Poema heroico [1 ed.]

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BIBL IOTE CA 36

DIEGO JOSÉ ABAD

POEMA HEROIC O

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FILOLÓGICAS INSTITtlTO l>B INVESflGA:ClONES

Diego José Abad

POEM A HEROICO Introducción, versión y aparato critico de BENJAMÍN FERNÁNDEZ VALENZUELA

Noticia Preliminar de FELIPE TENA RAMÍREZ

Universidad Nacional Autónoma de México Dirección General de Publicaciones México, 1974 · .

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Primera edición: 1974

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1974, Uni;·ersidad Nacional Autónom~ de México Ciudad Universitaria. Méxic~ 20, D. F. DIRECCIÓN GENERAL DE PUBLICACIONES

Impreso y hecho en México

"Cual flor fuiste creado; .naciste aquí, ~h príncipe." · CAN'.l'AR

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NOTICIA PRELIMINAR Nos hallamos en el umbral de dos obras eximias Una es el Poema, de aliento épico, que hace dos siglos escribió en 6434 hexámetros latinos el mexicano Diego José Abad. De ella nada nos queda por decir, pues lo han dicho todo, con jurisdicción plena, Manuel Fabri, amigo y biógrafo de Abad, y en nuestros días Benjamín Fernández Valenzuela. La otra obra es la que este último publica ahora y que comprende, con la traducción en prosa española de la primera, rtna introducción para dar cuenta de la obra traducida, así como un imponente aparato crítico contenido aproximadamente en tres mil notas. A esta obra nos hemos de referir, rn apretada síntesis que responde a apremios insoslayables. Se trata, en cierto sentido, de una versión parafrástica, que del ver so latino se derrama a la prosa española. El uso de la ¡,_rosa concede, mayor soltura a q"!ien preten~e traducir con libertad, no solo porque lo emancipa de los rigores formales ldel verso, sino ta17:bi_én forqt:,e no orilla a subordinar ín~ergramente su propia inspiracion poetica a la del poeta a quien ¡,traduce. Mas la versión libre, así sea en prosa, reconoce sus natu:ralcs límites en el respeto que debe a la obra traducida. En anquearlos está el peligro. Es entonces cuando tienta al trauctor el despliegue de su propio aliento, sin cuidarse en su , ntusiasmo de que se va alejando de aquel a quien debe apego sumisión. · La versión de una obra literaria, que a título de fidelidad 'I encierra en el servilismo letrista, puede hacer las veces de cionario para el fin de entender el texto original. Y nada 6.r, porque ningún diccionario alumbra por sí solo las bellel de una obra escrita en un idioma ajeno. Es entonces cuando

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NOTICIA PRELIMINAR

la versión parafrástica se presta para trasladar de un idioma a otro, no sólo el significado de los vocablos, sino también ei arte literario que mediante la técnica de la estética maneja el contexto de los fonemas y de los giros. Es la re-creación, a cargo del traductor, de la obra creada por el autor. Es uná re-creación que a veces desmejora, en otras iguala y en ocasiones supera la empresa de creación, pero que en todas debe . respetar y no suplantar lo .que podría llamarse la propiedad originaria del autor. La traducción del Poema heroico de Abad, realizada po1 Benjamín Fernández, es a todas luces una versión no literal; sino libre. Pero el albedrío de que usa el traductor, lejos d~ traicionar o deformar el original latino, lo realza en nuestra lengua, nos lo hace asequible en toda su belleza. Cabría preguntarse si esta belleza estaba ya en Abad. Del cotejo dei original con la traducción en el texto bilingüe, cada quien Sé formará, al respecto, el juicio que tenga a bien. Por nuestra parte no eludimos afirmar que hay párrafos donde la versi6.ri supera· en calidad lírica a lo vertido, pero ni uno solo se descubre en cambio -hasta donde nosotros alcanzamos- en qzu lo degrq,de o falsifique. Casi no hay párrafo de la presente traducción que no pudiera servir como muestra de lo dicho. En el canto XLIIP, alli donde dijo Abad ardentes Terram oppressere Cometae, el traductor empleó una metáfora digna de los sucesores de Lópe~ Velarde: "Los cometas, bailarines alfareros, pisan y quema11 la tierra." Hermosa es, sin duda, esta figura: "La cruz, todavía con divinas humedades de púrpura, es ele alférez y pendón", traducción libérrima del verso de Abad: Agmen agit: Regem et praecedit euntem praefulgens, et adhuc divine sanguine rorans Crux. O esta otra, por la que el traduct01 apenas pone la planta en el verso del autor: "Pero no hálla la puerta el carro de la fuga; y ellos allí se están, esperando la condena de lágrimas que quisieran excusar)) (Fuga praeclusa est, perstantque, quas fugere optabant lacrimas, poenasque; , daturi). Entre otras numerosas citas que ¡,odrían traerse, no resistimos a presentar una última, que para nosotros ha entrañadc doble sorpresa, en el original latino y en la versión parafrást tica. En el canto III de su Poema,Abad enuniera con encomij ciertos montés famosos, que por cierto más importantes ha~

llELlPE TENA ,RAMÍREZ

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sido parf/, la retórica que para la geografía, como el monte Atos,;, el Erix, el Apenino, el Atlas, el Olimpo. Y es entonces cuando Abad, el mexicano desterrado en Italia, que allá habría de morir a los. doce años de ostracismo, corona inesperadamente la sucesión de montañas ilustres con la, para él, más elevada de todas, la que llama Orizabaeus mons, a la que dedica encendido elogio, en el que la nostalgia del desterrado insinúa una de las más bellas imágenes. Nuestro traductor, como si quisiera colocarse al nivel de la mexicanidad del traducido, llama al monte orizabeño con la denominación nuestra de Pico de Orizaba, el cual -dice en otra magnífica versión libre- "sobre la· inmensidad de los mares muestra a los navegantes la blanca nieve de su cima". A los navegantes, en cuya nómina jamás llegaría a figurar ya el autor del Poema heroico. Lejos de nosotros la pretensión de solventar mediante las líneas anteriores el desbordamiento de la traducción sobre lo traducido. Tan arduo como ese tema, y por ello no menos temerario aunque sí más incitante, sería el de tasar la prosa castellana en que el poema latino se trasvasa. Aquí sí podemos · llamar, sin escrúpulo, castellana y no española a la prosa de Benjamín Fernández. Porque si en virtud de mandamiento académico, de no lejana promulgación, se ha de llamar español el idioma oficial de España, además conocido así internacionalmente, es lo cierto que el lenguaje empleado en la presente traducción pertenece más al del reino de Castilla, en el tiempo en que disputaba la hegemonía peninsular, que al actual idioma de España, correspondiente a la plena unificación política de la nación. Permeado de latinidad clásica, el prosista lo está también del Siglo de Oro de España. Y si por lo primero su sintaxis se resuelve a veces en ese giro parabólico que lanza el verbo al : final de la cláusula, por obra de lo segundo su estilo se evade ·:con frecuencia del llano y dúctil que hasta hace poco privaba -'.In nuestra época, llevado el escritor por el empeño de seguir ,u huellas que dejaron a su paso los dos Luises, Cervántes, óngora tal vez. Sería anacrónico si no llevara lo clásico tan •dentro. Parecería arcaizante de no ser por cierto matiz de .: odernidad, de osadía en el uso retórico, sintáctico y morfo-, 6gico del idioma, .que le otorga el toque final a su manera escribir. Salvo pocos vocablos, notoriamente en desuso, en ·casiones nos asalta la duda de si estamos en presencia de un. 0

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ivit. 4 Cfr. Abad, 1,62-66; 111,16-18; XL,200-206; XLII,609; 614-634. ó Abad, VI, 12. 6 Abad, VI, 11.

IX,119-136;

XXII,101-110;

XXIIl,138

INTRODUCCIÓN

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Esto; abiit sed enim procul ille, avulsus et a me est; et neque in ample.xus ruere, et nec iungere de.xtr-as possum, nec dulces audire et reddere voces. Ad Solem plerumque amens convertor, et: O tu Sol feli.x ! Videas tu nunc fortassis Ale.xim. Atque erat insanum moesti hoc solamen amoris. ¡ Oh l ¿ Adónde estás? Más de la mitad del mundo nos separa y aparta, y, oh Alexis, un mar inmenso se recuesta entre tú y yo. ¿Adónde estás?, clamo de nuevo con trémulos y doblados sollozos; mas Alexis ni me escucha ni responde, y ruedo en vano mis lágrimas y derramo en el aire mi'S suspiros. ¿ Luego te fuist~ y pudiste, oh cruel, dejarme solo? Pero no, que Alexis no fue cruel ni pudo serlo. No de grado, sino muy a su pesar tuvo de irse. Bien está; mas no es este consuelo que me valga en mi pena, pues lejos como está de mí, dividido de las telas mismas de mi alma, ni puedo ya regalarme con su abrazo, ni tenderle la mano, ni recibir ni retornar el halago de sus blandas palabras. Con no acabable desazón me vuelvo al sol para decirle: venturoso de tí, oh sol, que quizá ves ahora a mi Alexis; y éste suele ser desvariado lenitivo en la pena de mi amor. 7

El siglo xvm mexicano es eclosión de vitalidad nacional. Quienes

él delinearon los bellos perfiles del alma de la patria, podrían damos n Abad la razón de su labor, que es, ante todo, pasión encendida y . rtical que prende su llama en la tierra para iluminar los mejores nhclos del amor: Ale.xis . .. erat et mea casta voluptas.

