Tecnología Prehistórica (Estudio de las herramientas y objetos antiguos a través de las huellas de uso)

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S.A. SEMENOV

REFERÊNCIA: SEMENOV, S. A. Pervobitnaya Tejnika. Materiali y Isledovania po Arjeologuii SSSR. nº 54. Moskva, 1957. Tradução ao inglês: Prehistoric Technology. Cory, Adams and Mackay, London,1964. Tradução ao espanhol: Tecnología Prehistórica (Estudio de las herramientas y objetos antiguos a través de las huellas de uso). Akal Editor. Madrid, 1981.

TECNOLOGIA PREHISTORICA Estudio de las herramtatas y objctos antiguos a través de las hueflas de uso.

ASSUMPCIÓ - VILA I MITJA

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PROLOGO

Un elevado porcentaje de tos huesos y piedras que encontramos en los yacimientos arqueológicos fueron pensados y hechos para ser utilizados, para que el hombre, de alguna manem, modificara con etlos la naturaleza. Por eito es lógico que ante estos restos materiales de unas sociedades ya desaparecidas nos preguntemos el por quê de su existência, el para quê fueron hechos, su función en una palabra. Con variados objetivos y con distinta intensidad la respuesta a esta fundamental pregunta ha sido buscada desde los princípios de los estúdios prehistóricos. Çn elfondo de todas las tipologias que tos prehistoriadores tntentaban constuir había critérios funcionais, evidentemente deducidos de la morfologia general drt útS, de la comparación con úttles de pueblos primitivos actuatts o simplemente por pura lógica. En 1872 J. Evans en su «The Ancient Stone Implements. Weapons and Ornatnents ofGreat Britam». Haceya lasprimeras observaciones acerca de las sefkttes de uso en los útiles prehistóricos, e incluso antes destoam por su preocupación en cuanto a este aspecto Nilsson, 1838, y Rau, 1864. Entrado el siglo, los esfuerzos por responder a nuestra primera pregunta siguieron y prehistoriadores como Pfeiffer, 1912, Quente, 1914 o Curwen, 1930 se mteresan por ta funcionalidad de los útiles depiedra. Sin embargo, el poso decisivo, científica y metodologicamente hablando, y que marco un hito dentro de los estúdios funcionales lo constituyó la publicación, en 1957, dei libro de Sergei Aristarkhavich Semenov «Tecnologia Prehistórica» en ruso. Fite su tesis doctoral por la cual recibió un premio especial de la Academia Soviética de Ciências. Aparecia como el número 54 de la serie, iniciada en 1940, «Materiales e investigaciones en Arqueologia de la URSS publicado por el «Instituto

de Historia de la Cultura Material» de la Academia de Ciências de la URSS. Es el resultado-resumen de más de 20 anos de investigación microscópica de útiles prehistóricos, tanto de piedra como de hueso, afm de dilucidar como fueron hechos y utilizados. Su descubrimiento más importante y base de toda posterior investigación funcionalfue demostrar que la utilización deja en los instrumentos unas sehales microscópicas específicas para cada tipo de trabajo y dependiendo, entre o trás variantes, dei material trabajado. El libro incluye, adernas, como preliminares básicos, todos aquellos conocimientos que harán posible el posterior estúdio funcional. Es decir, tipos de material usado en la manufactura de los útiles, su estructura, susposibilidades... tanto en cuanto a la piedra como en cuanto ai hueso. Identifica y describe los principales métodos usados en la prehistoria para trabajar la piedra y el hueso y sigue con la identificación y el por qué de las diversas sefiales dejadas en los útiles ai realizar distintos trabajos. Todo ello ilustrado con ejemplos sacados dei material arqueológico de la URSS y con comparaciones etnográficas. La explicación, completísima, dei método (como preparar el material, con qué instrumentos estudiarlo, como identificar las distintas huellas...) hace que pueda ser aplicado por cualquier laboratório arqueológico minimamente equipado. Es consiaerado el manual básico de traceología. Este estúdio rompia con muchos axiomas de la ciência prehistórica como, por ejemplo, que los instrumentos de piedra no retocados o lascas no habían sido útiles (y, por tanto, no merecían siquiera ser clasificados), que los cuchillos «votivos» eneolíticos eran objetos rituales, etc. No se trataba ya de una aproximación ai uso a través de la forma, sino una demostración científica de la utilización concreta. A partir de ahora podia saberse como habían sido utilizados, sobre qué e incluso durante cuanto tiempo. La propuesta de investigación de S. A. Semenov incluye fundamentalmente el análisis microscópico de los útiles y la contrastación dei resultado de este análisis mediante la comparación etnológica y la experimentación (base de todos sus trabajos). Queda evidente que este investigador no está interesado en divisiones culturales, sino que va más allá, buscando desçubrir los progresos técnicos que implican los câmbios, de todo tipo, evidentes en los útiles; busca, en último término, las leyes dei desarrollo tecnológico para poder así reconstruir los procesos de trabajo que contribuyen ai desarrollo social expresado por la lenta superación de la lucha hombre-naturaleza . Esta distinta manera de estudiar los útiles no ha sido, a veces, bien comprendida en cuanto a su totalidad. Debe enten-

derse como una aproximación al estudio de los útiles distinta de la tipológica, ni mejor ni peor, ni complementaria, distinta porque distintos son los objetivos perseguidos. Ha habido a este respecto discusiones con otros arqueólogos, F. Bordes como el más famoso, sin haberse convencido ninguno de los dos. El meollo de la cuestión reside en qué criterio es el considerado más significativo para la evolución cultural. F. Bordes considera que el estudio macromorfológico tipológico de la industria es el que más nos informa sobre las diferencias entre las «culturas». Semenov, en su respuesta, insiste en que no es su intención hacer tipologías y que el estudio micromorfológico es simplemente otra manera de estudiar los útiles: considerándolos medios de trabajo de sociedades prehistóricas concretas. Evidentemente, no es sólo cuestión de método, sino de objetivos los cuales son, en última instancia, los que determinan las técnicas a aplicar en la investigación. Actualmente el estudio de los complejos de útiles prehistóricos sigue dos direcciones: la de los que tienen en cuenta los caracteres macromorfológicos (con métodos distintos) y los que consideran los caracteres micromorfológicos (con enfoques distintos también). La publicación del trabajo de S. A. Semenov tuvo mucha resonancia en Occidente, donde no se había aplicado el microscopio para este tipo de análisis más que esporádicamente (Curveen), y a partir de entonces se empieza a aplicar el método funcional en diversos países. El método y sus resultados han sido contrastados a lo largo de estos años. Evidentemente las técnicas aplicadas han ido perfeccionándose pero no han modificado en lo básico la validez de la metodología de Semenov. Los autores americanos, sobre todo, han aportado evidentes mejoras en cuanto a técnicas se refiere y así se usa ahora el microscopio electrónico (SEM), los rayos X, etc. Sin embargo, en cuanto a conclusiones finales este trabajo de S. A. Semenov no ha sido aún superado. Y más aún cuando, como he dichoya, el propósito de este autor no es sólo averiguar la función de un útil determinado, sino reconstruir los procesos de trabajo como parte fundamental de la vida de cualquier sociedad, y esto no ha sido hecho hasta ahora. Las actuales tendencias en cuanto a aplicación del método, al menos en el llamado mundo occidental, se dirigen hacia la contrastación experimental de varios tipos, la aplicación de sofisticadas técnicas y posterior discusión de cuál es más adecuada, así como hacia la discusión de la validez del método, realizándose estudios interesantes sobre las propiedades físicas de las materias primas usadas, viendo cuales de las llamadas «señales de uso» lo son en realidad'y cuáles las más significativas. Sin embargo, los resultados siguen siendo parciales limitándose a ejemplos con tipos de útiles o útil específicos. Esta variedad de tendencias queda evidente

en las industrías actas de la primera «Conference on Litkic Use Wear» celebraida en Canadá en 1977; mención aparte merece la obra reciente de L. H. Keeíey «Experimental determinaüon of stone tool uses», 1980. Aquí no se ha intentado aún lo que creo debe ser el camino para que el método no nos haga perder de vista el objetivo: estudiar todas y cada una de las piezas (con o sin retoque) de un yacimento sincrónica y anacrónicamente, para sacar de ello verdaderas conclusiones acerca de las respuestas adaptattvas y desarrollo tecnológico social de los grupos humanos. Con este tipo de estudios, a través del conocimiento de sus medios de producción, podrán compararse los grados de desarrollo de las diversas sociedades. La edición rusa del libro se agotó rápidamente y en ¡964 se publicó en inglés, agotándose en poco tiempo. A pesar de su ya demostrada importancia como base de un método innovador e iniciador de un enfoque radicalmente distinto en cuanto a estu---- prehistóricos occidentales se refiere, no existía ninguna traducción al castellano. En España, donde este tipo de estudios está prácticamente por empezar, creemos de importancia fundamental la publicación de este libro, básico a pesar de sus años, pues constituye un instrumento de trabajo y de aprendízaje muy valiosos para todo estudioso interesado en el devenir histórico. ASSUMPCIÓ VlLA I MlTJÁ

Barcelona, 1981

INTRODUCCIÓN

Es conocida la gran importancia que tiene para las ciencias históricas, el estudio de los útiles de trabajo y la historia de la producción. Carlos Marx señaló la necesidad de crear una historia del desarrollo de los útiles de producción. «Darwin —dijo—, orientó el interés hacia la historia de la tecnología natural, es decir, a la formación de órganos vegetales y animales que sirven como útiles de producción en la vida de los vegetales y animales. ¿Es que no merece acaso el mismo interés la historia de la creación de los útiles de producción del hombre social, la historia de esta base material de cada organización social en particular? Esta historia seria más fácil de escribir, puesto que, como dice Vico, la historia humana se diferencia de la historia natural, en que la primera la hemos hecho nosotros y la segunda no. La tecnología nos revela la relación directa del hombre con la Naturaleza, el proceso natural de producción de su existencia y, por consiguiente, también las relaciones sociales de su1 vida y las representaciones espirituales que de ella dimanan» . La presente investigación está dedicada al estudio de los problemas que plantea la historia de los más antiguos útiles de trabajo. Para el estudio de la tecnología prehistórica se abrieron grandes posibilidades gracias a las investigaciones llevadas a cabo por la Arqueología sobre los restos de la actividad laboral de los hombres de la Edad de Piedra, en particular del paleolítico, investigaciones que se iniciaron después del descubrimiento hecho por Boucher de Perthes, en Francia, de los «primeros útiles» (hachas de mano de Chelles). En el estudio de la tecnología primitiva, los hombres de ciencia tropezaron con grandes dificultades. Decenas y centenares de miles de : años separan los modernos útiles de trabajo de los de la época 1

K. Marx, Capital (Moscú), I, 378. Edición en Akal editor, Madrid, 1976-1978.

paleolítica. En estos últimos, es muy poco lo que se puede comprender por la simple vía de la observación y comparación. Los investigadores dedicados al estudio de la Edad de Piedra, intentaron muchas veces no solamente elaborar antiguos útiles de trabajo con sus propias manos empleando el sílex y otros materiales, sino que también los sometieron a una verificación de su eficacia y de su resistencia en un trabajo, así como también trataron de descubrir las funciones que cumplieron en manos "del hombre prehistórico. Boucher de Perthes, Arthur Jhon, J. Evans, E. Lartet, L. Mortillet, L. Capitán, L. Leguay, E. Piette, A. Vayson de Pradenne, L. Pfeiffer, A. Gorodtzov y muchos otros lograron en una mayor o menor medida, y con la ayuda de la experimentación, encontrar la solución de dichos problemas, considerando ese camino como el más simple y seguro. Los trabajos de experimentación en el estudio de las más primitivas técnicas para trabajar la piedra se realizaron posteriormente por científicos tales como L. Coutier, F. Bordes, A. Barnes, D. Baden-Powell, J. Reid-Moir, F. Nowells, L. Leakey. Algunos de ellos llevaron a cabo dichos trabajos de experimentación durante muchos años. Las experiencias realizadas por L. Coutier fueron incluso filmadas. Sin embargo, con excepción de algunas observaciones esenciales relativas a la elaboración de útiles de piedra, los científicos tuvieron poco éxito en el estudio de las funciones de dichos útiles de trabajo. Incluso en aquellos casos en que se logró con alguno de ellos realizar una determinada labor, no había seguridad de que el hombre prehistórico lo hubiera empleado con idéntica finalidad. Las experiencias demostraron que, por ejemplo, con una lámina de sílex era posible cortar la carne, raspar la piel, cepillar la madera; empleada como buril, tallar el hueso y la madera, e incluso perforar dichos materiales; se podían enastar sus puntas en un palo y utilizarlo como lanza o dardo, y emplearlos como cuchillo con mango o sin él. L. Pfeiffer, experimentando con un raspador del Paleolítico Inferior, descubrió que con su extremo retocado era posible, con todo éxito, raspar e igualmente cortar si se empleaba con el canto colocado a 90 grados. En base a las pruebas realizadas, Pfeiffer adjudicó diversas funciones al raspador. Es muy probable que el hombre prehistórico no haya hecho una división estricta de las funciones entre las diversas categorías de útiles de trabajo, que a veces adjudicara distintas funciones al mismo instrumento, o que empleara distintos útiles de trabajo para la misma- función. Sin embargo es evidente que el hombre prehistórico creó un variado inventario de útiles de trabajo, no conformándose con unos pocos. Por lo tanto el método experimental no puede servir como

método independiente para el estudio de las funciones de los útiles de trabajo. Son necesarios datos documentados que descubran, en cada caso concreto, las funciones reales de dichos elementos de trabajo. Existe otro lado débil en el método experimental en cuanto a la solución del problema relativo a la determinación de las funciones de los útiles de trabajo. Es muy difícil recrear las condiciones concretas de trabajo del hombre prehistórico y utilizar, en las condiciones actuales a través de las experiencias de laboratorio, los útiles de trabajo que él tenia a su disposición. El cazador paleolítico empleaba el buril de piedra para trabajar los colmillos del mamut y las astas del ciervo; raspaba con raederas las pieles; usando una lasca como cuchillo destripaba los cuerpos de los animales cobrados durante la caza y cortaba la carne. No es fácil recrear semejantes procesos de trabajo con toda la exactitud necesaria para la experimentación sin sustituir los correspondientes objetos con sucedáneos y emplear métodos indirectos. El carácter «amateur» de los experimentos y los dudosos resultados obtenidos, fueron la causa de que la mayoría de los arqueólogos abandonaran sus trabajos que no fueron publicados. Los conocemos solamente por breves referencias hechas en publicaciones arqueológicas. No obstante, sería un error muy grave rechazar por completo los experimentos realizados en el estudio de las funciones de los útiles de trabajo. No hay duda alguna que dichos experimentos fueron de utilidad en calidad de método auxiliar que permitió verificar o precisar las conclusiones extraídas en d curso de los estudios realizados sobre las huellas dejadas por el trabajo del hombre. Su utilización es perfectamente posible en determinadas condiciones y en determinados experimentos, accesibles para nosotros, tales como trabajar la piedra, ios huesos, la madera, las pieles, la tierra y otros materiales cuyo empleo en la experimentación práctica es menos dificultoso que si se tratara de objetos de una economía basada en la caza. La experimentación es importante porque además de probar las cualidades mecánicas de los útiles antiguos proporciona una experiencia fisiológica que sirve para hacer una apreciación de las costumbres de trabajo primitivas, obtener una impresión viva respecto de la racionalidad de las formas de las herramientas de piedra empleadas en el trabajo, etc. Es también importante la verificación de la experiencia en el estudio de la productividad en el trabajo de los antiguos útiles de trabajo. Los resultados obtenidos a través de la experimentación con hoces de piedra, hachas neolíticas, arcos y bumerangs tomados de colecciones etnográficas y arqueológicas, que fueron realizadas en Checoeslovaquia, Dinamarca, Brasil y otros países, resultaron provechosas. En distintas ocasiones, gracias a las experiencias realizadas, se logró apreciar debida-

mente a determinados útiles de trabajo sobre los cuales existia una impresión deformada como consecuencia de apuntes incorrectos de carácter etnográfico o de puntos de vista subjetivos (con prejuicios) formulados ocasionalmente por algunos etnógrafos y arqueólogos. En el estudio de la funcionalidad de los antiguos útiles de trabajo y en el establecimiento de la técnica empleada ec determinada producción, juegan un papel muy esencial los materiales etnográficos. Sin embargo, las informaciones relativas a la técnica de la producción en las tribus atrasadas de Asia, Africa, América y Australia, no son tan amplias y detalladas como las obtenidas en relación con las artes, costumbres y creças, relaciones familiares y sociales. En aquellos años en que estas tribus atrasadas de los países antes citados mantenían aún su técnica y su economía, en la mayoría de los etnógrafos y viajeros no existía un gran interés por este aspecto «prosaico» de la vida de las sociedades por ellos descritas. En la actualidad estas sociedades han sido exterminadas como consecuencia de una feroz política colonialista de los Estados imperialistas, o han sido colocadas en condiciones tales que han hecho desaparecer por completo las antiguas formas de vida y de trabajo, así como las herramientas empleadas en la producción. El material etnográfico existente, tanto el que se halla en los museos como el descrito en los libros, pese a ser incompleto y dispar, tiene sin embargo un gran valor. Su empleo como fuente comparativa es de gran provecho para las investigaciones sobre las producciones antiguas. Para la investigación de la tecnología de los útiles de trabajo en las primitivas etapas del desarrollo de la sociedad, útiles que por su aspecto, muchas veces enigmático, provocaron distantas interpretaciones o polémicas, nosotros hemos elaborado un método especial. Está basado en que el útil, además del material con que está hecho y de las formas que se le diera, se caracteriza por señales macro y microscópicas, rastros o huellas resoltantes del trabajo. De estas existen, por lo general, dos categorías: 1) huellas de desgaste o de uso y 2) huellas de su elaboración. Las huellas del desgaste dan la posibilidad de determinar en qué clase de trabajo fue empleada la herramienta, es decir, en qué clase de material se aplicó esta herramienta sometida a estudio. Las huellas de su elaboración permiten esclarecer con qué herramienta y de qué manera fue confeccionado el mencionado objeto. Las huellas dejadas por el trabajo son documentos sumamente valiosos puesto que permiten comprender toda la variedad morfológica de las herramientas. En función de las distintas utilizaciones y movimientos a que estuvieron sometidas. Hace tiempo que las huellas dejadas por la elaboración de los antiguos útiles de trabajo habían despertado el interés de 10

los arqueólogos. Las observaciones de estas huellas jugaron un papel decisivo en el estudio de la técnica empleada en la elaboración de las herramientas en el paleolítico y el neolítico (lascado, retocar, pulir, aserrar, perforar y otros), aun cuando en este aspecto tuvieron importancia las informaciones proporcionadas por la Etnografía, y en parte por los trabajos experimentales. Por el estudio de la superficie de vasijas de arcilla fue posible hallar el medio de determinar cómo fue confeccionado el objeto, si en forma manual o con la ayuda de un torno de alfarero. Tournal, uno de los primeros defensores de la teoría de la gran antigüedad del hombre, adujo como un principal argumento confirmatorio de la misma, las huellas aún subsistentes dejadas por herramientas punzantes en huesos de animales desaparecidos, hallados en la cueva de Bize (Aude), en Francia. Posteriormente las huellas dejadas en los huesos por herramientas punzantes sirvieron a numerosos arqueólogos como argumentos convincentes sobre la coexistencia del hombre y el mamut, lo que obligó a E. Lartet y a G. de Mortillet a dedicar una atención particular a los medios que hicieran posible diferenciar dichas huellas de las demás hechas por los dientes de los animales, particularmente de los castores. El estudio de las huellas dejadas en piezas antiguas fue incluido en la lista de tareas del Laboratorio de la Historia de la Tecnología dependiente de la Academia del Estado, dedicada al estudio de la Historia de la Cultura material desde los primeros afios de su existencia. «En ello está incluido —escribió N. P. Tijonov— el estudio de la técnica de la manufactura, comenzando desde la obtención del material hasta su completa elaboración en sus distintas formas y aspectos. Es necesario efectuar el estudio de la superficie de los objetos con la ayuda del microscopio y del espectroscopio a fin de observar en ella las huellas de las herramientas empleadas y los procedimientos aplicados para perforar, pulir, etc., aprovechando para ello la analogía con los procedimientos artesanales contemporáneos a fin de recrear las condiciones técnicas en que se llevaba a cabo 2 el trabajo» . Sin embargo, estas tareas de laboratorio no se pudieron Hevar a cabo durante esos primeros años. Tampoco se hicieron estudios sobre las huellas de desgaste de las herramientas, a pesar de que la atención de algunos arqueólogos se había dirigido a ello. Especialmente P. P. Efimenko reunió algunas herramientas de sílex provenientes de Kostenki I con huellas de desgaste por el uso, visibles en algunas de sus partes por el pulido de las mismas. Este material fue aprovechado en las primeras investigaciones realizadas por nosotros. 2

N. P. Tijonov, Informes de la Academia del Estado para la Historia de la Cultura material, 11-12 (1931), págs. 44-45.

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A (i. A. Bonch-Osmolovsky le corresponde el mérito de haber dado una interpretación correcta del entallado hecho en fragmentos de huesos largos procedentes de la gruta de KiikKoba (Crimea), determinando que dichos objetos habían sido retocadores. Hasta la aparición de esta interpretación, dominó entre los arqueólogos occidentales la opinión de H. Martín, quien consideraba semejantes huellas, muy conocidas en huesos del paleolítico, como resultado del empleo de dichos huesos por el hombre en calidad de yunques3. G. A. BronchOsmolovsky estudió las huellas en los huesos, especialmente los cortes hechos en las epífisis de los perros domésticos, y llegó a la correcta conclusión de que dichos animales habían sido utilizados como alimento por los cazadores de Crimea durante el Mesolítico. «En base a estos ejemplos, —escribió— es posible convencerse de que el material proveniente de un yacimiento paleolítico no es en general un material sin vida, como se piensa habitualmente. Lo privó de ella la apreciación insustancial, tipológica y formal, convertida en dogma»4. G. A. Bonch-Osmolovsky fue el primero en expresar un argumento importante en pro del análisis funcional del material. Apoyado en su experiencia, obtenida en base a sus observaciones personales, afirmó: «En el paleolítico inferior y superior, herramientas de los tipos más diversos sirvieron para la misma finalidad. Esta posición asesta un golpe sustancial a la apreciación formal y tipológica del material de los yacimientos que vincula estrechamente la función de cada útil con las diferentes formas, casi convertida en fetiche la relación con esta última»-'. Nuestras investigaciones han confirmado esta posición, en base a materiales tomados de distintas épocas. Casi simultáneamente con nuestras investigaciones, M. V. Voievodski6 inició sus trabajos dedicados al estudio de las huellas halladas en vasijas de arcilla a fin de determinar los procedimientos de elaboración de los objetos de alfarería; también G. G. Lemlein estudiaba la técnica empleada en la elaboración de antiguos abalorios de piedra en base a las huellas dejadas por las perforaciones, el pulido y el alisado. Merece una atención particular la interesante metodología de B. A. Ribacov" aplicada al estudio de objetos artísticos de 3

G. A. Bonch-Osmolovsky, El paleolítico de Crimea, I, la cueva de KiikKoba, Comisión del cuaternario de la Academia de Ciencias (1940), pág. 17. 4 G. A. Bonch Osmolovsky, Informes de la Academia estatal para la Historia de la cultura material, 8 (1931), pág. 27. 5 ídem, pág. 26. 6 M. V. Voievodski, Etnografía, 4 (1930), págs. 55-70, y Arqueología soviética, i (1936) págs. 51-79. 1 B. A. Ribacov, Artesanía de la antigua Rusia (Moscú, 1949).

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metal en la antigua Rusia. Se basa en el estudio detallado de la superficie de las joyas y el reconocimiento de idénticas señales de carácter técnico, conforme a las cuales se podía determinar el centro de su producción y las zonas de su venta. Observaciones sustanciales sobre la técnica empleada en la confección de féretros de sepulcros fueron hechas por M. K. Griasev en base al estudio de las huellas dejadas en la madera por útiles de metal. En la primera etapa de nuestras investigaciones (1934-1938) fueron resueltas una cantidad relativamente limitada de cuestiones: se confeccionaron métodos para descubrir huellas en herramientas de sílex del paleolítico. Sirvieron de material de estudio preferentemente las colecciones pertenecientes a las estaciones del paleolítico superior, tales como Kostienki I, Timonovka, Malta y otras. Desde el comienzo mismo de las investigaciones fue completamente evidente que las huellas de desgaste en un material duro como es el sílex, serían descubiertas en mínima cantidad a simple vista o con ayuda de la lupa común, y que el empleo del microscopio monocular no permitiría el examen de un material numeroso. Con la ayuda de la lupa binocular, con un límite de aumento de 45 veces, fue colocada la base de la investigación microscópica de la superficie de los antiquísimos útiles de piedra. El alisado o pulido se adoptó como criterio fundamental de desgaste en una herramienta de sílex. Las partes desgastadas del sílex se diferencian, en gran medida, por su brillo, sus distintas formas y su tamaño. Incluso una señal tan ligera como la debida al enmangue ha producido una evidencia apreciable. Ante todo había aumentado considerablemente el número de herramientas con señales evidentes de haber sido utilizadas. Además, al examinar esa gran cantidad de material, se descubrió que entre aquella parte del material que se acostumbraba a denominar lascas y darles un lugar entre los desechos de la producción, se encontraban algunos ejemplares con señales de haber sido empleados como útiles8. Simultáneamente a la elaboración del método de selección de los útiles con señales de haber sido empleados, fueron precisadas las particularidades de dichas huellas, su diferenciación de aquellas aparecidas por la acción de agentes naturales, así como de las señales falsas producidas en las herramientas por el hombre contemporáneo, ya hechas intencionadamente o debidas a la casualidad. Para ello fue necesario el estudio de la microestructura del sílex fracturado, investigar la influencia de la pátina sobre las huellas de utilización, analizar las señales producidas al rodar en las aguas de los ríos y en las arenas de o

S. A. Semenov, Notas del Instituto para la Historia de la cultura material, 4 (1940),-pág. 23. 4

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los desiertos, así como también tomar nota de la ubicación de las huellas del empleo de la herramienta, en relación con la forma completa de la herramienta en cuestión. Semejantes observaciones fueron necesarias para lograr una precisión mayor sobre las partes usadas y para diferenciar las de las huellas producidas por el roce de las manos durante la utilización de la herramienta sin mango. Durante la elaboración de las bases metodológicas fue importante identificar las señales de desgaste en las herramientas de sílex paleolíticas, que corresponden a la categoría macroscópica (melladuras, denticulado en los bordes). Con frecuencia estas sefiades de uso no se diferencian de las dejadas por el retoque hecho por el hombre para reafilar el borde romo o para quitar el filo al borde demasiado agudo. En el primer período de nuestra labor en base al análisis microscópico de las herramientas pertenecientes al paleolítico, se hizo una observación cuyo significado no fue apreciado debidamente hasta las últimas décadas. Habíamos establecido que casi todas las herramientas que tenían huellas de desgaste, ofrecían ademas de sus partes pulidas, huellas lineales en forma de pequeñísimas líneas, estrías, demostrativas de la dirección del movimiento de la herramienta y de su posición sobre el objeto en elaboración. Estas señales lineales de desgaste fueron descubiertas, por primera vez, en el filo de trabajo del raspador perteneciente a la estación paleolítica de Timonovka9. Estas huellas son perceptibles con pocos aumentos y con el empleo de una iluminación normal. Las señales lineales resultaron ser una clave importantísima para el descubrimiento de funciones desconocidas de los útiles antiguos, puesto que permitieron establecer una cinemática del trabajo en el uso de estas herramientas. El examen de las señales del desgaste sufrido por las herramientas de sílex no sólo en relación a su tamaño (microtopografía) sino también a las señales lineales (microgeometría), exigió su fijación gráfica y su documentación por medio de apuntes y microfotografías. Al querer documentar las huellas de desgaste en las herramientas, se tropezó con grandes dificultades, ya que el intento de dar a las huellas el correspondiente volumen topaba con el conocido límite del aumento. Estas dificultades fueron superadas, en parte, por el empleo de la stereofotografía. La primera etapa de la investigación de los útiles de producción finalizó con la utilización de la experiencia obtenida en el estudio de los materiales neolíticos, procedentes de las sepulturas del río Angara excavadas por A. P. Okladnikov. Sobre esS. A. Semcnov, Boletín de la Comisión para el Estudio del Cuaternario, 6-7 (1940), págs. 110-113.

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tos materiales se llevaron a cabo trabajos destinados a establecer sus funciones, pero ya no sólo como categorías de útiles en particular sino como un intento de poner10en claro todas las ramas de una economía basada en la pesca . En las últimas décadas, la metodología para el estudio de las herramientas de piedra fue aplicada al de los materiales arqueológicos óseos. Los huesos, dientes y cornamentas de los animales fueron utilizados a menudo por el hombre con poca elaboración, y a veces sin ninguna. Por ello los útiles y objetos de hueso, no sólo en la época paleolítica sino también en tiempos no11 lejanos, constituyen una serie de materiales incomprensibles . Él único testimonio de sus funciones sólo pueden darlo las huellas dejadas por su empleo por el hombre. El análisis funcional de los objetos óseos tenia características especiales que exigían otra clase de procedimientos para realizar las observaciones, con ayuda de los cuales había que resolver un nuevo tipo de problemas. A la lista de estos nuevos procedimientos corresponden: 1) distinguir las huellas dejadas por el trabajo del hombre, de las huellas dejadas por la acción de diversos factores naturales; 2) estudiar las cualidades plásticas y estructurales de las distintas clases de huesos, tales como los colmillos, los huesos largos y las astas; 3) observaciones experimentales sobre los procesos de desgaste de los huesos durante el trabajo y sobre los procesos de su elaboración con ayuda de herramientas de piedra y metálicas. Mediante el examen de las huellas dejadas por la elaboración en los huesos largos, costillas, huesos cortos y planos, colmillos y cuernos, se esclarecieron muchos procedimientos elementales de los empleados por la técnica paleolítica que hasta entonces eran desconocidos o poco claros. Simultáneamente con el estudio del material óseo fueron incorporados a la investigación herramientas y objetos de los períodos paleolíticos y neolíticos confeccionados con diversos minerales (obsidiana, nefrita, pizarra, cuarzo y rocas de origen volcánico) los cuales en la primera etapa de nuestras investigaciones casi no habían sido considerados. Las huellas de desgaste y elaboración en estos materiales también tienen sus peculiaridades. En base a los indicios ya establecidos fue posible descubrir y descifrar un material enorme compuesto por guijarros de ríos, placas de pizarra y arenisca, que sirvieron como percutores, retocadores, mazas, paleta para la pintura, afiladores para cuchillos y hachas, y otros utensilios domésticos necesarios para el hombre prehistórico. 10

S. A. Semenov, Materiales e Investigaciones Arqueológicas en la URSS, 2(1941), págs. 203-211. 11 S. A. Semenov, Notas del Instituto para la Historia de la cultura mate. rial, 15 (1947), pág. 138-142.

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Es importante señalar que también en los nuevos materiales, (huesos y diversas clases de piedra) las huellas lineales del desgaste siguieron manteniendo su posición orientadora. Al mismo tiempo, los conceptos sobre las huellas se ampliaron considerablemente al aplicar la microplástica al estudio de aquellos elementos que no tenían señales claras de huellas lineales. En esto se incluyen agujeros, partes alisadas y melladuras, roturas, fisuras, etc. Hay que tener en cuenta, además, aquellos materiales que se conservan en la superficie de las herramientas, tales como pintura, tiza, arena de cuarzo, resinas, óxido, etc. En los poros de las superficies rugosas del inventario Utico, se encuentran a menudo restos de pintura mineral. En aquellos yacimientos del paleolítico donde el estrato cultural contiene con frecuencia colorantes, sus trazas se encuentran en los más variados objetos. Pero su coloración debe ser en gran parte accidental, ya que a veces la pintura fue esparcida por el hombre prehistórico por su vivienda o bien el colorante fue posteriormente filtrado por las aguas. Llama la atención el hecho de que la pintura esté asociada al desgaste en las herramientas. La pintura (el ocre), de color rojo o marrón, se concentra en las partes útiles de la herramienta. Esto es evidente sobre todo en los percutores y plaquetas o morteros de piedra, con ayuda de los cuales se trituraba y esparcía la pintura mineral. Esto se observa más frecuentemente en herramientas óseas. No pocas veces la pintura en útiles de trabajo de este tipo es lo primero que llama la atención del investigador, tras lo cual y durante el análisis se establecen las señales del desgaste en forma de roturas o de estrías debidas a fricciones. En cambio, a veces, la presencia de la pintura es descubierta con ayuda de la lupa, por haber penetrado profundamente en los poros, mientras que las huellas de desgaste son visibles sin el empleo de aquel instrumento. La presencia de colorante en la superficie de las mazas, placas y morteros, en unión de de estrías, constituye el indicio más seguro para determinar la función asignada a dichas herramientas, a pesar de tener ante nosotros guijarros comunes de ríos o fragmentos de losas de diferentes tipos sin ninguna forma determinada y sin ninguna clase de huellas de una elaboración o arreglo previo. La presencia de la pintura, además, no nos permite mezclar mazas y morteros con otras herramientas idénticas dedicadas a mezclar productos alimenticios en los que, como norma, no aparece pintura alguna. Las herramientas alisadas, pulidas, utilizadas en trabajos sobre cuero y pieles, muestran a veces también huellas de pintura. Algunos huesos empleados para bruñir, en el paleolítico, confeccionados con una costilla de animal, tienen pintura en los extremos, a los que se ha dado forma de espátula redondea16

da. Muy probablemente el pulido les fue hecho con el cuero ya pintado o la pintura fue extendida con ellos sobre el cuero. Como es sabido por las informaciones etnográficas, para dar al cuero un buen tinte impermeable se lo mezclaba con grasas animales o vegetales, lo que permitía además su conservación. En útiles de piedra y hueso pertenecientes a épocas muy posteriores, se descubrieron restos de diversos materiales. En la antigua ciudad de Tiritaki, en Crimea, la expedición de B. F. Gaiduquevich encontró, en 1947-48, dos grandes cantos rodados planos, de un peso de 400 a 600 gramos. Ambos mostraban en uno de sus lados huellas de prolongadas fricciones. En la parte plana del canto rodado de menores proporciones, se observaron restos de ocre y finas huellas de movimientos circulares. Dicho plano se había alisado tanto que había adquirido brillo. El otro canto rodado tenía una cara plana con huellas lineales, rectas y finas, orientadas siempre en la misma dirección. Además, en el borde de dicha parte plana, en el interior de una pequeña grieta, se había conservado considerable cantidad de restos de una masa endurecida de color gris claro, que contenía granos de arena y cal. De acuerdo con los datos obtenidos, se trataba de un instrumento dedicado a estucar, a emparejar la mezcla sobre las paredes de la construcción. Por lo visto, el primero de los.cantos rodados servía como piedra pulidora para alisar la mezcla en la superficie antes de aplicarle la pintura. A fin de lograr un estudio más exacto de las huellas del empleo de herramientas de sílex y otros minerales cristalinos, y también en herramientas pulidas neolíticas y de la edad de los metales, se utilizó en el segundo período de nuestras investigaciones un microscopio binocular con un límite de aumento de 180 x, y un microscopio monocular con un ensamble binocular, que hacía posible un aumento aún mayor. El primer resultado de las investigaciones hechas con los nuevos instrumentos fue determinar un hacha paleolítica de la estación Kostienki I y una hoz de piedra antiquísima procedente de Luka-Vrubievetskaya. Durante las investigaciones aparecieron nuevas dificultades relativas a la técnica de observación de la superficie de las herramientas de piedra. La transparencia cristalina dd sílex, cristal de roca, calcedonia, ágata y demás minerales del grupo del cuarzo, constituyó un impedimento serio para d estudio de la superficie de los útiles a grandes aumentos debido al reflejo de la luz. Se hizo necesaria una preparación previa de la superficie sometida a la investigación, por medio de la polinización de magnesita, la aplicación de una fina capa de tinta china, el teñido con violeta de metilo o la metalización. La polinización de magnesita y la metalización, ya se habían practicado en la microfotografía, lo mismo que el teñido para las microfilma-

»"*

ciones de las superficies de objetos de piedra y hueso, y fue lo primero que se empleó en nuestra tarea de investigación. La particularidad del material arqueológico y de las tareas de investigación no permitía la transposición mecánica de los procedimientos del análisis microscópico utilizados en otras ciencias. Com frecuencia ocurría que una metodología bien elaborada para el estudio de los materiales y especies minerales a través de su pulido, era inaplicable por completo para el estudio de la función de las herramientas de piedra. Por otra parte, la estereofotografía y la microestéreofotografia, rara vez emole-* adas en la micro y macrofotografia (mineralógica, metalúrgica, biológica) adquirían una significación esencial en el estudio de las huellas dejadas por el trabajo en las herramientas y objetos elaborados por el hombre prehistórico. También las observaciones por medio del microscopio en joyería de metales coloreados, bronce, plata y oro, fueron bastante fructíferas. La opacidad del metal, su densidad, plasticidad y capacidad para conservar sobre su superficie el más pequeño cambio, favorecieron el estudio y la posibilidad de la microfotografía (por luz reflejada) de las trazas dejadas por el trabajo en frío y en caliente sobre los objetos metálicos. Es necesario advertir que los trabajos en este campo se iniciaron en los últimos años y sus resultados serán dados a conocer en publicaciones posteriores, asi como los resultados de nuestras investigaciones sobre los procedimientos empleados en la ornamentación de vasijas de arcilla y sobre la técnica del trabajo en madera. En tos últimos tiempos hemos iniciado la investigación de la técnica empleada en el trabajo de la piedra durante el paleolítico y ei neolítico, a través de las huellas del trabajo. Siempre Hamo la atención de los investigadores la técnica empleada en el trabajo de la piedra, ya que ella servía como base para la periodización de la Edad de Piedra. La investigación microscópica de objetos de piedra, como por ejemplo antiguas láminas prismáticas y núcleos con huellas de trabajo, ornamentaciones con rastros de aserrado y perforado, etc., introdujo correcciones sobre las ideas reinantes hasta ahora respecto a los medios de trabajo empleados en la piedra. ¿Tienen esas trazas diferencias tan sutiles que puedan reflejar claramente la función de la herramienta y los procedimientos empleados en su elaboración? La metodología del estudio de las funciones productivas a través de las huellas del trabajo se basa en la cinemática del trabajo manual, cuyas características básicas se reflejan en las estrías de desgaste (geometría de las huellas). Además se tiene en cuenta la particularidad y el tamaño de las huellas de desgaste que reflejan el carácter del material elaborado, sus cualidades estructurales y mecánicas (topografía de las huellas). Estos 18

dos testimonios, el de la geometría y la topografía de las huellas, puestas al descubierto por el análisis, se confrontan con la forma dada a la parte útil de la herramienta, con su forma completa, sus dimensiones, su peso y el tipo de material con el cual se elaboró. Todos estos caracteres tomados en su conjunto, dan una respuesta sobre la funcionalidad de cualquier herramienta. La investigación de los procedimientos empleados en la elaboración de los objetos se basa en el estudio de las huellas conservadas en la superficie de los mismos como resultado de la acción ejercida sobre ellos por las herramientas. Las huellas de la elaboración reflejan la forma de la parte útil de la herramienta, el ángulo de su movimiento y otras particularidades del proceso de producción. El resultado de las observaciones realizadas en las huellas sobre la elaboración de los objetos, se completa con los datos que proporciona el estudio sobre las trazas del desgaste producido en las herramientas. La función de la herramienta puede ser determinada en relación a los procesos básicos productivos en la actividad domestica del hombre prehistórico. Los procesos productivos básicos son: 1) trabajo de la madera por cepillado o tallado con la ayuda del cuchillo, el hacha, el cincel, la azuela; 2) trabajo de la tierra con la ayuda de picos y azadas y otros instrumentos parecidos; 3) desmembramiento de animales y corte de la carne con la ayuda del cuchillo; 4) tratamiento del cuero por medio de la raedera, raspador, bruñidor; 5) agujerear cueros y pieles durante su cosido con una lezna de piedra o hueso; 6) perforar madera, huesos y piedras con la ayuda de perforadores de distintos materiales; 7) preparación de la piedra por medio de percutores y retocadores; 8) trabajado del hueso con el buril; 9) alisar y pulir la piedra con ayuda de distintos elementos abrasivos; 10) aserrar la piedra con una sierra de piedra; 11) triturar, moler, pulverizar granos, pinturas, etc., con la ayuda de la maza, mortero, losa, molinos de mano; 12) segar con hoces de piedra y otros instrumentos similares. Estas distintas faenas dejan huellas de desgaste en aquellas herramientas que fueron empleadas por un tiempo más o menos prolongado. Las funciones complementarias, ocasionales o auxiliares sin gran importancia en la vida del hombre, se reflejan en los útiles solamente en el caso de que estas nuevas huellas se entrecrucen con bastante intensidad sobre las antiguas. Algunas herramientas del neolítico que dejaron de ser empleadas, tales como hachas y azuelas, fueron luego usadas como azadas, paletas o simplemente mostraban huellas de golpes dados sobre elementos duros, y los signos de haber sido usadas de nuevo eran completamente evidentes. De esta manera, el estudio de las huellas de uso no permite hablar de las herramientas antiguas y de sus funciones de una 19

manera condicional o aproximada como a la que conduce el estudio con ayuda del método tipológico, sino que esclarece el verdadero y concreto destino, dentro de la economía, de cada una de las herramientas que habían sido usadas. La correcta determinación de las funciones de las herramientas antiguas permite establecer la existencia de determinadas ramas de la producción. Así, por ejemplo, después de que se estableció que en la época paleolítica se emplearon azadas de hueso acopladas a mangos en calidad de herramientas para cavar la tierra, resultaron comprensibles los procedimientos empleados en aquel tiempo en la construcción de viviendas semisubterráneas. Excavar un hueco para una vivienda de ese tipo, de un volumen de unos 27 metros cúbicos, en un terreno arcilloso compacto, como se ha comprobado en la estación Kostienki I, habría sido sumamente difícil con la ayuda de un simple palo aguzado, pero fácil de realizar con la utilización de una azada de hueso. La antigua hipótesis de que el hombre del paleolítico se valía de grandes agujeros como trampas para cazar animales de gran tamaño recibe ahora una mayor base de realidad, ai saber que se llevaron a cabo trabajos excavatoríos en esa época tan lejana, utilizando herramientas no tan primitivas. Si es permisible semejante comparación, se podría decir que una pesada azada de hueso con una ancha paleta, del tipo de la hallada en la estación Eliseievich, es mucho más efectiva para excavar que un simple palo, de la misma manera que el empleo del hacha es mucho más productivo que el cuchillo para cortar árboles. Las huellas de uso descifradas por el análisis se convierten en los principales indicios para determinar la categoría de las herramientas, y, por la misma razón, facilitan muchísimo el reconocimiento de estas últimas halladas en yacimientos de distintos países y de distintas épocas. Por eso, por más que se diferencien las herramientas unas de otras por su forma o su material, si tienen la misma función, por ejemplo, una azada de piedra de la China neolítica, la azada esquimal hecha con colmillos de morsa y la azada de metal del campesino de Nigeria, todas ellas tendrán idénticas señales de desgaste, señales que no se deben confundir con las producidas en otras herramientas. Es bien comprensible que estas señales no serán idénticas por cuanto los tipos de azada, el material con que fueron hechas e incluso la tierra que trabajaron, son diferentes. Sin embargo, en estas distintas huellas de desgaste no se podrán encontrar diferencias esenciales. No obstante, no todas las herramientas de la antigüedad pueden ser sometidas a un análisis con el mismo resultado. Los objetos de piedra, hueso o metal cuya superficie no se ha conservado tal y como era cuando la había dejado el hombre, no sirven para el análisis. Así, por ejemplo, útiles de piedra roda20

dos, objetos de hueso con la superficie deteriorada, objetos de bronce y hierro sometidos a una fuerte corrosión, sólo pueden ser estudiados desde el punto de vista de sus formas. A pesar de ello, incluso en estos casos es posible sacar algún indicio sobre la función a que el objeto estaba destinado si su superficie no ha sido dañada totalmente y ha conservado, aunque sólo sea en pequeña parte, su estado antiguo. Mucho más difícil se presenta el determinar la función de aquellas herramientas representadas por un único ejemplar y no por una serie. Las huellas de desgaste varían en calidad según su grado de conservación. Si se trata de un solo ejemplar puede ocurrir que las huellas de trabajo se manifiesten débilmente y hasta que se hallen cubiertas por otras huellas de distinto carácter. Esto último ocurre en aquellos casos en que la herramienta ha sido usada de nuevo pero aplicada a distinta función de aquella a la que estaba destinada en primera instancia, cosa que solía ocurrir frecuentemente en la antigüedad de la misma manera que sucede en la actualidad. En series de objetos tiene también importancia la forma de la herramienta, pero aquí lo importante reside en que existen mayores posibilidades para analizar la superficie. Aun cuando no en todos, es posible que en algunos ejemplares el investigador descubra no sólo señales esenciales de trabajo, sino también señales secundarias que juegan un papel bastante importante en la determinación de la función de la herramienta. El estudio de las funciones de algunos útiles tiene bastantes dificultades a pesar de la evidente claridad de las huellas producidas por el uso y de los indicios complementarios que hablan de una determinada utilización de la herramienta por el hombre. Las conclusiones que se logran del análisis de las huellas resultan, a veces, inesperadas para el mismo investigador, y por eso necesitan contrastarse con informes etnográficos. Por ejemplo: herramientas tan originales como las limas de hueso provenientes de Olbia, exigen un prolongado examen ya que, a pesar de que pueda establecerse correctamente su funcionalidad, siempre quedan algunos detalles sin esclarecer. Por lo dicho se deduce que el estudio de las huellas de desgaste y elaboración no constituye un medio infalible para alcanzar la solución de todas las cuestiones vinculadas con la producción en la antigüedad, el esclarecimiento de todos los problemas, ni la liquidación de todas las polémicas existentes. Este método amplía las perspectivas de la ciencia arqueológica a través de la incorporación de una nueva fuente de conocimientos sobre la actividad del hombre prehistórico que permite no sólo determinar más correctamente el material existente sino también referirse a la existencia de aquellos objetos que han desaparecido. Naturalmente que este método no excluye otros métodos de estudio de los materiales arqueológicos. El estudio

simultáneo de la forma y del material de las herramientas y objetos antiguos, y de las huellas del desgaste en ellos, completan de manera esencial nuestros conocimientos respecto al hombre prehistórico, a la estructura particular de sus manos, de sus dedos12, sus procedimientos y hábitos en el trabajo, el origen del empleo de la mano derecha, etc. Las soluciones de los problemas relativos a la cronología y periodicidad pueden variar a veces gracias al estudio de la técnica empleada en la producción, puesto que permite diferenciar las señales de trabajo hechas con herramientas de metal de las hechas con herramientas de piedra, y asi descubrir las huellas del trabajo de instrumentos inexistentes en el conjunto de objetos hallados en los yacimientos.

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S. A. Scmcnov, Informes dd Instituto de Etnografía de la Academia de Ciencias de la URSS, 11 (1950), pags. 70-82.

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CAPITULO 1

METODOLOGÍA

1.

MODIFICACIONES EN LAS SUPERFICIES DE ÚTILES DE PIEDRA Y ÓSEOS, DEBIDAS A CAUSAS NATURALES.

La aparición de la pátina es una de las modificaciones más características a la que se ven sometidos los útiles de sílex y de otras piedras bajo la influencia de los agentes naturales. El sílex en estado normal posee un color negro o gris, que tiene la cualidad de adquirir con la pátina un color crema o porcelana. La pátina no sólo puede afectar la superficie del sílex, sino también penetrar profundamente en él hasta alterarlo por completo. Estos objetos de sílex completamente alterados tienen un peso menor en comparación con el sílex fresco y al fragmentarse muestran un color blanco. La patinación constituye un proceso químico exógeno que tiene lugar bajo la influencia de la luz solar, de la intemperie y otros factores, cuyo resultado es que la piedra se deshidrata y pierde las substancias colorantes que se hallan en ella, se fragmenta y se convierte en kajalon, una variedad del ópalo que se caracteriza por su fragilidad y menor dureza. Corresponde señalar que si una pátina no es profunda no modifica el microrrelieve de la superficie del sílex y por esa razón no afecta las huellas de desgaste de la herramienta. Además de la pátina en las herramientas de sílex del paleolítico se observa con frecuencia una superficie brillante. El grado y el origen de este fenómeno son diversos. Tales útiles de sílex del paleolítico inferior (chellense y achellense) son conocidos por los hallazgos realizados en Europa occidental y por los materiales encontrados en la URSS, descubiertos en su mayoría en depósitos secundarios. La modificación de su superficie primaria tuvo lugar bajo la acción de la lluvia y de los ríos, como resultado de la erosión por las aguas. Como es sabido, en el proceso de erosión de las aguas juega un gran papel, no tanto el movimiento del agua misma como el de la arena que ellas arrastran consigo. Poco a poco se va puliendo la superficie del sílex bajo la influencia de la acción simultánea de estos 23

dos factores. El alisado de la superficie del sílex puede tener lugar sin la participación del agua si aparece el viento como factor activo (transportando la arena). Es sabido que el sílex de épocas posteriores (neolítico, bronce) descubierto en las dunas tiene a menudo un aspecto brillante. Al parecer, el grado de intensidad del brillo del sílex no depende solamente de la prolongada erosión, y por esa razón, al igual que el grado de patinación no puede servir de criterio válido para juzgar su antigüedad. La formación del brillo en el sílex depende también de la calidad del mismo. Se pule más rápidamente el de origen cretáceo, que tiene una superficie lisa casi parecida al vidrio. El matiz ligeramente opaco (microgranulado) que posee el sílex cretáceo en las piezas fragmentadas que se pueden ver en los grabados 2 y 3, desaparece rápidamente. El sílex de origen calizo, áspero y rugoso, y la cuarcita, se pulen lentamente. Sin embargo, la aparición del brillo en la superficie del sílex puede producirse en cierta medida sin la intervención de las aguas, del viento o de la arena. Por ejemplo, objetos de sílex del paleolítico superior descubiertos en sedimentos vírgenes no conservan, en muchos casos, el microrrelieve primario en su superficie con su característico color mate opaco. Las observaciones realizadas en materiales provenientes de la zona Kostienki-Borshevo, así como también los de Gagarino, Suponievo, Timonovka, Eliseievich, Malta y otros lugares demostraron que las piezas de sílex estaban cubiertas de un suave brillo en casi toda su superficie. Hasta ahora no está claro el por qué de la aparición del brillo en piezas de sílex halladas en sedimentos intactos. Muy probablemente este fenómeno no está relacionado con la patinación. Las piezas de sílex de la estación Kostienki I descubiertas en la profundidad del yacimiento, cubiertas por una pátina, tenían, en una serie de casos, el mismo brillo que todas las demás. Es razonable la suposición de que el brillo aparece como consecuencia de la acción química, sobre la superficie del sílex, de los materiales que le rodean. En el caso de que dicha alteración natural en la superficie del sílex sea considerable, no sólo dificulta grandemente el microanálisis, sino que llega a impedir la posibilidad de descubrir las huellas de trabajo en las herramientas. Algunas de las estaciones del paleolítico superior (Puchkari I) proporcionan precisamente este tipo de material. En él el brillo intenso cubre y hasta destruye las huellas de desgaste en la herramienta. En la superficie de algunos útiles de sílex, además del suave brillo general, es posible observar, a veces, distintas partes brillantes que se diferencian entre sí, y llaman la atención por su luminosidad. Tienen un aspecto similar a un brillo punteado de estrellitas o vetas luminosas. Hasta ahora no ha sido encontrada una explicación para este hecho. 24

En ocasiones se observan en las herramientas algunas partes que han sido pulimentadas por el movimiento de la arena, el agua o el viento. En algunos casos el hombre utilizaba para la elaboración de la herramienta, cantos rodados de sílex, recogidos en las orillas de los ríos, o fragmentos de sílex que estuvieron en un espacio abierto durante un tiempo prolongado. Las herramientas hechas con semejante material conservan en su superficie restos de la corteza del guijarro. Las partes brillantes se distinguen fácilmente sobre el fondo general, no sólo por la claridad de sus limites y color sino también por su relieve. La alteración natural en la superficie de las herramientas confeccionadas con rocas de origen volcánico (granito, diorita, diabasa, andosita, sienita y otros) se manifiesta a veces por la destrucción de la misma roca a consecuencia de la eolización. En estos casos lo que ocurre es que, en primer lugar, se desintegra y se desmenuza la capa exterior. Durante la búsqueda, con ayuda del binocular, de las huellas lineales en la superficie de los útiles de sílex, de calcedonia, cristal de roca y obsidiana, muy a menudo llaman la atención y sirven de impedimento aquellas líneas que poseen un relieve escalonado o vertebrado (grabados 2, 4, 5). Las dimensiones de estas líneas vertebradas suelen ser muy distintas. En algunas herramientas son bastante grandes y bien visibles a simple vista, pero a veces sólo se las puede diferenciar con ayuda de aumentos. Estas líneas no tienen nada en común con las huellas del trabajo y representan una particularidad característica de la fractura de ciertas especies rocosas. Con la práctica es posible diferenciarlas, aun cuando proporcionan no pocos disgustos al investigador al enmascarar las huellas reales del trabajo, dificultando el descubrimiento de estas últimas si se encuentran ubicadas en el mismo sector. En el estudio de las trazas de manufactura y uso en huesos es necesario diferenciar toda una serie de cambios producidos en la superficie del hueso por la influencia del medio en que se encontraba el objeto óseo. En la actualidad anotamos solamente ocho tipos de tales cambios, que hay que tener en cuenta: 1. Destrucción general del hueso, con la pérdida de su forma primitiva, como resultado de la influencia de procesos físico-químicos en la tierra (régimen de temperatura y humedad, acción de disolventes naturales). Tales huesos, incluso los recuperados por el restaurador, son inservibles para ser analizados. 2. La destrucción de la parte externa del objeto, solamente conservando, en general, su forma primitiva. Este tampoco tiene valor para la investigación. 25

3. La destrucción parcial del hueso manejado con frecuencia. Esto no le priva de valor para la investigación si las huellas del trabajo se conservaron plenamente o en parte. Es muy importante señalar que la parte usada de la herramienta ósea pulida por el empleo de la misma se presta menos a la destrucción, ya que la estructura de la parte plana y lisa del hueso resiste mucho más tiempo a la acción destructiva de las fuerzas de la naturaleza. Aquí no carece de interés el saber que fue establecido un hecho similar en relación con metales pulimentados. Sobre la Ésa y elaborada superficie del metal, como resultado de la absorción, se fqnna una película fina de una composición fisicoquímica distinta, que protege al metal de la destrucción. Con este motivo, V. A. Barun dice lo siguiente: «... Cuanto menor ÜÉ la aspereza, o dicho de otra manera, cuanto más lisa es la superficie trabajada, tanto menos aparece 1la influencia del medio que la rodea y menor es la corrosión» . 4. Deformación de los huesos a pesar de una conservación general de los mismos. Esto ocurre en aquellos casos en que el hueso se encuentra por cierto tiempo en un medio húmedo y se hincha. Más tarde la humedad desaparece, pero el hueso, pese a haberse secado en la capa donde yace, ya no recupera sus características anteriores. 5. Las huellas de la acción de las plantas sobre la superficie de los huesos, dejando sobre ella sus marcas en forma de lineas torcidas, onduladas y complicadas, que recuerdan a meando la carcoma. 6. Las huellas de los colmillos de los animales predadores y de los dientes de los roedores en la superficie de los huesos. Bs poco frecuente hallar estas huellas. Aparecen diferenciadas gracias a su disposición aparejada y a la forma característica de las mismas. 7. Huesos pulidos por las aguas. Los huesos que se hallan en un estrato removido por el agua, completamente pulidos por la acción de ésta, se distinguen por la regularidad del pulido de su superficie en todos los puntos de su relieve, tanto en sus protuberancias como en sus cavidades. La separación de los huesos con semejante superficie no exige un análisis especial. Al observar los huesos pulidos parcialmente por las aguas (en una capa cultural desmantelada) puede surgir la duda de si subsisten en ellos las huellas de uso, sobre todo si el pulido aparece en un extremo apuntado. Pero los huesos lavados por las aguas, aunque lleven arena, rara vez poseen huellas lineales, puesto que la presión mecánica de la arena es insignificante en el agua. Si se hallasen huellas de este tipo, no siempre estarán 1

V. A. Barun, La microgeometria de la superficie metálica trabajada y so mediáón. Leningrado, 1948, pág. 21.

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situadas en aquella parte de la herramienta destinada al trabajo, y no proporcionarán un cuadro cinemático característico del trabajo del hombre. 8. Las alteraciones de la superficie de los huesos, como resultado de la acción atmosférica previa a ser sepultados en la capa cultural (meteorización). La superficie en estos casos se agrieta y hasta se exfolia e incluso adquiere tonalidades mucho más claras que en los huesos no sometidos a semejantes influencias. Los cambios de los huesos arriba señalados, producidos bajo la influencia de agentes naturales, por supuesto que no agotan la diversidad de los cambios con los que se tropieza en la práctica de la investigación. Algunos de ellos permanecen aún sin esclarecer. Con frecuencia, es posible encontrar en los huesos huellas indudables del trabajo, huellas que al mismo tiempo están semiveladas, con los bordes del objeto suavizados, sin sus ángulos y con el contorno de las huellas falto de claridad. Hasta ahora es difícil afirmar si esto se debe a una breve eolización o a una reacción bioquímica. 2.

