Procesos de formación de sitios arqueológicos: tres casos de estudio en la Puna meridional catamarqueña argentina 9781407304328, 9781407334646

Analyses of site formation processes in the Argentine Puna are uncommon and they are mainly devoted to answering taphono

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Procesos de formación de sitios arqueológicos: tres casos de estudio en la Puna meridional catamarqueña argentina
 9781407304328, 9781407334646

Table of contents :
Front Cover
Title Page
Copyright
Dedication
AGRADECIMIENTOS
ENGLISH SUMMARY
ÍNDICE
LISTA DE FIGURAS
LISTA DE FOTOGRAFÍAS
LISTA DE TABLAS
CAPÍTULO 1: INTRODUCCIÓN
CAPÍTULO 2: CONSIDERACIONES TEÓRICO-METODOLÓGICAS Y OBJETIVOS
CAPÍTULO 3: MARCO ESPACIAL Y TEMPORAL
CAPÍTULO 4: ANTECEDENTES Y EXPECTATIVAS
CAPÍTULO 5: METODOLOGÍA
CAPÍTULO 6: ANÁLISIS DE LOS SEDIMENTOS
CAPÍTULO 7: ANÁLISIS DE LOS MICROVERTEBRADOS
CAPÍTULO 8: ANÁLISIS DE LOS MICROFÓSILES SILÍCEOS (DIATOMEAS)
CAPÍTULO 9: ANÁLISIS DE LAS PISTAS EXPERIMENTALES
CAPÍTULO 10: CONCLUSIONES
CAPÍTULO 11: APÉNDICE 1 (SEDIMENTOS)
CAPÍTULO 12: APÉNDICE 2 (PISTAS EXPERIMENTALES)
CAPÍTULO 13: BIBLIOGRAFÍA

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BAR S1949 2009 KLIGMANN

Procesos de formación de sitios arqueológicos: tres casos de estudio en la Puna meridional catamarqueña argentina

PROCESOS DE FORMACIÓN DE SITIOS ARQUEOLÓGICOS

Débora M. Kligmann

BAR International Series 1949 2009 B A R

Procesos de formación de sitios arqueológicos: tres casos de estudio en la Puna meridional catamarqueña argentina

Débora M. Kligmann

BAR International Series 1949 2009

ISBN 9781407304328 paperback ISBN 9781407334646 e-format DOI https://doi.org/10.30861/9781407304328 A catalogue record for this book is available from the British Library

BAR

PUBLISHING

A Beatriz y Rodolfo, con quienes siempre puedo contar de manera incondicional, por ser los mejores padres que uno pueda tener. Gracias a su amor y a su apoyo permanente todo es posible.

A la memoria de mi adorada abuela Paulina por ser un ejemplo de vida y una fuente de inspiración.

AGRADECIMIENTOS La preparación de este libro consistió en dos etapas: la elaboración de mi Tesis de Doctorado y su adaptación para adecuarse al presente formato, de acuerdo a las normas editoriales propuestas por BAR. La tesis doctoral, dirigida por la Dra. Julie K. Stein y co-dirigida por el Dr. Luis A. Borrero, fue defendida el 15 de diciembre del 2003 en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires con recomendación de publicación. El jurado estuvo constituido por los Dres. Daniel Olivera, Eduardo Tonni y Marcelo Zárate. Respecto de la primera etapa, me gustaría comenzar agradeciendo a las instituciones que colaboraron con mi investigación: Universidad de Buenos Aires, University of Washington, Sigma Xi, Fundación Osdic y Fundación Antorchas. A Norma Ratto por haberme invitado a participar del Proyecto Arqueológico Chaschuil cuando recién comenzaba a transitar el camino de la geoarqueología. Por haber confiado en mí para analizar los procesos de formación de las unidades de excavación, brindándome total libertad para desarrollar mi trabajo. Por su apoyo logístico para la recolección de las muestras y por facilitarme el nido de roedor recuperado en la excavación del corral para analizar su contenido diatomológico. A mi directora, Julie Stein, por haberme introducido en el apasionante mundo de la geoarqueología y por haber participado activamente en mi formación. Por permitirme utilizar el Laboratorio de Sedimentos Arqueológicos de la University of Washington (Seattle) para analizar las muestras de sedimentos y por haber puesto a mi disposición todo el material de laboratorio necesario para tal fin. A mi co-director, Luis Borrero, por su excelente desempeño, por su permanente apoyo y por sus comentarios siempre oportunos. Me siento muy afortunada de que me haya permitido transitar este camino a su lado. A los jurados, quienes con sus elogios me confirmaron que estaba en el camino correcto. A todos los científicos de otras disciplinas con quienes tuve la suerte de trabajar, por el entusiasmo con el que se involucraron en cuestiones de índole arqueológica. A Ramón Carrillo por el armado del mosaico a partir de las aerofotografías. A Susana Alonso, Adelma Bayarsky y Patricia Solá por los análisis técnicos realizados. A Carmen Sesé por haberme hecho descubrir el universo de los microvertebrados y por haber aceptado mi invitación para analizar los restos recuperados en el Alero 12. Porque a pesar de la distancia, resultó una magnífica compañera de trabajo y me enseño cuán provechoso puede ser el intercambio de ideas entre científicos de distintas disciplinas. Por los momentos compartidos en mis estadías en Madrid. A Javier Barbadillo por las determinaciones taxonómicas iniciales de los restos óseos y dentarios de las lagartijas y a Iñigo Martínez Solano por su colaboración en las tareas de laboratorio. A Adriana Albino por haber profundizado el análisis del material herpetológico y por la paciencia con la que respondió cada una de mis inquietudes. A Rogelio Sánchez y Jesús Muñoz, del Laboratorio de Fotografía del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, por haber puesto el máximo cuidado e interés en la realización de algunas de las fotografías de los microvertebrados. A Milena Calderari, María Pía Falchi, Inés Gordillo, María Isabel Hernández Llosas, Matilde Lanza y Beatriz Ventura por haberme facilitado información, bibliografía y fotografías para la realización de las figuras 7.3 a 7.30. A María Isabel Hernández Llosas por haber pensado en mí hace mucho tiempo para analizar las diatomeas del sitio Pintoscayoc, generando mi interés en los estudios diatomológicos para resolver problemas arqueológicos. A Nora Maidana por la identificación de las especies de diatomeas, por las fructíferas discusiones interdisciplinarias y por haberse animado a mirar las mismas diatomeas de siempre desde un ángulo diferente. Por los domingos con “pollito”. I

A Oscar Limarino por permitirme utilizar el Laboratorio de Sedimentología de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. A los integrantes del Proyecto Arqueológico Chaschuil. Muy especialmente a Sergio Caletti (“Mac Gyver”) por su ayuda en las tareas de campo necesarias para relevar las pistas experimentales y por sus brillantes y originales ideas. A Elena Díaz País por su colaboración en el análisis de los microartefactos, en la preparación de las muestras de diatomeas para su posterior determinación y en el procesamiento de los datos de las pistas experimentales. Por haber escaneado y retocado todas las fotografías y por la realización de algunas figuras. Por resultar una excelente compañía durante la parte más ardua del trabajo. A Dolores Elkin, Yolanda Fernández-Jalvo, Dánae Fiore, Chris Gleed-Owen, Donald Grayson, Oscar Limarino, Fernando Lobo, Eduardo Malagnino, Ulyses Pardiñas, Fernanda Rodríguez, Antonio Sánchez Marco, Rita Tófalo, Ricardo Villalba, Luis Zapatero y Marcelo Zárate, con quienes realicé consultas relativas a sus especialidades y que me atendieron tan amablemente. A Milena Calderari, Dolores Elkin, Carlos Escorza, Yolanda Fernández-Jalvo, Vicky Horwitz, Nora Maidana, Willie Mengoni, Daniel Olivera, Ulyses Pardiñas, Norma Ratto, Cecilia Rodríguez Loredo, Carmen Sesé, Patricia Solá y Beatriz Ventura por la lectura crítica de versiones preliminares de algunas partes de la tesis y por sus valiosos comentarios. A Beatriz Ventura por poner su biblioteca a mi disposición y porque sus palabras de aliento me estimularon enormemente en los tramos finales de la tesis. A Patricia Solá por el enriquecedor intercambio de ideas sobre las relaciones entre la geología y la arqueología. Por estar siempre dispuesta a responder mis consultas con infinita paciencia y muy buen humor. Por el tiempo dedicado y por su generosidad. A mi amiga Milena Calderari por haber discutido conmigo el problema de la geoarqueología desde todos los ángulos posibles, por su constante apoyo y por compartir tan generosamente sus conocimientos. Por su increíble hospitalidad, al haberme recibido en su casa en reiteradas oportunidades, haciendo posible los distintos viajes a Seattle para analizar las muestras de sedimentos. Por las enseñanzas de Poirot. Me considero muy afortunada de tener una amiga como ella. Para finalizar, y con respecto a la segunda etapa, me gustaría agradecer a Elena Díaz País, quien con su compañía y conocimientos hizo posible la transformación de los cientos de archivos originales de la tesis (figuras, fotografías y tablas), elaborados en formato Excel, Powerpoint e Illustrator, en imágenes compatibles con la edición de este libro. Sus consejos resultaron fundamentales para la diagramación. Respecto de la tesis original, este libro presenta cambios menores como ser correcciones ortográficas, actualización de ciertos datos y eliminación de algunas figuras, fotografías y tablas. Buenos Aires, Marzo de 2009

II

ENGLISH SUMMARY “We need to have a moment of silence for the lizards that died so tragically on the Argentine Puna” Julie Stein STATEMENT OF THE PROBLEM Previous research shows that both natural and cultural processes affect archaeological materials before, during and after the sites are abandoned. Despite recognizing the importance of these processes, systematic research dealing specifically with this issue remains scarce. Analyses of site formation processes in the Argentine Puna are uncommon and they are mainly devoted to answering taphonomic questions. In my opinion, understanding site formation processes is a prerequisite before inferring past human activity from the spatial distribution of the material remains recovered at any site. This book is the product of research I conducted for my Doctoral Dissertation (“Archaeological Site Formation Processes: Three Case Studies in Catamarca’s Southern Argentine Puna”) with Dr. Julie K. Stein acting as advisor and Dr. Luis A. Borrero as co-advisor. It was presented at the University of Buenos Aires, Argentina, on December 15th 2003. The main goal for my dissertation was to reconstruct the formation processes of the excavated units through the analysis of their sediments. This would provide the necessary information to discuss human occupation intensity as well as to examine site usage throughout the passage of time. The sediment analysis provided three research avenues: physical/chemical properties, microvertebrates and microfossils. A fourth avenue was explored by using information obtained through experimental control sites. ARCHAEOLOGICAL RESEARCH IN THE STUDY AREA Since 1994 archaeological research, funded by the National University of Catamarca, has been carried out in the Department of Tinogasta, Catamarca Province, Northwest Argentina. The study area, with altitudes decreasing northsouth from 4250 to 3500 masl, includes the Chaschuil Valley, two tributary basins called “Las Lozas” and “Cazadero Grande” as well as a high altitude marsh called “Vega de San Francisco”. The overall goal of the Chaschuil Archaeological Project, directed by Dr. Norma Ratto, was to reconstruct the cultural and environmental dynamics of the groups that inhabited the Southern Puna in the past thus generating models to explain spatial usage. The general hypothesis held that the Chaschuil Valley functioned as a “circulation corridor” for goods, energy and information between two regions: the semi-arid valleys of Northwestern Argentina (Valliserrana) and Chile. It appears that the study area has been inhabited for the past 2000 years. This chronological framework was established by stylistic and technological characteristics of some artifacts as well as radiocarbon dating. My own research was centered on the Vega de San Francisco in the Puna region, located at 4000 masl and 21 km away from the Argentina-Chile border. The Puna, by definition an environmentally demanding region, is characterized by cold dry weather and low precipitation and atmospheric pressure. Here vegetation is sparse and salt-lakes, which are the outcome of reduced moisture and high evaporation rates, are quite common. Harsh conditions notwithstanding, the Vega de San Francisco has both rock shelters as well as open-air archaeological sites. All the sediment samples analyzed in this book belong to three archaeological sites located in the NW section of the Vega de San Francisco. One is a rock shelter named “Alero 12”, the other is an enclosure named “Corral de San Francisco” and the last one is an Inka rest house named “Tambo de San Francisco”. ORGANIZATION OF THE BOOK PART I (Chapters 1 to 5) includes, after a brief introduction, the information common to all the analyses carried out: theoretical considerations, goals, spatial and temporal framework, archaeological background, expectations and methodology. Chapter 1 informs readers about the contents of the book. After the research topic is introduced, the general project that framed my own work is presented. This is followed by some comments dealing with the way the information was organized and with the nature of the book. Chapter 2 presents the theoretical considerations that guided my work as well as the general and specific goals for each of the four research avenues followed. III

Chapter 3 allows the reader to understand the specific attributes that make the Puna very different from other areas. These comments are followed by a brief summary of the temporal framework available for the human occupation of the study area. Chapter 4 deals with the archaeological background and the expectations for each of the four research avenues followed. Also, a brief summary of the three archaeological sites excavated is presented. Chapter 5 describes all the steps necessary to undertake the analysis of the formation processes of the excavation layers, from the collection of samples in the field to their analysis in the lab. PART II (Chapters 6 to 9) presents and discusses the results for each of the four research avenues followed: sediments’ physical/chemical properties, microvertebrates, microfossils and experimental sites. Chapter 6 deals with the sediment’s physical/chemical properties. The chosen attributes to be analyzed were: color, organic matter, carbonates, pH, phosphorus, grain-size, microartifacts and mineralogy. I came up with a sediment model for human activity in the area. In contrast to the control samples, archaeological sites would have sediments with higher values of organic matter resulting in darker colors and higher phosphorus values. Carbonates are concentrated only around the marsh banks due to water evaporation. Accordingly, archaeological sediment samples would have lower carbonate values. Since the study area has naturally alkaline sediments, archaeological samples will have lower pH values due to the incorporation of acids through human activity that would have tended to neutralize them. Archaeological samples should also contain microartifacts rendering human presence obvious. Due to the probable existence of multiple sources and/or transport agents the sediments are more poorly sorted from a granulometric point of view. In other words, archaeological sediments should be highly heterogeneous as far as grain-size is concerned when compared to sediments that have not been impacted by human activities. The results of the sediment analyses show that the sources of the sedimentary particles were: volcanoes (e.g. tephra in layer II of the rock shelter), weathered lava flows (e.g. rock shelter walls), unconsolidated materials (e.g. pyroclastic cones and disturbed desert pavement) and the marsh per se. The stratigraphical differences identified in the field were corroborated. The sediment particles traveled short distances since the abundance of angular particles and the presence of chemically unstable minerals point to a local origin. The transport agents of such particles were found to be: wind, volcanic eruptions, gravity, animals and humans. Several post-depositional alterations have been identified for the archaeological samples: seismic activity, animal burrowing, looting and recycling of construction materials. Animal as well as human trampling causes desert pavement alteration allowing buried materials to be re-exposed on the surface. Of all the physical/chemical attributes considered, pH, available phosphorus and type and amount of microartifacts showed the greatest differences as compared to the control samples. Thus they were the most useful in providing information about changes in human occupation intensity and site usage. There is a caveat to this proposition. This combination may not necessarily be useful to interpret archaeological sites located in other environments. Chapter 7 deals with microvertebrate remains (mainly lizards) recovered at Alero 12. All the microvertebrates were classified into skeletal parts within large systematic groups (reptiles, rodents and birds) after which the NISP was calculated for all groups and the MNI just for the reptiles. From a taphonomic point of view I looked at both horizontal and vertical location of the remains, their state of preservation and the diversity of the faunal representation. There was a minimum number of 74 lizards concentrated in one place. They belong to at least two species of Liolaemus genus and to probably one species of Phymaturus genus. The state of preservation of the faunal remains was very good. Almost all the skeletal parts were represented, even the most fragile and delicate ones. Most of the bones were whole and didn’t show digestion traces or other signs of intentional human activity (e.g. cut marks or burning). These lizards did not constitute a food resource either for humans or animals (e.g. carnivores and predatory birds) and were not used in medicinal or ritual activities or as raw materials for future artifacts. Their death, due to catastrophic causes, occurred during group hibernation inside a rodent’s burrow and points to a temporary abandonment by humans of the rock shelter. Chapter 8 presents the analysis of the diatoms recovered in each of the three archaeological sites excavated. The attributes chosen were: number of species, number of cells and species ecology. In order to discuss the meaning of the presence of the diatoms in the sediment samples I took into consideration the cells’ abundance or scarcity. Each of the options could be the result of either the presence or the absence of a water body in situ, with diatoms coming through natural processes or agents, through human action or by contamination. There was a low number of cells and species in two of the archaeological sites, Alero 12 and Corral de San Francisco. However, there was a high number of cells and species in the Tambo de San Francisco deposits. All of the diatoms included in the sediments of all sites come from the marsh or from some other water body with very similar characteristics. In all the sites, the presence of diatoms is not explained by one unique agent but by multiple agents IV

acting in combination or by one agent at a time throughout the centuries. In archaeological sites, the abundance of diatoms does not always indicate the presence of an in situ water body. The abundance of diatoms must not necessarily be associated with a period of greater humidity. The scarcity or absence of diatoms does not always guarantee the existence of an in situ water body. One cannot make interpretations based on diatoms recovered from archaeological sediments, independently of the quantity of cells and species, until proven that such diatoms are of natural origin and that they are indigenous. The diatoms recovered at the rock shelter, Alero 12, were accumulated there by wind, animals and/or unintentional human activity. The diatoms recovered at the enclosure, Corral de San Francisco, were accumulated mainly by faunal activity and, to a lesser extent, by wind and/or unintentional human activity. The huge amount of diatoms recovered at the Inka rest house, Tambo de San Francisco, would be a consequence of the intentional transportation of water by humans. Animals and wind also contributed diatoms to it, although at a lesser extent than humans. Although at first sight the huge quantities of diatoms could have been explained by marsh flooding, in the end it was evident that the marsh never flooded the archaeological sites. The sediments around the marsh have very high organic matter and carbonate values. None of the archaeological sediments are anywhere close to those values. Chapter 9 presents the results of the seven experimental sites after a 6 year period. These sites allowed me to evaluate the resolution and integrity of the deposited assemblages, that is, to identify the amount of disturbance on a spatial and contextual level undergone since their deposition. Examination of control samples from the study area is a necessary first step to identify natural (non-human) modifications in the archaeological sediments. Archaeological samples are different from control samples because the former are affected by natural as well as human processes. The higher the occupational intensity, the greater is the difference between the control and the archaeological samples. The variables chosen for measurement were: number of pieces recovered and lost, horizontal displacement, vertical displacement, direction of horizontal movement, inclination, inversion, number of processes, formal damages and possible processes or agents of disturbance. I was interested in measuring how far and in what way artifacts moved within a sedimentary matrix and if that movement was related to the characteristics of the matrix (grain-size and compaction) and/or to the artifacts’ characteristics (raw material, size, weight and shape). Two types of attributes were considered in the discussion: controlled (characteristics of the sites -such as grain-size of the sedimentary matrix-, characteristics of the pieces -such as raw material, size, weight and shape- and time of exposure) and uncontrolled (environmental characteristics -such as wind and earthquakes- and formation processes -such as deflation, animal and human disturbance). Out of the seven experimental sites laid out, I was unable to locate two of them in subsequent controls. One was lost due to the marsh’s dynamics and the other due to human activity. The artifacts underwent more disturbances on a spatial level (location) than on a formal level (fractures). 81% of the originally installed artifacts were recovered. Every single one of the recovered artifacts underwent horizontal displacements with a minimum travel distance of 1 cm and maximum one of 3.7 m. 25% of the recovered artifacts moved vertically but only 10% of them were completely buried, in no case deeper than 3 cm. No single attribute by itself could account for the observed movements. These movements are surely due to a combination of factors acting as a group. Since the observations of the experimental sites were widely spaced in time, in this type of experiment the changes recorded cannot be correlated to the agents or the processes that caused them. One can observe the beginning and the end of an experimental site but one is left to wonder as to what happened in between. On a temporal level (6 years) the results work as a minimum expectation of what could have occurred archaeologically. However on a spatial level the results show the greatest movement expected for an archaeological site. This is due to the fact that there were no physical boundaries for the experimental sites. In the archaeological sites there were walls all around them that limited movement. On the surface, there is a greater rate of deposition for artifacts than for sediments, creating palimpsests of low integrity and resolution. But under it, the artifacts recovered during excavation were buried because the rate of deposition for sediments was equal to or greater than the rate of artifact deposition, creating deposits of high resolution and integrity. The marsh seems to change only slightly, although continually, in its shape and size. In the study area there seems to occur a differential destruction or burial of the sites according to their location. As far as formation processes are concerned, there seems to be two distinctive environments inside and outside the marsh. Due to the relative geomorphological stability, the objects have a high probability of being exposed for prolonged periods of time on a same topographical surface before being buried, thus creating palimpsests of artifacts coming from different assemblages. PART III (Chapter 10) summarizes the site formation processes affecting each one of the three case studies: Alero 12, Corral de San Francisco and Tambo de San Francisco. At the rock shelter Alero 12, the rodents’ disturbance was localized, therefore the deposits can be considered as having high resolution and integrity. The differences between the four stratigraphic layers were the result of changes in the natural depositional conditions independent of human activity. The microvertebrate accumulation was of natural origin V

unrelated to human activity. The analysis of both sediments and microvertebrates allowed me to propose a model of an alternate occupation by different human and natural agents (rodents and lizards) with a later abandonment of the site all together. At the enclosure Corral de San Francisco, the rodents’ disturbance was also localized, therefore the deposits can be considered as having high resolution and integrity. Given that the natural depositional conditions did not change the differences between the two stratigraphic layers can largely be explained by changes in human activity. Humans had a greater impact in the formation of these deposits than in those of the rock shelter. The current animal enclosure was built upon a previous occupation unrelated to animal husbandry. This indicates a change in site usage throughout time. The re-occupation of the same site can be explained by the fact that this area has almost no adequate locations for human installation. Even though the rodents’ disturbance seems to be localized, the two buildings (Recintos 3 and 10) excavated at Tambo de San Francisco are very disturbed. Not all these disturbances were caused by rodents. This Inka rest house was built on top of previous occupations. Human disturbance seems to account for the low resolution and integrity in both buildings. The disturbance at the site created conditions of differential visibility of the artifacts. The sediments, and the artifacts within, possibly ended up “scattered” on the surface due to the disappearance of the buildings’ walls surrounding them. The sedimentological results do not agree with the expectations for a site with human occupation, even one of low intensity. Finally, I came to the conclusion that the water from the marsh never flooded the archaeological deposits. The diatom analysis allowed me to propose the intentional transportation of water to the site, although I cannot yet explain when or what for. My research has proved that it is possible to identify disturbance based on sedimentological analyses. This is fundamental for sites in which there are no visible evidences of disturbance during excavation. Despite their proximity, the three studied sites produced different results regarding the formation processes involved in their depositional history. A single type of remain can be interpreted in radically different ways depending on whether its presence responds to either natural or human causes (e.g. lizards and diatoms). In all the sites I confirmed the stratigraphy observed in the field but I also added information not visible during the excavation. Overall the results of the sediment analyses showed that the human occupation in the Vega de San Francisco area was a low intensity, occasional and/or periodic one, confirming the general research hypothesis of the Chaschuil Archaeological Project. Therefore, the study area can be considered as a stopover on a well-traveled route, connecting different regions rather than an area that was occupied year-round. The sites were probably used by a small number of individuals to do specific activities (e.g. resharpening of lithic instruments). Certain sectors were re-occupied at different times and/or for different purposes (e.g. the enclosure and the Inka rest house were built on top of previous occupations with different usages). PART IV (Chapters 11 to 13) includes two appendixes that contain the complete data bases used in chapters 6 through 9 and the bibliography.

VI

ÍNDICE Página AGRADECIMIENTOS .....................................................................................................................................................

I

ENGLISH SUMMARY .....................................................................................................................................................

III

LISTA DE FIGURAS ....................................................................................................................................................... XII LISTA DE FOTOGRAFÍAS .............................................................................................................................................. XIV LISTA DE TABLAS ......................................................................................................................................................... XV CAPÍTULO 1: INTRODUCCIÓN 1.1. Planteo del problema ............................................................................................................................................. 1.2. Las investigaciones arqueológicas en la zona de estudio: el proyecto general ................................................. 1.3. Organización del libro ........................................................................................................................................... 1.4. Alcances del trabajo ...............................................................................................................................................

1 1 1 3

CAPÍTULO 2: CONSIDERACIONES TEÓRICO-METODOLÓGICAS Y OBJETIVOS 2.1. Consideraciones teórico-metodológicas ............................................................................................................... 4 • Para los sedimentos .................................................................................................................................................. 4 • Para los microvertebrados ........................................................................................................................................ 7 • Para los microfósiles silíceos (las diatomeas) ........................................................................................................... 9 • Para las pistas experimentales .................................................................................................................................. 9 2.2. Objetivos ................................................................................................................................................................. 10 • Objetivo general ....................................................................................................................................................... 10 • Objetivos particulares .............................................................................................................................................. 10  Para los sedimentos ........................................................................................................................................... 10  Para los microvertebrados ................................................................................................................................. 11  Para los microfósiles silíceos (las diatomeas) ................................................................................................... 11  Para las pistas experimentales .......................................................................................................................... 11 2.3. Notas ........................................................................................................................................................................ 12 CAPÍTULO 3: MARCO ESPACIAL Y TEMPORAL 3.1. Marco espacial ........................................................................................................................................................ 14 • La zona de estudio: ubicación y características generales ....................................................................................... 14 • Antecedentes y material cartográfico ....................................................................................................................... 16 • Breve reseña geológica de la Puna meridional ........................................................................................................ 17 • Vulcanismo local ..................................................................................................................................................... 19 • Fotointerpretación .................................................................................................................................................... 19 • Procesos característicos de la zona de estudio ......................................................................................................... 21 • Recursos ................................................................................................................................................................... 23  Recursos minerales ........................................................................................................................................... 23  Recursos vegetales ............................................................................................................................................ 23  Recursos animales ............................................................................................................................................ 23 3.2. Marco temporal ...................................................................................................................................................... 26 3.3. Notas ........................................................................................................................................................................ 26 CAPÍTULO 4: ANTECEDENTES Y EXPECTATIVAS 4.1. Antecedentes ........................................................................................................................................................... • De las investigaciones arqueológicas en la provincia de Catamarca en general y en la Puna catamarqueña en particular .............................................................................. • De los sitios arqueológicos excavados: los casos de estudio ...................................................................................  Alero 12 ............................................................................................................................................................  Corral de San Francisco ....................................................................................................................................  Tambo de San Francisco, recintos 3 y 10 ......................................................................................................... • Del tema de estudio: los procesos de formación de sitio ......................................................................................... VII

27 27 27 27 29 32 32

Los sedimentos ................................................................................................................................................. 32  Antecedentes en la arqueología argentina ................................................................................................. 32  Antecedentes en la arqueología de la Puna catamarqueña ........................................................................ 36  Los microvertebrados ....................................................................................................................................... 36  Antecedentes en la arqueología argentina ................................................................................................. 36  Antecedentes en la arqueología de la Puna catamarqueña ........................................................................ 36  Los microfósiles silíceos (diatomeas) ................................................................................................................ 36  Antecedentes en la arqueología argentina ................................................................................................. 38  Antecedentes en la arqueología de la Puna catamarqueña ........................................................................ 38  Las pistas experimentales ................................................................................................................................. 38  Antecedentes en la arqueología argentina ................................................................................................. 38  Antecedentes en la arqueología de la Puna catamarqueña ........................................................................ 39  Otros experimentos sobre sedimentos arenosos: algunos ejemplos .......................................................... 39 4.2. Expectativas ............................................................................................................................................................ 42 • Para los sedimentos .................................................................................................................................................. 42 • Para los microvertebrados ........................................................................................................................................ 42  Acumulación de restos por la acción antrópica ................................................................................................ 43  Acumulación de restos por la acción de carnívoros ......................................................................................... 43  Acumulación de restos por la acción de aves rapaces ...................................................................................... 43  Acumulación de restos por causas naturales y/o catastróficas ......................................................................... 45 • Para los microfósiles silíceos (diatomeas) ................................................................................................................ 46 • Para las pistas experimentales .................................................................................................................................. 51  Modificaciones de los conjuntos a nivel espacial y contextual ........................................................................ 51  Granulometría de la matriz sedimentaria .......................................................................................................... 51  Tamaño y peso de las piezas ............................................................................................................................. 51  Forma de las piezas ........................................................................................................................................... 52  Tiempo de exposición de las pistas .................................................................................................................. 52 4.3. Notas ........................................................................................................................................................................ 52 

CAPÍTULO 5: METODOLOGÍA 5.1. Los sedimentos ........................................................................................................................................................ 54 • Metodología de campo (recolección de las muestras) .............................................................................................. 54 • Metodología de laboratorio (preparación y procesamiento de las muestras) ........................................................... 54  Color ................................................................................................................................................................. 55  Materia orgánica y Carbonatos ......................................................................................................................... 55  pH ..................................................................................................................................................................... 56  Fósforo disponible ............................................................................................................................................ 56  Granulometría ................................................................................................................................................... 56  Microartefactos ................................................................................................................................................. 59  Mineralogía . ..................................................................................................................................................... 60  Petrografía de muestras de rocas ...................................................................................................................... 60  Difracción por rayos X de muestras de sedimentos y de material consolidado ............................................... 60 5.2. Los microvertebrados ............................................................................................................................................ 60 • Metodología de campo (recolección de las muestras) .............................................................................................. 60  Objetivos del muestreo ..................................................................................................................................... 60  Criterios del muestreo ....................................................................................................................................... 61  Tamaño de las muestras .................................................................................................................................... 61 • Metodología de laboratorio (preparación y procesamiento de las muestras) ........................................................... 61 5.3. Los microfósiles silíceos (diatomeas) ..................................................................................................................... 62 • Metodología de campo (recolección de las muestras) .............................................................................................. 62 • Metodología de laboratorio (preparación y procesamiento de las muestras) ........................................................... 62 5.4. Las pistas experimentales ...................................................................................................................................... 63 • Selección y preparación del material ....................................................................................................................... 63  Tamaño ............................................................................................................................................................. 64  Peso .................................................................................................................................................................. 64  Forma ................................................................................................................................................................ 64 • Instalación de las pistas experimentales .................................................................................................................. 65 • Control de las pistas experimentales ........................................................................................................................ 65 • Análisis de los datos ................................................................................................................................................. 65 5.5. Notas ........................................................................................................................................................................ 68

VIII

CAPÍTULO 6: ANÁLISIS DE LOS SEDIMENTOS 6.1. Resultados ............................................................................................................................................................... 73 • Color ........................................................................................................................................................................ 73 • Materia orgánica ...................................................................................................................................................... 73 • Carbonatos ............................................................................................................................................................... 75 • pH ............................................................................................................................................................................. 75 • Fósforo disponible ................................................................................................................................................... 79 • Granulometría .......................................................................................................................................................... 79 • Microartefactos ........................................................................................................................................................ 79 • Mineralogía .............................................................................................................................................................. 83 • Petrografía de muestras de rocas .............................................................................................................................. 85  Muestra 1 .......................................................................................................................................................... 85  Muestra 2 .......................................................................................................................................................... 87  Muestra 3 .......................................................................................................................................................... 92  Muestra 4 .......................................................................................................................................................... 92  Muestra 5 .......................................................................................................................................................... 94  Muestra 6 .......................................................................................................................................................... 94  Muestra 7 .......................................................................................................................................................... 96  Muestra 8 .......................................................................................................................................................... 99  Muestra 9 .......................................................................................................................................................... 99  Muestra 10 ...................................................................................................................................................... 101 • Difracción por rayos X de muestras de sedimentos y de material consolidado ..................................................... 101  Muestras off-site 2 y alero 199 ....................................................................................................................... 101  Muestra del corral (“costra” de la base) ........................................................................................................... 101 6.2. Discusión e interpretación ................................................................................................................................... 101 • Comparación de las diferentes unidades de depositación observadas durante la excavación de los sitios con los resultados de los análisis sedimentológicos de laboratorio ................................ 101  Alero ............................................................................................................................................................... 119  Corral .............................................................................................................................................................. 119  Tambo ............................................................................................................................................................. 120 • Naturaleza y origen de los sedimentos ................................................................................................................... 120 • Distinción de agentes de transporte ....................................................................................................................... 121 • Evaluación de alteraciones postdepositacionales ................................................................................................... 121 • Utilidad de los análisis sedimentológicos para examinar la intensidad de la ocupación humana en los sitios arqueológicos así como los usos que éstos han tenido a lo largo del tiempo ....................... 121 • Comentarios sobre algunas de las variables elegidas y/o de las técnicas de laboratorio utilizadas ....................... 122 6.3. Conclusiones ......................................................................................................................................................... 124 6.4. Notas ...................................................................................................................................................................... 129 CAPÍTULO 7: ANÁLISIS DE LOS MICROVERTEBRADOS 7.1. Resultados ............................................................................................................................................................. 130 • Resultados taxonómicos etapa I ............................................................................................................................. 130  Los reptiles ...................................................................................................................................................... 130  Las aves ........................................................................................................................................................... 130  Los roedores .................................................................................................................................................... 130 • Resultados taxonómicos etapa II ............................................................................................................................ 132 • Análisis tafonómico ............................................................................................................................................... 132  Ubicación espacial (horizontal y vertical) de los restos faunísticos ............................................................... 132  Estado de conservación del material óseo y dentario de los microvertebrados .............................................. 133  Representación faunística ............................................................................................................................... 136 7.2. Discusión e interpretación ................................................................................................................................... 136 • Hábitos de vida de las lagartijas ............................................................................................................................. 136 • Análisis de los posibles agentes de acumulación de los microvertebrados del sitio .............................................. 141  Posibles agentes de acumulación de los restos de reptiles -lagartijas- ........................................................... 141  Acumulación de los restos por la acción antrópica ................................................................................. 141  Acumulación de los restos por la acción de carnívoros ........................................................................... 141  Acumulación de los restos por la acción de aves rapaces ....................................................................... 141  Acumulación de los restos por causas naturales y/o catastróficas ........................................................... 141  Posibles agentes de acumulación de los restos de aves y roedores ................................................................. 149 7.3. Conclusiones ......................................................................................................................................................... 150 7.4. Notas ...................................................................................................................................................................... 152 IX

CAPÍTULO 8: ANÁLISIS DE LOS MICROFÓSILES SILÍCEOS (DIATOMEAS) 8.1. Resultados ...... ...................................................................................................................................................... 154 • Vega de San Francisco ........................................................................................................................................... 154 • Nido de roedor del corral ....................................................................................................................................... 154 • Alero ....................................................................................................................................................................... 154 • Corral ..................................................................................................................................................................... 154 • Tambo, recinto 3 .................................................................................................................................................... 154 • Tambo, recinto 10 .................................................................................................................................................. 158 8.2. Discusión e interpretación ................................................................................................................................... 158 • Vega de San Francisco ........................................................................................................................................... 158 • Nido de roedor del corral ....................................................................................................................................... 158 • Alero ....................................................................................................................................................................... 170 • Corral ..................................................................................................................................................................... 170 • Tambo, recinto 3 .................................................................................................................................................... 170 • Tambo, recinto 10 .................................................................................................................................................. 171 • Análisis del mecanismo de acumulación del agua en el tambo ............................................................................. 175 8.3. Conclusiones ......................................................................................................................................................... 177 8.4. Notas ...................................................................................................................................................................... 178 CAPÍTULO 9: ANÁLISIS DE LAS PISTAS EXPERIMENTALES 9.1. Resultados ............................................................................................................................................................. • Pista experimental 4 ............................................................................................................................................... • Pista experimental 6 ............................................................................................................................................... • Pista experimental 7 ............................................................................................................................................... • Pista experimental 9 ............................................................................................................................................... • Pista experimental 10 ............................................................................................................................................. 9.2. Discusión e interpretación ................................................................................................................................... • Cantidad de piezas recuperadas y perdidas ............................................................................................................ • Desplazamiento horizontal ..................................................................................................................................... • Orientación del desplazamiento horizontal ............................................................................................................ • Desplazamiento vertical ......................................................................................................................................... • Inclinación .............................................................................................................................................................. • Inversión ................................................................................................................................................................. • Cantidad de procesos ............................................................................................................................................. • Daños formales ...................................................................................................................................................... • Posibles procesos o agentes de perturbación ......................................................................................................... 9.3. Conclusiones ......................................................................................................................................................... 9.4. Notas ......................................................................................................................................................................

180 180 180 181 184 193 193 195 195 197 197 198 198 199 199 199 201 204

CAPÍTULO 10: DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES 10.1. Síntesis ................................................................................................................................................................. • Alero ....................................................................................................................................................................... • Corral ..................................................................................................................................................................... • Tambo .................................................................................................................................................................... 10.2. Vías de análisis futuras ...................................................................................................................................... • Ampliación de las excavaciones ............................................................................................................................ • Análisis de sedimentos ........................................................................................................................................... • Análisis de ensamblajes ......................................................................................................................................... • Análisis petrográfico-petrológico de la roca de base del alero .............................................................................. • Análisis estratigráfico de detalle ............................................................................................................................ • Relevamiento de documentos escritos ................................................................................................................... • Análisis de estatosporas de crisofíceas .................................................................................................................. • Instalación, control y excavación de pistas experimentales ................................................................................... 10.3. Comentarios finales ............................................................................................................................................ 10.4. Notas ....................................................................................................................................................................

206 206 207 207 209 209 209 209 210 210 210 210 210 210 211

CAPÍTULO 11: APÉNDICE 1 (SEDIMENTOS) ................................................................................................................... 212 CAPÍTULO 12: APÉNDICE 2 (PISTAS EXPERIMENTALES) .............................................................................................. 300 12.1. Notas .................................................................................................................................................................... 326 X

CAPÍTULO 13: BIBLIOGRAFÍA ....................................................................................................................................... 327

XI

LISTA DE FIGURAS Página CAPÍTULO 1 1.1. Mapa de ubicación ................................................................................................................................................... 2 CAPÍTULO 3 3.1. Mapa hipsométrico ................................................................................................................................................... 15 3.2. Mosaico armado a partir de las aerofotografías ....................................................................................................... 16 3.3. Fotointerpretación del mosaico ................................................................................................................................ 18 3.4. Corte N-S de las formaciones 21 y 27a .................................................................................................................... 22 3.5. Formación del pavimento del desierto ..................................................................................................................... 22 CAPÍTULO 4 4.1. Plano de ubicación de los aleros .............................................................................................................................. 28 4.2. Planta del alero ......................................................................................................................................................... 29 4.3. Perfil oeste del alero ................................................................................................................................................. 30 4.4. Planta del corral ....................................................................................................................................................... 31 4.5. Perfil sur del corral ................................................................................................................................................... 33 4.6. Plano del tambo ........................................................................................................................................................ 34 4.7a. Análisis de las causas de la abundancia de diatomeas en sedimentos arqueológicos ............................................ 47 4.7b. Análisis de las causas de la escasez de diatomeas en sedimentos arqueológicos .................................................. 48 4.8. Análisis de las causas de la ausencia de diatomeas en sedimentos arqueológicos .................................................. 49 4.9. Análisis de la procedencia de las diatomeas halladas en sedimentos arqueológicos, en función de la comparación del porcentaje de especies en común con el cuerpo de agua actual más próximo y de la ecología de la asociación de especies dominantes ..................................... 50 CAPÍTULO 5 5.1a. Formas del material cerámico (vista en perspectiva) ............................................................................................. 5.1b. Formas del material lítico (vista de perfil) ............................................................................................................. 5.2. Ejemplo del desplazamiento horizontal de las piezas, calculado a partir del Teorema de Pitágoras ...................... 5.3. Diagrama de flujo para las pistas experimentales ....................................................................................................

