Textos y documentos de época medieval
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Emilio Mitre Fernández

Textos y documentos de época medieval (Análisis y comentario)

Ariel Practicum

Textos y documentos de época medieval

Ariel

Ariel Practicum

Emilio Mitre Fernández

Textos y documentos de época medieval (Análisis y comentario) Nueva edición,

revisada

Editorial Ariel, S.A Barcelona

Diseño cubierta: Vicente Morales 1." edición: 1992 1." edición, revisada, en col. Practicum: septiembre 1998 © 1992 y 1998: Emilio Mitre Fernández Derechos exclusivos de edición en español reservados para todo el mundo: © 1992 y 1998: Editorial Ariel, S. A. Córcega, 270 -"08008 Barcelona ISBN: 84-344-2827-X Depósito legal: B. 35.887 - 1998 Impreso en España

NV C O P I A

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PRESENTACIÓN El presente trabajo no pretende ser u n a alternativa a las obras de síntesis o de sentido m á s o m e n o s monográfico de las que se vale el profesor de Historia para ejercer su labor docente. Se trata, sí, de u n complemento de todo p u n t o ya imprescindible, como los m a p a s históricos, las gráficas, diapositivas, etc., cuyo uso, desde hace años, h a supuesto u n a importante renovación científica y metodológica en los medios académicos. E n la elaboración de esta obra hemos tenido en cuenta algunas pautas. E n primer lugar, ofrecemos unos criterios orientativos que permiten la clasificación, análisis y comentario de textos y documentos. Queremos con ello ofrecer algo m á s que u n a propuesta teórica, ya que estas n o r m a s generales van refrendadas p o r u n a aplicación práctica a varios modelos analizados y comentados extensamente al inicio de cada u n o de los capítulos de esta obra. El corpus de documentos que hemos recogido pretende dar u n a panorámica «en vivo» de la m a r c h a de la Historia a lo largo de m á s de u n milenio: desde la crisis del Imperio r o m a n o hasta los grandes descubrimientos geográficos de los inicios de la Modernidad. Se ha procurado q u e estén presentes todas las dimensiones del saber histórico: vida política e institucional, transformaciones sociales y económicas, actividades culturales, religiosidad, etc. Somos conscientes del sentido eminentemente eurocéntrico que tiene esta obra. Con ello n o hemos hecho m á s que acomodarnos a lo que son en la actualidad las líneas docentes y de investigación dominantes en el p a n o r a m a académico español. La selección de textos va enmarcada orgánicamente

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dentro del proceso histórico por u n a serie de breves comentarios introductorios que proporcionan a cada bloque de textos u n a localización cronológica y temática precisa. La obra en general, cada u n o de sus cuatro capítulos, cada texto seleccionado para comentario y cada bloque de textos van acompañados de u n a selección de títulos de obras acopladas a las correspondientes necesidades. Se desea con ello que este libro sea algo m á s que u n frío encadenamiento de testimonios escritos guiados por u n a secuencia p u r a m e n t e cronológica. Se h a querido, también, poner al alcance del lector u n a información bibliográfica lo m á s útil posible para acometer con la debida solvencia los correspondientes comentarios. Bajo el título de Análisis y comentario de textos históricos (I) Edad Antigua y Media, la Editorial Alhambra publicó en 1979 u n a antología cuya segunda parte estaba integrada, en buena medida, por los textos recogidos aquí. Aquella obra fue objeto, hasta 1988, de cinco reimpresiones, muestra evidente de la d e m a n d a de este tipo de trabajos en los medios académicos. E n 1990 se consideró conveniente por parte de los autores u n a revisión a fondo del original con vistas a introducir u n a serie de mejoras. Acometida la tarea y cuando ya se habían corregido pruebas de imprenta, la nueva firma editorial (Alhambra Longman) consideró conveniente n o seguir adelante e incluso retirar del m e r c a d o la obra «por no cumplir con los niveles de rentabilidad exigidos p o r la empresa»... No h u b o de transcurrir m u c h o tiempo p a r a que la Editorial Ariel manifestara su interés por t o m a r el relevo y hacerse cargo de la parte correspondiente a Historia Medieval. Hemos mantenido las líneas generales de la edición de 1979 a u n q u e incluyendo ciertas mejoras. La m á s importante, el incremento considerable del n ú m e r o de textos —en torno a u n 25 %— para cubrir con ello lo que pensábamos eran lagunas m á s llamativas, tanto cuantitativas como cualitativas. Hemos incluido también en los apartados de bibliografía algunas de las obras aparecidas en el mercado en los últimos doce años. Siguiendo los mismos criterios de a n t a ñ o hemos limitado drásticamente los títulos de artícu-

PRESENTACIÓN

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los de revistas y monografías m u y especializadas. Aparte del difícil acceso a m u c h a s de ellas, la naturaleza de este libro y el público al que mayoritariamente va dirigido —profesores y alumnos de primeros cursos de licenciaturas de Letras— hacen poco operativa la sobrecarga de referencias bibliográficas. Confiamos que en los medios docentes españoles esta obra c u m p l a dos de los objetivos asignados a la Historia: el de los autores del Medievo —paliar mediante la escritur a de los hechos del pasado la flaqueza de la m e m o r i a del h o m b r e — y el de los investigadores actuales en su lucha p o r u n conocimiento científicamente elaborado del p a s a d o humano. EMILIO MITRE FERNÁNDEZ

Madrid, febrero de 1992

INTRODUCCIÓN NORMAS GENERALES PARA E L C O M E N T A R I O D E T E X T O S D E LA E D A D M E D I A

Para el análisis de textos de la época Medieval —al igual que p a r a las restantes edades de la Historia— n o existen u n a s n o r m a s concretas aunque, en todo caso, siempre hay que tener en cuenta u n factor de entrada: el de la lejanía cronológica. Circunstancia que siempre h a de pesar a la hora de establecer posibles valoraciones. Aun a riesgo de incurrir en lo tópico, la condición m á s elemental para enfrentarse con el comentario de u n texto consiste en disponer de unos conocimientos concretos sobre la época o la temática a la que dicho texto haga referencia. E n caso contrario se correrá el peligro de convertir el análisis del fragmento en cuestión en m e r a paráfrasis. La bibliografía general que se recoge en las páginas siguientes puede servir de elemento básico de introducción. La de carácter m á s particular, incluida en cada u n o de los capítulos y epígrafes, servirá para profundizar —sin pretender movernos a nivel de especialistas— en la problemática concreta que cada texto puede reflejar. Sin á n i m o de dar la fórmula definitiva p a r a que el lector acometa el comentario de todo tipo de documentos del Medievo, recogemos algunas n o r m a s de carácter p u r a m e n te indicativo a las que puede recurrirse. Algunos análisis p o d r á n ajustarse totalmente a este esquema. Otros, quizá sólo de forma parcial. Y habrá algunos —e incluso m u c h o s — que requieran u n tratamiento especial. E n cualquier caso —reiteramos—, la formación histórica del lector y u n a imaginación bien enfocada son instrumentos básicos para la comprensión de la Historia en sus testimonios escritos. Eso es, a fin de cuentas, lo que u n a antología de textos históricos h a de perseguir.

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Siguiendo las indicaciones de obras semejantes a la que a h o r a emprendemos, y las experiencias acumuladas a lo largo de bastantes años de labor docente, cabe decir que tales n o r m a s pueden escalonarse de acuerdo con el siguiente criterio:

I.

Naturaleza del texto e n función d e l o s a s p e c t o s externos m á s e l o c u e n t e s

El Medievo tiene sus particulares fuentes escritas. El lector puede, en u n primer momento, indicar en qué categoría puede incluirse el texto a comentar: narrativa (la m á s clásica), legislativa, acta-diploma de tipo cancilleresco, fiscal, literaria, polémica-política, etc. Puede suceder que u n docum e n t o participe de dos o m á s características. Por ejemplo, u n a crónica (documento narrativo por excelencia) en algun o de cuyos pasajes se incluyan interesantes referencias de tipo económico. Véase, por ejemplo, el texto n ú m e r o 60. A continuación puede procederse a indicar el lugar de origen del documento y la datación crónica a la que hace referencia. E n este segundo extremo hay que tener en cuenta los particulares cómputos seguidos en la época Medieval, que distan m u c h o de ser uniformes: v.g., datación p o r la E r a Hispánica. E n este caso habrá que restar treinta y ocho años a la fecha indicada en el texto a fin de ubicarlo en el m o m e n t o acorde con los cómputos modernos. Véase, p o r ejemplo, el documento n ú m e r o 7 1 . E n último término cabe hacer alguna referencia al estilo en que va redactado el texto: apologético o denigratorio; cancilleresco o coloquial... E n algunos casos, los giros lingüísticos pueden sernos de gran utilidad para determinar el área en la que el texto ha sido redactado.

II.

R e s u m e n del texto

E n esta segunda fase se procederá a u n a sinopsis del texto, en la que se recogerán los elementos m á s significativos,

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sin olvidar ningún dato importante. Se trata de u n a tarea de mayor interés que el aparente, ya que a través de ella el lector puede familiarizarse con la técnica p a r a la ulterior elaboración de sus ficheros de investigador.

III.

Entorno histórico que refleja el texto

Salimos ahora del análisis p u r a m e n t e externo p a r a entrar en cuestiones de fondo. Habrá que centrarse, por tanto, en el momento o fenómeno histórico al que el docum e n t o hace referencia. Ya hemos indicado la necesidad de huir del comentario que se reduzca a repetir con distintas palabras las mismas ideas recogidas en el texto. Pero también hay que evitar caer en el extremo contrario: el de narrar con todo lujo de detalles —algunos, sin duda, superfluos— cómo fue la época a la que el documento se refiere. Por ejemplo, si se analiza u n texto referido a las cruzadas —el n ú m e r o 54— n o hay que caer en la tentación de exponer cómo fueron todas y cada u n a de las expediciones a Tierra Santa. H a b r á que centrarse en el fenómeno cruzadista a través de los aspectos que el texto refleje: su dimensión política y el asentamiento de los occidentales en Palestina en la plenitud del Medievo. Por todo ello, el análisis de cualquier documento h a b r á de encuadrarse dentro de los límites geográficos, cronológicos o temáticos (economía, política, milicia, cultura) que le conciernan m á s directamente.

IV.

Explicación detallada del d o c u m e n t o

Se entra aquí en el estudio minucioso de los términos m á s importantes recogidos en el documento. Para m a y o r concreción pueden agruparse según su naturaleza: políticos, institucionales, económicos, geográficos, etc. E n este último caso nos encontramos con el significado del desarrollo espacial de la Historia, v.g.: el m i s m o texto 54. Este escalón supone el enfrentarse con u n texto históri-

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co de acuerdo con los criterios m á s clásicos y expositivos. Sin embargo, ello es lo que permite al lector —al margen de cualquier fácil divagación— calibrar el alcance de los conocimientos adquiridos sobre el tema tratado en el texto. Con todo, es necesario que los términos antedichos sean ubicados en el contexto histórico antes mencionado, ya que en él es donde adquieren su verdadero sentido. E n efecto, expresiones como Roma, Imperio, pueblo, república, etc., de uso frecuente a lo largo de la Historia, n o tienen el m i s m o sentido en la Antigüedad que en el Medievo... o en el m o m e n t o presente.

V.

Autor del texto

Reconocer quién es el autor o autores (o inspirador o inspiradores) del texto analizado puede ser de gran interés. Pero p a r a calibrar el auténtico valor del hallazgo h a b r á que tener en cuenta las circunstancias en que la obra fue escrita, tanto las m á s convencionalmente políticas como aquellas referidas al medio cultural en que el autor se movió. Factor importante es la posible distancia cronológica entre el texto que conservamos y el fenómeno o acontecimiento del que allí se habla. Ello puede provocar falseamientos, tergiversaciones o simplificación de los hechos: v.g., la entrada en Inglaterra de anglos, jutos y sajones narrada por Beda varios siglos después de producirse (texto número 4). La postura del autor —como puede suceder en cualquier otra época— se ve a menudo fuertemente condicionada. Así, muchos historiadores de la época Medieval actúan bajo el punto de vista de la hegemonía eclesiástica, a la que quieren justificar sin tener en cuenta otros posibles enfoques. Se oscurece así, con frecuencia, la opinión de la parte contraria. Otro ejemplo: la Vita Karoli, de Eginardo (véase texto n ú m e r o 34), se ve también condicionada p o r unas corrientes culturales y por unas limitaciones muy definidas: las del llamado Renacimiento carolingio. E n último término, si s u m a m o s y c o m p a r a m o s las actitudes de autores que se mueven dentro de u n m i s m o medio,

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podremos incluso reconstruir lo que es la mentalidad de los historiadores de u n a época determinada: casos de J. Froissart y de Ayala ante las conmociones sociales de su tiempo. Véanse para ello los textos números 90 y 99.

VI.

Reflexiones varias

Caben aquí consideraciones del más variado signo, algunas de las cuales se h a n evitado con anterioridad: a) Términos oscuros o contradictorios descubiertos gracias a lecturas realizadas con anterioridad. Por ejemplo: algunas crónicas árabes de la Reconquista que confunden con frecuencia los nombres de los reyes cristianos (v.g., texto 42). b) Posibles comparaciones entre las situaciones expresadas en el texto y otras anteriores o posteriores. Por ejemplo: los paralelismos entre el m u n d o rural carolingio (texto n ú m e r o 27) y el de la Inglaterra de fines del siglo XI (texto n ú m e r o 68). Aun a riesgo de incurrir en el fácil ensayismo, resulta también tentadora la comparación con situaciones que rebasan la Edad Media. Algunos textos y algunos autores, en efecto, h a n nutrido mitos históricos a veces peligrosamente manipuladores. Por ejemplo, la expansión alemana al otro lado del Elba (véase texto n ú m e r o 69) como u n capítulo del flujo y reflujo del germanismo a lo largo de la Historia. c) Para finalizar, puede fijarse la evolución de las posturas de los historiadores ante el tema del que se habla en el fragmento analizado. Así, la Reconquista, vista tradicionalm e n t e como u n enfrentamiento político-militar o religioso, es estudiada en el presente en función de u n movimiento de repoblación-colonización similar a otros que se producen en la E u r o p a oriental o en Tierra Santa. Véanse para ello los textos 69 y 70. Algo semejante cabría decir de la ya tópica crisis social y económica de la Baja E d a d Media. E n función de las posturas de los historiadores se ha enfatizado sobre distintos factores: las catástrofes demográficas, la crisis del m o d o de

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producción feudal, las quiebras textos n ú m e r o s 89 a 95). VII.

financieras,

etc. (véanse

La Edad Media: valoración y apoyos bibliográficos

E n 1469, Giovanni Andrea dei Bussi, obispo de Aleria, acuñó la expresión «Media Tempestas» p a r a definir los siglos precedentes. Pasadas dos centurias, Cristóbal Cellarius habló de u n a Historia Medii aevi a temporibus Constantini Magni ad Constantinopolim a Turcis captam. Quedaba así definido desde el p u n t o de vista cronológico, el período de diez a once siglos que académicamente ha sido designado como «Edad Media». El H u m a n i s m o , y m á s tarde la Ilustración, vieron este largo período como u n paréntesis de barbarie entre dos épocas culturalmente esplendorosas: la Antigüedad clásica y el Renacimiento. E n último término, la abolición de los viejos resabios feudales por parte de los diputados de la Asamblea Nacional francesa, el 4 de agosto de 1789, se les antojó a éstos como el golpe final a unas instituciones símbolo del despotismo y la opresión. La actitud hacia el Medievo cambió en el siglo xix. Como diría E d u a r d o Meyer: se transfería así, a la Edad Media, la transfiguración idealista en que, hasta entonces, se había envuelto a los tiempos antiguos... La Edad Antigua, si llegó a un estado grande de perfección, éste decayó desde Adriano hasta Carlomagno.

A tal revalorización contribuyeron u n a serie de circunstancias: el romanticismo, el renacimiento religioso que se produjo en algunas conciencias de la sociedad europea, las corrientes nacionalistas o el interés despertado p o r el estudio de las manifestaciones artísticas del románico y el gótico. A la «leyenda negra» creada en torno al Medievo empezó a suceder u n a especie de «leyenda rosa». El progreso de la investigación histórica h a hecho desaparecer m u c h o s de los viejos prejuicios de u n o y otro signo. La visión del Medievo ha pasado a ser la de u n período de la

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Historia con sus caracteres y valores propios. La ruralización, la sociedad fuertemente jerarquizada o el control de la vida cultural por el estamento eclesiástico definirán al Occidente. La síntesis de romanismo, helenismo y cristianismo será la característica m á s destacada de Bizancio. La del m u n d o árabe será su papel de puente entre Oriente y Occidente. En cualquiera de los casos, la ruptura con el pasado no es en ningún momento total: incluso las manifestaciones más regresivas de la vida de Occidente en los primeros siglos medievales se h a n ido gestando en el Bajo Imperio romano. Pero tampoco el Medievo fue totalmente ajeno a las características que m a r c a n las pautas de la Modernidad. Las primeras muestras del capitalismo, la crítica contra el orden eclesial establecido o las líneas maestras del pensamiento humanista, por citar algunos ejemplos, hincan sus raíces en fenómenos —más modestos, pero no p o r ello menos significativos— típicos de la sociedad medieval: el renacimiento u r b a n o desde el siglo xi, los movimientos heterodoxos de masas o la recuperación de los filósofos de la Antigüedad, a partir, principalmente, del siglo xu. Por todo ello, y porque en absoluto se puede pensar en u n Medievo totalmente monolítico y falto de evolución, podemos seguir en él toda u n a trayectoria que vamos a fijar en cuatro etapas. Sin rupturas violentas, conducen desde la crisis del Imperio r o m a n o a la plasmación de lo que van a ser las monarquías seminacionales del Renacimiento.

