Los collis : Antiguos habitantes de Lima Norte
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MUNILIBRO

Los Collis Antiguos habitantes de Lima Norte

CLAUDINA ZAVALA GLASTON

Los Collis Antiguos habitantes de Lima Norte

LOS COLLIS. Antiguos habitantes de Lima Norte. © Claudina Zavala Glaston © Municipalidad Metropolitana de Lima Rafael López Aliaga Cazorla Alcalde de Lima Gerencia de Cultura Bryan Mario Lee Gutiérrez González Subgerente de Patrimonio Cultural, Artes Escénicas, Museos y Bibliotecas Richard Chuhue Huamán Responsable del Fondo Editorial Sandro Covarrubias Llerena Jefe de Biblioteca y Archivo Histórico Primera edición, julio de 2023 Tiraje: 2 000 ejemplares Diseño de portada, diagramación y edición de fotografía: Rocío Castillo García Corrección ortográfica y de estilo: Anderson Alvarez Rosales Imagen de portada: Representación de la batalla entre collis e incas en la Fortaleza de Collique. Ilustración de Josué Maguiña, 2023. Imagen de la presentación: Detalle de la Fortaleza de Collique. Foto panorámica tomada con dron. Gran Museo Cálidda. Agradecimientos: Jorge Carlos Alvino Loli, Liliane Cheverier, Matías Guevara Borup, José Raúl Ramírez Tarazona, Luciana Caravedo Farro, Marcos Garfías, Alcides Álvarez Vela, Lucénida Carrión, Jesús Armando Bahamonde, Wilfredo Leyva, Museo Juan José Vega, Instituto de Estudios Peruanos, Cálidda, Servicio Aerofotográfico Nacional. Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú N.° 2023-05758 ISBN N.° 978-9972-726-53-8 Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación, por cualquier medio o procedimiento, extractada o modificada, en castellano o cualquier otro idioma, sin autorización expresa del autor y de la Municipalidad de Lima. Editado por: Municipalidad Metropolitana de Lima Jirón de la Unión 300. Lima, Perú. www.munlima.gob.pe Impreso en: Tarea Asociación Gráfica Educativa Pasaje María Auxiliadora 156. Breña, Lima-Perú. Lima, julio de 2023

» ÍNDICE Presentación 7 Prólogo 8 » INTRODUCCIÓN 11 » CAPÍTULO I LA CULTURA COLLI Y SU TERRITORIO ¿Quiénes fueron los collis? 13 Los collis y sus curacazgos 25 El territorio colli y sus antecedentes culturales 27 » CAPÍTULO II MITOS Y DIOSES RELACIONADOS CON LOS COLLIS Con 35 Mito del dios Con 38 Pariacaca 38 Mito del dios Pariacaca 42 Punchao 44 » CAPÍTULO III LOS COLLIS Y SUS PRINCIPALES ASENTAMIENTOS Características de los asentamientos colli 48 La Fortaleza de Collique 50 Cerro Conde 61 Los collis y su última guerra contra el Imperio inca 62 Los incas en el valle del Chillón 65 » CAPÍTULO IV RECONSTRUYENDO LA MEMORIA DE LIMA NORTE Los sitios arqueológicos en el siglo XXI 69 Reconstruyendo la memoria de Lima Norte 71 Recordando a los collis 80

» PRESENTACIÓN

Nuestra ciudad está llena de historia y vivencias que en muchos casos desconocemos, o quizá olvidamos, producto del diario trajín de la cotidianeidad. Es sobre una de estas culturas poco estudiadas que trata este libro. Asentados en Lima Norte, los collis dominaron un extenso territorio en el valle del río Chillón. Sus restos materiales se pueden ver en Comas, Carabayllo o Los Olivos. A través de las páginas del Munilibro 27 recorreremos aspectos del diario devenir de los antiguos pobladores limeños, sus creencias religiosas, su adaptación al lugar, sus luchas por controlar el espacio vital y su valentía al defenderse de la conquista inca. Son muchos los ejemplos que podemos tomar de esa sociedad. Uno de sus méritos fue afrontar las adversidades de su entorno y lograr conjugar con ese dominio de la naturaleza el propio mando de sus vidas y futuro, de igual manera que actualmente lo hacen miles de vecinos con sus acciones diarias. Al revalorar el aporte cultural de los collis estamos rescatando del olvido también parte de nuestra propia idiosincrasia, lo cual nos permitirá tener una mejor autoestima colectiva y reconocer el valioso legado histórico de nuestros antepasados.

Rafael López Aliaga Alcalde de Lima

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» PRÓLOGO

Claudina Zavala, arqueóloga sanmarquina, amplía con este texto los conocimientos y el debate en torno a uno de los sitios arqueológicos emblemáticos del patrimonio cultural del cono norte de Lima, así como incide en la necesidad de su puesta en valor. Se trata de la construcción que fue sede del señorío de los collis, cuya historia empieza en el período Intermedio Tardío. Esta sociedad ocupó el territorio del valle del río Chillón y tuvo como vecinos serranos a los cantas del grupo cultural atavillos y a los chacllas de los yauyos, con quienes mantenían constantes conflictos; en la costa, estuvieron los chancay, en el lado norte, y los ychsmas, en el sur. Estos últimos no han dejado ningún sitio arqueológico importante con ese nombre, a pesar de que la cultura material en los valles de los ríos Lurín y Rímac es abundante, con sitios arqueológicos tan importantes como Pachacamac y Armatambo. La autora, después de un seguimiento meticuloso de la documentación etnohistórica que se refiere a los collis y la revisión de las visitas escritas por los viajeros de los primeros años de la república, da testimonio de la existencia de una cultura bastante independiente, con modos de comportamiento y patrones de asentamiento distintos a los de sus vecinos. Esto se evidenció también tras la observación realizada durante los trabajos de prospección.

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La especialista opina que el manejo del territorio del valle del Chillón era estratégico y defensivo, pues ocupaban los espolones más altos de las estribaciones andinas, donde diseñaban sitios fortificados y amurallados. Un ejemplo claro de esto es la Fortaleza de Collique, compuesta por plataformas y plazas con recintos en su contorno, en los que se podía encontrar huancas con todas las connotaciones ideológicas de sus ancestros, otro elemento cultural que los hace distintos. Creo que es importante la contribución que hace este trabajo porque sienta las bases y derroteros de las investigaciones futuras sobre esta cultura, arqueológicamente poco estudiada. Además, auguramos que este libro se constituirá como una guía para los profesores de historia de Lima Norte, como parte de la enseñanza de la historia local y regional a nivel de Lima prehispánica.

Mag. Daniel Morales Chocano Profesor asociado de Arqueología UNMSM

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INTRODUCCIÓN

Collique, collic, colle, cullec o colli fue el nombre de una antigua sociedad prehispánica del Perú que se desarrolló en la cuenca del río Chillón entre los siglos XI y XV. Tenemos noticias de su existencia gracias a las fuentes etnohistóricas que nos dicen que la sociedad colli vivió y dominó principalmente el valle bajo y medio del río Chillón, y que, en la cuenca baja, que hoy conocemos como Lima Norte, la cultura colli estableció su sede principal, denominada actualmente Fortaleza de Collique. Esta cultura se constituyó como una sociedad prehispánica con identidad propia y autónoma de otras culturas contemporáneas limeñas. Se diferenció de sus vecinos, los chancayanos y los yshmas, por su forma de construir sus asentamientos en la cima de los cerros, los cuales se encontraban bordeados por muros altos o murallas de piedra, otra característica de los collis es que abarcaron solo una cuenca: la del río Chillón. Asimismo, creemos que es válido resaltar otra singularidad identitaria de los collis, como es la valentía y la osadía que mostraron para enfrentarse a los incas cuando estos expandieron sus territorios para formar el Imperio incaico en el siglo XV. Conocer a la cultura colli es colocar una pieza desconocida del rompecabezas a la historia de la ciudad de Lima. Esta se ubica en Lima Norte. Este libro está escrito para los nuevos y antiguos limeños, su finalidad es visibilizar y difundir los aspectos más relevantes de esta cultura, lograr el interés de la sociedad y de las entidades públicas y/o de alguna empresa privada para la puesta en valor del sitio epónimo de los collis como es la Fortaleza de Collique. » Huanca principal de los collis, ubicada en la cima de la Fortaleza de Collique, Comas.

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NARANJAL HUACA ALIAGA

RURICANCHO Río Rímac

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CAPÍTULO I | LA CULTURA COLLI Y SU TERRITORIO ¿QUIÉNES FUERON LOS COLLIS?

Esta es una pregunta constante que nos hacemos los arqueólogos e investigadores de la costa central. Asimismo, esta interrogante se hace extensiva entre algunos vecinos de los distritos de Lima Norte, quienes tienen dudas sobre a qué cultura pertenecen los sitios arqueológicos o huacas situadas en sus barrios. La cultura colli fue una sociedad prehispánica costeña y limeña que estuvo asentada en la cuenca baja y media del río Chillón antes de la llegada de los incas a este valle, es decir, entre los siglos XI al XV. Incluso, algunos habitantes colli fueron registrados por los cronistas y visitadores durante las primeras décadas del período colonial, en el siglo XVI, aunque luego desaparecieron con el tiempo. También conocemos de la existencia de los collis gracias a las investigaciones etnohistóricas iniciadas por el historiador Waldemar Espinoza, y luego retomadas por María Rostworowski en los años 60, 70 y 80. Estos dos estudiosos analizaron un voluminoso expediente judicial en el Archivo General de Indias en Sevilla denominado Justicia N.º 413. Este conjunto de documentos se comenzó a formar en 1558 y presenta la disputa judicial entre tres curacas: los collis, los cantas y los chacllas, quienes reclamaban derechos sobre unas tierras que se encontraban en la parte media del valle del río Chillón (Rostworowski, 1967-1968; Murra, 2002:101-110). » Reconstrucción de los curacazgos y etnias ubicados en la cuenca de los ríos Chancay, Chillón y Rímac, antes de la llegada del imperio Inca en la Costa Central.

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El juicio entre estos señores duró casi 20 años, y durante este tiempo cada uno de los litigantes iba declarando y tratando de argumentar ante las autoridades españolas, mediante probanzas, sus posturas para tener los derechos respectivos. Los collis solicitaban la posesión por ser los antiguos dueños antes de la llegada de los incas a dicho lugar, los chacllas señalaban que ese territorio les correspondía porque les fue otorgado por el inca Tupac Yupanqui, como parte del botín por ser sus aliados en la guerra para conquistar a los collis (Rostworowski, 1972, 1989), y —posiblemente— los cantas se atribuían el derecho de estas tierras porque las aguas del río Chillón bajan desde las alturas y alimentaban estos espacios. Asimismo, los collis declararon que su territorio comprendía desde la desembocadura del río en el mar hasta la parte media del valle del Chillón —que ahora se conoce como Santa Rosa de Quives—, en un paraje llamado Chuquicoto, que fue el límite geográfico con la etnia de los cantas. En el caso de estos últimos, al parecer su territorio estaba localizado en las partes altas de la cuenca/valle del Chillón, e incluso señalaron al cerro Judcunga como límite entre las tierras del señor colli y los cantas (Rostworowski, 1972: 256). Por otro lado, el curaca de los chacllas declaraba que su etnia se fue instalando poco a poco en la sección media del valle de Chillón, por la quebrada de Arahuay, mucho antes de la llegada de los incas, ya que habían logrado apoderarse de una parte de las tierras aptas para el cultivo de los cocales.

» Documento de la disputa judicial entre los curacas collis, cantas y chacllas, Archivo de Indias de Sevilla. Justicia N.º 413. Año 1558.

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Además, la zona en litigio que tanto reclamaban los tres curacas corresponde a la región yunga (500 a 2 300 m s. n. m.), según el sistema de las ocho regiones naturales del Perú propuesto por Javier Pulgar Vidal. Antiguamente, a este lugar se lo conoció como el “valle de chaupi-yunga”, y actualmente se encuentra ubicado en Santa Rosa de Quives, a una altitud de 1 200 m s. n. m. Esta sección del valle es apta para el cultivo de plantaciones de hoja de coca, ajíes, frutas como la lúcuma o guayaba, algodón, maíz, maní, camote, yuca, entre otros tipos de alimentos. En esta lista resalta la hoja de coca, la cual servía de insumo en los rituales andinos, y también era muy preciado por su contenido energético para las labores en el campo y las minas. Asimismo, el algodón era utilizado para la elaboración de indumentarias y textiles diversos, así como bolsas, redes, etc. El ají se empleaba como especie energética. Algunos de estos cultivos tenían la propiedad de ser almacenados por largos períodos de tiempo; otros, como el maní y la yuca, estuvieron asociados con el sembrío de los cocales. El valle de ChaupiYunga fue un territorio muy valorado en las distintas etapas culturales del antiguo Perú, y posteriormente, en la época colonial, esta zona habría sido mucho más importante debido a que los productos que ahí se cosechaban fueron objetos de intercambio comercial, tanto para las culturas locales indígenas como para las recién formadas colonias españolas. De allí la relevancia de la posesión de estas tierras para los curacas collis, cantas y chacllas, quienes no querían perder sus dominios y privilegios ante el nuevo sistema económico colonial. Otro documento fundamental que nos ayuda a ubicar temporal y territorialmente a la cultura colli para del período Intermedio Tardío es el manuscrito quechua Dioses y hombres de Huarochirí, recopilado en 1598 por el extirpador de idolatrías Francisco de Ávila. Esta crónica consta de 31 capítulos, en los cuales los informantes indígenas hacen una 16

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» María Rostworowski fue quien inició las investigaciones etnohistóricas en el valle del Chillón y otros valles de Lima. Rescató el nombre de la cultura colli y la importancia de esta sociedad preinca.