66 67 69 70

CAPÍTULO 6 6.1. Porcentaje de materia orgánica en las muestras analizadas ..................................................................................... 76 6.2. Porcentaje de carbonatos en las muestras analizadas ............................................................................................... 77 6.3. Valores de pH en las muestras analizadas ................................................................................................................ 78 6.4. Valores de fósforo disponible en las muestras analizadas ....................................................................................... 80 6.5. Histogramas de las muestras Off-site ....................................................................................................................... 81 6.6. Histogramas de las muestras de las Pistas experimentales ...................................................................................... 82 6.7. Histogramas de las muestras del Alero .................................................................................................................... 84 6.8. Histogramas de las muestras del Corral ................................................................................................................... 86 6.9. Histogramas de las muestras del Tambo, recinto 3 .................................................................................................. 87 6.10. Histogramas de las muestras del Tambo, recinto 10 .............................................................................................. 88 6.11. Porcentaje de las fracciones grava, arena y limo-arcilla en las muestras analizadas ............................................. 89 6.12. Curvas acumulativas de las muestras Off-site ....................................................................................................... 90 6.13. Curvas acumulativas de las muestras de las Pistas experimentales ....................................................................... 91 6.14. Curvas acumulativas de las muestras del Alero ..................................................................................................... 93 6.15. Curvas acumulativas de las muestras del Corral .................................................................................................... 95 6.16. Curvas acumulativas de las muestras del Tambo, recinto 3 ................................................................................... 96 6.17. Curvas acumulativas de las muestras del Tambo, recinto 10 ................................................................................. 97 6.18. Distribución de los tamaños phi por categoría en el Alero .................................................................................. 102 6.19. Distribución de las categorías por tamaño phi en el Alero .................................................................................. 102 6.20. Distribución de los tamaños phi por categoría en el Corral ................................................................................. 107 6.21. Distribución de las categorías por tamaño phi en el Corral ................................................................................. 107 6.22. Distribución de los tamaños phi por categoría en el Tambo, R3 ......................................................................... 110 6.23. Distribución de las categorías por tamaño phi en el Tambo, R3 .......................................................................... 110 6.24. Distribución de los tamaños phi por categoría en el Tambo, R10 ....................................................................... 112 6.25. Distribución de las categorías por tamaño phi en el Tambo, R10 ........................................................................ 112 XII

6.26. Distribución de los microartefactos por muestra analizada ................................................................................. 6.27. Difractogramas ..................................................................................................................................................... 6.28. Posibilidades de ocupación de un área ................................................................................................................. 6.29. Características posibles de la ocupación de un área ............................................................................................. 6.30. Características posibles de la ocupación de la Vega de San Francisco ................................................................

115 117 126 127 128

CAPÍTULO 7 7.1. Dientes posteriores Tipo 1 (a) y Tipo 2 (b) ............................................................................................................ 133 7.2. Número de especímenes por extracción, unidad III del Alero ............................................................................... 136 7.3. a 7.20. Representaciones de lagartijas en el arte precolombino del NOA ............................................................. 142 7.21. a 7.30. Representaciones de lagartijas en el arte precolombino de Bolivia y norte de Chile ............................... 146 7.31. Usos del Alero a lo largo del tiempo .................................................................................................................... 151 CAPÍTULO 8 8.1. Concentración de diatomeas en las muestras analizadas, escala logarítmica ......................................................... 155 8.2. Concentración de diatomeas en las muestras analizadas, escala aritmética ........................................................... 156 8.3. Riqueza específica de las muestras analizadas ....................................................................................................... 157 8.4. Proporciones de las especies comunes con la vega y exclusivas de cada sitio ...................................................... 158 8.5. Caracterización ecológica de las especies identificadas en el conjunto analizado ................................................. 159 8.6. Caracterización ecológica de las especies identificadas en cada sitio analizado ................................................... 160 8.7. Análisis de las causas de la abundancia de diatomeas en los sedimentos del nido de roedor ................................ 168 8.8. Análisis de la procedencia de las diatomeas halladas en los sedimentos del nido de roedor, en función de la comparación del porcentaje de especies en común con la vega y de la ecología de la asociación de especies dominantes ......................................................... 169 8.9. Análisis de las causas de la escasez de diatomeas en los sedimentos del Alero y del Corral ................................ 172 8.10. Análisis de la procedencia de las diatomeas halladas en los sedimentos del Alero, del Corral y del recinto 3 del Tambo, en función de la comparación del porcentaje de especies en común con la vega y de la ecología de las asociación de especies dominantes .................................... 173 8.11. Análisis de las causas de la abundancia de diatomeas en los sedimentos del Tambo .......................................... 174 8.12. Análisis de la procedencia de las diatomeas halladas en los sedimentos del recinto 10 del Tambo, en función de la comparación del porcentaje de especies en común con la vega y de la ecología de la asociación de especies dominantes ......................................................... 176 8.13. Distribución de las especies identificadas en el Tambo por clases de tamaño .................................................... 177 CAPÍTULO 9 9.1. Piezas instaladas, recuperadas y perdidas por pista ............................................................................................... 181 9.2. Resultados registrados en las piezas recuperadas por pista .................................................................................... 182 9.3. Desplazamiento horizontal de las piezas recuperadas por pista ............................................................................. 183 9.4. Desplazamiento horizontal del conjunto de las piezas instaladas por pista ........................................................... 184 9.5. Piezas recuperadas asociadas y fuera de pista por pista ......................................................................................... 184 9.6. Orientación del desplazamiento horizontal de las piezas recuperadas por pista .................................................... 185 9.7. Cantidad de procesos registrados para una misma pieza recuperada por pista ...................................................... 186 9.8. Comparación de los resultados registrados en las piezas recuperadas en las distintas pistas ................................ 196 9.9. Desplazamiento horizontal por categoría de las piezas instaladas en cada pista ................................................... 197 9.10. Comparación de la cantidad de procesos registrados para una misma pieza recuperada en las distintas pistas ............................................................................................... 200

XIII

LISTA DE FOTOGRAFÍAS Página CAPÍTULO 3 3.1. Conos parásitos del volcán Incahuasi ...................................................................................................................... 20 3.2. Conos piroclásticos dentro de la Vega de San Francisco ......................................................................................... 20 3.3. Perturbación animal del pavimento del desierto (revolcadero de animales salvajes) ............................................... 20 3.4. Perturbación antrópica del pavimento del desierto (huellas de automóvil) .............................................................. 20 3.5. Precipitación de sales en el borde de la vega ........................................................................................................... 24 3.6. Tafoni (Alero 12) ...................................................................................................................................................... 24 3.7. a 3.8. Tafoni ............................................................................................................................................................. 24 3.9. Tafoni ....................................................................................................................................................................... 25 3.10. a 3.12. Vegetación típica de la zona de estudio ..................................................................................................... 25 CAPÍTULO 6 6.1. y 6.2. Ejemplo de cómo se reflejan las diferencias estratigráficas del Alero en los Erlenmeyer ........................... 118 6.3. y 6.4. Ejemplo de cómo se reflejan las diferencias estratigráficas del Alero en las probetas ................................ 118 CAPÍTULO 7 7.1. Lagartija actual del área de estudio ........................................................................................................................ 134 7.2. Premaxilares de lagartija de la primera extracción ................................................................................................ 134 7.3. Mandíbulas de lagartija de la primera extracción .................................................................................................. 134 7.4. Huesos de lagartija de la primera extracción ......................................................................................................... 134 7.5. Fémur de roedor de la tercera extracción ............................................................................................................... 137 7.6. Incisivos de roedor de la quinta extracción ............................................................................................................ 137 7.7. Coracoides de ave de la segunda extracción .......................................................................................................... 137 7.8. Huesos de ave de la cuarta extracción (vértebra, coracoides, húmero, tibia-tarso y ulna) ..................................... 137 7.9. Húmero de ave de la sexta extracción .................................................................................................................... 138 7.10. Parietal de lagartija (15 aumentos) ....................................................................................................................... 138 7.11. Frontal de lagartija (vista dorsal) (19 aumentos) ................................................................................................. 138 7.12. Frontal de lagartija (vista ventral) (18 aumentos) ................................................................................................ 138 7.13. Cuadrado de lagartija (22 aumentos) ................................................................................................................... 139 7.14. Maxilar izquierdo de lagartija (24 aumentos) ...................................................................................................... 139 7.15. Premaxilar de lagartija (22 aumentos) ................................................................................................................. 139 7.16. Dentario izquierdo de lagartija (15 aumentos) ..................................................................................................... 139 7.17. Dentario izquierdo de lagartija (20 aumentos) ..................................................................................................... 140 7.18. Fragmento de mandíbula posterior de lagartija (16 aumentos) ............................................................................ 140 7.19. Vértebra presacral de lagartija (vista dorsal) (25 aumentos) ................................................................................ 140 7.20. Intercentro caudal de lagartija (125 aumentos) .................................................................................................... 140 7.21. Madrigueras de roedor en la zona de estudio ....................................................................................................... 150 7.22. Montículo de sedimentos de granulometría fina acumulados alrededor de la boca de entrada de una madriguera .................................................................................. 150 CAPÍTULO 8 8.1. a 8.20. Especies con más del 5% en alguna de las muestras analizadas ................................................................ 161 CAPÍTULO 9 9.1. Vista general de la PE 4 ......................................................................................................................................... 9.2. PE 4, detalle de dos tiestos asociados .................................................................................................................... 9.3. Vista general de la PE 6 ......................................................................................................................................... 9.4. Vista general de la PE 7 ......................................................................................................................................... 9.5. PE 7, detalle de un tiesto inclinado ........................................................................................................................ 9.6. Vista general de la PE 9 ......................................................................................................................................... 9.7. Vista general de la PE 10 .......................................................................................................................................

XIV

188 188 188 188 191 191 191

LISTA DE TABLAS Página CAPÍTULO 4 4.1. Sitios arqueológicos argentinos con restos de reptiles ............................................................................................. 37 4.2. Clasificación de las expectativas según posibles agentes y/o procesos de acumulación de restos óseos y dentarios .................................................................................. 44 4.3. Indicadores de uso/consumo ritual-ceremonial de restos faunísticos en sitios arqueológicos ................................. 45 CAPÍTULO 5 5.1. Límites de las categorías granulométricas ............................................................................................................... 57 5.2. Explicación del cálculo del porcentaje de lítico en la muestra 116 del Alero ......................................................... 61 5.3. Información básica sobre las pistas .......................................................................................................................... 68 CAPÍTULO 6 6.1. Color y fósforo disponible en las muestras analizadas ............................................................................................ 74 6.2. Granulometría de las muestras analizadas I: representación de las categorías granulométricas ............................. 98 6.3. Granulometría de las muestras analizadas II: estadística ....................................................................................... 100 6.4. Tipo y cantidad de microartefactos en cada una de las muestras analizadas ......................................................... 116 CAPÍTULO 7 7.1. Determinación taxonómica de restos faunísticos por extracción según presencia (X)/ausencia ........................... 7.2. Número de especímenes identificados por taxón ................................................................................................... 7.3. Clasificación de los restos de reptiles -lagartijas- según partes esqueletarias ........................................................ 7.4. Clasificación de los restos de aves y roedores según partes esqueletarias .............................................................

131 131 131 135

CAPÍTULO 8 8.1. Presencia(X)/ausencia de especies en las muestras analizadas .............................................................................. 8.2. Especies con más del 5% en alguna de las muestras analizadas ............................................................................ 8.3. Ecología de las especies identificadas en las muestras analizadas ......................................................................... 8.4. Sedimentología de las muestras analizadas ............................................................................................................

162 165 166 171

CAPÍTULO 9 9.1. Cantidad y tipo de material relevado en cada uno de los controles ....................................................................... 181 9.2. Base de datos de la Pista experimental 4 ................................................................................................................ 187 9.3. Base de datos de la Pista experimental 6 ................................................................................................................ 189 9.4. Base de datos de la Pista experimental 7 ................................................................................................................ 190 9.5. Base de datos de la Pista experimental 9 ................................................................................................................ 192 9.6. Base de datos de la Pista experimental 10 .............................................................................................................. 194 9.7. Sismos con epicentro en la zona de estudio, registrados durante la realización del experimento ......................... 202 9.8. Comparación de los resultados de los trabajos analizados ..................................................................................... 203 CAPÍTULO 11 11.1. Cálculo del porcentaje de materia orgánica y carbonatos en las muestras analizadas ......................................... 11.2. Cálculo de los valores de pH en las muestras analizadas ..................................................................................... 11.3. a 11.41. Planillas de tamizado .............................................................................................................................. 11.42. a 11.51. Planillas de pipeteo ............................................................................................................................... 11.52. Valores phi utilizados para los cálculos estadísticos y resultados obtenidos ..................................................... 11.53. a 11.132. Análisis de microartefactos de las muestras del Alero ....................................................................... 11.133. a 11.186. Análisis de microartefactos de las muestras del Corral .................................................................... 11.187. a 11.218. Análisis de microartefactos de las muestras del Tambo R3 ............................................................. 11.219. a 11.278. Análisis de microartefactos de las muestras del Tambo R10 ...........................................................

212 216 218 238 243 245 263 275 283

CAPÍTULO 12 12.1. a 12.5. Base de datos para la PE 4 ........................................................................................................................ 12.6. a 12.9. Base de datos para la PE 6 ........................................................................................................................ 12.10. a 12.13. Base de datos para la PE 7 .................................................................................................................... 12.14. a 12.17. Base de datos para la PE 9 .................................................................................................................... 12.18. a 12.21. Base de datos para la PE 10 ..................................................................................................................

300 305 309 313 317

XV

12.22. a 12.26. Cálculo del desplazamiento horizontal de las piezas recuperadas en las pistas a partir del Teorema de Pitágoras .............................................................................. 321

XVI

CAPÍTULO 1: INTRODUCCIÓN La finalidad de este capítulo es informar al lector acerca de lo que va a encontrar en este libro. Para ello se presenta el tema de estudio y se detalla el marco dentro del cual se insertó la investigación. Finalmente se describe la manera en que se organizó la información y se realizan algunos comentarios relativos a la naturaleza del trabajo.

reconstruir la dinámica cultural y ambiental de los grupos que habitaron la Puna sur en el pasado, generando modelos para explicar el uso del espacio (Ratto 1993, 1994, 1995, 1997, 1998, 2000). La zona de estudio del PACh abarca la Vega de San Francisco y se continúa en el Valle del río Chaschuil que incluye dos cuencas tributarias denominadas Las Lozas y Cazadero Grande, con cotas altitudinales que decrecen de 4.250 msnm hasta 3.500 msnm de norte a sur (figura 1.1). Sus límites geográficos son (Ratto 1994; Ratto y Orgaz 2000): a) Al norte, la cordillera de San Buenaventura (que coincide aproximadamente con el límite entre los departamentos de Antofagasta de la Sierra y Tinogasta). b) Al este, el cordón montañoso de Las Planchadas, que separa la región de estudio del Valle de Abaucán. c) Al sur, un límite arbitrario fijado por la cota de 3.500 msnm. d) Al oeste, la Cordillera de los Andes, que marca el límite internacional con Chile.

1.1. PLANTEO DEL PROBLEMA Varios autores (Schiffer 1983, 1987; Villa 1982, entre otros) han demostrado que existen diversos procesos naturales y culturales que actúan sobre materiales arqueológicos antes, durante y después del abandono de los sitios. Si bien generalmente se reconoce la importancia que tienen estos procesos, rara vez se encaran trabajos sistemáticos dedicados a ese único fin. Considero que éste es un requisito previo a cualquier inferencia que pueda realizarse sobre la actividad humana en el pasado, a partir de la distribución espacial de los restos materiales recuperados (Kligmann 1996b). Es importante destacar que los estudios que encaran el tema de los procesos de formación en sitios de la Puna argentina son muy escasos y que éstos se centran sólo en aspectos tafonómicos (e.g. Mondini 2002; Olivera y Nasti 1993).

En este trabajo pondré énfasis en el sector septentrional de la zona de estudio del PACh, específicamente en el NO de la Vega de San Francisco, ubicada a 4.000 msnm y a 21 km al este del Paso de San Francisco (límite internacional con Chile). Es allí donde se localizan los sitios arqueológicos excavados de donde provienen las muestras de sedimentos analizadas.

En este libro analizo los procesos de formación de tres sitios arqueológicos de la Puna meridional catamarqueña argentina: Alero 12, Corral de San Francisco y Tambo de San Francisco (recintos 3 y 10) (de ahora en más denominados alero, corral y tambo). La tarea se realizó a partir de dos líneas de investigación: análisis de sedimentos (físico-químicos, granulométricos, mineralógicos y petrográficos) e instalación, control y excavación de pistas experimentales. Con respecto a la primera de estas líneas, no sólo se tomaron en cuenta las partículas minerales sino también los microartefactos (los microvertebrados y los microfósiles silíceos -diatomeas-) contenidos en la matriz sedimentaria.

1.3. ORGANIZACIÓN DEL LIBRO El libro está dividido en tres partes. En la primera parte (capítulos 2 a 5) se detalla la información común que sirve de trasfondo a los análisis realizados: consideraciones teórico-metodológicas, objetivos, marco espacial y temporal, antecedentes, expectativas y metodología. Si bien todos los estudios llevados a cabo apuntan a la resolución de un mismo problema, el marco teórico, los antecedentes, las expectativas y la metodología de cada uno son diferentes y, en consecuencia, se presentan discriminados de manera individual para facilitar su lectura.

Entiendo que los resultados obtenidos brindan un marco de referencia adecuado para interpretar los artefactos y ecofactos recuperados en las excavaciones (cuyo análisis está a cargo de otros integrantes del equipo de investigación), a la vez que aportan datos para discutir las características de la ocupación humana en este ambiente tan particular.

En la segunda parte (capítulos 6 a 9) se introducen y discuten los resultados de cada una de las cuatro líneas de investigación desarrolladas: sedimentos, microvertebrados, microfósiles silíceos (diatomeas) y pistas experimentales. Este orden responde a que la información va de lo particular (los sitios) a lo general (la microrregión). Dentro de la información particular, los resultados sedimentológicos se presentan en primer lugar porque son necesarios para discutir el significado de los restos óseos y dentarios de los microvertebrados y de las diatomeas.

1.2. LAS INVESTIGACIONES ARQUEOLÓGICAS EN LA ZONA DE ESTUDIO: EL PROYECTO GENERAL La presente investigación formó parte del Proyecto Arqueológico Chaschuil (de ahora en adelante denominado PACh) que, bajo la dirección de la Dra. Norma Ratto y con financiación de la Secretaría de Ciencia y Tecnología de la Universidad Nacional de Catamarca, se llevó a cabo en el sector occidental del departamento de Tinogasta, provincia de Catamarca. Su objetivo principal era

En la tercera y última parte (capítulo 10), y como resultado de la integración de los estudios efectuados, se presenta una síntesis de los procesos de formación de cada uno de los sitios tomando en cuenta los objetivos planteados 1

Procesos de formación de sitios arqueológicos: tres casos de estudio en la Puna meridional catamarqueña argentina

Figura 1.1. Mapa de ubicación. 2

Capítulo 1: Introducción inicialmente. Por último, se proponen vías de análisis futuras a partir de la información generada y de las preguntas surgidas de la investigación.



1.4. ALCANCES DEL TRABAJO Me parece indispensable aclarar ahora algunos puntos que serán necesarios para interpretar los resultados obtenidos: • Este no es un libro de geología, como se podría llegar a pensar, sino un libro de arqueología que utiliza métodos y técnicas de las Ciencias de la Tierra para resolver problemas arqueológicos. • Es un libro de arqueología de sitio y no de arqueología regional. Más aún, no se trata de la arqueología de sitios completos sino de un aspecto concreto de los sitios: la reconstrucción de los procesos de formación a partir del análisis de sus sedimentos. Es decir, es un subtema dentro de un proyecto mayor. Mi objetivo era resolver problemas puntuales, mostrando la utilidad de los análisis realizados para discutir aspectos tales como la intensidad de la ocupación humana así como los diferentes usos que los sitios tuvieron a lo largo del tiempo. • El énfasis de este trabajo es metodológico. Por lo tanto, se especifica de la forma más completa posible la metodología seleccionada para cada una de las cuatro líneas de investigación desarrolladas.



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Considero que hay dos maneras básicas de comenzar a trabajar en procesos de formación desde la geoarqueología: a partir de los sitios o a partir de la región. Opté por la primera alternativa porque estimo que recién cuando se conoce en profundidad la problemática que surge del análisis de los sedimentos de cada uno de los sitios, uno puede salir a “mirar” la microrregión. Si se comenzara por esta última tarea, se haría una descripción fundamental para comprender los sitios pero sin ningún problema geoarqueológico concreto para resolver y, por lo tanto, muchos datos imprescindibles seguramente no serían tenidos en cuenta. Esto de ninguna manera significa que los sitios tienen que analizarse completamente aislados de su entorno, sino que el trabajo microrregional intensivo debería encararse con posterioridad al análisis de los sedimentos arqueológicos. Así, el reconocimiento microrregional se plantea para una segunda etapa de trabajo, a realizarse en un futuro cercano. La zona de estudio era poco conocida desde el punto de vista arqueológico hasta que se iniciaron las investigaciones en 1994 (Ratto 1993, 1994). Por lo tanto, cuando empecé a trabajar contaba con escasa información de base. En consecuencia, este libro constituye un buen punto de partida para estudios posteriores.

CAPÍTULO 2: CONSIDERACIONES TEÓRICO-METODOLÓGICAS Y OBJETIVOS tes e independientes). La integridad, por otra parte, es the number of identity of the agents that acted in the past to produce the deposit being investigated (Binford 1981a: 32). La integridad también puede ser alta (cuando intervienen uno o unos pocos agentes) o baja (cuando intervienen varios agentes diferentes).

En este capítulo presento las consideraciones teóricometodológicas y los objetivos generales así como los particulares de cada una de las cuatro vías de investigación desarrolladas. 2.1. CONSIDERACIONES TEÓRICO-METODOLÓGICAS

Tanto la resolución como la integridad dependen de la tasa o ritmo de depositación, ya que cuanto más tarda un depósito(2) en formarse, mayor es el número de eventos susceptibles de quedar registrados y, a su vez, mayor es el número de agentes probablemente representados por dichos eventos (Binford 1981a).

Para los sedimentos El registro arqueológico constituye el objeto de estudio de la arqueología. Éste está conformado por la evidencia (restos materiales -artefactos, ecofactos y estructuras- y su disposición en el espacio) más los procesos de formación (tanto naturales como culturales) (Yacobaccio 1988). Este libro está dedicado a la reconstrucción de los procesos de formación de tres sitios de la Puna meridional catamarqueña a partir del análisis de sus sedimentos(1).

El grano es una propiedad del registro arqueológico que se relaciona con el patrón de movilidad y la duración de las ocupaciones en diferentes localizaciones. Un conjunto arqueológico puede ser de grano fino (cuando es el resultado de una ocupación de unos pocos días) o de grano grueso (cuando se acumula durante un período más o menos prolongado). Una alta movilidad genera conjuntos de grano fino mientras que una baja movilidad genera conjuntos de grano grueso, ya que se acumulan artefactos que son resultado de actividades diferentes (Binford 1978a).

Desde que Ascher (1968) escribió su trabajo sobre procesos de formación hasta la actualidad, han pasado ya cuatro décadas y ha corrido mucha agua bajo el puente. La problemática de los procesos de formación es una de las que más desarrollo está alcanzando en la arqueología contemporánea. En consecuencia, en estos últimos años se han publicado numerosos libros y artículos sobre el tema (Butzer 1982; Goldberg et al. 1993; Nash y Petraglia 1987; Schiffer 1976, 1987, entre otros) (Kligmann 1998).

Debido a que, por lo general, los ritmos de depositación son más lentos que las actividades diarias de un grupo (Binford 1981b), no hay una relación directa entre eventos de depositación y episodios de ocupación (Binford 1982). En otras palabras, unidades naturales y culturales no necesariamente coinciden (Villa 1982).

La frase “procesos de formación” es empleada por los arqueólogos con distintos significados y para remitir a situaciones diferentes. En otras palabras, aunque aparece en la literatura de manera recurrente generalmente no se define. Esta frase hace referencia a procesos tanto naturales como culturales que actúan antes, durante y después del enterramiento de los materiales. Mientras que a veces los arqueólogos dan cuenta de los procesos de formación de sitio o del registro, en sentido amplio, otras sólo analizan los procesos de formación de los conjuntos artefactuales. Además, procesos de formación y de perturbación pueden o no ser sinónimos según los autores que se consideren. Algunos investigadores enfatizan los agentes y las actividades responsables de la acumulación de los materiales (e.g. Binford), otros los artefactos y su historia de vida (e.g. Schiffer) y otros los sedimentos (e.g. Stein) (Kligmann 1998).

La resolución, la integridad y el grano del registro arqueológico, así como la visibilidad de un sitio, dependen de un complejo interjuego entre: el tipo de sitio (e.g. cueva, alero o sitio a cielo abierto), las características ambientales y topográficas del área (e.g. la existencia de pendientes), las características de los sedimentos (e.g. granulometría y compactación), las tasas de depositación, los procesos de perturbación postdepositacionales, el tipo de actividades llevadas a cabo en los sitios y su correlato material, el tipo de materiales arqueológicos y sus características (e.g. tamaño, peso y forma), sus condiciones de preservación, la movilidad residencial de un grupo, su tamaño, el tipo de estrategia de subsistencia-asentamiento (depredadora o logística), la organización tecnológica (tecnología conservada o expeditiva), la redundancia en el uso del espacio y la intensidad y duración de la ocupación humana (Binford 1977, 1978b, 1980, 1981a, 1982; Petraglia 1987).

Binford introduce en la literatura arqueológica algunos conceptos clave para explicar los procesos de formación: resolución, integridad y grano. La resolución se puede definir como the number of and redundancy in the events represented by the deposits (Binford 1981a: 32). La misma puede ser alta (cuando se puede inferir un único evento de ocupación o unos pocos eventos relacionados de manera secuencial) o baja (cuando se encuentra un palimpsesto o mezcla de restos de varios eventos diferen-

En definitiva, el objetivo último de los análisis de procesos de formación es la evaluación de la resolución, integridad y grano de cada sitio para tener en claro cuál es el tipo de información que éste puede brindar. En otras palabras, estos análisis permiten determinar el tipo de pre4

Capítulo 2: Consideraciones Teórico-Metodológicas y Objetivos guntas que los materiales están en condiciones de responder. Cada sitio es único y no se puede evaluar su resolución, integridad y grano a priori, ya que dependen de una multiplicidad de factores que pueden actuar en combinaciones y frecuencias diferentes (Petraglia 1987). Estas características deben ser demostradas en cada caso y no asumidas, dado que pueden variar según los sectores del sitio que se estén considerando (Kligmann 1996b; Petraglia 1987; Villa y Courtin 1983). El potencial informativo de cada sitio es diferente, pero todos los sitios pueden ser analizados y no deberían desecharse aquéllos cuyo grado de perturbación es alto (Kligmann 1996b).

aplicando las metodologías y técnicas de unas pocas geociencias (e.g. sedimentología, pedología y geomorfología) (e.g. Gladfelter 1977; Renfrew 1976; Waters 1992). Si nos guiamos por esta definición limitada, hay algunos objetivos arqueológicos (e.g. prospecciones geofísicas y geoquímicas, procedencia de materias primas y dataciones absolutas) que entran dentro de lo que se conoce como “arqueometría” -o la relación entre la arqueología y las ciencias físicas, químicas y de los materiales- (Butzer 1982; De Atley y Bishop 1991; Renfrew 1976; Waters 1992). Algunos autores (e.g. Butzer 1982) sostienen que la geología arqueológica y la arqueología geológica (o geoarqueología) difieren en términos de objetivos más que de técnicas. Butzer (1980: 418) plantea que la “geología arqueológica es geología, hecha con una aplicación arqueológica” (e.g. caracterización geológica de materiales arqueológicos, sin un problema arqueológico concreto) mientras que la geoarqueología es “arqueología, hecha a partir de métodos, técnicas o conceptos geológicos”. Otros autores (e.g. Holliday 1991) consideran que ambos términos son sinónimos y los usan de manera indistinta.

El análisis de los procesos de formación naturales (físicos, químicos y biológicos) y culturales se puede abordar desde distintos ángulos que involucran estudios arqueológicos “tradicionales” (e.g. ensamblajes), actualísticos (e.g. tafonómicos, experimentales y etnoarqueológicos) y geoarqueológicos (e.g. sedimentológicos) (Kligmann 1998). Los lineamientos generales del trabajo presentado en este libro están dados por la geoarqueología. Ésta aplica las metodologías y técnicas de las Ciencias de la Tierra o geociencias, en sentido amplio (e.g. estratigrafía, sedimentología, pedología, geomorfología, geofísica, geoquímica, geocronología, mineralogía, petrografía-petrología, paleontología, climatología y geografía), para resolver problemas arqueológicos tales como: 1) identificación de procesos de formación de sitio, 2) reconstrucción de paleoambientes, 3) procedencia y naturaleza de diversas materias primas, 4) cronología relativa y absoluta y 5) localización de sitios arqueológicos, entre otros (Gladfelter 1981; Hassan 1979; Herz y Garrison 1998; Rapp y Hill 1998; Waters 1992; Zárate 1993). La geoarqueología es en última instancia arqueología, el problema es arqueológico aunque el camino para resolverlo no lo sea. Desde esta perspectiva, las metodologías y técnicas de las Ciencias de la Tierra se conciben como un medio y no como un fin en sí mismo.

La relación entre la arqueología y la geología no es nueva ya que siempre ha habido cooperación entre arqueólogos y geólogos para resolver problemas de distinta índole. Sin embargo, a lo largo de esta historia han existido períodos de menor y mayor interacción. El comienzo de dicha relación se puede ubicar a mediados del siglo XIX, cuando se recurrió a la geología para discutir el significado de la asociación de artefactos y restos de mamíferos fósiles en relación con la antigüedad del hombre en América (Gifford y Rapp 1985b; Rapp y Gifford 1982; Renfrew 1976; Waters 1992). Esta colaboración informal terminó hacia finales del siglo cuando ambas disciplinas definieron sus campos de acción. Antes de la Segunda Guerra Mundial la relación entre arqueólogos y geólogos se hizo más estrecha, pero no fue sino hasta después de la guerra que la arqueología tomó consciencia de la importancia del ambiente en la comprensión de los fenómenos culturales (Gifford y Rapp 1985a). En 1977 la geología reconoció formalmente a la geoarqueología como una subdisciplina dedicada a los aspectos geológicos de la actividad antrópica, cuando se formó el grupo de interés de “geología arqueológica” durante la reunión anual de la Sociedad Geológica Americana (Gifford y Rapp 1985a; Rapp y Gifford 1982). En resumen, como rótulo, la geoarqueología es una designación relativamente reciente para una actividad de larga data (Butzer 1982). Renfrew acuñó el término “geoarqueología” en 1973, en una presentación que luego constituyó la introducción de un libro (Renfrew 1976) con el mismo nombre (Davidson y Shackley 1976).

En otras palabras, la geoarqueología estudia sedimentos en contextos arqueológicos (Stein y Farrand 1985) y realiza interpretaciones acerca del pasado humano usando una escala espacial y temporal adecuada para la arqueología (cientos de metros y cientos de años), en lugar de las escalas usualmente utilizadas en las Ciencias de la Tierra (varios miles de km y varios miles de años) (Stein 1993). Las escalas empleadas están relacionadas con las preguntas de cada disciplina. Arqueólogos y geólogos tienen preguntas diferentes y, por lo tanto, pueden llegar a conclusiones diferentes a partir de un mismo depósito (Stein 1993). Ahora bien, no existe una única definición sobre el campo de acción de la geoarqueología. Para algunos autores, que adoptan una definición amplia, la geoarqueología incluye una gran variedad de problemáticas y recurre a las metodologías y técnicas de diversas Ciencias de la Tierra (e.g. Hassan 1979; Herz y Garrison 1998; Holliday 1991; Pollard 1999; Rapp 1987; Rapp y Hill 1998; Thorson y Holliday 1990). Para otros, sin embargo, la geoarqueología representa un campo de acción más restringido,

Stein y Farrand (1985) proponen un desarrollo histórico de la geoarqueología para el hemisferio norte que consta de tres etapas: • Recolección y análisis de muestras sedimentológicas de sitios arqueológicos. Las muestras son recolectadas por los arqueólogos y analizadas por los geólogos. Los resultados generalmente se publican como 5

Procesos de formación de sitios arqueológicos: tres casos de estudio en la Puna meridional catamarqueña argentina





apéndices de informes de sitio. Esta etapa se sitúa en la década de 1930. Formación de equipos de investigación con científicos de distintas disciplinas que participan juntos en los trabajos de campo pero sin un objetivo común, dado que cada disciplina busca resolver sus propios problemas. Se trata de esfuerzos paralelos que redundan en publicaciones separadas o en informes que figuran como apéndices del trabajo principal. La información obtenida no se integra en la interpretación de los sitios arqueológicos sino que sólo se utiliza para caracterizarlos. Esta etapa, que se puede denominar “geología arqueológica”, corresponde a las décadas de 1940 y 1950. Integración de ambas disciplinas que comienza en la década de 1970 y que puede denominarse “geoarqueología”. Los objetivos arqueológicos son los que guían la investigación y los geólogos que participan de los proyectos tienen un profundo conocimiento de la arqueología. El trabajo interdisciplinario se refleja en cada una de las etapas de la investigación arqueológica: diseño de investigación, trabajo de campo, análisis e interpretación de los datos y publicación de los resultados (Butzer 1978; De Atley y Bishop 1991; Gladfelter 1977, 1981; Hassan 1978; Rapp 1975; Waters 1992).

factos sino que era necesario tomar en cuenta los depósitos en su totalidad (Stein 2001). Zárate (1994) y Zárate y Prieto (1994) plantean un desarrollo histórico de la geoarqueología en la Argentina que guarda ciertos paralelismos con las etapas establecidas para el hemisferio norte. Sin embargo, en nuestro país no es fácil distinguir el comienzo y la culminación de cada una de las etapas ya que éstas se transgreden y coexisten: • Aproximación individual: geología hecha por geólogos interesados en la estratigrafía y la cronología de localidades donde hay restos arqueológicos, pero sin interacción con arqueólogos ni resolución de problemas arqueológicos. • Aproximación multidisciplinaria: marca la inclusión de geólogos en los equipos de trabajo arqueológicos y se puede dividir en dos sub-etapas. La primera se caracteriza por una limitada participación de geólogos que analizan sedimentos recolectados por arqueólogos y la información generada suele publicarse como apéndices de trabajos arqueológicos. La segunda implica un rol más activo de los geólogos, que participan en los trabajos de campo y en las discusiones. Sin embargo, muchos de los resultados geológicos se publican como contribuciones separadas, tanto en revistas arqueológicas como geológicas. • Aproximación interdisciplinaria: se caracteriza porque los esfuerzos geológicos apuntan a la resolución de problemas arqueológicos específicos, con una participación activa de los geólogos en todas las etapas de la investigación. Esta aproximación recién está en sus comienzos.

Este surgimiento de la geoarqueología en la década de 1970 no es casual y está relacionado con el desarrollo de la Nueva Arqueología así como con la gran difusión de los trabajos de Schiffer (1972, 1976). El auge de la Nueva Arqueología y su interés en tomar prestados métodos de otras disciplinas, en particular de las geociencias, fue crucial para el nacimiento de la geoarqueología (Stein 1993).

Si bien en nuestro país la colaboración entre arqueólogos y científicos de las Ciencias de la Tierra es de larga data (casi un siglo), y en la actualidad está generando una expansión de los estudios geoarqueológicos, todavía quedan algunas cuestiones por resolver (Zárate 1994, 1997): • Hay pocos geólogos, en especial cuaternaristas, que estén capacitados y disponibles para dedicarle todo el tiempo y esfuerzo necesarios a un proyecto arqueológico. A su vez, la gran mayoría de los arqueólogos no tiene una adecuada formación en distintos aspectos de las geociencias. En consecuencia, hay ciertos problemas que no podrán resolver a menos que consigan interesar a un “geocientífico” idóneo. De esto se deriva la necesidad de formar geoarquéologos que sean arqueólogos de manera que estén familiarizados tanto con la arqueología como con las geociencias y que sepan exactamente cuál es el potencial así como las limitaciones de cada una (Goldberg 1988; Herz y Garrison 1998; Stein 1993; Thorson 1990; Waters 1992). Este punto también es mencionado por Butzer (1982: 42) cuando sostiene que archaeology cannot rely on an unlimited supply of outside technicians and services. • En el caso del trabajo conjunto entre arqueólogos y geólogos, la falta de entrenamiento académico interdisciplinario así como el desconocimiento de la terminología específica de cada una de las disciplinas que forman parte de un proyecto dificulta la comuni-

Schiffer (1983) plantea que los artefactos, desde el momento en que son manufacturados y usados hasta que el arqueólogo los recupera, están sujetos a una serie de procesos naturales y culturales que los transforman de diversas maneras: formal, relacional, espacial y cuantitativamente. Por lo tanto, para Schiffer (1983, 1987), el registro arqueológico es un reflejo distorsionado de lo que sucedió en el pasado, no es un registro fosilizado (imagen etnográfica detenida en el tiempo). Este autor hace hincapié en la transformación del contexto original de los artefactos y concibe los procesos de formación como negativos, ya que agregan variabilidad al registro arqueológico. En consecuencia, éstos deben ser identificados antes de poder inferir comportamientos a partir de los patrones de los artefactos. El comportamiento pasado no se puede “leer” directamente del registro arqueológico pero si se aíslan las distorsiones causadas por los procesos de formación y se “corrigen” sus efectos se puede llegar a comprender el contexto sistémico. De esta manera, la geoarqueología constituye un aporte crucial al contribuir a la identificación de los procesos naturales que pueden “distorsionar” los patrones originales creados por la actividad humana (Stein 2001). A medida que los procesos de formación ganaron popularidad, el potencial de la geoarqueología se enfatizó ya que los arqueólogos se dieron cuenta de que para comprender el comportamiento humano en el pasado no alcanzaba con analizar los arte6

Capítulo 2: Consideraciones Teórico-Metodológicas y Objetivos





cación entre los investigadores. Por este mismo motivo, los objetivos arqueológicos no siempre se definen claramente y, en consecuencia, los resultados geológicos no suelen ser aprovechados en su totalidad (Holliday 1991). El hecho de que muchos arqueólogos no formulen preguntas específicas y que luego no comprendan los resultados geológicos y sus implicancias redunda en una pérdida de tiempo para las partes involucradas (Goldberg 1988). La detallada escala de trabajo necesaria en arqueología no es generalmente utilizada por los científicos de las Ciencias de la Tierra, acostumbrados a trabajar con escalas espaciales y temporales muy amplias (Rapp y Gifford 1982; Stein 1993). El trabajo conjunto de arqueólogos y científicos de las Ciencias de la Tierra, sin un adecuado ajuste de las escalas de trabajo -tanto espaciales como temporales-, suele resultar insatisfactorio y poco productivo para ambas partes (Stein 1993). Muchas regiones de la Argentina permanecen aún inexploradas o cuentan con escasos estudios sobre geología del Cuaternario, lo que dificulta la ubicación de los sitios arqueológicos en un contexto regional mayor.

