castellano: esta era la lengua de cultura y del poder económico y social, mientras que la lengua vasca se identificaba con la lengua oral de la masa popular (Gómez Seibane 2019). En este trabajo, además de esta introducción, el apartado 2 resume las actitudes lingüísticas hacia el castellano según hablantes de España e Hispanoamérica. La sección 3, por su parte, sintetiza los resultados de los estudios sobre actitudes del castellano en contacto con el euskara. En el siguiente (§ 4), se explica el modelo de encuesta, su validez y fiabilidad según un análisis factorial exploratorio, la medición del grado de (des)acuerdo con una escala Likert, el tratamiento estadístico de los datos cuantitativos obtenidos y el perfil sociolingüístico de los encuestados. En el apartado 5 se exponen los resultados relativos a la evaluación del CPV, así como al grado de prestigio de dicha variedad de contacto y su relación con el estándar. Finalmente, la investigación se cierra con la recapitulación (§ 6).

2. Actitudes lingüísticas hacia el castellano Durante esta última década son varios los proyectos e investigaciones centrados en las opiniones de los nativos hispanohablantes sobre la realidad lingüística que les rodea, cuyo objetivo último mejora el conocimiento de cómo funciona la lengua en la sociedad (Chiquito/Quesada Pacheco 2014; Cestero/Paredes 2018a). Los estudios se centran en las percepciones, actitudes y creencias de los individuos sobre las variedades de español, en función de dos nociones determinantes en la reflexión sobre lenguas como el español: la noción de corrección lingüística y, estrechamente vinculada a esta, la noción de normatividad. Ante la heterogeneidad dialectal, los hablantes generan juicios de valor y revelan actitudes lingüísticas que, por una parte, proporcionan información sobre los valores

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culturales de su comunidad de habla y, por otra parte, afectan a la dinámica de la variación y del cambio lingüístico (Amorós-Negre/Quesada Pacheco 2019). La conciencia en los hablantes de una forma correcta de hablar deriva del proceso de estandarización de lenguas como el español, el inglés o el francés (Milroy 2007). La lengua estándar es un constructo ideal de lengua, una entidad social y convencional tanto en su origen como en sus límites y contenido. De esta creencia ha derivado lo que se conoce como la ideología de la estandarización1, que sostiene que, ante dos o más variantes de lengua, solo una puede ser correcta, y las demás se ordenan en una jerarquía con distinto grado de estigmatización tanto para la/s variante/s como para los propios hablantes. Efectivamente, aunque es inaceptable la discriminación por razones de grupo étnico, clase social, religión o sexo, parece que aún es aceptable hacerlo por razones lingüísticas. La causa que sustenta lo anterior está en que los hablantes suponen que sus creencias (sobre la noción de corrección, la importancia de la autoridad, el prestigio o la idea de legitimidad) y sus actitudes hacia la lengua y la variación son de sentido común y prácticamente compartidas por los demás hablantes. Según los proyectos más recientes, con respecto a las actitudes sobre corrección, los nativos capitalinos de veinte países hispanos han elegido el español de España y el de Colombia como variedades representativas del ideal de corrección. En cuanto a las relacionadas con incorrección, los resultados fueron más variados, pero entre las variedades que concitan más menciones están las de Argentina, Chile, Bolivia y Perú, Nicaragua en Centroamérica y las tres variantes antillanas (Sobrino 2018). En particular, Centroamérica (salvo México), Antillas y Panamá son las zonas que mayor estatus conceden al español peninsular y más fuertemente discriminan sus propias áreas lingüísticas. Igualmente, los países del sur del continente prefieren la variedad española antes que la propia y, en general, asocian con la incorrección las variedades vecinas. Por el contrario, Colombia y Venezuela conceden un alto estatus a sus variedades de español, así como una afectividad positiva hacia ellas, y no conceden un fuerte prestigio a la variedad peninsular. Dentro de cada país, los colombianos son quienes manifiestan una mayor consideración de la variedad propia como modelo de lengua, mientras que los chilenos se sitúan en el polo opuesto. Ahora bien, con independencia de las creencias sobre el modelo de lengua, los hablantes de cada área identifican y valoran su

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Se entiende la ideología como marco cognitivo que conecta la lengua con un orden extralingüístico, con consecuencias en el ámbito de las prácticas lingüísticas y metalingüísticas (Del Valle 2007: 20). El concepto de estandarización, por su parte, resulta problemático y se encuentra en constante evolución. Véase Billings y Giles (2004: 191-194).

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propia variedad, tanto directa como indirectamente, es decir, en todos ellos funciona el prestigio de grupo (Cestero/Paredes 2018a). En España, los hablantes del centro-norte de manera casi unánime consideran su dialecto como la mejor variedad de español, opinión compartida también por los baleares. En el otro extremo se sitúan los hablantes andaluces (sevillanos y granadinos) y los canarios, conscientes de que sus variedades históricamente han carecido de reconocimiento y prestigio. De hecho, los universitarios del centro de España tienen una autopercepción positiva de su variedad (Cestero/Paredes 2018b; Yraola 2014). También los sevillanos consideran la modalidad castellana como la mejor forma de habla, a la que asocian efectos positivos en el ámbito profesional, salarial y educativo (Santana Marrero 2018); sin embargo, la variedad andaluza la siguen vinculando a juicios negativos como ruralidad y escasez de cultura, si bien valoran positivamente los aspectos relacionados con lo afectivo o lo personal. En coincidencia con el panorama anterior, las tendencias actitudinales en relación con el pluricentrismo revelan que los hablantes de Hispanoamérica legitiman cada vez más sus variedades nacionales autóctonas –sobre todo Colombia, México, Venezuela y Argentina–; mientras que en España la mayor ejemplaridad lingüística se sigue atribuyendo a la variante castellana centro-septentrional (Amorós-Negre/Quesada Pacheco 2019).

3. Actitudes lingüísticas hacia el castellano en situaciones de contacto Los estudios en torno a actitudes, creencias e ideologías sobre el castellano en contacto con la lengua vasca se remontan a la década de los noventa del siglo xx (cf. Lasagabaster 2007). En el marco de la convergencia de los rasgos lingüísticos, los investigadores han demostrado que aquellos hablantes con actitudes más positivas hacia el euskara son más propensos a incorporar rasgos de esta lengua en su discurso en castellano (Elordieta/Romera 2020). Por ejemplo, en las interrogativas sí/no de habla natural se encontraron porcentajes más altos de contorno entonativo final descendente en los hablantes con mayor grado de contacto con el grupo etnolingüístico vasco, y actitudes más positivas hacia la lengua vasca y hacia dicho grupo. Otros trabajos ya habían demostrado la influencia de la intensidad del contacto con la lengua vasca en la adopción de alguno de sus rasgos en la variedad de castellano. Así sucede en la articulación particularmente intensa de la vibrante en posiciones tautosilábicas de coda silábica (barco) y entre consonante obstruyente y vocal (freno) (Merino Villar 2012; Ciriza 2015). La identidad vasca está estrechamente vinculada a ser vascoparlante (Dávila Balsera 2008), aunque en los últimos años la motivación para el aprendizaje del

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euskara es menos simbólica y más pragmática (Järlehed 2017). No obstante, después de varias décadas de esfuerzos de revitalización de la lengua vasca, el 47% de la sociedad de la CAV no tiene competencias en euskara en 2016 (Gobierno Vasco/Gobierno de Navarra 2016), pero muchos se sienten totalmente vascos. Según datos de hace una década, para el 46,8% de los castellanohablantes de la CAV, el euskara era la lengua por excelencia de los vascos, mientras que el 52,3% otorgaba el mismo valor al euskara y al castellano (Amorrortu et al. 2009). De hecho, los hablantes perciben significados sociales en ciertas variantes lingüísticas del CPV que utilizan en la construcción de su identidad. Por ejemplo, para hablantes urbanos los préstamos vascos en el CPV y la vibrante múltiple en posición implosiva son expresión de su identidad vasca (Ciriza 2009). Con todo, se ha advertido cierta desdialectalización del CPV en bilingües menores de 30 años de nivel educacional medio-alto: por un lado, conocen menos léxico dialectal y, por otro lado, consideran agramaticales rasgos propios y característicos de su variedad. Con relación al léxico, la generación más joven2 usa menos las formas dialectales y más las correspondientes al español estándar. Las dos generaciones mayores, en contraste, muestran alto grado de conocimiento del léxico local, con ligeras diferencias de frecuencia de uso. Las razones esgrimidas para optar por otros términos revelan que el léxico específico del CPV se percibe como variante secundaria y alternativa al español estándar (Camus/ Gómez Seibane 2015). En una encuesta de aceptabilidad, por su parte, se solicitaba la valoración de dieciocho fenómenos lingüísticos, diez de los cuales eran rasgos comúnmente descritos en el CPV y ocho fenómenos con una distribución geográfica más amplia (Gómez Seibane/Ramírez Luengo 2014). Los resultados revelaron que seis fenómenos estaban perfectamente aceptados por los hablantes y valorados como correctos, de los cuales solo cuatro eran rasgos propios del CPV (hipocorísticos con -txu, el demostrativo con referente personal sin valor despectivo, leísmo humano masculino y empleos evidenciales de ya). Se observa, por tanto, cierto desgaste de los rasgos locales y cierta preferencia por variantes de difusión regional más amplia. Estas tendencias podrían explicarse por la alta tasa de escolarización y la presión de la norma o el estándar en los hablantes menores de treinta años. En este sentido, podría estar actuando la ideología de la lengua estándar (§ 2).

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Los informantes son cuatro mujeres y un hombre de tres generaciones de una misma familia (con edades de 80 años, tres entre 50 y 56 años, y una de 23), de clase media o media-alta, con estudios universitarios y profesiones liberales, tanto ellos como sus progenitores nacidos y crecidos en esta ciudad.

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En cuanto a las actitudes, los bilingües pueden expresar su adhesión a la co­ muni­dad de la lengua minorizada, a la de la lengua dominante, e incluso a la co­munidad bilingüe alternando las dos lenguas (Escobar/Ciriza 2012). Con todo, los bilingües juzgan la alternancia de códigos como propia de contextos informales y la valoran de forma diferente según el origen lingüístico del hablante: si este es nativo de lengua vasca, se considera natural, mientras que se considera una falta de competencia para quienes el euskara es su segunda lengua (Lantto 2016). Como se desprende de este comportamiento, en esta situación de contacto los hablantes se rigen por varias ideologías relacionadas con la lengua estándar, como la ideología de la lengua materna, es decir, la creencia de que la lengua aprendida en el hogar moldea la identidad lingüística del hablante y lo convierte en un hablante auténtico; o la creencia del monolingüismo normativo como representación de un Estado-nación ideal, para cuyo mantenimiento las lenguas deben permanecer estrictamente separadas (Swiggers 2019). A la vista de lo anterior, por tanto, conviene profundizar en las actitudes lingüísticas hacia el CPV de los hablantes de la CAV tanto en la valoración general de la variedad, como en su relación con las nociones de prestigio y estándar, con el fin de proporcionar explicaciones más matizadas y mejor contextualizadas de los fenómenos de contacto.

4. Metodología y diseño de la encuesta de actitudes Para la obtención de los datos relativos a las actitudes hacia el CPV se ha diseñado una encuesta organizada en dos partes. La primera consta de 13 afirmaciones sobre las que hay que indicar el grado de (des)acuerdo; y dos preguntas abiertas sobre la variedad de castellano que más gusta y la que menos3. La segunda parte registra el perfil sociolingüístico del informante, en concreto edad (18-35, 3655 y más de 55 años), sexo, provincia de origen, nivel de estudios (primarios, enseñanza general secundaria, enseñanza profesional, estudios universitarios), lugar de residencia, nivel de lengua vasca (bajo, medio, alto, nativo) e identidad (vasco, más vasco que español, tan vasco como español, más español que vasco, español). La medición del grado de (des)acuerdo del encuestado respecto a las 13 afirmaciones se realiza con una escala Likert de cinco puntos (totalmente en desacuerdo, en desacuerdo, neutral, de acuerdo, totalmente de acuerdo). Esta herramienta psicométrica ha ido aumentando las opciones de respuesta de los cinco puntos

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Las preguntas de la primera parte se recogen en el anexo 1.

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originarios hasta los once. Con todo, la escala de cinco puntos, junto a las de siete y diez, obtuvo la mayor puntuación respecto a la facilidad de uso, así como en lo que respecta a la expresión adecuada de los sentimientos según preferencias de los encuestados (Taherdoost 2019). No obstante, entre los puntos débiles de la escala Likert concurren el sesgo de tendencia central (evitar las respuestas de los extremos), el de aquiescencia (elegir la respuesta para complacer al investigador) y el de deseabilidad social (no ser honesto para retratarse a uno mismo con una perspectiva socialmente más favorable). Para analizar la validez y fiabilidad de la encuesta, se ha realizado un análisis factorial exploratorio de los 13 ítems que la componen4. En primer lugar, el test KMO (Kaiser, Meyer y Olkin), que indica la relación entre variables, mayor cuanto más cerca de 1, arroja un resultado de 0,86 (sig. > 0,05), lo que implica que la relación entre las variables es alta. El coeficiente Alfa de Cronbach mide la consistencia interna a partir de la covariación entre los ítems del cuestionario, de manera que cuanto mayor es la covariación, mayor puntuación alfa. La encuesta de 13 preguntas en conjunto tiene una fiabilidad de 0,822, un valor adecuado pues la fiabilidad se expresa mediante un número decimal positivo entre 0,00 y 1,00, que es la fiabilidad perfecta. Los datos cuantitativos resultados de la encuesta se han sometido a las pruebas de chi-cuadrado utilizando un nivel de significación α = 0,05 (IBM SPSS Statistics 26.0). Las pruebas realizadas miden la probabilidad de que una distribución analizada se deba (o no) al azar. Adicionalmente, se recurre a V de Cramer para variables nominales y excluyentes, cuyos valores entre 0 y 1 indican mayor independencia entre las variables estudiadas o mayor asociación entre las mismas, respectivamente (Landis/Koch 1977). Para ciencias sociales, V de Cramer mayor que 0,3 se considera una correlación significativa. Cuando en algunas casillas la muestra analizada es demasiado pequeña y no se cumplen las condiciones necesarias para realizar la prueba de chi-cuadrado, se aplica la prueba exacta de Fisher, que permite analizar si dos variables dicotómicas están asociadas. No obstante, para obtener la significancia exacta las muestras deben tener pocos datos, y en dos ocasiones no se ha podido realizar la prueba exacta de Fisher, por lo que se ha tenido que utilizar el método de Monte Carlo, que tiene un nivel de confianza del 99%. La encuesta, cuyo tiempo medio de realización fue de 6:50 minutos, se difundió por redes sociales (Twitter y Facebook) entre el 4 y el 11 de marzo de 2021. Fue

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Agradezco encarecidamente a la lingüista Nuria Polo Cano (UNED) y a la matemática Gadea Mata Martínez (UR) los consejos y recomendaciones para el análisis estadístico.

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contestada por 160 personas, el 89,3% con estudios universitarios o equivalentes, distribuidas como sigue en las tres franjas etarias: el 42,6% tiene entre 18 y 35 años, el 47,5% tiene de 36 a 55 años y el 10,1% es mayor de 56 años. En las dos primeras franjas de edad, el sexo es una variable bastante equilibrada: 44,1% de masculino frente a 51,5% de femenino (4,4% de otro) (18-35 años), y 46,1% frente a 53,9% (36-55 años). En cuanto al origen, el 48% es vizcaíno, el 29%, guipuzcoano y el 23%, alavés. Esta falta de equilibrio porcentual en lo relativo al origen no introduce ningún sesgo en los resultados, ya que están compensados con las pruebas estadísticas de chi-cuadrado y V de Cramer, que son seguras porque se supera el mínimo de 30. Con respecto a otras variables sociolingüísticas, los encuestados reconocen un nivel de lengua vasca nativo (30%), alto (63%), medio (16%) y bajo (14%), y se definen como “vascos” (40%), “más vascos que españoles” (16%), “tan vascos como españoles” (37%), “más españoles que vascos” (6%) y “españoles” (1%). De hecho, el nexo entre estas dos variables, el nivel de lengua vasca y la identidad, resulta estadísticamente significativo –χ²(12) = 61,269; p ≤ 0,05. Prueba exacta de Fisher con método Monte Carlo p = 0,000. V de Cramer = 0,35, relación entre variables significativa–: quienes consideran tener un nivel de euskara alto o nativo, sobre todo, son los que más se definen como “vascos”. Sin embargo, no hay relación estadísticamente significativa entre la identidad y otras variables como la edad, el origen o el sexo.

5. Análisis de los resultados de la encuesta de actitudes 5.1. Evaluación general de la variedad de CPV Según los resultados de la encuesta, la variedad de CPV obtiene una valoración positiva: los participantes se muestran de acuerdo (52,5%) y totalmente de acuerdo (35%) respecto a que en el País Vasco en general el castellano no se habla mal (ítem 1); y de acuerdo (50,6%) y totalmente de acuerdo (30%) respecto a que se habla bien (ítem 12). Ahora bien, para muchos encuestados no es un buen castellano (ítem 8), pues el 46,3% está en desacuerdo frente al acuerdo del 22,5%. Los resultados muestran una relación estadísticamente significativa entre el nivel de euskara y los ítems 1 (gráfico 1) y 12: a mayor nivel de euskara (alto y nativo), mayor grado de acuerdo en la evaluación positiva de la variedad (χ²(12) = 25,789; p ≤ 0,05. Prueba exacta de Fisher p = 0,036. V de Cramer = 0,23, que indica una relación entre variables moderada para el ítem 1; χ²(12) = 25,788; p ≤ 0,05. Prueba exacta de Fisher p=0,016. V de Cramer = 0,23, relación entre variables moderada para el ítem 12). También hay una relación estadísticamente

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significativa entre la identidad y el ítem 12: quienes se definen como “vascos” y “tan vascos como españoles”, son los que más de acuerdo se manifiestan con la evaluación positiva de la variedad (χ²(16) = 45,268; p ≤ 0,05. Prueba exacta de Fisher con método Monte Carlo p = 0,002. V de Cramer = 0.26, relación entre variables moderada). Gráfico 1 Nivel de euskara e ítem 1

Respecto a las variedades limítrofes, hay cierto grado de percepción de la diferencia del CPV con el castellano de Cantabria, Navarra o La Rioja (18,8% neutral, 46,3% en desacuerdo y 5,6% en total desacuerdo con el ítem 9 sobre la falta de diferencias entre las mencionadas variedades). De hecho, la entonación del CPV se percibe diferente, puesto que el 53,1% está en desacuerdo y el 16,3% está totalmente en desacuerdo respecto a la afirmación de que el acento del CPV casi no se nota (ítem 6). En este caso, ninguna de las variables sociolingüísticas ha mostrado relación estadísticamente significativa con las preguntas5 6 y 9. En cuanto a la variación interna, los encuestados no demuestran una idea clara sobre las diferencias dialectales entre los territorios. Por una parte, el 26,9% está en desacuerdo con que el CPV no es igual en las tres provincias (ítem 3), en contraste con el 35,6% que está de acuerdo. Por otra parte, el castellano de Vizcaya y el de Guipúzcoa se perciben bastante parecidos (ítem 5): 30,6% neutral, 41,3%

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La prueba exacta de Fisher ha descartado (p = 0,130) una relación estadísticamente significativa según chi-cuadrado (χ²(8) = 24,054; p ≤ 0.05) entre el sexo y la valoración del CPV como bueno (ítem 9).

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de acuerdo y 12,5% totalmente de acuerdo. Respecto a este punto, los datos revelan una relación estadísticamente significativa entre la edad y los ítems 3 (gráfico 2) y 5: los participantes entre 36 y 55 años son los que mayor grado de acuerdo declaran ante el enunciado de que la variedad no es igual en las tres provincias (χ²(8) = 18,529; p ≤ 0,05. Prueba exacta de Fisher p = 0,009. V de Cramer=0,24, relación entre variables moderada). Igualmente, los encuestados entre 36 y 55 años son los que mayor grado de acuerdo manifiestan ante la similitud de las variedades vizcaína y guipuzcoana (χ²(8) = 16,899; p ≤ 0,05. Prueba exacta de Fisher p = 0,019. V de Cramer = 0,23, relación entre variables moderada). Gráfico 2 Edad e ítem 3

5.2. Grado de prestigio del CPV y su relación con el estándar Los participantes perciben el CPV como una variedad de bastante prestigio: se muestran neutrales (30%), de acuerdo (38,8%) y totalmente de acuerdo (15%) ante el enunciado de la buena fama de la variedad (ítem 2); neutrales (43,8%), de acuerdo (26,3%) y totalmente de acuerdo (3,8%) respecto a la afirmación de que el CPV tiene prestigio (ítem 10). En ambos ítems el porcentaje de desacuerdo es inferior al del acuerdo (15,6% y 21,9% para el 2 y el 10 respectivamente). Ahora bien, los encuestados se posicionan de manera más equilibrada entre el acuerdo y el desacuerdo cuando se compara el CPV con otras variedades: el 28,1% está en desacuerdo, el 28,8% es neutral y el 21,9% está de acuerdo con que el castellano se habla mejor en el País Vasco que en otros sitios (ítem 13). En relación con esto, los datos revelan que entre la identidad y el prestigio de la variedad existe una relación estadísticamente significativa: los que se definen como “vascos” y “tan

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vascos como españoles”, son los que más de acuerdo se muestran con la buena fama del CPV (χ²(16)  =  37,074; p  ≤  ,05. Prueba exacta de Fisher con método Monte Carlo p = 0,018. V de Cramer = 0,24, relación entre variables moderada para el ítem 2). Igualmente, existe una relación estadísticamente significativa entre el origen y el prestigio (gráfico 3) (ítem 10): los vizcaínos son quienes mayor grado de acuerdo demuestran con que el CPV tiene prestigio (χ²(8) = 16,370; p ≤ 0,05. Prueba exacta de Fisher p = 0,027. V de Cramer = 0,22, relación entre variables moderada). Gráfico 3 Provincia de origen e ítem 10

En cuanto a la relación del CPV con el estándar, los encuestados coinciden en considerar esta variedad próxima a la noción de estándar: señalan estar de acuerdo (53,8%) y totalmente de acuerdo (20,6%) con que el CPV es parecido a lo que se conoce como castellano estándar o correcto (ítem 4); igualmente, se muestran de acuerdo (50,6%) y totalmente de acuerdo (16,9%) respecto a que en el País Vasco se habla castellano estándar (ítem 7). En la misma línea, se muestran neutrales (32,5%), de acuerdo (46,3%) y totalmente de acuerdo (11,9%) respecto a que el CPV se aproxima al castellano estándar (ítem 11). Respecto a esta cuestión, los datos revelan que entre la identidad y la aproximación al estándar (ítem 11) existe una relación estadísticamente significativa (gráfico 4): quienes se identifican como “vascos”, sobre todo, y algo menos quienes son “tan vascos como españoles”, son los que más de acuerdo se muestran con la afirmación de que el CPV cada vez se acerca más al castellano estándar (χ²(16) = 42,971; p ≤ 0,05. Prueba exacta de Fisher p = 0,078. V de Cramer = 0,25, relación entre variables moderada).

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En cuanto a las preguntas abiertas, los encuestados señalan que las variedades que menos les gustan son la andaluza (51/160) y la murciana (20/160). Con todo, muchos participantes indican que no tienen preferencias (24/160) o que no saben (10/160). Entre las variedades predilectas están la propia, la del País Vasco (29/160), y la de Castilla-León (37/160), caracterizada como variante de acento menos marcado, pura y sin interferencias. También en esta pregunta los hay que no tienen preferencias (18/160). Gráfico 4 Identidad e ítem 11

6. Recapitulación La encuesta sobre las nociones de corrección y prestigio del CPV realizada a hablantes de la CAV demuestra una percepción positiva de la variedad, que es considerada de prestigio y próxima a la noción de estándar. Además, las variables nivel de euskara, identidad y provincia de origen revelan una relación estadísticamente significativa con ciertas preguntas. Por ejemplo, a mayor nivel de euskara (alto y nativo), mayor grado de acuerdo en la valoración positiva de la variedad; asimismo, quienes se definen como “vascos” y “tan vascos como españoles” son los que mayor grado de acuerdo manifiestan tanto con la buena fama del CPV, como con su cercanía al castellano estándar; con respecto al origen, los vizcaínos son quienes mayor grado de acuerdo demuestran con que el CPV tiene prestigio. Por otro lado, el CPV se percibe diferente del castellano de Cantabria, Navarra o La Rioja. Esta diferencia se detecta en la entonación, puesto que el 53,1% está

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en desacuerdo con que el acento del CPV casi no se nota. En cuanto a la variación interna, los encuestados no demuestran una idea clara sobre las diferencias dialectales entre los territorios y perciben como parecidos, además, el castellano de Vizcaya y el de Guipúzcoa.

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Anexo 1 1. En el País Vasco en general el castellano no se habla mal. 2. El castellano que se habla en el País Vasco tiene buena fama dentro y fuera de la Comunidad Autónoma Vasca. 3. El castellano que se habla en el País Vasco no es igual en las tres provincias. 4. La manera de hablar castellano en el País Vasco es parecida a lo que se conoce como castellano estándar o correcto. 5. El castellano que se habla en Bizkaia y Gipuzkoa es bastante parecido. 6. El acento del castellano del País Vasco casi no se nota. 7. En el País Vasco se habla castellano estándar. 8. En el País Vasco se habla un buen castellano. 9. El castellano que se habla en el País Vasco no tiene diferencias en comparación con el de otras zonas del norte, como Cantabria, Navarra o La Rioja. 10. El castellano que se habla en el País Vasco tiene prestigio. 11. El castellano del País Vasco cada vez se acerca más al castellano estándar. 12. En el País Vasco en general el castellano se habla bien. 13. En el País Vasco el castellano se habla mejor que en otros sitios. 14. ¿En qué comunidad de España te gusta menos cómo se habla castellano? ¿Por qué? 15. ¿En qué comunidad de España te gusta más cómo se habla castellano? ¿Por qué?

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UNA ENCUESTA SOBRE EL LEÍSMO FEMENINO EN EL CASTELLANO DEL PAÍS VASCO* Bruno Camus Bergareche Universidad de Castilla-La Mancha

1. Introducción El sistema de pronombres clíticos de 3.ª persona del español hablado en el País Vasco resulta ser, sin duda, uno de sus rasgos más reconocibles. Comparte con el español de los territorios castellanos situados más al oeste (Cantabria, Burgos, Palencia, Valladolid…) el uso generalizado de las formas de dativo le/les para la pronominalización de complementos directos de referencia humana y género masculino (1), es decir, se trata de una modalidad decididamente leísta (Urrutia 1988; Echenique 1996; Camus/Gómez Seibane 2012: 13-14). Sin embargo, a diferencia de buena parte de las otras variedades antes mencionadas de castellano norteño, en la mayoría del territorio vasco son desconocidos el leísmo de referencia no humana y el laísmo (2a-b). Asimismo, el uso de la forma lo para referirse a nombres continuos o de masa (2c) es inexistente en el área vasca fuera de la zona más occidental colindante con Burgos y Cantabria (FernándezOrdóñez 1999: 1350; Camus/Gómez Seibane 2015b): (1) Ayer vi a Juani, ¿lei viste tú también? (2) a. Acabo de ver tu coche nuevoi, ¿cuándo lei has compardo? b. A tu hermanai no lai gustan nada mis libros. c. Reunían la lanai y loi vendían al por mayor.

Por el contrario, el sistema pronominal más frecuente en el País Vasco incorpora un rasgo inexistente en las otras variedades peninsulares. Se trata de lo que comúnmente se denomina leísmo femenino, es decir, el uso de las formas de dativo le/les también para los complementos directos encabezados por nombres de referencia humana en femenino (Camus/Gómez Seibane, en prensa):

*

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Investigación realizada en el proyecto de investigación de excelencia “COREC. Corpus oral de referencia del español en contacto. Fase I: lenguas minoritarias”. Referencia/AEI/ PID2019/105865GB-I00.

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(3) a. …la de 13 rosas también me gustó mucho […], trece mujeresi que lesi fusilan, que lesi meten en la cárcel. Llodio, CorpusPV1 b. –Está Marilei arriba. –Ya lei he visto. Gernika, CorpusPV

A lo largo de las páginas que siguen daremos cuenta de los resultados de una encuesta realizada entre hablantes vascos con un nivel sociocultural alto y de entornos urbanos. El objetivo de esta encuesta es establecer la frecuencia con que se presenta el leísmo femenino arriba descrito, y, en especial, comprobar si la distribución del fenómeno varía en función de la edad de los hablantes y si este tipo de leísmo se encuentra estabilizado o está sufriendo algún proceso de cambio por efecto de la presión del español estándar. Se trata de una encuesta muy tentativa, pero creemos que puede señalar el camino a futuras investigaciones al respecto. Presentaremos en el apartado 2 el leísmo femenino en el contexto del sistema de pronombres átonos del castellano del País Vasco: revisaremos su distribución geográfica, su relación con el euskera y un eventual origen en la situación de contacto entre esta lengua y el español. Desde esta perspectiva, dedicaremos la sección siguiente a la descripción de la naturaleza y objetivos de la encuesta para pasar a continuación, en el último apartado, a presentar los resultados y su correspondiente análisis, con especial atención a las diferencias relativas al comportamiento de los dos grupos etarios considerados.

2. El sistema vasco de pronombres átonos de 3ª persona y el leísmo femenino La consecuencia inmediata de la presencia entre los hablantes vascos del llamado leísmo femenino presentado más arriba y ejemplificado en (3), junto al leísmo de persona de (1a), es el hecho de que convierte a los pronombres átonos le/les en las únicas formas disponibles para la pronominalización de todo tipo de complementos dativos y de todos los complementos directos de referencia humana. Dicho de otro modo y a grandes rasgos, en buena parte del español hablado en el País Vasco una única serie pronominal le/les sustituye a todos los complementos encabezados por la preposición a (Gómez Seibane 2013: 24-27):

1 El CorpusPV incluye entrevistas realizadas a hablantes de entornos semiurbanos de varias localidades de Araba/Álava, Gipuzkoa/Guipúzcoa y Bizkaia/Vizcaya (Camus 2020) y algunas de ellas se pueden consultar en la página web Español en contacto con otras lenguas…: https://espanolcontacto.fe.uam.es/wordpress/.

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(4)

a. b. c. d.

He dado un regalo a Juan > Le he dado un regalo. He dado un regalo a Laura > Le he dado un regalo. He visto a tu amigo > Le he visto. He visto a tu mujer > Le he visto.

Este sistema pronominal con leísmo femenino es el que caracteriza específicamente el español de las áreas interiores del País Vasco, que corresponden grosso modo a territorios donde el euskera estaba vivo todavía en la Edad Moderna (centro y norte de Araba/Álava, zona media de Navarra) y a la actual área vascófona (centro y oriente de Vizcaya, Guipúzcoa y noroeste de Navarra). Se trata de la variedad de mayor extensión en el territorio a pesar de ser una modalidad de formación relativamente reciente, con origen en el proceso de desplazamiento y sustitución del euskera desde el siglo xvi (Camus 2011: 66-68). De ahora en adelante nos referiremos a ella con la denominación de castellano del País Vasco (CPV). Además del leísmo femenino hay que recordar que el sistema de clíticos del CPV incluye otras dos características distintivas que conviene tener presentes. Mientras que los complementos de referencia humana se pronominalizan mediante le/les, para los complementos acusativos de referencia inanimada hay omisión de clítico o pronominalización cero, como se ve en (5) a continuación: (5) a. La leche que te sobrabai pues Øi vendías y la que noi pues… Øi tomabas en casa. Luzuriaga, COSER b. La cazallai es una cosa parecida al orujo […], también Øi sacan de la uva, vamos. Elburgo, COSER

De este modo, el paradigma de pronombres átonos de 3.ª persona en CPV se organiza de modo crucial en torno a los rasgos Animado (Humano) / Inanimado: Tabla 1 Sistema de pronombres átonos de 3.ª persona del CPV +HUMANO Acusativo Dativo

LE / LES

–ANIMADO Ø LE / LES

Asimismo, es habitual la reduplicación pronominal, siempre con le/les, de los complementos directos de referencia humana, lo que da lugar a una interpretación de estos clíticos doblados como marcas de concordancia de objeto, como es sabido (Sánchez et al. 2020):

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(6) a. …les ponían [el pañuelo] y lesi casaban a los noviosi y los otros allá no sabían nada. Luzuriaga, COSER b. …le tuvieron que ingresar a mi madre para nacer (Paasch-Kaiser 2014: 375).

En definitiva, el CPV incorpora un sistema de doble marcado para los complementos directos que se sitúan más arriba en la jerarquía de animación. Esto es, los pronombres, nombres propios y sintagmas léxicos de referencia humana aparecen a la vez en forma de sintagmas encabezados por a (a mí, a ti, a Juan, a la niña…) y como pronombres átonos (me, te, le…) junto al verbo: (7) Lei encontré a éli; lei encontré a Pedroi; lei encontré a la niñai…

Frente a ellos, los complementos más bajos en esa misma escala, los sintagmas de referencia inanimada, no se presentan en forma de clítico ni llevan marca preposicional: (8) –¿Has encontrado mi libroi? –Sí, ya Øi he encontrado.