Bibliografía general En cuanto a obras de síntesis, son útiles para el estudio de la Historia medieval —con particular referencia al Occidente europeo— las siguientes: R. FOSSIER (dir.), Le Moyen Age, 3 vols., París, Éd. A. Colin, 1 9 8 2 - 1 9 8 3 . J. A. GARCÍA DE CORTÁZAR, Historia general de la Alta Edad Media, Madrid, Mayfe, 1 9 7 0 . La continuación corre a cargo de J. VALDEÓN, Historia general de la Edad Media (siglos XI al XV), Madrid, Mayfe, 1 9 7 1 (edición posterior Ed. Nájera, Madrid, 1 9 8 5 ) . J. M. LACARRA y J. REGLA, Historia de la Edad Media, 2 vols., Barcelona, Ed. Renacimiento, 1 9 8 5 .

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TEXTOS Y DOCUMENTOS DE ÉPOCA MEDIEVAL

J. LE GOFF, La civilización del Occidente medieval, Barcelona, Ed. Juventud, 1969. R. S . LÓPEZ, El nacimiento de Europa, Barcelona, Ed. Labor, 1965. E. MITRE, Historia de la Edad Media en Occidente, Madrid, Ed. Cátedra, 1995. E. MITRE FERNÁNDEZ, Introducción a la Historia de la Edad Media europea, Madrid, Ed. Istmo, 1976. E. PERROY y otros, La Edad Media, vol. 3 de Historia general de las civilizaciones, Barcelona, Ed. Destino, 1961. PREVOTE-ORTON, Historia del mundo en la Edad Media, Barcelona, Ed. Sopeña, 1967, 3 vols. (traducción de la Shorter Cambridge Medieval History). M. Riu, Lecciones de Historia Medieval, Barcelona, Ed. Teide, 1969. L. SUÁREZ FERNÁNDEZ, La Edad Media, vol. III de Histona Universal, de Espasa Calpe, Madrid, 1971. M. A. LADERO, Historia Universal. Edad Media, Barcelona, Vicens Universidad, 1987. J. CLARAMUNT, E. PÓRTELA, M. GONZÁLEZ y E. MITRE, Historia

de la Edad

Media, Barcelona, Ariel, 1997. E. MITRE (coord.), Manual de Historia Universal, Ed. Historia-16, vol. 3, Alta Edad Media, Madrid, 1994; vol. 4, Baja Edad Media, Madrid, 1996. J. A. GARCÍA DE CORTÁZAR y J. A. SESMA, Historia de la Edad Media. Una síntesis interpretativa, Madrid, Alianza Universidad, 1997. La vida social y económica

está bien reflejada en algunas obras como:

G. DUBY, Economía rural y vida campesina en el Occidente Medieval, Barcelona, Ed. Península, 1968. R. FOSSIER, Histoire sociale de l'Occident Medieval, París, A. Colin, col. «U.», 1970. G. FOURQUIN, Histoire économique de l'Occident Medieval, París, Éd. A. Colin, col. «U.»>, 1969. J. GIMPEL, La révolution industrielle du Moyen Age, París, Éd. d u Seuil, 1975. J. HEERS, Le travail au Moyen Age, París, P.U.F., col. «Que sais-je?», 1968. H. PIRENNE, Historia económica y social de la Edad Media, México, F.C.E., varias ediciones desde 1939. Es u n clásico cuya lectura resulta siempre provechosa. L. SUÁREZ, Historia social y económica de la Edad Media Europea, Madrid, Espasa Calpe, 1968. L. WHITE, Technologie médiévale et transformations sociales, París, Mouton, 1969. J. HEERS, La ville au Moyen Age, París, Fayard, 1990. J. M. MONSALVO, Las ciudades europeas del Medievo, Madrid, Ed. Síntesis, 1997. B. GEREMEK, La piedad y la horca. Historia de la miseria y de la caridad en Europa, Madrid, Alianza Universidad, 1989.

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La Cambridge Económica! History of Europe tiene varios volúmenes dedicados al medievo traducidos al castellano por la «Revista de Derecho Privado». Concretamente: La vida agraria en la Edad Media, Madrid, 1 9 4 8 ; El comercio y la Industria en la Edad Media, Madrid, 1 9 6 7 , y Organización y política económica en la Edad Media, Madrid, 1 9 7 2 . Los aspectos referentes a la vida religiosa y cultural se encuentran recogidos, en sus líneas generales, en las grandes síntesis de Historia de la Iglesia, como la de FLICHE-MARTIN, la Nueva Historia de la Iglesia, traducida p o r Ed. Cristiandad, o la Historia de la Iglesia, dirigida por H. JEDIN y traducida p o r Ed; Herder. Puede acudirse también a otras obras como: G. BARRACLOUGH, La Papautéau Moyen Age, París, Flammarion, 1 9 6 8 . E. BRÉHIER, La filosofía de la Edad Media, México, col. «La evolución de la Humanidad», 1 9 5 0 . J. BÜHLER, Vida y cultura en la Edad Media, México, F.C.E., 1 9 5 7 . J. CHELINI, Histoire religieuse de l'Occident Medieval, París, Éd. A. Colin, col. «U.», 1 9 6 8 . CHEVALIER, El pensamiento cristiano, t. II de Historia del pensamiento, Madrid, Ed. Aguilar, 1 9 6 0 . E. GILSON, La filosofía de la Edad Media, Madrid, Ed. Gredos, 1 9 6 5 . D. KNOWLES, El monacato cristiano, Madrid, Ed. Guadarrama, B.H.A., 1 9 7 0 . G. LEFF, Medieval thought. St. Augustine to Ockham, Hamondsworth, Penguin Books, 1 9 6 5 . M. D. LAMBERT, La herejía Medieval, Madrid, Ed. Taurus, 1 9 8 6 . E. MITRE y C. GRANDA, Las grandes herejías de la Europa cristiana, Madrid, Ed. Istmo, 1 9 8 3 . J. PAUL, Histoire intellectuelle de l'Occident Medieval, París, Éd. A. Colin, col. «U.», 1 9 6 9 . J. ORLANDIS, La conversión de Europa al Cristianismo, Madrid, Rialp, 1 9 8 8 . A. DE LIBERA, Penser au Moyen Age, París, Ed. du Seuil, 1 9 9 1 . E. VILANOVA, Historia de la teología cristiana. De los orígenes al siglo XV, Barcelona, Herder, 1 9 8 7 . E. MITRE, Las claves de la Iglesia en la Edad Media, Barcelona, Planeta, 1 9 9 1 . A. VAUCHEZ, La espiritualidad del Occidente medieval, Madrid, Cátedra, 1985.

La problemática política, a nivel especialmente de las ideas, cuenta con buenas síntesis en las conocidas obras generales de TOUCHARD (Ed. Tecnos) y SABINE (F.C.E.). Para el Medievo en concreto son también útiles: R. FEDOU, L'État au Moyen Age, París, P.U.F., col. Sup., 1 9 7 2 . R . FOLZ, L'idée d'Empire en Occident du V au XIVsiécle, París, Aubier, 1 9 5 3 . M. PACAUT, Les structures politiques de l'Occident Medieval, París, Éd. A. Colin, col. «U.», 1 9 6 9 . —, La théocratie. L'Église et le pouvoir au Moyen Age, París, Aubier, 1 9 5 7 .

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TEXTOS Y DOCUMENTOS DE ÉPOCA MEDIEVAL

W. ULLMANN, Principios de gobierno y política en la Edad Media, Madrid, Alianza Editorial, 1971. —, Historia del pensamiento político en la Edad Media, Barcelona, Ariel, 1983. J. M. PÉREZ PRENDES, Instituciones medievales, Madrid, Ed. Síntesis, 1997. Para el conjunto de la civilización bizantina disponemos de excelentes trabajos de síntesis: H. AHRWEILER, L'idéologie politique de l'empire byzantin, París, P.U.F., 1975. N. H. BAYNES, El imperio bizantino, México, F.C.E., 1957. L. BRÉHIER, Vida y muerte de Bizancio, México, Uteha, col. «La evolución de la Humanidad», 1965; La civilización bizantina, en ibid., 1955, y Las instituciones bizantinas, enibid., 1965. A. GUILLOO, La civilisation byzantine, París, Arthaud, 1975. CH. DIEHL, Grandeza y servidumbre de Bizancio, Madrid, Espasa Calpe, col. Austral, 1963. P. LEMERLE, Histoire de Byzance, París, P.U.F., col. «Que sais-je?», 1969. F. G. MAIER, Bizancio, en Historia Universal Siglo XXI, Madrid, 1974. G. OSTROGORSKY, Historia del Estado bizantino, Madrid, Akal, 1985. A. DUCELLIER, Byzance et le monde ortodoxe, París, A. Colin, 1986. S. CLARAMUNT, El mundo bizantino, Barcelona, Montesinos, 1987. E. CABRERA, Historia de Bizancio, Barcelona, Ariel, 1998. T. WARE, The Ortodox Church, Londres, Pelican Books, 1967. La civilización islámica cuenta con numerosos estudios de síntesis. Entre otros podemos reseñar: C. CAHEN, El Islam desde los orígenes hasta el comienzo del Imperio otomano, Madrid, en Histona Universal Siglo XXI, 1973. PH. K. HITTI, Historia de los árabes, Madrid, Razón y Fe, 1950. B. LEWIS, LOS árabes en la Historia, Madrid, Espasa Calpe, 1956. A. MIQUEL, L'lslam et sa civilisation, París, A. Colin, col. «Destins du monde», 1968. PAREJA-BAUSANI-HERTLING, Islamología, 2 vols., Madrid, 1952-1954. E. I. ROSENTHAL, El pensamiento político en el Islam Medieval, Madrid, Revista de Occidente, 1967. M. A. SHABAN, Historia del Islam, 2 vols., Madrid, Ed. Guadarrama, 1976-1980. D. y J. SOURDEL, La civilisation de l'lslam classique, París, Arthaud, 1968. A. HOURANI, Historia de los pueblos árabes, Barcelona, Ariel, 1992. E. MANZANO, Historia de las sociedades musulmanas en la Edad Media, Madrid, Ed. Síntesis, 1992. La trayectoria de los reinos hispánicos en el medievo cuenta con buenos manuales. Aparte de los volúmenes que las grandes colecciones dedican a esta época {Historia de España, de Espasa Calpe, p o r ejemplo), puede recurrirse a otras obras de más reducida extensión:

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INTRODUCCIÓN R. BARKAI, Cristianos y musulmanes

en la España Medieval, Madrid, Rialp,

1984.

CH. E. DUFOURCQ y J. GAUTIER-DALCHÉ, Historia económica y social de la España cristiana en la Edad Media, Barcelona, El Albir, 1 9 8 3 . J. A. GARCÍA DE CORTÁZAR y otros, Organización social del espacio en la España medieval. La Corona de Castilla en los siglos VIH al XV, Barcelona, Ariel, 1 9 8 5 . JOSÉ HERMANO SARAIVA, Historia concisa de Portugal, Lisboa, col. «Saber», 1981.

D . W . LOMAX, La Reconquista, Barcelona, Ed. Crítica, 1 9 8 4 . J. L. MARTIN, La Península en la Edad Media, Barcelona, Ed. Teide, 1 9 7 6 : E. MITRE, La España medieval. Sociedades. Estados. Culturas, Madrid, Istmo, 1 9 7 9 . S. DE Moxó, Repoblación y sociedad en la España cristiana medieval, Madrid, Rialp, 1 9 7 9 . J. J. SAYAS ABENGOECHEA y L. A. GARCIA MORENO, Romanismo

y

germanismo.

El despertar de los pueblos hispánicos (siglos V-X), en Historia de España, dirigida por M. TUÑÓN DE LARA, vol. IV, Barcelona, Labor, 1 9 8 1 . J. VALDEÓN, J. M. SALRACH y J. ZABALO, Feudalismo

y consolidación

de los

pueblos hispánicos (siglos XI-XV), enibid., Barcelona, 1 9 8 0 . L. SUÁREZ FERNÁNDEZ, La Edad Media, Madrid, Ed. Gredos, 1 9 7 0 . L. G. DE VALDEAVELLANO, Historia de España. De los orígenes a la Baja Edad Media, Madrid, Revista de Occidente, varias ediciones desde 1 9 5 2 . P. IRADIEL, S. MORETA y E. SARASA, Historia medieval de la España cristiana, Madrid, Cátedra, 1 9 8 9 . J. A. GARCÍA DE CORTÁZAR, La sociedad rural en la España medieval, Madrid, Siglo XXI, 1 9 8 8 . A. G. CHEJNE, Historia de España musulmana, Madrid, Cátedra, 1 9 8 0 . R. ARIÉ, España musulmana, Barcelona, Labor, 1 9 8 3 . W . M. WATT, Historia de la España islámica, Madrid, Alianza Editorial, 1970.

Nota bibliográfica orientadora para comentario d e textos de é p o c a medieval La consulta de distintas antologías con textos históricos medievales puede ser de gran utilidad para el lector. Supone u n primer paso para el conocimiento de las fuentes. Entre otras podemos remitir a: M. ARTOLA, Textos fundamentales para la Historia, Madrid, Revista de Occidente, varias ediciones desde 1 9 6 8 . J. CALMETTE, Textes et documents d'Histoire. II. Moyen Age, París, P.U.F., «Clio», 1 9 5 3 . La Collection U. de la Librairie A. Colin h a publicado una colección de textos medievales en tres volúmenes: el I a cargo de LA RONCIERE, DELORT y

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TEXTOS Y DOCUMENTOS DE ÉPOCA MEDIEVAL

L'Europe au Moyen Age (395-888), París, 1969; el II a cargo de y DELORT, L'Europe au Moyen Age (fin IXsiéclefin XIII siécle), París, 1969; el III a cargo de los mismos autores, L'Europe au Moyen Age (fin XIII siécle-finXVsiécle), París, 1971. También la Editorial Teide h a publicado unos Textos, comentados de época medieval (siglos ValXII), Barcelona, 1975, recopilados p o r Riu, B A T I X E , ROUCHE,

LA RONCIERE, CONTAMINE

CABESTANY, CLARAMUNT, SALRACH y SÁNCHEZ.

La Société d'Édition d'Enseignement Supéríeur (S.E.D.E.S.) h a ido sacando u n a serie de libros en la colección «Regards sur l'Histoire». E n su sección «Sciences Auxiliaires de l'Histoire» h a n aparecido algunos volúmenes que recopilan textos de la época medieval. El primero se publicó, en 1970, con el título Textes et documents d'Histoire du Moyen Age. XIV-XV siécles. I. Perspectives d'ensemble: les «crises» et leur cadre, a cargo de J. G L E N I S S O N y J. DAY.

Ediciones Istmo fue lanzando desde 1989 u n a colección (La Historia en sus textos) en la que, dedicado al Medievo, apareció: E. M I T R E , Iglesia y vida religiosa en la Edad Media, Madrid, 1991. La Ed. Penguin Books ha publicado en varios números A Documentary History of Englahd, cuyo volumen I cubre el período 1066-1540, y h a sido redactado por J. J. BAGLEY y P. B. ROWLEY, Londres, 1966. Para el Medievo hispánico u n a útil antología de textos es la de J. A. GARCÍA D E CORTÁZAR, Nueva Historia de España en sus textos (Edad Media), Ed. Pico Sacro, Santiago, 1975. Si el lector quiere recurrir a unas normas claras para el comentario de textos históricos, puede encontrarlas en algunos trabajos. La mencionada obra de J. G L E N I S S O N y J. DAY dedica algunas interesantes páginas a este tipo de problemas. Algo semejante cabe decir del libro de M. BALARD, J . P H . G E N E T y M. ROUCHE, Des Barbares á la Renaissance, París, Hachette, 1973. En sus primeras páginas, j u n t o a la bibliografía seleccionada, se incluye u n útil esquema para el comentario de textos medievales. La metodología para el análisis de textos históricos en general se encuentra tratada más ampliamente en otros trabajos. A.

