Revista Andina (1984.2) 
El comercio lejano y la difusión del quechua. El caso del Ecuador

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El comercio lejano y la difusión del quechua. El caso de Ecuador* Alfredo Torero Hace medio milenio , la irrupción española en América quebró procesos de integración que avanzaban en gran parte del Nuevo Mundo. Los mecanismos de esta integración eran básicamente dos: el establecimiento de entidades políticas en expansión y un creciente comercio intensivo a grandes distancias. Los testimonios escritos referentes a la existencia y el funcionamiento del primer mecanismo , los reinos e imperios, son abundantes porque sobre esas entidades se lanzaron con avidez las huestes españolas para apropiarse de las riquezas acumuladas y porque la Corona española intentó prontamente aprehender para sí los aparatos políticos indígenas. De la existencia y el funcionamiento del comercio lejano han quedado, en cambio, reducidos testimonios escritos, particularmente en lo que se refiere al área andina sudamericana, en la que incidirá la presente exposición. (*) El presente trabajo, entre otra;, ha sido posible gracias a una beca de investigación

otorgada al autor durante el año de 1983 por la Organización Holandesa para el Fomento de la Investigación Científica Pura (Z.W.O.). El autor agradece igualmente al doctor Willem Adelaar, de la Universidad de Leiden, por el permanente estímulo y la eficaz y cordial asistencia que le ha brindado durante las labores de investigación en Holanda. No. 2 diciembre 1984

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La explicación de esta escasez informativa reside en: a) las propias acciones de conquista españolas, que, ya desde la captura de las islas del Caribe y de Panamá , interrumpieron en sus puntos más delicados las redes de comercio y comunicación entre el norte y el sur americanos y que seguidamente, en pocos años, destruyeron los polos más importantes y florecientes que habían atraído y promovido el movimiento comercial preconquista. b) la indiferencia de los invasores respecto de los recursos y productos propios de los pueblos de América que no fueran oro, plata, perlas o piedras preciosas. c) la implantación, sobre gran parte del área andina , del Imperio Incaico, cuya política económica de control directo de la producción y la circulación de bienes había reducido fuertemente la actividad comercial en amplios sectores de su territorio. Sólo en los últimos decenios ha empezado en Sudamérica la labor de acopio y correlación de los fragmentarios y dispersos datos relativos al comercio lejano. Si bien el panorama general está aún incompleto, las informaciones recuperadas, tanto en archivos como en las investigaciones antropológicas, arqueológicas y lingüísticas, permiten sustentar como provechosa hipótesis de trabajo que ciertas distribuciones culturales y de idiomas fueron efecto del establecimiento de rutas de comercio múltiples entre distantes pueblos de América. Dentro de este marco, se tratará aquí de las sucesivas expansiones del quechua, y en especial de su movimiento en dirección de lo que hoy es el Ecuador, un área clave para el comercio lejano prehispánico. La Historia Social Andina y la Distribución de Lenguas

Para ingresar al tema es necesario, en breve bosquejo, remontar unos tres mil años atrás en la historia social andina, a un período en que se consolidaban las economías con nivel de excedentes productivos y, a la par, los sistemas socio-políticos complejos - logros de organización económico-política indispensables para posibilitar el comercio lejano , comercio esencialmente suntuario y dirigido por lo tanto a la complacencia y el prestigio de los señores y los dioses. Hacia el 700 a.n.e., encontramos en pleno desenvolvimiento en la región centroandina (Perú) la denominada "cultura Chavín", resultante de ya varios siglos de creciente control de la producción y el intercambio a través de una red de templos que llegó a extenderse finalmente desde la costa sur y la sierra sur central peruanas hasta la frontera peruano-ecuatoriana y desde el litoral hasta las vertientes nororientales, en las cuencas de los ríos Marañón y Huallaga. Se descubre en los sitios Chavín artículos de procedencia externa a su área, como strombus -propios de mares tropicales más septentrionales-, pero no existen pruebas de un movimiento sostenido de intercambio hacia el 368

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exterior. El "Chavín clásico" se pre'senta rµás bien como la culminación de un proceso integrador de geografías y proHucciones diferentes cumplido al interior del área centroandina; en sus repr~entaciones simbólicas, en sus expresiones artísticas y en la arquitectura de sus templos se percibe bien la síntesis de las diversas culturas costeñas y de la sierra norte que lo generaron. No se ha detectado para el Chavín clásico la extensión de una determinada lengua que pudiera corresponderse con la difusión tan amplia de un arte y un culto bastante uniformes en su período final - hacia el 400 a.n.e. Sin embargo, puede proponerse que a la época de su desenvolvimiento se remonta la intensa interpenetración entre dos familias lingüísticas andinas no obviamente emparentadas : la quechua y la aru , originarias, respectivamente, de la costa central -área de constitución de culturas proto-Chavín - y de la costa sur -área de la cultura Paracas. Algunos idiomas de estas dos importantes familias andinas continúan hoy en contacto( l ). Hacia el 400 a.n.e. se asiste a la ruptura rápida del sistema chavinense y a la aparición de nuevas corrientes culturales de menor énfasis cultista, en conexión, al parecer, con fuertes corrientes de intercambio, principalmente por vía marítima , entre las costas peruanas y el Ecuador. Tal vez la estructura teocrática Chavín se había tornado sumamente rígida y enclaustrada en los modos y canales de captación y circulación de las riquezas, y refractaria a la adopción de innovaciones que acrecentasen las producciones internas. Lo cierto es que las nuevas corrientes que le pusieron término desarrollaron en varias regiones andinas un orden económico y social más dinámico , concretado en el acrecentamiento de la producción agraria y en la búsqueda de contactos comerciales a distancias que desbordaban ampliamente las fronteras de la antigua área chavinense. La reorganización de la producción agraria requirió, indudablemente, de un control más directo sobre los productores, tanto para su movilización en el trabajo colectivo cuanto para la aplicación de una tributación obligada (que reemplazó a la entrega "espontánea" de ofrendas como expresión de la gratitud por los servicios que las divinidades prestaban al bienestar común). Surgieron así los estados clasistas. que en adelante pondrían en cautividad tanto a los hombres como a los dioses. En cuanto a la amplitud del comercio lejano , diversos autores han señalado para esta misma época la aparición en zonas tan distantes como México, el Ecuador y el Perú de rasgos culturales específicos (v.g., la técnica de pintura en negativo y la botella silvadora de doble cuerpo), que se han postulado como manifestación de contactos, tal vez por navegación a.lo largo del Pacífico. Es, sin embargo, con las culturas ecuatorianas con las que en este período exhiben más afinidades las del Perú central y norteño, particularmente las representadas por los estilos cerámicos designados globalmente blanco sobre rojo. Justamente con la extensión, a principios de nuestra era, de uno de estos estilos, el llamado Baños de Boza y las variedades estrechamente vincuNo. 2 diciembre 1984

