Vida de San Eligio: Versión castellana tardomeviedal
 9783968690537

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Vida de san Eligio Versión castellana tardomedieval Edición y estudio de Miguel Carabias Orgaz

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MEDIEVALIA HISPANICA Fundador y director Maxim Kerkhof

Vol. 31 Consejo editorial Vicenç Beltran “La Sapienza” Università di Roma Hugo Bizzarri Université de Fribourg Elisa Borsari Universidad de Córdoba Patrizia Botta “La Sapienza” Università di Roma Antonio Cortijo Ocaña University of California, Santa Barbara María Teresa Echenique Elizondo Universidad de Valencia Michael Gerli University of Virginia Ángel Gómez Moreno Universidad Complutense, Madrid Georges Martin Université Paris-Sorbonne Regula Rohland de Langbehn Universidad de Buenos Aires Julian Weiss King’s College, London

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Vida de san Eligio Versión castellana tardomedieval

Edición y estudio de Miguel Carabias Orgaz

Iberoamericana • Vervuert • 2020

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Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47).

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Índice Prefacio ..............................................................................................................

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ESTUDIO INTRODUCTORIO.........................................................................

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1. Literatura hagiográfica entre la Edad Media y el Renacimiento......

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2. La obra en su contexto histórico y social ............................................. Bajo el amparo de la Iglesia ........................................................................ Los enemigos de la fe ................................................................................... Milagros y señales divinas ........................................................................... El pecado como enfermedad ........................................................................ Burguesía, artesanado y sociedad moderna ..............................................

16 17 17 18 20 20

3. La Vida de san Eligio en su contexto literario ..................................... Literatura épica ......................................................................................... Literatura ejemplar ...................................................................................... Literatura de sueños y visiones ....................................................................

21 24 26 26

4. Las fuentes. Translatio y reescritura ...................................................... La Vita Eligii atribuida a san Audoeno ....................................................... El Chronicon de Antonino de Florencia ..................................................... Pasajes bíblicos ........................................................................................... Fuentes de tradición popular .......................................................................

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5. La autoría del texto. Reinterpretar y reescribir .................................

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6. Testimonios y versiones ............................................................................... Versión latina (L) ......................................................................................... Versión castellana ........................................................................................ ¿Una edición impresa de la Vida de san Eligio? .........................................

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7. La lengua del texto ...................................................................................

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8. Nuestra edición ...........................................................................................

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TRANSCRIPCIÓN PALEOGRÁFICA .............................................................

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LA VIDA DEL GLORIOSO E BIENAVENTURADO SEÑOR SANCTO ELIGIO Capítulo I. ................................................................................................... Capítulo II. De su sancta conversación en la niñez y mocedad .................. Capítulo III. Cómo este sancto varón vino a Francia en tiempo del rey Lothario y fue tomado por su platero ........................................................... Capítulo IIII. De su misericordia y milagros cerca de los pobres ............... Capítulo V. De cómo fue elejido por obispo y pastor de la cibdad de Novionense, y de sus milagros ............................................................... Capítulo VI. Del bienaventurado tránsito d’esta vida para la otra del sancto obispo Elijio ............................................................................... Capítulo VII. De la traslación y milagros de sancto Elijio, obispo y confessor Capítulo VIII. De los munchos milagros que Nuestro Señor, Dios omnipotente, hizo por los méritos d’este sancto confessor Elijio cerca de su sepulcro ..............................................................................................

77 79 81

ÍNDICES ............................................................................................................ Glosario...................................................................................................... Índice onomástico .....................................................................................

105 105 107

BIBLIOGRAFÍA................................................................................................

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REPRODUCCIÓN FACSIMILAR ...................................................................

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Prefacio Desde hace ya algunas décadas se ha consolidado el interés por estudiar los textos hagiográficos castellanos en prosa, no como meras fuentes históricas, sino como productos literarios con un atractivo independiente de la veracidad de los hechos relatados. En consecuencia, gran parte de nuestras obras hagiográficas medievales ha sido editada —no tanto las del periodo renacentista o postridentino—, de modo que son cada vez más raras las ocasiones en que nos topamos con un texto desconocido. Pero esto es, precisamente, lo que aquí ofrecemos. Anunciábamos ya, en un reciente estudio, la existencia de la Vida de san Eligio1, y ahora ofrecemos una edición de esta obra en la que hemos procurado conciliar el rigor y la fidelidad, respecto al único testimonio conservado, con la voluntad de hacer accesible el texto. En ese mismo sentido, un estudio introductorio pretende acercar, contextualizar y ahondar en algunas de las circunstancias más relevantes de la obra. Completamos el trabajo con un glosario y un índice onomástico que podrán ser de utilidad. La Vida de san Eligio se sitúa cronológicamente en el tránsito de la Edad Media a la Modernidad, pero somos conscientes de que la cronología convencionalmente admitida para dicho periodo resulta, en este caso, arbitraria, por lo que proponemos para nuestro texto el calificativo de tardomedieval —o prerrenacentista, si se prefiere—. Por un lado, se percibe en él la continuidad de la tradición medieval, con sus tópicos y su preferencia por lo sobrenatural, pero por otro lado se vislumbran ya las inquietudes de una sociedad en plena transformación. En nuestra Vida de san Eligio se evidencia la evolución de un género; podemos reconocer algunos cambios que operan en el relato hagiográfico a finales del Medievo, anticipando el Renacimiento. Por tratarse de un texto hasta hoy inédito, cuanto digamos sobre él será nuevo y, en consecuencia, más expuesto al error, de modo que rogamos al lector sepa disculpar los fallos y carencias que seguramente encontrará. 1 Carabias Orgaz (2018).

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1. Literatura hagiográfica entre la Edad Media y el Renacimiento En las postrimerías de la Edad Media, como sabemos, se intensificó de modo considerable en toda Europa el culto a los santos, circunstancia que contribuiría, en parte, a la aparición de una inmensa cantidad de textos hagiográficos. Paralelamente, sobre todo en la segunda mitad del siglo xv, se dejaban sentir en la Península Ibérica los beneficios de una intensa actividad cultural. No extraña, pues, que la producción de vidas de santos en castellano, durante esa centuria, fuese la más abundante y variada del periodo medieval. En aquellos relatos hagiográficos, además, se iría acentuando el interés por lo sobrenatural, los milagros atribuidos a reliquias se propagaron entre el pueblo cada vez con mayor fervor, y el culto a los santos se vio favorecido, más que por el ejemplo moral que pudieran representar, por el poder que se les atribuía para liberar al ser humano de los infinitos males que lo amenazaban. Resulta muy evidente en el caso de la Vida de san Eligio, especialmente si lo comparamos con su fuente principal, la Vita Eligii de Audoeno. Y esto fue así, entre otras razones, porque había empezado a ganar protagonismo un público laico que se interesaba cada vez menos por los aspectos doctrinales, aunque también porque no se puso freno al interés por lo maravilloso y milagrero, al menos hasta el siglo siguiente, a raíz del Concilio de Trento. Por otro lado, en el siglo xv se anticipaban algunas novedades que permiten vislumbrar una sensibilidad prerrenacentista: cierta secularización o la consolidación de las lenguas vernáculas en la cultura escrita, por ejemplo. Pero la frontera entre hagiografía medieval y hagiografía del Renacimiento es difusa, así que no conviene recurrir a fechas convencionales como la de 15002. En consecuencia, durante el tramo final de la Edad Media, los textos hagiográficos fueron adquiriendo un carácter más narrativo y el componente de ficción, como concesión al gusto popular por lo prodigioso, fue cada vez mayor, como sucede con obras en prosa del tipo flos sanctorum3. Paralelamente, se habían empezado a producir ciertos cambios como los que se observan en la literatura ejemplar y doctrinal de este periodo: poco a poco, se 2 Aragüés Aldaz (2004: 445). 3 Baños Vallejo y Uría Maqua (2000: 23, 30-33).

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iría imponiendo la necesidad de incorporar, como parte de la ficción, a los grupos sociales a que iba destinada la obra literaria, modificando para ello personajes y tramas narrativas en un intento de satisfacer sus expectativas, así que el texto fue empapándose de nuevas claves identitarias4. En el ámbito de la literatura hagiográfica y religiosa encontramos un ejemplo muy cercano, el de los milagros marianos, los cuales se fueron adaptando, hacia el final de la Edad Media, en un intento de aproximarlos a la espiritualidad de los laicos. Se produjo entonces una evolución hacia lo que se ha venido a denominar «milagro laico», por medio de relatos mucho más afines a un público con nuevas inquietudes5. Ese público pasó a ser el protagonista de los milagros, aumentando de modo considerable el número de relatos en que los laicos podían verse reflejados. Por otro lado, la sustitución del verso por la prosa supuso un cambio importante en la forma de difusión de la literatura hagiográfica. Frente a la lectura en voz alta ante un público más o menos numeroso, con la prosa seguramente empezó a imponerse la lectura individual y silenciosa. El público de las vidas en prosa estaría constituido por individuos con cierta formación, aunque, debido a su escaso dominio del latín, demandaban una traducción del texto en lengua vulgar. Entre ellos habría clérigos y religiosos, pero también ciertos grupos de laicos, especialmente a partir del siglo xv6. Quienes más se interesaron inicialmente por aquel tipo de cultura escrita serían aristócratas7, pero paulatinamente también la incipiente burguesía, al tiempo que se producía su ascenso social, fue incorporándose como público. En nuestra castellana Vida de san Eligio, el prólogo menciona de forma explícita a los destinatarios —y al tiempo promotores de ella—: los plateros del gremio de Sevilla. Este es un dato interesantísimo, pues son pocas las obras de aquel periodo en que se alude explícitamente a un público concreto. El movimiento asociativo que supuso la creación de gremios, en torno a los que se fueron agrupando artesanos y comerciantes para salvaguardar sus intereses profesionales, debió de experimentar un considerable impulso en la Península Ibérica a partir de las últimas décadas del siglo xiii, principalmente vinculado al auge de la burguesía. Y aquellos primeros gremios surgirán en estrecha relación con organizaciones de tipo religioso, constituyéndose como cofradías inspiradas en principios devocionales, impulsadas por la propia Iglesia, agrupando a individuos del mismo oficio bajo la advocación de un santo que, por lo común, había ejercido esa profesión. Tal configuración se inscribe 4 Gómez Redondo (1998: 256-257, 285). 5 Arronis Llopis (2017). 6 Alvar (2010: 196). 7 Es interesante, a este respecto, el trabajo de Baños Vallejo (2010).

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en una tendencia, característica de la Baja Edad Media, que contribuyó a que los santos fueran percibidos como figuras más humanas y familiares8. Por su parte, la Iglesia se mostrará progresivamente favorable a esa nueva clase burguesa, que deseaba ser «rehabilitada» y obtener una justificación ideológica o religiosa para su actividad9. Fue durante la Baja Edad Media cuando aparecieron, en la Península Ibérica, las primeras cofradías de plateros, que llegarían a constituir uno de los grupos profesionales más ricos y más cercanos a las clases dominantes. Muchos artífices trabajaron para la aristocracia, para la Corona y, sobre todo, para la Iglesia, lo cual explicaría, en gran parte, que los orfebres demandaran con insistencia ser considerados un colectivo más noble que otros gremios10. Aunque a finales del siglo xv aún no se había desarrollado el concepto moderno de artista —a este se le consideraba un simple profesional11—, percibimos ya en algunos el deseo de exteriorizar la privilegiada situación que habían alcanzado social y económicamente, tratando de emular a las clases superiores. Por esa razón, el colectivo de los orfebres pudo demandar el reconocimiento de un determinado estatus, fundamentalmente por dignidad profesional y por razones económicas12, aunque también se adivina un deseo de reivindicar su identidad. Si en los primeros relatos hagiográficos de la Edad Media fueron habituales las referencias a contextos locales —principalmente centros eclesiásticos— bajo cierto sentimiento identitario y una intención propagandística, del mismo modo, hacia el final del Medievo, empezaron a redactarse obras hagiográficas en que se hacía exaltación de individuos o familias de las clases laicas más poderosas. En unas circunstancias similares, vislumbrándose ya los albores de la modernidad, queda encuadrado el caso singular y sumamente interesante de la Vida de san Eligio, obra en que se hace exaltación, no de un individuo o grupo dominante tradicional, sino de un colectivo profesional vinculado al desarrollo de los gremios, las artes y la burguesía. Ya en el prólogo de la obra se advierte una conciencia de colectividad, el sentimiento de pertenencia a un grupo profesional diferenciado, desde la convicción de ser más noble que otros. Así, cuando se explica que Eligio fue platero antes que obispo, se añade la afirmación: «los más días de su vida, antes que Dios lo elijese por perlado, usó este arte y no en otro». Se deja ver aquí un afán de exclusividad y cierto desdén hacia los otros oficios, de los cuales 8 Rodríguez G. de Ceballos (1980: 604-605). 9 Le Goff (2004: 112-115). 10 Así, por ejemplo, hacia 1640, Francisco de Valderrábano, autor de una Vida de san Eloy, no dudaba en describir a los plateros como «los artífices más nobles y ricos». 11 Yarza (1993: 154). 12 López-Yarto Elizalde (2008: 171-172).

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seguramente el orfebre quería distanciarse por considerarlos menores. En este sentido, es significativo que nuestra versión castellana recoja muchos de los episodios relacionados con la actividad de san Eligio como platero, mientras que son por completo omitidos aquellos que se refieren a oficios como los de herrero, herrador, coracero, etc., que también lo tuvieron como patrón. Simultáneamente, se percibe en la Vida cierta intencionalidad propagandística; la reivindicación del oficio va más allá de un mero afán de prestigio y parece entrañar una forma de promoción económica. Como el mismo san Eligio, la mayor parte de los orfebres al final de la Edad Media trabajaba de alguna manera para los grupos de poder. Y algunas ideas recurrentes en el texto, como el culto a las reliquias, quizá estén relacionadas con este deseo de promocionarse. Tengamos presente que las piezas de platería religiosa más demandadas, al final de la Edad Media, serían los relicarios, tanto en el ámbito de la Iglesia como entre laicos de familias más o menos poderosas13. Al fin y al cabo, los plateros no solo fueron los principales destinatarios, como público, de la Vida de san Eligio, sino que también habían sido los comitentes, pues encargaron una versión castellana de la vida de su patrón adaptada en cierta medida a los intereses del colectivo profesional, esto es, del negocio. En otro orden de cosas, hay que tener en cuenta que, entre los plateros, como en otros colectivos vinculados al desarrollo de la burguesía, progresivamente empezaba a despertar un notable interés por la creación literaria. Por supuesto, la tendencia principal fue la de adoptar los gustos de las clases dominantes tradicionales, principalmente porque deseaban formar parte de ellas14. No obstante, aunque todavía a finales de la Edad Media la religión continuaba proporcionando gran parte de los temas y lo esencial de la inspiración artística, aquella incipiente burguesía será responsable de una progresiva laicización, humanización y racionalización del arte. En la literatura, concretamente, se intuye, aunque todavía débilmente, una moral más práctica, basada en la prudencia, la preservación de la propiedad, la familia y la salud; también cierto gusto por el detalle realista y cotidiano, por la ironía y lo burlesco15.

2. La obra en su contexto histórico y social Como sucede en muchos relatos hagiográficos contemporáneos, se percibe aún en la Vida de san Eligio un influjo importante de la mentalidad medieval: pensamiento teocéntrico, culto a los santos y a las reliquias, lucha contra los 13 Heredia Moreno (2011: 481-511). 14 Le Goff (2014: 133-135). 15 Le Goff (2014: 144).

