Aproximacion Al Estudio De Las Funciones Informativas

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TOMÁS JIMÉNEZ JULIÁ

APROXIMACIÓN AL ESTUDIO DE LAS FUNCIONES INFORMATIVAS

EDITORIAL LIBRERÍA ÁGORA, S.A. Málaga, 1986

C U A D E R N O S D E L IN G Ü ÍS T IC A D irector: Jo sé A ndrés de M olina

Tomás Jiménez Juliá Editorial Librería Agora, S.A. 1986 Carretería, 92; Tlf.: 22 86 99 Málaga ISBN.: 84-85698-25-8 Depósito Legal: M A -1.293-1986 Cubierta: Jorge Lindell Imprime: T. Gráficos Arte, S.A. Camino de la Torrecilla, s/n. Maracena (Granada)

1.

IN T R O D U C C IÓ N .

Si querem os expresar en español la situación en la que un individuo (Juan) se encuentra a otro (su herm ano) en un m om ento concreto (el día anterior al que se expresa el m ensaje) y en un cierto lugar (el parque), p o ­ dem os u tilizar adecuadam ente u n a secuencia com o la siguiente: (1)

Ju an encontró a su herm ano ayer en el parque.

N o cabe duda de que (1) recoge todos los datos relevantes para la transm isión de u n a inform ación com o la señalada antes. En este sentido, puede decirse que esta secuencia contiene los elem entos necesarios y sufi­ cientes para la expresión lingüística de esa porción de realidad. N o quiere esto decir, naturalm ente, que (1) sea el único m odo de expresar en español esa (y solo esa) porción de realidad; el hablante puede introducir ciertas m odificaciones con respecto a (1) sin que por ello se vea afectada la sus­ tancia del significado transm itida por este mensaje. D icho de otro m odo, existen variantes de expresión para cada mensaje de entre las cuales el h a­ blante elige, inducido, en m ayor o m enor grado, p o r factores contextúales y situacionales. Así recogiendo el ejem plo anterior, parece claro que (1) po­ drá observar diferencias apreciables según sea em itido oralm ente com o respuesta a (2), (3), (4), (5) o (6): (2) (3) (4) (5) (6)

¿D ónde encontró Juan a su herm ano ayer? ¿C uándo encontró Juan a su herm ano en el parque? ¿A quién encontró Juan ayer en el parque? ¿Encontró Ju an ayer a su herm ano en la calle? ¿Qué pasó (ayer)?

En principio, el recurso m ás habitual m ediante el cual (1) puede ser diferenciado com o respuesta a cada u n a de las preguntas anteriores es la entonación. Sin entrar ahora en detalles, podem os decir que la form a más com ún de expresar (1) en cada caso sería, aproxim adam ente, com o sigue: (2’)//Ju an encontró a / su herm ano/ ayer en el/ p a rq u e // (3’)//Ju an encontró a / su herm ano/ ayer en el p arq u e// (4’)//Ju an encontró a / su h e rm a n o /ayer en el p arq u e// (5), en caso de tener com o respuesta (1), y (6) recibirían norm alm ente una respuesta cuya entonación se asem ejaría a (3’). Parece evidente que la distinta entonación y, m uy concretam ente, el cam bio de situación del énfasis entonativo en cada una de las respuestas anteriores es u na consecuencia de la diferente actitud del hablante hacia los elem entos de su mensaje: según cuál sea la pregunta a la que responde, el hablante tratará de destacar una u otra inform ación com o ‘más im por­ tan te’ para su interlocutor o, en su caso, para sí m ismo. D icho de otra for­ m a, los elem entos del mensaje lingüístico podrán ser presentados com o ‘inform ación relevante, más im portante’ o, según el térm ino más utilizado, ‘n ueva’, frente a otros que serán tratados com o ‘inform ación conocida’ o ‘dad a’ por alguna circunstancia (situación, m ención o contexto previo, etc.). N aturalm ente no es necesario que exista una pregunta previa explíci­ ta para la distribución de los elem entos en ‘conocidos’ y ‘nuevos’; el ha­ blante puede -y , de hecho, así lo h ace- considerar en cada m om ento que ciertos elem entos de su m ensaje son ‘inform ativam ente’ m ás im portantes que los dem ás p o r m uy diversas razones que, incluso, pueden ser descono­ cidas p o r sus interlocutores (y contrarias a los intereses inform ativos de és­ tos). N orm alm ente, sin embargo, se tenderá a hacer coincidir la jerarquía inform ativa de los elem entos del mensaje con los intereses com unicativos de los interlocutores, m áxim e cuando aquéllos han sido explícitam ente ex­ presados m ediante u na pregunta. De este m odo, en los casos anteriores, (2’), (3’) y (4’) tendrán com o elem ento enfatizado, en principio, parque, ayer y su hermano, respectivam ente, siendo el resto del m ensaje (tratado como) ‘conocido’. La literatura relativa a este tem a ha bautizado con dife­ rentes térm inos los constituyentes (tratados como) ‘conocidos’ y ‘nuevos’: tem a-rem a, tópico-com entario e, incluso, presuposición-foco han sido al­ gunos de los m ás utilizados. De m om ento considerarem os la cuestión ter­ m inológica com o secundaria. Lo im portante es que el hablante, por cues­ tiones contextúales, situacionales (o, sim plem ente, subjetivas) divide su m ensaje en unidades inform ativas de las cuales unas aportan - a su ju ic io -

m ayor ‘novedad inform ativa’ que otras. N ótese que insisto una y otra vez en que la inform ación es tratada com o nueva o com o conocida por el h a­ blante, ya que en la perspectiva que aquí adoptaré la asignación del valor ‘conocido’ o ‘nu ev o ’ a los elem entos es una opción del hablante inducida, pero no obligada, p or el contexto o situación. D icho rápidam ente, el ser ‘n u evo’ (no m encionado previam ente) o ‘conocido’ (ya m encionado) real­ m ente es irrelevante en la m edida en que no influya en la decisión del h a­ blante. Volveré sobre este aspecto dentro de un m om ento. A dem ás del grado de inform ación contenido en los elem entos del m ensaje (y, norm alm ente, polarizado en la dicotom ía ‘conocido/nuevo’), se ha destacado un segundo aspecto en ocasiones estrecham ente relaciona­ do con aquél. Se trata de la perspectiva desde la cual se cuentan los he­ chos, o m odo de organizar el m ensaje según el cual en todo acto com uni­ cativo suele existir un ‘tem a’ o pun to de partida para el discurso ulterior (o aquello de lo cual se habla), y un desarrollo de este ‘tem a’ (o lo que se dice de éste). La definición de ‘tem a’, asum ida por todos en su sentido origina­ rio de ‘aquello acerca de lo cual versa el m ensaje’, se ha diversificado nota­ blem ente a la hora de concretar el m odo en que dicho rasgo podía m ani­ festarse lingüísticam ente. Dos han sido los criterios m ás utilizados para llevar a cabo esta tarea: el de la posición (el ‘tem a’ es el constituyente ini­ cial) y el de la asim ilación del concepto de ‘tem a’ con el valor ‘conocido’. Si seguimos el prim ero de los criterios m encionados, las secuencias (1), (7), (8) y (9), aunque idénticas en lo relativo a la sustancia del significado con­ form ada, se diferenciarían por tener en cada caso un ‘tem a’ distinto: (1) (7) (8) (9)

Ju a n encontró a su herm ano ayer en el parque A su hermano, Juan (lo) encontró ayer en el parque A yer Juan encontró a su herm ano en el parque E n el parque Juan encontró a su herm ano ayer.

Según el segundo de los criterios, el tem a quedaría asociado siem pre a lo (más) conocido y, dada la tendencia de cierto tipo de lenguas a iniciar los mensajes con ‘lo conocido’ y, consecuentem ente, a relegar ‘lo nuevo’ al final, el ‘tem a’ se situaría en un gran núm ero de casos en posición inicial, pero sin que dicha posición pudiera ser considerada com o rasgo definitorio de este concepto. Lo im portante en este m om ento es que la organización secuencial del m ensaje (o, más bien, la organización tem ática, en general) es un a opción que tiene el hablante, dentro de las posibilidades gram atica­ les de su lengua, y que utiliza, al igual que en el caso de la distribución del

grado de inform ación, de acuerdo con su actitud com unicativa. C onstituye éste, p o r tanto, un nuevo aspecto (identificable o no con el prim ero) de lo que genéricam ente denom inam os valores inform ativos. H asta aquí me he lim itado a presentar los aspectos m ás generales de las ‘funciones inform ativas’ com o valores adquiridos por los elem entos en virtud de la actitud m ostrada por el hablante hacia ellos. A unque mi in­ tento ha sido el de dar una visión rápida y objetiva de dichos valores, no he podido evitar introducir ya distintos posibles m odos de concebirlos e, incluso, tom ar partido más o m enos claram ente por alguna de las alterna­ tivas m ostradas. T rataré ahora de presentar de un m odo abierto y sistem á­ tico las divergencias m ás destacables entre los distintos autores en lo relati­ vo a la naturaleza de estos valores inform ativos, divergencias que, natu ral­ m ente, determ inan las diferentes visiones existentes actualm ente sobre este tem a. D ejando a un lado cuestiones puram ente term inológicas1 (aunque, a veces, no poco reveladoras), podem os sintetizar los problem as fundam en­ tales que han enfrentado a los diferentes autores en el estudio de los valo­ res inform ativos en torno a las tres cuestiones siguientes: (a) El valor inform ativo adquirido por los elem entos del discurso ¿es una consecuencia de su estructura gram atical y/o de la situación exterior (con­ textuad situacional) en la que se em ite el m ensaje y, por tanto, una im po­ sición al hablante? ¿o más bien se trata de una opción del hablante teórica­ m ente independiente de condicionam ientos externos obligatorios? En otros térm inos ¿las funciones inform ativas vienen im puestas por factores ajenos a la libre voluntad del hablante o deben ser estudiados com o, preci­ sam ente, un m odo de m anifestar aquélla? (b) El valor ‘inform ativo’ en sí ¿es de naturaleza sem ántica o tiene un ca­ rácter pragm ático? D icho de otro modo, el contenido ‘inform ativo’ (i.e. in­

1. Sólo como ilustración podemos decir que el componente informativo ha recibido, entre otras, las siguientes denominaciones: Nivel de la organización de la expresión (Danés, 1964), nivel textual (Halliday, 1967b), estructura foco-presuposición (Chomsky, 1970), estructura ‘información conocida-nueva (Chafe, 1976), nivel pragmático (Dik, 1978). Si descendemos a la denominación de las funciones integrantes de estos niveles, entonces los desacuerdos, inclu­ so en distintas obras de un mismo autor, complican considerablemente el panorama. Para una visión detallada de un caso concreto dentro del problema terminológico general Cfr. nota 8 del cap. 2).

form ación ‘nu ev a’, inform ación ‘conocida’, ‘tem a’, etc.) ¿puede ser incor­ porado al valor sem ántico global del elem ento en cuestión ju n to con los dem ás contenidos (léxico y gramatical), o es de naturaleza cualitativam en­ te distinta y, p o r consiguiente, debe ser considerado de un m odo distinto? (c) Por últim o ¿lo que denom inam os ‘funciones inform ativas’ pueden ser explicadas com o valores pertenecientes a un único sistema, dentro del com ponente inform ativo, o, por el contrario, es necesario distinguir más de un subsistem a en el mismo? Podem os decir que, al m enos en las dos prim eras cuestiones, la segun­ da alternativa es, en cada caso, la que ha justificado de un m odo m ás claro el estudio del com ponente inform ativo de m odo autónom o (aunque, n atu ­ ralm ente, com o interdependiente con los dem ás com ponentes). Por razo­ nes evidentes es esta opción tam bién la generalm ente adoptada por los au ­ tores funcionalistas (i.e. los que ven en la lengua un instrum ento al servi­ cio de los intereses com unicativos del hom bre), lo cual no im pide que po­ dam os en co n trar con cierta frecuencia incoherencias y pasos en falso en el tratam iento de estos tem as desde posiciones funcionales. La prim era op­ ción, p o r su parte, es típica de planteam ientos teóricos en los que la fun­ ción com unicativa de la lengua carece de im portancia para la descripción lingüística, com o podrem os ver dentro de un m om ento a través de una rá­ pida presentación de los m arcos teóricos que han adoptado una u otra al­ ternativa en cada una de las tres cuestiones mencionadas. (a) Desde los prim eros acercam ientos al tem a de los valores que de­ nom inam os ‘inform ativos’, centrados en el orden de palabras, ha existido una clara tendencia a hacer de aquellos algo im puesto a los elem entos no p or el hablante, sino por circunstancias ajenas a su voluntad o control, sin que, salvo en casos especiales señalados com o tales, pudiera aquél m odifi­ car el carácter de dichos valores. Esta tendencia es visible en diferentes au­ tores que, sin em bargo, se m uestran a veces alejados entre sí en cuanto a planteam ientos generales. Así, por una parte, la encontram os entre los p ri­ meros que se preocuparon directam ente de este tem a (H. W eil, V. M athesius) quienes, siguiendo un viejo y arraigado prejuicio en gram ática, el ‘psicologista’, aceptan una organización de las ideas distinta de la organi­ zación lingüística y, con ello, una ‘im portancia relativa’ de los elem entos del m ensaje determ inada a priori por las leyes generales del pensam iento (vid. infra & 2.1). Por otra parte, la m ism a dirección, aunque no p o r el m ism o cam ino, se observa en algunos im portantes autores de la escuela de