La técnica del comentario de textos, ICE, Universidad de Santiago, «Coloquios sobre metodología y didáctica de la Historia», 1971. AGUSTÍN UBIETO, Cómo se comenta un texto histórico, Valencia, Anubar, 1976. F . LARA PEINADO y M. A. RABANAL ALONSO, Comentario de textos históricos. Método y recopilación, Madrid, Cátedra, 1997. M. H E R N Á N D E Z SÁNCHEZ-BARBA, El comentario de textos históricos, Madrid, Tebar, 1978. J. BERLIOZ, Le commentaire de documents en Histoire medievale, París, Éd. du Seuil, 1996. EIRAS,

INTRODUCCIÓN

25

De los distintos atlas históricos pueden ser útiles los generales de Westermann (Grosser Atlas zur Weltgeschichte, Braunschweig, 1 9 7 8 ) o Ediciones Istmo (Atlas Histórico mundial, vol. I) y el específico de Ayma Editora, Atlas de Historia Medieval, Barcelona, 1 9 8 0 . Una completa guía para introducirse en las líneas generales del período medieval como disciplina a estudiar la tenemos en J. I. Ruiz DE LA PEÑA, Introducción al estudio de la Edad Media, Madrid, Siglo XXI, 1 9 8 4 . Las peculiaridades del vocabulario propio del Medievo pueden encontrar buenas aclaraciones en dos breves y excelentes obras. La de P. BONNASSIE, Vocabulario básico de la Historia Medieval, Barcelona, Ed. Crítica, 1 9 8 3 . Y la de R. FEDOU, Léxico de la Edad Media, Madrid, Ed. Taurus, 1 9 8 2 . La visión que de la Historia tuvo el hombre del Medievo puede seguirse a través de: B. GUENÉE, Histoire et Culture historique dans l'Occident Medieval, París, Aubier, 1 9 8 0 . E. MITRE FERNÁNDEZ, Historiografía y mentalidades históricas en la Europa Medieval, Madrid, Editorial de la Universidad Complutense, 1 9 8 2 . Y la clásica de R. MENÉNDEZ PIDAL, Los españoles en la historia, cuya edición de Espasa Calpe, col. Austral, Madrid, 1 9 8 2 , va precedida de u n prólogo de D. CATALÁN con el título España en su historiografía. De objeto a sujeto de la Historia. Una útil visión de los testimonios narrativos medievales se recoge en C. ORCÁSTEGUI y E. SARASA, La Historia en la Edad Media. Historiografía e historiadores en Europa Occidental. Siglos V-XIII, Madrid, Cátedra, 1 9 9 1 . De interés para los objetivos de este libro es la serie Cuadernos de Historia 16. Cada n ú m e r o corre a cargo de u n especialista y va acompañado de una cuidada selección de textos.

1.

LA T R A N S I C I Ó N AL M E D I E V O ( S I G L O S V AL VIII)

Introducción La crisis del Imperio r o m a n o iniciada a finales del siglo n culmina en Occidente el 476. La m á s aparatosa m a n i festación de este hecho es la entrada masiva de los pueblos germánicos en el m u n d o mediterráneo. Desde este m o mento, las dos cuencas de dicho m a r van a tener distintos destinos. E n la occidental, al calor de la descomposición d e la autoridad imperial y de la noción romanista de res publica, se van c r e a n d o u n a serie de pequeños Estados en los que unos m o n a r c a s de ascendencia germánica tratan de imponer su autoridad con grandes dificultades. A la degradación política en,el Occidente se s u m a r á la consiguiente regresión económica. Vemos u n a incipiente E u r o p a inmersa en u n proceso irrefrenable de ruralización y de progresivo distanciamiento del Mediterráneo. Los centros de las grandes decisiones tienden a desplazarse hacia el interior. E n el Mediterráneo oriental, p o r el contrario, se conservó la unidad de las provincias del Imperio. La autoridad de los emperadores de Constantinopla (la Segunda Roma) se mantuvo con cierta firmeza frente ál peligro de descomposición del Estado y la presión de los bárbaros. La figura de Justiniano, con todas sus limitaciones, personifica la continuidad con u n pasado r o m a n o . El hecho de que la pars orientalis soportara con mayor fortuna las embestidas de la crisis económica ayudó sustancialmente al m a n t e n i m i e n t o de la cohesión interna durante algún tiempo. Si bien el p a n o r a m a político responde a la tónica de la división entre las dos cuencas del Mediterráneo y a u n a

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TEXTOS Y DOCUMENTOS D E ÉPOCA MEDIEVAL

auténtica atomización en la occidental, hay u n elemento que actúa c o m o aglutinante: la Iglesia. El Cristianismo conseguirá, en estos tres siglos (a pesar del peligro de escisiones heréticas), la unidad espiritual del Mediterráneo. A la cultura clásica sucede u n a cultura cristiana que aprovechará de aquélla los elementos que considere necesarios para el cumplimiento de sus fines. E n el caso concreto del Occidente, dos fuerzas — m o n a c a t o y pontificado— tendrán u n a autoridad moral creciente en contraste con la débil posición de unos poderes políticos en situación, p o r lo general, comprometida. Al sentido universal de la R o m a de los emperadores sucede el de la R o m a de los Papas. La irrupción del Islam en el Mediterráneo desde mediados del siglo vil acabará introduciendo u n elemento de gran tensión.

Bibliografía Varias de las obras indicadas en la bibliografía general son de utilidad para esta parte. Podemos, sin embargo, reseñar otras más específicas: R. REMONDON, La crisis del Imperio romano. De Marco Aurelio a Anastasio, Barcelona, Ed. Labor, col. «Nueva Clío», 1967. F. LOT, El fin del mundo antiguo y los comienzos de la Edad Media, México, UTEHA, col. «La Evolución de la Humanidad», 1956. M. BANNIARD, Le Haut Moyen Age Occidental, París, P.U.F., col. «Que saisje?», 1980. G. FOURNIER, L'Occident de la fin du V á la fin du IX siécle, París, Éd. A. Colin, col. «U.», 1970. A. DOPSCH, Fundamentos económicos y sociales de la cultura europea, México, F.C.E., 1951. R. LATOUCHE, Los orígenes de la economía occidental (siglos IV-XI), México, UTEHA, col. «La Evolución de la Humanidad», 1956. M. BLOCH y otros, La transición del esclavismo al feudalismo, Madrid, Ed. Akal, col. «Manifiesto», 1975. M. SIMÓN y A. BENOIT, El judaismo y el cristianismo antiguo, Barcelona, Ed. Labor, col. «Nueva Clío», 1972. CH. N. COCHRANE, Cristianismo y cultura clásica, México, F.C.E., 1939. E. SÁNCHEZ SALOR (ed.). Polémica entre paganos y cristianos, Madrid, Akal, 1986. O. GIGON, La cultura antigua y el cristianismo, Madrid, Ed. Gredos, 1970.

LA TRANSICIÓN AL MEDIEVO R. MANTRAN, La expansión musulmana Labor, col. «Nueva Clío», 1971. F. GABRIELI, Mahoma y las conquistas B.H.C., 1967.

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(siglos VII al XI), Barcelona, Ed. del Islam,

Madrid, Guadarrama,

M o d e l o d e texto analizado y c o m e n t a d o Gestación de la guerra santa en el Corán Combatid a vuestros enemigos en la guerra encendida por defensa de la religión; pero no ataquéis los primeros. Dios niega a los agresores. Matad a vuestros enemigos donde quiera que los encontréis; arrojadlos de los lugares de donde ellos os arrojaron antes. El peligro de cambiar de religión es peor que el crimen. No combatáis a los enemigos cerca del templo de Haram a menos que ellos os provoquen. Mas si os atacaran, bañaos en su sangre. Tal es la recompensa debida a los infieles. Si ellos abandonan el error, el Señor es indulgente y misericordioso. Combatid a vuestros enemigos hasta que nada tengáis que temer de la tentación, hasta que el culto divino haya sido restablecido, que toda enemistad cese contra los que han abandonado los ídolos. Vuestro odio sólo debe encenderse contra los perversos. Si os atacaran durante los meses sagrados y en los lugares santos, hacedles sufrir la pena del talión: violad las leyes que en sus códigos equivalgan a la que ellos os han violado. Temed al Señor; acordaos de que él está con aquellos que le temen... Si te preguntan si han de combatir en los meses sagrados respóndeles: La guerra durante este tiempo os será penosa; pero separar los creyentes del camino recto, ser infieles a Dios, arrojar a sus servidores del templo sagrado, son crímenes horribles a los ojos del Altísimo. La idolatría es peor que el crimen. Los infieles no cesarán de perseguiros con las armas en la mano, hasta que os hayan arrebatado vuestra fe, si esto les es posible. Aquel de vosotros que abandone el islamismo y muera en su apostasía habrá anulado el mérito de sus obras en este mundo y en el otro. Las eternas llamas le quemarán eternamente. Los creyentes que abandonaron su patria y combatieron por la fe pueden esperar la misericordia divina, Dios es indulgente y misericordioso. (El Corán, cap. 2, versículos 186-190 y 214-215.)

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TEXTOS Y DOCUMENTOS DE ÉPOCA MEDIEVAL

Comentario 1) Nos encontramos ante varios pasajes de la segunda sura del Corán. Una fuente de tipo religioso, a u n q u e susceptible de análisis desde los m á s variados ángulos. La estructura de este pasaje, en particular, y la de todo el texto cpránico, en general, guarda amplio paralelismo con la de los libros canónicos de otras religiones. E n efecto, su carácter salmodiado (Corán = declamación, recitación salmodiada) sería lo primero que nos llamaría la atención. 2) A lo largo del texto tenemos u n a serie de términos cuyo análisis pormenorizado puede ser de interés. El templo de Haram corresponde al santuario de la Kaaba, de La Meca, venerado en el m u n d o árabe desde fecha m u y temprana y declarado como inviolable (haram) p o r el clan de los Qorays. La referencia a los lugares santos se concreta a tres puntos: La Meca, principal centro de peregrinación; Medina, lugar del sepulcro del Profeta, y Jerusalén, santificada p o r el Islam desde la época Omeya, y en donde se encontraba la roca del «viaje nocturno» de Mahoma. A medida que en el Islam se vayan produciendo escisiones, cada secta contribuirá a incrementar el n ú m e r o de lugares dignos de veneración: p o r ejemplo, las tumbas de Alí y su hijo al-Hosain p a r a los chutas. Las expresiones infieles, idólatras, enemigos (opuestas al término creyentes) adquieren su verdadero sentido en el contexto de la guerra santa, necesaria para su neutralización. Sin embargo, cabe recordar que el Islam estableció u n a distinción entre los «pueblos de Libro Revelado» (judíos, cristianos y mazdeos), hacia los que había que tener ciertas consideraciones, y el resto de los pueblos, frente a los que la guerra había de ser llevada en toda su crudeza. El término eternas llamas obligaría a u n a serie de consideraciones en torno al papel del infierno en la escatología islámica. La tradición lo situó debajo de la corteza terrestre: u n e n o r m e h o r n o de siete compartimientos, el m á s profundo de los cuales estaba dividido en dos zonas: «al-Saqar», o

LA TRANSICIÓN AL MEDIEVO

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ardiente, y «al-Tara», o húmeda. Fuego, frío y hierro constituyen la trilogía de tormentos para el condenado. La referencia hasta que el culto divino haya sido restablecido nos llevaría a conectar con la hipótesis de u n Islam m á s reformador que innovador (véase p a r a ello texto n ú m e ro 17). E n definitiva: M a h o m a como culminación de u n a revelación desarrollada a lo largo de u n a serie de etapas, y, por tanto, m á s dinámica que estática. Por ejemplo —remitiéndonos al pasaje del texto donde se habla de meses sagrados—, la práctica del ayuno, impuesta en el mes de Ramadán, se tomaría como el restablecimiento en toda su pureza de u n a práctica envilecida por cristianos y judíos. La referencia al Taiión no es tampoco original en absoluto. 3) ¿Qué sentido tiene la guerra santa en el conjunto de obligaciones impuestas por el Islam a sus fieles? La profesión de fe del m u s u l m á n se apoya en varios pilares: oración ritual, ayuno del Ramadán, limosna, peregrinación a La Meca y guerra santa. La importancia de esta última obligación sigue siendo motivo de controversia. A diferencia de las otras obligaciones, la guerra santa (jihad) no es u n deber personal, sino u n deber solidario, fijado después de la m u e r t e del Profeta. E n cualquier caso, el Corán resaltará la importancia de esta práctica no sólo en la segunda sura, sino también en otras: la tercera, la novena y la vigesimosegunda, en donde se promete el perdón universal de los pecados. E n u n a línea semejante se expresan las suras cuarta y quincuagesimoséptima. Si el ayuno ha tenido su precedente en prácticas de otras religiones monoteístas, la guerra santa ha podido tenerlo en ciertas actividades de la Arabia preislámica. El término jihad designaría en ella «acción de combatir» (W. M. Watt), y habría que relacionarlo con las correrías que las tribus nómadas realizaban unas contra otras antes de la difusión del Islam. Más adelante, los árabes, convertidos en comunidad religiosa, procederían a sacralizar el jihad, canalizando sus energías contra enemigos exteriores y creando, en definitiva, u n inmenso imperio. E n última instancia, Ornar, segundo califa ortodoxo y gran impulsor de la conquista, sería quien captase en todo

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TEXTOS Y DOCUMENTOS DE ÉPOCA MEDIEVAL

su valor la importancia de la guerra santa, sacando con ella al Islam de sus moldes estrictamente familiares y nacionales, para convertirlo en una religión universal. La guerra santa, convocada por el califa como jefe militar y religioso, lo era tanto contra los paganos como contra los «hombres del Libro Revelado». Era n o r m a que estos últimos pasasen a ser sometidos en calidad de protegidos (dimmis) mediante el pago de dos impuestos: Chizia (de tipo personal) y Kharadj (territorial). Con el tiempo, otros pueblos, como los hindúes, fueron asimilados también a esta categoría. El botín obtenido en la guerra santa pasaba a dividirse en cinco partes: cuatro para los combatientes y u n a para el califa, que disponía su reparto entre los necesitados. Al irse enfriando el entusiasmo bélico, estos criterios económicos resultaron insuficientes. La fiscalidad abbasí tendría que convertirse, por ello, en u n sistema impositivo menos rudimentario y, consiguientemente, m á s pesado para todos: fieles, dimmis y paganos. 4) La redacción del Corán, obra de la que se ha extraído este fragmento, plantea, de entrada, el problema de las fuentes de inspiración. Hay u n a tendencia a rechazar las escritas por razón del carácter iletrado o semiiletrado del Profeta. Las tradiciones orales h a n tenido u n mayor peso. E n cualquier caso, la redacción del Corán responde al deseo de los islamitas de tomar u n libro sagrado como eje de su religión. El peso del judaismo y del cristianismo en este sentido parece que fue decisivo. El texto coránico empezó a elaborarse m u e r t o M a h o m a . Ornar y algunos compañeros del profeta redactaron versiones que presentaban algunas diferencias. Fue con el tercer califa ortodoxo —Otman— cuando se procedió a dar u n texto oficial. Se recogieron en él 114 capítulos o suras. La segunda, a la que pertenece el texto q u e comentamos, es la m á s larga: cubre 286 versículos. Esta redacción definitiva presentó, sin embargo, serias dificultades. E n primer lugar, de orden filológico, por la insuficiencia de la escritura árabe primitiva. De orden doctrinal, en segundo término, por cuanto la autenticidad de

LA TRANSICIÓN AL MEDIEVO

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algunos pasajes fue cuestionada por posteriores movimientos sectarios. Así, los jariyitas rechazaron la decimosegunda sura, relativa a la historia de José. Los chutas, por su parte, acusaron a Otman de no destacar suficientemente el papel de Alí y de su linaje en la configuración del Islam. Ya hemos indicado, además, cómo los pasajes referentes a la guerra santa no respondieron quizás a los deseos de Mahoma, sino que constituyeron más bien el reflejo de u n a necesidad de la comunidad islámica después de la m u e r t e del Profeta. 5) E n último término habría que calibrar cuál ha sido la proyección del jihad en la historia del m u n d o islámico. La guerra santa constituyó u n elemento clave que llevó a las vanguardias del Islam, en el primer tercio del siglo vin, hasta el curso del Indo, las murallas de Constantinopla y el corazón de la Galia. La reacción militar de bizantinos y francos (entre los años 717 y 732) y la crisis del califato, con el destronamiento de los Omeyas, acarrearían la paralización del movimiento expansivo y las primeras fisuras de la unidad política. Al viejo dinamismo conquistador sucederá, de manos de los abbasidas, el espíritu de organización administrativa sobre bases bizantinas y persas. Se puede decir que en estos momentos el jihad experimentó u n a primera crisis. La reavivación de la llama vendrá de parte de los «bárbaros» tardíamente islamizados: los turcos de Oriente y los n ó m a d a s bereberes que recorrían el espacio entre el Mogreb y las riberas del Senegal y el Níger. A mediados del siglo XI éstos se agruparán en fortalezas-monasterios fronterizos (ribat; rabita en plural), en donde alternarán las prácticas religiosas con los ejercicios guerreros. Serán los al-murabitum o almorávides de las crónicas cristianas. Literalmente, los hombres del ribat. De su fanatismo religioso y de su capacidad bélica —auténtico renacimiento del jihad— habrían de ser testigos los taifas andalusíes y los reyes hispanocristianos durante varias décadas. Del norte de África también partirán otras contraofensivas islamitas, aunque en ellas el principio de la guerra santa se mezcla con otros de distinto signo: el m a h d i s m o entre los almohades, por ejemplo.