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seguramente el orfebre quería distanciarse por considerarlos menores. En este sentido, es significativo que nuestra versión castellana recoja muchos de los episodios relacionados con la actividad de san Eligio como platero, mientras que son por completo omitidos aquellos que se refieren a oficios como los de herrero, herrador, coracero, etc., que también lo tuvieron como patrón. Simultáneamente, se percibe en la Vida cierta intencionalidad propagandística; la reivindicación del oficio va más allá de un mero afán de prestigio y parece entrañar una forma de promoción económica. Como el mismo san Eligio, la mayor parte de los orfebres al final de la Edad Media trabajaba de alguna manera para los grupos de poder. Y algunas ideas recurrentes en el texto, como el culto a las reliquias, quizá estén relacionadas con este deseo de promocionarse. Tengamos presente que las piezas de platería religiosa más demandadas, al final de la Edad Media, serían los relicarios, tanto en el ámbito de la Iglesia como entre laicos de familias más o menos poderosas13. Al fin y al cabo, los plateros no solo fueron los principales destinatarios, como público, de la Vida de san Eligio, sino que también habían sido los comitentes, pues encargaron una versión castellana de la vida de su patrón adaptada en cierta medida a los intereses del colectivo profesional, esto es, del negocio. En otro orden de cosas, hay que tener en cuenta que, entre los plateros, como en otros colectivos vinculados al desarrollo de la burguesía, progresivamente empezaba a despertar un notable interés por la creación literaria. Por supuesto, la tendencia principal fue la de adoptar los gustos de las clases dominantes tradicionales, principalmente porque deseaban formar parte de ellas14. No obstante, aunque todavía a finales de la Edad Media la religión continuaba proporcionando gran parte de los temas y lo esencial de la inspiración artística, aquella incipiente burguesía será responsable de una progresiva laicización, humanización y racionalización del arte. En la literatura, concretamente, se intuye, aunque todavía débilmente, una moral más práctica, basada en la prudencia, la preservación de la propiedad, la familia y la salud; también cierto gusto por el detalle realista y cotidiano, por la ironía y lo burlesco15.

2. La obra en su contexto histórico y social Como sucede en muchos relatos hagiográficos contemporáneos, se percibe aún en la Vida de san Eligio un influjo importante de la mentalidad medieval: pensamiento teocéntrico, culto a los santos y a las reliquias, lucha contra los 13 Heredia Moreno (2011: 481-511). 14 Le Goff (2014: 133-135). 15 Le Goff (2014: 144).

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infieles. Pero también hay ciertos detalles en que se adivina un cambio, el final de la Edad Media y la antesala de la Modernidad; se puede constatar que la literatura hagiográfica del siglo xv ya no es plenamente medieval16.

Bajo el amparo de la Iglesia Se va haciendo evidente, a medida que leemos la Vida, una intención de adoctrinar e influir en la devoción del pueblo; como en otros textos hagiográficos, es obvio el influjo de la teología moral. El santo, después de haber recibido una adecuada formación, sobre todo leyendo «la escriptura sagrada», alcanza «tan gran don de ciencia y sabiduría» que llega a ser «grandíssimo teólogo». Trata de evitar el pecado y lleva a cabo numerosas obras de misericordia, siempre con absoluta humildad. También manifiesta una gran devoción, «insistiendo contino en las oraciones», y predica siempre a sus fieles. Se aprecia en todo momento el más absoluto rigor teológico, en especial cuando se trata de hechos sobrenaturales, que exclusivamente se deben a la voluntad divina. Eligio, como taumaturgo, es un mero intermediario que se subordina a los designios de Dios. Por otro lado, si hubo una costumbre sólidamente arraigada en la piedad medieval, al amparo de la Iglesia, fue la veneración de las reliquias. No sorprenderán las constantes alusiones a esta práctica en el texto, por momentos rayando en lo obsesivo, pues no dejan de ser reflejo de una realidad histórica. Es sintomático, en este sentido, que desde finales del siglo xv, principalmente en el sur de la Península Ibérica, muchas ciudades mostraran un desmedido afán por defender, recuperar o adquirir los «tesoros santos» que habían sido trasladados durante las guerras con los musulmanes, desatando una auténtica «fiebre de reliquias»17.

Los enemigos de la fe También el relato hagiográfico suele ser reflejo de un sentir generalizado, durante la Edad Media, que llevó a combatir a quienes se negaban a aceptar la fe cristiana o a quienes la traicionaban desde el seno de la Iglesia. Así, Eligio ha de enfrentarse a lo que el texto describe como «simonía pestilencial», que se habría extendido desde el reinado de Brunegilda hasta el de Dagoberto. Y aunque hemos de analizar con cautela el juicio negativo que de Brunegilda hizo la historiografía tradicional, sabemos que el papa Gregorio I escribió en 16 Baños Vallejo (2003: 40-41). 17 Navarro (2010: 475).

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varias ocasiones a la reina conminándola a que combatiera la práctica de la simonía en sus reinos18. En este sentido, resulta aún más interesante el episodio en que san Eligio, con ocasión de una fiesta religiosa que se celebraba con gran solemnidad en su obispado, descubrió que «los de aquella cibdad hazían muy grandes juegos y burlas». El santo, disgustado, les pidió que «en tales días cesasen de aquellos juegos y bulrerías», pero encontró una férrea resistencia entre los habitantes de Noyon, que llegaron incluso a amenazarlo de muerte. Eligio, resuelto a acabar con aquellas prácticas, lanzó sobre ellos una maldición, a consecuencia de lo cual muchos hombres fueron poseídos por los demonios. El santo se negó a liberarlos hasta que transcurriese un año, y solo entonces, después de predicar al pueblo, «mandó a los demonios que saliesen de los cuerpos». Tras este episodio se intuyen prácticas de origen pagano; aquellos juegos y «bulrerías» serían probablemente celebraciones precristianas de tipo carnavalesco que, a lo largo del año, servían para señalar el paso de un ciclo temporal a otro. Sabido es que el cristianismo trató de erradicar estas costumbres, muy vivas aún durante la Edad Media, y por esa razón algunas fiestas litúrgicas se establecieron en determinadas épocas con la intención de cristianizar ciertas tradiciones19. Aunque en nuestra Vida de san Eligio no se hace mención explícita de la tradición pagana ni de la festividad religiosa que pretendía sustituirla, en la Vita Eligii de Audoeno sí encontramos ese dato: «dies natalitius beati Petri». Se trataba de la cristianización de la festividad romana en honor a Quirino: las Quirinales o Quirinalias, stultorum feriae o fiesta de los locos, que simbolizaba el origen de Roma y honraba a sus fundadores. León Magno se refiere a ella en su homilía In natali apostolorum Petri et Pauli20, donde establece un paralelismo entre Rómulo y Remo y los apóstoles Pedro y Pablo, fundadores de la nueva Roma21.

Milagros y señales divinas Si en la mentalidad medieval los sucesos sobrenaturales ocuparon un lugar destacado, no ha de extrañarnos que en la literatura hagiográfica de este periodo 18 Hartmann (1899: 198-200, 321-322). 19 No faltan, sin embargo, ejemplos de pervivencia de algunas de esas celebraciones: en la Península Ibérica, por los Inocentes, tenían lugar las llamadas «fiestas de locos» (Fernández Conde 1982: 324-325). Eligio, según se deduce de algún sermón atribuido a él, pudo contribuir a la extinción de algunas creencias precristianas, como la veneración de Trivia, deidad protectora de las encrucijadas. 20 Migne (1846: 422-428). 21 Véanse, al respecto, los trabajos de Guarducci (1986: 115-127 y 1987).

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abunden los milagros, las visiones, los sueños proféticos o las señales divinas. Y el fenómeno que mejor representa aquel interés —casi obsesión— es, en consonancia con la ortodoxia cristiana, el milagro, que con frecuencia responde a una serie de tópicos de antigua tradición y suele hundir sus raíces en relatos evangélicos. Los más asombrosos se encuentran, habitualmente, en textos hagiográficos dedicados a los santos más antiguos, como el nuestro, pues el tiempo transcurrido entre la historia y el autor favorecía el desarrollo de lo legendario. La descripción de los milagros es en ocasiones de un crudo realismo, contiene detalles casi naturalistas. Así, por ejemplo, el caso de un cojo que sana, por intercesión de Eligio, ante el espanto de quienes lo presencian: «Todos los que estavan allí oyeron con muy grande espanto, que les tomó de lo ver, cómo las junturas y nervios y todos los huesos del coxo cruxían para se soldar». En otros casos, para que se obre el milagro, se dan situaciones tan sorprendentes en un santo como la de Eligio conminando con vehemencia —amenazando casi— a santa Columba. El milagro, sin embargo, no se presentó únicamente como una gracia que premiaba a los fieles. También tuvo su reverso como castigo contra los infieles o quienes se oponían a la santidad. El conocido como «milagro de castigo»22 es bastante frecuente en nuestra obra, donde el santo se suele presentar inflexible, muy severo con quienes se oponen a lo sagrado, dispuesto incluso a lanzar maldiciones sobre ellos. Algunos de esos castigos sobrenaturales, además, sorprenden por la crudeza con que son descritos, pues tal vez contribuían a infundir temor, aunque no hay que descartar que también alimentaran las bajas pasiones de un público deseoso de sucesos truculentos. Baste con un ejemplo. Cierto hombre codicioso, que usurpa unas tierras pertenecientes a la capilla de san Eligio, se niega a aceptar el veredicto del consejo real y jura en falso ante el sepulcro del santo, en presencia del abad: «con grande osadía puso la mano sobr’el sancto sepulcro. Y en medio del sepulcro, tembládole la palabra, cayó todo el cuerpo atrás sobre las cervizes y, arrancados los dientes y arrancados y salidos los ojos, y de la cabeça haza abaxo saliéndole por la boca grande humo, solas estas palabras pudo hablar: “Abad Esparno, toma tu tierra”». Junto con los milagros propiamente dichos, las visiones y los sueños también aparecen relacionados con lo milagroso. Además, se alude en nuestro texto a eventos sobrenaturales, señales como la de un extraño fenómeno en el firmamento: …Y esto sería a una ora de la noche, cuando fue vista súpitamente una cometa que se llama Pharón, con grande claridad resplandeciente, de la misma casa como flama 22 Sigal (1976).

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Vida de San Eligio. Versión castellana tardomedieval subirse hazia la esphera de fuego, al cielo, a manera de cruz […] y, con grande corrida y muy lijera, passando la espesura de las nuves, penetró el altura del cielo.

No olvidemos que el estudio de los astros, durante la Edad Media, gozó de gran reputación como una forma de «adevinanza» —en palabras de Alfonso X— que «se face por arte de astronomía, que es una de las siete artes liberales» (Partidas, VII, tít. 23). En el pasaje anterior, como consecuencia de una traducción bastante creativa —lo comentaremos más adelante—, aparece un astro llamado Pharón cuya descripción parece tener reminiscencias bíblicas. Porque en la mentalidad medieval el cielo era manifestación de la divinidad, las señales del cielo tenían un valor religioso y eran interpretadas como un cambio extraordinario y sobrenatural en el orden inmutable del cosmos.

El pecado como enfermedad La enfermedad está presente a lo largo de nuestro texto y se revela como una de las principales preocupaciones del individuo, independientemente de su estado o condición, pues golpea a todos por igual. E incluso en el modo de afrontarla se adivina la concepción medieval del mundo, interpretándose como reflejo de la oposición entre Dios y el Diablo. Las enfermedades se asocian al mal, al pecado y al Diablo, que era el causante de todas ellas, mientras que la salud se vincula a la divinidad. Por esa razón, en el texto se localizan numerosos casos de ciegos, mudos, cojos o contrahechos que sanan por voluntad de Dios, que les ofrece su celestial medicina y que se vale del santo taumaturgo. Este llega incluso a adoptar aspecto de médico —«parescióle a ella que el sancto traía una navaja o tiseras, a manera de médico, en la mano…»— y las reliquias vienen a desempeñar una función equivalente a la de un medicamento —«partiendo sus reliquias de los dientes, dio también para melezinas a munchos enfermos»—. Significativamente, respecto a los médicos profesionales, en nuestro relato se manifiesta cierto escepticismo, incluso desdén.

Burguesía, artesanado y sociedad moderna Como ya expusimos anteriormente, en la Vida de san Eligio probablemente subyace el deseo de proteger y promocionar la actividad económica de los orfebres, una actitud que tiene más de moderno que de medieval. En este sentido, no ha de extrañar que a lo largo del relato abunden las alusiones al oro, las piedras preciosas, las joyas… Tras ello se adivina la mirada del platero, del comerciante, del burgués, que manifiesta su fascinación por el lujo y las riquezas. Además, puede ser significativo que en el texto se compare

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explícitamente a Eligio con san Nicolás, a quien se tuvo por abogado de comerciantes y de empresas mercantiles durante la Edad Media23. La devoción por san Nicolás fue enorme, incluso rayando en lo supersticioso, con frecuencia se le honraba con el fin de obtener riquezas24 y se le atribuyeron diversos milagros de tipo «económico», como su aparición a un comerciante, mientras dormía, para entregarle dinero con el que poder abastecer la ciudad durante una terrible hambruna. Tal vez no sea inverosímil que san Eligio llegue a asumir funciones similares, sobre todo a la vista de dos episodios recogidos en nuestro texto: en una ocasión, el santo se aparece a un «noble varón» al que entrega oro para socorrer a los pobres; en otro episodio, Eligio entrega todo su oro a los pobres y, cuando vuelve a abrir la bolsa, la encuentra llena de nuevo. En cuanto a la relevancia del artesano como figura literaria, y más concretamente en la literatura hagiográfica, hemos de revisar la opinión de Vilar, que subrayaba la escasa presencia que tuvo el trabajador en nuestra producción hagiográfica, así como el hecho de que no abunden las vidas de santos obreros, haciendo notar que la mayoría de los santos patronos de gremios no fueron trabajadores vocacionales25. Ciertamente, en la literatura castellana medieval el artesanado tuvo una presencia reducida —M. Garcia26 habla de una presencia mínima, anecdótica, sin personalidad literaria—, sin embargo al final de la Edad Media se empieza a sentir ya una tímida rehabilitación de los menestrales. Por eso resulta de particular interés nuestra Vida de san Eligio, pues el héroe es aquí, antes que santo, un platero, un artesano, un artista.

3. La Vida de san Eligio en su contexto literario Exceptuando el prólogo, que sin duda se añadió con posterioridad, el contenido de la Vida de san Eligio se organiza en ocho capítulos, que a su vez contienen un total de 47 episodios. Tras esta ordenación puede reconocerse, aunque no haya sido presentada de forma explícita, la distribución tripartita que se da en casi todos los textos hagiográficos: vida, milagros in vita, milagros post mortem. Siguiendo la propuesta de Baños27, que parte a su vez del modelo secuencial de Bremond, la estructura interna del relato se ajustaría al siguiente esquema:

23 Fernández Conde (1982: 314). 24 Thiers (1679: 34). 25 Vilar (2004: 199). 26 Garcia (1993). 27 Baños (2003: 109-114).

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explícitamente a Eligio con san Nicolás, a quien se tuvo por abogado de comerciantes y de empresas mercantiles durante la Edad Media23. La devoción por san Nicolás fue enorme, incluso rayando en lo supersticioso, con frecuencia se le honraba con el fin de obtener riquezas24 y se le atribuyeron diversos milagros de tipo «económico», como su aparición a un comerciante, mientras dormía, para entregarle dinero con el que poder abastecer la ciudad durante una terrible hambruna. Tal vez no sea inverosímil que san Eligio llegue a asumir funciones similares, sobre todo a la vista de dos episodios recogidos en nuestro texto: en una ocasión, el santo se aparece a un «noble varón» al que entrega oro para socorrer a los pobres; en otro episodio, Eligio entrega todo su oro a los pobres y, cuando vuelve a abrir la bolsa, la encuentra llena de nuevo. En cuanto a la relevancia del artesano como figura literaria, y más concretamente en la literatura hagiográfica, hemos de revisar la opinión de Vilar, que subrayaba la escasa presencia que tuvo el trabajador en nuestra producción hagiográfica, así como el hecho de que no abunden las vidas de santos obreros, haciendo notar que la mayoría de los santos patronos de gremios no fueron trabajadores vocacionales25. Ciertamente, en la literatura castellana medieval el artesanado tuvo una presencia reducida —M. Garcia26 habla de una presencia mínima, anecdótica, sin personalidad literaria—, sin embargo al final de la Edad Media se empieza a sentir ya una tímida rehabilitación de los menestrales. Por eso resulta de particular interés nuestra Vida de san Eligio, pues el héroe es aquí, antes que santo, un platero, un artesano, un artista.