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recopilación evolutiva/diacrónica de la conformación de las distintas etnias que pertenecieron al reino yauyo, que se ubicaba en lo que actualmente se conoce como la serranía del Huarochirí, región Lima. El texto quechua narra los eventos desde el plano mitológico, de costumbres, ritos, migraciones, guerras interétnicas, hazañas de héroes y de dioses, relaciones de conflictos y alianzas entre distintas etnias y comunidades prehispánicas ubicadas en las partes altas, medias y bajas de las cuencas de los ríos Chillón, Rímac, Lurín y Cañete. (Taylor, 2004). En el manuscrito existen tres capítulos en los que los informantes mencionan directamente a los collis. En el noveno se señala que estos se constituyeron como una sociedad yunga y, al parecer, tuvieron grandes extensiones de tierras en las zonas altas de la sierra de Huarochirí-Lima: “Y estos yungas —los que vivían en estas tierras de los checas— eran los colli que habían establecido asentamientos en toda la región. Por ser tan numerosos, sería muy difícil hablar de todas sus comunidades”. En el undécimo y vigésimo quinto capítulo se lee que los yauyos expulsaron a la comunidad de los collis hacia los llanos, al lado de los carabayllos: “Tutayquire se puso de acuerdo con otros hermanos y empezó la conquista de los yungas de Llacsatambo. Cuando los yungas supieron del hecho, muy atemorizados, empezaron a huir a las tierras de colli de abajo. Hoy, estos collis son vecinos de los carhuayllos” (Taylor, 2004). » “Tratado y relación de los errores, falsos dioses y otras supersticiones, y ritos diabólicos en que vivían antiguamente los indios de las Provincias de Huarochirí”, año 1608, escrito por el extirpador de idolatrías Francisco de Ávila. Biblioteca Nacional de Madrid, ms. 3169, folios. 115r.-130r.

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En el siglo XIX, mucho antes de la aparición de los textos etnohistóricos, los viajeros E. Squier y W. Middendorf ya habían registrado los asentamientos de los collis, ubicados en la cima de los cerros, en el valle bajo del Chillón. En el diario de campo de E. Squier (1877) se pueden leer sus apuntes de su visita y exploración. Además, realizó dibujos sobre lo que él llamó “colina fortificada de collique” y “ruina en la hacienda Arriaga”, que se encuentra a 4,8 kilómetros al noreste de Lima. Con sus gráficos y descripciones nos brinda una referencia respecto a cómo se encontró el asentamiento fortificado colli en el siglo XIX. Debió ser impresionante mirarlo desde la parte baja y en medio de las plantaciones agrícolas existentes en el lugar, con sus altos muros de 4,3 metros de altura que envolvían los cerros. Otra observación importante de Squier giró en torno al tipo de arquitectura de la fortaleza, el cual era muy diferente a las que presentaban las construcciones incas, por lo que señaló que posiblemente estos restos arqueológicos eran de tiempos anteriores a aquel imperio (Squier, 1877: 87-88). Por otro lado, el viajero W. Middendorf, en 1874, también hizo una descripción de la misma, pero no se mostró tan impactado por la arquitectura; es más, manifestó su decepción por el estado ruinoso en que se encontraban las murallas y las estructuras en el sitio arqueológico (Middendorf, 1893). Lo interesante de los textos mencionados es que se recuperó el nombre original para la cultura colli. Asimismo, se aprecia que la denominación “collic” fue otorgada a esta por parte de los otros pueblos, es decir, los cantas y los chacllas, quienes eran sus vecinos contemporáneos. Gracias a los testimonios de los indígenas del siglo XVI y XVII se pudieron rescatar muchos nombres prehispánicos olvidados por siglos. Sin la asistencia de estos escritos etnohistóricos, los arqueólogos interesados en las investigaciones del valle de Chillón hubiésemos establecido un nombre guiados solo por la toponimia actual. 20

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» Primer dibujo de la Fortaleza de Collique, elaborado en 1877 por el viajero y explorador norteamericano E. George Squier, en donde se rescata la forma del sitio arqueológico, la conformación sus murallas y otros elementos arquitectónicos.

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Por otro lado, las investigaciones realizadas por Jorge Silva en la cuenca del río Chillón dieron como resultado la identificación de 147 sitios arqueológicos para el período Intermedio Tardío. Esta cantidad nos indica que dicho lugar estuvo densamente poblado en todas las secciones del valle (Silva, 1996: 191). Silva distinguió un patrón de asentamiento diferenciado para cada una de estas y que, además, guardaba relación con los recursos que exploraron y con la dinámica social que existía. En el caso de la sección del valle bajo —que ahora es Lima Norte—, entre las características principales se encontraba que los sitios estaban organizados de manera aglutinada dentro de un área determinada. El estudioso denominó complejos arqueológicos a los asentamientos en las que se establecieron en este territorio. En este sentido, en esta zona tenemos los siguientes: Chuquitanta, Collique, Carabayllo y Huarangal (Silva, 1996: 194-201). Otra característica que menciona es que muchos de los edificios construidos exhibieron muros altos o murallas que sirvieron como una forma de protección y control para su población. En cuanto a la cerámica asociada a los asentamientos colli, Silva indica que los arqueólogos MacNeish, Patterson y Browman sugieren que existió un estilo de cerámica Chillón, que es conocido como Ancón Tardío. Este presentaría fragmentos de cerámica de pasta marrón y sin decoración (Silva, 1996: 390). En la tesis doctoral del Dr. Hugo Ludeña, Secuencia cronológica y cultural del valle de Chillón, se identifican varios sitios arqueológicos y algunos fueron asociados a los collis. Respecto a la cerámica, lamentablemente no logra proponer algún estilo para ellos, aunque menciona que registró fragmentos de cerámica inca en varios sitios para la parte baja del valle. Lo mismo sucede en las investigaciones realizadas 22

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por el Dr. Dillehay y las excavaciones ejecutadas por Daniel Morales y, posteriormente, Inés Correa. Según el arqueólogo Morales, es un poco complicado definir un estilo de cerámica para la cultura colli. En relación con esto, se puede señalar que se necesitan investigaciones con excavaciones a gran escala para conocer y determinar científicamente cuál fue dicho estilo. Por otro lado, la presencia del sitio arqueológico epónimo conocido como la Fortaleza de Collique y otros lugares con características similares nos indica que esta cultura sí existió y que sus vestigios todavía están presentes y visibles en el valle bajo del río Chillón, a la espera de ser estudiados. Al comparar los asentamientos de los collis con otros ubicados en valles contiguos, podemos percibir que el patrón de construcción es distinto para el período Intermedio Tardío (siglos X-XV). Los primeros edificaron encima de los cerros, mientras que los chancayanos e yshmas construyeron sus principales ciudades con grandes plataformas superpuestas, a muchas de las cuales se accedía con rampa. Por ello podemos afirmar que estos conformaron una sociedad prehispánica con identidad propia y autónoma respecto a otros grupos limeños y costeños. Los collis mantuvieron esta idiosincrasia, la cual se manifestó en sus formas de construir. Los cerros exhibían dos o tres muros altos de piedra que lo circundaban, y en la cima colocaban sus asentamientos planificados o cede principal. Siguiendo con el método comparativo, se puede señalar que los collis solo abarcaron una cuenca del río mencionado, mientras que otras culturas contemporáneas de la región Lima, como los chancayanos, yhsmas, yauyos y atavillos, ocuparon más de dos cuencas o valles. Esta característica de sus construcciones no es propia, pero es más frecuente ubicarla en la sierra, como el asentamiento 23

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amurallado de Marcahuasi y en la ceja de selva como la fortaleza de Kuélap, ubicado en la región de Amazonas. Estas edificaciones responden a un sistema más defensivo o propio de sociedades que constantemente se encontraban en conflictos bélicos. Estos asentamientos amurallados era poco común observarlos en las zonas bajas de los valles costeños. Estos sitios estuvieron ubicados de manera estratégica para realizar el control visual de los recursos a larga distancia y protegerse ante los continuos ataques de los cantas, quienes venían desde las alturas. También recibieron agresiones de los chacllas, quienes se ubicaron hacia el noreste en la parte media del valle del Chillón. Los cantas, entre los siglos X y XV, fueron un grupo étnico menor que perteneció a un curacazgo mayor, el reino de los atavillos. Su territorio se encontraba en la sección más elevada, región quechua y puna, entre los valles de Chancay y Chillón. Asimismo, en esta misma época, los chacllas fueron uno menor que perteneció al reino de los yauyos. El conflicto permanente entre estas sociedades posiblemente se detuvo cuando el Imperio inca empezó a dominar, y los cantas y chacllas lograron expulsar a los collis para adueñarse de sus tierras. Si bien la cultura colli fue independiente y tuvo identidad propia, eso no implicó que se haya desarrollado de manera aislada. Parece que las relaciones con los anteriores culturas fueron conflictivas, especialmente por el control de los territorios donde se cultivaban y producían las hojas de coca. Silva sugiere que el trato con la sociedad chancay pudo haber sido más cordial debido a que su cerámica fue encontraba en varios sectores (Silva, 1996: 386). No obstante, insistimos en que todavía no se han hallado asentamientos con características urbanas chancay en el valle del Chillón.

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» Se aprecian en perspectiva los tres niveles de murallas que conforman la Fortaleza de Collique, Comas.

LOS COLLIS Y SUS CURACAZGOS

El curacazgo de los collis estuvo integrado por otros menores que mantuvieron la unidad cultural. Rostworowski, con base en las crónicas, menciona a algunos de estos: Chuquitanta, Collique, Carabayllo, Sutca, Seuillay y Comas, así como Guancayo, Quives, Macas, Guarauni y Missai y Sapan en el valle medio. Los arqueólogos Ludeña, Dillehay y Silva registraron gran cantidad de sitios arqueológicos para la cuenca baja, aunque posiblemente hubo muchos más, ya que las evidencias así lo

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indican. En 1571, la visita toledana realizada por Juan Martínez de Rengifo consigna a 10 pachacas: Chuquiruro, Caxa Chumbi, Vilca Tanta, Vilca Chumbi, Chumbi Guarco, Chumbi Tanta, Carua Guanco, Carua Chumbi, Chinchi Yanga y Chuquitanta, aunque estas denominaciones más parecen aludir a los apellidos de los señores yungas (Rostworowski, 1972). Asimismo, se puede plantear la existencia de jerarquías entre los asentamientos colli, dentro y fuera del valle del Chillón. Todo parece indicar que la Fortaleza de Collique fue un sitio nuclear y de gran jerarquía e importancia para esta sociedad, pues dentro de la estructura se observan características complejas, espacios con diferentes morfologías. Además, presenta dos huancas: uno al interior, en la parte alta, y el otro en la zona periférica. Esto refleja su condición de sitio principal. No obstante, Silva también encontró una huanca en el sitio arqueológico de Macas, localizado en la parte media del valle. Algunos asentamientos periféricos que se localizan en la parte baja del Chillón son Chuquitanta, Carabayllo y Ancón. Según las fuentes etnohistóricas, los colli también dominaron territorios fuera de la cuenca del Chillón, como los sitios de Llacsatambo y Yarutini, ubicados en las cuencas altas del río Rímac. Estos lugares pueden ser propuestos como enclaves territoriales (Taylor, 2004; Rostworowski, 1972). La localización de asentamientos fuera del ámbito nuclear coincide con la propuesta de John Murra: “El control vertical de un máximo de pisos ecológicos en la economía de las sociedades andinas”. Él indicó que los archipiélagos verticales formaron parte de un sistema muy antiguo en el que había espacios compartidos por etnias distintas y que sirvieron para complementar los recursos locales inexistentes en su propio ámbito de influencia (Murra, 2002: 86). El mencionado antropólogo presentó cinco casos de estudio para sustentar su propuesta; el tercero refería a la costa central, específicamente a 26

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la disputa de tierras donde se cultivaba la hoja de coca entre los curacas colli, canta y chaclla (Murra, 2002: 101-110). Al parecer, este sistema fue utilizado en buena parte del territorio andino y en todas las épocas, sobre todo cuando no se había desarrollado una organización política tan organizada como el Estado. EL TERRITORIO COLLI Y SUS ANTECEDENTES CULTURALES