Praga, p ara quienes los valores inform ativos aparecen a veces com o el re­ sultado autom ático de u n a condición externa. C on un ejem plo rápido, en u n a secuencia com o (10): (10)

Pedro es m i prim o

Pedro será inform ativam ente ‘lo conocido’ si (10) es u n a respuesta a ¿Quién es Pedro!, y será ‘lo nuevo’ si la pregunta a la cual responde es IQ u ién es tu p rim o !, y ello con carácter obligatorio. Esto quiere decir que el carácter ‘conocido’ o ‘nuevo’ de los elem entos del m ensaje viene deter­ m inado p o r la situación o contexto previo (i. e. que el elem ento en cues­ tión sea realm ente conocido o nuevo), y, p o r tanto, que no es algo que el hablante pueda variar p o r intereses com unicativos específicos (Cfr. infra. && 2.5 y 3.5). U n últim o caso, quizá el m ás claro, en el que las nociones inform ati­ vas son tratadas com o im posiciones externas al hablante (al m odo en que puede hablarse de im posición en el caso de las reglas gram aticales) es el de ciertos autores transform acionalistas. C om o es sabido, para la gram ática transform acional la teoría de la com petencia tenía com o m eta la explica­ ción del conocim iento lingüístico del hablante/oyente (ideal), con exclu­ sión de todos aquellos factores que, p o r pertenecer a la ‘actuación’, no p o ­ dían ser generalizados en la gram ática. El único m odo de incluir aspectos inform ativos en dicha teoría era tratándolos (de u n a u otra forma) com o fenóm enos gram aticales en sentido estricto. De otro m odo habría que ex­ cluirlos totalm ente de dicha teoría y relegarlos a u n a futura teoría de la ac­ tuación. H ay que decir que esta últim a (y, dadas las circunstancias, sensa­ ta) solución fue adoptada en no pocas ocasiones p o r los transform aciona­ listas, preferentem ente p o r los ortodoxos chom skianos (Cfr., p o r ej., Bever, K atz & Langendoen, 1977), pero tam bién hubo intentos de integrar los va­ lores ‘inform ación conocida’ e ‘inform ación nu ev a’ (bajo térm inos com o, respectivam ente, presuposición y foco) en las reglas de la gram ática, com o parte de las posibles interpretaciones de las cadenas resultantes de los m e­ canism os generativos. Q uizá el caso m ás claro, aunque no el único, fuera el de A km ajan (1968), para quien el ‘foco’ no era sino aquel constituyente de la estructura profunda que respondía a ciertas características sintácticas (dentro de un determ inado tipo de estructura). F rente a estas visiones de carácter psicologista (i. e. los valores infor­ m ativos vienen im puestos por las leyes generales del pensam iento) o for-

m alista (la im posición proviene de las reglas gram aticales o de algún as­ pecto relacionado con ellas) se sitúa el pun to de vista funcionalista, según el cual el valor inform ativo de un elem ento depende únicam ente de la vo­ luntad del hablante, quien en ningún m om ento puede ser obligado (aun­ que sí inducido) a otorgar uno u otro valor a los elem entos de su mensaje. El fundam ento de esta visión reside en el reconocim iento de la existencia de dos grandes funciones en la lengua: una que podem os denom inar repre­ sentativa (‘com unicativa’, para algunos), y otra expresiva/apelativa (o ‘pragm ática’). Según la prim era, la lengua sirve para recrear la realidad, objetiva o subjetiva, de acuerdo con ciertos criterios y a través de u n siste­ m a de identificaciones determ inado. La segunda función, por su parte, perm ite al hablante introducir su pun to de vista en la presentación lingüís­ tica de la realidad. D icho de otro m odo, según esta segunda función, de ca­ rácter ‘pragm ático’, el hablante presenta su m ensaje según su propia visión del m ism o, sin que las variaciones derivadas de las diferentes posibles p re­ sentaciones m odifiquen en lo m ás m ínim o el carácter de lo ‘representado’. N aturalm ente esto im plica que en toda realización lingüística hay un as­ pecto directam ente condicionado p o r (y sólo por) la función com unicativa del lenguaje, de ahí que podam os considerar el punto de vista expuesto ahora com o propio de una concepción (exclusivam ente) funcionalista de la lengua. Esta doble vertiente en la función de los elem entos de la lengua había sido ya claram ente expuesta p o r K. B ühler en su célebre m odelo del órganon del lenguaje (Cfr. Bühler, 1934, 43 y ss.). En efecto, según este m o­ delo (que, p o r conocido, no hace falta detallar aquí) de los tres conceptos sem ánticos em pleados en cada una de sus funciones (representación, e x ­ presión y apelación), la representación era el fenóm eno m ediante el cual la lengua ‘sim bolizaba’ la realidad a través de la abstracción de ciertos rasgos declarados pertinentes por la com unidad por pura convención {Cfr. id., 61 y ss.); en la representación se constituía todo un sistem a de identificaciones con el m undo real, con sus ‘objetos y relaciones’ (Gegenstande u n d Sachverhalte) cuyo valor convencional, u n a vez sancionado p o r la com unidad, se independizaba de la realidad m ism a constituyendo un sistem a sustituto­ rio de ella (Cfr. id., 50). Las funciones expresiva y apelativa, por su parte, eran ‘variables independientes’ de la función representativa {Cfr. ibíd.), in­ terviniendo en aspectos relacionados con el em isor y el receptor, pero sin alterar en ningún caso lo que podríam os denom inar la sustancia confor­ m ada p or los m ecanism os representativos. Esta -e n la p rá ctica- doble división de la función de los elem entos lin­ güísticos, a saber, ‘representativa’ y ‘expresiva/apelativa’ (o, sim plem ente,

‘sintom ática’) perm itió deslindar, en la descripción funcional de la lengua, aquellos elem entos im puestos p o r una lengua para la satisfacción de nece­ sidades representativas concretas, de la sum a de variantes que para cada invariante representativa tenía el hablante a su disposición, y cuya elec­ ción estaría ligada a factores relacionados con él (no con ‘lo representado’). Esta diferencia fue la que ya en 1939 perm itió a Trubetzkoi distinguir la llam ada ‘fonología representativa’ de la que se ocupaba de rasgos con fun­ ción ‘expresiva’ y/o ‘apelativa’, denom inada ‘estilística fonológica’. La m ism a distinción fue considerada p o r Zawadowski (1956) para separar cuidadosam ente la función (del texto) de establecer una correspondencia con un fragm ento de la realidad extralingüística2, de aquella otra según la cual el texto contiene ‘síntom as’ (sym ptom s) de rasgos del hablante, razón por lo cual puede hablarse de una ‘función sintom ática del texto en rela­ ción con el h ablante’ {Cfr. id. 33). De nuevo encontram os esta diferencia­ ción, aunque con m atizaciones, en el m odelo de descripción lingüística propuesto en D anés (1964), en el cual se separa la función representativa (‘com unicativa’, para el autor), llevada a cabo por los niveles gram atical y sem ántico, y u na función expresiva, propia fundam entalm ente del nivel de la ‘organización de la expresión’ {level o f the organization o f the utterance)3. Finalm ente, p or citar un caso más reciente, hace relativam ente poco se publicó un interesantísim o trabajo, la Gramática fu n cio n a l de S.C. D ik (1978), a la que siguieron otros m uchos trabajos en la m ism a línea, en el que u na vez más se hace hincapié en la necesidad de separar m etodoló­ gicam ente aquellos com ponentes lingüísticos cuya función es la de repre­ sentar la realidad extralingüística, de aquél otro com ponente destinado a m anifestar aspectos actitudinales del hablante. En concreto, D ik distingue

2. “We proceed to the function of which the communicative function is but a consequence: it is the representative function. We have stated that there is a regular conventional correspondence between text elements and extratextual elements: objects, their features, types, relations between any o f these, etc. A consequence of this is that a text is a correlate of an extratextual complex, a ícind of transposition (‘mapping’) of an extratextual complex; we say that the text fulfills the representative function with respect to this extratextual fragment” (Zawa­ dowski, 1956, 31-32; subrayados del autor). 3. Es cierto que Danés no especifica con demasiada claridad la relación entre cada nivel y las funciones bühlerianas (más bien se refiere a los niveles gramatical y semántico como ‘está­ ticos’ y al de la organización de la expresión como ‘dinámico’), pero deja claro en todo momento to la necesidad de no mezclar las unidades con función ‘comunicativa’ y las que poseen algu­ na otra función, por ejemplo, expresiva; así, en un trabajo distinto al que ahora hacemos mención, y en relación con los rasgos entonativos, el autor precisa: “it is necessary to differentiate between the features that fulfill communicative functions and those that have other functions, especially expressive ones. Even though the expressive, including the emotional elements of intonations are quantitatively predominant (...) the features pertaining to the two kinds of functions need to be, and can be, diíferentiated for methodological reasons” (Danés, 1960, 35-36).

en su m odelo u n a serie de reglas que rigen la organización lingüística de la realidad (sem ánticas, sintácticas y fonológicas) de aquellas otras que rigen la interacción social com o form a de ‘actividad cooperativa’, esto es, que p roporcionan u n a inform ación quizá necesaria para la existencia de la ac­ tividad com unicativa verbal, pero no, en sentido estricto, para la confor­ m ación del m ensaje lingüístico com o tal; estas últim as reglas son denom i­ nadas p o r D ik ‘pragm áticas’4. H ay, en sum a, un reconocim iento generalizado entre los autores de inspiración funcionalista de la existencia de ciertos rasgos lingüísticos des­ tinados a m ostrar valores actitudinales del hablante y que, por tanto, con su alteración en un m ensaje dado no se ve alterada la sustancia del conte­ nido conform ada lingüísticam ente. P o r otra parte, existe una más o m enos explícita asim ilación de los diversos niveles de descripción lingüística a es­ tas distintas funciones generales realizadas en la actividad com unicativa oral: la función representativa será la que conjunta y com plem entariam en­ te realicen los niveles específicam ente gram aticales (con distintas denom i­ naciones según modelos). La ‘expresión’ será la función propia del nivel ‘inform ativo’, igualm ente variado en denom inaciones5. Si prescindim os de desacuerdos term inológicos podrem os definir el concepto de función infor­ m ativa desde u n a perspectiva funcional com o el conjunto de actitudes y ju icio s de valor m anifestados por el hablante sobre su propio m ensaje a

4. Las funciones ‘representativa’ y ‘sintomática’ están explícitamente diferenciadas por Dik, aunque no con estos mismos términos, mediante la adscripción a cada una de ellas de una se­ rie de reglas gramaticales específicas. Así, en la presentación de su Functional grammar (1978) leemos: “From the functional point of view, linguistics has to deal with two types of rule systems, both of them social in nature: (i) the rules which govem verbal interaction as a form o f cooperative activity (pragmatic rules) (ii) the rules which govem the structured linguistic expressions used as instruments in this activity (semantic syntactic, and phonological rules)” (Dik, 1978, 1-2). 5. No todos los autores estarían de acuerdo con esta afirmación. Halliday (1974, 46 y ss.), por ejemplo, considera que la función representativa de Bühler se corresponde con la desarro­ llada por (únicamente) su nivel ideativo (semántico, en Danés), siendo las funciones expresiva y apelativa del modelo del alemán cubiertas por su nivel interpersonal (gramatical en Danés). El nivel textual de Halliday (i. e. el informativo), por tanto, tendría para este autor una fun­ ción que no aparece en el esquema de Bühler. Respetando las identificaciones que quiera hacer el autor, creo, sin embargo, que en este caso se basan en una consideración inadecuada de ciertos aspectos gramaticales (concreta­ mente, de la naturaleza de las funciones sintácticas) aunque, obviamente este es un tema en el que no podemos entrar ahora. Por mi parte considero que la función sintomática (expresi­ va/apelativa) de Bühler es la que define la tarea del nivel informativo en los distintos modelos (por ejemplo, el sintomático (Zawadowski, 1956), el de la organización de la expresión (Da­ nés, 1964), el textual (Halliday, 1967b) etc.), siendo los demás niveles de estos modelos desti­ nados a satisfacer (algún aspecto de) la función representativa.

través de recursos lingüísticos diversos cuya variación no altera el valor re­ presentativo del m ism o. Q ueda claro, pues, que frente a la consideración de estos valores com o im posiciones psicológicas o gram aticales, el punto de vista funcional los trata com o u n a m ás de las posibilidades que la len­ gua ofrece al hablante para m anifestar sus intereses com unicativos (en este caso extra-representativos) en el acto de interacción social que supone siem pre la actividad lingüística. (b) La segunda de las cuestiones antes planteadas com o diferenciadora de posturas ante el tem a de las funciones inform ativas se centra en la naturaleza del ‘contenido’ aportado por los recursos inform ativos, en con­ creto, en la conveniencia de considerar valores del tipo ‘inform ación nue­ v a’, ‘inform ación conocida’ y sim ilares com o de carácter sem ántico o com o pragm áticos. Com o en el caso anterior, conviene distinguir clara­ m ente la postura de los funcionalistas de la de los form alistas (y psicologistas). P ara los prim eros no cabe duda de que, exceptuando cuestiones ter­ m inológicas6, el contenido aportado al m ensaje por las funciones inform a­ tivas es cualitativam ente distinto al contenido sem ántico, identificado con el representativo. P ara los formalistas, en cam bio, este tipo de contenido ‘inform ativo’, aunque en ocasiones con diferencias reconocidas frente al significado léxi­ co o gram atical, tiene una procedencia sim ilar y, p o r tanto, es susceptible de ser asim ilado al resto de los valores sem ánticos. Son particularm ente claros estos intentos de fusión de valores de contenido en algunos autores transform acionalistas, bien incluyendo funciones com o ‘tó p ico ’ o ‘foco’ entre los rasgos sem ánticos iniciales, en el caso de la sem ántica generativa {Cfr. p o r ejem plo, Lakoff, 1969-71, 339-340), bien situándolos entre los rasgos selecciónales im puestos por el predicado (caso del trabajo de K i­ parsky & Kiparsky, 1970, por citar uno bien conocido). Hay que decir que la relativa hom ogeneidad presentada por los fun­ cionalistas en esta cuestión, frente a los form alistas, no im plica, natu ral­ m ente, uniform idad en el tratam iento del com ponente inform ativo. Las