3. La Vida de san Eligio en su contexto literario Exceptuando el prólogo, que sin duda se añadió con posterioridad, el contenido de la Vida de san Eligio se organiza en ocho capítulos, que a su vez contienen un total de 47 episodios. Tras esta ordenación puede reconocerse, aunque no haya sido presentada de forma explícita, la distribución tripartita que se da en casi todos los textos hagiográficos: vida, milagros in vita, milagros post mortem. Siguiendo la propuesta de Baños27, que parte a su vez del modelo secuencial de Bremond, la estructura interna del relato se ajustaría al siguiente esquema:

23 Fernández Conde (1982: 314). 24 Thiers (1679: 34). 25 Vilar (2004: 199). 26 Garcia (1993). 27 Baños (2003: 109-114).

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Deseo de santidad

I. [Origen y nacimiento] II. De su santa conversación en la niñez y mocedad Perfeccionamiento III. Cómo este santo varón vino a Francia en tiempo del rey Lothario y fue tomado por su platero IV. De su misericordia y milagros cerca de los pobres Milagros V. De cómo fue elegido por obispo y pastor de la ciudad de in vita Novionense, y de sus milagros VI. Del bienaventurado tránsito de esta vida para la otra Muerte del santo obispo Eligio Éxito VII. De la traslación y milagros de san Eligio, obispo y confesor Milagros VIII. De los muchos milagros que Nuestro Señor, Dios post mortem omnipotente, hizo por los méritos de este santo confesor Eligio cerca de su sepulcro

Encontramos, no obstante, algunos episodios que no se ajustan a este esquema: el primer milagro de Eligio, por ejemplo, tiene lugar cuando el santo aún es un muchacho —en la Vita Eligii este suceso se localiza bastante después, casi al final del primer libro—; el conocido episodio de las dos sillas se presenta en nuestra Vida como un milagro, y sin embargo está situado en pleno proceso de perfeccionamiento del santo. La causa de tales alteraciones podría responder al deseo de introducir cuanto antes los episodios milagrosos tan apetecidos por el público; se modificaba, pues, la estructura hagiográfica convencional para satisfacer los deseos de un lector cada vez menos condicionado por la verosimilitud o las convenciones del género. Pese a todo, la Vida de san Eligio se ciñe en lo fundamental a las características del género hagiográfico. Así, en el plano formal, reconocemos los usos retóricos habituales en este tipo de obras al final de la Edad Media: la hipérbole, que se emplea con profusión —«tantas lágrimas echó de sus ojos que regó parte del suelo como arroyo», «al tiempo del herir de la tumba, tan grande lumbre y resplandor dio aquella noche, que era muy oscura, y pasada la media noche se paró tan clara en toda la provincia que no pasrecía sino de día»—; la antítesis como reflejo de aquella visión maniquea del relato hagiográfico —«abrió los ojos y, huida la noche d’ellos, vínole la claridad del día», «hizo una oración secreta e después a grandes bozes dixo…»—; el símbolo —simbólico es el águila que anuncia la futura santidad de Eligio y simbólica es la lámpara que siempre arde, tras su muerte, junto al sepulcro—; e incluso en alguna ocasión se recurre a la comicidad, como cuando un ciego pide a Eligio que le haga la señal de la cruz sobre los ojos, esperando un milagro, y

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el santo, con cierta socarronería, «mirándole con disimulación, sonriéndose, le dixo: “Amigo, ¿no sabes tú sinarte?”». En cuanto a los personajes, Eligio es, lógicamente, el héroe que concentra el protagonismo a lo largo de la narración, como será habitual en todo relato hagiográfico. Él está presente de principio a fin y es quien toma la palabra en casi todos los pasajes dialogados. Aunque no podemos hablar, ciertamente, de profundidad psicológica, hay una mayor cantidad de datos sobre san Eligio que sobre ningún otro personaje. Se da información sobre sus orígenes, su familia, el lugar y las circunstancias de su nacimiento. Con la finalidad de dignificar desde un inicio la figura del protagonista, su nacimiento tiene lugar en el seno de una familia noble —«nacido de parientes nobles y muy antiguos cristianos»28— y gracias a la intervención divina —«elegido», según la etimología que se da de su nombre—. Se relata cómo aprendió el oficio de platero, en cuyo ejercicio llegó a servir al rey, y su labor posterior como obispo de Noyon, incluyendo una relación de ciudades y regiones por las que pasó en su periplo vital. Sin embargo, en gran medida, la caracterización del santo se basa en las vidas de otros santos y, sobre todo, en Cristo, cuyos milagros inspiran a Eligio en varias ocasiones. Al igual que Cristo, sana a ciegos, cojos y tullidos. Al igual que Él, sabe cuándo se acerca su muerte y lo dice a sus discípulos. En el texto se adivina, en fin, el modelo de otros relatos hagiográficos y de los textos bíblicos. Siguiendo a Baños29, podemos reconocer algunos datos convencionales del género: – El nacimiento del protagonista está marcado por la santidad, pues se debe a una concesión divina. Incluso antes de que nazca, hay señales sobrenaturales de su futura santidad. – Desde su infancia, el santo se aplica al estudio y, «dexadas todas las otras cosas vanas que a los otros mancebos suelen agradar», empieza a frecuentar las iglesias y a oír la palabra de Dios. Nos encontramos con el tópico del puer senex, el niño anciano que no juega ni se divierte: «Las liviandades de los moços y mugeres, no solo las apartava de sí, mas la compañía d’ellos, considerando que la mocedad y el deleite son vanos». – En el santo se reconocen las virtudes cardinales y teologales, especialmente la humildad y la liberalidad. No quiere que sus milagros sean divulgados y rehúsa la dignidad episcopal, que solo aceptará, después de muchos 28 A partir de las vitae merovingias, los protagonistas hagiográficos se alejan cada vez más de la sencillez de los mártires y confesores de los primeros tiempos y cobra importancia la figura del obispo procedente de familia noble y ligado a los poderosos (Baños 2003: 134). 29 Baños (2003: 142).

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ruegos, «mirando al provecho y prosecución de las ovejas de Dios, y no por su propia onra». – Su muerte obedece a un tópico. El santo presiente que va a morir, lo acepta con serenidad y se prepara para ello. Cuando expira, su alma se eleva hasta el cielo y allí es recibida con júbilo. – El santo se presenta como taumaturgo, que intercede por sus fieles y propicia los milagros. Al igual que otros santos medievales, se caracteriza principalmente por su dimensión sobrenatural, y su cuerpo y reliquias se convierten en objeto de culto. Dentro de estas convenciones, a su vez, los santos medievales se ajustaron a diversos subarquetipos, que según Salvador de Moxó30 eran cuatro: el mártir —modelo de fortaleza—, el confesor —modelo de templanza—, el fundador —modelo de justicia— y el doctor —modelo de prudencia—. A ellos añadió Baños31 el trabajador u obrero, el pecador y el héroe. Entre todos estos tipos, Eligio sin duda se acerca más al de santo obrero, aunque, si se me permite precisar, yo hablaría más bien de santo artesano —o artista, desde una perspectiva moderna—, perfil que se acomoda perfectamente al contexto en que fue redactada nuestra Vida de san Eligio. Con respecto a los demás personajes, su función será casi únicamente la de realzar la santidad del protagonista, bien por vía positiva, apoyándolo, bien por vía negativa, oponiéndose a él32. De ahí que su tipología obedezca a una visión esencialmente maniquea: hay personajes buenos y personajes malos; y resulta excepcional aquel que inicialmente se opone a la santidad y finalmente pasa al lado de los buenos (el caballero Garrifredo). Dicho esto, se debe subrayar que el relato hagiográfico no fue en absoluto un género aislado en el contexto literario medieval; lógicamente, su desarrollo fue paralelo al de otros géneros con los que compartía temas y formas. En el caso de la biografía es evidente. Pero no hay duda de que también guarda estrecha relación con la literatura épica y caballeresca, la literatura ejemplar y la literatura de sueños y visiones.

Literatura épica Bédier33 ya advirtió que la figura del santo, en textos literarios medievales, se hallaba muy cerca de los héroes de la epopeya. Al igual que en cantares 30 Moxó (1966: 741-761). 31 Baños (2003: 146). 32 Baños (2003: 132). 33 Bedier (1914: 101).

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de gesta y libros de caballerías, en la producción hagiográfica encontramos también el canto laudatorio de un ser superior, la exaltación de un código de virtudes y la concepción maniquea del mundo34. Así, por momentos, Eligio recuerda a un guerrero que debe enfrentarse, en una suerte de batalla, contra las tentaciones. En la Vida encontraremos también, como en un relato épico medieval, la figura del moro encarnando el mal: cierto clérigo «de nación mauritano» que, lleno de soberbia, pretende desenterrar el cuerpo de un mártir, pero es castigado por Dios y muere miserablemente. A nivel léxico, además, se descubren algunos términos significativos, como lucha o vencer: «començósele una lucha del espíritu contra la carne y de la carne contra el espíritu, como a sanct Pablo, y vencióla ayunando y velando». Particular interés reviste la mención que en el texto se hace de Roland, héroe por antonomasia en la épica europea medieval. A él se atribuye en nuestra Vida de san Eligio el señorío de Noyon, la misma ciudad en que el santo ejerce su episcopado. E independientemente de que la alusión resulte inverosímil —abordaremos más detenidamente este asunto al tratar de las fuentes—, el dato es revelador porque, aun siendo el histórico Roland muy posterior a Eligio, bajo ese anacronismo probablemente subyace la intención de que el público, el mismo que el de la épica, sitúe los hechos dentro de un contexto literario conocido y atractivo para él. Finalmente, se descubren en nuestro Eligio algunos de los recursos y rasgos estilísticos más habituales del género épico en la Edad Media. Son frecuentes las fórmulas de apelación a los oyentes, que podrían interpretarse como marcas de oralidad, aunque también es verosímil que contribuyan a evocar contextos narrativos conocidos. El uso de tiempos verbales es, en ocasiones, anárquico35, pues el narrador pasa fácilmente de un punto de vista a otro, enunciando a veces los hechos desde la lejana objetividad del perfecto simple y otras veces acercándose al plano de lo inmediato por medio del imperfecto e, incluso, el presente. Se usa también con frecuencia el estilo directo para introducir la voz de los personajes, con lo que se contribuye al dinamismo de la narración, aportando dramatismo. Así sucede en el episodio de la niña muda que, a punto de ser abandonada por su madre en una iglesia, inesperadamente rompe a hablar: «¿Por qué os vais y me dexáis sola aquí?». Abundan, en fin, las exclamaciones, tenemos algunos ejemplos de pleonasmos, y se hace uso de la perífrasis querer + infinitivo con el valor ‘estar a punto de’, que se ha venido considerando característico de la épica medieval36. 34 Baños (2003: 66). 35 Lapesa (1981: 224). 36 Lapesa (1981: 223.

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Literatura ejemplar La finalidad didáctica de las narraciones hagiográficas permite ponerlas en estrecha relación con el exemplum, pues no dejan de ser exempla en que se muestra el camino de la santidad. En definitiva, un relato hagiográfico presenta el estadio final de perfección como resultado de un proceso, y en ello puede reconocerse el carácter ejemplar de este tipo de textos37. En la Vida de san Eligio se expresa claramente, desde el mismo prólogo, la intención ejemplarizante —«…para que todos puedan gozar de tan bienaventurada vida […] y para que todos […] le sigan e imiten en su sancta vida y maravillosos exemplos»—. Además, a lo largo del texto se subraya el carácter ejemplar de cuanto hace Eligio —«después ya de muncha dulçura de enxemplos buenos de vida qu’el santo avía dado, assí con palabras como con vida…»— y se presenta como ejemplo de virtud para Audoeno, que seguirá tras él el camino de la santidad.

Literatura de sueños y visiones Ya hemos anticipado, al hablar de los milagros en el relato hagiográfico, que la Vida de san Eligio contiene varios episodios referidos a sueños y visiones maravillosos, los cuales cabría poner en relación con un género de gran vitalidad en la tradición literaria medieval38. El pasaje más interesante de la obra, en este sentido, presenta una visión que tuvo la madre de Eligio antes de que el santo naciera. Mientras Terrigia duerme, un águila «tres vezes con bozes grandes» le promete cosas maravillosas. Ella despierta y trata de interpretar el significado de aquella visión, que resulta ser un presagio acerca del hombre santo que llegará a ser su hijo. Estamos ante un tipo de sueño muy frecuente en la tradición literaria medieval: el sueño anticipador del nacimiento de un ser extraordinario39. Además, como fue habitual, se ofrece la confirmación de dicho sueño con el propósito de garantizar su veracidad: el rey de Francia vio el águila que volaba por encima de Terrigia mientras ella dormía; cuando despierta la mujer y responde a las preguntas del rey, este se percata de que está preñada y que dará a luz a un hombre santo. Nuestro texto se aparta aquí en gran medida de la Vita Eligii e incorpora elementos probablemente de origen folclórico. 37 Baños (2003: 76). 38 Le Goff (1977). Aparte del estudio más general de Le Goff, contamos con algunos trabajos acerca de la literatura de sueños y visiones en castellano, como Goldberg (1983) o Acebrón Ruiz (2004). El de Patch (1956), con apéndice de M. R. Lida, «se ocupa de las diversas representaciones del mundo a donde va el hombre después de la muerte». 39 Lanzoni (1927).

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Por otro lado, encontramos un episodio en que cierta mujer, ciega y muda, queda dormida junto al sepulcro de Eligio. Allí sueña que el santo cura sus ojos y corta las ataduras de su lengua. Cuando la mujer despierta, ha recobrado la vista y el habla. El pasaje se halla en relación con ciertos ritos incubatorios cuyo origen se remonta al periodo clásico, pues ya en Grecia, sobre todo en torno a los templos de Asclepio, dormían los enfermos, y sus sueños, interpretados por los sacerdotes, señalaban el remedio de sus enfermedades. Pues el cristianismo no fue capaz de desterrar por completo estas prácticas, aún en la Edad Media se peregrinaba a las tumbas de los santos u otros lugares sagrados con el mismo fin40. También durante el sueño, el propio Eligio experimenta una visión: ve «en espíritu» a un ángel resplandeciente, el cual le dice que sus oraciones han sido escuchadas y que sus pecados están perdonados. Cuando Eligio despierta, el ángel desaparece, pero toda la habitación queda henchida de un maravilloso olor. Este episodio puede tener resonancias bíblicas, concretamente en relación con la visión del ángel que tuvo el profeta Elías (1 Re 19,5-7). Finalmente, nos encontramos con algún episodio en que la visión no tiene lugar durante el sueño, sino que parece describir un desmayo o pérdida de consciencia. Cuando un hombre llamado Harelfredus Gasterio reconoce ante los pobres que es incapaz de socorrerlos como lo había hecho Eligio, de pronto «parescióle averle traspasado el que avía visto al sancto varón Elijio; de la cual visión, como estuviese caído e medio fuera de sí, súpitamente en sus manos y vestiduras le puso oro». Puede observarse que, en este caso, la visión anticipa o introduce el milagro.

4. Las fuentes. Translatio y reescritura Aunque se considere una obviedad, convendrá empezar apuntando que la Vida de san Eligio no es una traducción en el sentido actual. Recordemos que, durante la Edad Media, a nivel escrito, la translatio no se distinguía con claridad de otras formas de creación, no se concebía como una labor diferenciada de la glosa o el comentario, sino que formaba parte de un proceso de reordenamiento textual. El traductor debía plasmar el significado global, no traduciendo las palabras literalmente, sino el sentido de dichas palabras; hacía un trabajo de cotejo y fusión de fuentes diversas, al que seguía una paráfrasis que rehacía los textos en distintos niveles. Los límites entre texto traducido y adaptación eran bastante difusos, y la labor de traducción se caracterizaba por 40 Acebrón (204: 113-115).