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pasión ardorosa y limpia.

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Y ARGUMENTO DE LA EPOPEYA

Abad se incorpora a la historia de la cultura en un momento crucial 1 pensamiento: la inquietud científica d.el enciclopedismo francés, la

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de la razón y de la fe, la renovación de la apologética, la ruptura filosófica y, en suma, la aparición de un orden nuevo. responsabilidad de este momento. El estudio, la cátedra_ l1 pluma ocupan •su ánimo en las más diferentes y nobles empresas espíritu, y su ingenio se gasta en las disciplinas más altas de .la dlción y del saber. Abundoso, por consiguiente, y admirablemente to es el fruto de su pluma: álgebra, matemáticas, hidrografía, filo!11 teología, ciencias expuestas en tratados diferentes, que fueron ' bro y decoro de aquella época sabia .

la tradición bad asume la

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. Abad, V, 1-14. '1 Abad, VI, 6.

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BENJAMÍN FERNÁNDEZ VALENZUELA

Pero Abad no halla cabal satisfacción sino cuando se encuentra en la ·convergencia lírica del espíritu barroco; cuando ese mundo que él estudia mediante la lucubración erudita de la ciencia es recreado por él y expresado en su más pura esencia con la magia de todas las luces y de todos los arpegios diatónicos del vocabulario. Entonces, la anatomía científica del cosmos cobra vida y calor, no en las ecuaciones de la ciencia, sino en las más cálidas intimidades del alma y del espíritu. No podemos soslayar que el Poema de Abad tiene un carácter religioso imprescindible, como que es la obra de un creyente que descubre en su fe una grande potencialidad orgánica, de arte que lo religioso ni es para confeccionar "un sennoncico cristiano", 9 ni para configurar tampoco un mero pretexto literario, sino que la fe de Abad es el prisma que descompone y a la vez reúne la luz de todas las cosas, para constituirse como una cumbre, desde donde puede obtenerse la visión más pura de todo lo humano y de todo lo divino sin fracción ni divorcio, como los múltiples colores de un- paisaje que sin mezcla se conjugan para dejar en el alma la armonía polifónica de una sola entonación. Y es éste el alminar desde donde Abad, sabiamente científico y barroco, cabalmente latino, asiduo lector de los dos Luises, seguidor involuntario de Góngora, admirador absorto del milagro arquitectónico de Zacatecas, con igual técnica lanza su Poema, que es, como la obra de Góngora o como el Altar de los reyes, "escándalo bizarro del aire". 10 El. racionalismo francés y las obras enemistadas con el cristianismo son "los libros de caballerías" que le acosan el ingenio en la creación de su obra mae$tra. Como nos dice Abad, la filosofía de la época se planteaba con el· canto de Lucrecio la pregunta del momento:

Dissolvi quoque convenjt omnem animai naturam, ceu fumus in altas aeris auras. Et metus ille foras praeceps Acheruntis agendus funditus, humanam qui mtam turbat ab imo, omnia ,suffundens mortis nigrore; neque ullam esse voluptatem liquida1?1', puramque relinquit. Es menester también que toda la naturaleza del alma se disipe como el humo en las altas alas del aire. Y el miedo aquel del Aqueronte que nos enturbia la vida de la cima al cimiento, que todo lo baña 'de negrura y de muerte, y que no halla placer que puro y claro nos deje, debe arrancarse de cuajo y ser desbarrancado. 11 ¿ Es el hombre, entonces, un ingeniero absurdo del fracaso?, ¿ debe necesariamente quebrarse su espíritu en la curvatura trágica del tiempo?, ¿ es la historia- que labramos una emboscada de la muerte o, más 9 Cervantes, Quijote, parte primera, pról. 10 Luis de Góngora, Soledad Primera.

llLucrecio, III, 455-456, 37-40. Apud Abad, XLIII, 726 y ss.

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INTRODUCCIÓN

bien, una aventura luminosa? Abad no se fatiga en buscar temas. ·Solamente despliega las alas de su 1alma transparente, y aparece la temática vital de su obra, en la verdadera dimensión eterna y temporal del hom- · bre, que encuentra la posibilidad de creer y la · necesidad de esperar. Todas las cosas humanas adquieren a lo largo del Poema una proyección inmensurable, adscrita cierta.mente a la tierra, pero no circunscrita por la pavorosa parvedad del horizonte, sino condicionada a la áspiración de un vuelo absoluto que a los aires infinitos de Dios por sí misma se convida. De esta suerte, pues, en las diferentes etapas del Poema, todos los sentimientos y las pasiones del hombre delinean sobre el vértice común de la fe y de la esperanza su propia perspectiva, y todas las realizaci-ones terrenas que llegan hasta las cimas de la ciencia, hallan su ma- yor esplendor en el don divino de la poesía, pero no como en un bien definitivo, sino como una conquista que ya en la tierra gana un municipio de la eternidad:

Et iam sola manes, mihi tu dicenda leporum M ater, et aethereo tu prima, poetica partu edita, legifero et Vati data tu quoque prima. Qua tu cumque is, Ambrosiae diffundis adores: semper et ad numerum gradiens, pulcherrima semper, magnifice incedis. Tua te Germana, Sororque, quae certa nescit gressus componere lege; admiratur enim, et vestigia semper adorat. Tu sola aeternare vales monumenta, virosque: nam lapide es Pario, solidoque perennior aere. Quid sine te Aeneas? nihil: et nihil esset Achilles. Flexanima es tie, et sola potes moerore iacentem erigere, et consolari, recreareque cantu. ¡/ Tu peregrinaris terris, neque semper inhaeres. Improvisa venis, volitasque, fugisque repente· improvisa etiam: neque fas te persequi euntem, aut prensare manu; donec tu sponte benigne subridens, iterum redeas, rediensque serenum divini spargas quasi ludens lumínis imbrem. Caetera tu caelo asistís, caeloque moraris: ingeminasque Deo cantus: füuosque tubasque ore inflas: digitisque moves citharamque chelynque. Y a sola tú me restas por decir, sola tú, madre de la hermosura, sola tú, poética criatura, parto generoso del cielo, don primogénito, alojado y nacido en el alma de Moisés, legislador y poeta. Por doquiera que vas, unges tu paso de perfumes suavísimos. Caminas con majestad y gentileza, y tu pie se adelanta con cadencias de música. La his~oria, tu hermana y compañera, criada contigo a los divinos pechos, mientras vacila en dirigir sus pasos por camino cierto, mira con asombro y si,ue con amor tu vuelo. Sola tú sabes perpetuar el recuerdo y la gloria de los hombres; pues eres más duradera que los mármoles de

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BENJAMÍN FERNÁNDEZ VALENZUELA

Paros y los bronces más sólidos. Eneas, Aquiles, ¿ qué serían sin ti? La imagen inasible de una sombra. Tú eres la música del alma, y sola tú eres poderosa de restaurar y consolar y dar alivio al quebranto del hombre. Peregrina de la tierra, no haces aquí vivienda ni reposo; viajera repentina, vienes y huyes. No podemos seguir los aires de tu vuelo, ni tomarte de la mano, si tú· misma no nos muestras la sonrisa de tu cara, y volviéndote a nosotros, no nos llueves tu .contento ni la lluvia serena de tu divina luz. Finalmente, ciudadana del cielo, tú te otorgas a Dios en alabanza que no cesa. Tus labios esparcen la música del aire, y tus dedos convidan la canción del laúd. 12 Para conseguir su propósito de darnos en su gran Poema un mensaje· integral, Abad requiere una base ideológica firme y una estructura interna vasta y sólida, y el poeta da con esta riqueza, a manos llenas, en . el caudal de las Sagradas Escrituras. Sobre ello debemos indicar que el hecho de que éstas sean consideradas por Abad como palabra divi. namente inspirada, hace que el uso de ellas no venga a ser un recurso retórico ficticio, sino una auténtica línea constructiva, trazada sobre lo que para el poeta es una verdad luminosa y una luz vital, y la fuerza de esta convicción asocia el Poema de Abad al anhelo que es fundamental en el espíritu de la épica universal: "la fe en- un destino". Por otra parte, el conjunto de las Escrituras que comprende la Biblia, es incuestionablemente, en el aspecto humano, el complejo literario más extenso y armónico que e~iste en el legado universal de la palabra escrita. De ahí que, muy al comienzo de su obra, señale Abad el hecho de que las Sagradas Escrituras, aun sólo consideradas como fuente de inspiración poética, merezcan por encima del vigor y prestancia de las letras griegas y romanas, y por tal razón han de ser aquéllas, línea fundamental dé su Poema, pero también llave maestra que en el festín de la poesía dé puerta franca a todo lo más humano y grande que el pensamiento grecolatino y la literatura universal celebran y contienen:

De te dicturus, divinos hos mihi fontes optarim. Nam tu solus te digna loquutus. N ec niti huc omnes potuere Aganippidos undae, .quas et Romani, Graecique bibere poetae. Y, pues tengo de hablar de ti, ya que sólo tú has podido hablar de ti J J J J J J J> J J J lllicet astrorum Rex Sol pro:rupit et illum Al punto el sol, rey de los astros, surgió, y ...