La cuenca del río Chillón, una de las nueve cuencas que presenta la región de Lima, tiene sus orígenes en los glaciares y lagunas que se encuentran a más de 5 000 m s. n. m. Sus aguas vienen del deshielo y filtraciones del glaciar de Chonta, ubicado en la provincia de Huarochirí, los cuales generan riachuelos que luego formarán el caudal que regará diversas zonas ecológicas del valle, haciéndolas productivas y habitables. De acuerdo con las investigaciones arqueológicas, esta zona registra una ocupación cultural permanente de más de 10 000 años (Ludeña, 1975). El valle del río Chillón limita por el norte con el valle del río Chancay, por el sur con el del río Rímac, por el este con el del río Mantaro y por el oeste por el océano Pacífico; tiene forma alargada rectangular y abarca 2 300 km². La parte más elevada se localizada a 4 450 m s. n. m. hasta su desembocadura en el mar, en el distrito de Ventanilla de la Provincia Constitucional del Callao. En su recorrido el río Chillón atraviesa diversos pisos ecológicos, como chala (0-500 m s. n. m.), yunga (500-2 300 m s. n. m.), quechua (2 300-3 000 m s. n. m.), suni (3 0004 000 m s. n. m.) y puna (4 000-4 800 m s. n. m.). La existencia de rutas naturales, de norte a sur y de este a oeste, hace posible la movilidad por lo que se llegó hasta Cerro de Pasco, Huánuco y parte de Junín, así como la selva central por Ucayali. Además, las que se encuentran en la parte media, hacia el norte, por la quebrada de Quilca alcanzan a la quebrada de Orcón, en el valle de Chancay, a la altura de Palpa; 27

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por otro lado, hacia el sur, llegan a la quebrada de Arawuay y se conectan con la cuenca del Rímac. Conocer y entender el territorio donde se desarrollaron los collis es fundamental para comprender su dinámica social y territorial que, junto con otras sociedades contemporáneas, hizo posible la movilidad social. Debido a los límites de esta investigación, solo abarcaremos el caso de la cuenca baja, que corresponde al piso ecológico chala. A lo largo de la historia, el río Chillón ha recibido distintos nombres: río Collique, Carabayllo, Quives, Canta, etc. Esto debido a que el valle que forma registra una ocupación cultural milenaria, que va desde los 10 000 a. C., en su etapa más antigua. Este período fue estudiado por Edward P. Lanning en el sitio arqueológico de Chivateros, ubicado actualmente en el distrito de Ventanilla. Asimismo, en el balneario de Ancón se encuentra el sitio arqueológico Necrópolis de Ancón, en donde se evidenció la presencia de diversos grupos humanos en el período Lítico, Formativo (chavín), Intermedio Temprano (lima), Horizonte Medio (teatino), Intermedio Tardío (chancay e ychma) y el Horizonte Tardío (inca), por lo que tiene una de las secuencias culturales más completas de la costa central (Ludeña, 1975; Iriarte, 1959: 29-30). Pero no solo en Ancón se identificaron sociedades prehispánicas de distintas épocas. Cerca de Ventanilla, en Santa Rosa, también las encontramos. Además, en lugares aledaños a la desembocadura del río Chillón y a lo largo de todo el valle existen evidencias de diversas culturas. De esta manera, tenemos el complejo arqueológico El Paraíso y, en el interior del valle, Buena Vista, dos sitios que fueron descubiertos por F. Engel y corresponden al período Precerámico Tardío (Engels, 1966). Al interior del valle bajo hay edificaciones arquitectónicas con plantas en U que pertenecen al período Inicial: Huacoy, San Humberto y Garagay (Ludeña, 1975; Silva, 1996). En el caso 28

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San Agustín de Huayopampa

Río Chancay Quipan Huamantanga Chancay Chacra y Mar

Río Chillón Distrito deSan Pedro de Casta

Océano Pacífico

San Antonio de Chaclla San Jerónimo de Surco

Río Rímac

» Gráfico de tres valles contiguos en Lima: Chancay, Chillón y Rímac. Durante el periodo Intermedio Tardío (siglos XI - XV), antes de la llegada de los incas a la costa central, en cada uno se desarrollaron culturas distintas: chancay, colli e ychma.

del período Intermedio Temprano, se registró el sitio Huaca Culebras en la margen derecha del río Chillón; este se encuentra asociado a la cultura lima (Ludeña, 1975: 214). Para el Horizonte Medio, según las investigaciones de diversos arqueólogos, hay pocos elementos que se puedan vincular a la cultura wari: Silva detectó 51 sitios arqueológicos para toda la cuenca del valle del Chillón, y Ludeña señala que la evidencia del Horizonte Medio la recopiló Julio C. Tello en Ancón, aunque apunta que esta estaba localizada debajo de material de aluvión. 29

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El período Intermedio Tardío (siglos X-XV) es poco definido en el valle del Chillón. La ausencia de un estilo de cerámica relacionado con la cultura de los collis y la presencia de una gran cantidad de vasijas asociadas a chancay (negro sobre blanco) e ychma hace que algunos especialistas duden sobre la existencia de la primera. Por ello, son urgentes las investigaciones con excavación en sitios arqueológicos colli, principalmente para tener más precisión sobre esta etapa de la historia. El Horizonte Tardío (inca) en el valle del Chillón es innegable. Esto se comprueba tanto con los asentamientos arqueológicos Tambo Inca, Oquendo, Cerro Respiro y Puente Inca como los caminos Tungasuca, Oquendo y Chuquitanta. Todas estas construcciones están asociadas a su cerámica, aunque ningún sitio arqueológico presenta elementos y formas propios de la arquitectura inca (Ludeña, 1975; Dillehay, 1976; Silva, 1996; Ayala, 2008; Maquera, 2008; Díaz, 2008). No hay indicios suficientes que demuestren la existencia de una relación entre los collis y sus vecinos costeños, los chancayanos e yshmas. Sin embargo, todo parece indicar que al menos sí mantuvieron contacto frecuente con la sociedad chancay, especialmente durante el período Intermedio Tardío, pues las evidencias arqueológicas registran gran cantidad de cerámica de estilo “negro sobre blanco” en el valle del Chillón. También se puede deducir que el vínculo entre los colli con los yshmas se hizo frecuente con la expansión del Imperio inca. Cornejo considera que, luego de que los incas se apoderaron del curacazgo de los collis, y por ende de su territorio, la cuenca del Chillón pasó a formar parte de la provincia de Pachacamac, desde donde los incas ejercieron control político, administrativo y religioso sobre la parte baja de los tres valles contiguos (Chillón, Rímac y Lurín). Este evento trascendental se evidencia en la cerámica, pues se observa mucha movilidad de este tipo de productos y también de la población (mitimaes) en el valle del Chillón y en toda el área andina. 30

» Vasija escultórica hallada en el valle del Chillón, se encuentra en el Museo Juan José Vega Bello.

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CAPÍTULO II | MITOS Y DIOSES RELACIONADOS CON LOS COLLIS Cuando nos adentramos en el conocimiento de las culturas andinas prehispánicas debemos comprender que fueron altamente religiosas. Esta característica de los antiguos peruanos atravesó todas las esferas sociales, por lo que se evidenció en lo económico, político, cultural, sexual, salud, etc., en todos sus espacios y territorios. Además, ellos creían que sus tierras y los distintos elementos que la componían tenían vida: las montañas, cerros, ríos, lagunas, nevados, rayos, lluvia, animales, así como los mundos físicos y no físicos. También consideraban que los desastres naturales tenían que ver con la ira de sus dioses, a quienes debían agradar por medio de ofrendas y sacrificios frecuentes. Por otro lado, la diversidad del territorio andino, con todas sus complejidades, también influyó en que las etnias y/o culturas reaccionen e interpreten de forma diferente su realidad, estableciendo dioses que poseían atributos y/o poderes particulares. Esto se puede demostrar teniendo en cuenta la gran cantidad de toponimia vinculada a las deidades, así como las clases de sitios arqueológicos que cumplían funciones de templos, lugares de origen o pacarinas y oráculos.

» Huanca principal de los collis, ubicada en la parte superior del sitio arqueológico Fortaleza de Collique.

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Asimismo, por ser sociedades estratificadas, el conocimiento especializado se materializó en los templos y se desarrolló en el marco de un sistema religioso restringido o limitado a un grupo de personas (sacerdotes), quienes daban las pautas para el control de la población, las guerras, la limpieza de las acequias, la plantación, la cosecha y la elaboración de diversos productos, etc. Una de las características de los dioses andinos es que estuvieron íntimamente relacionados con su entorno geográfico: al ser una sociedad panteísta, la naturaleza y todo lo que en ella existía tenía vida y la misma era sagrada. Otra peculiaridad es que muchas de sus divinidades y héroes se litificaban, es decir, se convertían en piedra o huanca en algún momento de su existencia o cuando ya cumplían su propósito en este mundo. El proceso de litificación se menciona en los mitos (recogidos en las crónicas), y aparte de ello, en algunos sitios arqueológicos se pueden observar piedras hundidas o clavadas en la superficie. Un ejemplo de esto último lo podemos encontrar en la plaza circular de Caral, Supe, en Lima. Otra huanca famosa es el lanzón de Chavín, que presenta incisiones en su superficie con una rica iconografía y está ubicado en un pasadizo subterráneo del sitio/templo de Chavín de Huántar, en Áncash. En el sitio Fortaleza de Collique se han registrado dos huancas más: la primera se ubica en la ladera norte, con muros de forma cuadrangular y una entrada que regula su acceso, y la segunda en la parte más elevada. La fuerte religiosidad de los antiguos habitantes andinos podría haber sido provocada por la poca capacidad de reacción que se tenía ante los desastres naturales (Huertas, 2006:17), así como por el hecho de no contar con lo que hoy conocemos como escritura. Estos dos indicadores pudieron haber impulsado los sentimientos profundamente religiosos de las personas y la creación de un panteón con seres poderosos, a quienes se les 34

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realizaba rituales en todos los tiempos y territorios conocidos, como lo demuestra la arqueología. Todavía no se ha registrado un dios originario para los collis; sin embargo, en este apartado mencionaremos a aquellos que están vinculados a los templos, que actualmente son sitios arqueológicos o huacas. En la cuenca baja existen dos lugares que han recibido los nombres de deidades andinas prehispánicas: Kon y Punchao, los cuales pueden aludir a dos momentos o tiempos de la periodificación de las culturas prehispánicas, el Intermedio Temprano (preinca) y Horizonte Tardío (inca). No obstante, en las fuentes etnohistóricas se consigna a otros dioses relacionados con los collis: Pariacaca, Wallallo Carhuincho, Wacon y Pachacamac (Taylor, 2007). A estos se les puede ubicar desde el Horizonte Medio al Intermedio Tardío, períodos en los cuales se habrían desarrollado culturalmente. CON

El dios Con fue una de las deidades tutelares más antiguas de los Andes centrales. Este aparece en diversos mitos, toponimias y sitios arqueológicos, así como en diferentes culturas y etapas de la historia. Se le conoce principalmente como un dios costeño o dios de los yungas, venido de la costa norte, aunque en realidad no se puede determinar exactamente su origen, ya que el término con el que se lo identifica también está presente en el reino aimara o tiahuanaco. El término Con también está presente en el reino aimara o tiahuanaco. Su nombre ha sido fusionado con otras divinidades del altiplano, como ocurre en el caso de Apu Con Tiki Wiracocha. En el texto Dioses y hombres de Huarochirí se evidencia una fusión con Cuniraya Huiracocha. Los informantes de Ávila indicaron que esta deidad era anterior a Pariacaca y que posiblemente 35

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fuera su padre. En el mismo texto, el dios Con es desterrado por Pachacamac y luego desapareció en el mar. En la época inca, el dios Con formo parte del panteón inca. Esta deidad estaba relacionada con la habilidad de tejer ropa fina. Asimismo, su mayor atributo era la transmisión de la fuerza vital —o camac— a los hombres. En un mito del libro antes señalado se manifiesta que provino del norte, pasó por Lima e Ica y, por último, se dirigió hacia el Cusco. Esta trayectoria de camino o migración constata que todos los dioses principales se trasladaban al templo del Coricancha durante el desarrollo del Imperio inca. El dios Con es anterior a Pachacamac, posiblemente su procedencia haya pertenecido al período Intermedio Temprano. Para Rostworowski existen varios sitios arqueológicos que llevan el nombre de Con. El primero es Simbal, localizado en el departamento de La Libertad; el segundo es Taukachi-Konkán, mencionado por Tello y que está situado cerca de Sechín, en Áncash. En el departamento de Lima tenemos algunas zonas del valle bajo del Chillón, en Carabayllo, y un adoratorio en Lunahuana, Cañete, aunque no se cuenta con mayores datos. Lo mismo pasa con la región de Jauja, en Junín, donde se ha registrado el nombre del dios Con, pero no se señala la ubicación exacta. En el valle bajo del Chillón se encuentra el sitio arqueológico Con Con, en el kilómetro 19 de la av. Túpac Amaru, distrito de Carabayllo. Este recinto fue identificado por Villar Córdova en 1933 y, posteriormente, fue investigado por Stumer (1954), Ludeña (1970), Huapaya (1971), Rostworowski (1972) y Cajavilca (2011).