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TEXTOS Y DOCUMENTOS DE ÉPOCA MEDIEVAL

La identificación de ideales militares y religiosos, tan perfectamente lograda en el Islam, se proyectará hacia otras sociedades. Aunque en u n terreno ciertamente especulativo, se h a hablado de la influencia m u s u l m a n a sobre el principio de cruzada. E n efecto, hasta fines del siglo XI n o se produjo en la Cristiandad u n impulso colectivo de signo religioso galvanizador de u n a idea guerrera o expansiva. La cruzada (bellum sacrum, bellum justum, en expresión de sus contemporáneos) se manifestó, así, como u n a especie de antijihad. E n u n a línea semejante, la creación de las órdenes militares por los cristianos —y particularmente las de cuño hispánico— se ha considerado por algunos autores como u n a réplica a las contraofensivas de turcos y almorávides. El enfrentamiento entre dos concepciones de la guerra santa va, así, a m a r c a r la pauta del enfrentamiento entre dos sociedades. Su progresiva secularización acabará enfriando este tipo de sentimientos, aunque a ú n en 1914 el sultán de Turquía —con m u y pobres resultados— tratase de utilizar este expediente para levantar al Islam contra la Triple Entente. Orientaciones bibliográficas A las obras de tipo general sobre el Islam pueden añadirse otras en las que la temática de la guerra santa tiene u n tratamiento más preciso: C. CUEVAS, El pensamiento del Islam, Madrid, Istmo, 1972. F. GABRIELI, «La spinta árabe nel Mediterráneo nellVIII secólo», enlproblemi dell'Occidente nel secólo VIII, Spoleto (20 Settimana di studi sull'alto Medioevo), 1973. M. KHADDURI, War and Peace in the Law of Islam, Baltimore, Johns Hopkins Press, 1955. B. SCARCIA AMORETTI, Tolleranza e guerra Santa Nell'Islam, Florencia, Sansoni, Scuola Aperta, 1974. E. H. SEROUYA, La pensée árabe, París, P.U.F., col. «Que sais-je?», 1967. a

Las migraciones germánicas La iniciativa que el Imperio r o m a n o había mantenido frente a los germanos se va perdiendo desde el siglo ni.

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37

Desde fines del rv se llevan a cabo intentos de asimilación de los grupos m á s r o m a n i z a d o s p o r la vía de la hospitalitas o del foedus. Estos proyectos fracasan p o r el m a l entendimiento entre las partes y p o r la presión de los h u n o s . El saqueo de R o m a por Alarico y la llamada batalla de los Campos Cataláunicos reflejan dos de los h e c h o s m á s dramáticos de este proceso de e n t r a d a masiva de los b á r b a ros en la pars occidentalis del Imperio.

Bibliografía P. RICHÉ, Les invasions barbares, París, P.U.F., col. «Que sais-je?», 1 9 5 8 . L. MUSSET, Las invasiones. Las oleadas germánicas, Barcelona, Ed. Labor, col. «Nueva Clío», 1 9 6 7 . E. MITRE, Los germanos y las grandes invasiones, Bilbao, Ed. Moretón, 1 9 6 8 . L. HAMBIS, Añila et les huns, París', P.U.F., col. «Que sais-je?», 1 9 7 2 . M. BUSSAGLI, Atila, Madrid, Alianza Editorial, 1 9 8 8 . E. DEMOUGEGT, La formation de l'Europe et les invasión barbares, París, Aubier, 1 9 7 9 . R. SANZ, Las migraciones bárbaras, Madrid, Ed. Síntesis, 1 9 9 5 .

1.

LEY DE «HOSPITALIDAD» DE ARCADIO-HONORIO ( 3 9 8 )

Los emperadores Arcadio y Honorio, Augustos, a Hosio, magister officiorum. Ordenamos que en cualquier ciudad en la que nos encontremos o se encuentren aquellos que nos sirven, después de haber alejado toda injusticia tanto de parte de los repartidores como de los huéspedes, todo propietario posea plenamente en paz y seguridad dos partes de su propia casa y la tercera sea adjudicada a un huésped, de manera tal que la casa sea dividida en tres partes. Que el propietario tenga la posibilidad de elegir la primera; el huésped obtendrá la segunda que él desee; la tercera deberá quedar para el propietario. Los obradores que están a cargo de los mercaderes no sufrirán la antedicha división; han de permanecer en paz y libertad, protegidos contra toda injusticia de los huéspedes y serán utilizados en favor sólo de sus propietarios e intendentes [...]. (TH. MOMMSEN, Theodosiani Libri XVI..., L. VII, 8, 5, p. 3 2 8 . Recogido por A. GARCÍA GALLO, Manual de

Historia del Derecho Español, vol. II, Antología de fuentes del Antiguo Derecho, p. 3 6 2 . )

38 2.

TEXTOS Y DOCUMENTOS DE ÉPOCA MEDIEVAL SAQUEO DE ROMA POR ALARICO ( 4 1 0 ) : VISIÓN DE SAN AGUSTÍN

De esta manera [refugiándose en las iglesias de Roma] salvaron sus vidas muchos de los que ahora infaman y murmuran de los tiempos cristianos, culpando a Cristo de los trabajos y penalidades que Roma sufrió y no atribuyeron a este gran Dios el enorme beneficio de haber visto sus vidas a salvo por el respeto que infunde su santo nombre. Por el contrario, cada cual hacía depender este feliz suceso de la influencia del hado, cuando, si lo reflexionasen, deberían atribuir las molestias y penalidades que sufrieron por la mano vengadora de sus enemigos a los arcanos y sabias disposiciones de la providencia divina, que acostumbra a corregir y aniquilar con los funestos efectos que presagia una guerra cruel, los vicios y las costumbres corruptas de los hombres... Deberían también los vanos impugnadores atribuir a los tiempos en que florecía el dogma católico, la gracia de haberles hecho merced de sus vidas los bárbaros, en contra de lo que es usual en las guerras, sin más respeto que por iniciar su sumisión y reverencia a Jesucristo, otorgándoles este favor en todos los lugares, y particularmente si se refugiaban en los templos. (S. AGUSTÍN, De civitate Dei Libri XXII, pp. 14-15, París, ed. 1613.)

3.

COMPOSICIÓN DE LOS BÁRBAROS EN LA LLAMADA BATALLA DE LOS CAMPOS CATALÁUNICOS ( 4 5 1 )

De la parte romana, Teodorico y sus visigodos ocupaban el ala derecha; Aecio y sus romanos, el ala izquierda. Habían colocado en el centro a Sangíbano, rey de los alanos... En cuanto al ejército de los hunos, fue alineado en batalla en orden contrario al de los romanos: Atila se colocó en el centro con los más valientes entre los suyos... Los pueblos numerosos, las naciones que había sometido a su dominación, formaban sus alas. Entre ellos se hacía notar el ejército de los ostrogodos, mandados por Valamiro, Teodomiro y Videmiro, tres hermanos que sobrepasaban en nobleza al propio rey, a las órdenes del cual marchaban entonces, porque pertenecían a la ilustre y poderosa raza de los ámalos. También se veía allí, a la cabeza de una tropa numerosa de gépidos, a Ardarico, su rey, tan valiente y tan famoso, cuya grande fidelidad lo hacía admi-

LA TRANSICIÓN AL MEDIEVO

39

tir por Atila a sus consejos... La muchedumbre de los otros reyes y los jefes de las diversas naciones, parecidos a satélites, espiaban los menores movimientos de Atila, y en cuanto él les hacía un signo con la mirada, cada uno, en silencio, con temor y temblando, venía a colocarse delante de él, o bien ejecutaba las órdenes que de él había recibido. Sin embargo, el rey de todos los reyes, Atila, velaba sobre todos y por todos. (JORDANES, Histoire des Gotiis, pp. 267-268, ed. M. A. Savagner, París, s.a.)

Los e s t a d o s bárbaros de Occidente Pocos pueblos germánicos llegaron a constituir entidades políticas estables. Algunos fueron absorbidos p o r los m á s poderosos o desaparecieron ante la reacción militar del Imperio de Constantinopla. Los que p e r d u r a r o n tuvieron que luchar contra el peligro de disgregación (anglosajones, francos) o superar graves tensiones espirituales (los visigodos). El prometedor Estado ostrogodo de Italia apenas sobrevivirá a su fundador Teodorico. Bibliografía G. FOURNIER, Les merovingiens, París, P.U.F., col. «Que sais-je?», 1966. S. LEBECQ, Les origines franques (V-IX siecles), París, Éd. du Seuil, 1990. J. ORLANDIS, Historia social y económica de la España visigoda, Madrid, Confederación Española de Cajas de Ahorros, 1975. E. A. THOMPSON, LOS godos en España, Madrid, Alianza Editorial, 1969. D . WHITELOCK, «The beginnings of English Society (from the Anglo-Saxon Invasión)», en The Pelican History of England, 1951.

4.

REPARTO DE INGLATERRA ENTRE ANGLOS, JUTOS Y SAJONES

Acudieron entonces [después del 4 4 9 ] gentes de los tres pueblos más valientes de Germania, es decir, anglos, sajones y jutos. De los jutos han salido los «Cantuari» y los «Victuari», es decir, la tribu que posee la isla de Wight y el pueblo que hoy día en la provincia de Wessex es llamado Juto, cara a la misma isla de

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TEXTOS Y DOCUMENTOS DE ÉPOCA MEDIEVAL

Wight. De los sajones, es decir, de esta región hoy llamada país de los Viejos Sajones, vinieron los que se instalaron en Essex, Sussex y Wessex. En fin, de los anglos, es decir, de este país que se llama Anglia, entre Jutlandia y Sajonia, que según se dice quedó desde este momento desierto, surgieron aquellos que poblaron East Anglia, South Anglia, Mercia y toda la raza de los northumbrianos, es decir, estos pueblos que habitan al norte del río Humber... Las tropas de estos pueblos afluyeron en tan alto número a la isla, y el elemento extranjero comenzó a crecer de tal manera, que para los indígenas que los habían llamado empezaron a constituir objeto de terror. (BEDA, Ecclesiasticae historiae gentis Anglorum, pp. 1719, Amberes, 1550, Tipografía de Ioannes Grauius.)

5.

REPARTO DE LA GALIA EN EL 5 6 1

El rey Clotario vino a Tours, en el cincuenta y un año de su reinado, llevando muchos presentes. Cuando llegó a la tumba de San Martín se puso a repasar en su espíritu todas las faltas que podía haber cometido y a rogar con grandes gemidos al bienaventurado confesor para implorarle por ellas y a implorar que, por su intercesión, se viese lavado de todo aquello que hubiese cometido contrario a la prudencia. Luego, durante el cincuenta y un año de su reinado, habiendo marchado a cazar al bosque de Cuise, fue atrapado por la fiebre y marchó a Compiegne. Allí, atormentado cruelmente por la fiebre decía: «¡Oh!, ¿quién pensáis que es este rey del cielo que hace morir así a tan poderosos reyes?» Y entregó su espíritu en esta gran angustia. Sus cuatro hijos le condujeron a Soissons con grandes honores y le enterraron en la basílica del bienaventurado Medardo. Murió, al año cumplido, el mismo día en que Chramne fue muerto. Chilperico, después de los funerales de su padre, tomó los tesoros que se encontraban en la ciudad de Berny (en el Aisne). Después se reunió con los francos más influyentes y, doblegándoles con presentes, los sometió. Poco después hizo su entrada en París y ocupó la sede del rey Childeberto. Pero la poseyó poco tiempo, pues sus hermanos, habiéndose unido, le expulsaron. A continuación, los cuatro, es decir, Cariberto, Gontrán, Chilperico y Sigeberto, hicieron un reparto conforme a la ley. La suerte dio a Cariberto el reino de Childeberto, con París por capital. A Gontráxi, el reino de Clodomiro, con capital en Orléans. A Chilperico le tocó el rei-

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no de Clotario, su padre, con Soissons por capital. A Sigeberto, el reino de Thierry, con Reims por capital. (GREGORIO DE TOURS, Histoire des francs, ed. y selección de A. DUBY, pp. 96-97, París, Union Genérale d'Éditions, 1970.)

6.

LA CONVERSIÓN DE RECAREDO ( 5 8 6 - 5 8 9 )

En la era DCXXIIII, en el año tercero del imperio de Mauricio, muerto Leovigildo, fue coronado rey su hijo Recaredo. Estaba dotado de un gran respeto a la religión y era muy distinto de su padre en costumbres, pues el padre era irreligioso y muy inclinado a la guerra; él era piadoso por la fe y preclaro por la paz; aquél dilataba el imperio de su nación con el empleo de las armas, éste iba a engrandecerlo más gloriosamente con el trofeo de la fe. Desde el comienzo mismo de su reinado, Recaredo se convirió, en efecto, a la fe católica y llevó al culto de la verdadera fe a toda la nación gótica, borrando así la mancha de un error enraizado. Seguidamente reunió un sínodo de obispos de las diferentes provincias de España y de la Galia para condenar la herejía arriana. A este concilio asistió el propio religiosísimo príncipe, y con su presencia y su suscripción confirmó las actas. Con todos los suyos abdicó de la perfidia que, hasta entonces, había aprendido el pueblo de los godos de las enseñanzas de Arrio, profesando que en Dios hay unidad de tres personas, que el Hijo ha sido engendrado consustancialmente por el Padre, que el Espíritu Santo procede conjuntamente del Padre y del Hijo, que ambos no tienen más que un espíritu y, por consiguiente, no son más que uno. (Las historias de los godos, vándalos y suevos, de Isidoro de Sevilla [t 636], ed. CRISTÓBAL RODRÍGUEZ

ALONSO, León, 1975, pp. 261-263.)

7.

E L HISTORIADOR PROCOPIO HACE EL ELOGIO DEL REY DE LOS OSTROGODOS TEODORICO ( 4 8 7 - 5 2 6 )

Es necesario reconocer que gobernó a sus subditos con todas las virtudes de un gran emperador. Mantuvo la justicia y estableció buenas leyes. Defendió su país de la invasión de sus vecinos y dio a todos pruebas de una prudencia y de un valor extraordinarios. No cometió ninguna injusticia contra sus subditos, ni permitió que se

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TEXTOS Y DOCUMENTOS DE ÉPOCA MEDIEVAL

cometieran, salvo que permitió que los godos se repartiesen las tierras que, en tiempos, Odoacro había distribuido entre los suyos. En fin, aunque Teodorico no tuvo más que el título de rey, no dejó de alcanzar la gloria de los más ilustres emperadores que hayan jamás ocupado el trono de los Césares. Fue igualmente querido por godos e italianos, lo cual no sucede habitualmente entre los hombres, que no están acostumbrados a aprobar en el gobierno del Estado aquello que no esté de acuerdo con sus intereses, y que condenan todo lo que les es contrario. Después de haber gobernado durante treinta y siete años y de haberse presentado como temible para sus enemigos, murió de esta manera [...]. (PROCOPIO DE CESÁREA ( 5 0 0 - 5 6 5 ) , Histoire de la guerre

contre les gotks, en vol. I de Histoire de Constantinopie, París, Éd. Cousin, p. 3 5 3 , 1685.)

El i m p e r i o e n Oriente: el «siglo de Justiniano» El sentimiento romanista que los primeros soberanos de Constantinopla tratan de infundir a su imperio se refleja e n distintas manifestaciones. Hay tres particularmente destacables: a) La labor codificadora impulsada p o r Justiniano y que se materializa en el Corpus Juris civilis. b) Una política exterior que hereda la actitud de hostilidad hacia la Persia sasánida y que pretende la reunificación del Mediterráneo. La destrucción del reino vándalo del norte de África será, e n este campo, el logro m á s duradero. c) La lucha por el mantenimiento de la ortodoxia. Bibliografía Véase la recogida en las páginas anteriores en el apartado dedicado al mundo bizantino.

8.

E L ESTADO DE LAS PERSONAS EN EL DERECHO JUSTINIANEO

(-3) La principal división en el derecho de las personas es esta: que todos los hombres son libres o esclavos.