Por lo tanto, dichos procesos se pueden identificar a través del análisis de las propiedades físicas y químicas de los sedimentos (Stein 1985; Stein y Rapp 1985). Los sitios arqueológicos tienen una impronta química particular, diferente de las áreas circundantes que no han sido modificadas por el hombre. Esto se debe a que los seres humanos aportan compuestos químicos a las superficies ocupadas a través de sus actividades (Gladfelter 1977; Hassan 1978; Holliday y Stein 1989; Stein 1987; Stein y Rapp 1985; Waters 1992). A su vez, es fundamental conocer las características de los depósitos ya que éstas afectan la naturaleza y calidad de los restos arqueológicos (Pollard y Heron 1996; Shackley 1979). Los análisis sedimentológicos brindan información que permite diferenciar unidades estratigráficas, establecer sus límites, reconstruir la historia de los depósitos, analizar la presencia humana en los sitios, caracterizar las ocupaciones (identificar sedimentos culturalmente depositados o alterados y determinar la actividad que los produjo) y evaluar la preservación de distintos tipos de materiales (Hassan 1978; Stein 1987; Stein y Rapp 1985). Basándose en principios de la sedimentología, Stein (1985, 1987) sostiene que la historia de los depósitos se puede reconstruir identificando cuatro etapas, que pueden ser naturales o culturales: 1) Fuente: lugar de donde provienen los sedimentos (e.g. depósitos lacustres y fluviales). 2) Agente de transporte: agente responsable del transporte de los sedimentos desde su fuente y de su posterior depositación (e.g. viento, agua, gravedad y seres humanos). 3) Ambiente de depositación: lugar donde el agente de transporte pierde su energía y deposita los sedimentos (e.g. cuevas y aleros). 4) Alteraciones postdepositacionales: perturbaciones (e.g. fauniturbación, floriturbación, crioturbación) que pueden causar mezcla o separación de materiales arqueológicos.

Se asume comúnmente en la literatura arqueológica que la asociación espacial de materiales es resultado de la actividad humana, que objetos asociados horizontalmente dentro de una unidad estratigráfica fueron usados y descartados en forma conjunta y que, por lo tanto, estos agrupamientos espaciales reflejan locus de actividad (Nash y Petraglia 1987; Villa 1982). Sin embargo, antes de inferir conductas a partir de los depósitos arqueológicos hay que identificar los procesos de formación de sitio que pudieron haber actuado en cada caso particular y evaluar sus efectos sobre la asociación espacial de los materiales (Butzer 1982; Nash y Petraglia 1987; Petraglia 1987; Schiffer 1983, 1987; Stein 1992a; Stein y Farrand 1985; Stein y Rapp 1985; Villa 1982; Villa y Courtin 1983; Waters 1992). No se deben analizar por separado materiales provenientes de unidades estratigráficas diferentes -o de extracciones dentro de una misma unidad- si antes no se verifica que, desde el punto de vista sedimentológico, éstas tengan identidad propia (Kligmann 1996b).

Los resultados obtenidos del análisis de sedimentos arqueológicos deben ser comparados con aquéllos provenientes de muestras tomadas fuera del sitio, de áreas que sirven de control, ya que revelan las características de sedimentos o suelos que no han sido afectados por el hombre.

Los arqueólogos realizan inferencias sobre el comportamiento humano en el pasado a partir de la distribución espacial de los restos materiales recuperados, pero rara vez aplican análisis pertinentes sobre la matriz sedimentaria que los contiene. Por lo general, ésta se describe macroscópicamente para comprender la estratigrafía pero no se realizan análisis complementarios que arrojen información sedimentológica adecuada. Estudiar los artefactos sin tener en cuenta la matriz sedimentaria significa analizar sólo una parte del registro arqueológico, descartando una fuente importante de información para interpretar el pasado (Kligmann 1996b).

Para los microvertebrados La importancia e interés del estudio de microvertebrados proviene de sus aportes tanto a nivel paleoclimático y paleoambiental como a la cronología relativa de las secuencias estratigráficas de sitios arqueológicos y paleontológicos (Avery 1982a, 1982b, 1987, 1988; Denys 1987; Denys et al. 1997; Fernández-Jalvo et al. 1998; Gil y Sesé 1991; Holbrook 1982; Sesé 1986, 1991, 1994; Sesé y Gil 1987; Sesé y Sevilla 1996; Vigne y Valladas 1996, entre otros).

Es posible analizar los procesos de formación a partir de los sedimentos dado que la matriz sedimentaria de un sitio contiene huellas de los procesos naturales y culturales responsables de su formación y posterior transformación.

Los microvertebrados, en general, son buenos indicadores paleoambientales ya que suelen estar muy ligados a un tipo de medio y condiciones climáticas particulares 7

Procesos de formación de sitios arqueológicos: tres casos de estudio en la Puna meridional catamarqueña argentina (e.g. Avery 1982a, 1988; Fernández-Jalvo et al. 1998). Entre ellos, los micromamíferos son especialmente valiosos ya que sus cambios evolutivos a lo largo del tiempo han sido utilizados en las últimas décadas para construir escalas biocronológicas bastante precisas del Terciario y Cuaternario europeo, al mismo tiempo que se han utilizado para detectar cambios paleoclimáticos en regiones continentales correlacionables en escala global (Daams et al. 1997; Lindsay y Tedford 1990; Sesé 1991, 1994; Sesé y Sevilla 1996; Van der Meulen y Daams 1992, entre otros).

1996). El pequeño tamaño de apenas un milímetro de algunas piezas óseas y dentarias condiciona que, si están aislados, no siempre se perciban a simple vista ni se obtengan por los métodos de excavación tradicionales, ya que las zarandas usualmente utilizadas en el campo tienen una luz de malla de un tamaño mayor al adecuado para este fin. Además, en el caso de que la matriz sedimentaria esté compuesta por partículas de granulometría fina (limos y arcillas) compactadas, es necesario utilizar técnicas especiales de lavado-tamizado, con el objeto de que no queden pequeños bloques con huesos atrapados en su interior (Guérin y Rage 1987; Sesé com. pers.) (ver nota 47 para una explicación de este procedimiento).

El hecho de que muchos microvertebrados sean presa frecuente de gran variedad de animales (como carnívoros y aves rapaces) y/o tengan hábitats muy específicos ligados a zonas concretas (madrigueras, oquedades, etc.) da lugar a que usualmente se encuentren grandes acumulaciones de determinados grupos en ciertos sitios, especialmente en cuevas y/o aleros. Los estudios tanto actualísticos (análisis de excrementos, egagrópilas(3), etc.) como los análisis tafonómicos realizados en sitios en los que hay acumulaciones de pequeños vertebrados, permiten identificar los agentes involucrados en la formación y posterior modificación de los conjuntos faunísticos (Andrews 1990; Brain 1981; Fernández-Jalvo et al. 1998, entre otros).

Los restos de microvertebrados de sitios arqueológicos no sólo pueden presentar problemas para su recuperación sino también para su identificación e interpretación. Además, dado que sus historias tafonómicas suelen ser complejas, muchas veces se hace difícil evaluar su significado en relación a cuestiones de subsistencia (e.g. dieta) y asentamiento (e.g. abandono de sitios) (Stahl 1996). Otro problema en el estudio de microvertebrados lo constituye la representatividad de la muestra. Davis (1987) menciona que existe una larga serie de eventos entre la muerte de un animal en el pasado, su incorporación a un sitio arqueológico, su preservación, su recuperación por parte de los arqueólogos y su posterior análisis. Según este autor, hay dos clases de factores que pueden modificar los datos arqueofaunísticos. Mientras que unos están más allá de nuestro control (e.g. las características del sitio, el comportamiento del hombre prehistórico o de los animales que vivían en los alrededores del sitio), otros pueden ser controlados por los arqueólogos (e.g. las decisiones relacionadas con la excavación, la recuperación y el análisis de los restos).

Términos como microfauna (e.g. Brain 1974; Brain y Brain 1977; Holbrook 1982), microvertebrados (e.g. Brain 1981; Hibbard 1949; Korth 1979; Levinson 1982; Mellet 1974; Pardiñas 1999; Stahl 1996), pequeños vertebrados (e.g. Olsen y Olsen 1984), micromamíferos (e.g. Avery 1986; Denys 1987; Denys et al. 1995; Denys et al. 1997; Marean et al. 1994; Semken y Falk 1991; Sesé 1991; Sesé y Gil 1987; Sesé y Sevilla 1996) y pequeños mamíferos (e.g. Andrews 1983; Andrews y Nesbit Evans 1983; Brothwell y Jones 1978; CuencaBescós et al. 1997; Denys et al. 1996; Fernández-Jalvo 1995, 1996; Fernández-Jalvo y Andrews 1992; Fernández-Jalvo et al. 1999; Gómez 1996; Grayson 1983, 1991, 1998; Hockett y Bicho 2000; Hoffman 1988; Juell 1984; Pearson y Pearson 1993; Stahl 1982) son empleados en la literatura arqueológica y paleontológica con frecuencia. Si bien en la mayoría de los trabajos mencionados dichos términos no se definen, la fauna analizada incluye mamíferos (roedores, lagomorfos(4), insectívoros(5) y quirópteros(6)), anfibios, reptiles, peces y aves.

Dentro de esos últimos factores, el tamaño de luz de malla de la zaranda utilizada es un factor crítico que incide directamente sobre la cantidad, el tamaño y el tipo de restos que se van a recuperar o perder y, por lo tanto, sobre las inferencias que se puedan realizar con respecto a la actividad humana en el pasado (Avery 1982a; Barker 1975; Casteel 1972; Clason y Prummel 1977; Dye y Moore 1978; Gordon 1993; Grayson 1984; James 1997; Payne 1972, 1975; Shaffer 1992; Shaffer y Sánchez 1994; Stahl 1996; Struever 1968; Thomas 1969; Wing y Quitmyer 1985, entre otros). Algunos errores en las interpretaciones de las estrategias de subsistencia pueden ser la consecuencia de procedimientos de recuperación inadecuados. Dado que el sesgo en la recuperación de restos siempre es mayor con los huesos más pequeños de animales de gran tamaño o con los huesos de animales pequeños, cuanto menor sea el tamaño de luz de malla, más representativa será la muestra. Por el modo en que fueron recolectadas las muestras analizadas en este libro (ver capítulo 5), quedó eliminado el problema del tamaño de luz de malla de las zarandas utilizadas en el campo.

Algunos autores separan a los animales en diferentes categorías de tamaño a partir de su peso. Por ejemplo Stahl (1996) considera como microvertebrados a los animales cuyo peso es menor a 1 kg. En este libro, en cambio, el término microvertebrado se utiliza como sinónimo de pequeño vertebrado y se refiere a animales cuyo tamaño es lo suficientemente pequeño como para que sea necesario el empleo de una lupa binocular para identificar todos o algunos de sus huesos y dientes. De esta manera, queda claro que dichos animales no tienen por qué ser microscópicos per se. Los restos de microvertebrados no necesariamente tienen el mismo origen que los de grandes vertebrados y, por lo general, difieren en sus condiciones de depositación, preservación, recuperación y análisis (Shipman 1981; Stahl

A menos que un sitio se excave por completo y que todos y cada uno de los restos depositados se recuperen, debe8

Capítulo 2: Consideraciones Teórico-Metodológicas y Objetivos mos asumir que siempre estaremos trabajando con una muestra (Grayson 1984). En consecuencia, los métodos de recuperación deben estar en relación con los problemas de investigación. Si queremos recuperar la microfauna de un sitio es indispensable utilizar mallas finas. Sin embargo, no es práctico ni económico tamizar en el campo la totalidad de los sedimentos excavados con zarandas de luz de malla muy pequeña. Por lo tanto, la recolección de muestras de sedimentos que se puedan procesar en el laboratorio con tamices finos superpuestos se convierte en una opción realista y adecuada.

liosos que nos pueden informar sobre la existencia de un cuerpo de agua así como sobre sus características (Battarbee 1986, 1988; Mannion 1987; Smol y Glew 1992). Las diatomeas se han utilizado para realizar reconstrucciones paleoambientales en sitios con una gran amplitud temporal, donde los cambios en la cantidad de células y especies no están relacionados con la actividad humana (Bennett et al. 2001; Brugam et al. 1988; Korhola et al. 2000; Servant-Vildary 1978, 1992; Servant-Vildary y Mello e Sousa 1993; Stager et al. 1997; Steinitz-Kannan et al. 1993; Sylvestre et al. 1996; Telford y Lamb 1999; Valero-Garcés et al. 1997; Van Campo y Gassé 1993; Winsborough 1995, entre otros). En estos casos, las características paleoambientales pueden reconstruirse a partir de cambios en la ecología de las asociaciones de diatomeas (composición de las especies) a lo largo de las secuencias analizadas. Sin embargo, y como veremos en este libro, también pueden ser de gran ayuda en sitios relativamente recientes en los que no se sospechan cambios ambientales significativos.

Para los microfósiles silíceos (las diatomeas) Las diatomeas (Bacillariophyceae) son algas microscópicas, unicelulares, pigmentadas y generalmente fotosintéticas. Su largo varía entre 0,002 y 4 mm. Una célula está cubierta por dos tecas de sílice y cada teca está compuesta por una valva y estructuras de unión denominadas elementos cingulares o cópulas. El conjunto de todas estas partes se llama frústulo. Las valvas son esencialmente un sistema de barras que se forman a partir de un centro “patrón” circular o elongado: en el primer caso se denominan céntricas (simetría radial) y en el segundo pennadas (simetría axial) (Mannion 1987; Round et al. 1990; Smol y Glew 1992; Stoermer y Smol 1999).

Además de las diatomeas, que pueden ser tanto marinas como continentales, hay otros cinco tipos de microfósiles silíceos que eventualmente pueden recuperarse en sitios arqueológicos(7): 1) radiolarios (marinos), 2) silicoflagelados (marinos), 3) estatosporas de crisofíceas (continentales), 4) fitolitos (continentales) y 5) espículas de esponjas (marinas y continentales).

Cuando las células mueren, los frústulos de las diatomeas se acumulan en el fondo de los cuerpos de agua donde éstas vivieron. Si la tasa de depositación y compactación de los frústulos excede la de otras partículas sedimentarias y el ambiente provee protección contra la erosión se forma la diatomita. Ésta es una roca sedimentaria silícea de color claro, muy porosa y sumamente liviana, con un espesor variable que puede alcanzar varios metros. La diatomita tiene diversas aplicaciones industriales y se utiliza, entre otros fines, como aditivo de alimentos, abrasivo, aislante, filtrante (en la preparación de bebidas alcohólicas y aceites), material de construcción, pesticida y tratante de agua (Harwood 1999; Round et al. 1990).

Para las pistas experimentales La instalación y seguimiento de pistas experimentales constituye un recurso muy utilizado en arqueología con el fin de evaluar los efectos de procesos naturales y culturales sobre materiales arqueológicos (Bowers et al. 1983; Gifford-González et al. 1985; Petraglia y Nash 1987; Pintar 1987; Rick 1976; Schick 1987; Villa y Courtin 1983, entre otros). Estos procesos actúan tanto durante la ocupación de un sitio como luego de su abandono. Por ello, la asociación espacial de los artefactos recuperados por los arqueólogos no siempre es consecuencia de la actividad humana en un sitio. Los resultados de los experimentos han demostrado que los artefactos pueden quedar in situ, moverse horizontal o verticalmente y sufrir alteraciones como formación de pátinas y fracturas. En consecuencia, estos experimentos brindan información sobre desplazamientos de piezas y sobre modificaciones en su superficie como así también sobre las tasas de depositación de sedimentos, con el consiguiente enterramiento de los materiales.

El número de especies de diatomeas bona fide (entre agua marina y dulce) se estima en alrededor de 20.000. Debido a que el frústulo silíceo es muy resistente al deterioro, las diatomeas, a menudo, se preservan donde otras algas y microfósiles han desaparecido. A su vez, las variaciones en forma y tamaño así como su ornamentación han permitido una clasificación detallada de las diferentes especies (Battarbee 1988; Mannion 1987; Smol y Glew 1992). La utilidad de las diatomeas en análisis paleoambientales radica en que son organismos extremadamente abundantes, ecológicamente diversos y están ampliamente distribuidos. Poseen, además, gran habilidad y velocidad para colonizar ambientes luego de un cambio, pudiendo reaccionar a través de modificaciones adaptativas. Las asociaciones de diatomeas preservadas en sedimentos pueden reflejar, directamente, la composición florística y la productividad de las comunidades e, indirectamente, la calidad del agua -especialmente pH y alcalinidad-, el status de nutrientes y la salinidad (Gassé 1976). Por lo tanto, constituyen indicadores paleoambientales muy va-

Los experimentos pueden clasificarse a partir de: 1) El lugar donde se llevan a cabo: de laboratorio o de campo. 2) Su duración: de corto plazo (desde algunas horas hasta algunas semanas) o de largo plazo (desde varios meses hasta varios años). 3) Los agentes de perturbación: naturales o antrópicos (intencionales -de alta intensidad- o accidentales -de baja intensidad-). 9

Procesos de formación de sitios arqueológicos: tres casos de estudio en la Puna meridional catamarqueña argentina Estas variables, que no son mutuamente excluyentes, pueden combinarse de diversas formas dando lugar a múltiples opciones, como por ejemplo: a) Experimentos de campo de corto plazo, llevados a cabo para evaluar los efectos de procesos antrópicos intencionales como el pisoteo (e.g. Behrensmeyer et al. 1986; Courtin y Villa 1982; McBrearty et al. 1998; Nielsen 1991a, 1991b). b) Experimentos de campo de largo plazo, diseñados para medir los efectos de una amplia gama de procesos naturales (e.g. Andrews 1995; Barton y Bergman 1982; Belardi et al. 1991; Bickart 1984; Gifford y Behrensmeyer 1977).

do que son los que permiten aprender algo nuevo. Por otra parte, podemos obtener un resultado de tipo 3) porque se alcanzó el equilibrio rápidamente o porque se interrumpió la experiencia antes que se pudiera producir algún cambio. Por ello es fundamental establecer la duración de un experimento, ya que para que sea relevante hay que analizar un ciclo completo. Esto se relaciona con el llamado settling in effect (Petraglia y Nash 1987), por el cual los sitios se estabilizan luego de un período inicial de perturbaciones debido a que los materiales alcanzan un estado de equilibrio dentro de la matriz sedimentaria que, sin embargo, no es permanente. Éstos se movilizarán nuevamente por la influencia de factores externos, como ser un ciclo de lluvias o de inundaciones (Borrero 1991).

Los experimentos de laboratorio permiten tener un buen control de las variables elegidas para analizar, aunque no sea posible replicar en su totalidad las condiciones naturales existentes en los experimentos de campo. Así, los factores seleccionados (e.g. viento, lluvia) pueden ser constantes y tener la misma intensidad, a diferencia de lo que sucede en la naturaleza. En el laboratorio también es posible “aislar” un sólo agente mientras que en el campo actúan diversos agentes en combinación. Por lo tanto, es posible relacionar causas y efectos.

Los resultados obtenidos a partir de las pistas experimentales se pueden considerar como resultados de mínima, esto es, si no ocurren cambios (resultados positivos) no se puede asumir que en escala arqueológica no sucedió nada. Si en cambio ocurren modificaciones (resultados negativos), se puede pensar que en un tiempo arqueológico sucedió eso o más, es decir que lo que se observa es lo mínimo esperable que haya ocurrido (Borrero 1991). En otras palabras, la escala en la cual se llevan a cabo los experimentos debe ser apropiada para las inferencias que se realizan posteriormente (Amick et al. 1989). Así, los resultados de un experimento no pueden ser utilizados de manera directa para interpretar el registro arqueológico sino que deben servir para generar información que permita discutir dicho registro desde un ángulo diferente (Amick et al. 1989).

Los experimentos de campo de corto plazo pueden ser controlados fácilmente, ya que el investigador puede reducir el número de factores que afectan a los sitios experimentales y observarlos durante la totalidad del experimento. Sin embargo, las condiciones están lejos de ser naturales ya que se generan intencionalmente. Los experimentos de campo de largo plazo tienen ventajas y desventajas. Por un lado, los sitios estarán expuestos a la gama total de procesos de perturbación que actúan en la zona de estudio (Petraglia y Nash 1987). Sin embargo, una de las limitaciones se relaciona con el gran número de procesos y agentes que contribuyen a la formación de un conjunto arqueológico. Muchos factores, incluyendo las características de los sedimentos (e.g. granulometría y compactación), los atributos de los artefactos (e.g. tamaño, peso y forma) y los procesos ambientales (e.g. temperatura, humedad, viento, precipitación y cubierta vegetal) pueden influir en el comportamiento de los materiales arqueológicos (Wandsnider 1987b, 1988). En consecuencia, es difícil identificar cuál o cuáles de ellos son los responsables de los efectos observados (Bowers et al. 1983; Petraglia y Nash 1987; Wandsnider 1987a). En otras palabras, podemos observar resultados pero no necesariamente los procesos que los generaron. Esto significa que en cada control podremos registrar lo que le sucedió a los conjuntos previamente depositados pero no sabremos exactamente lo que ocurrió entre las sucesivas visitas. Estos momentos intermedios entre controles funcionarán, por lo tanto, como cajas negras(8) (Borrero 1991).

Parto del supuesto de que los mismos procesos que actuaron en el pasado, y que siguen actuando en el presente sobre los sitios arqueológicos del área de estudio, también actuarán sobre los sitios experimentales. Por eso, las pistas se instalaron en la misma región donde se presentan los sitios arqueológicos. Sin embargo, soy consciente de que en el pasado ocurrieron ciertos fenómenos no observados durante este experimento (e.g. erupciones volcánicas) que seguramente tuvieron profundos efectos sobre los materiales arqueológicos (e.g. rápido enterramiento por incremento en la tasa de depositación cambiando así la resolución, la integridad y el grano de los conjuntos artefactuales). 2.2. OBJETIVOS Objetivo general El objetivo general de mi investigación era reconstruir los procesos de formación de las unidades de excavación a partir del análisis de sus sedimentos, poniendo especial énfasis en la distinción de agentes naturales y antrópicos. Ello permitiría discutir la intensidad de la ocupación en cada uno de los sitios excavados así como examinar los diferentes usos que éstos tuvieron a lo largo del tiempo.

Borrero (1991) menciona tres clases de resultados experimentales: 1) cambios intensos, 2) cambios graduales y acumulativos y 3) ausencia de cambios. Los dos primeros casos conforman experimentos negativos mientras que el último caso conforma un experimento de tipo positivo(9). Los experimentos negativos son los de mayor utilidad da-

Objetivos particulares Para los sedimentos 10

Capítulo 2: Consideraciones Teórico-Metodológicas y Objetivos •

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el origen antrópico, se discutiría si estos restos constituyeron un recurso alimenticio o si ingresaron al sitio con otros fines.

Determinar si los análisis sedimentológicos de laboratorio reflejaban las diferentes unidades de depositación observadas en el campo (durante la excavación), aportando datos para su descripción y definición. Identificar la fuente -el lugar de procedencia- de las partículas sedimentarias que conformaban los depósitos arqueológicos. Distinguir el agente de transporte, es decir, si las partículas sedimentarias fueron depositadas en los sitios de manera natural y/o antrópica. Evaluar alteraciones postdepositacionales. Considerar la utilidad de los análisis sedimentológicos para examinar la intensidad de la ocupación humana en los sitios arqueológicos así como los usos que éstos han tenido a lo largo del tiempo. Discutir las ventajas y desventajas de las técnicas de laboratorio seleccionadas y/o disponibles para el análisis de los sedimentos arqueológicos. Brindar un marco de referencia adecuado para interpretar el significado de los restos de microvertebrados y de microfósiles silíceos recuperados y analizados en este libro, a partir de la información generada sobre la historia de las distintas unidades de depositación.

Una vez identificados los agentes involucrados en la formación y posterior modificación de los depósitos, el segundo objetivo era explorar los usos del alero a lo largo del tiempo. El tercer objetivo era evaluar la utilidad de los reptiles recuperados en el alero como indicadores paleoclimáticos y paleoambientales. El cuarto objetivo era generar una base de datos que permitiera, en un futuro trabajo, completar el estudio zooarqueológico de los grandes vertebrados del sitio(11). Para los microfósiles silíceos (las diatomeas) Las características de las unidades localizadas en la base del alero y del corral sugerían que tenían un origen diferente del resto de las unidades estratigráficas (ver capítulo 6). Se consideró, entre otras opciones, la posibilidad de la existencia de un cuerpo de agua in situ en algún momento en el pasado y por eso se recurrió al análisis diatomológico pensando que, si la hipótesis era correcta, entonces dichas unidades deberían presentar un elevado número de diatomeas. Cabe aclarar que éste no era un objetivo inicial sino que surgió del desarrollo mismo de la investigación. Si bien comenzó como un objetivo menor, a medida que avanzaba el trabajo iban cambiando muchas de mis ideas iniciales. Así, el análisis diatomológico “cobró vida” y terminó constituyendo un capítulo del libro.

Para los microvertebrados Las cuevas y aleros constituyen ambientes depositacionales particulares, complejos y dinámicos, que se caracterizan por ser unidades espaciales generalmente restringidas (Farrand 1985; Sherwood y Goldberg 1997; Waters 1992). Desde un punto de vista geológico se los puede describir como trampas muy eficientes de sedimentos, en donde la depositación predomina sobre la erosión (Butzer 1982; Collcutt 1979; Farrand 1985; Straus 1990; Waters 1992). Por lo general, los sedimentos tienen componentes tanto endógenos como exógenos; estos últimos pueden ser transportados por medio de una variedad de agentes como el agua, el viento, los animales y/o los seres humanos (Butzer 1982; Farrand 1985; Schmid 1970; Straus 1990; Waters 1992). Además, dado que las cuevas y aleros ofrecen protección y refugio, son mucho más susceptibles de ser reutilizados que los sitios a cielo abierto (Schmid 1970; Straus 1990). Esto significa que, en cuevas y aleros, las unidades estratigráficas con evidencias de ocupación frecuentemente constituyen palimpsestos, resultado de la actividad animal y antrópica. Esta ocupación puede ser tanto sincrónica (simultánea) como diacrónica (alternada). En otras palabras, dado que varios otros agentes, además del hombre, pueden contribuir de manera significativa a la formación de un conjunto arqueofaunístico, los restos óseos y dentarios recuperados en sitios arqueológicos no son necesariamente resultado de la actividad humana (Andrews 1990; Brain 1980, 1981; Klein y Cruz-Uribe 1984; Payne 1983; Speth 1991; Thomas 1971, entre otros).

Para que los resultados fueran comparables, se decidió analizar diatomeas en todas las muestras por lo que, a su vez, se establecieron objetivos particulares relacionados con la reconstrucción de los procesos de formación de las unidades de excavación: • Analizar qué especies estaban representadas, y en qué cantidades, en las muestras de sedimentos de los sitios arqueológicos. • Comparar dichas muestras con las muestras de control de la Vega de San Francisco, en función de presencia/ausencia, concentración de diatomeas/cm3, composición porcentual, número de especies y su ecología. • Identificar la fuente de las diatomeas que formaban parte de los depósitos arqueológicos. • Distinguir el agente de transporte, es decir, si las diatomeas encontradas fueron depositadas en los sitios de manera natural y/o antrópica(12). • Evaluar alteraciones postdepositacionales. • Inferir oscilaciones en el nivel de base de la vega. • Relacionar las fluctuaciones en la concentración de diatomeas con cambios climáticos. • Considerar la utilidad de las diatomeas para discutir los usos de los sitios arqueológicos a lo largo del tiempo.

En consecuencia, el primer objetivo de este trabajo era reconocer el origen de la acumulación (antrópico o no antrópico)(10) de microvertebrados proveniente del alero, a partir de su análisis tafonómico. En caso de confirmarse

Para las pistas experimentales

11

Procesos de formación de sitios arqueológicos: tres casos de estudio en la Puna meridional catamarqueña argentina (7)

El objetivo general de este experimento era evaluar el comportamiento de artefactos cerámicos y líticos variados sometidos a procesos de formación naturales y depositados sobre sedimentos de granulometría relativamente gruesa (grava y arena), típicos del sector NO de la Vega de San Francisco donde se localizan los sitios arqueológicos excavados. Por comportamiento me refiero a distintos tipos de desplazamiento (horizontal y su orientación, vertical, inclinación e inversión) registrados a partir de las piezas instaladas.

De los seis tipos de microfósiles silíceos, en las muestras analizadas se recuperaron diatomeas y estatosporas de crisofíceas. Sin embargo, en este libro sólo se presenta el análisis de las diatomeas ya que el especialista en estatosporas contactado (Dr. Sergi Plá, Departamento de Ecología, Facultad de Biología, Universidad de Barcelona, España), al mirar algunas muestras que se le enviaron, no pudo reconocer las especies a las que pertenecían estas estructuras. Las estatosporas -o “quistes”-, con diámetros que varían entre 2,5 y 30 µm, se forman naturalmente como parte del ciclo de vida de las algas crisofíceas (Chrysophyceae) y hasta el momento no se han relacionado todas las estatosporas con las especies que las producen (Smol 1995; Zeeb y Smol 1993). Cuando se observaron las muestras de la vega sin procesar, no se encontraron evidencias de la presencia de crisofíceas. Esto puede deberse a que muchas de estas algas se destruyen con el fijador que se agrega a las muestras para su preservación. Por lo tanto, previo a cualquier otra tarea, era necesario llevar a cabo un estudio actualístico realizando un muestreo sistemático de la vega para observar las muestras in vivo (Maidana com. pers.). Esto excedía mis objetivos pero considero que es una vía de investigación sumamente interesante que debería explorarse en un futuro cercano.

En otras palabras, me interesaba medir cómo y cuánto se movía el material y si ese desplazamiento estaba o no relacionado con las características de la matriz sedimentaria de cada una de las pistas (granulometría y compactación) y/o con las de las piezas (materia prima, tamaño, peso y forma). Esto me permitiría evaluar la resolución e integridad de los conjuntos depositados, esto es, identificar cuánta perturbación a nivel espacial y contextual sufrieron desde su instalación. A su vez, la información generada a partir de este experimento brindaría un marco de referencia adecuado para comprender mejor las modificaciones que pudieron haber sufrido los conjuntos artefactuales arqueológicos recuperados en la zona de estudio. Las mediciones del desplazamiento de materiales superficiales en condiciones naturales en este ambiente particular que presenta, además, sedimentos con características granulométricas específicas, me permitirían generar expectativas “mínimas” para evaluar la resolución e integridad de los conjuntos arqueológicos.

(8)

No se refiere al concepto de caja negra utilizado en aviación sino que remite a la filosofía de las ciencias. “Una teoría del tipo “caja negra” trata su objeto o tema como si fuera un sistema desprovisto de estructura interna… da razón del comportamiento general basándose en relaciones entre variables globales, como causas netas (inputs) y efectos netos (outputs); unas y otros quedan mediados por variables intervinientes que carecen de referente” (Bunge 1976: 547). Así, las variables externas (inputs y outputs) son observables mientras que las variables internas (o variables mediadoras) son inobservables; estas últimas constituyen variables sin interpretar en la teoría del tipo caja negra (Bunge 1976). En otras palabras, entre las causas y los efectos hay un conjunto de procesos que no puede observarse directamente y que, por lo tanto, no puede explicarse.

2.3. NOTAS (1)

Los sedimentos son partículas sólidas sueltas (provenientes de la meteorización de rocas preexistentes) que han sido erosionadas, transportadas y depositadas. Todos los sedimentos que forman un depósito tienen la misma historia (comparten la fuente, el agente de transporte, el ambiente de depositación y las alteraciones postdepositacionales) y son parte de un mismo evento de depositación (Stein 1987).

(9)

La elección de estos términos se puede prestar a confusión y por eso es conveniente realizar una aclaración. Si bien a primera vista parecerían estar utilizados justo al revés de lo que indicaría el sentido común, Borrero los empleó desde la perspectiva de los arqueólogos que creen en los sitios prístinos y para quienes las perturbaciones del registro arqueológico son consideradas como un hecho negativo (Borrero com. pers.). Por lo tanto, un experimento donde no se produzcan cambios es visto como positivo porque implica que los artefactos no resultaron afectados por ningún proceso de formación post-depositacional. Por el contrario, un experimento donde se produzcan cambios es visto como negativo porque significa que los procesos de formación postdepositacionales alteraron la resolución e integridad del conjunto artefactual utilizado.

(2)

Un depósito es un agregado de partículas sedimentarias. Se puede definir como una unidad que se distingue en el campo a partir de cambios observables en algunas propiedades y en los límites que definen su carácter tridimensional. Se describe por las propiedades físicas o químicas o por algún otro atributo de las partículas que contiene. Es una unidad analítica que se caracteriza por la homogeneidad de sus atributos físicos, su contenido artefactual o su posición cronológica. En arqueología se lo suele denominar “capa natural” o “estrato” (Stein 1987). (3)

Bolos de regurgitación de aves rapaces.

(4)

Incluye conejos y liebres.

(5)

Comprende erizos, musarañas y topos.

(6)

(10)

Los términos “cultural” y “natural” son ampliamente utilizados en la literatura arqueológica para referirse a agentes de transporte y/o perturbación. Sin embargo, di-

Murciélagos. 12

Capítulo 2: Consideraciones Teórico-Metodológicas y Objetivos (12)

chos términos se prestan a confusión dado que parecerían implicar que el hombre es un agente “no natural”. En consecuencia, y para no aumentar aún más la confusión ya existente acuñando términos nuevos, a lo largo del libro empleo los términos “antrópico” y “cultural”, por un lado, y “no antrópico” y “natural”, por el otro, de manera indistinta, pero aclarando que considero al hombre, aún cuando posee ciertas características que lo hacen único, como un agente natural más. (11)

En sedimentos arqueológicos, la presencia de diatomeas cuyo origen es antrópico puede ser consecuencia de una actividad intencional o casual. En el primer caso, dicha actividad podrá ser de alto o bajo impacto -en relación al número de células depositadas en los sitios-, según la productividad del cuerpo de agua del cual provienen las diatomeas y de la cantidad de material con diatomeas (e.g. restos vegetales, sedimentos o agua) transportado desde ese cuerpo de agua, con fines varios. En el segundo, dicha actividad será de bajo impacto (e.g. sedimentos del borde de un cuerpo de agua adheridos al calzado).

Trabajo en curso, a cargo de la Dra. Victoria Horwitz.

13

CAPÍTULO 3: MARCO ESPACIAL Y TEMPORAL Este capítulo detalla el marco de análisis, tanto espacial como temporal, que encuadró el desarrollo de los trabajos. Éste es fundamental para comprender las particularidades del registro arqueológico de la zona de estudio, cuyas características específicas la hacen diferente de otras áreas.

cursos de agua permanente interconectados y las lagunas -de formación más reciente- y otra al S donde la dinámica de esta cuenca endorreica dio lugar a la formación de un “salar” (denominado Las Coladas), de edad cercana a los 1600 años (Valero-Garcés 1997; Valero-Garcés et al. 1999, 2000). En estos mismos trabajos se menciona la presencia de surgentes termales en el sur de la cuenca pero sin precisar su ubicación.

3.1. MARCO ESPACIAL La zona de estudio: ubicación y características generales

Diversas fuentes mencionan la existencia de aguas termales cerca del puesto de Gendarmería Nacional no habiendo, por el momento, instalaciones para su utilización de manera intensiva (Kirbus 1995; Yunis et al. 1998).

La Puna es una altiplanicie con un nivel de base de 4.000 msnm, con serranías y volcanes alineados en sentido N-S que separan extensas depresiones, muchas de ellas ocupadas por salares, y constituye la prolongación meridional del altiplano peruano-boliviano (Seggiaro 1999). Para algunos autores (e.g. Turner y Méndez 1979), la cordillera de San Buenaventura, de rumbo O-E, es el límite S de la Puna argentina. En consecuencia, el área de estudio del PACh (figura 1.1), según un criterio geológico, quedaría al S de la Puna propiamente dicha y al N de la Cordillera Frontal, en una zona de transición situada entre los paralelos 27° 00’ y 28° 30’ de latitud sur (Caminos 1979). Sin embargo, coincido con Ratto et al. (2002a) en que por sus características fitogeográficas y morfológicas se la puede considerar como parte de la Puna meridional.

La región de estudio presenta una combinación de relieves abruptos-montañosos y suaves-llanos que corresponden a la zona cordillerana y a las vegas y pampas, respectivamente. Las mayores alturas sobre el nivel del mar se presentan en la zona cordillerana limítrofe con Chile -representada por grandes volcanes- mientras que las alturas menores corresponden a una planicie de gran extensión donde se localiza la Vega de San Francisco (figura 3.1) (Kligmann y Ratto 1994). La actividad de los volcanes Incahuasi (6.638 msnm) y San Francisco (6.016 msnm) se refleja en las coladas de lava que pueden apreciarse en las aerofotografías (figura 3.2). Valero-Garcés (1997) señala que el paisaje y el medio sedimentario de la Vega de San Francisco está caracterizado por un mosaico de lagunas, vegas con vegetación y pampas. La diferencia entre estos tres ecosistemas está dada por la disponibilidad de agua y por la intersección entre el acuífero superficial y la topografía. El primer caso se da en áreas inundadas por afloramiento en la superficie de la capa freática, el segundo se produce cuando el acuífero está próximo a la superficie y el tercero cuando el acuífero está a mayor profundidad. Lagunas, vegas y pampas constituyen medios dinámicos con frecuentes superposiciones según la oscilación del nivel de base del acuífero.