6. Una vez más Halliday insiste en que el contenido aportado por el nivel textual al mensaje es de carácter ‘semántico’, al igual que el de los otros niveles. Ello no quiere decir, sin embar­ go, que Halliday se alinée con los aquí denominados ‘formalistas’, sino más bien que el autor extiende el término ‘semántico’ de un modo un tanto inadecuado a todo contenido informati­ vo de cualquier tipo perceptible a través de la actividad lingüística. Para más detalles sobre este punto concreto, vid. & 5.2.1.1 infra).

diferencias existentes entre aquéllos, sin em bargo, se centran m ás en el grado y naturaleza de las relaciones entre este com ponente y los estricta­ m ente gram aticales que en una posible discusión sobre el carácter pragm á­ tico de los valores inform ativos. (c) U n a últim a cuestión, quizá sólo planteable en relación con los m arcos funcionalistas y que, asim ism o, afecta a las distintas direcciones se­ guidas en el estudio del com ponente que nos ocupa, es la relativa al carác­ ter unitario o heterogéneo de dicho com ponente inform ativo. O, plantean­ do la cuestión de otro m odo, ¿hay un único sistem a inform ativo o varios? En la m ayor parte de los casos el com ponente inform ativo ha sido vis­ to com o dotado de un único sistema: aquel que divide el discurso (o la ora­ ción) en dos partes denom inadas, respectivam ente, ‘tópico’ (o ‘tem a’) y ‘co m entario’ (o ‘rem a’). H ubo, es cierto, intentos m uy tem pranos de distin­ guir m atices dentro del com ponente inform ativo. El m ism o M athesius tra­ tó en algún m om ento de distinguir los valores inform ativos propios de la oración de aquellos otros adscribibles al discurso, pero esta (y alguna otra) tentativa no dio frutos concretos en su m om ento ni fue retom ada seria­ m ente p o r sus seguidores del C írculo de Praga. N o fue hasta casi cuarenta años después de los trabajos de M athesius cuando los diferentes sistem as pertenecientes al com ponente inform ativo pudieron ser distinguidos clara­ m ente; concretam ente hasta que M .A .K . H alliday diseñó el, a mi juicio, m ás com pleto, coherente y adecuado m odelo de descripción del com po­ nente inform ativo (‘textual’, en sus térm inos) presentado hasta la fecha. T ras él ha habido intentos -n o siem pre afortunados- de m atizar los distin­ tos valores inform ativos y de m ultiplicar los sistemas pertenecientes a este com ponente {Cfr. p o r ejem plo, Chafe, 1976); debo decir, sin em bargo, que el m odelo de H alliday, al cual dedicaré particular atención, sigue siendo p u n to de partida obligado para la descripción del com ponente que nos ocupa, p o r m ás m atizaciones que se le pueda y, a veces, se le deba hacer. M i intención en las líneas que siguen es, en p rim er lugar, la de hacer u n a revisión crítica de la todavía corta historia de los estudios sobre este tipo de valores, desde sus com ienzos (que sitúo en H. Weil) hasta M .A .K . H alliday, ya que si bien éste no es cronológicam ente el últim o eslabón, no cabe duda que constituye su culm inación teórica. En segundo lugar, p a r­ tiendo del m odelo de este autor, trataré de hacer una serie de observacio­ nes al m ism o tendentes a posibilitar su integración en un m arco funcional que no tenga que seguir todos y cada uno de los presupuestos sistémicos.

P or lo que se refiere a la revisión histórica, he de decir que en ningún m om ento he pretendido exhaustividad en la presentación de modelos. M ás bien al contrario, me he centrado en u n a línea determ inada, la que pode­ mos denom inar ‘europea’, y en las que (acertadam ente o no) he considera­ do aportaciones más representativas, huyendo de listados de autores o m arcos teóricos que, aunque quizá im portantes desde otras perspectivas, no suponen avance alguno para el conocim iento de los recursos inform ati­ vos de la lengua. M i visión sobre el com ponente inform ativo, p o r otra p a r­ te, partirá del m odelo de M .A .K. H alliday para, tras señalar algunas diver­ gencias con el m ism o de distinto carácter, tratar una serie de cuestiones a mi juicio im portantes para la correcta ubicación de los recursos inform ati­ vos en u na descripción lingüística funcional; m e refiero fundam entalm ente al valor com unicativo no-representativo aportado por aquellos y a sus re­ laciones con la organización sintáctica. Q uiero insistir en el hecho de que mi intención prim ordial es la de abrir un cam ino para una ulterior profundización en el tem a, y no en m odo alguno la de cerrar un problem a, por otra parte, excesivam ente descuidado en los estudios lingüísticos, al m enos en ciertos ám bitos. P or lo que se refiere a la organización de este trabajo, com enzaré, tras esta introducción, con la presentación de la trayectoria seguida p o r los es­ tudios sobre el com ponente inform ativo en el m arco que realm ente se in i­ ciaron, el C írculo Lingüístico de Praga (capítulo 2). El capítulo 3 está de­ dicado a presentar el m odelo de H alliday con cierto detalle. Posteriorm en­ te (capítulo 4) trazaré un panoram a, a vista de pájaro, de ciertos desarro­ llos surgidos en los últim os quince años los cuales, aunque en gran m edida ajenos a nuestro enfoque de la cuestión, quizá no sería justo ignorar. F inal­ m ente (capítulo 5) trataré de presentar un esquem a de los distintos siste­ m as (y recursos) inform ativos de la lengua sin m ás pretensiones que, com o queda dicho, abrir vías de entrada en un tem a m uy poco tratado entre n o ­ sotros. Quiero, finalm ente, expresar mi reconocim iento a mis com pañeros del D epartam ento de Lengua Española de la U niversidad de Santiago, quienes, de uno u otro m odo, han facilitado la elaboración de este trabajo. A sim ism o, debo agradecer a G uillerm o Rojo su inestim able apoyo, y a José A ndrés de M olina su am able e incondicional aceptación de este libro en la colección que dirige. A todos ellos m i sincero agradecim iento.

2. E L ‘T E M A ’ Y E L ‘R E M A ’. D E H. W E IL A L C ÍR C U L O D E P R A ­ GA. Los prim eros estudios sobre los conceptos que hoy reconocem os com o pertenecientes al estrato inform ativo de la actividad lingüística (salvando antecedentes m ás o m enos rem otos o dispersos) se refieren fundam ental­ m ente al orden de palabras en la oración en relación con los supuestos procesos psicológicos que lo determ inan. En concreto será el influyente es­ tudio de H. W eil el que inicie el estudio de la ‘organización de los elem en­ tos de la expresión’ que será recogido y encauzado hacia su actual p lantea­ m iento p or el C írculo de Praga. 2.1

H en ri Weil.

H. W eil publicó en 1844 un estudio sobre el orden de palabras (De l ’ordre des m ots dans les langues anciennes com parées a a x langues modernes') en el que, partiendo de la relevancia del aspecto com unicativo en el estudio de la lengua, esbozó u n a teoría gram atical basada en la estructu­ ra del discurso y en la interrelación entre hablante y oyente en el proceso de la com unicación. H ay que destacar que, aunque su objetivo era funda­ m entalm ente el de exam inar los factores que determ inan el orden de las palabras en la oración, su ensayo está lleno de agudas intuiciones sobre lo que m ás tarde V. M athesius denom inará ‘Perspectiva funcional de la ora­

1. Este trabajo es una versión revisada de una de las dos tesis doctorales que Weil presentó en París en 1845, tras haber estudiado en Heidelberg. Tuvo dos ediciones posteriores, con li­ geras modificaciones, en 1869 y 1879. Esta tercera edición sirvió de base para la traducción inglesa de Charles W. Suppe, en 1887.

ción’, y a él se debe, en buena m edida, el interés por ciertas nociones que resultarán básicas en planteam ientos lingüísticos m uy posteriores. El m otivo que im pulsó a W eil a estudiar el orden de las palabras fue la consideración de que éste no estaba determ inado por principios ‘sintác­ ticos’ (como se creía entre la m ayoría de los gramáticos), sino que era un reflejo del orden en el que fluían las ideas en el hablante en el m om ento de expresarlas, orden que difería o, al m enos, no tenía por qué coincidir con el asignado p o r la sintaxis a sus constituyentes2. El m odo en que las ideas se sucedían y, por tanto, el m odo ‘n atu ra l’ de ordenar los elem entos de la oración sería para W eil el siguiente: “ It was in the first place necessary th at this other personage, w ith w hom it was desired to com m unicate, should be placed at the same point o f view w ith the speaker; it was necessary th at a word o f introduction should precede the rem ark w hich it was intended to utter; it was necessary to lean on som ething present and known, in order to reach out to som ething less present, nearer, or unknow n. T here is then a point o f departure, an initial notion which is equally present to him who speaks and to him who hears, w hich forms, as it were, the ground upon w hich the two intelligences m eet; and another part o f discourse w hich fim s the statem ent (l ’énontiation), properly so called. T his división is found in alm ost all we say” . (Weil, 18793, 29). En consecuencia, W eil divide la oración en ‘punto de p artid a’ y ‘en u n ciació n ’3, división ésta que es totalm ente independiente de cualquier segm entación según criterios sintácticos. De nuevo en palabras del autor;

2. “When grammarians speak of the order of ideas they have in mind the order of the constituent parts o f the propositions as exhibited by syntactic analysis. The subject, the attribute, the diñerent complements of both, are the basis of syntax. They constitute a system which applies equally to all languages, a thread, which serves as a guide through all the most complicated constructions” (Weil, 18793, 20). 3. Los términos habitualmente empleados por Weil son point de départ y but du discours, que se corresponden con los conceptos comúnmente utilizados más tarde de tema y rema, respectivamente. 4. Weil considera que la marcha de las ideas no siempre guarda el orden ‘normal’: punto de partida-núcleo de la enunciación, pues “When the imagination is vividly impressed, or when the sensibilities of the soul are deeply stirred, the speaker enters into the matter o f his discourse at the goal, and we do not became aware, till añerward, of the sucessive steps by which he could have entered had his mind been in a more traquil state”. (Weil, 18793, 45). Hay, por tanto, en el orden patético un verdadero cambio en el orden de las ideas.

“ Suppose th at some one has related the story o f the birth o f R om ulus and the m arvellous events th at attach thereto, he might add, Idem R o m u lu s R o m a m condidit. W hile showing a traveller the city o f R om e we m ight say to him , H anc urbem condidit R om ulus. Speaking o f the m ost celebrated foundings, (...) we m ight add, C ondidit R o m a m R om ulus. T he syntax is the sam e in the three sentences; in all the three the subject is R om ulus, the attribute founded, the direct object R om e. Nevertheless, three different things are said in the three sentences, because these elem ents, though rem aining the same, are distributed in a different m anner in the introduction and the princi­ pal part of the sentence. T he point of departure, the rallying p o in t o f the interlocutors, is R o m u lu s the first tim e, R o m e the second, and the third tim e the idea o f founding. A nd so the inform ation th at is to be im parted to another, the goal o f the dis­ course, is different in the three forms o f expression” {id., 29-30). Hay que distinguir, pues -según W eil-, entre la presentación sintácti­ ca de un determ inado hecho y el m odo en que las ideas sobre el m ism o han sido concebidas: “ T he fact does not change; the sensible and exterior action is the same: these are the reasons why the syntax has rem ained the same: the syntax (...) is the image o f a sensible fact. T he progression, the relations o f the thought, change: this is why the succesion o f the words ought to change also, for it is the image o f the progression o f thought. Syntax relates to the exte­ rior, to things; the sucession o f words relates to the speaking subject, to the m ind of m a n ” {ibíd.). O, dicho en otros térm inos, existen dos m ovim ientos sim ultáneos, aunque independientes, que condicionan la expresión de u n a oración: “ an objective m ovem ent, which is expressed by syntactic rela­ tions; and a subjective m ovem ent, w hich is expressed by the order o f w ords” {ibíd.).