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ladas con él, puede correlacionarse. en tiempo y espacios. la progresión del protoquechua desde la costa norcentral hacia la sierra norcentral y central del Perú (véase Kuth Shady y Arturo Ruiz, 1980)(2). Paralelamente debió estarse produciendo el avance del protoaru de la costa sur hacia las serranías vecinas, en tanto que el protopuquina era movilizado en torno al altiplano del Collao por la sociedad Pucara. En los primeros siglos de nuestra era ocurre el florecimiento de las principales culturas "clásicas" peruanas, con la consolidación de los aparatos estatales clasistas y un avanzado aprovechamiento de los recursos regionales : Moche (costa norte) , Cajamarca (sierra norte), Recuay (sierra norcentral), Lima (costa central), Nasca (costa sur), Tiahuanaco (altiplano del Callao). Durante este tiempo, el protoquechua se escinde en variedades de la sierra, o quechua I, y variedades de la costa , o quechua II . El protoaru , asimismo, llega por progresión desde el área de Nasca, a la región de Ayacucho , en la sierra central, donde empezará un proceso de dialectalización precursor del protoaymara. El puquina acrecienta su dominio en el Altiplano y en sus flancos , movilizado esta vez por Tiahuanaco . En el norte peruano, varias lenguas se disputan el área y no hay evidencia de que alguna de ellas alcanzase a cubrir territorios de costa, sierra y "ceja de selva" , como sí ocurrió en el centro y el sur. Luego de la etapa expansiva y de consolidación interna de los estados regionales, empieza hacia el siglo V un intenso movimiento de intercambio multirregional y el surgimiento correlativo de grandes centros urbanos, manufactureros y comerciales : Marcahuamachuco, en la sierra norte; Pampa Grande, en la costa norte ; Cajamarquilla, en la costa central; Viñaque (Huari), en la sierra central, cerca de la actual ciudad de Ayacucho; Cahuachi, en la costa sur, valle de Nasca, y Tiahuanaco, en el altiplano del Callao. El período de máxima interacción ocurre en los siglos VI y VII, y se ha supuesto que la relativa homogeneización cultural centroandina que se configuró en el transcurso de dicho período se debió a la constitución de un gran imperio , el llamado Imperio Huari, con capital en Viñaque. No obstante, lingüísticamente no hay pruebas de la extensión de una "lengua imperial" sobre la vasta área del pretendido imperio; ésta no habría podido ser otra que la protoaymara (lengua aru) empleada por entonces en la zona ayacuchana, y no se encuentra en la toponimia del centro y el norte del Perú (dichas "provincias del Imperio") huellas de tal presencia. Más bien , es a este período que puede asignarse el inicio de un nuevo movimiento expansivo del quechua de la costa central (quechua 11), en correspondencia con el auge del comercio interregional. En todo caso, aru y quechua, en intenso contacto por entonces, acentúan sus mutuas influencias. J\rqueológicamente, la hipótesis de un Imperio Huari tampoco se sostiene, como lo ha demostrado suficientemente Ruth Shady (Shady, 1982). A comienzos del siglo VIII, y teniendo como una de sus probables causas un prolongado deterioro climático que habría afectado particularrnen370

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te a las sociedades de las tierras altas (véase Cardich , 1981), se produce el abandono de los centros urbanos del interior y el de los costeños que se habían fortalecido por sus vinculaciones con las redes económicas cordilleranas (véase Shady , 1982: 61-65) ; son abandonadas en la sierra las ciudades de Tiahuanaco, Viñaque y Marcahuamachuco ; en la costa, Cajamarquilla (situada al interior del valle del Rímac) es reemplazada por la ciudad de Pachacámac, la cual desde entonces no hará más que acrecentar su prestigio y riqueza y se convertirá en lugar santo y de peregrinación para gran parte del mundo andino hasta la llegada de los españoles. En adelante , y hasta el Imperio Incaico , las grandes ciudades serán costeñas, en conexión con el comercio a distancia y el tráfico marítimo, a lo largo del litoral del Pacífico , entre las costas peruanas, ecuatorianas y puntos desconocidos más al norte de Ecuador.

Contactos a Distancia y Extensión del Quechua II Con el poder económico y político de Pachacámac y de la costa central, el quechua II asegura su progresión desde principios del siglo VIII : hacia el norte (Proto IIA) , afianzándose finalmente en la sierra norteña ; y hacia la costa sur (proto IIB-C) , desplazando al aru de esta última región. El comercio interandino se verá reimpulsado y ampliado desde principios del presente milenio , en un movimiento que combinará las rutas terrestres y las marítimas para asegurar el intercambio entre regiones tan distantes como el Altiplano del Collao y el Ecuador. Surge entonces, en el límite entre la costa central y la costa sur, la ciudad de Chincha , como activo nexo mercantil entre las tierras interiores del sureste andino y las vías del mar. Estas vías llevaban a los reinos y señoríos ecuatorianos (y surcolombianos) por el Golfo del Guayas (Guayaquil) o el puerto de Manta. Desde Manta , o puntos más al sur como la isla Puná y Tumbes (y quizá Paita) , las rutas marítimas septentrionales del comercio se dirigían "hacia el Poniente", según consigna el cronista Sarmiento de Gamboa ((1572] 1943: cap . XLVI). Sin embargo, la importancia económica de la relación comercial "hacia el Poniente" ( ¿México?) era con seguridad , en volumen , género y diversidad de los bienes intercambiados, muy inferior a la que vinculaba las costas ecuatorianas y peruanas y, a través de éstas, al área interior andina desde ·el sur colombiano hasta el noroeste argentino. El papel que Chincha cumplía en la canalización de este comercio era virtualmente irremplazable por su posición geográfica; de allí que su lengua, el quechua chínchay (IIB-C), se extendiera por el mundo andino como idioma de relación desde los primeros siglos del milenio actual. Ya desde fines del primer milenio, cuando hubo ganado la costa sur al aru, el protoquechua IIB-C había empezado a penetrar en las serranías inmediatas, cubriendo ambas vertientes de la Cordillera Occidental y dejando encerrados en su avance reductos de antiguas lenguas arus (Torero, 1970: 240 - 242). Paralelamente se esbozaba su escisión en IIB y IIC : proto IIC como la variedad de las vertientes cordilleranas -de donde continuaría más tarNo. 2, diciembre 1984

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de su progresión hacia el este y el sureste- y proto 118 como el lenguaje de la costa central y sur. Liberado de la otrora poderosa presión de los pueblos aruhablantes, el proto 118-C realizará innovaciones , particularmente léxicas, no compartidas con lenguas arus; la variedad proto 118, especialmente, aligerará sus estructuras morfosintácticas, en una tendencia probablemente reforzada durante su expansión hacia el norte como idioma de relación entre pueblos de orígenes lingüísticos diferentes. Es de suponer que fue tejiéndose en estos siglos a través del mundo andino, entre señores locales o regionales, una fuerte red de intereses en los beneficios del comercio lejano ; lo que a su vez dio estímulo y protección política "internacional" a la existencia y las actividades de una suerte de corporación o liga suprarregional de mercaderes (véase Torero, 1970 : 94 , 123). Frank Saloman ha examinado la pervivencia en el siglo XVI de una situación de este género entre otavalos y pastos, en la frontera ecuatoriano-colombiana (Saloman, 1978). Puede postularse, entonces, que, aparte de su área de pleno dominio en la costa peruana central y sur y la serranía contigua a ésta, el quechua chínchay empezó a penetrar en regiones muy distantes como lengua de relación adoptada por los señores y los mercaderes interesados en el comercio interregional andino y respaldada por el poder económico de Chincha y el ascendiente religioso y político de Pachacámac (véase Torero, 1974 ). Sus progresos ulteriores en las "nuevas" zonas y regiones así alcanzadas habrían de depender del dinamismo económico interno propio de éstas. En tal sentido , el área ecuatoriana y surcolombiana se mostraba altamente activada desde muy antiguamente por los movimientos de intercambio tanto en el interior de ella como hacia el exterior y ofrecía un terreno propicio para el avance sostenido del quechua IIB, inicialmente irradiado desde la costa centro-sur peruana. La Actividad Comercial frente al Modelo Económico Inca

