Historia Critica 13

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CONTENIDO

Aproximación a la idea de "lo propio" en el arte latinoamericano a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX Ivonne Pini

La crítica de arte Latinoamericana y La crítica de arte en América Latina: el dado cargado Brian Mallet

El Mobiliario de Beatriz González Víctor Manuel Rodríguez

Estética y Astronomía en el Renacimiento Mauricio Nieto

Silva y su época Jaime Jaramillo Uribe

Manuel Ancízar y sus Lecciones de Psicolojía y Moral Gilberto Loaiza Cano

La rehabilitación política de Pilsudski en una visión comunista de la Historia Roch Iittle

Nacionalismo, Populismo y Autoritarismo Juan Carlos Guerrero

Chile: Modelo de Desarrollo e Inserción Internacional Hugo Fazio Espacio Estudiantil Diálogo entre Historia y Antropología Jairo Clavijo Reseñas Eduardo Sáenz Rovner

Aproximación a la idea de "lo propio" en el arte latinoamericano a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX. Ivonne Pini Profesora Universidad Nacional. Universidad de los Andes.

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esde fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX se vivió en América Latina una significativa reacción nacionalista. Esta se manifestó tanto en el orden político, social, cultural y aún económico, obedeciendo a motivaciones diversas: unas pueden enmarcarse en los cambios internos y en la redefinición de las relaciones internacionales; otras en la necesidad de repensar lo nacional en términos de reconocer el valor de lo popular, lo cotidiano, el lugar, todo ello con un cierto sentido de reencuentro. A nivel urbano es donde se desarrollaron los eventos culturales más significativos. La influencia francesa tanto en ideas filosóficas, artísticas y literarias fue muy marcada, sin desconocer la presencia de una veta hispánica y luego angloamericana en el pensamiento del período. El proceso del modernismo que se inició con la literatura, ha sido revalorado en su significación y despojado del sentido meramente escapista, exótico y extranjerizante1 que se le dio en un tiempo, para analizarlo como un complejo planteamiento de revisión de valores que exceden lo estrictamente formal. En las artes plásticas creció la preocupación por la generación de un espíritu nuevo que de alguna forma buscaba enfrentar -desde puntos de vista diversos- todo lo que fuera repetición de estéticas anteriores. No se trataba de una simple imitación de lo que aportaban las vanguardias europeas, sino

de un marcado interés por las nuevas formas, por los nuevos temas y por lo que de alguna manera significara destronar el realismo y racionalismo más tradicionales. Pero además, en algunos espacios el reconocimiento de lo propio pasó por reconocer e intentar recuperar aportes venidos de espacios culturales relegados, como lo eran la cultura indígena y africana. Y la ciudad se convirtió en el epicentro de todas estas elucubraciones, distanciando aún más la relación existente entre ciudad y campo.

E1 arte a fines del siglo XIX: "la imitación prestigiada" En uno de los tantos diarios de viajeros que se publicaron a fines del XIX, su autor describía Santiago de Chile y anotaba que: "El palacio Blanco Escalada tenía el más puro estilo Luis XV, mientras que la casa del señor Arrieta era una espléndida villa florentina; el señor Urmeneta se construyó un palacio gótico y Claudio Vicuña habitaba una imitación de la Alhambra".2 Serían múltiples los ejemplos similares que podríamos citar, y esta actitud imitativa de los modelos europeos fue consecuentemente asumida por las élites latinoamericanas que sin rubores copiaban sus modos de vida, pautas culturales y modelos artísticos, desconociendo y rechazando lo indígena o lo mestizo y su cultura. Pese a las diferencias regionales, hay ciertos elementos que resultan comunes: se espera que Europa aporte nuevas técnicas para la explotación de sus recursos, modelos ideológicos, de urbanización y obviamente artísticos. La propaganda comercial que aumentaba en periódicos y revistas ofrecía diversos productos de consumo, todos artículos "de París" así se fabricaran en Italia o Alemania y la ciudad jugó cada vez más el papel de centro de europeización. Esa imitación resultaba para más de uno un aspecto a destacar no a ocultar. A tal punto llegaba a veces el espíritu imitativo y la desorientación en el campo artístico, que no resulta extraño el envió que hizo

1 José Olivio Jiménez, Antología de la poesía hispanoamericana contemporánea, 1914-1970.pág 9. Alianza Editorial, Barcelona, 1981. 2 Gustavo Beyhaut, ob.cit. pág.95.

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Ecuador a la Exposición Universal de París en 1861: copias de pinturas eu rop ea s. En el c atál og o q u e acompañaba la muestra se leía: "Ecuador goza desde hace largo tiempo en América, de la reputación que le han valido sus pintores. Las pinturas de Quito que se exportan principalmente a Perú, Chile y otras regiones. Si no tienen un gran valor de originalidad, tienen al menos el mérito de reproducir, con una fidelidad notable, todas las obras maestras de las escuelas italianas, españolas, francesas y flamencas".3

En ese contexto de imitación prestigiada, los enfrentamientos estéticos no dejaron de sentirse. Por un lado, los planteamientos románticos, apoyados en los esquemas espiritualistas, aferrados al valor de una pintura que sublimara, ya sea los grandes asuntos históricos o idealizara situaciones muy al estilo del romanticismo francés. Por otra parte, la nueva burguesía se sentía atraída por un naturalismo centrado en el paisaje, en las marinas, y en las naturalezas muertas. El rechazo de la vieja guardia a tales manifestaciones resultaba evidente, cuestionaban una temática que consideraban intrascendente, frivola y que alejaba al arte de su función esencial: representar lo bello, lo sublime.

Y a esta percepción del hecho artístico ligado en muchas ocasiones, a la actitud imitativa, hay que añadirle la presencia de numerosos artistas extranjeros que permanecían por cortos lapsos o se afincaban en estos territorios. Varios de ellos formaban parte del grupo de pintores, dibujantes y grabadores topográficos, tan de moda en Europa. En sus viajes captaban lo que consideraban como situaciones curiosas, no exentas de un fuerte sentido pintoresco, imágenes que contaban con ávidos consumidores europeos.

Sin embargo, formalmente ninguno de los dos se apartaba de la academia, pues el recetario naturalista y narrativo seguía siendo el lenguaje pictórico que respondía mejor a las expectativas estéticas y a las tradiciones culturales existentes en la etapa. Hacia fines del XIX la situación comenzó a cambiar, sintiéndose cada vez más la preocupación por la falta de un arte nacional. Jorge A. Manrique cita algunos planteamientos de ese nuevo estado de espíritu5. El mexicano Ignacio Manuel Altamirano planteaba:

Y el artista local fue influido por tales reproducciones manejando visiones del medio más~preocupadas por la técnica o la propuesta de prestigio académico, que por generar una visión comprometida con la realidad de su contexto. En el ensayo Grabadores de la Argentina , al hablar sobre estas últimas décadas del XIX se sostiene: "...el criollo se convierte en una macchietta. Y no será flaco, sino estilizado, no será peleador, sino luchador. El exotismo que detentan tales personajes, conlleva la consecuencia de que en Europa, hasta no hace mucho tiempo, en los niveles supuestamente más culturizados, nos enclavaron en un mundo de chiripaes y plumas".4

"Revestir nuevas formas, si vale expresarse asi y asumir un carácter nacional que nos pertenezca o al menos pertenezca a América ". Mientras que el cubano José Martí afirmaba: "..todo anda y se transforma y los cuadros de vírgenes pasaron. A nueva sociedad, nueva pintura ".

En Buenos Aires los pintores incorporaban nuevos temas con ciar; intención social, por ejemplo La sopa de los pobres (1883) de R. Guidk y el trabajo que Eduardo Sivorí realizó en París: El despertar de I sirvienta. (1887). Gran escándalo provocó su exhibición en Buenc Aires, y pese a ser una de las tantas obras de desnudo femenino qu por la época se mostraban, fue prohibida su exhibición públic Una cosa era representar una Venus y otra una sirvienta concebk como la imagen de una mujer sometida. Ese realismo social pon sobre el tapete una temática de acercamiento a problemas lócale muy poco trabajados hasta el momento.

Las imágenes correspondía en muchas ocasiones a una realidad vista por nacionales pero con ojos extranjeros, funcionando el trasplante cultural por mimetismo y el supuesto universalismo de buena parte de las élites culturales, se transformó en imitación de las corrientes europeas.

3 Gustavo Beyhaut, ob. cit. pág.98. 4 Marta Fernández y María I. Ogueta, Grabadores de la Argentina, Centro Editor de América Latina, Bs.As., 1976. pág. 23. 5 Jorge A. Manrique. ¿Identidad o modernidad?. En: América latina m sus artes. Ed. Siglo XXI, México, 1974, pág.25.

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La literatura tuvo también un importante proceso de cambio: la búsqueda de una modernidad propia en la que se involucraron figuras claves de la literatura finisecular. Modernismo fue la denominación que utilizaron los escritores latinoamericanos para las nuevas propuestas, eligiendo un término que no repetía las designaciones de las escuelas literarias europeas. Publicaciones como Azul (1888) de Rubén Darío impulsó la rebelión literaria contra lo tradicional. Figuras como las de Dario y José Enrique Rodó fueron formulando la tesis modernista, definiendo un acercamiento a la búsqueda de lo latinoamericano. Rodó en Ariel sostiene: "El cosmopolitismo que hemos de acatar como una irresistible necesidad de nuestra formación, no excluye ni ese sentimiento de fidelidad a lo pasado, ni la fuerza directriz y plasmante con que debe el genio de la raza imponerse en la refundición de los elementos que constituirán el americano definitivo del futuro."6 En el campo de las artes plásticas la progresiva búsqueda de elementos de identidad, tuvo especial significación en algunos países. En México se vivía el período del porfiriato caracterizado en el campo de la cultura por el predominio de los modelos europeos y una actitud abiertamente despreciativa hacia lo indígena o las manifestaciones de arte popular. Ese desprecio a lo autóctono llevó a que la oposición política usara como un elemento de lucha los recursos del arte popular, asumido como manifestación de lo nacional.

ciudad de México como en las capitales de provincia, se destaca José Guadalupe Posada; y su figura se convirtió en punto de referencia obligado para el trabajo de los muralistas. En sus más de quince mil grabados ilustra cuentos populares, corridos, así como los avatares de la política, convirtiendo a sus calaveras en la representación de personajes cotidianos que comparten alegrías, desdichas y las injusticias del régimen político porfi rista. A fines del siglo XIX la necesidad de encontrar formas propias de expresión se intensificó y esa búsqueda de "lo propio" aparecía para sectores de la nueva intelectualidad que se estaba configurando, como una expresión de afirmación cultural.

Situación a comienzos del siglo XX. Los inicios del siglo muestran el desarrollo de múltiples inquietudes renovadoras. Surgió lo que podríamos denominar un nacionalismo de nuevo tipo, alejándose sus propuestas del concepto post-independentista de reafirmación nacional, para dar paso a un nacionalismo más amplio y abarcador, que buscaba involucrar tanto a la economía como a la organización política y socio-cultural. Procesos como la revolución mexicana, el irigoyenismo en Argentina, el tenentismo en Brasil, el batllismo en Uruguay, estaban abalados por un espíritu nuevo que insistía en la búsqueda de lo propio. Pensar en textos como los de Rodó, Martí o Ugarte, es encontrarse con una toma de conciencia no sólo de un nuevo nacionalismo sino del ser latinoamericano. El argentino Manuel Ugarte en "El despertar de un continente" escrito en 1923, diría: "..Estamos asistiendo a la irrupción de fuerzas nuevas dentro de la política del mundo, y la América Latina representará acaso mañana un importante papel sí, ateniéndose a las realidades, coordina los recursos que ofrece su volumen y su vitalidad. En los siglos ningún pueblo es definitivamente inferior, ni superior en forma eterna. Los griegos, los romanos, los españoles de hoy, están lejos de conservar la influencia y el resplandor que alcanzaron en otras épocas. Son numerosas las colectividades que se han elevado desde situaciones inferiores para hacerse dirigentes.... La inestabilidad de las cotizaciones nacionales y raciales permite considerar nuestra situación actual como una etapa susceptible de cambiar, ya sea bajo la influencia de circunstancias generales, ya a consecuencia de esfuerzos hechos por la colectividad para transformar sus fuerzas negativas en fuerzas de afirmación. El destino de América Latina depende, en último resorte, de los latinoamericanos mismos."7

De allí el empuje de la gráfica y la utilización de la caricatura como arma contra el porfiriato, siendo varios los grabadores que sufrieron persecuciones por causa de su trabajo. De los múltiples nombres que aparecieron tanto a nivel de

6 José E. Rodó. Ariel. Ed. Jacson, Bs.As., 1946, pág. 55. 7 Citado por Mario Contreras e Ignacio Sosa en Antología Latinoamericana del Siglo XX, UNAM, México, 1973. pág. 160.

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llegaban a los lugares más recónditos, igual que los maestros alfabetizadores. Y la preocupación por el espíritu nacional no significaba dar la espalda a la cultura universal, ordenándose multiplicar por miles de ejemplares, las obras de autores clásicos, de tal suerte que Platón, Hornero, Dante y Cervantes entre muchos otros, pasaron a formar parte de las bibliotecas creadas a lo largo y ancho del país. Era la forma de reconstruir el cultivo humanista desde los cimientos, dándole espacio a obras consideradas como faros orientadores del pensamiento universal.

Escritores y artistas plásticos llevados por lo que algunos pensadores de la época llaman la "furia de la novedad", comienzan a reconsiderar muchos de los valores del proceso creativo, cuestionando la academia y buscando otros caminos para la realización de la obra. Y en América Latina -como en todas partes- la modernidad tuvo una connotación de nuevo, con la particularidad de que en los países de la región ese sentimiento de novedad llegó impregnado de un fuerte sentido de autoafirmación. Basta mencionar a título de ejemplo los comentarios que en la década del 20 hacen algunos connotados teóricos y críticos en torno a la situación del arte.

Su frase Por mi raza hablará el espíritu, era una invitación a que los sectores cultivados abandonaran los espacios académicos y volcaran su conocimiento al pueblo. El rol apostólico asumido por los maestros, pagando incluso con su propia vida el intento de llevar el saber a los lugares más alejados del país, constituía un fiel reflejo del papel liberador que se le adjudicaba a la enseñanza.

El sentimiento de un José Vasconcelos en México con respecto a la idea de nacionalismo, no está despojado de la necesidad de acceder a la cultura universal. Por el contrario, ese acceso posibilitaría la conformación de la idea de lo nacional, palabra que se identificaba con el concepto de nuevo, original, diferente. Fue Vasconcelos el responsable de crear un nuevo modelo cultural y educativo, desde comienzos de su trabajo intelectual se interesó en temas filosóficos; pero la falta de estudios académicos de esa disciplina durante el porfiriato, lo hicieron escoger el camino del derecho. Su formación filosófica fue autodidacta. Después de participar activamente en la época de Madero hasta su derrota, viajó fuera del país en 1916, regresando en 1920. De inmediato fue designado Rector de la Universidad, cargo que abandonó poco después para convertirse en Secretario de Educación. Durante los cuatro años de exilio trabajó sus propuestas estéticas, que habían comenzado a perfilarse desde la época ateneísta. Sus esperanzas en la capacidad transformadora del arte aumentaron, tomando más peso el sentido mesiánico que debía cumplir el proyecto cultural. Alfabetización masiva y sensibilizar a través de la acción artística, fueron algunos de los postulados sostenidos desde el inicio de su gestión. Esa necesidad de promover el desarrollo de la sensibilidad individual, lo llevó a crear espacios para la cultura tales como salas de concierto, bibliotecas, pintura mural, que

El cubano Juan Marinello fue un ensayista, poeta y crítico, que jugó un activo papel político al presidir el Partido Socialista Popular. En un ensayo publicado en 19258, insistía en la necesidad de fomentar un verdadero arte nacional, lamentándose de la cantidad de intereses particulares que primaban en la actividad artística y señalando lo imperioso de esa búsqueda para mejorar la sociedad. Para él sólo el arte podría lograr una total liberación; Cuba seguiría siendo parcialmente dependiente mientras no tuviera una cultura significativa, fuerte y original. La idea de un verdadero arte nacional se repite insistentemente en sus escritos. En un texto de respuesta a una serie de preguntas formuladas por el Director de Les Cahiers deL'Etoile, resume aspectos sustanciales de su pensamiento, ligado a la idea de que el vanguardismo cubano no debía significar un camino de evasión, de mimetismo del modelo europeo, sino de afirmación nacionalista!). Allí manifestaba su inquietud por la incidencia que la cultura europea tenía en América y cómo tal influencia alejó a los americanos de sus propias raíces: "España y Europa nos han mantenido lejos de América", inquiriendo que si "...hasta ahora las soluciones han ido a buscarse al viejo laboratorio. ¿Debe seguir siendo fatal esta postura?". Su respuesta-inspirada en textos del peruano José Carlos Mariátegui- retoma un sentir generalizado en otras realidades del continente "...si de lo europeo se aprovecha la información cernida por siglos de riguroso laboreo y de ella se aisla lo de humana medida para confrontarlo con nuestras realidades. Por este camino se irá- con la solución

8 Juan Marinello. Nuestro arle y las circunstancias nacionales. Cuba Contemporánea No.3, 1925. pág. 298. 9 Juan Marinello. Sobre la inquietud cubana. Revista de avance, no.41 y 42, años 1929 y 1930. En: Órbita, pb. cit.

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americanar a los comienzos de una cultura-actitud que logre dar en su día normas al viejo maestro. Entonces el temblor inicial de la inquietud nacerá en este Continente. Cuando alcancen nuestras soluciones -por americanas- estatura humana. Entonces América -recordemos el dicho de Waldo Frank- se justificará ante el mundo."10 El uruguayo Eduardo Dieste desde las páginas del Boletín de Teseo -agrupación de artistas y escritores- promovió una crítica de arte que sin dejar de ser intuitiva, se nutría en las corrientes de pensamiento europeo y rompía con los cánones tradicionales. A Dieste le interesaba analizar el hecho artístico dentro de un marco conceptual que evadiera lo meramente anecdótico, buscando precisar la necesidad de una crítica que no fuera subsidiaria de la literatura o la filosofía, capaz de partir del análisis del hecho plástico en sí: conocer al artista, su entorno, su realidad, y no quedarse con juicios filosóficos acerca de lo bello o lo feo. Para él, el tema del arte nacional fue uno de los marcos de referencia para encuadrar la obra de los nuevos nombres que surgían en la plástica. Cuestiona el difundido criterio de que la inexistencia de caracteres sobresalientes de raza y tradición cultural, impedía la configuración de un arte propio, para sostener que un arte y una cultura nacional son el resultado "...de la geografía, de la raza, de la tradición, de la influencia exterior en una época, organizados alrededor de un eje vitalísimo, la voluntad continua de vivir substantivamente, y a favor de los largos plazos que la historia concede. Esta ansiada personalidad nacional no es, en definitiva, sino el conjunto de una serie de esfuerzos en el tiempo, con sus errores y culminaciones y, en un momento

dado, la nota original, el hallazgo de la fórmula sabia destinada a sobrevivir a los mismos pueblos que la han creado, renaciendo en otros que sobre ella y después de una asimilación transformadora, viva, obtendrán a su vez el punto máximo de su altura. No debemos pues inquietarnos porque los aborígenes no hayan igualado a los incas en dejar monumentos ; reveladores de su existencia..., ni porque la otra mitad de nuestro medio natural, la luz, no sepa lo que es filtrarse a través de calados góticos ... Una tabla rasa en la cual nada se había pintado fue la conquista heroica de nuestros abuelos. Tal vez a pueblo alguno en la historia se le deparó en tal medida la creación del propio destino como al americano." 11 Agrega además: "..es necesario un arte nacional como función. La necesaria aspiración de un arte diferenciado, ya tendrá cumplimiento a su hora. Lo primero es ser y lo que sigue al ser: el obrar." 12 Pese a que no es posible establecer falsas generalizaciones con respecto a lo que fue el imaginario latinoamericano en esa década, con temática y sentimientos variados, hay un común denominador que encontramos en diversos países: se busca afirmar los elementos locales, unido a la utilización de un lenguaje permeado por el conocimiento de algunas vanguardias europeas. Hay una aparente contradicción a la que se enfrentan nuestros modernistas: por una parte la mirada al arte nuevo de Europa y por otra la búsqueda de raíces. Yfue precisamente a partir de esa doble vertiente de fuentes que lejos de caer en contradicciones, logró generar un arte propio.

Una alternativa de afirmación : la mirada al entorno en la década del 20. De las múltiples variables temáticas que se trabajaron, el tema del lugar fue un claro ejemplo de esta afirmación, y en su búsqueda se fue dando un paso progresivo de la simple descripción a un sistema mucho más simbólico, propio de su acercamiento a las vanguardias, sin dejar de lado la subordinación a su entorno, a la subjetividad que le era propia. De allí que el lugar deje de ser representado miméticamente, y se convierta en tema de reflexión y recreación. Miremos algunos ejemplos concretos del tratamiento artístico que se le dio a este tema. En México, el hecho central del arte en la década del 20 fue el muralismo. Esta propuesta no dejó de tener una fuerte afinidad con las vanguardias europeas, en tanto que como ellas, se proponía no sólo modificar la manera de pintar

10 Ibid. pags.316-.117. 11 Eduardo Dieste, Boletín de Tcseo. Año 1, No.6, Montevideo, 1924. pág.24. 12 E. Dieste.ob. cit. pág. 14.

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sino incidir con sus formulaciones en la creación de una nueva sensibilidad colectiva. Vasconcelos, uno de los impulsadores desde la Secretaría de Educación de esa nueva sensibilidad, fomentó una verdadera mística educativa, sosteniendo que el artista no debía limitarse a elegir una nueva escuela sino iniciar una nueva tradición. Y uno de los elementos en que se basaría para crearla sería el paisaje pensado a partir de sus propios referentes. Existe un antecedente significativo dentro del arte mexicano cuya actuación comienza con anterioridad a la década a la que nos estamos refiriendo: el Dr. Atl (Gerardo Murillo, 1875-1964). Desde su regreso de Europa mostró interés por repensar la naturaleza grandilocuente de México, enfatizando en la actitud de investigador, en su redescubrimiento del entorno, imbuido de un espíritu panteísta que intentaba reconocer "lo mexicano". Sus estudios de vulcanología, sus pinturas tempranas del Popo, su concepción dramática del paisaje, muestran que pese a no haberse despojado formalmente de la academia, tenía conciencia de la necesidad de nuevas formas de representación en las que historia y paisaje se relacionan.

escultores indios (mayas, aztecas, incas), nuestra proximidad climatológica con ellos nos dará la asimilación del vigor constructivo de sus obras, en las que existe un claro conocimiento elemental de la naturaleza, que nos puede servir de punto de partida. Adoptemos su energía sintética, sin llegar, naturalmente, a las lamentables reconstrucciones arqueológicas ("indianismo", "primitivismo", "americanismo") tan de moda entre nosotros y que nos están llevando a estilizaciones de vida efímera."13 Siqueiros, escribiendo desde Europa siente la necesidad de pensar y valorar lo que le es propio, y tal actitud, reforzada por un profundo amor a México, es la que se encuentra también en las búsquedas de Rivera (1886-1957) y Orozco (1883-1949). Los recursos de los tres muralistas podían ser muy diversos, desde el expresionismo exaltado de Orozco y Siqueiros hasta la actitud de narrador de Rivera, pero en los tres se encuentra la búsqueda de esa alma colectiva que sentían perdida en los tratamientos plásticos anteriores. De allí que la temática del lugar fuera concebida como uno de los tópicos de interés común que los relacionaba a su tradición y su historia. Su conocimiento y apertura a las corrientes internacionales no les impedía pensar en incorporar lo propio a lo universal. Y con un concepto tan amorfo como el de "lo propio", se buscaba que el pueblo visualizara y comprendiera los elementos que teóricamente conformaban la identidad nacional.14 En Cuba el proceso de modernidad comenzó hacia finales de la década del 20, con algunos antecedentes como la configuración del llamado "Grupo Minorista de la Habana" en 1923, movimiento que intentó hacer una renovación tanto artística como literaria, contando entre sus integrantes a Alejo Carpentier. El interés por promover el arte vernáculo, sin desconocer los aportes de las nuevas manifestaciones artísticas, se fue consolidando a través de varias publicaciones tales como Cuba Contemporánea, Carteles y Social.

Entre los muralistas este sentimiento se profundizó. Baste citar a título de ejemplo uno de los textos tempranos de Siqueiros (1898-1974): "La comprensión del admirable fondo humano del "arte negro" y del arte "primitivo" en general, dio clara y profunda orientación a las artes plásticas pérdidas cuatro siglos atrás en una senda opaca de desacierto: acerquémonos por nuestra parte a las obras de los antiguos pobladores de nuestros valles, los pintores y

A partir de Revista de avance (1927-1930), catalizadora de estas ideas, se impulsó la realización de exposiciones tales como la Exposición de arte nuevo (1927), donde comenzaron a aparecer variadas expresiones de la idea de cubanidad, identificadas con el concepto de identidad y modernidad. Aparecían en la plástica cubana temas sobre el paisaje tropical, que se alejaban de preocupaciones miméticas para convertirse en base de nuevas elaboraciones pictóricas. Este paisaje tanto urbano como rural tuvo en Víctor Manuel García (1897-1969), Arturo Abela (1889-1965), Aristídes Fernández (1904-1934) y Marcelo Pogolotti (1902-1978), algunos de sus más claros intérpretes.

13 David. A. Siqueiros. 3 llamamientos de orientación actual a Pintores y Escultores de la nueva generación Americana. Revista Vida Americana. Barcelona, 1921. 14 Luis Carlos Emerich, 100 pintores mexicanos. MARCO, Monterrey, México.1993, pág XXXVIII.

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Para ese período resulta imprescindible el nombre de Amelia Peláez (1896-1968) quien pese a vivir en Europa, Estados Unidos y México por largos períodos, parece no separarse de la Habana, de sus patios de vitrales, de sus elementos arquitectónicos c ar a cter ís ti cos , de su na tur a leza exhultante. Los tempranos estudios sobre la arquitectura colonial que se comenzaron a realizar en Cuba desde fines de los años 20, la llevaron a valorar la significación que tenía el rescate contemporáneo de ese pasado artístico: "...si pinto mis naturalezas muertas a base de frutas y elementos arquitectónicos es porque desde hace muc ho t i e mp o e s e v i d e n t e q u e nuestra arquitectura colonial h a b í a el a bor a d o a l g u no s motivos propios, o mejor, una manera propia de emplear ciertos motivos, independ i e n t e me n t e d e q ue e so s mismos motivos se encuentren en la arquitectura de otros países, y porque las frutas que llamamos nuestras son exactamente eso, frutas nuestras -las que abundan en el país y todo el mundo consume- a pesar de que se las cultive también en otros lugares del mundo. Creo que nadie en particular, en Cuba, me influyó en esto... Es a l g o de lo que continuamente se hablaba, algo que estaba en el ambiente... cultural." 15 Su peculiar concepto de lo que para ella era la cubanidad, la llevaban a explorar los espacios decorativos, cercanos al Art Nouveau que se resistían a desaparecer y seguían formando parte del paisaje urbano de la Habana. Una de las particularidades del ambiente artístico de Uruguay, especialmente montevideano, en la década del 20, fue el papel peculiar que asumieron los artistas

en relación con su actividad. Al leer las publicaciones de la época sobre arte, no deja de sentirse un cierto aire mesiánico al referirse al destino intelectual que les correspondía cumplir. Se critica la actitud prescindente de las autoridades hacia el arte nacional y la excesiva valoración a toda manifestación que viniera de afuera. Se siente una marcada necesidad por recuperar imágenes de su entorno y se trabaja intensamente espacios rurales y urbanos. Todo esto sin despojarse de las inquietudes que varios de ellos traían desde Europa. Nuevamente la exaltación de lo propio no vuelve la espalda a lo que estaba aconteciendo en el ámbito internacional. Varios son los argumentos que se repiten entre quienes enfatizan la temática del lugar: insistencia en la idea de la luz local y sus peculiaridades; interés por el rescate de aspectos considerados como americanos, resaltando sus particularidades, evitando caer en pseudo-folclorismos o exotismos. Hay dos figuras que son claros ejemplos de estas afirmaciones: Alfredo de Simone (1896-1950) y Carmelo de Arzadum (1888-1958). El primero trató de rescatar la poesía del suburbio, de las calles de su vecindario, el barrio Sur montevideano, hurgando en rincones conocidos y recorridos; mientras que Arzadum se involucró en el paisaje local, tanto urbano como rural, interesado en rescatar las particularidades de su luz y atmósfera. Análisis que serían elogiados por Torres García en una de sus conferencias luego de su regreso al Uruguay. Pero uno de los artistas que incursionó más decididamente en tales tópicos fue Pedro Figari (1861-1938). Para él involucrarse en la temática del nativismo fue una forma de arraigo reivindicativo de nuestra cultura, preocupado por destacar el perfil autóctono y cuestionando la simple imitación de lo europeo. Su ingreso a la pintura tiene un enfático sentido de militancia: tratar de impulsar una ideología estética orientada hacia las raíces culturales latinoamericanas 1(i. La intención de recuperar el lugar era una forma de recuperar la tradición, se trataba insistentemente de lograr "fijar recuerdos". Tanto en sus textos como en su obra se plantea una estrecha relación entre tres ideas: forma de vida, forma de cultura y lugar. En ningún caso su interés por estos aspectos adquirió un sesgo folclórico. Existe en él una actitud positiva, optimista, respecto de lo que consideraba valores inherentes a la historia y la tradición. No debe olvidarse que a diferencia de otros pintores el ingreso de Figari a esa actividad fue muy tardía y se hizo después de una extensa y profunda experiencia en el campo de las humanidades. Ello generaba en él una contundente defensa de esa temática. Su mirada se concentró en tres espacios: la vida cotidiana en la época de la colonia, el medio rural y la población negra, tomados como elementos válidos para detenerse en aspectos históricos y

15 Citado en el catálogo de la Exposición Amelia Pérez, Biblioteca Luis Ángel Arango, Bogotá, 1992, pág 17. 16 Gabriel Peluffo-De Blanes a Figari. Historia de la pintura uruguaya. Tomo I. Ediciones de la Banda Oriental, Montevideo, pág.96.

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costumbristas. De allí que la preocupación pictórica y documental marchen en él, juntas. Se puede afirmar que en todos los casos mencionados y pese a trabajar desde ángulos muy diversos, la importancia del lugar estaba dada por la comprensión de que la modernidad surgiría del examen de las particularidades sociales y culturales de cada país y no de un simple traslado mecánico de conceptos vanguardistas importados de manera imitativa.

arte del siglo XX. Las fuerzas espirituales de Europa están poco menos que agotadas y su civilización ha de salvarse por la savia que le inyecte el cruce con razas vírgenes, pletóricas de esencias humanas. Si la presente renovación del arte ha demostrado que el interés de toda obra reside sólo en su potencia anímica, demás está decir que el verdadero artista americano tiene que sentir la preocupación, diré mejor la necesidad, de expresar visiones de su ambiente y de su espíritu. "18

Ildefonso Pereda Valdés, uno de los artífices literarios del nativismo Uruguayo, respondía diciendo: "Creo que el artista americano debe revelar una preocupación esencialmente americana. Esta preocupación empieza a germinar en a Igunos países, que por su originalidad racial y por su tradición aborigen, están más capacitados para esa deseada americanización."19l

¿Qué es lo propio? La idea de lo propio se repite insistentemente: "Hacer un arte propio", "recuperar lo propio", fueron frases recurrentes. Vale la pena intentar preguntarse qué entendían al usar un concepto amorfo como ese.

El escritor peruano Víctor Andrés Belaúnde comentaba: "El arte nuestro debe ser instintiva o intuitivamente americano: la preocupación americanista nos daría un arte falso de mera postura intelectual. Odio todos los "pre":prejuicio, pre-concepto, pre-ocupación."20

Mientras que para el escritor mexicano Jaime Torres Rodet: "... Que la obra del artista americano deba revelar una preocupación americana me parece necesidad tan obvia que me admira casi hallarla formulada, como pregunta, en el inteligente cuestionario de "1928". Sin que el escritor mismo o el poeta quieran transparentar esa preocupación, algo involuntario los traiciona en el momento en que, acaso, creen haberla ocultado mejor. Un grito, una lágrima, una sonrisa, pueden tener y tienen un significado regional que el más depurado control evitaría difícilmente".21

En la "Revista de avance", durante un par de años, 1928-1929, se publicó una sección que bajo el título "Indagación ¿ Qué debe ser

el arte americano?" formulaban una serie de preguntas a escritores y artistas de diversos países hispanoamericanos. Una de las preguntas era:"¿Cree usted que la obra del artista americano debe revelar una preocupación

americana?", obviamente llegando al extremo de la síntesis, diríamos que casi todos respondieron sí, pero interesa transcribir la fundamentación en que algunas de ellos basaban esa aseveración .

Dos cubanos para cerrar el recorrido, el escritor Luis Felipe Rodríguez y el pintor Carlos Enríquez. El primero diría: "Sí, la obra del artista americano debe revelar una preocupación americana, como el espejo que revela la imagen del hombre y las cosas, que aunque tengan un origen lejano están delante de él. Yo sé " que de viejos clavos " pende mi nuevo ideal americano, pero vuelvo a repetir lo que he dicho una vez más: SI NUESTRO ARTE Y NUESTRA LITERATURA NO TIENDEN A SER "ESPEJO DEL CIELO NATAL", AL MISMO TIEMPO QUE SEAN EL VASTO ESPEJO DE LA VIDA UNÁNIME, NO NOS PERTENECERÁN TAN INTEGRAMENTE EN EL RELATIVO CIRCULO FÍSICO, ESPIRITUAL Y MORAL, DONDE SE GENERA LA CONCIENCIA SOCIAL Y NACIONAL DE LOS PUEBLOS. " (Las mayúsculas

El historiador y poeta venezolano Rufino Blanco Fombona escribió: "Creo que el artista americano (de los yanquis no hablemos) debe revelar una preocupación; más una inspiración americana."17

El pintor cubano Eduardo Abela comentaba: "Creo sinceramente que en la América está el caudal que ha de fertilizar el

aparecen en el texto original) .22

20 Ibid. 213. 21 Revista de avance. No.28, abril 1928. pág.313. 22 Revista de avance. No.33, abril 1929. pág.218.

17 Revista de avance. No.29, diciembre 1928. pág 361. 18 Ibid. 362. 19 Revista de avance. No.35, junio 1929. pág.213.

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El segundo afirmaba: "El tipo del Artista -y el del Burgués- sufren el metabolismo de las viandas cosechadas en el huerto regional. Aparentemente, existe un psico-metabolismo del dinamismo ambiente. En esta apariencia la preocupación americana puede manifestarse plásticamente. O no. Cabe el tipo neutral. El artista víctima de la preocupación moral-política expresada en su obra transparentará indirectamentequizás patológicamente- el anhelo ambiente. En reacción a la lógica de "línea de ferrocarril", actúa el tipo neutral antípoda del artista emprejuiciado". 23

Las respuestas a esa "preocupación americanista" que planteaba la pregunta permite vislumbrar una serie de elementos comunes. Tal vez el más recurrente sea la relación que se establecía entre la obra y la pertenencia a un lugar, a una cultura, planteada en términos casi indisolubles; es decir, intencionalmente o no, la obra del artista revelaría un interés americanista. Y fue a partir de ese supuesto que se elaboraron las preocupaciones por lo propio, por lograr una cultura que le perteneciera al hundir sus raíces en una realidad insoslayable. Descubrirla, caracterizarla, sería función esencial del creador.

finiseculares, no deja de estar curiosamente relacionado con el paso de los artistas por Europa. Los trabajos realizados en París y otras ciudades del viejo continente en áreas como la arqueología, la antropología y la etnología desde fines del siglo XIX y comienzos del XX, habían despertado un profundo interés por culturas no europeas. Se exploraba tanto en artes plásticas como en literatura: Apollinaire teoriza acerca de los efectos del arte africano en el cubismo; se publicaban antologías donde se recopilan cuentos, mitos y poemas de origen africano,y también se hacían relatos de viajes.24 Ante el desgaste cultural sufrido por la guerra, los europeos descubrieron unas culturas vitales, incontaminadas, auténticas; y las ansias de apropiación del vanguardismo, abrió las puertas a la influencia de manifestaciones culturales diversas. Pese a que esta actitud no estaba exenta de un cierto romanticismo y resabios colonialistas, generó un espacio que hizo pensar a más de un artista latinoamericano. Presenciar en París el descubrimiento y la acogida que se le daba al mundo precolombino, a las culturas populares y a lo africano, les abrió los ojos a una realidad poco valorada. La posibilidad de acceder a las colecciones de los museos, el despliege que hacían las galerías parisinas de piezas originales procedentes de África, Oceanía, América Latina, fortaleció no sólo la noción de identidad cultural, sino que acrecentó la necesidad de dar a conocer ese pasado del cual formaban parte directamente. El orgullo de pertenecer a tan rico mundo cultural, llevó a destacar e intentar el rescate de los valores regionales. Para los cubanos, lo propio se nutrió con la tradición afrocubana, los guajiros y las manifestaciones de arte popular, concientes de que el peso indígena había sido mínimo en su configuración cultural. Y componentes que procedían de África o de España terminaron formando parte de esa cubanidad tan buscada. Con un agregado: al tomar conciencia de que mientras los europeos tenían una mirada ajena, externa, no exenta de exotismo hacia esos mundos culturales, ellos los recuperaban como vehículos para configurar una ideología integradora, en tanto formaban parte efectiva de su estructura cultural.

La conciencia de ser el resultado de la mezcla de diversos componentes culturales suponía tener la capacidad de reconocerlos. De allí el rescate de lo indígena o de lo africano, ingredientes tradicionalmente negados frente al peso del modelo occidental que menospreciaba las culturas no occidentales.

Uno de los aportes más significativos de investigadores cubanos como Fernando Ortíz, fue ir abandonando y superando el concepto de raza, para poner el énfasis en la idea de cultura. Intentaba crear conciencia de la significación cultural que tenía lo africano en la configuración de la cultura cubana, interesado en explorar las particularidades dejadas por las diversas etnias africanas que por la vía de la trata de negros, llegaron desde África para quedarse.

Y ese redescubrimiento de lo propio en sus ancestros, no tenidos en cuenta en general por los intelectuales latinoamericanos

Afirmaba Ortiz: "Las ideas "racistas" son, al igual, contraproducentes. El concepto de raza, que es el más sobado y de mayor ingenuidad aparente, es también, sin duda,

23Ibid. 24 Blaise Cendras publicó su Antología negra en 1921 y Andrés Gide su Voynge au Congo en 1927.

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muy perjudicial. Ante todo porque es falso. No hay una raza hispánica, ni siquiera española. Y menos en América donde conviven las razas más disímiles, con tal intensidad numérica que en pocas repúblicas no es la que pudiera decirse raza hispánica ,la predominante... Pensemos en que lo realmente nuestro, lo que nos pertenece troncalmente a todos, es una "misma cultura", aunque de matices variados, y en que lo único que puede vincularnos unos a otros ...no es sino la "cultura" en un sentido más comprensivo y supremo, sin las coloraciones parciales de tal o cual política, religión, escuela o raza. Claro está que la voz "raza" ha sido adaptada a falta de otra absolutamente precisa para significar la comunidad espiritual que nos une...¿es que no hay otra mejor, sin vernos obligados a crear y dar acepciones sociográficas equívocas a palabras que deben ser de pura etnografía? ¿No es preferible el vocablo "cultura"? La raza es concepto estático; la cultura, lo es dinámico. . "25

Pero además se rescataba otro componente: el arte popular, representado en objetos cotidianos, en usos y costumbres y en expresiones artísticas como el teatro y la gráfica. La posibilidad de hacer efectivo el logro de lo propio suponía una clara redefinición de la función del arte, y de allí el papel de conductores que se les adjudicara, en los tempranos 20, a los artistas e intelectuales responsables de llevar a la práctica un proyecto de consolidación de identidad cultural. Para países como Uruguay, donde no había una fuerte presencia indígena, africana o de arte popular ¿en dónde se buscaría lo propio?. A los indígenas se les había exterminado en el siglo XIX, y la influencia africana es poca, siendo el mestizaje muy escaso. El gaucho era un personaje que desde mediados del siglo XIX, con las reformas económicas en el medio rural, estaba en vías de desaparición. Sin embargo se intentaba rescatar su figura tanto en literatura como en pintura. Basta recordar a Fernán Silva Valdés, fundador del nativismo, y a Figari. Su defensa del gaucho no deja de estar relacionada con la necesidad de incorporarlo como uno de los símbolos originales que se poseían, que les permitiría defenderse de la incidencia: excesiva de la cultura europea. Pero lo que no se puede perder de = vista es que se trataba de una reflexión hecha desde la ciudad, por intelectuales urbanos, que trataban de rastrear en un pasado que les diera símbolos para construir su propia identidad. Esa situación eliminaba la posibilidad de una discusión cultural de carácter) étnico, como había sucedido en Cuba y México. Figari diría: "Por lo que resulta más representativo el gaucho en nuestra sociología, no es, a mi ver, porque haya sufrido y contribuido más a soportarlos azares y quebrantos de nuestra vida turbulenta, sino porque es, si no lo único, lo que ha conservado y tendido más a mantener contacto con el medio americano, vale decir, con su ambiente propio. Así es que, fuera de lo precolombino, miramos al gaucho como la esencia de nuestras tradiciones criollas, con la valla autóctona opuesta a la conquista ideológica que subsiguió a la era de las emancipaciones políticas. Las urbes se han hibridizado: hay parises, madrides, romas, vienas y hasta berlinés por estas comarcas, en tanto que la ciudad americana, depura cepa, está hoy por verse; y hasta parecer ser de realización utópica.

Para los mexicanos, el descubrimiento de lo propio giró alrededor de vertientes diversas. Por una parte, reconocer el mestizaje cultural suponía valorar el aporte hecho por cada grupo en la configuración de una cultura nacional. Y según el momento político se dio más significación al mestizo como resultado de esa fusión (Obregón, Vasconcelos), o al indígena (Calles). A diferencia de los cubanos, Vasconcelos en su exaltado nacionalismo, sí dio prioridad al concepto de raza.

El gaucho, no es el poblador, de cualquier indumentaria rural o urbana, que rinde culto a los dioses, ídolos y fetiches de ultramar, sino el que, compenetrado con el ambiente, forja allí mismo su carácter. Es el nativo de América, que siente la altivez de su privilegio regional, y que, por lo propio, se 26 manifiesta autónomo..."

25 Fernando Ortiz. Ni racismo ni xenofobias, 1929. En: Las vanguardias latinoamericanas. Jorge Schwartz. Ed. Cátedra. Madrid. 1991. 26 Pedro Figari. El gaucho, transcripto en: Las vanguardias latinoamericanas, ob. cit. pág. 608.

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Pereda Valdés no solamente insiste en la recuperación de la figura del gaucho, sino en el estudio de la incidencia negra. En los 20 publicó dos libros dedicados a la poesía negra: "La guitarra de los negros" y "Raza negra". Mantuvo activa correspondencia con otros escritores interesados en el tema como los brasileños Gilberto Freyre y Mario de Andrade, teniendo el mérito de que sus estudios no se limitaron a indagar en las tradiciones negras del Uruguay, el carnaval por ejemplo, sino que trató en sus publicaciones de la década siguiente, de darle una proyección americana a sus estudios sobre la poesía negra. Frente a la herencia europea dominante, los uruguayos plantean asumirse como un crisol de razas. Habida cuenta de que eran el resultado de la mezcla de influencias externas, reivindicaban la necesidad de construir una personalidad definida, poniendo distancia con sus gestores iniciales: no eran ni españoles, ni italianos,

ni ingleses, ni franceses, eran una mezcla entre todos ellos y el criollo. Por otra parte, el paisaje se convirtió en otra vertiente afirmativa de lo propio, buscando reformular la imagen tradicional, rescatando aquellos valores intrínsecos, característicos y permanentes que permitieran visualizar una nueva manera de pensar y ver el paisaje. En ninguno de los tres países mencionados, la insistencia en lo propio no significó pretender hacer un arte exclúyeme. Por el contrario lo particular permitía conocer lo universal y proyectarse. Esa proyección fue lo que permitió no ver a nuestro continente como depositario de un particular exotismo, con pocas posibilidades de incidir en otras culturas, incluso la europea. La definición de lo nacional no desdeñaba, por el contrario buscaba, una integración con lo internacional. Las formas tan diversas de explorar las fuentes de sus culturas, plantean la necesidad de rechazar el facilismo homogeneizador con que se miró en la historiografía posterior, la búsqueda de identidad. Esos pioneros de los 20, con una preocupación un tanto ingenua por lo propio, iniciaron un recorrido solitario, a veces sin resonancia inmediata, abriendo un camino aprovechado y transitado por artistas que años después reconocen y valoran el pluralismo de la cultura latinoamericana.

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La crítica del arte latinoamericano y la crítica de arte en América Latina: El dado cargado Brian J. Mallet Encargado de la edición internacional (en inglés) de la revista ART NEXUS/ARTE EN COLOMBIA.

L a crítica profesional o académica, considerada como una actividad intelectual ejercida en diferentes disciplinas (la literatura, la historia y las artes plásticas, por ejemplo) ha cambiado radicalmente en los últimos veinte años, en la teoría (tanto como en la práctica), convirtiéndose para los no iniciados (y no aficionados) en un more mágnum de terminología incógnita, impenetrable e ininteligible. La crítica "antigua" y "tradicional" -en la que el crítico servía de puente entre el "artista" (sea escritor, pintor o filósofo) y el público común y corriente y cuyos resultados en muchos casos eran de carácter esencialmente impresionista e improvisado- empezó a perder vigencia a comienzos de los años treinta, con el desarrollo, entre otras cosas y sobre todo en Estados Unidos, de la llamada "Nueva Crítica", que pregonó la necesidad de estudiar el "texto" como icono autosuficiente, desgajado de su contexto cultural o histórico1. La crítica antigua fue producto de una visión romántica (e inclusive imperialista) del mundo y de la cultura, considerada ésta, entre otras cosas, como fuente de consolación para la ardua realidad de aquélla. Y la "Nueva Crítica", no obstante ciertos logros indiscutibles, fue igualmente retrógrada en su nostalgia por una sociedad precapitalista y "orgánica". En la actualidad, la crítica profesional tiene poco que ver con estas dos corrientes

anteriores. El conjunto de suposiciones subjetivas de la crítica posromántica ha cedido el paso, ante el auge del estructuralismo, la desconstrucción, la crítica marxista poscolonial y feminista y de sus diferentes variaciones y combinaciones, a una multiplicidad de conceptos, cuyo denominador común radica precisamente en su carácter interdisciplinario. Hoy día, el lenguaje de la crítica -al igual que tantas otras cosas del mundo posmoderno- ha sufrido también las consecuencias de la globalización, convirtiéndose en una lingua franca de referencias cruzadas que abarcan la literatura y la lingüística, la filosofía y la historia, el arte y la política, y así sucesivamente, adentrando al lector en una aventura vertiginosa y peligrosamente virtual, donde todo parece posible, permitido y por hacer3. Por toda una serie de razones históricas, políticas, sociales y económicas, América Latina -y por consiguiente sus artes visualesofrece un campo privilegiado para quien desea lanzarse en aventuras de esta índole, en parte porque, a diferencia de otros continentes de otras latitudes, la América contemporánea existe simultáneamente en por lo menos cuatro dimensiones diferentes (cada una de las cuales implicaría, desde luego, su propia dualidad o dicotomía entre el yo y el otro). En primer lugar, en términos puramente geográficos y demográficos, América Latina es ahora un continente de casi 500 millones de habitantes, la inmensa mayoría de los cuales nacen, viven y mueren dentro de sus propias fronteras geográficas. Pero estos 500 millones son también el fruto de un largo pasado histórico que se extiende desde la época precolombina hasta la esclavitud importada desde África durante la época colonial, un pasado histórico que sigue siendo presenter En tercer lugar, una multitud de personas de origen latinoamericano ha emigrado -de una manera u otra y en condiciones muy variables- a los Estados Unidos, para luego convertirse en "latinos" o "hispanos", y cuya voz se alza más cada día que pasa. Por último, está la América Latina tal como se perfila desde el Viejo Continente, mediante una visión evidentemente más suavizada y sosegada, porque es mas lejana, arraigada en cierta falta de interés y conocimiento.

1

I.A. Richards, en Inglaterra, y Cleanth Brooks, W.K. Wimsatt y Monroe Beardsley, en los Estados Unidos, fueron los principales representantes de esta escuela de crítica. 2

Terry Eagleton ofrece una excelente guía para tales aventuras en su extraordinario Literary Theory: An Introduction (Oxford, 1984).