» Posible ritualización en la huanca principal de los collis. Elaboración de Josué Maguiña.

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La raíz “ko” en quechua y aimara significa lingüísticamente “agua”. De esta manera, tenemos “kocha”: lago y estanque, y “Kocha yuyo”: yerba de agua. Mito del dios Con

“Al principio del mundo vino del norte un personaje llamado Con, que no tenía huesos; en su rápido y ligero recorrido, disminuía las distancias, aplanando las sierras y cortando los valles con el solo poder de sus palabras. Fue él quien pobló la Tierra de seres humanos y la colocó de abundantes frutos, pero, por algún enojo que hicieron, castigó a los hombres quitándoles las lluvias y transformó los fértiles campos en yermos desiertos, solo dejo los ríos para que, con su esfuerzo y trabajo, pudiesen subsistir, de ahí en adelante no llovió más en la costa. Es entonces cuando surgieron otros dioses, también hijos del Sol, llamado Pachacama, que desterró a Con y convirtió a sus criaturas en gatos o monos” (Rostworowski, 1989).

El mito del dios Con también explica por qué los costeños no tienen agua y por qué debían de adorarlo para que sus valles desérticos sean fértiles. Evidencia su procedencia norteña y el poder creador que tenía sobre los hombres, mujeres y la naturaleza. Puede que los collis también hayan visto en esta deidad a su dios tutelar y dónde se funda su origen mítico: el templo de Con Con. PARIACACA

El dios Pariacaca o Yaro fue una de las divinidades más importantes de la costa central, principalmente para las poblaciones situadas en la serranía de Lima, en las cuencas del río Rímac hasta el río Cañete, que actualmente corresponden a las provincias de Huarochirí y Yauyos. 38

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» Dibujo de Felipe Huamán Poma de Ayala, donde se presenta al inca Tupac Yupanqui hablando con diversos ídolos. Es muy probable que representaran a las te, deidades de diferentes etnias y comunidades » ipublicerei condum quam Palesid Catus caus publicae opopos, aliadas a los incas. quodium condefecus Mul hebus vivil hoc, cio medi, quit.

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Fue hijo de la deidad suprema Coniraya Wira Kocha, quien también fue padre de otros dioses como Wampu (Wacon), Wallallo y Makas. Todos ellos tienen atributos similares a Pariacaca: contienen la fuerza vital y se les relaciona con el rayo, nieve, granizada, lluvias, truenos, etc., fenómenos que regulan el agua y, por ende, la fertilidad de las plantas, animales y los hombres; además, están vinculados a la germinación y la abundancia (Tello, 1923: 511). Si bien son contemporáneos, cada uno presenta sus propias características y se encuentran ubicados en territorios diferentes. El santuario principal del dios Pariacaca se sitúa en la cordillera o nevado del mismo nombre, entre Lima y Junín, cuenta con dos picos muy altos que alcanzan los 5 724 y 5 571 m s. n. m. Según algunos geógrafos, presentó 67 glaciares y se extendía a lo largo de 220 kilómetros, formando un desierto de hielo llamado también la cordillera de la Escalera o cordillera de Huarochirí. Aparte de este, Astuhuamán ubicó otros santuarios o templos secundarios dedicados a dicha divinidad en Huaral, en el distrito de Sumbilca, llamado “Tierra de Pariacaca”. En Áncash existen tres: “Pariacaca Machay” (Bolognesi), “Paricaca” (Huari) y “Pariacaca” (Carhuaz). En Huánuco, hay uno que tiene como nombre “Pariagaga”; y en Piura se ha registrado a “Cerro Pariacaca o peñón rojo” (Astuhuamán, 2008: 109-112). De acuerdo con el mismo investigador, la extensión de los recintos tiene que ver con la relación de los yauyos y los incas. El atributo principal de este dios es proporcionar el camac o la fuerza vital a los hombres de su comunidad o a quien le reverenciaba. Asimismo, tenía el poder de predecir el futuro, por lo que su santuario era muy conocido y venerado por distintas comunidades. Por otro lado, se conoce que se le vincula con el trueno, rayo, nieve, granizada, lluvias y huaicos, ya que regula el agua y, por ende, la fertilidad. Pariacaca significa “montaña 40

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rojiza”: paria (rojiza) y caca (montaña), lo cual alude a las características de su templo (Astuhuamán, 2008). Una de sus luchas constantes fue ante Wallallo Carhuincho, a quien venció e hizo huir hacia la región de los huancas y los antis (selva), para luego apoderarse de sus tierras. Pariacaca y la comunidad de los yaros fueron aliados de los incas, a los que ayudaron a conquistar a varias etnias y territorios. Por estas hazañas, el Inca los apreciaba y les concedió espacios aptos para las plantaciones de hoja de coca en Quives, ubicado en el valle medio del río Chillón. La relación entre Pariacaca y el curacazgo de los collis parece haber sido impuesta, ya que después de que estos fueron expulsados de las tierras antes mencionadas por los yauyos, estos exigieron a sus enemigos adorar a su dios. Esta obligación se evidencia en el capítulo 9 del Manuscrito de Huarochirí:

“Dicen que, en tiempos antiguos, toda la gente iba hasta el santuario mismo del Pariacaca. Todos los yungas de Colli, Carhuayllo, Ruricancho, Lati, Huanchohuaylla, Pariacha, Yañac, Chichima y Mama, todos los yungas de este río de Mama (el Rímac). Así como también los sicicaya y todos los del otro río de Pachacamac (Lurín). Todos los yungas de dichos ríos venían al santuario mismo de Pariacaca con ticti, coca y todas las demás ofrendas rituales” (Taylor, 2004).

Existen diversos relatos sobre esta divinidad, en los que se describe su origen y nacimiento de cinco huevos, las hazañas que realizó, las guerras que sostuvo con sus enemigos, sus amoríos con otras deidades, su alianza con los incas, sus predicciones, etc. Todos estos se encuentran principalmente en el Manuscrito de Huarochirí. A continuación, uno de esos mitos. 41

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» El Apu Pariacaca al amanecer, fotografía del arqueólogo Diego Guevara Borup (†), quien por muchos años se dedicó a la difusión y preservación de este nevado sagrado en la cosmovisión andina.

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Mito del dios Pariacaca “Pariacaca se puso a buscar a su enemigo Huallallo Carhuincho en un lugar llamado Mullococha, ubicado en Pariacaca de arriba. En el curso de la lucha, los cinco Pariacaca fueron a batallar a Huallallo Carhuincho, por el camino empezaron a lanzarse sus rihuis, y empezó a hacer mucho frío y cayó una granizada. Entonces, llegó un hombre llorando, llevaba en brazos a uno de sus hijos, además traía mullo, coca y ticti que iba a ofrecer

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a Huallallo. Uno de los hermanos de Pariacaca preguntó al hombre por qué lloraba. El hombre respondió que llevaba a su hijo para que Huallallo lo coma. El hermano de Pariacaca le dijo que no haga eso y que regrese nuevamente a su comunidad con su hijo, y que vuelva después de cinco días para ser testigo de la lucha contra el Huallallo, pero antes debía dejar las ofrenda del mulllu, la coca y el ticti. A los cinco días, regresó al mismo sitio el hombre y Pariacaca comenzó a luchar contra Huallallo Carhuincho, cayendo en forma de lluvias y relámpagos desde 5 lugares diferentes. La batalla comenzó temprano [y duró] hasta la puesta del sol. Huallallo Carhuincho, bajo la forma de un fuego gigantesco, cuyas llamas llegaban casi al cielo, ardía sin extinguirse. Toda el agua producida por las lluvias de Pariacaca bajó hacia el mar. Pariacaca seguía arrojando sus rayos sin darle tregua a su enemigo. Entonces, Huallallo Carhuincho huyó en dirección de los antis. Uno de los hijos de Pariacaca, llamado Pariacarco, lo persiguió hasta la entrada de los antis para impedir el regreso de Huallallo. Hasta ahora se encuentra (petrificado/litificado) custodiando esa entrada”. PUNCHAO

Luego de que los incas vencieron al curacazgo de los collis, se impuso en el valle del Chillón un adoratorio dedicado al dios Sol y su ídolo Punchao. Este posible santuario se encontraría en Carabayllo, cerca de la casa hacienda Punchauca. El topónimo que se advierte hace referencia al santuario. Al parecer, el Sol y su deidad no solo recibían tierras, sino también animales o rebaños de camélidos, así como todo un cuerpo sacerdotal con numerosos acólitos para que les rindieran culto. Punchao fue el ídolo oficial del Imperio inca (XV-XVI) y representaba al Inti en unas de sus fases: la luz del amanecer o luz del día. Según el Dr. Hernán Amat, a este último, como 44

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astro viviente, se le conceptuaba desde su nacimiento hasta su declinación en el ocaso. Estos tres estados son: Churi Inti o Punchau (el día o la luz eterna), Apu Inti (Sol señor o Sol maduro) e Inti Guawqui (hermano Sol) (Amat, 2016: 106). Precisamente, en la fase inicial o del amanecer, será representado por Punchao. Este era un ídolo pequeño que tenía una forma humana, aunque no se sabe si corresponde a un adulto o un niño que representaba al dios Inti. La estatua estaba hecha de oro puro y contaba con pedrería. Se decía que, cuando los rayos solares le llegaban, resplandecía tanto que parecía otro Sol. Al interior del mismo se hallaba una cajita con las cenizas de los corazones de los antiguos gobernantes incas. Punchao fue hijo de Wiracocha, dios supremo de los grupos étnicos del altiplano o aimaras, creador de todo lo que existió en el mundo andino y considerado criador de otras deidades como Sol (Inti), Luna (Quilla), rayo (Libiac o Illapa), Choque Chinchay (Siete Estrellas), etc. Fue una divinidad benefactora, civilizadora, transformadora e integradora. Entre sus atributos se encuentra la fecundidad y el triunfo sobre la naturaleza. Además, estuvo asociado principalmente con el mar o la Mamacocha. El Sol poseyó algunas cualidades de su padre, pero principalmente fue considerado como el dios que nunca muere o que nace cada día (Amat, 2016: 105). El culto a este fue propuesto desde los primeros gobernantes incas, aunque recién durante el gobierno de Pachachutec se impulsó con mayor fuerza. Conforme se fue expandiendo el imperio, se difundió esta adoración al dios Sol y al ídolo Punchao. Según Amat, la veneración al segundo fue instaurado por Túpac Inca Yupanqui, cuando este llegó a la costa central, en el Santuario Pachacamac edificó el templo denominado Punchau Cancha (Amat, 2016: 112) y el Acllawasi. 45

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CAPÍTULO III | LOS COLLIS Y SUS PRINCIPALES ASENTAMIENTOS Como ya hemos señalado, durante mucho tiempo se ha negado o se ha puesto en duda la existencia de la cultura colli, principalmente por la ausencia de un estilo de cerámica propio que lo caracterice o lo haga reconocible ante otros que fueron registrados en la costa central. Ante esto se deben buscar y encontrar otros elementos, y uno de estos podría ser la arquitectura o los asentamientos arqueológicos, los cuales contienen casi todos los aspectos de las actividades sociales de un grupo. En el caso de la cultura colli, el asentamiento epónimo es la Fortaleza de Collique, que fue reconocida como su sede principal por sus propios contemporáneos, y luego fue redescubierto, en el siglo XIX, por los viajeros E. Squier y W. Middendorf, así como por los estudiosos Julio C. Tello, el padre Villar Córdova, Horkheimer, quienes describieron el sitio arqueológico. Todos esos investigadores han resaltado la edificación del recinto amurallado ubicado en la cima del cerro Pirámide (hoy en el distrito de Comas). Jorge Silva, quien registró 176 sitios arqueológicos en el valle del Chillón para el período Intermedio Tardío, sostiene que dicha cantidad tiene que ver con la densidad de población que había entonces en esta zona. Además, menciona que los lugares identificados corresponden a asentamientos amurallados.

» Vista aérea de la Fortaleza de Collique, año 1945. Servicio Aerofotográfico Nacional.