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BENJAMÍN FE'.RNÁ'NDEZ VALEN ZUELA,

El usar tales palabras con esta cuantificación no es predsamerite casual, sino, qu~ tiene u~a r.azón de. expresividad!-, al punto surgi6, il/icet ., .• prorupit se expresa c:;on la velocidad del dáctilo, que tiene una sílaqa lenta y dos rápidas, mientras que el sol, rey de los. astros se dice con· la majestad del espondeo, que consta de dos sílabas lentas. Pero la bélleza del hexámetro no radica solamente en la sucesión apropiada de dáctilos y espondeos, sino que mediante ciertos alientos el verso adopta una conformación interna que le da una ~adencia y un ritmo peculiares. A este aliento los teóricos 1~ llaman cesura, que de ninguna manera es una divisi6n del ritmo, sino un necésario . aliento de respiraéióri que contribuye a la unidad armónica del verso. De esta suerte, el hexám-etro presenta más de diez figuras diferentes que preparan, dentro del periodo de varios hexámetros, una fiesta del ritmo ja_más imagin~da. UJ:?,a curiosa lectura de cualquier pasaje, confrontado con la notación musical equivale1_1te de sus vocales y señalados los alientos de las censu~as, nos dará una idea de la modulación rítmica del, hexámetro: 1

Surgenti I collesqu~ 1 cay~ 11 montesque profundi demissere caput, '11 pictosque I repente I tapetas explicuere, 11 boant plausu, / I fremituque resultant.

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Estos tres versos, que forman un periodo gramatical, se conforman igualmente dentro de un ciclo rítmico: un núcleo de diez medios 'tiempos· se va trasponiendo de un verso a otro, de fin a principio 's' de principio a fin, mientras catorce medios tiempos van a la inversa roturando el ritmo:

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INTRODUCCIÓN

La estilística latina creó todo .un código · de convencionalismos que transformaron el hexámetro en un arpegio de múltiples -resonancias expresivas. Así, las cesuras adecúan la cadencia del verso a la idea i~!entan ofrecer, dentro de su necesaria limitación, cierto

1

., . .1· ,INTRODUCCIÓN

criterio para apreciar la perfección y exceleneia que en las manos de Diego José Abad adquirió el verso heroico latino. Tal es el material lingüístico y tal la conformación métrica del Poema heroico. Abad no intenta crear un idioma, pero sabe que está en su mano el re-crearlo. Sus empeños son faena de tersura, de color vocá~ lico, de riqueza ideológica y barroca que se dice dentro del nuevo drama del ritmo y la cadencia. Las citas y cotejos con los.autores de su uso y deleite jamás significarán escasez sino abundancia latina del Póema heroico, indagación sutil en_ las entrañas mismas del lenguaje, que ¡tl contacto de un concepto nuevo, se reap.uda con sinónimos de vida, y brota y anima con la definición de un humanismo insólito que frelleza, como plenitud del alma que derrama su hermosura en el ánfora de todos los espíritus, y en este aspecto es aquí oportuno señalar que el Poema de Abad no ·sólo enlaza con la poesía náhuatl, sino por igual manera con la literatura hebrea. 92 Por su parte, el poeta de Chalco nos dice: Macollan las flores, están rozagantes, echan sus botones, abren sus corolas: de tu interior salen los cantos floridos: sobre otros los derramas, los esparces: ¡ eres cantor ! 93

Y la invocación de Abad por los mismos aires vuela: Imprime tu virtud a mi canto, para que como llovizna en la hierba, como las gotas de la noche en la grama, baje mi voz a los oídos que me escuchen. 94 Pero el conducto umbilical por donde la poesía de Abad se hermana vitalmente con los poetas de Anáhuac, es el amor a la flor, símbolo de la poesía, la cual es, por consiguiente, la mayor ofrenda que puede hacerse a la divinidad:

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Tú que das la vida, ya con flores eres suplicado.

95

Y por el mismo tenor va el florido romance: amarillas flores, flores bienolientes, flores preciosas, flores del cuervo se están entretejiendo: ¡ ah, son tus flores, oh Dios! 96 11.t Angel M. Garibay, op. cit. Vol. II, p. 112 Cfr. Deuteronomio, XXXII, 2. OH Angel M. Garibay, Panorama literario

100. de los pueblos nahuas. Porrúa. México.

1963, p. 53. 11, Abad, I, 40-41. 11ft Angel M. Garibay, Poesía náhuatl. Vol. II, p. 119. ee /bid. Vol. I, p. 42.

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BENJAMÍN FERNÁNDEZ V.ALENZUELA

La presencia de la flor en el Poema de Abad es variada y numerosa, y finalmente estima que si las flores son el más delicado obsequio que puede hacerse al Dios-Niño,· de ellas la flor de México será la más exquisita: Venid, venid, oh pastores, y puesto que hoy la tierra hace risa y despierta su riqueza, traed chiquihuites y acopio de rosas y derramadle un diluvio de flores, y bañadle con la Flor de México, la cual es reina de las flores y decoro florido de sus huertos, pues en sus pétalos lleva las señales de nuestra salvación: por los extremos de sus ala:s asoman los tres clavos compañeros, dibujados del remate a la punta con tintes de morena tristeza; de su centro nace la columna de mármol; se dibujan en ella los temblores del látigo y la corona de severas espinas 'fabricada, y cinco gotas de sangre que bien dan a entender las cinco llagas. A buen seguro que esta flor dará contento al Niño. 97 Hemos tocado en estos puntos, como quien otea de pasada los linderos de un jardín ameno, sólo con la intención de señalar escasa y sobriamente las líneas que circundan el horizonte literario de México, y para indicar cuáles pueden ser los rumbos de color y de luz que correspondieran a Abad en este panorama. Quienes por el saber son más familiares de la riqueza que esconde este paisaje, podrán comprobar lo que el poema de Tlacahuepan canta: Dicen que el corazón de ellos es cual pintura constelada de esmeraldas. 98 · Los breves trazos aquí diseñados, valgan a lo menos para recordar la tierra, el aire y las voces que acunaron el Poema heroico de Diego José Abad, así como los ecos modernos que, por las razones ya dicha-s, indudablemente tiene entre nosotros. Si en pocas palabras quisiésemos cifrar la intención de todo lo aquí dicho, podríamos hacerlo de la mejor manera con el cantar náhuatl: Cual flor fuiste creado; naciste aquí, oh príncipe. 99

Abad, XXIII, 101-110. Angel M. Garibay, Panorama literario de los pueblos nahuas, p. 103. 99 Angel M. Garibay, Poesía náhuatl. Vol. I, p. 27.

97 98

PRóL OGO Y ELO GIOS ORIG INAL ES a

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el POE MA HER OICO

E. F. FLORENTISSIMAE MEXICANAE IUVENTUTI

S. P. P.

En ad vos revertitur, iuvenes ornatissimi, annorum fere tredecim post· liminio, aeternumque apud vos in imagine victurus, CI. Didacus Iosephus Abadius: Abadius nempe ille, quem tatos decem annos in humanioribus literis, in Philosophia, Theologia, et utroque Iure Ducem habui5tis praestantissimum; ut ad omnem scientiam, sub eius disciplina informati, Urbi nostrae, Patriaeque dulcissimae, iU: supremo honorum fastigio constituti, maximo in praesenti ornamento esse possetis. Abadius, inqtíam, ille, qui sub eo mitissimo Caelo natus, altus, et eruditus; in eoque dignissimum hoc opus excogitatum, ac fere perfectum; in Italia vero auctum, et expolitum plaudentibus cunctis edidit; adeoque sui memoriam immortalitati consecravit. Abadius denique ille, qui cum videret, sanctissima Christi dogmata a vesana istorum turba, qui se Philosophos dici volunt, novis quotidie machinis scelerate impeti, omnibusque stili illecebris in auxilium vocatis, avitam Religionem foedum in modum deturpari; veritatis amore incensus, eam pro viribus tueri, inconsultaeque in primis iuventuti, ne incauta abriperetur, quanta posset carminis venustate'. antidotum offerre, suarum esse partium -existimavit. Vobis praesertim, iuvenes amabilissimi, quibuscum tot vinculis illum, meque etiam Natura Parens arete coniunxit; vobis vigilias ille suas, laboresque iure optimo consecratos voluit: ut quam a maioribus nostris, singulari Ñ uminis beneficio, incorruptam Fidem . .accepistis, retinuistisque hactenus; eam tot inter infelicis huius saeculi pestíferos errores, ac deliria, sartam tectam conservaretis. Vobis, inquam, fortunatissimi mortalium, quos donis suis adeo large cumulavit Deus, muni'ficaque adeo liberalitate distinxit; ut cum benignissima