INDICIOS FUNDAMENTALES DE LA ELABORACIÓN Y DESCASTE EN LAS HERRAMIENTAS DE PIEDRA.

Los conceptos contemporáneos respecto a las etapas de desarrollo de las culturas materiales en d paleolítico y el neolítico se basan principalmente en el estudio de la técnica empleada en la elaboración de la piedra, en los cambios y en la complejidad de los procedimientos empleados en la elaboración de los útiles de trabajo. Las observaciones realizadas prueban que las herramientas más antiguas se confeccionaron empleando el más simple de los procedimientos, como es el de golpear una piedra contra otra. Las huellas de golpes fuertes dados sobre un pedazo de sílex o cuarcita, que aparecen como grandes extracciones cóncavas sobre la superficie, constituye el indicio más característico de este trabajo. Si en la piedra se halla cierta cantidad de estas extracciones en una determinada combinación, es suficiente para que d arqueólogo pueda decir que se trata de huellas dejadas por la acción del hombre y no como resultado de la acción de agentes naturales. En una lasca las marcas de su elaboración son la convexidad del bulbo de percursión y el retoque; en las láminas del paleolítico superior, lo son las facetas planas, que les dan forma prismática, los retoques de buril y los retoques planos o abruptos del trabajo por presión. Junto a estas huellas de la elaboración, el arqueólogo encuentra en las hachas, azuelas y cuchillos del neolítico una nueva señal, que consiste en el pulido de la superficie, sobre la 27



cual hasta la vista menos especializada puede observar numerosos rasguños, pequeños y paralelos, es decir, huellas de la acción de un material abrasivo. El aserrado y el perforado representan cambios tales en el objeto elaborado que no sólo son visibles el procedimiento de trabajo y la característica del movimiento, sino también la forma de la herramienta empleada. La técnica de trabajar la piedra rompiendo partículas del material mediante pequeños golpes, se distingue sin dificultad alguna por la superficie áspera y quebrada del objeto elaborado. Junto a los ya señalados macroindicios de la confección de herramientas y objetos de piedra, existen los microindicios. A éstos corresponden los agujerítos, los alvéolos y las fisuras, surgidos en el material silíceo como consecuencia de los golpes y presiones ocasionados con un instrumento duro, y que no son visibles a simple vista. Una importancia esencial tienen las rascadas y estrías que se observan en los planos de presión de núcleos, láminas y en otras partes de objetos de piedra en los que se ha aplicado el lascado o el retoque por presión. Dicen no solamente la dirección del movimiento del instrumento, sino también algunas cualidades del material de que está hecho. El brillo, la rugosidad en los bordes y en las protuberancias, el brillo estrellado de su superficie, el nücrorretocado, la abrasión apenas visible, el afilado, etc., todos ellos son huellas de la elaboración, por los cuales se pueden establecer las particularidades de la técnica primitiva. La naturaleza del desgaste de la herramienta durante el trabajo depende de distintas condiciones, una de las cuales es la calidad del material con el cual está hecha la herramienta, su mayor o menor dureza. Pero el desgaste del útil puede depender también de la forma de su parte laboral (del ángulo de aguzamiento de los bordes, del filo y de su extremo) y de la duración de su uso. Un cuchillo hecho de obsidiana se desgasta más rápidamente que d que está hecho de sílex, puesto que ia escala de dureza de la obsidiana es menor que el sílex en más de una unidad. Después de an mismo uso, un hacha de sílex con un ángulo del filo de 39°, muestra un mayor desgaste que an hacha de sílex con un ángulo de 60°, puesto que d primeTO penetra más profundamente en la madera y encuentra una resistencia superior que las que encuentra el segundo, sobre una mayor área de su parte laboral. Mucho depende también de la fuerza que aplicara el hombre. El desgaste de una misma hacha será más intenso, si la presión, en lugar de 10 es de 15 kilos en cada golpe. El hombre del neolítico no encontró en seguida el ángulo racional de aguzamiento del filo de la azuela para los diferentes trabajos con madera, tales como lá burda limpieza de troncos, ahuecar botes, cepillar las irregularidades del objeto, cortar transversal28

mente la madera. Con frecuencia el hombre producía vigas con una azuela, cuyo ángulo de agudeza era de 75°, debiendo emplear por ello un gran esfuerzo cinemático, cuyo resultado era que la herramienta se desgastaba fuertemente y como consecuencia tenía un menor coeficiente de provecho en la acción. Simultáneamente con las condiciones antes citadas, determinantes del nivel de desgaste de la herramienta, tiene no poca importancia la velocidad de trabajo, así como la posición laboral de la herramienta, es decir, el ángulo de corte y el ángulo de golpeo. Naturalmente que la diferencia en las cualidades y características del material sujeto a elaboración produce una mayor y más aguda gradación en el nivel de desgaste de las herramientas. El mayor grado de desgaste de las herramientas de piedra y metálicas se produce al trabajar la piedra. Se desgastan menos al trabajar la tierra, dependiendo el desgaste de la composición del suelo. A continuación, y siempre manteniéndonos en el marco de la tecnología primitiva, podremos señalar el trabajo en huesos, madera, pieles y carne. El fenómeno del desgaste como proceso físico se divide en dos tipos fundamentales. El primero presenta las formas más burdas de deformación de las herramientas en el curso de los procesos de trabajo. Esto atañe a todos los tipos de cambios que se producen en las herramientas a causa del empleo de la técnica de percusión, que daña la parte útil, astillando trocitos relativamente grandes, fragmentándola, creando facetas, fisuras, denticulados, muescas, etc. Al segundo tipo corresponden fenómenos menos visibles de deformaciones en las herramientas, a los que se podría denominar microdeformaciones. Esto último es observable en los casos en los que el desgaste se produce a consecuencia de la fricción de la herramienta con el objeto en elaboración. Los tipos de fricción pueden ser de los más variados, comenzando por el desgaste del duro cuchillo de sílex al cortar la carne y terminando con la fncción de azadas de hueso o de madera sobre un suelo arenoso. La intensidad del desgaste, grado y carácter de las deformaciones en las herramientas, están muy lejos de ser uniformes. Es sabido que hasta el material más flexible, que opone una resistencia insignificante a la herramienta elaborada con el material más duro, con el tiempo va cambiando la estructura de su superficie y hasta la forma misma dd útil. En la práctica se pueden diferenciar tres grados de desgaste de la herramienta por su fncción con otro objeto: 1) el alisado (pequeñas presiones dispersando pequeñas partículas y cambios microplásticos de su superficie; 2) pulido (aumento de la presión con,la dispersión de partículas más grandes), y 3) ras29

pado burdo (una mayor presión específica con-destrucción macroscópica de la superficie). En el proceso de desgaste de la herramienta tiene importancia otro factor más, al que siempre hay que tener en cuenta. En determinadas condiciones, la fricción entre la herramienta y el objeto no siempre tiene lugar con superficies idealmente limpias. Simultáneamente con la atmósfera (con distintos grados de humedad) y la inclusión de agentes químicos entre la herramienta y el objeto, se presentan permanentemente agentes físicos tales como el polvo, la grasa y el sudor de las manos, la arenilla de cuarzo y otras partículas duras que cumplen de este modo, y en forma imperceptible, el papel de abrasivos. Hasta en aquellos casos en que surge la superficie pulida como consecuencia de la fricción bajo la más insignificante de las presiones (por ejemplo, la presión ejercida por el cuchillo de piedra en la carne de un animal degollado, la palma y los dedos de la mano al apretar la herramienta), estas partículas se constituyen en agentes destructivos complementarios (discontinuos), que refuerzan el proceso de dispersión de las partículas y de cambio en la superficie. Hablando estrictamente, todas las formas del desgaste se manifiestan de una forma doble: la deformación de la herramienta y la disminución de su volumen. Estas alteraciones tienen lugar sobre todo en la parte útil de la herramienta. Las partes no usadas sufren muy pocos cambios y éstos solamente se producen en aquellas partes que tienen contacto con la mano del hombre o con el mango, que de una u otra manera causan un cierto grado de fricción. La señal más extendida y que llama la atención, sobre todo en las herramientas de piedra, es el pulido. Como norma, el brillo en los cuchillos se manifiesta en el filo. Se extiende desde el filo por una o ambas caras, según las características del trabajo. El ancho de la parte pulida en las caras del cuchillo depende, normalmente, tanto del ángulo laboral en el que se sitúa el filo sobre el objeto de trabajo, como de la naturaleza física de este último. Naturalmente que en un material blando la herramienta cortante penetra más profundamente y las huellas laborales abarcan más ampliamente la parte laboral del útil. En los instrumentos cortantes, y en cuchillos que terminan en punta, el brillo producido por el uso es visible en la punta, ya que esta parte es la que encuentra mayor resistencia por parte del objeto de trabajo. Junto a lo arriba señalado, el brillo causado por el uso del útil se extiende a todo tipo de ángulos, aguzamientos, bordes y salientes de la herramienta que de una u otra manera fueron utilizados en el trabajo. Una señal no menos importante es la forma de la parte pulimentada. Por lo común, el brillo producido por lá utilización 30

va difuminándose gradualmente y debilitándose en dirección hacia la periferia hasta desaparecer por completo. Este hecho es el testimonio de la participación directa de la mano del hombre y demuestra que el movimiento de la herramienta sufrió la vibración de un órgano dúctil. Al examinar el brillo producido por el trabajo es importante observar también la naturaleza del retoque en la parte útil de la herramienta. Ocurre comúnmente que la concavidad de las facetas se halla también pulimentada, como resultado de su estrecho contacto con el objeto de trabajo, siempre que éste sea plástico, como la carne, la piel o las fibras vegetales blandas. Si la herramienta de piedra fue utilizada sin mango, no importa cuál sea la dureza de la piedra, a menudo surgen en ella las huellas del alisamiento producidas por la mano. La fricción del sílex con la piel de la mano pule poco a poco su superficie, especialmente cuando aquélla está sucia, por lo que en sus poros se conservan partículas de arena. El pulido producido en el sílex por la mano se diferencia del brillo surgido a consecuencia de la fricción con el objeto de trabajo, en que los límites del mismo no poseen nítidos contornos. Aquí, por término medio, la nitidez pasa a ser débil, lo cual recuerda a veces el brillo de uso de una herramienta en materiales blandos, tales como la carne. El brillo se extiende no solamente en los puntos salientes, alcanzando considerable fuerza en los bordes y ángulos, sino también en las cavidades, donde se debilita. En la mayoría de los casos, este tipo de pulido es reconocible mediante un análisis cuidadoso. En este modelo de pulido, las áreas con brillo intenso se distribuyen por el sílex, cubriendo varias facetas, lo cual indica generalmente la manera de asir el instrumento. Además, este brillo se encuentra muy frecuentemente en aquella mitad de la herramienta, que muy rara vez ha servido como parte útil de la misma, puesto que sus bordes afilados se hallan por lo general trabajados por un retoque con la finalidad de embotarlos, o fueron simplemente eliminados por un golpe de buril. La extensión del brillo confirma que esta parte sirvió como mango. Es muy infrecuente encontrar estrías en la parte que sirvió de mango, pero lo principal reside en que si aparecen no tienen , una orientación definida. Las huellas demostrativas de la utilización del útil en forma de brillo o pulido y las distintas intensidades de las mismas que se manifiestan como resultado de la fricción de la mano con la carne, piel, madera, hueso y cornamenta, no sólo son características para las herramientas de sílex, sino también para otros minerales del grupo del cuarzo (ágata, calcedonia, jaspe y otros). En algunas ocasiones, cuando la herramienta ha sido utilizada en el trabajo sobre materiales duros, las huellas del des31

gaste tienen el aspecto de manchas mates, parecidas al que tienen antes de ser pulidas. En las lascas de sílex destinadas a aserrar piedra o conchas petrificadas, en las puntas de los perforadores aplicados a dichos materiales y en los buriles para trabajar el hueso, se observan a menudo huellas de desgaste en forma de pulido. La aparición de esta clase de huellas en las puntas de estas herramientas indica también la aplicación de un gran esfuerzo físico, concentrado en un pequeño espacio de la parte laboral de la herramienta. Las señales de uso en forma de pulido son las más características del desgaste en herramientas hechas de obsidiana. El brillo vitreo es el brillo natural de la obsidiana. Pero con la fricción producida durante el proceso laboral, la superficie de la obsidiana se vuelve mate y hasta se hace áspero al tacto. Esta cualidad se explica por la excepcional fragilidad de este mineral. Por efecto de su rodamiento por agua y exposición a la intemperie, la obsidiana llega a perder su natural brillo vidrioso y adquiere una corteza porosa, de color gris oscuro, que recuerda la piedra pómez. Por esta razón la alteración en la superficie de la obsidiana es un fenómeno inverso por completo a los que observamos en herramientas de sílex y en otros minerales de su mismo tipo. En los útiles de obsidiana, que se distinguen por su menor dureza y por su brillo vitreo en la fractura, se conservan las huellas del trabajo, incluso en las herramientas empleadas por un tiempo breve. Por esta razón, la obsidiana es, en cierto modo, un mineral bien dotado para un microanálisis del material, siempre y cuando haya sido encontrado en un nivel cultural intacto. El desgaste de las herramientas se pone de manifiesto no solamente por el pulido de su parte usada, sino también por las huellas lineales (estrías). En el trabajo con materiales muy duros y ásperos, como la piedra, por ejemplo, estas huellas aparecen nítidamente y a veces son reconocibles hasta a simple vista. Las huellas lineales surgidas en las herramientas de piedra por el trabajo sobre huesos, maderas, pieles, sólo pueden apreciarse en la mayoría de los casos con aparatos de aumento. La formación de estrías con aspecto de rasguños, rayas y surcos en herramientas de una piedra tan dura como el sílex, empleadas sobre objetos mucho más blandos, tiene lugar como consecuencia de la penetración en los poros del material en elaboración y en la superficie de las herramientas de arenilla, cuya presencia es completamente comprensible si se tiene en cuenta las condiciones de producción primitivas*. 1

* Con el uso del microscopio electrónico puede distinguirse la forma de la sección de las estrías, y por ella saber su origen (si fue originada por partículas extrañas o por partículas desprendidas del mismo material). N. R. 17

La nitidez y claridad de las huellas lineales dependen mucho de las características de la superficie de la herramienta, del material de que está hecha y del grado de su desgaste. Sobre una superficie lisa y regular de un sílex cretáceo es posible estudiar las líneas marcadas, y la orientación del movimiento de la herramienta se determina con claridad hasta en aquellos casos en que la herramienta fue empleada por un tiempo breve. El jaspe, calcedonia, ágata, cristal de roca y otros minerales con fractura concoidea y estructura cristalina, pueden conservar bien las huellas.lineales. En el sílex calcáreo, con una superficie irregular y áspera, en rocas volcánicas, cuarcita, asperón, pizarra, las huellas se perciben con menos claridad. En los útiles de sílex retocados, donde la superficie presenta un relieve ondulado, las huellas lineales del trabajo apenas son visibles, y si se las detecta, es sólo en partes sumamente pequeñas, en las partes más salientes entre las aristas de los retoques. El filo de una herramienta fuertemente desgastada, embotado y pulido hasta el brillo, como, por ejemplo, en una hoz, posee a menudo duras estrías hasta en un borde retocado. Por lo general, el grado de desgaste de la parte útil juega también un gran papel en la claridad de las huellas lineales. Piedras granuladas tales como el granito, la diabasa, la diorita, a consecuencia de una fricción prolongada, adquieren una nivelación de las partes trabajadas, en las que se descubren muy bien las estrías. En las superficies de las herramientas hechas de obsidiana, tal como lo hemos señalado ya, se ven muy bien las huellas lineales, mientras conserven su aspecto vitreo. Posteriormente, en la medida en que se las emplea en el trabajo y adquieren una superficie mate, los indicios lineales en dichas herramientas pierden su claridad. 3.

LAS SEÑALES DE USO EN HERRAMIENTAS Y OBJETOS DE HUESO

Hasta la época anterior al empleo del metal, en la actividad doméstica del hombre, simultáneamente con la piedra, jugó un papel muy importante el hueso como material para la elaboración de herramientas, armas y adornos, así como, para la fabricación de objetos artísticos. Sin embargo, contrariamente a lo hecho en el estudio de la piedra, se investigan mucho menos las herramientas de hueso y la técnica de su elaboración, sobre todo en el campo del paleolítico*. Esto se explica por las * La problemática de los instrumentos sobre hueso ha empezado a tratarse internacionalmente de forma coordinada a partir de los coloquios internacionales sobre la industria de hueso en la prehistoria, celebrados a partir de 1974 en la abadía de Senanque (Francia), publicados por la Universidad de Provenza.

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especiales características del hueso. Los métodos para la manufactura de los útiles de piedra (percusión, lascado, retoque y más tarde pulido) exigían una transformación profunda de la forma natural del material, desde la obtención de la materia prima hasta el acabado final. La piedra, en su estado natural, o poco trabajada, jugó un papel muy secundario en la economía humana. El hueso, siendo un material especial, proveniente de la naturaleza viva y fácilmente adaptable por el hombre para determinadas necesidades vitales y técnicas, no necesitaba a menudo de mucho trabajo de preparación para su empleo y se utilizaba coa una elaboración parcial o solamente con una corrección y hasta sin ella. La forma aguzada de los cuernos, colmillos y dientes, que constituían armas naturales de los animales, la estructura troncal de las costillas, los huesos largos que poseían un mango natural en la epífisis, la fina sección y la firmeza de los huesos de animales pequeños y de las aves, la forma cóncava de cráneos y huesos de la pelvis de los grandes mamíferos, todo ello facilitaba la labor del hombre en la confección de herramientas y objetos de la vida diaria. Así, el hombre disponía de una gran posibilidad de elección de formas ya listas entre toda la cantidad de variantes que le ofrecían los esqueletos, tanto es especies como en edades del mundo animal que le rodeaba. En la actualidad, hay bases para suponer que el hueso tuvo una más amplia y variada aplicación en la práctica de la producción del hombre primitivo que la que se le había atribuido, y no sólo a lo largo de la Edad de Piedra, sino posteriormente, hasta que el dominio del metal y su técnica se hicieron definitivos. Es posible que la Edad de Piedra debiera denominarse Edad de la Piedra y del Hueso, porque en este periodo histórico de tan larga duración, la piedra y el hueso se complementaron uno a otro. La piedra poseía la dureza, y d hueso la plasticidad con una considerable solidez. Estas dos cualidades existentes separadas, la dureza y la plasticidad, sólo fueron unificadas en los metales. La masa de instrumentos de hueso es poco favorable para su diferenciación y determinación, por lo que permanecen a menudo ignoradas, escapan a la atención del investigador y se las vincula a los restos de la fauna. Tal como lo demuestra la observación de las huellas de uso, el hombre de la Edad de Piedra aprovechaba todos los huesos dd esqueleto de los grandes mamíferos y muchísimos huesos de los animales pequeños. Estos huesos se pueden dividir en los grupos siguientes: i) astas, colmillos grandes y pequeños, dientes y hasta las mandíbulas de los predadores con sus caninos; 2) los huesos largos; 3) las costillas; 4) los huesos cortos y planos 34

(cráneos, pelvis y escápulas); 5) huesos cortos (falanges y otros huesos de las garras y patas de los grandes animales).. Las huellas en los huesos y en útiles de objetos de hueso, que reflejan el trabajo del hombre, se pueden dividir en cinco categorías fundamentales: 1) Huellas de la utilización de huesos de animales no o poco elaboradas, que permiten juzgar sobre el destino que se les daba a estos huesos en la economía doméstica. 2) Huellas de la utilización de útiles de hueso trabajados, demostrativas de las funciones productivas de estos últimos. 3) Huellas en los huesos y objetos de dicho material, que descubren los procedimientos y medios usados para el trabajo del hueso con herramientas de piedra, así como el nivel de la tecnología en esta labor. 4) Cortes en los huesos como consecuencia de la separación de la carne de los animales y de los tendones, huellas de los golpes dados para aplastar los huesos a fin de obtener la médula de los mismos, etc. 5) Huellas del trabajo en los huesos hecho con herramientas metálicas. A todo esto hay que recordar que las huellas, si han sido bien estudiadas y descifradas, no sólo nos permiten dar una determinación funcional de cualquier herramienta, sino que también con ello conocemos nuevos aspectos de la producción, puesto que a la vista de las funciones determinadas exactamente, a menudo se aclara su papel productivo y otras cuestiones complementarias. Para la investigación de las huellas en los útiles de hueso, es imprescincible tener en cuenta la calidad y las propiedades de la estructura ósea. La superficie sa, la capa exterior compacta del hueso, tienen su microrrelieve especifico o microestructura. Un ligero rasguño es suficiente para que éste, bajo la lupa, se diferencie claramente sobre el fondo del relieve. En las cornamentas de animales, como el ciervo o el alce, nos enfrentamos con una superficie mucho más rugosa. La capa exterior compacta de ios huesos posee una estructura laminar compuesta de muchas capas finísimas, lo cual es más visible en huesos antiguos y secos. Esta última particularidad, sumamente esencial, de la estructura de los huesos, permite diferenciar el desgaste del rodamiento a que hayan podido estar sometidos. La aparición de elementos esponjosos internos, a través de la capa compacta, sirve también como indicio claro del desgaste, teniendo en cuenta desde luego las posibles intervenciones por parte de factores naturales. Además, nosotros disponemos de otro testimonio más del degaste en huesos en el curso del proceso laboral. Se trata del cambio de la forma anatómica del hueso, el cual, en cada una

de las especies animales, tiene una forma y volumen muy concretos. Finalmente, «1 indicio más importante del desgaste está constituido por las estrias indicativas de la dirección impresa al movimiento. Solamente en casos extraordinarios de huesos muy gastados en el proceso laboral no se hallan huellas lineales. Por lo general, a causa de la fricción, hasta con un material como la piel, se producen en los huesos huellas lineales en forma de ligeros rasguños o estrias, bien visibles, indicadoras de la dirección del movimiento. En las herramientas de hueso confeccionadas con la técnica del lascado o del cepillado, las huellas del desgaste se descubren, en primer lugar, por las señales de alteración en la superficie trabajada, que tiene su propio diseño y relieve;, en segundo lugar, por el grado de deformación de la forma que se le dio artificialmente y, en tercer lugar, por las huellas lineales. Es necesario detenerse en las huellas de desgaste ocasionadas por la fricción, porque esta clase de huellas es la más extendida y pone de manifiesto una inacabable gradación de niveles de empleo de las herramientas. Estas huellas constituyen también los indicios rectores para identificar herramientas utilizadas para golpear, tales como las azadas, cuñas y picos. 4.

LA CINEMÁTICA DEL TRABAJO MANUAL Y LA FORMACIÓN DE LAS HUELLAS LINEALES EN LAS HERRAMIENTAS.

El hombre, en el proceso de trabajo, no modifica la naturaleza externa directamente con su organismo, sino a través de las herramientas. Las herramientas se diferencian radicalmente de los órganos del hombre. Técnicamente están más avanzadas cuanto más difieren las propiedades físicas de la materia prima con la que están hechas de la materia orgánica del hombre. De donde resulta completamente comprensible que no fueron la madera ni el hueso, productos de origen orgánico, sino la piedra y los metales quienes resultaron ser los materiales más importantes para la confección de los útiles de trabajo fundamentales. Con las herramientas hechas con estos materiales, el hombre pudo no sólo influir con el mayor de los éxitos sobre la naturaleza externa, sino elaborar otras herramientas para su trabajo. Con los útiles de madera era imposible trabajar no sólo el metal, la piedra y el hueso, sino hasta ese mismo material, es decir, la madera. En lo que respecta a las herramientas de piedra, con su empleo se pudo trabajar la madera, los huesos y la piedra, y en un comienzo, hasta forjar metales; aún hoy dia se continúa empleando como abrasivo (pulir, afilar). Con las herramientas de metal es posible trabajar toda clase de materiales que se encuentran en la naturaleza. 36

Los útiles de trabajo tienen una diferencia primordial respecto a los órganos del hombre, no sólo por el material de que están hechos, sino también por su objetivo. Las manos del hombre constituyen órganos de carácter universal, y en el origen de su desarrollo está su poli funcionalidad. Únicamente en los primeros estadios de su desarrollo, los útiles de trabajo tienen un destino relativamente amplio, pero la base de ese desarrollo reside en la especialización y en la tendencia hacia la unifuncionalidad. Esta especialización alcanza una diversidad cada vez mayor en cada época de la historia de la producción. Además, existe una diferencia cualitativa muy importante entre los útiles de trabajo y los órganos del hombre. Estos se diferencian de las herramientas por su estructura y poseen en grado mínimo las características propias de las formas y cuerpos geométricamente correctos. Las herramientas, en virtud de estar destinadas a penetrar en otros cuerpos (objetos de su trabajo), y a romperlos cambiando su forma primitiva, tienen una decidida tendencia a adquirir rasgos geométricos más regulares, sobre todo en su parte de trabajo. Cada una de las acciones ejercidas por la herramienta sobre el objeto de trabajo tiene el propósito de cambiarlo, de transformarlo en el sentido deseado por el hombre. La acción mecánica que nos interesa ante todo se resume en la transformación de las formas naturales del objeto, en el cambio de su aspecto exterior, en el desmembramiento completo del objeto en partes iguales o desiguales y en la separación de un fragmento o muchos de ellos, desmenuzándolos. Durante la acción de la herramienta sobre el objeto de trabajo se producen diversos tipos de fricciones. De la fricción, que surge del deslizamiento o el desplazamiento de la parte en uso de la herramienta sobre el objeto, se forman las huellas lineales sobre aquélla. Estas son huellas de primer orden. Se originan durante el proceso de cortar, cepillar, serrar, perforar, taladrar y pulir. Únicamente unas cuantas acciones, como golpes o presiones, cuando la herramienta no penetra en el objeto de trabajo (lascado y fragmentación de la piedra, forja de objetos metálicos, estampado...), que no tienen el objetivo de cortar o cepillar, dan lugar a señales de segundo orden (alvéolos, piqueteado, denticulados, asperezas). La disposición de las señales de primer orden, a las que dedicamos nuestra mayor atención por ser los mejores indicios de trabajo, se distingue por su regularidad. Es verdad que la mano del hombre no puede compararse con el soporte de los tornos metalúrgicos actuales, que poseen una fuerte sujeción que afirma el instrumento. La mano produce algunos movimientos débiles en relación con la postura de la herramienta en el trabajo y representa en cierto modo una sujeción flexible, aun en aquellas condiciones en que la herramienta posee un mango, 37

-».

que aumenta su estabilidad en la mano. El movimiento de la herramienta en la mano surge no solamente por la débil sujedón, sino también por la influencia de la receptibilidad sensorial que poseen nuestras manos, que provocan débiles movimientos en la sujeción. No obstante, la cinemática del trabajo manual es la que reflejan total y correctamente las huellas del trabajo en las herramientas, y las huellas lineales constituyen fragmentos de la trayectoria de la herramienta puesta en movimiento. Las observaciones realizadas demuestran que los procesos fundamentales de trabajo, realizados por el hombre, tienen su propia característica cinemática. Por ejemplo, para obtener un orificio hay cuatro procedimientos: perforar, punzar, horadar y taladrar. La elección de cada uno de ellos depende de una serie de drcunstancias, pero, en primer lugar, del material constitutivo del objeto de trabajo y del material de que está hecho el útil. Cada procedimiento tiene su particularidad cinemática, que se expresa en la longitud de la trayectoria, en su forma, recta o curva, y en la dirección de la misma, sin mencionar ya las particularidades de orden dinámico. Las diferencias cinemáticas esenciales se resumen en el trabajo del cuchillo aplicado a cepillar madera, a desollar, cortar la carne, destripar pescado y limpiarlo. Todo esto condiciona distintos movimientos de la mano sobre el objeto sometido al trabajo, ya sea con el filo o con la hoja de la herramienta. La posición de las herramientas en relación con el objeto y el ángulo de inclinación de la parte laboral de la misma tienen una gran importancia en la formación de las huellas. Es sumamente importante diferenciar aquellos casos en que los procesos de trabajo, por sus procedimientos, poseen pocas diferencias dnemáticas. A esta categoría del movimiento corresponde el trabajo con el hacha, la azada y la azuela. Pero las huellas lineales del desgaste ocasionado en dichos procesos laborales, resultan distintas, gracias a cierta originalidad en la posición de la parte útil de la herramienta en relación con el objeto de trabajo, en el ángulo de su inclinación y en la forma de dicha parte útil. Estas diferencias consisten ante todo en la ubicación particular de las líneas en la superficie útil de la herramienta. Cada herramienta tiene su propia disposición de las estrías —huellas de desgaste—, en su parte laboral. Las estrías se ordenan en forma paralela o perpendicular en relación con el eje de la herramienta, paralela o perpendicularmente en relación con su filo, o en diagonal con respecto al filo o al eje. Pueden tener una o muchas direcciones, es decir, pueden ser paralelas o entrecruzadas, rectas o curvilíneas, ser discontinuas o continuas; además poseen su propia densidad y longitud, así como también otras características. Las huellas de trabajo en las herramientas de metal actuales, tales como cuchillos, hachas, formones, cinceles, 38

sierras, agujas, leznas, navajas, tijeras y otras, dan una imagen cinemática mucho más clara, debido a la plasticidad, densidad y capacidad del metal, así como también a su forma geométrica regular y su superficie lisa. En las herramientas antiguas de piedra o de hueso, cuyos contornos exteriores son mucho más irregulares, de diferente dureza y de superficies ásperas, las huellas lineales suelen manifestarse débilmente y se encuentran con dificultad; esto concierne particularmente a las herramientas de sílex cuya superficie ha sido retocada. En una serie de casos, la imagen cinemática del proceso laboral resulta no ser clara, debido a que las huellas aparecen débilmente y las estrías visibles reflejan solamente la forma de la trayectoria, pero no dan todos los indicios de la dirección del movimiento laboral. Por ejemplot las estrías del desgaste de la sierra no ponen de manifiesto si el movimiento fue unidireccional o bidireccional. En estos casos constituye un indicio cinemático complementario el desgaste de la superficie del útil. Comúnmente, la superficie de la herramienta de piedra está compuesta de facetas y agujeros, de protuberancias causadas por el retoque, de diversas incrustraciones y granos de cristal visibles bajo la lupa. El desgaste de la superficie de la herramienta se manifiesta en la alteración microplástica de los bordes de los agujeros y en los costados de las protuberancias, gracias a lo cual es posible saber la dirección del movimiento, puesto que precisamente las partes salientes, las protuberancias, son sometidas al desgaste como consecuencia, en primer lugar, del roce con el material sobre el que trabaja. Agujerear u horadar.—Volvamos hacia el tipo de trabajo más simple, agujerear con la ayuda de un instrumento aguzado. Independientemente del material sobre el que se realiza el trabajo y el grado de aguzamiento que posee dicha herramienta, su parte útil se desgasta a consecuencia de la fricción con el material en el que se introduce. Si el agujereado se lleva a cabo con una presión recta de la herramienta, en ese caso las huellas de desgaste, correspondiente al movimiento, serán rectilíneas, paralelas al eje del punzón. Toda desviación de esa dirección se reflejará en la disposición de las líneas marcadas en la punta. En la práctica, el agujereado no se limita a la presión rectilínea, sino que es acompañado por las vueltas que la herramienta da, ya a la derecha, ya a la izquierda, ya media vuelta o un cuarto de ella, impulsada por la mano. En este caso, el desgaste del perforador se debe a dos causas: la fricción rectilínea y la fricción giratoria. Las huellas en el perforador reflejan estas dos formas del movimiento. Las líneas paralelas al eje del perforador se entrecruzan con las líneas que van alrededor del mismo, es decir, en forma perpendicular a su eje, si se las toma en su proyección. 39 i*.

En la práctica, el horadar está lejos de producir la misma precisión en las estrías dejadas en leznas de metal, hueso o sílex. Mientras que en la lezna aguzada de metal se reflejan todas las particularidades del movimiento de trabajo, en la de hueso esa manifestación es menos clara, y en la de silex apenas es visible o completamente inhallable. En los casos que la imagen de las huellas del trabajo no es clara, cosa que ocurre en guijarros de sílex con filo retocado, al investigador le queda la posibilidad de observar las huellas en el cambio producido en el microrrelieve irregular. Las microprotuberancias aparecen aquí pulidas por el lado que da a la punta de la lezna, mientras que en el otro lado la faceta aparece afilada. Taladro.—La acción de horadar con movimientos giratorios de las manos en una media vuelta o un cuarto de vuelta constituye ya el comienzo de la acción de taladrar. De aquí se deduce naturalmente que la acción de taladrar debe dejar en la parte laboral de la lezna solamente un tipo de huellas, en forma de líneas circulares perpendiculares a su eje, como consecuencia de la aplicación de un sólo tipo de movimiento, la rotación. El concepto de «movimiento giratorio» es la definición cinemática común para la acción de horadar. La acción de taladrar puede ser manual o con la intervención de una máquina, y consiste en una rotación interrumpida, discontinua, en una sola dirección (taladrar con una sola mano), en una acción ininterrumpida de horadar, alternando la dirección (taladrar sin dejar la lezna de la mano, horadar con el empleo de las dos manos, colocando la lezna entre las dos palmas, taladrar con la ayuda de una barrena de arco o de disco y taladrar de manera ininterrumpida en una sola dirección (berbiquí, barrena con transmisión dentada, torno). Cada uno de estos procedimientos tiene su particularidad, que se manifiesta en las huellas de desgaste. La acción manual de horadar se hacía frecuentemente con un punzón de piedra cónico, mientras que la mecánica se realizaba con el empleo de un cilindro. La acción de taladrar con una sola mano no permite alcanzar una penetración absolutamente recta, puesto que las muñecas de las manos sólo pueden efectuar durante el acto de horadar una media vuelta o, a lo sumo, tres cuartas partes del movimiento giratorio. Para lograr una vuelta completa del punzón la mano debe abandonarlo, cambiar su posición y efectuar nuevamente una media vuelta o tres cuartos de ella (rotación interrumpida). Estas circunstancias son las que explican por qué la acción de taladrar con una sola mano tiene lugar más frecuentemente por medio del giro hacia adelante y hacia atrás en forma continua y progresiva (de izquierda a derecha, y a la inversa), ya que sólo de esa manera es posible aumentar la rapidez del movimiento. Pero ni la pe40

netración continua ni la discontinua pueden lograr nunca una penetración absolutamente recta. Bajo la influencia de los golpes de la mano, el eje de la herramienta se desvía permanentemente hacia un lado o hacia otro. Esto se pone de manifiesto particularmente durante la horadación alternante con una sola mano. Como resultado de ello, el orificio obtenido al taladrar con una sola mano tiene un contorno irregular, y su diámetro es mayor que el del punzón. Las huellas lineales del desgaste en el punzón no se hallan dispuestas paralelas unas a otras. Tampoco son paralelas las huellas dejadas por la acción de taladrar en las paredes del orificio. El horadar con la intervención de las dos manos por medio del movimiento giratorio hacia adelante y hacia atrás, con el punzón entre las dos palmas, permite una mayor velocidad en el movimiento. El orificio logrado por este procedimiento tiene un contorno más regular. Sólo que el eje del punzón también se desvía hacia los costados durante la acción de horadar. Por esta razón, las estrías de trabajo, tanto en el punzón como en las paredes del orificio, no son completamente paralelas unas a otras. Las huellas de la acción de horadar por medio de un taladro de arco ponen en evidencia una mejor calidad del trabajo. El orificio obtenido por este medio posee el contorno de un círculo correcto. Las huellas producidas al horadar están dispuestas en el orificio en forma de círculos casi paralelos, correspondientes a las huellas de desgaste en el instrumento empleado en taladrar. La regularidad señalada en la formación de las huellas está no sólo relacionada con el procedimiento empleado para taladrar, sino también con la naturaleza del material que se trabaja. Cuando más blando es éste, mayor es la desviación del contorno del orificio de la disposición paralela de las huellas; cuanto más duro es el material, menores son las desviaciones. Los perforadores de sílex eran, pese a su dureza, herramientas quebradizas. Se fragmentaban con facilidad a raíz de los virajes bruscos y de las desviaciones del eje giratorio. Por eso, semejantes desviaciones, producidas por horadar a mano, son admisibles solamente en las primeras fases del proceso, mientras el punzón no ha penetrado profundamente en el material. Pero cuando el puzón penetra en éste, los virajes bruscos y las desviaciones del eje provocan fácilmente fragmentación. En un material blando y flexible, como la madera, se pueden admitir algunas variaciones del movimiento giratorio y cierto grado de desviación. El hueso, un material mucho más duro, sometido al proceso de horadación, reduce la posibilidad de semejantes variaciones. Taladrar la piedra casi las excluye o las admite en^muy escasa medida. Por eso, las huellas que con41

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tienen los punzones de piedra, empleados sobre material de piedra, tienen contornos geométricos mucho más regulares. Esta regla nos explica el por qué los objetos de hueso y de piedra se horadaban desde ambos lados. Las estrías de desgaste suelen manifestarse con bastante claridad en los punzones de piedra que sirvieron para taladrar la piedra. Las conchas y los huesos, al ser horadados, producen una imagen mucho menos clara de las huellas lineales en los punzones. Las estrias producidas al taladrar la madera se de------ con gran dificultad en los perforadores de piedra. En la punta del punzón sólo puede observarse un pulido general, que, al ser examinado, puede indicar la dirección del raovimiento. Si el punzón tuvo un movimiento de penetración giratorio de izquierda a derecha, entonces las partes salientes esta--- más desgastadas (pulidas) por el lado derecho, mientras que el borde de la faceta lo estará por el izquierdo. Si el movitiento giratorio fue de ida y vuelta, ambos lados estarán pulidos con idéntica intensidad. Aserrado.—Se acostumbra a llamar aserrar a la división en partes de un objeto entero, siguiendo líneas prefijadas por medio de continuados movimientos en doble sentido (hacia delante y hacia atrás). Puede servir para aserrar toda herramienta que tenga su parte de trabajo en forma de lámina. En la edad de Piedra, comenzando desde el paleolítico, sirvieron de sierras láminas de sílex, calcedonia, cuarcita u obsidiana con filo dentado (retocado). Estas láminas sirvieron a menudo para serrar huesos transversalmente. Durante la época neolítica se comenzaron a emplear para aserrar piedra sierras de pizarra o arenisca. Las estrías en la herramienta utilizada para aserrar reflejan plenamente el movimiento de los brazos. Las huellas dejadas por el aserrado, en forma de rayaduras rectas, siempre se hallan en las superficies laterales de la herramienta, paralelas a su parte usada. En la parte dentada del filo son discontinuas, pero por encima son más o menos continuas, dependiendo de lo recta que sea la sierra y de la naturaleza del material con que fue fabricada. En la medida en que la sierra se encuentra en una posición perpendicular a la superficie del objeto a trabajar, las huellas lineales de desgaste aparecen de idéntica manera en ambas caras. Las huellas de desgaste formadas en el borde dentado durante el movimiento bidireccional (retroceso y avance), cuando el movimiento de avance y retroceso de la sierra es acompañado pof idéntica presión, se diferencian sustancialmente de las huellas de desgaste surgidas en el aserrado unidireccional. En d primer caso, los dientes de la sierra o las facetas del filo, si éste sólo ha sido retocado, sufren desgaste por los lados, y en el se42

gando caso, por uno solo. Esta diferencia se pone de manifiesto en la microfotografía de las huellas existentes en las superficies laterales más allá de las partes dentadas. Se manifiesta en distintas características del desgaste en los alvéolos y en protuberancias de las caras laterales de las sierras de piedra. En el curso del aserrado de doble movimiento, las cavidades y montículos se desgastan por los dos lados y en el aserrado unilateral, por un solo lado (por ejemplo, la capa frontal de la proyección y el borde trasero del alvéolo, cuando el aserrado unidireccional tiene un movimiento progresivo). Las huellas del trabajo en ambas caras de la sierra ocupan una banda bastante uniforme en toda o en la mayor parte de su trayectoria. En la sierra de sílex dedicada a trabajar en hueso, esa banda tiene una superficie pulida o ligeramente mate, en la de obsidiana la superficie es mate, en las sierras de sílex empleadas en aserrar piedra es también mate. La particularidad de las huellas de trabajo en las caras de la sierra se halla en relación directa con la forma y el material de las herramientas y los objetos trabajados. Cuchillo para segar (hoz).—Entre las herramientas en las cuales las señales de uso aparecen también en forma de estrías paralelas al filo y en ambas caras, se pueden citar las primeras hoces conocidas, en forma de cuchillos de sílex para segar, representadas por láminas prismáticas. La diferencia en las huellas consiste en que la parte sometida al desgaste en. estos cuchillos para segar tiene un contorno distinto al de las sierras. Las huellas de desgaste se hallan dispuestas sobre una superficie de forma triangular, que se origina en el extremo útil del cuchillo, mientras que el otro extremo, afirmado en el mango, permanece sin ser afectado. La forma de la superficie desgastada del cuchillo para segar depende de su posición en el mango. Si el cuchillo fue colocado en un corte oblicuo en el mango, entonces el otro extremo sufrirá un mayor desgaste, ya que el cuchillo adopta una posición cercana a la posición de los dientes en la sierra metálica, y penetra profundamente en el manojo de tallos cogidos con la mano izquierda. Si el cuchillo ocupa una posición paralela al mango, es decir, está colocado en una ranura longitudinal, el desgaste se producirá de manera mucho más regular a todo lo largo del filo. Esto mismo se observa en las hoces de piedra, compuestas por una serie de piezas de sílex insertadas. La particularidad microplástica de las huellas de uso en el cuchillo de sílex para segar o en la hoz compuesta se manifiesta en su disposición que demuestra claramente la dirección del movimiento de los brazos, movimiento unilateral de retorno (hacia el trabajador), diferenciándose claramente de los movimientos de serrar, que son alternativamente bidireccionales o un movi43

miento unidireccional repetido (alejándose del trabajador). Todas las proyecciones que aparecen sobre el filo del cuchillo o de la hoz compuesta están desgastadas de un solo lado, el orientado hacia el trabajador. El desgaste en los bordes de los alvéolos de las caras de estos útiles se manifiesta también de manera mucho más clara en el lado orientado no hacia el trabajador, sino en el lado opuesto. Buril.—El burilar incluye un amplio circulo de operaciones, pero la idea del burilado, en el significado estricto de la palabra, está muy vinculada a la herramienta cuyo borde de trabajo tiene una superficie muy pequeña y un eje cuya posición es vertical, o casi, en relación con la superficie destinada a ser grabada. El ángulo del eje puede oscilar entre los 80-90°. La parte de trabajo del buril se parece a un diente de sierra, cuyo borde produce un surco en el material ocasionado por movimientos unidireccionales y repetidos («hacia sí»), profundizándolo gradualmente. El proceso de desgaste se produce sobre todo en el borde, pero debido a la estrechez de su superficie y a su fragilidad, las huellas lineales del uso son casi inhallables en él. Por esa razón, los testimonios de la trayectoria del burilado no son tas huellas en el borde, sino en los bordes laterales del buril. Estos muestran líneas paralelas a la superficie del objeto de trabajo y perpendiculares con respecto al eje del buril. Cuchillo para cortar pieles.—Muy probablemente en el paleolítico se cortaban las pieles con un cuchillo de süex parecido, por la forma de su parte útil, al cuchillo encontrado en Malta (Siberia), con mango de asta. Por la forma de enmangar la hoja de este cuchillo, se puede deducir el ángulo de inclinación del eje respecto a la superficie a ser cortada. Evidentemente que en un comienzo el cuchillo paleolítico para preparar las pieles realizaba un movimiento de retroceso («hacia el trabajador»), pero con la creación del mango y la posibilidad de aplicar una mayor fuerza, el movimiento del cuchillo se convierte en movimiento de avance («alejamiento del trabajador»). De esta manera (con el movimiento de avance) trabajaba el cuchillo neolítico acodalado, conocido por nosotros por los yacimientos del norte; en la actualidad, el trabajo en botas de cuero se hace de la misma manera. La conveniencia de semejante método se explica no sólo porque permite aplicar mayor fuerza, sino también porque en esas circunstancias d movimiento hacia adelante permite al hombre ver perfectamente la linea marcada para el corte y puede conducir el cuchillo con mayor precisión. Así pues, el movimiento de corte en el cuero es unidireccional. Las huellas de desgaste en la parte útil del cuchillo para cortar pieles, al igual que en el buril, se hallan dispuestas en las superficies planas, pero no con una inclinación de 80-90°, porque aqui el ángulo de inclinación del eje del cuchillo respecto déla 44

superficie a cortar depende de la forma de la parte cortante*. Cuchillo-cepillo*.—El trabajo con esta herramienta va acompañado por el desgaste de uno solo de los lados del filo de la herramienta. Esta se coloca sobre el objeto a trabajar en un ángulo de 25-35°, a consecuencia de lo cual el desgaste se produce en una sola cara del filo (la que actúa sobre la superficie), mientras que la cara contraria sólo recibe una débil presión producida por las raeduras. Cuanto mayor es el ángulo del filo, tanto más fina es la raedura que se obtiene, y, por el contrario, al disminuir el ángulo del filo, la raedura que se obtiene es más gruesa. En los cuchillos-cepillo de piedra, el ángulo de aguzamiento del filo es de unos 35-40°, y en los de metal es de unos 12-15°. De aquí se puede deducir que la cara contraria del cuchillo de metal está sometida a un desgaste más intenso que la misma cara del cuchillo de piedra, puesto que cuanto más gruesa es la raedura obtenida, tanto más fuertemente presiona ella sobre el lado contrario del filo. Una viruta muy fina surge en forma rizada, casi sin tener contacto con la cara contraria del filo. El cepillado con el cuchillo, sobre madera o hueso, puede hacerse por medio de dos procedimientos. En el primero de ellos, el movimiento de trabajo se orienta hacia atrás («hacia sí»); en el segundo, se orienta hacia adelante («de sí»). Con el cuchillo de metal, con un solo filo y poco ángulo de aguzamiento, y sin dorso, se pueden emplear ambos procedimientos, es decir, «hacia sí y de sí». Con el cuchilo cepillador de un solo filo del neolítico, que siempre tiene dorso, se puede raspar con uno u otro procedimiento, pero dependiendo del filo que tiene el dorso, el cual, como es normal, no entra en contacto con el material, sino que está ubicado en la parte contraria. Por esa * razón, para emplear los dos procedimientos, los artesanos neolíticos tenían que contar con dos cuchillos de un solo filo y de distintos aguzamientos: uno con el dorso en la cara derecha y el otro en la cara izquierda, según se mire el cuchillo. Con los cuchillos del paleolítico de doble filo, hechos con láminas prismáticas cuadranglares, era posible emplear cada uno de los filos para cortar aplicando los dos procedimientos. Pero el hombre del paleolítico rara vez empleaba los dos filos de la lámina. Con frecuencia le quitaba el segundo filo, retocándolo, para apoyar allí el dedo, y trabajaba con uno sólo de los filos. 2 El cuchillo paleolítico procedente de Malta tiene un filo con una inclinación de 45-60, mientras los cuchillos neolíticos acodados tienen un filo indinado hacia el eje, en un ángulo que varia de 45 a 90°. * Se ha elegido este término para distinguir al cuchillo que efectúa un trabajo semejante al del cortaplumas o cuchillo de monte para cepillar o afilar la madera. .