Tanto la ausencia de información de género en las copias pronominales de los complementos directos e indirectos de referencia humana como su funcionamiento ocasional como marcas de concordancia son propiedades que se encuentran en los equivalentes en euskera de estas construcciones (Odria 2020). Por ejemplo, el verbo de la oración vasca de (9), similar a las de (7), incorpora en su morfología un segmento que concuerda con el complemento directo de referencia humana con rasgos de número (plural), pero no de género: (9) Zure arrebak tus hermanasi

aurkitu encontrado

ditut hei 3PL CD + 1SINGSUJ

‘he encontrado a tus hermanas’

Son estas coincidencias las que sirven de argumento a la idea de que el sistema de clíticos del CPV y, especialmente, por lo que atañe a este trabajo, el leísmo femenino, son resultado de un proceso de convergencia con la gramática del euskera desarrollado a lo largo de siglos de un contacto intenso y duradero (Camus/Gómez Seibane en prensa). Esta explicación aparece avalada, además, por la coincidencia geográfica entre el territorio donde se habla todavía –o se ha hablado hasta hace relativamente poco– euskera y el área en que hoy encontramos el leísmo femenino, es decir, la que corresponde a la variedad de español que venimos llamando CPV.

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3. Una encuesta sobre la extensión del leísmo femenino en el CPV 3.1. Algunos supuestos previos Teniendo presente el conjunto de circunstancias que acabamos de describir, consideramos la posibilidad de elaborar una encuesta que nos permitiese conocer, aunque de modo aproximado, la extensión del leísmo femenino en la modalidad de español mayoritaria en el País Vasco, el CPV. Una buena razón de partida para ello es el hecho de que los datos acerca del fenómeno y su distribución real en esta variedad son escasos y de naturaleza bastante impresionista, ya que no hay hasta la fecha trabajos que hayan medido su extensión real en la sociedad. Dicho eso, no son pocos, sin embargo, los trabajos que, si bien no proporcionan datos cuantitativos, sí documentan simplemente su existencia en distintos lugares y para distintos grupos de población. Así, el leísmo femenino se encuentra en los núcleos urbanos y semiurbanos de Guipúzcoa (Donostia/San Sebastián, Mendaro, Elgoibar…), centro y este de Vizcaya (Getxo, Bermeo, Guernica…) y norte de Araba/Álava (Llodio), tanto entre hablantes con español como lengua dominante como entre aquellos cuya lengua primera es el euskera (Fernández Ulloa 2002; Paasch-Kaiser 2014; Camus/Gómez Seibane en prensa; Gómez Seibane 2021; y CorpusPV). En un trabajo reciente, Rodríguez-Ordóñez (en prensa) documenta y cuantifica ampliamente con datos procedentes de entrevistas semidirigidas la difusión del leísmo en general y su variante femenina en el área de Bilbao y en Guernica entre hablantes urbanos. En el ámbito rural el fenómeno se documenta muy ampliamente con ayuda de los datos de COSER en las áreas que acabamos de citar y en el noroeste de Navarra entre hablantes que tienen mayoritariamente el euskera como primera lengua. Es en las encuestas de este corpus de habla rural donde el leísmo femenino parece más frecuente por comparación con su presencia en las encuestas del CorpusPV. Además de la distinta procedencia de los encuestados en ambos casos, son importantes también las diferencias de edad –personas de edad avanzada en COSER frente a una mayoría de personas entre 20 y 40 años en nuestro corpus– y de instrucción –personas sin instrucción superior y a menudo tan solo elemental en COSER frente a una mayoría de bachilleres y universitarios en las encuestas del CorpusPV–. En este sentido, disponemos de un pequeño trabajo de aproximación al uso del léxico dialectal en el español de la ciudad de Donostia/San Sebastián que apunta igualmente a diferencias debidas a la edad en el uso del CPV. En él se registra una influencia creciente entre los jóvenes donostiarras de los usos del español estándar y, por tanto, un cierto retroceso del vocabulario local, que muy a menu-

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do incluye préstamos del euskera (Camus/Gómez Seibane 2015a). Este vocabulario local, sin embargo, se mantiene perfectamente vivo entre la generación de los abuelos y padres de estos jóvenes a juzgar por los datos del trabajo citado. Estos datos previos son los que nos han permitido organizar el trabajo de recogida de la información y diseñar algunos objetivos y condiciones para la encuesta. Teniendo en cuenta la naturaleza inicial y tentativa de la encuesta y, sobre todo, las circunstancias en absoluto favorables de su realización2, pareció más conveniente simplificar las tareas y atender únicamente a aquellas variables que a partir de la bibliografía previa al respecto se mostraban particularmente sensibles a la presencia de rasgos lingüísticos locales y diferenciados. Con ese propósito decidimos centrarnos en averiguar la extensión del leísmo femenino en una única zona del área vascófona y, por tanto, incluida plenamente en el territorio del CPV, Donostialdea o Comarca de Donostia/San Sebastián. Además de este primer objetivo de cuantificar aproximadamente la frecuencia con que se presenta este tipo de leísmo en el español de esta zona fuertemente urbanizada, se buscó también recoger información acerca de posibles diferencias en la distribución del fenómeno en relación con la edad y, por consiguiente, como se explicará inmediatamente, con el perfil y la instrucción formal recibida en español y también en euskera. Este propósito más específico se incorporó en base a las diferencias observadas entre generaciones respecto a la presencia de rasgos dialectales y a la vinculación bien descrita entre el leísmo femenino (y otros rasgos del sistema pronominal del CPV) y el contacto con el euskera, como ya vimos.

3.2. Características de la encuesta Con estos supuestos de partida y las especiales circunstancias debidas a la pandemia, en diciembre de 2020 comenzamos a ejecutar la encuesta proyectada. Inevitablemente, visto que aspirábamos a disponer de una muestra de informantes de alrededor de cincuenta personas y estaba descartada la entrevista presencial, optamos por la elaboración de un cuestionario y el recurso a Internet, en concreto a la aplicación Google Forms. Si bien de este modo podíamos alcanzar sin dificultad y en poco tiempo un número de informantes considerable, resultaba complicado el control sobre su perfil sociolingüístico y, en especial, sobre el número de personas correspondientes a las características buscadas por simples y reducidas que fueran. Efectivamente, las respuestas anónimas que se obtienen

2

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Como queda indicado con detalle más adelante, los trabajos de encuesta se llevaron a cabo en plena tercera oleada de contagios de la pandemia por COVID en España, en el invierno 2020-2021.

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con ayuda de esta aplicación no son fáciles de limitar y el número de informantes para cada una de las variables a considerar puede llegar a ser muy distinto. Se diseñó un cuestionario con instrucciones sencillas que se podía completar en unos cinco minutos (ver en el anexo el cuestionario completo). Son en total treinta preguntas. En cada paso es solo accesible una única cuestión que ha de ser contestada obligatoriamente si se quiere pasar a la siguiente pregunta. Las primeras dieciocho cuestiones corresponden a una tarea de reconocimiento lingüístico. Se solicita del encuestado un juicio de aceptabilidad sobre oraciones ya formadas para las que cabe responder dándolas por buenas, rechazándolas o renunciando a emitir un juicio: (10) Encontrarás en esta primera sección una serie de oraciones para las que tendrás que marcar UNA de las tres opciones que se incluyen debajo: la 1 si la frase te suena bien y crees que la podrías decir, es decir, que te resulta aceptable; la 3 si, por el contrario, la frase no te suena bien y te parece que no la dirías en ningún caso; por último, si tienes dudas y no puedes formular un juicio claro, marca la opción 2.

4. Ana se encontró con sus hermanas y las acompañó a casa. 1 Lo digo, aceptable 2 No tengo opinión 3 No lo digo, inaceptable

En esta sección solo en nueve de las dieciocho oraciones el asunto sobre el que se solicita un juicio corresponde a la elección entre los pronombres le y la, el leísmo femenino, en definitiva, como, por ejemplo, las siguientes preguntas número 15 y número16: (11) a. 15. Son estudiantes muy malas y las suspenden sistemáticamente. b. 16. Koldo tiene unas tías pesadísimas y tiene que visitarles todas las se­ manas

El resto son oraciones que plantean problemas distintos sobre fenómenos habituales en el CPV –leísmo de persona masculino ilustrado en (12)– o no –el laísmo (13)–: (12) 11. ¿Te llevas al crío todos los días al parque? Yo no le llevaba nunca. (13) 8. A mi madre la gusta tomarse un café después de comer.

Las otras doce cuestiones del siguiente bloque exigen al informante seleccionar entre dos pronombres, le o la, el que consideran adecuado para completar el hueco del fragmento de texto que se propone. Son, por tanto, ejercicios de producción, una tarea diferente de la propuesta anterior: (14) Finalmente, en esta última sección te pedimos que selecciones LA FORMA QUE SE DEBE INSERTAR en el hueco que se marca en el fragmento de texto

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correspondiente a cada pregunta. Puedes elegir entre el pronombre LE (opción 1) o el pronombre LA (opción 2).



2) Como el tío iba corriendo sin atender a nada, no paró cuando se topó con ella y ______ tiró al suelo junto con otras dos personas.



1 LE

2 LA

Como en el grupo anterior, entre estas cuestiones había algunas en las que el hueco a rellenar correspondía a un dativo y, por tanto, no eran contextos para la aparición de leísmo femenino: (15) 10) Su madre ____ pidió que dejara la leche sobre la mesa e Imanol la puso allí descuidadamente.

Por el contrario, las cuestiones relevantes con contextos propicios a la aparición de leísmo femenino eran siete, como, por ejemplo, el caso de la pregunta número 7: (16) 7) Teresa prefirió volver a casa y allí ____ esperaba su hermana . Lo primero que hizo fue preguntarle por las gallinas.

Una vez fijado el cuestionario, se buscó simplificar los requisitos de la muestra de hablantes a la que se dirigiría mediante algunas condiciones y cuestiones previas que ayudaban a definir un perfil sociolingüístico. En primer lugar, los informantes debían ser necesariamente nacidos y residentes en Donostia-San Sebastián o su comarca (Donostialdea). Se limitaba también el nivel sociocultural; debían ser personas con instrucción superior, con un título universitario o, en todo caso, bachillerato o FP acabados. Y, por último, con el fin de verificar la distribución según grupos de edad, se establecieron dos únicas opciones, personas de edad comprendida entre los 18 y los 35 años y personas de entre 52 y 70 años. Se definieron específicamente estas franjas porque eran fácilmente asociables con un cierto perfil lingüístico. El grupo etario de mayores solo excepcionalmente incluiría personas que hubieran recibido instrucción formal en euskera en la enseñanza obligatoria, por lo que serían mayoritariamente castellano-parlantes o bilingües con euskera aprendido ya como adultos. En cambio, los jóvenes de la franja de edad señalada antes han recibido ya siempre enseñanza reglada de euskera en la escuela y una mayoría amplia además son bilingües desde temprano. Independientemente de esta circunstancia condicionada por la edad, se incluyó una cuestión que permitía establecer también cuál era su lengua nativa y familiar. Concluida la definición de todos estos aspectos del cuestionario, se procedió a su difusión más o menos dirigida a partir de informantes conocidos tanto por Internet como por WhatsApp. A lo largo de doce días entre finales de diciembre

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de 2020 y mediados de enero de 2021, la encuesta fue contestada por 86 personas con las condiciones fijadas. Su distribución de acuerdo con las tres variables definidas resultó ser como sigue: Tabla 2 Número y distribución de los informantes en la encuesta TOTAL INFORMANTES 86 Edad Estudios Lengua materna

52-70 años 58

18-35 años 28

Universitarios 66

Bachillerato / FP 20

Español 71

Euskera 15

Como ya adelantamos y resulta bien visible en la tabla 2, el procedimiento elegido para distribuir el cuestionario tuvo como consecuencia inevitable diferencias apreciables en el tamaño de los grupos de informantes según la edad, de manera crucial, pero también respecto a las variables de estudios y lengua materna. Todo ello, como mostraremos a continuación, complicó la comparación de las respuestas y el análisis de los correspondientes resultados. En todo caso, como último paso en la organización de los datos antes de su análisis, se procedió en las cuestiones relevantes a asignar equivalencias numéricas a cada respuesta para facilitar y homogeneizar su posterior tratamiento cuantitativo. A la selección de la opción interpretable como leísmo femenino se le asignó el valor 1 mientras a la opción contraria se le asignó el valor 0.

4. Análisis y discusión de los resultados La naturaleza diferente de las preguntas de los dos bloques del cuestionario y, sobre todo, el tratamiento que en términos estadísticos requieren las respuestas posibles en cada uno de ellos –tres posibilidades en el bloque primero de aceptabilidad y tan solo dos en el de producción– impuso el análisis independiente de cada uno de ellos, como luego veremos. En segundo lugar, dada la disparidad de los tamaños de las muestras disponibles para los dos grupos de edad previstos, pero también para las otras dos variables complementarias, la significatividad de

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la comparación global entre cada uno de ellos resultó siempre problemática. Por el contrario, la consideración independiente de las respuestas a cada una de las cuestiones resultó ser más aprovechable.

4.1. La extensión del leísmo femenino entre hablantes cultos de Donostialdea La primera pregunta en torno a la extensión efectiva de los usos de le/les para la pronominalización de complementos directos de género femenino entre hablantes de CPV arroja una respuesta muy contundente en el caso de la población con niveles de instrucción altos de Donostialdea. Nuestra encuesta proporciona una frecuencia media de respuestas de este tipo del 60,8% para los juicios de aceptabilidad del bloque primero y un 52,3% para las preguntas de producción del bloque segundo3. Las diferencias de frecuencia entre ambos bloques tienen que ver, sin duda, con el tipo de tarea encomendada en cada caso y seguramente también con el hecho de que el número de opciones de respuesta era diferente para cada bloque, pero no somos capaces de aventurar una explicación más precisa. De cualquier modo, queremos subrayar que lo que la encuesta proporciona es una inequívoca frecuencia superior al 50% de preferencia por soluciones con leísmo femenino que, no lo olvidemos, están muy alejadas del uso estándar y normativo en español Las respuestas de estos mismos hablantes a las preguntas del cuestionario que no tenían que ver con el leísmo femenino permiten contrastar y medir la importancia relativa de los datos relativos a la preferencia no estándar por le/les. Por ejemplo, para fenómenos no habituales en CPV el rechazo es general para dos tercios o más de los encuestados: el dequeísmo (pregunta 2, ver anexo) es aceptado por un escaso 16% de los encuestados; el leísmo de referencia inanimada (pregunta 5) lo da por bueno tan solo un 4%; el laísmo (pregunta 8) es aceptado por el 25%…; mientras que los fenómenos de fuerte implantación local que coinciden además con el uso estándar peninsular, como el leísmo de persona masculino (pregunta 9), presentan frecuencias muy altas de hasta el 81%. En contraste con estos datos, parece clara, pues, la relevancia de esas frecuencias mayores del 50% para el leísmo femenino. Si tenemos en cuenta que los individuos encuestados corresponden al sector más instruido de la población y, por ende, el más expuesto a los usos del estándar

3

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El número total de respuestas a las cuestiones relevantes del que partimos es considerable: 86 x 9 = 774 para el bloque primero y 86 x 7 = 602 para el segundo.

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peninsular, y que son además personas de un entorno urbano con acceso amplio a la lengua de los medios de comunicación de todo tipo, hay que reconocer que las frecuencias señaladas para el leísmo femenino de esta encuesta permiten certificar su presencia de modo robusto y consistente para este segmento de la población. Y no nos parece muy arriesgado extrapolar estos datos y asegurar que el fenómeno ha de estar presente con frecuencias no inferiores entre otros usuarios del CPV. Si descendemos a la consideración de los datos referidos a cada una de las cuestiones individuales, debemos consignar que en más de la mitad de ellas las frecuencias de la respuesta favorable al leísmo femenino se mueven entre el 40% y el 62%. Una cuarta parte, sin embargo, alcanza frecuencias bastante superiores (entre 72% y 86%). Se trata de las preguntas cuyo enunciado incluye contextos en los que el referente está situado cerca del lugar del clítico y es más accesible (caso de preguntas como 3 y 12). La cuarta parte restante presenta frecuencias menores (26-39%) y coinciden con casos en que la localización del referente del clítico no resulta inmediata (caso de la pregunta 2 del segundo bloque). Llama la atención también a este respecto que los individuos encuestados favorezcan en los juicios de aceptabilidad en igual proporción le/les cuando de partida se propone la forma estándar la. Así, por ejemplo, en la pregunta 1 el 58% de los individuos rechaza la forma normativa del enunciado la, una frecuencia similar a la de los individuos que dan por buena la forma no normativa del enunciado les en la pregunta 16. Estos apuntes acerca de las frecuencias de preguntas individuales corroboran la tendencia observada en el análisis de los datos globales y documentan, en definitiva, el arraigo considerable del fenómeno estudiado incluso entre hablantes instruidos y urbanos de CPV.

4.2. La variable edad Cuando procedemos a comparar las frecuencias observables en los dos grupos etarios que teníamos definidos, las diferencias entre las frecuencias medias de ambos no son, sin embargo, estadísticamente significativas4. Por tanto, no estamos en condiciones de afirmar que haya alguna relación entre la edad y la 4

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Efectivamente, las distintas pruebas de significatividad estadística, básicamente contraste de χ cuadrado y de t-student, efectuadas sobre el total de las respuestas de estos dos grupos dan en todos los casos resultados negativos. Añadiremos, de todos modos, que con probabilidades poco menores que la estándar del 95% las diferencias entre ambos grupos sí responden positivamente al contraste t-student, muy especialmente en el caso de las diferencias que se observan en las respuestas a las cuestiones de aceptabilidad del bloque 1. Debemos agradecer para esta tarea de verificación estadística la generosa ayuda brindada por nuestro colega de la

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preferencia por le/les frente a la/las por mucho que, en términos globales, y, especialmente, en los ejercicios de aceptabilidad, el grupo de mayor edad presente frecuencias algo mayores de leísmo femenino que los jóvenes, tal y como muestra la siguiente tabla: Tabla 3 Distribución del leísmo femenino en función de la edad TOTAL INFORMANTES 86

Mayores 52-70 años Jóvenes 18-35 años

Bloque 1: Aceptabilidad

Bloque 2: Producción

63,6

52,5

(58 x 9 = 522 respuestas)

(58 x 7 = 406 respuestas)

55,1

51,7

(28 x 9 = 252 respuestas)

(28 x 7 = 196 respuestas)

Queda así, pues, sin verificar en ningún sentido la hipótesis de eventuales diferencias en el uso de un rasgo local como el leísmo femenino en el habla de los mayores y jóvenes encuestados. Ambos grupos muestran un uso consistente de esta característica y sus respuestas a cada una de las preguntas mantienen uniformemente las pequeñas diferencias que refleja la tabla 3 con los datos globales, esto es, nunca más de nueve puntos. Sin duda, un cuestionario más afinado y con mayor control sobre el tamaño de las muestras debería permitir obtener resultados más aprovechables.

4.3. Algunas consideraciones en torno a los estudios y el perfil lingüístico Ya explicamos cómo en nuestro test se habían añadido preguntas acerca del nivel de instrucción y la lengua familiar al objeto de asegurar que las personas encuestadas correspondieran al perfil general buscado. Aunque no esperábamos que esta información pudiera ser aprovechada más tarde en relación con el fenómeno

UCLM Víctor Manuel Casero, sin la cual no hubiera sido posible evaluar adecuadamente los resultados de la encuesta.

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estudiado, finalmente optamos por cuantificar también los datos correspondientes, tal y como muestran las tablas 4 y 5 a continuación: Tabla 4 Distribución del leísmo femenino en función del nivel de instrucción TOTAL INFORMANTES 86

Universidad

Bachillerato / FP

Bloque 1: Aceptabilidad

Bloque 2: Producción

60,6

50,2

(66 x 9 = 594 respuestas)

(66 x 7 = 462 respuestas)

61,6

53,3

(20 x 9 = 180 respuestas)

(20 x 7 = 140 respuestas)

Tabla 5 Distribución del leísmo femenino en función del perfil lingüístico TOTAL INFORMANTES 86

Castellanoparlantes Vasco-parlantes

Bloque 1: Aceptabilidad

Bloque 2: Producción

63,9

55,6

(71 x 9 = 639 respuestas)

(71 x 7 = 497 respuestas)

46,2

36,6

(15 x 9 = 135 respuestas)

(15 x 7 = 105 respuestas)

En el caso de la variable estudios, parece evidente que, dado el tamaño dispar de los dos grupos considerados, la exigua diferencia de frecuencias medias en el uso del leísmo femenino justifica que las consideremos irrelevantes. Era esperable, en todo caso, que no existieran diferencias respecto a esta variable y eso es lo que se comprueba cuando consideramos una a una las distintas preguntas del cuestionario. Los resultados a este respecto muestran una variación y dispersión

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importante, lo que avala la conclusión ya adelantada de que las diferencias en el uso del leísmo femenino entre estos dos grupos de individuos, universitarios y bachilleres, son de naturaleza azarosa. Por el contrario, las diferencias en el comportamiento de los hablantes cuya primera lengua es el español y los hablantes de lengua materna vasca son bastante mayores. De manera global y también en general para cada una de las preguntas individuales, los castellanoparlantes presentan frecuencias mayores de leísmo femenino. Sin embargo, el número reducido de vascoparlantes encuestados que muestra la tabla 5 hace difícil ir más allá en la valoración de los datos que proporcionan. De nuevo, pues, se hace necesaria una muy cautelosa consideración de los resultados de la encuesta en relación con los distintos perfiles sociolingüísticos representados, edad, estudios o lengua materna. Como ya hemos dicho, en ningún caso tenemos datos que podamos considerar significativos.

5. Conclusiones El prudente análisis de los datos de nuestra encuesta tan solo permite asegurar con margen razonable de significatividad la implantación considerable del uso del leísmo femenino no estándar entre los hablantes de CPV de mayor nivel educativo de una comarca fuertemente urbanizada del interior del territorio vascófono como es Donostialdea. Este significativo sesgo sociolingüístico de los encuestados hace posible que podamos aventurar frecuencias superiores al 50% de este rasgo entre hablantes de CPV de otras características. Esta sería, sin duda, la conclusión de más interés. En cambio, no podemos con los datos de la encuesta sugerir ninguna relación entre la presencia de leísmo femenino y la edad. Más azarosa es todavía la relación entre leísmo femenino y los dos grupos de diferente nivel educativo considerados en la encuesta. Y, finalmente, las diferencias que la encuesta sugiere en la distribución de este fenómeno entre castellanoparlantes y vascoparlantes deben comprobarse de modo más adecuado con trabajos que incluyan un número mayor y más representativo de individuos de este segundo perfil.

Referencias bibliográficas Camus, B. (2011): “El castellano de San Sebastián: desarrollo y caracterización”. Oihenart, 26, pp. 59-101.

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Sánchez, L., Mayer, E., y Zdrojewski, P. (2020): “Contacto y cambio en los sistemas de marcación de argumentos internos (MDO) de variedades con doblado de clítico de Perú y Argentina”. IV Encuentro de Dialectos del Español, UAB, 1617 diciembre 2020. Recuperado 15 de marzo 2021 de https://www.youtube.com/ watch?v=e29cHLFH360 Urrutia, H. (1988): “El español en el País Vasco: peculiaridades morfosintácticas”. Letras de Deusto, 40, pp. 33-43.

Corpus citados CorpusPV = Camus, B. y S. Gómez Seibane (2012-): Corpus de castellano del País Vasco, en construcción. COSER = Fernández-Ordóñez, I. (dir.) (2005-): COSER, Corpus oral y sonoro del español rural, Universidad Autónoma de Madrid. http://www.corpusrural.es

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ANEXO. Cuestionario I. Aceptabilidad Valore las siguientes frases con: 1 Lo digo, aceptable/2 No tengo opinión/ 3 No lo digo, inaceptable 1. A la niña no la he traído a casa nunca más tarde de las diez. 2. Ha perdido el metro, me parece de que no llega a tiempo de presentar el proyecto. 3. ¡Qué suerte! A María le recoge un autobús de la empresa para llevarle al trabajo. 4. Ana se encontró con sus hermanas y las acompañó a casa. 5. –¿Dónde está el plato? –Le he dejado en la mesa. 6. Pedí a sus amigas que a María pasaran a buscarle en coche. 7. A Jon no lo he llevado nunca al cole más tarde de las diez. 8. A mi madre la gusta tomarse un café después de comer. 9. Luis no viene a la reunión porque le atropellaron ayer en un paso de cebra. 10. Le vi a tu madre ayer y ha adelgazado mucho. 11. ¿Te llevas al crío todos los días al parque? Yo no le llevaba nunca. 12. Este último año he solido nadar tres veces por semana. 13. A mí siempre me castigan y a María no le han castigado nunca. 14. A los niños no les he traído del cole nunca más tarde de las cinco. 15. Son estudiantes muy malas y las suspenden sistemáticamente. 16. Koldo tiene unas tías pesadísimas y tiene que visitarles todas las semanas 17. Se lo dije bien clarito para que me entendería sin problemas. 18. Ya le dije a tu hermana que no la habían puesto en la lista.

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II. Producción Inserte en el hueco el pronombre correspondiente (Le / les, La / Las) 1. A María le pasó una vez que un loco ____ empujó por la calle sin que se lo esperara. 2. Como el tío iba corriendo sin atender a nada, no paró cuando se topó con ella y ____ tiró al suelo junto con otras dos personas. 3. El castillo de Peñas Negras es una fortificación islámica del siglo x construida en Mora. María la vio durante sus vacaciones en el pueblo y ____ gustó mucho. Se percató de que desde allí podía ver los olivos en el horizonte y lo miró durante horas. 4. Cuando el sol comenzó a ponerse, María decidió volver a casa mientras lo miraba. Pero, a causa de su despiste, se dio de bruces en mitad del camino con una chica porque no ____ vio. 5. Teresa estaba muy nerviosa ese día. Recordaba que su hermana le había pedido que fuera a ver a las gallinas del corral. Las vio y comprobó que estaban tranquilas y en orden. Más tarde escuchó que el tendero ____ llamaba. 6. Teresa se detuvo y le gritó para saber qué quería. No ____ interesaba esa conversación y se hizo la despistada. 7. Teresa prefirió volver a casa y allí ____ esperaba su hermana . Lo primero que hizo fue preguntarle por las gallinas. 8. Imanol le dijo a su madre que ____ diera dinero para comprar la leche. A él no le gustaba hacer esos recados, pero ella le contempló de arriba a bajo y le ordenó que se acercase a la tienda. 9. A su madre debía obedecer____, así que compró la leche y se entretuvo por las calles antes de regresar a casa. Al volver, la encontró ya en la cocina preparando la comida y ella le preguntó dónde había estado. 10. Su madre ____ pidió que dejara la leche sobre la mesa e Imanol la puso allí descuidadamente. 11. Más tarde, Imanol recordó que ella le había pedido que comprara también harina y la había olvidado en la tienda. Así que llamó a su hermana y ____ pidió que se cercara a la tienda. 12. A su hermana no le importó, pero en la tienda no ____ reconocieron y regresó a casa para contárselo a Imanol.

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PURISMO LINGÜÍSTICO Y LENGUAS EN CONTACTO* Alonso Guerrero Galván Instituto Nacional de Antropología e Historia Nadiezdha Torres Sánchez Universidad Nacional Autónoma de México

1. Introducción La noción de pureza lingüística está ligada a la idea misma de lengua, pues ambas refieren a la abstracción utópica de un sistema lingüístico, la cual tiene poca relación con la realidad sociolingüística observable, pues este arquetipo se opone a la variación en los registros y al cambio lingüístico en general. Existen varias formas en las que este juicio se manifiesta; un ejemplo es la necesidad de conservar un sistema a partir de la búsqueda de efectos lingüísticos puros, vetando construcciones con ciertas palabras, como los préstamos. Siguiendo este mismo ejemplo, cabe destacar la dimensión social del purismo, ya que este veto refleja también la estigmatización de sus usuarios al considerarlos como elementos extranjeros que denotan una menor competencia en la lengua que usan, o bien, una falta de lealtad lingüística. En una situación de contacto lingüístico se ponen en juego valores identitarios, políticos, económicos y sociales, que van moldeando la idea de lo que es puro en una determinada lengua. Desde los trabajos de Weinreich (1968 [1953]) y Thomason y Kaufman (1988), se ha mencionado el papel determinante que juegan los factores sociales, particularmente las actitudes lingüísticas que tienen los hablantes hacia las lenguas, el bilingüismo o la misma situación de contacto, pues son capaces de impulsar o detener las posibles influencias mutuas entre las dos o más lenguas en contacto. Los diferentes estudios de contacto han descrito las actitudes lingüísticas centrándose en factores como la lealtad, la fidelidad, el orgullo, el prestigio, la utilidad y el rechazo (Blas 2004: 352), conceptos que se

*

Investigación realizada en el proyecto de investigación de excelencia “COREC. Corpus oral de referencia del español en contacto. Fase I: lenguas minoritarias”. Referencia/AEI/ PID2019/105865GB-I00.

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han asociado con la idea de purismo lingüístico (Thomas 1991; Zimmermann 2009). En consecuencia, estas actitudes puristas entorno a una lengua parten de una ideología lingüística, definida por Kroskrity como el conjunto de “creencias y sentimientos acerca de las lenguas en su uso” (2004: 458). Sánchez (2005: 124) ha trabajado la noción de purismo lingüístico desde una concepción más amplia teniendo como base la idea de que “[…] en el pasado existió una cultura con patrones establecidos e inalterables” y que la denomina como ideología de la pureza: […] que postula que existe un estadio libre de mezclas, una forma original exenta de influencias foráneas que ha existido siempre de una determinada manera. Esta ideología abarca conceptos como la autenticidad, que alude al apego a lo original, a la forma primigenia, verdadera y sin influjos ajenos; y la legitimidad, referida también a lo original, genuino y verdadero lo que está libre de corruptelas y transformaciones. Por último, lo original remite a lo modélico, a lo primero en existir, a lo que se encuentra en el inicio de los tiempos (Sánchez 2005: 193).

En este capítulo analizamos cómo se ha manifestado la denominada ideología de la pureza en diversas situaciones de contacto lingüístico. Así, el objetivo principal es destacar las actitudes lingüísticas que reflejan los diferentes tipos de purismo1 en distintos momentos históricos a partir del examen del discurso de los individuos de comunidades indígenas actuales2 y del pasado.

1

2

Thomas (1991) identifica seis categorías-tipos de purismos que generalmente aparecen combinadas: 1) arcaizante, en donde hay una confusión entre las dimensiones sincrónicas y diacrónicas de la lengua; 2) etnográfico, que particulariza rasgos culturales y considera a los dialectos rurales como más puros; 3) elitista, impulsada por un grupo social específico, generalmente urbano, que impulsa su forma de hablar como la correcta; 4) reformista, en la que se pretende desvincularse del pasado colonial; 5) lúdico o xogo estético, que se centra en la belleza estética de la lengua; y 6) purismo xenófobo, que busca evitar elementos considerados foráneos y priorizando el uso de los nativos (véase también Rei-Doval 2021). Los datos que se exponen en este capítulo se tomaron de entrevistas sociolingüísticas de dos fuentes principales. La primera fuente, para la situación de contacto entre el tepehuano del sureste y el español, es el trabajo de campo realizado del 2013 al 2015 en la comunidad de Santa María Ocotán y la ciudad de Durango, para la elaboración de la tesis doctoral “Aquí hablamos tepehuano y allá español. Un estudio de la situación de bilingüismo incipiente entre español y tepehuano del suereste (o’dam) en Santa María de Ocotán y Durango” (Torres 2018). La segunda, para las situaciones de contacto entre el zoque y el español y el purépecha y el español, se origina del Corpus del Español en Contacto (Reynoso/Company 2009) alojado en el Centro de Lingüística Hispánica “Juan M. Lope Blanch” del Instituto de Investigaciones Filológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México.

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El capítulo está compuesto por cinco apartados. En el apartado 2 nos centraremos en los tipos de purismo etiquetados por Thomas (1991) como purismos arcaizantes y etnográficos. En el apartado 3 hablaremos sobre la naturaleza del contacto y la diversificación lingüística, cuya reacción muchas veces es el purismo xenófobo. En el apartado 4 abordaremos la noción del desgaste y el desplazamiento lingüístico que ha provocado en los hablantes de lenguas minorizadas un purismo militante, arcaizante y emblemático. Finalmente, en el apartado 5 se esbozan las reflexiones finales.

2. Las lenguas puras entre el conservadurismo y la corrección lingüística En el siglo xvi la Corona española solicitó información sobre las lenguas que se hablaban en Yucatán, se le informó que “la lengua que hablan los naturales es la que común y generalmente hablan los naturales de estas provincias, que llaman maya, que se deriva de Mayapan, que era un asiento donde asistían unos señores que tuvieron antiguamente el dominio de toda esta tierra” (De la Garza, 1983: 269)3. Entre las comunidades maya-hablantes del siglo xxi persiste la idea de la existencia de una lengua maya antigua. Pfeiler/Hofling (2006: 29) afirman que “[…] la opinión de la comunidad maya-hablante […] distingue entre ‘la maya pura’, antigua, verdadera (jach maya) y ‘la maya mezclada’ (el xe’ek’)”. Esta mezcla comenzó tras el establecimiento de comunidades hispanohablantes en las diferentes regiones de la península, lo que llevó a situaciones de contacto con distintos grados de intensidad y a la configuración dialectal maya-español en cinco regiones: la antigua zona henequenera de Yucatán, el Camino Real de Campeche, la zona de Valladolid, el sur de Yucatán y el centro de Quintana Roo, y la región de los Ch’enes en Campeche (Briceño 2002; Bastarrachea y Canto 2003; Hernández 2019). Algunos investigadores como Hernández (2019), Sima (2020) y Sobrino/Paz (2011) consideran que la oficialización estatal de la lecto-escritura del maya en Yucatán ha permitido la difusión de ideologías puristas de las élites docentes,

3

La familia mayense se diversificó hacia el 1000 a. C. en distintas lenguas (Clark et al. 2000). Generalmente se habla de dos grupos: winik e inik. El grupo winik se quedaría en el área del Petén guatemalteco, mientras que el grupo inik migró a la zona de los estados mexicanos de Veracruz y San Luis Potosí, zona en la que entraron en contacto lingüístico y cultural con grupos mixe-zoqueanos de la zona del Istmo de Tehuantepec, así como con grupos otomangues y yutoaztecas en lo que hoy se conoce como Oaxaca, Puebla y en la región Huasteca.