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De ahí la multiplicidad semántica de los términos claves del debate -"América Latina", "latinoamericano", "hispano", "latino"- multiplicidad que se vuelve afortiori aún más ambivalente al agregarse otros términos igualmente ambiguos ("arte", "crítica", "política") en combinaciones que también dan lugar a sus propias dificultades (el arte por/para América/ latinoamericanos/latinos, la crítica (escrita por...) del arte latinoamericano (hecho en... y hecho por..., etc.). Desde luego, tal multiplicidad semántica es, en el fondo, sólo una versión actualizada del antiguo debate sobre el propio nombre y el significado de la palabra "América", utilizada por primera vez en un texto de 1503 por Vespuccio, en su Nuevo Mundo, y aparecida por primera vez en un mapa que se hizo en Alemania en 1507. Se ha dicho varias veces - y a veces con humor y con cierta ironía- que el posmodernismo llegó a América antes del propio modernismo. Con más razón y menos ironía se puede decir también que la crítica posmoderna, sobre todo en el campo de las artes plásticas y visuales, logró imponerse de manera contundente a lo largo del continente sin que la crítica de arte "tradicional", tal y como se entendía y practicaba, por ejemplo, en Europa desde mediados del siglo XIX, se haya jamás afianzado en América Latina. A diferencia de Europa o de los Estados Unidos, donde la crítica posmodernista está, entre otras cosas, también dirigida contra ciertos conceptos y teorías anteriores o tradicionales, en América Latina se puede decir sin humor o ironía que la crítica posmodemista sí llegó al continente antes que la crítica "tradicional". Recién en 1961 que Marta Traba publicó el primer libro que se puede considerar como una tentativa para dar seriedad profesional a la crítica de arte en América Latina, seriedad que en su caso significó el estudio del arte en su relación con la cultura y la sociedad en general3. Hasta entonces, la "crítica de arte", donde existía, había sido prácticamente sinónimo de "reseña de prensa", actividad bien diferente por supuesto del desarrollo

de la teoría del arte. Y si se practicaba una crítica de arte al "estilo de prensa" en aquel entonces (en parte por la influencia de la crítica literaria, metafórica y poética de escritores como Octavio Paz), pocos de estos críticos se podían considerar como teóricos del arte. De hecho, Juan Acha, en un artículo publicado en México en 1977, todavía llamaba la atención sobre la necesidad de "una crítica de arte como productora de teorías"4. Su llamamiento tuvo un eco contundente, aunque distorsionado y fraccionado, en la década siguiente y en los años noventa, por medio de una serie de artículos escritos por una nueva generación, entre cuyos nombres cabe citar a Gerardo Mosquera, Néstor García Canclini, Luis Camnitzer, Nelly Richard y Mirko Lauer, entre los más conocidos. Precisamente estos textos, recopilados por Mosquera y editados en su versión en inglés, fueron publicados el año pasado en Londres bajo el título bien cargado de Beyond the Fantastic: Contemporary Art Criticism from Latín America5, que merece la atención de todos los que se interesan en el arte y la crítica de arte en este continente. En veintidós textos, además de la introducción general escrita por Mosquera, se analizan distintos aspectos del discurso cultural contemporáneo en América: divisiones continentales, conceptos de modernidad, feminismo y periferia, contextualización del pluriculturalismo, acceso al mainstream (corriente principal) y los paradigmas del poder. El libro es importante no tanto por las cualidades intrínsecas de los diferentes ensayos, sino por toda una serie de interrogantes más generales que genera, empezando por la siguiente: ¿A qué público está destinado el volumen? Obviamente al público anglosajón, pero es curioso que el libro haya sido publicado en Inglaterra (y no en los Estados Unidos, por ejemplo). ¿Será su propósito didáctico o político?; además, ¿por qué no fue publicado en castellano (por ejemplo, en España)?. Aunque es cierto que la mayoría de los ensayos ya habían sido publicados originalmente en esta lengua, aparecieron en revistas de diferentes países, que no son siempre fáciles de conseguir en otras partes. Por esta razón hubiera sido útil que el público de lengua castellana -y sobre todo de la América propiamente dicha- pudiera disponer de una compilación de los textos en su versión original (con una traducción al castellano de los que fueron escritos originalmente en otros idiomas).

3 Marta Traba, La pintura nueva en Latinoamérica (Bogotá, 1961). Para consultar un resumen de las tendencias de la crítica de arte en América Latina en estos años, véase Federico Moráis, Las artes plásticas en la América Latina: del trance a lo transitoria (Havana, 1990; publicado por primera vez en 1979). 4 Juan Acha, "Hacia una crítica de arte como productora de teorías", Artes Visuales, 13, México, 1977. Inclusive Damián Bayón, considerado por muchos como uno de los decanos de la crítica de arte en América Latina, empieza su estudio de La transición a la modernidad (Bogotá, 1989) con un párrafo que parece totalmente desprovisto de rigor teórico: "Como hay que adoptar un método, empezaremos estudiando a México, Centroamérica y el Caribe para bajar a la Sudamérica española y terminar por el Brasil, que siempre supone un caso particular. Eso en cuanto al orden geográfico. En lo referente a los temas, preferimos hablar en primer término de arquitectura, para ocuparnos más tarde de las otras artes plásticas". 5 Inslitute of International Visual Arts (inlVA), Londres, 1995.

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La lectura, incluso superficial, del texto introductorio de Mosquera y de los títulos de los otros textos, pone de manifiesto otro aspecto importante: que el volumen no parece dirigido al público anglosajón en general, sino más bien a la comunidad académica o universitaria. Las palabras claves de la introducción y del libro en general surgen de manera inmediata, obsesiva, casi ritualista, recordándonos toda la infraestructura de la crítica poscolonial

parece menos consciente de los peligros de estos "delirios posmodernistas" para el propio arte y, en especial, para la crítica de arte.

en general: discurso, paradigma, estrategia, contextualidad, hibridización, periferia, centro, hegemonía, resignificación, pluriculturalismo, desplazamiento, subalternidad, género, apropiación, globalización. Estos términos que

El tema es a la vez sencillo e inevitable en el contexto posmoderno en que el poder del arte, y de los artistas, ha cedido el paso al poder del mercado comercial e institucional, y a estos nuevos marchantes que son los propios curadores.

son tal vez necesarios y útiles si se los utiliza con esmero, pero si se los repite en casi cada página de este libro de más de 300 páginas la repetición cansa y, en muchos casos, se vuelve contraproducente, estridente, dogmática, por no decir demagógica, acercándose peligrosamente a la "crítica por la crítica". Mónica Amor, en su texto sobre los límites del paradigma curatorial, y pese a su propia y evidente afición por esta terminología, reconoce la necesidad de ir más allá de "los parámetros geopolíticos y los discursos de moda sobre "otredad", "pluralidad" y "pluriculturalismo" .

Artistas Latinoamericanos del Siglo XX fue una exposición comisionada

No obstante las múltiples referencias en la recopilación a la diversidad, todos los ensayos nos retrotraen en última instancia a una serie de argumentos de carácter político y social, a una ideología anticolonial y antiimperialista dirigida contra los "centros de hegemonía" (Estados Unidos, Europa). Mosquera es consciente de los peligros de ciertos "delirios posmodernistas" en lo que a la situación social del continente se refiere: "Al lado de la globalización y la decentralización, la pobreza sigue siendo igual. Por lo menos, no he oído hablar todavía de la "pobreza posmoderna". Este aspecto social es el tema del último texto del libro escrito por Mirko

Un tema privilegiado por estos argumentos de carácter social y político se señala ya en el título del libro: Beyond the Fantastic, más allá de lo fantástico, tomado del título del ensayo de Mari Carmen Ramírez sobre una serie de megaexposiciones de arte latinoamericano organizadas a finales de los años ochenta por los "centros hegemónicos"6.

por la Comisaría de la ciudad de Sevilla para 1992, como parte de las celebraciones del Quinto Centenario del descubrimiento de América. El "problema" surgió a raíz de la decisión de la Comisaría de encargar su organización al Museo de Arte Moderno de Nueva York. La exposición fue enérgicamente censurada por varios críticos latinoamericanos, empezando por Bélgica Rodríguez, presidenta honoraria de la AICA, por su visión estereotipada, fragmentaria y altamente comprometida. En una nota publicada en la revista Arte en Colombia/'Art Nexus, Rodríguez preguntó: "¿Es que en Latinoamérica no existen museos ni especialistas capaces de organizaría?... Es lógico que cualquier curaduría implica una selección de acuerdo al criterio que se establezca en la concepción de la muestra. Pero se debe ser un poco modesto en su presentación, especialmente cuando no se domina el campo" '. Rodríguez hace luego una excepción en sujuicio del caso del Brasil, "uno de los aspectos felices de la muestra.. Los artistas brasileros se han desprendido totalmente de la imagen estereotipada, fantástica y exótica que se sigue manipulando como representación del arte latinoamericano. Ellos han asumido la creación como un riesgo y un reto permanente. Su producción artística no es internacional, es universal"8. Se ha hablado mucho de la supuesta imagen "exótica" del arte latinoamericano. En comparación, por ejemplo, con el arte de África, China o de Oceanía, el arte latinoamericano contemporáneo -por lo menos en cuanto a Europa se refiere- luce mucho menos "exótico" de lo que se dice, y no es imposible que sea precisamente esta falta de elementos exóticos y bien diferentes la que explica en parte su relativa falta de impacto en el Viejo Continente. De todos modos, el comentario de Bélgica Rodríguez sobre la estrategia de los brasileros parece paradójico, por no decir contradictorio: si ellos lograron desprenderse de tal imagen, entonces ¿por qué no

Lauer, en sus Notas sobre plástica, identidad y pobreza en el Tercer Mundo. Pero Mosquera

6 Arte de lo Fantástico: América Latina 1920-1987, organizada por el Museo de Arte de Indianápolis en 1987; Imágenes de México: La Contribución de México al Arte del Siglo XX, organizada por la Kunsthalle de Frankfurt y presentada en el Museo de Dallas en 1988; y Arte Hispano en los Estados Unidos: Treinta Pintores y Escultores Contemporáneos, organizada por el Museo de Bellas Artes de Houston en 1988. 7 "Un redescubrimiento", Art Nexus, No. 8, abril-junio, 1993, pp.56-58. 8 Ibid.

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los artistas de otros países? ¿Y quién tiene la culpa? Esta temática vuelve al primer plano en los textos de Mari Carmen Ramírez y Mónica Amor reproducidos en Beyond the Fantastic.

Una vez más, las flechas de la crítica apuntan a los curadores (o curadoras). Según Mari Carmen Ramírez, en el caso de la exposición sobre Arte de lo Fantástico, los dos curadores "Holliday T. Day y Hollister Sturges dejaron de lado la multiplicidad de puntos de vista generados por las propias obras, para concentrarse en sus propios conceptos de lo fantástico". Y para colmo, los textos de los críticos latinoamericanos incluidos en el catálogo fueron colocados "al final, en una sección titulada Otras Visiones"9

Según Ramírez, lo mismo se puede decir de la exposición sobre Imágenes de México presentada en el Museo de Arte de Dallas en 1988 (curada por Erika Billeter), y de la muestra de Arte Hispano en los Estados Unidos: Treinta Pintores y Escultores Contemporáneos presentada en el Museo de Bellas Artes de Houston en 1988 (curada por John Beardsley y Jane Livingston). En cada caso, Ramírez cuestiona el criterio "euroamericano" de la selección de obras y el recurso a conceptos que califica como muy reductores, los cuales convierten a América Latina en "un objeto pasivo en vez (...del) sujeto de su propia narrativa". Estamos aquí pisando terreno pedregoso y peligroso, donde la "exposición", como fenómeno político y social y expresión de la estructura de poder vigente, se vuelve más trascendental que las propias obras que la componen. Cartografías: 14 Artistas Latinoamericanos, exposición presentada en el Bronx Museum de Nueva York en 1994, fue en parte concebida para corregir ciertas deficiencias "euroamericanas" en las muestras anteriores. Fue curada por un brasileño, Ivo Mezquita, con la intención de "romper los límites impuestos por la

geopolítica y las relaciones institucionalizadas""'. Mónica Amor, en su ensayo sobre la exposición reproducido en Beyond the Fantastic formula el comentario siguiente: "Desde el comienzo el problema de la muestra fue señalada por la apropiación de una ciencia ("el arte y la técnica de la fabricación de mapas") que corresponde exactamente al proyecto racionalista de cognición que asociamos con la dominación, la subyugación, la geopolítica y la colonialización"11. Tal conclusión parece inevitablemente llevarnos a una verdadera caja de Pandora: si la palabra "cartografía" suena cargada de malas resonancias históricas, ¿qué vamos hacer con palabras mucho más cotidianas, como "calidad" o "exposición"? ¿Estarán también contaminadas? Cualquier observación o "crítica" con la cual no estamos de acuerdo puede ser así descartada de antemano por ser sinónimo de un modo de pensamiento "foráneo", impuesto desde afuera, que no corresponde a nuestra supuesta "idoneidad". Vale la pena notar que Cartografías fue organizada en respuesta a una solicitud procedente del Canadá, que Amor comenta de la manera siguiente: "En nuestra próxima respuesta a una solicitud de arte latinoamericano debemos reorientar la investigación mediante la definición de nuestro campo de investigación, el trastorno de discursos y fronteras nacionalistas y la exploración de la complejidad a través de un enfoque intertextual que ilumina lo específico y lo singular". Puede ser, pero ¿es realmente necesario esperar la próxima "solicitud de arte latinoamericano" para lanzarnos en esta dirección? Del mismo modo, puede ser que el propio proceso de solicitud/respuesta también refleje ciertos parámetros euroamericanos, si queremos leerlo así. No obstante, en su gama casi infinita de referencias potenciales de carácter intelectual, social, político o revolucionario, las artes plásticas y visuales son en primer lugar y ante todo artes plásticas y visuales. Sin desmedro de las cualidades innegables de la recopilación de Mosquera, es precisamente esa "visualidad" del arte latinoamericano contemporáneo que parece escamoteada y ausente de Beyond the Fantastic. No me refiero aquí a la reproducción de láminas (si las hay), sino a la visualidad mental de las obras que extrañamos en casi cada página del volumen. Y luego, tal vez como consecuencia de esta ausencia, otra palabra llama la atención por su ausencia casi total del libro, palabra ésta también susceptible de ser calificada de "estrategia hegemónica": la calidad (visual, plástica, artística). No sabemos en verdad nada de lo que piensan estos críticos de las obras que han visto; no podemos visualizarlas ni llegar a nuestro propio entendimiento de cómo funcionan y por qué funcionan así. En última instancia, ésta debe ser una de las funciones principales de la "crítica de arte" y uno de los pasos, por lo menos preliminares, al desarrollo de este otro campo afín que es la teoría del arte.

9 Más allá de "lo fantástico". Cuadrando la identidad en exposiciones norteamericanas del arte latinoamericano. 10 Ivo Mezquita, catálogo de la exposición, Cartographies, Winnipeg Art Gallery, 1993. 11 Cartografías: Explorando los límites de un paradigttul curatorial.

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del poder en sus diferentes combinaciones y variaciones (desde las estrategias curatoriales hasta los juegos de patrocinio), que en última instancia son o deben ser exteriores al crítico, tal vez sea tiempo de que estos escritores dirijan su atención más directamente a su propia actividad como críticos, al fenómeno de la crítica de arte en sí, a su naturaleza, su utilidad y sobre todo su función como actividad también creadora. A riesgo de concluir en términos que también pueden leerse como hegemónicos, creo que es tiempo de que estos críticos vuelvan a mirar las propias obras de arte en sí, para que nosotros luego, en otros continentes y latitudes, también podamos verlas de otra manera.

Como estudio del contexto del arte latinoamericano contemporáneo, Beyond theFantastic es indudablemente una fuente de ideas e información de gran utilidad para todos quienes se interesan en el arte de América Latina. La contribución del libro es menos acertada en cuanto al desarrollo de una teoría del arte latinoamericano que logre sobreponerse al ya trillado discurso poscolonial tout court. En el subtitulo del libro -"crítica de arte contemporánea desde América Latina"parece radicar el problema mayor. En vez de centrar su atención en los mecanismos

Ginebra, noviembre de 1996

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Los Espejos de Beatriz González Modernismo, Postcolonialidad1 e Identificación Víctor Manuel Rodríguez2

A la hora nona el retrato estaba terminado. El pintor lo escudriño a distancia, le dio dos o tres pinceladas finales y antes de firmarlo le pidió a Sierva María que lo viera. Era idéntica, parada en una nube y en medio de una corte de demonios sumisos. Ella lo contempló sin prisa y se reconoció en el esplendor de sus años. Por fin dijo: "Es como un espejo". "¿Hasta por los demonios?, preguntó el pintor. "Así son", dijo ella. G. García Márquez. Del amor y otros demonios, p. 106.

Identidad, Diferencia y Representación Cultural Sierva María nació en las Indias Occidentales. Hija de un marqués español que había olvidado las raíces de sus títulos nobiliarios y de una mestiza contrabandista de harina y esclavos, Sierva María creció en medio de los cuidados enigmáticos y las dulces complicidades de sirvientes negros y magos indígenas. Aprendió tres lenguas africanas de Yoruba, el Congo y Mandinga. Imitaba los sonidos de los animales y las voces de los muertos y recibió el don de la

invisibilidad para moverse entre cristianos sin ser vista. Aún más, cambió su nombre castellano por un negro y mestizo: María Mandinga. Estuvo siempre protegida por los collares de los dioses santeros: el rojo y blanco del amor y la sangre de Changó, el rojo y el negro de la vida y la muerte de Elegguá y por las siete cuentas de agua y el azul pálido de Yemaya. Acusada de ser poseída por diablos y demonios, fue confinada al Convento de Santa Clara en Cartagena y condenada al exorcismo. En medio de las confusiones y delirios causados por su naturaleza mezclada e inexplicable, por su peligrosa, impredecible e incontrolable existencia, las monjas españolas ordenaron pintar su retrato. Dentro de la tradición occidental de entender la identidad como una imagen que debe ser capturada por la percepción visual, los espejos han sido siempre considerados como espacios privilegiados para desarrollar la búsqueda ilustrada por una imagen enfocada y auténtica del sujeto humano. Homirli Bhabha3 sugiere que los discursos para interrogar la identidad han estado basados en dos tradiciones conocidas: la tradición filosófica que considera la identidad como el proceso de auto-reflexión en el espejo de la naturaleza humana universal; y la tradición antropológica que localiza la identidad humana en la división naturaleza/cultura. En la utopía modernista que pretendía un sujeto humano centrado, único, trascendente, la búsqueda por una identidad humana auténtica estuvo orientada por una mirada inquisitiva que examinaba las concordancias y desacuerdos de todos los sujetos con un discurso que, según la Ilustración, expresaba la verdadera naturaleza de un ser humano universal, creando una sola noción de identidad y procesos sociales de diferencia. En esta dimensión para abordar la identificación, el proceso incesante de reconocerse como algo y distinguirse de otros, es determinado por un juego doloroso que exige asumir una noción institucionalizada de ser.

1 En este artículo, el término postcolonial hace referencia no sólo a los procesos históricos de descolonización y a la emergencia de un mundo bipolar después de la Segunda Guerra Mundial, sino también al conjunto de enfoques teóricos y prácticas políticas cuyas fuentes más relevantes son los discursos postestructuralistas, postmarxistas, lingüísticos y psicoanalíticos. 2 MA Teoría e Historia de las Prácticas Artísticas en el Período Moderno de la Universidad de Londres. (Goldsmiths' College). Ha sido profesor de las Universidades Nacional de Colombia, Universidad Javeriana y Universidad Pedagógica Nacional. Actualmente es profesor de planta de la Universidad de los Andes y Coordinador Académico del Programa de Artes Plásticas. 3 Hommi K. Bhabha. The Localion of Culture. Routledge. NewYorkand London. 1994. p 46.

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una imagen absoluta que privilegia el significado sobre el significante, la metanarrativa sobre la diferencia, sobre la alteridad. El espejo es siempre el Yo: el Imaginario Lacaniano, la mirada modernista ilustrada, la conciencia simbólica de Barthes. El otro es un sujeto fragmentado, dividido, un campo de batalla, quien siempre se debate en medio de la búsqueda violenta del parecido al Imaginario, de la resemblanza. Esa imagen del Yo como absoluto y verdadero fue parte sustancial del imaginario de identidad que orientó las relaciones de Occidente con el resto del mundo y que creó discursos científicos y artísticos sobre lo no-occidental bajo las nociones de lo exótico, lo primitivo, lo natural. Los procesos de identificación en los que se tiene como referente una imagen instaurada de ser, son entonces actos persistentes de negación y aceptación, maniobras ambivalentes que constituyen la naturaleza ambigua de la subjetivación de identidades del sujeto en contextos históricos de dominación; son procesos en los cuales no hay 'Yo y Otro" sino la otredad del Yo inscrita en el palimsesto perverso de la identidad colonial4. Los procesos contemporáneos de modernidad y posmodernidad, han provocado intensos debates alrededor de estas nociones de identidad fundadas en la grandes narrativas de progreso y futuro del pensamiento occidental. Así mismo, los fenómenos recientes de globalización económica y política y de respuesta local, han fracturado las nociones tradicionales de identidad heredadas de las sociedades modernas. Junto al concepto de clase y de vínculo geográfico, emergen hoy nuevos principios de identidad y sentidos de pertenencia, dando origen a grupos y sectores sociales que se agrupan bajo nociones de género, sexo y raza. Esto no sólo ha replanteado el panorama político, sino la acción política en cuanto tal. Las demandas de estos sectores entonces no se circunscriben exclusivamente a una participación mayor en los repartos económicos y políticos, sino en especial

atienden los procesos culturales como espacios donde es posible socavar los sistemas de verdad en los que se fundan nociones exduyentes de identidad y diferencia y nociones de política y de su papel social, revelando nuevas dimensiones de la acción política y nuevos vínculos entre la representación cultural y los asuntos de identidad. Mas allá de las búsqueda por definiciones y representaciones de una verdadera y auténtica identidad humana, los discursos y prácticas de estos sectores retornan a la cuestión del marco, en otras palabras, a los espacios de inscripción, representación y confrontación de múltiples identidades y diferencias. Las teorías posmodernas y poscoloniales desafían no solo el orden del historicismo occidental que ubicó en orden ascendente las culturas, sino también la representación social y psíquica del sujeto humano. Así, lo que es interrogado no es simplemente la imagen de la persona, o si esta imagen corresponde a un supuesto principio verdadero de identidad, sino el espacio discursivo y disciplinario donde las preguntas sobre la identidad son estratégica e institucionalmente localizadas. La búsqueda por una identidad en la lucha política de estos sectores tiene que ver con la política de la confrontación, la negociación de múltiples narrativas sobre el Yo y el Otro, desplazándose de la indagación modernista de una identidad previa, interior -ya sea sexual, racial o nacional-, a losj escenarios de conflicto y negociación de diferencias. En este contexto, el estudio de la representación artística y académica de los asuntos de identidad y diferencia reviste hoy importancia en tanto lo que está en juego son encrucijadas de acción política en los procesos que dibujan el panorama de la Colombia actual: ¿Cómo abordar los impactos crecientes de la cultura global? ¿Cómo propiciar la formulación de estrategias de respuesta local y visiones autónomas de futuro? Ante la crisis de los modelos de identidad modernistas basados en la creencia de un sujeto universal ilustrado y la revelación de sus fuertes lazos con formas de dominación colonial, vale la pena preguntarse cómo formular el asunto de la identidad en territorios políticos cada vez más difusos y como abordar la relación entre cultura e identidad en un mundo sujeto a procesos globales de homogeneización y respuestas locales de diferencia. Esta importancia creciente de los asuntos de representación cultural en los escenarios políticos parte de considerar que los discursos e imágenes tienen su referente en los procesos sociales que construyen. Su importancia radica en que una afirmación sobre asuntos de identidad y diferencia construye sujetos sociales y provoca un conjunto de relaciones de poder. Si nuevos sectores consideran los asuntos de identidad como cruciales en su agenda política, es porque las estrategias discursivas de los modelos de identidad modernistas, producen procesos sociales. La comprensión de la estrategias del representación cultural se ha desplazado, entonces, de examinar con cuidado si el mundo representado es el mundo real, hacia el debate del mundo que se construye a partir de tales representaciones. Es

4 Ibídem. p. 44.

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evidente que esta perspectiva de análisis de la representación ha producido un enorme conjunto de trabajos de historiadores y artistas, cuyo objeto de estudio central consiste en examinar las configuraciones de poder que se han construido a partir del discurso científico y artístico. En este marco amplio de consideraciones y enfoques, mi interés se centra en los procesos sociales construidos a través del discurso histórico-artístico y de las prácticas artísticas. Este artículo busca examinar los impactos de las nociones modernas de identidad en los ejercicios académicos de la Historia del Arte, rastreando sus vínculos con otras prácticas sociales y políticas. De otra parte, busca explorarlas respuestas de artistas a estas dinámicas globales, mediante el estudio del grupo de espejos que realizó la artista colombiana Beatriz González entre 1970 y 1977. Haré un examen de la interpretación que la historiadora del arte Marta Traba hizo de la obra de la artista Beatriz González, conocida como "el mobiliario". Pese a su rechazo de la influencia de los Estados Unidos en América Latina y de su sensibilidad hacia los movimientos de izquierda de los años sesenta, los principios de interpretación de los procesos culturales implícitos en sus discursos y análisis histórico-artísticos comparten la noción moderna de las prácticas artísticas como espacios autónomos de reflexión, cuya búsqueda está ligada casi exclusivamente al estudio y la investigación de las formas estéticas y son sustancialmente distintos de otras prácticas culturales no especializadas. El espíritu de modernización que inundó a América Latina para este momento histórico, y que incluyó las prácticas culturales, promovió una noción de identidad fundada en el discurso colonial, en un principio modernista de identidad universal que asimiló el resto del mundo a la noción de futuro occidental y a una concepción de prácticas culturales, desde cuya mirada siempre se valoró lo otro por lo mismo. La idea de futuro para América Latina que emergió de este proyecto se basó

en la idea de que el subcontinente debía ser reconstituido puesto que carecía del principio de identidad universal. En contraste, ofreceré un cambio de perspectiva para comprender la poética y la política del trabajo de González. Usando mobiliario doméstico tal como percheros y tocadores, ella reemplaza los espejos por imágenes del arte occidental. Considero que González reformula la comprensión modernista de identificación basada en la búsqueda de un yo interior y totalizante y revela el papel crucial de la representación artística occidental en la formulación de un imaginario de identificación para la otredad latinoamericana. Igualmente, ilustra la verticalidad y violencia de tales procesos de imposición de imaginarios en el contexto de la emergencia de nuevos actores sociales en las sociedades latinoamericanas.

Discurso Modernista, Cultura Popular y Asimilación Colonial: Marta Traba y el Formalismo Americano. Una ola de comentarios enfáticos5 ocupó las columnas de famosos periódicos y revistas colombianas cuando las primeras mesas y camas de Beatriz González aparecieron en el panorama artístico colombiano. En especial, con la exhibición de dos piezas de su mobiliario: "La Ultima Mesa" [Fig. 1] y "Naturaleza casi muerta" [Fig. 2]. La primera es una versión de "La Ultima Cena" de Leonardo da Vinci pintada sobre la superficie de una mesa metálica de comedor, y la segunda es una versión de una estampa del Señor de Monserrate, pintada sobre una lámina metálica e instalada como colchón. En ambas, ella mantiene los materiales y decoraciones originales hechas por artesanos populares que, a su vez, imitan madera y vidrio. Los comentaristas de las secciones de

Fig. 1 La Última Mesa. 1970. Esmalte sobre lámina de metal, ensamblada en mueble metálico. 195x205x75 coi Propiedad de la

5 Citados por Marta Traba en Los Muebles de Beatriz Gonzalo. MAM Bogotá. 1977. p. 66. Los más intensos venían de la Academia de Historia.

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arte y cultura de los diarios y revistas colombianos rechazaban la obra de Beatriz González porque, según ellos, irrespetaba los símbolos tradicionales de la Patria, así como la incuestionable grandeza del Arte y la Cultura Occidental. Periodistas, historiadores, líderes de actividades culturales, críticos e historiadores del arte han clasificado su trabajo como pop y populista, modernista y kitsch, local y universal, de buen y mal gusto, arte falso y real, colombiano y demasiado colombiano, todo esto al mismo tiempo. El rechazo visceral del trabajo de Beatriz González por los historiadores y los sectores dominantes colombianos ha sido siempre confrontado con las consideraciones ilustradas de la crítica y de la historia del arte. Se pensaba que había una distancia importante entre los sectores que hablaban desde el sentido común y aquellos que lo hacían desde el conocimiento del arte y las expresiones culturales. Una de las más importantes e influyentes perspectivas sobre la obra de Beatriz González es la interpretación de Marta Traba. Crítica e historiadora del arte, Marta Traba jugó un papel importantísimo en la emergencia de corrientes modernistas en el arte latinoamericano de las décadas de 1960 y 1970. En su libro "Los Muebles de Beatriz González", Traba afirma que aunque los enfoques, mezclas, materiales y contenidos del trabajo de González están circunscritos a la cultura colombiana y pueden ser asumidos como expresión vulgar de la cultura, es arte verdadero debido a su estructura formal, a sus rasgos y búsquedas plásticas: es decir, debido a que comparte los propósitos universales de la estética occidental8 . ¿En qué medida aquellos comentarios de "sentido común" de los historiadores sobre el trabajo de Beatriz González son opuestos al enfoque de Marta Traba? Un examen cuidadoso permite demostrar que tanto uno como otro parten

Fig. 2 Naturaleza casi Muerta. 1970. Esmalte sobre lámina de metal, ensamblada en mueble metálico. 125x125x95 cm Colección Museo de Arte Moderno de Bogotá.

del mismo supuesto; aquel que considera que todas las expresiones culturales están atadas a una tradición única que es la historia del 3 arte y la cultura occidental. Frente a las críticas ideológicas de los' historiadores, Marta Traba responde con una interpretación formalista de la obra de Beatriz, referida a una noción de arte que idesconoce la diferencia cultural. Entre 1970 a 1977, Beatriz González usa tocadores domésticos en los cuales reemplaza el espejo con imágenes de la historia del arte. Marta Traba ofrece una explicación de estos ensamblajes de acuerdo con el discurso formalista del modernismo norteamericano: "El Peinador Gracia Plena enmarca la imagen de Rafael, donde convergen las múltiples economías impuestas por Beatriz González sobre su trabajo. El ritmo dado a la superficie circular donde trabaja Rafael, y la conversión de este círculo en un área rítmica perfecta que establece un ritmo redondo y generativo de las formas... prueba la inteligencia activa de la pintora. El niño y la cara de la Virgen articula los planos y las zonas de luz donde el ritmo descansa; mientras la vestidura, el cuerpo y el brazo lo obligan a un movimiento circular7. Sobre el uso de mobiliario popular por Beatriz González, Marta Traba asegura que este vínculo con lo no occidental8 es sólo estético. IJunto con Greenberg, Traba considera en este momento que el arte debe distinguirse de otras prácticas culturales y que sus búsquedas deben referirse a sí mismo. En este contexto se propone de una parte considerar el trabajo de González como una reflexión

6 Ella señala: "Dondequiera que vaya, su trabajo podrá ser leído como una gran obra de arte, sin que las implicaciones nacionales o las provinciales recorten en nada tal categoría... pensar que todos estos factores, insisto, conspiren contra su importancia y la condenen al anonimato, es ignorar que la obra de arte se abre camino sola cuando la sostiene una estructura formal suficientemente válida." Ibídent. p. 9-10. 7 M. Traba, op. cit. p. 79. 8 Aunque América Latina nace como tal a partir de la colonización occidental, esta categoría hace referencia a la formas de diferenciación racial, sexual H cultural que Occidente mismo constituyó en su interior. Se hace referencia a las distinciones entre arte y cultural popular, desarrollo y subdesarrollo, y oír distinciones de género.

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sobre lo popular, como una fuente, tal y como las culturas y artefactos no occidentales han sido asimilados dentro de la tradición occidental modernista9. De otra parte, ella desea prevenir que el trabajo de González sea visto como no arte, o al menos, como una expresión vulgar de la cultura, y que son precisamente, la clase de expresiones que el formalismo americano, en su propósito modernizador y estetizante, quería neutralizar, y que en el ámbito político tipificaban las expresiones de las potencias opuestas a los intereses hegemónicos americanos: la cultura popular, la vanguardia europea, el Kitsch del fascismo alemán y el realismo socialista soviético. Vale la pena anotar que en su pulsión por definir el arte latinoamericano como un arte distinto, Traba lo hace usando la noción universal del arte que lo iguala todo desde un punto de vista formal y estético. Confirma así la distinción moderna entre arte ilustrado y cultura popular en la que esta última sólo tiene sentido en tanto es un reservorio de modelos para los artistas modernistas y una fuente interminable de reafirmaciones de las bondades del progreso y la civilización occidental, "La primera aproximación de González al imaginario colectivo concluyó en la a d o pc ió n d e c i er to s modelos...y en la manera de terminar las formas... Sin embargo, el uso de González de estas camas bien explica la diferencia que es diseñada entre arte popular y arte culto.., debido a que ellos han sido modificados, tales modificaciones convergen en un punto: convertir en Arte lo que es manifestación espontánea del imaginario colectivo"10

En sus explicaciones de los espejos de Beatriz González, Marta Traba demanda un substitución radical de la narrativa totalizante burguesa, sin poner en cuestión las connotaciones de dominación y subordinación implícitas en la comprensión de la identidad y de la diferencia dentro de las metanarrativas mismas. Siguiendo la nociones universalistas occidentales de identidad como la revelación de un sujeto trascendente y universal y dentro de las ambivalencias del compromiso político de la intelectualidad de izquierda en los años confiictivos del sesenta y del setenta, Traba dice: "En el mobiliario popular, las láminas incrustadas aluden a los temas y los mitos falsos impuestos a las mayorías. En el mobiliario de clase media, los temas varían y responden al fetichismo de la belleza. Las preferencias culturales epidérmicas ennoblecen la clase media y ella los acentúa. Es por eso que Beatriz González trabaja sobre tocadores y percheros, porque ellos son superficiales y ridículos, con una función indecisa en el mobiliario, hechos especialmente para dar status"11 El lugar desde donde los asuntos de identidad son teóricamente formulados y políticamente colocados es importante. Ubicando la diferencia, en exclusiva, en las particularidades culturales de la diferenciación de clase, la identidad se vuelve un lugar único y esencial, una noción soberana del Yo, un marco universal que da formas genuinas y sentidos reales a las mezclas e inautenticidades molestas de las historias latinoamericanas que obstruyen la realidades pragmáticas del progreso. Las prácticas académicas y artísticas buscaron una noción totalizante de la otredad latinoamericana, negando formas de diferencia cultural que ya habían sido objeto de normalización y homogeneización por la fuerza del capitalismo y por el orden político liberal en sus esfuerzos por consolidar un estado nacional. Bajo las promesas modernistas y la beligerancia de los movimientos políticos emancipatorios de las naciones latinoamericanas y las clases populares, otras formas de exclusión y dominación, otras relaciones de poder, fueron negadas, legitimadas. Según Traba, las expresiones de la cultura popular perdieron su pureza y autenticidad por la fuerza del consumismo y la cultura masiva, y por la ignorancia, analfabetismo y falta de protección de los sectores subalternos. Por esto, tales expresiones no pueden ser comparadas con la búsqueda estética modernista. Ella dice, "El arte popular no provee ninguna información sobre la creatividad popular sino información del grado de subdesarrollo sufrido por dicha colectividad"12. A la luz de estas concepciones evolucionistas, Traba construye el trabajo de González como similar e involucrado en la búsqueda modernista occidental y sus citas de la cultura popular sólo como evidencias

9 Esta perspectiva de análisis de la relación entre lo occidental y lo no occidental ha sido ampliada a partir de los debates que siguieron a la exhibición «'Primitivismo' en el Arte del Siglo XX: Afinidades entre lo tribal y lo moderno». Estos debates han logrado demostrar como el arte moderno, en su búsqueda autónoma de nuevas soluciones visuales, forma parte de las historias de apropiación, posesión y colonización de Occidente.de las diversas estrategias mediante las cuales el mundo entero fue asimilado a las tradiciones lineales del poder occidental. De otra parte, tales debates también abordaron la manera como el modernismo institucional representó y reforzó el carácter estético de las apropiaciones que los artistas vanguardistas hicieron de las culturas no occidentales, ignorando las historias de apropiación y colonización de esas culturas y objetos, asimilándolos a la tradición occidental bajo la categoría de afinidad. 10 Marta Traba, op. cit. p 31 y 36. 11 Ibídem. p. 78-79. 12 Ibídem. p. 40.

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que demuestran las razones por las cuales tal cultura, tal ideología, tal imagen invertida del mundo, tiene que ser desplazada por la fuerza del progreso y la civilización. Sin sugerir una visión romántica de la cultura popular y tradicional, sólo quiero llamar la atención sobre los vínculos entre la comprensión de Traba de la relación entre el arte y la cultura popular, con los planes educativos y culturales implementados durante la ola de modernización de los años sesenta y setenta en el marco de los intereses hegemónicos occidentales. En la búsqueda por lo original, lo auténtico y lo puro, el modernismo fue también un proyecto ideológico y cultural construido y legitimado en el ámbito de las prácticas culturales, académicas y artísticas. Pese a que González está explícitamente tratando con el volumen y las propiedades espaciales de ensamblajes, camas y percheros, Traba relaciona rigurosamente a González con los principios del formalismo americano dentro del cual lo plano y lo óptico fueron cruciales para definir la verdadera naturaleza del trabajo artístico. Curiosamente, cuando Marta Traba comenta sobre lo popular, apunta aspectos reveladores de las críticas de González sobre la política de la representación modernista; pero, precisamente porque Traba lo aborda desde lo centrado, lo lineal y lo progresivo, así como bajo la mirada asimilatoria modernista, termina marginándolos. Traba reclama: "el Kitsch no parte, como una obra de arte, de la realidad sino de la cultura",13 que es precisamente lo que González hace, examinando las dimensiones del poder que subyacen a la iconografía de héroes de la Historia Nacional, del arte occidental y del periodismo. Por último, Traba asegura, "Los productores de arte popular pueden construir significantes. Una cama es un significante. Es decir, una construcción formal que es

capaz sólo de transmitir los significados ya aceptados y reconocidos por la comunidad... Es ello por lo cual el arte popular cae irremediablemente en la repetición...y carece del dinamismo crítico del verdadero trabajo artístico.14 Junto con la noción modernista del Arte como único portador de significados, lo que es aún más controvertido es la presunción política implícita de Marta Traba que niega el derecho a hablar, a significar, a producir sentido a aquellos sectores, clases, constituencias que están fuera del centro, del poder. Haciéndolo, Traba no sólo legitima las relaciones de dominación, sino también niega unos de los más importantes procesos culturales y políticos de la historia reciente de América Latina: la emergencia de movimientos sociales los cuales no sólo niegan los principios subordinantes de la cultura y la política vigentes, sino también han cuestionado seriamente su teleología, su sentido y su condición de posibilidad para resolver los conflictos sociales y políticos. Al trabajo de Marta Traba le subyace entonces, la noción eurocéntrica de que la identidad es una imagen, un modo de ser, un ethos que se encuentra en las rutas lineales del progreso, de la civilización occidental. En este contexto, el espacio de la diferencia es sólo formal. La identidad es anterior a la historia y a la política: es la identidad del ser humano centrado, ilustrado, dotado de razón y sobretodo, universal, aunque hoy sepamos que era sólo una pretensión occidental.

Identificación y las Metáforas del Espejo En los espejos de Beatriz González, la transparencia especular es desplazada por versiones del artejoccidental. El espacio metafísico de la duda es ocupado por efigies y siluetas seductoras que insisten imperativamente en ser seguidas, apropiadas, imitadas. La actitud secular de interrogar la naturaleza objetiva de los seres humanos, es abolida por instalaciones y escenarios que simulan altares, lugares de devoción y aceptación. Los rasgos inmanentes de la naturaleza del ser humano universal ilustrado son contestados por la acentuación de rasgos molestos de diferenciación sexual, racial y cultural. Así, en vez de investigar y confrontar las formas en las cuales Occidente ha representado su otredad,15 o de reclamar por un absoluto y original Otro latinoamericano más allá de sus representaciones, Beatriz González explora los procesos complejos de la formación de la identidad latinoamericana. Ella examina las formas diversas mediante las cuales los ambivalentes estereotipos y mecanismos del discurso colonial han determinado los procesos de construcción de identidad dentro de nuestras historias sociales y culturales. Al mismo tiempo, ella ilustra las formas sutiles, locales e inesperadas de contestación a los mecanismos opresivos y homogenizantes de las instituciones coloniales.

13 Ibídem. p. 15. 14 Ibídem. p. 39. 15 Tal como Edward Said lo ha hecho lúcidamente en su trabajo seminal Orientalista (London, 1978).

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El "Peinador Gracia Plena" (1971)[Fig 3], está basado en la "La Virgen de la Silla" de Rafael. Los rasgos virtuosos, angelicales y, al mismo tiempo, humanos del original, las ambivalencias típicas del Renacimiento, son transformadas en sonrisas y seducciones dulces y tiernas, en imágenes que están más cerca cultural e ideológicamente a los modelos de identidad femenina en el mundo del consumo, pero que aún son imágenes virginales. La cruz, sugerida en el original, ha sido acentuada en la copia. El peinador es transformado en un altar, un sitio ritual. Como componente crucial en esta instalación, la silla permanece frente al espejo. La virgen de la silla es entonces no sólo un discurso impuesto, una imagen a seguir, sino también el proceso de asumir esa imagen en una actuación que lúcidamente mezcla la reserva de imágenes disponibles para construir la diferenciación sexual en las sociedades latinoamericanas: la belleza efímera de revistas, anuncios publicitarios y super models son mezcladas con la prístina, pura y virtuosa aura de María. Como la escritora colombiana

Fig. 3 Peinador Gratia Plena. 1971. Esmalte sobre lámina de metal, ensamblada en mueble de madera. 150x150x138 cm. Colección particular Nueva York. EE.UU.

Penélope Rodríguez Shek ha sugerido, las estrategias de construcción de la identidad femenina en América Latina están ampliamente determinadas por el discurso católico que ella llama Marianismo. Su religiosidad conforma no sólo la discursividad del estereotipo en sí mismo, sino también la forma en la cual las mujeres latinoamericanas desarrollan su noción de identidad y diferencia. Bajo la mirada de la cultura patriarcal occidental, la identificación femenina en América Latina constituye un sarcástico e incierto proceso de negaciones y reinvenciones, un proceso de reconocimiento que implicajuegos dobles y ambiguos de devoción santificada y seducción insinuada, un juego de división. La silla en frente del tocador ilustra los actos divergentes y convergentes de la identificación, su entrada doble. Sobre la silla, las ambivalencias y duplicidades toman lugar: no sólo los deseos de ocupar el lugar del Otro, de invertir los roles de dominador-dominado, sino también las de las estrategias crudas de la asimilación por el parecido. Las transformaciones hechas en los tocadores implican así no sólo la imagen, sino también el espacio, el escenario donde las transformaciones del sujeto ocurren. Estos ensamblajes sugieren, sin embargo, que la construcción de una imagen del Yo comienza en el reconocimiento de una identidad preliminar, una noción inmanente de ser, exhibida en la iconografía centrada de la cultura occidental. Esa identidad preliminar no es una identidad anterior, ni interior del sujeto revelada mediante la auto-reflexión. Ella es preliminar en la medida en que el punto de partida de todos los discursos coloniales de identidad latinoamericana han sido siempre la afirmación y el reconocimiento violento de una identidad singular, total e impuesta. En tales actos, "la producción de una imagen de identidad y diferencia, la transformación del sujeto en asumir esa imagen, es siempre determinada por las estrategias del parecido y la asimilación. Los espejos de González son construidos como espacios donde estas duplicidades, yuxtaposiciones e invenciones ocurren. Desplazando las estrategias auto-reflectivas de los espejos, las ambivalencias y seducciones del discurso colonial son también ilustradas. En "El Baño Turco ó los Artífices del Mármol" [Fig. 4], basada en "El Baño Turco" de Ingres, González revela irónicamente las estrategias dobles de dolor y deseo, las dulces y tiernas tácticas de seducción y rechazo implícitas en la identificación latinoamericana, así como esboza un desafío a la pretensión de posesión implícita en la mirada tal como es representada en Ingres. El acto violento de pintar el espejo es contrastado con la exhibición absurda de iconos occidentales re-interpretados y re-presentados a la luz de las versiones de la otredad dentro del Yo y del Otro. Así, González examina los conexiones directas de las pinturas de Ingres con el deseo sexual en las cuales el juego consiste en postergar la satisfacción más que en lograrla. "El Baño Turco" de Ingres es una imagen en la cual la sensualidad es incuestionable, los sujetos son apropiados por la mirada deseosa del espectador: los sentidos de las bañistas, perfectamente envueltos en su medio ambiente, atienden los silencios y los sonidos que nuestros sentidos no pueden

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basadas en el color de la piel o en los orígenes étnicos dentro de la historia colombiana, han provocado prácticas inciertas en la definición de las identidades étnicas y en los procesos de exclusión política. La subjetivación de las identidades étnicas provocajuegos intensos de simulación y re-definición de la etnicidad de acuerdo con el contexto cultural y los intereses políticos. Estas ambivalencias de las mezclas étnicas acentúan aún más el carácter de significante del color de la piel en la construcción de la identidad y la diferencia en el discurso colonial occidental: "soy pobre porque soy negro, y soy negro porque soy pobre" dice un poeta jamaiquino. Como Bhabha señala, "pieles negras, máscaras blancas" no es una división neta, es un doblaje, un desmembramiento en al menos dos lugares al tiempo. La Monalisa de González es dibujada y exhibida con el mismo sentido de ambigüedad. De una parte, ella despide un aura de gracia que nos envuelve en las ilusiones de semejanza, de parecido. Emulando las promesas publicitarias, la Monalisa nos invita, con voz dulce y baja, a la posibilidad de ser como ella; pero de otra parte, la obscuridad exagerada de su piel nos notifica que somos casi lo mismo, pero no lo bastante. Esta dualidad en la construcción de la etnicidad es ilustrado lúcidamente en el trabajo de González mediante la acentuación no sólo de la continua y frivola celebración occidental de la belleza de la Monalisa, de su destino de ser el paradigma de lo enigmático, lo deseable, sino también mediante la ilustración de su rasgo fascinante de ser lo inalcanzable: estas estrategias dobles de deseo y represión, de instigación y negación son cruciales en el proceso de división del sujeto colonial. Fig. 4 El baño turco artífices del mármol. 1974. Esmalte sobre lámina de metal, ensamblada en mueble de madera, fórmica y mármol artificial. 137x121x155 cm. Colección particular Bogotá.

compartir. En la versión de González, la representación irónica de los personajes fractura la posibilidad de la mirada del deseo y permite al espectador una vuelta sobre las estrategias mismas de la mirada. En González la parodia se constituye en una estrategia fundamental para descifrar las ambivalencias del discurso colonial y para socavar sus principios de relación colonial. En su interpretación de la Monalisa de Leonardo, pintada en un perchero y titulada "Nací en Florencia y tenía 26 años cuando fue pintado mi retrato: esta frase pronunciada con voz dulce y baja" [Fig. 5], González aborda la ambivalencia de la iferenciación racial del discurso colonial en las sociedades mestizas, cuando al paradigma de la belleza occidental se le representa deliberadamente oscuro. Las fuertes restricciones políticas y sociales

Lo que resulta paradójico entonces, es la contradicción latente que aparece en el reclamo de Traba por un arte auténticamente latinoamericano, lejos de las influencias y del poder cultural norteamericano, cuando tal reclamo está basado en el principio modernista de identidad universal que asimila al resto del mundo a la noción de futuro occidental, y en una noción de prácticas artísticas, desde una estética modernista cuya mirada siempre valora lo otro por lo mismo. Como Guilbaut16 ha asegurado, la reinvención americana del modernismo y los propósitos de la vanguardia europea deben ser apreciados en el contexto de las luchas ideológicas entre los bloques de poder en el período de la Guerra Fría. Los argumentos centrales del formalismo americano consideraban fundamental los vínculos estéticos de las obras de arte y las tendencias artísticas a la tradición; la explicación de la obra de arte por sí misma, por ejemplo, por sus apariencias estéticas, su estructura formal y su búsqueda autónoma; y la ubicación de la obra en el progresivismo lineal con el Expresionismo Abstracto en la cima. Con el ánimo de superar el academicismo exhausto de la vanguardia europea, la cual de acuerdo con ellos seguía preocupada con la representación de la realidad, así como el Kitsch del fascismo alemán y el realismo socialista, los cuales representaban una degeneración del Arte y la Cultura, los críticos formalistas americanos promovieron la "libertad de creación" y la "autonomía de las prácticas artísticas" como una forma de diferenciación y establecimiento de la hegemonía cultural americana después de la Segunda Guerra Mundial.

16 Sergue Gilbaut. "The Adventures of Avant Carde in America". En Francis Farncina (ed). Pollock and After. The Critical Debate. London. 1985.

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existido ni como espacios para la introspección y búsqueda de una identidad previa, ni como sitios para confrontar y negociar múltiples representaciones sobre el Yo y el Otro. Mas que eso, existen como espacios para fijar en actos de agresión cultural, militar y política, una forma de ser, un imaginario para ser seguido, subjetivado. En sus espejos, González ilustra algunos de los insistentes estereotipos de la historia colonial latinoamericana: de los imaginarios católicos a las melosas seducciones del consumo, de las abstracciones ilustradas del modernismo a las infinitas promesas de progreso y riqueza del capitalismo, de las utopías de emancipación de la vanguardia a la racionalidad científicotecnológica del pensamiento moderno. Como se ha señalado, la explicación de Marta Traba del trabajo de González es una construcción teórica profundamente vinculada a la tradición crítica e historiográfica que emergió en el contexto de la consolidación de los Estados Unidos como la primera potencia política y militar en los años treinta. La interpretación de Marta Traba está también vinculada a las estrategias asimilatorias de la construcción de identidades del discurso colonial. La necesidad sentida de insertar las sociedades latinoamericanas en el ámbito del capitalismo consumista de los años sesenta y setenta, provocó la emergencia de prácticas artísticas y académicas por completo dedicadas a la explicación del atraso endémico de las sociedades latinoamericanas. Las ciencias sociales positivistas, la literatura y el arte modernistas identificaron el subdesarrollo tanto al interior de la estructura de estas sociedades, como en el carácter descentrado y heterogéneo de su cultura, en vez de explicar la historia y la política de la dominación colonial. En nombre de la objetividad, estas prácticas culturales construyeron una representación académica y poética adecuada a los intereses de la dominación colonial. De acuerdo con Marta Traba, González comenta científica y neutralmente la cultura colombiana y sus representaciones desde las perspectivas occidentales. En otras palabras, ella no considera a González desarrollando complejas reflexiones sobre las representaciones visuales y las apropiaciones simbólicas de la cultura colombiana en el contexto de los procesos múltiples de dominación y contestación de nuestra historia. Comentando la exhibición del Primitivismo en el MoMA -Museo de Arte Moderno de Nueva York-, Gerardo Mosquera ha ilustrado cualidades cruciales de los enfoques modernistas y revelado rasgos importantes de los procesos de interacción, diálogo y contestación en los tiempos postcoloniales:

Fig. 5 "Nací en Florencia y tenía veintiséis años cuando fue pintado mi retrato (esta frase pronunciada en voz dulce y baja)". 1974. Esmalte sobre lámina de metal, ensamblada en mueble de madera. 200x90x24 cm. Propiedad de la artista.