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CARACTERÍSTICAS DE LOS ASENTAMIENTOS COLLI

La característica más resaltante de los asentamientos asociados a la cultura colli es que están conformados por un conjunto de estructuras amuralladas ubicadas encima de un promontorio rocoso o cerros, los cuales fueron modificados intencionalmente para contener una serie de espacios amplios y pequeños, con escaleras para acceder a las distintas zonas. Esos cerros fueron rodeados por muros altos (4,3 metros) y anchos (1,20 metros) desde la parte media hasta la parte más elevada. Asimismo, parece que en estos lugares existiesen jerarquías que se distinguen por el tamaño y su complejidad. Silva evidenció sitios grandes y pequeños, y que el complejo Collique fue el mayor del valle bajo del río Chillón. La ubicación de estos asentamientos respondería — posiblemente— a una estrategia visual, defensiva y productiva. La primera se justifica teniendo en cuenta que desde lo más alto del asentamiento se goza de una visión, a gran distancia, de todo el conjunto de los recursos dominados, principalmente la tierra y el agua. La segunda se observa en la dificultad que supone ingresar a estos espacios debido a los muros altos que se colocaron, los cuales no dejaban ver qué había en el interior. Por último, la tercera hace referencia a que los recintos se encuentran en la zona eriaza, es decir, en la parte improductiva del valle, dejando espacios en las áreas productivas para el cultivo. Silva identificó varios de estos y los denominó complejos arqueológicos. Algunos de los registrados son: Chuquitanta, Collique, Carabayllo y Huarangal (Silva, 1996: 194 - 201). Es probable que estos correspondan a las posibles etnias que menciona Rostworowski. Lamentablemente, muchos de los complejos que describe Silva en su tesis de 1996 han ido desapareciendo gradualmente por la expansión urbana y 48

N

TRAPICHE

QUIVI Río Chillón

COLLI Océano Pacífico CHACRA CERRO FORTALEZA COLLIQUE CERRO PRO NARANJAL CERRO LA REGLA

HUACA ALIAGA

» Ubicación de sitios arqueológicos asociados a la cultura colli, situados en el valle bajo del río Chillón.

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» Detalle de tercera muralla que conforma la Fortaleza de Collique. Originalmente tenía una altura de más de 4 metros.

por el poco interés de las autoridades en proteger el legado patrimonial. Solamente han quedado en algunos cerros ciertos muros aislados, fragmentos de cerámica, material malacológico (conchales) y restos de huesos dispersos. Los asentamientos colli más conocidos en la cuenca baja del río Chillón son: Fortaleza de Collique, Cerro Pro, Cerro Conde, Huaca Chacra Cerro I y Cerro la Regla. LA FORTALEZA DE COLLIQUE

La Fortaleza de Collique está situada en la cuenca baja del río Chillón y corresponde al período Intermedio Tardío (siglos XIXV). Este complejo es el sitio epónimo del señorío colli y por el cual fue conocido y reconocido tanto por sus contemporáneos —los yauyos y los cantas— como por personas de diferentes épocas de la historia. A continuación, un extracto que refleja cómo los yauyos percibían a esta cultura: 50

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“Cinco días después se levantó un viento muy fuerte. A todos los collis, sin excepción, el viento los arremolinó dos o tres veces y los llevó muy lejos. Unos perdieron los sentidos y murieron. A otros, los únicos sobrevivientes, el viento los transportó a un cerro que está en dirección a Carabayllo. Este cerro se llama Colli hasta hoy. Se dice que esta gente que llegó al cerro se extinguió. Hoy no queda ni uno de ellos” (Ávila, 1589: cap. 25; Taylor, 2004: 115).

Actualmente, este complejo arqueológico se encuentra ubicado entre los kilómetros 16 y 17 de la avenida Túpac Amaru, en el distrito de Comas. La Fortaleza de Collique tiene como característica principal ser de grandes dimensiones (16 hectáreas). Además, el cerro en el que está localizada, Pirámide, presenta tres muros de piedra distribuidos de forma elíptica. Uno de los primeros gráficos y descripción de este recinto fue realizado en 1877 por el viajero norteamericano George Squier, quien utilizando la toponimia pudo llegar a la zona. Él plasmó sus impresiones y descripciones en sus diarios de campo:

“Los restos tienen forma de óvalo irregular, las líneas se ajustan al contorno del cerro, que tiene unos 500 pies de altura. (...) Los dos muros exteriores, son los dos de apoyo en la entrada, son de piedra tosca sin cemento; el tercero y último son de piedra cuidadosamente colocada, de arcilla dura. (…) Hay varias colinas pequeñas, coronadas con edificios de adobe en un estado de mucho deterioro. Después de pasar el cuarto muro, en la entrada, llegamos a una extensa zona llana, que ha sido designada como la plaza, que está rodeada de terrazas revestidas de piedras” (Squier, 1877: 87-88). 51

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Otro viajero, el alemán fue W. Middendorf, en 1874 también hace una descripción de la fortaleza amurallada colli. Asimismo, varios investigadores y arqueólogos mencionan al complejo arqueológico como parte de sus estudios en el valle del Chillón (Villar Córdova, 1935; Ludeña, 1975; Dillehay, 1976; Rostworowski, 1976; Morales y Correa, 1990; Silva, 1996, etc.). Todos estos trabajos resaltan que el asentamiento se haya edificado en la cima del cerro y que esté rodeado de muros. La disposición arquitectónica de la Fortaleza de Collique fue realizada, en los años 1988 y 1989, por los arqueólogos Inés Correa y Daniel Morales, quienes lograron dividir el complejo en seis sectores: 1.

Sector defensivo: comprende las murallas de piedra que circundan parte del cerro, las cuales —en las rutas— se bifurcan para formar otro bloque más, a fin de impedir el ingreso o retiro. Estas tienen varios puestos estratégicos de control, en donde hasta la fecha se pueden hallar acumulaciones de canto rodado. Según Morales, la muralla periférica presenta una longitud de 1 350 metros y cuenta con tres accesos. Existe una tercera que se encuentra en la cumbre, a la cual se llega por medio de una escalera empinada ubicada hacia el oeste. En todo momento, parece que los muros altos protegieran o cuidaran algo muy apreciado.

2. Sector de almacenamiento: está formado por un conjunto de almacenes o colcas que tienen forma circular y han sido elaborados con piedras. Al interior de estos se hallaron semillas de algodón, lúcuma, maíz, pallar, frijol, calabaza y pacay. Fueron situados hacia el norte y —al parecer— están alineados en dos bloques, cada uno de los cuales está constituido por seis almacenes separados por un espacio. 52

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» Imagen de un depósito circular de piedra o colca en la Fortaleza de Collique.

» Escalera en piedra para acceder a la parte más alta de la Fortaleza de Collique.

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» Fotografía tomada con dron de este a oeste del complejo arqueológico y Alborada II, además el crecimiento urbano del distrito de Comas.

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Fortaleza de Collique. Se observa hacia la parte izquierda los sitios la Alborada I

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3.

Sector público ceremonial: se encuentra hacia la parte norte de la fortaleza y cuenta con una gran plaza central de 1 575 m², ubicada en una hondonada natural rodeada por muros perimétricos y graderías que formarían una especie de anfiteatro con efecto acústico particular. A este espacio se puede llegar desde el sur por una escalera estrecha.

4. Sector productivo urbano: está formado por dos conjuntos de cuartos grandes y pequeños, separados por angostas calles. El primero tiene un área de 950 m² en la parte baja y recintos grandes de paredes enlucidas, con accesos internos, pasadizos y banquetas separados por una angosta calle. El otro grupo presenta áreas más pequeñas, con mampostería simple y disposición irregular. Morales indica que podrían tratarse de talleres para la producción artesanal. 5.

Sector sagrado: ubicado en la parte más alta del cerro y aislado gracias a una muralla perimetral de 250 m². Cuenta con un vano lateral y escalinata de acceso muy empinada y conservada por partes. Existen dos estructuras cuadrangulares. En esta parte se encuentran varias huancas o piedras clavadas que dan un aire sagrado a este sector del complejo arqueológico, ya que —de lejos— simulan siluetas de personas que cuidan dicho espacio. De este conjunto de huancas sobresale aquella que se sitúa al noroeste y que en su interior está horadada.

Fuera de la última muralla que circunda la Fortaleza de Collique, hacia el lado noreste del complejo arqueológico, se identificó otra huanca grande dentro de un recinto hecho de piedra. Por la cantidad de registros realizados en el territorio, se puede manifestar que corresponde al lugar fundacional de los antiguos collis. 56

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¿Casa del Collicápac? Terraza Rocas

Plataforma

Muralla Altar Espacio central

Plataforma

Cementerio

Depósitos Habitaciones- Muralla talleres Acceso

Muralla

» Croquis esquemático de la Fortaleza de Collique, elaborado por el arqueólogo Carlos Alvino. En esta reconstrucción hipotética se observa la complejidad que presentaba la ciudadela colli.

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» En la parte inferior, hacia el sector norte y fuera de las murallas del complejo arqueológico Fortaleza de Collique, se encuentra emplazada otra huanca, que también habría tenido uso ritual.

6.

Sector residencial y doméstico: está formado por un conjunto de recintos de diferentes tamaños, las cuales se encuentran hacia el suroeste del complejo arqueológico.

A estos seis sectores descritos se puede adicionar uno, conformado por un cementerio. 7.

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Sector de cementerio: está localizado hacia la parte sur y al pie del cerro, muy cerca al actual Hospital Nacional Sergio E. Bernales. El cementerio prehispánico Collique se muestra muy deteriorado, y por sus materiales se puede afirmar que perteneció a diferentes periodos culturales. Morales y Correa registraron objetos asociados a la cultura lima del período Intermedio Temprano. Además, en el lugar hay restos óseos humanos de distintas edades, así como cerámica, tejidos, partes de piezas orgánicas, maíz y fragmentos de mates trabajados.

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Muy cerca de la Fortaleza de Collique se observa una fuente de agua o puquio, el cual abastece hasta el día de hoy a una de las cisternas del hospital. Los arqueólogos Morales y Correa llegaron a la conclusión de que esta estructura era una ciudadela fortificada y amurallada que, por sus características internas y la división de sus espacios, pudo albergar a una población permanentemente (Morales y Correa, 1990). Los elementos hallados nos indican que el complejo tuvo más de una función, pues la presencia de las huancas se relaciona tanto con la parte sagrada como con la posición mítica y fundacional del sitio arqueológico. Al ser una ciudadela con características religiosas y donde vivía el señor principal, llamado el colli cápac, estuvo muy bien implementada en los distintos sectores del interior. Asimismo, los puestos de control y los muros altos obedecerían a una forma de protección y de defensa propia de una cultura que constantemente se veía amenazada o en conflictos con otras etnias por el dominio del territorio. Por otro lado, su ubicación estratégica, en la cima de un cerro, le dio una visión privilegiada de la población gobernada, los enemigos que venían de distintos frentes y de los recursos que administraba. Tras las pocas intervenciones que se llevaron a cabo en la Fortaleza de Collique, se identificaron diferentes estilos de cerámica, desde el período Intermedio Temprano (cultura lima) hasta el Horizonte Tardío, correspondiente a los incas (Morales y Correa, 1990: 141; Ludeña, 1976). Esto evidencia que este sitio fue reocupado por distintos grupos a lo largo de la historia. EL CERRO PRO

El sitio arqueológico Cerro Pro se encuentra en el actual distrito de Los Olivos, a 200 metros del río Chillón, hacia la

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» Vista aérea de Cerro Pro, año 1945. Servicio Aerofotográfico Nacional.