A pesar de esta relativam ente nítida separación de ám bitos entre la organización sintáctica y el orden de palabras, W eil observa que en m u­

chas lenguas la sintaxis es, de hecho, la que parece determ inar este últim o, obligando, por ejem plo, al sujeto a ocupar la posición inicial o im pidien­ do, consiguientem ente, su desplazam iento a ciertos lugares de la oración. La explicación de esta circunstancia reside, según el autor, en la evolución sufrida por las lenguas m odernas y en la cual el que podem os llam ar ‘eje sintáctico’ se ha ido im poniendo progresivam ente al ‘eje psicológico’. En efecto, para W eil, el orden de palabras en las lenguas ‘antiguas’ (latín y griego) era un reflejo fiel del de las ideas, sin que los principios gram ati­ cales im pusiesen restricción alguna (im portante) al m ismo; cualquier ele­ m ento podía ser ‘punto de partid a’ independientem ente de la función sin­ táctica que desempeñase. La libertad de ordenación de las palabras en la oración no estaba restringida por principios sintácticos de ninguna clase. En las lenguas m odernas (fundam entalm ente las rom ánicas), en cam bio, “we follow the order o f ideas as in the ancient; this is the law of every reasonable being. T he order o f ideas is shown by the o r­ der o f words. But this order o f words serves at the sam e tim e m ore or less to express the syntactical relations. O ur languages tend m ore and more to replace this double m arch o f the sen­ tence by a single one. T he subject was originally b u t the point o f departure o f a sensible act which serves as a m odel for the construction o f the sentence. O u r languages tend to m ake of the subject the point o f departure for the thought itself. T his is the reason why our languages oblige us to choose a conform ation o f the sentence in which the syntactical m arch shall not deviate too greatly from that o f the thought. W hat they dem and, then, is not the sacrifice o f the order o f one’s ideas to the syntax; on the contrary, they would have the syntax conform to the required order o f the w ords” (id., 37). N o se trata, pues, de que la sintaxis de las lenguas m odernas determ i­ ne el orden de palabras en sentido estricto, sino que aquélla se conform a según las necesidades del orden de palabras. De ahí la asim ilación del tem a al sujeto gram atical frecuente en m uchas de estas lenguas. P or la m is­ m a razón, no hay que confundir -d ice W e il- el fenóm eno sintáctico de la inversión, en el que se produce un cam bio con respecto a la sintaxis n o r­ mal “ after the m anner o f the ancients” y buscando “the m ost anim ated syntax, in place o f that w hich accords in its m arch with the m arch o f ideas” (ibíd.).

con el verdadero cam bio de orden, llam ado orden patético, en el cual el núcleo de la enunciación se expresa antes que el conocim iento com ún en­ tre hablante y oyente porque, de hecho, las ideas han fluido de ese m odo4. Puede decirse que la noción ‘pun to de p artid a’ de W eil, com o concep­ to clave del eje determ inante del orden de las palabras en la oración, reúne ya todos los aspectos barajados posteriorm ente por el C írculo de Praga para definir la noción de ‘tem a’: el ‘punto de partid a’ es tal porque (i) es inform ación (más) conocida y, por tanto, (ii) es aquello de lo cual se va a decir algo (nuevo). Com o punto de partida, adem ás, suele ser el prim er elem ento que se expresa (y piensa), si bien en ocasiones anorm ales (orden ‘p atético ’) puede relegarse a la posición final.

2.2.

Vilém M athesius.

La huella de W eil en los estudios posteriores sobre el orden de pala­ bras y factores determ inantes del m ism o, sobre todo en los praguenses, es lo suficientem ente im portante com o para justificar la detallada exposición de sus puntos de vista. En efecto, no sólo los conceptos inform ativos de ‘tem a’ y ‘rem a’ (o sim ilares) tienen su origen inm ediato en él, sino que su concepción general del orden de palabras y de las relaciones entre la es­ tru ctu ra sintáctica y la inform ativa (o psicológica) de la oración serán el verdadero p u n to de partida para estos estudios en el C írculo de Praga. Y será Vilém M athesius (1882-1945) quien recoja en prim era instancia estas ideas y establezca los fundam entos del análisis de las funciones inform ati­ vas en Praga. V ilém M athesius concebía la lengua como: “ a system o f the m eans o f expression, a system o f signs, m anifested in actual com m unication as the sum total of the possibilities available to the m em bers o f the same language com m unity at a given tim e in a given place for the purpose o f com m uni­ cation through speech, and identifiable from their realizations in p articu lar utterances” (M athesius, 1961, 13). El uso de este sistem a tiene dos finalidades distintas y com plem enta­ rias: la expresión y la com unicación. La prim era es una:

“ spontaneous m anifestation o f o n e’s em otions; it does not reckon, or is not m eant to reckon, with the hearer” (ibid.). La com unicación, en cam bio, “ has a social character; it applies to another speaker as the hearer, being intended to evoke certain thoughts, ideas, decisions, etc.” (ibíd.). En el estudio de la actividad lingüística -c u y o análisis científico nos lleva al sistem a que le subyace- hay que distinguir, pues, tres niveles: una ‘estructura sem ántica’, una ‘estructura gram atical’ y un ‘sistem a de recur­ sos organizativos de la expresión’, llam ado por M athesius F unctional Sentence Analysis o F unctional Sentence Perspective (FSP)5. M athesius parte de una idea sim ilar a la de W eil, i. e. la de que el or­ den de los elem entos en la oración está determ inado fundam entalm ente por la FSP, que divide ésta en dos partes: el ‘tem a’ y el ‘rem a’. De este m odo, las lenguas podrán ser caracterizadas por el grado de dependencia que los elem entos tem áticos tienen con los principios gramaticales: “ In languages with developed verbal systems there very often appears a vacillation betw een two different conceptions o f the gram m atical subject, that o f the doer o f the action expressed by the predicative verb and that o f the them e o f the enunciation contained in the predicative. C om pared with the M odern G e r­ m án or w ith any o f the M odern Slavonic languages, e. g. M o­ dern Czech, M odern English shows a characteristic tendency for the them atical conception o f the subject” (M athesius, 1928, 61). En su com paración entre el orden de palabras en alem án e inglés observa cóm o esta últim a lengua suele acom odar sus construcciones sintácticas de m odo que el sujeto recaiga siem pre en el tem a; de ahí la conocida ten d en ­ cia del inglés a form ar construcciones pasivas para situaciones en que otras lenguas utilizan im personales, o a recurrir con frecuencia a verbos de sen-

5. Mathesius no llegó a definir el carácter y los límites de cada uno de estos tres niveles, si bien sus trabajos dieron pie a esta distinción. Una sistemática exposición del modelo se en­ cuentra en Danés (1964) y Firbas (1966).

tim iento en prim era persona en sustitución de posibles construcciones de dativo, todo ello debido a: “ the tendency to m ake a notion, especially fit to fill the them atical function, the subject o f the sentence” {id., 64). M athesius distingue entre orden ‘usual’ (tem a-rem a) y orden ‘m arca­ d o ’, según unos criterios perfectam ente asim ilables a los que guiaron a W eil para distinguir entre orden ‘n orm al’ y orden ‘patético’, incluso en lo referente al m ecanism o psicológico que uno y otro com portan6. Por lo que a los rasgos defm itorios del concepto de ‘tem a’ se refiere7, M athesius tom a com o característica fundam ental de este ‘punto de p arti­ d a’ el ser ‘conocido’, si bien los dem ás rasgos vistos en W eil están presen­ tes tam bién en sus definiciones. Así, en 1939 define el tem a como: “ that w hich is known or at least obvious in the given situation, and from w hich the speaker proceeds” (M athesius, 1939, 234; apud Firbas, 1964, 268) el ‘rem a’, por su parte, será: “ th at w hich the speaker states about, or is regarded to the theme o f the utterance” (i b í d a p u d id., 277, n. 4). El ‘tem a de M athesius tendrá, pues, u n a doble vertiente: ante todo será (i) la inform ación conocida (u obvia). Adem ás, será (ii) aquello de lo que trata el enunciado y, p or tanto, el punto de partida del m ism o8. Y será precisa­

6. “The usual position o f the theme o f an utterance is the beginning o f the sentence, whereas the rheme occupies a later position, i. e. we proceed from what is already known to what is being made known. We have called this order objective, since it pays regard to the hearer. The reversed order, in which the rheme of the utterance comes first and the theme follows, is sub­ ject ive. In normal speech this occurs only in emotionally coloured utterances in which the speaker pays no regard to the hearer, starting with what is most important for h im se lf(M a t­ hesius, 1961, 156). 7. Para simplificar utilizamos los términos tema y rema para designar cada una de las partes en que la FSP divide la oración, si bien éstos no son exactamente los utilizados por Mathe­ sius. La traducción de sus términos es, aproximadamente, base de la expresión y núcleo de la expresión, aunque las traducciones de los términos checos difieren a menudo (Cfr. nota 8). El término rema (rheme) fue introducido por primera vez por J. Firbas, 1957, p. 94, para guar­ dar el paralelismo con el ya utilizado de tema (theme). 8. Mathesius utilizó varios términos checos a lo largo de su obra, con diferenciaciones no siempre bien delimitadas; las traducciones de éstos al inglés tampoco ayudaron a distinguirlos

m ente la asim ilación de estos dos aspectos (i-ii) la que plantee los prim e­ ros problem as en el análisis práctico de la estructura inform ativa de las oraciones. En efecto, M athesius ve la existencia de oraciones en las que no hay nada conocido, obvio o derivable del contexto (por ejem plo, al co­ m ienzo de u n a narración), p o r lo que la utilidad del criterio principal para la asignación del tem a parece desaparecer. La solución adoptada p o r el au ­ to r para estos casos es la de prescindir de este criterio y considerar única­ m ente el segundo, esto es, considerar que en la oración checa: V jed n é ze m i panoval (en) (un) (país) (el-reinaba) (en un país reinaba un rey quien...)

král (rey)

ktery... (quien)

el elem ento V jed n é z e m i es el tem a porque, a pesar de no ser conocido, es

mejor: en 1939, las definiciones que hemos apuntado corresponden a las palabras checas vychodisté (y su variante vychodisko) o základ, traducido por Vachek como ‘basis’ e identifica­ do por Firbas con el ‘theme’. El otro término, jádro, fue traducido como ‘nucleus’ e identifica­ do con el ‘rheme’. En ese mismo artículo, hace una distinción entre vychodisko (y variantes) y thema (o téma), si bien no llega a dar definición alguna de este último. En 1942 la terminolo­ gía cambia parcialmente, y las definiciones también: téma (o základ) es aquello “that is being spoken about in the sentence”, frente a jádro que es “what the speaker says about this ‘tém a’”. En principio parece que hace una distinción entre: (i) Vychodisko'. punto de partida e infor­ mación más conocida, y téma: aquello de lo que se habla, utilizando el término zaklad (‘fun­ damental’) como variante común. Pero de hecho esta distinción nunca llegó a realizarse en Mathesius, ya que en uno y otro artículo, y a pesar de las definiciones diferentes, tanto vycho­ disko como téma tienen características comunes, i.e. son un mismo concepto. Es más, en Mathesius (1961) -libro editado por J. Yachek a partir de las lecciones impartidas por Mathe­ sius hasta 1935- el theme (basis) se define como “what is given by the context or what naturally presents itself, in short what is being commented upon” (p. 156), lo cual es una fusión de la definición de vychodisko y téma. Quizá la separación de (i) y (ii) fuese una idea tardía de Mathesius que no pudo llegar a plasmarse. Sin embargo esta misma distinción fue hecha por Bene£ (1959), para quien había dos ejes distintos: por una parte, el término vychodisko se refería a aquella parte de la oración que “as the opening element o f the sentence links up the utterance with the context and situation, selecting from several possible connections one that becomes the starting poini, from which the entire further utterance unfolds and in regard to whic it is crientated” (p. 216, apud Firbas, 1964:276) este término es traducido normalmente por el inglés ‘basis’. Por otra parte, el thema (o zák­ lad) se refiere al elemento que supone información más conocida (Cfr. Ibíd.) y es traducido por Danés como ‘foundation’ y por Firbas como ‘theme’. Los autores que no distinguen uno y otro eje y, por consiguiente, los funden en uno solo suelen utilizar el término základ o téma para designar el ‘theme’ (información más conocida y punto de partida). Es de destacar que el Dictionnaire de Linguistique de l ’école de Prague, de Vachek y J. Dubsky (1959) sólo recoge el término thema véty (tema de la oración), igno­ rando los demás. Es, por tanto, imposible unificar terminologías tan divergentes en los distin­ tos autores, por lo que se hace necesario atender más á los criterios que siguen para cada uno que a las palabras elegidas. Es curioso, por último, que el segundo término (jádro -rema) no presenta tales divergencias, quizá por ser ‘menos importante para la FSP’ -según interpreta Danés (1974b, 107)-. Para estas cuestiones terminológicas Cjr. Firbas, 1964, 277, nota 5; Va­ chek, 1961,85, nota 71; Danés, 1974b, 106-114; Danés etalt., 1974.

el que nos introduce en la oración. O tras veces, sin em bargo, es im posible recurrir a tal pu n to de partida: B yl jed n o u (el-era) (una vez) (había un a vez un rey)

jeden (un)

král (rey)

En estos casos, en los que no sólo no hay inform ación recuperable del con­ texto sino que tam poco existe un elem ento concreto que sirva com o p re­ sentación referencial de aquello de lo que se va a hablar, M athesius adm ite la inexistencia de un tem a9. Podem os decir, para concluir, que exceptuando casos conflictivos com o los anteriores, M athesius utiliza los m ism os criterios que W eil para definir el ‘tem a’ de la oración, a saber: (i) (ii)

inform ación conocida (que se opone a inform ación ‘nueva’) P unto de partida (i. e. aquello de lo que se habla) (que se opone a todo lo dem ás, esto es, lo que se dice del ‘tem a’)

siendo el criterio fundam ental (aunque no siem pre explícito) el prim ero y quedando el segundo com o redundante en los casos en que lo conocido sea claram ente delim itable. 2.3.