LA TRANSICIÓN AL MEDIEVO

43

(4) Es libertad la natural facultad de hacer lo que se quiere, con excepción de lo que se prohibe por la fuerza o por la ley. La esclavitud es una institución del derecho de gentes, por la cual uno está sometido, contra su naturaleza, al dominio ajeno. Los esclavos se llaman «servi», porque los generales suelen vender a los cautivos y, por esto, los con «servan» sin matarlos; y se llaman «mancipia» porque los enemigos los capturan con la «mano». (5) La condición de los esclavos es ciertamente única, en tanto que los hombres libres unos son «ingenuos» < o libres de nacimiento > y otros son < manumitidos o > libertos. Los esclavos entran en nuestro dominio bien por el derecho civil, bien por el de gentes. Por el derecho civil, cuando alguna persona mayor de veinticinco años permitió ser vendido para participar en el precio. Por el derecho de gentes son esclavos nuestros los enemigos cautivos o los que nacen de nuestras esclavas. Son libres de nacimiento los que nacieron de madre libre, porque basta que la madre haya sido libre en el momento del parto, aunque hubiese concebido siendo esclava. Al contrario, si hubiese concebido siendo libre y pariera después siendo esclava, se estimó conveniente que el que nazca sea libre (no hace al caso si concibió en justas nupcias o fuera de ellas), ya que la desventura de la madre no debe dañar al concebido. Por esto se preguntó cuando se manumitió a una esclava encinta y parió después si hecha de nuevo esclava o expulsada de la ciudad, pare un hijo libre o esclavo. Sin embargo, se aprobó más correctamente que nace libre y que basta al concebido el haber tenido una madre libre en el tiempo intermedio. ( 6 ) Son libertos los que han sido manumitidos de justa esclavitud. (El Digesto, de Justiniano (527-565), t. I, tít. V, p. 59. Versión castellana de Ed. Aranzadi, Pamplona, 1968.)

9.

DESTRUIDO EL REINO VÁNDALO, BELISARIO HACE SU ENTRADA TRIUNFAL EN CONSTANTINOPLA ( 5 3 4 )

Belisario fue recibido en Constantinopla con los mismos honores que los antiguos romanos daban a los capitanes que habían obtenido alguna señalada victoria. Nadie ha recibido estos honores después de seiscientos años más que Tito, Trajano y algún otro más. Hizo pasar por medio de la ciudad los despojos y esclavos con una pompa a la que en otro tiempo se le daba el nombre de triunfo.

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TEXTOS Y DOCUMENTOS DE ÉPOCA MEDIEVAL

Marchó a pie desde el Palacio hasta el Circo y, a continuación, hasta el trono del emperador. Los despojos que sirvieron de ornamento a este triunfo eran los trajes de uso corriente del rey de los vándalos, las carrozas de la reina, tronos de oro y pedrería, vasos de oro y todo tipo de muebles; gran cantidad de plata amonedada y no amonedada que Genserico había tomado en el saqueo de Roma. Belisario recibió aún el honor de un segundo triunfo, que se hizo según ceremonia acostumbrada en la antigua Roma. Fue conducido por esclavos en una silla de marfil desde la que arrojó al pueblo una parte del botín tomado a los vándalos. Se cogieron muchas piezas de plata, cinturones de oro y otros despojos de los vencidos, como recordando el tiempo pasado en que esta licencia era acostumbrada. Esto fue lo que se hizo por entonces en Constantinopla. (PROCOPIO, Histoire de la guerre contre les vandales, pp. 289291, en vol. I de Histoire de Constantinople, cit.)

10.

RUPTURA DEL MONARCA PERSA COSROES CON JUSTINIANO ( 5 4 0 )

Cuando Cosroes vio que Belisario había comenzado a reducir Italia a la obediencia de Justiniano, no pudo disimular su disgusto y no pensó más que encontrar un pretexto para romper la paz con apariencia justa. Logró que Alomendaro le facilitase uno. Este rey se lamentaba de que en aquellos momentos Aretas le estaba usurpando sus Estados. Entonces, se enfrentó con él y arremetió contras las tierras del Imperio. Pretendió, sin embargo, no hacer nada contra el tratado de paz, por cuanto no se le había incluido en él. Es cierto que sólo los romanos y persas estaban mencionados en el acuerdo y que no había ninguna referencia a los sarracenos. El país que servía de objeto de las diferencias se llama Strata y está próximo a la ciudad de Palmira del lado Norte. Está totalmente quemado por el sol y no produce ni trigo ni árboles. Allí sólo se dan pastos. Aretas sostenía que este país había pertenecido en todo tiempo a los romanos y su solo nombre era prueba suficiente, ya que Strata en latín significa camino adoquinado. Alegó el testimonio de personas de edad avanzada. Alomendaro respondió que ello era inútil, ya que había constancia de que él estaba en posesión de las rentas de los pastos que le pagaban quienes introducían allí los ganados.

LA TRANSICIÓN AL MEDIEVO

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Justiniano remitió el asunto al juicio de hombres ilustres... y deliberó ampliamente sobre el asunto. Cosroes se lamentó de que Justiniano había violado la paz por haber organizado una conjura contra su familia, y por haber intentado corromper a Alomendaro, rey de los sarracenos [...], y haber escrito a los hunos para solicitar la invasión de sus tierras. En definitiva, Cosroes acusó a los romanos de romper la paz. (PROCOPIO, Histoire de la guerre contre les perses, pp. 9395, en vol. I de Histoire de Constantinople, cit.)

11.

DEFINICIONES CRISTOLÓGICAS DEL CONCILIO DE CALCEDONIA CONTRA LA HEREJÍA MONOFISITA ( 4 5 1 )

De acuerdo con los Santos Padres, enseñamos unánimemente un solo y mismo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, completo en cuanto a la divinidad y en cuanto a la humanidad, verdaderamente Dios y verdaderamente hombre. Compuesto de un alma racional y de un cuerpo; consustancial al Padre según la divinidad y consustancial a nosotros según la humanidad; semejante a nosotros en todo salvo en el pecado; engendrado por el Padre antes de todos los tiempos según la divinidad. Y, según la humanidad, nacido por nosotros y para nuestra salvación de la Virgen María, Madre de Dios: un solo y mismo Cristo, Hijo, Señor, Monógeno, con dos naturalezas, sin mezcla, sin transformación, sin división, sin separación, ya que la unión no ha separado la diferencia de naturalezas. Cada una de ellas ha conservado su manera de ser propia y se ha encontrado con la otra en una única persona e hipóstasis. Igualmente, Jesucristo no ha sido dividido en dos personas, sino que no hay más que un Hijo, Hijo único, Dios Verbo, el Señor Jesucristo, según nos habían anunciado en otro tiempo los profetas, tal y como el mismo Jesucristo lo ha enseñado y el símbolo de los Santos Padres nos ha transmitido. (MANSI, Sacromm conciliorwn collectio, t. VI, col. 116.)

nova et

amplissima

Iglesia y cultura e n Occidente e n el p e r í o d o de transición Desde el siglo v la Iglesia de Occidente empieza a definir su personalidad frente a la tradicional supremacía de los

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TEXTOS Y DOCUMENTOS DE ÉPOCA MEDIEVAL

Padres griegos. San Agustín (Confesiones, La Ciudad de Dios) es el primer intelectual del Medievo europeo. Las Etimologías, de San Isidoro, compendio de los saberes de la Antigüedad, serán importante instrumento de trabajo del estudioso medieval. E n la Regula Benedicti, el Occidente europeo encontrará el elemento necesario p a r a dotar de unidad y fortaleza a su monacato. El auge de la autoridad pontificia y la p u g n a con Tos restos del paganismo completan el cuadro.

Bibliografía G. M. COLOMBAS, El monacato primitivo, Madrid, B.A.C., 1974. J. FONTAINE, La littérature latine chrétienne, París, P.U.F., col. «Oue sais-je?», 1970. H. I. MARROU, Saint Augustin et la fin de la culture antigüe, París, Éd. Boccard, 1958 . W. ULLMANN, The Growth of Papal Government in the Middle Ages, Londres, Methuen, 1965. I. GOBRY, Les moines en Occident, 3 vols., París, Fayard, 1985. 4

12.

E L ENFRENTAMIENTO DE LAS DOS CIUDADES

Creo que quedan satisfechas y comprobadas las cuestiones más arduas, espinosas y dificultosas, que se refieren al principio o fin del mundo o del alma, o del mismo linaje humano, que hemos distribuido en dos géneros: el de los que viven según el hombre y el de los que viven según Dios. A esto llamamos también místicamente dos ciudades, es decir, dos sociedades de hombres. Una está predestinada a reinar eternamente con Dios y la otra a padecer eterno tormento con el demonio. Éste es el fin principal de ambas. De él trataremos más adelante [...]. El primer hijo de aquellos primeros padres de linaje humano fue Caín, que pertenece a la ciudad de los hombres. El segundo fue Abel, que pertenece a la ciudad de Dios [...]. Dios, como insigne alfarero, hizo de la misma masa un vaso de honor y otro de ignominia. Hizo primero el de ignominia y luego el de honor. Porque en una misma persona primero surge el malo, en que es preciso que nos detengamos, y después el bueno, a donde llegamos caminando en la virtud y en el que permanecemos para siempre [...]. Hay, pues, en la ciudad terrena dos figuras: una muestra su

LA TRANSICIÓN AL MEDIEVO

47

presencia y otra con su presencia sirve a la imagen de la ciudad celestial. La naturaleza viciada por el pecado engendra los ciudadanos de la ciudad terrena. La gracia libera a la naturaleza del pecado y engendra los ciudadanos de la ciudad celeste. (SAN AGUSTÍN, De civitate..., pp. 895-896.)

13.

DIVISIÓN ISIDORIANA DE LA FILOSOFÍA

La filosofía se divide en tres partes: natural, que en griego se llama física, que trata del conocimiento de la naturaleza; otra moral, que en griego se llama ética, en la que se trata de las costumbres, y la tercera, la racional, en griego lógica, en la que se busca la verdad tanto en las cosas como en las costumbres [...]. Platón la dividió [a la física] en cuatro partes, a saber: aritmética, geometría, música y astronomía. Sócrates fue el primero que cultivó la ética [...] y la dividió en las cuatro virtudes del alma, a saber: prudencia, justicia, fortaleza y templanza [...]. Platón la dividió [a la lógica] en dialéctica y retórica. Se llama lógica, esto es, racional, del griego logos, que significa discurso, razón. En las Sagradas Escrituras se encuentran estos tres géneros de filosofía; pues hablan de la naturaleza, como en el Génesis y en el Eclesiastés; o de las costumbres, como en los Proverbios y en otros muchos libros; o de la lógica, hasta el punto que los nuestros vindican para sí la teórica (teología), como en el Cantar de los Cantares y en los Evangelios. Algunos doctores definieron así la filosofía: Es la ciencia probable en cuanto es dado al hombre, de las cosas divinas y humanas [...]. (ISIDORO DE SEVILLA, Etimologías, ed. Luis Cortés Góngora, Madrid, B.A.C., 1951, p. 61.)

14.

INTRODUCCIÓN A LA «REGULA BENEDICTI» (HACIA EL 5 2 9 )

Es manifiesto que hay cuatro linajes de monjes. El primero es el de los cenobitas, que militan en comunidad, bajo una regla y un superior. El segundo es el de los anacoretas o eremitas, los cuales, no por

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TEXTOS Y DOCUMENTOS DE ÉPOCA MEDIEVAL

el reciente fervor de su conversión, sino después de una prolongada prueba en el claustro, y diestros ya en consorcio de muchos, aprendieron a lidiar con los demonios y salen bien instruidos de la tropa fraternal a combatir solos en los yermos, seguros de que, sin socorro humano, sino sólo con su facultad y el favor de Dios, pueden luchar ellos solos contra sus apetitos y pensamientos. La tercera y torpísima casta de monjes es la de los sarabaitas, que sin prueba de ejercicios en el claustro como oro en el fuego y flexibles cual plomo, conservando aún su alianza con el mundo, se ve que desdicen su vida de lo que a Dios promete la tonsura. Enciérranse éstos sin pastor, a dos o a tres juntos, y a veces solos, no en los cortijos del Señor, sino en los suyos, sin más ley que el placer de sus deseos, pues a lo que imaginan o eligen llaman santo, y tienen lo que reprueban por ilícito. El cuarto linaje de monjes es el que llaman giróvago, que giran toda su vida por provincias, hospedándose a tres o cuatro días en diversas celdas, siempre vagos, nunca estables, esclavos de la gula y de sus placeres, y peores en todo que los sarabaitas, de cuyos procederes detestables y muy lastimosos será mucho mejor que no tratemos. Y así, omitiendo estas diferencias, vamos a ordenar con el favor divino la Regla de los fortísimos cenobitas. (Regla de Nuestro Padre San Benito, ed. Fr. Diego Mecolaeta, Madrid, 1829, cap. I, pp. 7-8.)

15.

CARTA DEL PAPA GELASIO AL EMPERADOR ANASTASIO I (494)

Hay dos poderes, augustísimo emperador, por los que está regido el mundo: la sagrada autoridad pontificia y el poder regio. De ellos, el primero es mucho más importante, ya que ha de rendir cuentas incluso de los reyes y de los hombres ante el tribunal Divino. Pues ya sabes, clemente hijo nuestro, que aunque ocupas el lugar de más alta dignidad sobre la raza humana, así y todo debes someterte fielmente a aquellos que tienen a su cargo las cosas divinas y defenderlos con objeto de lograr tu salvación. Sabes que en lo que concierne a la recepción y reverente administración de los sacramentos, debes obedecer a la autoridad eclesiástica, más que manejar,... Así pues, en tales materias, has de someterte al juicio eclesiástico, en lugar de tratar de doblegarlo a tu propia voluntad. (MIGNE, Patrología Latina, t. LIX, col. 42.)

LA TRANSICIÓN AL MEDIEVO 16.

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SAN MARTÍN DE BRAGA (HACIA EL 5 7 2 ) LUCHA POR ERRADICAR LOS RESABIOS DE PAGANISMO DE LAS POBLACIONES HISPÁNICAS

Por otra parte, ¿qué puede dolorosamente decirse de aquel error tan craso, de que celebren los días de las polillas y de los ratones y, si está permitido decirlo, de que el hombre cristiano venere como a un dios a ratones y polillas? Creen que si no se les ofrece, para salvaguardar del tonel o de la arquita, pan o paño, no respetarán de ninguna manera nada de lo que encuentran en pago de los obsequios que se les han tributado. Pero el pobre hombre no tiene motivo para forjarse estas prefiguraciones como si creyera que si en el comienzo del año está satisfecho y feliz con todas las cosas, le iba a ocurrir igualmente a lo largo del año entero. Todas estas observancias de los paganos se sacan de entre los inventos de los demonios. Pero ¡ay de aquel hombre que no haya tenido a Dios propicio y que no haya conseguido de él la saciedad de pan y la seguridad de vida! Resulta que practicáis estos inútiles actos supersticiosos ocultamente o en público y no dejáis nunca de hacer sacrificios a los demonios. ¿Y por qué no os conceden estar siempre satisfechos, seguros y felices? ¿Por qué cuando habéis irritado a Dios los inútiles sacrificios no os protegen de la langosta, del ratón y de otras muchas tribulaciones que Dios airado os envía? (MARTÍN DE BRAGA, Sermón contra las supersticiones rurales, Ed. de R. Jove Clols, El Albir, p. 33, Barcelona, 1981.)

Los c o m i e n z o s del Islam E n el espacio de m e n o s de u n siglo, u n nuevo p o d e r —el Islam— llega a construir u n gigantesco imperio, desde la m e s e t a del Irán h a s t a el Atlántico. Desde la m u e r t e de M a h o m a , e n el 6 3 2 , la guerra s a n t a va a constituir el elemento d i n a m i z a d o r de este i m p u l s o . La E s p a ñ a visigoda será su última víctima ( 7 1 1 ) . La Cristiandad p e r d e r á p o r varios siglos su h e g e m o n í a en el Mediterráneo.

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TEXTOS Y DOCUMENTOS DE ÉPOCA MEDIEVAL

Bibliografía A los títulos reseñados con anterioridad pueden añadirse: T. ANDRAE, Mahoma, Madrid, Alianza Editorial, 1966. A. BARBERO y M. VIGIL, Sobre los orígenes sociales de la Reconquista, Barcelona, Ariel, 1974. R. COLLINS, La conquista árabe de España, Madrid, Crítica, 1991. L. GARCÍA MORENO, El fin del reino visigodo de Toledo, Madrid, Antiqua et Medievalia, 1975. GODEFROY-DEMOMBYNES, Mahomet, París, Éd. Albin-Michel, col. «L'évolution de l'humanité», 1959. W . M. WATT, Mahoma, profeta y hombre de estado, Barcelona, Nueva Colección Labor, 1967. P. CHALMETA, Invasión e islamización, Madrid, Mapire, 1994.

17.

Dios

EN EL CORÁN

Sólo hay un Dios: el Dios vivo y eterno. Él ha enviado el libro que encierra la verdad, para confirmar las Escrituras que le han precedido. Antes, hizo descender el Pentateuco y el Evangelio para que sirvieran de guía a los hombres, ahora ha enviado el Corán desde los Cielos. Aquellos que nieguen la divina doctrina sólo deben esperar los suplicios. Dios es poderoso y la venganza está en sus manos. Nada de cuanto está en los cielos y en la tierra está oculto a su vista. Es Él quien os forma a su antojo en el seno de vuestras madres. No hay otro Dios más que Él, y Él es sabio y poderoso. Él es quien te ha enviado este libro. Entre los versículos que lo componen unos encierran preceptos sabios que son la base de la obra, los demás son alegóricos. Aquéllos, predispuestos al error, se inclinan a estos últimos pretendiendo interpretarlos, y forman un cisma: Dios sólo tiene la explicación. Los hombres encanecidos en la ciencia dirán: «Nosotros creemos en el Corán; todo aquello que encierra viene de Dios.» Y este lenguaje es el de los sabios. Señor, no permitas que nuestros corazones se aparten de la verdad, después que nos has alumbrado. Ábrenos los tesoros de tu misericordia. Tú eres la libertad misma. Señor, tú reunirás un día al género humano delante de tu tribunal. Nosotros no dudamos de esta verdad, pues tú jamás faltas a tus promesas. (Corán, cap. III, vers. 1 a 7.)