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las cuales difunden un estándar escrito considerado como culto o incluso como dentro de la categoría de jach maya. Sin embargo, tan abstracta es la variedad ‘pura’ como la ‘mezclada’, pues se trata de una polaridad de rasgos e idealizaciones utópicas del lenguaje y conductas estereotipadas, las cuales difícilmente puede tener un solo hablante. En este sentido, la forma estándar de una lengua solo existe de manera escrita4, su tradición genera un canon del cual muchas veces se vale una élite para empoderar una variedad lingüística –social, política y económicamente–, generalmente urbana, y que obtiene prestigio por utilizarse en la educación formal y los medios masivos de comunicación5. La noción de pureza en las lenguas se establece a partir de una oposición de valores culturales asociados a usos lingüísticos particulares que se consideran correctos o incorrectos, conservadores o innovadores, completos o incompletos, locales o foráneos. Moreno-Fernández (2005 [1998]:179) describe la conciencia lingüística como el espacio en el que se alojan la seguridad e inseguridad lingüística por parte del hablante. Así, la seguridad lingüística implica que “lo que el hablante considera como correcto o adecuado coincide con los usos espontáneos del mismo hablante”, mientras que “la inseguridad lingüística surge cuando tal coincidencia disminuye o desaparece” (Moreno-Fernández 2005 [1998]:180). Esto se puede observar en el ejemplo (1) para el contacto entre el purépecha –lengua aislada– y el español, en el que la colaboradora advierte inseguridad lingüística en relación con la variedad de español que ella habla, pues resalta que la entrevistadora, además de hablarlo, lo estudia y, en consecuencia, observa las diferencias que existen entre estas dos formas de hablar español, lo que la lleva a expresar que la variedad de español de contacto que ella habla no es de deveras […] COMO DEBE SER. (1) C: pus hablamos los… claro que yo no sé bien bien el español porque/ pus yo creo el español/ tiene sus:/ ¿cómo le dijera? ust- más que nada que ustedes que estudian el español/ verdad que el español/ no es como nosotros lo hablamos

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5

Ludwig (2000-2001), basado en Shapiru (1989) y Annamalai (1989), afirma que “el purismo surge en sociedades de cultura: la ‘escrituralidad’ en sentido típico de la ‘concepción escrita’ posee una codificación de la lengua, supone una norma general, lo cual no existe o no existe de manera tan estrictamente definida en muchas sociedades orales” (Ludwig 2000-2001: 177). Langer y Nesse (2012: 62) describen que existe una relación intrínseca entre la designación de una variedad lingüística como la lengua estándar y el purismo. Esto es, el establecimiento de una norma lingüística a partir de la cual se pueda decir lo que es incorrecto y lo que es esperado.

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E: no pues usted también habla español C: sí pero no no no no como de deveras como debe de ser/ no [E: ah] pus no (mujer, bilingüe purépecha-español, 72 años)

Sin embargo, el cambio lingüístico es natural en las lenguas, y el contacto es uno de los factores que lo impulsan como ya lo han mencionado autores como Weinreich et al. (1968)6. Con todo, es necesario resaltar que el cambio no necesariamente conlleva un proceso de pérdida de elementos lingüísticos o del sistema lingüístico en su totalidad; pues en situaciones de contacto es evidente que la convergencia de dos sistemas gramaticales ya sea de manera directa –importación de material ajeno– o indirecta –fenómenos multicausales–7, ha traído como consecuencia usos alternos de unidades ya establecidas en la lengua. Ejemplo de esto es la variación en la marcación del objeto directo en el español hablado por bilingües español y una lengua amerindia (cf. Palacios 2011).

3. Las lenguas champurradas En diferentes situaciones un reflejo del contacto intenso se observa en las actitudes que tienen los hablantes acerca de los cambios que ha sufrido su lengua materna, puesto que en muchos casos los hablantes bilingües perciben que esta ya se habla mezclada con el español, como se puede observar en el ejemplo (2) para el contacto entre el zoque –lengua de la familia mixe-zoque– en el que el colaborador afirma que desde hace varias generaciones el zoque se habla mezclado con el español; y el ejemplo (3) para el contacto entre tepehuano del sureste –familia yutoazteca– y el español, en donde el colaborador asegura que el tepehuano se habla de manera distinta en diferentes comunidades y que en algunas de estas se habla de manera mocha, es decir, de manera cortada o incompleta, y expone que la que se debe de hablar bien lo que es ya no hay ya se murió ya.

6 Weinrich et al. (1968: 156-157) identifican dos mecanismos de cambio lingüístico cuyo motor principal es el contacto lingüístico. El primero se daría cuando un hablante A aprende la forma o regla que usa el hablante B, provocando que esta coexista con la de A. El cambio se da en el repertorio lingüístico de A, en donde la regla o forma aprendida empieza a ser más usada y por lo tanto la forma original se vuelve arcaica u obsoleta. El segundo mecanismo sucede cuando el hablante de la lengua A aprende por primera vez una regla x de B, sin embargo, esta regla es aprendida bajo la influencia estructural de su propia lengua y, por lo tanto, no se aprenden todos los contextos de uso que B haría de x, por lo que A aprendería una versión x’. 7 Palacios (2011) distingue entre los cambios directos como aquellos fenómenos de contacto en los que se importa material de la lengua B a la lengua A y los cambios indirectos considerados como multicausales, pues no se importa material ajeno de la lengua, sino que es efecto tanto de la evolución interna de la lengua como de los factores externos.

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(2) E: ¿tú hablas zoque? C: pus hablo la lengua zoque/ pues si no un cien por ciento un ponle un noventa por ciento/ por lo que::/ nosotros no sabemos de cuántas generaciones somos y ya el zoque ya ya lo mezclamos con el español cuando queremos decir algo/ pues:: ya eh como que ya no le encontramos/ la forma de traducirlo/ sí/ con… (hombre, bilingüe zoque-español, 24 años) (3) E: y ¿dónde cree que se habla mejor el tepehuano? C: que se habla/ pues ya no se habla bien/ ya no se habla los que se habla porque hay hay las comunidades deferentes lenguas/ otro hablan medio mocho o o otros hablan bien/ en Santa María habla otro modo y la que se debe de hablar bien lo que es ya no hay/ ya se murió ya (hombre, bilingüe tepehuano-español, 62 años)

A este uso mezclado o mocho también se le ha nombrado como habla champurrada, haciendo alusión a la bebida popularizada alrededor del siglo xviii y que se refiere a la mezcla del atole de masa de maíz nixtamalizado –bebida prehispánica– con chocolate –bebida de cacao y azúcar propia de la época colonial–, es decir, una mezcla de algo propiamente indígena con algo novohispano (Barros/ Buenrostro 2011: 6). No obstante, los efectos del contacto han estado presentes en América desde antes de la llegada de los españoles; en efecto, se tiene evidencia de distintos tipos de transferencias lingüísticas entre lenguas amerindias prehispánicas (Suárez 1995; Manrique 2000; Valiñas 2010). En los territorios de los actuales países de México, Guatemala, Belice, Honduras y El Salvador se desarrollaron grandes áreas culturales y lingüísticas en las que el bilingüismo y el contacto de lenguas debió ser una moneda corriente8. En la súper área cultural conocida como Mesoamérica9 se pueden encontrar huellas de estos efectos del contacto de una época prehispánica, pues las lenguas que

8

9

El contacto lingüístico también debió ser una realidad en el norte de México, pues en la actual frontera de los estados norteamericanos de California y Arizona con los estados mexicanos de Baja California, Sonora y Chihuahua, en el área cultural de Oasisamérica, convivieron históricamente grupos hablantes de lenguas yumanas, hokano-coahuiltecas y yutoaztacas. Esta última familia lingüística se diversificaría siguiendo la Sierra Madre Occidental hacia el sur. Se distribuyó primero en el área conocida como el Gran Nayar y, hace cerca de 3000 años, entró en contacto con los grupos que se desarrollaban en la súper área cultural conocida como Mesoamérica (Manrique 2000). Originalmente propuesta por Kirchoff para el final del Posclásico y el siglo xvi temprano, se trata de la presencia de ciertos rasgos culturales en diferentes comunidades lingüísticas que se extienden al sur en gran parte del territorio de los actuales países de El Salvador, Honduras, Guatemala, Belice y al norte hasta el Trópico de Cáncer en México.

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la conforman comparten una diversidad de rasgos lingüísticos10. Por ejemplo, Smith-Stark (1994) identificó 52 calcos recurrentes en las familias lingüísticas del área; 14 son típicamente mesoamericanos y solo siete son compartidos por al menos una lengua de estas familias. En la tabla 1 se observan algunos calcos compartidos entre el náhuatl –lengua de la familia yutoazteca– y otomí –lengua de la familia otopame–. De tal suerte, para nombrar la entidad boa / pitón se usa una combinación de venado + serpiente, en náhuatl el término es mazacoatl – mazatl ‘venado’ + coatl ‘serpiente’– y en otomí fanik’eña –fani ‘venado’ + k’eña ‘serpiente’–. Asimismo, es importante destacar que estos conceptos expresados por medio de la traducción de dos lexemas con contenidos semánticos similares designan objetos específicos con alto contenido cultural común, su uso implica un contacto intenso entre los grupos, además de una historia compartida. Tabla 1 Ejemplos de calcos mesoamericanos en náhuatl y otomí significado

calcos

náhuatl

otomí

boa / pitón

venado + serpiente

maza-cóatl

fani-k’eña

viudo

mujer + fallecida

ciua-micqui

titu-tänxü

pueblo

agua + cerro

al-tepetl

dehe-t’oho

vena

camino + sangre

ez-coctli

‘ñu-khi

Por su parte, el préstamo léxico no parece ser un mecanismo de adopción muy difundido en Mesoamérica. Sin embargo, Suárez (1995: 233-235) reporta cerca de 80 préstamos de origen náhuatl en el quiché relativos al ámbito militar y religioso, y que se asocian con la influencia tolteca del Posclásico Temprano (900-1200 d. C.). El mixe-zoque parece haber aportado la palabra *tsima (jícara) a las lenguas otomangues, y aun se discute si también, en tiempos olmecas, difundieron la palabra para cacao. Las lenguas mayas han aportado préstamos al xinca, el lenca, el paya y el jicaque; a su vez, esta última lengua comparte léxico con el miskito y el matagalpa, en donde se registra el término nakat (carne), de origen pipil. 10 Campbell et al. (1986) concluyen que el área comparte cinco rasgos lingüísticos principales que son: 1) el uso del posesivo nominal, 2) el uso de sustantivos relacionantes, 3) el uso de un sistema vigesimal, 4) la no presencia de lenguas con verbo final y 5) los calcos semánticos.

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Flores Farfán (2010: 193) sostiene que para el Posclásico Tardío (1200-1521 d. C.) existía una serie de diglosias con bi- o hasta trilingüismo –o, en una palabra, una poliglosia–, sin necesariamente un conflicto lingüístico […]. Es probable que existiera un multilingüismo estable […] la existencia de regiones relativamente independientes y la existencia del politeísmo […] la domesticación y el uso extensivo del maíz, junto con el desarrollo de las lenguas y culturas de “civilización”, conforman la identidad mesoamericana.

Investigadores como Manrique (2000: 75) y Suárez (1995: 226) proponen que el náhuatl influenció en la formación de Mesoamérica desde el Clásico (200-900 d. C.) debido a la expansión teotihuacana. Esta influencia continuaría con la impronta tolteca, que ocasionó distintas situaciones de contacto con otras lenguas e incluso el mestizaje cultural (Duverger 2007: 354). Sin embargo, Valiñas (2010: 124-126) y Dakin (2010: 164) ponen en duda la existencia de una sola lengua franca en la situación multilingüe mesoamericana, en todo caso dependiendo de la región, y las relaciones políticas, económicas y sociales entre las comunidades lingüísticas; se pudieron establecer distintas lenguas francas. Un ejemplo más de los efectos del contacto previos a la llegada de los españoles es la denominación usada por los nahuas para los otros grupos originarios, pues advierten una visión purista xenófoba como lo expone Flores Farfán: Probablemente los mexicas fueron los responsables del establecimiento o por lo menos del afianzamiento del significado y uso político de la palabra náhuatl, la cual significa la lengua transparente, clara, prístina, agradable al oído, y por extensión la única y verdadera lengua, apta para la poesía y la ciencia, léase la lengua Alta; en contraposición a las denominaciones étnicas despectivas infligidas a otros grupos lingüísticos, como popoloca ‘lengua inteligible’ […] derivada de poloni ‘tartamudo, hablar barbaramente’ […] popolotza ‘no hacerse comprender, hablar en lengua bárbara’ […] presentes en Molina [1570-1571] (2010: 192).

La difusión del náhuatl continuó en la época colonial temprana al impulsarla políticamente como lengua general. En ese sentido, muchos de los préstamos de origen náhuatl en las lenguas amerindias se produjeron durante la época colonial y tuvieron como lengua vehicular al español. Los grandes movimientos poblacionales que implicaron la conquista e hispanización de México y Centroamérica, apoyaron indirectamente la expansión del náhuatl de los pueblos que se aliaron a los hispanos. En las Relaciones geográficas del siglo xvi es notoria esta expansión, pues casi siempre se hace referencia a la situación del náhuatl; por ejemplo, en la Relación

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de Ameca de 1579 se dice que “hay dos lenguas, en dicho pueblo [de Ameca] y sus sujetos, que la una cazcana […] que quiere decir ‘los de encima del mogote’, la otra lengua es totonac, que quiere decir en nuestra lengua ‘los rudos’ […] aunque hablan entre ellos estas lenguas, todos ellos generalmente hablan la lengua mexicana, y son muy ladinos en ella” (Acuña 1988: 32). En la zona de la Mixteca-Puebla, en la Relación de Quautlatlauca (Tlaxcala) de 1579 también se menciona que “la lengua que hablan es la mexicana, aunque algo rústica y no pulida: la causa es porque son serranos. En algunas de las visitas, hay entretejidos algunos indios de la mixteca, y hablan aquella lengua, pero no dejan de saber la mexicana” (Acuña 1985: 208). El imperialismo europeo impulsó el contacto entre las lenguas de América, Europa y África11, lo que ha tenido muy diversos resultados debido a las distintas intensidades de las situaciones de contacto, en las islas del Caribe, punto inicial de encuentro, se desplazaron las lenguas taínas y caribes, dejando en el español léxico como canoa, hamaca, maíz y cacique; surgieron lenguas criollas, como el chabacano que se desarrolló en Filipinas a partir del tagalo, bisayo, malayo y español. Así, este breve recorrido muestra que no existen comunidades lingüísticas aisladas y que la presencia de elementos foráneos o incluso la creación de nuevos sistemas lingüísticos son una consecuencia más de la interacción entre comunidades lingüísticas diversas. En ese sentido, no hay lenguas exentas de “mezclas”, pues las lenguas van incorporando la historia de sus hablantes y las condiciones sociales por las que atraviesan (Thomason/Kaufman 1988).

4. Todo tiempo pasado fue mejor La idealización del pasado nos ayuda a asimilarlo; sin importar qué tan oscuros fueron los tiempos pasados, una retrospección idílica despierta sentimientos de

11 La expansión continental del español resultó muy diferenciada en las distintas regiones y lenguas con las que ha tenido contacto a lo largo de todo el periodo virreinal. Para México distintos autores (Lockhart 1999; Terraciano 2001; Parodi 2010) nos hablan de al menos cuatro etapas relacionadas con la intensidad del contacto y el aumento del bilingüismo. En el sur del continente tenemos ejemplos de medias lenguas (quechua-español) y variantes en uso con distintos grados de criollización, como el yopará (español-guaraní), donde hay una influencia de manera permanente en todos los niveles de lengua, a tal grado que es difícil distinguir cuál es la lengua base que se influye; al mismo tiempo que contamos con el español andino y el usado por bilingües hablantes de guaraní, que a su vez tienen distintos rasgos inducidos por contacto.

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nostalgia y añoranza. La memoria cultural nos ayuda a llenar algunos vacíos o lagunas en nuestra reconstrucción del pasado, permitiéndonos encontrar la lógica en el devenir de los acontecimientos, por contradictorios que estos parezcan (Ginzburg 2014). Un ejemplo de lo anterior lo encontramos en el Códice Martín del Toro (c. 1690)12, una probanza de méritos escrita por el nieto de un conquistador otomí que participó en la conquista del norte de México, la cual comienza diciendo: Año de 1534 en el pueblo y provincia, en la cabecera de Chiapa de Mota. Estaba un Rey que se llamaba Garza […] tuvo hijo que se llamaba Águila Real Chico fuerro muy señores Rey de Corona Real y nunca se sujetó al gran monarca Amonteuttzi su majestad Amontesuma y le dierro mucha guerra a este Rey Águila Real Chico nunca se sujetó con Muntesuma, a este Real Chico se estuvo fuerte Montechi le quería degollad13.

Con estas líneas el autor establece el linaje al que pertenece Águila Real Chico y su ruptura bélica con el régimen nahua del Postclásico (900-1521 d. C.). No obstante, el autor refiere más adelante las bondades de vivir en esa época: El tiempo de gentiles de montesuma, el gran mona[r]ca Nuestro Rey no habías maldad como a[h]ora, vivía tan ajustado su gente, ni a flojeras ni drogas ni ladrones salteo ni mentiras tratabas las verdades ni levantaba testimoni[o] ni falso, robaba, ni codicia, ni envidia, ni jurabas me[n]tiras – vivía tan ajustado y castiga sus vasallos sus gente[s], no consentías maldades ni bellaquería como a[h]ora, hacia Justicia como dios manda [h]abí[a] Justicia como Justicia = no hace a dos manos ni hacía injusticia.

El proceso de cambio generalizado desatado por la conquista española fue rápidamente asociado con un proceso de degradación cultural, coligado con el desplazamiento lingüístico y la minorización de las distintas comunidades de hablantes. Generalmente la otredad es considerada con falta de valores y como una mala influencia a las buenas costumbres, como lo afirma en este mismo códice: Los españoles mestizos mulato negro, a [E]spaña son sus tierras, los españoles en la Nueva España no tiene[n] Rey que son suyas, españoles no tiene[n] tierra[s] en la Nueva España vaya a vivir a [E]spañas y no aquí se viene a alzar con nuestras tier[r] o[s] los codiciosos, envidiosos, malos chistianos, y nos ensena[n] maldades, los [e] spañoles aun trujo la fe del Bautismo y matrimonio de la santa madre iglesia, los trujo

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Este documento se encuentra en el volumen 1783, expediente 1, fojas 19r-21v del ramo Tierras de Archivo General de la Nación (México). En las citas se normalizó la ortografía lo más posible, pero se respetaron las características del original.

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pero malda[de]s, muchos males trujo, somus como los micos lo queremos hacer lo hacemos también.

El autor del Códice Martín del Toro termina afirmando que su linaje es “del pueblo San Mateo en Huichapa pueblo de los meros otomite […] Ay esta [e] nterra[do] Nuestros Bisabuelo”. En la época actual, se encuentran muestras de este mismo purismo arcaizante como se puede observar en el ejemplo (4) para el contacto entre el tepehuano del sureste y el español. En dicho ejemplo el colaborador advierte que los tepehuanos verdaderos son aquellos del pasado, pues en la actualidad han perdido distintas costumbres como la vestimenta. (4) E: pero ¿qué es ser tepehuano/ o sea la ropa/ lo que hablan/ las costumbres? C: mire/ ser tepehuano de de de costumbres ya no hay/ ya se acabó lo que antes se usaba ¿verda ? E: mh C: porque antes usaba el tepehuano usaban un taparapa y huaraches de tres agujeros y un sombrero/ con unas plumas y quizás no ø usaban así un uno así y puesto así nomás y a veces sin sombrero con las greñas hasta acá/ ese es uno/ es lo que yo presento eso […] E: […] ¿con qué parte de ser tepehuano se identifica más? C: pus sí/ orita ya es difícil porque ya no hay/ ya ahorita ya no se usa/ por ejemplo lo que es lo que es lo que es tepehuano/ ya significa cualquier persona que hay que aquí andan/ ya no ya no es lo mismo porque ya cambia su cultura ya ya ya no trae ropa de anterior ¿verda ? (hombre, bilingüe tepehuano-español, 62 años)

Las actitudes puristas, en comunidades lingüísticas minorizadas, también son evidencia de una reacción defensiva ante la amenaza de otras lenguas que se adueñan de los dominios lingüísticos. En México muchas lenguas indígenas se encuentran desplazadas o altamente amenazadas, relegadas al ámbito doméstico, por lo que el purismo puede verse como una cicatriz de esa resistencia al lingüicidio (Zimmermann 2009; Sánchez 2015; Beam 2015).

5. Reflexiones finales El estudio de las situaciones de contacto trae consigo no solo el análisis de los efectos del contacto en las unidades lingüísticas, sino también el de los factores sociales presentes en estas. Uno de estos factores son las actitudes lingüísticas que los hablantes tienen hacia las lenguas y hacia el contacto mismo. Dentro de

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estas actitudes la del purismo lingüístico o cultural resalta en distintos contextos, pues como se mostró en las secciones anteriores este se observa en la diferenciación entre la maya pura (jach maya) y la maya mezclada (xe’ek’), pero también al advertir que la lengua materna está mezclada con elementos de la segunda lengua, por lo que se considera que esta lengua se usa de manera incompleta o mocha. De igual forma, en el plano cultural, los hablantes de comunidades bilingües se percatan de los cambios culturales que ha habido, teniendo como consecuencia la pérdida de ciertas costumbres y, por lo tanto, la evocación a un pasado mejor. El estudio del purismo lingüístico en situaciones de contacto se puede ver como dos lados de una misma moneda. Por un lado, el purismo exacerbado establece muchas veces una visión irreal de la lengua que se usa de manera cotidiana, la cual se puede considerar como impura, generando estereotipos que asocian una forma de hablar con una característica social específica. No obstante, en el otro lado de la moneda, el purismo lingüístico se ha visto como un elemento de resistencia en situaciones de contacto no equilibradas, como sucede en Hispanoamérica en el contacto entre las lenguas amerindias y el español, en donde esta última ha sido la lengua favorecida por el Estado, teniendo como consecuencia la reducción de espacios de uso de las lenguas amerindias y en algunas ocasiones la desaparición de estas. Sin embargo, a pesar de que el purismo pueda ser visto como una fuerza conservadora, que puede mantener a raya las influencias externas, en los párrafos anteriores se intentó mostrar que, sin importar el momento histórico del contacto, en todos ellos la “mezcla” de lenguas ha estado presente, teniendo como consecuencia la reestructuración de los sistemas lingüísticos en contacto y, por lo tanto, el enriquecimiento de estos.

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NIVELES DE PERCEPCIÓN DE LAS VOCALES EN CONTACTO: EL CASO DE UNA VARIEDAD DE ESPAÑOL ANDINO EN BOLIVIA Anna Babel The Ohio State University Kevin McGowan University of Kentucky Paola Enríquez Duque The Ohio State University

1. Introducción Este estudio se centra en la percepción de la calidad vocálica de hablantes de quechua y de español en el centro de Bolivia, en el contexto de una zona de contacto entre estas dos lenguas y sus hablantes. Mientras que trabajos sobre la percepción sociofonética tienden a basarse en experimentos que examinan la percepción al momento en que esta ocurre, gran parte de estudios sociolingüísticos, por medio de entrevistas y comentarios explícitos de participantes, se han centrado en cómo los hablantes están o no están conscientes de la variación existente en la calidad vocálica. El presente trabajo combina un experimento sociofonético seguido de una entrevista, con el fin de analizar la percepción de esta variable sociolingüística prominente en este escenario. La calidad vocálica en el centro de Bolivia indexa identificación como quechuista, hablante dominante de quechua, o como castellanista, hablante dominante de español. En Saipina, el pueblo donde se llevó a cabo este estudio, los castellanistas y los quechuistas son dos grupos demográfica y socialmente dominantes. A pesar de que estas etiquetas están en circulación en el discurso de la población, en la práctica, la línea que separa estos dos grupos es difusa y, muchas veces, discutida. La habilidad lingüística y el uso de la lengua son factores que se discuten y se parodian cuando se reclama la pertenencia a estos grupos. Generalmente, la habilidad lingüística y el lugar de origen tienden a combinarse en estos discursos (cf. Babel 2010, 2018). Además de estos dos grupos residentes en Saipina, también existe un continuo proceso migratorio desde pueblos pequeños ubicados en la sierra occidental,

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cuya población es mayormente dominante en quechua, hacia el centro urbano de Santa Cruz, ciudad ubicada en las tierras bajas en la parte oriental del país, donde el español es dominante. El área donde se llevó a cabo este estudio, el valle mesotérmico andino, está ubicada en el centro de este proceso migratorio, donde, debido a la fuerte economía basada en la agricultura, se asientan personas migrantes por cortos o largos periodos. Este constituye un punto de contacto de hablantes y, por ende, de lenguas. Las categorías sociales que aquí se examinan son la de castellanista de Santa Cruz, ciudad reconocida como un área monolingüe de español y la de quechuista de Cochabamba, ciudad ubicada en los valles altos del occidente y reconocida como un territorio bilingüe quechua-español. Esta identificación lengua/lugar es un marcador sociolingüístico muy prominente en este territorio. Para los residentes de Saipina, ninguna de estas dos categorías corresponde a hablantes ‘locales’; sin embargo, dados los patrones migratorios, se puede asumir que todos los participantes de este estudio han tenido experiencias con hablantes que pertenecerían a estas dos categorías sociales, así como también conocen los estereotipos lingüísticos y sociales que se atribuyen a las mismas (Babel 2014), por ejemplo el relacionado con la calidad vocálica. Por un lado, el sistema vocálico del español consta de cinco vocales, /a/, /e/, /i/, /o/, /u/; mientras que, por el otro, el del quechua tiene tres fonemas vocálicos, /ɪ/, /æ/, /ʊ/, con los alófonos correspondientes [e], [a], [o] cuando estos preceden a los fonemas eyectivos /q/, /q’/, /qh/ (Pasquale 2009). Por lo tanto, cuando hablantes dominantes de quechua producen los fonemas del español /e/-/o/, generalmente, la realización de estas vocales está en la vecindad de /ɪ/-/ʊ/, que es interpretada como /i/-/u/ correspondientemente por hablantes de español. Este fenómeno es conocido en la literatura andina como motosidad, término por demás despectivo. Este es un rasgo lingüístico metalingüísticamente identificable por los hablantes, por lo que da origen a hipercorrecciones y también es fuente de parodias (Arrizabalaga 2006; O’Rourke 2020; Zavala 2011). Los estudios fonéticos sobre las vocales en los Andes se han centrado en los bilingües, especialmente en hablantes dominantes de quechua, es decir, en el efecto del sistema trivocálico de quechua en el proceso de aprendizaje del sistema pentavocálico del español. Estudios recientes sobre la producción vocálica muestran que las vocales quechuas varían dependiendo del lugar de residencia (rural/urbano) y su historia familiar (Bacas 2019: 35-44; cf. también Mannheim 2018; Molina-Vital 2011). Según Bacas, los bilingües de la zona de Cochabamba que tienen más contacto con el español y que vienen de zonas urbanas muestran un sistema vocálico quechua que se asemeja a las cinco vocales del español. En el español, se ha mostrado que en la zona de Cuzco, Perú, los hablantes del español andino demuestran reducción en las vocales átonas (Delforge 2009 inter

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alia), pero, en general, los hablantes del español andino demuestran un sistema pentavocálico (Escobar 2011). Se han llevado a cabo varios estudios sobre la percepción y la producción de las vocales de kichwa, la familia de la lengua quechua que se habla en Ecuador. Mientras Guion (2003) afirma que el espacio vocálico de los bilingües varía según su nivel de bilingüismo y su edad de adquisición del español, Lipski (2015) considera que los bilingües tardíos tienen un espacio vocálico en el que se solapan las vocales altas y medias del español, pero con un espacio vocálico expandido en comparación con el sistema trivocálico de kichwa. Por otra parte, los hablantes de Media Lengua, una lengua mixta que combina el léxico del español con la gramática kichwa (Muysken 1997), perciben cinco vocales, aunque no en los patrones que los modelos fonéticos esperarían; Stewart (2018) atribuye este resultado a la típica adquisición de esta lengua por bilingües tardíos. En un estudio de percepción que compara bilingües quechua-español de Cuzco con hablantes monolingües de español, Napurí Espejo (2011) encuentra que mientras los monolingües muestran una distinción clara entre las vocales anteriores /i/-/e/ en español, los bilingües señalan una transición más bien gradual entre estos dos fonemas. Este resultado también demuestra diferencias en la percepción según el grado de bilingüismo. Estos estudios son evidencia de la variación vocálica en la zona andina motivada por el contacto entre el quechua y el español, tanto en la producción como en la percepción de los bilingües. También el grado de bilingüismo, la edad de adquisición y la exposición al español tienen un efecto en la producción y en la percepción de las vocales. Con respeto a la percepción sociolingüística, como se ha mencionado arriba, estas variaciones lingüísticas son menospreciadas y estigmatizadas en las sociedades andinas (Delforge 2012; Klee/Caravedo 2006; Kvietok Dueñas 2019; Zavala 2011).

2. Metodología Este trabajo combina métodos experimentales, una tarea sociofonética, y cualitativos, una entrevista, para investigar la percepción de las vocales. La recolección de datos se llevó a cabo en el pueblo de Saipina, en la frontera entre Santa Cruz y Cochabamba, Bolivia. La primera autora trabaja en la zona desde el 2002 (Babel 2018) y reclutó a 21 participantes para el estudio1. Todos eran adultos y 1

Por problemas técnicos con la grabación, para el análisis, se descartaron los datos de un participante y se trabajó con los datos de los otros 20.

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hablantes de español boliviano y tenían experiencia tanto con hablantes castellanistas como con quechuistas. Sus edades comprendían entre los 19 hasta los 57 años, con un promedio de 34 años; catorce de los participantes eran mujeres y siete, hombres; y su nivel de educación variaba desde no haber recibido ninguna educación formal hasta un nivel profesional. Ocho participantes reportaron que podían hablar quechua y seis de ellos dijeron que hablaban la lengua diariamente. Un participante tenía alguna familiaridad con aymara, aunque no se consideraba hablante nativo y no usaba la lengua diariamente. Tabla 1 Resumen de los participantes Participante

Género

Edad

Hablante de quechua

1

F

19

No

2

F

24

No

3

F

27

No

4

F

27



5

F

30

No

6

F

32



7

F

32

No

8

F

33

No

9

F

36

No

10

F

42

No

11

F

44



12

F

47

No

13

F

56





14

F

57



No

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Uso diario de quechua







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Participante

Género

Edad

Hablante de quechua

Uso diario de quechua

15

M

20

No

16

M

22

No

17

M

23



18

M

25

No

19

M

38

No

20

M

39

“muy poco”

No

21

M

40







La sesión fue individual para cada participante. En esta, los participantes se sentaron junto con la primera autora en un ambiente tranquilo, con una computadora y una grabadora sobre la mesa. Primero, se recolectó información demográfica y, a continuación, se llevaron a cabo preguntas generales2 sobre el español de la región y, específicamente, sobre las diferencias entre Cochabamba y Santa Cruz, con la intención de que los participantes se enfocaran en las diferencias lingüísticas regionales. Inmediatamente después se dio comienzo a la tarea experimental. Esta siguió la técnica de pares ocultos (matched guise) con dos máscaras (guises) específicas: quechuista de Cochabamba y castellanista de Santa Cruz. La tarea psicoacústica fue de tipo AXB (Beddor/Gottfried 1995). Los estímulos consistieron en tres ejemplares de un par mínimo que diferían en calidad vocálica (e.g. muda/moda). Los participantes, a través de audífonos, escuchaban los tres estímulos y debían juzgar si el segundo estímulo se parecía más al primero o al tercero, respondiendo a la pregunta que veían en pantalla (Figura 1). La primera autora estaba presente y anotaba la respuesta, pero ella no podía escuchar los estímulos. Esta tarea la completaron 224 veces en total.

2

Algunas de las preguntas fueron: ¿Alguna vez ha vivido en otro lado? ¿Dónde y por cuánto tiempo? – ¿Ud. habla quechua? ¿Diariamente? – ¿Hay una diferencia entre la manera de hablar de gente que habla quechua y gente que habla castellano? – ¿Se nota una diferencia entre personas que vienen de Cochabamba y personas que vienen de Santa Cruz? – ¿A qué lado más se parece el hablar de Saipina? ¿Qué hay de la manera de hablar de Saipina que lo hace diferente de otro lado?