J. Firbas y el concepto de ‘d inam ism o com unicativo’ (DC).

2.3.1 Los estudios posteriores a la obra de M athesius se dividieron claram ente entre aquellos que tom aron el criterio (ii) com o el único p erti­ nente para la determ inación del tem a, restando con ello im portancia al h e­ cho de que el pu n to de partida fuera m ás o m enos ‘conocido’, y aquellos otros que consideraron (i) com o fundam ental. P ara los que identificaron el tem a con el pun to de partida (indepen­ dientem ente de su carácter más o m enos nuevo), la posición inicial se con­ virtió en el verdadero indicador del constituyente tem ático: el tem a no p o ­ día ser otro que el ‘p u n to de p artid a’ de la oración en sentido estricto, el

9. También Weil (id., 33) admitía la posibilidad de que no hubiese ningún elemento que pu­ diese cumplir la función de tema, si bien la misma noción de existencia podría tomarse como tal en There was a king. Los argumentos de uno y otro autor se acercan bastante.

constituyente que abría la línea gram atical y determ inaba el posterior de­ sarrollo sem ántico, entonativo incluso y, p o r supuesto, inform ativo. Entre los que defendieron esta concepción del tem a hay que destacar a F. T ráv­ nícek quien en un trabajo dedicado fundam entalm ente a rebatir los puntos de vista expuestos en M athesius (1939) (Trávnícek, 1962) insiste en la ina­ decuación del criterio (i) (i. e. que asim ila el tem a a i o conocido’) en ora­ ciones com o había una vez un rey, y concluye: “If the beginning o f the sentence is taken up by words o r wordgroups unknow n from the preceding sentence, it shows th at the essential feature o f the them e o f the sentence is som ething else th an its being know n from the preceding sentence, some m ore general p rincipie” (Trávnícek, 165; apud Firbas, 1964, 273). Que el tem a sea ‘conocido’ no es, pues, m ás que un rasgo concom itan­ te, pero no obligatorio, de otros más generales que definen m ejor el tem a, rasgos que son m anifestados por el orden de palabras y que asignan al tem a la posición inicial: “ the them e o f the sentence is borne out by word order, by the front p o sition” (id., 166; a pud ibíd.) La indudable im portancia del orden de los elem entos y, concretam en­ te, la de la posición inicial hizo que algunos autores la tuviesen en cuenta sin p o r ello olvidar la ‘inform ación’ aportada por los constituyentes; ahora bien, a diferencia de M athesius, am bos aspectos se m antuvieron separados: (i) y (ii) com enzaron a ser vistos no com o dos aspectos de u n m ism o fenó­ m eno (la organización inform ativa de la oración), sino com o dos fenóm e­ nos que repercutían de distinto m odo en la organización inform ativa de la oración, aún cuando tuvieran ciertos puntos de coincidencia. Ejem plo de esta postura es el trabajo de E. Benes (1959), en el cual se distingue entre basis y theme. La basis de una oración era el prim er constituyente de la m ism a, aquel que conectaba con el contexto y servía com o pun to de p arti­ da para el resto de la oración. El them e era el elem ento que aportaba ‘m e­ nos inform ación n u eva’ (Cfr. nota 8). Hay que reconocer, sin em bargo, que la postura m ayoritaria en la Escuela de Praga fue la de considerar un solo eje relevante en el estudio de la FSP, concretam ente el derivado del crite­ rio (i), que tenía en cuenta el grado de inform ación ‘nueva’ sum inistrado p or los constituyentes de la oración en relación con el contexto previo o la situación. Y será la figura de J. Firbas quien afiance esta postura al resol­

ver uno de los principales problem as con los que había tropezado hasta entonces: el hecho de que el ‘tem a’, com o constituyente portador de la in­ form ación ‘conocida’, tuviera que ser un elem ento ‘desconocido’ o, lo que es lo m ism o, que existiesen oraciones ‘sin tem a’!0. Según Firbas, el problem a de la asignación del rasgo ‘+ conocido’ a un determ inado constituyente: “ raises the question w hether there is not another criterion than th at o f know n or unknow n that would adm it o f qualifying the fírst type as heterogeneous” (Firbas, 1964,270). P or ello, en lugar de adm itir que todo elem ento tiene que ser calificado de acuerdo con la dicotom ía ‘ ± conocido’, Firbas parte de la base de que la expresión de u na oración constituye un proceso dinám ico donde la infor­ m ación avanza gradualm ente al com pás de la em isión hasta su culm ina­ ción en la expresión com pleta; lo que debe establecerse, p o r lo tanto, es el ‘grado’ de inform ación que aporta cada elem ento de la oración a la infor­ m ación global. Es lo que denom ina ‘grado de dinam ism o com unicativo’ (C om m unicative D ynam ism (C D )) explicado por el au to r com o sigue: “ By the degree o f C D carried by a sentence elem ent we understand the extent to w hich the sentence elem ent contributes to the developm ent o f the com m unication, to which it ‘pushes the com m unication forw ard’ as it w ere” (ibíd. Cfr. tam bién Firbas, 1972,78). De acuerdo con esto, el constituyente al cual se le asigna la función tem ática no tiene p or qué aportar u n a inform ación ‘conocida’ pues, de nuevo en palabras de Firbas: “ the them e is constituted by the sentence elem ent (or elem ents) carrying the lowest degree(s) of CD w ithin the sentence. It follows from this definition th at the them e need not necessarily convey know n inform ation or such as can be gathered from the verbal situation or context. It can convey even new, unknow n

10. En realidad Firbas admite la importancia de la posición inicial para la FSP, y así lo dice explícitamente (Cfr. 1964, 273-4; 1974,24-25), pero en la práctica no lo tiene en cuenta.

inform ation. T he essential feature o f the them e is the lowest degree o f CD, not the conveyance o f know n inform ation” (1964,272). El tem a, p o r tanto, será aquel elem ento de la oración que suponga el m enor grado de CD, sin que el hecho de ser conocido con respecto al con­ texto sea requisito determ inante. T oda oración podrá poseer un tem a, pues siem pre cabe considerar una gradación en la inform ación sum inistra­ da p o r sus constituyentes, si bien para ello es necesario proveer a la teoría de unos criterios que aseguren u n a adecuada gradación del CD. Para Firbas, el grado de C D de cada uno de los constituyentes oracio­ nales no depende sólo del contexto (que puede no ofrecer elem entos de juicio, com o en el caso de había una vez un rey), sino que es el resultado de la interacción de tres factores: la distribución básica del C D , el contexto y la estructuración sem ántica. El p rim er principio es el de la distribución básica del CD. Según F ir­ bas: “ T he starting point o f the theory is the as'sumption th at it is in accordance both w ith the character o f the hum an thought and w ith the linear character o f the sentence th at sentence elem ents follow each with according to the am ount (degree) o f com m u­ nicative dynam ism (=CD) they convey, starting w ith the lowest and gradually passing on to the highest” (Firbas, 1966, 240). La distribución usual, no-m arcada, sitúa al tem a en posición inicial (elem ento de m enor grado de CD) y al rem a (m ayor grado de CD) en posi­ ción final, con el/los elemento(s) de ‘transición’ en m edio de am bos y or­ denados, según su grado de C D , de m enor a m ay o r11. Así, según este or­ den, podem os clasificar las funciones de (1 a-b) del siguiente modo:

11. El paralelismo del orden no marcado (distribución básica del CD) y el orden ‘objetivo’ de Mathesius es manifiesto, lo cual no es de extrañar si consideramos que Fibras, como Ma­ thesius (y como el mismo Weil) atribuyen el orden de la FSP al orden observado por las ideas en el acto decomunicación. Este paralelismo es puesto de manifiesto por el mismo Firbas: “The basic distribution of CD would reflect what H. Weil has called the 'movement of the mind” (Firbas, 1974, 22). El orden básico, sin embargo, tendrá mucha menos importancia que en los otros dos autores.

(1)

a

b

Ju a n T em a

salió Trans.

Por la m añana T em a

por la m añana R em a

salió Trans.

Juan R em a

La asignación de estas funciones inform ativas en (1) de acuerdo con la distribución básica de C D presupone que la oración en cuestión es ‘inde­ pendiente del contexto’; en caso contrario, éste puede alterar la asignación de las funciones inform ativas con respecto a las que corresponderían aten­ diendo solam ente a la ‘distribución básica’. A grandes rasgos podem os considerar que la acción del contexto, tal com o la considera Firbas, se li­ m ita a ‘tem atizar’ un elem ento incluido en el contexto previo12. El segundo factor que determ ina la estructura inform ativa de una ora­ ción es su estructura sem ántica: el valor sem ántico de cada elem ento p u e­ de asignarle un determ inado grado de CD dentro de la oración de la que form a p a rte 13. El conjunto de factores que pueden influir en la distribución del CD en la oración es resum ido por Firbas com o sigue: “ It follows th at FSP, by w hich we understand the distribution o f degrees of CD over the elem ents w ithin the sentence, is the outcom e o f an interplay (tensión) betw een the basic distribu­ tion on the one hand, and the context and the sem antic struc-

12.

L a ‘tematización’ consiste en el hecho de que “any element already mentioned in the preceding context normally conveys the lowest amount of CD within a sentence irrespective o f the position occupied in it (Thus, in He wanted to please Mary, M ary will be rhematic or thematic whether it has ñor or actually has been mentioned in the preceding context)” (Firbas, 1966, 240). Sin embargo, Firbas distingue entre ‘conocido en sentido lato’ y ‘en sentido restringido’. En el primer caso no hace falta que el elemento haya sido expresamente mencionado si es derivable de un contexto (ambiental, situacional) más amplio {Cfr. id., 246). Y al contrario, un elemen­ to previamente mencionado puede no ser tematizado si el objeto de la comunicación cambia el ‘status’ informativo de ese elemento {Cfr. Firbas, 1971, 136). 13. “As to the semantic structure, it operates within that section of the sentence that has remained unaffected by, independent of, the prededing context. The means of signalling are provided here by the semantic content o f the element in question and possibly by the seman­ tic relations into which this content may enter. (Thus, in each of the two following sentences, provided only the subject is known, the object, expressing the goal of the action, will carry a higher amount of CD than the verb, expressing the action. This holds good irrespective o f sentence position: He wrote an interesting book, Er hat ein interessantes Buch geschrieben)” (Firbas, 1966,240).

ture o f the sentence on the other. Full understanding o f this interplay, or cooperation o f FSP m eans however, cannot be reached w ithout constant regard to the possibilities and requirem ents offered by the gram m atical structure” (Firbas, 1966, 241).

El m odelo de Firbas, en realidad, no supone un cam bio significativo con respecto al de M athesius, a pesar del carácter novedoso con que es presen­ tado. Las diferencias fundam entales entre am bos pueden resum irse en los dos siguientes factores: (i) La oposición ‘conocido/nuevo’ desaparece en Firbas en favor de u n a gradación de la inform ación en la que cada elem ento recibe un ‘grado’ en relación con los demás. Esto perm ite que aun cuando ningún elem ento pueda derivarse directam ente del contexto, siem pre pueda hallarse el ‘te­ m a’ de la oración: basta con seleccionar com o tal aquella unidad dotada de m enor grado de CD. (ii) El orden de los elem entos en cuanto unidades inform ativas está representado inicialm ente m ediante la ‘distribución básica de C D ’; ahora bien, esta distribución es fácilm ente cam biable, por lo cual uno de los cri­ terios em pleados p o r M athesius para establecer la estructura inform ativa de la oración se debilita hasta casi desaparecer14. 2.3.2 El concepto de C D de Firbas parecía ofrecer m uchas e intere­ santes posibilidades p ara el estudio de la FSP, al considerar el aspecto in ­ form ativo de los elem entos de la oración com o resultado de un proceso di­ nám ico y, con ello, superar aparentem ente las dificultades derivadas de u n a definición absoluta y un tanto rígida del ‘tem a’. Las num erosas objecciones al m odelo de Firbas, sin em bargo, pronto pusieron de relieve sus m uchos puntos débiles. En algunos casos el rechazo del m odelo fue total,

14. La postura de Firbas en contra del orden de los elementos como recurso significativo para determinar el grado de CD de éstos en los análisis prácticos es expuesta con detalle en 1964, 273 y 279, n. 22. También en 1974, 35 dice: “Language is, of course, a pliant tool. In the presence of semantic and/or grammatical signáis linearity may become inoperative and deviations from the basic distribution of CD may take place. Moreover, context may intervene and some o f the items, for instance, the object, become contextually dependent and the extralinguistic reality in consequence viewed and presented from a different angle, the degrees of CD changing accordingly”.

p o r considerarse errónea la m ism a base del concepto de CD. Tal es la pos­ tu ra de la gran m ayoría de los autores alejados de los puntos de vista de los lingüistaspraguenses15, aunque no sólo de éstos; Francis (1966), en su rese­ ñ a al tom o IV de la revista Brno Studies in English, ilustra el tono y la di­ rección de las críticas m ás generalizadas al concepto acuñado por Firbas. Para Francis:

“U n til a m ore solid theoretical foundation is b uilt and a m ore rigorous m ethod developed, these studies by Firbas and his students m ust be regarded as rather im presionistic ventures into stylistics, m arked by a good deal o f arbitrary statem ent. O n w hat grounds, for exam ple, it is asserted that ‘provided both the verb and its object convey new inform ation, the object ca­ rn es a higher degree o f CD than the verb regardless o f the positions the occupy w ithin the sentence’. O r that ‘from the point o f view o f com m unication the tem poral setting is naturally less im portant than the event’ ” (Francis, 1966, 149). A estas objeciones al ‘im presionism o’ del m étodo se añaden dos más referidas a los presupuestos en los que se sustenta la idea del CD: “ 1. O n what basis is it assum ed that ‘it is in accordance both with the character of hum an thought and w ith the linear character o f the sentence to arrange the sentence elem ents in a consistent them e-transition-rhem e sequence, i. e. according to the degree o f CD, starting w ith the lowest and gradually passing on to (ending with) the highest’? 2. If this assum ption is weil founded, w hat opposing forces