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margen izquierda. Corresponde al grupo de asentamientos urbanos distribuidos en la cima de un cerro que está rodeado por muros o murallas a manera de protección, muy similar a la Fortaleza de Collique. El arquitecto Santiago Agurto, en los años 80, describió e identificó diversas áreas muy marcadas. Un sector corresponde al conjunto de casas y recintos cuadrangulares y rectangulares hechos de piedra que están repartidos por los niveles menos accidentados del Cerro Pro; el otro se sitúa en la cúspide del cerro, en donde se ve una estructura o plataforma de piedra circular de 20 metros de diámetro que está cercada. Además, se hallaron murallas de más de 1,20 metros de altura (Agurto, 1984: 81). Aunque el estudioso asocia este lugar a los del período Intermedio Temprano, también menciona que podría pertenecer a un patrón de asentamiento defensivo que a partir del Intermedio Tardío se convirtió en característico de las poblaciones de la costa, es decir, podría entenderse como “un complejo formado por una población y una fortaleza cercana, ubicada a manera de acrópolis para prestar refugio en caso de peligro” (Agurto, 1984: 81-82). A más de 30 años de la publicación de Agurto, las estructuras del sitio arqueológico Cerro Pro están muy deterioradas: solo se conservan algunas partes de la muralla (Raymondi, 2022) y en la cima se hallan estructuras de unos 70 centímetros de alto. Por otro lado, en el sector de viviendas solo se pueden ver las bases de los recintos cuadrangulares. Actualmente, en la parte baja hay edificios, colegios, áreas verdes, reservorios de agua y viviendas modernas. CERRO CONDE

El sitio arqueológico Cerro Conde se encuentra localizado en el distrito de Carabayllo, muy cerca de la ex casa hacienda Huarangal y a unos metros del río Chillón, hacia la margen derecha. 61

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En el interior se observan edificaciones en dos sectores muy diferenciados: el residencial y el administrativo. El primero se sitúa en la parte media del lugar y está constituido por recintos de distintos tamaños y formas (rectangulares, ovaladas, circulares o simplemente amorfas). El segundo está en la zona más elevada y presenta construcciones más amplias y plataformas hechas de piedra (Villalta, 2021). Fue registrado y descrito como un asentamiento para el período Intermedio Tardío, y pese a que no se han registrado murallas a su alrededor, Silva sugiere que su sola ubicación en la cima del cerro lo convierte en un área ya protegida (Silva, 1996: 200-201). LOS COLLIS Y SU ÚLTIMA GUERRA CONTRA EL IMPERIO INCA

La invasión y sometimiento del Imperio inca contra el territorio colli se llevó a cabo durante el gobierno de Túpac Yupanqui, en el año 1470 d. C. El contexto en que se produjo este acontecimiento estuvo marcado por continuos conflictos suscitados en el valle del Chillón, principalmente entre el curaca colli con las autoridades de los cantas y los chacallas, quienes intentaron —en diversas oportunidades— apoderarse de la zona, pero no lo lograron porque el ejército del colli cápac siempre salió al encuentro de sus enemigos y los detuvo. Por otro lado, los incas se iban expandieron de sur a norte y de este a oeste. Este proceso se llevó a cabo de dos formas. El primero fue a nivel pacífico, generando alianzas con los curacas de los ayllus o sociedades a conquistar, a quienes retribuían con bienes, garantizando el mantenimiento de los cargos de los señores locales, entre otros privilegios. La segunda manera tiene » Dibujo de Huamán Poma de Ayala que muestra la cuarta edad mítica andina o Aucaruna. Resalta la estructura defensiva en piedra o Pucará.

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que ver con la violencia, por lo general, a través de las guerras, las cuales muchas veces provocaban destrucción o el dominio total de las culturas (Rostworowski, 1967/1968). Al parecer, en la costa central, los conquistadores andinos, inicialmente, ocuparon las partes altas del valle de Lurín, formando alianzas con los curacas de los reinos de los yauyos. Luego bajaron a la costa y establecieron acuerdos con los yshmas. De esta manera, se ubicaron en el santuario de Pachacamac, en donde construyeron el templo dedicado al dios Sol y a su ídolo Punchau (Amat, 2016), así como el Acllawasi o casa de las mujeres escogidas, en la que se elaboraban finos tejidos. Existen varias hipótesis respecto a por qué se generó el conflicto entre el Imperio inca y los collis. Rostworowski plantea que las negociaciones desarrolladas con los señores del valle del Chillón tuvieron resultados distintos, ya que con algunos se suscribieron acuerdos diplomáticos y con otros no. Este último es el caso de la sociedad mencionada, a cuyo territorio ingresó el ejército de manera violenta y desencadenó la muerte de la máxima autoridad y de casi todos los integrantes del curacazgo (Silva, 1996: 299; Rostworowski, 1989). Por su parte, el historiador Santiago Tácunan sostiene que Túpac Yupanqui, luego de someter pacíficamente a los ychmas, se dirigió hacia el norte con 30 000 soldados para anexar al señorío colli. No obstante, antes de que los hombres llegaran, se envió emisarios para ofrecer la reciprocidad como única vía de trato, pero este se negó a aceptar tal acuerdo. En su camino, los conquistadores iban apoderándose de los señoríos de sulco o surco, lati o ate, y los marangas o maracas. En el valle del Chillón, los chuquitantas se rindieron ante semejante amenaza, al igual que lo hicieron los cantas y chacallas, quienes se aliaron a los incas (Tácunan, 2012: 54-57). Cuando arribaron a la Fortaleza de Collique, estos se distribuyeron en varios puntos estratégicos para controlar el suministro de alimentos y el traslado de la población, logrando así controlar el lugar.

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“La toma de la Fortaleza de Collique fue muy violenta, más aún si consideramos que las tropas colli solo sumaban alrededor de 1 500 soldados y agricultores, contra los más de 30 000 soldados del ejército inca. En medio de la ocupación violenta llegó a pleno campo de batalla el líder de Quivi, quien al parecer había tomado conocimiento muy tarde de la llegada de los incas al valle del Chillón, así como a sus propósitos militares. Pero poco o nada pudo hacer para defender al líder colli, que cayó muerto en pleno campo de batalla defendiendo con orgullo y valentía la cultura de la región” (Tácunan, 2012: 57).

Tras la derrota del collic cápac y de los principales curacas yungas de su territorio, el inca Túpac Yupanqui nombró a un yanacona yanayacu en el cargo. Los documentos siglo XVI registraron a Francisco Yauri y a su hijo Fernando Nacara como las últimas autoridades de dicha zona. Estos declararon que ellos y sus antepasados fueron yanaconas yanayacos de los incas (Rostworowski, 1967/1968: 18). Tras dominar el valle del Chillón, los incas lo incorporaron a su imperio como parte de la provincia de Pachacamac (Cornejo, 2000). LOS INCAS EN EL VALLE DEL CHILLÓN

El establecimiento del imperio incaico en la región provocó cambios significativos, principalmente en la forma de gobernarla y organizarla. A nivel político, el nuevo espacio conquistado se integró a la provincia de Pachacamac, junto con los valles de Lurín y Rímac (Cornejo, 2000:149-150). A partir de las investigaciones arqueológicas y la observación directa se puede aseverar que existen dos formas en que los incas tomaron posesión del lugar: la reocuparon de edificios principales (Fortaleza de Collique, Cerro Pro, Aznapuquio, etc.), los cuales fueron modificados de acuerdo a las necesidades 65

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y conveniencias, y la construcción de nuevos recintos (Tambo Inca, Cerro Respiro y Puente Inca). En ambos casos, los asentamientos tienen pocos detalles arquitectónicos inca, como jambas u hornacinas. Esto se debe a que se usaron técnicas locales (Silva, 1996: 283) y a que el proceso de dominación se dio de forma no presencial, ya que la administración se llevó a cabo a través de sus aliados, los chuquitantas, cantas, yshmas. Silva propuso tres elementos para identificar sitios asociados al Horizonte Tardío: caminos, tambos e instalaciones militares. A estos podemos agregar la presencia de estructuras pequeñas o palacios. Los sitios arqueológicos en cuestión se pueden ubicar en las dos márgenes del río: en la derecha se encuentran Cerro Respiro y Tambo Inga, y en la izquierda, el asentamiento inca de Oquendo, el camino epimural de Oquendo y el camino de Chuquitanta, los cuales se dirigen de oeste a este. Asimismo, Puente Inca se sitúa a unos metros del rio Chillón. Otro aspecto arquitectónico importante para este período está relacionado con los caminos epimurales, que son vías elevadas construidas mediante muros de tapial (paredes de contención). Estos están asociados a lugares como Cerro Respiro, Puente Inca y Márquez, y al parecer fueron construidos como respuesta a la necesidad de contar con rutas de comunicación. Un tramo del camino está en Tungasuca, Comas, muy cerca de los sitios Fortaleza de Collique, Don Carlos y Chacra Cerro. Comúnmente este tramo del camino recibe el nombre de “las murallas de Tungasuca”. La información de campo nos indica que en el valle bajo la presencia inca es poco visible. Una respuesta a ello sería que esta sociedad encargó “a sus aliados, los chacllas, la total conquista del Chillón, ocupando el valle en calidad de mitimaes” (Cornejo, 2000: 150). Otra sería que, una vez concretado el control sobre la costa central, el territorio correspondiente 66

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Canta

San Agustín de Huayopampa

Río Chancay

Quipan Huamantanga Huaral

Lachaqui

Aucallama Arahay

Chancay

HUANCAYO ALTO

Trapiche HUATOCAY

ZAPAN

CHOCAS

Jicamarca

Río Chillón

Distrito de San Pedro de Casta

ANCON ZAPALLAL

Océano Pacífico

San Antonio de Chaclla

Distrito de Callahuanca

TAMBO INCA

FORTALEZA COLLIQUE HUACA RETABLO PUENTE INCA OQUENDO HUACA PRO CHUQUITANA NARANJAL MARQUEZ CERRO RESPIRA

Río Rímac

» Ubicación de sitios arqueológicos asociados a la ocupación inca en el valle del Chillón.

al Chillón pasó a formar parte de la provincia de Pachacamac (Cornejo, 2000: 153-154). Actualmente, en esta zona no se observan construcciones que tengan una calidad semejante a la que se registró en el valle medio y alto. No obstante, sí existen edificaciones asociadas al imperio inca, y estas se pueden identificar por la toponimia o por fragmentos de cerámica. 67

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CAPÍTULO IV | RECONSTRUYENDO LA MEMORIA DE LIMA NORTE LOS SITIOS ARQUEOLÓGICOS EN EL SIGLO XXI

En pleno siglo XXI, en un mundo globalizado, con las tecnologías a la mano de todos y la inteligencia artificial expandiéndose masivamente, pareciera que todo este conjunto de nuevas técnicas nos impulsaran a vivir en un mundo virtual y aislados del resto. Mirar hacia dentro de nuestra ciudad y su entorno es todo un reto para los ciudadanos. Asimismo, esa observación y las experiencias diarias producidas en la urbe y los barrios nos llevan a cuestionar un sinfín de realidades. Un ejemplo de esto lo podemos tener en el momento en que la curiosidad nos invade al ver un sitio arqueológico o huaca. Inmediatamente, surgen varias preguntas: ¿quiénes fueron los que lo habitaron?, ¿a qué cultura pertenece esa construcción?, ¿por qué se encuentra en ese estado ruinoso?, ¿quiénes son los custodios de ese legado?, ¿esas huacas tienen valor?, ¿qué puedo hacer para conocer y/o mejorar las huacas de mi barrio?, etc. En grandes ciudades como Lima Metropolitana, los sitios arqueológicos se hacen visibles de manera cotidiana debido a que la capital del Perú descansa sobre un territorio que fue ocupado y reocupado por distintas culturas prehispánicas desde el 10 000 a. C., según el registro arqueológico. Los monumentos, muebles e inmuebles, se encuentran distribuidos en casi todos los distritos, tanto en la superficie como en el subsuelo, y llegan hasta nuestros días en diferentes » La huanca ubicada en la parte superior de la Fortaleza de Collique, como guardián o vigía de la zona, es divisable notoriamente desde la parte inferior.

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condiciones: buenas, regulares o muy malas. Estas situaciones dependerán de factores naturales y antrópicos es decir lo que realicen las personas que viven cerca y del interés de los especialistas y estudiosos, pero sobre todo de las instituciones estatales que están encargadas de velar por la protección, difusión y gestión de los bienes culturales nacionales. Los sitios arqueológicos localizados dentro de la ciudad rompen con el esquema de lo que pensamos que es la modernidad: calles plagadas de casas y edificios diseñados con ladrillos, fierros y concreto; así como servicios múltiples y/o un sistema de transporte que opere con combustible fósil, gas o energía eléctrica. Solo esperamos ver lugares de fama mundial (Machu Picchu, las líneas de Nazca o las tumbas del Señor de Sipán) fuera de la ciudad, a miles de kilómetros. Sin embargo, los sitios arqueológicos se encuentran en nuestros barrios, conviviendo con nosotros de forma constante, siendo parte de nuestro presente y del imaginario colectivo local. Por ello, pensamos que la función de estos sitios no es solamente hacernos sentir orgullosos, sino también provocar un proceso de reflexión sobre nuestro pasado, presente y futuro. Cabe señalar que los sitios arqueológicos, al no estar protegidos por las instituciones estatales y no tener un mantenimiento adecuado, propio de las zonas con valor significativo, se convierten en espacios públicos abandonados, desolados, tristes y agresivos, ya que son utilizados inadecuadamente por parte de la población circundante. Como se recuerda, estos están considerados como parte del Patrimonio Cultural de la Nación, según la Constitución Política del Perú de 1993, en su artículo N.º 21. Su protección, gestión y mantenimiento recae en entidades públicas como el Ministerio de Cultura, los gobiernos regionales y los gobiernos locales (Ley N.º 29565, artículo N.º 193 de la Constitución Política del Perú), además de otras instituciones. Sin embargo, 70

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esto categoría no garantiza su protección y conservación, y mucho menos su uso apropiado. RECONSTRUYENDO LA MEMORIA DE LIMA NORTE