Conclusiones Las metáforas del espejo en el trabajo de González están relacionados con las narrativas múltiples acerca de la identidad en un espacio de dominación colonial, mezcla cultural y violencia política. Los espejos desaparecen y en su lugar imágenes del Yo ocupan y desplazan las profundidades del autoanálisis introspectivo. La ilusión de identidad como el descubrimiento de una realidad anterior, como una sustancia inmanente perdida en los avatares de una vida circunstancial, de un presente caótico, ya no es posible. Desde la conquista, los espacios geográficos y políticos de las débiles naciones, comunidades y reinos latinoamericanos han sido ocupados, adheridos y re-formulados a la luz del poder occidental y de las incesantes disputas locales. El objeto externo, las imágenes de identificación, son continuamente sustituidas; el signo lingüístico espermanentemente reformulado. La desaparición violenta de la transparencia de los espejos revela las trágicas historias de desplazamientos, desposesiones y fragmentaciones de la población latinoamericana. Su identidad ha sido siempre construida en relación a una otredad totalizante; a un objeto total externo que negando la diferencia, determina la violencia del acto de identificación. Sin embargo, aunque la identificación es siempre un proceso de intercambio profundamente relacionado a una otredad, para la experiencia colonial latinoamericana los espejos no han

"Más que encarar una omisión, estamos detrás de una ceguera del discurso eurocéntrico incapaz de discernir que arte ya no es Occidente asimilando para su propia

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ventaja formas y recursos de las culturas subalternas; ya no podemos ocultarla emergencia de lo no occidental expresándose por medio de los mecanismos artísticos internacionalizados por Occidente y siendo totalmente capaz de funcionar efectivamente en el mundo cultural de hoy".17

que ver con las metáforas violentas de identificación de la otredad latinoamericana, así como con los procesos simbólicos y significantes de la cultura latinoamericana. Mientras su trabajo ilustra la posibilidad de un nuevo espacio de negociación de significados y representaciones, esta posibilidad es ponderada teniendo en cuenta las realidades de violencia, dominación y las continuas reformulaciones de las estrategias del poder y la subordinación en las sociedades latinoamericanas. En la novela de García Márquez, la siguiente conversación sobre Sierva María toma lugar entre el nuevo Virrey y el Obispo:

No estoy señalando que el trabajo de González debe ser abordado como verdadero kitsch o una expresión artística popular. Tampoco quiero promover una noción celebratoria de eso que ha sido llamado el carácter híbrido de las culturas e identidades del Tercer Mundo. Identificando rígidos y transhistóricos componentes de una mezcla, la hibridación puede fácilmente ser mirada como una identidad en sí misma y fijada en nuevas polaridades modernistas como esa de lo puro e impuro18. Sugiero que el trabajo de González desborda las polaridades y concepciones esenciales y trascendentes en la definición de las identidades del otro latinoamericano, considerándolas como procesos en los cuales lo único que permanece es un continuo flujo de conflictos y reformulaciones de las relaciones entre cultura y política. Parafraseando a Mosquera, "este cambio de perspectiva...intenta romper esas dualidades modernas y reconocer las hibridaciones, complejidades e "inautenticidades" típicas de las dinámicas postcoloniales, estando al mismo tiempo atentos a la agencia cultural del mundo periférico en los procesos contemporáneos de modernidad y postmodernidad"19. Las reflexiones de González sobre la representación artística occidental tienen

- "No tenemos pruebas terminantes, pero las actas del convento nos muestran que la pobre criatura está poseída por el demonio. La abadesa lo sabe mejor que nosotros". Dijo el Obispo. - "Ella cree que ustedes han caído también en una trampa de Satanás". Dijo el Virrey. - "No sólo nosotros sino toda España. Hemos cruzado el Océano para imponer la ley de Cristo, y lo hemos logrado en las ceremonias, las procesiones y las festividades, pero no en sus almas". Dijo el Obispo. "Luego ellos hablaron de Yucatán, donde catedrales suntuosas han sido construidas para ocultar las pirámides paganas, pero sin darse cuenta que los aborígenes vienen a misa porque, debajo de los altares de plata, sus santuarios aún están vivos."20

Ilustrando los procesos de identificación del sujeto colonial latinoamericano, González está también representando estrategias locales de contestación inscritas en las discontinuas y cruzadas históricas de las culturas latinoamericanas. Estas instalaciones hechas en tocadores también Consideran la identificación como un proceso de reformulación y contestación de la apropiación y recepción multifocal de los impactos culturales de Occidente.Imágenes que también se vuelven objetos decorativos, piezas! maestras que embellecen baños; originales que se vuelven bienes! plásticos y de producción masiva. Ybarra-Frausto ha señalado que I para las comunidades hispánicas, los altares son lugares en los cuales "la comunicación íntima y la afiliación a lo divino y lo mundano I establece una dimensión secular ordinaria de los misterios de lo I sagrado"21 Los altares comprenden entonces, no solo instancias! de devoción y adoración, sino también espacios de intercambio,! mutación y comunión entre las incertidumbres de la vida cotidiana! y las fuerzas religiosas y trascendentales, entre lo contable y lo inmencionable, entre el Yo y el Otro.

17 G. Mosquera. "Modernidad y Africanía: Wilfredo Lam in his island". En Thini Text. NI 20. 1992. p. 46. 18 Por ejemplo el uso de la noción de hibridación por Néstor García Canclini en su libro "Culturas Híbridas. Estrategias para entrar y salir de modernidad" (1990). Luego de identificar componentes fijos de la cultura latinoamericana como premodernos, modernos y pos-modernos, él sugiere que el asunto problemático es comprender el papel relativo que estos componentes fijos juegan en la constitución histórica de la cultura latinoamerica como una totalidad. El continúa en la búsqueda por una concepción unitaria de nombre y cultura, de teorías totales, de una esencia huma latinoamericana que, pese a la historia es sólo diferente en los contenidos culturales. 19 G, Mosquera, op. cit. p. 45. 20G. García Márquez, op. cit. p. 138. 21Citado por T. Golden en Amalia Mesa-Bains: Venus Envy Chapter One. Exh. Cat. Whitney Museum of American Art. 1993.

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Tomando en cuenta estos rasgos subterfugios de la cultura y la política occidental, González revela satíricamente sus atributos y roles en los rasgos enigmáticos de identificación del sujeto colonial latinoamericano. Si la hibridación es el espacio político que "permite a otras posiciones emerger y establece nuevas estructuras de autoridad, nuevas iniciativas políticas",22 todavía es un espacio para construir en la situación violenta de la sociedad colombiana. La lucha por su

constitución, por formas legítimas de dirección política, es aún un proceso crudo y violento. Aunque nuevas posiciones están continuamente emergiendo, su asimilación y el establecimiento de nuevas estructuras de dominación son todavía producto de la violencia, la ilegitimidad y el abuso del poder. En el ámbito de los procesos simbólicos, sin embargo, a través de estrategias desafiantes de apropiación, reformulación y contestación a los impactos culturales de Occidente y a las continuas mutaciones del poder, Beatriz González, junto a un amplio grupo de artistas e intelectuales, está imaginando nuevas posibilidades a las historias repetitivas de dominación sobre la población latinoamericana.

22 J, Ruiheford. "Interview with Hommi K. Bhabha" en Identity, Community and Difference. Open University. London. p. 211.

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Estética y Astronomía en el Renacimiento Mauricio Nieto, Msc.PhD. Director Departamento de Historia, Universidad de los Andes

El triunfo de la cosmología copernícana frente al antiguo sistema de Ptolomeo se ha convertido en el símbolo de una gran revolución que con frecuencia se ha identificado con el surgimiento de la ciencia moderna. Esta gran revolución científica ha sido descrita como la labor de algunas mentes geniales, principalmente, Copérnico, Kepler y Galileo. Demasiada tinta y papel se ha invertido en el "nacimiento de la ciencia moderna", y sin embargo la mayoría de los historiadores han concentrado sus investigaciones en la obra de algunos individuos cuyos trabajos parecen acomodarse a nuestras nociones de "ciencia moderna". Estos autores parecen ignorar o subestimar la importancia histórica de la religión, la estética, la influencia del neoplatonismo y en general de la cultura renacentista en todo el proceso de legitimación de la astronomía y de la física moderna. Este trabajo busca señalar algunos elementos fundamentales de la cultura renacentista que determinaron las formas de representación de la naturaleza tanto en ciencia como en arte. La ciencia y el arte parecen haber tomado caminos diferentes y hoy nos parece obvia su diferenciación. Sin embargo, quisiera mostrar cómo durante el Renacimiento, bajo la influencia de una tradición neoplatónica, astrónomos y artistas legitimaron sus obras bajo principios comunes.

No pretendemos ofrecer una definición única del espíritu del Renacimiento pero trataremos de encontrar algunas características dominantes en la concepción de la naturaleza y su representación, los cuales fueron comunes en la pintura, la arquitectura y la astronomía por igual. Veremos cómo criterios estéticosjugaron un importante papel en la validación de la cosmología moderna, donde los conceptos de armonía, unidad, inteligibilidad, proporción, verdad y belleza son inseparables. El "renacer" de los siglos XV y XVI es un renacer de la fe en los seres humanos, fe en un nuevo hombre que se descubre a sí mismo y comienza a creer en sus propias capacidades. El humanismo, el arte, la magia, la alquimia, la astrología, la llamada ciencia moderna y el surgimiento de una nueva clase social son todas manifestaciones de la emancipación de seres humanos preparados para apropiarse de los secretos de la creación. A pesar de los comúnmente dramatizados conflictos de la ciencia moderna con la Iglesia, el Renacimiento es una época de una profunda espiritualidad en la cual la religión jugará un papel fundamental. Nos encontramos con una actitud nueva en la cual el conocimiento de Dios parece ser posible a través de su obra. Cómo lo expresa Picco de la Mirándola "Nada nos conduce a la religión y a adorar a Dios como una contemplación diligente de las maravillas del creador"1 El hombre descubre en la naturaleza el orden de la creación y los misterios del cosmos parecen estar al alcance de la razón humana. El conocimiento es posible porque el mundo se concibe como la obra de un creador racional, la naturaleza tiene un orden, es armoniosa e inteligible. El historiador del arte Arnold Hauser introduce el tema del Renacimiento señalando cómo los principios de unidad son determinantes en el arte, la unificación del espacio, normas unificadas de proporción, la restricción de la representación artística a un único tema y la concentración de la composición a una forma inmediatamente inteligible son parte de la nueva racionalidad. Cuando Hauser se refiere al Renacimiento nos señala

1 Wightman, William. Science in a Renaissance society, Hutchinson University Library, 1972. Ch.2.

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como las nuevas representaciones artísticas estuvieron determinadas por lo que el llama una actitud científica. "Por bello se entiende la concordancia lógica entre las partes singulares de un todo, la armonía de las relaciones expresadas en un número, el ritmo matemático de la composición, la desaparición de las contradicciones en las relaciones entre las figuras y el espacio, y las partes del espacio entre sí. Y así como la perspectiva central no es otra cosa que la reducción del e s p a c i o a términos matemáticos, y la proporcionalidad es la sistematización de las formas particulares de una representación, de igual manera poco a poco todos los criterios del valor artístico se subordinan a motivos racionales y todas las leyes del arte se racionalizan."2 En el temprano Renacimiento, nos dice Hauser, la verdad en arte depende de criterios científicos, mientras que en el Renacimiento tardío, el pensamiento científico del barroco es en muchos casos determinado por principios artísticos. De manera que el autor supone no sólo que el arte puede seguir los parámetros científicos sino que la ciencia también puede ser vista desde una perspectiva artística con fines estéticos. Es evidente que el rigor científico del arte y las bases estéticas de la ciencia son característicos fundamentales de la racionalidad del Renacimiento. La perspectiva y la representación geométrica en la pintura y la arquitectura del quattrocento parece ser una concepción científica, mientras que las nuevas cosmologías de Copérnico y Kepler y su representación del sistema solar parecen tener un fundamento estético.

Sin embargo, más que buscar relaciones y paralelos entre dos campos distintos, éste trabajo pretende mostrar su inseparabilidad. La obra de León Battista Alberti (1404-1472) podría servirnos de punto de partida. Alberti es educado en la mejor tradición humanista y visiblemente influenciado por la línea de pensamiento neoplatónico propio de la academia florentina. Para Alberti las matemáticas deben ser la base común para la ciencia y el arte. Su famoso tratado, Della Pittura (1436), tiene el firme propósito de señalar el método y el camino para abandonar el arte medieval e iniciar una nueva era. Della Pittura se convertiría en referencia obligada y punto de partida para posteriores tratados sobre arte. Su filosofía de la representación, en términos generales la podríamos resumir de la siguiente manera: a pesar de que los datos de los sentidos son la primera fuente de conocimiento, la geometría y las matemáticas son el único camino para darle sentido y perfección a la experiencia sensorial. La naturaleza es homogénea y el conocimiento de sus partes nos conduce al conocimiento del todo. Para Alberti el hombre, la naturaleza y las matemáticas parecen ser partes de una unidad, y el hombre por medio de las matemáticas puede comprender y representar la forma de la naturaleza.3 La perspectiva, la proporción y la unidad son condiciones necesarias para la belleza. "La composición es aquella regla de la pintura por medio de la cual las partes de las cosas se ven unificadas en la pintura. La más grande obra pictórica no es un coloso sino una istmia. Una Istmia le da mayor reconocimiento al intelecto que cualquier coloso. Los cuerpos son parte de la istoria, los miembros parte de los cuerpos y los planos parte de los miembros".4 La arquitectura, por su parte, se presenta como una ciencia matemática cuyo objetivo es hacer visible el orden cósmico. La cartografía y el urbanismo del Renacimiento no escapan a estos principios de unidad geométrica. Para Alberti la ciudad ideal debe tener una planta circular. El círculo para Alberti, es la figura perfecta donde las ideas de orden y unidad se visualizan con la mayor claridad. [Fig. 1] Las matemáticas y la geometría son de central importancia dentro de la filosofía de la representación en Alberti, pero es importante recordar que para Alberti el arte no es únicamente proporción y perspectiva. Della Pittura se compone de tres libros, el primero de los cuales está dedicado a la geometría y las matemáticas y los dos restantes se ocupan de lo que podríamos entender como la parte artesanal de la representación. Al final del libro I leemos:

2 Hauser, Arnold. Historia Social de la Literatura y el Arte, Guadarrama, 1980, p.347. 3 Alberti, León Battista. Della pitlura, (Londres: Routledge and Kegan Paul, 1956) Tr.John R. Spencer.p.89. 4 ídem., p.72

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Fig. 1 La Ciudad Ideal de Francesco de Giorgio.

Para Leonardo no hay certeza en las ciencias cuando las matemáticas no se pueden aplicar y estas son una base indispensable tanto para la mecánica, la pintura v la arquitectura. Lino de sus biógrafos, nos cuenta cómo Leonardo, hasta el Final de su vida continuaba dibujando patrones con círculos, cuadrados v arcos buscando toda combinación posible, como un alquimista mezclando substancias tratando de fabricar oro. Su pasión por las combinaciones geométricas al servicio de la arquitectura producirían planos de gran originalidad.7 Su devoción por armonías abstractas y el hecho de que Leonardo le hubiera dedicado tanto tiempo a diseños geométricos abstractos [figuras 2 y 3], es para Reneth Clarck, una muestra de cómo su talento creativo estuvo dominado por sus pasiones intelectuales.

...los planos y las interserí iones son cosas necesarias. Aún nos l a l t a enseñar al pintor a seguir con sus manos lo que ha aprendido con su mente" 5

La influencia platónica es evidente y la correcta representación de la naturaleza no es más que una coi recta lectura de las ideas del creador. Pensadores y artistas como Alberti, Leonardo, Brunelleschi, Copérnico, Kepler. Galileo6 y muchos otros parecen coincidir en suponer que la naturaleza se puede descifrar en un lenguaje divino, el lenguaje de la geometría y las matemáticas. El caso de Leonardo Da Vinci pude ser un buen ejemplo para ilustrar la imposibilidad de separar la c i e n c i a y el arte en el Renacimiento. Su sentido de la belleza no es independiente de su búsqueda de una representación genuina y objetiva de la naturaleza. Sus detallados estudios anatómicos, sus dibujos sobre máquinas o sobre objetos naturales no nos permiten determinar si su finalidad es cognoscitiva o e s t é t i c a . Ninguno de sus intereses i n t e l e c t u a l e s se pueden aislar de sus intereses estéticos. Kn otras palabras, gracia y verdad, para Leonardo son una y la misma cosa.

Fig.2 Dibujos de Arquitectura. Sistemas de bóvedas. Leonardo Da Vinci.

Fig. 3 Dibujos matemáticos Leonardo Da Vinci

5 ídem 6 Sobre el contenido estética del pensamiento de Galilea podemos leer un interesante ensayo de Carlos Aguato Hernández, "Galifeo y Piaron" en: El trabajo filosófico de hoy en el continente. Universidad de los Andes 1994, 7 Clarck, Keneth. Leonardo Da Vinci, Londres: Penguin Books, 1988) p. 11 8 .

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Los patrones geométricos están presentes en toda su obra, su conocida representación de las formas humanas ideales perfectamente enmarcadas dentro de un círculo y un cuadrado, son un claro ejemplo. [Fig. 4]

Un ejemplo que le hace honor a sus palabras es La Ultima Cena donde el equilibrio y unidad en un único tema son claramente visibles. [Fig. 5] Las discusiones sobre arte y arquitectura del Renacimiento han tenido un punto de referencia obligatorio en Florencia a comienzos del siglo XV con figuras como Brunelleschi, Donatello y Masaccio. En la obra de Filippo Brunelleschi (1377-1446) podemos ver el rigor de la geometría en sus diseños, donde la armonía, la unidad, la perfecta proporción y la correspondencia de las partes en un todo constituyen las bases modulares de la arquitectura renacentista. Sus edificios parecen claramente concebidos a través de una "grilla" de perspectiva donde la unidad de la obra parece estar sujeta a los cánones de perspectiva con un único punto de fuga. La iglesia de San Lorenzo es un ejemplo donde la exactitud matemática, es un principio estético fundamental. [Fig. 6] Por medio de la perspectiva linear y las nuevas herramientas matemáticas, buscando una legitimación en la sabiduría de los antiguos, el arquitecto también aspira encontrar leyes universales que se reflejen tanto en el diseño de sus edificios como en la estructura del mundo natural. Para Alberti la arquitectura es una ciencia que se debe nutrir de la mejor educación filosófica, y es en el neoplatonismo donde se parecen fundamentar sus creaciones.9 El mundo tiene que reflejar la inteligencia de Dios en un sistema armonioso y para representar ese orden de la creación necesitamos un sistema de pensamiento ordenado.

Fig. 4 Proporciones del Cuerpo Humano.Leonardo Da Vinci.

Pacioli, un destacado matemático contemporáneo y amigo de Leonardo publicó un importante trabajo sobre geometría, Divina Proportione, que trataba temas como la perspectiva y los sólidos regulares. El mismo Leonardo parece haber contribuido a su publicación y se encargaría de sus ilustraciones en la edición de 1509. La obsesión de Leonardo por la armonía y las proporciones explica la importancia de la unidad en sus obras pictóricas. En su Tratado de la Pintura Leonardo escribe "la proporción armónica de las partes que componen el todo satisface los sentidos"8

Los criterios artísticos que hemos descrito parecen coincidir con algunos supuestos fundamentales de la revolución en astronomía. Si tratamos de explicar las razones que pudo tener Copérnico para reemplazar el sistema de Ptolomeo y como llegó a la conclusión de que un sistema heliocéntrico era más apropiado y real, tenemos que aceptar que no fue a través de observaciones más exactas ni por que Copérnico tuviera a su alcance una corroboración empírica definitiva a favor de una cosmología heliocéntrica. Copérnico no fue un devoto observador de las estrellas y su libro Sobre las revoluciones de los orbes celestes contiene únicamente 27 observaciones hechas por el mismo Copérnico en un período de 32 años.10 Tampoco encontramos en Copérnico novedosos argumentos físicos que justifiquen una tierra en movimiento; sin embargo, la simplicidad y la unidad parecen haber sido criterios importantes para rechazar el aparentemente más complicado y desarticulado sistema ptolemaico. [Fig. 7] En el prefacio de Las revoluciones encontramos un pasaje en el cual Copérnico explica las deficiencias de los sistemas astronómicos anteriores que parecen haber fracasado en su intento de hallar o calcular

8 Da Vinci, Leonardo. Tmltato Dula Pítima, citado por Clarck, Op. CU., p.128. 9 Rostof, Spiro. A history of arclnlecturt, Oxford University Press, 1985, p. 407. 10 Koestler, Arthur. The SUamiaOurs, (Londres: Arkana, 1989) p.125.

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"la forma del mundo y la simetría exacta de sus partes, sino que les sucedió como si alguien tomase de diversos lugares manos, pies, cabeza y otros miembros auténticamente óptimos, pero no representativos en relación a un sólo cuerpo, no correspondiéndose entre sí, de modo que con ellos se compondría más un monstruo que un hombre."11 Un monstruo que no puede corresponder a la obra del "mejor y más regular artífice de todos".12 Como sabemos, Ptolomeo en su tratado El Almagesto, se ocupa de cada uno de los planetas independientemente haciendo que su sistema aparezca, para Copérnico desarticulado y estéticamente desagradable. También es importante recordar que el sistema heliocéntrico de órbitas circulares de Copérnico tiene que recurrir al uso de numerosos epiciclos y esferas eccéntricas similares a las usadas por Ptolomeo, pero independientemente de si el nuevo sistema es o no realmente más simple, parece claro que los criterios de unidad y armonía fueron de central importancia en la defensa del sistema de Copérnico. El nuevo modelo del universo parece ser más simple y elegante. Otro elemento interesante en la presentación de su nuevo sistema, y donde Copérnico deja ver elementos de una tradición mística propia del humanismo florentino en la cual el sol debe tener un lugar central en el cosmos. En el prefacio Copérnico escribe: 'Y en el medio de todo permanece el Sol. Pues, quién en este bellísimo templo pondría esta lámpara en otro lugar mejor, desde el que pudiera iluminarlo todo? Y no sin razón unos le llaman lámpara del mundo, otros mente, otros rector. Trimegisto le llamó dios visible, Sófocles, en Electra, el que todo lo ve. Así, en efecto como sentado en un solio real, gobierna la familia de los astros que lo rodean."13

Fig. 5 La Última Cena. Leonardo Da Vinci.

No es nuestro propósito demostrar que las razones que tuvo Copérnico para cuestionar la antigua cosmología eran únicamente de carácter estético, pero sin lugar a duda que la armonía platónica, las ideas de belleza y simplicidad jugaron un papel importante en su obra. No podemos olvidar que Copérnico vivió diez años en Italia donde se familiarizaría con la nueva estética del arte renacentista. Su propósito era transformar el monstruo de la cosmología antigua en un cuerpo elegante y unificado. La búsqueda por la armonía del universo será el interés de muchos otros astrónomos y claramente la obsesión de la vida de Johannes Kepler. Dios sólo pudo haber creado un mundo perfecto, y por "perfecto" queremos decir lógicamente inteligible. Un universo sin proporciones bien definidas sería la labor de un principiante, un mundo sin armonía sería sencillamente impensable. De manera que una pintura genuina del cosmos debe ser igualmente armoniosa. Después de un largo período 'jugando con números" y buscando las proporciones correctas del universo, Kepler creía haber descubierto, el 9 de julio de 1596, mientras dibujaba una figura para sus estudiantes [Fig. 8], un modelo para el sistema solar tan perfecto que tenía que ser real. Encontró que los cinco sólidos regulares inscritos dentro de esferas bien podrían describir las órbitas y las distancias relativas de los seis planetas conocidos: "La tierra es el círculo que es la medida de todo. Construimos un dodecaedro alrededor de ésta y el círculo que lo rodea será Marte. Sobre Marte construimos un tetraedro y el círculo alrededor de éste será Júpiter. Sobre Júpiter construimos un cubo y el círculo que lo rodea será Saturno. Ahora construimos un isocaedro dentro de la Tierra y el círculo inscrito dentro de ésta será Venus. Dentro de

11 Copérnico, Nicolás. Sobre tas revoluciones de kts orbes celestes, (Madrid: Editorial Nacional, 1982) p.93. 12 Ibid. 13 Ibid. p. 118.

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Venus inscribimos un octaedro y el círculo dentro de éste será Mercurio. He aquí la explicación del número de planetas".14 [Fig. 9] Lleno de gozo, Kepler estaba fascinado con la perfección de su modelo. Faltaría ver si el modelo correspondía con las observaciones, lo cual parecía de menor importancia. Una concepción platónica y pitagórica del mundo es evidente en la ciencia de Kepler, donde las matemáticas y la geometría son "la verdad unificadora entre la mente de Dios y la mente del hombre. La geometría existe antes de la creación, es co-eterna con la mente de Dios."15 "Las figuras que no pueden ser construidas con el compás y la regla, están por fuera del entendimiento, son inexpresables y no existen"16

Fig. 7 Sistema de Copérnico. Harmonía Macrocósmica de Cellari.

Misterium Cosmographicum no es el único trabajo en el

cual Kepler se ocupa de descifrar la armonía divina del universo. La

teoría de los cinco sólidos regulares difícilmente se acomodaba a las observaciones de los astrónomos pero Kepler no se rendiría en su búsqueda de un orden geométrico y divino para el cosmos. Kepler propondría otra idea fascinante: "Si llenamos los cielos de aire, éstos producirán una música verdadera y real"17 La armonía musical del cosmos no fue una propuesta totalmente novedosa, los pitagóricos ya habían elaborado teorías similares; sin embargo, la armonía celestial de Kepler es original por su carácter polifónico y por estar determinada por la geometría (polígonos regulares inscritos en círculos) y todo el sistema centrado en el sol. La música griega y de la temprana Edad Media era monofónica y por lo tanto pensada en términos de escalas simples. La armonía musical, una vez más, representa para Kepler la armonía y perfección de las ideas del creador. Kepler consideraba sus teorías como reales, y suponía que sus descubrimientos podrían ser corroborados por medio de observaciones astronómicas. Los antiguos, para él, no tuvieron éxito en encontrar las armonías reales del universo por carecer de las herramientas geométricas adecuadas y no poder ver más allá de proporciones numéricas. La geometría por el contrario es el lenguaje que revela la verdadera estructura del universo, el pensamiento de Dios. Los cielos son un concierto geométrico, y la necesidad de un orden estético en la representación de la naturaleza en el Renacimiento es, una vez más, evidente.

Fig. 6 Iglesia de San Lorenzo. Filippo Bruneleschi.

14 Kepler, Johanncs. Mysterium Cosmographicum, The Secret ofthe Universe, (New York: Abaris Books, 1981) p. 69. Traducción al castellano del autor. 15 Ibid., Prólogo al lector. 16 Kepler, La armonía del mundo, citado por Koestler, p.396. 17 Koestler, Op.cit., p. 274.

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sin embargo, no estaría particularmente orgulloso de estas leyes. Para Kepler, como para cualquier humanista sería difícil romper con la idea de movimiento circular. Vale la pena señalar que las primeras elipses en arquitectura aparecerían en el barroco, la plaza de San Pedro diseñada en 1667 por Lorenzo Bernini es un destacado ejemplo. La Armonía del Mundo como El Misterio del Cosmos parecen dominados por una misma obsesión, encontrar el secreto del orden del universo, una tarea en la cual la geometría, la música, la religión, la astronomía y el arte se deben unir para comprender y representar el pensamiento de Dios. Cómo hemos visto, Kepler no fue el único en creer posible descifrar un orden geométrico y divino en la naturaleza, se trata de una obsesión colectiva estrechamente relacionada con la tradición neoplatónica que parecía impregnar la obra de astrónomos, arquitectos y artistas en general. Fig. 8 Dibujo de Kepler.

Tanto para artistas como para astrónomos, una observación detallada de la naturaleza es una condición necesaria para una representación real de la naturaleza. Sin embargo, en el caso de la revolución astronómica ésta es una labor cuya responsabilidad no puede ser atribuida a Copérnico ni a Kepler. El crédito por el trabajo observacional debe ser atribuido a Tycho Brahe, y el encuentro de Kepler y Brahe fue un hecho afortunado en la historia de la astronomía. Este encuentro de talentos lo describe el mismo Kepler con las siguientes palabras: "Tycho tiene las mejores observaciones, y por decirlo así, el material para la construcción de un nuevo edificio... El solamente carece del arquitecto que pueda usar todo ese material de acuerdo con su propio diseño"18 De manera que Kepler sería el artista imaginativo que le daría forma a los datos de Tycho Brahe. El nombre de Kepler es comúnmente asociado con sus tres leyes planetarias19 más tarde inmortalizadas por Newton. Kepler,

Fig. 9 Sistema solar de Kepler basado en los cinco sólidos regulares.

18Koesttler, p.308. 19 Las tres leyes planetarias de Kepler citadas en la mayoría de textos son: 1. las órbitas de los planeta son elipses con el sol en uno de sus focos, 2. Las Incas que unen el sol y los planetas barren áreas iguales en tiempos iguales, y 3. La velocidad de los planetas es inversamente proporcional a la distancia que los separa del sol.

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La Época de Silva Jaime Jaramillo Uribe Profesor del Departamento de Historia de la Universidad de los Andes

José Asunción Silva nace en 1865 y muere en 1896. Su vida transcurre, entonces, a lo largo de uno de los períodos más dinámicos, conflictivos y ricos en cambios políticos, sociales y culturales como fue la segunda mitad de nuestro siglo XIX. Políticamente corresponde a lo que en nuestra historiografía convencional denominamos la era de los gobiernos liberales que se enmarca entre el gobierno de José Hilario López y el régimen de los gobiernos de Rafael Núñez llamado la Regeneración.

participar en empresas productoras de materias primas exportables como el tabaco, la quina y el café. Con respecto a la vieja estructura colonial de criollos, mestizos, indígenas y esclavos negros, el grupo mestizo debe haber crecido de forma notable, dando a la sociedad un elemento dinámico que aumentará también el factor conflictivo del período. Los artesanos (sastres, zapateros, carpinteros, bataneros, costureras) han crecido y logrado cierto grado de conciencia social y política como lo demuestra la aparición de las Sociedades de Artesanos que comenzaron a formarse en la década de los 40 y los conflictos que este grupo protagonizó a lo largo de la segunda mitad de la centuria. Lo demás: campesinos mestizos e indígenas y antiguos esclavos, sirvientes domésticos y peones de hacienda constituyeron la materia prima pasiva de la conflictiva época y de sus guerras civiles generales y locales.

Fue éste un período notable por su aliento reformista en todos los aspectos de nuestra historia. Suele decirse que con él nuestro país entra a participar en algo semejante a la modernidad y empieza a dejar atrás las formas de v i d a c o l o n i a l e s . Demográficamente el país ha crecido en forma notable. De 1825 a 1851 la población nacional se ha duplicado y un fenómeno semejante se ha presentado en sus principales ciudades. La estructura social y económica también presenta algunos cambios. El grupo comerciante, que podría formar una incipiente clase burguesa, se ha fortalecido y ha llegado a ser capaz de iniciar empresas de producción y actividades exportadoras e importadoras notables. Lo mismo ha ocurrido con el grupo terrateniente, especialmente el del oriente del país que ahora está dispuesto a abandonar sus viejas rutinas coloniales para

Con la mayor apertura al contacto con Europa, llegaron a la Nueva Granada viajeros, extranjeros, periódicos, revistas, libros ingleses y franceses y los granadinos de las clases altas comenzaron a viajar a París, Londres y los Estados Unidos. En Bogotá y otras ciudades del país aparece la prensa en un sentido moderno. A través de ella y de los libros nos llega la influencia intelectual del romanticismo en literatura y del liberalismo en al campo político y económico. Recordemos los cambios más importantes que se presentan en el período1. En el gobierno de José Hilario López (1849-1853) se promulga la constitución de 1853 que consagra el sufragio popular directo para la elección de presidente y miembros del congreso, abandonando así el sistema de elección indirecta de las autoridades y las anteriores limitaciones al sufragio. Los derechos individuales como el de libertad de prensa, reunión y actividad política se establecen sin restricciones. El carácter unitario y centralista de la organización política nacional se atenúa con notables elementos federalistas como la elección popular de gobernadores. La Iglesia y el Estado se separan, rompiendo la tradicional institución del

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Sobre el lema hay numerosa bibliografía. V. Especialmente: Gerardo Molina, Las Ideas Liberales en Colombia. Ed. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá, 1970. Tomo I. Jaime Jaramillo Uribe, El Pensamiento Colombiano en el Siglo XIX. Ed. Temis, Bogotá, 1986. La Personalidad Histórica de Colombia. Ed. El Ancora, Bogotá, 1944, pp.162 ss. David Bushenell, Colombia,una Nación a pesar de Sí misma. Ed. Planeta, Bogotá, 199o, pp.101 y ss.

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patronato que los unía íntimamente. En el plano social se consagran el matrimonio civil y el divorcio y aprovechando los mayores poderes otorgados a los gobiernos regionales, alguno como el de Vélez, se atrevió a establecer el voto femenino. En el campo social se eliminó la esclavitud de la población negra y en el económico se suprimió el monopolio o estanco del tabaco, abriéndose la posibilidad del cultivo y comercialización de un producto que por tener amplio mercado en Europa habría de constituir la base de la expansión de nuestras exportaciones y de la inserción de nuestra economía en los mercados internacionales. Por otra parte, la supresión de algunos impuestos que frenaban la producción minera y agrícola, como los quintos de oro y los diezmos, abrió la posibilidad de exportar otros productos como el añil, la quina, los sombreros de paja y en menor medida el algodón y el caucho2. El espíritu reformista de 1850 no se detuvo aquí. Como resultado de la guerra civil de 1859-62, promovida por el general Tomás Cipriano de Mosquera y otros caudillos regionales contra el gobierno conservador de Mariano Ospina Rodríguez, un nuevo ciclo de reformas se inició por los gobernantes radicales del período que corre entre 1860 y 1880. La primera expresión de este ciclo fue la promulgación de la Constitución de 1863 llamada de Rionegro, que estableció un régimen radicalmente federalista en la organización del Estado. Las unidades regionales, nuestros departamentos, fueron llamados estados federales y la nación tomó el nombre de Estados Unidos de Colombia. En el plano de las relaciones entre la Iglesia y el Estado se tomaron dos medidas que agravaron las tensiones políticas que se habían producido con motivo de las reformas de 1850. La primera de estas medidas fue la desamortización de los bienes de la Iglesia y de las comunidades

religiosas. La segunda medida fue la reforma educativa de 1870. En ese momento la Iglesia y sus comunidades poseían bienes raíces, semovientes y capitales puestos a censo por un valor que se ha calculado en 12'000.000,oo de pesos de la época. Por el decreto de desamortización, esos bienes pasaban a propiedad del Estado y éste los sacaría a remate público para ser adquiridos por quienes estuvieran en capacidad de comprarlos. Esto para los bienes raíces como haciendas, locales y lotes urbanos. En cuanto a los censos o capitales a interés a favor de la Iglesia, los deudores podrían amortizar sus deudas pagando en las cajas del Estado el 50% de ellas. Como indemnización el Estado pagaría a la Iglesia, su valor comercial con bonos del tesoro nacional a diez años de plazo y un interés del 6% anual3. La segunda medida que intensificó el conflicto religioso fue la reforma educativa de 1870. Por ella la asistencia a la escuela primaria se haría obligatoria y la enseñanza de la religión sólo se impartiría a los niños cuyos padres la solicitaran. Estas disposiciones se complementaron con la traída de una misión de educadores alemanes que organizaría escuelas normales para la formación de maestros. La protesta de la Iglesia y de la opinión conservadora del país por estas medidas llegó a ser tan intensa, que con muy buenas razones se ha dicho que ese fue el motivo que desencadenó la guerra civil de 1876, promovida por el partido conservador contra el gobierno radical del presidente Parra4. En 1880 fue elegido presidente el doctor Rafael Núñez, quien no obstante pertenecer al partido de gobierno había sido un crítico permanente de las políticas adelantadas por los radicales. Desde este momento Núñez, acompañado en esto por otros miembros del partido liberal, que más tarde tomarían el nombre de independientes, planteó la necesidad de introducir reformas a la constitución de 1863 y de realizar cambios en las relaciones entre el Estado y la Iglesia. También planteaba la necesidad de modificar algunos aspectos de la política económica, como el aumento de las tarifas de aduana con el fin de proteger las incipientes industrias nacionales y la creación de un banco nacional que diera al Estado la facultad exclusiva de emisión monetaria, que sirviera como banco de depósito de los dineros oficiales y otorgara al gobierno créditos en caso de penurias fiscales. Estas medidas despertaron una fuerte oposición dentro de la mayoría de las directivas del partido liberal y en algunos sectores conservadores, pero Núñez, en éste y en su segundo gobierno, (1884-1886) las llevó adelante. El punto culminante del conflicto se presentó en 1885, cuando el sector radical del liberalismo se lanzó a la guerra civil de ese año, ante la perspectiva de que Núñez le abriera el camino a una victoria conservadora.

2 Ocampo, |osc Amonio. Colmnlñn r.n la Economía Mundial. Ed. Siglo XXI, Bogotá, 1984, pp 81/139. 3 Díaz.. Fernando. Estado, IgtwtjDnamartáación. Kn: Manual de Historia de Colombia. Ed. Procultura y Tercer Mundo. Bogotá, 1982, vol.ll, pp 412/65. 4 Jaramillo Uribe Jaime. El Proceso de la Educarían del Virreinato a la Época Contemporánea. En: Manual de Historia de Colombia. Ed. Procultura, Tercer Mundo. Bogotá. 1982, pp 308/328.

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Triunfantes las armas del gobierno, Núñez declaró muerta la constitución de 1863 y convocó a una asamblea constituyente compuesta por liberales y conservadores que compartían sus ideas, asamblea que dio al país la constitución de 1886, constitución unitaria y centralista, que concedió vigorosos poderes al presidente de la República y le permitió ser reelegido en forma continua para períodos de seis años. Constitución que dio al presidente la libre remoción y nombramiento de los gobernadores y que declaraba que la religión católica por ser la de la mayoría de los colombianos, merecía una especial protección del Estado. En desarrollo de esta política el gobierno de Núñez suscribió con la Iglesia el concordato de 1887 por el cual se indemnizaba a la Iglesia por los prejuicios sufridos a raíz de la desamortización de los bienes de manos muertas y prácticamente se le daba el control de la educación pública5. También en el plano económico el período fue de innovación y cambio. La eliminación del monopolio estatal o estanco del tabaco y los estímulos tributarios que se dieron a la agricultura sobre todo a los géneros exportables, iniciaron una etapa de crecimiento de nuestras exportaciones, intensificando el proceso de inserción de nuestra economía en el comercio internacional. He aquí algunas cifras indicadoras del aumento de las exportaciones. 1840/41...................... $ 1854/5 - 57/58 .......... 1875/6 - 77/78.......... 1881/2 - 82/83 ........... 1888/91 - .................... 1898.............................

3´306.000 6'353.000 10'105.000 15'430.000 12'165.000 19'165.100

Sin embargo, aunque el período fue de crecimiento global se presentaron también fuertes y bruscas oscilaciones de bonanzas

y depresiones. Precisamente el período del 83 al 92, época en que Silva debió afrontar la crisis de la firma de Ricardo Silva e Hijos, fue de severa depresión. Dentro de las oscilaciones de baja, dos géneros de las exportaciones jugaron una importancia decisiva: el tabaco y la quina. El café comenzaba apenas su ascenso. En efecto, el tabaco que en el período 1864-65 y 69-70 alcanzó la suma de $2'757.003 y llegó a representar el 27,3% de nuestras exportaciones totales, en los años de 1888-91 descendió a la suma de $833.400 representando el 6.9% de ellas. El colapso de la quina fue mayor. Después de haber alcanzado en su mejor época la suma de $4'763.040 y de representar el 30% de las exportaciones llegó a valer sólo $33.007 en el período 1888-89, lo que significaba el 0.3% de las exportaciones totales6. A la depresión de las exportaciones se agregaron otros factores críticos. Como lo hemos dicho, en 1880 Núñez, durante su primer gobierno, funda el Banco Nacional como banco emisor y eventual financiador del gobierno. Más tarde, en su segunda y tercera administración, elimina la convertibilidad en metálico del billete, la libre estipulación monetaria y ordena el curso forzoso de los billetes del Banco Nacional. Como es sabido, la emisión aumentó más allá de los límites aceptados por el mismo gobierno, la circulación monetaria creció, los precios internos subieron y el peso colombiano perdió valor con respecto a la libra esterlina, de manera que los importadores, como era el caso de Silva, tuvieron que pagar más por sus mercancías en términos de pesos colombianos, mientras las ventas internas bajaban. En cuanto dependía de esas circunstancias, esta fue la causa de su quiebra comercial. La apertura hacia el exterior que se intensificó en la segunda mitad del siglo XIX, tuvo también sus efectos en el campo de la cultura y en la mentalidad de muchos colombianos. En 1867 se reactiva la Universidad Nacional, Bogotá recibe más viajeros extranjeros y a sus librerías llegan más libros de nuevas tendencias del pensamiento europeo. Las influencias románticas del 50 todavía compatibles con una visión cristiana de la vida fueron sustituidas por la visión positivista que afianzaba su fe en la ciencia y llevaba a sus extremos la visión secularizada del mundo. La influencia de Lamartinne, de Hugo, de Sue, de los católicos liberales y de los utopistas sociales del 48, fue sustituida hacia la década del 70 por la de Mili y Spencer, cuyas ideas vigorizaban la esperanza y la fe en el progreso material e intelectual que traerían el desarrollo de la ciencia, del comercio y de la industria. Diez años más tarde, hacia 1880, precisamente en los años más decisivos para la formación intelectual y espiritual de Silva, aparecen en el medio cultural bogotano influencias intelectuales europeas de signo pesimista. Tales tendencias estaban representadas por filósofos, poetas, artistas, novelistas que expresaban su desencanto

5 Sobre Núñez y la Regeneración hay numerosa bibliografía. Una síntesis sobre el aspecto político se encuentra en Alvaro Tirado Mejía. En: Manual de Historia de Colombia. Ed. Procultura, Tercer Mundo. Bogotá, 1982, Vol. II, pp. 327 ss. 6 Ocampo, op.cit. pp 110 ss, 20533,25395.

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y su repudio a los valores, hábitos y creencias instauradas por la civilización capitalista moderna y por su clase rectora, la burguesía: el valor del dinero, el progreso, el orden. Las obras más representativas de ellos aparecen entre los libros leídos y comentados por Silva: Nietzsche, Taine, Renán, Baudelaire, Huymans, Bourget. La Intelligentzia francesa había entrado en un período de crisis. La ciencia y el saber racional no le brindaban satisfacciones profundas ni explicaciones aceptables de los problemas morales. Muchos autores describían la época como dominada por el aburrimiento y el tedio. Baudelaire ponía en circulación la palabra "spleen". Paul Bourget, tan leído por Silva, calificaba al hombre contemporáneo como un animal que se aburre y Renán vaticinaba que los progresos científicos podrían llevar a una gran depresión moral e intelectual7. Con la diferencia que va de lo grande a lo pequeño, y a pesar de pertenecer a una sociedad que entraba con paso lento a la formación de una economía capitalista y una conciencia auténticamente burguesa, la crisis de la conciencia moderna no pasaba desapercibida en algunos sectores de la élite intelectual de la Colombia de finales del siglo XIX. Por lo menos dos contemporáneos de Silva, Rafael Núñez y José María Samper, dejaron testimonio de ella. En su filosofía en cartera, especie de diario filosófico en el cual trató los más diversos temas de política, historia y filosofía, Samper expresaba que todas las promesas del positivismo habían resultado fallidas. Ni el progreso social y político, ni el mejoramiento moral del hombre, ni el conocimiento de los grandes secretos de la naturaleza, ni la paz perpetua, se habían logrado después de un siglo de desarrollo. Las ciencias habían traído enormes progresos técnicos, pero, se preguntaba Samper: "¿Han determinado la naturaleza de las relaciones del hombre con la fuente

suprema de donde emana? ¿Han establecido la fraternidad entre los hombres? ¿Han inventado algo que reemplace el poder de las religiones positivas, que rechazan, o de las cuales prescinden?. ¿Han podido crear o suprimir cuerpos, la materia, la inteligencia, o los objetos que le sirven de asunto para sus investigaciones?. ¿Han hallado en la naturaleza algún principio (salvo el principio vital siempre inexplicable) que les sirva en lugar del espíritu, del cual parecen renegar en obsequio de la razón también irreductible? Nada de eso. Todo está por resolver, y ninguna solución, en ningún ramo científico, es hasta el presente satisfactoria. Así, de todo lo que me alucinaba cuarenta años hace, poco, poquísimo queda intacto en mi corazón. Todo está en escombros o cuarteado. Y lo que hace cuarenta años me faltaba, es lo único que ahora tengo: la única luz con que ilumino tantas ruinas: la fe religiosa". Núñez hacía un análisis semejante de la situación: "¿Qué es la ciencia sino un cúmulo de incertidumbres? El método de la ciencia es el análisis que acentúa más y más el particularismo, es decir, el aislamiento de los hechos y fenómenos, y así mutila la misma materia de investigación, como si las partes aisladas equivalieran en su modo de ser a esas mismas partes cuando forman un todo. La ciencia emplea el número puro, las figuras geométricas, el perfecto fluido, el metal inflexible, aunque es sabedora que eso no pasa de ser imaginaria abstracción. No hayen efecto, nada que sea absolutamente matemático, mecánico ni químico en todas sus susceptibles relaciones porque nada se basta a sí mismo. La objetiva contemplación de las cosas no nos da, pues, sino un cuadro de apariencia, de donde se sigue que para percibir la verdad entera, la verdadera verdad, tenemos que entrar en el estudio de nuestras propias almas que se hallan en comunicación con la verdad absoluta. Para que pueda ser comprendido el inteligente mundo tenemos que referirlo a la inteligencia suprema; así como para comprender la vida humana tenemos que examinar al hombre vivo y no su cadáver en el laboratorio"8. También Silva se movió en ese ambiente de perplejidades y dudas. Como lo han anotado numerosos comentaristas y críticos, el personaje central de su novela De Sobremesa, José Fernández, pasa su vida en busca de algo que le de sentido a su existencia. Ensaya todas las posibilidades de la sociedad mundana y al final sólo encuentra su satisfacción en el recuerdo del amor de su amante

7 Un tratamiento reciente sobre este tema se encuentra en la obra de Theodore Zeltin. Historia de las Pasiones Francesas. Ed. Du Seuil, Paris, 1977, vol.5. Especialmente pp.71 ss. 8 Jaramillo Uribe, Jaime. El Pensamiento Colombiano en el Siglo XIX. op.cit. pp 402 y ss.

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preferida, Helena. En su diario del 14 de abril, José Fernández hace una alusión muy directa a la crisis moral de la modernidad, a su individualismo exacerbado, a la búsqueda de la absoluta libertad personal con exclusión de cualquier vínculo social que limite los derechos del individuo y le impongan algún sacrificio. Y a propósito menciona La Casa de Muñecas de Ibsem, cuya heroína, Nohora, "una mujerecilla común y corriente que abandona marido, hijos y relaciones para ir a cumplir los deberes que tiene consigo misma, con su yo, que no conoce y que siente nacer en una noche como hongo que brota y crece en un espacio de tiempo". Alude también a la obra de Suderman, La Dama vestida de Gris, donde la abnegación y el amor a la familia toman tintes grotescos. Y agrega, irónicamente, Fernández: "así, a estallidos de melinita en las bases de los palacios y a golpes de zapa en lo más profundo de sus cimientos morales, que eran las antiguas creencias, marcha la humanidad hacia el reino de la justicia que creyó Renán entrever en el fin de los tiempos"9. Sigue reflexionando Fernández y evoca la figura de Victor Hugo para decirle: "Moriste a tiempo Hugo, padre de la lírica moderna; si hubieras vivido quince años más habrías oído las carcajadas con que se acompaña la lectura de tus poemas animados de un enorme soplo de fraternidad optimista; moriste a tiempo; hoy la poesía es un entretenimiento de mandarines enervados, una adivinanza cuya solución es la palabra Nirvana. El frío viento del norte que trajo a tu tierra la piedad, el sufrimiento humano que desborda en las novelas de Dostoiewski y Tolstoi, acarrea hoy la voz terrible de Nietzsche.10

"Y con Nietzsche vendrá la revaluación de todos los valores, vendrá la moral de los señores y el obrero abandonará la moral de los débiles, la moral cristiana. Ya no rezará por el bienestar de sus patrones, ni sus uñas se clavarán en su propio cuerpo, sino en el cuerpo de los demás". Para solucionar el vacío dejado por la incredulidad, agrega Fernández, vendrán otros sustitutos: el arte, la poesía, la música; la obra de Wagner, de Verlaine, de Pubys de Chavannes, de Gustave Moreau. Vendrán también las religiones orientales, el espiritismo, las magias. Pero desconfiando de todas las fórmulas posibles para dar solución a la crisis, Fernández termina con esta interrogación: "¿Crees tú, crítico optimista que cantaleteas el místico renacimiento y cantas Hossana en las Alturas, que la ciencia notadora (SIC) de los Taine y de los Wundt, la impresión religiosa que se desprende de la música de Wagner, de los cuadros de Pubys de Chavannes, de las poesías de Verlaine y la moral que le enseñan en sus prefacios Paul Bourget y Eduardo Rod, sean cadenas suficientes para sujetar a la fiera cuando oiga el evangelio de Nietzsche?... El puñal de Cesáreo Santo y el reventar de las bombas de nitroglicerina pueden sugerirte la respuesta"11. Con impresionante lucidez Silva se refirió también a la crisis de la modernidad en varios de sus poemas: La respuesta de la Tierra, El mal del Siglo, Cápsulas. Este último se cierra así: Luego, desencantado de la (vida, Filósofo sutil, A Leopardo leyó, y a Schopenhauer y en un rato de Spleen, Se curó para siempre con las (cápsulas De plomo de un fusil.12

En qué medida lo que podría interpretarse como una cuestión de información literaria y erudita se transformó también en un drama personal que influyó en la decisión final del suicidio, es el secreto que Silva se llevó consigo el 24 de mayo de 1896.

9 Silva, José Asunción. Obras Completas. Compilación de Alberto Miramón y Camilo de Brigard Silva. Ed. Banco de la República. Bogotá, 1965. p.262. 10 op.cit. p.263. 11 op.cit. Pp.267/8 12 op.cit. p.296.