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MANUEL FABRI

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A LAS PRÓSPERAS JUVENTUDES DE MÉXICO: SALUD

He aquí que retorna a vuestro lado, jóvenes nobilísimos, a la vuelta de casi trece años, aquel cuya memoria debe perdurar para siempre entre vosotros, Diego .José Abad; aquel Abad a quien en las más clásicas humanidades, en filosofía, en teología y en ambos derechos tuvisteis por espacio de diez años como maestro sapientísimo; de suerte que en toda ciencia enseñados bajo su magisterio, y colocados hoy en la más alta cumbre del honor, podáis ser honroso decoro de nuestra ciudad y de nuestra patria bien amada. Aquel Abad es, repito, que, nacido y criado y educado bajo ese cielo mansísimo, al amor de esa misma luz concibió y casi acabó del todo esta obra tan digna, la cual, acrecentada y pulida en Italia, la dio a la luz de la estampa con aplauso de todos, y coronó así su nombre de inmortalidad. Aquel Abad es, finalmente, que al mirar las santas enseñanzas de Cristo embestidas cada día con nue/vas y perversas mañas por la necia turba de aquellos que se presumen y alzan con nombre de filósofos, y al ver asimismo la fe de nuestros padres de fea manera padecer afrenta por aquellos que contra ella se valían de todos los engaños juntos de la pluma, inflamado por el amor de la verdad, juzgó que era negocio en que él debía entender, defenderla con todo· el esfuerzo de su pecho, y, sobre todo, ofrecer a la juventud en la mayor elegancia posible de un poema, un antídoto para que, provistos así de tal consejo y aviso, no se arrebatasen al mal. A vosotros de especial manera, jóvenes amabilísimos, con quienes, _ como conmigo, la Madre Naturaleza lo ató a él con tantos y tan estrechos lazos: a vosotros, digo, quiso él con la mejor razón consagraros sus trabajos y desvelos, a fin de que la ·fe que por beneficio ,singular de Dios recibisteis de vuestros padres sin menoscabo alguno y habéis hasta el día de hoy conservado en medio de tantos perniciosos errores y desvaríos como los de este siglo, la µreservéis firmemente amparada. A vosotros se encamina, lo repito, los más venturosos de ·todos los mortales, a quienes Dios de tal suerte proveyó con largueza de sus dones

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Caeli temperie, frugum immensa, vel ultra delicias ubertate, generosa etiam indole, suavissimis moribus, ingeniisque ad omnem scientiam aptissimis locupletaverit. Quid enim enumerem, quot ex vobis olim insignes Viri prodierint, prodeantque hodie dum, quos in templis, in scholis, in Foro, Toga, Militiaeque, Oratores eloquentis·simos, sublimes Theologos, subtiles Philosophos, Legum interpretes, ac Peritos, invictos Duces, dignissimos itero Praesules, ac Pastores novus vester orbis toties veneratus est? Qtiis ignoret, quot ea insignis Regia, ac Pontificia Mexicana Academia, scientiarum omnium in America Lyceum, illustriumque Heroum Seminarium, quot, inquam, floruerit semper, floreatque etiamnum Doctoribus, ac Magistris, sub quibus ad omnem disciplinam primores Iuventutis informati, et ad magnarum artium decora exculti, vel amplissimis pares Dignitatibus adolescunt, ut literariam deinde Rempublicam doctrina, atque eruditione sua illustrent? Tenetis profecto magna illa in Mexicanis fastis Nomina, quae, ut aeternum Patriae decus, illiusque Academiae ornamentum maximum, nulla unquam aetas obliterabit, nimirum Davila-Padilla.s, Sigüenza.s, Alarcones, Raxos, Nunnezios, Nieto~, Eguiaras, Seguras, Villas, Lascanos, Portillos, aliosque bene multos, -quos vel doctrinae excellentia ad summam Dignitatum amplitudinem apud· vos evexit; vel omnigena plenis eruditione editis libris, apud exteras etiam gentes immortalitati fama consecravit: ut eos praeteream, qui, vel clarissimis, ut Ca.sadus, apud Europae Príncipes functi legationibus, immortale Mexicanae Academiae, atque Urbi decus pepererunt; vel summis etiam, ut Vertizius, Praefecturis, militari gloria partís insignes, illustrissimae familiae, totique adeo genti nostrae maximo semper erunt ornamento. Quae dum vobis in memoriam revoco, novissimumque, ac domesticum in Abadio latinae venustatis, atque elegantissimae Poeseos exemplar propono, quidni ad ea potissimum studia vos accendam, ad quae et ingeniorum vestrorum mira praestantia, et amabilis morum aequabilitas, dplcissima denique illius Caeli clementia, quod nec tetra noctium calígine, glacie, ac nive fere perpetuis per hie-· mem riget; neque intolerandis Solis ardoribus torret per aestatem, vos maxime alliciunt, immo etiam ( ut ita dicam) nolentes impellunt? ad humaniores ·nempe literas, latinitatis praesertim cum in prosa, tum in

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y señaló con tan abundosa liberalidad, que, junto con la benignísima

mansedumbre del aire y preñez riquísima de mieses y frutos más allá de lo que el deleite encareciendo puede pedir, os adornó además de generoso ánimo e irreprensibles costumbres y aptitud e ingenio para todas las formas del saber. ¿ Para qué enumerar cuantos varones insignes han otrora de entre vosotros surgido y surgen aún, a los cuales, en los templos, en las aulas, en el mérito del saber y en el ejercicio de las armas, vuestro nuevo mundo ha hecho obsequio de veneración como a oradores elocuentísimos, sublimes teólogos, sutiles filósofos, sabios jurisconsultos, capitanes invictos y prelados y pastores dignísimos? ¿ Quién pretenderá ignorar en cuántos varones aquella insigne Real y Pontificia Universidad de México, Liceo americano de todas las ciencias, semillero de esclarecidos próceres, en cuántos varones, digo, no se ha ennoblecido siempre y aun hoy día se ennoblece, como son sus doctores y maestros, bajo cuyo enseñamiento lo más apurado y escogido de la juventud, en todas las disciplinas informados y ejercitados en los esplendores de las grandes artes, prosperan con igual grandeza en los más altos honores, a fin de dar lustre con su erudición y doctrina a la república de las letras? Tenéis, por cierto, en los anales de México, grandes nombres de aquellos varones, eterna gloria de la patria y esplendor supremo de aquella Universidad, cuya memoria jamás obscurecerán los años. Tales son los Dávila-Padillas, los Sigüenzas, los A/arcones, los Rojas, los Núñez, los Nietos, los Eguiaras, los Seguras, los Villas, Lascanos y Portillos, y muchísimos otros, a quienes, o bien la excelencia de su doctrina los encumbró de entre vosotros a las más altas cimas del honor, o bien por la edición dé sus obras, riquísimas en todas la'S formas del saber, aun entre las naciones extranjeras la fama consagró con la inmortalidad. ¿ Cómo no revocar a la memoria laquellos como Casadús, que en el .desempeño de embajadas nobilísimas en las cortes europeas granjearon para la Universidad de México y para nuestra ciudad una gloria inmortal; o aquellos como Vértiz, que, aun embargados por el ejercicio del supremo gobierno, se hicieron insignes por sus merecimientos en el ejercicio glorioso de las armas, y que siempre serán el máximo decoro de su ilustrísima familia y, sin duda, de toda nuestra raza? Al renovar en vosotros la memoria de todas estas cosas, y al tratar de proponeros en Abad un dechado reciente y casi familiar de genti· leza latina y de elegantísima poesía, ¿ no conseguiré a buen seguro encenderos de especial manera en el amor de estos estudios, a los cuales la admirable excelencia de vuestro ingenio y la amable igualdad de vuestras costumbres y, por último, aquella dulcísima mansedumbre de cielo que ni durante el invierno se embravece con torpes sombras de noche y fríos y nieves verdaderamente sin mengua, ni durante el verano 1e abrasa con no sufribles ardores del sol, os convidan mayormente y,

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ligata oratione culturam, quae in amoenissimum, omnibusque delíciis affluentem campum vos deducet, et caeterarum omnium scientiarum adyta patefaciet. Ea nempe muniti in augustissima eloquentiae et Sacrae, et Civilis Sanctuaria penetrabitis: quo quid sublimius, quid adolescente liberaliter instituto dignius, quid ad patrium splendorem augendum aptius reperire fas est? Hoc uno studio instructus Marcus ille Tullius horno, ut de se ipse fatetur, novus in Republica, ac nullis maiorum imaginibus, nulla generis claritate conspicuus; ad supremum · tamen gloriae fastigium, atque amplissimos in Senatu honores evectus est: et quam Camilli, Scipiones, Marii, Pompeii, Caesares, aliique invicti Duces, nobilissima stirpe, ac bellica virtute clari, sibi, ac Pop. R. illustribus victoriis gloriam pepererunt; eandem ille, immo et maiorem, diuturniorem certe, sola eloquentiae maiestate, propeque divino dicendi genere in potentissimo Populo sibi comparavit. Agite igitur, Mexicani, Iuvenes, in idque totis viribus incumbite, ut puram, tersamque latinitatem e Tulliano potissimum fonte, caeterisque aetatis aureae Principibus petitam, s€rio, et constanti studio, multorumque annorum labore, et perseverantia possideatis. Id enim a vobis in primis carissima Patria expectat, ut quas in eius sinum, opes plenis natura manibus profudit, preciosiores apud exteras Gentes efficiatis: Id familiarum vestrarum dignitas exigit; sic enim avitam gloriam, maiorumque decora virtute parta, hoc etiam clarissimo honore auctam, posteris vestris magis, magisque augendam ~ereditatem relinquetis: Id denique Religio Sancta postulat, ut hoc potentissimo gladio muniti, illius hostes, novis semper armis instructos, ac literarum saepe insolentia praeferoces infringere, ac debellare, eorumque sacrilegos impetus retundere latinae maiestatis splendore, Atticaeque sa:Iuhritate dictionis feliciter possitis. Quod si amoeno huic humaniorum literaf11m studio, assiduam etiam Scripturarum sanctarum lectionem adhibeatis; Deus immortalis I quem vobis ditissimum thesaurum, inexhaustumque verae, ac germanae eloquentiae flumen comparabitis? "In eis nimirum, ut cum Cypriano loquar, ª a Libr. de Spectaculis.

PRÓLOGO Y ELOGIOS ORIGINALES

más aún, por así decirlo, como que sin quererlo vosotros, os atizan a ello?, esto es, a la más clásica literatura y, sobre todo, a la cultura latina que, ya en la prosa, ya en la cadencia del verso, os lleva como de la mano al campo del deleite donde moran convenidos todos los contentos, y os da paso franco a lo secreto de todas las demás ciencias. Al resguardo de esta cultura latina, adelanteréis hasta los nobilísimos santuarios de .la elocuencia sagrada y profana, comparado con lo cual, ¿ qué cosa se puede hallar más allegada en grandeza, cuál mayor en decoro para un joven noblemente educado, y cuál más acomodada para acrecentar el esplendor de la patria? A esta sola disciplina aplicado, aquel hombre, Marco Tulio, como de sí mismo confiesa, recién aparecido en la República, sin antecedentes ningunos de padres hazañosos, ni señalado por grandeza alguna de linaje, se levantó, no obstante, a la más alta cumbre de la gloria y granjeó en el Senado los más dignos honores; y aquella misma gloria que los Camilos y Escipiones y Marias y Pompeyos y Césares y otros invictos capitanes esclarecidos por su nobilísima estirpe y por su ardor militar acarrearon para sí y para el pueblo romano, aquel hombre, en el seno de ese poderosísimo pueblo, la consiguió por igual y no sólo, sino más duradera, por cierto, con la sola majestad de la elocuencia y con aquel modo casi divino de hablar. Haced, pues, empeño, jóvenes, mexicanos, y gastad en ello todos vuestros esfuerzos, para que con estudio perseverante y serio y con el trabajo y el paso de los años, hayáis como vuestra una latinidad tersa y pura, acarreada principalmente del manantial ciceroniano y de los otros príncipes de la edad de oro. Esto es lo que de vosotros espera nuestra patria amadísima, de suerte que los tesoros que la naturalezá a manos llenas derramó en su seno, enriquecidos, los saquéis a la luz ' e las demás naciones. Esto es lo que reclama la dignidad de las familias vuestras. De esta manera, la gloria de nuestra raza y la grandeza de vuestros mayores, ganadas en el campo del valor, las dejaréis en las manos de vuestra posteridad como una herencia que, acrecentada ya con estas lumbres de gloria, se vea por ellos más y más enriquecida. Esto es, en fin, lo que nuestra religión santa reclama, para que validos d.e esta espada potentísima, podáis con feliz suceso poner en abatimiento y quebranto sus enemigos, provistos sin cesar de novedosas armas y engreídos y arrogantes muchas veces con la mezquindad de su cultura, y reprimir sus asaltos sacrílegos con el esplendor de la majestad latina y con el ático decoro del estilo. Que si a este sabroso estudio de clásicas humanidades juntáis, además, la diligente lectura de las Escrituras santas, ¡ Dios inmortal!, ¿ qué tesoro sin suelo y caudal no fenecible de elocuencia más escogida y pura no ganaréis para vosotros? En ellas, por cierto, para usar las palabras de Cipriano, ª

• Lib. "De los Espectáculos."

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condigna Fidei spectacula invenietis: videbitis instituentem Deum mundum suum, et cum caeteris animalibtis HoJDinis illam dignam fabricani, melioremque facientem: spectabitis mundum in delictis suis, iusta naufragia, piorum praemia, impiorumque supplicia: maria populo siccata, et de petra rursus maria porrecta: spectabitis de Caelo descendentes messes, non ex aeris: inspicietis flumina transitus siccos, refraenatis aquarum agminibus, exhibentia: Fidem cum igne luctaritem, Religione superatas feras, et in mansuetudinem conversas intuebimini." In sacris itidem libris magnificos Divinae Sapientiae fatus, augustaeque ac verae sublimitatis speciem, frustra alibi quaerendatn, abunde reperietis: Quae pro'fecto Aemilium Apam,ensem, Dionysium Longinum, aliosque Deorum inanium cultui, foedaeque superstitioni addictos ita perculit, ut nobilem sententiarum maiestatem, planeque divinum, et sua simplicitate nitentem figurarum splendorem saepius admirarentur. Et sane praecipuus hic semper, uberrimusque fuit Abadio fons, unde magnificas illas, ac digna gravitate plenas formas, quae in hoc Carmine passim nitent, sese hausisse_ saepius profitebatur: quippe qui cum latinorum Principum non interrupto studio, attentam etiam Scripturarum sanctarum lectionem perpetuo coniunxerat. Eaque propter, Iuvenes ornatissimi, maius nullum, certiusve amoris mei, gratique erga vos animi pignus offerre possum, quam hoc ipsum praeclarum opus; quod de morienti-s amici manibus inter lacrimas exceptum, et commendatum, vestris sub auspiciis nunc tertio in lucera profero: in eo siquidem et exquisitae latinitatis saporem, et Poeseos sublimitatem, eruditionis delicias, et, quod caput est, sanctissimae nostrae Religionis arcana, quantum homini mortali fas est, pro dignitate expressa, magno quidem vestro emolumento reperietis. Illud igitur aequis animis accipite, assiduaque lectione diu, noctuque evolventes, tanquam scholae, atque educationis librum prae manibus habete; filiis deinde vestris, carisque nepotibus divitiis omnibus pretiosiorem hereditatem in ipso relicturi. Mihi interea illud unum reliquum est, ut quando amici, civisque etiam muneri pro meis viribus satisfeci, Deum Opt. M. orem obtesterque, ut vos incolumes, florentem Patri~, venturamque olim ex vobis Iuventutem ( quae spes altera Mexid est) sospitet, conservetque. Valete. Dabam Bononiae Cal. Iun.

MDCCLXXX.

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" ... hallaréis el más escogido teatro de la fe; veréis a Dios cuando hace su mundo, y con la creación de los demás animales adereza toda aquella fábrica digna del hombre. Contemplaréis el mundo en su pecado, las desgracias justas, el premio de los buenos, las penas ~e los malos, los mares enjutos al paso de su pueblo, y los mares que a su vez manan de la roca; miraréis las mieses que se reciben del cielo y no del suelo; admiraréis los ríos que, recogiendo las cortinas de las aguas, abren árido paso; veréis la fe que lucha con el fuego, y las fieras por la religión vencidas y en mansedumbre apacentadas".