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Figura 1 Imagen de la pantalla de la computadora para cada ensayo experimental

Todos los estímulos fueron grabados por una sola mujer cochabambina, con título profesional y recién llegada a Estados Unidos. Estos fueron manipulados digitalmente para que la calidad vocálica variara en el continuo entre [e]-[i] y entre [o]-[u], como se muestra en la Figura 2. Cada grupo de estímulos consistía en un estímulo (A) seguido por un estímulo (X) seguido por un estímulo (B). Mientras (A) y (B) variaban entre escalas del continuo ilustrado en la Figura 2, la (X) correspondía a uno de estos estímulos, bien fuera este (A) o (B). En casos en los que el participante no percibiría una diferencia fonémica entre los extremos, se esperaba encontrar esencialmente respuestas al azar. Por el contrario, en casos en los que se percibiría una diferencia fonémica entre los extremos, se esperaba encontrar respuestas que indicaran una discriminación precisa de la correspondencia de los estímulos. Figura 2 Esquema de los pares de estímulos AXB

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Cada participante completó 112 ensayos experimentales con escalas del continuo seleccionadas al azar para cada máscara. A los participantes se los dividió en cuatro grupos. Al primer grupo, para la primera parte, se les dijo que escucharían a una quechuista cochabambina. Se les presentó 56 ensayos experimentales de pares [moda, muda] y [pica, peca] con diferentes posiciones en el continuo entre las dos vocales. Luego, tomaron un descanso en el que respondieron preguntas sobre las palabras que escucharon y sobre la persona que hablaba en las grabaciones. Después del descanso, antes de seguir con la segunda parte, se les informó que esta vez escucharían a una persona cruceña castellanista. En realidad, escucharon la misma voz con el mismo procedimiento, pero con pares mínimos de [pisa, pesa] y de [soda, suda]. Tras completar los 56 ensayos experimentales contestaron preguntas sobre las palabras que escucharon y sobre las personas de las grabaciones. Los otros grupos de participantes respondían a diferentes configuraciones de la misma tarea siguiendo los mismos pasos descritos previamente. La configuración de las máscaras y pares mínimos para cada grupo en cada parte del experimento se muestra en la Tabla 2. Los participantes fueron asignados al azar a una de las cuatro categorías de presentación. Estas fueron equilibradas entre los participantes en cuanto al orden en que se presentaron las máscaras y también en cuanto a los continuos vocálicos sintetizados. Tabla 2 Grupos para la presentación de las máscaras

Primera parte

Segunda parte

I

II

III

IV

Quechuista

Castellanista

Castellanista

Quechuista

moda/muda peca/pica

moda/muda peca/pica

soda/suda pesa/pisa

soda/suda pesa/pisa

Castellanista

Quechuista

Quechuista

Castellanista

soda/suda pesa/pisa

soda/suda pesa/pisa

moda/muda peca/pica

moda/muda peca/pica

Se partió el estudio según la hipótesis de que, para la máscara castellanista, los participantes responderían con una diferencia clara y fonémica entre los pares de vocales [i, e] y [o, u], conforme con el sistema vocálico del español, mientras que para la máscara quechuista, debido a los estereotipos de “motosidad” y a la propia experiencia de los participantes con hablantes quechuistas, mostrarían una diferencia menos clara y más gradual entre los dos extremos de los continuos.

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3. Resultados experimentales La predicción de que los participantes mostrarían diferentes expectativas de acuerdo con la máscara quechuista o castellanista que se les presentara fue comprobada con los resultados de la primera máscara. En la primera parte de la sesión, cuando a los participantes se les dijo que escucharían a una castellanista cruceña, sus respuestas indicaron que mantenían una clara distinción entre los pares de vocales; y cuando se les dijo que escucharían a una quechuista de Cochabamba, sus respuestas indicaron una distinción menos clara entre los pares de vocales. Figura 3 Primera máscara

En la Figura 3, se nota que la máscara castellanista, marcada con triángulos y formando la línea superior, sigue la forma de un arco, lo cual indicaría una diferencia fonémica entre los pares vocálicos, porque indica mayor precisión en la percepción de las vocales en el medio del continuo. Por otra parte, para la máscara quechuista, marcada con círculos, la línea inferior es más recta, un resultado que indica que no hubo precisión en la discriminación vocálica y, consecuentemente, la falta de una diferencia fonémica entre los pares vocálicos. Estos resultados fueron estadísticamente significativos. En cuanto a las categorías sociales de los participantes (Tabla 1), ninguna resultó estadísticamente significativa en relación con las respuestas experimentales (cf. McGowan y Babel 2020 para más información sobre los métodos y la estadística). En la Figura 4, se desprende que, en la segunda parte del experimento, la máscara quechuista, marcada con círculos y formando la línea superior, toma la forma de un arco, parecido a la máscara castellanista de la primera parte (Figura 4).

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Figura 4 Segunda máscara

Los participantes que escucharon primero la máscara castellanista escucharon la máscara quechuista en la segunda presentación. Estos resultados muestran que mantuvieron la misma estrategia de percepción sin importar el cambio de la supuesta identificación social del hablante. Por otra parte, la máscara castellanista, marcada con triángulos y formando la línea inferior, no resultó en una diferencia estadística significativa, lo que no demuestra una diferencia fonémica entre los pares vocálicos. Este resultado fue inesperado dada la máscara asignada, pero indica un probable mantenimiento de la estrategia inicial de percepción, desarrollada en la primera parte con la máscara quechuista. Por lo tanto, en la segunda parte del experimento, las percepciones iniciales sobre la primera máscara no parecieron cambiar de manera uniforme en relación con las percepciones sobre la segunda máscara. Los participantes a quienes se les avisó en la primera parte que escucharían a una hablante castellanista mostraron el mismo patrón de respuestas que cuando se les dijo, en la segunda parte, que escucharían a una hablante quechuista. Los participantes que no percibían claramente una diferencia fonémica entre las vocales, cuando primero se les dijo que escucharían a un hablante quechuista, tampoco percibieron la diferencia en la segunda parte, cuando se les dijo que escucharían a un hablante castellanista. Estos resultados experimentales permiten llegar a una clara conclusión. Con la primera máscara, los participantes se comportan de tal manera que reflejan creer en la identificación social del hablante. Esta asunción tiene consecuencias a nivel de la percepción inconsciente, que generalmente se toma por hecho en los estudios fonéticos y sociofonéticos. El conocimiento sobre la información social que tenían los participantes acerca de la hablante tiene el potencial de determinar sus expectativas a nivel fonético y, consecuentemente, su estrategia al abordar

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la tarea de escuchar y entender a la hablante. En este sentido, el presente trabajo se puede considerar como una extensión de la vasta investigación sociofonética existente que ha mostrado resultados similares que evidencian que los oyentes cambian sus expectativas acerca del hablante dependiendo de su categoría social (e.g. Hay et al. 2006; Niedzielski 1999; etc.). Está claro que los participantes sí utilizaron la información social que se les dio para interpretar las palabras que escucharon en la grabación y esto refleja claramente la variación vocálica que existe en hablantes quechuistas en la región. Sin embargo, esta percepción esta mediada por estereotipos sociolingüísticos tanto a nivel implícito en la tarea fonética y explícito en sus respuestas a la entrevista. En general, en la presentación de la primera máscara, los participantes evidenciaron diferencias más claras y categóricas entre vocales cuando pensaron que escuchaban a una castellanista, comparado con diferencias menos claras entre vocales cuando pensaron que escuchaban a una quechuista. Este resultado sugiere que los oyentes esperan que exista una conexión entre los grupos sociales y la manifestación fonética del hablante. A diferencia de trabajos previos, el presente experimento probó lo que podría suceder cuando la información social que reciben los participantes se cambia para la segunda parte del experimento para un mismo participante. Estas manipulaciones usualmente se hacen entre diferentes participantes, en lugar de hacerlo con el mismo, debido a que los participantes pueden abstenerse de creer en la manipulación y/o darse cuenta de la falta de correspondencia entre la voz y la supuesta identidad hablante. Dentro de una tradición empírica que busca entender la percepción inconsciente, esta manipulación puede resultar en que los participantes estén conscientes de los cambios, lo que sería un resultado claramente indeseable. Sin embargo, como se explica en la sección de análisis de las entrevistas a continuación, los participantes de este experimento no demostraron este comportamiento. El cambio de la supuesta identificación social del hablante permite preguntarse si un cambio en la información explícita que recibe el oyente resulta también en un cambio correspondiente a un nivel de percepción inconsciente de los detalles fonéticos. A partir de este estudio, la respuesta a esta pregunta es claramente negativa. Mientras los resultados experimentales (y también los de las entrevistas) sobre la primera máscara demuestran una manipulación exitosa de las expectativas sociales y lingüísticas de los participantes, los resultados divergen en la segunda máscara. Este resultado está en consonancia con los resultados de Kraljic et al. (2008), demostrando que, a nivel fonético, las primeras impresiones son desproporcionalmente importantes para las tareas de la percepción.

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4. Análisis de las entrevistas Los resultados de las entrevistas se centran en las respuestas a las preguntas que se hicieron después de cada parte3. Se preguntó a los participantes, de manera explícita, sobre una diferencia entre la máscara castellanista y la quechuista, a partir de la pregunta “¿Notó alguna diferencia entre las dos personas que escuchó?”. Las respuestas a esta pregunta se analizaron a partir de tres parámetros: comentarios específicos, evidencia detallada, patrones entre respuestas. Once participantes respondieron categóricamente que sí existía una diferencia entre las dos máscaras y dieron detalles para dicha distinción. Cinco participantes dijeron que no escucharon una diferencia entre las voces o no pudieron puntualizar las distinciones; cuatro participantes no estaban seguros o sus respuestas fueron insuficientes; finalmente, una entrevista fue descartada por problemas técnicos con la grabación. También se tuvo en cuenta la posibilidad de que las respuestas afirmativas fuesen tales solo con el fin de no contradecir a la investigadora, quien les había dicho explícitamente que escucharían a dos personas diferentes. Sin embargo, comentarios sobre patrones lingüísticos y sociales consistentes en las descripciones y el nivel de detalle que los participantes proveyeron en sus respuestas fueron evidencia para descartar dicha posibilidad y, por tanto, considerar que las respuestas fueron veraces. Con respecto a la pregunta sobre educación, surgieron detalles adicionales en las respuestas que merecen ser comentados. Para la máscara castellanista, diecisiete participantes respondieron explícitamente que la persona había recibido educación formal; dos dijeron que no estaban seguros; y una dijo que había completado la secundaria (educación media). Para la máscara quechuista, catorce participantes respondieron directamente que la persona había recibido educación formal; una, que tendría educación primaria o secundaria; cuatro, que no había estudiado; y una que no estuvo segura de su respuesta. De estas respuestas, inclusive aquellas que parecían ambiguas mostraron un patrón general. Por ejemplo, una participante que respondió que la máscara quechuista tenía “educación primaria o secundaria” también dijo que la máscara castellanista tenía “educación media”. Al pedirle que elabore sus respuestas, la participante terminó concluyendo que la castellanista posiblemente había terminado la secundaria. A pesar de que luego comentó que las dos hablantes eran “casi iguales” y que había “muy poca diferencia”, sus respuestas iniciales seguían el mismo patrón de los otros participantes. 3

Algunas de estas preguntas fueron: ¿Qué palabras escuchó Ud.? – ¿Alguna palabra era más clarita que otra? – ¿Diría Ud. que esta persona ha estudiado o no? – (solo después de la segunda máscara) ¿Notó alguna diferencia entre las dos personas que escuchó?

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Tabla 3 Comentarios de los participantes Participante

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Castellanista

Quechuista

3

La primera [castellanista] más, más hacía entender lo que hablaba.

Y la segunda [quechuista] poco [se hacía entender].

8

[A: ¿Piensa ud. que ha estudiado?] Sí. Sí, porque, al menos su forma de hablar, digamos, ¿no? [Habla] más clarito.

El otro [quechuista] no entendía tan claro que digamos…

10

Creo que sí [ha estudiado], porque habla bien, clarito. Clarito habla.

No sé. Lo siento así como una persona que, no sé, hubiera estudiado hasta cuarto, o por ahí

15

En el tono de voz… [A: ¿Había una diferencia ahí?] Es más clarita su voz de ella [castellanista] que la otra [quechuista]. Es diferente. La forma de hablar hace que más diferencia, no es lo mismo. […] mientras esta [castellanista] más clarita, más salida su voz.

La otra [quechuista] media más, ah, más, oh, más apagadita su voz

16

Hay palabras que ella habla muy clara.

Más se parece que es de la ciudad

19

Yo creo que sí [ha estudiado]. [A: ¿Por qué?] Lo está diferenciando.

[A: ¿Le parece que ha estudiado?] No creo. [A: No cree, ¿por qué no?] Debe de haber entrado, pero ha estudiado hasta cierto lugar, ¿no? No ha terminado todo.

21

Lo que habla ella [castellanista] debe ser de Santa Cruz, ¿no? Eso lo que después, por ejemplo, el cochabambino otra forma habla. El de Santa Cruz, un poquito más claro. Pero solamente más claro hablan en Santa Cruz ¿no? porque español legítimo es.

Ha estudiado. Porque ella [quechuista] tiene diferencia para hablar. O sea, por ejemplo, uno que no ha estudiado otra clase habla, ¿no ve? Tiene. Tiene sus estudios.

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En resumen, en los comentarios en las entrevistas (Tabla 3) se pueden notar algunos en los que se concibe claramente una diferencia entre las dos máscaras (P3, P8, P10, P15); en otros, se relaciona la forma de hablar con la noción de urbanidad (P16); también se muestran dudas sobre el supuesto nivel de educación de las máscaras (P19), sobre todo al evaluar la máscara quechuista; y se hace alusión a la legitimidad del hablante (P21), en la que se considera la máscara castellanista como “español legítimo” y a la quechuista se le justifica su forma de hablar por su nivel de educación. Estas respuestas reflejan que más de la mitad de los participantes escucharon una diferencia entre las dos máscaras y comentaron explícitamente sobre esta diferencia. Las discusiones sobre la diferencia entre la máscara castellanista y la quechuista revelan la influencia que tienen los estereotipos culturales sobre quiénes han recibido una educación formal. Dado que la voz correspondía a una hablante nativa de español con un nivel de educación superior, es revelador y relevante que la mayoría de los participantes haya asumido que la máscara quechuista fuera de una persona con un grado de educación menor y que haya estructurado sus comentarios de forma que se minimizara su competencia lingüística, evaluando su discurso como “apagadito”, “poco claro” o “acentuado” y “difícil de entender”. El describirla como educada y relacionarla con la ciudad no es contradictorio, pues estas razones serían las que justifican la supuesta (poco común) claridad en su forma de hablar. Por el contrario, la máscara castellanista es descrita consistentemente como “clara”, “legítima” y “más fácil de entender”. La extensa discusión de los participantes sobre las características que se asocian con las dos máscaras es una fuente significativa de ideologías lingüísticas y grupos sociales. Los estereotipos que se atribuyen en estos comentarios a los quechuistas están muy presentes en la comunidad y son muy representativos del tipo de juicios de valor que enfrentan hablantes de quechua (Babel 2018; Howard 2007). Quienes se autoidentifican como quechuistas son considerados como personas con menor grado de educación frente a un hablante de español, independientemente de cómo realmente hablan. Así como ha sido discutido en el contexto de Estados Unidos (Baugh 2003; Rickford/King 2016; Rosa/Flores 2017), estas percepciones negativas que subestiman a los hablantes tienen consecuencias reales a niveles sociales y materiales para quienes pertenecen a grupos que son históricamente minorizados (Salcedo Arnaiz 2020; Zavala 2011).

5. Conclusión El objetivo principal de este estudio fue investigar qué influencia tiene la información social en la percepción lingüística tanto a nivel implícito como explícito.

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Los participantes en este estudio respondieron de manera diferente a las grabaciones de audio cuando ellos pensaban que la voz en la grabación correspondía a una persona quechuista o a una castellanista, a pesar de que la voz siempre fue de una misma hablante. Como ya se ha mostrado en otros estudios, la información social sí influye en la percepción que se tiene sobre un hablante. La percepción de los participantes en este estudio cambió tanto a nivel implícito como explícito cuando se manipuló la identificación social que se les compartía sobre la voz que escuchaban. Los participantes describieron a la máscara quechuista como “apagadita”, poco clara o difícil de entender, mientras que a la máscara castellanista la describieron como educada, clara y de una verdadera hablante de español. Un análisis minucioso de las respuestas en la entrevista reveló una clara consistencia en estas evaluaciones. En relación con la parte experimental, los participantes a quienes se les presentó primero la máscara castellanista mostraron una diferenciación más clara entre los pares de vocales frente a los participantes a quienes se les presentó primero la máscara quechuista. Este último grupo de participantes mostró una línea más recta en los resultados, con una menor consistencia en la diferenciación de las vocales, siendo este un resultado impulsado por sus experiencias personales con y sobre los estereotipos que se asocian a los hablantes de quechua, como el de “mezclar” las vocales. En la primera parte de la sesión, los resultados experimentales y las respuestas de la entrevista muestran patrones similares. A diferencia de otros estudios previos, en este, los participantes fueron expuestos a las dos máscaras en una misma sesión, una después de la otra. Esta innovación en la metodología permitió revelar que las evaluaciones implícitas y explícitas divergen en la segunda parte. Esto evidencia algo sobre lo rutinario de las interacciones cotidianas: se ajustan las expectativas sobre el hablante basándolas en la información social conforme esta se va recibiendo. En las respuestas durante la entrevista, la mayoría de los participantes mencionó que escuchaba una diferencia entre “las hablantes” (en realidad, una misma hablante en dos máscaras diferentes). Esta diferencia fue comentada en términos que reflejan claramente estereotipos generales sobre los hablantes de quechua. Sin embargo, los resultados experimentales muestran que los participantes tendían a seguir respondiendo a la tarea en la segunda parte como si siguieran frente a la primera máscara. Estos resultados demuestran que los participantes perciben la información sociolingüística de manera diferente a nivel implícito y explícito, siendo evidencia empírica para marcos teóricos que proponen la existencia de diferentes niveles de conciencia (e.g. Babel 2016; D’Onofrio 2018; Preston 1996; Squires 2016). Los resultados muestran que medidas cualitativas de conciencia sociolingüística obtenidas a través de entrevistas y conversaciones difieren de medidas obtenidas a partir de tareas experimentales de percepción. Esto sugiere que los participantes reaccionan de forma distinta a

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estímulos experimentales, haciéndolo de manera relativamente automática, frente a reacciones que requieren de comentarios metalingüísticos. En estudios recientes, sociofonéticos, sociolingüistas y lingüistas antropólogos han tratado de dilucidar un conjunto de preguntas sobre el rol de la conciencia y el control en relación con aspectos sociales y estructurales de la lengua (Babel 2016a). En la literatura andina, los trabajos se han centrado sobre todo en las actitudes hacia la influencia del quechua en las variedades de contacto, así como en la producción de los hablantes dominantes de quechua. Sin embargo, existe todavía un vacío en cuanto a estudios sobre las percepciones sociales sobre dichos hablantes. Estas percepciones influyen en cómo los oyentes perciben a las personas identificadas como hablantes de quechua. Tanto la información social, como rasgos lingüísticos, como los valores vocálicos juegan un papel en dicha percepción. Por ejemplo, se califica su habla como “más clara”, “más apagada”, “con acento”, “sin acento”, etc., y, a partir de esto, se atribuyen también evaluaciones subjetivas al hablante en sí, con connotaciones tanto positivas (“verdadero hablante”) como negativas (“persona sin estudios”) que desembocan en estereotipos. Esto refleja que no existe una línea definida que divida las percepciones lingüísticas de las sociales y, por lo tanto, sugiere que es necesario indagar más a fondo el papel que tienen las actitudes negativas y los estereotipos en cómo se concibe a los hablantes a quienes se les adscribe ciertas identidades raciales y/o étnicas, como “indígenas”, “serranos”, “quechuistas”, etc. Este trabajo contribuye, precisamente, a reducir el vacío mencionado. A partir de métodos cualitativos y experimentales, se investiga el papel de los diferentes niveles de conciencia entre la relación de aspectos sociales y estructurales de la lengua. Se demuestra que lo que las personas perciben, medido de manera experimental, no es necesariamente lo que ellas piensan que escuchan, como lo reflejan las respuestas metalingüísticas en las entrevistas. Es necesario emplear múltiples herramientas metodológicas para llegar a entender más detalladamente cómo percibimos la lengua a través del cristal de los grupos sociales.

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Niveles de percepción de las vocales en contacto

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SUSTRATO Y CONTACTO LINGÜÍSTICO: DOS HISTORIAS LÉXICAS DE LOS ANDES NORPERUANOS Luis Andrade Ciudad Pontificia Universidad Católica del Perú Marco Ferrell Ramírez Investigador independiente

1. Introducción Cuando se piensa en el sustrato lingüístico en contextos poscoloniales y multilingües como el andino, muchas veces se procede desde ideologías simplificadoras que conducen a borrar el contacto como una realidad central en la formación de las lenguas y variedades del pasado. Este proceso tiene implicancias teóricas y metodológicas relevantes. En cuanto a lo primero, se representa a las lenguas que entraron en contacto en el momento de la colonización como entidades homogéneas y cerradas, con lo que se clausuran posibilidades analíticas de interés. En relación con lo segundo, la mencionada simplificación lleva a adoptar procedimientos mecánicos “por descarte” cuando se asigna origen idiomático a algunos elementos indígenas. Por ejemplo, Howard (2019) ha identificado, en el estudio del contacto entre las lenguas cañari, quichua y español, en el Cañar, al sur del Ecuador, un procedimiento por el cual los indigenismos que no podían ser asignados al quichua fueron automáticamente atribuidos al extinto idioma cañari, lo cual condujo a errores de identificación e interpretación. De forma paralela, en los Andes norperuanos, dos lenguas indígenas –el culle, hoy extinto, y el quechua, también extinto en esta región, aunque vigente en diversas zonas de Sudamérica– estuvieron en contacto con el español durante siglos y constituyeron un sustrato complejo que, en buena parte, ha dado lugar a una variedad regional con particularidades en los diferentes niveles de análisis lingüístico. Si aplicáramos el procedimiento de identificación “por descarte” al léxico vernacular de esta variedad, no solo podríamos generar etimologías

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erróneas, sino que, además, estaríamos cerrando la puerta a observar influencias léxicas que contribuyeron a formar esta modalidad de español en toda su complejidad. En este capítulo quisiéramos mostrar que dicha complejidad no solo atañe al sustrato indígena –entendido como la lengua o conjunto de lenguas originarias, extintas en el presente, que impulsaron en el pasado cambios inducidos por contacto en la lengua colonizadora– sino también al español. Ilustraremos estas ideas mediante el análisis del sustantivo poña y el adjetivo jaque, que propondremos entender, respectivamente, como un elemento peninsular y como un aimarismo en el español regional.

2. El caso de poña ‘rastrojo’, ‘resto menudo de origen vegetal’ Estrechamente vinculada al mundo agrario y rural, la voz poña ha mantenido su origen elusivo para los estudiosos del español de los Andes norperuanos y del sustrato indígena que le dio forma. El hecho de que la palabra haya sido incluida en un poema de César Vallejo, natural de Santiago de Chuco (La Libertad) y uno de los poetas peruanos más conocidos, reforzó tanto el interés por la etimología de la voz como la idea de que se trataría de un indigenismo de origen culle. A continuación, proponemos que estamos ante un vocablo de origen peninsular, atestiguado en el léxico contemporáneo del asturiano, una lengua romance independiente del español y que forma parte del grupo asturleonés. Para sostener esta propuesta, revisaremos la semántica de poña y su distribución en los Andes norperuanos (§ 2.1), luego examinaremos lo que se ha planteado sobre la voz en los estudios previos (§ 2.2) y, finalmente, presentaremos los argumentos que sostienen su identificación como una voz peninsular (§ 2.3).

2.1. El significado de poña y su distribución geográfica En distintos lugares de los Andes norperuanos se ha registrado la voz poña con diferentes significados, pero siempre relacionados con el mundo agrario y el reino vegetal. Por ejemplo, en Agallpampa, Otuzco, La Libertad, puede referirse a los restos de la molienda de granos como el trigo o la cebada, pero también puede hacer alusión a pelusas y hojarascas, al margen de la actividad agrícola. Así, se puede considerar como poña cada uno de los elementos secos de la flor amarilla de la planta denominada achicoria en la zona y diente de león en otras variedades (Taraxacum officinale). Otro ejemplo de poña recogido en el trabajo de campo llevado a cabo por Andrade Ciudad en Agallpampa fue el de ramas pequeñas y restos vegetales trasladados por el río.

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Esta acepción también está registrada en Cajabamba, provincia del extremo sur de Cajamarca, que, tal como Otuzco, forma parte del área postulada para la antigua distribución de la extinta lengua culle (Adelaar 1990). En su glosario de cajabambinismos, el intelectual cajabambino José Touzett Arbaiza (1989: s. v.) entrega la siguiente definición: “Brizna que flota en un líquido”. Asimismo, refiere que cuando en Cajabamba lo invitan a uno a “tomar una ‘sin poñas’, quiere decir que el vaso será llenado con chicha hasta que se desborde, en cuyo momento todas las briznas o poñas habrán salido del vaso”. También referida a Cajabamba, la definición de los profesores locales Carlos y Eduardo Cárdenas Falcón (1990: s. v.) es menos precisa (“Cuerpo extraño dentro de otro, de pequeño tamaño”), pero sus ejemplos remiten al mismo tipo de referentes que hemos venido revisando: “Aquel poto [recipiente tradicional] de chicha está lleno de poñas. Está lagrimeando porque le ha entrado una poña en el ojo”1. En otras localidades de los Andes norperuanos, el significado parece estar más restringido al espacio agrario; específicamente, al cultivo de granos. Por ejemplo, en Tauribara, Pallasca, Áncash (límite sureño del área propuesta para la lengua culle), la lingüista María del Carmen Cuba Manrique (2000) recogió la siguiente definición a partir de su trabajo de campo: “tallos y cáscaras secos de habas o alverjas que quedan triturados después de obtener el grano en la cosecha”. En la misma línea, el historiador Juan Castañeda Murga (ms.), especializado en la región norteña del Perú, definió la palabra así: “Tallo de alverja o trigo cuando está seco”. A diferencia de otras definiciones incluidas en su vocabulario inédito (referido a las provincias de Cajabamba, Sánchez Carrión, Santiago de Chuco, Otuzco y Julcán), Castañeda Murga no especifica la localidad en la que ha registrado este uso, por lo que deducimos que lo considera diseminado en toda la región. Como se ve, la palabra se encuentra con distintos significados asociados al mundo agrario y vegetal en diferentes localidades de la región atribuida a la extinta lengua culle. Tomando en cuenta las definiciones revisadas, proponemos para la palabra dos acepciones: (1) resto de los tallos de granos y legumbres después de separar la parte comestible, es decir, rastrojo, y (2) resto menudo de origen vegetal. A juzgar por los datos del asturiano que presentaremos en §2.3, consideramos la primera acepción como la primigenia, mientras que la segunda sería un desarrollo basado en un proceso de generalización semántica que, como veremos, no solo se produjo en los Andes norperuanos sino también en parte de los Andes centrales del Perú (Huánuco y Áncash).

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Cabe añadir que estamos ante publicaciones de intelectuales de la región que, sin ser especialistas en el estudio del léxico, conocen ampliamente la cultura local.

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2.2. Poña en la literatura previa Tomando en cuenta la distribución regional de la palabra, Andrade Ciudad (2009: 27) propuso anteriormente origen culle para la voz. El hecho de que integrara el campo léxico de la agricultura le otorgaba, aparentemente, más posibilidades de formar parte del legado de la extinta lengua indígena, dada la diversidad de cultivos y técnicas originarias que se mantienen en la agricultura de la región. La palabra poña se incluye en el poema “Guitarra” de César Vallejo, parte de los poemas reunidos con el título de Poemas humanos, redactados entre 1931 y 1937 y publicados póstumamente. La estrofa que contiene la palabra es la siguiente: El placer de esperar en zapatillas de esperar encogido tras de un verso, de esperar con pujanza y mala poña; el placer de sufrir: zurdazo de hembra muerta con una piedra en la cintura y muerta entre la cuerda y la guitarra, llorando días y cantando meses (Vallejo 1982: 229)

Aunque el carácter críptico del poema vallejiano no deja ver el significado de la palabra de manera transparente, Rojas (2016: 206) ha asociado los usos regionales de la voz con la sensación de molestia que transmite la expresión “mala poña”; recuérdese, al respecto, el ejemplo de Carlos y Eduardo Cárdenas Falcón (1990: s. v.): “está lagrimeando porque le ha entrado una poña en el ojo”: […] la voz poña es un sustantivo común, usual hasta hoy en la que fuera el área culle, con el que se hace referencia a una pajilla, brizna o pelusa vegetal que, al contactar con la membrana conjuntiva del ojo humano, produce una picazón o escozor muy molesto. Por eso, cuando una persona es afectada por una poña, de inmediato, pide a otra que le sople el ojo con fuerza, hasta liberarlo de esa pelusa insoportable. Ciertamente, este significado nos permite entender con suma claridad el irritante y extraño sufrimiento, expresado por Vallejo en los versos […] de su poema “Guitarra”.

Siendo Vallejo natural de Santiago de Chuco, localidad enclavada en plena área de sustrato culle, resultaba aún más tentador vincular la voz a la antigua lengua indígena, máxime si, como hemos visto, la distribución geográfica de esta alcanzaba las diferentes zonas atribuidas consensualmente al idioma extinto, y eso fue lo que hizo Rojas (2016). Sin embargo, como mostraremos a continuación, este criterio resulta insuficiente para determinar el origen indígena de la palabra, a pesar de que, sin duda, esta forma parte del léxico vernacular. Además, presenta-

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remos variantes de la palabra que se usan fuera de la región de sustrato culle, en parte del área de contacto español-quechua central.

2.3. Poña como una voz peninsular No encontramos resultados sobre la voz al revisar las bases de datos históricas del léxico español. Ni el Corpus Diacrónico del Español (CORDE), que muestra solamente palabras homófonas, ni el Corpus Oral y Sonoro del Español Rural (COSER), ni diccionarios etimológicos como el de Corominas (1980) contienen información sobre ella. En cambio, ponxa, como variante de poxa, se encuentra registrada en el detallado Diccionario General de la Lengua Asturiana, DGLA (García Arias 2021: sub poxa) con significados muy cercanos a los que hemos venido revisando. Este diccionario, que se caracteriza por recoger minuciosamente una diversidad de otras obras léxicas sobre el asturiano y por organizar los datos separándolos en acepciones, entrega dos significados agrarios como los principales para la voz: (1) cáscara de un grano (de la escanda o del trigo) y (2) desechos, tamo o residuos de los granos (cebada, trigo, escanda, centeno)2. El DGLA contiene como ejemplo la siguiente expresión: Al granu, que la ponxa llévalo l’aire, expresión con la que se indica que es conveniente ir al grano. En términos fonético-fonológicos, el dígrafo nx en la ortografía del asturiano representa la secuencia de nasal simple y fricativa palatal sorda (/nʃ/); la letra

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Obviando la detallada información sobre las fuentes, el texto literal de ambas acepciones es el siguiente: “1. Cascabillo de la escanda […]. Cascarilla del grano […] de la escanda [….]. Cáscara del trigo […]. Cápsula del grano de cereal […]. Cascabillo que se desprende de la espiga de los cereales al trillarlos […]. Cáscara del trigo, centeno […]. Cascarilla del trigo después de haber sido extraído el grano […]. Cascarilla del grano de trigo […]. Cascarilla del grano de la escanda y de los cereales […]. Cáscara o cubierta de los granos de trigo, cebada o centeno […]. Cáscara, residuo que no puede aprovecharse […]. 2. Desechos del trigo […]. Tamo de la escanda […]. Residuo del trigo, de la cebada, del centeno, cuando son aventados […]. Restos menudos que quedan después de majar (el trigo, el centeno) […]. Tamo del centeno o de la carricosa [sic] […]. Despojos que quedan en la era cuando se desgrana […]. Tamo o polvillo de la paja […]. Tamo del centeno y de la hierba […]. Desecho de las cápsulas en que se cría la linaza y el trigo […]. ‘Tascu y cáscares que dexen les semíes, los granos, el llino después de mayalos’ […]. Residuos de legumbres […]. Resto de las vainas que quedan junto a las alubias, trigo etc., después de mayar […]. Espiga triturada y sin grano […]. Residuos de paja, espiga, grano sin descascarillar o descascarillado, que quedan del trigo, cebada, semillas cuando se avientan y criban […]. Granzas […]. Ahechadura, tamo de varias semillas trilladas o majadas […]. Tamo, cascarilla de los cereales […]”. Además de estas dos acepciones, se consignan: “3. Cosa blanduzca y esponjosa […]”, “4. Hoja del pino […]”, “5. Cosa sin valor […]” y “6. Cada uno de los asideros del mango de la guadaña” (García Arias 2021: sub poxa).