LA TRANSICIÓN AL MEDIEVO 18.

51

GESTACIÓN DE LA GUERRA SANTA EN EL CORÁN

Véase texto comentado como modelo al comienzo de este capítulo.

19.

IRRUPCIÓN MUSULMANA EN ESPAÑA ( 7 1 1 ) Y FIN DEL REINO VISIGODO SEGÚN UNA CRÓNICA DE FINES DEL SIGLO IX

El tercer año, habiendo ya combatido el mismo Tarik con Rodrigo, entró Muza Iben Nusair, y pereció el reino de los godos, y entonces todo el honor de la estirpe gótica pereció por el pavor y por el hierro. Acerca de tal rey Rodrigo, nadie sabe cosa alguna de su muerte hasta el presente día. Pero, dominada por los árabes la tierra junto con el reino, toda la flor de la estirpe goda pereció por el pavor y por el hierro. Puesto que no hubo en ellos una penitencia digna de sus delitos, y puesto que desoyeron los mandatos del Señor y lo establecido en los sagrados cánones, el Señor los abandonó, de manera que no poseyeran la tierra deseable. Y los que, asistidos por la diestra del Señor, siempre superaban los ataques enemigos y postraban las armas de guerra, por sentencia de Dios, vencidos por unos pocos, fueron reducidos casi a la nada, y se sabe que muchos de ellos permanecen hasta hoy sojuzgados. También la ciudad de Toledo, vencedora de todas las gentes, sucumbió vencida por los triunfos ismaelitas, y sometida a ellos les sirvió. Y así, conforme a sus pecados, España se derrumbó en el año 380 de los godos. («Crónica Albeldense», en Crónicas asturianas, Ed. J. GIL FERNÁNDEZ, J. L. MORALEJO Y J. I. Ruiz DE LA

PEÑA, Universidad de Oviedo, 1985, p. 257.)

20.

E L MAYORDOMO DE AUSTRASIA (AUSTRIA EN EL TEXTO) CARLOS MARTEL VENCE A LOS MUSULMANES EN EL CAMINO ENTRE TOURS Y POITIERS ( 7 3 2 )

Continuando Abderramán la persecución del mencionado duque Eudo, mientras se detiene a destruir palacios y quemar iglesias, e intenta saquear la diócesis de Tours, se encuentra con Carlos, cónsul de Austria, hombre belicoso desde su infancia y muy versado en asuntos militares, de antemano advertido por Eudo.

52

TEXTOS Y DOCUMENTOS DE ÉPOCA MEDIEVAL

Después de atormentarse durante casi siete días unos y otros con pequeños enfrentamientos militares, al fin se despliegan en batalla, y en dura pelea, permaneciendo las gentes septentrionales inmóviles como una pared y manteniéndose en bloque como el hielo en época invernal, pasan a espada en un abrir y cerrar de ojos a los árabes. Cuando la gente de Austria, sobresaliente por la robustez de sus miembros y por su vigorosa mano de hierro, mata, hiriéndole en el pecho al rey [Abderramán] que le había salido al encuentro, la noche interrumpe al punto la batalla, y desdeñosamente levantan sus espadas, reservándose para la lucha del día siguiente, al ver la gran extensión del campamento árabe. Por la mañana, saliendo de sus habitáculos, los europeos divisan las tiendas de los árabes... enviaron exploradores y pudieron averiguar que todos los ejércitos islamitas habían huido y que durante la noche, calladamente, en apretada columna habían regresado a su patria... (Crónica mozárabe de 754. Ed. J. E. LÓPEZ PEREIRA,

Zaragoza, Anubar, 1980, pp. 99-101.)

2.

L A ALTA E D A D M E D I A ( S I G L O S VIII AL XI)

Introducción El impacto de la expansión islámica sobre la Cristiandad se dejará sentir con fuerza en ambas cuencas del Mediterráneo. E n la Oriental, el Imperio de Constantinopla se verá privado de sus importantes provincias de Siria y Egipto. El ámbito de actuación de los emperadores bizantinos se reducirá a las áreas m á s estrictamente «griegas» de los Balcanes, Tracia y el Asia Menor. E n este sentido, la presión del Islam ha contribuido a que el Imperio bizantino se convierta en u n a entidad esencialmente oriental y helénica, dos características que reforzarán su personalidad frente a sus vecinos del Occidente europeo. E n esta área, frente a la vieja disgregación política y el empuje del Islam, surge u n a primera réplica: el Imperio carolingio, estrechamente vinculado al Pontificado r o m a n o . Como construcción política, el Imperio de Carlomagno no sobrevivió muchos años a su fundador. Sin embargo, en este tiempo, el Occidente europeo fue adquiriendo unos perfiles en sus relaciones socioeconómicas que d u r a r á n varios siglos. El alejamiento del m u n d o mediterráneo parece consumarse. La economía europea responde a u n a impronta esencialmente continental y rural. El gran dominio fundiario m a r c a la pauta. A la vez que aumentan las restricciones a la capacidad de movimientos del campesinado, los lazos de relación hombre a hombre contribuyen a reforzar el entram a d o de las instituciones feudovasalláticas. A la prueba del Islam sucederá en el Occidente europeo la de las llamadas «segundas migraciones». Sus protagonis-

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TEXTOS Y DOCUMENTOS DE ÉPOCA MEDIEVAL

tas son los normandos, sarracenos, pueblos de las estepas y eslavos. Los efectos negativos del nuevo impacto se prolongarán hasta m u y entrado el siglo x. A lo largo de m á s de u n siglo, p o r tanto, Europa se jugó de nuevo su estabilidad, a u n q u e n o su propia existencia. Contracción política y contracción económica tienen su paralelo qn la decadencia cultural y espiritual, que constituye otro de los signos negativos de estos «tiempos oscuros». Algunos intentos de regeneración, como el protagonizado p o r el «renacimiento» carolingio, no pasaron de constituir proyectos de disponer de unas élites laicas o eclesiásticas que dirigiesen los asuntos de la comunidad cristiana en su doble faceta, espiritual y temporal. El papel de la Iglesia también se dejará sentir en o t r o c a m p o , d o n d e se conseguirán logros importantes, a u n q u e a veces s u m a m e n t e costosos. Nos referimos a la cristianización de los pueblos protagonistas de esas «segundas migraciones». Cristianización no sólo en los lugares donde establecen nuevos asentamientos, sino t a m b i é n en sus patrias de origen. Ello, a la larga, propiciará la ampliación de las fronteras de la E u r o p a cristiana, p o r el a ñ a d i d o de u n nuevo cinturón de Estados: Dinamarca, Polonia, H u n gría, etc. El peligro unitario del Islam decrecerá a finales del siglo VIII. El Imperio abbasí, en sus comienzos, m a r c a el punto culminante de la política y la civilización m a h o m e t a n a s , pero desde entonces se iniciará u n lento e irremediable declive. No es tanto p o r la mejor organización de la defensa cristiana como por la disgregación que se produce en el seno de la comunidad islámica: independencia de la España m u s u l m a n a y de amplias zonas del norte de África.

Bibliografía A las obras señaladas en la bibliografía general pueden añadirse otras: J. DHONT, La Alta Edad Media, en Historia universal siglo XXI, Madrid, 1971. G. FOURNIER, L'Occident de la fin duV a la fin du IX siécle, París, A. Colin, col. «U.», 1970.

LA ALTA EDAD MEDIA

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H. X. ARQUILLIERE, L'augustinisme politique, París, Éd. Vrin, 1 9 5 5 . M. GARCÍA PELAYO, El reino de Dios, arquetipo político, Madrid, Revista de Occidente, 1 9 5 9 . R. DOEHAERD, Occidente durante la alta Edad Media. Economías y sociedades, Barcelona, Ed. Labor, col. «Nueva Clío», 1 9 7 4 . R. LATOUCHE, Los orígenes de la economía occidental (siglos IV al XI), México, UTEHA, col. «La Evolución de la Humanidad», 1 9 5 7 . J. CHELINI, L'aube du Moyen Age. Naissance de la Chrétienté occidentale. La vie religieuse des laícs dans VEurope carolingienne (750-900), París, Picard, 1 9 9 1 . R. BOUTRUCHE, Señorío y feudalismo. Primera época: los vínculos de dependencia, Buenos Aires, Ed. Siglo XXI, 1 9 7 3 . M. BLOCH, La société feodale, París, Éd. Albin-Michel, col. «L'évolution de 5

rhumanité», 1 9 6 8 .

F. L. GANSHOF, El feudalismo, Barcelona, Ariel, 1 9 6 3 . A. DE LA TORRE, J. M. LACARRA y otros, La Reconquista española y la repoblación delpaís, Zaragoza, C.S.I.C., 1 9 5 1 . T. F . GLICK, Cristianos y musulmanes en la España medieval, Madrid, Alianza Universidad, 1 9 9 1 . E. LEVI-PROVENCAL, La civilización árabe en España, Madrid, Espasa Calpe, col. Austral, 1 9 5 3 . C. SÁNCHEZ-ALBORNOZ, El Islam de España y el Occidente, Madrid, Espasa Calpe, col. Austral, 1 9 7 4 . H. LAOUST, Les schismes dans l'Islam, París, Payot, 1 9 6 5 . P. LEMERLE, Le premier humanisme byzantin, París, 1 9 7 1 . PH. WOLFF, L'éveil intellectuel de l'Europe, París, Éditions du Séuil, 1 9 7 1 .

Modelo d e texto analizado y c o m e n t a d o La Coronación imperial del 800 Como en el país de los griegos no había emperador y estaban bajo el imperio de una mujer, le pareció al Papa León y a todos los padres que en la asamblea se encontraban, así como a todo el pueblo cristiano, que debían dar el nombre de emperador al rey de los francos, Carlos, que ocupaba Roma, en donde todos los cesares habían tenido la costumbre de residir, así como también Italia, la Galia y Germania. Habiendo consentido Dios omnipotente colocar estos países bajo su autoridad, pareció justo, conforme a la solicitud de todo el pueblo cristiano, que llevase en adelante el título imperial. No quiso el rey Carlos rechazar esta solicitud, sino que, sometiéndose con toda humildad a Dios y a los deseos expresados por los prelados y todo el pueblo cristiano, recibió este título y la

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consagración del Papa León el día de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo. (Annales Laureshamenses, ann. 801. Ed. Pertz, M.G.H., Sriptores, I, p. 38.)

Comentario 1) El presente texto se encuentra dentro de los testimonios de tipo narrativo del Medievo. De ellos, los anales son u n a de sus m á s acabadas expresiones. El d o c u m e n t o se limita a dar constancia de u n acontecimiento: la coronación de Carlomagno como emperador en la Navidad del 800 por el pontífice León III. 2) El entorno histórico-potítico del texto es de sobra conocido: la dinastía carolingia, afirmada en el trono en los anteriores años, llega a la cima de su poder con las afortunadas c a m p a ñ a s militares de Carlos contra sajones, lombardos, musulmanes, etc. La crisis del Imperio bizantino y la alianza del pontificado con los monarcas francos h a r á n el resto. Los acontecimientos se precipitarán hasta desembocar en u n o de los más importantes del Medievo: la coronación imperial de Carlomagno, expuesta de forma concisa en este fragmento que comentamos. 3) El análisis pormenorizado de personajes, instituciones, referencias geográficas, etc., nos conduce a valorar u n a serie de expresiones: a) Remitiéndonos en primer lugar a las p u r a m e n t e geográficas, veríamos cómo el país de los griegos es u n a clarísima alusión al Imperio romano de Oriente. Tiene, sin embargo, ciertas connotaciones peyorativas. E n efecto, el autor del texto no habla de «imperio», sino de país (pars), como pretendiendo rebajar su condición política. El propio término griegos puede suponer también u n a cierta conciencia de distanciamiento entre las poblaciones del Occidente y las de Oriente. E n efecto: si los bizantinos se dan a sí mismos el n o m b r e de «romeioi» (romanos), los occidentales los desig-

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n a n sólo como «griegos», en u n intento de considerarse ellos como los únicos «romanos» por su progresiva vinculación a u n pontificado erigido en heredero de la vieja Roma. Roma (otra de las expresiones recogidas en el texto), a u n q u e decaída físicamente en el Medievo, sigue teniendo u n a gran fuerza moral. Contrastan su ruina material y su contracción demográfica con la admiración que su glorioso pasado sigue despertando entre los jóvenes Estados germánicos. Para los bizantinos, Constantinopla era la segunda Roma. Pero para los occidentales la universalidad de la R o m a del Tíber se sigue manteniendo, y se hablará de la translatio de su jefatura política a los pueblos germanos asentados en el Occidente. La posesión de la ciudad se identifica con la del poder universal. I m p o r t a n t e a tener en cuenta es también la forma en la que el autor del texto se refiere a las grandes áreas sobre las que se extiende el poder de los carolingios: se dice que Carlos posee Roma, «así como también Italia, la Galia y Germania». Notamos u n empleo de las expresiones tradicionales: la Galia correspondería a u n territorio situado entre el Rin y el Atlántico y el canal de la Mancha y los Pirineos. Grosso modo, lo que hoy corresponde a Francia. Germania se identifica en el texto con u n espacio m á s reducido que el reconocido por los autores clásicos: corresponde sólo al área situada entre el Rin y el Elba. Algo semejante cabría decir de Italia, pues el dominio efectivo de Carlos en ella se reducía a la mitad norte de la península. Al sur de Roma, las influencias se reparten en estos m o m e n t o s entre bizantinos, señores «lombardos» y algunas ciudades dotadas de cierto margen de autonomía, como Amalfi, Gaeta o Ñapóles. A lo largo del Medievo, esta identificación del «reino de Italia» con la mitad septentrional de la península llegará a ratificarse. La mitad meridional pasará a designarse con los n o m b r e s de reino de Ñapóles o de Sicilia. Hay que observar también cómo el término Francia no aparece en el texto. Cuando se utilice a lo largo del siglo IX será con u n sentido m á s amplio, para designar todo el territorio de la Galia y Germania, a las que, respectivamente, se las d e n o m i n a r á «Francia Occidentalis» y «Francia Orienta-

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lis». Incluso, entre ambas, cabrá u n a «Francia Media», correspondiente a Lotaringia. Véase, al respecto, el texto n ú m e r o 25, referente al reparto de Verdún. Puede advertirse también cómo el bloque territorial al que el texto se refiere se caracteriza por su fuerte continentalidad. Con la reserva de lo expuesto antes p a r a Roma, puede apreciarse que nos encontramos ante u n a reafirmación de la traslación hacia el norte de los grandes centros políticos. Véase, sobre este tema, el texto n ú m e r o 5. Téngase en cuenta igualmente la preferencia de Carlomagno por Aquisgrán como capital. A título complementario —y consultado el correspondiente m a p a histórico—, resulta de interés c o m p a r a r el imperio de Carlos con las entidades políticas situadas al otro lado de las marcas fronterizas: árabes, anglosajones, eslavos, escandinavos... b) E n segundo término, el texto nos presenta u n a serie de personajes a los que es necesario valorar en el desarrollo de los acontecimientos. De entrada (y a b u n d a n d o en criterios antes expuestos), el autor del texto resta importancia al Imperio de Bizáncio, cuyo trono considera vacante por ocuparlo una mujer, la emperatriz Irene. Este motivo se-ve como suficiente p a r a u n a restauración del título imperial en Occidente. La figura de Carlos aparece en el texto como u n sujeto u n tanto pasivo de los acontecimientos. No parece en efecto, que el m o n a r c a franco buscase conscientemente el título imperial, ya que las sutilezas de su significado se le escapab a n a él —un germano, a fin de cuentas— en b u e n a parte. Ello, sin embargo, no será obstáculo p a r a que el ejercicio de su autoridad se llevase a la práctica con u n a firmeza que sus sucesores no iban a poder mantener. La figura del Papa aparece en el texto en u n primerísimo plano («le pareció al Papa León...», «consagración del Papa León...»). Pero hay que tener en cuenta que el pontífice se mueve al compás de u n a serie de acontecimientos: la necesidad de encontrar u n protector en el m o n a r c a franco en unos m o m e n t o s en que las facciones nobiliarias r o m a n a s se m u e s t r a n inquietas, o la búsqueda de u n contrapeso en