Lima Norte está catalogada como una subdivisión de Lima Metropolitana. Esta denominación se ha extendido porque permite englobar con un solo término a varios distritos del norte de la capital del Perú, como Ancón, Carabayllo, Comas, Independencia, Los Olivos, Puente Piedra, San Martín y Santa Rosa. También se puede incluir a Ventanilla y el Callao, que se encuentran cerca a la desembocadura del río Chillón y pertenecen a la jurisdicción de la Provincia Constitucional del Callao. Todos estos lugares están unidos por varios aspectos; entre ellos, su vínculo con el patrimonio arqueológico registrado en la cuenca, que está conformado por los bienes muebles e inmuebles de la época prehispánica, colonial y de principios de la república. Si se tiene en cuenta solo el período prehispánico, se puede asegurar que Lima Norte presenta 124 sitios arqueológicos emblemáticos aproximadamente. Respecto a la época colonial y republicana, el distrito de Carabayllo es el que posee más vestigios, pues en esa zona se sitúa un gran número de casas hacienda. Frente al patrimonio arqueológico, los vecinos que viven cerca a los espacios culturales reaccionan de manera diferente ante estos. Algunos organizan campañas de limpieza superficial de los monumentos y realizan rituales en conmemoración a la Tierra o la Mamapacha, es decir, se sigue mantenimiento un sistema de creencias y rituales andinos. Además, se realizan fiestas como el Inti Raymi y visitas guiadas a nivel turístico. En los sitios patrimoniales de la época colonial y de la república también se suelen llevar a cabo acciones que favorezcan su cuidado, y los recorridos tienen por objeto observar la arquitectura y conocer la historia de los monumentos. 71

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En cambio, otros destruyen y utilizan inadecuadamente estas áreas, llegando incluso a perjudicarlas de manera grave. De esta manera, se puede afirmar que muchas de las actividades que las afectan positiva o negativamente se realizan al margen de las instituciones estatales competentes. En Lima Norte, los únicos monumentos que han recibido atención a nivel de investigación y han sido puestos en valor, por parte del Estado y de las empresas privadas, son los siguientes: la zona arqueológica El Paraíso, el sitio arqueológico Garagay, Pampa de los Perros, Huaca Culebras, Tambo Inca, Ancón y la ex casa hacienda Punchauca. Estos lugares han sido conservados, pero no se ha contemplado su mantenimiento, por lo que su estado de conservación actual no es bueno. Por otro lado, para preservar la memoria histórica de Lima Norte es necesario conocerla y revalorar los espacios importantes que aún se conservan, en cada uno de los distritos que la componen. Teniendo esto en cuenta, aquí compartimos un pequeño resumen.

» Actividad comunitaria de jornada de limpieza de la Fortaleza de Collique.

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1.

Ancón: este distrito se encuentra cerca del litoral y goza de playas con oleaje suave, lo cual es perfecto para mantener poblaciones permanentes. Fue creado políticamente en 1874 y, en la actualidad, posee un balneario vistoso, con muelle y museo de sitio. Además, se realizan paseos en bote para conocer las islas cercanas y fauna marina. Cabe precisar que en dirección al noreste se ubican las lomas, las cuales se pueden observar en los meses de invierno.

En Ancón se han ejecutado las excavaciones más antiguas del Perú: se produjeron en 1874 y en ellas se hallaron fardos. Asimismo, aquí se registró “La Necrópolis de Ancón”, que es uno de los cementerios arqueológicos más extensos de Lima y en donde se evidenció material que corresponde a los períodos Lítico y Horizonte Tardío (Ludeña, 1975: 39-40; Silva, 1986). Su nombre tiene como antecedente a la palabra “lancón”, que significa “ensenada”. Según los registros históricos, cerca del litoral existían fuentes de agua dulce. 2.

Carabayllo: fue fundado dos veces. La primera en la época colonial, en 1571, y la segunda a inicios de la república, en 1821, por el libertador José de San Martín. La reducción de San Pedro de Carabayllo, fue un pueblo de indios, utilizado por los españoles para ejercer un mejor control social. De este espacio histórico todavía se conservan la iglesia y su torre, así como algunas calles, viviendas y edificios. También se custodia el mayor número de ex casas hacienda, como Caballero, Punchauca y El Fortín.

A su vez, Carabayllo es uno de los distritos que presenta mayor cantidad cantidad de sitios arqueológicos en su jurisdicción; el más antiguo es Buena Vista, que pertenece al período Precerámico Tardío. Además, se cuenta con Huacoy, 73

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que fue un edificio en forma de U, aunque actualmente está densamente invadido y ha perdido casi la totalidad de su forma original. Otro espacio significativo es Con Con, que —como ya manifestamos— sería un santuario dedicado al dios Con. 3.

Comas: este distrito se independizó de Carabayllo en 1961. Fue creado por un grupo de migrantes de diversas regiones del Perú, quienes buscaban nuevos lugares para vivir cerca de la ciudad de Lima. Los primeros pobladores invadieron las faldas de los cerros y respetaron las partes llanas, pues aún funcionaban las zonas agrícolas con sus respectivas casas hacienda, como Collique, Comas, Infantas y Chacra Cerro. Solo Infantas conserva su edificio y su patio principal, y alrededor de esta todavía se pueden observar algunas viviendas que reflejan el esplendor de esa época.

En el 2003 se realizó un inventario de sitios arqueológicos y se registraron 24; sin embargo, se ha perdido una gran cantidad de ellos, por lo que actualmente solo se cuenta con 12. La mayor parte de estos corresponde al complejo arqueológico Collique, que fue la sede principal del curacazgo colli. Este espacio cultural está conformado por varias estructuras contemporáneas ubicadas en la cima de los cerros. El edificio principal es la Fortaleza de Collique, pero también localizamos a las huacas Chacra Cerro y La Alborada 1, 2 y 3, así como la huaca Sinchi Roca. La muralla de Tungasuca corresponde a un tramo de un camino epimural y se encuentra localizado entre Comas y Carabayllo. San Carlos 1 y 2 y huaca Retablo han sido construidas con tapial y adobe que corresponden a la ocupación inca. En los alrededores del sitio Alborada 2 se intervino con áreas verdes, que la convirtió en una zona pública; lamentablemente, no cuenta con un muro informativo que indique su valor histórico. 74

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4.

Independencia: su creación política fue en el año 1964. El nacimiento de este distrito también estuvo relacionado con procesos migratorios y la búsqueda de lugares para vivienda. Está conformado por cinco zonas, siendo la más representativa la industrial, que en la década de 1970 albergó diversas fábricas, las cuales cerraron por las crisis económicas, pero que, a partir del 2000, presenta el mayor número de centros comerciales.

Los sitios arqueológicos que fueron identificados son San Jerónimo y Pampa la Cueva, que corresponden a un centro ceremonial del período Precerámico Tardío y del Horizonte Temprano. Este importante lugar fue invadido entre los años 60 y 70, por lo que solo se conserva una mínima parte del recinto. También tenemos a Cerro La Cruz y Huaca Aliaga, que se localiza cerca al Rímac. 5.

Los Olivos: es el último distrito creado de Lima Norte, se independizó de San Martín de Porres en 1989. Su creación se produjo gracias a la ayuda de los vecinos de las zonas urbanizadas.

El historiador Santiago Tácunan enumera 10 sitios históricos representativos para Los Olivos, pero solo describe siete de ellos: 1) Hacienda Garagay, que data de la época colonial; 2) capilla de la Hacienda Pro, que corresponde al único edificio que queda de la ex casa hacienda; 3) casa de peones de la Hacienda Pro, conjunto de viviendas de la época en que actualmente habitan familiares de extrabajadores; 4) Cerro Pacífico, donde se halló shicras, bolsas de fibra vegetal que contienen piedras y que son parte de un edificio del período Precerámico Tardío; 5) Cerro Pro, localizado en la cima y bordeado por muros; 6) Huaca Aznapuquio, que es 75

LOS COLLIS Antiguos habitantes de Lima Norte

un conglomerado de construcciones hechas de tapial y fue ocupada por los incas; y 7) Huaca Infantas, se trata de uno de los brazos que conformaba un edificio ceremonial de planta en U (Tácunan, 2017). Incluiremos en la lista del historiador Tácunan a 8) Huaca Pro, una construcción hecha de tapial cuya ocupación corresponde al período inca; así como a 9) Huaca Chavarría y 10) Cerro Mulería. 6.

Puente Piedra: el distrito de Puente Piedra se creó en 1927 tras separarse de Carabayllo, con el que colinda por el noreste en la actualidad. Su primer nombre fue “Sociedad de Comuneros de Puente Piedra”, pero luego adoptó una nueva denominación producto de la presencia de una enorme piedra ubicada en la acequia caudalosa. Estuvo conformado por varias haciendas, como Copacabana y Tambo Inca.

Sus sitios arqueológicos más representativos son Copacabana, Tambo Inca y Cerro Respiro, el primero asociado a la cultura lima y los dos posteriores asociados a la cultura inca. También se cuenta con el cementerio de Zapallal, situado debajo de las construcciones de viviendas de los vecinos de la zona. 7.

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San Martín de Porres: tras ser creado en 1950, su nombre original fue “Distrito Obrero Industrial”. Su nacimiento estuvo ligado al inicio de las invasiones masivas en Lima, que comenzaron en 1945 en los terrenos de las haciendas Conde de Villaseñor, Zarumilla y Pedregal por parte de pobladores, quienes en su mayoría eran obreros de las fábricas cercanas que buscaban viviendas. Su nombre fue cambiado en 1956 por San Martín de Porres (Tácunan, 2017).

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En este lugar también se puede encontrar un gran número de sitios arqueológicos de distintos períodos prehispánicos. El más conocido es El Paraíso, que corresponde al Precerámico Tardío, tiene 58 hectáreas aproximadamente y está habilitado para recibir visitas turísticas. Su administración y mantenimiento recae en el Ministerio de Cultura. Otra zona representativa es Garagay, un edificio en forma de U que está bajo la administración de la Municipalidad de Lima Metropolitana y es muy mencionado por sus frisos policromos. También tenemos a Chuquitanta, un conjunto de construcciones a base de tapial y piedra. Cerca de la sede de la alcaldía se ubica Huaca Palao, un conglomerado de edificaciones de tapial. 8.

Santa Rosa: el distrito de Santa Rosa es otro de los balnearios ubicados en Lima Norte. Fue creado el 7 de febrero de 1962 tras independizarse de Ancón. Sus atractivos importantes son las diferentes playas que alberga. Aquí se sitúa Playa Grande, que corresponde a una ocupación del período de la cultura lima (200-600 d. C.).

En Lima Norte existen tres museos: Museo de Sitio de Ancón, el museo de los Colli y el Museo Juan José Vega Bello. Solo el primero es administrado por el Ministerio de Cultura, y en él se conservan los objetos arqueológicos de las excavaciones hechas en la necrópolis y el balneario. Los otros dos son privados y que han sido creados por iniciativa de los propios dueños de las casas que los albergan y custodian los bienes culturales hallados en Lima Norte. Estos últimos recintos se acercan más a un centro de interpretación, pues logran exponer la historia local desde la perspectiva y razonamiento de los mismos propietarios. 77

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» Vasija escultórica hallada en el valle del Chillón. El material pertenece al museo Juan José Vega Bello. Administrado por el sr. José Raúl Ramírez Tarazona.

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Estos dos últimos museos se acercan más a un centro de interpretación, pues logran exponer la historia local desde la perspectiva y razonamiento de los mismos propietarios. En estos locales se exhiben algunos objetos arqueológicos, originales y réplicas. Las interpretaciones se realizan a través de gráficos, así como infografías de elaboración propia con ayuda de diversas fuentes. El museo Colli, conocido como el más humilde del mundo, está ubicado en el distrito de Comas y su propietario es el señor Enrique Niquín, quien es un investigador autodidacta dedicado al estudio de la cultura colli y un gran difusor de ella. Desde hace varias décadas difunde sus conocimientos en colegios e instituciones culturales que lo requieran, por lo que es muy apreciado por la comunidad local y algunos académicos. El Museo Juan José Vega Bello está localizado en el distrito de Carabayllo. Su propietario es el profesor Raúl Ramírez Tarazona, quien enseña Historia y Geografía en colegios estatales y particulares, y hace recorridos por los sitios arqueológicos y casas hacienda del Lima Norte. Gracias a sus estudios y su afán de coleccionista ha logrado recolectar una gran cantidad de piezas de las épocas prehispánica, colonial y republicana, e incluso tiene material etnográfico. En la lista de distritos consideramos incluir a Ventanilla por estar cerca a la desembocadura del río Chillón. En este lugar se halla el complejo Chivateros, asociado a los primeros hombres de América, además de Pampa de los Perros, que corresponde al período Arcaico Tardío, y Huaca Culebras, del Intermedio Temprano. Allí se encuentra disponible al público un centro de interpretación y una pequeña muestra de objetos culturales. Hacia la margen izquierda del río Chillón, en el distrito del Callao, tenemos a Oquendo y un tramo de un camino epimural, los cuales están vinculados a la presencia inca en el valle. 79

LOS COLLIS Antiguos habitantes de Lima Norte

RECORDANDO A LOS COLLIS

Al escuchar la palabra “Collique”, muchas personas que viven en cualquier distrito de la capital piensan en un lugar situado en Lima Norte. Esta misma relación, formada entre una palabra con un punto geográfico, se tendrá al mencionar Ate, Carabayllo, Lurigancho, Rímac, Surco, Lurín, Maranga, Huarochirí, Ancón, etc., y es que —sin saberlo— los limeños utilizamos a diarios nombres toponímicos con raíces prehispánicas para ubicarnos y guiarnos dentro dentro de la ciudad. Como hemos visto, el término “collique” o “colli” fue el nombre de una antigua sociedad prehispánica que abarcó el valle bajo y medio del río Chillón; esta denominación también indica la ubicación del complejo Fortaleza de Collique, que fue la sede principal del curacazgo. Actualmente, refiere a un área geográfica muy grande: 523,73 hectáreas del distrito de Comas. Políticamente, es conocido como zona 05 y zona 12, en las que se encuentran el hospital del sector y la av. Revolución —o av. Collique—, que abarca desde la primera zona hasta la octava. Esta vía, en su último paradero, da inicio a la av. Pasamayito, que une los distritos de Comas y San Juan de Lurigancho. La Fortaleza de Collique fue registrada por el antiguo Instituto Nacional de Cultura (INC; actualmente, Ministerio de Cultura) con la Resolución Directoral Nacional N.º 233/ INC del 27 de marzo del 2002. Posteriormente, esta no ha recibido mayores atenciones por parte del Estado, ministerio o Municipalidad de Comas, por lo que la cultura que engloba es muchas veces desconocida entre la misma población. Asimismo, los muros que conforman sus distintos espacios se encuentran en un estado de conservación de regular a malo, incluso algunos han colapsado y hay movimientos de piedras por acción antrópica y el efecto de las inclemencias atmosféricas. Por ello, se necesita ejecutar acciones de 80

» Ejemplares de Collik, revista de Lima Norte con más de 16 años de vigencia, que revalora el patrimonio y la cultura local.