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x representa a la /ʃ/. Tenemos, así, las variantes /| po.ʃa/ y /| pon.ʃa/ en los léxicos revisados. A su vez, el diccionario de la Academia de la Llingua Asturiana (2000) registra como lema solo la variante poxa, que define, en tres acepciones relevantes, como: “[c]ubierta [del granu del trigu, de la escanda, del centén]. 2. Restos [de paya, d’espigues, de les caxines de les fabes, del llinu que queden dempués de mayar, d’aventar] […]. 4. Cosa o coses [ensin valor, ensin importancia]”. Asimismo, consigna las expresiones Como poxa, “muncho, en cantidá grande”, y Vañar en poxa, “esforciarse ensin ningún resultáu”. Si bien este diccionario no entrega la variante ponxa, desarrolla con precisión la semántica de la voz, que confirmamos cercana a los significados reportados. En cambio, ponxa, junto con poxa, está registrada en el vocabulario de Somoza (1996) con dos significados: “granzas” y “residuos, desperdicios, desechos”. Un lema derivado de poxa ~ ponxa que es relevante mencionar es esponxar, registrado, en su segunda acepción, como variante de espoxar, que, a su vez, se define como “[q]uitar la poxa a [el granu]” (Academia de la Llingua Asturiana 2000: s. v.). El DGLA también registra la variante esponxar, definiendo espoxar como forma principal: “Separar la poxa del grano” (García Arias 2021: s. v.)3. Desde el punto de vista fonético-fonológico, se puede postular un cambio /nʃ/ > /ɲ/ en el propio asturiano, si se toma en cuenta el caso de llonxe ‘lejos’, que tiene como variante lloñe, y que proviene del latín longe. El español también ha desarrollado una forma, hoy desusada, con nasal, pero con diptongación de la primera vocal: lueñe (< loñe); Corominas (1954: 144, s. luengo) reportaba el uso de esta forma en algunas zonas de Asturias a mediados del siglo xx4. Se puede proponer, entonces, para el caso que nos ocupa, un proceso /| pon.ʃa/ > /| po.ɲa/, operado en el propio asturiano o bien en una variedad de español en contacto con esta lengua. Si bien los datos que manejamos para proponer esta idea provienen de la lexicografía y no del examen documental, presentamos a continuación noticias de orden dialectal que, a nuestro modo de ver, la respaldan.

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Existe una palabra aragonesa homófona de origen distinto, registrada en Corominas (1980: s. esponja): la voz espuña, ‘polvo de la piedra esponjosa llamada tosca’. Tomando en cuenta esponja, la nasal palatal de espuña puede reflejar un proceso de palatalización similar al visto en ponxa > poña. En última instancia, el étimo de ambas voces sería la forma latina spongīa, procedente, a su vez, del griego. “Lueñe […] hoy todavía conservado en Asturias, lloñi en Colunga, llonxi y tsuenxi en el Oeste de esta región (Vigón), que a su vez se dan la mano con el port. longe, gall. lonxe” (Corominas 1954: 144, s. luengo).

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En las regiones de Áncash y Huánuco, en el centro del Perú, fuera de la región de sustrato culle y donde el quechua central está vigente, tanto este idioma como el español presentan formas muy cercanas formal y semánticamente a las voces asturianas posha y ponsha. En el quechua de Yanama (Yungay, Áncash), se reporta pusha como “cáscara, residuo de granos, pajita triturada”5. Para el quechua ancashino, de manera más general, Carranza Romero (2003: s. v.) registra puu­ sha como “cáscara seca de cereales” y aporta el ejemplo sibaada puusha ‘cáscara de cebada’. En el español de Huánuco se ha consignado punsha, definida como “hojas, pétalos, espatas, fragmentos de corteza, todos muy secos y livianos que el viento empuja fácilmente” (Pulgar Vidal 1967: s. v.). Finalmente, en el quechua de Huánuco se registra también punsha como “la basura, la maleza, la hojarasca” (Weber et al. 1998: s. v.). Observamos aquí formas más cercanas a las voces asturianas sin la transformación consonántica postulada para el caso de poña. Sin embargo, de acuerdo con la fonética del quechua, hay un reajuste en el timbre de la primera vocal: posha > pusha, ponsha > punsha. Además, la variante puusha muestra alargamiento vocálico, una característica muy escasa en raíces quechuas vernaculares y, más bien, común en la adaptación de los préstamos del español que contienen la vocal acentuada en sílaba libre, tal como lo ilustra no solo puusha sino también sibaada (de cebada). Este dato constituye un argumento adicional para postular el origen peninsular de la voz6. En última instancia, poña sería, pues, tal como las variantes de más al sur pu­ sha, puusha y punsha, una palabra peninsular originada en el asturiano. Esto no quiere decir que hablantes del asturiano hayan llegado a la sierra norte del Perú

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Julio Flor Bernuy, comunicación personal, 02/06/2021. Existen también los topónimos Puña (Chota, Cajamarca) y Puñash (Huaraz, Áncash), y la especie vegetal puña-puña en las alturas de Huánuco (de “raíces largas y finas, parecidas a la lana de la vicuña”, Pulgar Vidal 1967: s. v.), aparentemente con la misma adaptación del timbre vocálico. Nuestra revisión documental en archivos sobre los Andes norperuanos, habitualmente concentrada en documentación judicial y en testamentos indígenas, no nos ha proporcionado ejemplos de la voz, lo cual resulta comprensible por su referente, poco significativo en términos económicos. En tal sentido, no podemos estar más de acuerdo con un revisor o revisora anónima que apunta la necesidad de documentar usos de la palabra previos al poema de Vallejo a fin de reforzar nuestra hipótesis. Tipos documentales que pueden resultar prometedores son reportes de las entidades agrarias oficiales e informes arqueológicos sobre la región. De cualquier modo, pensamos que nuestra propuesta ofrece más evidencia empírica que la hipótesis previa, que considera poña como un indigenismo proveniente del culle solamente sobre la base de la distribución geográfica y del procedimiento “por descarte”. Por otra parte, si consideramos las variantes punsha, pusha y puusha, hay que reconocer que dicha distribución desborda la región de sustrato culle. Si nuestra propuesta es correcta, cabría esperar más registros de la voz en otras variedades rurales hispanoamericanas. Nuestra revisión de los diccionarios habituales de americanismos no ha dado frutos en tal sentido hasta el momento.

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entre los primeros colonizadores españoles. Sí se puede proponer, en cambio, que la palabra fue prestada desde el asturiano a una variedad del español en la península, variedad que habría constituido la base para las modalidades regionales de español que estudiamos. Así, poña y sus variantes habrían formado parte del léxico peninsular implantado en la región.

3. El caso de jaque ‘sano’, ‘fuerte’ Jaque ‘sano’, ‘fuerte’ constituye un caso comparable al de poña si tomamos en cuenta, por un lado, su carácter vernacular en el léxico del español andino norperuano junto con su distribución geográfica uniforme en la región (§ 3.1), en contraste con su etimología posiblemente atribuible, en última instancia, al aimara (§ 3.2), lengua altiplánica cuya presencia no se ha documentado de manera fehaciente para la zona ni en el presente ni históricamente7.

3.1. Semántica y distribución geográfica de jaque El adjetivo jaque ‘sano’, ‘fuerte’ se encuentra distribuido con la misma semántica por toda la región atribuida a la influencia del sustrato culle y, al no estar registrado en el quechua ni tener, aparentemente, origen peninsular, se podría pensar que la palabra surge del mencionado sustrato, si aplicáramos el procedimiento “por descarte” al que aludíamos en la introducción. Sin embargo, esto pasaría por alto la presencia amplia de la palabra en la lexicografía aimara. En el extremo sur de la región dialectal, en la provincia de Pallasca, Áncash, se registra la voz como adjetivo, aunque el lema se define erróneamente como verbo: “Estar bien de salud, después de haberse mejorado de alguna enfermedad” (Cuba Manrique 2000). En esta zona se dice jaquecito, aplicando a la raíz el diminutivo español con un matiz afectivo. En el norte de la región, en Cajabamba, Touzett Arbaiza (1989) presenta, también con una definición errónea (por tratar el lema como verbo), jaque como “estar sano y saludable”. La voz avanza incluso hacia Cajamarca, donde los bibliotecarios rurales consignan su significado, esta vez sí como adjetivo, como “sano, recio, bien de salud” (Red de Bibliotecas

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Sin embargo, ver la nota 11. Existe una segunda posibilidad para explicar el origen de jaque: una acepción “germanesca” (Corominas 1980: s. v.) de la palabra derivada de la voz árabe šâh ‘rey en el juego del ajedrez’, esto es, jaque como ‘valentón, matón, rufián’, que bien podría haber desembocado en la noción de fortaleza y energía. Para considerar este camino con algo más de base, haría falta documentar el cambio semántico relevante.

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Rurales de Cajamarca 2007). En la provincia de Sánchez Carrión, región La Libertad, al centro norte de la zona dialectal, Escamilo Cárdenas (ms.) también registra la palabra como “restablecido, que se encuentra o sigue bien”. Aporta como ejemplo el siguiente: “Mi padre ya se encuentra jaquecito”, que confirma el uso de la voz con diminutivo. De la misma manera, para Huamachuco (capital de Sánchez Carrión), Castañeda Murga (ms.) ejemplifica la voz así: “¿Su familia está jaquecita?”. Castañeda Murga (ms.) opta por diferenciar una segunda acepción, ‘fuerte’, de ‘saludable’, y la ejemplifica con la expresión “cholo jaque”, es decir, ‘muchacho fuerte’, en referencia al distrito de Usquil, provincia de Otuzco, La Libertad. Esta segunda acepción parece estar subsumida en algunas de las definiciones anteriormente vistas, como sucede en “sano, recio, bien de salud” (Red de Bibliotecas Rurales de Cajamarca 2007; énfasis nuestro). En el contexto de la pandemia por el COVID-19, un residente de Huamachuco afirmó, en su muro de Facebook, haber sido contagiado y haber desarrollado la enfermedad, cuyos síntomas ya estaba superando. Uno de sus contactos lo alentó de esta manera: “Fuerza veshi usté es jaquenque nuestro taytito le protejerá [sic] siempre” (página personal de Facebook, 13-09-2020, énfasis nuestro). En este ejemplo, observamos la palabra unida al sufijo superlativo -enque, de origen culle (Flores Reyna 2000; Cerrón-Palomino 2005; Andrade Ciudad 2019: 236-242), es decir, ‘muy fuerte’, junto con otros rasgos regionales como la palatalización de la sibilante (veshi < veci, acortamiento de vecino) y la voz taytito ‘padrecito’, aplicada a Dios. Conviene anotar la vecindad semántica entre la salud y la fortaleza en el caso de jaque, pues, como veremos a continuación, se la encuentra también en la lexicografía aimara.

3.2. Jaque como un aimarismo en el español andino norperuano Los léxicos de las lenguas quechuas no ofrecen noticias acerca de la palabra. En cambio, la lexicografía aimara muestra que una voz homófona forma parte del léxico básico de las diferentes lenguas de esta familia, tanto en su rama sureña como central. En cuanto al aimara del altiplano peruano (rama sureña), tenemos las siguientes definiciones: “jaqi hombre, persona, gente” (Büttner/Condori 1984); “jaqe […] gente, hombre, persona” (Deza Galindo 1989); “jaqi [háqε] Gente, indio. Dueño, amo. Persona plena, cuyo carácter adquiere la persona casada por el desempeño de sus responsabilidades familiares y comunitarias” (Huayhua Pari 2009). También en el aimara boliviano se registra la voz, con distintas acepciones: “jaqe gente, persona en general ║ Hombre, ser humano sin distinción de sexo. ║ Individuo, persona indeterminada” (De Lucca 1987).

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Por último, para el aimara central, en la variedad de Tupe (provincia de Yauyos, alturas de Lima), denominada jacaru, Belleza Castro (1995) consigna “gente, persona, dueño”. Podemos deducir, así, por lo menos cuatro acepciones para la palabra: (1) ‘ser humano’ (todas las definiciones), con un matiz particular de ‘persona plena’ que resulta relevante para nuestro caso, y que está claramente consignado en Huayhua Pari (2009); (2) ‘dueño, amo’ (Huayhua Pari 2009; Belleza Castro 1995); (3) ‘gente, persona en general’ (De Lucca 1987); (4) ‘indio’ (Huayhua Pari 2009). La existencia de este conjunto de acepciones se corrobora en los registros antiguos de la familia lingüística. Debe observarse que por sí sola la palabra jaqi no significa ‘sano’ en aimara. La lengua tiene para eso la pieza léxica k’umara; y en los siglos xvi y xvii se usaban, además, sappa (/sap’a/) y ñaña. Sin embargo, jaqi parece subsumir este significado como parte de los atributos de la persona que ha llegado a su pleno desarrollo. Esto se evidencia cuando consideramos las derivaciones verbales del sustantivo. Así, con el factivo -cha y el reflexivo -si, tenemos jaqichasiña ‘hacerse persona’, ‘hacerse gente’. A inicios del xvii, Ludovico Bertonio (1984 [1612]: 120) daba las siguientes definiciones para este derivado verbal: “[t]ener alma ya la criatura, estar ya concebida” y, crucialmente, “[a]rriuar el que estaua muy enfermo” (literalmente, ‘hacerse gente’ en términos de salud). También con el sufijo -pta, descrito como un transformativo, se registra en este mismo léxico un significado idéntico: “Haqueptatha: Idem [es decir, “Arriuar el que estaua muy enfermo”]”, así como “boluer en sí el que estaua pobre siendo antes rico”. Modernamente, se pueden asimismo observar derivaciones similares. De Lucca (1987) consigna, para jaqechaña, “Hacer que uno sea hombre. // Hacer que una persona forme su hogar” y, para jaqechasxaña, con los sufijos -si ‘reflexivo’ y -xa ‘reiterativo’ (con un valor limitativo equivalente a ‘ya’), “Sanar de una enfermedad, recuperarse”. También en el jacaru la raíz jaqi se usa, en derivaciones verbales, para comentar sobre la recuperación de la salud de las personas8. Así, tenemos la expresión siguiente: ¡jaq-sh-qha-waj-ta-wa! ser humano-trans-reit-pas-2-af ‘¡ya recuperaste tu salud!’ (lit. ‘¡ya te volviste gente otra vez!’)9

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Neli Belleza, comunicación personal, 23/02/2021. Belleza no incluyó en su Vocabulario estos usos de jaqi con sufijos verbalizadores. En este ejemplo observamos el acortamiento vocálico típico de la morfofonémica aimara. Los sufijos incluidos en la palabra son: -shu, transformativo; -qha, reiterador; -waja, tiempo pasado remoto; -ta, segunda persona; y -wa, afirmativo.

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De esta manera, observamos que de la semántica de jaque en el propio aimara parece derivarse naturalmente la noción de ‘buena salud’, estrechamente asociada a la de ‘persona plena’, pues el ser humano logrado, que ha alcanzado su pleno desarrollo, presupone la salud y, a la vez, la fortaleza que da la vitalidad. Salud y fuerza como expresión de vida constituyen justamente el núcleo del significado con que se mantiene vigente la voz en el español andino norperuano, mientras que la acepción original aimara, ‘ser humano’, se ha perdido totalmente, si es que alguna vez existió en dicha variedad. Nuestra propuesta no implica que en la formación de este español haya participado sustrato aimara alguno: lo más probable es que la lengua quechua con la que el culle y luego el español estuvieron en contacto haya experimentado influencia del aimara, acogiendo o desarrollando en su léxico una versión especializada de la voz jaqi específicamente referida al ámbito de la salud y las condiciones físicas, previa sustracción del significado primigenio ‘ser humano’10. Esta lectura dialoga con la presencia de otros aimarismos en el léxico vernacular de algunos quechuas norteños y centrales, tal como sucede con chupika ‘rojo’ en el quechua cajamarquino; willka ‘Sol’ en el quechua de Pacaraos (Huaral, Lima) y piqa ‘cabeza’ en el quechua de Áncash. Adelaar (2010) atribuye la existencia de aimarismos en variedades quechuas alejadas de las zonas prototípicamente aimaras a los efectos de las primeras etapas de la intensa interacción entre las dos grandes familias lingüísticas andinas en la sierra central del Perú11.

3.3. Dos casos paralelos en el quechua Si bien jaque no tiene su origen en el quechua, la revisión del campo léxico de la salud en esta familia lingüística ofrece evidencia de dos caminos semánticos paralelos al que hemos revisado. Estos caminos se refieren a las raíces nominales runa ‘ser humano’ y qari ‘varón’. En esta ocasión presentaremos solo una muestra de los datos recabados para ambos procesos, cuyo desarrollo detallado –que resulta de interés desde un punto de vista histórico-cultural– dejamos pendiente para un trabajo posterior. La contraparte de la voz aimara jaqi ‘ser humano’ en el quechua es runa. Tal como en el caso del aimara, el quechua tiene un lexema diferente para codificar

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Véase un proceso similar con el quechua qhari-qhali, en §3.3. Una explicación alternativa sería considerar la avanzada wari como factor diseminador del aimara en el territorio centro-norteño (Cerrón-Palomino 2010) y norperuano. Cf. Adelaar (2012) para una visión distinta.

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la noción de ‘sano’, a saber, allin ‘bueno’. Sin embargo, al igual que jaqi, runa se usó en etapas previas del quechua, adosada a sufijos verbalizadores, para expresar el proceso que conduce al restablecimiento de la salud. Así, tenemos en el diccionario anónimo de 1586 la forma verbal , en la que encontramos la raíz unida al verbalizador -ya-, llamado “transformativo”, con el significado “[c]onvalecer de una enfermedad; irse poco a poco haciendo hombre en el vientre de la madre o, en el huevo, empollarse el ave” (Anónimo 2014 [1586]: 161). La primera acepción, que es la que nos interesa, se confirma en el léxico de Gonçález Holguín (1608) para los lemas y , que se definen como “[c]õualecer o salir de graue peligro o graue mal o daño”, bases verbales en las que intervienen, respectivamente, los sufijos -ya- (transformativo) y -cha- (factivo) junto con el regresivo -pu-, muy productivo en el quechua cuzqueño con la acepción de permanencia en el estado descrito por la base (Cusihuamán 1976: 215); en este caso, la condición de salud. El segundo proceso paralelo lo encontramos asociado a la raíz qari ‘varón’. En este caso, la única diferencia frente a lo observado con jaqi y runa reside en el punto de partida, que, en lugar de constituir la noción general de ‘persona’ o ‘ser humano’, reside en el concepto de ‘varón’, al parecer mediado por la noción de ‘fortaleza’. En efecto, por lo menos en dos lenguas quechuas, el quechua huanca y el ayacuchano-chanca, esta voz ha dado lugar a un derivado adverbial de evaluación positiva vinculada a la salud. A inicios del siglo xx, los religiosos reunidos en el Colegio de Propaganda Fide (1905) ofrecieron las glosas para ‘sano’ en tres lenguas quechuas y en aimara. Para el ayacuchano-chanca, registraron (qarilla en la ortografía normalizada) y, para el huanca, (junto con alli y allilla), formas en las que observamos la raíz qari ‘varón’ unida al sufijo limitativo-ponderativo -lla con función adverbial. Perroud y Chouvenc (1970), para el ayacuchano, registraron también el adverbio jari jarilla (qari-qarilla en la ortografía normalizada), que definieron como “valerosa, varonil, animosamente”, y Cerrón-Palomino (1976), para el quechua huanca, consigna como adjetivo kari ‘sano, hacendoso’. En el caso del quechua cuzqueño, se ha operado un desdoblamiento de la raíz primigenia, pues existe el par qhari ‘varón’ junto a qhali ‘sano’. Tenemos aquí un paralelismo adicional con el caso del aimarismo norperuano: al igual que jaque expresa la idea de ‘sano’, ‘fuerte’ y ya no la de ‘persona’, qhali comporta la noción de ‘vigoroso’, ‘saludable’ y no el significado original ‘varón’.

4. Conclusión Los factores de sustrato siguen siendo pertinentes para examinar el pasado lingüístico de regiones hispanoamericanas, históricamente multilingües, en las que

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el español recibió influencia de lenguas indígenas hoy extintas, como es el caso de los Andes norperuanos. Sin embargo, al estudiar el sustrato de estas variedades, se experimenta una tensión si se toma en cuenta seriamente la realidad del contacto lingüístico. Por un lado, la documentación que nos sirve de fuente nos fuerza a adoptar la visión de las lenguas como entidades discretas y aisladas; por otra parte, la evidencia empírica nos invita a estar abiertos a la posibilidad de influencias de otras lenguas siendo conscientes del carácter ideológico de la atribución de límites fijos, impermeables al contacto, para cualquier entidad lingüística del pasado. El caso del aimarismo jaque, que ofrece una nueva ilustración de los impresionantes paralelos entre el quechua y el aimara en los diferentes aspectos del léxico y la gramática (Cerrón-Palomino 1994; Ferrell Ramírez 2020), muestra también, desde el punto de vista metodológico, los riesgos que supondría un procedimiento “por descarte” al asignar las voces provenientes del sustrato indígena a una u otra fuente, tal como advertía Howard (2019). Al mismo tiempo, el caso de poña nos recuerda que algunas voces de apariencia indígena, a pesar de formar parte del léxico vernacular de la variedad analizada, pueden tener origen peninsular, lo que se puede vislumbrar mejor si se adopta una perspectiva que tome en cuenta la posibilidad de que la variedad de español de base haya contenido préstamos e influencias de otras entidades lingüísticas que hoy percibimos como lenguas distintas, tal como sucede con el caso del asturiano.

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MIRADA DIACRÓNICA Y SOCIOLINGÜÍSTICA: CONTACTO ENTRE EL ESPAÑOL Y EL QUECHUA Anna María Escobar University of Illinois at Urbana-Champaign

1. Introducción El contacto de lenguas y la emergencia de rasgos lingüísticos encapsulan una historia y dinámica social que es necesario delinear para entender mejor los procesos de cambio lingüístico que subyacen escenarios multilingües. Mientras los préstamos léxicos se encuentran en todo tipo de contacto de lenguas, la presencia de rasgos gramaticales innovativos se interpreta como evidencia de un contacto lingüístico largo e intenso (Thomason/Kaufman 1988). Este es el caso del español en contacto con el quechua en la región oeste central de América del Sur (cf. Escobar 2000). En este capítulo nos centramos en la pregunta: ¿en qué consiste este contacto ‘largo’ y, sobre todo, ‘intenso’ en esta parte del mundo hispanohablante? A partir del parámetro tiempo, presentamos un análisis diacrónico que contempla la inevitable intersección entre el uso lingüístico y la dinámica de la ecología social presente en la población de la región. El español y el quechua son lenguas con distancia tipológica y genética que comparten una historia de cerca de cinco siglos de coexistencia. Analizamos el eje temporal contrastando dos periodos de su contacto. Por un lado, el periodo durante la colonización española, en la cual la imposición del español ocurre en una región amplia en la que están presentes, particularmente, el uso de lenguas andinas (e.g., quechua, aymara). Por el otro, un periodo poscolonial desde el siglo xix hasta el xxi, en el cual el estatus sociopolítico de las lenguas y sus hablantes cambiaron y la presencia de un bilingüismo social extendido son evidentes ante la evidencia lingüística. El contraste de los dos periodos será presentado a partir de una serie de factores conectados a los individuos bilingües y a la dinámica social en el que se desenvuelven, así como al español de cada época. El análisis lingüístico colonial se centra en textos coloniales escritos en español y atribuidos a autores indígenas y españoles. El análisis moderno se basa en datos orales de hablantes de los dialectos conocidos como el español andino peruano y el español ribereño limeño. La tipología y el análisis de los fenómenos gramaticales presentados nos ayudarán a reflexionar sobre la relación entre la

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evidencia lingüística y las dinámicas sociales propias a cada periodo; así como a ilustrar la relación estrecha que existe entre la ecología social y las prácticas lingüísticas en la emergencia y evolución de fenómenos lingüísticos de contacto y de variedades nuevas. El contacto entre el español y las lenguas amerindias tiene cinco siglos de convivencia, si bien hay diferencias en la historia social de las diferentes regiones. Granda (1994) propuso una mirada sociohistórica a Hispanoamérica que permite reflexionar y reposicionarse con respecto al posible efecto de la colonización y sus consecuencias lingüísticas. Granda (1994: 76 y ss.) plantea una diferenciación lingüística a partir de una regionalización que se basa en contrastes socioeconómicos presentes durante la colonia. Distingue tres tipos de asentamientos españoles: centrales, intermedios y periféricos. La región andina tendría como centro a la capital del Virreinato de Nueva Castilla (Lima, la Ciudad de los Reyes). En esta macrorregión, otro centro relevante sería Potosí/Charcas, asentamiento español importante conectado a las cercanas minas de plata. Entre estas ciudades, se encuentra Cuzco, un centro urbano intermedio que conecta a ambos asentamientos. Para los propósitos de un estudio sociolingüístico e histórico, propongo que la región entre Lima, Jauja, Cuzco y Potosí representa una macrorregión dentro de la cual habría habido una comunicación estrecha y regular a lo largo de la colonia y que la distingue de la región norte (con centro en Quito) y las regiones sureñas asentadas más tardíamente (Buenos Aires). Este tablado andino representa un caso particular por la fuerte presencia de diferentes lenguas andinas (quechua, aymara, jaqaru, uru-chipaya, Adelaar y Muysken 2004), así como de una historia de intenso contacto sociopolítico y lingüístico (cf. Curatola 2019) que cubre una grande extensión del oeste de Sudamérica central1. Los dos periodos sociohistóricos, el colonial y el poscolonial, trazan la trayectoria sociopolítica de la relación: ‘español y lenguas andinas’. Los documentos coloniales escritos en español por indígenas hablantes del quechua, de la región definida arriba, exhibe evidencia de influencia del quechua. Lo encontramos en los escritos de cronistas, como Santa Cruz Pachacuti, Inca Garcilaso de La Vega y Huamán Poma de Ayala, así como en escritos de individuos desconocidos, cuyos nombres aparecen en los documentos legales comerciales o personales que perviven. La evidencia lingüística incluye préstamos léxicos (mayormente culturales), traducciones léxicas del quechua (Harrison 2014), así como ciertos fenómenos gramaticales conectados a marcadores de concordancia

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La macrorregión andina incluye desde el sur de Colombia, pasando por Ecuador, Perú y Bolivia, hasta el noroeste de Argentina y el noreste de Chile, así como regiones inmediatas a los Andes del oeste amazónico.

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gramatical (Cerrón Palomino 1991; Rivarola 2000). Los fenómenos de concordancia gramatical, a diferencia de los préstamos léxicos, se citan frecuentemente como propios de las segundas lenguas (e.g. Lafford/Salaberry 2003). Los fenómenos de contacto lingüístico que encontramos en las variedades modernas del español andino son de otro tipo. Representan usos innovativos de expresiones gramaticales del mismo tipo que las propias del cambio lingüístico en estudios tipológicos (cf. Kuteva et al. 2019). En los estudios del contacto de lenguas, se conoce estos usos innovativos en variedades de contacto como transferencias funcionales/gramaticales (Heine/Kuteva 2005). Este contraste saltante entre los rasgos de contacto citados en los estudios coloniales y en aquellos de variedades del español moderno de los Andes cuestionan la emergencia del español andino como proceso que tuvo lugar durante el periodo colonial. La hipótesis colonial no se alinea con los presupuestos teóricos sobre el contacto lingüístico (cf. Heine/Kuteva 2005), ni sobre tipologías de hablantes bilingües (Trudgill 2011). Simultáneamente, no sigue lo que sabemos sobre la influencia de ecologías sociales en el contacto de lenguas (Mufwene 2001, 2008), ni sobre los tipos de fenómenos lingüísticos semántico-funcionales que emergen en situaciones de contacto lingüístico (Heine/Kuteva 2005). Pasaremos a describir las ecologías sociales y el tipo de bilingüismo que es propio de cada periodo, así como la evidencia gramatical. Los datos modernos revelan ejemplos de cambio lingüístico en un escenario de contacto de lenguas que ha dado origen al macrodialecto de contacto que conocemos como el español andino.

2. Periodo colonial La conquista española en América tuvo lugar en menos de 100 años. La independencia de España se logró de manera concertada en menos de 20 años a principios del siglo xix, si bien fue precedida por más de un siglo de rebeliones motivadas por las Reformas Borbónicas de principios del siglo xviii (O’Phelan Godoy 1999). La colonización española siguió la línea de asentamiento-explotación (cf. Mufwene 2008), tanto en el Virreinato de Nueva España (fundada en 1535, con centro en la actual Ciudad de México), como en el Virreinato de Nueva Castilla o Perú (fundada en 1543, con centro en Lima, La Ciudad de los Reyes). La ecología social del periodo colonial en el Virreinato del Perú no presenta los condicionantes sociales que hubieran permitido la emergencia de un español ‘andino y colonial’. La dinámica social no favorecía la emergencia de un bilingüismo extendido, ni la de una población bilingüe diversa, ni en la sociedad española ni en la indígena. La presencia de estos grupos se considera imprescindibles en la emergencia de variedades nuevas de contacto lingüístico (Thomason/Kaufman 1988).

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Durante la colonia, solo algunos individuos indígenas lograban adquirir niveles altos de competencia en español, como fue el caso de los cronistas antes mencionados. Se arguye en este trabajo que las políticas sociales y lingüísticas durante la colonia representaron una estrategia política por parte de los Reyes Católicos, que combinaba dominancia que venía de los representantes de la Corona española, de la Iglesia Católica y de la imposición de la lengua ‘castellana’ (como tercer elemento). Esta Trinidad colonial (Escobar en progreso) aseguró la colonización y el control en el Virreinato del Perú. Las diferencias en la imposición de la política colonial entre la Nueva España y Nueva Castilla estuvieron conectadas al alcance sociopolítico de la Red Incaica y a las circunstancias sociopolíticas en las que el Imperio Incaico fue dominado. Un ejemplo es la dificultad en situar la capital del Virreinato, considerando primero Cuzco, luego Xauxa en el centro andino y, finalmente, Lima en la costa, cerca al océano. La sociedad indígena, si bien ‘colonizada’, era populosa y tenía un sistema de redes estrechas e interrelacionadas. La sociedad española construyó distinciones sociales estrictas dentro de la sociedad colonial del Virreinato del Perú. Esta diferenciación vertical de la sociedad colonial estuvo definida por sangre racial y trabajo, que Quijano explica como una nueva técnica de dominación y explotación, en la cual se usaba la relación raza-trabajo como una simbiosis, de tal manera que fueran entendidas como naturalmente asociadas (véase los escritos recopilados de Quijano 2014). Este nuevo orden social definió el Virreinato del Perú, dando origen a nuevas identidades sociales basadas en distinciones etnorraciales que se reflejaban en la lengua (Escobar en progreso). La ecología social colonial no impidió la participación de individuos indígenas en ciertos roles urbanos, como en las parroquias o como escribanos, si bien el alcance social era restringido. En cambio, se favoreció el trabajo indígena en ocupaciones manuales como de zapatero, sastre, carpintero y constructor. Esta capa social funcionaba como ‘intermediaria’ entre los grupos racializados de la sociedad colonial, la de los españoles y la de los indígenas. Solo miembros de la élite indígena podían ocupar puestos sociales más altos que les permitiera estar expuestos a variedades del español normativo. Por ejemplo, los Colegios de Indios fueron creados para la élite indígena con el propósito de que actuaran como aliados e ‘intermediarios’ con la sociedad indígena. Como consecuencia de estas exclusiones, las prácticas verbales de los indígenas bilingües que no pertenecían a la élite indígena estaban restringidas aún más. Los intercambios verbales entre los indígenas ‘bilingües’ y los españoles se limitaban a intercambios definidos por el tipo de servicio provistos por el indígena. Los curacas, líderes indígenas y bilingües, no habitaban en los centros urbanos, pero también actuaban como intermediarios entre los comerciantes españoles

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y la población indígena que producía los productos agrícolas para los centros urbanos. Un caso semejante ocurría con aquellos que trabajaban en las minas. Condiciones sociales excluyentes y restringidas, como estas, no favorecen un bilingüismo social extendido. Los rasgos de la ecología social colonial sugieren, en cambio, una población indígena bilingüe no-élite que solo empleaba el español en contextos de interacción minorizada y función restringida con algunos miembros de la sociedad española. En la sociedad española también había bilingües español-quechua que ocupaban puestos administrativos, como los encomenderos que tenían a su cargo territorios y la población indígena que vivía allí; o los comerciantes y clérigos que tenían contacto más regular con miembros de la población indígena. Algunos clérigos españoles lograron alta competencia en diferentes lenguas amerindias, como los que escribieron las primeras gramáticas (quechua, Domingo de Santo Tomás 1560; aymara, Ludovico Bertonio 1612). Si bien la sociedad colonial muestra ejemplos de bilingüismo bidireccional (quechua-español y español-quechua), la función social de los bilingües fue primordialmente la de auxiliares coloniales (Mufwene/Vigouroux 2008: 4). La estructura social colonial fomentó una oposición entre la ‘sociedad española’ y la ‘sociedad amerindia’, en la cual la pureza de la sangre española y la distribución laboral eran criterios de diferenciación social, política, económica y lingüística. Los matrimonios mixtos fueron promovidos por la Corona española en las primeras décadas de la colonización, pero a medida que el Virreinato se solidificaba, se desaprobaba el matrimonio mixto; lo cual se expresa en las pinturas de castas del siglo xviii. La segregación social en la colonia también se representa en una inevitable diferenciación lingüística. Si bien nunca sabremos los detalles de las prácticas lingüísticas orales del periodo colonial, los rasgos lingüísticos que se perfilan en los documentos de indígenas bilingües muestran diferentes patrones. Por un lado, emergen estrategias narrativas en los documentos indígenas que emulan las prácticas del español de los escritos de españoles (Escobar 2018a). Por otro, el análisis de quejas legales escritas por autores indígenas muestra que, si bien los autores entendían la practicidad y el prestigio del español colonial, los documentos todavía revelan rasgos de segunda lengua (Escobar 2007a). Además de los factores sociales, de contacto intenso y bilingüismo extendido en la comunidad, la evidencia lingüística de un dialecto de español andino en la época colonial tendría que estar presente en datos de principios del siglo xvii, i.e., durante un periodo estable de auge socioeconómico y político, además de ser dos generaciones después de la fundación del Virreinato, tiempo necesario para la formación de una variedad dialectal (Trudgill 2011). Un análisis de que-