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Manuel Ancízar y sus Lecciones de psicolojía y moral Gilberto Loaiza Cano PREMIO NACIONAL DE HISTORIA, COLCULTURA, 1994

Resumen Manuel Ancízar (1811-1882) nació en Santafé de Bogotá, pero su familia debió refugiarse, en tiempos de la Independencia, en la isla de Cuba; allí vivió desde 1821 hasta 1839, después pasó a Venezuela, donde estuvo hasta 1846, año de su definitivo retorno a la Nueva Granada. En consecuencia, la formación intelectual de Manuel Ancízar transcurrió lejos de los claustros santafereños y en contacto con fuentes ideológicas diferentes a las de sus compañeros de generación en la Nueva Granada. Eso determinó su filiación con el eclecticismo filosófico que se difundió entre algunos intelectuales de La Habana y Caracas. Las Lecciones de psicolojía y moral fueron publicadas por Ancízar en Venezuela, mientras regentaba el Colegio Nacional de Carabobo. Este ensayo sobre el libro de Ancízar hace parte de los capítulos dedicados a la formación intelectual de quien llegaría a su país natal a contribuir en la formación de una cultura científica. 1. Antecedentes y Polémicas En la ya clásica obra de Jaime Jaramillo Uribe sobre el pensamiento colombiano del siglo XIX, Manuel Ancízar no ocupa lugar relevante; todo lo contrario, su caracterización ideológica es muy discreta. Pero lo menos importante ahora es preparar una exaltación de lo que dejó consignado Ancízar como pensador liberal y como difusor de particulares tendencias filosóficas de su tiempo. Es preferible

reconstruir y explicar la hasta hoy desconocida iniciación de este intelectual neogranadino en los temas de la filosofía; iniciación que estuvo estrechamente relacionada con una fecunda época de réplicas, publicaciones y debates entre los atentos escritores liberales cubanos durante la década de 1830. La formación intelectual de Manuel Ancízar transcurrió lejos de los claustros santafereños; desde 1821 hasta 1839 permaneció en Cuba, donde llegó su diezmada familia después de un penoso viaje de destierro. La ignorancia sobre este trayecto preliminar de Ancízar, antes de retornar definitivamente a la Nueva Granada, en 1846, había hecho difícil ponderar la contribución de Ancízar al pensamiento colombiano del siglo XIX. Por eso, al reconstruir los antecedentes y fijarnos en el fruto más evidente de sus filiaciones ideológicas, Lecciones de psicolojía y moral, podemos relativizar la afirmación de Jaramillo Uribe-,afirmación que sostiene una similar formación intelectual en Miguel Samper y Ancízar. Según el historiador colombiano, ambos fueron "formados en la escuela de los negocios, en la lectura de escritores ingleses y en la observación de la historia política de Gran Bretaña"1. Revisemos esa afirmación. La más somera mirada a la trayectoria política de Ancízar indica su desprecio por el modelo político británico y su encantamiento, casi acríúco, con la democracia norteamericana. Mientras tanto, sus pretendidas lecturas inglesas fueron apenas unas de las tantas inquietudes de formación intelectual en La Habana y, en verdad, no constituyeron la fuente definitoria de sus inclinaciones en cuanto a filosofía y a pensamiento político. Leyó y tradujo a Bentham con el mismo interés que leyó a Condillac y a las prolongaciones sensualistas vertidas en la obra de Destutt de Tracy. Sus Cuadernos de apuntes en La Habana conservan en buena medida el testimonio de la transición que cumplió Ancízar desde el inicial apego a las tesis sensualistas hasta la casi definitiva inclinación por el espiritualismo de Cousin. Es decir, Manuel Ancízar estuvo más cerca de los pormenores del pensamiento filosófico francés, lo cual se debió, ante todo, al influjo que ejercieron sobre los jóvenes estudiantes de la década de 1830 en Cuba los más esclarecidos epígonos de una u otra tendencia en materia de filosofía.

1 Jaime Jaramillo Uribe, El pensamiento colombiano en el siglo XIX, Editorial Te mis, Bogotá, 1982, p. 199.

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La filosofía sensualista de Condillac y su continuación en Destutt de Tracy conformaron, hasta el inicio de la década de 1830, el pensamiento filosófico por a n t o n o m a si a de l os liberales hispanoamericanos; era el más nítido nexo con los ideales ilustrados de la Revolución Francesa. Pero en la confusión ideológica de la primera mitad del siglo XIX, florecieron otras opciones que señalaron ruptura con la tradición filosófica de la Ilustración. Así se verificaron adhesiones hacia un representante del liberalismo moderado, coadjutor de la Restauración en Francia y hegeliano bastante superficial, como fue Víctor Cousin. En Cuba, primero fue el magisterio del presbítero Félix Várela, sensualista irredento, defensor a ultranza de los postulados de Condillac; posteriormente, fueron los hermanos Manuel y Zacarías González del Valle, principales responsables del atemperamiento de los libros de Víctor Cousin. Y en ese lapso se forjaron contradictores y defensores tanto de la doctrina de Condillac como de la novedades del ecléctico Cousin. De ese modo era inevitable que despertara en Ancízar el interés por la filosofía, interés que muchas veces no cabía en las estrechas aulas de la Universidad de San Gerónimo. Por eso, en 1829, Ancízar le escribe a un condiscípulo suyo pidiéndole que le ayude a esclarecer un dilema que comienza a esbozar y que no es otro que la duda sobre la consistencia filosófica de los postulados de Condillac que, hasta entonces, parecían incuestionables. La introducción de su epístola es bastante diciente acerca de la imposibilidad de hallar respuestas satisfactorias entre sus maestros: "Como la duda que voy a proponer nunca se ha resuelto satisfactoriamente en nuestras aulas, he pensado sería mejor que un condiscípulo aplicado y de luces la resolviera con la detención que se merece, y con sólidas razones que me convenzan y aparten de una opinión que he creído cierta"2.

Y la duda que inquietaba a Ancízar tenía que ver con el origen y la naturaleza de las sensaciones: ¿Y qué son las sensaciones? Son unos verdaderos efectos causados por los objetos que queremos conocer, pero ya he demostrado y es innegable que los "efectos son de la misma naturaleza de sus causas", o lo que es lo mismo, muy semejantes a ellas: luego las sensaciones que son unos meros efectos, son de la misma naturaleza de sus causas y muy semejantes a ellas: luego la sensación de verde, por ejemplo, que me causa un cuerpo, es de su misma naturaleza, y lo mismo diremos de las demás sensaciones. De lo que se sigue que todo lo que se observa en los cuerpos es semejante a las sensaciones recibidas, y de consiguiente, que son verdes, fríos, calientes, etc.3 Al final de la carta apelaba a una frase de las Lecciones de filosofía del padre Várela para pedir explicaciones sólidas que dejaran satisfecha su inquietud: Quizá se querrá destruir este argumento, como muchas veces ha sucedido, con la leve razón de que "en los cuerpos no existe la sensación que recibimos", esto es, que en ellos no se efectúa el sacudimiento o inmutación de nuestras fibras. Yo convengo en ello; y lo único que con esto se prueba es que los cuerpos no están organizados ni son sensibles a nuestro modo, pero no que dejen por esto de ser verdes, fríos, calientes, pesados, etc. Yo pido razones fuertes y sólidas que hieran directamente el argumento. Dejemos a los sistemáticos los subterfugios y "abracemos la verdad aunque sea contraria a la doctrina que seguimos". Y en el mismo Cuaderno de apuntes, al lado de la carta a su amigo Morales, seguía la traducción de un fragmento del Course d'étude de Condillac. Un par de años después, colaborando para el Diario de La Habana, el joven Ancízar haría más evidente su preocupación por renovar los métodos de enseñanza de la filosofía. Esa argumentación la sostuvo en sus posteriores polémicas con el filósofo Rafael Acevedo en Venezuela, y consistía en defender un orden de acercamiento a las preocupaciones filosóficas que partiera de lo más concreto hasta llegar a lo más abstracto. Primero los conocimientos elementales de la lengua materna, de la gramática general, luego la lógica, más tarde las "doctrinas puramente abstractas": El estudio de la filosofía requiere una época en que el hombre sea capaz de reflexionar, y su juicio se halle formado por los conocimientos anteriores, que son

2 Epístola a Rafael Morales, La Habana, abril de 1829, en Cuaderno de apuntes, Archivo Ancízar. 3 Ibidem

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la base del saber, y por la lectura de los clásicos, para conocer su idioma, y hallarse preparado para formarse un buen estilo ¿Acaso cabe en lo posible que un joven incapaz todavía de poderse expresar bien, ignorando su mismo idioma, y en una edad en que su imaginación se halle ocupada en pueriles juegos pueda ser un lógico? ¿Podrá, por ventura, tomar en la consideración que se merecen los preceptos de la moral sublime, penetrar hasta las fuentes de donde emanan y remontarse a las aplicaciones de que son susceptibles? Muy lejos de sus alcances las abstracciones metafísicas, ¿qué idea, qué juicio formará de esta interesante y productiva parte de la filosofía?

¿Qué implicaba adherirse a las tesis del filósofo francés? El año 1815 había marcado en Europa no sólo una reacción política virulenta contra los legados de la Revolución Francesa. En lo filosófico y en lo literario indicaba una ruptura con el materialismo de los ilustrados y un retorno a un misticismo que ambientó el nacimiento del movimiento romántico. Los llamados ideólogos, como Destutt de Tracy y Pierre Cabanis, quedaron revaluados como los últimos representantes de la gloriosa tradición filosófica del siglo XVIII. Mientras tanto, regresaba a Francia, procedente de Alemania, Víctor Cousin (1792-1867). Al iniciar sus lecciones de 1818, primero en la Escuela Normal y luego en la Universidad de París, Cousin expuso los fundamentos de un sistema de filosofía moral que se basaba, dicen que mediocremente, en las enseñanzas que había recibido de su amigo Hegel y de Tenneman, un discípulo de Kant que era autor de una Historia de la filosofía cuya traducción al francés fue confiada al propio Cousin. Junto con Royer Collard, el introductor en Francia de la escuela escocesa del sentido común, Víctor Cousin dominó el escenario académico de su país durante la primera mitad del siglo. Más claramente que aquel, se convirtió en el representante filosófico de la monarquía constitucional de Luis Felipe, impartiendo su filosofía ecléctica y dirigiendo la instrucción pública francesa. Estuvo íntimamente vinculado con sociedades secretas y, al lado de Guizot, Thiers, Constant -los doctrinarios- se encargó de justificar ideológicamente la autoridad religiosa y política que se impuso durante la Restauración.5

En el período de la vida en que las impresiones materiales son los únicos móviles que pueden señalar la senda que debe seguir el hombre, las doctrinas puramente abstractas de la metafísica, muy lejos de producir los efectos que deben, no pueden menos de arrojar su entendimiento por desesperados y peligrosos caminos(...)4

Seguir las tesis de Cousin, por tanto, podía implicar algo más que adherirse a una doctrina filosófica, era, tal vez, acoger una teoría de la sociedad que sirvió de soporte a la Restauración en Francia. Para 1830, ya se conocía en el nuevo continente su traducción del

Ancízar pasaba paulatinamente de ser heredero de una tradición para convertirse en el heraldo de un nuevo proyecto ideológico. Su contacto con el gabinete de los hermanos González del Valle, los más decididos receptores y divulgadores de las tesis de Cousin en Cuba, tuvo que dejar huella indeleble en el joven estudiante de derecho en La Habana.

Curso de historia de la filosofía moderna, cuya introducción anunciaba

el nacimiento de una nueva corriente filosófica, la del eclecticismo; más tarde se leyó su escrito De lo verdadero, de lo bello y del bien que,

aunque publicado en 1838, contenía sus lecciones de 1818. Y también se conocía y discutía con ardor su Examen crítico de la filosofía de Loche, publicado en 1830, definitivo ajuste de cuentas con las teorías sensualistas. La querella antisensualista adquirió en Cuba relieve importante a fines de la década de 1830. Es decir, cuando Ancízar se disponía a partir de la isla ya se agitaba la polémica entre los defensores del viejo sensualismo y quienes reproducían con entusiasmo las tesis del espiritualismo de Cousin. Los hermanos Manuel y José Zacarías González del Valle, más el primero que el segundo, se habían dedicado a la aclimatación de esa nueva corriente. En 1840, el segundo de los hermanos había publicado unos Rasgos históricos de la filosofía que evocan el esquema expositivo al que acudió Ancízar en el prefacio de su libro. Ese mismo año, el otro González del Valle hizo conocer un conjunto de artículos sobre Psicolojía según

4 Manuel Ancízar, "Estudio de la filosofía", Diario de La Habana, abril 17 de 1831. 5 Sobre Cousin y su época: Jules Simón, Victor Cousin, Librairie Hachette, Paris, 1891; M. Mignet, Nouveaux éloges historiques, Librairie Académique, París, 1877; M. Leroy, Histoire des idees sociales en France, Librairie Gallimard, Paris, 1962; Pierre Rosanvallon, Le moment Guizot, editions Gallimard, Paris, 1985.

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la doctrina de Cousin. Entre tanto, revistas como la Cartera cubana contenían los artículos de un agudo Filolezes, seudónimo del influyente escritor cubano José de la Luz y Caballero, quien se convirtió en el más tenaz contradictor de la novedad del eclecticismo. Esta fue la época de debates ideológicos mejor conocida como la polémica cubana, en la que se discutió intensamente acerca de los métodos de enseñanza de la filosofía en la isla; se evaluó la filosofía de Condillac y se expuso abiertamente la corriente de Cousin. La importancia de esta polémica en Cuba reside en que difuminó el tema por el resto de América. Por aquella misma época, 1840, Andrés Bello en Chile ya concebía su Filosofía del entendimiento y traducía la Refutation de l'eclectisme, escrita por Pierre

Leroux, un discípulo inconforme de Cousin". Pero si en Cuba había sido espectador de la polémica en torno a la recepción de una nueva corriente filosófica, en Caracas le esperaba la obligación de asumir un papel protagónico, puesto que llegaba como un conspicuo exponente de la filosofía de Cousin. Al llegar a reemplazar a su amigo Fermín Toro en la cátedra de filosofía del Colegio de la Independencia de Caracas, le correspondió continuar una polémica que había quedado a mitad de camino entre un sólido exponente del sensualismo, el maestro Rafael Acevedo, y su amigo Toro que era responsable de introducir el esplritualismo francés. El racionalismo espiritualista de Cousin había hallado en Fermín Toro a su máximo exponente. Hombre de vasta cultura, Toro conocía la obra de Tenneman, Cousin, Reid y Damiron; difundía en su cátedra esa mezcla de razón y mediación divina que servía de base para rechazar la filosofía del siglo XVIII representada por el sensualismo de Condillac y Destutt de Tracy.

de sugerir un nuevo método de enseñanza de la filosofía que, de inmediato, propició la reacción del avisado filósofo Rafael Acevedo. El 2 de septiembre de 1839, en la lección inaugural que leyó a sus alumnos, Ancízar consignó su mensaje antisensualista, su afirmación de la preeminencia de las ideas innatas y la exaltación de la razón como una facultad absoluta y superior: El hombre sin la facultad de pensar jamás hubiera tenido conocimiento de su propia existencia, ni de la de los seres que le rodean, porque pensar es afirmar, y la existencia no es otra cosa que una afirmación absoluta. "Cogito ergo sum", dijo con profunda exactitud un filósofo del siglo XVII, encerrando en esta frase la última expresión de la filosofía. Hay una hora solemne en la vida del hombre, en que por la primera vez se piensa, se conoce, y se distingue de todo lo que no es él, manifestándose a los ojos de su conciencia la grandeza de su ser como racional, y al propio tiempo la limitación de sus facultades como ente sensitivo, o sujeto. Este primer pensamiento, sin antecedentes a que referirse, es sin duda espontáneo, y esencialmente sintético: más enseguida entra la reflexión a examinar minuciosamente las verdades reveladas por el pensamiento espontáneo, y se convierte en analítico. Son, pues, dos los momentos fundamentales del pensamiento: la espontaneidad y la reflexión. La espontaneidad nos revela la existencia de un poder inmaterial dentro de nosotros mismos, superior a nosotros, que levantándonos de la condición de los demás animales, nos hace distinguir de ellos, y nos acerca a la divinidad. Este poder, -señores-, es la razón: poder cuyo origen no encontramos en las sensaciones ni depende de nosotros, porque a pesar nuestro nos reprende a veces, nos infunde el conocimiento de la verdad absoluta, y por más que intentemos sacudirlo, se atraviesa entre nuestra espontánea y nuestro constante convencimiento.7 El debate entre Acevedo y Ancízar se prolongó durante el año siguiente, cuando el joven profesor de filosofía educado en La Habana publicó su traducción del inglés de los Elementos de lógica del sacerdote dublinés Richard Whately. De ese libro sólo conocemos los manuscritos de algunos capítulos que nos insinúan un texto que sirvió para complementar sus posteriores Lecciones de psicolojía y moral. En la primera lección de la obra que tradujo, se afirmaba que la lógica es el arte de dirigir la inteligencia en la investigación de la verdad, teniendo por instrumento la generalización y el raciocinio. Por tanto, la lógica, que tiene por antecedente científico a la psicolojía en

Además de continuar la senda trazada por Fermín Toro, Manuel Ancízar se encargó 6 Sobre la historia de la filosofía en Cuba: Roberto Agramóme, Los grandes momentos de la filosofía en Cuba, Universidad de La Habana, Cuba, 1950; Medardo Vitier, La filosofía en Cuba, Fondo de Cultura Económica, México, 1948. 7 M. Ancízar, El Liberal, Caracas, septiembre 4 de 1839. Las polémicas de Rafael Acevedo con Fermín Toro y, luego, con Ancízar, están recreadas por Rafael Fernández Heres en su reciente libro La educación venezolana bajo el signo de la Ilustración (1770-1870), Academia Nacional de la Historia, Caracas, 1995, pp. 611-634.

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lenguaje articulado, y la lógica la teoría del raciocinio o argumentación (en el sentido estricto de esta palabra), notará Usted cuan natural es que la primera preceda a la segunda en el orden de su enseñanza, notará que no hay absurdo en decir que para la cumplida inteligencia de una y otra basta adelantarme de definiciones de lo que es idea, juicio y raciocinio, en cuanto se hallan expresados en la palabra, sin aparatos científicos ni necesidad de entrarnos por el campo ideológico adelante hasta que Dios quiera nos depare una barrera que nos contenga y notará por último que nuestra discordia proviene del diverso modo con que consideramos la lógica: Usted, como De Lariviére y otros; y yo, como las escuelas escocesa y alemana, en lo cual no me atribuyo otro mérito que el de seguir las huellas de un ilustre americano a quien soy deudor de lo poco, poquísimo que sé en estas materias. ¿Qué juzgará usted si le digo que aquel maestro opinaba, además, que el estudio de la química y de la física debía preceder al de la parte especulativa de la filosofía? Creo que De Lariviére se lo habrá demostrado a cada página.

cuanto nos demuestra cuáles son las funciones de la inteligencia, y por fundamento dos principios arquetipos incontestables, es un arte rigurosamente exacto en la teoría y excelente en la práctica8. Gracias a esta publicación, el debate se precisa en torno al método de enseñanza de la filosofía y, más exactamente, acerca del lugar que vendría a ocupar la ideología. Semejante a su artículo periodístico de 1831, publicado en La Habana, Ancízar se inclinaba por caminar desde lo más concreto hasta lo más abstracto, desplazando la ideología del lugar preeminente que le otorgaba en su enseñanza el maestro Acevedo. Ancízar partía en su cátedra de la gramática general, luego la lógica y enseguida la ideología. Por eso, ante la publicación de Ancízar, su contradictor se apresuró a anunciar que publicaría su traducción de los Elementos de lógica de Delariviére, un rezago de la escuela sensualista. La polémica era, en consecuencia, una lucha por imponer textos y métodos de enseñanza que difundieran una u otra tendencia filosófica. Y, a decir verdad, la novedad propagada por Fermín Toro y luego por Ancízar estaba en desventaja con respecto a los demás colegios de Venezuela y la Universidad de Caracas, donde predominaba la enseñanza de las doctrinas de Condillac.

Si no temiera el hastío con que para mengua nuestra se miran estas discusiones por la mayor parte que leen periódicos, tal vez me atrevería a probarle que ha sido Usted injusto respecto de Cousin y de la escuela idealista: el que es admirador de De Lariviére, y con todo de ser tan elemental, haya meditado los parágrafos seis, siete, ocho, y treinta, por no citar otros, no es posible que condene a Cousin y a la escuela ecléctica porque De La Riviére tiene mucho de ecléctico y en esto consiste su verdadero mérito. Concluiré con una explicación que algunas frases de Usted han hecho necesarias para que nos acabemos de conocer: tan distante estoy en mis creencias filosóficas del idealismo de Kant, como del materialismo de Tracy; pero tampoco menosprecio ninguna de las tres grandes escuelas que han representado los progresos del entendimiento humano: todos tuvieron razón en parte, y en parte padecieron extravíos como inevitablemente sucede en los esquemas exclusivos: procuré arrimarme a la verdad en todas ellas desechando sus errores y no ceso de aconsejar a mis discípulos que respeten las opiniones de los hombres pensadores, empero sin venerarlas como dogmas ni renunciar al libre examen; "porque el error absoluto es imposible, ni hay dislate por grande que parezca que no tenga por fundamento una verdad". Así profeso y entiendo la

La disputa entre Ancízar y Acevedo sirvió, en todo caso, para que aquel se animara a formular de manera más explícita su credo filosófico. Atribuyéndole a un "ilustre maestro americano" -podría referirse a alguno de los González del Valle- el haber aprendido a apreciar el nexo entre la filosofía y las demás ciencias, Ancízar se preocupó por demostrar que había más puntos en común que de desacuerdo entre la escuela sensualista y la ecléctica que él profesaba: Si pues la gramática general es la teoría filosófica del

8 En el Correo de Caracas, marzo 31 de 1840, se anunciaba la suscripción a la obra traducida por Ancízar que podía adquirirse en la imprenta de El Liberal. En el Archivo Ancízar se conservan doce páginas manuscritas con las primeras siete lecciones de Elementos de lógica.

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escuela ecléctica que, por cierto, no me parece contraria al espíritu de nuestro siglo9.

edición de 185112. Advirtamos con dejo de ironía que esta novedad puede pasar desapercibida, puesto que pocos comentarios y exámenes ha suscitado esta obra de Ancízar.13

Ancízar se aferraba a las palabras de Cousin en su prefacio del Manuel de l´histoire de la philosophie. El fanatismo filosófico del siglo XVIII había sido superado por la moderación, el equilibrio, la tolerancia que parecían plasmarse fielmente en una doctrina "cómoda" como el eclecticismo que, sin aferrarse a un solo sistema filosófico, escogía de aquí y de allá definiciones sobre lo bello, lo bueno y lo verdadero. Ese era el "espíritu de nuestro siglo" que preconizaba Ancízar en su enseñanza de la filosofía en Caracas10.

Antonio Gramsci, siempre sugestivo en el estudio de los intelectuales, habló de categorías de actividad intelectual. El grado más elevado, según el pensador italiano, pertenecía a los creadores en la ciencia, la filosofía y el arte; el grado más bajo correspondía a los administradores y divulgadores de saberes creados por otros. Sin duda, en esta categoría merece ubicarse al Manuel Ancízar que redacta y publica las Lecciones de psicolojía y moral14. El propio Ancízar se adelantó a reconocer su papel subordinado en las notas introductorias del libro que, entre otras cosas, dan cuenta del estrecho conocimiento del divulgador Ancízar de la obra más reciente de Cousin y su discípulo Damiron: De estas Lecciones tan solo me pertenecen los defectos de redacción y de una que otra esplanación doctrinal, pues el fondo de ellas lo he tomado del Curso de Filosofía de Felipe Damiron, y para casi todas las ampliaciones me he servido de las ideas de Víctor Cousin, esparcidas en su Historia de la Filosofía, en los Fragmentos, y en el Curso de 1840 a 184115.

2. Soberanía de la Razón La prensa venezolana anunciaba en 1845 las Lecciones de psicolojía y moral, escritas por

el "abogado americano" Manuel Ancízar, como una "obra importante, cuyo objeto es introducir y popularizar entre nosotros las doctrinas eminentemente sociales y democráticas de la escuela ecléctica"11. Para nosotros, la novedad consiste en que hasta ahora se creía que ese libro había sido publicado por primera vez en 1851, cuando Ancízar ya residía en la Nueva Granada. Otra novedad es que la edición caraqueña debió ser diferente y más extensa que la edición publicada, en Bogotá, en la imprenta de los hermanos Echeverría. Lamentablemente, no conocemos un ejemplar de la edición de 1845; pero si nos atenemos al título y a los manuscritos conservados, la edición venezolana contuvo un aparte dedicado al tema de la moral que fue, por algún motivo, suprimido en la

Hecha la salvedad, la obra de Ancízar no escapa de la tradición de buscar en la lógica y en la psicología justificaciones para la actividad política. Por eso, la misma nota introductoria contiene este otro mensaje: Ruego -decía Ancízar- que no se juzgue este compendio de las teorías eclécticas ciñéndose a lo que en él literalmente aparece, sino examinando la índole de los jérmenes que tienden a sembrar en la intelijencia de los jóvenes, i teniendo en cuenta la feliz aplicación que de ellas puede hacerse a nuestro réjimen social: consideración importante para nosotros, pues si en estos tiempos la Filosofía ha dejado de ser tanjente a la vida humana, aquella nos traerá mayores beneficios, que más propenda a vigorizar nuestros principios políticos, i los dogmas cristianos que de nuevo van tomando posesión del mundo.16 No escapó pues Ancízar en estas Lecciones de la enorme tradición de fundar científicamente la política y la moral, creyendo encontrar

9 Carta de Manuel Ancízar a Rafael Acevedo, Correo de Caracas, septiembre 29 de 1840. 10 Cousin decía: . "Cette prélention de ne repouser aucun systéme et de n'en accepter aucun tout entier, de choisir dans tous ce qui paraitvrai etbon et par conséquent durable, cette prétention, d'un seul mot, c'est l'éclectisme". En el prefacio del Manuel de l'histoire de la philosophie, Librairie de Ladrange, París, 1839, p. viii. 11 Así anunciaba, por ejemplo, El Liberal de Caracas, mayo 3 de 1845. 12 El Archivo Ancízar conserva los manuscritos de Lecciones de moral. Según notas marginales, pudieron ser redactadas durante su estadía en Valencia. Estos manuscritos los incluiremos en el análisis y apelaremos a la edición publicada por la imprenta del Neogranadino. 13 Reseñamos un raquítico comentario de Telmo Peña, "La psicología durante el siglo XIX", en Historia social de la ciencia en Colombia, tomo IX, Colciencias, Bogotá, 1993, pp. 119 y 120. 14 Antonio Gramsci, Cuadernos de la cárcel, Ediciones Era, México, 1985, tomo II, p. 15 M. Ancízar, Lecciones de psicología, Imprenta del Neogranadino, Bogotá, 1851, pp. I y II. 16 Ibidem.

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en la filosofía una ciencia integral del hombre. La filosofía europea tenía desde los tiempos ilustrados esa intención, más marcada en el siglo XIX, cuando los conflictos políticos inherentes al nacimiento y formación de nuevas clases sociales volvía vital la adecuación de la filosofía a intereses políticos. Según definición de Andrés Bello, "el objeto de la filosofía es el conocimiento del espíritu humano y la acertada dirección de sus a c t o s " 17 . Las filosofías del entendimiento parecían cumplir con la función de describir y explicar las operaciones del entendimiento humano y, enseguida, fundamentar, mediante reglas, una dirección de los actos. Vista así, la filosofía se reducía a una psicología y a una moral. Y a esa tradición pertenecieron: Locke, Ensayo acerca del entendimiento humano; Berkeley; Tratado sobre los principios del conocimiento humano; Condillac, Ensayo sobre el origen de los conocimientos humanos; Hume, Ensayos filosóficos sobre el entendimiento humano.

Quizá fue Andrés Bello quien tuvo el honor en América Latina de prolongar y aclimatar esa tradición, cuando tradujo entre 1802 y 1807 la obra arriba mencionada de Locke. Para quienes estaban próximos a asumir la dirección de las jóvenes sociedades de la postindependencia, les urgía adoptar una concepción filosófica que legitimara su existencia y su preponderancia políticas. Las filosofías del entendimiento contribuyeron a satisfacer ese propósito y , por tanto, podríamos decir que cumplían una función ancilar. A ellas se recurría para legitimar nociones de soberanía, de representatividad política, de dominio social. Acaso por ese motivo, Ancízar se unió a esa tradición con sus Lecciones de psicología y moral. Ancízar se ciñó al esquema de comenzar por un examen histórico de las escuelas filosóficas que hasta el "siglo inmediato pasado" habían dominado el panorama. Igual ejercicio se encuentra en las obras de

los hermanos González del Valle y así lo hizo Cousin en su prefacio del Manuel de l'histoire de la philosophie. ¿Porqué parte del siglo XVIII?

El argumento de Ancízar es categórico: "(porque) acaso por la primera vez, la filosofía descendió por fin de las abstracciones metafísicas a las aplicaciones prácticas en política y en moral"18. Después de examinar someramente los fundamentos de la escuela de la sensación, del idealismo, del escepticismo y del misticismo, Ancízar culmina demostrando "la oportunidad y necesidad de la escuela ecléctica". Y con esa escuela admite que, en orden jerárquico, conciencia, sensación y revelación conforman las tres grandes fuentes del saber. La apelación a la conciencia parece provenir de la filosofía alemana, especialmente de Kant y Hegel; la admisión de la sensación proviene de aceptar en parte los legados del sensualismo; reconocer la revelación es el más nítido abandono de los lemas de la Ilustración filosófica. Bien explicaba Ernst Cassirer que "la filosofía de la Ilustración trata de mostrar, en un mismo proceso de emancipación espiritual, la autonomía de la naturaleza y del entendimiento"19, de lo que se desprende que resultaba inaceptable cualquier mediación extraña, superior o divina. Por eso el eclecticismo conquistó rápida y merecidamente el calificativo de "filosofía cómoda" que hacía concesiones a varios sistemas sin constituir ella misma un gran sistema de pensamiento filosófico. En la exposición del método o proceso del conocimiento, recalca que la psicología es la "ciencia del alma" que observa las funciones de nuestro espíritu y que su método de observación se basa en la conciencia, "operación natural y común a todos los hombres" que suministra la información para el estudio de los hechos del espíritu, y esa información no es otra que "las nociones generales apriori'.20 En adelante, Ancízar se dedica a describir los atributos del alma que, en términos más apropiados de Andrés Bello, equivale al "sujeto que percibe", "al espíritu que entiende" y los atributos que posee para cumplir cabalmente con ese proceso del entendimiento. Después de estudiar los atributos y facultades del alma considerada en sí misma, pasa a la parte más interesante que es el estudio del alma en relación con el concepto de libertad, en relación con el hombre y la sociedad, en su relación con la naturaleza y, por último, en relación con Dios. Sin duda, cuando llega al momento de analizar las relaciones del alma con la sociedad, sus Lecciones se tornan más interesantes, porque es el momento en que asume una posición acerca de las condiciones ideales de una sociedad. Acepta que, por naturaleza, "todos los hombres traen un mismo origen; todos se hallan dotados de alma inteligente, amante y libre, servida por órganos semejantes de sensación, expresión y locomoción"; pero constituida la sociedad, esa natural igualdad se desvanece y se imponen, como elementos diferenciadores entre los hombres, "sus disposiciones individuales para la industria y las ciencias estableciéndose un sistema ordenado, en el cual si bien todos los

17 Andrés Bello, Filosofía del entendimiento y otros ensayos, Ediciones del Ministerio de Educación, Venezuela, 1951, p. 5. 18 M. Ancízar, Op. Cit. p. 3. 19 Ernst Cassirer, Filosofía de la Ilustración, Fondo de Cultura Económica, México, 1943, p. 56. 20 M. Ancízar, Op. Cit., pp. 59-65.

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asociados tienen deberes que llenar y derechos de que gozar, no son iguales para todos ni enteramente comunes a la generalidad, sino que muchos son peculiares al lugar social que los individuos van ocupando según su capacidad y su mérito".31 Esta concepción meritocrática de Ancízar deja evidente su filiación con el liberalismo moderado de los doctrinarios franceses. Además de Cousin, debió conocer con algún detalle los escritos de Francois Guizot, quizá uno de los más hábiles exponentes ideológicos de ese liberalismo basado en un balance muy crítico de los resultados de la Revolución Francesa. Para Guizot, la noción de capacidad consistió en el otorgamiento de una trascendencia radical a la razón como atributo superior de determinados hombres, como línea de demarcación entre dominantes y dominados. Quienes estaban facultados para actuar según su nivel de posesión de la razón, tenían el derecho de ser los ciudadanos activos de la sociedad y asumir el papel de los selectos individuos gobernantes. Esta ideología excluyente, revaluadora del principio de la igualdad civil, sedujo a todos los matices del liberalismo latinoamericano. Las nuevas generaciones republicanas encontraban en semejante argumentación a favor de la razón y las luces unajustifícación de su activa participación política, una vía expedita para adquirir el derecho de gobernar las jóvenes sociedades22. Pero en el libro de 1851, la exposición de Manuel Ancízar de esta teoría diferenciadora sobre las capacidades es incompleta. Prefiere concluir el libro de la siguiente manera: "este es el resumen de todo lo que enseña la Psicolojía o estudio del alma tal como ella es: partiendo de estos datos se llega naturalmente a la Moral, o estudio del alma tal como ella debe ser1'. Esa

parte dedicada a la moral era, precisamente, la que con mayor generosidad contenía la sustentación del ideal de una nueva aristocracia intelectual y política que se elevaba gracias a los méritos acumulados por el saber y la riqueza. Concepción elitista, señaladora de la relativa democracia del mérito y las capacidades. Y son esas lecciones de moral las que quedaron conservadas en forma de manuscritos, acaso porque el propio Ancízar revaluó los alcances de aquellas tesis. Como el fin de la moral "es averiguar el fin a que debe encaminarse la vida, i los medios de que puede valerse el hombre para alcanzarlo", Ancízar dedicó estas lecciones, sobre todo, a definir las funciones de los hombres dotados del atributo de la razón en las sociedades políticas. Parte, como fundamento doctrinario, del principio de "la desigualdad personal", rotunda relativización del principio de la igualdad que había trascendido con los defensores de la soberanía del pueblo desde la época de Rousseau. La igualdad absoluta, decía Ancízar, trasvasada a lo político, destruía "el principio altamente social de las recompensas señaladas, para las grandes virtudes, negándose al propio tiempo la capacidad que tienen los individuos de levantarse por los esfuerzos de su espíritu"23. Reclamaba, en consecuencia, la selección de los mejor capacitados para ingresar a la esfera de lo político. Había una división "natural de los asociados" en cualquier sociedad política, basada, según reflexión de Ancízar, en "diferencias accidentales pero importantes de organización, grados diversos de ilustración o de riquezas, i otras muchas circunstancias individuales que tienden a diferenciar los hombres". Doctrina nueva de la representación política, esta teoría meritocrática terminaba por imponer la idea de hombres superiores e inferiores, gobernantes y gobernados, dominantes y dominados. La ecuación burguesa de razón más riqueza que daba como resultado poder político. Pero no era del todo nueva la posición defendida por este joven liberal que se acomodaba a los procesos de construcción de nación en las imberbes repúblicas del sur de América. En Destutt de Tracy hay argumentaciones parecidas en torno a las élites "predestinadas" para lo político, más tarde Comte defiende la idea del "poder espiritual". La novedad residía que, gracias a la ayuda del eclecticismo de Cousin, se podía hablar de una soberanía de la razón que, por un lado, relativizaba el principio de la soberanía del pueblo y, por otro lado, hacía una sutil concesión a aquellos defensores del derecho divino. Por eso el tipo de sabio que reconoce Ancízar es un "creyente apoyado en la ciencia". Y un sabio de esta dimensión está en capacidad de hacer "el ejercicio práctico de la justicia"24.

21 Ibidem, pp. 302 y 303. 22 Ancízar debió conocer los Origines du gouvernement représentalif de Guizot. Sobre la argumentación del historiador y político francés en torno a la "soberanía de la razón", recomendamos la obra ya mencionada de Pierre Rosanvallon, Le moment Guizot, sobre todo el capítulo IV titulado "Le sacre des capacites", pp. 107-139. 23 M. Ancízar, "Lecciones de moral ", manuscrito conservador por Archivo Ancízar. 24 M. Ancízar, manuscritos de "Lecciones de moral".

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Trascendencia de la razón y la justicia, adquisición de méritos que sirven para diferenciar entre superiores e inferiores, entre fuertes y débiles, así podía nacer un cuerpo político especializado, una élite segura de sí misma, el grupo de hombres ilustrados que, en palabras de Ancízar, tenía el deber de educar al pueblo para la práctica de "las virtudes públicas". Con toda franqueza, estos nuevos intelectuales, con sentimiento de pioneros, de hombres constructores, se autoconferían funciones paternales y se reconocían como la representación de la nación, desplazando a aquellos individuos que no habían alcanzado los privilegios de las luces, como lo hace aquí Ancízar al decir que: "La porción de los asociados que, por haberse encontrado en circunstancias desfavorables al cultivo i progreso de la intelijencia, no han podido atesorar las luces necesarias para representar la nacionalidad de su país, esa porción que hemos denominado los débiles, encuentra en los fuertes

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M. Ancízar en los ya citados manuscritos de "Lecciones de moral

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protección, dirección y consejo".25 La razón, la ciencia, la riqueza otorgaban a estos nuevos hombres las facultades reguladoras sobre el resto de la sociedad. Esos factores definían la representatividad política. Y fue en la filosofía ecléctica de Cousin, en el frágil hegelianismo de esta escuela francesa y, quizá todavía más, en los postulados de teoría política del astuto Guizot, donde Ancízar y muchos jóvenes liberales imbuidos de una misión pionera e ilustradora encontraron una justificación de sus ambiciones, de su búsqueda de reconocimiento. Era la teoría de la soberanía de la razón, la "teoría del siglo", como la entiende Rosanvallon, la que le sirvió a Ancízar como el mejor pretexto explicativo para formular su deseo de distinguirse, de situarse en un papel relevante, constructor, dominante en las nacientes repúblicas.

La Rehabilitación Política de Pilsudski en una visión Comunista de la Historia (1982-1989) Roch Iittle Doctor en Historia de la Universidad de Laval, Quebec. Profesor del Departamento de Historia de la Universidad Nacional de Colombia

Introducción Queremos con este artículo dar un ejemplo de la dinámica del debate histórico en un sistema soviético, para lo cual hemos recurrido a la discusión historiográfica polaca alrededor del mariscal Józef Pilsudski, importante personaje del período de la Segunda República (1918-1939). Vamos a centrar nuestra análisis en un aspecto y período específico de aquel debate: en las intenciones políticas que se escondían detrás de la rehabilitación de Pilsudski en el panteón oficial de los grandes hombres de estado de la historia polaca, durante el régimen del general Jaruzelski (1981-1989). Valga la pena señalar que este debate, sin embargo, atravesó la totalidad del período comunista y que sus repercusiones fueron más allá del circuito de las publicaciones "oficiales", es decir las controladas por el régimen comúnmente llamado EstadoPartido. Se desarrolló igualmente entre las que se encontraban al margen de la censura, las cuales, sobre todo a partir de los años setenta, rivalizaban con las publicaciones oficiales, situación que, la proclamación de la ley marcial de 1981, afectó sólo por un tiempo.

El estado de guerra y el carácter fáctico de la "restauración ideológica" en la escritura de la historia (1982-1983) (Don posterioridad al 13 de diciembre de 1981, la junta militar en el poder proclamó la necesidad de "restaurar ideológicamente" el régimen comunista. Al contrario de lo ocurrido en agosto de 1980, en esta oportunidades el tono era de firmeza y no buscaba alcanzar ningún tipo de compromiso. Esta restauración ideológica afectaba la totalidad de sectores, incluida la historia. Esta última fue objeto de una atención particular por el estatus que, en la perspectiva marxista, ocupaba como "reina de las ciencias sociales", tal como lo ilustraba el artículo aparecido en abril de 1982 en la revista Nowe Drogi (Nuevos Caminos), publicación teórica mensual del PZPR (Partido Obrero Popular Polaco). El autor de este escrito, el historiador Marian Orzechowski, era miembro del Comité Central del PZPR y pertenecía a su ala conservadora. El propósito de este artículo era aplicar la política de la restauración ideológica en la práctica de la historia1. Dada la importancia de la revista, es evidente que Orzechowski actuaba como responsable de la restauración ideológica en el campo de la historia y que sus recomendaciones correspondían a la línea política oficial. En ese artículo, Orzechowski fustigaba a los historiadores a quienes culpaba de serlos responsables de la "desviación" ideológica de los años 1980-1981. Por su negligencia, los historiadores tenían ahora la obligación de revalorar, en una perspectiva estrictamente marxista, los acontecimientos que durante el período de dicha desviación habían sido "manipulados" a propósito por la oposición con fines "antisocialistas". Recomendaba, además, que para evitar la repetición de tal fenómeno, los historiadores deberán en el futuro escribir utilizando una terminología que de forma a una "visión del mundo" (swiatopoglad) y no a la "megalomanía" nacionalista2.

1 Marian Orzechowski, "Swiadomosc historyczna ¡ako plaszczyzna walki ideologicznej [La conciencia histórica como objeto de la lucha ideológica]", en Nowe Drogi, vol. 36, N. 4, 1982, p. 43-59. 2 Marian Orzechowski traducía a un lenguaje histórico las conclusiones de Hieronim Kubian, quién, en un artículo sobre las funciones ideológicas de la cultura y la ciencia, aparecido en el mismo número de la revista, señalaba que la ciencia tenía por misión posibilitar el triunfo de la verdad, el humanismo, el progreso y el internacionalismo sobre la deformación, la alienación, la reacción, el chauvinismo, la megalomanía y los elementos de heomesianismo.

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No se necesitó que transcurriera mucho tiempo antes de que se pusiera en evidencia que la identificación con estas directivas políticas era un asunto eminentemente teórico y que, con contadas excepciones, la mayor parte de los analistas no estaba dispuesto a identificarse con ellas3. ¿Cómo fue posible eludirlas? Por paradójico que pueda parecer, esto fue el resultado del lugar preeminente que ocupó la voluntad de legitimación política de la justa militar por sobre la restauración ideológica del régimen.

más su poder, Jaruzelski, de la misma manera que lo habían hecho otros dirigentes comunistas polacos después de 1956, buscó el apoyo de la Iglesia Católica, la cual se presentaba más que nunca como el interlocutor obligado para garantizar una paz civil4.

La búsqueda de un "modus vivendi" para legitimar una versión militarnacionalista del poder comunista

Este proceder no era nuevo: ya antes había sido empleado por Gomulka y Gierek5. Sin embargo, a diferencia de lo ocurrido en el pasado, ahora no se pretendía publicar una serie de artículos rubricados por historiadores "vedettes" en revistas políticamente "significativas" para definir los parámetros discursivos de la manera comunista -correcta- de pensar la historia polaca. Se trataba de suscitar un medio propicio para atraer a los intelectuales a la vida de un régimen que, desde diciembre de 1981, era boicoteado sistemáticamente6.

La necesidad de alcanzar este modus vivendi estuvo determinado, de un parte, por la percepción que tenía el general Jaruzelski de que con el golpe de Estado se había producido un completo divorcio del poder con respecto a la sociedad y, de la otra, por la idea de que para institucionalizarse tenía que crear las condiciones que le permitieran legitimar su poder. Pero, en ese entonces, cualquier tentativa de apertura estaba condenada al fracaso, debido fundamentalmente a que se le emparejaba con los sectores conservadores, sus aliados naturales en el momento en que se produjo el golpe de Estado, los cuales, en ese momento ocupaban el primer plano en la escena política. Con el ánimo de permitir que se empezaran a producir cambios, Jaruzelski de manera paulatina empezó a desembarazarse de sus antiguos socios. Numerosos conservadores fueron apartados de las altas esferas del partido y del Estado y en su reemplazo se promovieron personas vinculadas al ala reformista del partido. Para cimentar aún

Esta búsqueda de un modus vivendi tuvo grandes repercusiones en el plano de la historia. Esto se manifestó de manera clara a partir de 1983, cuando ciertas publicaciones, particularmente de orientación publicista, abrieron sus páginas a escritos cuyas intenciones nacionalistas apenas se disimulaban. De modo manifiesto lo que la dirección militar del partido buscaba era volver a dorar su blasón político y pensaba lograr ese objetivo patrocinando la recuperación de acontecimientos y/o figuras históricas polacas que tenían un valor positivo en la memoria.

La consecuencia más significativa de esta estrategia fue haber dado inicio a una apertura política del régimen. En lo que atañe a la escritura de la historia, esta "liberalización" se tradujo en una evidente distensión del control ideológico y de la censura. También antes se habían ensayado fórmulas similares. En algunas oportunidades, sobre todo eri momentos de crisis, se habían concedido importantes libertades a los historiadores (1956, 1968, 1970 y 1980). Pero, esta vez, los cambios fueron de fondo. Antes el poder había hecho concesiones, en circunstancias particulares, como en la segunda mitad de la década de los años sesenta, pero continuaba ejerciendo un control sobre la producción histórica. En las nuevas condiciones, la gran innovación fue que el poder renunció prácticamente a controlar la escritura de la historia. Si el régimen había recuperado el monopolio de las publicaciones en el ámbito oficial, esta restauración había mostrado ser poco útil, ya que no podía seguir imponiendo su visión del mundo, y, por ende, de la historia, concepción que cada vez era compartida por un número más reducido de personas, incluidos muchos marxistas. Pero, como no estaba dispuesto a abandonar el poder, el régimen, a través de su dirección militar, trató de darse una nueva legitimidad mediante la recuperación de acontecimientos y personajes

3 En efecto, muchas investigaciones elaboradas en función del contexto más abierto de los años 1980-1981 fueron publicadas durante el período del estado de guerra. Elizabeth Kridl Valkenier, "The Rise and Decline of Oficial Marxist Historiography in Poland, 1945-1983", en Sltwic Rruiew, vol. 44, no 4, 1985, p. 676. 4 Antoni Czubinski, Dzitje najnowsze Polski [Historia contemporánea de Polonia], Poznan, Wielkopolska Agencja Wydawnicza, 1992, vol. 2, p.592-595. 5 Secretarios generales del PZPR de 1956 a 1970 y de 1970 a 1980 respectivamente. 6 Así, después de la supresión de muchas revistas durante los primeros meses del estado de guerra, la junta militar favoreció el lanzamiento de periódicos y revistas mensuales de "apertura", cuyos títulos son muy significativos: Realidad (Rietxyxuistosc), Aquí y Ahora (Tu i Teraz), Renacimiento (Odrodzenie) y Directamente (Wprost).

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históricos que los jefes de la restauración ideológica habían condenado unos meses atrás. En otras palabras, para sostener su visión de la historia, el partido dejó de remitirse únicamente a su imaginario simbólico marxista-leninista y trató de capturar elementos de una memoria que se contraponían con su proyecto de sociedad. En tal sentido, el régimen intentó tender sus manos a todos los espíritus de "buena voluntad". Un buen ejemplo de esto fue el lugar asignado a Pilsudski en las publicaciones oficiales.

La recuperación política de Pilsudski en el paradigma militar Desde 1945, Pilsudski encarnaba en la ideología oficial al antihéroe socialista. Su vida simbolizaba todo los aspectos negativos del período de la Segunda República. A partir de 1982 se observa, sin embargo, un cambio de paradigma que conduce a su completa rehabilitación política como la encarnación del patriota, político y jefe militar polaco moderno. Esta rehabilitación fue completa porque constituyó la culminación de un proceso iniciado en 1956; la "bestia negra", tal como lo presentaba la propaganda estalinista (19481956) fue sustituido por un "buen" y "malo" Pilsudski. Es así como en la década de los años sesenta se expresaron simpatías por el joven socialista -antes de que éste traicionara aquel movimiento- después de la proclamación de la independencia en noviembre de 1918, mientras que se reconoció en él, en los años setenta, al gran líder nacionalista que, en mayo de 1926, se "desvió" para convertirse en dictador. De esta manera, con posterioridad a 1956 la historiografía le reconoció a Pilsudski ciertos méritos, pero estos pesaban poco en una vida evaluada en general de manera bastante negativa.

A partir de 1982, en cambio, casi todos los acontecimientos de la vida de Pilsudski, incluso, como vamos a ver, los más controvertidos como la toma del poder durante la proclamación de la independencia, la victoria sobre las tropas bolcheviques en Varsovia o su golpe de Estado, pudieron ser evaluados de manera positiva, a condición de que fueran presentados dentro de límites políticos e ideológicos aceptables por la ideología oficial. Estas fronteras podían fácilmente ser transgredidas si se ponía en evidencia su condición de jefe militar y se destacaba la importancia del ejército. Un ejemplo bastante elocuente lo encontramos en la publicación en 1985 de todos los escritos militares y del papel político del ejército extraídos de sus Obras Completas7. Esta rehabilitación se produjo como resultado de la convergencia de dos tendencias: de una parte, la divulgación de una visión crítica que, desde los años setenta venían realizando los medios académicos y el publicismo reformista8 y, de otra parte, la circulación sistemática de los símbolos positivos transmitidos entre 1980-1981 por el publicismo progresista9. Este proceso de rehabilitación culminó en 1988 cuando se autorizó la publicación de biografías, lo que, por razones que vamos a examinar más tarde, se encontraban prohibidas desde 1945.

El 11 de noviembre de 1918: el patriota unificador de la nación Con anterioridad a 1982, el debate alrededor de este acontecimiento giraba en torno a la interpretación que se debía dar de la convergencia de dos hechos: el ascenso de Pilsudski a jefe provisional del Estado (tymczasowy naczelnik panstwá) y la

proclamación de la independencia polaca. En los años cincuenta, la historiografía interpretaba esta convergencia como un complot de la burguesía polaca cuya intención era desviar las masas de la revolución bolchevique; en los años sesenta, se le definía como la traición de una revolución socialista polaca; finalmente, en los años setenta, se analizaba esta convergencia como la conclusión del proceso de advenimiento de la Polonia "burguesa" a la independencia. De manera general, esto se percibía como el resultado de una carrera por el poder en la que Pilsudski resultó vencedor porque supo atraer para si al movimiento de independencia iniciado como consecuencia de la revolución de octubre y que se encontraba bajo la dirección de diversos grupos socialistas.