El Imperio Incaico trató de anular en lo posible la actividad mercantil y de sustituirla por una nueva racionalidad económica que preveía sustancialmente: a) el máximo de autosuficiencias regionales, naturalmente que en prioridad para beneficio de los señores y los templos. A nivel del grueso pueblo tributario -los hatunruna- persistió el recurso a sólo sus medios de subsistencia local tradicional o a los obtenidos por un trueque complementario "entre pobres", viejo sistema intocado por el Imperio. A los señores y templos importantes, en cambio, se asignó fuentes de recursos apetecibles en zonas relativamente próximas a sus antiguos territorios, pero antes fuera de su alcance directo: campos para cultivo de coca o maíz o para cría de ganados, adonde debían acudir sus respectivos hatunruna o yana ("siervos") para efectuar el trabajo productivo o el transporte(3 ). 372

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.b ) asignación de ·1os "excedentes poblaciona-les" de zonas pobres en recursos alimentarios a tareas estatales: ejército , laboreo de minas, construcción de fortalezas , caminos, centros administrativos o de almacenamiento , palacios , etc.; o su traslado como colonias (mitmas) a zonas insuficientemente pobladas o despojadas a otros pueblos. Los hatunruna de las áreas de alta productividad alimentaria (valles costeños o del interior) no eran afectados a este género de servicios, pero sí exigidos, en cambio, a un gran esfuerzo productivo y una alta tributación. c) administración directa por el Estado de las fuentes mayores de recursos y de la labor de los especialistas en manufacturas militares o en confección de bienes suntuarios. De esta manera se aseguraba el soberano cusqueño la eficacia de sus ejércitos y la lealtad de las jerarquías señoriales. Pese a las condiciones adversas planteadas por la programación económica incaica, la actividad mercantil, aunque disminuida , subsistió dentro de los territorios conquistados, en especial a lo largo de las costas; y subsistió ya fuese por el poderío y solidez de las redes de comercio tiempo atrás establecidas, ya por la breve duración del Imperio o su propio interés de obtener bienes exóticos aún no a su alcance directo, ya como resultado de conciliaciones políticas más o menos tácticas y temporales o ya simplemente porque en toda época los mercaderes han sabido burlar los más formalmente estrictos mecanismos estatales. Lo cierto es que han sobrevivido, y se van descubriendo cada día más, los datos que permiten reconstruir el comercio lejano: redes, rutas y centros de intercambio , mercaderes, "monedas", medios de transporte y naturaleza de las mercaderías. Se sabe hoy que los mercaderes de Chincha eran muy numerosos: de seis mil a diez mil según las fuentes (véase Rostworowski, 1970); que los sacerdotes del santuario de Pachacámac eran a su vez mercaderes (Torero , 197 4: 81); que era intensa y especializada la actividad mercantil en la costa norte peruana (Rostworowski, 1975: 340 - 342); que surcaban las aguas del Océano Pacífico grandes balsas veleras transportando mercaderías, como las mencionadas por Sarmiento de Gamboa viniendo del Poniente hacia Ecuador o como la famosa "balsa de tumbecinos" que , cargada con veintidós toneladas métricas de variadas y ricas mercaderías, fue interceptada por un navío español frente al litoral septentrional peruano varios años antes de iniciarse la conquista del Perú, según la descripción contenida en la Relación SámanoXerez de 1527 (véase Porras Barrenechea, 1967: 62 -68)(4) . Los mercaderes de Chincha se dirigían hacia el sureste andino (Cusco y el Altiplano del Collao) y hacia Quito y Puerto Viejo (Manta) , en Ecuador (Rostworowski, 1970). Las relaciones comerciales entre otavalos y pastos en la actual frontera ecuatoriano-colombiana ha sido estudiada por Salomon en obra ya citada. El número de balsas que conectaban los puertos a lo largo del litoral del Pacífico debió ser elevado en tiempos preeuropeos. Es interesante notar que los nativos continuaron empleándolas durante toda la época colonial - y quizá hasta fines del siglo pasado- para transportar mercaderías en travesía directa entre Ecuador y la costa central peruana , en lo que parece haber sido, No . 2 diciembre 1984

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tres siglos después de la conquista hispánica, el mantenimiento de una economía indígena paralela a la de españoles y criollos(5 ). Acerca de la "moneda" en el mundo andino , débese entender que no se trataba del equivalente universal que implica el sentido moderno del término , sino de varios semi-universales con curso en áreas geográficas diferentes y con esferas definidas de aplicación. De estas cuasi-monedas, las dos más importantes - o las mejor documentadas- consistían en pequeños tumis (hachuelas) de col!re y en cuentas menudas ("chaquiras") de mullu (conchas de spondylus) . La chaquira se utilizaba en la relación comercial entre costa y sierra, en tanto que el hacha de cobre circulaba a lo largo de las costas del Pacífico sobre una inmensa extensión : desde al menos el sur del Perú , donde las gentes de Chincha manejaban para sus compras y ventas un "marco de cobre" (Rostworowski, 1970), hasta México, donde los habitantes de Tututepec, ciudad cercana del litoral, "usaban de una cierta moneda de cobre de dos dedos de largo y una de ancho , a manera de hachitas" , según el cronista Ixtlilxochitl ; las hachas de cobre circulaban igualmente como moneda entre los naturales de la ciudad de Oaxaca y las comarcas vecinas (véase Dahlgren de Jordan, 1954: 253 - 254). Como una pervivencia quizá de época preeuropea, los pueblos kwakiutl y haida de la costa occidental canadiense destruían hasta tiempos recientes grandes láminas de cobre nativo de forma similar a los tumis durante las ceremonias del potlatch (Drucker, 1965 : 137, 143,185 ; lams. 27 y 28). Las hachas-moneda de cobre han sido halladas abundantemente en depósitos arqueológicos del Ecuador (véase Holm, 1967) y en el sitio de Batán Grande , costa norte peruana , donde se recogieron varios paquetes de hasta 500 láminas cada uno (Pedersen, 1976 : 64 ). Ya Cieza de León ([ 1553]: cap. XLVI) se mostraba sorprendido por el alto valor que los nativos de Puerto Viejo asignaban a las cuentas de mullu y a las hachuelas de cobre, pero sin advertir plenamente su significación monetaria ; se refiere así a "unas cuentas muy menudas, a quien llaman chaquira, que era rescate extremado y rico" y relata: "aun me ha acaecido de vender a un indio una hacha pequeña de cobre y darme él por ella tanto oro fino como la hacha pesaba". Cuando en el siglo XVI se hace mención a los mercaderes indígenas como "tratantes al modo de indios" debe entenderse, pues, que actuaban no precisamente sin uso de monedas, sino al margen de los modelos españoles y dentro de los patrones tradicionales andinos en cuanto a moneda, género de los artículos granjeados y libertad para ejercer el comercio. El Quechua en Ecuador

En lo tocante a determinar la antigüedad de la presencia del quechua en el Ecuador, dos tipos de procedimientos -necesariamente correlacionables- se ofrecen a la investigación: el estudio lingüístico de las hablas en sus formas actuales o en las atestiguadas desde hace poco más de dos siglos y el 374