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Occidente frente a la asfixiante tutela de los emperadores de Constantinopla. La actuación de León III se presentó así parcialmente movida por unos intereses demasiado inmediatos. Pero ello no fue obstáculo p a r a constituir el precedente en que sus sucesores se apoyarán p a r a arrogarse el derecho de consagrar a los emperadores como condición sine qua non p a r a poder ejercer como tales. La expresión «los padres que en asamblea...» puede identificarse tanto con el entourage pontificio como con los consejeros de Carlos. E n efecto, Alcuino de York, A m o de Salzburgo, o Riculfo de Maguncia serán los verdaderos artífices de la restauración imperial. Protagonistas del «renacimiento carolingio», estos personajes soportaban mal la idea del mantenimiento de la dignidad imperial en Constantinopla. E n último término, en el documento aparece u n protagonista colectivo en la figura de «todo el pueblo cristiano». Tal expresión empieza a sustituir a la antigua de pueblo romano. Supone u n a nueva concepción universalista, derivada no ya de u n a dependencia política, sino de una comunión espiritual con Roma. Se ha dicho, así, que el Imperio de Carlos conecta más con el de Constantino que con el de Augusto. Ello nos llevaría a otro orden de consideraciones. 4) ¿Cuál es la valoración que puede darse a este Imperio restaurado en el Occidente? Con el texto que estamos analizando a la vista y el auxilio de otros testimonios se puede llegar a u n a serie de conclusiones. El primer problema que se plantea —insistimos— es, el de la compatibilidad o no del imperio carolingio con el de Constantinopla. La coronación del 800 tenía características —cara a Constantinopla— de u n verdadero golpe de Estado, ya que la dignidad imperial se consideraba única y afincada a orillas del Bosforo. Aparte de las justificaciones antes esgrimidas, «los padres que en asamblea estaban» podían alegar otras. E n efecto, frente a las graves conmociones espirituales de Oriente (el fantasma de la iconoclastia seguía latente), Carlos podía ser presentado como el c a m p e ó n de la ortodoxia. Ni el pontífice ni los consejeros áulicos del sobe-

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TEXTOS Y DOCUMENTOS DE ÉPOCA MEDIEVAL

r a n o carolingio se pararon a considerar las implicaciones políticas derivadas de esta decisión. Carlomagno trató de solventarlas bien por las a r m a s (guerra abierta con Bizancio por la posesión de Venecia) o por la diplomacia: negociaciones con miras a u n a unión matrimonial, y, en última instancia, coexistencia pacífica de los dos emperadores. El segundo extremo a considerar en la valoración global del texto concierne a la dimensión religiosa que va a tener el imperio. Un cierto mesianismo (comparaciones de Carlos con David y Salomón, del imperio con u n nuevo Israel, etc.) influirá a favor del m o n a r c a franco en unos años en los que la posición del pontífice era demasiado débil. La Cristiandad occidental, en su doble dimensión política y espiritual, será gobernada por Carlomagno. El texto que analizamos nos situaría así en u n o de los capítulos de la historia de las relaciones entre el «regnum» y el «sacerdocium» que tanto juego d a r á n a lo largo del Medievo. Véanse, al respecto, los textos n ú m e r o s 15, 43 a 46 y 96 para establecer las oportunas comparaciones. 5) E n lo referente a la procedencia del texto, cabe decir que se encuadra en u n bloque de testimonios coetáneos, bajo el c o m ú n denominador de Anales, redactados en monasterios, m u c h o s de ellos cercanos al valle del Rin: Anales Reales, Anales de Metz, de Fulda, de Lorsh, de Saint Bertin, etc. E n todos, la coronación del 800 es recogida de forma destacada. Complemento de estos testimonios sería la Vita Karoli, de Eginardo. Todos ellos son expresión de u n movimiento cultural conocido bajo el enfático n o m b r e de «Renacimiento Carolingio». El papel de los eclesiásticos en la redacción del presente texto es evidente, m á s a ú n si tenemos en cuenta el lugar de primer orden que se reserva a los clérigos en la restauración imperial, y otras expresiones, tales como «sometiéndose con toda humildad a Dios...». 6) Resulta innecesario recalcar la importancia del texto y la proyección que el acontecimiento que refleja va a tener en el futuro. De todo lo anteriormente expuesto y de las

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comparaciones que el lector vaya haciendo con otros textos recogidos en este volumen (tal y como antes hemos sugerido) pueden sacarse fáciles e importantes conclusiones. Orientación bibliográfica Para el análisis y comentario de este texto puede recurrirse a las obras recogidas en la bibliografía general que se refieren a teoría política, y a aquellas que a c o m p a ñ a n a los epígrafes que conciernen al m u n d o carolingio. Con u n sentido más monográfico puede el lector remitirse también a: R. FOLZ, Le couronnement imperial de Charlemagne, París, Gallimard, 1 9 8 9 . E. MITRE, «La Europa del 8 0 0 y sus fundamentos políticos», en Homenaje al Prof. Lacarra, Valencia, 1 9 7 7 . R. E. SULLIVAN (ed.), «The Coronation of Charlemagne», en Problems in European Civilization, Boston, D. C. Heath and Company, 1 9 5 9 . Interesantes también son las ponencias recogidas en la / Settimana Spoleto ( 1 9 5 4 ) bajo el tema / problemi della civiltá carolingia.

de

Bizancio: repliegue mediterráneo y proyección hacia el m e d i o eslavo Desde el último tercio del siglo vil, Bizancio logra algunos éxitos parciales frente a la oleada islámica. Repliegue y helenización son los signos bajo los que vivirán las dinastías heráclida e isáurica. A las viejas querellas doctrinales de signo cristológico sucede, desde mediados del siglo vm, la pugna en torno al culto de las imágenes, que n o concluirá hasta entrada la centuria siguiente. Mientras el Papado impone su autoridad moral sobre los Estados de la E u r o p a occidental, Constantinopla ejerce su influencia evangelizadora en el medio eslavo. Bibliografía L. BREHIER, La Querelle des images (VIII-IX siécles), París, 1 9 0 4 . R. MARICHAL, Premiers chrétiens de Russie, París, Les Éditions du Cerf, 1 9 6 6 . R. PORTAL, Les slaves. Peuples et Nations (IX-XX siécles), París, A. Colin, col. «Destins du Monde», 1 9 6 5 . A. VASILIEV, Byzance et les Árabes I. La dynastie d'Amorion, Bruselas, 1 9 3 5 .

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21.

LOS MUSULMANES, RECHAZADOS DE CONSTANTINOPLA EN EL 6 7 7

Constante fue muerto a traición por sus criados en Sicilia cuando estaba en el baño. Después de haber reinado veintisiete años, le sucedió su hijo Constantino (IV). Fue al comienzo de su reinado cuando el príncipe de los sarracenos equipó una potente flota, de la que dio el mando a un excelente hombre de guerra llamado Caler. Éste abordó el Ebdome, que está en las afueras de Constantinopla. Constantino le salió al encuentro con gran número de barcos. Cada día se dieron varios combates y la guerra siguió sin descanso desde la primavera hasta el otoño, en que la flota enemiga se retiró a invernar en Cizico. Volvió en la primavera siguiente para proseguir la guerra, que, de esta forma, duró siete años. Pero al fin, como estos bárbaros, lejos de conseguir ventajas, habían perdido algunos de sus más valientes hombres, se retiraron a su país, siendo atacados por una tempestad en la que perecieron casi todos. Cuando el príncipe de los sarracenos supo la nueva pérdida de su flota, envió embajadores al emperador para solicitar la paz y ofrecer un tributo. El emperador aceptó la propuesta y envió hacia ellos a Juan, patricio llamado Petzigodio, hombre de rara sabiduría y profunda experiencia. Cuando llegó a su país acordó una tregua de treinta años, durante la cual pagaron tres mil piezas de oro y entregaron cincuenta hombres y cincuenta caballos. Apenas la noticia llegó a los avaros, enviaron presentes al emperador, solicitándole la paz que se acordó. Así, tanto Oriente como Occidente disfrutaron de una profunda calma y una perfecta tranquilidad. (Histoire des empereurs Constantin, Heracle et leurs successeitrs, por Nicéforo, patricio de Constantinopía, en t. III de Histoire de Constantinople, París, Éd. Cousin, 1685, pp. 358-359.)

22.

DISPOSICIONES ICONOCLASTAS DE CONSTANTINO V (740-775)

Habiendo decidido Constantino ultrajar a la Iglesia y combatir la piedad, reunió, como por inspiración de un mal espíritu, un concilio de 138 obispos, presidido por Teodosio, patriarca de Éfeso. Dio también la Iglesia de Constantinopla a un monje que era

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obispo de Sillea. Se ordenó que las imágenes fueran quitadas y se publicó el decreto en pleno mercado para dejar en ridículo su culto a los fieles que lo habían rendido. Se pronunció a continuación anatema contra Germán, que había sido Patriarca de Constantinopla, contra Gregorio de Chipre y contra Juan Damasceno, llamado Mansur. (Histoire des empereurs Constantin, Hémele et leurs successeurs, cit., p. 388.)

23.

EVANGELIZACIÓN DE LOS ESLAVOS

Los eslavos [de Moravia] estaban ya bautizados, así como sus príncipes, cuando Rotislav, Sviatopolk y Kotsel se dirigieron al emperador Miguel y le dijeron: «Nuestro país está bautizado, pero no tenemos maestros que nos instruyan y nos expliquen los libros sagrados. Pues nosotros no comprendemos la lengua latina ni la griega. Unos nos instruyen de una manera, los otros de otra, de manera que no podemos captar ni la letra ni el sentido de la Escritura. Envíanos maestros que sean capaces de expresarnos las palabras del libro y su sentido.» Comprendiendo esto, el emperador Miguel convocó a todos los filósofos y les repitió las palabras de los príncipes eslavos. Los filósofos dijeron entonces: «Hay en Salónica un hombre llamado León. Tiene hijos que conocen la lengua eslava; dos hijos eruditos filósofos.» Entendiendo esto, el emperador les mandó buscar a Salónica, diciendo a León: «Envíanos pronto a tus hijos Metodio y Constantino.» León, comprendiendo esto, los envió rápidamente. Llegaron ante el emperador, que les dijo: «Los eslavos me han enviado una delegación para pedirme un maestro que pueda explicarles los libros santos.» Accedieron a la solicitud del emperador y éste los envió a la tierra eslava, junto a Rotislav, Sviatopolk y Kotsel. Desde su llegada, establecieron las letras del alfabeto eslavo y tradujeron los Hechos de los Apóstoles y los Evangelios. Los eslavos se alegraron de poder entender en su lengua las grandezas de Dios. Tradujeron a continuación el Salterio, el Octoico y otros libros. Algunos se levantaron contra ellos murmurando: «No conviene que ningún pueblo tenga otro alfabeto que el hebreo, el griego o el latino, según se deduce de la inscripción que hizo colocar Pilatos sobre la cruz del Señor.» El Papa de Roma reprendió a los que murmuraban contra los libros eslavos, diciendo: «Que se cumpla

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TEXTOS Y DOCUMENTOS DE ÉPOCA MEDIEVAL

lo dicho en las Escrituras: que todas las lenguas alaben a Dios.» Y añadió: «Todas las lenguas proclamarán las grandezas de Dios, según les dio a expresar el Espíritu Santo. Y si alguno censura la escritura eslava que sea apartado de la Iglesia hasta que se corrija, pues son lobos y no corderos; conviene reconocerlos por sus frutos y guardarse de ellos. En cuanto a vosotros, hijos, escuchad la doctrina divina, no rechacéis la enseñanza de la Iglesia, tal y como os ha instruido vuestro maestro Metodio.» («Crónica de los tiempos pasados [o de Néstor]». Recogido en Prémiers Chrétiens de Russie, París, Éd. du Cerf, 1966, pp. 35-37.)

La Europa carolingia: s u dinámica política Sucesores de los merovingios en el trono, los carolingios lograrán recomponer u n a Galia dividida y acosada por los musulmanes. La coronación del 8 0 0 supone el m o m e n t o culminante de u n a trayectoria política que quiebra a la m u e r t e de Carlomagno. El Tratado de Verdón, suscrito p o r los nietos del fundador del Imperio, fijará la división de éste en tres parcelas. Al m i s m o tiempo, asistiremos a la consagración del poder de los grandes señores territoriales. El feudalismo, en su dimensión política, refuerza sus posiciones en el Capitular de Quierzy. Bibliografía J. BOUSSARD, La civilización carolingia, Madrid, Ed. Guadarrama, B.H.C., 1968. H . FICHTENAU, L'empire carolingien, París, Payot, 1958. L. HALPHEN, Charlemagne et l'empire carolingien, París, Albin Michel, col. «L'évolution de l'humanité», 1968. R. MUSSOT-GOULARD, Carlomagno, México, F.C.E., 1986. J. M. MÍNGUEZ, Las claves del período carolingio, Barcelona, Planeta, 1991. A. ISLA, La Europa de los carolingios, Madrid, Ed. Síntesis, 1993.

24.

LA CORONACIÓN IMPERIAL DEL 8 0 0

Véase el texto comentado al comienzo de este capítulo.

LA ALTA EDAD MEDIA 25.

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E L TRATADO DE VERDÚN ( 8 4 3 )

[...] llegado Carlos, los hermanos se reunieron en Verdún. Allí fue hecho el reparto: Luis recibió todo el territorio más allá del Rin, y de este lado del Rin, las ciudades de Spira, Worms, Maguncia y sus pagos. Lotario, el territorio que se encuentra entre el Rin y el Escalda, hasta el mar, y del otro lado, por el Cambresis, el Hainaut, los países de Lomme y de Méziers y los condados vecinos al Mosa hasta la confluencia del Saona y del Ródano, y el curso del Ródano hasta el mar, con los condados contiguos. Fuera de estos límites, Lotario obtuvo solamente Arras de la humanidad de su hermano Carlos. El resto hasta España lo recibió Carlos. Después de haber hecho los correspondientes juramentos, se separaron. (Ármales de Saint Bertin, ann. 842-843, ed. Waitz M.G.H. in iisum scholarum, 1883, pp. 29-30.)

26.

CAPITULAR DE QUIERZY ( 8 7 7 )

Si un conde muriese y su hijo estuviera con nosotros, que nuestro hijo con nuestros otros fieles ordene, entre quienes fuesen más familiares y más próximos, el que con los ministeriales y el obispo provea el condado. Pero si tuviere un hijo pequeño, éste, con los ministeriales de dicho condado y el obispo en cuya parroquia habitare, provea del condado hasta que nos llegue la noticia. Si no tuviere hijo, nuestro hijo con nuestros otros fieles ordene quién, con los ministeriales del mismo condado y el obispo, provea el condado, en tanto se haga nuestro mandato sobre este asunto. Que por esto nadie se sienta airado si el condado lo otorgamos a otro, al que Nos quisiéramos y no al que hasta entonces proveyó de él. Lo mismo ha de hacerse con respecto a nuestros vasallos. Queremos y mandamos, expresamente, que tanto los obispos como los abades y condes y cualesquiera otros fieles procuren guardar lo mismo a sus hombres; y tanto de los obispados como de las abadías se ocupen el obispo vecino o el conde para que por nosotros no se disipen las cosas y derechos de los eclesiásticos y nadie impida hacer limosnas con ellos. Y si lo intentare, de acuerdo con las leyes humanas componga esto, y según las leyes eclesiásticas satisfaga a la iglesia que lesionó, y pague nuestra multa según la clase de su culpa y a Nos placiere. Si alguno de nuestros fieles, tras de nuestra muerte, movido por amor a Dios y a nosotros, quisiere renunciar al siglo y tuviere hijo y

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pariente que sirva para la cosa pública, puede dar sus honores a éste como mejor lo considere conveniente. Y si quisiera vivir tranquilamente en su alodio, que nadie le cause ninguna dificultad, ni se le reclame nada, a no ser para que marche a defender la patria. (Ed. Boretius, M.G.H. Capitularía Regum Francorum II, p. 358.)

La E u r o p a carolingia: e s t r u c t u r a s e c o n ó m i c a s y sociales Desde el siglo vm, el Mediterráneo pierde su papel d e vínculo de u n i d a d para convertirse en barrera entre civilizaciones. La E u r o p a carolingia vive prácticamente de espaldas al comercio. La base d e su economía estará constituida p o r las grandes unidades fundiarias (las villas), casi autárquicas. F r e n t e a la d e g r a d a c i ó n progresiva de la m a s a c a m p e s i na, la aristocracia carolingia estrecha los lazos d e d e p e n d e n c i a feudovasallática, e n cuyo vértice está la figura del monarca.

Bibliografía H. PIRENNE, Mahoma y Carlomagno, Madrid, Alianza Universidad, 1978 (un clásico aparecido en París en 1937). M. BLOCH, Les caracteres originaux de Vhistoire rurale frangaise, 2 vols., París, Éd. A. Colin, 1961-1964. Versión castellana: La historia rural francesa, Madrid, Ed. Crítica, 1978. G. DUBY, Guerreros y campesinos. Desarrollo inicial de la economía europea (500-1200), Madrid, Ed. Siglo XXI, 1976. M. BLOCH, «Seigneurie francaise et manoir anglais», en Cahiers des Anuales, París, Armand Colin, 1967. P. TOUBERT, Castillos, señores y campesinos en la Italia medieval, Barcelona, Crítica, 1990.