7 Opanstuie i armii [Sobre el estado y el ejército], Varsovia, Panstwowe Instytut Wydawniczy, 1985, 2 vols. 8 El publicismo reformador se refiere a publicaciones como Politykn, las cuales se reclamaban de la ideología marxista pero con la reivindicación de una autonomía de pensamiento con respecto a los medios políticos. 9 El publicismo progresista comprende, por su parte, la publicaciones no marxista toleradas por el poder como las publicaciones mensuales de los intelectuales católicos laicos Wiez [Lazo] y Znak [Signo] o el semanario cultural de los católicos pro comunistas Kierunki [Direcciones] y del Episcopado Tygodnik Pmttszechny [Semanario Universal].

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Pero, a partir de 1982, comenzaron a aparecer escritos que interpretaban esta carrera por el poder de manera positiva. Dos imágenes se reproducían: la del unificador, que se encuentra en las publicaciones académicas y en las del publicismo reformador, y la del patriota, que era desarrollada por el publicismo progresista. La imagen del unificador se encuentra en la concepción del historiador Janusz Zarnowski, para quien la llave del éxito de Pilsudski se alcanzó con la proclamación de la independencia. En su opinión, esta cualidad hizo que contribuyera más que cualquier otro líder nacionalista contemporáneo a la resurrección del Estado polaco. Además, añade este historiador, que debido a que fue reconocido de Jacto como jefe militar alcanzó una credibilidad que le permitió reunir a todo el mundo en torno a la causa de la independencia10. En lo que se refiere a la representación de Pilsudski como patriota, esta imagen fue fuertemente combatida tanto por la propaganda del régimen como por la historiografía polaca de la posguerra. La situación cambió con posterioridad a 1981, cuando comenzó a producirse una difusión sistemática del patriota Pilsudski. De manera evidente esta imagen la reprodujeron las publicaciones del publicismo progresista. Se explotaba un aspecto particular de esta imagen, la del jefe militar apolítico, representación que el mismo Pilsudski cultivó con gran esmero. Un artículo del publicista católico Andrzej Friszke, aparecido en la revista mensual católica Wiesz ilustra bien esta tendencia.

Para este, Pilsudski podía culminar la proclamación de la independencia de Polonia, porque era una autoridad lo suficientemente apolítica que podía suscitar el consenso alrededor de la idea de la causa nacional11.

La batalla de Varsovia como victoria del ejército polaco La historiografía polaca de la posguerra evaluaba de manera muy negativa el conflicto polaco-bolchevique, en especial, la batalla de Varsovia. Después de haber estado en el centro del debate en la década de los años cincuenta, la interpretación de este acontecimiento paradójicamente, se convirtió en un tabú con posterioridad a 1956, año de liberalización política que marcó una importante apertura en la investigación histórica al igual que en el plano de las publicaciones12. La explicación se encuentra probablemente en el hecho de que el régimen animó a partir de esta fecha a los historiadores a resaltar ciertos episodios de la historia nacional con fines nacionalistas13. Un acontecimiento como la batalla de Varsovia, que aplazó en dos décadas la "irresistible marcha histórica del comunismo", de acuerdo con la fórmula oficial, era incompatible con el espíritu socialista que debía suscitar. Pero, a partir del momento en que los militares comenzaron a dirigir el partido, se pretendía jugar de modo subrepticio la carta del nacionalista chauvinista", lo que podía convertirse en un asunto políticamente rentable. Fue así como se autorizaron publicaciones sobre este acontecimiento, incluso si se corría el riesgo de deformar algunos dogmas de la ideología oficial. Parece que la dirección militar del partido estaba dispuesta a asumir los costos políticos e ideológicos que podía representar la rehabilitación de este acontecimiento. Por lo menos, creían poder limitar sus efectos con la orientación del debate en parámetros muy precisos, lo que se observa en la publicitación de escritos centrados tan sólo en la descripción de las operaciones militares y en la ausencia de un debate historiográfico sobre las interpretaciones desarrolladas durante la década de los años cincuenta. La única controversia que fue objeto de mención era una discusión que se remonta a los años veinte y que se refería a la persona a la que se le debía asignar el crédito de la victoria.

10 Janusz Zarnowski, Listopad 1918 [Noviembre de 1918], Varsovia, Interpress, 1982, p. 121. Fue una personalidad importante de la historiografía marxista para después tomar sus distancias con respecto a ella. Otros historiadores, esta vez marxistas, como Antoni Czubinski, "Odbudowa niepodleglego panstwa polskiego [la reconstrucción de un estado polaco independiente]", en Polska, ostatniepal wieku, vol. 1 : Droga do niepodkglosci, Varsovia, Iskry, 1983, p. 38 y Tadeusz Jedruszczak, "Problemy odbudowy niepodleglego panstwa polskiego [Problemas de la reconstrucción de un estado polaco independiente]", en Polska odrodzona 1918-1939, Varsovia, Wiedza Powszechna, 1982, p. 28, llegan a las mismas conclusiones. Czubinski y jedruszczak fueron miembros del partido: el primero hizo carrera en Poznan mientras que el segundo, historiador de Varsovia, se reclamaba de una tendencia nacionalista. 11 Andrzej Friszke, "Pilsudski", en Wiez, vol. 28, nos 4/6 (1985), p. 148. 12 Aunque a partir de esta época fue posible discutir de este tema, solamente era posible entre historiadores y en condiciones muy particulares como por ejemplo en un lugar "cerrado" como el Instituto de Historia de la Academia Polaca de la Ciencias en el cual hubo un debate apasionado sobre este tema en 1959. 13 Ver "Tezy Komitetu Centralnego PZPR na IV Zjazd partii (uchwalone przez plenum KC) [Tesis del Comité Central del PZPR por el IV Congreso del partido (proclamadas durante el Plenum)], en Nowe Drogi, vol. 18, no 4 (1964), p. 77.

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Esta polémica tuvo como origen la atribución por la prensa -vinculada a los medios de la Democracia Nacional- a la formación política más importante de la derecha en el período de entreguerras, de la victoria de Varsovia al general francés Máxime Weygand. En las publicaciones académicas publicistas, los historiadores eran unánimes a ver en aquella discusión una campaña de desinformación manejada por los enemigos de Pilsudski como Román Dmowski, en el ámbito político, y Jozef Haller, en el ejército, con la intención de quitarle todo papel activo en la victoria de las fuerzas polacas frente al Ejército Rojo14. Para ellos, no había ninguna duda de que en Pilsudski recayó todo el mérito de la victoria, puesto que él fue quien dirigió las operaciones durante la batalla, y eso a pesar de la existencia de muchos indicios que señalan que el plan fue elaborado por el general Tadeusz Rozwadowski, su jefe del estado mayor15.

mayo de 1926 {przewrot majowy) testimonian la más espectacular recuperación de un hecho histórico emprendida por el régimen comunista polaco. Calificado de golpe fascista en las décadas de los años cincuenta y sesenta, revisado de manera parcial en los años setenta como acto anticonstitucional, en la década de los ochenta este acontecimiento fue prácticamente justificado. Y es que había sólo un paso para comparar este acontecimiento con el de diciembre de 1981, cuando se proclamó el estado de guerra. Algunos, como el coronel Przymanowski, lo hicieron abiertamente durante una intervención en la Dieta (Sejm) en enero de 1982. Claro que no se le podía asignar ajaruzelski las mismas intenciones políticas que a Pilsudski. Era obvio que el espíritu de los partidarios de Jaruzelski al golpe de 1981, contrariamente al de 1926, se conformaba en la legalidad, porque se recurrió al estado de guerra, un recurso previsto en la Constitución16.

Es fácil imaginar que este debate que había perdurado por más de sesenta años evitaba a los dirigentes comunistas polacos la situación políticamente engorrosa en la que la historiografía, incluida la marxista, criticaba las interpretaciones marxistas leninistas del período stalinista, lo que todo el mundo en Polonia, habría entendido como un ataque dirigido contra el partido. Este tipo de crítica sólo fue posible a partir de 1988 cuando debutó la política de la glasnost en la Unión Soviética.

De esta manera, se pudo ver la difusión sistemática de la tesis desarrollada por los historiadores y publicistas de los años setenta (la cual tenía una circulación restringida en términos de ejemplares), quienes veían en el golpe de mayo un "mal necesario" que, a pesar de su carácter anticonstitucional, tuvo el mérito de acabar con la inestabilidad gubernamental crónica de la época y con la amenaza de otro golpe, este de orientación abiertamente fascista, y cuyas consecuencias habrían sido todavía catastróficas para el país17. Esta vulgarización del debate sobre Pilsudski también parece haber servido a otros fines; en concreto, se propuso dirigir la opinión hacia una interpretación diferente de los acontecimientos de diciembre de 1981 que lo asociaba a una disposición proveniente de Moscú18.

Mayo de 1926 y diciembre de 1981: el papel histórico del ejército como árbitro de los conflictos políticos

Con respecto a ese último punto, tenemos un ejemplo significativo en la divulgación de otro debate, esta vez sobre la polémica alrededor de la participación directa del gobierno británico en el przewrot majoiay. Ya desde 1982, pero sobre todo a partir de 1986, año que correspondía - ¿algo circunstancial? - al 50 aniversario de aquel acontecimiento, apareció una gran cantidad de textos de historiadores y publicistas, incluyendo los marxistas, que mostraban

Las interpretaciones que a partir de 1982 se realizaron sobre el golpe de Estado de

Estas aproximaciones y alusiones tenían manifiestamente la intención de sugerir y mostrar a la opinión pública, que, como en el pasado, en diciembre de 1981 el ejército había puesto los intereses de la nación y del Estado por encima de los de la política. En consecuencia, el pronunciamiento de los militares en 1981 era un "menos mal"; el de 1926 constituía un precedente histórico que lo afianzaba.

14 Mieczyslaw Wrzosek, "Bitwa warszawska 1920 r. [La batalla de Varsovia de 1920]", en Momia WirM, vol. 28, N. 8 (1985), p. 21-35 y N. 9, p. 31; Tadeusz Jedruszczak, "Granice odrodzonej Polski [Las fronteras de la Polonia resucitada]", Polska ostatnie pól uñeku, op. cit., p. 39-47. En el sector publicista leer: Janusz Zenon Michalski, "Jak to bylo z "Cudem nad Wisla?" [¿En que consistió el "milagro en la Vístula?]", Siwy strzelca sírój. llzecz o JozefiePihvdakivi, Lodz, Krajowa Agencja Wydawnicza, 1988, p. 57-65. 15 Andrzej Gaiiicki,Jozef Pihuski 1867-1935, Varsovia, Czytelnik, 1988, p. 231-232; Mieczyslaw Wrzosek, Inc. át., p. 31; Henryk Wcrcszycki, "Wobec I'ilsudskiego. Wspomnienie mowione [Delante Pilsudski. El recuerdo habla]",en Znak, vol. 36, no 5/6 (1984), p. 701. Garlicki es historiador de Varsovia, fue miembro del partido y dirige actualmente el hebdomadario Polüyka; en cuanto a Wereszycki, es un historiador de Cracovia, que empe/.ó su carrera antes de la segunda guerra mundial; excluido durante el período estalinista, fue completamente rehabilitado en los años ochenta. 16 Leer las propias justificaciones del general en Stan wojminy. Dlaczego? [¿Porque el estado de guerra?], Varsovia, BÍ¡W, 1992, 434 p. 17 Henryk, Wereszycki, loe. cit., p. 710; Olgierd Terlecki, "Krytyczny tnaj [Mayo crítico]", en Lycitt Lüerarhif;, vol. 36, n" 20 (1986), p. 13; Jan Engelgard, "Przewrot majowy [El golpe de estado de mayo]", en Kierunki, vol. 31, n"19 (1986), p. 8; Stanislaw Lato, "Ostatni rokosz [La última insurrección]", en Przegltul Tygodniowy, vol. 5, n° 18 (1986), p. 10-11. 18 Jakub Kopec, Dossier General [El asunto del general], Varsovia, Interim, 1991, p. 7.

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el golpe de estado de 1926 no como el resultado de una intervención diplomática británica, sino como la convergencia de causas internas debidas a la debilidad del parlamentarismo, la crisis económica y social, y el auge de las ideas fascistas19. Mediante la asociación de los dos acontecimientos -diciembre de 1981 y mayo de 1926-, el poder militar se apoyó en los historiadores para demostrar que la decisión final de Jaruzelski, al igual que en los años veinte, no respondía a una orden proveniente del extranjero, sino a una iniciativa polaca en beneficio de los intereses de los polacos, aún cuando, más tarde, el extranjero pudiera sentirse satisfecho20.

La renuncia definitiva del poder comunista a imponer su visión de la historia: la publicación de biografías sobre Pilsudski Si la explotación por parte del régimen comunista polaco de algunos episodios de la vida de Pilsudski, contrarios a los dogmas ideológicos del partido, pero que tenían un valor positivo en la memoria, nos demuestra las dificultades que tenía el poder para imponer su visión de la historia, este problema se hizo evidente cuando se autorizó la aparición de biografías. Esta fue una concesión que significó la quiebra de otro elemento del proyecto de sociedad socialista: una memoria que habría concebido una historia de la Segunda República en términos comunistas (es decir marxistaleninistas, diferenciándose de los marxistas por su carácter dogmático). Este consentimiento se tradujo en el fracaso de

un proyecto epistemológico que debía producir una manera comunista de concebir el período de la Segunda República (1918-1939). En la historiografía polaca de la postguerra, una biografía resultaba impracticable en virtud de su valor antiheróico y porque contradecía la esencia de la visión histórica, al introducir un tono heroico que habría sentado dudas sobre la legitimidad del poder. En torno a este problema, la posición del partido siempre fue férrea, y eso a pesar de las presiones de los mismos historiadores especialistas del período que, sobre todo al final de los años setenta, insistían en la necesidad de publicar una biografía sobre Pilsudski21. Las reglas del juego cambiaron después del 13 de diciembre de 1981 y con ello desaparecieron las últimas resistencias sobre ese tema. El punto culminante de esta tendencia fue la aparición en 1988 de una biografía realizada por Andrej Garlicki22. Vale la pena comentar brevemente la historia de este libro, porque ilustra el problema que entrañaba la figura de Pilsudski en la articulación de una visión comunista de la historia polaca. Garlicki, que había terminado su manuscrito en 1972, no pudo publicarlo. Ni siquiera la intervención personal de su maestro, Henryk Jablonski, importante miembro de la jerarquía del partido, pudo cambiar la situación23 Garlicki se mostraba muy crítico frente a la figura de Pilsudski a quien describía como un "dictador del anacronismo", un maníaco depresivo que entraba en un estado de postración parcial cada vez que debía hacer frente a una dificultad de importancia, como sucedió durante la batalla de Varsovia o el Golpe de Estado de mayo, y que los pocos golpes exitosos de su carrera política los logró gracias al apoyo de la izquierda, y en particular de los socialistas, a quienes traicionó en numerosas ocasiones. Incluso siendo presentado desde este ángulo poco favorable, parece que el régimen no quiso comprometerse con la aparición de esta biografía. El escaso interés sobre el tema, argumento utilizado por la casa editorial Czytelnik para no publicar su manuscrito (la misma que lo editó en 1988) no era más que un eufemismo utilizado para demostrarle al autor la imposibilidad de sacar a la luz una obra sobre la vida de Pilsudski. Aún cuando el trabajo era crítico y había sido escrito por un historiador marxista, su publicación hubiera colocado a Pilsudski en el centro de una visión histórica de la Segunda República.

19 Antoni Czubinski, Przeiorót majowy 1926 roku, afj. di., p. 23. Del mismo autor: "Geneza i znaczenie przcwrotu majowego w Polsce w 1926 r. [Génesis y significación del golpe de estado de mayo en Polonia en 1926]", en Polskn odrodzona, Pozna, Wydawniclwo Poznaskie, 1982. 115-142, así que: "Przewrót majowy 1926 r. w stosunkach politycznych II Rzeczypospolitej [El golpe de estado en las relaciones políticas de la Segunda República]", Zycie i Mysl, vol. 35, nos 5/6 (1986), p. 57-76. Janusz Pajewski, "Przewrót majowy w moich wspomnieniach [El golpe de estado en mis recuerdos]", Polityka, vol. 30, n" 9 (1986), p. 1, 13. Pajewski es un historiador no-marxista de Poznan que empezó su carrera antes de la segunda guerra mundial. Andrzej Ajnenkiel, Tadeusz Jedruszczak, Józef Kowalski et al. "Dyskusja o zamachu majowym [Discusiones alrededor del golpe de estado de mayo]", Kwarlalnih Historyrzny, vol. 93, n" 1 (1986), p. 111-132. Ajnenkiel es un historiador jurista (prawnik) que tenía un discurso crítico ante el régimen; Kowalski era un militante marxista-leninista muy activo durante el período estalinista. 20 Otra vez tenemos un ejemplo de una polémica provocada por la prensa de derecha de la época, la cual había sido "recalentada" con salsa marxistaleninista por los publicistas estalinistas. Naturalmente, el debate de los años ochenta se refiere a la polémica de 1926. 21 Antoni Czubinski, Spory o II Rmczpospolitn [Polémicas alrededor de la Segunda República], Poznan, Instytut Zachodni, 1988, p. 68. 22 Andrzej Garlicki, Józef Pilsudskt 1867-1935, op. cil. 23 A pesar de ese rechazo, la casa editorial Czytelnik aceptó publicar una versión "modificada" del manuscrito en cuatro monografías : U zrótlel obozu ItthmdimUtgp [En las orígenes del campo del Belweder], (1978), Prznitrót mnjnwy [El golpe de estado de mayo] (1978), OH maja do Brzescia [De mayo a Brzescia] (1981) y Od Brr.esc.ia do maja [De Brzescia a mayo] (1986), las cuales tratan respectivamente los años 1867 a 1922, 1923 a 1926, 1927 a 1930 y 1931 a 1935.

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La aparición de esta biografía no constituía un caso aislado. Fue más bien la culminación de un proceso que empezó con unas biografías temáticas, seguidas por artículos biográficos de tipo publicista para terminar con análisis científicos. Este proceso se desarrolló en tres etapas: 1983, 1985 y 1988. Primero, poco tiempo antes del levantamiento del estado de guerra, aparecieron las biografías temáticas que tenían como característica hacer una retrospectiva de la vida de Pilsudski nucleada en torno a un tema preciso24. Después, se impuso el estilo biográfico, aunque la narración debía respetar una estructura ideológica en la que los "hechos" debían desmentir la leyenda 25 . Paralelamente aparecieron algunas biografías en el sentido estricto de la palabra, pero solamente fueron divulgadas en las revistas publicistas26. Por último, siguiendo a Garlicki, se afirmaron todos los géneros biográficos, incluyendo los que se propusieron una glorificación a pena disimulada de Pilsudski27. Conclusión: la rehabilitación de Pilsudski como micro-fenómeno de la quiebra del comunismo y de la mano tendida a una sociedad en disidencia A pesar del golpe de estado que parecía darle una nueva posición de fuerza, era evidente que a comienzos de la década de los años ochenta el régimen comunista polaco había perdido, definitivamente, la batalla de la memoria. Esto se hizo evidente a partir del momento en que, las publicaciones oficiales, empezaron de nuevo a explotar de modo sistemático algunos símbolos positivos presentes en la

memoria y que la propaganda anterior había combatido por su carácter antisocialista. Los dirigentes de la junta rápidamente se dieron cuenta de su aislamiento político y se propusieron reanudar el diálogo con la sociedad. La explotación oficial de la figura de Pilsudski respondió en realidad a una política de la "mano tendida" a una sociedad en disidencia y de oposición, para establecer mediante la historia un modus vivendi que reconstruyera de nuevo la legitimidad del partido en su versión militar. Entre la apertura en las publicaciones del régimen y los escritos sobre Pilsudski, se expresaron las más diversas tendencias: las partidarias del gobierno, las marxistas, las reformadoras y hasta las no marxistas, las católicas y las apologéticas, entre los que se incluían escritos de historiadores y publicistas como Wereszycki, perseguidos que el régimen. Se hacía un llamado a todas las "buenas voluntades" para reanimar la vida del régimen, particularmente a los intelectuales y los historiadores que gozaban de una buena reputación en la sociedad. Parece así claro que Pilsudski fue rehabilitado después de 1982 porque el régimen estaba interesado en hacerlo, aunque eso significara negar su propia visión de la historia28. En primera línea se encontraba el general Jaruzelski que buscaba dar una buena cara a su golpe de estado por la relación histórica que se pretendía establecer con Pilsudski. Pero sería exagerado pretender que la rehabilitación de Pilsudski fue dictada únicamente por un utilitarismo político. Era también la consecuencia de la presión de los historiadores, incluidos algunos marxistas, quienes estaban interesados en dar una visión exhaustiva de Pilsudski, más allá de las deformaciones de la memoria o de la ideología. En este plano podemos citar la biografía de Garlicki o la creación en 1987 del Comité polaco-soviético encargado de pronunciarse sobre la verdad de los hechos controvertidos y silenciados de la historia polaca (las páginas blancas). Con ello se puso en evidencia la gran paradoja de la práctica de la historia del régimen comunista polaco lo que también es aplicable al soviético: en nombre de los intereses del poder, dictados por la razón del Estado leninista, la historia siempre quedó prisionera de la intervención política y no se pudo desarrollar libremente incluso en su versión marxista de la historia polaca29.

24 Tomasz Nalecz, "Józef Pilsudski a parlament [Pilsudski y el parlamento]", en Wiatlomoci Hisloryane, vol. 26, n" 4 (1983), p. 283-207; Olgierd Teiiecki, "Awantura o przeniesieniu trumny Pilsudskiego [Controversia alrededor del desplazamiento de los restos de Pilsudski]", Zyde Literadác, vol. 33, n" 50 (1983), p. 7. 25 Henryk Wereszycki, loe. cit., p. 688-718; Daría Nalecz y Tomasz Nalecz, Jácef Pilsudski legrntiy ifiüity [Józef Pilsudski, leyendas y hechos], Varsovia, Mlodziezowa Agencja Wydawnicza, 1986, 320 p.; Andrzej Garlicki, "Falszywa li lauru [La falsa corona de laurel]", en Potityka, vol. 29, n° 28 (1985), p. 14. 26 Andrzej Friszke, "Pilsudski", loe. cit.; Andrzej Garlicki, "Z zulowa na Wawel [De Zulów al Wawel]", en Polityka, vol. 29, n° 16 (1985), p. 1,14. 27 Bohdan Urbankowski, Filazofia rzynu. SwíalopogUidJáufa Pilsudskiego [La filosofía de la acción. La visión del mundo de Józef Pilsudski], Varsovia, Pelikan, 1988, 281 p.; esta es una publicación legal de una serie de ensayos publicados entre 1980-1981 en el circuito clandestino. Daría Nalecz y Tomasz Nalecz, Pogneb Marszalka Pilsudskiego [Los funerales del mariscal Pilsudski], Varsovia, Slavia, 1988, 30 p.; Janusz Pajewski, "Postac dziejowa Józefa Pilsudskiego [La figura histórica de Józef Pilsudski] ".Jóxef Pilsudski ijego legenda, Varsovia, Panstwowe Wydawnictwo Naukowe, 1988, p. 7-28. 28 Aunque eso no impidió la publicación durante el mismo período de textos francamente hostiles a Pilsudski. Jan Borkowski, "Pilsudczykowska koncepcja pastwa [La concepción Pilsudskista del estado]", en DziejeNajnowsze, vol. 14, n" 1 (1982), p. 93-124; Józef Pilsudski wopiniarhpnlitykmii iwojsktntiych [Józef Pilsudski en las opiniones de los políticos y militares], Varsovia, Wydawnictwo Ministerstwa Obrony Narodowej, 1985. 463 p.; Pilsudski i snnatja w naar.li przeciwników [Pilsudski y la sanaeja vista por los oponentes], Varsovia, Krajowa Agencja Wydawnicza, 1987, 263 p. 29 Esa cuestión fue analizada de manera general por el sociólogo Jan Szczepanski en sus Polskie losy [Destinos polacos], Varsovia, BGW, 1993,117 p.

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Militarismo, Nacionalismo Y Populismo El caso de Argentina y Brasil Juan Carlos Guerrero B. Investigador del Centro de Investigaciones y Proyectos Especiales (CIPE) de la Universidad Externado de Colombia y profesor de Relaciones Internacionales de la misma Universidad.

El autoritarismo, temática importante dentro del estudio del Estado y las formas de dominación en Latinoamérica, ha sido uno de los fenómenos más estudiados por las ciencias sociales dentro de la problemática general latinoamericana. Si bien toda una escuela de pensamiento europeo considera que el autoritarismo es consustancial a la naturaleza misma del Estado latinoamericano, los enfoques latinoamericanos aseguran que en la región no han habido Estados militares propiamente dichos, sino regímenes militares dentro de Estados capitalistas dependientes. Este ensayo se inscribe justamente dentro de la segunda corriente, centrándose específicamente en un segundo momento del militarismo latinoamericano -posterior al denominado "militarismo caudillista"-, que se materializó en los gobiernos nacionalistas y populistas de Getulio Vargas, en el Brasil, y de Juan Domingo Perón, en Argentina. Así el tema a abordar será el de militarismo, nacionalismo y populismo, tres fenómenos que en los casos brasileño y argentino no pueden ser tratados por separado. En primer lugar, porque la emergencia de los sectores populares en el escenario político, más conocida como populismo, se dio, en estos países del cono sur, fundamentalmente por la vía autoritaria. Por eso se establece una relación entre el populismo y el militarismo. Y segundo, porque el nacionalismo se convirtió en la práctica estatal a través de la cual los regímenes autoritarios declararon su fobia respecto del llamado "imperialismo", con el objetivo también de

que los sectores populares legitimaran su proyecto político. De aquí se desprende, entonces, una relación entre el nacionalismo, el militarismo y el populismo. Esta compleja maraña de relaciones entre los tres fenómenos, hace difícil buscar una etiqueta que caracterice adecuadamente-los gobiernos de Vargas y de Perón, bien sea como militarismos populistas-nacionalistas, populismos militaristas-nacionalistas o nacionalismos militaristas-populistas. Interesa abordar el estudio del militarismo populista-nacionalista argentino y brasileño no sólo por las similitudes entre los dos, sino también porque en ambos países, como en ningún otro, el populismo llegó a materializarse en un verdadero "sistema político populista". En ese sentido, vale la pena resaltar que, aunque los fenómenos peronista y varguista pueden asemejarse parcialmente a "otras formas de populismo latinoamericano" como la experiencia chilena durante el Frente Popular, o los gobiernos de Cárdenas en México y de Arbenz en Guatemala, es muy difícil, a partir de los dos casos aquí contemplados, establecer generalizaciones válidas para todos los demás países latinoamericanos, ya que la emergencia popular en cada uno de ellos tuvo diferencias importantes. El objetivo fundamental de este ensayo es mirar cómo el militarismo populista-nacionalista, en el caso brasileño y argentino, es el resultado de dos procesos: por un lado, la crisis de la hegemonía oligárquica, y por el otro, la adhesión de las clases populares emergentes al proyecto político de los partidos populistasnacionalistas que aspiraban a llenar el vacío de poder dejado por la vieja oligarquía. Sin embargo, en un segundo aparte, se demostrará que las clases populares urbanas, al optar por adherirse al proyecto populista-nacionalista, terminaron por quedar marginadas del nuevo proyecto político que intentó reemplazar a la vieja hegemonía oligárquica. Por lo tanto, dada la condición subordinada en la que emergieron las clases populares urbanas, la política populista-nacionalista nunca se tradujo en un proyecto de Estado para los sectores populares y la contemplación de éstos en el proyecto político de los líderes populistas no significó necesariamente su incorporación a la alianza de los sectores sociales dominantes.

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I. El Surgimiento del Militarismo Populista-Nacionalista A. De la crisis de la hegemonía oligárquica al vacío político: A diferencia de Europa, la burguesía industrial estuvo políticamente ausente como clase en la formación del Estado latinoamericano. Por el contrario, fueron las clases agrarias -propietarias de grandes extensiones de tierra- y comerciales, interesadas en desarrollar una economía exportadora de productos primarios, las primeras en imponer una hegemonía social, económica y política, capaz de conformar un Estado de clase, al que se le ha denominado el Estado oligárquico1. Aunque éste adoptó una fachada de Estado liberal a nivel ideológico y de la estructura institucional, en realidad la participación política se restringió a los miembros de la élite, conformada por los sectores vinculados a la gran propiedad de la tierra. Esa extraña composición del Estado latinoamericano (Estado oligárquicoliberal) fue necesaria para insertar competitivamente a las economías dependientes al mercado internacional en una coyuntura que les fue favorable, satisfaciendo al mismo tiempo las exigencias de comportamiento liberal impuestas por la relación externa. Pero la contradicción que resultó de un Estado a la vez oligárquico y liberal fue la que condujo a la crisis de la hegemonía oligárquica2. Crisis que de todas formas fue paulatina y parcial.

La primera manifestación de la crisis se dio con la emergencia de los movimientos de la clase media a la vida política, durante las dos primeras décadas de este siglo3, que se revelaron contra el carácter "parcial" del Estado oligárquico; es decir, un Estado que no era plenamente soberano en sus relaciones externas y que mantenía marginadas de la política a porciones considerables de la población, circunstancias estas, que le impedían reivindicar una legitimidad democrática "nacional". La reivindicación de la clase media era la de mayor participación (a través del voto universal y secreto) y moralización de las costumbres políticas. Su aspiración era la de hacer efectivo el liberalismo-democrático inscrito en la legalidad oligárquica, de manera que quedara definida jurídica e institucionalmente su participación en el poder. En suma, la clase media reclamaba el "derecho" a ocupar un lugar que ya ocupaban de "hecho"; sin embargo, esta primera crisis del sistema oligárquico no trascendió el nivel del Estado. Fundamentalmente porque el movimiento de clase media no se preocupó por las contradicciones en el resto de las relaciones sociales, razón por la cual tampoco formuló una perspectiva propia con relación al proceso de producción. Tal despreocupación tuvo una razón de ser: la clase media tenía un carácter dependiente de las estructuras oligárquicas, ya que surgió como tal, de la expansión de funciones que produjo el crecimiento de las economías de hacienda orientadas hacia el exterior y siempre le fue muy difícil encontrar condiciones favorables para el ejercicio de funciones productivas autónomas. Por esa razón, esta no tenía, en los años veinte, porqué cuestionar un sistema económico del cual dependía y que antes de la crisis económica de los años treinta conservaba todavía toda su vitalidad4. La segunda crisis del modelo oligárquico fue una prpfundización de la primera, cuando con el crack de 1929 comenzó la decadencia de la economía agraria. Así con el fin del período caracterizado por la vitalidad de las economías de exportación, la oligarquía perdió la poco legitimidad que le quedaba. A partir de ese momento las reivindicaciones por una mayor participación política se ampliaron a otras clases sociales y la economía tuvo que reorientarse hacia la industria interna, con la consecuente intensificación del proceso de urbanización. Es decir, a partir de ese momento el proyecto y la hegemonía política de la oligarquía tradicional se deshizo5.

1 La expresión típica del Estado oligárquico en Brasil fue la vieja república y en Argentina los gobiernos del último cuarto del siglo XIX. 2 Muchos coinciden en que esa contradicción se reprodujo en otros ámbitos, como en el de las relaciones económicas en general. Por ejemplo, en las grandes haciendas coexistían las relaciones sociales de producción semi-serviles con las formas capitalistas de la economía agro-exportadora. Podría decirse, entonces, que no es de extrañar la ausencia real de contenidos liberales en el Estado oligárquico, ya que un trabajador que no era libre en la estructura económica, tampoco podía participar políticamente con autonomía. Por lo tanto, la restricción de la libertad de las masas durante el siglo XIX fue inherente al modo de producción tradicional latinoamericano. 3 Aunque los movimientos populares fueron herederos de algunas de las tareas de los movimientos de clase media, estos últimos difieren de los primeros por las circunstancias en las que surgieron, su ideología y su composición social. El radicalismo argentino, que lleva al poder a Irigoyen en 1923, y el tenentismo brasileño fueron expresiones típicas de los movimientos de clase media. 4 En Argentina el carácter dependiente de la clase media fue mucho más matizado que en el Brasil, ya que ésta estaba conformada por inmigrantes y pequeños propietarios rurales y urbanos que tenían una mayor conciencia de las peculiaridades de su situación social. 5 En el Brasil el fin de la hegemonía oligárquica comenzó con la caída de Washington Luis como consecuencia de la revolución de 1930, provocada por un supuesto fraude electoral en el que perdió la oposición. En Argentina, curiosamente, el fin de la oligarquía coincide con la caída de Irigoyen, quien, al ser incapaz de transformar el sistema institucional oligárquico que criticaba, termina adhiriéndose a él, e incluso, cayendo con él como consecuencia de la crisis económica.

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B. Nacionalismo y populismo: el llamado a las clases populares: Paralela a la crisis de la hegemonía oligárquica, con la consiguiente necesidad de formación de una nueva estructura de poder, fue surgiendo una nueva clase social que resultó ser fundamental para la emergencia del populismo: la clase popular "urbana". Esta nueva fuerza comenzó a surgir en el plano económico gracias al desarrollo paulatino de funciones urbanas y de industrias asociadas a la economía agraria6. Desde ese momento, y no después, se comenzó a desatar un proceso de urbanización y movilización social, que más tarde se profundizaría con el abandono de la orientación hacia afuera de la economía, ocasionado por la crisis de los años treinta. Poco a poco, las clases populares urbanas fueron apareciendo en el escenario político, hasta hacerse evidentes con la crisis de la hegemonía oligárquica señalada con anterioridad. Frente al vacío de poder planteado por la ausencia de una hegemonía, nuevas figuras intentaron emerger en el escenario político y la mejor forma para hacerlo fue intentar asegurarse el monopolio político de la entrada de las nuevas clases al poder. Fue así, como surgieron líderes de la talla de Getulio Vargas en el Brasil y Juan Domingo Perón en la Argentina. Ellos adquirieron un gran prestigio entre las masas, al reconocer la necesidad de establecer una legislación laboral, una estructura sindical y unos derechos sociales para las clases populares urbanas, que fueran acompañados de principios liberales de "representación y justicia". La pretensión de los nuevos "padres de los pobres" era la de definir la ciudadanía de las nuevas clases emergentes.

Este discurso populista estuvo acompañado de un discurso nacionalista que pretendía disminuir la dependencia con el exterior, sin lugar a dudas, costosa y nociva para el país. Siguiendo esa orientación nacionalista los Estados adquirieron matices interventores en lo económico, que debían conducir a la creación de nuevas industrias, menos dependientes del exterior y más de un mercado interno7. Pero este nacionalismo también se formuló con el objetivo de legitimar al nuevo régimen, cortando de entrada toda posibilidad de surgimiento de una oposición, al suplantar posibles ideologías de clase por una ideología de Estado (el nacionalismo), bajo la cual era factible contemplar dentro del proyecto político a un amplio espectro de sectores sociales que no se reducían a las clases obreras urbanas. Por esta razón, los movimientos populistas-nacionalistas alcanzaron a tener una composición pluriclasista que no excluía a sectores no obreros8. Se pretendía, entonces, que la adhesión de las masas al nacionalismo tendiera a oscurecer la división real de la sociedad en clases con intereses sociales conflictivos y a establecer la idea de "pueblo" (o de Nación), entendido éste como una comunidad de intereses solidarios. Vale la pena resaltar que este fenómeno populista-nacionalista es un fenómeno urbano y, por tanto, asociado a los procesos de movilización social latinoamericanos. Y ello por una razón elemental: las clases populares de las ciudades -en especial aquellas de mayor crecimiento e impactadas por el desarrollo industrial y las migraciones9, donde surgió una masa de obreros calificadosestaban sujetas a unas condiciones sociales especiales: mayor comunicación, alfabetismo y, por lo tanto, posibilidades de participación electoral. Tales condiciones eran muy distintas a las de las clases populares del campo y obviamente modificaron los viejos patrones de socialización y comportamiento político. Los nuevos grupos, antes sumergidos en la pasividad correspondiente al patrón normativo tradicional, adquirieron una cierta capacidad de comportamiento deliberativo, alcanzaron niveles de aspiración distintos a los establecidos por el patrón existente, y en consecuencia, comenzaron a ejercer actividad en el campo político. Así, con la urbanización y la movilización social, amplios sectores de la población quedaron en situación de "disponibilidad a la participación política", situación que era muy difícil de encontrar en el campo, donde había una mayoría de analfabetos excluidos legalmente de la participación electoral y donde aún pesaba demasiado el poder económico y social de los grandes propietarios

6 Esto quiere decir que la industrialización en países como Argentina y Brasil comenzó antes de la crisis de los treinta, muy ligada al desarrollo de los sectores primarios -por ejemplo al de la carne en Argentina y al del café en el Brasil-. Por ello se afirma que los conflictos entre los sectores ligados a la industria y los ligados a la agricultura fueron mínimos, sino nulos, dado que en realidad la decadencia de la agricultura estuvo asociada más a una crisis de origen externo que a una política industrial conciente. 7 Fueron significativos los tonos nacionalistas del segundo gobierno de Vargas (1950-1954) y del gobierno de Goulart en cl Brasil, así como el de Perón en Argentina. Las acerías y las empresas petroleras fueron los símbolos de estas políticas nacionalistas. 8 En el caso argentino se incorporó incluso a la ola inmigrante de principios de siglo, ofreciéndoles no sólo la posibilidad de mantener una doble nacionalidad, sino extendiéndoles derechos que no tenían en sus países de origen. Eso puede explicar por qué Argentina, un país de inmigrantes, es uno de los países más nacionalistas de América Latina. En el caso brasileño, también fue muy difícil identificar clases y sectores sociales, ya que el movimiento populista fue bastante heterogéno (incluso talvez más que en la Argentina). 9 Se estima que, entre los años cuarenta y cincuenta, más de la mitad del crecimiento poblacional de las ciudades brasileñas más grandes se debió a la inmigración de extranjeros.

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de tierra. Allí el movimiento social adquirió formas violentas, que se reprimieron con dureza. En suma, "las masas urbanas, a diferencia de las rurales, tuvieron la libertad de adherir individualmente a cualquiera de los líderes que surgían en el ámbito de la crisis de los grupos dominantes"10.

II. Clases Populares Urbanas: Contempladas, más no Incorporadas. A. La emergencia subordinada de las clases populares urbanas:

El que las clases populares urbanas emergieran gracias a una serie de transformaciones en las estructuras del Estado -fundamentalmente la crisis de la hegemonía oligárquica-, no significa que su ascenso al juego político haya sido autónomo y con orientaciones políticas propias. Por el contrario, emergieron envueltas en una relación de manipulación, inherente al sistema populista que reemplazó a la oligarquía. El populismo se caracterizó por una ausencia de representación política propia. En otras palabras, hubo una tendencia de las clases populares a identificarse con los líderes venidos de otras clases, como los sectores oligárquicos en decadencia11. Así, las clases populares simplemente sirvieron de masas de maniobra para la legitimación de los nuevos líderes políticos y, por lo tanto, del Estado populista. Esas relaciones de manipulación impusieron unos límites a la autonomía del comportamiento de las clases populares, en la medida en que sus intereses reales de clase sólo encontraban algún grado de expresión política si se ajustaban o subordinaban a los intereses de

las clases dominantes. Es decir, las clases urbanas, al ser promovidas desde arriba a la participación del Estado, estuvieron condenadas a una subordinación política que no podían romper, a menos que decidieran poner en peligro las condiciones de su propia incorporación. Además, la carencia de una conciencia de clase en el comportamiento político de las masas, que parecía más bien una especie de sumisión emotiva a los liderazgos personalistas, se profundizó gracias a su identificación con "ideologías supraclasistas" como el nacionalismo y el antiimperialismo. Por otra parte, considerando que la ampliación de la base social del Estado y de los derechos sociales se hizo durante gobiernos que limitaron los derechos políticos individuales y mantuvieron un rígido control estatal sobre los sindicatos, puede afirmarse que la democratización del Estado se hizo por vía autoritaria y bajo estructuras estatales semi-corporativas12. Como ya se mencionó, la movilización social fue una condición para que el comportamiento político de la población implicara algún tipo de opción de parte de los individuos. Sin embargo, la movilización social no explica porqué las clases populares optaron por la alternativa populista, que significaba adherirse a un proyecto político ajeno, en vez de optar por un proyecto político propio. La pregunta es, entonces, por qué las clases populares urbanas, disponibles a la participación política, cualquiera que ella fuera, se prestaron a la manipulación populista. Una primera explicación a esta pregunta se basa en la teoría de la modernización, según la cual, dado que Latinoamérica sufrió un proceso de movilización social muchos más acelerado que el europeo (rápido paso del campo a la ciudad), las clases populares urbanas recién formadas tenían una alta composición de origen agrario europeo o local. En ese sentido, las clases populares eran portadoras de tradiciones agrarias que no pudieron desechar fácilmente, debido a su incorporación rápida a la vida urbana, y por lo tanto, carecían de una experiencia de clase (no tenían, por ejemplo, experiencia sindical) y de experiencia política (la mayor parte no había sido politizada por partidos obreros tradicionales). Ello explicaría, por supuesto, su disponibilidad a la manipulación. Sin embargo, algunos investigaciones de los setenta13, indican, por ejemplo, que en el caso brasileño la composición rural de las masas urbanas en formación durante los treinta no era tan grande como, hoy, se supone. Dichas investigaciones muestran dos hechos que resultan relevantes al respecto: en primer lugar, no hubo muchos

10 Francisco Weffort, Clases populares y desarrollo social: contribución al estudio del" Populismo", Escuela Latinoamericana de Sociología (ELAS), mimeo, 1974, pp.46-52. 11 La trayectoria inicial de Getulio Vargas, quien terminó suicidándose en una postura popular y anti-imperialista, es muy diciente de este hecho. Él surgió políticamente en el seno de la oligarquía (fue jefe del gobierno oligárquico del Estado de Rio Grande do .Vw/entre 1926 y 1930 y ministro de gobierno de Washington Luis, el último gobierno oligárquico del Brasil) y consolidó su posición política en los movimientos de clase media (fue el jefe del gobierno provisorio después de la revolución tenentista militar entre 1930 y 1934). 12 Incluso después de desmontada la dictadura varguista en el Brasil, durante la democracia de masas del PSD-PTB, armada por el propio Vargas, todas las organizaciones que se presentaban como mediadoras entre el Estado y los individuos eran, antes que nada, entidades anexas al propio Estado. Por lo tanto, la estructura administrativa semi-corporativa en el Brasil se siguió manteniendo después de la dictadura. 13 Veáse: Weffort, op.ciL, pp.54-80.

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emigrantes "directos" del campo a la gran ciudad, ya que buena parte de la población rural migró escalonadamente en dos fases (primero del campo a la ciudad intermedia, y luego, de la ciudad intermedia a la gran ciudad); y en segundo lugar, una proporción no despreciable de emigrantes directos (los que pasaron del campo a la gran ciudad sin una fase intermedia), en especial aquellos ubicados en poblaciones rurales cercanas a las ciudades más industrializadas, habían estado ligados a sectores agrícolas modernos. Estas observaciones sugieren que no fue despreciable el número de personas del campo que, al llegar a la ciudad, ya habían tenido una especie de experiencia urbana, bien fuera por su estadía en ciudades intermedias o por su vinculación a sectores agrícolas modernos. Esto significa que el paso de la fazenda tradicional a la gran ciudad no fue tan directo como se imagina y por ello resulta ingenuo suponer que la manipulación de las clases populares urbanas en formación se debió a una falta de experiencia o al mantenimiento de los comportamientos políticos tradicionales del campo. Entonces, la manipulación debe explicarse de otra manera. Para autores de la escuela dependentista14, la formación misma de las clases populares es la que explica el fenómeno de manipulación populista. Según Francisco Weffort, las clases populares urbanas tenían una composición sumamente heterogénea, ya que se formaron de "múltiples sectores sociales" (campesinos provenientes de zonas rurales atrasadas, campesinos ligados a sectores agrícolas modernos, inmigrantes de ciudades intermedias o de Europa, etc.) que tuvieron siempre "amplias posibilidades de ascenso" (había ascensión social del campo a la ciudad, de la ciudad pequeña a la gran ciudad y en la transferencia de un sector urbano de producción menos avanzada a otro más avanzado). Esta

composición tan heterogénea impidió la formación de una conciencia de los intereses comunes de clase. El comportamiento de masas de las clases populares (un mero conglomerado de individuos con relaciones sociales periféricas entre sí) era comprensible, en la medida en que la expectativa de ascensión social tenía muchas oportunidades de hacerse efectiva, hecho que enaltecía el interés individual por encima del colectivo. En otras palabras, la posibilidad de éxito en el plano individual de unas clases que no tenían "nada que perder" condujo al desinterés por una revolución social, basada en un proyecto político propio. Las "ventajas" que recibían a cambio de la subordinación no eran meramente simbólicas sino también reales a nivel salarial, de seguridad, del empleo, de prestaciones... Tiene sentido, entonces, pensar que hubo, por parte de las clases populares, un reconocimiento de la legitimidad de la dominación de los líderes de los partidos populistas, dado que en ese movimiento multiforme de ascenso ellas tendieron a identificar el status quo con las condiciones que promovían su ascenso. Los partidos líderes eran, por lo tanto, pese a su naturaleza no popular, percibidos como \ compatibles con los intereses populares de mayor participación social y económica15. B. La alianza política tras el proyecto político: Considerando la manipulación de las clases populares en eli fenómeno populista, vale la pena preguntarse cuál fue la alianza política que impuso su proyecto a medida que la oligarquía fue perdiendo su hegemonía. "En término generales, podría decirse < que ninguna. En realidad, el status quo que aceptaron las clases populares no fue el reconocimiento de la hegemonía de una o de varias clases dominantes sobre el conjunto de la sociedad. El populismo fue una forma de dominación que surgió en unas condiciones de "vacio político", en el que ninguna clase tenía la hegemonía, porque ninguna se figuraba capaz de asumirla. Entonces, lo que realmente se dio, después de la crisis de la hegemonía oligárquica, fue un amplio e inestable compromiso entre los grupos dominantes. Frente a la crisis de las clases agrarias, fueron varios grupos de clases diferentes (clases medias emergentes, grupos oligárquicos decadentes, empresariado industrial), y no una determinada clase, los que cumplieron el papel de encauzar las presiones sociales que condujeron a la modernización paulatina e incompleta de la estructura política16. Ninguno de esos grupos tuve la condición para aparecer como representante de los intereses globales de su propia clase y ninguno logró proyectarst nacionalmente para, de acuerdo a sus intereses, moldear un; organización general de la sociedad o del Estado diferente a 1; que ya se había establecido de tiempo atrás.

14 Ibid 15 Como decía Weber, "toda forma de dominación implica el reconocimiento, por parte de los dominados, de la legitimidad de los mandatos". Eso implica que. bajo ciertas circunstancias, un orden basado en la desigualdad social puede ser aceptable inclusive para algunos sectores de las cías dominadas. 16 Juan Carlos Rubinslein (comp), El Estado Periférico latinoamericano, Bogotá, Tercer Mundo Editores, 1989, pp.137-146.

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siempre estuvo ante la disyuntiva de buscar legitimidad en las masas populares, profundizando el proceso de transformación de las estructuras, o "de buscar apoyo en la fuerza de los patrones oligárquicos o, lo que significa casi lo mismo, en los patrones oligárquicos de la fuerza"20. En suma, paralelo al Estado populista, hubo también un Estado autoritario que se fue consolidando con el fortalecimiento político del ejecutivo, la personalización del poder y la ampliación de la soberanía del Estado (vía el incremento del poder económico y administrativo del mismo). En esa condición de crisis inestable de la hegemonía, el líder o el partido populista se reservó la función de intercambio entre los grupos dominantes y las masas. El líder y el Estado se autoidentificaron y comenzaron a hacer las veces de árbitros de los intereses divergentes en medio del vacio político21.

Una parte de las oligarquías tradicionales, especialmente las que estaban en una condición marginada y en decadencia, se sumaron a las exigencias de modernización de las estructuras políticas; pero estas nunca tuvieron la condición para formular un proyecto de Nación desvinculado de la producción para el mercado externo. Los movimientos de clase media, al aspirar solamente a la modernización de la estructura política, pasando por alto las conexiones entre la vieja estructura de poder y el proceso productivo -del cual dependían y eran solidarios-, lograron entrar a participar del poder; pero no pudieron crear un orden político de acuerdo a sus principios e intereses. La clase media no logró ser una “élite de reemplazo", pues, al no tener cohesión, ideología, programa social, económico y político propios, su eficacia política siempre dependió de una alianza con otros, especialmente con las oligarquías cuando los trabajadores se desbordaban 17 . La burguesía industrial naciente tampoco pudo convertirse en élite hegemónica, pues la industria nunca suplantó al viejo modelo, sino que lo complementó (el desarrollo industrial fue dependiente de las antiguas estructuras en lo que se refiere a la creación de un mercado interno y a la capacidad para importar). Así, los grupos industriales no se constituyeron en una fuerza individualizada dentro del escenario político ni asumieron responsabilidades políticas, sino que más bien, con un bajo perfil, aprovecharon la nueva situación creada por la decadencia agraria. Por lo tanto, lo que hubo fue un "Estado de compromiso"18, en el que, pese a las tensiones que resultan de los intereses contradictorios, nadie se impone hegemónicamente para fundar de modo legítimo un orden político. Por supuesto, bajo esta condición de inestabilidad permanente, también hubo momentos en los que ciertos sectores intentaron imponerse por la fuerza para impedir transformaciones de fondo al status quo19. En esas situaciones cruciales, donde el compromiso se hizo precario, el Estado populista

Sin embargo, debe anotarse que la opción autoritaria no fue una constante, sino más bien un último recurso en momentos en los que la ausencia de hegemonía generaba conflictos graves. En muchos momentos, el Estado populista se mantuvo sin el Estado autoritario. Por ejemplo, en el caso brasileño, el derribamiento de la dictadura de Vargas en 1945 por un ministro de Defensa, General Gaspar Dutra, dio paso a la instauración de normas aparentemente democráticas y al establecimiento de un nuevo sistema de partidos, y modificó la naturaleza autoritaria del Estado aunque no la populista. Esa nueva democracia brasileña se construyó sobre la misma base de compromiso social de la dictadura, tuvo como fuente principal de legitimidad a las masas populares y como jefes a los mismos líderes populistas22. Es decir, la democracia de masas, posterior a la dictadura, preservó las características políticas que venían formándose desde los años treinta, gracias a que las

17 La revolución de la Alianza Liberal (líderes del tenentismo junto a algunos sectores oligárquicos) en 1930, en el Brasil, es un buen ejemplo de la consigna que caracterizó a los movimientos de las clases medias: "hagamos la revolución anies que el pueblo la haga". 18 Weffort., op.cit., pp.30-53. 19 Algunas veces, las oligarquías impulsaron contra-revolución camuflada (no en nombre de la oligarquía) y no exclusiva (con participación de otros sectores). Por ejemplo, en Argentina, a la caída de Irigoyen, los grupos militares, por la vía del fraude y la violencia, intentaron restaurar el viejo régimen bajo el famoso Gobierno de Concordia (1930-1943). En 1932, en el Brasil hubo también un levantamiento de las oligarquías del sur (.SVZo Paulo), en nombre de la constitucionalización del nuevo régimen. 20 Weffort, op.cit., p.33. 21 Dado el largo período de inestabilidad del primer gobierno de Vargas (1934-1937), éste tuvo como única alternativa para mantenerse en el poder la de afianzar su poder personal, hecho que desembocó en la dictadura o Estado Novo (1937-1945). 22 Poco después de su derrocamiento, Getulio Vargas, "el padre de los pobres", regresó al poder bajo las reglas de juego democráticas (1950-1953). Se dice que el sistema partidario de la nueva democracia brasileña se creó bajo el patrocinio de Vargas, quien tenía como objetivo organizar el mismo esquema de alianza de clases en que se apoyara durante su primer período de gobierno dictatorial. Así, el Partido Social Democrático era la expresión política de los sectores conservadores vinculados a las actividades agrarias (este consiguió mantener el dominio de la mayoría de las zonas rurales con base en una política de clientela, similar al "coronelismo" de la República Vieja); mientras que el Partido TrabalhiMa Brasileiro dio expresión política a las masas trabajadoras. Ambos, se argumenta, fueron partidos de patronazgo, dependientes del poder personal de Vargas y siempre vinculados, no sin contradicciones, a lodos los gobiernos siguientes.