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examen de las informaciones históricas relativas al grado de progresión del qu echua en el siglo XVI y a la naturaleza de los conflictos habidos en el área ecuatoriana entre pueblos y lenguas oriundos y pueblos y lenguas introducidos durante la ocupación incaica. Lingüísticamente, el complejo dialectal ecuatoriano-colombiano (que se designará aquí simplemente como ecuatoriano) es esencialmente una rama de quechua lIB , cercano a los dialectos de Chachapoyas (Amazonas) y Lamas (San Martín) , del nororiente peruano , y afiliable con el habla costeñocentral peruana descrita en 1560 por fray Domingo de Santo Tomás y con la de Huarochirí (serranías del departamento de Lima) recogida en un amplio conjunto de textos en los primeros años del siglo XVII (véase transcripción paleográfica y versión en francés de estos textos en Taylor, 1980). No obstante , el quechua ecuatoriano ha desarrollado importantes características propias, particularmente gramaticales , comunes a todas sus hablas actuales y ya percibibles desde los primeros documentos que lo atestiguan (véase Nieto Polo del Aguila, [1753] 1964). Además de esto, débese efectuar en él, dentro de la básica unidad , un deslinde en dos subáreas: la interandina y la oriental (selva alta) , sin que este deslinde implique homogenei·· dad al interior de cada subárea(6). Las hablas interandinas muestran una diversidad a primera vista desconcertante en el tratamiento fonológico y semántico de los lexemas, aspecto en el cual las orientales parecen conservarse más cercanas del "protoecuatoriano". En todo caso, la sustancial identidad de todas las variedades sobrevivientes, interandinas u orientales, presupone que el ecuatoriano antiguo poseía esas características gramaticales definitorias ya hacia fines del siglo XVI -cuando, a más tardar, se estableció en el Oriente-; esto es, apenas un siglo después de la conquista inca del Ecuador, lapso que aparece demasiado breve para el desarrollo de sus tantas peculiaridades. Queda, entonces, por absolver el interrogante de si estaba ya en el Ecuador cuando llegaron los incas o si éstos "lo importaron" así constituido desde algún otro lugar. El cronista Pedro Cieza de León, quien recorrió tempranamente el Ecuador (en torno a 1548) halló el quechua bastante extendido como "lengua general" en los valles interandinos, desde inmediatamente al sur de Quito hasta trasponer la frontera meridional ecuatoriana. Casi siempre lo menciona en coexistencia con idiomas locales: panzaleo, puruhá, cañar, palta, tal como confirman documentos de los decenios posteriores. En un caso - no desmentido por otros testimonios- hace referencia a sólo la lengua general: el de la provincia de Chimbo , comarca estratégicamente ubicada en las rutas de intercambio que llevaban del interior ecuatoriano al río de Guayas y de allí por balsas a la costa y a la isla de Puná, según el propio cronista relieva (Cieza, op. cit.: caps. XLI - XLV). No establece Cieza una relación entre empleo del quechua y actividad comercial, pero da precisamente para la provincia de Chimbo una nota inhaoitual: " ... a tiempos usan de congregaciones para hallarse en ellas los más principales·, a donde tratan lo que conviene al beneficio así de sus patrias No . 2, diciembre 1984

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como de los particulares provechos dellos" ( Cieza, op. cit.: cap. XL V). En el extremo norte de la sierra ecuatoriana (actuales provincias de Imbabura y Carchi) y en la sierra sur de Colombia (actual departamento de Nariño), antiguo territorio de los pastos -comarcas no tocadas o apenas tocadas por el Imperio Inca en sus años finales-, el quechua era utilizado casi únicamente por los mercaderes, a estar por una relación de 1541 según la cual los nativos de la Doctrina de Pinampiro (hoy en lmbabura) no acudían a la ciudad de Pasto "sino con algunos mercaderes que son ladinos en la lengua general del Inga, y éstos van a sus rescates y granjerías" (Relaciones Geográficas de Indias, 1965: t. III, 252). Para el importante territorio de los Quijos, en el área nororiental ecuatoriana, de selva alta, las informaciones iniciales referentes al uso del quechua son escasas e imprecisas. En 1563, un hijo de Atahuallpa, Felipe Inga, y un cacique quijo hicieron de intérpretes en la zona ante otros caciques congregados con ocasión de la fundación de la ciudad de Nuestra Señora, más tarde Sevilla del Oro (Relaciones Geográficas de Indias, 1965: t. IV, 181 ). Se comprende que una de las lenguas empleadas en la intermediación fue la quechua, dada la presencia de un hijo de Atahuallpa, indudablemente "ladino" en castellano y quechua general. Quizá en esas comarcas el conocimiento del quechua estuvo circunscrito al nivel de los caciques, las gentes con poder local. Varios decenios más tarde, en 1608, se lo halla más difundido, al decir del conde de Lemus: "corre en esta provincia [Quijos] la lengua general del Inga, y háblanse otras diferentes y maternas" (Relaciones Geográficas de Indias, 1965: t. l. 78). Han tratado más detenidamente este tema Udo Oberem en una monografía sobre los Quijos (Oberem, 1971) y Roswith Hartmann en un estudio referido al problema del quechuismo preincaico en el Ecuador (Hartmann, 1979). Ninguna de estas informaciones, sin embargo, da luz acerca del dialecto, o los dialectos, del quechua que se manejaban a la sazón en el Ecuador, ni qué debe entenderse allí por "lengua general del Inga". Cieza de León (op. cit., cap. XXXIX) hace un descarte del quechua IIC cuando consigna que, a raíz de la matanza de los adultos que Huayna Cápac realizó entre los otavalos y carangues, éstos eran llamados guamaracona [/wamrakuna/] "muchachos"; la forma IIC correspondiente es /warmakuna/. Desconocemos, no obstante, la fuente lingüística del cronista. Los españoles capturaron también a quechuahablantes sobre el mar cerca de las costas ecuatorianas: de la llamada "balsa de tumbecinos" extrajeron, en 1527, a tres mercaderes-navegantes que hablaban la lengua general. Uno de éstos, Felipillo, habría de hacerse célebre por su papel de intérprete en la "entrevista" de Francisco Pizarro y el Inca Atahuallpa en la plaza de Cajamarca. Se ha asignado a Felipillo diversas naciones y patrias -cosa nada extraña tratándose de un mercader: tallán de Pohechos (en el río Chira, costa extremo norte peruana), punaeño (de la isla Puná) o, genéricamente, huancavilca (de los términos de Guayaquil). Garcilaso de la Vega lo dice de Puná, mientras que Guarnan Poma insiste en llamarlo Felipe guancavilca y lo dibuja 376

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con nariguera en una de sus láminas (Guarnan Poma, [¿1614?] 1936: 380, 384, 385). Es justamente a raíz de la intervención de Felipillo en los sucesos de Cajamarca que se tiene una referencia confiable respecto de las hablas septentrionales del Imperio: el cronista Garcilaso de la Vega -a cuyo sentimiento idiomático débese otorgar crédito por tratarse de un príncipe cusqueñoafirma que en aquella ocasión Atahuallpa se expresó "en el lenguaje de Chinchaysuyu , el cual entendía mejor el faraute [intérprete], por ser más común en aquellas provincias que no el del Cuzco" (Historia General del Perú; Libro primero, cap. XXV). Ahora bien, aunque queda claro que el mercader "huancavilca" y el Inca "quiteño" manejaban el lenguaje de Chinchaysuyu (quechua IIB), la expresión "aquellas provincias" es todavía imprecisa. Débese examinar, por esto, qué habría podido suceder en el escenario lingüístico ecuatoriano con la ocupación incaica y si ésta pudo introducir en el área (en los apenas 50 ó 60 años de su duración) el quechua o, más específicamente, el dialecto quechua IIB que, con variaciones locales, se habla actualmente en el Ecuador y en el curso alto del río Putumayo, en Colombia. Para esto, es preciso , como cuestión previa, determinar qué aportes idiomáticos (quechuas o no) pudieron realizar los incas en las regiones septentrionales mediante sus ejércitos y guarniciones o sus mitmas. Tal diligencia lleva fundamentalmente a mirar el panorama lingüístico prevaleciente en los territorios surandinos ganados por el Imperio en la fase de su primera expansión , dentro de los cuales se mantuvo y consolidó durante los treinta a cuarenta años iniciales, antes que Túpac Yupanqui llevara sus ejércitos por el sur hasta Chile y por el norte hasta Ecuador. Integraban el Imperio del Cusco en ese primer período: el Altiplano collavino hacia el sureste, el Condesuyo hacia el suroeste, el Andesuyo (nunca poblacionalmente importante) hacia el este y el noreste, y las antiguas comarcas de las naciones quechuas, aymaraes, soras, lucanas y chancas (actuales departamentos peruanos de Apurímac y Ayacucho) hacia el oeste. Ahora bien, las referencias a idiomas en esa área, contenidas en los documentos del siglo XVI -tardíos por lo tanto en más o menos un siglo(véase Torero, 1970: 238 - 243), muestran un aplastante predominio del aymara en la masa de las poblaciones que, de acuerdo con la racionalidad económica inca, eran susceptibles de suministrar soldados a los ejércitos y excedentes demográficos por trasladar; y de cuya lealtad (encuadramiento eficaz) podían estar seguros los señores del Cusco. Tal predominio, que sin duda era mucho más acentuado a mediados del siglo XV, explica asimismo por qué el aymara fue la "lengua oficial" del l.mperio hasta el final del reinado de Túpac Yupanqui. Según las noticias del siglo XVI, en el Altiplano collavino el aymara continuaba expandiéndose vigorosamente en desmedro de otros idiomas que lo habían precedido en la región: el puquina y el uruquilla. En Condesuyo, No . 2 diciembre 1984