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Como ya se dijo, las huellas de desgaste en los cuchillos cepilladores se distribuyen en una sola cara del filo. Las estrias (finísimo rayado) están en ángulo recto con respecto al filo, pero más frecuentemente con alguna desviación, en dirección al extremo final de la parte útil del cuchillo, porque la mano del hombre mueve el filo paralelamente a la superficie del objeto de trabajo. En una serie de casos, algunas estrías se hallan incluso paralelas al filo. Esto ocurre porque el cuchillo cepillador de piedra con un filo romo reproduce un movimiento de aserrado sobre madera o hueso para penetrar mejor en el material. La parte útil del filo del cuchillo cepillador neolítico está constituida por taparte plana no facetada, mientras que en el cuchillo paleolfico está formada, por regla general, por la cara ventral de la lámina, y el papel de dorso lo juega el borde facetado. Si el filo de trabajo del cuchillo ha sufrido ligeros retoques, estos estarán sobre la cara dorsal y no sobre el inferior (en contacto con el objeto de trabajo), puesto que el retocado hace que esta parte sea demasiado áspera, elevando de esa manera la resistencia hacia el material trabajado. A veces, durante el trabajo aparecen sobre el filo del cuchillo cepillador melladuras en la cara ventral. Pero se hallan dispuestas de manera irregular en el borde, y por esa razón no se las puede considerar como un retoque premeditado. El cuchillo para cortar carne.—Se distingue por tener características de una mayor complejidad cinemática. El cuchillo carnicero es un cuchillo de cazador, empleado para partir la carne de la pieza cobrada, para desollar al animal y cortar la carne durante la comida. El movimiento de este cuchillo y su posición durante el trabajo es más variado que d de los otros tipos de cuchillos. Los tejidos resistentes del cuerpo de los animales, compuestos de músculos, ligamentos, cartílagos, capaces de encogerse y estirarse bajo la presión del cuchillo, no podían ser cortados desde un mismo ángulo; por ello para esta clase de materiales no hay uno, sino varios planos de corte. En el momento de desventrar al animal, era posible realizar con el cuchillo una presión desde abajo hacia adelante, con el eje en posición inclinada, o, presionando desde arriba, desde ese mismo ángulo, en un moviminto idéntido al del aserrado, tal como se corta la carne con un cuchillo de cocina de metal. Al desollar el cuerpo del animal, separar la piel, cortar los tendones y extraer las visceras, el cuchillo penetra en el cuerpo del animal casi por completo y entra en contacto con los tejidos en todos los puntos de su superficie. Como consecuencia, el extremo de trabajo del cuchillo de caza es alisado y pulido por todos lados, tanto más si este cuchillo termina en punta. Las investigaciones realizadas demuestran que el hombre paleolítico no sólo empleaba para cortar la carne d cuchillo, al 46

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que se podría denominar de caza, es decir, cuchillos con puntas agudas o romas confeccionados con láminas prismáticas relativamente largas. En los menesteres domésticos se empleaban también muy a menudo cuchillos hechos con láminas cortas e incluso fragmentos de ellas, que se cogían entre tres dedos, el pulgar, el índice y el dedo medio. En estos casos, el dedo índice se colocaba sobre la parte superior del útil, que había sido trabajada por retoque o golpe de buril. Las huellas de desgaste en los cuchillos carniceros consisten en pulido por ambas caras, e incluso en el interior de las concavidades y retoques. Las estrías de desgaste se forman en los cuchillos carniceros solamente en el caso de que desde fuera caigan sobre la carne partículas abrasivas, como las de cuarzo, feldespato y otras. En los cuchillos que cumplieron durante un tiempo prolongado las funciones de cortar carne, las huellas lineales de desgaste cubren las partes pulidas y a menudo van paralelas al filo en las dos caras. Pero a menudo las líneas se entrecruzan y son particularmente visibles en las puntas de los cuchillos de caza. El hacha posee un movimiento estrictamente expresado en forma lineal, movimiento que se refleja exactamente en las huellas de desgaste. La trayectoria del movimiento del hacha, si se la examina lateralmente, tiene una forma oblicua. Si se le contempla de frente, el hacha cae rectamente. En el momento del golpe del hacha sobre el objeto de trabajo, su eje se encuentra no en una posición vertical, sino inclinado en un ángulo de 50-60°. En virtud de semejante posición del eje, su filo (en el hacha, éste es paralelo al mango) está también ubicado en un ángulo semejante con respecto a la superficie golpeada. Por eso, las huellas en el hacha corren en diagonal y se sitúan de manera igual en ambas caras. Azuela.—Es una herramienta para cortar muy semejante al hacha por sus características cinemáticas. La trayectoria de su movimiento, si se observa lateralmente, casi no se diferencia de la del hacha. También es recta en su plano frontal. La azuela neolítica recuerda mucho, hasta por su forma, al hacha neolítica, diferenciándose solamente por el dibujo de su perfil, el cual es asimétrico en su parte útil. Pero tampoco esta regla es absoluta, ya que se han encontrado azuelas con perfiles simétricos. Sin embargo, se diferencia de manera acusada del hacha por su ensambladura en el mango. Su filo se ubica perpendicularmente a la línea de éste. Esto determina una diferente geometría de las huellas laborales en el filo. Las huellas lineales en el hacha se ubican en diagonal, esto es, en ángulo respecto de su eje; en cambio, en la azuela se sitúan verticalmente, es decir, paralelas a su eje. Además, las huellas de desgaste en el hacha se encuentran uniformemente en ambas caras de la parte de trabajo, en cambio en la azuela se encuentran fundaAl

mentalmente en la parte delantera, mientras que en su cara opuesta las huellas son considerablemente más cortas y el desgaste es menos visible. Azada.—Esta tiene rasgos constructivos y cinemáticos comunes a los del hacha y la azuela. Desde el punto de vista de su construcción, la azada se parece más a la azuela. Al igual que ésta, se sujeta al mango con el filo colocado perpendicularmente al eje. El eje de la azada o de su paleta, se halla en un ángulo de 70-75° en relación con el eje del mango. En su relación cinemática, la azada se halla más cerca del hacha. La trayectoria de su movimiento tiene una forma oblicua, que si se la observa en su plano frontal, no se diferencia en nada de la trayectoria del movimiento del hacha o de la azuela. La azada, al igual que el hacha, puede golpear, durante el trabajo, no sólo en forma vertical sino también en diversos ángulos cuando es necesario excavar el suelo dando golpes a los costados con una inclinación del eje de la azada hacia la izquierda o hacia la derecha. Consecuentemente, la paleta de la azada, que recibe en su cara delantera la resistencia del suelo, no muestra en ella las estrías en forma paralela al eje de la azada, sino en ángulo respecto a éste, y se entrecruzan unas con otras. Si la parte delantera de la paleta de ia azada es convexa, las huellas lineales se muestran en forma de abanico y el entrecruzamiento es menor. En la parte plana ¡rasera de la azada, las huellas del desgaste se manifiestan más débilmente, ya que la resistencia del suelo es aquí menor. Las particularidades señaladas en la disposición de las huellas de desgaste en las azadas, presentan variaciones que dependen de la forma de la paleta, la fuerza del golpe y la composición del suelo. Pero a pesar de todas estas desviaciones parciales en las características de las huellas, el indicio funcional más permanente e importante en la azada está constituido por su desgaste bilateral y el entrecruzamiento de las líneas en ambas caras de la paleta. Pala.—Se diferencia radicalmente de la azada. Cavar la tierra con la pala no exige asestar un golpe, sino que presupone una labor en tierra blanda o suelta por medio de la presión. La parte de trabajo (cortante) de la pala, consiste en un filo, cuyo ángulo de aguzamiento depende del material con que está hecho el útil. Se sobreentiende que la pala de metal posee un borde más delgado que las de madera o las antiguas de asta de ciervo o de alce, semejantes a las encontradas en la turbera de Gorbunov. Las antiguas palas de madera o de asta estaban evidentemente destinadas a trabajar un suelo muy blando o poroso, y también la nieve. Se comenzaba, para el trabajo en suelos más duros o pesados, empleando picos, azadas o palos.aguzados para remover la tierra, mientras que las palas servían para levantar la 48

tierra removida. Por esa razón el filo de la pala se desgastaba en ambas caras y al mismo tiempo la parte trasera sufría la mayor resistencia del suelo. Las huellas lineales se disponían paralelamente al eje de la pala y el mango, porque la trayectoria del movimiento de la pala en el momento de penetrar en la tierra seguía siendo recta. Hasta aqui hemos expuesto los ejemplos fundamentales y más elementales, para ver cómo las huellas de desgaste en útiles dependen de la cinemática del trabajo manual. Esta dependencia sigue vigente en las herramientas de piedra, hueso, madera y metales de todas las épocas. Lo cual testimonia que las herramientas manuales fundamentales y los procedimientos de su empleo, aun cuando varían con el cambio de su calidad, fuerza y productividad, solamente lo hacen en relación con determinadas leyes del movimiento. 5.

APARATOS ÓPTICOS Y FUENTES DE LUZ PARA EL EXAMEN DE LA SUPERFICIE DE LOS MATERIALES ARQUEOLÓGICOS

La investigación de la superficie de los objetos con el fin de hallar las huellas de las diferentes actividades del hombre constituye un aspecto específico del microanálisis aplicado a la investigación de las funciones de' los útiles y objetos antiguos. Esto fue lo que desde un comienzo determinó la elección de aparatos ópticos. La óptica binocular con su imagen estereoscópica con volumen, resultó ser la más apropiada para estos fines. Indudablemente los binoculares disminuían las posibilidades del microanálisis, ya que es restringido el poder resolutivo de estos aparatos; así por ejemplo, la lupa binocular aumenta en 38 veces, mientras que el microscopio binocular lo hace en 180. Sin embargo, pese a que el aumento que proporciona el binocular no es grande, los límites señalados resultaron suficientes al principio, y el microanálisis dio resultados positivos. En lo que se refiere a la simple lupa de uno o varios lentes, que dan un aumento de 2 a 20 veces, en las condiciones de laboratorio sólo encuentra cierta aplicación con un aumento de 6 a 10 veces. Las lupas más poderosas (de foco corto) son incómodas en el trabajo, puesto que disminuyen el campo de visión y obligan a una tensión insoportable de la vista. La práctica de la investigación demuestra que incluso la lupa común, de bolsillo, puede ser útil sobre todo en la observación y selección de los materiales ubicados en un museo, donde es complicado instalar aparatos ópticos, o en condiciones de trabajo de campo por parte del arqueólogo. Para estudiar los útiles en el laboratorio, es necesario tener a mano la lupa binocular así como también el microscopio binocular, especialmente preparado para examinar la superficie

bajo una luz reflejada. Al poseer cualidades estereoscópicas proporcionan, con aumentos relativamente pequeños, la posibilidad de observar los objetos en amplitud y profundidad, ver con claridad los cambios producidos en su superficie, descubrir el rayado, las melladuras, roturas y fisuras, comparar las partes desgastadas con las no usadas. Además, a través del binocular, el objeto no se ve en posición invertida, como es habitual en los microscopios monoculares. El trabajo con los binoculares no cansa la vista, ya que la tensión se reparte entre ambos Ojos. Para el empleo de los binoculares en los laboratorios arquea elogíeos, tiene una gran importancia la construcción de los so' portes. Durante el examen de objetos arqueológicos spn necesarios, tanto para la lupa como para el microscopio, soportes fe columnas rectas y verticales apoyadas en un pesado pie y con un riel horizontal, que permite dirigir la óptica en dos direcciones, e incluso girar sobre el eje y los ríeles en operaciones giratorias y transversales. La fijación de los aparatos ópticos en las posiciones necesarias, debe hacerse con la ayuda de tornillos fijados en las abrazaderas, las que a su vez están unidas entre si, a la columna y al riel del soporte. Un soporte así construido permite la realización de investigaciones de superficies de objetos de grandes dimensiones, asi como aprovechar diversas platinas movibles y sostener con las manos el objeto, cosa que es necesario hacer con frecuencia. La lupa binocular, gracias a su amplio campo de visión y buena iluminación, juega un papel importante durante el examen previo de toda la superficie del útil en la búsqueda de huellas de uso. Con el empleo de la lupa binocular, sobre todo con un objetivo de poco aumento, es posible sostener directamente con las manos el objeto sometido a examen, desplazarlo y hacerlo girar debajo del objetivo y del haz de luz. Tal procedimiento economiza mucho tiempo, que se perdería con la instalación de una platina articulada y el ajustado del objeto a la misma. Corresponde usar un microscopio binocular sólo cuando la superficie del útil ha sido minuciosamente investigada con la lupa y hecho el necesario análisis detallado de las huellas de uso, su configuración y orientación*. * S. A. Semenov describe a continuación el modelo concreto de microscopio que usó en sus estudios (ver Fíg. 1-1). Consideramos innecesaria dicha descripción de un modelo de microscopio antiguo e inexistente en nuestro mercado. Creemos que esa supresión no Influirá para nada en la comprensión y valoración de los estadios de S. A. Semenov. Entre todo lo existente en nuestro mercado hay lupas binoculares con zoom y otros accesorios (para fotografía, dibujo), muy recomendables para este tipo de análisis.

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La platina movible es un complemento sumamente importante de la investigación microscópica. Sin ella es imposible toda investigación con el microscopio. Cuando se da un aumento considerable, el temblor más insignificante de la mano provoca fuertes oscilaciones del objetivo, que impiden una visión precisa. Los investigadores podrían fabricar una platina movible aprovechando para ello el cabezal móvil del soporte del aparato fotográfico. Este cabezal permite inclinar el objeto en todas las direcciones radiales en un ángulo de hasta 90° y también girar respecto del eje vertical. El principal defecto del cabezal móvil del soporte del aparato fotográfico reside en la construcción imprecisa de su ajuste con tornillos, que producen fuertes sacudidas al querer regularlo, y es inservible cuando se trata de impresiones pequeñas que exigen una exactitud macrométrica. En algunos casos, durante la observación, surge la necesidad de buscar la ayuda del microscopio monocular. La mayoría de los microscopios monoculares están montados sobre soportes adaptados para la observación de preparados bajo el haz de luz indirecta. La distancia que hay entre el objetivo y la tapa de la platina es muy reducida. Por esa razón se hace necesario liberar al soporte del microscopio monocular de la platina o montarlo en un soporte especial calculado para la posible observación de la superficie de grandes objetos. Sobre la platina del microscopio es posible examinar los detalles en los objetos muy pequeños (láminas de sílex, partes planas de objetos de hueso, fragmentos de cerámica). Cuando es imprescindible una observación minuciosa de partes pequeñísimas de la superficie, con un aumento de 300500 veces y más, al investigador le interesa sobre todo al microscopio monocular. Para ello lo mejor es disponer de un microscopio monocular con un repuesto para ensamblar dos oculares. En un microscopio semejante, la observación tiene lugar a través de un solo objetivo pero con los dos ojos, por medio de los dos oculares. El ajuste de los dos oculares en el tubo del microscopio monocular casi no cambia la profundidad y , el volumen de la imagen, pero alivia considerablemente la tensión en el trabajo, distribuyéndola uniformemente entre los dos ojos. La iluminación ocupa un lugar importante en la práctica del microanálisis. La técnica de la moderna microscopía dispone de variados dispositivos de iluminación para el examen, con el microscopio monocular, de objetos opacos con grandes aumentos. Cuando es necesario observar el micro-relieve de la superficie, su finísima estructura, el iluminador unilateral se hace completamente imprescindible. Cuando se examina la superficie de útiles de piedra empleando para ello la óptica binocular, con un aumento relativa-



mente pequeño, es posible en muchos casos, prescindir del empleo de iluminadores especiales. Satisface las necesidades la lámpara de medicina con campana metálica de brazo flexible en forma de espiral, lo que permite darle cualquier posición y regular a distintos planos la luz lateral. Para el examen por medio del microscopio binocular de útiles con débiles huellas de uso, se hacen necesarios aparatos especiales de iluminación. Con frecuencia es preciso usar estos aparatos, puesto que los útiles, justamente de piedra, del paleolítico, se caracterizan por tener huellas de {trabajo de i difícil descubrimiento. Independientemente de la fuente lumínica, esto es, del tipo de aparatos iluminadores y de las lámparas empleadas, tienen una gran significación, tanto en la observación de los microobjetos como en la toma microfotográfica, los aparatos especiales orientadores de la luz. Como hemos dicho anteriortnente, en la práctica del estudio de la superficie de las herramientas antiguas y otros materiales arqueológicos, sólo puede ser utilizada la luz reflexiva de orientación oblicua. (

6.

PREPARACIÓN PARA EL EXAMEN DE LA SUPERFICIE DE LOS OBJETOS A INVESTIGAR

Los objetos antiguos, incluso después de haber sido limpiados, lavados, codificados y colocados en el depósito, conservan sobre su superficie partículas del medio en que estuvieron durante miles de años. Examinándolos bajo el binocular, siempre es posible hallar en ellos restos aluvionales, arcilla, tierra negra, carbón, ocre y muchos otros restos similares componentes del estrato cultural. Estas partículas tienen, en una serie de casos, un gran significado para determinar la finalidad de la herramienta. Por esta razón, probablemente sea útil, en general, no lavar y limpiar estos objetos en el lugar mismo del hallazgo, sino llevar a cabo esta tarea dentro del laboratorio, después de una revisión previa. Sin embargo, en el curso del examen de las huellas de uso de la herramienta deberán ser eliminados todos los elementos secundarios, incluidas las concreciones. Estas últimas suelen cubrir con una espesa corteza muchas partes de la herramienta o de los objetos hechos en piedra o hueso. Otro impedimento para el microanálisis por parte del mismo investigador lo constituye el brillo de la superficie de los útiles, causado por la manipulación, lo que con frecuencia produce la ilusión de que se trata de huellas de uso. El sudor y la grasa que dejan las manos sobre la superficie, forman una película fina y brillante que cubre partes de la herramienta, importantes para la investigación. Por*%so, la superficie debe ser limpiada con alcohol o

,

bencina y lavada con agua caliente mezclada con un poco de jabón. Hecho esto se puede llevar a cabo la observación con el empleo de la óptica. El investigador puede limitarse a examinar la superficie sin una preparación especial, sólo en aquellos casos en que las huellas se manifiesten claramente, estén bien fijadas y la interpretación sobre su funcionalidad no deje lugar a j dudas. Pero estos casos no son característicos. En su mayor j parte, la textura lineal de las huellas no se manifiesta con claridad y no se la puede estudiar ni siquiera con el empleo del binocular, ya sea por la transparencia del sílex, la penetrabilidad de la luz o por su aspecto vidrioso. El sílex permite el paso de la luz y con ello debilita el contraste de la imagen. En la superficie de metal, por ejemplo, el microrrelieve aparece bajo el binocular de manera muchísimo más clara que en la superficie del sílex, en la que desaparece como si se hubiera disuelto. Un factor natural que elimina, en parte, el aspecto vidrioso del sílex y posibilita el estudio de las huellas de uso, está constituido por la patinización, que eleva la cualidad reflexiva del sílex. Sin embargo, la patinización sola es insuficiente para revelar las huellas laborales, particularmente si se combina con una superficie áspera. El sílex es una especie mineral que tiene una estructura de granulo pequeño, lo cual explica el carácter mate de su superficie cuando se fractura. Si la herramienta de sílex tiene partes que se han pulido durante el trabajo hasta adquirir un brillo de espejo, es posible hallar sobre su superficie, bajo un determinado ángulo de iluminación, pequeñísimas huellas lineales. Una superficie idealmente nivelada proporciona huellas de líneas continuas. En los casos en que la herramienta fue empleada por tiempo breve, no adquirió un brillo especular y sólo alcanzó un cierto nivelado por haber trabajado en objetos blandos, es sumamente difícil encontrar las estrías de uso. Estas huellas se manifiestan como cortes muy pequeños sobre la superficie desigual del sílex que tienen el aspecto de punteado y se esfuman por completo sobre un fondo de pequeños puntos brillantes. Para hallarlas es necesario eliminar la traslucidez del sílex. Durante el estudio de las huellas en útiles con una superficie irregular, resulta imposible hallar un ángulo visual desde el cual sea visible todo el cuadro. La observación exige un trabajo constante con la cremallera del binocular y la platina articulada. De ahí que el cuadro general se componga de la suma de muchas imágenes, y tomadas desde distintos ángulos. El procedimiento del análisis es aquí semejante al examen de la estructura de los cristales, que produce petrografías, por medio del microscopio polarizador, y la platina Fedorov. Por medio de idéntico procedimiento es posible descubrir las estrías de desgaste en las partes con brillo especular. Inclinando la parte horizontal de la platina con el objeto en distin-

tas direcciones, y cambiando de ubicación la fuente lumínica, es posible ver en un momento dado, aunque sea parcialmente, las huellas lineales sobre la superficie. En el examen de las huellas de uso sobre un fondo de brillo especular, se puede emplear el análisis lumínico espectográfico, ante la ausencia de procedimientos de observación más racionales. Entre ellos se cuentan los distintos procedimientos para la preparación de la superficie de los objetos sometidos a estudio. Lo traslucido del sílex puede ser anulado con polvo de magnesio, gracias al cual el sílex se cubre de una fina capa de hollín blanco, oxido de magnesio. Sin embargo este procedimiento no siempre da resultados positivos, además de la incomodidad que supone la aplicación del polvo de magnesio, por cremación. Al cubrirse con una capa de oxido de magnesio, la fina textura de las huellas y el microrrelieve de la superficie pierden su vivacidad y hasta llegan a desaparecer debajo de ella. Un medio más sencillo que la aplicación de polvo de magnesio para disminuir la traslucidez del sílex, del que están hechos los útiles de piedra, consiste en aplicar tinte a las partes sujetas a examen. Se puede emplear la tinta china negra finamente diluida. Con esta solución de tinta china se cubren las partes usadas de la herramienta después de haber sido cuidadosamente lavadas. La película de tinta debe cubrir la superficie del sílex de manera uniforme y extremadamente fina, fluctuando en los límites de la decena de micrones. Esta película impide el paso de la luz y permite ver mejor bajo el binocular el microrrelieve del sílex y la textura de las líneas de desgaste. La superioridad de la tinta china sobre otros pigmentos que impiden el paso de la luz, reside en que puede ser lavada fácilmente de la superficie del sílex. Sólo son necesarias una cierta práctica en el empleo del pincel y una superficie muy bien preparada para la observación. Es bien comprensible la necesidad de un cuidadoso lavado previo con agua caliente jabonosa, ya que después de aplicarse alcohol o bencina la tinta china no se extiende de una manera uniforme sobre el sílex, sino que se condensa en pequeñas gotitas. Sin embargo la concentración de la tinta china no puede ser determinada previamente. El investigador debe observar y determinar por sí mismo el grado de concentración de la solución preparada, la uniformidad de la capa aplicada para, por medio de su experiencia personal, alcanzar los efectos deseados. El empleo de la tinta china aumenta las posibilidades de obtener buenos resultados en el análisis óptico. Las rayaduras y rasguños se revelan más claramente y se manifiestan las huellas que no son visibles en condiciones normales. La microtopografía de la superficie se hace más accesible a nuestra vista. El empleo de la tinta china, para los fines antes citados, 55

2. I y 2) Mierofotografia de unfúo retocado de sílex con superficie natural (1) y con una superficie cubierta de plata (2) (aumento X10). 3-5) Superficie de fractura natural de sílex. 3) Sílex recién fracturado, espolvoreado con magnesita (aumento X 20). 4) estrutura eostillada de sílex (aumento X 2). 5) Estructura castillada con aspecto concoideo (aumento X5).

abrevia considerablemente la investigación de la superfície de los objetos antiguos hechos en piedra, pero tiene también su lado negativo. Es casi imposible extender la tinta china en forma de película finísima y que, al mismo tiempo, ésta sea uniforme. Al rellenar las irregularidades del microrrelieve, los oculta, acumulándose en manchas. Para examinar una pequeña parte del objeto es necesario lavar varias veces la tinta china y entintar nuevamente. Los mejores resultados fueron obtenidos con el empleo de tintes químicos, en particular con el metilo de violeta, que posee cierta capacidad de reacción en el sílex patinado. Una débil solución de metilo-violeta, aplicada con el pincel sobre la superficie del sílex lavado con lejía hace posible distinguir las más finas huellas lineales. Después de esto es necesario quitar la solución del tinte, después de haberse secado con la ayuda de una gasa o con una tela fina y blanda como, por ejemplo, la batista. También resulta efectivo teñir con el metilo-violeta objetos de sílex no patinados o de otros tipos de piedra. Además, la superfície de las herramientas de piedra sujeta a estudio puede ser metalizada (con plata, cromo y otros) por medio de aparatos de vacío o plateados aplicando una solución de nitrato de plata. Una finísima capa de plata elimina por completo la transparencia del sílex y permite diferenciar detalles del microrrelieve que desaparecen de la superfície no cubierta por la plata. (Grabado 2.1.2). Las herramientas de hueso también se tiñen con tinta china o metilo-violeta en soluciones debilitadas, si la superfície de la parte laboral se ha conservado suficientemente y en particular si está pulimentada por su utilización.

7.

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LA FOTOGRAFÍA DE LAS HUELLAS DE USO

En las investigaciones de materiales arqueológicos, tiene una importancia excepcional la documentación gráfica de los hechos y las observaciones realizadas. Sin embargo, los arqueólogos aún no se han integrado en la amplia utilización científica de todos los medios de que dispone la técnica contemporánea de fijación y documentación de las observaciones que se llevan a cabo. Nos referimos en particular a la microfotograña, estereofotografía y microstereofotografía, cuya utilización encontró su lugar desde hace mucho tiempo en otras ramas de la ciencia. En la actualidad, la microfotografía posee su propia metodología y su técnica, constituyéndose de este modo en una

t j¡

rama de la ciencia3. Las investigaciones de laboratorio en biología, medicina, mincrología, petrografía, metalurgia y otras ramas de la ciencia4, no pueden privarse de ella. La microfotografía no puede ser suplantada por el microdiseño. Este último constituye un proceso sumamente laborioso, que exige condiciones especiales, permaneciendo, en cierta medida, como una documentación adicional. La aplicación de la microfotografía por parte de la arqueología de laboratorio, para d examen de las huellas laborales en herramientas y objetos antiguos tiene sus particularidades específicas. Es indudable que los arqueólogos, al nevar a cabo investigaciones de laboratorio, pueden estudiar también diversos preparados de restos vegetales y animales, asi como laminas pubis de materiales de piedra, cerámica y metálicos. Estas investigaciones comienzan a conquistar poco a poco un puesto en la arqueología. Pero en estos casos poseemos ya las técnicas de investigaciones elaboradas en detalle por otras dendas. La investigación de la actividad del hombre a través de las huellas de desgaste en los útiles de trabajo y en otros objetos elaborados, constituye, en cierta medida, una rama nueva tanto por los procedimientos de observación aplicados como por la docuraentadón de la misma. La microfotografía de las huellas de uso, poseedoras de formas volumétricas, presenta por lo mismo enormes dificultades cuanto mayor sea la necesidad de aumentos. Es verdad también que esta regla se relaciona con todas las tomas microscópicas, pero la microfotografía de las huellas de uso está considerablemente restringida porque permite menores limites de aumento que la fotografía de objetos planos. Las tomas macro y microscópicas son accesibles para cada arqueólogo con el empleo de aparatos fotográficos reflex pequeños («Exacta», «Práctiflex», «Cénit» y otros) con objetivos de foco corto (1: 3,5; f = 50 mm.) y con un tubo complementario. Este último se coloca entre la cámara del aparato fotográfico y el objetivo, cumpliendo asi d papel de fuelle plegable. Los limites de aumento de los aparatos fotográficos de pequeño formato, con dicho elemento complementario no son grandes (de 2 a 10 veces). Sin embargo, al usar la ampliadora es posible alcanzar una escala general de aumento de 8 a 30 veces, claro está que en condiciones de una irreprochable instalación 3

L. I. Zukermann, Orientaciones prácticas para la microfotografía. Moscú, 1950; CH. Scheiaber, Mkrofotografia. Editorial dd Estado para la Littmtara Extranjera. Mosca, 1951. 4 Prof. S. M. Potavov, La fotografía jmfical. Moscú. Leningrado, 1948; N. V. Teráev, B. R. Ktrchinsky, A. A. Eismann, E. B. Cherken, Investífaetones físicas en la criminología. Moscú, 1948.

de la estructura óptico-mecánica, tanto del aparato fotográfico como de la ampliadora. La superficie esencial de las tomas con los aparatos fo' tográficos refiex de pequeño formato con el tubo agregado, reside en que este aparato tan sencillo puede emplearse no solamente en el laboratorio sino hasta en el mismo lugar de excavación, cuando se hace necesaria la fijación de algunos detalles de dicho objeto en su estrato. Además la cámara pequeña permite hacer tomas del objeto en su totalidad asi como tomas de grupos de objetos si se disminuye la longitud del tubo o simplemente se quita este por completo. Empleando ese mismo aparato, se pueden hacer también tomas de los detalles más finos de ios objetos si en lugar del objetivo fotográfico se coloca en el anillo exterior del tubo un objetivo de microscopio. Para hacer esto se necesita un anillo exterior con doble rosca, con el diámetro grande y pequeño. El primero servirá como unificador del anillo exterior con los otros anillos del tubo, y el otro para fijar el objetivo de microscopio. El aparato con el objetivo de microscopio sólo puede ser utilizado dentro del laboratorio, puesto que exige un soporte particularmente firme para lograr una orientación precisa. Para fotografiar las huellas en útiles y objetos pequeños empleando cámaras de formato pequeño, se puede utilizar también el microscopio en lugar del tubo anillado. La técnica de la filmación con el aparato cinematográfico de película ancha a través del microscopio está suficientemente desarrolla-3 da y se aplica ampliamente en distintas ramas del conocimiento . Sin embargo no siempre es aplicable para nuestros fines, y por eso no nos detendremos sobre eUa. Solamente corresponde señalar que la superioridad de la labor con las cámaras de pequeño formato en la microforografía en general, independientemente de los procedimientos que se utilicen para su aplicación, reside en que posibilita el hacer una gran cantidad de tomas en un plazo corto de tiempo. En lo que respecta a la calidad de estas tomas, no siempre responde a todas las exigencias. En los casos de mucha responsabilidad, cuando la documentación microfotográfica va unida al análisis microfotográfico, es conveniente utilizar aparatos de tipos más perfeccionados. A estos últimos pertenecen ante todo, las ensambladuras de microfotos y los aparatos microfotográficos de tipo universal. La ensambladura de microfotos es en si misma una cámara que se ajusta al tubo del microscopio, de modo tal que la toma tiene lugar a través del objetivo de este último. El lado débil de estas tomas está condicionado por la construcción del microscopio monocular común que posee una distancia pequeña entre 5 Prof. D. B. Gogoberídze, Nuevos dispositivos para tomar micro y «aerofotografías. Naturaleza, 1950, aranero 10, pags. 18-21.

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el objetivo y la platina y por consiguiente sólo se puede ubicar en ella objetos muy pequeños. Por otra parte, la ensambladura representa una construcción mas portable respecto del microscopio en comparación con otros aparatos y no exige una fuente lumínica muy intensa. La principal de sus cualidades reside en que la impresión de las tomas con el negativo asegura una suficiente claridad de la imagen. Existen diversos sistemas de fotoensambladuras de los que se dan descripciones detalladas en los manuales sobre microfotografía6. Para las tomas fotográficas de las huellas microscópicas en las herramientas, pueden ser utilizados también los microscopios metalográficos (Grabado 1,2), y los aparatos microfotográficos de tipo universal. En toda fotografía y también en la microfotografia, juega un gran papel la iluminación. Ya hemos descrito los tipos de iluminadores empleados en el microanálisis de las huellas laborales y los procedimientos para su utilización. Esos mismos elementos de iluminación sirven también para los fines de la microfotografia. Aquí hay que señalar que durante el microanálisis de las huellas de uso, estos implementos se pueden utilizar con y sin filtros. El proceso de la observación y estudio de las huellas laborales no siempre exige una gran intensidad de las fuentes lumínicas. Mientras se fotografía, la luz es absorbida por los microobjetivos, sobre todo cuando se extiende el fuelle de la cámara, al utilizarse lentes complementarios en los oculares y el diafragma. La pérdida de luz puede compensarse a veces con negativos de elevada sensibilidad. Junto a esto surge la necesidad de aumentar la actividad lumínica de la fuente en uso, por medio del reforzamiento de las partes de onda corta en el espectro (azul-violeta). En efecto, la práctica del análisis microscópico demuestra la superioridad de las radiaciones de onda corta, ya que la acción del objetivo es mayor cuanto más corto es d largo de las ondas de hiz que cae sobre d objeto. Por eso desde hace tiempo existen procedimientos de trabajo con filtros de hiz de color azul y violeta, y posteriormente se introdujeron también los iluminadores ultravioletas, que7 permiten descubrir una mayor cantidad de detalles dd objeto . « N. A. Vcrfkov, Bases resumidas para las tomas con d microscopio. Edit. del Instituto de Medicina Experimental de la Unión Soviética. Mosca, 1933, pags. 77-84. 7 N. A. Voikov, Fotografías en bandas invisibles dd espectro. Edit. A. de C. de la URSS. Moscú, 1933; A. I. Didcbulidze, G. A. Didebulidze, Fotoreproducción de lo invisible. Ttflia, 1946, pag. 149. * Debido a la especificidad de los moddos de aparatos descritos por Semenov, y a los avances técnicos experimentados en este campo hemos suprimido algunos aparatos, para agilizar d texto (N. R.). ¿ti

*iue depende en cada una de las fotografías del empleo del objetivo coii una correcta selección de la distancia del foco, se obtiene en la estereoscopia de forma-automática, por la razón de que al examinar la imagen en el estereoscopio desde una distancia de foco igual a la distancia de foco del objetivo, el sujeto fotografiado aparecerá ante el observador con el mismo aspecto que tenia antes de ser fotografiado. En cuarto lugar, el procedimiento artificial de percepción de la perspectiva aérea mediante tomas individuales y con un enfoque desigual de los distintos planos, constituye un procedimiento innecesario, ya que la profundidad lograda con el empleo del estereoscopio y la distribución de las partes en distintos planos, producen por sí mismas la impresión de la perspectiva aérea, pese a la homogeneidad del enfoque de todos los planos dada por el objetivo del aparato estereofotografía). Además de esto hay que tener en cuenta que en una serie de casos, para una toma fotográfica común, existen objetos muy difíciles y casi imposibles de transmitir. Esto se refiere a sujetos con planos delanteros muy cercanos y con líneas que entrecruzan diversos planos (escorzo). Para reproducirlos es necesario apelar con frecuencia al empleo de un dibujante que puede reproducirlos de forma muy limitada. Semejantes sujetos no representan dificultad alguna para la estereofotografía. Por ejemplo, la frondosidad de una copa de árbol, los agregados de máquinas y algo con lo que el arqueólogo se encuentra a menudo: una vista general de la excavación con los objetos in situ en testigos, osarios, amontonamientos de esqueletos humanos en sepulcros colectivos, perspectivas complicadas de las construcciones que se van descubriendo dentro de asentamientos urbanos, etc.; todo esto aparece en las9 fotografías estereográficas, en imágenes perfectamente nítidas . Debe ser considerada como una cualidad muy significativa de la estereofotografía la transmisión natural del brillo en los objetos, la transparencia del agua y el vidrio, las sombras, el humo, la niebla, cuya consecuencia es la mayor elevación del valor de la documentación estereofotográfica. La metodología y la técnica de la investigación de campo van perfeccionándose a ritmos lentos. Ante el arqueólogo siempre está presente la tarea de describir exactamente y con el máximo de detalles el yacimiento excavado, para que no queden dudas sobre lo completo de su recopilación y la exactitud de sus deducciones. Teniendo en cuenta que el trabajo de investigación en el campo, su calidad y la perfección de las observaciones dependen de una serie de condiciones, en primer lugar de la brevedad de la época de verano, al arqueólogo le 9

A. K. Klcmenticv, La estereoscopia en ¡a arquitectura y la construcción. Moscú, 19S2.

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3. Estereofotografías de objetos de piedra y hueso. 1) Cuchillos de sílex procedentes de Kostienki I, paleolítico superior. 2) Filo de hoja, embotado para cogerlo, procedente de Kostienki I. 3) Huellas laborales en el filo de un hacha de Vierjolensk, neolítico. 4) Hueso pelviano de hombre, atravesado por una punta de sílex, de Fofanovsky, neolítico de la zona de Baikal.

amenaza el peligro de no advertir los detalles y partes sumamente esenciales del yacimiento descubierto y sometido a examen. Todos los hechos fijados en los diarios, diseños, dibujos y fotografías comunes, son observaciones a las que prestó mucha atención y cuyo significado valoró en el momento de la excavación. Mientras tanto, cada investigador sabe por propia experiencia que cuanto más tiempo permanece el objeto sometido a examen en la esfera de su atención, tanto más se van acumulando observaciones que no sólo introducen correctivos complementarios, sino que con frecuencia cambian de raíz las conclusiones hechas con anterioridad. La práctica de la investigación de campo tiene sus particularidades específicas, las cuales muy raras veces permiten que el estudioso pueda regresar al yacimiento o a las partes constitutivas del mismo que fueron sometidas a examen durante la época transcurrida. Una vez realizada la escavación, fijadas las observaciones, extraídos los materiales y efectos, trasladados y separados ya para siempre de su medio anterior, de las condiciones en que yacían, hecha la revisión de las observaciones fijadas, las observaciones y búsquedas de hechos complementarios están excluidas por completo. Por esta razón el arqueólogo está sumamente interesado en que el conjunto de su documentación se integre no solamente con los hechos y detalles a los que prestó oportunamente su atención, sino también con aquellos que escaparon a su consideración o a los que no se les dio la correspondiente significación. Estos hechos y detalles sólo pueden ser registrados y valorados durante el estudio de los materiales fotográficos. Este tipo de documentación y fijación de numerosos hechos y detalles en distintos aspectos sólo es posible con el empleo de la estereofotografía, particularmente en color, que posee una mayor fuerza expresiva10. La esterefotografía tiene una superioridad más. Permite componer, con las fotografías tomadas, una representación exacta del tamaño y de la ubicación de los objetos en aquellos casos en que no se hizo la correspondiente medición de los mismos. Aquí es donde debemos tener en cuenta la estereofotogrametría11, que constituye un sector importantísimo de la metrofotografía y que cumple un gran papel en los métodos de medición rigurosamente científicos, particularmente en la geodesia y en la astronomía. 10

1951.

11

S. P. Ivanov, Sobre la fotografía estereoscópica en colores. Moscú,

N. M. Tokarsky, La estereofotogrametría en la superficie de la tierra. Biblioteca formativa de la Academia del Estado sobre historia de la cultura material, núm. 3, 1931.

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Para obtener la medición necesaria a través de las fotografías, existen aparatos especiales que se montan formando una sola unidad con el estereoscopio. Aparatos muchos mas perfeccionados son el estereocomparador y el estereómetro. El primero posibilita llevar a cabo con absoluta exactitud todos los cálculos, obtener la medición de los objetos y la distancia entre ellos en imágenes multiplanos de terrenos complejos. El segundo está preparado para las mediciones en detalle, en base a las estereofotografías de materiales aislados, como, por ejemplo, vasijas, esculturas, objetos vivos (figura humana, cabeza, rostros), y posibilita hacer copias en volumen y retratos. De lo dicho anteriormente, cabe sacar la conclusión de que la fotografía estereoscópica, en todos los casos, posee un gran valor cuando es imprescindible una completa y exacta documentación de los objetos examinados en su aspecto natural y tridimensional. En las fotografías estereoscópicas de cuchillos de sílex pertenecientes al paleolítico, se pueden ver no sólo el retoque, sino también el arqueado de todas las láminas sin la imagen de sus perfiles (Grabado 3, 1). En las fotografías estereoscópicas aparecen con muchos detalles las huellas de las mordeduras de roedores en huesos de Kiik-Koba, las huellas del desgaste en el filo de un hacha neolítica o la ubicación de la punta de una flecha que penetra en el hueso ilíaco de un hombre (Grabado 3, 2-4). Resulta, pues, comprensible que la estereomicrofotografía adquiera una importante significación cuando está puesta al servicio de la fijación y documentación de diversos tipos de huellas de trabajo en los útiles de labor y objetos antiguos, en tanto que las huellas tengan formas volumétricas*. * Como indico ya en el prólogo, los resultados obtenidos por Semenov en el estudio funcional y las bases metodológicas que estableció siguen siendo viudos y no han sido superados a nivel de resultados globales. Sin embargo, desde los anos cincuenta, en que publicó su trabajo, han surgido nuevos aparatos y técnicas, que han sido utilizadas por los investigadores. Entre estas nuevas técnicas y aparatos, cuya validez para este tipo de análisis es aún discutida, en algunos casos, debido a la confusión a que pueden llevar o a la falta de rentabilidad, el más interesante es el microscopio electrónico (SEM). Se usa sobre todo para estudiar d desgaste (microrrdieve de la pieza), d pulido y las estrías (forma, profundidad, etcétera). La técnica requerida para su uso es lenta, d acceso a su utilización, difícil, aunque luego su manipulación es cuestión de práctica. Para observar al SEM, las partes de la pieza degidas después de su análisis con la lupa binocular, debe hacerse una replica de estas partes. El molde puede hacerse con una pasta de sUicona o similar y sacar d positivo con algún tipo de resina (epoxy, p. e.). Este positivo debe metalizarse al vado para proceder, finalmente, a la observación. Dd SEM pueden sacarse directamente fotografías de muy buena calidad con los aumentos que nos interesen. Se han ideado además algunas técnicas para evitar d inconveniente que representa el volumen de algunas piezas para su análisis con el microscopio óptico. Se trata de sacar un molde negativo dd microrrdieve de la parte de la pieza que nos interesa en forma de película, para poder colocarla encima de un

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porta. Puede lograrse con papel de acetilo de celulosa o con unígoma dd tipo «coe flex». También se ha experimentado con d empleo de rayos X para el análisis de la superficie de los útiles, asi como se ha probado d método de la detección de los aminoácidos, sistemas que están aun en fase experimental. (N. dd R.)

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CAPITULO II

LA PIEDRA

1. PRINCIPALES MINERALES Y TIPOS DE ROCAS UTILIZADOS EN LA EDAD DE PIEDRA PARA LA ELABORACIÓN DE ÚTILES

La piedra, asi como la madera, los huesos y las astas, pertenece a los dones que la naturaleza otorgara al hombre primitivo para su provecho desde las primeras etapas de su formación. Pero la piedra ocupa un lugar destacado entre estos otros materiales. Sólo utilizando la piedra fue como el hombre pudo emplear ampliamente la madera, el hueso y el asta, para elaborar los útiles de trabajo. Por más elementales que hayan sido los procedimientos antiguos de elaboración de estos materiales, y por más ínfimos que fueran los cambios introducidos en sus formas naturales, su aprovechamiento no hubiera tenido futuro alguno si no se hubiera empleado la herramienta de piedra. Trabajar la madera con un hueso o viceversa, hubiera sido sumamente difícil. Solamente en condiciones geográficas especiales en las que se carecía de piedras técnicamente aprovechables pero donde existían equivalentes, aunque no tan valiosos, tales como conchas, caparazones de tortugas, mandíbulas de peces, etc., el hombre, en determinados estadios de su desarrollo, se las ingenió sin poseer muchas de las herramientas de piedra, pero, claro está, no sin perjuicios para su desarrollo técnico y cultural. Al revisar los tipos de piedra que el hombre incorporó en primer lugar a sus actividades, llama la atención la selección que hizo del material. Los principales tipos de piedra utilizados en la elaboración de la mayoría de los útiles, se vinculan a un grupo de minerales, el grupo del cuarzo, que tiene una sola composición química — SÍO2 (Si — 46,7 %, 0-53,3 °7o) y una sírie de cualidades físicas de gran importancia. La variación en este grupo de minerales reside esencialmente en su color, su brillo, la estructura de sus fracturas, su peso específico, su aspecto exterior, su tamaño, origen, yacimiento, la mezcla con impurezas, su refracción a la luz y otros caracteres. Pero estas diferencias se encubren con algunas cualidades comunes. Una 67

de ellas, muy importante, es su gran dureza = 7 de acuerdo con la escala de 10 de Mohs. Una dureza mucho mayor sólo la poseen el topacio (8), el corindón (9) y el diamante (10). Pero la cualidad esencial de las muchas variedades del cuarzo, por la que fue elegido por el hombre, fue su isotropía, es decir, la posesión de idénticas cualidades físicas en todas direcciones, a diferencia de las rocas cristalinas. El cuarzo es uno de los elementos más importantes de la litosfera, constituyendo el 12 por 100 de sus componentes y se encuentra en las composiciones más diversas, se integra en numerosas especies rocosas de estructuras complejas y sufre también modificaciones cristalinas. A menudo se encuentran cristales de cuarzo bajo el aspecto de cristal de roca que alcanza tamaños muy grandes y tiene el aspecto de prismas de seis aristas alargadas, terminando en pirámides exagonales. Lo más característico de él reside en que sus cristales se manifiestan en formas aisladas con estructura interna isotrópica, que no se desintegran en nuevos cristales ni granos cristalizados, propiedad ésta que es común en muchos otros minerales anisotrópicos. Esto da lugar a que los grandes cristales de cuarzo sean material adecuado para hacer de ellos útiles. Este material no se encuentra normalmente en la superficie, por lo que el hombre primitivo no los tenía a su alcance. Se conoce al cuarzo no cristalizado con la denominación de silex, calcedonia, ágata, jaspe, lidita, cuarcita, obsidiana y otras rocas que poseen cualidades isotrópicas. Gracias a esta estructura a la que se vincula su fragmentabilidad, al ser golpeado se produce una superficie irregular en ondas concéntricas divergentes y bordes muy agudos y cortantes. A lo largo del desarrollo de la técnica de trabajo de la piedra, el hombre primitivo procuró disminuir al máximo la fragmentación concoidea y la curvatura de las lascas, pasando de la técnica de golpeo a la de presión. De esta manera lograba una curvatura relativamente plana y se disminuía el bulbo de percusión en la cara ventral de las lascas. Esto puede verse en la técnica del paleolítico superior y sobre todo en el neolítico. Al mismo tiempo, el hombre encontró un procedimiento con el cual podía cambiar la superficie de aquellas especies minerales que se empleaban en la economía neolítica. Por medio del pulido comenzó a nivelar la superficie áspera de la diorita, el basalto y otros minerales, alisar las irregularidades aparecidas después de la primera preparación del material. Gracias a un mayor desarrollo de la técnica, el hombre alcanzó amplias posibilidades en la utilización de minerales y especies rocosas completamente distintas. Los minerales y especies rocosas utilizados en la Edad de Piedra se direncian entre sí por los microrrelieves de la superficie de fractura. Algunos tienen una superficie brillante, otros 68

un brillo empañado o mate, o una superficie áspera, o con protuberancias y huecos, o fibrosos, etc. De acuerdo con la creciente aspereza de la fractura se pueden ordenar las piedras empleadas preferentemente por el hombre prehistórico. Señalando además sus características mineralógicas: 1. Cristal de roca. Del grupo del cuarzo. Dureza 7. Peso específico 2.5-2.8. Color acuoso-transparente. Brillo de cristal. Fractura plana y concoidea. Forma cristalina. Hexágonos terminados en pirámides hexagonales. Los grandes cristales se encuentran en fisuras rocosas o en un medio poroso. Rara vez utilizado en el paleolítico. Los objetos más sencillos hechos con cristal de roca fueron hallados entre los útiles del sinántropo pekinensis. 2. Obsidiana (vidrio volcánico). Es una roca magmática. Su composición química es variable. Contiene cuarzo (SiO:) en un 75 por 100. Dureza 6. Peso específico 2.35-2.50. De color negro o gris oscuro hasta plateado; también hay de otros colores. Brillo vitreo. Fractura concoidea. Quebradizo. Se encuentra en algunas partes de la lava y en otros detritus superficiales de origen volcánico. Fue utilizada por el hombre paleolítico desde los períodos más antiguos. Por ejemplo: el hacha de mano de tipo chellense o achellense, hallada en Armenia (Satani-Dar). Tuvo una amplia utilización durante el neolítico en el sur de Europa, América y otros países. 3. Calcedonia. Son numerosas sus variedades: crisopasa, carnalina, cuarcita, zafiro. Dureza 7. Grupo cuarzo. Peso específico 2.65. Colores diversos. Opaca. Brillo mate. Fractura concoidea plana. Sus bordes muy afilados y delgados. De estructura criptocristalina. Se encuentra bajo el aspecto de incrustación, en forma de gema o esferoide, formada en vacíos de vetas y fisuras de rocas magmáticas. Rara vez utilizó el hombre del paleolítico la calcedonia, sólo en aquellas zonas donde no había sílex cretáceo. Tuvo una aplicación muy amplia durante el neolítico en muchos países. 4. Ágata (ónix). Variedades: sardónice, carveolónice. Grupo del cuarzo. Dureza 7. Peso específico 2.5-2.7. Colores diferentes. Opaco. Brillo ligeramente mate. Fractura concoidea plana. La estructura interna es similar a la de la calcedonia. En una superficie pulida son visibles líneas de distinto colorido distribuidas concéntrica u horizontalmente. A veces su textura es «musgosa». Los bordes de la fractura son finos y aguzados. La estructura es cripto-cristalina, microfilamentosa. Se forma en muchas rocas eruptivas (lavas). Se encuentra en forma de almendra o solidificaciones más grandes (geodas). Al igual que la calcedonia fue ampliamente utilizada en el neolítico para elaborar pequeños y cortantes útiles y como puntas de flecha-.

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'& Sí!ex- D e l gnipo cuarzo. Dureza 7. Peso específico 2.57-2.67. Además del SiCh (90, 95 por 100), contiene arena arcilla y otros componentes. Colores negro, gris y rosado Opaco. Fractura concoidea. De brillo mate y hasta graso. El sílex se divide en cuatro grupos. Tres de ellos surgieron en yacimientos cretáceos: a) sílex ópalo-calcedónico; b) calcedónico (sílex); c) cuarzo-calcedoniu (silíceo). El cuarto grupo es el sílex surgido en depósitos de yeso. El calcedonio se diferencia de los demás tipos de sílex p 0 r sus mejores cualidades (por la cantidad de S1O2 y su calidad para el lascado). El sílex cretáceo tuvo una excepcional y amplia aplicación durante el paleolítico y el neolítico en aquellos países donde existían depósitos de yeso vinculados a las capas superiores del sistema cretácico. 6. Jaspe. Del grupo cuarzo. Dureza 7-6.5. Contiene cuarzo puro en un 70-73 por 100, el resto es aportado por la arcilla y el óxido de hierro que le dan al jaspe distintos coloridos (pajizo, oliváceo, verde, rojo-cerezo, grisáceo, carmesí). A veces se encuentra jaspe rayado o traslúcido. La fractura tiene una forma concoidea rugosa, es opaca y casi áspera. Se fragmenta en láminas irregulares y desde el punto de vista técnico es peor que el sílex. Se encuentra entre las rocas de origen paleozoico. No contiene restos orgánicos. Tuvo aplicación en Asia durante el paleolítico, y en otros países durante el neolítico. 7. Esquisto. Al igual que el jaspe tiene una dureza de 7-6 o menos. Contiene impurezas. Con frecuencia es de color grisáceo oscuro y verdoso. La fractura es de forma concoidea y áspera. Se corta peor que el sílex y da lascas más cortas y gruesas. be halla en yacimientos del paleozoico y menos en los del mesozoico. Fue utilizado ampliamente durante el neolítico cuando surgió la pulimentación. Este material fue utilizado en el paleolítico solamente en Siberia y otros países de Asia. A •> Fi° 0 r a í a " U n a v a r i e d a d d e l cuarzo. Su peso específico es de 2.5-2.8. De color gris claro, casi blanco. Las diversas impurezas dan a esta piedra un color rojo, violeta, cereza, verdoso y otros. Brillo vidrioso mate. La fractura tiene forma concoidea. La superficie de ésta es granulosa con pequeñas protuDerancias, áspera al tacto. Tuvo una gran aplicación en el paleolítico (desde las épocas más antiguas) en aquellos países donde era raro encontrar el sílex o no existía en absoluto, como por ejemplo en Asia, especialmente en la parte sur de dicho continente. Durante el neolítico se empleó raramente. 1 °rít,a- Contiene muy poco cuarzo o carece por completo de el. El mineral básico constituyente es el feldespato jo por 100). Incluye blenda, augita y a veces mica negra (biotienrn CZa ^5* P e s o «Pecífico 2.80-2.85. Color gris, gris oscuro o gris verdoso. Fractura ligeramente cóncava. La superficie ae la fractura es áspera, de granulado fino y pequeño. Se 70

halla en el norte de Europa y en el sur se le encuentra en forma de canto rodado. Es conocida en Asia, África, Australia y América. El hombre paleolítico lo utilizaba allí donde carecía de otras rocas, como por ejemplo en el Asia Central (AmánKutan) durante el paleolítico inferior. Durante el neolítico se convirtió, gracias a su solidez, en uno de los materiales más importantes para la preparación de hachas y azuelas pulimentadas. Algunas variedades de diorita se acercan a la nefrita por su tacto y su estructura. (vfy. Basalto (toba). Joven especie magmática. No contiene cuarzo. Minerales fundamentales: feldespato y piroxena. Dureza 6-6.5. Peso específico 2.60-3.11. Color negro o gris oscuro. Brillo mate. Fractura áspera e irregular. La estructura es de granulado fino y compacto. Se lo encuentra en forma de columnas hexagonales. Común en las zonas volcánicas. Durante el neolítico fue muy utilizado en el sur de Europa, en los países de Asia sur-oriental y en Oceanía. (uj Liparita (riolita). Especie magmática de la era terciaria y post-terciaria. Contiene cuarzo. Tiene como base el feldespato. Dureza 6. Peso específico de 2.3-2.7. Color blanco al gris, con tonalidades amarillas y rojas. Brillo mate. Fractura irregular y áspera. Estructura de granulado pequeño, porfírica. Al igual que el basalto, se encuentra en las zonas volcánicas. A partir del mesolítico fue usado en el Asia sud-oriental y en otros países. 12. Nefrita (actinolita). Dureza 6. Peso específico 3.1-3.3. Color más frecuente verde hierba, y menos frecuente en otros colores y tonalidades. Es una especie criptocristalina, muy viscosa. Estructura fibrosa. Fractura astillada, llena de puntas, con un brillo centelleante, ligeramente estratificado. Se encuentra en Siberia oriental (la zona del Baikal), China oriental (Kuen-Lun), Asia Central (Pamir), Nueva Zelanda, Tasmania, Nueva Caledonia, América de! Norte (New Jersey). Fue usada en el neolítico como resultado del desarrollo de nuevos métodos de trabajar la piedra, tales como la pulimentación y el aserrado. Las piedras enumeradas están lejos de agotar el numeroso espectro de minerales y especies rocosas que fueron utilizados por el hombre de la edad de Piedra en calidad de material para la elaboración de útiles de trabajo*. Aquí correspondería incluir la variedad de pizarras arcillosas, así como la madera petrifica da, tanto la blanda como la dura (variedad del ópalo), la toba silícea (geiserita), granito, arenisca, ocre. Pero todos estos mi teriales jugaron un papel secundario en la tecnología prehistó * Actualmente empiezan a reconocerse como útiles cantos rodados talla dos y lascas de piedras calizas -pedalmente del paleolítico inferior, cu EOtlM sin minerales del grupo del ct!--?o (N. R.). /I

rica. Fueron empleados como percutores, retocadores, losas para pulir, afilar herramientas de hueso y piedra, estirar la pintura, moler gramos e incluso para hacer tinturas. La breve lista de minerales y especies rocosas, arriba señalados, demuestra que el hombre sólo fue adoptando lentamente las piedras que no tenían una fractura concoidea ni elevada dureza, y que eran imposibles de ser trabajados con los más antiguos procedimientos de percusión, presión y retoque.