El clima es frío y seco, continental y de marcada amplitud térmica con temperaturas que oscilan entre -20° C y 40° C y un régimen de precipitaciones de 100 mm anuales. Las extremas condiciones de aridez dan como resultado suelos esqueléticos con muy poca materia orgánica (Seggiaro 1999). Dichas condiciones, sumadas a la escasa presencia de vegas con agua permanente, hacen de esta región una de las más inhóspitas de la Puna. En todo el territorio de la hoja geológica correspondiente al área de estudio sólo se registra la presencia de habitantes temporarios en los campamentos de Gendarmería Nacional y Vialidad Provincial instalados en “Las Grutas”, a pocos km del Paso de San Francisco (Seggiaro 1999).

Desde el punto de vista fitogeográfico, la zona de estudio se podría adscribir al Dominio Andino-Patagónico (Provincias Altoandina y Puneña) (Cabrera y Willink 1980). Éste se caracteriza por sus condiciones climáticas rigurosas, ya sea por un excesivo frío o por una gran aridez, con vientos intensos, fuertes variaciones de temperatura entre el día y la noche, intensa radiación solar durante el día y muy bajas temperaturas durante la noche. Tanto la flora como la fauna de este dominio están adaptadas a condiciones ambientales extremas.

La cuenca de Chaschuil, situada en la región occidental de la provincia de Catamarca y a 3.500 msnm, recibe aguas permanentes de los ríos Las Peladas, Las Lozas y del Cazadero. A lo largo del eje del valle existen vegas (áreas de surgencias naturales) motivadas por la proximidad entre cordones montañosos. Éstas se presentan donde rocas impermeables cierran, subterránea y transversalmente, las aguas del subsuelo. Las vegas principales son las de Las Lozas, Cazadero Grande y Chaschuil. La cabecera de la cuenca se encuentra en la Vega de San Francisco mientras que el río de La Troya constituye el cierre austral (Tezón 1963).

La Provincia Altoandina, que abarca las altas montañas de los Andes por encima de los 4.400 msnm, posee clima frío todo el año, con precipitaciones en forma de nieve o granizo. Los suelos son sueltos, arenosos o pedregosos e inmaduros. La vegetación es pobre y la fauna comprende mamíferos (camélidos, carnívoros y roedores), aves e in-

En la Vega de San Francisco pueden distinguirse dos zonas que pertenecen a sistemas hidrológicos diferentes: una al N donde predominan los terrenos inundados, los 14

Capítulo 3: Marco Espacial y Temporal

Figura 3.1. Mapa hipsométrico. 15

Procesos de formación de sitios arqueológicos: tres casos de estudio en la Puna meridional catamarqueña argentina

Figura 3.2. Mosaico armado a partir de las aerofotografías. vertebrados (Cabrera y Willink 1980).

desnudos gran parte del año. Predomina la vegetación de tipo arbustiva, aunque también hay pastizales en suelos levemente más húmedos así como bosques de queñoa en laderas y quebradas. La fauna está compuesta por mamíferos (camélidos, carnívoros y roedores), aves, batracios e invertebrados (Cabrera y Willink 1980).

La Provincia Puneña abarca el altiplano que se extiende entre los paralelos 15° y 27° de latitud sur. Se caracteriza por presentar extensos bolsones rodeados por cadenas montañosas entre los 3.200 y los 4.400 msnm. El clima es frío y seco, con gran amplitud térmica diaria y lluvias estivales que disminuyen de N a S y de E a O, desde aproximadamente 700 mm hasta menos de 50 mm. La temperatura media anual ronda los 9° C. Los suelos están

Antecedentes y material cartográfico La hoja geológica 2769-II “Paso de San Francisco” co16

Capítulo 3: Marco Espacial y Temporal rresponde al extremo S de la Puna austral, en la provincia de Catamarca. Dicha área cuenta con información geológica de variada temática e incluye relevamientos realizados con fines mineros así como estudios que aportan información petrográfica y dataciones radimétricas (Seggiaro 1999).

continentales de edad pérmica. Las lavas riolíticas y depósitos asociados se vinculan con la actividad magmática del Triásico (Mesozoico inferior). A partir del Mioceno medio (Cenozoico) se desarrolló una intensa actividad magmática representada por rocas intrusivas, lavas dacíticas y andesíticas y extensos mantos de ignimbritas asociados a megacalderas.

La falta de ciertos datos meteorológicos y geológicos conlleva algunos inconvenientes a la vez que plantea interesantes desafíos desde el punto de vista arqueológico. Entre los inconvenientes se puede citar la falta de información climática, como ser registros de estaciones meteorológicas locales con datos sobre temperatura y precipitaciones. La actividad reciente (últimos mil años) de los volcanes de la zona (Incahuasi y San Francisco) tampoco está estudiada. En otras palabras, carecemos de cierta información de base muy importante.

Hace 2 millones de años (Pleistoceno) comenzó en la Puna austral una tectónica extensional a la cual se asocia la actividad volcánica reciente. Las fracturas directas están asociadas, en muchos casos, a derrames fisurales y a centros monogénicos(15) alineados de edad cuaternaria (Mon et al. 1988), entre los que se encuentran las coladas de los volcanes San Francisco e Incahuasi. Los depósitos actuales, típicos de un ambiente desértico de condiciones extremas, están integrados por acumulaciones de depósitos aluviales, lacustres, coluviales y eólicos que cubren gran parte del área relevada.

Entre los desafíos se puede citar el hecho de que resulta una zona muy atractiva porque plantea problemas geoarqueológicos particulares, producto de la combinación de: gran amplitud térmica, escasas precipitaciones, baja presión atmosférica, fuertes vientos, alta radiación solar, vegetación rala, precipitación de sales, limitada disponibilidad de agua, actividad sísmica, presencia de volcanes históricamente activos, etc.

La estructura de la región es el resultado de la superposición de varios eventos de deformación ocurridos desde el Precámbrico tardío. El relieve positivo creado por la acción tectónica ha dado lugar a la formación de niveles de bajada por coalescencia de abanicos aluviales. A pesar de que predominan condiciones climáticas de extrema aridez, la acción fluvial constituye el proceso exógeno que ha ejercido mayor influencia en el modelado del paisaje.

La cartografía disponible para la zona de estudio comprende: 1) Mapa geológico de la provincia de Catamarca (1: 500.000) (Secretaría de Minería, Dirección Nacional del Servicio Geológico, Ministerio de Economía y Obras y Servicios Públicos). 2) Carta de imagen satelital (1: 250.000) (Instituto Geográfico Militar). 3) Carta topográfica (1: 100.000 y 1: 250.000) (Instituto Geográfico Militar). 4) Mapa hipsométrico(13) (1: 250.000). 5) Carta geológica (1: 250.000) (Instituto de Geología y Recursos Minerales, Servicio Geológico Minero Argentino, Subsecretaría de Minería de la Nación). 6) Mapa geológico inédito(14) (1: 200.000). 7) Fotografías aéreas (1: 50.000) (Instituto Geográfico Militar) (Aerofotogramas N° 2767-301-1 a 4, 2769-40825 a 28 y 2767-104-1).

Las unidades definidas en la hoja geológica fueron numeradas de base a techo del 1 al 31. De todas ellas, las que corresponden al sector de la Vega de San Francisco son (figura 3.3): 8) Formación Patquía de la Cuesta. Sedimentitas rojas compuestas por conglomerados y areniscas conglomerádicas. Depósitos de abanicos aluviales en la parte inferior y fluviales en la superior, con influencia marina en los niveles más altos (Pérmico). Corresponde al límite oriental de la vega. 21) Lavas y domos. Domos, lavadomos, coladas de lava y flujos de bloques dacíticos y andesíticos (Plioceno superior). Localizados al NO del puesto de Gendarmería Nacional “Las Grutas” y datados en 2,3 ± 0,3 y 2,1 ± 0,4 millones de años (Mpodozis et al. 1996). 22a) Estratovolcanes. Conjunto de aparatos volcánicos y coladas andesíticas y dacíticas (Pleistoceno inferior) distribuidos a lo largo del límite argentino-chileno. Forman, entre otros, los aparatos volcánicos Incahuasi y San Francisco. Dataciones realizadas sobre andesitas del Paso de San Francisco arrojaron fechados de 0,910 ± 0,26 y 0,931 ± 0,18 millones de años mientras que una datación realizada sobre dacitas del volcán San Francisco brindó un fechado de 1,2 ± 0,7 millones de años (Mpodozis et al. 1996). 22b) Basaltos. Basaltos de aparatos monogénicos (Pleistoceno inferior). 22c) Domos dacíticos. Dacitas con fenocristales (Pleistoceno inferior). 23b) Basalto del Peinado. Basaltos de conos monogénicos (Pleistoceno superior). Unidad constituida por coladas provenientes de conos parásitos(16) del volcán Inca-

Breve reseña geológica de la Puna meridional La información geológica que se detalla a continuación fue tomada de la hoja geológica (Seggiaro 1999). Las rocas más antiguas pertenecen a un basamento afectado por varios tipos de metamorfismo y originado a partir de materiales del Precámbrico tardío. Las unidades del Paleozoico inferior constituyen extensos afloramientos integrados por rocas pelíticas y areniscas con intercalaciones de vulcanitas ácidas y básicas e intrusivos graníticos. Las unidades han estado expuestas a un metamorfismo de bajo grado y están deformadas en pliegues apretados y volcados. El Paleozoico superior está integrado por estratos rojos 17

Procesos de formación de sitios arqueológicos: tres casos de estudio en la Puna meridional catamarqueña argentina

Figura 3.3. Fotointerpretación del mosaico. 18

Capítulo 3: Marco Espacial y Temporal huasi (fotografía 3.1) y de la ladera oriental del volcán San Francisco, entre otros. 25) Salares. Cloruros, sulfatos y boratos (Pleistoceno superior-Holoceno). 27) Flujos detríticos. Brechas polimícticas(17) y oligomícticas(18) (Holoceno). 28) Depósitos aluviales nuevos. Gravas, arenas y limos no consolidados, mal seleccionados y pobremente estratificados (Holoceno). 30) Depósitos coluviales. Conglomerados, arenas y limos no consolidados (Holoceno). Se disponen en las faldas de los cerros y en las planicies pedemontanas y presentan evidencias de haber sido poco transportados.

que van desde andesitas basálticas a riolitas. El volcán San Francisco (26º 55’ de latitud sur y 68º 16’ de longitud oeste) está constituido principalmente por lavas, aglomerados y piroclastos andesítico-basálticos y andesitas porfíricas que han sido intruidas por domos dacíticos. El edificio volcánico presenta dos grandes avalanchas de detritos originadas por el colapso de sus laderas O y NO. La edad de este complejo volcánico sería pleistocena (González-Ferrán 1995). El volcán Incahuasi (27º 02’ 30” de latitud sur y 68º 17’ de longitud oeste) está compuesto principalmente por flujos andesítico-dacíticos y dacitas. Si bien no se cuenta con registros de actividad histórica, se estima que la última erupción es reciente (González-Ferrán 1995).

Vulcanismo local

Fotointerpretación

La zona de estudio está ubicada en el extremo S de la Zona Volcánica de los Andes Centrales (o Provincia Volcánica de los Andes Centrales como la definieron Thorpe et al. 1982), coincidiendo con una discontinuidad morfológica mayor, volcánica y sísmica, a los 27º 00’ de latitud sur y 68º 45’ de longitud oeste (Baker et al. 1987).

Se armó un mosaico con 9 aerofotogramas que fue procesado con el programa de computación Arcview, con módulo de imágenes Image Analysis (figura 3.2). La fotointerpretación, previamente realizada sobre la base de estereoscopía bajo la supervisión de la Lic. Patricia Solá, se dibujó sobre dicho mosaico con la aplicación del software Adobe Illustrator (figura 3.3).

La morfología volcánica de la región de estudio se encuentra representada por estratovolcanes poligénicos(19) que se han formado por la alternancia de la efusión de coladas lávicas andesítico-dacíticas y del surgimiento de grandes domos y conos de cenizas y de escoria durante largos períodos. Esta asociación de geoformas es característica de un vulcanismo mesosilísico a ácido (andesitas, dacitas y riolitas) de alta viscosidad (Seggiaro 1999).

El análisis de los aerofotogramas (escala 1: 50.000) fue efectuado con el apoyo de la hoja geológica 2769-II (Paso de San Francisco, escala 1: 250.000) (Seggiaro 1999) y de otros trabajos llevados a cabo en la zona (Valero-Garcés et al. 1999, 2000). No obstante surgieron algunas diferencias con la hoja geológica (que abarca una gran región de alrededor de 10.400 km2) debido al grado de detalle con que fue analizado el sector de la Vega de San Francisco (la fotointerpretación sólo cubre la porción SO, de aproximadamente 210 km2, de la hoja geológica).

La región de la Vega San Francisco está vinculada al grupo de volcanes que, bajo la denominación general Ojos del Salado, incluye a los volcanes Copiapó, Maricunga, Pastillito, Tres Cruces, Solo, Ojos del Salado, El Muerto, El Fraile, Incahuasi y San Francisco, abarcando terrenos chilenos y argentinos y configurando un paisaje volcánico con rocas que comprenden un rango de edades que va desde el Mioceno hasta el reciente (Baker et al. 1987).

A través del análisis de los aerofotogramas se constató la presencia de las unidades litológicas que aparecen en el área de estudio (detalladas en el informe de la hoja geológica), enumeradas aquí bajo el título “Breve reseña geológica de la Puna meridional”. Algunas de estas unidades son de origen sedimentario (8, 25, 28 y 30) mientras que las restantes son de origen ígneo extrusivo, de composición dominantemente dacítica a andesítica (21, 22a, 22b, 22c, 23b y 27).

El área Ojos del Salado está caracterizada por estructuras volcánicas mayores como calderas con edades de circa 23 millones de años. Son típicos estrato-volcanes andesíticos, mantos de ignimbritas y volcanes compuestos (éstos constan, al menos, de dos unidades morfológicas separadas, e.g. domo riolítico desarrollado sobre cono andesítico basáltico) (Thorpe et al. 1982). Composicionalmente las rocas volcánicas de la zona central tienden a ser más silíceas que aquéllas más meridionales o septentrionales de los Andes. Los basaltos son escasos y los tipos de rocas más comunes son andesitas ácidas o dacitas.

A partir de esta fotointerpretación se observaron leves diferencias con respecto a las unidades consignadas en la carta geológica como ser variaciones de ciertos límites formacionales, la presencia de algunos afloramientos no indicados en la hoja geológica y la identificación de un tipo litológico diferente (llamado aquí 27b por su asociación espacial y temporal con respecto a 27, ahora denominado 27a). También se agregaron el trazado de la fracturación local dominante y la ubicación de cinco surgentes o vertientes (indicadas en la figura 3.3 con tres puntos debido a su proximidad).

En función de las dataciones K-Ar y del mapeo geológico se han reconocido cinco grupos volcánicos separados o cinco fases de actividad volcánica (González-Ferrán et al. 1985). Los tres primeros grupos son de edad miocena. El cuarto grupo presenta rocas andesíticas o dacíticas con andesitas basálticas subordinadas de edad pliocena. El quinto grupo comprende la Cadena Volcánica Ojos del Salado de edad pleistocena reciente. Se extiende por más de 80 km y está integrado por una serie de estrato-volcanes, domos, conos y cráteres de explosión con productos

Se distinguieron siete niveles aterrazados sobre la margen oriental de la vega (labrados sobre la unidad sedimentaria 28, fuera de los límites del salar) y unos pocos sobre la margen occidental (ubicados dentro de los lími19

Procesos de formación de sitios arqueológicos: tres casos de estudio en la Puna meridional catamarqueña argentina

20

Capítulo 3: Marco Espacial y Temporal tes del salar y cuya correlación con la margen opuesta no puede efectuarse). Éstos permiten inferir que el área original abarcada por la vega propiamente dicha, el salar y los terrenos asociados era mucho mayor que la observada en la actualidad.

En resumen, la región de estudio es una cuenca endorreica o cerrada (que coincidiría con una gran zona de debilidad cortical) -la vega San Francisco- de forma algo irregular y alargada en sentido N-S, con un ensanchamiento en el sector medio. Está limitada al E por afloramientos sedimentarios del Paleozoico superior, fuertemente deformados y fracturados según los rumbos dominantes NE-SO, NO-SE y O-E- y por la superposición de afloramientos de vulcanitas básicas mucho más modernas (Pleistoceno inferior); el límite occidental está dado por la acumulación de distintos pulsos lávicos de composición mesosilícica y básica provenientes tanto de los cuerpos volcánicos de la Cordillera de San Buenaventura (en el N) y de los grandes volcanes San Francisco e Incahuasi (con sus conos parásitos) como por los materiales de acarreo resultado de la erosión de los depósitos de origen efusivo mencionados.

Sobre una lengua de lava (unidad 23b) se diferenciaron cuatro subunidades (I, II, III y IV) que corresponderían a diferentes pulsos lávicos emitidos desde los conos parásitos del flanco nororiental del volcán Incahuasi, ubicados en el extremo SO del área de la fotointerpretación y fuera de la hoja geológica (IV indicaría la última emisión registrada en las aerofotografías, pudiendo existir más de un pulso dentro de esta denominación). La unidad 27b identificada en este estudio está integrada por conos piroclásticos(20) que afloran en terrenos ocupados por la vega (fotografía 3.2) y también en su margen occidental. Algunos de estos conos están parcial o totalmente rodeados por el material distal de los conos aluviales y coluviales occidentales. Los conos piroclásticos parecen ser posteriores a la formación de la vega pero anteriores a la acumulación de los materiales provenientes de esos conos aluviales y coluviales.

La vega muestra, entonces, una reducción de su superficie por pérdida de agua por evaporación y/o infiltración e indicaría períodos más áridos desde el momento de máximo desarrollo (correspondería a la última terraza labrada sobre la unidad 28). Otro factor vinculado a la disminución de la superficie y al cambio de forma es el producido por el avance del material lávico emitido por los volcanes aledaños, cuyas emanaciones conforman, en parte, la margen occidental (unidad rocosa lávica -23b- que llega hasta el borde de la vega y del salar).

En cuanto a la fracturación, de importante desarrollo, se puede inferir que está ligada al origen de esta cuenca endorreica y tiene sistemas con tres rumbos dominantes: NE-SO, NO-SE y O-E (con ligeras variaciones). En la figura 3.3 se indicaron las fallas, las fracturas y las direcciones de debilidad inferidas que afectan a toda la cuenca -vega y salar-.

El paisaje, árido a semiárido, se ve interrumpido por una extensa zona de bajada (la vega) que contiene agua superficial (lagunas y cursos de agua permanentes). Sin embargo, la aridez se manifiesta por el sistema de drenaje configurado por cursos de agua transitorios (afluentes de esta cuenca y con nacientes en el N y el E), por un diseño de avenamiento de tipo endorreico y por el salar (en contacto transicional con la vega actual). Las grandes superficies cubiertas por unidades de origen volcánico y sus productos de erosión refuerzan el carácter desértico de este sector de Catamarca.

También se delimitaron, para el área de la vega, dos zonas separadas por una línea imaginaria de rumbo O-E ubicada aproximadamente en la parte media de esta cuenca. Al norte de la misma predominan cursos de agua y lagunas y al sur niveles aterrazados dentro y fuera de la cuenca y fuentes de agua, posiblemente termal (Solá com. pers.). Se identificaron, gracias a la mención en trabajos de limnología (Valero-Garcés et al. 1999, 2000), cinco surgentes termales (?) muy próximas entre sí que están vinculadas con la fractura inferida NO-SE y ubicada en el S de la cuenca. El lugar se distingue por los cinco pequeños montículos de distinto tamaño, irregulares, con orificios que muestran evidencias de salida de fluidos que confluyen en un pequeño arroyo con vertiente hacia el E en el salar. Hay relictos de marcas o “chorreaduras” producidas por las sales (posibles carbonatos y sulfatos que son solubles en los fluidos termales pero que precipitan en cuanto alcanzan las condiciones de presión y temperatura ambientales).

Como resultado de la meteorización y erosión hay gran cantidad de material de bajada representado por los conos aluviales y coluviales que exhiben mayor desarrollo sobre los terrenos volcánicos del O y que modificaron el contorno de la vega llegando incluso a incluir a algunos de los conos piroclásticos surgentes como islas dentro de los límites de la vega y en su margen occidental. Es una región cuya dinámica ha transformado notablemente el relieve, tanto por la deformación de los terrenos sedimentarios antiguos como por los eventos volcánicos (que se extienden hasta tiempos relativamente recientes), los efectos de la erosión (importante meteorización física) y las variaciones climáticas (con aumento de la aridez).

Con la fotointerpretación, los mapas y los datos de campo se pudo armar un esquema que explicaría la ubicación de los aleros en la unidad 21 que, en ese lugar, está totalmente cubierta por otra -27a-. La figura 3.4 muestra la relación espacial entre los aleros y la unidad volcánica en la que están labrados (cabe aclarar que las distancias horizontales y verticales están exageradas y que todo el conjunto está fuera de escala).

Procesos característicos de la zona de estudio Algunos procesos característicos del área son los pavimentos del desierto y las pátinas que se forman sobre materiales líticos de superficie. Ambos son indicadores de estabilidad geomorfológica relativa (es decir, donde no 21

Procesos de formación de sitios arqueológicos: tres casos de estudio en la Puna meridional catamarqueña argentina

Figura 3.4. Corte N-S de las formaciones 21 y 27a.

Figura 3.5. Formación del pavimento del desierto (Adaptada de Tarbuck y Lutgens 2000: 304). predominan condiciones de depositación ni de erosión).

siempre y cuando no sea perturbada (e.g. por pisoteo animal o antrópico o por el paso de vehículos) (fotografías 3.3 y 3.4). En este caso, los materiales finos localizados por debajo de la grava quedarán nuevamente expuestos en la superficie y estarán sujetos a la deflación hasta que se vuelva a restituir el pavimento protector (Chernicoff 1995; Tarbuck y Lutgens 2000).

En zonas desérticas, la superficie puede estar conformada por un revestimiento rocoso denominado pavimento del desierto. Esta capa fuertemente empaquetada está compuesta por una concentración de materiales de textura gruesa (grava) y se forma cuando la deflación reduce la superficie, eliminando el material más fino (arena y limo) (figura 3.5). Una vez que se establece este pavimento, que puede tardar cientos o miles de años en desarrollarse, la superficie queda protegida de la ulterior deflación

Las pátinas son una cubierta superficial muy delgada de óxido de manganeso o de hierro, sumados a minerales varios. Son de colores oscuros y brillantes y presentan 22

Capítulo 3: Marco Espacial y Temporal una estructura microlaminar. El motivo por el cual son necesarias condiciones de alcalinidad (pH > a 7) para su formación y preservación radica en que cuanto más ácido es el medio, más soluble es el manganeso (Whalley 1983). Se conoce bastante poco y existe escaso consenso sobre la información que puede extraerse de las pátinas de materiales líticos de superficie. Sólo hay acuerdo en que las pátinas se forman sobre rocas resistentes (independientemente de su mineralogía), son típicas de ambientes áridos y constituyen un fenómeno exclusivamente subaéreo (Watson y Nash 1997; Whalley 1983). No hay consenso sobre el margen de error en los métodos de datación absolutos ni en el período de formación de las pátinas (de cientos a miles de años). Tampoco hay unidad de criterio acerca de su formación (si es consecuencia de procesos internos o externos a las rocas) (Watson y Nash 1997; Whalley 1983).

tura, suelen crecer de manera esparcida. Sólo en los lugares donde existen manantiales o se acumula agua se forman praderas anegadas denominadas vegas, que presentan vegetación concentrada (Cabrera 1971, 1976; Elkin 1987; Martínez Carretero 1995; Rodríguez 1998; Ruthsatz 1974; Ruthsatz y Movia 1975). Con respecto a la flora local, Ratto (1995) realizó un muestreo registrando la presencia de cuerno de cabra, hunquillo, junco, lampaya, paja brava y rica rica. En las fotografías 3.10 a 3.12 se ilustra la vegetación más abundante en las inmediaciones de la vega. Los recursos vegetales son de utilidad como alimento, como fuente de materias primas para la elaboración de artefactos y estructuras (e.g. cestas, cordeles, astiles, atizadores para remover el fuego, camadas de paja, techos, cercos y adobes), como combustible y para fines medicinales (Elkin 1987; Rodríguez 1998).

Otros procesos frecuentes en al área de estudio son la precipitación de sales y la formación de tafoni.

Si bien las plantas de la Puna suelen ser bajas, sus raíces son profundas. Este mecanismo adaptativo surge como reacción a la escasez de agua (Rodríguez com. pers.). Por lo tanto, si se produjera el desarrollo de plantas con estas características sobre un sitio arqueológico, sus raíces seguramente perturbarían el material allí depositado.

El primer fenómeno se observa actualmente en los bordes de la vega e indicaría cambios en el nivel de base. Cuando la vega se reduce, se produce una precipitación del material salino en solución que queda depositado en la superficie ahora sin agua (fotografía 3.5). Por otro lado, sobre una de las rocas que se encuentran a la entrada del alero se detectó una concentración de oquedades (fotografía 3.6). En un principio se pensó que podría tratarse de “morteritos(21)” o “tacitas” pero son concavidades naturales de forma irregular denominadas tafoni, originadas por meteorización físico-química de la roca y sin relación alguna con la actividad antrópica. Oquedades como las del alero, además, fueron observadas en distintas rocas de la zona de estudio (fotografías 3.7 a 3.9) y ninguna de ellas presenta superficies internas pulidas. De todas maneras, estas oquedades podrían ser aprovechadas por el hombre con fines diversos.

Recursos animales

Recursos

Entre los mamíferos se pueden mencionar roedores (e.g. chinchillas, vizcachas, tucu-tucos, ratas, ratones de campo, cuises), carnívoros (e.g. zorros, pumas), camélidos (e.g. guanacos, vicuñas) y équidos (e.g. burros salvajes). Además hay aves (e.g. patos, flamencos, gaviotas, ñandúes, lechuzas, águilas, cóndores, perdices y especies pequeñas como los jilgueros), anfibios (e.g. ranas), reptiles (e.g. lagartijas), peces (e.g. truchas) e insectos (e.g. langostas).

Con respecto a la fauna local, lamentablemente no contamos con relevamientos detallados. Sin embargo, a partir de observaciones personales de los integrantes del PACh a lo largo de varios años de trabajo de campo, es posible enumerar los principales taxones registrados en la zona de estudio. Dicha información se complementó con datos bibliográficos disponibles para la Puna en general (Cabrera y Willink 1980; Elkin 1987, 1996; Mares et al. 1989; Mascitti y Castañera 1991; Olrog y Lucero 1981; Valencia et al. 1992).

Recursos minerales Si bien la provincia de Catamarca tiene abundantes recursos minerales (Mapa Minero 1999; Schalamuk et al. 1983), la zona de estudio cuenta con tres minas. La mina “Dos Conos” (azufre) está situada en el extremo occidental de la Cordillera de San Buenaventura, en las proximidades del límite internacional con Chile, a una altura de 5.300 msnm y a unos 25 km al NO de la Vega de San Francisco. El azufre se ha generado como producto de la actividad fumarólica póstuma del vulcanismo cuaternario (Auriemma 1975; Schalamuk et al. 1983; Seggiaro 1999). Las otras dos minas relativamente cercanas, ubicadas a unos 50 km al NE de la Vega de San Francisco, son “La Hoyada” (plomo, plata y zinc) y “Los Aparejos” (cobre) (Angelelli et al. 1970).

Dichos animales brindan diversos tipos de recursos: carne y huevos -como alimento-, tendones, plumas y huesos -como materia prima para la manufactura de artefactos- y cueros, pieles y lana -para la elaboración de abrigos(Elkin 1996). Como veremos en el capítulo siguiente, la utilización de estos recursos también puede responder a motivos medicinales o rituales. Algunos de ellos, además, constituyen potenciales agentes de perturbación del registro arqueológico (e.g. roedores que construyen madrigueras y desplazan materiales, carnívoros que trasladan huesos o burros salvajes que suelen utilizar ciertos sectores superficiales a modo de revolcaderos).

Recursos vegetales El tipo de vegetación dominante en la Puna es la estepa arbustiva, herbácea y halófila. Las plantas, de escasa al23

Procesos de formación de sitios arqueológicos: tres casos de estudio en la Puna meridional catamarqueña argentina

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Capítulo 3: Marco Espacial y Temporal

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Procesos de formación de sitios arqueológicos: tres casos de estudio en la Puna meridional catamarqueña argentina 3.2. MARCO TEMPORAL

(18)

De una sola composición.

La información que brinda el marco temporal de la ocupación humana de la Vega de San Francisco proviene del material recuperado en las excavaciones (características de algunos artefactos -detalladas en el capítulo 4- y fechados radiocarbónicos) así como del material cerámico (análisis estilístico y tecnológico y fechados absolutos) y lítico de superficie.

(19)

Compuestos por varios cuerpos.

(20)

Los conos piroclásticos surgen de la acumulación de material volcánico suelto (fragmentos de lava proyectados). Si el material dominante es de granulometría muy fina, las estructuras resultantes se denominan conos cineríticos o conos de ceniza. Los conos piroclásticos son fácilmente erosionables debido a que no hay flujos lávicos que otorguen cohesión al material suelto. A menudo se forman cerca de volcanes más grandes y suelen encontrarse en grupos. Pueden alcanzar alturas de 700 m o más, aunque por lo general tienen menos de 300 m. La mayoría de los conos piroclásticos son simétricos, con pendientes de entre 25° y 40°. Estas pendientes empinadas se deben a que el material piroclástico suelto tiene un gran ángulo de reposo -el ángulo más alto por debajo del cual el material permanece estable- (Chernicoff 1995; Tarbuck y Lutgens 2000; Williams y McBirney 1979).

Los fechados radiocarbónicos provenientes de las excavaciones realizadas hasta el momento muestran que la ocupación humana de la Vega de San Francisco se limita a los últimos 1100 años, aproximadamente (Ratto 1998) (ver capítulo 4). Por otro lado, el análisis estilístico y tecnológico del material cerámico de superficie indicaría ocupación por parte de sociedades agro-alfareras durante los períodos Temprano, Medio e Inca(22) (Ratto et al. 2002a, 2002b). De esto se deriva que la zona de estudio habría estado ocupada, por lo menos, durante los últimos 2000 años. Algunos de los tiestos de superficie se han fechado por termoluminiscencia arrojando los siguientes resultados: 1315 ± 130 años A.P. (UCTL 1308, tiesto de estilo Ciénaga), 1265 ± 120 años A.P. (UCTL 1307, tiesto de estilo Ciénaga), 925 ± 90 años A.P. (UCTL 1306, tiesto de estilo Aguada) y 550 ± 55 años A.P. (UCTL 1305, tiesto de estilo Inca) (Plá y Ratto 2000; Ratto et al. 2002a).

(21)

Los “morteritos” son muy comunes en varios sitios arqueológicos de nuestro país, especialmente en las zonas del NO, Cuyo y Sierras Centrales (Bruch 1911; de Aparicio 1925; de Gandía 1943; Fernández Distel 1994; Gambier 1985; Lehmann-Nitsche 1904; Rydén 1936; Torres 1923; Vignati 1931). Se presentan con diámetros y profundidades diversos y en distintas etapas de manufactura, uso y abandono.

Finalmente, estudios recientes sobre puntas de proyectil de superficie han identificado diseños adscribibles al Arcaico (Ratto 2003).

En muchos de los trabajos que describen este tipo de estructuras se menciona que hay varias excavadas en una misma roca y que están muy cercanas entre sí (localizadas en un espacio acotado). Generalmente aparecen sobre superficies planas y se caracterizan por tener formas regulares y superficies internas pulidas.

3.3. NOTAS (13)

Coloreado a partir de las Cartas Paso de San Francisco (2769-II) y Fiambalá (2769-IV) (1: 250.000) (Instituto Geográfico Militar).

Su funcionalidad está en discusión y las opciones son varias: 1) recipientes para almacenar agua, 2) recipientes para moler granos, 3) recipientes para moler pigmentos para pinturas rupestres o corporales, 4) recipientes para moler minerales para actividades metalúrgicas, 5) “macetas” para sembrar plantas o 6) motivos abstractos que conforman representaciones rupestres. Coincido con Falchi (1989) en que hablar de morteros implica asumir una funcionalidad específica para estas estructuras y en que, por lo tanto, sería más adecuado hablar de oquedades o concavidades, evaluando su funcionalidad en cada caso en particular.

(14)

Realizado por la Dra. Magdalena Koukharsky para una Consultora y disponible para consulta en el Consejo Federal de Inversiones. (15)

De un sólo cuerpo.

(16)

Los conos parásitos se forman en la ladera de un volcán mayor. La lava no siempre procede de un cráter central y, a veces, el magma o los gases que escapan empujan a través de fisuras localizadas en los flancos del volcán. Como resultado de la actividad continua de una erupción lateral pueden surgir pequeños conos parásitos (Tarbuck y Lutgens 2000). (17)

(22)

Los estilos más representados en el material cerámico de superficie son Ciénaga (Período Temprano), Saujil (Período Temprano), Aguada (Período Medio) e Inca (Ratto et al. 2002a, 2002b).

De variada composición.

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CAPÍTULO 4: ANTECEDENTES Y EXPECTATIVAS Este capítulo presenta los antecedentes y las expectativas para cada una de las líneas de investigación consideradas.

1985). Tiempo después, otros escaladores interpretaron que estos restos eran el resultado de actividades realizadas por indígenas que ascendieron al volcán en tiempos prehispánicos (Beorchia Nigris 1985). A partir de dichos hallazgos, Beorchia Nigris (1985) clasificó al sitio como un santuario de altura incaico. En 1989 un grupo de andinistas comenzó una serie de expediciones para conocer la zona, localizando sitios arqueológicos en las cercanías de la Vega de San Francisco (incluyendo el alero, el corral y el tambo) y en las laderas del Incahuasi (Bulacio 1992). En una de estas expediciones se recuperó una estatuilla y una bolsa con hojas de coca de la cumbre del volcán.

La sección de antecedentes está dividida en tres partes. La primera consiste en un breve resumen de las investigaciones arqueológicas llevadas a cabo por otros colegas en la provincia de Catamarca en general y en la Puna catamarqueña en particular. La segunda parte presenta los tres sitios excavados que conforman los casos de estudio analizados en este libro. Para describirlos se tomaron en cuenta los siguientes parámetros: 1) ubicación y características generales, 2) fecha de las excavaciones, 3) dimensiones de los sitios y tamaño del área excavada, 4) métodos de excavación y estratigrafía, 5) materiales recuperados, 6) perturbaciones y 7) cronología (fechados radiocarbónicos). La tercera y última parte corresponde a los antecedentes de cada una de las vías de análisis desarrolladas en este trabajo para encarar el estudio de los procesos de formación. Para todas ellas se presentan los antecedentes disponibles para la arqueología argentina y para la arqueología de la Puna catamarqueña.

Tanto Paulotti (1958-59) como Sempé (1976) y González (1980) sostienen que nuestra área de estudio conectaba los valles de Hualfín-Abaucán con Copiapó en Chile, a partir de un camino que atravesaba el Paso de San Francisco. De los sitios arqueológicos excavados: los casos de estudio

4.1. ANTECEDENTES

Durante los trabajos de campo realizados por el PACh en 1994 se detectaron y relevaron algunos sitios arqueológicos. Entre 1995 y 1999 se excavaron cuatro de esos sitios bajo la dirección de la Dra. Norma Ratto: dos aleros (7C y 12), un corral y cinco recintos de un tambo (3, 10, 12, 20 y ángulo NO del “patio”). De todas las unidades excavadas, para este libro se consideraron únicamente el Alero 12, el Corral de San Francisco y los recintos 3 y 10 del Tambo de San Francisco. En las figuras 1.1 y 3.3 se puede apreciar la ubicación de los sitios mencionados.

De las investigaciones arqueológicas en la provincia de Catamarca en general y en la Puna catamarqueña en particular La provincia de Catamarca es una de las más ricas en trabajos arqueológicos y cuenta con gran cantidad de antecedentes; los primeros datan de la segunda mitad del siglo XIX. De hecho, el primer trabajo arqueológico oficial publicado en nuestro país fue sobre las ruinas de Loma Rica en el Valle de Santa María, Catamarca (Liberani y Hernández 1950 [1877]). Entre los pioneros que han trabajado en la provincia puede mencionarse a: Juan Bautista Ambrosetti, Eric Boman, Carlos Bruch, Hermann Burmeister, Eduardo Casanova, Salvador Debenedetti, Rafael Hernández, Samuel Lafone Quevedo, Gunardo Lange, Inocencio Liberani, Fernando Márquez Miranda, Adolf Methfessel, Francisco Moreno, Adán Quiroga, Rodolfo Schreiter, Antonio Serrano, Herman Ten Kate, Vladimiro Weiser y Federico Wolters (Caggiano y Sempé 1994; Fernández 1982; Raffino 1988; Tarragó com. pers.; Williams com. pers.).

Las unidades estratigráficas se definieron en el campo a partir de criterios macroscópicos basados en cambios de color, granulometría y compactación de los sedimentos. Alero 12 El alero es uno de los 15 aleros de la “formación rocosa Las Grutas” (Ratto 1997) y sus coordenadas geográficas son 26° 55’ de latitud sur y 68° 07’ de longitud oeste. Se localiza a unos 3 m de altura sobre el nivel actual de la vega, mira al E y presenta un pircado que lo cierra parcialmente por el NE, E y SE, desconociéndose el momento de su construcción (Ratto 1997) (figuras 4.1 y 4.2). Fue excavado en noviembre de 1996.

La gran mayoría de estos trabajos se han llevado a cabo en los valles y quebradas de la provincia. En comparación, la Puna catamarqueña tiene muy pocos antecedentes, casi todos ellos para el departamento de Antofagasta de la Sierra. Los proyectos de investigación actualmente en curso están a cargo del Lic. Carlos Aschero y de los Dres. Alejandro Haber y Daniel Olivera.

El sitio tiene un largo máximo de 9 m, un ancho máximo de 4,90 m y la potencia sedimentaria máxima del área excavada fue de 80 cm. Se excavó una superficie de 4 m2 (lo que representa un 9,1% de la superficie total del alero) (figura 4.2) siguiendo la estratigrafía natural.

Con respecto a los antecedentes de nuestra zona de estudio, se puede mencionar que en 1913 Walter Penk (un geólogo alemán) escaló el volcán Incahuasi y en su cumbre encontró pircas y tirantes de cardón (Beorchia Nigris

De techo a base se diferenciaron cuatro unidades estratigráficas: I- arenosa, II- de lapilli(23) (arqueológicamente estéril), III- arenosa y IV- limo-arcillosa (ver figura 4.3 y 27

Procesos de formación de sitios arqueológicos: tres casos de estudio en la Puna meridional catamarqueña argentina

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Capítulo 4: Antecedentes y Expectativas

Figura 4.2. Planta del alero. capítulo 6 para una descripción detallada de sus características). Las unidades II y III, dado el espesor, fueron subdivididas en 2 y en 6 niveles arbitrarios de aproximadamente 10 cm, denominados, de arriba hacia abajo, 1ª y 2ª extracción (unidad II) y 1ª a 6ª extracción (unidad III). El contacto entre las unidades era abrupto.