15. Chafe (1974, 119-120) considera absurdo pretender que el oyente es ‘parcialmente’ consciente, pero no del todo, de un determinado elemento (i. e., un elemento de ‘transición’). Este autor, que defiende de la distinción binaria (conocido/nuevo) en la consideración de lo que el hablante sabe o supone acerca del oyente, cree ver una confusión en Firbas entre ‘ele­ mentos de la estructura semántica y elementos de la estructura superficial’ {Cfr. p. 120): Fir­ bas estaría identificando el elemento con mayor intensidad tónica con el de mayor grado de CD. Según Chafe, el hecho de que el objeto directo lleve el acento intensivo y el verbo un acento secundario (low pitch) hace que Firbas asigne un mayor grado de CD al primero. La hipótesis de Firbas, según este autor, es difícilmente verificable por la observación de los datos lingüísticos. Otros autores atacaron, sobre todo, el poco rigor de sus métodos. Como ejemplo sirve el si­ guiente comentario de Adjémian, 1978, 266: “Firbas innovation was an unfortunate move in that the notion of CD as he defines it is extremely vague and almost impossible to utilize in a rigorous linguistic description”.

operate to cause m any languages to develop norm al syntactic patterns that viólate this order?” (ibíd.). N o todas las críticas, sin em bargo, fueron destructivas: dentro del C írculo de Praga hubo intentos de reform ular el concepto de CD con el fin de hacerlo más operativo y descargarlo de aquellos defectos que parecían m ás evidentes. Cabe destacar en este sentido el trabajo de A. Svoboda (1974), quien considera que la inconsistencia del concepto de C D de F ir­ bas radica en su falta de especificación del m odo en que éste es asignado a los elem entos de la oración. Según Svoboda todas estas indeterm inaciones del concepto de Firbas tienen su origen en que bajo la etiqueta de CD se encierran dos nociones m uy diferentes: (i) (. . .) the general way of conveying inform ation by m eans o f a language and therefore w ith the objective inform ation am ount carried by certain language elem ents” y, p or otra parte: “ (ii) (. . .) the personal approach o f a language user to the com m unication, which consists o f increasing or decreasing the inform ation-am ount o f certain language elem ents according to the intention o f a language user and m ay be term ed as subjective inform ation” (Svoboda, 1974, 39). Para este au to r lo ideal sería poder m edir por separado el grado de infor­ m ación ‘objetiva’ y ‘subjetiva’, esto es, (i) la carga de inform ación real de los elem entos en un discurso determ inado (independientem ente de la acti­ tud del hablante), (ii) la inform ación ‘subjetiva’ que el hablante añade, m e­ diante ciertos recursos, a dichos elem entos. Las insalvables dificultades que im piden (al m enos en el estado actual de las técnicas) dicha m edición aconsejan, siem pre según Svoboda, la re­ form ulación del concepto de CD en los siguientes térm inos: “ C om m unicative dynam ism is an abstraction from and generalization o f the reciprocal contextual dependence” (id., 40) La dependencia contextual consiste tanto en la sucesión de los elem entos (o dependencia ‘horizontal’) com o en la referencia cruzada (cross-

reference). Esta dependencia, de carácter m ás concreto que el C D de F ir­ bas puede, a juicio de Svoboda, ser m edida en cada uno de los niveles gra­ m atical, sem ántico y funcional, tom ando com o criterio básico la repeti­ ción (total o parcial) y/o la alusión (de un elem ento o de un cam po signifi­ cativo) a lo largo del contexto. La abstracción y posterior generalización de este grado de dependencia contextual nos dará la m edida del dinam is­ m o com unicativo (CD) de un determ inado discurso (Cfr. Svoboda, 1974, 39-40). De ello se desprende que: “ CD and contextual dependence are regarded as com plem entary phenom ena, but (. . .) C D is a broader concept than that o f contextual dependance, since the form er is an abstraction from and generalization o f the reciprocal of the latter” {id., 40). Las dificultades del planteam iento de Svoboda surgen a la hora de h a­ llar el grado de dependencia contextual y de establecer los criterios ade­ cuados para ‘abstraer’ y ‘generalizar’ dichos datos. La operatividad del m o­ delo de Firbas, aspecto directam ente atacado por Svoboda, no es, sin em ­ bargo, superada por éste, poniendo en evidencia las dificultades para con­ vertir un concepto com o el de CD en operativo para el estudio de las fun­ ciones inform ativas de la oración. Su esporádica utilización por parte de algunos autores praguenses de orientación generativista se separa ya un tanto del planteam iento inicial por parte de Firbas (Cfr. Sgall-Hajicová, 1973).

2.4

F. D anés y el concepto de ‘p rogresión temática.

D entro de la nueva Escuela de Praga F. D anés constituye, sin duda, u na de las figuras m ás interesantes com o revitalizador de las ideas iniciales del C írculo, entre las cuales hay que incluir las relativas a la llam ada FSP. Hay que señalar que la labor de D anés en este sentido se centra m ás en la am pliación del cam po de estudio inicial de la FSP (m ediante su concepto de ‘progresión tem ática’) que en una clarificación de los aspectos oscursos dejados p o r sus predecesores. Así, D anés reconoce que algunos autores han distinguido entre: (i) inform ación conocida (dada) - inform ación nueva (ii) tem a (aquello de lo que se habla) - rem a (lo dicho del tem a) (iii) diferentes grados de CD (Cfr. D anés, 1970, 134 y 1974b, 106-7)

pero tal proliferación de ejes no es vista con buenos ojos por él. En su opi­ nión, ( í í í ) t i o es sino un ‘refinam iento’ de (paradójicam ente) la dictonom ía ‘tem a-rem a’ (i. e., el eje ( ii) ). En cuanto a la distinción entre (i) y (ii), D a­ nés nunca se ha m ostrado m uy partidario de su separación nítida. Sus pri­ m eras definiciones de estos térm inos inform ativos m ezclaban deliberada­ m ente am bos aspectos; en 1960 utiliza los térm inos franceses de them e y propos -to m ad o s de, entre otros, A.W . de G ro o t-, y los define, respectiva­ m ente, com o “the thing already known and spoken ab o u t” y “ w hat is said about the th em e” (Danés, 1960, 45). En 1964 cam bia los térm inos por sus equivalente ingleses, pero sin variar su contenido: “ an utterance m ay usually be divided into two portions: the them e (or topic), conveying the known (given) elem ents, and the rhem e (or com m ent), conveying the unknow n (not given) elém ent o f an u tterance” (1964, 228). En 1967 Danés percibe la posibilidad de desdoblar los conceptos, has­ ta el m om ento utilizados unitariam ente, en dos parejas: topic com m ent, que aludiría a la diferencia entre lo ‘conocido’ y lo ‘nuevo’, y them e - rhe­ me, que señalaría el punto de partida y el desarrollo posterior de la ora­ ción. Tal separación, sin em bargo, nunca llegó a hacerse efectiva en D anés al considerar -siguiendo a V. M athesius- que, por regla general, am bos ejes son sim étricos y, por consiguiente, su separación no es rentable (Cfr. 1967, 504-505). La m ism a opinión aparece poco m ás tarde cuando, al presentar por prim era vez su concepto de ‘progresión tem ática’ (vid. infra), alude a la distinción de ejes m encionada, considerando que: “ as in m ost cases, the two aspects coincide, we shall in o u r following discussion, disregard the said distinction” (1970, 134). P ara Danés, p o r tanto, existe un solo eje relevante para el estudio de las funciones inform ativas, si bien en él confluyen distintos aspectos que, sin em bargo, no justifican su separación formal (para detalles sobre el m odo de caracterizar los conceptos inform ativos de la oración vid. & 3.5 infra). A p artir de 1970 y, m uy particularm ente en 1974, D anés com ienza a interesarse en la justificación global de los distintos aspectos encerrados en el térm ino FSP. Según el autor, la FSP, en últim o térm ino, debe p ro p o r­ cionar un a explicación del m odo en que el discurso avanza apoyándose en

la inform ación contenida en el contexto precedente. La sim ple m edición de grados de inform ación o, incluso, la división de los elem entos según su carácter ‘conocido’ o ‘nuevo’ no explican nada - a su ju ic io - a m enos que establezcam os la influencia de ese grado en el desarrollo del discurso (o texto). Desde este punto de vista, el tem a deberá ser asignado al elem ento que de algún m odo recoja una parte de la inform ación precedente y se constituya en pu n to de partida de la inform ación subsiguiente. En otros térm inos, no podrá considerarse com o caracterizador del tem a el rasgo ‘m enor grado de C D ’ si éste no im plica que el elem ento que lo lleva debe cum plir la función tem ática, a saber, la de ser punto de partida de la ex­ presión dentro del co ntexto16. El concepto de ‘tem a’ será redefínido por D anés del siguiente modo: “ T he am ount (or the potential) o f succesively accum ulated in ­ form ation is m ostly so extensive that the speaker, carrying on the discourse, m ust necessarily m ake a choice from this mass. A nd we m ay rightly assum e that he selects the utterance them e from it (unless he has some special reason to choose som ething that is not com prised in it). In any case, the portions in an u tte­ rance are exactly those elem ents that are closely connected with the selected T (and indirectly with R )” (Danés, 1974b, 112).

El tem a se encontrará generalm ente entre la inform ación conocida,

16. Según Danés la inadecuación de lajdentificación del tema con lo conocido se evidencia por la existencia de dos sentidos distintos en la expresión ‘información nueva’; en un primer sentido puede referirse a lo ya mencionado, en otro, a la relación entre el ‘tema’ y el ‘rema’, relación que, evidentemente, supone una nueva información con respecto al discurso prece­ dente. Así, en un discurso como el siguiente (Cfr. Danés, 1974b, 111): “Sedimentary rocks. (1) Most o f historical geology has to do with sedimentary rocks and their contained organic remains. (2) This is accounted for by the fact that events in earth history are recorded mainly in terms o f differing kinds o f sedimentation. . . ” Danés hace las siguientes consideraciones: “It is obvious that ‘sedimentation’, representing an essential part of the new informa­ tion of sentence (2), is fully recoverable from the preceding sentence (...). But what is new is the connexion o f ‘sediment- into which it has been put” (ibid.) entendiendo por connexion “the position (function) of the given element in the communicative structure of the ut­ terance” (ibid.) Hay que decir que esta idea había sido expresada mucho antes por, entre otros, O. Jespersen, para quien “new information” implicaba siempre la conexión entre un sujeto y un predicado (Cfr. 1924, 145) y recogida también por Benes y Kuno. El primero (Cfr. Benes, 1968, 270-1) distinguiendo entre rheme y la relación entablada por éste y el theme, que constituye el ‘senti­ do’ (verdadero objetivo) de la expresión. S. Kuno, por su parte, establece dos ejes informati­ vos bien diferenciados: anaphoric/ nonanaphoric y oíd/new (Cfr. Kuno, 1972, 271-3).

p ero no toda inform ación conocida será tem ática. Ser ‘inform ación cono­ cida’ y ser ‘tem a’ son dos cualidades distintas que D anés insiste en diferen­ ciar: “ it is evidently necessary to distinguish between the mass o f inform ation accum ulated up to a certain point of text, and the portion o f this mass contained (occurring) in the particular u t­ terance following this point. T his distinction involves a selection from the mass o f known inform ation for every u tterance” (ibíd.). El p rim er aspecto (la cantidad de inform ación conocida) puede m edir­ se a p artir del contexto directam ente. La localización del tem a de entre esta ‘m asa’ de inform ación conocida se deriva de un m étodo sencillo, con­ sistente en la utilización de una serie de preguntas ‘rem áticas’ (R questions) posibles a partir del contexto y de la situación: “ G enerally speaking, we assum e that it is possible to assign to any sentence (taken as a gram m atical unit) a set o f whquestions, representing all possible types o f context in which the given sentence is applicable, and consequently, revealing all possible FSP-structures w hich it can acquire. In this we are also able to find out, indirectly, the them e o f a given utteran ­ ce” (id., 114-115) El tem a queda caracterizado, pues, com o un elem ento que sirve de pu n to de partida de la oración, que ha sido seleccionado generalm ente de entre la m asa de inform ación conocida y que supone, adem ás, aquello de lo que se habla, i. e. aquel elem ento inform ativo que sirve de enlace entre la expresión en cuestión y el discurso precedente. Esta noción de ‘tem a’ es vista por Danés (Cfr. id., 112) com o m uy cercana a la de ‘b asis’ (vychodisko) de Benes (1959) (Vid. nota 8 supra)\ hay, sin em bargo, ciertas diferen­ cias que no señala el autor y que, en realidad, separan am bos conceptos: la ‘basis’ de Benes es el ‘punto de p artid a’ porque es el prim er elem ento en la organización secuencial de la oración, y no tiene relevancia alguna el que sea o no recuperable del contexto previo. Para Danés, en cam bio, el tem a debe ser necesariam ente recuperable y, aunque en sus ejem plos el tem a es, de hecho, el prim er elem ento de cada oración, en ningún m om ento es identificado (forzosam ente) con el constituyente inicial de la m ism a. La di­ ferencia entre la visión de uno y otro au to r es im portante p o rq u e supone

u n a distinta valoración de los ejes relevantes en la FSP: para Benes existen dos ejes independientes (aunque con puntos de contacto) caracterizables com o el eje ‘conocido/nuevo’ y ‘elem ento inicial/resto de la oración’. Para Danés, en cam bio, sólo hay uno: lo recuperable (conocido), ya que éste constituye el cam po del cual se extraerá el tem a. Parece evidente que la noción de ‘tem a’ de Danés en el últim o de los sentidos vistos debe ser entendida en el m arco de su teoría sobre la ‘progre­ sión tem ática’ (T hem atic Progression (=TP) ), expuesta en 1970 y 1974. Creo que la m ejor form a de ilustrar brevem ente el fundam ento de este análisis es reproduciendo un ejem plo del propio autor (Cfr. Danés, 1974b, 115); el siguiente texto: (2)

W óhler heated am m onium cyanate and found th at it was thereby converted into urea, previously know n only as a product of living organisms.

puede ser descom puesto en tres oraciones (a-c) provistas cada u n a de ellas de un a estructura ‘tem a - rem a’ indicativa del m odo en que cada oración se apoya en la(s) precedente(s) y sirve de punto de partida para la(s) posterior(es): (2)

a W óhler / heated some am m onium cyanate b He / found that it was converted into urea c T his substance / had been previously only known as a pro­ duct o f living organism. Según Danés, un análisis de estas oraciones nos m ostrará que: “ 1. (b) has lost its independent status and has been, w ithout the loss o f its explicit T - R structure, com bined w ith a into a m últiple utterance, com posed o f two com plete T - R nexuses; the connexion between (a) and (b) is supplied by the identity of T a and T b. 2. (c) has lost its independent utterance status, and its T - R structure as weil; it has been restricted to its rhem atic elem ents and fused w ith R b into a single com plex R(b, c)5 or briefly it has been rhem atized. T he fusión has been allowed due to the fact th at T c is a paraphrase o f R b and thus it m ay be om itted” {id.,

115- 116).