2.

LA OBTENCIÓN DEL MATERIAL PÉTREO EN EL PALEOLÍTICO Y NEOLÍTICO

Los tipos de rocas utilizadas por el hombre durante el paleolítico inferior, demuestran que también en esa época tuvo lugar una selección del material en base a la experiencia práctica. En aquellos países de Europa y África donde existía el sílex, éste fue elegido con preferencia a las otras rocas, puesto que sus particularidades físicas le eran conocidas. Allí donde no había sílex cretáceo, y rara vez se encontraba sílex de otras formaciones al aire ubre (sur de Asia), el hombre utilizó la cuarcita12, la madera petrificada, la toba de sílice13, la riolita y otras es] ecies ¡imilares. Muchos útiles de! paleolítico '"Tero- que han podido ser estudiados tenían partes de cortex. Los hallazgos de herramientas del paleolítico inferior hechos por S. N. Samiatnin y M. Z. Panichkina en Armenia, demuestran que el hombre de esa época empleó también en estaciones de esa época, otros minerales, como granito, areniscas, pizarras, calcitas, ocre, hematites, con las que se fabricaron percutores, mazas, retocadores, ornamentos y colorantes. Es difícil suponer que aun en esa época, con un mayor nivel técnico, el hombre obtuviera todos estos materiales por medio de procedimientos mineros, aunque fueran muy elementales. Es indudable que los buscadores del paleolítico encontraban los materiales que necesitaban sobre la superficie misma de la tierra. En aquellos casos en que aprovecharon el sílex estratificado, lo obtuvieron de las capas al descubierto, en los derrumbes, en los bordes de los barrancos y en las orillas de los ríos sin realizar ninguna clase de excavaciones profundas en dichos yacimientos.

i2 V. D. Krishnaswami y K. V. Soundararajan, The Lithic toolindustries of the Singrauli Basin, district Mirzapour. Ándente India, número 7, 1951, págs. 40-65. 11 L. Movius, TheStone Age of Birma. Trans. of the Amer. Phüosoph. Sase del núcleo. 5) Microfotografía de alvéolos con rascuños en la plataforma del núcleo.

103

nos rasguños. Esto se explica por el hecho de que el extremo del instrumento de sílex se rompía durante la presión, cuando era deteriorado por los salientes de la plataforma (Grabado 7,5). Las plataformas de algunos núcleos provenientes de SchanKoba, son sumamente reveladoras por la combinación de los alvéolos y las fisuras. Sobre ellos no hay ninguna huella de la acción del fuego en toda la plataforma cubierta de fisuras, pues las fisuras por la acción del fuego tienen el aspecto de una red irregular, mientras que aquí, las que están en el borde mismo de la plataforma, tienen formas de arco abierto hacia el borde, y aquéllas que están lejos del borde tienen forma de círculos. Los bordes de la plataforma están cubiertos de numerosas huellas escalonadas producidas por las sucesivas presiones desacertadas del instrumento de presión. Esta disposición es un fenómeno corriente en casi todos los núcleos, pero lo que aquí llama la atención es la tenacidad del artesano, que, no obstante fracasar en la extracción de las láminas, reitera sus intentos». Cuando el borde de la plataforma se rompía, el artesano colocaba la punta del instrumento más allá del borde y realizaba algunas presiones inútiles en el centro de la plataforma, tras lo cual desechaba el núcleo. Las huellas de la presión en el centro de la plataforma ya no tienen el aspecto de arco, sino de círculos irregulares (Grabado 7, 1.2). Incluso las observaciones previas eran suficientes para producir la impresión de que dichas huellas no eran casuales, de que no eran producto de la influencia del fuego o cualquier otro factor, así como el que los rasguños, los alvéolos y las fisuras no eran el resultado de una preparación intencionada de la plataforma del núcleo (destinada a darle la necesaria aspereza), como a veces se hacía en México. Era evidente que las huellas constituían el resultado de la intervención del hombre que había trabajado no con un instrumento de hueso y mucho menos de madera, sino con un instrumento cuya dureza no podía ser menor a la del material en elaboración, es decir, la del sílex. Las rayadas efectuadas por un mineral sobre otro es la base del principio de la escala de dureza formulada por el naturalista F. Mohs. De acuerdo con esta escala, el raguño sólo lo puede efectuar un mineral sobre otro, si posee por lo menos una unidad mayor de dureza. Claro está que en la práctica se pueden obtener también rasguños en minerales de igual dureza, pero esto exige un gran esfuerzo cuando se trata de cuerpos duros. Nosotros logramos muy a menudo rayar sílex con sílex, siendo visible las rayas bajo la lupa. Después de haber establecido que las huellas en los núcleos habían sido producidas con un instrumento muy duro, dirigimos las investigaciones al estudio de los planos de presión de

las láminas. Para ello seleccionamos una serie de materiales de Kostienki I, unas láminas que conservaban un plano de presión con el mismo aspecto que tenía cuando el hombre las dejó, al separarlas del núcleo (Grabado 8,1). Sobre dichas láminas no se notaban huellas de retoque ni de haber sido utilizadas, mientras que las huellas de la extracción se conservaban intactas. La observación se realizó por medio de un microscopio binocular con un aumento de 65 X. Las plataformas de presión fueron teñidas con un tinte violeta-metilo, para hacer aparecer las huellas e intensificar el contraste. Las observaciones mostraron cuatro tipos de huellas: rasguños, alvéolos, fisuras y rotura de los bordes. Los rasguños atraviesan en diagonal (de derecha a izquierda) la estrecha plataforma, si se la mira desde arriba, en idéntica posición a la que

8. Kostienki 1, paleolítico superior. i) Láminas prismáticas sin huellas de una elaboración complementaria y utilización. 2) Micro/otografías dei espacio de presión en una de las láminas con huellas laborales de un instrumento depresión de sílice (rasguños, fisuras y desgaste del borde exterior). 3) Microfotografia de la plataforma en una lámina (fisuras, alvéolos, rasguños).

ella tenía en el momento de la extracción de la lámina por el hombre, o sea, con el dorso orientado en dirección opuesta a él. Estos raguños comienzan anchos y terminan muy finos, indicando la orientación del movimiento de presión en manos del hombre. La profundidad de estos rasguños testimonia no solamente que el instrumento utilizado fue de sílex, sino también que fue muy grande el esfuerzo aplicado. La orientación en diagonal (de derecha a izquierda) revela que el hombre trabajó solamente con su mano derecha. Los alvéolos y las fisuras que los rodean nos indican la cantidad de veces que el instrumento presionó sobre la plataforma. En algunas de éstas la cantidad de alvéolos y fisuras es muy grande, llegando a contar varias decenas. Las huellas de este tipo nos dan una imagen sobre cuánto esfuerzo debió realizar, a 105

veces, el hombre antes de lograr extraer la lámina del núcleo. Esto nos lo confirma también el desmenuzamiento del borde exterior de la plataforma (del costado del dorso). Sobre la lámina no hay ningún signo de haber sido retocada o utilizada. Está recién extraída, con bordes afilados como los de una navaja, sin un solo retoque y, en cambio, su plataforma está fracturada por una parte y cubierta por una red de pequeñas fisuras. La presencia de los alvéolos, rasguños, fisuras y roturas

9. Kosiienkí I, paleolítico superior. I) Lámina-fragento, extraída por presión. 2) Stereofotografla de la plataforma de presión. 3) Microfotografki de la misma parte (alvéolos, rasguños y fisuras).

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atestigua que el hombre presionaba incesantemente sobre el borde del núcleo con un mstrumento de sílex hasta lograr la extracción de la lámina, para encontrar el punto más conveniente sobre el que aplicar todo su esfuerzo. Solamente en casos muy raros extraía la lámina a la primera presión. Las cuatro categorías de huellas ya enumeradas se encuentran en las plataformas en diversas combinaciones. A veces predominan los rasguños y las fisuras, otras veces predominan los alvéolos y las fisuras, y pocas veces se encuentra solamente una de ellas. Esto depende mucho de la forma y el ánguio de inclinación de la plataforma del núcleo. Son más los rasguños en aquellas plataformas cuyo ángulo de inclinación no permitía presionar empleando toda la fuerza porque el instrumento de presión saltaba del lugar y resbalaba. Puede servir de ejemplo !a plataforma en la lámina de Kostienki I (Grabado 8,2). Los alvéolos predominan allí donde el borde de la plataforma está elevado, impidiendo así que el instrumento de presión saltase o resbalara. Como ejemplo puede servir la plataforma de la ancha lámina proveniente de Kostienki I (Grabado 9,2,3), que recuerda a una lasca musteriense, aunque no fue fabricada por percusión sino por la técnica de presión. Aquí se hallan alvéolos profundos, con fisuras y sin ellas, pero muy pocas huellas de fracasos del instrumento. También es posible señalar ejemplos tales donde se conjugan en una sola lámina dos tipos de plataforma de los arriba comentados (Grabado 8,3). En ella podemos observar en una mitad rayadas con pequeños alvéolos y en la otra mitad alvéolos mucho más visibles rodeados de fisuras. En esta lámina, también irregular, maciza, en la que el hombre debió gastar mucho esfuerzo para efectuar ia extracción de ia misma, encontramos en realidad dos plataformas, dispuestas en ángulos diferentes, una respecto de la otra. Es posible hallar láminas en cuyas plataformas no existen ni rasguños, ni alvéolos e incluso no hay fisuras o muy pocas de ellas. Semejantes láminas fueron extraídas del núcleo después de la primera o segunda presión. También deben señalarse aquellos casos en los que el hombre intentaba convertir un fragmento de útil en un núcleo. Por ejemplo cuando se intentó extraer láminas de la punta con dorso procedente de Kostienki I, pero que no pudo llevarse a cabo por impedirlo la parte seca del silex (Grabado 10,1-3). En la base de la punta, así como en el dorso, son visibles las huellas de la presión hechas con un instrumento de sílex (alvéolos, rasguños y fisuras) (Grabado 10,4). ¿Como pueden compaginarse esíos resultados del análisis microscópico con el punto de vista generalmente aceptado respecto al empleo de herramientas de hueso en la talla por presión del sílex? Es posible que el proceso de producción de lámi107

ñas prismáticas se llevara a cabo por medio de dos operaciones fundamentales: que primero se presionara ios bordes de la plataforma del núcleo por medio de un instrumento de piedra y que la parte final de la extracción de la lámina se realizara por medio de herramientas de hueso. Pero esta conclusión no concuerda con el conjunto de todas las observaciones realizadas. En la estación Kostienki I no se realizaba la elaboración primaria del sílex. Este era obtenido en el lugar del yacimiento de la materia prima, donde también se efectuaba la extracción de las láminas, que eran llevadas al asentamiento en calidad de prefabricados. Allí, las láminas eran sometidas a una segunda

10. Kosiienki I, paleolítico superior. Ij Base de una punta peduncuhda rula. Son visibles los intentos del hombre para utilizar el trozo en entidad de núcleo. 2,3) Fotografía delfrag. desde ambas caras; microfotografta de la plataforma de presión con trazas dejadas por un instrumento de sílex (rasguños, alvéolos y fisuras).

ins

11. 1) Procedimiento para corregir el borde de la plataforma de presión del núcleo (reconstrucción). 2) Procedimiento de extracción de las láminas prismáticas del núcleo con un prelionador con punta de sílex (reconstrucción). 3) Retocador con punta de hueso procedente del yacimiento neolítico d'Er-Yoh, en Francia.

elaboración; de acuerdo con las necesidades y por medio de los retocadores eran convertidas en útiles. Testimonio de esto es la carencia de núcleos en el yacimiento (excepto algunos ejemplares no característicos), así como la de percutores y retocadores de sílex. Estos últimos fueron reemplazados por retocadores de pizarra o de hueso. Los raros ejemplares de retocadores de sílex encontrados en el yacimiento, muestran todos indicios de haber sido utilizados en la elaboración de útiles de sílex: grandes áreas de superficie estrellada, y áreas pulidas (partes sometidas a la fricción con la piel de la mano), numerosas fisuras, rasguños, y huellas de una fuerte presión. Gracias a la superficie áspera no resbalaban bajo la presión ejercida sobre la plataforma del núcleo, sino que se aferraban a su borde. La forma redonda u ovalada de estas herramientas era cómoda para sostenerlas libremente con las manos para la aplicación de una gran tensión muscular durante la tarea de corregir la plataforma del núcleo (Grabado 11,1). Para la extracción de la lámina del núcleo no se lo colocaba sobre uña base de piedra, ya que su parte inferior, que tenía geloo

neralmente una forma cónica, no presenta huellas de que el sílex haya sido deteriorado o fragmentado, ni señales de haber sido presionado sobre un material muy duro. Evidentemente la base que sirvió para apoyar el núcleo era de madera o de hueso y por esta razón no dejó huella alguna en él. Para la extracción de las láminas prismáticas tenía una importancia fundamental la forma de la base del núcleo. Las fuerzas puestas en acción durante la extracción, como consecuencia de la presión ejercida desde arriba por el instrumento y la fuerza contraria que le ofrecía el punto de apoyo desde abajo del yunque, no debieron coincidir en las direcciones. Si la base era plana, al igual que la plataforma, la línea de fractura podía seguir una dirección no deseada y en consecuencia el núcleo podía fragmentarse o producirse una lasca muy corta. En los casos en que el núcleo tenía en un principio forma cilindrica, el operario aguzaba previamente su base, dándole una forma de cono o de bisel. La lámina se separaba de tal modo que su extremo inferior estaba ligeramente curvado hacia la cara ventral. En un núcleo regular coinciden con frecuencia los bordes y la arista central de la lámina en un mismo punto de su base. La descripción de los aspectos externos de las operaciones no proporciona todavía una impresión global de todo el trabajo. Durante la extracción de las láminas, jugaron un papel importante factores dinámico-cinemáticos, los cuales se dominaron solamente como resultado final de una gran experiencia, que no dejan evidencia en las huellas. Las formas y el tamaño de los instrumentos de presión utilizados en la extracción de las láminas, dependían indudablemente del tamaño del núcleo. Para el trabajo con los núcleos neolíticos, que en Siberia eran normalmente de calcedonia o de ágata del tamaño de una nuez, los instrumentos de presión debian ser de pequeño tamaño. Existe una base para considerar que el instrumento utilizado en la extracción de las láminas de un núcleo era una herramienta compuesta por un mango de hueso y una punta de piedra. El estudio microscópico de las plataformas de presión en los núcleos y láminas prismáticas, introdujo correcciones serias en la idea que se había formado de la técnica de extracción de láminas. Sin embargo esta cuestión podrá considerarse completamente resuelta sólo cuando se obtengan en el laboratorio, por medio de la experimentación, láminas prismáticas de sílex. Durante el paleolítico superior, las láminas prismáticas de sílex jugaban solamente el papel de preparados, de los cuales se obtenían, posteriormente, raspadores, buriles, cuchillos para raspar y cortar carne, leznas, perforadores y otros útiles. En el mesolítico se partían en segmentos, trapecios y triángulos, para 110

insertar en cuchillos, dardos, arpones, y puntas de flecha, como sabemos por los objetos hallados en el sur de Europa. Los cazadores del mesolítico, de la cultura del tipo Sviderski, en la Europa oriental, elaboraban con dichas láminas puntas de flecha en forma de hojas, y también utilizaban láminas trabajadas para otros fines domésticos. Durante el paleolítico rara vez fueron utilizadas las láminas prismáticas sin un retocado suplementario. Sin embargo, son conocidos en el neolítico cuchillos, puñales, puntas de lanza, y filos de cuchillas para cuya fabricación se utilizaron micro-láminas extraídas de núcleos pequeños y engarzadas sin retoque alguno. Un ejemplo característico de este tipo de instrumentos son los útiles con inserciones halladas en la zona cercana al Baikal, o el puñal encontrado en una sepultura de la isla Olena, en el mar de Onega. La utilización de láminas casi completas en dichas inserciones se explica por las peculiaridades de la extracción de microláminas a partir de núcleos pequeños. Estas laminitas carecen de curvatura, saltan del núcleo casi planas, como prismas geométricamente correctos, con filos finos y afilados como navajas, lo que permite montarlos en una ranura de un soporte de hueso casi sin arreglo ni retoque. En el paleolitico superior se encuentran rara vez objetos de este tipo (con la técnica de inserciones) pero los conocemos por los hallazgos realizados en la estación Talitski, en el río Chusov, y en Ambrosievka. Entre la talla y la presión ocupa un lugar intermedio el procedimiento de elaboración del silex denominado de «golbe de buril». Esta denominación se aplica al procedimiento que sirve para fabricar buriles. Consiste en cortar partes del filo de las láminas colocadas verticalmente. Con frecuencia se partía el trozo del filo por un solo golpe, como se ve en los buriles centrales, y las extracciones escalonadas en muchos buriles laterales, cuya faceta tiene forma astillada. No pocos de estos buriles laterales se fabricaron por presión. Pero el golpe de buril no sólo servía para dar forma a los útiles de los que lleva el nombre. Estos golpes se aplicaban muchas veces en lugar de los retoques abruptos para embotar los filos de los cuchillos de sílex del paleolítico superior, para dar forma a la parte de la herramienta que hacía la función de mango. En este mismo período, esta técnica de lascado por presión servía también para la obtención de micro-láminas. La originalidad de este procedimiento laboral residía en que como núcleo no se empleaba un nóduk o un guijarro, sino una lámina prismática maciza no muy larga, o un fragmento de una lámina grande, partida transversalmente en dos o tres fragmentos. Sobre la aplicación del golpe de buril para la obtención de micro-láminas, se puede juzgar por la gran cantidad de núcleos, preparados y objetos terminados, hallados en la estación 111

Kostienki IV48 (paleolítico superior), donde las microláminas tienen un dorso elevado y una sección gruesa. En Kostienki IV, empleando un fino retoque a presión, se elaboraron a partir de semejantes micro-láminas, pequeñas y agudas leznas, puntas y diminutos cuchillaos (lancetas), eliminando uno de los filos de la laminilla por medio del embotamiento (retoque abrupto), al parecer para apoyar el dedo índice en él. En los filos de algunas laminillas fueron hechas algunas muescas. Hay otros detalles de interés en el trabajo secundario de las laminitas. La presencia de gran cantidad de pequeñas herramientas de sílex, calculadas en centenares de ellas, juntamente con otros tipos de herramientas elaboradas en Kostienki IV, testimonian una cierta tendencia hacia una producción especializada, característica que todavía se halla sin esclarecer del todo. d)

El retoque plano a presión y el problema de la denominada técnica solutrense

Como es sabido, la técnica del retoque a presión en su forma rudimentaria, aparece ya en la época musteriense, como se puede ver en la fina elaboración de las puntas de sílex, raederas y otros útiles, así como también por la presencia de retocadores de hueso con huellas de presión en los bordes. Incluso objetos de Saint-Acheul elaborados en sílex, del período achelense, algunas de las piezas más sencillas llevan en los bordes huellas de un pequeño retoque a presión49. Durante el proceso del posterior mejoramiento del retoque por presión, el hombre ya no se limitaba a su utilización para elaborar un filo fino y delicado en los útiles de sílex, lo cual se empleó ampliamente durante el paleolítico superior en el que apareció la técnica de extracción de láminas. El hombre del paleolítico superior tendió a emplear también este procedimiento para cambiar la forma misma del sílex, a fin de dar al objeto el contorno necesario. Como resultado de ello, surgió el llamado retoque solutrense. La particularidad de este retoque consiste en que, con este procedimiento, el hombre del paleolítico superior, al presionar sobre el borde del soporte de sílex, no sólo eliminaba pequeñas escamas cambiando con ello el ángulo de aguzamiento y la forma del filo, sino que eliminaba también grandes y relativamente finas lasquitas de la superficie de la lámina. Esto incrementó las posibilidades plásticas en el trabajo del sílex. Gracias a esta técnica de trabajo, era po48 A. N. Rogachov, Un poblado de la edad de piedra cerca de la aldea Kostenko, sobre el Don. Mat. e Inv. arqueol. de !a URSS, núm. 48, 1955, pág. 46. ''' F, Bordes y P. Fitte. L'átelier Commont (Álbum de 188 dessins, de Víctor Commont). L'Anthropologie, t. 57, 1953, págs. 1-44, cuadro V-XII1.

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12. Perfil en forma de arco de láminas prismáticas y aplicación del retoque solutrense. Del Kostienki, paleolítico superior. 1-3) Cuchillos de sílex (1: Vista de perfil; 2: Vista dorsal y ventral). 4-7) Puntas de sílex elaboradas con retoque solutrense para rectificar el perfil. 4-6) Punta pedunculada. 5-7) Punta foliácea, vista ventral, dorsal y de perfil.

sible darle a la pieza el grosor deseado en cualquier lugar, hacerla mucho más plana, aguzar su extremo, nivelar en línea recta su cresta, filo y base, hacer cualquier tipo de muesca, un mango, un pedúnculo, etc. Esto era particularmente importante en la elaboración de puntas para lanzas y dardos, como también para cuchillos de doble filo. Lo malo de las láminas extraídas de núcleos prismáticos es que, junto a sus muchos méritos, tenían un defecto esencial: un perfil de forma más o menos arqueada longitudinalmente (Grabado 12,1-1). A fin de obtener útiles de líneas rectas, las láminas eran sometidas a una 111

reelaboración fundamental para la eliminación de considerable parte del material por medio del retoque a presión. En las láminas con las cuales se elaboraban las puntas de lanzas, se eliminaba material en los dos extremos, o en uno solo de ellos, de la cara ventral, ya que ésta constituía la parte interior del arco de la lámina de sílex (Grabado 12,4-7). En la cara dorsal se aplicaba solamente el retoque para hacer alguna corrección y para el aguzamiento de los extremos. Por consiguiente, de las láminas prismáticas de tamaño grande o mediano, era posible obtener útiles de líneas rectas solamente a través de su acortamiento y retoque. Sólo láminas prismáticas muy pequeñas, desprendidas de núcleos pequeños, que servían durante la época paleolítica para inserciones en útiles compuestos, fueron la excepción y muy a menudo tenían un eje longitudinal recto. Por esta razón el trabajado bifacial de las láminas tenía como tarea primordial la de producir instrumentos con un eje recto. Ante todo debían poseer dicha cualidad las puntas de las armas arrojadizas y algunos cuchillos. Esto explica el por qué la amplia difusión de los cuchillos de sílex y puntas de flechas durante el neolítico requiere el empleo y el perfeccionamiento del retoque bifacial por presión. El retoque bifacial por presión no sólo se empleó en aquellos casos en que fue necesario elaborar puntas para armas arrojadizas y cuchillos a base de láminas prismáticas arqueadas. Tanto en el paleolítico como en el neolítico el amplio empleo del retoque bifacial por presión fue necesario por las características del material silíceo. Si se utilizaba el sílex tabular, lo cual hacía imposible obtener de él un núcleo grande (puesto que el filón de sílex tabular es a menudo muy fino, irregular y torcido, con una corteza cretácea o caliza en los dos lados) no había otro recurso que el uso del retoque bifacial plano. Un ejemplo evidente de la aplicación obligada def retoque bifacial por presión en la elaboración de casi todos los instrumentos, son los materiales procedentes del estrato inferior del Kostienki I. El sílex tabular de color, utilizado por los habitantes de dicho asentamiento, era de origen local y poseía todas las cualidades ya señaladas. La elaboración de cuchillos y puntas con este material era imposible sin apelar a otro procedimiento que no fuera la técnica bifacial. Fue necesario, en primer lugar, separar la corteza de los dos lados del bloque, lo que se hacía por medio del retoque por presión. Gracias a la utilización de semejante técnica y materia!, los mejores ejemplares de útiles del nivel inferior de Kostienki I rivalizan con los del neolítico. Al mismo tiempo que algunos ejemplares menos conseguidos son bastante bastos y recuerdan más a tipos arcaicos del paleolítico inferior, obtenidos por medio de la percusión bifacial. Dirante el paleolítico también fue empleado el sílex tabular 114

en la elaboración de puntas solutrenses de gran tamaño. Como ejemplo puede servir una punta rota descubierta en Kostienki IV por A. N. Rogachov en el año 1937. Tiene una longitud de 20 cm., 4,7 cm. de ancho y 1,4 cm. de espesor. Había sido elaborada cuidadosamente, por lo que no halló en ella rastro alguno de córtex. Sin embargo su perfil recto y la gran anchura testimoniaban que no había sido hecha de una lámina sino de un fragmento de sílex tabular, tal y como se habían hecho, evidentemente, casi todas las grandes puntas de hoja de laurel del tipo solutrense, y las grandes puntas del neolítico. Es posible ver el córtex en la superficie de las puntas de laurel halladas por A. P. Okiadnikov entre el ajuar funerario de una tumba de Serov (neolítico en la zona del Baikal). Surgida durante el paleolítico superior, la técnica del retoque plano por presión no sólo fue aplicada en la fabricación de puntas agudas y cuchillos. Las puntas de lanza de tipo solutrense, puntas con muesca (o cuchillos) del tipo de Kostienski I y Avdieiev, puntas foliáceas como las de Telmansk son raras, pero se pueden observar huellas del retoque por presión de forma menos espectacular en útiles de sílex de casi todos estos yacimientos. Muy a menudo es posible descubrir distintos tipos de retoques planos de corrección en los extremos de las láminas, tanto en el dorso como en la cara ventral, en la plataforma del núcleo y en la superficie de láminas no trabajadas. De lo dicho se desprende que bajo el término de «retoque por presión» no sólo entendemos el retoque plano, de cuyo empleo son ejemplo demostrativo en el paleolítico las puntas de tipo solutrense, sino también el retoque por presión que puede hallarse en los más diversos objetos. Lograr un retoque amplio y fino depende con frecuencia, tanto del procedimiento de trabajo como de las cualidades físico-químicas del material. El sílex recién extraído del lecho de creta contiene un 1,5 por 100 de humedad, y en esas condiciones es cuando se puede partir y retocar del modo más favorable. El canto rodado o el guijarro del río expuesto al sol no se halla en condiciones de producir el efecto necesario durante su elaboración. Semejante material se divide en placas y escamas cortas, se desmenuza, produce fisuras que impiden partir y retocar el sílex en la dirección deseada. Los objetos elaborados con sílex seco ofrecen facetas perceptibles y aspecto astillado. Al parecer, la piedra que había perdido su cualidad plástica como consecuencia de haberse secado, ya no recuperaba sus cualidades anteriores. A pesar de ello, existen algunos datos etnográficos respecto a que cantos rodados y guijarros de sílex, calcedonia, ágata y otras especies, después de un prolongado sometimiento a la acción de las aguas o de estar en un medio húmedo, se convierten en material más apto para partir y reto115

car que los cantos rodados y guijarros que no habían sido sometidos a una preparación semejante. El retoque plano por presión ha sido tan poco investigado como la técnica de extracción de láminas. En la literatura etnográfica se refleja muy poco todo lo relacionado con la técnica de presión, y las investigaciones de los arqueólogos en dicha dirección son bastante modestas y contradictorias. De lo que se conoce en la literatura sobre los esquimales respecto de la técnica de presión, se puede concluir que el retoque de herramientas de piedra se realizaba con retocadores de hueso 50 . Estos últimos tenían a veces un mango de madera cuya forma permitía aplicar una considerable fuerza física con la palma de la mano. A menudo el extremo de trabajo del retocador tenía una forma aguzada. A veces se utilizaba un diente de oso como punta. Los retocadores estaban ligados al mango con pequeñas correas o tendones. El retoque se realizaba oprimiendo la punta del instrumento sobre el borde del objeto en elaboración. En aquellos casos en que se hacía necesaria la aplicación de una fuerza mayor que la de las manos, los esquimales presionaban con todo el brazo sobre el mango del retocador. Como regla general, el objeto sujeto a elaboración era colocado sobre una base de madera o se apoyaba en ella. Tiene un gran interés la pintura mural en la tumba del faraón Amenofis de la XII dinastía, en Beni-Hasan, donde se describe el proceso final de la elaboración de un cuchillo de sílex". En esa figura (Grabado 6,2,3) se ve a un grupo de esclavos trabajando bajo la vigilancia de un encargado. Cada uno de los esclavos sostiene en sus manos dos objetos. Están sentados en el suelo de manera que la pierna derecha se halla colocada debajo del cuerpo y la pierna izquierda se apoya con la planta del pie sobre el suelo. Cada uno de ellos sostiene con una mano un objeto con forma de media luna y en la otra un palo de una longitud de 50 cm. terminado en punta. Delante del esclavo hay una especia de yunque. Esta pintura de la tumba del faraón Amenofis, permaneció durante mucho tiempo sin poder ser descifrada. En la actualidad se la considera como la presentación de un taller de fabricación de cuchillos de piedra. Son diversos los objetos que se hallan en brazos de los operarios, pero ellos nos muestran como el extremo puntiagudo del palo se aplicaba verticalmente desde arriba sobre el cuchillo en elaboración. En opinión de A. Barnes el retoque se realizaba no por medio de la presión con el retocador sino por un.suave golpe o empujón del borde inferior del cuchillo contra 5U J. Murdoch, Ethnological results of the Point Berro* Expedition. Ann Rep. Bureau, Amer, Ethnology. Washington, 1892, pág. 287-288. 51 F. Griffith, Beni Hasan. Egyp Explor Soc., Londres, 1896, part. III, págs. 33-35, cuadro VII-VIII.

el yunque de madera mientras el retocador con la punta de hueso de asta actuaba contra el borde superior52. Teniendo en cuenta la insuficiencia de nuestros conocimientos con respecto a los detalles técnicos del proceso de retoque, que jugó un papel importantísimo durante muchos milenios en la economía del hombre primitivo, nos parece que las características arriba expuestas son las más cercanas a la realidad. Este procedimiento consiste en realidad en un retoque por contragolpe. Pero el yunque de madera sobre el cual golpeaba el borde inferior del cuchillo no producía el efecto de un golpe desde abajo, sino que suavizaba en considerable medida el contragolpe. Las lasquitas sólo se separaban del borde superior del cuchillo bajo la acción del extremo puntiagudo del retocador de hueso. La madera era sólo un auxiliar en este proceso. Por esta razón no es posible coincidir con algunos arqueólogos de occidente que adjudican a las herramientas de madera el papel principal en la técnica de trabajo de la piedra. Así por ejemplo, F. Bordes, que realizó una serie de experimentos de fragmentación, corte y retoque, usando percutores, retocadores e instrumentos de presión de madera, llega a la conclusión de que los útiles de madera han jugado un importante papel en todos los procesos de trabajo de la piedra53. Aun teniendo en cuenta que Bordes empleó una cantidad de maderas duras, tales como la acacia, el roble y el boj, es difícil admitir que fuera posible trabajar, y con éxito, materiales tan duros como el sílex o la cuarcita con instrumentos de madera. Nuestras experiencias lo confirman. Con un rápido y fortísimo golpe dado con un martillo de madera es posible fragmentar el sílex, puesto que en este caso el efecto se logra gracias a la rapidez del movimiento. Pero en este caso se consigue un resultado positivo solamente cuando se ha encontrado un punto favorable donde asestar el golpe. También es posible lograr con madera dura el retoque simple sobre un filo fino y frágil de una lasca o lámina. Es posible alcanzar cierto éxito al trabajar materiales como la obsidiana, el vidrio, escoria metálica, con percutores de madera como los utilizados por F. Bordes en sus experimentos. Pero en lo que se refiere a la extracción de láminas prismáticas por presión, así como al gran retoque plano por presión sobre el sílex, es absolutamente imposible que semejantes operaciones se hayan podido realizar empleando instrumentos de madera. Por otra parte, el nii:>mo F. Bordes tuvo que reconocer que las conclusiones ofrecidas por él pueden no corresponder a !a realidad histórica54. En las investigaciones de la52

A. Barnes, Obra ya citada, págs. 111 y 112. F. Bordes, Etudes comparatives des differentes techniques de taille des 54 roches Sures. L'Anthropologie, t. 51, 1947, págs. 1-29. »F. Bordes, Ídem, pág. 2. 53

13.1-3) Hacha de Kostienki l (I: Aspecto general del perfil en vista lateral, mostrando trss grandes facetas. Ls flechas AyB señalan huellas laborales de un instrumento de presión; 2 Microfotografia del borde izquierdo, con alvéolos y fisuras; 3: Microfotografia del borat derecho, con alvéolos, surcos cortos y fisuras, todos patinados intensamente/. 4, Si Cuchillo de sílex de Kostienki I (4: Aspecto general del borde del cuchillo trabajado p>:>r golpe de buril y retoque abrupto a presión. La flecha señala la parte del borde retocado ccm el instrumento de presión; 5: Microfotografia del borde del cuchillo con huellas laborables de un instrumento de presión de sílex. Los surcos diagonales están causados por deslizamiento del útil).

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boratorio sobre puntas, puñales, y otras herramientas de sílex, elaboradas por medio del retoque por presión, se encontraron huellas de la acción de instrumentos de presión sumamente duros. A menudo estas huellas se hallan dispuestas sobre la superficie retocada, consistiendo en rasguños que se producen cuando el retocador resbala del filo y se desliza en una línea perpendicular al mismo por la parte plana rozando los bordes altos de las facetas. A veces estos rasguños tienen el aspecto de bandas brillantes. Allí donde nosotros observamos las huellas de la presión bajo aspecto de piqueteado y fisuras (lo que sucede cuando se retocan objetos anchos y se conservan en ellos las plataformas de presión) es posible ver claramente todas las señales dejadas por el trabajo realizado por el instrumento de presión de sílex (Grabado 13,2,3). Lo mismo podría decirse respecto de ciertas huellas hechas por el retoque escaleriforme. Estas consisten en arañazos y hasta rasguños que sólo puede dejar un retocador de piedra (Grabado 13,4,5). En lo que respecta a los instrumentos empleados para realizar el retoque a presión, debieron ser sumamente apreciados tanto por la calidad del material como por su forma. Para realizar retoques pequeños se empleaban retocadores anchos o estrechos hechos con huesos largos, marfil y comamentas, así como retocadores de pizarra y sílex (Grabados 14 y 15). Para el retoque cubriente se empleaban numerosos tipos de retocadores de sílex. Con ellos se hacían las muescas, los retoques escaleriformes, una línea dentada en el filo, para dar al objeto la forma deseada5-5. Como se sabe, los arqueólogos del occidente europeo otorgan un significado especial al concepto de «retoque solutrense», vinculando a este procedimiento laboral una época particular del desarrollo del paleolítico superior, e incluso distinguiendo ciertas tribus de «solutrenses», a los cuales se atribuye un determinado papel histórico. En un principio, con este término, propuesto por G. de Mortillet, se concebía solamente una peculiaridad de carácter técnico, establecida por este autor como base para un esquema del desarrollo cultural del paleolítico superior. Las puntas aguzadas en forma de hoja de laurel y las puntas aguzadas con muesca, se consideraron como fundamentales, y hasta los únieos tipos de herramientas que caracterizaban a esta técnica. De Mortillet agregaba a éstos las puntas aguzadas con pedúnculo y perforadores finos de sílex. Posteriormente se fueron agregando a la cultura solutrense las láminas con dorso abatido. A decir verdad este último tipo no se puede adscribir con ri55 S. A. Semenov, Los retocadores de piedra del paleolítico superior. M. e I. arqueol. de la URSS, núm. 39, 1953, págs. 446-453.

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14. Kostienki I, paleolilico avanzado. /; Un cardo rodado de pizarra con huellas laborales en los dos extremos. 2) Microfotografia de las huellas en le pane laboral, i) Placa de pizarra con huellas laborales en un extremo por haber sido utilizada en calidad de retocador. 4) Stereofotografia de las huellas en la parle laboral de ¡a placa de pizarra. 5) Posición en la mano de la lámina retocador (reconstrucción).

15. Una lente de pizarra pulida de Kostienki IV, utilizada como retocador. Paleolítico superior. 1) Aspecto general. 2) Vista de perfil. 3) Micro/orografía del borde laboral. 4) Pro• cedirniento laboral con el retocador (reconstrucción). é

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gor al solutrense, puesto que estos objetos han sido hallados en estaciones de distintos períodos. Al otorgar al concepto de «solutrense» una significación de estadio cultural, relacionado con el comienzo de la época final del paleolítico, Mortillet procuró encontrar su evidencia en distintas regiones de Francia y otros países. El hallazgo de puntas aguzadas trabajadas bifacialmente era considerado como suficiente evidencia. Después de que H. Breuil propusiera un estadio nuevo, el auriñaciense, predecesor del solutrense, este último comenzó a ser considerado como un estadio de florecimiento del paleolítico superior, al cual le seguía el magdaleniense, con predominio del trabajo del hueso. Bajo la influencia de los puntos de vista de G. de Mortillet, los arqueólogos se dedicaron a buscar en Europa oriental, Asia y África, huellas de las culturas auriñacienses, solutrense y magdaleniense, presuponiendo que la sociedad humana en cualquier parte del mundo tuvo que pasar, obligatoriamente, por esos tres estadios culturales. Sin embargo las posteriores investigaciones arqueológicas demostraron que la cuestión era mucho más compleja, no sólo en los países situados fuera de Europa sino también en la misma Europa. Se descubrió que en una serie de casos la sucesión de los estratos culturales no coinciden con el esquema adoptado: auriñaciense, soiutrense y magdaleniense. Estos hechos se comprobaron particularmente en Polonia (caverna Eymanovsky) y en la región de Kostenkovsky-Borschevsky sobre el Don. En la caverna Eymanovsky, el estrato cultural soiutrense con puntas de «hoja de laurel» está encima del magdaleniense. En Kostienki I, herramientas elaboradas bifacialmente se hallaban en el estrato más inferior, la sexta capa; y en la estación Teimansk herramientas de tipo microlítico se hallaron debajo de capas con herramientas que, en opinión de P. P. Efimenki, tenían «rasgos arcaicos infrecuentes». Con los datos arriba mencionados, «resulta por completo evidente —escribe P. P. Yefimenko—, que los niveles del paleolítico inferior de la estación Telmansk, cuya antigüedad no puede provocar duda alguna, por razones estratigráficas y por el carácter muy arcaico de su industria, no tienen nada en común, ni con el auriñaciense, ni con el solutrense, ni con la cultura musteriense. La particularidad fundamental de estos horizontes la constituye la presencia de láminas bien hechas, que testimonian procedimientos bastante perfeccionados en la talla del sílex, y además numerosas herramientas del tipo microlííko» 56 . P. P. Éfimenko, La sociedad primitiva. Kiev, 1953, pág. 324.

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No hay duda alguna de que el considerar la cultura solutrense como una época independiente del paleolítico superior en Europa solamente en base al retoque plano bifacial de las puntas fue un error de G. de Mortillet, cuyo resultado fue dificultar la solución de toda una serie de cuestiones . Las dificultades teóricas para la solución de estos problemas se acrecentaron cuando algunos arqueólogos, siguiendo a H. Breuil, comenzaron a otorgar a las culturas del paleolítico avanzado (auriñaciense, solutrense y magdaleniense) una significación étnica, vinculándolas a determinadas tribus, al mismo tiempo que explicaban el cambio de las épocas culturales como consecuencia de la victoria obtenida por nuevas tribus invasores sobre las anteriores. Cuando se generalizaron los innumerables hechos relativos a la «casual» mezcla de las puntas, tanto desde el punto de vista geográfico como del estratigráfico, algunos arqueólogos comenzaron a considerar como discutible la cuestión relativa a la significación cronológica e histórico-cultural de las puntas foliáceas solutrenses. Así, por ejemplo, Wert se muestra sumamente escéptico en general con respecto al valor cronológico del solutrense. G. Freund, que escribió un extenso trabajo sobre este tema, se pregunta: «¿Es posible hablar de «cultura» o «culturas» de puntas foliáceas, o en cambio hay que pensar en un tipo surgido, por razones puramente técnicas, en diferentes culturas, en distintos períodos y en diferentes regiones, tipo que a pesar de su perfeccionamiento técnico y su valor como arma, desaparece por no se sabe qué razones, para reaparecer más tarde y Uegar a florecer en el neolitico,y se utiliza aún en la actualidad por los pueblos primitivos?»57. AI elaborar esquemas de desarrollo de las culturas materiales en base a la evolución de los útiles de trabajo, habría sido necesario aclarar debidamente qué herramientas del paleolítico deben considerarse como un avance, un progreso, y cuáles quedan obsoletas, primitivas. Semejante manera de abordar la cuestión del desarrollo de los útiles no fue empleada por los arqueólogos de occidente, pero su estudio les fue útil en la medida en que les permitió un análisis relativo, que sirvió de base para dividir el paleolítico en antiguo (cheliense y achellense), medio (rnuesteriense), y superior (auriñaciense, solutrense y magdaleniense). Durante estas tres épocas, el desarrollo de los útiles desde las formas más simples a las más complejas, alcanzó en algunos territorios como Europa, Norte de África, sus formas más perfectas, ya que abarcó un período de tiempo * La mayoría de prehistoriadores occidentales siguen aplicando este esquema buscaodo estas «culturas» en todo el mundo. 57 G. Frund, Die Blattspitzen des Paláolitikums in Europa. Quartar Bibhoek, Bd. I, Bonn, 1952, pág. 5.

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extremadamente largo. Pero en cuanto los investigadores procuraron establecer una periodización fraccionada, dividir cualquiera de estas tres épocas en etapas del desarrollo técnico, sufrieron un rotundo fracaso. Muchas veces hallaron decadencia y degeneración allí donde era indudable el progreso. Así, por ejemplo, G. de Mortillet vio en las herramientas de la estación magdaleniense decadencia y degeneración, mientras que a las herramientas solutrenses las consideró como la obra cumbre de la producción del paleolítico. En esta apreciación de los útiles de trabajo se observa en cierta medida un tratamiento más bien artístico que técnico. La elaboración bifacial de las puntas de sílex por medio del retoque a presión, daba una impresión de perfección exterior, pero desde el punto de vista técnico este procedimiento laboral fue solamente una derivación del de extracción de láminas prismáticas, procedimiento que en realidad fue la más alta conquista de la época del paleolítico superior. El retoque por presión del paleolítico superior se puede considerar, con pleno fundamento, el nivel más alto de la talla bifacial, en comparación con la técnica del paleolítico inferior y medio, sólo que no tuvo continuidad y constituyó solamente una expresión singular de las más altas conquistas de ese tiempo. El retoque bifacial a presión, en las puntas solutrenses, tal como dijimos más arriba, está condicionado por dos circunstancias: la necesidad de útiles de piedra con eje recto (puntas o cuchillos) y por el carácter y calidad del material de sílex. Este retoque no es, pues, un indicio de un estadio del paleolítico superior, como consideraba H. Breuil, sino simplemente un procedimiento técnico, que pudo haber sido utilizado por el hombre en cualquier período del paleolítico superior, al surgir la necesidad impuesta por trabajos domésticos o por las cualidades del material usado. Este procedimiento de trabajar las distintas piedras silíceas alcanza un gran desarrollo y una multifacética aplicación en el neolítico y en la época de los primeros metales. Puntas de dardos y flechas de diversos tipos, cuchillos para cortar la carne, hoces, puñales, grandes fragmentos para útiles compuestos, perforadores, raspadores y raederas, preparados por herramientas pulimentadas (hachas, azuelas) cuchillos para rasquetear; abalorios de calcedonia, ágata y cornalina (productos representativos de una actividad artística); he aquí una lista incompleta de objetos que fueron elaborados con este procedimiento. A juzgar por muchos ejemplares (puñales, puntas de flechas, cuchillos en forma de media luna o dentados, hoces) la técnica de este tipo de retoque adquiere un gran perfeccionamiento plástico, si se tiene en cuenta la poquísima flexibilidad de las especies silíceas respecto de todos los otros procedimien-

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tos de acción mecánica, salvo el golpe o la presión aplicada en determinado ángulo. En el nuevo nivel del desarrollo, el retocador por presión ya no tiene una forma casual derivada de la de los objetos de hueso, pizarra o sílice, utilizados por el hombre paleolítico. A partir del mesolítico los retocadores de sílex poseen a menudo caracteres particulares. Se trata de objetos estrechos extraídos de láminas macizas y gruesas, con uno o los dos extremos fuertemente gastados, mientras que los costados se hallan alisados por el roce de la mano, como resultado de un prolongado emplee. Aún no hemos estudiado suficientemente los retocadores de hueso del neolítico, a pesar de lo cual podemos suponer, a juzgar por los datos etnográficos (indios norteamericanos, esquimales), que al final de la Edad de Piedra surgieron instrumentos especializados que poseían una punta de hueso con un mango de madera, lo cual refuerza la presión mecánica de la mano permitiendo apoyar la palma. Para la elaboración de objetos pequeños se hizo necesaria la utilización de un soporte, un objeto de hueso o de madera con una ranura longitudinal en la que se colocaba el objeto a retocar, tales como útiles microlíticos (triángulos, trapecios, segmentos) los cuales hubieran sido difíciles de elaborar sosteniéndolos directamente entre los dedos de la mano izquierda. La elaboración de la piedra por medio de la técnica de presión encontró, al final de la época neolítica, su máxima expresión creadora. En un comienzo, el hombre se dedicó a trabajar plásticamente los materiales silíceos para satisfacer sus necesidades domésticas, pero poco a poco pasó al aprovechamiento de la experiencia acumulada para realizar una actividad artística. En este aspecto llama particularmente la atención el alto nivel alcanzado por la técnica para transformar materiales no flexibles de acuerdo con la forma que se proponía obtener. En la parte europea de la Unión Soviética, entre los hallazgos arqueológicos del neolítico superior y comienzos de la Edad del Bronce, son bien conocidas las esculturas de alces, renos, ciervos, osos, castores, aves (patos, cisnes) peces, lagartos, serpientes e incluso de hombres. Como señalara S. N. Samiatnin58, éstas se encuentran en Siberia, en Kamtchatka y en otras regiones en las cuales existía una gran experiencia en la talla del sílex, cornamentas, ágata, calcedonia, obsidiana. Esculturas de sílex del Egipto predinástico (antílopes, toros, buitres, cocodrilos, serpiemes) y otras simbólicas e intrincadas de obsidiana en el antiguo México, y en el Yucatán59 atestiguan la gran pericia 38 S. N. Samiatnin, Miniaturas escultóricas en sílex en el neolítico de la Europa nor-oriental. Arqueología Soviética, t. X, 1948, pags. 85-112. 59 T. Yoyse, The «Eccentric Flints», of Central America. Journ. of the Anthropol. Inst.""of Great Britain and Ireland, vol. LXII, 1932.

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«puntas en forma de .navaja», «herramienta en forma de cuchillo», «cuchillo medialuna», «cuchillo acodado», etc. Estas denominaciones no dicen nada en absoluto sobre ef destino concreto dado a dichas herramientas. Muchas veces a las herramientas denominadrs «cuchillos» se les adjudicaba la función de cortar los más diversos materiales, sin esclarecer el carácter y la particularidad del trabajo por ellos realizado. *En la Edad de Piedra fue realmente posible llevar a cabo dos y más funciones con una misma herramienta; sin embargo la división de funciones entre herramientas distintas surge en épocas muy tempranas. Esta división de funciones entre las herramientas de la Edad de Piedra llama la atención en comparación con la época de los primeros metales. A causa de su fragilidad, las herramientas de piedra no podían ser utilizadas en trabajos diferentes que requirieran distintas cargas de potencia, distintos ángulos de presión sobre el filo o sobre la punta, tal como lo permite la herramienta de metal. Por ejemplo, una «punta con dorso», pero con un filo de trabajo retocado se distingue por su finísima sección. Con una herramienta con semejante filo es imposible cepillar madera o hueso, pero sí se puede cortar carne, o pieles delgadas. 202

45. Cuchillo cepillador con muesca. Af Para colocar el dedo índice (sector pulimentado por el trabajo punteado, las flechas señalan la dirección de las huellas lineales). 2) Posición, en la mano, del cuchillo-cepillo durante el trabajo. 3) Cuchillo procedente de Kostienki IV con dos golpes de buril y una muesca. B) para el Índice (las flechas indican la dirección de las estrías en la cara central). *) Reconstrucción del proceso de cepillado con el cuchillo procedente de Kostienki IV. 5) Cuchillo-cepillo de Kostienki IV con la punta rota, la base elaborada con golpes de buril para poder enmangar el cuchillo. 6) Superficie desgastada en el trabajo. Paleolítico superior.