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estructuras en las que vivía la sociedad brasileña desde la revolución permanecían prácticamente intactas desde entonces23.

III. Conclusiones Como puede apreciarse, el populismo es un fenómeno contradictorio: significa la emergencia de las clases populares urbanas para contemplarlas dentro del proyecto político de las clases dominantes, pero sin incorporarlas al proyecto de dominación; es un movimiento antiliberal, pero al mismo tiempo antisocialista; incluso es un movimiento liberal y socializante simultáneamente. Las clases populares emergieron a la vida política, pero no se representaron a sí mismas ni se enfrentaron a los intereses de otras clases; no hicieron una crítica expresa al modo de producción capitalista; tampoco se manifestaron contra el Estado, sino que más bien buscaron participar en éste. Por ello, la capacidad de transformación de las clases populares fue siempre limitada y, aunque no estuvieron completamente ausentes del proceso de decadencia de la hegemonía oligárquica, su presencia fue muy difusa. Hay que concluir también que la crisis de la oligarquía, no significó el fin de la misma. Nunca hubo una revolución contra la oligarquía, en el sentido de redefinición total de las estructuras de la propiedad y del Estado. La crisis fue, en cambio, un proceso largo y complejo, en el que las viejas estructuras demostraron su capacidad de

persistir, no sólo por resistencia a los cambios sino por readaptación a ellos. Algunas veces, las antiguas estructuras llegaron a promover las presiones transformadoras parciales, lo que demuestra que las estructuras contradictorias del Estado oligárquico no fueron rígidas, sino que se reajustaron a la situación paulatina de crisis social, con sus consecuentes presiones, y a los cambios que produjo la crisis del modelo de desarrollo hacia afuera. Frente a la ausencia de grupos que pudieran producir cambios en las orientaciones fundamentales del proceso de producción, las oligarquías permanecieron y siguieron participando del Estado, a veces en forma desproporcionada a su peso real, mediante la redefinición de sus relaciones sociales y políticas (se hicieron imprescindibles en el camino de ascenso de los nuevos grupos y se hicieron representar por líderes venidos de otras clases). Así, siempre subsistieron las viejas bases estructurales de la gran propiedad de la tierra. Es un hecho, que esta permeabilidad de la oligarquía expresa tanto su debilidad como su vitalidad. El que después del populismo sólo haya habido una movilidad social relativa, sin ruptura de las barreras de clase de gran significación, no significa que no se hubieran dado cambios en las relaciones de poder o de producción. En realidad los hubo, y fueron importantes, pero no totales. Por ejemplo, terminó la hegemonía oligárquica y la oligarquía tuvo que pagar un alto precio para poder mantenerse en el poder, como por ejemplo traer al escenario político las insatisfacciones presentes y crecientes en las clases populares, a medida que se las incorporaba como una simple herramienta de legitimación. Esas insatisfacciones incorporadas al proyecto político, siguen siendo, hoy, una amenaza permanente de superación del status quo. Como diría Weffort: "toda la política populista paga un precio por la adhesión popular, cualquiera que sea la amplitud de su capacidad de manipulación: en el plano político, ella debe asumir responsabilidades con la democratización del Estado; y en el plano económico, un compromiso con la expansión de las posibilidades de consumo....Entonces, la presión popular impone al capitalismo dependiente un serio desafío: compatibilizar el desarrollo económico y el desarrollo democrático... La frustración social de los latinoamericanos es que esa tarea quedó planteada desde entonces, pero aún no llega quién la cumpla"24

23 El proceso de industrialización brasileño de los cincuenta no pudo independizarse de las influencias ejercidas por el mercado externo. El desarrollo industrial pasó a depender cada vez más del capital extranjero y nunca se creó un empresariado nacional capaz de formular una política nacional. Buena parte de la nueva industria era por los demás estatal (1962-1969). Por eso, durante mucho tiempo, la política brasileña se caracterizó por "la continuidad del compromiso y la crisis del poder", situación ésta que se agravó notablemente en los años del gobierno de Goulart con el evidente choque de fuerzas sociales. Los golpes de Estado siguieron siendo una alternativa política para los grupos insatisfechos con las orientaciones del régimen. Ejemplos de estos intentos golpistas en el Brasil fueron la oposición de la derecha a la entrega del gobierno a Vargas en 1950, la crisis de 1954 que concluyó con el suicidio de Vargas, la oposición de la derecha al ascenso de Kubitchek en 1955 y de Goulart en 1961. 24 Weffort, op.cit., p.74.

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Chile: Modelo de Desarrollo e Inserción Internacional* Hugo Fazio Vengoa Profesor del Departamento de Historia de la Universidad de los Andes y del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional

Introducción A mediados de 1994, el entonces Secretario de Comercio de los Estados Unidos, Ron Brown, se refirió a Chile en los siguientes términos: "Chile es un modelo, es como un faro para el resto de América Latina. En muchos sentidos se ha convertido casi en la envidia de muchos de sus vecinos hemisféricos. El proceso de reforma económica es mucho más avanzado aquí en Chile"1. El milagro chileno también ha sido destacado por Enrique Iglesias, Presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, cuando planteó que este es un buen ejemplo de lo que significa compatibilizar una economía de libre mercado con una economía solidaria. "Es un país, que, haciendo un desarrollo económico acelerado, ha puesto el acento en la parte social como el punto focal de la economía chilena. Quizás hoy Chile es un buen ejemplo de lo que debe ser, por una parte, la economía dinámica, regida por las reglas del mercado y, al mismo tiempo, una alta conciencia social impulsada por el Estado y sus actores políticos, para hacer de lo social un quehacer de todos los días..."2. Este tipo de aseveraciones no proviene únicamente del ámbito político. En los círculos periodísticos y académicos chilenos e internacionales, encontramos los mismos comentarios en los que se destaca el modelo

chileno como un experimento exitoso que estaría demostrando la validez de las políticas de ajuste y de las reformas estructurales. Esta imagen que se ha construido en torno a Chile, a mediados de la década de los años noventa, ha convertido al país austral en uno de los principales referentes de sociedad para la mayoría de las naciones latinoamericanas comprometidas en procesos de transición económica y política. El comentado éxito se basa en el hecho de que el recién iniciado proceso de democratización se ha normalizado y ha permitido alcanzar cierta estabilidad y las reformas estructurales impulsadas a mediados de'la década de los años setenta han comenzado a dar sus frutos. La tasa de crecimiento de la economía ha alcanzado, durante los últimos diez años, un promedio anual del 6,5%, la inflación, de un dígito (proyección del 6,5% para 1996), se encuentra bajo control y se prevé que siga su regular descenso, el índice de desempleo se mantiene estable alrededor del 6% (6,3% en marzo de 1996), el ahorro interno, el más alto de América Latina, bordea el 26% del PIB, la inversión extranjera continúa fluyendo hacia el país (entre 1986 y 1995 alcanzó un monto de US$36.313,3 millones y la inversión extranjera materializada en 1995 registró un total de US$4.336.6), la inversión chilena en el exterior ha crecido substancialmente (US$8.600 millones entre 1990 y junio de 1996), la balanza comercial es ampliamente favorable (US$3.486 millones de dólares en el primer lustro de la década de los noventa), se ha producido un sensible incremento en investigación y tecnología que se elevó del tradicional 0,5% del PGB al 0,8%, el gasto social se ha engrosado (alrededor del 70% del presupuesto público), el gasto público exhibe un incremento por debajo del crecimiento del producto y el número de pobres e indigentes ha registrado un veloz descenso de un 40% en 1990 a un 28% en 1994, gracias al acelerado crecimiento económico y a las políticas estatales de distribución de los ingresos en favor de los sectores de menores recursos.

* Este trabajo constituye un resultado parcial de la investigación "Estudio comparado de las formas de inserción de América Latina, África Subsahariana y el Medio Oriente en el nuevo sistema mundial", que se adelanta conjuntamente por investigadores del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional y de los departamentos de Historia de las universidades Andes y Javeriana y cuenta con el apoyo financiero de Colciencias. 1 El Mercurio, 3 de julio de 1994. 2 El Mercurio Internacional, semana del 15 al 21 de octubre de 1992.

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Con estos indicadores macroeconómicos y la consolidación de la gobernabilidad democrática, el segundo gobierno de la Concertación, que debutó en marzo de 1994, dio inicio a una nueva orientación política, la cual expresa estas nuevas coordenadas en las que se mueve el país. Según el politólogo Genaro Amagada, Ministro Secretario General de la Presidencia hasta octubre de 1995, luego del largo período de régimen autoritario el orden de prioridades del primer gobierno de la Concertación era un conjunto de "bienes intangibles" que se referían a valores altamente apreciados: transición, reconciliación, justicia,-perdón, tolerancia, respeto, confianza, etc. Debido a la adversa correlación de fuerzas en el actual Congreso ha sido imposible centrar la actividad política en las reformas constitucionales, las relaciones cívicomilitares y los juicios sobre violaciones de los derechos humanos, pues "nos despojaría de iniciativas e ideas y nos conduciría a la esterilidad y al desgaste acelerados". Por esta razón, el objetivo de la nueva administración ha consistido en poner el acento en la demanda de "bienes tangibles", relacionados con la calidad de vida de las personas. Para satisfacer este cúmulo de demandas el principio ordenador de las actividades del gobierno es un programa de modernización que proyecte el país hacia el futuro y eleve la calidad de vida de la población3. En otras palabras, ante la impracticabilidad de seguir avanzando en la senda de la democratización, debido a las leyes de amarre, a la sobrerrepresentación de la oposición en el Senado y los impresionantes éxitos registrados a nivel económico, la tarea central de las autoridades del país se ha deslizado hacia el perfeccionamiento del modelo económico para fortalecer la inserción internacional de Chile y proyectar con confianza el país hacia el siglo XXI. El trabajo que a continuación presentamos constituye un balance del modelo económico implantado en Chile durante la década de los años setenta y su

sustentabilidad en la década de los años noventa. En la primera parte se analizan los factores que impulsaron el establecimiento de un nuevo patrón de acumulación y desarrollo de inspiración neoliberal y se precisan sus principales características. Más adelante se presenta la legitimación del modelo por parte de los dos primeros gobiernos postdictatoriales y las innovaciones introducidas por la Concertación de Partidos por la Democracia. Por último, se muestra la manera como la globalizacion ha incidido en la definición de las principales políticas macroeconómicas. La tesis principal que articula el trabajo podemos resumirla en los siguientes términos: durante el primer lustro de la década de los años noventa el modelo de corte liberal imperante en Chile, articulado en torno a la captación de capital extranjero, el énfasis en el desarrollo del sector privado y en las estrategias exportadoras como motor y dinamizador del crecimiento económico trajo consigo un gran crecimiento, pero carece de elementos que le permitan concretizar un modelo nacional de desarrollo y adolece además de la insuficiencia de haber conducido al país a una situación en la cual se está perdiendo soberanía y autonomía en el manejo económico. Esto, a su vez, ha contribuido a una desarticulación del espacio económico y social en la medida en que sólo en determinadas regiones se han constituido "polos exitosos de acumulación" e igualmente ha incidido en el vaciamiento de la política, porque muchos de los asuntos que atañen la vida directa de los ciudadanos están escapando al control de las autoridades. Esta pérdida de soberanía y autonomía en el manejo económico es, sin lugar a dudas, un fenómeno mundial y tendencias similares se observan incluso entre las naciones altamente industrializadas. El problema para un país pequeño y en desarrollo como Chile es que la transnacionalización del espacio económico nacional ha reducido enormemente los márgenes que le permiten garantizar un crecimiento económico sustentable. El éxito del modelo vuelve aleatorio cualquier intento de diseñar una estrategia de desarrollo que garantice la incorporación al sistema del conjunto de la sociedad y pone en duda la mera consolidación del mismo en un largo plazo.

Los Antecedentes Después de un breve período de indefinición que duró sólo unos cuantos meses quedó claro que el régimen militar que depuso a Salvador Allende en septiembre de 1973 no iba ser un simple paréntesis autoritario para retornar al antiguo esquema socioeconómico y a la vieja institucionalidad democrática. El gobierno de los militares se convirtió en la oportunidad histórica de la derecha, la que, durante muchos años, había ocupado una

3 El Mercurio, 10 de julio de 1994.

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posición defensiva, para llevar a la práctica su ideario ideológico, político y económico. En tal sentido, independientemente del deseo de algunas fuerzas que apoyaron el golpe de Estado y que estaban interesadas en el pronto restablecimiento de la institucionalidad democrática, el régimen militar no podía ser de corta duración; grandes tareas y desafíos tenían los militares y sus círculos allegados ante sí: debían introducir transformaciones substanciales que eliminaran los obstáculos que impedían la normal expansión de la acumulación capitalista y paralelamente tenía que desmontar las políticas redistributivas que se habían profundizado durante el gobierno de la Unidad Popular. Pero, de modo más inmediato, el régimen militar debía ser una alternativa a una profunda crisis económica e institucional que azotaba al país como producto del agotamiento de las formas tradicionales de hacer política y la inviabilidad que presentaba el modelo de desarrollo frentepopulista4. ¿En qué consistían estos grandes desafíos? Desde la segunda mitad de la década de los años treinta, con el triunfo del Frente Popular se había dado inicio a un gran pacto de transformación social. En ese entonces, se produjo una radical reorientación del modelo de desarrollo nacional mediante el estímulo a la política de sustitución de importaciones. Esta estrategia transfirió al Estado la función de disponer grandes sumas de dinero a la inversión para modernizar la infraestructura. El Estado también asumió un papel activo en la industrialización mediante la creación en 1939 de la Corporación de Fomento de la Producción, CORFO, que tuvo entre sus tareas la formulación de un programa nacional de desarrollo y la asignación de recursos para las actividades productivas. Esta estrategia fue implantada mediante diversos

mecanismos de protección a la industria, incentivos y crédito barato. Esta modalidad de industrialización ha sido definida como programa por el papel central que desempeñó el Estado5. En una perspectiva más global puede sostenerse que esta industrialización acompañada de democratización estableció que las lógicas redistributivas se impusieran sobre la acumulación privada6, lo cual era plenamente congruente con los intereses promovidos en aquel entonces por las capas medias y los sectores trabajadores. A nivel político y social, las transformaciones fueron quizás aún más radicales: desde la década de los años treinta se dio inicio a lo que algunos autores han denominado la democratización sustantiva7, la que, en el marco del sistema político democrático, abrió espacios para la representación, competencia y satisfacción de los intereses de nuevos sectores sociales que, poco a poco, se iban incorporando a la vida pública. Con el correr del tiempo, la democracia sustantiva trajo consigo una aumento de las demandas sociales a ser satisfechas por el Estado y por sus programas de modernización. La necesidad de los partidos de traducir esas demandas en realidad polarizó el sistema político con el agravante de que el crecimiento económico dejo de ser suficiente para satisfacer esas múltiples y heterogéneas necesidades. Hacia la década de los años sesenta este modelo de desarrollo empezó a mostrar síntomas de agotamiento. Si bien la tasa de crecimiento de la economía mostraba indicadores positivos (3,7% en promedio entre 1950 y 1973), dos problemas comprometían directamente el futuro del país. De una parte, la inflación había escapado a todo control porque los sucesivos gobiernos incurrían en constantes y reiterativos déficits fiscales para sufragar el costo de los programas sociales y, de-otra parte, era cada vez más evidente que el incipiente desarrollo económico era incapaz de satisfacer las crecientes demandas sociales que se canalizaban a través de los principales actores políticos y sociales. La democracia sustantiva dejó de ser sustentable. Se planteó la urgencia de redefinir el modelo de desarrollo. Dado el contexto imperante en aquel entonces y la valoración que realizaban los principales actores, las alternativas se redujeron, a comienzos de la década de los años setenta, solamente a dos: o se fortalecían los mecanismos redistributivos mediante un más férreo control y dirección estatal de la economía, lo que implicaba darle contenido a una alternativa socialista de desarrollo o se limitaban las políticas participacionistas y se liberalizaba el mercado para fortalecer la acumulación privada8. Salvador Allende y Augusto Pinochet, de esta manera, representaron dos alternativas radicales para superar la crisis estructural del capitalismo en Chile.

4 Véase Hugo Fazio V., "La democratización chilena en una perspectiva histórica", en Análisis Político N" 22, Bogotá, mayo-agosto de 1994. 5 A fínales de los años sesenta, el Estado chileno ejercía un papel sin igual en América Latina, si exceptuamos Cuba por supuesto. La inversión pública directa superaba el 50% del total de la inversión bruta, y el Estado controlaba más del 50% del crédito total. Su participación sobre el PGB era de 34% y empleaba a 13% de la población económicamente activa. CORFO poseía acciones en las 80 principales empresas y era accionista mayoritario en 39 de ellas. 6 Tomás Moulian, "Violencia, gradualismo y reformas en el desarrollo político chileno", en, Arturo Aldunate el al., Estudios sol/re sistemas de partidos en Chile, Santiago, FLACSO, 1985. 7 Manuel Antonio Garretón, El proceso político chileno, Santiago, FLACSO, 1985. 8 Manuel Antonio Garretón y Tomás Moulian, La Unidad Popular y el conflicto político en Chile, Santiago, Ediciones Minga, 1983, pp.99100.

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El golpe de Estado de septiembre de 1973 fu e el pun to cu lmin an te d el desgarramiento del sistema económico y político. Para ese entonces había una crisis que se expresaba en varios niveles: el gobierno de Salvador Allende aceleró la descomposición del modelo capitalista de desarrollo, sin plantear un modelo alternativo coherente; la polarización política desbordó los marcos del sistema imperante, hizo irreconciliable las posiciones de sus sectores representados y condujo a una pérdida de legitimidad del régimen político.

La Conformación del Modelo Neoliberal Los dieciséis años de dictadura militar se tradujeron en un período de transformaciones radicales de la sociedad chilena. Los primeros años (1973-1975) se caracterizaron por el desencadenamiento de una masiva represión contra las organizaciones sociales y políticas que habían apoyado al gobierno de Allende. Durante este período también se delineó un nuevo proyecto histórico y se procedió a desmontar la institucionalidad anterior. A partir de 1975, se inició una fase que se caracterizó por la institucionalización de la violencia y por el desarrollo de un programa fundacional y normativo para el régimen. Se emprendió una privatización masiva de empresas y bancos bajo control estatal y se procedió a una "mercantilización" de las relaciones políticas y sociales. Se postuló que la estabilidad y la continuidad del ordenamiento social no se aseguraba por la calidad de las normas constitucionales, sino que dependían "del avance en la construcción de una sociedad dotada de mecanismos propios de coordinación : era la utopía de una sociedad autoregulada por el mercado"9. En el proyecto del régimen, el mercado debía sustituir al Estado en tanto que

órgano de dirección social y sobre la base de este mecanismo de regulación se reformaron las relaciones laborales con el propósito de ensanchar los límites de la libertad individual en el plano económico y sostener la propuesta neoliberal de transformación global de la sociedad. El objetivo del régimen en este plano era eliminar las rigideces que en el mercado de trabajo mantenían elevados los costos de la mano de obra, entravaban la inversión productiva e impedían reducir el desempleo. El resultado de esta política fue la flexibilización de las relaciones laborales, la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores, la imposibilidad de ejercer huelgas y el abrupto debilitamiento de la tasa de afiliación sindical. A nivel político, se definieron los marcos institucionales para iniciar el tránsito hacia una nuevo régimen político. La Constitución de 1980 preveía que después de un período transitorio se llegaría a un régimen de democracia protegida y restringida, que excluía a los partidos de izquierda y establecía la legalización de la supervisión política por parte de los militares. Como acertadamente señala Pilar Vergara "es el proyecto neoliberal emergente el que cumple la trascendente función de proporcionar a las clases dominantes una teoría global de la sociedad y una ideología que les permita asumir, sin complejos ni sentimientos de culpa, una agresiva defensa del capitalismo y de la libre iniciativa privada y, a la vez, propiciar un régimen político autoritario y excluyente, enarbolando para ello un discurso justificatorio universal que... tiene la ventaja de aparecer como democrático y realizador de libertades". En un comienzo el programa de liberalización económica obedeció a una necesidad interna: el mercado era entendido como el mecanismo ideal para la transferencia de recursos que debía sustituir al intervencionismo estatal. El papel que debía desempeñar el mercado era importante por dos razones fundamentales: de una parte, era el dispositivo ideal para superar la crisis económica que duramente golpeaba al país y, de la otra, debía servir de contrapeso a los intentos radicales de transformación de la sociedad. Estas medidas económicas que entraron a cuestionar duramente la orientación y la política económica de los años precedentes sirvieron de avanzada para erradicar las distorsiones y obstáculos que impedían el desarrollo normal de la acumulación privada capitalista. Poco a poco fue ganando prevalencia la idea de que el mercado no sólo debía servir para desmontar la institucionalidad económica anterior, sino que debía también convertirse en el fundamento para la construcción de la nueva sociedad. En este sentido, se adoptó paralelamente una serie de medidas orientadas a la privatización de las grandes empresas públicas, el desarrollo de un mercado privado de capitales, la eliminación de la mayor parte de los subsidios fiscales, la promoción de la libre entrada de capitales al país, a través del D. L. 600 que otorga el mismo

9 Pilar Vergara, Auge y Caída del neoliberalismo en Chile, Santiago, FLACSO, 1985, p. 160.

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tratamiento a los inversionistas locales y extranjeros, posibilitaba el libre acceso a todos los sectores de la economía y reducía la interferencia del Estado en las actividades de los inversionistas y, por último, la apertura de la economía al exterior, a través de la liberalización del comercio exterior, las rebajas arancelarias y la eliminación de las barreras para arancelarias. La importancia asignada a la liberalización de la inversión extranjera directa en el proceso de desarrollo radicó en que se le consideraba como un complemento esencial ante la insuficiente acumulación de capital basada en el ahorro interno, e indispensable para lograr una tasa de inversión que permitiera un crecimiento económico sostenido10. Todas estas importantes reformas se realizaron en dos grandes fases: 1974-81 y 198289". En la primera se crearon las bases del modelo; se le dio vida a la mayor parte del proceso de desregulación y liberalización mediante la ampliación de la cobertura del mercado, la privatización de las actividades e c o n ó m i c a s , e l debilitamiento de las políticas económicas públicas, la corrección de las distorsiones en los mercados de bienes y de los desequilibrios fiscales, la reducción del déficit de la balanza de pagos inducido por un severo schockde términos de intercambio y el control de la inflación. Es decir, las principales reformas económicas emprendidas durante el primer período se llevaron a cabo en el campo fiscal, financiero, del comercio exterior y en la propiedad pública de los medios de producción (de alrededor de 500 empresas que se encontraban en el sector público durante el gobierno de la Unidad Popular, en 1980 quedaban sólo 43 empresas públicas). En el ámbito del comercio internacional, se eliminaron casi todas las restricciones no arancelarias y se redujeron los aranceles de manera escalonada. Si en 1973 la tasa promedio era del 94% en 1979 ya había descendido a un 10% para todos los bienes. Después de la crisis de la deuda en 1982, se reintrodujeron algunas regulaciones a la par de los esfuerzos adicionales de privatización y la asignación de enormes subsidios a las firmas privadas con problemas financieros. Para reducir el déficit fiscal se contrajo el gasto público, sobre todo en el área social y se fijó el incremento salarial para los empleados públicos por debajo de los índices de inflación. Además, un buen número de empresas del sector público fueron transferidas al sector privado, lo que le permitió al Estado

traspasar a las arcas fiscales aproximadamente 6 mil millones de dólares adicionales. De esa manera, el déficit se redujo de un 4,3% del PIB en 1984 a una situación de equilibrio en 1989. En buena parte, debido a la necesidad de cancelar el elevado endeudamiento externo se dio un gran impulso a las exportaciones, a través de la activa participación del Estado y el fomento a la producción. Este mejoramiento de la situación del comercio exterior se obtuvo a través de un cambio en la composición del gasto público, el incremento de las exportaciones, la contracción de las importaciones mediante la elevación de los aranceles, la disminución del gasto interno y el aumento de los precios internacionales de los principales productos de exportación. Para ello, el país se benefició igualmente de la existencia de poderosas empresas que habían logrado capear el temporal de la crisis y disponía de importantes márgenes de competitividad. La calidad de los cambios en estos subperíodos dio lugar a dos modelos de desarrollo diferentes con disímiles implicaciones a nivel de las relaciones económicas externa. En el primero a través de la indiscriminada apertura al mundo se crearon las condiciones para una mayor presencia del mundo en Chile. Este era un modelo neoliberal clásico que cumplió básicamente la función de desmontar la institucionalidad anterior. Es decir, no se favoreció el sector exportador, sino, por el contrario, se estimuló la entrada de productos y capitales que beneficiaron a los grandes grupos financieros nacionales. Paralelamente, el sector manufacturero vio la necesidad de comenzar a adaptarse a las normas de la apertura. Las empresas que no cerraron, se dedicaron a una mayor especialización intraindustrial o a la importación. En la segunda fase, las relaciones externas fueron modificadas de manera radical. La crisis económica de 1982 obligó a introducir cambios significativos en las políticas comercial y cambiaría. En marzo de 1983 se elevó el arancel uniforme de importación al 20% y en septiembre de 1984 fue reescalonado al 35% y se dispuso la implantación de un sistema de reintegro a las exportaciones no tradicionales, un sistema de reintegro de derechos y gravámenes aduaneros, el pago diferenciado de derechos de aduana y crédito fiscal para bienes de capital, se constituyó un fondo para exportaciones no tradicionales, se diseñaron alternativas para que los exportadores pudieran recuperar el IVA y se establecieron

10 Alejandro Mizala, "Vinculación industrial internacional y desarrollo exportador: el caso de Chile", en Revista de la Cepal N" 46, Santiago, abril de 1992, p. 161 11 Ricardo Ffrench-Davis, Patricio Leiva y Roberto Madrid, "Liberalización comercial y crecimiento: la experiencia chilena, 1973-1989", en Pensamiento Iberoamericano. Comercio apertura y desarrollo. Casos seleccionados N° 21, Madrid, 1992, pp. 35-50.

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sobretasas a las importaciones de bienes de consumo electrónicos y de automóviles12. Sólo en 1985 se introdujo una nueva ola de liberalización comercial mediante la disminución del arancel de importación al 30% y luego al 20% para terminar en enero de 1988, con un arancel uniforme del 15%. En lo que se refiere a la estructura del capital, esta política produjo un desplazamiento de los sectores financieros y especulativos hacia los sectores productivos y exportadores. La devaluación, al no compensar las reducciones de los precios internacionales, significó una ganancia de competitividad para los exportadores. Un buen testimonio de ello es que entre 1984 y 1987 el número de exportadores de productos agropecuarios y del mar pasó de 999 a 1.751 y el de productos industriales de 1.255 a 3.76713.

Como puede observarse en el Cuadro 1 la apertura comercial tuvo una incidencia real en el incremento del comercio exterior. Entre 1973 a 1979 las exportaciones aumentaron casi en un 200% y las importaciones en un monto aún mayor. Sin embargo, se percibe un cambio de mayores proporciones en la década de los años ochenta, cuando el ajuste posibilitó un aumento vertiginoso de las exportaciones que se doblaron entre 1985 a 1989 y se logró un crecimiento más moderado de las importaciones. Los aspectos más sensibles de este reacondicionamiento de la economía fueron el incremento de la participación de las exportaciones en el PGB que pasó de 12% en la década de los sesenta y 16,4% en 1981 a un 34% del producto en 1988, el crecimiento más rápido de las exportaciones que el promedio del conjunto de la economía, la veloz ampliación del número de empresas exportadoras de un total de 200 en 1975 a 4.100 al iniciarse la década de los noventa, la diversificación de los mercados de colocación que aumentó de 50 a 129 y el aumento de los productos exportados que pasaron de 500 a 2.300.

Cuadro 1 Evolución del Comercio Exterior 1970-1989 Año

Exportaciones

Importaciones

PNB

(Millones US$)

(Millones US$)

(Crecimiento %)

1970

1.112

956

2,1

1973 1974 1975 1976 1977 1978 1979 1980 1981 1982 1983 1984 1985 1986 1987 1988 1989

1.309 2.151 1.590 2.116 2.185 2.460 3.835 4.705 3.836 3.706 3.831 3.651 3.804 4.199 5.233 7.052 8.080

1.288 1.794 1.520 1.479 2.151 2.886 4.190 5.469 6.513 3.643 2.845 3.288 2.955 3.099 3.994 4.833 6.502

-5,6 1,0 -12,9 3,5 9,9 8,2 8,3 7,8 5,5 -14,1 -0,7 6,3 2,4 5,7 5,7 7,4 10,0

Fuente: Banco Central, Balanza de, pagos y cuentas nacionales, varios números.

12 Ministerio de Economía, Fomento y Reconstrucción y Asociación de Exportadores de Manufacturas, Mecanismos de fomento, Santiago, 1993. 13 Patricio Meller, "La apertura comercial chilena: lecciones de una política", en Colección Estudios CIEPLANN' 35, Santiago, septiembre de 1992, p.

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Junto con el aumento del comercio exterior se observa una significativa diversificación de la canasta exportadora (véase Cuadro 2). El rubro más sensible y significativo fue el cobre, cuya participación descendió del 75% en 1970 a 49,6% en 1989. La disminución de la parte correspondiente a

la minería en el total exportable fue el resultado del aumento de las exportaciones de productos agrícolas, forestales, pesqueros y manufactureros. Así, por ejemplo, la agricultura pasó de representar el 3% al 14% en el total de las exportaciones entre 1986 y 1988, sobre todo a raíz del rápido crecimiento de las exportaciones de frutas que han pasado a constituir casi el 80% de las exportaciones agrícolas.

Cuadro 2 (Porcentaje) Evolución del Comercio Exterior 1970-1989 Minería Año

Cobre

No Cobre

1970

75,7

9,9

1974 1975 1976 1977 1978 1979 1980 1981 1982 1983 1984 1985 1986 1987 1988 1989

76,0 57,4 59,9 54,2 51,3 48,8 46,1 43,4 46,7 47,9 43,4 46,1 41,9 41,2 47,9 49,6

7,1

Pesca y Productos del Mar 0,1

11,9 9,5 9,9 8,9

12,5 13,3 15,0 11,4 12,0 10,8 14,8 12,9 12,6 10,3 9,7

1,7 2,3 3,3 4,3 4,9 4,9

Forestal y Derivados 0,9 6,1 8,1 8,0 9,4

10,3 10,5 12,7 10,6

6,2 6,8 8,5

9,2 9,0 8,8 9,8 9,8 9,4 9,0

Producto Agrícola Agrícola

Resto

2,7 2,2

10,8

4,9 5,3 6,8 7,5 5,7 6,0 7,5

15,4 14,1 15,4 17,1 17,6 15,7 16,7 15,7 15,1 16,3 10,3 12,5 12,0 11,5 12,6

9,3 8,5

8,4

10,3

11,5 10,4

10,2 11,8 14,1 12,9 10,5

9,6

9,5

8,2 8,8

7,3

7,0

Fuente: Banco Central, Registros de aduana, varios números.

En la década de los ochenta la canasta exportadora mostró en promedio la siguiente tendencia: minería 56%, agricultura 12%, productos forestales y madera 11 % y pesca y productos marinos 10%. Sobresale también un sensible incremento de las exportaciones manufactureras. De un 12% en 1970 llegaron a representar aproximadamente un 30% durante la década de los años ochenta. El comportamiento de este sector fue el siguiente: el 31% correspondió a

papel, madera y productos de la madera, el 30% a productos alimenticios y harina de pescado y el 9% a productos metálicos básicos. Es decir, el 70% de la oferta exportadora industrial recayó en las materias primas de recursos naturales existentes en el país. Aun cuando, al igual que en el pasado, la mayor parte de la canasta exportadora reposa en los recursos naturales del país, hay dos diferencias fundamentales con las épocas anteriores. En primer lugar, durante estos años se produjo una clara diversificación de estos productos lo que redujo la dependencia de la economía respecto a las oscilaciones de los precios y demandas mundiales de la producción estratégica. En segundo lugar, la mayor parte de las

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exportaciones son producidas por empresas de propiedad nacional lo que potencialmente se ha traducido en que el excedente generado puede ser reinvertido en el país. Este comportamiento favorable del comercio exterior se benefició durante los años ochenta de un alto precio de las exportaciones, principalmente el cobre, la postergación del pago de la deuda externa y el acertado programa de conversión de la deuda que estimuló las tasas de inversión y crecimiento. Sin embargo, el aspecto quizás más interesante lo constituyó el surgimiento de un nuevo actor social: un audaz empresario. En la primera fase, los círculos empresariales -industriales y agrícolas- se mantuvieron alejados de las decisiones económicas, que estaban concentradas en manos de un reducido grupo tecnocrático que beneficiaba a los sectores financieros. Sin embargo, la crisis de 1982 obligó a intervenir los bancos más importantes y a través de ellos a los principales grupos financieros. Con esta medida se acabó con la liberalización a ultranza y se pasó a un liberalismo flexible. La política económica en la postrimerías del régimen militar se fundamentó en la mantención de un dólar alto, bajas tasas de interés, reducción de los impuestos y medidas sectoriales de fomento a las exportaciones, lo que socialmente se tradujo en un desplazamiento de los sectores especulativos en favor de los exportadores y productivos14. La vinculación estrecha que se produjo entre el modelo introducido y el mercado mundial abrió una nueva dimensión en la política internacional chilena: la mercantilización y la internacionalización. La primera fue el resultado de un doble proceso: de una parte, para romper el aislamiento internacional se privilegió la dimensión económica en la cual Chile podía mostrar la afinidad que tenía su programa transformador con las proposiciones que sostenían los grandes

organismos financieros multilaterales y, de otra parte, era el resultado natural del énfasis que se le otorgó a la dimensión económica en la transformación global de la sociedad. La internacionalización, por su parte, significó el grado de interrelación que los agentes económicos nacionales establecieron con los actores externos. En este campo, las autoridades jugaron la carta del buen desempeño económico de Chile, fomentaron vínculos empresariales y realizaron ingentes esfuerzos para establecer relaciones directas con agentes económicos que tuvieran la capacidad de incidir en las orientaciones políticas de sus propios países. Es decir, paralelamente a la actividad del Estado se creó un espacio para las relaciones externas privadas. De otra parte, la transnacionalización se tradujo en l a r e a l i z a c i ó n d e p ro fu n d a s t r an s fo rm a c i on e s económicas y sociales que adecuaron la economía nacional a las tendencias prevalecientes en la economía mundial. De esta manera, se transitó de la apertura indiscriminada al mundo a un mayor intervencionismo y, para cancelar la deuda externa, se favorecieron políticas de exportaciones y de promoción industrial a través de la mantención de un dólar alto, bajas tasa de interés y reducción de impuestos, además de medidas de promoción a las exportaciones. En la práctica esto significó un estímulo al empresariado y a sus vínculos transnacionales, con lo cual este sector se convirtió en un actor autónomo y mucho más decisivo en las orientaciones a seguirse en política internacional. Con todas estas inmensas transformaciones impulsadas en el lapso de una década el modelo económico anterior estructurado sobre la base de la ampliación del mercado interno fue sustituido por uno en el cual la dinámica del crecimiento recayó en la progresiva incorporación de aquellos grupos sociales y circuitos económicos que estaban orientados hacia el mercado internacional. A nivel social, el desarrollismo populista que reposaba en la incorporación de las clases medias y de sectores trabajadores en la vida económica y política a través de las funciones distributivas del Estado fue abandonado al optar el régimen por un sistema que redujo el tamaño y las funciones del aparato estatal, "privatizó" las capas medias que ya no dependían del aparato estatal para su reproducción, excluyó completamente a los sectores trabajadores y consolidó como núcleo dinámico y privilegiado del tejido social a los sectores vinculados al comercio exterior y al mundo de las finanzas.

Transición Democrática e Inserción Internacional Una serie de factores de naturaleza muy diversa creó las condiciones para que en Chile la transición se realizara de modo pacífico. La

14 C. Montero, "El actor empresarial en transición", en Colección Estudios ClEPLAN No 37, Santiago, junio de 199S, p. 48.

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llegada de Patricio Aylwin al poder coincidió con un entorno internacional favorable. El triunfo electoral se produjo cinco semanas después de la caída del muro de Berlín. El advenimiento al poder de las fuerzas democráticas tuvo lugar, por ende, en un momento en el cual ya estaban finalizando las tensiones resultantes de la oposición intersistémica que predominaron en el período de postguerra y cuando comenzaban a estimularse por doquier los procesos de democratización. Una sociedad como la chilena, tradicionalmente muy ideologizada, hubiera enfrentado un desenlace muy diferente si el proceso de cambio se hubiera producido a inicios de la década de los ochenta, cuando las tensiones y oposiciones entre las diferentes organizaciones estaban aún latentes. En ese entonces, difícilmente se hubieran podido sellar acuerdos entre las fuerzas de centro y las de izquierda para desmontar el autoritario sistema militar, entre otras cosas, porque se tenían percepciones diferentes sobre el tipo de sociedad que debía sustituir al régimen militar. La transición chilena se nutrió asimismo de la maduración de los partidos políticos que, ante la debacle del socialismo y de las tesis "comunitaristas", supieron asimilar la economía de mercado, la democracia y el respeto de los derechos humanos. Por esta razón, en la actualidad, la mayoría de los actores sostiene principios compartidos en torno al modelo económico. Los partidos que se encuentran en el gobierno y obviamente las organizaciones de derecha participan de la idea que la economía chilena debe estructurarse a partir del mercado y que el motor del crecimiento se ubica en el sector exportador. Solamente subsisten ciertas diferencias sobre aspectos puntuales, pero el marco global en que se desenvuelve la economía es reconocido y aceptado por casi todos estos actores. La presión ejercida por importantes instituciones internacionales y países en favor de un pronto restablecimiento de la

democracia se tradujo en un claro apoyo al nuevo gobierno. Los países europeos que mantenían una relativa distancia del régimen militar canalizaron, sobre todo durante los dos primeros años, una inmensa estrategia de colaboración y asistencia para fortalecer el proceso democratizador. La posición asumida por la mayoría de estos Estados contribuyó a poner término a la situación de aislamiento internacional a que había estado sometido el país por más de dieciséis años y permitió también el temprano restablecimiento de la imagen internacional de Chile. De la misma manera, el predominio de regímenes democráticos en América Latina facilitó el retorno de Chile a su comunidad de origen y el ingreso a las instituciones de concertación a nivel continental. Por último, la transición democrática se benefició de los buenos indicadores económicos registrados en la segunda mitad de los años ochenta y sobre todo de la flexibilización del proyecto neoliberal en las postrimerías del régimen militar. En este sentido, vale recordar que el gobierno de Patricio Aylwin heredó de su antecesor un modelo que había abandonado el neoliberalismo fundamentalista y que había optado por desarrollar nuevos mecanismos de regulación. Al proponer la conservación del modelo, la acción emprendida por los nuevos gobernantes no fue otra que legitimar las profundas transformaciones económicas realizadas en la época de la dictadura15. De esta manera, a diferencia de lo ocurrido en otros países latinoamericanos, en Chile, los gobiernos postdictatoriales no tuvieron que diseñar un nuevo modelo de gestión económica para adaptarlo a los requerimientos del mundo de postguerra fría que comenzaba a diseñarse; sólo optaron por darle continuidad a la estrategia implementada durante el régimen militar, la cual fácilmente se compatibilizaba con la globalización en razón de que era un modelo abierto, donde el sector exportador constituía el motor del crecimiento y el sector privado era el principal agente económico. A estos elementos los gobiernos de la Concertación le adicionaron dos nuevos componentes: primero, la preocupación de las políticas públicas por profundizar este esquema mediante la búsqueda de una mayor inserción internacional del país y la adaptación a los requerimientos de la globalización y, segundo, un énfasis en la equidad social que se ha constituido en la estrategia principal para pagar la deuda social en que incurrió el anterior régimen y, de esta manera, aminorar la brecha de desigualdad entre los diferentes grupos.

Perfeccionamiento del modelo exportador chileno Algunos indicadores y estrategias permiten entender el carácter exportador del modelo chileno. Entre 1985 y 1995 las exportaciones en dólares corrientes aumentaron en más de 400% y la participación

15 Véanse declaraciones oficiales en este sentido en El Mercurio, 10 de septiembre de 1995 y 15 de octubre de 1995.

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de este sector en el producto interno bruto se elevó de un 14% en 1974 al 36% en 1994. Entre 1990 y 1994 las exportaciones de bienes y servicios crecieron en términos reales en un 46% comparado con una expansión acumulada del PIB real del 30%. A esto se suma el hecho de que gran parte de la estrategia económica desarrollada por las autoridades ha consistido en la búsqueda de apertura de nuevos mercados externos para los productos nacionales, el estímulo a la diversificación de las exportaciones y la articulación de esta dinámica esfera de la economía con los sectores domésticos no exportadores16. Por último, el dinamismo de este frente lo podemos percibir en el rápido crecimiento del número de productos exportados que pasaron de 1.200 en 1970 a 1.437 en 1987, 1.490 en 1989, 2.796 en 1990 y 3.621 en 1994 y en el número de exportadores que de 2.100 en 1984 ascendió a 5.815 en 1994. La dinámica del modelo exportador durante los gobiernos de la Concertación ha consistido en la yuxtaposición de elementos espontáneos inherentes a la liberalización del mercado con políticas públicas encaminadas a crear mejores condiciones para la inserción del país en la economía mundial. Mientras que los primeros han sido básicamente el resultado del aprendizaje y la adaptación realizada por el empresariado nacional y las facilidades que ha generado la liberalización de los mercados, los segundos han sido posible gracias a las oportunidades que abrió el régimen democrático y su mayor aceptación en la comunidad de naciones. A diferencia de la estrategia seguida por el régimen anterior, que estimulaba únicamente la apertura unilateral e indiscriminada al mundo, los gobiernos de Aylwin y Freí han introducido innovaciones y variados procedimientos para fortalecer la inserción de la economía nacional en los flujos comerciales y económicos mundiales. Los principales componentes de esta

estrategia comercial han sido los siguientes: la apertura unilateral pregonada por el anterior régimen, como tal no ha sido abandonada, porque en 1991 se redujo el arancel de un 15% al 11%, porcentaje que incluso puede ser menor (alrededor del 9%) si tomamos en cuenta las rebajas implícitas que prevén los acuerdos comerciales que Chile ha suscrito en los últimos años con varias naciones latinoamericanas. No obstante el bajo arancel imperante, el gobierno ha comenzado a adelantar negociaciones con las fuerzas de oposición para reducir en el primer semestre de 1997 el arancel externo en otros 4 puntos, es decir, llevarlo al 7%. Se estima que con la reducción de cada punto del arancel externo a las arcas fiscales dejarán de ingresar entre US$140 a 180 millones, por lo cual se tendrán que aplicar otro tipo de medidas tributarias que garanticen el necesario financiamiento del Estado. Tanto el gobierno como la oposición concuerdan en la necesidad de reducir el arancel externo común en razón de que esta reforma fortalecerá la actividad productiva interna, permitirá contrabalancear el impacto que en la economía nacional pueden llegar a tener los eventuales desequilibrios económicos de los socios del Mercosur y constituirá un apoyo a una política cambiaría favorable para el sector exportador17. En este mismo sentido, el Ministro de Economía, Alvaro García, señaló que el interés por reducir el arancel externo forma parte del plan de apertura comercial que el gobierno chileno presentó ante la Organización Mundial de Comercio y que igualmente se enlaza con el calendario de desgravación suscrito por los países del APEC, donde Chile asumió el compromiso de reducir a 0% el arancel externo para el año 2010. Aún cuando la apertura unilateral sobre la base de la reducción de aranceles no ha sido abandonado, la principal innovación en la estrategia comercial internacional del Gobierno de Aylwin consistió en buscar otras vías para fortalecer el posicionamiento de la economía nacional en los flujos internacionales. Esta estrategia puso el acento en las negociaciones con el NAFTA, la Unión Europea y sobre todo con algunas naciones latinoamericanas como la herramienta principal para la inserción en la economía internacional. En este sentido, las relaciones con los países latinoamericanos a través de los acuerdos económicos bilaterales se han constituido en una forma de obtener reciprocidad en las políticas de liberalización, elimina las trabas no arancelarias, fomenta las inversiones tanto latinoamericanas en Chile como las nacionales en la región y le da un nuevo contenido a la cooperación e integración continentales. Los principios que han reglamentado esta agenda han sido básicamente los siguientes: primero, se ha propendido por ser selectivo en la preferencia de los socios, para lo cual han prevalecido criterios tales como tamaño del mercado, las distorsiones macroeconómicas existentes, la estabilidad de las políticas

16 Véase, Patricio Meller, editor, El molelo exportador chileno. Crecimiento y equidad, Santiago, CIEPLAN, 1996. 17 El Mercurio, 8 de septiembre de 1996.

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económicas y la capacidad para asumir compromisos internacionales estables y de largo plazo. Segundo, para un pequeño país como Chile ha sido muy importante disponer de capacidad para administrar y desarrollar estos acuerdos18. Por último, vale la pena destacar que la firma de estos acuerdos bilaterales se justifica también porque la apertura unilateral no constituye un mecanismo que permita avanzar a la segunda fase exportadora en que se desarrollarán las ventajas competitivas19. Si el estímulo al desarrollo de las "ventajas comparativas" podía alcanzarse a través del accionar del mercado, un mayor valor agregado de las exportaciones requiere el concurso y la concertación del Estado y del sector privado para apoyar estas iniciativas. Esta estrategia se ha traducido en la firma de acuerdos "marco", en los cuales se establece un programa para profundizar el comercio recíproco. También se han iniciado negociaciones para otro tipo de acuerdos más relevantes: los acuerdos de complementación económica con Argentina y Bolivia (es decir, tratados que no contemplan una disminución arancelaria progresiva) y los acuerdos de libre comercio (o sea, tratados que fijan planes de desgravación y apertura) con México, Venezuela, Colombia y Ecuador. Estos acuerdos contienen una gran cantidad de normas comunes, como los programas de eliminación de las barreras arancelarias y para arancelarias al comercio, iniciativas para la liberalización del transporte, el intercambio de información sobre las normas, la no discriminación en las compras estatales y el rechazo al uso de prácticas desleales de comercio20 . El estímulo a estos acuerdos bilaterales radica en que permiten acceder a mercados protegidos y reducen la incertidumbre asociada al uso de normas para arancelarias a las importaciones. En términos generales, en la década de los años noventa los gobiernos chilenos han privilegiado la densificación de relaciones con aquellos países que también se encuentran en proceso de apertura y que disponen de economías similares. Durante el gobierno de P. Aylwin, las autoridades fueron renuentes a involucrarse en acuerdos

multilaterales, a excepción del deseo de ingresar al NAFTA, porque estos en general se encontraban retrasados en lo que respecta a la modernización, las reformas estructurales y las políticas arancelarias y, además, porque se temía que pudieran introducir distorsiones en la apertura de la economía chilena. En razón de ello, el Gobierno de Aylwin declinó la invitación para reintegrarse al Pacto Andino21 y durante mucho tiempo fue reticente a ingresar al Mercosur. La estrategia eminentemente bilateral tuvo, sin embargo, sus límites naturales. El alejamiento en el tiempo de la posibilidad de ingresar al NAFTA, debido a la política vacilante del gobierno de Clinton, el impacto limitado que los acuerdos bilaterales de libre comercio han tenido en el volumen y en la composición de las exportaciones chilenas hacia esos mercados22 y los posibles efectos negativos que para el país podría tener la entrada en vigencia del Mercosur que acabaría con preferencias arancelarias con que gozaban muchas exportaciones nacionales, indujo a los gobiernos chilenos y particularmente al de Eduardo Frei a negociar un acuerdo de asociación con el Mercosur. Los argumentos principales que anteriormente habían justificado el automarginamiento de esa organización -es decir, las diferencias en los niveles arancelarios, las desigualdades de las situaciones económicas, el temor a los factores de inestabilidad económica y política de los países vecinos y las desemejanzas existentes en materia de política macroeconómica- comenzaron a perder todo su sentido. Además, el temor a que el ingreso al Mercosur hiciera naufragar la esperanza de constituirse en miembro del NAFTA -tal vez, el argumento más importante que nunca fue oficialmente utilizado por las autoridades chilenas, porque ilustraba la insolidaridad de los gobiernos de la Concertación con las restantes naciones del continente- se disipó, a raíz del constante aplazamiento por parte de Washington. En estas condiciones, suscribir un tratado con los países del Mercosur se convirtió en una necesidad de supervivencia. Más aún, si tenemos en cuenta que el Mercosur no sólo es un gran acuerdo de integración económica a las puertas misma de Chile, sino que dos de esos países -Argentina y Brasil- constituyen socios comerciales muy importantes que representaron el 13,27% del comercio exterior chileno en 1995 (ocupando el 8 o y el 4 o lugar respectivamente en mercado de destino de las exportaciones

18 Ministerio de Hacienda, "Una estrategia comercial para Chile en los noventa", en Cono Swrvol. XII N" 4, Santiago, julio-agosto de 1993, p. 3-4. 19 S. Gómez, Las exportaciones silvo-agropecuarias chilenas: fortalezas, debilidades y perspectivas", en Cono SurV. XII N" 4, Santiago, julioagosto de 1993, p. 21. 20 Véase Hugo Fazio, "Transición democrática y política exterior en Chile", en Documentos Ocasionales N°40 , Bogotá, CEI-Uniandes, octubrediciembre de 1995, pp 19-30. 21 El Mercurio, 19 de agosto de 1992. 22 Véase El Mercurio, 17 de julio de 1996.