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jas legales de este periodo muestra que este no fue el caso. Las narrativas en las quejas legales describen eventos que vivió el demandante y expresan la subjetividad del autor. En los estudios coloniales, se cuestiona la autoría indígena de documentos escri­ tos por un autor de origen indígena. Se atribuye la autoría, en cambio, al es­ cribano o el consejero religioso. Si bien nunca sabremos si estos ‘autores indígenas’ eran indígenas o no, los análisis lingüísticos revelan patrones y estrategias discursivas propios de un hablante de segunda lengua y desde un punto de vista andino. Todos los documentos provienen del tablado andino mencionado antes. Un análisis de dieciocho quejas legales clasificadas en el Archivo Nacional con autoría indígena, fueron divididos en tres grupos, según diferencias que presentaban (Escobar 2018a). Estas diferencias dependían de 1) si la firma del escribano estaba presente, 2) si el documento pedía la invalidación de la queja presentada en un documento anterior, o 3) si ninguna de estas características anteriores estaba presente (en cuyo caso se clasifica el documento como propiamente indígena). Los tres tipos de documentos presentan diferencias en las estrategias lingüísticas que contienen. Mediante el uso de metodologías del análisis crítico del discurso de la sociolingüística se encontraron patrones discursivos que apuntan a una voz indígena que diferencia los documentos propiamente indígenas de los otros dos. Las prácticas lingüísticas de esta voz indígena emergen dentro de dos macrofunciones. La primera posiciona la voz indígena como la de un individuo subalterno. La segunda expresa un punto de vista andino que se transmite mediante estrategias lingüísticas que en su conjunto expresan evidencialidad, una categoría gramatical omnipresente y enraizada en la ontología andina (cf. Howard 2018). Todos los documentos indígenas muestran un conocimiento del lenguaje legal español y de la estructura discursiva legal en la sociedad colonial peruana (cf. Nowack 2006). Sin embargo, todos los documentos también incluyen rasgos de segunda lengua (e.g., no concordancia de marcadores de concordancia de número entre el sujeto y verbo, de género y número entre los modificadores de los nominales y su sustantivo). Los documentos también incluyen el uso de verbos directivos dobles: pido i suplico, con el uso del verbo directivo fuerte suplicar (Escobar 2007b). De igual manera, los tres tipos de documentos se diferencian según los tipos de comentarios que los autores agregan a su narrativa. Los comentarios aparecen en dos secciones: 1) donde los eventos disputados se describen y 2) donde se hace la petición formal de justicia. Dos tipos de comentarios representan tendencias opuestas. Los comentarios de autorización expresan comentarios en los que se apela a la autoridad judicial o eclesiástica (e.g., con poco temor a dios n[uest]ro s[eñ]or) y representa una autoridad fuera

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del hablante (que no es el hablante). Los comentarios opuestos, de evaluación, apelan al sistema de valores del mismo hablante y desde su perspectiva (e.g., con tanta crueldad [según el autor], cargo de su conciencia [según la perspectiva del autor]). Los evaluativos se favorecen en los documentos propiamente indígenas. Los comentarios de autorización se favorecen en los documentos con la firma del escribano. Esta comparación, por tipo de comentario y tipo de documento, obtiene significancia estadística (Escobar 2018a). Otra diferencia entre los documentos incluye el verbo que introduce los eventos descritos en la queja. Los documentos propiamente indígenas presentan los eventos como evidencia directa y emplean el verbo decir en primera persona singular, digo. Los documentos que incluyen la firma del escribano usan una variedad de verbos para presentar los eventos vividos, incluyen los verbos de cognición (creer), percepción (ver) y otros (hallar), así como también verbos de aserción tanto fuertes (jurar) como débiles (decir) (Escobar 2007b). El análisis sugiere que el uso de decir en los documentos propiamente indígenas no expresa una aserción débil, sino que el uso de ‘dice’ expresa experiencia directa de los hablantes y ‘confirma’ la información que se provee como ‘cierta/verdadera’. Esta función de experiencia directa e información veraz no se encuentra en la traducción del verbo decir al quechua, /ni-/, pero sí en las funciones gramaticales de evidencialidad que están presentes en las lenguas andinas en descripciones de eventos vividos por el hablante. Solo el verbo decir aparece en los documentos propiamente indígenas. Esta preferencia sugiere una perspectiva andina propia de la ontología andina, mediante la cual la marcación de la evidencia directa funciona como una validación de la experiencia propia como fiable y cierta. Si bien hay patrones narrativos de una voz indígena en estos documentos coloniales, esta evidencia de patrones no es suficiente para postular la presencia de un ‘dialecto de contacto’ durante el periodo colonial. En la primera mitad del siglo xix después de los movimientos independentistas de España, el panorama lingüístico muestra ciertas tendencias. La historia de las normas del español latinoamericano continuó ligada a su legado colonial y al poder eurocéntrico. El español mantuvo su estatus hegemónico y siguió siendo la lengua de discriminación, promoviendo la continua hispanización de las nuevas naciones. Sin embargo, si bien durante este periodo la lengua española unió las nuevas naciones, hubo también tensión sobre el tema. Pensadores del siglo xix, como Andrés Bello, Domingo Faustino Sarmiento y Ramón Menéndez Pidal, arguyeron a favor (o en contra) de una alianza lingüística con la Real Academia de la Lengua Española (RAE, situada en Madrid y creada a principios del siglo xviii). La condición mínima en la que coincidían era que la RAE respetara las diferencias dialectales léxicas que diferenciaban las diferentes variedades de español latinoamericano (del Valle/Stheeman 2004).

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3. Periodo moderno A finales del siglo xix, surgen discusiones sobre identidades nacionales en Hispanoamérica. En estas se incluye el tema de la herencia indígena local, particularmente en las regiones, como la andina, con población indígena numerosa. En el Perú, estos argumentos emergen de ideologías que provienen originalmente de los discursos políticos y culturales de los intelectuales de la época (e.g., Manuel González Prada, Clorinda Matto de Turner), pero se expanden después de terminada la Guerra del Pacífico contra Chile (1879-1883), que dejó al país económica y moralmente debilitado. A principios del siglo xx, una fuerte identidad indígena y andina emerge en las ciencias sociales (e.g., Luis Valcárcel, Juan Carlos Mariátegui) y en los espacios culturales (e.g., Enrique López Albújar, José María Arguedas, Ciro Alegría), principalmente como respuesta a gobiernos aristocráticos y dominantes que prevalecían en el poder. Paralelamente existía una discriminación sociolingüística intensa hacia las variedades de español que no eran empleadas por la élite del país, centrada principalmente en la capital (A. Escobar 1972). Este proceso sociolingüístico de contacto y conflicto ayuda a comprender el subsecuente debilitamiento del legado colonial, el reforzamiento de una identidad andina y la emergencia del Español Andino (Escobar en progreso). En la segunda mitad del siglo xix, el Perú pasó de una prosperidad económica debida a la industria del guano, a las consecuencias de una guerra costosa con Chile. Los cambios sociopolíticos del siglo xix y la situación económica de fin de siglo llevaron a movimientos poblacionales internos al cambio del siglo, de la región andina a la costa (Gootenberg 1985). Entre el censo nacional de 1940 hasta el del 2017, las poblaciones del país cambiaron drásticamente. En ochenta años, la población andina decreció, del 65% de la población nacional al 28%. La población de la región costeña cambió en la dirección opuesta, del 28% al 58%. Estos cambios demográficos favorecieron a los centros urbanos, a la costa y a la capital. Mientras el país era 65% rural en 1940, casi ochenta años después, en el 2017, 79% de la población reside en áreas urbanas, con un tercio de la población en la capital. El crecimiento de Lima fue de alrededor de 800 mil habitantes a una metrópolis de cerca de 10 millones (INEI 2018). Durante el siglo xx, el incremento de movimientos poblacionales, particularmente en la segunda mitad del siglo, dio emergencia a un contacto dialectal más intenso en los centros urbanos, sobre todo en las capitales departamentales y la nacional. Los cambios sociopolíticos y el crecimiento urbano sentaron las bases para la emergencia de un dialecto de contacto que conocemos como el español andino. La paralela emergente visibilidad de las ontologías indígenas y de los saberes andinos en la sociedad urbana dio espacio a que las poblaciones indí-

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genas entraran a los ámbitos sociopolíticos y culturales a nivel nacional (Escobar 2011). Estos cambios contribuyeron al debilitamiento de la estructura social colonial e impactó las prácticas lingüísticas. El bilingüismo quechua-español se expandió en las regiones andinas, en especial en individuos que crecieron expuestos a ambas lenguas desde el hogar, a medida que avanzaba el siglo. La evidencia la encontramos en las diferencias dialectales que se hicieron más visibles para los estudiosos de la lengua ya en la primera mitad del siglo xx (Benvenutto Murrieta 1936). Como consecuencia, la búsqueda de una identidad de Estado-Nación en el siglo se fortaleció en el siglo xx, realzando una realidad conectada al pasado andino (Valcárcel 1972). Desde las ciencias sociales y las artes se desarrolló una línea de pensamiento que se centraba en la herencia andina. La ecología social empezó a cambiar en la segunda mitad del siglo xx, a medida que los eventos sociopolíticos y económicos del mundo cambiaban, particularmente en la región de América Latina (Quijano 2014). A medida que el pensamiento colonial de la sociedad hegemónica se iba debilitando, particularmente a partir de la Segunda Guerra Mundial, las condiciones sociales que emergían contribuían a un orgullo regional lingüístico y a un uso más amplio de las lenguas indígenas, particularmente en el siglo xxi (Escobar 2011). Por tanto, los escenarios de contacto lingüístico en el periodo colonial y, especialmente, a partir del siglo xx exhiben diferencias fuertemente contrastantes.

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Las normas lingüísticas nacionales de los países latinoamericanos están conectadas al habla de los grupos sociales hegemónicos, que residen en la capital del país, que controlan el poder económico del país y que tienen educación superior (sobre todo recibida en Europa). El español es la lengua hegemónica tanto en las escuelas urbanas como rurales en toda Hispanoamérica. Sin embargo, en los años sesenta, el Perú se convierte en líder en investigaciones sobre el contacto entre el español y el quechua. En esta región tuvieron lugar los primeros estudios empíricos; como el primer proyecto sociolingüístico ‘Bilingüismo quechua-español’ (Wölck 1972), el primer Programa de Educación Bilingüe (el Programa de Quinua) y las primeras descripciones empíricas del Español Andino (IEP 1972). Estos esfuerzos fueron promovidos desde la segunda universidad del continente americano, la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (fundada en Lima en 1551). En 1972, el quechua se convirtió en la primera lengua indígena oficial de un país hispanoamericano, promovido bajo un gobierno nacionalista militar que además lideró una reforma agraria que cambió el tejido social moderno de la nación. Las primeras gramáticas y sus respectivos diccionarios, de las seis variedades más habladas del quechua peruano, fueron publicados poco después (1975), con apoyo del Ministerio de Educación del Perú y el Instituto de Estudios Peruanos.

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Los cambios sociopolíticos y culturales que tuvieron lugar en el siglo xx en el Perú y que llevaron a realzar la diversidad étnico-cultural y lingüística del país provocaron una reacción fuerte de ideologías sociolingüísticas discriminadoras de las variedades de español que se consideraban fuera del imaginario de la norma peruana (Escobar et al. 1975). Hubo nuevas olas migratorias internas entre 1980 y 1995, desde las regiones andinas hacia la costa y la región amazónica, debido a la intranquilidad sociopolítica que tuvo lugar en la región andina, promovida por grupos guerrilleros (e.g., Sendero Luminoso). El desplazamiento poblacional llevó a un crecimiento de la fuerza laboral en los centros urbanos, que incrementó altamente la economía informal (De Soto 1986), particularmente en la capital. El contacto dialectal entre las variedades andina y ribereña (costeña) se reforzó en la capital del país. En el 2010, los hablantes de español ribereño limeño con tres generaciones nacidas en Lima bajaron al 12% de la población de la capital (cf. Arellano/Burgos 2010). Desde mediados del siglo xx, hubo un incremento de nuevos espacios sociales y de prácticas culturales andinas, particularmente en la capital. Estos incluyen asociaciones regionales, prácticas religiosas en quechua, clubes de deportes, restaurantes regionales y coliseos de baile y de eventos culturales. En el siglo xxi, se vio una renovada vitalidad, o Primavera Andina, del quechua y el aymara en los centros urbanos (Escobar, en progreso). Hubo un incremento de escuelas de lengua quechua, donde los hablantes de herencia andina readquieren su lengua ancestral, así como de películas y música moderna en quechua (e.g., rock, reguetón, hiphop, salsa, trap) (Escobar 2011). El quechua comenzó a tener una presencia importante en los espacios digitales y nuevas variedades urbanas del quechua emergieron (Firestone 2017). Los cambios en la ecología social peruana durante el siglo xx debilitaron el legado colonial, que a su turno favoreció un bilingüismo social extendido. El crecimiento de los movimientos poblacionales y de la economía informal en los centros urbanos dio cabida a la movilidad social y a la apertura de las redes sociales. Estos condicionantes sociales favorecieron el crecimiento y difusión del Español Andino. Los estudios sociolingüísticos muestran que los rasgos andinos ya estaban presentes en el español de los hablantes de la norma limeña peruana (variedad ribereña) en los años ochenta (Escobar/Crespo 2020). Los imaginarios sobre la norma nacional peruana se distanciaban de la realidad lingüística a medida que los rasgos del Español Andino se difundían. La conciencia lingüística de los rasgos andinos en la percepción de los hispanohablantes es parcial. Estos incluyen principalmente algunos fonológicos como las vibrantes asibiladas (ca[ř]o ‘carro’) y el ensordecimiento de las vocales átonas (s[e̯  ]ñora ‘señora’) y los suprasegmentales (la entonación andina). Los ras-

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gos morfosintácticos incluyen el diminutivo con pronombres (ellita ‘ella + dim’) y numerales (unito ‘uno + dim’), así como el marcador posesivo en construcciones posesivas con referente inanimado (su cima de la montaña), particularmente en el orden posesor-poseído (de la mesa su pata). Estos rasgos están además altamente estigmatizados en el contexto peruano, particularmente desde la capital del país (Escobar, en prensa). Los rasgos andinos que pasan desapercibidos y están por debajo de la conciencia lingüística de los hablantes incorporan variantes fonológicas que, en el español, se consideran conservadoras –incluyendo las oclusivas sordas en posición intervocálica (ca[b]allo)– o innovativas, como la sonorización intervocálica de la /s/ en posición final de palabra (la[z] amigas). Los rasgos morfosintácticos andinos que pasan por debajo de la conciencia lingüística de los hablantes comprenden dos grupos. El primero incluye variantes que se consideran innovativas en el español, como el leísmo (cuando el clítico dativo le toma las funciones del acusativo u objeto directo: le vi), la presencia doble del clítico y expresión nominal del objeto directo (la vi a la señora), o el uso de la construcción estar (en tiempo presente) + GERUNDIO para expresar tiempo futuro (nos estamos viendo el sábado). El segundo grupo consiste en variantes innovativas que solo se reportan en la variedad de español conocida como el Español Andino. Estas incluyen el presente perfecto evidencial (he llorado, para evidencia directa), el pluscuamperfecto como reportativo (había llamado y yo no lo sabía), el diminutivo para función de cortesía deferencial (entre personas que no se conocen, pero hay respeto), el uso de que como complementante que introduce todo tipo de oración subordinada, así como la deixis narrativa (en la cual el centro deíctico está impuesto por la narración y no por el EGO-hablante) (Escobar, en prensa). El papel de la conciencia lingüística en la difusión y/o evolución de estos rasgos andinos todavía no está bien estudiado. Las trayectorias semánticas de la influencia lingüística andina en el Español Andino todavía no se entienden tampoco. Sin embargo, algunos estudios han hecho progresos. Un análisis semántico del presente perfecto evidencial del Español Andino propone que esta variedad de español sigue una trayectoria evidencial en su evolución, en lugar de la trayectoria tempo-aspectual que se encuentra en la mayoría de las lenguas romances y germánicas (cf. Bybee et al. 1994: 105). En un estudio con datos diacrónicos (entre los años sesenta del siglo pasado y el 2015), Escobar y Crespo (2020) encuentran dos grupos de factores lingüísticos que condicionan el uso del presente perfecto en las variedades de español. Mientras el presente perfecto de las variedades peninsular, mexicana y argentina responde a los factores tempo-aspectuales, el presente perfecto andino responde al condicionamiento de factores conectados a la subjetividad y la evidencialidad. En otro estudio semántico que compara el concepto de posesión expresado en el español y el quechua, se encuentra que

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las construcciones de doble posesivo andino con inanimados se comportan de manera diferente a la de otras variedades del español y está conectado a cómo se entiende la ‘animacidad’ en el quechua (Escobar 2018b). Más estudios semántico-gramaticales de las variantes andinas (y latinoamericanas en contacto lingüístico) son necesarios para comprender mejor la innovación de estos usos y si representan cambios lingüísticos en la historia de las variedades de español. En el estudio del Español Andino, también encontramos diferencias entre las variedades andinas. Mientras las variedades peruana y boliviana son más cercanas, se hallan diferencias importantes con las variedades ecuatorianas y norargentinas; muchas de ellas son atribuidas a las variedades de quechua que se habla en cada región (cf. Adelaar/Muysken 2004). Por ejemplo, el quichua ecuatoriano ha perdido marcadores gramaticales, como el marcador posesivo en el sustantivo poseído y el marcador de evidencia directa. Otras diferencias se pueden deber a las ecologías sociales en la colonia y la poscolonia. La región peruana y parte de la boliviana constituían regiones centrales del Virreinato de Nueva Castilla; en cambio, las regiones ecuatorianas y argentinas eran regiones periféricas. Hay necesidad de más estudios comparativos de las variedades latinoamericanas considerando las ecologías sociales de los periodos temporales, así como el tipo de contacto lingüístico en las regiones y las familias lingüísticas con las que estuvo y está en contacto el español.

4. El español en contacto con lenguas amerindias Las condiciones sociales que condujeron a la emergencia del dialecto que conocemos como español andino tuvo lugar en el periodo poscolonial, después de la independencia de 1821. A finales del siglo xix y principios del xx es cuando el modelo social colonial ya muestra señales de debilitamiento. Los cambios sociopolíticos en los siglos xx y xxi han impactado profundamente la ecología social de Hispanoamérica. Los países hispanohablantes con poblaciones indígenas grandes (especialmente Perú, Bolivia, Guatemala, Ecuador y el sur de México) representan perfiles sociolingüísticos diferentes, al igual que las regiones de la Amazonía de países hispanohablantes (como Colombia, Ecuador, Venezuela, Perú, Bolivia y Paraguay). Los rasgos lingüísticos propios del español de cada región merecen ser más estudiados, si bien, en cuestiones de fenómenos de contacto lingüístico, es más común encontrar influencia del español en las lenguas amerindias que en la dirección opuesta, particularmente en las normas nacionales. La emergencia del Español Andino peruano en el siglo xx representa un caso de influencia contrajerárquica de una lengua minorizada (amerindia) a una lengua hegemónica y global (español) (Escobar 2014). Como macrodialecto

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que incluye variedades de varios países andinos, el estudio del español andino nos puede ayudar a entender mejor las dinámicas y diferencias entre las ecologías sociohistóricas y su papel en la emergencia de nuevos rasgos dialectales de contacto lingüístico y la difusión de estos a otras variedades del español. Trabajos en esta línea pueden ayudarnos a entender mejor las trayectorias de influencia lingüística que pueden ocurrir en el contacto de lenguas y dialectos, particularmente en regiones de intenso contacto lingüístico, como es el caso hispanoamericano.

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IDENTIDADES SOCIALES EN CONDICIONES DE MOVILIDAD Y MIGRACIÓN: NUEVOS ENFOQUES PARA EL ESTUDIO DE SU CONSTRUCCIÓN LINGÜÍSTICA Carolin Patzelt Universität de Bremen

1. Introducción Tradicionalmente, el enfoque de la sociolingüística variacionista ha sido el estudio de las diferencias en el habla de ciertas comunidades, las cuales se suelen tratar –a menudo implícitamente– como entidades homogéneas a través de macrocategorías sociales como la clase social, la edad, el sexo/género, etc. Sin embargo, frente a la movilidad moderna, se ha reconocido la necesidad de realizar más estudios cualitativos y contextualizados (cf. Heller et al. 2018: 9) que tomen en cuenta la variación individual, muchas veces de índole sociopragmática y motivada por factores sociales y culturales que la sociolingüística tradicional no había considerado como son, por ejemplo, las identidades. En esta línea, un concepto fundamental que ha ido ganando terreno en estudios más recientes es la negociación de posicionamientos sociales en y a través de prácticas lingüísticas. Se ha analizado cómo ciertas formas lingüísticas se asocian ideológicamente con ciertas personas o grupos, y se emplean conscientemente en la interacción, con la intención de acercarse a o apartarse de cierto grupo de personas, (re)negociando así posicionamientos sociales (Bürki/Patzelt 2020: 4 y ss.). Esta negociación de posicionamientos sociales implica la intervención de diferentes procesos de indexicalidad (cf. Eckert/Rickford 2001; Silverstein 2003). Según Silverstein (2003), la correlación entre una forma lingüística y una identidad demográfica identificada por un observador exterior da lugar a un primer orden de indexicalidad (first-order indexicality). El segundo orden (second-order indexicality), en cambio, ocurre cuando los actores sociales comienzan a utilizar esta forma identificada en el primer orden de indexicalidad de manera social y pragmáticamente significativa (Sánchez Moreano 2018: 64), es decir, cuando se ideologizan las relaciones indexicales que se han registrado en el primer orden. En definitiva, el uso regular de elementos lingüísticos con propiedades indexi-

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cales por parte de los actores sociales contribuye a la construcción de posicionamientos sociales, los cuales, a su vez, implican la creación de conexiones semióticas entre formas lingüísticas y significados sociales (Sánchez Moreano 2018). Si bien las identidades sociales pueden ser indexadas lingüísticamente (Bucholtz/ Hall 2005: 594), las relaciones establecidas –un elemento X indexa la forma de hablar Y, la cual se asocia con el grupo social Z– no pueden ni deben interpretarse esquemáticamente, puesto que los usos lingüísticos no solo reflejan relaciones sociales, sino que también las construyen (Mick/Palacios 2013: 345). Ya Bourdieu (1982) conceptualizó la variedad lingüística de una persona como formando parte de un sistema complejo de disposiciones que están constantemente expuesto a evaluaciones sociales definiendo el posicionamiento del hablante en la jerarquía social. Esto implica que la relación entre ‘formas de hablar’ y actores o ‘grupos sociales’ obviamente es de carácter dinámico, representando una construcción ideológica. Y mientras que, en la teoría de Bourdieu, la capacidad de los hablantes de influir en su posicionamiento social está restringida (Mick/ Palacios 2013: 346), Antaki y Widdicombe (1998) resaltan que la construcción de la identidad social se realiza en y a través de la práctica interactiva, en la cual se negocian el auto y heteroposicionamiento del hablante en los sistemas de categorización social. En definitiva, las conexiones entre formas lingüísticas y significados sociales se analizan como conexiones dinámicas, y se asume una negociación activa de posicionamientos sociales por parte de los hablantes. Cabe señalar que la mayor parte de los estudios sobre la construcción de identidades sociales se centra en las prácticas discursivas y el uso indexical de características lingüísticas. Sin embargo, Irvine (2001) muestra que la semiosis social de distinciones en función del uso lingüístico1 se basa no solo en características lingüísticas empíricamente observables, sino también en las representaciones de maneras de hablar y en las evaluaciones relativas que hacen los actores sociales (cf. también Mick/Palacios 2013). El objetivo de esta contribución es resaltar la importancia de estudiar con mayor amplitud estas representaciones, sobre todo con referencia a su complejidad y dinamicidad en contextos diaspóricos. Basándonos en el ejemplo de los migrantes hispanohablantes en la Guayana Francesa (cf. Patzelt 2018), analizamos las categorías de “grupo (étnico y/o social)” y “forma de hablar” como construcciones ideológicas.

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Irvine (2001) habla de ‘estilos’ y los conceptualiza como formando parte de un sistema sociolingüístico de distinciones sociales en interrelación con ideologías lingüísticas (cf. Mick/ Palacios 2013: 344).

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Después de una breve presentación de los migrantes hispanófonos en la Guayana Francesa y de los datos empíricos en que nos basamos (sección 2), la sección 3 analiza las representaciones endógenas y exógenas de los distintos grupos de hispanohablantes en el país. Concretamente, se muestra que un estudio más extenso de las denominaciones de grupos utilizadas por distintos actores sociales ayuda a entender las realidades sociolingüísticas complejas en contextos diaspóricos. En la sección 4 se muestra que no solo las representaciones de “grupos” étnicos y/o sociales son muy heterogéneas, sino también las diferentes representaciones que los actores sociales tienen de “formas de hablar” asociadas con ciertos grupos.

2. Migrantes hispanohablantes en la Guayana Francesa 2.1. Migrantes hispanohablantes en la Guayana Francesa La Guayana Francesa ofrece una buena base a nuestro estudio, porque su panorama lingüístico es extremadamente diverso y complejo. Se trata del único país sudamericano donde el francés es el idioma oficial y en el que existen unas cuarenta lenguas (cf. Léglise 2007; Renault-Lescure/Goury 2009). Además del francés, se hablan distintas lenguas indígenas (cf. Rose/Renault-Lescure 2008), lenguas criollas con base en el francés, el inglés y el portugués, lenguas asiáticas, y también lenguas europeas como el inglés, el portugués y el español. Algunas de estas lenguas, sobre todo indígenas y criollas, han sido objeto de numerosos trabajos lingüísticos, ya sean estudios de grupos étnicos ‘tradicionales’ (cf., p. ej., Renault-Lescure 1985; Jolivet 1986; Goury 2003) o estudios de contacto y cambio lingüístico (p. ej. Léglise 2005; Léglise/Migge 2013; Léglise/Sánchez Moreano 2017). Sin embargo, se observa también una creciente inmigración de brasileños e hispanoamericanos a la cual la lingüística ha prestado hasta ahora poca atención2. La presencia de la inmigración hispanoamericana se ha vuelto muy notable a partir de los años ochenta del siglo xx (Béchet 2012: 31) y se nota, sobre todo, en el paisaje lingüístico de Cayena (cf. Patzelt 2018). Respecto al país de origen, cabe destacar que los migrantes hispanohablantes instalados en la Guayana

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Ya existen trabajos, aunque no muchos, centrados en los repertorios lingüísticos de inmigrantes brasileños y en su situación sociolingüística; p. ej. Gorovitz y Léglise (2015), Gorovitz (2017) y Léglise (2019). En cambio, los únicos estudios que enfocan los repertorios lingüísticos de los inmigrantes hispanoamericanos son los de Patzelt (2018, 2021) y Sánchez Moreano (2020).

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Francesa provienen, fundamentalmente, de tres países: Perú, Colombia y República Dominicana3. Los peruanos normalmente atraviesan el Brasil y en muchos casos pasan alguna temporada en Manaos antes de llegar a la Guayana Francesa. Los colombianos, en cambio, suelen llegar desde el norte, atravesando la Guayana Británica y el Surinam, aunque a veces también cruzan el Brasil para llegar a la Guayana Francesa. Ambos grupos suelen inmigrar con toda la familia y muchos de ellos se instalan en el centro de la capital Cayena, donde trabajan en distintas ocupaciones. En muchos casos, sin embargo, la Guayana Francesa no es el destino originalmente deseado, pero durante su estancia en el Brasil muchos migrantes se apasionan con la idea de pertenecer a una sociedad europea y por ello continúan su camino hasta instalarse en la Guayana Francesa, la mayoría de ellos como ilegales. La migración dominicana, a diferencia de las demás, es una migración claramente femenina. Tradicionalmente, las migrantes dominicanas representan un grupo social fuertemente estigmatizado en la Guayana Francesa. Si bien la realidad es mucho más heterogénea4, en la sociedad guayanesa sigue muy presente la diferenciación entre migrantes del Perú, de Colombia o de Venezuela, por una parte, y, por otra parte, los migrantes de la República Dominicana, un hecho que tiene importancia en la construcción de identidades lingüísticas, como veremos más adelante. Desde el punto de vista lingüístico, cabe destacar que en cada uno de los tres casos mencionados, los migrantes hispanohablantes no solo vienen de distintos países sino también de diversas regiones dentro de los países de origen, lo que significa que llegan a la Guayana Francesa diferentes variedades del español peruano, colombiano, etc. Esta situación sumamente compleja de contacto entre variedades y, al mismo tiempo, entre distintas lenguas (tanto autóctonas como alóctonas) convierte a la migración hispanohablante en un campo de estudio particularmente interesante.

2.2. La recogida de datos Para estudiar la construcción de ideologías lingüísticas y de identidades entre los migrantes hispanohablantes en la Guayana Francesa, se utilizó una mezcla de métodos para combinar el nivel micro –el uso real y los repertorios lingüísticos individuales de los hablantes– con el nivel macro, es decir, las funciones sociales

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Según Béchet (2012: 31), los venezolanos representan otro grupo importante. Hay cada vez más dominicanas que hablan francés, se casan con un guayanés y se pueden considerar como bien integradas en la sociedad de acogida.

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que ejercen los respectivos repertorios lingüísticos dentro de una comunidad. Concretamente, la recogida de datos englobó los siguientes pasos. En un primer paso, se elaboró un cuestionario sociolingüístico en el que se recogieron los datos sociales relevantes, como el lugar de nacimiento, los varios lugares de residencia, el tiempo vivido en la Guayana Francesa, las lenguas habladas, las redes sociales, la ocupación y contactos laborales del actor social. Con base en estos datos sociales, se realizaron entrevistas sociolingüísticas semiestructuradas con los hablantes. Concretamente, y partiendo de las informaciones obtenidas por el cuestionario, se discutieron percepciones y actitudes lingüísticas, usos lingüísticos y el prestigio de variedades. El último paso fue la realización de grabaciones libres de conversaciones: los actores sociales llevaban una grabadora y grabaron conversaciones espontáneas con sus amigos y familias a lo largo del día, sin la presencia de la investigadora (cf. Patzelt 2018). Para un mejor entendimiento de la compleja situación sociolingüística enfrentada por los migrantes hispanohablantes en la Guayana Francesa, las entrevistas y grabaciones no solo se realizaron con ellos, sino también con un total de 40 actores sociales no hispanohablantes –indígenas, inmigrantes del Surinam, inmigrantes de las Antillas, metropolitanos y nativos criollófonos de la Guayana Francesa–. Respecto a los hispanohablantes, se obtuvieron los datos de 30 participantes: 10 procedentes del Perú (Pe), 11 de Colombia (Col), dos de Venezuela (Ve), cinco de Bolivia (Bo) y dos de la República Dominicana (RD).

3. La negociación de grupos sociales: el papel de las denominaciones 3.1. La construcción de realidades lingüísticas y sociales por denominaciones Ya en los años setenta, Harvey Sacks (1972, 1992) analizó, en su Membership categorization analysis, los métodos que utilizan los actores sociales para categorizarse a sí mismo y a otros individuos como miembros de distintas comunidades sociales. Dentro de estos métodos, un aspecto fundamental, el cual no ha recibido mucha atención en la investigación, es el empleo de denominaciones, tanto para variedades lingüísticas como para sus hablantes. Una de las primeras contribuciones a postular la importancia de un estudio sistemático de las denominaciones de variedades lingüísticas es un estudio sobre la complejidad del término takitaki (Léglise/Migge 2006). Tradicionalmente, solo se estudian los distintos nombres utilizados para referirse a una determinada lengua, los cuales pueden ser a) distintas variedades de lo que un lingüista calificaría como “lengua

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X”, b) un conflicto entre denominaciones usadas por actores sociales nativos y no-nativos (cf. Goodman 1971; Mous 2003) o c) un conflicto entre denominaciones usadas por parte de los hablantes vs. nombres oficiales o coloniales de una variedad lingüística (cf. Mufwene 1997). Sin embargo, en su estudio del takitaki, Léglise y Migge (2006) llegan a la conclusión de que el término engloba una gran variedad de prácticas lingüísticas bien distintas. Las autoras muestran que los distintos actores sociales proyectan evaluaciones sociales muy distintas sobre las producciones lingüísticas que categorizan como ‘takitaki’. También muestran que los actores sociales tienen distintas representaciones de la estructura interna de la población que utiliza el ‘takitaki’, y que además se asignan distintas estructuras lingüísticas a los grupos de hablantes del ‘takitaki’. Ahora bien, en el caso del español hablado en la Guayana Francesa, hay una comunidad de habla bien definida según los actores sociales entrevistados, como demuestra la siguiente cita representativa: (1) […] Le Hmong se parle par les Hmong, le bushinengué par les gens du fleuve et de St. Laurent à Maripasoula, l’amérindien est parlé par les différentes communautés amérindiennes vivant un peu partout, le portugais par les Brésiliens, l’anglais par les St. Luciens et les Georgetow( ?)niens, l’espagnol par les Dominicains et Péruviens le créole par tout le monde, le français par les Français [estudiante francófona, 201108-129].

Sin embargo, lo que llama la atención son las distintas designaciones que usan los actores sociales en las entrevistas para referirse a migrantes hispanohablantes de la Guayana Francesa. Como se discutirá a continuación, se utilizan categorizaciones sorprendentes como el uso de “peruanos” para el conjunto de migrantes hispanohablantes en Cayena y categorías nuevas, transnacionales como la de los “sudamericanos”. Por lo tanto, se emprendió un análisis más profundo de las denominaciones que reciben los migrantes hispanohablantes por distintos actores sociales en la Guayana Francesa, concretamente en Cayena, la capital.