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Por otro lado, encontramos un episodio en que cierta mujer, ciega y muda, queda dormida junto al sepulcro de Eligio. Allí sueña que el santo cura sus ojos y corta las ataduras de su lengua. Cuando la mujer despierta, ha recobrado la vista y el habla. El pasaje se halla en relación con ciertos ritos incubatorios cuyo origen se remonta al periodo clásico, pues ya en Grecia, sobre todo en torno a los templos de Asclepio, dormían los enfermos, y sus sueños, interpretados por los sacerdotes, señalaban el remedio de sus enfermedades. Pues el cristianismo no fue capaz de desterrar por completo estas prácticas, aún en la Edad Media se peregrinaba a las tumbas de los santos u otros lugares sagrados con el mismo fin40. También durante el sueño, el propio Eligio experimenta una visión: ve «en espíritu» a un ángel resplandeciente, el cual le dice que sus oraciones han sido escuchadas y que sus pecados están perdonados. Cuando Eligio despierta, el ángel desaparece, pero toda la habitación queda henchida de un maravilloso olor. Este episodio puede tener resonancias bíblicas, concretamente en relación con la visión del ángel que tuvo el profeta Elías (1 Re 19,5-7). Finalmente, nos encontramos con algún episodio en que la visión no tiene lugar durante el sueño, sino que parece describir un desmayo o pérdida de consciencia. Cuando un hombre llamado Harelfredus Gasterio reconoce ante los pobres que es incapaz de socorrerlos como lo había hecho Eligio, de pronto «parescióle averle traspasado el que avía visto al sancto varón Elijio; de la cual visión, como estuviese caído e medio fuera de sí, súpitamente en sus manos y vestiduras le puso oro». Puede observarse que, en este caso, la visión anticipa o introduce el milagro.

4. Las fuentes. Translatio y reescritura Aunque se considere una obviedad, convendrá empezar apuntando que la Vida de san Eligio no es una traducción en el sentido actual. Recordemos que, durante la Edad Media, a nivel escrito, la translatio no se distinguía con claridad de otras formas de creación, no se concebía como una labor diferenciada de la glosa o el comentario, sino que formaba parte de un proceso de reordenamiento textual. El traductor debía plasmar el significado global, no traduciendo las palabras literalmente, sino el sentido de dichas palabras; hacía un trabajo de cotejo y fusión de fuentes diversas, al que seguía una paráfrasis que rehacía los textos en distintos niveles. Los límites entre texto traducido y adaptación eran bastante difusos, y la labor de traducción se caracterizaba por 40 Acebrón (204: 113-115).

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su flexibilidad41. A esto hay que añadir el error inevitable —por dificultades en la correcta interpretación de grafías, abreviaturas, etc., o por un imperfecto conocimiento de la lengua traducida—, que podía cambiar profundamente el sentido del texto. Y aún mediaba el trabajo del copista, que a menudo actuaría como intérprete de la obra, adaptándola a un determinado público, pues con frecuencia las copias, igual que las traducciones, eran realizadas por encargo42. En resumidas cuentas, puede decirse que la translatio medieval fue, en gran medida, reescritura. En la Vida de san Eligio se recurrió, principalmente, a la abbreviatio en relación con su fuente principal, la Vita Eligii, pues se recogieron solo algunos de los episodios más relevantes en la vida del santo, resumiendo o prescindiendo por completo de los demás. También fueron interpolados otros textos procedentes de fuentes diversas, como veremos enseguida. En cuanto a la estructuración de los contenidos, se abandona la división en dos libros de la Vita Eligii —con los milagros anteriores y posteriores a la designación de Eligio como obispo de Noyon— y se adivina una distribución tripartita. Resultaría aventurado, no obstante, tratar de identificar todas las fuentes que pudieron ser utilizadas en la redacción de nuestra Vida, las que influyeron de forma directa e indirecta, las de tradición culta y las de tradición popular, detectando cuáles fueron alteradas o mal entendidas. Por tanto, asumimos que la nuestra será una relación incompleta y provisional.

La Vita Eligii atribuida a san Audoeno Bajo el título de Vita Eligii conocemos un extenso relato atribuido a san Audoeno. Se estructura en dos libros, siguiendo el modelo de la Vita Martini, y ha llegado a nosotros en diversos manuscritos, el más antiguo de los cuales —Bruselas BR 5374-75— data del siglo ix43. Durante toda la Edad Media, el texto de la Vita Eligii fue la principal fuente que permitía conocer la vida y los milagros de Eligio. Sería copiada y utilizada, en diversas obras, bien extrayendo, bien parafraseando, citando o resumiendo el texto de Audoeno. De entre 41 Buridant (1983: 89); Martin (1997). 42 Russell (1985: 16) recoge diversos ejemplos de traducciones hechas, en la Península Ibérica, por encargo. 43 Ya desde mediados del xix se empezó a hablar sobre ciertos detalles que parecían poner en duda la autoría de san Audoeno, aunque fue Bruno Krusch quien planteó de manera ampliamente argumentada que el texto que hoy conocemos era el producto de una refundición o reelaboración posterior, seguramente del siglo viii. En los últimos años, sin embargo, se ha venido reivindicando la autenticidad del texto y su atribución a san Audoeno (Rettberg 1848; Krusch 1902; Banniard 1992; Westeel 1999 y 2006; Bayer 2007).

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los numerosos epítomes, versiones resumidas o abreviadas, sería paradigmático el caso del texto contenido en el MSS/Paris 11759, que contiene una versión breve de la Vita Eligii considerada por Lecointe44 un epítome anónimo; allí se sigue de cerca el texto original, tan solo se reducen ciertos pasajes y en ningún caso aparecen innovaciones o episodios ajenos a su fuente45. En otros casos, se tomaron pasajes más o menos extensos del texto de Audoeno para incorporarlos a obras de diversa índole, no solo litúrgicas o devocionales, sino también historiográficas, como el Chronicon de Antonino de Florencia. Como es lógico, siendo la Vita Eligii el testimonio más importante sobre la vida del santo, constituye la fuente principal de nuestra Vida de san Eligio, y en ella se basa aproximadamente el 60% del texto castellano. La Vita Eligii es una obra de considerable extensión en que confluyen datos históricos y biográficos, milagros, sermones y digresiones teológicas. Pero solo una pequeña parte de todo ese contenido fue seleccionada e incorporada a la versión castellana, bastante más breve. En general, se tomaron más contenidos pertenecientes al segundo libro, con escasas alteraciones y añadidos; por el contrario, en los pasajes procedentes del primer libro abundan las modificaciones del texto, las alteraciones del orden, la interpolación de otros textos, etc. Se prescindió, sobre todo, de aquellos pasajes de carácter doctrinal y teológico, que podían resultar menos atractivos para el público al que se destinaba el texto; en cambio, se mantuvieron aquellos episodios en que predomina lo sobrenatural y espectacular. Por otro lado, debe subrayarse que, entre los pasajes que se incorporaron al Eligio castellano, encontramos bastantes episodios referidos a la actividad del santo como platero, mientras que han desaparecido todos aquellos en los que ejercía labores propias de otros oficios —el muy conocido episodio en que debe herrar un caballo, por ejemplo—. Tal como queda ya comentado, esta selección responde seguramente a motivaciones de tipo identitario y propagandístico. Dentro de la literatura vernácula medieval, además del texto castellano que aquí presentamos, existe una Vie de saint Éloi en lengua de oíl y una Lenda de Santo Eloi en portugués46. La primera, un extenso poema narrativo 44 Lecointe (1666: 605-606). 45 Son numerosos los legendarios y recopilaciones de vidas de santos medievales en que se incluye una versión más o menos abreviada de la Vita Eligii. Gran parte de ellos se conserva en la importante colección de manuscritos latinos de la Bibliothèque Nationale de France. También hay un epítome interesante en el llamado Leccionario de Lobbes, de finales del siglo xi, conservado en la Bibliothèque Royale de Bruselas bajo la signatura 18018. 46 Por supuesto, también hay breves capítulos dedicados a san Eligio en legendarios bajomedievales escritos en diversas lenguas vulgares y todos basados en la Vita Eligii. Son especialmente numerosas las traducciones de la Legenda Aurea. En castellano,

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de autor desconocido47, se conserva en una sola copia de finales del siglo xiii, y sigue de cerca, en cuanto a su contenido, la Vita Eligii, pero no parece que la versión castellana tenga relación directa con ella, ni en cuanto a su estructura ni en cuanto a su contenido. El texto portugués, conservado en un solo manuscrito48 de 1491 que se copió por encargo de la «confraria dos honrrados ourivezes» de Lisboa49, también se basa en la Vita Eligii, pero no parece que pertenezca a la misma tradición textual que el Eligio castellano, pues no coinciden en la selección de episodios de Audoeno ni en las interpolaciones, que sin duda son de fuentes distintas.

El Chronicon de Antonino de Florencia Redactado hacia la década de 145050 por el dominico Antonino de Florencia, el Chronicon o Summa historialis llegó a ser una de las obras historiográficas más difundidas de su tiempo. Su influencia en la Vida de san Eligio se deja sentir particularmente en el capítulo V, que narra lo sucedido desde la elección de Eligio como obispo de Noyon hasta su muerte. En primer lugar, se han tomado varios pasajes —concretamente, de la segunda parte, título XIII, capítulo VI, § XV-XVI— que Antonino dedicó a san Eligio. Estos, a su vez, los había tomado el florentino, sin apenas cambios, del Speculum Historiale de Vicent de Beauvais, quien a su vez los extrajo del Chronicon de Hélinand de Froidmont. Una dificultad añadida a la hora de identificar las fuentes de un texto medieval, debido a la escasa originalidad de las obras, es que con frecuencia los mismos contenidos pasaban de unas a otras con mínimas modificaciones. En este caso, sin embargo, tras un detenido análisis de los textos, parece que algunas variantes sitúan nuestra Vida de san Eligio más cerca del texto de Antonino. Tal indicio viene apoyado por el hecho de que se tomaran del Chronicon otros pasajes que no están en el Belvacense ni en Hélinand de Froidmont. sin embargo, nada encontramos sobre san Eligio en las compilaciones del tipo Flos Sanctorum de época medieval. Escaso interés literario tienen los textos hagiográficos postridentinos sobre Eligio, desde los insertos en compilaciones como los Flos Sanctorum de Villegas y Ribadeneyra hasta los extensos relatos de su vida ―en francés, los de Montigny (1626) y Levesque (1693); en italiano, el de Gucmanno (1629); en castellano, el de Valderrábano (1640)―: en todos estos casos, no se puede hablar ya de versiones romances, sino de meras traducciones. 47 Peigne-Delacourt (1859). 48 Fue editado y publicado a finales del siglo xix, acompañado de un estudio crítico (Hincker 1899-1901). 49 Mattoso (1996: 94) opina que, pese a conservarse en copia de 1491, la redacción es más antigua, aunque no explica por qué. 50 Walker (1933).

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Resultan particularmente interesantes algunos párrafos que se centran en la vida de santo Domingo de Guzmán —enseguida volveremos sobre este dato—, traducidos con bastante fidelidad en la versión castellana de la Vida —concretamente, se sitúan al final del capítulo III y al comienzo del IV—, pero cambiando el nombre de santo Domingo por el de Eligio. Los pasajes que Antonino dedicó al fundador de su orden son adaptados al relato de la vida del santo platero: en términos actuales, podríamos hablar de préstamo intertextual51. Del mismo modo, ciertos pasajes relativos a san Nicolás de Tolentino, con la mera sustitución de su nombre por el de Eligio, adquieren en nuestro texto un sentido nuevo —concretamente, en los capítulos I y VI—. Recuérdese que hacia mediados del siglo xv había sido canonizado el santo de Tolentino, cuyas reliquias despertaban extraordinario fervor.

Pasajes bíblicos A las citas bíblicas que ya se encontraban en la Vita Eligii, nuestro texto añade otros pasajes que también proceden de la Biblia, bien mediante citas literales, bien a través de comparaciones o alusiones indirectas. Pero desafortunadamente, en algunos casos, resulta difícil valorar hasta qué punto esos contenidos proceden directamente del texto bíblico o han llegado a través de una fuente indirecta. Veamos algunos ejemplos que se pueden considerar paradigmáticos. Vida de san Eligio … como águila, siempre avía de tener los ojos fincados e fixos en el sol de justicia, Cristo nuestro redemptor, los cuales, sin ser repelidos por la reberberación de los rayos, avía siempre de tener por la limpieza de su cuerpo y ánima, […] de manera que vean la magestad divina como sol, así como pollitos de águila debaxo de sus alas— …

Texto bíblico Sicut aquila provocans ad volandum pullos suos, et super eos volitans, expandit alas suas, et assumpsit eum, atque portavit in humeris suis (Dt 32,11) Qui autem sperant in Domino mutabunt fortitudinem, assument pennas sicut aquilae: current et non laborabunt, ambulabunt et non deficient (Is 40,31)

Posibles fuentes indirectas

«Qui autem sperant in Domino mutabunt fortitudinem» […] «assument pennas sicut aquilae» […] contemplantes solem iustitiae Christum:

51 Por supuesto, esta práctica fue más o menos frecuente en la elaboración de textos hagiográficos durante la Edad Media (García de la Borbolla 2002: 89).

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Vida de San Eligio. Versión castellana tardomedieval sicut solem aquila irreverberatis oculis (Haymo Halberstatensis, Commentaria in Isaiam) … facies aquilae desuper … quasi more aquilae ipsorum quatuor (Ez 1,10). oculos in solem fixit […] aquila ad sublimia evolat, et irreverberatis oculis solis radiis intendit (Gregorio Magno, Homiliae in Ezechielem 1, Homilia IV)

Vida de san Eligio Y así estudiava a la continua, como aveja prudentíssima, de los diversos libros diversas flores cogendo. Y en el almario de su pecho hazía un panal de sabiduría. Y dulçura de miel y de perseverança, y espiritual, hacía y fabricava.

Texto bíblico Cor sapientis erudiet os ejus, et labiis ejus addet gratiam. Favus mellis composita verba; dulcedo animæ sanitas ossium (Pr 16,23-24).

Posibles fuentes indirectas Esto apis prudentissima favum mellis opera tua componant, ut tua dulcedine saties Christum (Smaragdus S. Michaelis, Diadema monachorum) Velut apis prudentissima, florum diversitatem invenius, munera mellis ab eis suscepit, et in favo cordis suis recondebat (Vita Wilhelmi)

El pasaje de inspiración bíblica más interesante procede del libro de Daniel (Dn 2,25): «Oída esta respuesta por el tesorero, entró al rey a manera de Arrioth»52. Puede resultar significativo que se compare aquí al tesorero de Clotario con Arioch —el jefe de la guardia de Nabucodonosor a quien se encomendó la matanza de los sabios de Babilonia—, principalmente por la correlación que puede deducirse respecto de los demás personajes: Eligio se identifica con el profeta Daniel, por supuesto; el tesorero, igual que Arioch, introduce al hombre santo ante el monarca; Clotario representa un papel equivalente al de Nabucodonosor, que se muestra soberbio y caprichoso; incluso la estatua soñada por el rey de Babilonia, hecha de oro, plata, bronce y hierro, parece una obra de orfebrería, como lo fue la silla de Clotario. 52 A continuación se añade «que entró al rey faraón», pero sin duda se trata de Nabucodonosor, rey de Babilonia. El error es comprensible dadas las similitudes que hay entre este episodio y aquel en que José interpretaba el sueño del faraón (Gn 41).