(Kligmann 1997). Dichos materiales no pudieron correla-cionarse estratigráficamente con certeza (podrían corres-ponder a distintas erupciones). En el alero se recuperaron artefactos (líticos y de cerámica) y ecofactos (restos óseos de macro y microvertebrados y carbones). Durante la excavación se identificaron túneles de roedor en la unidad III, de la cual provienen las muestras de huesos y dientes de microvertebrados (ver capítulo 7).

Es factible que la erupción volcánica que dio origen a la unidad de sedimentos piroclásticos (II) haya sido de carácter regional, ya que se encontraron materiales volcánicos sueltos en las muestras de sedimentos de las lagunas (Valero-Garcés 1997) y en las de otros sitios arqueológicos del área de estudio, si bien el lapilli no estaba representado en todas ellas con la misma intensidad

Se analizó una muestra de carbón de la 3ª extracción de la unidad III que arrojó un fechado de 590 ± 45 años A.P. (LP-880) (Ratto 1997, 2000).

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Procesos de formación de sitios arqueológicos: tres casos de estudio en la Puna meridional catamarqueña argentina

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Capítulo 4: Antecedentes y Expectativas

Figura 4.4. Planta del corral. 31

Procesos de formación de sitios arqueológicos: tres casos de estudio en la Puna meridional catamarqueña argentina Corral de San Francisco

Debido a la homogeneidad de la matriz sedimentaria a nivel macroscópico (Ratto 1997), ambos recintos se excavaron a partir de 4 niveles arbitrarios de aproximadamente 15 cm cada uno, denominados, de arriba hacia abajo, 1ª a 4ª extracción (ver capítulo 6 para una descripción detallada de sus características).

El corral, construido al pie de una colada lávica que lo cierra por el NO, O y SO, presenta reparo de una pirca de aproximadamente 1,5 m de altura que lo termina de cerrar casi por completo, con la única abertura constituida por una puerta ubicada al E (figura 4.4). Se localiza a una altura sobre el nivel actual de la vega de entre 1 y 2 m. La superficie presenta una ligera pendiente que baja en dirección O-E. Fue excavado en marzo de 1999.

Se recuperaron artefactos (líticos y de cerámica) y ecofactos (restos óseos y carbones), aunque en muy baja cantidad. Al igual que los otros sitios excavados, ambos recintos presentaron túneles de roedor y en la base del recinto 10 se encontró un nido de roedor.

El sitio tiene un largo máximo de 17,50 m, un ancho máximo de 12,90 m y la potencia sedimentaria máxima del área excavada fue de 55 cm. Se excavó una cuadrícula de 4 m2 (lo que representa un 1,8% de la superficie total del sitio) (figura 4.4) siguiendo la estratigrafía natural.

Mientras que no se cuenta con fechados radiocarbónicos para el recinto 3, hay dos fechados radiocarbónicos disponibles para el recinto 10: 1030 ± 70 años A.P. para la 3ª extracción y 940 ± 80 años A.P. para la 4ª extracción(24) (Ratto 1997, 2000).

De techo a base se identificaron dos unidades estratigráficas arenosas (I y II) y cada una de ellas fue subdividida en 3 niveles arbitrarios de aproximadamente 10 cm, denominados, de arriba hacia abajo, 1ª a 3ª extracción (ver figura 4.5 y capítulo 6 para una descripción detallada de sus características). El contacto entre ambas unidades era gradual. En la base de la unidad II se observó una “costra” que no fue excavada pero de la cual se tomó una muestra (ver capítulo 6).

Del tema de estudio: los procesos de formación de sitio Los sedimentos Si comparamos los trabajos que analizan distintos aspectos de los depósitos arqueológicos, notaremos que los análisis sedimentológicos constituyen aún una pequeña minoría. A modo de ejemplo pueden citarse las publicaciones de: Abbott 1997; Butzer 1981; Donahue y Adovasio 1990; Farrand 1975, 1985, 2000; Farrand y McMahon 1997; Gifford et al. 1982; Kirch et al. 1993; Kornbacher 1982; Kornbacher et al. 1995; Kuehn y Dickson 1999; Laville et al. 1980; Mandel y Simmons 1997; Schuldenrein 2001; Stein 1992a; Straus et al. 2001 y Woods 1982. Los objetivos más frecuentes son: reconstruir la historia de los depósitos (explicando las diferencias observadas entre las diferentes unidades estratigráficas) y lograr una interpretación paleoclimática de los sedimentos (determinando las condiciones ambientales reinantes en el momento de su formación y/o de su posterior transformación). Las variables generalmente analizadas son color, materia orgánica, carbonatos, pH, fósforo, granulometría y mineralogía, aunque rara vez se analizan todas en conjunto, ya que se seleccionan sólo algunas de acuerdo al problema a resolver. Casi todos los autores mencionados son científicos de las Ciencias de la Tierra, aunque con una larga trayectoria en trabajos interdisciplinarios. Una gran parte de ellos participaron de los trabajos en el terreno y todos analizaron muestras de control. Cabe destacar que los sedimentos provenientes de cuevas y aleros fueron los más estudiados.

Se recuperaron artefactos (líticos, de cerámica, de metal y de madera así como fragmentos de vidrio) y ecofactos (restos óseos, insectos y carbones). El corral también presentó túneles de roedor en la unidad II y se encontró un nido de roedor sobre el perfil S, en la 2ª extracción de dicha unidad. Por el momento no se cuenta con fechados radiocarbónicos para este sitio pero las características de algunos materiales de superficie (cerámica tipo Talavera, vidrio de color lila y artefactos de plomo) permitirían asignar al menos parte de la secuencia al período Hispano-Indígena (Ratto 1997). Tambo de San Francisco, recintos 3 y 10 Es un sitio con estructuras ubicado a unos 2 km al SO del puesto de Vialidad Provincial llamado “Las Grutas”. Las piedras que formaban las paredes, apenas visibles por encima del nivel actual del terreno, posiblemente fueron utilizadas para la construcción de la pirca del corral, ubicado a unos 30 m de distancia en dirección NE (Ratto 1995). El tambo se encuentra a una altura de entre 50 y 75 cm sobre el nivel actual de la vega. Los recintos 3 (orientación O-E, sector B del plano) y 10 (orientación NE-SO, sector A del plano) se excavaron en marzo de 1995 (figura 4.6).

Antecedentes en la arqueología argentina En las últimas décadas ha habido una eclosión de trabajos en distintas ramas de la geoarqueología(25), aunque casi ninguno de los autores mencionados clasifica su propio trabajo como geoarqueológico: • Pigmentos minerales: e.g. Aschero 1983-85; Barbosa y Gradin 1986-87; Iñíguez y Gradin 1977; Rial y Barbosa 1983-85a, 1983-85b. • Metalurgia: e.g. González 1992; González y Palacios 1996.

La superficie aproximada es de 274 m2 y 81 m2 para los sectores A y B, respectivamente (Orgaz 1995). Cada uno de los sectores, separados por una distancia de unos 25 m, representa un RPC (figura 4.6). En el recinto 3 se excavó una cuadrícula de 0,75 m2 mientras que en el recinto 10 la cuadrícula fue de 3,15 m2. La potencia sedimentaria de los perfiles no superaba los 60 cm. 32

Capítulo 4: Antecedentes y Expectativas

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Procesos de formación de sitios arqueológicos: tres casos de estudio en la Puna meridional catamarqueña argentina

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Capítulo 4: Antecedentes y Expectativas •

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Algunos años más tarde, Teruggi (1968) da a conocer los resultados del análisis sedimentológico de las “Cuevas del Oro y Margarita” (provincia de Buenos Aires), excavadas por Menghin y Bórmida. Se publican en forma conjunta con un trabajo general de los sitios realizado por Madrazo. Los objetivos eran: ubicar los restos culturales en el perfil estratigráfico del sitio, identificar el origen de los sedimentos, su agente de transporte y las alteraciones postdepositacionales así como reconstruir las condiciones paleoclimáticas. Además, el trabajo presenta una detallada interpretación geológica de los resultados.

Procedencia de materias primas líticas: e.g. Bayón et al. 1999; Escola et al. 1998; Flegenheimer et al. 1996; Nami y Rapalini 1996; Yacobaccio y Lazzari 1996-98. Petrografía de materiales líticos: e.g. Ratto 1991; Ratto y Kligmann 1992; Ratto y Williams 1995. Tratamiento térmico: e.g. Ariet 1991; Cattáneo et al. 1997-98. Análisis funcional de base microscópica: e.g. Álvarez et al. 1998, 2000; Leipus 1999; Mansur 1999. Procedencia de materias primas cerámicas a través de indicadores biológicos: e.g. De la Fuente 1997. Procedencia de materias primas cerámicas, producción y distribución de artefactos cerámicos a partir de análisis de activación neutrónica: e.g. Plá y Ratto 2000; Ratto et al. 2002a, 2002b. Análisis de pastas cerámicas, incluyendo petrografía: e.g. Barbosa 1988-90; Cremonte 1991, 1994; Gómez Otero et al. 1996; González de Bonaveri et al. 2000. Aerofotografías e imágenes satelitales: e.g. Albeck y Scattolin 1984, 1991; González 1956; González de Bonaveri 1989; Sosa 1996-98, 1999. Paleomagnetismo: e.g. Nami y Sinito 1992; Rapalini 1994. Dataciones: e.g. Carbonari 1994; Figini 1994, 1999. Isótopos estables: e.g. Barrientos 1999; Fernández y Panarello 1988-90; Yacobaccio et al. 1997; Yesner et al. 1991. Micromorfología de suelos: e.g. Taulé i Delor 1996. Estratigrafía y pedología: e.g. Favier Dubois 1997; Martínez y Osterrieth 1996-98; Martínez et al. 1999; Zárate 1986-87; Zárate y Flegenheimer 1991. Agricultura prehispánica: e.g. Tchilinguirian y Olivera 2000.

En la década siguiente, Mazzoni y Spalletti (1974) analizan los sedimentos de la “Cueva de los Toldos” (provincia de Santa Cruz) para determinar el origen y evolución de las unidades estratigráficas y develar las condiciones climáticas relacionadas con su formación. Los resultados se acompañan de una interpretación geológica. Los análisis de los sedimentos de los sitios “Alero de las Manos Pintadas” (provincia de Chubut) (Etchichury 1975), “Cueva de las Manos” (provincia de Santa Cruz) (Etchichury 1976) y “Abrigo de los Chelcos” (provincia de Córdoba) (Etchichury 1978) se publican como apéndices de los informes de sitio realizados por Aschero (1975a), Gradin et al. (1976) y González y Crivelli Montero (1978), respectivamente. Sin embargo, en todos los casos se hace referencia al objetivo arqueológico que guió los análisis sedimentológicos: caracterizar y diferenciar unidades estratigráficas, explicar su origen, identificar los agentes de transporte y el ambiente de depositación y reconstruir las condiciones paleoclimáticas. Los resultados siempre están acompañados de una interpretación geológica. Etchichury y Tófalo (1980) analizan los sedimentos del sitio “Cueva Grande del Cañadón Quesada Arroyo Feo” (provincia de Santa Cruz) para caracterizar las unidades estratigráficas, determinar la génesis de los depósitos y establecer las condiciones paleoclimáticas reinantes en el momento de su formación. Los resultados aparecen acompañados de una interpretación geológica.

A continuación haré hincapié en el análisis de sedimentos provenientes de sitios arqueológicos, ya que constituyen el antecedente directo de mi trabajo. La primera publicación que presenta resultados de análisis químicos de sedimentos arqueológicos es el informe que realizó el Dr. Ducloux y que aparece incorporado al artículo de Greslebin (1928). El objetivo de este análisis fue determinar si los sedimentos que rellenaban las llamadas “botijas” o “tinajas” de la provincia de San Luis eran resultado de la calcinación de huesos humanos, para establecer la funcionalidad de dichas estructuras.

Forzinetti (1980) publica los resultados de los análisis sedimentológicos del sitio “Cueva del Oro” (provincia de Buenos Aires) en un apéndice que acompaña al informe de sitio de Orquera et al. (1980) y sólo se presentan datos crudos sin una interpretación geológica detallada de los mismos. Tampoco se hace mención alguna al problema arqueológico que le dio origen, aunque éste es mencionado en el trabajo de Orquera et al. (1980): diferenciar unidades estratigráficas.

El análisis de Cappannini (1950) presenta los resultados de las observaciones macro y microscópicas de los sedimentos de la “Gruta del Oro” (provincia de Buenos Aires) y aparece como apéndice del informe de sitio realizado por Menghin y Bórmida (1950). Consta de los resultados crudos de las muestras, sin relación con un problema arqueológico concreto y sin una detallada interpretación geológica. Sin embargo, los autores del informe de sitio mencionan que el análisis sedimentológico resultó de utilidad para comprender mejor el origen y cronología de las muestras, pudiéndose diferenciar unidades estratigráficas.

Spalletti y Salazar (1988) y Forzinetti et al. (1988-90) analizan los sedimentos de los sitios “Tafí del Valle” (provincia de Tucumán) y “Cueva Haichol” (provincia de Neuquén), respectivamente, para caracterizar las unidades estratigráficas, determinar la génesis de los depósitos y realizar inferencias sobre las condiciones paleoambientales reinantes en el momento de su formación. Como en algunos de los trabajos ya mencionados, los autores también presentan una interpretación geológica de los resultados. 35

Procesos de formación de sitios arqueológicos: tres casos de estudio en la Puna meridional catamarqueña argentina Bayarsky et al. (1999) analizan los sedimentos del sitio “Pintoscayoc 1” (provincia de Jujuy) para conocer la génesis de los depósitos y relacionar las variaciones a lo largo del perfil con cambios paleoclimáticos. Los resultados y su interpretación geológica constituyen un apéndice de la tesis doctoral de Hernández Llosas (1999) y lamentablemente no se incorporan a la discusión arqueológica general del sitio.

1983; Olsen 1968; Payne 1983; Plug 1981; Rybczynski et al. 1996; Sampson 1998, 2000; Sanchíz 1980; Stafford et al. 2000; Stewart et al. 1991 y Wing 1980. Sólo en algunos de ellos se discute el origen de los restos (natural o cultural). En la gran mayoría, sin embargo, se menciona la presencia de reptiles en los conjuntos arqueofaunísticos pero los datos no se incorporan a la discusión (por ejemplo, no se establecen relaciones entre los reptiles y el hombre).

Es interesante destacar que todos los autores mencionados son científicos de las Ciencias de la Tierra. Salvo Teruggi, los demás analizan muestras recolectadas por los arqueólogos y no participan de los trabajos de campo. Sólo algunos de los geólogos (Bayarsky et al. 1999; Mazzoni y Spalletti 1974; Teruggi 1968) incluyen muestras de control con fines comparativos.

Antecedentes en la arqueología argentina La recuperación y posterior análisis de restos de microvertebrados de sitios arqueológicos argentinos no es muy frecuente y los pocos trabajos publicados se centran en el análisis de roedores (e.g. Bond et al. 1981; Gómez 1996; Massoia 1988-90; Menegaz 1996; Pardiñas 1996-98, 1999; Pearson y Pearson 1993; Tonni et al. 1988).

En consecuencia, gran parte de estos trabajos se pueden clasificar dentro de la primera etapa de la aproximación multidisciplinaria, planteada para nuestro país por Zárate y Prieto (1994) a partir de la integración progresiva de las geociencias a la arqueología. Esta etapa implica un análisis por parte de los geólogos de muestras de sedimentos provistas por arqueólogos.

En lo que respecta a los reptiles en particular, se pueden mencionar los trabajos de Albino 1999, 2001; Albino et al. 2002; Cione et al. 1979; Donadío 1983; González de Bonaveri 2002; Gordillo 1988, 1990; Madrid y Politis 1991; Mengoni y Silveira 1976; Miotti y Tonni 1991; Quintana et al. 2003; Rodríguez Loredo 1997-98; Salemme 1987 y Salemme y Tonni 1983. En todos los casos se trata de unos pocos individuos aislados (correspondientes a lagartos, serpientes y tortugas) y no de una acumulación importante (densidad de restos óseos y dentarios/cm3 de sedimentos muestreados) como la que se presenta en este trabajo. En la mayoría de las publicaciones, y debido a la escasez de restos recuperados, tampoco se discute el origen del material óseo y dentario. En la tabla 4.1 detallo los taxones identificados en cada uno de los sitios.

También es importante recalcar que todos los trabajos mencionados a partir de 1970 analizan las mismas variables: color, materia orgánica, carbonatos, granulometría y mineralogía. Sin embargo, ninguno de ellos toma en cuenta dos variables muy utilizadas en geoarqueología: pH y fósforo. Lamentablemente, los análisis de sedimentos de sitios arqueológicos argentinos constituyen aún la excepción más que la regla. Es de esperar que en un futuro cercano dejen de ser casos aislados para pasar a formar parte de los análisis arqueológicos de rutina.

Antecedentes en la arqueología de la Puna catamarqueña

Antecedentes en la arqueología de la Puna catamarqueña

No se conocen antecedentes del análisis de reptiles provenientes de sitios arqueológicos de la Puna catamarqueña.

Para la Puna catamarqueña se puede mencionar como antecedente el trabajo de García Salemi et al. (1988), que analiza los sedimentos del sitio Casa Chávez Montículos en Antofagasta de la Sierra. Debido a que se trata de un informe inédito al cual no he tenido acceso, no puedo realizar comentarios sobre su contenido.

Los microfósiles silíceos (las diatomeas) La presencia de microfósiles silíceos, especialmente diatomeas, es frecuente en contextos arqueológicos y paleontológicos de varias regiones del mundo (Battarbee 1988; Foged 1978; Harris 1989; Juggins y Cameron 1999; Linder 1942; Mannion 1987; Nunez y Paabo 1990; Potts et al. 1999; Straub 1990, entre otros). En arqueología (Battarbee 1988; Blinn et al. 1994; Foged 1978; Håkansson y Hulthén 1988; Jansma 1990; Juggins y Cameron 1999; Mannion 1987; Risberg 1990; Stabell 1993, entre otros), las diatomeas se han utilizado, entre otros fines, para: • Discutir la influencia de transgresiones marinas en asentamientos costeros (localizando antiguas líneas de costa y analizando su relación con cambios en el nivel del mar). • Examinar el impacto antrópico en el paisaje (e.g. evaluando modificaciones en la calidad del agua de lagos próximos a lugares de asentamiento).

Los microvertebrados La aplicación de las técnicas de lavado-tamizado de sedimentos a partir de la década de 1970 y su generalización a partir de la década siguiente (principalmente en sitios arqueológicos y paleontológicos europeos) dio lugar a la obtención de restos de microfauna completando así la información zooarqueológica y paleontológica de los mismos, a la vez que abrió el campo de estudio tanto de los invertebrados como de los pequeños vertebrados. Dentro de estos últimos, sin embargo, los análisis de reptiles de sitios arqueológicos son bastante escasos. Como ejemplo, se pueden mencionar los trabajos de Álvarez y Huerta 1974; Bailon 1986; Gehlbach y Holman 1983; Jerardino y Yates 1996; Juell 1984; Mead 1985, 1988; Mead et al. 36

Capítulo 4: Antecedentes y Expectativas

Tabla 4.1. Sitios arqueológicos argentinos con restos de reptiles (Modificada de Albino et al. 2002).

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Procesos de formación de sitios arqueológicos: tres casos de estudio en la Puna meridional catamarqueña argentina • •

Por lo tanto, para la Puna catamarqueña no se conocen estudios como el que presento en este trabajo, cuyo objetivo era discutir el significado de las diatomeas recuperadas en las muestras de sedimentos arqueológicos para determinar su historia depositacional y reconstruir los procesos de formación de las unidades de excavación.

Caracterizar el paleoambiente de los sitios excavados. Identificar las fuentes de las arcillas empleadas en la manufactura de piezas cerámicas(26). Antecedentes en la arqueología argentina

Las menciones más tempranas de diatomeas provenientes de sitios arqueológicos en nuestro país datan de la primera mitad del siglo pasado.

Las pistas experimentales

Frengüelli y de Aparicio (1932) presentan un análisis descriptivo de muestras de sedimentos del área de la laguna de Mar Chiquita (provincia de Córdoba), incluyendo microfósiles diversos. Destacan la importancia de las diatomeas para interpretar las fases de la evolución de esta laguna como consecuencia de cambios climáticos.

En nuestro país, los trabajos de arqueología experimental se remontan a principios de la década de 1980, con un marcado auge en la de 1990. Hay gran cantidad de publicaciones de trabajos experimentales realizados con materiales de distinto tipo, así como discusiones teóricas(27): • Cerámica: e.g. Callegari y Raviña 1991; García Llorca y Cahiza 1999; Gómez Otero et al. 1996. • Lítico: e.g. Ariet 1991; Cattáneo et al. 1997-98; Curtoni 1996; Nami 1983; Nami y Bellelli 1994. • Óseo: e.g. De Nigris 1999; Elkin y Mondini 1996; Miotti 1990-92; Scheinsohn y Massi 1996. • Metalurgia: e.g. González 1993-94. • Arte rupestre: e.g. Álvarez y Fiore 1995; Paunero 1992. • Fogones: e.g. García 1993; García y Zárate 1999. • Agricultura: e.g. Albeck 1985; Berberián 1995. • Flotación: e.g. López 2000. • Trabajos teóricos: e.g. Borrero 1991; Olivera 1991.

Antecedentes en la arqueología argentina

Los resultados de los análisis micropaleontológicos de Frengüelli (1940) figuran como dos notas al pie en un estudio geográfico, aportando datos para la comprensión de la estratigrafía de montículos estudiados en las inmediaciones del río Dulce (provincia de Santiago del Estero). Dichos montículos, si bien contenían restos arqueológicos, se interpretaron como rasgos morfológicos naturales. Como mencioné en los antecedentes de los análisis sedimentológicos, el primer trabajo de Cappannini (1950) es un apéndice de una página en un informe de sitio que presenta los microfósiles silíceos hallados en cinco muestras de sedimentos de la Gruta del Oro (Tandilia). El objetivo era determinar el tipo de ambiente: húmedo, pantanoso o de aguas someras.

A su vez, estos trabajos se han llevado a cabo para resolver problemáticas diversas (e.g. procesos de formación, tecnología y subsistencia). A continuación haré hincapié en los experimentos relacionados con procesos de formación y tafonomía, ya que constituyen el antecedente directo de mi investigación. Estos trabajos pueden agruparse en tres categorías: • Estudios de procesos de formación naturales: e.g. Durán 1991; Laguens 1993-94. • Estudios de procesos de formación culturales: e.g. Civalero de Biset 1991; Lanata 1988; Merenzon 1985, 1990, 1991; Pintar 1987. • Observaciones tafonómicas: e.g. Borrero 1988, 1993, 1996, 2001; Nasti 1984, 1991, 1994-95; Olivera y Barandica 1996; Olivera y Nasti 1993; Olivera et al. 1991-92.

El segundo trabajo de Cappannini (1955) es un artículo más extenso donde se presentan los resultados de los análisis micropaleontológicos de once muestras de sedimentos de la Gruta de Intihuasi (provincia de San Luis). A partir de dichos análisis se dedujeron las condiciones ambientales (aridez vs. humedad) que reinaron en la cueva a lo largo de su ocupación. Todos estos trabajos adjuntan listados de las especies de diatomeas identificadas, aunque sin cuantificar, y las interpretaciones de los hallazgos son escuetas. Lamentablemente, la línea de investigación de las diatomeas no tuvo continuidad en el tiempo y se reactivó casi 40 años más tarde con los trabajos de Maidana (1996) y Maidana y Kligmann (1996). Estos estudios tuvieron como objetivo evaluar condiciones paleoambientales de sitios arqueológicos y sus posibles efectos sobre la ocupación humana en el pasado.

Ahora bien, los estudios tafonómicos no se pueden clasificar como experimentos en sentido estricto aunque comparten con ellos gran cantidad de elementos. Son observaciones actualísticas en donde se aprovecha un proceso en marcha y se registra su evolución. Pero, a diferencia de los experimentos, no se fijan las condiciones iniciales de depositación (e.g. granulometría de la matriz sedimentaria, pendiente, cubierta vegetal, cantidad y tipo de materiales), es decir que se trabaja con variables no siempre controladas por el investigador (Borrero com. pers.; Laguens 1993-94; Olivera com. pers.). En otras palabras, de lo disponible (materiales de determinadas propiedades y depositados sobre superficies con características particulares, independientes del investigador), uno puede elegir qué observar.

Antecedentes en la arqueología de la Puna catamarqueña Para el área de estudio en particular, se puede citar como único antecedente el trabajo de uno de los integrantes del PACh cuyo objetivo fue identificar las fuentes de arcillas explotadas para la manufactura de los artefactos de cerámica recuperados, tanto en superficie como en las excavaciones (De la Fuente 1997). 38

Capítulo 4: Antecedentes y Expectativas Sólo comentaré brevemente los trabajos mencionados bajo la categoría “estudios de procesos de formación naturales”, relacionados de alguna manera con mi experimento.

llas de microdesgaste en los filos activos (Pérez 1993) y el efecto del pisoteo antrópico sobre artefactos líticos depositados en sedimentos arenosos para evaluar su desplazamiento y alteración (Pintar 1987). Los cinco trabajos restantes se pueden clasificar como observaciones tafonómicas.

Durán (1991) construyó un sitio experimental en una zona árida de la provincia de Mendoza para evaluar el tipo y grado de perturbación causado por roedores del género Ctenomys sobre materiales líticos, cerámicos y óseos. Éstos se depositaron sobre una matriz arenosa y se realizaron observaciones diarias a lo largo de 4 meses. La construcción de madrigueras por parte de un solo animal generó túneles y montículos de sedimentos, a la vez que provocó desplazamientos horizontales y verticales de los materiales arqueológicos. Aparentemente, el tamaño y peso de los materiales determinaron el grado de desplazamiento. El sitio experimental, que inicialmente tuvo un solo componente, terminó siendo un sitio multicomponente con tres niveles claros de concentración de materiales. Debido a estos resultados, el autor sugiere ser muy cuidadosos a la hora de interpretar el registro arqueológico en un sitio perturbado por roedores.

Por lo tanto, para la Puna catamarqueña no se conocen estudios como el que planteo en este trabajo, esto es, experimentos de campo a largo plazo cuyo objetivo era la evaluación de procesos de formación naturales. De todas maneras, la intervención humana, ya sea intencional o accidental, es prácticamente inevitable aún en zonas remotas como la Puna. Otros experimentos sobre sedimentos arenosos: algunos ejemplos Dado que en la Puna en general, y en mi caso de estudio en particular, los sedimentos arenosos cobran gran importancia, a continuación presento algunos ejemplos de trabajos experimentales realizados sobre dichos sedimentos por colegas en el país y en el exterior. En primer lugar se mencionan trabajos sobre procesos de formación culturales (pisoteo) y en segundo lugar sobre procesos de formación naturales.

Laguens (1993-94) delimitó una cuadrícula denominada UOC (unidad de observación controlada) aprovechando la abundancia de materiales de superficie en el sitio arqueológico El Ranchito. El objetivo era evaluar los procesos naturales involucrados en la formación del registro arqueológico en una zona árida de la provincia de Córdoba. Esta unidad fue controlada una vez al año por un lapso de 3 años. Si bien se observaron cambios (movimiento de materiales), el autor concluye que éstos no fueron estadísticamente significativos y que, por ende, el registro no se vio alterado de manera sustancial por agentes naturales durante el período del experimento. La variable clave resultó ser el tamaño del material (a mayor tamaño, menor movilidad y viceversa). La pendiente, a diferencia de lo esperado, no fue determinante en el movimiento del material aunque no se aclara cuál era su inclinación. Finalmente, se observó una disminución gradual en la cantidad de materiales relevados en cada uno de los controles, registrándose al final de los 3 años un 36,5% menos de artefactos líticos que al comienzo del experimento. Si bien este trabajo parece ser un ejemplo de una observación controlada (semejante a una observación tafonómica, ya que no se trata de pistas experimentales instaladas por el autor sino de la observación de materiales arqueológicos que ya estaban depositados en la superficie de un sitio), el autor sostiene que se trata de un experimento (Laguens 1993-94: 216).

Stockton (1973) realizó una experiencia de pisoteo sobre fragmentos de vidrio en un sitio experimental en Australia. El material se depositó sobre una superficie arenosa y se cubrió con 5 cm de arena. Se pisoteó durante 1 día y luego se excavó. El propósito era analizar los efectos del pisoteo sobre la dispersión vertical de los materiales. Resultados • Luego de la excavación, el material apareció distribuido a lo largo de 16 cm de profundidad y ordenado por peso, siendo el material más liviano el que más se hundió. Villa y Courtin (1983) realizaron una experiencia de pisoteo sobre tiestos, lascas y huesos en once sitios experimentales en Francia. Parte del material se dejó en superficie y el resto se cubrió con una capa de arena de aproximadamente 3 cm de espesor. Se pisoteó durante un período variable de 16 a 36 días según el sitio y luego se excavó. El propósito era estudiar procesos de formación en sitios estratificados, evaluando la dispersión vertical de artefactos y la mezcla de conjuntos originalmente separados, ya que esto puede crear asociaciones estratigráficas falsas.

Antecedentes en la arqueología de la Puna catamarqueña

Resultados • El desplazamiento horizontal fue menor en las áreas cubiertas por sedimentos que en las superficiales. • La distancia máxima registrada para desplazamientos horizontales fue de 85 cm. • No hubo correlación entre tamaño/peso y desplazamiento horizontal. • El desplazamiento vertical fue menor en las áreas cubiertas por sedimentos que en las superficiales. • La distancia máxima registrada para desplazamien-

Para el área de estudio en particular, pueden citarse los trabajos de López 2000; Nasti 1991, 1994-95; Olivera y Barandica 1996; Olivera y Nasti 1993; Olivera et al. 1991-92; Pérez 1993 y Pintar 1987. Tres de ellos son ejemplos de experimentos relacionados con la flotación como técnica para la recuperación de vestigios vegetales (López 2000), la replicación de azadas y/o palas líticas y su posterior uso para estudiar hue39

Procesos de formación de sitios arqueológicos: tres casos de estudio en la Puna meridional catamarqueña argentina • • •

• • • •

tos verticales fue de 8 cm. Hubo correlación entre tamaño/peso y desplazamiento vertical: las piezas más pequeñas y livianas resultaron más móviles, ya sea para ascender o descender. Se observó una mezcla de materiales provenientes de los dos niveles. El grado de desplazamiento vertical dependió de: la intensidad del pisoteo, el grado de compactación de los sedimentos, el espesor del depósito que cubría los materiales y el tamaño/peso de los materiales. El pisoteo resultó diferencial según la ubicación de los materiales: a mayor profundidad, menores fueron los efectos del pisoteo. No hubo correlación entre tipo de material y desplazamiento. El porcentaje de piezas inclinadas fue de 4,3% y el de piezas invertidas fue de 21%. El pisoteo produjo fragmentación del material, con más intensidad en áreas cubiertas por sedimentos que en superficie (26% y 13%, respectivamente).

modificaciones físicas ocurridas en las lascas. Resultados • La mayoría de las lascas se recuperaron dentro de la cuadrícula, otras se encontraron fuera de ella. • La distancia máxima registrada para desplazamientos horizontales en materiales de superficie fue de 44 cm mientras que en materiales enterrados fue de 13 cm. • No hubo relación entre tamaño de las lascas y desplazamiento horizontal. • Los desplazamientos horizontales siguieron por lo general el sentido de la pendiente. • No hubo relación entre desplazamiento horizontal y vertical. • Las lascas de menor tamaño se desplazaron distancias verticales mayores, ya sea en movimientos descendentes o ascendentes. • La distancia máxima registrada para desplazamientos verticales en materiales de superficie fue de 6 cm mientras que en materiales enterrados fue de 4,3 cm. • El comportamiento de las lascas resultó diferencial según la matriz fuera arenosa o estuviera conformada por una camada de gramíneas. Los mayores desplazamientos verticales se registraron en el primer caso. • Existió una “zona de captura” en los primeros centímetros bajo la superficie dentro de la cual las lascas circularon constantemente. Las lascas que se hundieron por debajo de esta zona quedaron fuera del alcance de los efectos reales del pisoteo. • No se evidenció mezcla de las lascas de las dos unidades. • El pisoteo resultó diferencial según las lascas estuvieran en superficie o cubiertas por arena. En la unidad superficial, el 8% de las lascas se inclinó, el 26% se invirtió y el 2% se perdió. En la unidad inferior ninguna pieza se invirtió. El porcentaje de piezas inclinadas fue menor (1%) mientras que el porcentaje de piezas perdidas fue mayor (4%). • El pisoteo produjo alteraciones en las asociaciones microespaciales de las lascas, modificaciones en su posición (cara ventral o dorsal) así como en su orientación (con respecto al norte). De esto se deriva que en muchos casos la asociación espacial de los materiales puede ser casual y no intencional.

Gifford-González et al. (1985) realizaron una experiencia de pisoteo sobre desechos de talla y huesos en dos sitios experimentales en Estados Unidos, uno compuesto por sedimentos arenosos sueltos y el otro por sedimentos limo-arenosos consolidados. Se pisoteó el material durante 2 horas y luego se excavó. El propósito era evaluar desplazamientos verticales de los materiales y daños sufridos. Resultados • En el sitio con sedimentos limo-arenosos consolidados los materiales tendieron a desplazamientos horizontales más que verticales. • Los sedimentos arenosos sueltos actuaron como una trampa, ya que los materiales se desplazaron verticalmente de manera considerable. • No hubo correlación entre atributos de tamaño/peso y desplazamiento vertical. • La distancia máxima registrada para desplazamientos verticales en sedimentos limo-arenosos consolidados fue de 3,9 cm mientras que en sedimentos arenosos sueltos fue de 10,9 cm. • El porcentaje de piezas perdidas fue de 26,7% y 10,9% para sedimentos limo-arenosos consolidados y arenosos sueltos, respectivamente. • Las fracturas se pudieron diferenciar según el tipo de sedimento: en el sitio con sedimentos limo-arenosos consolidados los materiales pequeños fueron más susceptibles a las fracturas que en el sitio con sedimentos arenosos sueltos.

Todos estos experimentos demuestran que los materiales se pueden desplazar varios centímetros como consecuencia del pisoteo producido por un grupo pequeño de gente durante unos pocos días. Ahora bien, como veremos en los siguientes ejemplos, el pisoteo no es el único factor que puede causar desplazamientos verticales y horizontales.

Pintar (1987) realizó una experiencia de pisoteo sobre desechos de talla en un sitio experimental en Argentina. Éste estaba compuesto por dos unidades separadas por un nivel estéril que variaba entre 2 y 12 cm de profundidad según la inclinación de la pendiente. Se pisoteó durante 18 días y luego se excavó. El propósito era registrar los desplazamientos horizontales y verticales, evaluar los cambios producidos en las asociaciones microespaciales, observar la cantidad de elementos perdidos en relación a lo depositado al comienzo del experimento y analizar las

Shelley y Nials (1983, 1986) instalaron una pista experimental superficial en una cuenca de deflación en Estados Unidos, colocando 20 artefactos cerámicos y líticos sobre sedimentos arenosos. Se controló a 3 semanas de la instalación. El propósito era evaluar los efectos de la acción eólica sobre materiales arqueológicos depositados en campos de dunas considerando, especialmente, la pérdida 40

Capítulo 4: Antecedentes y Expectativas de la asociación contextual original a partir de desplazamientos horizontales y verticales. Resultados • La mayoría de las piezas recuperadas sufrió desplazamientos horizontales (94%). • Todas las piezas recuperadas se desplazaron verticalmente. • La distancia máxima registrada para desplazamientos horizontales fue de 100 cm. • La distancia máxima registrada para desplazamientos verticales fue de 55 cm. • Los desplazamientos dependieron de la granulometría de la matriz sedimentaria, la dirección y la velocidad del viento, la vegetación y el tamaño y la forma de los artefactos. Lamentablemente, no se discute la naturaleza de estas relaciones. • El 20% del material no pudo ser recuperado, tratándose en todos los casos de piezas líticas.

• • •



Estas últimas se caracterizaron por tener sedimentos arenosos sueltos mientras que las primeras presentaban sedimentos más compactos con un porcentaje de arcilla. La máxima distancia horizontal registrada fue de 45 cm. La máxima distancia vertical registrada fue de 13 cm. La mayoría de los artefactos enterrados eran pequeños y livianos mientras que gran parte de los que quedaron en superficie eran grandes y pesados. En otras palabras, se produjo un enterramiento diferencial de acuerdo al tamaño y al peso de las piezas. La pendiente y el viento parecieron ser responsables de la dirección del desplazamiento de las piezas.

Cabe señalar que existen algunas semejanzas y diferencias entre estos tres últimos experimentos y mi propio trabajo. En lo referente a las semejanzas, se trata en todos los casos de experimentos de campo de largo plazo, generados para evaluar los efectos de diversos procesos naturales sobre materiales arqueológicos de superficie en ambientes áridos. Con respecto a las diferencias con los experimentos realizados en Estados Unidos, se puede indicar que en los mismos: 1) El período máximo de observación de las pistas fue de 2 años. 2) Ninguno se desarrolló en ambientes de altura. 3) Todas las pistas se instalaron en campos de dunas. 4) El número de variables controladas en las piezas fue limitado, tomando en cuenta sólo tamaño y peso. 5) Los resultados relevados también fueron limitados, especificando solamente desplazamientos horizontales y verticales. 6) En ninguno de los casos se discute en profundidad la relación entre las características de las piezas y su desplazamiento.

Simms (1984) instaló cuatro pistas experimentales superficiales en Estados Unidos, colocando 10 artefactos líticos en cada una. Las pistas presentaban leves variaciones de pendiente y de orientación con respecto a los vientos, con sedimentos arenosos estabilizados en algunos casos por costras delgadas de carbonato de calcio. Se controlaron a 6 meses de la instalación. El propósito era evaluar los cambios en la ubicación (tanto horizontal como vertical) de artefactos depositados en dunas de arena, partiendo de la hipótesis de que las dunas sometidas a deflación generan como resultado un palimpsesto de artefactos originalmente depositados en diferentes unidades estratigráficas. Resultados • Varios de los artefactos recuperados (56%) se movieron de manera horizontal siguiendo la dirección de la pendiente y de los vientos. • La distancia máxima registrada para desplazamientos horizontales fue de 110 cm. • El tamaño determinó el desplazamiento de las piezas, siendo las más pequeñas las que registraron los mayores desplazamientos. • Aquellos artefactos que se incorporaron a la costra de carbonato de calcio se cementaron y, por lo tanto, no sufrieron desplazamientos. • Algunas piezas no pudieron ser recuperadas (4,9%).