El proceso anterior -siguiendo siem pre el a u to r- puede ser esquem atizado com o sigue:

Ta --------i

Tb (=Ta)

----- ----------- , Rb Te

(=Rb)----------"Re

Sin en trar ahora en detalles sobre el análisis anterior, es im portante obser­ var que la noción de ‘tem a’ ahora se ha convertido en, ante todo, una fun­ ción dentro del texto desem peñada por un constituyente oracional; con­ cretam ente es el elem ento que une inform ativam ente una oración con el texto en el que se inserta.

2.5

E l Círculo de Praga. Consideraciones finales.

Las diferencias observadas entre los distintos autores del C írculo de Praga en el tratam iento de los conceptos básicos de la FSP se centran tanto en (i) la m ism a naturaleza de nociones com o ‘tem a’ y ‘rem a’ (o similares), com o en (ii) el m arco en el que dichos conceptos son operativos. (i) A unque prácticam ente todos coinciden en considerar el ‘tem a’ com o el punto de partida de la oración, las razones de tal consideración se dividen entre: (a) los que la asocian con la inform ación (más) conocida: M athesius, F ir­ bas, Svoboda, Danés; (b) los que la asocian con la posición inicial en la oración: fundam ental­ m ente Trávnicek; (c) los que defienden la relevancia de am bos ejes: Benes (que reserva el térm ino más habitual de ‘tem a’ (zaklad) para la inform ación (más) conoci­ da). (ii) P or lo que se refiere al m arco operativo de dichos conceptos, la división separará a Danés (1970, 1974) de prácticam ente todos los dem ás. Ya M athesius (1939) había observado que el térm ino FSP encerraba dos significados: la ordenación de la estructura inform ativa de la oración, por una parte, y su conexión con el contexto por otra. Benes parte de esta m is­ m a distinción para su estudio sobre las oraciones contextualm ente dep en ­

dientes y las independientes (Cfr. Benes, 1968); H alliday (1974, 48) obser­ va que el estudio de la FSP, prim itivam ente centrado en la oración, fue ex­ tendiéndose a otras unidades. De acuerdo con esto, podem os identificar un p rim er grupo (M athesius, Firbas, Svoboda, Trávnicek, D añe (1967), etc.), cuyo objeto de estudio es la estructura inform ativa de la oración17. Frente a este grupo se sitúa D anés (1970, 1974) cuyo objeto de estudio no se circunscribe sólo a la oración, sino al m odo en que un conjunto de oraciones se engarzan entre sí para constituir un texto. En efecto, para D a­ nés la justificación últim a de la estructura inform ativa de la oración reside en las opciones que el contexto proporciona, de m odo que: “ we m ust not be contení with a statem ent that certain sentence elem ents convey the known inform ation (in contrast with others conveying the new one), but we ought to find out the prin­ cipies exactly according to which this and not another portion o f the mass o f known inform ation has been selected” (Danés, 1974b, 112). N o es, pues, una estructura oracional determ inada lo que estudia D a­ nés (1974), esto es, qué elem entos son ‘conocidos’ y cuáles ‘nuevos’, sino la conexión de todos estos valores inform ativos con el texto que, en últim a instancia, es el que asigna dichos valores a los elem entos. Para D anés la di­ ferencia entre un estudio com o el de Firbas y el suyo propio reside en que m ientras aquél se preocupa de la ‘m icroestructura com unicativa’ de la ex­

17. Aunque no parece necesario insistir en que la oración sintáctica es el punto de partida de los primeros autores de Praga, sirva el siguiente párrafo de Mathesius para despejar cual­ quier duda: “The information-bearing structure o f the sentence should be considered in opposition to its formal structure. Whereas the formal structure concems the way in which a sen­ tence is composed of grammatical elements, the information- sentence structure struc­ ture concems the way in which a sentence is integrated into the factual situation during which it was produced. The basic elements of the formal structure of the sentence are the grammatical subject and the grammatical predícate, the basic elements o f the in­ formation-bearing structure are the foundation of the utterance -whatever in a given situation is known or at least obvious and thus forms a point of departure for the spea­ ker- and the core of utterance, that is, whatever the speaker affirms about the founda­ tion of the utterance or in terms of it”. (Mathesius, 1939, 234 apud Garvín, 1963, 503). Es de destacar que la definición de ‘foundation’ y ‘core’ de Mathesius engloba conceptos co­ rrespondientes a (i) y (ii) de su propia distinción. Garvín (ibid.) resume la tarea de Mathesius del siguiente modo: “Given a certain syntactic structure, what are the devices available for differentiating between oíd and new information?” .

presión su estudio se referirá a su ‘m acroestructura’, i. e. a la caracteriza­ ción global de los elem entos de la oración atendiendo a su carácter infor­ m ativo dentro del texto (Cfr. D anés, 1974b, 114). Hay, p or tanto, una clara diferencia de objeto de estudio entre aque­ llos que se preocupan de la organización de la inform ación intraoracional y D anés (1974), cuyo centro de atención es el m odo en que la inform ación se reparte en las diversas oraciones que form an el texto. La diferencia fun­ dam ental en cuanto a los resultados es que si los prim eros analizan la es­ tru ctu ra ‘tem a-rem a’ com o un rasgo inform ativo inherente a la unidad o racio n al18, D anés (1974) adm ite la posibilidad de que el ‘tem a’ de una oración no se presente com o constituyente de la m ism a, sino que se halle en otra, siendo esta unidad sintáctica un com ponente inform ativo única­ m ente ‘rem ático’ dentro del texto (o rem ático con respecto al discurso pre­ cedente y tem ático con respecto a lo que le sigue). La estructura ‘tem arem a’, pues, deja de ser una organización patente en toda oración para convertirse en algo parecido a la organización inform ativa del texto, en­ tendido éste com o el m arco en el que las unidades sintácticas entran en re­ lación.

P or últim o, otros autores (como Benes) distinguen am bos objetos de estudio com o tratables separadam ente, si bien en la escuela de Praga esta postura fue francam ente m inoritaria. La diversidad de ópticas m ostrada por estos autores en lo relativo a la definición concreta de los conceptos operativos de la FSP y ám bito de la m ism a se convertirá en franca indeterm inación cuando de lo que se trata es de u tilizar estos conceptos en el análisis práctico. Dos son, a mi juicio, los aspectos cuya falta de definición im pidieron a los autores de Praga lo­ grar un m odelo de descripción de la FSP realm ente operativo: (i) La constante fluctuación de punto de vista con el que se encaran los problem as de la FSP, considerando en unas ocasiones al hablante com o principal responsable de la estructura inform ativa de las oraciones (o del

18. De ahí la consideración de Mathesius como ‘caso especial’ el de las oraciones sin tema, o el concepto de CD de Firbas, cuya utilidad más evidente era la de asegurar la existencia de un tema en cada oración independientemente de otros factores contextúales.

discurso), m ientras que en otras ésta parece ser una im posición de la len­ gua ajena a la voluntad del hab lan te19. (ii) El tipo concreto de rasgos lingüísticos im plicados en las m anifestacio­ nes de la estructura inform ativa (FSP), por otra parte, está lejos de haber sido bien explicado: en unas ocasiones la FSP parece tener en el orden de los constituyentes (u otros rasgos de carácter sintáctico) su m anifestación esencial; en otros es la entonación el rasgo fundam ental; en la m ayoría am bos recursos parecen válidos según en qué ocasiones, pero nunca se ha dado u na explicación de la supuesta interacción entre uno y otro tipo. C om enzarem os con el prim ero de los aspectos citados. (i) Podem os decir que los criterios que subyacen al tratam iento de los va­ lores inform ativos (del tipo ‘tem a’, ‘rem a’, etc.) fluctúan entre (a) y (b) del siguiente cuadro: (a) El valor inform ativo (i. e. la asigna(1) Por el contexto previo ción de funciones com o ‘tem a’ o ‘rem a’) está estructuralm ente o, al m enos, externam ente m arcada en | (2) Por ciertos im pe­ rativos de carác­ relación con el hablante. ter psicológico. (b) El valor inform ativo de los ele­ m entos es una iniciativa del ha­ blante ajena a otros aspectos lin­ güísticos del mensaje.

19. Palková & Palek (1978) ven esta indeterminación de perspectivas en la práctica totali­ dad de los autores que han llevado a cabo estudios sobre la FSP. De este modo, considerando las diversas nociones manejadas (tales como ‘conocido’, ‘nuevo’, ‘focalizado’ etc.) como deno­ taciones (= DEN), observan que hay, al menos, dos tipos de incongruencia en el modo en que han sido utilizados: “ 1) The interpretations of the different DEN (FSP). In some DEN (FSP) the language user’s evaluation constitutes an inherent component and in this sense they are mentally orientated (...); the other DEN (FSP) refer to the structure of the utterance and are founded on the relationship between its elements”. 2) The fundamental altitudes to communication which the DEN imply. Some DEN imply an approach to the text (or the speech situation) which is orientated primarily fron the standpoint o f the speaker, others one in which the listener’s standpoint is paramount, while in some further cases no orientation is clearly discemible”. (págs. 218-219). Hay que señalar que si bien estas observaciones son muy pertinentes, un análisis de los ejem­ plos de las incongruencias citadas por los autores revela, en algunos casos, cierta incompren­ sión de algunos de éstos.

En principio, la postura adoptada m ayoritariam ente ha sido la refleja­ da en (a): cuando D anés (1967, 507; 1974b, 114-115; vid. infra apdo. 3.5) alude al carácter ‘previam ente m encionado’ del tem a oracional, o cuando propone la prueba del W h-question com o m étodo para determ inarlo está convirtiendo las funciones inform ativas en algo establecido rígidam ente p or el contexto, y no por iniciativa del hablante. Los problem as de W eil y M athesius e, incluso, del m ism o Firbas ante las oraciones ‘sin tem a’ se en­ m arcan en esta m ism a concepción ( (a-1) del esquem a anterior). P o r otra parte, cuando se quiere hacer coincidir el orden habitual de los constituyentes con un supuesto orden paralelo en el terreno de las ideas (Cfr., p or ejem plo, M athesius, 1961, 156; Firbas, 1974, 22), la asig­ nación de las funciones inform ativas parece hacerse depender de factores distintos de la estricta voluntad del hablante, esto es, según el criterio (a-2) del esquem a, aún cuando aquél pueda alterar dicho orden rebelándose de algún m odo contra lo que en principio es una consecuencia de las leyes y formas del pensam iento. Este prejuicio ‘psicologista’ condicionó, adem ás, la form a de estudiar la FSP, provocando un enfrentam iento entre el orden ‘objetivo’ (o ‘distribución básica del C D ’, en Firbas) y la organización gra­ m atical, sin que, com o señala Francis (1966, 149, cit. supra), ni M athesius ni Firbas se planteasen nunca por qué los principios gram aticales, que eran ordenaciones a posteriori, podían surgir al m argen de un orden que tenía su justificación en el m ism o orden de las ideas20. Frente a estas consideraciones tendentes a hacer de las funciones in ­ form ativas u na im posición al hablante por parte de la situación, el contex­ to o ciertas leyes psicológicas, no hace falta insistir en la definición de di­ chas funciones presentada en el apdo. 1, que establece claram ente que es­ tos valores (concretados en funciones com o ‘tem a’ etc.) tienen com o carac­ terística fundam ental la de reflejar ciertas actitudes del hablante a través de recursos lingüísticos sistem atizables. Lo propio de estas funciones es, por consiguiente, la expresión de la subjetividad del hablante sin que el contexto, la situación o el contenido del mensaje determ inen el carácter de