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Fuentes de tradición popular Sin duda predominan las fuentes cultas y escritas en la Vida de san Eligio —al igual que en la mayoría de los relatos hagiográficos medievales—, no obstante, debemos prestar atención a algunos pasajes y datos que no han podido ser localizados en ese tipo de fuentes; por el contrario, si atendemos a su contenido, parecen formar parte de una tradición de origen popular. Estos contenidos pudieron haber sido incorporados, principalmente, por dos razones: en primer lugar, la búsqueda de lo sobrenatural y maravilloso, que atraía a un nuevo tipo de público, facilitó la inclusión de leyendas o relatos de tradición oral; por otro lado, el deseo de acercar el texto a las coordenadas culturales de aquel público favoreció la inserción de datos procedentes de obras literarias de tradición popular. En el prólogo a la traducción de la Vita Eligii que hizo Valderrábano en 1640 tenemos un buen testimonio de que ciertos episodios de la vida de san Eligio pudieron surgir o difundirse de forma oral y en el ámbito popular: «… después de hecha mi traducción, echaba de menos algunas cosas harto prodigiosas y raras que había oído, las cuales san Audoeno no toca». Este traductor, imbuido del rigor postridentino, no duda en desechar aquellas cosas harto prodigiosas y raras, pues no se encuentran recogidas en ninguna fuente autorizada53. No obstante, son esos raros episodios, precisamente, los que para nosotros revisten un mayor atractivo. Uno de los pasajes que podemos considerar de tradición popular se sitúa en el episodio que describe el sueño de Terrigia, la madre del santo. Aquí se añadió, como hemos comentado, la visión que tiene el rey de Francia: un águila volando sobre la futura madre. Llama nuestra atención que la visión se produzca en una época del año concreta, «en el tiempo del coger del pan», y que suceda mientras Terrigia «estava durmiendo en la parva, y esto porque no le diese el sol». Tales detalles pueden ser reminiscencias de ritos o fiestas agrícolas relacionadas con la siega o la trilla, habituales en culturas precristianas, y tal vez por esa razón desaparecieron en todos los relatos postridentinos54. 53 Se refiere este autor a varios «casos raros», como que «san Eloy había hecho una media luna de plata para peana de una imagen de N. Señora, la cual se iba cerrando como crecían los años de san Eloy, y así como ella se cerró del todo, murió él», y otros casos similares (Valderrábano 1640: [17]). 54 De nuevo, nos será de utilidad el prólogo a la traducción de Valderrábano, donde se menciona, entre los episodios que desechó como espurios: «Asimismo hallé algunos manuescritos otras cosas, conviene a saber, que andando el rey a caza por tiempo de agosto, vio a su madre de Eloy dormida en una parva de trigo y una águila real que revoloteando le hacía sombra, y sabiendo della que estaba en días de parir, había prometido ser padrino de la criatura, y que en efeto lo fue» (Valderrábano 1640: [17]). En

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En cuanto al «rey de Francia» al que se refiere esta leyenda, teniendo en cuenta que Eligio nació hacia el año 588 en Aquitania —bajo dominio del reino franco—, quien mejor se ajustaría a esa descripción es Gontrán. Este, a juicio de Gregorio de Tours, fue un rey justo y compasivo, se le atribuyeron diversos milagros y, tras su muerte, fue elevado a la santidad. Gontrán se amolda perfectamente, tanto por su cronología como por su santidad, a la figura del rey que presuntamente apadrina a Eligio, según se explica en el texto. Precisamente, el hecho de que Gontrán fuese padrino y pusiera nombre a Eligio podría relacionarse con una tradición extendida, en el reino franco, entre los primeros cristianos55: los grandes señores procuraban que sus hijos fuesen bautizados por hombres piadosos y devotos. Además, existe un especial vínculo que une en santidad a ambos, de modo similar, por ejemplo, que sucede con san Remigio de Reims, que bautiza a Clodoveo I, primer rey cristiano de los francos; san Sigeberto —futuro Sigeberto III—, que fue bautizado por san Amando; el propio san Eligio, que bautizó a santa Hunegunda, etc. Hay otro dato que, siendo de menor entidad, tiene resonancias más literarias. Como ya adelantábamos, la Vida de san Eligio se hace eco de una leyenda según la cual el héroe Roland fue señor de Noyon. Parece que esta leyenda arraigó desde antiguo en la ciudad, y el obispo de Noyon, que era conde y par de Francia, se consideraba heredero de aquel señorío. La tradición se remontaría, al menos, al siglo xiii, pues queda atestiguada en el Livre rouge del obispado novionense56, y su origen podría ponerse en relación con la llamada Tour Roland, en la misma ciudad de Noyon, que hacia 1630 fue reducida e integrada en el palacio episcopal. Según Le Vasseur, en dicha torre podría haber vivido Roland, e incluso haber ordenado él mismo su construcción, aunque quizá pudo haber sido levantada años después por Carlomagno para perpetuar la memoria del héroe57.

cuanto esos manuescritos, quizá se trataba de una copia de nuestra Vida de san Eligio, conservada seguramente en alguna cofradía de plateros. 55 Le Vasseur (1633: 446-449). 56 «Monseigneur l’évesque de Noyon, pair de France, seigneur comme fut Roland, qui fut seigneur et comte dudict Noyon, pair de France, et fondée du roy Charlemagne, et donné premier à Roland». El origen de este Livre rouge podría remontarse al reinado de Luis IX. Se hallaba en un manuscrito del siglo xiv, hoy perdido, del que se conserva una copia parcial del siglo xviii (Fons 1848: 31; Stein 1907: 382). Puede encontrarse una transcripción del texto en Champollion Figeac (1847: 468-470). 57 Le Vasseur (1633: 624-626). Más detalles en Comite Archeologique et Historique de Noyon (1894: 191-195); Moët de la Forte-Maison (1845: 441-445).

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5. La autoría del texto. Reinterpretar y reescribir Habitualmente en la creación de textos, durante el periodo medieval, hubo un estrecho margen para la creación; no se deseaba la originalidad y fueron escasos los contenidos verdaderamente nuevos. En la castellana Vida de san Eligio, los pocos pasajes que no podemos localizar en fuentes cultas o populares responden fundamentalmente a dos circunstancias: bien son lecturas o interpretaciones surgidas de la combinación de textos diversos, de modo que ciertos episodios terminan cobrando un sentido nuevo; bien son consecuencia de un error. En este último caso podemos incluir, no tanto los errores de copia como los errores de traducción, probablemente ocasionados por un conocimiento imperfecto de la lengua latina, además de aquellos en que el autor da una interpretación errónea atraído por su propio contexto cultural, social o religioso. Se puede considerar paradigmático el ejemplo que encontramos en el episodio de las sillas fabricadas por Eligio para el rey Clotario. Primeramente, nuestro texto presenta el encargo como un deseo suscitado en Clotario por ciertos caballeros procedentes de Anglia, quienes habían descrito una hermosa silla de oro perteneciente al rey de los anglos. Clotario decide entonces fabricar una silla aún más rica y más hermosa. Pero nada de esto aparece en la Vita Eligii y no hemos hallado ninguna fuente que pueda explicar semejante cambio. En este mismo episodio, cuando el tesorero del rey pide a Eligio que fabrique la silla, nuestro santo se excusa y rechaza el encargo, aunque finalmente acepta «vencido del precio que por la obra le davan». Por supuesto, en el texto de Audoeno no se da semejante explicación; allí se nos dice que Eligio acepta victus precibus, es decir, convencido por las súplicas, actitud bastante más verosímil en un santo. Sin duda este cambio en el texto castellano se debe a un error de traducción. Nuestro autor, al confundir preces con pretium, presenta a Eligio como un santo sorprendentemente ambicioso, que se deja seducir por la recompensa. Por último, se describe un hecho milagroso explícitamente comparado con el episodio evangélico de la multiplicación de los panes: «en sus manos se multiplicó el oro y las piedras preciosas, y crecieron a manera de los cinco panes en las manos de Jesucristo». Pero Audoeno en la Vita Eligii no exponía este hecho como un milagro ni hablaba de multiplicación, sino que lo atribuía a la pericia y honestidad de Eligio, que con prodigiosa habilidad había conseguido fabricar una silla sin que la cantidad de oro mermase como consecuencia del fuego o de la lima. En este mismo sentido, resulta interesante otro episodio protagonizado por cierto clérigo que, lleno de orgullo, se jactaba de saber dónde estaba enterrado el cuerpo del mártir Quintino y se disponía a desenterrarlo. Este personaje aparece descrito en la Vita Eligii como «vir improbus vocabulo Maurinus»,

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pero en la versión castellana el nombre del personaje queda convertido en un gentilicio: «un clérigo suyo, de nación mauritano». No hay duda de que el autor se vio atraído por su propio contexto social y cultural: a finales del siglo xv, en la Península Ibérica, la figura del moro conservaba una fuerte connotación que fácilmente llevaría a asociar al personaje negativo con un origen norteafricano. Un caso similar lo encontramos en el pasaje que describe la muerte de Eligio. Cuando el santo entrega su espíritu, un cometa de gran claridad asciende velozmente hasta el cielo, procedente de la casa donde acaba de fallecer. Este astro, que tiene forma de cruz, recibe en el texto el nombre de Pharón. Pero tal cometa no aparece en la Vita Eligii y en vano trataremos de localizarlo en tratados medievales de astronomía. Pharón es, sin duda, producto de un error. En el texto latino, cuando leemos este episodio, encontramos: «visus est subito velut pharus magnus ingenti claritate resplendens». Aquella gran claridad, el alma de Eligio que ascendía a los cielos, se comparaba con la luz que produce un gran faro. Pero el término pharus era extraño en la lengua medieval, y el vocablo faro, que tardó en hacerse de uso común, no está documentado en castellano hasta comienzos del siglo xvii. El autor de la versión castellana, por tanto, lo interpreta como el nombre propio de un astro y probablemente escribe Pharón por analogía con farón58. Puede añadirse, para terminar, una serie de nombres propios, especialmente topónimos, que en la Vida de san Eligio sustituyen a los de sus fuentes latinas, sin duda porque se trataba de referencias geográficas poco conocidas o extrañas a la cultura ibérica. Dejando a un lado aquellos que pueden considerarse exónimos, hay algunos cambios que solo se explican, o bien por desconocimiento, o bien como un intento de aproximar el texto a la realidad geográfica del lector. En algunos casos, el resultado llega a ser desconcertante. Así, veremos que Suessionis (Soissons) pasa en el texto castellano a ser Suecia, Austriae partes (Austrasia) será Assia, y Catalacense (Chaptelat) es sustituido por el topónimo hispano Cataluña. Lo mismo sucede con algunos antropónimos, como Terrigia, que en la versión castellana pasa a ser Teresa. A la vista de cuanto venimos comentando, podemos abordar, siquiera en el terreno de la conjetura, algunas cuestiones referidas a la autoría del texto. Lamentablemente, no contamos con ningún dato concreto acerca de la persona que asumió el trabajo de selección, fusión y reescritura de la Vida de san Eligio. La obra ha de considerarse anónima, como muchos de los textos hagiográficos medievales castellanos. Sin embargo, hay algunos indicios que 58 Tal es la forma que tuvo en castellano medieval el sustantivo farol (Corominas 1984: vol. II, 868-869).

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nos acercan a quien aceptó aquel encargo de unos plateros y, con mayor o menor libertad, dispuso en castellano una serie de contenidos sobre la vida de Eligio. Estos nos permitirán esbozar su perfil intelectual y espiritual. Como dijimos, el público lector de esta clase de textos, a finales de la Edad Media, demandaba mayoritariamente un relato generoso en episodios de contenido sobrenatural y milagroso. Por otro lado, había que satisfacer los anhelos identitarios y propagandísticos de un colectivo, el gremio de plateros, del que había partido la iniciativa de poner en castellano la vida de Eligio. Pero detrás de aquella sucesión de milagros se percibe, además, una clara intención moralizante. Y he aquí el primer indicio. Porque sabemos que el cristianismo con frecuencia se valió de los gustos y costumbres populares para atraer a los fieles. Así, al recurrir a los milagros, a lo maravilloso cristiano, se favorecía la difusión de la fe —no es posible, en este caso, como en tantas obras de la literatura medieval, establecer una oposición entre ficción y didactismo—. Interesa, por tanto, en este sentido, poner de relieve el carácter ejemplar de la Vida de san Eligio, pues destacan especialmente las facetas moral y ascética del santo; como otras obras hagiográficas en lengua vernácula, el texto obedece a una intención catequética. En otro orden de cosas, aunque no se puede dudar de que en el texto hay una concesión a los gustos populares —lo sobrenatural, la peripecia, en ocasiones también el tono y el léxico—, en absoluto podemos hablar de literatura popular. Por el contrario, el carácter culto se evidencia en la tradición seguida por el autor, en las fuentes utilizadas, en el hecho de ajustarse siempre a la ortodoxia teológica. Se adivina el trabajo de una persona con alguna formación académica. Aunque no parece que fuese un gran latinista, conocía la lengua eclesiástica y también manifestaba cierto conocimiento de los textos bíblicos y de la doctrina. Podemos concluir, por tanto, que el autor fue, casi con toda seguridad, un religioso. Bien es cierto que ya en el siglo xv —especialmente en la segunda mitad— empezamos a encontrar autores de literatura hagiográfica entre los clérigos seculares e incluso entre los laicos, pero seguían predominando los pertenecientes al clero regular. Durante esa centuria, en la Península Ibérica se vertió al romance una gran cantidad de textos espirituales de diverso tipo, traducciones más o menos libres de textos latinos que, por no ser accesibles a la mayoría de los fieles, venían a desempeñar una labor de catequesis59. Y estas versiones romances se debieron, en su mayor parte, a la labor de religiosos, normalmente alejados de círculos eruditos y del mecenazgo de la

59 Santoyo (2008: 131).

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nobleza60. De hecho, hay algunos aspectos del texto que podrían apuntar, de manera más concreta, a la Orden de Predicadores61, sobre todo en cuanto a la selección de fuentes y a la manera de presentarlas: – Queda ya comentado que para la elaboración del texto castellano se utilizaron pasajes de la vida de santo Domingo de Guzmán, adaptándolos, con mínimos cambios, a la de san Eligio. – De manera explícita, se compara a Eligio con san Pablo, María Magdalena y san Nicolás, figuras muy ligadas a la orden. Y estas comparaciones se añadieron en la versión que estudiamos, pues no aparecían en el texto de Audoeno. – También hemos visto que, entre las fuentes utilizadas, dejando a un lado la Vita Eligii, la principal es el Chronicon de Antonino de Florencia, uno de los autores dominicos de mayor difusión al final de la Edad Media. – Es significativo el protagonismo que se concede a la labor predicadora de Eligio. Aunque ya en la Vita Eligii se aludía a ella, la predicación será en la versión castellana, desde un principio, uno de los atributos esenciales del santo, e incluso se anuncia ya en el sueño profético que anticipa su nacimiento, a diferencia de lo que recoge el texto de Audoeno.

6. Testimonios y versiones De la versión castellana de la Vida de san Eligio ha llegado a nosotros un testimonio casi completo, en copia manuscrita elaborada pocos años después de ser redactado el texto, y otro testimonio reducidísimo, que recoge algunas líneas de un manuscrito perdido62. Además, conservamos un testimonio manuscrito, más o menos contemporáneo, de la versión latina que sirvió de base para redactar el texto castellano. 60 Santoyo (2008: 121). 61 Recuérdese que el género hagiográfico, en general, fue cultivado intensamente entre los dominicos ―Beauvais, Santiago de la Vorágine, Jean Mailly, Antonino de Florencia, Leandro Alberti, Domingo de Valtanás, etc.―. En el ámbito ibérico, durante la Baja Edad Media, la Orden de Predicadores fue de las que mayor interés manifestó por verter textos a la lengua vulgar, y sin duda la que mayor número de obras hagiográficas en castellano produjo. 62 También tenemos noticia de un códice, copiado hacia 1591, que perteneció a la cofradía toledana de San Eloy y que en sus primeros folios contenía una brevísima vida del santo. Este códice se halla hoy perdido, pero alcanzó a verlo, a comienzos del siglo xx, Ramírez de Arellano (1915: 92-93, 176-198). No obstante, sabemos que aquella vida del santo ocupaba únicamente los folios 1v al 3r. Dada su exigüidad, podemos pensar que el texto fue copiado de algún legendario o flos sanctorum, como fue habitual en libros de ordenanzas de plateros hasta el siglo xviii. En consecuencia, no parece guardar relación alguna con nuestra versión castellana de la vida de san Eligio.

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nobleza60. De hecho, hay algunos aspectos del texto que podrían apuntar, de manera más concreta, a la Orden de Predicadores61, sobre todo en cuanto a la selección de fuentes y a la manera de presentarlas: – Queda ya comentado que para la elaboración del texto castellano se utilizaron pasajes de la vida de santo Domingo de Guzmán, adaptándolos, con mínimos cambios, a la de san Eligio. – De manera explícita, se compara a Eligio con san Pablo, María Magdalena y san Nicolás, figuras muy ligadas a la orden. Y estas comparaciones se añadieron en la versión que estudiamos, pues no aparecían en el texto de Audoeno. – También hemos visto que, entre las fuentes utilizadas, dejando a un lado la Vita Eligii, la principal es el Chronicon de Antonino de Florencia, uno de los autores dominicos de mayor difusión al final de la Edad Media. – Es significativo el protagonismo que se concede a la labor predicadora de Eligio. Aunque ya en la Vita Eligii se aludía a ella, la predicación será en la versión castellana, desde un principio, uno de los atributos esenciales del santo, e incluso se anuncia ya en el sueño profético que anticipa su nacimiento, a diferencia de lo que recoge el texto de Audoeno.