Por lo tanto, a partir de las diferencias observadas, se decidió instalar las pistas experimentales aquí presentadas y controlarlas varias veces durante la duración del PACh. Por un lado, las pistas se dejaron expuestas durante un lapso mayor que en los estudios mencionados. Por el otro, el experimento se desarrolló en un desierto de altura no dominado por dunas sino en las cercanías de una vega. Finalmente, se controló una cantidad mayor de variables referidas tanto a las características de las piezas como a su desplazamiento.

Wandsnider (1987b, 1988) instaló diez pistas experimentales superficiales en Estados Unidos, colocando 36 artefactos cerámicos y líticos en cada una. Las pistas se controlaron aproximadamente cada 2 semanas durante 2 años. El propósito era evaluar la integridad, tanto espacial como contextual, de conjuntos arqueológicos sometidos a la acción de procesos naturales típicos de dunas, considerando pendiente, cubierta vegetal, grado de compactación de los sedimentos y viento.

Como ya vimos, cuando se analizan sedimentos de sitios arqueológicos para reconstruir su historia depositacional es necesario tomar muestras de control para conocer las características naturales de los sedimentos del área de estudio. Esto permite darle sentido a las muestras de sedimentos arqueológicos (Stein 1987). De esta misma manera, las pistas experimentales permiten evaluar los efectos de perturbaciones naturales sobre conjuntos artefactuales superficiales, en su paso del contexto sistémico al arqueológico (sensu Schiffer 1987). Por lo tanto, se convierten en “muestras de control” para conocer las tasas de depositación en el área de estudio, con su consiguiente efecto sobre el enterramiento de los materiales arqueoló-

Resultados • Mientras que en algunas pistas sólo se observaron desplazamientos horizontales, en otras se produjeron desplazamientos tanto horizontales como verticales. 41

Procesos de formación de sitios arqueológicos: tres casos de estudio en la Puna meridional catamarqueña argentina gicos. Cuanto mayor sea dicha tasa, mayor serán la resolución e integridad de los conjuntos artefactuales y más confiables serán las interpretaciones que de ellos se hagan.

conjunto. Los resultados aislados no serán muy confiables ya que pueden responder a una multiplicidad de causas. Por ejemplo, colores oscuros pueden indicar presencia de materia orgánica o concentración de minerales ferromagnesianos, la materia orgánica puede ser consecuencia de la actividad de animales, independientemente del hombre (e.g. nidos de roedor) y los carbonatos pueden resultar de la precipitación de sales (e.g. en el borde de una vega) o de la gran cantidad de caparazones de moluscos acumulados en un conchero.

4.2. EXPECTATIVAS Para los sedimentos Las muestras arqueológicas deberían ser diferentes de las muestras de control ya que las primeras, además de los procesos naturales, se ven afectadas por la actividad antrópica. La diferencia entre los valores de los sedimentos arqueológicos y los de las muestras de control variará según la intensidad de la ocupación de los sitios arqueológicos: a mayor intensidad, esperaría mayores diferencias.

Las actividades llevadas a cabo en los sitios también deberían reflejarse en los microartefactos recuperados (a mayor intensidad de la ocupación, esperaría una mayor variedad y cantidad de microartefactos). Una vez completados los análisis sedimentológicos, y a partir de los resultados obtenidos (ver capítulo 6), se generaron expectativas para los microartefactos de cada uno de los sitios: • Alero: ausencia de microartefactos en la unidad II (tefra) y mayor cantidad y variedad de microartefactos a medida que aumentaba la profundidad en la unidad III (dado que el foco de la ocupación estaría concentrado en su base). Si el techo de la unidad IV actuó como un “piso de ocupación”, esperaría encontrar más microartefactos “sobre” que “dentro” de ella. Si bien algunos restos pudieron haberse incorporado a dicha unidad por procesos postdepositacionales como pisoteo y/o “fagocitación” (sensu Olivera y Barandica 1996), por ejemplo si ésta se mojó y luego se secó, los materiales allí recuperados no se habrían depositado como consecuencia directa de la actividad antrópica. • Corral: presencia de guano en la unidad I y ausencia en la unidad II, dado que sólo la unidad I parece haber funcionado como corral. • Tambo: muy poca cantidad de microartefactos en ambos recintos, dado que sus sedimentos no presentaban indicios de ocupación antrópica.

La hipótesis general del PACh proponía que la región de estudio funcionó como “un corredor de circulación de bienes, energía e información, conectando ambientes con diferentes recursos” (Ratto 1998). Si por corredor entendemos un área de circulación más que de asentamiento permanente, la región debería presentar sitios con evidencias de ocupación ocasional o periódica, es decir temporaria, de baja intensidad (“sitios de paso”), utilizados por relativamente pocas personas para realizar actividades específicas. Por ello, si bien los sedimentos deberían reflejar la ocupación humana, la modificación de los sedimentos naturales del área a partir de la actividad antrópica no debería ser intensa. Por otro lado, debería observarse redundancia en la ocupación de los sectores más favorecidos debido a que éstos se comportarían como “zonas de concentración de nutrientes” (sensu Yacobaccio 1991). Es decir, la ocupación, si bien de baja intensidad, tendería a darse en determinados sectores restringidos del espacio que serían reocupados en distintos momentos a lo largo del tiempo. Con respecto a las muestras de control, las evidencias de ocupación de los sitios arqueológicos de la zona de estudio deberían traducirse en: • Colores más oscuros (por incorporación de materia orgánica). • Incremento en los valores de materia orgánica (introducida en los sitios como consecuencia de la actividad antrópica). • Disminución de los valores de carbonatos (concentrados en la vega y sus bordes). • Valores de pH más bajos (debido a que los sedimentos de la zona son naturalmente alcalinos y la incorporación de ácidos a partir de la actividad antrópica tenderá a neutralizarlos). • Incremento en los valores de fósforo disponible (introducido en los sitios como consecuencia de la actividad antrópica). • Sedimentos mal seleccionados (debido a la probable existencia de múltiples fuentes y/o agentes). • Presencia de microartefactos (resultado de la actividad antrópica).

Para los microvertebrados Hay fundamentalmente cuatro posibles agentes y/o procesos de acumulación de restos faunísticos en sitios arqueológicos: humanos, carnívoros, aves rapaces y muerte por causas naturales y/o catastróficas. Es necesario aclarar que los indicadores que se presentan a continuación no son exclusivos para cada uno de los agentes y que la ausencia de un indicador no implica el descarte del agente en cuestión. Por otra parte, como veremos en la presente sección, los criterios clásicos mencionados en la bibliografía para identificar el origen de un conjunto arqueofaunístico de grandes vertebrados no necesariamente se aplican a restos de microvertebrados. Finalmente, dichos criterios no toman en cuenta las alteraciones postdepositacionales a pesar de que éstas pueden enmascarar los rasgos originales al quedar impresas sobre las modificaciones primarias (Andrews 1990). Por ejemplo, el origen de un conjunto formado como resultado de muerte catastrófica pero posteriormente perturbado sería difícil de reconocer. El transporte de piezas óseas y dentarias así como su fragmentación probablemente generarían una representación sesgada de partes esqueletarias que se podría interpretar como la consecuencia de la actividad de

Cabe destacar que estas evidencias deberán tomarse en 42

Capítulo 4: Antecedentes y Expectativas algún tipo de predador.

que destacan el uso de las lagartijas como ofrendas rituales en sitios de Ecuador (Hesse 1981) como así también ofrendas de anfibios en sitios de México (Gleed-Owen com. pers.) y Perú (Rodríguez Loredo com. pers.). 5) Si bien en este trabajo se considera básicamente el tema del consumo, la obtención de carne no es el único motivo por el cual los seres humanos pueden estar interesados en determinados taxones. La utilización de materiales como cuero, piel, lana, tendones, plumas y huesos puede responder a motivos medicinales, rituales o de provisión de materias primas para la manufactura de artefactos. A modo de ejemplo, en la tabla 4.3 se presenta un listado de indicadores que dan cuenta del origen ritualceremonial de restos faunísticos provenientes de sitios arqueológicos.

De todo lo expuesto se deriva que la identificación del origen de una muestra microfaunística no debe hacerse a partir de un único indicador sino que es la combinación de varios indicadores lo que permitirá identificar el o los agentes responsables de la formación del conjunto arqueofaunístico bajo estudio. Acumulación de restos por la acción antrópica En general, si los restos de los animales encontrados en un sitio arqueológico fueran producto de la depredación humana cabría esperar algunas de estas características: huesos quemados, huellas de corte, marcas de descarne, huellas de digestión, perforaciones de mascado, fracturas, presencia de coprolitos con huesos y/o dientes incluidos, representación sesgada de las distintas partes esqueletarias por transporte diferencial o por desaparición de los huesos más pequeños y frágiles por la acción de los jugos gástricos, huesos desarticulados y cierta variedad de taxones consumidos (Brain 1980, 1981; Payne 1983; Stahl 1996; Whyte 1988).

Acumulación de restos por la acción de carnívoros Es conocido el papel de algunos carnívoros como agentes acumuladores de restos de presas en sus cubiles. Además, éstos tienden a marcar territorio con sus excrementos (Stallibrass 1990), los cuales, en consecuencia, suelen estar concentrados en el espacio. En este caso cabría esperar algunos de los siguientes indicios: marcas de descarne, fuertes huellas de digestión en los huesos que pudieran ser consumidos, perforaciones de mascado, fracturas, presencia de excrementos con huesos y/o dientes incluidos, representación sesgada de las distintas partes esqueletarias por transporte diferencial o por desaparición de los huesos más pequeños y frágiles por la acción de los jugos gástricos, huesos desarticulados y cierta variedad de taxones consumidos (Andrews 1983, 1990; Andrews y Nesbit Evans 1983; Avery 1982a; Borrero et al. 1997; Brain 1980, 1981; Martín y Borrero 1997; Payne 1983; Stahl 1996).

Ahora bien, es conveniente realizar las siguientes observaciones: 1) El consumo de animales tan pequeños como las lagartijas presenta ciertas excepciones a las expectativas recién mencionadas, que se desarrollan en los comentarios que acompañan a la tabla 4.2. 2) Las lagartijas, dado su pequeño tamaño, no parecen ser especies de gran rendimiento económico. Se puede proponer que, en general, y no mediando tabúes alimenticios o restricciones de otra índole, el hombre se alimenta no sólo de animales que abundan en su entorno sino también de aquéllos cuyo aporte calórico resulta rentable. De todas maneras, esto no descarta que en ciertas épocas se opte por recursos ocasionales o complementarios, económicamente menos rendidores pero predecibles, como ser roedores, lagomorfos, reptiles, anfibios, aves e insectos (Brothwell y Jones 1978; Elkin 1996; Hesse 1984; Madsen y Kirkman 1988; Simonetti y Cornejo 1991; Stahl 1982; Sutton 1995; Szuter 1984; Whyte 1988, entre otros). 3) Se ha mencionado el consumo de microfauna para otros sitios de la Puna catamarqueña. Por ejemplo, Elkin (1996) propone que algunos roedores e insectos (más precisamente langostas) del sitio Quebrada Seca 3 constituyeron un recurso alimenticio. Por el momento, no hay información disponible que permita discutir la posibilidad de la ingesta de reptiles en sitios arqueológicos del área de estudio o el uso de estos taxones con otros fines. Sin embargo, no por eso hay que descartar esta opción. 4) Con respecto a otras zonas, Hesse (1984) y Simonetti y Cornejo (1991) postulan que en el norte y centro de Chile el hombre prehistórico ingirió roedores y aves. Avery (1982a), Brain (1981) y Robbins et al. (1996) mencionan que los Bushmen de Botswana incluyen en su dieta lagartijas, serpientes, tortugas, ranas e insectos. También existe información arqueológica y etnográfica sobre la utilización de langostas con fines alimenticios en grupos aborígenes de Estados Unidos (Madsen y Kirkman 1988; Sutton 1995). Por otra parte, hay trabajos

Acumulación de restos por la acción de aves rapaces Hay muchos estudios acerca de la depredación de distintas rapaces sobre pequeños vertebrados, especialmente micromamíferos (Andrews 1990; Brain 1981; Chaline et al. 1974). Por lo general, las rapaces nocturnas son las que producen mayores acumulaciones de micro-vertebrados y en mejor estado de conservación por diversas razones: jugos gástricos menos destructivos que los de las rapaces diurnas, menor segmentación de las presas y egagrópilas más consistentes y, por lo tanto, con mayor facilidad para producir grandes acumulaciones que se conserven. Si un conjunto de restos fuera resultado de la acción de rapaces cabría esperar: corrosión en algunos elementos por la acción de los jugos gástricos, perforaciones de mascado, fracturas, presencia de egagrópilas con huesos y/o dientes incluidos, representación sesgada de las distintas partes esqueletarias -con predominio de las más resistentes-, mandíbulas con dientes, huesos enteros y, eventualmente, articulados y cierta variedad de taxones consumidos. Los animales identificados deberían tener, en principio, el mismo tipo de hábitos que el ave rapaz que los caza (diurnos o nocturnos) y tamaños adecuados para que las aves rapaces pudieran depredar sobre ellos. Los huesos y dientes tenderían a estar concentrados en el espacio dados los hábitos de las rapaces de regurgitar las egagrópilas en lugares concretos (Andrews 1983, 43

Procesos de formación de sitios arqueológicos: tres casos de estudio en la Puna meridional catamarqueña argentina

Tabla 4.2. Clasificación de las expectativas según posibles agentes y/o procesos de acumulación de restos óseos y dentarios.

44

Capítulo 4: Antecedentes y Expectativas

Tabla 4.3. Indicadores de uso/consumo ritual-ceremonial de restos faunísticos en sitios arqueológicos (Adaptados de Fiore 1993: 46, Fiore com. pers.). 1990; Avery 1982a, 1988; Brain 1981; Denys et al. 1997; Dodson y Wexlar 1979; Hoffman 1988; Kusmer 1990; Levinson 1982; Mayhew 1977; Payne 1983; Stahl 1996).

el contrario, frío intenso o bien lluvias torrenciales) y épocas de vulcanismo activo asociado. Si una acumulación de restos fuera resultado de un evento catastrófico cabría esperar: restos esqueletarios de un mismo grupo taxonómico que eventualmente utilizara el sitio para protegerse (madrigueras, lugares de hibernación, refugios de verano, etc.), buena conservación de las partes esqueletarias sin huellas de corte, marcas de descarne, signos de corrosión, perforaciones de mascado o fracturas (Andrews 1990; Stahl 1996). La abundancia de ciertas clases de edad podría indicar que la muerte ocurrió en una estación concreta.

Acumulación de restos por causas naturales y/o catastróficas La muerte de animales de forma natural (por enfermedad, vejez, etc.) no produciría grandes acumulaciones de individuos sino casos aislados, por lo que habría que buscar el origen de grandes acumulaciones de una o más especies en causas catastróficas como epidemias, existencia de trampas, desprendimiento de rocas de una cueva, épocas de estrés ambiental (sequía o calor prolongados o, por 45

Procesos de formación de sitios arqueológicos: tres casos de estudio en la Puna meridional catamarqueña argentina En caso de un enterramiento relativamente rápido y con poco o nulo arrastre (por fluidos, por procesos gravitacionales o por acción de ciertos animales) los restos podrían encontrarse en conexión anatómica o, al menos, semiarticulados y sin signos visibles de meteorización. También cabría esperar esqueletos relativamente completos, con representación de todas o prácticamente todas las partes esqueletarias, incluso las más pequeñas y frágiles. Si después de la muerte de los individuos hubiera habido algún tipo de transporte de los restos, no se conservaría su conexión anatómica y la representación por tamaño, forma y densidad de las distintas partes esqueletarias reflejaría la energía y alcance del transporte en cuestión (Boaz y Behrensmeyer 1976; Korth 1979; Voorhies 1969).

agentes de transporte y las alteraciones postdepositacionales posibles. Es importante destacar que las opciones mencionadas bajo el título “como resultado de” no son mutuamente excluyentes, es decir que las diatomeas recuperadas pueden provenir de más de una fuente y ser el resultado de más de un agente de transporte. Habiendo un cuerpo de agua de cualquier tipo en las inmediaciones de un sitio arqueológico, la expectativa es que las muestras de sedimentos arqueológicos contengan diatomeas. Lo que variará es la cantidad -relacionada con la productividad de dicho cuerpo de agua y con el agente de transporte (natural o antrópico)- y las especies representadas, según de qué sector del cuerpo de agua provengan.

Para los microfósiles silíceos (las diatomeas)

El primer paso es analizar si hay diatomeas en las muestras. En caso afirmativo, es necesario determinar las cantidades presentes y evaluar si son abundantes o escasas. Para ello se deberá tomar como parámetro de referencia el cuerpo de agua más próximo (en este estudio, la Vega de San Francisco), ya que el número de células para establecer el límite entre abundantes y escasas depende de cada caso, siendo fundamental la relación con el contexto. Tomar muestras de control para conocer el cuerpo de agua local resulta indispensable a la hora de darle sentido a las muestras arqueológicas(28) (e.g. determinando si se trata de un cuerpo poco o muy productivo).

En arqueología, los análisis cuantitativos de diatomeas se han utilizado tradicionalmente para determinar la presencia o ausencia de un cuerpo de agua en los sitios. Bradbury (1988) estableció un número mínimo de 100.000 células/cm3 de muestra de sedimento analizada para que las diatomeas sean representativas de la presencia de un cuerpo de agua. Valores por debajo de esta cifra se consideran poco apropiados para realizar interpretaciones paleoambientales realistas ya que podría tratarse de un caso de contaminación. Sin embargo, cabe aclarar que en sitios arqueológicos, valores por encima de la cifra mencionada, si responden a un origen antrópico, tampoco resultarán adecuados para analizar el paleoambiente ya que las diatomeas pueden no ser representativas de la variabilidad de especies de la microrregión sino una muestra sesgada, debido a que probablemente provengan de un sector acotado del espacio. Además, su presencia en los sitios podría no responder a cambios climáticos o ambientales (e.g. un período de mayor humedad). En otras palabras, con la misma cantidad de diatomeas y las mismas especies, las interpretaciones cambian radicalmente según su origen en los sitios sea natural o antrópico. En consecuencia, y como se puede apreciar en las figuras 4.7a, 4.7b y 4.8, la presencia de diatomeas en sedimentos arqueológicos no necesariamente equivale a la presencia de un cuerpo de agua in situ y la ausencia de diatomeas en sedimentos arqueológicos no necesariamente equivale a la ausencia de un cuerpo de agua in situ. Los seres humanos, a partir de diversas actividades (e.g. pesca y agricultura), pueden transportar diatomeas de un lugar a otro y depositarlas en localidades con características diferentes de las de origen (Foged 1978). Las reconstrucciones paleoambientales, entonces, sólo resultarán válidas cuando se realicen a partir de diatomeas autóctonas (generadas y recuperadas en un cuerpo de agua desarrollado in situ) y cuyo origen sea natural.

La abundancia de diatomeas (número de células comparable al de los sedimentos superficiales del cuerpo de agua más próximo) no necesariamente responde a la presencia de un cuerpo de agua in situ (figura 4.7a). Si hubo un cuerpo de agua in situ, su origen puede ser natural o antrópico. En el primer caso, un cuerpo de agua natural puede deberse a la inundación del sitio por un aumento del nivel del cuerpo de agua más próximo (ya sea por una ingresión marina, por la crecida de un río o por el avance de una vega) o a la formación de un cuerpo de agua temporario(29) por acumulación de agua en una cubeta. En el segundo caso, un cuerpo de agua artificial puede ser resultado del almacenamiento o de la distribución de agua y originarse a partir de estructuras diversas como piletas, peceras, tanques, fosas y acequias para riego. Por otro lado, si no hubo un cuerpo de agua in situ, las diatomeas también pueden tener un origen natural o antrópico. En el primer caso, su presencia en el sitio se podría explicar por transporte eólico o faunístico (e.g. acarreo de vegetación riparia(30) para la construcción de nidos de roedor o de ave). En el segundo caso, las diatomeas serían el resultado del transporte de vegetación, sedimentos o agua del cuerpo de agua más próximo con fines varios (e.g. preparación de camadas de paja, acumulación de arcillas para la elaboración de adobes o para la manufactura de vasijas y almacenamiento de agua para beber, cocinar, higienizarse o regar a mano, utilizando recipientes que se volcaron, fisuraron o rompieron). En cualquiera de los dos casos, además, algunas de las diatomeas también podrían deberse a la contaminación por perturbación de los depósitos.

Las figuras 4.7a, 4.7b, 4.8 y 4.9 se realizaron con el objeto de facilitar la interpretación de los resultados obtenidos a partir del análisis de muestras de sedimentos arqueológicos. Para su elaboración intenté incluir todas las opciones posibles de modo tal que dichos diagramas de flujo fueran de utilidad para discutir el significado de las diatomeas provenientes de cualquier sitio arqueológico. En las figuras 4.7a y 4.7b se ilustran las fuentes, los 46

Capítulo 4: Antecedentes y Expectativas

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Procesos de formación de sitios arqueológicos: tres casos de estudio en la Puna meridional catamarqueña argentina

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Capítulo 4: Antecedentes y Expectativas

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Procesos de formación de sitios arqueológicos: tres casos de estudio en la Puna meridional catamarqueña argentina

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Capítulo 4: Antecedentes y Expectativas La escasez de diatomeas (número de células significativamente inferior al de los sedimentos superficiales del cuerpo de agua más próximo) también puede ser el resultado de la presencia o de la ausencia de un cuerpo de agua in situ (figura 4.7b).

recuperadas en los sitios arqueológicos que aceptarlo, ya que basta con que la ecología de la asociación de especies dominantes sea diferente en ambos conjuntos y que el cuerpo de agua no haya sufrido modificaciones a lo largo del tiempo(31). En cambio, asegurar que sí provienen de dicho cuerpo de agua es mucho más complejo. Aún si compartiesen un elevado número de especies y su ecología fuese semejante, las diatomeas recuperadas en el sitio podrían provenir tanto de allí como de otro cuerpo de agua próximo con características muy similares. En otras palabras, cuando hay una gran coincidencia en la ecología, si bien es altamente factible, no es seguro que estemos ante la fuente real de las diatomeas. En este caso, debe realizarse un muestreo intensivo de la zona y comparar los resultados por métodos estadísticos apropiados (ANOVA, PCA, etc.).

Si hubo un cuerpo de agua poco productivo in situ, se repiten las opciones mencionadas para la figura 4.7a (abundancia de diatomeas) con la salvedad de que en este caso, al no haber gran disponibilidad de células en la fuente, se generarán depósitos muy pobres en diatomeas independientemente del agente de transporte. Por otro lado, si no hubo un cuerpo de agua in situ, las diatomeas también pueden tener un origen natural o antrópico. En el primer caso, su presencia en el sitio se podría explicar por transporte eólico o faunístico (e.g. a partir de excrementos de animales varios, de partes del cuerpo como las patas o de vegetación riparia para la construcción de nidos, según el cuerpo de agua sea poco o muy productivo). En el segundo caso, las diatomeas podrían ser consecuencia del transporte al sitio de artefactos o ecofactos en contacto con un cuerpo de agua (e.g. restos alimenticios como aves acuáticas, peces, crustáceos y moluscos) o podrían ingresar adheridas a las suelas de los zapatos. A su vez, los depósitos que resulten del transporte de vegetación, sedimentos o agua de un cuerpo de agua poco productivo, ubicado en las inmediaciones del sitio, serán muy pobres en diatomeas. Una alternativa adicional para explicar el origen de una baja cantidad de diatomeas es la contaminación de los depósitos muestreados.

Para las pistas experimentales(32) Los resultados de los experimentos realizados por otros colegas en sedimentos arenosos sumados a las condiciones ambientales características de la Puna me permitieron generar expectativas. A partir de estos experimentos y de nociones de sentido común basadas en la física, parto de la premisa de que los objetos se mueven y que dicho movimiento obedece a leyes (e.g. ley de la gravedad). Lo interesante, entonces, es evaluar cómo los resultados obtenidos se apartan de lo esperable en función de las leyes de la física en condiciones ideales (de laboratorio): Modificaciones de los conjuntos a nivel espacial y contextual

Finalmente, la ausencia de diatomeas en las muestras de sedimentos analizadas puede significar que las diatomeas nunca estuvieron presentes o que alguna vez lo estuvieron pero que no se preservaron (figura 4.8). El primer caso puede deberse a la presencia de un cuerpo de agua con características físicas y/o químicas inadecuadas para el desarrollo de las diatomeas o a la ausencia de un cuerpo de agua in situ -o en las inmediaciones de los sitios arqueológicos-. En el segundo caso, la falta de preservación de las diatomeas puede responder a tres causas: deflación, destrucción o lavado.



Que el material se vea afectado en las asociaciones espaciales (desplazamientos horizontales y verticales de piezas con el consiguiente cambio de ubicación) y contextuales (pérdidas de piezas, asociación de artefactos) como consecuencia de los procesos de formación naturales característicos de la zona de estudio, oscureciendo los patrones originales de los conjuntos y creando patrones nuevos.

Granulometría de la matriz sedimentaria •

En la figura 4.9 se consideran las distintas opciones para explicar la fuente de las diatomeas recuperadas en sedimentos arqueológicos cruzando dos variables: porcentaje de especies en común identificadas y ecología de la asociación de especies dominantes. Es importante resaltar esta diferencia ya que aunque las muestras arqueológicas compartan muchas especies con el cuerpo de agua más próximo, las especies compartidas, en cantidad de células, pueden representar sólo un porcentaje menor dentro del conjunto analizado. Por ejemplo, dos grupos de muestras pueden compartir 7 especies sobre un total de 10, pero las 3 especies restantes, en cantidad de células, representan el 80% del total analizado y, por lo tanto, son las que le dan las características distintivas al conjunto.





Como se puede apreciar en dicha figura, es más fácil descartar un cuerpo de agua como fuente de las diatomeas 51

Que la grava limite el desplazamiento horizontal de los materiales ya que actuará como un obstáculo. Por el contrario, la ausencia de grava permitirá que el material se desplace libremente en sentido horizontal. Por este mismo motivo espero que la grava favorezca la inclinación de los materiales, al brindar puntos de apoyo sobre los que las piezas pueden reposar, limitando el movimiento. Que el desplazamiento vertical de los materiales sea mayor en sedimentos arenosos no consolidados que en limo-arcillosos compactados, ya que estos últimos conforman una superficie dura que opone mayor resistencia a la incorporación del material(33). Que los materiales se fracturen menos en sedimentos arenosos sueltos que en limo-arcillosos consolidados, ya que estos últimos conforman una superficie dura que opone mayor resistencia al hundimiento de los artefactos.

Procesos de formación de sitios arqueológicos: tres casos de estudio en la Puna meridional catamarqueña argentina Tamaño y peso de las piezas •

agua puede ser local y la arcilla no. A menos que la ecología de las especies de ambas sea muy diferente, la existencia de más de una fuente será imposible de comprobar. Si las diatomeas de la cerámica arqueológica y de las fuentes de arcillas locales muestreadas coinciden, sólo se puede asegurar que las arcillas provienen de un cuerpo de agua semejante al analizado (que puede ser ese o algún otro de ecología muy similar). Si en cambio no coinciden, se puede proponer que la ecología del cuerpo de agua muestreado sufrió modificaciones a lo largo del tiempo o que las arcillas provienen de un cuerpo de agua diferente.

Que las piezas de menor tamaño y peso se muevan más que las más grandes y pesadas porque necesitan menor energía para iniciar el desplazamiento. Es decir que las más pequeñas y livianas tenderán a moverse tanto horizontal como verticalmente (siendo más susceptibles a la pérdida) mientras que las piezas más grandes y pesadas tenderán a permanecer in situ. De esto se infiere que las piezas más pequeñas y livianas se verán afectadas por una mayor cantidad de procesos que aquéllas más grandes y pesadas.

Por otro lado, para asegurar que la fuente es local habría que muestrear todos los bancos de arcilla de la zona de estudio, tarea que difícilmente se pueda llevar a la práctica. La única manera de identificar con cierta confianza la fuente de las arcillas empleadas es a través de análisis de activación neutrónica (Solá com. pers.). Sin embargo, si hay varias fuentes involucradas, tampoco así se las podrá identificar con seguridad ya que los resultados observados serán un promedio, resultado de la mezcla de arcillas de las distintas fuentes, por lo que cada una de ellas perderá identidad propia haciendo que los elementos traza de la cerámica analizada no tengan correspondencia precisa con ninguna fuente en particular.

Forma de las piezas •

Que las piezas planas tiendan a quedar in situ mientras que las curvas sufran los efectos del transporte, dado que en este último caso se necesita menos energía para iniciar el movimiento y para que una vez iniciado continúe. Por ello, las piezas más redondas tenderán a perderse más que las planas. Se puede proponer, entonces, que a mayor curvatura, mayor desplazamiento, menor inclinación y mayor inversión.

Tiempo de exposición de las pistas •

Otras opciones para dar cuenta de las diatomeas recuperadas en los tiestos analizados son los restos vegetales y las valvas de moluscos molidas, utilizados como antiplástico. Aunque en este último caso, si los moluscos son marinos, las especies de diatomeas deberían poder diferenciarse ecológicamente de las especies contenidas en las arcillas provenientes de cuerpos de agua continentales.

Que los cambios producidos sean más lentos en situaciones de estabilidad geomorfológica relativa que en casos donde domine la erosión o la depositación. Por lo tanto, será necesario un tiempo más prolongado de exposición de las pistas.

4.3. NOTAS

En resumen, las diatomeas recuperadas en tiestos arqueológicos pueden provenir de las siguientes fuentes que no siempre se podrán diferenciar: arcillas, agua agregada y distintos tipos de antiplásticos como restos orgánicos (e.g. vegetales, valvas).

(23)

El término lapilli se utiliza exclusivamente para los materiales piroclásticos cuyo tamaño oscila entre 2 y 64 mm, diferenciándose así de la ceniza volcánica (tamaño < a 2 mm) y de las bombas (tamaño > a 64 mm). Tefra, en cambio, es un término genérico que se utiliza para denominar todos los materiales clásticos de origen volcánico transportados a través del aire, sin importar su tamaño (Bates y Jackson 1984).

Finalmente, el agua o las arcillas empleadas en la manufactura de la cerámica analizada pueden no contener diatomeas si el cuerpo de agua del cual provinieron no presentaba las condiciones adecuadas para el desarrollo de estas algas. Otra posibilidad es que las diatomeas estuvieran en el agua o las arcillas pero que posteriormente fueran destruidas debido a las altas temperaturas de cocción de las piezas cerámicas (> a 800° C, Battarbee 1988). En ninguno de estos casos, entonces, se podrá identificar la fuente de las arcillas a partir de las diatomeas.

(24)

Es de notar que los fechados radiocarbónicos obtenidos para el tambo no concuerdan con lo esperable para un sitio incaico y se explicarían debido a que este sitio probablemente se instaló sobre otro no incaico, más antiguo (Ratto y Orgaz 2000). (25)

La bibliografía mencionada en esta sección no pretende ser exhaustiva. Su propósito es brindar sólo algunos de los muchos ejemplos existentes para mostrar la gran variabilidad temática de los trabajos geoarqueológicos en la Argentina.

(27)

La bibliografía presentada en esta sección es sólo una selección de los muchos trabajos disponibles sobre arqueología experimental en nuestro país. (28)

Lo ideal es tomar muestras del cuerpo de agua local en distintos momentos del año para conocer la variabilidad estacional de las diatomeas aunque, en este caso, las condiciones climáticas no siempre lo permiten. Por ese motivo, sólo se tomaron muestras durante el verano.

(26)

Considero que la utilización de diatomeas para identificar la fuente de las arcillas empleadas para la manufactura de piezas cerámicas presenta grandes limitaciones. Por un lado, es posible que la arcilla y el agua agregada provengan de cuerpos de agua diferentes, dado que se puede buscar arcilla en un lugar y transportarla a otro donde se manufactura la cerámica. En otras palabras, el

(29)

52

Dicho cuerpo de agua debería permanecer el tiempo

Capítulo 4: Antecedentes y Expectativas suficiente para que las diatomeas se desarrollen, ya que el agua de lluvia y de deshielo per se no tienen diatomeas aunque pueden transportar, y posteriormente depositar, las que encuentren a su paso (Maidana com. pers.). Además, si la granulometría de los sedimentos del sitio es mayormente arenosa, el agua difícilmente pueda acumularse porque cuanto mayor sea el tamaño de grano, mayor será la probabilidad de que el agua infiltre en lugar de quedar estancada. Sin embargo, una alternativa para que esto sea posible, independientemente de la granulometría de la matriz sedimentaria, es que la roca que actúa como sustrato sea impermeable. Finalmente, la cubeta debería tener dimensiones relativamente considerables, así tendrá mayor probabilidad de que el agua acumulada no se evapore con rapidez. (30)

sueltos como consecuencia de la fertilización-). (32)

A fin de facilitar la lectura, las expectativas para cada variable se plantean por separado (asumiendo que todas las demás variables permanecen constantes), aunque sin desconocer que en la realidad las distintas variables funcionan interconectadas. No se puede considerar el tamaño, por ejemplo, independientemente del peso y/o de la forma. Pongamos como caso dos esferas (misma forma) de igual tamaño, una de goma espuma y otra de plomo (distinta materia prima). El peso de ambas esferas variará y por consiguiente, su comportamiento será diferente. (33)

Aunque cabe aclarar que los sedimentos de grano fino probablemente mostrarán cierto grado de incorporación y cementación de los materiales culturales dentro de la matriz si ésta se moja y luego se seca. Esto se debe a que la arcilla, al ser muy porosa e impermeable en sentido vertical, absorberá agua hasta saturarse y recién luego escurrirá o se evaporará.

De la orilla de un cuerpo de agua.

(31)

Dichos cambios pueden responder a causas naturales (e.g. fluctuaciones climáticas) o antrópicas (e.g. eutroficación -enriquecimiento de las aguas en nutrientes di-

53

CAPÍTULO 5: METODOLOGÍA En este capítulo describo todos los pasos realizados para encarar el análisis de los procesos de formación de los sitios excavados, desde la obtención de las muestras hasta su posterior análisis en gabinete o laboratorio. El grado de detalle se debe a que algunos de los estudios realizados, por ejemplo de los sedimentos, no son muy comunes aún en la arqueología argentina. Por lo tanto, además de permitir al lector seguir el hilo de la discusión, serán de utilidad para cualquiera que esté interesado en llevar a cabo análisis parecidos en el futuro. Considero que las técnicas y herramientas utilizadas en este trabajo pueden contribuir a la comprensión de los procesos de formación del registro arqueológico en general, más allá de los casos particulares aquí presentados. Por otro lado, muchos de los resultados son método-dependientes y, en consecuencia, es fundamental conocer cómo se obtuvieron antes de realizar comparaciones con resultados provenientes de otros sitios.



• • •

• • • •

5.1. LOS SEDIMENTOS Metodología de campo (recolección de las muestras) Se recolectaron 38 muestras de sedimentos: 5 muestras de control en áreas circundantes a los sitios arqueológicos, 7 muestras de las pistas experimentales y 26 muestras de los sitios arqueológicos excavados (10 del alero, 6 del corral, 4 del recinto 3 del tambo y 6 del recinto 10 del tambo), utilizando recipientes de 250 cm3 de capacidad. En estos sitios se tomó una muestra de cada unidad estratigráfica y dentro de ellas, una de cada extracción. En los casos en los cuales se observaron diferencias a nivel horizontal dentro de una misma extracción se tomó una muestra por sector. •



• • • •

Alero (AL 12) Muestra 116: unidad I. Muestra 115: unidad II, primera extracción.

Corral (CSF) Muestra 4: unidad I, primera extracción. Muestra 26: unidad I, segunda extracción. Muestra 89: unidad I, tercera extracción. Muestra 128: unidad II, primera extracción. Muestra 160: unidad II, segunda extracción. Muestra 192: unidad II, tercera extracción. Tambo, recinto 3 (TSF, R3) Muestra 302: primera extracción. Muestra 307: segunda extracción. Muestra 315: tercera extracción. Muestra 332: cuarta extracción. Tambo, recinto 10 (TSF, R10) Muestra 347: primera extracción. Muestra 349: segunda extracción. Muestra 355: tercera extracción. Muestra 371: cuarta extracción. Muestra 383: cuarta extracción (nido de roedor). Muestra 384: cuarta extracción.

También se recolectaron muestras de rocas de la zona para su análisis petrográfico en laboratorio: • Muestras 1 a 5: borde de la colada lávica en la que están labrados los aleros. • Muestras 6 a 8: pirca del corral. • Muestras 9 y 10: pared del alero.

Muestras de control (Off-site) Muestra 1: pavimento del desierto en las inmediaciones del tambo (superficie). Muestra 2: pavimento del desierto en las inmediaciones del tambo (10 cm de profundidad). Muestra 11: borde de vega frente a los aleros (39 cm de profundidad). Muestra 12: talud del Alero 7C (5 cm de profundidad). Muestra 13: borde de vega frente a los aleros (5 cm de profundidad). Pistas experimentales (PE) Muestras PE 3, PE 4, PE 5 y PE 6: Vega de San Francisco, superficie (también sirvieron como muestras de control). Muestra PE 7: Cazadero Grande, superficie. Muestras PE 9 y PE 10: Batungasta, superficie.



• • • •

Muestra 202: unidad II, segunda extracción. Muestra 130: unidad III, primera extracción. Muestra 149: unidad III, segunda extracción. Muestra 168: unidad III, tercera extracción. Muestra 174: unidad III, cuarta extracción. Muestra 187: unidad III, quinta extracción. Muestra 201: unidad III, sexta extracción. Muestra 199: unidad IV.

Metodología de laboratorio (preparación y procesamiento de las muestras) Las variables seleccionadas para el análisis sedimentológico fueron: • • • • •

Análisis físico-químicos Color Materia orgánica Carbonatos pH Fósforo disponible

• •

Análisis granulométricos Granulometría Microartefactos Análisis mineralógicos

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Capítulo 5: Metodología •

te inferior de cada página mientras que los claros (de valores altos) se encuentran en la parte superior. 3) Intensidad (chroma): grado de fuerza o debilidad (o cantidad relativa de gris neutro vs. color puro). Se expresa con números del 1 al 8, el 0 representa el gris neutro y el 10 los colores puros. La intensidad se indica en el eje de las abscisas (margen horizontal inferior de cada página de la carta) y aumenta de izquierda a derecha: las intensidades opacas (de valores bajos) se encuentran a la izquierda de cada página mientras que las brillantes (de valores altos) se encuentran a la derecha.