20. Nótese la contradicción que supone esto con respecto a la concepción general de Firbas: si la distribución básica del CD responde a la relación entre “el carácter del pensamiento hu­ mano y el carácter lineal de la oración” (Cfr. 1966, 240 cit. supra), siendo este orden cambia­ do por factores contextúales o semánticos (es decir, ajenos a la tendencia natural del pensa­ miento), ahora parece que el hecho de que el hablante refleje su voluntad informativa por en­ cima de otros factores es precisamente lo que deshace esta distribución básica.

dichas funciones: todos estos son datos con los que cuenta el hablante para decidir las prioridades inform ativas según las cuales organizará los ele­ m entos de su discurso, pero ninguno de ellos puede considerarse determ i­ nante de su voluntad y, por tanto, ninguno puede ser utilizado para ‘m e­ d ir’ el valor inform ativo de una expresión dada. La sum a de pruebas au to ­ m áticas propuestas p o r Danés y -so b re to d o - Firbas no m iden, pues, las funciones inform ativas en sentido estricto; a lo sum o, ciertas condiciones objetivas influyentes, al m enos estadísticam ente, en la organizión de di­ chas funciones21. Hay, p or tanto, según a), un orden básico, ‘objetivo’, ajeno en p rin ­ cipio a la voluntad del hablante y, sin em bargo, identificado constante­ m ente con la “ línea de pensam iento’, un orden im puesto por la lengua en cuestión. A hora bien en m uchas ocasiones, el hablante, por razones de re­ levancia com unicativa, se im pone a esta prescripción estructural y cam bia dicho orden. Es en estos casos en los que se adm ite el criterio (b), esto es, la voluntad del hablante, com o organizadora de la FSP, teniendo en cuen­ ta que para autores com o W eil o M athesius, sólo en casos lím ites se ro m ­ pen las condiciones objetivas que perm iten al hablante deshacer el orden habitual (y, curiosam ente, psicológicam ente fundado). En el caso de Firbas el hablante, com o tal, nunca puede decidir con libertad absoluta el grado de ‘dinam ism o com unicativo’ de los elem entos de su discurso ya que cuando este se ve alterado en su distribución básica, dicha alteración viene dada bien p o r la estructura sem ántica de la oración, bien p o r el contexto, siendo éste, adem ás, el aparentem ente único responsable de las ‘focalizaciones’ o ‘énfasis contrastivos’: “ a linguistic elem ent -sentence, noun phrase, word, m orpheme, subm orphem ic elem ent, e tc .- m ay be singled out in order to establish a sharp ad hoc opposition (contrast): John W A S reading the local paper, Jenda C E T L m ístn í noviny. T he fact

21.

Incluso el valor de estos ‘datos’ no siempre es fácil de determinar. Según Firbas: “Not all types of semantic contect, however, are capable of signalling degrees of CD in the way indicated above. This is borne out by the following examples, each o f which contains a contextually independent direct object: He gave a boy an apple. He gave an apple to a boy. Of the two objects, the one occurring later evidently carries a higher de­ gree of CD. Similarly, a contextually independent infmitive of purpose will carry a lower degree of CD when occurring initially than when occurring fmally: In order to meet his friend, he went to Prague. He went to Prague in order to meet his friend. In all these cases it is the linear arrangement that decides the degree of CD” (Firbas, 1974, 21 ).

th at C E TL m ay appear in sharp ad hoc contrast, e. g. to cte (‘is reading’), shows th at the m orphem e -1 m ay becom e the actual hearer o f the contrast. U nder the circum stances it would be the only elem ent conveying new inform ation (and be therefore contextually independent), whereas all the other elem ents would convey know n inform ation (and therefore be contextually dependent)” (Firbas, 1972,78-79). (ii) La cita anterior nos introduce en el segundo de los rasgos que -insisto, a mi ju ic io - em pobrecen el tratam iento de la FSP en la escuela de Praga. Podem os definirlo com o la habitual fusión de distintos sistem as in ­ form ativos en uno solo. La organización del discurso en ‘tem a’ y ‘rem a’ tenía, en principio, un carácter lineal; su fundam ento era prioritariam ente el orden de los consti­ tuyentes, al m enos en los casos ‘no-m arcados’. T anto el orden ‘objetivo’ de W eil y M athesius, com o la distribución básica del ‘dinam ism o com unica­ tivo’ de J. Firbas, o la estructura ‘tem a-rem a’ de F. D anés son m odelos de organización secuencial. El valor del orden de los constituyentes en los ca­ sos m arcados ya varía de unos a otros autores. Así, m ientras M athesius ve en el cam bio de orden una m arca de alteración de los valores de la FSP (orden subjetivo) y D anés (1967) com o la m arca habitual en cierto tipo de lenguas, Firbas niega valor alguno a este recurso com o indicativo de los valores del CD. Pero exceptuando a Firbas y seguidores m ás cercanos, la tendencia habitual es la que considera que el orden de los constituyentes está m ás o m enos directam ente influido (según lenguas) por la FSP. El problem a al que quiero aludir surge cuando, conscientes estos au ­ tores de la im portancia de la entonación y de los focos de intensidad com o m arcas de lo que venim os llam ando el ‘valor inform ativo’ de los elem en­ tos, no dudan en añadir este tipo de m arcas al inventario de las que ya po­ seían para señalarlas. O rden lineal y entonación se convierten así en dos tipos de rasgos señalizadores de una m ism a estructura inform ativa. La p ri­ m era consecuencia de la confluencia de estas dos m arcas en lá señaliza­ ción de un a m ism a estructura inform ativa será una notable am bigüedad en cuanto a la vigencia de cada tipo de m arca, las proridades relativas entre am bas y las posibles neutralizaciones. En otros térm inos, dada la existen­ cia de un a estructura inform ativa expresable m ediante dos tip o s de rasgos m uy distintos será necesario, para evitar confusiones, establecer claram en ­ te cuál es la m arca m ás adecuada en cada caso y cuándo prevalece u n a so­

bre otra. N o cabe la m enor duda de que el criterio del orden secuencial sólo puede ser utilizado en relación con la distribución del discurso en ‘constituyentes sintácticos’ y, por tanto, con referencia a ciertas unidades sintácticas, m ientras que la entonación, por el contrario, no es un recurso circunscrito al ám bito de unidad sintáctica alguna, sino a cualquier unidad dotada de algún rasgo significativo: com o bien observa Firbas (Cfr. 1972, 78-79 cit. supra), se puede ‘enfatizar’ p o r m edio de una entonación contrastiva un cierto m orfem a perteneciente a un constituyente más am plio. N o se puede, en cam bio, alterar el orden secuencial m ás que de consti­ tuyentes enteros. P or ello, el orden es siem pre ‘orden de constituyentes sintácticos’ (y m uy concretam ente, de la clausula), m ientras que la entona­ ción organiza el discurso en unidades inform ativas distintas y, en princi­ pio, independientes de la distribución sintáctica. No hay, sin em bargo, lugar alguno (que yo haya podido encontrar) en el que uno y otro tipo de recurso y, con ello, los diferentes sistemas infor­ m ativos de los que son m anifestación estén claram ente distinguidos por los autores de Praga. M uy al contrario, am bas perspectivas (la m anifestada a través de recursos entonativos y la de la secuencialidad de los constituyen­ tes sintácticos) aparecen sistem áticam ente fundidas. H abrá que volver los ojos al m odelo sistém ico de H alliday para encontrar una descripción com pleta y fundam entada de la relevancia de cada uno de estos recursos (y, consiguientem ente, de la naturaleza de cada uno de los sistemas infor­ m ativos a los que pertenecen). A unque el planteam iento de Halliday h a sido tratado brevem ente en otro lugar (Cfr. Jim énez Juliá, 1981, 336 y ss.), será revisado con m ayor detenim iento a continuación.

3.1

H alliday y la FSP.

El estudio del com ponente textual de H alliday debe ser encuadrado en el m arco general por él diseñado para una descripción global del len­ guaje (Cfr. H alliday 1970a, 1970b, 1974, 1977, 1979). Sin entrar en deta­ lles en los que obviam ente no podem os detenernos ahora, este m arco pue­ de ser caracterizado com o un intento de explicación del m odo en que son satisfechas las distintas funciones de las que consta la actividad lingüística a través de otros tantos com ponentes. Para Halliday las funciones básicas de la lengua, esto es, aquellas pertinentes: “ para el entendim iento general de la estructura lingüística, más que para una investigación psicológica o sociológica determ i­ n ad a” (1970b, 148) son las tres siguientes: en prim er lugar, “ El lenguaje sirve para la expresión del ‘contenido’: esto es, de la experiencia que el hablante tiene del m undo real, incluyen­ do el m undo interior de su propia conciencia” {ibíd.) Esta prim era función será la experiencial. La segunda función, denom inada interpersonal, es aquella por la cual la lengua perm ite: “ establecer y m antener relaciones sociales: sirve para la expre-

sión de los roles sociales que incluyen los roles com unicativos creados por el lenguaje m ism o -p o r ejem plo, el de preguntador y respondedor, que asum im os al form ular o contestar una pre­ gunta” (íbíd.) Finalm ente, hay una función textual que perm ite a la lengua: “ proveer m edios para establecer correspondencias consigo m is­ mo y con ciertos rasgos de la situación en que se usa” (ibid.) El siguiente esquem a (de H alliday, 1974, 49) ilustra el ám bito de cada uno de estos com ponentes, correspondientes a las funciones indicadas: the sun

was

experiential (ideational)

A ctor

Process

interpersonal

M odal

textual

T hem e

(1)

shining

on the sea Locative

P ropositional R hem e

(siendo las categorías M odal y Propositional “ the m ore general structure from w hich categories like subject, predícate, object, etc. can be derived” (ibid.) )>. C ada uno de estos tres com ponentes, correspondientes a las funciones básicas de la lengua, aporta un cierto significado al conjunto de la expre­

1. El nivel denominado ‘experiencial’, correspondiente aproximadamente al semántico de Danés o Dik, forma parte junto con el nivel lógico de una función general llamada ‘ideativa’ (ideational). El nivel interpersonal, por su parte, abarca todo aquello necesario para la exis­ tencia de un acto comunicativo efectivo entre dos interlocutores. Este nivel, subdividido en ‘modalidad’ y ‘modo’, es definido por Halliday como aquel sistema en el cual se expresa “the speaker’s intrusión in the speech event: his attitudes, evaluations and judgments; his expectations and demands; and the nature of the exchange as he is setting it upthe role that he is taking on himself in the communication process, and the role, or rather the role choice, that he is assigning to the hearer” (Halliday, 1979, 59-60). En este componente Halliday incluye tanto la modalidad de la oración (declarativa, interro­ gativa, etc.), con la consiguiente adscripción de roles (‘preguntador’, etc.) a los interlocutores, como aspectos sintácticos (tales como las funciones de los participantes), consideradas por Halliday como diferentes niveles de abstracción de un mismo tipo de fenómeno. Sobre esta cuestión vid. cap. 5, especialmente & 5.2.1.2.

sión, y todos ellos están expresados m ediante recursos léxico-gram aticales (Cfr. H alliday, 1979), aunque no se puede concebir la actuación de uno de los com ponentes sin los otros dos; en toda em isión lingüística los tres están necesariam ente presentes, esto es, siem pre podrem os reconocer: (a) un es­ quem a ideativo (‘transitivo’) cuyos participantes reflejan el m odo en que el m undo real es concebido por los hablantes de una lengua; (b) un esquem a m odal en el que estos participantes adquieren un rol (para Halliday) social (‘sujeto’, ‘objeto’, etc.) dentro del contexto com unicativo, y (c) un esquem a tem ático (e inform ativo) en el que cada hablante refleja las prioridades co­ m unicativas de entre los elem entos de su discurso, independientem ente del valor ideativo o m odal de los mismos. Desde el p u n to de vista lingüístico, los tres com ponentes son igual­ m ente im portantes: los tres tienen una estructura autónom a y, al tiem po, los tres se necesitan m utuam ente para m anifestar un mensaje lingüístico: “ since these structures are the m eans o f expression o f the basic functions o f m eaning, they relate to particular functionally defined areas o f m eaning. G ram m atical structure m ay be regarded, in fact, as the m eans whereby the various com ponents o f m eaning, deriving from the different functions o f language, are integrated together. W e can see that each com ponent m akes its contribution to the total structure com plex” (Halliday, 1974, 49). Es obvio que de estos tres com ponentes el que se refiere a los concep­ tos que aquí nos ocupan es el textual, definido com o aquel que: “ perm ite al hablante o al escritor construir sus textos, es decir, pasajes conexos de discurso vinculado a la situación; y perm ite al oyente o al lector distinguir un texto de un conjunto de ora­ ciones agrupadas al azar” (1970b, 148). Este com ponente es visto p o r H alliday no com o un ‘estrato’ de la gra­ m ática, sino (de acuerdo con su concepción de la lengua com o un conjun­ to de sistemas entrecruzados (netw orks) ) com o una división ‘vertical’ den­ tro del plano del contenido2. T am poco puede identificarse este com ponen­ 2.

“The textual component is not a ‘leveF in the usual (stratal) sense o f the term; it is a ‘vertical’ división within the content plañe” (Halliday, 1974, 52)

te con la FSP de la Escuela de Praga, ya que éste es sólo una parte del m is­ mo. El dom inio total del com ponente textual es, en esquem a, el siguiente: (2 ) 1.

Relaciones de presuposición (i. e. referencia, sustitución, coordi­ nación y presuposición léxica) (a) Verbal (i. e. anáfora y catáfora) ^ -interoracional < (icohesión)

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