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los collaguas, que estaban adoptando el quechua pero tenían por lengua propia el aymara, ocupaban plenamente las vertientes altas de la Cordillera Occidental y presionaban sobre otros pueblos de idiomas distintos: los de Pinchollo, Calo y Tapay, donde hablaba "cada pueblo diferente del otro, muy bárbara" (posiblemente, por la ubicación geográfica, relictos de la antigua lengua puquina), y los cabanaconde, que empleaban "la lengua general del Cuzco corruta y muy avillanada" y, además, en algunos sitios de su comarca, ·"otra lengua incógnita y para ellos solos" (tal vez igualmente un dialecto puquina en el último caso y, en el primero, una suerte de "compromiso" entre pu quina y quechua chínchay, comparable con el del habla de los herbolarios callahuaya en Bolivia) (véase Relaciones Geográficas de Indias, 1965: t. II, 328 - 329). Al occidente del Cusco, desde las cuencas de los ríos Pampas y Soras hasta la capital imperial, y en las propias vecindades de ésta, el aymara conservaba todavía una fuerte vigencia, si bien en algunos lugares había cedido el terreno al quechua chínchay (indudablemente IIC) o se había establecido una situación de bilingüismo quechua-aymara en grado y magnitud difícilmente determinables a partir de las afirmaciones genéricas e imprecisas de las fuentes de información. En cambio, como se ha visto, el quechua IIC se hallaba sólidamente implantado sobre ambas vertientes de la Cordillera Occidental en el suroeste del departamento de Ayacucho, territorio de los lucanas (laramates y antamarcas), quizá por irradiación desde los valles costeños de Nasca. Túpac Yupanqui, por lo tanto, llevó a la conquista y pacificación del Ecuador, como soldados y mitmas, mayoritariamente a aymarahablantes y a quechuahablantes de zonas aún incipientemente ganadas al aymara, y sólo secundariamente a usuarios plenos de quechua llC o de puquina. Su sucesor, Huayna Cápac, heredero de un imperio más amplio y con un control ya suficiente de los nuevos pueblos conquistados por Túpac Yupanqui, movilizó a su vez para los mismos fines no sólo a las gentes surandinas, sino igualmente a poblaciones de la sierra central peruana, hablantes de quechua I, y sobre todo de la sierra norte, hablantes de quechua IIA, culle y otros idiomas no conocidos. No se tomó a estos efectos a pobladores de los valles costeños, pescadores o agricultores, con excepción probablemente de grupos de artífices en oficios requeridos por las casas reales. Al derrumbarse el Imperio cusqueño, permanecieron en el Ecuador no sólo la mayoría de los muchos grupos de mitmas extranjeros al área, que habían recibido allí campos de cultivo, sino también un número posiblemente alto de los soldados traídos desde sus lejanas patrias para constituir las guarniciones pacificadoras o para participar en la campaña contra los pastos que había empezado a desarrollar Huayna Cápac. Destruida la maquinaria administrativo-militar inca, el camino del retorno era sin duda más difícil, si no imposible, para aquellos cuyos pueblos de origen se hallaban en el distante sur andino. Dado que los ejércitos incaicos estaban constituidos por "naciones", no es improbable que las huestes abandonadas a su suerte se agrupasen bajo 378

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el modelo de los mitmas, ocupando berras de cultivo en las zonas conquistadas. De este modó puede interpretarse un párrafo de Guarnan Poma referido a los "capitanes" de Collasuyo ("de hatuncolla poquinacolla charca cana pomacanchi quispillacta cauina callauaya") que estuvieron con Huayna Cápac en las campañas del Ecuador: " ... estos dhos capitanes murieron en ellas algunos bolbieron a sus pueblos y tierras y semurieron alli algunos se quedaron hasta oy en tome quito sus bisnietos destos dhos capitanes adonde conquistaron se quedaron para memoria y generación los quales les llaman mitimays estrangeros de yndios" (Guarnan Poma, op. cit.: 170). Durante largos decenios después de la conquista española, muchos grupos mitmas continuaron usando las lenguas particulares de sus patrias en tanto iban adoptando la "general del Inga". La "Relación del pueblo de Sant-Andrés Xunxi", pueblo ubicado al pie del nevado Chimborazo, señala que "los mitimas, que son de Condesuyo, questá junto al Cuzco, hablan unos con otros su lengua de aquella su tierra y todos la del Inga" (Relaciones Geográficas de Indias, 1965: t. III, 262). Sin embargo, mitmas y soldados en perdición tuvieron que emprender finalmente el duro y prolongado proceso de asimilación a las poblaciones naturales del Ecuador. Ahora bien, de lo dicho hasta aquí queda claro que no se dieron durante la conquista y la ocupación incaicas del Ecuador (ni tampoco, naturalmente, en la época hispánica) los factores y condiciones requeridos para la introducción y la extensión consistente de un dialecto quechua del tipo IIB -cuyas formas son, sin embargo, las que han predominado sustantivamente en la constitución de las hablas ecuatorianas modernas. Se deriva de esto que la presencia del proto IIB ecuatoriano en el área septentrional debe fijarse en tiempos preincaicos. En respaldo de esta conclusión, si fuera necesario , y como de contragolpe, se hace evidente que sólo con una presencia preincaica ya suficientemente avanzada pudo este IIB contrarrestar los masivos y múltiples aportes "sureños" llegados con el Imperio y salir finalmente victorioso -aunque no indemne- de la contienda lingüística. Por otra parte, la presencia en el nororiente peruano de dialectos igualmente IIB como los de Lamas (San Martín) y Chachapoyas (Amazonas), cercanos tanto al de la costa central peruana y al de Huarochirí, hoy extintos, cuanto a las hablas ecuatorianas, refuerza la hipótesis de que la difusión de los IIB septentrionales de Ecuador y Perú ocurrió como parte de un fenómeno de fuerte relación económica interregional que venía desplegándose en los Andes desde siglos antes de la expansión del Imperio cusqueño. Inclusive, la forma de dispersión de esos IIB diseña bien las direcciones y la amplitud de aquel.movimiento, que apuntaba desde la costa centro-sur peruana hacia la selva alta de Moyobamba, nororiente peruano, y hacia el Ecuador y el sur de Colombia. Sobre las actividades comerciales entre las costas central y sur peruaNo. 2, diciembre 1984