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chilenas durante ese mismo año). Además, las autoridades chilenas no podían pasar por alto el hecho de que casi el 70% de las colocaciones en estos mercados lo conforman productos con diversos grados de elaboración, relacionado a los cuales se está diseñando la "segunda fase exportadora" (véase Cuadro 3). Con base en estos presupuestos, en 1994 se dio inicio a las negociaciones tendientes a una asociación de Chile con el Mercosur, negociación que culminó en la suscripción de un acuerdo de complementación económica el 25 de junio de 1996 el cual entrará a regir el 1 de octubre de 1996. El acuerdo prevé el establecimiento de un acuerdo de libre comercio en un plazo máximo de 10 años, promueve y coordina acciones en materia de integración física, especialmente mediante el desarrollo de las interconexiones bioceánicas. El acuerdo además, contiene normas y disciplinas comerciales en materia de origen, cláusulas

de salvaguardia, tratamiento sobre prácticas desleales de comercio, defensa de la competencia y del consumidor, valoración aduanera, normas técnicas, sanitarias y fitosanitarias, incentivo a las exportaciones. Por último, se estimularán acciones conjuntas de proyectos de cooperación para la investigación científica y tecnológica23. Con este acuerdo, a partir del primero de octubre de 1996 el 72,8% de las importaciones de Chile desde el Mercosur gozarán de una baja en las preferencias y el 81,3% de las exportaciones. Esta historia de amores y desencuentros entre los gobiernos de la Concertación y los países miembros del Mercosur ilustra una faceta poco estudiada de la política comercial internacional de Chile. Desde un comienzo el país fue invitado a ser socio fundador de la organización. Pero el gobierno de Aylwin declinó la invitación en razón de que Chile se encontraba muchos más adelante que sus vecinos en el proceso de liberalización y registraba envidiables indicadores económicos. Si realmente imperaba una vocación latinoamericana en el diseño de la política exterior chilena, el gobierno no debió haber declinado la invitación, sino, por el contrario, debió haberse constituido en un activo miembro fundador y utilizar sus ventajas para alcanzar mejores condiciones de negociación y contribuir a la optimización y a un mejor desempeño de este proceso integrador.

Cuadro 3 Patrón de las Exportaciones de Chile en 1993 (Millones de Dólares) Mercosur

%

Nafta

%

Resto

%

Total

%

Recursos naturales

335,9

31,6

1261,2

59,1

4792,7

62,8

6409,9

58,9

Recursos naturales procesados

407,6

36,2

627,1

29,4

2238,7

29,4

3273,4

30,1

Otros productos

358,6

31,8

243,7

11,4

595,6

7,8

1197,8

11,0

4,8

0,4

0,5

0,0,

0,5

0,0

5,8

0,1

1127,0

100

2132,5

100

7627,4

100

10886,9

100

industriales No clasificado Total

Fuente: Sebastián Saez, Juan Salazar y Ricardo Vicuña, "Antecedentes y resultados de la estrategia comercial del gobierno Aylwin", en Colección de Estudios CIEPLAN, Santiago, diciembre de 1995.

El acuerdo de asociación con el Mercosur se ha traducido en un jalón importante de la historia de las estrategias comerciales chilenas. Si 1991 constituyó un momento importante porque se abandonó la política de liberalización unilateral y se pasó a la

política de suscribir acuerdos de libre comercio con varias naciones latinoamericanas, 1996 se ha transformado en un hito en la medida en que obligará a las autoridades nacionales a renegociar los acuerdos previamente suscritos para adaptarlos a las normas prevalecientes en el Tratado con el Mercosur24.

23 Dirección de Promoción de Exportaciones Prochile, Acuerdo de Complevienlación económica Chile-Merco-Sur, Santiago, i/f., El Mercurio, 26 de junio de 1996. 24 Estrategia, 14 de agosto de 1996.

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El carácter multilateral de la inserción internacional Otro de los elementos inherente a la estrategia exportadora chilena ha consistido en el propósito de conservar y profundizar los vínculos económicos externos y reducir los impactos de las osc ilaciones de los precios en los mercados externos a través de la diversificación de las exportaciones y de los mercados de destino. Así, por ejemplo, en 1995 la participación de los diferentes mercados de destino de Lis exportaciones fue: América Latina (18,67* ). NAFTA (15,8%), la UE (27,0%) y el Asia Pacífico (33,4%. véase Cuadro 4).

Los lincamientos básicos de la estrategia comercial desarrollada por los gobiernos de la Concertación ha consistido en: primero, mantener una política diversificada de inserción en la economía mundial a través del multilatenilismo (apoyo a las negociaiones de la Ronda Uruguay del GATT). Para un país abierto como Chile la apertura unilateral constituye el ideal porque induce a una rebaja generalizada de los aranceles y desmantela las estructuras proteccionistas. Segundo, como la capacidad de maniobra e incidencia en el plano multilateral es escaso, esta política se complementa con la promoción de los regionalismos abiertos, es decir la ampliación de los mercados sin discriminar a terceros, el favorecimiento de los esquemas de coopenu ion económica (v. gr. el ingreso al APEC) y la celebración de acuerdos bilaterales de libre comercio. En esta estrategia a Améi ii 11 auna le correspondió una importancia de primer orden.

Cuadro 4 Exportaciones de Chile por Macromercados (Millones de Dólares y Porcentajes) Asia (•)

699,8

2211,2

2644.3

3151,8

% del total

18,3

25,8

29,2

31,1

392,5 1226,0 32,0

1388,2 3203,0 37,3

1644,0 Í1.2 51,8

Alemania Mercosur (***) % del total

370,6 312,1 8,1

941,3 652,0 7,6

Brasil % del total

209,6 997,5 26,0

EE.UU.

870,7

Japón UE(**) % del total

NAFTA (••••)

S727.9

5496,6

30,6

32,0

33,4

1707,3 2931,7 28,9

1502,3 24 1 25,9

1976,2 2716,0 23,3

2906,4 4280,0 29,1

709,4 770,0

603,7 990,5

582.4 1351,7

H.5

9,8

486,5 1089,2 11,5

837,1 1774,4 10,8

487,4 1583,1 18,5

447,6 1692,9 18,7

450,9 1805,5 17,8

407,1 18-17.1 19,6

604,4 2294,7 19,7

260

1469,2

1596,3

1649,4

1655,2

2012,1

2375,0

11,6

1056,8 15,8

Fuente: Banco Central, informe mensual, varios números. (*) Japón, Taiwan. Corea del Sur, China, Malasia, Hong Kong. Australia, Singapur. Tailandia, Filipinas, Indonesia, Nueva Zelandia. Polinesia Francesa. (••) Bélgica, Dinamarca, Francia, Alemania, Crecía, Irlanda, Italia, Países Bajos, Portugal, España y Reino Unido. (•••) Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay. (••••) Canadá, Estados Unidos. México.

En las Bases Programáticas de la Concertación de Partidos por la Democracia se señalaron cinco tareas prioritarias del gobierno democrático. Una de ellas declaraba que el objetivo del nuevo gobierno debía ser "la reinserción

internacional de Chile" y básicamente el retorno al concierto latinoamericano25 . La centralidad acordada a América Latina obedecía a varias razones. El reingreso de Chile a la comunidad continental constituía un procedimiento para acabar de manera radical con el aislamiento internacional a que se vio sometido el país durante el anterior régimen y debía posibilitar la reinserción

25 Patricia Aylwin. La Trnnsinon chilena. Discursos escogidos, marzo 1990-1992, Santiago, Editorial Andrés Bello, 1992, pp. 31, 75,

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de Chile en su entorno geográfico, histórico y cultural. Como expresión de este cambio fue muy importante la presencia de numerosos mandatarios latinoamericanos en el acto de posesión del nuevo Jefe de Estado, a lo que posteriormente se sumó el restablecimiento de relaciones diplomáticas con México, la reanudación de relaciones consulares y diplomáticas con Cuba, la incorporación de Chile al Grupo de Río, el anuncio de acuerdos de libre comercio con México, Colombia y Venezuela y el tratado de complementación económica con Argentina, la normalización de los vínculos con Bolivia y Perú, el establecimiento de relaciones diplomáticas con Jamaica, Trinidad y Tobago, Guyana y Belice y numerosas islas del Caribe de habla inglesa.

de las exportaciones e inversiones asiáticas en Chile. Con estos países además se comparten principios en torno a la necesidad de liberalizar mercados y mancomunar esfuerzos para ingresar con más fuerza en mercados de países terceros.

Además, la participación de América Latina en la política comercial internacional de Chile ha comenzado a aumentar significativamente. El crecimiento de las exportaciones hacia el resto del continente se explica en parte por la calidad la de las relaciones que sostiene actualmente Chile con la mayor parte de países de la región, la naturaleza de las reformas en que se han comprometido la mayoría de los gobiernos del continente, el elevado crecimiento económico y las consecuencias de los procesos de liberalización comercial y de los acuerdos de libre comercio. A pesar de la notable expansión del comercio con América Latina, se observa un alto grado de concentración del mismo con pocos países, los cuales son limítrofes o se encuentran en las cercanías. En particular, cuatro países -Argentina, Bolivia, Perú y Brasil- representaron el 74,1% del total de exportaciones a América Latina en 1995 y el 71,0% de las importaciones provenientes de la región.

Sin embargo, la orientación hacia la Cuenca del Pacífico difícilmente podrá sustituir la prioridad acordada a América Latina. Los países asiáticos tienen más interés en desarrollar las relaciones con los países del norte del continente americano, particularmente con EE.UU., Canadá y México. De otra parte, a pesar de la importancia que la región tiene para Chile, el país tiene un peso marginal en los intercambios comerciales y financieros de los países asiáticos de la Cuenca. Con su reducido mercado interno, los márgenes de actuación de Chile sólo podrían aumentar en el caso de que logre involucrar a Argentina y Brasil en una política estratégica haca la región26. Por último, con la excepción de México, las demás naciones latinoamericanas están muy retrasadas en su vinculación con la zona, razón por la cual a menos que en el corto plazo se produzca un giro radical, América Latina difícilmente podrá convertirse en un polo gravitacional que atraiga el interés de las naciones asiáticas.

La segunda área prioritaria de interés para Chile está conformada por los países asiáticos de la cuenca del Pacífico. La región en su conjunto se ha convertido en la primera importadora de productos nacionales y se observa un claro crecimiento

La composición del comercio es complementario con estas economías. Los principales productos que Chile envía a estos países son básicamente productos mineros y sus derivados, madera aserrada, productos del mar, harina de pescado y celulosas. En cuanto a las importaciones chilenas desde esa región, en su gran mayoría corresponden a productos manufacturados. En las relaciones con estos países, Chile se comporta como un típico país en vías de desarrollo, exportando materias primas y recibiendo productos manufacturados. A pesar de esta asimetría que desestimula el tránsito hacia la segunda fase exportadora, el comercio con el Asia-Pacífico se ha convertido en un elemento central de las relaciones económicas externas del país, pues es ampliamente favorable para Chile.

La diversificación de la canasta exportadora Otra característica de este modelo consiste en las estrategias encaminadas a reducir la dependencia en relación a la exportación de los recursos naturales y encontrar lo que se ha llamado la "segunda fase" del proceso exportador, en la que se deben expedir bienes con un mayor grado de elaboración. Al respecto, las autoridades han señalado que la gran tarea de Chile consiste en que una economía con un mercado interno reducido debe "readecuar constantemente las estructuras productivas a la evolución de la competitividad internacional", como único mecanismo para mantenerse inserta en la economía mundial27.

26 Qué Pasa, 26 de noviembre de 1994. u 27 Alvaro García, "Estrategia exportadora del nuevo gobierno de Chile", en Consigna, año XVIII N 439, Santa Fé de Bogotá, 1994, p. 21

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Tal como lo señalábamos anteriormente en relación con el Mercosur, a América Latina se le asigna la importancia de que se convierta en la principal zona de penetración de las exportaciones chilenas con mayor valor agregado. En este sentido es muy interesante anotar que, aun cuando se observa un evidente desequilibrio en la balanza comercial con la mayoría de los países de América Latina, que es negativa para Chile, cualitativamente tal desequilibrio es sostenible porque la importancia de estas relaciones las autoridades no la mide únicamente en términos comerciales (véase Cuadro 5). Las exportaciones de recursos naturales procesados y de otros productos industriales representaron más del 50% de las exportaciones a los países de la región. Las

colocaciones de otros productos industriales (metalmecánicos, químicos y textiles) tienen una participación del 27% en las exportaciones a la ALADI en cambio en las destinadas a EE.UU. la UE y Japón llegaban a 10%, 4,6% y 1,3% respectivamente28. En 1995, la exportación de manufacturas por bloque de destino fue Mercosur 29,9%, Pacto Andino 22,9%, NAFTA 18,2%, APEC 9,5%, UE 5,7%29 Con Brasil y últimamente también con México se está reproduciendo el mismo esquema que se mantiene con los países desarrollados: exportación con productos con bajo grado de elaboración e importaciones de bienes manufacturados. Difícilmente la centralidad que ocupa el mercado latinoamericano en las exportaciones de productos manufacturados pueda ser cambiado. Las facilidades y el costo del transporte y los comparativamente más bajos estándares de calidad de este mercado en confrontación con los de los países desarrollados permiten pensar que a mediano plazo la segunda ofensiva exportadora tendrá a América Latina

como su mercado natural.

contexto de apertura"30, llega a la siguiente conclusión: "el análisis indica que, comparando los trienios 1983-1985 y 1992-1994, efectivamente aumenta el número de ramas para las cuales el mercado externo absorbe más de un 30% de sus ventas, es decir, se observa un mayor número de ramas industriales exportadoras. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que todas ellas están directamente

No existe unanimidad de criterios en torno a cuanto ha avanzado esta estrategia de diversificación de la canasta exportadora. Un trabajo de Rafael Agancino, intitulado, "El sector industrial chileno: los problemas del crecimiento y la distribución en un

28 Raúl Sáez, "Chile-América Latina: relaciones económicas y negociaciones bilaterales", en Cono Survol. XII N" 6, Santiago, enero-febrero de 1993, p. 10. 29 El Mercurio, 21 de diciembre de 1995. 30 PET, documento de Trabajo N" 108, Santiago, noviembre de 1995.

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ligadas a la explotación de recursos naturales. De hecho, tomando como base las 26 ramas seleccionadas, mientras en el primer trienio un 54,1% de las exportaciones industriales provienen sólo de 3 ramas (elaboración de productos del mar, fabricación de aceites y grasas y fabricación de papel y celulosa) en el último, el 62,5% de éstas provienen de 5 sectores (los tres anteriores más conservas de frutas y la industria de la madera), las cuales, según sus coeficientes de utilización intermedia, son clasificables como ramas con base en recursos naturales. En otras palabras, lo que se observa no es precisamente la emergencia de ramas típicamente secundarias, sino más bien, la consolidación exportadora de aquellas aún fuertemente ligadas y de modo directo a la explotación de recursos naturales. Dicho de otra manera, y en los términos en que se ha concebido la "segunda fase exportadora", es decir, como resultado espontáneo de un proceso de apertura, una diversificación del comercio no asegura necesariamente una reestructuración industrial que traslade el motor de esta recomposición y ampliación, hacia los sectores típicamente industriales". María del Pilar Campero y Bernardita Escobar31 establecen una clasificación de las exportaciones en tres tipos principales de productos: el primero comprende los recursos naturales donde se incluyen las exportaciones agrícolas, mineras, pesqueras, forestales y pecuarias con poca o ninguna elaboración; el segundo, son los recursos naturales procesados, es decir, son aquellos productos que se originan de un solo recurso natural, y el tercero abarca los productos industriales de los sectores químico, textil y metalmecánico, es decir que no se producen sobre la base de un recurso natural abundante en el país.

A partir de esta metodología igualmente se puede establecer que el grueso de las exportaciones siguen correspondiendo a recursos naturales no elaborados. Su participación, sin embargo, ha ido a la baja: de un 66% en 1986 ha disminuido hasta un 52% en 1993. La parte correspondiente a los productos manufacturados, basados y no basados en recursos naturales, ha aumentado en el transcurso de estos mismos años. Los primeros aumentaron de un 29% a un 36% y los segundos pasaron de un 4.5% a un 13%32. En síntesis, independientemente de la metodología empleada, la de Agancino o de Campero y Escobar, la conclusión general que se desprende es que la estructura de las exportaciones chilenas sigue reposando básicamente en los productos tradicionales con ninguno o muy bajo valor agregado, cuyos precios son muy fluctuantes. Si bien se han hecho algunos esfuerzos en la calidad de los productos ofertados y la estrategia comercial con respecto a América Latina ha sido acertada, al abrir un mercado para la colocación de productos manufacturados, como espacio a donde se destina buena parte de los bienes industriales que encuentran colocación en el exterior, la estructura de exportaciones ha sufrido muy pocas variaciones, lo cual le da un carácter aleatorio a la solidez de la inserción externa. La misma conclusión se infiere si nos detenemos a observar el destino de la inversión directa extranjera. Desde la década de los años ochenta33 el grueso de la inversión extranjera se ha destinado a la minería, lo cual permite deducir que los recursos naturales no procesados seguirán constituyendo por mucho tiempo más una parte significativa de la canasta exportadora chilena. En el período 1990 a 1994, la industria manufacturera, principalmente las ramas vinculadas a los sectores exportables de recursos naturales en abundancia en el país (la celulosa, el papel y las industrias forestales), ha comenzado a suscitar interés por parte de los inversionistas extranjeros, los cuales destinaron el 17% del total de la inversión extranjera directa34. Para mediados de 1995, el comportamiento de la inversión extranjera era el siguiente: la minería representaba el 53,5% de la inversión directa materializada por el mecanismo DL 600, los servicios el 34,3%, la industria el 5,3%, la construcción el 2,9%, la pesca y la acuicultura el 1,8%, la electricidad, el gas y el agua el 1,1%, la silvicultura el 0,65% y la agricultura el 0,02%35. El peso de los recursos naturales en las exportaciones tiene serias implicaciones para el desarrollo del país. Cuando la inversión se destina a una explotación rica en recursos naturales sobre la base

31 "Evolución y composición de las exportaciones chilenas, 1986-1991", en Andrea Butelmann y Patricio Meller, Estrategia comercial chilena para la década del 90. Elementos para el debate, Santiago, CIEPLAN, 1992. 32 Ricardo Ffrench-Davis y Raúl E. Saenz, "Comercio y desarrollo industrial en Chile", en Colección de Estudios CIEPLANN" 41, Santiago, diciembre de 1995, p. 87. 33 Véase, Armando Di Filippo, "Transnacionalización e integración productiva en América Latina", en Revista de la CEPAL N" 57, Santiago, diciembre de 1995. 34 Ricardo Ffrench-Davis y Raúl E. Saenz, "Comercio y desarrollo industrial en Chile", en Colección de Estudios CIEPLAN, diciembre de 1995, p. 69. 35 El Mercurio, 29 de julio de 1995. Véase también Interamerican development Bank y el Institute for European-Latin American Relations, Foreign Direct Investment in Latin American en the 1990s, Madrid, IRELA, 1996.

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de un trabajo intensivo y que incide en un amplio espacio el desarrollo de estas actividades se traduce positivamente en un mayor bienestar de la población y posibilita reducir parcialmente los niveles de pobreza. Pero hay otros casos, donde la inversión se destina a la explotación de recursos intensivos en capital pero que carecen de sólidos vínculos con la economía doméstica. Este es básicamente el caso de Chile con la minería. Las grandes empresas transnacionales han evidenciado su interés en adquirir derechos de explotación de los recursos mineros, pero originan una baja recaudación tributaria y "su contribución a la acumulación de capital artificial -humano y material- parece ser muy inferior a la riqueza natural extraída. Si este fuera el caso general de la minería y otros tipos de inversión, habría lugar a un resurgimiento del debate en torno a la propiedad nacional de los recursos agotables, no tanto como un asunto de soberanía e independencia económica, sino en términos de obtener vías de crecimiento sustentable"36. Tanto más grave aún es que el acuerdo de Marrakech, que dio origen a la Organización Mundial del Comercio, fijó un cronograma para la reducción de los subsidios o incentivos al sector exportador. En Chile existen tres mecanismos que se utilizan de fomentos de exportación que deberán ser desmantelados: el reintegro simplificado a los exportadores (consiste en la devolución al exportador el 10%, 5% o 3% del valor FOB de su envío); la devolución de aranceles a los bienes de capital y el estatuto automotriz que bonifica el ensamblaje de automóviles. Actualmente el fisco destina cerca de US$420 millones a programas de fomento productivo y exportador, aproximadamente la mitad del cual deberá desaparecer para el año 2002. La trascendencia de este problema es que el 77% de estos "subsidios" se canalizan hacia el rubro de exportaciones no tradicionales, es decir productos

manufacturados como los textiles y el cuero, alimentos y bebidas, silvoagropecuario, pesquero y químico. Como lo señala una investigación realizada por el periódico El Mercurio "para los exportadores el desafío es grande pues tendrán que enfrentar sin 'muletas* que los sostenga los mercados internacionales y demostrar que realmente la economía chilena puede entrar en la categoría de un 'jaguar' real y no de fantasía"37. Sin estos incentivos para los exportadores manufactureros será más complicado pasar a la segunda fase exportadora y, por lo tanto, se corre el riesgo de que se siga dependiendo de los recursos naturales.

Los sectores privado y público en el crecimiento económico Otro elemento que caracteriza este modelo reposa en el fortalecimiento de la actividad del sector privado, el cual se ha convertido en el agente principal del crecimiento económico. A diferencia de las estrategias económicas anteriores, en las que existían ámbitos reservados únicamente al Estado -por ejemplo, la explotación de la gran minería del cobre, el sistema de pensión, la modernización de la infraestructura, para sólo citar algunos de los más importantes-, en la actualidad, el sector privado se ha posicionado como agente principal del desarrollo con actividades en todos los campos de la economía. Como ilustración de esta tendencia se puede citar el hecho de que en 1994, por primera vez desde la década de los años setenta, el sector privado superó al estatal en la exportación de cobre al totalizar US$ 2.720 millones contra US$ 2.520 millones. De acuerdo con las proyección realizadas por el Ministerio de Minería esta proclividad se mantendrá en los años venideros, sobre todo a raíz del mayor aumento de las inversiones privadas en la minería nacional38 . El sector privado no sólo se ha convertido en un agente importante de la economía nacional, sino que últimamente ha comenzado a invertir en el exterior. A junio de 1996, el total acumulado en la década de los años noventa asciende a US$8.600 millones. La mayor parte de esta inversión chilena concretada en el exterior tuvo como destino a los países de América Latina. Ha sido a raíz del importante crecimiento y el dinamismo experimentado por ciertos sectores de la economía nacional, la inversión en el exterior se ha transformado en una buena opción en casos donde el mercado doméstico ya se encuentra saturado, la rentabilidad de algunos proyectos locales son inferiores a las que se presentan en otros países o cuando el sector privado detecta nuevas oportunidades de negocios. Estas inversiones han servido además de plataforma para una nueva ofensiva comercial. Sobre los sectores que aglutinan los

36 Oscar Muñoz, Dagmar Raczynski y Joaquín Vial, "América Latina en el siglo XXI: temas económicos y sociales para un programa de la asistencia al desarrollo", en Colección de Estudios CIEPLANW 42, junio de 1996, p. 153. 37 El Mercurio, 11 de agosto de 1996. 38 El Mercurio, 22 de noviembre de 1995.

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capitales chilenos en el exterior se han d es tin ado p r in cip a lme n te a á reas vinculadas a la generación de servicios públicos como electricidad, gas y agua. Otro grupo importante lo constituyen los rubros financieros, transporte, almacenamiento, comunicaciones y sistemas de pensiones. El crecimiento de las inversiones testimonia que el mercado chileno le ha quedado pequeño a los grupos económicos. La fase inicial del desarrollo de las exportaciones en Chile -fruta, pesca y cobre-, está comenzando a ser rebasada. Muchas de las corporaciones chilenas de expansión han llegado a su límite de crecimiento en el país. El paso siguiente ha consistido en desarrollar filiales en países vecinos y, por el dinamismo de las relaciones bilaterales, éstas se destinan principalmente a Argentina, porque, además de ser un interesante mercado, constituye una buena plataforma para el ingreso al resto de países miembros del Mercosur. Aquí reside, sin embargo, una de las paradojas del esquema económico. De una parte, se fomenta la entrada de capitales extranjeros para invertir en la producción, pero, de la otra, se estimula la inversión nacional en el exterior, en razón básicamente de la mayor rentabilidad que pueden alcanzar en los mercados externos. Chile registra la más alta tasa de ahorro en América Latina. Su monto alcanzó el 25,8% del PIB en 1994 (véase Cuadro N° 6). "Hay una contradicción muy grande en nuestra economía -expresó Ricardo FfrenchDavis-cuando decimos que a las AFP les sobra la plata, no tienen en qué invertir, mientras que a las empresas les falta y lo que hacen para conseguirla es ir a buscar dólares al exterior, de los cuales hay superabundancia. Debemos guiar esta política por la economía real, la del comercio, la de la producción, y realizar aperturas financieras de manera pragmática y selectiva, que las hagan funcionales al desarrollo nacional"39.

Cuadro 6 Ahorro Nacional 1989-1994 (en Porcentajes del PIB) AÑO

TOTAL

PUBLICO

PRIVADO

1989

23,7

6,7

17,0

1990 1991 1992 1993

24,2 24,1 24,8 23,9

4,8 4,4 5,2 4,6

19,4 19,7 19,6 19,3

1994

25,8

5,1

20,7

Fuente: Ministerio de Hacienda. El problema con el ahorro interno es que no se identifica con una estrategia nacional de desarrollo. "Chile precisa de otra política de inversiones orientada claramente al desarrollo nacional, alternativa que en el caso de los fondos de los imponentes se pudo dar con plenas garantías de registrar altas tasas de rentabilidad. Así habría acontecido, por ejemplo, si parte de dichos fondos se hubiesen utilizado en poner en marcha grandes yacimientos de cobre en un esfuerzo nacional, en vez de entregárselos a consorcios transnacionales, que se apoderan de la alta renta diferencia que ellos contienen40. La importación de bienes de capital demuestra que el sector privado ha comenzado a asumir un papel protagónico en materia de inversión productiva, destinada a modernizar y ampliar la capacidad de producción del país. El capital privado, sin embargo, no podrá ser el único agente de la modernización. Para alcanzar una mayor y mejor competitividad de las exportaciones con mayor valor agregado se requiere la presencia y las funciones de un eficiente Estado moderno que promueva aquellas áreas que pueden sostener esta propuesta de desarrollo: impulso de la tecnología, educación y capacitación, establecer los certificados de calidad, desarrollar políticas de fomento productivo que incorporen a los pequeños productores y agricultores a los nuevos circuitos modernos de mercado y orientar el desarrollo productivo para que la economía exportadora pueda adaptarse de manera eficiente y flexible a los nuevos requerimientos del mercado mundial41. El Estado, por su parte, con su impresionante aparato tecnocrático, ha sido el agente principal de la estrategia de inserción y ha sugerido las orientaciones principales. Pero es en la empresa privada donde ha recaído la responsabilidad de asegurar esa política y penetrar

39 Estrategia, 13 de enero de 1995. 40 Hugo Fazio, El programa abandonado. Balance económico social del Gobierno de Aylwin, Santiago, CENDA, Universidad Arcis, 1996, p. 155-156. 41 Véase Revista de Ciencia Política, vol. XV N. 1-2 de 1993, Santiago.

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en los mercados. Los demás actores son los convidados de piedra que ayudan a legitimar las políticas adoptadas y ajustificar el consenso. De otra parte, en Chile más que en cualquier otra parte de América Latina prima una noción neoliberal en el esquema de inserción internacional; este ha sido, sin duda, el gran legado de Pinochet a la sociedad chilena. Mientras que los países del Mercosur, por lo menos, proponen, aunque sea nivel discursivo, que la integración comercial debe ir de la mano con políticas de integración social y el Grupo de los Tres fue concebido para impulsar una integración que favoreciera, entre otros, el desarrollo de los países centroamericanos, la política exterior chilena con todo su pragmatismo no ha podido sobrepasar los estrechos horizontes comerciales. Es interesante al respecto que los programas políticos de la Concertación carezcan de cualquier alusión a estos temas. Es tal la obstinación con el mercado que la política, en aras del pragmatismo económico y el realismo político, ha quedado reducida a la condición de asistente de los intereses económicos dominantes. En tal sentido, es de vital importancia un cambio de reorientación de las relaciones económicas externas para convertirlas en una verdadera política de desarrollo nacional, pues, de lo contrario, adolecerá de una insuficiencia crónica que podrá hacer tambalear los logros que se alcancen en este plano.

diáfanos de las actuales relaciones internacionales. De otra parte, en razón de la globalización que induce a una mercantilización de las agendas y sostiene en los planos económicos los fundamentos del poderío internacional, un pequeño país no puede sustraerse de esta nueva exigencia mundial. La exitosa experiencia de inserción económica legada por el régimen de Pinochet se ha constituido en una valiosa herencia a la cual no se puede renunciar. Por último, el modelo económico y la política nacional de desarrollo reposan básicamente en el dinamismo que alcance el modelo exportador. La importancia de las relaciones externas como elemento estimulador del crecimiento económico se puede visualizar en el hecho de que si en el transcurso de la última década la economía en su conjunto ha crecido al 6,5%, el sector exportador ha alcanzado una tasa de 12,3% anual. De ahí también que los acuerdos comerciales y las negociaciones internacionales se hayan convertido en ingredientes fundamentales del desarrollo económico nacional.

Modelo de desarrollo y justicia social El elemento de innovación que introdujo el primer gobierno de la Concertación al modelo consistió en incluirle algunos cambios a esta forma de organización económica para reorientarla hacia lo que se ha denominado el "crecimiento con equidad". Esta necesidad se ha vuelto una tarea urgente, no sólo por las funciones articuladoras que tenía el Estado en Chile y su papel de constructor de la comunidad nacional, sino por el hecho de que con el traspaso de numerosas funciones al mercado, se produjo una atomización de la función articuladora de'los intereses sociales42. El programa seguido por el gobierno en este plano ha consistido en la complementación del énfasis neoliberal en el crecimiento económico con la preocupación populista por la distribución43 que se ha expresado en un control a la inflación acompañado de reformas tributarias con el fin de desarrollar una política más agresiva para pagar la "deuda social" en que incurrió el anterior régimen autoritario.

Debido a los imperativos del modelo que privilegia la dimensión económica y la importancia que este ámbito ha adquirido en las relaciones internacionales de posguerra fría, la política internacional de Chile ha conservado la tendencia a una mercantilización de la misma. Varios factores han contribuido a fortalecer esta posición. De una parte, durante la guerra fría la agenda y las problemáticas internacionales eran más claras. En la actualidad, el carácter difuso que tienen las relaciones de poder inducen a destacar los aspectos económicos que son los más

Con el propósito de disponer de recursos que permitieran cancelar esta deuda social se emprendieron negociaciones con el principal partido opositor -Renovación Nacional-, de cuyo acuerdo nació la Reforma Tributaria de 1990, la cual aumentó la tributación a las utilidades de las empresas y a las rentas de las personas con ingresos elevados e incrementó el IVA del 16% al 18%. Esta reforma no sólo se tradujo en una práctica que en los años noventa se ha vuelto consustancial a la ingeniería política chilena -la sustitución de la participación ciudadana por acuerdos populares con el principal partido de oposición-, sino que estableció un límite a la

42 Oscar Muñoz, "El crecimiento económico y el problema del orden social", en Colección de Estudios CIEPLAN N" 42, junio de 1996. 43 Ignacio Walker, "Transición y consolidación democrática en América Latina", en Rmiistn de Cif.nc.ifi Política, Santiago, 1992, pp. 98104.

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transferencia de recursos de los sectores pudientes a los más necesitados. Desde el punto de vista de la distribución, hacer depender en lo fundamental los ingresos del Estado y sus políticas asistenciales en el aumento del IVA (1.832.175 millones de pesos recaudados en 1994, o sea el 49% de los tributos totales) se convirtió en una medida claramente regresiva, pues este es un impuesto que afecta al conjunto de la población y en términos proporcionales perjudica en mayor grado a las personas de menores ingresos. Sin embargo, el problema mayor en este ámbito radica en que subsiste una gran incertidumbre sobre la manera como realizar la equidad social. Hasta la fecha la estrategia adoptada ha consistido en estimular el alto crecimiento de la economía para generar empleos y elevar los salarios. Del mismo modo, el país se ha beneficiado de rubros como la construcción que absorben una mano de obra poco o nada calificada. No obstante, sectores importantes de la sociedad han quedado marginados o no han podido acceder al mercado de trabajo. De otra parte, el crecimiento de la economía chilena se ha debido principalmente al uso intensivo de fuerza de trabajo desocupada o subempleada. Las experiencias demuestran que la expansión económica es sostenible

sólo cuando se produce un real aumento en la inversión y se introducen avances tecnológicos que aumentan la productividad. Pero para reducir los niveles de desigualdad sería necesario que el aumento del salario real fuese mayor al de productividad, situación que no se ha presentado, porque en el primer lustro de la década de los años noventa, el crecimiento de ambos indicadores ha ido más o menos a la par. Mientras el crecimiento de la productividad en el período 1990 a 1995 creció en el 4,1%, los salarios reales aumentaron el 3,9%44. Para el caso de Chile, algunos estudios sugieren que en el transcurso de la última década la disminución de la pobreza se explica en un 80% por el ritmo de crecimiento económico y sólo en un 20% por la menor desigualdad. A pesar de esta preocupación gubernamental por la equidad social, la información oficial muestra que poco se ha avanzado en la distribución del ingreso45. En ese documento se señala que la participación del 20% más rico no ha variado, se mantuvo en 55,1% y el 20% más pobre incrementó su presencia en el ingreso total monetario de un 4,2% a un 4,5%. Esta encuesta ha demostrado que los ingresos promedios de los indigentes alcanzan apenas para adquirir un 63% de la canasta básica de alimentos. Véase Cuadro 7. De acuerdo con un informe del Instituto Nacional de Estadísticas, en materia de transferencias (jubilaciones, pensiones, ingresos procedentes de seguros, subsidios de cesantías, pensiones asistenciales y otras prestaciones de seguridad social, donaciones, becas de estudio) se produjo también un retroceso. En 1993, el décil de más bajos ingresos percibió apenas un 2,5% de su monto total, mientras que el décimo décil captó un 29%. En 1993, los tres deciles de mayores ingresos captaron un,58,7% de las transferencias totales. El 40% de los hogares de menores ingresos, en cambio, solo recibió un 16,9%.

Cuadro 7 Ingresos Monetarios Promedio de los Hogares según Quintiles 1987-1992 (en pesos de noviembre de 1992 y en porcentajes)

QUINTIL 20% M-S POBRE

1987 36.180

MONTOS 1990 37.831

II QUINTIL III QUINTIL IV QUINTIL 20% M-S RICO

68.062 99.386 150.261 450.308

79.398 116.921 171.774 498.680

1992 47.717 94.042 136.368 200.464 587.490

PORCENTAJE 1987 1990 4,2

4,5

8,5

8,8

8,8

12,4 18,7 56,0

12,9 19,0 55,1

12,8 18,8 55,1

Fuente: Encuesta CASEN, Ministerio de Planificación y Cooperación.

44 El Mercurio, 5 de enero de 1996. 45 Ministerio de Planificación y Cooperación, Encuesta de Caracterización Socio Económica Nacional, 1994.

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1992

4,5

Si procedemos a comparar el ingreso monetario según grupos decílicos entre 1992 y 1994, se observa que los dos últimos deciles son los únicos que han visto aumentar su participación al ascender el 9o decil del 14,7% al 15,3% y el 10° que pasó de 41,6% a 41,9%, mientras todos los otros deciles descendieron46. El panorama es aún más dramático si subdividimos la población en veintiles. El último veintil -que representa a 541 mil personas- tenía un ingreso promedio per capita en 1994 similar al de los 15 primeros veintiles, lo equivalía a 10.871.000 habitantes, es decir el 3,9% de la población total del país recibe tanto como el 79,1%47. Tal como lo demuestran estas evidencias, el modelo de desarrollo vigente, con su inclinación por el mercado, no logra generar mecanismos de redistribución que aquilaten la desigualdad y reconstituyan vínculos sociales que permitan que la sociedad chilena vuelva a ser una comunidad. Por último, un factor difícil de medir en términos cuantitativos pero que incide directamente en las condiciones de vida de la población y, muy en particular, de las capas medias, es el del consumo. Los créditos de consumo en el sistema financiero han crecido a tasas superiores al 30% real, lo que duplica las tasas de crecimiento de las colocaciones totales de la industria. Bien valdría un análisis detallado de este problema, por cuanto un estudio del Centro de Investigación Aplicada para el Desarrollo de la Empresa de la Universidad de Chile, comprobó que el 94% de la población vive en un constante endeudamiento y que la capacidad potencial de endeudamiento de las personas casi duplica su poder de pago48. La globalización y el disciplinamiento macroeconómico El crecimiento de las exportaciones, el papel del sector privado en la generación

del crecimiento económico y la búsqueda de una mayor igualdad social constituyen los núcleos básicos sobre los cuales reposa el actual modelo económico chileno. Los dos primeros son, al mismo tiempo, los factores que han potencializado la inserción de Chile en la economía mundial. Pero, en el transcurso de los últimos años se ha hecho evidente otra tendencia que no obedece tanto a la lógica de funcionamiento del modelo, sino que constituye una serie de procedimientos de disciplinamiento macroeconómico para adecuar la economía nacional a los imperativos de la globalización. La propensión por mantener a toda costa la estabilidad macroeconómica, por ser este el mecanismo básico que permite conservar las tasas de crecimiento de la economía y preservar la confianza depositada en el país por parte de los empresarios e inversionistas nacionales y extranjeros se ha convertido en uno de los puntos que más ha concitado la atención de las autoridades económicas y financieras nacionales. En este sentido, el factor que ha causado gran alarma consiste en las dificultades que subsisten para establecer el equilibrio financiero debido a la alta influencia que ejerce en este plano el sector externo. El rápido crecimiento de las exportaciones, las facilidades acordadas a los inversionistas extranjeros y los ingresos de capitales han originado una sobreoferta de divisas y una tendencia a la apreciación cambiaría que incide en la capacidad exportadora. Esto ha llevado a que el Banco Central se haya visto en la necesidad de comprar divisas e incrementar las reservas internacionales, lo que ha generado una expansión monetaria y serios riesgos inflacionarios. Esto produce una tensión entre los incentivos a las exportaciones y a la inversión. Como forma de paliar estas adversidades se ha estimulado la demanda de importaciones a fin de evitar mayores acumulaciones de reservas. Este fue uno de los motivos macroeconómicos que indujo a las autoridades a disminuir el arancel externo común del 15% al 11% en 199149. Esta preocupación explica las recurrentes políticas de ajuste en que se han comprometido los gobiernos postdictatoriales para comprimir el gasto, controlar la inflación y conservar la estabilidad de la moneda. Esta necesidad fue una tarea aún más urgente en los inicios del primer gobierno de la Concertación por cuanto la economía se encontraba enormemente recalentada. Con el propósito de crear mejores condiciones para su reelección, en 1988, el año del plebiscito, Pinochet dispuso la disminución de los impuestos, expandió la cantidad de circulante y aumentó desorbitadamente el gasto público, todo lo cual generó un sobrecalentamiento de la economía, con una correspondiente presión inflacionaria que alcanzó el 30%. De otra parte, el crecimiento de la economía desde 1985 se había basado en la utilización de una capacidad productiva que se encontraba ociosa

46 Véase, el anexo al libro de Luis Maira, Superando la pobreza construyendo la equidad, Santiago de Chile, Ministerio de Planificación y Cooperación, 1996. 47 Elaborado por el autor, a partir de datos contenidos en Jacobo Schatan W., "¿Cuánto cuesta erradicar la pobreza en Chile? ¿Quién debe pagar la cuenta? ¿Cómo hacerlo?, Documento de Trabajo CENDA, Santiago, s/f. 48 El Mercurio, 22 de julio de 1996. 49 Oscar Muñoz y Carlos Celedón, "Chile en transición: estrategia económica y política", en Revista de Ciencia Política vol. XV Nos. 1-2, Santiago, 1993, p. 108.

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y en una sensible mejora en los términos de intercambio, sobre todo del precio internacional del cobre. Ninguno de estos dos factores podía potencializar el crecimiento económico en la década de los años noventa.

por una canasta de monedas. Los objetivos que se perseguían con esta medida eran reducir los efectos ocasionados por la volatilidad del dólar, introducir una mayor incertidumbre cambiaría a operaciones financieras de corto plazo, dada la inestabilidad cotidiana entre las cotizaciones internacionales de esas tres monedas."

Para estabilizar la economía se procedió a controlar el gasto fundamentalmente a través de la tasa de interés, a un valor nominal más alto que el existente en los países desarrollados. El principal efecto de esta estrategia ha consistido en la llegada masiva de capitales extranjeros al país y la consecuente pérdida de autonomía del Banco Central en el manejo cambiario, ya que la afluencia de capitales extranjeros ha incidido en una apreciación del peso con respecto al dólar, con efectos negativos para la competitividad internacional de los exportadores nacionales.

Además de evitar las distorsiones que genera la entrada de divisas, los términos de intercambio que se deterioraron alrededor de un 10% en 1996, lo que significa una pérdida de ingreso del orden del 3% a 3,5% del PIB51, induce a la conservación de las políticas de ajuste debido a que esto puede derivar en un alza del tipo de cambio y en un aumento de la inflación de los bienes transables.

El interés de los inversionistas extranjeros en la economía chilena se ha mantenido alto durante todos estos años. Algunos de los factores que mantienen el interés de los inversionistas extranjeros son la estabilidad política, el bajo riesgo que representa el país y, sobre todo, la alta rentabilidad de la inversión extranjera que alcanza un promedio anual superior al 35% del capital. En otras palabras, con esta tasa de rentabilidad, la inversión extranjera se recupera en menos de 3 años. Se trata de niveles de rentabilidad marcadamente superiores a los promedios mundiales50. Para contrarrestar la afluencia de capitales de corto plazo, en junio de 1991, se estableció un encaje no remunerado del 20%, en enero de 1992 se extendió el encaje a los depósitos en moneda extranjera, y en mayo de ese año se aumentó a un Otra medida encaminada a desalentar los movimientos de capitales de corto plazo consistió en el reemplazo del dólar, como el vínculo directo del tipo de cambio oficial,

Esta es, sin duda, una de las paradojas que hace pesar una incertidumbre sobre la posible proyección futura del modelo. Porque, de una parte, se fomentan exportaciones, basadas fundamentalmente en ventas de recursos naturales en los mercados externos, productos cuyos precios presentan una alta volatilidad a nivel internacional. Por ello es que pasar a la "segunda fase exportadora" se ha convertido en una tarea de primer orden. Pero, nada permite pensar que esta circunstancia en el mediano plazo vaya a cambiar. De la otra, los desequilibrios que entraña la masiva entrada de capitales y las reiteradas políticas de ajuste que han tenido que hacer los gobiernos para mantener bajo control la expansión del consumo y los eventuales brotes inflacionarios, nos llevan a la conclusión que desde ambos ángulos el modelo chileno ha perdido su dimensión nacional para convertirse en un modelo inducido transnacionalmente. Este modelo exportador, tal como lo reconociera el mismo JeanJacques Duhart52, director de Prochile, ha comenzado a mostrar signos de pérdida de dinamismo. La apertura económica y la diversificación ya no pueden ser los únicos instrumentos para potencializar el modelo. El tipo de cambio que se estabiliza en niveles bajos hace perder competitividad a los exportadores. Para proseguir en la senda de la modernización del modelo exportador se deben abordar problemas tales como el de la calidad, la certificación y las exigencias medioambientales. Cuatro tareas siguen siendo centrales para garantizar la viabilidad del modelo: la primera tiene que ver con la diversificación de la oferta exportable, la segunda con neutralizar los efectos provenientes de la globalización de las finanzas, la tercera con el desarrollo de estrategias que permitan una adecuada distribución de la riqueza entre todos connacionales y la implantación de políticas que hagan posible que el desarrollo sea sustentable. Sin estos elementos difícilmente podrá mantenerse vigente el actual esquema de desarrollo.

50 Hugo Fazio, El programa abandonatlo. Op. cil., p. 75. 51 Estrategia, 16 fie agosto de 1996. 52 El Mercurio, 18 de enero de 1996.

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ESPACIO ESTUDIANTIL Diálogo entre Historia y Antropología1 Jairo Clavijo P.2 Introducción En la elaboración de este documento se consideraron autores de historia y antropología que plantean el diálogo interdisciplinario y con base en ello, se exponen algunos problemas que subyacen a la relación. Así mismo, se incluye los resultados de entrevistas a historiadores y antropólogos sobre la manera como perciben el estado del encuentro entre las dos áreas. El diálogo trae ventajas para las dos disciplinas como el enriquecimiento en los campos teórico, metodológico y de objetos de estudio, no obstante, plantea problemas en la definición o particularizado!) de las dos ciencias sociales. Este artículo contiene tres partes; en la primera se habla del aporte historiográfko, desde la Escuela de los Ajínales, hasta la Nueva Historia Francesa, y se hace una reflexión de la relación entre Historia y arqueología. La segunda parte considera el aporte de la antropología, se anotan las contribuciones más significativas de diferentes Escuelas Antropológicas respecto al diálogo, y se enfatiza finalmente en la Etnohistoria. La tercera parte, contiene la síntesis de la discusión interdisciplinaria entre antropología e historia, los problemas y ventajas que le trae a cada una de ellas el contacto.

Historia La historiografía decimonónica se basa en el estudio de acontecimientos tales como guerras, reinados, grandes revoluciones y en general grandes acontecimientos. Posteriormente, el interés se centra en la historia política, económica y social. No obstante, en ambos casos se asume una posición eurocéntrica y pretendidamente totalizante, a partir de consideraciones de orden macro. El punto de encuentro de la Historia con la Antropología se formula en el siglo XX, y se fundamenta en la consideración de aspectos culturales en los temas históricos, y el diálogo se extiende a los niveles teórico y metodológico. La historiografía tradicional recibe una dura crítica en especial encabezada por la llamada Escuela de los Anuales, (Marc Bloch y Lucien Fevre) y posteriormente por la Nueva Historia Francesa, (Le Goíf, Nora, Le Roy Landurie). Esta crítica se puede sintetizar de la siguiente forma: En primer lugar, se cuestiona la llamada historia historizante, que es la narración de hechos, hazañas de héroes y acontecimientos particulares. Aquí la síntesis realizada bajo un parámetro cronológico es la erudita: una sucesión de hechos, batallas, fechas y héroes, una historia que se preciaba de ser objetiva, en la medida que sólo se acercaba a los hechos a través de la narración fiel. En aras de la pretendida objetividad, esta historiografía positiva consideraba cualquier intento de interpretación como mera especulación. De la misma forma, se interesaba por hechos protagonizados sólo por élites políticas; no se pensaba en el papel de las clases subyacentes, ni las dinámicas sociales y mucho menos, fenómenos de orden cultural. En segundo lugar, el marxismo, a pesar de criticar la historia positiva o historizante, tampoco se encuentra interesado en acercarse a lo cultural, su énfasis es macroeconómico y político, y aunque brinda un cuadro conceptual bastante rico e interesante (modo de producción, relaciones sociales de producción, burguesía, proletariado), y postula una periodicidad histórica convertida en

1 Este articulo el una versión sintetizada tic l.i monografía de la Opción de Estudios en Historia, Universidad de los Andes (1994). 2 Antropólogo de la Universidad de los Andes, Licenciado en Ciencias Sociales de la Universidad Pedagógica Nacional. Profeso! de- los Departamental de Antropología de la Universidad Javeriana y "le la Universidad de los Andes.

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modelo (sociedad primitiva, feudalismo, capitalismo), tiene dificultades para el análisis de imaginarios colectivos y la cultura ya que se limita a asumirlos como consecuencia de la vida material en un sentido determinista. El marxismo como historiografía, considera como básicos para el análisis fenómenos socioeconómicos, sus modelos pretenden tener una validez universal que desconoce el relativismo cultural. Su énfasis evolucionista ubica en estadios a las sociedades: unas estarían en la civilización, mientras que otras serían pueblos primitivos en el salvajismo o la barbarie (según las categorías de Lewis Morgan). En general, sus puntos de análisis giran en torno al materialismo (dialéctico e histórico). El positivismo se centra en lo factual y el marxismo en lo económico, y ambos miran con cierto desprecio lo cultural y las expresiones sociales en la vida cotidiana; buscan en la materialidad la validez objetiva de sus estudios. La Escuela de los Annales en Francia propone una nueva visión para la historia que finalmente llegará a confundirse con un tipo de antropología; Marc Bloch como iniciador de esta corriente, critica la historia historizante y se basa en una historia total, que considera todas las expresiones de una sociedad. En 1930 se funda oficialmente la Escuela con Henry Berr y Marc Bloch, quienes entregan a la historiografía "la opción para renovarse constantemente a la luz de los acontecimientos que marcan el presente y preparan el futuro". (González, 1985:9). Estos autores proponen la interdisciplinariedad como mecanismo para lograr el análisis total y formulan conceptos que revalúan la interpretación del tiempo y el espacio. En términos temporales, rompen con el tiempo cronológico y proponen la duración, o tiempo concreto experimentado por la conciencia, independiente del tiempo cronológico -cuantificable-. A nivel espacial, el concepto de región, supera las divisiones políticas de las naciones, y va a revolucionar la construcción geográfica (Ratzel, Vidal de la Blanche). Aunque en sus inicios la región se concebía en sentido determinista, se habla de una morfología social dependiente del medio o de "representaciones colectivas gestadas a partir de la relación con un entorno particular" (González, 1985:16).