27.

EXPLOTACIÓN DE UNA VILLA CAROLINGIA: SUS INSTALACIONES Y DEBERES DE LOS CAMPESINOS HACIA EL SEÑOR

Hay en Villeneuve un manso de señor, con habitación y otros edificios en cantidad suficiente. Ciento setenta y dos bonniers de

LA A L T A E D A D M E D I A

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tierras arables en las que pueden sembrarse ochocientos moyos. Hay noventa y un arpendes de viñedo, donde pueden cosecharse mil moyos; ciento sesenta y seis arpendes de pradera, donde pueden recogerse ciento sesenta y seis carros de heno. Hay tres harineros, cuyos censos producen cuatrocientos cincuenta moyos de grano. Otro no está sujeto a censo. Hay un bosque de cuatro leguas de circunferencia, donde pueden engordar quinientos cerdos. Hay una iglesia bien construida con todo su mobiliario, una habitación y demás edificios en cantidad suficiente. De ella dependen tres mansos. Repartidos entre el cura y sus hombres hay veintisiete bonniers de tierra arable y una ansange, diecisiete arpendes de viña, veinticinco arpendes de pradera. De ella procede en calidad de «regalo» un caballo. Tiene a su cargo la labranza para el señor de nueve perches y una ansange, y dos perches para los cereales de invierno, y debe cercar cuatro perches de prado. Actardo, colono, y su mujer, colona, llamada Eligilda, hombres de Saint-Germain, tienen con ellos seis niños, llamados Ageto, Teudo, Simeón, Adalsida, Deodata, Electardo. Cultivan un manso libre que comprende cinco bonniers de tierra de labor y dos ansanges, cuatro arpendes de viña, cuatro arpendes y medio de prado. Entrega para la hueste cuatro sueldos de plata, y el otro año dos sueldos para la entrega de carne, y el tercer año, para la entrega de forraje, una oveja con su corderillo. Dos moyos de vino por el derecho de usar el bosque, cuatro dineros para poder coger madera; para el acarreo, una medida de madera. Ara cuatro perches para los cereales de invierno y dos para los de primavera. Prestaciones con animales o a mano, tantas como se le mande. Tres gallinas, quince huevos. Tiene que cercar cuatro perches de prado [...]. [...] Adalgario, esclavo de Saint-Germain, y su mujer, colona, llamada Hairbolda, hombres de Saint-Germain. Éste ocupa un manso servil. Hadvoldo, esclavo, y su mujer, esclava, llamada Guinigilda, hombres de Saint-Germain, tienen con ellos cinco hijos: Flotardo, Girioardo, Airolda, Advis, Aligilda. Éstos ocupan un manso libre que comprende un bonnier y medio de tierra arable, tres cuartos de arpende de viña, cinco arpendes y medio de prado. Hace en la viña cuatro arpendes. Entrega para usar el bosque tres moyos de vino, un setier de mostaza, cincuenta mimbres, tres gallinas, quince huevos. Los servicios manuales, donde se le mande. Y la mujer esclava teje sargas con la lana del señor y embucha a las aves de corral tantas veces como se lo mandan. Ermenoldo, colono de Saint-Germain, y su mujer, esclava; Focaldo, esclavo, y su mujer, esclava, llamada Ragentisma, hombres de Saint-Germain. Estos dos ocupan un manso servil que contiene

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TEXTOS Y DOCUMENTOS DE ÉPOCA MEDIEVAL

dos bonniers, una ansange y media de tierra arable, un arpende de viña y dos arpendes y medio de prado. Debe este manso lo mismo que el precedente. La mujer, esclava, y su madre, tejen sargas y embuchan a las aves de corral tantas veces como se les manda. (Polyptique de l'abbaye de Saint-Germain-Des-Prés. Ed. A. LONGNON, París, 1886, pp. 218 y 230. Extractado por G. DUBY en Economía rural y vida campesina en el occidente medieval, Barcelona, Ed. Península, 1968, pp. 468-470.)

28.

INSTRUCCIONES DE CARLOMAGNO PARA MANTENER UNA INDUSTRIA DOMÉSTICA EN EL MARCO DE LAS VILLAS

(hacia el 800) Que nuestros intendentes manden proveer, en el tiempo oportuno, a nuestros cardadores, según la costumbre establecida, de las cosas necesarias para su trabajo. O sea, lino, lana, glasto, pintura bermeja, granza, cardadores de lana, cardenchas, jabón, grasa, vasijas y demás instrumentos necesarios para llevar a buen fin su trabajo. ...Que cada intendente tenga en su distrito buenos obreros. A saber: obreros para el hierro, el oro y la plata; zapateros, torneros, carpinteros, fabricantes de escudos, pescadores, pajareros; fabricantes de jabón; hombres que sepan fabricar cerveza, sidras de manzana, sidras de pera y todas las demás especies de bebida; panaderos que hagan panes para nuestra mesa; obreros que sepan, a su vez, hacer redes tanto para la caza como para la pesca y la captura de pájaros, y demás tipos de obreros que sería excesivamente largo enumerar. («Capitulare de Villis». Recogido en J. DELPERRIÉ DE BAYAC, Carlomagno, Barcelona, Ed. Aymá, 1976, pp. 299-300.)

29.

RELACIONES DE FIDELIDAD MONARQUÍA-ALTA NOBLEZA EN ÉPOCA CAROLINGIA

Y allí fue Tassilón, duque de Baviera, encomendándose en vasallaje por medio de las manos; prestó numerosos juramentos, innumerables, poniéndose las manos sobre las reliquias de santos, y prometió fidelidad al rey Pipino y a sus ya mencionados hijos

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Carlos y Carlomán, como un vasallo de espíritu recto y de firme devoción, de derecho, debe serlo para sus señores. {Annales Reales, año 757, vasallaje entre Tassilón III Y Pipino el Breve, en GANSHOF, El feudalismo, Barcelona, Ariel, 1963, p. 54.)

30.

LOS HOMBRES LIBRES EN LA EUROPA CAROLINGIA Y SUS OBLIGACIONES MILITARES

(808)

Que todo hombre libre que posea cuatro mansos habitados, bien en alodio, bien en beneficio de alguien, haga sus preparativos y se dirija por él mismo a la hueste, con su señor, si este último también concurre, o con su conde. Que el poseedor de tres mansos se asocie al de un manso, al cual ayudará para que pueda servir por ambos. Que el poseedor de dos mansos se asocie a otro de dos mansos, y que uno de ellos, a costa del otro, concurra a la hueste. Que el poseedor de un solo manso y que tres hombres que asimismo tienen uno sean asociados y den su ayuda al que concurra a la hueste. Los tres hombres que ayuden permanecerán en sus tierras [...]. (M.G.H. Capitularía Regían Francorum 1, cit., p. 137.)

Las nuevas agresiones contra la Europa cristiana Desde el primer tercio del siglo ix, Occidente conoce u n a serie de ataques procedentes de tres zonas. Desde el Norte, los normandos iniciarán periódicas incursiones, al principio sobre los bordes litorales. Más adelante, se llegará a asentamientos estables, como el ducado de Normandía en el 911. Desde el Este, los magiares, apoyándose en u n a caballería extremadamente móvil, dejarán sentir su fuerza año tras año hasta su derrota por Otón I en el 955. Por último, las costas de Provenza e Italia sufrirán la agresión de los sarracenos del norte de África hasta fecha muy avanzada. Bibliografía F. DONALD LOGAN, Los vikingos en la Historia, México, F.C.E., 1985. F. DURAND, Les vikings, París, P.U.F., col. «Que sais-je?», 1965.

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TEXTOS Y DOCUMENTOS DE ÉPOCA MEDIEVAL

A. D'HAENENS, Les invasions normárteles, une catastrophe?, París, Flammarion, Questions d'Histoire, 1970. L. MUSSET, Las invasiones. El segundo asalto contra la Europa cristiana (siglos VII alXI), Barcelona, Ed. Labor, col. «Nueva Clío», 1968.

31.

UNA AGRESIÓN NORMANDA DURANTE EL REINADO DE ORDOÑO I DE ASTURIAS ( 8 5 0 - 8 6 6 )

De nuevo, los piratas normandos vinieron a nuestros litorales en estos tiempos. Luego continuaron en España y destruyeron todas las zonas marítimas con la espada y el fuego. Desde allí, cruzando el mar, invadieron Nekor, ciudad de Mauritania, y allí mataron con la espada a multitud de caldeos. Finalmente, asaltaron Mallorca y Menorca y las despoblaron con la espada. Después marcharon a Grecia, y después de tres años, retornaron a su patria. (Crónica de Alfonso III hacia el 900, versión Rotense, ed. Ubieto, Valencia, Anubar, 1961, p. 62.)

32.

VICTORIA DE LOS ANGLOSAJONES EN BRUNANBURH SOBRE LOS NORMANDOS NORUEGOS ASENTADOS EN DUBLÍN ( 9 3 7 )

Aquí el rey Edelstan, de hombres señor dadivoso caudillo, y con él su hermano el príncipe Edmund, con filos de hierros gloria por siempre en batalla ganaron ante Brunanburh. Con forjadas espadas muro de escudos, de tilo, rompieron los hijos de Edward. Tal de su estirpe el temple heredaron, que ante todo enemigo y en toda ocasión defendían sus tierras, tesoros y hogares. De la tropa de escotos y gente de mar muchos cayeron, de muerte marcados; sangre de hombres el campo encharcó desde muy de mañana que el sol sobre el llano glorioso elevóse, la luz del Eterno, su antorcha radiante, hasta ya que de Dios la obra excelente, buscóse descanso. Lanzas allá

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tras escudo hirieron, y muchos murieron, hombres del norte lo mismo que escotes, en guerra exhaustos... («La batalla de Brunanburh». Recogido en Beowuff y otros poemas anglosajones. Siglos VH-X. Ed. L. y J. LERATE, Madrid, Alianza Tres, 1986, p. 141.)

33.

UNA INCURSIÓN HÚNGARA EN EL 9 2 4 SOBRE EL NORTE DE ITALIA Y EL SUDESTE DE LA GALIA

Los húngaros, conducidos por el rey Berenguer, a quien los lombardos habían rechazado, devastaron Italia. Pavía, ciudad muy poblada y próspera, fue incendiada, desapareciendo ingentes riquezas... Seguidamente, los húngaros franquearon los pasos de los Alpes, llegando a la Galia. Rodolfo, rey de la Galia Cisalpina, y Hugo de Vienne los acorralaron en los estrechos desfiladeros de los Alpes. De allí escaparon por un lugar desatendido y se abalanzaron sobre la Gotia. Los mencionados duques que los perseguían exterminaron a quienes pudieron encontrar a su paso. Mientras tanto, Berenguer, rey de Italia, era muerto por los suyos. (FLODOARDO, Ármales, ed. Ph. Lauer, París, Éd. Picard, 1906, pp. 22-23.)

Iglesia y cultura e n el m u n d o carolingio La vida cultural en la Alta E d a d Media tiene como p u n t o de referencia el llamado «renacimiento carolingio», movimiento eminentemente clerical y de m u y limitado radio de acción. Alcuino de York, para la primera etapa; Eginardo (biógrafo de u n Carlomagno demasiado idealizado), p a r a la segunda, y Scoto Eriúgena, para la tercera, fueron las figuras m á s representativas. La dinámica eminentemente cristiana de la E u r o p a de Carlos y de sus sucesores se habrá de reflejar en la labor de evangelización —en condiciones a veces s u m a m e n t e difíciles— de los pueblos circundantes.

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TEXTOS Y DOCUMENTOS DE ÉPOCA MEDIEVAL

Bibliografía J. J. O'MEARA, Eriugena, Oxford, Clarendon Press, 1988. E. PATZELT, «Die Karolingische Renaissance», en Akademische Druck, Graz, 1965. P. RICHÉ, Education et culture dans l'Occident barbare; VI-VIII siécles, París, Éd. du Seuil, 1962. L. WALLACH, Alcuin and Charlemagne, Studies in Carolingian History and Literaturé, Ithaca, 1959.

34.

LAS INQUIETUDES INTELECTUALES DE CARLOMAGNO

Hablaba con abundancia y facilidad y sabía expresar con claridad lo que deseaba. Su lengua nacional no le bastó; se aplicó al estudio de las lenguas extranjeras y aprendió tan bien el latín que se expresaba indistintamente en esta lengua y en la materna. No le ocurría lo mismo con el griego, que comprendía más que hablaba. Por lo demás, tenía una facilidad de palabra que lindaba casi con la prolijidad. Cultivó apasionadamente las artes liberales y, lleno de veneración hacia aquellos que le enseñaban, les colmó de honores. Para el estudio de la gramática siguió las lecciones del diácono Pedro de Pisa, entonces en su vejez. Para las otras disciplinas su maestro fue Alcuino, llamado Albinus, diácono él también, sajón originario de Bretaña y el hombre más sabio de entonces. Consagró mucho tiempo y labor en aprender junto a él la retórica, la dialéctica y, sobre todo, la astronomía. Aprendió el cálculo y se aplicó con atención y sagacidad en estudiar el curso de los astros. Ensayó también a escribir y tenía costumbre de colocar bajo los almohadones de su cama tablillas y hojas de pergamino a fin de aprovechar los momentos de descanso para ejercitarse en el trazo de las letras. Pero se inició en ello demasiado tarde y el resultado fue mediocre. (EGINHARD, Vie de Charlemagne, ed. L. Halphen, col. Les classiques de l'Histoire de France au Moyen Age, París, Éd. Champion, 1938, pp. 74-77.)

35.

DIOS —CAUSA DE TODO AMOR— PUNTO DE ARRANQUE Y DE RETORNO DE TODOS LOS MOVIMIENTOS AMATORIOS, SEGÚN ESCOTO ERIUGENA (HACIA EL 8 6 5 )

En consecuencia, con toda justicia se llama a Dios Amor, ya que es la Causa de todo amor, se difunde por todas las cosas, reú-

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ne todas las cosas en la unidad, y vuelve sobre sí mismo en un retorno inefable, y acaba en Él mismo los movimientos amatorios de todas las creaturas. La misma difusión de la Naturaleza Divina por todas las cosas que son en Ella y por Ella, es denominada Amor de todas las cosas. No porque de algún modo se difunda lo que carece de todo movimiento, y todo lo llena simultáneamente, sino porque por todas partes difunde la mirada de una mente racional y lo mueve —como Causa que es de la difusión y del movimiento del espíritu— hacia Él, investigando, hallando, y, en cuanto es posible, entendiendo, ya que llena todas las cosas para que sean y, por la pacífica unión del amor universal, reúne en unidad infraccionable y toma conjuntamente de forma inseparable las cosas que son con lo que Él es. (J. ESCOTO ERIÚGENA, División de la naluraleza, ed.

F. J. Fortuny, Barcelona, Orbis, 1984, p. 153.)

36.

BAUTISMO DE HAROLDO, REY DE LOS DANESES, EN EL 8 2 6 (PALABRAS QUE EL REY DIRIGIÓ A LUIS EL PIADOSO)

Gran emperador, te voy a indicar, si tu alta voluntad m e lo ordena, las razones que a mí y a los míos nos han traído hasta tu palacio. Fiel a las tradiciones de mis antepasados, he conformado mi actitud hasta el presente de acuerdo con lo que mi origen m e indicaba: he rendido a mis dioses y diosas el debido culto y les he dirigido mis oraciones, a fin de que pusiesen bajo su protección al reino de mis padres, a mi pueblo, sus bienes y casas, a fin de que les evitasen el hambre y las desgracias de toda especie, y nos fuesen favorables en todo. Ebon, vuestro sacerdote, vino durante algún tiempo a tierras normandas y proclamó y defendió otras verdades, sosteniendo que hay un solo Dios, creador del cielo, de la tierra, del mar, y que a Él debe ir dirigido todo honor, y que ha sacado del limo a los dos seres humanos cuya posteridad ha habitado la tierra. Este Dios supremo envió entre nosotros a su hijo, cuyo costado herido derramó una ola de sangre: todos los pecados del hombre fueron lavados y el hombre ha resucitado en el reino de los cielos... En cuanto a los dioses que nuestras manos forjaron en el metal, vuestro sacerdote los llamó ídolos vanos y les negó toda existencia. Es aquélla, benévolo emperador, la religión que el muy santo sacerdote Ebon dice que es la vuestra. Recibiendo mi confianza y esclarecido por sus nobles palabras, creo en el Dios

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TEXTOS Y DOCUMENTOS DE ÉPOCA MEDIEVAL

verdadero y reniego de mis ídolos. He aquí por qué he venido con mis navios a vuestro reino: para asociarme a vuestra fe. César respondió: «Amado Haroldo, lo que pides te lo concederé, tal como lo solicitas, y doy por ello gracias a Dios»... Terminados los santos preparativos, César y Haroldo se dirigieron a la iglesia.