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nas y las costas y el interior ecuatorianos se posee ya bastante información correlacionable con la extensión del IIB ; pero se carece aún de datos correspondientes para Amazonas-San Martín , y sólo resta al respecto postular como hipótesis de trabajo la existencia de vías comerciales, quizá múltiples, que conectaban el Ecuador y el centro del Perú con el nororiente peruano. En todo caso , no hay hasta el momento otra manera de explicar la presencia de hablas IIB en los departamentos de Amazonas y San Martín y en los cursos bajos de afluentes del río Amazonas, en el departamento de Loreto. Por Jo demás, para una mejor comprensión de los factores que promovían la extensión septentrional del quechua débese necesariamente mirar, al menos, lo que paralelamente acontecía a principios del siglo XVI en los bordes de su área lingüística: el interior de Colombia y la cuenca amazónica. En territorio hoy colombiano , diversas naciones guerreaban y, a la vez, comerciaban entre sí y con poblaciones del IViar Caribe y Centroamérica, pero manejando no una lengua general, sino idiomas regionales, como el muisca del reino de Bogotá. En la región amazónica y el Orinoco, pueblos de hablas "arawak", caribe y tupí predominaban sobre muchos otros por el número, la actividad económica y el dominio territorial; entre ellos, interesa destacar a los omagua-cocama, que empleaban una lengua tupí y se extentlían desde el curso medio-alto del Amazonas y el bajo Marañón hasta las estribaciones andinas, en una distribución geográfica que parece haber estado orientada hacia el control de importantes rutas de intercambio: los omaguas habían ascendido por el Alto Napo hasta la región de los Quijos , en tanto los cocamas se habían asentado en las bocas y los cursos bajos de los ríos Ucayali y Huallaga, grandes vías de penetración hacia las sierras peruanas. Posiblemente desde varios siglos antes de la conquista hispana, gentes de habla quechua habían entrado en contacto con los omagua-cocama en el nororiente ecuatoriano y el nororiente peniano y con uno o varios pueblos de Colombia, cuyas lenguas tomaban el relevo como idiomas de relación para el comercio lejano. En cuanto al empleo del quechua IIB en el oriente ecuatoriano, resulta natural suponer que era efectivo en época preinca para el enlace económico complementario entre zonas de recursos diferentes: las vertientes de selva y los valles interandinos del Ecuador y sur de Colombia. Aun si se concede que las variedades actuales del ecuatoriano oriental (y del Alto Putumayo) fueron llevadas a la selva alta únicamente a partir del siglo XVI y por boca de los numerosos indios "auxiliares" que empujaron consigo los conquistadores, encomenderos y misioneros hispanos, débese aceptar que sólo pudieron partir de un dialecto IIB ya establecido en los valles interandinos y todavía muy poco impregnado por influencias cusqueñas o, en general, surandinas. La "sureñización" del quechua interandino ecuatoriano, si bien con sus raíces puestas durante la ocupación incaica -ejércitos y mitmas-, fue un proceso que se cumplió en el período colonial y como consecuencia del trasiego entre "naturales" y "trasladados" (véase Anexo). Las condiciones histórico-sociales que coadyuvaron a la consolidación del quechua en Ecuador en los siglos XV a XVII fueron, pues, resultantes de 380

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la conquista y de la ocupación incaicas, primero, y de la conquista y la implantación españolas, después; pero resultantes no precisamente -o no prioritariamente- de medidas y hechos de gobierno dirigidos a ese efecto, sino de las hondas y graves perturbaciones ocasionadas en la base popular por las intervenciones extranjeras sucesivas: las poblaciones indias vieron en el vínculo de un idioma común una posibilidad de supervivencia. Y adoptaron, entonces , como solución más viable, la lengua que desde el período preinca había estado, un poco por todas partes, en uso entre los sectores nativos económicamente más dinámicos: el quechua IIB, idioma de los reyes y señores que expropiaban y acumulaban los excedentes sociales y de los mercaderes, vectores del intercambio lejano. Con la ocupación española, la masificación del IIB ecuatoriano se aceleró, y, de idioma de una élite nativa, que pasaba a hispanizarse, se convirtió en lenguaje popular. No obstante, el ambiente socialmente compulsivo que presidió el proceso de quechuización no facilitó la uniformización de la lengua. De donde el habla de cada comarca consista hoy en un compromiso subregional específico del IIB ecuatoriano con el idioma oriundo: "chibcha", puruhá, cañar, palta-jibaro, etc., y los idiomas invasores: aymara, quechua cusqueño más o menos constituido, otros diversos dialectos y lenguas del sur y el castellano.

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NOTAS (1) La relación entre el quechua y el aru está siendo objeto de estudio por parte del

doctor Willem Adelaar, de la Universidad de Leiden, y el autor de esta exposición. Teniendo como punto de partida metodológico el no parentesco de estas familias lingüísticas, se trata de determinar los modos y tiempos de interpenetración de ambas, expresada en sus distintas lenguas sobrevivientes o atestiguadas, así como de deslindar los fondos idiomáticos "originales" y, a la par, la dirección de los "préstamos". En cuanto al emparentamiento -propuesto por Morris Swadesh- del quechua y el aru con el tarasco, lengua aislada de México, W. Adelaar considera útil ahondar en la comparación entre tarasco y aru, descartado en esta instancia el quechua. (2) Se ha utilizado el método de glotocronología léxico estadística a fin de determinar aproximadamente las épocas en que ocurrieron la expansión primera del quechua y sus subsiguientes extensiones (Torero, 1970). Por definición, los fechados resultantes de la aplicación de este método están en función no solamente del tiempo efectivo de la expansión, sino del mantenimiento, o el restablecimiento ulterior, de contactos entre los dialectos o lenguas emparentados, contactos que, según su intensidad, frenan o atenúan la diferenciación lingüística. Para el conjunto de los dialectos quechuas, las mayores profundidades temporales se obtienen de la comparación tanto de hablas norteñas de quechua I con hablas de quechua IIB - C cuanto de las hablas de quechua IIA norteñas con el dialecto argentino de Santiago del Estero. El fechado más alto lo suministran los cotejos de Chiquián (Q.I) con Lamas (Q.IIB) y de Incahuasi (Q.IIA) con Santiago del Estero (Q.IIC) : 10.8 siglos de divergencia mínima a descontar de 1970; o sea, una separación que se fija como mínimo hacia el 890 de nuestra era. Puesto que el fechado Incahu~-Santiago del Estero incumbe a dialectos quechua 11, debe estimarse que la extensión primera del quechua se produjo en un período en varios siglos anterior, lo suficientemente largo como para que se generaran los rasgos diferenciales (básicamente gramaticales) que escindieron al protoidioma en I y II. El hecho de que los tiempos glotocronológicos provistos por los dialectos quechua I tanto al interior de su grupo cuanto con el grupo quechua II sean menores de los esperables, se explica por ser el área de quechua I geográficamente compacta, continua y relativamente poco extensa, y por haber colindado con la de quechua II y haber estado sometida a varias extensiones de dialectos de este último grupo en diversas épocas. La asignación a la costa y la sierra centrales del Perú del área de la primera expansión del quechua se fundamenta en : a) la mayor diversidad dialectal en ella; b) la prefiguración, con estas variedades centrales, de las demás formas dialectales externas al área; c) el no señalamiento de algún idioma no quechua en el centro de esta área: la costa norcentral (valles de Pativilca-Huaura-Chancay) y su serranía inmediata, y sí en sus márgenes: lenguas arus, amueixa, cholón, culle, quingnam, mochica. Dado que el área ganada por la primera expansión habría resultado bastante homogénea, la determinación de su foco inicial sólo puede hacerse de manera probable considerando los focos de los principales cambios ulteriores como si hubiesen estado actuando igualmente en la época de la expansión original, justamente para producirla. Se halla así que importantes innovaciones en quechua 1, como */s/> /h/ o cero (posiblemente la más antigua en la fonología del quechua) y la despalatalización de */t/, */ñ/ y •/e/, presentan isoglosas que apuntan hacia la costa norcentral (los valles arriba indicados, de los que no ha quedado registro de lengua). Por lo de382

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...