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emergencia que busquen preservar este importante sitio arqueológico para su puesta en valor y uso social. Ante el abandono del Estado, muchas personas que viven en el distrito de Comas se han organizado para gestionar la memoria histórica de la edificación y de la cultura colli. De esta manera, se ha convocado a estudiantes y población en general para limpiar superficialmente el lugar, acompañar en los rituales a la Pachamama y acopiar información para los trípticos. Como es el caso de la revista Collik, que está vigente hace 16 años y que invita a especialistas en la materia. Además, esta revista ha creado una obra de teatro que muestra los últimos días de la cultura colli. También existen grupos de artesanos que elaboran cerámica con motivos prehispánicos que es comercializada en la zona. El complejo arqueológico La Fortaleza de Collique podría convertirse en unos de los focos culturales y emblemáticos de Lima Norte. Para llegar a esa meta, es preciso contar con la gestión de la misma y de las huacas de su entorno inmediato, lo que permitiría encausar su puesta en valor y uso social. Esto estaría complementado con el trabajo de un equipo multidisciplinario que se encargaría de elaborar documentos de diagnóstico, evaluación y propuestas de diseño de estrategias para administrar de manera exitosa y sostenible el sitio arqueológico. Estas acciones permitirían el reforzamiento de la autoestima de los ciudadanos y crearán mejores condiciones de vida para ellos, pues creemos que el destinar fondos para los monumentos no es un gasto, sino una inversión que contribuirá al desarrollo de la localidad y del país. Este es nuestro anhelo que así sea.

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BIBLIOGRAFÍA

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2008 “Los otros Pariacaca: oráculos, montañas y parentelas sagradas” en Curatola y Ziólkowski (editores) Adivinación y oráculos en el mundo andino. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú. Pp. 97-119. » CORNEJO, Miguel

2000 “La nación ishma y la provincia inka de Pachacamac” en Revista Arqueológicas, N.º 24. Lima: Instituto de investigaciones antropológicas del Instituto Nacional de Cultura. Pp. 147 -173. » DÍAZ, Luisa

2008 “Aproximaciones hacia la problemática del territorio Ychsma” en Arqueología y Sociedad, N.º 19. Lima: Museo de Arqueología y Antropología UNMSM. Pp. 115 -127. » DILLEHAY, Tom

1976 “Competition and cooperation in a prehispanic multi-ethnic system in the Central Andes”. Ph. D. Disertation, Departament of Antrhopology. The University of Texas at Austin. » HUERTAS, Lorenzo

2006 Los oráculos en la historia andina. Lima: Universidad Ricardo Palma. » LUDEÑA, Hugo

1975 Secuencia cronológica y cultural del valle de Chillón. Tesis para optar el grado de Doctor, especialidad de Arqueología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

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LOS COLLIS Antiguos habitantes de Lima Norte

» MAQUERA, Erik

2008 “Huaca Naranjal: un centro de producción de cerámica estilo ychma en el valle de Chillón”, en Arqueología y Sociedad, N.º 19. Lima: Museo de Arqueología y Antropología UNMSM. Pp. 67-82. » MORALES, Daniel y CORREA, Elvia

1990 “Evaluación y Diagnóstico de la Fortaleza de Collique” - Informe Preliminar del PIA. Lima: Instituto Nacional de Cultura. » MURRA, John V.

2002 El Mundo Andino. Población, medio ambiente y economía. Lima: Instituto de Estudios Peruanos, PUCP. » RAYMONDI, Antonio

2022 Cerro Pro: Evidencias tempranas y significados tardíos en el valle bajo del Chillón, Lima, Perú. Lima: Sacrun SAC. » ROSTWOROWSKI, María

1972 “Las etnias del valle del Chillón” en Revista del Museo Nacional, Tomo XXXVIII. Lima: Instituto Nacional de Cultura. Pp. 250 - 312. 1989 Costa peruana prehispánica. Lima: Instituto de Estudios Peruanos. » SILVA, Jorge

1996 Prehistoric Settlement Patterns in the Chillón River Valley, Perú. Dissertation submitted in partial fulfillment of the requirements for the degree of Doctor of Philosophy (Anthropology) in the University of Michigan. » SQUIER, George E.



1974 [1877] Un viaje por tierras incaicas. Crónicas de una expedición arqueológica (1863-1865). La Paz: Los Amigos del Libro.

» TÁCUNAN, Santiago

2012 Collique, historia de un pueblo olvidado. Lima: Universidad Católica Sedes Sapientiae. 2017 Los Olivos – Historia de un distrito emprendedor de Lima Norte. Lima: Universidad San Ignacio de Loyola. » TAYLOR, Gerald

2017 Ritos y tradiciones de Huarochirí. Lima: IFEA.

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CLAUDINA ZAVALA GLASTON

» TELLO, Julio César

1923 “Wallallo”, en Inca. Revista Trimestral de Estudios Antropológicos. Vol. 1, N.º 2. Lima: Museo de Arqueología de la Universidad Mayor de San Marcos. Pp. 475-549. » VILLALTA, Antony



2021 “Cerro Conde: estudio preliminar de un sitio arqueológico situado en la margen derecha del valle medio del río Chillón”, en Arqueología y Sociedad, N.º 35. Lima: Museo de Arqueología y Antropología UNMSM. Pp. 387-396.

» VILLAR CÓRDOVA, Pedro

1982 Arqueología del Departamento de Lima. Lima: Ediciones Atusparia. 2.ª Edición. » ZAVALA, Claudina

2021 “Una aproximación a la cultura colli” en Omar Pinedo (editor), Arqueología de Lima Norte. Lima: Auqi Ediciones.

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LOS COLLIS Antiguos habitantes de Lima Norte

ÍNDICE Y PROCEDENCIA DE LAS IMÁGENES 1.

Huanca principal de los collis, ubicada en la cima de la Fortaleza de Collique, Comas. Fotografía de la autora. 10 2. Reconstrucción de los curacazgos y etnias ubicados en la cuenca de los ríos Chancay, Chillón y Rímac. Elaboración de la autora. 12 3. Documento de la disputa judicial entre los curacas collis, cantas y chacllas, Archivo de Indias de Sevilla. Justicia N.º 413. Año 1558. 15 4. Fotografía de María Rostworowski. Disponible en http:// www.rostworowski.iep.org.pe/. Consultado el 08/07/2023. 17 5. “Tratado y relación de los errores, falsos dioses y otras supersticiones, y ritos diabólicos en que vivían antiguamente los indios de las Provincias de Huarochirí”, año 1608, escrito por el extirpador de idolatrías Francisco de Ávila. Biblioteca Nacional de Madrid, ms. 3169. 18 6. Primer dibujo de la Fortaleza de Collique, elaborado en 1877 por el viajero y explorador norteamericano E. George Squier. Publicado en el libro Peru; incidents of travel and exploration in the land of the Incas. 21 7. Tres niveles de murallas en la Fortaleza de Collique, Comas. Fotografía de la autora. 25 8. Gráfico de tres valles contiguos en Lima: Chancay, Chillón y Rímac. Elaboración de la autora. 29 9. Vasija escultórica hallada en el valle del Chillón. Museo Juan José Vega. Foto de Jhon A Herrera Zavala. 31 10. Huanca principal de los Collis, ubicada en la parte superior del sitio arqueológico Fortaleza de Collique. Fotografía de la autora. 32 11. Posible ritualización en la huanca principal de los collis. Ilustración elaborada por Josué Maguiña. 36 12. Dibujo de Felipe Huamán Poma de Ayala, donde se presenta al inca Tupac Yupanqui hablando con diversos ídolos. En Nueva Crónica y buen gobierno. Disponible en https://poma.kb.dk/ permalink/2006/poma/263/es/text/?open=idm246 Consultado el 08/07/2023. 39

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CLAUDINA ZAVALA GLASTON

13. El Apu Pariacaca al amanecer. Fotografía del arqueólogo Diego Guevara Borup (†) y Asociación Apu Pariacaca. 42-43 14. Vista aérea de la Fortaleza de Collique, año 1945. Servicio Aerofotográfico Nacional. 46 15. Ubicación de sitios arqueológicos asociados a la cultura colli, ubicados en el valle bajo del río Chillón. Elaboración de la autora. 49 16. Detalle de tercera muralla que conforma la Fortaleza de Collique. Fotografía de la autora. 50 17. Imagen de un depósito circular de piedra o colca en la Fortaleza de Collique. Fotografía de la autora. 53 18. Escalera en piedra para acceder a la parte más alta de la Fortaleza de Collique. Fotografía de la autora. 53 19. Fotografía tomada con dron de este a oeste del complejo arqueológico Fortaleza de Collique. Archivo de la autora. 54-55 20. Croquis esquemático de la Fortaleza de Collique. Elaboración del arqueólogo Carlos Alvino. 57 21. Otra huanca en el Complejo Arqueológico Fortaleza de Collique. Fotografía de la autora. 58 22. Vista aérea de Cerro Pro, año 1945. Servicio Aerofotográfico Nacional. 60 23. Dibujo de Huamán Poma de Ayala mostrando la cuarta edad mítica andina o Aucaruna. En Nueva Crónica y buen gobierno. Disponible en https://poma.kb.dk/permalink/2006/ poma/63/es/text/. Consultado el 08/07/2023. 63 24. Ubicación de sitios arqueológicos asociados a la ocupación inca en el valle del Chillón. Elaboración de la autora. 67 25. La huanca ubicada en la parte superior de la Fortaleza de Collique. Fotografía de la autora. 68 26. Actividad comunitaria de jornada de limpieza de la Fortaleza de Collique. Fotografía de la autora. 72 27. Vasija escultórica hallada en el valle del Chillón. Museo Juan José Vega Bello. Foto de Jhon A Herrera Zavala. 78 28. Ejemplares de Collik, revista de Lima Norte con más de 16 años de vigencia. Disponible en https://issuu.com/indicesc/docs/collik_53. Consultado el 09/07/2023. 81

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Se terminó de imprimir en los talleres gráficos de

T area A sociación G ráfica E ducativa Pasaje María Auxiliadora 156 - Breña Correo e.: [email protected] Página web: www.tareagrafica.com Teléfs.: 424-8104 / 424-3411 Julio 2023 Lima - Perú

La especialista opina que el manejo del territorio del valle del Chillón era estratégico y defensivo, pues ocupaban los espolones más altos de las estribaciones andinas, donde diseñaban sitios fortificados y amurallados. Un ejemplo claro de esto es la Fortaleza de Collique, compuesta por plataformas y plazas con recintos en su contorno, en los que se podía encontrar huancas con todas las connotaciones ideológicas de sus ancestros, otro elemento cultural que los hace distintos. Creo que es importante la contribución que hace este trabajo porque sienta las bases y derroteros de las investigaciones futuras sobre esta cultura, arqueológicamente poco estudiada. Además, auguramos que este libro se constituirá como una guía para los profesores de historia de Lima Norte, como parte de la enseñanza de la historia local y regional a nivel de Lima prehispánica. Daniel Morales Chocano Universidad Nacional Mayor de San Marcos