A comienzos del paleolítico superior, para cepillar madera y hueso se empleaba una herramienta especial —el cuchillo para cepillar, que nosotros hemos identificado entre el material obtenido en Kostienki I y IV. Este cuchillo, en Kostienki I, está representado por una lámina de sílex de 120 mm. de longitud y 30 mm. de anchura (Grabado 45,1). Esta lámina, al igual que la mayoría de las lá203

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46. /> Microfotografía de una superficie gastada en la punta de un cuchillo para corlar carne de Kostienki I (Grabado 43,1) (aumentar X 75). 2) Microfotografía de las huellas lineales en el filo de un cuchillo-cepillo de Kostienki IV (Grabado 45,5) (aumentar X 30). Paleolítico superior.

minas prismáticas, tiene una sección longitudinal arqueada. Sus dos bordes han sido levemente retocados. El lado izquierdo está ligeramente embotado por retoque en la parte inferior donde se coge; en el extremo delantero, en el lado derecho, se ve una muesca hecha con unos retoques a presión, donde se apoya el dedo pulgar (A). La herramienta tiene huellas de un prolongado empleo. La parte para asir se halla ligeramente pulida por la mano. En la

47. Microfotografia de la superficie gastada del cuchüio-cepillo de Kosticnki. 1) (grabado 45,1, aumentado por 300), con dos sectores del filo bajo distintos aumentos.

cara ventral del lado derecho hay una banda ancha intensamente pulida, que se hace más fuerte a medida que se acerca al borde del filo. En la parte opuesta, esto es, en la cara dorsal, no se observa pulido alguno, pero si un suave brillo, al igual que en toda la herramienta, como resultado del roce con la mano del hombre. Un examen cuidadoso de todas las herramientas, demostró que el lustre en las partes para asir está cubierto de finísimas rayas, muy cortas, y desplegadas en distintas direcciones. Este tipo de huellas de desgaste se produce por los granos de arena que hay en los poros de la piel. Bajo la presión y deslizamiento de la mano dejan huellas irregulares sobre la superficie del sílex. Estrías de otro carácter aparecieron en la parte pulida de la herramienta. Aquí fueron descubiertos rasguños y rayas mucho más notorios, orientados en ángulo recto, en diagonal y a veces paralelas al filo (Grabado 47). El filo mismo no sólo estaba pulido sino que parcialmente estaba mellado con pequeñísimas facetas, en su mayoría se hallaban en su cara ventral, por lo que la herramienta se hizo inútil para el trabajo y fue abandonada. Durante el cepillado, partículas de sílex se separaban del filo bajo la presión de la mano, y probablemente rasgaron la superficie laboral de la lámina. Pero también pudieron caer sobre ella elementos abrasivos extraños100. 100 La microfotografia de la superficie desgastada (grabado 47) ofrece un cuadro relativamente complejo de las huellas lineales en una «fractura de costilla>>.-

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La superficie dorsal del útil no estaba gastada. Ya hemos señalado por qué en la superficie dorsal del cuchillo para cepillar casi no se observan huellas de desgaste. Cuando cepillamos la madera con un cuchillo fino de metal, la hoja, al penetrar en la madera, experimenta una desigual presión y fricción, pero incluso la cara que da a la viruta tiene huellas de desgaste. El filo de este tipo de herramientas es considerablemente grueso con un retoque muy abrupto, ya que la lámina delgada, al primer movimiento podría romperse. El filo grueso saca una finísima viruta, que se enrosca y casi no ofrece resistencia al roce con la cara dorsal de la lámina. Esto ocurre particularmente con el hueso, del cual sólo se puede quitar una finísima viruta. Hay base para creer que el cuchillo para cepillar que hemos descrito, sirvió principalmente para irabajar el hueso. Son numerosas las huellas de cepillado en los objetos de hueso hallados en Kostienki I. En Kostienki IV se empleraron cuchillos para cepillar de otro tipo (Grabado 45,3,5)^Estaban hechos sobre láminasrjrismáticas pero retocadas en los dos bordes, exceptuando la parte destinada a mango, donde los dos filos fueron eliminados con dos fuertes golpes de buril. Por esta razón la parte para cogerlo tiene la forma del buril central. Es costumbre denominar buril a este tipo de herramienta, cuando en realidad, a pesar de los indicios que hablan de un muy prolongado empleo, no tienen las huellas características de los buriles. Las huellas de uso se hallan distribuidas, al igual que en los cuchillos cepillo de Kostienki I, en la cara ventral, pero no en el borde derecho sino en el izquierdo. Esta es su característica particular. En la microfotagrafía las huellas aparecen en forma de rasguños, orientados j>erpendicularmente al filo o presentando una pequeña desviación (Grabado 46,2). En el extremo de los cuchillos cepillo de Kostienki IV no hay muescas para apoyar en ellas elTledb índice. Pero en uno hay (Grabado 45,3) una muesca ubicada end centro del borde izquierdo (A). Al coger el cuchillo con la mano, esta muesca sirve perfectamente para colocar en ella el índice de la mano derecha. La presencia de la muesca y la distribución de las huellas en la superficie del borde - izquierdo ofrece la base para reconstruir el proceso de cepillado de manera distinta al del cuchillo proveniente de Kostienki I. Aquí el cepillado se hacía en un movimiento hacia adelante «de alejamiento» (Grabado 45,4). Este procedimiento permitía aplicar un mayor esfuerzo físico, ya que pone en acción los músculos extensores y las articulaciones humerales. Incluso la mano izquierda, la que durante el cepillado «hacia sí» sólo es utilizada para sujetar el objeto de trabajo, en este caso toma parte activa en el trabajo, realizando un movimiento en dirección opuesta a la de la mano derecha. Al parecer, los cuchillos para cepillar de Kostienki IV 206

48. 1) Un cuchillo-cepillo de sílex corto, de Timonovka, paleolítico superior, utilizado sin mango. 2) Cuchill(H:epillo pulido de esquisito de Jafsin, neolítico de Siberia oriental. 3-6) Cuchillos-cepillos neolíticos de nefrita procedentes de sepulcros de Vierlolensk, en el río, Angara (en los cuchillos 2, 3, 5 y 6, la faceta está pulida en un borde, y el cuchillo 4, con dos facetas, una estrecha y la otra ancha, durante el trabajo ¡a úhima se encaraba al material). 7) Posición del cuchillo pulidor en la mano (reconstrucción). -

fueron usados durante mucho tiempo. Lo testimonia no sólo su intenso pulido, particularmente en uno de ellos, sino también las señales de un reiterado aguzamiento del filo por medio de retoques secundarios, así como por cierto brillo en toda la superficie, ocasionado por el roce de las manos. No está excluida la posibilidad de que también la cara opuesta (a la derecha de la cara ventral) haya sido a veces utilizada en el trabajo, pero se encuentran en ella muy pocas estrías de desgaste. Entre los materiales de Timonovka fue establecido un tercer tipo de cuchillos para cepillar (Grabado 48,1). Se trata de un 207

cuchillo corto, que tiene a veces la forma de un trapecio. El artesano paleolítico que cepillaba con este cuchillo, lo cogía entre tres dedos, pero es probable que también lo usara insertándolo en un mango. De esta manera, los cuchillos para cepillar descubiertos por nosotros entre el material de las estaciones del paleolítico superior, con todas sus diferencias y particularidades, se distinguen por las características siguientes: 1) están hechas sobre láminas; 2) pueden ser preparadas y hasta darles forma por retoque y por golpes de buril; 3) la señal principal es la de que se puede determinar su funcionalidad a través de su pulido y sus huellas lineales; 4) como regla general, el mayor desgaste se distingue en un lado del útil, mientras que en el otro lado las huellas del trabajo son menos visibles; 5) este lado gastado debe ser la cara ventral de la lámina, ya que su superficie lisa siempre está orientada hacia el material; 6) el desgaste bajo la forma de pulido se ubica en el filo y se debilita lentamente en dirección al borde opuesto; 7) las estrías de desgaste, que señalan la dirección del movimiento de las manos, tienen bajo el microscopio el aspecto de rayas o rasguños en forma perpendicular al filo o con cierta inclinación hacia él. Estas señales de desgaste en los cuchillos para cepillar del paleolítico representan las señales comunes a todos los cuchillos de piedra para cepillar de todas las épocas. Esta conclusión se halla confirmada por el estudio de los cuchillos neolíticos pulimentados de la zona del Baikal, hechos con láminas de nefrita. Frecuentemente estos cuchillos tienen la forma de media luna, con filo recto o curvo. Se les da el nombre común de «cuchillos», lo que indudablemente es correcto, pero no precisa cuales eran sus funciones. En realidad los cuchillos pulidos de nefrita no constituían una herramienta de usos múltiples para diversos métodos de corte. Por ejemplo, para destripar al animal, cortar la carne o la piel, era imposible la utilización del cuchillo pulido y semilunar, puesto que para realizar estos trabajos era necesario el empleo de un cuchillo con un filo muy fino o con retoque denticulado. En los cuchillos pulidos y semilunares el filo tiene, por lo general, una faceta larga y estrecha en un lado y ninguna señal de denticulado. La faceta se hizo por pulido para reforzar el ángulo de corte de manera análoga al retoque fino de instrumentos paleolíticos. La superficie plana cortaría la madera y separaría de ella una viruta pequeña y fina. Por esa razón hay que considerar a estos cuchillos como herramientas de corte aptas, sobre todo, para madera, pero también para hueso. Su uso sobre madera lo testimonia la situación del pulimento, que se encuentra no solamente en la cara ventral, sino también en la parte opuesta de la faceta causado por las virutas. El ángulo de aguzamiento del filo de la hoja de estos cuchillos pulimentados es de 45-50°. Con 208

49. Microfotografia de las estrias de desgaste en cuchillos-cepillo pulidos de Vierjolensk. ¡) Cuchillo de sílex del neolítico de la caverna Djebel. 2) Cuchillos neolíticos pulidos procedentes de Vierkilenk.

semejante aguzamiento la viruta obtenida continua siendo fina, pero a consecuencia de lo blando de la madera es bastante más gruesa que la viruta obtenida del hueso. Los cuchillos neolíticos de Siberia para cepillar tienen diversos famaños. Un cuchillo de Jajsiik se distingue por su forma miniatura, tiene una longitud d> 30 mm. y una anchura de 10 mm. Está hecho de una roca silícea y tiene un filo curvo (Grabado 48,2). Los cuchillos de \ferjolensk tienen un filo recto o ligeramente curvo (Grabado 48,3-6) y estrías de utilización bien precisas (Grabado 49,2,3), que en forma de rayas rectas se dirigen desde el filo hacia la punta del cuchillo y a veces cruzándose entre.ellas. Este entrecruzamiento de las estrías se explica por la fuerte curva que hace el eje del cuchillo en relación a la ->r>Q

superficie trabajada (inclinación de la punta o extremo) lo que puede ocurrir durante el cepillado. Algunos cuchillos de nefrita tienen en el filo una doble faceta (Grabado 48,4). Una faceta es estrecha y áspera, la otra ancha y suave. Esta última estaba dirigida hacia el material, a consecuencia de lo cual tiene las más fuertes señales de desgaste. El estudio de los cuchillos de Vierjolensk demuestra que en el neolítico se aplicaban, al igual que en el paleolítico superior, dos métodos de trabajo con estos cuchillos «alejándose» y «acercándose». En uno de ellos las huellas de uso se ubicaban no en el lado derecho (mirándolo desde el extremo final), sino en el izquierdo, al mismo tiempo que la faceta estaba pulida por el lado derecho (Grabado 50,1). Con semejante tipo de cuchillos sólo era posible cepillar con el movimiento «alejándose», aplicando un gran esfuerzo físico, por lo cual se les insertó en un mango (Grabado 50,2,3). Los cuchillos para cepillar pulidos jugaron un gran papel en el trabajo del hueso. Entre los objetos de hueso y asta de las sepulturas de Vierjolensk, se descubrieron numerosas huellas de cepillado junto a evidencias del uso del buril y del cincel. No habría sido posible elaborar algunos objetos sin la intervención de los cuchillos para cepillar (Grabado 50,4,5). Esto se refiere muy particularmente a un trabajo tan importante como es el de recortar los dientes de los arpones de asta y hueso. En la superficie de estos arpones, pese al pulido de sus puntas, es posible observar huellas de cortes hechos con un cuchillo de este tipo. A juzgar por las huellas laborales y por la forma de los cortes, la extracción del material entre el diente y la espiga del arpón, se realizaba aproximadamente con el mismo procedimiento que proponemos en la reconstrucción (Grabado 50,6). Los cuchillos semilunares del neolítico, con filo curvo, servían para cepillar lanzas y astas de flechas, mangos para hachas y azuelas y distintos objetos^ hechos con árboles jóvenes, como estacas, varas largas y palos de pequeño diámetro. El filo curvo se adaptaba perfectamente por su forma a esta clase de trabajo. Sin embargo este instrumento pequeño no era útil para preparar grandes superficies en objetos de madera de gran tamaño. Aquí era necesario el empleo de un cepillo que pudiera manejarse con las dos manos. De que en el neolítico existió semejante herramienta lo prueba el cepillo de piedra para dos manos proveniente de la estación de la isla de Kamenon en el río Angara (Grabado 51). Este cepillo está hecho sobre lasca grande o lámina de un tipo de sílex claro. Su longitud es de 160 mm. y su anchura de 50 mm. Está pulido por las dos caras, sólo que un lado, el laboral, es plano y se dirige hacia el material, mientras que el otro lado es convexo. El borde laboral tiene también una forma convexa, y en sus extremos cuenta 210

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50. yierjolensk, neolítico en la zona del Baikal. 1) Cuchillo-cepillo pulido hecho de nefrita, con una faceta en el lado derecho. La parte del mango tiene ¡a superficie mate (parte rayada), testimonio de haber estado enmangado. 2) El cuchillo con mango de asta (reconstrucción). 3) Procedimiento para cepillar con cuchillo de piedra con la faceta en el plano derecho (movimiento de alejarse) (reconstrucción). 4) Arpones de hueso conforma arqueada (con una sola fila de dientes). 5) Arpones rectos. A) Una sola hilera de dientes. B) Los dientes en un solo lodo, pero en fila doble. C) La hilera de dientes en los dos lados, ordenados alternativamente. D) Preparación de los arpones en el estadio inicial de cortar los dientes. 6) Corte de ¡a púa en un arpón de hueso con un cuchillo de piedra pulido (reconstrucción).

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51. Cepillo de piedra para ambas manos. Neolítico en la zona de¡ Baikal. 1) Aspecto general. 2) Microfotografía de las huellas laborales en el filo. 3) Forma de coger del cepillo con ambas manos durante el trabajo (reconstrucción).

con muescas para afirmar los mangos. La parte más pulida contigua al filo contiene estrías que, como demuestra la microfotografía (Grabado 51,2), van perpendiculares a la línea del filo101. 'oí S. A. Semenov. Las huellas laborales en las herramientas neolíticas de los sepulcros de Angara. Mat. e Inv. Arqueol. déla URSS, núm. 2, 1944, pág. 209.

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52. 1) Cuchillo de segar de sílex de Luka-Vmblevetskaya, neolítico superior avanzado. 2) Microfotografía del filo de trabajo de uno de los cuchillos de segar (primero a la izquierda, aumento X 120).

i) Cuchillos para segar (hoces) Ei comienzo del estudio de los cuchillos para segar se vincula a excavaciones de S. N. Bibicov realizadas en el año 1947, en el asentamiento del neolítico temprano de Luka- Vrublevetskaya, en el Dniéster. Entre la industria lítica descubierta en ese poblado, fue encontrada una gran cantidad de láminas prismáticas de sílex gris, con trazas de intenso desgaste en determinados puntos de su superficie. Estas huellas, bajo la forma de lustre, tenían un brillo especular en un solo borde, mientras el 213

otro tenia una superficie mate. El pulido comenzaba,como una banda ancha desde la punta de la lámina y moría en el centro, de manera que la parte que ocupaba dicha franja tenía la forma de un triángulo (Grabado 52,1). El pulido abarcaba tanto la cara dorsal como la ventral. Por la ventral este pulido corría desde el filo derecho hacia dentro con intensidad decreciente, mientras que en la dorsal partía del borde izquierdo, pero si esta cara tenía doble faceta el pulido abarcaba solamente la faceta derecha. En las láminas con tres facetas en el dorso el pulido abarcaba también ligeramente a la segunda faceta, pero la arista central impedía que siguiera difundiéndose. Había muy poco retoque en las láminas y no se observaron en absoluto intentos de denticular su filo. Los filos de trabajo de estas herramientas resultaron no solamente pulidos, sino que en una serie de casos resultaron completameníe embotados a causa de una utilización uniforme, prolongada, aplicando un considerable esfuerzo físico. Algunas láminas se habían roto durante el proceso de trabajo. Ante todo es obvio que estas herramientas estaban fijadas a un mango, ya que era imposible aplicar un considerable esfuerzo físico con laminitas cortas, de un largo no mayor de 60 mm., sujetándolas con sólo tres dedos, especialmente en esos casos en que no existe retoque para embotarlo. De la utilización de estas herramientas con mango, ya sea de madera o de hueso, es testimonio el límite claramente trazado entre la superficie pulida (laboral) y ia superficie mate. Un índice esencial que revela el carácter del material trabajado con estas herramientas, fue el desgaste uniforme existente en las dos caras de! filo (ventral y dorsal). Semejante disposición del pulido sólo es posible en el caso de que la hoja penetre en el material en forma perpendicular a su superficie, y de manera rápida. De aquí se deduce que el material no pudo ser duro, es decir, ni piedra, ni hueso, ni tampoco madera. Pero el pulido intenso y el bien marcado límite del mismo, obligan a pensar que ese material tampoco era un material plástico, como podía ser piel o carne, ya que estos jamás dejan huellas de este tipo en cuchillos de sílex. El estudio de las áreas pulidas permitió establecer el siguiente cuadre del desgaste (Grabado 52,2). La superficie pulida resultó cubierta con finísimas rajaduras dispuestas paralelamente al filo laboral. Solamente en caso aislado?, las líneas se cruzaban unas con otras. Además, en la trayectoria de estas líneas había pequeños alveolos o cavidades, de forma irregular y de diferentes tamaños, restos de una superficie de fractura irregular del sílex. El análisis de estos agujeros descubrió un detalle importante más que condujo a la solución del problema relativo a la función de estas láminas de silex con aspecto de cuchillos. Por 214

regla general, los agujeros tienen un borde derecho elevado y el borde izquierdo bajo. El borde izquierdo está más gastado que el derecho, por consiguiente la resistencia del material cortado provocaba un deterioro unilateral de las paredes del alvéolo en el transcurso de un largo período de tiempo. Bajo la luz oblicua de una lámpara Opak se puede observar cómo el alvéolo adquiere la forma de un cometa cuya cola está dirigida hacia el extremo laboral del cuchillo y la cabeza en dirección al mango. Este hecho testimonia indiscutiblemente la ejecución de un movimiento unidireccional del cuchillo en el proceso laboral, precisamente el movimiento «hacia el trabajador». Las trazas lineales (rayas paralelas al filo) que cubren el área pulida, nos dicen que el movimiento de la mano «hacia sí» era muy rápido, puesto que de haber sido un movimiento lento de penetración de pane del filo las huellas lineales de desgaste correrían oblicuas a! filo. De todos los tipos posibles de trabajos en economías primitivas, en los que se empleaba el filo aguzado con movimientos rapidísimos «hacia sí», sólo uno pudo realizarse: el uso como hoz. Todo lo dicho sobre los indicios proporcionados por las huellas del trabajo en las láminas de sílex de Luka-Vrublevestkaya (distribución y nivel del pulido en las partes planas, carácter del desgaste y orientación de las rayas) indicadoras de la particularidad cinemática del trabajo, y la aspereza relativa del material a cortar, nos llevan a la conclusión de que estas herramientas fueron usadas en las labores de la cosecha. Es imposible sacar otro tipo de conclusión ante el cúmulo de evidencias establecido. De acuerdo con todos los datos nos hallamos ante el tipo más antiguo de hoz empleada en una primitiva economía agrícola. Los resultados obtenidos por las investigaciones y las conclusiones respecto al uso de las láminas de sílex con trazas de pulido, fueron expuestos por nosotros en una reunión de la Sección Paleolítico y Neolítico del Instituto de Historia de la Cultura Material, de la Academia de Ciencias de la URSS en el año 1947, y se publicaron en el año 1949'02. Poco después se estableció también el hecho concreto de la existencia de la agricultura entre los pobladores de Luka-Vrublevestkaya. En las estatuillas de arcilla representando mujeres, S. N. Bibicov identificó impresiones de granos de mijo, que, por razones rituales, estaban mezcladas con U masa de arcilla. La reconstrucción de las hoces (Grabado 53,1) propuesta por nosotros en un comienzo —con la directa inserción de la lá10 ' S. A. Semenov. Los cuchillos para segar de süex del poblado neolítico superior Luka-Vrublevetskaya, sobre el Dniéster. Arqueología Soviética, t. XI, 1949, pág. 151-154.

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53. 1-3) Métodos diferentes de ensamblar hojas de hoz en el mango, de acuerdo con los materiales de Luka- Vrublevetstkaya, neolítico avanzado (l: en el extremo del mando; 2: en un surco del mango; 3: en un corte inclinado oblicuamente). 4-6) Hoces de sílex con mangos de madera de Suiza (Lucerna).

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mina de sílex en el extremo de un mango de madera—, no es la única posibilidad. Puesto que las huellas de desgaste ocupan una gran área en los extremos de las láminas de LukaVrublevestkaya, hay que suponer que estos extremos soportaron la mayor resistencia por parte del material. Esta circunstancia testimonia que la lámina se encontraba en cierto ángulo con respecto al eje del mango. Esta posición de la lámina sólo pudo ser posible si estaba inserta oblicuamente en el extremo delantero del mango (Grabado 53,3). Una reconstrucción semejante fue confirmada por el hallazgo hecho cerca de Lucerna (Suiza) de hoces neolíticas fijadas en mangos de madera relativamente largos (Grabado 53,4-6). Estos mangos con puntas aguzadas hacia adelante servían para coger en un haz muchos tallos del cereal a cortar agrupándolo en un manojo cuando la hoz se movía hacia adelante, y que podía ser cogido con la mano izquierda103. La segunda reconstrucción aparece como mucho más correcta, correspondiendo por completo al tipo de desgaste de la mayor parte de los cuchillos de Luka-Vrublevestkaya. Sin embargo no se puede excluir por completo la primera variante. Probablemente este simple procedimiento de inserción fue empleado en los primeros momentos de la utilización de los cuchillos de sílex como hoces. Esta consideración se fortalece con la existencia en Luka-Vrublevestkaya de cuchillos para segar de construcción especial, los cuales, pareciendo mucho más perfectos, sólo se diferencian ligeramente de los cuchillos que están insertos directamente en el extremo del mango. Entre las láminas de sílex con huellas de pulido hay dos ejemplares poseedores de cierta peculiaridad. Estas láminas, que por su aspecto no se distinguen de las demás, están desgastadas en ambas caras, pero en este caso el pulido, tanto en el dorso como en la cara ventral, se extiende por casi toda la longitud de la hoja. Si la fijación de la lámina en un surco del mango se hubiera hecho de través, en ángulo, como en la segunda variante de reconstrucción, las huellas laborales no podían abarcar toda la longitud del filo, ya que cerca de la mitad de la lámina estaría en el interior del surco. Es evidente que la fijación del cuchillo se realizó aquí, no en ángulo hacia el mango sino paralelo a él, no de través sino en un surco longitudinal hecho en la punta delantera del mango (Grabado 53,2). Esta manera de sujetar el cuchillo para segar en el mango tenía ciertas ventajas con respecto a la inserción en el extremo del mango, aun cuando era menos efectiva durante el uso. En primer lugar, el cuchillo inserto casi por completo en el surco 103

K. Keller-Tarnusser, Zweiundvierzigstes Jahrbuch der Schweizerischen Gasellschaft für Utgeschichte. Soc. suisse de Prehistoire Zurich, 1952, págs. 38-42.

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longitudinal, no se rompía durante el trabajo, Ijn segundo lugar, no era difícil que la lámina fuera empleada dos veces con el mismo mango. Para ello era necesario sacar la lámina del surco y darle la vuelta colocando en él el filo gastado. Sin embargo, durante la segunda utilización de la lámina, era necesario tener en cuenta una condición. La lámina de sílex tiene una ligera curvatura cóncava en la cara ventral y convexa en la dorsal. De manera que los surcos laterales en los mangos debían ser elaborados de acuerdo con esta curvatura. Para utilizar el otro filo del cuchillo era necesario colocarlo en el surco en posición contraria a la anterior, es decir, colocando la parte delantera del cuchillo hacia atrás. Esta tesis se confirma por las huellas de desgaste en ambos filos de estas hoces. Es evidente que Luka-Vrublevestkaya refleja la primera fase en el desarrollo de la economía agrícola en el sur de Europa Oriental. En los poblados de la cultura Tripolje hemos encontrado herramientas para segar muy sencillas desde el punto de vista técnico. La industria de piedra del poblado cercano al Barranco Polivanov, excavado por T. S. Passek, evidencia un nivel de desarrollo técnico mucho más alto. Aquí las láminas de sílex con huellas de haber sido empleadas como hoces tienen ya retoques en el filo. En numerosos casos el retoque es denticulado, o a veces forma muescas aisladas. También se observaron casos en que la lámina fue utilizada en un comienzo sin retoque, y después de embotarse por el uso fue retocada dándole un filo denticulado. La utilización bilateral de las láminas no era una excepción, y es visible a través de las huellas de desgaste la existencia de los dos procedimientos para ajustar la lámina al mango, longitudinal y oblicuamente. Al mismo tiempo, entre las herramientas de piedra del Barranco Polivanov fueron descubiertas también verdaderas piezas de hoz compuesta, consistentes en láminas retocadas o segmentos de ellas con trazas de uso en uno de los ñlos o en los dos. Con el objeto de ¡levar a cabo un estudio completo de los indicios microscópicos que distinguen a los cuchillos para segar de piedra de otras herramientas con otros usos, fueron analizados materiales procedentes de diferentes regiones de la Unión Soviética (Asia Central, Cáucaso, Crimea) y vinculados a distintas épocas de la antigua economía agrícola. Durante el estudio de la colección de útiles de piedra de los estratos inferiores de Anau (Grabado 54,1-4), conservada en la sección arqueológica del Museo Etnográfico «Pedro el Grande» de la Academia de Ciencias de la URSS, fue identificada una serie de hoces que figuraban bajo la etiqueta de «puntas sin retoque» o «raspadores de punta». En la principal publicación de R. Pompelly estas herramientas son denominadas 218

54. 1-2/ Cuchillos de segar de sílex y piezas de hoz. 3-4) De Anau. 5-6) Microfotografia de las huellas de desgaste en hoces de sílex de Anau. Neolítico avanzado.

«cuchillos de sílex» (Flint Knives) o «sierras de sílex» (Flint Saws)104. Todo el conjunto de los hallazgos procedentes de los estratos inferiores de la parte norte de Anau, atestiguan la existencia de una economía agrícola. R. Pompelly descubrió allí un mortero de piedra para granos, puüdores de piedra, machacadores, granos de cebada y mijo, así como también indicios de una irrigación rudimentaria. En la capa superior de la parte sur del Tell perteneciente a la primera Edad del Hierro fueron en104 R. Pompelly. Exploradora in Turkestan, prehistoric civilisation of Anay. Washington, 1908, pag. 164, cuadro 42-44.

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contradas hoces de este metal. Pero las hoces de piedra de la fase primitiva de Anau no fueron reconocidas por el excavador. De acuerdo con todos los indicios, estas herramientas de piedra para segar procedentes de Anau, correspondían al nivel de desarrollo de la economía agrícola tripolje. Fueron, con pequeñas excepciones, láminas para insertar con filos dentados para hoces compuestas. Algunas de las piezas fueron usadas dos veces, de lo cual nos habla el intenso pulido en los dos filos. El microanálisis mostró el cuadro característico de desgaste de las hoces de piedra con sus estrías y sus agujeros en forma de cometas con la cola dirigida hacia la izquierda, hacia el extremo de trabajo de la hoz (Grabado 54,5,6). Indudablemente la Edad del Cobre y la del Bronce se distinguieron por una más elevada técnica en la elaboración de los cuchillos para segar de sílex. Las hoces compuestas, estudiadas por nosotros, procedentes de Dlinsky en el Cáucaso norte (excavaciones de A. P. Kruglov) y las procedentes del yacimiento pre-Urartiano de la colina de Karmir-Blur en Armenia (excavaciones de B. B. Piotrovski, en el año 1945) son objetos retocados bilateralmente. Sus anchos dientes se hallan tan bien hechos como en una sierra. Un pulido intenso cubre el filo dentado en un lado o en los dos. A veces pueden observarse facetas frescas producto de un reafilado por el retoque, después de que el filo se embotara. Los surcos delanteros tienen una longitud que llega hasta los 80 mm. Según todos los indicios tenemos ante nosotros piezas de hoces grandes destinadas a la siega de cereales en grandes campos. No hay razón para pensar que en la Edad del Bronce las hoces compuestas desplazaran a las hoces formadas por una sola hoja de sílex ajustada al mango. Disponemos de una serie de hechos que confirman su existencia en épocas bastante posteriores. Podemos señalar como un ejemplo la hoz procedente de la aldea Mereschevki (rep. S. S. de Moldavia) y la del bosque de Gamaria (cercano a la aldea de Lencov de la región Chemovik), traídos por la Expedición Tripolje en el año 1950 y que pertenecen a la Edad de Bronce superior. Se trata de grandes lascas de sílex triangulares, en los que las puntas laborales y el filo están retocados (Grabado 55,1,2). Un cuchillo para segar de Gamaria, tenía, además del retoque, una serie de pequeños dientes en el filo. Su hoja cóncava se encontraba fuertemente pulida. La particularidad de estas herramientas para segar es la forma de insertarlas en el mango. El pulido comienza en el extremo estrecho y va ampliándose poco a poco hacia el extremo más ancho, abarcando ambos lados del filo en forma triangular. De esto se deduce que la parte delantera de estas herramientas está constituida por el extremo ancho y no por el 220

55. 1) Hoz de sfkx de Gomaría. 2) Hoz de sílex de Gamona con mango (reconstrucción). Edad de Bronce. 3) Hoja de süex de Atak (Dniéper). 4) Microfolografla del desgaste en esla hoz. Edad de Bronce.

angosto. Al insertar este tipo de cuchillo en un surco longitudinal, su filo se ubicaba en ángulo con respecto del eje del mango, asegurando de este modo una gran efectividad en la labor (Grabado 55,3). Es evidente que estos cuchillos segadores de una pieza quedaban firmemente asegurados al mango. Gracias al considerable ancho de la hoja se la pudo afilar varias veces, sin quitarla del mango. Como un perfecto ejemplo de hoz recta puede servir una herramienta de sílex en forma de puñal hallada en el estrato inferior de Tiritaki (Crimea) investigado por B. F. Gaiduquevich (Grabado 56). Está trabajado por retoque a presión en ambas caras y su forma es casi simétrica. Un filo del mismo ha sido denticulado^-por un retoque ininterrumpido (continuo). Sus 221

56. /> Hoja de hoz de Tiritaki, prekelentstica. 2) Reconstrucción de este instrumento con mango.

dientes están ligeramente separados. La superficie del filo denticulado se encuentra pulida en ambos lados. La microestructura de las huellas de desgaste es similar a la de las hoces de piedra. El otro filo no está ni denticulado ni pulido. Este cuchillo segador ha sido insertado en el mango en un surco lateral y fue empleado durante poco tiempo como lo testimonia la intensidad media del pulido y la ausencia de huellas de reafilado. Entre las herramientas usadas para segar ocupan un lugar destacado los cuchillos sin mango. No fueron descubiertos entre las herramientas más tempranas de Luka-Vrublevestkaya,

57. 1) Cuchillo de segar de Anau, utilizado sin mango.

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donde pareciera les correspondía por derecho un lugar, sino entre los materiales de los túmulos de períodos posteriores. Un cuchillo segador de este tipo fue encontrado por primera vez en la colección procedente de Anau. Se trataba de una lámina de cuarcita de forma prismática muy grosera con ligeras huellas de retoque en uno de sus filos, la cara opuesta tenía un extremo grueso con huellas de un retoque basto. La longitud de este cuchillo era de unos 70 mm., la anchura cerca de los 30 mm., y el grosor de hasta 13 mm. Su filo había sido denticulado en forma desigual e irregular y estaba intensamente pulido en casi toda su longitud (Grabado 57,1). Es indudable que no era posible insertar un cuchillo con un extremo tan grueso en un surco lateral de un mango. Por lo visto no tenía esa finalidad puesto que su borde grueso no estaba retocado suplementariamente para afinarlo. Un segundo ejemplar de hoz sin mango apareció entre los materiales de la Expedición Tripolje del año 1949. Fue encontrado en la aldea Ojevo de la zona de Sokorenski (Rep. S. S. de Moldavia). No puede datarse de manera exacta, pero como juntamente con él fueron halladas también y en idénticas condiciones, segmentos denticulados insertados en hoces compuestas, se puede afirmar que probablemente se la deba vincular a la Edad del Bronce. El cuchillo es una lámina ancha, extraído de un sílex calcáreo basto. La longitud del cuchilo es de 115 mm., la anchura de 35 mm. y el grosor cercano a los 15 mm. Uno de sus bordes estaba afilado, el otro grueso y embotado complementariamente por retoque escalen forme. En la punta delantera del borde grueso había una muesca que servía como punto de apoyo para el dedo cuando se cogía el cuchillo con la mano. El pulido, el típico para un cuchillo segador, ocupa el filo laboral en ambas caras y casi en toda su longitud, acentuándose hacia la punta delantera (Grabado 57,2). De esta manera el estudio analítico de las funciones de las hojas de hoz informa de la diversidad de sus formas y métodos de uso. Sus huellas laborales por su disposición y su microtextura son sumamente típicas y no pueden ser confundidas con ninguna otra función. Es posible, por consiguiente, una determinación exacta de las herramientas para segar sin hacer experimentos. Estos últimos sólo permiten establecer el nivel de efectividad en el trabajo de éste o aquel tipo de hoz, verificar el carácter del desgaste, pero no constituyen el medio adecuado para determinar las funciones concretas de las herramientas antiguas. Nosotros realizamos experiencias segando con láminas de sílex del tipo del cuchillo descubierto en Luka-Vrublevestkaya. Hicimos dichas experiencias en el año 1950 en el poblado de Veoiiekovo, cerca de Leningrado. Fueron experimentados en el campo, en la recolección de cebada y avena, láminas de sílex 223

procedentes de Luka-Vrubleveskaya que no habían sido utilizadas, con anterioridad. Una de ellas fue ajustada en un mango de madera directamente en el extremo, y la otra en un surco en diagonal. La experiencia tuvo lugar durante todo un día a finales de agosto, cuando los cereales habían crecido suficientemente. Los tallos fueron cortados a una altura aproximada de unos 25 cm. del suelo o más. Un manojo de 20 tallos era cortado con uno o dos golpes de cuchillo; muy raro fue el caso de necesitarse tres golpes. Como resultado de la experiencia se demostró la relativamente alta productividad de una hoz de sílex cuyo filo laboral era de sólo 50-55 mm. de largo. Y sin que fuera necesario afilarla de nuevo. Además de esto, se comprobó cierta imperfección técnica en la inserción de la hoja en el extremo del mango de madera. Con el correr del tiempo la hoja comenzaba a moverse en el mango para luego caer al suelo. Con el cuchillo insertado en diagonal en un surco no sucedió tal cosa. Después de un día de trabajo, las huellas de desgaste en los filos fueron débiles, aun cuando a simple vista era detectable un ligero pulido. La microestructura de las huellas era la tipica de las herramientas para segar, es decir, idénticas a las que habíamos descubierto en antiguos cuchillos segadores. Las experiencias realizadas dan sustento a la suposición de que las huellas de desgaste en las hoces de sílex que alcanzaron lustre especular, sólo pudo ser el resultado de un uso prolongado. La duración de los trabajos se explica, probablemente, por el hecho de que en tiempos de la primitiva agricultura, los campos de sembradíos alcanzaban dimensiones considerables. j)

Un hacha de Kostienki I y una azuela de Pesochny Rov.

Las cuestiones relativas al origen de las herramientas cortantes (hacha y azuela), ocupan en la historia de la tecnología antigua un lugar prominente. Las herramientas cortantes de mano, utilizadas sin mango, tienen, indudablemente, un origen muy antiguo, que se remonta al período chellense. Los hachas de mano son en esencia herramientas para golpear. Pero de ninguna manera se puede aceptar el punto de vista de A. Vayson, quien considera que la aparición del mango en herramientas cortantes es un hecho muy antiguo, calificándolo como una conquista técnica del paleolítico inferior105. Tampoco es posible aceptar el punto de vista opuesto, según el cual el hacha enmangada es una manifestación posterior perteneciente al neolítico, cuando las condiciones de la vida en las zonas bosco'

ss»**

40. ¡¡ Trayectoria de la azuela vista desde el plano frontal y sagital. 2) Trayectoria del hacha vista desde el plano frontal y sagital. 3) Marcas de Sos golpes dados con el hecha (cortes) en la tibia de un mamuth de Kostienki i. 4) Hacha de Kostienki I con mango (reconstrucción).

Gagarino, Suponievo, Eliseievich, Malta y muchas otras (donde hay expuestos no pocos colmillos gruesos y delgados, omóplatos, costillas, huesos largos, y astas de reno con huellas de haber sido golpeados o cortados), nos puede llevar a pensar que 230

la madera no fue el único material trabajado con el hacha. En una serie de casos, el colmillo por ejemplo, no fue cortado con el hacha sino con una especie de escoplo o cincel, un instrumento con una punta laboral estrecha. El colmillo se atraviesa mejor con el cincel que cortándolo a golpes. Sin embargo, se han constatado no pocos ejemplos en los que el colmillo había sido cortado por medio de numerosos golpes de hacha; de esto nos hablan las huellas dejadas por el hacha en el material. El estudio de algunos cortes o incisiones hechas en huesos de grandes animales, confirman una vez más la posición que sostiene la existencia del hacha en el paleolítico superior. Algunas incisiones en huesos largos de mamut en Kostienki I, llaman la atención por su forma curva (Grabado 60,3). Todas ellas tienen forma curva por uno solo de los lados. Esto demuestra que el filo laboral del hacha tenía también una forma curva. Por lo visto, esta forma de la parte laboral del hacha era la típica para el paleolítico superior. También existe base para suponer que la técnica para elaborar el hacha de Kostienki 1 no es accidental, sino que tiene analogías en otros lugares, hasta ahora poco numerosas. Así por ejemplo, las piedras gigantes de Novgorod-Seversky, descubiertas por I. G. Pidoplichka en 1933, se parecen mucho al hacha de Kostienki I. Estos gigantolitos también estaban trabajados bifacialmente; uno de sus extremos había sido trabajado por lascado plano, mientras que el otro extremo lo había sido por cortes longitudinales. Una arista estaba desbastada en parte, al igual que en el hacha del Kostienki I, o a veces por completo. Este costado de las grandes hachas de Novgorod-Seversky, era el que se ajustaba al mango. Los gigantolitos, de un peso muy grande (llegan a 8 kg.), exigían enormes esfuerzos físicos para su empleo. Sin embargo sabemos que en la primera época de la Edad del Bronce se emplearon en algunas minas de cobre mazos de piedra sumamente pesados que excedían en peso a los gigantolitos. La opinión sostenida por I. G. Pidoplichka de que estas hachas estaban destinadas a fragmentar huesos de mamut no está privada de verosimilitud, pero la resolución de esta cuestión de manera definitiva, sólo podrá hacerse cuando esta herramienta sea investigada en detalle106. El desarrollo de las hachas de piedra en la Europa post glacial demuestra que el hacha pulimentada del neolítico fue precedida por un hacha no pulimentada, elaborada con la técnica de la percusión. Se consideran como las más antiguas las hachas de la turbera Maglemose (Dinamarca), donde en el año 1900 fueron descubiertos restos de un poblado de cazadores y pescadores correspondiente al estadio de Aneylus de la zona del i. G. Pidoplichka, Los gigantolitos de sílex de Novgorod-Seversky. Mat. e Inv. Arqueol. de la URSS, núm. 2, 1941, pág. 28. 231

Báltico" . A estas hachas mesolíticas, no se sabe por qué razón, se les aplicó la denominación de «hachas tranchets». Se distinguen por su filo laboral ancho, elaborado por medio de Fuertes golpes planos. Las herramientas de sílex del mismo yacimiento, denominadas «hachas-picos», son más largas y estrechas con filo redondeado y, a veces, ovaladas. Las hachas, todavía raras en Maglemose, aparecieron en gran número en Ertebolle (Dinamarca) y en la cultura Campigniense. En las regiones ricas en sílex, como el norte de Francia, herramientas semejantes continuaron sirviendo al hombre en el neolítico pleno (Fort Harrouard) juntamente con las hachas pulimentadas hechas con piedras volcánicas'05. Son conocidas también en Inglaterra. Se pueden señalar, por ejemplo, los yacimientos mesolíticos de Flixton109, Yorkshire, excavado en 1947-1949, y el yacimiento de igual época conteniendo hachas de sílex no pulimentadas de Warren-Oakhanger, en la región de Hampshire, en el sur del país" 0 . A juzgar por el hecho de que son menos encontradas las hachas que las azuelas en los poblados neolíticos, se podría sacar la conclusión de que estas últimas eran más usuales e imprescindibles. Por consiguiente también se podría pensar que la azuela es más antigua que el hacha. Es posible que investigaciones posteriores confirmen este aserto. Pero en el momento actual disponemos de datos que permiten relacionar la aparición de la azuela con el mesolítico. Durante las excavaciones en Pesochny Rov/en el río Desna, M. B. Voievodsk; descubrió una herramienta de sílex que él consideró se trataba de un hacha. Sin embargo, el estudio de la superficie de dicha herramienta constató que se trataba de una antigua azuela no pulimentada, trabajada por retoque a presión. Tenía un ancho filo con los ángulos redondeados y de perfil asimétrico, pulimentado en su cara plana. Carecía de extremo, ya que la herramienta había sido rota durante el proceso laboral (Grabado 61,1). El examen de la parte pulimentada estableció que la herramienta se ajustaba a un mango con el filo orientado perpendicularmente hacia él (Grabado 61,2). Las trazas lineales en forma de rayas finas, estaban estrechamente agrupadas, casi en ángulo recto con la línea del filo. Estas huellas lineales pueden considerarse como típicas de las azuelas. 10 " G. E. Sarauw. En Stenalders Boplads i Maglemose \ed Mullerup. Sammenhamed Beslaegtede Fund. Aarboger, 1903, pags. 148-315. 108 J. Philippe. Cinc annés de fouilles au Fort-Harrouard. Soc. Normande d'Etudes Préhistoriques, t. XXV, Rouen, 1927. 109 J. W. Moore au Mesolithic' site the neighbourhood of Flixton. north-eas Yorkshire. Procesed. of the Prehistoric Soc. vol. XVI, 1950. páe. 105. 110 W. F. Rankine. A mesolithic chipping floor at the Warren Oakhanger. Se borner, Hants. Procesed of the Prehistoric Soc. vol. XVIII, 1952, pág. 32, cuadro I.

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61. /; Azuela de sílex del yacimiento mesolítico de Pesochny Rov. 2) Reconstrucción de la azuela con el mango. 3) Azuela de nefrita de sepulcros neolíticos en el rio Angara. 4) Microfotografia del filo laboral de la azuela de nefrita.

k) Huellas de uso en hachas y azuelas del neolítico Por medio de las investigaciones arqueológicas realizadas en el campo, se obtuvo una gran cantidad de útiles de piedra cortantes procedentes de poblados neolíticos, poblados de los que son extraordinariamente ricas ciertas regiones de la Unión Soviética. En las publicaciones arqueológicas corrientes, estas herramientas se subdividen en hachas, azuelas y cinceles. Se consideran hachas las herramientas cortantes con perfil simétrico, azuelas las de perfil asimétrico y los cinceles se determinan por su pequeño tamaño. Además, las azuelas, teniendo en cuenta la forma de su parte laboral, se subdividen en azuelas de filo recto y convexo. Pero, en primer lugar, semejante subdivisión formal de las herramientas cortantes no siempre se corresponde con su designación productiva y, en segundo lugar, no son tenidas en cuenta las funciones especiales de las diversas herramientas cortantes. Además, en base a esta subdivisión, es muy difícil distinguir aquellas herramientas cortantes que servían como hachas de guerra. Es frecuente que a las hachas de guerra se las cuente en la categoría de las hachas laborales y que, por el contrario, se integre a estas últimas en la categoría de hachas de guerra. Algunos investigadores denominan a las hachas de guerra martillos de guerra o mazas. Observando solamente la forma del objeto es difícil decidir si en un caso concreto tenemos frente a nosotros un hacha, una azada, una barreta (herramienta para agujerear el hielo y pescar) o un pico. Como ejemplo de lo que decimos pueden servir tres opiniones diferentes respecto a la funcionalidad de unas herramientas en forma de pico de Karelia, conservadas en los Museos de Moscú y Leningrado bajo la denominación de «pico de minero». Estas herramientas están hechas con una especie de piedra relativamente blanda y de color oscuro. Tienen la forma de un cigarro. Presentan un lado plano y aguzado uno de los extremos o los dos (Grabados 65,4). A. S. Uvarov111 y V. A. Gorodtsov las consideraron azadas, Á. I. Briuasov112 las consideraba rejas de arado, y P. N. Tretiakov113. barretas. «Semejante diversidad de opiniones con respecto a la función de estas herramientas —escriben razonablemente M. Foss y L. Elnitsky— se explica por el hecho de que los antiguos métodos formales de clasificación dificultaron una apreciación real del significado de los restos. De aquí se origina la 111 A. S. Uvarov. Arquelogía Rusa, t. I. Edad de piedra. Moscú, 1881, pág. 351. !12 A. I. Briusov. Antiguos poblados en la ribera de los ríos Sun y Negro, en el libro de A. la Briusov. La Carelia soviética, Moscú, 1930. 113 P. N. Tretiakov, La agricultura en Europa oriental. Comunicación a la Academia del Estado de Historia de las culturas materiales, t. XIV, ed. 1, 1932, pág. 27.

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terminología convencional que sigue hasta ahora en uso. Así, por ejemplo, se denominan comúnmente azadas a determinado tipo de herramientas, independientemente de las condiciones y de las posibilidades de su utilización como herramientas agrícolas. Incluso en el caso de que el investigador negara la existencia de la agricultura en un territorio dado y en una época dada, todas las herramientas con una forma determinada, en cualquier tipología, debían llamarse azadas»"4. Es completamente correcta la observación hecha por Foss e Elnitsky relativa a la abrumadora preponderancia de las azuelas sobre las hachas en los conjuntos neolíticos, que ellos atribuyen a la gran cantidad de funciones que la azuela puede hacer en el trabajo de la madera. A pesar de ello, partiendo de dicha observación correcta, sacan una conclusión incorrecta sobre la universalidad funcional de la azuela de piedra. «Un estudio comparativo —escriben Foss e Elnitsky— obliga a trasladar a la categoría de azadas una parte considerable de las herramientas básicas para golpear, en particular las que tienen forma de azuela. Con ellos, no solamente se corta la madera, sino que también se cava la tierra. Esto se explica ante todo por el hecho de que no estaban al servicio de un operario especializado dentro de los límites de un determinado proceso productivo (en este nivel del desarrollo aún no existía un operario especializado) sino que estaban al servicio de toda la economía con sus múltiples y variadas necesidades. Esto es lo que pone sobre las herramientas un seilo de cierta inestabilidad en sus formas, vinculada con la imprecisión de su uso, lo que no ocurrirá más adelante cuando la herramienta se convierta en un elemento especializado»115. Tal conclusión respecto a las funciones de las herramientas cortantes del neolítico, particularmente de las azuelas, testimonia que los autores sobreestimaron algunos hechos etnográficos por ellos conocidos. Como resultado de las observaciones sobre las huellas de desgaste en las azuelas, hay que reconocer que estas herramientas fueron utilizadas como azadas en raras ocasiones, y solamente cuando las azuelas dejaban de ser útiles como herramientas cortantes en los trabajos con la madera. Es imposible unir en una sola herramienta las funciones correspondientes a la azuela y a la azada, puesto que el nivel del desgaste de la herramienta dedicada a cavar la tierra es muy elevado, casi igual al sufrido con materiales abrasivos. Después de haber trabajado como azada, la azuela no puede ser restaurada con un simple afilado. Además las huellas de desgaste 114 M. Foss y L. Elnitsky, Sobre la obtención de la piedra y sobre las antiguas herramientas fraccionadoras de piedras en el norte de Europa oriental. Mat. e Inv. Arqueol. de la URSS, núm. 2, 1941, pág. 184. 115 Ibídem, pág. 186.

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en las azadas son muy características y abarcan una parte considerable de la superficie de la herramienta. Este tipo de huellas no se encuentra en estas herramientas, salvo en los raros casos que hemos señalado más arriba. En lo que respecta a las herramientas cortantes especializadas, aparecieron ya en el período preneolítico. Las opiniones de los investigadores que hemos citado confirman una vez más que la falta de un criterio exacto para la diferenciación de las herramientas cortantes, no sólo priva al arqueólogo de la posibilidad de penetrar en los detalles de la vida económica, sino que lo conducen a hacer una interpretación errónea de los hechos. Siempre hay que tener en cuenta la forma de la herramienta, pero determinar el verdadero propósito de tal o cual herramienta cortante sólo es posible a través de las huellas laborales, que muestran concretamente con qué procedimiento fue utilizada y qué clase de material fue el trabajado con ella. Las huellas laborales típicas de la azuela de piedra, fueron establecidas por primera vez en el año 1939, en los materiales encontrados por A. P. Okladnikov en las sepulturas neolíticas del río Angara116. La investigación demostró que el desgaste de la azuela se sitúa fundamentalmente en la cara frontal. En la azuela asimétrica, este costado suele ser convexo y sin facetas en el filo. Estas suelen estar en el lado posterior que es mucho más plano. Por lo general, las huellas de desgaste en la azuela observadas bajo aumento tienen forma de surcos de base ancha que terminan en finas rayas. Como regla general, estas estrías se distribuyen a lo largo del eje y en forma más o menos paralelas unas con otras (Grabado 61,3,4). Esta posición de las estrías tiene su explicación en que la azuela, pese a que describe una trayectoria curva en el aire, su filo, ubicado en la parte frontal, recibe huellas verticales, al igual que si cayera en forma recta y vertical. A todo esto, la parte delantera, que es muy a menudo convexa, se desgasta menos ya que soporta una resistencia relativamente menor de parte de las virutas y astillas que se van separando de la madera. La forma de las huellas en el lado posterior no se diferencia de las del delantero pero las lineas son más cortas. El hacha se desgasta de manera diferente. Como dijimos anteriormente, las estrías se disponen en ambos costados y en diagonal, es decir, hacia arriba desde el borde y a la izquierda desde el mango, ya que la trayectoria curva del hacha encuentra su reflejo en su parte laboral, que es la que penetra en el material. 1,6 S. A. Semenov, Las huellas laborales en las herramientas del neolítico procedentes de los sepulcros de Angara. Mat. e Inv. Arqueol. de la URSS, núm. 2, 1941, págs. 203-211.

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En la superficie pulida de las herramientas cortantes neolíticas, las huellas lineales de desgaste se descubren muy fácilmente, si es que no fueron borradas por un segundo afilado Pero incluso en este caso es posible a veces hallarlas en alguna parte del filo o por encima de él. Si la herramienta no fue afilada por segunda vez, las huellas lineales de desgaste, cruzan con frecuencia las trazas del pulido de fabricación, las cubren o las borran por completo. Las huellas lineales más claras se encuentran en el mismo filo. La regularidad establecida en la formación de las huellas lineales de desgaste en las hachas de piedra se confirma durante la observación de las huellas en las hachas de metal actuales. Tanto en el hacha grande como en el hacha de capintería, las huellas de desgaste se disponen en diagonal por ambas caras. Ya que el cepillado de la madera y el descortezado de la misma no representan iguales procedimientos de trabajo, el desgaste del filo tiene, en cada caso, sus particularidades. En la grande se desgasta más rápidamente la parte posterior del filo, en el hacha de carpintero la parte delantera. Esto se explica por el hecho de que el hacha de carpintería actual tiene un filo muy fino y sirve para distintas labores como descortezar la madera hacer surcos, etc., constituye en cierto modo un instrumento universal para trabajar este material y en este trabajo juega un papel fundamental la parte delantera. El hacha de leñador, mucho más pesada y con un filo más grueso, estaba destinada a talar árboles aplicando mucha fuerza. Durante los golpes penetra en la madera con su parte trasera, en la que se encuentra en ese momento todo el peso de la herramienta. El tipo de desgaste de las hachas de leñador actuales casi no se encuentra en las hachas del neolítico, por cuanto en esta época no se cortaba la madera con semejante procedimiento, es decir, clavando con un golpe el hacha en el tronco para astillar un trozo. Con el hacha neolítica no se cortaba la madera metiendo el hacha en el tronco, sino a base de golpes angulares en dirección longitudinal. Por eso, muchas hachas neolíticas tienen gastado también el ángulo delantero y el filo parece estar biselado. El biselado del filo no debe considerarse como un indicio de la funcionalidad del hacha, ya que el indicio fundamental de su funcionalidad sigue siendo el de las huellas de desgaste. El biselado del filo se encuentra no sólo en las hachas, sino también en las azuelas y hasta en los cinceles. Este carácter tan llamativo para los investigadores, no ha sido aclarado hasta hoy día. Por lo visto corresponde considerarlo como un resultado del desgaste de las herramientas cortantes usadas de manera muy racional para los trabajos en madera: golpeando en ángulo. Probablemente por medio de la experiencia se descubrió que tanto el hacha como la azuela producen un mayor efecto • • " - 237

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62. I) Hacha de nefraa de Fofanovsky (neoüüco), probada durante trabajos experimentales en el poblado Voiekovo, cerca de Leningrado. - 2) Hacha atada al mango 'estereofotografía). 34 Después de apenas seis minutos de corlar con el hacha de nefrita (tronco de un diámetro de 25 cm.i 4) Parte de una canoa vaciada de un poblado neolítico en el lago Ladoga.

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cuando se aplica por completo la fuerza en un golpe sin retroceso. Durante el trabajo con las herramientas cortantes del neolítico, el retroceso sobre las manos era particularmente grande debido al gran ángulo de aguzamiento del filo, lo que provocaba la fragilidad de la misma piedra. En el proceso de una larga experimentación, el hombre primitivo descubrió que este retoceso se amengua con un filo estrecho (2-2,5 cm.). Este filo permite al hacha penetrar más profundamente en la madera con toda la fuerza del golpe y con un retroceso mínimo. Con frecuencia se encuentran entre las herramientas neolíticas hachas y azuelas con filo estrecho, pero por lo general tienen un tamaño pequeño, como el de un cincel. La inserción en el mango de estas pequeñas herramientas cortantes, presenta una dificultad considerable, pero lo más importante era que no tenían el peso necesario. Por esa razón la efectividad en el trabajo de estas herramientas con un filo estrecho no podía satisfacer al hombre, ni por su productividad ni por su calidad. Es probable que estas herramientas fueran utilizadas sólo en trabajos pequeños. Mucho más utilizables fueron las hachas y las azuelas de tamaño mediano, de unos 8-12 cm. de largo y 4-5 cm. de ancho. Para lograr una mayor efectividad con este tipo de herramientas se aplicaba también el golpe en ángulo, durante el cual el filo penetraba en la madera no de manera total sino, en un comienzo, con su parte delantera, de manera que la resistencia de! material iba distribuyéndose por el filo aun cuando esto ocurriera de manera instantánea. En la técnica contemporánea tiene una amplísima difusión este principio de la distribución temporal de la presión material sobre la parte laboral de la herramienta. De esta manera se asegura una ma-

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yor productividad y un movimiento regular de la herramienta. Este mismo principio está inmerso en la ley de acción de la cuña. En el curso de los golpes angulares tiene lugar un desgaste unilateral del hacha o azuela. Como consecuencia de los sucesivos afilamientos de la parte embotada del filo, éste adquiere una característica forma biselada.

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Las consideraciones aquí expuestas fueron verificadas experimentalmente trabajando madera en Voienkovo, cerca de Leningrado, en el año 1951. En calidad de herramienta experimental fue utilizada un hacha de nefrita procedente de un sepulcro de Fofanovsky, excavado por A. P. Okladnikov en el río Selengue (Grabado 62,1,2). Simultáneamente se verificó la gran eficacia laboral de una herramienta de piedra sobre madera, contrariamente a las impresiones basadas en las informaciones etnográficas. Un abeto, con un grosor de 25 cm. fue cortado en 20 minutos sin un entrenamiento previo (Grabado 62,3). Este experimento confirma la relativamente alta produc-

4 63. Vierjolensk_í>leolítico en la zona de Baikal. I) Azuela de esquisto. 2) Huellas laborales en el filo 3) Azuela sobre un guijarro. 4) Fotografía de las huellas laborales.

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tividad del hacha de piedra, verificada también por experiencias realizadas en Dinamarca"7. Las hachas y las azuelas neolíticas son de muy diversas formas, las cuales dependen de la naturaleza y calidad de la piedra, del método de ajustarías al mango, de los procedimientos tradicionales de trabajo y de la destinación especial de la herramienta. Así, por ejemplo, hacía tiempo que se tenía una imagen correcta sobre las azuelas acanaladas; eran herramientas para hacer artesas y canoas, es decir, para quitar grandes trozos de madera. Pero esta imagen general no descubre ni de lejos todos los procesos productivos reales vinculados a este tipo de trabajos. Las azuelas acanaladas tienen estrías de desgaste comunes a todas las azuelas en general. En estas, tal como se estableció oportunamente en base a los materiales de los sepulcros del río Angara, juntamente con el pulido que cubría la cara convexa de la parte laboral delantera, se encuentran huellas lineales dispuestas verticalmente a lo largo del eje y en fila, debilitándose gradualmente hasta desaparecer desde el borde hacia arriba. En la cara opuesta de la parte laboral, las mismas huellas se manifiestan más débilmente. Sin embargo, junto a huellas de desgaste absolutamente comunes, en algunas azuelas se encuentran huellas de un carácter un poco distinto. Estas huellas fueron descubiertas no solamente en azuelas, sino también en las hachas. Su particularidad característica está constituida, en primer lugar porque se manifiestan de manera firme y clara, visibles a simple vista; en segundo lugar, porque se distribuyen por ambos costados del filo con la misma intensidad; en tercer lugar, su límite superior se configura muy claramente, mostrando hasta qué profundidad había penetrado la herramienta en la madera (Grabado 63,2,4). Estas huellas no se presentan como rasguños habituales o rayas sobre la superficie lisa y pulimentada de la parte laboral de una azuela o un hacha, sino que recuerdan una superficie ondulada, constituida por una serie de surcos pequeños que se siguen ordenadamente unos a otros (Grabado 64,3). En un principio, durante el estudio de herramientas hechas de nefrita, pareció que este carácter de las huellas dependía de la naturaleza de este material, pero huellas análogas fueron descubiertas también en otras herramientas de sílex (sepulcros de Vierjolensk) y hasta en rocas eruptivas cristalizadas. Como ejemplo puede servir el magnífico ejemplar de hacha cilindrica del poblado neolítico de Volosovsky expuesto en el Museo Histórico Estatal de Moscú. Este tipo de huellas laborales en las herramientas cortantes no dependen sólo de la naturaleza de la 117

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O. Montdius. Kuttegechichte Schwedens. Leipzig, 1906, pág. 32.

64. Estereofotografía de la parte laboral de una azuela de Carena (aumento X 2), neoiilico. 2-3/ Microfotografía del filo de la azuela de Vierjolenk, neolítico. (2: Vista desde el filo. 3: Desde la cara trasera).

piedra sino también de la naturaleza del material trabajado en determinadas condiciones. Los árboles coniferos (tales como el abeto, pino, alerce) tienen bien marcados los anillos anuales en la madera. Sus troncos cortados muestran en sus cortes longitudinales o radiales capas de diferente dureza; las primaverales, más blandas y fragües; las de verano, más compactas y duras. Durante el golpe de hacha o de azuela en dirección trans243

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versal, la madera ofrece una resistencia irregular al filo, y como consecuencia de ello se forman huellas de desgaste que en un principio son apenas visibles pero que luego adquieren más claramente la forma de huellas de desgaste que responden a la naturaleza de la madera. Incluso en las hachas de metal, largo tiempo sin afilar, por ejemplo en los segures, esta deformación plástica del filo se hace más y más notoria cuanto más se usa. En el proceso de formación de estas huellas juega un gran papel el ángulo con el cual se aplica el golpe. Al cortar madera, el ángulo de caída de la herramienta cortante sobre la parte plana oscila entre los 40 y los 60°. Descortezar el tronco, o sacarle virutas, no se hace sólo cortando la madera, sino también astillándola (Grabado 65,2). La madera ofrece la mayor de las resistencias cuando la herramienta cae perpendicularmente sobre la capa del tronco, esto es, en un ángulo de 90°. Por eso la parte más difícil del trabajo con madera es el corte transversal de un tronco. Pero en la época en que existían solamente pequeñas sierras de piedra, cortar madera en forma transversal se llevaba a cabo con hachas. Sólo un procedimiento semejante puede explicar la presencia de huellas tan singulares de desgaste en las hachas de nefrita de la comarca del Baikal, en las hachas de diorita del poblado neolítico de Volososky y en las de otros lugares. Huellas similares, descubiertas en azuelas de los sepulcros de Vierjolensk, tienen su explicación, probablemente, en la utilización de idéntico procedimiento, el corte transversal de la madera y el vaciado de troncos para hacer una canoa. La elaboración de botes por medio del vaciado está relacionada con la separación de las capas exteriores del tronco y, lo que es más importante, la selección de troncos con capas interiores que puedan ser sacadas con golpes verticales. Algunas canoas elaboradas por vaciamiento, a juzgar por la canoa de roble de un poblado neolítico del Ladoga, descubierta por A. A. Innostrantzev118, fueron talladas dejando unas gruesas mamparas transversales tendientes a fortalecer los finos bordes. Estas mamparas hechas en la canoa del Ladoga fueron talladas por medio de golpes de hacha aplicados en forma vertical (Grabados 62,4). La observación del filo de una azuela de Vierjolensk, dio resultados interesantes. Pese al alto nivel de su desgaste en ambos costados del filo queda claro que, a pesar de que la herramienta estuvo largo tiempo en uso sin afilarse, el filo conservó su primitivo aguzamiento. Más aún, utilizando el binocular se observa lo que parece ser un autoafilado del filo en el proceso laboral (Grabado 64,2,3). En la actualidad es imposible dar una explicación exhaustiA. A. Innostrantezev, El hombre prehistórico de la Edad de Piedra en las riberas del lago Ladoga, 1882, San Petersburgo.

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65. I) Azuela sobre un canto rodado de un sepulcro neolítico en el rio Angara. 2) Reconstrucción del procedimiento de trabajo con ella. 3) Azada pulida de dioritaprocedente de Lin-Si (norte de Chata), neolítico. 4) Pico de pizarra pulida, de una estación neolítica en el Ladoga.

va del hecho del autoafilado. Solamente es posible suponer que durante los golpes verticales, el filo sufrió fricción en una pequeña parte de su superficie. La fricción tiene lugar, sobre todo, en la parte plana próxima al filo que forma un ángulo de aproximadamente 55°. Por otra parte, en el golpe vertical sobre material cuya densidad es mucho menor que la de la herramienta de piedra, tampoco se producen roturas... El resultado es que no se mella el filo, lo cual es mucho más frecuente cuando los golpes son inclinados. La especiaíización de las herramientas cortantes tuvo un desarrollo considerable durante el neolítico. Las sepulturas de Víerjolensk nos han proporcionado juntamente con las hachas y azuelas del tipo anteriormente descrito, azuelas de filo ancho y un relativamente pequeño ángulo de aguzamiento, que apenas alcanza los 40° si se mide el ángulo desde la faceta. Probablemente estas azuelas fueron empleadas para mejorar el aspecto de los objetos de madera, es decir, para el afilado final, y nivelación de las superficies groseramente cortadas. E! trabajo con este tipo de herramienta se realiza con la aplicación de golpes suaves, ligeros. En ellas las huellas de desgaste son las típicas de un cincel normal. Las herramientas de piedra para golpear fueron sistemáticamente utilizadas en calidad de azadas agrícolas en los poblados neolíticos de las mesetas boscosas de Europa y Asia, aun cuando aquí se encuentran con frecuencia azadas hechas de asta de ciervo, y a veces de huesos largos, mientras que son mucho más raras Las de piedra. En una cantidad de casos, escaparon a la atención de ios investigadores a raíz de la ausencia de indicios morfológicos bien definidos. Hay ejemplos de que los agricultores de Tripolje emplearon como azadas ios preparados de hacha y azuela o hachas y azuelas viejas o deterioradas. Como hemos señalado, sobre esto sólo es posible juzgar en base a ias huellas de desgaste, las cuales se diferencian de manera clara de las huellas dejadas por el trabajo sobre madera. Un modelo característico de vieja azuela empleada como azada fue señalado entre los materiales hallados en el poblado tripolitano de Polivanov. Esta azuela fue dejada de usar en su forma habitual a raíz de un grave deterioro en su parte laboral que fue imposible de superar por medio de un nuevo aguzamiento. La herramienta fue entonces utilizada como azada y posiblemente con su mango original. Su filo se embotó fuertemente por los golpes dados contra la tierra. Más de la mitad de la herramienta se hallaba pulida; todas las hendiduras y facetas que había en la superficie de la herramienta que no habían sido eliminadas antes por el pulido, estaban brillantes por el roce con la tierra blanda, pues la herramienta entra en contacto con ella con todos los puntos de sus superficie. El pulido y las tinas huellas lineales de desgaste demostraban que había trabajado 246

en un suelo granuloso casi pulverulento, en el que se encontraban también gruesos granos de arena de cuarzo. Las huellas lineales no tenían una sola dirección sino que con frecuencia se entrecruzaban, lo cual demostraba que la herramienta, durante el trabajo, cambiaba el ángulo de su caída. Hasta hoy día sólo conocemos herramientas especialmente elaboradas como azadas, entre los materiales procedentes del neolítico chino. Modelos de azadas de diorita, pulidos y no pulidos, sumamente útiles y de formas perfectas, fueron hallados en Lin-Si, al norte de Pekín. Son de sección relativamente plana y de forma ovalada, poseen una espiga corta para ajustar el mango y un extremo ligeramente apuntado (Grabado 65,3). A través de !a fotografía se constata que estas azadas están pulidas por el trabajo" 9 . El indicio fundamental para distinguir las hachas de guerra es la ausencia total de las huellas de uso características de las otras hachas. Esta determinación negativa debe ser aclarada. Hubo un tiempo en que las funciones económicas y guerreras se cumplían con la misma herramienta. Al parecer, la aparición del hacha de guerra especializada se relaciona con el comienzo de la desintegración del primitivo modo de producción comunitario. Sus peculiaridades tipológicas y mecánicas comenzaron a formarse a partir de ese momento. Como un clásico modelo de hacha de guerra de piedra pueden servir las hachas pertenecientes a Fatyanovo. Por su forma son sumamente diferentes, pero las más características de entre ellas son las del tipo «de abanico», de acuerdo con la clasificación hecha por V. A. Gorodtzov. La parte guerrera de estas hachas de piedra tiene como norma una curvatura original, que a veces recuerda un cincel fuerte, lo que la convierte en un arma excelente para golpear y atravesar, pero no en una herramienta para trabajar la madera. Para esta forma original de la parte de choque aprovecharon las experiencias obtenidas en el empleo de las azuelas o las hachas con filo biselado, cuya efectividad en el trabajo hemos descrito más arriba. Pero en este caso la inclinación del filo ha sido llevada hasta el límite máximo. El indicio más esencial de un hacha de guerra lo constituye el procedimiento por el cual se inserta en el mango a través de una abertura hecha en este último. La perforación provoca a su vez la necesidad de aumentar considerablemente la hendidura en el tope del hacha, ya que su solidez se debilita con la perforación. El resultado de ello es que aumenta también el ángulo 119 E. Licent, P. Teilhard de Chardin. Notes sur des insírument agricoies du neoiithique de China. L'Anthropoiogie, t. 35, 1925, págs. 63-74.

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de aguzamiento del filo. Además, la abertura redonda hecha en el hacha fortalece su ajuste en el mango durante el golpe vertical, pero no en el golpe inclinado. De ahí que sólo sea admisible ajustar la herramienta de trabajo al mango con la ayuda de una perforación cuando se trata de un martillo o un pico. El hacha para trabajar madera recibe, durante el golpe inclinado, un empuje oblicuo en el eje del mango, y por esa razón no puede ser insertado en una perforación redonda; debe ser cuadrada u ovalada. De esta manera, tres factores físico-técnicos muy importantes, —un filo muy oblicuo, un gran ángulo de aguzamiento y un orificio redondo para el mango —hacen del hacha de piedra perforada de Fatyanovo, un tipo útil para la realización de funciones productivas. Hablando en propiedad, con uno solo de estos indicios sería suficiente para situar el hacha de guerra fuera de las hachas comunes. Este criterio está basado en el estudio de una serie de hachas perforadas de Fatyanovo y de otras culturas. En los filos, generalmente embotados, se observan huellas de aplastamiento, de mellado de origen desconocido, pero no aquellos indicios de desgaste típicos de las herramientas cortantes para trabajar madera. Incluso en la época de Fatyanovo cuando ya existían los útiles de cobre y bronce, se continuaron empleando para fines productivos las hachas de piedra y las azuelas de tipo neolítico. 1)

Morteros y mazas del paleolítico superior para triturar pinturas

En las estaciones paleolíticas se hallan con frecuencia trazas de pinturas minerales. Se ¡as encuentra en forma de manchas en objetos de hueso o piedra o desparramados, a veces de manera muy profusa, por toda la superficie. Se hallan en forma de terrones de ocre de diferentes colores, concreciones ferruginosas, trozos de limonita, minerales de manganeso y pirita. Hasta ahora no ha sido aclarado suficientemente el destino de estas pinturas. Algunos investigadores suponen que sirvieron para pintarse el cuerpo o para tatuajes, tal y como es posible observar entre los australianos y los aborígenes de las islas Andamans 120 . Si esta suposición es correcta, debemos pensar que la pintura y el tatuaje entre la población paleolítica de las zonas periglaciares se realizaba solamente en el rostro y en las manos, ya que durante más de la mitad del año los hombres de la Europa preglacial y el norte de Asia iban vestidos, y rara120 E. H. Man, On the aboriginal inhabitants of the Andamans islands. Jcnun of the Anthropol. Inst., vol. XII, pág. 333.

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mente irían desnudos. Es sabido que los pueblos de los países fríos (esquimales, Chukchi) se tatúan muy poco el cuerpo y raramente se pintan, prefiriendo pintar partes de su ropas121. El problema del destino de la pintura en el paleolítico debe considerarse como aún no resuelto. Lo más probable es que pintaran sus vestidos, los trenzados y objetos de madera. A juzgar por las evidencias de la Europa occidental, la pintura se utilizó también para pjntar en las paredes de las cavernas, en las rocas o en las peñas . Las herramientas utilizadas para la elaboración mecánica de las pinturas minerales son muy variadas, tanto por su forma como por el material con el cual han sido hechas. Los arqueólogos de la Europa occidental relacionaban preferentemente con este uso, los morteros de piedra, redondos u ovalados, hechos de granito, cuarcita y arenisca. A veces se trataba de pequeños cantos rodados con una concavidad. Se los encontraba con frecuencia en los yacimientos magdalenienses. En Francia fueron hallados en la Salpetriére, en Laugerie Basse, Gorge D'Enfer, Laussel122. A veces se encontraban placas de piedra con huecos en su superficie y con restos de pintura en ellos. En lo que respecta a los machacadores para estirar la pintura, se los confundía con frecuencia con los percutores. El estudio de los morteros y machacadores por las huellas de desgaste, permite identificarlos allí donde anteriormente no se los encontraba. Durante las excavaciones en la estación paleolítica de Timonovka, V. A. Gorodtsov descubrió una serie de placas de arenisca. En ellas no había signo alguno de haber sido trabajadas o ahuecadas por ninguna parte. Pero eran llamativos el brillo y el desgaste que aparecía en su superficie, naturalmente áspera. V. A. Gorodtsov lo notó y determinó que se trataba de láminas destinadas a pulir útiles de hueso. Con esta etiqueta, algunas de estas láminas fueron expuestas en el Museo Histórico del Estado en Moscú, y las restantes se conservaron en Leningrado. El examen de las placas de arenisca procedentes de Timonovka, de la colección de Leningrado, conservadas en el Museo de Antropología y Etnografía de la Academia de Ciencias de la URSS., demostró que no se trataba de abrasivos sino de morteros de pinturas (Grabado 66). En las placas fueron descubiertas las siguientes señales de su uso: 121 F. Boas, The Central Eskimo, Ann. Rap. of the Busseau of Etnol, 1884-1886, pág. 561. 122 J. G. Lalanne es ¡. Bouisonnie, Le Gisement paléolithique de Laussel. L'Anthropologie, t. 51, 1947, págs. 121-122.

* Después de la publicación del libro en ruso, se descubrieron pinturas rupestres paleolíticas también en Rusia, cerca del rio Angara N. R.

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66. !) L'na placa de arenisca de Timonovka con la superficie gastada. 2} Microfotografía de la superficie en la periferia de las placas, mostrando débiles huellas de desgaste faumento X 12)}. 3) Microfotografía del centro de la superficie de la placa con huellas de desgaste mamadas son -.isibt'es los granulos de cuarzo desgastados (aumento X 12).

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1) El desgaste máximo situado en el centro de la placa y no en el borde de la misma, como se hubiera observado en el caso de haberse utilizado para pulir una lezna de hueso. 2) El área desgastada no tiene ni ranuras, ni rasguños profundos, ni cualquier otra clase de huellas de fricción con objetos estrechos; la placa presenta una superficie pulida que, imperceptiblemente y poco a poco, se va esfumando hacia la periferia. 3) Sobre la superficie pulida son visibles, bajo un pequeño aumento, granos de cuarzo pulimentados regularmente y unidos con cemento calizo. 4) Bajo la iluminación oblicua de una lámpara Opak sobre la superficie alisada pueden seguirse trozos de líneas curvas que se cruzan. 5) En los agujeros de la periferia, donde el pulido es más débil, son visibles huellas de pintura de un color carmín oscuro. A veces las placas de piedra utilizadas como morteros de pintura son muy pequeñas e inadecuadas por la calidad de su material. Así, por ejemplo, en la estación de Malta, se utilizaban placas pequeñas, irregulares y finas, de frágil esquisto de color gris oscuro, con una superficie que no superaba los 20 cm. cuadrados. Sólo era posible trabajar sobre ellas con el empleo de diminutps machacadores. El área para trabajar es aún menor y tiene la forma de un círculo irregular. Las huellas del roce son más fuertes en el centro. Las estrías y las rayas dejadas por el movimiento circular del machacador son perfectamente perceptibles bajo el binocular. En las hendiduras se conservaban restos de ocre. Las placas fueron encontradas rotas 251

en parte, faltando algunos de sus fragmentos (Grabado 67,1). En Kostienki IV, A. N. Rogachov descubrió que la capa cultural ocupada por una casa alargada estaba intensamente pintada con ocre. La pintura fue encontrada sin triturar, en terrones, ocupando las cavidades. También fueron encontrados morteros y machacadores. Aquí fueron empleados como morteros, placas de arenisca y de esquisto y los cantos rodados servían como machacadores (Grabado 67,2,3). Entre las placas llama la atención una hecha de un macizo pedazo de esquisto, de color verde oscuro. Por su forma recordaba a un mortero. Para machacar el ocre se utilizó una cavidad que se formó al partirse un canto rodado que tenía alrededor de 15 cm. de diámetro. El borde de la cavidad con forma de taza, fue golpeado para darle la forma deseada. En la superficie de la cavidad con forma de taza, juntamente con restos de ocre se veían huellas de una fuerte fricción y otros de los golpes asestados con el machacador. Presumiblemente, en ella no sólo se llevaba a cabo la mezcla de la pintura, sino que también servía para romper terrones duros de ocre. Las partes laborales de los machacadores dan testimonio de ello, son visibles las trazas de fricción, así como también de golpes dados en forma de pequeños huecos conteniendo pintura.

67. Placa rota de pizarra de Malla, con huellas de trituración de pinturas minerales. 2) Machacador de piedra de Kostienki IV, con huellas de haber quebrado y triturado pinturas minerales. 3) Machacador y placa de Kostienki IV para la trituración de pinturas. Paleolítico superior.

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Los machacadores para pintura en el paleolítico, fueron bastante diversos. En Kostienki I fue utilizado un canto rodado de cuarcita como machacador. La superficie redonda del mismo se hallaba gastada por el uso prolongado en distintas partes, las cuales adquirieron el aspecto de facetas irregulares, con distintas formas y tamaños. Las huellas de desgaste no se hallaban solamente en la parte más estecha, que era sostenida entre los dedos pulgar e índice (Grabado 68,1,2). Las superficies laborales se distinguen de manera relativamente clara en el canto rodado pero la estructura granulada de la cuarcita y la ausencia del pulido, e incluso del prepulido por roce, no permiten investigar bien los movimientos del machacador durante el trabajo. Sin embargo fueron claramente visibles las huellas de la pintura en los poros de la cuarcita y en las facetas laborales. En Kostienki I no fueron descubiertos morteros. En cambio se descubrió una paleta de hueso sumamente original. Se trataba de una primera costilla de mamut, corta, con un extremo ancho y plano, parecido a una pequeña espátula (Grabado 87). Para triturar la pintura se utilizaba la parte plana y ancha de la costilla. Durante el uso, ésta era sostenida por la mano izquierda tomándola por el extremo estrecho. La capa compacta externa de la superficie plana del hueso se hallaba gastada a fondo, y en algunas partes estaba golpeada ligeramente, por lo que la superficie tiene una sección ligeramente cóncava. A pesar del deterioro de la superficie ocasionado por las raíces de las plantas, es completamente visible el ocre rojo, oscurecido por el tiempo, dentro de las hendiduras, poros y fisuras del hueso. Es sabido que en los montes Afontov fue encontrado también un mortero que estaba hecho de marfil y no costó trabajo alguno clasificarlo puesto que tenía la forma de una taza y en el fondo había pintura'23. En el mismo Kostienki 1, fue utilizada de manera parecida una costilla de mamut, que no tenía signo exterior alguno que la identificara como mortero, salvo que una parte del extremo plano aparecía roto en forma redondeada. En los antiguos lugares de asentamiento es muy frecuente encontrar herramientas para la trituración de pinturas minerales. A veces los machacadores quedan sin identificar porque no se hallaron acompañados por morteros y restos de pinturas. El examen microscópico y macroscópico de los materiales arqueológicos nos permiten establecer su identidad por medio de los detalles de desgaste y de huellas difícilmente ubicables. En este sentido constituye un material característico el de la estación mesolitica Schan-Koba en Crimea, excavada por G. A. Bonch-Osmolovsky y S. N. Bibicov. En la enumeración de 123 Q p_ Sosnovsky, Los poblados en los Montes Afontov. Col. «El paleolítico en la URSS», Ed. de la Academia de Ciencias de la URSS. Moscú. Leningrado, U»5, pag. 143.

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68. I) Canto rodado de marcita de Kostienki 1, utilizado como machacador para triturar pinturas. 2) Forma de sostener el machacador en la mano (reconstrucción). 3) Canto rodado de arenisca de Schan-Koba, utilizado como machacador para triturar pinturas. 4¡ Fotografía de dicho canto rodado, en su parte laboral es visible la veta de cuarzo (aumento X dos). 5) Microfotografm de las huellas de desgaste en el canto rodado en la veta de cuarzo.

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los hallazgos de esa estación no figuran herramientas para la preparación de pinturas, aun cuando las pinturas se preparaban en el lugar. Entre el inventario lítico de los estratos tardenoisienses apareció un machacador de canto rodado de arenisca rosada en forma de pera, de un tamaño no mayor que el de una bellota (30 x 12 mm). Por su tamaño, es comparable a los sílex microlíticos de Schan-Kobá", y atestiguan, al igual que estos objetos, la existencia de hábitos hacia un trabajo pequeño y muy delicado (Grabados 68, 3, 4). Ya se dijo anteriormente que en algunos machacadores de piedra para triturar a menudo no es posible descubrir estrías de trabajo, aunque estos machacadores han sufrido fricción, así como también dieron pequeños golpes en terrones duros de pintura. Por esta razón los machacadores tienen una superficie rugosa, en la cual es muy difícil descubrir estrías, a veces sólo muy fragmentariamente. El pequeñísimo, diminuto machacador procedente de Schan-Koba, no podía ser empleado como instrumento de choque, sino solamente para frotar. Las huellas •• laborales se encuentran en su base convexa en forma de líneas t. circulares, como lo demuestra la microfotografía (Grabado 68, 5). Se cruzan con las vetas blancas de la cuarcita que se ven me- fc jor en la fotografía. Son visibles restos de pintura en los poros t del machacador. ¿Cómo serian los morteros en los cuales se trabajaba con k este pequeño y delicado machacador? A esta cuestión responde t el carácter de su desgaste. En el caso de que el frotamiento se hubiera realizado en un mortero plano, la parte laboral del pi^ lón hubiera tenido una superficie plana y las huellas lineales no se hubieran distribuido alrededor de la base convexa, sino por ^ la parte plana, y se hubieran cruzado entre ellas. Por consi^. guíente, las huellas lineales del desgaste nos hablan no de una placa, sino de un mortero en forma de taza, cuyo diámetro k apenas si sobrepasaba los 40 mm. A veces, en el neolítico se encuentran estos tipos de morteros en miniatura. En este ejemplo, al igual que en muchos otros, se confirma ^ una vez más que las huellas laborales en las herramientas permiten no solamente establecer su destinación productiva, sino también esclarecer los detalles esenciales vinculados con la pro^ ducción. La utilización del ocre como materia colorante durante el paleolítico nos indica las sofisticadas necesidades del hombre. ^ Éste dedicó una atención especial a la búsqueda de minerales colorantes, obteniéndolos de la naturaleza que le rodeaba. Es ^ indudable que el hombre del paleolítico, juntamente con el ^ ocre y otros colorantes minerales, utilizó también el yeso, el carbón o el hollín para obtener los colores blanco y negro. En ^ algunas estaciones paleolíticas se encuentra el yeso en grandes 255

cantidades, y el carbón y el hollín eran los colorantes más accesibles. Hay hechos que permiten suponer que el hombre del paleolítico no sólo empleó la elaboración mecánica de los colorantes por medio de la trituración, sino que después los mezcló con agua, y, muy verosílmente, conocía ya los procedimientos para tostar el ocre, lavarlo y mezclarlo con grasas o médula. El tostado sobre las brasas da al ocre un color brillante, el lavado lo limpia de impurezas, y el molerlo con ciertas materias orgánicas lo convierten en más resistente a la humedad. Para ilustrar de qué colores disponía más generalmente el hombre del paleolítico en su medio ambiente, pueden servir cinco modelos tomados del material de Eliseievich. Puestos en un mortero de arcilla, diluidos en una solución de azúcar y colocados sobre un papel, estos modelos dieron como resultado los siguientes colores: 1) castaño; 2) ladrillo; 3) ocre; 4) arena; 5) pajizo*.

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Instrumentos abrasivos procedentes de las sepulturas neolíticas de Vierjolensk

En las publicaciones arqueológicas de nuestro país y de Europa occidental, hace muchos años que se publican objetos de piedra de forma semicilíndrica con un surco longitudinal en su cara plana. Con mucha frecuencia se los encuentra por parejas. Si se los junta por sus partes planas, conforman una figura semejante a un cilindro con un orificio. A menudo, los extremos de estos cilindros están rodeados, estrechados, lo cual les da un aspecto de tonel. Muchas veces tienen una sección casi cuadrangular, pero los ángulos están fuertemente embotados, borrados por el uso. El material del cual están hechos es principalmente arenisca. V. A. Gorodtsov, quien halló personalmente estos objetos en las sepulturas de las catacumbas de Doptse124, así como también en yacimientos de la cultura Fatyanovo125, los calificó de moldes. Ya con anterioridad habían sido descubiertos objetos similares en Francia126 y en las excavaciones de * Se ha suprimido la lámina 69 en color del original ruso por razones de impresión. (N. del R.). 124 V. A. Gorodtsov, Los resultados de las investigaciones arqueológicas en el distrito lsimsky de la gobernación de Jarkov en 1901. XII Congreso de Arqueología en Jarkov, t. I, 1902, pág. 194. 125 V. A. Gorodtsov, Cultura de la época de bronce en la Rusia Central. Informe del Museo Histórico Ruso en Moscú, 1915, pág. 167. 126 G. y A. Mortillct. Músee préhistorique. París, 1881, cuadro LXI, núm. 593.

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(j. Schliemann en los estratos Inferiora de I 'roya. I •m-ion i.nn bien encontrados en Asia y América12'. En el año 1928, A. V. Dobrovolsky criticó la clasificación de V. A. Gorodtsov, proponiendo a su vez una menos convincente, que estas herramientas estaban destinadas a estirar correas12*. También se formularon otras opiniones. A. M. Tallgren129, A. V. Arzijovsky'30, A. A. Iessen131 y A. P. Oklandnikov132, consideraron a estos objetos como herramientas para pulimentar o para enderezar flechas. El examen realizado en objetos análogos procedentes de las sepulturas neolíticas de Vierjolensk, en la Siberia oriental, excavados por A. P. Okladnikov, introdujo correcciones esenciales en la apreciación sobre su destino. La serie de los objetos de este tipo procedentes de Vierjolensk, estaba compuesta de cinco ejemplares: uno de ellos estaba entero, dos se habian deteriorado y los otros dos estaban en pedazos. El ejemplar entero, el más grande de ellos, a juzgar por todos los indicios, no había sido utilizado. Su longitud es de 12,5 cm., por 6 cm. de ancho y el grosor de cada una de sus mitades es de 2,7 cm. Los objetos restantes tenían aproximadamente la mitad de la longitud y de la anchura del primero, y el grosor no llegaba a sobrepasar los 5 cm.. Las ranuras en las superficies de dichas mitades no eran transversales, sino que eran bastante anchas en un extremo, parecidas a un embudo, e iban estrechándose hacia el final (Grabado 70, 1-6). El material con que habían sido elaborados dichos objetos era una arenisca microgranulada y porosa, que se formó sobre una matriz calcárea. Áspera al tacto. Bajo el microscopio son visibles los granos de cuarzo. Las partículas angulares tienen la forma de cristales regulares y no se hallan una junto a otra en forma compacta, sino separadas por una masa calcárea relativamente porosa y frágil (Grabado 70, 8). Bajo la presión de un material tan blando como la madera, los cristales de cuarzo se separan y caen. De esta forma, y por sus cualidades, esta arenisca pertenece a las mejores rocas abrasivas. La cohesión reía tivamente débil de las agudísimas partículas de cuarzo en su 127 W. D. Strong, An introduction to Nebraska Archaelogy. Smiths. Mise. CoUections, vol. 93, núm. 10, 1935, pág. 60. 128 A. V. Dobrovolsky, Antropología. Kiev, núm. 1, 1928. 12S A. M. Tallgren, La Pontide préseythique aprés l'introduction des metaux Eurasia Septentrionalis Antiques, t. II, 1926, pág. 118. 130 A. V. Artzijovsky, Las ruinas de Ebrodin. Sección de arqueo!, de la Asociación de los Institutos científicos en Gencias Sociales. Ed. II, 1929. 131 A. A. Iessen, Sobre la antigua metalurgia en cobre en el Cáucaso. Común de la Academia del Estado de Historia de las culturas materiales. 132 A. P. Okladnikov, El neolítico y la Edad de bronce en la zona de Baikal. Mat. t Inv. Arqueol. de la URSS, núm. 18, 1950, págs. 361-364.

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70. 1-6) Instrumentos abrasivas de Vlerjolensk (1-3: piezas unidas: 2-4'- mitades: 5-6: vista desde el extremo de la abertura). 7) Leznas de hueso de Vierjlensk. 8) Estereofotografía de la superficie del abrasivo, procedimiento para afilar leznas (reconstrucción), neolítico.

arenisca no les permite quedarse en los poros de la masa del material en elaboración. Testimonio de que esta arenisca se utilizó como material abrasivo lo dan las piedras de afilar encontradas en los sepulcros de Vierjolenks. Tienen claramente señaladas huellas del afilamiento de azuelas de piedra, azuelas que también fueron encontradas en dichas sepulturas, juntamente con hachas y cuchillos pulidos de nefrita. La suma de todos los indicios establecidos en los objetos sometidos a examen nos habla de que se trata de instrumentos abrasivos. Pero no se empleaban para aguzar objetos de piedra. Su parte laboral estaba constituida únicamente por la 259

ranura, y la forma de los objetos que eran aguzados se correspondía con la forma de esa ranura, es decir, que se trataba de objetos con forma de lezna. Entre el material de los sepulcros fueron hallados gran cantidad de objetos de hueso en forma de varillas puntiagudas. Eran, ante todo, leznas de una longitud de hasta 20 cm., que constituían la parte aguzada de los anzuelos para la pesca y otros objetos puntiagudos. Llaman la atención en primer lugar las leznas elaboradas con huesos ¡argos y anchos de animales (Grabado 70, 7). El examen de sus superficies demuestra que en el proceso final de su elaboración no fueron aguzados sino pulimentados con instrumentos abrasivos. Sobre su superficie no se encuentran huellas onduladas, características del cepillado o del raspado del filo con herramientas de piedra, sino huellas rectas, rasguños casi paralelos que van a lo largo del eje de la varilla. A juzgar por las huellas de manufactura en los objetos de hueso, su aguzamiento se llevó a cabo con movimientos rectos a través del orificio abierto en el instrumento abrasivo cuando las dos mitades de este último estaban unidas por sus partes planas (Grabado 70, 9). Este procedimiento laboral permitía un afilamiento uniforme de la herramienta con forma de lezna, en todos los lados, y darle una forma recta. En el proceso de aguzamiento, llevado a cabo por medio de movimientos rectilíneos (hacia delantera y hacia atrás), la mano del trabajador realizaba de tiempo en tiempo virajes hacia la derecha o hacia la izquierda. La mano izquierda, que aguantaba el instrumento abrasivo, apretaba con los dedos las dos mitades, una contra otra, aumentando o debilitando la presión (como un resorte), cuando, a raíz del movimiento de la lezna, estas dos mitades se abrían. De esta manera, la mano izquierda no era un simple sostén del instrumento, sino que se convertía en un órgano que participaba en forma activa y coordinada en el trabajo. Es probable que el afilado final se realizara con una sola de las dos mitades (Grabado 70, 10). Las huellas de este trabajo complementario son visibles en dichas mitades. En ellas, tes hendiduras no siempre tienen los rasgos correctos de na semicírculo. Tampoco es idéntica la profundidad de estas ranuras en distintas partes de las mismas. La creación en el neolítico de un instrumento abrasivo, compuesto de dos mitades, y el procedimiento empleado para su utilización ponen de manifiesto un nivel relativamente alto del conocimiento técnico. Este método para afilar varillas y hacer leznas puntiagudas tiene una gran superioridad con respecto a los procedimientos habituales de aguzamiento sobre una piedra plana. No solamente acelera el trabajo y asegura una línea recta libre de defectos, sino que también permite calibrar al objeto por el uso de las ranuras standard en los instrumentos abrasivos. En el caso de que las ranuras se desgastaran en el

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trabajo, era fácil restablecer su tamaño normal por frotación de las partes planas laterales de cada una de las mitades, frotándolas una contra la otra. La frágil rugosidad de la arenisca se somete fácilmente a semejante ajuste y caíibraje del orificio. Sobre el empleo de este método de caíibraje del instrumento da testimonio un viejo y gastado ejemplar, en el que cada una de las mitades es considerablemente más fina que las mitades de un ejemplar nuevo. Las experiencias realizadas por nosotros en el afilamiento de varillas de hueso y de madera con el empleo de instrumentos abrasivos procedentes de Vierjolensk, confirmaron la hipótesis respecto a las reales funciones de estos últimos. El material era afilado muy rápidamente y el objeto adquiría la forma predeterminada. Simultáneamente se estableció que el filo de la punta exige una labor complementaria para su terminación. Contrariamente a lo esperado, los instrumentos abrasivos se desgastaban con lentitud, casi imperceptiblemente. Es de presumir que esto se explica por el hecho de que toda la superficie de la varilla sometida al aguzamiento entra en contacto simultáneamente con todas las paredes del surco. A la luz de los datos obtenidos en el estudio de los instrumentos abrasivos y procedentes de las sepulturas de Vierjolenks, adquiere también una mayor precisión la imagen de otros objetos, análogos o parecidos a ellos, que citamos anteriormente. Los «moldes» hallados en las catacumbas en el Dontze, publicados por V. A. Gorodtsov, se diferencian algo de los de Vierjolensk por su aspecto exterior y por las formas de sus ranuras. En este caso, las hendiduras son rectas, casi cuadranglares en su sección longitudinal, o ligeramente redondeadas en los extremos, acercándose al óvalo. En ellos los surcos no acaban en punta, sino que los atraviesan de parte a parte. El «molde» se aproxima en su sección a la circunferencia. Por lo que es posible observar en las fotografías, tienen canales casi correctos que pudieron ser utilizados en pulido de varillas largas y completamente rectas, como astas para las flechas. Muy parecidos a ellos son los objetos de las sepulturas de Fatyanovo y de las sepulturas de la región del Baikal, poseedores de idénticos canales transversales en las mitades, destinadas evidentemente a idénticas funciones. Por consiguiente, también ellos pueden ser considerados como instrumentos abrasivos. De aquí se deduce que las opiniones de A. V. Artzijovski, A. Iessen y A. P. Okladnikov se hallan cerca de la verdad al catalogarlos como abrasivos. Sólo es posible añadir a esto que los términos «lustre», «estiramiento» o «enderezamiento», no determinan exactamente las operaciones que se llevan a cabo con las areniscas abrasivas. El pulido se diferencia del lustre y

del pulimentado por el hecho de que esta operación tiene lugar para afinar una superficie después del cepillado, para sacar las irregularidades y completar el trabajo primario. La pulimentación es el estadio final del trabajo, que se lleva a cabo con frecuencia con el empleo de polvos abrasivos y pieles. Es difícil afirmar cuando se empleó el pulimentado en la elaboración de las flechas. Bajo el concepto de «estiramiento» se entiende comúnmente el enderezamiento de las astas. Para el enderezamiento de los troncos o tallos destinados a la confección de flechas o dardos, e incluso jabalinas, se pudo utilizar el calentamiento o el ablandamiento por medio del vapor, como se conoce a través de las descripciones etnográficas. De este modo, resultan no ser correctas las interpretaciones anteriores que adjudicaban a todas estas herramientas una función determinada. Son instrumentos abrasivos para emplear en la elaboración de objetos de hueso o de madera. Este punto de vista se basa en el carácter del material (arenisca), en la forma de las hendiduras y en las huellas de uso. Surgidos en el neolítico, estos instrumentos abrasivos continúan existiendo en la Edad del Bronce y posiblemente en estadios posteriores del desarrollo tecnológico.

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CAPITULO ÍII

EL HUESO

1.

PROCEDIMIENTOS BÁSICOS PARA TRABAJAR EL HUESO EN EL PALEOLÍTICO

a) Los procedimientos laborales más simples en el paleolítico inferior y medio El comienzo del trabajo del hueso por parte del hombre prehistórico tiene su origen en la fractura del hueso para aprovechar su médula como alimento. El procedimiento para hendir los huesos largos, a juzgar por los materiales de las cavernas de Crimea (Kiik-Koba, Kosch-Koba, Chokurcha y otras) no fue una operación sencilla, como parecería a primera vista. Los huesos largos no eran simplemente astillados con una piedra para luego seleccionar entre los pedazos los trozos de médula. Con gran habilidad el hombre rompía cuidadosamente la epífisis para extraer toda la médula de la cavidad (Grabado 71,5,6). El hombre del paleolítico extraía a veces la médula de los huesos de los grandes animales abriendo en ellos un gran agujero con la ayuda de una piedra, es decir, efectuaba en ellos una especie de trepanación (Grabado 71,5,6). Al parecer, este procedimiento de agujerear los huesos es propio del paleolítico superior. Los testimonios más antiguos respecto de la utilización de los huesos para fines domésticos pueden ser los materiales hallados en la caverna Chou-Kou-Tien, según las observaciones de algunos arqueólogos. El antiquísimo habitante de China, el sinántropo, poseedor de herramientas de piedra y conocedor del fuego, en rer.lidad no podía ignorar un material como el hueso, al que podría encontrar fácilmente un aprovechamiento útil. Los trozos de as* Desde el trabajo de Semenov se han multiplicado los hallazgos, por ejemplo, en Europa Occidental han sido hallados recientemente huesos con trazas de haber sido aprovechados y utilizados coetáneos, sino más antiguos que los de Chou-Kou-Tien, en Mas-des-Caves (Provenza) y L'Agaro (Rosellón) por citar dos de los yacimientos más conocidos. N. R.

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71. Hendimiento y perforación de los huesos para sacar la médula. 1-8/ Huesos largos de animales pequeños y medianos, fracturados por el hombre del Seanderihal. 4) Base de la cornamenta de un ciervo, cortada con una herramienta de piedra (cuevas paleolíticas de Crimea). 5-6) Cráneo (5: de un ciervo gigante y un hueso largo de un mamut; 6: trepanado por el hombre paleolítico).

tas de ciervos y gacelas eran los que se aprovechaban con más frecuencia. Pero como romper un asta fresca de un ciervo era muy difícil, el sinántropo, como demostró H. Breuil, utilizaba en el trabajo de los huesos no solamente herramientas de piedra sino también el fuego133. Esto se llevaba a cabo usando el procedimiento más simple. El punto seleccionado en el asta para el corte era previamente expuesto al fuego, y una vez que estaba carbonizada esta parte era rascada con un pedazo de piedra aguzado. La muesca hecha en el asta en forma de «V» atravesaba la capa dura exterior penetrando en la parte blanda interna. Después de esto el hueso se rompía sin ningún esfuerzo. Se señalaron intentos realizados por el sinántropo para romper el hueso con una herramienta de piedra, sin una previa exposición sobre el fuego. Estos intentos se ven en fragmentos de diáfisis de huesos largos y, al parecer, tuvieron lugar al cortar la carne y los tendones adheridos al hueso. 133 H. Breuil, Le feu et l'industrie de pierre et d'os dans le gisement du «Sinanthropus» a Chou-Kou-Tien. L'Anthropologie, t. 42, 1932.

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Otro procedimiento era conocido también por el sinántropo: el de romper el hueso por percusión. Los huesos largos, y los planos (tales como los omoplatos y la pelvis), una vez que estaban secos eran trabajados con un percutor de piedra golandolos en los bordes. Por ejemplo, el hueso frontal de la cabeza del ciervo, liberado de la cornamenta, se convertía con bastante frecuencia en un objeto con aspecto de copa, que pudo haber servido, en opinión de H. Breuil, para beber agua. La labor se realizaba a base de golpes desde el interior hacia el exterior, lo que se puede ver por las facetas que han quedado marcadas en el hueso. Los bordes de esta clase de tazas a veces están alisados por el uso hasta alcanzar cierto brillo. En los casos en que el sinántropo utilizaba como herramienta la quijada inferior del ciervo, de la hiena o del jabalí, empleaba idéntico procedimiento para quebrar la rama ascendente. La parte delantera de la quijada constituía la parte laboral, como demuestran las huellas en los bordes de los alvéolos y la ausencia de algunos dientes, desprendidos en el curso del trabajo. En la época musteriense continúa existiendo el procedimiento de trabajado del hueso con empleo del fuego. La exposición sobre el fuego y luego la limpieza de la parte chamuscada con un útil de piedra, constituyó el procedimiento laboral más simple y racional para tratar un material tan duro y poco flexible como es el hueso. Así por el ejemplo, los útiles de asta asociados a los restos del hombre de Solo descubiertos en la isla de Java conservaban las huellas de la acción del fuego. Estas herramientas que tenían forma de picos recuerdan objetos análogos usados por el sinántropo. Sin embargo, los nuevos procedimientos de elaboración de los útiles de piedra musterienses, que permitían obtener hojas relativamente planas que, con un retoque complementario, se transformaban en herramientas cortantes, desarrollaron considerablemente la técnica de trabajo del hueso. Surgen procedimientos laborales tales como el cepillado, así como huellas evidentes de tallado del hueso. Entre el material óseo de la gruta de Kiik-Koba llama la atención un objeto elaborado con la mandíbula izquierda de un caballo o de un asno salvaje. En su borde quebrado son visibles las huellas de trabajado dejadas por una herramienta que poseía un filo muy agudo, en forma de cortes cortos, formando una línea ondulada a todo lo largo del borde. En las cuevas de Crimea con estratos musterienses se encontraron las porciones básales de astas de ciervo con trazas de haber sido cortados los candiles (Grabado 71,4). Además, los habitantes de la gruta Kiik-Koba confeccionaban un útil con punta con los metapodios centrales (cañones) de caballo salvaje. Para ello, el hueso era cortado primero por la epífisis proximal y luego se rompía la diáfisis longitudinalmente. Después de la extracción de la médula de la diáfisis, esta 265

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M '^r 72. /-jy Herramientas de hueso de Kiik-Koba fl: aspecto general. 2: Puntas de herramientas. 3: Reconstrucción de la posición en la mano). 4) Puntas hechas de colmillo de mamut (La-Quina). 5) Trozo de punta hecha de colmillo de mamut (Castillo), paleolítico medio.

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73. Fractura de los huesos largos.

era golpeada en sus bordes hasta lograr una forma puntiaguda. En el otro extremo la epífisis servía de mango. Posteriormente la punta, groseramente hecha, era cepillada y raspada con una herramienta de sílex (Grabado 72,1-3). El trabajado de los colmillos de mamut se ha documentado también entre las herramientas de hueso de la época musteriense de La Quina y el Castillo. H. Martin134 identificó y publicó 134

|H. Martin, L'Anthropologie, t. 42, 1933, pág. 679-681.

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dos puntas (Grabado 72,4,5), una de las cuales, bastante grande, pudo haber sido la punta de un colmillo. Su diámetro en la base era de casi 5 cm., y su longitud de 26 cm., aunque debió haber sido mayor si hubiera estado completa, pues le faltaba una parte de la base y estaba quebrada en la punta. A juzgar por los dibujos, los cortes oblicuos estaban dispuestos sobre ella en líneas regulares, lo cual prueba el trabajo de cepillado (corte) realizado sobre la punta. Fragmentos de herramientas confeccionadas con colmillos de mamut, descubiertos en la gruta Chokurcha (Crimea) también mostraban huellas de haber sido cepillados (cortados). Una parte de las varillas curvas y puntas de Chokurcha habían sido pulimentadas después de que se les hubiera dado la forma final cepillándolas con un colmillo. Como documento importante que confirma la capacidad del hombre de Neandertal para cepillar el hueso y la madera, pueden servir las huellas de esta actividad halladas en una de las herramientas de sílex encontrada en el yacimiento de Stalingrado135. Esta herramienta es una lasca cortical de sílex. El filo de la derecha (si se mira desde la cara dorsal), está trabajado con retoques de embotamiento y, el filo de la izquierda, forma una concavidad arqueada con retoques en la cara dorsal. En la cara ventral se pudieron observar con el microscopio señales de desgaste en forma de pulido y estrías. La longitud de estas huellas lineales pone de manifiesto que e! trabajo en hueso no se llevaba a cabo por medio de procedimientos primitivos de rascado, sino por cepillado, durante el cual el filo actuaba sobre el objeto en un ángulo muy agudo. Aunque hay que reconocer que entre los materiales del yacimiento dé Stalingrado fue descubierta una sola herramienta con este tipo de huellas, mientras que las otras lascas presentaban otro tipo de huellas que testimoniaban una posición casi vertical del filo sobre el material. De esta manera, se puede afirmar que ya en el paleolítico inferior habían aparecido los procedimientos más simples para el trabajo de los huesos: la división de la cornamenta de los ciervos con el empleo de útiles de piedra y el fuego, y el trabajado por percusión de los huesos largos. El cepillado de los huesos largos y planos, así como también el de los colmillos de mamut aparecen más tarde, durante el paleolítico medio.

115 Los materiales de la estación de Stalingrado se conservan en el Musco líinográfico «Pedro el Grande», de la Academia de Ciencias de la URSS, en l.eningrado.

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b) Los métodos de trabajo en hueso a base de golpes (lascar, picar, cincelar), durante el paleolítico superior A comienzos del paleolítico superior tiene lugar un avance esencial en la técnica de la fabricación de útiles de piedra. El ¡aseado de láminas prismáticas de núcleos cilindricos hizo posible la elaboración de las más diversas herramientas de sílex, entre ellas los instrumentos para cortar (que constituye la conquista más importante de la nueva técnica). Entre los instrumentos aparecidos durante el paleolítico superior, ocupa un lugar destacado el buril, que tiene una significación fundamental para el trabajo del hueso. El trabajo del hueso con buril representa la técnica más perfeccionada aunque coexistan paralelamente otros procedimientos de trabajo. Entre los variados procedimientos técnicos de trabajo del hueso durante el paleolítico superior siguen subsistiendo, y jugando un papel esencial, la percusión y el astillado, aparecidos más tempranamente. Con frecuencia es posible observar en los huesos planos, entre los fragmentos de colmillos y en los huesos largos, las huellas (en forma de grandes facetas o retoques) de los golpes dados en los bordes con los cuales se daba a los huesos la forma deseada. Esta técnica basta de golpear constituye, en cierta medida, la simple reproducción de la antigua técnica de trabajar la piedra. En Eliseievich fueron hallados objetos con aspecto de taza con huellas de haber sido empleados como morteros para triturar, probablemente alimentos. Algunos de ellos tienen los bordes retocados. Los golpes fueron aplicados desde la parte cóncava, dando lugar a la formación de facetas irregulares en el borde de la cara convexa (externa), dándole un perfil de lineas quebradas í Grabado 86). Un excelente ejemplo del tallado de huesos es el omoplato de mamut, anteriormente citado, encontrado entre los materiales de Kostienki I. Aquí se aplicaron simultáneamente el corte para separar las partes innecesarias del hueso y la fractura a base de golpes para dar forma a los bordes. Los cortes se hacian con el buril de sílex, y al igual que en otros casos conocidos, con ellos se marcaba la línea a lo largo de la cual se fragmentaría la parte plana del omoplato (Grabado 90,1). Los ejemplos citados nos han convencido de que el hombre del paleolítico realizaba su trabajo sin parsimonia, con toda la rapidez que le permitían las circunstancias y que le era posible hacerlo. No tiene base alguna la suposición de la arqueología respecto a la lentitud y minuciosidad con que se llevaban a cabo todos los procesos productivos en la Edad de Piedra. La técnica de percusión era empleada muy a menudo en el trabajo con huesos largos. El duro material de la diáfisis era difícil de cepillar, y no siempre fue posible cortarlo con el buril 269

74. Kostienki I. paleolilico superior. 1) La raíz del comillo de un mamuth cortada con una herramienta de piedra. 2) Huellas del corte del comillo de mamuth en el extreme.

de sílex. Fragmentar longitudinalmente y trabajar después la diáfisis era fácil de hacer por medio de golpes en los bordes, dirigidos desde el exterior hacia adentro, colocando previamente el hueso sobre una base dura (Grabado 73). Las huellas de la técnica de percusión pueden observarse también en los colmillos de mamut, comenzando por la labor de arrancarlos de los alvéolos y terminando con la de darle la forma final deseada, es decir, desde los poderosos golpes dados con una piedra de gran peso, hasta pequeños golpes a base de movimieinos exactos de la mano, con una herramienta adecuada. 270

El mamut cazado era llevado a trozos al lugar de la vivienda. Los colmillos constituían lo más valioso de la presa. En algunos casos la operación de quitarle los colmillos al mamut se llevaba a cabo en el mismo lugar donde había caído el animal. Se los arrancaban de los aleólos después de una aplk ^ción previa de golpes con una piedra pesada. La raíz de los colmillos, poseedora de una estructura sumamente frágil, al ser poco útil para el trabajo, la rompían o cortaban. Quebrar la raíz del colmillo, así como romper en partes el mismo, era una tarea sumamente difícil. Los grandes colmillos de un mamut adulto, que llegaban a tener de 10 a 15 cm. de diámetro y más, exigían un enorme gasto de fuerza y trabajo. Romper un colmillo semejante sólo era posible con el empleo de una piedra pesada, que debía alzarse con las dos manos. La parte examinada de un colmillo grande de Kostienki I tiene huellas en forma de fisuras y abolladuras provocadas por los poderosos golpes asestados con una piedra pesada, que fracturaron la capa exterior. Las señales de los golpes están situadas en la raíz del colmillo, en su lado cóncavo. La fractura tiene un perfil irregular. Es muy probable que se hayan empleado las grandes hachas de sílex (gigantolitos), conocidas por las excavaciones realizadas por I. G. Pidoplichka en el año 1933, en Novgorod-Seversky136, para arrancar los colmillos con fuertes golpes. La utilización dei procedimiento de cincelado o de incisión para poder cortar ei colmillo del mamut ha bido identificada en los materiales procedentes de Kostienki I, incluyendo el colmillo mencionado anteriormente. El otro extremo de este colmillo muestra claras señales de haber sido cortado a base de tajaduras (Grabado 74). La fractura tiene unos 16-17 cm. de diámetro y el corte una profundidad de 4 a 5 cm. La incisión se hizo con una herramienta que tenía un filo estrecho y agudo (como un cincel) que dejó unas huellas cuya anchura oscila entre los 4 y 6 mm. Después, una vez practicada la muesca, el colmillo fue roto del todo a base de fuertes golpes. También es posible que el colmillo haya sido alzado y arrojado confa una roca. Es difícil decir ahora qué aspecto tenía la herramienta con la que se hizo la incisión. El hombre del paleolítico superior tuvo a su disposición varios recursos técnicos para la realización de este tipo de operaciones. Cualquier sílex macizo y puntiagudo pudo servir para realizar la incisión, sosteniéndolo directamente con la mano o afirmándolo en un mango (Grabado 75,6). Es muy probable que se hayan utilizado para estos fines trozos de sílex o láminas en calidad de cinceles o escoplos. En 136

1. G. Pidoplichka, Los gigantolitos de sílex de Novgorod-Seversky. Mat. e Inv. Arqueol. de la URSS, núm. 2, 1941, pág. 26-36.