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Hallaréis asimismo en los sagrados libros el habla poderosa de la sabiduría divina y el espejo de la sublimidad verdadera y soberana que en otra parte buscaríais en vano, la cual, por cierto, de tal forma llenó de admiración a Emilio Apamense, a Dionisia Longino y a otros allegados al culto de los dioses vanos y a sus torpes supersticiones, que admiraron siempre en ella la noble majestad de la palabra y la propia sencillez en que brilla el esplendor cabalmente divino de la forma. Y a la verdad que fue ésta para Abad fuente principal y riquísima de donde él, según confesaba con franqueza, apuró aqqellas formas llenas de digna gravedad y grandeza que con abundamiento se ofrecen en este Poema, y más todavía, cuando con no separado estudio había ayuntado siempre los príncipes latinos con la lección atenta de las santas · Escrituras Por todo lo cual, jóvenes nobilísimos, no puedo ofreceros ninguna prenda mayor ni más segura de mi amor ni de mi ánimo bien dispuesto hacia vosotros, que esta misma obra bellísima, que, recibida entre lágrimas de las moribundas manos del amigo, y encomendada ahora _a vuestros favores, la doy por vez tercera a la luz_ de la estampa. Hallaréis en ella, por cierto, con· gran aprovechamiento vuestro, sabor de latinidad exquisita y sublimidad de poesía y delicias de erudición y, lo que es más, los misterios de nuestra religión santísima, expresados con toda la dignidad de que es capaz un hombre mortal. Acoged, pues, esta obra con agrado y favor, y con asidua lectura repasándola día y noche, tenedla a la mano como libro de educación y enseñanza, como que habréis de dejar en él más tarde a vuestros hijos y nietos muy amados una herencia más preciada que todas las riquezas. A mí, entre tanto, una vez que considero haber satisfecho con todos mis esfuerzos mis deberes de ciudadano y de amigo, una sola cosa me resta, rogar con encarecimiento al· Dios soberano y eterno que a vosotros, a nuestra floreciente patria y a las nuevas juventudes que nacerán de vosotros, una esperanza más de México, os conserve sin daño y os guarde. Gozad de salud. _ Bolonia, a primero de Junio de 1780

SPECIMEN VITAE AUCTORIS

Multorum votis expetita tandem pródit in lucem tertia, eaque postuma editio praeclarissimi Poetae Didaci Abadii, seu I a,eobi Iosephi Labbe, quo se ille nomine celatum voluit duabus primis editionibus. Vix ille quidem, magna Iatinae Poeseos iactura, e vivís excesserat, amici complures, gnari, eum supremis vitae suae diebus quinque nova Carmina, eodem prorsus stilo, argumentique maiestate primo Operi addidisse; quin et editis iam Carminibus, tertio ad limam revocatis, alia non pauca hin.e illinc inserenda reliquisse; me, quem penes MSS omnia reperiebantur, etiam, atque etiam instare, im.mo et, symbola collata, urgere, ut in universum Opus tertio edendum, quanta maxima possem diligentia, incumberem; et·absolutissimum Carmen, insertis opportunis locis novis additionibus, publici iuris facerem: Id a me amicitiae, communis Patriae, ac Religionis iura, quicquid, nempe sacrosanctum apud homines est, omnino exigere. Adeo igitur iustis amicorum votis, meoque muneri facturus satis operi me accinxi, nullo alio sane labore, nisi ut quae nova, eaque dispersa additamenta Abadius reliquerat, in unum cogerem, collatis numeris ordinarem, ordinataque in suum quaeque locum aptarem opportune. Quibus peractis, in duas partem divisam, Lector Benevole, editionem tibi offero: alteram de Deo, de Christo D. alteram. Anteavero quam de toto universim Opere quae praemonenda sunt, loquor, Auctorem ipsum inspicere, deque ipsius vita, moribus, studiis, quantum locorum longinquitas patitur, nonnulla praelibare operae .pretium existimavi. Didacus iosephus Abadius honestis, et copiosis Parentibus maximus natu Filius editus est, Calendis Iun. an. S. MDccxxvu in Paterno praedio prope Oppidum Novae Hispaniae, .quod Vallisoletanam ditionema Guadalaxarensi disterminat, nomine Xiquilpan. Et primam quidem pueritiam apud A viam egit, quae ab uberibus Matris avulsum Infantem domum asportavit: nimirum Filiis, Filiabusque quo decebat honore, iam pridem collocatis, orbitati suae solatium in Nepotis carissimi educatione habitura. Eam vero ah ipsa disciplinam Abadius nactus est, quam Dionysius olim Longinus excelsis quibusque mentibus praeoptaba.t:

NOTICIA BIOGRÁFICA DEL AUTOR

Para satisfacción de los deseos de muchos, Sale a la luz, finalmente, la tercera y póstuma edición del poeta ilustrísimo, Diego Abad, o Jacobo José Labbé, nombre con que quiso velarse en las dos primeras ediciones. Apenas, pues, fallecido con menoscabó no comparable de la poesía latina, sus muchos amigos, sabedores de que en los días postreros de su vida había agregado a la primera obra cinco nuevos cantos con igual estilo y con igual argumento y majestad, y que, más aún, había dejado otras cosas no pocas para incluirlas en los cantos ya editados y por vez tercera sujetos al rigor de la lima; hicieron hincapié; más aún, allegados los costos, me urgieron a que con la mayor diligencia que pudiese me dedicase a editar por vez tercera la obra completa, para que tan acabado Poema, enjeridas las adiciones en los lugares oportunos, lo diese a la luz. Esto reclamaban de mí los derechos de la Religión, de la patria común y de la amistad, que es cuanto de más sagrado entre los hombres se estima. Así pues, me di a la obra para dar satisfacción cabal a mi deber y a los justos deseos de mis amigos, sin otra fatiga, en verdad, que la de juntar en un todo las nuevas y .dispersas ediciones que Abad había dejado, por las cifras dadas orde~ ff narlas y, una vez ordenadas, darles acomodo en su lugar propio y oportuno. Hecho lo cual, lector benévolo, te ofrezco esta edición dividida en dos partes-, la primera de Dios, de Cristo Señor la otra. Antes, pues, de hacer las advertencias que deben anteceder a toda la obra en general, juzgué muy provechoso hacer una consideración del _mismo autor y dar una breve noticia de su vida, costumbres y estudios, en cuanto la distancia de los hechos lo permite. Diego José Abad, primogénito de · ricos y piadosos padres, nació -el primero de junio del año de nuestra salud 1727, en la finca paterna, · cercana a un pueblo llamadoliquilpan, el cual hace término a la jurisdicción de Valladolid con la de Guadalajara. Pasó los primeros años · de su infancia con su abuela, quien, arrancándolo de los pechos de su madre, lo llevó a su casa, para tener en la crianza de su queridísimo nieto consuelo de la privación de sus hijos, casados ya, con la decencia , y decoro necesarios, muchos años hacía. De ella aprendió Abad aquella disciplina · que Dionisia Longino anhelaba para todo espíritu noble:

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liberalissimam, et ( quantum Christianis moribus fas est) indulgentem, generosam, qua scilicet sublimiora puerorum ingenia instructa altius assurgere, et magnanima semper cogitare assuescerent: interdum quippe nimio timore, ac severitate oppressa, quasi vilescunt, et ad· servilia solum inclinant, propriae oblita dignitatis. Id unum ex ea educatione cepit detrimenti, quod ipse postea, grato tamen semper erga Aviam animo, subinde lamentabatur: quod tanta indulgentia, ac benignitate a puero habitus, non satis ad patientiam eruditus esset; neque ad labores, et durissima, quae deinceps sibi supervenerunt incommoda, ut vellet, occalluisset. Septennium praetergressus, cum magnae illius mentís scintillae identidem emicarent, evocatus a Patre domum est, ut studiis illis, quibus prima aetas impertiri debet, mature erudiretur. Cum autem in natali solo rari invenirentur Praeceptores, aut certe non optimi; longe eos acciri Pater iussit, eisque informandum Puerum tradidit; nequa erumpenti Filii ingenio, atque uberrimos promittenti fructus, cultura deesset. Et sane singularis beneficii loco numeravit semper Abadius paternam hanc de se sollicitudinem: cui perpetuam illam in studio constantiam, amoremque disc~ndi, quem ad extremum usque vitae retinuit, debere fatebatur. Primis Grammatices rudimentis domi, nec sine laude, perceptis, ratus haud immerito Pater, felicius multo, uberiusque ín publica palaestra, quam in privato ludo Filium exercendum, eum a complexu Matris, suorumque avellere, Mexicumque deducere, opportunum existimavit. In qua nimirum, ut pote totius Novae Hispaniae Urbe Príncipe, et Doctorum copia, et Auditorum frequentia literarum studia quam maxime florerent; tum ad omnes scientias, et ad bonos item mores praecipuae N obilitatis Ádolescentes in Collegiis accuratissime imbuerentur. Hic igitur ad D. Ildefonsi Collegium ínter Alumnos adscriptus Abadius, quod reliquum erat Grammaticae, tum Poeseos, Rhetoricesque stadium ita confecit, ut memoriae facilitate, atque ubertate ingenii aequales suos longe anteire, ac Prínceps omnium facile haberi iam tum merito coeperit. Grammatica eo 'modo absoluta, nondum duodecennis, Philosophiam aggressus est, peregitque maxima laude: paucisque deinde interiectis mensibus, cum aetatis suae annum quartum decimum explevisset, mundo nuntium remittere, seque totum Deo uni in Soc. Iesu consecrare optavit, ac voti compos effectus est. Incredibile est, quanto