6. Testimonios y versiones De la versión castellana de la Vida de san Eligio ha llegado a nosotros un testimonio casi completo, en copia manuscrita elaborada pocos años después de ser redactado el texto, y otro testimonio reducidísimo, que recoge algunas líneas de un manuscrito perdido62. Además, conservamos un testimonio manuscrito, más o menos contemporáneo, de la versión latina que sirvió de base para redactar el texto castellano. 60 Santoyo (2008: 121). 61 Recuérdese que el género hagiográfico, en general, fue cultivado intensamente entre los dominicos ―Beauvais, Santiago de la Vorágine, Jean Mailly, Antonino de Florencia, Leandro Alberti, Domingo de Valtanás, etc.―. En el ámbito ibérico, durante la Baja Edad Media, la Orden de Predicadores fue de las que mayor interés manifestó por verter textos a la lengua vulgar, y sin duda la que mayor número de obras hagiográficas en castellano produjo. 62 También tenemos noticia de un códice, copiado hacia 1591, que perteneció a la cofradía toledana de San Eloy y que en sus primeros folios contenía una brevísima vida del santo. Este códice se halla hoy perdido, pero alcanzó a verlo, a comienzos del siglo xx, Ramírez de Arellano (1915: 92-93, 176-198). No obstante, sabemos que aquella vida del santo ocupaba únicamente los folios 1v al 3r. Dada su exigüidad, podemos pensar que el texto fue copiado de algún legendario o flos sanctorum, como fue habitual en libros de ordenanzas de plateros hasta el siglo xviii. En consecuencia, no parece guardar relación alguna con nuestra versión castellana de la vida de san Eligio.

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L:

Manuscrito MSS/11555 de la Biblioteca Nacional de España. Es un códice de pergamino con letra gótica del siglo xv63 que procede del convento de San Clemente de Toledo, donde fue adquirido en 1873 por el conde de Benahavís, pasando posteriormente a la Biblioteca Nacional. Texto en latín, a una columna, con rúbricas y capitulares decoradas. G: En 1899, el erudito sevillano José Gestoso informaba de la existencia de un manuscrito, que encontró en el Archivo del Gremio de Plateros de Sevilla, que contenía la versión castellana de la Vida de san Eligio64. Lamentablemente, dicho manuscrito está hoy perdido, pero Gestoso hizo una descripción del mismo y copió algunas líneas del texto. Su descripción es la siguiente: «Hay también en el archivo un códice con 48 hojas en pergamino (4º), escrito en letras de tortis, contiene “La uida del glorioso y | buen auenturado señor | sancto Eligio | platero y después obis | po y confessor nueua | mente sacada del latin en Romance”». S: Códice de 32 folios, más las guardas, de pergamino grueso y con gran diferencia de color entre la pars pili y la pars munda65. En el último cuaderno parece haberse perdido la que casi con toda seguridad sería última hoja del códice66 —así parece confirmarlo el texto, a la vista de la versión latina de L—. La escritura se dispone a línea tirada, por encima de la línea de renglón, sobre pautado que se trazó con mina metálica. La letra empleada es gótica rotunda o redonda, muy frecuente en códices de los siglos xv y xvi, representando, según explica Millares, la «evolución normal» de la antigua semigótica67. Al vuelto del primer folio se encuentra una miniatura a página completa que representa a san Eligio ataviado como obispo, con mitra, báculo episcopal, capa pluvial, alba, guantes y un libro abierto sobre la mano. El códice, en resumen, fue copiado aparentemente hacia la primera mitad del siglo xvi.

Versión latina (L) Ya hemos podido ver que la castellana Vida de san Eligio se concibió a manera de compilación, pues se fusionaron textos de diversa procedencia que 63 Heredia (1891: 53); López de Toro (1958: 12). 64 Gestoso y Pérez (1899: LI). 65 Una descripción completa del manuscrito se puede encontrar en Carabias (2018: 236237). El códice se encuentra en mi biblioteca bajo la signatura M020. 66 Apenas faltaría el final de un párrafo, aunque es probable que también contuviera el colofón con la fecha y quizá el nombre del copista o de quien lo mandó copiar. 67 Millares Carlo (1983: 211).

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fueron adaptados y modificados. Pero es indudable que aquella selección de materiales había tenido que generar, inicialmente, una primera redacción en latín, que era la lengua de las fuentes utilizadas. Ese texto latino podemos situarlo hacia la segunda mitad del siglo xv: teniendo en cuenta que el Chronicon de Antonino de Florencia, una de las fuentes utilizadas, se redactó durante la década de 1450, estableceremos ahí el terminus post quem; además, la incorporación de algún pasaje tomado de la vida de san Nicolás de Tolentino pudo producirse al calor de su canonización, ocurrida en 1446. El único testimonio que recoge aquella primera redacción en latín (L) se encuentra en el MSS/11555 de la Biblioteca Nacional de España. A partir de la versión latina contenida en L, se llevaría a cabo la redacción en lengua romance. De hecho, podemos hablar en este caso de un texto latino intermedio. Lamentablemente, son muy escasos los datos que tenemos acerca del origen de nuestra Vida de san Eligio, aunque por suerte contamos con la valiosa información que ofrece el prólogo de la versión castellana: El orijen d’esta istoria es en París, la cual de allí fue traída en latín a la cibdad de Valencia por los plateros de la dicha cibdad de Valencia, con muncho trabajo y costa suya. Y porque los plateros de Sivilla la hizieron traer de Valencia a esta cibdad en latín, quisieron hazer este beneficio a todos los devotos de la reduzir de latín en nuestra lengua castellana…

Sería aventurado asegurar cuándo y dónde se llevó a cabo aquel trabajo de compilación y redacción. En todo caso, desde luego, no parece haber indicios de que el texto de L sea la «istoria» que los plateros valencianos trajeron de París. Por el contrario, resulta más verosímil que los orfebres adquirieran en Francia una copia de la Vita Eligii y, ya en la Península Ibérica, se modificara, redujera y fusionara con otros textos de procedencia diversa, todo ello con el propósito de crear una versión romance accesible y atractiva para el público al que se destinaba. Podemos percibirlo, sobre todo, cuando analizamos los pasajes de la Vita Eligii que fueron suprimidos y los que se mantuvieron. Ya vimos anteriormente que el texto de Audoeno fue notablemente abreviado, sobre todo en aquellos contenidos que podían resultar menos apetecidos o más indigestos para un público laico, como sermones o digresiones teológicas. También es relevante que fueran seleccionados tan solo aquellos episodios relacionados con el oficio de platero, desechando los que podían referirse a otros oficios. Además, hay en el texto algún detalle que parece confirmar nuestra hipótesis, apuntando a que el trabajo de compilación pudo haberse llevado a cabo en el ámbito hispánico: de los datos geográficos que ofrecía la Vita Eligii, nuestro anónimo compilador desecha la mayor parte, seguramente

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por serle desconocidos o inútiles, y se detiene casi únicamente en el que le resulta más familiar y orientativo: (Vita Eligii) …Igitur Eligius Lemovicas Galliarum urbe, quae ab oceano Britannico fere ducentorum millium spatio sejungitur, in villa Catalanense quae a praedicta urbe sex circiter millibus ad septentrionalem plagam vergit, oriundus fuit. Est itaque praefata civitas partibus sita Armoricanis in ulteriore Gallia, primaque Aquitania, quae ad plagam respicit occidentalem, cui contigua est ab oriente provincia Lugdunensis, Galliaque Belgica; habet etiam ab euro et meridie provinciam Narbonensem: a circio autem ambitur Oceano: porro ab occasu habet Hispanias. (L) …ex villa Cathalanensi Lemonisensis diocesis ducentem originem. Hec aunt civitas iuxta Aquitaniam, et ex parte occidentis magnam respicit Hyspaniam.

No ha de ser muy posterior, seguramente, la versión castellana, pues el público al que se destinaba aquel trabajo, en último término, desconocía la lengua latina, así que la versión en latín que hay en L vendría a ser, como he dicho, un eslabón intermedio. No obstante, parece probable que, una vez romanceado, paralelamente, el texto latino conservado en L también fuese copiado y difundido dentro del ámbito eclesiástico, tal como sucedió con otras obras hagiográficas castellanas de la Edad Media. Lo que resulta indudable es la cercanía de ambas versiones, la castellana y la latina de L, pues sus contenidos coinciden casi puntualmente. Solo algunas diferencias las separan en determinados pasajes: además de las que derivan de errores de traducción —quedan comentados los más significativos—, se detecta algún cambio en la ordenación de episodios —libro II.56-57—, y al texto castellano, además, se le añadió un prólogo.

Versión castellana De los dos testimonios que dan cuenta de la castellana Vida de san Eligio, uno de ellos, G, apenas nos informa de la existencia de cierto manuscrito que se perdió seguramente hace décadas. Afortunadamente, Gestoso llegó a transcribir algunas líneas que contenía aquel códice. Por un lado, el comienzo del prólogo, que coincide casi exactamente con el de S. Solo unas cuantas variantes —aunque muy significativas, como enseguida veremos— nos permiten descartar que se trate del mismo manuscrito. Por otro lado, transcribió el colofón, donde encontramos algunos datos interesantes: La cual uida mando escreuir a gloria de dios y de nra señora y del bien auenturado obispo y confessor miguel hieronimo platero prioste de la cofradia del bien auenturado sancto Eligio siendo alcaldes Anton de Soria y Marcos Beltran. La cual dicha

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Vida de San Eligio. Versión castellana tardomedieval vida miraglos y traslación fue escripta y promulgada en la dha hermandad y cofradía primero de henero de mill e quinientos y cuarenta y cuatro años. A gloria de dios y de su bendita madre.

El erudito sevillano pudo identificar a ese platero que había mandado «escreuir» la vida del santo: fue Miguel Jerónimo Monegro68. Naturalmente, este «escreuir» ha de entenderse como ‘poner por escrito’: Miguel Jerónimo, prioste de la cofradía, mandó hacer una copia de la Vida de san Eligio. Sin embargo, no ofrece indicio alguno sobre la autoría ni sobre la datación del texto. Solo sabemos que aquel manuscrito se mandó copiar en 1544. Podemos tomar esta como fecha ante quem, aunque sin duda es muy posterior a la redacción del texto, pues veremos que ciertos rasgos lingüísticos permiten situarla hacia finales del siglo xv o muy comienzos del xvi. Conviene tener presente que los testimonios conservados de obras literarias suelen ser tardíos respecto a la fecha de composición de las mismas, por lo que debemos tener una visión diacrónica de la escritura y, al mismo tiempo, transversal69. A partir de los datos recogidos por Gestoso y tras un análisis detenido de S, podemos presentar algunas conjeturas. Lo hacemos con toda cautela, eso sí, conscientes de que es muy escasa la información que tenemos. Felizmente, si damos por buena la transcripción que hizo Gestoso —parece rigurosa—, al cotejarla con el texto de S, encontramos algunas variantes muy interesantes. La primera y más relevante es la que se refiere al lugar en que se llevó a cabo el trabajo de compilación y traducción. Si S lo sitúa en Sevilla, adonde supuestamente el gremio de plateros había llevado copia de un texto latino —seguramente L— procedente de Valencia, en G figura, en cambio, la ciudad de Toledo: Esta es la hystoria del bienauenturado sancto Eligio obispo y confessor nueuamente trasladada de latín en Romance castellano por los plateros que su auocacion y cofradía tienen en Toledo…

No hay duda de que el cambio era importante; no pudo ser caprichoso. Sabemos que el manuscrito que vio Gestoso había sido copiado por encargo de la cofradía sevillana de plateros; por lo tanto, si en el prólogo se atribuía a los plateros toledanos la iniciativa de romancear el texto, hemos de suponer que ese dato es cierto. No habría tenido ningún sentido que los sevillanos renunciaran a atribuirse el mérito, de haber sido suyo. Además, probablemente

68 Gestoso y Pérez (1900: 256-257). 69 Ruiz García (2009: 366).

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no sea casual que el manuscrito MSS/11555 —con el único testimonio de L— proceda de Toledo precisamente. Si damos por buena esta explicación, entonces es indudable que la lección que ofrece S en el prólogo, atribuyendo a los plateros sevillanos el encargo de la versión castellana de la Vida, es falsa. Quizá nos encontramos ante un falseamiento intencionado de los hechos: seguramente quien mandó copiar este manuscrito quería que la iniciativa pareciera de los orfebres de Sevilla. ¿Por qué? Es difícil saberlo con certeza, aunque tal vez se deba a un simple rasgo de vanidad colectiva. Esto último lleva a plantearnos quiénes pudieron ser exactamente los destinatarios de ambos manuscritos. La copia que vio Gestoso fue encargada por el gremio sevillano, y el códice que contiene S fue elaborado, aparentemente, con destino a la ciudad de Sevilla. ¿Hemos de suponer que la misma cofradía de plateros mandó hacer dos copias?… No hay duda de que el manuscrito perdido permaneció en poder del gremio sevillano al menos hasta finales del siglo xix. Sería el libro que figuraba en un inventario de 1572 como «la vida del Sor sanelizio»70, que seguiría apareciendo en los inventarios de 1579 y 1582, hoy desaparecidos, pero también consultados por Gestoso, y aún en otro de 168171. Diversos documentos de la cofradía recogen la existencia de un libro sobre la vida de Eligio, y solo uno, como es lógico —¿para qué iban a necesitar otro ejemplar?—. En consecuencia, nuestro códice, con el testimonio S, podemos suponerlo encargado por algún particular, bien un platero adinerado que deseaba tener su propia copia —el colectivo profesional de los orfebres fue uno de los más ricos—, bien una persona principal de Sevilla, ciudad en la que san Eloy despertó tradicionalmente una gran devoción. Pero volvamos a las variantes que presentan los dos testimonios, aunque limitándonos necesariamente al breve pasaje que transcribió Gestoso. Queda por aclarar dónde se sitúan ambos respecto a la tradición textual de la Vida de san Eligio. Como parece aventurado sacar conclusiones categóricas cotejando solo unas pocas líneas, procuraremos ser aún más cautelosos en este punto. Lo más relevante es que cada copia parece independiente, es decir, que no deriva la una de la otra, pues presentan errores separativos. Tarea más espinosa es la de valorar cuál de los dos testimonios está más cerca del original. Por un lado, como acabamos de ver, S parece haber introducido una importante innovación al cambiar Toledo por Sevilla. Por otro lado, al cotejar detenidamente el breve pasaje común a ambos, observamos que G tiende a abreviar y

70 Gestoso (1899: LXXVIII). 71 Sanz (1996: 152).

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a suprimir palabras, llegando en algún caso a producir incoherencias y faltas de cohesión difícilmente subsanables por conjetura: (S) …la cual de allí fue traída en latín a la cibdad de Valencia por los plateros de la dicha cibdad de Valencia, con muncho trabajo y costa suya. (G) …la qual de allí fue trayda en latín a la cibdad de Valencia con mucho trabajo y costa suya. (S) …es otro día después de señor san Juan, y créese que es el día de su traslación. (G) …es otro día después de sant Joan y créese que es el dia 4 en trasladacion.

¿Una edición impresa de la Vida de san Eligio? Si volvemos una vez más al prólogo de la versión castellana de la Vida, encontraremos otro dato tan interesante como problemático: la obra fue traducida con la finalidad de darla a la imprenta —«…quisieron hazer este beneficio a todos los devotos de la reduzir de latín en nuestra lengua castellana, y ansí mismo imprimir»—. Pero, por desgracia, parece que no ha sobrevivido ningún ejemplar de esta supuesta edición impresa, pues no hallamos referencia alguna entre los principales repertorios bibliográficos dedicados a los siglos xv y xvi. El hecho, no obstante, es perfectamente verosímil, pues se imprimieron muchas vidas de santos en la Península Ibérica a finales del siglo xv y comienzos del xvi: textos hagiográficos individuales como las vidas de san Jerónimo, sant Honorat, san Onofre, san Buenaventura, o relatos incluidos dentro de legendarios, como la vida de san Amaro. La Vida de san Eligio, a juzgar por su extensión, pudo imprimirse, como algunos de aquellos ejemplos, formando un librito de pocas páginas; sin embargo, cualquier conjetura sobre esta hipotética edición impresa, mientras no contemos con más datos, resultará aventurada. En cualquier caso, seguramente la difusión impresa del texto hubo de ser limitada y efímera, pues parece que era ya desconocido en la primera mitad del siglo xvii72. Algo sí podemos precisar, no obstante. Y es que el prólogo, redactado sin duda para aquella edición impresa, fue copiado después en los dos manuscritos castellanos —el latino carece de prólogo—. Como allí se afirma que la obra había sido traducida para darla a la imprenta, podemos deducir que aquella edición —tal vez ediciones, en plural— fue anterior a ambos códices, 72 Cuando publica su traducción Valderrábano en 1640, su padre, el orfebre madrileño Francisco Valderrábano y Berganza, escribe unas líneas preliminares donde asegura

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los cuales copian la justificación de una edición impresa que en su caso resulta innecesaria e incluso inverosímil. Ya para concluir, resumimos esquemáticamente la posible cronología del proceso de transmisión de la Vida de san Eligio: Versión latina (manuscrito) c. 1450 ↓ Versión castellana (impreso) c. 1490-1510 ↓ Copias castellanas (manuscritos) c. 1500-1550

7. La lengua del texto Como hemos podido ver, el único manuscrito conservado de la Vida de san Eligio debió de copiarse hacia la primera mitad del siglo xvi, aunque la redacción del texto seguramente se había llevado a cabo años atrás. En consecuencia, nuestro códice puede recoger también algunos aspectos de la lengua del copista, quien introdujo diversas innovaciones lingüísticas —principalmente gráficas y fonéticas—, como fue habitual en copias de aquel periodo73. Parece sintomático, además, que la lengua del prólogo —añadido con posterioridad, sin duda—, resulte menos arcaizante que la del resto de la obra. Dicho esto, da la impresión de que el texto fue originalmente redactado en una lengua que se halla a medio camino entre el castellano medieval y el clásico —castellano preclásico o de transición74—: algunos rasgos lingüísticos nos permiten situar la obra hacia finales del siglo xv o muy a comienzos del xvi. Aunque no es el propósito de nuestro trabajo abordar un análisis lingüístico exhaustivo del texto, podemos mencionar, como especialmente relevantes para su datación, las siguientes características: – El verbo aver conserva en ciertos usos el carácter transitivo —«aved piedad de mí», «compasión que d’él ovo»— y ser aún funciona en algún caso como auxiliar de los tiempos compuestos.

que no existía versión castellana de la vida de san Eligio, de modo que seguramente entre los profesionales del gremio ya no se conocía nuestra versión tardomedieval. 73 Montejo García (2005: 199-236). 74 Lapesa (1981: 265-290).

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los cuales copian la justificación de una edición impresa que en su caso resulta innecesaria e incluso inverosímil. Ya para concluir, resumimos esquemáticamente la posible cronología del proceso de transmisión de la Vida de san Eligio: Versión latina (manuscrito) c. 1450 ↓ Versión castellana (impreso) c. 1490-1510 ↓ Copias castellanas (manuscritos) c. 1500-1550

7. La lengua del texto Como hemos podido ver, el único manuscrito conservado de la Vida de san Eligio debió de copiarse hacia la primera mitad del siglo xvi, aunque la redacción del texto seguramente se había llevado a cabo años atrás. En consecuencia, nuestro códice puede recoger también algunos aspectos de la lengua del copista, quien introdujo diversas innovaciones lingüísticas —principalmente gráficas y fonéticas—, como fue habitual en copias de aquel periodo73. Parece sintomático, además, que la lengua del prólogo —añadido con posterioridad, sin duda—, resulte menos arcaizante que la del resto de la obra. Dicho esto, da la impresión de que el texto fue originalmente redactado en una lengua que se halla a medio camino entre el castellano medieval y el clásico —castellano preclásico o de transición74—: algunos rasgos lingüísticos nos permiten situar la obra hacia finales del siglo xv o muy a comienzos del xvi. Aunque no es el propósito de nuestro trabajo abordar un análisis lingüístico exhaustivo del texto, podemos mencionar, como especialmente relevantes para su datación, las siguientes características: – El verbo aver conserva en ciertos usos el carácter transitivo —«aved piedad de mí», «compasión que d’él ovo»— y ser aún funciona en algún caso como auxiliar de los tiempos compuestos.

que no existía versión castellana de la vida de san Eligio, de modo que seguramente entre los profesionales del gremio ya no se conocía nuestra versión tardomedieval. 73 Montejo García (2005: 199-236). 74 Lapesa (1981: 265-290).

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– El verbo ser conserva en algunos contextos un significado locativo —«el orijen d’esta istoria es en París», «la cual cibdad es cerca de Aquitania»—. – Perdura la construcción formada por un artículo seguido de posesivo átono —«en la su sancta iglesia», «la tu gran misericordia»—. – Se conservan ciertas formas medievales: los deícticos ý, (d)ende —aunque ya con escasa vitalidad—; la conjunción ca, la conjunción mas para la adversativa exclusiva, la preposición haza, la forma arcaica depués; en algún caso donde conserva el valor ‘de donde’ —«no pasrecía sino de día, donde vino que se levantaron munchos»—. – Hay vocablos o acepciones que se dieron en la lengua medieval y que desaparecerían en español clásico: cosa con el valor de ‘persona’, contrecho, desposición, estrado en su acepción primitiva ‘yacija, cubierta de cama’, henchir con el valor etimológico de ‘llenar’, lugur ‘lugar’, rugir ‘hacer ruido’, sentencia ‘consejo, opinión’, tirar ‘sacar, quitar, echar fuera’. Además, merecen ser anotados, siquiera brevemente, otros rasgos lingüísticos y construcciones que pueden resultar significativos: – La grafía u tras consonante velar y delante de o (lueguo, dibulguó), que Alvar consideró característica de los escribas aragoneses de los siglos xiv y xv75, aunque el mismo uso gráfico se documenta en algunos textos portugueses de esa época76. – Reducción -ie- > -i- en la desinencia de subjuntivo (tuvisen), que es característica del leonés77. – Conservación del resultado etimológico del tipo pĕto > piedo, con diptongación (piedioles), que se daba en leonés medieval78. – La forma en tercera persona del plural en -iron, peculiar del leonés medieval (prometiron)79. – La forma de tercera persona del plural dixieron, que sería frecuente en castellano medieval. – En relación con las formas del perfecto y tiempos afines, aún no se ha impuesto el paradigma con vocal cerrada en verbos como estar o tener (estoviese, toviese, andoviese) y pervive todavía alguna forma con vocal media del verbo poder (podiste). El paradigma medieval del verbo haber se mantiene por completo inalterado (ovo, ovieron, oviese). 75 Alvar (1973: 277). 76 Alvar (1981: 115). 77 Menéndez Pidal (1906: 107). 78 Egido Fernández (1996: 351, 373, 434). 79 Menéndez Pidal (1906: 305). Lapesa (1998).

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– En cuanto a la aspiración de f- inicial latina, parece consolidado el uso gráfico de h, aunque todavía encontramos alguna vacilación (fincados / hincadas, ferviente / hervor). – Es muy frecuente la epéntesis de nasal a final de sílaba (tiransen, empençando, lanvando, perlando), y merecen especial atención las formas muncho80 y enxemplo. – Parece haber palatalización de la nasal en ñiño, ñiña, demoñio, fenómeno que se dio, sobre todo, en leonés, aunque también en portugués y, en menor medida, en aragonés. – La forma bulrerías ha de explicarse, siguiendo a Corominas81, como resultado de una trasposición fonética normal en las hablas leonesas y en gallegoportugués, pues se documenta bulra y bulrador en los siglos xiv al xvi. – Pérdida de -d final en ciertas formas de imperativo (avé) y algún caso de metátesis, frecuente en la lengua antigua cuando el imperativo va seguido de clítico (temeldos). – El indefinido demás conserva en algún caso su valor de partitivo —«todo lo que de más avían de aparejar»—. – No hallamos los indefinidos alguien o nadie, que aparecerían durante el siglo xv, y el sustantivo cosa adquiere uso pronominal, en contexto negativo, con el valor de ‘nada’ —«como no tenía cosa que les dar, porqu’esta era su intención, tornó a la esportilla»—. – Algún ejemplo de las antiguas formas analíticas de futuro, que permitían intercalar un pronombre átono entre el infinitivo y el auxiliar —«vendrá tiempo conviniente para ello y adobar se á mejor la pared e será más firme»—. – Infinitivo sustantivado con genitivo o infinitivo con de, y más concretamente la estructura al tiempo de + artículo + infinitivo —«salió al tiempo del herir de la tumba», «en el tiempo del coger del pan»—. – Diversos tipos de perífrasis verbal, característicos de la lengua medieval: querer + infinitivo para expresar acción inminente y, acompañada de negación, para expresar prohibición; començar de + infinitivo, de contenido inceptivo; tornar a + infinitivo, perífrasis reiterativa; quedar + participio con valor plenamente perifrástico; cuidar + infinitivo con valor de intencionalidad; ser de + infinitivo, perífrasis obligativa; estar cercano para + infinitivo para expresar acción inminente. 80 La forma muncho es la más habitual en nuestro texto, frente a mucho, que apenas se utiliza. La nasal se representa, tanto abreviada mediante lineta ―mūcho―, como mediante la grafía n ―muncho―. Podemos encontrar también la derivada munchedumbre. 81 Corominas (1984: vol. I, 702).

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– Contiende la construcción personal con ser o estar y la impersonal con haber —«en el monesterio estava un oratorio»—. – Diversas locuciones de valor locativo, características de la lengua medieval: de parte de, acerca de, adelante de, ante de. – Pervive la construcción concesiva con pero que, exclusivamente con modo indicativo —«pero que después que murió sancto Elijio esta buena muger se encerrase, cuando todos estaban en silencio, oía un lindo cantar»—. – Construcciones consecutivas introducidas por el nexo en tanto que —«crecieron a manera de los cinco panes en las manos de Jesucristo, en tanto que pudo hazer d’ella dos sillas»—. – Construcciones concesivas pleonásticas —«aunque no con el coraçón, pero con la presencia corporal los dexava huérfanos»—. – En construcciones con doble negación, aparecen simultáneamente el adverbio no y un indefinido (ninguno, nada, nadie) o la conjunción ni en posición preverbal —«halló que cosa ninguna no se avía quemado ni señal de quemadura de fuego no pareció»—. – En cuanto a la posición de los pronombres átonos, la estructura preposición + pronombre + infinitivo es mayoritaria, como fue habitual en textos de los siglos xiv y xv82 —«por la tirar trabajavan», «salió para lo matar», «muy grande espanto que les tomó de lo ver»—. – El complemento indirecto en algún caso no aparece introducido por la preposición a: cuando se produce duplicación y la forma plena, tematizada, encabeza la secuencia, apareciendo a continuación una forma átona que se convertirá en testigo de la función sintáctica83 —«los cuales […] hablóles d’esta manera», «el cual antes le faltavan las dos partes»—. – Hay no pocos ejemplos de leísmo, aunque siempre limitado a referentes masculinos animados y singulares. En principio, hemos de pensar en el dominio castellano del área central y del norte. Hemos podido reconocer algunos rasgos lingüísticos que parecen estar en relación con soluciones del área occidental de la Península Ibérica, aunque conviene recordar que ciertos dominios lingüísticos fueron mucho más extensos en la Edad Media, como es el caso del leonés, pues algunos de sus rasgos característicos se dieron en variedades dialectales del sur, como el extremeño o el andaluz84. Por otro lado, el texto acusa la tendencia latinizante de la lengua literaria de aquel periodo, aunque también pueda deberse a la influencia de las fuentes 82 Castillo Lluch (2001: 196). 83 Rivas y Rodríguez Espiñeira (1997: 72). 84 Lapesa (1981: 514-515).

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utilizadas en su redacción. Es importante la presencia de latinismos léxicos —atónito, dilación, escrúpulo, fabricar, infinito, intervalo, odorífero, prosecución, súpitamente, etc.— y sintácticos: la forma verbal al final de la oración, el hipérbaton a veces violento, la construcción como + subjuntivo en -se, cláusulas absolutas de participio e incluso algún ejemplo aislado de participio de presente —«fue vista súpitamente una cometa que se llama Pharón, con grande claridad resplandeciente, de la misma casa como flama subirse hazia la esphera de fuego»—, construcciones de infinitivo personal —«el hombre pensó ser cosa llana y liviana aquel negocio»— e incluso infinitivo pasivo —«e todos, mirando con grande espanto, creyesen ser hecho por mano del Salvador»—, frecuentísimas oraciones de relativo introducidas por el cual, que alargan enormemente el periodo y son compatibles con cláusulas absolutas de participio o gerundio —«Entonces Elijio hizo traer la otra silla, […] la cual mirando el rey, espantado y lleno de admiración, dixo…».

8. Nuestra edición Hemos querido, ante todo, que nuestra edición facilite al lector el acceso a la Vida de san Eligio, pero sin renunciar en ningún caso al rigor filológico, respetando contenido y forma, con especial atención a la lengua del texto. Por esa razón, ofrecemos en primer lugar una transcripción paleográfica de S y, seguidamente, se presenta el texto crítico. He aquí los criterios adoptados en cada caso: Transcripción paleográfica – Se respetan fielmente los usos gráficos del manuscrito, pero no se reproducen las diferentes formas de una misma letra (s alta o baja, d recta o uncial, etc.). – Las abreviaturas se desarrollan entre paréntesis agudos < >. – Se resuelve n ante p, b, pues en el manuscrito, cuando no hay abreviatura, es la forma mayoritariamente empleada (tienpo, sienpre, tanbien). – Los números romanos se representan tal como aparecen en el manuscrito, incluyendo los puntos que delimitan el numeral. – Únicamente se transcriben como mayúsculas, según el uso del copista, las capitales y mayúsculas del manuscrito. – Se mantiene la unión y separación de palabras, aunque en ocasiones no resulta fácil distinguirlo. – Se respetan los signos básicos de puntuación, pero no transcribimos el signo (=) que se emplea a final de renglón.

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utilizadas en su redacción. Es importante la presencia de latinismos léxicos —atónito, dilación, escrúpulo, fabricar, infinito, intervalo, odorífero, prosecución, súpitamente, etc.— y sintácticos: la forma verbal al final de la oración, el hipérbaton a veces violento, la construcción como + subjuntivo en -se, cláusulas absolutas de participio e incluso algún ejemplo aislado de participio de presente —«fue vista súpitamente una cometa que se llama Pharón, con grande claridad resplandeciente, de la misma casa como flama subirse hazia la esphera de fuego»—, construcciones de infinitivo personal —«el hombre pensó ser cosa llana y liviana aquel negocio»— e incluso infinitivo pasivo —«e todos, mirando con grande espanto, creyesen ser hecho por mano del Salvador»—, frecuentísimas oraciones de relativo introducidas por el cual, que alargan enormemente el periodo y son compatibles con cláusulas absolutas de participio o gerundio —«Entonces Elijio hizo traer la otra silla, […] la cual mirando el rey, espantado y lleno de admiración, dixo…».

8. Nuestra edición Hemos querido, ante todo, que nuestra edición facilite al lector el acceso a la Vida de san Eligio, pero sin renunciar en ningún caso al rigor filológico, respetando contenido y forma, con especial atención a la lengua del texto. Por esa razón, ofrecemos en primer lugar una transcripción paleográfica de S y, seguidamente, se presenta el texto crítico. He aquí los criterios adoptados en cada caso: Transcripción paleográfica – Se respetan fielmente los usos gráficos del manuscrito, pero no se reproducen las diferentes formas de una misma letra (s alta o baja, d recta o uncial, etc.). – Las abreviaturas se desarrollan entre paréntesis agudos < >. – Se resuelve n ante p, b, pues en el manuscrito, cuando no hay abreviatura, es la forma mayoritariamente empleada (tienpo, sienpre, tanbien). – Los números romanos se representan tal como aparecen en el manuscrito, incluyendo los puntos que delimitan el numeral. – Únicamente se transcriben como mayúsculas, según el uso del copista, las capitales y mayúsculas del manuscrito. – Se mantiene la unión y separación de palabras, aunque en ocasiones no resulta fácil distinguirlo. – Se respetan los signos básicos de puntuación, pero no transcribimos el signo (=) que se emplea a final de renglón.

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– Cuando, por deterioro de la materia escriptoria, hay caracteres que no se pueden leer, se indicará madiante asteriscos: uno por cada letra ilegible. – Otras intervenciones en el texto o elementos especiales se indicarán, entre corchetes, mediante cursiva: [tachado], [raspado], [cruz]. Presentación crítica – Se regulariza el uso de u/v, i/y, meros alógrafos en nuestro manuscrito, según tengan valores consonánticos o vocálicos, adaptándose a los usos actuales. – Se reduce la grafía rr al comienzo de palabra (rrey) y detrás de consonantes (onrra), ajustándose a los usos modernos. La grafía R, que en el manuscrito representa la vibrante múltiple, la transcribimos como rr o r según la actual ortografía. Cuando se emplea r para representar la vibrante múltiple entre vocales, completamos la grafía según la norma actual (ariva > arriva). – Cuando la grafía ss ha quedado situada al comienzo de palabra, se reduce a s (assi > a sí). – Se representa como m la implosiva ante b, p, pero n delante de v. – Se sustituye el grupo qu por cu para el valor [kw] (qual > cual). – Se reducen los llamados «grupos cultos» que carecen de valor fonético: ch > c y cc > c para el sonido [k] (sepulchro > sepulcro, peccado > pecado), th > t (thesorero > tesorero), ph > f (prophetizar > profetizar), ff > f (offiçial > oficial), jh > j (Jhesuchristo > Jesucristo). Los mantenemos, sin embargo, en nombres propios cuando pueden contener alguna información de carácter histórico, etimológico o incluso fonético. – Se completa la grafía g > gu cuando representa la oclusiva velar sonora (sigiendo > siguiendo). – Se regulariza el uso de c, ç: se empleará c ante e, i (çibdad > cibdad) y ç ante a, o, u (dulcura > dulçura). – Se restituye e ante s- líquida (spíritu > espíritu). – Se ha regularizado la división de palabras siguiendo los usos actuales. Haremos uso del apóstrofe cuando se produzcan fusiones por fonética sintáctica, y si confluyen dos vocales iguales, entenderemos que la elisión afecta a la primera (d’este, hag’os, etc.). La preposición a o la conjunción e, cuando queda embebida la vocal por fonética sintáctica, las restituimos entre paréntesis agudos (vino adorar). En el caso de construcciones pronominales inexistentes en español actual, hemos optado por presentarlas, bien como enclíticas, bien como proclíticas, de modo que se eviten ambigüedades (mandó le dar ‘mandó darle’, avían robádole ‘le habían robado’).

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Estudio introductorio

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– Las abreviaturas se han resuelto sin indicación alguna. – En cuanto a puntuación y acentuación, las añadimos siguiendo los criterios ortográficos actuales. Introducimos la tilde diacrítica en algunos monosílabos: ý ‘allí’, á ‘ha’, é ‘he’. Conservamos la tilde en las formas verbales con pronombre enclítico (mandóle, hablóles). – Los pasajes en latín se marcan mediante cursiva. – Los numerales romanos aparecerán en mayúsculas y sin marca de ordinal. – El texto que, pese al deterioro de la materia escriptoria, puede conjeturarse, lo restituimos entre corchetes. – Como queda ya expuesto, el códice no conserva su último folio, con la consiguiente pérdida de texto; lo hemos completado, entre corchetes, con el texto latino de L. En lo que se refiere a las enmiendas, dado que contamos con un solo testimonio, he preferido pecar de excesivamente conservador y corrijo solo los que creo errores evidentes —muy pocos—, siempre a la vista del texto de L. No intervengo, por supuesto, en innovaciones derivadas de una mala traducción. Reservo las notas a pie de página para aclarar referencias históricas o geográficas poco conocidas, localizar citas bíblicas y tratar de explicar el sentido de pasajes oscuros o ambiguos. Las enmiendas al texto quedan consignadas en aparato independiente, al final.

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Transcripción paleográfica {h 1r} {1} se hallara estauida mas dilatadamente {2} escrita en laurençio surio. tom.6. 1 festiuitate {3} Deçembris. sacada alaletra, delaq escribio {4} el beato Audeono, contemporaneo de el glo{5}rioso San Eligio. donde se hallaran La mitad {6} mas demi lagros, q ay en esta {h 1v} Sant Eligio Obispo y cofessor [miniatura] {h 2r} {1} La vida del glorioso {2} ebie aueturado.S. Sancto Eli{3}gio primero platero y despues {4} Obispo y Cofessor nueua mete {5} sacadadlatin en Romance {6} Esta es La vida del bien auetura{7}do Señor Sant Eligio Cofessor y {8} Obispo nueua mente trasladada de lati {9} en Romace castellano por los plateros {10} qsu aduocacio y cofradia tiene e seuilla pa q {11} todos pueda gozar de tan bie auentura{12}da vida y ta Sanctissimos milagros y pa{13}ra q todos los deste arte de plateros le si{14}ga E ymite en su Sacta vida y marauillo{15}sos Exeplos pues los mas dias de su vida {16} antes q Dios lo elijese por perlado vso este {17} arte y no en otro como adelate en su vi{18} da parescera el orije desta ystoria es en {19} paris la qual de alli fue traida ela*i ala {20} cibdad de valecia porlos plateros dela {21} dha çibdad dvalecia comucho tra*ajo y costa {h 2v} {1} suia y por que los plateros de Siuilla {2} la hiziero traer de valençia aesta cib{3}dad en latin quisiero hazer este benefi{4}cio atodos los deuotos de la Reduzir {5} de latin en nra lengua castellana y {6} ansi mismo ymprimir y notad que {7} la propia fiesta Suya es primero de {8} diziebre por que el murio vltimo de {9} nobiebre a vna ora de la noche y el {10} dia siguiete fue sepultado// hallare{11}ys en el capitulo de su felice trasito {12} Eansi esta en muchos missales aun{13}que en el fraces esta en el dia quese {14} guarda en siuilla que es otro dia {15} despues de señor san Jua y creese {16} que es el dia de su traslaçio y cano{17}nizacio// El glorioso dios muy ma{18}rauilloso en sus obras y particular {19} mete en sus sactos el qual como {20} los escoje

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para la gloria eterna si{21}empre les da medio y fin sactifica{22} dolos desde su nasçimieto y prinçi{h 3r} {1}pios engrandeciendo los de cotino en to{2}das sus obras anssi como paresce en {3} este glorioso sancto Eligio obispo y di{4}gno de ser onrado el qual truxo orige de {5} vna villa q se llamo cataluña dela dioce{6}sis de nouionese laqual çibdad es cerca {7} de Aquitania y departe del ocidente {8} esta ymira en frente de lamayor parte {9} despaña enesta Rejion naçido deparie{10} tes nobles y muy antiguos xpianos {11} cuyo padre sellamo Eutherio ylamadre {12} Teresa alaqual qriendo dios padre çe{13}lestial tomar con muy marauillosa vi{14}sion su nascimiento dignissimo ensal{15}çarle yen grandescerle y fuera assi que {16} como el varo Sancto aun enel vietre de {17} su madre estouiese vido aqlla bie auen{18}turada Teresa su madre vna visio enes{19}ta manera vido vna aguila muy her{20}mosa que bolaua sobre su estrado y {21} q tres vezes conbozes grandes dezia {22} hablado asumadre cosas grandes y {23} marauillosas prometiendo le laqual co{h 3v} {1}mo despertase alas bozes y clamores y pa{2}labras dulces del Aguila despertase come{3}çaua a marauillarse q podia ser esta visio {4} E q sinificaua estas Señales mostradas {5} de dios y enuerdad otra cosa no sinifi{6}caua sino qel bie auenturado Eligio de {7} su vietre auia de nascer el qual como {8} Aguila siepre auia de tener los ojos fin{9}cados E fixos enel sol de justicia xpo nro {10} Redeptor los quales sin ser Repelidos {11} por la Reberberaçio delos Rayos auia {12} Siepre de tener por la lipieza de su cuerpo {13} y anima y ael auia de yr sin cesar y en al{14}to grado de su professio auia de hazer su{15}bir a otros colas bozes y gritos de su pro{16}fessio y sancta predicacio despertado los {17} del sueño dela muerte espiritual por q su {18} coraço suba agozar y gustar las gradezas {19} del Reyno celestial de manera q vea la ma{20}gestad diuina como sol asi como pollitos {21} de aguila de baxo de sus alas y bolase alseo {22} dl padre celestial y eternal debaxo d sus ala {23} gozadose de todos ela eterna trinidad yco bie {24} aueturaça dscase cuya verdad dla tal visio y {h 4r} {1} figuraçio de muestra y declara su vida y dis{2}curso deella y fin y muerte. {3} ¶ Eneste tiepo Como el Rey de fraçia an{4}douiese acaça enel tiepo del coger del pan {5} vido vn aguila enel ayre leuatada estendi{6}das las alas sobre teresa madre del Sacto Eli{7}gio la qual estaua durmiedo en la parua yesto {8} por q no le diese el sol el qual como lo viese ma{9}rauillado q fuese no poco se turbo pues desper{10} tada teresa y pregutada si auia visto el aguila {11} sobre si la qual con

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Transcripción paleográfica

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grade vmildad Respondio {12} y entoces conocio el Rey qella estaua preña{13}da y de cosa q antes q naçiese daua indiçios {14} de Sanctidad Ealli prometio el Rey de ser {15} su padrino quado lo xpianase yasi lo hizo {16} pues venido el tiepo del parto começo la {17} madre a angustiarse con dolores q de la pri{18}mera madre truxero todas E como los dolo{19}res fuese muy grades estaua ya muy cercana {20} al morir E vtherio padre del Sancto varon {21} llamado vn Religioso Sancto de buenas cos{22}tubres E virtudes a dornado para q Rogase {23} a dios porella E de tanto peligro porsu Scta {24} piedad la librase Elqual como luego viniese {h 4v} {1} Laboz ala manera de la madre de dios {2} quado saludo a Sacta Elisabeth sono {3} y lleno del spiritu sacto começo a pro{4}phetizar y dezir lo por venir asi como {5} presete demadando y diziedo alama{6}dre no qeras temer madre pues dios te {7} adado ta bendito hijo el qual sera sier{8} uo de mi señor Jesu xpo sera ael muy a{9}cepto varo Sancto de dios escojido y {10} en la su Sancta yglesia gra sacerdote es{11}trecha vida hara y ofrecera Aceptables {12} Sacrificios A dios co señales y prodi{13} jios marauillosos Respladescera esto {14} oydo por el padre y madre luego co {15} gra gozo pario y fue libre de tan gran {16} peligro E dando gracias a dios por el {17} hijo q auia de ser de ta gra Sanctidad {18} y por ser de su mano assi escojido enesto {19} el xpianissimo Rey de fraçia como su{20}piese el nasçimiento deste ta Sancto {21} niño co gran priesa vino haziedole {22} poner nobre coforme ala visio de el {23} Aguila llamadole Elijio q quiere de{h 5r} {1}zir escojido del Señor y siedo su padri{2}no por ordenaçio diuina q hobre tan {3} Sancto como era Elijio padre tal es{4}piritual touiese. {5}¶ Capitulo.ijº.de su Sacta couersaçio {6} en la niñez y mocedad. {7}Como ya fuesse de edad de discreçio {8} el Sancto niño Começo de darse {9} y no co pereza aqllo a q su padre le en{10}bio q de prediese y dexadas todas las {11} otras cosas vanas q alos otros man{12}çebos Suele agradar el co gran diligen{13} çia y mas maduros estudios se ocupa{14}ua las liuiadades de los moços y mu{15}geres no solo las apartaua de si mas {16} la copañia dellos considerado q la mo{17}cedad yel deleyte Son vanos por lo ql {18} nuca estaua sino e las yglesias oyen{19}do la palabra de dios con mucha ate{20}çio y alli notaua lo q mas le couenia {21} obrar para seruir a dios sigu su edad {22} y aqllo co gra heruor y ligereza lo ha{23}zia ycomo viese su padre el yngenio {24} deste varo diole para qle enseñasen {h 5v} {1} a vn onrrado varo

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llamado abbo pla{2}tero de oro grandyssimo offiçial elqual {3} en aquella cibdad Limocese enaql tiempo {4} era veedor en lacasa delamoneda publica {5} y offiçial general della ideste fue eseñado {6} co la voluntad dedios en muy poco tpo en {7} todo loq al offiçio co venia guardado bien {8} lo qlemamdaua coforme almandamiento {9} del saluador co sinplicidad de paloma de ma{10}nera q nuca fue hallado engaño ensu boca {11} ni coraço niobra dentro nifuera separesçio {12} pero assi todo como sacrificio agradable a {13} dios sele auia dado axpo elqual começo {14} como san nicolas a fre quentar la yglesia {15} y oir lapalabra dedios como lamagdalena {16} demanera que loque con laoreja oya con el {17} coraço yel alma Retenia pues queriendo {18} dios lasanctidad deste maçebo mostrarla fue {19} assi q como el y otros sefuesen deuna villa {20} delrrey q sellamaua Esterpinacho y biniesen {21} a vn lugarejo Hamaco pornobre entrando {22} junto ala y glesia hallo vnpobre coxo ala {23} puerta deuna capilla echado elqual como {h 6r} {1} vido aElijio començo adar bozes pidiedo{2} le limosna o alguna consolacio entonçes {3} Elijio conosciendo ensi eldo del espiritu {4} sacto allegose ael y dijole Roguemos adios {5} tuy yo ipodra ser q sanes ymetiedole enla {6} yglia madole q rrezase pero elijio echado{7}se entierra oro vngrade Rato y leuantan{8}dose unpoco como aun viese quelcoxo es{9}taba echado boluio alaoraçion yechando {10} grandes lagrimas ta prolixamente oro y {11} tantas lagrimas echo de sus ojos q Rego {12} parte delsuelo como arroyo pero el forçando{13}se enlafe elevatose y congrande cofiança {14} allegose alcoxo y tomandole por lamano {15} dixo enel nonbre de nro señor jesu xpo dio {16} bibo leuantate y anda y luego fuesano con {17} lapalabra del nonbre dedios y tomo fuerças {18} el coxo y leuantose todos losque estaua a{19}llioyero co muy grade espanto q les tomo {20} delo uer como las junturas yneruios y to{21}dos los huesos del coxo cruxia para se sol{22}dar yassi dende aquella ora fuesano y {23} andaua saltando y alabando y bendizien{24}do adios cotoda alegria elqual abia mun{h 6v} {1}chos años qstaua coxo yatado ydeaq {2} lesuino mayor admiracio atodos aqllos {3} q alli estaua como talijera mente auia {4} sido curado yassi aqste santo varo le {5} dio limosna y dejolo enpaz elqual ado{6}rado adios y glorificado le bolbiose a {7} sucasa entoces Elijio cojuro asus copa{8} ñeros muy ahicada mente qste hecho {9} [tachado] no des cubriesen ahobre alguno temiedo {10} mucho por aql hecho co alabaças humanas {11} suanima nose agrabiase niesoberueçiese

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{12}¶ Capitulo.iijº.como este Sacto varon {13} vino afracia en tiepo del Rey Lothario y {14} fue tomado por su platero. {15}Despues de muertos sus padres Elijio {16} Repartio sus bienes q leqdaron {17} y dallos alos pobres y dexada sutierra {18} disponiedolo dios vino afrancia e oy{19}dasufama eltesorero delrrei le preseto {20} alrrey aelijio yfue Reçibido por plate{21}ro delrrey elqual hazia muy marauillo{22}sas obras delante dedios y delos hobres {23} detal manera q atodos atraia assi asuamor {24} nico palabras dedilacio nico sermones {h 7r} {1} yportunos pero en espiritu y en virtud obra{2}do dios y cofirmado sus palabras co las se{3}ñales siguietes y fueassi q e estos dias bibi{4}endo Elijio co el Rey viniero vnos caualle{5}ros de aglia y cotaro marauillas q auia vis{6}to en casa del Rey y en salçado lo q visto a{7}uia delate del Rey lothario y entre las o{8}tras cosas q dixiero aver visto vnasilla {9} qen el mudo no auia otra semejate hecha {10} de muy fino oro y de muchas piedras pre{11}çiosas oydo esto determino el Rey lotha{12}rio hazer otra mas Rica ymas hermosa {13} q aqlla qaqllos caualleros auia visto ypor{14}q no se hallaua quie hiziese obra ta de seada {15} y Rica sigu el Rey auia pesado etocȩs suthe{16}sorero mirado la sufiçieçia q tenia para es{17}ta obra el bie aueturado Elijio al ql por espi{18} rieçia e otras muchas obras auia prouado {19} co grade ahico le Rogo q açeptase aqlla obra {20} del Rey yla acabase el q