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8 75. 1-7) Técnica de la división transversal de un colmillo de mamuth, Eliseievich, paleolítico superior. 1-5) Signos de distintos procedimientos para la división transversal del colmillo. 6) Corte de colmillo practicando una entalladura (reconstrucción). 7) Corte de colmillo empleando un cincel de sílex {reconstrucción). 3) Fragmento de cráneo de ciervo, con huellas del corte de la cornamenta. Montes Afontov, paleolítico superior.

las estaciones del paleolítico superior suelen encontrarse unas herramientas especiales (piéces écaillées) consistentes en lascas o láminas con facetas de extracciones en ambas caras. Por lo general, estas facetas tienen una superficie ondulada, una línea acusada y corta de corte y con frecuencia una fractura abrupta. Este carácter de las facetas atestigua que estas no eran resultado de un retoque por presión, sino que habían sido obtenidas por golpes aplicados con una piedra en forma perpendicular sobre el trozo de sílex colocado sobre una base sólida. Estas facetas deben ser consideradas más como huellas de utilización que como señales de fabricación de la pieza de sílex. Hay motivos para considerar estas lascas y láminas como cinceles o escoplos para trabajar el hueso y probablemente también la madera en el paleolítico superior (Grabado 75,7). También es probable que se haya empleado el hacha para el corte transversal del hueso, como indican las huellas dejadas en el hueso, así como por la existencia misma de las hachas. El corte transversal del colmillo del mamut a base de hacer una ranura circular se puede observar perfectamente en el material óseo del yacimiento de Eliseievich, descubierto por K. M. Policarpov en el año 1936. Aquí fueron empleados colmillos de mamut joven. Un objeto examinado por nosotros, con aspecto de un cilindro de 11 cm. de largo y cerca de 4,5 cm. de diámetro, al parecer estaba destinado a ser esculpido (Grabado 75,2). A juzgar por el carácter de las huellas, la incisión fue hecha con una herramienta cortante, pequeña, con filo estrecho. Golpe a golpe, el artesano del paleolítico fue abriendo un amplio surco alrededor del colmillo, que iba estrechándose a medida que profundizaba hacia el centro. Cuando en el 273

La utilización del procedimiento de cincelado o de-incisión para poder cortar el colmillo del mamut ha sido identificada en colmillo sólo quedaba un cuello estrecho de cerca de 15 mm. de diámetro, el artesano lo quebró con un fuerte golpe. En otro ejemplo (Grabado 75,1), se puede ver cómo el hombre paleolítico intentó romper el colmillo cuando al surco sólo abarcaba dos tercios de su circunferencia. El resultado fue que no obtuvo el efecto deseado, ya que el colmillo se fracturó sin seguir la línea prevista. El corte circular del colmillo, por lo visto, daba el resultado deseado hasta en aquellos casos en que el surco no era muy profundo. Un preparado de ese mismo yacimiento demuestra que la profundidad de un surco tallado de 10 mm. en colmillo con un diámetro de 45-50 mm., ya era suficiente para que el

7*. Eliseivevich. Paleolítico superior. I) «Mazo» hecho de colmillo de mamuih, elaborado con la técnica de la entalladura con buril y el corte (en el dibujo de arriba, en la parte cilindrica, son visibles las huellas de los golpes dados con un hacha de sílex). 2) Lámina del colmillo de mamuth con huellas de trabajado plástico con la técnica de la entalladura. 3) Colmillo de un mamuth joven con doble área de trabajo plástico con la técnica de la entalladura. 3) Colmillo de un mamuth joven con doble área de entalladura para apoyo de las manos. 4) Puñal hecho de un colmillo de mamuth con doble área de entalladura en la parte del mango. 5) Modo de coger, el puñal con la mano (reconstrucción!.

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colmillo se partiera, con un golpe asestado, por la línea prevista. En este sentido constituyen también ejemplos demostrativos otros objetos hechos de colmillos, de Eliseievich. Algunos, con el surco circular de 10-11 cm. de profundidad pero sobre un diámetro del colmillo que iba de 60 a 70 mm. se partían igualmente de manera precisa por la línea marcada. Probablemente la calidad de la división transversal del colmillo con un surco poco profundo dependía del estado del propio colmillo. El colmillo fresco se corta mejor que el colmillo seco en el que han aparecido fisuras imperceptibles que alteran la dirección de las líneas de fractura (Grabado 75,4). Sin embargo, también el colmillo fresco era difícil de fracturar correctamente sólo por percusión, sin el tallado previo de una muesca o del corte circular con el buril. Esto lo atestigua un pedazo de colmillo procedente de Eliseievich, en el cual un extremo muestra la fractura por golpes y el otro el corte por la vía de la incisión circular empleando un hacha. Este colmillo

275:

fue cortado y fracturado cuando estaba fresco, como demuestra la forma concoidea de las líneas de la fractura, así como por la ausencia de fisuras longitudinales, características del colmillo seco. Los resultados obtenidos en las dos operaciones fueron diferentes. En la parte del colmillo previamente preparada, éste presentaba un «tocón» regular, correcto, mientras que en la fracturada se formó una gran concavidad concoidal como consecuencia de la cual se perdió una parte considerable del material. La técnica del tallado, que testimonia el carácter paciente y metódico del trabajo del hombre paleolítico, se utilizaba no solamente para dividir el colmillo, sino que tenía una amplia aplicación. Era también utilizada en el trabajo plástico del colmillo, cuando se necesitaba cambiar su forma, quitarle parte de su masa, hacerle una muesca, ranura, etc. En el objeto procedente de Eliseievich denominado «Mazo», aquella parte que se podía considerar como el mango estaba cubierta de huellas de haber sido cincelada a golpes con una herramienta de punta dura y estrecha. La profundidad de los agujeros es insignificante. A fin de no fracturar el material, los golpes fueron ligeros pero numerosos, y los agujeros se agrupaban más densamente en parte de la superficie. La superficie del colmillo, trabajada con esta técnica, a primera vista parece como raída o raspada, y es sumamente áspera al tacto (Grabado 76,1). Es necesario señalar que en las herramientas hechas de colmillos halladas en Eliseievich, la parte destinada al mango se halla parcialmente cubierta de cortes, incluso en aquellos casos en que el colmillo no está trabajado en las partes restantes. Al trabajar con estas herramientas, aun con una considerable aplicación de fuerza, la aspereza del mango impedía que resbalasen en la mano. Entre los materiales de este yacimiento se encuentra un puñal confeccionado con un colmillo de un mamut joven. Su longitud es de 26 cm.; en la parte del mango el ancho es de 4,5 cm. El natural aguzamiento del colmillo era reforzado por medio del cepillado. El puñal se había roto por la mitad, faltando la punta, pero las trazas que aún tenía son tan claras, que no queda duda alguna respecto a la utilización de esta herramienta como puñal. La parte del mango a ambos lados se halla cubierta con pequeñas «picaduras» en aquellos lugares donde la palma y los dedos de la mano se aplicaban con más fuerza (lo cual es fácil comprobar tomando el puñal en la mano). La necesidad de prevenir el deslizamiento de la mano por medio de la aspereza conseguida artificialmente está aquí completamente clara: la parte del mango se va estrechando en dirección a la punta (Grabado 76,4,5). Otro ejemplo de cortes en la parte ;*el mango de la herramienta está representado por las ranuras he^as en el colmillo de su mamut joven, utiíiza276

T7. Aserramiento de huesos. Eiiseivich. Paleolítico superior. 1-2) Huesos ¡argos de animales pequeños con huellas de aserradura. 3) Procedimiento para aserrar huesos largos (reconstrucción). 4-6) Mandíbula de un lobo (4, con huellas de aserramiento; S, lo mismo, aumentado; 5, con huellas de entalladura). 7) Microfotografla de las huellas del aserrado en el extremo del hueso largo.

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do sin un aguzamiento complementario. Los curtes fueron hechos también en los costados de manera contrapuesta. Al igual que en el primer caso, la parte áspera destinada al dedo pulgar ocupa un espacio menor (Grabado 76,3). Un ejemplo de transformaciones plásticas del marfil empleando la técnica del hendido y corte es el objeto enigmático procedente de Eliseievich. Se trata de una gran lámina, ex'raída de un colmillo de gran diámetro. La mayor parte de su superficie está cubierta de cortes con el mismo aspecto que en los anteriores ejemplos, es decir, en forma de agujeros pequeños e irregulares (Grabado 76,2). En un extremo de la lámina se hizo una muesca con estos cortes que atraviesa la lámina transversal mente dándole a ese extremo un aspecto bifurcado. Los bordes de la lámina se hallan trabajados con precisión con la misma técnica de incisiones. Es difícil decir cuál fue la finalidad que se había propuesto el artesano paleolítico con su trabajo en este objeto, si dejó la elaboración inconclusa o se había estropeado por un error en la realización. El más simple de los procedimientos para la división transversal de astas de cérvidos durante el paleolítico superior se reducía a cortarlas, con una herramienta cortante muy aguzada, a golpes sin la participación de ninguno de los procedimientos complementarios (tales como el de quemarlo sobre el fuego) del paleolítico inferior. Poderosos golpes aplicados con el hacha de sílex ocasionaban algunos cortes profundos, para formar el surco circular en el punto deseado y poder efectuar la división. El surco se profundizaba hasta llegar a la masa esponjosa, después de lo cual el asta se fracturaba. Sin un corte profundo en el asta fresca de un cérvido, que se distingue por su extrema flexibilidad, es imposible o sumamente difícil lograr fracturarla. La parte superior de la cabeza de ciervo, c^n su cornamenta cortada, procedente de los montes Afontov, ilustra el empleo de dos de estos procedimientos simples de división. La rama derecha de la cornamenta fue entallada en todo su perímetro transversal, y luego fracturada de manera tan regular como si hubiera sido aserrada. La rama izquierda sólo fue entallada hasta la mitad de su perímetro y por esa razón se fracturó en forma irregular. En la rama de la cornamenta en la que el surco quedó incompleto, parte de la masa compacta (externa) del asta, se fragmentó más allá de la línea previamente marcada (Grabado 76,8). c)

El aserrado de los huesos

En la vida cotidiana del paleolítico superior fueron utilizados ampliamente los huesos largos de animales pequeños tales 278

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78. Eiiseivich. paleolítico superior. 1) Lasca extraída sin entalladura previa (las flechas marcan e: punto en que fueron aplicados golpes con el cincel de piedra. 2) Lasca extraída previa entalladura cor. el buril a lo largo de la línea AB. 3) Extracción corte de lascas de un colmillo de mamuth (reconstrucción.

como la liebre y el zorro. Muy compactos por su estructura, y duros, sirvieron para elaborar los más diversos objetos pequeños, tales como leznas, agujas y otros objetos penetrantes, abalorios, etc. Pero los huesos muy pequeños eran sumamente difíciles de dividir transversalmente con el buril. Sólo era posible hacerlo aserrándolos. 279

Las observaciones hechas en el material de Eliseievich nos han convencido de que el corte transversal de los objetos de hueso se llevó a cabo por medio del aserrado con una lámina con filo retocado (Grabado 77,1-3). El filo denticulado de sílex servía perfectamente para esta tarea. En algunos casos el hueso era aserrado hasta la mitad o hasta una tercera parte de su grosor, y luego fracturado. En el lugar de la fractura las paredes del hueso adquirían una forma dentada e irregular (Grabado 77,2). A fin de cortar el hueso más regularmente, sin melladuras, las paredes del hueso eran previamente aserradas alrededor de todo su perímetro. Después de la fractura quedaba una ligera ondulación, pero sólo en el interior del hueso. En la superficie de éste la división era bastante regular. En la microfotografía del extremo aserrado de estos huesos eran claramente visibles cinco aserraduras que iban una detrás de otra, y franjas no aserradas en la parte fracturada (Grabado 77). El hombre paleolítico utilizó con frecuencia, en calidad de herramienta, las quijadas inferiores de los animales de presa con sus fuertes y agudos colmillos. La mandíbula era previamente partida por la mitad, de manera tal que cada una de las partes contara con los colmillos, y el resto de los dientes y partes salientes eran rotos o cortados. De este modo se obtenía una herramiema en forma de pico. Estas herramientas realizadas con las quijadas de grandes animales predadores, como el oso, el león y el tigre, de gran tamaño y peso, servían con frecuencia para romper los huesos largos a fin de extraerles la médula, lo cual era practicado todavía a fines del siglo pasado. Este hecho fue documentado en el material de la caverna Hohlfels, cerca de Württemberg, hallado por O. Fraas13". Además de éste, se cuenta con numerosos paralelos etnográficos sobre la utilización de las mandíbulas de pequeños animales de presa como herramientas. Como ejemplo de ello se puede citar la mandíbula del cynandon y otros animales de agua dulce, utilizados por la tribu de los bororó, en Brasil138. En la estación Eliseievich fueron halladas algunas mandíbulas de lobos, trabajadas con el cuchillo y la sierra (Grabado 77,4-6). Aquí las partes salientes fueron cortadas con dos procedimientos: en una, el análisis del corte demuestra que la labor fue hecha con un cuchillo, mientras que otra muestra las huellas de haber sido aserrada con una lámina retocada. Hasta ahora no está claro cuál fue el destino laboral que se les dio a las quijadas de los lobos. A juzgar por los materiales de Avdeiev y otras estaciones, el aserrado con una lámina de sílex 157 O. Fraas. Beitrage zur Kukturgeschichte aus Schwabischen HOlen rnikommcn. Archiv für Anthropologie, V, pág. 173. ,h i K. Steinen. Unter den Naturvülkern Zentra-Brasilien. Berlín, 1897, |ián 2iK) 701.

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79. División longitudinal de colmillo de mamuth. 1) Reconstrucción de corte longitudinal de colmillo de mamuth, empleando un buril (según M. M. GerasimovJ. 2} Fragmento de colmillo de mamuth de Eliseievich, con huellas de cortes ) fractura en la línea de la entalladura.

fue empleado también para dividir las costillas de los grandes animales139 *. d) El lascado de colmillos de mamut La división longitudinal del colmillo de mamut era llevada a cabo por el hombre del paleolítico mediante diversos procedi•3» M. D. Gvostsover. La elaboración del hueso y objetos de hueso en la estación Avdeiev. Mat. e Inv. Arqeol. de la URSS, núm. 39, 1953, pág 196. * En épocas posteriores, en el Egipto predinástico, por ejemplo, ha sido documentada otra forma de aserrado de material óseo, semejante a la que ha descrito Semenov para la piedra, consistente en abrasión con un cordel, arena abrasiva y agua-.

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mientos. El primero, el más simple, era el de exffaer lascas, lo que se lograba golpeando con una herramienta puntiaguda de piedra sobre la superficie redondeada del colmillo sin previos cortes preparatorios con el buril (Grabado 78,3). En estos casos se obtenían fragmentos de formas irregulares. La estructura laminar del colmillo facilitaba su división longitudinal sin necesidad de cortes previos. Una lasca procedente de Eliseievich con forma de espátula (Grabado 78,1), extraída del colmillo con este procedimiento tan basto, muestra las siguientes señales: 1) la ausencia en los bordes de huellas de trabajo con buril; 2) la presencia en el borde izquierdo de cuatro muescas pequeñas a consecuencia de cuatro golpes dados con un escoplo; 3) la presencia de una gran faceta ovalada en el extremo plano delantero de la lasca. El extremo ancho de la espátula quedó pulido durante su uso por el roce con un material blando que rodeaba este extremo por todos los costados. Su superficie oscurecida, el brillo intenso y la buena conservación del objeto, llevan a la conclusión de que estuvo en su tiempo empapado en grasa, lo que lo preservó de la destrucción. Es sumamente probable que fuera una especie de cuchara, utilizada en la preparación de alimentos pastosos, así como en su consumición. Las lascas del colmillo eran sometidas con frecuencia a una elaboración complementaria, como por ejemplo, una lasca grande de Eliseievich que fue convertida en una paleta. El mango de ésta era una muesca hecha con un cuchillo de sílex (a la derecha) y un lascado en el costado con borde fino (a la izquierda). Además, se habían cepillado los salientes de la capa interna en el borde de trabajo. La longitud de la paleta era de 25 cm., el ancho de 8,5 cm. y el grosor no más de 1 cm. La parte laboral estaba redondeada y los bordes pulidos por el uso. Los bordes eran delgados, particularmente el filo, que se había roto durante su utilización. El mango es áspero contrastando con el borde delantero de la paleta. Es evidente que la palma de la mano se apoyaba en ese extremo. El dedo pulgar se apoyaba en la muesca. La paleta pudo haber servido para sacar y esparcir la tierra durante los trabajos para terraplenar con picos y azadas, los cuales también fueron descubiertos en el yacimiento. Las láminas extraioas del colmillo y previamente recortadas con el buril, tenían rasgos mucho más regulares. Una de estas láminas ha sido extraída del colmillo, después de haberlo entallado longitudinalmente (Grabado 78.A-B). En ella son visibles dos grandes facetas que atestiguan dos fuertes golpes con el escoplo. Una de estas facetas está ubicada en la parte exter na. Esta circunstancia dificulta en parte la solución del problema respecto a cuál fue el golpe que hizo que la lámina saltase del colmillo, aun cuando la mayoría de los indicios señalan que la extracción se produjo a raíz del golpe dado en la base de la faceta, en la parte cóncava de la lámina (Grabado 78,2). 282

e) La división longitudinal y transversal de los huesos con un buril Un procedimiento mucho más difícil, pero más perfeccionado técnicamente, apareció en el paleolítico superior, fue la división longitudinal y transversal de los huesos con el empleo del buril. La creación del buril puede ser considerada como el avance técnico más importante de este momento. Para apreciar debidamente este hecho, corresponde llamar la atención sobre el florecimiento de la producción de objetos de huesos en el paleolítico superior, incluyendo el grabado artístico en los mismos. No puede haber duda alguna de que el buril surgió de la necesidad de realizar una mejor división del hueso. En ei paleolítico superior el hombre creó dicho instrumento y con ello dio comienzo a los procedimientos técnicos de cortar, sobre los cuales se basa en la actualidad toda la construcción de máquinas y con ello la de toda la industria. Para aclarar una afirmación semejante, que a primera vista parece ser muy atrevida, baste decir que casi todos los detalles básicos y más esenciales de las máquinas y mecanismos que actúan en los bancos de tornear, fresar y cepillar, lo hacen con el empleo de buriles. La presencia de facetas en el buril es su rasgo característico. Para lograr un borde laboral en el buril se necesita una sola extracción por golpe vertical. Este corte puede ser hecho sobre una lámina sencilla. Aun en el caso de que tengamos un buril central, hecho con dos golpes, puede servir como parte laboral sólo el ángulo de la arista obtenida a raíz de un sólo corte. Sobre idéntico principio se basan los buriles para hueso de los esquimales. También en ellos hay una sola arista laboral, pero están confeccionados en hierro forjado, e insertados en mangos de hueso. Sus variadas formas se deben a diferentes características de los trabajos. Los buriles rectos sirven para seccionar el material, los arqueados para producir muescas profundas en objetos de hueso140. El principio mecánico de trabajo del buril del paleolítico superior hecho sobre láminas prismáticas se resume en que: no araña el hueso sino que con su ángulo saca de él una pequeña viruta semejante a la que extrae el buril de acero en el trabajo de los metales. Por eso es muy difícil cortar el hueso con un cuchillo, tal como afirma M. M. Gerasimov141 (Grabado 79,1). El filo del cuchillo podrá cepillar el hueso, quitándole una finísima viruta, pero no puede penetrar en su duro cuerpo con no J. W. Powell. Ann. Rep. of the Bureau oí Amer. Ethnol. 18961897, pág. 81, cuadro XXVI. ni M. M. Gerasimov. La elaboración del hueso en la estación paleolítica de Malta. Mat. e Inv. Arqueol. de la URSS, núm. 2, 1941, pág. 73.

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80. División longirudinal de colmillo de mamutfa. 1) Fragmento de láminas con huellas dt corte longitudinal y lascado de ¡laminas. Timonovka. 2) Cuña de asta para extraer lengüetas por la entalladura practicada en los colmiBos (Matta). 3) Un colmillo con entalladuras, de Malta. 47 Método de fractura de un colmillo con entalladuras (reconstrucción).

un movimiento longitudinal como si penetrara, por ejemplo, en la carne o la piel. El seccionamiento transversal del colmillo con la ayuda del buril es un procedimiento muy difundido en el paleolítico superior. En el curso de la observación de los materiales llaman la atención las entalladuras poco profundas, hechas alrededor del colmillo, a distancias diferentes. Lo más frecuente es que la entalladura penetre en una sola capa del colmillo, a lo suma en dos, tras lo cual el colmillo era fracturado con un golpe. No hubo casos en que el colmillo fuera atravesado de parte a parte con el buril, indudablemente debido a que era un trabajo innecesario puesto que el entallado circular garantizaba un correcto seccionamiento del colmillo, y éste se partía por la línea pre284

viamente marcada. Con un entallado parcial, la fractura se producía en forma regular, aun cuando se obtenía la finalidad principal. Como ejemplo de un entallado de colmillo puede servir el mango del puñal procedente de Eliseievích, en el que el buril marcó solamente dos tercios del perímetro. La línea de la fractura practicada en las capas interiores del colmillo forma un brusco zigzag (en unos 2 cm.) en la parte no entallada (Grabado 75,5). También llaman la atención aquellos casos en que el entallado circular del colmillo dio el resultado correcto previsto, lo que puede ser atribuible a que el interior del colmillo estaba seco de manera no uniforme. El hombre del paleolítico realizaba con mucha frecuencia el seccionamiento longitudinal del colmillo con el fin de obtener preparados. La estación Eliseievich presenta un modelo muy remarcable de un seccionamiento hecho a todo lo largo del colmillo por entallado previo realizado con buril (Grabado 79,2). Ante nosotros tenemos una larga lámina de marfil del colmillo de un joven mamut con huellas de uso. Un largo y fino entallado sigue casi toda su longitud. El entallado no es profundo, apenas si corta la superficie de la capa. Aproximadamente en e! centro de la lámina se encuentran huellas de golpes aplicados con un cincel, que demuestran que el operario se proponía dar con el cincel en la línea del entallado, con el fin de hacer saltar una lámina del colmillo a todo lo largo de las ranuras. De la decena de golpes visibles, dos de ellos situados muy al margen, no están vinculados con el intento de seccionar el colmillo siguiendo el entallado. Con ellos se pretendía extraer del colmillo otra lámina que había a la izquierda del anterior entallado. Dos pequeños agujeros demuestran claramente que la fuerza de los golpes correspondientes fue insuficiente. Cinco muescas (A.B.C.D.E.) tienen relación con el entallado, pero está completamente claro que la mano del operario no calculó ios golpes con la debida precisión. De los cinco golpes asestados, cuatro no dieron en la línea marcada. El único golpe que dio en el blanco no tenía la fuerza suficiente para romper el colmillo y hacer saltar la lámina, tras lo cual el operario renunció a proseguir con los intentos y dejó la tarea inconclusa. De esta manera llegó hasta nosotros un documento interesante que nos descubre los procedimientos de trabajo sobre hueso del hombre del paleolítico. El fragmento de colmillo procedente de la estación Timonovka merece una particular atención por sus señales de seccionamiento longitudinal y transversal (Grabado 80,1). En un extremo el colmillo fue fracturado sin dejar huellas visibles de que se hubiera empleado la técnica del hendido o la del corte con buril. Es evidente que el colmillo fue seccionado estando aún fresco,*como lo prueba la forma concoidea del extremo en

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la fractura. En el otro extremo, el colmillo fue seccionado con un entallado circular profundo hecho con buril. El seccionamiento longitudinal del colmillo tenía como finalidad obtener láminas regulares. Esto se lograba por medio de profundas ranuras paralelas, hechas a intervalos de 15 a 20 u n . Aquí el operario pretendía obtener preparados para la realización de objetos cuya identificación es incierta. Pero este segundo estadio de la labor, se realizaba ya con un material bastante seco, después de un tiempo prolongado desde su seccionamiento transversal. Después de haber hecho el entallado longitudinal, el operario del paleolítico comenzaba a extraer las láminas. Sin embargo, éstas no se separaban a todo lo largo de las ranuras, sino qse se rompían aproximadamente por el centro, a pesar de que algunas entalladuras se hicieron en forma oblicua a fin de lograr separar la lámina al máximo y que saltase con facilidad. No hay motivos para pensar que para extraer las láminas se emplease un solo percutor. La reconstrucción {Grabado 80,3) reproduce un fragmento de colmillo después de haber sido en-

81. Estatmüa femenina hecha de un colmillo de mamuth. Avdeiev. Paleolítico superior. H < Huellas de cepillado con un cuchillo de sikx en la cabeza de la figura (aumentada). 2) FiueHas laborales del buril en el dorso de la figura (aumentada). 3) Dibujo de la estatuilla de perfil. 4) Elaboración de la estatuilla con el buril (reconstrucción).

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tallado, y antes de la extracción de la lámina. Es de suponer que para esta operación se emplearan cuñas de hueso que eran colocadas en las ranuras del entallado (Grabado 80,4). Este es el procedimiento que emplean los esquimales cuando quieren seccionar colmillos de morsa. La existencia de cinceles del tipo esquimal ha sido establecida en las estaciones paleolíticas (Montes Afontov, Kostienki I, Malta). Los cinceles tienen una punta gruesa (en forma de cuña) con facetas en los bordes a consecuencia de los golpes. f)

Trabajo de modelado con el buril

Son numerosos los hechos que testimonian el amplísimo empleo del buril por el hombre del paleolítico. Esta herramienta se empleó también en el trabajo de modelado. En este sentido, la estatuilla analizada procedente del yacimiento de Avdeiev, presenta en su superficie huellas de cepillado hechas con un cuchillo de sílex, y surcos cortos muy claros marcados con el ángulo de trabajo del buril, hechos con mucha mayor precisión y fuerza en el cuello y en el cuerpo de ¡a figura, en su parte posterior (Grabado 81,1-3). Durante esta labor, el buril fue empleado no sólo para hacer muescas y ahondamientos en la estatuilla, sino también para eliminar material sobrante, nivelar los contornos y modelar los detalles (Grabado 81,4). El carácter y la ubicación de ios surcos en la superficie de la figura permiten presuponer que el operario los hizo apoyando el borde de la palma de la mano derecha sobre el objeto en elaboración, realizando movimientos cortos con la mano y apretando con los dedos, mientras ponía suavemente en movimiento las articulaciones del codo y el hombro (Grabado 81,5). Asi es como el hombre del paleolítico superior utilizó la técnica del entallado y la técnica del trabajo con buril para diversos fines, desde el seccionamiento de huesos hasta los trabajos de escultura. g)—i?/ cepillado Las señales de cepillado de huesos en el paleolítico superior nos hablan de este procedimiento como de una técnica bien asimilada. Se pueden distinguir dos formas de cepillado. Una de ellas puede considerarse como una especie de rascado con una herramienta de silex, cuyo filo era colocado sobre el objeto casi en ángulo recto. Las huellas del hueso, como consecuencia del movimiento del filo, tienen el aspecto de líneas paralelas ligeramente onduladas y espaciadas a intervalos muy cortos, características de este procedimiento de trabajo. Como 288

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r ejemplo del mismo puede servir un objeto procedente de Kostienki I, convencionalmente denominado «boomerang». Está hecho de una costilla de mamut y sometido a cepillado a fin de nivelar la curvatura del costado y aguzar el borde. En este caso concreto, el cepillado es un acto realizado para darle el acabado, eliminando una considerable masa de material a través de una gran cantidad de movimientos reiterativos. El así denominado boomerang de la estación Kostienki I tiene una longitud casi de 80 cm. El ancho de su parte media es de casi 7 cm. La sección transversal tiene la forma de rombo. La epífisis ha desaparecido y los bordes están aguzados por cepillado. En este extremo, en el borde arqueado cóncavo, son visibles marcas de golpes hechas con un hacha de piedra, cuya finalidad no ha sido aclarada hasta hoy día. En realidad este objeto representa, probablemente, no un boomerang sino un palo arrojadizo para cazar pájaros, que no volvía a los pies del cazador en caso de errar el tiro. Este tipo de palo es ampliamente conocido por los datos etnográficos. Al describir en el aire un movimiento giratorio, el palo dirigido contra una bandada de pájaros, derribaba a veces a varios de ellos. En el paleolítico superior los hombres no se limitaban únicamente a usar el procedimiento del cepillado de hueso descrito, es decir, una acción parecida al rascado. Después de cortar y seccionar el material óseo, muy a menudo quedaban en Sos preparados toda clase de irregularidades, bordes rotos, que era indispensable eliminar por medio del cepillado a base de cuchilla. Como ejemplo de este tipo de trabajo puede servir el cepillado de la madera con el cuchillo y el cepillo en la técnica artesanal actual. En los objetos de hueso del paleolítico es frecuente observar alteraciones semejantes de la superficie, cuyas características son los rasguños, muescas, rayas y ahondamientos. En una labor de este tipo no era posible eludir el empleo del cuchillo para cepillar. Es indudable que aquí también se aplicaron la técnica del entallado, y corte con el hacha de sílex. Pero incluso en este caso, con el fin de darle el acabado al objeto en elaboración, se apeló al cepillado para nivelar la superficie eliminando las marcas de los cortes existentes en ella.

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Ablandamiento de los huesos

Casi todos los procedimientos descritos sobre la elabora ción de colmillos, cornamenta y huesos largos, fueron llevados a cabo por el hombre paleolítico sin cambiar las cualidades natuales del material empleado. Como es sabido, el hueso húmedo posee cierta plasticidad y viscosidad, las cuales permitieron que 289

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r ¥ ¥ ¥ ¥ ¥ ¥ ¥ ¥ ¥ ¥ ¥ *Z. Modos de preparación de puntas de hueso de Luka-Vrublestkaya. Paleolítico superio. // Huellas de entallado longitudinal en la diáfasis del hueso y fractura, siguiendo el entallado. 2) Lengüeta de hueso con huellas de pulido con una piedra abrasiva de grandes granos. 31 huellas del corte de hueso en fincas paralelas. 4) Microfotografias de las huellas de pulído con la piedra abrasiva de grano grueso. 5) Pumas de hueso acabadas. 6) Mícrofoiografia de las huellas de afilado de la punta de hueso con una piedra abrasiva de grano fino.

fueran trabajados con herramientas de sílex, empleando las correspondientes paciencia y habilidad. Es indudable que no había necesidad alguna de ablandar los huesos de un animal recientemente muerto, cuando correspondía aplicarle la técnica de la rotura, entallado, corte, cepillado y retoque. Quizá para la fragmentación y el retoque habría sido deseable que el hueso estuviera ligeramente seco. Esto era particularmente necesario en el caso de la cornamenta de cérvidos, que se distinguen por su considerable elasticidad en estado fresco. También el colmillo del mamut se quebraba mejor en capas cuando estaba seco, cuando se debilitaba la vinculación entre las capas y el colmillo perdía su carácter monolítico, pero el trabajo de buril y cepillado del hueso cuando éste estaba seco, era una labor sumamente difícil. Es fácil convencerse de ello con la ayuda de un simple experimento, el del trabajo de un hueso largo empleando una herramienta de piedra o de metal (buril o cuchillo). En un primer intento el hueso debe ser trabajado estando seco, es decir, después de estar durante varios meses en un medio ambiente seco y de haber perdido parte de la

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humedad que contenía y, en un segundo intento, después de permanecer durante una semana empapado en agua. En las experiencias realizadas por nosotros, el hueso seco después de ser empapado en agua se hacía un 7 por 100 más pesado a causa de la humedad absorbida, poniendo de manifiesto su grado relativamente elevado de higroscopicidad. El cepillado y corte con buril del hueso en estado húmedo era mucho más fácil. El grosor de la viruta que se extraía creció en 3-4 veces. Se puede suponer que el hombre paleolítico no siempre utilizó el ablandamiento del hueso. Se adaptaba al material y sacaba de él todo lo que le era posible, empleando los procedimientos laborales habituales. Trabajaba con mucha prisa y apelaba a la técnica compleja y meticulosa cuando ello era absolutamente necesario, cuando los procedimientos habituales no daban el resultado apetecido. Existen, sin embargo, hechos indiscutibles que señalaron el empleo del vapor para ablandar el hueso. Aquí es donde corresponde referirse, ante todo, a la diadema del sepulcro infantil de Malta. Consiste en un "arco óseo, hecho con una fina lámina de colmillo de mamut. En estado fresco era imposible extraer una lámina así del colmillo debido a su estructura compacta. Para lograr una lámina con esa forma fue necesario extraerla de un colmillo seco y luego hacerle adquirir la flexibilidad correspondiente. Con toda la razón M. M. Gerasimov considera que en casos así el hombre paleolítico apelaba al procedimiento de ablandar el hueso por medio del vapor. El hueso sometido al calentamiento en vapor podía alcanzar la flexibilidad necesaria. Para que adquieran elasticidad los hueso secos es imprescindible recalentarlos en un medio líquido para evitar su agrietamiento. En las condiciones actuales de la técnica artesana, el ablandamiento de los huesos se obtiene por medio del recalentamiento de los mismos en un medio líquido a una temperatura de 120° y más. Pero el hombre paleolítico que aún no conocía las vasijas de arcilla, probablemente humedecía desde un principio los huesos durante un tiempo prolongado y luego los calentaba sobre el fuego. Es sumamente verosímil el procedimiento descrito por M. M. Gerasimov en sus experimentos para ablandar el colmillo del mamut. «Un pedazo de colmillo puesto en remojo durante cinco días fue recubierto con un pedazo de piel fresca, que previamente había sido empapada hasta hincharse. La piel, con la pelambre hacia adentro, envolvió por tres veces al hueso. Después de estar así preparado el envoltorio, fue colocado sobre la hoguera, donde se le mantuvo hasta que la piel se carbonizó por completo, lo cual ocurrió al cabo de una hora y 45 minutos. Cuando la blanda envoltura se carbonizó por completo, se deshizo, apenas se la tocó. La temperatura del 292

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hueso era tan alta que por un tiempo fue imposible cogerlo con ^ las manos. El pedazo de hueso pudo cepillarse con toda facüi™ dad con una navaja hecha con una lámina de sílex. La viruta p» extraída era larga, y se enrrollaba en espiral. La lámina extraída del colmillo recalentado al vapor se arqueaba con faci¥ lidad»142. p* 2.

LA PREPARACIÓN DE PUNTAS DE HUESO EN EL ASENTAMIENTO DE LUKA-VRUBLEVESTKAYA

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El estudio de las huellas laborales en los objetos hace posible seguir las sucesivas etapas en la producción de cualquier objeto, incluso en el caso de que en el material arqueológico esten representadas solamente por fragmentos. Como ejemplo de ello puede servir la fabricación de puntas de hueso, reconstruida en base a los materiales provenientes del primitivo poblado Luka-Vrublevestkaya. Las puntas se elaboraron con huesos largos de animales. En un principio, a los huesos, se les quitaba solamente una epífisis. Luego, con un buril de sílex se les hacían ranuras incisas a lo largo de la diálisis, de manera que se podían obtener de un hueso hasta cuatro preparados. Siguiendo ía línea de las incisiones longitudinales ei hueso era fracturado en láminas estrechas y largas, que incluían una parte de la epífisis restante. La parte gruesa de este extremo servía como mango y era retocada únicamente después de la elaboración definitiva de la parte laboral de la punta. La operación siguiente consistía en pulir el soporte preparado sobre una losa de piedra para la imprescindible eliminación de la materia sobrante. La etapa final del trabajo consistía en aguzar la punta, dándole el filo necesario sobre una losa de piedra de grano fino. Las etapas enumeradas se hallan representadas en las huellas de trabajo que aparecen en las fotografías. Las huellas de la incisión hecha con el buril a lo largo de la diáfisis, son visibles en la superficie exterior y en el costado del hueso (Grabado 82,1,3). Comienzan en la epífisis y van formando líneas paralelas que se arquean poco a poco; el número de ellas indica la cantidad de movimientos que hizo el buril en el hueso. Muy a menudo las incisiones alcanzan la cavidad de los huesos largos. Las huellas del desbastado primario de los preparados son visibles en la microfotografia (Grabado 82,4). Bajo la forma de líneas oblicuas que se entrecruzan ligeramente. Se encuentran en los costados del preparado, allí donde anteriormente se habían detectado las líneas paralelas ocasionadas por el movi-

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í 42 M. M. Gccasimov. Obra citada, págs. 70-71.

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83. ti Mango de una cuña esquimal de colmillo de morsa con entalladuras, hechas con una azuela de piedra. 2) Mango de hueso para azuela de piedra, con entalladuras realizadas con una azuela de metal. 3) Cabeza de arpón de colmillo de morsa, con cortes para punta de piedra y correas. 4} Dibujo esquemático de los cortes para atar correas (planta). 5-6) Punías de arpones (Sí y dibu^ o esquematice- del surco para correas. 6) Visto lateralmente, con huellas de trabajo de un buril. ?-8l Arpones de colmillo de morsa con surcos para las correas. 9) Esfera de colmillo de morsa con surcos. 10) mango de hueso con restos de un buril de hierro del cabo Barcno v. II) Buril esquimal actual en forma de uña. 12) Esquema de la posición del buril central IB, A, C) y el de forma de uña (B, A, D), al practicar los cortes.

miento del buril. Según parece, el desbastamiento del preparado sobre la piedra fue muy efectivo y no fue necesario eliminar materia sobrante por medio del cepillado. La elaboración final de la punta, afilarla, se realizaba sobre una piedra de un grano mucho más fino y de manera prudente. Se refleja en forma de líneas rectas, que casi no se entrecruzan (Grabado 82,6), situadas en el extremo de la punta. 3. ALGUNOS MÉTODOS DE TRABAJO ENTRE LOS ANTIGUOS ESQUIMALES. EN RELACIÓN CON EL PROBLEMA DE LA EDAD DE SUS .ASENTAMIENTOS

Con los ejemplos presentados sobre los trabajos realizados en hueso durante el paleolítico y el neolítico, hemos explicado que las huellas laborales en los objetos reflejan no solamente los procedimientos tecnológicos, la coherencia de las sucesivas operaciones y el nivel del esfuerzo empleado, sino que permiten también conocer las características de los instrumentos con los cuales dichas operaciones se llevaron a cabo. La posibilidad de 295

determinar, a través de las huellas marcadas en los objetos, el carácter de la herramienta (es decir, la forma de la parte laboral, el nivel de aguzamiento de la parte cortante de los bordes, la profundidad de la penetración en el material trabajado...), permite hablar de la calidad y de las propiedades de las herramientas, y al mismo tiempo del material con que están hechas. Este es un aspecto esencial de la investigación que tiene una significación importante en aquellos casos en que, entre los restos de un yacimiento arqueológico, sólo se hallan los objetos y faltan total o parcialmente las herramientas que los hicieron. Sin embargo no se puede decir que cada objeto permita determinar con qué instrumento fue elaborado. En este sentido, las investigaciones realizadas sobre los arpones de los antiguos esquimales del mar de Bering en las excavaciones llevadas a cabo por S. I. Rudenko en el año 1946143 dieron resultados precisos, ya que todos los objetos hallados se distinguían por su buena conservación. Las excavaciones fueron realizadas en una serie de puntos de la península de Chukotsk, donde se hallan representadas etapas diferentes en el desarrollo de la cultura esquimal, comenzando desde el estadio Wellen-Okwiks y terminando con objetos elaborados por los esquimales actuales. Sabido es que la historia de los esquimales, y en particular lo que se refiere a su penetración en el Ártico, fue estudiada por arqueólogos norteamericanos y daneses durante algunas decenas de años. Sobre la base de numerosísimas excavaciones realizadas en un territorio enorme que va desde Alaska hasta Groenlandia, G. H. Collins estableció una periodización de la historia de los esquimales, desde el segundo milenio antes de nuestra era hasta llegar a nuestros días144. Hasta el establecimiento de esta periodización, entre los arqueólogos norteamericanos y europeos dominó el punto de vista, que aún hoy día tiene cierta influencia, de que la antigüedad de los primeros asentamientos esquimales en el Ártico era mucho mayor. Sobre la base de la comparación de restos del paleolítico superior con la cultura esquimal, se consideró que estos últimos son los descendientes del hombre europeo del paleolítico superior que se vio obligado a emigrar hacia el Ártico asiático y americano siguiendo las manadas de mamuts y renos hacia el norte, a finales del período glacial. Con el correr del tiempo los antepasados de los actuales esquimales se quedaron en el Ártico y pasaron de la cultura paleolítica a la 143 S. I. Rudenko, La antigua cultura del mar de Bering y el problema esquimal. Moscú, Leningrado, 1947. 144 H. Collins. Outlins of prehistory. Essays in Historiacal Anthropol. of North America. Smiths. Mise. Collection, vol. 100. Washington, 1940, pág. 536.

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neolítica. En este nivel continuaron subsistiendo hasta casi la llegada de los europeos. Nadie discute sobre el nivel neolítico de la cultura de los esquimales. Los arqueólogos daneses y americanos, con G. H. Collins a la cabaza, nunca consideraron la posibilidad de que estos cazadores de animales marinos del Ártico empleasen metales en las primeras etapas de su historia (como quedó demostrado sin embargo por las excavaciones arqueológicas realizadas). Pero al mismo tiempo el examen de sus objetos de hueso demuestra que les era conocido el metal ya en el período de las culturas más antiguas. Objetos hechos con colmillos de morsa, entre ellos arpones y otros utensilios integrantes del equipo de caza de los antiguos esquimales, llaman la atención por la excepcional finura de la técnica empleada en su fabricación. Todo lo que nosotros conocemos respecto a los objetos de hueso del paleolítico, incluidas las obras artísticas, no causan asombro si tenemos en cuenta los procedimientos empleados en su elaboración. Cada movimiento del cuchillo de sílex o del cincel atestigua la rigidez del material trabajado, sobre las roturas producidas en el filo o en el borde, sobre la necesidad, después de cada corte, de hacer arreglos complementarios. Durante el moldeado de los detalles y superficies y sobre todo de ranuras, orificios y cavidades, el hueso cede poco ante las herramientas de sílex, las cuales dejan una superficie irregular, deteriorada por el trabajo, y carente de standardización por cuanto su forma depende considerablemente de la casualidad. Tampoco constituye un misterio, desde el punto de vista técnico, el hueso trabajado durante el neolítico. Las herramientas de piedra tienen un determinado límite de posibilidades técnicas imposible de superar. El ángulo de aguzamiento del filo o de la punta de la herramienta de piedra sigue siendo muy grande, debido a la fragilidad del sílex. Es imposible darle al borde del cuchillo la forma geométrica correcta. También es casi imposible preparar un taladro recto y cilindrico de süex, y orientar sus partes cortantes en la dirección conveniente. Y es particularmente imposible hacer, a causa de su fragilidad, un instrumento de piedra con una parte laboral de contornos perfilados. Las hachas, azuelas, cinceles y cuchillos pulidos de la época neolítica, constituyen un enorme progreso solamente en la técnica del trabajo de la madera (aun cuando dentro de ciertos límites) si se los compara con las posibilidades de las épocas precedentes. En lo que respecta a la elaboración del hueso, las herramientas de piedra pulimentadas no suponen nada nuevo, ningún progreso. Un aspecto distinto ofrecen los objetos de hueso fabricados por los esquimales (Grabado 83). Las muescas en los preparados de hueso iiechas por el buril durante el seccionamiento lon297

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9*. De los antiguos esquimales del mar de Berajg. 1-3 Estereofotografía de los cortes aplicados con una azuela de hierro (I) y cortes (2, 3/, hechos con un buril de hierro en los arpones de colmillo de morsa (aumenw X 2). 4) Estereofotografía de las cortes en un mango de colmillo de morsa ftmmeimado X 2).

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gitudinal o transversal del material, son muy profundas y totalmente rectas. Los cortes y las incisiones hechas en un material tan duro como es el colmillo de morsa, ponen de manifiesto el reducido ángulo de aguzamiento del filo. Los cortes planos tienen forma regular y sus ángulos están bien marcados. No existen huellas de un movimiento reiterado de la herramienta sobre un mismo lugar. Cada movimiento del cincel o del buril está bien calculado y es efectivo. La forma de los objetos se distingue por su simetría, por la clara planificación de los detalles. Pero esto es solamente una impresión general, surgida en base a los resultados del análisis de las huellas de trabajo en los objetos de hueso de los esquimales. El estudio de los objetos por separado y los detalles de la elaboración de los mismos, demuestran no sólo una gran maestría, sino también una elevada especialización de algunos de los procedimientos empleados. Es indudable que la principal atención del investigador se detiene en los cortes, muescas, orificios y cavidades hechos en pequeños objetos de hueso, y sobre todo en los arpones (Grabado 83,5-9). Incisiones profundas estaban destinadas a contener la correa a la que iba atada la cabeza del arpón, ensartada a su vez en el encaje del mango. Estas muescas eran la prolongación de una ranura transversal en la punta del arpón (Grabado 83,3-5). Gracias a la ranura y al entallado, la correa no sobresalía de la superficie del arpón y por esa razón no ofrecía resistencia en el momento del golpe y de su penetración en el cuerpo del animal. Producen asombro las proporciones de las muescas. Estas no sólo son profundas, alcanzando hasta los 10 mm. de profundidad, sino que son extraordinariamente estrechas. En una serie de casos, su anchura no sobrepasa 1 mm. al mismo tiempo que es frecuente que la longitud sea igual a 4-5 mm. Su estudio con una Epilámpara y el binocular demuestra con toda claridad que las incisiones no fueron hechas empleando el fuego o taladrándolas. En ningún caso se han encontrado huellas de un trabajo semejante. Todas las muescas, incluidas las más pequeñas, fueron hechas con un buril de bordes cortantes geométricamente regulares. Los buriles de piedra, ya sean de sílex o de obsidiana, no pueden tener ¡os bordes cortantes regulares, puesto que están hechos con un golpe de buril que daba a la faceta una forma concoidea. Además, la piedra se hubiese desmenuzado rápidamente en el curso de este trabajo. En general, los buriles de piedra no sirven para hacer muescas a la vez profundas, estrechas y cortas. Esta tarea es imposible hasta para los buriles de metal comunes, es decir, con bordes cortantes rectos cuya arista delantera se ubica verticalmente en relación a la superficie a cortar. El buril recto común no penetra profundamente en 299

el material. Al sacar la viruta con movimientos horizontales, el buril penetra poco a poco en el material dejando cada vez el punto de partida desde el cual se comenzó a cortar la muesca. Por esta razón, los extremos de la muesca tienen siempre un suave declive y hasta un escalonado. Esto se explica por el hecho de que los buriles comunes tienen un gran ángulo de aguzamiento en los bordes de corte para aguantar la gran carga de fuerza que se aplica sobre el área tan pequeña de dicho borde. Este gran ángulo de aguzamiento del borde cortante no permite al instrumento penetrar profundamente en el material. Por otra parte, el buril con un ángulo pequeño de aguzamiento, no puede tener un borde cortante recto y actuar perpendicularmente sobre la superficie a cortar. El buril de piedra, con una parte laboral estrecha, se rompe al primer movimiento horizontal, y el buril metálico se dobla ante un movimiento idéntico. Las reglas sobre esto son suficientemente conocidas y teóricamente fundamentadas en la técnica contemporánea de trabajo de los metales145. Un pequeño ángulo de aguzamiento en el borde cortante es práctico sólo en el caso de que el buril no tenga una forma recta, sino la de una garra, lo cual sólo es posible en un buril labrado. Entre las herramientas del paleolítico existen buriles de piedra en forma de garra («Bec de Perroquet», Carenados...). Pero estos buriles hechos con un fino retoque, probablemente estaban destinados a hacer ornamentos lineales en objetos de hueso a base de surcos poco profundos, es decir, en realidad, a rayar. Por esta razón no era grande la curvatura de estos buriles y su borde cortante era afilado. Los buriles con semejante forma, teniendo en cuenta la fragilidad del sílex, admitían una carga de fuerza muy pequeña, completamente insuficiente para cortar el hueso. Los buriles en forma de garra, con un borde cortante regular, son posibles si están hechos de metal. Lo irrompible del metal, su fácil afilado y la posibilidad de darle cualquier forma geométrica, permiten llevar a cabo con ellos las operaciones más finas y precisas que requieran además una aplicación bastante grande de fuerza. La investigación realizada en las entalladuras de los arpones esquimales demuestran que los buriles tenían la forma de garra o el borde afilado. La estereofotografía de las huellas de trabajo en el interior de estas entalladuras demuestra claramente cada una de las acciones llevadas a cabo durante el corte, realizado con el borde del buril en toda su extensión o solamente con el ángulo (Grabado 84,4,3). En muchos casos son perfectamente visibles los movimientos '« A. M. Woif, El corte de metales, Moscú, 1944.