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liberalísima; en cuanto las costumbres cristianas lo consientan, indulgente; generosa, esto es, de suerte que por ella enseñadas las mentes mejor dispuestas de los niños, cobren usanza a levantarse a más encumbrados empeños y a concebir pensamientos mejores; en tanto que afligidas por un temor y severidad excesivos, como que se pervierten y derrotan a lo bajo, con olvido de su propia dignidad. De aquella educación, en sola una cosa padeció menoscabo, de lo cual él mismo se quejaba después, aunque con gratitud hacia su abuela: que tenido desde niño en medio de tanta benignidad e indulgencia, hubiese sido tan escasamente educado para el sufrimiento, y no encallecido para los trabajos y penalidades que le sobrevinieron al cabo. Cumplidos los siete años, como brillasen ya eiitonces la:s lumbres de su grande talento, 'fue llamado a casa por su padre, para ser oportunamente impuesto en los estudios que a su temprana edad correspondían. Pero como en su pueblo natal se hallasen escasos maestros o en realidad no muy buenos, su padre mandó llamarlos de otras partes, y les encomendó la educación del niño, a fin de que por ningún motivo a los primeros asomos del ingenio de su hijo, que tan crecidos frutos prometía, se les privase de cultura. Y en verdad que Abad miró siempre como beneficio singular esta solicitud de su ·padre, a la cual se· confesaba deudor de aquella no acabable constancia en el estudio y amor de aprender que conservó hasta lo postrero de su vida. Recibidos en casa, y no sin éxito, los primeros elementos de la gramática, sabedor de ello su padre, juzgó oportuno, y con razón, excusar al hijo de las ternuras de la madre y de los suyos, y llevarlo a México, para que se ejercitase no en el estudio doméstico, sino en la pública palestra con mayor felicidad y mejor fruto. En aquella ciudad, por ser la principal y cabecera de toda la Nueva España, y por la abundancia de maestros y la muche/ ~ 1.::) 1 ·,,·,

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illi est quidquid eris, seu Rex, sive ínfima plebes. Quidquid sint homines, coram illo nil sumus omnes. e Non quid quis fuerit; sed quid quisque egerit unus expendit: libransque aequato examine lances, praemia pro meritis, aut poenas cuique rependit. d Fert equidem dextra palmas, ensemque sinistra; · Omnipotens sed utraque manu ·est, multoque cruore ebrius ardet adhuc, sitiensque est sanguinis ensis. e Illius ad nutum volat atra, t et iussa facessit mors: idcirco homines aequo pede proterit omnes, et nihil Heroas, Reges nihil illa veretur. Non equidem abripitur, non excandescit in horas, g non hominum Deus. Expectat, procrastinat ultro tardus vindictam. Sed enim implacabilis ultor prorumpit tandem, et quas dudum continet iras, effundit. Veluti indignatur, et aggere rupto, h ~uo stagnabat iners olim, et sine murmure, tandem ingens praecipitat spumoso gurgite flumen, secum iram, stragemque ferens, sonitumque, metumque, et certam silvis, gregibusque, virisque ruinam.

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e Omnes gentes quasi non sint, sic sunt coram eo, et quasi nihilum, et inane reputatae sunt ei. Isa. 40, 17. d Reddet unicuiciue. secundum opera eius: Rom. 2, 6. e Inebriatus est in caelo gladius meus ... gladius Domini repletus est sanguine, incrassatus est adipe. Isa. 34, 5-6. f Ante faciem eius ibit mors. Hab. 3, 5. ll Numquid irascitur per singulos dies? Ps. 7, 12. Expectat Dominus, misereatur vestri. / sa. 30, 18. hQuasi fluvius vio1entus, quem spiritus Domini cogit. Isa. 59, 19.

Expendit: libransque aequato examine lances. Verso de colores virgilianos : Iuppiter ipse duas aequato examine lances. Aen. XII, 725. 21 Multoque cruore - ebrius. Al mismo intento de Granada: "No temen, cierto, por su peligro, sioo temen por ver en el Juez una tan :grande majestad y saña que bastará para poner en espanto y admiración a todos los cielos." Op. cit., p. 1078. 23 Et iussa facessit. Ac iussa facessunt. Aen. IV, 295. 24 Mors: idcirco homines aequo pede proterit omnes. Muy bella paráfrasis de la cítara horaciana: 18

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que se ufanan los hombres, ante él no se precia. e Dios no pondera la fortuna, mas las obras: nivelando con fiel igualado la báscula, a cada cual reparte los castigos o premios de sus méritos. d Lleva en la diestra palmas, y el sable en la siniestra; mas en entrambas tiene residencia el poder infinito, y hay en ellas embriaguez de sangre. Las iras de su espada no se apagan, y brilla con codicia de venganza. e A una señal de Dios, la negra muerte levanta el vuelo, y da cumplimiento a sus mandatos; t y así, con democrático pie derroca por igual la vida de los hombres, ni se pone a mirar si son héroes o reyes. Dios no se arrebata, ni su cólera corre parejas con el tiempo como suelen los hombres. Espera, y de buena gana pospone y demora su venganza. g Pero no para siempre acalla su justicia; pues al fin _como vengador impaciente, suelta y desata el contenido torrente de sus iras. Como río que se embravece y, venciendo el lecho donde sus aguas se recostaban con quietud y silencio, se desprende con vértigos de espuma, h llevando consigo destrucción y furor, estrépito y pánico, ruina de selvas, exterminio de ganados, mortandad de los hombres. Apenas allá lejos un pastorcico escapa en el casual amparo de la roca, desde e Delante de él, todas las naciones son como cosa que no· vale. Is. 40. 17. d Recompensará a cada cual según sus obras. e Mi espada padece embriaguez... la. espada y de gordura. 1s. 34, 5-6. f La muerte va delante de él. Hab. 3, 5. g ¿Acaso vive enojado? Sal. 7, 12. El Señor vosotros. 1s. 30, 18. h Como torrente impetuoso, empujado por el

si no fueran, y aparecen como

Rom. 2, 6. del Señor está llena de sangre espera, para tener compasión de soplo .del Señor. 1s. 59, 19.

Fallida mors aequo pulsat pede pauperum tabernas regumque turres. Carm. I, IV, 13-14. 28 Sed enim. Construcción elíptica. Cfr. sup. XII, 90 y nota. 30 Veluti indignatur . .. El símil parece reflejo de otro de Virgilio, si bien el pasaje de Abad se precia de valores rítmicos y líricos muy personales y diversos: N 011 sic aggeribus ruptis cum spumeus amnis exiit oppositasque evicit gurg-ite moles, Fertur in arva furens cumuio, camposque per omnes Cf'm stabulis armenta trahit. Aen. II, 496 y ss. 88 Stragemque ferens. Cesura trocaica, semiseptenaria y troqueo cuarto. 84 Selvis gregibusque. Semiquinaria y troqueo cuarto.

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Vix illac Pastor stans forte in vertice rupis, evasit, stragemque oculis exterritus hausit. N ec meminit iacturam civium, pecorumque suorum: nam sibi adhuc horrens totus, montique veretur. Sed nihil ista, nihil. Maiores aggerat iras Omnipotens. Immortales accendier ignes iussit, et angusto, et tenebroso ·carcere condi, 1 qua coit in centrum tellus. Furit intus anhelus ignis, et obstructae horrescunt lugubr1us umbrae. Ne tu hic Tartareum Phlegetonta, amnemque severum, neve puta hic Stygiam tristem, pigramque paludem. Ludiera sunt isthaec. Urunt illi acrius ignes. Maiores multo quam quas finxere Poetae solvuntur poenae. Quaenam sint vera, docebo. Tum cum de nihilo Deus orbem, et cuneta vocabat, Angeli in Omnipotentem conspirare superbi

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i Praeparata est enim ab heri Tophet, a Rege praeparata, profunda et dilatata. Nufrimentum eius ignis, et ligna multa: flatus Domini sicut torrens sulphuris succendens eam. Isa. 30, 33.

35 Vix illac pastor stans forte in vertice rupis ... Ameno símil, muy· cercano a las comparaciones heroicas de la Eneida, y particularmente a ésta: In segetem veluti cum flamma furentibus Austris incidit, aut rapidus montano flumine torrens sternit agros, sternit sata /aeta boumque labores, praecipitesque tráhit silvas; stupet inscius alto accipiens sonitum saxi de vertice pastor. Aen. II, 304-308. 36 Stragemque oculis exterritus hausit. Una expresión de trayectoria virgiliana, que Abad traduce. en una inmensa imagen, pero a su manera, esto es, una ima~ gen que nace desde la fonética y el ritmo. Compárese : Vocemque his auribus hausi. Aen. · IV, 359. ~ Cfr. Aei:i. XII, 946; VI, 559. 39 Aggerat iras. Final virgiliano. Aen. IV, 197. 40 Accendier ignes. Infinitivo arcaico. Cfr.: Accendier ante. Lucr. VI, 901. 41 Iussit et angusto · et tenebroso. Enfáticas aliteraciones. 42 Furit intus anhelus. Furit aestus arenis. Aen. I. 107. 42 Qua coit in centrum tellus. Furit in#us anhelus. 43 lgnis. Abad se atiene poéticamente a la cosmología antigua: Sin ita forte putas ignis terraeqite coire corpus. Lucr. I, 770. 43 Obstructae horrescunt. Imitativos recursos fonéticos. Ver: Nec vanos horret strepitus. Georg. III, 79..