3.2. Denominaciones de los actores sociales hispanohablantes En nuestro análisis de las denominaciones, partimos de una diferenciación fundamental entre las denominaciones endógenas, es decir, la autodesignación de un grupo, y las denominaciones exógenas, a saber, las designaciones que un grupo recibe de otros, ya que las entrevistas revelaron rápidamente la importancia de una tal diferenciación.

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En las entrevistas realizadas, los participantes no-hispanohablantes identificaron tres grupos principales de hispanohablantes en la Guayana Francesa –peruanos, hispanos y sudamericanos– como revelan las siguientes citas representativas: (2) Ici on trouve le français, le créole guyanais, le haïtien, portugais, hollandais, espagnol et des langues amérindiennes. […] Lʼespagnol est parlé par les Péruviens de Cayenne [maestra nacida en Cayena, 201108-133]. (3) Il y a beaucoup de […] sud-américains en Guyane. Ils parlent le portugais et lʼespagnol [guía turístico de Cayena, 201108-135]. (4) The Southamericans here, they all understand French, even if they keep talking in Spanish or Portuguese. They are not like the Hispanics, on the other side of the river, who only speak Spanish and they just donʼt care [migrante de Surinam, 201108-101]5.

Estas citas revelan aspectos interesantes. Primero, se constata que no existen atribuciones fijas entre etnias y lenguas. Algunos actores sociales, como en (3), afirman que “los sudamericanos” hablan portugués y/o español, es decir que en su mente existe un solo grupo –más o menos homogéneo– de migrantes iberorrománicos6 en la Guayana Francesa. Como elemento común de este grupo, los actores sociales en cuestión no mencionan la lengua, sino el lugar (mejor dicho: el continente) de origen. Otros, en cambio, mencionan el grupo de “sudamericanos” como un grupo alóctono importante en la Guayana Francesa, pero le atribuyen o el portugués o el español. En este caso, la distinción que hacen suele ser la siguiente: si la designación “sudamericanos” se utiliza para los brasileños, el español se atribuye genéricamente a “los peruanos”, como también ocurre en (2). A veces los actores sociales distinguen también entre los “sudamericanos”, que hablan español, y los brasileños. En conclusión, el uso del término “su­ damericano”, el cual engloba tanto a hispanoamericanos como a brasileños, o la distinción, por el contrario, entre “peruanos” y “brasileños”7, parece depender absolutamente del trasfondo individual del actor social. En definitiva, en la percepción exógena el ‘migrante sudamericano’ habla portugués y/o español, además de francés, y, a nivel general, se considera ‘integrado’, no solo lingüísticamente, sino también en su papel de ‘miembro autóctono’

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En el barrio al que se refiere el actor social en (4) viven casi solo migrantes de la República Dominicana. Se utiliza el término iberorrománico aquí para apartar a “los sudamericanos” (apelación usada en las entrevistas para designar al grupo de los inmigrantes de habla española o portuguesa) de los inmigrantes del Surinam y de la Guyana. Si en su vida diaria tiene mucho contacto con uno de los dos grupos (o ambos), suele hacer la diferencia. Si no, suele usar el término sudamericano para los hispanohablantes y brasileños.

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del continente sudamericano (cf. Patzelt 2018). El término hispano, en cambio, suele tener connotaciones negativas y en la mayoría de los casos se refiere a una nacionalidad en particular, como se muestra en el ejemplo (4). Como ya se mencionó en la sección 2, las dominicanas representan un grupo social fuertemente estigmatizado en la Guayana Francesa. Los estereotipos revelados en las entrevistas las caracterizan como mujeres poco integradas –sin conocimientos del francés y apartadas de los demás grupos étnicos. Como resultado importante de las entrevistas, cabe resaltar que en las denominaciones exógenas los términos sudamericanos y peruanos pueden funcionar como sinónimos para referirse al migrante hispanohablante ‘bien integrado’ en la Guayana Francesa. En este caso, peruano no se refiere solamente a los hispanohablantes de procedencia peruana, sino que se usa como hiperónimo de “hispanohablantes que no son dominicanos”. En cambio, ninguno de los actores sociales no-hispanohablantes estableció una clasificación más fina que la distinción “peruanos-dominicanos” o “sudamericanos-hispanos”, respectivamente. En comparación con lo expuesto, llama la atención que los migrantes hispanohablantes no se autodenominen nunca como peruanos, pero sí usen frecuentemente la designación sudamericanos y eviten el término hispanos. Tal y como revelan las entrevistas, los migrantes hispanoamericanos cultivan una ‘doble identidad’, es decir que se integran en la sociedad guayanesa como ‘sudamericanos’, pero al mismo tiempo se consideran también ‘peruano/colombiano/venezolano/etc.’. En otras palabras, mantienen su identidad nacional de origen y construyen una nueva identidad diaspórica: la identidad que exponen depende mucho del tipo de pregunta que uno les hace. Cuando se les pregunta directamente por los migrantes hispanohablantes en la Guayana Francesa, los entrevistados suelen enumerar las distintas nacionalidades presentes en el país, situándose a sí mismo como miembro de una determinada nacionalidad. Sin embargo, si la pregunta es más general (“¿Hay muchos hispanohablantes en la Guayana Francesa?”, “Cómo describirías a los hispanohablantes aquí?”, etc.), la respuesta suele ser que ellos forman parte del grupo de “los sudamericanos” en la Guayana Francesa. A diferencia de los actores sociales no-hispanohablantes, las lenguas de “los sudamericanos” no son o el portugués o el español, sino que los hispanohablantes suelen destacar que además del español también tienen conocimientos del portugués: (5) El español es hablado por los sudamericanos y somos muchos aquí. […] Sin embargo, me comunico también con los brasileños y el portugués [vendedora de Lima, sobre la importancia de lenguas de migrantes en la Guayana Francesa, 201109-6C].

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De esta manera, no solamente se apartan de la connotación negativa que conlleva el grupo de “hispanos” en la Guayana Francesa, sino que al mismo tiempo se acercan a un grupo de iberoamericanos que lleva más tiempo en el país y, por lo tanto, se considera más establecido, gozando de un mayor prestigio en el país de acogida (cf. Patzelt 2018). Entre ellos sí muestran un sentimiento de ‘comunidad’ que se basa en el español como lengua materna que tienen en común: (6) En fin, todos […] somos expatriados y compartimos la misma lengua [migrante peruano de primera generación, 201108-34].

Sin embargo, en las entrevistas se apartan constantemente del grupo de los dominicanos (o, según la denominación exógena, los ‘hispanos’) y por eso usan de manera recurrente la autodenominación de “sudamericanos” si se refieren a los migrantes hispanohablantes más allá de su propia nacionalidad. En definitiva, según lo expuesto, no solamente existen distintas denominaciones del grupo de hispanohablantes en el país –peruanos, hispanos, sudamericanos– sino que además resulta que los distintos actores sociales se refieren a distintos grupos de hispanohablantes a la hora de utilizar uno de los términos mencio­ nados.

3.3. ‘Peruanos’: una denominación, tres identidades sociolingüísticas Para ilustrar lo heterogéneo que son las construcciones ideológicas escondidas detrás de una denominación concreta, vamos a presentar, a continuación, tres casos de personas que reciben la denominación exógena de “peruano”.

3.3.1. Migrante colombiana de primera generación El primer caso es una colombiana de primera generación que emigró a la Guayana Francesa hace nueve años y vive en un barrio de Cayena que está dominado por brasileños. Trabaja de camarera en un restaurante en el que también la mayor parte de las empleadas son brasileñas. La denominación exógena que recibe la colombiana de distintos actores sociales en las entrevistas es la de “peruana”, obviamente utilizada como hiperónimo de “hispanohablantes de Cayena que no son dominicanos”: (7) Là-bas ce sont plutôt les Péruviens et les Brésiliens, des gens chaleureux, très amicaux [maestro francófono, 201108-78].

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(8) Ela também fala português, é, porém, peruana. Tem muita gente do Peru no barrio, a gente fala muito espanhol [enfermera nacida en Belém, 201108-09].

Ella misma, sin embargo, se califica como “colombiana” y, con referencia concreta a su identidad diaspórica, “sudamericana”: (9) Yo soy colombiana, nací en Colombia, pero acá hay mucha gente de Perú y Venezuela también. Y muchos brasileros, yo me comunico mucho con los brasileros […]. Claro que hay diferencias entre nuestras variedades, pero lo que importa es que somos de la misma cultura, todos somos sudamericanos, hispanohablantes […] [201108-35].

En las conversaciones grabadas, habla un español con muchos préstamos del portugués (p. ej. Yo te ligo [llamo] mañana. Él estaba falando [hablando] con su hermana. No estoy seguro, mas [pero] creo que sí), no solo con interlocutores brasileños, sino también cuando habla con otros hispanohablantes. Los comentarios que hace respecto a su propia forma de hablar y al estatus de los brasileños e hispanohablantes en la Guayana Francesa sugieren que busca una asimilación al grupo de los “sudamericanos establecidos” en el país: (10) Acá en el barrio llevamos mucho tiempo. Los brasileros ya llevan mucho tiempo en la Guayana, son un grupo importante del país. Todos los que vivimos acá ya estamos en la Guayana desde hace tiempo. Hablamos francés, o sea, entre nosotros hablamos español y portugués, pero todos acá también entienden el francés [201108-35].

Las grabaciones realizadas en el restaurante en el que trabaja la colombiana también muestran resultados interesantes: la mayoría de las empleadas son brasileñas y/o hispanoamericanas. En el trabajo, las empleadas brasileñas e hispanoamericanas suelen hablarse utilizando cada una su lengua materna. Sin embargo, la colombiana, que lleva casi nueve años trabajando de camarera en este mismo restaurante de Cayena, utiliza 41 préstamos del portugués en un total de 500 palabras transcritas (= 8,2%). Su compañera brasileña que lleva 11 años en Cayena, en cambio, no utiliza ni un solo préstamo del español en 500 palabras cuando las mujeres conversan en el trabajo. Este hecho subraya, por lo tanto, la tendencia de asimilación unidireccional de la colombiana a los brasileños de su barrio, los cuales se consideran como más establecidos en la Guayana Francesa.

3.3.2. Hijo de la migrante colombiana, segunda generación El hijo de la colombiana muestra una identidad social bastante distinta. Si bien la designación exógena que recibe de distintos actores sociales también es “peruano”, se presenta a sí mismo como “guyanés colombiano”:

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(11) Yo me considero “guyanés colombiano”. Vamos, colombiano colombiano no soy, porque crecí en la Guayana y no hablo como hablarán los colombianos en Colombia. Pero con mi madre y mis compañeros hablo español y no soy criollo. Por eso digo “guyanés colombiano” [201108-46].

En cuanto a su forma de hablar, el joven afirma lo siguiente: (12) Entre los amigos, cada quien habla su idioma, pero todos entendemos la lengua de los demás y la podemos imitar. Por ejemplo, yo, mi lengua es el español, pero también puedo usar palabras del portugués o criollo. […] Todos entendemos a los brasileños y usamos trozos del portugués para comunicarnos con ellos. A veces usamos un tipo de portuñol para que los criollos no nos entiendan [201108-46].

Por consiguiente, y al contrario que su madre, su identificación principal no es con el grupo de “sudamericanos establecidos que tienen conocimientos del portugués y del francés”. Él presenta sus competencias lingüísticas como recursos heterogéneos tomados de distintos idiomas –aparte del portugués y francés también menciona el criollo– y activados según la situación interaccional. En definitiva, el uso de repertorios plurilingües y heterogéneos como expresión de una identidad de “guyanés” es una postura social adoptada de manera recurrente por los jóvenes hispanohablantes de segunda generación (cf. Patzelt 2018). La identidad diaspórica que se construye en este caso también implica la formación de una identidad in-group entre los brasileños e hispanohablantes, pero con motivos distintos a los de la madre: no se trata de una asimilación unidireccional al grupo de los brasileños, sino de la negociación de una identidad lingüística común que los separa de otros grupos étnicos en la Guayana Francesa.

3.3.3. Migrante peruana de primera generación Un tercer ejemplo es una peruana de primera generación que emigró a la Guayana Francesa hace ocho años y reside en un barrio de Cayena en el que conviven personas de distintas etnias. Trabaja de empleada en una pequeña tienda en el centro de Cayena, donde tiene muchos contactos con otros migrantes hispanohablantes y también con brasileños. No obstante, en la entrevista no menciona ni a los brasileños ni habla de unas competencias lingüísticas que engloben el portugués. En cambio, se autodenomina de manera recurrente como “sudamericana”, además de “peruana”: (13) Me comunico en español y en francés. Somos muchos sudamericanos acá, por eso hablo mucho español, pero también tengo amigos guyaneses con los que hablo francés. La Guayana pertenece a Francia, por eso creo que es importante para los sudamericanos que vivimos acá hablar francés [201108-30].

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Lo que revela esta cita es una interpretación individual de la denominación “sudamericana”. La peruana, que habla mucho de problemas políticos y sociales en Sudamérica y menciona varias veces su deseo de poder vivir en Europa algún día, no muestra ninguna motivación de asimilarse a un grupo de “migrantes sudamericanos establecidos” en la Guayana Francesa, sino que busca contacto con los guyaneses francófonos, ya que para ella el dominio del francés es un requisito importante para acercarse a ‘Europa’. Por lo tanto, la representación de los “sudamericanos” que demuestra es, en primer lugar, un polo opuesto a “los europeos”, lo que se nota tanto en su manera de calificar al francés hablado en la Guayana Francesa (“Acá se habla el francés correcto, como en Francia”) como en la falta de diferenciación entre variedades del español en el país (“Somos de distintos países, pero todos hablamos español, hablamos todos igual”).

3.3.4. Los “peruanos”: tres universos bien distintos Lo que demuestran claramente estos tres ejemplos es que la denominación de “peruano” tiene diferentes significados para distintos entrevistados. Aunque cada uno de los hispanohablantes descritos aquí recibe la misma designación por actores sociales no-hispanófonos, se trata de casos muy diferentes, tanto respecto a la nacionalidad ‘real’ como a la autodesignación de los hablantes, su forma de hablar y la postura social expresada por ella. En definitiva, la interrelación ‘autodesignación ↔ forma de hablar ↔ motivación social’ se presenta como altamente individual, influida por múltiples factores sociales como, por ejemplo, el vecindario, las motivaciones personales de la migración o la generación del hablante.

4. Representaciones de formas de hablar Se ha mostrado que existen distintas representaciones en cuanto a la estructura interna de la población hispanófona en la Guayana Francesa. Otro aspecto que merece especial atención es la atribución de rasgos lingüísticos a distintas variedades por parte de los hablantes. En general, se constata una conciencia muy alta de las variedades nacionales distinguidas por los migrantes hispanohablantes. Sin embargo, un estudio más detallado de los rasgos mencionados como “típicos de la variedad x” por distintos actores sociales revela resultados interesantes, como se apreciará en los siguientes ejemplos.

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Un elemento que en las entrevistas se identifica como característico “de los colombianos” es la realización velar de la nasal final de palabra mencionada en (14): (14) Los colombianos tienen una pronunciación un tanto diferente de nosotros. Por ejemplo, pour [sic] [ben], ellos dicen [beŋ], pour [sic] [bjen] ellos dicen [bjeŋ], cosas así […]. Los venezolanos hablan muy parecido [migrante venezolano, 201108-49].

Obviamente, el actor social se refiere a uno o varios colombianos que conoce en la Guayana Francesa y en los que pudo observar una tal pronunciación, pero no se trata en absoluto de un rasgo “típico de los colombianos”, sino que la velarización en cuestión es solamente un rasgo característico de ciertas zonas (costeñas) de Colombia, de algunas regiones de Venezuela y se da también en algunas regiones de otros países hispanoamericanos (cf. Quesada Pacheco 2002). Un ejemplo de una atribución problemática de rasgos particulares respecto al grupo de “los peruanos” se encuentra en (15): (15) Los peruanos siempre usan el ‘pe’ al final de una frase. Es como “eh, qué tal, pe”, “pe, yo me voy”. También usan ‘nomás’ un montón de veces: “me voy, nomás”, “se lo voy a contar, nomás” [migrante colombiano, 201108-40].

En este caso, nomás se atribuye genéricamente al grupo de “los peruanos”, mientras que de hecho es común en muchos países hispanoamericanos y en el Perú es frecuente con sentido restrictivo, el cual se considera característico del español andino (cf. Cerrón-Palomino 2003). Es interesante que hay más características comúnmente atribuidas al español andino, pero que en las entrevistas se mencionan como típicas “de los peruanos”, por ejemplo, la alternancia vocálica o la reducción de diptongos a vocales simples: (16) Los peruanos hablan mucho de forma cerrada, dicen ‘siñor’, ‘gatu’, ‘buenu’, cosas así [migrante colombiana, 201108-31]. (17) Mi amigo, que es del Perú, habla así “[pase:nsia], hombre, estoy [komi:ndo]” [migrante colombiano, 201108-39].

Sin embargo, hay otros actores sociales que, en las entrevistas, asocian la reducción de diptongos con los dominicanos, a quienes se atribuyen también otras pronunciaciones: (18) […] los dominicanos hablan raro, hablan, no sé, dicen cosa[h] como “abre la [pwelta]” [migrante venezolano, 201108-49].

Es curioso que para imitar a los dominicanos el actor social venezolano utilice el fenómeno de lambdacismo, es decir, la articulación del fonema /r/, en posición final de palabra o de sílaba, como /l/. El lambdacismo también existe en las zo-

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nas costeñas de Venezuela (cf. Granados 2001), pero aquí obviamente se percibe como ‘típico del español dominicano’. En definitiva, consta que muchos de los rasgos lingüísticos que los entrevistados perciben como “típico de los peruanos/colombianos/etc.” de hecho no lo son, ya que tales rasgos pueden ser atribuibles a variedades regionales del español peruano/colombiano/etc., o también se dan en otros países. Obviamente, no solo se trata de representaciones imprecisas, sino también altamente individuales y a veces incluso contradictorias, pues los ejemplos arriba discutidos muestran que, según el origen y las redes sociales de los migrantes hispanohablantes, existen distintas representaciones de rasgos considerados como ‘característicos’ de un grupo étnico. Por lo tanto, las bases para construir indexicalidades son muy individuales.

5. Conclusión En estudios más recientes de la sociolingüística variacionista se observa un giro de las macrocategorías sociales hacia un enfoque en la construcción de indexicalidades a nivel individual y en la variación intrapersonal. Sin embargo, es precisamente la dinámica de las relaciones entre el nivel microsocial –lo “situado” de las interacciones sociales y los usos individuales de recursos lingüísticos– y el nivel macrosocial la que requiere una investigación más cuidadosa, ya que se ha demostrado que construcciones ideológicas como “lengua” o “grupo” son sumamente complejas y dependen mucho del individuo y su trasfondo personal. Al interpretar el uso individual de ciertos recursos lingüísticos en la interacción, hay que tomar en cuenta que distintos hablantes tienen distintas representaciones de formas típicas de hablar, conforme a sus experiencias personales y redes sociales. Por lo tanto, eligen elementos lingüísticos no porque sean indexicales, sino porque se consideran indexicales de posturas y pertenencias sociales. En el caso de los migrantes hispanohablantes en la Guayana Francesa este aspecto es de gran importancia, porque ellos –a diferencia de los brasileños que tienen su país de origen justo al lado de la Guayana Francesa– casi no suelen visitar sus países de origen después de haber emigrado. Las características de las distintas variedades del español que mencionan en las entrevistas las deducen de idiolectos de otros migrantes que conocen en la Guayana Francesa. De este hecho surgen muchos problemas de atribución, por lo que es indispensable conocer y tomar en cuenta el trasfondo personal e individual de un hablante para interpretar bien las relaciones que establece entre elementos lingüísticos y formas de hablar de un grupo étnico/social.

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Otro punto que requiere un acercamiento cualitativo y bien contextualizado es el hecho de que se construyen nuevas formas de hablar y nuevos grupos diaspóricos, transnacionales, en contextos de migración, como en el caso de los “su­ damericanos” en la Guayana Francesa. También se observan denominaciones que, en la diáspora, adquieren un significado particular, distinto del que tienen en el país de origen, como en el caso de los “peruanos” en la Guayana Francesa. Las denominaciones de grupos étnicos o sociales también merecen un estudio más detallado porque existen diferencias considerables entre la composición y la evaluación de grupos en las representaciones de distintos individuos. En definitiva, se ha demostrado que los grupos étnicos y sociales no son entidades fijas en las que se integran los migrantes en el país de acogida, sino que las pertenencias a un grupo se negocian según las realidades lingüísticas y sociales de un área. Por lo tanto, el estudio de la negociación de posicionamientos sociales requiere un acercamiento más dinámico que analice, desde un punto de vista constructivista, la formación de ‘grupos’ y de ‘hablas’ asociadas con ellos. De hecho, la construcción de pertenencias a un grupo solo se puede entender analizando profundamente las denominaciones –tanto endógenas como exógenas– del grupo y las distintas representaciones de las formas de habla asociadas con él.

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REGÍMENES NATURALES-CULTURALES DE CONTACTO: DINÁMICAS DISCURSIVAS EN EL CONTACTO DE LENGUAS EN EL PERÚ Carola Mick Université de Paris – CEPED – IRD

1. Introducción El medioambiente es la piedra angular de la mayoría de los conflictos entre el Estado y las comunidades indígenas en el Perú: cada año, la Defensoría del Pueblo del Perú documenta alrededor de 120 conflictos socioambientales en el Perú (Defensoría del Pueblo 2020), lo que Henríquez explica por “la globalización de la naturaleza y la intensificación de las actividades extractivas” (2015: 101). En el año 2016, casi 19 mil hectáreas del territorio peruano estaban concesionados al sector minero, lo que representa un 14,9% del territorio nacional (Cooperacción 2016); los lotes de hidrocarburos afectan entre el 60% al 72% de la Amazonía peruana (Benavides 2010; DAR 2010). La casi totalidad de estos territorios concesionados son habitados y 22% sirven a la agricultura (Fowks 2014); interfieren con el 35% de los territorios ancestrales de comunidades campesinas con títulos de propiedad otorgados (IBC 2018), y aproximadamente con el 80% de los territorios de comunidades indígenas en la Amazonía (Benavides 2010). Por lo tanto, como resume Henríquez, “las poblaciones de comunidades campesinas y nativas se ven amenazadas en sus formas cotidianas de la relación con la naturaleza, con ello los medios de subsistencia y, en el caso de poblaciones nativas de la Amazonía, sus propias formas de existencia” (2015: 107). Como “los costos medioambientales de la explotación de los recursos se externalizan solo localmente, es decir, se transfieren sobre todo a la población local” (Braig et al. 2015: 36), se produce “una creciente conciencia ambientalista e inserción de las poblaciones indígenas en el escenario político global” (Henríquez 2015: 107). Para Bille Larsen (2015), esta presenta una oportunidad para construir estrategias de “gobernanza de posfrontera”, donde el descubrimiento, la conquista y la extracción de recursos han trazado fronteras, se crean ahora oportunidades de reconocimiento, intercambio y de diálogo, en vista de una gestión más sostenible de la existencia humana en el planeta. Sin embargo, Arellano Yanguas (2014) señala que los mecanismos existentes de diálogo entre el Estado y los pueblos indígenas u originarios en Perú

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son burocráticos y poco favorables a la reflexión o el aprendizaje. Además, Oliart y Biffi (2010) observan que los actores implicados en los procesos de diálogo no comparten la misma visión de la biodiversidad, de la conservación, de la territorialidad o del desarrollo, lo que genera tensiones al momento de tomar decisiones. El presente estudio reflexiona acerca de estas dinámicas ecológicas de posfrontera desde una perspectiva de lenguas en contacto, en la sociedad peruana multilingüe, pero con un tradicional monolingüismo hegemónico. Dadas las relaciones entre lengua, cultura y medioambiente que describe la ecología lingüística (ver sección 2), reconstruye las huellas a nivel lingüístico y discursivo de diferentes “regímenes naturales-culturales” (“cultural models of nature”, “nature regimes”, Escobar 1999) que caracterizan las dinámicas de contacto y que emergen de ellas (sección 4), después de presentar la metodología del estudio (sección 3). La conclusión (sección 5) esboza muy brevemente las implicaciones de estas observaciones para el estudio de las lenguas en contacto, y aborda la idea de políticas lingüísticas “ecológicas” para la gobernanza ambiental en la posfrontera. El objetivo de este estudio es entender en qué medida las dinámicas del contacto de lenguas se relacionan con las dinámicas socioambientales. Los resultados señalan la necesidad de tomar en cuenta no solo la ecología como un factor esencial en el contacto de lenguas, sino también el contacto de lenguas como un factor esencial en la ecología.

2. Lenguas, contacto cultural y medioambiente Las relaciones entre lenguas y naturaleza son varias. Gorenflo et al. (2012: 8035) observan que casi la mitad de todas las lenguas del mundo son habladas en uno de los 35 hotspots de la biodiversidad, y que existe “una correlación positiva entre la diversidad lingüística y biológica”: una mayor biodiversidad ocurre principalmente en espacios de difícil acceso, donde hay menos oportunidades de contacto entre comunidades y entre diferentes especies. Además, con una mayor biodiversidad disponible, se reduce la competencia por recursos, lo que favorece una cohabitación menos asimétrica entre culturas diferentes. Los mapas también comprueban que “indigenous economies and management practices essentially enable high biological diversity to persist”, y que “biodiversity is equal to if not higher in areas with more indigenous presence than areas with less1” (Gorenflo

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Mi traducción: “Economías y prácticas de manejo indígenas hacen posible que persista a una importante biodiversidad”; “la biodiversidad es igual o mayor en áreas con más presencia indígena”.

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et al. 2012: 8037). Es por ello que Nettle y Romaine (2000: 77) argumentan que “[l]anguage is part of a complex ecology that must be supported if biodiversity is to be maintained”. Asimismo, estudios ecolingüísticos demuestran en lenguas “ecológicamente empotradas” (“ecologically embedded languages”), contrariamente a las lenguas “desconectadas” (Nash/Mühlhäusler 2014: 28), cierta correspondencia entre las características ecológicas del lugar de residencia de una comunidad y su sistema de comunicación. En las lenguas “ecológicamente empotradas”, tanto el léxico como la gramática son motivados por las interacciones de los seres humanos con su medioambiente, topografía y entorno local2. Además, a nivel semántico, estas lenguas no distinguen entre formas de vida humanas y no humanas; por ejemplo, en la comunidad lingüística estudiada por Nash y Mühlhäusler (2014), los nombres de peces refieren a la primera persona a la cual le tocó esta variedad cuando se repartía la cosecha de una sesión de pesca comunal. Por ello, Mühlhäusler y Nash argumentan que, en este tipo de lenguas, “knowledge of the place and the people affects what is considered grammatical3” (2014: 32), y la situación ecológica presente es vinculada a la memoria de eventos pasados en la comunidad (2014: 32). Al contrario, en las lenguas europeas, según Halliday, “deeply engrammatized are the motifs of growth versus shrinkage, of the unboundedness of our material resources, of the passivity of the inanimate environment and of the uniqueness of humankind instead of our continuity with the rest of creation4” (2010: 170). Desde una perspectiva antropológica semiótica, Kohn (2017) argumenta que el logocentrismo moderno vuelve ciegos y/o sordos a los seres humanos por otras formas de comunicación que practican los seres naturales, y contribuye a fomentar el dualismo entre naturaleza y cultura. Sea cual sea el tipo de lengua, por las interpretaciones colectivas y las categorías de significación que archivan, las lenguas también influyen en la manera en la cual una comunidad lingüística interactúa con su entorno natural. Pálsson (2003) y Escobar (1999) describen tres regímenes naturales-culturales diferentes de relación entre seres humanos y el medioambiente: el régimen “capitalista” (Escobar 1999) y el “orientalista” (Pálsson 2003) se caracterizan por

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Coupé (2015), incluso, establece la hipótesis de una adaptación del sistema fonológico a las características ecológicas del lugar, aunque este vínculo es complejo e interactúa con otros factores como movimientos migratorios, desplazamiento lingüístico, etc. (Antunes et al. 2020). Mi traducción: “lo que se percibe como gramatical depende del conocimiento del lugar”. Mi traducción: “están profundamente gramaticalizados los motivos de crecimiento versus reducción, de los recursos ilimitados, de la pasividad del medioambiente inanimado y de la singularidad del ser humano en vez de nuestra continuidad con el resto de la creación”.

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una relación “colonial” entre los seres humanos y la naturaleza, ya que conciben la naturaleza como un bien a disposición de los humanos, que buscan controlar, gestionar y explotar para los fines humanos únicamente, sin tomar en consideración dinámicas ecológicas en su conjunto: “capitalist nature is uniform, legible, manageable, harvstable, Fordist” (Escobar 1999: 6). El régimen “orgánico” (Escobar 1999) o “comunalista” (Pálsson 2003) rompe con el dualismo entre humanos y naturaleza y concibe las relaciones entre ambos en términos dialógicos de “generalised reciprocity, and exchange often metaphorically represented in terms of intimate, personal relationships” (Pálsson 2003: 72). Este régimen se encuentra en sociedades de cazadores-recolectores con ontologías animistas, que desarrollan formas prácticas de actuar y saber vinculadas a su entorno inmediato, y participan en un ecosistema equilibrado. Tanto Escobar como Pálsson consideran que los discursos sobre el desarrollo sostenible y la conservación de la biodiversidad son dos variantes de una concepción colonial de la naturaleza, apoyada en una ontología naturalista: el régimen “paternalista” (Pálsson 2003) busca proteger la naturaleza mediante el peritaje científico o enclaustrar la naturaleza de manera fetichista en reservas naturales. El régimen “técnico-científico” (Escobar 1999) tiende a una perspectiva desnaturalizada de la biología lo que sustenta actualmente un régimen natural-cultural colonial; pero un uso reflexivo de las oportunidades que abre podría conllevar cambio: “the cyborg as a metaphor for new modes of being and for alliances between the organic and the artificial” (Escobar 1999: 12, 13). Los estudios aquí revisados insinúan que el desplazamiento físico tanto como el contacto cultural conducen a una desnaturalización del vínculo entre las características lingüísticas y la naturaleza, y que la hegemonía de un régimen naturalcultural colonial tiende a desestabilizar las relaciones biológico-sociales orgánicas localmente arraigadas. Pero en el sentido del régimen técnico-científico de Escobar y del proyecto ecosófico de Guattari (2018 [1992]), el contacto cultural también abre nuevas posibilidades, y la recombinación de los recursos lingüístico-discursivos de las lenguas en contacto respectivas puede permitir transformar las prácticas, los discursos y las realidades naturales-culturales: “c’est à condition que soient forgés de nouvelles terres transculturelles, transnationales, transversalistes et des univers de valeurs dégagés de la fascination du pouvoir territorialisé, que pourront être dégagées des issues à l’actuelle impasse planétaire5” (Guattari 2018 [1992]: 32-33).

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Mi traducción: “A condición de que se generen nuevos territorios transculturales, transnacionales, transversales y universos de valores libres del poder territorial, se podrán encontrar salidas a la actual crisis planetaria”.

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El presente capítulo analiza el contacto de lenguas ante estas reflexiones, preguntándose qué tipo(s) de régimen natural-cultural se sustenta.

3. Analizar regímenes naturales-culturales en contacto En el Perú se encuentran culturas amazónicas, andinas y europeas6, que, según Descola (2005) se distinguen en su postura ontológica: mientras una ontología naturalista predominante en culturas europeas contemporáneas sostiene que “Man and nature are two things, and man is master7” (White 1967: 1205) y usa la naturaleza como mero medio o recurso para los fines humanos, una ontología animista propia a culturas amazónicas (Descola 2005) considera que el mismo tipo de fuerza anima a todos los seres naturales –los humanos incluidos– aunque sean diferentes en presencia. Según la ontología analogista, encontrada por ejemplo en culturas andinas (ver también Mujica 2016) y en culturas europeas del Renacimiento, todo ser es singular tanto en su forma exterior como en su ánimo. Para poder concebir y organizar la cohabitación entre todos los seres singulares en un mismo mundo, se establecen redes de correspondencias y relaciones, que son de tipo interpretativo, abstracto y dinámico. El estudio aquí presentado busca huellas a nivel lingüístico de diferentes regímenes naturales-culturales en testimonios de 55 actores –29 mujeres y 26 hombres adultos entre 25 y más de 70 años aproximadamente– encontrados a lo largo del año 2016 en Perú. Se trata de personas que se ven afectadas de diferentes maneras por la ley de consulta previa8, un dispositivo legal basado en el convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) de diálogo entre el Estado y los pueblos indígenas u originarios9. En las entrevistas semidirigidas, se invitó a los actores a que establecieran un balance de los aproximadamente cuatro años 6 7 8 9

El Estado peruano reconoce la existencia en el territorio nacional de 55 pueblos y 48 lenguas indígenas u originarios diferentes, además del español. 44 de estas lenguas son originarias de la Amazonía, cuatro de la zona andina. Mi traducción: “El hombre y la naturaleza son dos cosas distintas, y el hombre es jefe”. Se trata de un dispositivo de diálogo entre el Estado y los pueblos indígenas y originarios, basado en el convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que busca garantizar su integridad territorial, física y cultural. El convenio 169 de la OIT de 1989 categoriza como indígenas a las comunidades que se autoidentifican como tales, además de (a) las comunidades que se distinguen del resto de la población nacional por sus condiciones sociales, culturales y económicas, y que mantienen una legislación consuetudinaria, costumbres o tradiciones propias; y/o (b) las comunidades que descienden de poblaciones asentadas en el territorio antes de la colonización o del establecimiento de las fronteras actuales del Estado, y que conservan algunas de sus instituciones sociales, económicas y políticas propias.

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de experiencia de la implementación de la consulta previa. Siendo el objetivo del dispositivo el de garantizar la integridad territorial, física y cultural de los pueblos indígenas u originarios mediante concertaciones previas de cualquier proyecto que podría afectarlos, la temática medioambiental está omnipresente en el corpus. A partir de los testimonios, 39 de los actores entrevistados se posicionan implícita o explícitamente como indígenas y 16 como no-indígenas; se encontraron en las distintas regiones del país, en la costa (Lima: 14 entrevistas), la sierra (Ayacucho: 7; Huancavelica: 11) y la selva (Ucayali: 5; San Martín: 9; Selva Central: 8; Madre de Dios –por Skype–: 1)10. La mayoría (39) de las entrevistas fueron realizadas por la autora en español, con la excepción de las nueve grabaciones realizadas en kichwa lamista en la región de San Martín por Gider Sangama Tapullima, y los siete testimonios recogidos en quechua en el departamento de Ayacucho por Melania Canales Poma. El análisis aquí desarrollado se basa únicamente en la traducción en español de estas entrevistas11, así como la efectuaron los mismos dos líderes indígenas. Para la interpretación, además, se aprovechan experiencias acumuladas en un periodo de observación participante de una duración de casi cuatro años, en espacios anexos a la consulta previa institucional12. Con Halliday (2010), el análisis aquí desarrollado reconstruye huellas de los regímenes naturales-culturales a nivel léxico y de la gramática del español usado, prestando particular atención a la categorización discursiva de tipos de seres con diferentes formas de agencia (sección 4.1.), así como criterios y escalas de valorización establecida para evaluar o diseñar procesos naturales-culturales (secciones 4.2. y 4.3.).

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En el anexo se encuentra una lista de las entrevistas citadas. La decisión metodológica de trabajar sobre la versión traducida se justifica por el hecho de que la lengua referencia de todas las interacciones entre el Estado y los pueblos indígenas sigue siendo el español, y que las posiciones tomadas en cuenta en los diálogos institucionales son únicamente las que han sido traducidas. El análisis lingüístico comparativo entre la versión original en quechua/kichwa y la versión traducida formará parte de otro estudio. Desde el 2016 ya no so se permite a externos asistir a los procesos de consulta previa, pero se les brindan las grabaciones oficiales de los procesos. Además, se organizaron una serie de eventos públicos de balance de los primeros 4 años de implementación de la ley al final de la presidencia de Ollanta Humala.

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4. Huellas lingüísticas de diferentes regímenes naturales-culturales 4.1. De seres y agencias Aunque un dualismo entre seres humanos y seres naturales atraviesa el corpus en su conjunto, se observan importantes variaciones. Algunas de las experiencias narradas por los locutores más ancianos entrevistados en kichwa en San Martín construyen una visión orgánica del mundo, según la cual la salud individual y el funcionamiento de la sociedad dependen de la harmonía entre los seres humanos y con la naturaleza, como explica un sabio de 67 años de edad (cita 1): (1) Ahí hermano existen muchas plantas medicinales para tomar hermano, en una ocasión cuando monteábamos no cazábamos nada, entonces hemos tomado (ingerido) el Ajo Sacha hermano […]. Para que nuestro cuerpo sea cazador hermano, para cazar en trampas. […] Quince días se dieta hermano, escondidito, y se sale cazador igual que un perrito (San Martín 1: 447)13.

Las dietas con plantas no solamente permiten a los miembros de la comunidad prevenir enfermedades, sino también aprender y perfeccionarse en el rol que la sociedad les atribuye (1). La naturaleza forma parte integral del sistema de prácticas y valores sociales, y se aspira a ser “un buen dietador” o un “buen cazador de animales” (San Martín 7: 425 y 584). Existe una relación dialógica de cuidado mutuo entre el ser humano y la naturaleza, como ilustra un profesor bilingüe, representante de una organización indígena en Ucayali (2): (2) Porque los pueblos indígenas tienen bastante creencia. Cuando ve un baleto que se llama chicua, cuando canta de arriba? Hay algún peligro. Te da mensaje, ya se da cuenta al toque un indígena: pucha acá hay peligro mejor regreso. Ya no camina más (Ucayali 1: 487).

Una naturaleza sana cuida activamente a los seres humanos que están atentos a ella (2), y el sufrimiento de la naturaleza produce sufrimiento inmediato en los seres humanos también: “de verdad hermano, se enfada ya pues, cuando [el pobre remedio, la planta medicinal] es sacado por gusto ya se enfada” (San Martín 1: 268). Por lo tanto, es importante para los humanos mantener una buena relación con “nuestros seres que habitan con nosotros” (Ucayali 2: 518), y eso se evalúa en términos emocionales: por ejemplo, cuando “el monte nos ama” (San Martín 7: 438), la caza es fácil. Así se explica que, para los entrevistados, el impacto am-

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Se reproducen aquí las traducciones originales de las entrevistas, realizadas por Gider Sangama Tapullima en el caso de San Martín, y por Melania Canales Poma en el caso de Ayacucho. Las citas realizadas por la autora han sido transcritas mediante la convención del GAT (Selting et al. 1998), pero simplificadas para los fines del presente estudio.

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biental de proyectos es una cuestión de vida y de muerte, ya que pone en peligro esta harmonía indispensable a la vida de todos los seres en su conjunto. En el caso de las entrevistas realizadas en diferentes comunidades en las regiones de Ayacucho (en quechua) y en Huancavelica (en español), la naturaleza también se carga emocionalmente, pero la relación entre sociedad y naturaleza corresponde más a dependencias ecosistémicas, de esfuerzo y producción. Cada elemento natural y humano tiene un papel y rol distinto, y la reciprocidad entre las agencias y los seres de diferentes tipos contribuye al bienestar de todos. En la cita (3), por ejemplo, la comunera lamenta el hecho que la carretera recientemente construida atraviesa varias antiguas chacras que, por consiguiente, tuvieron que ser abandonadas: (3) Mi hermano también se ha peleado o se le ha afectado, pues para hacer la carretera de la mitad hacia allá, chiquitazo. Pero ya no sembramos ahorita. Igual tú dime acá arriba de mi hermana y de mí hacia allá ha pasado por el medio. Ya no sembramos nada. Dizque vemos. […] Ahorita me quieren ver aquí está botado, pues eso es lo que ha partido. Chiquitito. Ya sobre allá no sembramos. Qué cosa ya vamos sembrar. Traía buena siembra, ahí venía habas, papas sembrábamos. Ahorita no hay nada pues mi terreno chiquitito está. Me da pena mirando allá (Huancavelica 1: 750).

Le duele sobre todo el hecho de que una tierra en la cual invirtió esfuerzo para volverla fértil ahora ya no produce, ya no está en capacidad de ejercer un papel activo dentro del sistema natural-cultural. En las citas siguientes, la naturaleza está personificada como un actor entre iguales, y su buena relación entre ambos es un asunto existencial para la salud individual y colectiva: “nuestras plantas […] nos curan” (Huancavelica 1: 1049), “no todos quieren mina otros quieren a su pueblo, a su agua. […] han dividido en dos el pueblo” (Ayacucho 4: 128). Otras citas evalúan el impacto paisajístico de manera emocional –“Todo sería triste. Esos cerros que serán destruidos sería una pena. Nada sería igual. Nunca más los cerros serían igual” (Ayacucho 3: 202)– y denuncian un desorden que provocan las actividades no concertadas. Una comunera en Huancavelica está desesperada no solamente porque una obra le quita acceso a un espacio que han reforestado en sesiones de trabajo nocturno, sino también porque le corta el camino que tradicionalmente usa para pastar el ganado (4): (4) Y no tenemos ya lugar adonde vamos a seguir nuestros animales. […] No sé cómo vamos a vivir (Huancavelica 2: 193).

Los cambios en la naturaleza provocan fuertes emociones y miedos existenciales en los testimonios, pues en un ecosistema andino en sí ya más bien hostil a la

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vida y, además, fragilizado por los cambios ecosistémicos, solo el esfuerzo coordinado constante de los diferentes actores del medio ambiente garantiza cierta estabilidad.

4.2. Lógica de posesión y valores Varios entrevistados conciben la relación entre los seres humanos y naturales con referencia a títulos de propiedad. Mientras en la traducción de los testimonios grabados en kichwa, la lógica de posesión es evaluada como alienante, en las otras entrevistas la propiedad evoca una responsabilidad hacia los seres naturales, o es interpretada como un derecho al aprovechamiento privativo y soberano de elementos naturales. Un sabio de 83 años de edad de una comunidad de Lamas, San Martín, evalúa la creación del área de conservación Cordillera Escalera como un abuso de la parte de las autoridades que se habían “adueñado de todo tipo de montaña” (San Martín 7: 250), y el joven apu de la cita (5) denuncia la falta de concertación con los actores locales de la manera siguiente: (5) Desde antes hemos sabido que estos territorios son de las comunidades nativas, antes nuestros ancestros (abuelos) se iban a cazar animales y recolectar plantas medicinales ahí, era el mercado de nuestros abuelos, pero ahora hermano ya no ya, entras un paso ya eres denunciado, cazamos y nos vamos a la Cárcel, tumbamos un árbol igual hermano, pero nosotros nos preguntamos hermano ¿A quién han Consultado? ¿A quién han consultado para hacer eso? (San Martín 3: 102).

Recién la interferencia entre los intereses de comunidades vecinas o entre los intereses del Estado y de la comunidad (3, 4, 5), evoca una lógica de propiedad, pero desde otra voz: después de la cita (4), la representante de la organización indígena que acompaña la interacción clarifica en su turno que las plantaciones son propiedad de la comunidad de la entrevistada, y que tiene derecho a reclamar que se le cedan en uso estas tierras ya trabajadas; y en la cita (5), el comunero introduce el discurso sobre la propiedad en un modo indirecto: “hemos sabido que”. La lógica de la posesión también marca el uso de los artículos posesivos en el corpus. Se sabe que es particularmente frecuente en el español andino, que usa el posesivo de tercera persona en particular para marcar elementos inalienables14,

14

A. M. Escobar (1992: 207) menciona que en el español medieval también existía el uso del artículo posesivo con sustantivos inalienables, lo que probablemente favoreció la transferencia de este uso del quechua al español de los Andes.

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que “no tienen existencia autónoma” (Itier, apud Godenzzi/ Mick en prensa), lo que Godenzzi interpreta como la gramaticalización de “una práctica ancestral andina especialmente atenta a las complementariedades”. En las entrevistas con actores andinos es particularmente frecuente el uso del artículo posesivo con elementos naturales, lo que se puede vincular con su profesión como agricultores, ya que la proporción de los artículos posesivos usados para referir a productos elaborados a partir de elementos naturales es la más alta (por ejemplo: mi queso, nuestras zanjas de filtración, nuestros plantoncitos; ver tabla 1). También se documenta un uso importante de posesivos en los testimonios realizados en la Amazonía, donde corresponde a la identificación humana con los seres naturales en un régimen orgánico: el artículo posesivo aparece de manera preferencial con elementos que refieren a espacios de vida (nuestras chacras, nuestra comunidad, nuestros territorios) y elementos naturales (nuestro bosque, nuestros montes, nuestras lagunas), y menos frecuentemente con productos elaborados (por ejemplo: nuestros alimentos, nuestras ropas, nuestro ayahuasca). Asimismo, en los testimonios de actores limeños se registran usos del artículo posesivo con referencias al mundo natural, pero se limitan aquí prácticamente a referencias espaciales (sobre todo mi tierra). Tabla 1 Análisis comparativo del uso de artículos posesivos con elementos naturales15 lugar

elemento

producto

Lima

0,68

0,26

0,06

1

Amazonía

0,44

0,39

0,18

1

Andes

0,31

0,41

0,27

1

La comparación de los siguientes dos testimonios muestra que, según los actores, la lógica de la posesión puede ser interpretada tanto como un derecho (7) como una obligación y responsabilidad (6):

15

Las cifras absolutas tienen poco valor informativo, pero se elevan a 29 en el caso de entrevistados originarios de Lima, 96 en el caso de los testimonios realizadas con actores originarios de la Amazonía y 128 en los Andes. Las tablas 1 y 2 indican la presencia relativa de las formas enfocadas en los tres grupos de entrevistas, tomando como base para el cálculo de las tasas el total por grupo de entrevistados.

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(6) Por qué no venden su madera? Sí. Pero vamos a vender madera, con el programa (amenakotiror incha tomashi). […] es un proyecto pequeño gracias a la unión europea, que hemos presentado: el (amenakotiror incha toMASHi) es el que vigila el bosque, el que ve el bosque, el que controla el bosque: cómo se va a talar o cómo vamos a vender, vamos hacer un aprovechamiento sostenible de nuestros recursos naturales. Si no hacemos un aprovechamiento sostenible, de aquí en siete o diez años se va desaparecer los árboles […] Mira cómo está Satipo, mira cómo están los piñales, cómo han depredado los boques. Hay una norma que regula eso? Sí, hay una norma. Pero […] no hacemos caso a la ley pues, lamentablemente (Selva Central 1: 81). (7) Y esa fue una de las propuestas que nosotros sí hemos observado, porque nosotros no queremos ser socios de la minera. Porque igualito: o sea a mí por lo que me van a dar plata en todo caso, yo lo exploto sola, ( ) mi mineral, y puedo generar ese recurso para mí. Por qué voy a compartir, para qué lo voy a compartir. Si me van a hacer socio, yo lo que quiero es que se respete y que se me diga, que se me garantice, de que si va a explotarse la mina? Muy bien, todos de acuerdo. Pero que me garantice de que mis hijos mis nietos y mis bisnietos hasta mis tataranietos tengan la seguridad alimentaria, que tengan los alimentos ( ) puros, agua limpia (Huancavelica 3: 1315).

Ambos testimonios desarrollan políticas del aprovechamiento responsable de recursos –su madera, mi mineral–. Mientras en el primer caso (6) rige la lógica del ecosistema al momento de decidir cuántos y cuáles árboles talar, en el segundo caso (7) rige una lógica orientalista del capital: el mineral equivale a un recurso, que puede ser intercambiado por bienes consumibles. La lógica de la propiedad también se manifiesta en diferencias cuantitativas y cualitativas con respecto al uso del léxico derivado de la raíz terr- (ver tabla 2): en el caso de los actores originarios de los Andes se nota un uso preferencial de “terreno”, que se interpreta como una unidad territorial que puede o no ser explotada, y que es atribuida en uso a ciertos actores dentro de la comunidad (ver cita 3). El terreno es chacra (término que aparece 51 veces en las entrevistas con actores andinos, lo que representa el 91,1% de todas las ocurrencias de chacra en el corpus) al ser laborado o apto para ser laborado. Los actores originarios de la Amazonía interpretan el término territorio como un espacio de vida; pero cuando se trata de defender derechos de uso, el territorio se interpreta como un espacio con límites definidos para el cual se exige un título de propiedad (ver cita 5). Los entrevistados originarios de Lima optan de igual manera por tierra o territorio, donde tierra hace más específicamente referencia a una parcela de suelo que es o podría ser propiedad de alguien. Otra referencia territorial usada de manera preferencial por los actores costeños es lote, que refiere a una unidad territorial administrativa dedicada a la explotación de recursos madereros, de hidrocarburos o minerales. 59,7% (46) de las ocurrencias léxicas de lote

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provienen de testimonios de actores limeños, 37,7% (29) de los entrevistados originarios de la Amazonía. En seis de los 10 casos en los cuales los actores andinos usan el término tierra, aluden a la tierra como elemento básico (similar al agua o al aire). Tabla 2 Uso de léxico derivado de la raíz terr- según origen geográfico tierra

terreno

territorio

Lima

0,56

0,03

0,41

1

Amazonía

0,26

0,12

0,61

1

Andes

0,32

0,65

0,03

1

Esta lógica de la posesión se mezcla con un discurso de la pobreza y del progreso (Ayacucho 5: 64) atribuido a la empresa minera, pero genera reflexiones acerca de la calidad de los recursos: (8) Muchas empresas han venido entonces estas empresas decían a los comuneros que va haber cambio en la educación, cambio en la salud, la agricultura, todo va a mejorar, por eso vamos realizar la consulta previa y nos deben aceptar esta consulta previa para que Uds. puedan mejorar en muchas cosas pero nada ha mejorado, ni la agricultura, ni la ganadería, ni la educación, estamos peor caminando hacia abajo (Ayacucho 5: 222). (9) Estamos muy mal con nuestras aguas, hay poca agua, ya no podremos ni tomar. Para qué queremos la mina. Bueno, a dos o tres personas les habrá cambiado su vida pero los demás seguimos siendo pobres, siguen criando sus vacas, ovejas, sembrando en su chacras. Así estamos para qué sirve la minería sí ningún pueblo mejora (Ayacucho 4: 297).

Una naturaleza ya no laborable por falta de agua, desorganización o contaminación (nuestra agua envenenada, habrá más pobreza para nosotros) equivale a que “no hay nada, todo tipo de enfermedades” (Ayacucho 7: 478) y ser pobres (8). Pero los actores no están unánimes en cuanto a la evaluación de lo que sería mejor: la cita (9) insinúa que ser agricultor y ganadero en sí ya sería una forma de pobreza, mientras que la cita (8) y otros testimonios consideran que la agricultura y la ganadería constituyen la fuerza y riqueza ancestral de la comunidad.

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4.3. ¿Quién/qué tiene autoridad? A nivel del corpus en su conjunto, prevalece una visión técnico-administrativa, que habla de la naturaleza sin mencionar ningún elemento natural concreto ni una práctica o experiencia con o en la naturaleza, limitándose a discutir de leyes, del derecho a la propiedad, de reservas ecológicas, lotes para la explotación de recursos, principios ecosistémicos abstractos. Lo ilustra la oposición entre las siguientes dos citas que se refieren al proceso de establecimiento del parque nacional Sierra del Divisor: (10) Por sus características técnicas, fisiográficas, sea de un parque nacional, por la diversa geomorfología que tiene el área natural protegida que básicamente nos estamos refiriendo a formaciones montañosas. Pero también señala, que se deben excluir ciertos espacios, en el marco de respetar su ocupación que ya tenían, sus derechos que ellos ya tenían otorgados. Así es como se presenta el expediente (Ucayali 2: 0). (11) La Sierra del Divisor es un cerro de los últimos que nos queda, para la protección de nuestros recursos. Todavía hay bosques primarios, hay bastantes animales, hay bastantes plantas medicinales, hay peces, y eso está en peligro de extinción, por la concesión de los madereros, de la minería y de la petrolera. Entonces eso está dentro de las cabeceras del río, donde ellos habitan (Ucayali 3: 60).

En la cita (10), la funcionaria de Ucayali se refiere a la reserva como un expediente, y los elementos naturales y prácticas en relación con ella son subsumidos mediante los términos técnicos características fisiográficas, geomorfología, formaciones montañosas o derechos otorgados; en otros testimonios se habla de servicios ambientales, certificación ambiental, impacto ambiental, biodiversidad, ecosistema, etc. (Lima 1). Recién la explicación del representante indígena originario del mismo departamento (11) permite entender que se trata de un área marcada por cerros que es representada aquí como un patrimonio en peligro de extinción, ya que es una de las únicas regiones montañosas en la Amazonía baja. Abriga una biodiversidad excepcional indispensable para la sobrevivencia de los pueblos que viven en este espacio16. No tener acceso a plantas medicinales o animales para la caza y pesca condena la comunidad a la migración y al cambio de sus prácticas, o a la muerte (ver también Lima 2: 143 acerca de proyecto de la Hidrovía Amazónica). La cita (11), además, demuestra que el término técnico de derechos otorgados usado por la funcionaria en la cita (10) refiere tanto a la legitimidad de prácticas ancestralmente desarrolladas por las comunidades que 16

En otros testimonios también se entiende que es un sitio considerado sagrado en el cual se realizaban ciertos ritos y se conmemoraba a los muertos.

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viven tradicionalmente en estos espacios, como a la explotación industrial de madera, minerales y petróleo en un lote que interfiere con el área natural protegida. La misma funcionaria se permite imponer reglas supuestamente ancestrales para la interacción con el medioambiente a las comunidades (12), similar a un activista indígena en Selva Central (13), mientras considera que el impacto medioambiental causado por la explotación industrial de hidrocarburos no es de la competencia de su servicio: (12) Parte también por hacer todo un proceso de sensibilizar a la población, poder manejar todo un tema de recuperación de especies o sea poder explicarles: aprovéchame, pero aprovéchame pues al macho, digamos. No me aproveches a la hembra. Si vas a aprovechar un nido, aprovecha uno, déjame los otros nidos. […] Eso es lo que corresponde al tema de usos ancestrales. Ahora, relacionado al tema de hidrocarburos, nosotros no somos la autoridad competente en el tema de hidrocarburos. Hay todo un marco normativo, y estándares que tiene que cumplir la empresa. Nosotros como [servicio] opinamos respecto al instrumento de gestión ambiental que ellos presentan (Ucayali 2: 30). (13) No caces mucho, caza para comer no para ambicionarte. Hay animales? Sí, mata uno. Nunca lo mates al delante, mata siempre lo de atrás. Por qué? Porque ese animal que está adelante es el patriarca que guía a sus manadas. […] No tales mucho los árboles, tala lo que tú vas a poder sembrar. Porque se va calentar el tema del sol: se va a molestar y te va a quemar y te vas a chicharrar (Selva Central 1: 161).

Los principios de comportamiento presentados en ambas citas se asemejan: autorizan el uso de elementos naturales mientras se respeten ciertos límites y no se busca la acumulación –ambicionarte (13); “cazar ya en cantidad” (San Martín 5: 105)–. El activista de Selva Central en la cita (13) justifica las reglas mediante explicaciones concretas y/o metafóricas, refiriendo a las mismas leyes ecosistémicas que un discurso tecnocientífico sobre el calentamiento global o la biodiversidad. Sin embargo, para el activista indígena, contrariamente a la representante institucional, estas reglas se aplican a toda actividad, sea esta industrial o ancestral. No obstante, varios entrevistados coinciden en evaluar las ontologías como incompatibles: “son dos formas dos lenguajes, que no se encuentran. Son dos formas de pensamiento que no se encuentran. Son dos formas de decir las cosas que no se entienden” (Lima 3: 8). Consideran que, por la asimetría entre ellas, sin regulación de parte del Estado, el régimen capitalista se va a imponer (Lima 4: 776). Lo confirma el corpus con respecto a la lógica de la propiedad (ver sección 4.2.), y también en cuanto a la asimetría entre saberes: la definición del desarrollo por una representante indígena de la región de Huancavelica, por ejemplo,

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demuestra la dependencia de conocimiento y tecnología importados, y revela una clara ruptura con los saberes: “es que nos traigan proyectos de tejido, que mejoren nuestro ganado, que mejoren la calidad de lana, que nos enseñen a usar nuestras propias plantas” (Huancavelica 1: 1038)17. El profesor bilingüe de Ucayali menciona lo difícil que es transmitir los saberes tradicionales si ya muchas especies desaparecieron y ya no existen las condiciones apropiadas. Lamenta que sus alumnos no podrán conocer la caoba en otra forma que el monumento en cemento en un parque de Pucallpa (Ucayali 2: 134). Para un representante asháninka de Selva Central, la solución reside en un desarrollo “que provenga de nosotros mismos”: (14) Yo decía en una reunión la vez pasada: pueden hacer volar aviones grandes en el cielo, cohetes, satélites. Está bien. Los científicos hacen lo que han estudiado. Ya. Pero un indígena, soplando su piri-piri, su hierba, hace tronar, hace tronar la lluvia. Entonces cuál es la diferencia, entre lo que sabe, y lo que tiene su saber ancestral, su cosmovisión? Para mí, indígena, los dos son importantes (Selva Central 2: 100).

El actor considera el diálogo a igual altura entre las autoridades hegemónicas como el Estado y los científicos con los pueblos indígenas u originarios como la única vía para garantizar la sostenibilidad. Lo practica el representante asháninka joven de la misma región, quien se demuestra intransigente e incorruptible en sus principios (ver cita 13), y exige una indemnización justa de los pueblos indígenas por los derechos territoriales cedidos o el trabajo de conservación efectuado, al igual que el consultor limeño argumenta a nivel global: “hay una corresponsabilidad creo yo de los países del primer mundo” (Lima 4: 1370). No obstante, el joven activista se ve excluido de las concertaciones: “no me dejaron hablar, porque […] les parecía que yo les enseñaba a las comunidades” (Selva Central 1: 41). Una periodista en Lima que tuvo que realizar un reportaje por un derrame de petróleo en el norte del Perú explica que hay que haber visto y vivido para poder entender los argumentos indígenas, ya que, desde Lima, uno tiene que “esforzarse por tener la visión del otro” (Lima 5: 40). Lo confirma un abogado awajún en Lima: (15) Yo, en Lima, vivo como limeño. No vivo como indígena. No hay condiciones. Voy a mi trabajo, dejo de ser indígena, soy funcionario público, cumplo mi trabajo. Desde ahí trato de diseñar a favor de los pueblos indígenas? Murió. Se ima-

17

Hay que tomar en cuenta que la región de Huancavelica fue particularmente afectada por la violencia estatal y terrorista de los años 1990 al 2000 que se menciona en los testimonios como un trauma todavía no superado.

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gina venir con mi corona? Pucha la gente, o sea, no te permite. […] Usted entra a mi cuarto, y va a ver ahí sí tengo mi corona. O sea el diseño dentro de mi cuarto es awajún. Tengo mis flechas, tengo mi (tabaz) todo eso mis libros ahí, todo. Por qué? Porque es ministerio, el trabajo: oye, tu corbata pues (Lima 6: 118).

En algunos testimonios, esta visión del otro se traduce más bien por discursos abstractos de “cercanía con la pachamama que [es] la tierra” (Lima 7: 47), que pueden mezclarse con interpretaciones semiespirituales sobre el karma (Lima 1: 100). Se confirma que es a nivel local y en el desarrollo de prácticas y proyectos concretos que es más fácil compaginar la visión orgánica con la visión tecnocientífica, por ejemplo, cuando se elaboran de manera participativa planes de manejo comunitario de la reserva comunal Amarakaeri (Madre de Dios 1) o el reglamento de la Ley forestal: “o sea en esa parte ahí, se ha logrado lo que no se logra en otros espacios. […] porque conoce más, tiene más, participa más en esa parte de forestales” (Selva Central 3: 49).

5. Contacto de lenguas y naturaleza El estudio aquí desarrollado parece confirmar que las características del contacto lingüístico influyen en los regímenes naturales-culturales que son construidos discursivamente y que la ontología influye por su parte en las formas que resultan del contacto entre lenguas. Se observa que, en el español emergente del contacto entre culturas, una lógica orientalista de la propiedad se sobrepone a un régimen natural-cultural orgánico. Sin embargo, este último sobrevive en los discursos de ciertos actores, tanto indígenas como no-indígenas, que intentan defender la integridad de las comunidades en términos del régimen tecnocientífico dominante. Cuando el contacto es simétrico, como en estos casos, el resultado es más que la suma –conflictiva– de ontologías, y puede efectivamente dar lugar a razonamientos ecosóficos más conscientes de la condición natural de toda forma de vida. Los resultados proporcionan también algunas pistas para políticas lingüísticas ecológicas: cuidarse de un uso orientalista de los posesivos y usarlos más bien para crear empatía y reciprocidad entre seres humanos y otros naturales; promover activamente un léxico que deconstruya lógicas y valores naturalistas de posesión, consumo y progreso; afirmar saberes experienciales y ancestrales en las discusiones administrativas y tecnocientíficas, entre otras. Es interesante que las traducciones de las lenguas originarias logran reconstruir cierta heterogeneidad de las cosmovisiones en el corpus, así que el español de contacto parece ser lingüística y discursivamente abierto a otras cosmovisiones. Sin embargo, otro estudio comparativo de la versión original en lengua indígena y la traducción tendrá que evaluar cuáles valores logran sobrevivir a la traducción y cuáles otros se pierden.

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Anexo 1 Lista de las entrevistas citadas (entre paréntesis aparece la lengua original de la entrevista si no fue conducida en español, así como el número de la cita) Actores posicionados como “indígenas” San Martín 1 (kichwa: 1) San Martín 3 (kichwa: 5) San Martín 5 (kichwa) San Martín 7 (kichwa) Selva Central 1 (6, 13) Selva Central 2 (14) Selva Central 3 Ucayali 1 (2) Ucayali 3 (11) Lima 6 (15)

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Huancavelica 1 (3) Huancavelica 2 (4) Huancavelica 3 (7) Ayacucho 3 (quechua) Ayacucho 4 (quechua: 9) Ayacucho 5 (quechua: 8)

Actores “no-indígenas” Ucayali 2 (10, 12) Lima 1 Lima 2 Lima 3 Lima 4 Lima 7 Madre de Dios 1

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Los autores

Ana Isabel García Tesoro es profesora de Sociolingüística en la Universidad de Antioquia, Colombia. Su investigación se centra en el español en contacto con lenguas amerindias, especialmente en Guatemala y Perú. Forma parte del grupo de investigación “Español en contacto con otras lenguas” de la Universidad Autónoma de Madrid. Azucena Palacios es catedrática de Lengua Española en la Universidad Autónoma de Madrid. Su investigación versa sobre contacto de lenguas: español y lenguas amerindias. Coordina el proyecto “Español en contacto con otras lenguas: español/portugués/lenguas amerindias” de ALFAL y dirige el grupo de investigación “Español en contacto con otras lenguas” de la Universidad Autónoma de Madrid. María Sánchez Paraíso es profesora de Lengua Española en el Departamento de Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la Université Sorbonne Nouvelle. Como investigadora, forma parte del grupo de investigación “Español en contacto con otras lenguas” de la Universidad Autónoma de Madrid. Su investigación se centra en el español en contacto con el quechua. Sara Gómez Seibane es profesora de Lengua Española en la Universidad de La Rioja. Es investigadora de la (morfo)sintaxis del español en un amplio marco cronológico y en contacto con la lengua vasca. Actualmente codirige, junto a Azucena Palacios, el proyecto de investigación “COREC. Corpus oral de referencia del español en contacto. Fase I: lenguas minoritarias” Ref. AEI/ PID2019/105865GB-I00. Bruno Camus Bergareche es catedrático de Lengua Española en la Facultad de Letras de Ciudad Real. Ha publicado trabajos sobre sintaxis histórica de la negación y de los cuantificadores españoles y catalanes, las perífrasis verbales en español, morfología teórica y descriptiva y sobre diversos rasgos de la gramática del español del País Vasco. Alonso Guerrero Galván es licenciado en Etnohistoria por la Escuela Nacional de Antropología e Historia y doctor en Lingüística por El Colegio de México.

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Es profesor investigador de la Dirección de Lingüística del Instituto Nacional de Antropología e Historia. Su trabajo se centra en aspectos sociolingüísticos, de contacto cultural y de filología indoamericana en comunidades hablantes de lenguas otopames.  Nadiezdha Torres Sánchez es profesora e investigadora del Centro de Lingüística Hispánica “Juan M. Lope Blanch”, Instituto de Investigaciones Filológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México. Su área de interés se centra en el contacto lingüístico, particularmente en las variedades de español en contacto con tepehuano del sureste, zoque, purépecha y totonaco. Anna Babel es profesora de Lingüística Hispánica del Departamento de Español y Portugués de The Ohio State University. Su investigación se enfoca en la sociolingüística, la lingüística antropológica, y el contacto de lenguas. Ha publicado una etnografía, Between the Andes and the Amazon, y dos libros editados, entre otros trabajos. Kevin McGowan es profesor de Lingüística en University of Kentucky, donde dirige el Laboratorio de Fonética. Su área de investigación es la fonética, con especial énfasis en el uso que hacen los oyentes de los patrones informativos de variación. Paola Enríquez Duque es estudiante de doctorado en Lingüística Hispánica en The Ohio State University. Su investigación se centra en escenarios de contacto entre lenguas y culturas, enfocándose, sobre todo, en la región andina ecuatoriana, entre el kichwa y el español, con especial atención a la variedad de Quito. Luis Andrade Ciudad es profesor del Departamento de Humanidades de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Su investigación versa sobre contacto lingüístico, dialectología del español y lenguas andinas. Ha publicado El castellano andino norperuano: una historia lingüística y social (2019). Marco Ferrell Ramírez es profesor de Lengua Española por la Universidad Nacional de Educación (1970). Autor del libro Manual de uso idiomático (1998), de traducciones publicadas del alemán y hebreo; de artículos y reseñas en las revistas Consensus, Alma Mater, Revista Andina, Lexis y Lengua y So­ciedad. Anna María Escobar, profesora emérita, University of Illinois, Urbana-Champaign. Sus investigaciones se centran en el contacto lingüístico, la sociolingüística histórica y el cambio semántico, con foco en variedades del español en contacto con lenguas andinas. De próxima publicación, The Handbook of Contact Linguistics, editado con Salikoko Mufwene (dos volúmenes).

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Carolin Patzelt es catedrática de Lingüística Románica en la Universität Bremen (Alemania). Sus principales líneas de investigación son el contacto de lenguas, los repertorios plurilingües en contextos de migración y la sociolingüística etnográfica e interaccional, con un enfoque en las variedades del español y francés en Latinoamérica. Carola Mick es profesora de Lingüística en la Université de Paris. Desempeña su actividad de investigación sociolingüística sobre las dinámicas del español en contacto en Perú en el marco del Centro Población y Desarrollo (CEPED). Enfoca temáticas de migración interna, educación y consulta previa de los pueblos indígenas y originarios.

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