________________________ Torero: Difusión del Quechua más, las posteriores extensiones sucesivas del protoquechua II y del proto IIB-C muestran la fuena expansiva de las expresiones lingüísticas costeñas. Al parecer, el foco emisor más vigoroso se fue desplazando de norte a sur: valles de PativilcaHuaura-Chancay en los cinco primeros siglos de nuestra era, valles de Lima entre los años 500 a 1,000 y valles de Chincha-Ica-Nasca después del año mil. (3) Véase Torero 1974 para el examen de las diversas formas de complementación eco-

nómica desplegadas por las sociedades andinas prehispánicas en los diferentes períodos de su desarrollo. John Murra ha puesto énfasis en una de estas formas, la de una economía autosuficiente lograda a través del "control vertical de un máximo de pisos ecológicos" por una misma sociedad, poseedora de un núcleo de asentamiento principal y de "islas" periféricas -situadas en zonas vecinas, pero a distancias variables del núcleo- que la proveían de recursos inexistentes en el asentamiento principal (Murra, 197 5: 59 - 115 ). Los cinco casos que Murra examina se refieren al período 1460-1560 y, por lo tanto, a situaciones creadas y/o sostenidas gracias al poder suprarregional del Imperio Incaico. El autor, sin embargo, postula este modelo (sus "archipiélagos verticales") como de aplicación muy extendida, antigua y estable en los Andes, al margen de conflictos bélicos y transitorias coyunturas políticas; lo cual está en contradicción con la mejor muestra que poseemos de la vida social prehispánica: las tradiciones de Huarochirí relatadas en quechua por los propios nativos a fines del siglo XVI o primeros años del siglo XVII (véase Taylor, 1980), y en contradicción también con los innumerables juicios sobre tierras sostenidos por indígenas en los primeros tiempos coloniales. La complementación de recursos diferentes obtenibles de zonas relativamente próximas -y el consiguiente intercambio de experiencias disímiles- fue un uso que aceleró el desarrollo cultural andino en el período formativo temprano, pero que no pudo cumplir un papel en el gran progreso civilizatorio ulterior. Con mucho menor razón habrían podido cumplirlo autarquías locales o subregionales acordes con el modelo de "archipiélagos verticales". Por medio de sólo "economías verticales", fuese cual fuere el modo de realizarlas, el mundo andino jamás habría alcanzado los niveles de desarrollo urbano, que implicaron una intensa y abierta relación multirregional. ( 4) Se transcribe de la Relación Sámano-Xerez los párrafos que interesan aquí:

" ... tomaron un navio en que venían asta veynte hombres en que se echaron al agua los onze dellos y tomados los otros dexo ensy el piloto tres dellos y losotros hecholos asy mismo en tierra para que fuesen y estos tres que quedaron para lenguas hizoles muy buen tratamiento y truxolos consigo. "e!j.te navio que digo que tomo tenya parecer de cavida de asta treynta tonelesL *] hera hecho por el plan e quilla de unas cañas tan gruesas como postes ligados con sogas de uno que dizen henequen que es como cañamo y los altos de otras cañas mas delgadas ligadas con las dichas sogas a do venían sus personas y la mercaduria en henxuto porque lo baxo se ba_gnabatraye sus masteles y antenas de muy fina madera y velas de algodón del mismo talle de manera que los nuestros y muy buena xar9ia del dicho henequen que digo que es como cañamo e unas potalas por anclas a manera de muela de 1:iarvero. "trayan muchas pie9as de plata y de oro para el adorno de sus personas para hacer rescate con aquellas con quyen yban a contratar en que yntervenyan coronas y dyademas y cintos y punetes y armaduras como de piernas y petos y tene9uelas y cascaveles y sartas y ma9os de g_uentas y rosecleres y espeios guarnecidos de ladicha plata y ta~as y otras vasijas para veber trayan muchas mantas de lana y algodón y camisas y aljulas y alcaceres y alaremes y otrllS muchas ropas todo los más dello muy labrado de labores muy ricas, de colores • Los treinta toneles mencionados en la Relación equivalen a veintidós toneladas métricas. No . 2 diciembre 1984

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de graña y cannesy y hazul y amarillo y de todas otras colores de diversas maneras de labores e figuras de aves y anymales y pescados y arboledas y trayan unos pesos chiquitos de pesar oro como hechura de romana y otras muchas cosas en algunas sartas de quentas venian algunas l?iedras pequeñas de esmeraldas y ca~adonias y otras piedras y pedazos de cnstal y anyme todo esto trayan para rescatar por unas conchas de pescado de que ellos hazen quentas coloradas como corales y blancas que trayan casy el navio cargado dellas". (5) El comodoro David Porter, al mando de la fragata norteamericana "Essex", abordó en 1813, a más de treinta kilómetros mar adentro frente al puerto de Paita, a dos grandes balsas veleras que habían partido del puerto de Guayaquil con seis tripulantes cada una y con cargas de cacao destinadas a Huacho, puerto y pueblo de indígenas de la costa norcentral peruana que mostraba en la época un fuerte dinamismo económico. Los tripulantes dijeron al comodoro que era "muy común realizar con esas balsas la navegación de Guayaquil a Lima en que media la distancia aproximada de seiscientas millas". El informe de Porter coincide con la descripción que da la Relación Sámano-Xerez de la "balsa de tumbecinos", pero la amplía con precisiones acerca de la disposición y el manejo del navío y provee, además, valiosos datos sobre la duración de los viajes y el modo de supervivencia por largos meses en alta mar (véase Porter, en Colección documental de la Independencia del Perú, 1971: t. xxvn, 38 - 4 7). (6) Los dialectos IIB modernos (ecuatoriano-colombiano, Chachapoyas, Lamas) y el de la costa central peruana (descrito por Domingo de Santo Tomás en 1560 y hoy desaparecido) presentan sonorización de oclusiva sorda tras /n/ en interior de monema; conservan la oposición */s/ - •[s¡, salvo el ingano (Alto Putumayo, Colombia). La extinguida variedad de Huarochirí tal vez conservaba igualmente la oposición, pero éste es un punto cuya discusión requiere más espacio. Los IIB septentrionales tienen como rasgo común el haber confundido */k/ - */q/, abandonando la articulación uvular (Torero, 1964 ). Ninguno de los dialectos IIB -incluidos los hoy extintos de la costa central peruana y de Huarochirí-, así como tampoco los IIA de Incahuasi y Cajamarca, sufren el cambio morfológi.camente condicionado de u en a que ocurre en ciertos morfemas de los restantes dialectos. Morfológicamente, no posee IIB, como tampoco IIA de Cajamarca, expresiones equivalentes al modo "casual" (/-sqa/ o /-ñaq/ en los demás dialectos), ni al aspecto verbal "perfectivo" (/-rqu-/ en las hablas sureñas de Q.I y en las de Q.IIC). El número de morfemas que maneja en la derivación verbal es bastante inferior al de las variedades Q.I y Q.IIC. En su composición léxica, se aproxima al IIC de Ayacucho, pero con un alto número de vocablos propios de dialectos Q.I. Por su parte, las hablas ecuatoriano-colombianas no hacen el distingo, que sí se encuentra en los demás dialectos quechuas, entre un plural de primera persona que incluye al oyente (''inclusivo") y uno que lo excluye ("exclusivo"); no manejan sufijos de persona poseedora, ni el sufijo interpronominal de "3a. sujeto - 2a. objeto" (que proviene de •/-su-/ en los demás dialectos); hacen el sustantivo verbal "infinitivo" en -na (no -y); marcan con -kpi (no -pti-) la oración subordinada de sujeto diferente de la principal; indican el aspecto verbal "durativo" con -kuo variantes fonéticas (no -yka- ni -cka-) y el "reflexivo" con -ri-- (no -ku-); la forma "reflexiva" se ha constituido posiblemente a partir de uno de los valores de -ri- en otros dialectos de 9-.uechua IIB-C: la indicación de que el acto se realiza "de sí propio", "por sí solo' , sin intervención ajena (cf. Domingo de Santo Tomás (Léxico, 1560): cuyuri- "moverse algo", cuyuchi- "menear algo").