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donde se bebe por los ojos el espantoso daño. Ya no hace cuenta de sus difuntas cabras, pues lleno de temor, sólo mira por conservar la peña de su refugio. Mas nada es esto, nada. El Todopoderoso mayores iras arrima. Manda encender no fenescibles lumbres, y las recoge en angosta cárcel de tinieblas, allí donde la tierra se reúne en su centro. Hay alientos de fuego·, y palpita con temor y lágrimas la prisión de las sombras. 1 No creas que es aquí por donde corre el río de la amargura, el encendido Flegetonte, ni es aquí donde hacen asiento con silencios de muerte las aguas del Estigio. Ésas son cosas de burla. Aquellos fuegos son de verdad amargos. Y mayores suplicios se ejecutan que los que pudo fingir la imaginación de los poetas. Y o te llevaré a la verdad. Cuando Dios entendía en llamar de la nada el mundo y la universidad de las cosas, los ángeles de soberbia que osaron alzarse contra 1 Está preparado desde hace tiempo un Tofet, está destinado al Rey. Ancha y honda es la hoguera, en que no falta paja y leña: el aliento del Señor es como torrente de azufre que la enciende. Is. 30, 33.

44 Phlegetonta. Acusativo griego. Phlegetonta, amnemque severum. Endíadis. El Flegetonte, río del infierno. Cfr. Geórg. III, 37; Aen. VI, 374; Aen. VI, 551; M et. XV, 532. paludem. 45 Stygiam tristem, pigramque Preciosa endíadis, embellecida por el cruzamiento del quiasmo, y ceñida elegantemente al desdoblamiento rítmico del -verso. Veamos el modelo virgiliano: Cocyti stagna alta vides, Stygí,amque pa/udem. Aen. VI, 323. El quiasmo de Abad es más neto, como éste de Lucrecio: Suspensam vestem, chartasque vowntes. Lucr. VI, 114. • _muy clásico: Final docebo. vera, sint Quaenam 48 Causas et signa docebo. Georg. III, 440. Paucis, adverte, docebo. Aen. IV, 116. Quae sit vindicta, docebo. Ov., M et. I, 210. Cfr. : 49 Tum cum. Inicial incisivo del verso, muy del estilo Lucreciano. Nam tum. Lucr. II, 274. Tum cum. lb. III, 681. ~o Angeli in Omnipotentem / conspirare superbi. Merece notarse· cómo Abad sabe correr parejas con la técnica virgiliana más pura y audaz. Omnipotentem. Volumen verbal, indicativo de majestad y grandeza. El verso de Abad, como éste de Virgilio, van trazados con la fórmula abso- ' luta (6 - 6): Panditur interea domus / omnipotentis Olympi. Aen. X, l. Cfr. sup. X, 121; XI, 1, 43.

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ausi, suppliciá haec primum subiere tremenda. j Hi sunt tortores hominum, torquentur et ipsi. Immanes heu ! tortores, queis mille nocendi artes, insidiae rnille, et saevissima semper, et mixta invidiae rabies; quod mitior usque est erga homines Deus, et nec promptas exserit iras, nec simul ut peccant, cogit iam pendere poenas. k Quin ad se ut redeant vocat, invitatque benignus: 1 nec nisi post seram, vult plectere crimina, mortem. Ergo indignantes illi in mi racula rerum , transformant sese. Tigres modo sunt, modoque Ursi, impastique Lupi, atque · ungues, rictusque minaces exsaturant odiis, ululantque, et morsibus haerent. Fit iam qui nuper Tigris de Tigride Vultur, sanguinem edax inhiat miserorum, atque intima tundit viscera, rimaturque epulis, et verberat alis, incumbitque, facitque alto sub pectare nidum. Ast alii induti furias, ac terga draconum, j

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Paratus est diabolo, et Angelis eius. Mat. 25, 41.

k Sustinuit in multa patientia vasa irae apta in interitum. Rom. 9, 12. l Convertimini, et agite poenitentiam ah omnibus iniquitatibus vestris:

erit vobis in ruinam iniquitas. Ezech. 18, 30.

et non

T ortores . . . torquentur. tortores. Hay gran elegancia en tan evocativas anadiplosis, muy aJ uso latino. Pueden compararse con estas afectivas líneas de Virgilio : N octe leves melius stipulae, nocte arida prata tondentur; noctes ... Georg. I, 289-290. 53 Mille nocendi artes. Id. Aen. VII, 338. . 54 Saevissima semper. Saevissima portas. Aen. II, 612. 56 Et mixta invidiáe rabies ... La inspir:i.ción de este pasaje tan brillante _ni... muy cercana de Granada : · ---ce '.'Pues si este enemigo y todos sus consortes son tan fieros, tan inhumanos tan carniceros, tan amigos de sangre, tan enemigos del linaje humano y ta~ , poderosos para dañar ... " Op. cit., p. 1099. .. 67 Pendere poenas. Final virgiliano. Aen. VI, 20. 60 Con un ejemplo como éste podemos apreciar hasta qué punto la poética latina era en Abad sangre propia. Este hexámetro de Abad está construido sobre ~· dos esquemas métricos de Virgilio, y por la misma línea verbal: Virg. : Omnia transformant / sese in miracu/a rerum. Abad: Ergo indignantes / illi in miracula rerum. Virg. : Illi indignantes / magno cum murmure montis. Virg., Georg. IV, 441; Aen. I, 55. 62 Rictusque minaces. Esquema métrico final de Lucrecio: Ultraque minantur. Lucr. V, 386. 52 53

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el Omnipotente, fueron a padecer los primeros tan atroces suplicios. > Éstos son los verdugos de los hombres, y son la propia tortura de si. misrno~. ¡ Inhumanos sayones ! Cómo les sobran mil artes de hacer daño; cómo les sobran mañas, y aquella rabia que atiza la envidia furiosísima de que Dios use de tal blandura con los hombres, ni saque al campo sus prontas iras, ni del sendero del pecado los lleve a la· pena de sus culpas; k sino que muy al contrario, los convide a sí, y los llame con amor a que vuelvan por sus pasos, y no sino después. de la muerte tardía de ellos, se determine a castigar sus delitos. 1.Aquellos enemigos, pues, que digo, llenos de furor, se transforman _en milagros de ira. Son tigres hoy; mañana lobos hambrientos que colman de odio sus garras y de amenazas sus fauces, y aúllan y apascientan su hambre. El tigre de ayer es hoy ávido buitre que codicia con ansia la sangre de aquellos hijos del dolor; hiere su pecho, halla. pasto en sus entrañas, bate las alas, y hace manida y asiento en aquel j Preparado para el diablo y k Contuvo con paciencia los

sus secuaces. Mat. 25, 41. diques de la ira aparejada para la destrucción.

Rom. 9, 12. l Convertíos y haced penitencia de todos vuestros crímenes, para que vuestro, pecado no os lleve a la ruina. Ez. 18, 30. 65 Sanguinem edax inhiat miserorum ... Al pincel abadiano le sobraban colores latinos para darnos estos retablos. infernales : Per tata novem cui iugera corpus porrigitur, rostroque immanis vultur obunco, immortale iecur, tondens f ecundaque poenis viscera,.rimaturque epulis, habitatque sub alto pectare ... Aen. VI, 5%-600. Tum variae eludent species atque ora ferarum: fiet enim subito sus horridus, atraque tigris, squamosusque draco, et fulva cervice 1aeena. Georg. IV, 406-408.

V erberat alis. Final virgiliano. Aen. XI, 756. 68 Ast alii induti furias . .. Un nuevo monstruo, fruto de la imaginación de Abad. Posiblemente inspirado en las pinturas virgilianas, con algo de la Quimera y de la Esfinge. Más allegado 1mrece a las descripcíones de las Furias : Dicuntur geminae pistes cognomine Dirae, quas et Tartaream Nox intempesta Megaeram · uno eodemque tulit partu, paribusque revinxit .serpentum spiris, ventosasque addidit alas. Aen. XII, 845-848. 66

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vipereos stringunt ad pectara, collaque nodos ! Denteque, et attactu, et suffectis sanguine, et igni inspirant oculis saniem, asperguntque venenum. Sed quis, fando, illas queat unquam dicere poenas, aut infanda ullis tormenta includere verbis? Supplicium maius sibi ·sunt, et mutuus horror consortes poenarum ipsi. Discordia pernox accubat, et miseris praecordia ad intima taedas nigro adipe, et putri Furiarum sanguine tinetas subdit, et immortale odium incenditque, fovetque. m Ardentes oculorum orbes truculentior ira efferat, horrificatque immanius: undique atroci