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semicirculares del buril, reflejados en las paredes del entallado (Grabado 84,4-6), así como su penetración gradual en el daterial. Los experimentos realizados cortando huesos con buriles de sílex y de metal de distintas formas, coincidieron coii las observaciones hechas de las huellas de trabajo y los aspectop teoricos del trabajo de corte conocidos por la ciencia. Sólo, los buriles de metal con forma de garra, fueron los que demostraron poseer la capacidad necesaria para producir entallados siriilares a los que muestran los arpones y otros objetos esquimales. Los buriles de metal con un filo de trabajo perpendicular a la superficie a cortar, es decir, los buriles centrales comunes, no servían para realizar una tarea semejante, puesto que penetraban de manera insignificante en el material (dentro de los estrechos límites del entallado deseado). Una penetración más profunda le era imposible, puesto que se lo impedía el gran ángulo de las facetas del diedro (Grabado 83,12). Los datos etnográfico» relativos a los esquimales confirman, por su parte, las conclusiones relativas al posible tipo de buriles metálicos que sirvieron para trabajar el hueso. Todavía en el siglo XIX, entre los e*quimales asiáticos y americanos se continuó fabricando arpón** con puntas de piedra o de metal. Tenían diversos tipos de buriles para el trabajo de huesos y en particular de colmillos de niorsa. Los buriles rectos servían para el seccionamiento longitudinal o transversal de los huesos, para efectuar cortes, muetcas y otras labores. Junto a estos, había también buriles en forma de garra o de pico de rapaz (Grabado 83,11), con lo» que se efectuaban, entallas pequeñas, surcos y aberturas d* toda clase en objetos de hueso, incluidos los arpones. Las huellas de los corte* en objetos de hueso de los antiguos esquimales, las huellas de «¿esbastamiento, así como la aplicación de pequeños cortes a fin de darle una superficie rugosa a algunas partes que habías de ser ligadas con correas, fueron también pruebas para iderrtáficar las herramientas empleadas. Los cortes en los cotasíBos de morsa, utilizados como azadas o picos para hielo, alcanzaban los 8-10 mm. de profundidad. Fueron hechos en s» ángulo de 75-80° y no presentaban señales de astillamiento úd hueso. En las entalladuras realizadas con un ángulo pequero sobre diversos objetos, se conservaron astillas, que eran fácilmente separables y rotas. El ángulo interior de estos cortes «ra de unos 15 ó 18°, lo que indicaba el fino ángulo de aguzanseííto de la azuela o del hacha. Prácticamente no existen JierrjessJcntas cortantes de piedra cuyo ánguio de aguzamiento sea js&enor de 40°. Como ángulo de aguzamiento de herramienta» cortantes debe entenderse no el ángulo general del perfil de i» parte de trabajo, sino sólo el ángulo del perfil de 4a faceta especialmente pulida en el mismo extre301

fe . fe * ^ it i fe ^ fe 4 fe ^ V ^ fe . fe i * fe *

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mo del filo. Este ángulo se denomina también ángulo de afilado. El hacha o la azuela con un ángulo semejante de aguzamiento, pueden ser empleadas perfectamente en el trabajo primario de la madera. Los cortes o golpes aplicados con este tipo de herramienta en una caída vertical, rompen las fibras de la madera. Los cortes verticales en huesos son muy poco profundos, pero los oblicuos parecen anchos, ya que la viruta no se conserva en ellos, sino que salta por completo debido al golpe (Grabado 83,1). Las dificultades para obtener metales obligaron a los antiguos esquimales a continuar preparando azuelas pulidas de piedra, con las cuales realizaron muchos trabajos no sólo en madera, sino también en hueso. La existencia de herramientas cortantes de piedra entre los esquimales, fue lo que impulsó a los arqueólogos norteamericanos a atribuir a la época neolítica sus culturas antiguas. El ángulo de aguzamiento de las azuelas de piedra de los poblados esquimales antiguos en Chukotia, llegaba a los 55-60°, es decir, que era relativamente grande. También fueron constatadas huellas laborales de una azuela de piedra en objetos de hueso y en cantidad suficiente. La característica de estas huellas se diferenciaba claramente de aquellas hechas por una azuela de metal, lo que es fácil de comprobar comparándolas. El filo fino de la azuela de metal penetra en el tejido del hueso, dejando una finís ma línea de casi 0,1 mm. de ancho; los cortes se hallan muy cerca uno de otro, a veces a una distancia de 1 mm. y hasta más cerca aún (Grabado 83,2 y Grabado 84,1). Las huellas dejadas por el filo de una azuela de piedra están a mayor distancia unas de otras y como ya hemos dicho, son muy anchas (Grabado 83,1). En el caso de que los golpes hayan sido dados verticalmente y las huellas se agrupen estrechamente, la superficie de los huesos parece astillada y algunas líneas de los golpes se meten una en la otra. Los indicios de las huellas laborales dejados por las herramientas de piedra y metálicas que hemos descrito, no dejan lugar a dudas respecto a que ios antiguos esquimales conocían los metales a la vez que la piedra y sabían como utilizarlos en los trabajos en hueso, A esta conclusión se llegó en el año 1946. Al año siguiente, en 1947, la expedición de A. P. Okladnikov excavó un antiguo poblado esquimal a orillas de la bahía Saricheva (Cabo Baranov). Los objetos de hueso y madera hallados, tenían un buen estado de conservación. Los arpones pertenecían al tipo del período Birnirk en base a lo cual el yacimiento fue datado como perteneciente al primer siglo de nuestra era, de acuerdo con la periodización hecha por H. Collins, es decir más reciente que la cultura Vellen-Okvik. El tallado en dichos arpones no se diferenciaba en nada, por la técnica de trabajo, de los de esta última cultura. En la vivienda 302

85. Fragmemo de mandíbula de caballo salvaje de Kiik-Koba con ¡razas de fricción prolongada 'Paleolítico medio/.

número uno de este poblado fueron encontrados dos objetos de metal, uno de los cuales parecía un cuchillo hecho con un trocito ovalado de metal, insertado en un mango de hueso, y el otro eran los restos de un buril de hierro, inserto también en un mango. El metal estaba cubierto por una capa de corrosión. El cuchillo aparecia insertado en un surco lateral del mango, igual que el procedimiento utilizado en el neolítico para ajustar los cuchillos de piedra cortos, mientras que el buril estaba inserto en el extremo del mango (Grabado 83,10). Nuevos materiales procedentes de América confirmaron las conclusiones extraídas respecto de la utilización de los metales por parte de los esquimales para el trabajo del hueso en períodos antiguos. En el año 1948 se publicó una monografía de F. Rainey y H. Larsen, dedicada a la descripción de los materiales procedentes del poblado ípiutak, (Alaska Septentrional), excavado en los años anteriores a la guerra146. Entre los materiales de este poblado fue descubierto un buril de hierro, aunque se trataba también de un solo fragmento. A fin de aclarar si este hierro podía formar parte de un mete!4 * H. Larsen and F. Rainey. ipiutak and the artic whale hunting culture. Anthropo!. Pap. of the Amer. Mus. of Nat. Hist. New York, 1948.

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orito, H. Larsen y F. Rainey lo sometieron al análisis espectográfico. Este puso de manifiesto que el hierro había sido obtenido por procedimientos metalúrgicos y, por consiguiente, era importado. Este descubrimiento inesperado cambió radicalmente el punto de vista de los arqueólogos norteamericanos sobre la antigüedad de las primeras culturas esquimales. De acuerdo con la nueva periodización propuesta por Larsen y Rainey, Ipiutak fue considerado como el yacimiento más antiguo y datado como perteneciente a los primeros siglos de nuestra era. Los estadios Okvik, Mar de Behring antiguo, Birnirk, Pumuk, le siguen cronológicamente. De esta manera, toda la historia de los esquimales se resume en el marco de dos milenios. Sin embargo, también estos datos provocan dudas. Es difícil admitir que el hierro, que aparece en China solamente en los primeros siglos anteriores a nuestra era, pudo penetrar simultáneamente en el extremo norte. No hay pruebas fidedignas de la existencia de un intercambio comercial entre China o el Japón con el Ártico, en los primeros siglos de nuestra era y ni siquiera en siglos posteriores. La influencia exterior más antigua entre los esquimales groenlandeses es la ejercida por los europeos. En los siglos XIII y XIV los esquimales groenlandeses tuvieron contacto con los antiguos escandinavos. La confirmación arqueológica de este hecho la proporcionó el poblado Inugsuk en la zona de Upernavik donde fueron encontrados objetos de origen escandinavo. En el siglo XVII aparecieron en el mar de Behring exploradores y colonizadores rusos que entraron en relaciones de intercambio con los esquimales, de lo cual nos hablan los hallazgos de objetos de hierro y de vidrio hallados en yacimientos del período Pumuk superior. Con estos se agotan los datos arqueológicos, de acuerdo con los cuales se pueden afirmar con certeza como se efectuó la introducción del hierro entre los esquimales. No está excluido que en el siglo XIII y quizá antes, en el siglo X, los esquimales tuvieran comunicaciones irregulares con puestos avanzados de la cultura china en el Lejano Oriente y con Japón, de donde también pudieron haber recibido hierro. Pero estas relaciones pudieron iniciarse en épocas más antiguas, más allá de los siglos V o VI, aun cuando esto constituye hasta ahora solamente una suposición. A la luz de los hechos expuestos, el problema relativo al establecimiento de los esquimales en el Ártico puede recibir una nueva interpretación si no se encuentran poblados más antiguos que el Ipiutak y de una edad neolítica indiscutible. Es estudio de la técnica de trabajo del huevo es muy importante para establecer la cronología de aquellos yacimientos que están en el límite del cambio de la piedra al metal, pero que, como consecuencia de la falta de testimonios directos respecto de 304

la existencia del metal son datados como pertenecientes al neolitico.

4.

a.

LA DETERMINACIÓN DE FUNCIONES EN INSTRUMENTOS Y OBJETOS DE HUESO

Utilización en el paleolítico de los huesos anchos v planos

Ante todo debemos referirnos a las trazas en los huesos planos y anchos. Los huesos del cráneo, de la pelvis y del omoplato de los grandes animales, a juzgar por las trazas de su utilización, fueron empleados por el hombre del paleolítico, que aún no conocía la producción de objetos de cerámica, en calidad de vasijas y de otros utensilios de uso doméstico desde las épocas más antiguas. Entre los materiales óseos hallados en la caverna 1 de Chou-Kou-Tien (caverna del sinántropo), llaman la atención los huesos frontales del cráneo de ciervo. En base a las descripciones y las fotografías publicadas, se pueden distinguir tres tipos de trabajo esenciales en estos huesos: 1) huesos frontales de cérvidos librados de la cornamenta reciben una forma parecida a una taza; 2) la taza está retocada en los bordes con golpes exteriores; 3) los bordes, en algunas de sus partes, están pulidos hasta tener brillo. Claro está que la cuestión relativa a las vasijas óseas del sinántropo, sólo puede ser resuelta en base a un estudio especial de las huellas del trabajo en esos objetos, que sólo es posible en aquellos materiales que pueden ser sometidos al estudio en e¡ laboratorio. Entre los materiales óseos procedentes de la cueva KiikKoba, que se hallan en el Instituto de Zoología de la Academia de Ciencias de la URSS, fue descubierto un fragmento de la parte izquierda de una mandíbula de un caballo salvaje horadada y con aspecto cóncavo, en forma de cuenco alargado. Los indicios de su utilización, establecidos en el hueso descubierto, fueron los siguientes: 1) la capa compacta exterior del hueso en el costado cóncavo se halla desgastada juntamente con la capa intermedia esponjosa; esta capa sólo se conserva en los bordes; 2) la fricción se produjo, probablemente, con un objeto duro de p ; edra, lo que se manifiesta en el fuerte desgaste producido en la superficie; 3) en el borde grueso de la superficie desgastada se observan huellas de cepillado con un filo de sílex aguzado; 4) no se observan indicios de pintura; 5) en la. parte exterior del hueso, relativamente plana, no 305

( 6 . Kn-Koba. Paleolítico superior. 1-3) Fraemenlos de huesos de pelvis de mamut con huellas de su utilización como vasija. 4-6) Diserto de dos fragmentos (I, 2). 5) Perfil de uno de dichos fragmentos (3).

hay ninguna huella de fricción; aquí la superficie de la capa compacta está intacta (Grabado 85). Hasta hoy día no está claro qué materia fue la que se trituró en este objeto. Presumiblemente se trata de un utensilio doméstico. Hasta el presente no se hallaron objetos similares en otros yacimientos musterienses. Los materiales procedentes del paleolítico superior también nos proporcionan datos relativos al empleo de los huesos planos. En las estaciones de Eliseievich fueron hallados tres objetos completos con aspecto de taza y cerca de diez fragmentos con huellas de fricciones en la superficie cóncava. Los objetos completos estaban hechos con huesos de la pelvis de un mamut joven. Los fragmentos pertenecen a huesos craneanos, de la pelvis y del omoplato (Grabado 86). Los utensilios completos estaban fabricados de manera basta y descuidada en su exterior. En dos casos una parte del hueso de la pelvis, con la superficie cóncava, se rompió y a pesar de ello siguió siendo usada sin ser reparada retocándola, dejando una considerable extensión de su borde orlada con un denticulado, cómodo para sostenerlo con la mano izquierda. En un tercer caso, la parte de hueso que tenía una cavidad re306

87. Koaienki 1, paleolítico superior. /; Primera costilla de mamut, utilizada por el hombre como paleta. 2) Extremo ancho de la costila con huellas de trituración de colorantes en su superficie.

guiar, casi esférica, ofrecía señales de haber sido golpeada fuertemente en todo su alrededor y con las facetas, consecuencia de los golpes, cubriendo la parte externa convexa. Las huellas del desgaste en la superficie cóncava como consecuencia de un roce prolongado, se ven perfectamente al confrontar el aspecto de la capa ósea compacta del centro con la de los bordes de este objeto. En los bordes se conservan partes de la capa compacta rozadas débilmente. Trazas complementarias de la fricción, tal como se ve en el (Grabado 86,4) revelan dos hechos más: primero, la fricción seguía el eje del hueso, y segundo, la sección (que reproducimos aquí) atestigua el mayor desgaste en el centro del fondo de la taza. Teniendo en cuenta que la superficie trabajada del hueso no tiene huellas de pintura, se puede suponer que lo que se trituraba en dicho objeto eran productos alimenticios de origen vegetal o animal. Kostienki I nos proporciona ejemplos de utilización de huesos anchos, no sólo de la primera costilla del mamut como paleta para triturar pinturas (Grabado 87), de la cual hemos 307

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M. Kostienki I, paleolítico superior. I) Una parte de omoplato de mamut con huellas de corles en la superficie. 2) Sector de la superficie con huellas de cortes de 0,5 de tamaño natural).

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W. Kostienki I, paleolítico superior. Cuchilla de sílex. I) Lámina de sílex empleada como cuchilla de cuero. 2) Microdiseño de huellas lineales laborales en ¡apunta de la laminita de sOex (cuchilla). 3) Mkrofototrafía de huellas laborales en la lámina de sílex (cuchilla) (aumentado X100).^4) Esquema de los ángulos de inclinación de la cuchilla en el proceso laboral. S) Procedimiento laboral con la cuchilla (reconstrucción).

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hablado en el capítulo dedicado a las herramientas empleadas en la preparación de tintes minerales, sino también de otros huesos utilizados para diversas finalidades domésticas. En los omoplatos de mamut encontrados en dicho yacimiento, se han hallado grandes grupos de rasguños o cortes que alcanzan una longitud de hasta 10-15 cm. El movimiento de las herramientas puntiagudas, con las que se habían producido, estaban orientadas desde la articulación hacia abajo. Los cortes se agrupan en esa dirección en varias decenas y a veces se entrecruzan en un ángulo pequeño. El ancho de ellas no es uniforme, oscilando entre 0,1 mm. hasta 1 mm. (Grabado 88). De acuerdo con el informe de K. M. Polikarpov, también entre los materiales de las estaciones Eliseievich se han encontrado omoplatos de mamut cubiertos de pequeños cortes o rasguños. El origen de estas huellas aún no ha sido aclarado por completo. Es posible aceptar, en calidad de hipótesis, que sobre estos omoplatos de mamut se cortaron cueros empleando cuchillos de silex, pero hasta ahora sabemos muy poco respecto de tales herramientas. Solamente conocemos cuchillos de piedra para cortar cueros en el neolítico, concretamente, los cuchillos pulidos y acodados del norte de Europa. Entre las herramientas de silex halladas en el Kostienki I, fue descubierta una sola en la cual las huellas laborales, a través del microanálisis, testimoniaban que había sido utilizada para cortar pieles (Grabado 89,2,3). Esta herramienta no tiene, por su forma, nada en común con los cuchillos pulidos y acodados del norte de Europa. Estaba hecha sobre una lámina prismática de sección triangular. Su punta laboral era redondeada como una espátula, con el filo embotado en un lado por el uso. Esta pequeña lámina casi no posee signos de haber sido retocada si se exceptúa un iigero retoque en su extremo laboral (Grabado 89,1). Junto a los ejemplos ya señalados, han sido descubiertos dentro de las cabanas del Kostienki 1 otros hechos curiosos, demostrativos de la utilización del omoplato de un mamut adulto. Uno de estos omoplatos tenía una longitud de más de 70 cm. En él fueron halladas huellas de su elaboración y de su uti. lización. Las partes anchas y planas fueron seccionadas por medio de dos procedimientos. Primero se les practicaban incisiones con un buril, pero sin acabar la tarea, así, estas partes eran rotas por medio de fuertes golpes dados con una piedra .sobre los bordes. Los golpes eran dirigidos desde fuera hacia el interior de la concavidad de la escápula como testimonia la pre' sencia de grandes facetas ubicadas en su borde interno (Grabado 90,1). En distintas partes de la superficie del omoplato se conservaron huellas de su utilización (Grabado 90,3). El análisis de -dichas huellas demostró lo siguiente: 310

90. Kostienki I, Paleolítico superior. Omóplato de mamut trabajado. 1) Fotografía de ¡as huellas de ia fragmentación (porpercusionj y entalladura con buril en el borde del omóplato. 2) Posición del omóplato sobre el suelo de la vivienda. 3} Superficie de articulación del omóplato de mamut con huellas de su utilización por el hombre.

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91. Kosch-Koba, paleolítico medio. 1) Hueso carpial (os imermedium dextra) de lamano derecha de mamuth, con huellas de haber sido utilizado como yunque en la elaboración de herramientas de piedra. 2) Procedimiento laboral sobre un yunque (reconstrucción).

1) La superficie articular de la epífisis tiene forma de taza ovalada llena de líneas transversales y de rasguños; 2) los bordes elevados de dicha área estaban trabajados, desgastados, por lo que disminuyeron en altura; 3) en el borde más gastado se conservaron huellas lineales (estrías), que mostraban la dirección del movimiento, las cuales tenían el aspecto de surcos transversales, ubicados en fila en el borde circular rebajado. 4) por debajo de la epífisis la superficie del omoplato se hallaba alisada intensamente en una mitad y en algunas partes estaba gastada y pulida. Este alisamiento aparecía solamente en la parte del cuello, sobre todo en los bordes retocados. En toda la parte inferior del omoplato no había huellas de este tipo. Además, esta mitad fue la más deteriorada por el tiempo. 312

Se diferenciaba por la porosidad y agrietamiento de la superficie del hueso. Hay que señalar que el omoplato había sido roto por la mitad, precisamente en el límite entre la mitad superior e inferior, cuyas superficies presentaban un estado de conservación muy diferente. Al comienzo de la investigación pareció que el omoplato había estado colocado en forma vertical en el estrato cultural, con la epífisis hacia abajo, mientras que la otra mitad se encontró en la superficie y por ello se conservó peor llegando a romperse. Pero esta conjetura, al parecer verosímil, se hallaba en completa contradicción con las huellas dejadas por el hombre en el omoplato. Las huellas marcadas en la mitad correspondiente a la epífisis y particularmente en la superficie articular, sólo pudieron producirse en el caso de que el omoplato hubiera sido enterrado con la epífisis hacia arriba (Grabado 90,2). Además, fue enterrado en el suelo de la vivienda y no fuera de ella, ya que no hay en esta mitad de la epífisis señales de haber estado expuesta a la intemperie. En lo que se refiere a la mitad que había sido enterrada, su superficie se deterioró rápidamente sobre el suelo de la vivienda, aun en vida de sus habitantes, puesto que en él la tierra estaba cubierta de residuos domésticos, que habían creado un medio químico muy activo. Además, la mejor conservación de la mitad que había estado por encima de la tierra se explica por la mayor resistencia de la superficie alisada al ataque de los ácidos húmicos. ¿Para qué, pues, pudo haber servido este objeto en la vida doméstica del hombre del paleolítico? Sobresaliendo del suelo de la vivienda en unos 35-40 era., la epífisis alcanzaba el pecho del hombre sentado. Evidentemente el hombre se sentaba cerca de él frente al lado cóncavo del cuello escapular, ya que precisamente en este lado está más desgastada la superficie articular. Por lo visto este objeto servía de mesa de trabajo, era una especie de banco de trabajo doméstico, pero también es posible que haya sido empleado para las comidas por la forma de taza que tenía. Posteriormente este objeto se rompió casi a ras del suelo. Fueron hallados aproximadamente una decena de omoplatos de mamut trabajados de idéntica manera, como muestran los planos de las excavaciones realizadas en Kostienki I. Algunos de ellos conservaban una posición dentro del estrato cultural que confirmaba por completo nuestras deducciones respecto a que dichos omoplatos habían sido enterrados dentro de la vivienda con la superficie articular colocada hacia arriba. En la producción antigua jugaron un enorme papel los huesos de los animales en calidad de items auxiliares. Como lo demuestran los materiales hallados en las cuevas de Kiik-Koba, ya desde la época musteriense, el hombre utilizó ampliamente los huesos erf la confección de las herramientas de piedra. En 313

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92. Kosch-Koba, paleolítico medio, /y Hueso de la mano de! mauth con huellas de haber sido utUizado como yunque pera el retoque por percusión de herramientas de sílex. 2) Hueso de tamaño de mamuth con hueim de haber sido utilizadí como yunque para el retoque por percusión de puntas. 3) Procedimiento de trabajo sobre el yunque (reconstrucción).

ellas fueron encontrados huesos de patas de mamut (carpíales, lunar, cuneiformes), con huellas de haber sido utilizados como yunques147*, y muchos fragmentos de huesos largos de caballos y asnos salvajes que fueron utilizados como retocadores (Grabados 91, 92 y'93). De esta manera, con los materiales procedentes de las cuevas de Crimea, se pueden seguir las etapas fundamentales en la elaboración de las herramientas de piedra. Las huellas halladas en el centro de la superficie articular, los huesos car147 S. A. Semenov. Útiles de hueso de las estaciones paleolíticas de Kiik-Koba y Kosch-Koba. Resúmenes del Instituto de Historia de las culturas materiales de la Acad. de Ciencias de ¡a URSS. * También han sido hallados objetos semejantes en España, por ejemplo en la cueva del Musclo (Sitges, Barcelona), donde se halló un pisciforme de Elephas Antiquus con trazas idénticas a las de la figura 91 de Semenov. (N. .R.).

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93. I-3J Retocadores de huesos ¡argos de Kük-Koba (paleolítico medio) (CD, EF, líneas indicadoras de la posición inclinada del retocador en la mano. AB, eje vertical). 4) Retocador óseo de Kostienki I (de un hueso largo), paleolítico superior. 5) Método de trabajo del retocador óseo.

piales demuestran que sobre ellos se extraían las láminas de los núcleos. Las huellas son fuertes, agudas y angulares (Grabado 91,1). En una parte del borde de ese mismo hueso son claramente visibles, huellas estrechas poco marcadas, dispuestas en fila, como las que dejaría una punta denticulada al ser retocada por percusión sobre el yunque. Estas huellas están fuertemente marcadas en el borde del hueso y desaparecen en el centro. Huellas similares son visibles también por todo el borde de un carpial (Grabado 92,1). En un hueso cuneiforme las huellas que se encuentran en el borde derecho proporcionan la imagen de una herramienta retocada por percusión, pero ya no se trata de una punta aguzada, sino probablemente una raedera u otro útil de forma parecida (Grabado 92,1). 315

94 BnjflMo* de Avdeiev, paleolitico superior. 1-2) La parte laboral del bruñidor del pri' ll¡10 f/; parte ¡menor. 2: parte exterior con huellas de haber sido utilizado como relo" di r) i'I Parle laboral de bruñidor del segundo tipo. 4) Procedimiento laboral con el priC f-gfo freí (instrucción). 5) Procedimiento laboral con el segundo tipo (reconstrucción).

Fragmentos de diáfísis de los huesos largos fueron utilizados por los habitantes de las cuevas Kiik-Koba para operaciones mucho más finas. Eran retocadores para retocar el filo de las herramientas cortantes de silex por medio de la presión sobre la mano, sin utilizar soportes fijos (Grabado 93,1-3). Durante el estudio de los retocadores de hueso fueron descubiertos hechos sumamente interesantes en relación al trabajo del hombre de Neanderthal. En algunos casos las huellas del retoQUC a presión poseen el carácter de fuertes golpes, dados uno sobre otro, y en otros casos presentan el carácter de pequeñísimos deterioros, apenas distinguibles a simple vista, de los cuales sale un haz de finísimos rasguños provocados por un filo que ha sido trabajado con gran minuciosidad y con un retoque sumamente fino. Estos hechos nos han convencido de que las manos del hombre neanderthalense de la cueva Kiik-Koba fueron poseedoras de cualidades motoras y sensoriales muy finas, a pesar

de su gran fuerza muscular. Por consiguiente, los hechos no confirman las conclusiones de G. A. Bonch-Osmolovsky relativas a que las manos del hombre neanderthalense de la gruta Kiik-Koba eran parecidas a una garra y al débil desarrollo de su sistema locomotriz1**. Además, el estudio de la distribución de los golpes en los retocadores de hueso de Kiik-Koba y TeshikTasch prueban que la mano derecha del hombre neanderthalense jugaba un papel fundamental en el trabajo, ya que trabajaba sosteniendo en ella el retocador y la herramienta en elaboración en la otra mano. Se puede llegar a esta conclusión debido a que las incisiones se distribuyen sobre la parte convexa del retocador no perpendicularmente a su eje sino con una cierta inclinación, lo que indica que el eje de la herramienta en elaboración y el del retocador se entrecruzaban formando un ángulo de 75-85°. De esta manera, las incisiones de la parte superior del retocador se hicieron desde la izquierda, y las inferiores desde la derecha (Grabado 93,1). Si el hombre neanderthalense hubiera trabajado soteniendo el retocador con ia mano izquierda, las incisiones se hubieran distribuido de manera completamente contraria. Los retocadores de hueso para elaborar el filo que aparecieron en la época musteriense, siguieron utilizándose en el paleolítico superior, como lo prueban los materiales de Kostienki I (Grabado 96,4) y de otros yacimientos.

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Los mangos de hueso y asta en el paleolítico Durante el proceso del estudio de las herramientas de hueso del paleolítico se aclararon algunos aspectos respecto de los mangos más antiguos. El papel técnico de los mangos fue sumámente grande. Ellos elevaron en varias veces la fuerza mecánica y la eficiencia de la herramienta en el trabajo. En herramientas como el hacha y la azada crece, gracias al mango, la fuerza mecánica del golpe, debido al aumento del radio del movimiento hecho con el brazo. En las herramientas cortantes, tales como el cuchillo, el mango eleva la fuerza mecánica de la presión poniendo en acción la musculatura de mayor potencia del brazo y del hombro. De ahí que la creación del mango sea el primer paso importante hacia adelante en lo relativo a la mecanización del trabajo en la economía prehistórica. En el paleolítico inferior no existió el mango como complemento especial de la herramienta. Las evidencias arqueológicas demuestran que en esa época la herramienta y el mango i« S. A. Semenov, Instit. Etnog. de la A. C. de la URSS «N. N. Miklujo Maclay», Ed. XI, 1950, pags. 70-82.

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consumí.in un.i sola piC¿N, ya iuci.ni u c u a m i e n t a s 14c Hueso o

de piedra. 1 utre los materiales de Kiik-Koba, hay herramientas con forma de lezna y de puñal, hechas con huesos largos de caballo salvaje. En ellas la epífisis cumplía el papel del mango. La utilización de la epífisis como mango de la herramienta es una conquista sumamente simple pero útil. Aparecida en la época musteriense y quizás antes, sirve al hombre durante toda la Edad de Piedra y la de los primeros metales. Es sabido que las herramientas de hueso muy excepcionalmente tenían un mango aparte, ya que se solía utilizar la parte no laboral de la herramienta, con incisiones, a fin de que ia mano no resbalase. Probablemente éste es también un procedimiento antiguo. Pero no se han encontrado antes del paleolítico superior. Entre los materiales procedentes de Eliseievich se conservan pequeños colmillos de mamut joven, así como también puñales hechos con trozos de colmillos, con incisiones semejantes en la base que servía como parte destinada a mango. Lo curioso es que estas incisiones no cubran todo el espacio destinado a mango, sino que se concentran en dos focos, el más pequeño para el dedo pulgar y el otro para los demás dedos y la palma de la mano. Esto mismo se observa en herramientas de hueso de los esquimales. El mango como implemento independiente adosable a la herramienta, como complemento de la misma, no aparece hasta el paleolítico superior149. Con todo derecho podemos hablar de la existencia de mangos para herramientas tales como el hacha y la azada, ya que fue demostrada por las huellas laborales dejadas en ellas. También son conocidos los mangos de hueso para las herramientas de piedra destinadas a cortar, taladrar y agujerear. El mango más simple nos lo proporciona el yacimiento de Malta. Un cuchillo de sílex se insertó profudamente en la masa esponjosa de un asta cilindrica, gracias a lo cual se logró una colocación simple y firme de la herramienta en el mango. Pero este procedimiento de fijar la herramienta comporta una deficiencia muy grande. Cuando la herramienta se rompía, lo cual ocurría con mucha frecuencia en el caso del sílex, la parte que quedaba en el mango era muy difícil de extraer. Por eso ya en el paleolítico superior fue inventado un mango más perfeccionado que tenía un engaste con orificios transversales para así poder extraer los trozos de la herramienta de sílex. Un mango cambiable como el descrito se halló entre los materiales de Eliseievich. Está confeccionado con un hueso largo. La abrazadera está constituida por la cavidad natural de la diáfísis y para 149 S. A. Semcnov. Los mangos de hueso del paleolítico superior. Resúmenes del Instituto de Historia de las culturas materiales de !a A. C. de la URSS. Ed. XXXV, ¡950, págs. 132-138.

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la extracción del trozo de sílex tiene dos orificios hechos en la coyuntura de la epífisis. Sin embargo, la utilización de los huesos largos como material para los mangos fue suplantado en gran medida por las astas de ciervo. La abrazadera redondeada de los huesos largos no siempre coincidía con la forma de las herramientas de sílex, y además, las paredes de las diáfisis eran quebradizas. Como ejemplos de mango cambiable hecho de asta de ciervo, pueden servir dos: uno para un raspador, descubierto entre los materiales de los montes Afontov, y el otro, para buriles, encontrado en Mezin, que era técnicamente muy perfecto.

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El mango de Mezin es muy pequeño. Su abrazadera está cortada parcialmente en los lados, de manera que era posible cogerla con los dedos de la misma manera que cogemos un lápiz acercando los dedos a la misma punta. Estos indicios y otros nos permiten ver en el mango de Mezin no un mango común para un simple buril, sino un mango para un buril de un artista paleolítico, con el cual grabó dibujos en los huesos, tan bien representados en este yacimiento.

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Claro está que la técnica esquimal nos proporciona ejemplos del más alto perfeccionamiento en mangos de hueso para instrumentos cambiables. En este caso el orificio para extraer la punta del útil está reemplazado por un corte lateral, en la base misma de la abrazadera. En el extremo trasero tiene taladrado un agujero para poder colgarse la herramienta del cinturón. Esta clase de mangos fueron elaborados en su mayor parte con costillas de animales marinos.

c.

Herramientas de hueso para dar brillo al cuero en el paleolítico superior

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I Las azadas de hueso procedentes de Eliseievich y Puchkari I, y otras herramientas parecidas a ellas, con una sección plana, iorma arqueada y un extremo redondeado convexo, como se sabe se las clasificaba como « Bruñidores» * (herramienta para dar brillo al cuero). Todos 'os objetos de hueso con aspecto parecido al descrito eran integrados en dicha categoría, pero aunque los verdaderos bruñidores recuerdan por su aspecto exterior a las azadas, sus proporciones y sus huellas de desgaste son distintas. * En España se suele encontrar ¡a clasificación «espátula» en la bibliografía (N. R.). 319

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II

I Dos series de bruñidores de hueso, procedentes de Kostienki I y Avdeiev fueron analizadas con todo detalle. Los bruñidores de Kostienki I estaban hechos con una costilla de ciervo y con una costilla y un colmillo de mamut. En su mayor parte eran fragmentos de longitud variable que iba desde los 40 mm., a los 200 mm. Había también bruñidores que se habían roto durante el proceso laboral como consecuencia de una presión relativamente fuerte. Los extremos laborales del bruñidor son planos, redondeados. La costilla del animal, con la cual se había confeccionado el bruñidor, había sido con anterioridad dividida longitudinalmente. El bruñidor se había confeccionado con la mitad de la costilla, dejando expuesta la estructura esponjosa del hueso en una de las caras de la herramienta. Resulta sumamente curioso el hecho de que sea precisamente esa cara (con la estructura esponjosa) la parte laboral de la herramienta, a juzgar por el desgaste y las señales lineales de su utilización. El perfil del bruñidor es ligeramente arqueado. La cara laboral es la línea exterior del arco. El extremo laboral del bruñidor está redondeado y la parte esponjosa se halla cortada en parte por un cuchillo de sílex, alisada y hasta pulida durante el trabajo. En una serie de casos se puede observar que los bordes redondeados del extremo laboral no sólo están alisados y pulidos, sino también afilados por la utilización, aguzados hasta tener un filo finísimo. Los bruñidores de Avdeiev se conservaron mejor. Allí estamos en presencia de una serie de herramientas completas que tienen una longitud superior a los 300 mm. Junto a bruñidores similares a los de Kostienki I, en Avdeiev se puede distinguir una vanante especial de esta herramienta (Grabado 94,2). Estos también están hechos de costillas, pero en ellas las huellas de desgaste son muy diferentes. Se hallan claramente visibles en su extremo laboral en forma de facetas redondeadas y no van desapareciendo gradual e insensiblemente en dirección al mango como ocurre en las herramientas de Kostienki I. Su extremo laboral produce la impresión de haber sido afilado por pulido. Pero el redondeado de las facetas demuestra claramente que no se trata de un afilado por pulido contra un objeto duro, sino de un desgaste provocado por un material más o menos flexible, en el cual el bruñidor penetró ligeramente con su extremo laboral. El carácter y la orientación de las líneas de desgaste tienen también sus particularidades en cada tipo de bruñidor. En el primero de ellos, las líneas que comienzan desde el mismo borde del extremo laboral, van ligeramente en sentido diagonal y demuestran que el operario impulsaba hacia adelante el bruñidor no en el sentido de su eje, sino ligeramente hacia la derecha (Grabado 94,1,3,4). En el trabajo con el segundo tipo de bruñi320

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95. 1-3) Azadas hechas de colmillos de mamut. Eliseievich, paleolítico superior (1: aspecto general visto de tres lados). 2) Huellas de desgaste en la punta del útil. 3) Azada con mango /reconstrucción}. 4) Azadón hecho con costilla de mamut con huellas de uso. Puschkari l, paleolítico superior.

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dor, el hombre lo impulsaba firmemente en la línea*de su eje, apretando con fuerza sobre la cara anversa del cuero (Grabado 94,5). Además, el ángulo de la posición del bruñidor respecto a la superficie plana del material era en el primer caso sensiblemente menor que en el segundo. Es muy probable que el pasaje a este nuevo procedimiento laboral, es decir, al empleo de un bruñidor del segundo tipo, fuese el resultado de que el útil se rompiera con bastante frecuencia por la presión sobre el extremo laboral producida al colocarla en un ángulo pequeño. La longitud del bruñidor, su posición en el trabajo y el nivel de su desgaste nos revelan que la tarea de lustrar el cuero se realizaba con las dos manos. Con la mano derecha se sostenía el mango de la herramienta en un ángulo determinado respecto de la superficie plana del material y los dedos de la mano izquierda (el índice y el mediano o el pulgar) se apoyaban sobre la parte laboral delantera (Grabado 94,4,5). El dar brillo al anverso del cuero constituye una de las operaciones esenciales en la producción de cueros. En la industria contemporánea del cuero casi todos los tipos de este material son sometidos a esta operación por medio de máquinas satinadoras, en las que el instrumento principal es un rodillo de ágata o de vidrio. Con el satinado el cuero se comprime y su capa exterior toma brillo, adquiriendo no sólo más vistosidad sino también más solidez y una mayor impermeabilidad. La mayor parte de los semifabricados de cuero son sometidos a la satinización después de haberles quitado la grasa y aplicado el tinte. En algunos bruñidores del paleolítico se encuentran huellas de colorante (ocre) pero ¡a mayoría de ellos no las poseen. A veces en el paleolítico se combinaba la operación de quitar la grasa con la del bruñido, sellando los poros de los cueros con la grasa con la finalidad de hacerlos más elásticos e impermeables. Una combinación similar de operaciones pudo observarse entre los esquimales. Llama la atención la racionalidad técnica, lo bien pensado, si se nos permite decirlo así, de las formas de bruñidores de hueso del paleolítico y los procedimientos laborales aplicados con ellos. Al igual que en los instrumentos de los bruñidores actuales, claro está que en escalas diferentes, en el bruñidor paleolítico se realiza el principio de la mayor fuerza sobre una pequeña superficie del objeto sometido al trabajo. La compresión del cuero y el logro del brillo en la superficie exterior, sólo son posibles de alcanzar por medio de la concentración de la presión en superficies limitadas y moviendo los instrumentos con esa presión. En las condiciones de la economía paleolítica, el bruñidor de hueso aparece como una herramienta muy adecuada y, hasta podría decirse, que la única posible para realizar esas funciones. 322

96. /; Punta laboral de un pico hecho con colmillo de morsa. 2) Fotografía de las huellas laborL.es en la punta del pico (aumentado X 2). 3) Ghukoitia.

á. Las herramientas de hueso para trabajar ¡a tierra Hasta no hace mucho tiempo las herramientas para trabajar la tierra (picos y azadas) estaban consideradas como vinculadas únicamente a la agricultura y consideradas como patrimonio del neolítico pleno. El estudio de las huellas laborales posibilitó, en primer lugar, establecer la existencia de herramientas para cavar en época paleolítica, y en segundo lugar, seleccionar los indicios generales comunes, característicos para esta categoría de herramientas tan importantes, independientemente de sus formas, materiales y época150. 150 S. A. Semenov. Las azadas de hueso de la estación del paleolítico superior. Eliseivicha y Puchkari I. Arqueología Soviética, t. XVI, 1952, págs. 120-128.

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Hasta ahora se ha establecido la presencia de herramientas de hueso para trabajar la tierra en sólo dos estaciones, en la de Eliseievich y en_la Puchkari I (Grabado 95). Los antiguos pobladores de Eliseievich, muy probablemente, utilizaron dos tipos de estas herramientas: 1) un palo excavador del tipo más simple; 2) una azada de tipo muy perfeccionado, provista de un mango. Como palo excavador podía servir una costilla de mamut con un extremo puntiagudo, obtenido por medio de un corte en diagonal del hueso. Es interesante señalar aqui que los palos escavadores de madera entre los australianos y los veddas eran aguzados de idéntica manera. Por su tamaño, estos instrumentos procedentes de Eliseievich no eran iguales. Junto a ejemplares pequeños, que no llegaban a tener 20 cm. de largo hechos con un trozo de costilla seccionada longitudinalmente, hay ejemplares con una longitud de 50 cm. y más. Todos ellos se distinguen por tener un extremo laboral fuertemente gastado y romo. Sus bordes y ángulos están gastados por el roce. Apenas si son visibles las estrías producidas por el roce con la arena, o no lo son en absoluto. Esto demostraría que el hombre trabajó con el útil sin tener procedimientos fijos. Lo introducía en forma vertical y lo accionaba como una palanca, apoyando en él todo el cuerpo. A veces escarbaba y hurgaba la tierra y también la golpeaba, tal como lo hacen las mujeres australianas cuando quieren abrir los hormigueros. Las azadas de Eliseievich están hechas con colmillos de mamut joven y las de Puchkari I de costillas del mismo animal. En ambos casos fue aprovechada la curvatura natural y la forma arqueada de dichos huesos. Sin embargo, en el caso de la azada grande, hecho con el colmillo del mamut, presenta huellas de una considerable labor previa destinada a separar longitudinalmente la mitad del colmillo, mientras que en la azada hecha de la costilla, de tamaño mucho menor que la primera, simplemente se ha aguzado el extremo. Pero tanto en un caso como en el otro el extremo de trabajo tenía forma redondeada. Las huellas laborales en dichas azadas tienen un carácter específico. Se hallan situadas principalmente en la parte delantera de la punta en forma de líneas y rasguños claramente visibles, producidos por el roce de grandes granos de arena, y van en dirección hacia arriba, partiendo de la parte laboral; en la parte opuesta las huellas son muchísimo más débiles (Grabado 95,2,4). El carácter del desgaste y la formación de las huellas lineales en las azadas de hueso se pueden establecer fácilmente por medio de la comparación: en primer lugar, comparando estas huellas laborales con las huellas de desgaste en las azadas de colecciones etnográficas; y en segundo lugar, confrontando las huellas de las herramientas antiguas con las huellas en las azadas de metal actuales. 324

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TI. I) Azada de asta de Pelchiora (Podolia del sur), con orificio inclinado (AB, parte laboral, desgastada). 2) Estrias en la punta de la azada. 3) Extremo del mango para la atadura de la azada (reconstrucción). 4) Aspecto general de la azada con mango (reconstrucción). Primera Edad del bronce.

Las investigaciones realizadas en azadas de hueso de los esquimales y en azadas pertenecientes al equipo de campo de la sección de Leningrado del Instituto de Historia de la Cultura material de la Academia de Ciencias de la URSS, confirmaron las conclusiones extraídas del material arqueológico. Las huellas de uso en las azadas de hueso permiten, en una serie de casos, hablar no solamente del grado de desgaste y la duración de la utilización de la herramienta, sino también del carácter y calidad del suelo en que trabajaron. El filo embotado, la agudeza y profundidad de las lineas en el extremo laboral de la azada, testimoniarán la presencia de grava o de arena 325

98.1-2) Palas de asta de alce de ¡a turbera Schiguirsky. B) Huellas laborales en su borde delantero (aumentado). Primera Edad del Bronce.

gruesa en el suelo. Como ejemplo de una azada semejante, puede servir la piqueta de los esquimales hecha con colmillo de morsa, hallada por S. I. Rudenko entre otras herramientas similares, en Chukotia, en el año 1945 (Grabado 96). El desgaste uniforme de las azadas y la presencia en ellas de huellas lineales muy finas y ligeras, reflejarán la calidad pulverulenta o poco granulosa del suelo en el que fueron utilizadas, ('orno ejemplo de ello puede servir la azada hecha de asta de ciervo hallada en el poblado Petchora, excavado en el año 1947 por M. 1. Artamonov (Grabado 97).

e.

La pala de asía de ¡a turbera de Schigirsk

Las huellas de desgaste más características para las palas son las que poseen la herramienta de asta descubierta en la turbera de Schigirsk (Ura!) que se conservan en la sección arqueológica del Museo Etnográfico «Pedro el Grande», en Leningrado bajo la etiqueta ie «remos». La pala tiene una forma ovalada con tres pares de orificios hechos en el centro, destinados a ajustaría al mango (Grabado 98,1,2). Está hecha con la pala ancha de la cornamenta de un alce que alcanza 30 cm. de largo, más de 15 cm. de ancho, pero de sección muy fina, de unos 5-6 mm. A juzgar por el hecho de que una cara de la pala se compone de la capa compacta de la cornamenta y la cara opuesta de la parte esponjosa, la base de la cornamenta fue cortada con mucha habilidad por la mitad en toda su extensión, es decir, abierta por la parte esponjosa. Las huellas de su elaboración, conservadas mucho mejor en las paredes de los orificios, prueban que la pala fue fabricada con herramientas de metal. Lo señalan también los cortes hechos casualmente en la superficie de la capa compacta con un filo con ángulo de aguzamiento muy pequeño. Los orificios fueron hechos con un cuchillo que tenía una punta muy afilada y estrecha. La forma ovalada de la pala, su aspecto ligeramente de cucharón y su sección muy fina sirvieron para clasificarla como remo. Semejante clasificación pareció más verosímil aún ya que el remo existió realmente en la época sometida a investigación. Remos de madera con una elaboración excelente fueron descubiertos, por ejemplo, en la turbera Gorbunov151. Aquí también fue encontrada una pala de asta, pero de construcción diferente a la de Schigirsk. Las huellas de desgaste en el borde laboral de esta última aparecen de manera completamente clara. Se hallan ubicadas sobre todo en la cara posterior del borde de la pala. Las estrías son prueba de un movimiento orientado paralelamente al mango (Grabado 98,3). El análisis de las huellas demuestra cierta particularidad en el desgaste de la herramienta durante su uso. Así, por ejemplo, en la cara delantera de la pala cuya superficie es áspera y arqueada, cerca del borde también se observan huellas del desgaste.- Tienen el aspecto de pulido, casi una patina de lustre ubicada en las partes salientes de la superficie. Las huellas laborales se distinguen por su fractura, distintas de la de una pala común para trabajar la tierra, caracterizada por las gruesas marcas causadas por la fricción con la arena y la grava. La parte laboral de la pala de Schigirsk se gastó y hasta se pulió debido a la resistencia de un material mucho más flexible y dé151

D. N. Eding. La talla escultórica de L'ral. Moscú, 1940, pág. 27.

99. Herramientas para bruñir cerámica de Luka-Verubleveisky. Paleolítico superior, i) Bruñidor de un hueso entero consuperficie arqueada en la diáfass. 2} Bruñidor de un hueso fracturado con cuatro superficies arqueadas en ía dtáfasis.

bil, que solamente pudo ser tierra suelta, arena blanda o nieve. Con esta pala el hombre no cavaba, sólo esparcía la tierra que ya había sido previamente cavada por una azada de asta. Las azadas de asta fueron descubiertas en 3a turbera de Gorbanovski. Aquí hay que señalar que cavar la tierra, en el sentido actual del término, en que la pala penetra profundamente en la tierra ayudada con la presión de todo el cuerpo, es decir, que efectivamente corta la tierra, sólo fue posible más tarde, con la aparición de las palas metálicas. 5.

UTILIZACIÓN DE LOS HUESOS LARGOS EN LA TECNOLOGÍA ANTIGUA

Desde hace mucho tiempo son utilizadas herramientas de hueso en algunas ramas de la producción, lo cual subraya el paJ

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peí muy importante de las astas y de los huesos largos, no solamente en la sociedad primitiva, sino también en tiempos muy posteriores. La serie de ejemplos que citamos más abajo sobre el empleo de huesos largos de jabalíes, toros y caballos al final del neolítico, en la época antigua y en los siglos VIII-XIII nos enseñan cómo la sociedad se aferró empecinadamente a algunas formas primitivas de trabajo, a pesar de que en otras ramas de la producción había marchado considerablemente hacia adelante. Por otra parte, estos ejemplos invitan a los investigadores a no dejar de prestar su atención a aquellos materiales que a primera vista parecen ser enigmáticos e indescifrables. a)

Los huesos bruñidores del poblado Luka- Vrublevetskaya

Los materiales procedentes del poblado Luka-Vrublevetskaya nos proporcionan las huellas más características del desgaste de las herramientas de hueso durante el proceso de elaboración de las superficies esféricas de las vasijas de arcilla (Grabado 99). Una serie de huesos largos de jabalíes tienen en la diáfisis clarísimas huellas de trabajo. A primera vista, los huesos parecen haber sufrido unos intentos de ser cortados longitudinalmente con alguna herramienta afilada. Estos cortes en la diáfisis. aplicados desde distintas direcciones, dan a los huesas el aspecto de objetos tallados sin mucha utilidad. Las paredes de la diáfisis están en algunas partes cortadas casi hasta llegar a la cavidad medular. Pero los cortes o las facetas no tienen forma regular. Las cavidades producidas tienen forma de arco, hasta esferoidal. Al principio no fue posible entender el sentido de una tal preparación del hueso. La dificultad en descifrarlo se hacía mayor por el hecho de que estos objetos no eran los huesos largos enteros, sino mitades. Cada una de estas mitades tenía varias cavidades esferoidales de distintos diámetros. Al parecer, los huesos fueron utilizados en un principio enteros, pero por el desgaste de los mismos que llegaba a la misma médula en algunos costados, llegaron a partirse en dos, como puede observarse en los huesos pulidores procedentes de Olbia. Sólo que en Luka-Vrublevetskaya las mitades no se desechaban sino que seguían siendo utilizadas después de la fractura. La investigación de las huellas lineales del desgaste condujo a la solución del problema relativo a la funcionalidad de estas herramientas. En la superficie de los espacios de las cavidades eran bien visibles, a simple vista, estrías que señalaban la dirección del movimiento en el proceso laboral. Las estrías iban a lo largo del eje de la diáfisis y muy frecuentemente paralelas unas a otras. A pesar de que las estrías del desgaste eran visibles a simple vista, la superficie de dichas cavidades era lisa, como si hubiera 329

sido pulida. Las aristas entre las concavidades estaban marcadas y agudas. En lo que respecta a las epífisis, no tenían huellas de desgaste aparte de un pulimento regular. Los indicios señalados permitieron llegar a las siguientes conclusiones. Teniendo en cuenta que los espacios gastados de la diáfisis presentaban una concavidad esferoidal, ésta sólo pudo haberse producido a consecuencia de su roce con objetos de formas esféricas o próximas a ellas. Puesto que las líneas de desgaste son casi paralelas (Grabado 100,1), la fricción se produjo con un movimiento horizontal en en una sola dirección, ya que el movimiento oscilatorio provoca una superposición y entrecruza-

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100. Útiles del Neolítico final para bruñir de Luka Vrubievestkaya. I) Microfotografia del desgaste en el hueso. 2) Microfotografia de un hueso trabajado con útil de sílex. 3) Fragmento de cerámica bruñida. 4) Reconstrucción del método de bruñir.

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101. Luka-Vmblevetskaya. Paleolítico superior. 1/ Hueso gastado por su utilización; son visibles las muescas de los cortes. 2) Hueso con cortes aplicados con el filo del hacha (no fue utilizado). 3-4) trozos de herramientas gastadas y rotas durante el trabajo, sobre cuya superficie son visibles huellas de los cortes y de las estrías de desgaste

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miento de las líneas. En el movimiento unilateral (hacia delante) del hueso, toda su superficie cóncava se desplazaba alrededor del objeto en elaboración. La ausencia de huellas de trabajo en la epífisis y el pulido regular en todos los puntos salientes nos indica que la epífisis sirvió de mango. Las aristas marcadas entre los bordes prueban que el objeto en elaboración era bastante duro y los rasguños visibles a simple vista, prueban, a su vez, la presencia de partículas pequeñas ásperas, insertas en la superficie del objeto. Una investigación detallada de los espacios cóncavos en los huesos demostró que su aparición no se debia solamente a la fricción con un objeto esférico. Estos espacios habían sido previamente raspados en los huesos con una herramienta de sílex con un filo curvo y retocado. Las huellas del raspado quedaron marcadas como líneas onduladas en algunas de las facetas (Grabado 100,2). De esta manera las superficies usadas en los huesos fueron hechas, en un principio, con herramientas de sílex. Fueron preparadas en correspondencia con el diámetro del objeto esférico que iba a ser elaborado, antes de ser utilizado el instrumento. Todos los indicios enumerados permitieron considerar los huesos descritos como alisadores, empleados en la producción de vasijas de arcilla. El conjunto de materiales cerámicos hallados en Luka-Vrublevetskaia confirmó la deducción hecha. Los objetos de arcilla allí encontrados tenían, en un porcentaje enorme, una superficie lisa, bruñida, oscura, de distintas tonalidades que iban desde el negro hasta el gris. Algunos fragmentos de los mismos poseían un radio con una curvatura esférica correspondiente al radio de las concavidades de los huesos. Las superficies bruñidas de las vasijas de arcilla observadas con aumento demostraron que su elaboración se hizo con un movimiento horizontal, de lo cual son testimonio las lineas orientadas en dicha dirección. El brillo se logró después de que los objetos se secaran. En alguna vasija ornamentada, el bruñido fue efectuado sobre el ornamento (Grabado 100,3). Hasta hoy día no ha sido aclarado todo el proceso laboral para la obtención del bruñido en la superficie de las antiguas vasijas de cerámica. Su tecnología, y particularmente la obtención de engobe que produce la impresión de vasija esmaltada, es uno de los secretos de los antiguos alfareros. Pero no hay ninguna duda respecto al empleo de instrumentos especiales de bruñido en este proceso. Los alisadores de asta o de hueso jugaron también un papel esencial en la producción artesanal de vasijas rusas de antes de la revolución. Se los utilizó tanto en la elaboración de la superficie cruda de la vasija como después de que esta estuviera seca. «Cuanto más fina y grasosa era la pasta —escribió M.

101. /; Herramientas áseos para pulimentar de Olbia (por los dos lados). 2) Estereofotografía de ¡a superficie esponjosa de esta herramienta. 3) Procedimiento laboral del hueso-pulimentador.

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Novgorodsky— mejor conservaba el brillo del bruñido después de la cocción»152. b)

Los huesos para alisar y pulir de Olbia

Incluso en la época del empleo de los metales se siguieron utilizando huesos de animales como herramientas de trabajo. Como la mejor ilustración de ello pueden servir los huesos largos de toros y caballos descubiertos en Olbia en el año 1947151, en un estrato de la época helenística. Estos huesos presentan para nosotros gran interés. Además de en Olbia, se encontraron en Thanagoria, en la Neapolis escita donde se descubrieron nuevos detalles de la técnica grecoescita de la construcción, y posiblemente de muchos otros países del mundo antiguo. Una serie de alrededor de cincuenta ejemplares de estos huesos fueron sometidos a la investigación. Todos ellos tenían bien claras las huellas laborales y se hallaban perfectamente conservados. Todos habían sido trabajados con herramientas de metal antes de ser utilizados, lo que puede comprobarse por los siguientes indicios: 1) la diáfisis fue cepillada por dos costados, y hasta por los cuatro costados, de manera tal que su cuerpo cilindrico se convirtiera en cuadrangular; 2) cada una de las caras de !a diáfisis estaba cubierta de pequeños cortes alineados dispuestos en diagonal respecto al eje longitudinal del hueso (Grabado 101). Desde un primer momento fue evidente que no teníamos ante nosotros elementos ornamentales u objetos de culto, sino herramientas para el trabajo. Pero fue imposible aclarar su

152

M. Novgorodsky, El Curtidor, San Petersburgo, 1908, pág. 49. Los huesos fueron descubiertos por S. I, Kaposehin en hoyos con derrumbes de construcción. 153

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103. f) Fotografía de las huellas de desgaste sobre la superficie del hueso lima por la acción dr fo$ abrasivos (aumentado X 2). 2) Procedimiento laboral del hueso pulidor íreconsfnicción). 3) Disposición de los cortes y de las estrías de desgaste sobre el hueso pulidor. 4) Sector de la herramienta ósea con granos de arenas incrustado en el tejido óseo. 5-6) Extremo de láminas de mármol trabajado con el hueso pulidor.