Mineralogía

Los análisis mineralógicos de los sedimentos se complementaron con estudios petrográficos de muestras de rocas de la zona y con análisis de difracción por rayos X de muestras de sedimentos finos (off-site 2 y alero 199) y de material consolidado (“costra” del corral). Analicé las primeras siete variables en el Laboratorio Arqueológico de Sedimentos, Departamento de Antropología, University of Washington, Seattle, Estados Unidos, bajo la supervisión de la Dra. Julie Stein. En todos los casos, las determinaciones se realizaron con el instrumental disponible en el laboratorio sobre la base de procedimientos sedimentológicos de rutina. Los detalles de las tres variables restantes, analizadas por especialistas, se indican en la descripción de la metodología específica de cada una (ver más adelante).

Primero se identifica el matiz, seguido de la combinación brillo/intensidad. Ésta se indica en forma de fracción, en donde el brillo es el numerador y la intensidad el denominador. Cada página está compuesta por una serie de tarjetas (chips) del mismo matiz pero de brillo e intensidad variables. En la página opuesta, cada una de las tarjetas cuenta con una descripción verbal del nombre común en inglés.

Los geoarqueólogos tienen a su disposición una gran cantidad de técnicas de laboratorio para determinar propiedades físicas y químicas de muestras de sedimentos. Incluso, hay distintas técnicas para el análisis de un mismo atributo (Holliday y Stein 1989). Dado que los resultados son método-dependientes, una propiedad cualquiera medida con distintas técnicas arrojará resultados diferentes. Los resultados también pueden variar según las muestras hayan sido o no pretratadas. Es fundamental tener esto en cuenta antes de realizar comparaciones con datos provenientes de otros sitios. La elección de una técnica debe evaluarse en función del problema arqueológico, las propiedades físico-químicas de los sedimentos analizados y la eficacia, precisión, velocidad y costos del método en cuestión (Holliday 1990; Holliday y Stein 1989).

La carta básica incluye siete páginas que cubren una amplia gama de colores. Existen, además, hojas suplementarias para situaciones particulares (e.g. suelos tropicales). Para facilitar la tarea, la carta también incluye dos máscaras (masks): una gris (para usar con muestras de colores claros) y otra negra (para usar con muestras de colores oscuros). Estas máscaras permiten visualizar sólo cuatro tarjetas por vez, cubriendo todas las demás. De esta manera se elimina la interferencia en el momento de elegir una tarjeta. Materia orgánica y Carbonatos Se determinaron empleando el método de la calcinación (loss-on-ignition) descripto por Dean (1974). Cuando una muestra pulverizada de sedimentos se calienta, la materia orgánica comienza su oxidación a 200° C y se quema por completo cuando la temperatura alcanza los 550° C. El carbonato de calcio, en cambio, comienza a transformarse en dióxido de carbono a 800° C y completa su descomposición cuando la temperatura alcanza los 850° C. Los porcentajes de materia orgánica y carbonato de calcio presentes en una muestra pueden, por lo tanto, ser calculados a partir del porcentaje de peso perdido luego de dos eventos de combustión sucesivos a diferentes temperaturas.

Color Se determinó con la carta de colores Munsell, tanto para muestras de sedimentos secos como húmedos, bajo condiciones de iluminación natural. Para humedecerlas se utilizó agua destilada. Se tomó en cuenta el código de cada color (descripción numérico-alfabética que resulta de la combinación de matiz, brillo e intensidad) así como su nombre común en inglés. Cada color se puede describir a partir de tres variables (Munsell 1941; Munsell Color Company 1994): 1) Matiz (hue): nombre del color (o posición del color dominante dentro del espectro), que se expresa por medio de claves numérico-alfabéticas. Los números son 2.5, 5, 7.5 y 10 y las letras son R (rojo o red), YR (amarillo-rojo o yellow-red) e Y (amarillo o yellow). A medida que aumenta el número para cada letra, el matiz se hace más amarillo y menos rojo. Cada página de la carta de colores Munsell representa un matiz y esta información se encuentra en el margen superior derecho. 2) Brillo (value): grado de oscuridad o claridad (o cantidad relativa de negro vs. blanco) de un color. Se representa con números del 2 al 8, el 0 representa el negro absoluto y el 10 el blanco absoluto. El brillo se indica en el eje de las ordenadas (margen vertical izquierdo de cada página de la carta) y aumenta de abajo hacia arriba: los brillos oscuros (de valores bajos) se encuentran en la par-

A continuación se detallan los pasos realizados: • Se removieron las partículas mayores a 2 mm de muestras pequeñas de sedimentos y el resto se pulverizó en un mortero. • Se tomaron 2 submuestras, de aproximadamente 6 g, de cada una de las muestras y se colocaron en crisoles de cerámica de 10 ml previamente pesados. Las submuestras se secaron en una estufa(34) (OV-18A, Stabil-therm gravity oven, Blue M. Electric Company) a una temperatura de 95° C durante 1 hora para eliminar la humedad y se dejaron enfriar a temperatura ambiente, primero al aire libre y luego en un desecador. Se pesó cada crisol con sedimentos en una balanza electrónica (SartØrius analytic A 120 S). El peso obtenido constituyó la base de todos los 55

Procesos de formación de sitios arqueológicos: tres casos de estudio en la Puna meridional catamarqueña argentina •



cálculos posteriores. Los crisoles se colocaron durante 1 hora en una mufla(35) (Thermolyne furnace F 6038 C) precalentada a 550° C, se retiraron, se dejaron enfriar a temperatura ambiente y se pesaron. El contenido de materia orgánica se calculó a partir de la pérdida de peso luego del primer evento de combustión. Los crisoles se colocaron durante 1 hora nuevamente en la mufla precalentada a 1000° C, se retiraron, se dejaron enfriar a temperatura ambiente y se pesaron. La cantidad de carbonato de calcio que se transformó en dióxido de carbono se calculó a partir de la pérdida de peso luego del segundo evento de combustión.

semicuantitativo).

• • • •

Al graficar los resultados obtenidos, si bien se trató de mantener la misma escala en todas las figuras realizadas, se decidió utilizar una escala diferente en las pocas muestras que la requerían, dejando el resto de las muestras inalteradas para que no perdieran definición.



pH • •

• • • •

• • •



Preparación de la muestra Se colocaron aproximadamente 20 g de sedimentos en un vaso de precipitados de 50 ml de capacidad y se agregaron 20 ml de agua destilada (solución 1: 1). Se mezcló la muestra suavemente durante 1 minuto y se la dejó reposar por 1 hora para estabilizar la actividad en la solución.

• • •

Calibración del pHmetro Se colocó una pequeña cantidad de buffer(36) de pH 7 en un vaso de precipitados y se sumergió el electrodo. Se leyó el resultado y se calibró el pHmetro (Ø70 pH meter altex by Beckman). Se enjuagó el electrodo con agua destilada y se lo secó con un papel tissue. Se repitió el procedimiento con un buffer de pH 10(37).



Obtención del extracto de fósforo (con reactivos provistos por el juego de campo) Antes de medir la cantidad de fósforo disponible, es necesario extraerlo de los sedimentos en forma de líquido de la siguiente manera: Se llenó un tubo de ensayos con una solución extractora de fósforo hasta alcanzar la marca de 10 ml. Se agregó una medida de muestra de sedimentos. Se tapó el tubo de ensayos y se lo agitó vigorosamente durante 2 minutos. Se filtró la mezcla en otro tubo de ensayos (utilizando un embudo y papel de filtro) hasta alcanzar la marca de 5 ml, obteniendo así el extracto. Se descartaron los sedimentos acumulados en el papel de filtro. Todas las lecturas se realizaron en la base del menisco(38). Realización del test de fósforo Se agregó agua destilada al extracto hasta completarlos 10 ml. Se tapó el tubo de ensayos y se mezcló. Se llenó un tubo de ensayos hasta la marca de 5 ml con el filtrado diluido. Utilizando un gotero, se agregó 1 ml de un reactivo de fosfato, se tapó y se mezcló. Luego de 5 minutos se agregaron 3 gotas de un reactivo reductor y se invirtió el tubo de ensayos tapado para mezclar el contenido. El color, que se desarrolló de inmediato, se identificó a partir del patrón comparativo bajo condiciones de iluminación natural. Si un color se encontraba entre dos valores sucesivos se lo consideró como el promedio de dichos valores.

Para la determinación de la cantidad de fósforo disponible en cada muestra se contemplaron las siguientes posibilidades: • 15 libras por acre: muy bajo. • 30 libras por acre: bajo. • 40-60 libras por acre: mediano bajo. • 75 libras por acre: mediano. • 90 libras por acre: mediano alto. • 120 libras por acre: alto. • 150 libras por acre: muy alto.

Medición del pH Se sumergió el electrodo en la primera muestra y se leyó el resultado. Se enjuagó el electrodo con agua destilada y se lo secó con un papel tissue. El procedimiento se repitió con cada una de las muestras hasta obtener tres mediciones seguidas que, redondeadas a cifras con un decimal, coincidieran.

Granulometría Los análisis granulométricos se realizaron sobre la base de las siguientes categorías (Wentworth 1922) (tabla 5.1): 1) Grava: > a 2 mm (-1 Ø -phi-). 2) Arena: entre 2 y 0.0625 mm (4 Ø). 3) Limo: entre 0.0625 y 0.0039 mm (8 Ø). 4) Arcilla: < a 0.0039 mm.

A partir de los resultados obtenidos, los sedimentos se pueden clasificar como: • Ácidos (valores de pH < a 7). • Neutros (valor de pH 7). • Alcalinos (valores de pH > a 7). Fósforo disponible

Estos análisis se realizaron para determinar las características texturales de las muestras, ya que permiten medir el porcentaje de granos de diferente tamaño. El cálculo demanda la combinación de tres técnicas: 1) medición directa de grava (fracciones guijarro, guijón y bloque) con

Se utilizó un juego de campo diseñado por La Motte Chemical Company (Maryland) para granjeros o especialistas en suelo que desean determinar la cantidad de fósforo disponible en sedimentos o suelos alcalinos (método 56

Capítulo 5: Metodología

57

Procesos de formación de sitios arqueológicos: tres casos de estudio en la Puna meridional catamarqueña argentina calibre, regla o cinta métrica, 2) medición directa de grava (fracción gránulo) y arena utilizando tamices graduados de distinta abertura de malla y 3) medición indirecta de limo y arcilla basada en la ley de Stoke(39) sobre velocidades de decantación para calcular cuándo objetos microscópicos de distinto tamaño se depositarán en un medio líquido (Folk 1980; Krumbein y Sloss 1963; Lewis 1984; Scasso y Limarino 1997).

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Preparación de la muestra En los análisis sedimentológicos tradicionales, las muestras suelen ser pretratadas con agua oxigenada (H2O2) o con ácido clorhídrico (HCl) para eliminar la materia orgánica y los carbonatos que puedan cementar partículas individuales de sedimentos. En este caso concreto, las muestras no fueron pretratadas para no dañar o destruir los microartefactos que pudiera haber (Holliday y Stein 1989) y que serían analizados en una segunda etapa (ver más adelante). Las muestras de sedimentos se subdividieron con un cuarteador tipo Jones para obtener una cantidad suficiente y representativa (aproximadamente 100 g). Las muestras así obtenidas se pesaron, se colocaron en un Erlenmeyer de 250 ml con aproximadamente 125 ml de una solución de hexametafosfato de sodio, se taparon y se agitaron vigorosamente durante 5 minutos con el fin de dispersar los sedimentos en partículas individuales y evitar su coagulación o agregación a lo largo del análisis. Esto sucede porque las partículas individuales tienden a atraerse formando agregados que se depositan mucho más rápido de lo que lo harían las partículas discretas. Para preparar el hexametafosfato de sodio se procedió de la siguiente manera: en un botellón se mezclaron 18 l de agua destilada con 90 g de hexametafosfato de sodio. Se dejó 2 días para lograr la disolución completa del hexametafosfato, revolviendo cada tanto. Se tomaron 10 alícuotas(40) de la solución utilizando vasos de precipitados de 20 ml previamente pesados. Éstos se colocaron en una estufa por 24 horas hasta la evaporación total del líquido, se dejaron enfriar a temperatura ambiente y se pesaron. Se calculó el promedio de los pesos obtenidos para determinar la concentración del antifloculante -o dispersante- en la solución.



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Tamizado de limo y arcilla (vía húmeda) Si las muestras contienen material más grueso que 4 Ø, la grava y la arena deben separarse del limo y de la arcilla para determinar la distribución de tamaño de cada fracción por separado. Mientras que la grava y la arena se analizan por tamizado, el limo y la arcilla se analizan por medio de pipetas. Las muestras de sedimentos tratadas con la solución de hexametafosfato de sodio se volcaron en un tamiz de 62 µm (4 Ø) (previamente humedecido de ambos lados con agua destilada), ubicado sobre un recipiente grande de plástico. Las partículas que quedaron en el tamiz se lavaron con agua destilada y se colocaron en un vaso de precipitados de 250 ml que se llevó a una estufa para que el agua se evaporara. La temperatura debe ser

menor a 100˚ C para evitar que las partículas de arcilla que pudieran haber quedado en la muestra se fundan. Una vez evaporada el agua, las fracciones grava y arena se tamizaron de acuerdo con la técnica de tamizado en seco (ver más adelante). El limo y la arcilla que quedaron en el recipiente de plástico se colocaron en una probeta graduada de 1000 ml y se analizaron mediante pipetas (ver más adelante). Tamizado de grava y arena (en seco) Los tamices superpuestos se ordenaron del más grueso (-2 Ø) arriba al más fino (4 Ø) abajo(41). La fracciones grava y arena secas se volcaron en el tamiz superior. La pila de tamices, con el fondo y la tapa, se colocó en un vibrador tipo Ro-Tap por 15 minutos, al cabo de los cuales el material quedó separado según su tamaño de grano. Se colocó el contenido de cada tamiz en pequeñas bandejas de plástico previamente pesadas. Se pesó cada muestra. El limo y la arcilla que se acumularon en el recipiente inferior de los tamices (fondo) se colocaron en la probeta graduada de 1000 ml junto con el resto de las partículas menores a 4 Ø, obtenidas por medio del tamizado con agua. Análisis de limo y arcilla (con pipeta) La probeta graduada se llenó con la solución de hexametafosfato de sodio hasta alcanzar la marca de 1000 ml. Se mezcló vigorosamente con una varilla para distribuir el material de manera uniforme dentro de la columna. Al cabo de 55 segundos se insertó una pipeta hasta una profundidad de 20 cm y se extrajo una muestra de 20 ml que se colocó en un vaso de precipitados de 50 ml, previamente pesado. Se continuó con extracciones a 10 cm de profundidad primero, y a 7 y 6 cm después, a intervalos preestablecidos y determinados para una temperatura ambiental de 22° C. Una vez que se llenaron todos los vasos de precipitados, se colocaron en una estufa por 24 horas para evaporar el líquido, a una temperatura menor a 100˚ C. Los vasos de precipitados se dejaron enfriar a temperatura ambiente y se pesaron.

Por convención, cuando las fracciones grava y arena representaban el 95% o más del total de la muestra, no se analizó la distribución de las dos fracciones restantes (limo y arcilla). Esto se debe a que el valor máximo necesario para los cálculos estadísticos es el equivalente al 95% de la distribución de cada muestra. Cuando dichas fracciones alcanzaron valores inferiores al 95% se recurrió al pipeteo, analizando hasta la fracción 8 Ø para conocer el porcentaje total de limo vs. arcilla. Para establecer la clase textural de cada una de las muestras analizadas se utilizó un diagrama triangular propuesto por Folk (1980). Este diagrama presenta las siguientes categorías: grava, arena y limo + arcilla y de su combinación surgen 15 clases texturales. Para clasificar cada 58

Capítulo 5: Metodología Los resultados se interpretan a partir de los siguientes valores: • < a 0,35 = muy bien seleccionada. • 0,35 a 0,50 = bien seleccionada. • 0,50 a 0,71 = moderadamente bien seleccionada. • 0,71 a 1,00 = moderadamente seleccionada. • 1,00 a 2,00 = pobremente seleccionada. • 2,00 a 4,00 = muy pobremente seleccionada. • > a 4,00 = extremadamente mal seleccionada.

muestra se toma en cuenta el porcentaje de grava y la proporción de arena/limo + arcilla. •



Análisis estadísticos Con los resultados obtenidos se calculó el porcentaje individual y acumulativo, se dibujaron histogramas y curvas acumulativas y se realizaron análisis estadísticos, considerando moda, mediana, media, selección, asimetría y agudeza a partir de las fórmulas sugeridas por Folk (1980). Debido a que no se consiguió un software que permitiera dibujar las curvas acumulativas usando una escala probabilística, se optó por representarlas a escala aritmética. Sin embargo, los cálculos se realizaron a partir de la curva acumulativa dibujada a mano sobre papel probabilístico.

Asimetría (skewness): indica el predominio de fracciones gruesas (una cola hacia la derecha indica asimetría positiva y está relacionada con agentes de alta energía) o finas (una cola hacia la izquierda indica asimetría negativa y está relacionada con agentes de baja energía), subordinadas con respecto a la clase modal. Cuanto más se aparte el resultado de 0, mayor será la asimetría. Se calcula con la siguiente fórmula a partir de los datos obtenidos de la curva acumulativa:

Moda: es el diámetro de grano más abundante y se lee directamente del histograma. Las distribuciones pueden ser unimodales o polimodales, en este último caso hay una moda principal y una o más modas secundarias. El resultado se expresa en Ø.

Asimetría= ∅ 16% + ∅ 84% - 2∅ 50% + ∅ 5% + ∅ 95% - 2∅ 50% 2 (∅ 84% - ∅ 16%) 2 (∅ 95% - ∅ 5%)

Mediana: es el diámetro correspondiente al 50% de la distribución de las partículas con lo cual la mitad de los granos (por peso) está por encima de ese valor y la otra mitad está por debajo. Se lee de la curva acumulativa. El resultado se expresa en Ø.

Los resultados se interpretan a partir de los siguientes valores: • + 1,00 a + 0,30 = muy positiva. • + 0,30 a + 0,10 = positiva. • + 0,10 a - 0,10 = simétrica. • - 0,10 a - 0,30 = negativa. • - 0,30 a - 1,00 = muy negativa.

Media: es el centro de gravedad de la curva, es decir el promedio granulométrico de la distribución. Se calcula con la siguiente fórmula a partir de la curva acumulativa y el resultado se expresa en Ø:

Agudeza (kurtosis): es una medida de la tendencia central de la distribución que compara la dispersión de la parte central de la curva con la dispersión de los extremos. Ésta puede ser aplanada (platicúrtica, con valores bajos de agudeza) o puntiaguda (leptocúrtica, con valores altos de agudeza). Indica si hay mezcla de poblaciones diferentes o una única población. La agudeza se calcula con la siguiente fórmula a partir de los datos obtenidos de la curva acumulativa:

Media (∅)= ∅ 16% + ∅ 50% + ∅ 84% 3 Selección (sorting): es la forma en que se distribuyen los individuos de una población alrededor de un valor central (dispersión alrededor de la media). Se relaciona con el grado de uniformidad del tamaño de las partículas e indica el predominio de una o más clases con respecto a las demás (desviación estándar). Si la dispersión es pequeña (predominio de uno o unos pocos tamaños) indica buena selección y si es grande (hay varios tamaños representados) indica selección pobre, resultado de múltiples fuentes y/o agentes, de la acción de algún agente que no selecciona las partículas que transporta o bien significa que no ha transcurrido el tiempo suficiente para que los agentes puedan seleccionar las partículas. Sedimentos pobremente seleccionados suelen ser un buen indicador de actividad antrópica (Stein com. pers.). Cuanto más vertical es el trazado de la curva acumulativa, mayor es la selección de la población. A su vez, las fracciones gruesas están relacionadas con agentes de transporte de alta energía mientras que las fracciones finas lo están con agentes de baja energía. La selección se calcula con la siguiente fórmula a partir de los datos obtenidos de la curva acumulativa y el resultado se expresa en Ø:

Agudeza=

∅ 95% - ∅ 5% 2,44 (∅ 75% - ∅ 25%)

Los resultados se interpretan a partir de los siguientes valores: • < a 0,67 = muy platicúrtica. • 0,67 a 0,90 = platicúrtica. • 0,90 a 1,11 = mesocúrtica. • 1,11 a 1,50 = leptocúrtica. • 1,50 a 3,00 = muy leptocúrtica. • > a 3,00 = extremadamente leptocúrtica. Microartefactos Microartefacto(42) es todo artefacto cuyo tamaño oscila entre 2 mm (límite entre grava y arena, -1 Ø) y 0,25 mm (límite entre arena mediana y fina, 2 Ø) (Dunnell y Stein 1989). Partículas de estos tamaños generalmente retienen sus propiedades físicas distintivas y pueden, por lo tanto,

Selección (∅)= ∅ 84% - ∅ 16% + ∅ 95% - ∅ 5% 4 6,6 59

Procesos de formación de sitios arqueológicos: tres casos de estudio en la Puna meridional catamarqueña argentina identificarse de manera confiable con lupa binocular. Los microartefactos no son necesariamente versiones en pequeña escala de los macroartefactos sino que suelen ser complementarios. En consecuencia, muchas veces contienen información propia de distinta índole (Dunnell y Stein 1989).

to, esta categoría completa los porcentajes que aparecen en la figura mencionada hasta alcanzar el 100%. Mineralogía La determinación mineralógica a grano suelto fue realizada por la Lic. Adelma Bayarsky en el Laboratorio de Sedimentología del Servicio Geológico Minero Argentino. El análisis de las muestras de sedimentos se realizó de manera semicualitativa, es decir, se determinaron los minerales, se observaron sus características texturales y se estimaron las abundancias relativas.

Los pasos realizados fueron los siguientes: • Se seleccionaron las siguientes categorías composicionales, relevantes para el análisis de cada una de las muestras: “lítico”, “óseo”, “carbón” y “otros”. Mientras dichas categorías son comunes para todos los sitios, otras son exclusivas para algunos de ellos, de acuerdo con la problemática propia que presentaba cada uno: “guano” en el corral y “vegetal” y “excrementos” en el recinto 10 del tambo, por el nido de roedor. La categoría “otros” incluye granos minerales, artefactos y ecofactos que no se podían identificar con seguridad y/o que, aún si se podían identificar, no tenían una categoría propia debido a su escasez o rareza. • Se miraron bajo un microscopio estereoscópico de baja resolución con zoom (Wild Heerbrugg M8) microartefactos de la colección de referencia disponible en el Laboratorio de Sedimentos Arqueológicos de la University of Washington, Seattle, EE.UU., así como microartefactos propios. Esta tarea tuvo como objetivo familiarizarse con el aspecto de microartefactos de las categorías seleccionadas para poder reconocerlos en las muestras arqueológicas. • Se trabajó con diferentes aumentos (de 10x a 30x) de acuerdo con el tamaño Ø de las partículas observadas. • Se colocaron los granos de cada muestra sobre una caja de Petri. • Se contaron grupos de 100 granos por vez y se calcularon los porcentajes acumulativos para cada tamaño Ø con cada nuevo grupo. Se dejó de contar una vez que se obtuvo redundancia en los resultados para todas las clases composicionales en cada fracción Ø (≤ al 1% respecto del porcentaje acumulativo anterior). De esta manera se determinó el número exacto de granos necesarios para que los análisis fueran estadísticamente válidos(43). En algunas de las muestras, a pesar de haberse contado todos los granos en el tamaño -1 Ø, la cantidad recuperada no resultó suficiente como para alcanzar la redundancia(44). • Se calcularon los porcentajes de cada categoría en cada una de las muestras y para cada tamaño de grano. En la tabla 5.2 se explica cómo se realizaron los cálculos del porcentaje de las distintas categorías, tomando como ejemplo el lítico de la muestra 116 del alero. • Se realizaron dos figuras por muestra: en la primera, cada categoría constituye el 100% (distribuida en los distintos tamaños Ø) y en la segunda, cada tamaño Ø conforma el 100% (distribuido en las distintas categorías). En esta segunda figura se eliminó la categoría “otros”, con porcentajes muy elevados en la mayoría de las muestras, para poder apreciar mejor las diferencias entre las categorías restantes. Por lo tan-

A continuación se detallan los pasos realizados: • Se cuarteó la muestra y se eligió una fracción pequeña (de aproximadamente 10 g). • Se realizó un tratamiento con agua oxigenada al 30% para eliminar la materia orgánica. • La fracción resultante se tamizó en seco y se seleccionó el material retenido en el tamiz de 4 Ø (límite entre arena muy fina y limo). • La separación densitométrica de minerales livianos y pesados(45) se realizó con bromoformo (densidad: 2,89). • Se prepararon muestras permanentes con bálsamo de Canadá (dos portaobjetos por muestra, uno con los minerales livianos y otro con los pesados). • Se determinaron las especies minerales. Para ello se utilizó un lupa binocular Leitz Weslar (aumentos: 10x a 35x). Petrografía de muestras de rocas El análisis macroscópico semicualitativo de muestras de rocas de la zona de estudio fue realizado por la Lic. Patricia Solá en el Instituto de Arqueología de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Para ello se utilizó una lupa binocular Nikon (aumentos: 8x a 40x). Esto bastó para clasificar las rocas con adecuada precisión. Análisis exhaustivos requieren la realización de cortes delgados y su observación con microscopio de polarización. Difracción por rayos X de muestras de sedimentos y de material consolidado Las tres muestras que requerían una determinación mineralógica precisa fueron analizadas por la Lic. Susana Alonso en el CIRGEO (Centro de Investigaciones en Recursos Geológicos), CONICET. Para ello se utilizó un difractómetro Philips PW 1130 (radiación de cobre filtrada con níquel, 40 KV y 20 mA). 5.2. LOS MICROVERTEBRADOS Metodología de campo (recolección de las muestras) Objetivos del muestreo El muestreo de los microvertebrados del alero se realizó principalmente por la abundancia de restos visibles a ojo desnudo pero que no podían recuperarse con la zaranda disponible en el campo (malla de 3 mm). Dado que los 60

Capítulo 5: Metodología

Tabla 5.2. Explicación del cálculo del porcentaje de lítico en la muestra 116 del Alero. huesos y dientes estaban desarticulados, la única manera de recogerlos era tomando muestras de sedimentos.

obtenidos en cada una de dichas etapas se presentan por separado.

Criterios del muestreo

Los pasos realizados fueron los siguientes: • Al tratarse de arenas disgregadas, las muestras se tamizaron en seco(47) separando los sedimentos por fracciones con tres tamices de distinta luz de malla (2,5, 1,6 y 0,5 mm), superpuestos de mayor a menor. La malla de menor tamaño (0,5 mm) asegura la recuperación de las piezas óseas y dentarias más pequeñas identificables taxonómicamente (Guérin y Rage 1987). El tamaño de los tamices restantes depende de la granulometría de los sedimentos. En muestras con sedimentos predominantemente arenosos como los del alero, la obtención de fracciones de diferente tamaño de grano facilita enormemente la tarea posterior de triado(48) (Guérin y Rage 1987). • Se seleccionó el material óseo y dentario del residuo resultante del tamizado. La selección de los restos de los tamices de luz de malla mayor (2,5 mm) se realizó a simple vista y la de los restos comprendidos en las mallas de 1,6 y 0,5 mm se realizó con una lupa binocular Nikon SMZ1 (aumentos: 10,5x a 45x). En todos los casos se separó el material faunístico de los sedimentos con ayuda de un pincel y se recogieron los restos óseos y dentarios con plastilina adherida a su extremo distal, puesto que el uso de pinzas o la mano podría ser destructivo tratándose de material tan frágil. • Se clasificó el material por partes esqueletarias dentro de grandes grupos sistemáticos (reptiles, roedores y aves) para su estudio. En el caso de los reptiles, el material diagnóstico está constituido por maxilares,

Se muestreó en columna estratigráfica a medida que se profundizaba y siempre en el mismo sector del área excavada(46). Se tomó una muestra de cada una de las seis extracciones de la unidad III, dado que es allí donde se observaron los restos de microvertebrados. Por lo tanto, todas las muestras provienen de la unidad arenosa (III) que se encuentra por debajo de la unidad de lapilli (II) (figura 4.3). Tamaño de las muestras Se tomó la misma cantidad de sedimentos en todas las muestras. Para recolectarlas se utilizaron recipientes de 150 cm3 de capacidad. Metodología de laboratorio (preparación y procesamiento de las muestras) El análisis de los microvertebrados se realizó en dos etapas. En primer lugar se trabajó en el Departamento de Paleobiología del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid y en la Unidad de Paleontología del Departamento de Biología de la Universidad Autónoma de Madrid, España, en conjunto con los Dres. Carmen Sesé y Javier Barbadillo, especialistas en el tema. Luego se trabajó en el Departamento de Biología de la Universidad Nacional de Mar del Plata, con la Dra. Adriana Albino, especialista en reptiles. En consecuencia, los resultados 61

Procesos de formación de sitios arqueológicos: tres casos de estudio en la Puna meridional catamarqueña argentina





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dentarios(49), dientes y tibias; en los roedores por molares y en las aves por determinadas piezas óseas. Se calculó el NISP (número de especímenes(50) identificados por taxón) para todos los grupos sistemáticos y el MNI (número mínimo de individuos necesarios para dar cuenta de todos los restos óseos y dentarios identificados para un taxón determinado) sólo para los reptiles (Grayson 1984; Lyman 1994). El cálculo del MNI se realizó en función de los dentarios derechos. El análisis tafonómico de los microvertebrados se centró en los reptiles (más precisamente en las lagartijas) por ser la fauna más destacada y abundante del alero. Se fotografió el material con una máquina Contax RTS con una óptica S-Planar 1:28 F = 60 mm, en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid. Las fotografías de microscopio de barrido electrónico (modelo XL 30 de Philips) se realizaron en el Servicio Interdepartamental de Investigación de la Universidad Autónoma de Madrid. Se trabajó con distintos aumentos (indicados en cada caso en las fotografías correspondientes) según el tamaño del material.

Además de las muestras recién mencionadas, se analizó el contenido diatomológico de los sedimentos contenidos en un nido de roedor reciente, recuperado en el perfil S del corral (unidad estratigráfica II, segunda extracción) y cedido por la Dra. Norma Ratto. Esta muestra funcionó a modo de muestra de control y resultó fundamental para conocer la cantidad aproximada de diatomeas que pueden ser transportadas por la actividad de los roedores al acarrear vegetación de la vega para realizar sus nidos. A continuación se detallan los pasos realizados: • Para oxidar los restos de materia orgánica se colocó una submuestra de 0,5 cm3 de cada una de las muestras en un tubo de ensayos con 4 ml de agua oxigenada al 30% y se calentó en un baño térmico a 80° C durante 2 horas. • Se eliminaron los residuos minerales mayores a 0,5 mm por decantación y lavados sucesivos con agua destilada. • Para neutralizar la suspensión final se realizaron 3 lavados con agua destilada, utilizando una centrífuga manual (80 vueltas)(51). El volumen final de la suspensión se llevó a 5 ml (1 ml = 0,1 cm3 de la muestra original). • Se realizaron dos preparados permanentes por submuestra colocando 0,5 cm3 de cada una en un cubreobjetos (0,05 cm3 de la solución original) y se los secó sobre una placa caliente. En un portaobjetos se colocó una gota de resina (Naphrax®, índice de refracción = 1,7) e invirtiéndolo, se levantó el cubreobjetos. El exceso de resina y las burbujas de aire se eliminaron calentando suavemente sobre un mechero y ejerciendo una ligera presión sobre el cubreobjetos con un instrumento romo. Finalmente se apoyó el preparado sobre una superficie fría para acelerar la solidificación de la resina. • Con el fin de identificar los géneros y especies presentes y estimar la cantidad de células/cm3 se realizaron observaciones con un microscopio binocular Zeiss Standard 14 (aumentos: 100x a 1000x) con tubo de dibujo y cámara fotográfica incorporados. • Debido a la gran variabilidad morfológica que presenta cada taxón (con diferencias en tamaño y forma asociadas al ciclo de vida o a cambios en las condiciones ambientales) es necesario disponer de una colección de dibujos y/o fotografías de referencia. Para la identificación taxonómica se consultaron las monografías de Hustedt (1930, 1959-66), Krammer y Lange-Bertalot (1986, 1988, 1991a, 1991b), Patrick y Reimer (1966, 1975) y el atlas de Schmidt et al. (1874-1959). Se siguió el ordenamiento sistemático propuesto por Simonsen (1979), la sinonimia fue tomada de VanLandingham (1967-79) y para la distribución en la Argentina se consultaron los catálogos de Luchini y Verona (1972), Tell (1985) y trabajos posteriores de autores varios. La caracterización ecológica de los taxones identificados(52) en cuanto a forma de vida, humedad, pH y salinidad fue cónsultada en de Wolf (1982), Van Dam et al. (1994) y trabajos específicos de autores varios a partir de las siguientes categorías:

5.3. LOS MICROFÓSILES SILÍCEOS (LAS DIATOMEAS) Metodología de campo (recolección de las muestras) Además de las 26 muestras de sedimentos de los sitios arqueológicos ya mencionadas en la metodología de los análisis sedimentológicos, se recolectaron 5 muestras de la Vega de San Francisco (1 de agua y 4 de sedimentos superficiales) para conocer la comunidad actual de diatomeas que habitan en la zona. Estas últimas representan las muestras de control específicas para este análisis en particular y para recolectarlas se utilizaron recipientes de 250 cm3 de capacidad: • Muestra VA: agua del borde de la vega frente al corral. • Muestras VB, VC, y VD: sedimentos superficiales del borde de la vega frente a los aleros. • Muestra VE: sedimentos superficiales del borde de la vega frente al corral. De las cuatro muestras de sedimentos superficiales de la vega recolectadas para el análisis diatomológico se analizaron, además, los sedimentos de dos de ellas: VB y VE. Estas muestras representaban los extremos de la variabilidad sedimentológica observada. Metodología de laboratorio (preparación y procesamiento de las muestras) El análisis diatomológico de las muestras se realizó en el Laboratorio de Diatomeas Continentales, Departamento de Biodiversidad y Biología Experimental, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, UBA, en conjunto con la Dra. Nora Maidana, especialista en el tema. Se siguió la metodología propuesta por Battarbee (1986).

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Capítulo 5: Metodología Forma de vida 1) Planctónica: las diatomeas flotan en el agua. 2) Bentónica: las diatomeas viven en el fondo de un cuerpo de agua. 3) Epifítica: las diatomeas viven adheridas a vegetación sumergida en un cuerpo de agua. 4) Aerófila: las diatomeas viven, por lo general, en las orillas de un cuerpo de agua. Toleran la desecación. 5) Aerobionte: las diatomeas viven sobre tierra húmeda, no dependientes de un cuerpo de agua.



Humedad 1) Ambiente acuático: incluye a las especies planctónicas, bentónicas y epifíticas. 2) Indiferente: incluye a las especies aerófilas facultativas(53). 3) Ambiente seco o húmedo: incluye a las especies aerobiontes.





pH 1) Alcalibionte: las diatomeas viven en aguas con pH > a 7. 2) Alcalífila: las diatomeas viven en aguas con pH ± 7, pero tienen un desarrollo óptimo con pH > a 7. 3) Circumneutral: las diatomeas viven en aguas con pH ± 7. 4) Acidófila: las diatomeas viven en aguas con pH ± 7, pero tienen un desarrollo óptimo con pH < a 7. 5) Acidobióntica: las diatomeas viven en aguas con pH < a 7, pero tienen un desarrollo óptimo con pH ≤ a 5,5.

5.4. LAS PISTAS EXPERIMENTALES Se instalaron siete pistas experimentales (PE) superficiales a cielo abierto. Se tomaron como modelo, aunque con algunas modificaciones(55), aquéllas construidas por el PACh en 1994 en Las Lozas a 3.800 msnm (PE 1 y PE 2) (Ratto 1995). Durante la campaña de Marzo de 1995 se instalaron dos pistas en las inmediaciones de la Vega de San Francisco a 4.000 msnm (PE 3 y PE 4) y en la campaña de Marzo de 1996 se instalaron cinco pistas más: dos en los alrededores de la Vega de San Francisco a 4.000 msnm (PE 5 y PE 6), una en Cazadero Grande a 3.500 msnm (PE 7) y dos en Batungasta a 1.500 msnm (PE 9 y PE 10) (figura 1.1). En noviembre de 2000 se dio por finalizado el experimento y se excavaron las cinco pistas que pudieron localizarse: PE 4, PE 6, PE 7, PE 9 y PE 10. En todos los casos se aplicó la misma metodología para garantizar que los resultados fueran comparables.

Salinidad (clasificación para especies continentales) 1) Agua salobre: las diatomeas viven en aguas con salinidad ≥ a 1,8 y < a 9,0‰. 2) Agua salobre-dulce: las diatomeas viven en aguas con salinidad ≥ a 0,9 y < a 1,8‰. 3) Agua dulce-salobre: las diatomeas viven en aguas con salinidad ≥ a 0,2 y < a 0,9‰. 4) Agua dulce: las diatomeas viven en aguas con salinidad < a 0,2‰. • • •





nes identificados se calcularon a partir del conteo de un mínimo de 200 valvas por preparado, a lo largo de transectas continuas. Los frústulos enteros se contaron como dos valvas, en las cadenas se contaron las valvas individuales y los fragmentos se contaron como una valva sólo cuando incluían la porción central o algún rasgo único característico de la valva (como el extremo mayor en algunas especies heteropolares(54)). En el caso de especies sin centros ni rasgos únicos reconocibles se contó el número de extremos y luego se dividió por dos para obtener el número de valvas. Cuando la densidad de diatomeas en una muestra de sedimentos fue muy baja (menor a 100.000 células/ cm3) y no fue posible contar un número apropiado de individuos como para estimar abundancias relativas sólo se indicaron los resultados cualitativos y las concentraciones de diatomeas. Achnanthes sp está siendo estudiada en profundidad por los Dres. Nora Maidana (UBA) y Frank Round (University of Bristol, Inglaterra) para su correcta ubicación taxonómica.

La ubicación de las distintas pistas responde a una variable clave en este experimento: la granulometría de la matriz sedimentaria. Para evaluar el comportamiento de materiales en sedimentos arenosos, es necesario realizar comparaciones con sedimentos de granulometría diferente. Dado que en los 4.000 msnm no se encontraron sedimentos limo-arcillosos superficiales, se aprovechó el área de estudio del PACh para localizar sedimentos de granulometría variable. Es por eso que las pistas se instalaron a diferentes altitudes, manteniendo las demás variables constantes (e.g. pendiente y cantidad y tipo de materiales).

