Silva a las Soledades de don Luis de Góngora, con anotaciones y declaración, y un discurso en defensa de la novedad y términos de su estilo 9783968692197

En noviembre de 1613, Manuel Ponce, uno de los eruditos que poblaron las letras hispanas del siglo XVII, preparaba el qu

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ANTONIO AZAUSTRE GALIANA es catedrático de Literatura Española en la Universidad de Santiago de Compostela. Su investigación se centra en la retórica y la literatura española del Siglo de Oro, especialmente en la figura de Quevedo. De sus publicaciones destacan el Manual de retórica española, en coautoría con Juan Casas, la edición de las obras crítico-literarias y burlescas de Quevedo, y la reciente edición en 2020, junto a José Manuel Rico, de un memorial inédito de este autor. De Manuel Ponce ha editado, con Helena de Carlos, un comentario inédito a Virgilio, además del comentario a la Soledad primera que recoge este volumen.

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Estudio y edición de Antonio Azaustre Galiana Manuel Ponce A. Azaustre Galiana (ed.)

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n noviembre de 1613, Manuel Ponce preparaba el que se considera uno de los primeros comentarios a las Soledades de Góngora. Su trabajo se organiza en dos secciones, escritas en fases sucesivas: una anotación a la Soledad primera —a la que llama Silva a las Soledades—, y un Discurso en defensa de novedad y términos de su estilo, donde defiende la oscuridad como fundamento de la grandeza de la poesía y del poema de Góngora. Este volumen ofrece un estudio y la primera edición íntegra del único manuscrito que hoy se conserva de este comentario, del que diera noticia Dámaso Alonso en 1978.

Silva a las Soledades

Manuel Ponce

Dirección de Ignacio Arellano (Universidad de Navarra, Pamplona) con la colaboración de Christoph Strosetzki (Westfälische Wilhelms-Universität, Münster) y Marc Vitse (Université de Toulouse Le Mirail/Toulouse II) Consejo asesor: Patrizia Botta Università La Sapienza, Roma José María Díez Borque Universidad Complutense, Madrid Ruth Fine The Hebrew University of Jerusalem Edward Friedman Vanderbilt University, Nashville Aurelio González El Colegio de México Joan Oleza Universidad de Valencia Felipe Pedraza Universidad de Castilla-La Mancha, Ciudad Real Antonio Sánchez Jiménez Université de Neuchâtel Juan Luis Suárez The University of Western Ontario, London Edwin Williamson University of Oxford

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MANUEL PONCE

SILVA A LAS SOLEDADES DE DON LUIS DE GÓNGORA, con anotaciones y declaración, y un discurso en defensa de la novedad y términos de su estilo

Estudio y edición de Antonio Azaustre Galiana

Iberoamericana • Vervuert • 2021

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Este trabajo se enmarca en las actividades llevadas a cabo por el Grupo de Investigación Calderón (GI-1377) de la Universidade de Santiago de Compostela, financiado por el Plan Galego IDT Xunta de Galicia, GRUPO DE REFERENCIA COMPETITIVA, GRC, 2019-2022, ED431C 2019/03. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra. (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47) Reservados todos los derechos © Iberoamericana, 2021 Amor de Dios, 1 – E-28014 Madrid Tel.: +34 91 429 35 22 - Fax: +34 91 429 53 97 © Vervuert, 2021 Elisabethenstr. 3-9 – D-60594 Frankfurt am Main Tel.: +49 69 597 46 17 - Fax: +49 69 597 87 43 [email protected] www.iberoamericana-vervuert.es ISBN 978-84-9192-240-7 (Iberoamericana) ISBN 978-3-96869-218-0 (Vervuert) ISBN 978-3-96869-219-7 (e-Book) Depósito Legal: M-27548-2021 Cubierta: Carlos Zamora Impreso en España Este libro está impreso íntegramente en papel ecológico sin cloro.

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Para Antonio, Estela y Fernando, que dan sentido a todo.

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ÍNDICE

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Agradecimientos .............................................................................

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Introducción ................................................................................... 1. El autor, Manuel Ponce .................................................................. 2. Título ............................................................................................ 3. Cronología ..................................................................................... 4. Estructura ...................................................................................... 5. Fuentes ........................................................................................... 6. Aspectos abordados en el comentario ............................................. 7. Conclusión ..................................................................................... 8. Establecimiento del texto ...............................................................

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Bibliografía .....................................................................................

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Índice onomástico ...........................................................................

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AGRADECIMIENTOS

La investigación que concluye en este libro se enmarca en las actividades de los proyectos «El comentario filológico en al ámbito hispano entre los siglos xiii y xvii» (FFI2013-42357-P) y «El comentario filológico en el ámbito hispánico entre los siglos xv y xvii» (PGC2018096550-BI00), financiados por el Programa Estatal de Generación de Conocimiento y Fortalecimiento Científico y Tecnológico del Sistema de I+D+i del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades. Asimismo, se integra en las actividades del Grupo de Investigación GI-1377 de la Universidade de Santiago de Compostela, que coordina Santiago Fernández Mosquera y está financiado por el Plan Galego IDT Xunta de Galicia, GRC, 2019-2022, ED431C 2019/03. El apartado de agradecimientos debe incluir en primer lugar al propietario del manuscrito, cuya identidad no revelo para respetar su deseo. De manera generosa y desinteresada, puso a mi disposición el volumen para fotografiarlo, y me permitió editar el texto y reproducir las imágenes que aquí se incluyen. También quisiera agradecer a los amigos y compañeros de los distintos proyectos, Juan Casas Rigall, Helena de Carlos Villamarín y Juan José López Rivera, y a Santiago Fernández Mosquera, coordinador del Grupo de Investigación Calderón de la USC, su ayuda y afecto en todo este tiempo. A Mercedes Blanco y todo su equipo les agradezco la confianza depositada en mi trabajo, y la incorporación de una versión digital del texto en el proyecto «Góngora y las polémicas literarias del Renacimiento», que ella dirige en la Sorbonne Université. A Helena de Carlos le agradezco su experta revisión de mis traducciones latinas; a Ana Suárez González, su minucioso examen de las grafías del manuscrito; a Valentina Nider, su acogida en la Universidad de Trento cuando afrontaba el final del trabajo; al recordado Trevor Dadson, sus datos e informaciones sobre el conde de Salinas; y

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a Luis Lorenzo Rivas, su constante ayuda en mis torpezas informáticas. Por último, desearía manifestar de manera especial mi profunda gratitud a las siguientes personas: Antonio Carreira y José Manuel Rico García, quienes sufrieron la penosa lectura del trabajo y, con afecto, generosidad y máximo rigor, aportaron sus sabias sugerencias y observaciones; e Ignacio Arellano, director de la colección «Biblioteca Áurea Hispánica», por una confianza y apoyo que trascienden la publicación de este libro. Barcalla-Gondomar, marzo de 2021

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INTRODUCCIÓN

1. El autor, Manuel Ponce Manuel Ponce es uno de los estudiosos que poblaron la erudición literaria del siglo xvii. Los pocos datos que sobre él y su obra conservamos deben ser tomados con ciertas dudas y reservas1. Habría nacido en Madrid hacia 1581 o 15912, y vivía aún en 16233. Esta última 1

Detalles sobre su biografía, no exenta de incertidumbres, en Nicolás Antonio, 1791, I, p. 531; Álvarez y Baena, 1791, IV, p. 4; Entrambasaguas, 1967, I, pp. 63-580 (en especial, I, pp. 335-337; II, pp. 11-235); Dámaso Alonso, 1978, pp. 1-18 (manejo la reimpresión incluida en Dámaso Alonso, 1982, pp. 501-524); Rozas y Quilis, 1961; Osuna Cabezas, pp. 2008, pp. 115-123; Azaustre y De Carlos, 2010, pp. 95-97; Azaustre, 2015, pp. 66-68. 2 La fecha de 1581 es la que ofrecen Entrambasaguas, 1967, I, 335, y Rozas y Quilis, 1961, p. 413; Dámaso Alonso, 1982, p. 503, señala la de 1591, pues en un escrito del 8 de noviembre de 1622 se afirma que tenía entonces 31 años, dato que apunta Entrambasaguas, 1967, II, p. 92. Álvarez y Baena, 1791, IV, p. 4, lo incluyó en su catálogo Hijos de Madrid. Artigas, 1925, p. 237, lo sitúa entre los admiradores cordobeses de Góngora, lo que podría hacer dudar de su origen madrileño. Pero ya Dámaso Alonso, 1982, p. 506, n. 16, afirmó que debía de ser un error explicable porque, en esa lista de admiradores, Ponce figura después de Luis Cabrera de Córdoba, y una mala segmentación habría llevado a interpretar «de Córdoba, Manuel Ponce». El propio Dámaso, 1982, p. 512, observa que, cuando Ponce comenta el uso de la voz coscoja propio de Góngora y su tierra, viene a decir que él no es cordobés al afirmar lo siguiente: «esta voz [Coscoja] dicen es prouincial, yo no la desobedezco, porque soy nouicio en su religion, aunque no es de mi probincia» (fol. 47v). Ver también Osuna Cabezas, 2008, p. 116 y 2014, p. 48. 3 Como se ha indicado, Entrambasaguas, 1967, II, p. 92, señala que el 8 de noviembre de 1622 tenía 31 años. Esta información procede de la documentación

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referencia se apoya en uno de los muchos textos de censura que suscitó el Elogio descriptivo a las fiestas de toros que la majestad del rey Felipe IV hizo por su persona en Madrid, a 21 de agosto de 1623 años, a la celebración de los conciertos entre el serenísimo Carlos Estuardo, príncipe de Inglaterra, y la serenísima María de Austria, infanta de Castilla, escrito por Juan Ruiz de Alarcón con la colaboración de otros autores. La censura en cuestión es el Comento contra setenta y tres estancias que don Juan de Alarcón ha escrito a las fiestas de los conciertos hechos con el príncipe de Gales y la señora infanta María; según este texto, atribuido a Quevedo4, Manuel Ponce habría escrito cuatro de esas estrofas5. Entrambasaguas (1967, I, p. 335) afirma que Manuel Ponce «vivió en la corte casi siempre, siendo criado de su Majestad [Felipe IV] en los papeles de su Hacienda». Además de las cuatro octavas antes citadas, su obra conocida hasta hoy es la siguiente: —La Silva a las Soledades de don Luis de Góngora, con anotaciones y declaración por Manuel Ponce, y un discurso en defensa de la novedad y términos de su estilo. Noviembre de 1613, texto descubierto y estudiado por Dámaso Alonso6. —Una epístola al conde de Villamediana en defensa del léxico culterano, que estudiaron y editaron Juan Manuel Rozas y Antonio Quilis7, y que fechan en torno a 1617. Como se verá más adelante, es que consultó a propósito de las entrevistas que se hicieron a diversos conocidos de Pedro Torres Rámila —amigo de Ponce— a fin de decidir sobre la solicitud de Torres Rámila de una de las becas vacantes en el Colegio de San Ildefonso, en Alcalá. 4 Más detalles sobre los problemas de autoría en Alonso Veloso, 2007 y 2020, pp. 443-459. 5 Afirma lo siguiente el autor del Comento: «Habiendo dado fin a esta censura, me dijeron por cosa cierta que estas estancias no eran del señor don Juan, sino que él las pidió a diferentes personas; y así me dieron la memoria de sus dueños, cuyos nombres pongo aquí sin graduación, y el número de las estancias que compusieron: Don Fernando de Lodeña 8. Don Diego de Villegas 6. El doctor Mirademescua 7. Don Pedro de la Barreda, 5. Anastasio Pantaleón 8. Luis de Belmonte 10. Juan Pablo Mártir Rizo 6. Antonio López de Vega 4. Manuel Ponce 4. Francisco de Francia 4. Diego Vélez de Guevara 6. Luis Vélez de Guevara 7. De modo, que todas estas partidas suman y montan setenta y tres octavas, y el dicho señor don Juan no hizo sino trastrocarlas y trasladarlas» (Comento, pp. 519-523). 6 Ver D. Alonso, 1982. 7 Ver Rozas y Quilis, 1961, pp. 412-413, para los problemas de autoría de esta epístola, que en su encabezamiento lleva escrito «A Manuel Ponçe S. P. D.». Rozas y Quilis ven a Villamediana tras diversas alusiones al destinatario de la

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una defensa del neologismo frente a las censuras que achacaban a este uso el atentar contra la proprietas8, y parece destinada a la defensa del Faetón de Villamediana de las críticas que su estilo había suscitado. Varios pasajes de una de las secciones de la Silva de Ponce —el Discurso en defensa de la oscuridad, escrito antes de 1617— fueron incluidos en la epístola a Villamediana, que se fecha entre 1617 (aparición del Faetón) y 1622 (año del asesinato de Villamediana, en agosto). —Oración fúnebre a la muerte de don Rodrigo Calderón, que fue degollado en la Plaza Mayor de Madrid, Jueves 21 de Octubre de 1621. —Relación de las fiestas que se han hecho en esta Corte a la canonización de cinco santos: copiada de una carta que escribió Manuel Ponce en 28 de Junio, 1622… —El soneto «Una Aurora esplendor de siete Auroras», editado por Lope de Vega en su Relación de las fiestas que la insigne villa de Madrid hizo en la canonización de su bienaventurado hijo y patrón, San Isidro… Madrid, 1622. —La Apología en defensa de Virgilio sobre un lugar de la cuarta Geórgica, por Manuel Ponce, dirigida al Maestro Pedro de Torres Rámila, colegial en el insigne teólogo de Alcalá, que lleva la fecha de 1622. Es un comentario que encontré en la Hispanic Society of America, y que Helena de Carlos y yo transcribimos y estudiamos en 2010. Este texto confirma la noticia que Quevedo había dado en La Perinola9; allí señalaba un libro de Ponce «comentando algunos lugares de Virgilio» (La Perinola, p. 372) entre los olvidos de Juan Pérez de Montalbán en su Índice o catálogo de los ingenios de Madrid, incluido al final del Para todos (1632). La Apología en defensa de Virgilio debió de ser una parte de ese libro de comentarios.

carta (alusiones al Faetón, tratamiento de señoría…), y advierten que la letra A que encabeza el epígrafe fue añadida posteriormente por una mano diferente a la que copió el manuscrito. Gutiérrez Arranz, 2001, pp. 9-10, también señala esta obra de Ponce en su estudio de la mitología en Villamediana; ver también Osuna Cabezas, 2008, pp. 117-118. 8 Ver Rozas y Quilis, 1961, pp. 416 y 421. 9 En esta obra, Quevedo fustigó a Juan Pérez de Montalbán tras la publicación en 1632 del Para todos, miscelánea que reunía novelas, poemas, comedias, autos, relaciones diversas… Al revisar la parte final del libro de Montalbán, Quevedo se ocupa de su Índice o catálogo de los ingenios de Madrid, y le señala sus inexactitudes y olvidos. Es allí donde menciona las obras de Ponce que Montalbán no había incluido. Cito y doy las referencias de La Perinola por la modélica edición de Fernando Plata, 2020.

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A estas obras cabe añadir los otros títulos que Quevedo atribuye a Ponce en su Perinola, además del mencionado libro de comentarios a Virgilio: A Manuel Ponce le quita un discurso que intituló Crisol de la lengua castellana, un libro del genio y otro comentando algunos lugares de Virgilio (La Perinola, p. 378)10.

Manuel Ponce fue un estudioso muy activo en las diversas polémicas literarias que conocieron las letras españolas del siglo xvii. Así, la Apología en defensa de Virgilio se encuadra en la rica tradición de comentarios al poeta mantuano que se desarrolló en España, y se dirige en forma de carta a Pedro de Torres Rámila, con quien Ponce mantuvo una relación de amistad y afinidades literarias11. En el terreno personal, Ponce declaró varias veces en las informaciones que el colegio complutense de San Ildefonso inició ante la solicitud de una beca por Torres Rámila, y dio siempre una positiva opinión de este12. Las características de este texto de Ponce responden a la evolución que los comentarios de Virgilio experimentaron en nuestras letras a partir del siglo xv13. En dicho proceso, la finalidad eminentemente propedéutica del comentario se enriqueció con un mayor sentido crítico y una mayor preocupación filológica por el texto comentado. Este no será solo una base que permita aprender gramática latina, retórica, historia o realia, sino que su propia configuración se convertirá en objeto de estudio. El comentario de Manuel Ponce responde a esta orientación, pues su objetivo es la correcta fijación de un pasaje virgiliano. No es, pues, el tipo de comentario general que atiende a la totalidad de la obra y la explica verso a verso. Se trata de un comentario más especializado, cuyo destinatario es un experto en la materia; 10 Álvarez y Baena, 1791, IV, p. 2, señala como obras de Ponce el Cristal de la lengua castellana (seguramente la misma que en el Comento aparece como Crisol) y los Comentos a algunos lugares de Virgilio. Ver también Fernández-Guerra, 1951, p. 478, en nota, y las precisas informaciones de Plata, 2020, pp. 371, n. 354, 374, n. 370 y 378, n. 377. 11 De ellas da cuenta por extenso Entrambasaguas, 1967, I, pp. 335 y ss. 12 Sobre este proceso, ver Entrambasaguas, 1967, II, 50 y ss. y Tubau, 2008, pp. 23-38, 203-248. 13 Ver al respecto, entre otros, Codoñer, 1997, p. 33, y Jiménez Calvente, 2001.

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su finalidad es explicar algún lugar del texto especialmente difícil, matizando o refutando con frecuencia propuestas anteriores14. Esto es precisamente lo que hace Manuel Ponce al dirigir a Pedro de Torres Rámila su refutación de la lectura que Juan Luis de la Cerda hacía de los versos 287-294 de la cuarta Geórgica15, pasaje donde Virgilio habla del Nilo y las tierras de Egipto y ambienta la ubicación de la práctica de la bugonia, es decir, la generación espontánea de abejas a partir de la carne de bueyes muertos. Tal vez ese comentario de Ponce forme parte de un enfrentamiento más amplio, aunque los datos no son totalmente seguros: según parece, en la hoy perdida Spongia, Torres Rámila, además de criticar a Lope de Vega, habría atacado a Juan Luis de la Cerda por sus comentarios a Virgilio16; en la Expostulatio Spongiae, la contestación de los amigos de Lope a la anterior censura, se incluye, dentro de los «Elogia illustrium virorum pro Lupo a Vega Carpio», una parte de la elogiosa aprobación que Juan Luis de la Cerda había hecho de Los pastores de Belén en noviembre de 161117, lo que pudiera confirmar su antagonismo con el grupo de Ponce y Torres Rámila18. La fama del gran comentarista de Virgilio debió de despertar entre los hombres de letras un cierto afán polemista. En su España defendida, 14 Jiménez Calvente, 2001, pp. 46-49, señala diversos ejemplos de este tipo de comentario; entre los primeros títulos están Filippo Beroaldo con sus Annotationes contra Servium (1482) y Poliziano con su Miscellanea (1489). 15 La primera edición de la obra virgiliana con comentario de Juan Luis de la Cerda, «Ex collegio Paltheniano», Madrid, data de 1608 y comprende solo Bucólicas y Geórgicas. Ediciones posteriores incluyen la Eneida, Lyon, Horace Cardon, 1612-1619 y Colonia, 1628. Ver Piccirillo, 1985, pp. 169-178. 16 Ver Entrambasaguas, 1967, I, pp. 328-330 y 339-340; González-Barrera, 2011, pp. 13-14, 65, 298-299; Conde y Tubau, 2015, p. 158, n. 11, p. 345, n. 137, p. 452. Mazzocchi, 1993, ha estudiado los planteamientos estéticos, ideológicos y culturales del Barroco que pasaron al comentario de Juan Luis de la Cerda. 17 Ver Entrambasaguas, 1967, I, p. 458; Conde y Tubau, 2015, p. 197. 18 No obstante, deben tenerse en cuenta las prudentes observaciones de Pedro Conde y Xavier Tubau sobre estos elogios incluidos en la Expostulatio: «En definitiva, se acumulan, con toda intención, elogios de personajes notables procedentes de ilustres ámbitos como son la nobleza, el clero, la universidad y la erudición en general, siendo muy pocos los textos escritos ad hoc para esta colección de alabanzas. Ello supone que a muchos de esos personajes se los hace participar en ese coro de voces que entonan los loores lopescos sin que se sepa con seguridad si dieron o habrían dado su aprobación a participar en una obra de tan dudosa legalidad como es la Expostulatio Spongiae» (Conde y Tubau, 2015, p. 135).

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cuyo borrador autógrafo es de 1609, un joven Quevedo, deseoso de figurar en el elenco del humanismo hispano, afirma haber escrito un libro donde contradice algunas interpretaciones de la obra de Virgilio llevadas a cabo por Juan Luis de la Cerda; así al menos parece deducirse del título de este opúsculo, hoy perdido o tal vez nunca escrito: Homeri Achilles adversus imposturas Maronianas Ludovici de la Cerda (redivivi Tersitis)19. Sea como fuere, Manuel Ponce quiso dejar constancia de su erudición al acometer una refutación a uno de los más afamados comentaristas del más apreciado de los poetas. La figura de Manuel Ponce también aparece en la polémica literaria que se inició con la crítica a varias obras de Lope por no respetar diversos preceptos referentes a la construcción de la fábula, y que también cuestionaba sus saberes y erudición 20. Los hitos de esta discusión se hallan en dos textos ya mencionados. El primero, hoy perdido, lleva el gráfico título de Spongia: criticaba diversas obras de Lope y fue publicado por Pedro de Torres Rámila en 1617; el segundo, la Expostulatio Spongiae, es la respuesta que varios amigos del Fénix editaron pocos meses después21. La participación de Manuel Ponce en la 19

«Pero ni Amiano Marcelino lo miró bien, de dos o tres particulares ejemplos en hacer proposición general ni en escribirlo así, porque Egipto no se llamó así de los grandes ríos, antes el Nilo se llamó de ella en su primer voz, como yo pruebo en mi libro que intitulo Homeri Achilles adversus imposturas Maronianas Ludovici de la Cerda (redivivi Tersitis)» (España defendida, p. 118). Para la presencia de Virgilio en las letras hispanas de los siglos xvi y xvii, ver el clásico trabajo de A. Blecua, 1985, donde también se ocupa de Juan Luis de la Cerda. 20 Para más detalles sobre esta polémica, ver el panorama histórico y los documentos que ofrece Entrambasaguas, 1967, quien la enfoca como un enfrentamiento entre los aristotélicos y Lope; L. Sánchez Laílla, 2008, la analiza como una disputa con intelectuales de su tiempo en torno al grado de erudición del Fénix; J. González-Barrera, 2011, pp. 75-85, y 2012, ha defendido que el contexto de esa polémica no sería el cumplimiento o no de los preceptos neoaristotélicos por parte de Lope, sino desacreditarlo aprovechando la fama de Góngora en el ambiente de polémica que generaron sus poemas. Los trabajos de X. Tubau, 2007 y 2008, pp. 86-149, y de P. Conde y X. Tubau, 2015, pp. 13-151, la sitúan en el ámbito de las discusiones sobre el aristotelismo, y analizan (2015, pp. 95-131) las ideas aristotélicas que son objeto de discusión en el texto de la Expostulatio en relación con diversas obras de Lope (Arcadia, La hermosura de Angélica, La Dragontea, Jerusalén conquistada). 21 Dos hipótesis principales se han propuesto para la autoría de este texto en sus secciones fundamentales: para J. González-Barrera, 2011, pp. 86-108, el candidato principal sería José Antonio González de Salas; para P. Conde y X.

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Spongia se vincula a la del mencionado Torres Rámila, a quien, como hemos dicho, le unían una buena relación y comunes puntos de vista literarios. Esta polémica permite perfilar algunos de los enfrentamientos que poblaron el complejo panorama de las letras españolas del xvii. En la Expostulatio spongiae se habría incluido una epístola a nombre de Torres Rámila donde se criticaban las notas que González de Salas hizo a su edición del Satiricón de Petronio, y también su discurso sobre el uso de los cálculos en la antigüedad (De antiquorum calculis diatriba), obra hoy perdida a la que González de Salas se refiere en su comentario a Petronio22. Según indica esa epístola incluida en la Expostulatio, Manuel Ponce también había criticado dicho discurso de González de Salas23. Otra figura que aparecería en las censuras de la Spongia es la del jesuita Juan Luis de la Cerda. Al hablar del comentario de Manuel Ponce a la cuarta Geórgica de Virgilio, fechado en 1622, ya he mencionado que su refutación de la hipótesis interpretativa que de ese lugar Tubau, 2015, pp. 55-95, Juan de Fonseca y Figueroa, canónigo de la catedral de Sevilla. 22 Ver Conde y Tubau, 2015, pp. 23, 228 n. 56; González-Barrera, 2011, 173 y 348-349, n. 204, y Sánchez Laílla, 2003, p. 34. Aunque también fue una obra polémica, esa disertación sobre el uso de los cálculos no parece ser la Dissertacion de la tierra descubierta i cubierta de las aguas, texto donde González de Salas intentaba demostrar que la tierra surgida tras el diluvio universal era diferente a la que se había separado el tercer día de la creación. Esta Dissertacion geográfica de González de Salas se incluía en la «Noticia segunda» de su traducción de la obra de Pomponio Mela: Compendio geographico, i historico de el orbe antiguo. I descripcion de el sitio de la tierra (Madrid, Diego Díaz de la Carrera, 1644). La traducción de Pomponio Mela estaba precedida por tres preliminares de González de Salas, denominados «Noticias»: en la primera explicaba los motivos que le movieron a traducir a Pomponio Mela; en la segunda —donde se incluye la Dissertacion que nos ocupa—, la importancia, origen y progresos de la geografía antigua; en la tercera, diversas circunstancias vitales y de la obra de Pomponio Mela. Más informaciones sobre esta traducción y comento de Salas ofrece López Rueda, 1975, pp. 56-60, 1994, y 2003, pp. 138-182. Entrambasaguas, 1967, I, pp. 333338, afirmó que el texto donde González de Salas abordaba el uso antiguo de los cálculos se contenía en la Dissertacion de la tierra descubierta i cubierta de las aguas; ver también Sánchez Laílla, 2003, I, pp. 22-26; Osuna Cabezas, 2008, p 120; Tubau, 2008, pp. 28-29. 23 El texto de dicha epístola contenida en la Expostulatio puede leerse en Conde y Tubau, 2015, pp. 228-234 y 392-395); González-Barrera, 2011, pp. 172-180.

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hacía Juan Luis de la Cerda encaja en las menciones negativas que sobre su figura de comentarista de Virgilio se hacían en la Spongia. Las diversas polémicas literarias van tejiendo así una red de complejos enfrentamientos eruditos y personales entre los estudiosos que participaron en ellas. En ese contexto, la Silva a las Soledades y la epístola al conde de Villamediana sitúan a Manuel Ponce como defensor de Góngora y el estilo culto, dentro de la polémica que protagonizó el panorama literario de las primeras décadas del xvii. Almansa y Mendoza, el abad de Rute y Martín de Angulo y Pulgar lo habían citado ya entre los defensores del poeta cordobés24. La Silva fue dada a conocer por Dámaso Alonso, quien, informado por José Antonio Muñoz Rojas, consultó el manuscrito de la biblioteca de don Francisco Fernández de Navarrete, marqués de Legarda, en Ávalos (Logroño). En un trabajo fundamental de 1978, Dámaso Alonso estudiaba sus características generales y extractaba algunos pasajes. Los argumentos que maneja Ponce en este texto no difieren de los observados en otros defensores en la polémica. Así, se abre con un prólogo en el que defiende la oscuridad de las Soledades de las censuras que se vertían por la extrema dificultad de sus tropos, el exceso en la complejidad del hipérbaton y demás figuras per ordinem, la frecuencia de voces peregrinas y la falta de decoro entre estilo y género. El comentario del poema aclara las que Ponce supone dificultades en la interpretación de versos, con especial atención a las alusiones mitológicas e históricas. Al comentario le sigue un discurso que, como veremos más adelante, defiende la oscuridad del poema de Góngora como rasgo esencial de la poesía. No sabemos por qué Ponce se decidió a intervenir en la polémica. No consta que tuviese una relación 24

El abad de Rute lo mencionó en su Examen del Antídoto, de 1617 (ed. Artigas, p. 419, ed. M. Mancinelli, 2019, p. 183, n. 331); Angulo y Pulgar en sus Epístolas satisfactorias, editadas en 1635 (epístola nº 7, fol. 54r, p. 365 en la ed. Daza, 2019); Almansa lo hizo en sus Advertencias (ed. López Bueno, 2018, p. 116), donde critica a quienes censuran la poesía de Góngora sin tener conocimientos para ello y señala los escasos ingenios que podrían acometer esta tarea; entre ellos, Manuel Ponce. Dámaso Alonso, 1982, p. 505, ya había indicado estas referencias. Ver las observaciones de López Bueno, 2018, pp. 80-88, sobre estas listas de expertos en la poesía de Góngora. Sobre la participación de Ponce en estas polémicas, ver también Roses Lozano, 1994, pp. 20-22; para las listas de defensores de Góngora, Osuna Cabezas, 2014.

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de amistad con Góngora, a quien no menciona por su nombre en el comentario, sino como «el autor» o «nuestro autor»25. Pero desde el punto de vista de las ideas literarias, su actitud casa con la defensa del Faetón de Villamediana, y también con su participación en la Spongia en el bando opuesto a Lope de Vega. Relacionada con la polémica gongorina está también la epístola a Villamediana, texto que se centra sobre todo en el neologismo o, como se denominaba en su época, los verba peregrina. Frente a las censuras que achacaban a este uso el atentar contra la proprietas, Ponce argumenta en su defensa apoyándose en autores latinos y romances que emplearon dichos vocablos (incluso el «claro» Lope de Vega), y señalando que es un fenómeno común a todas las lenguas. Además, niega que se trate de una vana ostentación erudita, y defiende la necesidad artística de dichas voces «para significar mejor o con más decencia sus conceptos»26. En definitiva, fue Ponce un estudioso muy activo en el rico y polémico panorama literario de su tiempo. En su Apología en defensa de Virgilio se atrevió a contradecir a uno de los más famosos comentaristas del poeta mantuano, el jesuita Juan Luis de la Cerda, en un intento que mostraba su propósito de medirse con los mejores. Se alineó con Torres Rámila y su grupo en favor de una preceptiva aristotélica que encajaba con su perfil de académico, y que se enfrentó a las innovaciones literarias de Lope. Y defendió tempranamente a Góngora abanderando, como veremos posteriormente, la dificultad y la oscuridad como señas de identidad del poeta. Ponce no alcanzó la fama erudita de Juan Luis de la Cerda, ni aspiró a la literaria de Lope de Vega o Luis de Góngora. Fue uno de los que Antonio Paz y Mélia (1902, p. XIV) calificó de «críticos al microscopio», al referirse, precisamente, a Torres Rámila y sus censuras a Lope. Sin embargo, Ponce sí debió de gozar de alguna consideración en el terreno de la erudición y el estudio, donde la competencia fue 25

Lo advirtió ya Osuna Cabezas, 2008, pp. 116-117, quien también apunta que tal vez hubiera conocido a Góngora en uno de los viajes que el poeta hizo a Madrid, y supone que el texto de las Soledades le habría llegado a Ponce a través de Almansa y Mendoza, dadas las semejanzas que se encuentran entre las Advertencias de Almansa y el comento de Manuel Ponce. No obstante, y como se verá posteriormente, la versión de la Soledad primera que se copia al comienzo del manuscrito y que anota Manuel Ponce es posterior a la manejada por Almansa. 26 Ver Rozas y Quilis, 1961, pp. 416 y 421.

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máxima en el siglo xvii. Quevedo, tan dado a la invectiva —y que, curiosamente, también prometió hacer una obra para rebatir algunas interpretaciones de Juan Luis de la Cerda—, no fustigó su figura cuando citó en La Perinola las obras de Ponce que Juan Pérez de Montalbán había olvidado señalar en su Catálogo de los ingenios de Madrid27. Quienes lo mencionaron como defensor de Góngora ponderan su erudición, ese preciado tesoro que sirvió de norte a tantos hombres de letras del siglo xvii. En el lado de los antagonistas, Lope de Vega mostró las típicas contradicciones que se encuentran en las valoraciones asociadas a estas disputas: si en una de las sátiras a él atribuidas censura abiertamente a Ponce («Déjate de morlacos o morlanos, / Figueroas, didáscalos y Ponces, / puesto que finges defensores vanos»), en «El jardín de Lope de Vega» alabó su afán por el estudio, bien por amistad aun siendo Ponce amigo de Torres Rámila, bien por respeto o conveniencia28. Prueba de estas complejas y cambiantes relaciones, no exentas de la tópica del protocolo, es que «El jardín de Lope de Vega» se incluye en La Filomena (1621), obra donde también se recoge una contienda entre un tordo y el ruiseñor Filomena, tras los que se esconden Torres Rámila y el propio Lope29. Debe tenerse en cuenta, además, que en estas polémicas en ocasiones cruzan sus dardos escritores y estudiosos, creadores frente a críticos, y que los intereses y afanes de unos y otros entran a menudo en conf licto por la distinta índole de

27 Ver el texto de La Perinola (p. 378) citado en páginas anteriores. Acaso la buena relación de Quevedo con Mártir Rizo ( Jauralde, 1998, pp. 499, 554-562) pudo haber inf luido. Cuando se refiere a la polémica suscitada por la Spongia desde la óptica de un Quevedo llegado no hace mucho de Italia, Jauralde, 1998, p. 393, apunta que su nombre se unió a los elogios del Fénix recopilados en la Expostulatio, pero señala de manera muy certera que «Enfrente, sin embargo, otro de sus futuros defensores [de Quevedo], Pablo Mártir Rizo. Los barullos y contiendas literarias proporcionan constantes cambios en el mapa de la “intelectualidad” de la época». 28 («A Gil González de Ávila en un bronce / puso la historia humana y la divina, / y el estudio inmortal a Manuel Ponce»). Lo señaló ya Entrambasaguas, 1967, I, p. 337, en nota. 29 González-Barrera, 2012, pp. 158-159, apunta que también podría haber una alusión a Manuel Ponce en esta fábula, cuando el tordo se presenta a la contienda acompañado de dos pájaros como padrinos: la Abubilla y el ave infelicísima de Castilla. En el «Sueño Jocoso» incluido en la Expostulatio, Columbario se mofa de la música de Ruitano (Torres Rámila), quien va acompañado de dos amigos, Filócalo (Ponce) y Curio (Mártir Rizo).

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su enfoque. La polémica literaria, especialmente si se centraba en una obra o autor conocido —Lope, Góngora, el Virgilio de Juan Luis de la Cerda—, era un medio para que estos intelectuales mostrasen la excelencia de sus saberes y ganasen fama en ese otro Parnaso de segundo rango. Precisar los detalles de ese entramado de relaciones exige una investigación histórica en archivos y documentos de la que aquí solo puede subrayarse su necesidad. 2. Título Habitualmente la crítica nombra el comentario de Ponce como Silva a las Soledades, o se refiere a él de forma abreviada como la Silva de Manuel Ponce. Silva a las Soledades es, en efecto, la expresión que encabeza la portada del manuscrito, cuya transcripción es la siguiente (ver la imagen 1): [f. 1r Portada] SYLVA / a las SOLEDADES / de Don Luis de Góngora / Con anotaciones y declaracion / POR / Manuel Ponce / y un discurso en defensa de la Novedad / y terminos de su estilo. / NOVIEMBRE / de 1613.

El sentido de la expresión «Sylva a las Soledades de Don Luis de Góngora» puede entenderse de dos formas: —interpretando silva como ‘escrito que reúne varios materiales concernientes a las Soledades’; la frase haría referencia entonces al conjunto del trabajo de Ponce; —interpretando que Silva a las Soledades es la manera con la que Ponce se refiere al poema de Góngora. Esta lectura encuentra apoyo en el conjunto de la portada, donde se ref lejan perfectamente y por su orden las secciones principales del manuscrito, que se inicia con el texto de la Soledad primera, al que siguen la anotación y explicación de sus versos, y un discurso en defensa de la oscuridad en el estilo de los poetas. Esta práctica de los títulos detallados es habitual en Ponce, como muestra también su Apología en defensa de Virgilio30. Además, en

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Apología en defensa de Virgilio sobre un lugar de la cuarta Geórgica, por Manuel Ponce, dirigida al Maestro Pedro de Torres Rámila, colegial en el insigne teólogo de Alcalá, MDCXXII.

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varias ocasiones a lo largo de su comentario (fols. 2r, 2v, 39v, 64r, 81v, 86r, 109r), Ponce se refiere al poema de Góngora como silva31. Ya Dámaso Alonso pareció haber entendido de esta forma la expresión, pues uno de los epígrafes del artículo donde daba noticia del escrito se titula «La “Silva a las Soledades” anotada y comentada» y, poco después, señala explícitamente que la expresión silva hace referencia a la Soledad primera32. En consecuencia, aunque creo que resulta apropiado seguir nombrando el conjunto del comentario según la tradición de estudios previos, pienso también que debe subrayarse que esta lectura alude al título del poema de Góngora, pues a él se refiere Ponce con el marbete Silva a las Soledades33. Creo asimismo que puede utilizarse la denominación Discurso en defensa de la oscuridad —y su mención abreviada, Discurso— para hacer referencia concreta a la sección donde Ponce desarrolla de forma más articulada sus ideas teóricas sobre el estilo en poesía, sección que se diferencia claramente en la configuración del manuscrito y en la intención del comentarista 34. Así se hará a lo largo de estas páginas. 3. Cronología La portada, donde se lee «noviembre de 1613», nos lleva también al delicado asunto de la fecha de redacción del trabajo de Ponce. La crítica ha señalado la aparente contradicción entre esa temprana fecha y el hecho de que la versión de la Soledad primera que se copia entre los folios 4r y 33v esté cercana a la definitiva, y con que al final del códice

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En alguna ocasión (fols. 45r, 46v, 71r) lo divide en estancias. Para la relación entre canción y silva, ver A. Egido, 1989, p. 37, donde menciona este lugar de Ponce. Con carácter general, ver el volumen dirigido por López Bueno, 1991. 32 Dámaso Alonso, 1982, pp. 506-507. Ver las precisas observaciones de López Bueno, 2018, pp. 71-74, sobre el término silva en el contexto de la polémica. En la actualidad, José Manuel Rico García estudia diversas vertientes de esta cuestión. 33 Como se indica en la descripción que se hace en las páginas siguientes, el texto de la Soledad primera que se copia en el manuscrito lleva el epígrafe «Soledades» (fol. 5r). 34 Dámaso Alonso, 1982, pp. 515-516, ya hizo referencia a dicha sección de esta forma.

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(fols. 113r-120v) se incluya el texto de la Soledad segunda desde el verso 677 al 93635. En primer lugar, debe tenerse en cuenta que Manuel Ponce tiende a fechar con precisión sus escritos36. En este sentido, la portada se refiere a las dos grandes secciones que constituyen el trabajo de Ponce: la anotación del poema y el Discurso en defensa de la oscuridad. En consecuencia, cabe pensar que en esa fecha Ponce tenía, al menos, una idea precisa de lo que sería el conjunto de su trabajo37. El examen del códice permite añadir otras consideraciones38. La configuración del manuscrito y sus grafías apuntan a una tarea elaborada en varias fases, algo que ya habían señalado Dámaso Alonso (1982, p. 524) y Robert Jammes (1994, pp. 616-618). En cuanto a la letra, hay que diferenciar tres manos. Una sería la que copia el texto de la Soledad primera (ver la imagen 2)39; otra sería la de Ponce, que copia la anotación 35

Por señalar dos posturas al respecto, Joaquín Roses, 1994, pp. 20-22, acepta la fecha de 1613 y cree que para entonces la versión casi definitiva de la Soledad primera ya estaría bastante difundida. Robert Jammes, 1994, pp. 616-618, no descarta que la fecha de la portada sea la del comienzo del trabajo de Ponce que, como ya indicara Dámaso Alonso, 1982, p. 524, se habría continuado posteriormente; sin embargo, también señala que el nombre de Ponce estaba ya en las Advertencias de Almansa, por lo que concluye que «se puede por consiguiente admitir que, de momento, es el primer comentario conocido». Aurora Egido, 1989, p. 37, ha subrayado la importancia de la temprana fecha de esta defensa gongorina en el panorama de la silva en el Barroco. Ver también las precisiones cronológicas de Iglesias Feijoo, 1983, p. 185. 36 Estos son algunos casos: Sylva a las Soledades de don Luis de Góngora, con anotaciones y declaración por Manuel Ponce, y un discurso en defensa de la novedad y términos de su estilo. Noviembre de 1613; Oración fúnebre a la muerte de don Rodrigo Calderón, que fue degollado en la Plaza Mayor de Madrid, Jueves 21 de Octubre de 1621; Relación de las fiestas que se han hecho en esta Corte a la canonización de cinco santos: copiada de una carta que escribió Manuel Ponce en 28 de Junio, 1622…; Apología en defensa de Virgilio sobre un lugar de la cuarta Geórgica, por Manuel Ponce, dirigida al Maestro Pedro de Torres Rámila, colegial en el insigne teólogo de Alcalá, MDCXXII. 37 Lo señalan también Azaustre, 2015, pp. 74-75; Daza, 2015, p. 26. 38 Agradezco a Ana Suárez González, paleógrafa de la Universidad de Santiago de Compostela, su experto asesoramiento en estas cuestiones paleográficas y codicológicas. Ofrecer más precisiones sobre estos aspectos exigiría un completo análisis codicológico del volumen, y un exhaustivo examen de las fases de redacción de la Soledad primera y la Soledad segunda, cotejándolas con los textos que de ambas ofrece el manuscrito de Ponce. 39 Los números que acompañan al texto de la Soledad primera, y que se corresponden con las notas de Ponce, fueron escritos por el propio Ponce. También los

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del poema, el Discurso en defensa de la oscuridad, los versos de la Soledad segunda y los textos situados en apéndice al final del códice (imágenes 3 y 4). Además, el cambio entre una y otra mano, entre el final de la Soledad primera y el comienzo de la anotación (fols. 33v y 34r), parece coincidir con un cambio de cuaderno (imagen 5). La firma de Ponce, que aparece en los fols. 40r, 83r y 86v, coincide con la segunda grafía señalada (imágenes 6 y 7)40. La tercera mano, claramente diferenciada, pertenece a un estudioso que examinó el trabajo y anotó algunas enmiendas a los versos de la Soledad primera incorporando variantes de la versión definitiva; también incorporó observaciones a las notas de Ponce, a las que este responde en algún caso, lo que indica que el texto volvió a sus manos tras esa revisión (imagen 8)41. A la elaboración del trabajo en fases apuntan también los restos de una foliación originaria del manuscrito, que numera del folio 1 al 50 la anotación al poema, y del 1 al 22 el texto del Discurso sobre su estilo, partes ambas escritas por Manuel Ponce (imágenes 6 y 7). A ello debe añadirse que, al final de la dedicatoria al conde de Salinas que precede a la anotación (fol. 39v), Ponce le promete otro discurso donde responderá a las objeciones contra el estilo de la Soledad primera. La promesa de ese otro discurso indica, en efecto, que estas dos partes del trabajo de Ponce —anotación del poema y Discurso en defensa de su estilo— fueron elaboradas en diferentes momentos. En el mismo sentido cabe interpretar que, en la dedicatoria que precede al Discurso en defensa de la oscuridad, Ponce afirma haber cumplido esa promesa, e indica que las críticas al poema de Góngora han crecido desde el momento en el que había llevado a cabo la anotación. números de la foliación original de algunas partes del manuscrito que se indican más adelante. 40 Entiendo que se trata de la letra de Ponce por esta coincidencia con la de las firmas, y también con la letra de algunas anotaciones donde Ponce respondió a un estudioso que revisó su trabajo y escribió al margen algunas correcciones y observaciones. 41 Actualmente estoy cotejando la mano de ese corrector con autógrafos de diversos comentaristas de Góngora en espera de hallar coincidencias en la grafía. Hay, además, una anotación de otra mano diferente a las tres señaladas. Esta anotación aparece en el fol. 33v (imagen 5) y recoge uno de los Avisos de amigo del barcelonés Joaquín Setantí (c. 1540-1617), considerado representante del tacitismo y el aforismo sentencioso: «Auiso VI Joachin Setantí. / No seas inuentor de cosas nuebas, / ni las antiguas aprouadas mudes». La letra de esta anotación podría ser incluso del xviii. Más detalles sobre Setantí ofrece Emilio Blanco, 2006.

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El final de esa tarea no podría ir más allá de 1616, pues las dedicatorias al conde de Salinas que preceden a la anotación y el Discurso se refieren a él como «presidente del Consejo Supremo de Portugal», cargo que desempeñó entre 1605 y 1616, para pasar a ser virrey desde 1617 a 162142. También debe señalarse que Ponce no menciona el título de marqués de Alenquer que Felipe III concedió a Diego de Silva y Mendoza en octubre de 1616. Como indica Trevor Dadson, a partir de esa concesión, Diego de Silva y Mendoza dejó de firmar con el título de conde de Salinas, que fue usado por su hijo desde entonces43. Ese término de 1616, aunque prudente, podría resultar incluso algo exagerado en relación con las tempranas menciones a Ponce entre los conocedores de los poemas de Góngora. Por desgracia, la correspondencia y memoriales del conde de Salinas, recientemente estudiados y editados por Trevor Dadson, no arrojan noticias sobre Ponce44. A todo lo anterior hay que añadir algo obvio: Manuel Ponce no podría haber comenzado su comentario sin tener el texto de la Soledad primera. Si este es el primer requisito, ese texto estaría disponible ya en noviembre de 161345. El verso 6 («en dehesas azules pace estrellas») muestra que la versión recogida en la copia de Ponce es posterior a la primitiva que manejó Almansa y Mendoza («zafiros pisa, si no pace estrellas») en sus Advertencias, escritas en la segunda mitad de 1613 o

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El conde de Salinas ocupó interinamente la presidencia del Consejo de Portugal en 1605 durante la enfermedad de don Juan de Borja, conde de Ficalho, y definitivamente desde su muerte en septiembre de 1606. Fue presidente del Consejo de Portugal de 1605 a 1616, y virrey del reino de Portugal desde marzo de 1617 a 1621. Aunque no ocupó efectivamente este cargo hasta la primavera de 1617, ya en la segunda mitad de 1615 y durante 1616 se hablaba del nombramiento como algo seguro; Trevor Dadson, 2011, pp. 97-112, detalla diversos pormenores de este complejo proceso. Más datos en Gaillard, 1983; Dadson, 1986, pp. 6-7; 2008, p. 86; 2011, pp. 79-116, 138, y 2014. 43 Dadson, 2015, 25, n. 2. 44 Dadson, 2015. Trevor Dadson preparaba un estudio y edición de las cartas de su periodo como virrey de Portugal: La correspondencia política de un virrey. Cartas enviadas desde Lisboa (1617-1622) por Diego de Silva y Mendoza, marqués de Alenquer; ver Dadson, 2015, pp. 27-28, n. 12. El estudio y edición, revisados por Antonio Carreira, saldrán en breve en la editorial portuguesa CIDEHUS. Los posibles hallazgos en ese corpus serían de vital importancia para esta cuestión, aunque, con su acostumbrada generosidad, Antonio Carreira me comunica que no ha encontrado menciones a Ponce en esa correspondencia. 45 Lo advirtió ya Dámaso Alonso, 1982, p. 521.

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en 161446. Se trata de una versión intermedia que manejaron comentaristas como Jáuregui en su Antídoto47 (1614-1615), pues la voz dehesas aparecía en una de las listas de términos censurados por Jáuregui48. Esa versión del poema, posterior a la manejada por Almansa, estaría finalizada en noviembre de 161349. Por lo tanto, sabemos con seguridad que Manuel Ponce concibió una labor de anotación de la Soledad primera y la elaboración de un Discurso en defensa de su estilo ya en noviembre de 1613; disponía entonces de una versión del poema posterior a la primitiva y cercana a la final, y sobre ella su trabajo debió de conocer al menos dos grandes fases: la anotación y la posterior elaboración del discurso. Así lo muestran la promesa de este discurso en la dedicatoria que precede a la anotación, y la inicial foliación independiente de ambas secciones. También el hecho de que todas las secciones del volumen comiencen en el recto de un folio y, en algún caso, dejando incluso el vuelto del

46 Segunda mitad de 1613 para Robert Jammes, 1994, pp. 196-198 y 609-611 y Joaquín Roses, 1994, pp. 19-20; en 1614 para Begoña López Bueno, 2012a, pp. 5 y 18-25 y 2018, p. 55. Ver el examen que López Bueno, 2018, pp. 44-48, hace de la relación entre ambos textos. 47 Según señala Rico García, 2002, p. XXII. Ya Dámaso Alonso, 1936, pp. 340-344, consideraba que estas versiones intermedias no estarían muy alejadas de la definitiva. Daria Castaldo, 2016, apdo. 3, señala que el autor de la Carta de un amigo de don Luis de Góngora en que da su parecer acerca de las Soledades... también podría haber manejado una versión intermedia de la Soledad primera. 48 Rico García, 2002, p. 53. 49 Además, en ese verso 6, el revisor del trabajo de Ponce añadió una enmienda en el margen izquierdo que recogía el texto de la versión definitiva («en campos de zafiro pace estrellas»). Ello afectó también al v. 711, donde el revisor incorporó también el texto de la versión definitiva, que, para no repetir la expresión, pasó de «oro mordiendo, campos de zafiro» a «mordiendo oro el eclíptico zafiro». No parece que esas enmiendas del revisor puedan ser muy posteriores a la finalización de la tarea de Ponce que, como fecha más tardía, sería 1616 a la luz de las dedicatorias al conde de Salinas. En otros versos donde Almansa recoge la lectura primitiva, el texto de Ponce coincide con la versión final: así sucede en los vv. 75, 100, 375, 416 y 473. En el verso 206, la versión de Ponce también coincide con la definitiva, y no recoge los vv. 206de, que Almansa comenta: «de islas que paréntesis frondosos / al período son de su corriente». Tampoco recoge los vv. 290af: «treinta robustos montaraces dueños / en la tierna hijuela temer vieras / ya en la vaca, no en las empulgueras / del arco de Diana / damería serrana». Más precisiones sobre el texto que maneja Ponce en las correspondientes notas a pie de página.

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anterior en blanco50. Con seguridad puede afirmarse también que esa tarea —anotación y Discurso— habría sido concluida, como más tarde, en 1616, cuando el conde de Salinas dejó de ser presidente del Consejo Supremo de Portugal, aunque cabe pensar que pudiese haber finalizado antes de esa fecha a la luz del devenir de la polémica gongorina. Dentro de estos márgenes, pueden proponerse algunas hipótesis para tratar de delimitar con mayor precisión la cronología de algunas secciones del comentario. Es muy posible que al menos la anotación del poema haya que llevarla a fechas no demasiado alejadas de la de la portada. En este sentido, ya en 1978 Dámaso Alonso, aunque con reservas y de manera prudente, parecía inclinarse por una fecha temprana al calificar a Ponce como primer comentarista de Góngora: «Por lo que conocemos hasta ahora, el primer comentarista de las Soledades fue Manuel Ponce. No debemos, sin embargo, darlo como cosa del todo segura. Es posible que noviembre de 1613 fuera la fecha de comienzo de su trabajo y que éste durara quizá varios meses»51. Recientemente, José Manuel Rico García ha propuesto en su introducción al texto anónimo Contra el Antídoto de Jáuregui y en favor de don Luis de Góngora52, que esa fecha de noviembre de 1613 podría referirse al final de la anotación del poema. Advierte José Manuel Rico que, al final de la dedicatoria «A los que no entienden esta silva», Ponce habla ya de su labor de anotador como concluida. En efecto, Ponce afirma: «he hecho las notas de ella, declarando las figuras retóricas y términos poéticos, construyendo lo que esta latinizado, señalando las imitaciones importantes y refiriendo las fábulas o historias que toca en los lugares necesarios, para que, desta suerte, quede manifiesta y clara su inteligencia a todos»53. Esta dedicatoria se sitúa entre los folios 2r y 50

Un más detenido examen del volumen, que espero poder realizar en el futuro, permitirá confirmar si se produce también un cambio de cuaderno, algo que parece advertirse ya en algunos casos con el simple examen de las imágenes. 51 Dámaso Alonso, 1982, p. 18. 52 Rico García, 2016. 53 Además de esta declaración de Ponce, el hecho de que esta dedicatoria hubiese sido redactada con posterioridad a la anotación del poema se confirma porque no lleva restos de la foliación antigua que sí numera las notas a la Soledad primera y la dedicatoria al conde de Salinas que las precede (fols. 2 a 50 en la numeración antigua, 35 a 83 en la moderna). El fol. 34 en la numeración moderna, donde comienza la dedicatoria al conde de Salinas, no conserva restos de la

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3r, inmediatamente después de la portada y antes del texto del poema, que se supone Ponce tenía en noviembre de 1613. Posterior a la anotación fue la redacción del folio 84r. Tras concluir las notas al poema, Manuel Ponce añade una serie de autoridades que hablaron sobre el Nilo y que no pudo incluir en su extensa nota 101 referida a ese río, cuya dimensión se explica por ser un tema que le ocupó en su comentario a Virgilio. Cabe pensar que esas autoridades no las conocía o no las había manejado en el momento de redactarla. De hecho, el folio no lleva resto de la numeración antigua que sí aparece en los de la anotación. Una de esas autoridades allí incluidas arroja un dato cronológico interesante: Michael maiero, en su Arcana Arcanissima. hoc est. Hieroglyphica Aegiptio-graeca. Al principio del L. 1.

El autor de la obra es el médico y alquimista Michael Maier (15681622). Ponce se refiere a una de sus primeras obras destacadas: Arcana arcanissima, hoc est, Hieroglyphica AEgyptio-Graeca...54. Si las primeras ediciones de esta obra fueron de 1614 (Oppenheim y Londres, Thomas Creede), Ponce debió de redactar ese folio añadido a la anotación no antes de ese año. No obstante, el dato no es seguro, pues algunos catálogos bibliográficos dan 1613 como posible fecha de la primera edición. Posteriores a la anotación son también las observaciones del ya mencionado revisor que corrige algunos versos de la Soledad primera con la lectura definitiva y enmienda notas de Ponce, así como las réplicas de Ponce a algunas de sus observaciones. Probablemente el final de esta tarea escalonada venga dado por el pasaje de la Soledad segunda que se copia en los últimos folios, y que abarca desde el verso 677 («Las Horas ya, de números vestidas») hasta el verso 936 («heredado en el último graznido»). Este pasaje intenta reproducir de manera no fragmentada el episodio de la caza de

numeración original, bien por considerarse portada de esta dedicatoria, bien por haberse perdido la parte del folio que habría contenido el número al cortar los bordes para la encuadernación del volumen. 54 Su título completo se recoge en la bibliografía.

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cetrería55, tal y como indica ya su título en el folio 113r: «Segunda Soledad / El periodo de la caza». Este texto fue copiado por Manuel Ponce y no por quien copió los versos de la Soledad primera en la parte inicial del manuscrito. Además, el texto comienza —como sucede en las diversas secciones del manuscrito— en el recto de un folio, y parece que inicia también un cuaderno, rasgos todos ellos que confirman las sucesivas fases de elaboración de los materiales que configuran el códice56. En cuanto a la fecha de esta parte que recoge los versos de la Soledad segunda, el trabajo donde Mercedes Blanco muestra las semejanzas entre este episodio de la Soledad segunda y un pasaje del sermón de Paravicino para las fiestas de Lerma, en octubre de 1617, indica que esta parte de la Soledad segunda estaba ya compuesta en esa fecha57. Resta por valorar el dato fundamental que ofrece la portada, donde se ref leja la fecha de noviembre de 1613. Dependiendo del momento en el que hubiese sido elaborada, podría afinarse más o menos el periodo de redacción de algunas secciones del comentario. Señalo tres posibles interpretaciones: 1) La portada fue escrita al haber terminado todo el trabajo que se copia en el códice, pero con la fecha de su inicio. 2) La portada fue escrita al comienzo del trabajo, que se prolongó durante meses o incluso años. 3) La portada fue escrita al haber finalizado al menos alguna de sus secciones (anotación y Discurso) o ambas. En este sentido, ya se ha indicado que el hecho de que la dedicatoria «A los que no entienden esta silva» se haya escrito después de las anotaciones —que se dan en ella por concluidas— y esté situada inmediatamente después de la portada donde se señala «noviembre de

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Algo que sucedía en la edición de Vicuña, que recoge el texto hasta el v. 840 («al viento esquivarán cuchillo vago»). Ver Jammes, 1994, p. 19. Para las fases de redacción de la Soledad segunda pueden verse, entre otros, Dámaso Alonso, 1936, pp. 316-323; Jammes, 1994, pp. 17-21; Rojas, 2015, pp. 65-81. 56 Osuna Cabezas, 2008, pp. 114-115, propuso como hipótesis que el comentario comenzó a escribirse en noviembre de 1613 y, una vez concluido, se le añadieron tiempo después los versos de la Soledad segunda. 57 Ver Blanco, 2012, pp. 58-62. Este dato precisa la anterior hipótesis de Jammes, 1994, p. 19, según la cual esa versión del poema sería algo posterior a 1617, pues, como se ha dicho arriba, la edición de Vicuña, que se supone conocía la parte del poema redactada hasta 1617, finaliza en el verso 840 («al viento esgrimirán cuchillo vago»).

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1613», apunta a que las notas al poema fueron concluidas en fecha no muy alejada de esta. Por otra parte, cuando Ponce dirige su comento de Virgilio a Torres Rámila no olvida datar el texto58. No coloca fecha, en cambio, en ninguna de las dos dedicatorias que dirige al conde de Salinas —que preceden a la anotación y al Discurso—, tal vez porque iba ya incluida en la portada del manuscrito que las recogía. Por todo ello, creo más probables la segunda y tercera de las opciones arriba expuestas, y, dentro de ellas, que la indicación «noviembre de 1613» corresponda al final de una (anotación) o de las dos partes (anotación y Discurso) del comentario de Ponce. En conclusión, una datación prudente del comentario de Manuel Ponce es la que ofrece un arco temporal entre noviembre de 1613 y 1616. Es posible, además, que la anotación —y, tal vez, también el Discurso en defensa de la oscuridad— hubiesen sido redactados en una fecha no muy lejana a la de la portada —noviembre de 1613—, y que el resto de los materiales del códice hubiese sido añadido con posterioridad, como ya se ha mostrado en algún caso. Como sucede con la biografía de Ponce, se precisa de una mayor documentación que pueda arrojar datos más precisos sobre esta cuestión de capital importancia, pues la datación de este temprano comentario del poema de Góngora es importante a la hora de perfilar la cronología posterior de la polémica. 4. Estructura La estructura externa del códice que recoge este trabajo de Manuel Ponce se ref leja en la siguiente descripción: [fol. 1r]: portada. [fol. 1v]: breve semblanza de la vida y obras de Ponce, probablemente escrita por Dámaso Alonso. fols. 2r-3r: dedicatoria «A los que no entienden esta silva». fols. 4r-33v: texto de la Soledad primera, bajo el epígrafe «Soledades» (fol. 5r).

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Apología en defensa de Virgilio sobre un lugar de la cuarta Geórgica, por Manuel Ponce, dirigida al Maestro Pedro de Torres Rámila, colegial en el insigne teólogo de Alcalá, MDCXXII.

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fols. 34r-40r: dedicatoria «Al conde de Salinas, presidente del Consejo Supremo de Portugal». fols. 40v-83r: anotación del poema. fol. 83v: nota de Ponce: «Intelligisti cogitationes meas de longe. Ps. 138». fol. 84r: anotación de Ponce donde recoge diversos autores que trataron sobre el Nilo además de los que señala en sus notas al poema. fol. 84v: en blanco. fols. 85r-108v: Discurso en que se trata si en los términos de la poesía es necesaria la obscuridad y forzosa en las locuciones della. Y en qué modo se puede permitir que el Poeta sea obscuro a los ignorantes de los preceptos del Arte; y facultades que se cifran en los versos. Y si el que a todos es difícil se haya de reprobar y no estudiarle (fol. 85r: portada del Discurso, fol. 85v: en blanco, fol. 86r-86v: dedicatoria al conde de Salinas, fols. 87r-108v: texto del Discurso). fol. 109r-109v: apéndice donde remite al prólogo de la Coronación de Juan de Mena, y recoge algunos de sus pasajes para autorizar los usos gongorinos. fols. 110r-112r. «La rosa». Od. 53 de Anacreonte traducida del griego por don Francisco de Quevedo. fol. 112v: en blanco. fols. 113r-120v: texto de la Segunda Soledad, El periodo de la caza, desde el verso 677 («Las Horas ya, de números vestidas») hasta el verso 936 («heredado en el último graznido»). fol. 121: en blanco.

La descripción del códice permite diferenciar las siguientes secciones fundamentales: —La dedicatoria «A los que no entienden esta silva». —El texto de la Soledad primera, con la anotación correspondiente precedida de la dedicatoria al conde de Salinas. —El Discurso en defensa de la oscuridad, precedido de otra dedicatoria al conde de Salinas. —Diversos materiales complementarios a la anotación. A continuación, abordaré los aspectos fundamentales que se desarrollan en todas las secciones menos en el Discurso en defensa de la oscuridad, del que me ocuparé en el apartado final, dedicado a los conceptos e ideas del escrito de Ponce.

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Dedicatorias Los distintos materiales que reúne el trabajo de Ponce explican la presencia de tres dedicatorias. La primera de ellas, «A los que no entienden esta silva» (fols. 2r-3r), se sitúa antes de la copia de la Soledad primera. Es un texto breve, pero muy preciso: constituye una justificación de la anotación al poema de Góngora, al tiempo que una censura dirigida a quienes criticaban su oscuridad. Es precisamente esa oscuridad la que justifica el esfuerzo de Ponce en anotar los versos. Ponce enumera las causas por las que la Soledad primera —a la que se refiere ya como silva— es oscura para diversos ingenios, incapaces de comprender sus versos. Esas causas recogen las principales vertientes de la censura a las Soledades, y las examinaré en el apartado 6 de esta introducción, que se dedica a los conceptos desarrollados en el comentario. La anotación del poema va precedida de una dedicatoria al conde de Salinas (fols. 34r-40r). Su organización sigue un esquema retórico que comienza por un breve exordio, continúa con el grueso de la exposición (narratio y argumentatio) y remata con una breve conclusión. El exordio recoge la tópica captatio benevolentiae del destinatario, el conde de Salinas, a quien se alaba especialmente por su talento artístico y sensibilidad favorable al poema de Góngora, lo que explica que Ponce le dedique el escrito y lo someta a su juicio59. Aparte de ello, la humilitas autorial se combina con la ponderación de la dificultad del poema, tan alta que a menudo hizo a Ponce desistir de su intento de comentarlo. Esta habitual estrategia de los exordios es muy del gusto de Ponce, quien también la empleó en el comentario de Virgilio que dirigió a Pedro de Torres Rámila: Mil veces he resistido el animoso intento de investigar la inteligencia desta silva, viendo que tantos sujetos ingeniosos la deponen y se privan de entenderla. Y otras tantas me ha vencido la porfía de un secreto impulso, quizá movido —con arduas esperanzas— de la misma dificultad desta impresa, cuyo honor —si bien desconfío merecerle— debía ser igual al riesgo que tiene el hecho. Mas ya que prometí su cumplimiento, al deseo forzoso ha de ser que le tenga, quedando en obligación no pequeña a

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Con independencia de la diferente estética que ambos desarrollaron en su poesía. Más adelante se ofrecerán más detalles sobre su relación y contactos literarios.

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mi ingenio, con quien he querido adeudarme. Reconociendo el crédito, granjeo en intentar lo que tantos han temido (Silva a las Soledades, fol. 34r-34v). Y mándame decir mi sentimiento, juzgando que la sufiçiencia que me atribuie su favor podrá haçer el efecto que si fueran iguales sus quilates en mi talento a los que me concede su confiança. Pueda en mí su preçepto lo que no consiguiera mi cuidado, aun persuadido de tener algún premio en la inteligençia de lugar tan difícil. Y pues lo sagrado de sus atençiones no debe inclinar los ojos a las humanas tinieblas, permítase a los desbelos humanistas, si no a la diciplina de la crítica enseñança, la exposiçión de lugar que tantos an juzgado inaccesible, atribuyendo la culpa de corta diligencia al superior ingenio de el autor (Apología en defensa de Virgilio, fol. 132r).

Tras la preceptiva captatio benevolentiae, el texto se dirige a «el torrente de los doctos, agudos y curiosos60, de cuyas tres especies no he visto que alguno haya aprobado en todo esta silva» (fol. 34r). Esa clasificación va a ir vertebrando la parte central de esta dedicatoria, donde Ponce adjudica a cada uno de esos grupos las censuras que atribuyen al poema. Dependiendo de la fecha más temprana o tardía que se otorgue a la difusión de la Soledad primera, este torrente se interpretaría como un estado de opinión real o como una «defensa preventiva» ante posibles ataques futuros al poema, aunque ambas situaciones pudieran haber convivido61. Las cuestiones que centran esas censuras son 60

El anónimo opúsculo Contra el Antídoto de Jáuregui y en favor de don Luis de Góngora, por un curioso, utiliza esa voz en su título, con la que el autor se nombra a sí mismo (Rico García, 2016). 61 A propósito de la anterior frase de Ponce, Luis Iglesias Feijoo, 1983, p. 185, recordó que «sabemos por la carta de Pedro de Valencia a Góngora de 30 de junio de 1613 que Pedro de Cárdenas ha empezado a difundirlo [el poema de Góngora], probablemente contra el deseo del autor». Juan Manuel Daza, 2014b, considera que estos destinatarios no implican necesariamente censuras reales al poema de Góngora, y propone que entre 1613 y 1615 existió una estrategia gongorina de «defensa preventiva» de la Soledad primera, adelantándose a las objeciones que sin duda habría de despertar el poema. El texto de Ponce —como las Advertencias de Almansa— serían parte de esa estrategia programática. Begoña López Bueno, 2018, pp. 11-12, 16, 18-20 passim, en su estudio y edición de las Advertencias de Almansa, considera que existió una «preparación programática para la difusión del poema gongorino» (2016, p. 16), pero que también el «torbellino» de detractores del poema al que se refiere Almansa en su texto «parecen ser un simple velo

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las habituales en la polémica gongorina, y Ponce las desarrollará con más detalle en su Discurso en favor de la oscuridad. En el apartado de esta introducción dedicado a los conceptos debatidos en el comentario abordaré estos aspectos62. Esta segunda dedicatoria se cierra con una peroratio (fols. 39r-40r) donde Ponce lamenta la envidia y falta de reconocimiento del talento ajeno en su tiempo (fol. 39r-39v). A ello le sigue la preceptiva alabanza final del conde de Salinas, y la promesa de enviarle un discurso donde responderá a esas objeciones contra el estilo de las Soledades. La dedicatoria concluye —hay que reconocer que de forma práctica, pero poco solemne— con una breve explicación del sistema de notas que se seguirá a continuación. Al conde de Salinas vuelve a ir dirigida una última dedicatoria (fol. 86r-86v) que precede al Discurso en defensa de la oscuridad en el estilo del poeta. En este breve texto, Ponce, además de cumplir con la preceptiva captatio benevolentiae, afirma haber cumplido la promesa de enviar al conde una defensa del poema gongorino frente a las múltiples críticas que ha suscitado, y que atribuye a la ignorancia y escaso ingenio de sus detractores. Dos cuestiones deben destacarse aquí: en primer lugar, Ponce señala que las censuras al poema de Góngora recogidas en la dedicatoria que precede a la anotación se han visto multiplicadas en el tiempo que ha mediado entre aquella y la redacción del presente Discurso en defensa de la oscuridad. En segundo lugar, afirma que, pese a ese ambiente de polémica, se mantendrá fiel a su intención de ofrecer un juicio sistemático y razonado de sus ideas sobre el estilo poético, y que intentará no dejarse llevar por el tono encendido del debate. En efecto, ese propósito se logra a lo largo del Discurso,

para no decir ni concretar nombres. Muchos que no se podían declarar porque entre estos trasiegos de opiniones en contra habría algunas formuladas por voces de autoridad y difundidas por cauces privados, ya que las Soledades no se habían “publicado” aún» (2016, pp. 19-20). Sobre este estado de opinión, Muriel Elvira, 2015, apdo. 3, destaca el siguiente pasaje del Parecer de Francisco Fernández de Córdoba, escrito entre fines de 1613 y comienzos de 1614: «Bien sé, mi señor, que a vuestra merced le han advertido de esto antes de ahora, y avisádole que sienten lo mismo en Córdoba, en Sevilla, en Madrid; pues de allí un hombre de tanta erudición, cuanto cualquiera otro de este siglo, y de juicio igual a la erudición, que es Pedro de Valencia, lo escribió y advirtió a vuestra merced» (Parecer, fol. 139v). 62 Ver también Azaustre, 2015.

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y probablemente resultó favorecido por encontrarse aún en una fase inicial el enfrentamiento63. Estas dos dedicatorias dirigidas al conde de Salinas se explican por la buena relación existente entre él y Góngora, aunque los gustos poéticos de ambos no fueran los mismos64. Ponce le habría dedicado sus notas a la Soledad primera y el Discurso en defensa de la oscuridad para captar su favor en los primeros momentos de difusión del poema. A todo ello cabe añadir, por supuesto, los posibles intereses personales inherentes al hecho de dedicar un trabajo a un noble de la formación y sensibilidad literaria del conde de Salinas65. Notas a la SOLEDAD PRIMERA Las 104 notas que Ponce añade al texto de la Soledad Primera suelen dedicarse a explicar las alusiones mitológicas y las fuentes literarias, y a ofrecer diversas informaciones (realia) referentes a animales, historia o geografía. Otro nutrido grupo de notas se dedican a explicar el 63

Daza, 2015, pp. 44-46, ha subrayado certeramente estas cuestiones. Para estas relaciones, véanse Artigas, 1925; Jammes, 1967, pp. 271-272; Dadson, 2014. Aunque su poesía es de diferente corte, el conde de Salinas mostró interés por los poemas de Góngora, de cuya obra era buen conocedor; el poeta cordobés le dedicó, además, varios de sus poemas. Dadson, 2011, p. 289, n. 26, señala que «Lope Ambrosio Sarmiento de Acuña envió desde Córdoba a su padre el conde de Gondomar copia de unos poemas de Góngora con la recomendación de que los leyera el conde de Salinas»; esta noticia se fecha el 15 de marzo de 1612, como detalla Dadson, 2014, p. 69. Ya Almansa (Advertencias, p. 108) lo había mencionado como una de las personas que tenían conocimiento para juzgar los poemas de Góngora. 65 Trevor Dadson, 2014, pp. 74-75, recuerda que Juan de Arguijo recogió un comentario negativo del Polifemo y las Soledades efectuado por el conde de Salinas: «El Polifemo de D. Luis de Góngora es obscuro. Fuéronlo más las Soledades que publicó después. Dijo el Conde de Salinas a este propósito que el Polifemo tenía solo un ojo y las Soledades eran ciegas de entrambos» (en Sales españolas o agudezas del ingenio nacional, ed. Antonio Paz y Mélia, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1902, p. 160). No es fácil confirmar la certeza de ese chascarrillo oral, del que tampoco se conoce fecha, si es que puede atribuírsele alguna. Sería de interés conocer más datos, pues podrían ayudar a precisar las intenciones de Manuel Ponce. Sobre la necesidad de mayor documentación y las escasas certezas en este tipo de informaciones habla Rico García, 2017, pp. 195-196, a propósito de la biografía de Antonio Ortiz de Melgarejo. 64

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sentido de metáforas, perífrasis o voces de difícil comprensión, o a parafrasear versos reordenando su sintaxis. Como ya he señalado en otro lugar66, en este tipo de notas Ponce no se detiene en consideraciones teóricas sobre los tropos y figuras empleados. Solo en cinco ocasiones la nota de Ponce hace alguna precisión retórica, aunque tampoco extensa, pues la anotación no es el lugar adecuado para abordar dichas cuestiones. Suele limitarse en ellas a señalar el nombre de la figura o tropo: metonimia en la nota 10 (fol. 43v) al verso «que a Vulcano tenían coronado» (v. 93), hipérbole en la nota 66, que corresponde a los versos 550-555, e ironía compuesta en la nota 39 (fol. 52r-52v), donde Ponce explica el sentido de los versos 329-33467 y añade la siguiente precisión retórica: «Este concepto es ironía compuesta en que dice que resistía el gamo ser llevado a los novios, porque el matrimonio aborrece hasta la sombra del cuerno». En efecto, la ironía que encierra el pasaje es compuesta, pues no afecta a una sola palabra, sino al conjunto de los versos, y se halla en el agudo doble sentido que interpreta, detrás del joven gamo ofrecido como regalo de bodas, una burlesca alusión a los cuernos del matrimonio. Ponce se demora algo más (notas 27 y 68) en consideraciones retóricas sobre los que, en general, podríamos denominar verba peregrina, es decir, voces nuevas y de otra lengua68. Es un aspecto que le preocupó mucho, pues le volverá a dedicar una amplia sección de su Discurso en defensa de la oscuridad, y centrará, en torno a 1617, su Epístola a Villamediana. El abuso de este tipo de voces era una de las principales objeciones al poema de Góngora, pues sus detractores argumentaban que, desde la preceptiva retórica, atentaba contra la propiedad del lenguaje.

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Azaustre, 2015, pp. 78 y ss. Sobre las críticas a esta agudeza hechas por los detractores de Góngora, ver Jammes, 1994, pp. 266-268. 68 Aristóteles maneja el concepto de verba peregrina en un sentido amplio que parece abarcar todo vocablo fuera del uso común: «y entiendo por voz peregrina la palabra extraña, la metáfora, el alargamiento y todo lo que se aparta de lo usual» (Poética, 1458a22-24). No obstante, su acepción más habitual (que, por ejemplo, seguirá Quevedo) es la de ‘voces de otra lengua’. Acumular excesivas voces foráneas se consideraba ya en las preceptivas antiguas una transgresión de la proprietas («ajeno de lo propio», traduce Quevedo en los preliminares literarios a su edición de fray Luis, p. 41). Ver Azaustre, 2003, p. 70. La norma se aplicará al estilo culto y sus frecuentes latinismos. Ver las opiniones que recoge Roses Lozano, 1994, pp. 153-168, sobre este asunto en la recepción de las Soledades. 67

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Esta censura debe entenderse teniendo en cuenta que, en la retórica romana, la proprietas se cifraba a menudo en la latinitas de la lengua, lo que exigía moderación en el uso de voces foráneas y neologismos69. La primera de esas notas (nota 27, fol. 49r) justifica el uso del cultismo venatorio en el verso 230 («al venatorio estruendo»). Ponce apoya su defensa en los vv. 52-53 del Ars poetica de Horacio, un conocido pasaje donde se justifica el uso de nuevas voces si proceden de términos griegos70; el razonamiento de Ponce —reiterado en la polémica gongorina— considera que, igual que era lícito al romano introducir voces nuevas apoyándose en el griego, lo mismo sucederá al poeta romance si las suyas derivan del latín: «La voz venatorio es latina, y traída según el precepto de Horacio: Si graeco fonte cadant» (fol. 49r). La segunda nota (nota 68, fols. 64v-65r) utiliza los mismos argumentos para justificar el uso del término meta en el verso 581 («meta umbrosa al vaquero convecino»). Ponce añade ejemplos latinos e italianos que ya la emplearon, a los que une la autoridad de Garcilaso, muy del gusto de los defensores de Góngora porque, como es sabido, además de probar que el poeta cordobés no era el primero en practicar esos usos en castellano, dicha prueba se apoyaba en un autor emblema de la claridad en el estilo71. Materiales complementarios de la anotación Al final del manuscrito se copian los siguientes materiales que complementan la anotación: a) Informaciones sobre el Nilo en el fol. 84 r., ya comentado: allí Ponce recoge una lista de autores que ofrecían noticias sobre el Nilo

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Ver, por ejemplo, Cicerón, De oratore, 3, 11, 40 y 3, 13, 49; Cicerón, Brutus, 132, 261; Rhetorica ad Herennium, 4, 12, 17. 70 «et noua fictaque nuper habebunt uerba fidem, si / Graeco fonte cadent parce detorta […]». 71 «Meta es voz latina y toscana, que significa, en ambas lenguas, el término del camino, como he dicho; Virgilio, libro 5: Hic viridem Aeneas frondenti ex ilice metam / constituit [vv. 129-30]. Sannazaro. Ove qualunque che per velocità primo / la destinata meta toccava [prosa 5]. Y usar esta voz en nuestra lengua no debe ser culpable en nuestro autor, no siendo él el primero que lo ha hecho; pues Garcilaso, en la elegía al duque de Alba, en el 11 terceto, después del número 59 dijo “cuando voló el espíritu a la alta meta”».

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diferentes de los que él señalaba en la extensa nota 101 al poema de Góngora. Dámaso Alonso (1982, p. 515) ya había señalado que Ponce «era un especialista en noticias sobre el Nilo», pues la extensión de su nota 101, referida a ese río, era mucho mayor que la de las restantes (fols. 77r-82r). Una vez conocido el texto de la Apología en defensa de Virgilio no extraña ese rasgo, pues en los versos de la cuarta Geórgica objeto de discusión (vv. 287-294), Virgilio hablaba de las tierras del Nilo a propósito de la producción de miel. Ponce debió de aprovechar materiales que estaba consultando para la elaboración de ese comentario a Virgilio (fechado en 1622) y los aplicó para enriquecer en erudición esta nota al verso de Góngora. b) Apéndice sobre Juan de Mena (fol. 109r-109v): remite al prólogo de la Coronación y cita algunos de sus pasajes para autorizar los usos gongorinos. Se explica este apéndice porque, en varias ocasiones (fols. 100r, 105v) a lo largo de su Discurso en defensa de la oscuridad, Ponce se ha referido a Juan de Mena como uno de los poetas hispanos necesitados de comentario, y como antecedente de Góngora en el uso de voces latinas, toscanas y nuevas72. Los lugares que señala Ponce legitiman diversos usos de anástrofe e hipérbaton. Se comentan en las notas al texto. c) Copia de la oda 53 de Anacreonte («La rosa») en traducción de Quevedo73: es uno de los poemas con que se ilustra el símil de la rosa que Góngora usó en los vv. 727 y ss. de la Soledad primera, y que Ponce comenta en la nota 81 señalando diversos poetas que recrearon dicho motivo: En estos 5 versos describe, comparándola a la boca de la novia, la rosa con maravilloso ornamento y gala; de suerte que, por diversas palabras, he hallado que dice en ellos lo más excelente de lo que han [fol. 70r] escrito todos cuantos autores he visto sobre este asunto exquisito, cuyas

72 El propio Juan de Mena redactó un comentario en prosa a su poema La coronación del marqués de Santillana, cuyo prólogo copia Ponce en los folios finales del manuscrito. Remito a las notas de esos folios para más detalles. Sobre la presencia de Juan de Mena en los textos de la polémica gongorina, ver, entre otros, Matas Caballero, 1992; Álvarez Amo, 2016; Osuna Cabezas, 2016, Daza, 2021. 73 En 1609 Quevedo dedicó al duque de Osuna la primera traducción castellana de la obra atribuida al poeta griego Anacreonte, el Anacreon castellano con paraphrasi y comentarios, que circuló manuscrita hasta su primera edición en 1794. Más detalles en mis notas de esos folios.

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autoridades dejo de poner aquí, excusando la dilación; mas, citados, son estos, para que el estudioso los vea y corrija: Virgilio: todo un epigrama de los suyos. Catulo: seis versos en el carmen nupcial 63. Anacreonte: la mayor parte del Ode 5 y todo el 53. El Guarino en el Fido, acto 1. Aquiles Tacio: un trozo largo al principio del 2 libro de Los amores de Leucipe y Clitofonte, donde introduce que cantaba. Ariosto: la estancia 42 del canto 1 del Furioso. Tasso: la estancia 14, canto 16 de la Hierusalemme Liberata. Y con ventaja a todos, el Marino en la 2 parte de sus Rimas (Ponce, Silva, fols. 69v-70r).

A las dedicatorias, anotación y materiales complementarios debe añadirse el Discurso en defensa de la oscuridad en el estilo del poeta: es la sección del comentario donde Manuel Ponce desarrolla de forma más teórica y organizada su defensa del estilo de Góngora. Se sitúa después de la anotación de la Soledad primera y del folio adicional con noticias sobre el Nilo, y antes de los folios donde se copian pasajes del prólogo de la Coronación y la traducción de la oda de Anacreonte. Hablaré sobre ella en el apartado dedicado a los conceptos que se debaten en este comentario. 5. Fuentes74 Manuel Ponce utiliza un número importante de fuentes en su comentario: cita un total de 88 autores, la mayoría de ellos como ilustración de sus notas a la Soledad primera y, en menor medida, como autoridades que apoyan el Discurso en defensa de su estilo. A ello deben añadirse varias anotaciones en los márgenes de la copia de la Soledad primera, donde Ponce señala algunos poetas como fuente de los versos, que luego desarrollará más en las correspondientes notas. El número de obras y textos mencionados ronda los 100, pues son varios los autores —Aristóteles, Ovidio, Virgilio, Horacio, Claudio Eliano, Claudiano, Petrarca— de los que se menciona o cita más de un escrito. El acopio de erudición puede considerarse notable. Téngase en cuenta, 74 Desarrollo y amplío las consideraciones expuestas en Azaustre, 2019, pp. 192-199.

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por ejemplo, que Juan Luis de la Cerda había mencionado unos 300 autores clásicos y 150 contemporáneos en su monumental comentario a las Bucólicas y Geórgicas de Virgilio (1608)75. Como se ha indicado, el grueso de las fuentes se recoge en el apartado de notas, donde aparecen 76 autores. Es en las notas referentes a mitología, geografía, historia y cuestiones naturales donde se acumulan las autoridades, que recogen un variado elenco de poetas, historiadores, gramáticos, filósofos y mitógrafos, la mayoría de la Antigüedad (43), aunque también de la Edad Media (10) y de los siglos xvi y xvii (23). Muestra de la variedad de asuntos y géneros son tres notas donde Ponce recoge informaciones del campo de la astronomía y la geografía: la primera de ellas (nota 50) se apoya en la obra De meteoris de san Alberto Magno (siglo xiii) para explicar el movimiento de las aguas del océano partiendo del norte, como ilustración de los versos 426-429 de la Soledad primera («y, sierpe de cristal, juntar le impide / la cabeza, del norte coronada, / con la, que ilustra el sur, cola escamada / de antárticas estrellas»); más adelante (nota 69), recurre al Astronomicon del poeta y astrólogo romano Marco Manilio (c. siglo i) para ilustrar la voz equinoccio que aparece en el verso 603 de la Soledad primera («cual en los equinoccios surcar vemos»); finalmente, en su extensa y ya comentada nota 101 sobre el Nilo, que ilustra el verso 953 de la Soledad primera («del rey corona, de los otros ríos»), menciona Ponce al benedictino alemán Johannes Trithemius (1462-1516) y su obra De septem secundeis (1508), donde exponía su visión del universo basada en siete ángeles que se asignaban a siete planetas. Ponce lo incluye en una digresión donde defiende que, al igual que los planetas, también los ríos tienen ángeles custodios «que consagran, ministran y guían sus aguas» (fol. 78r). Como era habitual, algunas de esas informaciones debió de tomarlas Ponce de los repertorios que circulaban en ese tiempo. Ya Rozas y Quilis (1961, pp. 420-421) señalaron que probablemente Ponce obtuvo de una antología los pasajes de Macrobio (Saturnalia) que cita en su Discurso en defensa de la oscuridad.

75 He consultado las listas de autores incluidos al comienzo de la edición de Lyon, Horace Cardon, 1619.

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Así, la siguiente cita de Heródoto sobre el pino, que ilustra la nota 4276, procede de la Officina de Ravisio Textor77: minabatur se extirpaturum lampsacenos pini in morem (Ponce, Silva, fol. 53v)78.

Lo mismo sucede con la cita de un verso del poeta ferrarense Tito Vespasiano Strozzi (1424-c. 1505)79, incluida en la nota 72 de Ponce para ilustrar el anochecer que Góngora menciona en los versos 636-637 de la Soledad primera 80; el pasaje de Strozzi se recoge en el repertorio de Ravisio Textor, dentro de su apartado dedicado a la «descriptio noctis»: Stroza pater quum sol Antípodum populos illata luce reuisit (Ponce, Silva, fol. 66v)81.

También es la Officina de Ravisio Textor (apartado «Deorum victimae») la fuente de donde Ponce tomó su referencia a Marcial que iba a ilustrar los vv. 154-157 de la Soledad primera 82. La ubicación en el libro 5 y, sobre todo, la variante roseas del texto de Marcial, subrayan la literalidad de la cita:

76 La nota de Ponce se refiere al verso 371 de la Soledad primera: «el campo undoso en mal nacido pino». 77 Ver p. 266 en la edición de Lyon: Officinae Ioannis Ravisii Textoris Epitome. Tomus II. Ludguni, apud Antonium Griphium, 1560, donde se recoge literalmente el pasaje que cita Ponce. 78 Ponce se refiere al libro sexto (Erato, «Herat.» en el texto de Ponce) de Los nueve libros de la historia, del historiador griego Heródoto. Más detalles en la nota correspondiente a este pasaje de Ponce. 79 Variantes de su nombre son Titus Vespasianus Stroza y Titus Vespasianus Strozius. Como recoge la cita, se le denominaba Stroza pater para no confundirlo con su hijo, el también poeta Ercole Strozzi (1473-1508). Las obras de ambos fueron editadas en París en 1530. 80 Soledad primera, vv. 636-637: «cuando a nuestros Antípodas la Aurora / las rosas gozar deja de su frente». 81 Ver la p. 462 del compendio de Ravisio Textor en la mencionada edición de Lyon, 1560; allí aparece literalmente este pasaje de Strozzi que cita Ponce. 82 «esposo casi un lustro (cuyo diente / no perdonó a racimo aun en la frente / de Baco, cuanto más en su sarmiento), triunfador siempre de celosas lides».

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«Cuyo diente no perdonó racimo»83: porque este animal es amicísimo de uvas, y por esto consagrado a Baco; Martial libro 584: Vite nocens roseas stabat moriturus ad aras / hircus, Bacche tuis victima grata focis (Ponce, Silva, fol. 47r). Martialis libro quinto. Vite nocens roseas stábat moriturus ad aras Hircus, Bacche tuis victima grata focis (Ravisio Textor, Officina, ed Paris, 1532, fol. CCXXVIIIr).

A una consulta similar pudiera responder también la nota 67, dedicada a explicar la voz meta (Soledad primera, v. 581: «meta umbrosa al vaquero convecino»). Ponce ilustra su uso y significado con unos versos de Virgilio (Eneida 5, vv. 129-130) y un pasaje de La Arcadia de Sannazaro (prosa 5): Meta es voz latina y toscana, que sinifica, en ambas lenguas, el término del camino, como he dicho: Virgilio, libro 5: Hic viridem Aeneas frondenti ex ilice metam, constituit. Sannazaro: Oue qualunque che per velocità primo la destinata meta toccaua. (Ponce, Silva, fols. 64v-65r).

El pasaje de La Arcadia que cita Ponce coincide literalmente con el que se recoge en un repertorio de Lodovico Dolce, precisamente cuando ilustra la voz meta:

83 Como he señalado en la nota correspondiente, esta es la redacción original del verso en la copia de la Soledad primera que manejó Ponce. A esa lectura, una mano distinta le añadió la preposición a («no perdonó a racimo»). 84 En las ediciones modernas, la cita de Marcial se encuentra en 3, 24, vv. 1-2: «Vite nocens rosa stabat moriturus ad aras / hircus, Bacche, tuis uictima grata focis» («Culpable de haber roído una vid que estaba en los altares / un carnero, Baco, víctima agradable en tus sacrificios», trad. J. Fernández Valverde y A. Ramírez de Verger, 1997). La ubicación en el libro 5 (5, 71) que recoge Ravisio Textor es frecuente en las ediciones del xvi y xvii.

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Meta è il termino, o segno, che si pone a corritori. Vsò questa voce il Sannazaro. Oue qualunque per uelocità primo la destinata meta toccaua85

El lugar de Sannazaro aparece también como ilustración de la voz meta en otro vocabulario italiano —La fabrica del mondo, de Francesco Alunno—, aunque se recoge aquí un pasaje más extenso de la prosa 5 y se acompaña de otro de la prosa 11: Oue qualunque per uelocità primo la destinata Meta toccaua era di fronde di pallidi oliui honoreuolmente al suon di sampogne coronato per guiderdone [La Arcadia, prosa 5]. El gia uincitore Carino poco hauea a correre, che la disegnata Meta toccata haurebbe, quando. etc. [La Arcadia, prosa 11]86.

A pesar de estos ejemplos, lógicos en la práctica del comentario debido a la variedad de asuntos que se anotan, en otros muchos casos cabe suponer la consulta directa de las fuentes, pues la cita y el autor no aparecen en las polianteas al uso. Además de constituir un evidente alarde de erudición, esta acumulación de autores debe considerarse también esencial en la finalidad del comentario filológico desde sus orígenes, pues este género se destinaba a explicar no solo la gramática y estilo de la lengua y el autor comentados, sino que también buscaba aclarar el significado de los versos explicando sus diversas alusiones, tarea que acercaba la visión del mundo que ese texto transmitía. En el caso concreto del poema de Góngora, ello sirve también para subrayar la variedad de asuntos e informaciones que recoge la Soledad primera. Aunque, como veremos, Ponce no considera la profundidad o amplitud de los asuntos del poema el argumento fundamental para defender su oscuridad, tampoco desea transmitir una impresión de pobreza o sencillez de contenidos, aspecto que sus detractores manejaron en diversas ocasiones. 85 Lodovico Dolce, Nvove osservationi della lingva volgare co i modi, et ornamenti del dire parole piv scelte, et eleganti, In Venetia, M. D. XCVII. Apreso gli Heredi di Marchiò Sessa, fol. 151r. 86 La fabrica del mondo. Di M. Francesco Alunno da Ferrara. Nella quale si contengono tutte le voci di Dante, del Petrarca, del Boccaccio, e d’altri buoni autori…, Vinegia, MDXLVIII, fol. 214v. El pasaje de la prosa 11 de La Arcadia aparecía en otros diccionarios de la época para ilustrar la voz meta; ver, por ejemplo, Il dittionario di Ambrogio Calepino dalla lingua latina nella volgare brevemente ridotto, a San Luca al Segno del Diamante, MDLII, cf. fol. CXXXIIIv.

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Los autores que recoge Ponce en la dedicatoria al conde de Salinas que precede a la anotación del poema presentan una gran uniformidad. Menciona allí citas de Aristóteles (Poética), Horacio (Ars poetica), Cicerón (De officiis) y Quintiliano (Institutio oratoria) donde se recogen advertencias sobre la falta de decoro entre estilo y género, los excesos contra la proprietas por el uso de voces nuevas y, en general, los peligros de la afectación y oscuridad en el estilo. Es lógico el uso de estos autores y pasajes, pues Ponce está hablando aquí por boca de los detractores de Góngora, cuyos argumentos reproduce y promete contradecir en su comento del poema y posterior Discurso en defensa de la oscuridad. Esas retóricas y poéticas de corte clásico defendían un equilibrio y moderación en el estilo que acabó convirtiéndolas en fuentes comunes para los detractores y los defensores de Góngora, pues bastaba con seleccionar aquella parte de su discurso donde se ponderase la brillantez del rasgo de estilo del que se hablaba, o bien los peligros de su excesivo empleo87. Prueba de ello es la cita de la Poética de Aristóteles comprendida en 1458a23-25. Este pasaje, donde Aristóteles recomienda equilibrio en el uso de voces nuevas y extrañas y metáforas oscuras, se citará bastante en la polémica gongorina; por ejemplo, en el Parecer de Francisco Fernández de Córdoba (ed. Muriel Elvira, fol. 134r) o en el Discurso poético de Jáuregui (ed. Romanos, pp. 125-126; ed. Blanco, fol. 31v). Quevedo también lo mencionará en los preliminares literarios a su edición de la poesía de fray Luis de León, y aparece también en el Comento contra setenta y tres estancias que don Juan Ruiz de Alarcón ha escrito… (p. 473). La temprana mención de Ponce lo sitúa ya al comienzo de la polémica. No es extraño que quienes recurrieron a la máxima autoridad de Aristóteles hubiesen citado este pasaje. En esta sección de su Poética (1458a18-1459a16), el Estagirita contemplaba diversos recursos que producen una dicción excelente: voces peregrinas, alargamiento, apócope o alteración de vocablos, metáfora... En todos ellos consideraba conveniente la moderación que lograse un equilibrio entre la grosera escasez de adorno lingüístico y la oscuridad de su excesivo uso. En la dedicatoria que precede a la anotación de la Soledad primera, Ponce cita la parte donde se advierte de los peligros de estos recursos, pues está reproduciendo aquí

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Más detalles en Azaustre, 2015.

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las censuras al poema que atribuye a los doctos88. Pero en el Discurso en defensa de la oscuridad, cuando se centra en defender las que considera cinco voces extrañas que Góngora usó en su poema (venatorio, conculcado, meta, gulosos, bipartida), Ponce recurrirá a ese mismo lugar de la Poética de Aristóteles (1458a18-1459a16), pero en la parte donde el Estagirita reconoce que los alargamientos, apócopes y alteraciones de vocablos evitan la vulgaridad y contribuyen a la excelencia de la elocución (Poética 1458b14). Es una muestra más del uso argumentativo de las autoridades, que se prolongará a lo largo de toda la polémica: Verum si quis simul omnia huiuscemodi fecerit, vel aenigma erit, vel barbarismus; si quidem igitur è translationibus, aenigma; si autem è linguis, et barbarismus (Ponce, Silva, fol. 35r-35v). («Porque si uno lo compone todo de este modo, habrá enigma o barbarismo; si a base de metáforas, enigma; si de palabras extrañas, barbarismo», Aristóteles, Poética, 1458a23-25)89. Non populare quidem igitur faciet, et alia dicte formae: propium autem claritudinem. Non minimam autem partem conferunt, ut locutio aperta sit, et non popularis productiones et ablationes et immutationes nominum. Quia enim hoc aliter se habet quam propium, cum factam sit contra id quod consuetum, reddet in oratione non bulgare genus (Ponce, Discurso, fol. 93v). («También contribuyen mucho a la claridad de la elocución y a evitar su vulgaridad los alargamientos, apócopes y alteraciones de vocablos; pues por no ser como el usual, apartándose de lo corriente, evitará la vulgaridad», Aristóteles, Poética 1458b1-4).

88 Este comportamiento es común a otros tratadistas de poética y retórica, pues la moderación estilística es una recomendación general de las preceptivas. El propósito didáctico de las preceptivas explica en parte esa norma de equilibrio y moderación, pues la prudencia es una recomendación de amplio alcance entre los más diversos destinatarios. Además, ya desde Aristóteles (Ética a Nicómaco, libro 2, capítulo 6) se había fijado en el justo medio la naturaleza de toda virtud, incluida la artística. Esa actitud se concreta a menudo en formulaciones que recomiendan el uso del rasgo de estilo y señalan sus virtudes, para luego advertir de sus peligros. Ello provoca la fácil e interesada segmentación de los pasajes, como sucede en este caso. Sobre esta cuestión, ver Azaustre, 2005 y 2013, así como las certeras observaciones de Carreira, 1998a, p. 264, sobre el limitado «arsenal de argumentos» que manejaban estos autores. 89 Traducción de V. García Yebra, 1974.

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En esta misma línea, también los autores citados o mencionados en el Discurso en defensa de la oscuridad del poeta guardan una notable uniformidad. Ponce menciona dos series de poetas cuyo estilo mostraba una destacada dificultad. La primera de ellas recoge autores antiguos: Plauto, Petronio, Séneca (tragedias), Estacio (Silvas y Thebaida), Persio, Marcial, Catulo, Tibulo, Virgilio, Ausonio. Refrendo de dicha dificultad es que muchos de sus versos necesitaron comentario, y Ponce menciona aquí los más destacados comentaristas de la obra de Marcial: Justo Lipsio, Marco Antonio Muret y José Justo Scalígero. Para reforzar su idea, Ponce señala otra serie de poetas, ahora en lenguas romances, en algunas de cuyas obras se advierte también la seña de la oscuridad: Dante (canciones, Convivio), Petrarca (canciones), Girolamo Benivieni (comentado por Pico della Mirandola), Juan de Mena, Fernando de Herrera y Diego Hurtado de Mendoza. Cuando se ocupa de defender la introducción de voces nuevas por parte de los poetas —aspecto que, como he dicho, ocupará también su epístola a Villamediana—, Ponce cita otra nómina de escritores donde destacó dicho rasgo: Lucrecio, Accio, Ennio y Macrobio. A ellos acompañan dos poetas españoles: Juan de Mena, antecedente de Góngora en muchos de sus usos del lenguaje, y Garcilaso, de gran importancia a la hora de documentar ese rasgo de estilo en un poeta que ostentaba la bandera de la claridad. Como era de esperar, destaca también en el Discurso la cita de los más habituales autores de preceptivas literarias: Aristóteles (tanto su Poética como su Retórica), Cicerón, Quintiliano y Horacio, así como los comentarios y notas de Piccolomini (1572) a la Poética de Aristóteles, y del Brocense (1591) al Ars poetica de Horacio. Lo habitual en el proceder de Manuel Ponce es que mencione con precisión la fuente que utiliza o cita, rasgo que se entiende como muestra del rigor y la erudición de su comentario. Así sucede, por ejemplo, cuando en la parte final del Discurso (fol. 108r) remite a la edición del Ars poetica de Horacio con anotaciones del Brocense (Salamanca, 1591), y a la traducción y notas de la Poética de Aristóteles elaborada por Alessandro Piccolomini. No obstante, cuando defiende el uso y creación de voces nuevas apoyándose en el Ars poetica de Horacio (vv. 46-59), Ponce sigue en varias ocasiones el comentario de dicha preceptiva elaborado por el granadino Juan Villén de Biedma y publicado en 1599, pero no cita la procedencia de tales pasajes. El primero se refiere a las dos formas en que puede desarrollarse la creación

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de voces, aunque aquí Ponce adapta parte del comentario a la lectura de los versos de Góngora: Ello se puede entender en vna de dos maneras, o que de dos palabras se haga vna: como si pongamos exemplo, {leuisonus, herbi potens, legislator.} y en nuestro Castellano, primauera, agricultura, y odorifero, que son vocablos compuestos de dos palabras, y dizen vna significacion; o que de junta de muchas palabras, resulte vn solo sentido, como para significar la primauera, dize Horacio en sus Odas libro 4. Oda 7. [Diffugere niues; reddeunt iam gramina campis; arboribusque comae] de las quales vsa Horacio metaforicamente para significar el Verano (Q. Horacio Flacco poeta lyrico latino. Sus obras con la declaracion Magistral en lengua Castellana. Por el Doctor Villen de Biedma..., Granada. Por Sebastian de Mena. Año 1599. A costa de Iuan Diez mercader de libros, fol. 311r). Así que, si uno cría una voz nueva que sea compuesta de otras comunes en modo conviniente, le será lícito; como, por ejemplo, entre los latinos esta voz capra, y esta, genus, son notorias, y juntando ambas en una se hace esta palabra nueva caprigenum o la voz semicapro, que está en esta silva, número 28, compuesta de dos dicciones. Y en este modo creo que entiende Horacio que la unión forme palabras nuevas. Otros quieren que se entienda de las translaciones, desta suerte: que se tomen nombres comunes de una cosa para significar otra diversa; verbi gratia: yo quiero decir que ha vuelto la primavera; y no queriendo decir ver redit con sus palabras propias, diré, con otras notorias que juntas hagan un modo nuevo, difugere nives. redeunt iam gramina campis, arboribusque. De suerte que, siendo todas estas palabras conocidas, por estar juntas con artificio no significan lo que dice su propio sentido, sino diversamente; porque no se entiende por ellas que las nieves han huido, ni que la grama ha vuelto a los campos, ni las hojas a los árboles, sino que ha vuelto la primavera (Ponce, Discurso, fols. 102r-103r).

La segunda semejanza se produce cuando, al comentar los versos de Horacio, se explica un locus a comparatione mediante el que se justifican usos lingüísticos nuevos en autores más recientes, cuando ya han sido sancionados en otros anteriores: Es argumento de mayor a menor, y quiso dezir, que si los Romanos dieron licencia a Cecilio y a Plauto, no siendo los mejores Poetas del mundo, menos la podian negar a Virgilio, y a Vario, que fueron la prima de los Latinos: para que pudiessen inuentar nueuas palabras, y de otras lenguas

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introduzirlas (Q. Horacio Flacco poeta lyrico latino. Sus obras con la declaracion Magistral en lengua Castellana. Por el Doctor Villen de Biedma..., fol. 311v). Hace aquí un argumento de la mayor, y dice: ‘si el pueblo romano ha concedido a Cecilio y a Plauto fingir palabras nuevas, mucho más debe concederlo a Virgilio y Varo, que los imitan’ (Ponce, Discurso, fols. 103v-104r).

El siguiente pasaje muestra una coincidencia casi literal que refuerza las anteriores semejanzas: Y por esto Horacio en persona de todos se quexa diciendo, {ego, cur inuideor} por que soy odioso y murmurado {si possum acquirere pauca?} si puedo adquirir algunas pocas palabras a mi propia lengua? Y vsa de la palabra, inuideo, como de cosa nueua, porque no se dize inuideo te, sino tibi, y por consiguiente no auia de dezir, non inuideor, sino mihi inuidetur (Q. Horacio Flacco poeta lyrico latino. Sus obras con la declaracion Magistral en lengua Castellana. Por el Doctor Villen de Biedma..., Granada. Por Sebastian de Mena. Año 1599, fol. 311v). Y volviendo a Horacio, prosigue: Ego cur inuideor: ¿por qué debo ser invidiado o aborrecido, si puedo adquirir algunas pocas palabras a mi lengua? Y así, pone inuideor, voz nueva; porque no se dice inuideo te, sino inuidio tibi; y por el consiguiente, no decimos non inuideor, sino mihi inuidetur (Ponce, Discurso, fol. 107r).

Una fuente cuya importancia merece ser destacada dentro de este Discurso es Giovanni Boccaccio y su Genealogia deorum gentilium. Como se verá posteriormente, Ponce defiende el estilo de Góngora admitiendo su oscuridad, y proclamando que es un rasgo esencial en los poetas. En este punto, la obra de Boccaccio es un apoyo muy destacado en la argumentación de Ponce, quien recurre a varios lugares del libro 14 de la Genealogia. La deuda más evidente de Manuel Ponce con este escrito es la cita explícita de un pasaje que pertenece al comienzo del capítulo 7 («Quid sit poesis, & unde dicta, et quod officium est eius») de ese libro 14 de la Genealogia: Huius enim feruoris sunt sublimes effectus, utputa mentem in desiderium dicendi compellere peregrinas et inauditas inuentiones excogitare,

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meditatas ordine certo componere, ornare compositum inusitato quodam uerborum atque sententiarum contextu, uelamento fabuloso atque decenti ueritatem contegere (Boccaccio, Genealogia deorum gentilium, 14, 7, ed. Basilea, 1532, pp. 360-361). Y volviendo a lo que toca a la dificultad que resulta en la poesía de ser escrita en los términos y con los preceptos convinientes, el Boccaccio, en el 14 de la Genealogía de los dioses, dice: «Los efectos de poético furor son conducir la mente en el ánimo de decir bien; imaginar raras y jamás oídas invenciones; ampliarlas y ornarlas, compuestas con un cierto raro y no común estilo de palabras supremas y sentencias divinas; y, debajo del velo de la fábula apropiada, esconder la conocida verdad» (Ponce, Discurso, fols. 94v-95r)90.

A este pasaje pueden unirse otros del mismo libro 14 de la Genealogia; en este caso de su capítulo 12. Allí Boccaccio defiende la oscuridad como rasgo del estilo de los poetas; su epígrafe revela una opinión similar a la que defenderá Ponce («Damnanda non est obscuritas poetarum»). Como hará luego Ponce, Boccaccio se apoya en la proverbial oscuridad del estilo de los filósofos y los textos sagrados, donde ese rasgo es objeto de alabanza. En este punto se encuentra el primer pasaje, donde ambos textos se asemejan, aunque en este caso Ponce ofrece una recreación abreviada, cuya procedencia no declara: Testes sunt plurimi, quos inter si libet interrogent Augustinum, sanctissimum atque eruditissimum hominem, et cuius ingenii tam grandes fuere uires, ut artes multas, et quicquid de decem cathegoriis tradidere philosophi absque, ut ipse fatetur, praeceptore perceperit. Nec tamen erubuit confiteri se Isaiae principium intelligere nequiuisse. Non ergo obscuritates solis poematibus insunt. Quid ergo non incusant philosophos ut poetas? Quid non dicunt Spiritum Sanctum suis operibus ut artificiosiores apparerent, obscuras implicuisse sententias? (Boccaccio, Genealogia deorum gentilium, 14, 12, ed. Basilea, 1532, p. 368).

90 Los pasajes no se encuentran en la traducción castellana de Martín de Ávila, del círculo del marqués de Santillana, que solo recoge los trece primeros libros. Esos trece primeros libros, de materia mitológica, constituyen la primera versión de la Genealogia, que parece se redactó en torno a 1360. Boccaccio reelaboró el texto hasta casi su muerte en 1375, y añadió los libros 14 y 15. Más detalles en Gómez Sánchez, 2002, pp. VII, XXI, LXXXIX-C.

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Y hay muchos testigos. Entre los cuales, si les apetece, que pregunten a Agustín, santísimo y eruditísimo hombre y del que fueron tan grandes las fuerzas del ingenio que sin preceptor, como él mismo confiesa, aprendió muchas artes y lo que sobre las diez categorías dijeron los filósofos, y sin embargo no se ruborizó al confesar que él no había podido comprender el principio de Isaías. Por tanto las oscuridades no están tan sólo en los poemas. Así pues, ¿por qué no acusan a los filósofos como a los poetas? ¿Por qué no dicen que el Espíritu Santo en sus obras introdujo pensamientos oscuros para que parecieran más artísticas? (Boccaccio, Genealogía de los dioses paganos, 14, 12, p. 831). […] y particular testimonio el Aurelio Agustino, cuyo espíritu angélico excedió la naturaleza humana en el caudal supremo de su ingenio divino, el cual confiesa no haber podido entender el principio de Esaías—, no, pues, será la oscuridad culpable en los poetas, imitadores en ella de la escritura divina y de los filósofos graves (Ponce, Discurso, fol. 89r-89v).

Poco más adelante, en ese mismo capítulo 12, encontramos otros dos pasajes de Boccaccio recreados de cerca por Ponce, justo a continuación del anterior texto de su Discurso donde se refería a san Agustín y la dificultad de los textos de Isaías: Verum non ob id, ut isti uolunt, iure damnanda, cum inter alia poetae officia sit non cuiscerate fictionibus palliata, quinimmo si in propatulo posita sint memoratu et ueneratione digna, ne uilescant familiaritate nimia, quanta possunt industria tegere, et ab oculis torpentium auferre (Boccaccio, Genealogia deorum gentilium, 14, 12, ed. Basilea, 1532, p. 368). Pero no por esto deben ser condenados con razón, como quieren éstos, puesto que entre los oficios del poeta está el no desentrañar lo cubierto con ficciones sino que, si se colocan a la vista de todos las cosas dignas de recuerdo y veneración, para que no pierdan su valor por una excesiva familiaridad, ocultarlas con cuanto artificio puedan y alejarlas de los ojos de los torpes (Boccaccio, Genealogía de los dioses paganos, 14, 12, p. 832). Y debe considerarse que el oficio del poeta no es descubrir las cosas que por sí están cubiertas con algún velo; antes, si son claras y manifiestas, cifrarlas con cuanta diligencia y estudio pudiere, y encubrirlas a los ojos de la ignorancia porque la demasiada familiaridad no las deslustre; antes sean, por su dificultad, más dignas de memoria y reverencia (Ponce, Discurso, fol. 89r-89v).

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Nec sit qui existimet a poetis ueritates fictionibus inuidia conditas, aut ut uelint omnino absconditorum sensum negare lectoribus, aut ut artificiosiores appareant, sed ut, quae apposita uoluissent labore ingeniorum quaesita, et diuersimode intellecta, comporta tandem facient chariora (Boccaccio, Genealogia deorum gentilium, 14, 12, ed. Basilea, 1532, p. 368). Y no puede haber quien piense que las verdades son escondidas por los poetas en las ficciones por envidia o porque quieren negar a los lectores absolutamente el significado de lo escondido o para aparecer más artistas, sino porque a las cosas que puestas a la luz habrían perdido valor, buscadas con el esfuerzo de los ingenios, y comprendidas de modo distintas al ser finalmente descubiertas, las hacen más caras (Boccaccio, Genealogía de los dioses paganos, 14, 12, p. 832). Y ninguno presuma que el autor desta silva por presunción oscureció estos conceptos, o porque quiso negar de todo punto a los ingeniosos el sentimiento de las cosas cifradas, o por mostrarse más singular y artificioso. Porque su intento fue que las sentencias que procurasen entender en ellos, o su sentido —solicitado con fatiga y trabajo del entendimiento y diversamente interpretado— fuese, después de entendido, tenido en más veneración y estima; y ejercitados en esto, los valientes ingenios se descubriesen, y se acrisolasen los inferiores (Ponce, Discurso, fol. 89v).

En el capítulo 7 de ese mismo libro 14, Boccaccio se ocupa del origen y definición de los términos poesía y poeta, un asunto de larga tradición del que me ocuparé más adelante. Aquí basta señalar que la formulación de Ponce resulta de nuevo muy cercana a la de Boccaccio: Cuius quidem poesis nomen non inde exortum est, unde plurimi minus aduertenter existimant, scilicet à poio, pois, quod idem sonat quod fingo fingis, quinimo à poetes uetustissimo Graecorum uocabulo latine sonante exquisita locutio. Nam primi, qui inf lati spiritu exquisite rudi adhuc saeculo coepere loqui, utputa carmine, tunc omnino loquendi genus incognitum, ut sonorum auribus audientium etiam uideretur (Boccaccio, Genealogia deorum gentilium, 14, 7, ed. Basilea, 1532, p. 361). El nombre de esta poesía no ha derivado de donde la mayoría piensan sin darse cuenta, a saber, de poio poiesis, que significa lo mismo que fingo, fingis, sino de poietes, antiquísima palabra griega que significa exquisita locución. Pues los primeros que, animados con este espíritu, comenzaron a hablar exquisitamente en un siglo todavía rudo, como por ejemplo en

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verso, manera de hablar entonces totalmente desconocida, para que pareciera también sonoro a los oídos de los oyentes (Boccaccio, Genealogía de los dioses paganos, 14, 7, p. 817)91. Y supuesto que este nombre de la poesía no nació ni es denominado —como algunos abiertamente dicen— de poyo, poys, que traducido dice lo mismo que fingo fingis; antes se deriva de poaetes, antiquísima voz griega que se lee ‘exquisita locución’, porque los primeros de inf lamado espíritu comenzaron a hablar diversamente del común en aquel siglo bárbaro, como ahora en el verso —que al fin era una suerte de locución rara y no conocida—, se sigue que aquel cumplirá mejor con los preceptos y nombre de la poesía que en la suya realzare más el estilo y, desviándose de lo humilde y común, cifrare debajo de diversas colores su concepto, de suerte que no sea fácil ni manifiesto a todos, y que su inteligencia sea reservada a los de mayor capacidad y letras (Ponce, Discurso, fol. 90r-90v).

Además de la cita explícita y la semejanza en los pasajes que acabo de señalar, hay otros rasgos del libro 14 de la Genealogia boccacciana que creo deben ponerse en relación con el comentario de Manuel Ponce. En primer lugar, de los capítulos 2 a 5 de ese libro 14, Boccaccio se anticipa a responder a las censuras que diferentes tipos de lectores lanzarán sobre su obra: los idiotas que desprecian el saber, atrapados por la molicie y los placeres; los que desean parecer sabios no siéndolo; los juristas que desprecian a los poetas pues su actividad no les reporta beneficio económico, y los falsos filósofos, de saberes aparentes. Aunque no extraña a este tipo de defensas, esta refutación que clasifica a los enemigos de la poesía se asemeja a la organización de la dedicatoria al conde de Salinas que precede a la anotación de la Soledad primera, donde Ponce también clasifica los diferentes tipos de ingenios que se opusieron al poema de Góngora en doctos, agudos y curiosos92. 91 Poco después, Boccaccio reiterará el significado de la voz: «quod artificium, quoniam mirabile uisum est, et eo usque in auditum, ut praediximus ab effectu uocauere poesim seu poetes, et qui composuerant poetae uocati sunt» (Boccaccio, Genealogia deorum gentilium, 14, 8, ed. Basilea, 1532, p. 362); «A este arte, puesto que pareció admirable y nunca oída hasta entonces, como hemos dicho antes, la llamaron por su efecto poiesis o poietes, que en latín significa exquisita locución, y quienes la habían compuesto fueron llamados poetas» (Boccaccio, Genealogía de los dioses paganos, 14, 8, p. 820). 92 Como veremos, este tipo de organización aparecerá en otro texto temprano dentro de la defensa de Góngora: las Advertencias de Almansa.

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Finalmente, creo que también debe señalarse el hecho de que el capítulo 11 de este libro 14 de la Genealogia lleva como epígrafe: «Para la comodidad de su meditación los poetas habitaron las soledades» («Ob meditationis commodum solitudines incoluere poetae»). Probablemente inf luido por textos de su admirado Petrarca —De vita solitaria, varias de sus Familiares, Invective contra medicum 4—, y recreando el antiguo tópico del retiro del sabio, su formulación, repetida en otros lugares de la Genealogia —concretamente en los capítulos 4, 7 y 17 de este libro 1493 —, apunta a uno de los posibles sentidos del título del poema de Góngora, además de los referidos al protagonista y el lugar, ya señalados por Díaz de Rivas y el abad de Rute94. Puede afirmarse, pues, que la anotación y el Discurso de Ponce se apoyan en un nutrido arsenal de autores en los que sustenta su explicación del poema y sus opiniones sobre la oscuridad en el estilo del poeta, lo que otorga al conjunto de su tarea una solidez argumentativa que supera el encendido tono que —poco a poco y con excepciones— irá tiñendo la polémica. Debe reiterarse, además, que el acopio de autoridades se convirtió a menudo no solo en un argumento en favor de la tesis defendida por quien las aducía, sino también en un valor en sí mismo, pues su magnitud se entendía también como una muestra del rigor y el grado de erudición del comentarista.

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14, 4, p. 804; 14, 7, p. 816; 14, 17, p. 848 en la traducción castellana incluida en la bibliografía. 94 «La primera Soledad se intitula la Soledad de los campos, y las personas que se introducen son pastores; la segunda, la Soledad de las riberas; la tercera, la Soledad de las selvas; y la cuarta, la Soledad del yermo. Dio, pues, por título el lugar donde sucedía el cuento, a imitación de gravísimos autores [señala a Lucano, Pharsalia; Estacio, Thebaida; Sannazaro, Arcadia] Y assí los Poetas que alabaron la “vida solitaria” no entendieron de aquella en que vive un hombre tan solo que ni él pueda ver gente ni ésta pueda penetrar allá, sino en la que vive apartado de el tumulto popular» (Díaz de Rivas, Anotaciones y defensas a la Primera Soledad, BNE, ms. 3.906, fol. 183r); «de la persona principal que es el pobre náufrago (...) o ya del lugar» (Francisco Fernández de Córdoba, Examen del Antídoto o apología por las Soledades de don Luis de Góngora contra el autor de El Antídoto, ed. Artigas, p. 402; ed. Mancinelli, 2019, p. 131). Añádanse las interesantes consideraciones que ofrece López Bueno, 2018, pp. 71-72, 102-103, n. 199, 135, n. 265, sobre la asociación soledad-selva-silva ya observada por Salcedo Coronel (1636).

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Listado de fuentes mencionadas por Manuel Ponce Se organizan respetando las principales secciones del manuscrito, que se marcan en negrita. Texto de la Soledad primera Claudiano (c. 370-c. 405), Phoenix, v. 21: fuente del plural «céfiros» en el verso «el fresco de los céfiros ruido». Claudiano: nota a los versos «de sus carcajes estos argentados / nieven mosquetas, f lechen azahares». En la nota se cita como fuente parte del verso 124 y el verso 125 del Ephitalamium dictum Palladio et Celerinae, de Claudio Claudiano. Horacio (65-8 a.C.), Odas: nota al verso «previniendo ambos daños las edades»; en ella se remite como fuente a Horacio, Odas, 2. 10, vv. 9-12. Ovidio (47 a.C.-17 d.C.), Metamorfosis: fuente del verso «el luminoso Pyro» (por Tiro). Se subraya la voz y se remite al libro 2 de las Metamorfosis de Ovidio. Ovidio, Metamorfosis: nota al verso «de la peneida virgen desdeñosa». Se remite al libro primero de las Metamorfosis de Ovidio para más detalles sobre Dafne, hija de Peneo. Plinio el Viejo (23-79), Naturalis Historia: fuente pare el verso «de la Libia y a cuantas da la fuente»; se subraya Libia y se indica que es una región desierta de África de la que habla Plinio. Sannazaro (1458-1530), Arcadia, prosa última: fuente sobre el río Eurota («en los verdes estanques del Eurota»). Tasso, Torquato (1544-1595), Gerusalemme liberata: fuente de los versos desde «a glorioso pino» a «de un oceano y otro siempre uno». Virgilio (70-19 a.C.), Eneida: nota al verso «que cuando Ceres más dora la tierra» y los seis siguientes. Se da como fuente de ellos a Virgilio, Eneida, 7, vv. 808-811. Virgilio: égloga 6 y Eneida 1, fuente sobre el río Eurota («en los verdes estanques del Eurota»). Primera dedicatoria al conde de Salinas Las fuentes de esta sección pertenecen a retóricas de corte clásico y poéticas que defienden el equilibrio y moderación en el estilo, pues ilustran censuras de los detractores del poema de Góngora, a las que Ponce opondrá su anotación y discurso.

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Aristóteles (384-322 a. C.), Poética, cita de 1458a23-25. Este pasaje de la Poética de Aristóteles, donde recomienda equilibrio en el uso de voces nuevas y extrañas y metáforas oscuras, se citará bastante en la polémica gongorina. Cicerón (106-43 a.C.), cita de De officiis 1, 111: peligros de introducir voces y acciones forasteras. Horacio, Ars poetica, cita de los vv. 89-91. Lo heroico y lo lírico requieren muy diversos estilos. Horacio, Ars poetica, cita de los vv. 19-20. Contra la falta de decoro del poema, que se considera de asunto lírico, pero de estilo heroico. Quintiliano (c. 35-c. 95), Inst. Orat., 1, 6, 39. La claridad, suma virtud del discurso; es vicioso aquel que precisa de intérprete. Quintiliano, Inst. Orat. 1, 6, 40 («quia nihil odiosius est adfectatione») contra la afectación. Quintiliano, Inst. Orat., 1, 5, 61. Peligros contra la proprietas que encierra el uso de voces y expresiones nuevas. Anotación del poema Alamanni, Luigi (1495-1556), Della coltivazione (1546). Albericus Londoniensis, identificado con Alexander Neckam (11571217) y con la figura del Mitógrafo Vaticano III (codex. Vat 3413): erudito inglés que, entre otras obras, escribió las Allegoriae poeticae: seu de veritate ac expositione poeticarum fabularum libri quatuor Alberico londonensi authore. Alberto Magno, santo (1193/1206-1280), De meteoris. Alciato (1492-1550), Emblematum liber. Alessandro Alessandri (1461-1523) —Alexander ab Alexandro—, jurista napolitano formado en letras y antigüedades, que elaboró una compilación de saberes varios (Geniales dies) basada en las Noctes atticae de Aulo Gelio y los Saturnalia de Macrobio. Ammianus Marcellinus (c. 335-c. 378), historiador romano conocido por sus Res Gestae. Anacreonte (c. 570-c. 485 a.C.), Odas. Annio de Viterbo (pseudo Beroso) (1432-1502), Commentaria super opera diversorum auctorum de antiquitatibus, también conocida como Berosi sacerdotis chaldaici antiquitatum Italiae ac totius orbis libri quinque, commentariis Ioannis Annii Viterbensis. Apuleyo (c. 125-c. 180), El asno de oro. Aquiles Tacio (s. II), Leucipa y Clitofonte. Ariosto (1474-1533), Orlando furioso. Aristóteles (384-322 a.C.), De natura animalium, Historia animalium, Liber de inundatione Nili (De nilo) [atribuida]. Aulo Gelio (c. 129-c. 180), Noctes atticae.

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Ausonio (310-393), De rosis nascentibus (atribuido a Virgilio). Biblia (Génesis 2, 13; Salmo vg. 138; Tobías 12, 15). Boccaccio (1313-1375), Genealogia deorum gentilium. Camões (c. 1524-1580), Églogas, Os Lusíadas. Capoleone Guelfucci (1541-1600), poema heroico Rosario de la Madonna. Catulo (c. 84-c. 54 a.C.), Carmina. Cicerón (106-43 a.C.), De natura deorum. Claudiano, In Rufinum, De raptu Proserpinae, Phoenix, Ephitalamium dictum Palladio et Celerinae, Nilus. Claudio Eliano (c. 175-c. 235), De natura animalium, Varia Historia. Coccio, Marco Antonio (c. 1436-1506), llamado Sabellico por su lugar de nacimiento (Vicovaro), en el territorio de los antiguos sabinos. La obra mencionada es su Enneades sive Rhapsodia historiarum ab orbe condito. Diodoro Sículo (c. 90- c. 30 a.C.), Biblioteca Histórica. Estacio (c. 45-96), Thebaida. Estrabón (c. 64 a.C.-c. 21 d.C.), Geografía. Fulgentius, Fabius Planciades (finales s. v-principios s. vi), gramático latino autor de los Mithologiarum libri III. Garcilaso (c. 1501-1536), égloga 1, égloga 2, égloga 3, elegía 1 [esta última citada por la edición comentada del Brocense; ver la nota al fol. 65r]. Giovanni Lorenzo D’Anania (1545-1609), geógrafo y teólogo italiano; se refiere a su obra L’vniversale fabrica del mondo, publicada en Nápoles en 1573 y luego en Venecia, en 1576. Gonzalo de Illescas (1521-1574) redactó las dos primeras partes de la obra colectiva titulada Historia Pontifical, partes que abordan la historia de los papas desde san Pedro a 1572, año en que muere Pío V, contemporáneo de Illescas. Guarini, Giovanni Battista (1538-1612), Il pastor Fido. Heródoto de Halicarnaso (c. 484-c. 425 a.C.), Los nueve libros de la Historia. Hesíodo (segunda mitad del s. vii a.C.), Catálogo de mujeres (atribuida) [fuente tomada de Claudio Eliano, Varia Historia]. Homero (c. s. viii a.C.), Odisea, Iliada. Horacio, Odas, Epodos, Ars poetica. Ivlii Caesaris Scaligeri exotericarum exercitationvm liber qvintus decimvs, de svbtilitate, ad Hieronymvm Cardanvm. Johannes Trithemius (1462-1516), erudito y abad benedictino alemán, que fundó una sociedad (Sodalitas Celtica) dedicada al estudio de las lenguas, la astrología y el significado de los números. Ponce se refiere a De Septem secundeis, obra escrita en 1508. Justino (ss. ii-iii), Historiarum Philipicarum libri XLIV. Juvenal (c. 65-c. 130), Sátiras.

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Lactancio, Lucio Celio Firmiano (c. 240-c. 325), Diuinarum institutionum libri VII. Lactantius Placidus (c. 350-c. 400), In Statii Thebaida Commentum. Lucano (39-65), Pharsalia. Lucio Fauno, alias de Giovanni Tarcagnota (c. 1508-1566), historiador y poeta italiano que destacó por su libro Delle antichità della città di Roma (Venecia, Michael Tramezzinus, 1548), cuya traducción al latín fue publicada en 1549 (Venecia, Michael Tramezzinus). Lucrecio (c. 99-c. 55 a.C.), De rerum natura. Marcial (40-104), Epigramas. Marciano Capella (c. 360-c. 428), De nuptiis Mercurii et Philologiae. Marco Manilio (s. i), Astronomicon. Marcus Aurelius Olympius Nemesianus (segunda mitad del s. iii), poeta latino que, entre otras obras que se le atribuyen, escribió cuatro églogas y un poema sobre la caza (Cynegetica). Marino, Giambattista (1569-1625), Rime. Michael Maier (1568-1622), médico y alquimista alemán. Ponce se refiere a una de sus primeras obras destacadas: Arcana arcanissima, hoc est, Hieroglyphica AEgyptio-Graeca: vulgo necdum cognita, ad demonstrandam falsorum apud antiquos deorum, dearum, heroum, animantium, et institutorum pro sacris receptorum, originem, ex uno AEgyptiorum artificio, quad aureum animi et Corporis medicamentum peregit, deductam: unde tot poetarum allegoriae, scriptorum narrationes fabulosae et per totam encyclopaediam errores sparsi clarissima veritatis luce manifestantur, suaque tribui singula restituuntur, sex libris exposita. London, Creede, 1614. Natale Conti (1520-1582), Mythologiae sive explicationis fabularum libri decem (1567). Ovidio, Metamorfosis, Fastos, Ex Ponto, Heroidas. Pausanias (c. 110-c. 180) Hellados Periegesis (Descripción de Grecia). Petrarca (1304-1374), Trionfo d’Amore, Canzoniere. Plinio el Viejo, Naturalis Historia. Plutarco (c. 50-c. 120), Cuestiones conviviales. Pontano (1426-1503), Urania. Publius Victor (s. iv), se le atribuye De regionibus urbis Romae libellus aureus, una lista de monumentos de la antigua Roma dividida en distritos (regiones). Quinto Curcio (s. i), De rebus gestis Alexandri Magni. Raffaello Maffei (1451-1522), llamado también Raffaello Volterrano por haber nacido en Volterra. Se cita la traducción latina de un epigrama griego sobre Arión y el delfín. Remigio de Auxerre (c. 841-908), Comentum in Martianum Capellam. Salustio (86-34 a.C.), Bellum Catilinae (De coniuratione Catilinae). Sannazaro, Arcadia. Séneca (4 a.C.-65 d.C.), Edipo, Fedra.

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Silio Itálico (c. 25-101), Punica. Solino, Cayo Julio (mediados del s. iv), gramático y compilador en su De mirabilius mundi. Collectanea rerum memorabilium Stephanus, Carolus, o Charles Estienne (1504-1564), médico, agrónomo y humanista francés: Dictionarium Historicvm, Geographicvm, poeticvm... (1553). Strozzi, Tito Vespasiano (c. 1425-c. 1505), llamado Stroza pater para no confundirlo con su hijo Ercole Strozzi (1473-1508). Las obras de ambos fueron editadas en París en 1530: Strozii Poetae Pater Et Filius, Parisiis, ex officina Simonis Colinaei, 1530. Tasso, Torquato, Gerusalemme liberata. Teodoncio de Campania (ss. ix-xi), autor muy utilizado por los mitógrafos. Teofrasto (c. 371-c. 287 a.C.), Sobre las piedras (Περὶ λίθων o De lapidibus). Terencio (185/195-159 a.C.), Eunuchus. Theophylaktos Simokattes (s. vii): historiador bizantino de comienzos del siglo vii, conocido sobre todo por su historia del emperador Mauricio (582-602). Esta historia fue traducida al latín por Jacobo Pontano en 1604: Historiae Mauricci Tiberii Imp. Libri VIII. Valerio Flaco (c. 45-c. 90), Argonáuticas. Valerio Máximo (último cuarto s. I a.C.-primera mitad s. i d.C.), Factorum et dictorum memorabilium libri ix. Vibius Sequester (ss. iv-v), autor latino que escribió un compendio geográfico donde se recogían listas alfabéticas de ríos, montes, lagos... y que fue muy usado por los poetas latinos. La obra se titula De fluminibus, fontibus, lacubus, nemoribus, paludibus, montibus, gentibus quorum apud poetas mentio fit. Virgilio (70-19 a.C.), Eneida, Églogas, Geórgicas.

Discurso en defensa de la oscuridad en el estilo del poeta Escritores clásicos que encierran dificultad: Ausonio (310-393) Catulo (c. 84-c. 54 a.C.) Estacio (Silvas y Thebaida) Marcial (40-104) Persio (34-62) Petronio (c. 27-c. 65) Plauto (254-184 a.C.) Séneca (4 a.C.-65 d.C.), tragedias Tibulo (54-19 a.C.) Virgilio (70-19 a.C.)

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Comentaristas de Marcial: José Justo Scalígero (1540-1609). Justo Lipsio (1547-1606) Marc-Antonie Muret (1526-1585) Escritores romances que encierran dificultad: Dante (1265-1321) (canciones, Convivio) Diego Hurtado de Mendoza (1503-1575). Fernando de Herrera (1534-1597) Girolamo Benivieni (1453-1542) (comentado por Pico della Mirandola) Juan de Mena (1411-1456) Petrarca (1304-1374) (canciones) Preceptivas: Aristóteles, Poética, (1458a18-1459a16), donde recogía diversos recursos que lograban una dicción excelente y recomendaba moderación en su uso. Fue utilizado tanto por detractores como por defensores de Góngora. Aristóteles, Retórica (3, 4). Boccaccio (1313-1375), Genealogia deorum gentilium (libro 14). Cicerón, Epístola a Bruto (conservado por una cita de Quintiliano 8, 3, 34; trata de la introducción de voces nuevas). Horacio, Ars poetica (55-58) (46-59) (60-72). Piccolomini, Alessandro (1508-1578), traducción italiana y notas de la Poética de Aristóteles, cuya primera edición se publicó en Siena en 1572, aunque fue más utilizada la segunda, veneciana, de 1575. Sánchez de las Brozas, Francisco (1523-1600), edición del Ars poetica de Horacio con anotaciones del Brocense, publicada en Salamanca en 1591: Francisci Sanctii Brocensis in incluta Salmanticensi Academia Rhetorices, Graecaeque; linguae Primarii Doctoris. In artem Poeticam Horatii Annotationes, Salmanticae, apud Ioannem & Andream Renaut fratres, 1591. Autores que legitiman la dificultad y el uso de voces nuevas: Accio (170-c. 84 a.C.) (citado por Macrobio, s. iv). Agustín, san (354-430), Confesiones (l. 9). Diógenes Laercio (primera mitad del s. III), Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos ilustres. Ennio (239-169 a.C.) (citado por Macrobio). Garcilaso, égloga 2.

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Horacio, Carmina, 4, 7, vv. 1-2. Juan de Mena, Laberinto. Lucrecio (c. 99-c. 55 a.C.), De rerum natura (citado por Macrobio). Macrobio (último cuarto del s. iv), Saturnalia. Marcial, Epigramas, 2, 86, 11-12. Mario Equicola (c. 1470-1525), Libro de natura de amore, redactado en torno a 1495 (califica a Juan de Mena de poeta singular entre los españoles, como Petrarca entre los italianos). Martín Martínez de Cantalapiedra (1518-1579), Libri decem hypotyposeon theologicarum, sive regvlarvm ad intelligendum scripturas diuinas, in duas partes distributi, Salmanticae: excudebat Ioan. Maria a Terranoua: expensis Ioannis Moreni, 1565. Folio que contiene pasajes de Juan de Mena, prólogo de la Coronación Lugares del prólogo de la Coronación de Juan de Mena que justifican el estilo de Góngora. Copia de la Soledad segunda (el periodo de la caza) Natale Conti, Mythologiae sive explicationis fabularum libri decem (1567).

6. Aspectos abordados en el comentario95 Manuel Ponce aborda la mayoría de las cuestiones que protagonizaron la polémica gongorina, y destaca por su defensa de la oscuridad del estilo de Góngora basada en considerarla un rasgo consustancial al quehacer poético. Las principales nociones de poética y retórica que se abordan en el comentario de Ponce aparecen, sobre todo, en el Discurso donde defiende la oscuridad en el estilo del poeta. No obstante, también se desarrollan algunos de estos aspectos en la anotación y en las dos dedicatorias que contiene el manuscrito. Por lo que respecta a la anotación, en el apartado dedicado a la estructura del comentario ya he señalado algunas notas que explican el significado de metáforas, perífrasis o voces de difícil comprensión. Ponce no suele detenerse en consideraciones teóricas sobre los tropos 95

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Desarrollo estas cuestiones en Azaustre, 2015.

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y figuras empleados, y normalmente se limita en ellas a señalar el nombre de la figura o tropo. Remito a ese apartado para más detalles. El texto de la Soledad primera y la sección de notas van precedidas de dos dedicatorias: la primera de ellas «A los que no entienden esta silva» (fols. 2r-3r), y la segunda «Al conde de Salinas, presidente del Consejo de Portugal» (fols. 34r-40r). Como apunta su epígrafe, en la dedicatoria «A los que no entienden esta silva» Ponce defiende el poema de quienes criticaban su oscuridad. El comentarista compendia las críticas a su oscuridad en tres razones que, al mismo tiempo, están apuntando a tres tipos de ingenios incapaces de comprender el texto: 1) «por la continuación de metáforas, hipérboles, translaciones, metonimias, repeticiones, exclamaciones, símiles, descripciones, transgresiones y locuciones [es oscura] a los que carecen de los preceptos de la retórica y poética» (fol. 2r); 2) «por la gramática, términos y frases nuevas [es oscura] a los que carecen de las lenguas latina y toscana, a quien imita su autor en el estilo, gravedad y heroicia» (fol. 2r-2v); 3) «por las imitaciones, historias y fábulas y antigüedades que tiene, es dificultosa a los que carecen de la lección de letras humanas y noticia de los poetas y historiadores» (fol. 2v). Estas razones reúnen las principales causas por las que se censuraban las Soledades: excesos en el ornatus y verba peregrina, y dificultad de sus contenidos y alusiones históricas, literarias y mitológicas. Son estos los dos grandes tipos de oscuridad recogidos en la preceptiva literaria: la proveniente de la forma, y la que deriva de la complejidad, misterio o profundidad de los asuntos. Si la primera constituía un habitual blanco de críticas para las preceptivas, la segunda era admitida, y aun alabada, como signo de erudición o trascendencia del poeta96. La dedicatoria que precede a la anotación (fols. 34r-40r), dirigida al conde de Salinas, es una amplificación de la anterior. Ponce califica aquí a los detractores de Góngora como «el torrente de los doctos, agudos y curiosos, de cuyas tres especies no he visto que alguno haya aprobado en todo esta silva» (fol. 34r). Sobre esa tipología se construye el núcleo de este texto, donde Ponce señala las críticas que dirigen al poema. En la primera dedicatoria, «A los que no entienden esta silva» 96 Sobre el fenómeno de la oscuridad en el ámbito de esta polémica, ver Roses Lozano, 1994, pp. 66-151.

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(fols. 2r-3r), Ponce también los había organizado en tres grandes categorías97. La primera causa formulada por los doctos reúne dos aspectos que, según la preceptiva retórica, provocarían la excesiva oscuridad de la expresión: la frecuencia de voces nuevas y foráneas y de translaciones remotas, es decir, de tropos donde la analogía se advierte con gran dificultad. Esa censura se apoyaba en un conocido pasaje de la Poética de Aristóteles, ya comentado al hablar de las fuentes manejadas por Manuel Ponce: porque la oscuridad de la oración nace de valerse el poeta de voces nuevas y no usadas, y continuada frecuencia de translaciones remotas, de cuya unión resulta este inconviniente, según el precepto de Aristóteles, cuyas palabras son estas: Verum si quis simul omnia huiuscemodi fecerit, vel aenigma erit, vel barbarismus; si quidem igitur è translationibus, aenigma: si autem è linguis, et barbarismus (Ponce, Silva fol. 35r-35v).

La segunda censura de los doctos (fol. 35v) afecta a otro de los pilares de la interpretación y juicio de las Soledades: el género del poema y la adecuación a su estilo98. Los doctos señalan que el estilo del poema no guarda el decoro con respecto al asunto que trata —y, en 97

La semejanza en esa organización tripartita con las Advertencias de Almansa, y con que estas se dirijan a contrarrestar «la ventolera de algunos con título de doctos, curiosos y valientes ingenios han levantado contra las Soledades» ha sido puesta de relieve por Daza, 2015, p. 38 y ss., y López Bueno, 2018, p. 12, n. 4, pp. 15-16, n. 7 passim; ver, especialmente, las pp. 44-48. Juan Manuel Daza, 2014b y 2015, pp. 32-50, considera que estos destinatarios no implican necesariamente censuras reales al poema de Góngora, y propone que entre 1613 y 1615 existió una estrategia gongorina de «defensa preventiva» de la Soledad primera, adelantándose a las objeciones que sin duda habría de despertar el poema. Para López Bueno, 2018, pp. 11-12, 18-20, esa «defensa programática» convivió con la respuesta real a algunos detractores del poema cuyo nombre quería obviarse. El texto de Ponce —como las Advertencias de Almansa— serían parte de esa estrategia programática. Las semejanzas entre los textos de Almansa y Ponce también habían sido advertidas por Dámaso Alonso, 1982, p. 523; Carreira, 1998a, pp. 263-264; Osuna Cabezas, 2008, pp. 113-114, 117, 124; López Bueno, 2011, pp. 244, 252; López Bueno, 2012a, p. 22; López Bueno, 2018, passim; Daza, 2014b; Daza, 2015, pp. 38-40. 98 Ver Roses Lozano, 1994, pp. 121-141. Para la cuestión del género, ver también el recorrido por las preceptivas que traza López Bueno, 2018, pp. 62-74.

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consecuencia, al género, vinculado a este—, pues se eleva impropiamente a lo heroico cuando su asunto lírico requeriría otro registro99. Una nueva crítica de los doctos (fols. 35v-36v) se centra en el uso de voces ininteligibles por nuevas o foráneas, lo que atenta contra la claridad y la puritas del lenguaje. Es un aspecto que ocupa mucho la atención de Ponce. Dos citas de Quintiliano acompañan esta crítica: la primera (Institutio oratoria 1, 5, 71) habla de los riesgos de acuñar voces nuevas100; la segunda (Institutio oratoria 1, 6, 41) indica que el discurso que necesita intérprete resulta vicioso, pues la primera virtud ha de ser la claridad101. A ellas se une un pasaje de Cicerón (De Officiis 1, 111) sobre la conveniencia de usar la lengua propia y no introducir constantemente voces extranjeras102. 99 Como en todos los casos, la censura se acompaña de una autoridad que se presume habrían aducido como refuerzo los detractores de Góngora; en este caso, los vv. 89-91 del Ars poetica de Horacio: «Versibus exponi tragicis res comica non uult; / indignatur item priuatis ac prope socco / dignis carminibus narrari cena Thyestae» («Un tema cómico no exige la narración con versos trágicos; / asimismo, la cena de Tiestes se indigna si es narrada / con versos informales y casi dignos del zueco», trad. F. Navarro Antolín, Madrid, CSIC, 2002). El pasaje también fue utilizado por un defensor del poema gongorino, el autor de la Soledad primera, ilustrada y defendida (probablemente, Francisco de Cabrera; ver Osuna Cabezas, 2009, p. 384), para rebatir a Jáuregui su censura contra el uso de voces del campo; Horacio sirve aquí como autoridad que avala el decoro que Góngora respeta al tratar asuntos pastoriles. Es una muestra más del frecuente uso argumentativo de las autoridades que se llevó a cabo en esta polémica; ver al respecto Pérez Lasheras, 2009, pp. 78-79; otros ejemplos en Azaustre, 2005. 100 «Propria sunt uerba, cum id significant, in quod primo denominta sunt, tralata, cum alium natura intellectum, alium loco praebent. Vsitatis tutius utimur, noua non sine quodam periculo fingimus» (Quintiliano, Institutio oratoria, 1, 5, 71) («Son palabras propias en su uso cuando significan aquello para lo cual fueron originariamente determinadas; trasladadas, cuando tienen un significado por naturaleza y otro por el lugar que ocupan. De las usuales nos servimos con la mayor seguridad, formamos nuevas no sin cierto peligro», trad. A. Ortega Carmona, Salamanca, Universidad Pontificia de Salamanca, 1997). 101 «oratio uero, cuius summa uirtus est perspicuitas, quam sit uitiosa, si egeat interprete!» (Quintiliano, Institutio oratoria, 1, 6, 41) («la máxima virtud del discurso es la claridad, y se tendrá por vicioso aquel que precise de intérprete»). 102 «Vt enim sermone eo debemus uti qui notus est nobis, ne, ut quidam, graeca uerba inculcantes iure optimo rideamur» (‘puesto que, así como debemos utilizar un lenguaje que nos sea conocido, sin introducir, como hacen algunos, palabras griegas que, con razón, nos hacen ser objeto de risa...’) (Cicerón, De Officiis, 1, 111).

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Aunque formulada de manera muy breve, puede advertirse en la siguiente frase una censura de los doctos contra la falta de profundidad en los contenidos de las Soledades, aspecto que iría íntimamente conectado al de la oscuridad, pues, como se ha dicho, las preceptivas admitían la oscuridad derivada del misterio o complejidad de los asuntos tratados103: «y [hallan los doctos] que los conceptos son pocos, y menos las sentencias, que son parte necesaria en el poeta» (fol. 36v). Esta línea de censura será muy destacada en autores como Jáuregui o Lope, para quienes el poema de Góngora carecía de la profundidad que justificase su complejo estilo. El último aspecto censurado por los doctos es el de la mala imitación de los modelos (fols. 36v-37r), «desviándose con extremo de los términos en que escribieron todos; porque en los griegos, latinos, toscanos y los demás vulgares no hallan conformidad con lo que él escribe» (fol. 36v). Esta idea se amplifica indicando que en ninguna época se vio que un poeta vivo no fuese comprendido por los de su mismo idioma (fols. 36v-37r). Ponce enlaza así con las críticas que los agudos —a los que ahora llama «ingeniosos»— y los curiosos lanzan contra el poema del cordobés. Si en los doctos las censuras se basaban en la ignorancia de la poética y la retórica, en agudos y curiosos se fundamentarán en calificar como error del poema lo que en realidad es falta de lecturas y conocimientos: Y a esta causa, los que se solicitan opinión de ingeniosos, hallándose perdidos en esta navegación, reprueban lo que no entienden, atribuyendo su defecto a lo escrito y no a lo poco leído (Ponce, Silva, fol. 37r). Y los curiosos —que exceden en número a los referidos [los agudos o ingeniosos]—, desesperados de descubrir su curiosidad, tratando con la debida noticia deste admirable papel, se disculpan del mismo modo diciendo que no es cosa digna de que los hombres de buen juicio se ocupen en ella; no mirando que, por su misma sentencia, quedan obligados a estudiarle (Ponce, Silva, fol. 37v).

Entre esos defectos que intentan encubrir su ignorancia, los agudos aducen la falta de adecuación entre género y estilo, aspecto que ya se 103

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Roses Lozano, 1994, pp. 102-111.

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mencionó al reproducir las críticas de los doctos. Para estos censores agudos, el estilo de las Soledades pretende una gravedad heroica que no se adecua a su carácter lírico: y dicen que carece del natural lenguaje y propiedad de los términos, pues en los que está escrito no se halla igualdad heroica ni dulzura lírica104, sino graves acometimientos y realces violentados que desfallecen donde más debían sustentarse; y que en el Polifemo y en esta silva ha errado los estilos, porque en aquel, que contenía una acción lírica, no escribió lírico; y en esta, que también lo es, ha escrito versos cuyo nervio es heroico (Ponce, Silva, fol. 37r-37v).

Hasta aquí la parte central de la dedicatoria, donde Ponce se ha limitado a enumerar un torrente de censuras que acosaban al poema de Góngora, sin dedicarse a rebatirlas, algo que reservará para el Discurso en defensa de la oscuridad. El final de la dedicatoria se centra en alabar con vehemencia el arte de Góngora y censurar con la misma intensidad la ignorancia de quienes lo critican. La enumeración de las virtudes del poeta cordobés suma a lo ornamentado del estilo y los pensamientos sutiles la propia novedad del poema en nuestras letras, que para Ponce es motivo de admiración y alabanza. Esa singularidad de su poema eleva el castellano «a la cumbre de la gravedad y número latino» (fol. 38r) y a «la verbosidad, cadencia y suavidad de los toscanos, que hoy tienen el lugar segundo en estas letras» (fol. 38v). La censura a los detractores se fundamenta en su ignorancia, y se plasma con rotundidad en el siguiente dilemma, muy semejante a un pasaje de las Advertencias de Almansa105: Si lo entienden, no oscuros; si no lo entienden, no lo juzguen (Almansa, Advertencias, p. 134).

104 Se refiere a los sonidos blandos que requiere el verso lírico y a la igualdad de la cadencia que exigía el heroico. Almansa afirma en sus Advertencias: «si heroicos, llenar de voces graves el verso en la igualdad de su cadencia, y si líricos, de voces blandas» (p. 124). Cito por la edición de Begoña López Bueno, 2018. 105 Ya se han señalado en notas anteriores las aportaciones de la crítica sobre las semejanzas entre los textos de Almansa y Ponce.

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Y querría preguntarlos, si no le entienden bien, ¿por qué le enmiendan? Y si le entienden, ¿por qué le culpan de oscuro? (Ponce, Silva, fols. 38v-39r).

En conclusión, las dos dedicatorias que preceden al texto y la anotación de la Soledad primera recogen, aunque de forma sintética, las principales censuras de las que fue objeto el poema de Góngora: la complejidad y uso excesivo de tropos y figuras, el exceso de voces nuevas y foráneas, la extrema dificultad de los asuntos y alusiones históricas, literarias y mitológicas, y la falta de decoro entre el género y el estilo del poema, que sus detractores consideran de carácter lírico y, en consecuencia, merecedor de un estilo de menor elevación y complejidad. Ponce no se centra en rebatir estas objeciones en las dedicatorias; en tanto cumple la promesa de articular su defensa en un Discurso, será la anotación del poema su medio de rechazar tales críticas mediante la explicación de la riqueza ornamental y de contenido de la Soledad primera. El lugar donde Ponce desarrolla de manera más sistemática su defensa de Góngora y sus ideas sobre el estilo es el Discurso en que se trata si en los términos de la poesía es necesaria la oscuridad y forzosa en las locuciones della; y en qué modo se puede permitir que el poeta sea oscuro a los ignorantes de los preceptos del arte y facultades que se cifran en los versos; y si el que a todos es difícil se ha de reprobar y no estudiarle (fol. 85r). Como se ha indicado, este texto cumple la promesa, formulada al conde de Salinas en la dedicatoria previa a la anotación, de ofrecerle una defensa sistemática y ref lexiva del estilo del poema de Góngora. Tres cuestiones fundamentales se desarrollan en este texto: 1) reconocimiento de la oscuridad del poema de Góngora y defensa de este rasgo como esencial en el estilo de la poesía; 2) licencia del poeta para usar voces nuevas y extranjeras; 3) diferencia entre el orador y el poeta106.

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Para estas cuestiones, ver Azaustre, 2015, pp. 84-90 y 2019, pp. 200-213.

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La oscuridad en el poeta La idea con la que Ponce abre su Discurso, y que es el eje sobre el que giran las otras dos, es que su defensa de Góngora no se basa en negar la oscuridad de su poema, sino precisamente en considerarla rasgo esencial del mismo y principio vertebrador de la poesía, característica que la crítica había señalado ya desde el trabajo de Dámaso Alonso107. Ponce admite la oscuridad del poema de Góngora y la justifica con el antecedente de los poetas y filósofos antiguos y con las Sagradas Escrituras. Manifiesta así la esencia superior de la poesía que, como los textos filosóficos y religiosos, encubre bajo una forma sublime contenidos misteriosos y trascendentes; más aún, si la realidad que trata no es compleja, habrá de sublimarla mediante la dificultad de la expresión poética. Este rango especial del poeta, que entronca con las teorías sobre su origen divino y las defensas del elitismo y el furor poético, va a ser la base que organice todo su discurso: no, pues, será la oscuridad culpable en los poetas, imitadores en ella de la escritura divina y de los filósofos graves. Y debe considerarse que el oficio del poeta no es descubrir las cosas que por sí están cubiertas con algún velo; antes, si son claras y manifiestas, cifrarlas con cuanta diligencia y estudio pudiere, y encubrirlas a los ojos de la ignorancia porque la demasiada familiaridad no las deslustre; antes sean, por su dificultad, más dignas de memoria y reverencia (Ponce, Discurso, fol. 89r-89v).

Este punto de vista es el que se encuentra en tratados de la antigüedad como De lo sublime de Longino o, más tarde, en el Actius (1499) 107

Roses Lozano, 1994, pp. 86-91, destaca que en este temprano comentario se observa una profunda y bien razonada defensa de la oscuridad de Góngora, no una mecánica negación de la misma. Antes (1994, p. 81) había afirmado que «la mayoría de los defensores del poeta rechazaban tajantemente las acusaciones de oscuridad vertidas sobre el nuevo estilo». Osuna Cabezas, 2008, p. 141, señala que Ponce justificó la dificultad de Góngora por el elitismo de la poesía. Ver también las interesantes observaciones de Begoña López Bueno, 2011, p. 244 y 2012a, y Daza, 2014b y 2015, pp. 32-50, quienes lo incluyen en una corriente temprana de defensas programáticas surgidas en un círculo muy próximo a Góngora. El propio Góngora había hecho de la oscuridad y el rango especial del poeta la base para la defensa de su poesía en su «Carta en respuesta», como mostró ya Vilanova, 1983.

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de Giovanni Pontano108. Autores como Longino o Pontano no son los más citados en la polémica gongorina, pero aparecen en varios de sus escritos. Longino fue invocado por Pedro de Valencia, aunque este se refirió a aquellos pasajes donde censuraba la excesiva hinchazón; con un tono más inequívocamente laudatorio, Longino y Pontano aparecen también en los Discursos apologéticos de Díaz de Rivas109. Manuel Ponce no señala a Longino ni a Pontano, pero se apoyará en un texto que defiende posiciones similares y que resulta fundamental en la argumentación de su Discurso en defensa de la oscuridad: el libro 14 de la Genealogia deorum gentilium de Boccaccio, cuyo capítulo 12 lleva como revelador epígrafe: «Damnanda non est obscuritas poetarum» («No ha de ser condenada la oscuridad en los poetas»). Boccaccio es un autor menos citado aún que Longino o Pontano; como indicaron Melchora Romanos, José Manuel Rico García o Mercedes Blanco, lo mencionó Jáuregui en su Discurso poético, pero no suele aparecer en las numerosas páginas de la polémica gongorina110. En el apartado dedicado a las fuentes he señalado las deudas de Ponce con esta obra de Boccaccio. Vinculada al elitismo de la poesía está la afirmación (fol. 89v) de que Góngora no oscureció su poema por capricho erudito o para negar la comprensión de su sentido, sino para que este se valorase más al fatigar el entendimiento en su lectura, diferenciando así los que Ponce califica de «ingenios valientes» frente a los «inferiores». Esa línea de argumentación continúa cuando se defiende la oscuridad como rasgo esencial del poeta recurriendo al origen de los términos de poeta y poesía. Se trata de un lugar muy citado en la polémica gongorina, y cuya tradición se remonta al menos a Suetonio (De viris illustribus. De poetis, 2, 1, prooemium), con referencias también en san Jerónimo (prólogo al libro de Job, según Almansa) y san Isidoro —que cita a Suetonio—111. 108 En esta tradición deben mencionarse, además, autores como san Jerónimo (comentario al libro de Nahum), san Agustín (De Doctrina Christiana 2, 6; 4, 8) o Petrarca (Invective contra medicum 3 y 4); ver, además, Roses Lozano, 1994, pp. 69-72. El vínculo de Pontano con la visión del poeta que defiende Góngora ya fue señalado por Mercedes Blanco, 2011a. 109 Ver Daza, 2015, pp. 14-16, 105-113. 110 Romanos, 1978, p. 135; Rico García, 2001, p. 155; Blanco, 2016, apdo. 4 y f. 37r, n. 394. 111 «Id genus quia forma quadam efficitur, quae ποιότης dicitur, poema vocitatum est, eiusque fictores poetae» («Por adoptar una determinada forma —que

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La crítica ha señalado que el lugar aparece, con notables semejanzas, en las Advertencias de Almansa, la Respuesta atribuida a Góngora y también en el Discurso de Manuel Ponce112: Y san Jerónimo en el prólogo de Job, dando la definición de poesía, dijo que venía de poetes, nombre griego que quiere decir locuciones exquisitas. Y si alguna persona con justa causa puede ampliar la lengua es el Sr. Don Luis, que es el dueño de ella, porque los valientes atrevimientos se conceden a los valientes ingenios (Almansa, Advertencias, pp. 126-129). Demás, que honrra me ha causado hazerme obscuro a los ignorantes, que essa es la distinción de los hombres doctos, hablar de manera que a ellos les parezca griego; pues no se han de dar las perlas preciosas a animales de cerda. Y bien dize griego, locución exquisita que viene de poeses, verbo de aquella lengua madre de las ciencias, como Andrés de Mendoça trata tan corta como agudamente en el segundo punto de sus corolarios, que así los llama vuesa merced (Respuesta de Don Luis de Góngora, pp. 257258)113.

A este asunto se refiere también la Plaza universal de todas las ciencias de Cristóbal Suárez de Figueroa114, donde se cita a Boccaccio y su Genealogia deorum gentilium115. Suárez de Figueroa sigue de cerca su fuente italiana, la Piazza universale de Tommaso Garzoni (1549-1589): El Poeta se deriva no de Pico, como dice el Bocacio que significa Formo o Fingo, sino de Poetes antiquísimo vocablo griego, que suena en latín

se denomina poietés—, esta manera de expresarse recibió el nombre de poema, y a quienes los componían se los llamó poetas») (san Isidoro, Etimologías, 8, 7, 2-3; donde cita a Suetonio, De viris illustribus. De poetis, prooemium). Manejo la edición de las Etimologías con texto y notas de J. Oroz Reta y Manuel A. Marcos Casquero e introducción general por M. C. Díaz y Díaz, 1982, pp. 708-709. 112 Carreira, 1998a, pp. 263-264; López Bueno, 2012a, pp. 22-23 y 2018, p. 128, n. 249. 113 Cito por la edición de A. Carreira, 1998a, pp. 239-280. Ver también el texto y sus variantes en la edición de J. M. Daza, 2011, pp. 271-288. 114 Así lo indicó Roses Lozano, 1994, p. 104, n. 4. 115 La Plaza universal se publicó en 1615, pero con censura y aprobación de 1612, como señaló Roland Béhar ( junio 2014) [on line] y recuerda Rico García, 2016, apdo. 7, quienes la han relacionado con la cronología de la polémica gongorina.

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Exquisita locutio, porque es propio del poeta hablar exquisita y raramente (Cristóbal Suárez de Figueroa, Plaza universal de todas las ciencias, Madrid, Luis Sánchez, 1615, discurso CV: «De los Poetas y Humanistas», fols. 353v-354r). Hora il Poeta nostro per dar principio alle sue lodi, ha il nome derivante, non da Pico (como dice il Boccacio nella Genealogia de’ Dei) che significa, Formo, vel Fingo; ma de Poetes antichissimo vocabolo Greco, il qual sona latinamente esquisita locutione, perche é proprio del Poeta parlar isquisitamente, e raramente (Tommaso Garzoni, La piazza universale di tutte le profesioni del mondo, Venecia, 1585; Discorso 154, «De’ Poeti in generali»; cito por la edición de Venecia, 1605, p. 920).

Al explicar el origen del término poesía, Boccaccio tuvo como fuente a Petrarca (Familiares 10, 4, 4), como ya señalaron, entre otros, Giuseppe Billanovich y Riccardo Fubini116. Como he indicado en al apartado de fuentes, donde se citan los pasajes, la formulación que ofrece Manuel Ponce resulta muy cercana al texto de Boccaccio. Dejando al margen la cuestión de las fuentes, es evidente que todos los que se acercaron a este lugar lo hicieron para reivindicar, a través del étimo de la voz, el estatuto especial del poeta como exclusivo poseedor de una locución exquisita donde la rareza y la oscuridad son elementos consustanciales. De ahí que Ponce haya recurrido a esta tradición como argumento de su Discurso. Ser un defensor de la oscuridad no exime a Ponce de recurrir a dos símiles aclaratorios para explicar su necesidad en la poesía. El primero de ellos (fol. 90v) plantea que, así como el conocimiento de las artes más nobles se alcanza con gran dificultad, lo mismo cabe decir de la 116

Billanovich, 1947, pp. 123-124, indica el lugar de Petrarca, Familiares, 10, 4, 4 (Ad eundem [su hermano Gerardo], de stilo patrum et de proportione inter theologicam et poetriam, cum expositione brevi egloge bucolici sui carminis ad eum misse): «Id sane non vulgari forma sed artificiosa quadam et exquisita et nova fieri oportuit, que quoniam greco sermone “poetes” dicta est, eos quoque qui hac utebantur, poetas dixerunt» (‘Esto [las plegarias y ofrendas dirigidas a los dioses] no pudo hacerse de manera vulgar, sino de modo artificioso, nuevo y exquisito; y puesto que ese modo se llama en griego “poesía”, se llamaron “poetas” a los que lo utilizaban’). Señala Billanovich que de una lectura errónea de un manuscrito de Petrarca procede el poetes que también recoge Boccaccio. Sobre este lugar de Petrarca, ver también Fubini, 1990, n. 12 al cap. 2; Lee, 2012, p. 299; Murphy, 1992, p. 287.

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poesía, que abarca y trata las más realzadas y sublimes materias. El segundo (fol. 91r-91v) señala que, así como para entender las artes y disciplinas superiores es necesario conocer las inferiores —la filosofía para la teología, por ejemplo—, así también es necesario un profundo conocimiento de asuntos y oficios para comprender a los poetas sublimes, pues abarcan gran cantidad de saberes. Esa manifestación de la superioridad de la poesía se cierra con un clásico lamento (fols. 91v-92r) —con ecos de la tópica querella entre antiguos y modernos— por haber perdido en tiempos de Ponce la dignidad que tuvo en su origen, cuando fue constituida para deleitar los oídos de los dioses. El lamento apunta a Góngora como excepción sublime, y a sus detractores como ingenios miserables que carecen de la altura necesaria para juzgarlo. La defensa de la oscuridad como rasgo esencial de la poesía se completa con una serie de ejemplos de poetas en los que constituía una característica fundamental (fols. 96v-100v). Acaso porque la acumulación es más sencilla que la ref lexión, esta línea de carácter compilatorio fue muy seguida en la defensa de Góngora, y menos abundantes las ref lexiones sobre el fenómeno que sí ocupó a Ponce. A cada autor nombrado por Ponce le acompaña una breve caracterización de las causas por las que es difícil y/o una enumeración de los comentarios que necesitaron sus poemas. Menciono aquí la lista, ya incluida en el apartado de fuentes, y sobre la que ofrezco más detalles en las notas al texto: (fols. 96v-98r) antiguos: Plauto, Petronio, Séneca, Estacio, Juvenal, Persio, Marcial, Catulo, Tibulo, Geórgicas de Virgilio (que Ponce conoce bien por su Apología), Ausonio Gallo; (fols. 98r-100r) vulgares italianos: Dante, Petrarca, Girolamo Benivieni; (fol. 100r-100v) vulgares españoles: Mena, Herrera y Diego de Mendoza. Precisa aquí que los dos últimos no fueron tan oscuros como Góngora, que superó de este modo a sus predecesores.

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El orador y el poeta La correcta distinción entre el oficio del orador y el del poeta es un aspecto que Manuel Ponce maneja muy certeramente en su Discurso. Se refiere a ella en dos lugares fundamentales. Al principio, Ponce vincula esta diferencia entre poeta y orador a la consideración sublime de la poesía, y afirma (fol. 92r-92v) que si el poeta no elevase su elocución oscureciéndola, solo se diferenciaría del prosista, el orador y el vulgo por el metro. Pero como el poeta es el sublime representante del furor divino, su elocución no puede ser clara, pues persigue necesariamente la oscuridad propia de ese rango superior. Más adelante (fols. 95v-96v), Ponce vuelve a este argumento de una manera más concreta cuando refuta a quienes defienden la claridad en poesía apoyándose en Cicerón y Quintiliano: Y debía mirar quien pretende probar su opinión con autoridades de Tulio y Quintiliano, que ellos no dieron en sus escritos preceptos a los poetas ni trataron de perficionar el metro, sino la oratoria, cuya profesión tenían, y de que117 escribieron en sus retóricas (Ponce, Discurso, fol. 95v).

Ponce interpreta correctamente los tratados de retórica, y afirma que sus preceptos no se dirigen a los poetas, sino a los oradores. Muestra así una cabal comprensión de las constantes excepciones que los gramáticos y los rétores hacían con los poetas a la hora de reconocer como licencias poéticas los vicios gramaticales que censuraban, y de recomendar moderación en los diferentes recursos del ornatus118. Al estudiar los vicios del lenguaje —solecismo y barbarismo—, el gramático advertía que se tornaban en licencias de valor artístico —metaplasmos, figuras y tropos— cuando eran utilizados por un poeta, que los empleaba conscientemente por razones métricas, ornamentales y expresivas. La gramática de Donato no deja lugar a dudas119: 117

Con valor relativo (‘y de la cual [profesión]’). Sobre estas cuestiones, ver Pérez Lasheras, 2009, pp. 78-92; Daza, 2010: 125-149; Daza, 2014a, pp. 287-292; Daza, 2015, pp. 33-34, 105-111; Azaustre, 2013. Aunque ligeramente anterior a esta polémica, debe recordarse la importancia que este punto de vista tiene en el Libro de la erudición poética (1611) de Luis Carrillo y Sotomayor. 119 En su libro primero de la Institutio oratoria (1, 5, 12), dedicado a los fundamentos de la gramática, Quintiliano subraya que los casos de barbarismo y 118

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Barbarismus est una pars orationis vitiosa in communi sermone. In poemate metaplasmus (Donatus, Ars Grammatica 3, 1, 1, p. 25). Soloecismus in prosa oratione, in poemate schema nominatur (Donatus, Ars Grammatica 3, 2, 3, p. 28).

La distinción entre vicio del lenguaje y licencia poética se sustenta así en la especial jerarquía del lenguaje de los poetas, que debe distinguirse del usado por oradores, filósofos e historiadores. De esta forma, los versos de los poetas ocupan las páginas de las gramáticas como ejemplos de virtudes y vicios del lenguaje —en ellos, licencias— y, en un plano más trascendente, también de moral y conocimiento del mundo120. Esas eran las funciones más importantes encargadas al gramático en la enarratio poetarum. También en las retóricas clásicas está presente esa diferencia, que se desarrolla sobre todo al abordar las virtudes y los vicios de la elocución, y en la caracterización concreta de las vertientes del ornatus: tropos, figuras y compositio. En todos esos niveles, los rétores recomendaban moderación al orador, pero señalaban siempre la excepción de los poetas, a quienes se concedía mayor libertad en el uso de dichos recursos. En lógica conclusión, estas limitaciones y normas impuestas por las preceptivas a los oradores no serían aplicables a Góngora en la misma medida, tal y como acertadamente advierte Ponce en su Discurso. El poeta y las voces nuevas Es este un asunto que Manuel Ponce trata con bastante extensión (algo más de un tercio del Discurso) y que también abordó en la Epístola a Villamediana, texto que, como he señalado, se centraba en defender estos usos de estilo en el Faetón.

solecismo no son tales en los poetas, quienes los usan como licencias. En ese libro aparecen observaciones semejantes de índole gramatical sobre la longitud de vocales y sílabas (Inst. Orat. 1, 5, 12; 1, 5, 19), el cambio del acento (1, 5, 28) o la concordancia entre partes de la oración (1, 5, 52). Ver también Lausberg, 1966, §§ 470-471. 120 Holtz, 1981, p. 149; Casas Rigall, 2010, pp. 11-12.

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Ponce se ocupa de esta cuestión en dos lugares del Discurso. En el primero de ellos, se centra en las que considera cinco voces extrañas que Góngora usó en su poema (venatorio, conculcado, meta, gulosos, bipartida). Resulta interesante que en la justificación de estas recurra al mismo lugar de la Poética de Aristóteles (1458a18-1459a16) que en la dedicatoria previa a la anotación del poema había señalado como aval de los detractores de Góngora121. La explicación, ya comentada (apdo. 5), es que allí los críticos se basaban en la recomendación de mesura estilística del Estagirita ante la posibilidad de caer en el enigma o el barbarismo (Poética 1458a24-26), y aquí Ponce se apoya en el pasaje donde Aristóteles afirma que los alargamientos, apócopes y alteraciones de vocablos evitan la elocución vulgar y contribuyen a su excelencia (Poética 1458b1-5). Más adelante, Ponce retoma la cuestión de la «licencia del poeta para inventar nuevas voces y frases ampliando su natural idioma» (fols. 101r-107v). Esta parte del Discurso presenta muchas semejanzas con la Epístola a Villamediana, y varios pasajes fueron utilizados por Ponce en ambos escritos. Como la Epístola se fecha entre 1617 y 1622 (aparición del Faetón y asesinato de Villamediana, en agosto), parece que la primera incursión en el asunto habría sido la de este Discurso, escrito antes de 1617, y que luego Ponce ahondó en el tema tras haberse difundido el Faetón de Villamediana. El primer pasaje (Discurso, fol. 104v) que comparten las dos obras procede de Macrobio (Saturnalia 6, 4, 20-21 y 6, 5, 1-8), como ya advirtieron Rozas y Quilis (1961, pp. 420-421), quienes señalaron que probablemente Ponce lo tomó de una antología122. El segundo pasaje, contiguo al anterior y que reproduzco abajo, se copia también de forma literal en ambas obras, tanto en la cita de Cicerón como en la formulación del propio Ponce: Cicerón nos muestra claro que las voces se hacen nuevas en una epístola a Bruto:

121

El pasaje está en la sección 22, p. 210 de la edición de García Yebra recogida en la bibliografía. Junto a este lugar de la Poética, Ponce avala el uso de voces nuevas con los vv. 55-58 del Ars poetica de Horacio. 122 Ponce cita fragmentos de Saturnalia 6, 4, 20 («daedala tellus»), 6, 4, 21 («nec citara reboant laqueata aurataque tecta»), 6, 5, 2 («heu Mulciber! / arma ignavo invicta es fabricatus manu») y 6, 5, 5 («neque triste quaeritat sinapi / neque cepe maestum»). Más detalles en las notas a esta parte del Discurso de Ponce.

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«Eum amorem et eum, vt hoc verbo vtar fauorem inconsilium aduocabo»; donde se ve que, en su tiempo, favor era palabra nueva. Y las voces griegas que están introducidas en la latinidad y se usaron en ella son casi infinitas; y no solo las voces, sino los modos de decir; como vemos en los poetas latinos, que, a cada paso, ponen los infinitivos por los gerundios como los griegos, que carecen de ellos (Ponce, Discurso fol. 105r). Cicerón nos muestra claro que las boçes se hacen nuebas en vna epístola a Bruto: «Eum amorem et eum, ut hoc verbo vtar favorem inconsilium advoco», donde se be que en su tiempo fabor hera palabra nueba y las boçes griegas que están yntroducidas en la latinidad son casi ynfinitas, y no solo las boçes, sino los modos de decir, como bemos en los poetas latinos, que a cada paso ponen los ymfinitibos por los xerundios, como los griegos, que carecen dellos (Epístola a Villamediana, p. 421).

Esta sección del Discurso se organiza sobre la cita, traducción y glosa de los versos 46-59 del Ars poetica de Horacio, donde se autoriza con diversas razones la incorporación de voces nuevas por parte del poeta. Los requisitos fundamentales manifestados en la poética horaciana eran que, o bien estuviesen compuestas por voces comunes, o bien fuesen tomadas de fuente griega. Ponce señala que Góngora ha cumplido con ambas exigencias: el primero de los requisitos lo atestigua con la voz semicapro, formada a partir de otras comunes y que comentó en la nota 88 a la Soledad primera; el segundo lo argumenta repitiendo la idea de que, igual que los latinos introdujeron esas voces a partir de términos griegos, Góngora hizo lo propio desde las lenguas latina y toscana. Como se ha comentado al hablar de las fuentes, Ponce sigue en algunas ocasiones el comentario del Ars poetica horaciana realizado por el granadino Juan Villén de Biedma y publicado en 1599. Tras ese comentario sobre los versos de la epístola horaciana, Ponce (fols. 105v-106v) señala una serie de voces latinas, toscanas y nuevas que fueron introducidas por autores españoles; en concreto, «el docto Juan de Mena» y «el ingenioso Garcilaso», utilizados ya antes como autoridades en favor de los usos gongorinos. Las voces coinciden con las que señalará en la Epístola a Villamediana (fol. 3v). En esta epístola se limita a enumerarlas en una lista: glebas, blasmar, bullada, fontana, almo, inerte, corrusca, novelo; en el Discurso, las atribuye de manera precisa a los

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poetas123 y añade un breve comentario sobre su procedencia en cada una de ellas. Ya cercano el final del Discurso, Ponce recapitula las anteriores observaciones y exculpa a Góngora de todas las acusaciones que se vertieron contra su poesía. Como complemento, remite para más detalles a dos obras que manejó a la hora de abordar los aspectos estilísticos y, sobre todo, el asunto de las voces foráneas e inventadas. La primera de ellas es la edición del Ars poetica de Horacio con anotaciones del Brocense, publicada en Salamanca en 1591124. Ponce manejó la écfrasis y notas al apartado De iunctura, siue de verborum innovationes quae triplex est, contenidas entre los folios 6v y 8v del impreso. La segunda obra es la traducción italiana y notas de la Poética de Aristóteles de Alessandro Piccolomini, cuya primera edición se publicó en Siena en 1572, aunque fue más utilizada la segunda, publicada en Venecia en 1575. Ponce se refiere al apartado dedicado a la virtud o excelencia de la elocución (Poética 1458a18-1459b16, capítulo 22, pp. 208-215 en la edición de García Yebra); en la edición de Piccolomini, comprende el texto y notas a las particellas 116 a 123 (pp. 344-367 en la edición de Venecia, 1575)125. A ellas debe añadirse el ya mencionado comentario del Ars poetica de Juan Villén de Biedma, en el que Ponce también se apoyó en algún momento al comentar los versos de Horacio referidos a la licencia del poeta para usar voces nuevas.

123 novelo, nubíferas (que no está en la Epístola), glebas, blasmar y bullada a Juan de Mena; fontana, almo, inerte y corrusca a Garcilaso. Adapto la grafía de novelo (nobelo en el manuscrito) en razón de su étimo toscano (novello). 124 Francisci Sanctii Brocensis in incluta Salmanticensi Academia Rhetorices, Graecaeque; linguae Primarii Doctoris. In artem Poeticam Horatii Annotationes, Salmanticae, apud Ioannem & Andream Renaut fratres, 1591. Ponce cita los vv. 46-59 del Ars poetica de Horacio, y remite al comentario del Brocense, que, en la sección mencionada, abarca esos versos y, como dice Ponce, los 13 siguientes hasta el 72. Su comentario de 1558 no editaba el texto de Horacio. Ponce también siguió la edición de Garcilaso comentada por el Brocense, como muestra en su nota 67 (fol. 65r); ver allí más detalles. 125 Annotationi di M. Alessandro Piccolomini, nel libro della Poetica d’Aristotele; con la tradvttione del medesimo Libro, in lingua Volgare. Con privilegio, in Vinegia, presso Giovanni Guarisco, & Compagni [1575].

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7. Conclusión Manuel Ponce fue un estudioso que desarrolló su labor en el primer cuarto del siglo xvii, un periodo marcado por diversas polémicas literarias. En buena parte de ellas dejó notar su pluma, mostrando su afán por destacar en el nutrido panorama de hombres de letras que combinaban su participación en justas y concursos literarios con sus labores de traducción y comentario filológico de destacados autores. Es en este terreno donde encontramos sus obras hoy más apreciadas. Una de ellas, la Apología en defensa de Virgilio, fue probablemente parte de un proyecto más amplio de comentario del poeta mantuano, a la vez que refutación de uno de sus más ilustres comentaristas, el jesuita Juan Luis de la Cerda. Este dato, y el haber sido dirigida en forma epistolar a Pedro de Torres Rámila, muestra dos rasgos importantes en la labor de Ponce y en el ambiente literario de su época: por una parte, la red de amistades y enemistades que, no siempre de forma coherente —como no siempre lo es el ser humano— fueron tejiendo los hombres de letras. En este caso, sin embargo, la lógica se impone: Torres Rámila fue uno de los instigadores del ataque vertido contra Lope en la Spongia, y Ponce debió de participar en él junto a su amigo. Por otro lado, debe señalarse el hecho, sin duda natural, de que estos intelectuales buscasen su fama acercándose a la obra de escritores consagrados en el canon, como es el caso de Virgilio, e incluso oponiendo su punto de vista al de prestigiosos comentaristas de dichos autores, como sucede con Juan Luis de la Cerda. En este fecundo ambiente literario, la polémica gongorina ocupó un lugar de privilegio. Ponce participó muy pronto en ella, sin que sepamos qué razones concretas le movieron. La falta de documentación —cuyo rastreo sigue siendo necesario— impide precisar si las hubo de carácter personal, aunque no consta que hubiese conocido a Góngora. Sí sabemos que dedicó su comentario al conde de Salinas, de quien es conocida su buena relación con Góngora, aunque no compartiesen un mismo gusto poético. En esa dedicatoria probablemente se combine el deseo de lucir su erudición ante el conde, con una defensa de las probables opiniones negativas que el poema de Góngora podría suscitar en él, y que parece estaban ya presentes en algunos círculos.

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Lo que sí puede afirmarse es que Ponce compartía el punto de vista de Góngora sobre la creación poética, como muestra con claridad su Discurso en defensa de la oscuridad en el estilo del poeta, la segunda de las dos grandes secciones de su comentario. Además, en torno a 1617 volvería a defender a un autor de estirpe gongorina, Villamediana, y centrará su epístola a él dirigida en la defensa del uso de voces nuevas y extrañas por parte del poeta, cuestión que también destacó en su comentario de la Soledad primera. A esta comunidad de opiniones debe añadirse otra razón que pudo haber movido a Ponce: la importancia y notoriedad que le otorgaría comentar a un escritor de la fama de Góngora, cuya complejidad verbal y riqueza de contenidos permitían al comentarista ejercitar en toda su extensión y profundidad el alarde de sus saberes y erudición. El trabajo de Ponce consta de dos grandes secciones, que fueron elaboradas en fases sucesivas: una anotación de la Soledad primera, y un Discurso en defensa de la oscuridad en el estilo del poeta. Es este último el que mayor novedad y valor otorga a la labor de Ponce. En la dedicatoria que le precede, afirma su intención de ofrecer una ref lexión sobre el quehacer poético alejada de la pasión que ya rodeaba la polémica, y que a menudo impidió juzgar cabalmente los versos de Góngora. Puede afirmarse que Ponce cumple su promesa, pues su Discurso no se basa en refutar censuras ni negar la oscuridad de los versos de Góngora, sino en una línea que profundiza en el origen de la poesía, y hace parte consustancial de ella la oscuridad de expresión y contenido. No podemos asegurar que noviembre de 1613, la fecha que recoge la portada del manuscrito, sea la del final de todo el trabajo de Ponce. Pero sí puede afirmarse que ya entonces tenía una completa idea de lo que iba a ser su labor, pues las dos secciones mencionadas se recogen en ella. De esta forma, la nutrida tradición de documentos generados por las Soledades tiene ya en sus primeros momentos un texto que se acerca al poema de Góngora con rigor y erudición y que, además, sitúa su estética en el correcto ámbito que corresponde a la poesía. Cabe esperar que el hallazgo de nuevos documentos y el cruce entre los textos de los diversos comentaristas ayude a precisar más la cronología del comento de Ponce y, desde ella, el devenir histórico de otros textos de la polémica.

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8. Establecimiento del texto El texto se ha transmitido hasta hoy en un único manuscrito cuyas características han sido señaladas al comienzo de esta introducción. Como criterios generales, se han modernizado la puntuación y acentuación, y se ha adaptado el uso de mayúsculas a las indicaciones de la RAE (Diccionario panhispánico de dudas, entrada mayúsculas). Por lo que atañe a la puntuación, deben hacerse las siguientes precisiones sobre la norma general antes mencionada: —He mantenido la puntuación del manuscrito en la copia de la Soledad primera que figura entre los fols. 4r-33v, de mano diferente a la de Ponce, y en la copia de los vv. 677-936 de la Soledad segunda, llevada a cabo por Ponce y comprendida entre los fols. 113r-120v. Solo he intervenido cuando resulta imprescindible un signo de puntuación y la imagen no me ha permitido apreciarlo al final de un verso —normalmente a causa de la encuadernación—; en esos supuestos, lo incorporo entre corchetes. La razón de este criterio es que Manuel Ponce —como los otros comentaristas— lee y comprende el texto de las Soledades con la puntuación que él mismo coloca en el fragmento de la Soledad segunda, y con la que aparece en el texto de la Soledad primera, donde, además, se observan enmiendas que atestiguan la conciencia y dudas que despertaba esta cuestión entre los estudiosos y comentaristas de la época (así, por ejemplo, en el v. 187 de la Soledad primera, copiado en el fol. 9v). Ello lleva implícito que también la interpretación y notas de Ponce al poema se vean ligadas a la puntuación que manejó. Un ejemplo de ello se observa en los vv. 414-416, copiados en el fol. 15v, donde la variante «vio l[a] arena, Neptuno» (frente a «violaron a Neptuno») y la puntuación de los versos fundamentan la interpretación que Ponce ofrece en su nota 48 (fol. 56r). En consecuencia, en estos casos he preferido privilegiar el carácter de documento histórico que posee el manuscrito. El lector podrá encontrar en las canónicas ediciones de Jammes (1994) y Carreira (2015 y 2016) un texto puntuado con los adecuados criterios gramaticales que hoy rigen126. —También he mantenido la puntuación de la copia que Manuel Ponce hace, en los fols. 110r-112r, de una oda de Anacreonte en 126

Antonio Carreira (2009, pp. 18-19), a quien agradezco sus observaciones en este punto, ofrece, además, unas muy pertinentes ref lexiones sobre los criterios de puntuación de las Soledades en las ediciones modernas.

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traducción de Quevedo, así como la de las frecuentes citas latinas y de otras lenguas que Ponce recoge en su comentario. Las ediciones de esos textos recogidas en las notas y la bibliografía permiten al lector cotejar esos pasajes y calibrar así posibles variantes. —Respetando siempre la ortodoxia gramatical, la puntuación del resto del texto intenta también facilitar la lectura y comprensión de la prosa de Manuel Ponce, que, como la de otros estudiosos de su tiempo, ofrece una sintaxis compleja de amplios periodos circulares que acumulan miembros e incisos en sus prótasis y apódosis, y dificultan así su comprensión. Por ello, a la norma gramatical y la rítmica del periodo se ha unido, en ocasiones, un criterio que puntúa con mayor pausa (punto y coma o incluso punto y seguido) lo que, en rigor, es un miembro más de un periodo más amplio. En lo referente a las grafías, se han modernizado aquellas que no implicaban distinción fonológica en la primera mitad del xvii. También regularizo según el uso actual las secuencias a el (al), de el (del) y dél (de él); en los dos casos en los que aparece (fols. 22v, 115v), sustituyo quel por que el y ques (fols. 80r, 106v) por que es. Mantengo formas como aqueste, deste, della y similares, así como su alternancia en el texto con las formas no contraídas (de este, de ella…), rasgo propio de la lengua de Ponce y su tiempo. Mantengo también alternancias habituales en la lengua de la época, como deciende (f. 32v) y descienden (f. 57v), lascivo (fols. 11r, 12v, 26r, 33r, 62r, 114r) y lacivo (fols. 12r, 17r, 24v), nacer y derivados (fols. 14r, 14v, 34v, 53r, 54v, 56r, 59r, 80r, 86v, 108r, 115r…) y nascer, casi no usado (fol. 115v, nascido). Conservo los casos de leísmo, loísmo y laísmo que caracterizan la lengua de Ponce, quien, como se ha dicho, era probablemente madrileño (ver, por ejemplo, fols. 38v, 39v, 40v, 41r, 43r, 49r). También respeto algunos rasgos de su usus scribendi, como la costumbre de utilizar dígitos al escribir numerales cardinales u ordinales, y no la palabra que los nombra. Finalmente, conservo la grafía del manuscrito en las citas latinas y de otras lenguas que Ponce recoge el su comentario; solo corrijo en ellas las erratas evidentes. El lector podrá cotejar esos pasajes con las ediciones de esos textos recogidas en la bibliografía. Desarrollo en cursiva las frecuentes abreviaturas que presenta el manuscrito e indico entre corchetes el cambio de folio. Corrijo en el texto las erratas del manuscrito cuando son evidentes; pero, en todos los casos, consigno en nota su lectura.

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La anotación persigue diversos objetivos: algunas notas intentan facilitar la mejor comprensión del texto; en estos casos, aclaran algunas voces o parafrasean el sentido de pasajes que pudieran resultar complejos debido al estilo de Ponce o a las ideas que expone. Dado su carácter de comentario erudito, muchas de las notas se dedican a ilustrar las fuentes que utiliza Ponce, y señalan los pasajes que cita o a los que alude. La anotación se convierte en estos casos en un recorrido por la labor de Ponce, y en un ref lejo de esa variada colección de saberes que acumulan estos comentos, y que son muestra tanto de la erudición del comentarista, como de la riqueza de contenidos y fuentes que atesora el poema. Debe reconocerse que, en muchas ocasiones, esta erudición puede considerarse gratuita, pues poco o nada aporta a la estricta comprensión del poema, y se acumula a mayor gloria del comentarista. Con más razón habrían de considerarse gratuitas las notas que ilustran en esta edición esas referencias del comento y que contribuirían, de este modo, a incrementar aún más lo que Menéndez Pelayo calificó como «la palma de la pesadez» al hablar del comentario de Salcedo Coronel127. Es muy posible que ello sea cierto. Sin embargo, desde otro punto de vista, recorrer todos esos textos donde geógrafos, historiadores y otros estudiosos hablaban de los hechos y realidades más diversos, nos recuerda una de las finalidades básicas del comentario filológico desde la antigüedad: enseñar no solo la lengua del poeta y su excelencia en el estilo, sino también abrir una ventana al mundo a través de sus versos. Aprender, en fin, desde la literatura. En consecuencia, la aridez de esta anotación no es sino una prolongación de la que el comentario esconde en su esencia y características. Así parece entenderlo el propio Ponce cuando, al anotar el v. 436 de la Soledad primera («conducir orcas, alistar ballenas»), invita al lector a consultar la Naturalis historia de Plinio para obtener más informaciones sobre los prodigios de estos monstruos marinos: «Véase, porque es admirable su muerte y sus batallas» (fol. 58r). Finalmente, este universo erudito es también ref lejo de la riqueza de contenidos que encierra el poema de Góngora, que, como los versos de Virgilio y otros clásicos, no solo es arte literario, sino también espejo del mundo, la mitología y la historia. Otro tipo de notas, bastante frecuente, es el que intenta recoger diversas particularidades del manuscrito, como las anotaciones 127

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Menéndez Pelayo, 1884, II, pp. 532-533.

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marginales, las tachaduras, correcciones y enmiendas, y otros pormenores de esa índole. La incorporación de algunas imágenes permite ilustrar mejor varios de esos detalles. En esta línea, he conservado en el texto los subrayados que destacan algunas frases y expresiones. En no pocas ocasiones, los detalles del manuscrito ofrecen informaciones que ayudan a entender el modo de proceder de Ponce y el proceso de elaboración de su comentario. Además de ello, también he considerado pertinentes estas notas por no estar disponible una digitalización completa de este testimonio, hasta hoy único. En las notas que recogen pasajes de textos latinos, he añadido a estos la traducción castellana, la mayoría de las veces por ediciones contrastadas que se indican en la nota, y algunas en traducción propia. En las notas al texto de la Soledad primera he incorporado las variantes que aparecen en los márgenes de la copia manuscrita, y que recogen lecturas de la versión definitiva. Además, he incluido las variantes de la versión primitiva que Góngora envió a Pedro de Valencia en 1613. Para ello me baso en el texto crítico de esa versión primitiva editado por Antonio Rojas Castro en 2015, tras el cotejo y análisis de 17 testimonios manuscritos y 5 impresos. También he examinado y tenido en cuenta el fundamental trabajo de Dámaso Alonso (1936) que reconstruye la versión primitiva sobre los testimonios que entonces pudo manejar, el de Robert Jammes (1984) donde se reproduce la copia que Rodríguez-Moñino le envió del manuscrito de su propiedad —con el que he cotejado el texto—128 y las referencias del propio Jammes al texto de la versión primitiva, que va desgranando a lo largo de su edición de 1994, donde actualiza los logros de Dámaso Alonso129. La finalidad fundamental de este tipo de notas es corroborar el

128

El manuscrito se conserva hoy en la Biblioteca de la Real Academia Española (Rm-6709). Indicaré la página de la variante en el mencionado trabajo de 1984 (más accesible), y añadiré el folio donde se encuentra en el manuscrito. La copia que Rodríguez-Moñino hizo y envió a Jammes no recoge las últimas cuatro estrofas, que fueron añadidas por una mano diferente a la del primer copista. En este caso, señalaré solo el folio del manuscrito, pues no se hallan en el trabajo de 1984. 129 La tesis doctoral de Rojas, 2015, ofrece una edición crítica de la versión primitiva y de la versión definitiva de las Soledades, además de una transcripción paleográfica y versión modernizada del manuscrito Chacón, base de la versión definitiva del poema; ver, entre otras, las pp. 61-62, 68-69 y 114 para sus precisiones sobre la versión primitiva reconstruida por Dámaso Alonso, y

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carácter de versión intermedia que tiene la copia de la Soledad primera manejada por Ponce. Al ser ya muy abundante la anotación, no he desarrollado en todas sus posibilidades la que ref leja concordancias entre las ideas de Ponce y pasajes de otros comentarios de la polémica gongorina. Ello habría dilatado el aparato de notas hasta hacerlo aún más prolijo, y esta tarea puede realizarse hoy con más agilidad y rigor gracias al proyecto de edición digital de sus comentarios dirigido por Mercedes Blanco en la Sorbonne Université (Góngora et les querelles littéraires de la Renaissance). Al situarse el comentario de Ponce en los comienzos de la polémica, el notable catálogo de fuentes que maneja permitirá a los gongoristas calibrar las semejanzas y peculiaridades con los trabajos de otros comentaristas. El contexto intelectual de estas conexiones fue certeramente dibujado por Antonio Carreira (1998a, p. 264): «Las citas similares indican que el arsenal de argumentos era limitado, y que cada cual, en un aprieto, echaba mano de lo que podía». No debe olvidarse, finalmente, que en este panorama de vínculos y semejanzas inf luyen también las relaciones personales. Por señalar un ejemplo conocido130, las cartas de Cristóbal de Salazar Mardones a Juan Francisco Andrés de Ustárroz atestiguan el trasvase de datos e informaciones entre los comentaristas de Góngora, y acusan al siempre denostado Pellicer de haber usurpado materiales a Ustárroz y al propio Salazar Mardones. La red de conexiones textuales es, por lo tanto, un hecho inevitable, y merecerá por parte de los expertos continuar la labor de estudios archivísticos, historiográficos y de cotejo de textos, tarea que nunca finaliza y que, evidentemente, excede con mucho el limitado propósito de esta edición.

las pp. 63, 70 sobre el manuscrito de Rodríguez-Moñino. El cotejo completo de los testimonios puede consultarse en Rojas, 2015, pp. 103-248. Para un profundo análisis de las variantes del ms. B2908 de la Hispanic Society, ver el trabajo de M. Blanco y A. Carreira, 2017. Más detalles sobre fuentes manuscritas e impresas ofrecen Carreira, 1998a, pp. 21-25 y 95-118; Carreira, 1998b, I, pp. 53-115 y IV, pp. 571-633; Rojas, 2015, pp. 325-343. Carreira, 1998b, I, pp. 23-30, desarrolla los problemas que plantea la recensio en la edición de la poesía de Góngora; ver también las consideraciones de Rojas, 2015, pp. 85-95. 130 Ver A. Reyes, 1958, pp. 141-144.

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En conclusión, la intención de este trabajo es ofrecer un texto riguroso de este temprano e importante comentario, con una anotación centrada en detallar las particularidades del manuscrito, aclarar la comprensión del texto de Ponce e identificar su amplio bagaje erudito. El deseo es que esta labor permita a los estudiosos de Góngora profundizar en lo que sin duda son sus aportaciones al conocimiento del poeta y a la polémica que sus versos suscitaron.

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BIBLIOGRAFÍA1

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Silva a las Soledades de don Luis de Góngora, [fol. 1r]

con anotaciones y declaración por

Manuel Ponce, y un discurso en defensa de la novedad y términos de su estilo.

Noviembre de 1613.

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[fol. 1v] Este Manuel Ponce creemos sea el mismo cuyo artículo trae don Nicolás Antonio, tomo 1º de la Biblioteca nova, pág. 2, en que dice: «Manuel Ponce vivía en 1622, y escribió: Discurso a las fiestas que se hicieron en la canonización de los cinco santos san Isidro, san Ignacio de Loyola, san Francisco Javier, santa Teresa y san Felipe Neri; y asistió a la justa poética que se celebró, en donde tiene un soneto. Discurso intitulado Cristal de la lengua castellana, Comentos de algunos lugares de Virgilio, Oración fúnebre en la muerte de D. Rodrigo Calderón, marqués de Siete Iglesias, que fue degollado en la plaza mayor de Madrid, jueves 21 de octubre de 1621, papel que ha impreso el autor del Semanario erudito en el tomo 1º». Ni don Nicolás Antonio ni Baena parece que tuvieron noticia de esta obra ms. de Ponce1.

1

Este texto, que ocupa el folio 1v, es una anotación que pudiera haber escrito Dámaso Alonso, según me comunica el propietario y muestra el cotejo con algún autógrafo suyo.

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[fol. 2r] A LOS QUE NO ENTIENDEN ESTA SILVA 2.

Aunque no me obliga el proverbio a decir pocas palabras, si solo al buen entendedor han de decirse, diré sucintamente lo forzoso para darme a entender bien3. Esta silva es oscura por tres causas a tres modos de ingenios: por la continuación de metáforas, hipérboles, translaciones, metonimias, repeticiones4, exclamaciones, símiles5, descripciones6, transgresiones7 y locuciones, a los que carecen de la dotrina y preceptos de la retórica y poética, supuesto que, no sabiéndolas, es imposible entenderlas. Por la gramática, términos y frases nuevas, a los que carecen de las lenguas [fol. 2v] latina y toscana, a quien imita su autor en el estilo, gravedad y heroicia, porque no puede hallar fácil su inteligencia quien no la tiene de ellas. Por las imitaciones, historias, fábulas y antigüedades que tiene, es dificultosa a los que carecen de la lección de letras humanas y noticia de los poetas y historiadores, donde es necesario haber visto lo que escribe para entenderlo8.

2 Ponce se refiere al poema de Góngora como silva, denominación que repetirá varias veces en su comentario y discurso. Ya la portada se refiere a él como Silva a las Soledades. Ver lo dicho en la introducción con respecto al título. 3 Agudeza con el proverbio «A buen entendedor, pocas palabras bastan»: dado que el texto se dirige «a los que no entienden esta silva», Ponce no estaría obligado a ser breve en su exposición. 4 Palabra tachada, que no se lee. 5 Palabra tachada, que no se lee. 6 Aquí se tachó la palabra conduplicaciones, y tras esta, otra que no se lee. 7 Palabra tachada, que no se aprecia con claridad; tal vez sea denominaciones. 8 En este pasaje, Ponce ha recogido los dos grandes tipos de oscuridad que reconocían las preceptivas: la que afectaba a la forma —habitual blanco de censuras—, y la que tocaba a la riqueza y profundidad de los asuntos, admitida e incluso alabada como rasgo de erudición.

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De donde se sigue que en general será oscura esta silva, pues hay tantos que ignoran lo que por su primor y excelencia requiere para ser bien entendida. En cuya conformidad he hecho las notas de ella, declarando las figuras retóricas y términos poéticos, [fol. 3r] construyendo lo que está latinizado, señalando las imitaciones importantes y refiriendo las fábulas o historias que toca en los lugares necesarios, para que, desta suerte, quede manifiesta y clara su inteligencia a todos. Advirtiendo que estimaré con extremo que los que pudieran entenderla sin este beneficio, y han dejado de estudiarla por algún buen respeto, escusen su atención y cuidado con el mío porque así la tengan todos en la estimación debida, que solo esto ha podido obligarme a romper los términos de mi escaseza publicando escritos míos. Vale.

[fol. 3v] DEDICATO DED9

9

La caligrafía es mucho menos esmerada que la que aparece en el epígrafe de la DEDICATORIA que se copia en el folio siguiente. Es difícil precisarlo, pero pudiera ser un ensayo de su diseño definitivo, o un primer intento en el vuelto del folio que luego se decidió dejar en blanco, para copiar la dedicatoria en el recto del folio siguiente. El trazo de la última letra de la segunda palabra, incompleta, es más débil. Aunque también se asemeja a una O, me inclino por considerarlo el comienzo de una D mayúscula (la segunda de la voz DEDICATORIA), el cual fue interrumpido.

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[fol. 4r] DEDICATO ria al duque de Béjar10

Pasos de un peregrino son errante11 cuantos me dictó, versos dulce musa, en soledad confusa perdidos unos; otros inspirados. ¡Oh tú que de venablos impedido muros de abeto, almenas de diamante, bates los montes, que de nieve armados gigantes de cristal los teme12 el cielo; donde el cuerno del eco repetido fieras te expone, que al teñido suelo muertas pidiendo términos disformes, espumoso coral le dan al Tormes! Arrima a un fresno el fresno, cuyo acero sangre sudando, en tiempo hará breve purpurear la nieve:

5

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10 Respeto el formato que el epígrafe tiene en el manuscrito. Contrástese con el folio anterior y lo dicho en la nota al pie. Como he indicado en la introducción (apdo. 8), mantengo la puntuación de la copia manuscrita que manejó Ponce. 11 Opto por la lectura «errante», aunque es difícil precisar si la última letra es una e adornada en su trazo final, o la secuencia es de «errantes». Tres testimonios de los cotejados por Rojas, 2015, p. 112, leen «errantes» (BNE mss. 4.075, 3.276, 22.217), error por trivialización al no entender que el adjetivo se refiere al peregrino. Solo señalaré los errores que indica Rojas, 2015, cuando coincidan con lecturas del manuscrito de Ponce; puede consultarse su cotejo de variantes de la dedicatoria en Rojas, 2015, pp. 112-114. 12 La voz teme está corregida sobre otra copiada antes e ilegible; una cruz en la parte superior remite al margen derecho del folio, donde se vuelve anotar la corrección teme. Por el trazo más grueso y oscuro de la tinta y la grafía, pudiera ser la misma mano que incorporó algunas observaciones a las notas de Ponce.

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y en cuanto da el solícito montero al duro robre, al pino levantado, [fol. 4v] émulos vividores de las peñas, las formidables señas, del oso, que aun besaba atravesado la asta de tu luciente jabalina: o lo sagrado supla de la encina lo augusto del dosel; o13 de la fuente la alta cenefa14 lo majestüoso del sitïal15 a tu deidad debido16, ¡oh duque esclarecido! templa17 en sus ondas tu18 fatiga ardiente, y entregados19 tus miembros al reposo sobre la grama20, césped no desnudo, déjate un rato hallar del pie acertado que sus errantes21 pasos ha votado a la real cadena de tu escudo: honre süave generoso nudo libertad de Fortuna perseguida que a tu piedad Euterpe agradecida su canoro dará dulce instrumento cuando la Fama no su trompa, al viento.

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Corregido sobre otra palabra (probablemente y); una pequeña cruz encima remite al margen derecho, donde se coloca de nuevo la corrección o. Tinta semejante a la de la corrección anterior. 14 Así en el manuscrito: variante de la lectura habitual zanefa. 15 En las diéresis he seguido el criterio de A. Carreira (2015 y 2016). 16 El manuscrito lee euido. Error habitual en el proceso de copia, al omitir por haplografía la segunda d de la secuencia deidad debido. 17 El manuscrito copia tienpla. 18 Corregido sobre su. 19 entregado en el manuscrito. 20 Así en el manuscrito, en lugar de «el de grama». 21 Se escribió primero herrantes y se tachó la h inicial.

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[fol. 5r] SOLEDADES

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Era del año la estación f lorida23 en que el mentido robador de Europa (media luna las armas de su frente y el Sol todos24 los rayos de su pelo) luciente honor del cielo en dehesas azules25 pace estrellas

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Los números remiten a las notas que aparecen después en el manuscrito. Como he dicho en el apdo. 8 de la introducción, en las notas señalaré las variantes de la versión primitiva según el texto crítico establecido por Rojas, 2015, tras el cotejo y examen de 17 testimonios manuscritos y 5 impresos. También indicaré el lugar donde puede encontrarse ese texto (con variantes en algún caso) en la reconstrucción de la versión primitiva realizada por Dámaso Alonso, 1936; en la copia del manuscrito propiedad de Rodríguez-Moñino dada a conocer por Jammes, 1984; en el folio de ese manuscrito (RAE Rm-6709), así como en la edición del propio Jammes, 1994. Para las fases de redacción por las que debió de haber pasado el poema, ver Jammes, 1994, pp. 7-21, y Rojas, 2015, pp. 65-81. Versión primitiva de los vv. 1-6: «Era del año la estación f lorida / en que el luciente robador de Europa, / media luna en su frente, / y el sol todo en su pelo, / por los campos del cielo / zafiros pisa, si no pace estrellas». El v. 6 conoció una fase intermedia («en dehesas azules pace estrellas»), que es la que recoge la copia que maneja Ponce (Rojas, 2015, pp. 115-117; Dámaso Alonso, 1936, p. 363; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 10; Jammes, 1994, p. 194). 24 Así en el manuscrito, en lugar de todo, como leen la mayoría de los manuscritos. Carreira ya lo corrigió en su edición de 1986; ver también la explicación de Jammes, 1994, p. 196, sobre la lectura, y el cotejo de Rojas, 2015, pp. 106 y 116, que registra la lectura en plural en Chacón y otros 9 testimonios. 25 Se marca entre barras la expresión «en dehesas açules» y, en el margen izquierdo, se anota «en campos de çafiro». La mano de la anotación es la misma que la de la persona que hizo algunas observaciones a las notas de Ponce, y a quien este respondió en algún caso. Ponce manejó una versión intermedia entre la definitiva que se copia al margen y la inicial «zafiros pisa, si no pace estrellas»; 23

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cuando el que ministrar podia la copa a Júpiter, mejor que el garzón de Ida; náufrago, y desdeñado, sobre ausente26, lagrimosas de amor dulces querellas da al mar, que condolido fue a las ondas, fue al viento, el mísero gemido segundo de Arïón dulce instrumento; del siempre en la montaña opuesto pino al enemigo noto, piadoso miembro roto, breve tabla, delfín no fue pequeño al inconsiderado peregrino [fol. 5v] que a una Libia de ondas, su camino fio, y su vida a un leño. Del océano pues antes sorbido, y luego vomitado, no lejos de un escollo coronado de secos juncos, de27 calientes plumas28 (alga todo, y espumas)29 halló hospitalidad donde halló nido de Júpiter el ave. Besa la arena, y de la rota nave30

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esa versión intermedia fue también la que citaron Jáuregui, Francisco del Villar y el abad de Rute (ver Jammes, 1994, pp. 194 y 196). Daria Castaldo, 2016, apdo. 3, indica que el autor de la Carta a un amigo de don Luis de Góngora en que da su parecer acerca de las Soledades... también podría haber manejado una versión intermedia de la Soledad primera; ver también las precisiones de Rojas, 2015, pp. 116-117 sobre este verso. 26 Versión primitiva: «desdeñado, si náufrago y ausente» (Rojas, 2015, p. 117; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 10 (fol. 859r); Jammes, 1994, p. 198). 27 Se escribió primero y; luego se tachó y en la parte superior se corrigió de. La tinta es más oscura; pudiera ser la misma mano del corrector ya mencionado. 28 Versión primitiva reconstruida por Dámaso Alonso, 1936, p. 364: «de secos juntos, de caliente pluma». Dámaso Alonso lo consideró variante de autor; para Rojas, 2015, p. 118, es un error de copia del ms. de la BNP Lisboa COD: 3.266. 29 espuma en la versión primitiva reconstruida por Dámaso Alonso, 1936, p. 364. Como en el caso anterior, Rojas, 2015, p. 218, lo considera error de copia. 30 Escribió primero nabe y corrigió la v encima.

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aquella parte poca que lo expuso en la playa dio a la roca31; que aun se dejan las peñas lisonjear de agradecidas señas. Desnudo el joven, cuanto ya el vestido océano ha bebido32, restituir le hace a las arenas y al Sol le estiende luego33, que lamiéndole apenas su dulce34 lengua de templado fuego lento lo embiste, y con süave estilo35 [fol. 6r] la menor onda chupa al menor hilo. No bien pues de su luz los horizontes (que hacían desigual confusamente montes de agua y piélagos de montes)36 desdorados los siente cuando entregado el mísero estranjero en lo que ya del mar redimió fiero entre espinas crepúsculos pisando riscos que aun igualara mal volando veloz e37 intrépida ala menos cansado que confuso escala.

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31 Versión primitiva reconstruida por Dámaso Alonso, 1936, p. 364: «que le expuso en la playa da a la roca». Rojas, 2015, pp. 118-119, considera da un error de copia. 32 El manuscrito copia bedido, evidente lapsus calami. 33 Mantengo el leísmo, como en el posterior lamiéndole. Ya no señalo los demás casos, que conservo. 34 Versión primitiva «con dulce lengua de templado fuego» (Rojas, 2015, p. 119; Dámaso Alonso, 1936, p. 364; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 11, fol. 859r). 35 Versión primitiva: «no sin süave estilo» (Rojas, 2015, p. 119; Dámaso Alonso, 1936, p. 364). 36 El ms. BNE 22.217 lee «olimpos de agua y piélagos de montes», según coteja Rojas, 2015, p. 120, quien no cree que sea variante de autor, aunque reconoce como gongorina la sustitución léxica. 37 La é lleva una tilde escrita con tinta más gruesa y oscura, tal vez para marcar que se trata de la conjunción, y no de un adorno de la y de yntrepida. En las Lecciones solemnes de Pellicer también se lee «veloz e intrépida ala». La lectura habitual es «veloz, intrépida ala». Versión primitiva de los vv. 50-51: «la más expedida ala,

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Vencida al fin la cumbre del mar siempre sonante de la muda campaña árbitro igual e inexpugnable muro38 (con pie ya más seguro) declina al vacilante39 breve esplendor, de mal distinta lumbre, farol de una cabaña que sobre el ferro está en aquel incierto golfo de sombras anunciando el puerto. «Rayos les dice ya que no de Leda [fol. 6v] trémulos hijos, sed de mi fortuna término luminoso»: y recelando de invidïosa40 bárbara arboleda41 interposición; cuando de vientos, no conjuración alguna: cual haciendo el villano la fragosa montaña, fácil llano atento sigue aquella (aun a pesar42 de las tinieblas bella

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/ confuso sí, no fatigado, escala» (Rojas, 2015, p. 120; Dámaso Alonso, 1936, p. 365; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 11 (fol. 859r); Jammes, 1994, p. 208). 38 Versión primitiva: «árbitro igual, si inexpugnable muro» (Rojas, 2015, p. 120; Dámaso Alonso, 1936, p. 365; Jammes, 1994, p. 208). El ms. de Rodríguez-Moñino, 1984, p. 11 (fol. 859r), copia «arbitrio», error que se registra en otros testimonios, según indica Rojas, 2015, p. 120. 39 Se corrige la c por encima con trazo más grueso. Una cruz en la parte superior remite al margen derecho, donde se copia de nuevo la correcta lectura vacilante. La mano de la anotación es la misma del revisor que incluyó algunas observaciones a las notas de Ponce. 40 En el margen izquierdo, Ponce anota: «inuidio- / sa, de la / luz que / le guiaba». 41 Versión primitiva reconstruida por Dámaso Alonso, 1936, p. 365: «de la invidiosa bárbara arboleda». Para Jammes, 1994, p. 210, y Rojas, 2015, p. 121, es un error de copia; no aparece en el ms. de Rodríguez-Moñino, 1984, p. 12 (fol. 859r). 42 Rodríguez-Moñino, 1984, p. 12 (fol. 859r): «que aun a pesar de las tinieblas bella». Rojas, 2015, p. 121, lo considera error por adición.

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aun a pesar43 de las estrellas clara) piedra, indigna tïara44 (si tradición apócrifa no miente) de animal tenebroso, cuya frente carro es brillante de nocturno día: tal diligente el paso45 el joven apresura midiendo la espesura con igual pie que el raso, fijo (a despecho de la niebla fría)46 en el carbunclo47, norte de su aguja o el austro brame48, o el arboleda49 cruja.

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43 El ms. propiedad de Rodríguez-Moñino, 1984, p. 12 (fol. 859v) lee: «que aun a pesar de las estrellas clara», que Rojas, 2015, p. 121, considera error por adición, como el verso anterior. 44 Versión primitiva de los v. 73-76, que registra dos más: «dïadema o tïara / de bien indigna frente / (si tradición apócrifa no miente), / piedra que engendra en sí y consigo cría / animal, si nocturno, tan luciente, / que menosprecia con razón el día» (Rojas, 2015, pp. 121-123, que examina el pasaje; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 12 [fol. 859v], y Jammes, 1994, p. 212, quien señala que el verso «animal, si nocturno, tan luciente» aparece también en el comentario de Almansa). La versión primitiva reconstruida por Dámaso Alonso, 1936, p. 366, y basada en manuscritos posteriores, es más breve: «piedra, indigna tïara / de bien indigna frente / (si tradición apócrifa no miente, / carro [es] brillante de nocturno día)». 45 En el manuscrito se copió de nuevo el verso y fue tachado para evitar su repetición. Tres testimonios de los cotejados por Rojas, 2015, p. 123, leen «tan diligente el paso»; se inclina por considerarlo error de copia. 46 Este verso y el siguiente eran uno en la versión primitiva: «fijo al carbunclo, Norte de su aguja» (Rojas, 2015, p. 123; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 12 (fol. 859v); Jammes, 1994, p. 214); Dámaso Alonso no pudo manejar los testimonios donde aparecía ese verso de la versión primitiva. 47 Se copió primero carbunco y se añadió la l en la parte superior; además, se remite mediante una cruz al margen derecho, donde se escribe la correcta voz carbunclo. La mano es la misma que hizo observaciones a algunas notas de Ponce. La variante probablemente tenga que ver con lo que se apunta más adelante (fol. 43v, en nota al pie) sobre esta voz. 48 Se copió primero gima; luego se tachó y corrigió en la parte superior con la voz brame. La mano de la enmienda es la misma que hizo observaciones a las notas de Ponce. 49 «el arboleda» en el manuscrito, y también en el de Rodríguez-Moñino, 1984, p 121 (fol. 859v), en las Advertencias de Almansa, y en cuatro testimonios cotejados por Rojas, 2015, p. 123, que lo considera error o variante de lengua. La

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[fol. 7r] El can ya, vigilante convoca, despidiendo al caminante, y la que desvïada luz poca pareció, tanta es vecina50 que yace en ella la robusta encina mariposa51 en cenizas desatada. Llegó pues el mancebo y saludado sin ambición, sin pompa de palabras52 de los conducidores fue, de cabras53 que a Vulcano54 tenían coronado. «¡Oh bienaventurado albergue, a cualquier hora55, templo de Pales56, alcaría57 de Flora! No moderno artificio

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versión primitiva reconstruida por Dámaso Alonso, 1936, p. 36 lee: «la alameda»; Jammes, 1994, p. 214, considera que es un error de copista, opinión que comparte Rojas, 2015, p. 123, quien señala otros errores en los testimonios que examina. 50 Versión primitiva: «era luz poca, tanta es ya vecina» (Rojas, 2015, p. 124; Dámaso Alonso, 1936, p. 368; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 13 (fol. 859v), y Jammes, 1994, p. 214). 51 Parece haberse copiado primero maripopa, y corregido la s sobre la p. 52 Versión primitiva: «si no ya con magníficas palabras» (Rojas, 2015, p. 124; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 13 (fol. 859v), y Jammes, 1994, p. 216). Versión primitiva reconstruida por Dámaso Alonso, 1936, p. 367: «si ya no con magníficas palabras / de aquellos guardianes fue de cabras»; Rojas, 2015, p. 124, afirma lo siguiente sobre esta variante, que registra en los mss. BNP Lisboa COD 3.266 y Bodleian Library (Arch. Seld, A. II. 13): «Es posible que el cambio de orden sea una variante de autor y, por tanto, estemos ante una versión intermedia que ni Alonso ni Jammes tuvieron en consideración». 53 Versión primitiva: «de aquellos guardianes fue de cabras» (Rojas, 2015, pp. 124-125; Dámaso Alonso, 1936, p. 367; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 13 (fol. 859v), y Jammes, 1994, p. 216). 54 Rodríguez-Moñino, 1984, p. 13 (fol. 859v): «que Vulcano...»; parece error de copia. 55 Este verso parece haberse omitido inicialmente, pues se escribe con letra más pequeña en el interlineado que dejan los que le preceden y siguen. 56 Rojas, 2015, p. 125, señala varios testimonios tempranos que leen «Palas»: BNE mss. 17.719 y 22.217 y BNP Lisboa COD. 3.266; se inclina por considerarlo error y no variante de autor. 57 Se copió primero alquería, luego se tachó la sílaba que y se copió debajo ca. En la parte superior se colocó una cruz que remite al margen derecho, donde se

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borró designios, bosquejó modelos, al cóncavo ajustando de los cielos58, el sublime edificio; retamas sobre robre59 tu fábrica, son pobre, do guarda en vez de acero la inocencia60, al cabrero, [fol. 7v] más que el silbo61 al ganado62. ¡Oh bienaventurado albergue, a cualquier hora! No en ti la Ambición mora, hidrópica de viento. Ni la que su alimento63 el áspid es gitano. No la que en vulto comenzando humano

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copia la voz alcaría (sinónimo de alquería). La mano es la del revisor que también comentó algunas notas de Ponce. 58 Versión primitiva de este verso y el siguiente: «al pespuntar los cielos / las agujas que ilustran tu edificio» (Rojas, 2015, p. 125; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 13 (fol. 859v); Jammes, 1994, p. 218). Dámaso Alonso, 1936, p. 367, no pudo editar el primero de los versos por no hallarse en los manuscritos que manejó. 59 La versión primitiva de este verso y el siguiente es, según Dámaso Alonso, 1936, p. 367: «retama [es] sobre robre / tu fábrica, si pobre», y se basa en el COD. 3.266 de la BNP Lisboa. Jammes, 1994, p. 218, la cree sospechosa, pues no figura en el manuscrito de Rodríguez-Moñino (fol. 859v), e interpreta que parece error de copia; Rojas, 2015, pp. 125-126, coincide con esta opinión, pues no la ha encontrado en ningún testimonio de los que ha cotejado, excepto en el citado códice lisboeta. 60 ynociençia en el manuscrito. 61 Se escribió primero sirbo y luego se corrigió por encima la l. 62 Versión primitiva: «si el silbo no al ganado» (Rojas, 2015, p. 126; Dámaso Alonso, 1936, p. 367; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 13 [fol. 859v], y Jammes, 1994, p. 218). 63 Este verso y el siguiente se leían así en el ms. de Rodríguez-Moñino, 1984, p. 13 (fol. 859v): «ni la ques su alimento / el áspide gitano»; la variante del segundo editada por Dámaso Alonso (1936, p. 367) es: «el áspid fue gitano»; ver también Jammes, 1994, p. 220. Rojas, 2015, p. 126, duda de la autenticidad de la variante de la copia Rodríguez-Moñino, que no ha documentado en otros testimonios, y considera que el manuscrito (BNP Lisboa COD 3.266) en el que se basó la lectura de Dámaso Alonso lee «es gitano», y no «fue gitano».

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acaba en mortal f ïera64, esfinge bachillera que hace65 hoy a Narciso66 Ecos solicitar, desdeñar fuentes. Ni la que en salvas gasta impertinentes la pólvora del tiempo más preciso; ceremonia profana que la Sinceridad burla villana sobre el corvo cayado. ¡Oh bienaventurado albergue, a cualquier hora! Tus umbrales ignora la Adulación, sirena [fol. 8r] de reales palacios, cuya arena besó, ya tanto leño trofeos dulces de un canoro sueño. No a la Soberbia está aquí la Mentira67 dorándola los pies en cuanto gira la esfera de sus plumas; ni de los rayos baja a las espumas favor de cera alado. ¡Oh bienaventurado albergue a cualquier hora!» No pues de aquella sierra, engendradora más de fierezas, que de cortesía la gente parecía, que hospedó al forastero,

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64 Versión primitiva: «acaba siempre en fiera» (Rojas, 2015, pp. 126-127; Dámaso Alonso, 1936, p. 367; Rodríguez Moñino, 1984, p. 13 [fol. 859v], y Jammes, 1994, p. 220). 65 Se escribió primero are y luego se corrigió por encima la z. Parece la misma mano que copió el poema. 66 Versión primitiva: «que ya hace a Narciso» (Rojas, 2015, p. 127; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 13, fol. 859r); versión reconstruida por Dámaso Alonso (1936, p. 368): «que hace ya a Narciso», que Jammes, 1994, p. 220, considera intermedia; Rojas, 2015, p. 127, cree más probable el error por cambio de orden. 67 Se comenzó a escribir mentr y se corrigió la i sobre la r.

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con pecho igual de aquel candor primero68 que en las selvas contento tienda el fresno le69 dio, el robre alimento. Limpio sayal (en vez de blanco lino) cubrió el cuadrado pino: y en boj (aunque rebelde) a quien el torno70 [fol. 8v] forma elegante dio (sin culto adorno) leche (que exprimir vio el Alba71 aquel día mientras perdían con ella los blancos lilios de su frente bella) gruesa, le dan y fría, impenetrable casi a la cuchara del viejo Alcimedón invención rara72[.] El que de cabras fue, dos veces ciento73 esposo (casi un lustro) cuyo diente no perdonó a74 racimo, aun en la frente

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En el margen izquierdo, Ponce anotó: «vease la. 11. / estan. del / Polyphemo». Se refiere a su v. 88, donde se usa la expresión: «del mejor mundo, del candor primero». 69 Primero se escribió les y luego se tachó la s. 70 La versión primitiva de este verso y los dos siguientes era más extensa: «y, no con más adorno, / en boj, que aun descubrir le quiso el torno, / el corazón no, acaso, / por absolverle escrúpulos al vaso» (Rojas, 2015, p. 128; Dámaso Alonso, 1936, p. 368; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 14 [fol. 860r], y Jammes, 1994, p. 226). La reconstrucción de Dámaso Alonso (que sigue Jammes) lee «quiero» por «quiso» en el segundo de los versos; Rojas, 2015, p. 128, prefiere «quiso». 71 Así en el manuscrito, por «la Alba». También «el Alba» en el ms. de Rodríguez-Moñino, 1984, p. 15 (fol. 860r). 72 Hay después una palabra tachada. Versión primitiva: «del culto Palemón invención rara» (Rojas, 2015, p. 129; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 15 [fol. 860r], y Jammes, 1994: p. 593). Para Carreira, 2015, p. 415, y Jammes, 1994, p. 593, este verso encaja mejor después del 146 («forma elegante dio sin culto adorno»). 73 Este verso se omitió al principio en la copia. Ponce lo escribió después en letra más pequeña entre el que le precede y le sigue. Versión primitiva: «El que ya solo fue de cabras ciento» (Rojas, 2015, p. 129; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 15 [fol. 860r]; Dámaso Alonso, 1936, p. 369, y Jammes, 1994, p. 228). 74 La preposición se copió después, en la parte inferior del verso. Por el tono de la tinta, pudiera ser la misma mano que añadió observaciones a algunas notas de Ponce. Los manuscritos BNE 4.075 y BNP Lisboa COD. 3.266 también omitían la preposición, según señala Rojas, 2015, p. 129.

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de Baco, cuanto más en su sarmiento; triunfador siempre de celosas lides le coronó el Amor, mas rival tierno breve de barba, y duro no de cuerno75 redimió con su muerte tantas vides; servido ya en cecina purpúreos hilos es de grana fina. Sobre corchos después más regalado sueño, le solicitan pieles blandas que al príncipe entre holandas púrpura tiria76, o milanés77 brocado. [fol. 9r] No de humosos vinos agravado es Sísifo en la cuesta, y en la cumbre78 de ponderosa vana pesadumbre es cuanto más despierto, más burlado. De trompa militar no, o79 de templado80 son de cajas, fue el sueño interrumpido

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75 Versión primitiva: «breve de barba, si novel de cuerno» (Rojas, 2015, p. 129; Dámaso Alonso, 1936, p. 369; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 15, fol. 860r [por error, «breve barba»]; Jammes, 1994, p. 230). 76 Se escribió primero tira; luego se corrigió en tyria, y se colocó una cruz en la parte superior que remite al margen izquierdo, donde volvió a escribirse la voz corregida Tyria. La mano es la del corrector que también intervino en la anotación. 77 Se copió primero v minanes; luego se tachó la v, se escribió debajo o, y se escribió la l encima de la n. 78 Así en el manuscrito, en lugar de «si en la cumbre», como lee Chacón. Rojas, 2015, pp. 106 y 130, considera que la lectura más tardía es «y en la cumbre», y que «si en la cumbre» es un error de Chacón, que no actualizó la lectura anterior, sin descartar una vuelta de Góngora a la lección primera. Dámaso Alonso, 1936, p. 369, añade la variante «ni en la cumbre» del ms. 3.795 de la BNE, que considera pudiera ser de copia o de autor. 79 Se escribió primero v; luego se tachó y se escribió debajo o. Por el tono de la tinta, más oscuro, pudiera ser corrección del mencionado revisor. 80 Así en el manuscrito; esta lectura es también la de Rodríguez-Moñino, 1984, p. 15 (fol. 860r), y la del manuscrito Chacón; otras versiones leen «o destemplado», variante que editan Carreira, 2015, p. 416, y Jammes 1994, pp. 234235, aunque advierten que «o de templado» también tiene sentido; Rojas, 2015, p. 131, la prefiere a «o destemplado».

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de can sí, embravecido contra la seca hoja, que el viento repeló a alguna coscoja81. Durmió y recuerda82 al fin cuando las av[es]83 (esquilas dulces de sonora pluma)84 señas dieron süaves del Alba, al Sol que el pabellón de espuma85 dejó, y en su carroza rayó el verde obelisco de la choza. Agradecido pues el peregrino deja albergue86, y sale acompañado de quien le lleva donde levantado distante pocos pasos del camino87, [fol. 9v] imperïoso mira la campaña un escollo, apacible, galería88,

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El ms. de Rodríguez-Moñino, 1984, p. 15 (fol. 860r), lee: «que el viento repeló a una coscoja»; Jammes, 1994, p. 234, recoge esta variante y pondera su valor; Rojas, 2015, p. 131, la cree error de copia, pues no la registra en otros testimonios tempranos. 82 Dámaso Alonso, 1936, p. 369, consigna la variante «despierta» del ms. 3.795 de la BNE, que considera puede ser de copista o de autor. 83 La palabra aparece cortada en el margen del folio, probablemente al haber sido encuadernado el volumen; desarrollo lo que entiendo sería su final. 84 «sonoras plumas» en el ms. de Rodríguez-Moñino, 1984, p. 16 (fol. 860r), y en el ms. Bodleian Library (Arch. Seld, A. II. 13). Rojas, 2015, p. 131, cree que es una variante de autor «porque el efecto es muy aliterativo». 85 La palabra aparece cortada en el margen del folio. El ms. de Rodríguez Moñino y el ms. Bodleian Library (Arch. Seld, A. II. 13) leen «espumas», en rima con «plumas», dos versos antes (Rodríguez-Moñino, 1984, p. 16 [fol. 860r]; Jammes, 1994, p. 236; Rojas, 2015, pp. 131-132). 86 Así en el manuscrito, en lugar de «deja el albergue». 87 Versión primitiva: «no lejos del camino» (Rojas, 2015, p. 136; Dámaso Alonso, 1936, p. 370; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 16 [860r]; Jammes, 1994, p. 236). 88 El manuscrito da cuenta de las variantes de puntuación que conoció el verso en los diferentes testimonios (ver Jammes, 1994, p 236; Rojas, 2015, p. 136): primero se copió «un escollo, apaçible galería», y luego otra mano añadió comas después de apaçible y de galería. Rodríguez-Moñino, 1984, p. 16 (fol. 860r): «un escollo apacible y galería»; Jammes, 1994, p. 238, la recoge como versión

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que festivo teatro fue algún día89 de cuantos pisan faunos la montaña. Llegó, y a vista tanta obedeciendo la dudosa planta inmóvil se quedó, sobre un lentisco verde balcón del agradable risco [.] Si mucho, poco mapa le despliega90, mucho es más, lo91 que (nieblas desatando) confunde el Sol, y la distancia niega. Muda la admiración habla callando, y ciega un río sigue, que luciente de aquellos montes hijo con torcido discurso (aunque prolijo)92 tiraniza los campos93 útilmente orladas sus orillas de frutales quiere la Copia que su cuerno sea94,

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primitiva, y coloca coma antes de la conjunción; Rojas, 2015, p. 132, considera la y un posible error de copia. 89 Primero se escribió «si teatro no fue dulçe algún dia», lectura de la versión primitiva (Rojas, 2015, 132; Dámaso Alonso, 1936, p. 370; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 16 [fol. 860r]; Jammes, 1994, p. 238). La corrección consistió en tachar las voces si, no y dulçe, y añadir en el margen izquierdo que festiuo. Es difícil precisar la mano de esta corrección, pues el color de la tinta no es tan oscuro como el que usa el habitual revisor. 90 Así en el manuscrito, en lugar de «les despliega». La versión primitiva también registra «le» (Dámaso Alonso, 1936, p. 370); Rojas, 2015, p. 133, lo consigna en otros testimonios, pero cree que es error al no estar en los manuscritos Rodríguez-Moñino y Pérez de Rivas. 91 Se escribió primero co y luego se corrigió por encima la l. 92 Versión primitiva: «con torcido discurso, si prolijo» (Rojas, 2015, p. 133; Dámaso Alonso, 1936, p. 370; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 16 (fol. 860r); Jammes, 1994: 238). 93 Versión primitiva editada por Dámaso Alonso, 1936, p. 370: «sus campos». Rojas, 2015, p. 133, no la ha encontrado en su cotejo. 94 Versión primitiva desde este verso al 211 de la definitiva («su orgullo pierde y su memoria esconde»): «si de f lores tomadas no a la broca, / derecho corre mientras no revoca / los mismos autos el de sus cristales; / huye un trecho de sí, alcánzase luego, / desvíase y, buscando sus desvíos, / errores dulces, dulces desvaríos, / hacen sus aguas con lascivo juego; / engazando edificios en su plata, / de quintas coronado, se dilata / majestüosamente / —en brazos dividido caudaloso / de islas, que paréntesis frondosos / al período son de su corriente—»

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[fol. 10r] si al animal, armaron de Amaltea dïáfanos cristales; engazando95 edificios en su plata; de muros se corona rocas abraza, islas aprisiona de la alta96 gruta donde se desata hasta los jaspes líquidos, adonde su orgullo97 pierde, y su memoria escond[e.]98. «Aquellas que los árboles, apenas dejan ser torres hoy, dijo al99 cabrero (con muestras de dolor estraordinarias) las estrellas noturnas luminarias eran de sus almenas, cuando el que ves sayal, fue limpio acer[o.]100. Yacen ahora y sus desnudas piedras visten piadosas yedras, que a ruïnas, y estragos101,

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(Rojas, 2015, pp. 134-136). El ms. de Rodríguez-Moñino, 1984, pp. 16-17 (fol. 860r), lee «roca» por «broca», con un tachón sobre lo que pudiera haber sido una b inicial; es error que ya Carreira, 1998a, p. 290, había señalado al ref lexionar sobre la necesidad de una edición crítica de las Soledades; también presenta la variante «en brazos divididos se desata». La versión primitiva reconstruida por Dámaso Alonso, 1936, pp. 370-371, presenta dos variantes: «si de f lores, tomadas, no, a la Aurora» y «huye un trecho de sí, y se alcanza luego». Para afinar las lecturas y fases de este pasaje, así como el detalle de las variantes en los diferentes testimonios, ver Rojas, 2015, pp. 134, 136. 95 Se escribió primero engalçando, y luego parece haberse intentado borrar la l. 96 «del alta» en el manuscrito; también lee así el ms. BNE 3.726, como señala Rojas, 2015, p. 135. 97 orguello en el manuscrito, error que corrijo. 98 El manuscrito lee escond, pues la voz aparece cortada en el margen del folio. 99 Así en el manuscrito, en lugar de «el cabrero»; también comete este error el ms. BNE 3.726, como indica Rojas, 2015, p. 136. Ver antes la coincidencia de ambos testimonios en la lectura «del alta gruta». 100 El manuscrito lee açer, pues la voz aparece cortada en el margen del folio. 101 Así en el manuscrito, en lugar de «y a estragos». Rojas, 2015, p. 136, recoge esta misma lectura en las Soledades comentadas de Salcedo (1636) y el manuscrito de la Bodleian Library (Arch. Seld, A. II. 13).

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sabe el tiempo hacer102 verdes halagos». [fol. 10v] Con gusto el joven y atención, lo oía cuando torrente de armas, y de perros (que si precipitados no los cerros las personas103 tras de un lobo traía) tierno discurso, y dulce compañía dejar hizo al serrano, que del sublime espacïoso104 llano al huésped105 al camino reduciendo al venatorio estruendo106 pasos dando veloces107, número crece, y multiplica voces108. Bajaba entre sí el joven admirando armado a Pan, o semicapro a Marte en el pastor mentidos109, que con arte

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102 Se copió primero «el tiempo saue haçer»; luego se tachó saue y se escribió sabe, de otra mano, al comienzo del verso. La mano es la misma que incorpora observaciones a algunas notas de Ponce. 103 Se escribió primero pernas y se añadió so en la parte superior del verso. 104 Se escribió «sublime y espaçioso»; luego se tachó y. Por el tono más oscuro de la tinta, la tachadura pudiera ser de la misma persona que hizo observaciones a las notas de Ponce, pero es difícil precisarlo al ser solo una raya vertical. La misma corrección señala Rojas, 2015, p. 137, en el ms. de la Bodleian Library (Arch. Seld, A. II. 13). Versión primitiva: «que del sublime y espacïoso llano» (Rojas, 2015, p. 137; Dámaso Alonso, 1936, p. 371; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 17 [fol. 860v]; Jammes, 1994, p. 244). 105 Se escribió primero «el huesped» y luego se tachó el y se corrigió al en el margen izquierdo del verso. La mano pudiera ser la del mencionado revisor. 106 Se corrigió endo en la parte superior del verso. La mano parece la del revisor de algunas notas de Ponce. 107 Versión primitiva: «con pasos, si con alas no, veloces» (Rojas, 2015, p. 137; Dámaso Alonso, 1936, p. 230; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 17 [fol. 860v]; Jammes 1994, p. 244). 108 «número crece, multiplica voces» (Rodríguez-Moñino, 1984, p. 17 [fol. 860v]; Jammes, 1994, p. 244); Rojas, 2015, p. 137, considera esta lectura error de copia. 109 Se escribió primero metidos; luego se subrayó, se añadió la n en la parte superior y se escribió mentidos en el margen izquierdo; la enmienda podría ser del revisor de algunas anotaciones de Ponce. Rojas, 2015, p. 138, registra una corrección parecida en el manuscrito de la Bodleian Library (Arch. Seld, A. II. 13).

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culto principio dio al discurso cuando rémora de sus pasos fue su oído110, dulcemente impedido de canoro instrumento, que pulsado [fol. 11r] era, de una serrana, junto a un tronco sobre un arroyo de quejarse ronco, mudo sus ondas, cuando no enfrenado111. Otra con ella montaraz zagala112 juntaba el cristal líquido, al humano por el arcaduz bello de una mano que al uno menosprecia, al otro iguala. Del verde margen, otra las mejores rosas, traslada113 y lilios al cabello, o por lo matizado o por lo bello114, si Aurora no con rayos, Sol con f lores. Negras pizarras, entre blancos dedos ingenïosa hiere otra, que dudo115 que aun116 los peñascos la escucharan quedo[s.]117. Al son pues deste rudo118 sonoroso instrumento119

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En el manuscrito se escribe «fue soydo». Versión primitiva: «mudo ya entonces, cuando no enfrenado (fol. 860v)» (Rojas, 2015, p. 138; Dámaso Alonso, 1936, p. 372; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 18; Jammes, 1994, p. 246). 112 Versión primitiva: «otra no lejos montaraz zagala» (Rojas, 2015, p. 138; Dámaso Alonso, 1936, p. 372; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 18 [fol. 860v]; Jammes, 1994, p. 248). 113 Se copió primero trasladada, y luego se tachó la sílaba repetida. 114 La reconstrucción de la versión primitiva realizada por Dámaso Alonso, 1936, p. 372 es, en este verso: «y a su nevado cuello». 115 Versión primitiva: «tan dulcemente hiere otra, que dudo» (Rojas, 2015, pp. 138-139; Dámaso Alonso, 1936, p. 372; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 18 [fol. 860v]; Jammes, 1994, p. 250). 116 a vn en el manuscrito. 117 La s final apenas se lee en el manuscrito, cortado al final de la hoja. 118 Ms. de Rodríguez-Moñino, 1984, p. 18 (fol. 860v): «algo pues deste rudo»; error que señala Rojas, 2015, p. 139. 119 Versión primitiva: «si discorde instrumento» (Rodríguez-Moñino, 1984, p. 18; Jammes, 1994, p. 250; Rojas, 2015, p. 139, quien también destaca la variante «si sonoro instrumento» del ms. BNE 17.719). 111

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lasciva el movimiento, mas los ojos honesta, altera otra bailando la f loresta120. [fol. 11v] Tantas al fin el arroyuelo, y tantas montañesas da el prado121, que dirías ser menos las que verdes hamadrías abortaron las plantas: inundación hermosa que la montaña hizo populosa, de sus aldeas todas; a pastorales bodas. De una encina embebido en lo cóncavo, el joven mantenía la vista de hermosura, y el oído de métrica, armonía. El sileno buscaba de aquellas que la sierra dio bacantes. Ya que ninfas las niega ser errantes122 el hombro sin aljaba: o si del Termodonte émulo123 el arroyuelo124, desatado125 de aquel fragoso monte

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120 Reconstrucción de la versión primitiva por Dámaso Alonso, 1936, p. 373: «altera bailando otra la f loresta»; Rojas, 2015, p. 139, lo considera error de copia por cambio de orden. 121 montanesas en el manuscrito. La voz el («el prado») se sobrescribió con trazo más grueso, parece que sobre al. El ms. de Rodríguez-Moñino, 1984, p. 18 (fol. 860v), lee «al prado», que Rojas, 2015, p. 140, considera error. 122 Versión primitiva de este verso y el siguiente: «si ninfas ya no errantes / sin arco eran y aljaba» (Rojas, 2015, p. 140; Dámaso Alonso, 1936, p. 373; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 19 [fol. 860v]; Jammes, 1994, p. 252). 123 Se escribió primero émulo ya, y luego se tachó el adverbio. 124 Se escribió primero arroyo; luego se corrigió, añadiendo uelo en la parte superior y colocando un signo + sobre la palabra que remite al margen derecho, donde se copió arroiuelo. La mano de esta corrección y la anterior es la del revisor de algunas notas de Ponce. 125 Versión primitiva: «émulo ya el arroyo desatado» (Rojas, 2015, p. 140; Dámaso Alonso, 1936, p. 373; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 19 [fol. 860v]; Jammes, 1994, p. 254).

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[fol. 12r] escuadrón de amazonas, desarmado126 tremola en sus riberas pacíficas banderas127. Vulgo lacivo128 erraba129, al voto del mancebo (el yugo de ambos sexos sacudido)130 al tiempo que (de f lores impedido el que ya serenaba la región de su frente rayo nuevo) purpúrea terneruela, conducida de su madre, no menos enramada, entre albogues se ofrece, acompañada de juventud f lorida. ——————————————131

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Ms. de Rodríguez-Moñino, 1984, p. 19 (fol. 860v): «escuadrón de amazonas bien armado»; Rojas, 2015, p. 140, la cree variante de copista por no hallarla en otro testimonio e ir contra el sentido del pasaje. 127 La versión primitiva añade aquí cuatro versos: «seña brillante no de monarquía / el femenil enjambre ostentar deja / a la que en sus dos alas, rubia abeja, / más oro ofrece al día» (Rojas, 2015, p. 141; Rodríguez Moñino, 1984, p. 19 [fol. 861r]; Jammes, 1994, p. 254). 128 No modernizo (lascivo), pues en el xvi y xvii se encuentran casos de lacivo y laçivo. 129 Para la oscuridad de este pasaje (vv. 281-290), censurada por Jáuregui (Antídoto, p. 59), ver la explicación de Jammes, 1994, pp. 254 y 256, quien la razona a partir de la supresión de cuatro versos de la versión primitiva. 130 El tono y grosor de la tinta son más intensos en los signos de este paréntesis y el que comienza en el verso siguiente. Parece el de las correcciones del revisor de las notas de Ponce, pero es muy difícil determinar la mano por la escasa relevancia del signo. La puntuación anterior a esta enmienda no contemplaba los paréntesis; colocaba solo una coma después de sacudido y otra después de nuevo. 131 La raya que aparece en el manuscrito indica que deben colocarse aquí los siguientes seis versos de la versión definitiva (vv. 291-296): «Cuál dellos las pendientes sumas graves / de negras baja, de crestadas aves, / cuyo lascivo esposo vigilante / doméstico es del Sol nuncio canoro, / y, de coral barbado, no de oro / ciñe, sino de púrpura, turbante». El pasaje se ha copiado seis versos más abajo. Allí se marca con una cruz que esos versos deberían ir antes, en el lugar señalado con la línea. Para Jammes, 1994, p. 262, la versión primitiva de este pasaje era: «Quién las no breves sumas / de pendientes gallinas baja a cuestas / (si corales las crestas, / azabache las plumas) / tan saludables en edad cualquiera, / que su borla

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Quién la cerviz oprime con la manchada copia132 de los cabritos, más retozadores, tan golosos, que gime el que menos peinar puede las f lores 295 [301] de su guirnalda133 propia. [fol. 12v] +134 Cuál dellos las pendientes sumas graves135 de negras, baja; de pintadas136 aves; cuyo lascivo esposo, vigilante 300 [293] doméstico, es del Sol nuncio canoro, y de coral barbado, no de oro ciñe sino de púrpura turbante. +137 No el sitio, no, fragoso, no el torcido taladro de la tierra, 305 [304] previlegió en la sierra

creyera / les dio la Medicina, / a ser gualda la que es púrpura fina». Pero Rojas, 2015, p. 143, sitúa estos versos en la versión primitiva después del v. 302 («de su guirnalda propia»), tal y como aparecen en el ms. de Rodríguez-Moñino, 1984, p. 20 (fol. 861r), en el de la Bodleian Library (Arch. Seld, A. II. 13), y en el Pérez de Rivas de la Biblioteca Nacional de Catalunya. 132 Jammes, 1994, p. 262, y Carreira, 2015, p. 421, señalan que es un italianismo (coppia: ‘pareja’), y no el latinismo copia (‘abundancia’). 133 grinalda en el manuscrito. 134 En el margen izquierdo se escribió: «estos / seis versos / de una cruz / a otra se an / de poner en / la raia / de la plana / anter». La nota subsana el cambio de orden del pasaje en la copia. Por la grafía y el tono de la tinta, parece corresponder a la misma persona que también revisó la anotación de Ponce. 135 Versión primitiva de este verso y los cinco siguientes (vv. 291-296): «treinta robustos montaraces, dueños / de las que aun los pitones dos pequeños / en la tierna hijuela temer vieras, / no ya en la vaca, no en las empulgueras / del arco de Dïana: / ¡damería serrana!» (Rojas, 2015, pp. 141-142); para Jammes, 1994, pp. 258-260, no se trata de una sustitución, sino de seis versos suprimidos en la definitiva, pues la versión primitiva de estos vv. 291-296 sería la señalada tres notas antes («Quién las no breves sumas» […] «a ser gualda la que es purpura fina»); el manuscrito de Rodríguez-Moñino, 1984, p. 20 (fol. 861r), presenta la variante «montañeses» (por «montaraces») y el error «boca» (por «vaca»). 136 crestadas de la versión final. En el v. 556 se usa ese mismo adjetivo: «Pintadas aves, cítaras de pluma». 137 Como se ha dicho arriba, esta cruz remite a la raya que aparece seis versos antes en el manuscrito.

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la paz del conejuelo temeroso. Trofeo ya su número es a un hombro (si carga no y asombro)138[.] Tú ave peregrina arrogante esplendor (ya que no bello)139 del último occidente: penda el rugoso nácar de tu frente sobre el crespo zafiro de tu cuello que Himeneo140 a sus mesas te destina. Sobre dos hombros larga vara ostenta [fol. 13r] en cien aves, cien picos de rubíes tafiletes141 calzadas carmesíes emulación, y afrenta142, aun de los berberiscos, en la inculta, región, de aquellos riscos. Lo que lloró el Aurora143 (si es néctar lo que llora) y antes que el Sol, enjuga

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310 [311]

315 [314]

320 [319]

138 Ms. de Rodríguez-Moñino, 1984, p. 20 (fol. 861r): «si carga no ya asombro»; parece error por duplografía, como cree Rojas, 2015, p. 144. 139 Versión primitiva de este verso y los cuatro siguientes, más extensa: «cuya cuna en los últimos remates / del Occidente queda, / sea sí enojo, no pompa, tu rueda; / que, en cuanto tu collar se determina / a ser zafiros todo o ser granates, / destinada la veo / a guloso himeneo» (Rojas, 2015, pp. 145-146). El ms. de Rodríguez-Moñino, 1984, pp. 20-21 (fol. 861r) recoge la variante «sea sí enojo y no pompa tu rueda», aunque con una mancha que hace confusa la lectura de la conjunción copulativa. La versión primitiva que reconstruyó Dámaso Alonso, 1936, p. 375, difiere en el cuarto verso de la serie: «sea, si enojo no, pompa tu rueda». Jammes, 1994, p. 264, explica la mejor adecuación de la lectura «la veo» del manuscrito de Rodríguez-Moñino frente a la interpretación de Dámaso Alonso, 1936, p. 412, y la variante «te veo» del manuscrito Pérez de Rivas. Rojas, 2015, pp. 145-146, acepta sus razones, y matiza algunos detalles del pasaje al cotejar diversos testimonios. 140 Se corrige la última e sobre un inicial himenio. 141 tafilites en el manuscrito. Al margen izquierdo, Ponce escribió: «és un ca- / lçado mo- / risco, ba- / yo». 142 Versión primitiva: «Invidia, si no afrenta» (Rojas, 2015, p. 145; Dámaso Alonso, 1936, p. 375; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 21 (fol. 861r); Jammes, 1994, p. 264). 143 Así en el manuscrito, en lugar de «la Aurora».

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la abeja, que madruga a libar f lores. y a chupar cristales, en celdas de oro líquido, en panales la orza contenía que un montañés traía. No excedía la oreja el pululante ramo del terneruelo144 gamo, que mal llevar se deja y con razón, que el tálamo desdeña145 la sombra, aun de lisonja tan pequeña. [fol. 13v] El arco del camino, pues, torcido, que habían con trabajo146 por la fragosa cuerda del atajo las gallardas serranas desmentido147, de la cansada juventud vencido (los fuertes hombros con las cargas graves treguas hechas suaves,) 148 sueño149 le ofrece, a quien buscó descanso, el150 ya sañudo151 arroyo ahora manso

39.

40.

325 [324]

330 [329]

335 [334]

340 [339]

144

Así en el manuscrito, en lugar de ternezuelo. Es también la lectura del manuscrito de Rodríguez-Moñino, 1984, p. 21 (fol. 861r), aunque añadida por otra mano. Rojas, 2015, p. 146, la registra también en los mss. BNE 17.719, Bodleian Library (Arch. Seld, A. II. 13) y BNP Lisboa COD 3.266; se inclina por considerarlo error, aunque no de manera tajante. 145 Versión primitiva: «y con razón, si el tálamo desdeña» (Rojas, 2015, p. 146; Dámaso Alonso, 1936, p. 375; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 21 [fol. 861r]; Jammes 1994, p. 266). 146 Versión primitiva: «que no ya sin trabajo» (Rojas, 2015, p. 147; Dámaso Alonso, 1936, p. 376; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 21 [fol. 861r]; Jammes 1994, p. 268). 147 Versión primitiva: «habían las serranas desmentido» (Rojas, 2015, p. 147; Dámaso Alonso, 1936, p. 376; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 21 [fol. 861r]; Jammes, 1994, p. 268). 148 Coma y paréntesis en el manuscrito; este último cierra el que se había abierto en el verso anterior. 149 sueno en el manuscrito 150 Se copió primero del y luego se tachó la d. 151 sanudo en el manuscrito.

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merced de la hermosura que ha hospedado efectos, si no dulces del concento152 que en las lucientes de marfil clavijas las duras cuerdas de las negras guijas hicieron a su curso acelerado, en cuanto a su furor perdonó el viento. Menos en renunciar tardó, la encina153 el estranjero errante que en reclinarse el menos fatigado, [fol. 14r] sobre la grana que se viste fina su bella amada, deponiendo amante en las vestidas rosas154, su cuidado. Saludolos a todos, cortésmente, y admirado no menos de los serranos, que correspondido, las sombras155 solicita de unas peñas, de lágrimas los tiernos ojos llenos, reconociendo el mar en el vestido, (que beberse no pudo el Sol ardiente las que siempre dará, cerúleas señas) 156 político serrano de canas grave, habló desta manera. «¿Cuál tigre, la más fiera que clima infamó hircano dio el primer alimento

41.

145

345 [344]

350 [349]

355 [354]

360 [359]

365 [364]

152

Se escribió primero contento, y luego se corrigió la t por ç. Versión primitiva: «No tardó más en renunciar la encina» (Rojas, 2015, pp. 147-148; Dámaso Alonso, 1936, p. 376; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 22 [fol. 861v]; Jammes, 1994, p. 270). 154 En el margen izquierdo, Ponce escribió: «~Llama / rosas, a la / grana, por / la semejá / za de la color.». 155 Versión primitiva: «la sombra» (Rojas, 2015, p. 148; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 22 [fol. 861v]; Jammes, 1994, p. 270). 156 En el margen izquierdo, Ponce anota la siguiente explicación del paréntesis: «que el sol, no / pudo quitar / las manchas / del agua ma / ritima al / vestido.». 153

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al que, ya de este157, o158 de aquel mar, primero159 370 [369] surcó, labrador fiero [fol. 14v] el campo undoso, en mal nacido pino?160 vaga Clicie del viento, en telas hecho, antes que en f lor el161 lino162. Más armas introdujo este marino 375 [374] monstruo, escamado de robustas163 hayas a las que tanto mar dividió164 playas, que confusión, y fuego165 al frigio muro, el otro leño griego.

42. 43.

44.

157

Así en el manuscrito, en lugar de deste. Se copió primero y (lectura del manuscrito de Rodríguez-Moñino), que luego se tachó para escribir o en la parte superior. 159 «al que ya deste y de aquel mar primero» (Rodríguez-Moñino, 1984, p. 22 [fol. 861v], y Jammes, 1994: 272). Versión primitiva reconstruida por Dámaso Alonso, 1936, p. 377: «al que —de aqueste o aquel mar— primero» Rojas, 2015, p. 149, desconfía de la autenticidad de ambas variantes, que no ref leja su texto crítico de la versión primitiva. 160 El manuscrito coloca aquí el signo de interrogación de cierre que habitualmente va dos versos después. Lo mismo sucede en el manuscrito de Rodríguez-Moñino, 1984, p. 23 (fol. 861v). 161 Se escribió primero del y luego se tachó la d. 162 Versión primitiva: «en telas hecho, si no en f lor, el lino» (Rojas, 2015, p. 149; Dámaso Alonso, 1936, p. 377; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 23 [fol. 861v]; Jammes, 1994, p. 272). 163 Versión primitiva: «inconstantes» (Rojas, 2015, p. 149; Dámaso Alonso, 1936, p. 377; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 23 [fol. 861v]); según Jammes, 1994, p. 274, Góngora cambió el adjetivo para usar «inconstantes» en la rima del v. 404 («selvas inconstantes»). 164 La versión primitiva también lee «dividió» (Rodríguez-Moñino, 1984, p. 23 [fol. 861v]; Dámaso Alonso, 1936, p. 377). La versión definitiva lee «divide», que se registra en el ms. Chacón. Señala Jammes, 1994, p. 274: «Muchos mss. (Hispanic Society 144, 145 y 146; BNE 3.906), y con ellos la edición Vicuña, leen dividió en vez de divide, coincidiendo en esto con las redacciones primitivas del poema, tanto la del ms. de Rodríguez-Moñino como la versión primitiva editada por D. Alonso». Rojas, 2015, pp. 106-107, 149 encuentra «dividió» en los 22 testimonios que ha cotejado, y muestra alguna duda sobre la lectura «divide». 165 Versión primitiva: «que ya introdujo fuego» (Rojas, 2015, p. 150; Dámaso Alonso, 1936, p. 377; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 23; Jammes, 1994, p. 274). 158

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Náutica industria investigó tal piedra166 que cual abraza yedra167 escollo, el metal ella fulminante, de que Marte se viste, y lisonjera, solicita el que más brilla diamante en la nocturna capa de la esfera, estrella a nuestro polo más vecina, y con virtud, no poca distante, la revoca, elevada, la inclina; ya de la Aurora bella [fol. 15r] al rosado balcón, ya a la que sella168 cerúlea tumba169 fría las cenizas del día. En esta pues fiándose atractiva del norte, amante dura alado roble no hay tormentoso cabo que no doble, ni isla hoy, a su vuelo fugitiva170. Tifis el primer leño mal seguro condujo, muchos luego Palinuro si bien por un mar ambos, que la tierra estanque dejó hecho. Cuyo famoso estrecho

45.

46.

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380 [379]

385 [384]

390 [389]

395 [394]

400 [399]

166

Versión primitiva: «Náutica industria investigó ya piedra» (Rojas, 2015, p. 150; Dámaso Alonso, 1936, p. 377; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 23 [fol. 861v]; Jammes, 1994, p. 276). López Bueno, 2018, pp. 149-150, n. 315, comenta la variante y sus repercusiones en la lectura del pasaje. 167 Ms. de Rodríguez-Moñino, 1984, p. 23 (fol. 861v): «que aquel abraza yedra». 168 «ya la que sella» en el manuscrito: haplografía que se registra en otros testimonios (Rojas, 2015, p. 150). 169 tumbra en el manuscrito. 170 Versión primitiva: «ni isla hay a su vuelo fugitiva» (Dámaso Alonso, 1936, p. 378). Rojas, 2015, p. 151, considera error la variante no del manuscrito de Rodríguez-Moñino, 1984, p. 23 (fol. 861v).

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una y otra de Alcides, llaves171 cierra172. Piloto hoy la Codicia173 no de errantes174 árboles175, mas de selvas inconstantes, 405 [404] al padre de las aguas, Oceano de cuya monarquía el Sol que cada día nace en sus ondas, y en sus ondas muere, [fol. 15v] los términos saber todos no quiere 410 [409] dejó primero de su espuma cano sin admitir segundo en inculcar sus límites176 al mundo; abetos suyos tres aquel tridente ._______+ .177 vio la arena178, Neptuno 415 [414]

171 Así en el manuscrito; la lectura habitual es llave. En plural leen los mss. BNE 22.217 y Bodleian Library Arch. Seld. A. II 13 (Rojas, 2015, p. 152). 172 Rodríguez-Moñino, 1984, p. 24 (fol. 861v): «lleva sierra»; «sierra» es variante de lengua del copista, que seseaba y ceceaba; «lleva» se explica por una errónea metátesis, como cree Rojas, 2015, p. 152. 173 En el manuscrito se escribió Cobdiçia. 174 Versión primitiva reconstruida por Dámaso Alonso, 1936, p. 378: «Piloto la Codicia, no de errantes». Rojas, 2015, p. 152, no la ha registrado en su cotejo, y la cree error del COD. 3.266 de la BNP Lisboa. 175 Se escribió primero arbores, y luego se corrigió. 176 sus límites se escribe en la parte inferior del verso, sobre una secuencia tachada (los términos). La mano parece la misma del revisor que incluye observaciones en los márgenes de la anotación. La versión primitiva reconstruida por Dámaso Alonso, 1936, p. 380 lee términos; Rojas, 2015, p. 152, registra términos en los manuscritos BNP Lisboa COD. 3.266 y Bodleian Library Arch. Seld. A. II 13, pero no la considera lectura de la versión primitiva. Jammes, 1994, p. 280, recoge varias interpretaciones que ha tenido la voz inculcar. 177 La marca (línea y cruz) remite al margen izquierdo, donde Ponce anota: «Tridente / es la misma / mar. Asi lo / dixo; Juan / de mena. / en la cop. 9. / del lab.». Debe referirse al siguiente verso, situado en la copla 11e del Laberinto: «pero si el Austro conmueve al tridente». 178 violarena en el manuscrito, en lugar de «violaron a». Rojas, 2015, pp. 152153, registra la variante «vio la arena Neptuno» en los mss. BNE 17.179 y BNP Lisboa COD. 3.266; la considera error que emparenta los testimonios. Esta variante condiciona la interpretación de Ponce en su nota 48 (fol. 56r), donde señala que Neptuno vio las arenas pisadas de tres naves.

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conculcada179 hasta allí de otro ninguno, besando las que al Sol el occidente180 le corre en lecho azul181 de aguas marinas turquesadas cortinas; a pesar luego de áspides volantes 420 [419] sombra del Sol, y tósigo del viento de caribes f lechados, sus banderas siempre gloriosas, siempre tremolantes, rompieron los que armó de plumas ciento lestrigones182 el istmo ala[das fieras183:] 425 [424] el istmo, que al océano divide y sierpe de cristal, juntar le impide la cabeza del norte, coronada con la que ilustra el sur, cola escamada [fol. 16r] de antárticas estrellas. 430 [429] Segundos leños dio, al segundo polo184 en nuevo mar, que le rindió, no solo185 las blancas hijas186 de sus conchas bellas,

49.

50.

179

Así en el manuscrito, en concordancia con arena, y frente al masculino de la lectura habitual. 180 Versión primitiva: «y viendo las que al Sol el occidente» (Rojas, 2015, p. 153; Dámaso Alonso, 1936, p. 378; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 24 [fol. 862r]; Jammes, 1994, p. 282). 181 acul en el manuscrito. Como en otros casos, falta la marca de la cedilla. 182 Antes se había escrito y tachado, al comienzo del verso, el Isthmo. 183 Debido al tachón señalado en la nota anterior, la voz parece haberse completado en el margen derecho, que se lee con mucha dificultad a causa de la encuadernación. Creo que se enmendó en dos niveles: arriba se escribió -das, y debajo fieras. Versión primitiva: «el istmo indios, si no aladas fieras» (Rojas, 2015, p. 153; Dámaso Alonso, 1936, p. 379; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 24 [fol. 862r]; Jammes, 1994, p. 284). 184 Así en el manuscrito, como en BNE 17.719 y Bodleian Library Arch. Seld. A. II 13 (Rojas, 2015, p. 154). La lectura habitual es «a segundo polo». 185 Rodríguez-Moñino, 1984, p. 25 (fol. 862r): «el nuevo mar que lo midió, no solo»); error para Rojas, 2015, p. 154. 186 Rodríguez-Moñino, 1984, p. 25 (fol. 862r): «hojas», probable error del copista, que Rojas, 2015, p. 154 registra en el COD. 3.266 de la BNP Lisboa.

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mas los187, que lograr bien no supo188 Midas metales homicidas; 435 [434] no le bastó después a este elemento conducir orcas, alistar ballenas, murarse de montañas189 espumosas, infamar190 blanqueando sus arenas con tantas del primer atrevimiento 440 [439] señas, aun a los buitres191 lastimosas, para con estas lastimosas señas192 temeridades enfrenar, segundas: Tú Cudicia, tú pues193 de las profundas estigias aguas, torpe marinero 445 [444] cuantos abre sepulcros el mar fiero a tus huesos, desdeñas: El promontorio que Éolo sus rocas194 [fol. 16v]

187 Rodríguez-Moñino, 1984, p. 25 (fol. 862r): «lo», error que también registra BNE 17.719 (Rojas, 2015, p. 154). 188 Se escribió primero pupo, y luego se corrigió la s. 189 montanas en el manuscrito. 190 ynflamar en el manuscrito. Tal vez sea error por atracción del grupo implosivo inicial de blanqueando. 191 buytres en el manuscrito. Rodríguez-Moñino, 1984, p. 25 (fol. 862r) y la versión final leen bueitres. 192 Después de lastimosas se escribió y tachó la palabra espantosas; esta lectura aparece en los mss. BNE 17.719 y BNP Lisboa COD. 3.266, como señala Rojas, 2015, pp. 154-155, quien la considera posible variante intermedia, estadio al que pertenece también la copia de Ponce. 193 La palabra pues se escribe en la parte inferior del verso, debajo de una expresión tachada (ya aun). La mano que escribió pues parece la del autor de las observaciones marginales, pero es difícil de precisar. Rodríguez-Moñino, 1984, p. 25 (fol. 862r): «Tu cudicia [espacio en blanco] aun de las profundas»; versión primitiva reconstruida por Dámaso Alonso, 1936, p. 379: «Tú, Codicia, tú, pues, —que aun de profundas». Versión primitiva de Rojas, 2015, p. 155: «Tú Codicia, tú, ya aun de las profundas», que documenta (con ligeras variantes) en varios manuscritos y coincide con la inicialmente copiada en el de Ponce, donde, como en otros casos, se corrige incorporando la definitiva. 194 Primero se escribió «El promontorio Eolo que sus rocas»; luego se tachó que, y se añadió, abreviado, antes de Eolo; la tinta es más oscura. La lectura inicialmente copiada coincide con la de los mss. BNE 17.719, BNP Lisboa COD. 3.266 y Bodleian Library Arch. Seld. A. II 13 (Rojas, 2015, p. 155).

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candados hizo de otras nuevas grutas195 para el austro de alas nunca enjutas, para el cierzo espirante por cien bocas, doblaste alegre, y tu obstinada entena cabo le hizo de esperanza buena. Tantos luego astronómicos presagios frustrados196, tanta náutica doctrina, debajo aun197 de la zona más vecina al Sol, calmas vencidas, y naufragios, los reinos de la Aurora, al fin besaste, cuyos purpúreos senos, perlas netas, cuyas minas secretas198 hoy te guardan su más precioso engaste. La aromática selva penetraste que al pájaro de Arabia199 (cuyo vuelo200 arco alado es del cielo, no corvo mas tendido) pira le erige, y le construye nido. Zodíaco después fue cristalino [fol. 17r] a glorïoso pino+ 201 émulo vago del ardiente coche202 del Sol este elemento,

55.

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57.

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450 [449]

455 [454]

460 [459]

465 [464]

470 [469]

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Primero se escribió grietas y luego se corrigió grutas. fustrados en el manuscrito. 197 La voz fue añadida en la parte superior del verso. No es fácil determinarlo, pero pudiera ser el mencionado revisor que intervino en la anotación. 198 La s final parece una e, pero se ha visto ese trazo en otros lugares, como en la voz segundas del verso «temeridades enfrenar segundas» (fol. 16r). 199 Tras esta voz, el copista escribió primero una coma, y, sobre ella, el paréntesis. 200 Rodríguez-Moñino, 1984, p. 26 (fol. 862r): «que al sol pájaro de Arabia, cuyo vuelo»; error por adición, como señala Rojas, 2015, p. 156. 201 Esta marca y la situada siete versos abajo en el margen izquierdo, acotan un pasaje que remite a la anotación del margen izquierdo, donde Ponce señala la posible fuente, Torquato Tasso y su Gerusalemme liberata: «Tasso Hier m, lib. C 15. st. 30 é la terra misuri, immensa mole, / vittorioso, ed émulo del sole». 202 Versión primitiva de este verso y los dos siguientes: «émulo si del sol no, de su coche / el mar cuyo elemento / casi tres veces había sido ciento» (Rojas, 2015, pp. 156-157; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 26 [fol. 862r]; Jammes, 1994, p. 196

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que cuatro veces había sido ciento, dosel al día y tálamo a la noche203; cuando halló de fugitiva plata la bisagra (aunque estrecha) abrazadora 204 +205 de un océano, y otro, siempre uno 475 [474] o las colunas bese, o la escarlata tapete de la Aurora 206: esta pues nave ahora en el húmido templo de Neptuno207 varada pende a la inmortal memoria 480 [479] con nombre de Vitoria. De firmes islas, no la inmóvil f lota en aquel mar del Alba te describo cuyo número, ya que no lacivo208 por lo bello, agradable y por lo vario, 485 [484] la dulce confusión, hacer podía [fol. 17v] que en los blancos estanques del Eurota 209

292). El último verso aparece en la versión primitiva reconstruida por Dámaso Alonso, 1936, p. 380. 203 Versión primitiva reconstruida por Dámaso Alonso, 1936, p. 380: «dosel al día, tálamo a la noche»; Rojas, 2015, p. 157, solo la registra en uno de los testimonios que coteja y la considera error de copia. 204 Versión primitiva: «la bisagra, si estrecha, abrazadora» (Rojas, 2015, p. 157; Dámaso Alonso, 1936, p. 380; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 26 [fol. 862r]; Jammes, 1994, p. 294). 205 Ver lo dicho cuatro notas antes. 206 del aurora en el manuscrito. También en Rodríguez-Moñino, 1984, p. 26 (fol. 862r). 207 Versión primitiva de este verso y el siguiente: «trofeo pende, ya que no a Neptuno, / varada a la memoria» (Rojas, 2015, pp. 157-158; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 26 [fol. 862rv]; Jammes, 1994, p. 294). 208 laçivo en el manuscrito. Al comienzo de este verso se abre un paréntesis que luego no se cierra. 209 En el margen izquierdo Ponce anota: «éurota / es rio de / macedonia / consagrado / a Apollo / Ve a Virg. / eglog. 6. y / l. 1. de la / Eneid. Sana- / zaro. prosa / vltima». Se refiere Ponce a los siguientes pasajes de los autores citados: Virgilio, Ecloga 6, vv. 82-86: «Omnia, quae Phoebo quondam meditante beatus / audiit Eurotas iussitque ediscere laurus, / ille canit (pulsae referunt ad sidera ualles), / cogere donec ouis stabulis numerumque referre / iussit et inuito processit Vesper Olympo» («Todas las cosas que en otro tiempo, cuando cantaba

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la virginal desnuda montería, haciendo escollos o210 de mármor pario, o211 de terso212 marfil, sus miembros bellos 490 [489] que pudo bien Anteón 213 perderse en ellos. El bosque214 dividido en islas pocas

Febo, las escuchó el feliz Eurotas y las hizo aprender a sus laureles, las canta aquél, Sileno (y los valles heridos devuelven el eco hacia los astros), hasta que el Véspero ordenó recoger las ovejas en los establos y contarlas y avanzó hacia el olimpo pesaroso», trad. T. de la Ascensión Recio García, Madrid, Gredos, 1990); Virgilio, Aeneidos. 1, vv. 498-501: «Qualis in Eurotae ripis aut per iuga Cynthi / exercet Diana choros, quam mille secutae / hinc atque hinc glomerantur Oreades; illa pharetram / fert umero, gradiensque deas supereminet omnis» («Cual en las riberas del Eurotas o en las laderas del Cinto / Diana dirige a sus coros de Oréadas que la siguen a miles / y se agolpan a un lado y a otro; ella la aljaba / lleva al hombro y sobresale de todas las diosas al caminar», trad. R. Fontán Barreiro, Madrid, Alianza Editorial, 1986); Sannazaro, La Arcadia, prosa 12, 22: «vedi il beato Eurota, a cui tante volte fu lecito ascoltare il cantante Apollo». Lectura del verso en el ms. de Rodríguez Moñino, 1984, p. 26 (fol. 862v): «que en los blancos cristales del Eurota»; versión primitiva: «que en los bellos estanques del Eurota» (Dámaso Alonso, 1936, p. 380); ver también Jammes, 1994, p. 296. Rojas, 2015, p. 158, considera que cristales es variante de autor perteneciente a una fase anterior a bellos, lectura que considera puede ser de autor o de copia. 210 Primero se copió «haciendo escollos de marmor pario»; luego, el mismo copista añadió ya en la parte superior —lectura de la versión primitiva (Rojas, 2015, p. 158; Dámaso Alonso, 1936, p. 381; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 26, fol. 862v)— y, finalmente, se tachó ya y se copió o en la parte inferior. Aunque es difícil de asegurar por tratarse solo de una letra, si, como parece, la mano de esta última corrección fuese diferente a la que copió el poema, ello indicaría que este otro corrector manejó una versión posterior a la intermedia que recoge esta copia de la Soledad primera, algo que se ha visto ya en otros lugares. 211 Se corrigió sobre una Y. Probablemente la lectura anterior tenga relación con la versión primitiva: «ya de terso marfil sus miembros bellos» (Rojas, 2015, pp. 158-159; Dámaso Alonso, 1936, p. 381; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 26 [fol. 862v]; Jammes, 1994, p. 296). 212 Se añadió rso en la parte superior, sobre una expresión tachada; también se ha corregido la d inicial en de. Es difícil precisar la mano de estas correcciones, pero parece la misma de quien copió el poema. 213 Se escribió primero Actheon y luego se corrigió la c por n. Anteón lee el ms. de Rodríguez-Moñino, 1984, p. 26 (fol. 862v); es voz que resultó difícil a los copistas (Rojas, 2015, p. 159). 214 monte en el ms. de Rodríguez-Moñino, 1984, p. 27 (fol. 862v); Jammes, 1994, p. 296, la consideró variante de autor; Rojas, 2015, p. 159, no la ha encontrado en otros testimonios de su examen.

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fragante215 productor de aquel aroma216 que traducido mal por el Egipto217 tarde lo encomendó el Nilo a sus bocas y ellas más tarde a la 218 gulosa Grecia clavo no, espuela sí del apetito, que cuanto en conocello219 tardó Roma fue templado Catón, casta Lucrecia[,] quédese amigo en tan inciertos mares220, donde221 con mi hacienda222 del alma se quedó la mejor prenda 223, cuya memoria es buitre224 de pesares»: en suspiros con esto [fol. 18r] y en más anegó lágrimas el resto225 de su discurso, el montañés prolijo que el viento su caudal el mar su hijo226. Consolallo227 pudiera el peregrino

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495 [494]

500 [499]

505 [504]

215

Rodríguez-Moñino, 1984, p. 27 (fol. 862v): «f lagrante», posible error de copia o variante de lengua (Rojas, 2015, p. 159). La grafía habitual es «fragrante». 216 Se copió primero ARoma; luego se tachó y se escribió debajo aroma. 217 Así en el manuscrito. 218 a la ala en el manuscrito. 219 Se escribió primero conoçelle y luego, con trazo más oscuro, se cambió la e final por o. 220 Versión del ms. 3.975 de la BNE: «quédese, pues, en tan inciertos mares». Dámaso Alonso, 1936, p. 381, señala que pudiera ser de copista o de autor; Rojas, 2015, p. 160, no la registró en su cotejo. 221 Parece haberse tachado una letra antes, acaso una A (adonde). 222 Versión primitiva: «donde no solo se quedó mi hacienda» (Rojas, 2015, p. 160; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 27 [fol. 862v]; Jammes, 1994, p. 298). 223 Versión primitiva: «mas de mi alma la más dulce prenda» (Rojas, 2015, p. 160; Dámaso Alonso, 1936, p. 381; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 27 [fol. 862v]; Jammes, 1994, p. 298). 224 buytre en el manuscrito; bueitre es la forma habitual, más arcaica. 225 En el margen izquierdo Ponce explica: «y en mas / lagrimas / anegò el res- / to de su dis / curso». 226 Lectura del COD 3.266 de la BNP Lisboa: «que el viento su caudal y el mar su hijo» (Dámaso Alonso, 1936, p. 381); parece error, como cree Rojas, 2015, p. 160. 227 Se escribió consolalle y luego se cambió, con tinta más oscura, la e final por o, como sucedió diez versos antes con conocelle, corrigiendo el leísmo del copista.

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con las de su edad corta historias largas si vinculados todos a sus cargas cual próvidas hormigas a sus mieses, no comenzaran ya los montañeses228 a esconder con el número el camino y el cielo con el polvo; enjugó229 el viejo del tierno humor, las venerables canas, y levantado230, al forastero dijo «Cabo me han hecho hijo de aqueste231 hermoso tercio de serranas si tu neutralidad 232 sufre consejo y no te fuerza233 obligación precisa, la piedad que en mi alma ya te hospeda hoy te convida al que nos guarda sueño, [fol. 18v] (política234 alameda) verde muro, de aquel lugar pequeño que a pesar desos fresnos235 se divisa;

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510 [509]

515 [514]

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montaneses en el manuscrito. Rodríguez-Moñino, 1984, p. 27 (fol. 862v): «en fuego». Parece otra de las erratas del copista, que ya no he indicado en otras ocasiones; así lo cree Rojas, 2015, p. 161, que señala más errores en ese verso. 230 Se escribió primero lebantando, y luego se tachó la segunda n. 231 Así en el manuscrito, en lugar de la lectura habitual «deste hermoso», que es también (con la variante «de este») la del ms. de Rodríguez-Moñino, 1984, p. 27 (fol. 862v). Dámaso Alonso, 1936, p. 381, señaló que «de aqueste» era la lectura de la versión primitiva en el ms. 3.975 de la BNE. Jammes, 1994, p. 300, indica que «de aqueste» aparece también en el manuscrito gongorino conservado en la Hispanic Society; señala Jammes que la secuencia «deste hermoso» pudo haber sido sustituida por el copista para evitar la sinalefa que, sin embargo, no era tal en un andaluz como Góngora por aspirar la h. 232 «si neutralidad» en el ms. de Rodríguez-Moñino, 1984, p. 27 (fol. 862v). Es error por omisión, que ya señaló Rojas, 2015, p. 161. 233 «y te fuerza» (Rodríguez-Moñino, 1984, p. 27 [fol. 862v]); error por omisión que ya indicó Rojas, 2015, p. 161. 234 «y olítica» (Rodríguez-Moñino, 1984, p. 27 [fol. 862v]); ver Rojas, 2015, p. 161. 235 «de los fresnos», versión primitiva en los mss. 3.975 de la BNE y 3.266 de la BNP Lisboa (Dámaso Alonso, 1936, p. 381; Rojas, 2015, p. 161). 229

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sigue la femenil tropa 236 conmigo verás curioso, y honrarás testigo el tálamo de nuestros labradores que de tu calidad, señas mayores me dan que del océano tus paños o razón falta donde sobran años». Mal pudo237 el estranjero agradecido en tercio tal negar tal compañía 238 ni239 en tan noble ocasión tal hospedaje alegres pisan, la que240 si no era241 de chopos calle, y de álamos carrera, el fresco de los céfiros242 rüido el denso de los árboles celaje, en duda ponen, cuál mayor hacía guerra al calor, o resistencia al día. [fol. 19r] Coros tejiendo, voces alternando, sigue la dulce escuadra montañesa

530 [529]

535 [534]

540 [539]

236 «turba» (Rodríguez-Moñino, 1984, p. 28 [fol. 862v]). Jammes, 1994, p. 302, la considera de autor; Rojas, 2015, p. 162, variante de copista. 237 Versión primitiva: «No pudo» (Rojas, 2015, p. 162; Dámaso Alonso, 1936, p. 381; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 28 [fol. 862v]; Jammes, 1994, p. 302). 238 compania en el manuscrito, con un punto encima de la n (pudiera ser casual) que no parece el habitual signo de otras ñ de la copia. 239 Así en el manuscrito, en lugar de y. También leía ni la versión primitiva (Rojas, 2015, p. 162; Dámaso Alonso, 1936, p. 381; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 28 [fol. 862v]; Jammes, 1994, p. 302). 240 «pisan lo que» (Rodríguez-Moñino, 1984, p. 28 [fol. 862v]); Jammes, 1994, p. 304, la considera variante de autor; Rojas, 2015, p. 162, se inclina por el error de copia. 241 La i de sino se ha corregido sobre una e; la secuencia er de era, sobre una t. 242 En el margen izquierdo Ponce anota, remitiendo a una +: «Este çefiros / en plural / creo que / emos de enten / derle, por / imitacion de Claudian. en la Phenix. Anteuolant / Zephiros penna». Se refiere Ponce a los versos 21-22 de Phoenix, uno de los poemas menores más famosos de Claudiano: «Anteuolat Zephyros pinnae, quas caerulus ambit / f lore color sparsoque super ditescit in auro» («Superan en rapidez a los Zéfiros sus alas, a las que rodea un color azul de f lor y por encima se enriquecen con manchas de oro»; trad. M. Castillo Bejarano, Madrid, Gredos, 1993).

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del perezoso arroyo el paso lento243 en cuanto él hurta blando entre los olmos que robustos besa, pedazos de cristal, que el movimiento libra en la falda, en el coturno ella 244 de la coluna bella, ya que celosa basa245 dispensadora del cristal no escasa. Sirenas de los montes, su concento246 a la que menos del sañudo247 viento pudiera antigua planta temer rüina, o248 recelar fracaso pasos hiciera dar el menor paso de su pie, o249 su garganta. Pintadas aves cítaras de pluma250 coronaban la bárbara capilla, mientras el arroyuelo para oílla [fol. 19v] hace de blanca espuma

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545 [544]

550 [549]

555 [554]

560 [559]

243 Versión primitiva de este verso y el siguiente: «el lento arroyo, si el arroyo lento / no sigue perezoso y hurta blando» (Dámaso Alonso, 1936, pp. 381-382; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 28 [fol. 862v], donde el segundo se copia «no sigue pereso hurta blando»; Jammes, 1994, p. 304). Rojas, 2015, p. 162, registra como primer verso «el lento arroyo, si el paso lento». 244 «sella» en el ms. BNE 3.975 (Dámaso Alonso, 1936, p. 382); es error para Rojas, 2015, p. 163. 245 Versión primitiva: «si bien celosa basa» (Rojas, 2015, p. 163; Dámaso Alonso, 1936, p. 32; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 28 [fol. 862v]; Jammes, 1994, p. 306). 246 En la versión primitiva aparecen dos versos después de este: «lisonja del oído, / si de la vista ya el coro tejido» (Rojas, 2015, p. 163; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 28 [fol. 863r]; Jammes, 1994, p. 306). 247 Rodríguez-Moñino, 1984, p. 29 (fol. 863r): «haçanudo». 248 Se escribió primero v; luego se tachó y se copió debajo o. Por el color y trazo parece de mano distinta, tal vez la del anotador de observaciones marginales. No puedo asegurarlo al tratarse solo de una letra. 249 Al igual que dos versos antes, se escribió primero v; luego se tachó y se copió debajo o. Como en el caso anterior, por el color y trazo parece de mano distinta. 250 «plumas» (Rodríguez-Moñino, 1984, p. 29 [fol. 863r]), aunque la s parece tachada; es error: ver, tres versos más adelante, «espuma».

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tantas orejas, cuantas guijas lava de donde es fuente a donde arroyo acaba 251. Vencedores se arrojan 252 los serranos los consignados253 premios otro254 día ya al formidable salto255, ya a la 256 ardiente 565 [564] lucha ya a 257 la carrera polvorosa. El menos ágil cuantos comarcanos convoca el caso, él solo desafía consagrando los palios a258 su esposa 259 (que a mucha fresca rosa 570 [569] beber el sudor hace de su frente) mayor, aun del que espera260 en la lucha, en el salto, en la carrera 261[.] Centro apacible, un círculo espacioso

251

caba en el manuscrito. Así en el manuscrito, por arrogan. También leen arrojan el manuscrito de Rodríguez-Moñino, 1984, p 29 (fol. 863r), y otros siete testimonios que registra Rojas, 2015, p. 164, quien, como Jammes, 1994, p. 310, señala la trivialización. 253 congsinados en el manuscrito, donde se ha sobrescrito la s con trazo más grueso. 254 Parece haberse escrito primero o otro y, luego, corregido a otro escribiendo el remate de la a con trazo más oscuro y grueso, que incluso podría indicar que se tacha la o inicialmente copiada. Sea como fuere, restauro la lectura correcta. 255 solto en el manuscrito. 256 «ya al ardiente» en el ms. de Rodríguez-Moñino, 1984, p. 29 (fol. 863r); error que señala Rojas, 2015, p. 164, quien también lo registra en el manuscrito BNE 4.075. 257 La preposición se copió en la parte superior del verso, por el mismo copista del poema. 258 En la parte superior se escribió y, que se tachó. Es difícil afirmarlo, pero pudiera tener relación con la versión primitiva del verso, que se señala en la siguiente nota. 259 Versión primitiva: «y los palios consagra ya a su esposa» (Rojas, 2015, p. 164; Dámaso Alonso, 1936, p. 382; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 29 [fol. 863r], que por error lee «paños»; Jammes, 1994, p. 312). 260 Manuscrito de Rodríguez-Moñino, 1984, p. 29 (fol. 863r): «mayor del aun que espera»; Jammes, 1994, p. 312, lo recoge como variante de autor; para Rojas, 2015, p. 164, es error por cambio de orden. 261 Versión primitiva reconstruida por Dámaso Alonso, 1936, p. 382: «en el salto, en la lucha, en la carrera»; es variante de copista para Rojas, 2015, p. 164. 252

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a más caminos que una estrella rayos262 575 [574] hacía, bien de pobos, bien de alisos263 [fol. 20r] donde la Primavera 264 calzada abriles, y vestida mayos centellas saca de cristal undoso, a un pedernal, orlado de narcisos; 580 [579] este pues centro era meta umbrosa, al vaquero convecino, y delicioso término al distante, donde (aun cansado más que el caminante)265 concurría el camino. 585 [584] Al concento se abaten cristalino sedientas, las serranas, cual simples codornices al reclamo que les miente la voz, y verde cela

262 Manuscrito de Rodríguez-Moñino: «a más caminos que a una estrella rayos» (Rodríguez-Moñino, 1984, p. 29 [fol. 863r]; Jammes, 1994, p. 312). Para Rojas, 2015, p. 165, es error por adición. 263 Primero se copió: «hacía, ya de chopos, ya de Alisos». Luego, el mismo copista tachó y escribió debajo: «hacía, bien de bobos, bien de Alisos»; sobre esta lectura, se tachó bobos y se escribió debajo chopos (tal vez Ponce); finalmente, se tachó chopos y se escribió debajo pobos con tinta más oscura (pudiera ser el mencionado corrector). El primer verso copiado («hacía, ya de chopos, ya de Alisos») coincide con la versión primitiva («hacía, ya de pobos, ya de Alisos»), salvo en la muy posible trivialización de pobos en chopos, que se registra también en el ms. Bodleian Library Arch. Seld. A. II 13 (Rojas, 2015, p. 165). La segunda lectura del verso («bien de... bien de») es la redacción definitiva, aunque vuelve a producirse la duda entre chopos y bobos. Es interesante el tachón y primera corrección del verso, pues indicaría que quien copió la Soledad primera tuvo acceso a las dos versiones fundamentales (ya——ya / bien——bien). 264 «donde primavera» (Rodríguez-Moñino, 1984, p. 29, fol. 863r); error que señaló Rojas, 2015, p. 165. 265 Versión primitiva de este verso y el siguiente: «do a descansar no solo el caminante, / mas concurría el camino» (Rojas, 2015, pp. 165-166; Dámaso Alonso, 1936, p. 383; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 30 [fol. 863r]; Jammes, 1994, p. 314).

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entre la aun266 no espigada mies la267 tela[.]268 590 [589] músicas hojas viste el menor ramo del álamo que peina verdes canas269. No céfiros270 en él, no ruiseñores lisonjear pudieron, breve rato al montañés271, que ingrato 595 [594] [fol. 20v] al fresco, a la armonía, y a las f lores del sitio pisa 272, ameno, la fresca hierba273, cual la arena ardiente de la Libia274, y a cuantas de275 la fuente sierpes de aljófar, aun mayor veneno 600 [599] que a las de Ponto276, tímido atribuye, según el pie, según los labios huye277. Pasaron todos pues, y regulados cual en los equinoccios sulcar vemos los piélagos del aire libre algunas 605 [604] volantes, no galeras

266 Se añadió en la parte superior, con tinta más oscura. Parece la misma mano de las anotaciones marginales respondidas por Ponce. 267 Se corrigió el trazo de la l inicial para diferenciarla de una c. 268 «entre la no espigada mies la verde tela» (Rodríguez-Moñino, 1984, p. 30, fol. 863r). 269 En el margen izquierdo, Ponce copió: «El alamo / blanco tie- / ne la vna / parte de la / oja blanca.». 270 çifiros en el manuscrito. 271 montanes en el manuscrito. 272 Se corrigió sa en la parte superior, sobre una secuencia tachada (¿ndo?). 273 «la fresca yedra» (Rodríguez-Moñino, 1984, p. 30 [fol. 863r]; Jammes, 1994, p. 316); Rojas, 2015, p. 166, cree que es variante de copista. 274 Se subraya la voz y Ponce anota en el margen izquierdo: «Libia: parte / del africa de- / sierta. Plin.». 275 Así en el manuscrito, en lugar de «da»; también leen «de» los mss. BNE 3.726, BNE 17.719 y Bodleian Library Arch. Seld. A. II 13, según señala Rojas, 2015, p. 166. 276 Así en el manuscrito, como Rodríguez-Moñino, 1984, p. 30 (fol. 863r), y el ms. 144 de la Hispanic Society; ver Jammes, 1994, p. 316. Rojas, 2015, p. 167, la registra también en los mss. BNE 17.719 y BNP Lisboa COD 3.266, pero la considera error de copia. 277 No aparece este verso en Rodríguez-Moñino, 1984, p. 30 (fol. 863r).

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sino grullas veleras, tal vez278 creciendo, tal menguando lunas279 sus distantes estremos caracteres tal vez formando alados280 610 [609] en el papel dïáfano, del cielo las plumas de su vuelo. Ellas en tanto en bóvedas de sombras [fol. 21r] pintadas siempre al fresco cubren las que Sidón telar turquesco 615 [614] no ha sabido imitar, verdes alfombras. Apenas reclinaron la cabeza281 cuando en número iguales y en belleza los282 márgenes matiza de las fuentes segunda primavera de villanas, 620 [619] que parientas del novio, aun más cercanas que vecinos sus pueblos, de presentes prevenidas, concurren a las bodas: mezcladas hacen todas teatro dulce, no de escena muda 625 [624] el apacible sitio espacio breve en que a pesar del Sol cuajada283 nieve y nieve de colores mil vestida

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juez en el manuscrito, error que enmiendo. Versión primitiva: «medias formando lunas» (Rojas, 2015, p. 167; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 30 [fol. 863r]; Jammes, 1994, p. 318). Variante del ms. 3.266 de la BNP Lisboa: «tal vez creciendo y tal menguando lunas»; Dámaso Alonso, 1936, p. 383, la consideró de la versión primitiva; Rojas, 2015, p. 167, error por adición. 280 Versión primitiva: «cuando no ya caracteres alados» (Rojas, 2015, p. 167; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 30 [fol. 863r]; Jammes, 1994, p. 318). 281 Versión primitiva: «No habían reclinado la cabeza» (Rodríguez-Moñino, 1984, p. 31 [fol. 863r]; Dámaso Alonso, 1936, p. 383; Jammes, 1994, p. 320; Rojas, 2015, p. 167). 282 La o se ha corregido sobre lo que parece una a. 283 La palabra se escribió en el margen izquierdo (quaxada), a donde se remite con una +. En el verso se había escrito jara y, encima, cua, secuencias que fueron tachadas. La letra de estas correcciones parece la misma de quien copió el poema. La del margen, por la intensidad de la tinta y la grafía, pudiera ser del corrector que hizo observaciones a algunas notas de Ponce. También leen cuajara los mss. 279

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la sombra vio f lorida en la hierba menuda. Viendo pues que igualmente les quedaba [fol. 21v] para el lugar a ellas de camino, lo que al Sol para el lóbrego occidente cual de aves se caló turba canora a robusto nogal, que acequia lava en cercado vecino284, cuando a nuestros antípodas la Aurora las rosas gozar deja de su frente; tal sale aquella que sin alas vuela285 hermosa escuadra, con ligero paso haciéndole atalayas del ocaso cuantos humeros cuenta la aldegüela[.]286 El lento escuadrón luego alcanzan de serranos, y disolviendo allí la compañía al pueblo llegan, con la luz, que el287 día cedió, al sacro volcán de errante fuego a la torre de luces coronada, que el templo ilustra, y a los aires vanos [fol. 22r] artificiosamente da exhalada luminosas de pólvora saetas, purpúreos288 no cometas.

630 [629]

635 [634]

640 [639]

645 [644]

650 [649]

BNE 17.719, BNP Lisboa COD 3.266 y Bodleian Library Arch. Seld. A. II 13, como señala Rojas, 2015, p. 168. 284 Desde este v. 635 al v. 661 («que estaban, no muy lejos») faltan en el ms. de Rodríguez-Moñino, 1984, p, 31 (fol. 863v), como señaló Jammes, 1994, p. 324, y recuerda Rojas, 2015, pp. 168-169. 285 Versión primitiva: «tal sale ya la que sin alas vuela» (Rojas, 2015, p. 169; Dámaso Alonso, 1936, p. 383). 286 Dámaso Alonso, 1936, p. 383, señala que la versión primitiva en el ms. 3.266 de la BNP Lisboa leía «el aldehuela», variante que considera podría ser del poeta; Rojas, 2015, p. 169, la cree variante de lengua. 287 Se escribió que el en la parte inferior, bajo una expresión tachada (¿que al?); «que al» lee el ms. BNE 3.906 (Rojas, 2015, p. 169). 288 purpereos en el manuscrito.

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Los fuegos pues el joven soleniza, mientras el viejo tanta acusa tea al de las bodas dios, no alguna sea de nocturno Faetón, carroza ardiente y miserablemente campo amanezca, estéril de ceniza la que anocheció aldea. De Alcides luego le llevó a las plantas289 que estaban no muy lejos trenzándose el cabello verde, a cuantas da el fuego290 luces, y el arroyo espejos. Tanto garzón robusto, tanta ofrecen los álamos zagala 291, que abrevïara292 el Sol en una estrella por ver la menos bella 293 cuantos saluda rayos el Bengala [fol. 22v] del Ganges cisne adusto. La gaita 294 al baile solicita el gusto, a la voz el salterio, cruza el Trïón más fijo el hemisferio y el tronco mayor danza en la ribera[;] el eco voz entera 295

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655 [654]

660 [659]

665 [664]

670 [669]

289 Así en el manuscrito; la lectura habitual es: «De Alcides lo llevó luego a las plantas». Este v. 659 falta en el ms. de Rodríguez-Moñino, 1984, p. 31 (fol. 863v). Rojas, 2015, p. 170, no registra variantes en los testimonios de su cotejo. 290 Rodríguez-Moñino, 1984, p. 31 (fol. 863v), lee «cielo». 291 «tanta ofrecen los árboles zagala» (Rodríguez-Moñino, 1984, p. 31 [fol. 863v]; Jammes, 1994, p. 326); Rojas, 2015, p. 170, la considera una trivialización, y no variante de autor. 292 «abrevian» (Rodríguez-Moñino, 1984, p. 31 [fol. 863v]); error que deja un verso hipométrico (Rojas, 2015, p. 170). 293 «por la menos bella» (Rodríguez-Moñino, 1984, p. 31 [fol. 863v]); error que indica Rojas, 2015, p. 170. 294 En el ms. de Rodríguez-Moñino, 1984, p. 32 (fol. 863v), hay un espacio en blanco en lugar de esta voz, y al final del verso lee: «solicita al gusto», variante que registran ocho testimonios del cotejo de Rojas, 2015, p. 170. 295 Así en el manuscrito, en lugar de «voz ya entera», que aparece en Chacón y también en el ms. de Rodríguez-Moñino, 1984, p. 32 (fol. 863v); Rojas, 2015, pp. 107 y 171 la registra en tres testimonios más y la considera perteneciente a la

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no hay silencio a que pronto no responda[;] 675 [674] fanal es del arroyo cada onda296 luz el ref lejo297, el agua298 vidrïera 299[.] Términos300 le da el sueño al regocijo mas el301 cansancio no, que el302 movimiento verdugo de las fuerzas es prolijo. 680 [679] 303 Los fuegos cuyas lenguas, ciento a ciento , desmintiendo304. La noche algunas horas cuyas luces del Sol competidoras versión primitiva; para él, la eliminación del adverbio es una corrección posterior a las censuras de Pedro de Valencia y el abad de Rute, y que reaparezca en Chacón puede deberse a un error o a la restitución por parte de Góngora de la lectura original. 296 «fanal es del arroyo a cada onda» (Rodríguez-Moñino, 1984, p. 32, fol. 863v); es error para Rojas, 2015, p. 171. 297 Ponce anota en el margen izquierdo: «és la luz / que se lleua / en la popa / de las ga- / leras.». 298 La lectura habitual es «la agua», también en Rodríguez-Moñino, 1984, p. 32 (fol. 863v) y Dámaso Alonso, 1936, p. 384. 299 bedriera en el manuscrito. 300 «Término da el sueño al regusijo» (Rodríguez-Moñino, 1984, p. 32, fol. 863v). Para la interpretación de esta variante, ver Jammes, 1994, pp. 330-332, quien la considera auténtica, y Rojas, 2015, p. 171, quien la cree error de copia. 301 Se escribió primero al y luego se enmendó el. Aunque el color de la tinta es más oscuro, al tratarse de una sola letra sobrescrita es difícil precisar la mano de la corrección. La lectura el es la de la mayoría de los manuscritos, y también la de Chacón y Vicuña. La variante al, que se copió inicialmente en el manuscrito de Ponce, aparece en Pellicer y Salcedo; Rojas, 2015, p. 171, registra al (que considera error) en los mss. BNE 17.719 y Bodleian Library Arch. Seld. A. II 13. La lectura el resulta coherente, como muestra la precisa interpretación de Carreira, 1986, p. 229, n, 180: «El baile cesa porque los serranos tienen que dormir, no por estar cansados: la danza los incitaría a seguir». Jammes, 1994, p. 330-332, también prefiere el, y señala diversas interpretaciones del pasaje. 302 quel en el manuscrito. 303 La versión primitiva de este verso y los seis siguientes (hasta «piedras son de su misma sepultura») era más breve, pues faltaba el v. 685 («sus miembros, en cenizas desatados»): «Los fuegos, ciento a ciento, / (que, cuanto más frenéticos más sanos, / amenazaban aun los aires vanos) / condenándolos van a muerte oscura / las remisiones de su calentura» (Rojas, 2015, p. 173; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 32 [fol. 863v]; Jammes, 1994, p. 332). La versión primitiva reconstruida por Dámaso Alonso, 1936, p. 384, solo varía el último verso: «la remisión es de su calentura»; parece variante de copista, como cree Rojas, 2015, p. 172. 304 Así en el manuscrito, en lugar de desmintieron.

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fingieron día, en la tiniebla oscura murieron y en sí mismos sepultados sus miembros en cenizas305 desatados306 piedras son de su misma sepoltura. Vence la noche al fin, y triunfa mudo [fol. 23r] el silencio (aunque breve) del rüido; solo gime ofendido el sagrado laurel del hierro agudo307, deja de su esplendor, deja desnudo de su frondosa pompa al verde aliso el golpe no remiso del villano membrudo. El que resistir pudo al animoso austro308 al euro ronco chopo gallardo, cuyo liso tronco papel fue de pastores (aunque rudo)309 a revelar secretos va a la aldea que impide Amor que aun otro chopo lea. Estos árboles310 pues ve la montaña311 mentir f lorestas y emular vïales,

78.

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685 [684]

690 [689]

695 [694]

700 [699]

305

Así en el manuscrito; la lectura habitual es ceniza. Se escribió desatadas y luego se corrigió la o; también desatadas en BNE 4.075 (Rojas, 2015, p. 172). 307 «duro» en Rodríguez-Moñino, 1984, p. 32 (fol. 863v); Rojas, 2015, p. 173, señala que rompe con la rima. 308 «al enemigo Austro» (Rodríguez-Moñino, 1984, p. 32 [fol. 863v]). Jammes, 1994, p. 334, la considera variante de autor; Rojas, 2015, pp. 173-174, se inclina por la intervención de copista, aunque no de forma tajante. 309 «y no rudo» (Rodríguez-Moñino, 1984, p. 32 [fol. 863v], y también los mss. Pérez de Rivas y Bodleian Library Arch. Seld. A. II 13); versión primitiva reconstruida por Dámaso Alonso, 1936, p. 384: «si bien rudo». Jammes, 1994, p. 334, y Rojas, 2015, p. 174, consideran esta segunda variante posterior a «y no rudo», que creen es la versión primitiva. 310 Primero se copió arbores y luego se sobrescribió, con tinta más gruesa, la l. 311 El ms. de Rodríguez-Moñino, 1984, p. 33 (fol. 863v), lee «mantaña»; la versión definitiva, «mañana». Rojas, 2015, p. 174, registra «montaña» en los mss. Bodleian Library Arch. Seld. A. II 13 y BNP Lisboa COD. 3.266, y considera que podría ser lectura auténtica o error de copia. 306

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cuantos312 muró de líquidos cristales agricultura urbana; 705 [704] recordó al Sol (no de su espuma cana) la dulce de las aves armonía sino los dos topacios que batía [fol. 23v] orientales aldabas, Himeneo del carro pues febeo313 710 [709] el314 luminoso Pyro315 +oro mordiendo, campos de zafiro+316 pisar quería 317, cuando el318 populoso lugarcillo319 el serrano con su huésped (que admira cortesa[no)]320 715 [714] a pesar del estambre y de la seda

79.

312

Rodríguez-Moñino, 1984, p. 33 (fol. 863v): «cuanto»; Jammes, 1994, p. 338, dudó entre considerarla lección auténtica o error de copista; Rojas, 2015, p. 174, se inclina por la segunda opción. 313 Versión primitiva: «Del carro ya febeo» (Rojas, 2015, p. 175; Dámaso Alonso, 1936, p. 385; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 33 [fol. 863v]; Jammes, 1994, p. 338). 314 él en el manuscrito. 315 Se subrayó la voz y Ponce anotó en el margen izquierdo: «Pyro, vno / de los caballos / del sol. Ouid. / Meth. 2. / Interea volu- / cres Pyrocis. / &a». Es, en efecto, el comienzo del v. 153 del libro segundo de las Metamorfosis. La lectura habitual es tiro. Debido a la nota de Ponce, mantengo la variante del manuscrito. 316 La lectura del manuscrito coincide con la versión primitiva (Rojas, 2015, p. 175; Dámaso alonso, 1936, p. 385; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 33 [fol. 863v]; Jammes, 1994, p. 338). Las dos cruces remiten al margen izquierdo, donde se anota lo siguiente: «+Mordiendo / oro el eclipti / co çafiro+». Es la versión definitiva del verso, lo que muestra una vez más que la copiada en el manuscrito es una versión intermedia, a la se incorporaron varias lecturas de la definitiva en los márgenes. Por el tono de la tinta, la anotación parece del revisor que también intervino comentando algunas notas de Ponce. 317 «querría» (Rodríguez Moñino, 1984, p. 33, fol. 863v). Error que señalaron Jammes, 1994, p. 338 (añadiendo sic) y Rojas, 2015, p. 175. 318 Es difícil la lectura. Parece haberse escrito primero al, y luego corregido. 319 Así en el manuscrito, también en Rodríguez-Moñino, 1984, p. 33 (fol. 863v). Rojas, 2015, p. 175, la registra, además, en los mss. BNE 17.719, BNE 3.276, Pérez de Rivas, Bodleian Library Arch. Seld. A. II 13 y BNP Lisboa COD. 3.266. 320 El final de cortesano se lee con dificultad a causa de la encuadernación.

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80.

81.

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el que tapiz frondoso321 tejió, de verdes hojas la arboleda y los que por las calles espaciosas fabrican arcos, rosas, oblicuos nuevos, pénsiles jardines322 de tantos323 como víolas, jazmines[.] Al galán novio el montañés presenta su forastero, luego al venerable padre de la que en sí bella se esconde con ceño dulce, y con silencio afable, beldad parlera, gracia muda ostenta cual324 del rizado verde botón donde325 [fol. 24r] abrevia su hermosura virgen rosa las cisuras cairela un color, que la púrpura que cela por brújula concede vergonzosa: digna la juzga esposa de un héroe, si no augusto, esclarecido. El joven al instante arrebatado326 a la que naufragante, y desterrado le condenó a su olvido.

167

720 [719]

725 [724]

730 [729]

735 [734]

321 Versión primitiva de este verso y el siguiente: «el que Bruselas no tapiz frondoso / tejió, sino la rústica arboleda» (Rojas, 2015, p. 176; Dámaso Alonso, 1936, p. 385; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 33 [fol. 863v]; Jammes, 1994, p. 340). 322 Versión primitiva: «oblicuos, si no pénsiles jardines» (Rojas, 2015, p. 176; Dámaso Alonso, 1936, p. 385; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 33 [fol. 863v]; Jammes, 1994, p. 342). 323 Parece corregido sobre un inicial tantas, que es también la lectura de Rodríguez-Moñino, 1984, p. 33 (fol. 863v), y de los mss. BNE 17.719, BNE 22.217, Bodleian Library Arch. Seld. A. II 13 y Pérez de Rivas, según indica Rojas, 2015, p. 176. Sería una nueva actualización de la copia de Ponce. 324 La l se escribió en la parte superior del verso, por la misma mano que copió el poema; parece haber escrito primero que, y luego enmendado la e en a y añadido la l. 325 Versión primitiva: «cual ya del crespo verde botón, donde» (Rojas, 2015, p. 176; Dámaso Alonso, 1936, p. 385; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 33 [fol. 863v]; Jammes, 1994, p. 342). 326 arebatado en el manuscrito.

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Este pues sol que a olvido327 le condena328 cenizas hizo, las que su memoria negras plumas vistió, que infelizmente sordo engendran gusano, cuyo diente minador antes lento de su gloria 329 inmortal arador fue de su pena; y en la sombra no más de la 330 azucena que del clavel procura acompañada imitar en la bella labradora el templado color de la que adora, [fol. 24v] víbora pisa tal el pensamiento, que el alma por los ojos desatada 331 señas diera de su arrebatamiento, si de zampoñas332 ciento y de otros aunque bárbaros sonoros instrumentos, no en dos festivos coros vírgenes bellas, jóvenes lucidos llegaran conducidos. El numeroso al fin de labradores concurso impacïente los novios saca, él de años f loreciente y333 de caudal más f loreciente que ellos. Ella la misma pompa de las f lores334

740 [739]

745 [744]

750 [749]

755 [754]

760 [759]

327

que olvido en el manuscrito; también lee así el ms. BNP Lisboa COD. 3.266 (Rojas, 2015, p. 177). 328 Mantengo el leísmo. 329 Versión primitiva de este verso y los tres siguientes: «si minador fue lento de su gloria, / inmortal arador es de su pena, / y en la sombra no más del azucena / que del clavel ya quiso acompañada» (Rodríguez-Moñino, 1984, p. 34 [fol. 864r]; Dámaso Alonso, 1936, p. 386; Jammes, 1994, p. 346; Rojas, 2015, pp. 177-178). 330 La l se corrigió sobre una e o una c. 331 Este verso y el siguiente (vv. 748-749) faltan en el ms. de Rodríguez-Moñino, 1984, p. 34 (fol. 864r). 332 La z parece escrita sobre una s. Rodríguez-Moñino, 1984, p. 34 (fol. 864r), lee, por error, «campañas». 333 Se escribió primero e y luego se tachó y copió y. 334 «ella misma [espacio en blanco] pompa de las f lores» (Rodríguez-Moñino, 1984, p. 34 [fol. 864r]); omisión que ya indicó Rojas, 2015, p. 178.

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la esfera misma de los rayos bellos. El lazo335 de ambos cuellos entre un lacivo336 enjambre iba de amor[es,]337 Himeneo anudando338 mientras invoca 339 su deidad 340 la alterna 765 [764] de zagalejas341 cándidas voz tierna, y de garzones este acento342 blando, [fol. 25r] Coro primero «Ven Himeneo343, ven donde te espera con ojos, y sin alas un Cupido, cuyo cabello intonso344, dulcemente 770 [769] niega el vello que el vulto345 ha colorido346, el vello347 f lores de su primavera

83.

335

La z parece escrita sobre una s. Como antes con zampoñas, se corrige el seseo. En ambos casos parece enmienda del mismo copista del poema. 336 laçivo en el manuscrito. 337 El final de la palabra se lee con dificultad a causa de la encuadernación. Ms. de Rodríguez-Moñino, 1984, p. 35 (fol. 864r): «entre lascivo enjambre iba de amores»; Jammes, 1994, p. 350, la considera variante de autor; Rojas, 2015, p. 178, error por omisión. 338 Así en el manuscrito, no añudando. En varias ocasiones, el copista no ha marcado el signo de la ñ. 339 Así en el manuscrito, por el habitual invocan. Como señala Rojas, 2015, p. 179, también leen en singular los mss. BNE 17.719, BNP Lisboa COD. 3.266 y las Lecciones solemnes de Pellicer; el ms. de Rodríguez Moñino, 1984, p. 35 (fol. 864r), lee, por error, «iban». 340 La última d se copia en la parte superior del verso. 341 sagalejas en el manuscrito, con seseo; puede relacionarse con los casos en los que se ha corregido una z sobre lo que parecía una s. El ms. de Rodríguez-Moñino, 1984, p. 35 (fol. 864r), lee «çagalas». 342 Versión primitiva reconstruida por Dámaso Alonso, 1936, p. 387, «el acento»; Rojas, 2015, p. 179, la considera error. 343 Se escribió primero Hymenego y se después se tachó la g. 344 El ms. de Rodríguez-Moñino, 1984, p. 35 (fol. 864r), lee «intento», por error. 345 El manuscrito copia «culto»; así leen los mss. BNE 17.719, BNP Lisboa COD 3.266 y Bodleian Library Arch. Seld. A. II 1 (este último con corrección en v), como señala Rojas, 2015, p. 179, quien lo cree error. 346 Este verso falta en Rodríguez-Moñino, 1984, p. 35 (fol. 864r); ya lo indicó Rojas, 2015, p. 179. 347 Se escribió bello y se corrigió la v con trazo más oscuro.

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y rayos348, el cabello de su frente. Niña 349 amó, la que adora adolesciente350, villana Psique351, ninfa labradora, de la tostada Ceres352 esta ahora en los inciertos de su edad segunda crepúsculos; vincule tu coyunda 353 a su ardiente deseo. Ven Himeneo, ven354 ven Himeneo»355[.] Coro 2º356 «Ven Himeneo donde entre arreboles de honesto rosicler, previene el día aurora de sus ojos soberanos [fol. 25v] virgen, tan bella que hacer podría

84.

775 [774]

780 [779]

348

Versión primitiva: «si rayos» (Rojas, 2015, p. 179; Dámaso Alonso, 1936, p. 387; Rodríguez-Moñino, 1984, p. 35 [fol. 864r]; Jammes, 1994, p. 352). 349 Así en el manuscrito, en lugar de «niño»; en femenino leen también los mss. BNE 17.719 y BNP Lisboa COD 3.266 (Rojas, 2015, p. 179). 350 «niño amó, la adora adolescente» (Rodríguez-Moñino, 1984, p. 35 [fol. 864r]); Rojas, 2015, p. 179 señaló el error. 351 El manuscrito parece leer Psiche, aunque es difícil determinar si lo que creo prolongación final de la e representa una s. 352 La C se escribió con trazo más oscuro y grueso. 353 Después se copió el verso «prolija noche, dilatada aurora», que fue tachado con tinta más oscura. Este verso estaba en la versión primitiva reconstruida por Dámaso Alonso, 1936, p. 387, como recuerda Jammes, 1994, p. 354, para quien es un probable error de copista que destruye la regularidad de la estrofa y no encaja en el contexto. Rojas, 2015, p. 180, registra este verso en los mss. BNE 17.719, BNP Lisboa COD. 3.266 y Bodleian Library Arch. Seld. A. II 13; considera que puede ser una variante intermedia de autor. No aparece en el ms. de Rodríguez-Moñino, 1984, p. 35 (fol. 864r). Se trata de un nuevo caso que muestra el carácter intermedio de la versión copiada en el manuscrito de Ponce, y las correcciones que la acercan más a la definitiva. 354 Este ven se copió en la parte superior del verso. Sucede varias veces a lo largo de los coros; la letra parece la de Ponce, sin que pueda descartarse al mismo copista de la Soledad primera. 355 Aquí termina la primera parte de la copia conservada en el ms. de Rodríguez-Moñino, 1984, p. 35 (fol. 864r). Luego, otro copista añadió en ese mismo manuscrito cuatro estrofas que, como indica Jammes (en Rodríguez-Moñino, 1984, p. 4), corresponden a una segunda etapa en la redacción del poema, no muy alejada de la anterior; ver también Rojas, 2015, p. 180. 356 2º Así en el manuscrito.

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85.

tórrida la Noruega, con dos soles y blanca la Etïopia, con dos manos. Claveles del abril, rubíes tempranos357 cuantos engasta el oro del cabello, cuantas, del uno ya y del otro cuello358 cadenas, la concordia engaza rosas359 de sus mejillas (siempre vergonzosas) purpúreo son trofeo. Ven Himeneo360, ven ven361 Himeneo». Coro 1 «Ven Himeneo y plumas no vulgares al aire los hijuelos den alados de las que el bosque verdes ninfas cela de sus carcajes estos, argentados nieven mosquetas, f lechen azahares,*362 vigilantes, aquellos la aldegüela rediman del que más, o tardo vuela o infausto gime, pájaro noturno

86.

171

785 [784]

790 [789]

795 [794]

800 [799]

357

Versión primitiva: «Claveles, si rubíes no, tempranos» (Rojas, 2015, p. 181; Jammes, 1994, p. 356; Dámaso Alonso, 1936, p. 388; Rm-6709, fol. 864r). Como se ha indicado, a partir de aquí señalo el folio de las variantes contenidas en las cuatro estrofas añadidas por otra mano en el ms. de Rodríguez-Moñino, que no se recogen en el trabajo de 1984. 358 «cuantas, del uno ya, del otro cuello», versión primitiva para Dámaso Alonso, 1936, p. 388, y Jammes, 1994, p. 356. Rojas, 2015, p. 181, lo considera error por omisión de la conjunción y. 359 Parece haberse escrito primero rroças, y luego corregido la s sobre la ç. 360 Hymeno en el manuscrito. 361 Este ven se copió en la parte superior del verso. Parece corrección de Ponce, sin que pueda descartarse al copista del poema. 362 Así en el manuscrito, por la habitual lectura: «f lechen mosquetas, nieven azahares». El asterisco remite al margen izquierdo, donde Ponce anota lo siguiente sobre los dos versos subrayados en el manuscrito: «Claud. / Épital. / Paladij. / Largosque / rosarum / imbres, et / violas ple- / nis sparse- / re phare- /tris». La cita es de parte del verso 117 y el verso 118 del Ephitalamium dictum Palladio V. C. et Celerinae, de Claudio Claudiano: «desuper inuertunt calathos, largosque rosarum / imbres et uiolas plenis sparsere pharetris» («vacían encima canastillos rojos de f lores primaverales y abundante lluvia de rosas y esparcieron de sus repletas aljabas violetas»; trad. M. Castillo Bejarano, 1993). Esta evocación del poema de Claudiano fue señalada también en la Soledad primera, ilustrada y defendida (pp. 337-339).

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mudos coronen otros por su turno el dulce lecho conyugal363, en cuanto [fol. 26r] lasciva abeja al virginal acanto364 néctar le chupa hibleo. 805 [804] Ven Himeneo ven ven365 Himeneo». Coro 2 «Ven Himeneo, y las volantes pías (que azules ojos con pestañas de oro sus plumas son) conduzgan366 alta diosa gloria mayor del soberano coro: 810 [809] fíe tus nudos ella que los días disuelvan tarde en senectud 367 dichosa y la que Juno es hoy a nuestra esposa368 casta Lucina (en lunas desiguales) tantas veces, repita sus umbrales 815 [814] que Níobe369, inmortal, la admire el mun[do]370 no en blanco mármol (por su mal fecundo) escollo hoy371 del Leteo. Ven Himeneo ven372 ven Himeneo». Coro 1 «Ven Himeneo y nuestra agricultura 373 820 [819] [fol. 26v]

87.

88. 89.

90.

363

Parece haberse escrito antes congugal y luego enmendado en conjugal. Versión primitiva: «breve no abeja al virginal acanto» (Rojas, 2015, p. 182; Dámaso Alonso, 1936, p. 388; Jammes, 1994, p. 360; Rm-6709, fol. 864v). 365 Este ven fue añadido en la parte superior del verso, como en casos anteriores. 366 La d y la z fueron corregidas sobre el trazo inicial. 367 sinetud en el manuscrito. 368 Lectura del ms. BNE 3.975: «y la que es Juno hoy a nuestra esposa»; Dámaso Alonso, 1936, p. 388, la consideró versión primitiva; Rojas, 2015, p. 183, no la registra en su cotejo y la cree error de copia. 369 La N está corregida sobre lo que parece una n minúscula. 370 La secuencia -do apenas se lee por el corte del folio a causa de la encuadernación. 371 La o está corregida sobre una a. 372 Este ven fue añadido en la parte superior del verso. 373 agricoltura en el manuscrito. 364

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TEXTO CRÍTICO

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de copia tal, a estrellas deba amigas374 progenie375 tan robusta, que su mano toros dome, y de un rubio mar de espigas inunde liberal la tierra dura. Y al verde joven f loreciente llano376 825 [824] blancas ovejas377 suyas hagan, cano en breves horas, caducar la hierba. Oro la expriman líquido378 a Minerva 379. Y los olmos casando con las vides, mientras coronan pámpanos a Alcides380 830 [825] clava empuñe Liëo. Ven Himeneo ven381 ven Himeneo». Coro 2 «Ven Himeneo y tantas le dé a 382 Pales cuantas a Palas dulces prendas esta383 apenas hija hoy, madre mañana, 835 [834] de errantes lilios unas, la f loresta 384 cubran corderos mil, que los cristales

91. 92.

93.

374

En el manuscrito se copió: «de copia tal, estrellas deua»; restituyo la a. Versión primitiva: «deba a los que a tus leyes hoy obligas» (Rojas, 2015, p. 183; Jammes, 1994, p. 364; Rm-6709, fol. 864v). 375 proginie en el manuscrito. El trazo de la o y la última i fue reforzado. 376 Versión primitiva de este verso y el siguiente: «y al joven hagan f loreciente llano / blancas ovejas suyas, si no cano» (Rojas, 2015, p. 184; Dámaso Alonso, 1936, p. 389; Jammes, 1994, p. 364; Rm-6709, fol. 864v). A partir de aquí no hay más variantes de la versión primitiva en Rm-6709. 377 obijas en el manuscrito. 378 Voz añadida en la parte superior del verso; pudiera haber sido añadida por el mismo copista del poema. 379 Versión primitiva reconstruida por Dámaso Alonso, 1936, p. 389: «oro le exprima líquido Minerva»; también la recoge Jammes, 1994, p. 364; Rojas, 2015, p. 184, la considera error. 380 La secuencia -ides se lee con dificultad por el corte del folio. 381 Como en otros casos, este ven fue añadido en la parte superior del verso, creo que por Ponce. 382 La a se añade en la parte superior de la línea. 383 La a final se lee con dificultad a causa de la encuadernación. 384 La secuencia -ta se lee con dificultad a causa de la encuadernación. Versión primitiva de este verso y los dos siguientes: «Corderos guarden que, de la f loresta / errantes lilios, beban los cristales / restituidos ya en undosa lana» (Rojas, 2015, p. 185; Dámaso Alonso, 1936, p. 389; Jammes, 1994, p. 364).

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vistan del río, en breve385 undosa lana, [fol. 27r] de Aragnes otras la arrogancia vana modestas, acusando en blancas telas no los hurtos de amor; no las cautelas de Júpiter, compulsen: que aun en lino386 ni a la pluvia lusciente de oro fino ni al blanco cisne creo. Ven Himeneo ven387 ven Himeneo». El dulce alterno canto a sus umbrales revocó, felices, los novios del vecino templo santo del yugo aun no domadas las cervices388 novillos, breve término surcado restituyen así el pendiente arado al que pajizo albergue los aguarda. Llegaron todos pues, y con gallarda civil manificiencia 389, el suegro anciano cuantos la sierra dio, cuantos dio el llano390 labradores convida,

840 [839]

845 [844]

850 [849]

855 [854]

385

La e final parece corregida sobre una a. La l final fue corregida sobre una h. 387 Este ven fue añadido en la parte superior del verso. 388 La versión primitiva (vv. 848-851 de la definitiva) era más extensa: «No sacudiendo, no, de las cervices, / novillos mal domados / las impuestas del yugo duras leyes, / sino en f lorida edad uncidos bueyes, / pendientes reduciendo los arados / al que pajizo albergue los aguarda» (Rojas, 2015, p. 186; Dámaso Alonso, 1936, p. 390; Jammes, 1994, p. 370). 389 manifiçiençia en el manuscrito. Rojas, 2015, 186, registra magnificiencia en los mss. BNE 4.075 y Bodleian Library Arch. Seld. A. II 13. Mantengo la forma, pues esas variantes se encuentran en el xvii. 390 Versión primitiva de los vv. 854-864: «cuantos la sierra dio, cuantos [dio] el llano / labradores convida / a la prolija sin primor comida / que en mesas prevenido les ha grandes. / No sobre crespas blancas esculturas / que artífice ostentó de dobladuras / en los que damascó manteles Flandes, / sobre casero lino Ceres tanta / cuanta Pomona conservó ya el heno / con los pomos, hallaron / que tan mal las Hespérides guardaron, / si no ya los que al curso de Atalanta / fueron dorado freno» (Dámaso Alonso, 1936, pp. 390-391; Jammes, 1994, p. 372; Rojas, 2015, pp. 186-188, que considera error la omisión de dio en el v. 854 en los mss. BNE 17.719 y BNP Lisboa COD 3.266, omisión aceptada por Dámaso Alonso y Jammes). 386

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a la prolija rústica comida, [fol. 27v] que (sin rumor) previno en391 mesas grandes, ostente392 crespas blancas393 esculturas artífice gentil de dobladuras 860 [859] en los que damascó manteles Flandes; mientras casero lino Ceres tanta ofrece ahora cuantos guardó el heno dulces pomos, que al curso de Atalanta fueran dorado freno. 865 [864] Manjares que el veneno y el apetito, ignoran igualmente les sirvieron y en oro no luciente394 confuso Baco, ni en bruñida 395 plata, su néctar les desata 870 [869] sino en396 vidrios397, topacios carmesíes y pálidos398 rubíes; sellar del fuego quiso regalado los gulosos, estómagos el rubio imitador süave de la cera 875 [874] quesillo dulcemente apremïado399 de rústica vaquera [fol. 28r]

96. 97. 98.

391

El trazo de la n fue reforzado sobre lo que parece una anterior m. Se escribió primero obstente y luego se tachó la b. 393 blanças en el manuscrito. 394 La secuencia no luciente fue corregida sobre una anterior que no he podido conjeturar. Pudiera ser incluso un intento de aclarar la lectura de esa misma secuencia. Versión primitiva de este verso y los dos siguientes: «les ministraron; y en resplandeciente, / oro no, Baco, ni en bruñida plata / confuso sus licores les desata» (Rojas, 2015, pp. 188-189; Dámaso Alonso, 1936, p. 391; Jammes, 1994, p. 376). 395 brunida en el manuscrito. 396 Voz añadida en la parte superior del verso; como en los casos de ven, parece mano de Ponce. 397 Así en el manuscrito; la lectura habitual es vidrio. 398 La l se corrigió sobre lo que parece una n o una t. 399 Versión primitiva de este verso y los dos siguientes, más breve: «breve quesillo, sí, mas de vaquera / blanca mano exprimido, cuyas venas» (Rojas, 2015, p. 189; Dámaso Alonso, 1936, p. 391; Jammes, 1994, p. 380). 392

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blanca hermosa mano cuyas venas la distinguieron de la leche apenas. Mas ni la encarcelada nuez esquiva 880 [879] ni el membrillo, pudieran, añudado si la sabrosa oliva no serenara400 el bacanal diluvio401. Levantadas las mesas al canoro son de la ninfa un tiempo, ahora caña 885 [884] seis de los montes, seis de la campaña sus espaldas rayando el sutil oro que negó al viento el nácar bien tejido, terno de Gracias bello, repetido cuatro veces en doce labradoras, 890 [889] entró bailando, numerosamente, y dulce Musa entre ellas, si consiente402 bárbaras el Parnaso, moradoras, «vivid felices —dijo— largo curso de edad, nunca prolijo 895 [894] y si prolijo, en nudos amorosos [fol. 28v] siempre vivid esposos. Venza no solo en su candor la nieve, mas plata en su esplendor sea cardada cuanto estambre vital Cloto403 os traslad[a]404 900 [899] de la alta fatal rueca al huso breve. Sean de la Fortuna aplausos, la respuesta de vuestras granjerías; a la reja importuna 905 [904] a la azada molesta

400

sirenara en el manuscrito. Hasta aquí llega la reconstrucción de la versión primitiva de la Soledad primera llevada a cabo por Dámaso Alonso, 1936. Para Rojas, 2015, pp. 80-81 y 190, en el verso siguiente comienza una tercera fase de redacción, entre poco antes de mayo de 1613 y el 11 de mayo de 1613, que abarcaría los vv. 883-1091. 402 La s fue remarcada para corregir una grafía anterior. 403 La secuencia Cl fue corregida sobre lo que parece una inicial ll. 404 La a final no se lee a causa de la encuadernación. 401

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fecundo os rinda en desiguales405 días el campo agradecido oro trillado, y néctar exprimido. Sus morados cantuesos, sus copadas 910 [909] encinas, las montañas406 contar antes dejen407 que vuestras cabras, siempre errant[es,]408 que vuestras vacas, tarde, u nunca herradas. Corderillos os brote la ribera409 [fol. 29r] que la hierba menuda, 915 [914] 410 y las perlas exceda, del rocío su número, y del río la blanca espuma; cuantos la tijera vellones le411 desnuda. Tantos de breve fábrica (aunque ruda) 920 [919] albergues vuestros las abejas moren y primaveras tantas os desf loren, que, cual la Arabia madre412 ve de aromas sacros troncos sudar fragrantes413 gomas vuestros corchos por uno y otro poro 925 [924] en dulce se desaten líquido oro. 405

disiguales en el manuscrito. Así en el manuscrito, en lugar de «la montaña». 407 La n fue añadida en la parte superior del verso, para lograr la concordancia con las montañas. En singular lee la versión definitiva (Carreira, 2015, p. 447; Jammes, 1994, p. 387). Rojas, 2015, p. 191, no registra variantes en este verso en los testimonios que coteja. 408 El final del verso no se lee por la encuadernación. 409 Versión primitiva de los vv. 913-918, encontrada por Dámaso Alonso, 1955, pp. 282-284, en el ms. Pérez de Rivas: «En número de hoy más con la menuda / hierba, si no con la agua cristalina / compitan, de este río y su ribera, / cuantas ovejas vuestras la tijera / raso les hace blanco de la China / la felpa que ya, riza, les desnuda». Ver también Jammes, 1994, p. 386, quien recoge la información y, como Dámaso Alonso, considera más lograda la versión definitiva; también la examina Rojas, 2015, pp. 191-192. 410 La i fue escrita sobre un que tachado. 411 Así en el manuscrito, en lugar del habitual les. Parece error por haplografía, frecuente en contextos silábicos del tipo les-des; también se registra en el ms. BNE 3.906 y en Salcedo (Rojas, 2015, p. 192). 412 Se corrigió la d sobre una letra anterior, y se añadió la e encima de la r. 413 La segunda r fue añadida en la parte superior de la línea. 406

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Próspera al fin, mas no espumosa tan[to]414 vuestra fortuna sea, que alimenten, la Invidia nuestra415 al[dea]416 áspides417 más que la región418 del llanto 930 [929] entre opulencias, y necesidades, medianías vinculen, competentes a vuestros decendientes [fol. 29v] previniendo ambos daños las edades419 ilustren obeliscos las ciudades 935 [934] a los rayos de Júpiter, expuesta aun más que a los de Febo, su corona cuando a la choza pastoral perdona el cielo, fulminando la f loresta. Cisnes pues, una y otra pluma en esta 940 [939] tranquilidad, os halle labradora la postrimera hora cuya lámina cifre desengaños que en letras pocas, lean muchos años». Del himno culto dio el último acento 945 [944] fin mudo al baile al tiempo, que seguida420 la novia sale, de villanas ciento

414

La t y la o finales no se leen por haber sido cortado borde del folio. Así en el manuscrito, por el habitual «en nuestra aldea», que resulta más adecuado gramaticalmente. 416 La secuencia dea no se lee por haber sido cortado el borde del folio. 417 Se subraya la palabra, y en el margen izquierdo Ponce anota: «vease la nota 12». En esa nota (fol. 44r-44v), Ponce incluye referencias eruditas sobre la relación del áspid con la envidia. 418 Así en el manuscrito, en lugar de «en la región»; omisión que también comete (y luego corrige) el ms. Bodleian Library Arch. Seld. A. II 13, según señala Rojas, 2015, p. 193. 419 En el margen izquierdo, Ponce anota: «Orat. l. 2. / Saepius / ventis agi- / tatur ing- / ens pinus, / et celsae / grauiore / casu deci- / dunt turres; / feriuntque; / svmmos / fulmina / monteis. / Ode. 10.». Son los vv. 9-12 de la oda 10 del libro 2 de Horacio («Al pino ingente más el viento azota; / con más estruendo cae la torre insigne; / el rayo suele herir las altas cumbres / de las montañas», trad. M. Fernández Galiano, Madrid, Cátedra, 1990). Las ediciones leen fulgura en lugar de fulmina. 420 siguida en el manuscrito. 415

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a la verde f lorida palizada cual nueva Fénix421 en f lamantes plumas422 matutinos del Sol rayos vestida de cuanto423 surca el aire acompañada monarquía canora, [fol. 30r] y vadeando nubes las espumas del rey corona de los otros ríos en cuya orilla el viento hereda ahora pequeños no vacíos de funerales bárbaros trofeos que el Egipto, erigió a sus Ptolomeos. Los árbores que el bosque habían fingido umbroso coliseo, ya formando424 despejan el ejido, olímpica palestra, de valientes desnudos labradores. Llegó la desposada apenas, cuando feroz ardiente muestra hicieron dos robustos luchadores de sus músculos, menos defendidos del blanco lino, que del vello oscuro, abrazáronse pues los dos y luego humo anhelando425, el que no suda fuego

179

950 [949]

955 [954]

960 [959]

965 [964]

970 [969]

421 Se subraya la palabra y, en el margen izquierdo, Ponce escribe: «vease la nota 55.». En dicha nota (fol. 59r-59v) habla de esa ave mitológica. 422 El final de la voz se lee con dificultad por el cosido de la encuadernación. 423 Así en el manuscrito, en lugar del habitual femenino cuanta, que guarda la concordancia con «monarquía canora». El final de la voz se lee con dificultad: parece haberse escrito primero quantos y luego tachado la s final y cerrado el trazo de la o. Rojas, 2015, p. 194, constata las vacilaciones de los copistas en esta voz; así, leen en masculino singular los mss. BNE 4.075, 4.118, 22.217, y Palacio Real II/2.801; en masculino plural, el ms. BNP Lisboa COD. 3.266; en femenino singular los restantes de su cotejo. 424 Primero parece haberse escrito ya famado, y luego se corrigió sobrescribiendo la o y añadiendo la r y n que faltaban en la parte superior de la línea; parece la misma mano que copió el poema. 425 han helando en el manuscrito.

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de recíprocos426 nudos impedidos, [fol. 30v] cual duros olmos de implicantes vides, hiedra el uno es tenaz, el otro muro427, mañosos al fin hijos de la tierra cuando fuertes428 no Alcides 975 [974] procuran derribarse; y derribados cual pinos se levantan arraigados en los profundos senos429 de la sierra. Premio los honra igual, y de otros cuatro430 ciñe las sienes431 glorïosa rama 980 [979] con que se puso432 término a la lucha. Las dos partes rayaba del teatro el Sol, cuando arrogante joven llama al expedido433 salto la bárbara corona que lo escucha; 985 [984] arras del animoso desafío un pardo gabán fue en el verde suelo a quien se abaten ocho o diez soberbios434 montañeses, cual suele de lo alto calarse turba de invidiosas aves 990 [989] [fol. 31r] a los ojos de Ascálafo vestido de perezosas plumas. Quién de graves piedras, las duras manos impedido, su agilidad pondera, quién sus nervios

426 Se escribió primero recipros, y luego se corrigió la c sobre la s final y se añadió os en la parte superior de la línea. La corrección parece de la misma mano que copió el texto del poema. 427 Así en el manuscrito, en lugar de «del otro». Rojas, 2015, p. 195, consigna el error «el otro» en el ms. Bodleian Library Arch. Seld. A. II 13. 428 Se escribió primero fueredes y luego se corrigió. 429 seños en el manuscrito. 430 La voz se lee con dificultad a causa del cosido de la encuadernación. 431 çienes en el manuscrito. 432 Parece haberse escrito primero puro y luego corregido la s. 433 Se escribió primero ynpedido; luego se tachó yn y se escribió encima ex; el tono de la tinta es algo más oscuro. Rojas, 2015, p. 195, registra impedido el ms. BNE 22.217. 434 El final de la voz se lee con cierta dificultad por la encuadernación.

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desata estremeciéndose gallardo. 995 [994] Besó la raya435 pues el pie desnudo del suelto mozo, y con airoso vuelo pisó del viento lo que del ejido tres veces ocupar pudiera un dardo. La admiración vestida un mármor frí[o]436 1000 [999] apenas arquear las cejas pudo. La emulación437 calzada un duro hielo, torpe se arraiga, bien que impulso nobl[e]438 de gloria (aunque villano solicita)439 a un vaquero de aquellos montes grueso 1005 [1004] membrudo fuerte roble440 que ágil, a pesar de lo robusto al aire se arrebata, violentando lo grave, tanto que lo precipita. [fol. 31v] Ícaro441 montañés, su mismo peso 1010 [1009] de la menuda hierba el seno blando piélago duro hecho a su rüina. Si no tan corpulento más adusto serrano, le442 sucede que iguala, y aun excede 1015 [1014] al ayuno leopardo 435 La voz raia se escribe en la parte superior de la línea, encima de un tachado tierra. El tono de la tinta es, como en otros casos, más oscuro; pudiera ser enmienda del mencionado revisor. También leían tierra los mss. BNE 22.217 y Bodleian Library Arch. Seld. A. II 13, según indica Rojas, 2015, p. 196, quien la considera una trivialización de copista. 436 La o final no se lee, por haberse cortado el borde del folio, probablemente en el proceso de encuadernación. 437 Se escribe en la parte superior de la línea, con tinta más oscura (puede que obra del revisor) y encima de un tachado admiraçion, que había sido claro error de copia por aparición de esa palabra dos versos antes. 438 La e final no se lee, por haberse cortado el borde del folio, probablemente en el proceso de encuadernación. 439 El trazo de los dos signos del paréntesis es débil. 440 Se escribió primero robre y luego se corrigió roble. 441 Ponce subraya la voz y escribe en el margen izquierdo: «véase la not. 18». En esa nota (fols. 45v-46r) se habla de dicho personaje mitológico. 442 Mantengo el leísmo.

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al corcillo travieso, al muf lón sardo que de las rocas trepa a la marina sin dejar (ni aun pequeña)443 del pie ligero, bipartida seña444. 1020 [1019] Con más felicidad que el preceden[te]445 pisó las huellas446 casi del primero, el adusto vaquero. Pasos otro dio al aire, al suelo coc[es]447 y premïados gradüadamente 1025 [1024] advocaron a sí toda la gente cierzos del llano, y austros de la sierr[a] mancebos tan veloces [fol. 32r] que cuando Ceres448 más dora la tierra449 y argenta el mar desde sus grutas hondas 1030 [1029] Neptuno450 sin fatiga, su vago pie de pluma 443

pequena en el manuscrito. En el margen izquierdo, Ponce escribe la siguiente explicación: «sin dejar / señal de / ambos pies». El comentario encaja con que, en su Discurso en defensa de la oscuridad (fol. 93v), bipartida sea una de las cinco voces extrañas que reconoce en el poema de Góngora. 445 La última sílaba no se lee debido al cosido de la encuadernación. 446 hullas en el manuscrito. 447 La secuencia es no se lee por el cosido de la encuadernación. 448 Ponce subraya la voz y escribe en el margen izquierdo. «ve la nota / 84.». Al final de esa nota (fol. 72r) se habla de Ceres, diosa de los sembrados. 449 En el margen derecho Ponce anota: «estos 7. versos / son ymitados / de Virg. en los / vltim / del 7 / hablando de Camilla / Illa vel intactae segetis / per summa volare. etc / con los 3 / versos sig». El corte del borde del folio no permite leer bien el final de las líneas de esta anotación. Se trata, en efecto, de los versos 808-811 del libro 7 de la Eneida: «Illa uel intactae segetis per summa uolaret / gramina nec teneras cursu laesisset aristas, / uel mare per medium f luctu suspensa tumenti / ferret iter celeris nec tingeret aequore plantas» («Ella volaría sobre las crestas de un sembrado / sin tocarlas, ni rozaría en su carrera las tiernas espigas / o en medio del mar suspendida sobre las olas hinchadas / se abriría camino sin que las aguas tocasen sus plantas veloces», trad. R. Fontán Barreiro, Madrid, Alianza Editorial, 1986). 450 Ponce subraya la voz y anota en el margen izquierdo: «Véase, la nota 48». En ella explica el sentido de los versos 413 («Abetos suyos tres») y siguientes: «Dice que de tres naves vio Neptuno, dios de las aguas, pisadas las arenas no 444

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surcar pudiera mieses, pisar ondas sin inclinar espiga sin vïolar espuma. Dos veces eran diez, y dirigidos a dos olmos que quieren abrazados ser palios verdes, ser frondosas metas451 salen cual de torcidos arcos, u nervïosos, u acerados, con silbo igual, dos veces diez saetas452. No el polvo desparece el campo, que no pisan alas hierba es el más torpe, una herida cierva el más tardo la vista desvanece. Y siguiendo al más lento cojea453 el pensamiento. [fol. 32v] El tercio casi de una milla era la prolija carrera que los hercúleos troncos hace breves454 pero las plantas leves de tres sueltos zagales la distancia sincopan tan iguales que la atención confunden455 judiciosa[.] De la peneida virgen desdeñosa456 los dulces fugitivos miembros bellos en la corteza457 no abrazó reciente

183

1035 [1034]

1040 [1039]

1045 [1044]

1050 [1049]

1055 [1054]

tocadas hasta entonces de otro alguno. Estas fueron las que llegaron a descubrir y conquistar las nuevas Indias del Oriente» (fol. 56r). 451 Ponce subraya la voz y anota en el margen izquierdo: «Véase, la nota 67.». En ella (fols. 64v-65r) habla de la voz meta a propósito del verso 581 («meta umbrosa al vaquero convecino»). 452 El trazo final de la s parece haber sido corregido sobre una grafía anterior. 453 cogia en el manuscrito. 454 Ponce anota en el margen izquierdo: «vease la no / ta. 75-». En esa nota (fol. 22r) habla de los olmos dedicados a Alcides a propósito del verso 659 («De Alcides lo llevó luego a las plantas,»). 455 confundan en el manuscrito; error por confunden. 456 En el margen izquierdo Ponce anota: «Daphne / hija de Pe- / neo, oy lau / urel. ouid. / Metham. / primo.». 457 El trazo de la z ha sido corregido sobre el anterior de una j.

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más firme Apolo, más estrechamente que de una y otra meta458 glorïosa las duras, basas abrazaron ellos 1060 [1059] con triplicado nudo: árbitro Alcides en sus ramas dudo459 que el caso decidiera bien que su menor hoja, un ojo fuera460 del lince más agudo. 1065 [1064] En tanto pues que el palio neutro pen[de]461 y la carroza de la luz deciende [fol. 33r] a templarse en las ondas, Himeneo por templar en los brazos, el deseo del galán novio, de la esposa bella 1070 [1069] los rayos anticipa de la estrella cerúlea462, ahora ya purpúrea guía de los dudosos términos del día. El jüicio, al de todos indeciso del concurso ligero, 1075 [1074] el padrino con tres, de limpio acero cuchillos corvos, absolvello quiso. Solícita Junón463, Amor no omiso al son de otra zampoña (que conduce

458

Así en el manuscrito, en lugar de «y de otra meta»; también omiten la preposición los mss. BNE 3.726 y Bodleian Library Arch. Seld. A. II 13, según indica Rojas, 2015, p. 198. 459 En el margen izquierdo Ponce anota: «La nota / 75.». En esa nota (fol. 22r), a la que ya ha remitido antes, habla de los olmos dedicados a Alcides a propósito del v. 659. 460 El final de la voz se lee con dificultad por el cosido de la encuadernación. 461 La sílaba final de pende no se lee por el cosido de la encuadernación. 462 En el margen izquierdo Ponce escribe: «Venus hija / de la espuma / del mar». 463 Ponce subraya la voz y escribe en el margen izquierdo: «vease la nota / .87-». Esa nota (fol. 73r-73v) habla de la diosa Juno, hermana y esposa de Júpiter, a propósito de los vv. 806-809 («Ven, Himeneo, y las volantes pías / que azules ojos con pestañas de oro / sus plumas son conduzgan alta diosa, / gloria mayor del soberano coro»).

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ninfas bellas, y sátiros464 lascivos) los desposados a su casa vuelven; que coronada luce, de estrellas fijas, de astros fugitivos, que en sonoroso humo se resuelven. Llegó todo el lugar, y despedido, casta Venus, que el lecho ha prevenido [fol. 33v] de las plumas que baten más süaves en su volante carro465, blancas aves466; los novios entra en dura no467 estacada que siendo Amor, una deidad alada bien previno la hija de la espuma a batallas de amor, campo de pluma.

1080 [1079]

1085 [1084]

1090 [1089]

fin de la primera Soledad468.

464

Ponce subraya la palabra y escribe en el margen izquierdo: «satiros, y fa- / unos es vn mo- / do de Deida- / des. vi, nota, / 24.». En esa nota (fol. 48r) habla de los faunos a propósito del v. 189 («de cuanos pisan Faunos la montaña»). 465 La rr ha sido corregida sobre una grafía anterior, probablemente una n. 466 Ponce subraya el sintagma y escribe en el margen izquierdo: «fingen que / tiran el carro / de Venus dos / Palomas.». 467 La palabra no ha sido escrita en la parte superior de la línea, entre dura y estacada. 468 Más abajo en el folio, de otra mano que parece del xviii, se añade lo siguiente: «Auiso 17 Don Joachin Setanti. / No seas inuentor de cosas nuebas / ni las antiguas aprouadas mudes». Se trata de uno de los «Avisos de amigo» (el nº 17) incluidos al final de las Centellas de varios conceptos (1614) de Joaquín Setantí (c. 1540-1617), destacado miembro de la municipalidad de Barcelona a comienzos del xvii y que se encuadra en el tacitismo, considerándosele también un precursor de Gracián en la creación de aforismos.

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[fol. 34r] AL CONDE DE SALINAS, PRESIDENTE DEL CONSEJO SUPREMO DE PORTUGAL469.

Mil veces he resistido el animoso intento de investigar la inteligencia desta silva, viendo que tantos sujetos ingeniosos la deponen y se privan de entenderla470. Y otras tantas me ha vencido la porfía de un secreto impulso, quizá movido —con arduas esperanzas— de la misma dificultad desta impresa471, cuyo honor —si bien desconfío merecerle— debía ser igual al riesgo que tiene el hecho. Mas ya que prometí su cumplimiento, al deseo forzoso ha de ser que le tenga472, quedando en obligación no pequeña a mi ingenio, con quien he querido adeudarme. Reconociendo el crédito, [fol. 34v] granjeo en intentar lo que tantos han temido473, atropellando los miedos que me han puesto las 469 Como se ha indicado en la introducción, el conde de Salinas ocupó interinamente la presidencia del Consejo de Portugal en 1605 durante la enfermedad de don Juan de Borja, conde de Ficalho, y definitivamente desde su muerte en septiembre de 1606. Fue presidente del Consejo de Portugal de 1605 a 1616, y virrey del reino de Portugal desde marzo de 1617 a 1621. Sobre las relaciones entre el conde de Salinas y Góngora, ver Artigas, 1925; Jammes, 1967, pp. 271-272; Dadson, 2014. Para las implicaciones de estas fechas en la cronología del trabajo de Ponce, ver el apartado 3 de la introducción y Azaustre, 2015, pp. 75-76. 470 Ponce combina el tópico de la humilitas propio de los exordios con la ponderación de la dificultad de su comentario, lo que refuerza su valor. Lo hace también en su comento a un pasaje de las Geórgicas de Virgilio (Azaustre y De Carlos, 2010). 471 ‘empresa’. Mantengo la alternancia, habitual en el Siglo de Oro. 472 mas ya que prometí [...] que le tenga: ‘mas ya que prometí cumplir esta empresa, ha de ser forzoso que tenga cumplimiento ese deseo’. 473 quedando en obligación [...] que tantos han temido: Ponce construye una suerte de alegoría basada en términos económicos para ponderar la dificultad de su

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opiniones diversas, si ya no merezco más culpa que estimación por no haberme sujetado a creer lo que en general dice que siente el torrente de los doctos, agudos y curiosos474, de cuyas tres especies no he visto que alguno haya aprobado en todo esta silva. Mas descubriendo el motivo que ha causado en mí este atrevimiento, declaro, señor, que solo pudo obligarme a sentir contra la opinión de todos, la noticia de que vuestra señoría la tiene diversa y favorable a este discurso475, porque juzgué ser más posible que se engañasen los doctos por presunción, los curiosos por ignorancia y los ingeniosos por invidia, que no vuestra señoría, que lo habrá mirado con las partes de perfeción que hay en ellos, y [fol. 35r] sin las defectuosas que obligan a sentir apasionadamente. Porque los consumados y maestros en estas letras no quieren conceder a su autor que haya guardado los límites del arte ni observado sus antiguos preceptos:

comentario. Dice que ha contraído una deuda con su ingenio, y que esa deuda le obliga a acometer el comentario del poema. Reconoce que el ingenio le ha concedido el crédito necesario para ello, y que de ese crédito obtiene el beneficio (granjeo) de intentar la difícil y temida empresa de dicho comentario, cuya realización supondría cumplir con la obligación que ha contraído por la mencionada deuda. 474 torrente de los doctos, agudos y curiosos: esta triple división de los detractores del poema de Góngora organiza toda la dedicatoria. Podría implicar que en ese momento ya existía una corriente real y bastante nutrida de voces censoras, o bien ser una estrategia de «defensa preventiva» frente a futuras objeciones contra la Soledad primera. Ver las consideraciones de Iglesias Feijoo, 1983, p. 185; López Bueno 2012b, 2018, pp. 11-12, 16, 18-20, passim, y Daza, 2014b. Ya se ha indicado en la introducción (apdo. 6) la semejanza con la formulación de Almansa, que en sus Advertencias habla de un «torbelinno de pareceres» y de «la ventolera de algunos con título de doctos, curiosos y valientes ingenios» (ed. López Bueno, p. 102). Aunque se trata de una anticipatio común en las refutaciones, esta clasificación también guarda cierta similitud con la que Boccaccio hace de los diferentes tipos de lectores que lanzarán contra su Genealogia deorum gentilium (ver más detalles en la introducción, apdo. 5). 475 Como se ha dicho en la introducción (apdo. 4), el conde de Salinas tuvo una buena relación con Góngora y se interesó por sus poemas, aunque sus gustos literarios no coincidiesen. Sea cual fuere la opinión que el poema de Góngora le mereciese al conde, es evidente el interés de Ponce en conseguir su aprobación.

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Descriptas seruare vices operumque colores cur ego si nequeo, ignoroque; poeta salutor?476,

difiriendo desto477 en la armonía, estilo, lenguaje, imitación, locuciones, cadencia, igualdad y religión478 de la cándida y fácil inteligencia y suavidad que requiere el metro; porque la oscuridad de la oración nace de valerse el poeta de voces nuevas y no usadas, y continuada frecuencia de translaciones479 remotas, de cuya unión resulta este inconviniente, según el precepto de Aristóteles, cuyas palabras son estas480:

476

En el margen izquierdo, Ponce anota: «Orat. in / Art.». La cita es de los vv. 86-87 del Ars poetica de Horacio: «¿Por qué, si soy incapaz o no sé respetar géneros y estilos, / bien delimitados, me dejo saludar como poeta?» (trad. F. Navarro Antolín, 2002). El autor de la Soledad primera, ilustrada y defendida citó estos versos para responder al Antídoto de Jáuregui, mostrándole que la Soledad primera respetaba el decoro a lo descrito en las voces que utilizaba y, en consecuencia, cumplía el precepto horaciano (p. 384 en la ed. de M.ª J. Osuna Cabezas, 2009). Aquí, sin embargo, se usa como máxima que los detractores de Góngora afirman no se cumple en sus versos. 477 difiriendo desto: del precepto horaciano antes citado. 478 religión: aquí entendida como ‘cumplimiento, observancia de una regla’. 479 Se ha tachado la secuencia «y methaphoras». Con la voz translaciones se refiere a los tropos, señaladamente la metáfora. Como es sabido, la dificultad de percibir la analogía (remotas) es un rasgo que se censuró en los poemas mayores de Góngora; antes se mencionó otro clásico motivo de estas censuras: las «voces nuevas y no usadas», donde se englobaban los latinismos, italianismos, arcaísmos y neologismos. 480 En el margen izquierdo, Ponce escribe: «Cap. 6 de / la poetica». La referencia es al pasaje de la Poética de Aristóteles comprendido en 22, 1458a23-25: «Pero si uno lo compone todo de este modo, habrá enigma o barbarismo; si a base de metáforas, enigma; si de palabras extrañas, barbarismo» (trad. V. García Yebra, 1974, p. 209). El texto seguido por Ponce pudiera ser el de Aristotelis Stagiritae tripartitae philosophiae opera omnia absolutissima, ex optimis quibusque, maximè nouis interpretibus collecta..., Basileae, per Ioannem Heruagium, Anno M.D.L XIII.; cfr. col. 613. Este pasaje de la Poética de Aristóteles, donde se recomienda equilibrio en el uso de voces nuevas y extrañas, y metáforas oscuras, se citará bastante en la polémica gongorina; ver, por ejemplo, el Discurso poético de Jáuregui (ed. Romanos, p. 126; ed. Blanco, fol. 31 v) o el Parecer de Francisco Fernández de Córdoba (ed. Blanco, fols. 135v-136r; ed. Orozco, pp. 133 y 135). Quevedo también lo mencionará en los preliminares literarios a su edición de la poesía de fray Luis de León; aparece también en el Comento contra setenta y tres estancias que don Juan Ruiz de Alarcón ha escrito… (p. 473), atribuido a Quevedo.

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Verum si quis simul omnia huiuscemodi fecerit, vel aenigma481 erit, vel barbarismus; [fol. 35v] si quidem igitur è translatonibus, aenigma482: si autem è linguis, et barbarismus.

Y siendo esto dilemma, cualquier parte negativa hace la otra con demostración evidente483, y se sigue ser el escrito que incurre en alguna destas cosas enigma484 o barbarismo, cosa indigna de tan grave autor como el nuestro. Si bien por no sujetarse a lo riguroso de la retórica en la imitación, queriendo acaudalar estilo con desprecio de los que debía llevar por norte, dicen que no tienen trabazón las palabras, ni la debida colocación y lugar necesario, porque lo heroico y lírico requieren muy diversos asuntos: Versibus exponi tragicis res485 comica non vult indignatur item priuatis ac prope socco dignis carminibus narrari coena Thyestae486

Faltando asimismo, para la perfección del método, ser compuesto de frases inteligibles y conocidas: [fol. 36r] Propria487 sunt verba cum id significant, in quod primum denominata sunt; translata cum alium natura intellectum alium loco

481

aegnima en el manuscrito. En las citas en latín respetaré la grafía y puntuación de Ponce, como se ha indicado en el apdo. 8 de la introducción. Solo corrijo las erratas evidentes. 482 aegnima en el manuscrito. 483 «Conplexio est in qua utrum concesseris reprehenditur» (Cicerón, De inventione, 1, 29, 45) («El dilema es un razonamiento en el que el contrario es refutado sea cual sea la proposición que haya admitido», trad. S. Núñez, Madrid, Gredos, 1997). 484 egnima en el manuscrito. 485 La s fue corregida sobre una r. 486 Son los vv. 89-91 del Ars poetica de Horacio: «Un tema cómico no exige la narración con versos trágicos; / asimismo, la cena de Tiestes se indigna si es narrada / con versos informales y casi dignos del zueco» (trad. F. Navarro Antolín, 2002). La falta del decoro entre género y estilo fue una de las censuras comunes al poema de Góngora. 487 Propia en el manuscrito.

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praebent. Usitatis tutius utimur: noua non sine quodam488 periculo fingimus489.

Y así, reprueban por vicioso el escrito que necesita de intérprete, faltando en la claridad, que es la suma virtud de la oración: Oratio, vero cuius summa virtus est perspicuitas, quam sit vitiosa; si egeat490 interprete491.

Porque, desviándose del camino cierto y conocido, se ocasionan diversos inconvinientes que debían escusarse siguiendo a los mayores, y no inventando nuevas reglas difíciles y duras de introducir, de que no se sigue útil alguno y siempre resulta en deshonor del que escribe: Vt enim sermone eo debemus, vti qui notus492 [fol. 36v] est nobis ne vt quidam graeca verba inculcantes iure optimo rideamur. 488

quodan en el manuscrito. En el margen izquierdo, Ponce anota: «quint. / l. 1. C. / 10.». La cita es de Institutio oratoria 1, 5, 71, en las ediciones modernas: «Propria sunt uerba, cum id significant, in quod primo denominata sunt, tralata, cum alium natura intellectum, alium loco praebent. Vsitatis tutius utimur, noua non sine quodam periculo fingimus» («Son palabras propias en su uso cuando significan aquello para lo cual fueron originariamente determinadas; trasladadas, cuando tienen un significado por naturaleza y otro por el lugarque ocupan. De las usuales nos servimos con la mayor seguridad, formamos nuevas no sin cierto peligro», trad. A. Ortega Carmona, 1997). En las ediciones del xvi y xvii, el pasaje oscila entre los capítulos 5, 9 y 10 del libro primero. Así, se sitúa en el capítulo 5 en las de Lyon (1544, 1549, 1575); en el capítulo 9 en las de Lyon (1531), Basilea (1529, 1541, 1543, 1561, 1581), Colonia (1541, 1554, 1555). Ponce debió de seguir una de las ediciones de esa rama que sitúa el pasaje en el capítulo 10: allí se encuentra en las de París (1520), Venecia (1521) y París (1542); la variante primum que recoge la cita de Ponce se halla en la de 1542, pues las otras dos leen primo. 490 Antes de la a hay una letra tachada, probablemente una r o una t. 491 En el margen izquierdo Ponce anota: «ib C. 11». Alude a Institutio oratoria 1, 6, 41: «oratio uero, cuius summa uirtus est perspicuitas, quam sit uitiosa, si egeat interprete!» («ciertamente el discurso, cuya virtud suma es la claridad, ¡qué defectuoso sería, si necesitare de intérprete!», trad. A. Ortega Carmona, 1997). 492 En el margen izquierdo Ponce escribe: «Cicer. L. 3. / ofici.». La cita corresponde a De Officiis 1, 111, de Cicerón: ‘puesto que, así como debemos utilizar un lenguaje que nos sea conocido, sin introducir, como hacen algunos, palabras griegas que, con razón, nos hacen ser objeto de risa...’. La referencia «L. 3». pudiera aludir al título de la obra: M. Tulii Ciceronis De officiis libri tres. 489

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Y hallan falta su locución de la pureza y corriente que tuvieron los ilustres en ella; y que los conceptos son pocos, y menos las sentencias, que son parte necesaria en el poeta493. Añadiendo a estas culpas que desautoriza en sus imitaciones los dechados de quien son hechas494, desviándose con extremo de los términos en que escribieron todos; porque en los griegos, latinos, toscanos y los demás vulgares no hallan conformidad495 con lo que él escribe en ninguna de las partes esenciales de la poesía, supuesto que no consta por sus escritos —bien estudiados— haber hablado desta suerte. Porque raras veces se ha visto en las edades pasadas que, viviendo el autor, los mismos que tienen su propio idioma nativo no entiendan sus obras, ni puedan [fol. 37r] hallarlas la debida construción ni la inteligencia de su concepto sin prolija dificultad, que es lo que ahora les sucede496 en esto, no sin martirio del ingenio que se embaraza en su oscura lición: quia nichil odiosus est afectatione497.

Que no ha causado poca admiración en muchos, ni poco atrevimiento de calumnia en otros, ver ocupados a tantos presumidos en construir y entender un papel moderno y escrito en nuestro romance. Y a esta causa, los que se solicitan opinión de ingeniosos, hallándose perdidos en esta navegación, reprueban lo que no entienden, atribuyendo su defecto a lo escrito y no a lo poco leído, y dicen que carece del natural lenguaje y propiedad de los términos, pues en los que está escrito no se halla igualdad heroica ni dulzura lírica, sino graves [fol.

493 El pasaje reúne dos críticas frecuentes al poema de Góngora: por una parte, la falta de puritas al introducir voces nuevas y extranjeras; por otra, la ausencia de contenidos de cierta profundidad. 494 La censura que aquí se inicia se centra en la mala imitación de los modelos por la excesiva novedad que frente a ellos muestra el estilo de Góngora. 495 Primero se escribió confirmidad y luego se corrigió la o. 496 Se escribió primero subde y en la parte superior se añadió la sílaba ce. 497 En el margen izquierdo Ponce escribe: «quint. L. 11. / C. 1.». Ponce confunde libro y capítulo, pues, en las ediciones que pudo haber seguido (ver nota 489) la cita se encuentra en el capítulo 11 del primer libro: «quia nihil est odiosius affectatione» (‘pues no hay nada más irritante que la afectación’). Mantengo la grafía medieval nichil (por nihil). En las ediciones modernas, la cita se encuentra en Institutio oratoria 1, 6, 40, cuando Quintiliano habla de la necesaria moderación en el uso de voces arcaicas.

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37v] acometimientos y realces violentados que desfallecen donde más debían sustentarse; y que en el Polifemo y en esta silva ha errado los estilos498, porque en aquel, que contenía una acción lírica, no escribió lírico; y en esta, que también lo es, ha escrito versos cuyo nervio es heroico499. Y luego citan el lugarcito de Horacio500 del que pintó en las aguas el ciprés: «Sed nunc non erat501 his locus»502. Y los curiosos —que exceden en número a los referidos—, desesperados de descubrir su curiosidad503, tratando con la debida noticia deste admirable papel, se disculpan del mismo modo diciendo que no es cosa digna de que los hombres de buen juicio se ocupen en ella; no mirando que, por su misma sentencia, quedan obligados a estudiarle. Mas si en esta discorde y popular [fol. 38r] muchedumbre —que tan diversa es en todo— pudieran graves méritos causar alguna favorable consonancia y reducir los ánimos despeñados al camino de la justa y debida estimación, solo nuestro autor debía merecerlo, pues en él han concurrido tantas partes, más sobrenaturales que humanas, de grave y superior ingenio, lucida y facundísima504 elocuencia, pensamientos sutiles, ornada locución, frases admirables y novedad de estilo, ignorado hasta hoy de nosotros; pues solo en sus escritos hallamos realzado y ennoblecido nuestro idioma, sublimándole su primor a la cumbre de la gravedad y número latino, pues vemos en ellos el armonía y gramática tan conforme a él, que a los que ignoran el cierto conocimiento desta lengua los atropella y embaraza [fol. 38v] el método y términos de

498

Se inicia aquí otra censura común a los poemas mayores de Góngora: la falta de decoro entre el estilo y el género del poema. 499 López Bueno, 2018, p. 120, n. 232, señala la semejanza de este pasaje con el siguiente de las Advertencias de Almansa: «Dicen lo primero que ha usado en las Soledades y Polifemo desiguales modos en su composición, y que debía el Polifemo ser poesía lírica y las Soledades heroica, y que cambió los modos» (p. 120). 500 Oratio en el manuscrito. 501 Al inicio de la voz se tacha una letra, acaso una h. 502 Cita de Ars poetica (vv. 19-20); allí Horacio recomienda moderación para que la ampulosidad no lleve a mezclas que resultarían excesivas: «sed nunc non erat his locus. Et fortasse cupressum / scis simulare; quid hoc, si fractis enatat exspes» («Pero, en realidad, no había lugar para esto. Y tal vez sabes / remedar un ciprés; ¿y qué, si te pagan para que le pintes», trad. F. Navarro Antolín, 2002). 503 Entiendo: ‘perdida la esperanza en descubrir el sentido y novedad del poema’. 504 facundo: «abundante, copioso y af luente en el hablar» (Autoridades).

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sus divinas obras505. De donde se infiere que ha puesto tan semejante a ella la nuestra, que necesita para su inteligencia de la construción y cuidado que requiere la latinidad, porque contiene —con eminencia en lo que escribe— los tropos, perífrasis, denominaciones, fórmulas, imitación, descripciones, propiedad506 y dulzura que alcanzaron los latinos ilustres; y la verbosidad, cadencia y suavidad de los toscanos, que hoy tienen el lugar segundo en estas letras507. Y así, he visto reprobar en común este peregrino discurso, porque en los que le leen falta el conocimiento de su bondad, con la suficiencia508 que requiere para ser entendido. Y querría preguntarlos, si no le [fol. 39r] entienden bien, ¿por qué le enmiendan? Y si le entienden, ¿por qué le culpan de oscuro?509 Mas antiguo es el defecto de atreverse todos a dar censuras, y510 pocos a hacer imitaciones que igualen a 505 Al igual que los detractores de Góngora censuran como falta a la puritas y proprietas el uso de voces foráneas (mayormente latinas) y la sintaxis latinizante, sus defensores los consideran rasgos que elevan el castellano a la dignidad del latín, y explicarán muchos de sus recursos por necesidades rítmicas vinculadas a la imitación del metro y numerus latino. López Bueno, 2018, pp. 130-131, n. 255, recoge los pasajes de los diferentes comentaristas que emplearon este razonamiento en la defensa de Góngora. 506 En retórica, la proprietas es la cualidad de una palabra para ser un verbum proprium, esto es, el vocablo que designa una realidad en sentido recto; su vicio correspondiente es la obscuritas, aunque el lenguaje literario traspasa esa frontera a través de las licencias del ornatus; más detalles, en Lausberg, 1984, § 533. 507 Todo este párrafo ha sido una contestación a las censuras de los detractores del poema, en la que Ponce ha ponderado su altura y grandeza de estilo y contenidos, y su capacidad de ennoblecer el castellano elevándolo a la altura del latín y el toscano. Son ideas que se reiterarán a lo largo de la polémica por parte de los defensores del poeta cordobés. 508 suficiciencia en el manuscrito. 509 Es notable, y ya señalada por la crítica, la semejanza de este pasaje con las Advertencias de Almansa: «Si lo entienden, no oscuros; si no lo entienden, no lo juzguen» (p. 134). Para las semejanzas entre los textos de Almansa y Ponce, ver Dámaso Alonso, 1982, p. 523; Osuna Cabezas, 2008, pp. 113-114, 117, 124; López Bueno, 2011, pp. 244, 252; 2012a, p. 22; 2018, pp. 11-12, 16, 18-20, 4448, 76, 134-135, n. 263, passim); Daza, 2014b; 2015, pp. 39-50; Azaustre, 2015, pp. 83-84. Cabe recordar aquí la atinada observación de Carreira, 1998a, p. 264: «Las citas similares indican que el arsenal de argumentos era limitado, y que cada cual, en un aprieto, echaba mano de lo que podía». 510 Tras esta palabra, que cierra la línea, Ponce escribe en el margen derecho «Ma», probablemente parte de una abreviatura o referencia que no me resulta descifrable. Aunque Ponce prefiere el margen izquierdo para sus anotaciones,

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lo que reprueban. Quiera Dios que esto sea en más ignorancia, que malicia; que si considero —con la verdad que profeso— la calumnia, emulación511 y invidia con que hoy se juzgan las cosas, pierde su nivel la razón y el entendimiento se confunde, viendo que los hombres selectos se mueven por respetos particulares a no decir lo que sienten y sentir lo que es justo; que podré asigurar con verdad a vuestra señoría no haber hallado en mi vida hombre que en facultad alguna me diga que lo sabe ni que acierta en ella el otro que —como él— la profesa. ¡Triste edad alcanzamos! No sé si [fol. 39v] fue siempre así, mas presumo que nunca la emulación ni la invidia estuvieron desembozadas como ahora. Y porque esta digresión no sea molesta, sin llegar a la inteligencia de la silva, prometo a vuestra señoría responder en otro discurso a las objeciones que la tienen puestas, defendiendo su dificultoso estilo y la novedad de los términos en que está escrita 512. Y en tanto, estimaré por premio de este trabajo que vuestra señoría se sirva de corregir con su sentimiento mismo estas notas513, para que, siendo conformes a él, tengan por aprobación suya el ser una la inteligencia mía con la que la ha

en ocasiones emplea también el derecho (ver fols. 41v, 69r, 70r). Como mera hipótesis, acaso pueda referirse a Marcial, que Ponce abrevia normalmente como Mart. (ver fol. 97v, margen izquierdo); en concreto, al epigrama 1, 91, donde ataca a alguien que, sin publicar nada, critica sus epigramas: «Cum tua non edas, carpis mea carmina, Laeli. / Carpere uel noli nostra uel ede tua» («Aunque no publicas los tuyos, criticas mis versos, Lelio: / o no critiques mis versos o publica los tuyos», trad. J. Fernández Valverde y A. Ramírez de Verger, Madrid, Gredos, 1997); en parecida línea, ver 1, 110. Estos lugares ilustrarían la idea de que es antiguo el defecto de criticar escritos sin intentar igualar aquello que censuran. 511 Aquí en el sentido negativo, sinónimo de ‘envidia’ . 512 Se refiere Ponce al Discurso en defensa de la oscuridad que se copia más adelante en el manuscrito y que, como aquí se indica, se elaboró en una fase posterior a la anotación de la Soledad primera. 513 La petición de Ponce podría indicar que las correcciones escritas en los márgenes del texto de la Soledad primera y de la anotación son obra del conde de Salinas. Pero no existe correspondencia entre ambos que lo atestigüe (Dadson, 2015) y la letra de dichas correcciones no parece la del conde de Salinas, según me indicó en su día Trevor Dadson, a quien siempre agradeceré su amabilidad y experta ayuda. Hago extensivo este agradecimiento a Antonio Carreira, quien me confirma, tras su examen y revisión, el dato referente a la correspondencia del conde de Salinas.

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dado quien puede con tanta perfección entenderla514, por suficiencia de letras humanas y caudal de divino ingenio, a cuyas excelencias da tan graves realces [fol. 40r] la soberana autoridad de su grandeza, debajo de cuyo nombre yo solo peregrino como el que aquí sale del mar. Llego al lugar primero y, no con censura ni emienda, sino con la debida modestia y veneración, sin alterar parte de lo escrito, explicaré los conceptos que el armonía tuviere cifrados, notando los lugares que son tocantes a historia, fábula o imitación, sin tratar por extenso de las que fueren menores; que esto es, en mi opinión, más apología515 que notas; y así, mirando por los números, se hallará en la exposición la inteligencia de lo cifrado y la construción de lo oscuro516. Dé Dios a vuestra señoría el bien que puede. Manuel Ponce517.

514 En tópica captatio benevolentiae, Ponce desea que su interpretación del poema (su inteligencia) coincida con la del conde de Salinas (quien puede con tanta perfección entenderla). 515 apología: «Defensa, excusa, satisfacción y respuesta con que uno se defiende a sí mismo, u defiende a otro, satisfaciendo a los cargos, calumnias, imposturas y argumentos con que ha sido notado, o tachada y notada su doctrina» (Autoridades). 516 Ponce ha numerado en la copia de la Soledad primera los versos que va a anotar. En la anotación se vuelve a señalar el número y el comienzo del verso o versos que se explican. Este sistema es habitual en los comentarios. 517 Abajo, en el centro y tachado, una secuencia con trazos ornamentados que pudiera ser Finis (adornos similares aparecen en los fols. 46v, 80v, 106r, 108v). Más abajo, en el margen derecho, la firma de Manuel Ponce.

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[fol. 40v] 1. «Era del año la estación f lorida en que el mentido robador de Europa», con otros cuatro versos518. A Europa, dice Ovidio en el 2 de sus Metamorfoseos519, que, enamorado Júpiter de ella, la robó en la playa del mar520 transformado en un hermoso toro; y que, en memoria desta impresa, le trasladó entre los signos del Zodíaco, donde es el segundo en orden natural521. Entra el sol en su casa522 a 21 de abril, y en la imagen523 a primero de mayo, que es la primavera, cuyo tiempo llama «estación f lorida». Petrarca, c. 1, Triunfo del Amor: Scaldaua il sol gia l’vno et l’altro corno del Tauro524.

518

Soledad primera, vv. 1-6. Ovidio, Metamorphoses, 2, vv. 833-875. 520 En el margen izquierdo, Ponce escribe: «Vease esto / en el l. 2. / de Ponta- / no. titulo / de Tauro / que son / admira / bles ver / sos.». Se refiere a Giovanni Pontano; concretamente, al libro 2, vv. 274 y ss. de su poema en cinco libros Urania. 521 Se entiende que Júpiter colocó al toro (Tauro) entre los signos del Zodíaco, donde ocupa el segundo lugar después de Aries. 522 casa: «según los astrólogos es una de las cinco dignidades esenciales que Ptholomeo da a los planetas: y es un lugar en el que hallándose el planeta se dice hace mayores, y con más eficacia sus efectos que en otro qualquier lugar» (Autoridades). 523 Probablemente con el sentido de imagen celeste: «la constelación, el conjunto de algunas estrellas en que tienen los astrónomos dividido el cielo, para la comprehensión en inteligencia» (Autoridades), 524 Se refiere a los vv. 4-5 del Trionfo D’Amore de Petrarca. Cito el terceto completo: «Scaldaua il Sol gia l’uno, e l’altro corno / del Tauro; e la fanciulla di Titone / correa gelata al suo antico soggiorno» (ed. Venecia, 1553, fol. 3r). 519

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2. «A Júpiter, mejor que el garzón de Ida525». Hace aquí símil deste mancebo, que [fol. 41r] salía del mar, a Ganimedes, mancebo también hermoso, criado en Frigia526, donde es el monte Ida; en el cual, cazando, le robó Júpiter en forma de águila y le llevó al cielo, donde le sirve la copa. Ovidio, Metamorfosis, 10, y Virgilio, 1, Eneida: Raptique Ganimedis honores527.

3. «Segundo de Arïón dulce instrumento528». Arión, músico perfectísimo de Metimna, ciudad en Lesbo529: navegando en una nave de cosarios corintos, determinaron de echarle al mar y quitarle las riquezas que llevaba; y él los pidió que primero le dejasen cantar con su cítara; y, habiéndolo hecho, le arrojaron de un delfín, que le dio puerta en la isla de Ténaro530, donde afirman Heródoto y Eliano531 que los isleños le hicieron una estatua [fol. 41v] puesto sobre un delfín, y en su basa una epigrama griega a que Volaterrano tradujo en esta532: 525

Soledad primera, v. 8. Región del Asia Menor que ocupaba un gran territorio de la península de Anatolia, en la actual Turquía. 527 Se refiere a Ovidio, Metamorphoses, 10, vv. 152-161, donde trata del rapto de Ganimedes, y a Virgilio, Aeneidos, 1, v. 28: «et genus inuisum et rapti Ganymedis honores» («y el odiado pueblo y los honores a Ganimedes raptado», trad. R. Fontán Barreiro, 1986). La Soledad primera, ilustrada y defendida (p. 168) citó, entre otros, este lugar en su comentario al verso. 528 Soledad primera, v. 14. 529 Metimna (o Mithymna) es una ciudad situada en la costa norte de la isla griega de Lesbos. 530 Se refiere al cabo de Ténaro, al sureste del Peloponeso. Heródoto y Claudio Eliano relatan la historia (ver la nota siguiente), e indican que allí se elevó una estatua de Arión a lomos de un delfín. 531 En el margen izquierdo, Ponce anota: «Herod. l. 1. / Eli. l». Se refiere al primero de Los nueve libros de la Historia de Heródoto de Halicarnaso, donde (1, 23-24) se recoge la fábula de Arión. También a Claudio Eliano, que habló de Arión a propósito de los delfines en De natura animalium (2, 6 y 12, 45). 532 Ponce sigue muy de cerca aquí la Officina de Ravisio Textor: «In cuius rei monumentum erecta statua cum Graeco epigrammate, quod Volaterranus latinus fecit hoc modo: Cernis amatorem, qui uexit Ariona, Delphin, / A Siculo subiens pondera grata mari» (‘Ves al amistoso delfín que condujo a Arión como una agradable carga por el mar de Sicilia’) (fols. 248v-249r en la edición de París, 1575). 526

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cernis amatorem quem vexit Aryona Delphin A siculo subiens pondera grata mari533.

Y así, dice que fue aquella tabla delfín que puso en el puerto al peregrino. De la naturaleza deste pez y su notable instinto y amor que tiene a los hombres, véase a Aristóteles, De natura animalium534 libro 9, capítulo 48535; Plinio, libro 9, capítulo 8536, y Eliano, libro 11, capítulo 12 537. Égloga 8, Virgilio: Orpheus in syluis; inter delphinas Arion538.

533

Ponce cita los versos de un epigrama griego traducido al latín por Raffaello Maffei (1451-1522), llamado también Raffaello Volterrano por haber nacido en Volterra. Fue un humanista italiano, profesor de Leyes en la Universidad de Roma y secretario de los papas Pío II, Pablo II y Sixto IV. Sus conocimientos de griego parecen haberle venido de la enseñanza de Jorge de Trebisonda. La cita de estos versos parece haber sido muy difundida en la época de Ponce, pues, además de aparecer en el repertorio de Ravisio Textor, también se recoge en la Plaza universal de todas ciencias y artes (p. 208) de Cristóbal Suárez de Figueroa, amigo de Torres Rámila, quien lo era a su vez de Manuel Ponce. 534 En el margen derecho Ponce añade otra referencia: «A. Gell. L. 7. c. 8.». Se refiere al capítulo de las Noctes atticae donde el romano Aulo Gelio habla de un delfín enamorado, historia que dice tomar de las Egiptíadas de Apión, obra en la que este escritor griego relataba diversos mirabilia. En las ediciones modernas de Aulo Gelio el pasaje se localiza en el lib. 6, cap. 8: «Res ultra fidem tradita super amatore delphino et puero amato». 535 El título de este capítulo en la versión latina de la obra de Aristóteles es «De mansuetudine amore & celeritate delphinorum». 536 En este lugar de la Naturalis Historia de Plinio el Viejo se habla de los delfines. Cito su comienzo, donde se relata su amistosa relación con los hombres: «Delphinus non homini tantum amicum animal, uerum et musicae arti mulcetur, symphoniae cantu et praecipue hydrauli sono. Hominem non expauescit ut alienum, obuiam nauigiis uenit, adludit exultans, certat etiam et quamuis plena praeterit uela» («Es el delfín no solamente amigo del hombre, pero también de la música. Deléitase mucho con la consonancia del canto, y principalmente con el sonido de los órganos. No teme al hombre como enemigo. Sale al encuentro de los navíos, y alegre se huelga con ellos. También pelea y pasa las velas, aunque estén llenas e hinchadas», trad. Jerónimo de Huerta, 1624, p. 537). 537 En el margen izquierdo, Ponce anota: «hist. A- / nimal.». Claudio Eliano, De natura animalium, 11, 12, donde también habla del canto de los delfines y su amor por los humanos; habló también de los delfines en De natura animalium 2, 6 y 12, 45. 538 Virgilio, Ecloga 8, v. 56.

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4. «De Júpiter el ave»539. Es el águila, consagrada por la antigüedad a Júpiter. Silio Itálico, libro 4: Donec Phaebeo veniens Jouis ales ab ortu540.

Era este peñasco tan alto que en él tenía su nido una águila. [fol. 42r] 5. «No bien pues de su luz los horizontes», con otros cuatro versos541. Es un perífrasis en que dice: ‘no bien anochecía’. Virgilio, 6 Eneida: quale per incertam lunam sub luce maligna est iter in syluis, vbi caelum condidit vmbra Iupiter542.

6. «Entre espinas, crepúsculos pisando543». Crepúsculo es —como dice nuestro vulgar— ‘entre dos luces’. Son dos: uno vespertino y otro matutino. Este lugar dice que, pisando espinas entre las sombras que le impedían el verlas, subía a la cumbre de la sierra. 7. «Vencida al fin la cumbre; del mar», etcétera, con tres versos544. Aquí entiendo que era la sierra árbitro entre la campaña y el mar que los dividía, siendo inexpunable muro de su defensa.

539

Soledad primera, v. 28. Silio Itálico, Punica, 4, v. 113: «hasta que, apareciendo por donde sale Febo el ave de Júpiter» (trad. J. Villalba Álvarez, Madrid, Akal, 2005). 541 Soledad primera, vv. 42-46. 542 Virgilio, Aeneidos, 6, vv. 270-272: «quale per incertam lunam sub luce maligna / est iter in siluis, ubi caelum condidit umbra / Iuppiter, et rebus nox abstulit atra colorem» («como el camino bajo una luz maligna que se adentra en los bosques / con una luna incierta, cuando ocultó Júpiter el cielo / con sombra y a las cosas robó su color la negra noche», trad. R. Fontán Barreiro, 1986). 543 Soledad primera, v. 48. 544 Soledad primera, vv. 52-55. 540

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8. «Trémulos hijos de Leda545». [fol. 42v] Dice Teodoncio546 que Leda fue mujer de Tíndaro, a la cual gozó Júpiter en forma de cisne, de quien hubo por hijos a Cástor y Pólux, de los cuales fue muerto el uno por Linceo en Frigia; y, por librar al otro, Júpiter los puso juntos en el cielo, donde son el signo de Géminis, tercero en orden natural, de quien Horacio547, libro 1, oda 3: Sic frates Haelenae lucida sidera548.

Y el origen de tenerlos por patrones los marineros y invocarlos en las tormentas cuenta Diodoro Sículo en el libro 5549. Y dice que en 545

Soledad primera, vv. 62-63. Teodoncio de Campania (c. IX-XI), autor muy utilizado por los mitógrafos, cuya obra se ha perdido. Ponce pudo haber tomado algunas informaciones de la Genealogia deorum gentilium de Boccaccio (5, 40), que, como se ha dicho en la introducción (apdo. 5), inf luyó en varios lugares de su Discurso: «Tyndarus, ut Dictys scribit & Theodontius, filius fuit Oebali, illique successit in regno, ex quo & si nil habeamus, hoc saltem legimus, eum Ledam habuisse coniugem. qua si non ex eo, ex Iove tamen, eius in regia Castorem & Pollucem, & Hellenam & Clitemnestram peperit. dato sint, qui Castorem, & Clitemnestram non Iovis, sed Tyndari filios dicant» (ed. Basilea, 1532, pp. 124-125) («Tindáreo, según escriben Dictis y Teodoncio, fue hijo de Ebalo y le sucedió en el reino, del que, si bien no tenemos ninguna otra cosa, al menos leemos esto, que él tuvo como esposa a Leda que, aunque no de él sino de Júpiter, dio a luz en su palacio a Cástor, Pólux, Helena y Clitemnestra, por más que haya quienes dicen que Cástor y Clitemnestra no fueron hijos de Tindáreo, pero está lejos que yo le quite a un dios tan poderoso los hijos que le consagró la generosa antigüedad», trad. M.ª Consuelo Álvarez y R. M.ª Iglesias, Madrid, Editora Nacional, 1983). 547 Oratio en el manuscrito, forma que modernizaré. 548 Horacio, Carmina, 1, 3, v. 2: «que los astros lúcidos, los hermanos de Hélena» (trad. M. Fernández-Galiano, 1990). 549 En las ediciones modernas, este episodio aparece en el libro 4, 43 de la Biblioteca Histórica de Diodoro Sículo. En el libro 5, cap. 4 («De argonautis, Medea et filiabus Pelei») se encuentra en la edición de Basilea, per Henrichum Petri, 1548: «Magna interim tempestate coorta, caeteris salutem desperantibus, solum Orphea tradunt religionis peritum, uota pro salute Samothracibus fecisse: extemploque tempestate sedata, cum duo astra super Pollucis & Castoris capita cecidissent, omnes eo miraculo stupentes credidisse, deorum prouidentia se à periculis exemptos. Quo facto contigit, ut quos postmodum maris agitaret tempestas, Samothracibus uota pro salute facerent: atraque apparentia ad Castorem Pollucemque referrent» (p. 113) («Pero sobrevino una gran tempestad, y los jefes ya habían perdido la esperanza de salvación cuando Orfeo, dicen, el único de los 546

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la navegación que hizo Jasón a Colcos550, en una grave tormenta que hubo, aparecieron dos luces sobre las cabezas destos dos hermanos que iban en la nave, y luego cesó la tormenta; [fol. 43r] por lo cual, de allí adelante los tuvieron por deidades en los naufragios y los ofrecieron votos, siendo sus luces fiadoras de la seguridad. La verdad es que se ven en las gavias551 unas exhalaciones o llamas sutiles, que ahora las llaman santelmo552, y son señal de bonanza. Sigue, pues, nuestro autor la metáfora de la nave, que dijo ser la cabaña en el golfo de sombras, y dice las razones referidas el peregrino a la luz que divisaba, haciendo deprecación humilde a sus rayos, pidiéndoles seguro puerto, como hacía la antigüedad a los hijos de Leda. 9. «Piedra, indigna tïara»553. Es el carbunclo554, de quien escribe Plinio, capítulo 7, libro último555. Y aunque se dilata mucho tratando de las [fol. 43v] calidades de él y diversidad de ellos que se hallan, no dice que se cría en la frente de ningún animal, ni Teofrasto556hace mención de tal; mas con la

navegantes que había participado en una ceremonia iniciática, dirigió sus plegarias a las divinidades de Samotracia pidiendo por su salvación. Inmediatamente el viento se apaciguó y dos estrellas cayeron sobre la cabeza de los Dioscuros [Castor y Pólux, hijos de Zeus]; todos quedaron estupefactos ante aquella maravilla y pensaron que se habían liberado de los peligros gracias a la providencia de los dioses. Por esto, dado que la historia de este incidente se ha transmitido a las generaciones posteriores, cada vez que los marinos se encuentran en medio de una tempestad, elevan sus plegarias a las divinidades de Samotracia, y la presencia de las dos estrellas se remonta, dicen, a su aparición sobre los Dioscuros», trad. J. J. Torres Esbarranch, Madrid, Gredos, 2004). 550 Se trata de la famosa navegación de Jasón a la Cólquida (ciudad a orillas del mar Negro) a bordo de la nave Argo, para llevarse el vellocino de oro. Apolonio de Rodas relata la historia en sus Argonáuticas. 551 gavia: «una como garita redonda, que rodea toda la extremidad del mástil del navío, y se pone en todos los mástiles, y cada una toma el nombre de aquel en que está. Sirve para que el grumete puesto en ella registre todo lo que se puede ver del mar» (Autoridades). 552 santelmo: «especie de meteoro. Es una llama pequeña que en tiempo de tempestades suele aparecer en los remates de las torres y edificios, y en las entenas de los navíos, a quien vulgarmente llaman Santelmo, y cuando se aparecen dos juntas, las llaman los navegantes Cástor y Polux» (Autoridades, s. v. santelmo y Helena). 553 Soledad primera, v. 73.

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limitación de la cortapisa557 —«si tradición apócrifa no miente»558 — está escrito con todo primor este símil de la luz al carbunclo, a quien los latinos llaman pyropus, de pyr, que en el griego significa fuego559. 554555556557

10. «Que a Vulcano tenían coronado»560. Aquí se entiende el fuego por Vulcano, dios de las herrerías u del fuego. Es metonimia, figura de que usó Virgilio 2, Eneida, verso 311: Vulcano superante domus, iam proximus ardet Vcalegon561.

11. «Templo de Pales, alquería de Flora»562. [fol. 44r] Pales es diosa de los ganados, y así la invoca Virgilio para escribir de ellos en los primeros versos de la 3 Georgica: 554

carbunclo: «Piedra preciosa muy parecida al rubí, que según algunos creen, aunque sea en las tinieblas hace como carbón hecho brasa. Otros fingieron que se criaba en la cabeza de un animal, que tiene un capote con que le cubre quando siente le van a cazar» (Autoridades). Al igual que los comentaristas de su época, Ponce no parece conocer este animal fantástico al que Góngora alude en ese pasaje de la Soledad primera (vv. 64-83); este animal, denominado carbunclo o carbunco, lleva en su frente la piedra de ese mismo nombre, cuyo brillo puede ocultar tapándola con un párpado o sobrecejo. Su identidad fue descubierta y aclarada por Ignacio Arellano, 2014 y 2017, quien revisa la tradición antigua y contemporánea de comentarios y notas al pasaje de Góngora, lo examina y ofrece abundante documentación sobre este animal. 555 Plinio el Viejo, Naturalis Historia, 37, 25, donde trata del carbunclo y sus diferentes especies. 556 El filósofo griego Teofrasto habla del carbunclo en varios lugares de su libro Sobre las piedras (Περὶ λίθων o De lapidibus; cfr. 16, 27, 28, 37 y 42), pero no menciona ese detalle fantástico. 557 ‘teniendo en cuenta las anteriores objeciones’; cortapisa: «se toma algunas veces por condición o calidad con que se concede o da alguna cosa» (Autoridades) 558 Soledad primera, v. 74. Apócrifa: ‘de fuente desconocida o no fidedigna’; es verso que criticó Jáuregui en el Antídoto (p. 49); fue contestado por Díaz de Rivas en sus Anotaciones y defensas... (fol. 120) y por la Soledad primera ilustrada y defendida (pp. 198-199); ver también Gates, 1960, p. 118, n. 62, y Jammes, 1994, pp. 212 y 591. 559 pyr: πυρ (‘fuego’). 560 Soledad primera, v. 93. 561 Virgilio, Aeneidos, 2, vv. 311-312: «ya se derrumba por Vulcano vencida la casa, ya se incendia muy cerca / Ucalegonte» (trad. R. Fontán Barreiro, 1986). 562 Soledad primera, v. 96.

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Te quoque; magna Pales563.

Flora es diosa de la primavera u de las f lores, según Ovidio en el 2 de los Fastos564: Atque ait, arbitrium tu dea f loris eris565.

A cuya causa llama con propiedad a la cabaña pastoril «templo de Pales» y «alquería de Flora». 12. «Ni la que su alimento / el áspid es»566. Fingieron los antiguos que la invidia (de quien habla esta cláusula) se sustenta de áspides venenosos y de víboras mortales; y así Ovidio, 2 Metamorfosis: Vidit567 intus edentem vipereas carnes, vitiorum alimenta suorum 568 inuidiam569.

[fol. 44v] Alciato, en una emblema suya570, la pinta comiendo una víbora y dice:

563

Virgilio, Georgicon, 3, v. 1: «Te quoque, magna Pales, et te, memorande, canemus» («A ti también, gran Pales, cantaremos», trad. T. de la Ascensión Recio García, 1990). 564 La cita se encuentra en Fasti, libro 5, v. 213. Es el verso que ilustra la entrada Flora dea florum en la Officina de Ravisio Textor (fol. CCXXIIv, ed. París, 1532). Destaca la variante eris, frente a habe en las ediciones del poema de Ovidio. 565 Ovidio, Fasti, 5, v. 213: «Dijo: “Tú, diosa, ostenta la soberanía de las f lores”») (trad. B. Segura Ramos, Madrid, Gredos, 1988). 566 Soledad primera, vv. 110-111: «ni la que su alimento / el áspid es, gitano». 567 En el manuscrito se escribió primero Videt y luego se sobrescribió la i. 568 Antes de suorum se comenzó a escribir tu (probablemente iba a escribirse tuorum) y se tachó. 569 Ovidio, Metamorphoses, 2, v. 768-770: «Concussae patuere fores; uidet intus edentem / Vipereas carnes, uitiorum alimenta suorum, / Inuidiam uisaque oculos auertit. At illa» («Al golpe se abren las dos hojas; ve dentro a la Envidia comiendo carne de víbora, adecuado alimento de su veneno, y al verla aparta la diosa los ojos», trad. A. Ruiz de Elvira, Madrid, CSIC, 1990). 570 Alciato, Emblematum liber, emblema 71.

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Squalida vipereas manducans foemina carnes cuique; dolent oculi, quaeque; suum cor edit 571.

13. «No la que en vulto comenzando humano», con cuatro versos572. Esta es la soberbia573, cuya pintura es en forma de sierpe lo posterior del cuerpo; y por esto la llama esfinge, que dicen ser un monstruo que hubo en Tebas con rostro y brazos de mujer, y lo restante de sierpe. Véase lo restante en Séneca, que lo trata en el Edipo574. 571

La e de edit se escribe sobre una letra tachada de difícil lectura (¿ui? ¿ci?). También hay tachadas unas grafías tras la voz edit, que apenas se aprecian (¿ccx? ¿egx? ¿ttx?): acaso se refiera al número del emblema en la fuente consultada, aunque la habitual en las ediciones es CXLI o LXXI. En el margen izquierdo hay tachada una anotación, de difícil lectura, que parece señalar el lugar ( fragm. to es la última palabra) donde se ubicaría el emblema citado. Esta es la traducción en verso de la declaración del emblema, realizada por Bernardino Daza Pinciano (Lyon, 1549): «Por declarar la invidia y sus enojos / pintaron una vieja que comía / víboras, y con mal contino de ojos. / Su propio corazón muerde a porfía / y lleva un palo en la mano de abrojos / que le punzan las manos noche y día» (p. 220). 572 Soledad primera, vv. 112-116. 573 En el margen izquierdo, el revisor del texto de Ponce escribe: «es e la estilo ni condicion de las damas de palaçio / cuyo estilo es engañar i lisonjear la vista con lo / hermoso i amartelar con lo desdeñoso teniendo de esfinge». Había una línea debajo, que ha sido cortada por la encuadernación del volumen. A este corrector contestó Ponce lo siguiente en la parte inferior del folio: «ésto de las damas de palacio, esta muy bien aqui / de mano de su autor mismo, porque yo no me acu». Como en el caso anterior, la línea que seguía en la parte inferior ha sido cortada. 574 Hay un signo parecido al de interrogación de apertura, con trazo débil, antes de la voz Edipo (su forma es parecida al símbolo ~ en orientación vertical). Ponce lo usa a menudo (sin ir más lejos, en el margen inferior de este mismo folio y del siguiente) para marcar la entrada de un párrafo, referencia a un autor, afirmación o idea, al uso de nuestro actual guion largo o símbolo de parágrafo. El pasaje se encuentra en Séneca, Oedipus, vv. 87-109. Cito un extracto: «Oed. [...] Nec Sphinga caecis uerba nectentem modis / fugi: cruentos uatis infandae tuli / rictus et albens ossibus sparsis solum; / cumque e superna rupe iam praedae imminens / aptaret alas uerbera et caudae mouens / saeui leonis more conciperet minas, / carmen poposci: sonuit horrendum insuper, /crepuere malae, saxaque impatiens morae / reuulsit ungui uiscera expectans mea; / nodosa sortis uerba et implexos dolos / ac triste carmen alitis solui ferae» («Edipo. Ni ante la esfinge, que enredaba sus palabras en oscuros enigmas, huí yo; aguanté la boca ensangrentada de aquella infame profetisa y el suelo que blanqueaba de huesos esparcidos y, cuando desde lo alto de la roca, a punto de lanzarse contra su presa, preparaba sus alas y, dándose azotes con la cola a la manera de un terrible león, empezaba a amenazarme, yo le pedí que me dijera el enigma. Fue terrible su voz desde allí

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14. «Que hace hoy a Narciso Ecos solicitar, desdeñar fuentes»575. La transformación y fábula es muy común. Escríbela Ovidio en el 3 de sus Metamorfosis576. La oración deste segundo verso es rigurosamente latina [fol. 45r]; y así, para la inteligencia de su concepto, hemos de suponer que es de infinitivo, y que la persona que hace es Eco y fuente; y la que padece577, Narciso; y el verbo de que se rige, el «hizo». Y así se construye que la soberbia578 de Narciso hizo que Eco le solicitase y le desdeñase la fuente; y sin guardar este precepto, suena lo contrario. 15. «Ni la que en saluas gasta»579. Habla de la lisonja580 hasta el fin de la estancia y, siguiendo la metáfora de la salva581, dice que gasta en ella la pólvora del tiempo, reprobando con singular primor las ceremonias y su inútil profanidad. arriba; rechinaron sus mandíbulas y se puso a revolver impaciente con las uñas las piedras, a la espera de hacerlo con mis vísceras. Las enrevesadas palabras del enigma y la trampa imbricada en aquella funesta fórmula de la fiera alada, las resolví yo» , trad. J. Luque Moreno, Madrid, Gredos, 1980). 575 Soledad primera, vv. 115-116. 576 Ovidio, Metamorphoses, 3, vv. 340-510. 577 En el margen derecho, el revisor escribe: «[ilegible por estar cortado el folio] de palaçio revoca asi / los galanes que enamorados de si mismos imitaban a Narçiso desde / ñando ecos. idest a otras damas. El nominativo es estas esfinges / que haçen a estos narcisos desdeñar lo que antes solicitaban». La corrección da una interpretación distinta a la de Ponce y más cercana a la que hoy se ofrece; ver la paráfrasis de Jammes, 1994, p. 221: «ni [habita en ti] aquella esfinge habladora que, disimulándose al principio con rostro humano, es después mortal fiera, que desvía hoy a Narciso de las fuentes donde solía examinarse, y le hace preferir los ecos aduladores». Ponce responde a la anterior observación en la parte inferior del folio: «Y aduiertase que Narciso no amò nunca a Éco, / para desdeñarla despues, como aqui significa». La línea de abajo ha sido cortada. 578 La b se corrige sobre una v. 579 Soledad primera, v. 117. La voz gasta ha sido añadida por la mano del corrector, a quien también corresponde el subrayado con el que remite a sus observaciones en el margen del folio. 580 En el margen izquierdo, el revisor anota: «Quien rige este verbo es la ceremonia / profana no la lisonja». Parece una corrección innecesaria, pues la ceremonia profana a la que se refieren los versos es metáfora por la lisonja o adulación. 581 ‘saludo hecho con disparos, o bien disparos simultáneos de varias armas de fuego’.

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16. «La Adulación, sirena de reales palacios»582. Dice que muchos aduladores se han perdido en los palacios como naves fracasadas de la tormenta (a quien llama «leños que besaron su arena»), [fol. 45v] llevados del armonía del poder; trofeos583 de la vanidad del mundo, comparada al sueño584. Petrarca, soneto 1: Che quanto piace al mondo è breve sogno585.

17. «Dorándola los pies, en cuanto gira la esfera de sus plumas»586. Es el pavón587, símbolo de la soberbia. Y por esto dice «en cuanto gira sus plumas o la esfera de ellas», porque las de su cola forman un círculo cuando las despliega y lozanea con ellas encubriendo la fealdad de los pies, cuya vista deshace su vanidad y pompa. Y así, hace este símil diciendo que la mentira encubre u dora los defectos, lisonjeando a los poderosos y soberbios de lo que debían ser reprendidos. 18. «Ni de los rayos baja a las espumas favor de cera alado»588. [fol. 46r] Trata aquí del miserable fin de las privanzas, con alusión a la caída y muerte de Ícaro, cuyas alas fueron de cera y plumas. La historia es muy notoria; escríbela Ovidio en el 5 Metamorfosis589. En estas tres estancias590 de la vida solitaria, imita expresamente nuestro autor, con admirable primor y elegancia, a Virgilio en toda la

582

Soledad primera, vv. 125-126. Se entiende que los cortesanos aduladores son esos trofeos de la vanidad del mundo. 584 Soledad primera, v. 128: «trofeos dulces de un canoro sueño». 585 Último verso del primer soneto del Canzoniere («Voi ch’ascoltate in rime sparse il suono»). 586 Soledad primera, vv. 130-131. 587 El pavo real. 588 Soledad primera, vv. 132-133. 589 La conocida historia de Ícaro se narra en Ovidio, Metamorphoses, 8, vv. 183-235. No he encontrado referencias a Ícaro en el libro 5. 590 Como se ha indicado en la introducción, Ponce llama al poema de Góngora silva; aquí lo divide en estancias, algo que ha hecho ya poco antes y que repetirá en varias ocasiones. 583

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Georgica 2; a Horacio591 en aquella oda celebrada, que es la 2 del epodon 592; Séneca in Hipólito 593; Claudianus in Rufinum, libro 1594; Ovidio en lo de Ponto, libro 2595; Olimpius Nemisianus, égloga 1596; Tasso en la Hierusalem Liberata, canto 7, estancia 9597; Luis Alemán en el libro 1 de la cultivación598, que es el superior de sus obras; y a Garcilaso en la égloga 2599, [fol. 46v] cuyos lugares no pongo aquí por seguir la brevedad.

591 592

Orat. en el manuscrito; abreviatura habitual en Ponce, que modernizo. Se refiere al conocido epodo 2 de Horacio («Beatus ille qui procul nego-

tiis»). 593

Alude al comienzo de la tragedia Phaedra, donde Hipólito, que se dispone a la caza, canta a la naturaleza: «Hyppolytvs. Ite, umbrosas cingite siluas / summaque montis iuga, Cecropii!» («¡Marchaos, ceñid las selvas umbrosas, descendientes de Cécrope», trad. J. Luque Moreno, Madrid, Gredos, 1980). 594 Claudiano, In Rufinum, 1, vv. 201-216. Allí Claudiano critica la ambición del cónsul Rufino y su afán de riqueza y, para ello, tras mencionarle tres ejemplos de austeridad romana (Fabricio, el cónsul Serrano y los Curios), contrasta diversos elementos de la vida sencilla con otros opulentos, y, en su destierro, anhela poder disfrutar al menos de una tierra que cuidar. 595 A pesar de citar el libro 2, creo que Ponce se refiere a unos versos del primero. En Ex Ponto, 1, 8, vv. 41-60, Ovidio evoca los huertos y sembrados cercanos a las vías Clodia y Flaminia. 596 Marcus Aurelius Olympius Nemesianus, poeta latino del siglo iii que, entre otras obras que se le atribuyen, escribió cuatro églogas y un poema sobre la caza (Cynegetica). Varios pasajes de las églogas responden a la idea señalada por Ponce. En la primera, a la que se refiere Ponce, pueden señalarse los vv. 1-8 y 32-34, donde el paraje campestre invita al lamento fúnebre del pastor Timetas por la muerte del anciano Melibeo. Más detalles sobre el autor ofrece Magaña Orúe, 2001. 597 En este canto de la Gerusalemme liberata, Erminia es acogida en una choza rústica, y un viejo pastor canta los elogios de esta vida; cito la estancia en cuestión: «O sia grazia del Ciel che l’umiltade / d’innocente pastor salvi e sublime, / o che, sì come il folgore non cade / in basso pian ma su l’eccelse cime, / così il furor di peregrine spade / sol de’ gran re l’altere teste opprime, / né gli avidi soldati a preda alletta / la nostra povertà vile e negletta». 598 Se refiere a la obra de Luigi Alamanni (1495-1556) titulada Della coltivazione (1546), poema inspirado en las Geórgicas de Virgilio. 599 Son varios los pasajes de esta égloga 2 a los que pudiera referirse Ponce: los vv. 430 y ss., que enmarcan el lamento de Albanio en el clásico locus amoenus; los vv. 506-514, donde diversos elementos de la naturaleza se hacen eco del mal de amor de Albanio, y que Fernando de Herrera relacionó en sus anotaciones con un pasaje de la égloga 2 de Olympius Nemesianus (vv. 27-32).

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19. «Leche que exprimir vio el Alba»600. Así construyo estos cuatro versos: ‘leche le dan, gruesa y fría, que exprimir vio el Alba aquel día, mientras los blancos lilios de su frente bella perdían, comparados con ella, su blancura’. 20. «Del viejo Alcimedón invención rara»601. No hallo que Alcimedón fuese inventor de la cuchara; mas bien puedo no hallarlo yo602. 21. «El que de cabras fue, dos veces ciento», hasta el fin de la estancia, que son diez versos603. Dice que le dieron al huésped cecina de un cabrón viejo que fue esposo casi cinco años de un [fol. 47r] rebaño de ducientas cabras; y que otro más tierno y rival le mató, redimiendo con su muerte muchas vides que destruiría viviendo604. «Cuyo diente no perdonó racimo»605: porque este animal es amicísimo de uvas, y por esto consagrado a Baco; Martial, libro 5606: 600

Soledad primera, v. 147. Soledad primera, v. 152. 602 En el margen izquierdo, Ponce anota: «Vease (si basta) lo que dice de / Alcimedon, Virg. / églog. 3. vers. 37. / y. 44.». Virgilio, Ecloga 3, vv. 36-39: «[...] pocula ponam / fagina, caelatum diuini opus Alcimedontis; / lenta quibus torno facili superaddita uitis / diffusos hedera uestit pallente corymbos» («unas copas de haya, obra cincelada del divino Alcimedonte; en ellas una f lexible vid, puesta en relieve con hábil trépano, recubre los corimbos extendidos por la pálida yedra»; ver también el v. 44: «Et nobis idem Alcimedon duo pocula fecit» («para mí también el mismo Alcimedonte labró dos copas», trad. T. de la Ascensión Recio García, 1990). El comentario y dificultades de Ponce en este verso son buen ref lejo de las que sufren los estudiosos del poema; ver al respecto Jammes, 1994, p. 592-593, y la argumentación que se ofrece en la Soledad primera, ilustrada y defendida (pp. 213-215). 603 Soledad primera, vv. 153-162. 604 La paráfrasis de Jammes, 1994, pp. 229-231, coincide en lo esencial con la breve explicación de Ponce. 605 Como he señalado en la nota correspondiente, esta es la redacción original del verso en la copia de la Soledad primera que manejó Ponce. A esa lectura, una mano distinta le añadió la preposición a («no perdonó a racimo»). 606 En las ediciones modernas, la cita del epigrama de Marcial se encuentra en 3, 24, vv. 1-2: «Vite nocens rosa stabat moriturus ad aras / hircus, Bacche, tuis uictima grata focis» («Culpable de haber roído una vid que estaba en los altares / un carnero, Baco, víctima agradable en tus sacrificios», trad. J. Fernández 601

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Vite nocens roseas stabat moriturus ad aras hircus, Bacche tuis victima grata focis.

22. «Es Sísifo en la cuesta»607. Ovidio, en el 4 Metamorfosis 608, dice que Sísifo tiene por pena en el infierno subir un peñasco en hombros a la cumbre de un monte, de donde, volviendo a caérsele, hace su tormento continuado. Horacio en el Epodon, oda 17: Optat supremo colocare Sisyphus in monte saxum609.

[fol. 47v] Aquí puede esto aplicarse a muchos sentidos. Paréceme que el literal solo es: ‘de la pesadumbre de los sueños procedidos de vaporosos vinos y excesivos manjares’. Y así, a este que dormía le pone libre de la opresión de este sueño, porque la cena no pudo ocasionarle, habiendo sido ligera. 23. «De trompa militar», etcétera, con 4 versos610. Leo: ‘no fue interrumpido el sueño de trompa militar u templado son de cajas, sino del mastín embravecido con el ruido de las secas hojas’. Esta voz (coscoja) dicen es provincial611; yo no la desobedezco porque soy novicio en su religión, aunque no es de mi provincia612.

Valverde y A. Ramírez de Verger, 1997). La ubicación en el libro 5 (5, 71) es habitual en las ediciones del xvi y xvii; así en la de Lyon, apud Seb. Gryphivm, 1548 (p. 133). Pero creo que Ponce tomó el dato de la Officina de Ravisio Textor, en su apartado «Deorum victimae»; la coincidencia de la cita es literal, y destaca en ella la grafía roseas en lugar de rosa: «Martialis libro quinto. Vite nocens roseas stábat moriturus ad aras Hircus, Bacche tuis victima grata focis» (ed. París, 1532, fol. CCXXVIIIr). 607 Soledad primera, v. 168. 608 Ovidio, Metamorphoses, 4, v. 460 y ss. 609 Horacio, Epodon, 17, vv. 68-69: «querría Sísifo llevar / su peña a la cima» (trad. M. Fernández-Galiano, 1990). 610 Soledad primera, vv. 171-175. 611 López Bueno, 2018, p. 142, n. 293, señala que Almansa calificó de «provincial» la voz cruja en sus Advertencias (p. 142). 612 Jáuregui (Antídoto, ed. Rico García, pp. 27 y 54) censuró este verso y colocó la voz coscoja en la lista de «domésticos modos» que achacaba al poema. Como

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Los seis versos que siguen613, en que describe la mañana y nacimiento del [fol. 48r] sol, he creído ser la descripción más prima614 y los términos más superiores, por novedad, pureza y gallardía, que hasta hoy se ha escrito, sin hallar —en mi opinión— cosa que pueda igualarlos. Y así, encargo su atenta ponderación a los elevados ingenios. 24. «De cuantos pisan faunos la montaña»615. Los faunos son deidades de las selvas, venerados de los pastores. Virgilio, Georgica 1, verso 10: et vos, agrestum praesentia numina fauni616.

Camões, égloga 3: Os faunos certa guarda dos pastores ia, não seguem as Nimphas, na espesura617.

25. «Si mucho, poco mapa le despliega»618. Leo en estos 3 versos que, si bien era mucho lo que se vía [fol. 48v] en el pequeño mapa, o poca tierra, era mucho más lo que confundía el sol desatando las nieblas de la noche, y lo que la mucha distancia impedía que se viese619.

se ha indicado en la introducción (apdo. 1), esta declaración de Ponce hace difícil que su origen sea cordobés. 613 Soledad primera, vv. 176-181. 614 prima: «primorosa, excelente» (DLE). 615 Soledad primera, v. 189. 616 «vosotros, Faunos, tutelares númenes del campesino agreste» (trad. T. de la Ascensión Recio García, 1990). 617 Camões, égloga 1, vv. 173-174, donde se lee espessura. 618 Soledad primera, v. 194, donde se lee «les despliega»; la versión del poema que se copia al comienzo del manuscrito también registra «le». 619 La interpretación de Ponce concuerda con la habitual para estos versos; ver Jammes, 1994, pp. 238-239, y 1994, p. 593, donde recoge la diferente lectura que hizo Díaz de Rivas: «Dice que si el poco sitio de la tierra que se parecía desde el risco mostraba mucho mappa (quiere decir mucha belleza y hermosura juncta de países, que en varias y distintas tierras suelen estar esparcidas), mucho más mappa, o mucha más belleza de países les despliegan las nieblas» (Ms. 3.906 BNE, fol. 200 bis).

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26. «Quiere la Copia que su cuerno sea si al animal armaron de Amaltea, dïáfanos cristales»620. La fábula de la Copia o cuerno de Amaltea es que, cuando Hércules peleó con Aqueloo en forma de toro, le quitó un cuerno y, lleno de f lores y frutas, se le dio a Amaltea por haber sido ama suya. Mas la inteligencia destos versos requiere también la verdad desta historia, que es que Hércules guio un brazo del río Aqueloo a que corriese por la madre de él, y la tierra que [fol. 49r] quedó descubierta tenía forma de cuerno y fue después muy fértil de frutos y f lores; y por ser señora de ella Amaltea, dicen lo que he referido. Véase en Estrabón621. 27. «Al venatorio estruendo»622. Es: ‘al ruido y tropel de los cazadores’. La voz venatorio es latina, y traída según el precepto de Horacio: Si graeco fonte cadant623.

28. «Armado a Pan, o semicapro a Marte, en el pastor mentidos»624. Pan es el dios de los ganados. Ovidio, Metamorfosis, 10625. La parte superior de hombre y la inferior de cabrón, que uno y otro significa la voz semicapro. Marte, dios de las batallas; Homero en el 8 de la 620

Soledad primera, vv. 203-205. Estrabón, Geografía, 10, 2, 19. 622 Soledad primera, vv. 230. 623 Horacio, Ars poetica, vv. 52-53: «et noua fictaque nuper habebunt uerba fidem, si / Graeco fonte cadent parce detorta [...]» («y estas nuevas e inventadas palabras tendrán crédito / si proceden de una fuente griega, poco desfiguradas», trad. F. Navarro Antolín, 2002). Horacio justifica el uso de voces nuevas por parte del poeta, si estas proceden de términos griegos. Es un pasaje muy citado por los defensores de Góngora. 624 Soledad primera, vv. 234-235. La marca de nasalidad en «mȇntidos» pudiera haber sido añadida por otra mano, a juzgar por el tono más oscuro de la tinta y el mayor grosor del trazo. 625 En el libro XI de las Metamorphoses (vv. 147-160) se nombra a Pan como dios de los ganados; en el libro XIV, v. 515, se alude a él con la voz semicapro; en el libro I, vv. 689-712, se relata su episodio con Siringe. No he encontrado la referencia en el libro X en las eds. de Venecia (1493, 1497, 1500) ni Milán (1510). Ravisio Textor (s.v. antrum), remite al verso 147 de las Metamorfosis, pero lo sitúa en el libro 13. 621

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Odisea 626. Así que, por haber sido soldado este [fol. 49v] pastor, dice que se admiró el forastero de ver, contrapuestos en él, armado a Pan y ganadero a Marte. 29. «Rémora de sus pasos fue su oído»627. De la rémora dicen Aristóteles, en el libro 2 de Historia animalium, capítulo 14628, y Plinio, capítulo 26 del 9 libro629, ser un pez de tal naturaleza que, aferrándose a una nave, la detiene aunque vaya en popa; si bien Plutarco, en la cuestión 7, década 2 de las Cuestiones conviviales630, dice que tiene por cosa ridícula y fabulosa la fuerza que atribuyen a este pez. Es, al fin, elegante la metáfora suya con que nos significa la poderosa fuerza de la música, pues deja inmóvil al que llega a escucharla. 30. «Juntaba el cristal líquido al humano»631. Esto es, que bebía con la mano en el arroyo.

626 Probablemente se refiera a Homero, Odisea, 8, vv. 266-366, donde se cantan los amores de Ares (Marte) y Afrodita. 627 Soledad primera, v. 237. 628 Aristóteles, Historia de los animales, 2, 14: «De los peces que viven en las rocas, hay uno pequeño llamado rémora. Algunos se sirven de él para perjudicar y para la composición de filtros amorosos. No es comestible. Algunos pretenden que tiene patas, pero es un error: en realidad parece tenerlas porque sus aletas se parecen a patas» (p. 114, trad. J. Pallí Bonet, Madrid, Gredos, 1992). 629 No he encontrado la referencia en Naturalis Historia 9, 26. En las ediciones modernas, las alusiones a la rémora —en las que se incluye la creencia de que podían detener una nave— se encuentran en Naturalis Historia, 9, 25 (41) y 32, 1. En varias del xv y xvi la primera se halla en 9, 25: Venezia, Johannes Alvisius de Varisio, 1499; París, Ambrosio Girault, 1526; París, Ioannem Paruum, 1532. La que ofrece Ponce pudiera proceder de otra de las muchas ediciones de Plinio, o ser un error de Ponce o su fuente sobre la localización en 9, 25. 630 En sus Cuestiones conviviales, 2, 7, Plutarco habla de la rémora. Al servirles un pescado en una cena, Chaeremonianus el Tralliano afirmó ser como la rémora, un pez que había visto en el mar de Sicilia y que tenía la fuerza suficiente para detener un barco. Algunos comensales rieron ante esa observación que consideraban ridícula, y otros añadieron más ejemplos de casos extraños, como que una serpiente se había quedado inmóvil al ser tocada con una hoja de haya. 631 Soledad primera, v. 244. Subrayado por la mano del corrector, que añadirá el siguiente comentario en la parte inferior del folio: «*quiere deçir que esta ninfa se lababa / el rostro». Manuel Ponce respondió a continuación lo siguiente: «yo creí que se abría labado en casa / para ir a la [estas cuatro palabras anteriores se leen con dificultad por haber sido cortado el folio] boda, y que veuia, sedienta

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31. «Ser menos las que verdes hamadrías»632. [f. 50r] Hamadríades, en griego, significa árboles; y así, se llaman hamadrías las deidades que habitan en ellos. Sannazaro, prosa 8: Uscite da vostri alberi, o pietose Amadriadi, sollicité conseruatrice di quelli633.

Camões, égloga 6: E vós deosas do vosque, e clara fonte ou dos troncos que viuen largos anos634.

32. «El sileno buscaba»635. Sileno es dios de las selvas, a quien las ninfas llamaban y hacían fiestas en ellas. Ve a Alexander ab Alexandro, libro 6636. Dice aquí que buscaba el garzón de aquellas serranas porque estaban entonces solas. 33. «O si del Termodonte»637. Es río del Asia mayor, que baja del monte Amazonio y pasa por Temiscira, [fol. 50v] ciudad de Capadocia (Plinio, libro 5, capítulo 9)638; del camino». Además, Ponce coloca una cruz tras la palabra ninfa, que sirve de llamada para la siguiente anotación en el margen derecho: «No / Ninfa / sino za / -gala». La interpretación del corrector coincide con las paráfrasis modernas; ver Jammes, 1994, p. 249. 632 Soledad primera, v. 261. 633 En Sannazaro, Arcadia, 8, 49, el pastor Carino pide a las hamadríades que salgan de sus árboles y le presten atención (conservatrici en las ediciones). 634 Invocación del pastor Agrario en la égloga 6 de Camões, vv. 187-188 (deusas, vivem en las ediciones). 635 Soledad primera, v. 271. 636 Se refiere a Alessandro Alessandri (1461-1523) —Alexander ab Alexandro—, jurista napolitano formado en letras y antigüedades, que elaboró una compilación de saberes varios (Geniales dies) basada en las Noctes atticae de Aulo Gelio y los Saturnalia de Macrobio. La referencia de Ponce a las festividades dedicadas a Sileno se encuentra en el capítulo 19 del libro sexto de los Geniales dies (fol. CCLXXa de la edición de 1522, Roma, Mazochius). Sobre este autor, ver De Nichilo, 2012. 637 Soledad primera, v. 275. 638 En el libro 5 (el que menciona Ponce) se hallan varias menciones dispersas a la Capadocia y a lugares fundados por las amazonas. He encontrado la referencia concreta al río Termodonte en Plinio, Naturalis Historia 6, 3: «Iris

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famoso por las amazonas que habitaron sus riberas, así en el ejercicio de la guerra como en el de la caza. Ovidio, libro 3 De Ponto; Silio Itálico, libro 8: Silius. Prestrepit et tellus, et Amazonius Thermodon639. Ovidius. Et tu foeminea Thermodon cognite turba640. Claudianus. Thermodontiaca Tanaim fregere securi641.

34. «Escuadrón de amazonas desarmado»642. Significa en estos versos la confusión que causaban al forastero las serranas, porque eran muchas y no había hombre alguno con ellas. Y dice que discurría imaginando si eran bacantes que hacían fiestas al dios Baco —y que, así, miraba si veía con ellas al sátiro Sileno, que era

f lumen deferens Lycum. Ciuitas Ziela intus, nobilis clade Triarii et uictoria C. Caesaris. In ora amnis Thermodon, ortus ad castellum, quod uocant Phanorian, praeterque radices Amazonii montis lapsus. Fuit oppidum eodem nomine et alia quinque, Amazonium, Themiscyra, Sotira, Amasia, Comana, nunc Matium» («el río Iris, que lleva consigo al río Lico. La tierra adentro, la ciudad Ziela, noble por la rota de Triario y victoria de C. César. En la ribera del río Termodoon, nacido junto al castillo que llaman Fanaroea, y corre por las raíces del monte Amazonio. Hubo allí un pueblo del mismo nombre, y otros cinco llamados Famizonio, Temiscira, Sotira, Amasia y Comana, llamado ahora Manteyo», trad. Jerónimo de Huerta, 1624, p. 191). Ver las ediciones de Parma, Andreas Portilia, 1481; Venezia, Johannes Alvisius de Varisio, 1499; París, Ambrosio Girault, 1526. Como en casos anteriores, la referencia que ofrece Ponce pudiera proceder de otra edición de Plinio o, en este caso, haberse querido referir a las menciones a la Capadocia incluidas en el libro 5, a las que he aludido al comienzo de la nota. 639 Silio Itálico, Punica, 8, 430: «perstrepit et tellus et Amazonius Thermodon» («ni retumban con menor tumulto el suelo y el Termodonte, río de las Amazonas», trad. J. Villalba Álvarez, 2005). Con trazo más intenso se colocó un corchete de apertura [ antes de «et Amazonius». 640 Ovidio, Ex Ponto, 4, 10, v. 51: «et tu, femineae Thermodon cognite turmae» («y tú, Termodonte, conocido por el tropel de mujeres», trad. de A. Pérez Vega, Madrid, CSIC, 2000). Los lugares de Ovidio y Silio Itálico eran muy citados en los comentarios de la Eneida (9, v. 659) al hablar del Termodonte. En el manuscrito se ha corregido el trazo de la a de foeminea y de la e de cognite, y se ha tachado una i en Thermodon, que inicialmente se había escrito Thermiodon. 641 Claudiano, De raptu Proserpinae, 2, vv. 65-66: «[...] seu f lauos strauere Getas seu forte rigentem / Themodontiaca Tanaim fregere securi» («ya si abatieron a los rubios Getas, ya si por casualidad hicieron añicos con sus hachas del Termodonte al helado Tánais», trad. M. Castillo Bejarano, 1993). 642 Soledad primera, v. 278.

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guía destas bacantes643 —, o si era escuadrón de amazonas que tenía el arroyo en sus riberas, haciendo emulación al Termodonte644. [fol. 51r] Porque estar solas, y sin arco ni aljaba en cuyas insinias pereciesen, ninfas cazadoras de Diana, le ocasionaba creer645 que eran pacíficas amazonas; de las cuales dice Diodoro Sículo, en el libro 3646, que aborrecieron los hombres y su compañía con extremo, de suerte que, a fuerza de armas, no permitieron ninguno en todo el imperio de la Escitia647 que tuvieron sujeto; por lo cual dice aquí «el yugo de ambos sexos sacudido»648, que es el del matrimonio. El origen de las amazonas y sus batallas y fin escribe copiosamente por extenso Justino histórico, en el libro 2 649, y refiérenlo Quinto Curcio, De gestis Alexandri650; Virgilio, en el 11 de la Eneida651; Valerio Flaco, libro 5652; Estacio, libro 12 de la Tebaida653; Ovidio, in epistula Faedrae654 y en lo de Ponto655. 643 En el margen izquierdo, Ponce anota: «Vease en / Natal / comite / L. 5. C / 8. de su / Mithol.». Se refiere al conocido compendio de mitología de Natale Conti, Mythologiae sive explicationis fabularum libri decem (1567). El capítulo 8 de su libro 5 se dedica a los Silenos. 644 La explicación del lugar que ofrece Ponce parece correcta, como también la que ofreció Díaz de Rivas en sus Anotaciones a la Soledad primera (nota 57, BNE ms. 3.906, fol. 206): «el Thermodoonte es rio de Scithia juncto a el qual habitan las Amazonas como refiere Apolonio y Justino lib. 2. Dice pues el auctor que auia duda, si emulando el arroio al Thermodonte aquel esquadron de serranas era de Amazonas que tremolaban pacificas vanderas porque venian sin armas. Es tambien esta comparacion imitada de Claudiano en el mismo lugar donde aquella compañia de nynphas que acompañaba a Proserpina la compara a las esquadras de las Amazonas»; ver también Jammes, 1994, pp. 253-256. 645 Antes de creer se ha tachado una letra, probablemente una a. 646 Diodoro Sículo, Biblioteca Histórica, 3, 52-55. 647 En la antigüedad, era la región habitada por los escitas entre los siglos viii a C. y ii d C. En términos generales, comprendía los territorios del noroeste del Asia Menor, desde el Danubio a la costa del Ponto Euxino o mar Negro. 648 Soledad primera, v. 283. 649 Justino, Historiarum Philipicarum libri XLIV, 2, 4, donde habla de las amazonas, al igual que en 12, 3. Estos pasajes de Justino eran muy conocidos y citados en la literatura española, como señala Lida de Malkiel, 1974, p. 60. 650 En el margen izquierdo, Ponce anota «L. 6», refiriéndose al lugar de Quinto Curcio, De rebus gestis Alexandri Magni, donde se habla de las amazonas; concretamente, en 6, 5. 651 En la Eneida, la referencia a las amazonas en el libro 11 se vincula al personaje de Camila (Aeneidos 11, v. 532 y ss.). Probablemente Ponce se refiere a estos versos donde Camila y su tropa se asemejan a las Amazonas que viven a orillas del Termodonte (vv. 659-660): «quales Threiciae cum f lumina Thermodontis /

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35. «Al tiempo que de f lores impedido»656: ‘al tiempo que cubierto de f lores’. [fol. 51v] «El rayo nuevo»657: ‘el pequeño cuernecito’. «Purpúrea terneruela»658: ‘cubierta de purpúreas rosas’. «Conducida de su madre»659: ‘llevada allí por su madre, a quien ella se guiaba’660. 652653654655

36. «Doméstico es del Sol, nuncio canoro»661. Homero, en el 8 de la Odisea 662, escribe la fábula de Marte y Venus. Y dice que el gallo era centinela que avisaba de la venida del Sol

pulsant et pictis bellantur Amazones armis» («semejantes a las amazonas tracias, que recorren las márgenes del Termodonte y guerrean con sus pintadas armas», trad. R. Fontán Barreiro, 1986). 652 Valerio Flaco habla de las amazonas en varios lugares de sus Argonáuticas (4, 601-602; 5, 612 y ss., 6, 367-380). 653 Estacio habla de las amazonas en varios lugares del libro 12: en Thebaida 12, vv. 385-392 se compara a la matrona griega Argía con el valor y dureza de las amazonas; en 12, 1161-1216 se muestra la llegada de Teseo, vencedor de las amazonas, y se hace un retrato de estas y de Hipólita, desposada con aquel. En el margen izquierdo, Ponce anota «vease este», refiriéndose probablemente al lugar de Estacio. 654 La cuarta de las Heroidas de Ovidio es la epístola de Fedra a su hijastro Hipólito, hijo de Teseo y de Hipólita, reina de las amazonas. 655 Es el lugar citado por Ponce en el folio anterior; Ovidio, Ex Ponto, 4, 10, v. 51; ver allí la nota. 656 Soledad primera, v. 284. 657 Soledad primera, v. 286. En el manuscrito, esta entrada y las dos siguientes, que reproducen fragmentos del poema, van precedidas por la marca habitual de Ponce en estos casos, que, como se ha indicado, es un signo de forma semejante a la interrogación de apertura. 658 Soledad primera, v. 287. 659 Soledad primera, vv. 287-288. 660 La b parece corregida sobre una inicial u. 661 Soledad primera, v. 294. 662 Homero, Odisea, 8, vv. 266-367. Pero allí Homero no cuenta el episodio del gallo. Este sí se recoge en la Mitología (2, 6) de Natale Conti, quien señala que «También Homero abarcó este tema [los amores de Marte y Venus] en muchos versos del libro VIII de la Odisea» (p. 141). Conti relata que Gallo, un muchacho amigo de Marte, era el encargado de avisarle si alguien venía mientras cometía adulterio con Venus; al quedarse dormido un día, el Sol descubrió a los amantes y Marte castigó al muchacho convirtiéndolo en el animal que lleva su nombre, «por lo que también ahora indica con gran griterío la salida del Sol, como si tuviera que señalar a Marte que tenga cuidado con el Sol» (Mitología, p. 141).

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porque no los hallase juntos663; y que una vez se descuidó y el Sol los vio664, y en pena fue convertido esta ave, que siempre canta antes que salga el sol avisando que ya viene; por lo cual, dice en este verso que es canoro nuncio suyo. 663

37. «Del último occidente»665. Esta ave es el pavo, ya común en España. En las Indias del occidente son estos como acá las gallinas. Y así, dice Juan Lorenzo de Anania, en su Fábrica del mundo, libro 4, [fol. 52r] tratado de la América666: Vi sono parimente una grande infinitá de le loro galline, che grandi como pavoni mutano la cresta, e la barba, che loro pende molto lunga, in tanti colori, quanti sono le pasioni loro.

Con cuyas palabras queda llana la inteligencia destos 4 versos que tratan del pavo. 38. «Que Himeneo», etc.667. Himen, en griego, significa ‘membrana’, que es un vaso donde las mujeres conciben; a cuya causa los antiguos tuvieron668 a Himeneo por el dios de las bodas, según Alberico669 y Remigio670. Mas Lactancio siente esto de otra suerte671. Véase todo en la Genealogia de los dioses del Boccaccio, libro 5672.

663

En el margen izquierdo, Ponce anota: «Ouid. / Met. / 4». Ovidio se ocupa de este mito en Metamorphoses, 4, vv. 167-189. Tampoco señala allí el episodio del gallo. 664 La o de vio y la coma han sido escritas con un trazo más grueso. 665 Soledad primera, v. 311. 666 Se refiere al geógrafo y teólogo italiano Giovanni Lorenzo D’Anania (1545-1609) y a su obra L’vniversale fabrica del mondo, publicada en Nápoles en 1573 y luego en Venecia en 1576. Cito por la edición veneciana el pasaje al que alude Ponce: «ui sono parimenti una grande infinità delle loro Galline, che grandi, come Pauoni, mutano la cresta, e la barba, che loro pende molto lunga, in tanti colori, di quanti forse non son le penne, che hanno addosso, non come il Tarando, ò Camaleone dall oggetto: ma secondo le passioni, che loro si offeriscono nell’animo: di che la gola humana hà hormai fatto, che per tutto ue ne sia copia grandissima» (p. 308). 667 Soledad primera, v. 314. 668 tubiero en el manuscrito.

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39. «No excedía la oreja»673. Este674 concepto es una ironía compuesta, en que dice que resistía el gamo ser llevado a los novios, porque el matrimonio [fol. 52v] aborrece hasta la sombra del cuerno. 669670671672

669

Albericus Londoniensis, identificado con Alexander Neckam (11571217) y con el Mitógrafo Vaticano III (codex. Vat 3413): erudito inglés que, entre otras obras, escribió las Allegoriae poeticae: seu de veritate ac expositione poeticarum fabularum libri quatuor Alberico londonensi authore. Este texto inf luyó en la obra mitográfica de Boccaccio, de donde Ponce toma los datos para su nota. Este es el texto de Alberico: «Venere et Baccho natus fingitur Hymenaeus, quia, ut ait Remigius, ob vini petulantiam libido excitari solet. Dicitur autem Graece ύμήν membrana, quae est proprie muliebris sexus, in qua puerperia fieri dicuntur. Inde Hymenaeus nuptiarum dictus est» (‘se supone que Himeneo nació de Venus y Baco, pues, como dice Remigio, la libido suele excitarse a causa del desenfreno del vino. En griego himen significa membrana, que es propia del sexo de la mujer, en la cual se producen los partos. De ahí que Himeneo se dice de las bodas’) (tratado 4, cap. 2, fol. xl de la ed. de París, Joannis de Marnef, 1520). 670 Remigio de Auxerre (c. 841-908), Comentum in Martianum Capellam, libro 1, 3, 5: «Hymen Grece dicitur membranula, et est proprie muliebris sexus in qua fiunt puerperia, inde dictus est Hymeneus nuptiarum deus» (‘Himen en griego significa membrana, y es propia del sexo de la mujer, en la que se producen los partos; de ahí que se diga que Himeneo es el dios de las bodas’). El texto de Remigio fue utilizado por Alberico en el pasaje citado en la nota anterior. 671 Lactantius Placidus (c. 350-c. 400), In Statii Thebaida Commentum, 3, 283: «Hymenaeis Hymenaeus puer genere Atheniensis fuit [...]» (ed. R. D. Sweeney, 1997, pp. 195-196). Ver el texto completo de Lactancio Plácido en el pasaje de Boccaccio incluido en la nota siguiente. 672 Ponce toma sus informaciones de Boccaccio, Genealogia deorum gentilium (5, 26): «Hymeneum dicit Albericus filium fuisse Bacchi & Veneris, & sequitur auctoritatem Remigii, ob id habitum, quia ex nimia petulantia libido soleat excitari. Hymen autem graece dicitur membrana, quae est proprie muliebris sexus, in qua puerperia fieri dicuntur, inde Hymeneus nuptiarum deus dictus est. Sanè Lactantius ab historia tractum dicit scribens: quia Hymeneus puer fuerit Atheniensis mediocri genere natus, qui cum annos puerilis aetatis excederet, nec dum uirum posset implere, ea pulchritudine fuisse praeditum dicitur, ut foeminam mentiretur. Istum cum una ex ciuibus suis uirgo nobilis adamasset, is quia nuptias desperabat, puellam tamen uersa uice diligebat extreme, & animo saltem aspectu satisfaciebat suo. Cumque nobiles foeminae cum uirginibus sacra Cereris Eleusinae celebrarent, subito aduentu piratarum raptae sunt, inter quas etiam Hymeneus, qui illò à se dilectam secutus fuerat. Cum igitur per longinqua maria praedam, piratae uexissent, ad quandam tandem regionem deuoluti, & ibi somno oppressi, ab insequentibus interempti sunt omnes. Hymeneus autem relictis uirginibus euolauit Athenas, pactus à consanguineis dilectae suae nuptias, si illis

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40. «El arco del camino pues torcido»675. Estos quince versos consecutivos se construyen así676: ‘Torcido, pues, el arco del camino, que habían con trabajo las gallardas serranas desmentido por la fragosa cuerda del atajo; hechas treguas suaves los fuertes hombros con las cargas graves; de la cansada juventud vencido el ya sañudo arroyo, ahora manso, sueño le ofrece a quien buscó descanso; merced de la hermosura que ha hospedado, si no efectos dulces 673674

filias nuper raptas restitueret, quas ubi pro uoto restituit, exoptatam accepit uxorem. Quod coniugium quia felix fuerat, placuit Atheniensibus nomen Hymenei misceri nuptiis» (p. 138, ed. de Basilea, 1532) («Dice Alberico que Himeneo fue hijo de Baco y de Venus y sigue la opinión de Remigio, por lo que se considera que su pasión solía excitarse con excesiva insolencia. En griego se llaman hymen a la membrana que es propia del sexo de la mujer, en la que se dice que se producen los dolores del parto, por lo que Himeneo recibe el nombre de dios de las bodas. Pero Lactancio dice que lo ha tomado de la historia al escribir que Himeneo fue un niño de Atenas nacido de familia de tipo medio del que se dice que, al salir de la edad infantil y no haber podido cumplir todavía los de la virilidad, estaba dotado de una hermosura tal que podía pasar por una mujer. Puesto que a él lo amaba una doncella noble de entre sus conciudadanos, él, ya que no tenía esperanzas de boda, amaba también profundamente a la joven y al menos se complacía en su espíritu contemplándola. Y cuando las mujeres nobles celebraban con las doncellas los sacrificios de Ceres Eleusina, fueron raptadas con una súbita llegada de los piratas, entre las cuales también Himeneo, que había seguido a la que amaba. Por tanto, después de que los piratas transportaran su presa a lo largo de dilatados mares, finalmente fueron arrojados a una región y allí, oprimidos por el sueño, fueron muertos todos por los que los perseguían. Pero Himeneo, dejando a las doncellas, fue corriendo a Atenas, pactó con los padres de su amada las bodas si les devolvía las hijas hacía poco raptadas y, cuando las devolvió según la promesa, recibió como esposa a la que deseaba. Puesto que este matrimonio había sido feliz, fue del agrado de los Atenienses mezclar el nombre de Himeneo en las bodas», trad. M.ª Consuelo Álvarez y Rosa M.ª Iglesias, 1983). 673 Soledad primera, v. 329. 674 Ponce coloca antes del demostrativo el habitual signo semejante a la apertura de interrogación con el que marca a menudo los inicios de párrafo o entrada. 675 Soledad primera, v. 335. 676 En el margen izquierdo, el corrector añade su interpretación del pasaje (vv. 335-349): «*Vencido de la gallarda juventud el camino del arco tor / cido que abian desmentido las serranas por la / fragosa cuerda del atajo i [el resto de la anotación no se lee por haber sido cortado el folio para la encuadernación]». En el margen inferior del folio, Ponce le contesta lo siguiente: «Así estaua esto arriba, no se que margen es esta».

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del concento677 que las duras cuerdas de negras guijas, en las lucientes clavijas de marfil, hicieron a su curso acelerado, en cuanto a su furor perdonó el viento’. Esto es que el arroyo corría manso y sonoro en la playa cuando había bajado de la cumbre de la sierra —donde [fol. 53r] batía con más fuerza el viento—, si no era fuerza de la hermosura o recompensa agradecida de la música que le hizo la serrana con las pizarras, a quien llama «duras cuerdas de negras guijas», y «lucientes clavijas de marfil» a los dedos que las tañían. 41. «Cuál tigre la más fiera», etcétera678. En estos versos imita admirablemente a Horacio, libro 1, oda 3, que escribió sobre la navegación de Virgilio a Atenas; donde, maldiciendo al primero que inventó la navegación, dice679: _____Illi680 robur, et aes681 triplex circa pectus erat, qui fragilem truci682 commisit pelago ratem, primus.

42. «El campo undoso, en mal nacido pino»683. Llama al pino «mal nacido» —id est, nacido para mal—, en orden al efecto [fol. 53v] que tuvo sirviendo después en los vasos de la navegación. Mas si conforme a la fábula de Atis queremos entenderlo, no será impropio: este fue convertido en pino por la diosa Cibele, a quien hizo un agravio; y así, porque fue hijo de una desesperación y venganza,

677

‘canto acordado y armonioso’; parece haberse escrito primero contento, y corregido luego la primera t por una c. 678 Soledad primera, v. 366. 679 Horacio, Odas, 1, 3, vv. 9-12: «Illi robur et aes triplex / circa pectus erat, qui fragilem truci / commisit pelago ratem / primus, [...]» («Roble y tres capas de bronce / el pecho cubrían de quien frágil nave / entregó el primero al piélago», trad. M. Fernández-Galiano, 1990). 680 Respeto la disposición gráfica de la cita en el manuscrito de Ponce. Ver el texto de Horacio en la nota anterior. Ponce escribió primero ille y luego corrigió illi. 681 La voz aes la escribe Ponce en la parte superior de la línea, sobre una palabra tachada, que no se lee. 682 Ponce parece haber escrito primero trieci o una voz similar, y luego corregido truci. 683 Soledad primera, v. 371.

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pudo también llamarle «mal nacido». Ex Ovidio, Metamorfosis, 10684. Heródoto, in Erato, hoc est, libro 6685: Hirsuto vertice pinus grata deum matri686 minabatur se extirpaturum lampsacenos pini in morem687.

Camões, égloga 7688:

684 Ovidio, Metamorphoses, 10, vv. 103-105: «et succinta comas hirsutaque uertice pinus, / grata deum matri; siquidem Cybeleius Attis / exuit hac hominem truncoque induruit illo» («y el pino carrasco de remangada fronda y velluda copa, favorito de la madre de los dioses, puesto que Atis, el amigo de Cibeles, se desnudó de la naturaleza humana cambiándola por la de aquel árbol, y en su tronco se endureció», trad. A. Ruiz de Elvira, 1990). 685 Ponce se refiere al libro sexto (Erato, Herat. en el texto de Ponce) de Los nueve libros de la historia, del historiador griego Heródoto. Concretamente, al pasaje (6, 37) donde Creso amenaza a los lampsacenses con que iba a exterminarlos como a un pino, único árbol que, una vez talado, no vuelve a brotar. Cito el pasaje por la edición latina publicada en Venecia en 1498: «Ea re Croesus Lydus audita (erat autem Croeso Miltiades charus) per nuncios lampsacenis praecepit ut hominem missum facerent: alioqui se illos in morem pini extriturum comminatus est. Hac oratione nutantibus lampsacenis quid sibi uelet quod Croesus minabatur se illos in morem pini extriturum. Vix tandem quidam e maioribus natu intelligens, quid illud esset: exposuit inquiens pinum ex omnibus arboribus solam esse quae excisa nullam sobolem remittat: sed prorsus emoriatur» (fol. LXXXII) («Sin embargo Milcíades se había granjeado la amistad del lidio Creso, por lo que, cuando éste se enteró de lo ocurrido, envió emisarios conminando a los lampsacenos a poner en libertad a Milcíades, ya que, de lo contrario —los amenazó—, iba a exterminarlos como a un pino. En sus cavilaciones, los de Lámpsaco no atinaban con lo que quería decir la afirmación, que en son de amenaza les había dirigido Creso, de que iba a exterminarlos como a un pino. Finalmente, un anciano consiguió comprender su verdadero significado, diciéndoles que el pino es el único árbol del mundo que, una vez talado, no vuelve a retoñar, sino que se pierde definitivamente», trad. C. Schrader, Madrid, Gredos, 2000). 686 Ovidio, Metamorphoses, 10, vv. 103-105, texto que se recoge dos notas más arriba. 687 La cita de Ponce referida al lugar de Heródoto fue muy difundida en officinas, como la de Ravisio Textor en la entrada Pinus: «Propterea Croesus (ut est apud Herodotum in Erato) minabatur se extirpaturum Lampsacenos pini in morem». 688 Camões, égloga 7, vv. 356-363 (Berecintia, üa, deusa, perdesse en la edición).

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está o moço de Frigia delicado no mais alto arvoredo convertido, que tantas veces fere o vento irado, galardaõ de seus erros merecido, que da alta Berecinthia sendo amado per hua ninfa baixa foi perdido, e da deosa a quem perdeu do pensamento quis que também perdese o entendimento.

[fol. 54r] 43. «Vaga Clicie del viento»689. Según Ovidio, Metamorfosis 4690, fue Clicie una ninfa que, desfavorecida u despreciada de Apolo, murió de pena y fue transformada por él en la hierba o f lor que llamamos vulgarmente heliotropio, gigantea o mirasol, porque siempre le sigue volviendo el rostro hacia él; cuyo símil hace a las velas del navío, que siempre miran los vientos; y añade «en telas hecho, antes que en f lor, el lino»691, siguiendo siempre esta metáfora. 44. «Al frigio muro, el otro leño griego»692. El «frigio muro» es el de Troya, que aquí se entiende por la misma ciudad, situada en Frigia693; el «leño griego» es el que fue694 causa de su incendio. Dice, pues, que no han sido menos dañosas las naves en llevar diversidad de armas para oprimir el mundo, que él en la destruición de Troya.

689

Soledad primera, v. 372. Ovidio, Metamorphoses, 4, vv. 206-270. 691 Soledad primera, v. 373. 692 Soledad primera, v. 378. 693 Desde la antigüedad, Troya se ubicaba en la región de Frigia, situada en el Asia Menor. Ver, por ejemplo, san Isidoro, Etimologías 9, 2, 67, y Casas Rigall, 1999, p. 34. 694 Ponce escribe la secuencia «que fue» en la parte superior de la línea, sobre una palabra tachada que no se lee (sus primeras letras parecen Pl). Es posible que la palabra tachada hiciese referencia al caballo de Troya, al que en la época se nombraba a veces, erróneamente, como Paladión o Paladio, voz que en realidad se refiere a la estatua de Palas Atenea que se conservaba en Troya. Sobre esta confusión, ver Casas Rigall, 2002, pp. 63-66. Góngora se referirá al caballo de Troya con la metonimia «leño griego». 690

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[fol. 54v] 45. «Náutica industria investigó, tal piedra», con 13 versos695. Dice —siguiendo la misma imitación de Horacio696 — cuál fue el nauta o marinero que investigó tal piedra que abraza el acero fulminante697 como la hiedra el escollo; y, lisonjera, solicita u mira al norte: diamante o estrella que más luce cerca del polo; «y, con virtud no poca, distante la revoca», id est, la llega o atrae698; elevada —cuando está más alta o apartada— la muestra, ya al oriente, ya al occidente699, cuyo mar llama —con poético y supremo estilo700 — «cerúlea tumba que guarda las cenizas del día»701, porque fingieron los poetas que en ella muere su luz. Y algunos filósofos dijeron que el sol moría o se acababa cada noche, y para el siguiente día nacía o se criaba otro de nuevo702. [fol. 55r] 46. «Tifis, el primer leño mal siguro condujo, muchos luego Palinuro, si bien por un mar ambos, que la tierra estanque dejó hecho cuyo famoso estrecho una, y otra de Alcides llaves cierra»703.

695

Soledad primera, vv. 379-392. Horacio, Odas, 1, 3, poema muy imitado en el Siglo de Oro para desarrollar el tópico de la censura del navegante que se adentra en lo desconocido del océano. 697 Se refiere a la piedra imán; ver Jammes, 1994, pp. 276-277; Carreira, 2015, p. 425, y López Bueno, 2018, pp. 149-150, n. 315, para la explicación del pasaje. 698 ‘La estrella polar atrae hacia sí la aguja de la piedra imán cuando dicha aguja está alejada de esa estrella’. El verbo revoca se toma en su acepción latina de atraer, llamar hacia sí (revocare). 699 ‘Cuando la estrella polar está encima de la aguja de la piedra imán, esta aguja se mueve constantemente de oeste a este’. 700 Aquí debería cerrarse el paréntesis que enmarca la frase con poético y supremo estilo, el cual no se cierra en el manuscrito (fol. 54v). 701 En el margen izquierdo se dibuja una cruz. 702 Es doctrina que se atribuye sobre todo a Heráclito de Éfeso. 703 Soledad primera, vv. 397-402. El manuscrito copia «llaves» en lugar del habitual «llave». También aparece en plural en la copia del poema que inicia el manuscrito (fol. 15r). Ver allí, en nota, más detalles sobre esta variante. 696

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Tifis fue el piloto de la primera nave Argos, en que Jasón pasó a Colcos. Virgilio, égloga 4: Alter erit tum Tiphys, et altera quae vehat Argo delectos heroas704.

Palinuro, piloto de la nave en que fue Eneas desde Grecia a Italia. Eiusdem, libro 5, Eneida: Princeps ante omnes densum Palinurus agebat agmen705.

«Que la tierra / estanque dejó hecho»706. Este lugar requiere, para su aprobación y inteligencia, otro de Diodoro Sículo al principio del libro 5707, en que, hablando de Hércules, dice estas palabras habiendo hecho mención de las columnas708 [fol. 55v]: «Hay, pues, dos montes, uno de cada parte, a la entrada de nuestro mar, puestos muy adentro en el océano; en los cuales fijó Hércules las columnas, sacando tanta tierra de las faldas destos montes, que se estrechó a la entrada el océano, de suerte que no hay capacidad para entrar una ballena». Y añade: «Otros dicen que ambos montes estaban juntos, y que él los dividió de modo que el f lujo de aquel mar entró

704 Virgilio, Ecloga 4, vv. 34-35: «Otro Tifis habrá entonces y una segunda Argo que transporte la f lor de los héroes» (trad. T. de la Ascensión Recio García, 1990). 705 Virgilio, Aeneidos 5, vv. 833-834: «Palinuro en cabeza delante de todos guiaba el denso / ejército» (trad. R. Fontán Barreiro, 1986). 706 Soledad primera, vv. 399-400. 707 En las ediciones modernas de la Biblioteca Histórica, el pasaje se encuentra en 4, 17. La ubicación del episodio varía en las ediciones antiguas: en la de Basilea, Henrichum Petri, 1548, se sitúa en 5, 12 («De Hercule, et dvodecim eius laboribus, caeterisque ab eo usque ad vitae finem gestis»); en la de Basilea, 1559, en 4, 2. Probablemente Ponce manejó una de estas traducciones latinas. Se considera que la primera es la que Poggio Bracciolini hizo de los cinco primeros libros en 1449; más detalles sobre la recepción de la Biblioteca Histórica en Nieto Orriols, 2015, pp. 335-339. 708 Se refiere al décimo trabajo de Hércules, quien capturó los bueyes de Gerión en la isla de Eritria. En su camino desde Grecia a esa isla logró comunicar el Mediterráneo y el Atlántico levantando dos grandes columnas, que corresponderían al peñón de Gibraltar y al de Abilia.

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en la tierra». Por lo cual llama709, con toda propiedad, «estanque» a la parte donde el agua quedó como cerrada en aquel estrecho, hoy llamado el de Gibraltar, que es el que describe; en cuyo mar Mediterráneo navegaron los primeros Tifis y Palinuro, si bien fue su navegación muy distante deste golfo. [fol. 56r] «Una y otra de Alcides llaves cierra»710. Las llaves que cierran el estrecho son las dos columnas que puso Hércules sobre estos montes, con el NON PLUS ULTRA, de la suerte que hemos dicho. 47. «Nace en sus ondas, y en sus ondas muere»711. Véase el fin de la nota 45712. 48. «Abetos suyos tres»713. Es translación tomada de Virgilio, Georgica 2: etiam ardua palma nascitur, et casus abies visura marinos714.

Dice que de tres naves vio Neptuno, dios de las aguas, pisadas las arenas no tocadas hasta entonces de otro alguno715. Estas fueron las que llegaron a descubrir y conquistar las nuevas Indias del Oriente716.

709

El sujeto es Góngora. Soledad primera, v. 402. 711 Soledad primera, v. 408. 712 Esa nota de Ponce se refiere a los versos de Góngora «ya a la que sella / cerúlea tumba fría / las cenizas del día» (vv. 390-392), con los que alude al mar porque algunos poetas y filósofos dijeron que en él nacía y moría el sol. 713 Soledad primera, v. 413. 714 Virgilio, Georgicon, 2, vv. 67-68 («y de la misma forma nace la alta palma y el abeto, destinado a ver los peligros del mar», trad. T. de la Ascensión Recio García, 1990). 715 Como se ha dicho en la introducción (apdo. 8) y en la nota a este verso (fol. 15v), la interpretación de Ponce se basa en la puntuación y variantes de la copia que manejó (vv. 414-416): «abetos suyos tres, aquel tridente / vio la arena, Neptuno / conculcada hasta allí de otro ninguno». 716 El corrector subrayó la frase y anotó lo siguiente en la parte inferior del folio: «estas son las tres caravelas con que pri / mero descubrio Colon». 710

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[fol. 56v] 49. «A pesar luego de áspides volantes»717. Habla también en estos 11 versos del descubrimiento y conquista destas Indias, cuya navegación primera hicieron los españoles, sin impedir su impresa718 los peligros y guerra de los caribes, de quien se dice sustentarse de carne humana y que pelean con f lechas herboladas719, por lo cual las llama «áspides volantes» y «tósigo del viento»; y a ellos, por su crueldad, los atribuye este nombre de «lestrigones», que fueron unos pueblos de bárbaros inhumanos de quien escriben Homero en el 10 de la Odisea720; Plinio, libro 7, capítulo 2, al principio721; Aulo Gelio, libro 15, capítulo 21, al fin722; y el Ariosto, en la estancia 9 del canto 36 del Furioso, al último verso723; Ovidio,

717

Soledad primera, v. 419. Mantengo la voz, que alterna con empresa en el Siglo de Oro. 719 ‘envenenadas’. 720 Homero, Odisea, 10, vv. 80-134, donde se relata cómo Odiseo y los suyos llegaron a Telépilo de Samos, ciudad de Lestrigonia. Los lestrigones, gigantes antropófagos, devoraron a todos los compañeros de Odiseo menos a él y a los de su nave, que había sido amarrada más lejos, fuera del puerto. 721 Plinio, Naturalis Historia 7, 2: «Esse Scytharum genera et quidem plura, quae corporibus humanis uescerentur, indicauimus. Id ipsum incredibile fortasse, ni cogitemus in medio orbe terrarum ac Sicilia [et Italia] fuisse gentes huius monstri, Cyclopas et Laestrygonas, et nuperrime trans Alpis hominem immolari gentium earum more solitum, quod paulum a mandendo abest» («Ya mostramos haber entre los escitas muchas generaciones que se sustentan de carne humana. Esto acaso parece era increíble, si no considerásemos que, en el medio del mundo, como es en Italia y en Sicilia, hubo gentes que usaban esta monstruosidad, como los cíclopes y los lestrigones, y poco ha que, detrás de los Alpes, tenían costumbre de sacrificar hombres, que difiere poco de comerlos», trad. Jerónimo de Huerta, 1624, p. 252). 722 Aulo Gelio, Noctes atticae, 15, 21: «Quod a poetis Iouis filii prudentissimi humanissimique, Neptuni autem ferocissimi et inhumanissimi traduntur. Praestantissimos uirtute, prudentia, uiribus Iouis filios poetae appellauerunt, ut Aeacum et Minoa et Sarpedona; ferocissimos et inmanes et alienos ab omni humanitate tamquam e mari genitos Neptuni filios dixerunt, Cyclopa et Cercyona et Lastrygonas» («Los poetas cuentan que los hijos de Júpiter eran de lo más sabio y muy humanos; sin embargo, los de Neptuno muy feroces e inhumanos. Los poetas llamaron a los hijos de Júpiter sobresalientes en virtud, sabiduría y fuerza, como Eaco, Minos y Sarpedón; de los hijos de Neptuno, como nacidos que eran del mar, dijeron que eran muy feroces, despiadados y ajenos a toda humanidad, como el Cíclope, Cerción, Escirón y los Lestrigones», trad. S. López Moreda, Madrid, Akal, 2009). 723 Ariosto, Orlando furioso, canto 36, estancia 9: «Festi, barbar crudel, del capo scemo / il più ardito garzon che di sua etade/ fosse da un polo a l’altro, e 718

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Metamorfosis, 14, después del principio, verso 234724; Juvenal, sátira 15, verso 18725; Beroso, libro 5726.

da l’estremo / lito degl’ Indi a quello ove il sol cade. / Potea in Antropofàgo, in Polifemo / la beltà e gli anni suoi trovar pietade; / ma non in te, più crudo e più fellone / d’ogni Ciclope e d’ogni Lestrigone». 724 Ovidio, Metamorphoses, 14, vv. 233-238: «Inde Lami ueterem Laestrygonis –inquit– in urbem / uenimus; Antiphates terra regnabat in illa / missus ad hunc ego sum, numero comitante duorum;  /  uixque fuga quaesita salus comitique mihique; / tertius e nobis Laestrygonis impia tinxit / ora cruore suo […]» («A continuación —dice— fuimos a parar a la antigua ciudad del lestrigón Lamo. Antífanes reinaba en aquel país. Fui yo el encargado de visitarle, acompañado por dos hombres, y apenas conseguimos escapar y librarnos uno de mis compañeros y yo; el tercero de nosotros humedeció con su sangre la impía boca del lestrigón», trad. A. Ruiz de Elvira). 725 Juvenal, Saturae, 15, vv. 16-18: «[…] In mare nemo / hunc abicit saeua dignum ueraque Charybdi, / fingentem inmanes Laestrygonas atque Cyclopas?» («¿No habrá nadie que arroje al mar a este tipo, que se merece un Caribdis cruel y auténtico, pues se inventa los cíclopes y los lestrigones monstruosos?», traducción de M. Balasch, Madrid, Gredos, 1991). 726 Beroso fue un sacerdote babilonio, del siglo iii a. C, cuya Historia de Babilonia se conoció parcialmente por citas del historiador Flavio Josefo. El libro del que habla Ponce, muy famoso en el Siglo de Oro, es una falsificación que, a finales del siglo xv, llevó a cabo el dominico Annio de Viterbo de lo que pretendía eran textos descubiertos del Beroso. La obra en cuestión eran los Commentaria super opera diversorum auctorum de antiquitatibus, también conocida como Berosi sacerdotis chaldaici antiquitatum Italiae ac totius orbis libri quinque, commentariis Ioannis Annii Viterbensis. En ella, la referencia más importante a los lestrigones se da en el libro primero; en concreto, en el comentario de Annio que sigue a 1, 2 («Berosi liber primus, de temporibus ante primum diluvium»), al hablar de diversos pueblos antropófagos: «Plinius in quinto naturalis historiae capitulo septimo asserit Scythas esse, qui humanis corporibus vescuntur. Et subdit. Incredibile quidem videretur nisi cogitemus in medio terrarum Sicilia et Italia fuisse huiuscemodi monstri gentes Cyclopas et Lestrigones, et nuperrime trans Alpes hominem immolari solitum, quod paulum a mandendo abest» (p. 46 de la ed. de Amberes, in aedibus Inoannis Steelsii, 1572) (‘Plinio, en el libro 5, capítulo 7, de su Historia natural, afirma que los escitas se alimentaban de cuerpos humanos. Y añade que sin duda parecería increíble si no pensásemos que en el interior de las tierras de Sicilia e Italia habitaron los cíclopes y los lestrigones, que eran monstruos de esta clase; y hasta hace muy poco, tras los Alpes, es habitual el sacrificio humano, lo que dista poco de comer carne humana’). Ponce sitúa el pasaje en el libro 5 por haber cruzado el dato con la referencia de Plinio, o por haber consultado otra edición de la obra.

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[fol. 57r] Da el nombre de istmos a727 estos indios, porque istmo en griego es ‘lugar cercado de dos mares’; y así, Alexander ab Alexandro, libro 5, capítulo 8728, dice que los sacrificios y juegos istmos se celebraban en el istmo de Acaya, cerca de Corinto, en el seno de Megara. Y hablando desta ciudad, dijo Ovidio en el 4 de los Fastos 729: Hadriacumque patens lati, bimaremque Corinthon.

Y el Peloponeso, isla de Europa, está vecina a la Grecia, en un angosto istmo que cercan el mar Jonio y Egeo. Y así, dice «el Istmo que al océano divide»730 porque está cercado de él como isla. 50. «Y sierpe de cristal, juntar le impide la cabeza del norte coronada con la que ilustra el sur, cola escamada de antárticas estrellas»731. [fol. 57v] Esta «sierpe de cristal» es todo el mar océano, en medio del cual están las Indias orientales, de suerte que sus aguas se mueven circularmente por entre todas; porque, comenzando en septentrión (según Alberto Magno, libro 3, capítulo 6 de los Meteoros)732, descienden

727

En el margen izquierdo, el corrector anota a lo subrayado: «Aqui se entiende el descubrimiento del mar del Sur / que hiço Vasco Nuñez de Balboa vençiendo el istmo / que ai entre un mar i otro». 728 Alessandro Alessandri (1461-1523) —Alexander ab Alexandro—: Geniales dies, lib. 5, cap. 8, fol. CXCVIv de la ed. de 1522, Roma, Mazochius: «Tertii Isthmii in Isthmo Achayae iuxta Corinthum in Megarensium sinu [...]» (‘Los terceros juegos son los Juegos Ístmicos, llamados así, pues tenían lugar en el istmo de Acaya, cerca de Corinto, en el golfo de Megara’). 729 Ovidio, Fasti, lib. 4, v. 501: «y el Adriático, ancho y abierto, y a Corinto, a caballo entre dos mares» (trad. B. Segura Ramos, 1988). 730 Soledad primera, v. 425; «el océano» en el manuscrito. Debe de ser error de Ponce, pues la copia de la Soledad primera que aparece al comienzo del manuscrito (fol. 15v) lee «al océano». Rojas, 2015, p. 153, registra ese mismo error («el océano») en el ms. Bodleian Library (Arch. Seld, A. II. 13). 731 Soledad primera, vv. 426-429. 732 La explicación del movimiento de las aguas del océano partiendo del norte se encuentra el tratado 3, libro 2 («De aquis») de la obra de san Alberto Magno De meteoris (ed. de Venecia, 1488); concretamente, en los capítulos 5 («De vera sententia de esse maris») y 6 («Et est digressio declarans de causa f luxus maris: et quare f luxus eius communiter est ab aquilone in meridiem»).

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por el mar Escítico733 y por la parte oriental del Asia, y de allí, siguiendo el curso del cielo, se mueven al occidente, y, impedido su movimiento de la tierra de aquellas Indias, vuelven al septentrión torciendo su camino, y, circundando continuamente, pasan entre la Europa y las Indias del occidente. Y así dice, con propiedad y noticia, que el istmo de la India impide que este mar —a quien, por sus vueltas y círculos llama «sierpe de cristal»— junte la cabeza [fol. 58r] —que es su principio septentrional, donde la corona el norte— con la cola, que es el fin puesto a la parte del sur, cuyas estrellas son antárticas por la declinación734 que tienen desde la equinoccial735 al polo antártico. 51. «Mas los que lograr bien no supo Midas metales homicidas»736. Llama así al oro y plata por lo que escribe Ovidio (Metamorfosis, 11) de Midas, que fue tan poderoso en riquezas que se fingió convertía en oro cuanto tocaba; de suerte que, haciendo lo mismo con el sustento, vino a morir a manos de su ambición737. 52. «Conducir orcas, alistar ballenas»738. Escribe Plinio, en el capítulo 6 del 9 libro, cosas raras destos marinos monstruos; y dice ser semejantes en la grandeza del cuerpo y en las fuerzas. Véase, porque es admirable su muerte y sus batallas739. 733

Es el mar Negro. declinación: «distancia angular de un astro al ecuador celeste, que equivale a la latitud terrestre» (DLE). 735 Es el ecuador terrestre. 736 Soledad primera, vv. 433-434. 737 Ovidio, Metamorphoses, 11, vv. 92-146. 738 Soledad primera, v. 436. 739 Estos son los prodigios que invita a leer Ponce; Plinio el Viejo, Naturalis Historia, 9, 6: «Ballaenae et in nostra maria penetrant. In Gaditano oceano non ante brumam conspici eas tradunt, condi autem statis temporibus in quodam sinu placido et capaci, mire gaudentes ibi parere. Hoc scire orcas, infestam his beluam et cuius imago nulla repraesentatione exprimi possit alia quam carnis inmensae dentibus truculentae. Inrumpunt ergo in secreta ac uitulos earum aut fetas uel etiamnum grauidas lancinant morsu incursuque ceu Liburnicarum rostris fodiunt. Illae ad f lexum inmobiles, ad repugnandum inertes et pondere suo oneratae, tunc quidem et utero graues pariendiue poenis inualidae, solum auxilium nouere in altum profugere et se toto defendere oceano. Contra orcae occurrere 734

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53. «Tú ya Cudicia, aun de las estigias aguas torpe marinero»740. [fol. 58v] Dice Lucio Apuleyo en el 6 libro Asini aurei, hablando con Psique: «y cuando llegares al río donde esta Carón741, él te pedirá portazgo por pasarte en su barca, que hasta allí entre los muertos hay codicia»742.

laborant seseque opponere et caueatas angustiis trucidare, in uada urguere, saxis inlidere. Spectantur ea proelia ceu mari ipso sibi irato, nullis in sinu uentis, f luctibus uero ad anhelitus ictusque quantos nulli turbines uoluant» («También las ballenas pasan a nuestro mar. En el Océano Gaditano, dicen que no se ven antes del invierno, porque en tiempo de estío se entran en algún seno capaz para ellas y agradable, y allí paren holgándose grandemente. Dicen que saben esto las orcas, bestias muy enemigas de las ballenas, y cuya forma no se puede declarar con otra semejanza sino con la de una gran máquina de carne armada de terribles dientes. Estas, pues, van furiosas a las partes secretas donde están las ballenas, y a sus hijuelos, y a las recién paridas, y también a las preñadas las despedazan a bocados y, acometiéndolas desenvueltamente, las barrenan y pasan, como con puntas de ligeros navíos. Pero las ballenas, poco ligeras para poderse revolver, y cargadas con su propio peso, y más con estar preñadas o desmayadas con los dolores del parto, no tienen otro remedio sino huir en alto mar y defenderse con todo el océano. Pero las orcas procuran salirles al encuentro y, oponiéndose a ellas, despedazarlas en las estrechuras de los peñascos y forzarlas a salir a los bajíos, y quebrantarlas en las peñas. Vense estas batallas que parece estar el mar airado consigo mismo; y aunque no andan vientos algunos en el seno, con el anhélito y respirar de las bestias, y con los golpes que dan en el agua, se levantan las olas como si hubiera grandes vientos y tempestades», trad. Jerónimo de Huerta, 1624, p. 534). 740 Versión diferente a la final de estos vv. 443-444: «Tú, Cudicia, tú, pues, de las profundas / estigias aguas torpe marinero». Más detalles en la nota a este verso que se incluye al comienzo del manuscrito (fol. 16r). 741 El Aqueronte; el barquero Carón lo atravesaba con las almas de los muertos que transportaba al Hades. 742 Se enmendó Codicia sobre Cudicia. Apuleyo, El asno de oro, 6, 18: «cum ad f lumen mortuum uenies, cui praefectus Charon protenus expetens portorium sic ad ripam ulteriorem sutili cumba deducit commeantes. Ergo et inter mortuos auaritia uiuit» (fol. 80v, ed. Amberes, 1551). Ponce pudo haber traducido directamente el texto, pero también haber conocido la traducción de Diego López de Cortegana (c. 1513), donde el pasaje se ubica en 6, 3: «y después, como llegares al río muerto donde está Carón, él te pedirá el portazgo, porque así pasa él en su barca de la otra parte a los muertos que allí llegan; porque has de saber que hasta allí entre los muertos hay avaricia». Más detalles sobre esta traducción en Pejenaute, 1993.

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54. «El promontorio que Éolo743, sus rocas candados hizo de otras nuevas grutas para el austro de alas nunca enjutas para el cierzo espirante por cien bocas»744. Fingieron los poetas tener Eolo, su dios745, encerrados los vientos en unas peñas de las Islas Eolias, que están entre la Italia y Sicilia; y así, dice en estos 4 versos746 lo que Virgilio, libro 1 de la Eneida, en otros 4747: Nimborum in patriam loca faeta furentibus austris, Aeoliam venit. Hic vasto rex Aeolus antro luctanteis ventos, tempestatesque sonoras imperio premit, ac vinclis et carcere fraenat.

Austro es un viento que corre del ángulo del mediodía748, llamado por los griegos [fol. 59r] Noto —de nothis, que significa ‘humor’749— por las pluvias y humedades que causa. Autor es Aulo Gelio, libro 2, capítulo 22750. Y así, le da el epíteto de «alas nunca enjutas».

743 Ponce había escrito «El promontorio Éolo, que sus rocas». Con trazo más grueso y tinta más oscura (parece la mano del corrector) se enmendó, tachando que y colocándolo, con una cruz como llamada, antes de Éolo. También se había hecho esa enmienda en la copia del poema que aparece al comienzo del manuscrito (fol. 15v); ver allí la nota correspondiente. 744 Soledad primera, vv. 447-450. 745 Entiendo ‘el dios de los vientos’. 746 Góngora, en los citados vv. 447-450. 747 Virgilio, Aeneidos, 1, vv. 51-54 («a la patria llegó de los nimbos, lugares preñados de Austros furiosos, / a Eolia. Aquí en vasta caverna el rey Éolo / sujeta con su mando a los vientos que luchan y a las tempestades / sonoras y los frena con cadenas y cárcel», trad. R. Fontán Barreiro, 1986). 748 ‘El sur’. 749 Griego νοτίς: ‘humor’; νότος: ‘Noto, viento del sur’. 750 Aulo Gelio, Noctes atticae, 2, 22, 14: «Meridies autem, quoniam certo atque fixo limite est, unum meridialem uentum habet: is Latine ‘auster’, Graece νότος nominatur, quoniam est nebulosus atque umectus; νότίς enim Graece umor nominatur» («El mediodía, en cambio, porque está situado en un punto fijo y bien determinado, tiene un solo viento del sur, el llamado por los latinos Austro, y por los griegos Noto, porque es nebuloso y húmedo; y es que en griego notís significa “humedad”», trad. S. López Moreda, 2009).

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El cierzo nace a la parte diestra del septentrión. Dice de él Plinio, libro 17, capítulo 2751, que es tan violento y recio que en la provincia de Narbona despega y vuela las techumbres de las casas752, por lo cual es buen hipérbole «para el Cierzo espirante por cien bocas». Aquí habla también del descubrimiento del mar del Sur753 y conquista de la tierra firme oriental que hizo Vasco Núñez de Balboa754, en cuya navegación pasó la tórrida zona con inmensos calores y tormentas, por que755 escribe aquí: «debajo de la zona más vecina al sol, / calmas vencidas y naufragios»756. Vio la tierra feliz del oriental extremo, donde muere y renace la Fénix, que después habita en Arabia; y así, dice:

751

Ponce copia el número 11 en arábigos; pero, por confusión, se trata del II en numeración romana. 752 Plinio, Naturalis Historia, 17, 2: «In Narbonensi prouincia atque Liguria et parte Etruriae, contra circium serere imperitia existimatur, eumdemque obliquum accipere prouidentia. Is namque aestates ibi temperat, sed tanta, plerumque uiolentia, ut auferat tecta» («En la provincia de Narbona, y en la ribera de Génova, y en parte de Toscana, se tiene por ignorancia plantar contra el cierzo; y por cordura donde se reciba el mismo aire al través, porque este tiempla allí los estíos; pero muchas veces con tanta violencia, que derriba los techos», trad. Jerónimo de Huerta, 1629, p. 120). Plinio también habla del cierzo y su fuerza en 2, 46 (47). El dato de que derriba los techos de las casas está también en Estrabón, como señala Huerta en nota a su traducción: «A este llama Strabón circio, el cual dice ser tan vehemente, que algunas veces levanta las casas» (p. 87). Ver Estrabón, Geografía (4, 1, 7), donde habla del fuerte viento que azota la provincia narbonense. 753 El Pacífico. El océano Atlántico se conocía entonces como mar del Norte. 754 Para las diferentes interpretaciones de los comentaristas sobre las expediciones a las que Góngora hace referencia a partir del v. 430, ver Jammes, 1994, pp. 286-288. Primero Góngora se refirió a la expedición de Núñez de Balboa y su descubrimiento del mar del Sur (vv. 430-442) y, posteriormente (v. 447 y ss.), a las expediciones portuguesas y, más en concreto, a la de Vasco da Gama. Ver los capítulos dedicados al discurso de las navegaciones y a la epopeya de los descubrimientos en el libro de Blanco, 2012. 755 ‘Por lo que’. 756 Soledad primera, vv. 455-456. Nótese que la versión definitiva del v. 455 reza: «debajo aun de la zona más vecina», y que en la copia del poema que se incluye en el fol. 16v, el corrector había añadido la voz «aun» en la parte superior del verso. La interpretación de estos vv. 453 y ss. suele referirlos a las dificultades de la expedición del portugués Vasco da Gama tras doblar el cabo de Buena Esperanza; ver Jammes, 1994, p. 290, o, por ejemplo, la Soledad primera, ilustrada y defendida (p. 290).

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55757. «La aromática selva penetraste, / que al pájaro de Arabia [...] pira le erige, y le [fol. 59v] construye nido»758. El sitio, amenidad y hermosura desta selva describe ingeniosamente Claudiano en los primeros versos de La Fénix 759: Oceani summo circumf luus aequore lucus trans Indos Eurumque viret, qui primus anhelis solicitatur760 equis, vicinaque verbera sentit,

y en los demás que se siguen. Esta ave maravillosa es sola en el mundo y de admirable hermosura; cuya naturaleza, vida, muerte y renacimiento, y cuanto escriben de ella, es admiración. Véase a Lactancio761, y Claudiano en La Fénix 762; Plinio, libro 10, capítulo 2763 y Solino, capítulo 35764. 757

Este número 55, que corresponde a la nota, lo escribe Ponce en el margen izquierdo, a la altura de la línea penúltima del folio, línea que comienza «tica selba penetraste...». 758 Soledad primera, vv. 461-462 y 465. Sobre estos versos, Hector Ruiz, 2017, fol. 28r, n. 747, señala que Manuel Ponce no interpretó la expresión «cuyo vuelo / arco alado es del cielo» como referida al colorido de las alas del ave, lectura que prevaleció en los comentaristas: «Manuel Ponce constituye la excepción con su Silva, en la que se limita a remitir, sobre la “admirable hermosura” del fénix, a Lactancio, Claudiano, Plinio y Solino, sin mencionar siquiera los “vuelos” o las “alas” del animal». Indica, además, que Espinosa Medrano, en su Apologético, no siguió tampoco esa lectura, aunque sí parece haber propuesto una que no se referiría al colorido de las alas, sino más bien al rastro de su vuelo. 759 Claudiano, Phoenix, vv. 1-3: «Rodeado por las aguas más remotas del Océano, más allá de los indos y el Euro, verdeguea un bosque, que es al primero que despiertan los jadeantes caballos de la Aurora y el que escucha primero los cercanos azotes de su látigo» (trad. M. Castillo Bejarano, 1993). Su inf luencia en Góngora ha sido bien estudiada por la crítica: Gates, 1937; Jammes, 1991; Martos Carrasco, 1997, pp. 80-142; Ponce Cárdenas, 2006, 2010 y 2011; Micó, 2008; Blanco, 2011b; Castaldo, 2013 y 2014; ver también Daza, 2019, pp. 229-230, quien señala estas aportaciones. 760 Así en el manuscrito, en lugar de sollicitatur. 761 Se refiere al poema De ave Phoenice, atribuido al escritor latino Lucio Firmiano Lactancio. 762 Callejas Berdones, 1986, analiza los poemas de Lactancio y Claudiano. 763 Plinio el Viejo, Naturalis Historia, 10, 2. Plinio dedica todo el capítulo 2 a esta ave mitológica. Sus informaciones, muy leídas, no difieren demasiado de las recogidas en la nota siguiente. Un resumen sobre el ave Fénix y los autores que tratan de ella ofrece Ravisio Textor en su Officina (s. v. «Phoenice»).

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56. «Zodíaco después fue cristalino»765. Para la inteligencia deste y los 14 versos consecutivos, es forzoso decir en suma la milagrosa navegación de Magallanes; el cual salió de España con cinco naves el año de 1529, a 20 de septiembre, y tomó la derrota del mar del Norte766; y, costeando hacia [fol. 60r] el 764

764 Cayo Julio Solino, gramático y compilador del siglo iv, en su De mirabilius mundi. Collectanea rerum memorabilium, 35: «Apud eosdem nascitur phoenix avis, aquilae magnitudine, capite honorato in conum plumis extantibus, cristatis faucibus, circa colla fulgore aureo, postera parte purpureus absque cauda, in qua roseis pennis caeruleus interscribitur nitor. probatum est quadraginta et quingentis eum durare annis. rogos suos struit cinnamis, quos prope Panchaiam concinnat in Solis urbem, strue altaribus superposita. cum huius vita magni anni fieri conversionem rata fides est inter auctores: licet plurimi eorum non quingentis quadraginta, sed duodecim milibus nongentis quinquaginta quattuor annis constare dicant. Q. Plautio itaque et Sex. Papinio cos. Aegyptum phoenix involavit: captusque anno octingentesimo urbis conditae iussu Claudii principis in comitio publicatus est. quod gestum, praeter censuram quae manet, actis etiam urbis continetur» (ed. Venecia, 1518, fol. 104v) («En esta tierra nasce el aue Fenix de la grandeza del Aguila, tiene hermosa cabeça, y en la corona della plumas derechas à manera de cresta, alrededor del cuello tiene vn color resplandeciente de oro, detras es roxa, saluo la cola, en la qual tiene plumas, que resplandescen de vn color rosado mezclado de azul oscuro. Es cosa aprobada que biue quinientos y quarenta años. Ella apareja vna hoguera hecha de Cinamomo, y la compone junto à la tierra de Panchaya en la ciudad del Sol, poniendo la leña sobre los altares. Es firme opinion entre los escriptores, que con la vida desta aue se haze la reuolucion del año grande, aunque la mayor parte dellos dizen quel año grande no es de quinientos y quarenta años, sino de doze mil y nouecientos y cinquenta y quatro años. Siendo consules Q. Plautio, y Sexto Papinio el aue Fenix bolo à Egypto, y siendo tomada ochocientos años despues de la fundacion de Roma, por mandado del Emperador Claudio se mostro publicamente à todo el pueblo. Este negocio, demas de la prueua que del quedò, està tambien escrito en los actos de Roma», trad. Cristóbal de las Casas, Sevilla, 1573, fols. 98v-99r). Más detalles en Van den Broek, 1972, pp. 156-157. La ubicación de los pasajes de esta obra varía mucho en las ediciones; en el caso de Ponce, suele coincidir con la que publicó Aldo Manuzio en Venecia (1518), que contiene la obra de Solino en sus fols. 42-127 (cito por esta edición); este pasaje se ubica, en efecto, en su capítulo 35 (fol. 104v). La cita se sitúa en el capítulo 36 en la edición de Lyon (1609), en el 41 en la de Venecia (1491), en 46 en la de Basilea (1538), y en el 45 en la traducción de Cristóbal de las Casas (1573). 765 Soledad primera, v. 466. 766 Como se ha indicado, así se conocía el océano Atlántico.

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mediodía767, acabó de pasar la equinoccial768 y descubrió el otro polo, y después pasó el estrecho del mar del Sur769 cuatrocientos días después de su partida. Y así, había sido «cuatro veces ciento este mar, dosel al día, y tálamo a la noche cuando halló de fugitiva plata la bisagra estrecha»770. Llegó en aquel mar nuevo a una infinidad de islas, en una de las cuales murió771. Y destrozados por traición muchos de ellos, los que quedaron siguieron su derrota con dos naves, y al poniente descubrieron una de las Malucas772, llamada Tidor773. Y desde aquí, una de las dos naves774, llamada Victoria, siguió sola el rumbo del poniente y vino a salir por el oriente, dando vuelta entera al mundo, y llegó al puerto de Sanlúcar a seis de septiembre del año de mil y quinientos y treinta y tres775. [fol. 60v] Llama «zodíaco desta nave» al mar, porque en sus aguas hizo el camino circular dando vuelta a todo el orbe, como la da el sol, con su curso natural, por el círculo de los signos, que está en el octavo cielo776.

767

El sur. El ecuador. 769 El océano Pacífico. 770 Soledad primera, vv. 470-473: «que cuatro veces había sido ciento / dosel al día y tálamo a la noche, / cuando halló de fugitiva plata / la bisagra (aunque estrecha) abrazadora». 771 Concretamente, en la isla de Mactán, Filipinas, el 27 de abril de 1521. 772 Las Malucas o Molucas, archipiélago situado en Indonesia y que en la época era famoso por sus especias. 773 Tydor en el manuscrito. 774 Tras diferentes reyertas, traiciones y naufragios, las naves que continuaron el periplo fueron la Trinidad y la Victoria. La Trinidad sufría serios daños desde Tidore, y permaneció en las Molucas para ser reparada. Luego, tras sufrir otros desperfectos en la navegación, fue capturada por los portugueses. 775 La llegada de la nave Victoria a Sanlúcar de Barrameda bajo el mando de Juan Sebastián Elcano se fecha el 6 de septiembre de 1522; y la entrada en Sevilla, remontando el Guadalquivir, el 8 de septiembre. En todo caso, el año de 1533 es erróneo, pues Elcano falleció el 4 de agosto de 1526. Más detalles sobre la nao Victoria en Carreira, 2015, pp. 429-430, y Jammes, 1994, pp. 294 y 597. El relato del viaje fue escrito por Antonio Pigafetta, cronista de la expedición (Relazione del primo viaggio intorno al mondo); en la bibliografía se recoge una reciente traducción de esta obra al castellano. 776 El octavo cielo era el de las llamadas estrellas fijas; en el Siglo de Oro se situaba allí el círculo de los doce signos del Zodíaco, que el Sol completa en los doce meses del año. Juan Pérez de Moya afirma lo siguiente sobre el 768

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Y añade, siguiendo esta metáfora: 57. «Émulo vago del ardiente coche del sol»777. Es copia del Tasso, canto 15778; porque le hizo779 emulación a la ligereza con que en el término de un año atraviesa y circunda todo el mundo, con la vuelta que dio a él esta nave, caminando cuanto el sol mira y alumbra. 58. «La bisagra aunque estrecha abrazadora de un océano, y otro», con dos versos780. [fol. 61r] Es el estrecho de Magallanes, que, a modo de bisagra, junta los dos mares océano oriental y occidental781, en que se navega círculo del Zodíaco: «Es un círculo de los mayores de la Sphera, imaginado en el primer móbil, mas como en este cielo, ni en el nono, no aya señales, por donde la vista humana puede en ellos demarcar los signos, y destinguir, fíngese en el octavo cielo con las estrellas fixas» (Tratado de cosas de Astronomía, y Cosmographía, y Philosophía Natural, Alcalá, Juan Gracián, 1573; cfr. 1, 1, 10, p. 12). 777 Soledad primera, vv. 468-469. 778 Torquato Tasso, Gerusalemme liberata, canto 15, stanza 30, vv. 233-240: «Tempo verrà che fian d’Ercole i segni / favola vile ai naviganti industri, / e i mar riposti, or senza nome, e i regni / ignoti ancor tra voi saranno illustri. / Fia che ‘l più ardito allor di tutti i legni / quanto circonda il mar circondi e lustri, / e la terra misuri, immensa mole, / vittorioso ed emulo del sole». En el margen izquierdo, Ponce anota: «stan / .0 [el primer número debe de ser un 3, pero no se lee por el corte del folio] de / la Hier s / Liber». En el fol. 17r., donde se copiaban estos versos de la Soledad primera, Ponce ya había anotado en el margen izquierdo este lugar de Tasso y había copiado sus vv. 239-240. 779 hico en el manuscrito. 780 Soledad primera, vv. 473-476. 781 mares océano oriental y occidental: «La Superficie del Mar del Globo Terráqueo se divide en 4. partes, por relacion â los 4. puntos Cardinales del Mundo, y son: Mar del Norte, Mar del Sur, Oceano Oriental, y Oceano Occidental. Llamase Mar del nombre latino Mare, que es lo mismo que amargo, por lo mucho que son sus aguas amargas: Tambien se llama Oceano, que es lo mismo que Padre de las Aguas: respecto de lo qual se dice, que Mar es la congregacion de las aguas, que ciñen, y rodean la Tierra. El Mar del Norte, llamado tambien Atlantico, està contenido entre la America Septentrional, Europa, y Africa. El Oceano Oriental està contenido entre el Africa, y el Archipielago de San Lazaro [actuales Filipinas], y desde este Archipielago hasta la America Septentrional. El Mar del Sur, llamado tambien Mar Pacifico, està entre el Archipielago de San

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desde España a la India de Portugal782. Y así, dice «o las columnas783 bese» por España, «o la escarlata del aurora» por las Indias784. 59. «Esta pues nave ahora», con 3 versos 785. Fue Juan Sebastián del Cano por piloto de la nave Victoria, en compañía de Magallanes y de las otras cuatro que después se separaron de ella786. Y esta volvió sola —como he dicho— y afirmó haber navegado catorce mil leguas. Está consagrada a la memoria esta nave787 (vararse un bajel es sacarle del mar por reservado)788, y el piloto tomó por impresa789 un mundo, con una letra por orla790 que, hablando con él,

Lazaro, y la America Meridional. El Oceano Occidental, llamado tambien Mar Ethiopico, està comprehendido entre la America Meridional, y el Africa. Nota, que à los Mares Oriental, y Occidental, se les dàn estos nombres, respecto de los habitadores de nuestro antiguo continente: porque respecto de los habitadores de las Americas tienen los nombres opuestos, llamando Oriental, al que nosotros Occidental: y Occidental, al que nosotros Oriental» ( Juan Sánchez Reciente, Tratado de navegacion theorica, y practica..., Sevilla, 1749, p. 47). 782 Con el nombre de India de Portugal o India portuguesa se conocían las posesiones portuguesas en la India; destacaban los enclaves costeros de Goa, Damán y Din. 783 culumnas en el manuscrito. 784 Soledad primera, vv. 475-476: «o las colunas bese o la escarlata, / tapete de la Aurora». 785 Soledad primera, vv. 477-480. 786 Las otras naves eran la Trinidad, San Antonio, Concepción y Santiago. 787 Varios autores y documentos del Siglo de Oro señalan que la nave Victoria estuvo varada en Sevilla: Torquemada en su Jardín de flores curiosas (1570); una nota anónima, de fines del xvi o comienzos del xvii, de la que dio noticia Carreira, 1986, pp. 221-222 (ver también Carreira, 2015, pp. 429-430) y que reproduce Jammes, 1994, p. 294; Pellicer en sus Lecciones solemnes (1630), col. 475; Pablo Espinosa de los Monteros en la Segunda parte de la historia y grandeza de la ciudad de Sevilla (1630), José Martínez de la Puente en el Compendio de las historias de los descubrimientos, conquistas y guerras de la India Oriental y sus islas (1681); más detalles ofrece Fisher, 2013, p. 10. 788 A partir de es, la frase entre paréntesis se escribe en la parte superior de la línea, sobre otra que fue tachada y resulta ilegible. Parece que la corrección es del mismo Ponce, a juzgar por el trazo de la d y b en comparación con la grafía del corrector que revisó el texto. 789 Lo mismo que empresa: «cierto símbolo o figura enigmática, con un mote breve y conciso, enderezado a manifestar lo que el ánimo quiere o pretende» (Autoridades). 790 orla: ‘adorno que rodea la figura de la empresa’; aquí, el globo terráqueo.

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decía: «Primus circum dedistime»791. [fol. 61v] Véase toda esta navegación y sucesos de ella en la Historia Pontifical, impresa en Barcelona, parte 2, libro 6, capítulo 14, vida de Clemente 7792. 60. «De firmes islas no la inmóvil f lota», con 9 versos793. Estas son las de la India oriental, puestas en el mar del Sur; muchas en cantidad y abundantes de diversos aromas, perlas, piedras preciosas, aves y plantas raras794. Camões en las Lusíadas, al fin del canto 10, hace una admirable descripción destas Indias795: Olha ca pellos mares do oriente as infinitas ylhas spalhadas. Ve Tidore, e Tarnate, co feruente cume, que lanza as f lamas ondeadas; as arbores veras do crauo ardente, etcétera.

«La virginal desnuda montería»796: [fol. 62r] prosigue describiendo estas hermosas islas. Y en los dos versos siguientes:

791

‘Fuiste el primero que me dio la vuelta’. Gonzalo de Illescas redactó las dos primeras partes de la obra colectiva titulada Historia Pontifical, las cuales recogen la historia de los papas desde san Pedro a 1572, año en que muere Pío V, contemporáneo de Illescas. La primera edición de la primera parte se publicó en Dueñas en 1565, y la primera edición de la segunda parte en Salamanca en 1573. De ambas partes hubo ediciones posteriores. Como indica Ponce, la navegación de Magallanes se ubica en la sección dedicada a Clemente VII, y en su capítulo (o epígrafe) 14. Señalo el folio donde se halla el pasaje en varias ediciones barcelonesas: Sebastián de Cormellas, 1595, fol. 249; Hierónimo Genovés, 1596, fol. 254; Iayme Cendrat, 1606, fol. 251; Sebastián de Cormellas, 1622, fol. 249. Más detalles sobre la Historia Pontifical y sus ediciones y censuras, en Gacto, 1992. 793 Soledad primera, vv. 481-490. 794 Como se comprueba por las islas que a continuación aparecen en los versos de Camões, se está refiriendo al archipiélago de las Molucas, situado en el Pacífico (entonces, mar del Sur) y famoso por sus especias. 795 Camões, Os Lusíadas, canto 10, est. 132: «Olha cá pelos mares do Oriente / As infinitas Ilhas espalhadas: / Vê Tidore e Ternate, co fervente / Cume, que lança as f lamas ondeadas. / As árvores verás do cravo ardente, / Co sangue Português inda compradas. / Aqui há as áureas aves, que não decem / Nunca à terra e só mortas aparecem». 796 Soledad primera, v. 487. 792

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haciendo escollos u de mármol pario u de terso marfil sus miembros bellos797,

hace alusión a lo que cuenta Ovidio (3 Metamorfosis) de Diana798, que entró a bañarse en una fuente de la selva Gargafía, acompañada de sus ninfas799; y, asimilando estas islas a ellas, dice que podrían hacer en el agua la confusión que en la fuente las ninfas; cuyo número de islas, ya que no lascivo por lo bello, es agradable por lo vario. Dice arriba, «no te describo»800, y prosigue: 61. «El bosque dividido en islas pocas fragante productor de aquel aroma», con 5 versos801. Este bosque de islas802 orientales produce la pimienta; y en la de Java mayor se coge la mejor de todas, que es en lo [fol. 62v] último de la provincia, parte austral de la línea803, fértil de aromas odoríferos y medicinales. Esta especia vino a Grecia en su principio; que, como más deliciosa, la solicitó para deleite mayor de su apetito, hallando navegación los egipcios para traérsela, que no sin mucho fundamento la dio el epíteto de «gulosa»804, siguiendo a Valerio Máximo, libro 9, titulado De Luxuria:

797

Soledad primera, vv. 488-489. Ponce anota en el margen izquierdo: «Aduierta- / se.». 799 Ovidio, Metamorphoses, 3, vv. 155 y ss.: «Vallis erat piceis et acuta densa cupressu, / nomine Gargaphie, succinctae sacra Dianae, [...]» («Había un valle cuajado de pinos y de puntiagudos cipreses, conocido por Gargafia, consagrado a Diana», trad. A. Ruiz de Elvira, 1990). 800 Creo que se refiere a la Soledad primera, vv. 481-482, donde el poeta dice que no va a describir el archipiélago de islas: «De firmes islas no la inmóvil f lota / en aquel mar del Alba te describo». 801 Soledad primera, vv. 491-497. 802 El corrector subrayó la frase y anotó lo siguiente en el margen inferior del folio: «este bosque dividido son las islas Maluchas pro / ductoras del clabo no de la pimienta». Ponce le contestó a continuación: «Sí, producen» [el resto de la anotación es ilegible por haberse cortado el folio para la encuadernación]. 803 Quiere decir que se halla en el hemisferio sur, es decir, en la parte meridional (austral) de la línea equinoccial o ecuador. 804 Soledad primera, v. 495: «y ellas más tarde a la gulosa Grecia». Como se verá en el Discurso de Ponce, «gulosos» (Soledad primera, v. 300) es una de los cinco «términos raros y diversos de lo vulgar» que, según Ponce, Góngora introdujo en su poema. 798

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Non in Graecia neque in Assia quarum luxuria seueritas ipsa corrumpi poterat805.

Y que viniese a Grecia por el Nilo se infiere de Plinio, libro 12, capítulo 7806, en que contiene este mismo conceto que se sigue. Fue807 llevada después a Roma por los griegos la pimienta, a quien llama «espuela del apetito»808 por ser buena para despertarle, y no para satisfacerle. [fol. 63r] 62. «Fue templado Catón, casta Lucrecia»809. Esto se entenderá en la prefación de Salustio en su Catilinario 810; pues dice que, hasta que se conocieron en Roma los preciosos y

805

Valerio Máximo, Factorum et dictorum memorabilium libri ix, 9, 1, 5: «No en Grecia ni en Asia, con cuya lujuria la misma severidad podía corromperse» (trad. Diego López, Sevilla, 1631, fol. 191r). 806 En ese lugar de la Naturalis Historia está la referencia a la pimienta en ediciones como la de Parma, 1481; Venecia, 1499, 1569; París, 1526, 1532. En ediciones más modernas puede encontrarse en 12, 14. 807 Ponce escribió en el margen izquierdo lo que parece una Y («Y fue llevada...») o una marca de párrafo. 808 Soledad primera, v. 496: «clavo no, espuela sí del apetito». 809 Soledad primera, v. 498. 810 su Catilinario es enmienda que se escribe en parte superior de la línea, sobre una secuencia tachada. Creo que la enmienda es del propio Ponce. Aunque no se puede leer con precisión (acaso libro bello Jugurtino), sí se advierte que la obra de Salustio que Ponce escribió primero era Bellum Iughurtinum, cuando, en realidad, se trataba de Bellum Catilinae (más conocida como De coniuratione Catilinae). Al comienzo de De coniuratione Catilinae son varios los pasajes donde Salustio advierte de los peligros del ocio y la relajación de costumbres, así como de la degeneración que ambos provocaron en Roma; cito dos de ellos: «Nam imperium facile is artibus retinetur quibus initio partum est. Verum ubi pro labore desidia, pro continentia et aequitate lubido atque superbia inuasere, fortuna simul cum moribus immutatur» (De coniuratione Catilinae 2) («Pues el poder se conserva fácilmente empleando los mismos medios que han servido en un principio para conseguirlo; pero, cuando en lugar del trabajo reina la pereza y frente a la austeridad y la modestia triunfan el desenfreno y la arrogancia, la posición cambia al compás del estilo de vida», trad. A. Carrera de la Red, Madrid, Akal, 2001); «Incitabant praeterea corrupti ciuitatis mores, quos pessuma ac diuorsa inter se mala, luxuria atque auaritia, uexabant. Res ipsa hortari uidetur, quoniam de moribus ciuitatis tempus admonuit, supra repetere ac paucis instituta maiorum domi militiaeque, quomodo rem publicam habuerint quantamque reliquerint, ut, paulatim immutata, ex pulcherruma pessuma ac f lagitiosissuma facta sit, disserere» (De coniuratione Catilinae 5) («Le incitaban [a Catilina] además las corrompidas costumbres de la ciudad, en la

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delicados manjares, guardaron sus ciudadanos constancia y sus matronas honestidad811. 63. «Cuya memoria es buitre de pesares»812. Hace asimilación a la pena de Ticio; del cual dice Virgilio, en el 6 de la Eneida, que está preso en un monte, donde, cebándose en sus entrañas, un buitre le atormenta, volviendo a renacer siempre de nuevo813. Y así, dice que la memoria de su pérdida le atormentaba siempre que le representaba su daño. 64. «Guerra al calor, o resistencia al día»814. Acuérdome, viendo este verso, de los serranos que la noche antes estaban coronando [fol. 63v] la hoguera815 de la encina, y hallo causa de admiración donde creí que la había para presumir algún descuido; porque tener esta noche necesidad de lumbre para resistir el frío,

que estaban haciendo estragos dos vicios, gravísimos los dos, aunque opuestos entre sí, el lujo y la avaricia. Y, puesto que ocasionalmente hemos hecho mención de las costumbres de la ciudad, el asunto mismo parece aconsejar que volvamos atrás, y expongamos brevemente cuáles eran las normas de conducta de nuestros antepasados tanto en la paz como en la guerra, cómo ellos han gobernado la República, y en qué situación de grandeza nos la dejaron, y cómo poco a poco ha ido cambiando y se ha convertido en la peor y la más degradada de todas»). Sobre la degeneración de Roma a causa de diversos vicios se extiende Salustio en 9-13. 811 La h, de tono más oscuro, pudiera haber sido añadida por el corrector, como muestra la grafía de hiço en su anotación del fol. 57r. Pero es difícil precisarlo, pues no se diferencia mucho de la que escribe Ponce. 812 Soledad primera, v. 502. El manuscrito lee buitre tanto aquí como en la copia de la Soledad primera (fol. 17v). Los testimonios en los que se basan las ediciones emplean la voz bueitre, más antigua. 813 Virgilio, Aeneidos, 6, vv. 595-600: «Nec non et Tityon, Terrae omniparentis alumnum, / cernere erat, per tota nouem cui iugera corpus / porrigitur, rostroque immanis uoltur obunco / immortale iecur tondens fecundaque poenis / uiscera rimaturque epulis habitatque sub alto / pectore, nec fibris requies datur ulla renatis» («También a Ticio podía verse, retoño de la madre Tierra, / cuyo cuerpo se extiende a lo largo de nueve yugadas / mientras un buitre enorme de corvo pico / devora su hígado inmortal y las entrañas fecundas / con el castigo y rebusca en su comida y vive metido / en su pecho sin dar descanso alguno a las fibras renacidas», trad. R. Fontán Barreiro, 1986). 814 Soledad primera, v. 539. 815 Como antes con la voz honesta, la h, de tono más oscuro, también podría haber sido añadida por el corrector.

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y mañana de sombra para el calor, cualquier ingenio atrevido osaría, sin más información, a darlo por reprobado. Mas yo, que de cobarde miro primero el fondo que me determine a pasarle816, he considerado el mucho acuerdo y advertencia con que está escrito; porque en el mes de abril, que es tiempo en que fue este suceso, y en los primeros días de mayo, es natural —como enseña la esperiencia— hacer de noche tanto frío que necesita de abrigo y lumbre, y al mediodía tan riguroso calor que nos congoja con muy poco ejercicio, y no puede sufrirse el sol. Y así, tiene todo primor esta descripción de la noche fría y tarde [fol. 64r] calurosa, y más en una campaña desierta y cercana al mar, donde estaban los serranos, y en una vega que carecía de sombra hasta llegar a la alameda que recreó a los que se emboscaron en ella retirándose del sol. 65. «Pedazos de cristal», etcétera, con 4 versos817. Eran los pies de las serranas; y el movimiento de los pasos desviaba de ellos la falda; y ella remitía al coturno o calzado el descubrir el pie, que, si bien era celosa basa de la columna superior, al menos dispensaba en manifestarle, de suerte*818 que pudiese tocarle el agua; esto es: que el coturno es hecho de forma que, calzado, descubre mucha parte del pie. Es el conceto más cifrado que hay en la silva toda, a mi juicio. 66. «Sirenas de los montes», con 5 versos819. [fol. 64v] ‘Pudiera, al menor paso de su pie o su garganta, hacerlos dar en su seguimiento a la más antigua planta, que, por serlo, estuviese más arraigada y sigura en la competencia de los vientos’. Es hipérbole con que encarece la dulzura de la música, y alusión a lo de Orfeo y

816

‘Pero yo, debido a mi prudencia, analizo a fondo un pasaje antes de ofrecer una interpretación sobre él’. 817 Soledad primera, vv. 545-549. 818 El corrector subrayó la frase y colocó un asterisco como llamada que reproduce en el margen inferior del folio, donde escribió la siguiente nota: «que pudiese a lo menos goçar la vista con / emulacion e invidia del cristal de la planta». Ponce respondió: «Vien dixe yo que esto es muy dificil, pues aun no se entiende con es [...]» (el resto falta por haberse cortado el folio para la encuadernación del volumen). Ver también la interpretación del pasaje de la Soledad primera, ilustrada y defendida (p. 305), que coincide bastante con la de Ponce, así como las de Jammes, 1994, pp. 305-307, y Carreira, 2015, p. 432. 819 Soledad primera, vv. 550-555.

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Anfión, de quien se dijo que llevaban tras su voz las plantas. Horacio820, in Ars poetica 821: Dictus et Amphion Thebanae conditor822 urbis saxa mouere sono testudinis et prece blanda ducere quo vellet.

67. «Meta umbrosa»823. Dice que era término o fin del camino una fuente guarnecida de f lores donde no solo venía a descansar el caminante, mas, aún más cansado que él, concurría el camino que paraba en ella. Meta es voz latina y toscana, que sinifica, en ambas lenguas, el término del824 [fol. 65r] camino, como he dicho: Virgilio, libro 5825: Hic viridem Aeneas frondenti ex ilice metam, constituit.

Sannazaro826:

820

Orat. en el manuscrito. Horacio, Ars poetica, vv. 394-396 («Y también se dijo que Anfión, fundador de la ciudad de Tebas, / movía piedras al son de su lira y las llevaba a donde quería / con su tierna súplica. Antaño había esta sabiduría», trad. F. Navarro Antolín, 2002). 822 La marca de abreviatura de la ę de Thebanę y la sílaba -or de conditor han sido marcadas con trazo más grueso, a modo de corrección sobre lo escrito inicialmente. No puedo precisar si lo hizo Ponce o el corrector. 823 Soledad primera, v. 581. 824 «de [fol. 65r] el camino» en el manuscrito. 825 Virgilio, Aeneidos, 5, vv. 129-130: «Aquí colocó el padre Eneas una verde meta / de frondoso arce» (trad. R. Fontán Barreiro, 1986). 826 Sannazaro, Arcadia, prosa 5, 7. La cita de Ponce coincide literalmente con la recogida en un repertorio de Lodovico Dolce para ilustrar la voz meta: «Meta è il termino, o segno, che si pone a corritori. Vsò questa voce il Sannazaro. Oue qualunque per uelocità primo la destinata meta toccaua» (Nvove osservationi della lingva volgare co i modi, et ornamenti del dire parole piv scelte, et eleganti, in Venetia, MDXCVII, fol. 151r). El lugar de Sannazaro acompaña la voz meta en otro vocabulario italiano —La fabrica del mondo, de Francesco Alunno—, aunque se recoge aquí un pasaje más extenso de la prosa 5 junto a otro de la prosa 11. Más detalles en el apdo. 5 de la introducción. 821

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Oue qualunque che per velocità primo la destinata meta toccaua.

Y usar esta voz en nuestra lengua no debe ser culpable en nuestro autor, no siendo él el primero que lo ha hecho; pues Garcilaso, en la elegía al duque de Alba, en el 11 terceto, después del número 59827, dijo: cuando voló el espíritu a la alta meta828.

68. «Sierpes de Ponto»829. En estos versos significa el aborrecimiento que tenía al agua este serrano por haber muerto su hijo en ella. Ponto830 es una región de muchas islas, milla y media dividida de Europa, en la Escitia831, donde [fol. 65v] hay infinitas sierpes. Plinio, libro 4, capítulo 13832. 69. «Cual en los equinoccios»833. Equinoccio es cuando los días y las noches son iguales, que es cuando el sol entra en Aries a 21 de marzo, y cuando en Libra a 23 de septiembre. Y así Manilio:

827 Ponce manejó la edición de Garcilaso con anotaciones del Brocense. El verso de la elegía I que cita (v. 255) se encuentra en el terceto 11 después de la anotación 59, que se inicia en el v. 223 («El tierno pecho, en esta parte humano»); ver los fols. 31v y 32r en la edición de Salamanca, 1574. 828 Garcilaso, elegía I, v. 255. Esta justificación del uso de meta se relaciona con que, en su Discurso (fol. 93v), Ponce la menciona como una de las cinco voces raras que Góngora usó en su poema. 829 Soledad primera, vv. 599-600: «sierpes del aljófar, aun mayor veneno / que a las del Ponto, tímido, atribuye». 830 En la antigüedad abarcaba tierras del noroeste de Asia Menor que bordeaban el Ponto Euxino o mar Negro. 831 Era la región habitada por los escitas entre los siglos viii a.C. y ii d.C. En términos generales, comprendía los territorios de la estepa desde el Danubio a la costa del mar Negro o Ponto Euxino. 832 Plinio el Viejo, Naturalis Historia, 4, 13, que comienza: «Hellespontus insulas non habet in Europa dicendas» («El Helesponto no tiene en Europa islas de consideración», trad, Jerónimo de Huerta, 1624, p. 158). 833 Soledad primera, v. 603: «cual en los equinoccios surcar vemos».

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Libra Ariesque parem reddunt noctemque diemque 834.

Lucano, libro 8: Tempus erat, quo Libra pares examinat horas, non uno835 plus aequa die836.

En este tiempo salen las grullas en escuadrones formados, según Solino837. Y comúnmente se ve que andan juntas en los campos en los meses de marzo y septiembre838. «Grullas veleras»839, id est, ligeras: símil de los bajeles que, cuando son ligeros, se les da este nombre. Véase, de las letras que forman 834 Marco Manilio, Astronomicon, 3, v. 231 («Libra y Aries hacen que la noche y el día sean iguales», trad. F. Calero y M.ª J. Echarte, Madrid, Gredos, 2002). 835 vna en el manuscrito. 836 Lucano, Pharsalia, 8, vv. 467-468: «Tempus erat quo Libra pares examinat horas, / non uno plus aequa die, noctique rependit» («Era la estación en que Libra sopesa iguales las horas del día y de la noche, y el fiel de la balanza [el equinoccio de otoño] no dura más que una sola jornada», trad. A. Holgado Redondo, Madrid, Gredos, 1984). 837 Cayo Julio Solino, De mirabilius mundi, 10. Cito su comienzo: «Manifestum sane est, in septentrionalem plagam hieme grues frequentissimas convolare. Nec piguerit meminisse, quatenus expeditiones suas dirigant. Sub quodam militiæ eunt signo, et ne pergentibus ad destinata vis f latuum renitatur, arenas devorant, sublatisque lapillulis ad moderatam gravitatem saburrantur. Tunc contendunt in altissima, ut de excelsiori specula metentur quas petant terras. Fidens meatu præit catervas; volatus desidiam castigat voce, quæ cogit agmen; ea ubi obraucata est, succedit alia […]» (ed. Venecia, 1518, fols. 70r-70v) («Sabida cosa es, que à la region Septentrional buela mucha cantidad de aquestas aues. Y no serà cosa fuera de proposito, contar de que manera van haziendo su viage. Ellas van por orden y guia como de guerra: y porque la fuerça de los vientos no les impida su destinado camino, tragan arena, y tomando pequeñas piedras, hazen vn moderado peso, siruiendose del como de lastre, y assi buelan y suben alto, para mirar como de altissima atalaya los lugares, donde han de yr à parar. Va delante de aquel esquadron vna de quien se confian en seguirle. Esta reprehende la pereza del bolar de las otras, y con la boz va dando orden à su compañia, y en enronquesciendo, sucede otra en su lugar», trad. Cristóbal de las Casas, Sevilla, 1573, fols. 46v-47v). El capítulo 10 es el habitual en las ediciones modernas; en el 15 se halla en las de Venecia (1518) y Basilea (1538); en el 14, en la de Venecia (1491) y en la traducción de Cristóbal de las Casas (1573); en el 16, en la de Lyon (1609). 838 7.bre en el manuscrito. 839 Soledad primera, v. 606: «sino grullas veleras».

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volando, a Anacreón, Ode 37840, y Marcial841, libro 13, Xenius, epigrama 75842. [fol. 66r] 70. «Ellas en tanto en bóvedas de sombras pintadas siempre al fresco cubren las que Sidón, telar turquesco, no ha sabido, imitar verdes alfombras»843. ‘En tanto las serranas, en las bóvedas que formaba el alameda juntándose las cimas de los árboles, de sombras siempre frescas’. Aquí imita el estilo de los pintores en equívoco844, que llaman pintado al fresco lo que se pinta sobre la cal fresca en la pared cubierta della. Sidón es ciudad insigne de la Fenicia, donde se labran las alfombras mejores; y a esta causa la llama «telar turquesco». Dice, pues, que cubrían las serranas en el alameda las alfombras de hierba y f lores que Sidón no ha sabido imitar. 71. «Teatro dulce, no de escena muda»845. [fol. 66v] En las representaciones antiguas, se llamaba escena el espacio que se detenían en el teatro unas mismas personas, sin salir ni entrar otras en él. Aquí entiendo que las serranas hacían teatro el 840 Ponce debió de manejar la traducción que Quevedo llevó a cabo de la obra de Anacreonte y dedicó al duque de Osuna en 1609, pues incluirá la que hizo de uno de sus poemas («La rosa») en los fols. 110r-112r. En la traducción de Quevedo, la referencia a las grullas se encuentra en los vv. 7-12 de la oda 37: «Ve que el ánade torpe ya se fía / del agua blanda que temió por fría; / mira las grullas, que con leyes viven, / cómo, volando, en letra el aire escriben, / y alegres vuelven por el aire vano, / como a ganar albricias del verano» (ed. J. M. Blecua, p. 315). Además, Ponce mencionará otra oda de Anacreonte en su nota 103 al poema de Góngora (más detalles en las notas a esos lugares). 841 Mart. en el manuscrito. 842 Marcial, Epigrammaton libri, 13 (Xenia), 75: «Grues: Turbabis uersus nec littera tota uolabit, / unam perdideris si Palamedis auem» («Grullas: Alterarás las líneas y no echará a volar la letra entera, / si haces desaparecer una sola ave de Palamedes», trad. J. Fernández Valverde y A. Ramírez de Verger, 1997). 843 Soledad primera, vv. 612-615. 844 Como indica luego Ponce, el equívoco se produce por el juego entre los dos sentidos de fresco: el que proporciona la sombra de la alameda y el de la pintura al fresco. Es lugar que censuró Jáuregui, a quien respondió el abad de Rute, como indicó Jammes, 1994, p. 320. También contestó a Jáuregui la Soledad primera, ilustrada y defendida (p. 311). 845 Soledad primera, v. 624; scena en el manuscrito.

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alameda, donde con festiva alegría rompían los términos del silencio. Y prosigue diciendo que la hierba de aquel lugar sombrío y fresco vio sobre sí la nieve vestida de mil colores, llamando nieve a los cuerpos cuya blancura la excedía. 72. «Cuando a nuestros antípodas la Aurora las rosas gozar deja de su frente»846. Aquí dice que anochecía, porque a ese tiempo comunica el aurora su luz a los indios opuestos a nosotros, a quien llamamos antípodas. Stroza pater: quum sol Antipodum populos illata luce reuisit847.

[fol. 67r] 73. «Cedió al sacro volcán de errante fuego»848. En el siguiente verso está declarado este: «a la torre de luces coronada»849. El volcán es ya notorio ser un monte de cuya cumbre salen llamas de fuego. La selva donde está fue llamada de los antiguos Hiera, que es sagrada. Véase en Solino, capítulo 11, que solo trata de él850. 846

Soledad primera, vv. 636-637. ‘Cuando el Sol vuelve a iluminar con su luz a los pueblos de los antípodas’. El verso es de Tito Vespasiano Strozzi (c. 1425-c. 1505), llamado Stroza pater para no confundirlo con su hijo, Ercole Strozzi (1473-1508). Las obras de ambos fueron editadas en París en 1530: Strozii Poetae Pater Et Filius. Parisiis, ex officina Simonis Colinaei. No obstante, Ponce probablemente tomó la cita de Ravisio Textor, en cuyo compendio aparece literalmente en el apartado dedicado a la descripción de la noche (descriptio noctis); ver la p. 462 en la edición de Ravisio Textor publicada en Lyon (1560) y citada en la bibliografía. 848 Soledad primera, v. 646. 849 Soledad primera, v. 647. 850 Cayo Julio Solino, De mirabilius mundi, 6: «In freto Siculo Hephaestiae insulae viginti quinque milibus passuum ab Italia absunt. Itali Vulcanias vocant, nam et ipsa natura soli ignea: per occulta commercia aut mutuantur Aetnae incendia aut subministrant. Hic dicta sedes deo ignium. numero septem sunt. Liparae nomen rex dedit Liparus qui eam ante Aeolum rexit. alteram Hieran vocaverunt: ea praecipue Vulcano sacrata est et plurimum colle eminentissimo nocte ardet» (ed. Venecia, 1518, fol. 64r). («En el mar de Sicilia son las Islas Ephestias, que estan en Italia distantes veynte y cinco millas, los italianos las llaman de Vulcano, porque siendo ellas tambien de naturaleza de fuego, por secreta comunicacion de la tierra toman el fuego de Etna. Estas Islas son consagradas como casas del Dios del fuego. Ellas son siete: Lipari tomò nombre del Rey Liparo, que 847

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Dice en estos 8 versos que llegaron todos al aldea con la luz de las luminarias de la torre, de la cual salían cohetes que, volando, parecían saetas; y que el forastero solenizaba los fuegos y el viejo los reprendía, temeroso de que resultase algún incendio. 74. «Al de las bodas dios»851. Es Himeneo, de quien dije lo conviniente (número 38)852. Hace relación al incendio de la tierra que cuenta Ovidio [fol. 67v], Metamorfosis 2, cuando Faetonte despeñó del cielo con el carro de su padre853. 75. «De Alcides luego le llevó a las plantas»854. Son los olmos dedicados a Alcides. Virgilio, égloga 7: Populus Alcidae gratissima855.

Sannazaro856, prosa 1: L’albero, di che Hercule coronar si solea857.

Garcilaso, égloga 3:

la señoreò antes de Eolo. La segunda llamaron Hiera: esta principalmente entre las otras es consagrada à Vulcano, y tiene vn monte altissimo, que arde mucho de noche», trad. Cristóbal de las Casas, 1573, fols. 36v-37r). La cita se sitúa en el capítulo 11 en las ediciones de Venecia (1518), Venecia (1491) y Basilea (1538); en el 12 en la de Lyon (1609) y en el 10 en la traducción de Cristóbal de las Casas. 851 Soledad primera, v. 654: «al de las bodas dios, no alguna sea». 852 Se refiere a la nota de Ponce que lleva ese número. 853 Ovidio, Metamorphoses, 2. vv. 1-332. 854 Soledad primera, v. 659. La lectura habitual del verso («De Alcides lo llevó luego a las plantas») difiere de la que se recoge en la anotación de Ponce y en la versión de la Soledad primera copiada al comienzo del manuscrito (fol. 22r). Ver allí la nota al pie. 855 Virgilio, Ecloga 7, v. 61: «Populus Alcidae gratissima, uitis Iaccho» («El álamo es lo que más agrada a Alcides, la vid a Baco», trad. T. de la Ascensión Recio García). 856 Sanazaro en el manuscrito. 857 Sannazaro, La Arcadia, prosa 1, 3: «Et evi con piú breve fronda l’albero di che Ercule coronar si solea, nel cui pedale le misere figliuole di Climene furono transformate».

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El álamo de Alcides escogido858.

76. «Cuantos saluda rayos el Bengala, del Ganges cisne adusto»859. Es el Ganges río de la India oriental, de quien dijo Lucano, libro 7: et qua sentit Arabs, et qua Gangetica tellus860.

Vibius Sequester, De situ orbis: Ganges in Oriente Indiam cingens latisimus861.

[fol. 68r] Habitan las riberas deste río los etíopes bengalas, de quien los llama (con no poco primor) «cisnes adustos». El concepto destos 5 versos es que el sol —a quien adoran estos bárbaros gentiles— abreviara sus rayos en una estrella por ver la menos hermosa de las zagalas. Dice «en una estrella» porque, siendo de noche, no podía mirarlas el sol sin transformar su lumbre.

858

Garcilaso, égloga 3, v. 353. Soledad primera, vv. 667-668. 860 Lucano, Pharsalia, 4, vv. 64-65: «et quas sentit Arabs et quas Gangetica tellus / exhalat nebulas [...]» («y asimismo [el Euro volteó] las nieblas que siente el árabe y las que exhala la tierra bañada por el Ganges», trad. A. Holgado Redondo, 1984). 861 La cita pertenece a Vibius Sequester, autor latino de los siglos iv-v que escribió un compendio geográfico donde se recogían listas alfabéticas de ríos, montes, lagos... y que fue muy usado por los poetas latinos. Su título es De fluminibus, fontibus, lacubus, nemoribus, paludibus, montibus, gentibus quorum apud poetas mentio fit. La cita de Ponce reproduce el comienzo de la entrada Ganges: «Ganges in oriente Indiam cingens latissimus, quem Alexander post Oceanum nauigare timuit, qui solus aduersus orientem f luit» (ed. Florencia, 1526, fol. 186r) (‘El ancho Ganges rodea el oriente de la India, río que, después del océano, Alejandro temió navegar, y el único que corre hacia el oriente’). El haber mencionado Ponce «de situ orbis» tras el nombre de Vibius Sequester probablemente se deba a que De situ orbis de Pomponio Mela era una obra que a menudo se editaba junto al compendio geográfico de Vibius Sequester. Ver, por ejemplo, la edición de Pisa, Hieronymus Soncino, 1512, o la de Florencia, Haeredes Philippi Iuntae, 1526. 859

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77. «Cruza el Trïón más fijo el hemisferio y el tronco mayor, danza en la ribera»862. Aulo Gelio, en el libro 2, capítulo 21, Noctes atticae, escribe de los Triones y la derivación de su nombre griego con toda curiosidad863; 862

Soledad primera, vv. 671-672. Aulo Gelio, Noctes atticae, 2, 21: «Super eo sidere, quod Graeci ֕ἀμαξαν, nos ‘septentriones’ uocamus; ac de utriusque uocabuli ratione et origine. [...] 3. Tum, qui eodem in numero Graecas res eruditi erant, quid ֕ἀμαξα esset, quid βοὠτης, et quaenam maior et quae minor, et cur ita appellata et quam in partem procedentis noctis spatio moueretur et quamobrem Homerus solam eam non occidere dicat, cum et quaedam alia, scite ista omnia ac perite disserebant. 4. Hic ego ad nostros iuuenes conuertor et “Quid, inquam, uos opici dicitis mihi uare? Quod ֕ἀμαξαν Graeci uocant, nos ‘septentriones’ uocamus? 5. Non enim satis est quod septem stellas uidemus, sed quid hoc totum quod ‘septentriones’ dicimus significet, scire, inquam, id prolixius uolo”. 6. Tum quispian ex his, qui se ad litteras memoriasque ueteres dediderat: “Vulgus, inquit, grammaticorum ‘septentriones’ a solo numero stellarum dictum putat. 7. ‘Triones’ enim per sese nihil significare aiunt, sed uocabuli esse supplementum; sicut in eo, quod ‘quinquatrus’ dicamus, quinque ab Idibus dierum numerus sit, ‘atrus’ nihil. 8. Sed ego quidem cum L. Aelio et M. Varrone sentio, qui ‘triones’ rustico cetera vocabulo boues appellatos scribunt, quasi quosdam ‘terriones’, hoc est arandae colendaeque terrae idoneos. 9. Itaque hoc sidus, quod a figura posituraque ipsa, quia simile plaustri uidetur, antiqui Graecorum ֕ἀμαξαν dixerunt, nostri quoque ueteres a bubus iunctis ‘septentriones’ appellarunt, id est septem stellis, ex quibus quasi iuncti ‘triones’ figurantur. 10. Praeter hanc, inquit, opinionem id quoque Varro addit, dubitare sese an propterea magis hae septem stellae ‘triones’ appellatae sint, quia ita sunt sitae ut ternae stellae proximae quaeque inter sese faciant ‘trigona’, id est triquetras figuras”. 11. Ex his duabus rationibus quas ille dixit, quod posterius est subtilius elegantiusque est uisum. Intuentibus enim nobis in illud ita propemodum res erat, ut forma esse triquetra uideretur» («Sobre la constelación aquella que los griegos llaman hámasa y nosotros Septentriones; y sobre la etimología de uno y otro nombre. [...] 3. Entonces, los que de nuestro grupo eran eruditos en materias de la civilización griega explicaban con detalles y erudición cuál era el “Carro” (Hámasa), cuál el “Boyero” (Boótes), y cuál el “Mayor” y cuál el “Menor”, y por qué se llamaban así, y cuál era su trayectoria durante el transcurso de la noche y por qué razón. Homero dice que aquella constelación era la única que no se ocultaba al igual que algunas otras tampoco se ocultaban. 4. Entonces yo, dirigiéndome a nuestros jóvenes compatriotas, les digo: “¿Qué me decís vosotros, incultos? ¿Por qué los griegos llaman Hámasa a la que nosotros llamamos Septentriones? 5. No me basta con que digáis que porque vemos siete estrellas, sino que lo que yo quiero es saber con detalle qué significa globalmente lo que llamamos septentriones”. 6. Entonces uno de ellos, que se había dedicado al estudio de las letras y de las memorias de nuestros antepasados, dijo: “Los gramáticos en general creen que el nombre obedece exclusivamente al número de estrellas. 7. Triones 863

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y dice que son las siete estrellas de la ursa mayor, que llaman vulgarmente carro y barca 864. Es el concepto que los serranos solenizaban la boda con músicas y bailes865 tan alegres y [fol. 68v] festivos, que en hipérbole dice que, oyéndolos, cruzaba el hemisferio el Trión más fijo, siendo imposible hacerlo, porque el curso de los Triones es circular continuo sobre la estrella polar. Y añade que los troncos bailaban en la ribera, haciendo alusión curiosa a lo de arriba de Anfión866, en que imita las que hizo de la serrana que tañía las pizarras867 (número 30) y de las que cantaban (número 66), en cuya nota verás su inteligencia. 78. «Mentir f lorestas, y emular vïales»868. Viales se llaman ciertas isletas hechas a mano en el mar con enramadas que las cubren, a cuya causa dice lo que contienen los dos versos consecutivos869. dicen que no significa nada por sí mismo, que es simplemente un complemento; más o menos como aquel Quinquatrus, porque cinco es el número de días que hay desde los Idus, sin que atrus signifique nada. 8. Pero mi opinión es la misma que la de Lucio Lelio y Marco Varrón, que dicen que triones es el nombre que se da en agricultura a los bueyes, que viene a ser como terriones, es decir, animales muy apropiados para arar y cultivar la tierra”. 9. “Por consiguiente —continuó diciendo—, esta constelación, por su figura y posición en el firmamento y porque parece semejante a un carro, recibió el nombre de Hámasa entre los antiguos griegos y también nuestros antepasados la llamaron Septentriones por parecer bueyes uncidos; es decir, siete estrellas que tienen la forma de bueyes uncidos. 10. Añadió Varrón además otra explicación, que él dudaba si estas siete estrellas se llamaban Triones porque están situadas de tal manera que las tres estrellas próximas forman entre sí un triángulo en cada grupo de tres; es decir, figuras triangulares”. 11. De estas dos explicaciones que él dio, la última parece más ingeniosa y precisa. En efecto, al mirar nosotros hacia la constelación, resultaba que parecía como si estuviera formada de figuras triangulares», trad. S. López Moreda, 2009). 864 Después de barca aparece una palabra tachada e ilegible en el manuscrito. 865 bales en el manuscrito. 866 Ver el fol. 64v, nota 66 de Ponce. 867 piçaras en el manuscrito. Los números que aparecen a continuación se refieren a las notas de Ponce. 868 Soledad primera, v. 702. 869 «Estos árboles, pues, ve la mañana / mentir f lorestas y emular vïales, / cuantos muró de líquidos cristales / agricultura urbana» (Soledad primera, vv. 701-704). El pasaje se entiende como un símil que equipara la disposición de los árboles a florestas por su cantidad y amena vista, y a hileras paralelas (viales) por su ordenada disposición, que se asemeja a la de los parques donde los árboles suelen

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79. «Recordó al Sol no, de su espuma cana»870. En este y en los 14 versos siguientes a él, [fol. 69r] dice que «no recordó al Sol de su espuma cana», porque fingen dormir en la mar en los brazos de Tetis, su esposa871, como lo escribió nuestro autor mismo en aquel verso que es el 4 de los seis en que describe la mañana —de que hice memoria en la nota 23—, que dice: del Alba al Sol, que el pabellón de espuma dejó872.

Así que, para salir el Sol, dijo que «había dejado el pabellón de espuma»+873; y ahora, que no le despertó de ella el armonía de las aves, sino los golpes con que llamaba Himeneo a las puertas del Oriente, a

f lanquear o rodear las acequias y fuentes; más detalles sobre esta lectura en Jammes, 1994, pp. 337-338, y Carreira, 2015, p. 438. En cuanto a la interpretación de Ponce, no he documentado la acepción que da al término viales, que acaso obligue a reparar en la siguiente de isla: «analógicamente significa un conjunto de casas, cercado por todas partes de calles» (Autoridades). Este valor de isla como ‘casa o conjunto de casas exentas’ se documentaba en latín, y también lo recoge Covarrubias: «no solo se llaman islas las que están cercadas de agua, pero también las casas que están edificadas sin que ninguna otra se les peque, siendo exentas de todas partes». 870 Soledad primera, v. 705. El sentido del verso sería: ‘no despertó al Sol de su espuma cana’; ver Jammes, 1994, p. 339. Como explica luego Ponce, el verso describe el amanecer, y la expresión «de su espuma cana» formula la habitual metáfora de que el Sol descansa o duerme en los brazos de Tetis (diosa de las aguas), para referirse al ocaso y la noche; este es un ejemplo cervantino: «Sin haber en todos los montes de Arcadia árbol en cuyo tronco no se hubiese sentado a cantar desde que salía el sol en los brazos del Aurora, hasta que se ponía en los de Tetis» (El coloquio de los perros, p. 117). 871 La titánide Tetis, diosa de las aguas y esposa de Océano; su nieta, también llamada Tetis, fue una de las cincuenta ninfas del mar o nereidas. 872 Soledad primera, vv. 179-180. 873 La cruz remite a una nota de Ponce en el margen derecho que, aunque se lee con dificultad por estar cortado el borde del folio, dice lo siguiente: «vease / esto e[n] / Lucan / l. 7. lo[s] / primer[os] / 3. vers». El lugar corresponde a Lucano, Pharsalia, 7, vv. 1-3: «Segnior Oceano quam lex aeterna uocabat, / luctificus Titan numquam magis aethera contra / egit equos cursumque polo rapiente retorsit» («Más lento en elevarse del Océano de lo que la ley eterna le reclamaba, Titán, af ligido, nunca empujó con más brío sus caballos en sentido opuesto al del cielo e invirtió su curso», trad. A. Holgado Redondo, 1984).

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que forma aldabas de topacios874, imitando a Ovidio en la descripción de la casa real del sol en los primeros versos del 2, Metamorfosis875: Regia Solis erat sublimibus alta columnis [fol. 69v] clara micante auro, f lammasque 876 imitante pyropo877.

Y que878, en saliendo el sol, salieron el serrano y el forastero a la nueva enramada, cuya hermosura excedía los tapices de oro y seda. 80. «Oblicuos nuevos, pénsiles jardines»879. Fueron llamados así los huertos de Babilonia, colgados de los muros; +880 y los de Tebas, hechos con admirable artificio, de suerte que estaban levantados de la tierra, por lo cual da a los arcos este nombre. Véase a Plinio, libro 36, capítulo 14881.

874

‘golpes en las puertas del palacio del Sol, que Góngora llama ( forma) aldabas de topacios’. 875 Ovidio, Metamorphoses, 2, vv. 1-2. 876 flamasque en el manuscrito. 877 Ovidio, Metamorphoses, 2, vv. 1-2: «El palacio del Sol se elevaba sobre altas columnas y resplandecía de oro reluciente y de piropo que imita a las llamas» (trad. A. Ruiz de Elvira, 1990). 878 Continúa el zeugma: ‘y el poema de Góngora dice que…’. 879 Soledad primera, v. 720. 880 La cruz remite al margen izquierdo, donde se lee la siguiente nota de Ponce: «Vease la / descripcion / de ellos en / Q. Curt. / al prin / cipio del / L. 5. de / gestis A- /lex.». Quinto Curcio, De rebus gestis Alexandri Magni, 5, 1, 32: «Super arcem, uulgatum Graecorum fabulis miraculum, pensiles horti sunt, summam murorum altitudinem aequantes multarumque arborum umbra et proceritate amoeni» («Sobre la ciudadela se encuentran los jardines colgantes —prodigio divulgado por las fábulas de los griegos—, en rasante con la altura máxima de las murallas, amenos por la sombra y elevación de sus numerosos árboles», trad. F. Pejenaute Rubio, Madrid, Gredos, 1986). 881 Plinio el Viejo, Naturalis Historia, 36, 20 (13): «Legitur et pensilis hortus, immo uero totum oppidum Aegyptiae Thebae, exercitus armatos subter educere solitis regibus nullo oppidanorum sentiente; etiamnum hoc minus mirum quam quod f lumine medium oppidum interf luente. Quase si fuisset, non dubium est Homerum [ Ilíada IX, 308-430] dicturum fuisse, cum centum portas ibi praedicaret» («Léese de la egipcia Tebas no solo que tuvo un huerto pensil, sino todo un pueblo, debajo del cual solían tener los reyes armados ejércitos, sin que ninguno de los habitadores del pueblo lo sintiese. Y esto es aun menor maravilla que decir que el río corría por medio del lugar. Las cuales cosas, si fueran, no hay duda sino

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81. «Cual del rizado verde botón, donde», etcétera.882. En estos 5 versos describe, comparándola a la boca de la novia, la rosa con maravilloso ornamento y gala; de suerte que, por diversas palabras, he hallado que dice en ellos lo más excelente de lo que han883 [fol. 70r] escrito todos cuantos autores he visto sobre este asunto exquisito, cuyas autoridades dejo de poner aquí, excusando la dilación; mas, citados, son estos, para que el estudioso los vea y corrija884: Virgilio: todo un epigrama de los suyos885. Catulo: seis versos en el carmen nupcial886 63887. Anacreonte: la mayor parte del Ode 5888 y todo el 53889. que Homero las hubiera dicho, habiendo publicado las cien puertas de Tebas», trad. Jerónimo de Huerta, 1629). 882 Soledad primera, v. 727. 883 Diversos trazos, aparentemente sin sentido, aparecen en la parte inferior de este folio 69v. 884 corriga en el manuscrito. Cada entrada a un autor va precedida de los habituales signos que usa Ponce: el semejante a una interrogación de apertura, y el semejante a una Y. 885 Podría referirse al epigrama de Ausonio De rosis nascentibus, largo tiempo atribuido a Virgilio. Su verso 49 («collige, virgo, rosas dum f los novus et nova pubes») dio nombre a un destacado tópico literario. 886 mupcial en el manuscrito. 887 Se refiere al poema de Catulo Exametrum carmen nuptiale, que aparece como el nº 62 en las ediciones modernas; Ponce alude a los vv. 39-44: «Vt f los in saeptis secretus nascitur hortis, / Ignotus pecori, nullo conuolsus aratro, / Quem mulcent aurae, firmat sol, educat imber; / Multi illum pueri, multae optauere puellae; / Idem cum tenui carptus def loruit ungui, / Nulli illum pueri, nullae optauere puellae» («Como una f lor, al abrigo del recinto de un jardín, crece ignorada del rebaño, no tocada por arado alguno; las auras la acarician, la robustece el sol, la nutre la lluvia, muchos jóvenes, muchas doncellas la desearon; pero cuando cortada por la punta de la uña, se marchita, ya no hay jóvenes ni doncellas que la deseen», trad. M. Dolç, Madrid, CSIC, 1997). 888 Anacreonte, Oda 5 (Las amorosas rosas); cito la traducción de Quevedo: «Mezclemos con el vino diligentes / la rosa dedicada a los amores, / y abrazando las frentes / con las hermosas hojas y colores / de la rosa, juguemos descuidados. / La rosa es gala y honra de los prados: / es la rosa tan bella, / que es oro del jardín, del llano estrella, / regalo del olfato y de la mano. / La rosa es la querida del verano; / joya que más estima primavera; / es deleite del cielo; es de manera / la rosa, y es tan blanda su belleza, / que enlaza Amor con ella la cabeza / cuando en los corros de las Gracias danza / una y otra mudanza. / ¿Qué te detienes más, padre Lieo? / Coróname, premiando mi deseo, / porque en tu templo asista / diestro cantor y alegre citarista, / y para que de rosas coronado, / con mi señora al lado, / en los bailes alegres de mil modos / dé yo también mi vuelta como

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El Guarino en el Fido, acto 1890. Aquiles Tacio891: un trozo largo al principio del 2 libro de Los amores de Leucipe y Clitofonte, donde introduce que cantaba892. Ariosto: la estancia 42 del canto 1 del Furioso 893. 889

todos» (ed. J. M. Blecua, p. 273). Al igual que sucedía en el xvii, atribuyo los textos al poeta griego arcaico Anacreonte, aunque hoy se sepa que no fueron obra suya; ver Brioso Sánchez, 1970. 889 Anacreonte, Oda 53 («La rosa»). Ponce da el número que el poema lleva en la traducción de Quevedo, que copia en los fols. 110r-112r. Puede encontrarse también como n.º 52, dependiendo de la edición manejada. En la colección conocida como Anacreontea, lleva el 55 (Moya del Baño, 2006, p. 701, n. 10). 890 Se refiere a la tragicomedia pastoril Il pastor Fido, de Giovanni Battista Guarini (1538-1612); concretamente, a los vv. 858-876 del primer acto, donde Titiro recrea la tópica comparación entre la rosa y la joven: «Come in vago giardin rosa gentile, / che ne le verdi sue tenere spoglie / pur dianzi era rinchiusa, / e, sotto l’ombra del notturno velo, / incolta e sconosciuta / stava posando in sul materno stelo, / al subito apparir del primo raggio / che spunti in Orïente, / si desta e si risente, / e scopre al sol, che la vagheggia e mira, / il suo vermiglio ed odorato seno, / dov’ape, susurrando, / nei mattutini albori / vola suggendo i rugiadosi umori; / ma, s’allor non si coglie,/ sì che del mezzodì senta le fiamme, / cade al cader del sole / sì scolorita in su la siepe ombrosa, / ch’a pena si può dir: —Questa fu rosa; —». 891 Achiles Statio en el manuscrito. 892 Alude al relato bizantino de Aquiles Tacio, compuesto en la segunda mitad del siglo ii y de gran inf luencia en Europa junto a la Historia etiópica de Heliodoro. Leucipa y Clitofonte fue traducida varias veces en el siglo xvi (ver detalles en M. Brioso y E. Crespo, 1997, p. 169). El pasaje que menciona Ponce abre el libro segundo: «Y así, satisfechos de nosotros mismos, echamos a andar hacia la alcoba de la joven para escucharla tocar la lira, pues yo no podía ni aun por un momento dejar de ver a la muchacha. Ella primero cantó el episodio homérico de la lucha del jabalí con el león. Luego entonó un aire de delicada inspiración: un canto de elogio de la rosa, cuya letra, si se eliminasen las modulaciones hasta dejarla desnuda, diría así: “Si Zeus hubiese querido dar a las f lores una reina, la rosa hubiera sido reina de las f lores: es ornato de la tierra, gala de las plantas, ojo de las f lores, rubor de la pradera, hermosura destellante. Su hálito huele a amor, es mediadora de Afrodita, su pelo es de hojas fragantes, su lujo sus pétalos de airosos movimientos cuando sonríen al Céfiro”. / Esto cantaba. Pero a mí se me antojaba ver la rosa sobre sus labios, como si se hubiese encerrado la redondez de la corola en la línea de su boca» (p. 197, trad. M. Brioso y E. Crespo, 1997). 893 Ariosto, Orlando furioso, canto 1, estancia 42: «La verginella è simile alla rosa, / ch’in bel giardin su la nativa spina / mentre sola e sicura si riposa, / né gregge né pastor se le avvicina; / l’aura soave e l’alba rugiadosa, / l’acqua, la terra al suo favor s’inchina: / gioveni vaghi e donne inamorate / amano averne e seni e tempie ornate».

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Tasso: la estancia 14, canto 16 de la Hierusalemme Liberata 894. Y con ventaja a todos, el Marino en la 2 parte de sus Rimas895. 82. «El joven al instante arrebatado»896. Los 15 versos siguientes entiendo así: ‘el forastero, mirando a la serrana novia, se entregó a la memoria de la que antes de su naufragio le había desdeñado [fol. 70v]; y el sol, de su hermosura, hizo cenizas las negras plumas de olvido que habían ya vestido su memoria, de las cuales renació el gusano del pensamiento, que, representándole los pasados bienes —de quien fue minador enemigo— 897, era arador que fomentaba su pena; porque, viendo las colores del rostro de la serrana, que, aventajando a la azucena y clavel, querían imitar los de su querida —a quien se parecía la898 eradora899—, pisó víbora tal el pensamiento de la triste memoria de su pérdida900, que con lágrimas hiciera público su dolor, si no le divirtieran los regocijos de los alegres serranos’.

894 Torquato Tasso, Gerusalemme liberata, canto 16, estancia 14: «Deh mira,» egli cantò, «spuntar la rosa / dal verde suo modesta e verginella, / che mezzo aperta ancora e mezzo ascosa, / quanto si mostra men, tanto è più bella. / Ecco poi nudo il sen già baldanzosa / dispiega; ecco poi langue e non par quella, / quella non par che desiata inanti / fu da mille donzelle e mille amanti». 895 El poema más conocido de Giambattista Marino (1569-1625) dedicado a la rosa es «L’elogio della rosa», composición en octavas que canta Venus en el canto III (octavas 156-161) de L’Adone. Pero Ponce no se refiere a esta obra, sino a la segunda parte de Le Rime y, además, L’Adone se publicó en París en 1623, fecha algo tardía para aludir a ella Ponce en este comentario. Ponce se refiere a la Canzone VIII, titulada «La rosa» y situada en las pp. 56-61 de Rime del Marino, parte seconda, Madriali, e Canzoni, Venetia, Ciotti, 1602. El poema, un diálogo entre Mopso y Tirsi, comienza con la intervención de Mopso: «Hor, che d’Europa in Toro». Esta línea referente a Marino fue añadida posteriormente por Ponce, con letra más pequeña y escribiendo «Rimas» en el margen derecho, a la altura de la línea siguiente, donde inicia una nueva nota. 896 Soledad primera, v. 734. 897 ‘El gusano del pensamiento fue el enemigo que minaba sus alegres recuerdos pasados y fomentaba (araba) su pena’; ver la paráfrasis de los vv. 734-754 en Jammes, 1994, pp. 345-347, y Carreira, 2015, pp. 439-440, n. 736-746. 898 «la / la» en el manuscrito. 899 Así en el manuscrito. Puede significar ‘la que trabaja en las eras’, pues se refiere a la labradora, o tal vez ser error por aradora. 900 Carreira, 2015, p. 440, n. 746, parafrasea los vv. 743 y ss.: «Con solo ver en la mezcla de colores de la labradora una sombra de su dama, el pensamiento se siente herido como si pisara una víbora oculta por las f lores».

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Lo de la víbora es alusión a lo de Eurídice, que pisó entre las f lores la que dicen fue causa de su muerte. [fol. 71r] Ovidio, Metamorfosis 10, al principio: ___________nam nupta per herbas dum noua Nayadum turba comitata vagatur, occidit in talum serpentis dente recepto901.

83. «Ven Himeneo ven»902. Estas cinco estancias de los coros903 son imitación perfecta de los epitalamios, himnos con que la antigüedad invocaba sus dioses en las bodas. Catulo escribió algunos; mas en estos versos hay precisa correspondencia al primero que hizo en la de Julia904 y Manlio905, cuyo principio es este: Collis o Heliconii cultor, Vraniae genus qui rapis teneram ad virum virginem, o Himeneae Hymen Hymen o Himeneae.

901

Ovidio, Metamorphoses, 10, vv. 8-10: «durante un paseo en el que iba acompañada por un tropel de náyades, sucumbió de la mordedura de una serpiente en un tobillo» (trad. R. Fontán Barreiro, 1986). 902 Soledad primera, v. 767. 903 Son, en realidad, seis estancias (vv. 767-844). Sobre el uso del término estancia, ver lo dicho en las notas 31 de la introducción y 590 del texto. 904 Jullia en el manuscrito. Junia Arunculeia, hija de César, que se desposó con Manlio Torcuato. 905 Catulo, carmen 61 (Epythalamius Iunie et Mallii), vv. 1-5: «Collis o Heliconiei / Cultor, Vraniae genus, / Qui rapis teneram ad uirum / Virginem, o Hymenaee Hymen, / O Hymen Hymenaee» («Oh habitante de la colina de Helicón, hijo de Urania, que arrastras hacia su esposo a la tierra virgen, oh Himeneo Himen, oh Himen Himeneo», trad. M. Dolç; ver la nota al pie del texto latino en la edición de M. Dolç (p. 48) para la variante del verso 5 sobre el texto que da Ponce; en la nota 3 de su traducción castellana (pp. 48-49), Dolç ofrece información sobre la tradición y estructura del epitalamio.

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‘Ven, Himeneo, donde te espera906 un joven cuyos cabellos no cultos , rubios rayos de su frente, niega el bozo negro a quien ha [fol. 71v] dado color negro el cuidado de quitarle’908. «Niño amó, la que adora adolesciente»909: es la edad del adolesciencia desde 14 a 22 años, cuyo dominio es de Venus. 907

84. «Villana Psique, ninfa labradora»910. La fábula de Psique escriben Lucio Apuleyo en su Metamorfosis y Martial Capella en el libro de las bodas de Mercurio911. Aquí solo nos toca decir que Psique es nombre griego que significa la parte racional del alma. Y así, llamarla «villana Psique» fue lo mismo que ‘política u

906 Ponce parafrasea los versos 767-771 de la Soledad primera, donde se cuenta que los largos y rubios cabellos del joven disimulan el negro bozo de su rostro. Ver la paráfrasis de Jammes, 1994, pp. 350-353, y las notas de Carreira, 2015, p. 441. La lectura de Ponce fue revisada por el corrector. 907 no cultos: ‘no cortados’, que corresponde al cabello intonso del v. 769. 908 El corrector subrayó la frase, tachó una voz (negro) y escribió en el margen izquierdo lo siguiente: «niega [tachado ligeramente por él mismo] el cabello largo cubre al color del boço imitaçion de Claudiano / en el epitalamio de Palladio i Serena dubiam lanuginis umbram / caesaries intonsa tegit» [esta última línea solo se adivina, por haberse cortado el folio para la encuadernación del volumen y leerse tan solo el trazo superior de las letras]. Se refiere al poema de Claudiano Epithalamium dictum Palladio V.C. et Celerinae, y cita el final del verso 42 y el comienzo del 43 («Su intonsa cabellera cubre la dudosa sombra de su bozo»; trad. M. Castillo Bejarano, 1993). Es el mismo pasaje de Claudiano con que ilustra este lugar la Soledad primera, ilustrada y defendida (p. 325). 909 Soledad primera, v. 773. Niña en el manuscrito, y también en el texto de la Soledad primera que se copia al comienzo (fol. 25r). Ver allí la nota al pie. Mantengo las voces adolesciente y adolesciencia, que se registran en la época. 910 Soledad primera, v. 774. Ponce escribe Psiche, y también parece esta la lectura de la copia de la Soledad primera que se encuentra al comienzo del manuscrito (fol. 25r); ver lo dicho allí en la nota al pie. 911 Apuleyo, Metamorphoses (también conocida como El asno de oro). En esta obra se relata la historia de Psique y Cupido entre los libros 4, 28 y 6, 24. Marciano Capella, De nuptiis Mercurri et Philologiae, sátira menipea del siglo v muy conocida por su formulación de las artes liberales, que fueron ofrecidas como regalo de boda a la Filología en su boda con Mercurio, y a cada una de las cuales se dedica luego un libro; ver Curtius, 1981, pp. 63-66. En el libro primero de esta obra se menciona la historia de Psique cuando Mercurio la considera como posible esposa, pero Virtud le indica que se ha unido a Cupido.

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discreta serrana’; y «ninfa labradora», tanto como ‘hermosa, jarifa912 u delicada’913. ‘Esta914, ahora, en los inciertos días de su segunda edad —que es la puericia, desde 7 a 14 años915, incierta porque es sujeta a Mercurio, cuya inf luencia es varia—, vincule el matrimonio a su ardiente deseo [fol. 72r] largas noches en que goce sus prendas’. «De la tostada Ceres»916: es diosa de los sembrados, según Lactancio, De diuinis institutionibus917, y Virgilio, Georgica 1918: 912

xarifo: «rozagante, vistoso, bien compuesto y adornado» (Autoridades). La lectura de Ponce interpreta que Góngora utilizó los sustantivos en función adjetiva para ponderar las cualidades de discreción y hermosura de la labradora. Con independencia de esa lectura, la identificación de la serrana con Psique se corresponde con la que antes hizo entre el novio y Cupido, pues este se enamoró de Psique. Más detalles en Jammes, 1994, p. 352, n. 774, y Carreira, 2015, p. 441, n. 774. 914 Se refiere a la serrana. Ponce va a parafrasear los vv. 775-778, donde se pide a Himeneo que, mediante el yugo del matrimonio, una a la muchacha al goce amoroso. Ver Jammes, 1994, pp. 352-355, y Carreira, 2015, p. 441. 915 Según la teoría de Hipócrates, la puericia es la segunda de las siete edades: niñez, puericia, adolescencia, juventud, virilidad, vejez y decrepitud. Las dos primeras comprendían siete años cada una. Al estar la muchacha en el crepúsculo (‘final’) de la segunda edad, tendría unos catorce años. Más detalles en Jammes, 1994, p. 352, n. 775-776, y Carreira, 2015, p. 441, n. 777. 916 Soledad primera, v. 775: «de la tostada Ceres. Esta, ahora». Comenta aquí Ponce la alusión mitológica del comienzo del verso encabalgado, cuya continuación ha parafraseado antes. 917 Lucio Celio Lactancio, Diuinarum institutionium Libri VII, lib. 1, cap. 18: «Nomen deorum Cereri ac Libero traditio munerum fecit. Possum diuinis docere literis, uinum atque fruges ante progeniem Coeli atque Saturni fuisse in usu hominum: sed ab his sane inuenta esse fingamus. Num potest plus aut minus uideri collegisse fruges, hisque fractis panem facere docuisse, aut uuas de uitibus lectas expressisse, uinumque fecisse, quam fruges ipsas, aut uites generasse, aut protulisse de terra» (fol. 13 c, ed. de Basilea, 1532) («A Ceres y Líber les dio el nombre de dioses la tradición de sus regalos. Puedo demostrar, recurriendo a las Sagradas Escrituras, que el vino y los cereales eran utilizados por los hombres antes del nacimiento de Cielo y de Saturno. Pero imaginemos que fueron efectivamente inventados por éstos; ¿acaso puede parecer más y más grande recoger el grano y enseñar a hacer pan mediante la trituración, o exprimir las uvas cogidas de las cepas y hacer de ellas vino, que el hacer que germinen y salgan de la tierra esos mismos granos y vides?», trad. E. Sánchez Salor, Madrid, Gredos, 1990). 918 Ponce escribió primero eglog. 1. Luego, con trazo más grueso y oscuro, se tachó la e inicial, se añadió una e después de la g, se añadió una r en la parte superior entre la o y la segunda g, y se añadió una i después de la última g (georgi). 913

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Prima Ceres ferro919 mortales vertere terram instituit920.

85. «Tórrida la Noruega, con dos soles, y blanca La Etïopia, con dos manos»921. Noruega es antípoda922 nuestro, casi en la frígida zona923; y Etiopía es en la tórrida924, donde habitan los negros. Ve a Plinio, libro 5, capítulo 8925, y a Solino, capítulo 42926. Y así, con propiedad excelente Ponce citará el v. 147 y parte del 148 del lib. 1 de las Geórgicas de Virgilio: «Ceres fue la primera que enseñó a los mortales a voltear la tierra con el hierro», trad. T. de la Ascension Recio García, 1990. 919 La C de Ceres está escrita con trazo más grueso y oscuro. Después de ferro se tachó con trazo grueso lo que parece una f. 920 La t final y el punto de la última i se marcan con trazo más grueso y oscuro. 921 Soledad primera, vv. 784-785. 922 antípodas: «los moradores del globo de la tierra diametralmente opuestos los unos a los otros» (Autoridades). 923 De ella habla Plinio en Naturalis historia 4, 12, al final del capítulo. 924 La zona tórrida era la que situaba entre los dos trópicos, y quedaba dividida por el ecuador en dos partes iguales. Las zonas frígidas eran las regiones situadas entre los círculos polares y los polos. Finalmente, las regiones situadas entre los trópicos y los círculos polares se denominaban zonas templadas. Extracto algunos pasajes de una cosmografía de la época: «Zona torrida est spatium, quod jacet inter duos Tropicos, et ab Aequatore in 2. partes aequales dividitur. Torrida, quod continuo Sole illam nunquam egrediente torrentur [...]. Zona frigida Septentrionalis est spatium Circulo Arctico inclusa [...] Jacent in illa: dimidia Islandia, pars Norvegiae et ultima Lappiae, Finmarchiae, Samojedae, Nova Zembla, Groenlandia, Spitzberga, Americae Septentrionalis quaedam incognita. Zona frigida Australis est spatium Antarctico inclusum» (Kaspar Knittel, Cosmographia elementaris..., Pragae, 1653, propositio III (Zonae), fols. C1irv). 925 Naturalis Historia, 5, 8, capítulo dedicado a los etíopes. Este es su comienzo: «Interiore autem ambitu Africae ad meridiem uersus superque Gaetulos, interuenientibus desertis, primi omnium Libyes Aegyptii, deinde Leucoe Aethiopes habitant. Super eos Aethiopum gentes Nigritae» («En el circuito interno de África, contra Mediodía y sobre los Gétulos, interviniendo de por medio los desiertos, los primeros de todos habitan los Libiegipcios, y luego los Leucetíopes. Arriba destos están los Nigritas, gentes de los Etíopes», trad. Jerónimo de Huerta, 1624, p. 171). 926 Cayo Julio Solino, De mirabilius mundi, 30, donde habla de Etiopía y los etíopes. Cito el comienzo: «Aethiopes & Atlanticae gentes Nigri f lumine diuiduntur, quam partem putant Nili» (ed. Venecia, 1518, fol. 96r) («Los pueblos de Ethiophia, y las gentes que biuen en torno del monte Atlas, se diuiden, y parten por el rio Nigro, el qual piensan algunos que es parte del Nilo» (trad. Cristóbal de

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y novedad curiosa, por contraposición, encarece la hermosura de sus ojos y lo cándido de sus manos, diciendo que ellos harían etíopes a los noruegos blancos, y ellas darían blancura a los etíopes negros, en cuya imposibilidad consiste el primor deste encarecimiento927. [fol. 72v] Dice más: que los claveles que llevaba puestos entre el cabello, y las rosas que adornaban el yugo, tejidas en él como cadenas que juntaban ambos cuellos, eran purpúreo trofeo de sus rosadas mejillas. O más claro: que vencía el color de ellas a los claveles y rosas. 86. «Ven, Himeneo, y plumas no vulgares», con los 12 versos que siguen928. Constituyeron los fabuladores antiguos gran multitud de Cupidos, hijos de las ninfas de Venus que servían de ministros a Himeneo en las festividades de las bodas929. Y así Apuleyo, en el libro 2 Asini auri, dice: «si viniese Venus acompañada de todo el coro de las Gracias y con mil Cupidos de [fol. 73r] las manos».† 930 Sigue, pues, el estilo de

las Casas, 1573). Doy la referencia (30) por la ubicación habitual en las ediciones modernas; la cita se sitúa en el cap. 32 en la edición de Venecia (1518); en el 38 en la de Venecia (1491); en el 43 en la de Basilea (1538); en el 33 en la de Lyon (1609), y en el 42 en la traducción de Cristóbal de las Casas (1573). 927 Jammes, 1994, pp. 784-785, recuerda las críticas que estos versos suscitaron en comentaristas como Jáuregui, Díaz de Rivas y el abad de Rute. 928 Soledad primera, vv. 793-805. 929 Los Cupidos o Amores eran hijos de las ninfas, y se encargaban de lanzar las f lechas a los mortales, pero no a dioses y reyes, los cuales estarían regidos por Cupido, hijo de Venus. Claudiano señala esta diferencia en su Epithalamium dictum Honorio Augusto et Mariae, vv. 72-75: «Mille pharetrati ludunt in margine fratres, / ore pares, similes habitu, gens mollis Amorum. / Hos Nymphae pariunt, illum Venus aurea solum / edidit [...]» («Juguetean en las orillas mil hermanos provistos de carcaj, iguales en su rostro, semejantes en su edad, la dulce familia de los Amores. A éstos los dieron a luz las Ninfas, solo a Cupido lo engendró la áurea Venus», trad. M. Castillo Bejarano, 1993). El lugar de Claudiano fue señalado por Salcedo y por la Soledad primera, ilustrada y defendida (pp. 336-338), donde se ofrece un rico comentario del pasaje. Ver también las notas de Jammes, 1994, pp. 358-360, y Carreira, 2015, p. 442. 930 Apuleyo, El asno de oro, 2, 8, donde Lucio pondera la belleza de los cabellos como parte principal de la hermosura femenina: «At uero —quod nefas dicere, nec quod sit ullum huius rei tam dirum exemplum!— si cuiuslibet eximiae pulcherrimaeque feminae caput capillo spoliaueris et faciem natiua specie nudaueris, licet illa caelo deiecta, mari edita, f luctibus educata, licet inquam Venus ipsa fuerit, licet omni Gratiarum choro stipata et toto Cupidinum populo comitata et

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la antigüedad, y dice: ‘Ven, Himeneo, y reparte tus ministros, hijos alados de las ocultas ninfas. Y en esta boda, estos931, de sus carcajes argentados, f lechen mosquetas y azahares sobre todos. Vigilantes aquellos, rediman el aldea de las aves nocturnas que son tristes agüeros, porque932 aquí no los haya. Mudos coronen otros por su turno el dulce lecho conyugal, en cuanto su querido esposo bebe el néctar de los hermosos labios de la bella consorte’. Néctar es el rocío de las f lores; hibleo es voz derivada de los hibleos, jardines celebrados933, que aquí se entiende ‘celestial’. 87. «Ven Himeneo y las volantes pías», con 6 versos934. Estas pías volantes son los pavones935. [fol. 73v] La diosa que han de conducir o llevar es Juno, cuyo carro tiran. Es hermana y mujer de

balteo suo cincta, cinnama fraglans et balsama rorans, calua processerit, placere non poterit nec Vulcano suo» («E aunque sea cosa de no decir, ni nunca ouiesse tan mal enxemplo, si tresquilassen alguna muger que fuesse la mas hermosa del mundo, aunque fuesse venida del cielo, y criada en el mar, y aunque fuesse la diosa Venus, acompañada de sus Nymphas y graciosas, con su Cupido y toda la compaña que le sigue, con su arreo de cinta de caderas y olores de cinamomo y balsamo y viniere calua y sin tabelles, no podra aplazer a nadie, ni a su marido Vulcano», trad. Diego López de Cortegana, 1551, fol. 16v). Terminada la alusión a Apuleyo, Ponce incluye una cruz que remite al margen izquierdo del folio, donde anota: «Véase en / Claudian. /Épithala- / mium. Pa- / lladij, ét Ce- / lerinae. ᚕ / vers. 28. ᚕ / 29. i. 30». Se refiere al Ephitalamium dictum Palladio V. C. et Celerinae de Claudiano, vv. 28-30: «[…] Vtque fuit, turbata comas, intecta papillas, / mollibus adsurgit stratis interque suorum / agmen et innumeros Hymenaeum quaerit Amores» («Como estaba, el cabello desordenado, sus pechos descubiertos, se levanta del mullido lecho y entre la multitud de sus siervas y los innumerables Amores busca a Himeneo», trad. M. Castillo Bejarano, 1993). 931 El pasaje distribuye las tareas de los Amores en la boda: unos deben lanzar f lechas y derramar azahares sobre los presentes; otros, vigilar la aldea e impedir que las aves nocturnas de mal agüero entristezcan la alegría de la boda; finalmente, otros deben coronar el lecho de los cónyuges mientras el novio besa a su esposa. Ver la paráfrasis de Jammes, 1994, pp. 359-361. 932 Con valor final (‘para que’). 933 Hibleo: «abundante, ameno, oloroso y f lorido. Es voz usada de los poetas, tomada del monte Hybla, en Sicilia, que era muy fértil por sus jardines, plantas, miel y f lores» (Autoridades). 934 Soledad primera, vv. 806-812. 935 pía: «El caballo o yegua cuya piel es manchada de varios colores, como a remiendos» (Autoridades). La metáfora «pías volantes» hace referencia a los pavos

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Júpiter; y así, la llama «gloria mayor del soberano coro»936. Invocábanla los antiguos en las bodas. 88937, y con nombre de Lucina en los partos. Ovidio, en el principio del 10, Metamorfosis938: Et Orpheia nequicquam voce vocatur 939.

Garcilaso, égloga 1, al fin: Verte presente agora me parece en aquel duro trance de Lucina940.

Dice «en lunas desiguales»941 porque es lo mismo Lucina que Luna; «desigual» porque nunca está en un ser, sino creciente o menguante. 89. Es el concepto: ‘que tenga tantos hijos la novia que excedan a los de Níobe’942; de quien Ovidio escribe, en el 6 Metamorfosis, que tuvo siete hijos con siete hijas943; aunque Homero dice que fueron doce todos944; y Hesíodo945, que veinte946. Véase a Eliano, De varia historia, libro 12, capítulo 136947. reales que tiraban del carro de Juno, la diosa que presidía las bodas, como señala después el propio Ponce. Ver las notas y precisiones de Carreira, 2015, p. 442, y Jammes, 1994, pp. 362 y 599-600. 936 Soledad primera, v. 809. 937 Aunque el discurso debe leerse de manera continua, Ponce sitúa aquí el número de la nota 88. Es una muestra más de la mayor premura que la anotación adquiere en esta parte final. 938 Ovidio, Metamorphoses, 10, vv. 1-3: «Inde per inmensum croceo uelatus amictu / aethera digreditur Ciconumque Hymenaeus ad oras / tendit et Orphea nequiquam uoce uocatur» («De allí se aleja el Himeneo, cubierto por azafranado manto, atravesando el cielo inmenso, y se dirige a la región de los cícones, y en vano lo llama la voz de Orfeo», trad. A. Ruiz de Elvira, 1990). 939 Ponce escribió primero vocauitur y luego tachó la sílaba ui. 940 Garcilaso, égloga 1, vv. 370-371. 941 Soledad primera, v. 813: «casta Lucina en lunas desiguales». 942 La hija de Tántalo, que fue esposa de Anfión, rey de Tebas, con el que tuvo muchos hijos. 943 Ovidio, Metamorphoses, 6, vv. 146-312. 944 Ponce añadió la secuencia desde «aunque Homero» hasta el final del fol. 73v («Élian. de Var. hist. l. 12. C. 136.») en un momento posterior, lo que se advierte por el tamaño ligeramente menor de la letra y el tono más oscuro de la tinta. En el margen izquierdo anotó, refiriéndose a la obra de Homero, «L. vlt. /

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[fol. 74r] «No en blanco mármol, por su mal fecundo, / escollo hoy del Leteo»948, porque llorando la muerte de sus hijos, que en un día fueron muertos por Diana y Apolo, fue convertida en mármol. La fábula escribe Homero949 en la Ilíada950, y Lactancio, De diuinis institutionis951. 945946947

Iliad». En efecto, Homero adjudico seis hijos y seis hijas a Níobe en Ilíada, 24, vv. 596-620. Ponce parece haber escrito «diez» y luego corregido «todos», a juzgar por el trazo más grueso en la grafía de esa voz. 945 Ponce escribió primero una voz que luego tachó (resulta ilegible) y corrigió en la parte superior de la línea, donde escribió el nombre de Hesíodo. 946 A Hesíodo se le atribuyó un poema titulado Catálogo de mujeres, aunque ya autores como Claudio Eliano dudaron de su autoría; en el fragmento 183 se habla de Níobe y su descendencia, que cifra en diez hijas y diez hijos. 947 Claudio Eliano, Varia Historia 12, 36: «Parece que los antiguos no estaban de acuerdo en el número de hijos de Níobe. Homero dice que eran seis varones y otras tantas niñas. Laso afirma que eran siete y siete. Hesíodo, que nueve varones y diez hembras, salvo que esos versos no sean realmente del poeta sino, como otros tantos, falsamente atribuidos. Alemán dice que eran diez, Mimnermo que veinte y Píndaro otros tantos» (trad. J. M. Cortés Copete, Madrid, Gredos, 2006). Ponce sitúa el pasaje en 12, 136; aunque pudiera haber manejado una edición distinta de la que es fuente de las actuales, creo que confundió una marca de parágrafo o de otro tipo con un 1 (136). 948 Soledad primera, vv. 816-817. 949 Ponce escribió primero Omero y luego añadió la h. 950 Homero, Ilíada, 24, vv. 599-620, donde relata cómo Apolo y Artemisa (cuyo equivalente romano es Diana) mataron, respectivamente, a los seis hijos e hijas de Níobe con sus f lechas. 951 No he encontrado la referencia en los Divinarum institutionum libri VII de Lucius Caelius Firmianus Lactantius (c. 245-c. 325). Pudiera no referirse a este Lactancio, sino a Lactantius Placidus (c. 350-c. 400), a quien Ponce ya ha mencionado antes y que recoge el episodio de la muerte de los hijos de Níobe en sus Narrationes fabularum ovidianarum (lib. 6, fab. 2, 4, ed. H. Magnus, 1914, p. 663): «confestim itaque Apollo et Diana tecti nubibus, ut praeceperat genetrix, Thebas venerunt ac Niobae filios, cum in campo equis exercerentur, sagittis necaverunt» (‘Así que, tal y como había ordenado su madre, Apolo y Diana, llegaron a Tebas, ocultos entre nubes, y mataron con f lechas a los hijos de Níobe, que estaban montando a caballo en el campo’). Lactantius Placidus también menciona este episodio de Níobe en su In Statii Thebaida commentum, obra que ya empleó Ponce. El primer pasaje comenta una expresión de Thebaida, 1, v. 711 («te uiridis Python Thebanaque mater ouantem»; ‘A ti, mientras celebrabas, la verde Pitón y la madre tebana [te dieron la muerte]’): «Thebanaque mater: Nioben dicit, Tantali filiam, Amphionis uxorem, fecundam, antequam Latonam sperneret. namque cum quattuordecim mater filiorum esset: [ingressa

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90. «Ven Himeneo y nuestra agricultura», con 7 versos952. Pide a los dioses que la cosecha de los panes les sea fértil, y copiosa la fecundia953 de los ganados, cuyas crías agosten954 y marchiten la hierba. 91. «Oro la expriman líquido a Minerva»955. Es la oliva, consagrada a esta diosa. Virgilio, Georgica 2956: Palladia957 gaudent sylva viuacis oliuae.

Dice que de sus olivas coja aceite en abundancia. [fol. 74v] 92. «Mientras coronan pámpanos a Alcides clava empuñe Liëo»958. templum Latonae pretulit se illi, quae tantummodo duos peperit. unde Apollo iratus filios sagittis necauit, Diana autem filias, ad ultimum uero ipsam matrem]» (ed. Sweeney, 1997, p. 86, y n.) (‘madre tebana: Níobe, fecunda hija de Tántalo y esposa de Anfión, antes de que menospreciase a Latona. Pues como Níobe hubiese sido madre de catorce hijos, al entrar en el templo de Latona se tuvo por más que ella, que solo había concebido dos. Por lo cual, Apolo, airado, mató con f lechas a sus hijos, y Diana a sus hijas, y al final a la propia madre’). La segunda referencia está en el comentario a Thebaida, 4, v. 576 («Tantalis et tumido percenset funera luctu», ‘[la hija] de Tántalo pasa revista a su orgulloso cortejo fúnebre’): «Tantalis: Niobe Tantali filia † et Penelopes † [et Pe[ne]lopis?], quae partus sui fecunditate praelata cum filiis septem a Diana et Apolline probatur exstincta» (ed. Sweeney, 1997, p. 303 y n. 1415) (‘Tantálides: Níobe, hija de Tántalo, y Pélope. A causa de su soberbia por lo fecundo de su parto, Níobe fue aniquilada cuando Diana y Apolo mataron cada uno a siete de sus hijos’). Finalmente, en el comentario de Lactantius Placidus a Thebaida 3, vv. 191-193, señala los nombres de los siete hijos y siete hijas de Níobe (ed. Sweeney, 1997, p. 187). 952 Soledad primera, vv. 819-826. 953 ‘abundancia’. 954 agostar el ganado: «es pastar o apacentarle en las tierras que han estado sembradas» (Autoridades). 955 Soledad primera, v. 827. Mantengo el laísmo frente al habitual «le expriman»; también se lee «la expriman» en la copia del poema que aparece al comienzo del manuscrito (fol. 26v). 956 Virgilio, Georgicon, 2, v. 181: «producen fácilmente un bosque de olivos duraderos, a Palas consagrados», trad. T. de la Ascensión Recio García, 1990. 957 Ponce escribió primero «Pallid». Luego corrigió la i en a, y añadió el final de la voz en la parte superior de la línea («Pallad ia»). 958 Soledad primera, vv. 829-830.

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Estos dos versos contienen lo que el precedente a ellos, con que están declarados. Y es que, trocando las insignias959, coronen a Alcides los pámpanos960 de Baco, y él use de la clava961 de Alcides. Lieo y Baco son un mismo dios de los vinos. Virgilio, Georgica 2, al principio: Nunc te Bacche canam, etc.962.

93. «Ven Himeneo, y tantas le dé a Pales»963. Es diosa de los ganados, según dije en la nota 11964. «Cuantas a Palas»965: es diosa de los hilados y telas. Ovidio, Metamorfosis, 6: Seu pingebat acu, scires à Pallade doctam966.

959

El cambio de atributos entre Alcides (Hércules) y Baco constituye una hipálage; además, Alcides y Baco actúan como metonimia de los olmos y la vid, respectivamente. La descripción de los versos indica, pues, que los olmos y las vides entrecruzaban sus ramas y sarmientos. Ver las lecturas y notas de Jammes, 1994, pp. 364-365, y Carreira, 2015, p. 443. 960 pámpanos: ‘sarmientos de la vid’, atributo de Baco, dios del vino. 961 clava: «palo largo de más de vara, que poco a poco desde la empuñadura va creciendo en grueso, y remata en una cabeza o porra de bastante cuerpo, llena de puntas de clavos. Por antonomasia se entiende la de Hércules, tan celebrada y famosa» (Autoridades). 962 Virgilio, Georgicon, 2, vv. 1-3: «Hactenus aruorum cultus et sidera caeli: / nunc te, Bacche, canam, nec non siluestria tecum / uirgulta et prolem tarde crescentis oliuae» («Hasta aquí, del cultivo de los campos y de las constelaciones del cielo; ahora a ti te cantaré, oh Baco, y contigo también, los brotes tiernos de los bosques y el retoño del olivo, que crece lentamente», trad. T. de la Ascensión Recio García, 1990). 963 Soledad primera, v. 832. La e de Pales se corrige sobre otra letra (probablemente una l por atracción del Pallas que se menciona luego, una e menos marcada en su abertura, o una i). 964 En esa nota, Ponce remite a Virgilio, Georgicon, 3, v. 1, donde invoca a Pales al hablar de los ganados. Ver la nota al pie 563, al fol. 44r. 965 Soledad primera, v. 833: «cuantas a Palas dulces prendas esta». Dámaso Alonso, 1982, p. 510, ya señaló que, según avanza el poema, Ponce anotaba menos. Además, la correspondencia entre nota y versos es menos uniforme que en la primera parte de la anotación. 966 Ovidio, Metamorphoses, 6, v. 23: «o si dibujaba con la aguja; bien se veía que Palas la había enseñado» (trad. A. Ruiz de Elvira, 1990).

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Es la inteligencia que tengan tantos [fol. 75r] hijos para la crianza del ganado, cuantas hijas para hilar y echar telas967. 94. «De Aragnes otras la arrogancia vana», con 5 versos968. Esto escribe Ovidio, en el lugar citado, de la competencia y certamen que tuvieron Palas y Aragnes969; la cual labró en sus telas los insultos y transformaciones de Júpiter cuando, convertido en pluvia de oro, gozó a Dánae970 y, transformado en cisne, a Leda971. Y así, dice que no mezclen sus hijas972 en las telas semejantes historias. La moralidad es que sean honestas y caseras. Lo demás remito a la brevedad. 95. «Los novios del vecino templo santo»973. Aquí significa la unidad de voluntades que juntó este matrimonio, y la [fol. 75v] conformidad con que volvían contentos, aún no sintiendo la carga de aquel estado: es la metáfora admirable.

967 echar telas: «es mandar tejer lienzo y otros géneros de tejidos fabricados de lino» (Autoridades). 968 Soledad primera, vv. 838-843. 969 Ovidio narra la competencia entre Palas y Aragnes en Metamorphoses, 6, vv.1-145. 970 Ovidio, Metamorphoses, 6, vv. 112-113: «Amphitryon fuerit, cum te, Tirynthia, cepit, / aureus ut Danaen, Asopida luserit ignis» («cómo fue Anfitrión cuando se adueñó, Tirintia, de ti, cómo siendo de oro engañó a Dánae, siendo de fuego a la Asópide», trad. A. Ruiz de Elvira, 1990). Ver también Metamorphoses, 4, vv. 610-611: «Non putet esse deum; neque enim Iouis esse putabat / Persea, quem pluuio Danae conceperat auro» («y no admite que sea de origen divino; tampoco admitía, por cierto, que fuese hijo de Júpiter Perseo, a quien Dánae había concebido de oro de lluvia»). 971 Ovidio, Metamorphoses, 6, v. 109: «Fecit olorinis Ledam recubare sub alis» («hizo que Leda estuviera acostada bajo las alas de un cisne»). 972 Se refiere a las hijas de la labradora que se desposa en este episodio del poema; algunas de ellas serían seguidoras de Pales, y habrían de dedicarse al cuidado de numerosos corderos; otras, seguidoras de Palas, a tejer. Es a estas últimas a quienes concierne la advertencia sobre las historias que deben reproducir en sus telas. Ver Jammes, 1994, pp. 365-369, y Carreira, 2015, p. 444. 973 Soledad primera, v. 847.

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96. «Mientras casero lino, Ceres tanta»974. Ceres es aquí lo mismo que el pan; porque, como dije en el n.º 975 84 , es la diosa del trigo. Pónese su nombre por el pan, como el de Baco por el vino (Terencio 976: «Sine Cerere et Bacco, friget Venus»977), usando de la figura metonimia, que hizo de Vulcano, de Minerva, Alcides y Baco978. 97. «Dulces pomos que al curso de Atalanta fueran dorado freno»979. Atalanta y Hipómenes tuvieron certamen de ligereza; y porque la de ella [fol. 76r] era invencible, llevó Hipómenes tres manzanas de oro del árbol de Venus; y echándoselas delante a trechos, se detuvo a cogerlas, de suerte que fue vencida en la velocidad de su carrera. Ovidio, al fin del 10, Metamorfosis: Obstupit 980 virgo, nitidique cupidine pomi, declinat cursus, aurumque volubile tollit;

con que queda entendido en qué modo las manzanas pudieran ser freno del curso de Atalanta.

974

Soledad primera, v. 861. Se refiere al comentario que hace sobre el comienzo del v. 775 («de la tostada Ceres. Esta ahora»), que Ponce incluyó en su nota 84. 976 Terent. en el manuscrito. 977 ‘Sin comida ni bebida, el amor se enfría’. Frase popular que recogió Terencio en Eunuchus, acto 4, v. 732, con la siguiente formulación: «Chremes: Verbum hercle hoc uerum erit: “Sine Cerere et Libero friget Venus”» («Cremes: ¡Por Hércules, que va a ser verdad ese refrán que dice “sin Ceres y Baco, Venus pasa frío”», trad. G. Fontana Elboj, Madrid, Gredos, 2008). 978 Quiere decir Ponce que Góngora usó aquí la metonimia para identificar a Ceres con el pan, al igual que la había empleado para identificar a Vulcano con el fuego (v. 93), a Alcides con los olmos, a Baco con las vides y a Minerva con el olivo (vv. 827-830). Ponce señaló estos casos en sus notas 10, 91 y 92. 979 Soledad primera, vv. 863-864. 980 Obstupid en el manuscrito, por obstupit (de obstupeo: ‘asombrarse, llenarse de estupor’). La lectura habitual es obstipuit (de obstipesco u obstupesco: ‘quedarse paralizado, asombrado’). Ovidio, Metamorphoses, 10, vv. 666-667: «Quedó atónita la doncella, y por el deseo de la refulgente fruta descuida la carrera y coge del suelo el oro que por él rodaba», trad. A. Ruiz de Elvira, 1990). 975

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98. «Manjares que el veneno, y el apetito ignoran, igualmente981». Aquí muestra la sigura humildad deste banquete, pues982 en él no hubo manjares en que pudiese temerse el veneno ni cebarse el apetito. Lo que se sigue es que bebieron en vidros, mezclados los vinos de dos colores983. [fol. 76v] 99. «Al canoro son de la ninfa un tiempo, ahora caña984». Dice Ovidio, en el 1 Metamorfosis985, que, habiendo el dios Pan convertido en caña a la ninfa Seringa, hizo después de las cañas la zampoña, instrumento pastoril a cuyo son dice que salieron bailando doce serranas con la desposada986. 100. «Cuanto estambre vital, Cloto os traslada, de la alta fatal rueca al huso breve»987. Según escriben Cicerón, De natura Deorum, y Fulgencio en sus Mitologías988, constituyeron los antiguos poetas tres hermanas —a quien 981

Soledad primera, vv. 865-866. puees en el manuscrito. 983 Es decir, blanco y tinto; se refiere a los vv. 870-871: «sino en vidro topacios carmesíes / y pálidos rubíes». Ver las notas de Jammes, 1994, p. 376, y Carreira, 2015, p. 445, sobre la hipálage que afecta a los calificativos de las piedras preciosas para ref lejar la mezcla de vinos. 984 Soledad primera, vv. 883-884. Se omite el inicio del v. 883: «Levantadas las mesas, al canoro». 985 La historia de Pan y Siringe se recoge en Ovidio, Metamorphoses, 1, vv. 689-712. 986 La escena se recoge en Soledad primera, vv. 885-892. 987 Soledad primera, vv. 899-900. 988 Cicerón, De natura deorum, 3, 17 [44], considera a las Parcas hijas de Érebo y la Noche: «Quod si ita est, Caeli quoque parentes di habendi sunt Aether et Dies eorumque fratres et sorores, qui a genealogis antiquis sic nominantur — Amor, Dolus, Metus, Labor, Inuidentia, Fatum, Senectus, Mors, Tenebrae, Miseria, Querella, Gratia, Fraus, Pertinacia, Parcae, Hesperides, Somnia; quos omnis Erebo et Nocte natos ferunt. Aut igitur haec monstra probanda sunt aut prima illa tollenda» («Si esto es así, también los padres del Cielo han de ser tenidos por dioses, Éter y Día, así como sus hermanos y hermanas, a quienes los geneaólogos antiguos denominan así: Amor, Engaño, Miedo, Fatiga, Envidia, Destino, Vejez, Muerte, Tinieblas, Miseria, Queja, Gracia, Fraude, Obstinación, Parcas, Hespérides y Sueños. Cuentan que todos ellos nacieron de Hérebo y 982

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llamaron Parcas— por ministros de la muerte; las cuales administran a todos el estambre de sus vidas, de suerte que Cloto es la que tuerce el hilo [fol. 77r], Láquesis le hila y Átropos le corta. Dice que lleguen a tanta edad, que venza lo albo de sus canas la nieve y plata989. 101. «El rey corona de los otros ríos»990. Este río, corona y rey de todos, es el Nilo991; a quien por su noble nacimiento, milagrosa naturaleza, abundante curso y peregrinos efectos, se debe el renombre y título que aquí tiene, supuesto que en todo el universo ha criado el poder de Dios ni conocido los hombres otra maravilla igual a él, donde, contra el orden natural establecido, se ven y descubren tantas. Porque solo este río inunda y crece cuando carecen de curso los demás; solo este no engendra nieblas, vientos, humedades ni nublados; solo a este es concedido extenderse a ver el uno y otro norte; este sustenta armadas, da paso y navegación a ricas f lotas de todo Noche», trad. A. Escobar, Madrid, Gredos, 1999). Fabius Planciades Fulgentius, gramático latino de los siglos v-vi y autor de los Mithologiarum libri III, se ocupa de las Parcas en la sección de esta obra titulada Fabula de Fatis (1, 8). Cito el pasaje por la ed. de Basilea, Henrichum Petrum, 1543 (1, 8, p. 22): «Fabula de Fatis. Tria etiam ipsi Plutoni destinant fata, quarum prima Cloto, secunda Lachesis, tertia Atrops. Cloto enim graece uocatio dicitur. Lachesis uero fors nuncupatur. Atropos quoque sine ordine dicitur. Hoc uidelicet sentire uolentes, quod prima sit natiuitatis euocatio. Secunda uitae fors, quemadmodum quis uiuere possit. Tertia mortis conditio, quae sine lege uenit» (‘Ellos también adjudican a Plutón las tres Parcas: la primera de ellas, Cloto; la segunda, Láquesis; la tercera, Átropos. Cloto es la voz griega para ‘llamada’; Láquesis es llamada ‘destino’; y Átropos es ‘sin orden’; de acuerdo con la interpretación de que primero sucede la llamada del nacimiento; en segundo lugar, los azares de la vida, cómo puede alguien vivir; en tercer lugar, la condición de la muerte, que viene sin norma alguna’). 989 Soledad primera, vv. 897-900: «Venza no solo en su candor la nieve, / mas plata en su esplendor sea cardada / cuanto estambre vital Cloto os traslada / de la alta fatal rueca al huso breve». 990 Soledad primera, v. 953: «del rey, corona de los otros ríos». 991 La extensión de las observaciones de Ponce sobre el Nilo, ya advertida por Dámaso Alonso, 1982, p. 515, se explica por su Apología en defensa de Virgilio, comentario en el que Ponce rebate la lectura que Juan Luis de la Cerda hacía de unos versos de la cuarta Geórgica donde se hablaba de este río. Dado que la Apología se fecha en 1622, probablemente Ponce estaba trabajando en ella al redactar las notas de la Soledad primera, y aprovechó informaciones que iba recopilando para el comento del lugar de Virgilio a fin de enriquecer esta nota al verso de Góngora. En este sentido debe interpretarse también la lista de autoridades que hablaron sobre el Nilo y que Ponce recoge, a modo de apéndice, en el fol. 84r.

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[fol. 77v] cuanto producen la Arabia, la India y la tierra del oriente y occidente; solo este es señor de las mayores islas que hay en los ríos de todo el orbe, circundando la de Meroe, capaz de muchas ciudades992, y más de otras setecientas993 poco inferiores a ella, productoras de preciosas piedras, oro, plata, metal, hierro, ébano; raíces saludables y útiles994, semejantes en el gusto a todos los frutos; árboles que le dan sin secarse el año entero: el citón995, de que hacen vino poco diverso del nuestro; loto, de que hacen pan996; la vata997, fruta dulce que usan por confitura; 992

Quiere decir que el Nilo rodea la isla de Meroe, que contiene muchas ciudades. Esta isla es la actual Butana (Sudán). 993 Entiendo: ‘más de otras setecientas islas’. En el margen izquierdo, Ponce anota «Diod. / l. 1.». Diodoro Sículo dedicó parte del lib. 1 de su Biblioteca Histórica al Nilo. Se refiere a la isla de Meroe en 1, 33. 994 En este pasaje dedicado a diversas plantas y árboles (hasta el cicán), Ponce sigue de cerca a Diodoro Sículo, Biblioteca Histórica 1, 34. Creo que Ponce se basó en una traducción italiana, pues los nombres con los que menciona diversas plantas (cicán, citón) coinciden literalmente con los de textos como Delle antiqve Historie fabulose. Novamente fatto volgare, & con somma diligentia stampato, Firenze, 1526 (fol. 16r); Venezia, 1542 (fol. 16r). 995 Una especie de cerveza preparada a partir de cebada; la voz griega es z ŷtho; también habla de ella Diodoro Sículo en 1, 20, 4. En las traducciones italianas mencionadas se traduce como citon, voz que usa Ponce: «vsano per bere decottione de orzo che echiamano Citon poco di gusto inferiore al vino» (fol. 16r); las traducciones españolas usan otros términos: «Preparan también los egipcios, de la cebada, una bebida no muy inferior al aroma del vino, a la cual llaman “zito”» (trad. F. Parreu Alasá, Madrid Gredos, 2001, p. 213; ver la información sobre plantas y árboles de su introducción, pp. 56-59). 996 «El loto (nelumbo), especie de lirio de las márgenes del Nilo y de los países tropicales, que tiene por raíz una cebolla comestible, produce además una semilla nutritiva, con la cual se hacía una especie de pan en la región del Nilo» (Fernando Nicolaÿ, Historia de las creencias, supersticiones y costumbres, p. 68). Ver también Parreu Alasá, 2001, pp. 56-59. 997 En este pasaje, Diodoro Sículo habla de diversas zarzamoras e higos de los que se hacen confituras. Primero menciona los árboles llamados sykáminos, una variedad de los cuales da como fruto la mora (móron) y otra el higo (s ŷkon); luego se refiere a la bata myxária, una zarzamora de la que se hace una especie de confitura. De nuevo las traducciones italianas de 1526 y 1542 muestran una apreciable semejanza con el texto de Ponce en el término vata y su grafía: «altri arbori che producono tutto l’anno simili el fico diche li poueri possono hauere sempre cibo. Sonui more & intorno alle bocche del fiume vn frutto ditto Vata Imixariosi dolci, che si da come à noi li confetti» (fol. 16r); «de las “sicámina”, las unas producen el fruto de las moras y las otras el semejante a los higos y, creciendo durante casi todo el año, resulta que los indígenas tienen un recurso adecuado

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el cicán998, cuyo licor sirve de aceite. Las tierras que baña son tan fértiles y la hierba tan copiosa, que los ganados tienen crías dos veces cada año. Hace crecer y multiplica los trigos y las viñas sin ser beneficiados [fol. 78r] de la cultura999. De suerte que los que merecen la habitación del Nilo, teniendo en él con abundancia y exceso cuanto es necesario a la vida, no solo viven sin necesidad de las provincias y tierras comarcanas, mas aun del beneficio1000 del cielo, pues, no lloviendo jamás en aquellas regiones, es suficiente la inundación1001 y paso de sus aguas para producirles, con infalible certeza, cuanto pueden desear para vivir abundantes. Y si no pareciese extremado encarecimiento, querría persuadir —en apócrifa1002 dotrina— no que, como creyó la antigua gentilidad, tengan los ríos dioses que los habiten; mas que, mirando los milagros que obra Dios en este, diésemos crédito en algún modo a los que tuvieron opinión de que los ríos tienen ángeles custodios1003 que consagran, ministran y guían sus aguas; de los cuales, el más católico que he visto es el [fol. 78v] docto y ingenioso Capoleón, que en su Poema del rosario, canto 3, estancia 68, escribe: para su necesidad. Las zarzamoras llamadas “mixaria” se recogen durante la bajada del río y, por la dulzura de su naturaleza, se consumen en el momento del postre» (trad. F. Parreu Alasá, 2001; para más detalles, ver las pp. 56-59 de su introducción). 998 Diodoro Sículo se refiere a una especie de aceite de ricino denominado kíki, que se usaba para encender las lámparas; las traducciones italianas citadas usan la voz Cican, que también empleará Ponce: «vsano per olio in le lucerne vno liquore de vna pianta ditta Cican» (fol. 16r); «Usan también para el encendido de las lámparas, vertiéndolo en vez de aceite, el jugo exprimido de una planta y denominado “ciqui”» (trad. Parreu Alasá, 2001). 999 cultura: «la labor del campo o el ejercicio en que se emplea el labrador o jardinero» (Autoridades). 1000 Parece haberse corregido la b sobre una v. 1001 Desde el comienzo de este fol. 78r hasta aquí, Ponce anota lo siguiente en el margen izquierdo: «Lucan. L. 8 / Terra suis / bonis, non / indiga / mercis, / Aut Iouis: / in solo tan- / ta est fi- / ducia / Nilo». Lucano, Pharsalia, 8, vv. 446447: «Terra suis contenta bonis, non indiga mercis / aut Iouis; in solo tanta est fiducia Nilo» («Su tierra tiene bastante con sus propias riquezas, sin necesidad del comercio ni de las lluvias de Júpiter: tan grande es su confianza en sólo el Nilo», trad. A. Holgado Redondo). 1002 apocrypho: «lo que es fabuloso y no merece que se le dé alguna fe o crédito» (Autoridades). 1003 ángel custodio o de la guarda: «al que Dios ha encomendado la custodia y guarda de cada persona» (Autoridades).

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Tornar frà i giunchi, e l’ombre ime, e palustri, scorti da l’Angel lor gli umidi Numi, come è pur uer, che custodisca, e lustri, ne corsi lor, Angel custode, i fiumi1004.

Y si negaren esto los de escrupuloso juicio, adviertan que no es muy contrario a la razón ni al crédito de nuestra piedad; pues tenemos (conforme a ella) por cierto y infalible que los cielos tienen inteligencias o ángeles que los mueven, dando virtud y fuerza a sus inf luencias, para que, haciendo los efectos necesarios sus impresiones, se conserve y permanezca el mundo, que está sujeto a las causas segundas por natural decreto1005. Y así Tritemio, en el libro De secundis, dice que

1004 Los versos pertenecen a la primera parte (octava 68, vv. 1-4) del poema heroico Rosario della Madonna, escrito por Capoleone Guelfucci (1541-1600). Miembro de una antigua familia güelfa, ostentó diversos cargos públicos y ejerció también una labor historiográfica y poética; en esta última destacan los versos religiosos y, en particular, los dedicados al rezo del rosario. El poema que cita Ponce se editó por primera vez en Venecia en 1601; tuvo un notable éxito, y en esa misma ciudad se editó en 1603, 1606, 1610 y 1616. 1005 La causa primera de la creación es Dios; la segunda, que depende de él, los cielos con sus planetas y estrellas. Así lo explica fray Luis de Granada: «(Parte Primera, capítulo 4: De la consideración del mundo mayor y de sus partes más principales): […] Y así como en cualquier oficina ha de haber dos cosas, conviene a saber: materia de que se hagan las cosas, y oficial que las haga e introduzca la forma en la materia, como lo hace el carpintero y cualquier otro oficial, así proveyó el Criador que en esta gran oficina del mundo hubiese estas dos cosas, que son: materia de que las cosas se hiciesen, y oficiales que las hiciesen. La materia de que todas las cosas se hacen son los cuatro elementos: tierra, agua, aire y fuego. Los oficiales que de esta materia fabrican todas las cosas son los cielos, con sus planetas y estrellas. Porque dado caso que Dios sea la primera causa que mueve las otras causas, pero estos cuerpos con las inteligencias que los mueven son los principales instrumentos de que él se sirve para el gobierno de este mundo inferior, el cual de tal manera pende del movimiento de los cielos que vienen a decir los filósofos que, si este movimiento parase, todo otro movimiento cesara, de tal manera que no quemaría el fuego un poco de estopa que hallase a par de sí. Porque así como, parando la primera rueda de un reloj, luego todas las otras pararían, así cesando el movimiento de los cielos (del cual todos los otros movimientos penden), luego ellos también cesarían. / Y porque estos cuerpos celestes son los primeros instrumentos del primer movedor, que es Dios, y tienen tan principal oficio en este mundo, que es ser causa eficiente de todo lo corporal, los aventajó y ennobleció el Criador con grandes preeminencias sobre todos los otros cuerpos» (Introducción del símbolo de la fe, pp. 183-184).

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gobiernan el mundo los siete ángeles1006 [fol. 79r] príncipes —de quien habla Tobías, 121007— con los siete planetas: Orofiel con Saturno, Zacarías con Júpiter, Samuel con Marte, Michael con el Sol, Anael con Venus, Rafael con Mercurio, y Gabriel con la Luna. En cuya conformidad no parece que debemos poner fuera de los términos creíbles esta opinión, mirando en este río tantas causas para poder presumir que algún ángel favorable le asiste y comunica virtud para los efectos que hace; pues siendo solo natural la suya1008, no podremos conceder que los haga tan sobrenaturales1009. Y no fuera deste concepto, dijo Lucano, hablando del Nilo, que desde la creación del mundo hay en él ciertas aguas que, rotas las venas de la tierra, brotan y corren sobre ella sin que Dios ponga cuidado en gobernarlas, sino solo el natural curso; y otras que [fol. 79v] desde el mismo principio están ocultas, las cuales el Criador y Artífice de todas las cosas gobierna allí por ciertas leyes y condiciones; y que no duda ser de ellas estas1010, porque las ven todos redundar1011 y nadie ha visto de dónde salen (ex libro 10): 1006

Johannes Trithemius (1462-1516), erudito y abad benedictino alemán que fundó una sociedad (Sodalitas Celtica) dedicada al estudio de las lenguas, la astrología y el significado de los números. Ponce se refiere a su obra De Septem secundeis, escrita en 1508 y con diversas ediciones desde 1522 (ver Zambelli, 2007, pp. 78-79, n. 15). Allí expone su visión del universo basada en siete ángeles que se asignan a siete planetas. Cada uno de esos ángeles rige el universo por un periodo de 354 años y 4 meses. El orden de los ángeles, ligeramente trastocado en la enumeración que luego ofrece Ponce, es: Orifiel (Saturno), Anael (Venus), Zachariel ( Júpiter), Raphael (Mercurio), Samuel (Marte), Gabriel (Luna) y Michael (Sol). 1007 Tobías 12, 15: «Ego enim sum Raphaël angelus, unus ex septem qui adstamus ante Dominum» (‘Yo soy el ángel Rafael, uno de los siete que estamos ante la presencia del Señor’). 1008 la suya: se entiende ‘la virtud del Nilo’. 1009 Desarrollo el razonamiento de Ponce: 1) el Nilo es causa de múltiples fenómenos (efectos) beneficiosos y sorprendentes; 2) algunos de esos efectos adquieren rango sobrenatural; 3) el Nilo es un fenómeno natural y, en consecuencia, una causa natural de aquellos efectos que produce; 4) en consecuencia, los efectos sobrenaturales que produce el Nilo no pueden tener como causa el río, sino que deben explicarse por una causa sobrenatural, que para Ponce es la asistencia de algún ángel custodio. 1010 ‘no duda Lucano que las aguas del Nilo pertenezcan a este tipo de aguas ocultas gobernadas por el Creador’. 1011 redundar: «rebosar, salirse alguna cosa de sus límites o bordes, por demasiadamente llenos y abundantes» (Autoridades).

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Quasdam, Caesar, aquas post mundi sera peracti saecula, concussis terrarum erumpere venis, non id agente deo, quasdam conpage1012 sub ipsa cum toto coepisse reor: quas ille creator, atque opifex rerum, certo sub iure coercet1013;

en que parece sintió —aunque como gentil— que la naturaleza deste río se administraba con particular y más que ordinaria providencia. Mas reduciendo sus alabanzas y la exageración de las maravillas suyas, me remito a los autores antiguos graves y dignos de crédito, que las escriben para1014 [fol. 80r] que, viéndolas en ellos, merezca con toda admiración y decoro el renombre de monarca, corona y rey de los ríos; no siendo inconviniente para esto que Virgilio se le diese al Po1015; porque, según Carlo Estéfano, ha de entenderse que es rey de los ríos de Italia solamente1016. Y advierto en primer lugar que, en la escritura 1012

En el manuscrito se escribe compa[tachada una n o r]ge. Lucano, Pharsalia, 10, vv. 263-267: «algunas aguas, [César], muchos siglos después de la creación del mundo, brotan de golpe al ser sacudidas las venas de la tierra, sin ninguna intervención divina; pero algunas otras, en el momento mismo de la formación del globo, comenzaron a existir con el conjunto, y éstas son las que aquel creador y artífice del universo tiene sometidas a un régimen determinado» (trad. A. Holgado Redondo). 1014 Abajo hay una última línea tachada, que no he podido descifrar. 1015 Virgilio, Georgicon 1, v. 481-486: «Proluit insano contorquens uertice siluas / f luuiorum rex Eridanus camposque per omnis / cum stabulis armenta tulit. Nec tempore eodem / tristibus aut extis fibrae apparere minaces /aut puteis manare cruor cessauit, et altae / per noctem resonare lupis ululantibus urbes» («El Erídano, rey de los ríos, arrastra selvas que remueve en furioso torbellino, y a través de toda la llanura arrastró establos y ganados. En la misma época las fibras no cesaron de aparecer amenazadoras en las vísceras de siniestro presagio, ni de manar sangre los pozos, ni las ciudades, edificadas sobre alturas, de resonar durante la noche con el aullido de los lobos», trad. T. de la Ascensión Recio García, 1990). 1016 Charles Estienne o Carolus Stephanus (1504-1564), médico, agrónomo y humanista francés, en su Dictionarium Historicvm, Geographicvm, poeticvm... (1553). Cito por la edición de Ginebra, Iacobvm Stoer, 1590. La referencia al Po como rey de los ríos de Italia se encuentra al final de la voz Eridanus: «Eridanus, Italiae f luuius, in Vesulo monte nascens, & per agrum Gallicum in mare Adriaticum inf luens. Hodie notiore nomine Padus appellatur, Eridanum autem dictum volunt ab Eridano Apollinis & Clymenes filio, qui a luce illius incendij, quo bonam terrarum partem exussit, Phaeton cognominatus est. Hunc poetae fabulantur, cùm paternum currum regendum suscepisset, aurigandique imperitia orbem 1013

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sagrada, Génesis 2, consta que nace del terrenal paraíso; donde dice, con nombre de Gehom1017: «ipse est qui circuit omnem terram Aetiopiae»+1018. Y ahora, con siguro de que es bien nacido para rey, puede verse lo que escriben de su naturaleza: Heródoto Halicarnaso, libro 2, que es Euterpe, donde dice: «Praeter Aegiptum Nilum cum quo non licet alium comparare»1019; y en un largo discurso que es1020 al principio del libro1021.

terrarum in discrimen adduceret, à Ioue fulmine ictum, in Padum f luuium decidisse, eique Eridano nomen fecisse, Virgilius, quòd Italicorum omnium maximus sit, Regem f luuiorum appellat. vulgò, le Po» (fol. 201v [por error, 101v]) (‘El Erídano [nombre latino del Po], río de Italia, nace del monte Vésulo [hoy Monviso] y a través de las tierras de la Galia desemboca en el Adriático. Hoy es más conocido por el nombre de Po (Padis). El nombre de Erídano dicen que proviene de Erídano, hijo de Apolo y Climene, que es llamado Faetón por la luz de aquel incendio en el que se abrasó gran cantidad de tierra. De este cuentan los poetas que, como hubiese tomado el control del carro de su padre, el Sol y, por su impericia como auriga, condujese al orbe de la tierra al peligro y, golpeado por un rayo de Júpiter, cayese al río Po, que por ello recibió el nombre de Erídano. Virgilio, porque es el mayor de todos los de Italia, lo llama rey de los ríos, y, en vulgar, le Po’); ver también la voz Padus (fols. 230v-231r). 1017 Génesis 2, 13: «Et nomen f luvii secundi Gehon; ipse est qui circumit omnem terram Aethiopiae» (‘el nombre del segundo río es Gehon, el que rodea toda la tierra de Etiopía’). 1018 La cruz remite al margen izquierdo, donde Ponce anota lo siguiente: «+ / Joseph. / Lib. 1. C. 2. / de antiqe. / Gyon au- / tem per / Aegyptum / f luens os- / tendit éum / qui nobis / ab Orien / te reddi- / tur, quem / Graeci a- / ppellant / Nylum.» («y el Geón, que recorre Egipto, significa el río que emerge de la región situada enfrente de nosotros, al que los griegos llaman Nilo», trad. J. Vara Donado, Madrid, Akal, 1997). El pasaje pertenece a la obra Antiquitates Judaicae (1, 3, 37) del historiador judío Flavio Josefo (37-100), que, aunque escrita en griego, fue conocida sobre todo por sus traducciones latinas. 1019 ‘Excepto el Nilo de Egipto, con el que no puede compararse ningún río’. La cita de Heródoto de Halicarnaso se encuentra en el libro 4 (Melpómene) de sus Historiae (4, 53). Ver, por ejemplo, la p. 106 de la edición de Ginebra, Henrico Stephanus, 1566 (las ediciones suelen leer Aegyptium). La mención de Ponce al libro 2 tiene que ver con el discurso al que se refiere a continuación. 1020 ques en el manuscrito. 1021 Al comienzo de Euterpe, segundo libro de las Historiae, Heródoto habla a menudo del Nilo, pues las primeras secciones (2, 1-34) se dedican a la geografía Egipto (pp. 40-65 en la mencionada edición de 1566).

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Aristóteles, en todo el libro que intitula [fol. 80v] De inundatione Nili1022. Pausanias, libro 8 Arcadica Regione1023. Diodoro Sículo, libro 1, desde poco después del medio hasta el fin1024. Plinio, libro 5, capítulo 9, del Asia, desde poco después del principio hasta poco antes del fin, y en el libro y capítulo 181025. Julio Solino, desde el principio del capítulo 34 hasta estas palabras: «Et inde vsque dum mari intimat Nili nomen tenet»1026. 1022

Esta obra atribuida a Aristóteles se ha conservado manuscrita en una traducción latina abreviada del siglo xiii (Liber de inundatione Nili). Se incorpora a varias ediciones de las obras del Estagirita (con el título De Nilo), como la de Venecia, Johannes et Gregorius de Gregoriis, 1496. Ver, entre otros, la edición de D. Bonneau, 1971, pp. 1-33; Fowler, 2000, pp. 133-142; Zhmud, 2006, pp. 143144, 143, n. 111, con información bibliográfica sobre el texto y sus problemas. 1023 Ponce se refiere a la obra del geógrafo griego Pausanias (c. 110-c. 180) Hellados Periegesis (Descripción de Grecia). En ella alude bastantes veces al Nilo. Dentro de su libro octavo (Arcadia), lo menciona en 8, 9, 7, a propósito de una ciudad egipcia llamada Antinoópolis, que el emperador Adriano habría fundado en honor del joven Antínoo, ahogado en las aguas del Nilo, justo en el punto donde pereció. También aparece en 8, 24, 12, donde se indica que las imágenes de todos los ríos de Egipto están hechas de mármol excepto las del Nilo, que, como desciende al mar desde Etiopía, se construyen en piedra negra. Más referencias pueden encontrarse en 1, 33, 4; 1, 33, 6; 1, 42, 3; 2, 5, 3; 4, 34, 2-3; 5, 7, 4; 5, 14, 3; 5, 21, 9; 6, 26, 9; 10, 32, 18. Sobre su cauce y aguas destacan 1, 33, 6; 2, 5,3 y 5, 7, 4. 1024 Como se indicó antes, Diodoro Sículo dedicó al Nilo una importante sección de la primera parte del libro 1 de su Biblioteca Histórica. Aunque hay breves referencias anteriores (1, 10; 1, 12, 1, 19-20), Ponce se refiere a la sección que comienza en 1, 30 y se extiende hasta 1, 41. Aquí finaliza la primera parte del libro 1. La segunda (1, 42-98) se dedica a los primeros reyes de Egipto y su antiguo modo de vida. 1025 Plinio, Naturalis Historia, 5, 9-11; 5, 47-64, donde desarrolla extensas consideraciones sobre el Nilo. De forma más breve, y en relación con la agricultura, lo menciona en el libro 18 (18, 45, 162 y 18, 47, 167). 1026 Cayo Julio Solino, De mirabilius mundi. La referencia que cita Ponce varía en su ubicación según las ediciones. La citada de Venecia (1518), coincide en el capítulo 34. En otras puede encontrarse en los capítulos 32, 33, 35 o 45. Señalo el comienzo y el final del capítulo: «Aegyptus ad meridiem introrsus recedit quoad praetendant Aethiopes a tergo. inferiorem eius partem Nilus circumf luit, qui scissus a loco, cui Delta nomen est, ad insulae faciem spatia amplectitur interamna et incerto paene fonte decurrens proditur ut loquemur […] dicionis Aegyptiae esse incipit a Syene, in qua fines Aethiopum, et inde usque dum mari intimatur Nili nomen tenet» (cap. 34. fols- 99v-101r) («Egypto entra muy adentro por la

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Amiano Marcelino, libro 22, donde hace una larga descripción suya1027. Aulo Gelio, libro 10, capítulo 7, al principio1028. Lucano, libro 10, al medio, en 123 versos desde este: «Hunc ubi pars caeli tenuit qua mista leonis»1029. Lucrecio, libro 6, al medio de él, en 26 versos que empiezan: «[fol. 81r] Nilus in aestate1030 crescit, campisque redundat»1031. Claudiano, en todo un epigrama que tiene 42 versos consecutivos a este: «Felix qui Pharias proscindit vomere terras»1032. parte de medio dia, por donde confina con Ethiopia de las espaldas hazia la parte inferior corre el rio Nilo. El qual diuidido en aquel lugar que se llama Delta, abraça el espacio que està en medio del agua à manera de Isla: el qual naciendo de fuente no conoscida, discurre de la manera que contaremos […] Este rio comiença à ser de Egypto desde Syene, en la qual se acaba el termino de Ethiopia, de alli adelante hasta entrar en el mar, se llama Nilo», trad. Cristóbal de las Casas, Sevilla, 1573, cap. 44, fols. 92r-94r). 1027 Amiano Marcelino, historiador romano del siglo vi, en sus Res Gestae 22, 15, 1-13. 1028 Aulo Gelio, Noctes atticae 10, 7: «Fluminum, quae ultra imperium Romanum fluunt, prima magnitudine esse Nilum, secunda Histrum, proxima Rodanum, sicuti M. Varronem memini scribere. 1. Omnium f luminum, quae in maria qua imperium Romanum est f luunt, quam Graeci τἠν εἴσω θἀλασσαν appellant, maximum esse Nilum consentitur» («De los ríos que f luyen fuera de los límites del Imperio Romano el más grande es el Nilo, el segundo el Istro (Danubio) y después el Ródano, según recuerdo que escribió Marco Varrón. 1. De todos los ríos que desembocan en los mares que ocupa el Imperio Romano, que los griegos llaman tén eison thálassan (el Mar interior) hay general consenso en que el más grande es el Nilo», trad. S. López Moreda, 2009). 1029 El pasaje al que se refiere Ponce comprende los vv. 210-333 del libro 10 de la Pharsalia de Lucano, aunque el discurso del sacerdote Acoreo comienza propiamente en el 194. Este parlamento responde a la petición de César para que el sacerdote le ilustre sobre los orígenes, historia y características del Nilo. 1030 Las ediciones alternan aestatem, aestati y aestate. Según la siguiente nota de Wakefield, 1823, p. 1654, notae variorum v. 712, parece que la solución in aestate que recoge Ponce era frecuente en ediciones antiguas: «Nilus in aestati] Nunc cur Nilus in aestate crescat; qua de re saepe quaesitum est ab antiquis». 1031 Lucrecio, De rerum natura libri sex, 6, vv. 712-737, de los que Ponce cita el primero: «Crece el Nilo hacia el verano y rebosa por las llanuras» (trad. F. Socas, Madrid, Gredos, 2003). 1032 Se refiere al poema de Claudiano titulado Nilus, que tiene 42 versos; según las ediciones es el número 28 o 47 de sus Carmina minora. Ponce cita el primer verso: «Feliz el que hiende con la reja de su arado las tierras de Egipto» (trad. M. Castillo Bejarano, 1993).

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Aquiles Tacio, De los amores de Clitofonte y Leucipes, al medio del libro 4, escribe en alabanza1033 suya con tan estraño estilo, que no he querido escusarme de referir algunas de sus palabras1034: El Nilo entre los egipcios es toda cosa: río, tierra, mar y laguna. Es un nuevo y peregrino espectáculo ver juntas en él las naves y los arados, el remo con el azada, y el timón con el trillo; los albergues de los marineros y de los agricultores. Admiran nadando los peces en la tierra y pastando los

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abanza en el manuscrito. Leucipa y Clitofonte, de Aquiles Tacio, fue traducida por primera vez al latín por Annibale de la Croce de forma incompleta en 1544 y completa en Basilea, 1554. También incompleta fue la primera traducción italiana de Lodovico Dolce en 1546, pues solo abarcaba los cuatro últimos libros de los ocho de que constaba el original. La primera traducción completa al italiano fue la de Francesco Angelo Coccio, Venecia, 1550 (utilizo la de 1551). Al francés hubo traducción parcial de C. Colet en 1545 y completas de J. de Rochemaure en 1572 y de B. Comingeois en 1575. Al castellano fue traducida por Diego de Ágreda y Vargas en 1617. Dado que la referencia al Nilo aparece en el libro cuarto, Ponce no pudo haberse basado ni en las traducciones latina e italiana parciales, ni en la recreación de Núñez de Reinoso en su Clareo y Florisea (1552), que, como él mismo indica en la dedicatoria, se inspira en la traducción italiana de Lodovico Dolce, que comenzaba en el libro quinto. El pasaje citado por Ponce tampoco coincide con las referencias al Nilo de la traducción castellana de Diego de Ágreda y Vargas (cfr. libro 4, fols. 5264), cuya fecha (1617) parece, además, algo tardía en relación con la del comento de Ponce. En consecuencia, la cita de Ponce parece haberse basado en los textos italiano y latino de las traduccciones de Coccio y De la Croce, que sí contienen el libro cuarto. Cito los pasajes de ambas: «Il gran Nilo a loro è ogni cosa, et fiume, et terra, et mare, et palude. E un nuouo spettacolo il ueder la naue insieme e la zappa, il remo e l’aratro, il timone e’l tropheo, gli alberghi de i marinari et de gli agricoltori, et de i pesci insiememente et de i buoi. Et pianti et semini questo coltiuato pelago, doue tu prima hai nauigato: percioche il fiume si diparte per spatio di alcuni giorni drizzando il suo corso altroue. Et l’Egitto sta aspettandolo, et numerando i giorni della sua absentia: el il Nilo non falla punto, ma é fiume che osserua il tempo del giorno determinato, et misura l’acqua. Fiume ueramente che non uuole esser condannato di hauer preterito il promesso giorno» (trad. Francesco Angelo Coccio, 1551, fol. 52r-52v). «Nilus est omnia, nempe f luuius, terra, mare, palus: admirationemque omnino dignum est, eodem in loco nauim et ligonem, remum et aratrum temonem et trophaeum, nautarum et agricolarum casas, piscium et boum cubilia spectare. nam qua nauem egisti, illic sementem facis: rursus, ubi sementem fecisti, illic nauem agis: longo enim spacio f luuius nauigari potest. eius porrò aduentum Aegyptii expectant, ac numerant dies. ille ad praestitutum tempus sistens, acquasque dimetiens, minimè committit ut tarditatis accusari possit» (trad. Annibale de la Croce, 1554, pp. 102-103). 1034

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bueyes en el río, donde se ven producir fecundamente las semillas y plantas en las ondas [fol. 81v] y sacar en los prados las redes llenas de pesca, siendo no menos milagroso que en el piélago corran los caballos y en los campos naveguen los navíos; de cuya competencia resulta ser conocido este río por dueño de todos los efectos que en favor de los hombres obra allí naturaleza.

Solo resta que, concediéndose al Nilo, por tantas razones como tiene de su parte, este reino y señorío sobre todos los ríos del mundo, se me conceda a mí disculpa de haber dilatado esta nota; que la admiración que tengo de las cosas suyas y afecto de mostrarla ha causado esta dilación; si ya no ha sido que, hallándome tan cerca del fin de la silva, me he descuidado [fol. 82r] de industria1035 por no salirme de ella1036. Los vacíos no pequeños que el viento hereda ahora en las riberas del Nilo1037 son los cóncavos despojos y ruinas de las pirámides de Egipto1038, que, según Heródoto, libro 21039; Diodoro, libro 21040, y Plinio, libro 36, capítulo 121041, estaban menos de cuatro millas del río. Estas fueron sepulcros de los reyes de aquellas provincias; y así, dice Lucano, libro 8, hablando de ellas:

1035

de industria: «modo adverbial que significa de propósito, de intento, artificiosamente» (Autoridades). 1036 A estas razones, un tanto artificiosas, debe unirse el hecho de que, como ya se ha señalado, Ponce debía estar trabajando en su Apología en defensa de Virgilio sobre un lugar de la cuarta Geórgica, comentario fechado en 1622 que se centra en unos versos donde se habla de Egipto y el Nilo. 1037 Soledad primera, vv. 953-955: «del rey corona de los otros ríos, / en cuya orilla el viento hereda ahora / pequeños no vacíos». 1038 Los contemporáneos de Góngora creían que la mayoría de las pirámides había desaparecido; en consecuencia, el pasaje indica que el viento hereda (‘ocupa’) los huecos que aquellas habrían dejado. Ver las notas de Jammes, 1994, p. 392, y Carreira, 2015, p. 449. 1039 Heródoto habla de las pirámides en sus Historiae 2, 124-133. 1040 Como se ha indicado en una nota anterior, el libro primero de la Biblioteca Histórica de Diodoro Sículo se dividió en dos partes debido a su extensión: 1, 1-41 y 1, 42-98. La referencia a las pirámides se encuentra en esta segunda parte del libro primero (Biblioteca Histórica 1, 63-64). 1041 La ubicación del capítulo referido a las pirámides («De pyramidibus Aegyptiis & Spinghe») en las ediciones antiguas es la que indica Ponce: libro 36, capítulo 12. Ver, por ejemplo, las de Parma, Andreas Portilia, 1481; Venecia, Johannes Alvisius de Varisio, 1499; París, Ambrosio Girault, 1526; Venecia, Paulum Manutium, 1559; Frankfurt, Martin Lechler, 1582. En las ediciones modernas, el pasaje sobre las pirámides se encuentra en el libro 36, capítulos 16-18 o 22-25.

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Cum Ptolomaeorum manes seriemque pudendam, pyramides claudant, indignaque Mausolea1042.

102. «Umbroso coliseo»1043. En la tercera región1044 y centro de Roma fabricó el emperador Vespasiano el anfiteatro para celebrar sus fiestas y juegos: obra de admirable labor y excesiva grandeza, capaz de ochenta y siete mil personas. Fue llamado Coliseo por un gran coloso [fol. 82v] que estaba junto a él, que fue una estatua de Nerón de ciento y veinte pies de alto. +1045 Véase todo en Lucio Fauno, De la antigüedad de Roma, libro 3, capítulo 121046, y en Publio Victor, De regionibus urbis Romae1047.

1042

Lucano, Pharsalia 8 vv. 696-697 («mientras que pirámides y afrentosos mausoleos encierran los manes de los Ptolomeos, dinastía vergonzosa», trad. A. Holgado Redondo). Cuando trata de las pirámides en su descripción de las siete maravillas del mundo, la Officina de Ravisio Textor se apoya en Plinio, Heródoto, Lucano y Marcial. Los tres primeros fueron mencionados por Ponce. 1043 Soledad primera, v. 959: «umbroso coliseo ya formando». 1044 El emperador Augusto dividió Roma en catorce regiones: Porta Capena, Caelimontium, Isis et Serapis, Templum Pacis, Esquiliae, Alta Semita, Via Lata, Forum Romanum, Circus Flaminius, Palatium, Circus Maximus, Piscina Publica, Aventinus y Transtiberim. En la tercera de ellas, Isis y Serapis, se encontraba el templo de Isis y también el Coliseo. 1045 La cruz se sitúa en el margen derecho, y remite a otra en el margen izquierdo, bajo la cual Ponce anota: «Suet~ / in vit. / Ner~». Se refiere al siguiente pasaje de Suetonio, De vitis Caesarum, lib. 6, Vita Neronis, 31: «Non in alia re tamen damnosior quam in aedificando, domum a Palatio Esquilias usque fecit, quam primo “transitoriam”, mox incendio absumptam restitutamque “auream” nominauit. De cuius spatio atque cultu suffecerit haec rettulisse. Vestibulum eius fuit, in quo colossus CXX pedum staret ipsius effigie» («Pero en ningún asunto gastó tanto como en sus construcciones, pues edificó una casa que llegaba desde el Palatino hasta las Esquilias y a la que llamó primero “Transitoria” y luego, después que fue consumida por un incendio y restaurada, “Dorada”. Para hacerse una idea de sus dimensiones y esplendor basta con referir lo siguiente. Tenía un vestíbulo en el que se alzaba una estatua suya colosal, de ciento veinte pies de altura», trad. R. M.ª Agudo Cubas, Madrid, Gredos, 1992). 1046 Lucio Fauno, alias de Giovanni Tarcagnota (c. 1508-1566), historiador y poeta italiano que destacó por su libro Delle antichità della città di Roma (Venecia, Michael Tramezzinus, 1548), cuya traducción al latín fue publicada en 1549 (Venecia, Michael Tramezzinus). Cito un extracto del pasaje al que se refiere Ponce por esta edición latina, donde se ubica en 3, 12: «Coliseum uulgo Amphitheatrum ab ingenti colosso, qui prope hunc locum esset, appellauere; fuit autem huiusmodi Colossus Neronis statua CXX. pedum altitudine, quem [sic] sibi ante

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Dice1048 que, formando teatro para las fiestas, despojaron el ejido , que era olímpica palestra de los luchadores, aludiendo a los Juegos olímpicos, llamados así por el monte Olimpo en que primero se celebraron. 1047

1049

103. «Mañosos hijos de la tierra, cuando no fuertes Alcides»1050. Fue llamado hijo de la tierra Anteo; el cual dice Lucano que, luchando con Alcides, siempre que tocaba a la tierra se levantaba con nuevas fuerzas (ex libro 4)1051: domum erigendam curauit. Post autem huius immanis principis mortem soli dicatum accepimus. Deinde uero, ut superius est expositum, ipsius Colossi capite amputato Commodus suum ipsius reposuit» (fol. 78r-78v) (‘A este anfiteatro llamaron comúnmente Coliseo por un gran coloso que estaba cerca de él. Era una estatua de Nerón de 120 pies de altura, que se preocupó de levantar ante su casa. Después de la muerte de este cruel príncipe, este coloso fue dedicado al Sol; y luego, como dijimos antes, Cómodo le cortó la cabeza y la sustituyó por la suya’). 1047 Publius Victor es un autor del siglo iv a quien se atribuye De regionibus urbis Romae libellus aureus, compilación de monumentos de la antigua Roma dividida en distritos (regiones). La referencia al coloso se sitúa en la Regio IIII; cito por la edición de Milán (c. 1503): «Colossus altus. cii. & semis: habens in capite radios vii. singuli pedum. XXII. & semis» (‘Coloso: su altura es de 102 pies y medio. Tiene en la cabeza siete rayos de 20 pies y medio cada uno’). 1048 El sujeto es ‘el poema’ o ‘el poeta’, pues lo que hace Ponce ahora es parafrasear el sentido de los vv. 958-962 de la Soledad primera: «Los árboles que el bosque habían fingido, / umbroso coliseo ya formando, / despejan el ejido, / olímpica palestra / de valientes desnudos labradores». 1049 exido: «el campo que está a la salida del lugar, que no se planta ni se labra, y es común para todos los vecinos, y suele servir de era para descargar en él las mieses y limpiarlas» (Autoridades). 1050 Soledad primera, vv. 973-974: «mañosos, al fin hijos de la tierra, / cuando fuertes no Alcides». Al comienzo del manuscrito (fol. 30v), quien copió el texto del poema recogió correctamente estos versos. La omisión y cambio de orden que muestra Ponce en la cabecera de esta nota puede deberse a que en ocasiones no recoge el verso completo, sino solo la parte de interés para la anotación, o a la mayor prisa con la que ha redactado las últimas notas. 1051 En el margen izquierdo, Ponce anota: «Vease esto / en la od. / 38. de A / nacreon». Como se ha indicado, Ponce utilizó la traducción de Quevedo (Anacreon castellano con paraphrasi y comentarios). En el fol. 65v, Ponce se refirió a la oda 37 de Anacreón, y en los fols. 110r-112r, copiará la traducción de Quevedo de otra anacreóntica («La rosa»), que numera como 53. Los números que da Ponce a los poemas son los que llevan en la traducción de Quevedo, y se corresponden con los números 46, 47 y 55 en la colección de poemas conocida como

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Utque iterum fessis iniecit bracchia1052 membris, non expecatis Anthaeus viribus hostis, sponte cadit, maiorque accepto robore surgit1053;

[fol. 83r] a cuya causa los asimila1054 aquí a los luchadores. 104. «A los ojos de Ascálafo, vestido, de plumas»1055. Es el búho. Ovidio, Metamorfosis 5, dice que fue Ascálafo convertido en búho; fue su madre Orfene, ninfa amada de Aqueronte1056. En lo restante, cuenta las pruebas de los saltos que los villanos hicieron y los que corrieron al palio, hasta que, con la noche, tuvo fin la fiesta y principio el bien de los casados. Manuel Ponce1057 [fol. 83v] Intellexisti cogitationes meas de longe, Psalmo 1381058.

Anacreontea (ver Moya del Baño, 2006, p. 701, n. 10). La referencia a Anteo que anota ahora Ponce (oda 38 [47]) está en los vv. 21-24: «No dio llegando a la tierra / la tierra tal fuerza a Anteo, / como a mí mi padre Baco / me da cuando a él me llego» (cito el texto de Quevedo). 1052 brachia en el manuscrito. 1053 Lucano, Pharsalia, 4, vv. 640-642 («Anteo, sin esperar la presión violenta de su antagonista, se deja caer espontáneamente y, con la energía absorbida, se levanta más poderoso. Toda la fuerza vital que hay en el suelo se transfunde a sus miembros cansados», trad. A. Holgado Redondo). 1054 Ponce corrigió la segunda i sobre una a que había escrito antes. 1055 Soledad primera, vv. 990-991: «a los ojos de Ascálafo, vestido / de perezosas plumas. Quién, de graves». Al comienzo del manuscrito (fol. 31r), quien copió el texto del poema recogió correctamente estos versos. Como indiqué en un caso anterior, las variantes que muestra Ponce en la cabecera de la nota pueden deberse a que en ocasiones solo recoge la parte del verso que interesa para su anotación, y también a la mayor prisa con que ha redactado las últimas notas. 1056 Ovidio, Metamorphoses, 5, vv. 533-551. 1057 Firma que coincide con la letra de la anotación. 1058 Vulgata, Psalmo 138, 3: «Intellexisti cogitationes meas de longe; / semitam meam et funiculum meum investigasti» («Has entendido de lejos mis pensamientos; has observado mi senda y el hilo de mis pasos; [ funiculus es la cuerda con que se medían los caminos y los terrenos]», trad. del padre Phelipe Scio de san Miguel, Valencia, 1792).

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[fol. 84r] Demás de los autores citados, escribieron las maravillosas calidades del Nilo1059: Teofilato Simocata, en su Historia, todo el capítulo […]1060 en que refiere un prodigio rarísimo sucedido en el Nilo en nuestros tiempos1061. Julio César Scalígero1062, en sus Exercitationes contra Cardano1063: la 47, que intitula De Nili incremento, y la 48: In Nilum subeunt fluuii. Nilus auras non1064 edit. Anaurus1065. 1059

Se ha reiterado que la mayor extensión de la nota 101 sobre el Nilo, y este folio que añade autoridades sobre ese río, se explican por la Apología en defensa de Virgilio, donde Ponce rebate la lectura que Juan Luis de la Cerda había hecho de unos versos de la cuarta Geórgica que hablaban de las tierras del Nilo. 1060 Aquí Ponce deja un espacio donde iría el número del capítulo. 1061 Theophylaktos Simokattes fue un historiador bizantino de comienzos del siglo vii, conocido sobre todo por su historia del emperador Mauricio (582-602). Esta historia fue traducida al latín por Jacobo Pontano (1542-1626) en 1604: Historiae Mauricci Tiberii Imp. libri VIII. En el libro 7, cap. 17, habla de las fuentes y el curso del Nilo, con las opiniones y objeciones a diversos autores, que parece haber tomado de Diodoro Sículo. En el libro 7, cap. 16, Theophylaktos refiere los prodigios que menciona Ponce. Cito el epígrafe del capítulo por la traducción latina antes mencionada: «Duo portenta, vnum virili, alterum muliebri specie in Nilo conspecta. Vtrumque accuratè describitur, et prius á Praefecto adiuratur. Reprehensa obiter curiositate Herodoti, et mentione facta aliorum, qui de Nili portentis scripserunt, se de eius incremento scripturum pollicetur» (‘Dos portentos, uno de hombre y otro de mujer, que se vieron en el Nilo. Ambos fueron descritos con exactitud y previamente confirmados por el juramento del prefecto. Al mismo tiempo se toma el afán de saber de Heródoto, y se hace mención de otros autores que escribieron acerca de los portentos del Nilo, y se promete escribir sobre sus crecidas’) (pp. 362-364). 1062 Salígero en el manuscrito, aunque parece intentar corregirse en la parte superior de la a. 1063 Ivlii Caesaris Scaligeri exotericarum exercitationvm liber qvintus decimvs, de svbtilitate, ad Hieronymvm Cardanvm (París, 1557). En esta obra, Scalígero rebatía las opiniones de Girolamo Cardano en De subtilitate rerum (1550), texto que reúne sus más importantes conocimientos físicos y especulaciones filosóficas y que fue condenado por la Inquisición, porque, en su libro 11 (De hominis necessitate et forma), examinaba en un plano de igualdad paganismo, islamismo, judaísmo y cristianismo, con sus semejanzas y principales diferencias y motivos de disputa. 1064 no en el manuscrito. 1065 Ponce menciona los epígrafes de las exercitationes donde Scalígero habla del Nilo. Coinciden con su redacción en la edición príncipe de la obra (París, 1557), citada arriba. Allí, la exercitatio 47 (De Nili incremento) se encuentra en los fols. 73v-75r; la exercitatio 48 (In Nilum subeunt fluuij. Nilus auras non edit. Anaurus)

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Michael Maiero, en su Arcana arcanissima, hoc est, Hieroglyphica Aegiptio-Graeca, al principio del libro 11066. Antonio Sabélico en su Rapsodia historial, libro 3, al principio1067. [fol. 84v] [en blanco]

(‘En el Nilo desembocan ríos. El Nilo no produce vientos. Anauro’), en el fol. 75r-75v. La voz Anaurus se refiere a un río de Tesalia que Scalígero menciona en la exercitatio 48: «Est in Arcadia sub Parrhasio monte f luuius à Callimacho Anaurus appellatus» (‘Hay en la Arcadia, bajo el monte Parrasio, un río al que Calímaco llama Anauro’) (fol. 75v). 1066 Michael Maier (1568-1622), médico y alquimista alemán. Ponce menciona una de sus obras destacadas: Arcana arcanissima, hoc est, Hieroglyphica AEgyptio-Graeca…, Londres, Creede, 1614. El libro primero se titula «De Hieroglyphicis aegyptiorum»; allí se hace referencia al Nilo en varios pasajes. Probablemente Ponce se refiere al siguiente, ubicado al inicio de ese libro: «Primos homines asserunt nonnulli, in Aegypto editos eâ coniecturâ quod circa Thebaidem, cum Nili cessavit inundatio, calefaciente limum sole ab aqua relictum, multis in locis ex terrae hiatu multitudo murium oriatur, quasi ab ipso orbis primordio omnia animantia similiter, ipsique homines geniti sint» (‘Algunos defienden que los primeros hombres provienen de Egipto por el siguiente razonamiento: que cerca de la región Tebaida, cuando cesó la inundación del Nilo, al calentar el Sol el limo dejado por el agua, en muchos lugares nace gran cantidad de ratones de las aberturas de esa tierra, y de esa misma forma en la que se originan casi todos los seres vivos del orbe, así también son engendrados los mismos hombres’) (p. 1 en la ed. de 1614; ver también las pp. 11 y 37). 1067 Marco Antonio Coccio (c. 1436-1506), historiador italiano llamado Sabellico por su lugar de nacimiento, Vicovaro, en el territorio de los antiguos sabinos. La obra es su Enneades sive Rhapsodia historiarum ab orbe condito, historia universal desde los orígenes de la humanidad hasta 1504, publicada en dos partes: la primera en 1498 y la segunda en 1504. El pasaje al que se refiere Ponce se sitúa al comienzo de la Enneadis primae, liber tertius; cito su comienzo por la edición de París, 1509: «Tota eius terrae portio, quam a Cercaforum vrbe Nilus dextra leuaque suo amplexu ad mare vsque determinat: Canopico ostio ab Aphrica: ab Asia Pelusiaco: fuit olim Aegyptus [fol. XVIIr] nominata, atque ob eam rem a plaerisque inter insulas relata est: ita se Nilo scindente: vt triquetram terrae deliniet figuram» (‘Toda la porción que, desde la ciudad de Cercaforo, el Nilo delimita a derecha e izquierda con su abrazo hasta el mar —la boca Canópica desde África, la Pelusíaca desde Asia— fue llamada en otro tiempo Egipto. Y por esta razón fue contada por muchos entre las islas. El Nilo se divide así dibujando la figura de un triángulo de tierra’). El texto completo se recoge en los fols. XVIv-XVIIv.

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[fol. 85r] Discurso en que se trata si en los términos de la poesía es necesaria la oscuridad, y forzosa en las locuciones della; y en qué modo se puede permitir que el poeta sea oscuro a los ignorantes de los preceptos del arte y facultades que se cifran en los versos; y si el que a todos es difícil se haya de reprobar y no estudiarle.

[fol. 85v] [en blanco]

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[fol. 86r] AL CONDE DE SALINAS, PRESIDENTE DEL CONSEJO DE PORTUGAL1068.

Prometí a vuestra señoría responder a las objeciones1069 puestas al estilo y novedad desta silva; y, antes de poderlo cumplir, las he visto tan multiplicadas y licenciosas, que creció la obligación de mi promesa con la calumnia y libertad de los que profesan oscurecer cuanto no se ajusta a la humildad de sus ingenios comunes, con razones indignas de los oídos prudentes y nacidas solo de su invidiosa ignorancia, sin otro fundamento ni verdad1070. Mas por no hacer a nuestro autor nueva ofensa si respondo a tantos deseosos de que haga efecto su malicia [fol. 86v] provocando modestias recatadas1071, suplico a vuestra señoría reciba este discurso limitado con mi primer ofrecimiento, y no escrito con el afecto que esta materia pide; porque siempre he juzgado por trabajo infrutuoso responder a objeciones1072 que son contra sujetos tan

1068 El conde de Salinas fue presidente del Consejo de Portugal entre 1605 y 1616. Más detalles en la introducción (apdo. 3, cronología, y n. 42, 64 y 65) y en la nota 469 del texto. 1069 ojebciones en el manuscrito. 1070 El pasaje indica que las censuras al poema de Góngora que Ponce denunciaba en la dedicatoria que precede a la anotación se han multiplicado en el tiempo que ha mediado entre aquella y la redacción del presente discurso en defensa de la oscuridad. Ello muestra que el trabajo de Ponce conoció al menos dos grandes fases: la elaboración de las notas a la Soledad primera y la del discurso en defensa de su estilo. Más detalles en la introducción (apdo. 3). 1071 La paráfrasis de esta amplia prótasis del período sería: ‘por no ofender de nuevo a Góngora al responder a quienes precisamente desean como efecto de su malicia esas respuestas prudentes’. 1072 ogebciones en el manuscrito.

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aprobados, necesitadas por sí mismas de crédito y mal admitidas de los que podrían calificarlas1073. Nuestro señor dé a vuestra señoría la suma felicidad. Manuel Ponce1074

[fol. 87r]1075 Llega a tan gran extremo la ociosa presunción de los ingenios modernos que, rehusando cualquier pequeño trabajo de limitado estudio y atención, reprueban el autor cuyas obras los necesitan1076 a alguna destas cosas. Y satisfaciéndose de sí propios, juzgan que lo que no entienden al pasar de la carrera está defectuoso y falto de primor; que si lo mirasen más atentos y menos confiados, hallarían más excelencia en ello que ocasión de reprobarlo. Yo confieso a todos que esta silva es en algunos trozos difícil, mas en serlo imita el antiguo ejemplo que los ilustres poetas dejaron en sus escritos. Y no siendo la oscuridad culpable en ellos, menos debe serlo en quien los sigue. Y si alguno quisiere [fol. 87v] reprender a los que escribieron en estilo no fácil de alcanzar, podrá reprobar también por imperfectas las obras de los filósofos, maestros universales del mundo,

1073

Ponce da tres razones para no extenderse en la respuesta a los censores de Góngora: 1) sujetos de tanto valor como el poeta cordobés no precisan respuesta a las críticas vertidas contra ellos; 2) esas mismas críticas carecen de fundamento y estima y, en consecuencia, no precisan mayor respuesta; 3) esa respuesta sería mal recibida por sus destinatarios. 1074 Firma de Ponce, cuya letra coincide con la anotación del poema y el texto del Discurso. Ponce había firmado también al final de la dedicatoria al conde de Salinas que precede a la anotación de la Soledad primera (fol. 40r) y al final de dicha anotación (fol. 83r). 1075 El folio lleva una numeración antigua donde figura como 1. Ello confirma que la anotación de la Soledad primera y la elaboración del discurso se efectuaron en fases distintas, lo que ya se advierte en las dos dedicatorias al conde de Salinas. La dedicatoria al conde de Salinas que precede al discurso no lleva numeración antigua, lo que parece indicar que se compuso en otro momento. 1076 los necesitan: ‘los obligan’. El sentido sería: ‘por presunción y ociosidad, muchos ingenios modernos censuran a los autores cuyas obras les obligan a estudio y atención detallados’. En las dedicatorias anteriores, Ponce ya ha señalado que la falta de esfuerzo y estudio es una de las causas de las censuras contra Góngora.

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pues vemos ser sus escritos tan superiores y difíciles que, desde su tiempo hasta hoy, siendo por tan diversos autores declarados con graves comentos y exposiciones, apenas son entendidos ni sabemos cuál es su verdadera sentencia y concorde sentido. Laertio, en el 9, pone una epístola escrita por el rey Darío a Heráclito efesio que contiene estas palabras, en las cuales parece que habla con nuestro autor en cuanto a la gravedad profunda de sus escritos y dificultad de su inteligencia1077: [fol. 88r] Librum de natura scripsisti obscurum difficilemque in plerisque, qui si ad verbum exponatur, vim quandam speculationis continere videtur mundi totius, et quae in eo fiunt omnium, quae quidem sunt in diuino motu constituta, in quibus plurimi haeserunt, adeo ut et qui complura legerunt ambigant, cum1078 recta abs te narratio conscripta videant, etc.1079

Y sea testimonio y aprobación del estilo difícil la Sacrosanta Escritura, cuyos libros, dictados por el Espíritu Santo y escritos por santísimos varones, son inaccesibles a los ingenios humanos; y sus profundos misterios tan oscuros y cifrados1080, que los sagrados expositores dejaron por reservados los más de ellos, y tenemos [fol. 88v] tantos y tan dilatados libros sobre las menores dificultades donde apenas se descubren sus altísimos misterios1081. Pues si miramos los Salmos, los

1077 Ponce va a citar el comienzo de la carta del rey Darío al filósofo Heráclito de Éfeso que se encuentra en el libro 10 de la obra Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos ilustres, escrita por el historiador y filósofo griego del siglo iii Diógenes Laercio. Ponce cita el texto de una traducción latina, que pudiera ser Diogenis Laertii de vitis, dogmatis & apophthegmatis eorum qui in philosophia claruerunt, libri X. Anno MDLXX. Excudebat Henricus Stephanus. La cita se encuentra en las páginas 307-308 de dicha edición. 1078 quum en la edición señalada en la nota anterior. 1079 ‘Escribiste un libro sobre la naturaleza, oscuro y difícil en su mayor parte; que, si se entiende a la letra, parece albergar alguna fuerza de conocimiento de todo el mundo y de todas las cosas que en él acontecen, y que se establecieron por el movimiento divino. Muchos dudaron sobre ellas, hasta el punto de que los que han leído más vacilarán cuando vean la interpretación recta que has escrito’. 1080 ‘ocultos’; cifra: «modo o arte de escribir dificultoso de comprender sus cláusulas si no es teniendo el clave» (Autoridades). 1081 Quiere decir Ponce que la dificultad de los textos bíblicos provocó que sus comentaristas dejasen sin interpretar muchos de sus pasajes y, en consecuencia,

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profetas, el Apocalipsis y los Cantares, lleno de divinas metáforas, perífrasis, enigmas1082 y figuras donde se cifran tan misteriosos secretos que suspenden y deslumbran con su milagrosa dificultad los entendimientos de los hombres —como parece en los capítulos 1 y 2 del Hypotyposeon1083, donde con autoridades de Teofilacto sobre san Lucas1084 y Tertuliano en el 3 contra Martio, casi al principio1085, se tenemos numerosos y extensos libros de exégesis bíblica que comentan dificultades menores del texto, pero apenas pueden descifrar sus misterios sagrados. 1082 Egnimas en el manuscrito. 1083 Se refiere a la obra del hebraísta español Martín Martínez de Cantalapiedra (c. 1510-1579) titulada Libri decem hypotyposeon theologicarum, sive regvlarvm ad intelligendum scripturas diuinas, in duas partes distributi (Salamanca, 1565). Este humanista destacó por su labor de exégesis bíblica, en la que fue partidario de la primacía del texto hebreo sobre la Vulgata de san Jerónimo. Como su amigo fray Luis de León, fue denunciado y encarcelado. 1084 En el capítulo segundo del Hypotyposeon, titulado «Cur deus per aenigmata & parabolas locutus sit» (‘por qué Dios habló mediante enigmas y parábolas’), se lee el pasaje al que se refiere Ponce. Es un comentario de Teofilacto (c. 1050-c. 1107), obispo de Ácrida, sobre el evangelio de san Lucas: «Praeterea Theopyhy. Lucae. 8. ait. Loquitur per parabolas dominus, vt attentiores reddat auditores, & excitet illorum mentem ad inquirendum de his quae dicta sunt. Solent enim homines curiosius inuestigare de his quae dicta sunt obscurius, manifesta autem negligere & vt indigni non intelligant quae abstrusius sunt dicta» (‘Además, Teofilacto dice lo siguiente sobre Lucas 8: el Señor se expresa mediante parábolas, para que lo interpreten los oyentes más atentos, y esfuercen su mente hacia la averiguación del sentido de lo que allí se expone. Pues suelen los hombres investigar con más afán aquellas cosas que son expresadas de forma más oscura, y miran con poco cuidado las más claras; de tal manera que los que no lo merecen no pueden comprender las que se dicen de forma secreta y oculta’) (Hypotyposeon, col. 21, ed. de Salamanca, 1565). La obra de Teofilacto de Ácrida de donde se toma el comentario incluido en el Hypotyposeon son sus comentarios a los Evangelios; en concreto, este comentario al capítulo 8 de Lucas se halla en el fol. 202v de la edición parisina de 1540 (ver bibliografía). 1085 En el capítulo primero del Hypotyposeon, titulado «Quas ob causas diuinae scripturae obscurae ac inuolutae sint» (‘Por estos motivos, las divinas Escrituras son oscuras e impenetrables’), se encuentra el pasaje que menciona Ponce. Es una cita de la obra de Tertuliano Adversus Marcionem libri V, escrita en torno al 207, donde Tertuliano se opone a la secta que Marción fundó en Roma en el 144, y que, entre otros postulados, rechazaba los escritos del Antiguo Testamento. El pasaje al que se refiere Ponce es el siguiente, según se lee en el Hypotyposeon: «Sextam causam affert Tertuli. li. 3. aduersus Marcionem, parum post principium. Ideo, inquit, obscurae sunt scripturae, quia pleraque figuratè portendumtur, per aenigmata & allegorias & parabolas, aliter intelligenda quàm

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prueba esta verdad, de que es1086 suficiente y particular testimonio el Aurelio Agustino1087 [fol. 89r], cuyo espíritu angélico excedió la naturaleza humana en el caudal supremo de su ingenio divino, el cual confiesa no haber podido entender el principio de Esaías1088 —, no, scripta sunt» (‘Tertuliano ofrece la sexta causa en su libro 3 contra Marción, poco después del comienzo. Dice que las Escrituras son oscuras porque profetizan la mayoría de las cosas de forma figurada mediante enigmas, alegorías y parábolas, para que sean entendidas de modo diferente a como están escritas’) (col. 14, ed. de Salamanca, 1565). Este es el texto de Tertuliano: «Alia species erit, qua pleraque figurate portenduntur per aenigmata, & allegorias, & parabollas, aliter intelligenda quàm scripta sunt» (‘otra clase será la que profetiza la mayoría de las cosas de forma figurada mediante enigmas, alegorías y parábolas, de forma que han de ser entendidas de otro modo que como están escritas’) (Opera Q. Septimii Florentis Tertulliani..., Basileae, 1521, p. 196). 1086 El antecedente es «esta verdad». El sentido del pasaje: ‘se prueba esta verdad de la que es testimonio...’. 1087 La referencia a san Agustín parece una recreación abreviada del siguiente pasaje de Boccaccio: «Testes sunt plurimi, quos inter si libet interrogent Augustinum, sanctissimum atque eruditissimum hominem, et cuius ingenii tam grandes fuere uires, ut artes multas, et quicquid de decem cathegoriis tradidere philosophi absque, ut ipse fatetur, praeceptore perceperit. Nec tamen erubuit confiteri se Isaiae principium intelligere nequiuisse. Non ergo obscuritates solis poematibus insunt. Quid ergo non incusant philosophos ut poetas? Quid non dicunt Spiritum Sanctum suis operibus ut artificiosores apparerent, obscuras implicuisse sententias?» (Genealogia deorum gentilium, 14, 12, ed. Basilea, 1532, p. 368) («Y hay muchos testigos. Entre los cuales, si les apetece, que pregunten a Agustín, santísimo y eruditísimo hombre y del que fueron tan grandes las fuerzas del ingenio que sin preceptor, como él mismo confiesa, aprendió muchas artes y lo que sobre las diez categorías dijeron los filósofos, y sin embargo no se ruborizó al confesar que él no había podido comprender el principio de Isaías. Por tanto las oscuridades no están tan sólo en los poemas. Así pues, ¿por qué no acusan a los filósofos como a los poetas? ¿Por qué no dicen que el Espíritu Santo en sus obras introdujo pensamientos oscuros para que parecieran más artísticas?», trad. M.ª Consuelo Álvarez y R. M.ª Iglesias, 1983). 1088 En el margen izquierdo, Ponce anota: «L. 9. de sus / confisiones». Se refiere al siguiente pasaje de las Confessiones de san Agustín: «Renuntiaui peractis uindemialibus, ut scholasticis suis Mediolanenses uenditorem uerborum alium prouiderent, quod et tibi ego seruire delegissem et illi professioni prae difficultate spirandi ac dolore pectoris non sufficerem. Et insinuaui per litteras antistiti tuo, uiro sancto Ambrosio, pristinos errores meos et praesens uotum meum, ut moneret, quid mihi potissimum de libris tuis legendum esset, quo percipiendae tantae gratiae paratior aptiorque fierem. At ille iussit Esaiam prophetam, credo, quod prae ceteris euangelii uocationisque gentium sit praenuntiator apertior. Verum tamen ego primam huius lectionem non intellegens totumque talem

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pues1089, será la oscuridad culpable en los poetas, imitadores en ella de la escritura divina y de los filósofos graves. Y debe considerarse que el oficio del poeta no es descubrir las cosas que por sí están cubiertas con algún velo; antes, si son claras y manifiestas, cifrarlas con cuanta diligencia y estudio pudiere, y encubrirlas a los ojos de la ignorancia porque1090 la demasiada familiaridad no las deslustre; antes sean, por su dificultad, más dignas de memoria [fol. 89v] y reverencia1091. Y ninguno presuma1092 que el autor desta silva arbitrans distuli repetendum exercitatior in dominico eloquio» (Confessiones 9, 5, 13) («Terminadas las vacaciones vendimiales, anuncié a los milaneses de que proveyesen a sus estudiantes de otro vendedor de palabras, porque, por una parte, había determinado consagrarme a tu servicio, y por otra, no podía atender a aquella profesión por la dificultad de la respiración y el dolor del pecho. / También insinué por escrito a tu obispo y santo varón san Ambrosio mis antiguos errores y mi actual propósito, a fin de que me indicase qué era lo que principalmente debía leer de tus libros para prepararme y disponerme mejor a recibir tan grande gracia. / Él me mandó que leyera al profeta Isaías; creo que porque éste anuncia más claramente que los demás el Evangelio y vocación de los gentiles. Sin embargo, no habiendo entendido lo primero que leí y juzgando que todo lo demás sería lo mismo, lo dejé para volver a él cuando estuviese más ejercitado en el lenguaje divino», trad. A. Custodio Vega, Madrid, BAC, 19797). 1089 Aquí comienza la apódosis de un extenso período cuya prótasis se iniciaba con la frase «Pues si miramos los Salmos...». Es rasgo del estilo de Ponce. 1090 Con valor final (‘para que’). 1091 Este pasaje guarda relación con el siguiente de la Genealogia deorum gentilium de Boccaccio: «Verum non ob id, ut isti uolunt, iure damnanda, cum inter alia poetae officia sit non cuiscerate fictionibus palliata, quinimmo si in propatulo posita sint memoratu et ueneratione digna, ne uilescant familiairate nimia, quanta possunt industria tegere, et ab oculis torpentium auferre» (Boccaccio, Genealogia deorum gentilium, 14, 12, ed. Basilea, 1532, p. 368) («Pero no por esto deben ser condenados con razón, como quieren éstos, puesto que entre los oficios del poeta está el no desentrañar lo cubierto con ficciones sino que, si se colocan a la vista de todos las cosas dignas de recuerdo y veneración, para que no pierdan su valor por una excesiva familiaridad, ocultarlas con cuanto artificio puedan y alejarlas de los ojos de los torpes», trad. M.ª Consuelo Álvarez y R. M.ª Iglesias, 1983). Más detalles sobre la tradición de esta idea en Blanco, 2011a; Domínguez Caparrós, 1993, así como en la introducción (apdo. 6). 1092 El pasaje que aquí comienza y se prolonga hasta «y se acrisolasen los inferiores» se apoya en el siguiente de la Genealogia deorum gentilium de Boccaccio: «Nec sit qui existimet a poetis ueritates fictionibus inuidia conditas, aut ut uelint omnino absconditorum sensum negare lectoribus, aut ut artificiosiores appareant, sed ut, quae apposita uoluissent labore ingeniorum quaesita, et diuersimode intellecta, comporta tandem facient chariora» (Boccaccio, Genealogia deorum

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por presunción oscureció estos conceptos, o porque quiso negar de todo punto a los ingeniosos el sentimiento de las cosas cifradas, o por mostrarse más singular y artificioso1093. Porque su intento fue que las sentencias que procurasen entender en ellos, o su sentido —solicitado con fatiga y trabajo del entendimiento y diversamente interpretado— fuese, después de entendido, tenido en más veneración y estima; y ejercitados en esto, los valientes ingenios se descubriesen, y se acrisolasen1094 los inferiores. [fol. 90r] Y supuesto que este nombre de la poesía1095 no nació ni es denominado —como algunos abiertamente dicen— de poyo, poys, que traducido dice lo mismo que fingo fingis; antes se deriva de poaetes, antiquísima voz griega que se lee ‘exquisita locución’, porque gentilium, 14, 12, ed. Basilea, 1532, p. 368) («Y no puede haber quien piense que las verdades son escondidas por los poetas en las ficciones por envidia o porque quieren negar a los lectores absolutamente el significado de lo escondido o para aparecer más artistas, sino porque a las cosas que puestas a la luz habrían perdido valor, buscadas con el esfuerzo de los ingenios, y comprendidas de modo distinas al ser finalmente descubiertas, las hacen más caras», trad. M.ª Consuelo Álvarez y Rosa M.ª Iglesias, 1983). 1093 En el manuscrito, Ponce escribe «artificiosoporque» sin separación, y coloca una † en la parte superior de la línea y entre las dos palabras, probablemente para separarlas, aunque no es descartable que fuese una llamada para una anotación que luego no llevó a cabo. 1094 acrisolar: «dar esplendor y lustre a alguna cosa» (Autoridades). 1095 Este pasaje de Ponce sigue muy de cerca el siguiente de la Genealogia deorum gentilium de Boccaccio: «Cuius quidem poesis nomen non inde exortum est, unde plurimi minus aduertenter existimant, scilicet à poio, pois, quod idem sonat quod fingo fingis, quinimo à poetes uetustissimo Graecorum uocabulo latine sonante exquisita locutio. Nam primi, qui inf lati spiritu exquisite rudi adhuc saeculo coepere loqui, utputa carmine, tunc omnino loquendi genus incognitum, ut sonorum auribus audientium etiam uideretur» (Boccaccio, Genealogia deorum gentilium, 14, 7, ed. Basilea, 1532, p. 361) («El nombre de esta poesía no ha derivado de donde la mayoría piensan sin darse cuenta, a saber, de poio poiesis, que significa lo mismo que fingo, fingis, sino de poietes, antiquísima palabra griega que significa exquisita locución. Pues los primeros que, animados con este espíritu, comenzaron a hablar exquisitamente en un siglo todavía rudo, como por ejemplo en verso, manera de hablar entonces totalmente desconocida, para que pareciera también sonoro a los oídos de los oyentes», trad. M.ª Consuelo Álvarez y R. M.ª Iglesias, 1983). Más detalles sobre la tradición de este lugar en la introducción (apdo. 6); como se indica allí, la crítica ha señalado también la semejanza de este y otros pasajes con las Advertencias de Almansa y la Respuesta de Góngora a una carta que le escribieron.

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los primeros de inf lamado espíritu comenzaron a hablar diversamente del común en aquel siglo bárbaro, como ahora en el verso —que al fin era una suerte de locución rara y no conocida—1096, se sigue que aquel cumplirá mejor con los preceptos y nombre de la poesía que en la suya realzare más el estilo y, desviándose de lo humilde y común, cifrare debajo de diversas [fol. 90v] colores1097 su concepto, de suerte que no sea fácil ni manifiesto a todos, y que su inteligencia sea reservada a los de mayor capacidad y letras. Porque así como las artes y diciplinas más nobles se alcanzan con mayor dificultad, y las reglas y preceptos de ellas son difíciles y requieren sujetos más superiores, más elevados ingenios, tiempo y estudios, así la poesía que tratare de ellas y embebiere1098 en su número1099 y armonía más realzadas y supremas materias, de necesidad habrá de ser más difícil y oscura. Y si es de mayor bondad la que trata y encierra cosas más altas, [fol. 91r] por el consiguiente será la más noble la que fuere más dificultosa, así como lo son las artes que contienen más excelencia. Y de la suerte que, para el conocimiento de cualquier facultad de las supremas, es necesario cultivar primero el ingenio con los documentos y doctrina de las inferiores, porque no podrá ser teólogo el que no fuere filósofo1100, lógico

1096 Aquí termina la prótesis de un extenso periodo circular cuya apódosis finaliza en «capacidad y letras». 1097 En retórica, el término color puede referirse al retoque interesado en la presentación de la causa cuando esta resulta de compleja defensa (Quintiliano, Institutio oratoria 4, 2, 88) y, en su acepción más extendida, a los tropos y figuras que contribuyen al ornatus (Cicerón, Brutus 87, 298; De oratore 3, 25, 100). Esta última acepción es la que Ponce adopta. El nombre color proviene de la alegoría que considera el discurso como una pintura cuyos colores pueden matizarse; ver Lausberg, 1984, §§ 329, 1061. 1098 embeber: «Vale también contener, encerrar, incluir en sí y dentro de sí alguna cosa» (Autoridades). 1099 número: «la determinada medida proporcional, o cadencia que hace armoniosos los períodos músicos, y los de la poesía y retórica, y por eso agradables y gustosos al oído» (Autoridades). Es un concepto heredero del numerus latino que, como es sabido, regulariza la sucesión de largas y breves partiendo de las unidades denominadas pies. Aunque el numerus también afecta a la prosa, especialmente en los finales de los periodos (donde se recomienda la sucesión de largas), su regularidad es mucho más estricta en la poesía, que somete sus versos a una disposición rígida de pies (metro). 1100 En el manuscrito hay aquí una palabra tachada que no se lee (¿ Jurista? ¿Artista?).

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y gramático, ni entender1101 con suficiencia los preceptos de ninguna destas artes sin saber primero los de las precedentes; así, no será posible entender bien las obras de los poetas insignes —que cifran1102 los términos y [fol. 91v] misterios de todas las profesiones— quien fuere ignorante de ellas. Y esto es causa de que parezcan al común difíciles, porque no todos alcanzan la suficiencia necesaria para entenderlos1103. Y es digno de no moderado sentimiento ver cuán en general se permite tratar estas letras y poner documentos y censuras en ellas sujetos tales, que no habían de atreverse a nombrar sus autores1104. Y son estos los que tienen osadía para emendarlos, y tal vez la toman para reprobar lo que no les agrada en ellos. ¡Oh, miserable Poesía! ¡Cuánto has per- [fol. 92r] dido de tu primitivo decoro, siendo tú la que fuiste constituida para deleitar los oídos de los dioses! Y pregunto: si el poeta escribiese con la misma claridad, frases y modos que habla el vulgo, sin realzar y enoblecer el estilo con los perífrasis, metáforas, locuciones y colores retóricos, no desviándose de lo humilde y general, ¿en qué sería diversa la poesía de la prosa, qué ornato podría alcanzar, o en qué se distinguiría el poeta del orador y del pueblo sino en el número?1105 1101 La segunda n de «entender» se ha corregido sobre una r o sobre el trazo alargado de una e, habitual en los finales de línea. 1102 cifra: «modo o arte de escribir dificultoso de comprender sus cláusulas si no es teniendo el clave» (Autoridades). 1103 Toda esta sección defiende la oscuridad del poeta apoyándose en el rango superior que le conceden las teorías sobre su origen divino, el furor poético y el elitismo de su arte; ver un comentario se este pasaje en Azaustre, 2015, pp. 85-86. 1104 El sentido del pasaje es: ‘Y es digno de gran pena el que se permita que traten estas letras (poesías), y que escriban documentos y censuras sobre ellas sujetos tales que no deberían atreverse siquiera a nombrar a los autores de estos poemas’. 1105 De manera muy certera, Ponce diferencia aquí el estilo del poeta y del orador. La distinción tiene una gran trascendencia, pues en la polémica gongorina a menudo se usaron autoridades retóricas para censurar los que se consideraban excesos en el estilo de Góngora. Sin embargo, es una constante de las gramáticas y las retóricas reconocer el estatuto especial del poeta y su particular y más complejo uso del lenguaje; en ello se fundamenta la distinción entre vicios del lenguaje y licencias poéticas, y la excepción que los rétores hacen de los poetas a la hora de recomendar a los oradores moderación en el uso de tropos y figuras. Como dice Ponce, si esta distinción no existiese, el poeta solo se distinguiría por su particular uso del numerus que lo dispone en pies métricos. Más detalles en la introducción (apdo. 6).

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Y desviándose de lo común con heroicos realces y poéticas locuciones, convinientes al furor divino de los versos, ¿cómo será [fol. 92v] posible que la poesía sea clara, fácil y intelegible, pues el efecto de las translaciones1106, fábula, imitación y voces supremas es necesariamente la oscuridad? Y veremos ser esto así tomando por ejemplo un lugar desta silva en que, usando de una figura retórica que llamamos hipérbole1107 en el número 771108, y encareciendo la festividad de la música y bailes de los serranos, dice así: «Cruza el Trïón más fijo el hemisferio»1109. ¿Cómo, pues, podrá entender su concepto el que no supiere que comete aquí esta figura, lo que significa con ella [fol. 93r], y que los triones son unas estrellas fijas cuyo movimiento es circular; y que, así, viene a ser encarecimiento decir que «cruzan el hemisferio», supuesto que no lo pueden hacer? Mas en cosa tan llana, escusada será más prueba, pues entenderá bien esta el docto y el ignorante por su mismo sentimiento1110. Y los que necesitan1111 la poesía a preceptos más religiosos, no la reducen a que sea compuesta con el estilo del pueblo, sino a que use de voces conocidas y tratables, sin restringirse a no ponerlas en términos que sean raros y diversos de lo vulgar1112. Y advierto para adelante que 1106 Con la voz translación (translatio) se suele hacer alusión a la metáfora o, en general, al tropo como sustitución de una voz propia por otra figurada que se pone en relación con ella. Es una transgresión de la proprietas, más o menos moderada artísticamente, y de la que los poetas hacen un uso más extremo. 1107 En retórica, la hipérbole se estudia dentro de los tropos, pero también como figura de pensamiento. Es un tropo por exageración que magnifica o minimiza un concepto al sustituirlo por una idea cuya equiparación con el primer término resulta exagerada (ver Lausberg, 1984, § 579, y Azaustre y Casas, 2015, p. 86). Entendida como figura de pensamiento, desarrolla diversos cauces de amplificación de la realidad a través de su exageración: decens veri superiectio (‘una razonable exageración de la verdad’), en palabras de Quintiliano (Institutio oratoria 8, 6, 67); ver también Lausberg, 1984, §§ 909-910. 1108 Ponce se refiere a su nota número 77, donde comenta los vv. 671-672 de la Soledad primera. 1109 Soledad primera, v. 671. 1110 sentimiento: «se llama también el dictamen, juicio u opinión que se hace de las cosas» (Autoridades). 1111 ‘obligan’; necesitar: «obligar y precisar a ejecutar alguna cosa» (Autoridades, s. v. necessitar). 1112 Ponce establece esta precisión sobre el concepto de sermo humilis, esto es, la idea de que los enigmas, misterios y verdades sublimes de las Sagradas Escrituras requerían, en aras de la eficacia persuasiva, un estilo accesible. Ponce indica que

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las introducidas por [fol. 93v] su autor en esta silva son limitadamente 51113: venatorio1114, conculcado1115, meta1116, gulosos1117, bipartida1118. Que si Aristóteles, en el capítulo 6 de la Poética1119, dice lo que los doctos refieren, hallarán que, en la misma parte consecutive1120 a aquella sentencia, dice: «Non populare quidem igitur faciet, et aliae dicte formae: propium autem claritudinem. Non minimam autem partem conferunt, vt locutio aperta sit, et non popularis, productiones et ablationes et immutationes nominum. Quia enim hoc aliter se habet quam propium, cum factum sit contra id, quod consuetum reddet in oratione non bulgare genus»1121. Y prosigue [fol. 94r] diciendo cuánto convenga el ello no significaba necesariamente un estilo vulgar, sino comprensible. Sobre el concepto de sermo humilis, ver los clásicos trabajos de Auerbach, 1941 y 1944. 1113 Ponce trata aquí de la licencia del poeta para usar neologismos y cultismos, asunto que, como veremos, ocupa bastante extensión en su Discurso. 1114 ‘de la caza’; Soledad primera, v. 230: «al venatorio estruendo». 1115 ‘hollado’; Soledad primera, v. 415: «conculcado hasta allí de otro ninguno». 1116 Soledad primera, v. 581: «meta umbrosa al vaquero convecino»; v. 1037: «ser palios verdes, ser frondosas metas»; v. 1058: «que de una y otra meta glorïosa». 1117 Soledad primera, v. 300: «tan golosos, que gime». 1118 Soledad primera, v. 1019: «del pie ligero bipartida seña». 1119 En esta sección de su Poética (1458a18-1459a16), Aristóteles señalaba varios recursos que lograban una dicción excelente, y recomendaba moderación y equilibrio en su frecuencia. Esta parte de la Poética fue muy citada en la polémica gongorina. Como se ha indicado en la introducción (apdo. 6), Ponce cita aquí la parte que conviene a la defensa del estilo de Góngora, pero en la dedicatoria al conde de Salinas que precede a la anotación de la Soledad primera (fol. 35r-35v), reprodujo la que censuraba el exceso de estos recursos, pues se hacía eco allí de las censuras al poema que atribuía a los doctos. Otros autores que citaron esta parte de la Poética en uno u otro sentido fueron Pedro Díaz de Rivas (Discursos apologéticos, p. 41), Francisco Fernández de Córdoba (Parecer sobre las Soledades, fol. 134r, p. 133 y Examen del Antídoto, ed. Artigas, p. 428; ed. Mancinelli, Pólemos, n. 615, 616, Almuzara, p. 223), Juan de Jáuregui (Discurso poético, ed. Romanos, p. 125-126, ed. Blanco, fol. 31v), Francisco de Quevedo (Prólogo a las obras de fray Luis de León, ed. Schwartz y Fasquel pp. 18-21 y ed. Azaustre, pp. 130-134). Para el uso argumentativo de estas citas ver Azaustre, 2005, 2013 y 2015, p. 87. 1120 Mantengo la voz, que se documenta en el Siglo de Oro con el significado ‘que va después’ (cfr. CORDE). 1121 El texto de Aristóteles (Poética 1458b) coincide, salvo una omisión (tal vez intencionada), con el recogido en la p. 613 de la edición de sus obras publicada en Basilea en 1563 (ver bibliografía): «Non populare quidem igitur faciet, neque humile lingua & translatio & ornamentum, & aliae dictae formae: proprium autem, claritudinem. Non minimam autem partem conferunt, ut locutio aperta sit, & non popularis, productiones & ablationes & immutationes nominum. Quia enim

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usar de figuras y realzados modos en los versos1122. Y pone por ejemplo de lo que los ilustran las metáforas y nombres compuestos dos yambos —uno de Esquilo y otro de Eurípides— sobre un mismo concepto; en los cuales —dice—, habiendo el uno, en vez del nombre propio, usado otro forastero, hizo que pareciese tan superior cuanto el otro bárbaro y humilde. Porque, en el Filoctete, Esquilo dijo: «Phagedaena quae mei carnes comedit pedis»; y Eurípides, en lugar de comedit, puso epulatur1123, con que enobleció la gravedad [fol. 94v] de una palabra el verso que por sí era humilde1124. Pone Aristóteles otros tres ejemplos de Homero para mostrar cuánto importe poner en un lugar más una especie de palabras que otra1125. Y Horacio1126, en esta conformidad, dice en el Arte poética1127: 1122

hoc aliter se habet quàm proprium, cum factum sid contra id quod consuetum, reddet in oratione non uulgare genus» («pues la palabra extraña, la metáfora, el adorno y las demás especies mencionadas evitarán la vulgaridad y bajeza, y el vocablo usual producirá la claridad. / También contribuyen mucho a la claridad de la elocución y a evitar su vulgaridad los alargamientos, apócopes y alteraciones de los vocablos; pues por no ser como el usual, apartándose de lo corriente, evitará la vulgaridad», trad. V. García Yebra, 1974, cuyo texto latino se basa en la traducción de Riccoboni (1584) y la edición de Bekker, 1873). 1122 Aristóteles, Poética 1458b 15-30. 1123 Reproduzco el pasaje (Poética 1458b 20-25) al que se refiere Ponce por la edición de Basilea, 1563: «ceu cum eundem iambicum fecerit Aeschylus & Euripides, uno utique tantum nomine immutato, locoque propii consueti posita lingua. hoc quidem apparet pulchrum, hoc autem humile. Aeschylus quidem enim in Philoctete cecinit: Phagedęna quae mei carnes comedit pedit. hic aut pro comedit, epulatur posuit» (p. 613) («así, habiendo compuesto el mismo verso yámbico Esquilo y Eurípides, que sustituyó un solo vocablo poniendo en vez del usual y corriente una palabra extraña, un verso resulta hermoso, y vulgar el otro. Esquilo, en efecto, había escrito en el Filoctetes “una úlcera que come las carnes de mi pie”, y Eurípides puso “devora” en vez de “come” », trad. V. García Yebra, 1974). 1124 El sujeto es «la gravedad de una palabra»: ‘la gravedad de una palabra ennobleció el verso que por sí mismo era humilde’. 1125 Aristóteles, Poética, 1458b 25-30. Los ejemplos de Homero pertenecen a Odisea 9, 511; Odisea 20, 259 e Ilíada 17, 265. García Yebra, 1974, p. 322, n. 312 a 323, explica las voces que aportan brillo a los versos en lugar de otras más comunes que habrían resultado prosaicas. 1126 Oratio en el manuscrito. 1127 Horacio, Ars poetica, vv.: 55-58: «¿Por qué yo, si puedo aportar unas pocas, / soy criticado, cuando la lengua de Catón y de Ennio / enriqueció el idioma patrio e inventó nuevos nombres / de cosas?» (trad. F. Navarro Antolín, 2002).

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ego, cur acquiere pauca si possum, inuideor? cum lingua Catonis et Enni sermonem patrium ditauerit: et noua rerum nomina protulerit?,

cuya aplicación y declaración remito para adelante. Y volviendo a lo que toca a la dificultad que resulta en la poesía de ser escrita en los términos y con los preceptos convinientes, el Boccaccio, en el 14 [fol. 95r] de la Genealogía de los dioses, dice: Los efectos de poético furor son conducir la mente en el ánimo de decir bien; imaginar raras y jamás oídas invenciones; ampliarlas y ornarlas, compuestas con un cierto raro y no común estilo de palabras supremas y sentencias divinas; y, debajo del velo de la fábula apropiada, esconder la conocida verdad1128.

Y así, es cosa notoria que si el poeta hablase como el plebeyo, sería fuerza que faltasen en la poesía las partes esenciales de ella, como son: la fábula1129, el número1130, la consonancia1131, la cadencia1132, el

1128 Otra deuda del Discurso de Ponce con el libro 14 de la Genealogia deorum gentilium de Boccaccio; aquí con su capítulo 7 («Quid sit poesis: & unde dicta: & quod officium est eius») («Qué es la poesía, de dónde recibe su nombre, cuál es su oficio»): «Huius enim feruoris sunt sublimes effectus, utputa mentem in desiderium dicendi compellere peregrinas et inauditas inuentiones excogitare, meditatas ordine certo componere, ornare compositum inusitato quodam uerborum atque sententiarum contextu, uelamento fabuloso atque decenti ueritatem contegere» (14, 7, ed. Basilea, 1532, pp. 360-361). 1129 «Pero la imitación de la acción es la fábula, pues llamo aquí fábula a la composición de los hechos, y caracteres, a aquello según lo cual decimos que los que actúan [los personajes] son tales o cuales» (Aristóteles, Poética 1450a 4-5); más detalles sobre este concepto en García Yebra, 1974, pp. 496-498. 1130 Como es sabido, en las lenguas cuantitativas el numerus regulariza la sucesión de largas y breves partiendo de unidades denominadas pies. Esa regularidad es mucho más precisa en la poesía, que somete sus versos a una disposición rígida de pies (metro). En las lenguas romances el concepto se trasladó a la distribución acentual, identificando la larga con tónica y la breve con átona. 1131 Creo que debe entenderse en sentido general, como la «armonía que resulta de la unión acordada de dos o más voces, o del instrumento o instrumentos bien templados, cuyos sonidos agradables divierten y deleitan» (Autoridades). La acepción restringida la entendería como sinónimo de rima consonante.

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ornato 1133, la extensión1134 y los supremos términos que requiere1135. Y si la reduciesen [fol. 95v] a los preceptos de la claridad1136, no sería posible igualarse lo claro con lo poético, heroico, adornado y grave, que son opuestos por precisa1137 ley. Y debía mirar quien pretende probar su opinión con autoridades de Tulio1138 y Quintiliano, que ellos no dieron en sus escritos preceptos a los poetas ni trataron de perficionar el metro, sino la oratoria, cuya profesión tenían, y de que1139 escribieron en sus retóricas1140. Que, según vemos en Aristóteles (libro 3, capítulo 4 de la suya), convienen a los versos las partes exquisitas de la difícil locución; más natural y licenciosamente1141 al poeta que al retórico, a quien [fol. 96r] no permite usar de ellas: «Nam poetica locutio non humiles quidem est, set tamen solutae orationi comuenit1142». Y 1132

1132 También creo que debe entenderse en sentido general: «cierta medida y proporción que se guarda en la composición, así de prosa y versos, como en la pronunciación y modo de cantar. Úsase desta voz con especialidad en las composiciones métricas, de quienes se dice que tienen cadencia y armonía cuando están bien ejecutadas» (Autoridades). En métrica, se entiende también por cadencia el tiempo métrico que sigue al último acento. 1133 ‘Adorno’. En retórica, el ornatus es una de las cualidades de la elocución, junto a la puritas y la perspicuitas. Sus constituyentes principales son los tropos, las figuras y la compositio fonética y sintáctica. 1134 ‘Amplitud del poema y del desarrollo de su argumento’. Este concepto se desarrolla en la Poética de Aristóteles, donde se indica que será mayor en la epopeya que en la tragedia (García Yebra, 1974, p. 495). 1135 Con «supremos términos» entiendo que se refiere a las voces excelentes que requiere el poema. 1136 Término equivalente a la cualidad de la perspicuitas, a la que se opone la obscuritas que Ponce defiende como rasgo esencial en la poesía. 1137 prescisa en el manuscrito. 1138 Marco Tulio Cicerón. 1139 Con valor relativo (‘y de la cual [profesión]’). 1140 Ponce vuelve a distinguir de manera certera entre el oficio del orador y el del poeta, y señala que las normas dadas por Cicerón y Quintiliano en sus retóricas se dirigían a los oradores, a quienes recomendaban una moderación en el ornatus de la que exceptuaban a los poetas. 1141 El verbo que rige la oración es «convienen»; y su sujeto, «las partes exquisitas de la difícil locución». 1142 Cito el texto de Aristóteles por la traducción latina publicada en Milán en 1550, que pudiera ser la que siguió Ponce: «nam pöetica locutio non humilis quidem est, sed tamen solutae orationi non cónuenit» (Aristotelis Stagiritae, Rhetoricorvm libri III. Qvos M. Antonivs Maioragivs vertebat, p. 348) («la [expresión] poética, en efecto, no es vulgar, pero tampoco es adecuada para el discurso», trad.

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prosigue: «quare peregrinam reddere oportet orationem: rex enim externas homines admirantur, quod autem gignit admirationem, suaue est ac in poetarum quidem scriptis multa sunt, quae hoc efficiunt: sed ibi ea conueniunt: nam res et personae, de quibus agunt poetae, valde à caeteris remotae sunt. Sed in oratione soluta multo paucioribus vti licet ornamentis, cum etiam ipsum argumentum multo sit inferius»1143. Así que, si fue permitido a los filósofos escribir difícil y oscuro, y en la escritura santa [fol. 96v] está acreditada la profundidad de los términos, debe con razón ser loado en los poetas, supuesto que en ellos es —como hemos visto— natural, justo, conviniente y necesario el oscurecer más, usando de translaciones, frases y figuras más continuadas en sus escritos. Y ser en la poesía esta dificultad y exquisitos términos antiguos y observados de los varones insignes en ella nos dan claro testimonio sus mismas obras1144, pues apenas hallaremos entre ellas una que no tenga excesiva dificultad y oscura inteligencia. Y discurriendo por mayor en ellas, veremos que1145 a Plauto es casi imposible [fol. 97r] entenderle bien; en Petronio Árbitro1146 se ignora mucho por la variedad de juegos y acciones viles que cuenta, no comunes, sino que intervenían entre personas particulares; Séneca1147, en sus tragedias, es oscurísimo por la continuación de translaciones y perífrasis, como se verá en sus

Q. Racionero, Madrid, Gredos, 1990, p. 486). Nótese la omisión del adverbio non en «non convenit». Ponce usó esta misma cita y argumentación en su Epístola a Villamediana; ver Rozas y Quilis, 1961, p. 417, n. 2. 1143 El texto de Ponce coincide con el de la traducción latina antes mencionada (Aristóteles, Rhetorica, I, 3, cap. 4, Milán, 1550, p. 185) («Y por ello conviene hacer algo extraño el lenguaje corriente, dado que se admira lo que viene de lejos, y todo lo que causa admiración, causa asimismo placer. Ahora bien, la poesía tiene muchos recursos de esta clase, que le son ajustados (puesto que ella se sitúa en una mayor lejanía respecto de los temas y personas que trata en el discurso); pero, en cambio, en la prosa sencilla estos recursos son mucho más pequeños, porque también es más pequeño el tema de sus proposiciones», trad. Q. Racionero, 1990). 1144 Parafraseo la sintaxis de Ponce: ‘las mismas obras de los varones insignes en la poesía nos dan claro testimonio de que esta dificultad y términos exquisitos son antiguos y se cumplen en ella’. 1145 En el margen izquierdo, Ponce anota «Plaut.». 1146 En el margen izquierdo, Ponce anota «Petron. /arb.». 1147 En el margen izquierdo, Ponce anota «Senec.».

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coros, donde no se halla voz propia1148; Estacio1149, en sus silvas y en muchos trozos de La Tebaida, no se deja tratar por la misma causa; Juvenal1150 aún hoy no está entendido, ni sabemos los sujetos a quien satirizaba ni los vicios que reprendía; Persio es inaccesible, y entre más de quince exposiciones y comentos [fol. 97v] que tiene de autores graves, casi todos son discordes1151, y con todos no hay quien se atreva a descubrir sus ocultos conceptos1152, por la oscuridad profunda que tiene en el estilo, locuciones y alusión a los adagios y costumbres de la antigüedad, no solo romana, sino judía; Marcial padece1153 la misma dificultad en muchos de sus epigramas, no alcanzadas hoy de Lipsio, Mureto y otros1154, como vemos en sus comentos sobre ellos; y sabemos que Scalígero le emienda porque no le entiende. Y lo mismo se

1148 Aquí voz propia quiere decir ‘utilizada en su sentido recto’. El verbum proprium es aquel que designa habitualmente la realidad que nombramos (Lausberg, 1984, § 533). 1149 En el margen izquierdo, Ponce anota «Stat.». 1150 En el margen izquierdo, Ponce anota «Jub.». 1151 En el margen izquierdo, Ponce anota «Persio.». Entre los muchos comentaristas que Persio tuvo desde la antigüedad, pueden señalarse Guarino de Verona, Cristoforo Landino, Bartolomeo della Fonte (Fontius), Angelo Poliziano, I. Britannicus, Badius Ascensius, S. Ferrarius, I. B. Plautius, Nebrija, I. Murmellius, Scoppa. Especialmente destacado es el comento de Isaac Casaubon (1605). Más detalles y bibliografía pueden verse en Amo Lozano, 1999, pp. 5-25. 1152 Hay aquí una voz tachada, que parece conceptos, copiada dos veces por error. 1153 En el margen izquierdo, Ponce anota «Mart.». 1154 Los comentarios de Justo Lipsio a Marcial se recogen en varias de sus epístolas, y en la edición que del poeta latino llevó a cabo Petrus Srciverius: M. Val. Martialis Nova Editio. Ex Museo Petri Scriverii. (Leiden, 1619). Esta edición recoge también comentarios y notas de Josephus Justus Scaliger, Angelus Politianus, Johannes Rutgersius, Jovianus Pontanus, Johannes Brodaeus y Adrianus Turnebus. Por lo que se refiere a Marco Antonio Muret, acaso aluda Ponce a su conocido juicio negativo que, de Marcial, como de Lucano y en general de los poetas españoles, expresó por haber corrompido la pureza de la lengua latina con su estilo. Esos juicios pueden encontrarse en la dedicatoria a Bernardino Lauredano que encabeza su edición comentada de Catulo (fols. 2v-3r en la edición de Venecia, Paulum Manutium, 1558; la primera edición es de Venecia, 1554). Ver también, entre otras posibles referencias, Gil, 2004, pp. 245-246. Este pasaje de Muret fue empleado por Espinosa Medrano en su Apologético (fol. 17v) orientándolo en favor del estilo de Góngora (ver la n. 593 de Ruiz, 2017, donde precisa la edición manejada por Espinosa Medrano).

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puede considerar de [fol. 98r] Catulo y Tibulo, las Geórgicas del mayor poeta, y muchos trozos de Ausonio Gallo1155. Y si miramos de los vulgares, el Dante, luz y honor de la Celeste1156 y Talía1157, cuyos versos encierran tan profundos misterios, tantas ciencias, historias y conceptos divinos, apenas ahora entendidos y alcanzados después de tan dilatado tiempo y estudio, ¿qué se ha hecho en ellos? Porque escribió de manera que fue necesario comentarse a sí mismo sobre tres canciones que hizo de la natural y moral filosofía1158; y su comento es un raro y superior libro, intitulado El amoroso convite1159. [fol. 98v] Y la primera canción de ellas tiene este fin1160: Canzon’ io credo che saranno radi, color che tua ragione intendan bene tanto lor parli faticosa e forte onde se per ventura ell’ adiuiene che tu dinanzí da persone vadi che non ti paian d’essa bene accorte allhor ti priego che ti riconforte dicendo lor dilleta mia nouella ponete mente almen com’ io son bella1161,

cuyas palabras contienen todo lo que el autor de nuestra silva pudiera poner al pie de ella, diciéndola: «Yo creo, Soledad mía1162, que serán 1155

En el margen izquierdo, Ponce anota: «.Catul. /.Tibul. / .Virg. / .Auson.». La musa Urania, que era llamada también la Celeste, era la musa de la astronomía y la astrología. 1157 Musa de la comedia y la poesía pastoril; se la conocía también por el nombre de la Festiva. 1158 La filosofía natural se ocupa de la «esencia, propiedades, causas y efectos de las cosas naturales», mientras la filosofía moral atiende a «la bondad o malicia de las acciones humanas, enseñando las que se deben abrazar y las que se deben huir, y explicando la naturaleza de las virtudes y vicios» (Autoridades). 1159 Se refiere a Il Convivio de Dante; en su tratado segundo se comenta la canción «Voi che’ntendendo il terzo ciel monte»; en el tercero, la canción «Amor che ne la mente mi ragiona»; en el cuarto, «Le dolci rime d’amor ch’io solia». 1160 Es, en efecto, la tornata que cierra la canción «Voi che’ntendendo il terzo ciel monte», la cual se comenta en el tratado segundo de Il Convivio. 1161 La b de bella parece escrita sobre una v. 1162 Ponce traduce la tornata de la canción de Petrarca y modifica el apelativo, sustituyendo la voz canción por el nombre del poema de Góngora. Como me recuerda mi amigo y colega José Manuel Rico García, de haber conocido Ponce 1156

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raros los que entiendan bien tus conceptos, según les hablas [fol. 99r] riguroso y grave; mas si, por dicha, sucede que llegues a manos de sujetos tales que no te juzguen perfeta, ruégote que, satisfecha1163 de ti misma, les digas que, al menos, miren cuán bella eres». Del Petrarca, oratio vulgar1164, tenemos muchas partes en sus Rimas1165 sin la debida inteligencia, por su mucha dificultad y cifrados conceptos. Y en ellas se halla una canción escrita con tal estilo, que es imposible entender partes de ella; cuyo principio es este: Mai non vo piu cantar com’ io solea che altri non m’ intenda1166.

Y en la 2 estancia: [fol. 99v] Intendame chi pò, che m’ intend’ io1167.

Y más abajo: Forse ch’ ogni huom chi legge non s’ intende, é la rete tal tende, che non piglia e chi troppo assotiglia si scavezza1168.

De suerte que no es concedido a todos el entender las obras de los que, colmados de ingenio y ciencia, escriben en términos no comunes.

el soneto de Góngora «Restituye a tu mudo horror divino», de 1615, tal vez lo hubiese utilizado en esta parte de su comentario. 1163 satifecha en el manuscrito. 1164 ‘en lengua vulgar’, para distinguirla de la obra latina de Petrarca. Recuérdese que, poco antes, Ponce ha iniciado una sección donde pondera la dificultad en los versos de muchos poetas en lengua vulgar: «Y si miramos en los vulgares...» (fol. 98r). 1165 En el margen izquierdo, Ponce anota «Petrarc.». 1166 Es la canzone 105, considerada «la piú enigmatica del Canzoniere» (Lannutti, 2012, p. 603). 1167 Segunda estancia, v. 17 de la canzone 105. 1168 Cuarta estancia, vv. 46-48 de la canzone 105.

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Al Beniveni f lorentino1169, doctísimo varón1170, le comentó otras canciones el conde Julio Picco Mirandulano1171, que empiezan: «Amor dalle cui man sospes il freno»1172; que son de tan profunda oscuridad, [fol. 100r] que escribió tres libros para su declaración1173.

1169

Girolamo Benivieni (1453-1542), poeta f lorentino que se movió en la corte de Lorenzo de’ Medici. Destacó por su poesía religiosa y alegórica, con huellas de Poliziano y de las églogas de Teócrito y Mosco (a quien adaptó en su poema Amore partiendo de la versión latina de Poliziano). Escribió además un Cantico in laude di Dante, que se incluyó en la edición de la Commedia publicada en Florencia, Filippo Giunta, 1506. Suya es también una Bucólica que se publicó en 1481/82 (Elvira, 2015, n. 216). El abad de Rute lo menciona en su Parecer (fol. 139r) entre los poetas que escribieron bucólicas con un estilo claro y adecuado al asunto que trataban. Ello corrobora el frecuente uso de los autores según los intereses del comentarista. Sobre Benivieni, ver el clásico trabajo de Caterina Re, 1906. 1170 En el margen izquierdo, Ponce anota: «Beni / ueni.». 1171 Es el conocido humanista italiano Giovanni Pico della Mirandola (14631494). Tuvo una gran amistad y estrecha relación con Girolamo Benivieni, quien le dedicó varios poemas. 1172 Es el primer verso de la Canzona dell’ amore celeste e divino, de Girolamo Benivieni, poema inspirado en el comentario de Marsilio Ficino (De amore) al Banquete de Platón. Pico della Mirandola escribió un comentario a esa canción, probablemente en 1486: Commento sopra una canzone d’amore di Girolamo Benivieni. Este comentario fue enviado al propio Marsilio Ficino, quien hizo algunas observaciones al mismo, pues mostraba discrepancias con algunos de sus presupuestos filosóficos. 1173 El texto de Pico della Mirandola originariamente constaba de una introducción general de corte neoplatónico y dividida en tres libros, seguida de un comentario de las estancias de la canción. Esta organización fue alterada por Girolamo Benivieni y Biagio Buonaccorsi (1472-c. 1525), notario de la cancillería de la República de Florencia que contrajo matrimonio con la sobrina de Marsilio Ficino; fue amigo de Maquiavelo y Benivieni, y colaborador de la imprenta f lorentina de Giunta. Dicha modificación del comentario de Pico della Mirandola consistió en eliminar las referencias más polémicas a Ficino para suavizar las discrepancias, refundir los originales libros 2 y 3, colocar el poema al final del nuevo libro 2 y denominar libro 3 al comentario del poema. Con esos cambios, el poema y el comento fueron incluidos en las ediciones de las Opere de Benivieni impresas en Florencia (Giunta, 1519) y Venecia (Zoppino, 1522). Más detalles sobre este texto en Garin, 1942; Ridolfi, 1964; Jayne, 1984; Di Benedetto, 2010; Miró Martí 2006, pp. 14-22; Dougherty, 2008, pp. 83-86.

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Y entre los de nuestro romance, el venerado Juan de Mena dejó necesitadas sus obras1174 de las notas que hoy nos las declaran1175. Y no con menos dificultades lucen y son estimadas las del Divino Herrera y don Diego de Mendoza1176, f lores de nuestra España, que si bien no son tan oscuras como esta silva, lo son mucho. Y que ella1177 lo sea más no es en ningún modo culpable, pues hoy están estas letras tan realzadas y diversas de sus principios, que quien no procura exceder ahora a los que fueron asombro de la edad pasada, apenas es conocido en esta por [fol. 100v] la perfección y grandeza a que está reducida1178 la poesía española; que es increíble a quien mira los escritos de aquellos hombres famosos, hallarlos tan faltos de la pureza de estilo y sutileza de conceptos, que aun ya no nos agrada en muchos que los exceden. De suerte que nuestro autor, habiendo de cumplir con el predicamento1179 que tiene, es justo que en sus obras sea tan singular como en la

1174

En el margen izquierdo, Ponce anota: «Ju’ de / mena.». Juan de Mena escribió un comentario en prosa a su poema La coronación del marqués de Santillana, cuyo prólogo copia Ponce en los folios finales del manuscrito. El Laberinto de Fortuna conoció los destacados comentarios de Hernán Núñez en 1499 y del Brocense en 1582. Además, los usos lingüísticos de Juan de Mena aparecían en el Vocabulario español-latino y la Gramática castellana de Nebrija para ilustrar voces y vicios gramaticales que eran considerados licencias en el ámbito del poeta. Más detalles en Jiménez Calvente, 2002, y Casas Rigall, 2010, pp. 30-38. Añádase un conjunto de tempranas glosas manuscritas del Laberinto que, en su origen, apuntan indicios de un autocomentario del propio Mena, luego refundido; para su filiación, estudio y edición de su texto, ver el cuidado trabajo de Casas Rigall, 2016. Sobre la presencia de Juan de Mena en los textos de la polémica gongorina, ver, entre otros, Matas Caballero, 1992; Álvarez Amo, 2016; Osuna Cabezas, 2016; Daza, 2021. 1176 En el margen izquierdo, Ponce anota: «“D. her. / Mend.». Se refiere a Fernando de Herrera y Diego Hurtado de Mendoza. 1177 Con el pronombre «ella» se refiere a la silva escrita por Góngora, la Soledad primera. A partir de aquí, y a lo largo de dieciséis líneas, se colocan unas “ al comienzo de cada una de ellas, parece que con la intención de resaltar este pasaje. Los comienzos de línea son: “lo sea, “culpable, “tan realzada, “principios, “exceder, “asombro, “penas, “la Perfeccion, “que està reducida, “pañola, “mira, “hombres famosos, “faltos, “subtileza, “ya no nos agrada, “que los exceden. 1178 reducida: ‘convertida’. 1179 predicamento: «dignidad, opinión, lugar o grado de estimación en que se halla alguno, y la ha merecido por sus obras» (Autoridades). 1175

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opinión. Y habiendo de serlo en algo, ha de ser diverso de lo que es común a todos, siendo más superior, raro y difícil en lo que escribe1180. [fol. 101r] Y porque mejor se pruebe la licencia que tiene el poeta ilustre para inventar nuevas voces y frases ampliando su natural idioma1181, para que se entienda no haber excedido los preceptos del arte nuestro poeta, lo fundaré en estos versos, donde Horacio1182 trata toda esta materia diciendo1183: In verbis etiam tenuis, cautosque1184 serendis dixeris egregie, notum si callida verbum reddiderit iuntura nouum: si fortè necesse est indiciis monstrare recentibus abdita rerum: fingere Cinctutis non exaudita Cethegis continget, dabiturque licentia sumpta pudenter.

1180

En este pasaje, Ponce defiende la oscuridad de la Soledad primera con un razonamiento que pondera el presente de la poesía española como una verdadera edad dorada. En este contexto, incluso los versos de los destacados poetas de otros tiempos resultan «faltos de pureza de estilo y sutileza de conceptos». En consecuencia, quien, como Góngora, desee destacar en esta edad presente, no solo deberá superar a las grandes plumas del pasado, sino también a sus contemporáneos, y habrá de buscar esa singularidad en la mayor dificultad y oscuridad de sus versos. 1181 El uso de cultismos, voces nuevas y foráneas es uno de los aspectos centrales en este Discurso, y también en la Epístola a Villamediana, escrita entre 1617 y 1622, y con la que presenta muchas coincidencias. Es probable que primero Ponce tratara el tema en este discurso, y luego profundizara en él tras la aparición del Faetón de Villamediana en 1617; más detalles en la introducción (apdo. 6). 1182 Oratio en el manuscrito. 1183 Horacio, Ars poetica, vv. 46-59 («Es más, si eres sutil y astuto al encadenar las palabras, / te expresarás con brillantez, cada vez que una ingeniosa asociación / convierta en novedosa una palabra conocida. Si acaso es necesario / designar las cosas ocultas con términos nuevos, / te tocará acuñar vocablos no oídos antes por los enfajados Cetegos / y se te concederá libertad, si las usas con moderación / y estas nuevas e inventadas palabras tendrán crédito / si proceden de una fuente griega, poco desfiguradas. Además / ¿por qué va a conceder el romano a Cecilio y a Plauto lo que niega / a Virgilio y a Vario? ¿Por qué yo, si puedo aportar unas pocas, / soy criticado, cuando la lengua de Catón y de Ennio / enriqueció el idioma patrio e inventó nuevos nombres / de cosas? Ha sido y será siempre lícito / forjar palabras acuñadas con el sello de la actualidad», trad. F. Navarro Antolín, 2002). Ponce recurrió a estos mismos versos del Ars poetica en su Epístola a Villamediana; ver Rozas y Quilis, 1961, p. 420, n. 2. 1184 Las ediciones del Ars poetica leen cautusque.

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et noua, fictaque nuper habebunt1185 verba fidem: si Graeco1186 fonte cadant parcè detorta. quid autem Caecilio, Plautoque dabit romanus, ademptum Vergilio, Varioque? Ego, cur acquiere pauca si possum, inuideor? cum lingua Catonis et Enni [fol. 101v] Sermonem patrium ditauerit: et nova rerum nomina protulerit? Licuit, semperque licebit signatum praesente nota producere nomen.

Dice, pues, en estos catorce versos: ‘entendida la sentencia, será el poeta prudente y considerado en criar1187 voces o palabras nuevas’; con lo cual cumplió nuestro autor precisamente, pues fueron tan raras las que introduce en esta silva como arriba he dicho1188. Y amonesta: dixeris egregie: ‘tú dirás en excelente modo, fuera del estilo del vulgo’; si callida iunctura1189: ‘una conjunción de voces bien hecha, una composición de palabras con ingenio y prudencia’; reddiderit verbum notum: ‘una palabra usada y conocida’; para cuya inteligencia, hemos de [fol. 102r] saber que las palabras, o son propias, o imitadas de otra lengua; y las propias, o son antiguas, o formadas de nuevo por el que escribe1190. Así que, si uno cría una voz nueva que sea compuesta de otras comunes en modo 1185

La t de habebunt fue añadida posteriormente, con trazo más oscuro y grueso. En la parte superior de la línea, entre Graeco y fonte, se añade la palabra de, con el trazo más grueso y oscuro, similar a la corrección anterior en habebunt. La grafía de la d no parece la de Ponce, pero es difícil precisar la mano. La adición no concuerda con el texto habitual del Ars poetica. 1187 criar: como crear: «Producir algo de la nada» (Autoridades). 1188 En efecto, en el fol. 93v, Ponce señaló que Góngora solo había utilizado cinco voces extrañas en su poema: venatorio, conculcado, meta, gulosos y bipartida. 1189 La iunctura se preocupa de la correcta y armónica disposición de las palabras, sílabas y sonidos cercanos para evitar combinaciones malsonantes. Se integra en el ornatus retórico, que está constituido por los tropos, las figuras y la compositio. Esta última se ocupa de dos grandes dimensiones: el orden de las oraciones y frases (sintaxis), y el de las palabras y sus constituyentes. En esta última dimensión se consideran, junto a la mencionada iunctura, el ordo (disposición de las palabras en la oración) y el numerus (disposición de la sucesión de largas y breves). Ver también Lausberg, 1984: §§ 954-976. Conde Parrado, 2019, estudia en detalle la posible consulta por parte de Góngora de los Epitheta de Ravisio Textor en diversas combinaciones (iuncturae) de epítetos y sustantivos. 1190 En el fol. 36r, Ponce ha citado un pasaje de Quintiliano (Institutio oratoria, 1, 5, 71) donde se refiere a esta cuestión; ver allí el texto y la nota al pie. Más detalles en Lausberg, 1984: § 533 y ss. 1186

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conviniente, le será lícito; como, por ejemplo, entre los latinos esta voz capra, y esta, genus, son notorias, y juntando ambas en una se hace esta palabra nueva caprigenum o la voz semicapro, que está en esta silva, número 281191, compuesta de dos dicciones. Y en este modo creo que entiende Horacio1192 que la unión forme palabras nuevas. Otros quieren que se entienda de las translaciones1193, desta suerte: que se tomen nombres [fol. 102v] comunes de una cosa para significar otra diversa; verbi gratia: yo quiero decir que ha vuelto la primavera; y no queriendo decir ver redit con sus palabras propias, diré, con otras notorias que juntas hagan un modo nuevo, difugere nives. redeunt iam gramina campis, arboribusque1194. De suerte que, siendo todas estas palabras conocidas, por estar juntas con artificio no significan lo que dice su propio sentido, sino diversamente; porque no se entiende por ellas que las nieves han huido, ni que la grama1195 ha vuelto a los campos, ni las hojas a los árboles, sino que ha [fol. 103r] vuelto la primavera. 1191

El número remite a la nota 28 de Ponce a la Soledad primera; el verso en concreto es el 234: «armado a Pan o semicapro a Marte». 1192 Oratio en el manuscrito. 1193 Se refiere aquí al sentido figurado dado por los tropos a la significación habitual de una voz; como se ha dicho, el término translación hacía referencia a la metáfora y, en general, al conjunto de los tropos. Esta doble interpretación del pasaje de Horacio se recoge también en el comentario del Ars poetica realizado por el granadino Juan Villén de Biedma, en el que Ponce parece haberse inspirado en varios pasajes: «Ello se puede entender en vna de dos maneras, o que de dos palabras se haga vna: como si pongamos exemplo, {leuisonus, herbi potens, legislator.} y en nuestro Castellano, primauera, agricultura, y odorifero, que son vocablos compuestos de dos palabras, y dizen vna significacion; o que de junta de muchas palabras, resulte vn solo sentido, como para significar la primauera, dize Horacio en sus Odas libro 4. Oda 7. [Diffugere niues; reddeunt iam gramina campis; arboribusque comae] de las quales vsa Horacio metaforicamente para significar el Verano» (Q. Horacio Flacco poeta lyrico latino. Sus obras con la declaracion Magistral en lengua Castellana. Por el Doctor Villen de Biedma..., Granada, Sebastián de Mena, 1599, fol. 311r). Sobre este comentario, ver Campo López, 2002. 1194 Se añade aquí una marca # que remite a la parte superior de la línea, donde se copia, con tinta algo más oscura, la voz comae. Es posible que la corrección sea del propio Ponce. Se completa así la cita de Horacio, Carmina, 4, 7, vv. 1-2: «Diffugere niues, redeunt iam gramina campis / arboribusque comae» («Se fueron las nieves, ya vuelve la yerva a los campos y al árbol / su cabellera», trad. M. Fernández-Galiano, 1990). 1195 grama: «Hierba que produce unos ramillos que se extienden por la tierra, divididos de trecho a trecho, por ciertos nudos o coyunturas. Echa muchas raíces compartidas también con nudos» (Autoridades).

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Y aceptando cualquiera destas sentencias1196, hallaremos en favor de nuestro poeta que pudo, sin alterar los preceptos del arte ni exceder de su licencia, inventar nuevas voces y fórmulas compuestas, como en las que dice «clavijas de marfil»1197 a los dedos de la serrana, y «cuerdas de negras guijas» a las pizarras1198, «cítaras de pluma» a las aves1199, «centellas de cristal» al agua1200, y «sierpes de aljófar» en el número siguiente1201. Y así mismo, pudo usar de translaciones diciendo «espumoso coral» a la sangre1202, «Libia de ondas» al mar1203, «golfo de sombras» a la campaña oscura1204, y los demás de estos modos.

1196 Es decir, que se puedan usar voces nuevas creándolas por composición de otras conocidas, o bien otorgándoles un significado nuevo, distinto del habitual. 1197 En el margen izquierdo, Ponce anota «n.º 40.». Se refiere a su nota 40, donde parafrasea los versos 335-349 de la Soledad primera. Este pasaje fue también parafraseado al margen por el corrector de comentario de Ponce, al que este último contestó. Ver lo dicho en la nota 676. Con «clavijas de marfil» se alude a la metáfora del v. 346: «que, en las lucientes de marfil clavijas,». 1198 Soledad primera, v. 347: «las duras cuerdas de las negras guijas». 1199 Soledad primera, v. 556: «Pintadas aves, cítaras de pluma». 1200 En el margen izquierdo, Ponce anota «n.º 66.». Se refiere a la nota que lleva ese número, donde comenta los vv. 550-555 de la Soledad primera. Con «centellas de cristal» alude a la metáfora del v. 578: «centellas saca de cristal undoso». Probablemente Ponce la incluye en el n.º 66 porque su nota 67 (y la sección correspondiente de la Soledad primera) comienza en el v. 581 («meta umbrosa al vaquero convecino»), por lo que el v. 578 se corresponde con el n.º 66 en el sistema de anotación y división del poema. 1201 El número siguiente sería el 67, que en la copia de la Soledad primera abarca los vv. 581-599. Por ello Ponce relaciona esta nota con la metáfora «sierpes de aljófar», que se sitúa en el v. 599 («sierpes de aljófar, aun mayor veneno»). No obstante, la posterior nota 67 se centra en el v. 581 («meta umbrosa al vaquero convecino»), pues en ella se justifica la licitud de la voz meta. La referencia a «sierpes de aljófar» se corresponde más bien con la nota 68, donde Ponce comenta, bajo el marbete «Sierpes de Ponto», los vv. 599-600 («sierpes de aljófar, aun mayor veneno / que a las del Ponto, tímido, atribuye,»). 1202 En el margen izquierdo, Ponce anota: «Dedic.», pues la referencia corresponde al v. 12 de la «Dedicatoria al duque de Béjar» que encabeza la Soledad primera: «espumoso coral le dan al Tormes». 1203 En el margen izquierdo, Ponce anota «n. 3.» Alude a la anotación 3 de la copia de la Soledad primera (fol. 5r-5v), que abarca los vv. 14-27. La referencia a la «Libia de ondas» se sitúa en el v. 20: «que a una Libia de ondas su camino». 1204 En el margen izquierdo, Ponce anota «n. 7.» Se refiere a la anotación 7 de la copia de la Soledad primera (fol. 6r), que comprende los vv. 52-61. La metáfora «golfo de sombras» está en el v. 61: «golfo de sombras anunciando el puerto».

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[fol. 103v] Si forte necesse est: ‘si, por suerte, es necesario con indicios o con palabras nuevas significar el oculto concepto, fingiendo voces nunca oídas de los doctos —que aquí entendemos por Cetego, a quien pone Tulio en el Bruto en el número de los oradores1205 —, esta licencia se dará siendo usadas con prudencia; porque así, tendrán autoridad si descindieren1206 de la fuente griega —que entre nosotros se entenderá lo mismo de la latina—, ingeniosa y cultamente traídas. Porque el pueblo romano, ¿qué cosas permitió a Cecilio1207, poeta, y a Plauto, que se las niegue ahora a Virgilio?’. Hace aquí un argumento1208 de la mayor1209, y dice: ‘si el pueblo [fol. 104r] romano ha concedido a Cecilio y a Plauto fingir palabras nuevas, mucho más debe concederlo a Virgilio y Varo1210, que los imitan’; 1205 Cicerón afirma que Marco Cornelio Cetego fue el primero de quien consta haber sido elocuente, y destaca los elogios que sobre él hizo Quinto Ennio; Cicerón, Brutus, 57-60: «Quem uero exstet et de quo sit memoriae proditum eloquentem fuisse et ita esse habitum, primus est M. Cornelius Cethegus, cuius eloquentiae est auctor et idoneus quidem mea sententia Q. Ennius, praesertim cum et ipse eum audiuerit et scribat de mortuo; ex quo nulla suspicio est amicitiae causa esse mentitum. [58] Est igitur sic apud illum in nono, ut opinor, annali […]» («Pero el primero del que la tradición nos ha legado testimonios ciertos de su elocuencia y de su condición de orador fue Marco Cornelio Cetego: su elocuencia la atestigua Quinto Ennio y, a mi entender, mejor que nadie, sobre todo porque llegó a oírle en persona y escribe cuando Cetego ya había muerto. No hay, pues, motivos para pensar que mintiera por amistad. Así habla de él en el libro noveno, creo, de los Anales […]», trad. M. Mañas Núñez, Madrid, Alianza Editorial, 2000). 1206 Así en el manuscrito. Mantengo la vacilación vocálica, que se registra en la época (cfr. CORDE). 1207 Es el comediógrafo Marco Cecilio Estacio (c. 230-167). Junto a Plauto, mencionado luego, destacan en el género de la comedia palliata. 1208 La r se escribió en la parte superior de la línea. 1209 argumento de la mayor: se refiere al locus a maiore ad minus, argumento que prueba lo menos desde lo más; ver Azaustre y Casas, 2015, p. 38. El pasaje de Ponce guarda cierta semejanza con el comentario a estos versos de Horacio hecho por Juan Villén de Biedma: «Es argumento de mayor a menor, y quiso dezir, que si los Romanos dieron licencia a Cecilio y a Plauto, no siendo los mejores Poetas del mundo, menos la podian negar a Virgilio, y a Vario, que fueron la prima de los Latinos: para que pudiessen inuentar nueuas palabras, y de otras lenguas introduzirlas» (fol. 311v, en Q. Horacio Flacco... con la declaracion Magistral en lengua Castellana. Por el Doctor Villen de Biedma..., Granada, 1599). 1210 Lucio Vario Rufo (74 a.C.-14 a.C.), poeta romano contemporáneo de Virgilio y Horacio. Fue alabado por ambos como poeta épico, aunque no se

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que, ajustado a nuestro intento, diremos1211: que si las edades pasadas permitieron a infinitos autores el criar voces nuevas en su idioma y usar de translaciones exquisitas en él, ¿por qué no se ha de permitir a nuestro poeta que haga lo mismo en el suyo, imitando a los pasados y introduciendo, como ellos de la griega en la latina suya, él de la latina en la española nuestra las frases, translationes y gramática, de que resulte la extensión, nobleza y ornato que tiene en sus divinos versos? [fol. 104v] Y de que entre los latinos famosos fuese común hacer esto tenemos mil ejemplos en sus escritos; como vemos en Lucrecio1212, que dijo: «Daedala tellus»1213 et «reboant»1214, que fueron palabras nuevas: «Nec cythara1215 reboant laqueata1216 aurataque tecta»1217.

conserva su obra, salvo algunos fragmentos. Entre sus obras se menciona un panegírico a Augusto y la tragedia Thyestes, alabada por Quintiliano (Institutio oratoria, 10, 1, 98): «Iam Vari Thyestes cuilibet Graecarum comparari potest» («La tragedia Tiestes de Vario puede ya igualarse a cualquiera de las griegas», trad. A. Ortega Carmona, 1997). 1211 Entiendo: ‘argumento que, adaptado al asunto que tratamos, es el siguiente’. 1212 Todo este pasaje sobre la licencia del poeta para usar voces nuevas, hasta «mestum caepe», está tomado de los Saturnalia de Macrobio (6, 4 y 6, 5), como ya indicaron Rozas y Quilis, 1961, pp. 420-421. En estos pasajes, Macrobio ofrece diversos ejemplos de autores latinos que usaron préstamos del griego, o diversas creaciones léxicas por composición o translación. Ponce utilizó estos lugares de Macrobio en la Epístola a Villamediana en defensa del léxico culterano, que se fecha entre 1617 y 1622. 1213 dellus en el manuscrito, por error; en la Epístola a Villamediana (Rozas y Quilis, 1961, p. 420) se lee tellus, como en Macrobio. Saturnalia 6, 4, 20 («quia Lucretius dixerat: daedala tellus», «porque Lucrecio había dicho: la dedalea tierra», trad. F. Navarro Antolín, Madrid, Gredos, 2010); los versos de Lucrecio donde usa esa expresión se hallan en De rerum natura 1, v. 7 y 1, v. 228; daedalus es un préstamo del griego daídalos (‘industrioso’). 1214 Macrobio, Saturnalia, 6, 4, 21: «quia est apud Lucretium: nec cithara reboant laqueata aurataque tecta» («porque se lee en Lucrecio: Ni devuelven el eco de la cítara vigas artesonadas y guarnecidas de oro», trad. F. Navarro Antolín, 2010). La cita de Lucrecio se halla en De reum natura, 2, v. 28: «nec citharae reboant laqueata aurataque templa». Como indica Navarro Antolín, 2010, p. 554, n. 248, «Reboant, “devolver el eco”, del verbo re-boo, es préstamo griego, boáo, sobre el modelo de re-sonare». 1215 cythar en el manuscrito; cithara en la Epístola a Villamediana y Macrobio. 1216 laq[ue] en el manuscrito; laqueata en la Epístola a Villamediana y Macrobio. 1217 tecta es lectura de Macrobio. En Lucrecio se lee templa.

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Accio, poeta1218, llama a Vulcano «Mulciberum», donde dice: Heu Mulciber1219 arma ignauo inuita fabricatus est1220 manu

Y Ennio, en lugar de amargo, puso triste: Nec tristem quaeritat sinapi, nec mestum caepe1221.

Y estas palabras inventadas por ellos apellida1222 interrogando [fol. 105r] Horacio, que por qué no se habían de permitir a Virgilio. Cicerón1223 nos muestra claro que las voces se hacen nuevas, en una epístola a Bruto: «Eum amorem et eum, vt hoc verbo vtar, fauorem in 1218

Lucio Accio (170 a.C.-c. 84 a.C.), poeta trágico romano de cuya obra se conservan fragmentos. El que cita Ponce a través de Macrobio se conserva en los Saturnalia (6, 5, 2), que lo sitúa en la tragedia de Accio Philoctetes, de la que solo nos han llegado algunos pasajes a través de diversos autores. 1219 Macrobio, Saturnalia 6, 5, 2: «Mulciber est Vulcanus, quod ignis sit et omnia mulceat ac domet. Accius in Philoctete: heu Mulciber! / arma ignavo invicta es fabricatus manu» («Múlciber es Vulcano, porque es el fuego y todo lo ablanda (mulceat) y lo domeña. Accio en Filoctetes: “¡ay!, Múlciber, / con tu mano fabricaste armas invictas para un cobarde”», trad. F. Navarro Antolín, 2010). Mulciber (‘aquel que ablanda el hierro’) es un compuesto formado a partir de mulceo y ferrum. 1220 est en el manuscrito; es en la Epístola a Villamediana y en Macrobio. En la Epístola a Villamediana, el orden de la secuencia es «es inuicta fabricatus manu». En las ediciones de Macrobio, el orden varía según el texto seguido: «inuicta es fabricatus manu», «es inuicta fabricatus manu», «inuicta fabricatus es manu». 1221 En la Epístola a Villamediana se copia: «Neque triste quaritat sinapi, / neque cepe...». En Macrobio (Saturnalia 6, 5, 5): «neque triste quaeritat sinapi, / neque cepe maestum» («No busca la amarga mostaza / ni la af ligida cebolla», trad. F. Navarro Antolín, 2010). Este pasaje transmitido por Macrobio se ubicaría en el libro cuarto de las sátiras de Ennio (columna 1585-1585: Sabibarum Codd.; ver también Navarro Antolín, 2010, p. 556, n. 264). Como indica Macrobio (Saturnalia 6, 5, 5): «“tristis” pro “amaro” translatio decens est» («El empleo de tristis, “triste”, en el sentido de “amargo” es una elegante translación», trad. F. Navarro Antolín, 2010). 1222 apellidar: «aclamar, proclamar, levantar la voz por alguno» (Autoridades). 1223 El pasaje que comienza aquí y va hasta «carecen de ellos» fue citado casi literalmente por Ponce en su Epístola a Villamediana, texto centrado en la licitud de introducir voces nuevas por parte de Góngora. Esta es la cita de dicha obra:

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consilium aduocabo»1224; donde se ve que, en su tiempo, favor era palabra nueva. Y las voces griegas que están introducidas en la latinidad y se usaron en ella son casi infinitas; y no solo las voces, sino los modos de decir; como vemos en los poetas latinos, que, a cada paso, ponen los infinitivos por los gerundios como los griegos, que carecen de ellos. Cuya consecuencia es que no será culpable en nuestro autor [fol. 105v] haber usado en su idioma tal vez1225 de los casos y gramática de la latinidad, imitando los que en ella escribieron con los términos de la griega. Y menos debe serlo introducir en su lengua voces latinas y toscanas con tanta moderación y prudencia. Pues el docto Juan de Mena —de quien dice Mario Equicola ser entre nosotros como en Italia el Petrarca—1226 y el ingenioso Garcilaso, en muchas partes de sus escritos usaron también voces latinas, toscanas y nuevas. Y particularmente 1224

«Cicerón nos muestra claro que las boçes se hacen nuebas en vna epístola a Bruto: “Eum amorem et eum, ut hoc verbo vtar favorem inconsilium advoco”, donde se be que en su tiempo fabor hera palabra nueba y las boçes griegas que están yntroducidas en la latinidad son casi ynfinitas, y no solo las boçes, sino los modos de decir, como bemos en los poetas latinos, que a cada paso ponen los ymfinitibos por los xerundios, como los griegos, que carecen dellos» (Manuel Ponce, Epístola a Villamediana, fol. 3r, ed. Rozas y Quilis, p. 421). 1224 Este pasaje de Cicerón se conserva a través de la cita de Quintiliano (Institutio oratoria, 8, 3, 34): «nam et in epistula ad Brutum: “eum, inquit, amorem et eum, ut hoc uerbo utar, fauorem in consilium aduzocabo”» («Pues dice también en una carta a Bruto: “llamaré a consejo este amor y este ‘‘favor’, si puedo emplear esta palabra», trad. A. Ortega Carmona, 1997). Está hablando Quintiliano de que las voces hoy tenidas por usuales, e incluso viejas, fueron en otro tiempo nuevas; uno de los ejemplos es la voz favorem, que Cicerón consideraba nueva. 1225 ‘quizá, acaso’. 1226 En el margen izquierdo, Ponce anota: «L. 5. poco / antes de el / fin.». Se refiere a la obra del humanista italiano Mario Equicola (c. 1470-1525) Libro de natura de amore, redactado en torno a 1495 (se conserva un autógrafo en la Biblioteca Nazionale de Torino, ms. N. 111. 10) y publicado por vez primera en Venecia en 1525. Cito por esa edición parte del pasaje del libro quinto, donde se refiere a Juan de Mena y se incluye la referencia a Petrarca que extrae Ponce para su discurso: «[fol. 205r] Non laudo tra Spagnoli ne in altra natione quelli, che le cose sacre & [f. 205v] diuini alli loro amori appropiano como quel che le lamentationi & quetele de Propheti in exprimer suo dolor conuerte: quel con le orationi de le nostre ecclessiastice cerimonie sua pena narra: l’altro col psalmo De profundis circa compassione: Ioan di Mena homo singulare tra Spagnoli, qual tra noi Petrarcha (con bona pace sia decto) non me piace doue canta li defunti per molto sancti che se siano esser penati ne la gloria per non hauer uista sua amica: Piacenome quando per essi si descriue la belleza, legiadria, elegantia & uirtu de

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Mena, en la primera copla [fol. 106r] del Laberinto, 1, dice: «Al gran rey d’ España, al çésar novelo1227», que es voz toscana. Copla 38 del mismo Laberinto: «Ni el ayre padece nubíferas glebas»1228; nubíferas es latino; y glebas, toscano que quiere decir ‘terrones’. En la copla 7, del 21229: blasmar por blasfemar, sincopado1230. Copla 24: fruir, del latino frui, que es ‘gozar’1231. Copla 109: bullada1232 en lugar de impresa o sellada; voz antiquísima. Y a este modo se hallarán repartidas otras infinitas en sus obras, que dejo por escusadas. Garcilaso, égloga 2, verso 1 del terceto antecedente al del número 1381233: [fol. 106v] «A la pura fontana fue corriendo»1234. Es voz toscana. En el número 155: «Almo dulce, sabroso, esfuerza, esfuerza»1235. La dición almo es toscana y latina; significa ‘sustentar’ y ‘aumentar’; viene de alere u de almus, que es1236 lo mismo que ‘criador’. la Signora, chiamandola uita de los uita, luce de la lor luce: Da natura formata sol per admiration del mundo, senza emula, senza competirora, senza pare [...]». 1227 Juan de Mena, Laberinto de Fortuna, copla 1, v. 4. Las voces que señalará Ponce coinciden con las que incluyó en la Epístola a Villamediana: «Tenemos a nuestros españoles llenos de boces forasteras, como escriuió ynfinitas Joan de Mena, Garcilaso y Boscán. Donde tubieron necesidad yntrodujeron gran número de boçes: glebas, blasmar, bullada, fontana, almo, inerte, corrusca y nobelo; a cada página suya se hallarán beruos latinos y toscanos» (fol. 3v, ed. Rozas y Quilis, p. 421). 1228 Juan de Mena, Laberinto de Fortuna, copla 38, v. 6. 1229 Juan de Mena, Laberinto de Fortuna, copla 7, v. 2: «por tal que blasme de ti como devo». 1230 La síncopa es la supresión del algún sonido en el interior de una palabra; este error gramatical es una licencia (figura de metaplasmo) en el uso de los poetas. 1231 Juan de Mena, Laberinto de Fortuna, copla 24, v. 8: «fruir de coloquio tan alto a desora?». 1232 Juan de Mena, Laberinto de Fortuna, copla 109, v. 8: «bullada devieran tener en la fruente». 1233 Como se indicó en una nota anterior, Ponce usó la edición de Garcilaso con notas del Brocense (Salamanca, 1574). Ponce ubica los versos que cita partiendo del número de la nota del Brocense, que, en este caso, se sitúa en el terceto que comienza «y sin mirarme, desdeñosa y fiera,» (v. 482); ver el fol. 52v de la edición salmantina. 1234 Garcilaso de la Vega, égloga 2, v. 476. 1235 Garcilaso de la Vega, égloga 2, v. 735. El anterior número 155 se refiere a la nota del Brocense en su edición (fol. 56v). 1236 ques en el manuscrito.

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En el 10 verso, después del número 1691237: «Dañaba la tardanza f loja, inerte»1238. Inerte es latina y toscana, de inertia (‘pereza’ o ‘f lojedad’). Verso 54, después del número 1971239: «La vista así corrusca y resplandece»1240. Es también voz latina y toscana; significa ‘resplandecer’ (corruscare). [fol. 107r] Cuyos ejemplos podrán ser suficiente defensa de nuestro autor, así como fueron dechado de sus obras. Y volviendo a Horacio, prosigue: Ego cur inuideor: 1241 ‘¿por qué debo ser invidiado o aborrecido, si puedo adquirir algunas pocas palabras a mi lengua?’ Y así, pone inuideor, voz nueva; porque no se dice inuideo te, sino inuidio tibi; y por el consiguiente, no decimos non inuideor, sino mihi inuidetur1242. Muéstranos, en estas razones, que no es digno de reprensión, sino de alabanza, el que procura enriquecer su lengua nativa de palabras no usadas antes en ella y de modos y términos exquisitos, habiendo [fol. 107v] hecho lo mismo sus pasados, y enoblecido la suya Catón y Ennio. Y si fue lícito en ellos criar nuevos nombres y palabras, siempre lo será en los que escribieren producere nomen1243. 1237

Se refiere al décimo verso contando desde la nota 169 del Brocense (fol. 66r-66v); dicha nota se sitúa en el v. 1226: «¡Oh patria lagrimosa, y cómo vuelves!». 1238 Garcilaso de la Vega, égloga 2, v. 1235. 1239 La nota 197 del Brocense se sitúa en el v. 1716: «el cuello le ceñía el nudo estrecho» (fol. 72r); cincuenta y cuatro versos después (contando el anterior) se encuentra el que cita Ponce. 1240 Garcilaso de la Vega, égloga 2, v. 1769. 1241 Horacio, Ars poetica, v. 55: «Vergilio Varioque? Ego cur, adquirere pauca». Ya citado antes por Ponce, que continúa su comentario basado en esa sección de la poética horaciana. 1242 El razonamiento de Ponce coincide casi literalmente con el comentario a los versos del Ars poetica hecho por Juan Villén de Biedma: «Y por esto Horacio en persona de todos se quexa diciendo, {ego, cur inuideor} por que soy odioso y murmurado {si possum acquirere pauca?} si puedo adquirir algunas pocas palabras a mi propia lengua? Y vsa de la palabra, inuideo, como de cosa nueua, porque no se dize inuideo te, sino tibi, y por consiguiente no auia de dezir, non inuideor, sino mihi inuidetur» (f. 311v, en Q. Horacio Flacco... con la declaracion Magistral en lengua Castellana. Por el Doctor Villen de Biedma..., Granada, 1599). Ya se han señalado otras semejanzas con este comento en esta parte del Discurso de Ponce. 1243 Horacio, Ars poetica, v. 59: «signatum praesente nota producere nomen» («forjar palabras acuñadas con el sello de la actualidad», trad. F. Navarro Antolín, 2002). Ya citado antes por Ponce (fol. 101v).

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En todo lo cual verán los versados en estas letras que está bien defendida esta silva de todas las objeciones1244 que la han puesto en su estilo, novedad, voces, translaciones, gramática y extensión1245, porque antes debe ser admirado que reprendido el autor della. Y el que quisiere ver más por extenso tratada esta materia, vea los versos referidos de Horacio1246 y los 13 que [fol. 108r] se siguen a ellos1247, con la écfrasis1248 y notas del doctísimo Sánchez Brocense1249, y todo el capítulo 6 de la Poética de Aristóteles con el comento del Piccolomini1250. 1244

ojebciones en el manuscrito. Como se ha indicado en una nota anterior, con extensión se hace referencia a la amplitud del poema y del desarrollo de su argumento, cuestión que trata Aristóteles en su Poética (García Yebra, 1974, p. 495). 1246 Orat. en el manuscrito. Horacio, Ars poetica, vv. 46-59, citados por Ponce en el fol. 101r-101v. 1247 Horacio, Ars poetica, vv. 60-72: «Vt siluae foliis pronos mutantur in annos, /prima cadunt, ita uerborum uetus interit aetas, /et iuuenum ritu f lorent modo nata uigentque. / Debemur morti nos nostraque. Siue receptus / terra Neptunus classes Aquilonibus arcet, / regis opus, sterilisue diu palus aptaque remis / uicinas urbes alit et graue sentit aratrum, / seu cursum mutauit iniquom frugibus amnis, / doctus iter melius, mortalia facta peribunt, / nedum sermonum stet honos et gratia uiuax. / Multa renascentur quae iam cecidere, cadentque / quae nunc sunt in honore uocabula, si uolet usus, /quem penes arbitrium est et ius et norma loquendi» («Como los bosques mudan de hojas de año en año, / así caducan las primitivas palabras: muere la vieja generación, / y las recién nacidas, al igual que jóvenes, f lorecen y cobran vigor. / Nosotros, y nuestras obras, estamos destinados a morir. Sea que el mar, / acogido por la tierra, mantenga las naves al abrigo de los aquilones, / regia empresa; o que una marisma, antaño estéril y navegable, / alimente a las ciudades vecinas y sienta el peso del arado; / o que un río haya modificado su curso, perjudicial para las mieses, / habiéndosele enseñado un cauce mejor, las obras humanas perecerán; / mucho menos podrá perdurar el encanto y atractivo de las palabras. / Renacerán muchos vocablos que ya han caducado, y caducarán / los que ahora están de moda, si así lo quiere el uso, en quien reside la autoridad, las leyes y las reglas del lenguaje», trad. F. Navarro Antolín, 2002). 1248 ‘descripción minuciosa’. 1249 Se refiere a la edición del Ars poetica de Horacio con anotaciones del Brocense (Salamanca, 1591). Ponce remite al comentario que el Brocense hace de los vv. 49-72 del Ars poetica, situado en la écfrasis y notas al apartado De iunctura, siue de verborum innovationes quae triplex est (fols. 6v y 8v del impreso). El comentario del Brocense de 1558 no editaba el texto de Horacio. 1250 Es la traducción italiana y notas de la Poética de Aristóteles de Alessandro Piccolomini, cuya primera edición se publicó en Siena en 1572, y la segunda en Venecia en 1575. Ponce se refiere al apartado dedicado a la virtud o excelencia 1245

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SILVA A LAS SOLEDADES DE DON LUIS DE GÓNGORA

Y asentada esta dotrina, digo que si resulta alguna oscuridad en este escrito porque imita su autor a los latinos y toscanos en él, antes es justo que sea estudiado que depuesto. Porque si la dificultad que tiene no nace de lo que suele hacer inaccesibles1251 a los otros —como he dicho—, será justo que los prudentes y doctos, dando el debido crédito al autor, crean que tiene más de admirable que de molesto; y mirando su gramática con [fol. 108v] atención, hallarán facilidad en la construción de ella, agudeza en su conceptos, ornato en la locución y valientes imitaciones en ella, con ingeniosa novedad en los términos y descripciones; y al fin, el deleite de haber alcanzado lo que sin alguna dificultad carece de estimación. Y así, podrá decir a todos el autor lo que antes dijo Martial, libro 2, epigrama 86: Scribat carmina circulis Palaemon me iuuat raris auribus placere1252.

Vale

de la elocución (Poética 1458a18-1459b16, capítulo 22, pp. 208-215 en la ed. de García Yebra); en la edición de Piccolomini, comprende el texto y notas a las particellas 116 a 123 (pp. 344-367 en la ed. de 1575). 1251 inaxcesibles en el manuscrito. 1252 Marcial, Epigrammaton libri, libro 2, epigrama 86, vv. 11-12: «Que escriba versos para las reuniones Palemón, / a mí me gusta complacer a oídos selectos», trad. J. Fernández Valverde y A. Ramírez de Verger, 1997). Es una clásica referencia a la poesía exquisita y elitista que se utilizó en la polémica gongorina; así, por ejemplo, en la Soledad primera ilustrada y defendida (p. 82).

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[fol. 109r] Vean estos lugares en Juan de Mena —prólogo de su Coronación, que escribe al marqués de Santillana1253 — los que reprueban en esta silva las posposiciones, anteposiciones y gramática. Y juzguen: si nuestra lengua antiguamente admitió y tuvo por buenos estos modos en prosa, ¿por qué se han de tener por viciosos en el verso, que es capaz de tomar más licencias y cometer más continuadas figuras y perífrasis?:1254 La cual volante fama1255, con alas de ligereza que son gloria de buenas nuevas, ha encabalgado los gálicos Alpes y discurriendo1256 hasta la frigiana tierra; y no quiere cesar ni cesa de volar al cáucaso monte1257, que es1258 en las sumidades y en los de Etiopía fines, allende del cual [fol.

1253 Se refiere al prólogo en prosa al poema de Juan de Mena La coronación del marqués de Santillana. En el fol. 100r, Ponce ya había señalado a Mena como uno de los poetas españoles necesitado de comento por su complejo estilo. La inclusión de estos pasajes se explica porque, en varias ocasiones (fols. 100r, 105v) a lo largo de su Discurso, Ponce se ha referido a Juan de Mena como uno de los poetas hispanos necesitados de comentario, y como antecedente de Góngora en el uso de voces latinas, toscanas y nuevas. 1254 Para defender el estilo de Góngora, Ponce construye un argumento de menos a más (locus a minore ad maius) apoyado en la licencia que gramáticas y retóricas concedían a los poetas en el uso del lenguaje. 1255 El uso al que probablemente se refiere Ponce es la anástrofe «en los de Etiopía fines». El pasaje se sitúa en el fol. aiir de la edición de Salamanca, 1499. También en ese folio se encuentran las frases que reproduce más adelante. Mantengo el texto de Ponce, con la modernización estipulada. A continuación, reproduzco el de la edición de 1499, que presenta variantes: «La qual bolante fama con alas de ligereza que son gloria de buenas nueuas: ha encaualgado los galicos alpes et discurrido fasta la frigiana tierra: et no quiere cessar ni cessa de bolar fasta passar el caucaso monte que es en las sumidades et en los de etiopia fines. allende del qual la fama del romano pueblo se falla no traspassasse. segun en el de consolacion boecio» (fol. aiir). Probablemente Ponce copió deprisa el texto (además, en el final del folio), pues presenta algún error, que señalo. 1256 Es mejor sintácticamente la lectura discurrido de la edición de Mena. 1257 Daza, 2015, p. 156, n. 296, ha señalado cómo este mismo pasaje del prólogo de la Coronación fue esgrimido por Lope de Vega en su razonamiento contra los excesos del hipérbaton. Señala asimismo (Daza, 2015, pp. 177, n. 338, 257-258, 444) diversos lugares donde Mena fue invocado como precursor del estilo de Góngora, y citado por defensores y detractores del poeta cordobés; ver también Daza, 2021. 1258 Restituyo el verbo, que aparece en la edición de Mena y es necesario para la correcta sintaxis. Falta en la copia de Ponce.

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109v] la fama del romano pueblo se halla no traspasase, según en el De consolación Boecio.

Y más abajo: Mayormente que en cualquiera de los de la humana gente estados1259, etc.

Y después: cuanto más que uno de los fines porque los hombres se al trabajo aplican es por la de buena fama gloria1260.

Y a pocos renglones: Por ende las comemoradas acatando causas1261.

1259

«mayormente que qualquiera de los de la humana gente stados quiere recebir gloria» (Coronación, prólogo, ed. 1499, fol. aiir). Se destaca la anástrofe («de la humana gente estados»). 1260 «quanto mas que uno de los fines porque los hombres se al trabajo aplican es la de la buena fama gloria» (Coronación, prólogo, ed. 1499, fol. aiir). Alude al hipérbaton «se al trabajo aplican» y a la anástrofe «de la buena fama gloria». 1261 Coronación, prólogo, ed. 1499, fol. aiir. Se refiere al hipérbaton de «acatando».

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[fol. 110r] «LA ROSA», ODA 53 DE ANACREÓN1262, TRADUCIDA DEL GRIEGO POR DON FRANCISCO GÓMEZ DE QUEVEDO1263.

Con el verano padre de las f lores juntemos de la rosa los loores1264. 1262

En 1609, Quevedo dedicó al duque de Osuna la primera traducción castellana de la obra atribuida al poeta griego Anacreonte, el Anacreon castellano con paraphrasi y comentarios, que circuló manuscrita hasta su primera edición en 1794. Para realizar su traducción, Quevedo manejó tanto la edición príncipe de los poemas atribuidos a Anacreonte (1554) del helenista francés Henri Estienne (Henricus Stephanus), como la versión latina (1556) de Élie André (Helias Andreas), aparte de apoyarse, en menor medida, en la versión francesa de Remy Belleau (1556) y la latina de Eilhardus Lubinus (1597). La traducción de Quevedo mereció la censura de Góngora en su soneto «Anacreonte español, no hay quien os tope». Desde entonces, la valoración de la traducción quevediana ha sido objeto de análisis por la crítica, desde opiniones inicialmente negativas hasta su mejor consideración al contextualizarla en los hábitos y técnicas de traducción de la época; ver Castanien, 1958; Bénichou-Roubaud, 1960; Andrés Castellanos, 1988; Balcells, 1988, pp. 38-39; Schwartz, 1999, 2001, 2015, pp. 15-18; Moya del Baño, 2006, 2011; Pérez Jiménez, 2011; Izquierdo, 2013, y Méndez, 2014. Ponce incluye aquí esta oda porque es uno de los poemas con que se ilustra el símil de la rosa que Góngora usó en los vv. 727 y ss. de la Soledad primera, y que Ponce comenta en la nota 81 (fols. 69v-70r) señalando diversos poetas que recrearon dicho motivo. Indicaré las variantes que presenta la copia de Ponce en relación con los testimonios de la tradición textual del poema de Quevedo; sigo las siglas de J. M. Blecua, 1981. Respeto la puntuación de Ponce (ver apdo. 8 de la introducción). Para más detalles sobre la tradición textual del Anacreon castellano de Quevedo, ver Gallego Moya y Castro de Castro, 2018, pp. 42-94, y García Sánchez, 2019. 1263 En el margen derecho, se anota, de la misma mano que la anotación del fol. 1v, y que pudiera ser de Dámaso Alonso: «Está impresa en el / Anacreon Castellano / que dio á luz Sancha en 1794 a la pag. 89.». 1264 las loores CNTEd, según las siglas de J. M. Blecua, 1981, p. 337, n. 4. La lectura que copia Ponce se registra en ABEM.

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La rosa es f lor, y admiración del cielo, deleite de los hombres en el suelo. La rosa por los prados de hierbas, y de f lores variados a las ninfas amantes hace a las diosas bellas semejantes. La rosa entre las plantas más perfectas1265, da cuidado, y sujeto a los poetas, pues a cantar sus hojas los obliga. La rosa es de las musas blanda amiga, [fol. 110v] y aunque nace tejida en las riberas entre desapacibles cambroneras, mal acondicionada en sus espinas con sus colores finas, del que la corta en el jardín lozano regala la nariz1266, si hirió la mano; y enlazada1267 en torcidas esmeraldas hace dignas de Apolo las guirnaldas. Y en los días solemnes1268 cuando pródigo1269 Baco de sus bienes da vinos olorosos a quien la antigüedad hace preciosos. La rosa es la primera golosina a que1270 la vista el apetito, inclina. Mas decidme ¿qué cosas hay buenas, sin las rosas?

5

10

15

20

25

1265

Así en el manuscrito; la lectura que registra J. M. Blecua, 1981, p. 338, sin variantes, es «perfetas». 1266 a la nariz BEN ( J. M. Blecua, 1981, p. 338, n. 20). La copia de Ponce coincide con la lectura de ACTMEd. 1267 engastada NABCEMEd engarzada T; ver J. M. Blecua, 1981, p. 338, n. 21, donde no se registra la variante que ofrece la copia de Ponce. 1268 Así en el manuscrito; la lectura que registra Blecua, 1981, p. 338, sin variantes, es «solenes». 1269 el pródigo E ( J. M. Blecua, 1981, p. 338, n. 24). La variante de la copia de Ponce coincide con NABCTMEd. 1270 a quien E ( J. M. Blecua, 1981, p. 338, n. 28). La variante de la copia de Ponce coincide con NABCTMEd.

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Por ventura el aurora1271 cuando al nácar1272 del día1273 perlas llora, [fol. 111r] ¿no muestra con rosada mano, abierta1274 del Oriente la puerta? ¿No con rosados brazos tejen las ninfas al Amor los lazos, no llaman muchos doctos escritores, rosada a Venus madre de las f lores? Mas ¿para qué me canso? Por ventura ¿no es de mortales accidentes cura? Defiende1275 de la hambre de la tierra el cuerpo1276, que en el túmulo se cierra1277; y resisten sus galas del tiempo vario las veloces alas; el olor1278 que tenía cuando en sus mocedades trascendía venciendo el humo que en Pancaya arde sola da a su vejez que se la guarde1279. Su nacimiento pues, ¿no es generoso? [fol. 111v] Cuando en el espacioso *mar, nació Venus*1280 con belleza suma

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35

40

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1271

«la Aurora» en los testimonios que maneja J. M. Blecua, 1981, p. 338. «al nacer» en todos los testimonios que maneja J. M. Blecua, 1981, p. 33. 1273 el dia E ( J. M. Blecua, 1981, p: 338, n. 32). La variante de la copia de Ponce coincide con NABCTMEd. 1274 La a final de abierta no se lee por haber sido cortado los bordes de la hoja al encuadernar el volumen. 1275 Y defiende T ( J. M. Blecua, 1981, p. 338, n. 41). La variante de la copia de Ponce coincide con NABCEMEd. 1276 al cuerpo Ed el cuerpo NABCETM ( J. M. Blecua, 1981, p. 338, n. 42). 1277 que de túmulos encierra E que en el túmulo se cierra NABCTMEd ( J. M. Blecua, 1981, p. 338, n. 42). 1278 el color E el olor NABCTMEd ( J. M. Blecua, 1981, p. 338, n. 45). 1279 se guarde E se le guarde NABCTMEd ( J. M. Blecua, 1981, p. 338, n. 48). 1280 Los asteriscos remiten al final del fol. 112r, donde Ponce anota: «Natal. comit. Mytholog. L. 4. de Venere. / Alij ab Aprile mense, quòd eo mense nata fuerit / vt testari videtur Horat. in. 4. carminum. / Vt tamen noris quibus aduoceris / Gaudiis, idus tibi sunt agendae, / qui dies mensem Veneris marinae 1272

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nieta del agua, y hija1281 de la espuma y cuando armada con escudo y asta del celebro de Júpiter, Minerva nació, virgen, robusta, eterna, casta para quien la alta ciencia se reserva; entonces de las rosas el linaje a todas las estrellas hizo ultraje. Y el Sol, bebió1282 en sus ondas1283 desde Oriente lágrimas del Aurora1284 blandamente. Y es su grandeza tanta que la1285 congregación de dioses santa regó con néctar dulce, y reservado1286 a menos que divina eterna boca (que no es grandeza poca) [fol. 112r] el descortés rosal, que nació armado para que de él1287 naciese, y se criase planta amiga de Baco, que le honrase.

50

55

60

65

[fol. 112v] [en blanco]

/ Findit Aprilem» («otros [pensaron que Venus recibió su nombre] por el mes de abril, porque nació en este mes, según parece atestiguar Horacio en el libro IV (11, 13-16) de sus Poemas. Sin embargo, para que sepas a qué fiestas has sido convocado, has de celebrar tú las Idus, día que divide Abril, el mes de la marina Venus», trad. R. M.ª Iglesias Montiel y M.ª C. Álvarez Morán, 1988). La cita pertenece a la obra mitológica del humanista italiano Natale Conti (1520-1582): Natalis Comitis Mythologiae, siue, Explicationum fabularum libri decem... La Edición de Venecia, 1567 (lib. IV, cap. XIII, De Venere, fols. 119v-120r), pudo haber sido la utilizada por Ponce, pues coincide literalmente. 1281 hija E e hija T y hija NABCMEd ( J. M. Blecua, 1981, p. 339, n. 52). 1282 llovió E bebió NABCTMEd ( J. M. Blecua, 1981, p. 339, n. 59). 1283 Así en el manuscrito; los testimonios que maneja J. M. Blecua, 1981, p. 339, registran «hojas», que parece la lectura correcta. 1284 de la Aurora CETEd del Aurora NABM ( J. M. Blecua, 1981, p. 339, n. 60). 1285 cual la E que la NABCTMEd ( J. M. Blecua, 1981: 339, n. 62). 1286 el verso falta en E ( J. M. Blecua, 1981, p. 339, n. 63). 1287 Así en el manuscrito; los testimonios que maneja J. M. Blecua, 1981, p. 339, registran «dél».

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[fol. 113r] SEGUNDA SOLEDAD. EL PERÍODO DE LA CAZA1288.

Las Horas ya de números vestidas, al bayo, cuando no esplendor overo del luminoso tiro, las pendientes ponían de crisólitos lucientes coyundas impedidas: mientras1289 de su barraca el estranjero dulcemente salía despedido a la barquilla, donde le1290 esperaban a un remo cada joven ofrecido: dejaron pues las azotadas rocas, que mal las ondas lavan del livor aun purpúreo de las focas: y de la firme tierra el heno blando [fol. 113v] con las palas segando,

680

685

690

1288 Este pasaje de la Soledad segunda abarca desde el v. 677 («Las Horas ya, de números vestidas») hasta el v. 936 («heredado en el último graznido»). Como indica su título, intenta reproducir de manera no fragmentada el episodio de la caza de cetrería, algo que sucedía en la edición de Vicuña, que recoge el texto hasta el v. 840 («al viento esquivarán cuchillo vago»; ver Jammes, 1994, p. 19). Este texto fue copiado por Manuel Ponce, y no por quien copió los versos de la Soledad primera en la parte inicial del manuscrito. El texto comienza en el recto de un folio, y parece iniciar también un cuaderno, rasgos todos ellos que confirman las sucesivas fases de elaboración de los materiales y tareas que configuran el manuscrito. Ver la introducción (apdo. 3). 1289 Se ha tachado aquí una letra que podría ser una q. Conservo la puntuación de Ponce (ver apdo. 8 de la introducción). 1290 Conservo el leísmo.

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en la cumbre modesta de una desigualdad del horizonte, que deja de ser monte por ser culta f loresta, antiguo descubrieron blanco muro, por sus piedras no menos que por su edad majestüosa cano; mármol al fin tan por lo pario puro, que al peregrino sus ocultos senos negar1291 pudiera en vano. Cuantas del oceano el Sol trenzas desata, contaba en los rayados capiteles, que espejos (aunque esféricos) f ïeles, bruñidos eran óvalos de plata. La admiración que al arte se le debe [fol. 114r] áncora del batel fue, perdonando poco a lo fuerte, y a lo bello nada del edificio; cuando ronca los salteó trompa sonante, al principio distante, vecina luego, pero siempre incierta. Llave de la alta puerta el duro son, vencido el foso breve, levadiza ofreció puente no leve tropa inquïeta, contra el aire armada. Lisonja, si confusa, regulada su orden de la vista, y del oído su agradable rüido1292. Verde no mudo coro de cazadores era1293, cuyo número indigna la ribera.

695

700

705

710

715

720

1291

La a ha sido sobrescrita con trazo más grueso. La o ha sido sobrescrita con trazo más grueso. 1293 La e ha sido escrita con trazo más grueso, tal ver sobre la sílaba ho. 1292

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TEXTO CRÍTICO

Al Sol levantó apenas la ancha frente1294 [fol. 114v] el veloz hijo ardiente del céfiro lascivo, cuya fecunda madre al genitivo soplo, vistiendo miembros, Guadalete f lorida ambrosia al viento dio jinete que a mucho humo abriendo la fogosa nariz, en un sonoro relincho, y otro, saludó sus rayos. Los overos, si no esplendores bayos, que conducen el día, les responden la eclíptica ascendiendo. Entre el confuso pues celoso estruendo de los caballos, ruda hace armonía cuanta la generosa cetrería (desde la Mauritania a la Noruega) insidia ceba alada, sin luz no siempre ciega, [fol. 115r] sin libertad no siempre aprisionada, que a ver el día vuelve las veces que en f ïado al viento dada repite su prisión, y al viento absuelve. El neblí que relámpago su pluma, rayo su garra, su ignorado nido o lo esconde el Olimpo, o densa nube1295, que pisa cuando sube tras la garza, argentada el pie de espuma[.]1296

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725

730

735

740

745

1294

Ver el cotejo y comentario de Rojas, 2015, pp. 109 y 236, que explica los errores de este verso en varios testimonios. La copia de Ponce recoge la lectura correcta. 1295 Así en el manuscrito, en lugar de «o densa es nube». Rojas, 2015, p. 237, registra la misma omisión en el ms. BNE 8.645. 1296 Restauro el punto, que no se lee en el borde del folio, pero que procede de acuerdo con la puntuación que Ponce adopta en la enumeración, y con la mayúscula del verso siguiente.

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El sacre, las del noto alas vestido1297, sangriento chiprïota aunque nacido con las palomas Venus de tu carro. El girifalte, escándalo bizarro1298 del aire, honor robusto de Gelanda, si bien jayán de cuanto rapaz vuela, corvo acero su pie, f laca pihuela1299, de piel lo impide blanda. [fol. 115v] El baharí, a quien fue en España cuna del Pirineo la ceniza verde, o la alta basa que el1300 oceano muerde de la egipcia columna. La delicia1301 volante de cuantos ciñen líbico turbante, el borní, cuya ala en los campos tal vez de Melïona galán siguió valiente fatigando tímida liebre cuando intempestiva salteó leona la melionesa gala, que de trágica escena mucho teatro hizo poca arena. Tú infestador en nuestra Europa nuevo1302 de las aves, nascido aleto, donde entre las conchas hoy del sur esconde [fol. 116r]

750

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1297

Versión primitiva de este verso y los dos siguientes (Dámaso Alonso, 1936, p. 396): «El sacre, las del cierzo alas vestido, / pájaro entre crepúsculos nacido / y en breve sol cebado». Ver Jammes, 1994, p. 532, y los comentarios de Rojas, 2015, pp. 237-238. 1298 Versión primitiva de este verso y el siguiente (Dámaso Alonso, 1936, p. 396): «El gerifalte, del Trïón helado / robusto honor, mayor el de Gelanda». Ver Jammes, 1994, p. 532, y Rojas, 2015, p. 238. 1299 Ponce escribió piguela, subrayó la g y añadió la h al final del verso. Incorporo su corrección al texto. 1300 quel en el manuscrito. 1301 La d ha sido sobrescrita con trazo más grueso. 1302 La o ha sido sobrescrita con trazo más grueso.

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sus muchos rayos1303 Febo, 775 ¿debes por dicha cebo? ¿Templarte supo, di, bárbara mano al insultar los aires? Yo lo dudo; que al precïosamente inca desnudo, y al de plumas vestido mejicano 780 fraude vulgar, no industria generosa, del águila les dio a la mariposa. De un mancebo serrano el duro brazo, débil hace junco, examinando con el pico adunco 785 sus pardas plumas el azor britano, tardo, mas generoso terror de tu sobrino ingenïoso, ya invidia tuya, Dédalo, ave ahora cuyo pie tiria púrpura colora. 790 [fol. 116v] Grave de perezosas plumas globo, que a luz lo condenó incierta, la ira del bello de la estigia deidad robo, desde el guante hasta el hombro a un joven cela1304[:] esta emulación pues de cuanto vuela, 795 1305 por los topacios bellos con que mira, término torpe era de pompa tan ligera. Can de lanas prolijo, que animoso buzo será, bien de profunda ría1306, 800 bien de serena playa, 1303

Ponce recoge la lectura de Vicuña, Pellicer, Salcedo y los diferentes testimonios que coteja Rojas, 2015, pp. 87-88, excepto Chacón, que lee «años». Esta es la lectura que adoptan Carreira, 2015, p. 485, y Jammes, 1994, pp. 538-539. Rojas, 2015, pp. 109-110 y 239, prefiere «rayos». 1304 cela se escribe en la parte superior del verso, encima de jouen. 1305 Así en el manuscrito, en lugar de dos. Parece error de copia; Rojas, 2015, p. 264, también lo registra en el Ms. II/2801 de la Biblioteca del Palacio Real. 1306 Variante de la versión primitiva (ms. BNE 3.959): «será bien buzo de profunda ría» (Dámaso Alonso, 1936, p. 396; Jammes, 1994, p. 544). Rojas, 2015, p. 240, registra el cambio de orden «buzo será, de bien profunda ría» en la edición de Hoces (1654).

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cuando la fulminada prisión caya del neblí, a cuyo vuelo tan vecino a su cielo, el cisne perdonara luminoso; [fol. 117r] número y confusión gimiendo hacía en la vistosa laja, para él grave, que aun de seda no hay vínculo süave. En sangre claro, y en persona augusto, si en miembros no robusto, príncipe les sucede, abrevïada en modestia civil real grandeza. La espumosa del Betis ligereza bebió no solo, mas la desatada majestad, en sus ondas, el luciente caballo, que colérico mordía el oro que süave lo enfrenaba. Arrogante, y no ya por las que daba estrellas su cerúlea piel al día, sino por lo que siente de esclarecido, y aun de soberano, [fol. 117v] en la rienda que besa la alta mano de cetro1307 digna. Lúbrica no tanto culebra se desliza tortüosa por el pendiente calvo escollo, cuanto la escuadra descendía presurosa por el peinado cerro a la campaña, que al mar debe (con término prescripto) más sabandijas de cristal, que a Egipto horrores deja el Nilo que lo baña. Rebelde ninfa (humilde ahora caña) los1308 márgenes oculta de una laguna breve, a quien doral consulta, aun el copo más leve 1307 1308

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sceptro en el manuscrito. Así en el manuscrito, y no las.

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de su volante nieve. Ocioso pues, o de su fin presago, los filos con el pico prevenía [fol. 118r] de cuanto sus dos alas aquel día al viento esgremirán cuchillo vago. La turba aun no del apacible lago las orlas inquïeta, que tímido perdona a sus cristales el doral. Despedida no saeta de nervios partos, igualar presuma sus puntas desiguales, que en vano podrá pluma vestir un leño, como viste una ala. Puesto en tiempo corona, si no escala, las nubes (desmintiendo su libertad el grillo torneado, que en sonoro metal lo va siguiendo) un baharí templado, a quien el mismo escollo (a pesar de sus pinos eminente) [fol. 118v] el primer vello le concedió, pollo que al Betis las primeras ondas, fuente no solo, no, del pájaro pendiente las caladas registra el peregrino, mas del terreno cuenta cristalino los juncos más pequeños, verdes hilos de aljófares risueños. Rápido, al español alado mira peinar el aire, por cardar el vuelo, cuya vestida nieve anima un hielo, que torpe a unos carrizos lo retira, inf ïeles por raros, si firmes no por trémulos reparos. Penetra pues sus inconstantes senos, estimándolos1309 menos 1309

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estimándolo en el manuscrito; restauro la concordancia correcta.

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entredichos que el viento: mas a su daño1310 el escuadrón atento, [fol. 119r] expulso lo remite, a quien en suma un grillo y otro enmudeció en su pluma. Cobrado el baharí. En su propio luto o el insulto acusaba precedente, o entre la verde hierba avara escondía cuerva purpúreo caracol, émulo bruto del rubí más ardiente: cuando solicitada del rüido el nácar a las f lores fía torcido, y con siniestra voz convoca cuanta negra de cuervas suma infamó la verdura con su pluma, con su número el Sol. 1311 En sombra tanta alas desplegó Ascálafo prolijas verde poso ocupando, que de césped ya blando jaspe lo han hecho duro blancas guijas. [fol. 119v] Más tardó en desplegar sus plumas graves el deforme fiscal de Proserpina, que en desatarse al polo ya vecina la disonante niebla de las aves. Diez a diez se calaron, ciento a ciento, al oro intüitivo, invidïado deste género alado, si como ingrato no, como avariento, que a las estrellas hoy del firmamento se atreverá1312 su vuelo,

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1310 La a ha sido sobrescrita con trazo más grueso. No se puede ver bien la lectura original, acaso ue. 1311 En el manuscrito hay una coma después del punto, lo que denota una vacilación al puntuar el verso. 1312 La copia de Ponce recoge la variante del ms. 3.906 de la BNE y de los de la Hispanic Society, y también de casi todos los cotejados por Rojas, 2015, pp.

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en cuanto ojos del cielo. Poca palestra la región vacía de tanta invidia era, mientras desenlazado la cimera restituyen el día a un girifalte, boreal harpía1313, que despreciando la mentida nube [fol. 120r] a luz más cierta sube, cenit ya de la turba fugitiva. Auxilïar taladra el aire luego un duro sacre, en globos no de fuego, en oblicuos sí engaños, mintiendo remisión a las que huyen1314, si la distancia es mucha, (griego al fin). Una en tanto que de arriba descendió fulminada en poco humo1315, apenas el latón segundo escucha, que del inferïor peligro, al sumo apela, entre los trópicos grifaños1316, que su eclíptica incluyen, repitiendo confusa

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110 y 243. Jammes, 1994, p. 566, apunta que esta variante «actualiza todavía más la insinuación». La lectura de Chacón, habitual en las ediciones, es «atreviera». 1313 Versión primitiva (Dámaso Alonso, 1936, p. 396), basada en el ms. 3.959 de la BNE: «a un gerifalte, trïonal arpía». Jammes, 1994, p. 566, la relaciona con la versión primitiva del v. 753; Rojas, 2015, p. 244, apunta a las censuras de Jáuregui como causa de la sustitución de «trional» por «boreal». 1314 Versión primitiva de los vv. 913-915 (Dámaso Alonso, 1936, p. 397): «donde insidioso espera las que huyen / del campión noruego: / una pues que de arriba». Ver también Jammes, 1994, p. 568, y Rojas, 2015, pp. 243-244, que apunta cuestiones métricas y la posible inf luencia de las censuras de Jáuregui en el cambio a la versión definitiva. 1315 En la versión primitiva reconstruida por Dámaso Alonso, 1936, p. 397, había un verso más después: «si en ceniza no mucha». Jammes, 1994, p. 570, señala el dato. Rojas, 2015, p. 245, no lo ha encontrado en los testimonios de su cotejo; la reconstrucción de Dámaso Alonso, como en otros casos del pasaje, se basa en el ms. 3.959 de la BNE. 1316 grifanos en el manuscrito. Es italianismo (grifagno) que significa ‘de rapiña, rapaces’; ver Jammes, 1994, p. 572, y Carreira, 2015, p. 492.

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lo que tímida escusa1317. Breve esfera de viento, negra circunvestida piel, al duro alterno impulso de valientes palas, [fol. 120v] la avecilla parece, en el, de muros líquidos, que ofrece, corredor, el dïáfano elemento, al gémino vigor1318, en cuyas alas su vista libra toda el estranjero1319. Tirano el sacre, de lo menos puro desta primer región, sañudo espera la desplumada ya, la breve esfera, que a un bote1320 corvo del fatal acero dejó al viento, si no restitüido, heredado en el último graznido.

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[fol. 121r] [en blanco]

1317 La versión primitiva reconstruida por Dámaso Alonso, 1936, p. 397, recoge después estos dos versos: «El desigual atento advierte duelo / el extranjero desde su barquilla». Jammes, 1994, p. 572, indica que «Estos dos endecasílabos cuyas rimas no encajan con lo que precede ni con lo que sigue, parecen corresponder más bien a un primer esbozo, que Góngora abandonaría pronto al redactar los vv. 923-930». Lo recuerda Rojas, 2015, p. 245, quien subraya el desplazamiento de perspectiva entre las versiones. 1318 Así en el manuscrito, en lugar de rigor. Es muy probable la confusión entre v y r, pero en este caso mantengo la lectura del manuscrito al no carecer de sentido. 1319 Hasta aquí llega el texto de la versión primitiva reconstruida por Dámaso Alonso, 1936. 1320 boce en el manuscrito.

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ÍNDICE ONOMÁSTICO

Se ordenan alfabéticamente los nombres de las personas mencionadas en el cuerpo del texto y las notas. No incluye los nombres de dioses ni de personajes mitológicos o literarios. Los corchetes recogen variantes que, en la mayoría de los casos, también se utilizan en el texto. Accio, Lucio 51, 64, 315 Adriano 278 Ágreda y Vargas, Diego de 280 Agudo Cubas, Rosa María 282 Agustín, santo [Aurelio Agustino] 55, 64, 73, 293 Alamanni, Luigi [Alemán, Luis] 60, 208 Alba, duque de [Álvarez de Toledo, Fernando] 42, 245 Alberico [Albericus Londoniensis; Neckam, Alexander] 60, 219, 220 Alberto Magno, santo 45, 60, 229 Alciato, Andrea 60, 204 Alessandri, Alessandro [Alexander ab Alexandro] 60, 214, 229 Almansa y Mendoza, Andrés de 18, 19, 23, 30, 31, 38, 40, 57, 67, 70, 73, 74, 129, 188, 193, 194, 210, 295 Alonso Veloso, María José 12 Alonso, Dámaso 11, 12, 18, 22, 23, 3032, 35, 43, 67, 87, 120, 125-140, 143150, 152-159, 161, 162, 164-177, 194, 267, 271, 323, 330, 331, 335, 336 Alunno, Francesco 48, 244 Álvarez Amo, Francisco J. 43, 308 Álvarez Morán, María Consuelo 201, 220, 293-295, 326

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Álvarez y Baena, José Antonio 11, 14, 120 Amiano Marcelino [Ammianus Marcelinus] 16, 279 Amo Lozano, Milagros del 304 Anacreonte [Anacreón] 36, 43, 44, 60, 84, 247, 255, 256, 283, 323 Anania, Giovanni Lorenzo D’ [Anania, Juan Lorenzo de] 61, 218 André, Élie [Andreas, Helias] 323 Andrés Castellanos, Enriqueta de 323 Andrés de Ustárroz, Juan Francisco [Ustárroz] 88 Angulo y Pulgar, Martín de 18 Annio de Viterbo [Beroso] 60, 228 Antínoo 278 Antonio, Nicolás 11, 120 Apolonio de Rodas 202, 216 Apuleyo, Lucio 60, 231, 259, 262, 263 Aquiles Tacio 44, 60, 256, 280 Arellano, Ignacio 2-5, 203 Arguijo, Juan de 40 Ariosto, Lodovico 44, 60, 227, 256 Aristóteles 41, 44, 49-51, 60, 64, 67, 79, 81, 189, 199, 213, 278, 299, 300303, 319 Artigas, Miguel 11, 18, 40, 58, 187, 299 Arunculeia, Junia 258

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Ascensius, Badius 304 Auerbach, Erich 299 Augusto 262, 282, 314 Ausonio Gallo [Ausonio, Decio Magno] 51, 61, 63, 76, 255, 305 Austria, María de 12 Ávila, Martín de 54 Azaustre Galiana, Antonio 3, 11, 23, 39, 41, 44, 49, 50, 65, 68, 71, 77, 187, 194, 297-299, 313 Balasch, Manuel 228 Balcells, Josep María 323 Barreda, Pedro de la 12 Béhar, Roland 74 Bekker, Immanuel 300 Belleau, Remy 323 Belmonte, Luis de 12 Bénichou-Roubaud, Sylvie 323 Benivieni, Girolamo [Beniveni f lorentino] 51, 64, 76, 307 Beroaldo, Filippo 15 Billanovich, Giuseppe 75 Blanco, Emilio 24 Blanco, Mercedes 9, 34, 49, 73, 88, 189, 233, 234, 294, 299 Blecua, Alberto 16 Blecua, José Manuel 247, 256, 323-326 Boccaccio, Giovanni 48, 53-57, 61, 64, 73-75, 188, 201, 218, 219, 293-295, 301 Boecio, Anicio Manlio Torcuato Severino 321, 322 Bonneau, Danielle 278 Borja, Juan de [Ficalho, conde de] 30, 187 Bracciolini, Poggio 225 Brioso Sánchez, Máximo 256 Britannicus, Ioannes 304 Brodaeus, Johannes 304 Broek, Roelof Van den 235 Bruto 64, 79, 80, 313, 315, 316 Buonaccorsi, Biagio 307 Cabrera de Córdoba, Luis 11 Cabrera, Francisco de 68 Calderón, Rodrigo 13, 23, 120 Calepino, Ambrogio 48

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Calero, Francisco 246 Callejas Berdones, María Teresa 234 Camões, Luís de 61, 211, 214, 222, 239 Campo López, Enrique Javier del 311 Cardano, Gerónimo [Cardanus, Hyeronymus; Cardano, Girolamo] 285 Cárdenas, Pedro de 38 Carreira, Antonio 10, 30, 50, 67, 74, 84, 88, 124, 125, 133, 134, 137, 142, 177, 194, 195, 224, 236, 238, 243, 253, 257, 259, 260, 262, 264, 267, 268, 270, 281, 331, 335 Carrera de la Red, Avelina 241 Carrillo y Sotomayor, Luis 77 Casas Rigall, Juan 9, 78, 223, 298, 308, 313 Casas, Cristóbal de las 235, 246, 249, 262, 279 Casaubon, Isaac 304 Castaldo, Daria 31, 126, 234 Castanien, Donald G. 323 Castillo Bejarano, Miguel 156, 171, 215, 234, 259, 262, 263, 279 Castro de Castro, David 323 Catón, Marco Porcio 154, 241, 300, 309, 318 Catulo, Cayo Valerio 44, 51, 61, 63, 76, 255, 258, 304, 305 Celerina 59, 61, 171, 259, 263 Cervantes, Miguel de 253 Cetego, Marco Cornelio 313 Chacón, Antonio 87, 125, 134, 146, 163, 164, 331, 335 Cicerón, Marco Tulio [Tulio] 42, 49, 51, 60, 61, 64, 68, 77, 79, 80, 190, 191, 270, 296, 302, 313, 316 Claudiano, Claudio 44, 59, 61, 156, 171, 208, 215, 216, 234, 259, 262, 263, 279 Clemente VII 239 Coccio, Francesco Angelo 280 Coccio, Marco Antonio [Sabellico, Marco Antonio; Sabélico, Antonio] 61, 286 Codoñer, Carmen 14 Colet, Claude 280

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ÍNDICE ONOMÁSTICO

Comingeois [Francois de Belleforest] 280 Conde Parrado, Pedro 15-17, 310 Conti, Natale 62, 65, 216, 217, 326 Cortés Copete, Juan Manuel 265 Covarrubias Horozco, Sebastián de 253 Crespo, Emilio 256 Cruccio, Annibale [De la Croce, Annibale] 280 Curcio, Quinto 62, 216, 254 Curios 208 Curtius, Ernst Robert 259 Custodio Vega, Ángel 294 Dadson, Trevor J. 9, 30, 40, 187, 195 Dante Alighieri 48, 51, 64, 76, 305, 307 Darío I 291 Daza Pinciano, Bernardino 205 Daza Somoano, Juan Manuel 18, 23, 38, 40, 43, 67, 72-74, 77, 188, 194, 234, 308, 321 De Carlos Villamarín, Helena 9, 11, 13, 187 De la Cerda, Juan Luis 15-21, 45, 82, 271, 285 De Nichilo, Mauro 214 Della Fonte, Bartolomeo 304 Di Benedetto, Sergio 307 Díaz de Rivas, Pedro 58, 203, 211, 216, 262, 299 Díaz y Díaz, Manuel Cecilio 74 Diodoro Sículo [Diodoro de Sicilia] 61, 201, 216, 225, 272, 273, 278, 281, 285 Diógenes Laercio [Laertio] 64, 291 Dolç, Miguel 255, 258 Dolce, Lodovico 47, 48, 244, 280 Domínguez Caparrós, José 294 Donato, Elio [Donatus, Elius] 77, 78 Dougherty, Michael V. 307 Duque de Béjar [López de Zúñiga y Sotomayor, Alonso Diego] 123, 312, 339 Echarte, María José 246 Egido, Aurora 22, 23 Elcano, Juan Sebastián 236 Eliano, Claudio 44, 61, 198, 199, 264, 265

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Elvira, Muriel 39, 49, 307 Ennio, Quinto 51, 64, 300, 309, 313, 315, 318 Entrambasaguas, Joaquín de 11, 12, 1417, 20 Equicola, Mario 65, 316 Escobar, Ángel 271 Espinosa de los Monteros, Pablo 238 Espinosa Medrano, Juan de 234, 304 Esquilo 300 Estacio, Marco Cecilio [Cecilio] 313 Estacio, Publio Papinio 51, 58, 61, 63, 76, 216, 217 Estéfano, Carlo [Estienne, Charles; Stephanus, Carolus] 63, 276 Estienne, Henri [Stephanus, Henricus] 323 Estrabón 61, 212, 233 Estuardo, Carlos 12 Eurípides 300 Fabricio [Cayo Fabricio Luscino] 208 Fasquel, Samuel 299 Fauno, Lucio [Giovanni Tarcagnota] 62, 282 Felipe III 30 Felipe IV 12 Fernández de Córdoba, Francisco [abad de Rute] 18, 39, 49, 58, 126, 164, 189, 247, 262, 299 Fernández de Navarrete, Francisco [marqués de Legarda] 18 Fernández Mosquera, Santiago 9 Fernández Valverde, Juan 47, 195, 210, 247, 320 Fernández-Galiano, Manuel 178, 201, 210, 221, 311 Fernández-Guerra, Aureliano 14 Ferrarius, Scipio 304 Ficino, Marsilio 307 Fisher, Tyler 238 Fonseca y Figueroa, Juan de 17 Fontán Barreiro, Rafael 153, 182, 198, 200, 203, 217, 225, 232, 242, 244, 258 Fontana Elboj, Gonzalo 269 Fowler, Robert L. 278

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SILVA A LAS SOLEDADES DE DON LUIS DE GÓNGORA

Francisco de Francia 12 Francisco Javier, santo 120 Fubini, Riccardo 75 Fulgencio [Fulgentius, Fabius Planciades] 61, 270, 271 Gacto Fernández, Enrique 239 Gaillard, Claude 30 Gallego Moya, Elena 323 Gama, Vasco da 233 García Sánchez, Lúa 323 García Yebra, Valentín 50, 79, 81, 189, 300-302, 319, 320 Garcilaso de la Vega 42, 51, 61, 64, 80, 81, 208, 245, 249, 250, 264, 316, 317, 318 Garin, Eugenio 307 Garzoni, Tommaso 74, 75 Gates, Eunice Joiner 203, 234 Gelio, Aulo 60, 199, 214, 227, 232, 251, 279 Gil, Juan 304 Giunta, Filippo 307 Gómez Sánchez, Macarena 54 Gondomar, conde de [Sarmiento de Acuña, Diego] 40 Góngora, Luis de 3, 7, 9, 11, 12, 16, 1824, 30-32, 35, 37-44, 46, 48-53, 5759, 64-74, 76-83, 86-89, 119, 121, 126, 134, 146, 155, 164, 182, 187190, 192-194, 203, 207, 212, 223, 226, 232-234, 240, 245, 247, 254, 260, 269, 271, 281, 289, 290, 295, 297, 299, 304-306, 308-310, 315, 321, 323, 336 González de Ávila, Gil 20 González de Salas, José Antonio 16, 17 González-Barrera, Julián 15-17, 20 Granada, fray Luis de 274 Guarini, Giovanni Battista [Guarino] 44, 61, 256 Guarino de Verona [Guarino Veronese] 304 Guelfucci, Capoleone [Capoleón] 61, 273, 274 Gutiérrez Arranz, Lidia 13 Heráclito de Éfeso 224, 291

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Heródoto de Halicarnaso 46, 61, 198, 222, 277, 281, 282, 285 Herrera, Fernando de 51, 64, 76, 208, 308 Hesíodo 61, 265 Holgado Redondo, Antonio 246, 250, 253, 273, 276, 282, 284 Holtz, Louis 78 Homero 61, 212, 213, 217, 227, 251, 255, 264, 265, 300 Horacio Flaco, Quinto 42, 44, 49, 5153, 59-61, 64, 65, 68, 79-81, 178, 189, 190, 193, 201, 208, 210, 212, 221, 224, 244, 300, 309, 311, 313, 315, 318, 319, 326 Huerta, Jerónimo de 199, 215, 227, 231, 233, 245, 255, 261 Hurtado de Mendoza, Diego [Mendoza, Diego de] 51, 64, 76, 308 Iglesias Feijoo, Luis 23, 38, 188 Iglesias Montiel, Rosa María 201, 220, 293-295, 326 Illescas, Gonzalo de 61, 239 Isaías, profeta 55, 293, 294 Isidoro de Sevilla, santo 73, 74, 223 Isidro, santo 13, 120 Izquierdo, Adrián 323 Jammes, Robert 23, 31, 34, 40, 41, 84, 87, 125, 126, 128-136, 138-149, 151175, 177, 187, 203, 206, 209, 211, 214, 216, 224, 233, 234, 236, 238, 243, 247, 253, 257, 260, 262-264, 267, 268, 270, 281, 327, 330, 331, 335, 336 Jauralde Pou, Pablo 20 Jáuregui, Juan de 31, 32, 38, 49, 68, 69, 73, 126, 189, 203, 210, 247, 299, 335 Jayne, Sears R. 307 Jerónimo, santo 73, 74, 292 Jiménez Calvente, Teresa 14, 15, 308 Job, santo 73, 74 Josefo, Flavio 228, 277 Justino, Marco Juniano 61, 216 Juvenal, Decio Junio 61, 76, 228 Knittel, Kaspar 261 Lactancio Plácido [Lactantius Placidus] 62, 218-220, 265, 266

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ÍNDICE ONOMÁSTICO

Lactancio, Lucio Celio Firmiano 62, 234, 260, 265 Landino, Cristoforo 304 Lannutti, Maria Sofia 306 Lauredano, Bernardino 304 Lausberg, Heinrich 78, 194, 296, 298, 310 Lee, Alexander 75 León, fray Luis de 49, 189, 292, 299 Lida de Malkiel, María Rosa 216 Lipsio, Justo 51, 64, 304 Lodeña, Fernando de 12 Longino 72, 73 López Bueno, Begoña 18, 22, 31, 38, 58, 67, 70, 72, 74, 147, 188, 193, 194, 210, 224 López de Cortegana, Diego 231, 263 López de Vega, Antonio 12 López de Vicuña, Juan [Vicuña] 34, 146, 164, 327, 331 López Moreda, Santiago 227, 232, 252, 279 López Rivera, Juan José 9 López Rueda, José 17 López, Diego 241 Lorenzo Rivas, Luis 10 Loyola, san Ignacio de 120 Lubinus, Eilhardus 323 Lucano, Marco Anneo 58, 62, 246, 250, 253, 273, 275, 276, 279, 281-284, 304 Lucas, santo 292 Lucrecio, Tito 51, 62, 65, 279, 314 Luque Moreno, Jesús 206, 208 Macrobio, Ambrosio Aurelio Teodosio 45, 51, 60, 64, 65, 79, 214, 314, 315 Maffei, Raffaello [Volterrano, Raffaello] 62, 199 Magallanes, Fernando de 235, 237-239 Magaña Orúe, Emilio 208 Magnus, Hugo 265 Maier, Michael [Maiero, Michael] 33, 62, 286 Maioragius, Marcus Antonius 302 Mancinelli, Matteo 18, 58, 299 Manilio, Marco 45, 62, 245, 246

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Manuzio, Aldo 235 Mañas Núñez, Manuel 313 Maquiavelo, Nicolás [Machiavelli, Niccolò] 307 Marcial, Marco Valerio [Martial] 46, 47, 51, 62-65, 76, 195, 209, 210, 247, 282, 304, 320 Marciano Capella [Martial Capella] 62, 219, 259 Marcio [Marción] 292, 293 Marcos Casquero, Manuel A. 74 Marino, Giambattista 44, 62, 257 Martínez de Cantalapiedra, Martín 65, 292 Martínez de la Puente, José 238 Mártir Rizo, Juan Pablo 12, 20 Martos Carrasco, José Manuel 234 Matas Caballero, Juan 43, 308 Mauricio, emperador 63, 285 Mazzocchi, Giuseppe 15 Mela, Pomponio 17, 250 Mena, Juan de 36, 43, 51, 64, 65, 76, 80, 81, 148, 308, 311, 316, 317, 321 Méndez, Sigmund 323 Menéndez Pelayo, Marcelino 86 Micó, José María 234 Mirademescua [Mira de Amescua, Antonio] 12 Miró Martí, Oriol 307 Mosco 307 Moya del Baño, Francisca 256, 284, 323 Muñoz Rojas, José Antonio 18 Muret, Marc-Antoine [Mureto, Marco Antonio] 51, 64, 304 Murmellius, Iohannes 304 Murphy, Stephen 75 Nahum [Naum] 73 Navarro Antolín, Fernando 68, 189, 190, 193, 212, 244, 300, 309, 314, 315, 318, 319 Nebrija, Antonio de 304, 308 Nemesiano, Marco Aurelio Olimpio [Nemesianus, Marcus Aurelius Olympius] 62, 208 Neri, san Felipe 120 Nerón 282, 283 Nicolaÿ, Fernando 272

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SILVA A LAS SOLEDADES DE DON LUIS DE GÓNGORA

Nicómaco 50 Nider, Valentina 9 Nieto Orriols, Daniel 225 Núñez de Balboa, Vasco 229, 233 Núñez de Reinoso, Alonso 280 Núñez, Hernán 308 Núñez, Salvador 190 Oroz Reta, José 74 Orozco Díaz, Emilio 189 Ortega Carmona, Alfonso 68, 191, 314, 316 Ortiz de Melgarejo, Antonio 40 Osuna Cabezas, María José 11, 13, 1719, 34, 43, 67, 68, 72, 189, 194, 308 Osuna, duque de [Téllez-Girón y Velasco, Pedro] 43, 247, 323 Ovidio Nasón, Publio 44, 59, 62, 197, 198, 204, 206-208, 210, 212, 215218, 222, 223, 227-230, 240, 249, 254, 258, 264, 267-270, 284 Pablo II 199 Palemón 133, 320 Palladio 59, 61, 171, 259, 263 Pallí Bonet, Julio 213 Pantaleón, Anastasio 12 Paravicino, Hortensio Félix 34 Parreu Alasá, Francisco 272, 273 Pausanias 62, 278 Paz y Mélia, Antonio 19, 40 Pedro, santo 61, 239 Pejenaute Rubio, Francisco 231, 254 Pellicer de Ossau y Salas y Tovar, José de 88, 127, 164, 169, 238, 331 Pérez de Montalbán, Juan 13, 20 Pérez de Moya, Juan 236 Pérez de Rivas, José 136, 142, 143, 165167, 177 Pérez Jiménez, Aurelio 323 Pérez Lasheras, Antonio 68, 77 Pérez Vega, Ana 215 Persio Flaco, Aulo 51, 63, 76, 304 Petrarca, Francesco 44, 48, 51, 58, 62, 64, 65, 73, 75, 76, 197, 207, 305, 306, 316 Petronio Árbitro, Cayo 17, 51, 63, 76, 303

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Piccirillo, Federica 15 Piccolomini, Alessandro 51, 64, 81, 319, 320 Pico della Mirandola, Giovanni [Pico Mirandulano, Julio] 51, 64, 307 Pigafetta, Antonio 236 Pío II 199 Pío V 61, 239 Plata Parga, Fernando 13, 14 Plautius, Iohannes Baptista [Plozio, Giovanni Battista] 304 Plauto, Tito Maccio 51-53, 63, 76, 303, 309, 310, 313 Plinio Segundo, Cayo [Plinio el Viejo] 59, 62, 86, 199, 202, 203, 213-215, 227, 228, 230, 233, 234, 241, 245, 254, 261, 278, 281, 282 Plutarco 62, 213 Poliziano, Angelo [Politianus, Angelus] 15, 105, 304, 307 Ponce Cárdenas, Jesús 234 Ponce, Manuel 3, 7, 11-24, 30-59, 61, 62, 65-73, 75-89, 91, 119-121, 123, 125, 128, 129, 131, 133, 138, 140143, 145, 148, 150-152, 154, 156, 159-161, 164, 166, 167, 170, 171, 173, 175, 178, 179, 181-185, 187192, 194-199, 201, 203, 205-211, 213-223, 225, 226, 228-235, 237245, 247-250, 252-261, 263-267, 269, 271-275, 277-286, 289-319, 321, 323-327, 329-331, 334 Pontano, Giovanni [Pontanus, Jovianus] 62, 73, 197 Pontano, Jacobo 63, 285 Quevedo, Francisco de 13, 14, 16, 20, 36, 41, 43, 49, 85, 189, 247, 255, 256, 283, 284, 299, 323 Quilis, Antonio 11-13, 19, 45, 79, 309, 314, 316, 317 Quintiliano, Marco Fabio 49, 51, 60, 64, 68, 77, 192, 296, 298, 302, 310, 314, 316 Racionero, Quintín 303 Ramírez de Verger, Antonio 47, 195, 210, 247, 320

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ÍNDICE ONOMÁSTICO

Ravisio Textor, Juan [Texier de Ravísy, Jean] 46, 47, 198, 199, 204, 210, 212, 222, 234, 248, 282, 310 Re, Caterina 307 Recio García, Tomás de la Ascensión 153, 204, 209, 211, 225, 226, 249, 261, 266, 267, 276 Remigio de Auxerre 62, 219, 220 Reyes, Alfonso 88 Riccoboni, Antonio 300 Rico García, José Manuel 10, 22, 31, 32, 38, 40, 73, 74, 210, 305 Ridolfi, Roberto 307 Rochemaure, Jacques de 280 Rodríguez-Moñino, Antonio 87, 88, 11, 125-171 Rojas Castro, Antonio 34, 87, 88, 123, 125-181, 184, 229, 329-331, 334336 Romanos, Melchora 49, 73, 189, 299 Roses Lozano, Joaquín 18, 23, 31, 41, 66, 67, 69, 72-74 Rozas, Juan Manuel 11-13, 19, 45, 79, 303, 309, 314, 316, 317 Rufino, cónsul 61, 208 Ruiz de Alarcón, Juan 12, 49, 189 Ruiz de Elvira, Antonio 204, 222, 228, 240, 254, 264, 267-269 Ruiz, Hector 234, 304 Rutgersius, Johannes 304 Salazar Mardones, Cristóbal de 88 Salcedo Coronel, García de 58, 86, 137, 164, 177, 262, 331 Salinas, conde de [Silva y Mendoza, Diego de] 9, 24, 30-32, 35-37, 39, 40, 49, 57, 59, 66, 71, 82, 187, 188, 195, 196, 289, 290, 299 Salustio, Cayo 62, 241, 242 Sánchez de las Brozas, Francisco [el Brocense] 51, 61, 64, 81, 245, 308, 317-319 Sánchez Laílla, Luis 16, 17 Sánchez Reciente, Juan 238 Sánchez Salor, Eustaquio 260 Sannazaro, Jacopo 42, 47, 48, 58, 59, 62, 153, 214, 244, 249

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Santillana, marqués de [López de Mendoza, Íñigo] 43, 54, 308, 321 Sarmiento de Acuña, Lope Ambrosio 40 Scalígero, José Justo 51, 64, 304 Scalígero, Julio César [Scaligerus, Iulius Caesar] 61, 285, 286 Schrader, Carlos 222 Schwartz, Lía 299, 323 Scio de san Miguel, Felipe 284 Scoppa, Lucius Iohannes 304 Scriverius, Petrus 304 Segura Ramos, Bartolomé 204, 229 Séneca, Lucio Anneo 51, 62, 63, 76, 205, 208, 303 Serrano, cónsul 208 Setantí, Joaquín 24, 185 Silio Itálico, Cayo 63, 200, 215 Simocata, Teofilato [Simokattes, Theophylaktos] 63, 285 Sixto IV 199 Socas Gavilán, Francisco 279 Solino, Cayo Julio 63, 234, 235, 246, 248, 261, 278 Strozzi, Ercole 46, 63, 248 Strozzi, Tito Vespasiano [Stroza pater; Strozius] 46, 63, 248 Suárez de Figueroa, Cristóbal 74, 75, 199 Suárez González, Ana 9, 23 Suetonio Tranquilo, Cayo 73, 74 Sweeney, Robert D. 219, 266 Tasso, Torquato 44, 59, 63, 151, 208, 237, 257 Teócrito 307 Teodoncio de Campania 63, 201 Teofilacto de Ácrida 292 Teofrasto 63, 202, 203 Terencio, Publio 63, 269 Teresa, santa 120 Tertuliano, Quinto Septimio Florente 292, 293 Tibulo, Albio 51, 63, 76, 305 Tobías 61, 275 Torcuato, Manlio 258 Torquemada, Antonio de 238 Torres Esbarranch, Juan José 202

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SILVA A LAS SOLEDADES DE DON LUIS DE GÓNGORA

Torres Rámila, Pedro de 12-17, 19-21, 23, 35, 37, 82, 199 Trebisonda, Jorge de 199 Trithemius, Johannes [Tritemio] 45, 61, 274, 275 Tubau, Xavier 14-17 Turnebus, Adrianus 304 Valencia, Pedro de 38, 39, 73, 87, 164 Valerio Flaco, Cayo 63, 216, 217 Valerio Máximo, Publio 63, 240, 241 Vara Donado, José 277 Varo Rufo, Lucio 53, 313 Vega, Lope de 13, 15, 19, 20, 321 Vélez de Guevara, Diego 12 Vélez de Guevara, Luis 12 Vespasiano 282 Vibius Sequester 63, 250 Victor, Publius [Victor, Publio] 62, 282, 283

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Vilanova, Antonio 72 Villalba Álvarez, Joaquín 200, 215 Villamediana, conde de [Tassis, Juan de] 12, 13, 18, 19, 41, 51, 78-80, 83, 303, 309, 314-317 Villar, Francisco del 126 Villegas, Diego de 12 Villén de Biedma, Juan 51-53, 80, 81, 311, 313, 318 Virgilio, Publio 13-19, 21, 23, 33, 35, 37, 38, 42-45, 47, 51-53, 59, 61, 63, 76, 82, 86, 120, 152, 153, 187, 198200, 203, 204, 207-209, 211, 216, 221, 225, 226, 232, 242, 244, 249, 255, 260, 261, 266, 267, 271, 276, 277, 281, 285, 309, 313, 315 Wakefield, Gilbert 279 Zambelli, Paola 275 Zhmud, Leonid 278

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ANTONIO AZAUSTRE GALIANA es catedrático de Literatura Española en la Universidad de Santiago de Compostela. Su investigación se centra en la retórica y la literatura española del Siglo de Oro, especialmente en la figura de Quevedo. De sus publicaciones destacan el Manual de retórica española, en coautoría con Juan Casas, la edición de las obras crítico-literarias y burlescas de Quevedo, y la reciente edición en 2020, junto a José Manuel Rico, de un memorial inédito de este autor. De Manuel Ponce ha editado, con Helena de Carlos, un comentario inédito a Virgilio, además del comentario a la Soledad primera que recoge este volumen.

Silva a las Soledades de don Luis de Góngora, con anotaciones y declaración, y un discurso en defensa de la novedad y términos de su estilo

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Estudio y edición de Antonio Azaustre Galiana Manuel Ponce A. Azaustre Galiana (ed.)

E

n noviembre de 1613, Manuel Ponce preparaba el que se considera uno de los primeros comentarios a las Soledades de Góngora. Su trabajo se organiza en dos secciones, escritas en fases sucesivas: una anotación a la Soledad primera —a la que llama Silva a las Soledades—, y un Discurso en defensa de novedad y términos de su estilo, donde defiende la oscuridad como fundamento de la grandeza de la poesía y del poema de Góngora. Este volumen ofrece un estudio y la primera edición íntegra del único manuscrito que hoy se conserva de este comentario, del que diera noticia Dámaso Alonso en 1978.

Silva a las Soledades

Manuel Ponce