En la década de 1950, luego de replantear la construcción historiográfica, sobresale en los Annales Fernand Braudel, quien perfecciona conceptos de la Escuela. En primer lugar, toma la duración, que redefine la idea de tiempo lineal: no existe un tiempo social de una sola y simple colada, sino un tiempo social suceptible de mil velocidades, de mil lentitudes, tiempo que no tiene prácticamente nada que ver con el tiempo periodístico de la crónica y de la historia tradicional (Braudel, 1990:29).

En consecuencia, Braudel propone la siguiente periodización: Corta Duración -nivel factual-, en donde entran los hechos cotidianos y eventuales, acontecimientos normalmente breves como accidentes, cambios de mandatarios, asesinatos. Mediana Duración -nivel coyuntural-, en donde procesos más largos cambian la vida social: hambrunas, guerras, revoluciones, sequías, pestes; pero, su influencia no afecta los esquemas básicos de pensamiento o las costumbres y tradiciones, técnicas o cosmovisión de las gentes en forma radical, allí se ubican los cambios económicos. Larga Duración -nivel estructural-, en este nivel transcurren los procesos biológicos (como la sexualidad o el amor), geográficos, cosmológicos; procesos casi inmóviles en el tiempo, procesos culturales. Con lo anterior queda claro que no es lo que cambia el nuevo centro de interés investigativo de la historia, sino lo estructural, lo que permanece. En segundo lugar, Braudel retoma y destaca la interdisciplinariedad, señala que los procesos estructurales en una sociedad tienden a perdurar y que a pesar de hechos coyunturales, esos procesos permanecen casi invariables3. En tercer lugar, halla coincidencia en que los procesos estructurales transcurren en larga duración y precisa la necesidad de que las Ciencias Sociales introduzcan la explicación histórica en sus análisis. Sin embargo, lo estructural no es independiente de lo acontecimental y lo cuyuntural; existe una estrecha relación entre los tres niveles ya que tanto acontecimientos como coyunturas expresan las estructuras que subyacen. Se diferencian entre sí en que acontecimientos y coyunturas transcurren y se transforman

3 Braudel toma el concepto estructuralísta en el sentido propuesto por Lévi-Strauss: "...las estructuras no son manifestaciones concretas de la realidad; son modelos cognitivos de la realidad. Como tales las estructuras se encontrarán como modelos mentales, tanto en el hombre primitivo como en el •científico.. Según Lévi-Strauss, el hombre comprende su universo y orienta su conducta sobre la base de estos procesos mentales" (Bohannan, 1993:440).

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mientras que las estructuras tienden a permanecer. Es "Una historia casi inmóvil, la historia del hombre en sus relaciones con el medio querer rodea." (Fontana, 1982:205). La historia ahora se preocupa más por las estructuras subyacentes, restando importancia interpretativa a lo factual e incluso a lo coyuntural en sí mismo. Hacia 1970, la Escuela sufre una nueva transformación protagonizada por Jacques Le Goff, Francois Furet, Le Roy Ladurie, Pierre Nora, entre otros, y se define abiertamente como Historia Antropológica, iniciándose así la Nueva Historia Francesa.

Se vuelve importante acabar con la ideologización del discurso histórico, y se pasa a las historias privadas, especialmente de los pueblos y eventos antes no considerados, como las historias de los campesinos, sus alegrías y tristezas, el temor, el pánico, el amor, las fiestas, la muerte, la cocina y las representaciones colectivas. Cada evento de la vida social posee una estructura propia; los historiadores no creen en elementos dominantes sino en sistemas de estructuras que interactúan entre sí. Se abandona entonces el concepto de historia total, y se constituye un hito en la Escuela de los Annales; además, se introduce la seriación inspirada en Foucault, que descompone los tiempos y procesos de la historia en series con especificidades propias, sin un centro. Se desarrolla un tipo de experiencia historiográfica interesada en determinar las manifestaciones de la sensibilidad, la conciencia, la percepción a través del tiempo, en un lugar determinado, se trata de la historia de las mentalidades, que es más

ocupado por el conocimiento de las nociones de limpieza/suciedad, saíud/enfermedad, elegancia/ grosería, hedor/fragancia, y sus manifestaciones a través del tiempo. Al hablar ya no sólo de la vida cotidiana, la muerte, la fiesta, sino de sistemas simbólicos y de conocimiento, parecería que la diferencia de la historia con la antropología fuera más de objetos formales de estudio, mientras que la historia estudia las sociedades occidentales, y la antropología se dedica a indígenas y minorías. Temas tradicionales de la historia (occidente en épocas históricas), tratados a partir de variables psicológico-sociales, no significan en realidad una caracterización de un nuevo tipo de historia, sino más bien de un nuevo campo de interés investigativo que complementa y oxigena los estudios socio-económicos y políticos de la historia tradicional. Además se pone de relieve un diálogo abierto con la psicología y con la antropología estructuralista propuesta por Lévi-Strauss. Se puede concluir que la antropología brindó para la historia, la reflexión de lo privado, y lo particular, y la búsqueda de estructuras subyacentes. No obstante, se abre una dispersión en la historia al desdibujarse su especificidad como disciplina; así lo anota Germán Colmenares: La fuerza y la debilidad más notoria de la Escuela de los Annales ha radicado en su dispersión. Una dispersión buscada deliberadamente para abrazar todo tipo de historias, todo tipo de experimentación investigativa, a pesar suyo, pareciera que con el tiempo se ha vuelto a imponer aunque con una matemática más amplia y una pretensión más orgánica una historia historizante (Colmenares, en Fazio, 1991:50-51).

Historia y Arqueología Como ya se anotó, dentro de la concepción teórica de la Nueva Historia Francesa, la orientación investigativa se vuelca sobre temas no considerados por la historia tradicional. En especial se trabaja en la historia de lo cotidiano y en los elementos de la vida social que permanecen o tienden a permanecer a través del tiempo, sobre las estructuras que devienen en larga duración.

una historia psicológica donde aspectos como el miedo el amor son el interés. Por ejemplo, los trabajos desarrollados por Georges Lefebvre muestran una relación directa entre hechos políticos y económicos que conducen a un gran pánico, al punto de volverse autónomos y convertirse en factores causales.

Sin embargo, uno de los problemas más notables para hacer una historia de este tipo es el del manejo de las fuentes. Tradicionalmente, -y por excelencia- el archivo ha sido el centro de labor para los historiadores, pero la subjetividad de los autores de antiguos documentos, hacen que los archivos ya no brinden las ventajas que les había asignado la construcción histórica factual.

Acercándose a la antropología estructural, la historia de las mentalidades se ha

Para abordar temas específicos, de su interés, la Nueva Historia Francesa ha dejado de lado los grandes problemas económicos o socio-políticos, para dar paso a temas, si se quiere, exóticos, como

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historia de brujas, de fiestas, de la muerte. Se ha rescatado una historia negada por la sobrevaloración de los acontecimientos y de los personajes. En este punto, cobra vigor el diálogo interdisciplinario con la arqueología, una de las ramas de la antropología, que ha logrado marchar con vida propia en teorías y métodos. Se puede establecer un diálogo entre arqueología e historia desde los Nuevos Anuales, para las dos disciplinas, el principal interés es el movimiento en el espacio y el tiempo y develar los vestigios sepultados que atestigüen el paso de antecesores ya desaparecidos, los hallazgos se vuelven el nuevo documento que habla sobre la cultura y la vida cotidiana de una sociedad. En respuesta al ingreso de la arqueología, desde la historia se han planteado discusiones como las de Alain Schnapp, donde se cuestiona la validez interpretativa de la arqueología en el análisis de datos, califica de "indefinida" (Schnapp en Le Goff, Tomo II, 1980:10) la labor arqueológica por cuanto no se reconoce la representatividad de un hallazgo. En consecuencia, propone la búsqueda de las relaciones entre objetos más que el análisis formal del objeto mismo. "Para ello, interesa como método la estratigrafía, poner en evidencia la sucesión en el espacio de estructuras sucesivas en el tiempo." (Schnapp en Le Goff, Tomo II, 1980:11). Pero esta crítica planteada por Schnnap se refiere a una arqueología positiva interesada en tipologías y que se aleja del actual enfoque explicativo diacrónico de una arqueología mucho más contextual e interdisciplinaria. Queda planteada la posibilidad interdisciplinaria de la arqueología con la historia e incluso con la etnohistoria; se da una aproximación en lo diacrónico, y en el

proceso metodológico de la excavación. La interdisciplinaridad resulta deseable e incluso con el ingreso de otro tipo de ciencias: geología, zoología, y otras. El interés es acercarse lo más coherentemente al trasfondo de los hallazgos, es decir, a las estructuras que enmarcaban una cultura desaparecida en consonancia con los requerimientos de rigurosidad que la arqueología e historia imprimen. Aunque en muchas ocasiones las hipótesis arqueológicas se pueden cubrir con la tipologización formal, y ello puede distraer las verdaderas potencialidades de la arqueología; más si se agrega el inconveniente inevitable: de la existencia de vestigios fragmentados de una cultura y la pérdida de otros, ello no indica necesariamente debilidad en la disciplina. De suyo, la misma historia se ata a información fragmentaria que debe ser sistematizada estadística o serialmente. El camino es la comprensión de los vestigios en función de un proceso cultural que no tiene partes inconexas e irrelevantes en la estructura del conjunto. Así mismo, es necesario recordar que no resulta fácil presupuestar a priori los alcances de un hallazgo y su validez para el problema de investigación, en ocasiones llega a replantearlo. A pesar de las dificultades de la labor arqueológica, puede representar una herramienta clave para la solución de problemas históricos; la excavación, la estratigrafía, la geología, la aerofotografía, significan para el investigador un excelente medio para dilucidar sus problemas en un contexto espacio-temporal, y de esta forma, evidenciar la utilidad de la arqueología en la construcción histórica; así como para la arqueología, el uso de la historia en su labor interpretativa.

Antropología La antropología se presenta como la disciplina interesada en principio en el estudio de los pueblos "sin historia" o que han sido desconocidos dentro de la historia de occidente. A principios del siglo XX, la antropología se especializó en la historia de las sociedades exóticas. Sin embargo, su carácter científico se fue consolidando rápidamente durante el presente siglo. Se destacan los trabajos en antropología de Bronislaw Malimowski en las Islas Trobriand4 y con base en sus estudios refina el funcionalismo, donde las

instituciones sociales suplen las necesidades psico-biológicas de los individuos. A través del estudio de elementos en la sociedad aborigen como el kula (sistema comercial entre los Trobriandeses Nueva Zelanda) y su función como elemento cohesionador de la sociedad isleña, Malinowski releva la importancia del trabajo de campo como expresión clara del llamado método etnográfico.

4 Mientras Malinowski (1884-1942) se encontraba realizando sus Irabajos de campo estalló la I Guerra Mundial y durante dos años realizó trabajo de campo intensivo en las Islas Trobrians, cuyo material inspiró sus obras: "Argonauts of the Western Pacific" (1922), "Crime and Custom in Savage Society" (1926), "The sexual Ufe of Savages" (1929), "Coral Gardens and Their Magic" (1935). Con esta experiencia Malinowski propone su concepto a nivel teórico de Funcionalismo, así como el Field Work (trabajo de campo) a nivel metodológico.

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Posteriormente, A. R. Radcliffe-Brown propone el estructural-funcionalismo5 que depura el concepto de estructura social diferenciándola de organización social y refiriéndose al parentesco y a las relaciones en el ordenamiento de actividades sociales en función con el todo. Los planteamientos se resumen en tres niveles: el morfológico, que incluye la comparación estructural de sociedades; el dinámico, que busca establecer como es su funcionamiento para la subsistencia del grupo y finalmente, el nivel de desarrollo que busca explicar los cambios en las sociedades. El concepto central del estructural-funcionalismo es la coaptación entendida como el ajuste mutuo de los intereses de una sociedad en un sistema determinado, cuyas partes cumplen una función inteligible. Tanto Malinowski como Radcliffe-Brown, son importantes para la construcción del concepto de estructura. Adicionalmente, Malinowski propone como método de trabajo -por excelencia- el field work, que será una bandera de la antropología en los siguientes años. Hasta mediados del presente siglo la antropología no evidencia interés en la historia, por cuanto considera tener un objeto de estudio ahistórico6 que rompe el esquema evolucionista de la historia tradicional eurocéntrica; además la antropología estaba centrada en la

producción de un estatuto teórico-metodológico particular. Uno de los más significativos aportes para el diálogo de la antropología con la historia es realizado por E. E. Evans-Pritchard, quien critica la posición "ahistórica"7 del trabajo antropológico y propone asumir la historia como parte de la construcción interpretativa de una sociedad. El enfoque del autor pone de relieve el valioso papel del análisis histórico a la labor investigativa de la antropología. Plantea no utilizar tiempos cronológicos, sino tiempos estructurales (o formas de conceptualizar la periodicidad de las relaciones sociales y el desarrollo de los individuos mismos), y tiempos genealógicos en los que transcurre la construcción de los linajes. (Evans-Pritchard, 1961:110-130). Asimismo, Evans-Pritchard enfatiza una de las causas del relativo desprecio al análisis histórico en problemas antropológicos y propone enfáticamente la disolución de tal discriminación. En la marcha teórica de la antropología el concepto de estructuralismo que cautivó a los historiadores de los Annales, se ha venido perfeccionando y complejizando, la etapa de hacer consideraciones de una sociedad como estructura8 constituye un presupuesto cimentado. Desde el estructuralismo, Claude LéviStrauss en su obra El Pensamiento Salvaje (1962), plantea que los orígenes históricos de los fenómenos culturales no son necesariamente sus causas, y aunque se unifica una dimensión temporal ello no resultaría conveniente para la comprensión del fenómeno mismo. Es necesario separar causas de orígenes si están unidos históricamente por la cronología, es decir, continúan las reservas hacia la simple consideración diacrónica cronológica en el análisis cultural. Lévi-Strauss es partidario de la formulación de historias particulares, en contra de la pretensión de historia universal, dada la enorme variabilidad cultural -y hasta temporal- existente en el mundo. De allí, que el análisis particular sea tan preponderante para el estudio

5 En una época en que la antropología se centraba en el trabajo de campo, Radcliffe-Brown manifiesta su interés teórico. El ExtructuralFuncionalismo: "R-B, derivó su concepto de función de la fisiología... En el caso de la sociedad la función se refiere a la relación entre procesos y estructura social..la función es la contribución que hace un elemento a todo el sistema social... El término estructura se refiere a un tipo de disposición organizada de las partes. En la estructura social, estas partes son personas individuales que participan en la vida social, ocupando posiciones en la red social. La red social se compone de relaciones sociales entre los individuos de una sociedad, quienes están controlados por normas o modelos." (Bohannan, 1993:307-308). 6 Los trabajos en antropología se habían caracterizado por su interés sincrónico, es decir por estudiar una sociedad en su momento de "aquí-ahora" sin pretender ahondar en su historia o en el proceso histórico que llevó a ese momento, y que vendría siendo el estudio diacrónico. 7 Evans-Pritchard critica "principalmente a Malinowski, que incluso -dice- que cuando la historia de una sociedad se registra, es irrelevante para un estudio funcional... Además, me parece que el descuido de la historia de las instituciones impide no sólo que el antropólogo funcionalista estudie los problemas diacrónicos, sino también que compruebe las mismas construcciones funcionales a las que da mayor importancia, ya que es precisamente la historia la que le proporciona una situación experimental." (Bohannan, 1993:430). 8 El término estructura social no está relacionado en absoluto con la realidad empírica, sino con los modelos que se han construido a partir de ésta... las relaciones sociales consisten en la materia prima con la que está hecha la estructura social, mientras que la estructura social no puede de ninguna manera reducirse al conjunto de las relaciones sociales que se describen en cualquier sociedad... la estructura consiste en un modelo que tiene muchos requisitos. En primer lugar, la estructura tiene las características de un sistema. Está hecha de varios elementos, de los cuales ninguno puede sufrir un cambio sin causar cambios a los demás elementos. En segundo lugar, para cualquier modelo dado, debe existir la posibilidad de una serie de transformaciones que tienen como resultado un grupo de modelos del mismo tipo. En tercer lugar, las propiedades anteriores hacen posible predecir cómo reaccionarán los modelos , si uno o más de sus elementos se someten a modificaciones. Y, por último, el modelo debe constituirse de manera que pueda hacer de forma inmediata todos los hechos observados, inteligibles.

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de culturas específicas. Lévi-Strauss anota en "AnthropologieStructurale" (1982), que, tal

como en una pieza musical existe un estructura válida para la construcción de las piezas, que les proporciona un desarrollo coherente y lógico, también para las sociedades y sus expresiones existe una estructura subyacente que les brinda lógica. En la lingüística Lévi-Strauss evidencia la existencia de las estructuras a través del análisis fonológico y morfológico de una lengua -así no sea escrita-, e inferiere las reglas o principios que le dan coherencia y que expresan unos esquemas de pensamiento, los cuales traducen una manera particular de relacionarse con el mundo y la naturaleza. Así como la utilización de género, número, afijos, sufijos; la lengua tiene una estructura que subyace a sus presentaciones fonológicas y morfológicas. El análisis estructural es trasladado a las sociedades en particular referido al parentesco, la cosmovisión y los mitos. A nivel de parentesco, Lévi-Strauss logra establecer la estructura básica en donde se expresan los tres tipos de relaciones fundamentales: de consanguinidad, de alianza y de filiación. A nivel mitológico, aunque no hay un esquema estructural aplicable a todos los mitos el autor encuentra que a ellos subyacen esquemas como los espaciotemporales, tecno-económicos, productivos y cosmológicos que se constituyen en su estructura. Las variaciones de los mitos en espacio y tiempo complementan la base del análisis estructural: "D 'une part, isoler et comparer les diverses neveaux ou évolue le mythe: geógraphique, économique, sociologique, cosmologique- chacun de ees niveanx, et le symbolisme qui lui est propre, apparaissant comme u n e t r a n s f o r m a ti o n d' un e structure logique sousjacente et commune a tous les neveaux.

D 'autre part, comparer entre elles les differentes versions, et chercher I 'interpretation des écarts qui apparaissen entre elles... en fonction de croyanees, de langages ou d'institutions dissemblables" (Lévi-Strauss, 1982:175),

Lévi-Strauss propone contrastar las historias étnicas9 con evidencia arqueológica, así como establecer las diferentes versiones para llegar a la mejor comprensión de lo que "en realidad es la ciencia histórica" (LéviStrauss, 1990:63-65). Nuestra propia historia vendría siendo "nuestro mito" sobre el pasado, y aquí valdría recordar el relativismo de la antropología, que critica las explicaciones universales de la historia de la humanidad a partir de la historia de occidente. En el concepto-escuela del Particularismo Histórico, también se da un

diálogo entre antropología e historia. Partiendo del presupuesto de Franz Boas de que cada cultura existe en una historia particular que le da un perfil determinado, resultaría entonces necesario entrar a estudiar las diferentes culturas en términos de su particularidad histórica. Esta consideración cuestiona la comparación cultural lineal, a la vez que descartaría cualquier pretensión deductiva. De esta Escuela, parte la llamada Antropología Psicológica, que se abre paso en la búsqueda de estructuras de personalidad particulares para las sociedades, tiene en cuenta las condiciones históricas que influyen en la configuración de la estructura de personalidad característica de los miembros de una sociedad, tales como los estudios de carácter nacional, aplicados a losjaponeses y soviéticos durante la Segunda Guerra Mundial. Esta sería otra aproximación al tema histórico dentro del análisis antropológico. Luego de este análisis general, sé" puede concluir que la antropología logró configurar el concepto más relevante que tomó la historia para el diálogo interdisciplinario (la estructura), como también, las diferentes concepciones de tiempo y espacio. El diálogo además puede darse en los campos, metodológico y temático.

Etnohistoria Uno de los puntos de encuentro más importantes entre la antropología y la historia es la llamada etnohistoria. Se trata del estudio histórico de los pueblos no europeos desde el descubrimiento partiendo de una perspectiva etnológica o antropológica. No necesariamente la etnohistoria depende de la antropología. Los etnohistoriadores han realizado estudios históricos de las sociedades indígenas a partir de los documentos escritos y la tradición oral. La investigación con base en documentos es la

9 Es la versión que el grupo tiene de sí mismo, la explicación vernacular o la perpectiva del grupo estudiado de su historia particular o universal. A diferencia de la visión ética que corresponde a la interpretación científica sobre la historia de los 'otros'.

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contribución de la historia, en cuanto que son sus fuentes más notables, mientras que la tradición oral viene de la experiencia antropológica.

particularización de las ciencias sociales, sino impulsar una interacción que enriquezca el conjunto, para lograr una mejor interpretación científica de la realidad y no una estéril búsqueda de fronteras entre las disciplinas sociales.

El etnohistoriador también se apoya en trabajo de campo para lograr una mayor comprensión de la sociedad estudiada, y mejor si se agrega la evidencia arqueológica.

La antropología, brindó desde su teoría conceptos como el de estructura y sugirió el replanteamiento del tiempo y espacio los cuales sistematizó la historia a través de los conceptos de duraciones y región, así como nuevas metodologías basadas en el trabajo de campo. La Historia no sólo asimiló tal influencia, sino que se adentró en un diálogo temático, abordando problemas que en apariencia corresponden al estudio antropológico, tales como la

Tradición Oral - Historia Oral En la antropología ha jugado un papel primordial la historia oral, por cuanto significa una fuente primaria en investigaciones de pueblos o grupos sin tradición escrita; tanto para el trabajo de campo como la construcción teórica la tradición oral ha sido de gran ayuda. Como ya se ha dicho, también para la etnohistoria la tradición oral es de gran importancia para contrastar la evidencia escrita y arqueológica, en tal sentido, no son sólo versiones sobre los hechos, sino reflejos de unidades sociales. La tradición oral también está presente en sociedades complejas, y no solamente grupos tradicionales como campesinos o indígenas, aparece en las sociedades modernas. Es importante el aporte de la tradición oral, aunque el problema más notable a enfrentar es de la credibilidad de los informantes. De todas maneras, la tradición oral brinda un gran apoyo tanto para antropólogos como historiadores, y es precisamente en el trabajo interdisciplinario y en el cruce de fuentes que se puede enfrentar el problema de la credibilidad.

Síntesis

historia de las mentalidades.

La historia ha tomado de la antropología y de otras ciencias sociales aspectos innovadores para ella y los ha incorporado a su caracterización; aunque esto la conduzca a perder o al menos a hacer más difusa su particularidad. La antropología ha sido menos enfática en lograr el diálogo con la historia, pero es relevante el interés por la inclusión de la historia para el fortalecimiento teórico y metodológico. Sin embargo, la antropología entiende a la historia preferencialmente como la incorporación de un sentido diacrónico a sus investigaciones, sin adoptar necesariamente la idea de diacronía como causalidad, pero sí la diacronía como explicacióncontras tación. Uno de los más claros ejemplos del diálogo se da en la etnohistoria, que busca incorporar el análisis social de pueblos y grupos en épocas históricas que fueron relegados por la historia oficial; la¡ etnohistoria, tiene como objeto de estudio de tales sociedades y usa como fuentes documentos escritos, trabajo de campo, tradición oral, historia y arqueología. Lo anterior, posibilita un campo de trabajo que amplía para ambas disciplinas las perspectivas de apoyo mutuo. No obstante, el diálogo plantea un reto para las dos disciplinas, la historia y la antropología, en su producción teórica deben abogar por el mantenimiento de su condición de ciencias sociales; diferentes. La movilidad espacio-temporal de las dos es amplia, dada la diversidad de objetos de estudio, por esta misma razón, se corre el riesgo de perder la particularidad. Por su parte, la historia vive más intensamente esta condición de movilidad, lo cual la mantiene a merced del arrastre de otras ciencias sociales, aunque paradógicamente ello le posibilite un mayor campo de acción en épocas de incertidumbre, como la que se vive al calor de la posmodernidad. Finalmente, queda demostrado cómo el diálogo interdisciplinario y la multivariabilidad, pueden ser admitidos por ambas áreas particularmente en función de los retos que ofrecen los nuevos problemas de investigación social a las puertas del Siglo XXI. Desde la historia se puede concluir con las palabras del historiado Michael de Certeau:

A través de la construcción teórica y metodológica de la antropología y los intereses de la historia queda claro un estrecho diálogo entre ellas, ya no es importante esforzarse por buscar la

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"Hacer historia es una práctica. Bajo este ángulo podemos pasar a una perspectiva más programática, tomar en consideración las vías que se abren, y no limitarnos a la situación epistemológica puesta de manifiesto hasta ahora por una sociología de la historiografía. " (De Certeau en Le Goff, Tomo I, 1980:32). Ydesde la antropología, las palabras de Paul Bohannan:

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"Como todas las otras ciencias sociales, la antropología ha reaccionado a los hechos de los años 70 y 80. Los retos son diferentes en los contextos de hoy en día a como eran anteriormente. La disciplina ha conseguido nuevas especializaciones, con el resultado de que parece más difusa que entonces... los antropólogos han tenido que estudiar otros nuevos campos; el hecho más destacado ahora de la antropología es el estudio de la cultura de sociedades complejas con mayor profundidad histórica, para que podamos examinar el proceso tan claramente como hemos examinado la estructura. " (Bohannan, 1993:569).

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Crónica de mi propia vida Carlos Lleras Restrepo Intermedio Editores. Circulo de Lectores, Bogotá

Tono VIII, 1991, 407 pp

Tomo IX, I992, 577 pp

Estos dos tomos cubren la mayor parte del gobierno del presidente Mariano Ospina Pérez, desde su posesión el 7 de agosto de 194ti hasta el t i e n e del Congreso el 9 de noviembre de 1949. Las crónicas correspondientes aparecieron publicadas inicialmente en la revista Nueva Frontera.

La violencia partidista se agravo desde el mismo día de la posesión de Ospina Pérez, a pesar del establecimiento de un gobierno de coalición entre liberales y conservadores. Los diferentes intentos de Ospina Pérez, por mantener un gobierno de Unión Nacional entre los dos partidos v sus sucesivos rompimientos se presentan con lujo de detalles a través de estas crónicas. Lleras fue partidario de la Unión Nacional culpa a diferentes líderes de ambos partidos, en especial a Laureano Gómez, de fomentar un clima de intransigencia en contra de la convivencia entre liberales y conservadores. Lleras critica también a Jorge Eliécer Gaitán por sus ataques a la obra de la República Liberal (1930-1946), en la cual el mismo Ga i t á n tuvo una c u o t a importante de pa r tic ipa ci ón a l ha ber o cup ado dos ministerios v la alcaldía de Bogotá. El libro expone la profunda antipatía entre Gailán y Lleras. Al señalar el apoyo de un buen número de "oligarcas" a Gaitán, se muestra que su coalición populista también incluía elementos de la burguesía. Además, una vez que Gaitán ganó las elecciones parlamentarias en marzo de 1947 y asumió la jefatura del partido, el nuevo gabinete de Unión Nacional incluyó a varios seguidores suyos.

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Lleras reconoce que Gaitán, como jefe del partido, se volvió mas moderado en sus intervenciones en público. Esta moderación le gustaba a Lleras. Además, Gaitán empezó a dirigir sus ataques al gobierno conservador y va no tanto a la "oligarquía'' liberal. Desde 1946 se desató una aguda persecución contra los liberales en pueblos de Nariño y Boyacá a medida que se conservatizaba la policía en diferentes zonas del país y se la convertía en instrumento de violencia y hostigamiento.La violencia se agudizó aún más a comienzos de 1948. lo cual motivó la famosa Manifestación del Silencio presidida por (lailán en febrero de ese año. Lleras narra los sucesos del Bogotazo que se desató después del asesinato de Gaitán. Comenta también su papel en las discusiones con Ospina Pérez, en la noche del 9 al 10 de abril. Según Lleras, para él era muy clara una salida negociada y por tanto no apovó ninguna otra solución que pudiese desembocar en una revolución social y sangrienta Gómez no tuvo ninguna intención de apoyar el nuevo gabinete de Unión Nacional y desde su exilio en España seguía torpedeando los acuerdos, sosteniendo que el liberalismo estaba dominado por el "comunismo internacional" v amenazando c o n la inevitabilidad de una guerra civil. Según Lleras, los ataques de Gómez y otros conservadores en contra del gabinete bipartidista que surgió de las cenizas del Bogotazo propiciaron el rompimiento del último intento de gobierno de Unión Nacional en mayo de 1949. El partido liberal se unió entonces en torno a la candidatura presidencial de Darío Echandía, v el conservatismo se aglutinó alrededor de Gómez. Era tal la animosidad en el mismo Congreso de la República que Lleras reconoce que él empezó a portar una pistola que cabía en el bolsillo de su chaleco, ya que los parlamentarios conservadme también iban armados. Los temores de Lleras por su seguridad personal no eran infundados; en medio de un debate en el cual lo liberales buscaban adelantar las elecciones presidenciales ocurrió una balacera en la Cámara de Representantes, en la que cayó muerto un representante liberal y otro fue herido gravemente

Ospina Pérez se radicalizó y se acercó a las posiciones sectarias de Gómez. En octubre de 1949, Ospina Pérez nombró varios gobernadores derechistas y cercanos a Gómez. Además conservatizó las Fuerzas Armadas y purgó a aquellos jefes militares neutrales o que se sabía provenían de familias liberales. Finalmente, el 7 de noviembre Echandía anunció el retiro de su candidatura. Dos días más tarde Ospina Pérez cerró el Congreso, declaró el Estado de Sitio, prohibió las manifestaciones públicas, suspendió las reuniones de las asambleas departamentales y concejos municipales, y estableció la censura de prensa. Sin oposición, con una dictadura de Jacto, Gómez ganó las elecciones presidenciales el 27 de ese mes. Además del interesante recuento de los acontecimientos políticos en los cuales Lleras tuvo un papel protagónico, es también importante analizar sus actuaciones en el ámbito económico durante el segundo lustro de los años cuarentas. Tal como menciona Lleras en este trabajo, él fue nombrado por Ospina Pérez como miembro del Comité de Asuntos Internacionales en 1947. Lleras también fue nombrado para presidir la delegación colombiana a la Conferencia de las Naciones Unidas en La Habana. Afirma que en La Habana él representaba los intereses de Colombia, cuando en realidad también estaba representando los intereses

de los industriales para quienes trabajaba como asesor. Lleras menciona su preocupación sobre el arancel y sus escritos a favor del proteccionismo industrial, sin mencionar que la Asociación Nacional de Industriales, ANDI, le estaba pagando por publicar estos artículos y hacer lobby en favor del interés industrial ante diferentes organismos del Estado1. En cuanto a la creciente violencia, Lleras no ve el contexto de la posguerra y la tendencia a la derechización y la represión en todo el continente2. La derechización en Colombia también tenía que ver con la presión de los empresarios, lo mismo que con la persecución al sindicalismo presionada por el gobierno norteamericano*. Aunque Lleras relata con lujo de detalles la violencia conservadora, no presenta un buen cuadro de la represión de clase que siguió al Bogotazo sobre la que hubo consenso entre el partido conservador, buena parte del partido liberal y los gremios de empresarios. Las larguísimas citas tomadas de El Tiempo hacen pesada la lectura. Estas memorias se basan en buena parte en el repaso de la prensa periódica, ya que el archivo personal de Lleras se perdió en el incendio de su casa en 1952. También toma citas de otro trabajo suyo publicado en 19554. A pesar de las limitaciones que hemos señalado, estas crónicas nos ofrecen una información valiosa sobre uno de los periodos más críticos y violentos de la historia moderna del país cuando Colombia, como el resto de Latinoamérica, se acomodó al nuevo orden internacional de la posguerra bajo el poder hegemónico de los Estados Unidos. Además, estos volúmenes nos ayudan a entender la personalidad de una de las figuras más importantes en la historia de la nación durante el siglo XX. Eduardo Sáenz Rovner Profesor Facultad de Ciencias Económicas Universidad Nacional de Colombia

1 Esto lo hemos discutido en La ofensiva empresarial. Industriales, políticas y violencia en los años 40 en Colombia, Tercer Mundo Editores, Ediciones Uniandes, Bogotá, 1992, capítulo 4. 2 Véanse Leslie Bethell e Ian Roxborough, compiladores, Latín America Between the Second World War and the Cotd War, 1944-1948, Cambridge University Press, Cambridge, 1992; David Rock, compilador, Latin America in the 194O's. War and Postwar Transitions, University of California Press, 1994; Elizabeth Fones-Wolf, Selling Free Enterprise. The Business Assault on Labor and Liberalism, 1945-1960, University of Illinois Press, Urbana y Chicago, 1994; Charles Ameringer, The Caribbean Legión. Patriots, Politicians, Soldiers of Fortune, 1946-1950, The Pennsylvania State University Press, University Park, 1996. 3 La participación de Lleras en la represión del sindicalismo colombiano en asocio con el gobierno norteamericano la hemos analizado en Sáenz Rovner, Op. cit., pp. 112-113, y "Documentos sobre el X Congreso Nacional de la CTC en 1950 y la persecución sindical en Colombia", Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, Nos. 18-19, 1990-1991, pp. 309-335. 4 Carlos Lleras Restrepo, De la República a la dictadura, Editorial Argra, Bogotá, 1955.

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The United States and Latín America. Myths and Stereotypes of Civilization and Nature Frederick B. Pike University of Texas Press, Austin, 1992, xix, 442 pp.

F rederick B. Pike, un historiador norteamericano autor de una importante serie de trabajos1, examina la historia de las relaciones entre los Estados Unidos y la América Latina mirando el trasfondo cultural y los estereotipos mutuos entre ambas culturas. Pike también analiza cómo los estereotipos norteamericanos sobre Latinoamérica han oscilado entre el desprecio por lo primitivo y la idealización de lo natural e impoluto. Según Pike, en la percepción norteamericana los Estados Unidos encarnan la civilización, el progreso, mientras que los latinoamericanos son estáticos, infantiles, víctimas y no amos de la naturaleza. Este estereotipo, civilizados versus gente en estado natural, viene de la percepción de los colonos británicos con relación a los indios y los esclavos africanos.

mundo natural y salvaje (wilderness) purifica y fortalece para después regresar a la civilización y servir la causa del progreso con renovada energía. Pike entiende los estereotipos como fenómenos de proyección sobre lo que se teme, en parte. Además, Pike toma de Jung la fusión de los opuestos para alcanzar la totalidad: la civilización (lo masculino) y la naturaleza (lo femenino): el Otro completa al individuo, lo "natural" en la cultura "latina" complementa lo "civilizado" en la norteamericana. También existen estereotipos de los latinoamericanos sobre los Estados Unidos. Los latinoamericanos contrastan su supuesta espiritualidad con el materialismo anglosajón. Esta ideología se ha conocido como arielismo, ya que tuvo un importante predecesor en el Ariel de José Enrique Rodó, un intelectual uruguayo de comienzos del siglo XX.

De otra parte, hay otra versión en los Estados Unidos sobre América Latina: los románticos que han cuestionado desde el período colonial los valores de la civilización y señalado sus costos. Éstos exaltan lo "natural, primitivo e instintivo" y se enmarcan en la tradición occidental de idealizar el "buen salvaje".

Los estereotipos sobre América Latina se agudizaron cuando durante el siglo XIX se hizo más evidente la brecha entre el progreso económico y la estabilidad política en los Estados Unidos, contrastados con el atraso material y la anarquía de sus vecinos al sur del continente. Los norteamericanos atribuían el fracaso económico de América Latina a la pereza e indolencia, el desorden, la carencia de reglas de juego, la falta de espíritu de ahorro, el incumplimiento y la inmadurez de sus habitantes. También suponían que la pobreza era inculcada por una religión falsa y primitiva, esto es, el catolicismo. Vale anotar que las críticas sobre el pasado hispano-católico fueron repetidas por un importante número de latinoamericanos durante el siglo XIX2.

Además, hay una añoranza por la naturaleza en los Estados Unidos. Una estadía en el

Los norteamericanos también veían a los latinoamericanos como desaforados sexuales y alcohólicos, y a las mujeres como prostitutas.

1 Véanse Frederick B. Pike, Chile and the United States, 1880-1962: the Emergence of Chile's Social Crisis and the Challenges lo United States Diplomacy, University of Notre Dame Press, Notre Dame, 1963; The Modern Historj o/Peru, Praeger, Nueva York, 1967; Hispanismo, 18981936: Spanish Conservatives and Liberáis and their Relations with Spanish America, University of Notre Dame Press, Notre Dame, 1971; Spanish America, 1900-1970: Tradition and Social Innovation, Norton, Nueva York, 1973; The United States and the Andean Republics: Perú, Bolivia, and Ecuador, Harvard University Press, Cambridge, Massachusette, 1977; The Politics of the Miraculous in Perú: Haya de la Torre and the Spiritualist Tradition, University of Nebraska Press, Lincoln, 1986; compilador con Mark Falcoff, The Spanish Civil War, 1936-39: American Hemispheric Perspectives, University of Nebraska Press, Lincoln, 1982. 2 2 Por ejemplo, véase el escrito clásico de Domingo F. Sarmiento, Facundo, civilización y barbarie, que data de la década de 1840.

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Estas críticas a los "excesos" sexuales y etílicos fueron acompañadas por las campañas victorianas en contra de la prostitución y el alcoholismo. Después del supuesto cierre de la frontera en la década de 1890 hubo otra ola imperialista en que se planteaba la superioridad de la tecnología norteamericana para controlar la naturaleza. Esto coincidió con el período clásico del imperialismo y la conversión del Caribe en un "lago norteamericano". Vino entonces en las primeras décadas del siglo XX el equivalente del arielismo también entre grupos norteamericanos. Dentro de esta corriente estaba el modernismo que empezó a cuestionar el ethos de progreso material de su país. Así se idealizaron el pasado preindustrial y las sociedades primitivas que supuestamente no estaban "contaminadas" por el capitalismo. Otra versión romántica fue alimentada por el pluralismo cultural derivado del trabajo del antropólogo Franz Boas. Este último cuestionó las teorías que veían la civilización como un proceso al cual se llegaba después de cumplir una serie de etapas. Fue tan grande la influencia de Boas y sus seguidores que, según Pike, éstos contribuyeron a la Política del Buen Vecino. Además la Depresión de los años 30 les señaló a muchos en Norteamérica que había que conciliar, no dominar la naturaleza. El péndulo se movió otra vez hacia finales de la Segunda Guerra Mundial. Esta guerra no sólo "purificó" a Occidente sino que significó el triunfo militar y económico de los Estados Unidos sobre sus enemigos y competidores. La victoria, sumada a la prosperidad material de la posguerra, creó sentimientos de triunfalismo en los cuales la civilización se imponía no sólo sobre la

naturaleza y los primitivos (incluida Latinoamérica) sino también sobre el comunismo y cualquier tipo de anti-individualismo. En los años sesentas, el Movimiento de los Derechos Civiles y la nueva izquierda norteamericana hicieron mover el péndulo otra vez. De esta época son los Cuerpos de Paz, compuestos porjóvenes norteamericanos que mezclaban su idealismo -y en muchas ocasiones su paternalismo- con el profundo anticomunismo de una presidencia progresista en asuntos domésticos. En esa época los movimientos estudiantiles norteamericanos apoyaron a Fidel Castro, se opusieron a la Guerra de Vietnam y respaldaron a las minorías étnicas en sus reivindicaciones. Según Pike, muchos jóvenes norteamericanos veían las revoluciones en el Tercer Mundo como un regreso a lo natural, al antiindividualismo no corrupto. Un nuevo viraje triunfalista y derechista se dio durante los años de las presidencias de Ronald Reagan y George Bush. Pero, a pesar de la euforia pasajera, tarde o temprano buena parte de la opinión pública norteamericana se dio cuenta de que la naturaleza no podía ser perfectamente dominada3. Pike concluye que los norteamericanos tendrán que conciliar su "lucha" con la naturaleza y tomar en serio la protección del medio ambiente. De otra parte, Latinoamérica se ha aburguesado y "norteamericanizado" en las últimas décadas, mientras que regiones importantes de los Estados Unidos se han "latinoamericanizado" gracias a la inmigración proveniente de Iberoamérica. Sin embargo, para muchos en Norteamérica, la latinoamericanización de su nación ha recreado el conflicto civilización versus "salvajismo" dentro de sus propias fronteras (por ejemplo, los narcotraficantes latinoamericanos violan cualquier norma de convivencia civilizada). Este libro se basa en fuentes secundarias y en crónicas de viaje. Es un trabajo en historia cultural y diplomática que tiene su complemento en un libro reciente del autor sobre Franklin D. Roosevelt y la Política del Buen Vecino4. Aunque esta aproximación a la historia diplomática y cultural pueda ser considerada como démodé por las corrientes historiográficas recientes, el trabajo de Pike no deja de ser interesante y vale la pena leerse. Eduardo Sáenz Rovner Profesor Facultad de Ciencias Económicas Universidad Nacional de Colombia

3 Un importante trabajo de esa época fue el del historiador norteamericano Christopher Lasch, uno de los intelectuales más influyentes y controversiales-de su generación; víase su The True and Only Heaven. Progress and Its Critics, Norton, Nueva York, 1991. 4 Véase Frederick B. Pike, FDR's Good Neighbor Policy. Sixty Years of Generally Gentle Chaos, University of Texas Press, Austin, 1995.

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¡Por la libertad.., en tierra extraña! Crónicas y reminiscencias de la guerra de Corea Gabriel Puyana García Banco de la República, Bogotá, 1993, 608 pp.

Después de la Segunda Guerra Mundial Corea fue dividida en dos zonas de influencia: al norte del paralelo 38, la zona soviética que daría origen a la República Democrática de Corea, o Corea del Norte; al sur del paralelo 38, la zona de influencia norteamericana que se convertiría en la República de Corea, o Corea del Sur.

por tanto, podían olvidar su pasado fascista y sus antiguas simpatías por las potencias del Eje.

Luego de intentos fallidos para unificar las dos Coreas, las tropas norcoreanas cruzaron el paralelo 38 enjunio de 1950 y en cuestión de semanas se apoderaron de casi toda la península con excepción de Pusán en el sureste.

Puyana tenía sus simpatías liberales y estaba en contra de la represión conservadora durante la Violencia. En parte, el hecho de tener que combatir contra sus compatriotas lo llevó a ofrecerse como voluntario del Batallón Colombia. El mismo Puyana señala la ironía de tener que ir a luchar por la democracia en tierras extrañas, cuando ésta no existía en Colombia bajo la represión desatada por Mariano Ospina Pérez y Laureano Gómez.

Los Estados Unidos reaccionaron rápidamente organizando una fuerza multinacional de las Naciones Unidas en la que participaron 16 naciones. De otra parte, las tropas chinas apoyaron a los norcoreanos. Colombia fue el único país latinoamericano que respondió al llamado de los Estados Unidos y las Naciones Unidas para enviar tropas a la Guerra de Corea. Aparentemente el gobierno colombiano aprovechó la guerra para mandar a Corea a oficiales que tenían simpatías liberales o que simplemente se sentían incómodos con la represión conservadora. Además, no sólo aprovechó el gobierno la oportunidad para conseguir armas para reprimir a los liberales, sino que también la participación en Corea le sirvió a Laureano Gómez para demostrar a los norteamericanos que él estaba de su lado en la defensa de la "civilización cristiana y occidental" y que,

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El brigadier general (r) Gabriel Puyana García nos ofrece este libro en el que recuerda su participación como teniente del Batallón Colombia que combatió en Corea. Puyana fue además corresponsal de guerra de El Tiempo durante ese conflicto armado. El libro incluye sus corresponsalías, partes de su diario y otros escritos inéditos hasta la publicación de este trabajo.

El autor describe las improvisaciones en la formación del Batallón Colombia: en la Escuela Militar en Bogotá entrenaron el lanzamiento de granadas utilizando piedras al no tener granadas disponibles; los integrantes eran voluntarios sin mayor entrenamiento militar y a estos últimos se unieron un buen número de aventureros que literalmente se subieron al tren en el viaje del batallón a Buenaventura, de donde partieron en barco hacia Pusán. Afortunadamente para tan improvisado contingente, al llegar a Corea recibieron entrenamiento militar serio. Según Puyana, Corea fue una verdadera escuela para los oficiales y la tropa colombianos quienes estaban mal preparados. De acuerdo con el autor, las fuerzas armadas de Colombia estaban en la "era paleolítica" y la guerra de Corea fue entonces un factor determinante en su modernización. El teniente coronel Jaime Polanía Puyo, comandante de la expedición, se creía repitiendo la gesta de la guerra de independencia contra España y se identificaba con los próceres de esa época. El mismo Puyana estaba ansioso de entrar a la guerra y la acción; las consideraba esenciales en su carrera militar.

El libro describe en detalle las acciones de guerra del batallón en contra de tropas chinas. Este escrito nos mete en el drama de la guerra: el miedo, la euforia, las heridas incapacitantes y la muerte en combate. Al final del libro hay una serie de crónicas sobre sus posteriores visitas a Corea del Sur entre 1976 y 1986 y sus impresiones sobre el desarrollo económico surcoreano. Habría sido muy útil presentar en el libro una introducción histórica al conflicto

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Además, Puyana es reiterativo en su argumento según el cual fueron a combatir en defensa de "la libertad". Sin embargo, estas memorias representan un aporte al conocimiento de un episodio de la historia moderna de Colombia que no ha sido estudiado exhaustivamente. Eduardo Sáenz Rovner Profesor Facultad de Ciencias Económicas Universidad Nacional de Colombia

III Congreso Iberoamericano de Historia de la Educación Latinoamericana Caracas, 9-15 de septiembre de 1996

Cada dos años se viene realizando con éxito creciente el Congreso de la actual Sociedad de Historiadores de la Educación Latinoamericana. El III Congreso se celebró en la ciudad de Caracas, Venezuela, del 9 al 15 de septiembre de 1996, con el apoyo de la Universidad Central de Venezuela, la Universidad Pedagógica Experimental Libertador y la Sociedad de Historia de la Educación Latinoamericana. El evento estuvo coordinado por la Dra. Magaldy Téllez, del posgrado de la Facultad de Humanidades y Educación, de la Universidad Central de Venezuela. En el evento participaron 400 delegados de 18 países latinoamericanos y de dos europeos. El mayor número de asistentes correspondió principalmente a los países de Brasil; Argentina; Chile; Venezuela; Colombia; México; España y Paraguay. La delegación colombiana representada en su coordinador, Jorge Quintero, de la Red colombiana de Historia de la Educación Latinoamericana, se caracterizó por la presentación de trabajos de calidad académica que se resaltaron en las conferencias inaugurales como fue el caso de la brillante exposición del Dr. Javier Ocampo en el simposio de Universidades y la del Dr. Luis Carlos Arboleda en el panel de la "Universidad Latinoamericana". Además, en reconocimiento por la labor realizada en la integración de los historiadores de la educación latinoamericana fue reelegida como presidenta la Dra. Diana Soto Arango de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia.

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El encuentro se organizó en tres sesiones plenarias donde se expresaron diversos puntos de vista sobre: "Los retos de la investigación histórica de la educación latinoamericana en el umbral del siglo XXI", "Educación, política y sociedad: los planteamientos decimonónicos en América Latina", "La universidad latinoamericana: visión de su presente". Por otra parte, se trabajó en 13 simposios donde se expusieron 308 comunicaciones precedidas de una conferencia central. En los tres Congresos realizados el simposio que ha presentado el mayor número de investigaciones ha sido el de la temática "Historia de las políticas educativas desde el siglo XIX hasta la segunda década del siglo XX". En estos eventos se ha pasado de 38; 41 a 53 comunicaciones respectivamente. Los demás simposios han variado el número de trabajos de una reunión a otra. Se han presentado nuevas líneas de investigación como los de la "Historia de la educación de la mujer" (24) y el de "Inmigración, exilio y educación" (14). En este III Congreso se mantuvieron los temas sobre: "Historia del pensamiento pedagógico" (51); ¿Historia de la institucionalización de la escuela? (44); "Historia de las universidades" (35); "Historia de los saberes pedagógicos" (27); "Historia de los movimientos sociales y educación popular en América Latina" (18); "Historia de los modelos educativos de las instituciones eclesiásticas" (16); "Historia de la difusión de la enseñanza de la ciencia" (13); "Transferencia cultural y educación de pueblos indígenas" (10); "Historia de los movimientos docentes y estudiantiles" (9); "Tendencias teórico-metodológicas en la investigación histórica de la educación latinoamericana" (8). Durante el Congreso la Sociedad de Historia de la Educación Latinoamericana realizó la asamblea ordinaria. En esta reunión se aprobó una comisión que estudiaría los actuales Estatutos de la Sociedad y se eligió una nueva Junta Directiva que quedó integrada por: Presidenta: Diana E. Soto Arango (Colombia); Vicepresidente: Luis Celis Muñoz (Chile); Secretaria: Renate Marsiske (México); Tesorero: Pedro Alonso (España); Vocales: Cristina Vera (Argentina); Carmen Quintana de Hórak (Paraguay); Jacobo Moquete (República Dominicana). Entre los propósitos inmediatos de la Sociedad quedó el de reorganizar los grupos de trabajo con proyectos de investigación,

impulsar las publicaciones; editar la Revista de Historia de la Educación Latinoamericana; promover las reuniones nacionales y temáticas de los grupos de trabajo e impulsar la organización del IV Congreso de la Sociedad de Historia de la

Educación Latinoamericana que se realizará en Santiago de Chile en 1998 bajo la coordinación del Dr. Luis Celis Muñoz. Miriam Báez Osorio Santafé de Bogotá, septiembre de 1996

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