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ANEXO Se ha procedido a la comparación de las raices cognadas que contienen consonante glotalizada o aspirada en el habla cusqueña y consonante aspirada (o fricativa correspondiente) en las hablas interandinas de Ecuador. Se tuvo en cuenta únicamente laposición inicial de palabro porque sólo alli se dan las aspiradas en Ecuador y porque glotali· zadas y aspiradas del cusqueño son más productivas en esa posición. Su utilizó el Diccionario Quechua Cuzco-Collao de Antonio Cusihuamán ( 19 76) paro el dialecto cusqueño, y el Diccionario Español-Quichua, Quichua-Español de Louisa R. Stark y Pieter C. Muysken (19 77) para los subdialectós interandinos ecuatorianos. Complementariamente, se recurrió a otros léxicos, en particular para fines de confrontación con el subdialecto ecuatoria· no oriental y los dialectos peruanos no cusqueños. Las fuentes ecuatorianas, en todo caso. se muestran bastante menos provistas todavía para un cotejo equitativo y seguro que requerida de vocabularios locales más detallados y de información fonológica y gramatical suficiente. Las consonantes aspiradas de las hablas interandinas son oclusivas de los órdenes labial, dental y velar (/p"/, /t"/, /k"/) . En todas las variedades ecuatorianas /k/ y /q/ (uvular) protoquechuas confluyen en articulación velar. En cuanto a aspiración de africada palatal, el vocabulario de Stark-Muysken sólo reseña tres casos no enteramente convin · centes. Toda el área quechua ecuatoriana (interandina u oriental), tiene, con seguridad desde tiempos prequechuas, una africada dentoalveolar (/ts/) o su correspondiente desafri· cado [s] o Lz l que nunca se aspira. Ahora bien, las hablas interandinas reaccionan diferentemente a la aspiración consonántica. En Saraguro (norte de la meridional provincia de Loja), el fenómeno es casi nulo y quizá no existe realmente. En llumán (provincia de lmbabura, norte de Ecuador) se responde a (p "] y [k "] de otras hablas interondinas con las fricativas [r] y [x] y con el rechazo a la aspiración de cualquier consonante, indudablemente por condicionamientos de sustrato prequechua. Cosa similar ocurre, algo más al surf en la variedad de Zámbiza (provincia de Pichincha), que igualmente emplea [x] y no Lk "] y únicamente acepta la aspiración en (p "l Son las provincias centrales (Cotopaxi, Tunguragua, Chimborazo y Bolívar, y secundariamente Cañar y Azuay) las que muestran el número más elevado de aspiradas en rat'ces quechuas, fenómeno que se debe posiblemente a que las lenguas prequechuas de esta subregión pose1'an por si mismas el rasgo de aspiración de oclusivas. Todos los dialectos ecuatorianos que poseen oclusivas aspiradas (o fricativas correspondientes) presentan en buen número de casos las mismas raíces con y sin aspirada, empleándolas directamente como dobletes o en formas derivadas. Consideradas globalmente las aspiradas (o fricativas correspondientes) del diccionario Stark-Muysken, se advierte, en el cotejo de cognadas con el diccionario de Cusihuamán,que: a) solamente 32 glotalizadas o aspiradas cusqueñas corresponden a aspiradas o a /ts/ (cinco casos, todos relacionados con /e'/ cusqueña). En cambio, 43 glotalizadas y aspiradas del Cusco -un número mayor- se presentan sin aspiración. Esto es, únicamente 42. 60/0 de glotalizadas y aspiradas cusqueñas hallan correspondencia en aspiradas o /ts/ ecuatorianas. De otro lado, las hablas interondinas exhiben con aspiradas 25 raíces que sóio tienen consonantes llanas en cusqueño o en los demás dialectos peruanos. La cifra de casos en común se reduce asi a 32.0o/o. Se ha incluido en el cómputo a /ts/ en inicial de palabro porque, aparte de aparecer en vocablos no evidentemente quechuas o de corresponder en tres ocurrencias a /él de raíces quechuas, muestra en los cinco casos ya aludidos correspondencia con /e'/ de Cusca. No. 2 diciembre 1984

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b) los porcentajes de ocurrencia de oclusivas aspiradas (o de fricativas correspondientes) dentro de los totales con sus correlatos no aspirados son, en las rafees quechuas del ecuatoriano interandino, muy inferiores a los indices que arroja. la correlación glotalizadas y aspiradas/llanas en el habla cusqueña: orden labial: 11. 70/0 (Cusco: 31.40/0); dental: 5.Jo/o (Cusco: 38.80/0); velar: 12. 70/0 (Cusco -velar y uvular-: 46.20/0). Inclusive, en el orden palatal africado, donde Cusco ostenta la alta cifra de 59.50/0 de glotalizadas y aspiradas (haciendo las glotalizadas por s{ solas el 48.90/0 del total), el ecuatoriano no presenta sino la africada palatal llana, excepto en los tres casos mencionados, en los que se reconoce una sola palabra obviamente quechua: ch'uca ([~"uka )J "saliva", "escupir". Esta raú, que se consigna para otros sitios de Ecuador cómo t'uca ([t"ukaJ/ y ty'uca ([ty "uka ]J, es por lo demás, significativamente, la única que guarda correspondencia con /t"/ cusqueña: /t"uqa-/. De lo expuesto aqu( se infiere que el dialecto quechua que ingresó y se extendió inicialmente en el Ecuador (y el sur de Colombia) no fue del tipo cusqueño (esto es, no glotalizaba ni aspiraba oclusivas). La falta de correspondencia regular entre las hablas cusqueñas y ecuatorianas interandinas en cuanto a oclusivas con rasgo glotal (o relacionado) en las ra{ces cognadas, as( como la baja productividad de la aspiración de oclusivas en el interandino, encuentran una explicación óptima si se admite que las oclusivas aspiradas (o sus correspondientes fricativas) presentes en los vocablos quechuas de una parte de los subdialectos ecuatorianos son resultantes básicamente de dos efectos, parciales ambos: el de superestrato cusqueño y el de sustrotos prequechuas en un quechua no cusqueño. Los resultados presentados arriba deben, evidentemente, perfeccionarse, ampliándose y profundizándose con materiales mayores y extendiendo la comparación a las lenguas arus. Carolyn Orr y Robert Longacre publicaron en 1968 un estudio comparativo que abarcó a hablas del Ecuador, algunos dialectos quechuas, particularmente del Cusco y Bolivia, y el aymara, teniendo como objetivo la demostroción del parentesco del aymara y el quechua. Los autores, sin embargo, no tuvieron en cuenta para su trabajo a otras hablas quechuas alejadas de las cusqueño-bolivianas (como la mayor{a de los dialectos quechua /), ni consideraron en toda su complejidad el proceso histórico de configuración de los (plurales) dialectos quechuas del Cusco y de Bolivia, cada uno de los cuales debe examinarse como una solución en gran parte independiente y propia al intenso conflicto entre aymara y quechua. En Ecuador, como se ha visto, el proceso fue más complejo todav{a; de donde resulta infructuoso el empleo directo -sin previa labor depurativa - de los vocabularios ecuatorianos para fines de reconstrucción del protoquechua.

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