Cuando fue posible identificar el género pero no la especie, el epíteto específico se reemplazó por sp (especie indeterminada de un género determinado). El término spp se utiliza para agrupar varias especies indeterminadas de un mismo género. Aquellos taxones que ni siquiera pudieron ser identificados a nivel genérico figuran como indeterminados. En esta categoría se incluyeron valvas menores a 10 µm, valvas que no quedaron ubicadas en vista valvar y fragmentos imposibles de identificar. La concentración de diatomeas en cada submuestra (abundancias absolutas) se estimó a partir del método de la alícuota (Battarbee 1986) usando un volumen conocido de suspensión al realizar los preparados permanentes. Las abundancias relativas (porcentajes) de los taxo-

Selección y preparación del material •

63

La totalidad del material provino de recolecciones de superficie y estaba alojado en la Universidad Nacional de Catamarca(56). Se seleccionaron piezas de características variadas para trabajar con una muestra

Procesos de formación de sitios arqueológicos: tres casos de estudio en la Puna meridional catamarqueña argentina

• • • • •

representativa de los conjuntos artefactuales arqueológicos que se recuperaron en la zona de estudio (tiestos, núcleos, instrumentos y desechos de talla lítica). Todas las pistas tuvieron 50 piezas (25 cerámicas y 25 líticas). A fin de tener un registro del material utilizado en el experimento se relevaron las siguientes variables: tamaño, peso y forma. Para la cerámica se consideró, además, si se trataba de tiestos decorados o no. El material lítico, por otra parte, se clasificó de acuerdo con los grupos tipológicos propuestos por Aschero (1975b, 1983). El material se rotuló utilizando tinta blanca como base, tinta china negra para los números identificatorios y barniz de uso comercial para sellar. Se dibujó el contorno de cada pieza.

está relacionada con la composición del objeto, su tamaño y su historia depositacional, en particular con el agente y el modo de transporte (Pettijohn 1980; Reineck y Singh 1980; Selley 1988; Shackley 1975; Stein 1987; Stein y Rapp 1985). Sin embargo, el empleo de este parámetro no resultó conveniente porque el esquema en cuestión no refleja la variabilidad interna de los conjuntos artefactuales cerámicos y líticos utilizados para las pistas experimentales. Por ejemplo, la mayoría de los tiestos resultaron laminares, de baja esfericidad y angulares o sub-angulares. En cambio la mayoría de las piezas líticas resultaron irregulares, de baja esfericidad y angulares. Las partículas sedimentarias presentan variabilidad dentro de ciertos límites definidos, por eso son más fáciles de clasificar, de acuerdo con el esquema mencionado, que el material arqueológico que es bastante heterogéneo. Al ser objetos manufacturados por el hombre a partir de materias primas naturales (como minerales, rocas y sedimentos), los artefactos no necesariamente van a reaccionar de igual manera que otras partículas sedimentarias expuestas a los mismos agentes en un ambiente dado (es decir, se parte de una forma original diferente). Las partículas sedimentarias deben su forma a procesos geológicos (naturales) (e.g. meteorización física y química, transporte) mientras que los artefactos se ven afectados por procesos tanto naturales como culturales (sensu Schiffer 1987) y por ende tienen formas más complejas.

Tamaño Se midió a partir del eje longitudinal de cada una de las piezas. Peso La medición se realizó en el Laboratorio de Sedimentología de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, utilizando una balanza Sauter, SD 1000T/0,01. Forma

En resumen, se puede decir que en algunos casos existen dificultades al extrapolar de manera directa y sin adaptar a la arqueología, metodologías, técnicas, conceptos o esquemas clasificatorios propios de otras disciplinas. Estos conceptos y técnicas no pueden tomarse prestados sin antes evaluar su utilidad para responder preguntas fuera del contexto de investigación original para el que fueron creados.

Para describirla se intentó aplicar un esquema geológico que se basa en un mínimo de tres conceptos: forma, esfericidad y redondez (Folk 1980; Waters 1992). Este esquema fue elaborado para responder preguntas específicas acerca de procesos geológicos y sus efectos sobre partículas sedimentarias, más precisamente sobre las condiciones de transporte y depositación.

Por este motivo, se optó por plantear un esquema clasificatorio propio, adecuado al material arqueológico, que diera cuenta de la variabilidad observada. Cabe aclarar que éste es de utilidad para los materiales utilizados en este experimento pero que no necesariamente lo será para otro tipo de materiales (e.g. huesos o restos vegetales). Dicho esquema combina forma con esfericidad, sin considerar la redondez. La angulosidad es el resultado del desplazamiento mientras que la forma y la esfericidad determinan el desplazamiento. Aunque hay que tener en cuenta que la forma también puede cambiar como consecuencia del desplazamiento. En el caso de las partículas sedimentarias, hay formas que dependen de la mineralogía (forma cristalina) mientras que otras son resultado de la abrasión. A medida que aumenta la distancia transportada, las partículas se vuelven más redondeadas.

La forma mide la relación entre las tres dimensiones de un objeto (largo, ancho y espesor) y puede ser equidimensional, elongada o tabular, con varias categorías intermedias. La forma está determinada por el tipo de mineral y/o roca, su estructura interna y su historia posterior, en particular con el agente y el modo de transporte (Hassan 1978; Rapp y Hill 1998; Reineck y Singh 1980; Selley 1988; Stein 1987; Stein y Rapp 1985). La esfericidad refleja cuán parecidas son entre sí las tres dimensiones de un objeto, es decir cuánto se asemeja la forma de una partícula a la forma de una esfera (Gladfelter 1977; Selley 1988; Shackley 1975; Waters 1992) y está relacionada con el tamaño de las partículas (Pettijohn 1980; Reineck y Singh 1980). La esfericidad puede ser alta o baja.

El esquema que aquí propongo contempla las siguientes opciones para clasificar la forma de artefactos cerámicos: plana, plano-curva y curva. Se consideró como planas a aquellas piezas sin curvatura (esfericidad nula), como plano-curvas a las piezas que apoyadas sobre un plano horizontal tenían una luz > a 1 y ≤ a 3 mm (esfericidad baja) y como curvas a las que presentaban una luz > a 3

La redondez se refiere a la agudeza de vértices y aristas (Gladfelter 1977; Hassan 1978; Pettijohn 1980; Rapp y Hill 1998; Reineck y Singh 1980; Shackley 1975; Waters 1992) y puede ser muy angular, angular, sub-angular, sub-redondeada, redondeada o muy redondeada. La redondez es independiente de la forma y de la esfericidad y 64

Capítulo 5: Metodología mm(57) (esfericidad alta). En el caso de los artefactos líticos, las formas propuestas son las siguientes: plano-convexa (una cara plana y otra convexa), convexa (dos caras convexas paralelas), biconvexa (dos caras convexas unidas) e irregular.

• •

En las figuras 5.1a y 5.1b(58) se pueden observar dibujos tipo y formas derivadas, lo que demuestra variabilidad de formas dentro de ciertos límites definidos.



Instalación de las pistas experimentales •









• •





La pista 3 se ubicó en la margen E de la Vega de San Francisco, al S del puesto de Gendarmería Nacional denominado “Las Grutas”. La pista 4 se ubicó a unos 50 m al E de la Vega de San Francisco, en el mismo sector. La distancia entre ambas pistas era de aproximadamente 150 m. La pista 5 se ubicó a unos 50 m al O de la Vega de San Francisco, al NO del puesto de Gendarmería Nacional. La pista 6 se ubicó a unos 20 m al O de la Vega de San Francisco, en el mismo sector. La distancia entre ambas pistas era de aproximadamente 150 m. La distancia lineal estimada entre estas pistas y las pistas 3 y 4 era de 3,5 km(59). La pista 7 se ubicó a unos 1500 m al E de la ruta provincial 45, al SE de la intersección de los ríos Cazadero y Las Lozas. La distancia lineal estimada entre esta pista y las pistas 5 y 6 era de 68,3 km. La pista 9 se ubicó al SE de las Ruinas de Batungasta, a unos 180 m al O de la ruta provincial 45. La pista 10 se ubicó a unos 17 m al SE de la pista 9. La distancia lineal estimada entre estas pistas y la pista 7 era de 77,5 km. El tamaño de las pistas experimentales fue de 2 m x 2 m y se delimitaron con estacas y cordel para su instalación, empleando cinta métrica y brújula. El cordel fue posteriormente retirado para no interferir con la actividad de los potenciales agentes de perturbación. Sin embargo, las estacas se dejaron in situ (aunque enterradas) para poder colocar el cordel en la misma posición en cada uno de los controles. Las cuadrículas se orientaron de modo tal que cada uno de sus lados coincidiera con un punto cardinal. Se relevó la información pertinente de cada pista (ubi-cación, altitud -msnm- e inclinación de la pendien-te). Se respetó el estado natural del terreno, sin modificar las condiciones. La tabla 5.3 presenta la fecha de instalación y la inclinación de la pendiente de las cinco pistas que pudieron ser localizadas en los distintos controles y excavadas. Se tomó una muestra de sedimentos superficiales de aproximadamente 250 g de cada pista para su posterior análisis en laboratorio. Cabe aclarar que los sedimentos, macroscópicamente, eran una mezcla “homogénea” de partículas de diferente tamaño de grano, dentro de cada una de las pistas. La compactación de los sedimentos se estimó en función de la dificultad para recolectar las muestras. En la figura

6.11b se puede apreciar la granulometría y en la tabla 5.3 el grado de compactación de la matriz sedimentaria estimada para las cinco pistas. Se distribuyó el material al azar sobre la superficie y con el rótulo hacia arriba. Se registró la ubicación espacial del material con referencia al norte y al oeste, en base al eje de coordenadas X-Y. Las medidas se tomaron al punto medio de cada pieza. La distribución espacial de los materiales se dibujó luego, por computadora, utilizando un software adecuado (Adobe Illustrator). Se fotografiaron las pistas desde el lado sur en el momento de la instalación.

Control de las pistas experimentales •

• • •

En cada una de las visitas se registró la ubicación espacial del material con referencia al norte y al oeste, en base al eje de coordenadas X-Y. Se controló tanto el área interna de las pistas como sus alrededores. Las medidas se tomaron al punto medio de cada pieza. Se consideró, además, el estado de las piezas (en superficie, semi-enterradas, inclinadas, invertidas, asociadas). La distribución espacial de los materiales se dibujó luego, por computadora, utilizando un software adecuado (Adobe Illustrator). Se fotografiaron las pistas desde el lado sur luego de cada control. En la campaña de noviembre de 2000, luego de realizado el control de las pistas, éstas se excavaron hasta una profundidad de 20 cm para evaluar, también, desplazamientos verticales, comparando la información obtenida con la registrada en la instalación. En la tabla 5.3 se puede apreciar la fecha de los controles así como el tiempo de exposición de cada una de las pistas.

Análisis de los datos •



En este libro sólo se presentan y discuten las cinco pistas localizadas en noviembre de 2000. Las dos restantes, por motivos que comentaré más adelante, no pudieron ser halladas en esa oportunidad. Los resultados relevados, relacionados con el desplazamiento de las piezas, fueron: Desplazamiento horizontal y su orientación Distancia desplazada en centímetros y punto cardinal hacia el que se desplazó cada pieza. Se registró, además, el desplazamiento total del conjunto artefactual de cada pista a partir de la suma del desplazamiento de las piezas individuales. Por convención, se utilizó un valor de 500 cm para las piezas perdidas asumiendo que fueron las que sufrieron los mayores desplazamientos y que, por lo tanto, quedaron fuera de mi alcance en los controles. Para las piezas recuperadas se utilizó su desplazamiento real en cm.

65

Procesos de formación de sitios arqueológicos: tres casos de estudio en la Puna meridional catamarqueña argentina

Figura 5.1a. Formas del material cerámico (vista en perspectiva).

66

Capítulo 5: Metodología

Figura 5.1b. Formas del material lítico (vista de perfil).

67

Procesos de formación de sitios arqueológicos: tres casos de estudio en la Puna meridional catamarqueña argentina

Tabla 5.3. Información básica sobre las pistas. Intermedio: > a 130 - ≤ a 200 cm. Alto: > a 200 - ≤ a 380 cm. Muy alto: > a 380 cm (incluye todas las piezas que no fueron recuperadas).

Desplazamiento vertical Pieza en superficie, semi-enterrada o enterrada por completo. Por convención, se utilizó un valor de 0 cm para las primeras y de 0,2 cm para las segundas. Para las piezas enterradas se registró la profundidad real en centímetros.



Inclinación Pieza horizontal (paralela a la superficie) o vertical (formando un ángulo con la superficie).



Inversión Pieza con su cara ventral o dorsal sobre la superficie. •



El cálculo de desplazamiento horizontal de cada pieza se realizó a partir del Teorema de Pitágoras, tomando en consideración el desplazamiento en sentído N/S por un lado y O/E por el otro (figura 5.2), y comparando la ubicación de las piezas en la instalación y excavación de las pistas(60). La fórmula utilizada fue la siguiente:



h = a2 + b2



en donde “h” representa el desplazamiento total, “a” el desplazamiento en sentido N/S y “b” el desplazamiento en sentido O/E. Para la clasificación del desplazamiento horizontal se utilizaron las siguientes categorías, cuyos límites surgieron al examinar los quiebres existentes en la curva de desplazamiento horizontal de la totalidad del material:

Para considerar una pieza como asociada, se estableció una distancia máxima con otra/s pieza/s de 8 cm en sentido N/S y O/E, tomando las medidas al punto medio de cada una de ellas. Los porcentajes mencionados en las secciones “Resultados” y “Discusión e Interpretación” se calcularon sobre el total de piezas recuperadas en cada una de las pistas (N= 42, 32, 48, 39 y 42 para las pistas 4, 6, 7, 9 y 10 respectivamente). El porcentaje de piezas recuperadas y perdidas, en cambio, se calculó sobre el total de piezas instaladas en cada pista (N= 50). El tipo de experimento llevado a cabo inhibe cualquier tipo de tratamiento estadístico dado que hay varios factores que pueden causar desplazamiento de piezas, independientemente de sus características y/o de las de la matriz sedimentaria. En consecuencia, los efectos de unos pueden enmascarar los de otros, haciendo que los distintos agentes involucrados sean difíciles -o imposibles- de reconocer de manera individual. Por este motivo, sólo será posible delinear aquí tendencias generales a partir de los resultados obtenidos.

En la figura 5.3 se presenta un diagrama de flujo que da cuenta de las variables relevadas, tanto en las pistas y en las piezas como en los desplazamientos resultantes. 5.5. NOTAS (34)

Horno de bajas temperaturas (según el modelo, puede alcanzar hasta 250° C).

Nulo: 0 cm. Bajo: > a 0 - ≤ a 130 cm. 68

Capítulo 5: Metodología

Figura 5.2. Ejemplo del desplazamiento horizontal de las piezas, calculado a partir del Teorema de Pitágoras.

69

Procesos de formación de sitios arqueológicos: tres casos de estudio en la Puna meridional catamarqueña argentina

70

Capítulo 5: Metodología (35)

Horno de altas temperaturas (según el modelo, puede alcanzar hasta 1600° C). (36)

dad de granos para lograr la redundancia ya que el primer individuo puede aparecer al contar 100 granos y el segundo luego de contar 500, 600 o incluso más granos (Stein y Teltser 1989).

Sustancia en solución de pH fijo.

(37)

(44)

La elección del buffer depende del pH que podrían tener las muestras: para muestras ácidas lo conveniente sería un buffer de pH 4 y para muestras alcalinas un buffer de pH 10.

Esto se refleja en las tablas que muestran el cálculo de redundancia (ver apéndice 1), cuando la cantidad de granos contada no es múltiplo de 100. (45)

Superficie cóncava de la parte superior de una columna de líquido, contenida en un recipiente estrecho. Se produce por los efectos cohesivos de la tensión superficial. Las moléculas de agua tienden a adherirse a las paredes del recipiente, formando una curva superficial que tiene su parte más deprimida en el centro. Cuanto mayor sea el diámetro del recipiente, menor será la curvatura del menisco.

En función de su composición química los minerales se pueden dividir en dos. Los livianos (densidad < a 2,89) comprenden, entre otros, a los silicatos ricos en aluminio, potasio, calcio y sodio -e.g. muscovita, feldespato y cuarzo- (de colores claros y de menor peso específico). Los pesados (densidad > a 2,89) incluyen, entre otros, a los silicatos ferromagnesianos -e.g. olivino, piroxenos, anfíboles, biotita y granate- (de colores oscuros y de mayor peso específico).

(39)

(46)

(38)

La velocidad de decantación depende de las características de las partículas (diámetro, densidad y forma), de las del fluido (densidad y viscosidad) y de la aceleración a causa de la gravedad (Brady y Weil 1996; Selley 1988). (40)

Las muestras no se tomaron directamente de uno de los perfiles sino del sector donde se comenzaron a observar los restos por primera vez (unidad III, primera extracción, ángulo SO de la unidad de excavación). Sin embargo, se incluyeron en la figura 4.3 para apreciar la relación de las seis muestras entre sí y con la estratigrafía. Con respecto a las estructuras registradas en la excavación, sólo las que aparecieron directamente en el perfil O fueron incluidas en la figura 4.3. Es importante mencionar que había otros túneles de roedor, tanto en algunos de los perfiles restantes como en distintos lugares dentro de la unidad de excavación. Mientras que algunos de ellos estaban vacíos, otros estaban colmatados y, dada su proximidad, seguramente formaron parte de una misma madriguera, actualmente abandonada.

Parte representativa o muestra.

(41)

La decisión de cuántos tamaños phi analizar se basó en una cuestión práctica, tomando en cuenta la cantidad máxima de tamices que podían colocarse en el vibrador. Dado que el tamaño menor analizado debía ser 4 Ø para separar el limo y la arcilla, el tamaño mayor así establecido fue de -2 Ø. Estos tamaños, además, son los que se analizan por tamizado. (42)

Creo que el término “microartefacto” de Dunnell y Stein (1989) se presta a confusión y que sería mucho más acertado hablar de microvestigios. Si nos guiamos por la definición de Sharer y Ashmore (1987), un artefacto es un objeto discreto y transportable que resulta total o parcialmente de la actividad humana. Se opone así al ecofacto, que es un resto material no artefactual (no está directamente creado o modificado por el hombre) que sin embargo tiene relevancia cultural, ya que brinda información sobre la vida humana en el pasado. La definición de Dunnell y Stein describe artefactos de un determinado tamaño pero deja afuera a los ecofactos muy pequeños (e.g. fragmentos de carbón, semillas, huesos, dientes, etc.). Sin embargo, usar el término microvestigio sería “reinventar la rueda” y crear más confusión, ya que existe una extensa bibliografía sobre los microartefactos. Por lo tanto, en este libro utilizo el término pero con la siguiente aclaración: para mí incluye restos microscópicos de todo tipo (artefactos y/o ecofactos).

(47)

En otros tipos de sedimentos más arcillosos y compactados se hace necesario aplicarles un lavado-tamizado. Este método, que puede efectuarse tanto en el campo como en el laboratorio, consiste en deflocular las arcillas para lo cual, una vez bien secas, se introducen bruscamente en agua procediendo después a su lavado con agua corriente (Guérin y Rage 1987; Sesé com. pers.). (48)

Selección y recolección de los restos óseos y dentarios, separándolos de las partículas sedimentarias. (49)

El dentario es el hueso que lleva los dientes en la mandíbula inferior mientras que el maxilar es el que los lleva en la mandíbula superior. Son huesos con estructura muy diferente pero habitualmente los dientes son iguales (Albino com. pers.). (50)

Espécimen es un hueso o diente, ya sea entero o fragmentado, mientras que elemento es un hueso o diente completo (unidad anatómica natural discreta) en el esqueleto de un animal (Grayson 1984; Lyman 1994).

(43)

El número de granos necesarios para lograr la redundancia dependerá de la cantidad de categorías elegidas y de la frecuencia con que individuos de cada una de ellas aparezcan en las muestras. Por un lado, cuantas más categorías se elijan, mayor será el número de granos que habrá que contar hasta alcanzar la redundancia total en cada tamaño Ø para cada una de las muestras. Por el otro, si se selecciona una categoría que está representada por pocos individuos, también será necesario contar una gran canti-

(51)

Otra opción es utilizar una centrífuga eléctrica (durante 2 minutos). Si bien es más rápida que la manual, puede dañar el material (rompiéndolo). (52)

Hay especies para las cuales no existe información ecológica y otras para las cuales sólo se conocen datos de 71

Procesos de formación de sitios arqueológicos: tres casos de estudio en la Puna meridional catamarqueña argentina algunas de las variables consideradas en la tabla 8.3.

vas implicaban salir al campo para buscar artefactos adecuados o replicarlos de manera experimental y ambas opciones escapaban a mis plazos y objetivos.

(53)

Se dice que un organismo es “facultativo” para algún factor diferente de sus requerimientos vitales (luz, materia orgánica, humedad, etc.) cuando es capaz de vivir tanto en su presencia como en su ausencia. Por ejemplo “heterótrofo facultativo” es un organismo normalmente autótrofo (fotosintético) que puede tomar materia orgánica del medio para su alimentación. Por el contrario, un organismo “heterótrofo obligado” es el que sólo puede obtener su alimento a partir de la materia orgánica disponible en el medio (e.g. los animales) y un “autótrofo obligado” es el que sólo puede obtener su alimento mediante la fotosíntesis (e.g. las plantas) (Maidana com. pers.). (54)

(57)

Observando una gran cantidad de tiestos, se definió que 3 mm era el valor donde se producía el quiebre entre el material leve y notoriamente curvo. (58)

Las formas cerámicas y líticas están representadas de distinta manera (perspectiva y perfil) debido a que esto facilita la apreciación del grado de curvatura de sus perfiles. (59)

Para poder ubicar todas las pistas en un mismo mapa (figura 1.1) opté por trabajar con un bajo grado de detalle. Por lo tanto, la distancia entre las pistas parece mayor en el mapa de lo que es en la realidad (es decir que están indicadas fuera de escala).

Valvas asimétricas respecto del eje transversal.

(55)

Las pistas 1 y 2 sólo contaron con 25 piezas líticas cada una, cuyos contornos no fueron dibujados. Además, no se tomaron muestras de sedimentos.

(60)

Dado que durante el experimento se borraron los rótulos, desconozco el itinerario seguido por cada una de las piezas. Por lo tanto, se decidió utilizar este valor que resulta del desplazamiento total. Sin embargo, soy consciente de que el movimiento del material no necesariamente fue en línea recta.

(56)

La elección de estos materiales se debió, en gran medida, a su disponibilidad, lo que permitió que las piezas se procesaran con rapidez, registrando todas las variables elegidas antes de realizar el experimento. Otras alternati-

72

CAPÍTULO 6: ANÁLISIS DE LOS SEDIMENTOS “Since archaeology recovers almost all its basic data by excavation, every archaeological problem starts as a problem in geoarchaeology” Colin Renfrew puesta por tefra. Los valores más bajos de brillo (4 y 5) se presentan en las muestras de los sitios arqueológicos. En lo que respecta al matiz, todas las muestras se clasifican como YR y dominan los colores con más tendencia al amarillo que al rojo.

6.1. RESULTADOS Color (tabla 6.1) Las muestras de control de la zona de estudio (las off-site y las pistas experimentales 3 a 6) presentan valores mediano-altos de brillo (colores claros) y valores medianobajos de intensidad (colores opacos).

Los cambios registrados en las muestras en estado seco se observan también en estado húmedo y la diferencia entre ambos estados es de una o dos unidades de brillo (las muestras son siempre más oscuras cuando están humedecidas).

En el alero se identificaron cinco colores, que se corresponden bastante bien con las unidades estratigráficas observadas en el campo. La única diferencia es que dentro de la unidad III se pueden diferenciar dos sectores, uno correspondiente a las dos primeras extracciones y otro a las cuatro extracciones restantes. Este hecho se registró durante la excavación pero, por sí solo, no justificaba subdividir a la unidad III en dos unidades diferentes.

Materia orgánica (figura 6.1) Las muestras de control presentan valores muy variables que oscilan entre 0,84% y 30,9%. Los valores más altos corresponden a las muestras de la vega y seguramente están relacionados con la vegetación que allí se desarrolla. Los valores relativamente bajos de materia orgánica en el resto de las muestras son consecuencia de las características ambientales (especialmente temperatura y humedad), ya que se trata de una zona desfavorable para la pedogénesis. De hecho, las condiciones de estabilidad relativa se manifiestan de otras maneras (e.g. a través de la formación de pavimentos del desierto y pátinas).

En el corral hay dos colores representados, uno es compartido por las tres extracciones de la unidad I y el otro por las tres extracciones de la unidad II. Nuevamente se puede apreciar que los colores reflejan la estratigrafía observada durante la excavación. La unidad I se caracteriza por presentar un brillo de valor 4, el más bajo (oscuro) de todas las muestras analizadas. Esto seguramente se debe a la mayor cantidad de materia orgánica depositada durante el uso del sitio como corral.

En el alero la tendencia general muestra un aumento en la cantidad de materia orgánica con la profundidad. Los valores más bajos (0,98%) corresponden a la unidad II (tefra) mientras que los más altos (3,94%) se presentan en la unidad IV.

En los dos recintos del tambo, en cambio, los colores no se corresponden con la estratigrafía. Si bien durante los trabajos en el terreno no se identificaron unidades estratigráficas, los colores permiten observar diferencias sutiles dentro del perfil. En el recinto 3 del tambo hay dos colores representados. Uno de ellos sólo se aprecia en la primera extracción mientras que el otro es común a las tres extracciones restantes. En el recinto 10 se pueden observar cuatro colores. Uno de ellos sólo caracteriza a la primera extracción. La segunda y tercera extracción así como la primera muestra de la cuarta extracción comparten el mismo color mientras que las dos muestras restantes de la cuarta extracción presentan colores distintos. La diferencia de colores en las tres muestras de la última extracción puede deberse a la presencia de un nido de roedor, con un leve incremento en la cantidad de materia orgánica.

En el corral se observa una tendencia decreciente en la cantidad de materia orgánica con la profundidad. Los valores más altos (3,89%) corresponden a la unidad I mientras que los más bajos (2,18%) se presentan en la unidad II. El recinto 3 del tambo presenta valores relativamente uniformes que oscilan entre 0,96% y 1,24%. En el recinto 10 la materia orgánica aumenta levemente hacia la base y los valores más altos (2,15%) coinciden con la presencia de un nido de roedor. Las muestras que están por encima presentan valores cercanos al 1%. En los sitios arqueológicos estudiados ninguna muestra supera el 4% de materia orgánica y, en comparación con las muestras de control, se puede decir que los valores son más homogéneos ya que se mueven dentro de límites mucho más acotados. En otras palabras, la variabilidad es bastante menor.

En comparación con las muestras de control, las muestras arqueológicas presentan características similares de brillo e intensidad. Los valores más altos de brillo (7 y 8) de todas las muestras consideradas se registran en la muestras de control así como en las de la unidad II del alero, com73

Procesos de formación de sitios arqueológicos: tres casos de estudio en la Puna meridional catamarqueña argentina

Tabla 6.1. Color y fósforo disponible en las muestras analizadas.

74

Capítulo 6: Análisis de los Sedimentos

Tabla 6.1. Continuación. Carbonatos (figura 6.2)

pH (figura 6.3)

Las muestras de control presentan valores muy variables que oscilan entre 0,83% y 34,69%. Los valores más altos corresponden a las muestras de la vega, seguidas por las muestras tomadas en su borde.

Los sedimentos de las muestras de control son alcalinos, presentando un valor mínimo de 7.9 y uno máximo de 10.

En el alero los carbonatos aumentan hacia la base. Los valores más bajos (0,3%) corresponden a la unidad II (tefra) y los más altos (2,42%) se presentan en la unidad IV.

En el alero los valores decrecen con la profundidad y oscilan entre 7.3 y 8.4. Los valores más altos coinciden con la unidad II (tefra) y los más bajos con la base de la unidad III.

En el corral los carbonatos aumentan levemente con la profundidad en la unidad I y luego decrecen en la unidad II. Los valores oscilan entre 1,33% y 1,85%.

En el corral se observa una diferencia marcada entre las muestras de la unidad I y las de la unidad II, con una tendencia a decrecer con la profundidad. Los valores varían entre 7.1 y 8.5.

En el recinto 3 del tambo los valores varían entre 1,28% y 2,18% y tienden a aumentar hacia la base. En el recinto 10 los valores también crecen con la profundidad y oscilan entre 1,12% y 2,62%.

En el recinto 3 del tambo los valores aumentan levemente hacia la base y oscilan entre 8.4 y 8.9. En el recinto 10 se observa una tendencia creciente en las cuatro primeras muestras llegando a alcanzar un valor de 9.1 y luego el pH desciende hasta alcanzar el valor más bajo (8), coincidiendo con el nido de roedor.

En estos sitios arqueológicos ninguna muestra presenta más de 3% de carbonatos y, en comparación con las muestras de control, se observa que la variabilidad de los valores es mucho menor.

Los sitios arqueológicos suelen presentar valores menos alcalinos que las muestras de control. Los valores más bajos de todas las muestras analizadas se observan en las unidades III y IV del alero y en la unidad II del corral.

En la tabla 11.1 (apéndice 1) se presenta la base de datos con los cálculos de materia orgánica y carbonatos para cada una de las muestras analizadas. 75

Procesos de formación de sitios arqueológicos: tres casos de estudio en la Puna meridional catamarqueña argentina

Figura 6.1. Porcentaje de materia orgánica en las muestras analizadas. 76

Capítulo 6: Análisis de los Sedimentos

Figura 6.2. Porcentaje de carbonatos en las muestras analizadas. 77

Procesos de formación de sitios arqueológicos: tres casos de estudio en la Puna meridional catamarqueña argentina

Figura 6.3. Valores de pH en las muestras analizadas. 78

Capítulo 6: Análisis de los Sedimentos En la tabla 11.2 (apéndice 1) se presenta la base de datos con los cálculos de pH para cada una de las muestras analizadas.

que presenta una variabilidad mucho menor que las muestras del alero. Todas las muestras son relativamente parecidas: están mal seleccionadas, son negativas o muy negativas y leptocúrticas o muy leptocúrticas. La arena es la fracción dominante y, sumada a la grava, supera en todos los casos el 95%.

Fósforo disponible (figura 6.4 y tabla 6.1) Las muestras de control presentan cierta variabilidad pero no superan en ningún caso las 50 libras/acre.

Las muestras del recinto 3 del tambo son bastante homogéneas. En todas ellas la moda es 2 Ø. La media oscila entre 0,8 Ø y 1,2 Ø (arena gruesa y mediana) y todas están mal seleccionadas. Tampoco hay grandes diferencias en la asimetría y la agudeza. Las fracciones limo y arcilla están escasamente representadas y en ningún caso superan el 5%. En el recinto 10 la granulometría es variable, con modas que varían entre 1 Ø y 3 Ø. La media oscila entre 0,7 Ø y 1,6 Ø (arena gruesa y mediana) y todas están mal seleccionadas. La asimetría y la agudeza varían según la muestra. Nuevamente, la arena es la fracción dominante y, en conjunto con la grava, supera el 95% en todas las muestras.

En el alero los valores más bajos (menos de 15 libras/ acre) se presentan en la unidad II (tefra) y aumentan con la profundidad, alcanzando los valores más altos (más de 150 libras/acre) en la última extracción de la unidad III y en la unidad IV. En el corral no se aprecian diferencias entre las muestras, siendo los valores extremadamente altos en todas ellas (más de 150 libras/acre). Todas las muestras del recinto 3 del tambo presentan valores muy bajos (30 libras/acre) y tampoco se aprecian diferencias entre ellas. En el recinto 10 hay leves variaciones entre las muestras pero todas ellas presentan valores muy bajos (entre 20 y 40 libras/acre).

Con respecto a las muestras de control, las muestras arqueológicas son más homogéneas ya que varían dentro de límites más acotados. Las primeras presentan un mayor porcentaje de las fracciones de los extremos granulométricos (grava y limo-arcilla) que las segundas, si bien en ambas las fracciones limo y arcilla están escasamente representadas. La fracción arena constituye el componente dominante en la gran mayoría de las muestras.

Las muestras arqueológicas se pueden dividir en dos grupos: mientras que unas se parecen a las muestras de control (algunas muestras del alero -unidades I y II y parte superior de la unidad III- y todas las muestras del tambo), otras se caracterizan por valores de fósforo muy elevados (las muestras restantes del alero y todas las muestras del corral).

En las tablas 11.3 a 11.51 (apéndice 1) se presenta la base de datos con la información granulométrica, tanto de tamizado como de pipeteo, para cada una de las muestras analizadas. La tabla 11.52 del mismo apéndice ilustra los valores phi utilizados para los cálculos estadísticos así como los resultados numéricos obtenidos.

Granulometría (figuras 6.5 a 6.17 y tablas 6.2 y 6.3) En las muestras de control, si bien hay una variabilidad mayor que en los sitios arqueológicos, por lo general dominan las fracciones más gruesas (grava(61) y arena). Esto está relacionado, entre otras cosas, con las características propias del pavimento del desierto. En otras palabras, se trata de superficies de estabilidad, no de depositación como serían los sitios arqueológicos. La moda varía entre -2 Ø y 3 Ø (grava a arena fina). La media oscila entre -1,5 Ø y 2,9 Ø (grava a arena fina). Todas las muestras están mal seleccionadas y presentan valores diversos de agudeza y asimetría.

Microartefactos (figuras 6.18 a 6.26 y tabla 6.4) Las dos muestras de la unidad II (tefra) del alero son estériles. Las muestras restantes presentan una tendencia creciente de microartefactos (tanto en variedad como en cantidad) con la profundidad, con valores que oscilan entre 0,46% y 3,88%. Todas las muestras del corral presentan microartefactos aunque las categorías representadas en las unidades I y II son diferentes, tanto en el tipo como en la cantidad. Sólo las muestras de la primera unidad contienen restos de guano. Con respecto a los otros dos sitios analizados, los porcentajes de microartefactos son más elevados, con valores que oscilan entre 13,12% y 23,77% para la unidad I y entre 6,61% y 13,11% para la unidad II.

En el alero el tamaño de grano disminuye de techo a base. La moda dominante es 3 Ø. Las fracciones más gruesas están representadas por la tefra (media entre 0,1 Ø y 0,2 Ø, equivalente a arena gruesa). En las muestras restantes la media oscila entre 1,7 Ø y 3,8 Ø (arena mediana a muy fina). La mayoría de las muestras están mal seleccionadas. Nuevamente se destacan las muestras de la unidad II (tefra), que están moderadamente seleccionadas. La asimetría y la agudeza son variables según la muestra. La unidad IV es la única que tiene un porcentaje elevado de las fracciones limo y arcilla(62) (40,6%). En la última extracción de la unidad III estas fracciones representan el 6,6% y en las demás muestras nunca superan el 5%.

En el recinto 3 del tambo sólo una muestra es estéril (primera extracción). Los porcentajes de microartefactos son sumamente bajos en las muestras restantes, con valores que oscilan entre 0,13% y 1,88%. El pico máximo (tercera extracción) está representado por la categoría “carbón” y se corresponde con el pico mayor de materia orgánica en el sitio. En el recinto 10 dos muestras son estériles (segunda extracción y última muestra de la cuarta extracción) mientras que las otras cuatro presentan mi-

En el corral la moda dominante también es 3 Ø. La media oscila entre 1,2 Ø y 1,8 Ø (arena mediana), es decir 79

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Figura 6.4. Valores de fósforo disponible en las muestras analizadas. 80

Capítulo 6: Análisis de los Sedimentos

Figura 6.5. Histogramas de las muestras Off-site. 81

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Figura 6.6. Histogramas de las muestras de las Pistas experimentales. 82

Capítulo 6: Análisis de los Sedimentos

Figura 6.6. Continuación. croartefactos, aunque en diversa cantidad. Tres de estas muestras (primera y tercera extracción y primera muestra de la cuarta) se caracterizan por su bajo porcentaje de microartefactos, con valores que oscilan entre 0,38% y 0,5%. En la muestra restante (segunda muestra de la cuarta extracción), el marcado incremento en la cantidad de microartefactos (27,67%) se puede explicar por la presencia del nido de roedor que aporta, básicamente, restos vegetales y algunos excrementos.



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Cabe aclarar que la mayoría de las partículas tamaño arena de la categoría “otros” corresponden a monominerales mientras que las partículas tamaño grava suelen estar representadas por fragmentos líticos (la desintegración progresiva de éstos dará como resultado partículas tamaño arena de composición monomineral).

nica adherida a los bordes. Vidrio volcánico: las partículas con forma de trizas son angulares, hay partículas redondeadas y sub-redondeadas en menor cantidad. Mientras que algunas superficies se presentan límpidas, en otras se observan distintos grados de devitrificación. Cuarzo: se trata de cuarzo monocristalino, con formas angulares y extinción paralela. Está subordinado a los otros livianos. Carbonatos: la especie observada es calcita, que se presenta en forma de agregados finos. Por lo general aparecen en forma esporádica.

Los componentes pesados están representados por: opacos, hornblenda, augita, hipersteno, epidoto y circón (según su abundancia relativa). • Opacos: son granos redondeados a sub-redondeados. No se determinó su composición porque la técnica utilizada no permite la identificación de minerales que impiden el paso de la luz(63). • Hornblenda (anfíbol): en sus variedades verde, castaña y basáltica (lamprobolita). Se presenta en forma de tablillas o prismas elongados con bordes que van desde redondeados a sub-angulares. Se observan superficies frescas. • Augita (piroxeno): cristales prismáticos largos con bordes redondeados y a veces dentados; también se observan individuos fragmentados. El color dominante es el verde pálido. • Hipersteno (piroxeno): prismas alargados con bordes redondeados y sub-redondeados; también se presentan formas ovoidales y fragmentos irregulares. • Epidoto: cristales de hábito prismático corto, de color verde amarillento o incoloro. Muy escaso. • Circón: cristales prismáticos euhedrales. Es muy escaso y su presencia es esporádica.

En las tablas 11.53 a 11.278 (apéndice 1) se presenta la base de datos a partir de la cual se realizaron las figuras. Mineralogía En todas las muestras dominan ampliamente los minerales livianos sobre los pesados. Los componentes livianos son: litoclastos, plagioclasa, vidrio volcánico, cuarzo y carbonatos (según su abundancia relativa). • Litoclastos: son esencialmente granos de naturaleza volcánica, de composición hialocristalina y de forma irregular. • Plagioclasa: se presenta en granos tabulares con predominio de formas sub-angulares y angulares, aunque también hay unos pocos granos sub-redondeados subordinados. Algunas superficies se presentan frescas y otras manifiestan distintos grados de alteración; es común encontrar individuos con pasta volcá83

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Figura 6.7. Histogramas de las muestras del Alero. 84

Capítulo 6: Análisis de los Sedimentos

Figura 6.7. Continuación. Petrografía de muestras de rocas

des que le confieren un aspecto “escoriáceo”.

Muestra 1

La pasta o mesostasis es afanítica(65) y se estima en un 80%. Es de color rojizo con variaciones más oscuras de color gris.

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Clase de roca: “riolita” (de composición mineralógica ácida, con alto contenido de SiO2). Origen: roca de origen ígneo y consolidación superficial (colada lávica), es decir que se trata de una roca volcánica -o extrusiva-. Textura: porfírica fina (fenocristales de 1 a 5 mm). Componentes minerales observables(64): cuarzo, feldespato alcalino -o potásico- y/o plagioclasa, biotita, minerales ferromagnesianos y concreciones ferruginosas (estas últimas en proporciones traza: