Lingüística histórica de lenguas indomexicanas: hallazgos y discusiones recientes 6073013566, 9786073013567

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Lingüística histórica de lenguas indomexicanas: hallazgos y discusiones recientes
 6073013566, 9786073013567

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Universidad Nacional Autónoma de México Instituto de Investigaciones Antropológicas México 2018

Catalogación en la publicación UNAM. Dirección General de Bibliotecas Nombres: Buenrostro Díaz, Elsa Cristina, editor. | Meléndez Guadarrama, Lucero, editor. | San Giacomo, Marcela, 1977- editor. Título: Lingüística histórica de lenguas indomexicanas : hallazgos y discusiones recientes / Elsa Cristina Buenrostro Díaz, Lucero Meléndez Guadarrama, Marcela San Giacomo Trinidad, (editoras). Descripción: Primera edición. | México : Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Antropológicas, 2018. Identificadores: LIBRUNAM 2022738 | ISBN 978 607 30 1356 7 Temas: Indios de México – Lenguas - Historia. | Lingüística histórica - México. | Filología mexicana. Clasificación: LCC PM3009.L55 2018 | DDC 306.440972—dc23 Primera edición: diciembre 2018 Término de la edición: diciembre de 2018 D.R. © 2018  Universidad Nacional Autónoma de México,    Instituto de Investigaciones Antropológicas    Ciudad Universitaria, Alcaldía Coyoacán, Ciudad de México, 04510    www.iia.unam.mx ISBN:   978 607 30 1356 7 Portada: Víctor Garrido Todos los manuscritos presentados para su publicación en el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la unam son sometidos a un riguroso proceso de dictaminación bajo el principio de doble ciego, conforme a los artículos 22 a 24 del Reglamento del Comité Editorial. http://www.iia.unam.mx/instituto/transparencia/documentosIIA/reglamentoCE.pdf Derechos reservados conforme a la ley. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, la fotocopia o la grabación, sin la pre­via autorización por escrito de los titulares de los derechos de esta edición. Impreso y hecho en México / Printed and made in Mexico

Índice

Introducción. ...................................................................................................... 7 Fonología histórica.......................................................................................... 13 Una mirada al desarrollo fonológico del protochatino.................................. 15 Eric W. Campbell Umlaut y otros procesos de los sistemas vocálicos de las lenguas zapotecas .......................................................................... 39 Rosemary Beam de Azcona Francisco Arellanes Mario E. Chávez Peón Mario Hernández Luna Sofía Gabriela Morales Camacho Carlos de Jesús Wagner Oviedo Una reconstrucción alternativa del protototonaco-tepehua........................... 85 Carolyn J. MacKay y Frank R. Trechsel Sobre la relación histórica entre las vocales laringizadas y las eyectivas en totonaco-tepehua ...................................................... 125 James K. Watters Las vocales finales, los procesos fonéticos finales y mediales en el protototonaco-tepehua: un primer acercamiento................................ 139 Albert Davletshin Prehistoria lingüística.................................................................................... 187 Prehistoria yuto-azteca en torno al contexto mesoamericano..................... 189 Jane H. Hill Retenciones e innovaciones lingüísticas de la rama huastecana (maya), sus implicaciones en el campo de la clasificación y de la interacción con otras lenguas mayas y no mayas....................... 211 Lucero Meléndez Guadarrama

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Filología indomexicana. ................................................................................. 249 Formación de un corpus lingüístico a partir del vocabulario castellano-matlatzinca de fray Andrés de Castro (1557)........................ 251 Etna T. Pascacio Montijo Sintaxis histórica............................................................................................ 283 Una visión “negativa” del cambio sintáctico en los idiomas mayas: el surgimiento de la concordancia negativa en maya K’iche’...................................................................................... 285 Sergio Romero Autores participantes...................................................................................... 301

Introducción La lingüística histórica es la rama de la lingüística que se encarga de estudiar las lenguas a través del tiempo. De manera natural y por múltiples factores lingüísticos y extralingüísticos, las lenguas van experimentando distintos procesos de cambio que traen como resultado variación, y ésta, a su vez, puede conducir a la diversificación de un único sistema en dos o más sistemas lingüísticos distintos. Los procesos y resultados involucrados con la variación diacrónica y sincrónica son temas de interés para la lingüística histórica general. La lingüística histórica es quizá una de las vertientes de estudio menos atendidas por las distintas investigaciones gramaticales en lenguas indomexicanas, pero últimamente ha sido retomada como foco de estudio por parte de diversos lingüistas. Los primeros trabajos de este tipo en las lenguas indomexicanas se limitaron a agrupar en familias lingüísticas las distintas lenguas que se hablan hasta el día de hoy en el territorio nacional. Con base en dichos trabajos, hoy se puede concluir que se hablan aproximadamente 364 variantes o lenguas distintas que, a su vez, pertenecen a once familias lingüísticas (álgica, yuto-nahua, cochimí-yumana, seri, oto-mangue, maya, totonaco-tepehua, tarasca, mixe-zoque, chontal de Oaxaca y huave) (inali 2005). Si bien existe un acuerdo en cuanto a la clasificación lingüística general de las distintas familias, las subagrupaciones dentro de las mismas en varios casos distan de ser un tema resuelto. Justamente, éste es uno de los problemas que se aborda en este volumen, pues cuando se miran con detalle los datos lingüísticos, la organización de las ramas internas puede tomar una configuración distinta entre una y otra propuesta, trayendo como consecuencia cambios en la forma en que entendemos la historia de los hablantes de cada una de las lenguas en cuestión. Este volumen surge a partir de la necesidad de subsanar los huecos significativos en el estudio histórico-descriptivo de las lenguas indomexicanas, tanto en aspectos puramente gramaticales como con respecto a las implicaciones sociales que se desprenden de los resultados de los primeros. Los estudios de lingüística histórica nos ayudan a comprender el estado

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Lingüística histórica de lenguas indomexicanas…

actual de las lenguas, así como su historia evolutiva pero, además, en un sentido antropológico más amplio, el cruce de los resultados con otras disciplinas permite reconstruir una parte de la historia de sus hablantes, de sus dinámicas intra- e interlingüísticas, o bien, de fenómenos areales, entre otras posibilidades. Para conformar el volumen, las editoras convocamos a diversos mesoamericanistas especialistas en materia de lingüística histórica con la idea de abordar tanto el estudio histórico-comparativo de las lenguas indomexicanas (y también de algunas que se extienden más allá de las fronteras de México), como los avances recientes en este campo de estudio. Cada uno de los artículos expuestos aquí fue rigurosamente dictaminado por especialistas en este campo de conocimiento por lo que los resultados presentados en este volumen son producto de una reflexión crítica y bien fundamentada. La organización del libro responde a cuatro ejes temáticos que forman parte de la lingüística histórica, a saber, la fonología histórica, la prehistoria lingüística, la filología indomexicana y la sintaxis histórica. La primera sección es la parte más nutrida del libro y enfoca los estudios de fonología histórica en protozapoteco (otomangue), protototonaco-tepehua y protochatino (otomangue). En segundo término, tenemos dos trabajos relacionados con la reconstrucción prehistórica de dos grupos lingüísticos: el protoyutoazteca y las lenguas huastecanas (maya). Posteriormente, se presenta un trabajo de filología indomexicana aplicada al matlatzinca colonial (otopame) y finalmente, está un trabajo de sintaxis histórica del k’ichee’ (maya). En su trabajo “Una mirada al desarrollo fonológico del protochatino”, Eric W. Campbell presenta una propuesta de desarrollo sobre los cambios fonológicos que ocurrieron del protochatino hacia las lenguas hijas. Con su estudio, el autor realiza importantes contribuciones en el campo de la reconstrucción del protochatino, y avanza en el trabajo preparatorio para reconstruir el protozapotecano. Campbell destaca que la fonología histórica zapotecana es interesante desde la perspectiva de la lingüística histórica general, ya que las lenguas muestran varios tipos de laringización, todas son tonales y hay evidencia de que había interacción diacrónica entre la laringización y el tono en esta familia, aunque este último punto aún no está suficientemente estudiado. Los temas centrales de este capítulo son el desarrollo de las consonantes y vocales del protochatino, así como algunos cambios que involucraron el cierre glotal. En el capítulo “Umlaut (armonía vocálica) en el desarrollo histórico de las lenguas zapotecas”, del grupo de autores compuesto por Rosemary Beam, Francisco Arellanes, Mario E. Chávez Peón, Mario Hernández,

INTRODUCCIÓN

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Sofía Morales y Carlos Wagner, se propone la existencia de una sola vocal posterior en el protozapoteco, i. e., la *o, postura que contrasta de manera importante con las observaciones de otros autores. La hipótesis se confirma con datos de 19 variantes modernas, incluyendo varias que no habían sido previamente documentadas; también se proponen otras líneas de evolución vocálica a partir de *e, *i y *A, y se proponen modificaciones a algunas protoformas en particular. Así, con este trabajo se elimina definitivamente la *u del inventario fonológico del protozapoteco que se ve reducido a cinco timbres contrastivos: cuatro bien determinados /i, e, a, o/ y otro timbre de identidad todavía no especificado en detalle, *A, el cual es reflejo de la *ã del protozapotecano. Los artículos de Carolyn MacKay y Frank Trechsel “Una reconstrucción alternativa del protototonaco-tepehua” y de James Watters “Sobre la relación histórica entre las volcales laringizadas y las eyectivas en totonacotepehua” resultan de gran interés para este volumen ya que nos ofrecen dos posturas de análisis totalmente distintas sobre un mismo fenómeno. Ambos apuntan hacia la reconstrucción fonológica del protototonaco-tepehua y el debate se centra en la argumentación para definir si la protolengua tenía vocales laringizadas o bien consonantes glotalizadas. La posición de Watters es más conservadora, en el sentido de que apoya lo que ya venían diciendo otros investigadores, es decir, que la lengua tenía vocales laringizadas y que la glotalización es una innovación de las lenguas tepehuas. MacKay y Trechsel presentan una propuesta alternativa en la que defienden que la protolengua tenía consonantes glotalizadas y lo argumentan con una perspectiva comparativo-tipológica. Con estos dos trabajos resulta evidente que las discusiones en torno a la lingüística histórica de las lenguas de México están lejos de haberse concluido y que la manera de argumentar por una postura u otra es de gran importancia para llegar a una conclusión adecuada. Complementando la discusión en torno a la reconstrucción fonológica de la familia totonaco-tepehua, en el trabajo “Las vocales finales, los procesos fonéticos finales y mediales en el protototonaco-tepehua: un primer acercamiento”, Albert Davletshin presenta una descripción del sistema de las vocales finales y los procesos fonéticos relacionados con las mismas en el contexto de final de frase en dos variantes del tepehua de Pisaflores (tepehua de Pisaflores y tepehua de San Pedro Tziltzacuapan) y en dos lenguas totonacanas (totonaco de Filomeno Mata y totonaco de Apapantilla). A partir de un estudio de fonología histórica, el autor propone una reconstrucción alternativa a otros trabajos recientes respecto a las vocales

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Lingüística histórica de lenguas indomexicanas…

finales de final de frase en protototonaco-tepehua y discute su desarrollo en las lenguas actuales seleccionadas. El autor concluye su trabajo con una propuesta de reconstrucción de procesos finales ligados a las vocales finales, así como procesos mediales correspondientes a la frase fonética en el protototonaco-tepehua. El capítulo “Prehistoria yuto-azteca en torno al contexto mesoamericano” de Jane Hill ofrece un avance de datos nuevos en cuanto a la hipótesis de un origen mesoamericano de la familia lingüística yuto-azteca. Asimismo, presenta un resumen con las hipótesis alternativas recientemente planteadas sobre este tema. Simultáneamente, esboza los puntos principales de la hipótesis de origen mesoamericano y menciona algunas de las críticas más importantes. Posteriormente, aborda el tema de la posible presencia de mesoamericanismos en lenguas yuto-aztecas ubicados en los márgenes de la distribución geográfica de dicha familia (aquellos elementos léxicos que se han identificado previamente como préstamos que circulan en los idiomas mesoamericanos). En el capítulo “Retenciones e innovaciones lingüísticas de la rama huastecana (maya), sus implicaciones en el campo de la clasificación y de la interacción con otras lenguas mayas y no mayas” de Lucero Meléndez se muestra un análisis en torno a las características gramaticales de las lenguas huastecas que las hacen tan peculiares dentro de la familia lingüística maya. Entre los aportes de este trabajo están, por una parte, la presentación de datos morfológicos, sintácticos y léxicos y, por otra, una correlación de datos lingüísticos con datos arqueológicos que apoyan la hipótesis de que el huasteco se separó de las demás lenguas mayas durante el periodo Preclásico y que se mantuvo relativamente aislado del resto de los miembros de la familia lingüística maya. Etna Pascacio ofrece una propuesta metodológica para la "Formación de un corpus lingüístico a partir del vocabulario castellano matlatzinca de fray Andrés de Castro (1557)", una fuente colonial en lengua indígena. En su trabajo, la autora vincula herramientas de la filología indomexicana, de la lingüística misionera y de la lingüística histórica. La discusión permeada a lo largo del documento se centra en destacar la relevancia de conocer la fonología, la morfología y la sintaxis, así como aspectos semánticos de las lenguas involucradas en cada registro colonial para poder hacer una interpretación gráfica de los sonidos representados, delimitar la frontera de palabra, reconocer núcleos morfológicos, rastrear significados desplazados o malinterpretaciones semánticas, o bien, para reconocer los constituyentes sintácticos registrados en los mismos.

INTRODUCCIÓN

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En el capítulo “Una visión ‘negativa’ del cambio sintáctico en los idiomas mayas: el surgimiento de la concordancia negativa en maya K’iche’ ”, Sergio Romero aborda un tema poco estudiado en lingüística histórica de las lenguas mayas, pero también en el resto de las lenguas indomexicanas, a saber, la sintaxis histórica, lo que ya de por sí es una contribución importante. En su análisis, sostiene que en K’iche’ la concordancia negativa presenta un fenómeno de duplicación muy peculiar con respecto a otras lenguas en el que el negador mismo, y no un elemento de concordancia negativa, se repite después de cada componente sintáctico a la derecha del negador. Su análisis muestra que, a menor edad, mayor es la marcación de la doble concordancia, por ello concluye que se trata de una innovación que inició alrededor de ochenta años atrás y que la función de la concordancia negativa en esta lengua es de orden pragmático al marcar una negación enfática. Así pues, las contribuciones presentadas en este volumen son un valioso aporte en cuanto a diversos aspectos de la gramática de distintas lenguas mesoamericanas, lo que más tarde puede ser retomado para otros estudios descriptivos sincrónicos de dichas lenguas y, al mismo tiempo, pueden servir como referencia en el complejo camino de la reconstrucción de la historia de sus hablantes. Sirva el presente libro para incentivar la producción de nuevos trabajos históricos de otras tantas lenguas indígenas mexicanas que no han sido descritas en el eje diacrónico, y que las posturas académicas presentadas en el mismo motiven el debate sobre diversos temas de las lenguas sobre las que ya se han iniciado este tipo de estudios.

Fonología histórica

Una mirada al desarrollo fonológico del protochatino1 Eric W. Campbell2

Introducción El objetivo principal de este trabajo es presentar los cambios fonológicos que occurrieron en el protochatino. El chatino es un grupo de lenguas genealógicamente relacionadas, que se hablan en unas veinte comunidades situadas en la Sierra Madre del Sur en la parte suroeste del estado de Oaxaca, México, en los distritos de Juquila y Sola de Vega (Cruz y Woodbury 2014). El chatino está estrechamente emparentado con el zapoteco, un grupo de lenguas vecinas que tiene más diversidad interna con mayor extensión geográfica. El chatino y el zapoteco forman la familia zapotecana del tronco lingüístico otomangue (Mechling 1912; Boas 1913). Existen varios trabajos sobre la reconstrucción del protozapoteco (Swadesh 1947; Suárez 1973; Benton 1988; Fernández de Miranda 1995; Kaufman 2016) y algunos sobre la reconstrucción del protochatino, aunque son menos extensos (Upson y Longacre 1965; Campbell y Cruz 2010; Campbell y Woodbury 2010; Campbell 2013). Sin embargo, todavía no se ha realizado ningún trabajo comparativo profundo con el protozapotecano, es decir, un estudio que compare el chatino con el zapoteco para entender la fonología

1

2

Ante todo, agradezco mucho a Tranquilino Cavero Ramírez por su colaboración en la documentación y estudio del chatino de Zenzontepec y también a Flor Cruz Ortiz. Doy gracias a Terrence Kaufman, Ryan Sullivant, Stéphanie Villard y Anthony Woodbury por compartir sus datos, a Gabriela García Salido y Etna Pascacio por su ayuda en la redacción de varias versiones de este artículo y a Lucero Meléndez por organizar el IV Coloquio Internacional de Lingüística Mauricio Swadesh. Este trabajo fue apoyado en parte por las becas IGS0080 y MDP0153 del Hans Rausing Endangered Language Programme (ELDP) en la Universidad de Texas en Austin. Universidad de California, Santa Bárbara.

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Eric W. Campbell

histórica durante el periodo en el que las dos ramas se empezaban a diversificar y se separaban más y más. Kaufman (2016) toma en cuenta algunos datos del chatino en sus reconstrucciones protozapotecas y concluye que la contribución principal que ofrece para la reconstrucción del protozapotecano es la conservación de la nasalidad vocálica. Además de la falta de nasalidad vocálica, Kaufman considera que no había mucha diferencia entre el protozapoteco y el protozapotecano, por lo menos en su sistema fonológico no tonal. Los resultados del presente estudio muestran una línea semejante con respecto a dicha conclusión. Mientras que el protozapoteco no se diferenciaba mucho del protozapotecano en su fonología, el protochatino sí presentaba bastantes cambios. Dos de los factores que probablemente dieron lugar a este hecho son su innovación y diversidad. Primeramente, el chatino sufrió varios cambios fonológicos que fomentaron una reestructuración de su sistema fonológico, es decir, el protochatino era más innovador que el protozapoteco. El segundo factor es que las lenguas chatinas son menos diversas (Campbell 2013) que las lenguas zapotecas (Smith Stark 2007), y es probable que el protochatino haya empezado a diversificarse recientemente. Este segundo factor nos permite plantear que probablemente el periodo que podemos llamar protochatino duró más tiempo que el periodo que podemos llamar protozapoteco (figura 1). Al durar más tiempo, el protochatino pudo sufrir más cambios que el protozapoteco. Así pues, volvemos al objetivo principal de este trabajo: investigar el desarrollo fonológico del protochatino.

protozapotecano

El periodo que se aborda en el estudio

protozapoteco

protochatino

Figura 1. El periodo del protochatino.

Una mirada al desarrollo fonológico…

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Otros objetivos del presente trabajo son ampliar la reconstrucción del protochatino y avanzar el trabajo preparatorio para reconstruir el protozapotecano. La fonología histórica zapotecana es interesante desde la perspectiva de la lingüística histórica general, ya que las lenguas muestran varios tipos de laringización, todas son tonales y hay evidencia de que había interacción diacrónica entre la laringización y el tono en esta familia, aunque este último punto aún no está suficientemente estudiado. La organización de este artículo es la siguiente: en el primer apartado se identifican las fuentes de datos y algunos aspectos metodológicos. El desarrollo de las consonantes del protochatino se trata en el segundo apartado, y el desarrollo de las vocales se trata en el tercero. En el cuarto apartado se identifican algunos cambios que involucraron el cierre glotal y algunas correspondencias que lo involucran, siendo éstas aún problemáticas. Por último, se presentan el resumen y las conclusiones.

Los datos Para investigar el desarrollo del protochatino se presentan palabras cognadas de tres variantes chatinas y reconstrucciones protochatinas basadas en ellas. Las variantes modernas comparadas son el chatino de Santa Cruz Zenzontepec, el de Tataltepec de Valdés y el de San Marcos Zacatepec.3 Estas tres variantes representan las tres divisiones genéticas del chatino reconocidas por Boas (1913) y propuestas por Campbell (2013). El chatino de Zacatepec pertenece al grupo chatino oriental. El chatino oriental consta de unas quince variantes estrechamente emparentadas (Boas 1913; Cruz 2011; Cruz y Woodbury 2014) y junto con el chatino de Tataltepec forman la subagrupación del chatino costeño (Campbell 2013). La figura 2 muestra la distribución y la clasificación de algunas variantes del chatino. Los datos del chatino de Zenzontepec presentados en este trabajo provienen de Campbell y Carleton (en prensa) y el trabajo de campo propio del autor. Los datos del chatino de Tataltepec provienen de Sullivant (2014; y comunicación personal) y los datos del chatino de Zacatepec son de Villard y Woodbury (2012; y comunicación personal), Woodbury (2013) y Villard (2014).

3

Los códigos ISO 639-3 correspondientes a las lenguas chatinas presentadas en este trabajo son los siguientes: Zenzontepec (czn), Tataltepec (cta) y Zacatepec (ctz).

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Eric W. Campbell

Figura 2. Distribución y subagrupación de algunas variantes chatinas (Campbell 2013).

Algunas de las formas reconstruidas para el protochatino son nuevas y otras provienen de Campbell (2013) o Campbell y Cruz (2010). La reconstrucción de los tonos en el protochatino todavía es preliminar, pero se basa en Campbell y Woodbury (2010). Cuando la reconstrucción tonal no está clara, se da la forma protochatina entre corchetes. Las formas reconstruidas del protozapoteco son de Kaufman (2016). Aunque este trabajo no incluye datos primarios, entre las varias reconstrucciones del protozapoteco existentes es el más extenso y de mayor calidad.

Apuntes metodológicos Se comparan las reconstrucciones léxicas protochatinas presentadas aquí con el protozapoteco (según Kaufman) para determinar cómo era el protozapotecano y de esta manera mostrar cómo tuvo que haberse desarrollado el protochatino. Asumo que la clasificación interna del chatino de Campbell (2013) es correcta, y por eso, cuando el chatino de Zenzontepec coincide con cualquier otra variante chatina respecto a alguna isoglosa, es posible reconstruir este

Una mirada al desarrollo fonológico…

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patrón o lexema para el protochatino, a menos que haya evidencia de que una de las formas sea préstamo de una variante a otra. Siguiendo la misma lógica, cuando una variante o más del chatino coinciden con el protozapoteco respecto a alguna isoglosa, se considera que esta forma es la conservadora y heredada del protozapotecano. Asimismo, doy por hecho que las reconstrucciones protozapotecas de Kaufman (2016) son correctas.

El desarrollo de las consonantes protozapotecanas en el protochatino

El desarrollo básico de las consonantes: cambios no condicionados El cuadro 1 presenta el desarrollo básico de las consonantes del protochatino. Según Kaufman (2016), las consonantes del protozapoteco eran iguales a las del protozapotecano, y cuando el protozapoteco se diferencia del protochatino es que este último refleja una innovación. En el cuadro 1, la glosa se presenta en la primera columna, seguida por las palabras cognadas en las tres variantes chatinas, Zenzontepec (ZEN), Tataltepec (TAT) y Zacatepec (ZAC), y por la reconstrucción protochatina (pCh) basada en ellas. En la siguiente columna aparecen los cognados del protozapoteco (pZp) de cada palabra. En las últimas dos columnas se presentan las consonantes del protozapotecano (pZn) y su reflejo protochatino ejemplificado con los cognados. Los verbos se presentan como bases no flexionadas y son traducidas a las formas infinitivas del español.4 Según Swadesh (1947) y Kaufman (2016), en el protozapoteco y en el protozapotecano había un contraste entre consonantes simples y consonantes geminadas. Este contraste se perdió en el protochatino porque las consonantes geminadas se hicieron simples (1). pZn pCh (1) *C *C *CC

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La representación ortográfica utilizada en este artículo se diferencia del afi en los siguientes detalles: = [h]; = [j]; = [ʧ]; = [ʃ]; = [tʲ, nʲ, lʲ, kʲ]; = [kʷ]; CC, VV = Cː, Vː; = [ʦ]; V̨ = V᷉; 0C = tono flotante super-alto antepuesto.

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Eric W. Campbell

Cuadro 1. Desarrollo básico de las consonantes del pCh

Glosa

ZEN

TAT

ZAC

pCh

pZp

pZn

‘piel’

keję

kjį

kijį

*kijį

*kiti

*t

‘calabaza’

chojo

tyojo

kyōjō

*kyòjò

*kettu

*tt

‘zorrillo’

kwījí

kwjí

kwijǐ

*kw-ìjí

*kw=eʔtti(k)

‘sangre’

tene

tanyì

tīnē

*tènè

*tyene

*ty

‘papel’

kitī

ktyì

kityīˊ

*kitì

*kiʔttyi

*tty

‘sal’

tejeʔ

tjeʔ

tejeʔ

*tejeʔ

*seteʔ

*s

‘negro’

nkātá

nkatá

nkatǎ

*n-kàtá

*kassak

*ss

‘olla’

ketǫʔ

ktyǫʔ

kitǫʔ

*ketųʔ

*kessoʔ

‘uno’

tzaka

ska

tzaka

*tzaka

*tzaaʔka

‘ixtle’

kitze

kche

kiche

*kitze

*keetze

‘reventarse’

-atzu

-atzu

-ātzō

*-àtzù

*attzok

‘jícara’

xikaʔ

skàʔ

sīkāʔ

*sìkàʔ

*xikaʔ

‘mamey’

kelaʔ

kalyaʔ

kilàʔ˝

*kelaʔ

*kellaʔ

‘ser posible’

-akā

-akà

-akāˊ

*-akà

*akka

*kk

‘lagarto’

kweʔna

kwaʔnya

kwiʔna

*kw-eʔna

*kw=eʔnak

*kw

‘chayote’

ntzákwā

0

nsakwa

ntzakwa

(*n-yakwa)

*yakkwak

‘dos’

túkwa

tkwá

tukwa

*túkwa

*k-tyokkwa

‘elote’

ntaʔą

ntaʔą

ntaʔą

*n-taʔą

*seʔą

‘medida’

kwēyáʔ

kwayaʔ

kwiyǎʔ

*kwèyáʔ

*kweyaʔ

‘seis’

súkwa

skwá

sukwa

*súkwa

*k-xooʔkkwa

*x

‘cachete’

sakaʔ

sakaʔ

sākāʔ

*sàkàʔ

*xxakaʔ

*xx

‘mujer’

kūnáʔa

kwnaʔá

kunāʔą́

*ku-naʔą́

*ko=naʔ(a)

*n

‘tres’

tzúna

sná

tzuna

*tzúna

*ttzonna

*nn

‘milpa’

kela

kalya

kila

*kela

*kela

*l

‘hoja’

lakaʔ

lakaʔ

lakaʔ

*lakaʔ

*llakaʔ

*ll

‘árbol’

yaka

yaka

yaka

*yaka

*yaka

‘pulga’

kwiʔyū

kwiʔyù

kwiʔyōˊ

*kw-iʔyù

*kw=eʔyu

PCh > *j

> *t

*tz *ttz

> *tz

*k > *k

*kkw > *kw



*y

> *ʔ

> *s

> *n

> *l

> *y

Una mirada al desarrollo fonológico…

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Cuadro 1 (continuación). Desarrollo básico de las consonantes del pCh

Glosa

ZEN

TAT

ZAC

pCh

pZp

‘boca’

tuʔwa

tuʔwa

tuʔwa

*tuʔwa

*tyoʔwa

‘pasado mañana’

witza

wchá

wicha

*witza

*witzak

pZn

PCh

*w

> *w

Kaufman también propone que las obstruyentes del protochatino sufrieron otros cambios no condicionados que se pueden observar de (2) a (5). Como se puede ver en el segundo juego en el cuadro 1, la consonante *t del protochatino es el reflejo de cuatro consonantes protozapotecanas distintas: *ss, *s, *tty, *ty.

(2) (3) (4) (5)

pZn pCh *(t)t > *j [h] *(s)s *t *(t)ty *(x)x > *s

Los cambios en (2), (3) y (5) tienen que haber ocurrido en el orden en que se presentan, probablemente como una cadena de cambios (Campbell 2013). Si la cronología relativa no fuera así, se habría perdido algún contraste entre las tres consonantes. El cambio presentado en (2) también tiene que haber antecedido al cambio en (4). Los cambios de *(s)s > *t en (3) y *(x)x > *s en (5) no son muy comunes ya que el primero es un ejemplo de la fortición y el segundo es un ejemplo de la despalatalización. Por eso, uno se puede imaginar que los cambios fueron al revés y que hubiese sido el protozapoteco el que hubiera innovado y no el protochatino. Sin embargo, existe otra evidencia recién encontrada que muestra que de hecho fue el protochatino el que innovó. Belmar (1902) presenta algunos datos léxicos de la comunidad de Santo Domingo Teojomulco, un pueblo que se ubica al este del municipio de Zenzontepec, donde desafortunadamente ya no se habla la lengua. La lengua de Teojomulco sufrió varios cambios que se dieron en el chatino, como la pérdida del contraste entre consonantes geminadas y simples en (1), el cambio de *(t)t > *j en (2) y el cambio de *(t)ty > *t en (4), pero no sufrió la fortición en (3) ni la despalatalización en (5) (Sullivant 2016). Es decir, esta lengua

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Eric W. Campbell

poco documentada fue la variante chatina más divergente y conservaba reflejos de *(s)s y *(x)x sin cambios, como los tenía el protozapoteco. Por eso, es muy probable que hayan sido las demás variantes chatinas las que sufrieron los cambios.

Cambios condicionados en las semivocales En general las semivocales están relativamente bien conservadas en las lenguas zapotecanas. Es decir, donde normalmente se encuentra una semivocal en el chatino, se encuentra la misma en el zapoteco. Sin embargo, ocurrieron dos cambios condicionados que afectaron las semivocales del protochatino. Estos cambios tienen ambientes condicionantes muy específicos.

Epéntesis de semivocales después de la fricativa glotal *j Antes de que ocurriera el cambio *(t)t > *j presentado en (2), el chatino no tenía el sonido *j [h]. Después de que sucedió este cambio, en los casos en los que la *j seguía a una vocal alta se insertó la semivocal correspondiente después de la *j, *w si la vocal era *u e *y si la vocal era *i. Este cambio sólo ocurrió si el valor del rasgo de posterioridad de la siguiente vocal en la palabra no coincidía con la primera vocal. Esta epéntesis está formalizada en (6), una vez para la epéntesis de la *w después de la secuencia de *u más *j y otra vez para la epéntesis de la *y después de *i más *j. En el cuadro 2 se presentan juegos de cognados que ejemplifican estos cambios. a. b.

(6)

Ø > *w / u j __ V[-pos] Ø > *y / i j __ V[+pos]

(cuadro 2, a-b) (cuadro 2, c-f)

Cuadro 2. Epéntesis de semivocales tras la *j

Glosa

ZEN

TAT

ZAC

pCh

pZp

a.

‘matar’

-u-jwi

-(u)jwì

-ūjwī

*-ù-jwì

*uuʔtti

b.

‘vender’

-ujwīʔ

-(u)jwìʔ

-ujwīʔˊ

*-ujwìʔ

*ottiʔ

c.

‘jugar’

-ijyā

-jyà

-ājyā

(*-ìjyà)

*k-ittak

d.

‘lejos’

tijyuʔ

tjyuʔ

tijyoʔ

*tijyuʔ

*sittuʔ

e.

‘hueso’

tijyą

tjyą̀

tījyą̄

*tìjyą̀

*tyitta

f

‘caña’

líjyā

ljya

lijya

(*lijya)

*nittak

Una mirada al desarrollo fonológico…

23

Elisión condicionada de semivocales Ocurrió un cambio por el cual las semivocales se elidieron en un contexto muy específico en el protochatino. La semivocal *w se elidió entre la *a y la *o (7) y la semivocal *y se elidió entre la *e y otra vocal de altura media (8). (7) *w > Ø / a __ o (8) *y > Ø / e __ V[-alto, -bajo] Los ejemplos en el cuadro 3 muestran estos cambios: la elisión de la *w (ejemplos a-d) y la elisión de la *y (ejemplos e-i). Cuadro 3. Elisión condicionada de las semivocales

Glosa

ZEN

TAT

ZAC

pCh

pZp

a.

‘carbón’

kooʔ





*kooʔ

*kwawoʔ

b.

‘su cara’

ntoo

kloo

ta-lōó

*loo

*lawo

chi]jų

juų

joǫ kila

*juų

*tawo

c. ‘espiga de maíz’ d.

‘santo’

joʔō

joʔò

joʔōˊ

*joʔò

*kwe=tawoʔ

e.

‘luna’, ‘mes’

koōʔ

koòʔ

koǒʔ

(*kooʔ)

*kw=eʔyoʔ

f.

‘piedra’

kee

kee

kee

*kee

*keyek

g.

‘flor’

keē

keè

keēˊ

*keè

*keʔyek

h.

‘cal’

choʔo

tyoʔo

kyoʔo

*kyoʔo

*keʔyo

i.

‘nube’

koo

koò

kōō

*kòò

*kweyok

Nasalización del lateral *l ante vocales nasales En el protochatino el lateral *l se convirtió en *n ante vocales nasales (9). Todas las lenguas chatinas tienen vocales nasales, y éstas sólo ocurren en sílabas finales. Así que es probable que estas vocales nasales sólo ocurrieran en sílabas finales también en el protochatino. (9) *l > *n / __ V ̨

24

Eric W. Campbell

En el cuadro 4 se presentan ejemplos de este cambio. Los primeros ocho juegos lo muestran en sílabas finales. Algunas de las reconstrucciones protozapotecas de Kaufman (2016) incluyen la nasalidad vocálica del protozapotecano, pero en varios casos sus reconstrucciones no la incluyen donde la deben tener porque los datos chatinos que él tenía no fueron muy extensos. Los últimos tres juegos en el cuadro 4 muestran un probable cambio de *l > *n en sílabas iniciales, aunque la vocal nasal que supuestamente lo condicionó estuvo en la otra sílaba. Así que el contexto del cambio se extendió en ciertos casos excepcionales. Los cognados que significan ‘zancudo’ son interesantes porque el cambio no ocurrió en el chatino de Tataltepec, pero sí (independientemente) en el chatino de Zenzontepec y en el de Zacatepec. Cuadro 4. Nasalización de la *l ante vocales nasales

Glosa

ZEN

TAT

ZAC

pCh

pZp

a.

‘torcer’

-una





*-una

*olla

b.

‘huarache’



kanyà

kina

*kena

*kela

c.

‘nombre’

naa

naą

nāą̀

*naą

*laą

d.

‘culebra’

kwénā

kwanyá

kwīná

*kw-ená

*kw=eeʔlla

e.

‘carne’

kwénāʔ

kwanyáʔ

kwīnáʔ

*kwenáʔ

*kweeʔlaʔ

f.

‘comal’

jnya

nya

ntinyą

*tiną

*tyiʔla

g.

‘copal’

yánā

yaná

yāną́

*yaná

*yaaʔlaʔ

h.

‘tú’

nuʔu

noʔǭ

nuʔwį

*nuʔwį

*luʔwi

i.

‘llano’

nātę́ʔ

natę́ʔ



*nàtę́ʔ

*laʔttyiʔ

j.

‘zancudo’

kwinatę̄

klyatę́

jnyātę́

(*kwi-natę)

*kwe=latty

Cambios vocálicos La fonología histórica de las vocales zapotecanas todavía requiere más investigación. Las correspondencias que involucran las vocales posteriores redondas (*o y *u) son problemáticas tanto en el chatino como en el zapoteco, pero véase Beam de Azcona et al. (en el presente volumen) para algunas aclaraciones respecto al asunto. Hay correspondencias entre el chatino y el zapoteco que involucran las vocales anteriores *i y *e que tampoco están muy claras, pero no las voy a tratar en este trabajo. Aquí

Una mirada al desarrollo fonológico…

25

sólo voy a abordar dos cambios vocálicos: la armonía vocálica a través de consonantes glotales y la pérdida de la duración vocálica.

La armonía vocálica a través de consonantes glotales En el protochatino ocurrió un cambio de armonía vocálica a través de consonantes glotales. Es decir, ocurrió una asimilación completa entre dos vocales separadas por una consonante glotal (*j o *Ɂ) (10). Se presentan algunos ejemplos de este cambio en el cuadro 5. En cada juego el cognado protozapoteco tiene vocales diferentes alrededor de la consonante que tiene reflejo glotal en el protochatino. (10) V1 > V2 / __  Ɂ V2  j Cuadro 5. Armonía vocálica a través de consonantes glotales

Glosa

ZEN

TAT

ZAC

pCh

pZp

a.

‘pasar’

-teję̄

-tję́

-tijį̄ˊ

*-tijį̀

*teʔti

b.

‘tortilla’

chaja

tyaja

kyaja

*kyaja

*ketta

c.

‘calabaza’

chojo

tyojo

kyōjō

*kyojo

*kettu

d.

‘elote’

ntaʔą

ntaʔą

ntaʔą

*n-taʔą

*seʔą

e.

‘brujo’

kwi-tzāʔą́

kwchaʔą́

kwi tzāʔą́

(*kwi-tzaʔą)

*kwe=tzeʔa

f.

‘crudo’

yáʔā

yeɁē

yaʔa

(*yaʔa)

*yeʔa

g.

‘cal’

choʔo

tyoʔo

kyoʔo

*kyoʔo

*keʔyo

h.

‘lejos’

tijyuʔ

tjyuʔ

tijyoʔ

*tijyuʔ

*sittuʔ

El cambio de armonía vocálica a través de consonantes glotales tuvo que haber ocurrido después del cambio de *(t)t > *j discutido en (2). Si la cronología relativa no fuera así, la armonía vocálica no habría podido darse en las primeras tres palabras del cuadro 5. También tuvo que haber ocurrido posteriormente de la epéntesis de semivocales después de la *j (6). Si la cronología fuera inversa, palabras como pCh *tijyuʔ ‘lejos’ (cuadro 5, h.) y otras (cuadro 2) tendrían vocales idénticas en las dos sílabas y no tendrían la semivocal después de la *j.

26

Eric W. Campbell

La pérdida de la duración vocálica Kaufman (2016) reconstruye vocales largas en el protozapoteco pero no se puede reconstruir ninguna duración vocálica contrastiva para el protochatino, ya que en la mayoría estos casos, en el protochatino se encuentran vocales cortas (cuadro 6). Así que ocurrió un cambio en el protochatino por el cual se perdió el contraste entre vocales cortas y vocales largas (11). Otro cambio fue el alargamiento fonético de vocales cortas en palabras léxicas monosilábicas, lo anterior debido a que la palabra prosódica constaba de dos moras (Campbell 2013), como se puede ver en los ejemplos (f) y (g) en el cuadro 6. (11) *VV > *V Cuadro 6. Pérdida de la duración vocálica en el pCh

Glosa

ZEN

TAT

ZAC

pCh

PZp

a.

‘uno’

tzaka

tzaka

tzaka

*tzaka

*tzaaʔka

b.

‘ixtle’

kitze

kche

kiche

*kitze

*keetze

c.

‘metal’

kīkwą́

tykwą́

kikwą̌

*kìkwą́

*kiiʔkwa

d.

‘cantar’

-ūlá

-ulá

-ulǎ

*-ùlá

*ooʔlla

e.

‘matar’

-u-jwi

-(u)jwì

-ūjwī

*-ù-jwì

*uuʔtti

f.

‘grasa’

taą

taą̀

tāą̄

*tàą̀

*saą

g.

‘día’

tzáą̄

tzaą

tzaą

(*tzaą)

*tza

Aunque el protochatino perdió la duración vocálica contrastiva protozapotecana, desarrolló vocales largas de nuevo, pero la distribución de éstas era predecible: las palabras monosilábicas de clases léxicas se pronunciaban fonéticamente largas. De allí ciertas variantes chatinas han desarrollado de nuevo un contraste de duración vocálica fonológica (Campbell 2013).

El cierre glotal en la fonología histórica del protochatino

La laringización es un rasgo importante e interesante en lenguas zapotecanas y también en su fonología histórica. Es un tema más complicado

Una mirada al desarrollo fonológico…

27

que la fonología segmental y en este sentido es similar al tema del tono. Las lenguas zapotecas suelen describirse con un contraste entre núcleos silábicos laringizados y núcleos no laringizados. Algunas variantes se han descrito sin el cierre glotal como consonante y sólo con vocales laringizadas (Smith Stark 2002; Beam de Azcona 2004; Sonnenschein 2004; Arellanes Arellanes 2009). Se han descrito otras variantes del zapoteco con el cierre glotal como consonante y también con núcleos laringizados fonológicos (Avelino Becerra 2004; Pérez Báez y Kaufman 2012). Por otro lado, las lenguas chatinas normalmente se describen sólo con el cierre glotal como consonante y sin ninguna laringización vocálica fonológica (Pride 2004; Cruz 2011; McIntosh 2011; Sullivant 2011; Villard 2014). En un caso único se describe el chatino de Santiago Yaitepec (Rasch 2002) con el cierre glotal como consonante y también con una serie de consonantes sonorantes laringizadas. Campbell (2014: 76-82) argumenta que aunque el cierre glotal del chatino de Zenzontepec se comporta en ciertos aspectos como consonante y en otros aspectos como rasgo nuclear, la evidencia para analizarlo como consonante es más convincente. No hay ninguna lengua chatina que actualmente se describa con la laringización vocálica como rasgo contrastivo. Por eso reconstruyo el cierre glotal para el protochatino y no reconstruyo ningún otro tipo de laringización fonológica. En este apartado se presentan dos cambios de elisión condicionada del cierre glotal en el protochatino y algunos problemas en las correspondencias laríngeas entre el protochatino y el protozapoteco.

Elisión del cierre glotal en el pCh En el protochatino el cierre glotal podía ocurrir al principio de palabra, al final de palabra (es la única consonante que puede ser coda), entre dos vocales y entre una vocal y una consonante sonorante. No podía ocurrir junto a obstruyentes. Por el contrario, en el protozapoteco Kaufman (2016) reconstruye secuencias del cierre glotal más obstruyentes, y probablemente estas secuencias fueron heredadas del protozapotecano. Así que ocurrió un cambio en el protochatino por el cual el cierre glotal se elidió ante obstruyentes, como se muestra en los ejemplos en el cuadro 7 (a-k). Curiosamente, se elidió el *Ɂ también ante la *l (cuadro 7 l-o), y en este sentido la lateral se comportaba como obstruyente y no como sonorante. (12) *Ɂ > Ø / __

[-son]     *l

28

Eric W. Campbell

Cuadro 7. Elisión del *Ɂ ante obstruyentes y la *l

Glosa

ZEN

TAT

ZAC

pCh

pZp

a.

‘dormir’



-ajàʔ

-ajǎʔ

*-àjáʔ

*aʔttaʔ ‘acostarse’

b.

‘hoyo’

kétū

ktyú



*ketú

*keeʔtyu

c.

‘piojo’

kwitęʔ

kwtyęʔ

kwityį̀ʔ˝

(*kw-itįʔ)

*kw=eeʔttyeʔ (*i)

d.

‘donde hay agua’

kékū

tykú

kikó

*kekú

*keeʔku ‘río’

e.

‘metal’

kīkwą́

tykwą́

kikwą̌

*kìkwą́

*kiiʔkwa

f.

‘nivel’

lyakwa



jlyakwa

*ti-lakwa

*l-aʔkkwa

g.

‘tigre’

kwīchí

kwchí

kwichǐ

*kw-ìtzí

*kw=eeʔtzi(k)

h.

‘metate’

kichi

kchi

kichi

*kitzi

*kiiʔttzi

i.

‘tabaco’

keta

katya

kita

*keta

*keʔsa

j.

‘mascar(lo)’

-ātáʔ

-atáʔ

-atǎʔ

*-àtáʔ

*aʔssaʔ

k.

‘hierba’

kixę̄ʔ

kxę̀ʔ

kixį̄ʔˊ

*kisį̀ʔ

*kiʔxxiʔ

l.

‘noche’

telā

talyà

tilà˝

*ˆtelà

*ty-eeʔla

m.

‘sueño’

kyālá

kalá

kalǎ

*kàlá

*xi=kaaʔlla

n.

‘hondo’

kelā ‘río’

klyà ‘hondo’

kilāˊ ‘charca’

*kelà

*keʔla ‘hondo’

o.

‘cantar’

-ūlá

-ulá

-ulǎ

*-ùlá

*ooʔlla

0

La elisión del cierre glotal ante la *l tuvo que haber ocurrido antes de la nasalización de la *l ante vocales nasales (9). Por ejemplo, la forma pZp *tyiʔla ‘comal’ muestra que esta palabra tenía una secuencia de *Ɂ más *l en el protozapotecano (cuadro 4) y su cognado pCh *tiną ‘comal’ muestra que la vocal final era vocal nasal. Si la nasalización de la *l hubiera ocurrido antes de que ocurriera la elisión del *Ɂ ante la *l, no se habría perdido el *Ɂ porque habría antecedido una *n y no la *l. Para contrastar con los ejemplos en el cuadro 7 donde se elidió el *Ɂ ante obstruyentes y ante la *l, los ejemplos en el cuadro 8 son palabras en las que el *Ɂ antecedía una consonante sonorante *n, *y, o *w. En este contexto se conserva el cierre glotal en el chatino igual que en el protozapoteco.

Una mirada al desarrollo fonológico…

29

Cuadro 8. Conservación del *Ɂ ante sonorantes *n, *y y *w

Glosa

ZEN

TAT

ZAC

pCh

pZp

a.

‘lagarto’

kweʔna

kwaʔnya

kwiʔna

*kw-eʔna

*kw=eʔnak

b.

‘plato’

keʔnā

kaʔnyà

kiʔnā

*keʔnà

*keʔna

c.

‘cama’

kiʔna

kiʔnyà

kīʔnyą̄

*kìʔną̀

*kiʔna

d.

‘cerro’

kyaʔā

kaʔyà

kiʔyāˊ

*keʔyà

*keʔya

e.

‘culpa’

kyaʔa

kiʔya

kiʔya

*kiʔya

*kiʔya

f.

‘pulga’

kwiʔyū

kwiʔyù

kwiʔyōˊ

*kw-iʔyù

*kw=eʔyu

g.

‘diente’

nteʔya

laʔya

liʔya

*leʔya

*(l)leʔya

h.

‘hombre’ (adj.)

kíʔyū

kiʔyú

kīʔyó

*kiʔyú

*kwe=kiʔyu (s.)

i.

‘rayo’

kwitīʔyú

tyiɁyú

kutiʔyǒ

*kwi-tìʔyú

*ko=seʔyu

j.

‘zapote negro’

ntāʔwé

laʔwe

laʔwèˋ

(*laʔwe)

*(kwe=)laʔwe

k.

‘tú’

nuɁu

noʔǭ

nuʔwį

*nuʔwį

*luʔwi

l.

‘boca’

tuʔwa

tuʔwa

tuʔwa

*tuʔwa

*tyoʔwa

0

Aunque el *Ɂ se conservó en la mayoría de los casos donde antecedía a una consonante sonorante no lateral, existen pocas excepciones en las que sí se elidió en este contexto. En los tres ejemplos del cuadro 9 se elidió el *Ɂ ante la *n. En cada una de estas palabras había una vocal larga que antecedía al cierre glotal en el protozapoteco (y en el protozapotecano también). Ya que en todos los ejemplos en los que se conservó el *Ɂ ante sonorantes (cuadro 8) había vocales cortas, y no largas, que le antecedían, podemos concluir que la duración vocálica condicionó la elisión ejemplificada en el cuadro 9. Esta elisión del *Ɂ entre vocales largas y la *n (13) es la única huella de la duración vocálica protozapotecana que he encontrado en el protochatino. (13) *Ɂ > Ø / VV __ [+nas]

30

Eric W. Campbell

Cuadro 9. Elisión del *Ɂ ante *n pero después de vocal larga

Glosa

ZEN

TAT

ZAC

pCh

pZp

a.

‘trabajo’

jnyá

knyá

tinyą̌

*tìną́

*tyiiʔna

b.

‘olote’

yāná

yaná

yaną̌

*yàną́

*yaaʔna

c.

‘chile’

jnyáʔ

knyáʔ

kinyą̌ ʔ

*kìnáʔ

*kiiʔnaʔ

Hay que mencionar que ambos lados del ambiente condicionante son necesarios para expresar el cambio en (13). Por ejemplo, los cognados pZp *kw=eeɁ y ZEN *kweeɁ ‘cangrejo’ muestran que no se puede decir que sólo la duración vocálica condicionara el cambio, sino que la nasal posterior era necesaria. Los cognados pZp *kaaɁyuɁ y ZEN kāɁyú ‘cinco’ muestran que otras sonorantes después del cierre glotal no condicionaron el cambio y que entonces la consonante después tenía que ser la *n.

Otros apuntes sobre la laringización en la fonología histórica zapotecana

La laringización no es un tema bien entendido en la fonología histórica zapotecana y la siguiente discusión representa los primeros pasos hacia su estudio. Debe mencionarse que cada uno de los tres ejemplos en el cuadro 9 que se acaban de discutir tienen el mismo patrón tonal: un tono bajo más un tono alto (BA) en el protochatino según Campbell y Woodbury (2010). ¿Será posible que este patrón tonal tenga algo que ver con la pérdida del cierre glotal en esos ejemplos? Los tres ejemplos en el cuadro 10 son similares a los del cuadro 9 porque reflejan la elisión del *Ɂ entre una vocal larga y la *n, y también tienen el patrón tonal BA. Sin embargo, estos tres ejemplos comparten algo más: los cognados protozapotecos llevaban otro cierre glotal al final de la palabra. Es decir, los ejemplos en el cuadro 10 no tienen ningún cierre glotal en el chatino aunque sus cognados protozapotecos llevaban dos. Esta correspondencia trae a la mente el caso del tono alto-ascendente de la lengua lahu de la familia tibeto-birmana, el cual surgió de la pérdida de dos rasgos glotales en una sola palabra (Matisoff 1970).

Una mirada al desarrollo fonológico…

31

Cuadro 10. Dos cierres glotales en el pZp y ninguno en el pCh

  a.

Glosa

ZEN

‘mecapal’ júų̄ kwāná

TAT

ZAC

pCh

pZp

kwaná ‘tercio’

tǐ kwanǎ

(*juų) kwàná

*toʔ=kwaaʔnaʔ

b.

‘correr’

-jná

-sná

-sunǎ

*-sùná

*o=xooʔnnaʔk

c.

‘llorar’

-ūná

-uná

-unǎ

*-ùná

*ooʔnaʔ

Nótese la existencia de otros ejemplos en los que el protochatino no mostraba el cierre glotal donde el protozapoteco sí lo tenía (cuadro 11). Todos menos el último tenían algún tono alto en el protochatino, aunque la melodía tonal no era BA en todos los casos. Cuadro 11. Otros ejemplos del *Ɂ en el pZp que corresponde a Ø en el pCh

 

Glosa

ZEN

TAT

ZAC

pCh

pZp

a.

‘dar’

-tāá

-taá

-tāá

*-tàá (o *taá)

*saʔ

b.

‘mecate’

júų̄

joǫ́

jōǫ́ ‘hilo’

*juų́ (o *jùų́ )

*to(Ɂ)

c.

‘frijol’

ntáā

ntaa

ntaa

(*n-taa)

*(kwe=)saaʔ

d.

‘nueve’

kāá

kaá

kaa

(*kaa)

*kąʔ

e.

‘diez’

tíi

tií

tii

*tíi

*k-tyiiʔ

f.

‘escoba’

ly]ūkwá

kwà

kukwǎ

*k-ùkwá

*k-okwaʔ

g.

‘copal’

yánā

yaná

yāną́

*yaná

*yaaʔlaʔ

h.

‘abeja’

kwetǫ

kwtyǫ

kwitǫ

*kw-etǫ

*kw=esǫʔ

Los ejemplos en los cuadros 9, 10 y 11 sugieren que la pérdida del cierre glotal en el protochatino dejó algún efecto tonal, aunque todavía no son claros todos los detalles y no se cuenta con ninguna reconstrucción tonal protozapoteca que esté muy avanzada con la que podamos comparar el protochatino. Un vínculo histórico entre la laringización y el tono es algo que se ha reconocido en diversas lenguas. Por ejemplo, en lenguas atabascanas la pérdida de rasgos laríngeos dio origen a tonos altos o tonos bajos, dependiendo de la variante (Kingston 2011), y en el mixteco la pérdida del

32

Eric W. Campbell

*Ɂ al final de palabras dio lugar a tonos flotantes altos (Pankratz y Pike 1967) o bajos (Daly y Hyman 2007). Se han presentado ejemplos de palabras que en el protochatino no tenían ningún cierre glotal pero que dicho cierre glotal sí se presentaba en los cognados protozapotecos. Hay otros juegos de cognados que muestran un patrón que parece opuesto. Es decir, ciertas palabras protochatinas tenían un cierre glotal y sus cognados protozapotecos no (cuadro 12). Aunque todavía no se ha explicado esta correspondencia, se debe mencionar que en todos los casos menos uno (pCh *kùtę́ ʔ ‘malacate’), las palabras en el protochatino tenían la melodía tonal de tono bajo más tono bajo (BB) o no tenían ningún tono léxico. Las palabras sin tono en lenguas chatinas modernas típicamente tienen una tonía baja o baja descendente (Campbell 2014). Por eso, es posible que la tonía baja en estos juegos tuviera algo que ver históricamente con la falta de la laringización en el protozapoteco. Cuadro 12. Palabras que tenían el cierre glotal en el pCh pero no en el pZp

 

Glosa

ZEN

TAT

ZAC

pCh

pZp

a.

‘hablar’

-akwiʔ

-kwiʔ

-akwiʔ

*-akwiʔ

*akwi

b.

‘mojarse’

-atzaʔ

-atzàʔ

-ātzāʔ

*-àtzàʔ

*atza(k)

c.

‘marrano’

kuweʔ

kwèʔ

kūwēʔ

*kùwèʔ

*kw=ewe

d.

‘fuego’

kiiʔ

kiiʔ

kiiʔ

*kiiʔ

*kii

e.

‘armadillo’

kukwęʔ

kukwę́ʔ

kūkwį̄ʔ

*kùkwę̀ʔ

*kwe=kukkwe

f.

‘malacate’

kūtę́ʔ

kwtę́ʔ



*kùtę́ʔ

*kwe=kussi

g.

‘hacerlo’

-ʔne

-oʔnì

-ū-ʔnī

*-ù-ʔnì

*uni

h.

‘chaparro’

sataʔ

satàʔ

sàta̋ ʔ

(*sataʔ)

*xa(t)ta

Conclusiones En este trabajo se han presentado datos léxicos de tres variantes del chatino y reconstrucciones léxicas basadas en ellos. Las reconstrucciones protochatinas se compararon con las reconstrucciones protozapotecas de Kaufman (2016). En la mayoría de los casos no sería posible explicar las formas protozapotecas si se toman las formas protochatinas como formas

Una mirada al desarrollo fonológico…

33

conservadoras. Por el contrario, sí se pueden explicar las formas protochatinas con cambios fonológicos no problemáticos si tomamos las formas protozapotecas como formas conservadoras. De este modo se han identificado los cambios que ocurrieron en el protochatino después del periodo protozapotecano y antes de que se empezara a diversificar el protochatino. Lo conservador del protozapoteco y lo innovador del protochatino no son muy sorprendentes porque hay más diversidad interna en el zapoteco que en el chatino. Todos los cambios que ocurrieron en el protochatino que se han abordado aquí se repiten a continuación. Los cambios del (1) al (5) fueron identificados por Kaufman (2016) y fueron cambios no condicionados. Los demás cambios (del (6) al (13)) fueron identificados en este trabajo y todos, menos el cambio en (11), fueron condicionados. pZn (1) *C *CC (2) (3) (4) (5)

pCh *C

*(t)t > *j [h] *(s)s *t *(t)ty *(x)x > *s

(6) a. b.

Ø > *w / u j __ V[-pos] Ø > *y / i j __ V[+pos]

(7) *w > Ø / a __ o (8) *y > Ø / e __ V[-alto, -bajo] (9) *l > *n / __ V ̨ (10) V1 > V2 / __  Ɂ V2  j (11) *VV > *V (12) *Ɂ > Ø / __

[-son]     *l

(13) *Ɂ > Ø / VV __ [+nas]

(cuadro 2, a-b) (cuadro 2, c-f)

34

Eric W. Campbell

En varios casos se puede determinar la cronología relativa entre dos o más cambios que ocurrieron en el protochatino. Los cambios (2), (3) y (5) fueron una cadena que ocurrió en este mismo orden. El cambio (2) probablemente sucedió en varias etapas intermedias. Aunque el cambio (3) no sea muy común porque es un cambio de fortición, si hubiera habido un hueco en el sistema fonológico como resultado de (2), éste pudo haberlo provocado. El cambio (5) ocurrió después y quizá sirvió para llenar el hueco dejado por el cambio de *(s)s > *t (3). Aunque no fuera parte de la cadena de cambios, el cambio (4) tiene que haber ocurrido después del cambio (2). El cambio (2) *(t)t > *j tiene que haber antecedido la epéntesis de semivocales después de la *j (6), lo cual tiene que haber antecedido la armonía vocálica a través de consonantes glotales (10). La elisión del cierre glotal después de vocales largas y ante la *n (13) antecedió a la pérdida de la duración vocálica (11), y la elisión del cierre glotal ante la *l (12) tiene que haber antecedido la nasalización de la *l ante vocales nasales (9). Las correspondencias entre el chatino y el zapoteco que involucran la laringización todavía no quedan bien entendidas. Puede ser que estas correspondencias laríngeas no sean muy claras porque no todos los lingüistas analizan la laringización de la misma manera. También hay evidencia de que la laringización y el tono han interactuado diacrónicamente. Kaufman (2016) no incluye el tono en su reconstrucción del protozapoteco y la reconstrucción de los tonos protochatinos todavía es preliminar (Campbell y Woodbury 2010). El campo de la diacronía de la laringización y el tono merece más investigación en lenguas zapotecanas ya que es el tema menos investigado y es el que puede ofrecer más pistas a la lingüística histórica en general. Con este trabajo se espera ofrecer un acercamiento más profundo al problema.

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Umlaut y otros procesos de los sistemas vocálicos de las lenguas zapotecas1, 2 Rosemary Beam de Azcona3 Francisco Arellanes4 Mario E. Chávez Peón5 Mario Hernández Luna6 Sofía Gabriela Morales Camacho6 Carlos de Jesús Wagner Oviedo3

1

2

3 4 5 6

Agradecemos a todos los miembros del Seminario de estudios históricos y comparativos del zapoteco que contribuyeron a la realización de este trabajo. En particular a Óscar López Nicolás y a Nelson Martínez por su contribución con los datos de las variantes del zapoteco de Zoochina y de Tanetze, respectivamente, así como a Verónica Cárdenas y Jéssica Caballero por su trabajo en el zapoteco de Santa Catarina Yahuio. También queremos agradecer a Adela Covarrubias, Rosa María Rojas y Victoria Esthefanía Zárate por su colaboración en etapas anteriores del Seminario. Agradecemos a las siguientes personas por sus sugerencias, comentarios y preguntas a distintas versiones previas de este trabajo: Aaron Broadwell, Eric Campbell, Esther Herrera, Richard Janda, Terrence Kaufman, Rolf Noyer, Natalie Operstein y muy especialmente a John Kingston. Finalmente, agradecemos a los dos dictaminadores anónimos por sus comentarios. Ninguno de los mencionados es responsable por los errores que pudiera tener este trabajo. La tarea de la recopilación de datos primarios de todas las lenguas y variantes analizadas, y la elaboración del presente trabajo en su conjunto fueron compartidas entre todos los autores. La primera autora es responsable por la hipótesis original sobre algunos factores que condicionan el cambio de *o a /u/ basándose, principalmente, en el manuscrito de Kaufman (1994-2007). Escuela Nacional de Antroplogía e Historia. Instituto de Investigaciones Filológicas, Universidad Nacional Autonóma de México. Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social. El Colegio de México.

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ROSEMARY BEAM DE AZCONA ET al.

Introducción Los cambios vocálicos son una constante en el desarrollo diacrónico de las lenguas. Éstos se presentan en distintas formas y por distintas motivaciones, y a menudo modifican las configuraciones de los sistemas fonológicos. Dichos cambios están motivados por procesos alofónicos que cuando se fonologizan crean nuevos patrones, incluyendo distintos tipos de innovaciones, como el incremento de vocales (por ejemplo, de cinco a diez como ocurrió en el español andaluz, Jiménez y Lloret 2010) o su disminución (por ejemplo, de siete a cinco cualidades en el español temprano, Penny 2009: 52), o bien, cambios en la cualidad de estas (por ejemplo, el “gran cambio vocálico” del inglés, Jespersen 1961; Labov 1994: 231-247). Los procesos involucrados en el cambio vocálico tienen distintas motivaciones. Por ejemplo, las elisiones, epéntesis y aumento en la duración suelen tener, aunque no exclusivamente, un condicionamiento prosódico. En el presente trabajo nos interesa la metafonía o asimilación de una vocal a otra. Este proceso, conocido como armonía vocálica cuando provoca una neutralización sincrónica, se puede manifestar en distintas dimensiones, como altura (lingala, Meeuwis 2010), posterioridad (turco, Roca y Johnson 1999), redondeamiento (finés, Van der Hulst y Van de Weijer 1995) o posición de la raíz de la lengua (igbo, Ikekeonwu 1999). La armonía puede ser progresiva, como en el turco (1a), o regresiva, como en el asturiano (1b), y suele ocurrir dentro de un dominio fonológico específico (típica, aunque no exclusivamente, la palabra). Otro proceso metafónico, conocido como umlaut, suele ser regresiva y resulta en la escición cuando el condicionamiento se pierde, como entre protogermánico e inglés antiguo (1c). (1) Procesos metafónicos a. Turco (adaptado de Roca y Johnson 1999): [ipin] ‘cuerda-gen.sg’ /ip/ [ip] ‘cuerda.nom.sg’ /ip-in/ /kɯz/ [kɯz] ‘niña.nom.sg’ /kɯz-in/ [kɯzɯn] ‘niña-gen.sg’ b. Asturiano (Jiménez y Lloret 2010): /paʃaɾ-u/ [ˈpeʃaɾu] ‘pájaro’ /paʃaɾ-a/ [ˈpaʃaɾa] ‘pájara’

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c. Protogermánico > inglés antiguo (adaptado de Hock 1991): *ku:iz > ky: ‘vacas’ *gastiz > jest ‘huésped’ *nista~ > nest ‘nido’ *gulda~ > gold ‘oro’ Desde el punto de vista articulatorio, la armonía vocálica es, en su origen, un caso de coarticulación en el cual se anticipa o prolonga un gesto específico de la vocal (Hardcastle y Hewlett 1999). Fonológicamente, puede considerarse como la propagación de un rasgo de un segmento a otro. Este proceso da lugar a una fonologización cuando el contexto detonante desaparece y la armonía deja de ser predecible, con lo que adquiere pertinencia contrastiva (Janda 2003). El término umlaut se refiere específicamente a un tipo de asimilación vocálica regresiva, en la cual una vocal ubicada en la primera parte de una palabra adquiere uno o más rasgos de una vocal subsecuente.7 Este proceso es distinto del ablaut (‘apofonía’ en la tradición románica), el cual implica un cambio vocálico que constituye una operación morfológica. En este trabajo utilizaremos el término umlaut para describir la asimilación regresiva en el desarrollo histórico de las lenguas zapotecas, como la que se ilustra en el siguiente ejemplo que involucra el parámetro de altura vocálica: (2) Umlaut en zapoteco protozapoteco *nokkwi >

*noppi

> *n[u]ppi

zapoteco coateco > /nûp/ ‘mezcal’

En el ejemplo anterior, el umlaut se ilustra con la elevación de /o/ a [u] que ocurre por influencia de la /i/. 7

De acuerdo con el comentario de uno de nuestros dictaminadores anónimos, para algunos autores dentro de la tradición germánica este término se usa predominantemente para referirse a asimilaciones regresivas solamente de posterioridad o de redondeamiento. Nosotros usamos este término, con la definición más amplia de Hock (1001: 66) de manera que incluya todas las asimilaciones vocálicas regresivas, sin importar cuál sea la naturaleza del rasgo implicado.

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El presente trabajo retoma la hipótesis originalmente planteada por Beam de Azcona (1999) y revisada en trabajos posteriores de la misma autora (2004, 1998-2014). Asumimos que el protozapoteco tenía únicamente un timbre vocálico posterior en el nivel fonológico: la *o. Esta vocal en posición tónica, seguida de una vocal alta anterior /i/ postónica, se elevó a [u], para, después, ante la pérdida de la /i/, fonologizarse como una nueva vocal posterior en muchas de las variantes zapotecas actuales. (3) Umlaut general *o > u *o > *u / ˈ___ . C i

#

Un proceso independiente ocurrió con *o átona, la cual se elevó a *[u] en muchas variantes. Hay evidencia de esta elevación en *o postónica tanto en zapoteco central como en la Sierra Sur, aunque no de modo tan general en la Sierra Norte. Esta elevación es consecuencia de un debilitamiento motivado por la posición prosódica débil en la que se encontraba: (4) Elevación (debilitamiento) de *o postónica a *u *o > *[u] / ˈCV.C___# En algunas variantes de la Sierra Sur, como las de Lachivigoza y Tlacolulita, la elevación de *o postónica a *[u] se observa de manera indirecta como una labialización sobre la consonante precedente cuando esta es velar (v. gr. *kʷeko ‘peine’8 > [bjekʷ] en Lachivigoza; es decir *Co > *Cu > *Cʷ). Lo mismo pasa en posición pretónica en aún más variantes, p. ej. el completivo de ‘comer’ (*ko-t-awo > [ŋɡʷða] en el coateco de San Baltazar Loxicha). En cambio, en algunas variantes de la Sierra Norte, como la de Santiago Sochiapan, esta elevación es un proceso no consolidado, pues en el plano fonético hay actualmente alternancia entre [o] y [ʊ] (v. gr. *lakko ‘corteza’ 8

A lo largo del texto intentamos presentar siempre la evidencia evolutiva mediante el uso sistemático de juegos de cognados para una comparación más clara. Sin embargo, esto no fue posible en todos los casos debido a: 1) que no todos los reflejos en las lenguas analizadas son comparables ya que en el plano consonántico hubo debilitamientos o pérdidas que generaron secuencias vocálicas no existentes en las variantes más conservadoras y 2) que en algunas variantes no existen los reflejos para ciertos ítems.

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> [ʃlak.ko] ~ [ʃlak.kʊ]), mientras que en otras, como las de Zoochina, La Selva y Yahuio aun actualmente se mantiene una [o] ([ɬak.ko] en Zoochina, [ak.ko] en Yahuio, y [lak.ko] en La Selva). Finalmente, entre las variantes del llamado zapoteco central, las del valle occidental que conservan las vocales postónicas, todavía manifiestan la elevación (v. gr. kwe-oʔkkoʔ9 ‘perro’ > [biʔk.kuʔ] en Juchitán). En las variantes de Valles Centrales, la pérdida de las vocales postónicas dio el mismo reflejo que en algunas variantes de la Sierra Sur, como las referidas anteriormente, una labialización de la consonante precedente (v. gr. kweoʔkkoʔ ‘perro’ > [bḛkːʷ] en San Pablo Güilá). Sin embargo, sincrónicamente hay otro indicio de la elevación de la *o postónica, pues en estas variantes el umlaut que sufrió la *o tónica no sólo ocurrió ante la */i/ postónica, sino también ante la *[u], alófono debilitado de la propia *o en posición postónica. En las variantes de Valles Centrales, entonces, el umlaut ocurrió de modo general ante vocales altas: (5) Umlaut en variantes de zapoteco central *o > u *o > u / ___. CV# [alta]

9

Donde V[alta] = */i/, *[u]

La palabra para ‘perro’ es un préstamo del mixe-zoque *ʔuku (Kaufman y Justeson 2003) que se adaptó al protozapoteco siguiendo su propio patrón fonológico. En primer lugar, la vocal *u del protomixe-zoque debió adecuarse como *o tanto en la sílaba tónica como en la postónica. Pues, como mostramos en el presente trabajo, la vocal u no tenía pertinencia fonológica en protozapoteco. Por otro lado, la oclusiva glotal *ʔ, otro segmento ausente en el sistema fonológico del protozapoteco, se integró como un rasgo glotal de la vocal tónica. Como consecuencia, el patrón prosódico CVCV de la palabra *ʔuku dio lugar al patrón VʔCV, anómalo en protozapoteco debido a la ausencia de inicio silábico en la primera sílaba. Finalmente, la vocal del prefijo de animacidad *kwe- provocó la elisión de la vocal de la raíz, restaurando el patrón canónico CVCV, y recibió de la vocal elidida el rasgo laríngeo: */kwe-oʔkkoʔ/ > *[kweʔkkoʔ]. Un problema diferente es la presencia de un rasgo laríngeo sobre la vocal postónica, el cual tiene reflejos en variantes conservadoras, como la de Yahuio: /beʔkoʔ/ y la de Juchitán /biʔkuʔ/. De hecho, la reconstrucción de Kaufman incluye dicho rasgo: kw+eʔkkuʔ. En nuestra reconstrucción incluimos también dicho rasgo debido a su reflejo sincrónico. Sin embargo, dejamos para una futura investigación su origen.

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En posición tónica, el contexto que propició la elevación de la *o a *[u] fue una asimilación vocálica regresiva, ya fuera motivada exclusivamente por el fonema anterior */i/ (cf. la regla 3), o bien por ésta y por el alófono *[u] (cf. la regla 5). Por otro lado, la *o tónica también se elevó a *[u] en adyacencia a las siguientes consonantes: (6) Contextos consonánticos que propiciaron la elevación de */o/ a. *j __ b. *ttʲ _10 Esta elevación de *o producida por el contexto consonántico no es un caso de umlaut; sin embargo, corresponde a un ejemplo típico de una asimilación transcategorial, un proceso fonológico regular y ampliamente documentado en la literatura (cf. Clements y Hume 1995). En el presente trabajo se argumenta en detalle la propuesta planteada en los párrafos anteriores, con abundantes ejemplos de diversas lenguas zapotecas; también se analiza la evolución de otros timbres vocálicos. La propuesta aquí planteada no es exhaustiva en relación con todas las variantes del zapoteco y sus fenómenos diacrónicos, pero sí predictiva respecto de las consecuencias y exactitud de su planteamiento sobre el desarrollo general del sistema de timbres vocálicos en las lenguas zapotecas. En el siguiente apartado hacemos un recorrido por los principales trabajos de reconstrucción del zapoteco general. Posteriormente presentamos la metodología del trabajo, seguida del análisis y la argumentación del mismo para cerrar con las conclusiones.

Antecedentes: reconstrucciones del protozapoteco El conjunto de lenguas llamado ‘zapoteco’ tiene una amplia tradición de trabajos diacrónicos, principalmente relacionados con la fonología de la protolengua aunque también sobre aspectos morfosintácticos, como los que se presentan en Kaufman (1989, 1998-200711). Las reconstrucciones 10 11

La ttj se corresponde con *tʃ y *tʲ en Smith Stark y López Cruz (1995). Este manuscrito, elaborado en su primera versión en 1994, ha tenido varias actualizaciones. La versión más reciente es de 2014. Sin embargo, aquí citamos la versión de 2007 dado

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manifiestan diferencias no sólo metodológicas –por ejemplo, referidas al número de lenguas y los criterios de selección–, sino también analíticas, como las referidas a los segmentos reconstruidos y los tipos de oposiciones fonológicas que caracterizan a dichos fonemas. Este hecho en sí mismo justifica presentar una sección sobre la historia de las reconstrucciones que se centra en las diferencias de los resultados. El camino empezó a trazarse a mediados del siglo xx. En 1947 Morris Swadesh, a quien se dedica el presente volumen, publicó una reconstrucción del protozapoteco como uno de los productos de su primera estancia en México (1937-1941), unos cuantos años antes de establecerse definitivamente y ocupar una plaza como investigador en la Universidad Nacional Autónoma de México e impartir cátedra en la Escuela Nacional de Antropología e Historia. La base comparativa sobre la que Swadesh reconstruyó la protolengua era reducida, una lista de 94 juegos de palabras cognadas en cuatro lenguas (Ixtlán, Yatzachi El Bajo, Tehuantepec y Cuixtla). Con este primer trabajo, Swadesh abrió la puerta a varias discusiones que continúan hasta nuestros días: el tipo de contraste consonántico, la estructura silábica, el número de vocales, el estatus de la laringización, el acento y el tono. Posteriormente, María Teresa Fernández de Miranda (1995 [1965]) presentó una nueva propuesta, que no se publicó sino hasta treinta años después de su muerte. Fernández de Miranda incrementó la base de datos para su análisis, incluyendo El Rincón, Mitla y Coatlán. Mediante la comparación de estas variantes, logró recopilar una lista de 502 juegos de cognadas con sus respectivas reconstrucciones. En 1973, Jorge Suárez publicó su reconstrucción en el International Journal of American Linguistics. En este trabajo Suárez aumenta el número de variantes: agregó Betaza, Chichicapan, Coatecas Altas, Guelavía, Guelavila, Guienagati, Laxopa, San Bartolo Yautepec, Matatlán, Santa Ana Zegache, Santo Tomás Mazaltepec, Tiquilpan y Tlapazola. Hasta la reconstrucción de Suárez, el trabajo parece un esfuerzo conjunto en cuanto a la muestra, en el sentido de que la base de datos va aumentando con cada estudio, aunque existen considerables diferencias de corte analítico. A partir del trabajo de Benton (1988-2012) el criterio de selección de las lenguas parece cambiar. Él opta por una muestra menos extensa pero más representativa: Santa María Lachixío, San Lorenzo Texmelucan, Santa María Coatlán, San Juan Mixtepec, San Baltazar Chichicapan, Istmo y Choapan. Además de la reconstrucción segmental que fue a la que tuvimos acceso al inicio del presente trabajo.

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(Benton 1988-2012) y tonal (Benton 2010a) del protozapoteco, Benton ha ofrecido reconstrucciones de los sistemas tonales en etapas intermedias: de la Sierra Norte (Benton 2002), de la Sierra Sur (Benton 2004) y del zapoteco central (Benton 2010b). Kaufman, como Benton, ha trabajado en la reconstrucción del protozapotec(an)o durante al menos los últimos veinte años. Además de presentar la reconstrucción del sistema fonológico, incluye una reconstrucción de una parte de la morfología verbal de la protolengua. Este nos parece el trabajo más desarrollado y completo, en tanto trata aspectos más allá de la fonología. Por último, Smith Stark y López Cruz (1995), si bien no hacen una propuesta concreta del protozapoteco, su trabajo acerca del desarrollo histórico del zapoteco de San Pablo Güilá es importante porque logra sintetizar todos los trabajos previos, tomando como base la reconstrucción de Fernández de Miranda (1995 [1965]), pero integrando algunas de las propuestas de las reconstrucciones que hemos mencionado antes. Aunque la naturaleza de este trabajo reclama una mayor atención en el sistema vocálico, enseguida presentaremos de manera muy breve los aspectos fonológicos de las distintas propuestas, poniendo especial interés en ciertos puntos, como la estructura prosódica, la oposición entre consonantes simples y consonantes geminadas, el estatus de la laringización, la duración y la nasalidad en el dominio vocálico.

Sobre la estructura prosódica Respecto a la estructura silábica y el acento no existe controversia. De manera unánime se plantea que en protozapoteco la raíz constaba de dos sílabas, de las cuales la primera era la prominente; es decir, se trataba de pies trocaicos (cf. Arellanes et al. 2013). Las sílabas pretónicas, cuando las había, correspondían a prefijos de tiempo-aspecto-modo en el dominio verbal y a prefijos de animacidad y posesión en el dominio nominal. Esta estructura se muestra en el cuadro 1. Cuadro 1. Palabras bi- y trisilábicas del protozapoteco Palabra con raíz monosilábica

Palabra con raíz bisilábica

(CV(ʔ)-)ˈCV(ʔ)(V)

(CV(ʔ)-)ˈCV(ʔ)(V)CV(ʔ)

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Sobre el contraste simple-geminado Uno de los aspectos más interesantes en la conformación de las lenguas zapotecas es el tipo de oposición consonántica que existía en la protolengua. La mayoría de las lenguas actuales se han analizado considerando la existencia de un contraste fortis-lenis, aunque existen diferencias importantes entre distintas variantes. En las lenguas de los Valles Centrales el contraste se extiende por todo el sistema (Arellanes 2009; Chávez Peón 2010), mientras que en miahuateco, en la Sierra Sur, el contraste se restringe a una parte del sistema consonántico, el de las obstruyentes (Hernández 2014); y en coateco, otra variante sureña, se ha propuesto que el contraste fortis-lenis no es pertinente (Beam 2004). Solo Fernández de Miranda (1995 [1965]) reconstruye el contraste fortis-lenis para la protolengua; esta propuesta se retoma en el trabajo de Smith Stark y López Cruz (1995). Swadesh (1947), Suárez (1973), Benton (1988, 2012) y Kaufman (1994-2007) coinciden en que el tipo de oposición era simple-geminado. El cuadro 2 resume el tipo de contraste reconstruido por cada autor. Cuadro 2. El origen del contraste fortis-lenis según diferentes autores Simple-geminado Swadesh (1947)



Fernández de Miranda (1995 [1965])



Suárez (1973)



Benton (1998, 2012)



Kaufman (1994-2007)



Smith Stark y López (1995)

Fortis-lenis



En el presente trabajo asumimos que la protolengua tenía un contraste de tipo simple-geminado (cuadro 3) que evolucionó hacia las variantes modernas como un contraste fortis-lenis en el sentido planteado en Arellanes (2009) y Chávez Peón (2010) (véase también Arellanes 2004a, 2004b; Antonio Ramos 2007; Morales Camacho 2014a, Hernández Luna 2014, entre otros). En las variantes sincrónicas, las consonantes fortis, desde el punto de vista prosódico, contribuyen al peso silábico cuando están en posición de coda, mientras que las consonantes lenis carecen de dicho peso. Desde el punto de vista segmental, las consonantes fortis muestran una alofonía

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mínima, en comparación con el marcado condicionamiento contextual de las lenis, y se realizan con las valencias no marcadas de los rasgos fonológicos, en virtud de la clase natural a la que pertenecen. Las consonantes lenis, en cambio, manifiestan un elevado grado de adaptación al contexto. Cuadro 3. Inventario consonántico del protozapoteco

Oclusivas

Africadas

Fricativas

Nasales

Laterales

j

tt, tt , kk, kkw

tt῀s

ss, ʃʃ

mm, nn

ll

t, tj, k, kw

t῀s

s, ʃ

n

l

Aproximantes

j, w

Sobre el estatus de la laringización La constricción glotal en protozapoteco se ha interpretado de tres formas (cuadro 4): 1) como consonante, de acuerdo con Swadesh (1947) y Fernández de Miranda (1995 [1965]), 2) como un rasgo asociado a las vocales, según Suárez (1973) y Kaufman (1994-2014), y 3) como rasgo suprasegmental asociado a la sílaba, de acuerdo con Benton (1988-2012), para quien no solamente la laringización, sino también la nasalidad, el tono, la duración y la diferencia entre sílabas balísticas y controladas son propiedades silábicas. Cuadro 4. El estatus fonológico de la laringización en protozapoteco según diferentes autores

Consonante /ʔ/ Swadesh (1947)



Fernandez de Miranda (1995 [1965])



Suárez (1973)

Rasgo vocálico /vʔ/ /vʔv/

Rasgo suprasegmental



Benton (1998, 2012)



Kaufman (1994-2007)



Smith Stark y López (1995)



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Nuestra postura es que en protozapoteco existía un contraste entre voz modal y dos tipos de vocales con laringización, a las que tradicionalmente se les denomina cortadas y rearticuladas; el contraste entre las vocales laringizadas dependía del tipo de anclaje del rasgo laríngeo dentro de la vocal: central o final (cf. Arellanes 2014). Este contraste tripartito se manifestaba exclusivamente en posición tónica, mientras que en posición átona se reducía a un contraste entre vocales modales y vocales cortadas. En algunas variantes de los Valles Centrales, como la de San Pablo Güilá, el contraste se ha reinterpretado como un contraste de grados de laringización (Arellanes 2009), en tanto que en la Sierra Sur las variantes más innovadoras han neutralizado el contraste entre los dos tipos de laringización, al tiempo que el dominio del anclaje pasó de ser la vocal a ser la rima silábica (véase Hernández Luna 2014 para Santo Domingo de Morelos). Las variantes más conservadoras, entre las que se encuentran las de la Sierra Norte y las del Istmo, han conservado un contraste similar al de la protolengua, aunque en algunos casos ha habido modificaciones en la zona de anclaje. Por ejemplo, en Santiago Sochiapan, grosso modo, el anclaje central cambió a anclaje inicial, mientras que el anclaje final no manifestó ninguna modificación (Morales Camacho 2014b).

Sobre las vocales y los contrastes vocálicos El tema donde encontramos menos acuerdo en las distintas reconstrucciones, y que constituye, además, el punto central de este trabajo, es el sistema de timbres vocálicos de la protolengua. Se reconstruyen desde cuatro hasta seis timbres, además de otros contrastes secundarios, como la laringización y la nasalidad. Swadesh (1947) reconstruyó un sistema de cinco vocales /*i *e *a *o *u/. Fernández de Miranda (1995 [1965]) reconstruyó el mismo sistema en sílabas tónicas pero en sílabas átonas reconstruyó solamente *u y no *o. Por su parte Suárez (1973) reconstruyó ocho vocales /*a *e *i *ɨ *o *u *O *A/, donde *O y *A representan vocales nasalizadas cuyo timbre no determinó con precisión. Por su parte Kaufman (1994-2007) reconstruye seis vocales, las mismas que Swadesh más una que indica con . Para Kaufman esta vocal era nasalizada en el protozapotecano pero no en el protozapoteco; respecto de este último dice que su timbre es difícil de precisar, pero que podría tratarse de /æ/ (comunicación personal). Nuestra postura en cuanto a los timbres vocálicos es, como ya habíamos adelantado desde la introducción, que en protozapoteco no había distinción fonológica entre dos timbres posteriores y que el único timbre posterior era

50

ROSEMARY BEAM DE AZCONA ET al.

*o, como ya lo había propuesto Beam de Azcona (1999, 2004, 1998-2014). Adicionalmente, seguimos a Kaufman (1994-2007) en la propuesta de *ã nasalizada para el protozapotecano. La *ã del protozapotecano debe haber tenido un timbre particular en el protozapoteco porque tiene como reflejo correspondencias diferentes en las lenguas actuales, pero la determinación de su carácter en el protozapoteco todavía está por definirse. Las alternativas más probables son: 1) que siguió siendo *ã , 2) que cambió de timbre a otra vocal, como *æ (que es el reflejo en la mayoría de las lenguas de la Sierra Sur), o 3) que se convirtió en un diptongo o secuencia vocálica del tipo *ea (que es el reflejo en San Vicente Coatlán). Nuestra propuesta es, entonces, que el protozapoteco tenía los cuatro timbres vocálicos /*i *e *a *o/ y, además, otro elemento contrastivo que pudo haber sido bien un quinto timbre *æ, o bien una secuencia vocálica *ea. Debido a que no hemos definido una postura a este respecto, en este trabajo representamos a dicho elemento como *A (figura 1). *i   o *e  *o *A   *a Figura 1. Sistema vocálico del protozapoteco.

En la parte analítica de este trabajo argumentamos, con evidencia reflejada en un conjunto amplio y heterogéneo de variantes de zapoteco moderno, que partiendo de este protosistema de timbres vocálicos, es posible explicar de modo sistemático y relativamente simple la manera en que evolucionaron los sistemas de timbres vocálicos de dichas variantes. En el resto de este trabajo citamos formas del protozapoteco que reflejan nuestra visión de la lengua reconstruida. Para nosotros, el contraste fortislenis es un reflejo de un contraste entre consonantes geminadas y simples, lo que se ajusta a las reconstrucciones de Swadesh (1947), Suárez (1973), Benton (1988-2012) y Kaufman (1997-2007). Concordamos con Fernández de Miranda (1995 [1965]) en que no había contraste entre *o y *u en sílabas átonas en la protolengua, pero extendemos esta generalización al contexto tónico, de modo que proponemos que en la protolengua no hubo un fonema *u en ningún contexto. Seguimos a Kaufman (1994-2007) en varios aspectos de la fonología segmental, particularmente en la existencia de oclusivas palatalizadas *tʲ, *ttʲ, la fusión de éstas con las africadas *t͡ s *tt͡ s ante *i (véase también Operstein 2012) y la necesidad de reconstruir

UMLAUT y otros procesos de las lenguas zapotecas

51

un timbre vocálico contrastivo independiente para el reflejo de la *ã del protozapotecano. Debido a que nuestro análisis sobre el sistema tonal de la protolengua es aún preliminar, las reconstrucciones que usamos no incluyen información tonal.

Metodología Para la configuración del corpus se utilizó la lista de formas reconstruidas del protozapoteco elaborada por Fernández de Miranda (1995 [1965]) que consta de 502 ítems. Los ítems fueron confrontados con las reconstrucciones propuestas por Kaufman (1994-2007). Además, la comparación de las formas encontradas en las variantes modernas nos permitió hacer ciertas precisiones en las protoformas, sobre todo en relación con los timbres, pero también en relación con el punto de articulación de algunas de las consonantes. En el análisis de los cognados en las lenguas actuales se empleó evidencia acústica para tener resultados más fiables sobre la naturaleza de los sonidos involucrados.

Variantes consideradas y conformación del corpus Smith Stark (2007) propuso, en un nivel general, una división tripartita del zapoteco: 1) zapoteco occidental, 2) solteco y 3) zapoteco medular. Sicoli (en 2015) usa nuevos datos de variantes occidentales para argumentar que el solteco era una variante del zapoteco occidental. Smith Stark dividió el zapoteco medular en cuatro grupos: 1) papabuco, 2) zapoteco de la Sierra Sur, 3) zapoteco central, y 4) zapoteco de la Sierra Norte. En este trabajo se consideraron 19 variantes zapotecas de todos los subgrupos del zapoteco medular, exceptuando el papabuco, con la intención de abarcar una zona amplia que pudiera dar cuenta de la diversidad interna de la familia. Las divisiones primarias del zapoteco según Smith Stark (2007), con la enmienda de Sicoli (2015), aparecen en el cuadro 5, con los subgrupos considerados en este trabajo indicados en negritas. Cuadro 5. Divisiones primarias del zapoteco Zapoteco moderno Occidental

Medular Papabuco

Sierra Sur

Central

Sierra Norte

ROSEMARY BEAM DE AZCONA ET al.

52

A su vez, Smith Stark (2007) dividió la Sierra Sur en cuatro subgrupos, pero esta clasificación ha sido actualizada por Beam de Azcona (2014), quien propone tres agrupaciones internas: macrocoatecano, miahuatecano, y cisyautepequeño. Estos tres grupos están cubiertos en nuestro inventario de variantes; el miahuatecano con Santo Domingo de Morelos, Santa Catarina Cuixtla, San Bartolo Yautepec, San Agustín Mixtepec y San Bartolomé Loxicha; el macrocoatecano con Santa María y San Miguel Coatlán, San Baltazar Loxicha y Asunción Tlacolulita; y el cisyautepequeño con Lachivigoza. La clasificación del zapoteco central es una cuestión muy compleja, Smith Stark (2007) lo divide en no menos de diez grupos. Consideramos que la división geográfica entre los Valles Centrales y el istmo de Tehuantepec es importante y la primera región está representada en este trabajo por las variantes de San Pablo Güilá, San Lucas Quiaviní, San Baltazar Chichicapan y San Pablo Mitla, mientras que Juchitán e Ixtaltepec representan la zona del Istmo. Para las variantes de la Sierra Norte se cubrieron 3 de las 4 divisiones identificadas por Smith Stark (2007), El Rincón con Tanetze de Zaragoza; Choapan con Santiago Sochiapan; Cajonos con Zoochina y Yahuio. En el cuadro 6 aparece de modo sintetizado el conjunto de variantes consideradas en este estudio, mientras que en la figura 2 se muestra la localización de estas variantes en el dominio lingüístico zapoteco. Cuadro 6. Variantes consideradas Sierra Sur

Miahuatecanas

Zapoteco central

Coatecanas Cisyautepequeño

Valles

Istmo

Sierra Norte

Rincón

Cajonos

Choapan

Centrales • Santo Domingo • Santa de Morelos

María y

• Santa Catarina San Miguel

• Lachivigoza

• San Pablo

• Juchitán • Tanetze • San Jerónimo • Santiago

Güilá

• Ixtaltepec de

• San Lucas

Zoochina

Zaragoza • Santa

Cuixtla

Coatlán

Quiavini

Catarina

• San Bartolo

• San

• San Baltazar

Yahuio

Yautepec

Baltazar

Chichicapan

• San Agustín

Loxicha

• San Pablo

Mixtepec

• Asunción

Mitla

• San Bartolomé Tlacolulita Loxicha

  Sochiapan

n Tep euxila

S. Jua

S. Pedro Tidaá

Santiago Tillo

extitlán Santiago T

Sta. Ma. Peñoles

Sta. Inés de Zaragoza

S. Juan Tamazola

án

Cuicatl

Tepeux

Mayultianguis S. Felipe Usila

Sta. Ma. Jaltianguis

S. Juan Atepec

S. Pablo Macuiltianguis

Santiago Comaltepec

S. Pedro Yólox

Temextitlán

Jo ilte pec

Yagall S. Pedro o

Santi ago

Sta. Ma. Jacatepec

S. Pedro Ozumacín

S. Juan Yaeé

Sta. Ma. Lachichina

Asunción Lachixila Vijanos

San José La Chachalaca

Ayotzintepec

S. Juan Yalahui

Santiago Camotlán

S. Miguel Reagui Yetzelalag

S. Fco. Yovego

Las Palmas

S. Juan Bautista Valle Nacional

S. Gaspar Yagalaxi

S. Juan Yagila

S. sé T

Palantla

CHINANTECO

Tepetotutla

S. Juan Bautista Tlacoatzintepec

Abejones

S. Juan Quiotepec

S. Pedro Sochiapan

S. José Chiltepec

S. Juan Petlapa

Santiago Jocotepec

La Alicia

S. Juan Lalana

Sta. Cec ilia de Mader o

S. Andrés Ixtlahuaca

Sta. Ana Yareni

S. Juan Evangelista Analco

Loxicha

S. Pedro Tututepec

Tataltepec de Valdés Sta. María Yolotepec

Sta. María Temaxcaltepec

S. Juan Lachao

Tiltepec

S. Pedro Mixtepec

Sta. Ma. Sola

S. Sebastián de las Granadas

S. Vicente Lachixio

Soledad Piedra Larga

Sto. Domingo Coatlán

Valdeflores Colotepec Sto. Domingo de Morelos

S. Agustín Loxicha

S. Ildefonso Amatlán

S. José Lachiguirí

Amatlán S. Agustín Mixtepec

S. Sebastián Río Hondo

Sta. Cruz Ozolotepec

Santiago Lachivia

ial Ozolot

S. Mateo Piñas

Pluma Hidalgo

POCHUTECO

.C rina

ata

Soledad Salinas

Nejapa de Madero

La Mancomada

S. José Ozolotepec

Merced del Potrero

S. Miguel del Puerto

Sta. Ma. Xadani

San Felipe Lachillo

Santiago Xanica

Sta. Ma. Huatulco

Sta. Ma Coixtepec

ivini

Stgo. Lapaguía

S. José Quianitas

MIXE

Asunción Tlacolulita

S. Juan Alotepec

Santiago Astata

S. Pedro Huamelula

HUAMELULTECO

TEQUISISTLATECO

Magdalena Tequisistlán

Sta. Ma. Totolapilla

Magdalena

S. Blas Atempa

S. Pedro Comitancillo

Matías Romero

Sta. Ma. Xadani

Juchitán de Zaragoza

S. Mateo del Mar

Zaragoza

Unión Hidalgo

Sta. María del Mar

Mapa 22

S. Dionisio del Mar

Sto. Domingo

S. Francisco del Mar

Niltepec

S. Miguel Chimalapa

ZOQUE

Sta. Ma. Chimalapa

S. Francisco Ixhuatán

Reforma de Pineda

Sto. Domingo Zanatepec

Chahuites

S. Pedro Tapanatepec

Áreas dialectales del zapoteco basadas en isoglosas y cálculos de inteligibilidad tcss / I. II. 2003

TEXISTEPEQUEÑO

Texistepec

HUAVE

ec n Ixtaltep Asunció Sta. Cruz Espinal

Ciudad Ixtepec

Sta. Ma. Petapa

Oluta

OLUTECO

SAYULTECO

Sayula

Acayucan

Basado en Las Lenguas del estado de Oaxaca, México Thomas C. Smith Stark 1. V. 1988 Corregido I. II 2003

Salina Cruz

S. Pedro Huilotepec

Sto. Domingo Tehuantepec

Sta. Ma. Mixtequilla

Sta. Ma. Jalapa del Marqués

Magdalena Tlacotepec

Santiago Laollaga

Sto. Domingo Chihuitán

El Barrio

Mogoñe

Sarabia

Estación Palomares

S. Juan Guichicovi

Sto. Domingo Petapa

Sta. Ma. Guienagati

Guevea de Humboldt

S. Juan Mazatlán

Coatlán

Santiago Lachiguiri

Guadalupe Guevea

Santiago Ixcuintepec

S. Juan Lachixila

Santiago Quiavicuzas

S. Lucas Camotlán

S. Miguel Quetzaltepec

S. Lorenzo Jilotepequillo

San Matías

Sta. Ma Ecatepec

S. Bartolo Yautepec

Sta. María Quiegolani

S. Carlos Yautepec

an Gu S. Ju S. Fco. Ozolotepec

Sto. Domingo Ozolotepec ec ep lot Ozo S. Juan Ozolotepec io

uitan i

Quioq

S. Pedro Mixtepec Miahuatlán

epec Xar eg uai c io Ozolotepe S. Anton S. Andrés Lovene

S. Marc

S. Pedro Pochutla

Candelaria Loxicha

S. José La Gracia

S. Pedro Mártir Quiechapa

S. Baltazar Chivaguela

S. Mateo Río Hondo regor G Sta. Ma. Ozolotepec S. Sta

S. Pedro el Alto

Las Margaritas

LÁACHE ZÁA

S. Pedro Totolapan

Sto. Domingo Lachivito S. Francisco Sto. Tomás Quierí Logueche Sta. Catalina Mixtepe Quierí c S. Pedro Leapi Sta. S. Lorenzo Cata S. Cristóbal Mixtepec Stgo. Quiavijolo rina S. Andrés

S. Andrés Paxtlán

Sta. Lucía Miahuatlán

Trinidad Buenavista

Sta. María Tonameca

Sto. Tomas Tamazulapan

S. Luis Amatlán

Progreso

S. Miguel Suchixtepec

Miahuatlán de Porfirio Díaz

Sta. Catarina Cuixtla

S. Miguel Coatlán Sta. Catarina Loxicha

S. Bartolomé Loxicha

Sta. Marta Loxicha

S. Baltazar Loxicha

S. Jerónimo Taviche

Coatecas Altas

Sta. Cruz Xitla

S. Pablo Coatlán

S. Fco. Coatlán

S. Sebastián Coatlán

spo

e Cre

S. Pedro Coatlán

d Ejutla

S. Andrés Zabache

Sta. Cruz Nexila

c ltepe ihua Chich Ma. Sta. S. Martín de los Canseco

Magdalena Ocotlán

Santiag o Apó stol

Figura 2. Variantes analizadas. Adaptado del mapa 22 de Thomas Smith Stark (2007).

Sta. Ma. Colotepec

Sta. María Coatlán

S. Vicente Coatlán

S. Jerónimo Coatlán

SOLTECO

S. Martín Lachilá

Sta. María Ayoquezco de Aldama

S. Miguel Sola de Vega

San. Ildefonso Sola de Vega

S. Gabriel Mixtepec

Santos Reyes Nopala

S. José Ixtapan

Santiago Yaitepec

Sta. Catarina Juquila

Santiago Minas

S. Lorenzo Texmelucan

PAPABUCO

Santiago Xochiltepec

S. Juan Quiahije

Zacatepec

S. Miguel Panixtlahuaca

S. Jacinto Tlacotepec

Sto. Domingo Teojomulco

CHATINO

Sta. Cruz Zenzontepec

Santiago Amoltepec

Sta. María Zaniza

ep ec ixt

tl chi

nM

uilxó

Ju a

Mac

S.

Villa Chalcatongo

Santiago Jalahui

S. Juan del Río

Xochipan

El Arenal

Playa Vicente

Vera Cruz

Santiago Lalopa Latoani Yaneri S. Juan Yatzona Yaviche S. Juan San Juan Taguí Santiago Otatitlán de Morelos Yahuive Tepanzacoalco Sta. María Choapan Tanetze de Zaragoza Jaltepec Sta. María Temaxcalapa S. Miguel S. Juan San Juan Talea de Castro S. Miguel Yotao S. Juan Yetzecovi Ixtlán Lachao S. Miguel de Juárez Teococuilco de Marcos Pérez S. Juan Juquila Vijanos S. Ildefonso Sta. María Tonaguía del Río S. Juan Porvenir Villa Alta Santiago Yaveo Comaltepec Natividad Sto. Domingo S. Cristóbal Lachirioag S. Bartolomé Lachixova Roayaga Guelatao Santiago S. Mateo Calpulalpan S. Juan de Juárez Zoquiapan S. Juan Tabaa S. Juan Yaee del Estado Santiago Xiacui S. Juan S. Andrés Yaa Chinantequilla S. Andrés Solaga altazar S. B hi el Bajo Chicomezúchil S. Pablo Yatzac La Trinidad Travertino rina Ixtepeji S. Melchor Betaza Huitzo Sta. Cata S. Miguel Sta. María S. Sebastián Gudeo Xoch Lachita S. Bartolomé itepe Amatlán Yavesía Zoogocho c Santiago Totontepec Sta. María mo Latuvi S. Pedro y S. Pablo Etla róni hina Zacatepec Puxmetacan Stgo. Zoochila Santiago n Je oc Sa Zo Llano Grande Laxopa Hidalgo Yalálag S. Pablo Etla S. Juan Cotzocón S. Francisco La Nevería Cajonos S. Andrés Zautla Cuajimoloyas altepec Sta. María Maz S. Pedro Santiago ás S. Mateo Cajonos m S. Miguel Cajonos Cajonos Sto. To Tlahuitoltepec Atitlán S. Pablo Yaganiza Benito S. Andrés Huayapan S. Domingo S. Felipe Tejalapan Juárez Sta. Ma. Xagacía Sta. Catarina Atzompa Alotepec Sta. Ma.

S. Miguel Aloapan

ila

Sta. Ma. Pápalo

CUICATECO S. Jua n

S. Juan Bautista Atatlahuca

an Ba utista

S. Juan Bautista Jayacatlan

Santiago Nacaltepec

S. Jerónimo Sosola

S. Andrés Nuxiño

jano

io Tru

Valer

S. Ju

S. Pedro Jaltepetongo Santiago Apoala Sta. Ma. Apasco S. Miguel Chicahua

Concepción Pápalo Santos Reyes Pápalo

S. Andres Teotilalpan S. Fco. Chapul apa

Sta. María Tlalixtac

Oaxaca Tamazulapan de Juárez Santiago Sta. Ma. Mixistlán Sto. Domingo Tlalixtac de Sta. Lucía del Camino Ixtaltepec Albarradas Santiago Cabrera S. Mateo Sta. Catarina S. Miguel Sto. Dom. S. Sebastian Tutla Sta. Cruz Teotitlán del Valle Albarradas Tlazoyaltepec Asunción Cocalotepec Xoxocotlán Tenaltepec S. Pedro y S. Pablo Sindihui Piedras Tlacochahuaya Sta. Ma. del Tule Ayutla S. Antonio de la Cal S. Miguel ó de Morelos S. Pablo Cuatro Yutanduchi Lachigol S. Sebastián Santiago Cuilapán Albarradas Sta. Ana del Valle cisco S. Raymundo Venados S. Pablo Tijaltepec de Guerrero de Guerrero S. Fran Abasolo S. Miguel Jalpan Sta. Ma. Tepantlali Sto. Domingo Sta. Ma. Sta. Cruz S. Juan Juquila Mixes Villa Díaz Ordaz del Valle S. Juan Tepuxtepec Coyotepec Papalutla S. Miguel Zaachila S. Antonio Guelavía Sto. Domingo Stgo. Clavellinas Sta. Ma. Albarradas Tlacolula de Peras S. Juan Huitepec S. Sebastián S. Bartolo Matamoros Ixcatlán S. Pedro Teitipac S. Lorenzo Albarrades Teitipac Coyotepec Sta. Cruz Tacahua Ocotepec Magdalena Sta. Catalina Mixtepec Mixtepec Magdalena Teitipac Sta. Cecilia S. Pablo Asunción Jalieza Zimatlán S. Lucas Villa de Mitla S. Juan del Río Mixtepec Zapotitlán de Álvarez S. Andrés el Alto S. Martín Quiaviní S. Fco. Sta. Ma. Tilcajete del Río Santiago Matatlán Sto. Domingo Jalieza S. Bernardo Cahuacuá Yolotepec S. Bartolomé Sto. Tomás Jalieza Sta. Ana Mixtepec Sta. Inés Yatzeche S. Antonino el Alto Sta. Ana del Río Quialana S. Marcos Zegache S. Antonino Santiago Rancho Tlapozola Ocotlán S. Pablo Lachiriega Ocotlán de S. Pedro S. Felipe Yosondúa S. Antonino Morelos S. Pablo Guilá Totomachapan S. Pedro el Alto Sta. Cruz Mixtepec S. Pablo Huixtepec S. Miguel Castillo V. S. Dionisio S. Luis Rancho S. Juan Elotepec S. Mateo Mixtepec Tilquiapan S. Pedro Mártir Ocotepec del Río Blanco S. Pedro Quiatoni Sta. C El Colorado Río S. Baltasar Guelavila atarina Asunción Ocotlán S. Miguel Minas Recibimiento de Cuauhtémoc Dulce Lachixio S. Pedro S. Baltazar Sta. Ma. Mixtepec Unión Juárez Apóstol Chichicapan Lachixio Sta. Lucia Ocotlán Sto. Tomás de Arriba

Sta. María Tataltepec

S. Pedro Jocotipac

Sta. Ma. Texcaltitlán

Magdalena Jaltepec

S. Fco. Jaltepetongo

Asunción Nochixtlán

Sto. Domingo Yanhuitlán

Santiago Tilantongo

Sta. Ma. Ixcatlán

IXCATECO

S. Miguel Huautla

Sta. Catarina Ocotlán

S. Bartolo Soyaltepec

S. Juan Diuxi

S. Bartolomé Yucuañe

S. Miguel Achiutla

Sta. María Nduayaco

Sta. Catarina Ticuá

S. Mateo Peñasco

Sta. Catarina Yosonotú

Sta. Catarina Tayata

Sta. Ma. del Rosario

S. Pedro y S. Pablo Teposcolula

Sta. Ma. Nativitas

S. Juan Bautista Coixtlahuaca

Sto. Domingo Tomaltepec

S. Miguel Tulancingo

Santiago Tejupan

Santiago Teotongo

Tepelmeme de Morelos

CHOCHO

Tlacotepe Plumas

Concepción Buenavista

Cuyamecalco Villa de Zaragoza

S. Bartolomé Chiquihuitlán de Ayautla Benito Juárez Sta. Ana Cuau S. Pedro Teutila htémoc

Zoquiapan Mazatlán de Flores

a

Sta. Ma Tecomavaca

alin

.Y

Ma

a.

St

S. Juan de los Cues

Chiapas

UMLAUT y otros procesos de las lenguas zapotecas 53

ROSEMARY BEAM DE AZCONA ET al.

54

Inventarios vocálicos Todas las variantes consideradas cuentan con la vocal alta /i/, las vocales medias /e/ y /o/ y la vocal baja /a/. En el Cuadro 7 se puede ver el inventario de todas las variantes. En este cuadro, así como en los cuadros 8, 9 y 10, las innovaciones vocálicas están en negritas. Cuadro 7. Inventario vocálico panzapoteco12

Anteriores

Centrales

Posteriores

Altas

i

ɨ

u

Medias

e

Medias bajas

æ

12

Bajas

o ɐ

ɔ

a

El cuadro 8 se refiere a las variantes de la Sierra Sur, donde se puede encontrar de manera generalizada el surgimiento de /u/ a partir de *o y el surgimiento de /æ/ a partir de *A y *e; finalmente, el surgimiento de /ɔ/ para algunas variantes de coateco a partir de *a. Cuadro 8. Sierra Sur

Anteriores

Centrales

Posteriores

Altas

i

u

Medias

e

o

Medias bajas

æ

ɔ

Bajas

a

Para el zapoteco central, en el cuadro 9 se ilustra: 1) el surgimiento de /u/ a partir de *o; 2) además, en las variantes de Valles Centrales (San Pablo Güilá, San Lucas Quiaviní, San Baltazar Chichicapan y San Pablo Mitla),

12

Tanto en las variantes de Sierra Sur como en Valles Centrales el fonema /æ/ puede tener diferentes alófonos en el espacio acústico entre las vocales cardinales [e] y [a]. De manera general, utilizamos /æ/ como representación fonológica de esas vocales.

UMLAUT y otros procesos de las lenguas zapotecas

55

la /ɨ/ que proviene de *e; y, 3) específicamente para la variante de San Pablo Mitla, la vocal media baja /æ/ que proviene de *e y, probablemente, de alguna otra fuente. Cuadro 9. Zapoteco central

Anteriores

Centrales

Posteriores

Altas

i

ɨ

u

Medias

e

Medias bajas

æ

Bajas

o a

En las variantes de la Sierra Norte, en el cuadro 10, aumenta la vocal /ɨ/, proveniente de *e, exclusivamente en Tanetze de Zaragoza, y la /u/ proveniente de *o, en esta variante y en las de Yahuio y Zoochina; en el caso de Santiago Sochiapan no se ha dado el desarrollo de la /u/ fonológicamente; sin embargo, se ha desarrollado la vocal media baja /ɐ/ a partir de *a. Cabe precisar que el análisis desarrollado en este trabajo se enfoca sólo en los casos de fonologización de timbres vocálicos a partir de umlaut. Cuadro 10. Sierra Norte

Anteriores

Centrales

Posteriores

Altas

i

ɨ

u

Medias

e

o

Medias bajas

ɐ

Bajas

a

En gran medida el crecimiento del inventario vocálico entre la figura 1 y los cuadros 8, 9 y 10 se debe a procesos de umlaut en los que las vocales tónicas se asimilaron a vocales postónicas, que en muchas variantes actuales se han perdido. En el siguiente apartado analizamos, caso por caso, el surgimiento de nuevas vocales producto de tales asimilaciones.

ROSEMARY BEAM DE AZCONA ET al.

56

Desarrollo Como vimos en el apartado anterior, hay cinco nuevas vocales en las lenguas zapotecas modernas que no existían en el protozapotecano (la /æ/ posiblemente existió en el protozapoteco como realización de *A, pero esto no se ha determinado todavía): /æ, ɐ, ɔ, u, ɨ/. La /ɔ/ del coateco norteño es reflejo de una secuencia *aw en protozapoteco. La /ɐ/ en Sochiapan no es producto de una asimilación progresiva derivada de la secuencia /iɐ/, debido a la existencia de pares mínimos análogos entre /iɐ/ y /ia/. De igual manera /ɐ/ contrasta en contexto morfológico con /a/, siendo primera y segunda persona respectivamente. Esta vocal surge para establecer una diferencia fonológica entre la primera y segunda persona de singular. Como ni el surgimiento de /ɔ/ en coateco ni el surgimiento de /ɐ/ en Sochiapan son productos del umlaut, no los analizaremos en más detalle aquí. Por lo tanto, a partir de ahora nos enfocaremos en la evolución de las otras tres vocales /æ/, /ɨ/ y /u/, comenzando con la /u/ como reflejo de *o.

Evolución o permanencia de *o La evolución de la *o depende de diferentes contextos: 1) si es laringizada o no, 2) si está en posición tónica o átona y 3) del contexto segmental. El umlaut de *o a /u/ se trata más adelante, pero antes de explorar este fenómeno es necesario considerar las vocales postónicas que lo provocaron: la *o postónica y la *i postónica. La realización fonética de estas últimas como vocales altas condiciona la elevación de *o tónica pero es la pérdida de estas vocales postónicas lo que fonologiza la elevación y crea el nuevo fonema /u/. Por lo tanto, es necesario revisar la evolución de estas vocales postónicas antes de explorar el umlaut de *o.

*o postónica En un número amplio de variantes zapotecas, la *o13 postónica se elevó a *[u]. Esta elevación puede interpretarse como un signo de debilitamiento favorecido por la condición átona y el contexto final de palabra: *CVCo > CVCu. La elevación se constata sincrónicamente en variantes del Istmo, 13

Excepto en los casos en que se indique lo contrario en el texto, en la presente sección *o se refiere tanto a una vocal modal como a una vocal cortada (*/oʔ/).

UMLAUT y otros procesos de las lenguas zapotecas

57

correspondientes al zapoteco central, como Juchitán e Ixtaltepec. También se constata en Tanetze, representante del zapoteco de El Rincón, en la Sierra Norte, pero sólo en caso de que se tratara originalmente de una vocal cortada */oʔ/, como en ‘lejos’ y ‘perro’ en el cuadro 11. En cambio, si se trataba originalmente de una vocal modal *o, esta se perdió si estaba precedida por una consonante coronal, como en ‘abeja’ (aunque en algunos casos provocó, antes de desaparecer, una metafonía sobre la vocal tónica, lo que se revisará más adelante), o bien, si estaba precedida por consonantes velares, se redujo a una aproximante /w/, que en el plano fonético se realiza como una articulación secundaria (labialización), como en el caso de ‘río’. Cuadro 11. *o postónica en el Istmo y en el Rincón

Protozapoteco

Juchitán

Ixtaltepec

Tanetze

Glosa

*k e-eso

/bizu/

/bizu/

/buz/

‘abeja’

*keʔetʲo

/ɡiɾuʔ/

/ɡiɾu/

---

‘agujero’

*sittoʔ

/zitu/

/zitu/

/zitu/

‘lejos’

*k e-oʔkkoʔ

/biʔkuʔ/

/biku/

/bɨku/

‘perro’

*keʔeko

/ɡiɡuʔ/

/ɡiɡu/

/jeɡw/

‘río’

*kellaʔ+ʃono

/ɡenda+ʒunuʔ/

/ɡenda+ʒunu/

---

‘mamey’

w

w

En las variantes de los Valles Centrales, también pertenecientes al zapoteco central, pero más innovadoras que las del Istmo, normalmente la elevación estuvo seguida de una debucalización cuando la consonante precedente era velar (obsérvese los casos de ‘perro’ y ‘río’ en el cuadro 12), y de una pérdida completa de la vocal postónica en los demás casos. Cuadro 12. *o postónica en los Valles Centrales

Protozapoteco

San Pablo Güilá

San Lucas Quiaviní

Mitla

Glosa

*kwe-eso

/bez/

---

/bez+se/

‘abeja’

*keʔetʲo

/ɡɨ̰ dj/

/gɨ̰ j/~ /ɡḛdj/

/ɡed/

‘agujero’

*sittoʔ

/zit/

/ʒjḛt/

/zi̤ t/

‘lejos’

*kwe-oʔkkoʔ

/bḛkw/

/bḛkw/

/bekw/

‘perro’

*keʔeko

/ɡɨ̰ w/

/ɡḛw/

/ɡḛw/

‘río’

*kellaʔ+ʃono

/ɡel+ʒun̆/

/ɡel ʒ ṳa̤n̆ /

---

‘mamey’

ROSEMARY BEAM DE AZCONA ET al.

58

Adicionalmente, la proto *k intervocálica, que debió evolucionar hacia /ɡ/, desapareció al estar seguida por la /w/ proveniente de la *o postónica, como puede verse en el caso de ‘río’ en las tres variantes. El reflejo /w/ proveniente de *o postónica precedida por velares es bastante generalizado en estas variantes sincrónicas. La ruta evolutiva que se perfila es, entonces, *CVCo > *CVCu > CVCw (ante velares) > CVC (en el resto de los casos).14 En las variantes de la Sierra Sur la tendencia general es hacia la pérdida de la *o postónica incluso ante consonantes velares, como se observa en la evolución de ‘perro’ en las variantes de Santo Domingo de Morelos y Coateco en el cuadro 13. Sólo Tlacolulita y Lachivigoza, conservan el reflejo /w/ de modo similar a las variantes de Valles Centrales ante velar. Este dato puede reforzar una reclasificación de ambas variantes, aunque ubicadas en la Sierra Sur, como Zapoteco Central (Beam de Azcona 2018 y en preparación) Cuadro 13. *o postónica en la Sierra Sur

Protozapoteco

Santo Domingo

Coateco

Lachivogoza

Glosa

*k e-eso

/mbɛd/

/mbez/

---

‘abeja’

*keʔetʲo

---

/jeʔð/

---

‘agujero’

*sittoʔ

/tix=a/

/ziθ/

/zit/

‘lejos’

*kwe-oʔkkoʔ

/mb-ak/

/mβek/

/mekw/

‘perro’

*keʔeko

/juʔ(+roʔ)/

/juʔ/

---

‘río’

*kellaʔ+ʃono

---

---

---

‘mamey’

w

Finalmente, exceptuando las variantes de El Rincón –entre las que se encuentra Tanetze, cuyos datos ya se presentaron junto con los del Istmo en el cuadro 11–, en las variantes de la Sierra Norte, mostradas en el cuadro 14, 14

A favor del estado intermedio *CVCu, además de la evidencia que muestran sincrónicamente las variantes del Istmo discutidas en el cuadro 11, en las variantes de Valles Centrales la *[u] postónica del estado intermedio produjo una elevación de la *o tónica, convirtiéndola también en /u/, como se puede ver en la forma para ̔mamey̕ en San Pablo Güilá. Esta elevación es, de hecho, un caso típico de umlaut y constituye el centro de atención en el apartado "Umlaut de la *o tónica" (p. 66).

UMLAUT y otros procesos de las lenguas zapotecas

59

no ocurrió una elevación de la *o de modo que, o todavía sincrónicamente se conserva la /o/ postónica –como en Zoochina y, de modo restringido, en Yahuio–, o bien ocurrió un cambio de timbre en la dirección contraria –es decir, hacia /a/– como en Sochiapan, así como en otras variantes del zapoteco de Choapan (Ernesto Hernández, comunicación personal). Este descenso *o > a en Sochiapan sólo ocurrió con *o postónica en palabras monomorfémicas sin ningún rasgo laríngeo, ni en la sílaba tónica ni en la sílaba átona y a condición de que la vocal tónica no fuera tampoco *a (cf. *lakko > ʃlako (y no ʃlaka) ‘ corteza’). De los ejemplos de Sochiapan del cuadro 14, sólo ‘abeja’ cumple todas las condiciones para el descenso (otro ejemplo, fuera del cuadro comparativo, es *ketto > /ɡeta/ ‘calabaza’). La presencia de un rasgo laríngeo ya sea en la vocal tónica, como en ‘agujero’, o en la propia vocal postónica, como en ‘perro’, impidió el descenso hacia /a/. Cuadro 14. *o postónica en la Sierra Norte (excepto El Rincón) Protozapoteco

Sochiapan

Zoochina

Yahuio

Glosa

*kwe-eso

/beza/

---

/bez+seɾ/

‘abeja’

*keʔetʲo

/ɡeɾo/

---

/jeʧ=χ/

‘agujero’

*sittoʔ

---

/zitoʔ/

/zitoʔ/

‘lejos’

*k e-oʔkkoʔ

/bekoʔ/

/βekoʔ/

/beʔkoʔ/

‘perro’

*keʔeko

---

/çeɡo/

ɡjeɡw

‘río’

*kellaʔ+ʃono

/kja+ʃon/

/çele+ʐoŋ/

/jele+ʐon/

‘mamey’

w

En las tres variantes consideradas en el cuadro 14 la *o postónica se perdió cuando formaba parte del segundo constituyente de un compuesto (véase ‘mamey’). Por otro lado, cuando en Yahuio la *o modal estaba precedida por consonante velar, se debucalizó en una /w/ cuando estaba precedida por consonante velar. En cambio, la *oʔ postónica se mantuvo conservando su condición laríngea y su timbre (véase ‘lejos’ y ‘perro’).15 En Zoochina, por otro lado, la *oʔ postónica también conservó su condición laríngea y timbre (véase ‘lejos’ y ‘perro’), mientras que *o postónica modal no se debucalizó en /w/ cuando estaba precedida por velares, como en Yahuio (y como en 15

Recuérdese que en Tanetze la *oʔ postónica se conservó, pero perdiendo su condición laríngea y elevándose a /u/.

ROSEMARY BEAM DE AZCONA ET al.

60

Tanetze y en las variantes del Valle y en Lachivigoza y Tlacolulita en la Sierra Sur), sino que se conservó como /o/, si bien en el plano fonético puede presentar cierto grado de ensordecimiento (cf. López Nicolás 2009). En resumen, en algunas variantes de Sierra Norte, como Zoochina (e Yahuio en ciertas condiciones), la *o postónica conserva su timbre. Las variantes en las que evoluciona elevándose hacia /u/ constituyen una cadena que pasa por las del Istmo (Juchitán e Ixtaltepec), Tanetze (y muy probablemente otras variantes de El Rincón), de los Valles Centrales y las de la Sierra Sur, manifestando progresivamente un mayor grado de debilitamiento hasta desaparecer. Por el contrario, en Sochiapan se manifiesta una evolución en el sentido contrario (si bien bajo condiciones bastante elaboradas), produciéndose un descenso que no puede interpretarse como un debilitamiento y que, de modo esperable, no ha dado lugar a una ruta evolutiva de más pasos hacia la desaparición. En la figura 3 se representa lo anterior: CVCa


Sochiapan (bajo condiciones elaboradas)

Sochiapan

Zoochina

*CVCu

Juchitán e Ixtaltepec

Yahuio (solo *oʔ) Tanetze (solo *oʔ)

>

*CVCw

>

CVC

Valles (ante velar)

Valles

Yahuio (ante velar)

Yahuio

Tanetze(ante velar)

Tanetze

Lachivigoza (ante velar)

Lachivigoza

Tlacolulita (ante velar)

Resto de la Sierra Sur

Figura 3. Etapas en la evolución de la *o postónica con variantes representativas.

La figura 3 permite ver que, en relación con la evolución de la *o postónica, las variantes más conservadoras son las de la Sierra Norte, seguidas por las del Istmo. Las lenguas de los Valles Centrales manifiestan junto

UMLAUT y otros procesos de las lenguas zapotecas

61

con Lachivigoza y Tlacolulita un desgaste mayor en la *o y, finalmente, el resto de las variantes sureñas manifiesta el grado máximo de debilitamiento de esta vocal, es decir la pérdida total aún ante una consonante velar. Adicionalmente, en la figura 3 se revela que hay dos factores que inhiben el debilitamiento de la *o. Por un lado, la condición laringizada de la vocal (es decir, *oʔ), en Yahuio y Zoochina permitió que mantuviera su timbre original y en el caso de Tanetze evitó que se elidiera aunque aunque se eleve a /u/. Por otro lado, la presencia de una consonante velar –una vez que la *o, en su ruta de debilitamiento, perdió su estatus de núcleo silábico convirtiéndose en /w/– hizo que esta se manifiestara como una articulación secundaria en las variantes de los Valles Centrales y en Lachivigoza y Tlacolulita (las probables variantes centrales ubicadas en la Sierra Sur), así como en Yahuio y Tanetze (tratándose exclusivamente de la *o modal, pues la cortada se mantiene como vocal plena en estas variantes). Vale la pena mencionar que no hay reportes de variantes zapotecas en las que la /w/ proveniente de *o se mantenga ante consonantes coronales o labiales. Es importante señalar que la evolución *o > /a/ que se manifiesta en Sochiapan es un fuerte argumento a favor de reconstruir el único timbre vocálico posterior del protozapoteco como *o y no como */u/, pues partiendo del timbre /o/ es posible explicar la evolución en dos direcciones: una elevación hacia /u/ (v. gr. *kwe-eso > bizu ‘abeja’ en Juchitán e Ixtaltepec) y un descenso hacia /a/ (v. gr. *kwe-eso > beza ‘abeja’ en Sochiapan, figura

Figura 4. Desarrollo de la *o postónica en zapoteco.

ROSEMARY BEAM DE AZCONA ET al.

62

4). Si en este tipo de casos se reconstruyera una vocal alta posterior */u/ la evolución hacia Sochiapan sería mucho más difícil de explicar. El desarrollo de la *o postónica no constituye un caso de umlaut sino más bien constituye una ruta de lenición (exceptuando lo que pasa en Sochiapan, en la dirección contraria). Sin embargo, es necesario plantear esta ruta evolutiva porque su primer paso, el de la elevación hacia /u/, constituye el punto de partida para el umlaut que en muchas variantes sufrió la *o tónica, tópico que se analiza en una sección posterior de este trabajo.

Evolución de la *i postónica Como ya se adelantó en la introducción, la elevación que sufrió la *o tónica hacia /u/ tuvo como principal detonador la presencia de una vocal postónica alta. En el caso más simple, se trata de la *i, la cual constituía en la protolengua un elemento de carácter fonológico: *CoCi > *CuC(i). Es necesario, entonces, considerar la evolución de la *i postónica. En las variantes del Istmo, la *i postónica se conserva sin modificación del timbre. En Tanetze (Sierra Norte) también ocurre esto, pero sólo si se trata de *iʔ (véanse los casos de ‘lengua’ y ‘pluma’), mientras que se pierde si se trata de *i (cuadro 15). Cuadro 15. *i postónica en el Istmo y en El Rincón

Protozapoteco

Juchitán

Ixtaltepec

Tanetze

Glosa

*lot῀siʔ

/luʤi/

/luʤi/

/luʤi=ɾu/

‘lengua’

*kkok i

/na-kubi/

/na-kubi/

/kub/

‘nuevo’

*toʔok iʔ

/dṵbiʔ/

/dubi/

/dubi/

‘pluma’

*joʃi

/juʃi/

/juʒi/

/juʒ/

‘arena’

*koʔot῀siʔ

/ɡṵʤi/

---

/ɡuʤi/

‘moco, pus’16

*kwe-kokkwi

/n-ɡupi/

/n-ɡupiʔ/

/b-ɡupi/

‘armadillo’

w

w

16

En las variantes del valle occidental tanto la *i modal como la *iʔ cortada desaparecieron si estaban precedidas por consonantes coronales (véase ‘lengua’, ‘arena’ y ‘moco’), mientras que se conservaron, debucalizándose en una /j/, ante labiales (cuadro 16). 16

Las glosas son para el protozapoteco. Pueden haber cambios semánticos en lenguas modernas.

UMLAUT y otros procesos de las lenguas zapotecas

63

Cuadro 16. *i postónica en los Valles Centrales Protozapoteco

San Pablo Güilá

San Lucas Quiaviní

Mitla

Glosa

*lot῀siʔ

/luʒ/

/luʒ/

/luʤ/

‘lengua’

w

*kko(ʔ)k i

/n-kubj/

/n-kɨbj/

/na-ko̰ b/

‘nuevo’

*toʔok iʔ

/b-dṵbj/

/dɨbj/

/dub/

‘pluma’

*joʃi

/ɡjuz/

/ɡjṳz/

/jṳʒ/

‘arena’

/ɡṵʒ/ ‘lagaña’

/ɡṵʒ/

/ɡuʤ/ ‘pus’

‘moco, pus’

/kuʧ+bi-ɡopj/

---

/beɡw+ɡop/

‘armadillo’

w

*koʔo͡tsiʔ *k e-kokk i w

w

Resulta claro que, al menos en los casos en los que la *i postónica desapareció por completo, sincrónicamente ya no hay un factor condicionante para explicar la elevación de la vocal tónica y eso implica que la /u/ se ha fonologizado. Un comentario aparte merece la evolución de ‘nuevo’ en Mitla, pues la vocal tónica muestra una laringización no presente en las otras variantes del valle occidental consideradas. Esta laringización inhibe la elevación de la */oʔ/ tónica, de modo análogo a como ocurrió con la */oʔ/ postónica en Yahuio y Zoochina. Por su parte, en las variantes de la Sierra Sur (cuadro 17) la */i/ postónica desapareció por completo, tanto después de coronales como después de labiales. Sin embargo, antes de desaparecer produjo el umlaut sobre la *o tónica de modo general en Coateco y en Lachivigoza, mientras que en Santo Domingo el umlaut se vio frenado por la presencia de un rasgo laríngeo ya fuera en la vocal postónica (como en ‘lengua’) o en la vocal tónica (como en ‘pluma’ y ‘moco/pus’). Cuadro 17. *i postónica en la Sierra Sur

Protozapoteco

Santo Domingo

Coateco

Lachivogoza

Glosa

*lo siʔ

/loz(=men)/

/luʐ/

/ludz/

‘lengua’

*kkok i

/kub(=a)/

/kuβ/

/(n-)kub/

‘nuevo’

*toʔok iʔ

/doʔb/

/ðuʔβ/

/dib/

‘pluma’

*joʃi

/juʃ(=a)/

/juʂ/

/juʃ/

‘arena’

/ɡoʔz/ ‘pus’

/ɣuʔʐ/ ‘pus’

---

‘moco, pus’

/nɡup/

/mβɣup/

/mi-ɡup/

‘armadillo’

w

w

koʔo͡tsiʔ *k e-kokk i w

w

ROSEMARY BEAM DE AZCONA ET al.

64

Entonces, de manera todavía más clara que en las variantes del valle occidental, en las variantes sureñas se puede argumentar que la pérdida de la */i/ postónica constituyó la fonologización del umlaut, de modo que en estos casos la /u/ adquirió el estatus de fonema. Finalmente, en las variantes de la Sierra Norte se observa una tendencia a conservar la */i/ postónica, pero con un descenso en su altura: *CVCi > CVCe. En las variantes de Sochiapan y Zoochina el descenso de la */i/ impidió la ocurrencia del umlaut, de modo que aún ahora se conserva la *o tónica.17 Por el contrario, la evidencia evolutiva en Yahuio apunta a que la */i/ postónica antes de descender a /e/ produjo umlaut sobre la *o tónica, convirtiéndola en /u/. Un contraejemplo aparece en ‘nuevo’, donde la /o/ tónica conserva su timbre, probablemente debido a la presencia del rasgo laríngeo de la vocal del primer elemento del compuesto. En este mismo ejemplo, también parece anómala la conservación de la propia vocal postónica al tratarse de una vocal modal. Cuadro 18. *i postónica en la Sierra Norte (excepto Rincón)18

Protozapoteco

Sochiapan

Zoochina

Yahuio

Glosa

*lo siʔ

/loʣeʔ/

/loʒe/

/luʒe/

‘lengua’

*kkok i

/kobe/

/daʔ-kobe/

/deʔe-kobe/

‘nuevo’

*toʔok iʔ

/dobeʔ/

/dobeʔ/

/dube/

‘pluma’

*joʃi

/ʒoʒe/

---

/juʒ/

‘arena’

/ɡoʣeʔ/

/daʔ-ɡoʒeʔ/

---

‘moco, pus’

/b-ɡopeʔ/

/be-ɡopeʔ/

/be-ɡopeʔ/

‘armadillo’

w

w

19

*koʔtsiʔ *k e-kokk i w

17

18

w

En el plano fonético, en Sochiapan comienza a manifestarse una alofonía entre [o] y [ʊ] en posición tónica, v. gr. /dobeʔ/ → [doː.beʔ] ~ [dʊː.beʔ] ‘pluma’ (< *toʔokwiʔ). Dada la evolución de la */i/ postónica hacia /e/, esta alternancia no puede verse como la etapa inicial del umlaut que se consolidó hace ya bastante tiempo en las otras variantes de zapoteco, sino que tiene que verse como un proceso no condicionado por el contexto vocálico subsecuente, es decir, como una simple relajación de la /o/. La prueba de esto está en que la alternancia también ocurre cuando la vocal postónica tiene timbre /a/ (v. gr. /dobaʔ/ → [doː.baʔ] ~ [dʊː.baʔ] ‘piña’). En esta forma ha habido un cambio semántico de ‘arena’ a ‘piedra picada para mezclar el barro’.

UMLAUT y otros procesos de las lenguas zapotecas

65

La ruta evolutiva de *i postónica hacia el debilitamiento es análoga a la de *o en el mismo contexto (figura 5).

Figura 5. Desarrollo de la */i/ postónica en zapoteco.

Como en la ruta evolutiva de la *o postónica, también aquí se manifiesta una tendencia en las variantes de la Sierra Norte a ir en sentido contrario a la lenición (figura 6).. Las variantes del Istmo (Juchitán e Ixtaltepec) y, parcialmente, Tanetze constituyen las variantes más cercanas a la protolengua. La ruta evolutiva está más avanzada en la Sierra Sur que en los Valles Centrales. CVCe


*CVCj

>

CVC

Yahuio Tantetze (sólo */iʔ/)

Valles (ante labial)

Tantetze Valles Sierra Sur

Figura 6. La evolución de la *i postónica.

Umlaut de la *o tónica El umlaut de *o antes de la *i postónica es bastante productivo. El mismo proceso antes de *[u] postónica también existe, aunque no en todas las lenguas. Refiriéndonos a los datos de los cuadros 9-16 ya mostrados antes, vamos a considerar el umlaut en cada contexto por separado.

66

ROSEMARY BEAM DE AZCONA ET al.

Las variantes que manifestaron esta elevación sin perder la *i postónica son las del Istmo. En los casos en que se conserva la *i postónica cabe preguntarse si se debe suponer que todavía opera sincrónicamente la asimilación, pues el factor condicionante –la /i/ postónica– aún sigue presente. En tal caso, las formas fonológicas anteriores podrían llevar /o/ tónica y no /u/ tónica. Una fuente de evidencia para el estatus de u en el zapoteco del Istmo (o cualquier otra lengua zapoteca) durante los últimos 500 años es el corpus de préstamos que se encuentran en diccionarios de la lengua, como el de Pickett et al. (1978). La falta de un contraste entre o y u en sílabas átonas es evidenciada por préstamos que tienen /o/ átona en español, que cambian a /u/ al adaptarse a la fonología del zapoteco, p. ej.: asientu ‘asiento’, bayu’ ‘pañuelo’ (de ‘paño’), bangu’ ‘banco’, gandxu ‘gancho’, guzina ‘cocina’, piisu ‘el piso’ y speju ‘espejo’. En el caso de speju, es evidente que el préstamo es reciente porque tiene /x/ y no /ʃ/, lo cual podría indicar que el contraste no existe en sílabas átonas o, si existe, es reciente y poco robusto. De hecho, en este diccionario se pueden encontrar ejemplos de o postónica como namono ‘arreglado’ y namboolo’ ‘grueso’, pero son muy escasos en comparación con los de la |u| postónica. En relación con la vigencia del proceso de umlaut, también es relevante analizar el comportamiento de los préstamos. ‘Dios’ se adapta como diuxi. En este caso la elevación a [u] podría deberse al carácter palatalizado de la consonante inicial. La *i postónica también podría motivar la elevación, aunque se trate de una [i] epentética para conformar la palabra mínima requerida por la lengua (véase San Giacomo y Chávez Peón en prensa, en relación con la morfología prosódica de los préstamos del español a lenguas otomangues). Sin embargo, desde préstamos tempranos coloniales vemos que el contraste en español entre /o/ y /u/ se mantuvo en zapoteco. Muxe probablemente deriva de mujer, que no tiene ningún contexto que condicionara la elevación a [u] en zapoteco, y la existencia de /ʃ/ demuestra que es un préstamo temprano. En los cuadros 16 y 17 se observa que la elevación de la vocal tónica a /u/ es un hecho en Valles Centrales y Sierra Sur, donde la elisión de vocales postónicas es generalizada. En estas lenguas la tónica es casi la única evidencia sincrónica de la vocal postónica del protozapoteo, junto con las consonantes palatalizadas o labializadas en coda. La excepción más regular se da en la lengua miahuateca de la Sierra Sur, aquí representada por la variante de Santo Domingo, donde el umlaut se bloqueó cuando cualquiera de las dos sílabas era laringizada.

UMLAUT y otros procesos de las lenguas zapotecas

67

La Sierra Norte representa un área conservadora en cuanto a la preservación de vocales átonas. Las tres variantes representadas en los cuadros 14 y 18 tienden a conservar las vocales postónicas en los casos en los que se pierden en los Valles Centrales y en la Sierra Sur. Comparando Sochiapan y Zoochina con Yahuio, la última variante parece un poco más innovadora, ya que pierde (o reduce) la vocal postónica en ‘arena’ (cuadro 18), ‘abeja’, ‘agujero’ y ‘río’ (cuadro 14) cuando Sochiapan y/o Zoochina conservan esa vocal. Quizá es por esta razón que Yahuio sí muestra un contraste al tener /u/ en palabras como ‘lengua’, ‘pluma’ y ‘arena’, mientras que Sochiapan y Zoochina todavía no han desarrollado un contraste entre /o/ y /u/. Estas dos variantes tienen un solo fonema /o/ cuya realización varía entre [o] y una realización más elevada, ambos alófonos en variación libre (véase la nota 18). En Yahuio, donde sí existe un contraste entre /o/ y /u/ (aunque de manera menos clara que en la Sierra Sur o los Valles Centrales), sugerimos que el umlaut se dio antes del descenso de *i postónica a /e/, mencionado líneas arriba. Para facilitar la referencia, el cuadro 19 repite las primeras tres palabras de los cuadros 15-18 en las variantes más representativas. Es claro que la mayoría de las formas tienen /u/. Solamente Sochiapan y Zoochina conservan /o/ sin tener contraste, mientras que en Santo Domingo se conserva /o/ en palabras que tenían laringización en protozapoteco. Cuadro 19. Umlaut con *i postónica ‘lengua’

‘nuevo’

‘pluma’

Protozapoteco

*lotsiʔ

*kkok i

*toʔokwiʔ

Juchitán

/luʤi/

/na-kubi/

/dṵbiʔ/

Ixtaltepec

/luʤi/

/na-kubi/

/dubi/

Tanetze

/luʤi/

/kub/

/dubi/

San Pablo Güilá

/luʒ/

/n-kubj/

/b-dṵbj/

San Lucas Quiaviní

/luʒ/

/n-kɨbj/

/dɨ̰ bj/

Mitla

/luʤ/

/na-ko̰ b/

/dub/

Santo Domingo

/loz/

/kub/

/doʔb/

Coateco

/luʐ/

/kuβ/

/ðuʔβ/

Lachivogoza

/luʦ/

/n-kub/

/dib/

Sochiapan

/kobe/

/dobeʔ/

Zoochina

/loʣeʔ/ /l̆ oʒe/

/daʔ+kobe/

/dobeʔ/

Yahuio

/luʒe/

/deʔe+kobe/

/dube/

w

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68

El umlaut que elevó la *o tónica a [u] antes de la *[u] postónica no se llevó a cabo en toda la Sierra Sur. Como no hay contraste entre [o] y [u] en Sochiapan y Zoochina, tampoco hay evidencias de umlaut en este contexto para dichas variantes. Las lenguas que restan, es decir las lenguas centrales (tanto de Valles Centrales como del Istmo) y Tanetze e Yahuio en la Sierra Norte, sí elevan *o tónica a /u/ en este contexto. Esto se muestra en el cuadro 20, donde la variante de Santo Domino de Morelos, incluida en los cuadros 11-19, ha sido reemplazada por la de San Bartolomé Loxicha (según Beam de Azcona 2014, una variante de la misma lengua), debido a la falta de cognados en Santo Domingo. Cuadro 20. Umlaut con *o ([u]) postónica

‘barba’

‘espalda’

‘humo’

‘correr’

Protozapoteco

*loʃo

*kko͡tsoʔ

*koʔʃʃoʔ

*-ʃoʔnna

Juchitán

---

---

/guʔʃu/

/-ʒo̰ je/

Ixtaltepec

---

---

/guʃu/

/ʒoɲḛ/

Tanetze

/luʃ/

/kuʣu/

---

/-ʒunaχ/

San Pablo Güilá

/luz/

---

/ɡṵʃ/

/-ʒṵn̆/

San Lucas Quiaviní

/luʔaʒ/

---

/ɡṵa̰ʒ/

/-ʒṵnj/

Mitla

---

---

---

/-ʃuːn̆/

San Bartolomé Loxicha

/loʃ/

---

---

/-ʃoʔn/

Coateco

/loʂ/

---

---

/-ʂoʔn/

Lachivigoza

/ʃloʃ/

---

/ɡoʃ/

/-ʃon/

Sochiapan

/loʒo/

/ʃkodza/

---

---

Zoochina

/loʒ/

/koʒeʔ/

---

/-ʐonχ/

Yahuio

/luʐe/

/kuʃuʔo/

---

---

19

19

La figura 7 muestra los timbres vocálicos (excepto el timbre indeterminado de la *A) del protozapoteco y el surgimiento de la /u/ en muchas lenguas por umlaut.

19

La forma /loʂ/ en coateco significa ‘pelo del guajolote macho’.

UMLAUT y otros procesos de las lenguas zapotecas

69

*i u *e *o *a Figura 7. Desarrollo de la *o tónica.

Finalmente, el cuadro 21, con el mismo formato y las mismas variantes que los dos cuadros anteriores, muestra la ausencia de elevación de la *o (por umlaut) en ausencia de vocales postónicas altas. Cuadro 21. Ausencia de umlaut con protovocal postónica no alta

‘corto’

‘escoba’

‘hembra’ ‘grande’

Protozapoteco

*tokk a *ʃok a

*kok a

*kola

*tʲoʔkwa

Juchitán

---

/ɡuba̰ja/

/na-ɡola/

/na-roʔbaʔ/

w

w

w

Ixtaltepec

---

/ɡubaja/

/ɡuna̰/

---

Tanetze

/na-dup/

/gub/

/ŋgul/

---

San Pablo Güilá

/dop/

/ɡob+sin̆/

---

/ɾo̰b/

San Lucas Quiaviní

/dop/

/ɡṵb/

---

/ɾoʔ/

Mitla

---

/ɡoʔb+sin̆/

---

/ɡuɾo̰/

San Bartolomé Loxicha

/na-ʃub/

/ljoʔb/

/ɡol/

/ɾo/

---

/jæɭjoʔβ/ (sur) /jaɭjoʔβ/ (nor)

--

---

Coateco Lachivigoza

/jok/

/ibaj/

/ɡus/

/ndɾon/

Sochiapan

/dokoʔ/

/ɡobe/

---

Zoochina

/ɸtʃoɡ/

/χoaʔço/

/n-ɡoa/ /n̆oʔol̆e/

Yahuio

---

---

---

---

---

Desarrollo de la ɨ (i herida) Como se muestra en detalle en Arellanes et al. (2017), la vocal alta central no redondeada /ɨ/, conocida también como i herida, se desarrolló en las variantes zapotecas del valle occidental (siguiendo la clasificación de Smith Stark 2007), incluyendo variantes como Tierra Blanca (San Pablo Güilá), Santiago Apóstol, San Lucas Quiaviní, Santa Ana y Teotitlán del Valle, entre otras, así como en el grupo de El Rincón en la Sierra Norte (por ejemplo en Tanetze). Dicha evolución surgió como una asimilación

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regresiva derivada de una elevación de la *e y una centralización de la *i, como se observa en la figura 8. La *e, vocal articulatoriamente menos anterior que la /i/, se elevó a una vocal alta central por una asimilación regresiva de la vocal alta postónica, ya sea la *[u] o, principalmente, la *i. En algunos casos la *i postónica condicionante no es original del protozapoteco, sino un desarrollo intermedio, ahora evidenciado por palatalización de la consonante final (véase la regla (7)). (7) *e > ɨ / C_.CV[alta] *seteʔ ‘sal’ > zediʔ > zɨdiʔ > zɨdi > /zɨdj/ ~ /zedj / (San Lucas Quiaviní) > zɨdj (San Pablo Güilá) Por otro lado, la *i evolucionó a /ɨ/ también por umlaut, en este caso por la influencia de la vocal postónica *a, que centralizó a la *i en /ɨ/. Lo anterior se ilustra en las siguientes reglas y cadenas evolutivas. (8) *i > ɨ / C_.Ca[central] *kʷe-tʲiʔsa ‘ardilla’ > bziza > bzɨza > /bzɨz/ > /bazɨz/

(San Pablo Güilá) (Teotitlán del Valle)

Como se ilustra en estos ejemplos, existe umlaut en altura cuando la postónica es una vocal alta, y en centralidad cuando la postónica es la *a. Es decir, en variantes de los Valles Centrales, el umlaut se aplicó en relación con la anterioridad y la altura vocálica. Asimismo, se observan contextos (pre)consonánticos que provocaron el cambio de *i a /ɨ/. Dichos contextos pueden observarse en San Lucas Quiaviní, San Pablo Güilá (Tierra Blanca) y en Teotitlán del Valle con evidencia sincrónica. (9) *i > ɨ / ͡ts_ *k-tʲiʔi ‘diez’ > ttʲiʔi > tsiʔi > tsiʔ > tsɨʔ > /tsɨ̰ (Quiaviní, Tierra Blanca y Teotitlán) En Chávez Peón, Manzano y Wagner (2013) se evidencian, para el zapoteco de San Lucas Quiaviní, algunos contextos adicionales que propiciaron

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Figura 8. Evolución de la *e y la *i a i herida.

el desarrollo de *e > /ɨ/, o que actualmente ayudan a mantener el contraste, ante la nueva retracción de la i herida hacia /e/ (y /a/). Estos contextos incluyen, además de la /t͡ s/ arriba mencionada, otras consonantes coronales, como la /z/, la /ʒ/, y consonantes en coda seguidas de yod que se realizan como consonantes palatalizadas ([bj, dj, lj], entre otras). Aunado a lo anterior, cabe destacar que en las variantes mencionadas en esta sección, parece sistemática la elevación de las vocales medias postónicas: *e > /i/ y *o > /u/. Dicho cambio, como hemos visto en esta y secciones anteriores, provocó diferentes tipos de asimilación vocálica. Considerando datos de San Dionisio Ocotepec (Aaron Broadwell, comunicación personal), se pueden reconocer dos cambios marginales: por un lado, *o > /i/ ante las postalveolares /ʤ/, /ʒ/ y /ʧ/ que afecta a San Dionisio Ocotepec, San Lucas Quiaviní y San Pablo Güilá (10); y por otro lado, una regla de anteriorización de *o > /e/ que afecta a San Lucas Quiaviní (y probablemente a Mitla), pero no a San Dionisio (11).20 Este segundo proceso parece ser un paso intermedio en la formación de /ɨ/ en algunos casos en San Pablo Güilá (12): ͡ ͡ (San Dionisio O.) (10)*'t͡ sommi ‘canasta’ > *'d͡ zummi > *'ʤimmi > ʤimj  > ʒimj (Quiaviní)  > ͡tʃimj (Güilá) (11) *nokkʷi ‘pulque’ > *nopi > *nepi > nepj (San Lucas Quiaviní) > nopj (San Dionisio Ocotepec) (12) *k-tokʷi ‘uno’ > *ttokʷi > *tobi > *tebi > *tɨbi > *tɨbj > tɨ (San Pablo G.) > tejbj (Quiaviní) > tobj (Sn Dionisio O.) 20

Hay un correlato en la Sierra Sur, aunque no exista la [ɨ] ahí. En coateco la cognada de esta palabra, pero con el sentido de ‘mezcal’, es /nûp/ en San Baltazar Loxicha y /nîp/ en San Jerónimo Coatlán.

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Desarrollo de /æ / El desarrollo de /æ/ a partir de *e ocurrió principalmente en la Sierra Sur, donde el timbre varía entre [ɛ] y [æ], aunque también se desarrolló Mitla, lengua que pertenece al zapoteco del valle occidental. El contexto detonante del descenso de *e tónica fue la vocal postónica; cuando encontramos *a y *o en sílaba postónica *e se abre, excepto cuando la consonante en inicio de la segunda sílaba era *j. Dentro de la Sierra Sur, el reflejo de *e no ocurrió de manera generalizada hacia una vocal media abierta, pues en San Vicente Coatlán se reflejó como una secuencia /ea/ mientras que en Amatlán y en Tlacolulita el reflejo fue una vocal baja /a/. En el cuadro 22 mostramos los distintos reflejos de *e. Cuadro 22. Evolución de *e tónica ante vocal postónica no anterior (a) *ˈe > æ

Mitla, miahuatecano, coateco, Coatecas Altas

(b) *ˈe > ea

San Vicente Coatlán

(c) *ˈe > a

Amatlán, Tlacolulita

A continuación ilustraremos el cambio de *e > /æ/ en el contexto de *a postónica. En el ejemplo (13) que corresponde a ‘zorra’, mostramos este desarrollo en las tres grandes ramas del zapoteco sureño (Beam de Azcona 2014). El macrocoatecano es representado aquí por el coateco, el zapoteco de Coatecas Altas y el de Tlacolulita; el miahuatecano por el miahuateco de San Bartolomé Loxicha y el cisyautepequeño por el zapoteco de Lachivigoza. (13) *e > æ/ __Ca *kʷe-Vʔsaʔ > *kʷeʔsaʔ ‘zorra’ (a) /mbæʔd/ miahuateco de San Bartolomé Loxicha (b) /mbæz/ coateco de San Baltazar Loxicha (c) /mbæz/ Coatecas Altas (d) /mbas/ Tlacolulita Mitla (e) /bæɦz/ El cambio *e > /æ/ también ocurre en el contexto de *o postónica. Los ejemplos de (14) muestran este proceso en el miahuateco de San Agustín

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Mixtepec, en el coateco de San Baltazar Loxicha y Coatecas Altas y en el cisyautepequeño de Lachivigoza mediante la palabra ‘nene’. (14) *e > æ/ __Co *kʷesoʔ ‘nene’ (a) /mbæd/ miahuateco de San Agustín Mixtepec (b) /mbæz/ coateco de San Baltazar Loxicha (c) /mæʔd/ Coatecas Altas (d) /bæz/ Mitla El contexto de yod en inicio de la segunda sílaba bloquea el descenso de *e. En los ejemplos de (15) se muestra el bloqueo del proceso en Sierra Sur mediante las lenguas de San Agustín Mixtepec, San Bartolomé Loxicha, San Baltazar Loxicha y Coatecas Altas. (15) *keʔjo ‘cal’ (a) /jeʔj/ (b) /ɡej/ (c) /ji/ (d) /jeʔj/ (e) /ɡeʔ/

miahuateco de San Agustín Mixtepec miahuteco de San Bartolomé Loxicha coateco de San Baltazar Loxicha Coatecas Altas Mitla

Los ejemplos expuestos en esta sección muestran que el umlaut se manifestó de dos maneras distintas en el desarrollo de *e. En el primer caso, suponiendo que *A no era ya /æ/ en la protolengua, el desarrollo *e > /æ/ da lugar a un nuevo timbre, con lo que el sistema vocálico se incrementa. En contraste, en las variantes de Amatlán y Tlacolulita el desarrollo *e > /a/ se caracteriza por no aumentar el inventario vocálico, pues el descenso de *e convergió con una categoría *a ya existente. En este sentido, sólo aumentó la productividad del timbre /a/ en detrimento del timbre /e/ que redujo su distribución. Otra posibilidad, asumiendo que la *A en protozapoteco era en realidad *æ, es que los dos desarrollos dieron lugar a convergencias. Las lenguas de la Sierra Sur en las que ocurrió el desarrollo *e > /æ/ antes de *a y *o postónicas, tienen también /æ/ como reflejo de *A. Si en algunas lenguas ya existía /æ/ como reflejo de *A, el umlaut que provocó el descenso de

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*e, la cambió a la siguiente vocal más baja en el inventario de cada lengua, ya sea /æ/ o /a/.

Consideraciones finales Han pasado más de 70 años desde la publicación de la primera reconstrucción del protozapoteco hecha por Mauricio Swadesh. Las investigaciones diacrónicas en la familia zapoteca han avanzado gracias a dos tipos de contribuciones. Por un lado, hoy en día contamos con una documentación más confiable y con un número de variantes cada vez mayor. Esta diversidad de datos provee más evidencia para construir, comprobar y descartar hipótesis sobre la clasificación de las lenguas zapotecas y su desarrollo a lo largo de los siglos. Por otro lado, durante los últimos 50 años se han propuesto modificaciones y nuevas reconstrucciones respecto de la primera hecha por Swadesh y cada una de ellas ha contribuido a refinar nuestro conocimiento sobre el protozapoteco. El presente trabajo contiene una síntesis de diferentes propuestas y confirma una hipótesis integral sobre el desarrollo de la *o; al mismo tiempo, plantea y argumenta un análisis sobre el desarrollo de otros timbres vocálicos de la protolengua. Ya en el trabajo de Swadesh (1947: 224) hay una pista sobre el proceso de umlaut cuando se afirma que una *kw tiene reflejos ko y ku dependiendo de la vocal de la siguiente sílaba. Sin embargo, en ese trabajo no se desarrolló más la idea ni se propuso la reducción del inventario de timbres vocálicos del protozapoteco. Butler (1980: 19), en su gramática de Yatzachi el Bajo, opina que alguna forma de zapoteco antiguo tenía una sola vocal posterior “entre o y u”, pero no va más allá en su argumentación. Kaufman (1994-2007) menciona que no es siempre claro para ciertas protoformas si se debe reconstruir una *o o bien una *u. A su vez, Fernández de Miranda (1995 [1965]) es la primera en reconocer

Figura 9. Evolución de la *e a /æ/ y /a/.

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que no es necesario reconstruir un contraste entre *o y *u en sílabas átonas, pero no reconoce el umlaut ni los contextos consonánticos que hacen posible eliminar el contraste tanto en sílaba átona como en sílaba tónica. Benton (1988) es el primero en reconstruir un protozapoteco que carece de *u y también el primero en proponer consonantes palatales adyacentes como contexto condicionante para la elevación de *o.21 Finalmente, Beam de Azcona (1999) es la primera en proponer, a partir de datos de variantes de la Sierra Sur, que una *i postónica condicionaba la elevación de *o tónica (véase también Beam de Azcona 2004, 1998-2014). Así, estas tres propuestas –la de Fernández de Miranda (1995 [1965]) sobre una sola vocal posterior átona, la de Benton (1988-2012) sobre la influencia de las consonantes palatales y la de Beam de Azcona (1999, 2004, 1998-2014) sobre la influencia de las vocales postónicas sobre las vocales tónicas– se combinan, con varias modificaciones y adiciones, en una hipótesis general desarrollada en el presente trabajo. En mayor detalle, la contribución de nuestra investigación incluye: 1) la comprobación de la hipótesis general del elevamiento de la *o con datos de 19 variantes modernas, incluyendo varias que no habían sido previamente documentadas, 2) la proposición de otras líneas de evolución vocálica a partir de *e, *i y *A, 3) numerosos ejemplos de cadenas y procesos evolutivos en detalle y 4) la propuesta de modificaciones a algunas protoformas en particular. Con este trabajo se elimina definitivamente la *u del inventario fonológico del protozapoteco y se reduce el inventario vocálico de dicha lengua a cinco timbres contrastivos: cuatro timbres bien determinados /i, e, a, o/ y otro timbre de identidad todavía no especificada en detalle, *A, el cual es reflejo de la *ã del protozapotecano. Lo anterior se ilustra en la figura 10.   *i   *e *o 21

También atribuyó algunos casos de elevación de *o a la nasalización de las vocales. En su borrador más reciente (2012) propone algo más semejante a lo que estamos argumentando aquí, pero formulado con algunas pequeñas diferencias. Aunque propone que *(t)tj puede condicionar la elevación de una vocal adyacente, influiría a la vocal que la precede, mientras que nosotros solamente asumimos una elevación de *o a /u/ cuando una *o sigue a una *ttj (y no a *tj). Sobre el umlaut dice que el factor condicionante es una vocal anterior de la sílaba siguiente, sin especificar que se trata de la vocal anterior alta *i.

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  *A *a Figura 10. Inventario vocálico del protozapoteco.

De acuerdo con Maddieson (1984), el inventario tipológicamente más común en las lenguas del mundo consta de cinco vocales, mientras que en el wals (Maddieson 2005) se afirma que la mayor parte de las lenguas suelen contar con un inventario promedio de entre cinco y seis vocales (51.5 % en esta base de datos). Sin embargo, diversos procesos pueden modificar estos inventarios sin importar su relativa estabilidad. Asimismo, la distribución más común de timbres vocálicos en inventarios de cuatro vocales consiste en dos vocales anteriores, /i/ y /e/, una vocal baja /a/, y una posterior, ya sea la vocal media /o/ o la alta /u/, siendo común la alofonía entre ambas. Los cuatro timbres vocálicos indudables del inventario del protozapoteco aquí propuesto se ajustan a estas expectativas tipológicas. Al agregar la *A se cuenta con cinco contrastes vocálicos. Si *A fuera realmente *æ, habría una asimetría en el inventario a favor de las anteriores. En cambio, si el contraste denominado *A fuera una secuencia vocálica /ea/ o la versión nasalizada de otro timbre ya existente /ã/, los cuatro timbres serían justamente los timbres que esperaríamos de un sistema de este tipo. Este inventario de cuatro timbres también es común en otras lenguas mesoamericanas, como el mazateco y el náhuatl. La eliminación de la *u del inventario se deduce de varios tipos de evidencia. Se mostró que las consonantes *j y *ttj condicionaron la elevación de *o a [u]; se describió también en detalle la manera en que *o se volvió [u] en sílabas átonas; y finalmente, ligado a este último cambio, se propuso la elevación de *o por umlaut en sílaba tónica, condicionada por *i y *[u] postónicas. Entre las variantes investigadas, las que conservan vocales postónicas son las de la Sierra Norte y del istmo de Tehuantepec. En el Istmo y en una variante de la Sierra Norte, Tanetze (representante del subgrupo de El Rincón), un contraste emergente entre /o/ y /u/ ha sido influido, quizás, por el contacto español y en Tanetze por la pérdida de algunos casos de ʔ que habían condicionado al alófono [o]. Dos lenguas de la Sierra Norte, Sochiapan (subgrupo de Choapan) y Zoochina (subgrupo de Cajonos), todavía no han desarrollado dicho contraste y solamente tienen alófonos entre vocales altas y medias que varían libremente. Estas lenguas conservan en gran medida las vocales postónicas. Otra lengua de la Sierra Norte, Yahuio (subgrupo Sierra Juárez), igual que Tanetze, ha perdido alguna, pero no todas, las vocales postónicas y tiene un contraste entre /o/

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y /u/, aunque quizá menos productivo que en lenguas como las del valle occidental y de la Sierra Sur, que han perdido todas las vocales postónicas. Hay una correlación, indudablemente, entre las variantes en las que las vocales postónicas se han elidido y las que contrastan /o/ y /u/, mientras que las variantes que preservan las postónicas carecen del contraste, o lo tienen de manera marginal. Esta afirmación se extiende también a ramas del zapoteco no investigadas en el presente trabajo. En papabuco (Speck 1998) se han elidido las vocales postónicas al tiempo que /o/ y /u/ contrastan, mientras que en la mayoría de las variantes del zapoteco occidental se preservan las vocales postónicas y no contrastan los timbres posteriores redondeados (Mark Sicoli, comunicación personal). El desarrollo de /u/ a partir de *o tónica en el contexto / __ *Ci no es un proceso aislado. De manera similar ocurrió el desarrollo de /ɨ/ a partir de *e tónica en el mismo contexto y el /ɨ/ a partir de *i tónica en el contexto / __ *Ca en variantes del valle occidental (Arellanes, Chávez Peón et al. 2017). También es similar el desarrollo de /æ/ o /a/ a partir de *e tónica en los contextos / __ *Ca y / __ *Co en casi todas las lenguas de la Sierra Sur y algunas variantes del valle occidental (Beam de Azcona y Hernández Luna 2013). Ante esta situación, el panorama no es el de una serie de cambios aislados, sino el de todo un sistema de cambios vocálicos que en las variantes más evolucionadas ha permitido el surgimiento de nuevos timbres vocálicos con valor fonológico. El surgimiento de nuevos contrastes fonológicos (tanto el desarrollo de /u/ como el de /ɨ/ y el de /æ/) en sílaba tónica está claramente motivado por la pérdida de las vocales postónicas, pues estas constituían el contexto disparador del umlaut. La pérdida del contexto disparador vuelve impredecible la ocurrencia de los timbres nuevos y esta impredictibilidad se traduce en un cambio de estatus de lo fonético hacia lo fonológico. A partir de lo anterior es posible plantear una distinción entre dos o tres tipos de lenguas zapotecas, y atribuir preliminarmente esta distinción a aspectos sociohistóricos, como la migración. El zapoteco occidental, según Smith Stark (2007) y Sicoli (2015), constituye un subgrupo aparte dentro de las lenguas zapotecas, lo que sugiere una separación temprana. En la Sierra Norte, Oudijk (2012) reconoce dos etapas migratorias, una alrededor de 1350 como una expansión militar del señorío de Zaachila y sus aliados hacia la Sierra de Juárez y la región Cajonos (Yatzachi y Zoogocho), y otra cien años después cuando los migrantes huían del colapso político de Zaachila y se dirigieron al istmo de Tehuantepec, a El Rincón y a Choapan, además de a la Sierra Sur. Si Cajonos (aquí representada por Zoochina y Yahuio)

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se encuentra entre las migraciones más tempranas hacía la Sierra Norte, no nos debe sorprender que las variantes de Cajonos, igual que el zapoteco occidental, conserven vocales postónicas y carezcan del contraste /o/ vs. /u/, o que el contraste entre /o/ y /u/ sea apenas emergente. La semejanza que vimos en este trabajo entre Tanetze, representante de El Rincón, y las variantes del istmo de Tehuantepec también coincide con las migraciones señaladas por Oudijk (2012), quien afirma que, ante el caos político en Zaachila alrededor de 1450, hubo una migración hacia el Istmo y poco después otra hacia El Rincón. Esto sugiere que los grupos del Istmo y de El Rincón fueron contemporáneos en el valle occidental, separándose de estas regiones en fechas cercanas, antes de que iniciaran otros cambios. Las distintas migraciones fuera de la zona central y la permanencia de otros zapotecos en ella se reflejan cronológicamente en los cambios descritos aquí. Tanto el zapoteco occidental como las variantes de Cajonos representan un estado conservador, sin elisión postónica y sin umlaut. En estas lenguas [o] y [u] son alófonos en variación libre. Las variantes del Istmo y las de El Rincón representan una etapa posterior de migración a partir de los Valles Centrales. Consideramos que en ese momento el umlaut ya estaba activo como un proceso alofónico, pero aún no se daba la pérdida de vocales postónicas que fonologizaría la [u] como fonema contrastivo /u/. Las migraciones hacia la Sierra Sur y a la región del papabuco debieron de ser tardías; además, la geografía no puso muchos obstáculos al contacto continuo entre estas zonas fronterizas y las variantes que se quedaron en los Valles Centrales, ya que estos tres grupos de lenguas reflejan una evolución más avanzada dado que las vocales postónicas (y en general átonas) se han elidido y la *o ha evolucionado en dos fonemas: /o/ y /u/. En trabajos futuros las reconstrucciones podrían mejorarse con la incorporación de datos del papabuco y del zapoteco occidental. Asimismo, se deberían comparar estos datos con variantes chatinas para poder determinar si los procesos aquí mencionados también son válidos para el protozapotecano. No obstante, confiamos en que las hipótesis aquí planteadas y la evidencia que las sustenta contribuyan al entendimiento de las lenguas zapotecas en los ejes sincrónico y diacrónico.

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Una reconstrucción alternativa del protototonaco-tepehua1 Carolyn J. MacKay y Frank R. Trechsel2

En este trabajo proponemos una reconstrucción del inventario fonémico del protototonaco-tepehua (ptt). La familia totonaco-tepehua se encuentra en la parte central de México en la región que incluye parte de tres estados –el sur de Hidalgo, la Sierra Norte de Puebla y el noroeste de Veracruz. La familia está constituida por dos ramas: la totonaca, que cuenta con unos 244 033 hablantes, y la tepehua, con unos 8 868 hablantes (inegi 2010). La mayor parte de la reconstrucción no es problemática y concuerda con las propuestas de Arana (1953), Watters (1992) y Brown et al. (2011). Aquí nos centramos en los puntos donde no existe concordancia. El enfoque principal de este trabajo es proponer que la protolengua incluía una serie de oclusivas y africadas glotalizadas y que no incluía una serie de vocales laringizadas. Además proponemos que el inventario fonémico del protototonaco-tepehua incluía un cierre glotal y una sola fricativa velar/posvelar. Esta reconstrucción se basa en datos que provienen de las siguientes ocho lenguas totonacas: Yecuatla/San Marcos Atesquilapan (ver.), Apapantilla/ Xicotepec (pue.), Patla/Chicontla (río Necaxa) (pue.), Filomeno Mata (ver.), Zapotitlán de Méndez (pue.), Coatepec (pue.), San Juan Ozelonacaxtla (pue.), 1

2

Quisieramos agradecer a las siguientes instituciones que apoyaron nuestro trabajo de campo en México: National Endowment for the Humanities (DEL PD-50016, FN-23021815 y FN-230219-15), National Science Foundation (BCS-0132293), Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (inali), Endangered Language Fund, Foundation for the Advancement of Mesoamerican Studies, Inc. (famsi), Wenner-Gren Foundation for Anthropological Research (Grants No. 4720 and 5498) y Ball State University. Quisieramos también agradecer a todos los totonaquistas quienes han sido muy generosos con sus datos. Sobre todo quisieramos agradecer a todos los hablantes del totonaco y del tepehua quienes compartieron su tiempo, idioma, y amistad con nosotros. Ball State University.

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Carolyn J. MacKay y Frank R. Trechsel

y Papantla (ver.); y las tres lenguas tepehuas: Pisaflores (ver.), Huehuetla (hgo.) y Tlachichilco/Chintipan/Tierra Colorada (ver.). Los datos que usamos provienen de las lenguas que se han documentado ampliamente para proporcionarnos datos comparativos. Las fuentes principales que se usaron incluyen, para el totonaco de Misantla: MacKay (1991, 1994, 1999), MacKay y Trechsel (2003, 2005, 2008a, notas de campo); de Apapantilla/Xicotepec de Juárez: Reid y Bishop (1974), Reid (1991); del río Necaxa: Beck (2004, 2011); de Filomeno Mata: McFarland (2009), MacKay y Trechsel (notas de campo); de Zapotitlán de Méndez: Aschmann (1962, diccionario ms.); de Coatepec: McQuown (1940, 1990); de Ozelonacaxtla: Román Lobato (2008), MacKay y Trechsel (notas de campo); de Papantla: Aschmann (1973, diccionario ms), Levy (1987, 1990); para el tepehua: de Pisaflores: MacKay y Trechsel (2010, 2012, 2013, 2015a, notas de campo); de Huehuetla: Smythe Kung (2007) y de Tlachichilco: Watters (1980, 1987, 1988, 1994, 2007). Tradicionalmente, se ha propuesto que la familia totonaco-tepehua tiene dos ramas (figura 1): la totonaca (compuesta de cuatro subramas) y la tepehua (compuesta de tres subramas). Estas divisiones se basan en los datos proporcionados en las publicaciones de Arana Osnaya (1953), García Rojas (1978), Hasler (1966, 1993), MacKay (1991, 2011), MacKay y Trechsel (2006, 2008b, 2012, 2014, 2015a, 2015b), McQuown (1940, 1990), Smith Stark (1983) y Watters (1988, 1992). La distribución en la figura 1 es preliminar dado que todavía estamos precisando las relaciones genéticas de la familia. En MacKay y Trechsel (2012, 2014, 2015a, 2015b) se presentan las semejanzas y diferencias morfológicas que sustentan este esquema.

Totonaco

Protototonaco Totonaco de Totonaco

Protototonaco-tepehua Totonaco

de la sierra Zapotitlán,

Papantla El Escolín,

del norte Apapantilla,

Coatepec,

El Tajín,

Patla, Chicontla, San Marcos

Huehuetla

El Carbón,

Cacahuatlán,

Tepehua de

de Misantla Tlachichilco Yecuatla, Tlachichilco,

Prototepehua Tepehua de

Tepehua de

Pisaflores Pisaflores,

Huehuetla Huehuetla

Tierra Colorada, El Tepetate,

Atexquilapan, Chintipán, Tecomajapa

San Pedro

(Hgo.), Barrio

(Chilocoyo del Papantla

Filomeno Mata, Jilotepec

Carmen),

San Pedro

San José el

Linda Vista

Caxhuacan,

Tlaolantongo

Salto

(Mirasol),

Ozelonacaxtla

Tziltzacuapan, Atzlán,

Mecapalapa (Pue.)

Figura 1. Familia totonaco-tepehua.

La ubicación aproximada de la zona totonaco-tepehua se muestra en la figura 2.

87

Figura 2. Zona totonaco-tepehua.

Una reconStrucción alternativa…

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Carolyn J. MacKay y Frank R. Trechsel

Consonantes glotalizadas o vocales laringizadas Uno de los rasgos fonológicos principales que distingue las lenguas tepehuas de las lenguas totonacas es que exhiben oclusivas y africadas glotalizadas que corresponden, en las lenguas totonacas, a oclusivas y africadas no glotalizadas seguidas por vocales laringizadas. Esta correspondencia es muy regular y resalta en las series de cognadas, como en el par mínimo en (1). (1) Contraste básico34 TM

TRN

TFM4

TZ

TO

TP

TpP

TpH

TpT

ɬkaka

ɬkáka

ɬkáka

ɬkáka

ɬkaka

ɬkáka

ɬka̰ka̰

ɬká̰ka̰

ɬká̰ka̰

ɬk’ák’a

ɬk’ak’a

ɬk’ák’a

PTT /*ɬkaka/ ‘picante’ ɬkáka

ɬkáka̰

ɬkáka

PTT /*ɬk’ak’a/ ‘ceniza’ ɬká̰k

ɬka̰kán

ɬká̰ka̰

El problema principal en la reconstrucción del protototonaco-tepehua es determinar si la protolengua incluía consonantes glotalizadas como en las lenguas tepehuas o si incluía vocales laringizadas como en las lenguas totonacas. Otros análisis han propuesto que la protolengua incluía vocales laringizadas, pero nunca se han sustentado con evidencias suficientes. En contraste, nuestra propuesta establece que la protolengua incluía una serie de oclusivas y africadas glotalizadas. En este trabajo examinamos la evidencia

3

4

Cada autor que presenta datos lingüísticos utiliza una ortografía distinta al transcribir su material. En esta presentación usamos la versión americanista del IPA para facilitar la comparación. Las lenguas representadas son: TM = totonaco de Misantla/Yecuatla, Ver.; TRN = totonaco del río Necaxa, Pue.; TFM = totonaco de Filomeno Mata, Ver.; TZ = totonaco de Zapotitlán de Méndez, Pue.; TO = totonaco de Ozelonacaxtla, Pue.; TP = totonaco de Papantla, Ver.; TpP = tepehua de Pisaflores, Ver.; TpH = tepehua de Huehuetla, Hgo.; TpT = tepehua de Tlachichilco, Ver. Se omitieron ejemplos del totonaco de Coatepec y del totonaco de Apapantilla en las tablas por falta de espacio. McFarland (2009) no transcribe la laringización de las vocales en el totonaco de Filomeno Mata. Las transcripciones que usamos se basan en el trabajo de campo de MacKay y Trechsel del 2007 al 2013.

Una reconStrucción alternativa…

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respecto a la distribución de estos sonidos en la protolengua. Concluimos que sí incluía consonantes glotalizadas y no incluía vocales laringizadas. Consideramos que este análisis resulta más natural, menos marcado, más sencillo y, como consecuencia, más seguro.

Consonantes glotalizadas en las lenguas tepehuas Las tres lenguas tepehuas presentan oclusivas y africadas glotalizadas. En posición prevocálica, estas se realizan como consonantes eyectivas o como consonantes implosivas según la lengua. A final de sílaba se realizan como oclusivas o africadas no glotalizadas. Esta deglotalización a final de sílaba es muy común en lenguas que tienen oclusivas o africadas glotalizadas. En la mayoría de los casos, resulta en oclusivas o africadas sordas sin aspiración o glotalización. Esta neutralización de las consonantes glotalizadas a final de sílaba apoya el laryngeal constraint de Lombardi (1994, 1995) que limita consonantes glotalizadas o aspiradas a posiciones prevocálicas. Esta restricción efectivamente prohibe eyectivas y otras consonantes glotalizadas en posición final de sílaba. Los ejemplos (2) y (3) demuestran la neutralización de la oclusiva glotalizada /p’/ a final de sílaba en el tepehua de Pisaflores: 56

(2) [kʼáɓa̰], [ɠá̰ɓa̰]

/k’ap’-ya/5

‘él/ella se olvida de X’

[ɠa̰ɓá̰an̰ ]

/k’ap’-ya-ni/6

‘él/ella se olvida de ti’

(3) [k’ápɗḭti]

/k’ap’-t’it(i)/

‘Uds. se olvidaron de X’

/k’ap’-t’i/

‘te olvidaste de X’

[k’ápɗḭ]

En las lenguas tepehuas no ocurren ni fricativas glotalizadas ni sonoras glotalizadas. Además no hay laringización de vocales siguiendo fricativas o sonoras. La única excepción es cuando hay laringización morfológica que 5

6

En el tepehua de Pisaflores, como en las demás lenguas totonaco-tepehuas, el sufijo que marca el imperfectivo, /-ya/ impfv, se realiza en [-y] después de una vocal, en [-a] después de una obstruyente y no se realiza después de una nasal. Los sufijos /-ya/ impfv, /-ta/ perf, y /-p’i/ fut vienen realizados con una vocal larga, [-yaa], [-taa] y [-ɓḭḭ], cuando les sigue otro sufijo.

90

Carolyn J. MacKay y Frank R. Trechsel

marca un sujeto de segunda persona, como se indica en los ejemplos en (4). La laringización morfológica de segunda persona que se encuentra en casi todas las lenguas totonacas y tepehuas es muy productiva y, dependiendo de la lengua, puede abarcar hasta toda la palabra.7 (4)  Laringización morfológica de segunda persona: tepehua de Pisaflores 89

(a)

(b)

[ká̰ɬɗa̰ɗa̰yá̰aɓ̰ í ̰ḭɗḭti]8

[káɬtatayáʔ]

/ka-ɬtata-gc-ya-p’i-t’it(i)/9

/ka-ɬtata-ya-ʔ/

IRR-dormir-gc-impfv-2fut-2suj.pl

irr-dormir-impfv-fut

‘Uds. van a dormir’

‘él/ella va a dormir’

[ɓá̰šɗá̰aɗ̰ ḭti]

[páštaaɬ]

/paš-gc-ta-t’it(i)/

/paš-ta-ɬi/

bañar-gc-perf-2suj.pl

bañar-perf-pfv

‘Uds. se han bañado’

‘él/ella se ha bañado’

Vocales laringizadas en las lenguas totonacas En contraste con las lenguas tepehuas, las lenguas totonacas exhiben vocales laringizadas pero no tienen consonantes glotalizadas. Las características fonéticas de esas vocales varían de lengua a lengua. Con respecto a las vocales laringizadas en el totonaco de Zapotitlán de Méndez, Aschmann dice: Laryngeal quality is of three types: (1) vowel followed by glottal stop, (2) vowel followed by glottal stop but also affected by this glottal stop so as to be accompanied by a more or

7

8

9

Usamos las siguientes abreviaturas: agt = Agentivo, 2 = Segunda persona, gc= Glotis Constreñida, fut= Futuro, impfv= Aspecto Imperfectivo, irr= Irrealis, nom= Nominalizador, perf= Aspecto Perfecto, pfv= Aspecto Perfectivo, pl= Plural, suj= Sujeto. El último acento de la palabra representa el acento primario; los demás acentos representan el acento secundario. La ubicación del marcador gc siguiendo la base verbal es arbitraria. Una discusión detallada de la larigización morfológica en el tepehua de Tlachichilco se encuentra en Watters (1994) y en el totonaco de Misantla en MacKay (1999).

Una reconStrucción alternativa…

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less rough glottal vibration or laryngealization (glottalization), and (3) vowel preceded and followed by a glottal stop with complete laryngealization of the vowel. [...] In certain (but not all) words where the glottal stop follows the syllabic nucleus for a speaker of the [Zapotitlán] dialect..., that same word is spoken in Coyutla... with a glottal preceding the syllabic nucleus and in still another town, Concepción, it actualizes as a laryngealization of the syllabic nucleus without any full glottal stop present... This would perhaps imply that for the language as a whole, including other dialects than [Zapotitlán], the glottal stop is not strictly fixed as to its sequence in the phonemes of the word, but is rather vaguely located anywhere within the syllable nucleus (1946: 35, 42).

Esta variación con respecto a la ubicación del cierre glotal se refleja en las ortografías prácticas que Aschmann introduce para estas lenguas: una palabra como /ɬka̰ ka̰ / “ceniza” se escribe como en su Vocabulario totonaco de la sierra (Aschmann 1983), pero como en su Diccionario totonaca de Papantla (Aschmann 1973). La diferencia en la ubicación de los apóstrofes en esas palabras representa una diferencia perceptible en la naturaleza fonética de las vocales. Esta variación fonética en la realización del rasgo de glotis constreñida [gc] en las vocales de esas lenguas es importante para la reconstrucción del protototonaco (y el protototonaco-tepehua). La variación sugiere que en el desarrollo de estas lenguas la constricción glotal que manifiesta este rasgo se movió de una porción de la vocal a otra. La cuestión es: ¿en qué dirección se movió? ¿Pasa del inicio de la vocal hacia el final o al contrario? La respuesta depende de si la protolengua contenía vocales laringizadas o consonantes glotalizadas. La distribución de las vocales laringizadas en las lenguas totonacas varía de lengua a lengua y depende del tipo de consonante que las precede. Algunas lenguas permiten vocales laringizadas después de fricativas y sonoras, y otras no. Excluyendo la laringización morfológica que marca un sujeto de segunda persona a través de la familia, la distribución de las vocales laringizadas en las lenguas totonacas es la siguiente: a) En el totonaco de Papantla, las vocales laringizadas se encuentran casi exclusivamente después de oclusivas y africadas, con raros ejemplos siguiendo fricativas. Esta lengua no exhibe laringización de vocales después de consonantes sonoras. Este hecho es importante porque muestra que hay una asociación muy íntima entre las vocales laringizadas y las oclusivas y africadas que las preceden. La distribución del rasgo [gc] en el totonaco de Papantla es idéntica a su distribución en las lenguas tepehuas, o sea, ocurre solamente después de

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Carolyn J. MacKay y Frank R. Trechsel

oclusivas y africadas (consonantes no continuas). Notamos también que en el totonaco de Papantla, el rasgo de laringización tras oclusivas y africadas se ha interpretado a veces como glotalización de la consonante. García Ramos (1979) reporta oclusivas glotalizadas en el totonaco de El Tajín. Alarcón Montero (2008: 96), cuando describe el totonaco de Papantla, dice que “las consonantes oclusivas /p, t, k/ que preceden las realizaciones tensas de las vocales rechinadas se realizan algunas veces como sonoras y otras veces como consonantes eyectivas”. b) En las demás lenguas totonacas, las vocales laringizadas se encuentran después de oclusivas y africadas, pero a veces también después de consonantes sonoras y en raras ocasiones fricativas. Aschmann (c. p.) dice que “esta distribución contrasta con la del totonaco de Papantla, donde las únicas vocales laringizadas que quedan vienen precedidas por una consonante sorda”. c) En algunas lenguas totonacas se ha perdido casi completamente la laringización de vocales. Según McQuown (1990), el totonaco de Coatepec no exhibe vocales larigizadas. Según Tino Antonio (c. p.), el totonaco de Olintla mantiene pocos rasgos de su laringización ancestral, que a veces se realiza en cambios vocálicos. Es también posible que el totonaco de Huehuetla esté perdiendo su laringización (Troiani 2007). Estos casos representan una nivelación del contraste entre vocales modales y vocales laringizadas en estas lenguas. La distribución poco frecuente y poco sistemática de las vocales laringizadas después de fricativas y sonoras en las lenguas totonacas tiene una consecuencia importante para la reconstrucción de la protolengua. Como veremos en las secciones Fricativas y Sonoras, nos sugiere que estas vocales laringizadas no tienen su origen en el protototonaco-tepehua.

Reconstrucción del protototonaco-tepehua (ptt) Propuestas anteriores La primera reconstrucción del protototonaco-tepehua fue propuesta por Arana Osnaya en 1953. Este trabajo se basó únicamente en 68 cognadas de tres lenguas totonacas, todas pertenecientes a la rama de la sierra (totonaco de Coatepec, de Zapotitlán de Méndez y de San Pedro Petlacotla), y una lengua tepehua (tepehua de Huehuetla). En él se propone el inventario que

93

Una reconStrucción alternativa…

aparece en el número (5). Como se puede ver, este inventario incluye vocales laringizadas, pero no oclusivas o africadas glotalizadas. Con respecto a las vocales laringizadas, las reconstrucciones de Watters (1992) y de Brown et al. (2011) concuerdan con Arana. (5)  Inventario fonémico del protototonaco-tepehua (Arana Osnaya 1953): Consonantes: Labial Alveolar Alveopalatal Palatal Oclusiva

p

t

Africada

¢

Africada Lateral

ƛ

Fricativa

s

Fricativa Lateral

ɬ

Nasal

m

Lateral Deslizada

Velar k

Uvular Glotal q

č

š

x

n l

w

y

Vocales modales (cortas y largas):  i / ii

u / uu a / aa

Vocales laringizadas (cortas y largas): ḭ / ḭḭ

ṵ / ṵṵ a̰ /a̰ a̰

Arana Osnaya (1953) propone que las vocales laringizadas forman parte de la protolengua y que las oclusivas y africadas que preceden una vocal laringizada se realizan como glotalizadas en las lenguas tepehuas. Ella dice que “En [tepehua], la vocal glotalizada se conserva en posición inicial, generalmente al final de palabra y después de una oclusiva o africada sola, en que subsiste como una característica de la consonante. Se pierde la glotalización en otras condiciones” (Arana 1953: 127). Considera que “los fonemas glotalizados del tepehua son modificaciones posteriores de este idioma” (Arana 1953: 124), o sea, las oclusivas y africadas glotalizadas aparecen en las lenguas tepehuas después de la separación de prototepehua y protototonaco.

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Carolyn J. MacKay y Frank R. Trechsel

Lamentablemente, desde entonces no se ha sustentado suficientemente la postulación de vocales laringizadas en la protolengua. La propuesta de Arana (1953) fue adoptada con pocos cambios por Watters (1992), Brown et al. (2011) y Brown et al. (2014). Brown et al. (2011) utilizan esta propuesta como base para su reconstrucción del protototozoqueano. Brown et al. (2014) la emplean para motivar una relación genética entre el protototozoqueano y el chitimacha de Louisiana. Según Brown et al. (2011), la constricción glotal de las vocales laringizadas de la protolengua traspasó de la vocal a una oclusiva o africada precedente en las lenguas tepehuas y desapareció completamente después de consonantes sonoras y fricativas; describen este proceso de la siguiente manera: Our analysis is that the Tp [Tepehua] ejectives arose from the migration of the laryngeal constriction associated with a creaky vowel first to the left edge of the nucleus in the form of a glottal stop (as seen in P [Papantla]) and then onto the preceding stop or affricate... Laryngealization was lost in other environments (Brown et al. 2011: 335).

El argumento principal a favor de esta hipótesis es que en algunas de las lenguas totonacas se encuentran vocales laringizadas después de consonantes sonoras (nasales, laterales, y deslizadas) y algunas fricativas. Estas vocales laringizadas no pueden haber contractado su laringización de un segmento glotalizado precedente porque en las lenguas totonacastepehuas no existen sonoras y fricativas glotalizadas. Otra propuesta es que la laringización de vocales después de sonoras y fricativas en algunas de las lenguas totonacas es un fenómeno relativamente reciente que ocurrió despues de la división del protototonaco y el prototepehua. Detallamos este y otros puntos relacionados con la reconstrucción de Arana (1953), Watters (1992) y Brown et al. (2011) en las siguientes secciones.

Propuesta alternativa En este trabajo proponemos que la protolengua contenía una serie de oclusivas y africadas glotalizadas, pero no vocales laringizadas. Específicamente, proponemos el inventario fonémico en (6) para la protolengua:

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Una reconStrucción alternativa…

(6) Inventario fonémico del protototonaco-tepehua (MacKay y Trechsel 2015a): Consonantes: Labial Alveolar Alveopalatal Palatal Velar Uvular Oclusiva

p

t

k

q

Oclusiva glotalizada

p’

t’

k’

q’

Africada

¢

č

Africada glotalizada

¢’

č’

Africada lateral

ƛ

Africada lateral glotalizada

ƛ’

Fricativa

s

Fricativa lateral

ɬ

Nasal

m

Lateral Deslizada

š

Glotal ʔ

h

n l

w

y

Vocales modales (cortas y largas): i / ii

u / uu a / aa

Antes de abordar el caso de las consonantes glotalizadas de la protolengua, quisiéramos aclarar las otras dos diferencias entre nuestra reconstrucción y las anteriores. Cierre glotal Arana (1953) no propone un cierre glotal /ʔ/ en el PTT mientras que Brown et al. (2011) sí. A pesar de que la distribución del cierre glotal en todas las lenguas totonacas y tepehuas es excepcional, en comparación con las demás

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consonantes, consideramos que es necesario postular el cierre glotal en la protolengua. En las lenguas de hoy en día, el cierre glotal fonémico ocurre únicamente a final de palabra y a veces entre vocales. Los demás casos son epentéticos (por ejemplo cuando a una sílaba le falta consonante de ataque) o cuando el cierre glotal tiene su origen en una uvular /*q/ o /*q’/ del PTT (como es el caso del tepehua de Pisaflores y de Huehuetla y del totonaco de río Necaxa y de Caxhuacán). El estatus fonémico del cierre glotal viene apoyado por los contrastes que existen actualmente a final de palabra. En este contexto, una sílaba cerrada por cierre glotal contrasta con sílabas que terminan en vocal corta acentuada y en vocal larga acentuada, como se ve en los ejemplos del tepehua de Pisaflores en (7): (7) a. /ˈVʔ#/

[ɗa̰h́ níʔ]

/t’ahniʔ/

‘guajolote’

b. /ˈV#/

[lákškaní]

/lak-škani-ya/

‘le duele X’

c. /ˈVV#/

[ʔa̰níi]

/anii/

‘aquí’

Además, en todas las lenguas totonaco-tepehuas existen sufijos que terminan en cierre glotal, como /-naʔ/ agt. Una regla de acentuación que se encuentra en casi todas las lenguas totonacas y tepehuas acentúa la última sílaba de la palabra si es pesada, lo que incluye la terminación en /ʔ/. A pesar de su distribución defectiva, el cierre glotal es esencial para las reglas fonológicas en el PTT y en sus lenguas descendientes y por esto lo incluimos en el inventario fonémico. Fricativa velar /posvelar Nuestra reconstrucción del PTT y la de Arana (1953) concuerdan en que había una sola fricativa velar/posvelar en la protolengua. A pesar de que haya variación en la pronunciación de este fonema en las distintas lenguas, no existen casos de pares mínimos que contrasten la fricativa velar /x/ y la fricativa glotal /h/ en ninguna de las lenguas totonacas y tepehuas. En el totonaco de Papantla y de Zapotitlán, la fricativa a final de sílaba se pronuncia como glotal [h], mientras que a inicio de sílaba, se pronuncia como velar [x]. En el totonaco de Apapantilla, de río Necaxa y de Ozelonacaxtla, también existe variación en la pronunciación de este fonema, pero no hay contrastes definitivos. Es decir, en palabras cognadas hay variación en la

Una reconStrucción alternativa…

97

pronunciación de la velar/posvelar fricativa a través de las lenguas totonacas y tepehuas, pero no existe ningún contraste de significado.10 En contraste, Brown et al. (2011: 326, 340) proponen que había dos protofonemas: uno velar /*x/ y uno posvelar /*h/. Se basan en el análisis de McQuown (1990) que propone que en el totonaco de Coatepec son dos fonemas distintos. McQuown no proporciona pares mínimos u otras evidencias claras para apoyar este análisis. No consideramos que exista suficiente evidencia para apoyar una reconstrucción en el PTT de dos fonemas distintos, dado que este contraste fonémico se propone únicamente para el totonaco de Coatepec (sin pares mínimos), y que no existen pares mínimos en ninguna de las demás lenguas totonacas o tepehuas.

Argumentos Como hemos visto, consideramos que en las lenguas totonacas la glotalización, que estaba asociada con las consonantes glotalizadas en la protolengua, se extendió a la siguiente vocal, resultando en una consonante no glotalizada seguida por una vocal laringizada. En el número (8) se representa el desarollo diacrónico de las vocales laringizadas en las lenguas totonacas como consecuencia de esta extensión del rasgo “glotis constreñida”, [gc], de la precedente oclusiva o africada glotalizada a la vocal que sigue. (8)  [–cont] [–cont] [–cont]   [σ C V

>

[σ C V >

[σ C V

    [gc]   [gc]    [gc] Incluimos una etapa intermedia en la cual el rasgo [gc] viene asociado simultáneamente con la oclusiva o africada glotalizada y con la vocal que sigue. En la última etapa este rasgo se disocia de la oclusiva o africada; la vocal mantiene la laringización, pero la oclusiva/africada ya no lleva glotalización, como es el caso en las lenguas totonacas. Consideramos esta

10

A pesar de que en su tesis Román Lobato (2008: 29) propuso que en el totonaco de Ozelonacaxtla existía un contraste fonémico entre /x/ y /h/, ahora considera que se trata más bien de un caso de variación fonética de un solo fonema (c.p.).

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progresión como un tipo de lenición que produce, a partir de una consonante glotalizada, una consonante no glotalizada. La pregunta básica en la reconstrucción histórica del protototonacotepehua es si es más natural que una lengua con vocales laringizadas, que siguen todo tipo de consonante, desarolle únicamente oclusivas y africadas glotalizadas, o si es más natural que una lengua con oclusivas y africadas glotalizadas extienda la glotalización a la siguiente vocal y eventualmente a nuevos contextos (e. g. siguiendo a veces consonantes sonoras y fricativas). Para motivar la inclusión de una serie de oclusivas y africadas glotalizadas en el protototonaco-tepehua, presentamos argumentos tipológicos y distribucionales.

Argumentos tipológicos Por lo regular, los argumentos tipológicos no son concluyentes, sino que apoyan la probabilidad o naturaleza del análisis propuesto. Sin embargo, encontramos que la evidencia tipológica apoya la hipótesis de que el protototonaco-tepehua contenía una serie de oclusivas y africadas glotalizadas. Distribución tipológica Las consonantes glotalizadas son bastante comunes en las lenguas del mundo. En el ucla Phonological Segment Inventory Database (upsid), casi 25 % de las lenguas examinadas exhiben eyectivas, implosivas o ambas. La distribución de estos sonidos se muestra en la figura 3.11 Inventorio de oclusivas glotalizadas

upsid

(n = 451)

# de lenguas % de lenguas

Solamente eyectivas

55

12.19

Solamente implosivas

40

8.87

Eyectivas e implosivas

13

2.88

108

23.95

Total

Figura 3. Oclusivas glotalizadas en upsid. 11

Los números citados en la figura 3 vienen de la base de datos de 451 lenguas de upsid (Maddieson y Precoda (1990) usando el sitio creado y mantenido por Henning Reetz .

Una reconStrucción alternativa…

99

En contraste, solamente cuatro (0.89 %) de las 451 lenguas en upsid exhiben vocales laringizadas.12 Concluimos que es mucho más probable que una lengua o protolengua exhiba consonantes glotalizadas, a que exhiba vocales laringizadas. Aunque no es concluyente, esta disparidad entre el número de lenguas con oclusivas glotalizadas y el número de lenguas con vocales laringizadas sustenta nuestro análisis. Lenición Como se ve en (8), proponemos que las vocales se vuelven laringizadas en las lenguas totonacas como consecuencia de la extensión del rasgo [gc] de la precedente oclusiva o africada glotalizada. Siguiendo a Fallon (2002: 120) quien dice que “deglottalization of ejectives is a common and natural type of lenition”, analizamos la deglotalización de la precedente oclusiva o africada como un tipo de lenición. Consideramos una oclusiva o africada glotalizada como fortis y su pareja no glotalizada como lenis. Diacrónicamente es más probable apreciar el progreso de fortis a lenis que lo opuesto de lenis a fortis. Concordamos con la idea de que la lenición es más natural y más común que la fortición. Extensión de glotalización a vocal siguiente Como se vio arriba, proponemos que la glotalización se extiende de la consonante a la siguiente vocal en las lenguas totonacas. Esta extensión de glotalización se ve confirmada en el tepehua de Pisaflores donde las vocales que siguen a las oclusivas o africadas glotalizadas también pueden ser laringizadas; estos ejemplos corresponden al paso intermedio en (8) donde hay glotalización simultánea de la consonante y la siguiente vocal. Este proceso es muy común. Según Fallon, “Allophonically in many languages… ejectives (and often other glottalic sounds and glottal stop) cause adjacent vowels to be laryngealized” (2002: 20). La extensión del rasgo [gc] de una consonante glotalizada a una vocal adyacente es un cambio sumamente natural. Este fenómeno se observa claramente en ejemplos del tepehua de Pisaflores en (9) donde se encuentran consonantes glotalizadas y vocales adyacentes laringizadas al mismo tiempo. 12

El número de lenguas con vocales laringizadas no incluye el totonaco de Papantla aunque esta lengua hacía parte de la muestra. No tenemos explicación para esta omisión.

100

Carolyn J. MacKay y Frank R. Trechsel

(9) [ɬɗṵkí ̰ta], [ɬɗukʼíta], [ɬɗṵɠí ̰ta], [ɬɗṵkʼí ̰ta] /ɬtʼukʼita/

‘atole de maíz negro’

[kʼáɓa̰], [ɠá̰ɓa̰], [ká̰ɓa̰], [kʼá̰ɓa̰] /kʼap’-ya/

‘él/ella se olvida de X’

[ɬká̰ka̰], [ɬkʼákʼa], [ɬɠá̰ɠa̰], [ɬkʼá̰kʼa̰] /ɬkʼakʼa/

‘ceniza’

Argumentos distribucionales Como se ve en esta sección, la distribución de oclusivas y africadas glotalizadas en las lenguas tepehuas y vocales laringizadas después de oclusivas y africadas en las lenguas totonacas corresponde perfectamente. En contraste, después de fricativas y sonoras, la distribución es completamente inconsistente. De hecho, es difícil argumentar que las vocales laringizadas después de fricativas y sonoras existían en la protolengua, dada su distribución tan irregular. Sin embargo, el argumento principal que Brown et al. (2011) y Brown et al. (2014) presentan para motivar vocales laringizadas en la protolengua propone específicamente que estas existían siguiendo fricativas y sonoras en el PTT. Brown et al. dicen que “[Protototonacan] laryngealized vowels are not restricted to environments following stops and affricates, but occur as well in syllables with nasals, laterals, and glides in the onset” (2014: 439). En contraste, consideramos que las ocurrencias de vocales laringizadas después de fricativas y sonoras (o sea, nasales, laterales y deslizadas) son infrecuentes y erráticas en las lenguas totonacas para sostener el argumento de que existían en estas posiciones en la protolengua.

Oclusivas y africadas

A través de las lenguas totonacas y tepehuas es aparente la regularidad de correspondencias en las series de cognadas en que oclusivas o africadas glotalizadas en las lenguas tepehuas corresponden a oclusivas y africadas no glotalizadas seguidas por vocales laringizadas en las lenguas totonacas, como se ve en los ejemplos en (10). Esta distribución se extiende a través de la familia totonaco-tepehua y representa uno de los rasgos más importantes para distinguir la rama tepehua de la rama totonaca.

TRN

pupút

púputi ̥

TFM

píšnḭ

pá̰šnḭ

pṵ́ša

skáat

skáata̰

PTT /*skaata/ ‘piojo’

/*t/

pṵ́š

PTT /*p’uš-ya/ ‘lo corta’

pá̰šnḭ

PTT /*p’ašni/ ‘puerco’

/*p’/

píštúun

skáti ̥

pṵ́šḁ

pá̰šn̥i ̥

píšn̥i ̥

PTT /*piš-/ ‘cuello (prefijo corporal)’

púput

PTT /*puputi/ ‘espuma’

/*p/

TM

skaata

pṵša

pa̰šnḭ

pišnḭ

puput

TZ

skáat

pṵ́š

pá̰šnḭ

píšnḭ

púput

TO

(10)  Oclusivas y africadas del protototonaco-tepehua

skaata

pṵša

pa̰šni

pišni

púput

TP

skáatḁ

ɓṵ́šḁ

ɓá̰šn̥i ̥

píštúʔu̥

púputi ̥

TpP

skaata

p’uš-

p’aš

piištuʔ

puupuuta

TpH

skáata

p’úša

p’ašni

pištu

oqxpúputi

TpT

Una reconStrucción alternativa… 101

TRN

ɬtatá

a̰ʔtṵ́

stá̰am ̰ a̰ʔáan

kíɬnḭ

kíɬni̥ ̰

stáa̰ ʔ̰ ḁ

ʔá̰qtṵ́

ɬtatá

TFM

makála̰t

makán

makán

PTT /*maka-/ ‘mano (prefijo corporal)’

*k’/

kíɬnḭ

PTT /*kiɬni/ ‘boca’

/*k/

stá̰a̰

PTT /*st’aa-ya/ ‘lo vende’

máatɔ́ʔ̰

PTT /*-t’uy/ ‘dos’

/*t’/

ɬtatá

PTT /*ɬtata-ya/ ‘duerme’

TM

makan

kiɬnḭ

sta̰ay̰

a̰qtṵy

ɬtatay

TZ

makán

kíɬnḭ

stá̰ay̰

ʔá̰qtí ̰

ɬtatáy

TO

makán

kiɬni

stá̰

aqtṵy

ɬtatáy

TP

(10)  Oclusivas y africadas del protototonaco-tepehua (continuación)

makáʔ

kíɬn̥i ̥

sɗá̰ay̰

laʔa̰ɗṵ́y

ɬtatáy

TpP

makáʔ

kiɬ

st’aa-

ɗuy

ɬtatay

TpH

maká/

kiɬna

st’aay

aqšt’uy

ɬtatáy

TpT

102 Carolyn J. MacKay y Frank R. Trechsel

TRN

ka̰¢íi

ʔ13

ká̰at̰ a̰

q

ká̰at̰ ḁ

ka̰¢íi

TFM

14

13

ʔešmá̰ta

qášmátḁ

qašmata

q

ka̰at̰

ka̰¢iiy

TZ

qášmát

q

ká̰at̰

ka̰¢íi

TO

qašmáta

q

ká̰at̰ a

ka̰¢í

TP

ʔa̰smáɗa̰

ʔ

k’áatḁ

ɠa̰¢áay

TpP

qasmat’a

ʔ/q14

ka̰at̰ a

k’a¢ay

TpH

qasmát’a

q

k’aatán

k’a¢áay

TpT

En el totonaco de rio Necaxa y en el tepehua de Pisaflores los protofonemas /*q/ y /*q’/ se realizan como cierre glotal, /ʔ/. En el tepehua de Huehuetla, los protofonemas de /*q/ y /*q’/ se pueden realizar de dos formas, o sea, como cierre glotal o como oclusiva posvelar (Smythe Kung 2007, c.p). La pronunciación más común parece ser de cierre glotal.

qášmát

PTT /*qašmat’-ya/ ‘escucha’, ‘lo escucha’

q

/*q/

ká̰at̰

PTT /*k’aata/ ‘año’

ka̰¢íi

PTT /*k’a¢ii-ya/ ‘lo sabe’

/*k’/

TM

12 (10)  Oclusivas y africadas del protototonaco-tepehua (continuación)

Una reconStrucción alternativa… 103

1

TRN

ʔ

¢o̰ʔósnḭ

siima̰ʔá̰a̰

ʔa̰ɬwá̰ʔ

ta¢án

16

15

¢ḭkí ̰

¢í ̰kḭḭti ̥

ta¢án

qáɬwá̰at̰ i ̥

síimáqa̰at̰ i ̥

q

¢oχɔ́sn̥i ̥

TFM

¢í ̰kḭḭt

ta¢an

qa̰aɬ̰ wa̰at̰

sḭḭma̰qa̰at̰

q

¢oqosnḭ

TZ

¢í ̰kḭḭt

ta¢án

qáaɬwa̰at̰

sí ̰ḭmqá̰at̰

q

¢ɔqɔ́snḭ

TO

¢í ̰kḭḭt

ta¢án

qá̰ɬwaat

siimáqa̰at̰

q

¢oqósni

TP

¢’íɠḭḭt

ta¢álaati ̥

haʔá̰aš̰ waati ̥

síimáʔa̰at̰ i ̥

ʔ

¢ɔʔɔ́t̰ n̥i ̥

TpP

¢’ik’it

ta¢alat

qaašwaat

siimáqat

ʔ/q

¢oʔót

TpH

¢’ik’íy16

ta¢álaati

haʔášwaati

simáʔaati

ʔ15

¢oqóqna

TpT

En el tepehua de Tlachichilco, únicamente el protofonema /*q’/ se realiza como cierre glotal, /ʔ/, mientras que el protofonema /*q/ queda /q/ (Watters 1988, c.p.). Esta división proporciona apoyo por la propuesta de que existían oclusivas y africadas glotalizadas en la protolengua. La palabra [¢’ik’íy] en el tepehua de Tlachichilco es un verbo imperfectivo que significa 'él/ella mama'.

¢ɪkɪ ̰́ ̰ɪ ̰t

PTT /*¢’ík’iiti/ ‘seno’

/*¢’/

tə¢ə́la̰t

PTT /*ta¢an/ ‘diente’

/*¢/

qá̰aq̰ ɬúwa̰at̰

PTT /*q’aɬwaati/ ‘huevo’

síimáqa̰at̰

PTT /*síimáqa̰at̰ i ̥/ ‘lengua’

q

/*q’/

¢ɔχɔ́snɪ ̰

PTT /*¢uqutni/ ‘rodilla’

TM

(10)  Oclusivas y africadas del protototonaco-tepehua (continuación)

104 Carolyn J. MacKay y Frank R. Trechsel

TRN

čiwíš

ɬ

ča̰nkát

ɬ

ɬaxá

16

15

14

13

13 141516

pa̰tá̰n

pa̰ɬaanán

PTT /*p’aƛ’an-ya/ ‘vomita’

tV̰

/*ƛ’/

ɬáahá

PTT /*ƛaha-ya/ ‘gana’

ɬ

/*ƛ/

čí ̰ŋkat

PTT /*č’ankati/ ‘caña’

/*č’/

čɪ ́wɪš

PTT /*čiwiš/ ‘piedra’

/*č/

TM

paƛa̰an̰ án

ƛV̰

ƛahá

ƛ

čá̰ŋkati ̥

číwiš

TFM

pa̰ƛa̰an̰ an

ƛV̰

ƛahay

ƛ

ča̰nkat

čiwiš

TZ

pa̰ƛá̰an̰

ƛV̰

ƛaháy

ƛ

čá̰ŋkati ̥

číwiš

TO

pa̰ƛa̰an̰ an

ƛV̰

ƛahá

ƛ

ča̰nkat

číwiš

TP

(10)  Oclusivas y africadas del protototonaco-tepehua (continuación)

ɓa̰ɗá̰n

t’

ɬaháay

ɬ

č’áŋkati ̥

číʔṵši ̥

TpP

p’at’an

t’

ɬaháy

ɬ

č’ankat

čiiuš

TpH

p’at’an

t’

ɬaháay

ɬ

č’ankati

číyuš

TpT

Una reconStrucción alternativa… 105

106

Carolyn J. MacKay y Frank R. Trechsel

Fricativas En contraste con la consistencia y regularidad que se aprecia en las series de cognadas que contienen vocales laringizadas después de oclusivas y africadas en (10), hay una notable falta de consistencia y regularidad en las correspondencias en las series de cognadas con fricativas. Arana (1953), Watters (1988), Brown et al. (2011) y Brown et al. (2014) proponen que las vocales laringizadas provienen de la protolengua. Se espera que un rasgo de la protolengua se encuentre en cognadas de toda la familia de una manera más consistente o predecible (como es el caso cuando siguen a las oclusivas y africadas). Es probable que las vocales laringizadas después de fricativas (y sonoras) no provengan de la protolengua, sino que tengan río hacia abajo otro origen. Para empezar, en las lenguas totonacas son muy pocos los casos de vocales laringizadas después de fricativas. De hecho, todas las series de cognadas que hemos encontrado contienen realizaciones de la fricativa /*s/. Parece que no hay series de cognadas que incluyan vocales laringizadas después de /*h/, /*š/, o /*ɬ/. En las varias lenguas totonacas existen palabras individuales que exhiben vocales laringizadas después de una fricativa que no sea /s/, pero no se encuentran series de cognadas que, consistentemente, exhiban laringización en este contexto. Además, en nuestros datos, no encontramos ninguna serie de cognadas que exhiba consistencia de laringización después de /s/. Las pocas series que existen, muestran laringización después de fricativas esporádicamente y sin consistencia, como se puede ver en las series de cognadas en (11). Estas series de cognadas con fricativas son problemáticas para el análisis que propone la existencia de vocales laringizadas en la protolengua, pues tendría que explicar por qué la laringización después de fricativas no es más sistemática y consistente en la familia. Es decir, tendría que explicar por qué no existen vocales laringizadas después de fricativas o sonoras en las lenguas tepehuas, y por qué se perdió la laringización en este contexto en algunas palabras de algunas lenguas totonacas, pero no en otras. También tendría que explicar por qué los escasos ejemplos de series de cognadas de vocales laringizadas después de fricativas se limitan a posiciones donde siguen a /*s/. No se ha propuesto una explicación sistemática para esta falta de regularidad. Nuestro análisis que propone que en la protolengua solamente había oclusivas y africadas glotalizadas, tiene que explicar por qué, en algunas ocasiones, existen vocales laringizadas siguiendo fricativas en las lenguas

TRN siima̰ʔá̰a̰

ta̰as̰ a̰ʔí ̰ḭn18

sḛ́ʔsḭ

sṵnú

18

17

šṵ́ṵnḭ

šṵ́ṵni ̥

sɛ́q̰ si ̥

sṵnú

saʔí ̰ḭni ̥

síimáqaati ̥

šṵṵn

sa̰qsḭ

sṵnúy

siin

sḭḭma̰qa̰at̰

TZ

šúun

sá̰qsḭ

sunúy

sɛ̰ɛn̰

sí ̰ḭmqá̰at̰

TO

šṵṵn

sa̰qsḭ

sṵnú

sḛḛn

siimáqa̰at̰

TP

TpP

suun

sáʔsi ̥

sunúy

–––

síimáʔa̰at̰ i ̥

El guion ꞌ–––ꞌ indica que todavía no se ha encontrado una palabra cognada en aquella lengua. La palabra [ta̰ a̰ sa̰ ʔḭ́ḭn] en el totonaco de río Necaxa significa 'aguaceroꞌ.

šṵ́ṵn

PTT /*suuni/ ‘amargo’

sáqsi

PTT /*saqsi/ ‘dulce’

sunṵ́(ʔ)

PTT /*sunu-ya/ ‘lo sopla’

sɛ́ɛ̰ n̰

PTT /*saʔiini/ ‘lluvia’

síimáqa̰at̰

TFM

Vocales laringizadas después de fricativas17 18

PTT /*siimaq’aati/ ‘lengua’

TM

(11)

suun

sáʔsi ̥

suunuuy

–––

siimáqat

TpH

suun

sáqsi

sunúy

–––

simáʔaati

TpT

Una reconStrucción alternativa… 107

108

Carolyn J. MacKay y Frank R. Trechsel

totonacas. Proponemos que algunos de estos casos se deben a la propagación del rasgo [gc] de una consonante glotalizada en la palabra o en la protopalabra. Un ejemplo de esta extensión se ve en la palabra ‘lluviaʼ en (11), /*saʔíini/ > [sɛ̰ ́ ɛ̰n], en la cual la laringización de la vocal provendría del cierre glotal. Atribuimos los casos restantes a una extensión analógica con base en la distribución de vocales laringizadas en casos de morfología de sujeto de segunda persona. En parte porque su distribución no es ni regular ni consistente y en parte porque no existen vocales laringizadas después de /š/, /ɬ/, y /h/, mantenemos que las vocales laringizadas que siguen a fricativas son innovaciones idiosincráticas en algunas de las lenguas totonacas y que no provienen del PTT. Sonoras También falta consistencia y regularidad en las series de cognadas que incluyen vocales laringizadas que siguen a consonantes sonoras. De hecho, son muy pocas las series de cognadas que incluyen vocales laringizadas en esta posición (parecido al patrón cuando siguen a fricativas). Como se puede ver en las series de cognadas en (12), no hay consistencia de laringización a través de las lenguas. Si estas vocales laringizadas se consideran parte de la protolengua, hay que explicar por qué son tan escasas e inconsistentes en las series de cognadas. Además, hay que explicar cómo se perdió completamente esta laringización en las lenguas tepehuas y en el totonaco de Papantla, y por qué se perdió en algunas palabras y en algunas de las demás lenguas totonacas, pero no en otras. No se ha propuesto una explicación sistemática para esta falta de regularidad. Proponemos que estas vocales laringizadas son innovaciones idiosincráticas en algunas de las lenguas totonacas y que no provienen del PTT. La ocurrencia de vocales laringizadas después de sonoras también es problemática para nuestro análisis que considera que estas no tienen su origen en el PTT. Aunque tenemos que esperar una solución completa, proponemos algunas posibilidades. Para empezar, suponemos que algunos de estos casos se deben a la extensión del rasgo [gc] de una consonante glotalizada en la palabra o en la protopalabra a otros segmentos (como podría ser el caso en las cognadas de ‘hígado’ en (12)). En los casos que quedan, recurrimos a una extensión con base en la distribución de vocales laringizadas después de sonoras en casos de morfología de sujeto de segunda persona. Esta extensión analógica no sería ni sistemática ni consistente a través de las lenguas, sino que sería idiosincrática, como en el patrón que tenemos.

TRN

wa̰yán

maaɬ

slṵlṵ́kṵ/sluɬ19

wiiɬ

19

makɬwáka̰

ɬwa̰ká̰ka̰

wí ̰ḭɬ

slúluki ̥

má̰ah̰

wá̰ay̰ án

TFM

ɬwa̰ka̰ka̰

wḭ

slṵlṵku

ma̰h

wa̰ay̰ an

TZ

ɬwá̰kka̰



slúlṵk

máh

wá̰ay̰ án

TO

ɬwáka̰ka̰



slúluk



waayán

TP

mákɬwák’ḁ

wíiɬ

slúɬ

máaɬ

wahín

TpP

makɬp’ák

wii(ɬ)

sluɬ

maaɬ

wahín

TpH

makɬúk’a

wiiɬ

sluɬ

maa

wahín

TpT

Según Beck (2011: 543), la palabra [slṵlṵ́kṵ] significa ‘lagartija’ en el totonaca del Río Necaxa y la palabra [sluɬ] significa ‘cocodrilo’.

ɬwáká̰ak̰

PTT /*ɬwak’ak’a/ ‘higado’

wí ̰laɬ

PTT /*wii-ɬi/ ‘sentado’

–––

PTT /*slul/ ‘lagartija’

má̰aɬ̰

PTT /*maa-ɬi/ ‘acostado’

wá̰ay̰ án

PTT /*wahin-ya/ ‘come’

TM

(12) Vocales laringizadas después de sonoras19

Una reconStrucción alternativa… 109

110

Carolyn J. MacKay y Frank R. Trechsel

Africadas laterales Otro argumento a favor de la reconstrucción de consonantes glotalizadas se basa en los reflejos de las africadas laterales glotalizadas /*ƛ’/ y no glotalizadas /*ƛ/ que proponemos en la protolengua. Estos protofonemas pasaron por distintos cambios fonológicos en su desarrollo en cada lengua y, como consecuencia, tienen distintas realizaciones en las lenguas totonacas y tepehuas. Como se ve en las cognadas en (13), el sonido que nosotros reconstruimos como la africada lateral glotalizada /*ƛ’/ se realiza como una oclusiva glotalizada /t’/ en las lenguas tepehuas. En contraste, este sonido se realiza como oclusiva alveolar no glotalizada /t/ en el totonaco de Misantla, como fricativa lateral /ɬ/ en el totonaco de río Necaxa, y como africada lateral no glotalizada /ƛ/ en las demás lenguas totonacas.20

(13)

/*ƛ’/

TM

TRN

TFM

TZ

TO

TP

TpP

TpH

TpT

tV̰

ɬV̰

ƛV̰

ƛV̰

ƛV̰

ƛV̰

t’

t’

t’

tanƛḭḭy

tánƛíi

tanƛ’í

haɗí ̰ḭnín t’inin

ƛa̰qƛa̰

ƛá̰qƛa̰

ƛá̰qƛa̰

ɗá̰kɗa̰

t’ákt’a t’ákt’a

ƛa̰aw ̰ an

ƛáawán ƛa̰aw ̰ án

–––

–––

–––

ƛámink ƛa̰mank –––

–––

ɬtamank’a

PTT /*ƛ’ii-ya/ ‘baila’ tí ̰ḭ

ɬii

tánƛí ̰ḭʔi ̥

t’inín

PTT /*ƛ’aqƛ’a/ ‘elote’ –––

¢á̰¢a̰20

¢á̰χ¢ḁ̰

PTT /*ƛ’aawan-ya/ ‘camina’ tá̰aw ̰ án ɬa̰aw ̰ án ƛá̰aw ̰ án PTT /*ƛ’amank/ ‘olla’ tá̰miŋ

20

ɬa̰máŋ

ƛámaŋki ̥ ƛa̰ma̰nk

La alternación fonosimbólica de la serie de africadas ha resultado en cognadas que incluyen /ƛ/ y /¢/. Las consonantes sujetas al fonosimbolismo son: k/q, s/š/ɬ, y ¢/č/ƛ (Arana 1953; MacKay 1999; Watters 1988, entre otros).

111

Una reconStrucción alternativa…

Mientras tanto, como se ve en (14), el sonido que reconstruimos como africada lateral no glotalizada /*ƛ/ se realiza como /ɬ/ en el totonaco de Misantla, de río Necaxa y en las lenguas tepehuas. En las demás lenguas totonacas, se retiene como africada lateral no glotalizada /ƛ/. (14)

/*ƛ/

TM

TRN

TFM

TZ

TO

TP

TpP

TpH

TpT

ɬ

ɬ

ƛ

ƛ

ƛ

ƛ

ɬ

ɬ

ɬ

ƛahay

ƛaháy

ƛahá

ɬaháay

ɬaháy

ɬaháay

ƛa̰qwá̰n

ɬɔʔɔ́n̰

ɬoqon

ɬoqón

PTT /*ƛaha-ya/ ‘gana’ ɬáahá

ɬaxá

ƛahá

PTT /*ƛaqwan-ya/ ‘cansa’ ɬɔχɔ́n

ɬa̰ʔwán

ƛaqwán

ƛa̰qwa̰n ƛa̰qwán

Nos centramos en los cambios en el totonaco de Misantla porque son los que más claramente distinguen las dos hipótesis. En esta variante, los cambios diacrónicos resultan en una oclusiva alveolar /t/ ante una vocal laringizada, y en una fricativa lateral /ɬ/ ante una vocal modal. Si las dos africadas /*ƛ’/ y /*ƛ/ existían en la protolengua, los cambios necesarios se pueden formular como se ve en (15). Hay que recordar que el cambio de /*t’ / > tV̰ está postulado para las secuencias /*C’V/ en todas las lenguas totonacas. (15) Cambios necesarios para el totonaco de Misantla con /*ƛ’/ y /*ƛ/ en la protolengua:

a. /*ƛ’V/ > /t’V/ > /tV̰ / b. /*ƛV/ > /ɬV/

Según esta hipótesis, la protoafricada glotalizada /*ƛ’/ se vuelve /t/ glotalizada, /t’/, y posteriormente, como todas las secuencias /*C’V/, se vuelve /t/ seguida por una vocal laringizada /tV̰ /. La articulación glotalizada de /*ƛ’/ tiende a acentuar el cierre alveolar de la africada y a disminuir su distención lateral y con el paso del tiempo resultaría en la nivelación de /*ƛ’/ y /*t’/. Consideramos que el cambio de /*ƛ’/ > /t’/ es una realización fonológica natural y esperada y que la misma nivelación ocurrió en las lenguas tepehuas. Es decir, que en las lenguas tepehuas y en el totonaco

112

Carolyn J. MacKay y Frank R. Trechsel

de Misantla, /*ƛ’/ se niveló con /*t’/ dando como resultado /t’/. En Misantla, como en las otras lenguas totonacas, el rasgo [gc] de la consonante se extendió a la siguiente vocal. En contraste, si la protolengua tenía vocales laringizadas y únicamente una africada lateral no glotalizada, tenemos que suponer que la africada lateral /*ƛ/ se vuelve /t/ ante una vocal laringizada, mientras que se vuelve /ɬ/ ante una vocal modal, como se ve en (16). (16) Cambios necesarios para el totonaco de Misantla con /*V/ y /*V̰ / en la protolengua:

a. /*ƛ/ > /t/ b. /*ƛ/ > /ɬ/

/___ V̰ /___ V

Estos cambios representan una división de la protoafricada /*ƛ/ en dos fonemas /t/ y /ɬ/ en el totonaco de Misantla según la naturaleza de la siguiente vocal. Sugerimos que el cambio de /ƛ/ > /t/ ante vocales laringizadas en Misantla es improbable en coordinación con el cambio de /ƛ/ > /ɬ/ ante vocales modales. No encontramos ninguna motivación fonética para el cambio de /ƛ/ > /t/ ante vocales laringizadas (mientras que sí vemos una motivación fonética para el cambio de /ƛ’/ > /t’/ en (15)). O sea, no detectamos una justificación fonológica para la división de /*ƛ/ > /t/ y /ɬ/. Consideramos que la distribución de las consonantes glotalizadas y vocales laringizadas que existe actualmente en Misantla y en las lenguas totonacas y tepehuas se explica más fácilmente y más naturalmente si empezamos con africadas laterales glotalizadas y no glotalizadas en la protolengua que si empezamos con vocales laringizadas. Verbos con oclusivas finales Un último argumento a favor de la reconstrucción de consonantes glotalizadas en la protolengua se basa en las series de cognadas de bases verbales que terminan en una oclusiva. Cuando estas bases verbales ocurren con un sufijo que empieza con una consonante, la oclusiva en posición final del verbo aparece en posición de coda y pierde su especificación laringeal (como describen Fallon (2002), Lombardi (1994, 1995) y muchos otros). O sea que en esta posición, precediendo una consonante, la oclusiva siempre se realiza sin glotalización. En contraste, cuando estas bases verbales ocurren con un sufijo que empieza en vocal, la oclusiva final aparece en posición

Una reconStrucción alternativa…

113

prevocálica de ataque, y como consecuencia exhibe todos sus rasgos, incluyendo el rasgo [gc], si está presente. Es decir, la posición de ataque, precediendo una vocal, es el único contexto en el cual emerge un contraste entre oclusivas glotalizadas y no glotalizadas. En las lenguas totonacas y tepehuas estas oclusivas ocurren en posición de ataque cuando les sigue el alomorfo [-a] del sufijo imperfectivo /-ya/. Este es el único sufijo verbal que tiene un alomorfo que empieza con una vocal y como resultado el único sufijo disponible para comprobar si una oclusiva en posición final de la base verbal es glotalizada o no.21 En todas las lenguas totonacas y tepehuas, el aspecto imperfectivo se indica con el sufijo /-ya/ impfv que por lo regular se realiza como [-y] siguiendo una raíz verbal que termina en vocal, como [-a] siguiendo una raíz verbal que termina en consonante no nasal, y como [-Ø] siguiendo una raíz verbal que termina en nasal. Como se ve en (17), aparece una división interesante entre el totonaco y el tepehua con respecto a la consonante que aparece ante el alomorfo [-a] del sufijo imperfectivo /-ya/ impfv. En las lenguas tepehuas, las oclusivas que preceden este sufijo son glotalizadas. Mientras tanto, en las lenguas totonacas, las oclusivas en el mismo contexto no son glotalizadas y vienen seguidas por vocales modales, no laringizadas. Este es el único caso en que la secuencia de [C’V] en las lenguas tepehuas no corresponde a la secuencia [CV̰ ] en lenguas totonacas. La correspondencia en el imperfectivo entre secuencias de oclusiva glotalizada más vocal modal en las lenguas tepehuas y secuencias de oclusiva no glotalizada más vocal no laringizada en las lenguas totonacas es problemática para las dos hipótesis con respecto a la presencia o ausencia de oclusivas glotalizadas en la protolengua. Si no existieran oclusivas glotalizadas en la protolengua, sería necesario explicar de dónde vienen las oclusivas glotalizadas en los verbos imperfectivos en las lenguas tepehuas. En contraste, si existieran oclusivas glotalizadas en la protolengua, como nosotros proponemos, sería necesario explicar por qué la vocal del sufijo /-ya/ impfv no viene laringizada en las lenguas totonacas.

21

Las consonantes africadas no ocurren en posición final de bases verbales en las lenguas totonacas y tepehuas. Como consecuencia no existe la posibilidad de demostrar un contraste entre glotalización/no glotalización de africadas precediendo un sufijo que empieza en vocal.

TRN

TFM

paastá̰ka

ma̰ʔstó̰ʔa̰

ʔó̰ta

qɔ́t̰ ḁ

maqstóqḁ

ʔešmá̰ta

qašmátḁ

taspí ̰ta

–––

sí ̰ta

PTT /*sit’-ya/ ‘lo corta’

––– sí ̰tḁ

táspí ̰tḁ

PTT /*tasp’it’-ya/ ‘regresa’

qašmát

PTT /*qašmat’-ya/ ‘oye’, ‘lo oye’

–––

PTT /*q’ut’-ya/ ‘toma’

máastɔ́χ ̰

TZ

sita

taspḭta

qašmata

qo̰ta

máastoqa

lakapáasták paastaka

PTT /*maast’uq’-ya/ ‘lo amontona’

páastɛ́k

PTT /*paastak’-ya/ ‘se acuerda’

TM

TP

síta

táspí ̰ta

qašmát

qɔ́t̰ nán

maastɔ́qa

sita

taspḭta

qašmáta

qo̰ta

maastoqa

lakapáastáka lakapaastaka

TO

(17) Verbos con obstruyente glotalizada en posición final de raíz

síɗa̰

tásɓí ̰ɗa̰

ʔa̰smáɗa̰

ʔɔ́ɗ̰ a̰

máʔšɗɔ́ʔ̰ a̰

páasɗá̰ɠa̰

TpP

sit’a

tasp’it’a

qasmat’a

qot’a

maaštóʔa

pasták’a

TpH

(aq)sít’a

tasp’ít’a

qasmát’a

ót’a

máqštóʔa

paasták’a

TpT

114 Carolyn J. MacKay y Frank R. Trechsel

TRN

TFM

čḭta

čḭtḁ

škṵ́ta

škútḁ

sák

sáka

sákḁ

PTT /*sak’-ya/ ‘lo recoge’

škút

PTT /*škut’-ya/ ‘lo desata’

čɪtnán ̰́

PTT /*č’it’-ya/ ‘lo exprime’

TM

saka

škuta

čḭta

TZ

sáka

škúta

čí ̰ta

TO

saka

škuta/šqota

čḭta

TP

sáka̰/sáɠa̰

šʔɔ́ɗ̰ a̰

č’íɗa̰

TpP

(17) Verbos con obstruyente glotalizada en posición final de raíz (continuación)

sak’a

šʔot’a

č’it’a

TpH

sák’a

šʔot’a

č’it’a

TpT Una reconStrucción alternativa… 115

116

Carolyn J. MacKay y Frank R. Trechsel

Consideramos que es más fácil y más natural explicar el patrón en (17) si empezamos con una protolengua en la que el marcador del aspecto imperfectivo /*-ya/ tiene una vocal modal, no laringizada, y todas las raíces verbales que terminan en una oclusiva no nasal terminan en una oclusiva glotalizada. Esta solución explica de inmediato el patrón en las lenguas tepehuas. Estas lenguas simplemente preservan el patrón de la protolengua sin cambio.22 En las lenguas totonacas, suponemos que la glotalización de las oclusivas finales no se extiende al sufijo, tal vez porque está bloqueada por el límite morfológico entre el verbo y el sufijo, y como resultado la vocal del sufijo no viene laringizada. Preferimos esta hipótesis a la alternativa que postula que el sufijo /*-ya/ impfv en la protolengua se vuelve [*-a̰ ] o [*-ʔa] siguiendo una consonante no nasal en las lenguas tepehuas y que la laringización pasa de este sufijo a la oclusiva final de la raíz, glotalizándola.23 Para nosotros, esta hipótesis parece muy ad hoc. No encontramos ninguna motivación fonética o fonológica para la realización del sufijo /*-ya/ impfv como [*-a̰ ] o [*-ʔa] en las lenguas tepehuas. Nótese que este cambio tendría que ocurrir solamente despues de verbos que terminan en una oclusiva en estas lenguas. Siguiendo verbos que terminan en otras consonantes (fricativas y sonoras no nasales), el sufijo /-ya/ impfv siempre se realiza como [-a], con vocal modal, no laringizada, en tepehua. Además, no existe en ninguna lengua totonaca o tepehua otro sufijo que empiece con un cierre glotal, [-ʔV]. Investigaciones futuras nos proporcionarán evidencia adicional con respecto a esta cuestión. Por el momento, proponemos que la glotalización de las oclusivas finales en las bases verbales en las lenguas

22

23

No es necesario suponer que todas las raíces verbales que terminaban en oclusivas en la protolengua eran oclusivas glotalizadas. Se requiere solamente proponer que en algún tiempo en el desarrollo del protototonaco-tepehua al prototepehua, las oclusivas no glotalizadas en posición final de bases verbales se glotalizaron. Es decir, que siguiendo la separación del protototonaca y el prototepehua, la distinción entre oclusivas finales glotalizadas y oclusivas finales no glotalizadas en las lenguas tepehuas fue neutralizada en favor de las oclusivas glotalizadas. No hay evidencia de que esta distinción se preserva en las lenguas tepehuas. Todas las oclusivas que preceden el sufijo /-ya/ impfv en las lenguas tepehuas de hoy se realizan como oclusivas glotalizadas. Este es el análisis sincrónico que Watters (1980, 1988) y Smythe Kung (2007) proponen para el tepehua de Tlachichilco y el tepehua de Huehuetla, respectivamente. No sabemos si alguno de estos autores lo propone para la protolengua.

Una reconStrucción alternativa…

117

tepehuas tiene su origen en las oclusivas glotalizadas en la protolengua y no en el sufijo /*-ya/ impfv.

Conclusión Para resumir, sugerimos que es más fácil explicar la distribución de las consonantes glotalizadas y las vocales laringizadas en las lenguas tepehuas y totonacas si empezamos con un protoinventario que incluye una serie de oclusivas y africadas glotalizadas y no incluye vocales laringizadas. El inventario fonémico del protototonaco-tepehua que proponemos es distinto al inventario de Arana (1953) y de Brown et al. (2011); el nuestro: a)  incluye el cierre glotal (en contraste con Arana (1953) b) incluye solamente una fricativa velar/posvelar (en contraste con Brown et al. (2011) c) incluye una serie de oclusivas y africadas glotalizadas (en contraste con Arana (1953) y con Brown et al. (2011) d) no incluye una serie de vocales laringizadas (también, en contraste con Arana (1953) y con Brown et al. (2011) Los argumentos que dan apoyo a una serie de oclusivas y africadas glotalizadas en la protolengua son los siguientes: 1. Casi 25 % de las lenguas del mundo exhiben una serie de consonantes glotalizadas (eyectivas, implosivas o las dos), mientras que menos de 1 % de las lenguas del mundo contienen vocales laringizadas. 2. Diacrónicamente, la lenición es más común que el fortalecimiento y la deglotalización es más común que la glotalización. Proponemos que en las lenguas totonacas, el movimiento del rasgo [gc] de la oclusiva o africada glotalizada a la vocal siguiente resulta en la deglotalización de la consonante. El movimiento contrario, que requiere que en las lenguas tepehuas la laringización se desplace de la vocal a la oclusiva o africada precedente, resultando en glotalización de esta consonante, es muy marcado y constituye un caso de fortalecimiento bastante inusual. 3. Las secuencias de una oclusiva o africada glotalizada y una siguiente vocal /C’V/, en las lenguas tepehuas, siempre corresponden a secuencias de oclusiva o africada y vocal laringizada, /CV̰ /, en las lenguas totonacas. Esta distribución es completamente consistente y regular

118

Carolyn J. MacKay y Frank R. Trechsel

a través de todas las lenguas totonacas y tepehuas. Nuestro análisis propone que vocales laringizadas en las lenguas totonacas tienen su origen en vocales modales que ocurren siguiendo oclusivas y africadas glotalizadas de la protolengua. O sea, el patrón que se encuentra en las lenguas tepehuas y en el totonaco de Papantla representa el patrón de la protolengua. 4. En las lenguas totonacas no existen series de cognadas que exhiban consistencia de laringización de vocales siguiendo fricativas. Además, no existen series de cognadas que exhiban vocales laringizadas siguiendo /*h/, /*š/ o /*ɬ/. Estas vocales se encuentran solamente siguiendo a la fricativa /*s/. Si la protolengua tuviera vocales laringizadas, como proponen Arana (1953) y Brown et al. (2011), se esperaría que su distribución abarcara todas las fricativas (no solamente siguiendo /*s/) y que hubiera mucha más consistencia y regularidad en las series de cognadas. La ausencia de vocales laringizadas siguiendo /*h/, /*š/ o /*ɬ/ en las lenguas totonacas y la falta de consistencia con respecto a su distribución siguiendo /*s/, apoyan nuestra propuesta de que estas vocales no eran laringizadas en la protolengua. Dado que la postulación de vocales laringizadas siguiendo fricativas y sonoras es el argumento principal de Brown et al. (2014) para plantear vocales laringizadas en el PTT, la evidencia de que estas vocales no eran laringizadas en la protolengua debilita seriamente su hipótesis. 5. En las lenguas totonacas hay una notable falta de consistencia o regularidad con respecto a las series de cognadas que incluyen secuencias de una sonora seguida por una vocal laringizada. Otra vez, esta falta apoya nuestro análisis. Si la protolengua tuviera vocales laringizadas siguiendo sonoras se esperaría mucha más regularidad en las series de cognadas. De hecho, como se muestra en (12), la distribución de vocales laringizadas seguiendo sonoras en las lenguas totonacas es muy esporádica e inconsistente. Esta falta de regularidad indica que estas vocales no eran laringizadas en la protolengua. 6. Si suponemos que la protolengua contenía dos africadas laterales la glotalizada, /*ƛ’/, y la no glotalizada, /*ƛ/, es más fácil explicar y motivar los cambios diacrónicos que resultan en las lenguas tepehuas y totonacas. Como vimos antes, en (13) y (14), hay dos juegos de correspondencias que incluyen una africada lateral. Si existía una sola africada lateral (no glotalizada) en la protolengua, sería muy difícil explicar estas correspondencias. En contraste, si existían dos africadas

Una reconStrucción alternativa…

119

laterales en la protolengua, se puede explicar el desarrollo de estas consonantes por reglas diacrónicas sencillas y naturales. 7. Finalmente, si incluimos oclusivas glotalizadas en la protolengua es más fácil explicar la correspondencia que existe en el aspecto imperfectivo entre las secuencias [C’V] a final de los verbos en las lenguas tepehuas y las secuencias [CV], con vocal modal, en el mismo contexto en las lenguas totonacas. Es obvio que la glotalización de oclusivas que ocurren en posición final de los verbos imperfectivos en las lenguas tepehuas no tiene su origen en el sufijo /*-ya/ impfv de la protolengua. Este sufijo nunca se realiza con laringización en las lenguas totonacas (excepto en las formas donde la laringización sirve como el marcador de un sujeto de segunda persona). Por eso, proponemos que la glotalización tiene su origen en oclusivas glotalizadas en posición final de las raíces verbales en la protolengua y no proviene del sufijo. Esta hipótesis explica inmediatamente las formas de los verbos imperfectivos en las lenguas tepehuas. En estas lenguas, la glotalización de las oclusivas en posición final de raíces verbales proviene de la glotalización de estas oclusivas en la protolengua. La falta de laringización de la vocal del sufijo imperfectivo en las lenguas totonacas es consecuencia de la falta de la extensión del rasgo [gc] de esas oclusivas hacia la siguiente vocal. La evidencia citada en este trabajo muestra que los cambios necesarios para explicar el desarrollo diacrónico de las vocales y las consonantes en las lenguas totonacas y tepehuas son más naturales, menos marcados y más sencillos si la protolengua incluye una serie de oclusivas y africadas glotalizadas y no una serie de vocales laringizadas. Si esta hipótesis es correcta, tiene implicaciones importantes para las propuestas respecto a la filiación de las lenguas totonaco-tepehuas con otras familias lingüísticas en Mesoamérica y más allá. Sin embargo, dejamos esta discusión para otra ocasión.

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Carolyn J. MacKay y Frank R. Trechsel

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Sobre la relación histórica entre las vocales laringizadas y las eyectivas en totonaco-tepehua1 James K. Watters

Introducción En la familia totonaco-tepehua la mayoría de las lenguas en la rama totonacana muestran una laringización que se realiza principalmente en el núcleo y en la última parte de la sílaba (CVʔ),2 mientras que en la mayoría de las variantes tepehuas, ésta se manifiesta en la primera parte de la sílaba en forma de consonantes eyectivas (C’V) o, en algunos casos, en forma de implosivas. Todavía no está claro cuál de las dos –sílabas con vocales laringizadas o con eyectivas– era la característica del protototonaco-tepehua. El propósito de este artículo es presentar en forma breve la evidencia en favor de la reconstrucción de Arana Osnaya (1953): la protolengua tenía vocales laringizadas, semejante a lo que se encuentra hoy en la rama totonaca, mientras que, de forma innovadora, en tepehua la laringización migró hacia la primera parte de la sílaba dando como resultado consonantes eyectivas.3 1

2

3

Agradezco los comentarios de dos dictaminadores anónimos y de Marilyn Valverde. Quiero reconocer especialmente las sugerencias de Carlos Wagner en el análisis y el estilo de la presentación. Los detalles son más complejos. Según Aschmann (1946), en el totonaco de Zapotitlán de Méndez, Puebla, las vocales laringizadas se manifiestan en tres formas posibles: 1) después de una consonante sorda, es seguida por cierre glotal y la última parte de la vocal puede ser ligeramente laringizada; 2) después de una consonante sonora, la vocal puede ser parcial o completamente laringizada; y 3) después de otra vocal laringizada es completamente laringizada. También, como ha señalado un dictaminador anónimo, en las transcripciones de Aschmann, en varios casos, el autor ha marcado la laringización en la primera parte de la sílaba. Pero el patrón más reportado para la rama totonaca es que la laringización se realiza principalmente en el núcleo y en la última parte de la sílaba. Un dictaminador criticó el uso de palabra “laringización” en un borrador para hablar de las eyectivas. En este artículo, cuando hablo específicamente de la constricción glotal

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James K. Watters

El análisis de Brown et al. (2011) sigue la reconstrucción de Arana Osnaya (1953): se propone que el protototonaco-tepehua tenía vocales laringizadas y no tenía eyectivas (sin embargo, en ese texto se menciona que esta decisión no afecta los cognados propuestos para el totozoqueano).4 La otra perspectiva se encuentra en la presentación de MacKay y Trechsel en este volumen. Con base en argumentos distintos defienden la hipótesis de que en la protolengua existían eyectivas, como en la rama tepehua actualmente, y que en la rama totonaca la laringización migró a la derecha donde su manifestación principal es la laringización de las vocales. Hay muchos ejemplos de palabras cognadas que muestran la correspondencia entre formas totonacas con vocales laringizadas y formas tepehuas con consonantes eyectivas. Aquí presentamos la evidencia más relevante para la reconstrucción de la laringización en la protolengua. En las secciones siguientes se presentan algunos detalles fonéticos sobre la laringización en totonaco y las eyectivas en tepehua. En primer lugar se muestran los patrones más comunes de palabras cognadas en totonaco y tepehua donde se observan correspondencias de la laringización vocálica y glotalización de las consonantes. Posteriormente, se presentan algunos de los pocos ejemplos cognados de sílabas con laringización que empiezan con la africada alveolar lateral /tɬ/. Más adelante se presentan algunos ejemplos de palabras cognadas que muestran una correspondencia entre totonaco /wa/ y tepehua /hu/. Finalmente, se señala la falta de eyectivas en posición final de la palabra. Todas las secciones buscan mostrar evidencias concluyentes en favor de la reconstrucción de vocales laringizadas.

La laringización en las variantes totonacanas Los rasgos acústicos que acompañan la laringización varían de un idioma a otro. Como explica Levy (1987: 59-65), existe bastante variación entre las

4

que se manifiesta en la consonante, utilizaré “eyectivas” o “glotalización”. En otros casos uso “laringización”. “Should the alternative interpretation eventually prove valid, this would have no impact on the major conclusions of this study. While the precise nature of the sound shifts separating PTn and PMZ might change, the correspondences between cognate sets would not” (Brown et al. 2011: 336).

Sobre la relación histórica entre las vocales

127

lenguas de la rama totonacana en cuanto a la manifiestación fonética de la laringización. Aschmann (1946) presentó argumentos en favor de no incluir el cierre glotal como una consonante, principalmente por su distribución tan distinta al resto de las consonantes. La trató como un rasgo del núcleo de la sílaba, es decir, de la vocal. Otros lingüistas han llegado a una conclusión semejante (Beck 2004; MacKay 1999). McQuown (1990) incluye el cierre glotal en su inventario de consonantes del totonaco de Coatepec pero no menciona vocales laringizadas. Según Aschmann (1946), las vocales laringizadas en totonaco de Zapotitlán se manifiestan de distintas formas fonéticas según el ambiente. Cuando la vocal sigue a una consonante sorda, el cierre glotal se realiza después de la vocal y la vocal puede ser parcialmente laringizada. Cuando la vocal sigue a una consonante sonora, puede ser completamente laringizada, e incluso si una resonante precede puede ser parcialmente laringizada. Otros investigadores han descrito la manifiestación de la laringización en totonaco de manera semejante. Parece que algunas variantes han perdido o están perdiendo la laringización, pero el cierre glotal sirve para demarcar pausas, como en Coatepec (McQuown 1990) y Filomeno Mata (McFarland 2009).

Las consonantes eyectivas en las variantes tepehuas En la rama tepehua, las consonantes glotalizadas se manifiestan fonéticamente de distintas maneras según la variante, ya sea como eyectivas o como implosivas. En Pisaflores, la /p’/ y la /t’/ a menudo se realizan fonéticamente como implosivas, mientras la /k’/ se pronuncia como eyectiva. Según Smythe Kung (2007: 38), se encuentra el mismo patrón en tepehua de Huehuetla. Las implosivas no se derivan de consonantes sonoras, como es común en otras partes del mundo, sino de eyectivas, igual que los segmentos semejantes en algunas lenguas mayas (Campbell 1973; Pinkerton 1986). No existen implosivas en el tepehua de Tlachichilco, sino que son eyectivas en las tres posiciones.

Correspondencias comunes Los ejemplos totonacos que se presentan aquí son principalmente del vocabulario de Aschmann de Zapotitlán de Méndez como ejemplos típicos de las formas laringizadas de las lenguas totonacas. Los ejemplos tepehuas son principalmente de mis datos del tepehua de Tlachichilco para ejemplificar las formas con eyectivas de las lenguas tepehuas. Para el propósito de

128

James K. Watters

esta presentación estos ejemplos serán suficientes para mostrar la clase de evidencia buscada, pero se debe tomar en cuenta, como ya se mencionó, que hay variación entre las lenguas totonacas en cuanto a la manisfestación de la laringización. Para ver más ejemplos de otras variantes, se pueden consultar los cuadros preparados por MacKay y Trechsel en su artículo de este volumen presentando la posición alternativa.

Correspondencias silábicas con oclusiva inicial El patrón de correspondencias entre sílabas con vocales laringizadas en totonaco y sílabas con consonantes glotalizadas (eyectivas) es más claro con formas que tienen una oclusiva en posición inicial de la sílaba (cuadro 1). Cuadro 1. Correspondencias silábicas con oclusiva inicial.

Totonaco de la sierra

Tepehua de Tlachichilco Glosa

ka̰ːta k’a:ta ka̰mpṵːʃ ʔop’uːʃ kṵtʃṵ k’utʃ’u pṵʃ p’uʃ qa̰ ɬnḭ hak’aɬna kḭwi k’iw skḭn sk’in sta̰ hnan ʃt’ahnan ta̰ la t’ala ta̰ sa t’asa tʃa̰ nkatna̰ tʃ’ankakni tsa̰ nqaː ts’anqa: tsḭtsḭ ts’its’i Fuente: Aschmann (1962) y datos propios de campo.

año gallina ciega medicina, aguardiente lo corta sangre árbol, madera lo pide gotea lo pega, le tira (algo) grita caña falta, se pierde úlcera

La correspondencia de sílabas con oclusivas en posición de ataque silábico es muy regular en cuanto a la laringización. Estos son los datos que se han notado desde las primeras investigaciones comparativas en la familia, pero es claro que no son suficientes para determinar el patrón de la protolengua.

Correspondencias silábicas con resonantes o fricativas Las correspondencias que aparecen en el cuadro 1 se distinguen de las correspondencias en el cuadro 2 por una característica importante: en las

Sobre la relación histórica entre las vocales

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correspondencias que tienen una resonante o una fricativa en la posición inicial de la sílaba, la laringización que se encuentra en las formas totonacas no aparece en las sílabas correspondientes en tepehua. Cuadro 2. Correspondencias con resonantes o fricativas

Totonaco de la sierra

Tepehua de Tlachichilco

la̰ ːpaniːt lapanaːti / lapanaːki ma̰ nta mantah pṵʃa̰m pʼuʃam sḭ ma̰qa̰ :t si:maʔa:t ʃṵːn suːn sṵːun suːnu ʃwa̰ːtḭ ʃwaːti ʃa̰ːqa ʃaːqa slṵlṵku sluɬ ɬma̰ːn ɬmaːn Fuente: Aschmann (1962) y datos propios de campo.

Glosa

persona camote veinte lengua amargo soplar metate temascal lagartija largo

No hay muchos ejemplos de este tipo y no hay consistencia entre las lenguas. También se debe tomar en cuenta que los datos no son completamente confiables en cuanto a la laringización en totonaco por varias razones: hay variación fonética entre hablantes y aun con el mismo hablante en diferentes ocasiones, y hay muchos casos en los que los investigadores no están completamente seguros de su transcripción.5 Sin embargo, la presencia de los cognados en el cuadro 2 requiere una explicación. En estos ejemplos, si las formas de la protolengua tenían glotalización en el inicio de la sílaba, tenemos que proponer algo que no se encuentra en toda la familia: sonorantes glotalizadas en posición incial. Pero si las formas de la protolengua se parecían más a las formas totonacas, es decir, con laringización en el núcleo de la sílaba, hay una explicación sencilla: la laringización, al mudarse a la izquierda de la sílaba, no encontró ninguna consonante a la que se pudiera unir. Entre las lenguas del mundo, las eyectivas casi siempre son oclusivas y africadas y el tepehua es tipológicamente “normal” en este aspecto. Estamos convencidos de que la protolengua también era “normal” por no tener nasales glotalizadas en posición inicial de la sílaba y que las formas eran como las encontramos en totonaco hoy 5

Agradezco a un dictaminador por mencionar este punto.

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James K. Watters

en día, con vocales laringizadas. Cuando migró la laringización hacia la izquierda en la rama tepehua, la glotalización se quedó solamente en las sílabas con oclusiva en posición inicial.

Análisis

Los datos muestran un patrón claro entre las formas cognadas: en totonaco, cuando las vocales laringizadas aparecen en una sílaba con una oclusiva en posición de ataque silábico, tienen una cognada tepehua con consonante glotalizada; cuando las vocales laringizadas aparecen en una sílaba con resonante o fricativa en posición inicial, no se encuentra la glotalización en la forma cognada en tepehua ¿Cómo podemos explicar esta diferencia? Si proponemos que la protolengua tenía consonantes glotalizadas, la única manera de explicar la situación actual sería decir que después de que se separaron el tepehua y el totonaco, la laringización migró hacia la parte final de la sílaba, manteniéndose en cada clase de sílaba, mientras en tepehua la laringización se perdió en las sílabas que empiezan con sonantes y fricativas. Otro factor en contra de proponer una protolengua con resonantes glotalizadas en posición inicial de la sílaba es el hecho de que entre las lenguas con glotalización, las resonantes glotalizadas en posición inicial son bastante raras.6 Pero si proponemos que la protolengua tenía laringización a la manera del totonaco actual, la explicación es bastante sencilla: la laringización migró hacia al borde izquierdo de la sílaba y se formó una eyectiva cuando la consonante era una oclusiva y se desapareció si la consonante era una sonante por restricciones fonotácticas.

6

Gordon y Ladefoged (2001) mencionan que: “In many languages, glottalized sonorants either do not occur or are rare in word-initial position or after another consonant. As Steriade (1999) suggests, this phonological restriction likely results from the rigid language-specific phonetic preference for realizing creaky voice at the beginning of sonorants, combined with a requirement that creak be realized at least partially on an adjacent vowel, thereby enhancing the salience of the creaky phonation. Because a sonorant in word-initial or post-consonantal position has no preceding vowel on which to realize its creak, creaky sonorants are banned in these positions in many languages”.

Sobre la relación histórica entre las vocales

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Correspondencias con /tɬ/ y glotal La africada lateral /tɬ/ no existe en las lenguas tepehuas. Se encuentra en las variantes totonacas aunque con una distribución bastante limitada.7 A pesar de esto existe evidencia de que la /tɬ/ debe ser reconstruida para la protolengua (Brown et al. 2011). Es necesario mencionar que se reporta variación libre entre algunos hablantes del totonaco en la pronunciación de /tɬ/. Así Levy (1987: 33) señala que, en Papantla, “con mucha frecuencia, tanto en habla rápida... como en habla cuidadosa se ​​escucha... [lt] por [tl]”. Ella también dice que varía entre una oclusiva poslateralizada y una lateral preafricada: [tɬ] y [tɬ]. Es decir, en la pronunciación de algunas formas, la oclusiva es más sobresaliente y en otras el deslizamiento lateral es más sobresaliente. Es posible que hubiera la misma variación en la protolengua. Son pocos los morfemas con /tɬ/ en totonaco. Pero entre las cognadas que encontramos con tepehua, parece que antes de una vocal no laringizada, la africada /tɬ/ en totonaco corresponde a la fricativa lateral /ɬ/ en tepehua (cuadro 3). 8 Cuadro 3. Correspondencia /tɬ/ : /ɬ/

Totonaco de la sierra tɬV

Tepehua de Tlachichilco ɬV Glosa

puːtla̰:n puːɬʔan tlaha ɬaha tlakwa̰n ɬoqon lakah ɬakʼa Fuente Aschmann (1962) y datos propios de campo.

7

8

lodo ganar cansarse desanimado /lento

Beck (2004) reporta que en totonaco de río Necaxa, la africada lateral /tɬ/ ha sido sustituida por /ɬ/ en todos los contextos, igual que en tepehua. Lo mismo ha pasado en el totonaco de Misantla (MacKay 1994ː 375). MacKay y Trechsel en este volumen muestran las formas imperfectivas de los verbos tepehuas con radicales que terminan con oclusivas como evidencia de eyectivas en posición final del radical. Es un análisis que complica la morfología verbal. Por varias razones preferimos el análsis de Watters (1988) que trata la presencia de eyectivas en estas formas como parte del alomorfo del sufijo imperfectivo. Pero aun estas formas nunca muestran una eyectiva en posición final de la palabra.

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James K. Watters

De más interés para nosotros son las formas donde /tɬ/ ocurre antes de una vocal laringizada. Las cognadas en tepehua que se encuentran en sílabas con glotalización, varían entre t~t~ɬt. La reconstrucción debe explicar por qué sólo en estos casos la /tɬ/ no cambió a la /ɬ/. La explicación más sencilla que se ofrece es que la laringización, al migrar hacia la posición inicial de la sílaba, afectó el cambio de tal manera que la africada, en vez de cambiarse a una fricativa lateral, se cambió a una oclusiva: la /ɬt/, la /t/, o la /t’/ (cuadro 4). Cuadro 4. Correspondencia /tɬ/ : /tʼ/ ~ /ɬt/ ~ /t/

Totonaco de la sierra tɬV

Tepehua Tlachichilco t~ t~ ɬt

Glosa

ma̰ tɬṵːk matʼakʼi tarro patɬa̰ nan patʼan vomita puːtɬa̰qa pu:teʔe lo cuenta tantɬḭːy / tɬḭ:nan tʼinin baila tɬa̰:[wan] ɬta[nan] camina tɬa̰qtɬa̰ tʼaktʼa elote tatɬḛqe (Apapantilla ‘torcerse’) tateʔe < tateq’e se quiebra tɬa̰ma̰ nk ɬtamankʼa olla / barro tɬḭ a̰qa ɬtukuɬ fuerte / tieso Fuente: Aschmann (1962), Reid y Bishop (1974), y datos propios del campo.

El análisis de MacKay y Trechsel también incluye /tɬ/ en la reconstrucción de la protolengua. Pero para las formas en el cuadro 4, ellos tienen que proponer que la /tɬ/ fue una africada lateral glotalizada –una solución posible, pero no preferible, porque es algo que no se encuentra en ninguna lengua de la familia.

Correspondencias con /wa/, /ya/ y glotal Como ha quedado en otros estudios (Watters 1987, 1988: 516-17), hay una alternancia en tepehua en varias raíces que muestran un cambio de alineamiento entre rasgos fonológicos y las posiciones silábicas de consonante y vocal (cuadro 5).

Sobre la relación histórica entre las vocales

133

Cuadro 5. Correspondencia /wa/ : /hu/

Totonaco de la sierra /wa/

talaktʃuwa kiɬwaːn ʃkawa wan wan ka̰wa̰ n ɬwa̰k [ka]

Tepehua de Tlachichilco /hu/

Glosa

talaktʃahu ~ talaktʃaw cerrarse qaɬun llorar, sollozar ʃkahu ~ ʃkaw buscar hun ~ wa hacerse nahun ~ naw decirlo / decírselo ʔahu ~ ʔaw < qʼahu ~ qʼaw mojarse [mak]ɬukʼa hígado hu: (Huehuetla; pronombre; wa Tlachichilco: yu:) artículo definido huɬtʃan (Pisaflores: wiɬtʃan sol, día awiɬchan) Fuente: Aschmann (1962), Smythe Kung (2007) y datos propios del campo.

Los datos muestran una alternancia diacrónica entre /wa/ o /w/ en totonaco y /hu/ o /u/ en tepehua. Sincrónicamente, la misma alternancia se encuentra en tepehua pero no se ha reportado para totonaco. Solamente el tepehua muestra la alternancia sincrónica /wV/ ~ /Cu/, y el cambio aparentemente es una inovación tepehua. Por eso, para las formas en el cuadro 5 reconstruimos /wV/ para la protolengua. También hay un proceso diacrónico (y sincrónico en tepehua) que muestra correspondencias paralelas entre /ahi/ y / ya/ cuadro 6. Cuadro 6. Correspondencia /ya/ : /hi/

Totonaco de la sierra /ya/

Tepehua de Tlachichilco /ahi/

tsayan tsahin qayan qahin wa:yan wahin ~ way tiya tahi ~ tay Fuente: Aschmann (1962) y datos propios de campo.

Glosa

ocho tortuga comer (intransitivo) agarrar/pegarse con

En el cuadro 7 hay algunos casos donde la sílaba que muestra la correspondencia /wV/ : /Cu/ o /yV/ : /Ci/ también muestra la laringización. Como esperamos, la forma totonaca lleva la laringización vocálica mientras la forma tepehua muestra una eyectiva en el ataque silábico:

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James K. Watters

Cuadro 7 (continuación). Correspondencia /wa̰ / : /ʔu/ Cuadro 7. Correspondencia /wa̰ / : /ʔu/

Totonaco de la sierra

Tepehua de Tlachichilco

[ya̰ ]hni ʔahí wa̰ ka̰ hukʼa / Pisaflores: ʔukʼa wḭʃ ʔuʃintʼi wa̰ ʔu Fuente: Aschmann (1962) y datos propios de campo.

Glosa

cabello estar arriba / colgado tú comer (transitivo)

Es claro que las formas correspondientes de la protolengua mostraban laringización porque si es correcto proponer que las formas en /wV/ y /yV/ representan la forma de la protolengua, la laringización solamente hubiera sido posible en el núcleo o posición final de la sílaba. No existe evidencia ninguna de que la protolengua tuviera semivocales laringizadas en el ataque silábico. Recordemos las conclusiones expuestas anteriormente en cuanto a los cognados con resonantes o fricativas en el ataque silábico. En este caso fue más factible proponer que la protolengua no tenía resonantes glotalizadas en esta posición, sino que la laringización fue un rasgo de la vocal. El mismo argumento se aplica a los datos en el cuadro 7: la conclusión más sencilla es que la protolengua mostraba laringización en la vocal –como se encuentra hoy en día en las variantes totonacas– y no en el ataque silábico.

Falta de eyectivas en posición final El tepehua no cuenta con consonantes glotalizadas en posición final de la palabra. Tipológicamente es común que en una lengua con eyectivas estas no aparezcan en posición final de la sílaba por factores de percepción. La señal acústica al inicio de una consonante es menos destacada que la señal cuando se suelta. En posición final, la glotalización de la consonante tendría que soltarse para que pudiera ser percibida como eyectiva.9 El tepehua de Pisaflores (y el tepehua de Tlachichilco) (MacKay 2013: 210; Watters 1988: 516) tienen diferentes procesos que producen vocales epentéticas al final de la frase fonológica. Estas vocales proveen un contexto donde la señal 9

Agradezco a John Ohala por mencionar este punto.

Sobre la relación histórica entre las vocales

135

acústica, cuando se suelta la consonante final, es bastante perceptible, pero aun en aquellos contextos no se encuentran eyectivas.10 Entre las lenguas americanas con eyectivas en posición final se encuentran las lenguas mayas, las lenguas con eyectivas más cercanas a las de totonaco-tepehua. En cada rama de la familia maya, son comunes las formas que terminan en eyectivas. Pero, como hemos visto, en la familia totonaco-tepehua no hay ninguna lengua que permita eyectivas a final de palabra. Si suponemos que la protolengua tenía eyectivas, tenemos que depender de un argumento tipológico para explicar la ausencia de eyectivas al final de la palabra –un argumento debilitado porque las vocales epentéticas proveen un ambiente en que una eyectiva sería bastante perceptible. Pero si la protolengua no tenía eyectivas, sino vocales laringizadas, tenemos una explicación muy sencilla para la ausencia de eyectivas finales en tepehua: no las hay porque todas las eyectivas, históricamente, resultan de la migración de la laringización desde una vocal laringizada siguiente.

Conclusión La protolengua se parecía más a la rama totonaca en cuanto a que mostró la laringización vocálica en vez de las eyectivas que se encuentran en la rama tepehua. En la literatura que trata de la dirección de migración de rasgos laringales, la mayoría de los ejemplos son de consonante a vocal (Ohala y Gordon, información personal). Pero se reportan casos donde la laringización ha migrado de la vocal a la consonante.11 En el caso de la familia totonaco-tepehua, la evidencia apoya nuestro análisis: que la laringización migró de la vocal a la consonante. La otra solución se enfrenta a lo que parecen ser dificultades insuperables. Los cognados más importantes para decidir cuál era la forma de la protolengua son las formas que se presentan en el cuadro 2. Si la glotalización en la protolengua se encontraba en la consonante inicial de la sílaba, no es posible explicar las sílabas laringizadas en lenguas totonacas que tienen resonantes en posición inicial. La hipótesis de que la protolengua tenía vocales laringizadas en vez de eyectivas, nos da una explicación sencilla: 10

11

Fallon (2002), capítulo 3, “Deglottalization”, presenta varios ejemplos de las dos clases de lenguas. Carlos Wagner (comunicación personal) dice que existe evidencia de este tipo de cambio en el zapoteco de Choapan (Morales 2014) y en el mazateco de Ixcatlán.

136

James K. Watters

en estas formas la laringización, al migrar hacia el ataque silábico, no se quedó porque no se encontraba una oclusiva para formar una eyectiva. Las formas en la protolengua con /tɬ/ en posición inicial y las formas con /wV/ o /yV/ (expuestas en distintos apartados de este trabajo), aunque no son muchas, dan más evidencia para la conclusión de que la lengua protototonaco-tepehua era caracterizada por sílabas laringizadas, como las variantes totonacas de hoy en día.

Bibliografía Arana Osnaya, Evangelina 1953 Reconstrucción del protototonaco, Ignacio Bernal y Eusebio Dávalos Hurtado (comps.), Huastecos, totonacos y sus vecinos. Revista Mexicana de Estudios Antropológicos, 13 (2/3): 123-130. Aschmann, Herman P. 1946 Totonaco phonemes, International Journal of American Linguistics, 12: 34-43. 1962 Vocabulario totonaco de la sierra, Instituto Lingüístico de Verano (Vocabularios y Diccionarios Indígenas “Mariano Silva y Aceves”, 7), México. Beck, David 2004 Upper Necaxa Totonac, lincom, Múnich. Brown, Cecil H., David Beck, Grzegorz Kondrak, James K. Watters, Søren Wichmann 2011 Totozoquean, International Journal of American Linguistics, 77ː 323372. Campbell, Lyle 1973 On glottalic consonants, International Journal of American Linguistics, 39: 44-46. Fallon, Paul D. 2002 The Synchronic and Diachronic Phonology of Ejectives, Routledge, Nueva York. Gordon, Matthew y Peter Ladefoged 2001 Phonation types: a cross-linguistic overview, Journal of Phonetics, 29: 383-406.

Sobre la relación histórica entre las vocales

137

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Las vocales finales, los procesos fonéticos finales y mediales en el protototonaco-tepehua: un primer acercamiento1

Albert Davletshin2 En memoria de Lewis Jacks

Las lenguas totonaco-tepehuas se hablan en la región que incluye partes de tres estados mexicanos –el oriente de Hidalgo, la Sierra Norte de Puebla y el noroeste de Veracruz. La familia consiste en dos ramas principales: la rama de las lenguas tepehuas y la rama de las lenguas totonacas (figura 1). Recientemente ha surgido mucho interés en la reconstrucción del protototonaco-tepehua gracias a diferentes razones: búsqueda de las relaciones externas, necesidad de clasificar las variantes lingüísticas dentro de la familia, nuevos trabajos descriptivos y el reconocimiento del sencillo hecho de que la familia no consiste en dos lenguas muy parecidas con varios dialectos sino en unas diez lenguas independientes (Watters 1992; Beck 2006; Kondrak et al. 2007; Davletshin 2008; Brown et al. 2011; MacKay 2011; MacKay y Trechsel 2010; cfr. Arana Osnaya 1953). Los nuevos trabajos descriptivos aportaron al desarrollo del interés por la historia de las lenguas totonacanas, mientras que los comparativistas incitaron a la descripción de lenguas particulares, en tanto que la familia totonaco-tepehua jugó un papel importante en la historia lingüística de Mesoamérica. Esta

1

2

Este trabajo fue originalmente presentado en el Seminario de lenguas nostráticas en el Centro de Estudios Comparativos de la Universidad Estatal Rusa de Ciencias Humanas, Moscú, el 24 de abril de 2014 bajo el título “Final vowels, phrase-final and phrase-medial markers in proto-Totonacan”. Universidad Estatal Rusa de las Ciencias Humanas, Instituto de Estudios Orientales y Clásicos (Moscú).

140

ALBERT DAVLETSHIN

familia sigue siendo una de las pocas de Mesoamérica a la cual le hace falta una fonología comparativa detallada y un diccionario etimológico publicados. Los objetivos de la fonología comparativa son tres. El primero es establecer un número considerable de palabras relacionadas en varias lenguas dentro de una familia que muestren correspondencias regulares fonéticas fidedignas. El segundo es determinar el número y la calidad de los fonemas en la lengua materna a partir de la base de las correspondencias regulares establecidas. El tercero es examinar cómo el sistema fonológico y los fonemas reconstruidos se desarrollan para convertirse en los sistemas fonológicos y los fonemas de las lenguas que se hablan en la actualidad. Para llevar a cabo el tercer objetivo, el lingüista necesariamente tiene que llegar a la única configuración posible de las relaciones de parentesco entre las lenguas particulares dentro de la familia lingüística. Igual que en otras familias lingüísticas de Mesoamérica, las lenguas totonaco-tepehuas manifiestan un conservadurismo excepcional desde el punto de vista fonológico. Entre las lenguas particulares, el léxico y la gramática han cambiado, mientras que la fonología ha variado poco. Para clasificar las lenguas dentro de una familia se necesita describir las correspondencias regulares que involucran cambios en sistemas fonológicos, identificar los contextos de aquellos cambios y determinar cuáles son las lenguas dentro de la familia que los comparten. Hasta la fecha, en la literatura dedicada a protototonaco-tepehua -2.900 protototonaco -2.200

Sierra Norte de Puebla -1.600 Sierra Sur

Misantla

Papantla Coatepec Río Necaxa Zapotitlán de Méndez

Apapantilla

protototepehua -1,000

Huehuetla Tlachichilco San Francisco Pisaflores

Figura 1. Clasificación léxico-estadística de las lenguas totonacanas (Davletshin 2008).

LAS VOCALES FINALES, LOS PROCESOS FONÉTICOS…

141

las lenguas totonacanas se conocen solamente dos cambios de este tipo –el desarrollo de la africada lateral y el reánalisis de las aproximantes bilabiales y palatales seguidas por la vocal no acentuada (Watters 1992). Entonces, una de las tareas principales de la fonología comparativa totonacana es la búsqueda de correspondencias regulares compartidas por varias lenguas. Afortunadamente, hay campos fonológicos donde las lenguas totonacanas muestran mucha diversidad, tales como: el acento primario, las vocales finales, los marcadores finales y mediales de la frase fonética. El presente trabajo se enfocó en la reconstrucción de las vocales finales en el protototonaco-tepehua. Es de notar que el éxito de una reconstrucción depende del surtido acertado de las lenguas que conservan rasgos fonológicos arcaicos y que pertenecen a los extremos opuestos de la familia desde el punto de vista genealógico. En este caso, donde existe mucha complejidad de los reflejos que se observan en las lenguas hijas para un rasgo fonológico particular, incluir todas las lenguas en la primera etapa del trabajo comparativo implicaría dificultar el proceso de su reconstrucción. No tengo a mi disposición los datos descriptivos que me permitirían examinar un rasgo particular seleccionado con el propósito de reconstruirlo ni las descripciones de las lenguas diferentes al respecto. Sin embargo, voy a seleccionar unas lenguas con el propósito de mostrar que para el protototonaco-tepehua se puede reconstruir un sistema muy complejo singular de las vocales finales y los marcadores finales de la frase fonética que corresponden a dichas vocales. En primer lugar, voy a describir el sistema de las vocales finales y los procesos fonéticos relacionados con las mismas en el contexto de final de frase en el tepehua de Pisaflores. Realicé el estudio de esta variante lingüística durante tres temporadas de trabajo de campo, lo que me ha permitido investigar los segmentos finales. En segundo lugar, examinaré las vocales finales en dos lenguas totonacanas seleccionadas según los datos publicados –el totonaco de Filomeno Mata y el totonaco de Apapantilla. Seguiré con el resumen de la literatura respecto a los procesos fonéticos al final de frase en las lenguas totonacanas. En tercer lugar, voy a proponer un sistema para las vocales finales en la protolengua y mostraré los desarrollos que experimentaron las vocales finales en algunas lenguas actuales. Consideraré evidencias a favor de la reconstrucción de los procesos fonéticos finales de frase. En conclusión, propondré la reconstrucción de un proceso medial de la frase fonética en el protototonaco-tepehua. A lo largo del texto, utilizaré una versión del alfabeto fonético internacional salvo que, por razones de comodidad, las vocales largas no se indicarán

142

ALBERT DAVLETSHIN

con dos puntos sino con dos vocales iguales seguidas, mientras que las vocales extralargas se escribirán con tres vocales seguidas. Las siguientes abreviaturas serán utilizadas a lo largo del texto: C: cualquier consonante, FF: final de la frase fonética, O: consonante obstruyente, S: consonante sonora, T: oclusiva, Z: sibilante, TZ: africada, T(Z): oclusiva o africada, V: vocal (una mora), V1: vocal sinarmónica. Las transcripciones aparecerán entre corchetes y las formas subyacentes sin corchetes. Las transcripciones presentadas en este trabajo son el resultado de mi interpretación y hasta cierto punto son ambiguas, porque cada autor usa su propio sistema ortográfico en los trabajos publicados. Al final del artículo se encuentra un apéndice donde las palabras reconstruidas se acompañan con las formas transcritas de los diccionarios y las listas de palabras publicados. En mi trabajo, tomo como punto de partida la siguiente reconstrucción del sistema fonológico protototonaco-tepehua (cfr. Arana Osnaya 1953; Brown et al. 2011).3 Consonantes: *p *t *ʦ *ʧ *s *ʃ

*k

*u/*uu *a/*aa

*h

Suprasegmentales:

*n *l (*ɹ)

*w



*tɬ *ɬ (*x)

*m

*q

Vocales: *i/*ii

*’

*y

Se pueden hacer las siguientes precisiones sobre el protoinventario presentado. 1. La fricativa velar sorda *x y la vibrante *ɹ se reconstruyen hipotéticamente, la última se restringe a las palabras ideofónicas. Para la oposición entre la fricativa velar y la fricativa glotal en el totonaco

3

Desgraciadamente, conocí el nuevo trabajo de Carolyn J. MacKay y Frank R. Trechsel que se publica en el mismo libro después de finalizar mi artículo y por esa razón no pude incorporar sus propuestas y argumentos.

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véanse Levy (1987: 44-49) y McQuown (1990: §4.13-14). Se necesita más investigación para aclarar el estatus de los protofonemas *x y *ɹ. 2. El fonema suprasegmental se encuentra con las oclusivas y africadas acompañadas por una vocal. Su realización fonética no está clara.4 Se puede realizar como glotalización de la consonante o como laringización de la vocal que le sigue (por ejemplo, en el totonaco de Misantla) o de las dos maneras (por ejemplo, en las lenguas tepehuas). Sin embargo, por lo menos dos hechos apoyan la propuesta de que en parte se realizaba como glotalización de la consonante. Primero, el suprasegmental del protototonaco-tepehua está asociado con las oclusivas y africadas. Segundo, el desarrollo de la africada lateral glotalizada en la oclusiva glotalizada *tɬ’V > t’V acompañado con el desarrollo de la africada lateral no glotalizada en la fricativa lateral *tɬV > ɬV (Watters 1992) se conoce en otras lenguas, por ejemplo, en las lenguas andí (Nikolayev y Starostin 1994: 52, 105-106).5 Se debe destacar que en las formas reconstruidas que van a aparecer más abajo, *p’, *t’, *k’, *q’, *ʦ’, *ʧ’ y *tɬ’ no representan consonantes glotalizadas sino las secuencias de dos fonemas –la consonante oclusiva o africada más el suprasegmental. 3. Las oclusivas *p y africadas *ʦ, *ʧ y *tɬ no se encuentran al final de la sílaba. 4. Al final de la sílaba la aproximante lateral se realiza como fricativa lateral. 5. Las vocales altas se abren cuando están precedidas o seguidas por la oclusiva uvular. 6. Todos los morfemas léxicos empiezan con una consonante aunque sea *ʔ, pero no está claro si *ʔ se puede encontrar al final de la sílaba salvo los casos cuando la sílaba está al final de la palabra. 4

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Véanse dos artículos del presente libro dedicados a la reconstrución del segmento correspondiente en el protototonaco-tepehua. A diferencia del autor del presente trabajo, James Watters opta por la vocal laringizada, mientras Carolyn J. MacKay y Frank R. Trechsel reconstruyen las oclusivas y africadas glotalizadas. Se necesita más investigación; hasta la fecha no se ha publicado un trabajo donde se expliquen de una manera satisfactoria los diferentes segmentos fonológicos de cierre glotal en las lenguas totonacanas. El presente trabajo también contribuye al desarrollo del tema, pues muestra que hay por lo menos dos fuentes diferentes de vocales laringizadas en lenguas totonacas. Le agradezco a Mikhail Zhivlov (comunicación personal, 2013) por esa analogía.

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7. Sobre la reconstrucción de los procesos finales y mediales de la frase fonética abundaré más adelante.

Las vocales finales en el tepehua de Pisaflores El tepehua de Pisaflores es utilizado por aproximadamente 2 500 hablantes en cuatro pueblos ubicados en el estado de Veracruz: El Tepetate, Pisaflores, San José El Salto de Agua y San Pedro Tziltzacuapan. Es la lengua totonacana más estrechamente emparentada con el tepehua de Huehuetla y el tepehua de Tlachichilco. Los datos que mostraré a continuación fueron recolectados durante mi trabajo de campo en San Pedro Tziltzacuapan. Las leves diferencias a la descripción ofrecida en los trabajos de Carolyn J. MacKay y Frank R. Trechsel (2010, 2013) tienen que ver con unas pocas diferencias dialectales entre el habla en San Pedro y el habla en Pisaflores y diferentes enfoques de descripción (cfr. Hernández Sierra 1986). He optado por retomar la que se muestra a continuación porque es más apropiada para los fines de este estudio. Consonantes: p t (b,v) (d) ʦ ʧ (f) s ʃ

k (g,kw)

q

ʔ

(tɬ) ɬ

Suprasegmentales:

n l (r)

w

u/uu (o/oo) a/aa

h m

Vocales: i/ii (e/ee)



y

Con el fin de tener mayor claridad en la exposición es necesario realizar algunas precisiones sobre el inventario de los fonemas y sus contextos de aparación del tepehua de Pisaflores. 1. Los fonemas entre paréntesis sólo aparecen en los préstamos léxicos y/o palabras ideofónicas nativas. 2. Dos fonemas q y ʔ se realizan como el cierre glotal [ʔ] en el habla estándar. En el habla afectuosa (“el habla con cariño”) q se realiza como oclusiva velar [k]. En el habla de la gente mayor de 60 años

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de edad (“el habla de los tepehuas legítimos”) q se realiza como oclusiva uvular [q] salvo los casos cuando se combina con el fonema suprasegmental ’ y se realiza como cierre glotal [ʔ], a veces, como oclusiva glotal faringalizada. El fonema ʔ se realiza como cierre glotal en los tres registros de habla (sobre el habla afectuosa en las lenguas totonacanas, véanse Bishop 1984 y Smythe Kung 2003). En el contexto de q las vocales altas se abren. 3. Los siguientes fonemas no se permiten al final de la sílaba: p, ʔ, ʦ y ʧ. La aproximante glotal se realiza como fricativa velar sorda al principio de la sílaba y la aproximante lateral como fricativa lateral al final de la sílaba, aunque en la forma subyacente las fricativas laterales están prohibidas al final de la sílaba y están especificadas como aproximantes laterales. 4. Todos los morfemas léxicos empiezan con una consonante aunque sea un cierre glotal, algunos morfemas gramaticales y clíticos empiezan con una vocal y/o consisten en una vocal sola. 5. En combinación con la oclusiva velar y las africadas dental y alveolar, el fonema suprasegmental ’ se realiza como glotalización de la consonante y/o como laringización de la vocal que le sigue ʦ’V [ʦ’V̰ ~ ʦV̰ ]. En el caso de las oclusivas labiales y dentales, el suprasegmental se realiza como implosiva seguida por una vocal laringizada t’V [ɗ V̰ ]. Esta realización también es posible en el caso de la oclusiva velar k’V [ɠ V̰ ~ k’V̰ ~ kV̰ ]. No se realiza si a la consonante no le sigue una vocal, porque cuando se pierde la vocal que sigue una oclusiva glotalizada, esta pierde la glotalización. En el tepehua de Pisaflores el acento primario es léxico, aunque es muy regular (cfr. MacKay y Trechsel 2013). Los ideófonos y sus derivaciones, los préstamos y los sustantivos compuestos siguen sus propias reglas y algunos sufijos están especificados como extramétricos en la asignación del acento. Por esa razón, en este trabajo el acento primario se indica en las representaciones léxicas.

Las vocales finales y los cambios fonéticos que sufren al final de la frase

El tepehua de Pisaflores, como muchas otras lenguas del mundo –en particular, las lenguas polisintéticas–, utiliza marcadores fonéticos para indicar los constituyentes lingüísticos de diferentes niveles, por ejemplo, los

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morfemas léxicos, los temas verbales, los marcadores de la flexión, las palabras morfológicas y los enunciados enteros. Los segmentos fonológicos sufren cambios predecibles al final de la frase fonética. Las formas elicitadas se documentan aisladas, como las frases fonéticas completas, y por esa razón, incluyen en su representación la señal del final de la frase (FF) que opera sobre los segmentos finales de la representación subyacente. La representación subyacente léxica aparece en las formas derivacionales y clitizadas. Las frases que son objeto de los procesos fonéticos finales en el tepehua de Pisaflores son oraciones completas o frases del tópico externo, es decir, los marcadores finales aparecen al final de las claúsulas de entonación completas y ante cualquier pausa larga (cfr. Román Lobato 2008). Los procesos finales del tepehua de Pisaflores se pueden comparar con el ensordecimiento de oclusivas sonoras en el alemán y el ruso; no obstante, en el caso de estas dos lenguas los procesos finales marcan el final de la palabra morfológica, es decir, el morfema léxico con todos sus sufijos y clíticos de derivación y flexión. Procesos similares fueron registrados en otras lenguas totonacanas (Román Lobato 2008; McFarland 2009; Watters 2010; MacKay y Trechsel 2013). En el caso del tepehua de Pisaflores, algunos procesos finales son opcionales y otros son obligatorios. Desde el punto de vista práctico, el clítico =ʧa ‘ya’ es de gran ayuda en el estudio de los procesos finales porque se puede añadir a cualquier palabra, inclusive a un sustantivo, por ejemplo, [ˈwaɬ laˈpanaakʧḁ] /ˈwaɬ laˈpanaak=ʧa FF/ ‘ya se hizo hombre’. En el caso de nombres animados, el plural permite ver la forma subyacente, mientras que para encontrar la forma subyacente de los sustantivos de objetos inanimados resulta útil buscar los sustantivos locativos derivados con el significado ‘lugar de mucho X’. Para el mismo propósito sirven otros clíticos: =i ‘intensificador’, =kaa ‘todavía’, =k’an ‘poseedor plural de sustantivos poseídos’, etcétera. Regla 1. Las vocales cortas /V/ se ensordecen al final de la frase [V̥ ] y de manera opcional, desaparecen cuando ocurren después de una obstruyente. El ensordecimiento de la vocal y su pérdida al final de la frase tienen efectos adicionales. En primer lugar, cuando a la vocal corta le precede un grupo consonántico “obstruyente + sonora”, la consonante sonora se ensordece también. En segundo, cuando la vocal corta ocurre después de una secuencia “obstruyente + nasal” y desaparece, la nasal desaparece también.

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[ˈstapu̥ ~ ˈstap]ˈstapu ‘frijol’, cfr. [lakaastaˈpuun] ‘frijolar’, [ˈstapuʧḁ] ‘(ya) [es] frijol’ [ˈxikm̥ i ̥ ~ ˈxik]ˈhikmi ‘fuego’, cfr. [ˈxikmiʧḁ] ‘(ya) [es] fuego’ [ˈɗa̰kɗ̥ḁ] ˈt’akt’a ‘elote’, cfr. [ˈɗa̰kɗa̰ʧḁ] ‘(ya) [es] elote’

Nótese que el sufijo plural -Vn habitualmente alarga la vocal precedente cuando es corta, pero la acorta cuando es una vocal larga. El sufijo plural se realiza con la vocal larga -VVn cuando sigue una consonante sonora y -ni cuando sigue una consonante sorda. Regla 2. En vocales largas /VV/ se desonoriza la segunda mora de la vocal y entre la primera y la segunda moras aparece el cierre glotal [VʔV̥]. De una manera opcional la segunda mora se pierde (cfr. regla 1). [ɗa̰ˈkuʔu̥]   t’aˈkuu ‘mujer’, cfr. [ɗa̰kuˈniin] ‘mujer, pl.’, [ɗa̰ˈkuuʧḁ] ‘(ya) [es] mujer, señora’ [ʃwaʔḛˈniʔi ̥] ʃwaqiˈnii ‘gatillo’, cfr. [ʃwaʔḛniˈniin] ‘gatillo, pl.’, [ʃwaʔḛˈniiʧḁ] ‘(ya) [es] gatillo’ [ʔḭʃmaˈkaʔḁ] ʔiʃmaˈkaa ‘(su) mano’, cfr. [ʔḭʃmakaaˈk’an] ‘sus manos (de ellos)’

La realización del hiato entre dos moras de la vocal larga se puede describir como “aclaración” de un segmento fonológico en la posición fortis, que en otras posiciones lenis no se realiza o se realiza como cero. Esta forma de describir el comportamiento de algunos segmentos fonológicos de la tradición lingüística rusa –que no existe en las tradiciones hispano y angloparlantes–, me parece útil y lo retomaré a lo largo del texto. La implicación de este comportamiento particular es que en una etapa del desarrollo de la protolengua una consonante –probablemente el cierre glotal–, se perdió entre vocales idénticas y de esta manera dio el origen a vocales largas. Se necesita más investigación para responder a la pregunta de si todas vocales largas en el protototonaco-tepehua provienen de las secuencias “vocal + cierre glotal + vocal” *VʔV. En el tepehua de Pisaflores la vocal larga en la posición pretónica se realiza de una forma facultativa con un hiato audible en medio de las dos moras, es decir, como una vocal rearticulada sin laringización. [ʔa̰klaʔpusaʔaˈkaʔḁ] ‘con permiso (con mucho respeto), literalmente, lo voy a pasar todavía /ʔak-laqpus-yaa=kaa/’, cfr. ʔaklaqpuˈsaa [ʔa̰klaʔpuˈsaʔḁ] ‘con permiso, literalmente, lo voy a pasar’ [ʔa̰wiʔiˈlaan]     ‘ratón, pl.’ q’aˈwiil [ʔa̰ˈwiiɬ] ‘ratón’

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Esta realización rearticulada de las vocales largas es automática y al mismo tiempo facultativa, por eso no la indico en las transcripciones que siguen. El mismo proceso de la desonorización de la segunda mora y aparición del cierre glotal al final de la frase /VV/ > [VʔV̥] está documentado para las otras lenguas tepehuas, como el tepehua de Huehuetla y el tepehua de Tlachichilco. James Watters (1988: 538; 2010) lo describe en el caso del tepehua de Tlachichilco como un proceso posléxico de la inserción del cierre glotal acompañado de la reducción de la longitud vocálica. Dorothy Herzog (1974), Susan Smythe Kung (2007), Carolyn J. MacKay y Frank R. Trechsel (2010, 2013) analizan el cierre glotal al final de frase como parte de la representación léxica de la palabra y determinan una regla que elimina el cierre glotal cuando la palabra no se encuentra en el final absoluto, es decir, optan por un proceso medial y no por un proceso final. En el caso del tepehua de Pisaflores el último análisis resulta en un sistema asimétrico que prohíbe las vocales largas al final de la palabra en las representaciones subyacentes mientras que las sílabas no finales muestran el contraste entre las vocales cortas y largas. Regla 3. Las vocales seguidas por una fricativa glotal /h/ pierden la fricativa en las formas aisladas, pero la vocal nunca se desonoriza. [ˈsaka] ˈsakah ‘tuza’, cfr. [sakahˈniin] ‘tuza, pl.’, [ˈsakahʧḁ] ‘(ya) [es] tuza’ [ˈkuyu] ˈkuyuh ‘armadillo’, cfr. [kuyuhˈniin] ‘armadillo, pl.’, [ˈkuyuhʧḁ] ‘(ya) [es] armadillo’ [ˈtii] ˈtiih ‘camino’, cfr. [lakaatiihˈniin] ‘lugar donde se encuentran caminos’, [kintiihˈk’a̰n] ‘nuestro camino’

Regla 4. Las vocales altas seguidas por las semivocales correspondientes /iy/ y /uw/ se realizan como vocales largas dentro de la frase, se les puede llamar “vocales largas secundarias”. En las formas elicitadas estas pierden la última mora. El origen secundario de estas vocales se puede ver gracias a las formas con los sufijos productivos -ya ‘imperfectivo’, -wi ‘1a persona plural, sujeto’ y -wa ‘adjetivos derivados de color’ que de acuerdo con la regla general de los sufijos -CV pierden la última vocal cuando aparecen después una vocal. [xuˈni] /hun-ni-ya FF/ ‘se lo dice’, cfr. [xuˈniiʧḁ] ‘ya se lo dice’, [ˈxuniɬ] ‘se lo dijo (perfectivo)’

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[ʔḭkʦuˈku] /ʔik-ʦuku-wi FF/ ‘nacimos’, cfr. [ʔḭkʦuˈkuuʧḁ] ‘ya nacimos’, [ʔḭkˈʦukuɬ] ‘nacimos (perfectivo)’ [sɗṵˈnu] st’uˈnuw /st’unu-wa FF/ ‘azul’, cfr. [sɗṵˈnuuʧḁ] ‘ya [es] azul’

Las vocales altas que ocurren inmediatamente despúes del fonema q siguen también dicha regla. [laʔa̰neˈʔḛ] /laqa-niqi-ya FF/ ‘lo abanica’, cfr. [laʔa̰neˈʔḛḛʧḁ] ‘ya lo abanica’ [ʔḭkʔṵʧoˈʔo̰] /ʔik-ʔu-ʧuqu-wi FF/ ‘lo comimos otra vez’, cfr. [ʔḭkʔṵʧoˈʔo̰o̰ʧḁ] ‘ya lo comimos otra vez’

Una vocal alta anterior larga seguida por la aproximante palatal se realiza como una vocal extralarga de tres moras; una vocal alta posterior larga seguida por la aproximante labial se realiza como una vocal larga de dos moras. Por lo menos durante mi trabajo de campo, no pude encontrar la oposición entre las vocales secundarias posteriores largas y extralargas. El comportamiento diferente de las vocales largas anteriores y posteriores se puede explicar por razones articulatorias dado que la apertura es máxima en el caso de la vocal anterior y es mínima en el caso de la vocal posterior. [ʔḭʃˈnii] /ʔiʃ-nii-ya FF/ ‘moría’, cfr. [ʔḭʃˈniiiʧḁ] ‘ya moría’, [ˈniiɬ] ‘murió’ [ʔḭkmaapuˈpu] /ʔik-maa-pupu-V1V1-wi FF/ ‘lo hervimos’, cfr. [maapuˈpuuʧḁ] ‘ya lo hervimos’, [ʔḭkmaaˈpupuuɬ] ‘yo lo hervía (perfectivo)’, [ˈpupuɬ] ‘se hirvió’

Durante mi trabajo de campo he registrado solamente cuatro palabras no derivadas que contienen vocales largas secundarias en su representación léxica. [ʔa̰ˈnii] ʔaˈniiy ‘aquí’, cfr. [ʔa̰ˈniiiʧḁ] ‘(ya) [es] aquí’ [ˈɬii] ˈɬiiy ‘(el) mañana’, cfr. [ʔa̰staˈɬiiiʧḁ] ‘hasta mañana’ [sk’ḭtˈlu] sk’itˈluw ‘anguila’, cfr. [sk’ḭtluuˈniin] ‘anguila, pl.’, [sk’ḭtˈluuʧḁ] ‘(ya) [es] anguila’ [ˈɬu] ˈɬuw ‘mucho’, cfr. [ˈɬuuʧḁ] ‘(ya) [es] mucho’

La realización de las secuencias /iy/ y /uw/ como vocales largas es hasta cierto punto automática porque las semivocales al final de la sílaba se suelen realizar como las vocales altas correspondientes sin un hiato que las separaría de las vocales precedentes. El mismo fenómeno está documentado para el tepehua de Huehuetla (Smythe Kung 2007: 48-49).

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[ˈk’ḭu ~ ˈk’ḭw̥ ] ‘ árbol, palo’, cfr. [lakaak’ḭˈwiin̥] /lakaa-k’iw-Vn FF/ ‘monte (lugar de muchos árboles)’ [ˈʧiuʃ] ˈʧiwʃ ‘piedra’ [ˈqa̰ista] ˈqaystah ‘cal’

Procesos fonéticos al final de la frase que involucran otros segmentos fonológicos

Las consonantes sonoras también son objeto de los procesos fonéticos al final de la frase. Las nasales /m/ y /n/ se desonorizan de una manera opcional y de una manera opcional se eliminan. Las semivocales /y/ y /w/ se desonorizan de una manera opcional y si no, se realizan como las vocales altas correspondientes (como lo hacen las semivocales al final de la sílaba en general). [ˈʃkaan ~ ˈʃkaan˳ ~ ˈʃkaa] ˈʃkaan ‘agua, lluvia’, cfr. [ˈʃkaanʧḁ] ‘(ya) [es] agua’ [ˈʃʔa̰am ̰ ~ ˈʃʔa̰am ̰ ˳ ~ ˈʃʔa̰a]̰ ˈʃqaam ‘totomoxtle, hoja de mazorca’, cfr. [ˈʃʔa̰am ̰ ʧḁ] ‘(ya) [es] totomoxtle’ [ˈskau ~ ˈskaw˳] ˈskaw ‘conejo’, cfr. [skaˈwiin] ‘conejo, pl.’, [ˈskauʧḁ] ‘(ya) [es] conejo’ [ˈstai ~ ˈstay˳] ˈstay ‘ardilla’, cfr. [staˈyaan] ‘ardilla, pl.’, [ˈstaiʧḁ] ‘(ya) [es] ardilla’

Nótese que la aproximante lateral /l/ siempre se ensordece al final de la sílaba [ɬ] y por esa razón no puede ser objeto de los procesos finales de la frase. [ʔa̰ˈwiiɬ] q’aˈwiil ‘ratón’, cfr. [ʔa̰wiiˈlaan] ‘ratón, pl.’, [ʔa̰ˈwiiɬʧḁ] ‘(ya) [es] ratón’

Las sonoras finales de los adverbios ideofónicos sufren un ensordecimiento parecido a los procesos de final de la frase. Este proceso es obligatorio aunque la raíz ideofónica se siga por el clítico ‘ya’ o se reduplique indicando la pluralidad del sujeto u objeto involucrado en la acción o implicando la mayor intensidad del proceso. Esta semejanza es llamativa porque los adverbios ideofónicos en el tepehua, igual que en otras lenguas del mundo, pueden considerarse como frases enteras que se usan como predicados secundarios.

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[ˈspar̥ˈspar̥ ~ ˈspar̥ˈspar̥ʧḁ] ‘(id.) se mueve rápido (una persona)’ [ˈtam̥ ˈtam̥ ~ ˈtam̥ ˈtam̥ ʧḁ] ‘(id.) suena diferente, indeciso’ [ˈstin̥ˈstin̥ ~ ˈstin̥ˈstin̥ʧḁ] ‘(id.) siente escalofrío’ [ˈʃtiw̥ ˈʃtiw̥ ~ ˈʃtiw̥ ˈʃtiw̥ ʧḁ] ‘(id.) camina columpiándose’ [ˈʃɓṵy̥ˈʃɓṵy̥ ~ ˈʃɓṵy̥ˈʃɓṵy̥ʧḁ] ‘(id.) se mueve con elegancia’

En los adverbios ideofónicos se neutraliza la oposición entre las vocales cortas y breves. Las vocales planas y vocales seguidas por la fricativa glotal no muestran ningún proceso de cambio al final de la raíz ideofónica. [ˈpuˈʧuˈʧu ~ ˈpuˈʧuˈʧuʧḁ] ‘(id.) peludo (un hombre de brazos)’ [ˈwaˈraˈra ~ ˈwaˈraˈraʧḁ] ‘(id.) zumba (un palo lanzado con mucha fuerza dando vueltas’ [ˈmiˈliˈli ~ ˈmiˈliˈliʧḁ] ‘(id.) se enreda (una víbora en zacate)’ [ˈspuˈluh ~ ˈspuˈluhʧḁ] ‘(id.) se aglomera en el árbol en bolitas (zarzamora)’

Nótese que en las otras lenguas totonacanas los adverbios ideofónicos también se comportan de una manera diferente con respecto a los procesos fonéticos finales en comparación con las palabras no ideofónicas nativas: en el totonaco de Ocelonacaxtla los adverbios ideofónicos no son objeto de los procesos finales y mediales (Román Lobato 2008: 88-93) y en el tepehua de Huehuetla las vocales finales de los adverbios ideofónicos no se ensordecen (Smythe Kung 2006).

Un resumen Los diferentes procesos fonéticos al final de la frase en el tepehua de Pisaflores (V > V̥, VV > VʔV̥, Vh > V, S > S̥ , VV > V) se pueden entender como variantes de un proceso general del ensordecimiento del segmento final. Esto explicaría por qué otros fonemas que pueden aparecer al final de la palabra – s, ʃ, l, t, k, q, tɬ – no sufren ningún cambio en las formas de elicitación. Recuérdese que según algunos autores la fricativa glotal es sonora (Halle y Clements 1983). [ˈmaʦat] ˈmaʦat ‘sal’, cfr. [ˈmaʦatʧḁ] ‘(ya) [es] sal’ [laˈpanaak] laˈpanaak ‘hombre, persona’, cfr. [lapaˈnaakn̥i ̥] ‘hombre, pl.’ [ˈsileeʔ] ˈsiliiq ‘grillo’, cfr. [ˈsileeʔchḁ] ‘(ya) [es] grillo’ [ˈʔa̰ʔʦ’ḭḭs]   ˈʔaqʦ’iis ‘pulga’, cfr. [ˈʔa̰ʔʦ’ḭḭschḁ] ‘(ya) [es] pulga’

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[ˈlalaakʃ] ˈlalaakʃ ‘guaje (un árbol)’, cfr. [lakaalaˈlaakʃn̥i ̥] ‘lugar de mucho guaje’ [ʦaˈpuuɬ] ʦaˈpuul ‘víbora’, cfr. [ʦapuuɬˈniin] ‘víbora, pl.’ (recuérdese que la lateral se ensordece al final de la sílaba) [ˈkuuluutɬ ~ ˈkuuluuɬ ~ ˈkuuluut] ˈkuuluutɬ ‘alacrán’, cfr. [kuuluutɬˈniin] ‘alacrán, pl.’

El análisis de las vocales y los procesos fonéticos finales en el presente trabajo difiere del análisis ofrecido por Carolyn J. MacKay y Frank R. Trechsel (2013) quienes postulan dos procesos finales (el ensordecimiento de las vocales cortas y el incremento de la vocal sinarmónica después del cierre glotal) y dos procesos mediales (la eliminación del cierre glotal con el alargamiento de la vocal final compensatorio y el incremento de la vocal i después de la consonante) y determinan las formas finales [VʔV̥] como formas subyacentes. El análisis ofrecido en este trabajo es más elegante por postular los procesos del mismo tipo para todos los segmentos finales los cuales además se pueden reducir a una sola regla del ensordecimiento del segmento final. Los segmentos fonéticos desonorizados se encuentran solamente en las formas aisladas al final de la palabra y sugieren que los segmentos finales desonorizados no pertenecen al inventario fonológico de la lengua, es decir, no pueden ser especificados en representaciones léxicas. Nótese que las siguientes formas aisladas son ambiguas respecto a la representación léxica de la palabra, porque neutralizan oposiciones que se manifiestan en formas clitizadas. Es decir, las formas clitizadas corresponden directamente a las representaciones léxicas, mientras que las formas aisladas reflejan los procesos fonéticos finales que operan sobre estas representaciones léxicas. [ʧaˈʔa̰ʔḁ] ʧaˈqaa ‘casa’, no es ʧaˈqaqa, cfr. [laʔa̰aʧ ̰ aˈʔa̰n] ‘pueblo (lugar de muchas casas)’ [ʧaˈlaʔḁ] ʧaˈlaqa ‘chapulín (una variedad)’, no es ʧaˈlaa, cfr. [ʧaˈlaʔa̰chḁ] ‘(ya) [es] chapulín’ [ˈsʔo̰ʔo̥] ˈsq’uq’u ‘salado’, no es ˈsq’uu, cfr. [ˈsʔo̰ʔo̰chḁ] ‘(ya) [es] salado’

El clítico =i ‘intensificador’ muestra un comportamiento excepcional con respecto a los segmentos finales. Se encuentra al final y en medio de la cláusula. Su significado es difícil de definir con precisión como es el caso de muchas partículas discursivas: este clítico aparece frecuentemente en el

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texto de la Biblia, cuando a uno le vuelven a preguntar lo mismo, cuando se olvida algo importante, etcétera. [kiˈskawi] /kin-ˈskaw=i/ ¿y mi conejo?, cfr. ˈskaw ‘conejo’ [ˈɬuwi] /ˈɬuw=i/ ¡(es que) mucho! (respuesta a la pregunta ¿cómo?), cfr. ˈɬuw ‘mucho’ [mimˈpayi] /min-pay=i/ ¡(te digo) es tu padre!, cfr. ˈpay ‘padre’ [ˈsiiwaani] ¿y Juan?, cfr. ˈsiiwaan ‘nombre personal (Juan)’ [ʔa̰al̰ imuˈnaaryaxa] /ʔaa limuˈnaaryah=i/ ¿y la limonaria? (durante un ritual cuando se olvidó poner ramos de limonaria), cfr. limuˈnaaryah ‘limonaria (una planta que se usa en rituales)’ [ʔa̰lˈbertoxo] ¿y Alberto?, cfr. [ʔa̰lˈberto] ˈʔalˈbertoh ‘nombre personal (Alberto)’ [ʔa̰moʔʃˈnuʔu] /ʔan-muqʃˈnuu=i/ ¿y el tecolote?, cfr. muqʃˈnuu ‘tecolote’ [ʔa̰ˈniii laˈpanaaki] ‘exactamente este hombre’, cfr. laˈpanaak ‘hombre, persona’ [ʔa̰ˈniiya] ‘exactamente aquí’, cfr. ʔaˈniiy ‘aquí’ [ʔa̰nʦaˈpuuɬi] /ʔan ʦaˈpuul=i/ ¿y la víbora?, cfr. ʦaˈpuul ‘víbora’ [ˈʔa̰ya] ¡qué grande (el conejo)!, cfr. ˈq’ay ‘grande’, laqˈxaxiin [laq-q’ahi-ni] ‘grandes’

Nótese que el clítico se realiza como la vocal alta [i] después de una consonante, como [a] después de una vocal [i] aunque sea de origen secundario y como una vocal sinarmónica plena después de las vocales largas y aspiradas. Además el hiato entre dos moras de la vocal larga “se aclara” como cierre glotal antes del clítico. Parece que el clítico =i cancela los procesos finales de la frase. Las únicas secuencias [yi] registradas para la lengua incluyen el clítico =i, p. e. kimˈpayi ‘(te digo) es tu padre’.

Las vocales finales y los procesos fonéticos al final de la frase en las lenguas totonacas

El totonaco de Filomeno M ata El totonaco de Filomeno Mata es una lengua muy peculiar en lo que concierne a su sistema fonológico y procesos posléxicos, en comparación con las otras lenguas totonaco-tepehuas y las lenguas de todo el mundo. Esta variante de Veracruz parece estar más relacionada con las lenguas totonacas de la Sierra Sur del estado de Puebla –el totonaco de Coatepec, el totonaco de Huehuetla, el totonaco de Zapotitlán de Méndez, etcétera. Teresa McFarland (2009) hizo un estudio detallado y sumamente interesante de la

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fonología y gramática de la lengua poniendo mucha atención a los procesos finales y mediales de la frase fonética que funcionan como marcadores de fronteras prosódicas. Desgraciadamente, la forma del análisis elegida por ella difiere del enfoque utilizado en mi trabajo con el tepehua de Pisaflores, por esa razón las dos descripciones de las vocales finales con sus procesos fonéticos de la frase son difíciles de igualar. Voy a reanalizar hasta cierto grado sus datos en con el propósito de simplificar la discusión.

L as vocales rearticuladas al final de la frase Las vocales largas en la posición medial corresponden a las vocales finales complejas que muestran el cierre glotal insertado entre dos moras de la vocal y su segunda mora desonorizada [VʔV̥] (McFarland 2009: §2.3.1.5). [qooˈluʔu̥] ‘anciano’, [ʧaawiˈlaʔḁ] ‘guajolota’, [tanˈtɬiʔi ̥] ‘baila’, [ʧiʃˈkuʔu̥] ‘hombre’

Cuando estas vocales ocurren en contexto dentro de una frase se realizan como vocales largas sonoras.

L as vocales sonoras al final de la frase Las vocales finales de algunas palabras aparecen en su forma plena sonora igualmente al final y dentro de la frase (McFarland 2009: §2.2.3, §2.4, §2.6.5.3.1). [ˈkuyu] ‘armadillo’, [ˈmaqχwi] ‘huésped’, [naˈku] ‘corazón’, [ˈtuwa] ‘difícil’

Las palabras que muestran este tipo de comportamiento de las vocales finales son pocas en la lengua. Sin embargo, se encuentran pares mínimos que involucran las palabras con vocales sonoras finales, compárese [ˈkuku] ‘arena blanca’ y [ˈkuk hu̥ ] ‘tío’.

L as vocales aspiradas al final de la frase Algunas palabras que terminan en la sílaba “consonante obstruyente + vocal” OV en la posición final antes de una pausa muestran una aspiración saliente de la obstruyente y el ensordecimiento de la vocal final [OhV̥ ] (McFarland 2009: §2.6.5.3.3).

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[ˈkuʧhu̥] ‘aguardiente’, [ˈnaphḁ] ‘tía’, [paˈnamakhi ̥] ‘algodón’, [ˈpaʃhḁ] ‘se baña’, [saˈqaqhḁ] ‘blanco’

Nótese que las vocales de este tipo aparecen solamente después de las consonantes oclusivas y africadas salvo en algunas formas verbales.

L as vocales glotalizadas al final de la frase Las palabras que terminan en la sílaba “consonante sonora + vocal” SV en la posición final antes de una pausa muestran una glotalización saliente de la consonante y el ensordecimiento de la vocal final [SʔV̥] (McFarland 2009: §2.6.5.3.2-3). Algunas palabras que terminan en la sílaba “consonante obstruyente + vocal” OV muestran el mismo comportamiento. [ˈkiwʔi ̥] ‘árbol’, [ɬwaˈkakʔḁ], ‘hígado’, [ˈqamʔḁ] ‘sabroso’, [ˈqooqʔo̥] ‘mudo’, [ˈstayʔḁ] ‘ardilla’, [ʧiˈkiʧʔi ̥] ‘una planta’, [ˈwamparʔḁ] ‘lo vuelve a decir’, [ˈxuukʔi ̥] ‘venado’

L as vocales cero al final de la frase Según Teresa McFarland (2009: §2.6.5.1), en el habla corrida se prefieren las secuencias V-C “vocal + consonante” en la frontera entre dos palabras. Una vocal epentética se usa para simplificar los grupos consonánticos C-C que aparecen entre dos palabras: si la consonante al final de la palabra está asociada con una vocal latente que es muda antes de la pausa en la forma aislada, la última “se aclara”; si la consonante final no está asociada con una vocal latente, que es posible en el caso de las nasales, la vocal epentética i separa los miembros del grupo consonántico en la frontera. Solo las nasales y las sonoras de algunos sufijos y clíticos pueden no estar asociadas con una vocal latente (McFarland 2009: §2.2.3). /tan-tim sasan/ [tanˈtimi ˈsasan]

CL-uno zorrillo un zorrillo

Es un proceso fonético medial de la frase. Otro proceso fonético medial de Filomeno Mata es la /n/ epentética que aparece después de vocales seguidas por las oclusivas y africadas entre dos morfemas dentro de la frase (véase más abajo).

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Consideraciones generales Se puede ver que en el totonaco de Filomeno Mata las oposiciones entre cuatro diferentes tipos de vocales finales se neutralizan cuando la vocal se encuentra dentro de la frase: -CʔV̥#, -ChV̥ #, -V#, -∅# + > -CV-. Las formas finales son las que nos proporcionan información con respecto al comportamiento de la vocal final en diferentes contextos y no al revés, es decir, las formas finales corresponden a las representaciones léxicas de las palabras. En este sentido, el sistema de vocales finales en el totonaco de Filomeno Mata es muy diferente al sistema del tepehua de Pisaflores donde las formas mediales corresponden a formas subyacentes de palabras. Sin embargo, hay que destacar que en el totonaco de Filomeno Mata las consonantes aspiradas, las consonantes glotalizadas y las vocales sordas se encuentran solamente en formas aisladas al final de la palabra. Es decir, las formas finales están marcadas fonéticamente como “finales” y se observa un conflicto de interpretación porque las formas con el final absoluto se entienden como formas subyacentes y, al mismo tiempo, son resultado de los procesos finales que operan sobre las formas subyacentes.

Lenguas totonacas de la Sierra Norte de Puebla Dos lenguas totonacas de la Sierra Norte de Puebla –el totonaco del río Necaxa y el totonaco de Apapantilla– fueron objeto de estudios intensivos resultando en publicaciones tanto de diccionarios (Beck 2011; Reid y Bishop 1974) como de gramáticas (Beck 2004; Reid 1991) y artículos dedicados a diferentes temas (Beck 2006, etcétera). Relativamente pocos estudios fueron publicados sobre la fonología de estas dos lenguas. Recientemente se presentó un trabajo dedicado a la fonología del totonaco de Tepetzintla (Cirincione y Andersen 2007). El totonaco del río Necaxa es una lengua con el sistema fonológico que muestra sibilantes glotalizadas y carece de oclusivas glotalizadas. Este rasgo tipológicamente interesante se explica por el origen del cierre glotal en la lengua, que proviene de una oclusiva uvular (Beck 2006). Las descripciones publicadas (Beck 2004, 2011) no proporcionan ninguna discusión de los procesos finales y mediales de la frase fonética. El análisis del diccionario muestra que hay cuatro tipos de vocales que se pueden encontrar en cualquier posición dentro de la palabra de cinco timbres vocálicos: cortas, largas, cortas laringizadas y largas laringizadas. De esta manera, el sistema vocálico consiste en veinte segmentos independientes.

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ma̰ʔaˈʃupi ‘un crustáceo’, xaatii ‘nadie’, ˈmuuʃnḭ ‘mono’, ˈxuukḭḭ ‘calambre’ lexelexe ‘(id.) a nda con brazos colgados’, xee ‘sí’, ˈʃo̰ʔḛ ‘babosa’, ˈɬeeʔḛḛ ‘algo que huele a pelo quemado’ ˈʧaʧa ‘pitaya’, ˈʃʔaa ‘lo deshoja’, ˈsḛʔna̰ ‘plátano’, ˈʔooʃʔa̰a̰ ‘piel’ ˈxoo ‘está bien’, ˈyo̰ʔo̰ ‘güero’, la̰ʔapaaˈʦo̰ʔo̰o̰ ‘orzuelo’ ˈluʃu ‘ropa’, ˈtuu ‘¿qué?’, ˈɬukṵ ‘hueco, cueva’, ˈɬtukṵṵ ‘espina’

Hay que notar que en el totonaco del río Necaxa las vocales medias son pocas y aparecen en contextos asociados al cierre glotal /ʔ/ y a la fricativa velar /x/; las vocales se laringizan junto al cierre glotal y junto a las sibilantes glotalizadas, mientras que las vocales largas finales son muy raras salvo cuando aparecen asociadas a formas verbales o bien, a partículas gramaticales. David Beck (comunicación personal, 2014) menciona que en el totonaco del río Necaxa sí se encuentra el ensordecimiento de las vocales en posición final, aunque este proceso fonético no es marcado y depende del hablante y del contexto. Lo que se oye en el totonaco del río Necaxa es el ensordecimiento de la segunda mora de la vocal larga final. La vocal laringizada al final /V̰ / puede mostrar un cierre glotal [V̰ ʔ], pero este último desaparece cuando está seguido por un sufijo. Este cierre glotal tampoco atrae el acento primario como ocurre cuando otras consonantes no sonoras forman la última sílaba cerrada. Un recurso productivo derivacional del totonaco del río Necaxa es la derivación de los sustantivos de las formas verbales por medio de la apofonía prosódica que laringiza la última vocal y traslada el acento primario de la última sílaba a la penúltima: a k̰ ˈnii ‘lo admira’ > ˈa k̰ nḭ ‘respeto’, kuˈʧuu ‘lo cura’ > ˈ kuʧṵ ‘medicina’, etcétera (Beck 2004: 88). Las formas verbales que terminan en una nasal la pierden en derivación apofónica: a ̰ˈpun ‘brota (un árbol)’ > ˈa p̰ ṵ ‘(el) brote’. Desde la perspectiva histórica se puede interpretar la apofonía como la derivación por medio de un sufijo subyacente -ʔV que pierde la vocal cuando sigue a otra vocal de acuerdo con la regla general de los sufijos -CV y elimina la nasal si le precede. Además de proporcionar esta visión bisegmental de vocales laringizadas finales, la apofonía prosódica en el totonaco del río Necaxa es importante para este trabajo porque permite explicar el origen secundario de las vocales finales laringizadas en las lenguas modernas. El sistema de las vocales finales del totonaco de Apapantilla se ve muy parecido al totonaco del río Necaxa (Reid y Bishop 1974; Reid 1991). Con base exclusivamente en las descripciones disponibles, es difícil saber si

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las vocales laringizadas al final de la palabra se acompañan por un cierre glotal de vocales laringealizadasy cómo se comporta el último dentro de la frase fonética en el caso del totonaco de Apapantilla. El totonaco de Tepetzintla (Cirincione y Andersen 2007), el totonaco de Cañada Tecolotla y el totonaco de San Francisco (los datos del trabajo de campo del autor 2007, 2011) muestran un marcado cierre glotal de vocales laringealizadas al final de las palabras correspondientes.

Procesos fonéticos al final de la frase en las otras lenguas totonacanas

El tepehua de Pisaflores, el totonaco de Filomeno Mata y el totonaco del río Necaxa representan tres sistemas diametralmente opuestos de vocales finales entre las lenguas totonaco-tepehuas. En el último se trata de la variación alofónica de las vocales finales antes de una pausa. En los primeros dos hay procesos fonéticos que marcan fronteras de la frase fonética. Sin embargo, en el tepehua de Pisaflores es un proceso uniforme que afecta a todos los segmentos sonoros al final de la frase, mientras que en el totonaco de Filomeno Mata las formas finales son básicas y las oposiciones entre formas diferentes se neutralizan dentro de la frase. Las otras lenguas documentadas de la familia muestran sistemas que caben entre estos tres extremos. Aquí presento un resumen breve de los datos encontrados en la literatura que tienen que ver con vocales finales y que nos servirán en la discusión. Hay que destacar que la mayoría de los autores describen los procesos finales en términos de la alofonía, que es un modelo descriptivo distinto del empleado en este trabajo y que permite describir de una manera más elegante la fonología de las lenguas correspondientes. El tepehua de Huehuetla y el tepehua de Tlachichilco emplean los sistemas de segmentos finales que sufren cambios fonéticos al final de la frase y estos se parecen a los del tepehua de Pisaflores aunque no son tan complejos (Smythe Kung 2007: §2.6.1, §2.6.7.2, §2.6.8; Watters 1988, 2010). Un proceso final particular del tepehua de Huehuetla es la eliminación facultativa de la fricativa lateral al final de la frase: [ˈmaqniiɬ ~ ˈmaqnii] ‘lo mató’ (Smythe Kung 2007: §2.7.6.2). Nótese que en la lengua, todas las laterales al final de la sílaba son sonoras en las representaciones léxicas. En el totonaco de Misantla el cierre glotal aparece solamente al final de la sílaba siguiendo una vocal corta y solamente si la sílaba se encuentra al final de la palabra. Este cierre glotal desaparece dentro de una frase (MacKay 1997: 3.4.4.2).

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[ʧḭʃˈkuʔ] ‘hombre’, cfr. [ʧḭʃkuˈkit] ‘soy un hombre’, [ʧḭʃˈkun] ‘hombre, pl.’

En el dialecto de San Marcos la nasal dental al final de la palabra se velariza: [ˈʃkaaŋ] ʃkaan ‘agua’ (obligatorio), mientras que en el dialecto de Yecuatla la nasal bilabial se convierte en la dental (opcional): [puˈʃun] puʃum ‘veinte’, la nasal dental se reemplaza con el cierre glotal después de la vocal laringizada corta (opcional): [kḭḭksunˈta̰ ʔ] /kḭḭk-sun-ta̰ n/ ‘chico, pl.’ y desaparece después de la vocal larga (opcional): [ˈhaa] haan ‘sí’ (MacKay 1997: 3.4.4.1). En el totonaco de Papantla (Levy 1987: 2.1.5-6) todas las consonantes sonoras se ensordecen al final de la palabra; es un proceso obligatorio en el caso de las aproximantes labial y palatal y es opcional en el caso de las nasales: [ktaˈhuuw̥ ] ‘lo metimos (pretérito)’, [ˈʃuy̥ ] ‘zancudo’, [puˈʃam ~ puˈʃam̥ ] ‘veinte’, [ˈxin ~ ˈxin̥ ] ‘humo’. Hay vocales de tres timbres vocálicos de cuatro tipos V, VV, V̰ , V̰ V̰ aunque las vocales largas finales son muy pocas, salvo en las formas verbales. Al final de palabra las vocales cortas reciben un pequeño cierre glotal sin distensión y las vocales largas no laringizadas desonorizan la última mora: [ˈʃkuteʔ] ‘tejón’, [ˈnii̥ ] ‘muere’, [ˈxuugeʔ] ‘venado’, [puˈpoʔ] ‘hierve’, [ˈɬuko̰ ] ‘agujero’, [tᴧhˈnuw̥ ] ‘se mete’, [ˈka̰a̰ tᴧʔ] ‘año’, [puuˈɬkaḁ] ‘lo pesa’. Nótese que además las vocales finales sufren el cambio en timbre vocálico (Levy 1987: 2.2.5). Recientemente apareció un estudio dedicado a los procesos mediales en el totonaco de Ocelonacaxtla que muestra un sistema de vocales finales parecido al del totonaco de Filomeno Mata (Román Lobato 2008: 45). Esta variante pertenece a las lenguas totonacas de la Sierra Sur de Puebla. Hay tres tipos de vocales que se realizan de manera diferente al final y dentro de la frase fonética: las vocales finales del primer tipo se realizan como glotalizadas al final de la frase y como largas en medio de la frase, las vocales finales del segundo tipo se realizan como aspiradas al final de la frase y como largas en medio de la frase, las vocales finales del tercer tipo desaparecen al final de la frase. Nótese que la oposición entre las vocales finales del primer tipo y el segundo tipo se neutraliza dentro de la frase. Significado ‘yo’ ‘jitomate’ ‘maíz’

Forma final [ˈkit] [ˈpa̰qɬʧ] [ˈkuʃiʔ]

Forma medial [ˈkiti] [ˈpa̰qɬʧa] [ˈkuʃii]

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Significado ‘hombre’ ‘rápido’

Forma final [ʧiʃˈkuʔ] [ˈtsapuh]

Forma medial [ʧiʃˈkuu] [ˈʦapuu]

Se puede ver que las formas finales muestran las representaciones léxicas subyacentes aunque las vocales cero no se ven al final de la palabra. Además, todas las oclusivas p, t, k, q, ʔ se realizan como aspiradas en la posición final y las semivocales se desonorizan (Román Lobato 2008: 3132). Desgraciadamente, el único trabajo sobre el totonaco de Ocelonacaxtla incluye pocos datos léxicos y no nos permite utilizar esta variante lingüística muy interesante para nuestro estudio comparativo.

Las vocales finales en el protototonaco-tepehua Debo mencionar que este trabajo se basa en la comparación de morfemas léxicos principalmente, pues los morfemas gramaticales en muchas lenguas muestran un desarrollo fonético irregular porque estos fácilmente se convierten en objeto de reanálisis gramatical. Se puede ver, por ejemplo, que los reflejos de los clíticos protototonaco-tepehuas ‘ya’ y ‘todavía’ son irregulares si comparamos sus formas reconstruidas para la rama tepehua (*=ʧaʔ y *=kaa) con las formas reconstruidas a partir de las lenguas totonacas (*=ʦaʔ y *=kuu). También se excluyen las formas verbales porque estas siempre aparecen con los morfemas de la flexión al final. En un trabajo reciente, Carolyn J. MacKay (2011: 99-100) ha mostrado que en algunas lenguas cuando a las bases verbales que terminan en vocal corta se les añade algún sufijo que empieza con una consonante sonora que no sea nasal, estas consonantes no vienen pronunciadas, sino se manifiestan por el acento primario que aparece sobre la última sílaba, compárese, por ejemplo, taˈʃtu ‘sale’ en el totonaco del río Necaxa con taˈʃtuy ‘sale’ en el totonaco de Coatepec. Estas lenguas son el totonaco de Apapantilla, el de Misantla, el de río Necaxa, el de Papantla y el de Filomeno Mata.

El sistema de vocales finales en el protototonaco-tepehua Las siguientes correspondencias de las vocales finales para los nominales en las lenguas totonaco-tepehuas se establecieron por medio de un número considerable de ejemplos. A las correspondencias adjunto una probable interpretación fonética al nivel de la protolengua. En la tabla para el te-

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pehua de Pisaflores y el totonaco de Filomeno Mata aparecen las formas subyacentes que postulamos arriba. Se utilizan las abreviaturas: S: tepehua de Pisaflores (la variante de San Pedro Tziltzacuapan), H: tepehua de Huehuetla, T: tepehua de Tlachichilco, M: totonaco de Misantla, A: totonaco de Apapantilla, N: totonaco de río Necaxa, P: totonaco de Papantla, F: totonaco de Filomeno Mata y C: totonaco de Coatepec. pTT *V *Vh *Vʔ *VV

S CV CVh CV ˈCVV

H CV CVV CV ˈCVʔ

T CV CVh CV ˈCVV

M CV CVVh CV̰ ˈCVʔ

A CV ˈCVh CV̰ ˈCV̰

N CV̰ ˈCVh CV̰ ˈCV̰

P CV CV CV̰ ˈCV

F ChV̥ CV CʔV̥ CVʔV̥

C CV ˈCV ˈCVʔ ˈCVʔ

Vocales finales cortas se reconstruyen en los siguientes casos: *haaka ‘zapote’, *k’aata ‘año’, *kuku ‘tío’, *ɬukuku ‘agujerado, cueva’, *ɬkaka ‘picoso’, *nati ‘madre’, *papa ‘hombre’, *paqɬʧa ‘jitomate’, *skaata ‘piojo’, *snapapa ‘blanco’, *st’aku ‘estrella’, *stapu ‘frijol’, *t’aku ‘mujer’. Vocales finales glotalizadas se reconstruyen en los siguientes casos: *hiniʔ ‘humo’, *huukiʔ ‘venado’, *k’iwiʔ ‘árbol’, *kuʃiʔ ‘maíz’, *q’aaʃiʔ ‘jícara’, *luuwaʔ ‘víbora’, (*)ɬukuʔ ‘cueva’, *ɬuuwaʔ ‘mucho’, *nipʃiʔ ‘calabaza’, *p’aʃniʔ ‘pecarí’, *saqsiʔ ‘dulce’, *stayaʔ ‘ardilla’, *ʦapuulaʔ ‘gusano’, (*) ʧiinaʔ ‘pus’, *ʧ’uuniʔ ‘zopilote’, *ʔuuniʔ ‘viento’. Vocales finales aspiradas se reconstruyen en los siguientes casos: *kukatah ‘aguacate oloroso’, *kukuh ‘arena’, *kuyuh ‘armadillo’, *mantah ‘camote’, *qaystah ‘cal’, *sakah ‘taltuza’, *sipih ‘cerro’. Vocales finales largas se reconstruyen en los siguientes casos: *hastaa ~ *yaastaa ‘cuñada (de un hombre), cuñado (de una mujer)’, *maaɬkuyuu ‘la luna’, *munqʃnuu ‘búho’, *-nV1V1 ‘sufijo de sustantivos agentivos derivados de verbos’, *ʦii ‘hija’, *ʧawilaa ‘guajolota’, (*)ʧ’iʃkuu ‘hombre’, (*)ʧiʧii ‘perro’, *taataa ‘abuelo’, *t’ahnii ~ *t’ahnaa ‘guajolote’, *ʃkapuu ‘una especie de crustáceo (burrito)’. Se reconstruye un par mínimo que involucra vocales finales: *kuku ‘tío’ y *kukuh ‘arena’. Hay que notar que de una manera inesperada las vocales cortas se encuentran solamente después de las oclusivas y africadas explicando la distribución peculiar de las consonantes aspiradas en el totonaco de Filomeno Mata. Las vocales aspiradas del protototonaco-tepehua son poco frecuentes y ninguna de las palabras reconstruidas nos da la pauta

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para proponer que exista un morfema /h/ que se pueda analizar como un sufijo derivacional. Hay nada más un ejemplo cuando la vocal aspirada sigue una consonante que no es ni oclusiva ni africada: *kuyuh ‘armadillo’. Se puede sospechar que esta es un préstamo o interpretar su consonante final como fricativa velar *kuyux, es decir, postular que las oposiciones entre tres tipos de las vocales finales cortas se neutralizan si la vocal sigue a una consonante sonora o fricativa (véase más abajo). Esto implicaría un juego de rasgos finales que podemos llamar “coeficientes vocálicos” que “se mueven” dentro del sistema haciéndonos recordar los sistemas elaborados de vocales complejas que son típicos de las lenguas mesoamericanas (Wichmann 1995; Brown y Wichmann 2004). Por otro lado, pocas palabras tienen vocales glotalizadas finales que siguen las oclusivas y africadas. Se puede imaginar que todas las vocales glotalizadas finales provienen de un sufijo nominalizador *-ʔ que dio origen a la apofonía prosódica en el totonaco del río Necaxa (Beck 2004: 88) y en el totonaco de Filomeno Mata (McFarland 2009: §3.3.11.7). La apofonía prosódica laringiza la última vocal y traslada el acento primario de la última sílaba a la penúltima. Las formas verbales de la 3a persona en la protolengua terminan con segmentos sonoros que atraen el acento primario en muchas lenguas totonacanas. El cierre glotal es un segmento no sonoro, además en varias lenguas la nasal se pierde si le sigue un cierre glotal. Por esa razón, el traslado del acento en la apofonía prosódica del totonaco del río Necaxa apoya la reconstrucción del sufijo *-ʔ. Nótese que entre vocales glotalizadas finales de las palabras reconstruidas es común la vocal i, que en las lenguas totonacanas funciona como vocal epentética, y es común entre afijos de flexión y derivación. En el caso de que todas las vocales glotalizadas finales provengan de un sufijo nominalizador *-ʔ, una explicación lógica de la ausencia de las vocales cortas planas al final de la palabra que siguen las sonoras sería que en una cierta época las vocales no ocurrían al final de un nominal después de las consonantes sonoras. Alternativamente, se puede postular que en una etapa del desarrollo de la protolengua las vocales planas finales se perdieron cuando sucedían las consonantes sonoras y fricativas, pero no después de las oclusivas y las africadas, mientras que las vocales glotalizadas finales no sufrieron el cambio aún cuando se encontraban después de las sonoras y fricativas. Los tres tipos de correspondencia para vocales finales cortas planas y laringizadas que siguen las oclusivas y africadas entre las lenguas tepehuas y las totonacas implican la reconstrucción de dos segmentos independien-

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tes: el suprasegmental *’ y el cierre glotal *ʔ. Sin embargo, es llamativa la ausencia del cuarto tipo esperado. S

P

C

pTT

TV

TV

TV

*TV

TV

TV̰

TVʔ

*TVʔ

T’V

TV̰

TVʔ

*T’Vʔ

T’V

TV̰

TV

*T’V

Exemplos:

*haaka ‘zapote’, *k’aata ‘año’, *kuku ‘tío’, *ɬkaka ‘picoso’, *nati ‘madre’, *paqɬʧa ‘jitomate’, *skaata ‘piojo’, *snapapa ‘blanco’, *st’aku ‘estrella’, *stapu ‘frijol’ *huukiʔ ‘venado’, (*)ɬukuʔ ‘cueva’, *=ʧaʔ ‘ya’

*ɬk’ak’a(ʔ) ‘ceniza’, *paaq’a(ʔ) ‘papán’, *saast’i(ʔ) ‘nuevo’, *tɬ’aktɬ’a(ʔ) ‘elote’ ?

Se puede postular que la oposición entre dos sílabas finales del protototonaco-tepehua *T(Z)’V y *T(Z)Vʔ se neutralizó en el protototonaco como *T(Z)V̰ . Alternativamente, el segmento suprasegmental de la sílaba final causaba glotalización automática de la vocal al final de la palabra en el protototonaco. En cualquier caso, las reconstrucciones son ambiguas cuando un nominal muestra una consonante glotalizada en la sílaba final para la rama tepehua y una vocal laringizada para las lenguas totonacas porque esta laringización de la vocal puede ser reflejo o del fonema suprasegmental *’ o del cierre glotal al final de la palabra *ʔ o de los dos, véanse los siguientes ejemplos: *ɬk’ak’a(ʔ) ‘ceniza’, *tɬ’aktɬ’a(ʔ) ‘elote’, etcétera. Nótese que se necesitan más ejemplos para la segunda correspondencia, es decir, cuando una vocal plana precedida por una oclusiva o africada no glotalizada en las lenguas tepehuas corresponde a la vocal laringizada en las lenguas totonacas. Se puede postular que *huukiʔ ‘venado’ y *=ʧaʔ ‘ya’ muestran reflejos irregulares en una de dos ramas de la familia y unifica dos segmentos como vocal laringizada (cfr. Arana Osnaya 1953; Brown et al. 2011). Esta vocal se conservaría en las lenguas totonacas y se perdería en las lenguas tepehuas; no obstante, en las lenguas tepehuas se provocaría la glotalización de las oclusivas y de las africadas en caso de aparecer después de cualquiera de estos dos tipos de consonantes. Sin embargo, los dos segmentos tienen distribuciones diferentes –el cierre glotal a final de la palabra en la mayoría de los casos sigue a una sonora o a una fricativa, mientras que el suprasegmental está asociado con oclusivas y africadas. Al final del presente artículo se encuentra una lista de palabras reconstruidas que fueron seleccionadas con el propósito de mostrar diferentes

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correspondencias que involucran vocales finales en las lenguas totonacotepehuas. Entre las palabras reconstruidas con seguridad para el nivel del protototonaco-tepehua se pueden ver solamente dos ejemplos de la vocal glotalizada final siguiendo una oclusiva o africada y 13 ejemplos de la vocal glotalizada final siguiendo una fricativa o sonora. Al mismo tiempo, en la posición no final se reconstruyen con seguridad 24 vocales planas siguiendo sonoras y fricativas y solamente dos palabras *ɬukuku ‘agujerado, cueva’ y *saqsiʔ ‘dulce’ que podrían favorecer la reconstrucción del fonema suprasegmental para la vocal laringizada en las lenguas totonacas. El fonema suprasegmental se reconstruye en 11 sílabas no finales siguiendo una oclusiva o una africada y no se reconstruye en 26 sílabas; solamente una palabra muestra irregularidad de reflejos (*ɬukuku ‘agujerado, cueva’). Nótese que los reflejos de la misma palabra *ɬukuku son irregulares con respecto a ambos segmentos. Estas consideraciones estadísticas implican que el suprasegmental *’ estaba prohibido en la protolengua después fricativas y sonoras. Las vocales glotalizadas finales son la segunda fuente importante de las vocales laringizadas en las lenguas totonacas; la primera fuente es el suprasegmental *’. Se reconstruyen pocas palabras con las vocales largas finales. Hay varios ejemplos donde una forma tepehua muestra una vocal larga al final, mientras que la forma totonaca correspondiente tiene una vocal corta, por ejemplo: -maˈ kaa ‘mano’, -paˈpaa ‘hombre, señor’, -t’aˈ kuu ‘mujer, señora’. Muchos términos de parentesco en el tepehua se terminan en vocal larga: -hasˈtaa ‘cuñada, cuñado’, -ˈnaa ‘madre (vocativo)’, -naaˈnaa ‘abuela, señora grande’, taaˈtaa ‘abuelo, señor grande’, -ˈʦii ‘hija’, etcétera (ejemplos del tepehua de Pisaflores). Además, en las lenguas tepehuas las vocales largas finales se asocian con diferentes morfemas gramaticales: -V1 ‘futuro’, =kaa ‘todavía (clítico)’, -nV1V1 ‘sufijo de sustantivos agentivos derivados de verbos’, -V1 ‘sufijo nominalizador de muchas partes de cuerpo y algunos otros sustantivos derivados’: -qaˈtuu ‘pierna’, -maˈ kaa ‘mano’, maaɬkuˈyuu ‘la luna, literalmente, el alumbrador (/maa-ɬkuyu-V1V1-V1/)’, -piʃˈtuu ‘cuello’, -tunˈ kuu ‘(la luz del) día, literalmente, el amanecer’, ʦ’aˈspuu ‘espinilla’, -ʧ’aˈ haa ‘pie’, -ʧ’aʃˈpaa ‘codo’, -ʔukʃˈpuu ‘cara’, etcétera. Se puede sugerir que los términos *papa ‘hombre, señor’ y *t’aku ‘mujer, señora’ se extendieron en el tepehua por medio de un sufijo nominalizador -V1 que derivaba formas honoríficas, por ejemplo, con el sentido ‘lo de la señora’, ‘lo del señor’, compárese el uso del sufijo de posesión inalienable -yō en las formas de cortesía en el náhuatl clásico: noteekwyo /no-teekw-yō/ ‘mi señor’, literalmente ‘lo de mi señor, mi señoría’ (Launey 1992: 97). Es tentador considerar todos los ejemplos con

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la última vocal larga como reflejos de diferentes sufijos -V que se asimilan a la vocal precedida. Estas consideraciones pueden explicar las correspondencias irregulares entre las formas tepehuas y totonacas y de esta manera apoyan la reconstrucción de la vocal final larga en el protototonaco-tepehua. El sufijo nominalizador *-V1 de las lenguas tepehua puede ser cognado del sufijo nominalizador *-ʔV de las lenguas totonacas (véase arriba). Probablemente, diferentes reflejos de la vocal larga en las lenguas modernas VV, VʔV y Vʔ indican que, por lo menos en parte, las vocales largas tenían un origen secundario y se derivaban de las secuencias *V1ʔV1, véase por ejemplo la palabra ˈʦiʔit hi ̥ ‘hembra’ en el totonaco de Filomeno Mata que proviene de *ʦii ‘hija’. Se puede ver que el totonaco de Apapantilla es la lengua más conservadora en lo que concierne a los reflejos de las vocales finales protototonacotepehuas. Este hecho no es sorprendente debido a que esta lengua perdió casi todos los procesos fonéticos finales que podrían provocar cambios en los segmentos finales.

Tipos de vocales finales en la protolengua y sus desarrollos particulares en algunas lenguas

En las lenguas tepehuas las vocales finales glotalizadas se pierden siguiendo consonantes sonoras, los grupos consonánticos protegen la vocal de la pérdida (se presentan las palabras del tepehua de Pisaflores). *VSVʔ# > *VS#: Ejemplos:ˈhin < *hiniʔ ‘humo’, ˈk’iw < *k’iwiʔ ‘árbol’, ˈluw < *luuwaʔ ‘víbora’, ˈɬuw < *ɬuuwaʔ ‘mucho’, ˈstay < *stayaʔ ‘ardilla’, ˈʧ’uun < *ʧ’uuniʔ ‘zopilote’, ʦaˈpuul < *ʦapuulaʔ ‘gusano’, ˈʔuun < *ʔuuniʔ ‘viento’.

Nótese el único ejemplo encontrado cuando la vocal se pierde después de la fricativa glotal acompañado por el alargamiento compensatorio de la vocal en la sílaba anterior tiih < *tihiʔ ‘camino’, es decir, la regla trata la fricativa glotal como una consonante sonora. Es la única palabra encontrada en el tepehua de Pisaflores donde /h/ sigue una vocal larga. La palabra muestra un desarrollo particular de la pérdida de la vocal final en el totonaco de Apapantilla y en el totonaco del río Necaxa teh < *tihiʔ. Es difícil de averiguar si es un desarrollo regular; se necesitan más ejemplos.

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Además el tepehua de Huehuetla pierde las vocales cortas finales que siguen las oclusiva velar y sibilante alveopalatal, nótese que sólo una palabra que no obedece la regla (el desarrollo irregular se marca en negritas, véase la palabra ˈstaku ). *VkV(ʔ)# > Vk#, *VʃVʔ# > Vʃ#: Ejemplos: ˈʔaaʃ < *q’aaʃiʔ ‘jícara’, ˈhaak < *haaka ‘zapote (colorado)’, ˈhuuk < *huukiʔ ‘venado’, ˈkuuk < *kuku ‘tío’, ˈkuuʃ < *kuʃiʔ ‘maíz’, ˈɬkak < *ɬkaka ‘picoso’, ˈɬk’ak < *ɬk’ak’aʔ ‘ceniza’, ɬuˈkuk < *ɬukuku ‘agujerado, cueva’, ˈnipʃ < *nipʃiʔ ‘calabaza’, ˈstaku < *st’aku ‘estrella’.

La vocal corta de la primera sílaba se alarga cuando la vocal final se pierde en dos casos (ˈ kuuk < *kuku, ˈ kuuʃ < *kuʃiʔ) y en cuatro casos sigue corta (ˈɬkak < *ɬkaka, ˈɬk’ak < *ɬk’ak’a, ɬuˈ kuk < *ɬukuku, ˈnipʃ < *nipʃiʔ). En el totonaco de Misantla las vocales cortas y laringizadas se pierden después de las consonantes sonoras y sordas, los grupos consonánticos protegen la vocal de la pérdida. Nótese que este cambio es compartido parcialmente por las lenguas tepehuas por un lado, y por el totonaco de Misantla por el otro, sugiriendo que este desarrollo operaba independientemente en la rama tepehua y el totonaco de Misantla. Además, la pérdida de las vocales en totonaco de Misantla es irregular, por lo menos, no se ha podido establecer ninguna regla que explicaría esta irregularidad. *-VCV(ʔ)# > -VC#: Ejemplos: ˈhaak < *haaka ‘zapote (colorado)’, ˈhḭn < *hiniʔ ‘humo’, ˈhuukḭ < *huukiʔ ‘venado’, ˈka̰a̰t < *k’aata ‘año’, ˈkḭʔ < *k’iwiʔ ‘árbol’, ˈkuʃ < *kuʃiʔ ‘maíz’, ˈluu < *luuwaʔ ‘víbora’, ˈɬka̰k < *ɬk’ak’a ‘ceniza’, ɬuˈkuk < *ɬukuku ‘agujerado, cueva’, ˈɬuʔ < *ɬuuwaʔ ‘mucho’, ˈqa̰a̰ʃ < *q’aaʃiʔ ‘jícara’, ˈskaat < *skaata ‘piojo’, ˈʃkṵk < *sq’uq’u(ʔ) ‘salado’, snaˈpap < *snapapa ‘blanco’, ˈsta̰ku < *st’aku ‘estrella’, ˈstapu < *stapu ‘frijol’, ˈʧiin < (*)ʧiinaʔ ‘pus’, ˈṵṵn < *ʔuuniʔ ‘viento’.

El único ejemplo de la vocal siguiendo la fricativa glotal muestra la pérdida de la vocal y el alargamiento compensatorio en la primera sílaba: ˈtiiɬ < *tihiʔ ‘camino’. En el totonaco de Misantla la laringización de la vocal final se pierde cuando le precede un grupo consonántico “oclusiva + sibilante”. El clítico

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*=ʧaʔ ‘ya’ demuestra que en este cambio la africada se trata como grupo consonántico. En la palabra ˈsaasti < *saast’i(ʔ) ‘nuevo’ se observa el mismo cambio aunque en este caso es irregular. *-TZVʔ# > -TZV#: Ejemplos: ˈnipʃi < *nipʃiʔ ‘calabaza’, ˈsiksi < *saqsiʔ ‘dulce’, =ʧu < *=ʧaʔ ‘ya’.

En dos lenguas situadas en los extremos de la familia lingüística –el tepehua de Tlachichilco y el totonaco de Filomeno Mata– se observa el incremento de la vocal i al final siguiendo las oclusivas dental y velar. Se puede postular el desarrollo en la dirección opuesta y reconstruir la regla que prohíbe las oclusivas dental y velar al final de la palabra en el protototonaco-tepehua. Opto por el escenario de la vocal i de incremento porque esto es más económico: el desarrollo fonético ocurre solamente en dos lenguas de la familia y es absolutamente regular, mientras la vocal i funciona como una vocal epentética en todas las lenguas de la familia. Además, en el tepehua de Tlachichilco la derivación de formas plurales correspondientes implica que i es una vocal epentética (Watters 1988: 459). Hay muchas palabras trisilábicas en estas dos lenguas que muestran el desarrollo fonético de este tipo, a continuación muestro solamente algunos ejemplos del tepehua de Tlachichilco. *Vt# > Vti#: Ejemplos: ˈlukuti < *halukut ‘hueso’, ˈmaqati < *maqat ‘lejos’, ˈmaʦati < *maʦat ‘sal’. *Vk# > Vki#: Ejemplos: paaˈnimaaki < *paanimaak ‘algodón’, ˈʃkahaki < *ʃkahaak ‘ocote’.

Nótese que por lo menos una palabra se reconstruye con la secuencia *-ti al final: *nati ‘madre’. Además, en las lenguas modernas las formas plurales de los sustantivos que terminan con -t y con -k no muestran la vocal, véanse los ejemplos del totonaco del río Necaxa (Beck 2011): luˈ kut ‘hueso’ – luˈ kutnṵ ‘hueso, pl.’, maˈʦat ‘sal’ – maˈʦatna ̰ ‘sal, pl.’, ʃkaˈ hak ‘ocote’ – ʃkaˈ hakna ̰ ‘ocote, pl.’, panaˈmaak ‘algodón’ – panaˈmaakna ̰ ‘algodón, pl.’, ˈteh < *tihiʔ ‘camino’, teˈ hen – ˈtehnḭ ‘camino, pl.’, ka a̰ t̰ eˈ hen ‘las calles’ y ˈ kḭwḭ < *k’iwiʔ ‘árbol’ – kḭˈ wḭn ‘árbol, pl.’, kaakḭˈ wḭn ‘monte’.

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En el totonaco del río Necaxa las vocales cortas se laringizan al final de la palabra después de las consonantes las cuales, de acuerdo con la distribución de las vocales cortas en la protolengua, siempre son oclusivas y africadas. El cierre glotal se considera como una oclusiva, véase ˈto ʔ̰ o ̰ < *t’aku ‘mujer’. *T(Z)V# > T(Z)V̰ #: Ejemplos: ˈhaaka̰ < *haaka ‘zapote (colorado)’, ˈka̰a̰ta̰ < *k’aata ‘año’, ˈɬkaka̰ < *ɬkaka ‘picoso’, ɬṵˈkṵkṵ < *ɬukuku ‘agujerado, cueva’, ˈpa̰ʔɬʧa̰ < *paqɬʧa ‘jitomate’, ˈskaata̰ < *skaata ‘piojo’, snaˈpa̰pa̰ < *snapapa ‘blanco’, s|na̰ˈtḭ < *nati ‘madre’, ˈsta̰kṵ < *st’aku ‘estrella’, ˈto̰ʔo̰ < *t’aku ‘mujer’.

En el totonaco de Papantla las vocales laringizadas tanto finales como no finales pierden la laringización después de las consonantes sonoras. *SVʔ# > SV#: Ejemplos: ˈkḭwi < *k’iwiʔ ‘árbol’, ˈluuwa < *luuwaʔ ‘víbora’, ˈɬuuwa < *ɬuuwaʔ ‘mucho’, ˈpa̰ʃni < *p’aʃniʔ ‘puerco’, ˈstaya < *stayaʔ ‘ardilla’, ˈtihi|a < *tihiʔ ‘camino’.

El totonaco de Papantla y las lenguas totonacas de la Sierra Sur de Puebla muestran la pérdida de la vocal final glotalizada siguiendo una nasal dental apoyando la clasificación léxico-estadística que une estas variantes lingüísticas, los grupos consonánticos protegen la vocal de la pérdida (se presentan las palabras del totonaco de Papantla). *VnVʔ# > *Vn#: Ejemplos: ˈhin < *hiniʔ ‘humo’, ˈʧiin < (*)ʧiinaʔ ‘pus’, ˈʧṵṵn < *ʧ’uuniʔ ‘zopilote’, ˈṵṵn < *ʔuuniʔ ‘viento’.

Pude encontrar solamente cuatro ejemplos de los reflejos de la vocal final aspirada en el totonaco de Misantla, dos de los cuales muestran el alargamiento de la vocal. En el diccionario publicado por Castro Guevara (2011) se dan dos formas para estas palabras –una con vocal corta y la otra con la larga– sugiriendo que el alargamiento es reciente. Las dos palabras que no muestran el alargamiento de la última vocal son de una u otra forma canónicas.

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*CVCVh# > CVCVVh#: Ejemplos: ˈkukuuh < *kukuh ‘arena’, ˈsapiih < *sipih ‘cerro’. *CVCCVh# > CVCCVh#: Ejemplos: ˈqaʃtah < *qayʃtah ‘cal’, spataa|ˈmuntah < *mantah ‘camote’.

En el tepehua de Huehuetla la fricativa glotal final se pierde y se observa el alargamiento compensatorio de dos vocales. *CVCVh# > CVVCVV#: Ejemplos: ˈkuukuu < *kukuh ‘arena’, ˈkuuyuu < *kuyuh ‘armadillo’, ˈmaantaa < *mantah ‘camote’, ˈsaakaa < *sakah ‘tuza’.

Después de la pérdida de la fricativa glotal final, en el tepehua de Huehuetla surge un nuevo contraste entre dos tipos de vocales largas: una que no distingue entre formas mediales y finales y la otra que se realiza como larga dentro de la frase y como corta seguida por cierre glotal al final de la frase. Como consecuencia de este cambio, las vocales finales largas se reanalizan como glotalizadas en la representación léxica y el proceso final de la pérdida de la segunda mora y “aclaración” del hiato entre la primera y la segunda moras como cierre glotal /VV/ > [VʔV̥] se convierte en el proceso medial que elimina el cierre glotal y alarga la vocal /Vʔ/ > [VV] cuando la palabra no se encuentra en el final absoluto. *CVV# > CVʔ#: Ejemplos: ʔaˈʦiʔ < *ʦii ‘hija’, maaɬkiˈyuʔ~maaɬkiˈyaʔ < *maaɬkuyuu ‘la luna’, moqʃˈnuʔ < *munqʃnuu ‘búho’, -ˈnV1ʔ < *-nV1V1 ‘sufijo de sustantivos agentivos’, ʧawˈlaʔ < *ʧawilaa ‘guajolota’, taaˈtaʔ < *taataa ‘abuelo’, t’ahˈniʔ < *t’ahnii ~ *t’ahnaa ‘guajolote’, ʃkuuˈpuʔ < *ʃkapuu ‘una especie de crustáceo (burrito)’.

En el totonaco de Coatepec la aspiración se pierde, pero la vocal se acentúa. En esta variante se observa la pérdida del fonema suprasegmental *’, después, cualquier sílaba final cerrada atrae el acento primario. A este cambio le siguió la pérdida de la fricativa glotal final que resulta en las vocales planas finales acentuadas. *CVh# > ˈCV#: Ejemplos: kukuˈta < *kukatah ‘aguacate oloroso’, kuˈku < *kukuh ‘arena’, kuˈyu < *kuyuh ‘armadillo’, manˈta < *mantah ‘camote’, siˈpi < *sipih ‘cerro’.

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Los procesos fonéticos finales de la frase en el protototonaco -tepehua El proceso del ensordecimiento de las vocales cortas al final de la frase se reconstruye con seguridad para el nivel del protototonaco-tepehua. Está atestiguado en muchas lenguas de la familia (vs. MacKay 2011: 98) –el tepehua de Pisaflores, el de Huehuetla, el de Tlachichilco, el totonaco de Coatepec, el de Huehuetla, el de Zapotitlán de Méndez– aunque en algunos casos parece que es opcional y depende del hablante (el totonaco de Misantla, compárese MacKay 1994 con Castro Guevara 2011). Probablemente, el ensordecimiento de las vocales finales cortas es responsable de la pérdida de vocales finales en las lenguas hijas. El proceso de la glotalización de las vocales laringizadas al final de la frase se reconstruye con base en la correspondencia establecida y en el hecho de que en lenguas totonacas las vocales laringizadas en las formas elicitadas aparecen con el cierre glotal al final; este cierre glotal desaparece en las formas derivacionales y clitizadas (el totonaco de Coatepec, el totonaco de río Necaxa, el totonaco de San Francisco, el totonaco de Tepetzintla). En el totonaco de Papantla el cierre glotal aparece al final de la palabra con las vocales cortas de dos tipos: la vocal corta plana y la corta laringizada (Levy 1987: 72-81). La oposición entre las vocales laringizadas y no laringizadas se perdió en el totonaco de Huehuetla; sin embargo, el cierre glotal se encuentra después de las vocales que son reflejos de ambos tipos en posición final absoluta y desaparece en la cadena hablada: [ˈɬkakaʔ ~ ˈɬkaka] ‘ceniza’ vs. [ˈstapɔʔ ~ ˈstapɔ] ‘frijol’ (Troiani 2007: 38-39). Esto se parece más bien a un proceso medial y no a un proceso final, porque los otros procesos finales consisten en desonorizar de alguna manera el último segmento y quitarle algo, mientras que la glotalización de la vocal consiste en añadirle el cierre glotal. La laringización de la vocal se puede entender como el efecto automático provocado por la presencia del cierre glotal. El proceso del ensordecimiento de la segunda mora de la vocal larga con la clarificación del hiato entre dos moras se reconstruye con seguridad. Las formas subyacentes en el tepehua son largas e involucran los morfemas gramaticales, la ausencia de vocales largas finales entre los nominales en las lenguas totonacas es evidente. Las formas aisladas en el tepehua de Pisaflores y en el totonaco de Filomeno Mata coinciden. El reflejo de algunas lenguas es el acento primario en la última sílaba (el totonaco de Papantla) mientras que en otros es la vocal acentuada con el cierre glotal

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que desaparece en las formas derivacionales y clitizadas (el totonaco de Misantla y las lenguas totonacas de la Sierra Norte de Puebla). El proceso de la eliminación de la fricativa glotal al final de la frase se reconstruye por encontrarse en las lenguas que pertenecen a los extremos de la familia lingüística, por un lado, el tepehua de Pisaflores y el tepehua de Tlachichilco y, por el otro, el totonaco de Zapotitlán de Méndez. Para la última variante Herman Aschmann (1946: 36-37, 43 n. 3) observa que en la posición final hay muchos casos en los que la /h/ no se oye y en que fonéticamente está representada por un pequeño hiato o pausa. El contraste fonológico entre /Vh#/ y /V#/ fonéticamente corresponde a vocal final plena [V] frente a vocal final ensordecida [V̥] (vs. Levy 1987: 44-49). El totonaco de Papantla, según el diccionario de Herman Aschmann (1973), muestra la pérdida de la fricativa al final de la palabra, pero la conserva en compuestos nominales indicando que la eliminación de la fricativa glotal tenía lugar en la protolengua. kuyu manta qaʃta saka sipi

armadillo camote comestible cal, cilindra tuza peña, cerro

kuyuhkḭwi mantahkḭwi qaʃtahʧḭwiʃ sakahmaaʧu sipihʦuqu

palo de hueso capulín agrio piedra de cal tuza real faisán

El proceso del ensordecimiento de las consonantes sonoras al final de la frase se reconstruye para el protototonaco-tepehua con seguridad con base en varias evidencias. Primero, este proceso se encuentra en las lenguas que pertenecen a los extremos de la familia lingüística –el tepehua de Pisaflores por un lado y el totonaco de Papantla, el totonaco de Coatepec y el totonaco de Huehuetla por el otro. Segundo, algunas lenguas que no utilizan el ensordecimiento de las sonoras para marcar el final de la frase todavía conservan los vestigios de estos procesos, así por ejemplo, en el totonaco del río Necaxa y el totonaco de Apapantilla la aproximante labial se realiza sorda al final de la sílaba: [ˈɬpaw ̥] < *ɬpaw ‘una especie del árbol silvestre de frutas (pagua)’, [ˈskaw ̥] < *skaw ‘conejo’, [ˈʧaw ̥] < *ʧaw ‘tortilla’. Otras consonantes sonoras no muestran ensordecimiento en el totonaco de río Necaxa. Tercero, en el tepehua de Pisaflores las sonoras finales de adverbios ideofónicos sufren el ensordecimiento al final de la raíz y esto es un proceso obligatorio. Se puede considerar los adverbios ideofónicos como frases enteras incorporadas dentro de las frases verbales como predicados secundarios. En este caso el ensordecimiento de los adverbios ideofó-

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nicos se explicaría como un reflejo de la desonorización de las consonantes al final de la frase que tenía lugar en la protolengua. El ensordecimiento de las consonantes sonoras al nivel protototonacotepehua podría explicar la alomorfía de algunos sufijos con respecto a los segmentos sonoros y sordos que se observa en las lenguas totonacas modernas. Por ejemplo, en el totonaco de Coatepec el plural de los posesivos –(h)ˈ kan requiere que le preceda la /h/ solamente tras los fonemas básicamente sonoros (McQuown 1990: §14.2.9.2.1). Interpreto , , , y de McQuown como transcripciones de desonorizadas correspondientes. ˈkam makaˈniin ʧaaˈtiy kuˈku skaˈwaw

niño manos dos personas arena tostada

kinkamhˈkan kmakaniinhˈkan kinʧaatiyhˈkan kinkukuhˈkan kiskawawhˈkan

nuestros niños nuestras manos nosotros dos nuestra arena nuestra tostada

ˈkuku staˈpuʔ

tío jején

kinkukuˈkan kistapuˈkan

nuestros tíos nuestro jején

Nótese que en el tepehua de Pisaflores y en el tepehua de Tlachichilco k’an ‘plural del poseedor en las formas poseídas’ es un clítico que puede ser precedido por otros clíticos (Watters 1988: 500). El acortamiento de las vocales largas secundarias al final de la palabra no se asienta con seguridad porque no se reconstruye un número considerable de las palabras que contienen vocales de este tipo. Los dos nominales con las vocales secundarias largas /uw/ del tepehua de Pisaflores que son inanalizables provienen de la pérdida de la vocal final antes de una sonora – ˈ luw < *luuwaʔ ‘víbora’, ˈɬuw < *ɬuuwaʔ ‘mucho’. Para los dos nominales no derivados con las vocales secundarias largas /iiy/ del tepehua de Pisaflores se encuentran posibles etimologías en las lenguas totonacas con la vocal final larga: ˈɬiiy ‘(el) mañana’ ~ laqa|ˈ lii, ʔaˈn|iiy ‘aquí, este’6 ~ ha|ˈ i (el totonaco de Papantla, fonéticamente [xeˈe ~ xaˈe]). Estas etimologías son inseguras por implicar la segmentación morfémica y además la última se encuentra en sólo una lengua totonaca y la primera muestra una correspondencia irregular ɬ ~ l, a pesar que esta se conoce en algunos otros ejemplos: *-li ‘perfectivo’, *-lii- ‘aplicativo instrumental’, *-laa- ‘acción recíproca’. Las 6

Compárese el tepehua de Pisaflores ʔaˈnuu ‘allá, aquel’ y ˈʔanʧa ‘allí’.

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semivocales al final de la sílaba son, en general, poco frecuentes en las lenguas totonacanas. Sin embargo, la palabra ‘(el) mañana’ muestra una correspondencia particular en las lenguas que es diferente a cualquier tipo de vocales finales reconstruidas. Esto es un fuerte argumento a favor de la reconstrucción de las vocales secundarias. Las vocales secundarias largas reconstruidas explican por qué las secuencias /iy/ y /uw/ se prohíben en las lenguas totonacas. La reconstrucción del acortamiento de las vocales largas secundarias finales nos permite explicar por qué los sufijos -y y -w se pierden en algunas lenguas totonacas (MacKay 2011: 99-100).

Un proceso fonético medial de la frase en el protototonaco -tepehua Algunas lenguas totonaco-tepehuas (McFarland 2009; Román Lobato 2008), además de mostrar los procesos fonéticos finales, emplean los marcadores mediales de la frase fonética, se les puede denominar “juntura fonética”. Se trata de los segmentos epentéticos que separan dos morfemas dentro de la frase. Este proceso fonético se puede comparar con la “aclaración” de las consonantes históricas que desaparecieron al final de la palabra en compuestos y en combinación con otras palabras, lo que se conoce como la linking r en inglés y la liaison en francés. El otro tipo de la juntura fonética se representa el raddoppiamento del italiano que consiste en la pronunciación geminada de la consonante inicial después de ciertas palabras dentro de una frase; este proceso no tiene nada que ver con la pérdida de las consonantes al final de la palabra. En las lenguas totonaco-tepehuas hay dos tipos de junturas: las vocales epentéticas y las nasales epentéticas. En el totonaco de Filomeno Mata la nasal se inserta después de una vocal seguida por una oclusiva o africada dentro de una frase fonética (McFarland 2009: §2.6.5.2). /maqtim kin-lii-ʧiwii-nan/ una.vez 1OBJ-INST-habla-HAB [maqˈtimi ŋ kiliiʧiˈwiina] ‘una vez me lo dijo’

/ama pasʃni/ aquel puerco [ʔaˈma m ˈpaʃni̥ ] ‘aquel puerco’

/tlaq kaʦii ʧii ikinan/ mucho sabe como nosotros [tlaq kaˈʦii n ʧii ʔikiˈnan] ‘sabe más que nosotros’

/k-ɬuku qawaaʧa/ LOC-cueva chamaco [ˈkɬuku N qaˈwaaʧḁ] ‘el chamaco en la cueva’

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El mismo proceso fonético fue registrado en el totonaco de Coatepec donde, según Norman McQuown (1940: §3.2, §4.1-8), la juntura semiabierta se señala por la presencia de las variantes alofónicas prenasalizadas de las oclusivas y africadas. El tepehua de Pisaflores no utiliza la marcación de la juntura de la frase por medio de las nasales epentéticas. Sin embargo, se conservan algunos vestigios del mismo proceso que operaba en la lengua ancestral. Primero, uno de los marcadores de negación haantu aparece en una de sus dos formas truncadas en combinación con otras partículas –[ntu] siguiendo una vocal y [tu] siguiendo una consonante. No cabe duda de que originalmente en la protolengua haa ‘negativo’ y tu ‘algo’ eran dos morfemas independientes y la nasal marcaba la juntura entre estos dos morfemas. Segundo, por lo menos dos nominales compuestos en el tepehua de Pisaflores muestran la nasal epentética. [ɬk’aˈk’ank’iw̥ ] /ɬk’ak’a ‘ceniza’ + n ‘epentética’ + k’iw ‘palo’/ ‘una especie de árbol (palo de chijol, en español local)’, literalmente ‘palo de ceniza’ [taɬˈʦ’enʔew̥ ] /taɬʦ’i ‘pipián’ + n ‘epentética’ + k’iw ‘palo’ + k > ʔ ‘aumentativo’/ ‘un arbusto con semillas comestibles (piñón, en español local)’, literalmente ‘palo de pipián’

El hecho de que el tepehua de Pisaflores y el totonaco de Filomeno Mata pertenecen a dos extremos de la familia lingüística nos permite reconstruir la nasal epentética para el protototonaco-tepehua. La palabra ‘palo de chijol’ contiene una nasal en las lenguas que no utilizan la nasal epentética para marcar la juntura, justificando su reconstrucción con la nasal y, de esta manera, nos permite reconstruir la nasal epentética para el nivel del protototonaco-tepehua. *ɬk’ak’a-n-k’iwiʔ ‘palo de ceniza’, cfr. *ɬk’ak’a ‘ceniza’ y *k’iwiʔ ‘árbol, palo’: tepehua de Pisaflores ɬk’aˈk’ank’iw ‘palo de chijol’, totonaco de Papantla ɬka̰ˈka̰nkḭwi ‘chijol (árbol)’, Apapantilla ɬka̰ˈka̰nˈkḭwḭ ‘chijol (árbol)’, totonaco del río Necaxa ɬka̰kanˈkḭwḭ ‘una especie de árbol’

Las vocales epentéticas de la juntura fonética en el totonaco de Filomeno Mata y el totonaco de Ocelonacaxtla reflejan el desarrollo fonológico de la pérdida de las vocales finales planas después de las consonantes sonoras, véanse algunos ejemplos en el apéndice (cfr. McFarland 2009: 21; MacKay en

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Román Lobato 2008: 8). Desde este punto de vista, las vocales epentéticas se parecen a las consonantes sandhi del inglés y del francés.

Conclusiones No ha sido el objetivo del presente trabajo hacer un estudio exhaustivo de las correspondencias que involucran a las vocales finales en todas las lenguas totonaco-tepehuas. He querido mostrar que a partir de las correspondencias regulares entre pocas lenguas se debe reconstruir un sistema complejo de las vocales finales y he examinado el potencial de esta reconstrucción para explicar las correspondencias y desarrollos fonéticos particulares en las lenguas de la familia. Se puede ver que para una reconstrucción convincente de las vocales finales, que incluye por lo menos cuatro tipos de vocales y seis procesos fonéticos que se utilizan para marcar la frase, es suficiente tener datos de tres lenguas, por ejemplo, el tepehua de Pisaflores, el totonaco de Filomeno Mata y el totonaco de Apapantilla. Las vocales finales muestran mucha variación en la familia lingüística, lo que es sorprendente si uno toma en cuenta el conservadurismo fonológico de las lenguas totonacanas. Sin embargo, esta variación se explica por el sistema de vocales finales mismo en las lenguas totonacanas: las vocales finales están asociadas con procesos fonéticos al final de la frase y en la cabeza del hablante surge un conflicto entre las formas subyacentes de representaciones léxicas y las formas de enunciación. Este conflicto se intensifica por la complejidad del sistema y el hecho de que las formas de enunciación de algunas palabras coinciden con las formas subyacentes de otras. Además, como hemos podido ver en algunos casos, el mismo proceso de la frase fonética se puede interpretar como un proceso final o un proceso medial al mismo tiempo. Es interesante que aunque el sistema de vocales finales del tepehua de Pisaflores es muy complejo, este simplifica el sistema original neutralizando una de las oposiciones de la protolengua (V < *V, *Vʔ). En conclusión propongo el siguiente sistema de las vocales finales y marcadores de la frase fonética correspondientes para el protototonaco-tepehua. Segmentos fonológicos subyacentes: *V *VV *Vh *S

Procesos finales correspondientes: > *V̥ > *VʔV̥ > *V > *S̥

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Segmentos fonológicos subyacentes: *V̰ Procesos mediales: *VnT(Z)

Procesos finales correspondientes: > *V̰ʔ Segmentos fonológicos subyacentes: < *V + *T(Z)

Además las vocales largas secundarias probablemente existían en la protolengua y la reconstrucción de su acortamiento es prometedor aunque sea problemático. La tabla presentada justifica la consideración de las vocales finales protototonaco-tepehuas como un sistema; se puede ver un juego de los núcleos vocálicos que representan combinaciones de la vocal con uno de los cuatro coeficientes –el cero, la longitud, el cierre glotal y la aspiración– y estos nunca coinciden dentro del mismo núcleo vocálico. Probablemente, en una etapa del desarrollo de la protolengua dicho sistema no se restringía a vocales finales.

Agradecimientos

Quiero expresar mi sincero agradecimiento a la gente de San Pedro Tziltzacuapan, El Tepetape y Pisaflores por compartir conmigo su lengua, pensamientos, comida y amistad, en particular, me gustaría mencionar a Claudia Allende Rosas, Conrado García, Gulmaro Ríos López y Paulino Allende Rosas. Quisiera agradecer a todos los totonaquistas que desde hace años me han ayudado con sus materiales y consejos y todavía siguen soportando mis pláticas e interminables preguntas: David Beck, Dorothy Herzog, Gerry Andersen, James Watters, José Santiago Francisco, Minerva Oropeza, Paulette Levy, Teresa McFarland, Søren Wichmann y Susan Smythe Kung. Carlos Guadalupe Heiras Rodríguez siempre será mi amigo y compañero del trabajo de campo. Este trabajo de investigación fue realizado con las becas otorgadas por el Gobierno de México a través de la Secretaría de Relaciones Exteriores (2007 y 2011) y la beca de la Fundación de Investigaciones Lingüísticas Fundamentales (2014/2015).

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ALBERT DAVLETSHIN

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LAS VOCALES FINALES, LOS PROCESOS FONÉTICOS…

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180

ALBERT DAVLETSHIN

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LAS VOCALES FINALES, LOS PROCESOS FONÉTICOS…

181

Anexo: Palabras protototonaco-tepehuas

Los datos de las lenguas modernas se presentan en el siguiente orden: – tepehua de Pisaflores (Davletshin, los datos de trabajo de campo 2007, 2011, cfr. MacKay y Trechsel 2010), – tepehua de Huehuetla (Smythe Kung s.f., 2007), – tepehua de Tlachichilco (Watters s.f.), – totonaco de Misantla (MacKay y Trechsel 2005; Castro Guevara 2011), – totonaco de Apapantilla (Reid y Bishop 1974), – totonaco del río Necaxa (Beck 2011),

– totonaco de Papantla (Aschmann 1973), – totonaco de Filomeno Mata (McFarland s.f., 2009),7 – totonaco de Coatepec (McQuown 1990), – totonaco de Zapotitlán de Méndez (Aschmann 1983). El desarrollo irregular en la sílaba final según las reglas expuestas en el texto se marca en negrita. Nótese que a veces los sustantivos incontables muestran el incremento -n en las lenguas hijas, este -n corresponde al sufijo del sustantivo plural (Brown et al. 2011: 352). El asterisco entre corchetes “(*)” se utiliza para indicar que la palabra no se reconstruye para el protototonaco-tepehua sino para el protototonaco. Para la claridad la fricativa glotal se indica como /h/, no importa si su realización fonética sea [h] o [x]. La pleca “|” indica segmentación morfémica propuesta. *haaka ‘zapote (colorado)’: ˈ haaka ‘plátano’, ˈ haak ‘–’, ˈ haaka ‘–’, ˈ haak ‘mamey’, ˈ haaka ‘–’, ˈ haaka ̰ ‘–’,

ˈ haaka ‘–’, ˈ haak h ḁ ‘zapote’, ˈ haaki ‘mamey’, ˈ haaka ‘–’ *hastaa ~ *yaastaa ‘cuñada (de un hombre), cuñado (de una mujer)’: hasˈtaa, ʔasˈtaʔ, yaasˈta ̰, yaasˈta ̰,

yaasˈta, yaasˈtaʔḁ, yaasˈta ̰ *hiniʔ ‘humo’: ˈ hin, ˈ hin, ˈ hin, ˈ hḭn, ˈ hinḭ, ˈ hinḭ,

ˈ hin, ˈ hinʔi̥ , hiˈniʔ, ˈ hinḭ 7

Le agradezco a Teresa McFarland por revisar las palabras del totonaco de Filomeno Mata (comunicación personal, 2014). Unas entradas léxicas provienen de mi trabajo de campo (2014). Nótese que McFarland (2009) no transcribe la laringealización en el totonaco de Filomeno Mata.

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ALBERT DAVLETSHIN

*huukiʔ ‘venado’: ˈ huuki, ˈ huuk, ˈ huuki ‘bestia’, ˈ huukḭ (hookU, hook), ˈ huukḭ, ˈ huukḭ,

ˈ huukḭ, ˈ huukʔi ̥, huuˈ kiʔ, ˈ huukḭ *=kaa ~ *=kuu ‘todavía’: =ˈ kaa, =ˈ kaʔ, =ˈ kaa, =ˈ kuʔu ̥, =ˈ kuʔ *k’aata ‘año’: ˈ k’aata, ˈ k’aata, ˈ ka a̰ t̰ , ˈ ka a̰ t̰ a, ˈ ka a̰ t̰ a ̰,

ˈ ka a̰ t̰ a, ˈ kaat h ḁ, ˈ kaata, ˈ kaata *k’iwiʔ ‘árbol, palo, madera’: ˈ k’iw, ˈ k’iw, ˈ k’iw, ˈ kḭʔ, ˈ kḭwḭ, ˈ kḭwḭ,

ˈ kḭwi, ˈ kiwʔi ̥, kiˈwiʔ, ˈ kiwḭ *kukatah ‘aguacate oloroso’: kuˈ katah, kukuˈtah, kukaˈtah, kukaˈtah,

kuˈ kata, kukuˈta ‘aguacate’, kuˈ kutah *kuku ‘tío’: ˈ kuku, ˈ kuuk, ˈ kuku, kuuku, ˈ kuk, ˈ kṵk,

ˈ kuku, ˈ kuk hu ̥, ˈ kuku, ˈ kuku *kukuh ‘arena’: ˈ kukuh, ˈ kuukuu, ˈ kukuh, ˈ kukuuh, kuˈ kuh, kuˈ kuh, ˈ kuku ‘arena blanca’, kuˈ ku, ˈ kukuh *kuʃiʔ ‘maíz’: ˈ kuʃi, ˈ kuuʃ, ˈ kuʃi~ˈ kuʃ, ˈ kuʃ ‘mazorca’, ˈ kuʃḭ, ˈ kṵʃḭ,

ˈ kuʃḭ, kuʃʔi ̥, kuˈʃiʔ, ˈ kuʃḭ *kuyuh ‘armadillo’: ˈ kuyuh, ˈ kuuyuu, ˈ kuyuh, kuˈyuh, kuˈyuh,

ˈ kuyu~ˈ kuyuh, ˈ kuyu, kuˈyu, ˈ kuyuh *-laa- ‘acción recíproca’: ɬaa-, ɬaa-, ɬaa-, laa-, laa-, laa-,

laa-, laa-, laa-, laa*-li ‘perfectivo’: -ɬi, -li, -li, -laɬ, -lḭ, -lḭ,

-li, -ɬi, -li, -ɬi *-lii- ‘aplicativo instrumental’: ɬii-, ɬii-, ɬii-, lii-, lii-, lii-,

lii-, lii-, lii-, lii*liiy ‘(el) mañana’: ˈɬiiy, ˈɬiʔ, ˈɬiy, laqa|ˈ lii, laqa|ˈ lii, la ʔ̰ a a̰ ̰|ˈ lii,

ʧa a̰ ̰|ˈ li, ʧaa|ˈ lii, ʧaaˈ liʔ, ʧaa|ˈ lḭ *ɬkaka ‘picoso’: ˈɬkaka, ˈɬkak, ˈɬkaka, ˈɬkaka, ˈɬkaka ̰,

ˈɬkaka, , ˈɬkaka *ɬk’ak’a(ʔ) ‘ceniza’: ˈɬk’ak’a, ˈɬk’ak, ˈɬk’ak’, ˈɬka k̰ , ɬka ̰ˈ ka ̰|n, ɬkaˈ ka|n,

ˈɬka k̰ a ̰, ˈɬkakʔḁ, ɬkaˈ kaʔ, ˈɬka k̰ a ̰ *ɬk’ak’ank’iwiʔ ‘una especie de árbol (palo de chijol)’: ɬk’aˈ k’ank’iw, ɬka ̰ˈ ka n̰ ˈ kḭwḭ, ɬka k̰ anˈ kḭwḭ,

ɬka ̰ˈ ka n̰ ˈ kḭwi *ɬpaw ‘pagua (árbol y fruta)’: ˈɬpaw, ˈɬpaw, ˈ lpaw, ˈɬpaw ̥, ˈɬpaw ̥,

ˈɬpaw, ˈɬpawʔḁ , ˈɬpu, ˈɬpuh~ˈɬpaw (*)ɬukuʔ ‘cueva, agujero’, literalmente, ‘lo agujerado’, vs. *ɬukuku ‘agujerado’: ˈɬṵkṵ, ˈɬṵkṵ,

ˈɬukṵ, ˈɬukʔu ̥, ɬuˈ kuʔ, ˈɬṵkṵ

LAS VOCALES FINALES, LOS PROCESOS FONÉTICOS…

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*ɬukuku ‘agujerado, cueva’, vs. *ɬukuʔ ‘cueva, agujero’: ɬuˈ kuku, ɬuˈ kuk, ɬuˈ kuk, ɬṵˈ kuku, ɬṵˈ kṵkṵ,

ɬuˈ kṵkṵ, suˈ kuk hu ̥~ɬoˈqoqho ̥, ɬṵˈ kṵkṵ *halukut ‘hueso’: ha|ˈ lukut, ʔa|ˈ lukut, ˈ lukuti, ˈ lukut, luˈ kut, luˈ kut,

ˈ lukut, ˈ lukut hi ̥, luˈ kut, ˈ lukut *ɬuuwaʔ ‘mucho’: ˈɬuw, ˈɬuu,8 ˈ laa, ˈɬuʔ, ˈɬuuwa ̰, ˈɬuuwa ̰,

ˈɬuuwa, ˈɬuuwʔḁ, ɬuuˈwaʔ, ˈɬuuwa ̰ *luuwaʔ ‘víbora’: huuki|ˈ luw ‘mazacuate (una especie de víbora)’, ˈ luu,9 kuʃi|ˈ luu ‘lanza (una especie de víbora)’,10 ˈ luu,11 ˈ luuwa ̰, ˈ luuwa ̰,

ˈ luuwa, ˈ luuwʔḁ, luuˈwaʔ, ˈ luuwa ̰ *maaɬkuyuu ‘la luna’: maaɬkuˈ yuu, maaɬkiˈ yuʔ~maaɬkiˈ yaʔ, maaɬkuˈyuu, maaɬkuˈyṵ, maaɬkuˈyṵ *mantah ‘camote (Ipomoea batatas)’: ˈmantah, ˈmaantaa, ˈmantah, spataa|ˈ muntaɬ,12 ma n̰ ˈtah, manˈtah,

ˈ manta, ˈmanta, manˈta, ˈma n̰ tah *maqat ‘lejos’: ˈmaqat, ˈmaqata, ˈmaqati, ˈmaqa t̰ , maˈqat, ma ̰ˈʔat,

ˈmaqat, ˈmaqat hi ̥, maˈqat, ˈmaqat *maʦat ‘sal’: ˈmaʦat, ˈmaʦat, ˈmaʦati, ˈmaʦat, maˈʦat, maˈʦat,

ˈmaʦat, ˈmaʦat hi ̥, maˈʦat, ˈmaʦat *munqʃnuu ‘búho’: muqʃˈnuu, moqʃˈnuʔ, mo n̰ qʃˈnṵ, moŋʃˈ nṵ,

munqʃˈ nu, munqʃˈ nuʔu ̥, munqʃˈ niʔ, munqʃˈnṵ *nati ‘madre’: ˈnati (ʔaqsˈ|nati ‘guajolota’), ˈnati (ʔaqsˈ|nati ‘guajolota’), ˈnati (ʔaqsˈ|nati ‘guajolota’), ˈs|nati ‘guajolota’, ˈs|na t̰ ḭ ‘guajolota’,

ˈs|nati ‘la hembra de las aves’, ˈs|nati ‘pavita’, ˈs|nat ‘hembra de las aves, pava, totola’ *nipʃiʔ ‘calabaza’: ˈnipʃi, ˈnipʃ, ˈniwkʃi, ˈnipʃi, ˈnipʃḭ, ˈnipʃḭ,

ˈnipʃḭ, ˈnipʃʔi ̥, nipˈʃiʔ, ˈnḭpʃḭ *-nV1V1 < *-nV1n-ʔV ‘sufijo de sustantivos agentivos derivados de verbos’: -ˈnV1V1, -ˈnV1ʔ, -ˈnV1V1, -ˈnV1̰ ʔ, -ˈnV1̰ , -ˈnV1̰ ,

-ˈnV1V1, -ˈnV1ʔV1̥ , -ˈnV1ʔ, -ˈnV1̰

8 9 10 11 12

En las lenguas tepehuas las secuencias /uw/ se realizan como [uu]. Véase nota 8. Véase nota 8. En el totonaco de Misantla /w/ al final de la palabra se realiza como [ʔ]. En el totonaco de Misantla /h/ al final de la sílaba se realiza como [ɬ].

184

ALBERT DAVLETSHIN

*papa ‘hombre’: paˈpa|a~puˈpa|a, paˈpa|ʔ~puˈpa|ʔ, ˈpap ‘abuelo’, papa|ˈʦiin ‘viejo’, ˈpap ‘abuelo’,

ˈpapa ‘abuelo, anciano’, ˈpaph ḁ ‘abuelo’, ˈpapa ‘–’ *paaq’a(ʔ) ‘papán’: ˈpaaq’a, ˈpaqa ‘una especie de pájaro’, ˈpaaʔa, ˈpaaqa ̰, ˈpa a̰ ʔ̰ a ̰,

ˈpaaqa ̰, paaqʔḁ, ˈpaaqa ̰ *panamaak ‘algodón’: paaˈ nimaak, paaˈ niimak, paaˈ nimaaki, puˈ luumaak, panaˈmaak, panaˈmaak,

paˈnamaak, paˈnamaaki, puynaˈmaaki, paˈnamaak *paqɬʧa ‘jitomate’: ˈpaqʧa, ˈpaqʧi, ˈpaqʧa, ˈpaqɬʧa, ˈpaqɬʧa, ˈpa ʔ̰ ɬʧa ̰,

ˈpaqɬʧa, ˈpaqɬʧʔḁ, ˈpaqɬʧa *p’aʃniʔ ‘pecarí’: ˈp’aʃni ‘puerco’, ˈp’aʃni ‘–’, ˈp’aʃni, ˈpa ʃ ̰ nḭ, ˈpaʃnḭ,

ˈpa ʃ ̰ ni, ˈpaʃn ̥ʔi ̥, paʃˈniʔ, ˈpa ʃ ̰ nḭ *q’aaʃiʔ ‘jícara (fruta y vasija)’: ˈq’aaʃi ‘güira (árbol y fruta), la jícara que se hace de su fruta’, ˈʔaaʃ, ʔaaʃi ‘bandeja’, ˈqa a̰ ʃ ̰ , ˈqa a̰ ̰ʃ ‘fruta y vasija’, ˈqa a̰ ̰ʃ ‘fruta y vasija’,

ˈqa a̰ ʃ ̰ ḭ, ˈqaaʃʔi ̥, qaaˈʃiʔ, ˈqa a̰ ʃ ̰ ḭ ‘batea, xical’ *qayʃtah ‘cal’: ˈqayʃtah, ˈqayʃtah, ˈqaʃtaɬ,13 qaʃˈtah, ʔeʃˈtah,

ˈqaʃta, ˈqaʃta, ˈqaʃtah *saast’i(ʔ) ‘nuevo’: ˈsaast’i, ˈsaast’i (ˈsaasti), ˈsaast’i, ˈsaasti, ˈsaastḭ, ˈsaastḭ,

ˈsaastḭ, ˈsaasthi̥ , ˈsaastiʔ, ˈsaastḭ *sakah ‘taltuza’: ˈsakah, ˈsaakaa, ˈsakah, saˈ kah, saˈ kah ‘tuza real’, saˈ kah,

ˈsaka, ˈsaka, ˈsakah *saqsiʔ ‘dulce’: ˈsaqsi, ˈsaqsi, ˈsaqsi, ˈsiksi, ˈsa q̰ sḭ, ˈsḛʔsḭ,

ˈsa q̰ sḭ, ˈseqsʔi ̥, saqˈsiʔ, ˈsa q̰ sḭ *sipih ‘cerro’: ˈsipih ‘nombre de un cerro mitológico’, ˈsapiih, ˈsipeh|ˈspuun ‘faisán’,14 siˈpeh,

ˈsipi, ˈsipi, siˈpi, ˈsipih *skaata ‘piojo’: ˈskaata, ˈskaata, ˈskaata, ˈskaat, ˈskaata, ˈskaata ̰,

ˈskaata, ˈskat h ḁ, ˈskaati, ˈskaata *ʃkahaak ‘ocote’: ˈʃkahaak, ˈʃkahaak, ˈʃkahaki, ʃkaˈ hak, ʃkaˈ hak, ˈʃkahaak *ʃkapuu ‘una especie de crustáceo’: ʃkuˈpuu ‘burrito (camarón velludo)’, ʃkuuˈpuʔ, ʃkaˈpuu ‘acamaya’, ʃkuˈpṵ ‘chacal 13 14

Véase nota 12. En el totonaco de Apapantilla y en el totonaco del río Necaxa la vocal alta se abre cuando le sigue una fricativa glotal.

LAS VOCALES FINALES, LOS PROCESOS FONÉTICOS…

185

(una especie de camarón)’, ʃkuˈpṵ ‘una especie de camarón’,

ˈʃkapṵ ~ˈʃkupṵ ‘la acamaya nana (una especie de camarón)’, ʃkuˈpuʔu ̥, ˈʃkapu, ˈʃkapṵ *skaw ‘conejo’: ˈskaw, ˈskaw, ˈskaw ̥, ˈskaw ̥,

ˈskaw, ˈskaw *snapapa ‘blanco’: ʃnaˈpapa ‘blanquizco’, ʃnaˈpapa ‘blanco, güero’, snaˈpapa, snaˈpap, snaˈpa p̰ a ̰,

sna p̰ apa, snaˈpaph ḁ, snaˈpapa, snaˈpapa *sq’uq’u(ʔ) ‘salado’: ˈsq’uq’u, ˈsqoqo, ˈsʔoʔo, ˈʃkṵk ‘bien de sal’, ˈsqo q̰ o ̰, ˈs’o ʔ̰ o ̰,

ˈsqo q̰ o, ˈsqoqho̥ , ˈsqo q̰ o *st’aku ‘estrella’: ˈst’aku, ˈstaku, ˈst’aku, ˈsta k̰ u, ˈsta k̰ u, ˈsta k̰ ṵ,

ˈsta k̰ u, ˈstak hu ̥, ˈstuku, ˈsta k̰ u *stapu ‘frijol’: ˈstapu, ˈstapu, ˈstapu, ˈstapu, staˈpu|n, ˈstapu|n,

ˈstapu, ˈstaphu ̥, ˈstapu, ˈstapu *stayaʔ ‘ardilla’: ˈstay, ˈstay, ˈstaay, ˈstayḭ, ˈsta ̰ ya ̰,

ˈstaya, ˈstayʔḁ, staˈyaʔ, ˈstayḭ *taataa ‘abuelo’: taaˈtaa, taaˈtaʔ, taaˈta ̰ ‘padre’, taaˈta ̰ ‘padre, macho’,

ˈtaata ‘padre’, ˈtaata ‘abuelo’, taaˈtaa~ˈtaatah ‘padrecito, abuelito’ *t’ahnii ~ *t’ahnaa ‘guajolote (macho)’: t’ahˈnii, t’ahˈniʔ, t’ahˈnii, ta h̰ ˈna ̰, ta h̰ ˈna ̰ ‘– (genérico)’, tahˈnaʔ, ta h̰ ˈna ̰ *t’aku ‘mujer’: t’aˈ ku|u, t’aˈ ku|ʔ, t’aˈ ku|u ‘hembra’, ˈta k̰ u, ˈto q̰ o ‘mujer vieja, abuela’, ˈto ʔ̰ o ̰ ‘vieja, partera’, ˈtaqho ̥ ‘abuela, partera’, ˈtuqu ‘anciana’, ˈta q̰ o ‘abuela, ancianita’ *ʦii ‘hija’: ˈʦii, ʔa|ˈʦiʔ, ˈʦii, ˈʦḭḭ|t ‘madre’, ˈʦḭḭ ‘–’,

ˈʦe ‘–’, ˈʦiʔi|t hi ̥ ‘hembra’, ˈʦiʔ ‘madre’, ˈʦḭ ‘–’ *ʧawilaa ‘guajolote (hembra)’: ʧawˈ laa, ʧawˈ laʔ ‘genérico’, ʧawˈ laa ‘–’, ʧaawaˈ la ʔ̰ , ʧaawiˈ la ̰,

ʧawiˈ la ‘– (genérico)’, ʧaawiˈ laʔḁ, ʧuwiˈ laʔ *=ʧaʔ ‘ya’: =ʧa, =ʧ, =ʧa, =ʧu, =ˈʦa̰ , =ˈʦa̰ , =ʦʔḁ (*)ʧaw ‘tortilla’: ˈʧa,15 ˈʧaw ̥, ˈʧaw ̥ (Chicontla) ~ ˈʧoh (Patla),

ˈʧaw, ˈʧawʔḁ, ˈʧu, ˈʧuh~ˈʧaw (*)ʧiinaʔ ‘pus’: ˈʧiin, ˈʧiina ̰, ˈʧiina ̰,

ˈʧiin, ʧiinʔḁ, ˈʧiina ̰ 15

En el totonaco de Misantla /w/ al final de la palabra se realiza como [ʔ] y el cierre glotal desaparece dentro de la frase fonética.

186

ALBERT DAVLETSHIN

(*)ʧ’iʃkuu ‘hombre’: ʧḭʃˈ kuʔ, ʧḭʃˈ kṵ, ʧiʃˈ kṵ,

ʧiʃˈ ku, ʧiʃˈ kuʔu ̥, ʧiʃˈ kuʔ, ʧḭʃˈ kṵ (*)ʧiʧii ‘perro’: ʧiˈʧiʔ, ʧiˈʧḭ, ʧiˈʧḭ,

ʧiˈʧi, ʧiˈʧiʔi ̥, ʧiˈʧiʔ, ʧiˈʧḭ *tihiʔ ‘camino’: ˈtiih, ˈtii, ˈtii|n, ˈtiiɬ, ˈteh,16 ˈteh,

ˈtihi|a, ˈtihʔi ̥, tiˈ hiʔ, ˈtihḭ *ʧ’uuniʔ ‘zopilote’: ˈʧ’uun, ˈʧ’uun, ˈʧ’uun, ˈʧṵṵnḭ, ˈʧṵṵnḭ,

ˈʧṵṵn, ˈʧuunʔi ̥, ˈʧuun, ˈʧṵṵn *ʦapuulaʔ ‘gusano’: ʦaˈpuuɬ, ʦaaˈpuuh, ʦaˈpul, ʦaˈpuula ̰, ʦaˈpuula ̰ ‘lombriz intestinal’ *tɬ’aktɬ’a(ʔ) ‘elote’: ˈt’akt’a, ˈt’akt’a, ˈt’akt’a, ˈʦa q̰ ʦa ̰, ˈʦa ʦ̰ a ̰,

ˈtɬa q̰ tɬa ̰, ˈʦaqʦʔḁ, tɬaqˈtɬaʔ, ˈtɬa q̰ tɬa ̰ *ʔuuniʔ ‘viento’: ˈʔuun, ˈʔuun, ˈun, ˈṵṵn, ˈṵṵnḭ, ˈṵṵnḭ,

ˈṵṵn, ˈʔuun, ˈʔuun, ˈṵṵn

16

Véase nota 14.

Prehistoria lingüística

Prehistoria yuto-azteca en torno al contexto mesoamericano Jane H. Hill1,2

Introducción El presente capítulo ofrece un avance de datos nuevos en cuanto a la hipótesis de un origen mesoamericano de la familia lingüística yuto-azteca. Asimismo, presento un resumen con las hipótesis alternativas recientemente planteadas. Simultáneamente, esbozo los puntos principales de la hipótesis del origen mesoamericano y menciono algunas de las críticas más importantes. Posteriormente, abordo el tema de la posible presencia de “mesoamericanismos” en idiomas yuto-aztecas ubicados en los márgenes de la distribución geográfica de la familia. Defino “mesoamericanismos” como aquellos elementos léxicos que se han identificado previamente como préstamos que circulan en los idiomas mesoamericanos.

Prehistorias yuto-aztecas: las hipótesis principales Durante las décadas recientes, estudiosos de los idiomas yuto-aztecas han propuesto por lo menos cuatro hipótesis sobre la zona geográfica de origen, es decir, su homeland y los contornos principales de su prehistoria. Quizá el trabajo más influyente es el de Fowler (1983), quien reconstruyó cuidadosamente, con detalles minuciosos y un análisis riguroso, un vocabulario protoyuto-azteca (pya) para plantas y animales. Teniendo en cuenta los avances en investigaciones en el campo de la lingüística histórica yutoazteca, no todas sus reconstrucciones permanecen válidas; no obstante,

1 2

Universidad de Arizona. Jane Hassler Hill (27 de octubre de 1939 - 2 de noviembre de 2018) fue una filóloga, antropóloga, profesora universitaria y lingüista estadounidense que trabajaba las lenguas amerindias de la familia uto-azteca, quien realizó grandes contribuciones al estudio de las lenguas indoamericanas.

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Jane H. Hill

sobran amplias evidencias de acuerdo con sus conclusiones. Basándose en aquella reconstrucción, Fowler identificó la zona biogeográfica de la protocomunidad yuto-azteca en las tierras altas de la cuenca del río Gila, en Arizona, Nuevo México, Chihuahua y Sonora. Sugirió, además, que la cultura arqueológica “Cochise” se ubicaba en aquella región desde hace aproximadamente 5 000 años, en donde probablemente incluyó comunidades protoyuto-aztecas. Una reconstrucción clave realizada por Fowler (1983) es la palabra para ‘agave’, género botánico con especies comestibles y también una fuente importante de fibra. La reconstrucción más reciente es protoyuto-azteca (pya) *(a)muwV (Stubbs 2011: 3). Las otras plantas y animales presentes en el inventario reconstruido por Fowler, al nivel protoyuto-azteca, se encuentran desde Chiapas hasta Columbia Británica. Sin embargo, considero con seguridad que la palabra para ‘agave’ indica que el lugar de origen yuto-azteca no puede estar ubicado más allá de los límites norteños de la distribución geográfica de estas plantas, a 36° 30′ de latitud (distribución que incluye el desierto Mojave de California oriental y el sur del estado de Nevada, al lado de la cuenca del río Gila). La segunda hipótesis, desarrollada por Nichols (1981) y basada en la presencia de un juego de posibles préstamos yuto-aztecas en otros idiomas de la región, sugiere una ubicación de las comunidades protoyuto-aztecas en el valle central de California. Es necesario mencionar esta hipótesis porque actualmente ha sido retomada por Shaul (2014). Un problema importante para su planteamiento es que los préstamos todavía válidos reconocidos por Nichols son de origen tübatülabal o númico (Hill 2014), etapa mucho más tardía que la protoyuto-azteca. Además, en el contexto biogeográfico reconstruido por Fowler (1983) no se incluyen las regiones de California sugeridas por Nichols (1981) y Shaul (2014). La tercera hipótesis, de Merrill et al. (2009), propone un lugar de origen protoyuto-azteca en la Gran Cuenca de Norteamérica, pero de nueva cuenta, los datos de Fowler refutan tal posibilidad. Merrill et al. propusieron para la protocomunidad yuto-azteca una fecha de 6900 aC, lo cual resulta poco probable. Su argumento se basa en la utilización de evidencia negativa, es decir, la ausencia de evidencia, soporte notoriamente frágil. En síntesis, Merrill et al. notan (con razón) que el vocabulario protoyuto-azteca reconstruido hasta la fecha no incluye palabras para ‘piñón’ (un género de pinos con nueces comestibles) y ‘encino’, árbol de gran importancia económica para muchos grupos yuto-aztecas y que no tienen presencia en la flora de

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la Gran Cuenca durante un episodio climático frío entre 9700 y 6900 aC. De acuerdo con estos datos, Merrill et al. (2009) concluyen que la Gran Cuenca fue el lugar de origen de la comunidad protoyuto-azteca. El problema con este tipo de inferencia es que los vocabularios reconstruidos contienen sólo una muestra del vocabulario real de una protocomunidad. Por ejemplo, tampoco se reconstruyen palabras protoyuto-aztecas para ‘pie’, ‘cuero/piel’, ni ‘padre’, y no por ello concluimos que a la gente de la comunidad protoyuto-azteca le faltaban pies, pieles o padres. Obviamente, la ausencia de dos palabras en el protoidioma reconstruido es insuficiente para refutar el trabajo de Fowler (1983), quien presenta una reconstrucción del contexto prehistórico biogeográfico basado en un juego de 27 palabras reconstruidas, entre las cuales 16 permanecen válidas. Todos los autores de las hipótesis mencionadas comparten la posición de que la comunidad protoyuto-azteca estaba compuesta por cazadoresrecolectores. También comparten la suposición de que los antecesores de los grupos yuto-aztecas sureños adoptaron el cultivo de maíz en una fecha posterior a la fragmentación de la comunidad protoyuto-azteca. Según esa conjetura, la incorporación del cultivo en los sistemas de subsistencia impulsaría una expansión gradual hacia el sur, con la llegada a los márgenes del mundo mesoamericano a una fecha relativamente tardía y seguramente dentro de la era después de Cristo. Durante aquella época, el cultivo de maíz se extendió tardíamente a unos pocos grupos yuto-aztecas norteños, incluyendo los hopi, los pueblos númicos sureños y los cahuilla. Merrill (2012) ha desarrollado una rigurosa y detallada interpretación del vocabulario de cultivo desde este punto de vista. Hasta hace muy poco compartí esta opinión y la consideré definitivamente establecida. La hipótesis que he planteado recientemente (véase Hill 2001, 2008, 2012) tiene como elementos principales los siguientes: el lugar de origen de la comunidad protoyuto-azteca se podría haber ubicado en cualquier zona entre Jalisco en el sur y el desierto Mojave en el norte, pero antes de la fragmentación, los hablantes del idioma protoyuto-azteca estaban en contacto con cultivadores, que hablaban un idioma (o varios idiomas) otomangue(s). A partir del contacto con esta gente, los grupos de antecesores yuto-aztecas adoptaron el cultivo de maíz –sugerencia ya originalmente propuesta por Romney (1957)– y la idea de la cerámica, y tomaron prestadas palabras otomangues en estos dominios semánticos (Hill 2012). A menos que creamos que las comunidades otomangues se habían extendido hasta zonas muy al norte de su territorio actualmente documentado, esa evidencia de contacto sugiere que la comunidad proto-yuto-azteca estaba

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ubicada dentro o cerca de los márgenes al noroeste de Mesoamérica. He sugerido (ibidem) que los grupos otomangues involucrados en el supuesto contacto no eran antecesores otopames, pero sí comunidades de una fecha más temprana, tal vez los ‘otochinantecos’ que menciona Kaufman (1990). Según este modelo, la trayectoria principal de la expansión yuto-azteca estaba dirigida al norte, no al sur. Notando una coincidencia entre los datos lingüísticos y los datos arqueológicos presentados por Matson (1991) y LeBlanc et al. (2007), he propuesto que las comunidades vanguardistas del habla protoyuto-azteca norteña llegaron al Altiplano del Colorado en una fecha entre 1500 y 1000 aC. cerca del 500 aC, tal vez antes de su fragmentación, se extendieron hasta la parte oriental del desierto de Mojave (rumbo a Las Vegas, en la cuenca baja del río Virgen), región donde Lyneis (1995) y Ahlstrom y Roberts (2008) han recuperado evidencia del cultivo intermitente de maíz desde el 300 aC. Los antecesores de los pueblos de California y de la Gran Cuenca, habiendo llegado más allá de los límites del régimen de lluvias que permite el cultivo de maíz, lo abandonaron a favor de una explotación de recursos silvestres, como las bellotas y los piñones. Originalmente empecé a trabajar dentro de este marco hace casi 20 años, cuando el arqueólogo Jonathan Mabry me solicitó investigar el vocabulario del cultivo en los idiomas yuto-aztecas, al encontrar evidencias de este cultivo en la cuenca de Tucson desde 2000 aC. Es pertinente mencionar que el mismo Mabry (uno de los coautores en Merrill et al. 2009) prefiere un modelo de difusión y no de migración para explicar la distribución del cultivo de maíz en el suroeste de los eua. Al seguir la sugerencia de Mabry, revisé por primera vez los datos nuevos sobre el idioma hopi, recolectados en el proyecto del diccionario hopi dirigido por mi esposo Kenneth C. Hill. Inmediatamente encontré en su base de datos palabras cognadas no reconocidas antes en el dominio del cultivo. Otro estímulo fue la presentación del arqueólogo Peter Bellwood en una conferencia en el Departamento de Antropología de la Universidad de Arizona en 1997, en la que Bellwood sugirió su idea de que la familia yuto-azteca debía estar incluida en la lista de candidatos a first farmers (los primeros agricultores) (véase Bellwood 2005). Cabe aclarar que no estoy completamente de acuerdo con Bellwood. Su posición sostiene que es casi imposible que los cazadores-recolectores adoptaran el cultivo, y por ello, el proceso más frecuente es el simple reemplazamiento de su población por agricultores recién llegados a su territorio. Mis datos refutan esta postura extrema, ya que he identificado huellas léxicas de dos episodios de difu-

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sión, uno desde comunidades otomangues hasta comunidades proto-yutoaztecas (Hill 2012) y otro desde comunidades protoyuto-aztecas norteñas hasta comunidades protocayguatanos (Hill 2008). Entiendo “migración” como un proceso complejo que involucra contacto intenso entre agricultores y cazadores-recolectores, inclusive la incorporación de esa gente, especialmente las mujeres, en las comunidades de cultivadores, con la formación consecuente de alianzas íntimas de parentesco entre los dos grupos. Anthony (1990) señala que el auge de las migraciones generalmente está compuesto por grupos de hombres jóvenes; sospecho que en el caso yuto-azteca, el impulso inicial de sus exploraciones hacia el norte no fue la presión demográfica (la evidencia recompilada por los genetistas indica que en el suroeste de los eua el surgimiento de tal presión fue muy tardío [Kohler et al. 2008]), sino otros factores, como por ejemplo, la atracción del comercio de turquesa, obsidiana, y conchas. Antes de seguir, quisiera advertir que la hipótesis que he resumido arriba no está directamente relacionada con las disputas sobre la historia de los pueblos nahuas. He propuesto la fecha de 4200 aC para el término de la etapa protoyuto-azteca (Hill 2012), fecha anterior más de dos mil años a la aparición de las primeras huellas de los pueblos nahuas en Mesoamérica. Sin embargo, asumo como definitivamente establecido el hecho de que la comunidad protonahua se ubicaba dentro de la zona tropical y que estaba compuesta por agricultores con una herencia muy antigua de cultivo.

¿Por qué presento una hipótesis de una comunidad protoyuto -azteca de agricultores mesoamericanos? Los principales indicios para la hipótesis que he desarrollado sobre una protocomunidad yuto-azteca ubicada dentro o cerca de los márgenes de Mesoamérica, y cuya población incluía algunos cultivadores, son las siguientes (Hill 2012): a) La reconstrucción de un juego de palabras empleadas y reconstruidas en el protoyuto-azteca para el cultivo del maíz. b) La reconstrucción de un juego de palabras al protoyuto-azteca para la cerámica. c) La posible presencia en los dos juegos de préstamos de un origen otomangue (indicados por pares sinónimos o casi sinónimos con la consonante inicial **s y **k~kw).

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d) La presencia de metáforas que vinculan el maíz con la hierba y el color verde, encontradas en los idiomas yuto-aztecas y otomangues, pero no en otros idiomas mesoamericanos. e) La presencia de metáforas que vinculan las ideas de olla, barro y excremento, encontradas en los idiomas yuto-aztecas y otomangues, pero no en otros idiomas mesoamericanos. f) La presencia de préstamos de origen yuto-azteca temprano en otros idiomas mesoamericanos (p. ej. Dakin 2001; Dakin y Wichmann 2000). Antes de seguir en una nueva línea de evidencia en la investigación de la presencia de ‘mesoamericanismos’ en los idiomas yuto-aztecas, tengo que mencionar las críticas más importantes de la hipótesis de su origen mesoamericano. En primer lugar, casi todos los cognados en el vocabulario del maíz en las lenguas norteñas vienen de un solo idioma, el hopi. Del hopi, tenemos de un diccionario mucho más amplio que cualquier otro diccionario disponible para otros idiomas yuto-aztecas norteños. Salvo los hopi, unos pocos pueblos númicos sureños y algunas bandas de los cahuilla, los pueblos norteños no han practicado el cultivo desde hace mil años, por ende, sería sorprendente si sobreviviera en sus idiomas un vocabulario para el cultivo. En fin, casi todos los etnógrafos y lingüistas que han trabajado con los pueblos númicos y táquicos, los han identificado como cazadores-recolectores, y de acuerdo con esa presuposición, no exploraron el campo del cultivo. La idea de una involución, es decir, la pérdida de la costumbre de cultivar a favor de una vida cazadora-recolectora, todavía resulta controvertida entre antropólogos (véase Balée [2000] para una discusión de ejemplos en Sudamérica y Lastra [2006] para un ejemplo mesoamericano). Dadas estas circunstancias, es destacable que casi todos los idiomas númicos mantienen un reflejo regular, inclusive su significativo, de pya *ɨca ‘sembrar’. Desde la primera publicación de la hipótesis, he encontrado dos palabras cognadas en el dominio del maíz en los idiomas de California. En la muy escasa documentación del gabrielino compilado por J. P. Harrington, he encontrado la palabra compuesta $ongáxey ‘tortilla’, con $ong- de pya **su(hu)nu- ‘maíz’, y -axe-y ‘cosa para comer, pinole’.3 En luiseño, otro 3

La palabra citada viene de una sola ficha en copias recopiladas de las notas de campo de Harrington por Kenneth C. Hill en 1970, antes de la deposición en el Instituto Smithsonian.

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idioma de California, encontré $aax-ish ‘trigo, cereales’, probablemente de **saki ‘esquite, granos de maíz tostados’. Merrill et al. (2010) cuestionan la forma, reclamando que al luiseño le faltan reflejos de pya **k antes de /_i. En cuanto a pya **su(hu)nu- ‘maíz’, Kaufman y Justeson (2009: 226) cuestionan la validez del cognado hopi, lo que representan como ‘sonowï’ en vez de la forma correcta, y declaran que tal representación no es un cognado con la palabra pya mencionada. Pero su transcripción no tiene fundamento: la palabra hopi es songowï ‘Calamovilfa gigantea’ (Hopi Dictionary Project 1998: 520). La planta es una especie de carrizo, semejante al maíz, y la palabra correcta tiene perfecta correspondencia fonológica con el juego de cognados para pya **su(hu)nu- ‘maíz’. Resulta desafortunado que dicho error haya sobrevivido al dictamen. Junto con los cognados hopi publicados en Hill (2001, 2003, 2012), identifiqué un juego de cognados para maíz que quizá tiene un origen pya norteño. El juego incluye la palabra hopi haani ‘masa de maíz molida con una consistencia fina’ y la del comanche haníibi ‘maíz’. Merrill (2012) añadió hániibï ‘maíz’ del shoshoni norteño y hanibi ‘maíz’ del payute norteño, en otra rama del grupo númico. Ni el payute norteño (de la rama númica occidental, hablado en los estados de Oregon y Idaho) ni el comanche (de la rama númica central, con comunidades ubicados en las Grandes Llanuras) tiene ninguna tradición del cultivo documentada en los registros etnográficos. Es difícil explicar la correspondencia léxica de estas palabras para ‘maíz’ sin considerar la posibilidad de que representen una herencia en los tres idiomas de una palabra pya norteña, la que sugiere la presencia del cultivo en aquella comunidad. Dada la escasez de recursos léxicos para la mayoría de los idiomas norteños, es poco probable que encontremos más palabras en el dominio de ‘maíz’ y es necesario explorar otra clase de evidencia. Las críticas a la hipótesis de la presencia del cultivo en la protocomunidad norteña han ignorado casi completamente el trabajo donde presenté evidencia de un intercambio de vocabulario entre una comunidad pya norteña y la comunidad protocayguatano (pct) (Hill 2008). Durante ese episodio de intercambio, el pct tomó prestado vocabulario pya en el dominio del cultivo del maíz, y el pya, a su vez, tomó préstamos del vocabulario pct en el dominio de las plantas silvestres con importancia económica del Altiplano del Colorado. Los datos lingüísticos se equiparan notablemente con las evidencias reporTambién existe una palabra semejante, $angaxey ‘pan de bellota’, de prototáquico *$awi-.

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tadas por Matson (1991, 2003) sobre la difusión del maíz desde la cultura “Cesteros Occidentales II”, agricultores nuevamente llegados al Altiplano del Colorado, y los “Cesteros Orientales II”, cazadores-recolectores autóctonos de la región. La fecha según Matson es aproximadamente de 1000 aC. Los datos lingüísticos apoyan fuertemente la hipótesis de Berry y Berry (1986), Matson (1991, 2002) y LeBlanc et al. (2007) de que los “Cesteros Occidentales II” fueron hablantes de un idioma yuto-azteca. Pienso que los hopi son los descendientes de esos cultivadores en la región de las “Cuatro Esquinas”. Otro dato importante es que una palabra para el árbol de mezquite, *ʔo:, se reconstruye para el pya norteño (aunque no está confirmada en el hopi, surgiendo la posibilidad de una separación entre los hopis y los otros grupos en una fecha temprana). La distribución geográfica de los mezquites no se extiende hasta el Altiplano del Colorado donde viven hoy los hopi, pero sí incluye la cuenca baja del río Virgen y el desierto de Mojave oriental, una zona donde los arqueólogos Ahlstrom y Roberts (2008) han identificado evidencia del cultivo de maíz intermitentemente desde aproximadamente el 300 aC. Creo que estos agricultores incluyeron a los antecesores de los grupos númicos y los grupos yuto-aztecas de California. La segunda dirección perseguida por las críticas es la probabilidad de que muchas de las palabras en el vocabulario del maíz de varios de los idiomas yuto-aztecas deriven, por cambios semánticos, de palabras originalmente localizadas en el dominio de las plantas silvestres. Estoy de acuerdo con esta opinión. Mi argumento es que los cambios semánticos ocurrieron antes de la fragmentación del protoidioma. Tal acercamiento utiliza el principio de economía: es muy poco probable que todas estas palabras hayan cambiado su sentido independientemente en todos los idiomas involucrados. Merrill (2013) acaba de presentar los mejores argumentos hasta la fecha para la unidad filogenética de todos los idiomas yuto-aztecas sureños. Tengo algunas preguntas sobre sus datos (que van mas allá del presente capítulo), pero si Merrill tiene razón, entonces mi argumento que utiliza el principio de economía se vuelve más débil, debido a que los cambios pudieron haber ocurrido solamente dos veces, una en el tronco común sureño y otra en el norte. La tercera crítica cuestiona las etimologías mismas y los detalles comparativos, y con razón, porque algunos de los juegos de cognados que he sugerido presentan muchos problemas. Sin embargo, algunas de estas críticas no resultan válidas (como el caso del error de Kaufman y Justeson (2009) sobre el hopi songowï, mencionado anteriormente. Más adelante

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discuto otra crítica más de Kaufman y Justeson sobre la etimología de la palabra hopi paatsama).

“Mesoamericanismos” en los idiomas en la periferia yuto-azteca Dejando esta larga introducción, quisiera iniciar una nueva vía de investigación en torno a la posible presencia de “mesoamericanismos” en los idiomas de la periferia norteña yuto-azteca: conjunciones de forma y sentido ya reconocidas como parte de un sistema de préstamos en circulación dentro de las redes culturales mesoamericanas a una fecha temprana. Discuto cinco ejemplos: %paʔtza ‘desgranar’, %pot ‘moler’, %sa- ‘calentar’, %ku ‘maíz’, y %su:k~hu:k ‘venado’. La cantidad es pequeña, y tenemos que estar conscientes de la posibilidad de que las semejanzas se encuentren sujetas a la casualidad y que históricamente no sean significativas. Sin embargo, quisiera abrir, aunque en una manera preliminar y con cautela, esta avenida de investigación. Para evitar cualquier confusión, uso el signo de porcentaje (%) para designar las palabras como “Wanderwörter”, con lugar de origen y forma original desconocida.

%paʔtza ‘desgranar preparar tortillas’ Campbell y Kaufman (1976: 85) registraron desigualmente el radical %paʔtza. Campbell y Langacker (1978: 278) y Campbell (1997: 418, n. 24) modificaron y amplificaron la lista original. Actualmente la lista incluye las formas e idiomas en (1). 1) xinca pa:c’i ‘moler, masa’; protochol-tzeltal *pac ‘tamal’ (chol pac ‘tamal con frijoles tiernos’, cholti pa ‘tortilla’, peče ‘preparar tortillas’, tzeltal pac ‘tamal’, tzotzil pača ‘maíz de tierra caliente’, poqom poch(b-ʔil) ‘tamal’; mixe de Totontepec po:ca ‘tamal de Todos Santos’; totonaco paʔs(a) ‘desgranar’ paʔsma ‘olote, elote’, tapaʔsniʔ ‘maíz en grano’; pya sureño (pyas) *paci ‘semilla (de maíz), popoluca de Sayula pac ‘preparar tortillas’, tarasco píhtsi ‘mazorca’, mazahua pεεč’i, mbεεči ‘preparar tortillas, aplaudir’, protohuave *pʔca ‘tortilla’ y *-pasa ‘totomoztle’, huave pasol ‘cal’; tequistlateco –špac’aʔi ‘tamal de elote’, fuxtaʔ ‘atole (preparado sin cal)’; náhua pa:c- (p. ej. en pa:c-ka ‘exprimir líquido’, pa:ca:wa ‘machucar, moler, exprimir fruta u otra cosa’).

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Podemos añadir el protocayguatano *p’əa ‘elote’, que sugerí como un préstamo del pyan (Hill 2008). Siguiendo su modelo de los grupos de una etapa temprana del habla mixe-zoque como las fuentes más importantes de las bases de la cultura mesoamericana, Campbell y Kaufman (1976: 85) sugirieron que el juego en (1) refleja la difusión de una palabra protomixe-zoque (pmz), **pic-i ‘nixtamal, masa lavada y filtrada’. Wichmann (1999: 305) notó que, mientras que los procesos de contacto y difusión están obviamente involucrados en la formación del juego, ninguna de las palabras incluidas en las listas quieren decir ‘nixtamal’, como la presumida fuente pmz **pic-i. Por ello, Wichmann rechazó la hipótesis de un origen mixe-zoque. En Hill (2009), se añade el juego yuto-azteca en (2), que sí incluye una palabra hopi para nixtamal (inglés ‘hominy’), la que falta en el juego en (1). En (2) no incluyo las palabras nahuas con pa:c- en (1) (comparto la opinión de que el radical refleja pya **pa: ‘agua’; Dakin (2008) ha mostrado que existen palabras nahuas, especialmente verbos, que tienen reflejos de pya **p inicial, en vez de ser préstamos). 2) pya *paʔtza ‘desgranar, *paʔtzi ‘semilla (especialmente de maíz); pyan: tübatülabal paatza:h- ‘desgranar piñones’, patza:hil ‘piñones desgranados’; hopi paatzama ‘nixtamal’; pyas: ópata va:chi ‘maíz tierno con granos ya visibles’; proto-taracahita *patzi ‘grano de maíz, elote’ (tarahumara pachi ‘elote’, yaqui batzi, mayo bátzia ‘grano de maíz’; guarijío pahtzí ‘semilla (pero no de maíz)’, warihó ihpací ‘mazorca nuevamente cosechada’ (Merrill 2012: 216); tubar watzi‘semilla’, cora hatzí ‘elote’, huichol haci; náhuatl -a:ch- ‘semilla” (de maíz, en el Códice Franciscano 2: 23). El detalle que me interesa hoy es que la palabra tübatülabal paatzah ‘desgranar piñones’, es basicamente idéntica en forma y significado a la palabra totonaca paʔs(a) ‘desgranar maíz’. El idioma tübatülabal se encuentra ubicado en los márgenes más remotos de la distribución yutoazteca, y mantiene diversos arcaísmos, especialmente fonológicos. Tiene otras palabras muy interesantes, como ma:ša-t ‘berrendo’ (pyas *ma:sa ‘venado’) y pa:nil ‘corral de piedras para atrapar pescados’ (ver náhuatl pa:n-tli ‘pared’, con /p/ inicial). Un punto importante es que las palabras de totonaco (paʔs(a) ‘desgranar’, paʔsma ‘olote elote’, tapaʔsniʔ ‘maíz en grano’), tarasco (píhtzi ‘mazorca’), y pyas (*paci ‘semilla, grano de maíz’), son semánticamente distintas dentro del juego en (1), donde todos los otros

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reflejos refieren a los tamales, tortillas y atoles. Campbell (1997: 418) nota la posibilidad de que el juego en (1), que incluye palabras para “tortillear, aplaudir”, representa un caso de onomatopeya. Pero la palabra tübatülabal se localiza dentro del juego con sentido de granos o semillas, o la matriz para ellos (la mazorca, elote, u olote), y la posibilidad de un origen onomatopéyico es díficil de defender en estos sentidos. El juego de cognados yuto-aztecas en (2) ya ha sido criticado. Campbell y Langacker (1978: 278) incluyen solamente las lenguas sureñas en su juego, y consideran que la reconstrucción pertenece al nivel pyas. Campbell (2003) rechaza la inclusión de la palabra reconstruida en el dominio de ‘maíz’, sugiriendo que el protosignificado fue simplemente ‘semilla’, señalando que la palabra náhuatl a:ch-tli ‘semilla’ no incluye el significado de ‘grano de maíz’. Sin embargo, encontré en el Codice Florentino II: 23 la construcción xinachioa, “sembrar los granos de maíz empleados en la elaboración de las imágenes de los dioses de maíz”, lo que confirma, en un texto arcaico, la posibilidad de aplicar la palabra en el dominio del maíz. Y la palabra quiere decir ‘maíz’ en ópata, tarahumara y cora, y una forma cognada, ihpaci, quiere decir ‘elote’ en warihó (el guarijío de la sierra). Merrill (2012) sugiere que el argumento de Campbell está reforzado por la presencia del elemento **pa- en palabras pyan para plantas como *paa$i‘chía’, fuente importante de semillas comestibles, pero solamente la primera sílaba corresponde (/$/ no es reflejo de **tz). Una crítica importante realizada por Merrill (2012) es que, dada la vocal larga en hopi, el juego debe tener una vocal larga en mayo, y en guarijío de la sierra debe mantener la oclusiva glotal. Esta crítica sugiere que quizá sea necesario dividir el juego en dos, con las palabras tübatülabal y hopi en un juego, y las demás en otro, con palabras sureñas exclusivamente, como sugirieron Campbell y Langacker (1978). Esta posibilidad, empero, no afecta el presente argumento sobre la presencia de una similitud llamativa en forma y significado entre tübatülabal e idiomas mesoamericanos como el totonaco. Más adelante regresaré al argumento de Merrill. La crítica más extensa de la etimología de *paʔtza en (2) fue presentada por Kaufman y Justeson (2009: 226). Su discusión se centra en un análisis alternativo de la palabra hopi. Sugieren que el elemento inicial paa- es ‘agua’, y que el elemento tzama es un sustantivo derivado de un verbo hopi tzamta ‘estar quitando partículas o objetos pequeños de varios envases’. Argumentan que el verbo tzamta se da también en el verbo paatzamta ‘preparar nixtamal’. Considerando esos hechos, sugieren que el radical -tzama en paatzama ‘nixtamal’ quiere decir ‘cenizas quitadas’ (referiendo

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al proceso de preparar nixtamal utilizando cenizas como fuente de cal). Según esa línea de argumento, paatzama no tiene nada que ver con el maíz mismo ni con sus granos, pero quiere decir ‘cenizas quitadas del agua’ y, por metonimia, el nixtamal. Hay una ausencia total de evidencia en hopi para ese mismo análisis. Toda la evidencia favorece la propuesta de paatzam como un radical que no tiene análisis sincrónico. Aparece como un sustantivo incorporado en verbos como patzam-mɨrɨkna ‘estirar los granos de nixtamal ligeramente para quitar la cáscara para pozole’, y patzàm-tàapam-ta ‘moler granos de maíz nixtamalizado para pozole’. El verbo paatzamta citado por Kaufman y Justeson no es paa-tzam-ta, sino que es un verbo derivado con el sufijo denominal -ta (compare kii-ta ‘construir una casa’, de kii ‘casa’). El análisis es paatzam-ta ‘nixtamal-hacer’, El verbo tzam-ta, señalado por Kaufman y Justeson, no tiene el sufijo denominal, sino otro sufijo -ta ‘imperfectivo/distribuitivo’. Su análisis es obvio cuando consideramos un verbo que no mencionan, tzaama, verbo perfectivo que quiere decir ‘quitar partículas u objetos pequeños de un envase’. La construcción tzam-ta ‘estar quitando partículas u objetos pequeños de varios envases’, es obviamente el imperfectivo/distribuitivo de tzaama (la contracción de la vocal es regular). Contra la sugerencia de Kaufman y Justeson de que el sustantivo derivado de tzam-ta es tzama, si este fuera un sustantivo derivado del verbo, sería tzaami. El sustantivo tzaami no está documentado como una forma libre, pero aparece en varios verbos derivados que requieren una base nominal, como tzaami-7y-ma ‘tener partículas… casi quitados’, tzaami-7y-ta ‘tener cosas quitadas para una exposición’, tzaamiwma ‘estar en el proceso de estar quitando o sacando’, etcétera. Jamás se encuentra compuesto con paa-, y no tiene ningun sentido la palabra. Es cierto que hopi paatzama (y su cognado paatza:h- ‘desgranar piñones’ en tübatülabal) parece una palabra compuesta. Pero, cuando consideramos la palabra en el contexto total del juego yuto-azteca en (2) y el juego de mesoamericanismos en (1), aspecto identificado por varios estudiosos desde hace casi 40 años, tenemos que considerar la posibilidad de que la composición sea de origen antiguo. Las palabras en tübatülabal y hopi corresponden a un patrón más amplio. La búsqueda del origen de la composición de las palabras hopi y tübatülabal nos conduce a la posibilidad de que el idioma de origen de %paʔtza pudiera pertenecer a una etapa muy antigua del yuto-azteca. Primero, en vez de *paa ‘agua’, propongo que el primer elemento es **paN- ‘vaina (y tal vez ‘cáscara’), huevo’, con referencia a las semillas y sus vainas (y mazorcas)

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propuesto por Dakin y Wichmann (2000). En este caso, la consonante final de la primera sílaba pya no es **ʔ, sino **N. Esta posibilidad resuelve el problema señalado por Merrill, sobre la ausencia de la oclusiva glotal en el warihó (en (2)), pero la vocal corta en mayo sigue siendo un problema (por ejemplo el cognado mayo de pya *punsi ‘ojo’ es puusi, con vocal larga). Propongo que el segundo elemento es **tsa- ‘hacer con la mano’, documentado en los idiomas númicos como un prefijo instrumental muy productivo. En shoshoni quiere decir ‘hacer algo agarrando con la mano’, descripción del gesto de desgranar maíz. El elemento está presente como prefijo fosilizado en otros idiomas yuto-aztecas, por ejemplo en el serrano en palabras como chawei ‘recoger, cosechar’, en cupano *chakwi ‘agarrar, captar’, en nahua *chakwa ‘cerrar, tapar’. Para el tercer elemento propongo **ha-, frecuente en verbos ligeros con el sentido de ‘hacer, preparar’, por ejemplo en protonúmico *ha(h)ni ‘preparar, arreglar’. Hay un candidato a un reflejo de **tsa-ha en cupeño 7icháay ‘hacer, preparar’. Si esta etimología es correcta, entonces las formas sureñas en -i final en (2) probablemente son nominalizaciones: en vez de ‘semilla’, quieren decir ‘cosa desgranada’. En resumen, es probable que en el caso de %paʔtza encontremos, en los márgenes norteños de la familia yuto-azteca, una forma documentada en la literatura como un mesoamericanismo, con lo cual podemos desarrollar un argumento para establecer un origen yuto-azteca del juego en (1).

%pot ‘moler’ La segunda posibilidad para la presencia de un mesoamericanismo en una lengua o lenguas en los márgenes norteños de la distribución yuto-azteca es otro elemento mostrado en (3): 3) pmz *po7t ‘moler maíz’, *po7te ‘pinole’, náhuatl potonki ‘harina muy molida’ (Campbell y Kaufman 1976: 85). Discutí este juego en Hill (2009) y rechacé la inclusión de la palabra náhuatl, porque la traducción en Molina es ‘harina muy cernida’ (no ‘molida’). Wichmann (1995) sostiene que las formas mixe-zoques tienen fecha protozoque, y no protomixe-zoque. Pero vale la pena revisar el ejemplo dado en el juego en (4):

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4) númico central potton ‘metate’; númico sureño ta-ppotu7 ‘golpear con una piedra, gabrielino perá:- ‘machucar’. Las formas en los idiomas númicos centrales sugieren una reconstrucción *po7tɨ (tal vez *po7ta, dada la vocal de la palabra gabrielino), en el nivel pyan, o, si incluimos la forma náhuatl potonki, en el nivel pya. Este caso presenta otra vez un verbo náhuatl con /p/ inicial, generalmente considerado indicio de una palabra prestada (pero menciono otra vez el trabajo de Dakin (2008) a favor de la inclusión de algunas palabras de esta clase en la lista de las heredadas). La forma reconstruida es muy semejante a las formas en los idiomas zoques y en el náhuatl. En este caso, por supuesto, tenemos que considerar la posibilidad de que se trate de una onomatopeya, elemento que podría estar reinventado en diversos idiomas.

%sa- ‘calentar’ Campbell y Kaufman (1976: 86) sugieren que pmz **sam- ‘calentar algo’ fue la fuente del protomaya occidental *saʔm(et) ‘comal’. Campbell y Langacker (1978: 268) reconstruyen el protonahua *šaamV- ‘tortilla, cosa horneada’, y sugieren que es un préstamo con origen mixe-zoque. Kaufman y Justeson (2009: 197) repiten ese análisis. Ninguno de estos estudiosos señala el juego más importante de este préstamo en pyas, incluyendo tubar tsamé ‘adobe’, cahita *sa:mi ‘adobe, pared’, guarijío samí ‘adobe’, eudeve sa:mi ‘adobe’, y pima ša:mt ‘ladrillo de adobe, adobe’. Es interesante que el pima de yepachic tenga ham-kus ‘pan’, con la consonante /h/ reflejando la correspondencia regular entre tepimano *h y pya *s. Pero las palabras tubares y pimas sugieren **tsa-, y no son cognadas con los otros idiomas. Por ende, el juego refleja un episodio (o episodios) de difusión. Existen otros idiomas mesoamericanos con palabras semejantes en el dominio de ‘calentar, cocinar, fuego’. Por ejemplo, encontramos en protooto-mangue (pom) **nsah ‘calentar, fiebre’ (Rensch 1976: #295 –hay que notar que Rensch no ofrece glosas para sus protoformas, las mías son síntesis de los significados en los idiomas descendientes), *sa ‘fuego, llama, vela, luz, sol’ (Rensch 1976: #301), **(n)(h)san ‘tortilla, tamal, maíz hervido’ (Rensch 1976: #306), *xa ‘rostizar, hornear, horno’ (Kaufman 1990). Dado que pom es mucho más antiguo que pmz, la dirección del presunto préstamo provendría de un idioma o idiomas otomangues a pmz. Palabras con *sa- con significados en el dominio de ‘calentar, cocinar’ también tienen una amplia distribución en los idiomas yuto-aztecas. Otro

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préstamo con %sa con origen probablemente otomangue es pya *sa7a ‘olla de cerámica’ (Hill 2012). El juego pya *saki(/a?) es otro ejemplo. Esta palabra yuto-azteca tiene un cognado en tübatulabal, ša:k ‘rostizar, pf.’, a:-sagï- ‘rostizar’ (impf.), sa:gis-t ‘charola de cestería para tostar semillas’ (Voegelin 1938: 31). Otros ejemplos incluyen payute norteño sa: ‘cocinar’, payute sureño sa7a ‘hervir’, protonúmico central *sawa ‘hervir’, protonúmico *sawi ‘derretir’, prototáquico *sawV’ ‘hacer pan, tortillas, quemar, hornear’, y tepimano y taracahita *sawi- ‘quemar’. Igual que en el caso de %paʔtza, el caso de %sa- presenta una situación de un juego de palabras distribuidas hasta los márgenes más remotos de la familia yuto-azteca, pero también ha sido reconocido desde hace muchos años como un mesoamericanismo en circulación en los idiomas que se encuentran justo en el corazón de la zona.

%ku ‘maíz’ He argumentado que la palabra pya *kuma/i ‘comer maíz, especialmente elote y esquite’ (y con una nominalización, kumu, kumia ‘maíz’ en el norte en hopi y payute sureño) refleja un préstamo de la palabra otomangue de pom *kwe (Rensch 1976: #177), *kwau (Kaufman 1990). Es posible que el ejemplo del corachol *hikïïri ‘maíz’ pertenezca al juego (la palabra hopi piiky- ‘elote tierno’ es otro candidato a cognado con la palabra corachol). Otro miembro del juego que he sugerido es un préstamo de pyan que aparece en tewa khų(ng) ‘maíz, mazorca’. En su reconstrucción de protototozoque (ptz), Brown, Beck, Kondrak, Watters y Wichmann (2011) proponen una reconstruccion ptz **kyush ‘desgranar maíz’, *kushi’ ‘maíz, granos de maíz”. En su artículo sobre protochitimacha-totozoque (pch-tz), Brown, Wichmann y Beck (2014) sugieren pch-tz ***kyeʔ’s ‘maíz’ y ***kyu:ʔy ‘desgranar maíz’. Sospecho que esta forma, así como las palabras otomangues y yuto-aztecas, nos presentan otro ejemplo de un mesoamericanismo que se encuentra en idiomas yuto-aztecas ubicados a una gran distancia de ese centro de difusión. Hace falta un análisis sincrónico de un par de palabras hopi: kyasmi ‘maíz cremoso’ (inglés ‘creamed corn’) y kïtsvavï ‘granos de elote secados y desgranados después de estar guardados en el granero’. Brown, Wichmann y Beck (2014) señalan chitimacha k’asma ‘maíz’ como miembro del juego para pch-tz ***kye1’s ‘maíz’. Las palabras caddo documentadas por Brown, Wichmann y Beck (2014) como posibles préstamos del chitimacha, como kisi ‘maíz’, -k’as’ ‘desgranar maíz’, son muy semejantes a las formas

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hopi, y nos presentan una posible fuente para suponer que las palabras hopi llegaron por la ruta de las zonas sureñas de los Llanos Grandes.

%su:k~hu:k ‘venado’ Esta sugerencia tiene origen en el trabajo sobre la reconstrucción totozoque de Brown y sus colegas. Entre sus reconstrucciones tiene ptz **x(ə)u:k ‘venado’ (Brown et al. 2011: 182). Empezando desde esta forma reconstruida, podemos seguir una cadena de palabras que otra vez nos presenta un mesoamericanismo con representantes en los márgenes de la familia yuto-azteca. Las posibilidades otomangues son pom **sauh ‘venado temazate’ (Kaufman 1990), **(n)sa(h)(n)ʔ (Rensch 1976: 317). Rensch (1976: 203) reconstruye también pom **(Y)kwa(h)ʔ ‘animal’, caballo, venado y observa que probablemente exista una conexión entre los dos, y nos da otro ejemplo de la alternancia **s ~ **kw en idiomas otomangues (véase Hill 2012 para un tratamiento de esa alternancia en algunas palabras pya). En los juegos de cognados, trabajo ofrecido por Rensch, encontramos el protopopoloca *ku ‘animal’ y el protochatino *kwi:nyąʔ; considero que habrá que investigar la posibilidad de que algunos de estos constituyan préstamos de fuera de la familia otomangue. La familia yuto-azteca presenta un juego de similitudes en palabras para ‘venado’. Estos son, desde el sur hasta el norte: tubar suhát ‘venado’, tarahumara sohawí ‘venado’, ópata sua ‘venado’, tepehuano norteño suimal ‘venado’, pima huawi ‘venado mula’, todos de pyas *suha-wi (Stubbs 2011: #639). El hopi tiene sowiʔyngwa ‘venado’. La palabra prototáquica es *suka-t ‘venado’. Hay sugerencias de que la palabra táquica está relacionada con el yokuts *soqo ‘ciervo’, pero dada la presencia de la palabra en tantos idiomas yuto-aztecas sureños, concluyo que si existe un préstamo, este ubica su origen en un idioma yuto-azteca y no en el yokuts. Entonces, de nueva cuenta tenemos un ejemplo de un mesoamericanismo representado en la periferia norteña de la familia yuto-azteca.

Conclusiones He presentado varias líneas de investigación para estudiar la hipótesis de un origen mesoamericano para la familia yuto-azteca. El enfoque del presente capítulo, de cinco “mesoamericanismos” posiblemente presentes en idiomas ubicados a los márgenes norteños de la familia, es una vía muy recientemente iniciada, estimulada por el trabajo del grupo responsable de

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la reconstrucción del protototozoque y su extensión hasta el chitimacha. Como mencioné anteriormente, cualquier acercamiento en esa dirección requiere precaución, pues ese juego de palabras no constituye una indicación definitiva de la herencia mesoamericana en las comunidades yuto-aztecas norteñas. Aparte del vocabulario mismo, otro ejemplo es la identificación por Montes de Oca (2001, 2013) de la presencia de ‘difrasismos’, patrón discursivo mucho tiempo reconocido como presente en idiomas mesoamericanos, en el discurso ritual del luiseño, idioma de California del Sur (hay otros ejemplos, aunque más escasos, en el cahuilla y el cupeño, idiomas yuto-aztecas vecinos del luiseño en el subgrupo táquico). También encontramos entre las comunidades yuto-aztecas de California (y entre los hopi) la costumbre, de origen mesoamericano, de preparar pinturas de arena para algunos ritos sagrados. Por supuesto es posible que estas influencias pertenezcan a una época mucho más tardía que las llegadas iniciales de comunidades yuto-aztecas en esa zona. Es claro que en nuestro entendimiento de la prehistoria de la familia yuto-azteca quedan muchas incertidumbres; sin embargo, existen muchas oportunidades también, y sin duda hay todavía más vías de investigación por estudiar. Considerando esos contextos, espero haber estimulado más esfuerzos en torno a la cuestión de la circulación de mesoamericanismos en las comunidades prehistóricas yuto-aztecas.

Agradecimientos Agradezco a José Antonio Flores Farfán y a un dictaminador anónimo su amable atención al estilo y gramática española del capítulo. Todos los errores restantes son míos.

Abreviaturas pch-tz: protochitimacha-totozoque; pct: protocayguatano; pmz: protomixe-zoque; pom: protootomangue; ptz: protototozoque; pya: protoyuto-azteca; pyan: protoyuto-azteca norteño; pyas: protoyuto-azteca sureño

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Retenciones e innovaciones lingüísticas de la rama huastecana (maya), sus implicaciones en el

campo de la clasificación y de la interacción con otras lenguas mayas y no mayas Lucero Meléndez Guadarrama1

Introducción En el campo de la arqueología se ha planteado una serie de preguntas que han sido respondidas a manera de hipótesis en torno al lugar de origen de los huastecos o teːnek, las rutas que siguieron en su migración desde la región nuclear maya hasta la región Huasteca y sobre el momento de su llegada. En este escenario de interrogantes abiertas, este trabajo tiene como objetivo central discutir las hipótesis lingüísticas que se han desarrollado hasta el momento en torno a la historia antigua de este grupo tomando como eje las siguientes preguntas: ¿cuáles son los rasgos gramaticales (fonológicos, morfológicos y sintácticos) que particularizan a las lenguas huastecanas2 con respecto al resto de las lenguas mayas? Los cambios que parecen compartidos entre otras lenguas mayas y las lenguas huastecanas, ¿pudieron haber sido inducidos a partir del contacto lingüístico? O bien, ¿ocurrieron como innovaciones independientes en distintos momentos de su historia? ¿Qué implicaciones históricas y culturales tendría el análisis lingüístico para la reconstrucción histórica de este grupo? La primera parte de este estudio se centra en exponer el debate clasificatorio en torno a la rama huastecana y toma como punto de arranque los rasgos gramaticales que analizaron Kaufman (1976), por un lado, y Robertson (1977, 1992), por el otro, para llevar a cabo sendas clasificaciones

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Instituto de Investigaciones Antropológicas, Universidad Nacional Autónoma de México. Con ‘huastecana’ me refiero a la rama que abarca todas las variantes actuales de huasteco y las coloniales, así como al idioma chicomuselteco (✣).

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Mapa 1. Ubicación geográfica del huasteco con respecto a las lenguas comparadas. Mapa: Oscar Zamora.

genéticas. En términos generales, retomo la idea aceptada por la mayoría de los mayistas de que las lenguas huastecanas no pertenecen genéticamente a la “rama occidental” –compuesta por las lenguas tseltalanas, cholanas y yucatecanas en la clasificación de Robertson (1992)–, y que la propuesta clasificatoria de Kaufman (1976) –presentada más tarde también en Campbell y Kaufman (1985)– se mantiene como la más apropiada para esta rama de la familia.3 En la segunda sección del trabajo, se presenta una comparación de datos morfológicos, sintácticos y léxicos de las lenguas huastecanas4 con las formas resultantes de los mismos en las lenguas de la rama occidental. 3 4

Otro de los debates clasificatorios se centra en la ubicación del idioma tojolabal. Los datos de huasteco que presentaré fueron recolectados en 23 comunidades actuales durante 5 temporadas de campo, mientras que los datos del chicomuselteco han sido retomados de las únicas fuentes disponibles sobre esta lengua (confesionario del siglo xviii –Zimmermann 1966 [1955]–, Sapper 1897, Termer 1930, Campbell y Canger 1978). Finalmente, los datos de las lenguas yucatecanas, cholanas y tseltalanas fueron retomados de los distintos autores que se citan en la bibliografía. Parte de los datos y tablas presentados en este trabajo fueron tomados de Meléndez (2011).

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La incursión en la búsqueda de datos más allá de la fonología se justifica por lo que señaló Campbell (1988: 11) respecto a que: “las controversias de la subagrupación necesitan mayores estudios; esto requerirá de un entendimiento de las innovaciones gramaticales, dado que el testimonio de la fonología ha sido ampliamente exhaustivo”. Si bien los datos fonológicos parecen indicar que algunos cambios pudieron haber sido difundidos por contacto entre las lenguas de las tierras bajas mayas y las huastecanas –como propuiseron Roberston y Houston (2003, 2015) y Campbell (1988)–, en esta sección se argumenta que al diversificarse la rama huastecana del protomaya, esta experimentó una serie de innovaciones independientes en los ámbitos de la morfología, la sintaxis y el léxico al margen de las lenguas de las tierras bajas mayas. En la argumentación de Justeson y Kaufman (2008: 73) se sostiene que los huastecos no pudieron haber sido vecinos de hablantes de otras lenguas mayas después de haberse separado del protomaya y, por lo tanto, afirman que tampoco hubo cambios motivados por difusión con otras lenguas mayas durante el periodo Clásico o durante el Posclásico: all of the major sound changes in Wastekan took place after it was in the vicinity of the Basin of Mexico or the northern Gulf Coast. Speakers of Wastekan were therefore not in proximity to speakers of any other Mayan languages at the time these changes began, and Wastekan therefore could not have undergone these changes as part of a common history with Greater Tzeltalan. This shows that there cannot have been a language that went through these changes and then passed them on as an inheritance to Wastekan and to Greater Tzeltalan; nor were Wastekan and Greater Tzeltalan in close proximity when Wastekan went through these changes. In fact, there was no stage after proto-Mayan in which Wastekan had a common ancestor with any other subgroup of the Mayan family. Wastekans were in origin speakers of proto-Mayan who got out of touch with the rest of the proto-Mayan speech community.

Finalmente, en la tercera sección hago una correlación entre datos de orden lingüístico con datos arqueológicos donde discuto algunas hipótesis en torno a si los huastecanos se establecieron en la región Huasteca en el periodo Preclásico superior temprano (entre el 400 y 350 aC) o bien, durante el Posclásico (después del 1000 dC). La conclusión general de este trabajo es que las divergencias de las lenguas huastecanas en los ámbitos morfológico, sintáctico y léxico sostienen la idea de una separación temprana y de una evolución independiente de las

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primeras con respecto al resto de la familia lingüística maya –resultados que son congruentes con la postura de Justeson y Kaufman (2008). La presencia en huasteco del término cholano tak’in ‘metal’ (véase Campbell 1988, 2017) no contradice la idea de un aislamiento temprano de los huastecos del resto de la familia lingüística, pues los grupos de la región Huasteca formaron parte activa dentro de las redes comerciales de Mesomérica manteniendo contacto (esporádico o intenso) e intercambio de distintos tipos con los otros grupos que estaban asentados en la región; esto incluye tanto hablantes de lenguas cholanas y tseltalanas como de otras lenguas de Mesoamérica y de más allá de sus fronteras hacia el norte. En este sentido, el huasteco pudo haber tomado préstamos de otras lenguas mayas ya estando en su ubicación geográfica actual, a partir del contacto que pudieron mantener durante el periodo Epiclásico con mayas que habitaron la región central de México en Cacaxtla y Xochicalco, como expuso Justeson (apud Campbell 2017: 56).

Debates en torno a la clasificación de la rama huastecana En las figuras 1 y 2 se muestran las dos principales propuestas clasificatorias de la familia lingüística maya, usando la norma de los nombres según se publicó en el Catálogo de las lenguas indígenas nacionales del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (2009: 221-22).5 En dichas figuras se comparte la idea de que la rama huastecana está compuesta de solo dos lenguas, el huasteco y el chicomuselteco pero difieren, entre otras cosas, en cuanto al momento de separación del protomaya.

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Las normas de representación de los nombres de las lenguas mayas fueron retomadas de aquellas publicadas en el clin en el año 2009, dado que en la página del sitio se muestran inconsistencias en la representación escrita de los nombres (por ejemplo cho’l para ch’ol). Se observa que en la norma del inali los únicos nombres que se escriben con mayúsculas son los de las lenguas mayas habladas en Guatemala, respetando la norma de la Academia de las Lenguas Mayas de Guatemala, oficializado por acuerdo gubernamental el 23 de noviembre de 1987. Por su parte, los nombres de las lenguas mayas que se hablan en México fueron representados según la norma de la Academia Mexicana de la Lengua, con la letra inicial siempre con minúscula. Dado que cada uno de los autores utilizó distintos criterios para representar los nombres de cada una de las lenguas mayas, he optado por uniformar su escritura, sin alterar la propuesta de clasificación genética.

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Figura 1. Clasificación de la familia lingüística maya según Kaufman (1976).

Figura 2. Clasificación de la familia lingüística maya según Robertson (1992).

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Kaufman (1976) y Campbell y Kaufman (1985: 188, 190) afirman que la rama huastecana fue la primera en escindirse desde el protomaya en algún momento del periodo Preclásico (alrededor de 4 000 años atrás), dado que “la gramática del huasteco y su vocabulario son marcadamente diferentes de otras lenguas mayas, un hecho que solo puede explicarse por una separación muy larga del resto de la familia o bien, por influencia intensiva de otros vecinos no-mayas” (figura 1). Con base en rasgos fonológicos, Campbell (1977), Berendt (1876), Kroeber (1944) y Halpern (1942) agruparon al huasteco como parte de otras ramas dentro de la familia lingüística maya, ligadas en particular a las lenguas yucatecanas, cholanas y tseltalanas. Sus propuestas se basaron en una serie de innovaciones aparentemente compartidas que Kaufman (1976) analizó como cambios independientes, dado que no ocurren de manera regular en los mismos contextos ni tienen la misma temporalidad. Campbell (1988), por su parte, señaló que los rasgos que las agrupan pueden deberse a una afinidad genética estrecha o bien, al contacto. Robertson y Houston (2003: 715-716) afirmaron que las lenguas huastecanas se separaron del resto de la familia lingüística “durante o después del primer milenio antes de Cristo [1000 aC]. Asimismo debió haber sucedido antes o inmediatamente después del primer milenio después de Cristo [1000 dC].6 En su análisis sostienen que “la evidencia lingüística interna no identifica al huasteco y al chicomuselteco como dialectos periféricos de la familia lingüística maya. Al contrario, la clasificación huasteca comparte muchos factores con los llamados idiomas mayas ‘occidentales’”. En el modelo de representación arbórea que presentó Robertson (1977, 1992) (figura 2), se infiere que las relaciones entre los miembros de la “rama occidental” fueron dadas por afinidad genética, mientras que en Robertson y Houston (2003: 716) se sugiere la idea que las similitudes lingüísticas que agrupan a los miembros de esta rama pudieron haberse dado tanto por contacto directo geográfico como por afinidad genética.789 Con excepción de la rama huastecana, los miembros de la rama occidental han sido clasificados por otros autores como una subagrupación de tipo areal llamada “Lowland Mayan”, i.e. lenguas de las tierras bajas

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7 8 9

Campbell (1977) también argumentaba que la rama huastecana formaba parte de una rama superior llamada occidental, junto con el yucatecano el cholano y el tseltalano, pero Campbell y Kauman (1985) insistieron en que las similitudes léxicas y fonológicas se deben al contacto más que a una historia genética compartida.

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mayas (Justeson et al. 1985: 9, 12; Law 2011: 136). En dichas clasificaciones, los autores puntualizaron que muchos de los cambios aparentemente compartidos fueron producto de un intenso contacto y no son resultado de innovaciones comunes, y que por lo tanto, no tienen un ancestro común intermedio entre ellas y el protomaya. Por ejemplo, de acuerdo con Law (2011), la rama yucatecana tampoco se deriva de un nodo común con las lenguas cholanas y tseltalanas, sino que las innovaciones compartidas son producto de un contacto intenso entre los hablantes durante un periodo prolongado de tiempo, atestiguable además por los registros epigráficos y por las fuentes coloniales. En este sentido, el yucatecano tampoco forma parte de la rama occidental, como se desprendería en la clasificación de Robertson (1977, 1992), sino que también se escindió directamente del protomaya. El objetivo de mostrar ambos esquemas se centra en comparar las divergencias entre estos dos modelos de agrupación genética donde se aprecian las dos posturas divergentes con respecto a la posición de la rama huastecana (y también la yucatecana, por ejemplo). La clasificación genética de Kaufman (1976) es la más aceptada hoy en día por la mayoría de los lingüistas mayistas y es la que también se retoma en este trabajo.

Innovaciones y retenciones exclusivas de las lenguas Huastecanas En esta sección se presentan algunos rasgos gramaticales morfológicos y sintácticos de las lenguas huastecanas donde se muestran las retenciones e innovaciones exclusivas con respecto al protomaya y con respecto a las lenguas de las tierras bajas mayas. Dichos rasgos permiten afirmar que se escindió muy tempranamente del protomaya (tal como sostuvo Kaufman 1976) y que tuvieron una evolución independiente al margen de las otras lenguas de la familia maya. Algunas de las innovaciones presentadas son comunes al chicomuselteco y al huasteco, por lo que son reconstruibles hasta el protohuasteco. Por su parte, algunas de las innovaciones más recientes atestiguadas sólo en huasteco dan cuenta de contacto lingüístico entre huastecos y hablantes de otras lenguas mesoamericanas. El debate central con respecto a las innovaciones en las lenguas huastecanas tiene que ver con los argumentos que explican la evolución rasgos fonológicos aparentemente compartidos entre las lenguas huastecas y las lenguas de las tierras bajas mayas. Existen dos posturas al respecto:

218

LUCERO MELÉNDEZ GUADARRAMA

a) la postura de Campbell (1988), Robertson y Houston (2003, 2015) y Law (2013) es que los huastecos tuvieron un contacto sostenido e intenso con lenguas mayas de las tierras bajas posterior a su escición del protomaya, lo que en cierta manera explicaría las innovaciones fonológicas que en un primer momento parecen compartir. b) La postura desarrollada por Kaufman (1976), mencionada por Justeson en el trabajo de Campbell (2017: 56) y defendida en este trabajo a la luz de las divergencias gramaticales significativas que expondré, consiste en afirmar que los huastecos se desarrollaron al margen de la familia lingüística, donde las innovaciones fonológicas similares entre los primeros con los segundos se explican como innovaciones paralelas independientes. Los rasgos que pertenecen a la esfera morfológica y sintáctica mostrados más adelante refuerzan la idea de una baja interacción entre huastecos y otros mayas, pues pese a que hay presencia del algunos ítems léxicos cholanos posclásicos en huasteco, en términos generales, dicha interacción no tuvo un impacto significativo en la evolución gramatical general del idioma huasteco. Como se demuestra en varios de los trabajos presentados en el volumen editado por Faust y Richter (2015), la región Huasteca formó parte activa dentro de las redes sociales y comerciales con el resto de Mesoamérica, por lo que no sería extraño que los huastecos mantuvieran contacto con diversos grupos, incluyendo, en este escenario, una interacción con los miembros de las tierras bajas mayas. Sin embargo, la interacción más significativa y que se refleja en el desarrollo de rasgos gramaticales exclusivos del huasteco dentro de la familia lingüística maya parece ser haber sido con grupos de filiación mixezoqueana, mientras que la interacción con los mayas de las tierras bajas mayas no muestra un impacto en la gramática tan claro como con los primeros.

Rasgos fonológicos De las cinco innovaciones fonológicas presentadas en la tabla 1, solo una es exclusiva de la rama huastecana, mientras que el resto parecen estar atestiguadas también en otras lenguas de las tierras bajas mayas. Dichas innovaciones fueron consideradas como no casuales por Campbell (1988), Robertson y Houston (2003, 2015) y por Law (2013), y fueron explicadas como innovaciones difundidas producto de un contacto entre huastecos y cholano-tseltalanos. Por su parte, Kaufman (1976) las consideró innova-

4

9

8

7

y k(ꞌ)

protomaya ** r

protomaya ** q(ꞌ) t(ꞌ)

k(ꞌ)

y

n

č, č’ k, k’

Lenguas tseltalanas

t(ꞌ)

k(ꞌ)

y

n

č, č’ k, k’

Lenguas cholanas

Solo en algunos contextos **k> *č / #_a(a)q(‘). Inovación independiente, según Kaufman. Esta regla fue presentada por Norcliffe (2003: 124).

4

t(ꞌ) y ʈʂ

-h/w-

protomaya ** ŋ

protomaya ** t(ꞌ) y **t y(ꞌ)

č, č’

protomaya ** k (‘)

Rasgos fonológicos

Lenguas huastecanas

t(ꞌ)/č(ꞌ)

k(ꞌ)

y

n

k, k’7

Lenguas yucatecanas

*t(′) y *ʈʂ

*k(ꞌ)

*y

*w /#_ *h /_#9

*č, *č’8

Protohuasteco

*t(ꞌ)

*k(ꞌ)

*y

*n

*č, *č’ *k, *k’

Protograntseltalano

¿sí?

¿sí?

¿sí?

no

¿sí? (también está en chuj y tojolabal)

¿innovación compartida?

Tabla 1. Innovaciones de las lenguas huastecanas con respecto a las lenguas de las tierras bajas mayas en el nivel fonológico

1 2 3

RETENCIONES E INNOVACIONES LINGÜÍSTICAS… 219

220

LUCERO MELÉNDEZ GUADARRAMA

ciones independientes en tanto que también están atestiguadas en otros miembros de la familia lingüística, como el chuj y el tojolabal. pM **k(‘) > pHuas *č Este cambio ha sido considerado por algunos autores como unos de los rasgos más sólidos que agrupa al huasteco con las lenguas mayas de la rama occidental en la clasificación de Robertson y Houston (2003). Sostienen que dicho cambio ocurrió casi sin excepciones en huasteco, por lo que esta lengua tendría el grado más avanzado de palatalización, en segundo lugar, las lenguas cholanas-tseltalanas, seguidas por el chuj y el tojolabal y, en último lugar, el yucateco. Finalmente, afirman “habrá que concluir que, cuando menos, la palatalización, fue un fenómeno que se extendió por la difusión –es decir, que comenzó en alguna parte y se extendió a otros idiomas” (ibidem: 717). Por su parte, Kaufman (1976) notó que este cambio también ocurrió en lenguas de la rama q’anjob’aleana, es decir, fuera de la rama occidental y notó que, en yucateco, los contextos en los ocurrió están muy limitados con respecto a los contextos donde ocurrió el cambio en las otras lenguas de las tierras bajas y del huasteco, así que llegó a la conclusión de que se trataba de innovaciones independientes que ocurrieron en momentos distintos para cada caso (véase la tabla 2 para ver las correspondencias). La palatalización es un cambio tipológicamente frecuente en las lenguas del mundo, de ahí que este cambio pudo haberse dado de forma “natural” e independiente en cada una de las lenguas, sobre todo si consideramos que en el chuj y en el tojalabal, lenguas de las tierras altas mayas, también está presente la palatalización, y en estas últimas, esta evolución se explica como desarrollos independientes paralelos. protomaya** ŋ > protohuasteco *w /#_ > protohuasteco *h /_# El reflejo del protomaya de la consonante **ŋ > *h / _# y **ŋ > *w /#_ en protohuasteco y, por último, > -h / w- en lenguas huastecanas actuales es exclusivo en estas últimas, ya que en protograntseltalano se reconstruye como *n mientras que en las lenguas de las tierras bajas se refleja como n. Justeson et al. (1985) consideraron a este rasgo como uno de los marcadores areales de las lenguas de las tierras bajas mayas y vemos su desarrollo

**kiʔ **kam **ikan **sanik **iːk **k'aq **uk'

protomaya

chicomuselteco či čam ičan sanič ič čak uč

huasteco Veracruz čiʔik čaːm ʔičaːn θanič ʔiːč č'ak ʔuč' protocholano *čiʔ *čəm *ʔičan *šinič *ʔič *č'ək *ʔuč'

yucateco kiʔ kim #acan sinik iːk č'ik ʔuk'

čiʔ čam -sanʔič ič k'ak uk'

chuj čiʔ čam -sanič ič k'ak uk'

tojolabal

'dulce' 'hielo/ morir' 'pariente / tío' 'hormiga' 'chile' 'pulga' 'piojo'

traducción

Tabla 2. Reflejos del protomaya **k y ** k’ en huasteco y chicomuselteco (Norcliffe 2003: 62, 64), yucateco, protocholano, chuj y tojolabal (Kaufman y Justeson 2003)

RETENCIONES E INNOVACIONES LINGÜÍSTICAS… 221

t'uhub laːhuh weːw waj'

tuhu law te ew wew waj

**toːŋ

**laxuŋ

**ŋeːh

**ŋal wič /wi¢

ʔuh

ow

**oːŋ

*nik (maya occidental y wičil en tierras bajas)

k'ih

ʔuːh / ʔuːw

huasteco

k'ih

chicomuselteco

**q’iːŋ

** huʔŋ

protomaya

nik

nal (pCh *nəl)

lahun (pCh *ləhun) ne(x) (pCh *neh)

tu(ː)n

ʔuh

k'i(ː)n

xu(ʔ)n

tierras bajas

trad. español 'papel' (K&J 2003: 1107) 'día' (K&J 2003: 461) 'aguacate' (K&J 2003: 1110) 'piedra' (K&J 2003: 436) 'diez' (K&J 2003: 1482) 'cola' (K&J 2003: 312) 'mazorca' (K&J 2003: 1064) 'flor' (K&J 2003: 1048)

Tabla 3. Reflejos del protomaya **ŋ en huasteco > h / _# ; > w / #_ ; en lenguas tierras bajas > n

222 LUCERO MELÉNDEZ GUADARRAMA

RETENCIONES E INNOVACIONES LINGÜÍSTICAS…

223

divergente en huasteco, por lo que este rasgo evolucionó de forma diferente en cada caso. Otros cambios de sonido presentados por Campbell (1988: 211): protomaya *r > protohuasteco*y protomaya *q(') > protohuasteco *k(') protomaya * t(') y *ty(') > protohuasteco *t(') y * ʈʂ Este último grupo de cambios que está presente tanto en lenguas huastecanas como en las lenguas de las tierras bajas mayas fueron utilizados por Campbell (1988) para hablar de un “contacto considerable” entre ambos grupos de lenguas. Este grupo de innovaciones también fue retomado por Robertson y Houston (2003, 2015) para su argumentación de un contacto intenso tardío entre ellos. Sin embargo, Justeson y Kaufman (2008: 70-73) presentan una propuesta contraria con base en la presencia de seis préstamos del preprotohuastecano en lenguas del centro: tarasco y protootopame; y del noreste de México: totonaco, yemé y pajalat (estas dos últimas lenguas del sur de Texas). Argumentan que, dadas las características fonológicas de dichos préstamos del huasteco en las lenguas receptoras, su fechamiento se debe anclar a fechas muy tempranas, incluso al pre-protohuasteco: “in its most archaic phonological stage pre-proto-Wastekan still differed little from protoMayan when it first arrived in or near its ethonhistorically known location”.10 Además, exponen la idea de que el cambio de *q(‘) > k(‘) ocurrió en huasteco durante el periodo Posclásico, pues no afectó al chicomuselteco (ibidem), por lo que este cambio tendría que analizarse como innovación independiente ocurrida en distintos momentos históricos con respecto a la de las lenguas de las tierras bajas mayas.

10

Los argumentos expresados por Justeson y Kaufman (2008) cuestionan la idea de innovaciones difundidas por contacto, pues la presencia de algunos préstamos reflejan la pronunciación del pre-protohuasteco con *r (antes de que se fusionara con *y): “How early this interaction began cannot be determined because of the poor documentation of these languages, but it began before all of the 6 changes that yielded proto-Wastekan from proto-Mayan were completed, given the Yemé form reflecting a pre-Wastekan pronunciation of *r (before it merged with *y” (ibidem: 72).

solo sufijales

Marcas aspectuales en la PV

12







prefijales y sufijales

sufijales

bimorfémicas12 (innovación antigua)

Dos

lenguas tseltalanas







prefijales y sufijales

sufijales

bimorfémicas (innovación antigua)

Dos

lenguas cholanas







prefijales y sufijales

sufijales

bimorfémicas

Dos

lenguas yucatecanas

Tabla 4. Rasgos de tipo morfológico1112



?



sufijales

prefijales

*monomorfémicas

*uno

protohuasteco







sufijales

sufijales

*bimorfémicas

*dos

protograntseltalano

no pertinente para la clasificación

no pertinente para la clasificación

no pertinente para la clasificación

no

no

no

no

¿innovación compartida?

Con monomorfémico me refiero a que en un único morfema se codifica en portmanteau dos categorías gramaticales, la de persona y la de número. Bimorfémico se refiere a que la categoría de persona se codifica en un morfema y la categoría de número en otro, por separado.



Jerarquía de animacidad en todo tipo de oraciones transitivas

11



Incorporación de marca tV- en el verbo con origen preposicional



siempre prefijales

Posición de absolutivos en PV

Reducción de posiciones estructurales en la PV

monomorfémicas11

Uno

Paradigma de marcas ergativas

Marcas de persona ergativas ligadas y libres 2 y 3 pl

lenguas huastecanas

Rasgos morfológicos

R asgos morfológicos

224 LUCERO MELÉNDEZ GUADARRAMA

RETENCIONES E INNOVACIONES LINGÜÍSTICAS…

225

Paradigma único de marcas ergativas Con pequeñas variaciones, tanto Robertson (1992: 53) como Kaufman y Norman (1984: 91) reconstruyeron dos juegos paradigmáticos de marcas ergativas en protomaya. Además, estos últimos reconstruyeron también dos juegos de marcas en el prototseltalano y en el protocholano. Los morfemas reconstruidos son formas supletivas monomorfémicas que distinguen las 3 personas gramaticales y número singular y plural. Heredado del protomaya, todas las lenguas mayas actuales, excepto el huasteco, tienen dos juegos paradigmáticos de marcas ergativas condicionados fonológicamente y que están en distribución complementaria, uno de ellos ocurre cuando se afija a una raíz que inicia con vocal, mientras que el otro juego aparece cuando la raíz a la que se afija inicia con consonante (tabla 5). Dado que no existe evidencia en las fuentes coloniales de huasteco del siglo xvi y xviii, en las fuentes de chicomuselteco ni en ninguna de las variantes actuales de huasteco de dos juegos de marcas ergativas, el juego paradigmático único debe considerarse una innovación exclusiva de la rama huastecana, reconstruible hasta el protohuasteco.

1s 2s 3s 1pl 2pl 3pl

*u *a *in *ya *i *in

protohuasteco

protocholano Kaufman y Norman ( 1984: 91) *in- / *inw*a- / *aw*u- / *(u)y*kä- / *k*i- /*iw*u-...-ob' /(u)y-...-ob'

prototseltalano Kaufman y Norman (1984: 91) *j /*k*a-/ *aw*s- /*y*j-...-tik / *k-...-tik *a-...-ik /*aw-...-tik *s-...-ik/*y-...-ik

protomaya Kaufman y Norman (1984: 91) **nu- / **w**aa- /**aaw**u- / **r**qa- / **q**e- / **eer**ki- / **k-

Tabla 5. Paradigma único monomorfémico de los clíticos ergativos en protohuasteco según Meléndez (2011: 194) en contraste con las reconstrucciones paradigmáticas de dos juegos distintos presentados por Kaufman y Norman (1984)

226 LUCERO MELÉNDEZ GUADARRAMA

RETENCIONES E INNOVACIONES LINGÜÍSTICAS…

227

Bimorfemización de los pronombres personales independientes La bimorfemización de las marcas de persona en algunas lenguas mayas consiste en un cambio en el que los pronombres personales independientes de 2ª plural y 3ª plural monomorfémicos supletivos fueron sustituidos por morfemas bimorfémicos donde los pronombres de 2ª singular y 3ª singular codifican la categoría de persona en un morfema y para marcar número plural requieren de otro morfema (i.e. el morfema portmanteau fue reemplazado por dos morfemas: uno que codifica persona y otro que codifica número). Este cambio está atestiguado en lenguas tseltalanas, algunas q’anjob’alanas, las yucatecanas, las cholanas y las huastecanas. En huasteco actual, esta bimorfemización está atestiguada en las variantes de San Luis Potosí y de Tantoyuca y, al estar presente también en lenguas de la rama occidental, fue analizada por Robertson y Houston (2003: 716) como una innovación compartida entre el huastecano y las lenguas cholanas-tseltalanas.13 Contrario a la idea de Robertson y Houston, Law (2011) encontró que esta innovación no fue compartida por herencia genética entre las lenguas de las tierras bajas mayas sino que fue un cambio que ocurrió primero en las lenguas cholanas y más tarde, se extendió de manera areal hacia las lenguas yucatecanas, mismas que innovaron en el mismo sentido (cambio inducido por contacto).14 Kaufman (1985) llamó la atención sobre la presencia de un paradigma de formas monomorfémicas supletivas para los pronombres personales independientes en la variante actual de huasteco oriental. Dicho paradigma también está atestiguado en las fuentes de huasteco del siglo xvi y del siglo xviii, por lo que la bimorfemización en los pronombres independientes es un proceso reciente distribuido solo en las variantes actuales occidental (SLP) y central (Tantoyuca). Un hecho que da cuenta de que el proceso aún está en curso es que, en varias comunidades de SLP y de Tantoyuca, las formas

13

14

En el mismo sentido, Campbell (1981) también argumentaba que la bimorfemización de dichos pronombres también era una innovación compartida por herencia entre el huasteco y las cholanas-tseltalanas. De hecho, la bimorfemización en la tercera persona del plural está atestiguada en los registros epigráficos del clásico maya, por lo que presumiblemente fue una innovación que ocurrió desde épocas prehispánicas en las lenguas cholanas y en las yucatecanas por difusión.

wawa:ʔ

nana:ʔ

tata:ʔ

tata:ʔ

wawa:ʔ

nana:ʔ

tata:ʔ

2s tata:ʔ tata:ʔ tata:ʔ tata:ʔ tata:ʔ tata:ʔ

wawa:ʔ ʔ wawa:ʔčik tata:ʔ

ugu

1pl

nana:ʔ

wawa:ʔ

nana:ʔ

hue (xvi) tmp (xviii) chn, CRU, OTA xil (Ochoa 1984) tco sni

san (edmonson 1988) ali, FVI, TMT, HUT, SPA, MTZ, SAG, OKZ, TCY, HIZ mam, GAR, SAB EZP, GUA

wawa:ʔ wawa:ʔ wawa:ʔ wawa:ʔ wawa:ʔ wawa:ʔ

1s nana:ʔ nana:ʔ nana:ʔ nana:ʔ nana:ʔ nana:ʔ

tata:ʔ¢ik

tata:ʔčik

šaša:ʔ ʔ tata:ʔčik

šaša:ʔ šaša:ʔ šaša:ʔ šaša:ʔ šaša:ʔ šaša:ʔ ʔ tata:ʔčik šaša:ʔčik ʔ tata:ʔčik

2pl

Tabla 6. Los paradigmas de pronombres personales libres en lenguas huastecas actuales y coloniales (tomado de Meléndez 2011: 113)

haha:ʔ

haha:ʔ

haha:ʔ

haha:ʔ

3s haha:ʔ haha:ʔ haha:ʔ haha:ʔ haha:ʔ haha:ʔ

haha:ʔ¢ik

haha:ʔčik

haha:ʔčik

haha:ʔčik

3pl baba:ʔ baba:ʔ b'ab'a:ʔ baba:ʔ hačik haha:ʔčik

228 LUCERO MELÉNDEZ GUADARRAMA

RETENCIONES E INNOVACIONES LINGÜÍSTICAS…

229

bimorfémicas están en alterancia sincrónica con las monomorfémicas en la 2ª plural, e incluso para la 1ª plural, como se muestra en la tabla 6. La presencia de un paradigma monomorfémico fue considerado por Kaufman como uno de los indicadores de que la rama huastecana se separó más tempranamente que el resto de las lenguas del protomaya, en tanto que se trata de un rasgo conservador presente solo en huasteco y no en el resto de las lenguas mayas de las tierras bajas. Hay que hacer notar que el paradigma monomorfémico está registrado en los documentos de huasteco del siglo xvi y del xviii, y que se mantiene en distintas variantes de huasteco hasta épocas muy recientes. De esta manera, la bimorfemización parece ser producto de una evolución independiente reciente, en contraste con la bimorfemización que se observa en las lenguas de las tierras bajas mayas, atestiguada desde épocas prehispánicas en los registros epigráficos mayas. Así, este rasgo en particular no es producto de una innovación compartida por afinidad genética ni tampoco fue inducido por un contacto antiguo. Este rasgo fue usado por Campbell (1988) para fortalecer la hipótesis de innovaciones originadas por contacto; sin embargo, la temporalidad de los cambios indica que se trata de innovaciones independientes ligadas a distintos periodos históricos para cada caso, pues está atestiguada desde épocas prehispánicas para las lenguas cholanas y yucatecanas, mientras que para las huastecanas, este cambio es necesariamente posterior al siglo xviii.

Bimorfemización de las marcas ligadas de 2ª y 3ª plural En las variantes de huasteco occidental y central, el proceso de bimorfemización en los paradigmas de marcación de persona se ha extendido también a las marcas ergativas y a las absolutivas, mientras que en la variante oriental se conservan reflejos de los paradigmas monomorfémicos heredados del protohuasteco, como se observa en las tablas 7 y 8:

230

LUCERO MELÉNDEZ GUADARRAMA

Tabla 7. Cognadas de marcas de persona absolutivas (tomado de Meléndez 2011: 192)15

TCO, CHIP SFC, CRU, OTA

1s 2s 3s 1pl *in *it *Ø *iw u in (i)t Ø u u~ in it Ø wa in it Ø u in it Ø u

HUT, UGU, HIZ

in

i(t) Ø

u

SNI, OKZ, SAN, SPA, TCY, SAG, in CAR, MAM, GAR, SAB, EPZ, MTZ, FVI

i(t) Ø

u

protohuasteco chicomuselteco HUE s. xvi TMP s. xviii

15

2pl

3pl

*iš

*ib’



Ø ~ (V)b(')

iš ~ (i)t

Ø ~ ib(') ~ u

iš ~ (i)t (V[+alta])š i(t)...(čik) ~iš

Ø~i Ø ~ (V[+alta])b'

i(t)...(čik)

Ø~u Ø ~ u~ i15

Edmonson (ibidem) habla de un tercer alomorfo i para el absolutivo de tercera persona plural y singular, pero señala que solo se usa con las construcciones estativas, despúes de pe:l ‘cópula’ o yaba ‘no’ (ibdem), pero Zavala (1994: 50) no coincide con la idea de que exista el alomorfo i para el abs3 y señala que el morfema “i following the copula is not part of the paradigm of absolutive markers but instead has to be treated as a nominal modifier”.

231

RETENCIONES E INNOVACIONES LINGÜÍSTICAS…

Tabla 8. Cognadas de marcas de persona ergativas (tomado de Meléndez 2011: 194)

protohuasteco chicomuselteco HUE s. xvi TMP s. xviii TCO, CHIP, SFC, CRU, OTA, CALL SNI, OKZ, SAN, SPA, TCY, SAG, CAR, MAM, GAR, SAB, EPZ, MTZ, FVI, HUT, UGU, HIZ

1s *u

2s *a

3s *in

1pl *ya?

2pl *i?

u u u

a a a~ana

in in

u

a

in

i

i

i

u

a

in

i

a... (čik)~i

in

ya NR ya /wa? (ki)a~ ya?

3pl *in i(n) in

Como se muestra en las tablas 7 y 8, el proceso de bimorfemización atestiguado en distintas marcas de persona en las lenguas huastecanas es congruente con el proceso atestiguado para los pronombres independientes, es decir, que sigue mostrando que en huasteco el cambio es relativamente reciente, en contraste con las lenguas de las tierras bajas mayas, donde el cambio está anclado a épocas prehispánicas tempranas.

Posición estructural de los absolutivos en la palabra verbal De acuerdo con la reconstrucción de Kaufman (2002), el orden de las marcas de persona con respecto a la raíz en el protomaya es *ABS-ERG-V. Con base en evidencia de huasteco oriental actual así como de huasteco colonial, este orden también puede ser reconstruido en protohuasteco. Este rasgo también excluye a las lenguas de la rama occidental, ya que a pesar de que dicho orden está atestiguado también en tsotsil (Robertson y Houston 2003), no puede ser indicador de una innovación común con el resto de las lenguas de la rama occidental dado que la posición del absolutivo es posterior a la raíz en lenguas yucatecanas, cholanas y tseltalanas (Law 2011: 121). Así, las lenguas de la rama occidental parecen haber innovado donde el protohuasteco refleja la estructura heredada del protomaya.

232

LUCERO MELÉNDEZ GUADARRAMA

1.  nana:ʔ tutu kweʔey ʔan ʔiθiθ naná:ʔ t=ut=u kwéʔey ʔan ʔíθiθ 1s OPAH= abs2s=erg1s robar def maíz 'yo te robé el maíz' (huasteco de Chinampa, Veracruz; Meléndez 2011: 95) 2. Tatatat yaconial antau hatic gualetama tata:ʔ tat yakonoyal tata:ʔ ta=t=ya=kon-oy-al 2s OPAH= abs2s=erg1pl= pedir-tr-icp 'a ti te pedimos...' (huasteco de Huejutla siglo xvi; Cruz 1571: 8) 3. mi i-jats'-oñ impf erg3-pegar-abs1s 'ella me pega' (chol; Coon 2004: 36) 4. u-jäts'-on erg3s-pegar-abs1s 'él me pegó'

(chontal; Tandet 2013: 23)

5. k-in w-il-ik-ech hab- erg1s ep-ver-ind -abs2s 'yo te veo' (yucateco; Gutiérrez-Bravo y Montforte 2010: 3)

En los ejemplos 1 a 5 se muestra la posición de las marcas de persona ergativa y absolutiva con respecto al núcleo de la frase verbal en las distintas lenguas comparadas; se aprecia que el huasteco es la única lengua que conservó los reflejos de ambas posiciones estructurales prenucleares al interior de la palabra verbal.

Posición estructural de las marcas aspectuales en la palabra verbal16

Las marcas aspectuales afijales en las lenguas huastecanas tienen una posición estructural posterior a la raíz, es decir, siempre son sufijales. En 16

En huasteco existen marcas aspectuales que anteceden a la raíz, pero no son afijales sino son morfemas fonológicamente independientes que han derivado de verbos auxiliares, como ha ocurrido en muchas otras lenguas del mundo. Sin embargo, estas son recientes

233

RETENCIONES E INNOVACIONES LINGÜÍSTICAS…

las lenguas yucatecanas, cholanas y tseltalanas, las marcas afijales son primordialmente prefijales, lo que marca también una diferencia entre estos dos grupos de lenguas. Uno de los argumentos centrales señalados por Robertson y Houston (2003) para hablar de una tierra natal cholano-tseltalana es el morfema -Vl, históricamente un nominalizador verbal del aspecto progresivo que más tarde se volvió una marca de aspecto incompletivo. Señalan: “el huasteco sufrió un cambio semejante, pero en este caso, el modificador -Vl se extendió del verbo intransitivo al transitivo”. Siguiendo el análisis de Edmonson (1988: 633), los autores apuntan que los verbos intransitivos llevan la desinencia -Vl en el incompletivo y lo equiparan con uno de los morfemas de aspecto incompletivo de los verbos transitivos, i.e. -al de incompletivo. Sin embargo, en huasteco el sufijo -Vl podría no tener el mismo origen pues el análisis sincrónico actual que presenta Neri Velázquez (2011: 29) sugiere que se trata de dos morfemas -V {-e; -i;-u} ‘inacusativo’ y -l ‘incompletivo’ o bien, un morfema -Vl que funciona como el marcador de raíces inergativas. El origen histórico de este morfema en huasteco requiere mayor investigación, pues la forma -Vl es altamente frecuente en morfemas de lenguas mayas con muchos significados distintos.

Reducción de posiciones estructurales para las marcas de persona en la palabra verbal17

Este rasgo consiste en que en lugar de marcarse los dos argumentos en la palabra verbal de claúsulas transitivas (i.e. una marca ergativa y una absolutiva; ejemplos 1 a 5), solo se marca el argumento más alto en la jerarquía de persona (véanse ejemplos 6 y 7 del huasteco occidental y del huasteco central, respectivamente). 6. haha:ʔčik tit ¢uʔuw tata:ʔ haha:ʔčik 3pl 'ellos te vieron a ti'

17

t=it OPAH= abs2s

¢uʔ-uw-ø ver-tr-cp

tata:ʔ 2s

ya que no están atestiguadas ni en el siglo xvi ni en el xviii como marcas aspectuales. Esta innovación ha sido analizada de distintas maneras por autores como Edmonson (1988), Zavala (1994), Neri Velázquez (2011) y Meléndez (2011). Los tres últimos coinciden parcialmente en su análisis y divergen del de Edmonson en varios puntos.

234

LUCERO MELÉNDEZ GUADARRAMA

(huasteco de Unión Guadalupe, Aquismón; Meléndez 2011: 206)

7. haha:ʔ¢ik ti muluk’na:l haha:ʔ¢ik 3pl

t=i OPAH= abs2

muluk’n-aʔ-al abrazar-tr-icp

‘ellos te/los abrazaron’ (huasteco de El Mamey, Tantoyuca; Meléndez 2011: 206)

La reducción de posiciones estructurales está atestiguado en las variantes actuales de huasteco SLP y huasteco de Tantoyuca en todo tipo de claúsulas transitivas y bitransitivas18 y tiene reflejos con limitaciones particulares en huasteco oriental y en huasteco colonial, así que no es reconstruible hasta el protohuasteco. En este sentido, no es un rasgo pertinente para la clasificación genética de la rama huastecana sin embargo, este es uno de los rasgos más peculiares del huasteco actual frente al resto de las lenguas mayas, en tanto que se trata de una una innovación única en la familia lingüística.

Incorporación a la palabra verbal de un morfema tVEste morfema ha sido muy discutido en los estudios más recientes del huasteco y ha tenido al menos tres distintas lecturas en su análisis (veáse Edmonson 1988; Constable 1989; Roberston 1993; Zavala 1994; Meléndez 2011; Neri Velázquez 2011).19 En mi propuesta, basada en la idea de Robertson (1993) señalé que este morfema codifica un argumento tipo objeto participante del acto de habla (opah) y que su presencia en lenguas huastecanas como parte de la palabra verbal es una innovación fechada para antes del siglo xvi ya que está atestiguada en todas las variantes de huasteco actual y colonial (ejemplos 1, 2, 6 y 7). De acuerdo con Robertson (1993) y Robertson y Houston (2003), el origen de este morfema se remonta al protomaya *tyi > ta / ti y su significado aproximado es el de una preposición. Dicha marca 18

19

De manera parcial también este cambio está atestiguado desde el siglo xvi, siglo xviii y en huasteco oriental. Edmonson (1988) y Constable (1989) analizaron a este morfema como parte de un paradigma nuevo de marcas de persona que codificaban en portmanteau al sujeto y al objeto. Zavala (1994) por su parte, lo analizó como morfema de inverso, pero en mi trabajo mostré que funciona mejor glosarlo como un marcador de objeto participante del acto de habla, pues no siempre ocurre en construcciones inversas (Meléndez 2011).

RETENCIONES E INNOVACIONES LINGÜÍSTICAS…

235

se realiza como morfema independiente en todas las lenguas mayas, pero en contraste con estas, en huasteco presenta dos características únicas: la primera, que está incorporada a la palabra verbal, y la segunda, que tiene un valor semántico no atestiguado en otras lenguas mayas. De esta manera sus características formales así como semánticas son analizadas como una innovación exclusiva de la rama huastecana.

Jerarquía de animacidad en la marcación de los argumentos en todo tipo de oraciones transitivas

La propuesta de análisis basada en una jerarquía de persona fue realizada por Zavala (1994), y es una innovación que está ligada a la reducción de la marcación de los argumentos en la palabra verbal. Consiste en que el único argumento que se marca es el más alto en la jerarquía de persona con base en una jerarquía 1 > 2 > 3. Cuando hay un argumento tipo O o R 3ª, solo se marca el argumento tipo A. La jerarquía de animacidad en la marcación de argumentos está atestiguada en otras lenguas mayas pero para cada caso en particular se observan restricciones en los que la jerarquía se vuelve pertinente. En el caso del huasteco, esta jerarquía es pertinente siempre que hay una oración transitiva, y de esta manera, tiene características únicas con respecto al resto de las lenguas mayas. Cabe mencionarse que esta innovación tiene distintos reflejos en las lenguas huastecas actuales y coloniales, por lo que no es reconstruible hasta el protohuasteco. Tomando como eje los rasgos morfológicos mostrados hasta ahora, la tendencia apunta a retenciones del protomaya así como innovaciones independientes exclusivas en las lenguas huastecanas con respecto a las lenguas de las tierras bajas mayas. Algunas de estas innovaciones son reconstruibles hasta el protohuasteco, lo que robustece la idea de desarrollos independientes con un contacto escaso o poco significativo con las lenguas de las tierras bajas mayas.

Orden de palabras SVO En la actualidad se ha debatido sobre la relevancia de discutir un orden básico en lenguas con orden variable como el huasteco (Brody 1984). Sin embargo, y para cuestiones diacrónicas, el cambio hacia un orden básico SVO es una innovación interesante que debemos destacar del huasteco ya que, con excepción del yucateco (Gutiérrez-Bravo y Montforte 2010) y del chortí (England 1991), el resto de las lenguas mayas son de verbo inicial.

no no

Ergatividad escindida

Clasificadores numerales si

si si

si







Direccionales





✔ solo en huas SLP

Cópula

SVO/VOS

lenguas cholanas

VOS/VSO

lenguas tseltalanas

SVO

lenguas huastecanas

si

si





SVO/ VOS

lenguas yucatecanas

no

no



✘ innovación posterior

SVO

protohuasteco

Tabla 9. Rasgos de tipo sintáctico

Orden de palabras

Rasgos sintácticos

Rasgos de tipo sintáctico

¿?

¿





VOS?

protograntseltalano

no

no

no

no

no

¿Rasgo compartido?

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RETENCIONES E INNOVACIONES LINGÜÍSTICAS…

237

Con base en el hecho de que la mayoría de las lenguas mayas reportan un orden menos marcado de tipo VOS, Smith Stark (1976: 46) propuso que el protomaya era una lengua *VOS, idea compartida por Campbell y Norman (1978: 144) quienes señalaron el mismo orden como el más arcaico, “Judging solely on the basis of the geographical distribution of the two patterns...”.20 El desarrollo diacrónico de este orden sintáctico en huasteco no ha sido estudiado aún y requiere un estudio descriptivo sincrónico actual y colonial de los distintos contextos en que ocurre. Esto debe compararse con claúsulas que tienen verbo inicial con el fin de proponer la linea evolutiva que propició el cambio. Por el momento, y para fines del presente trabajo, basta decir que el orden básico SVO no está condicionado en los mismos contextos que las lenguas cholanas y tseltalanas, por lo que no es una innovación compartida y muestra la evolución independiente de las lenguas huastecanas con respecto al resto de la familia lingüística.

Cópula La cópula es un rasgo que está atestiguado únicamente en la variante actual de huasteco occidental. Se trata de una innovación muy reciente atestiguada solo en esta variante y que marca una isoglosa importante entre las distintas variantes de huasteco actual. No es reconstruible hasta el protohuasteco ni es un rasgo pertinente para la clasificación; sin embargo, su presencia en una lengua maya es una innovación significativa que merece un estudio diacrónico profundo.

Direccionales En lenguas huastecanas destaca la ausencia de direccionales, en contraste con las lenguas yucatecanas, cholanas y tseltalanas, donde estos son muy productivos. Su distribución, forma y contenido semántico en las cholanas y las tseltalanas las hace reconstruibles hasta el protocholano (Kaufman y Norman 1984).

20

Campbell y Kaufman (1985: 191) también hablaron de este orden básico “PM seems to have had VOS basic word order when the subject was higher than the object on te ‘animacy’ hierarchy -with human highest, animate next, and inanimate lowest- but VSO order when subject and object were equal in animacy”,

238

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Ergatividad escindida El fenómeno de la ergatividad escindida está atestiguado en la mayoría de las lenguas mayas y el resultado del análisis llevado a cabo por distintos autores en las diferentes lenguas mayas indica que el disparador de dicho rasgo puede ser el aspecto gramatical o bien, por el tipo de claúsula (subordinada, tópico, etcétera). En los estudios realizados hasta el momento en las distintas variantes de huasteco actual, no se ha atestiguado este fenómeno, por lo que no puede reconstruirse en protohuasteco y en ese sentido, es una lengua que no ha innovado en este rasgo, mostrando un alineamiento sintáctico que refleja el del protomaya.

Clasificadores numerales Los clasificadores numerales fueron analizados por Law (2011) como un rasgo areal de las lenguas de las tierras bajas mayas. Sea por contacto o por herencia genética, este grupo de lenguas innovó con la generación de un paradigma de clasificadores numerales que están ausentes en lenguas huastecanas.

Léxico Tabla 10. Préstamos mixezoqueanos presentes en lenguas cholanas, tseltalanas y yucateco que no están en huasteco (con base en los datos de Kaufman y Justeson 2003)

cholanas, tseltalanas y yucatecanas unen / unin ‘niño’ (*ʔune mixezoque) *waʔš ‘gato de monte’ (< mixezoque) kuktal, kuket, kuʔkut ‘nuca’ (*kuk ‘medio’ mixezoque) *ʔumaʔ protocholano (*ʔumaaʔ ‘tonto, mudo’ mixezoque) *juč ‘moler maíz’ protocholano (*juč’ mixezoque)

huasteco t’ele ‘niño, bebé’ šuhu:l paθum ‘gato montés’ ---

moʔ ‘mudo’ makuʔ ‘tonto’ ¢eʔeyal ‘moler’

RETENCIONES E INNOVACIONES LINGÜÍSTICAS…

239

De acuerdo con los datos presentados en Kaufman y Justeson (2003), algunos lexemas de origen mixezoque como ‘araña’ *ʔa:m, ‘incienso’ *po:m, ‘jícara’ *čimaʔ están atestiguados en todas las lenguas mayas incluido el huasteco. Esta distribución puede ser explicada como huellas de un contacto muy temprano entre lenguas mixezoqueanas y lenguas mayas. Si bien estos préstamos pudieron haber sido introducidos también en épocas tardías, la idea de que son préstamos tempranos de lenguas mixezoques también fue apoyada en el trabajo de Wichmann (1999), así que con base en los argumentos de ambos autores, retomo la idea de que son préstamos tempranos introducidos al “panmaya”. Los términos de las lenguas cholanas, yucatecanas y tseltalanas mostrados en la tabla 10 tienen un origen presumiblemente mixezoqueano mientras que los ítems del huasteco son divergentes con respecto a los atestiguados en las lenguas de las tierras bajas mayas. Sumado al resto de los rasgos gramaticales presentados, la ausencia de estos préstamos en huasteco apoya la idea de una separación temprana con respecto al resto de las lenguas de la rama occidental, favoreciendo también la hipótesis de un aislamiento sostenido entre ambos grupos de lenguas. Tabla 11. Algunos préstamos léxicos entre lenguas mixezoqueanas y huasteco (Wichmann 1998; Kaufman 1980: 101)

término

huasteco

Conclusión de Wichmann (1998) difundido en tiempos mixeanos tempranos difundido del protomixe > yucateco > huasteco difusión tardía del huasteco hacia el popoluca

‘chayote’

protomixe *ciʔwa >

čiw

‘perro’

protomixe *ʔuku >

ok ‘zorro’

‘abeja, avispa, nido de avispa’

protomixezoque *ʔa:kaw; < ʔokow sierra popoluca ʔokwoŋ

‘conejo’

protomixezoque *koya >

koy

difundido en un momento tardío de diferenciación entre mixezoques

‘calabaza’

protomixezoque *¢ima > mixezoque *¢im

> timaʔ

Kaufman (1980: 101)

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Por último, en la tabla 11 se presentan algunos préstamos exclusivos de lenguas mixezoqueanas introducidos al huasteco. Igual que los datos presentados en la tabla 10, los lexemas de la tabla 11 vistos de manera aislada nos dicen poco de la historia de los huastecos, pero sumándolos con los datos de orden morfológico y sintáctico, también apuntalan la idea de un aislamiento con respecto a lenguas de las tierras bajas mayas, por un lado, y de un contacto temprano con lenguas mixezoqueanas, por el otro. Finalmente, el término tak’in ‘metal, precioso, plata’ ha sido importante en la discusión con respecto a la introducción de préstamos ya que Campbell (1988: 211; 2017) propuso que fue introducido al huasteco como un préstamo de las lenguas de las tierras bajas mayas. Su etimología se analiza como *ta- ‘excremento’ más *q’i:ŋ ‘sol, día’, pero en huasteco el cognado de ‘día’ es k’ih. El huasteco solo puede tener la n si se trata de un préstamo de una lengua maya occidental, y esto podría hablar de un contacto tardío entre estas lenguas, y añadió que “como el metal llega algo tarde a Mesoamérica, esto aboga por un contacto algo reciente, y por tanto, es una razón en contra de que el huasteco estuviera en su ubicación actual durante un largo periodo de tiempo”. Es innegable la propuesta de Campbell de que se trata de un préstamo de las lenguas de las tierras bajas mayas hacia el huasteco, pero la presencia de un único préstamo léxico no es evidencia contundente de que haya existido un contacto intenso entre estas lenguas y la explicación que da Justeson (apud Campbell 2017: 56) al respecto puede ser más viable considerando el resto de los rasgos que no están compartiendo.

Correlaciones lingüísticas y arqueológicas En la propuesta de Robertson y Houston (2003) se menciona que los huastecos llegaron a la región Huasteca “antes o inmediatamente después del final del primer milenio después de Cristo”, i.e en el periodo Posclásico. A pesar de señalarse como “agnósticos” con respecto a correlacionar datos cerámicos con lingüísticos, en su propuesta señalan que “Zaragoza ha propuesto que los Huastecas llegaron a su ubicación actual durante el periodo postclásico.... Si nos guiamos por la cerámica, esta posible intrusión se habría llevado a cabo durante el periodo Posclásico Temprano” (ibidem: 721). De acuerdo con Espinosa (2008, 2015) y Espinosa y Meléndez (2011), los resultados del análisis de los tipos cerámicos excavados en el sitio Hv24

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241

“Altamirano”, en la región Huasteca,21 para el periodo Preclásico superior (650350 aC)22 se observa la llegada de una tradición cerámica llamada “Prisco negro”. Espinosa (2015) utilizó esta tradición cerámica como marcador de horizonte de la fase Tantuán I y de su análisis se deriva la idea de que su arribo –fechado para alrededor del 400 aC–, fue muy significativo en la región en tanto que observó un desplazamiento de la tradición cerámica precedente para cada caso en varios sitios. Aunque debemos ser cautelosos con las correlaciones entre cerámica y grupo lingüístico, la similitud que encontró Ekholm (1944), y más tarde MacNeish (1954), entre la tradición cerámica “Prisco negro”, presente en los sitios de Uaxactun y El Mirador, ubicados en el Petén alrededor de las mismas fechas, con la cerámica y figurillas de los sitios del Pánuco, en la Huasteca, no puede ignorarse ya que esto podría ser relevante para anclar la llegada de los huastecanos a la región durante el Preclásico superior, procedentes de la región nuclear maya. Un ingrediente más que quiero agregar es el desarrollo del sistema jerárquico que trajo como consecuencia la reducción de las posiciones estructurales de las marcas de persona en la palabra verbal y cuyo origen parece haber sido inducido por contacto con lenguas de filiación mixezoqueana. Los fechamientos que presentan Espinosa (2015) y Espinosa y Meléndez (2011) sugieren que el encuentro de tradiciones cerámicas en la Huasteca se dio durante el periodo Preclásico superior temprano, mientras que la introducción de este préstamo gramatical debe anclarse a épocas prehispánicas por el desarrollo que se observa en huasteco del siglo xvi, así, cautelosamente podríamos ligar estos dos eventos y retomar la idea de un arribo temprano a la región Huasteca.

21

22

Bajo la perspectiva metodológica del “sistema tipo-variedad”, Espinosa clasificó la cerámica del sitio Hv24 “Altamirano”, excavado por Ángel García Cook y Leonor Merino Carrión en el Proyecto Definición del Formativo en la Cuenca Baja del Río Pánuco, (temporadas 1986-1988), aunque en su análisis de 2008 se centró en las temporadas de campo de los años 88-89, exclusivamente. Este sitio resultó ser ejemplar pues mostraba toda la secuencia estratigráfica desde el Preclásico hasta el Posclásico. También llamada fase Tantuán I en su trabajo. Espinosa (c.p.) me precisó que, de acuerdo con sus nuevas investigaciones, los fechamientos más precisos serían Preclásico superior temprano (400-350 aC).

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Consideraciones finales En este trabajo mostré un compendio de innovaciones y retenciones fonológicas, morfológicas y sintácticas que nos ayudan a caracterizar las lenguas huastecanas con respecto al resto de las lenguas mayas. En términos generales se puede concluir que las lenguas huastecanas se separaron muy tempramente de protomaya, como señaló Kaufman (1976), y que genéticamente no pertenecen a la rama occidental de esta familia lingüística. Aunque la presencia de un préstamo léxico (tak’in) y las similitudes en el campo de la fonología pudieran ser explicadas por contacto entre lenguas huastecanas durante el Clásico o el Posclásico con lenguas de las tierras bajas mayas, los préstamos tempranos en yemé, pajalat y protootopame mostrados por Justeson y Kaufman (2008), aunados a los datos léxicos, morfológicos y sintácticos presentados en este trabajo, apuntan a que las innovaciones de las lenguas huastecanas ocurrieron al margen de las lenguas de las tierras bajas mayas y apoyan la idea de un aislamiento temprano sostenido de manera relativa a lo largo de los siglos entre huastecanos con respecto al resto de la familia lingüística. Por su parte, y en el ámbito de la arqueología, la cronología cerámica asociada al tipo cerámico “Prisco negro”, analizada por Espinosa Ruiz (2008, 2015) como un marcador de horizonte anclado al periodo Preclásico superior temprano (alrededor del año 400-350 aC) pudiera ser usada cautelosamente para fechar el arribo de grupos mayas, posiblemente los huastecanos, a la región. Finalmente, se propone que las innovaciones morfológicas de reducción de posiciones estructurales y de la relevancia de la jerarquía de persona para marcar los argumentos verbales ocurridas dentro de la palabra verbal fueron motivadas por contacto lingüístico con hablantes de lenguas mixezoqueanas. Al ser una innovación exclusiva del huasteco también apoyaría la idea de un aislamiento relativo con respecto a los miembros de la rama occidental. Con respecto a esta última innovación, es necesario hacer más pruebas de orden sintáctico comparativo así como rastrear la presencia de préstamos léxicos, y en su caso morfológicos, que nos permitan dar mayor contundencia a esta idea.

Agradecimientos La autora desea agradecer a los dictaminadores de este trabajo, pues sus comentarios contribuyeron de manera significativa con respecto al enfoque del mismo. Los errores y omisiones siguen siendo mi responsabilidad.

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Abreviaturas ALI CAR CHIC CHIP CHN CRU EZP FVI GAR GUA HIZ HUE HUT MAM MTZ OKZ OTA SAB SAG SAN SFC SNI SPA TCO TCY TMP TMT UGU XIL pM pHuas pGtse MZ

Alitze, Aquismón El Carrizal, Tampamolón Corona Chicomuselteco, Chicomselo, Chiapas Chinampa de Gorostiza (cabecera municipal) Chontla (cabecera municipal) Las Cruces, Chontla La Esperanza, Tantoyuca Francisco Villa, San Vicente Tancuayalab La Garrapata, Tantoyuca El Guayalar, Tantoyuca San Antonio Huitzquilico, Xilitla Huejutla, Hidalgo, siglo xvi Tatacuatla, Huehuetlán. El Mamey, Tantoyuca Mantezulel, Aquismón Oktzen, Tancanhuitz Mata de Otate, Chontla El Sabino, Tantoyuca Sagrada Familia, Tanquián de Escobedo San Antonio, Aquismón San Francisco, Chontla San Nicolás, Tanlajás San Pedro de las Anonas, Aquismón Tancoco (cabecera municipal) Tampacoy, Tamuín Tampamolón, siglo xviii Tampate, Aquismón Unión Guadalupe, Aquismón Xiloxuchil, Tantoyuca protomaya protohuasteco protograntseltalano mixezoqueanos

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Filología indomexicana

Formación de un corpus lingüístico a partir del vocabulario castellano -matlatzinca de fray A ndrés de Castro (1557) Etna T. Pascacio Montijo1

Introducción El objetivo de este texto es mostrar la metodología y el proceso de formación de un corpus lingüístico para hacer una descripción morfológica y fonológica del matlatzinca registrado en el vocabulario de fray Andrés de Castro (1557). Considero que el análisis lingüístico no se puede hacer directamente sobre los registros coloniales, es necesario transformar dichos registros en datos, es decir, en un corpus para análisis lingüístico. La metodología y los criterios para formar un corpus lingüístico a partir de documentos coloniales son parte de las tareas de la filología indoamericana o indomexicana (Smith 1997a, 1997b; Knapp 2011), de la lingüística misionera (Zwartjes y Hovdhaugen 2004) y de la lingüística histórica. Algunos autores han escrito sobre estos temas, específicamente para los documentos en lenguas indígenas presentando las metodologías y los criterios como parte de su descripción. Por mencionar algunos, tenemos los trabajos de Smith (2003 y otros) sobre el zapoteco colonial, los de Lastra (1992), Bartholomew y Lastra (2001) y Guerrero (2013) sobre el otomí colonial, los de Valiñas (2013 y otros) sobre el náhuatl clásico, los de Villavicencio (2009) del purhépecha colonial, el trabajo de Lionnet (1986) del eudeve, los de Meléndez (2011) sobre lenguas huastecas y los de Knapp (2011) sobre el mazahua colonial.2

1

2

Doctorado en Estudios Mesoamericanos, iif-ffyl, unam. Universidad Autónoma de Baja California. Estos temas y metodologías los abordé en los cursos de Zapoteco Colonial impartidos por Thomas Smith y los de Náhuatl Clásico impartidos por Leopoldo Valiñas, en el posgrado en Estudios Mesoamericanos de la unam. También las discutimos en el Seminario Permanente de Lingüística Histórica del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la unam.

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Etna T. Pascacio Montijo

Sin embargo, aunque hay criterios generales, cada documento requiere ciertas tareas específicas que responden a las características particulares del mismo. Así pues, lo que presentaré es la metodología que estoy siguiendo para transformar el registro del matlatzinca colonial de fray Andrés de Castro en datos lingüísticos. La lengua matlatzinca forma, junto con el ocuilteco o tlahuica, la rama otomiana sureña de la familia lingüística Otopameana (Bartholomew 1965). Actualmente las dos lenguas están en riesgo de desaparición ya que hay alrededor de 1 600 hablantes de cada una. El matlatzinca sólo se habla en la comunidad de San Francisco Oxtotilpan, municipio de Temascaltepec, Estado de México, y el ocuilteco en seis localidades del municipio de Ocuilan del mismo estado. Sin embargo en la época colonial se hablaban en un amplio territorio que abarcaba gran parte del occidente del ahora estado de México y en algunas zonas de Michoacán, Guerrero, Morelos y la Ciudad de México (Quezada 1996; Pascacio 2011). El vocabulario matlatzinca-castellano está escrito en un ejemplar del vocabulario castellano-mexicano de fray Alonso de Molina de 1555. El documento original se encuentra en la biblioteca de la Universidad de Cornell con el número de catálogo Huntington PM4066.M721555. Las equivalencias en matlatzinca están escritas a mano al final de las equivalencias en náhuatl en cada entrada del castellano. El vocabulario no tiene firmas o notas que indiquen quién fue el autor, sin embargo, Schuller (1930) atribuye la obra a fray Andrés de Castro de la orden de los franciscanos. Como veremos más adelante, esto se puede corroborar pero es necesario considerar que no fue el único personaje involucrado en la obra. En cuanto a la fecha, al final del apartado sobre la “cuenta en lengua mexicana”, está escrito a mano que el vocabulario se terminó en enero de 1557, es decir, aproximadamente dos años después de la publicación del vocabulario de la lengua castellana y mexicana. En el libro no hay información que indique el lugar en el que se hizo; sin embargo, sí se sabe que fray Andrés de Castro estaba en el convento de Toluca que pertenecía a la provincia del Santo Evangelio.3 Además de las equivalencias en matlatzinca, también se agregaron frases y palabras en náhuatl, escritas a mano en las primeras y últimas fojas que no tenían nada impreso. Así pues, se trata de una obra que en su conjunto involucra varias lenguas y etapas temporales. El castellano de Molina (1555), basado a su vez en el vocabulario de Nebrija de 1495 (Hernández de León

3

Formación de un corpus lingüístico…

253

Figura 1. Inicio de la letra Q del Vocabulario castellano-matlatzinca (1557) (fotografía de Etna T. Pascacio Montijo).13

3

Agradezco a la Biblioteca de la universidad de Cornell por haberme permitido fotografiar todo el documento original.

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Portilla 1993: 216; Smith 2002), el náhuatl registrado por Molina (1555),4 el matlatzinca registrado a mano y las notas en náhuatl agregadas también a mano, pero en una etapa posterior. Hasta la fecha no hay descripciones lingüísticas del matlatzinca colonial. Respecto al vocabulario de Castro (1557), Schuller (1930) hizo una descripción filológica y también una paleografía, la cual se encuentra en la biblioteca de la Universidad de Cornell. No conozco esa paleografía pero de acuerdo con los bibliotecarios a cargo se trata de la transcripción del vocabulario sin comentarios o adiciones. Bartholomew realizó la paleografía del vocabulario matlatzinca de Castro (1557),5 la cual utilizo como base para el análisis que estoy haciendo. En su transcripción paleográfica se puede observar parte del análisis morfológico que propone la autora, en tanto que en cada equivalencia deja espacios entre los morfemas que expresan categorías gramaticales, mientras que no separa los morfemas que forman los radicales. Realizó la transcripción para incluir datos del matlatzinca colonial en la reconstrucción del protootopame (1965); aunque sí los incluye en su trabajo, no hace una descripción específica del documento ni del matlatzinca registrado. Escalante (1996) presentó en diversas ocasiones descripciones generales del vocabulario de Castro (1557) con datos biográficos y correspondencias entre las grafías utilizadas en el vocabulario, en otros documentos coloniales y los fonemas del matlatzinca actual. Por otro lado, existen varias descripciones filológicas, lingüísticas y lexicográficas sobre las dos ediciones del vocabulario de Molina (1555, 1970 [1555-1571]), como las de Hernández de León Portilla (2008), Galeote (2001, 2002, 2002-2003, 2003, 2004, 2005, 2006, etcétera), Smith (2002) y Bakewell y Hamann (Explore Mesolore),6 las cuales se pueden consultar para conocer más detalles sobre la sección impresa del ejemplar con las equivalencias en matlatzinca. A continuación iré desarrollando la metodología que he ido construyendo, sin embargo, hay dos tareas que no voy a presentar en este artículo, aunque sí forman parte de la investigación. La primera es conocer el contexto histórico-social en el que se realizó la obra y de los hablantes de la lengua 4 5

6

Veáse Smith (2002) y Galeote (2001, 2002, 2002-2003, 2003, 2004, 2005, 2006, etc.). Esta versión forma parte de la publicación en prensa: Vocabulario castellano-matlatzinca de Fray Andrés de Castro (1557) y Vocabulario español-matlatzinca de Roberto Escalante y Marciano Hernández (circa 1973). .

Formación de un corpus lingüístico…

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registrada en la época. La segunda es hacer una descripción general del documento, incluyendo numeros de fojas, tipo de encuadernación, sellos, firmas, fechas, contenido general, etcétera. Los puntos que aquí desarrollo son, en términos generales, sobre los autores, la construcción de la base de datos y la formación del corpus como edición interlineal. Como mencioné al principio, la formación del corpus es para hacer una descripción lingüística, específicamente fonológica y morfológica, aunque también puede servir para obtener datos sintácticos, semánticos y lexicográficos.

Los autores y el texto Respecto al autor, considero que necesariamente había varios participantes, con conocimientos sobre lingüística y recursos para representar gráficamente el matlatzinca, al menos un hablante de matlatzinca, al menos un hablante de náhuatl y al menos un amanuense, que pudo ser cualquiera de los anteriores o alguien más. Como ya mencioné, en el documento no hay firmas, sellos o algo que pudiera indicar quiénes lo realizaron y generalmente estas obras se atribuyen a un solo autor aunque hubiera más participantes. Esta propuesta ya ha sido planteada en otros casos, por ejemplo Hernández de León Portilla (1993, 1995) menciona que Molina vivía en el convento de Tlatelolco y participaba en el Colegio de la Santa Cruz donde convivía con hablantes de náhuatl y tenía a su colaborador Hernando de Ribas quien era trilingüe náhuatl-castellano-latín (1993: 210). Asimismo, Rodríguez (2014: 18-25) menciona que Sahagún no fue el único autor de las obras sahaguntinas y describe el proceso de elaboración junto con los participantes. Comienzo por hablar de fray Andrés de Castro. Schuller (1930) le atribuyó la obra basándose en datos biográficos del fraile. Mendieta (1997) es quien proporciona más datos sobre su vida, a continuación presento algunos puntos importantes: Castro era de la provincia de Burgos, al norte de España; no se sabe su fecha de nacimiento, llegó a América en 1542 y murió en el convento de Toluca en 1577. Tenía estudios de arte y teología, aprendió primero náhuatl y después el matlatzinca en el valle de Toluca, donde evangelizaba en ambas lenguas; fue el primer evangelizador de los matlatzincas y pasaron 20 años para que hubiera otros (Mendieta 1997). Sobre sus obras, Mendieta (1997) menciona que compuso un arte y vocabulario, una doctrina y sermones. Lo que me interesa resaltar en este momento es que Castro evangelizaba en castellano, náhuatl y matlatzinca, que fue el primer evangelizador de

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matlatzincas, y que hizo un arte y vocabulario, una doctrina y unos sermones (1997: 239). Salinas (1921) aporta más datos sobre la vida de Castro. De la información que presenta, lo que me parece más relevante para el análisis filológico y lingüístico de la obra es uno de sus señalamientos respecto a las habilidades lingüísticas del fraile: Los largos estudios que hizo Castro en España lo capacitaron ampliamente para las labores lingüísticas. Aquellos que entonces, de un modo asiduo, seguían los cursos de Teología eran excelentes conocedores del latín y sabían mucho de griego y aun de hebreo. Fr. Andrés fue, sin duda, de éstos: así se explica que en corto tiempo haya dominado el náhuatl y el matlatzinca (Salinas 1921: 207).

Encontramos en el vocabulario ciertos elementos que coinciden con los mencionados sobre la vida y experiencia de Castro, aunque, como mencioné, seguramente hubo más participantes. Entre los aspectos que señalan la participación de Castro tenemos que: a) En algunos casos hay anotaciones gramaticales, como ‘activo’ o ‘pasivo’ para equivalencias específicas del matlatzinca, lo cual indica conocimientos sobre gramática. Es importante señalar que estas anotaciones gramaticales no son comunes y no aparecen en Molina (1555). En total son 87 anotaciones de diferentes tipos en aproximadamente 13 500 (Smith 2002: 34) entradas del castellano. 1. actiuo: qui to to kuapi mhi

Figura 2. Ejemplo de notas gramaticales.7

b) En algunas entradas del vocabulario encontramos, además de las equivalencias en matlatzinca, equivalencias en náhuatl agregadas a mano o correcciones sobre las equivalencias impresas de Molina

7

Tomada del original, fotografía de Etna T. Pascacio, al igual que el resto de las imagenes en este artículo.

Formación de un corpus lingüístico…

257

(1555), esto indica que el fraile que hizo este vocabulario sabía y/o manejaba el náhuatl. 2. Artejo coyuntura. nemapilhuyhztly

Figura 3. Ejemplo de equivalencias en náhuatl.

c) Encontramos una equivalencia en náhuatl anotada a mano que además tiene la forma en latín solaria ‘terrazas’. Es un encuentro hasta el momento único, pero significativo, ya que quien lo hizo pudo haber agregado la forma en castellano, pero la agrega en latín. 3. tonayan ‘solaria’

Figura 4. Ejemplo de nota en latín.

d) Por último, quien hizo el vocabulario sabía y/o manejaba el matlatzinca, un ejemplo de esto es que registró las vocales centrales alta [ɨ] y media [ǝ] con una y una con una especie de cedilla ( y ), así como las consonantes glotalizadas y aspiradas escribiendo las consonantes dobles o seguidas de la grafía , por ejemplo y que corresponden a /t’/ y /th/ respectivamente. Como mencionaré más adelante, estas estrategias son sistemáticas. Por otro lado, el hecho de que en tan solo dos años se haya realizado un vocabulario de tal magnitud también es muestra del conocimiento que ya se tenía de la lengua.

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4. Registro de vocales centrales: = [ə]     = [ɨ]

Figuras 5 y 6. Ejemplos del registro de vocales centrales.

5. Registro de consonantes glotalizadas y aspiradas : = [p]   = [ph]

Figuras 7 y 8. Ejemplos del registro de consonantes glotalizadas y aspiradas.

Podemos suponer que quien cumplía las funciones del lingüista en términos actuales era el fraile, que tenía recursos para escribir tanto el matlatzinca como el náhuatl, sabía gramática del latín y el castellano, conocía la morfología del matlatzinca y del náhuatl, y entendía hasta cierto punto los significados de estas dos lenguas. Digo que no entendía del todo estas lenguas, ya que, en muchos casos, los significados de las formas en náhuatl y matlatzinca son muy similares y no están relacionados con los de las formas en castellano, y es probable que el fraile no se haya enterado; por ejemplo, tenemos las equivalencias tanto en matlatzinca como en náhuatl para la entrada confites del castellano que significan ‘caca de conejo’ en matlatzinca y ‘caca de conejo tostada’ en náhuatl. 6.   mtz     ‘caca de conejo’   nah  ‘caca de conejo tostada’ En este momento no cuento con elementos para saber sobre el o los hablantes de náhuatl y de matlatzinca, no sé si sabían o no de gramática o si sabían escribir, asumo que al menos uno era bilingüe o trilingüe porque ejemplos como el de confite y otros muchos dan pie a pensar que en algunos casos la traducción fue a través del náhuatl y no por el castellano. Tampoco

Formación de un corpus lingüístico…

259

tengo elementos por el momento para saber si quien escribió fue el fraile, alguno de los hablantes de náhuatl o matlatzinca o alguien más. Así pues, con los datos que tengo hasta el momento, propongo que el vocabulario castellano-matlatzinca de 1557 sí fue elaborado por fray Andrés de Castro, junto con al menos un hablante de náhuatl, al menos uno de matlatzinca y al menos un amanuense, que pudo ser uno de ellos. Además de los argumentos ya mencionados, hay evidencia externa al vocabulario que apoya la hipótesis de que hubo varios participantes. Existen tres sermonarios coloniales manuscritos en matlatzinca, que son anónimos, dos están en la Hispanic Society of America (hsa) y uno se encuentra en la Biblioteca Nacional de Francia (bnf). Uno de los sermonarios de la hsa, con el número de catálogo NS3/7, se atribuye a fray Andrés de Castro, con una nota agregada al principio del documento. Considero que este sermonario conforma una sola obra junto con el que se encuentra en la bnf (número 22 del catálogo de manuscritos americanos), ya que comparten varias manos y varios estilos, pero no se repiten sermones entre ellos. Por su parte, el otro sermonario de la hsa se atribuye a fray Hieronimo Baptista, con el número de catálogo NS3/4. Sin embargo, tiene la misma mano que el vocabulario castellano-matlatzinca atribuido a Castro, objeto de estudio de este artículo. Este vocabulario, como ya mencioné, tiene fecha de 1557 y para entonces, de acuerdo con Mendieta (1997), el único fraile evangelizando matlatzincas era Castro, por lo tanto no creo que el sermonario NS3/4 se pueda atribuir a Hieronimo Bautista, sino al mismo Castro. Asimismo, el sermonario NS3/4 contiene sermones que se encuentran en el de la hsa atribuido a Castro y en el de la bnf. Además, los tres sermonarios y el vocabulario comparten las estrategias de representación de consonantes aspiradas, glotalizadas y vocales centrales, y es posible encontrar palabras y frases de los tres sermonarios de forma idéntica o muy similar en el vocabulario. Es necesario hacer un estudio filológico profundo de todos estos documentos, pero por el momento propongo que el sermonario NS3/7 de la hsa atribuido a Castro y el de la bnf, conforman una sola obra, la cual posiblemente tiene la mano de Castro, entre otras, y que posteriormente se hizo el sermonario NS3/4 de la hsa y el vocabulario castellano-matlatzinca de 1557, ambos basados en los primeros sermonarios. El hecho de que el vocabulario esté basado en los sermonarios también explica que una obra de tal magnitud se haya completado en dos años o menos, ya que la fecha de imprenta de Molina es 1555. Y las distintas manos y estilos que aparecen a lo largo de los dos primeros sermonarios, a diferencia de un único estilo y mano compartidos entre el tercer sermonario y el vocabulario, apoyan

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la hipótesis de que hubo varios participantes y que fray Andrés de Castro dirigió o coordinó toda la obra, por los datos biográficos, las fechas de los materiales y las notas que aparecen en los documentos.

La base de datos El vocabulario está formado por tres equivalencias en matlatzinca, en promedio, para un poco más de 13 500 entradas del castellano (Smith 2002: 34); de acuerdo con Schuller (1930: 181), son entre 25 000 y 30 000 equivalencias en matlatzinca. Por lo tanto es necesario hacer una base de datos. Por tratarse de una gran cantidad de equivalencias en matlatzinca, decidí usar el programa Toolbox,8 sin embargo también podrían funcionar otros programas con características similares. En el ejemplo 7 se puede observar la estructura de una entrada del vocabulario en este programa. En cada entrada aparece una sola equivalencia con la información gramatical que considero pertinente para el análisis morfológico y fonológico, y es posible agregar más datos conforme lo vaya requiriendo el análisis o para tener más información sintáctica o semántica. Asimismo, esta base de datos me permite hacer búsquedas y comparar distintas equivalencias. 7. Entrada de la base de datos en Toolbox Equivalencia        neɾiwi Segmentación morfológica   ne-ɾiwi Glosa          pl-hijo Traducción         hijos Estructura sintáctica    nom = fn Ortografía        nerivy Castellano        Nietos descendientes abaxo Clases de palabra     nom Núcleo          ɾiwi ‘hijo’ Fonetización       y / i Información Lo que se observa de arriba hacia abajo es: en el primer campo, la equivalencia en matlatzinca reescrita a partir de la interpretación fonética; en 8

Programa del Instituto Lingüístico de Verano, descargado de: .

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261

el segundo campo, la segmentación morfológica; en el tercero, la glosa; en el cuarto campo, la traducción que propongo; en el quinto, la estructura sintáctica; en el sexto, la equivalencia con la ortografía original; en el séptimo, la entrada en castellano en la que aparece la equivalencia; en el octavo, las categorías de palabra; en el noveno, el núcleo de la estructura; en el décimo, los cambios hechos entre las grafías originales y la representación fonética; y finalmente, información relevante para entender la equivalencia. A continuación explico en qué consiste cada uno de estos campos y cómo voy construyendo cada entrada.

Interpretación fonética y análisis fonológico Lo que entiendo por interpretación fonética es proponer un sonido de la lengua registrada para cada grafía o secuencia gráfica utilizada en el documento y considero que es un paso obligado para transformar el registro en datos lingüísticos. Es importante señalar que yo no realicé la paleografía del documento original, sino que me baso en la transcripción paleográfica elaborada por Bartholomew quien es especialista en lenguas otopames. Sin embargo, cuento con una reproducción fotográfica del documento original con la cual voy cotejando la transcripción paleográfica de Bartholomew y cuando es necesario hago cambios ya sea en la segmentación o en las grafías. Cada letra a mano tiene variaciones en su trazo y mientras dichas variaciones no impliquen un valor distinto se utiliza una misma letra para representarla en la transcripción paleográfica de Bartholomew. Un ejemplo de esto es la grafía 9 en el texto de Castro. En el original hay grafías con distintas formas que Bartholomew transcribió como en el entendido de que no representan un valor distinto, con lo cual estoy de acuerdo, pero es necesario corroborarlo revisando con más detalle, por ejemplo, los contextos de aparición de cada caso, en el documento original. Por otro lado, estas variaciones podrían dar pistas de otro tipo, como saber si cambiaba la forma de la letra por el contexto gráfico, si en realidad hubo varias manos escribiendo y no sólo una. En los siguientes ejemplos podemos observar los distintos trazos de la grafía en el documento original.

9

Las grafías utilizadas en la transcripción aparecen representadas entre corchetes angulares < >, la fonétizacion aparece entre corchetes cuadrados [ ].

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8.  

   

Figuras 9, 10 y 11. Ejemplos de distintos trazos de las grafías.

9.   

  

Figuras 12, 13 y 14. Ejemplos de distintos trazos de las grafías.

10.      

Figuras 15, 16 y 17. Ejemplos de distintos trazos de las grafías.

Así pues, la transcripción paleográfica de Bartholomew implica ciertas regularizaciones respecto al trazo de las grafías en el original, y es a partir de esta que hago la interpretación fonética. Cabe señalar que no podemos tener certeza en cuanto al valor fonético de cada grafía o de cada secuencia gráfica, sin embargo hay tres criterios que sirven como base: a) la sistematicidad del uso de las grafías, lo cual se observa como tendencia general, aunque no en el 100 % del documento; b) el uso de las grafías para el castellano de la época considerando también la posible influencia de las normas de escritura del latín y el hebreo, como menciona Hernández de León Portilla (2008: 173) en el caso del registro de náhuatl de Molina; y por último, c) la fonología y fonética del matlatzinca y el ocuilteco actuales basándome en Muntzel (1986), Pascacio (2006, 2011) y Pérez (2007). Es necesario aclarar que otro factor que permite la interpretación fonética del vocabulario castellano-matlatzinca es que, si bien había sistematicidad y convenciones, no se desarrolló ni generalizó una ortografía para el matlatzinca colonial. Por lo tanto, podemos suponer que la sistematicidad y las convenciones utilizadas responden a que escribían lo que escuchaban. Cabe señalar que no es posible proponer una interpretación fonológica directamente de las grafías del documento original o de la transcripción, ya que para ello es necesario un análisis fonológico y regresamos al punto en el que para este fin no podemos tomar las grafías tal cual, sino darles

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un valor fonético. En este artículo no presento el análisis fonológico sino sólo la fonetización. Comienzo por presentar las grafías utilizadas para los sonidos vocálicos basándome en lo que es más consistente en el documento. Las grafías utilizadas para registrar las vocales del matlatzinca colonial son las mismas utilizadas para las vocales del castellano, , , , y , junto con las grafías y que también se utilizaban en el castellano de la época en contextos específicos. Además de estas grafías, se reconoció la existencia de vocales centrales en el matlatzinca colonial y se utilizaron las grafías y con una cedilla y para registrarlas. En la tabla 1 presento entre corchetes angulares las grafías utilizadas y entre corchetes cuadrados la fonetización. El arreglo de la tabla es a partir de las características articulatorias generales de las vocales. Tabla 1. Fonetización de las grafías utilizadas para el registro vocálico  

anterior

central

posterior

alto

[i] = ,,,

[ɨ] = ,,

[u] =

medio

[e] =

[ə] = , , , ,

[o] =

bajo

[a] =

En general la grafía representa a la vocal central media [ə] y la grafía la central alta [ɨ] (ejemplos 11 y 12). Sin embargo, al comparar con registros actuales (Cazés 1967; Escalante y Hernández 1999, y mis datos de campo), encontramos que la grafía también se utiliza en palabras que actualmente tienen la vocal central alta [ɨ], mientras que la se utiliza también cuando aparecen otras vocales, como la anterior alta [i]. Esto no significa que se trate de errores en el registro del vocabulario de 1557, ya que podría deberse a cambios diacrónicos o sincrónicos. Bartholomew (1992) señala que en muchos casos se utilizaron las vocales y sin la cedilla donde habría alguna de las vocales centrales y también se utilizaron otros recursos como la secuencia , como en en ‘hilar’ (ejemplo 13), que actualmente es /hǝ’ti/. Sin embargo, en los ejemplos que presenta la autora y en los que yo he encontrado, este último recurso se utiliza sólo para representar la vocal central media [ə] en algunos casos, pero en otros no parece corresponder a una vocal central.

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11. , ‘Pollero que los cura’ [wee te yoo Ɂəni], [wee te ro Ɂəni]

Figura 18. Ejemplo del registro de la vocal central alta.

12a. ‘cimiento pared lo que ay hasta ygualar con la tierra.’ [ini Ɂɨɨto] 12b. ‘Cimiento hazer assi’ [ki tu Ɂɨɨto]

Figura 19. Ejemplo del registro gráfico vocal central alta.

13. ‘hilar’, actualmente /hǝ’ti/

Figura 20. Ejemplo del registro de la vocal central media.

La tendencia es que las vocales y se utilizan en el interior de la palabra para representar las vocales altas [i] y [u], respectivamente. La grafía alterna con al principio y final de palabra. Las grafías y representan las vocales altas [i] y [u], respectivamente, en principio y final de palabra y en muy pocos casos en el interior. Hasta el momento sólo he encontrado un ejemplo en el que se utiliza la grafía con cedilla alternando con la , el cual se puede observar en el ejemplo 12b. En el registro de Castro (1557) aparecen secuencias de vocales idénticas las cuales interpreto como longitud vocálica. Esto es probable en tanto que en matlatzinca actual y ocuilteco actual la cantidad vocálica es fonológica. Sin embargo, en el mismo documento podemos observar algunas alternancias entre vocales cortas y largas, esto se puede deber a dos razones: una es que hubiera problemas en el registro gráfico y la otra es que sean alternancias fonológicas. Propongo que en la mayoría de los casos se trata

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de alternancias motivadas fonológicamente, ya que se presentan cuando hay algún proceso morfológico. En el vocabulario castellano-matlatzinca también encontramos las secuencias con vocales idénticas. Bartholomew (1992) interpreta la grafía como una consonante aspirada en este tipo de secuencias y describe que se perdió en el matlatzinca actual, lo cual también aplicaría para el ocuilteco actual. Sin embargo, aún no está claro qué representa la grafía en estas secuencias, también podría tratarse del registro de un rasgo laríngeo, ya que en matlatzinca hay vocales largas rearticuladas /V’V/, pero al comparar palabras del vocabulario colonial con el matlatzinca actual no hay una correspondencia entre las secuencias y las vocales largas rearticuladas. Además, en los datos se observa que en algunas palabras hay alternancia gráfica entre y ; nuevamente, esto puede deberse sólo al registro en sí mismo o a razones fonológicas. La fonetización de las consonantes es más compleja y requiere la sustitución de las grafías o secuencias gráficas por símbolos fonéticos, además de restituir elementos no registrados. Comienzo por las grafías que no requieren de cambios para representarlas fonéticamente, como

, , , , , , y , a los cuales les doy la interpretación fonética de [p], [b], [t], [d], [r], [y], [m] y [n], respectivamente. La grafía la regularizo como [b], aunque en matlatzinca y ocuilteco actuales corresponde al fonema labial continuo /β/ y seguramente tenía estos mismos rasgos en el colonial. Grafías:

, , , , , , , Fonetización: [p], [t], [b], [d], [r], [y],   [m], [n] A continuación presento las fonetizaciones que implican mayor complejidad, ya sea porque dependen del contexto o porque se trata de combinaciones de grafías. La grafía ante las vocales , , la interpreto como obstruyente velar sorda [k], al igual que el dígrafo ante las vocales e . La secuencia ante las vocales , , la interpreto como obstruyente velar labializada [kw]. Grafías: ante , , y ante las vocales e Fonetización: [k] [k] Grafías: ante las vocales , , Fonetización: [kw]

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La secuencia la interpreto como africada palatal [č], mientras que la grafía como fricativa alveolar sorda [s], y la secuencia como africada alveolar sorda [ts], la cual en muy pocos casos también se representa con la grafía o con la secuencia . Existen alternancias gráficas entre , y ; sin embargo, es necesario profundizar en el análisis fonológico para saber si estas alternancias sólo están en el nivel del registro o si representan alofonías, ya que hay cambios fonológicos en las africadas alveolares entre el matlatzinca colonial y el matlatzinca actual, los cuales no se presentan en el ocuilteco actual. Aunado a esto, de acuerdo con el desarrollo del español y de sus sistemas de grafías, es muy poco probable que las grafías y se hayan utilizado con un valor africado, ya que representaban consonantes continuas (Parodi 1995; Hernández de León Portilla 2008). Por último, la grafía la interpreto como [š]. Grafías: , , ~ ~ , Fonetización: [č], [s],    [ts], [š] La grafía y la secuencia gráfica las interpreto como la consonante labio-velar [w]. Quiero señalar que en algunos casos no es claro si la grafía se puede interpretar como [b] o si hubo un cambio diacrónico de */w/ a /β/ en contextos muy específicos del matlatzinca y ocuilteco actuales. Por otro lado, la alternancia gráfica entre y se podría explicar por los cambios en el español entre /v/ y /b/ (Parodi 1995). La grafía la fonetizo como consonante palatal sonora [y] cuando aparece ante vocales. La grafía puede tener varias interpretaciones de acuerdo con el contexto de aparición; en principio la fonetizo como aspiración [h] (Bartholomew 1992: 26). Grafías: ~ , antes de vocal Fonetización: [w] [y] Grafías: en principio de palabra y entre vocales (?) Fonetización: [h] aspirada Las secuencias de las interpreto como consonantes aspiradas, así tenemos para la bilabial aspirada [ph], para la alveolar aspirada [th], para la palatal aspirada [čh], para la africada aspirada [tsh] y para la fricativa aspirada [sh], las cuales se encuentran alternando en algunos ejemplos, posiblemente por razones fonológicas, ya que hay

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cambios en dichas consonantes hacia el matlatzinca actual. La secuencia la interpreto como la obstruyente velar aspirada [kh] y la secuencia como la labializada aspirada [kwh]. Para las nasales aspiradas tenemos que corresponde a [mh] y para la alveolar [nh]. Grafías: , , , ~ , , , ,

Fonetización: [ph], [th], [čh], [tsh] ~ [sh], [kh], [kwh], [mh], [nh] Grafías: , , ~ ~ , Fonetización: [p’], [t’], [ts’], [č’] (?) Finalmente, interpreto las consonantes dobles como consonantes glotalizadas. La secuencia representa la labial glotalizada [p’] y la alveolar glotalizada [t’]. Las secuencias y probablemente corresponden a la africada alveolar sorda glotalizada [ts’], aunque hay muy pocos casos para corroborarlo. La secuencia aparece alrededor de cinco veces, por lo tanto tampoco es posible interpretarla como la africada palatal glotalizada [č’]. Por el momento no encuentro un registro claro de las consonantes velares glotalizadas [k’] y [kw’]. Asimismo, hay secuencias y pero su valor como nasales glotalizadas no es claro. Restituyo la consonante glotal [Ɂ] en dos casos, ante palabras que inician con vocal, ya que esta es una restricción tanto en el matlatzinca como en el ocuilteco actuales, y en algunos casos cuando hay espacios entre vocales. Finalmente, entre las tareas que faltan está descartar que alguna de las formas de la grafía del documento original corresponda a la consonante glotal. Como mencioné, la interpretación consonántica es compleja, la fonetización que acabo de presentar es a partir de lo más sistemático; sin embargo, hay ejemplos específicos que todavía no puedo interpretar, para ello es necesario continuar con el análisis fonológico del matlatzinca registrado.

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Tabla 2. Reglas de sustitución fonética en la representación Transcripción paleográfica

Fonetización

Contexto

Orden

Excepciones, observaciones

x

š

indefinido

1

 

qui

ki

indefinido

2

 

cua

kwa

indefinido

2

 

tz

ts

indefinido

1

 

cue

kwe

indefinido

2

 

cui

kwi

indefinido

2

 

cu

ku

indefinido

3

 

ch

c

indefinido

4

 

yy

ii

final

1

‘yy’ en A a del que se rie

yi

ii

final

2

 

A partir de las propuestas de interpretación fonética, hago el cambio de las grafías en la representación de cada equivalencia utilizando símbolos fonéticos, para posteriormente hacer el análisis fonológico. En algunos casos estas sustituciones gráficas se pueden hacer de forma automática y en otros tienen que ser por cada aparición. Los reemplazos automáticos los hago con reglas específicas,10 las cuales se pueden observar en la tabla 2. Las reglas indican los reemplazos, el contexto en la palabra y el orden de aplicación para que no haya errores con las grafías que tienen distintos valores cuando se presentan en combinación. En la tabla 3 se pueden observar algunos ejemplos de las equivalencias con la representación fonética después de la sustitución.

10

Los remplazos gráficos con reglas automáticas los hice con un programa desarrollado por el Dr. Marc Thouvenot, específicamente para esta investigación, durante su curso en el Posgrado en Estudios Mesoamericanos de la unam.

269

Formación de un corpus lingüístico…

Tabla 3. Muestra de equivalencias con sustitución gráfica Castellano

Transcripción paleográfica

Fonetización

Sustituciones

A para llamar

tzonittii

tsonitʔii

tz/ts tt/tʔ

A para llamar

x

š

x/š

A para llamar

xaa

šaa

x/š

A para llamar

cana

kana

ca/ka

A a del que halla a otro en yy maleficio

ii

yy/ii

A a del que halla a otro en tzanyahary maleficio

tsanyahari

tz/ts y/i

En las entradas de la base de datos conservo la equivalencia con las grafías de la transcripción paleográfica como aparece en la segunda columna de la tabla 3, en el campo etiquetado como ‘ortografía’. Mientras que en el primer campo de cada entrada, etiquetado como ‘equivalencia’, presento la equivalencia con la representación fonética como aparece en la tercera columna de la tabla 3. Asimismo, en el campo nombrado ‘fonetización’ presento las sustituciones gráficas como aparecen en la cuarta columna de la tabla 3. Está estrategia me permite seguir observando las irregularidades del registro, las cuales pueden deberse a cambios fonológicos sincrónicos o diacrónicos, y al conservar la transcripción y las sustituciones en las entradas de la base de datos, no se pierde la información original.

Interpretación de significados y glosa Los significados de cada equivalencia en matlatzinca en el vocabulario no corresponden tal cual al significado de las entradas del castellano, así que en este caso también ha sido necesario hacer una interpretación o delimitación de los significados léxicos y gramaticales. Para la interpretación de significados cuento con varios recursos, los cuales no son pasos ordenados y no los aplico todos en cada caso ya que no siempre es posible. Los recursos son: a) buscar formas del matlatzinca en el mismo vocabulario para encontrar apariciones recurrentes en entradas del castellano con significados similares; b) considerar el significado de las entradas en castellano de la época a partir del Diccionario de Autoridades y del Diccionario de la Real Academia Española (drae); c) buscar el significado de algunas equi-

270

Etna T. Pascacio Montijo

valencias en náhuatl en el vocabulario de Molina (1555, 1970 [1555-1571]); d) comparar significados con el vocabulario de Basalenque (1975 [1642]a, b); e) a partir de las estrategias anteriores, formar un glosario morfológico que sirve para siguientes búsquedas; y finalmente, f) comparar las formas de las equivalencias con el matlatzinca y el ocuilteco actuales, ya sea por búsquedas en vocabularios o por elicitación en el caso del matlatzinca. Es importante señalar que con la elicitación no pretendo encontrar formas iguales en el matlatzinca colonial y el matlatzinca actual, sino que es un recurso más para acercarme a los significados de las equivalencias coloniales. Los significados léxicos y gramaticales delimitados a partir de este proceso son los que utilizo para segmentar, glosar y proponer traducciones de cada equivalencia, lo cual aparece en cada entrada de la base de datos en los campos de segmentación morfológica, glosa y traducción. En el campo ‘información’ anoto los datos que obtengo a partir del matlatzinca actual y de los vocabularios y diccionarios, así como dudas sobre los significados. Un ejemplo de este proceso es el de la entrada . De acuerdo con el Diccionario de Autoridades y el drae esta palabra refiere al “espacio lateral entre la última costilla falsa y la cadera”. Le presenté la equivalencia registrada a Guadalupe, hablante de matlatzinca actual, pero no la reconoció; le pregunté por un nombre para esa parte del cuerpo y le dije que podía usarse también para un animal. Lo reflexionó un poco y me preguntó si me refería a una forma parecida šatiya que significa ‘panza hueca’. En las búsquedas dentro del mismo vocabulario encontré una de las equivalencias para ‘mollera’, que tiene la misma forma que aparece en , . A partir de conjuntar todos estos elementos, propongo que la forma que encontré en significa ‘hueco’ y dice ‘nuestro hueco’, mientras que la equivalencia para mollera dice ‘nuestro hueco de la frente’. 14. ~ [šaatii] ‘hueco’ -ijada, ijares: cada uno de los espacios a los costados, entre la última costilla y la cadera (drae). -SFO: šatiya ‘panza hueca’ the šatiya ‘mi panza hueca’ šati-ya         the šati-ya hueco-pansa     1sg.poss hueco-panza 14a. bot’o šaati tǝ        ‘nuestro hueco de la frente’ 1pl.poss hueco frente

Formación de un corpus lingüístico…

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14b.    bot’o šaatii      ‘nuestro hueco’ 1pl.poss hueco Los ejemplos de confite, mosstruo y vanco, son muestra de que la búsqueda de significados a partir de las equivalencias del náhuatl también es productiva, en tanto que en muchos casos los significados de las equivalencias del matlatzinca son más cercanos a los del náhuatl que a los del castellano. 15. mtz      ‘perro de madera’ nah   16. mtz ‘muy grande, extraordinario’ o nah ‘persona de buena conversación y pacífica’ 17. mtz nah

‘caca de conejo’ ‘caca de conejo tostadda’

Un ejemplo de significado gramatical es la forma neeta, que cuando aparece, generalmente va acompañada por el sufijo -yo ‘abstracto’ o ‘inalienable’ en el náhuatl clásico del mismo vocabulario de Molina (1555). Asimismo, tiende a aparecer en entradas del castellano con sustantivos abstractos. Al buscarla en Basalenque (1975 [1642]a), encontré neheta como “partícula de generalidad” con el ejemplo aquiz Christo neheta cuyo significado propuesto es ‘cristiandad’. En este caso no encuentro una correspondencia en el matlatzinca y ocuilteco actuales; sin embargo, considerando los datos mencionados, propongo que neeta es un morfema gramatical que deriva a sustantivos abstractos. 18.  [neeta] ‘morfema derivativo para formar sustantivos abstractos’ -nah: -yō ‘abstracto’, ‘inalienable’, ‘colectivo’. -Castellano: aparecen sustantivos abstractos. -Basalenque (1975 [1642]a): n eheta, partícula de generalidad, ejemplo: aquiz Christo neheta dirá cristiandad.

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-No hay una correspondencia clara en matlatzinca y ocuilteco actuales. Al interpretar significados ya sea léxicos o gramaticales voy haciendo un glosario morfológico en la misma base de datos; en este caso, siempre busco la forma en Basalenque (1975 [1642]a, b) y cuando la encuentro, la agrego. Este glosario o índice morfológico me sirve para seguir con el proceso de glosar e irlo afinando. En el ejemplo 19, se puede observar una entrada del glosario morfológico. 19. Entrada del glosario morfológico. Equivalencia       bot’o Segmentación morfológica   bot’o Glosa          1pl.poss Traducción         nuestro Estructura sintáctica    prn.poss Ortografía         , , , Castellano        (no aparece con significado particular) Clase de palabra      prn.poss Fonetización       tt / t’ Información        posesivo primera persona plural, afijo o palabra? EH: bot’u ‘1pl.poss’, bet’u ‘1.du. poss’ Basalenque        “1a. Persona - inbotu anima, el alma de nosotros muchos” (p.23 CM) En ‘del posesivo intrínseco de parte’ Plural. El dual es: “inbetu anima, el alma de nosotros.” (p.23 CM)

Fronteras de palabra y constituyentes sintácticos Otra de las tareas para transformar el registro en un corpus lingüístico es delimitar las fronteras de palabra y los constituyentes sintácticos. Bartholomew hizo una segmentación morfológica,11 principalmente de los prefijos flexivos, al hacer la transcripción paleográfica. Así pues, en cada equiva11

La versión con la segmentación morfológica de Bartholomew se puede consultar en la publicación en prensa: Vocabulario castellano-matlatzinca de fray Andrés de Castro (1557) y Vocabulario español-matlatzinca de Roberto Escalante y Marciano Hernández (circa 1973).

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lencia hay un espacio entre morfemas flexivos y radicales. Independientemente de los objetivos de Bartholomew para realizar dicha segmentación, es un hecho que en el documento original no es claro cuando hay espacios o no entre morfemas y palabras. Por esta razón es necesario delimitar en primer lugar las fronteras de palabra y reconocer los núcleos morfológicos. Para identificar las fronteras de palabra me baso en estructuras morfológicas recurrentes y en procesos fonológicos que sufren los radicales. Al delimitar las fronteras de palabra puedo identificar los constituyentes sintácticos de las frases. Para reconocer las clases de frase estoy identificando los núcleos léxicos y, en algunos casos, gramaticales, en el entendido de que determinan la clase de palabra y las palabras proyectan las clases de frase. En el ejemplo 20a se puede observar que el nominal ‘peña’ es bisilábico ye.wi y antes del nominal ‘agua’ aparece una consonante nasal [n] que no es parte del radical, sin embargo hasta el momento no he determinado su significado o función. En el ejemplo 20b el nominal ye.wi pierde la segunda sílaba y aparece como ye sin la nasal [n] antes del nominal ‘agua’ tawi. Lo que propongo es que, en el primer caso (20a), se trata de dos palabras, cada una proyectando una FN, mientras que en el ejemplo en (20b) se trata de dos radicales nominales en composición formando una sola palabra y proyectando una sola FN. 20. Dos palabras:   Una palabra a)   b) [ini yewi ntawi]   [ini yetawi] ini yewi ntawi   ini ye-tawi det peña ?-agua   det peña-agua [Det [FN FN]] = FD [Det [FN]] = FD La delimitación de fronteras morfológicas, de palabra y de constituyentes sintácticos la incluyo en cada entrada de la base de datos en los campos de ‘segmentación morfológica’ y ‘estructura sintáctica’; en el campo ‘clase de palabra’ indico las clases de palabra que conforman la equivalencia y en el campo ‘núcleo’ señalo cuál es el núcleo de la estructura sintáctica.

Edición interlineal La manera final de presentar el corpus, después de llevar a cabo las tareas mencionadas será como una edición interlineal, donde cada equivalencia

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trabajada incluirá la forma con la ortografía original, la interpretación fonética, la segmentación morfológica, la glosa, una traducción propuesta y la o las entradas en castellano en las que aparece la equivalencia en el vocabulario. La información de la edición interlineal se conforma a partir de la información incluida en la base de datos. Esta estructura se muestra en los ejemplos de 21 a 31. 21. in baani det casa

‘la casa’ 22. ne-baani pl-casa , ‘casas’ 24. ~ ne-riwi pl-hijo , ‘hijos’ 25. in ši det hierba

‘la hierba’ 26. in ne-ši det pl-hierba

‘las hierbas’ 27. ki=ø-šooki

Formación de un corpus lingüístico…

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k=3sg.tam-abrir

, k=3sg.tam-abrir ‘abierto’ 28. ki=to-šooki k=1sg.tam-abrir , , ‘(yo) abrí’ 29. ini šooki det? abrir

‘lo abierto’ 30. in ne-šooki det pl-abrir

‘los abiertos’ 31. ini šooči no det? abrir punta

‘lo abierto de la punta’ En términos generales sigo las reglas de Leipzig12 para glosar aunque, como mencioné, incluyo las formas de la trasncripción paleográfica en matlatzinca y castellano. En estos ejemplos la fonetización y la segementación morfológica aparecen en la misma línea; sin embargo, al continuar con el análisis fonológico, será posible representar las formas fonologizadas ya sea en la línea de la segmentación morfológica separando la fonetización en una línea aparte o sin presentar la fonetización. 12

Leipzig Glossing Rules, consultado en línea: (15 de noviembre de 2014).

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Reflexiones finales Como mencioné desde el inicio, lo que presenté es una propuesta metodológica, para posteriormente hacer el análisis fonológico y morfológico del matlatzinca colonial registrado en el vocabulario castellano-matlatzinca de fray Andres de Castro (1557). Quiero señalar, después de desarrollar la discusión sobre el o los autores, que mantengo la postura de hacer referencia a Castro al nombrar el vocabulario, por darle un nombre propio para identificarlo y por reconocer que seguramente él fue quien coordinó y dirigió la obra aunque hubo varios participantes involucrados. A manera de recapitulación mencionaré de forma puntual las tareas propuestas durante el artículo, aunque los puntos a y c, no los desarrollé aquí: a) conocer el contexto histórico-social en el que se produjo la obra y de los hablantes de lengua registrada; b) conocer datos biográficos del o los autores; c) hacer una descripción general del documento, número de páginas, fechas, firmas, contenido, encuadernación, genealogía, estructura, etc.; d) formar una base de datos con las equivalencias; e) fonetización del registro; f) interpretación de significados; g) segmentación morfológica, de palabras y frases; h) formación de la edición interlineal. Esta metodología me ha servido para construir el corpus y al mismo tiempo tener bases sistemáticas para continuar con el análisis fonológico y morfológico. Finalmente, quiero enfatizar que considero que el análisis lingüístico no se puede hacer directamente sobre los registros coloniales: es necesario transformar dichos registros en datos, es decir en un corpus para análisis lingüístico, lo cual ya ha sido planteado en diversos trabajos que se enmarcan dentro de la filología indoamericana o indomexicana, la lingüística misionera y la lingüística histórica.

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Abreviaturas 1   3   bnf   CM   det   drae du FD FN h hsa k mtz nah nom p poss prn sfo sg tam

primera persona tercera persona Biblioteca Nacional de Francia Vocabulario de la lengua castellana vuelto a la matlatzinga determinante Diccionario de la Real Academia Española dual frase determinante frase nominal humano Hispanic Society of America morfema verbal matlatzinca náhuatl nominal plural posesivo pronombre San Francisco Oxtotilpan singular tiempo-aspecto-modo

Sintaxis histórica

Una visión “negativa” del cambio sintáctico en los idiomas mayas: el surgimiento de la concordancia negativa en maya K’iche’ Sergio Romero1

Lingüística histórica y sintaxis en los idiomas mayas2 A pesar de notables avances en la fonología histórica, la morfología y la sintaxis históricas del tronco maya se encuentran menos desarrolladas. Las dificultades son, en primer lugar, de orden teórico, ya que, en general, es más difícil formalizar los procesos de cambio sintáctico que los de orden fonológico, sobre todo en lenguas tipológicamente diferentes de las occidentales. En segundo lugar, hay muchas más investigaciones sobre fonología que sobre sintaxis de las lenguas mayas y conocemos mejor la primera que la segunda. En tercer lugar, las fuentes primarias para la sintaxis histórica son relativamente escasas para el tronco maya en comparación con los idiomas indoeuropeos, por ejemplo. Con la excepción de los textos jeroglíficos en lenguas cholanas y yucatecanas, cuyo contenido y estructura son ya razonablemente bien conocidos, no existen fuentes anteriores a 1519. Tampoco existen bases de datos digitalizadas de textos posteriores a la invasión española. A pesar de la excelente calidad de algunos, son escasos los estudios de sintaxis comparativa en lenguas mayas (Bricker 1981; Hanks 1988; England 1991; Robertson 1992; Barrett 1996; Mora-Marín 2003; Law et al. 2006; Romero 2012). Sin embargo, la existencia de algunos extensos

1 2

University of Texas, Austin. A Absolutivo, C Completivo, D Deíctico, e Segmento epentético, E Ergativo, Ex Existencial, I Incompletivo, Imp Imperativo, S Subjuntivo, Ins Instrumental, ir Irrealis, loc Locativo, Neg1 Marcador negativo anterior (precede al núcleo del predicado), Neg2 Marcador negativo posterior (sigue al núcleo del predicado), p Plural, PF Marcador de frase final, PS Pasivo, s Singular, TR Rastro.

286

Sergio Romero

textos coloniales y el uso creativo de métodos sociolingüísticos, además del método comparativo, alivian la falta de datos y nos pueden permitir reconstruir cambios sintácticos sustanciales en algunas lenguas mayas. En esta oportunidad discutiré el surgimiento de la concordancia negativa en el K’iche’ de Santa María Chiquimula (MAR), una variante que se habla en este municipio del altiplano guatemalteco. El término “concordancia negativa” se refiere a dos fenómenos distintos: “duplicación negativa” y “difusión negativa” (Watanabe 2004; Giannakidou 2006). El primero se refiere a la aparición simultánea de un “negador” o partícula negativa y un elemento de concordancia negativa3 como en el ejemplo 1, del italiano. (1)

Non ho visto nessuno. NEG haber visto ninguno ‘No he visto a nadie’.

(Watanabe 2004: 560)

En el ejemplo 1, el negador non autoriza al elemento de concordancia negativa nessuno. En contraste, la difusión negativa involucra la aparición simultánea de dos o más elementos de concordancia negativa en una misma oración, aún en la ausencia del negador canónico como en el ejemplo 2, del español. (2)

Nadie dijo nunca nada

En el ejemplo 2 vemos tres elementos de concordancia negativa: Uno en el sujeto “nadie” y dos en el predicado “nunca” y “nada”. En contraste, la concordancia negativa en MAR es un ejemplo muy particular de duplicación en el que el negador mismo, y no un elemento de concordancia negativa, se repite después de cada componente sintáctico a la derecha del negador como en el ejemplo 3.

3

También se les llama ‘elementos de polaridad negativa’.

Una visión “negativa” del cambio sintáctico…

287

Figura 1. Geografía de las lenguas mayas en Guatemala.

(3)4

Le tijob’al, xqaj ta chi nuwach taj. Le tijob’al x-0-qaj ta chi nu-wach taj D escuela I-3sA-caer Neg2 loc 1sE-cara Neg2 ‘La escuela no me gusta nada’. (Sergio Chibalán, 25 años, Santa María Chiquimula)

4

Los ejemplos en K’iche’ aparecen en el alfabeto oficial reconocido por la Academia de las Lenguas Mayas de Guatemala. La mayoría de los símbolos son equivalentes a los del afi. Las excepciones son las siguientes: ch = /ʧ/, b’ = /ɓ/, tz = /c/, ‘ = /ʔ/, j = /x/ y x = /ʃ/.

288

Sergio Romero

En el ejemplo 3, el negador ta(j)5 aparece en su posición canónica después del núcleo del predicado verbal xqaj y una copia adicional sigue al complemento preposicional encabezado por el locativo chi. En contraste con el ejemplo 1 en el cual el negador non autoriza el elemento de concordancia negativa nessuno, en MAR se introduce una copia adicional del negador ta(j). En maya Sipakapense existen construcciones negativas con dos negadores, según reporta Barrett (1999). Sin embargo, no parecen ser ejemplos de concordancia ya que no existe ni duplicación ni difusión negativa. Más bien, en la frase negativa el cuantificador mes, el cual puede actuar también como negador bajo ciertas condiciones sintácticas, sigue al existencial negativo k’ot con función cuantificadora (Barrett 1999: 258). Mis conclusiones se basan en el análisis filológico de diversas fuentes coloniales y en la aplicación de técnicas variacionistas a una muestra estratificada de veinte entrevistas monolingües en K’iche’ con hablantes de Santa María Chiquimula que hice en el año 2005 (Romero 2006).

La negación estándar en K’iche’ 6 El K’iche’ es una lengua maya hablada por lo menos por 920 000 personas en el altiplano de Guatemala (Richards 2003: 62) (figura 1). Pertenece a la sub-rama k’iche’ana y como tal está cercanamente emparentada con el Tz’utujil, Kaqchikel, Sakapulteko, Sipakapense, Uspanteko, Poqom y Q’eqchi’. El orden canónico de la oración, como en la mayoría de lenguas K’iche’anas, es verbo-objeto-sujeto (VOS). Como en toda lengua ergativa, en K’iche’ los sujetos de verbos intransitivos se marcan en el verbo del mismo modo que los objetos de verbos transitivos. A estos marcadores se les llama marcadores absolutivos o “juego A”. Al mismo tiempo, los sujetos de verbos transitivos y los poseedores en construcciones posesivas se marcan con los prefijos ergativos, o “juego B” (López Ixcoy 1997).

5 6

Ta(j) en posición final de frase y ta en las demás. El término “negación estándar” se refiere a las estrategias de que dispone el idioma para negar cláusulas verbales declarativas (Payne 1985; Miestamo 2007).

Una visión “negativa” del cambio sintáctico…

289

(1)

Xatulik! x-at-ul-ik C-1sA-llegar-PF ¡Llegaste!

(2)

(3)

Xatwachi’laj iwir. x-at-w-achi’laj iwir C-2sA-1sE-acompañar ayer Te acompañé ayer.

Xutij le uleej le a Lu’. x-0-u-tij le u-lej le a Lu’. C-3sA-3sE-comer D 3sE-tortilla D m Pedro Pedro se comió su tortilla.

El marcador absolutivo de la segunda persona del singular /at/ en el ejemplo 1 indica el sujeto del verbo intransitivo /-ul/ “llegar” mientras que en el ejemplo 2 el mismo morfema aparece como objeto del verbo transitivo /-achi’laj/ “acompañar”. En el ejemplo 3, el ergativo de la tercera persona del singular /u-/ indica el agente del verbo /-tij/ “comer”, por un lado, y marca la concordancia con el poseedor en uleej “su tortilla”, por otro. Según la tipología de Dahl (1979), la negación estándar en K’iche’ es sintáctica y bipartita. Consta de dos partículas sin inflexión: la primera precede al núcleo del predicado (Neg1) y la segunda lo sigue inmediatamente después (Neg2). Sin embargo, la primera es un elemento de polaridad negativa opcional, como veremos enseguida. La estructura canónica de la negación es la siguiente: (4)

(Sujeto) (Neg1) (Núcleo del predicado) Neg2 (Complementos)

Como puede verse, son necesarios dos marcadores negativos. Primero, el núcleo del predicado es precedido opcionalmente por la partícula negativa man o su equivalente na (Neg1), y segundo, la partícula ta(j) (Neg2) lo sigue obligatoriamente después.

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Sergio Romero

(5)

(6)

(Na) keech’aw ta pa qach’ab’aal Na k-ee-ch’aw ta pa qa-ch’ab’al Neg1 I-3pA-hablar Neg2 loc 1pE-idioma (Ellos) no hablan K’iche’.

(Na) k’o ta chi(k) nurajiil. Na k’o ta chi(k) nu-rajiil. Neg1 EX Neg2 ya 1sE-dinero No tengo más dinero.

En el ejemplo 5 el verbo keech’aw “(ellos) hablan” es precedido por na (Neg1) y seguido por ta (Neg2). En el caso de predicados no verbales, la situación es la misma. En el ejemplo 6, la palabra k’o es un existencial, categoría sintáctica característica de las lenguas mayas, que subsume en función y significado a los verbos haber y tener en español. Sin embargo, en este caso, al igual que en los predicados verbales, el núcleo es precedido por na (Neg1) y seguido por ta(j) (Neg2). Nótese que la presencia de na antes del núcleo es optativa. En vez del ejemplo 5, la oración Keech’aw ta pa qach’ab’al sería perfectamente aceptable. Del mismo modo, K’o ta nurajiil en vez de Na k’o ta nurajiil no solamente es gramatical sino hasta más corriente en estilos coloquiales (ejemplo 6). A continuación describiré la concordancia negativa en el dialecto de Santa Maria Chiquimula (MAR), una innovación reciente que no se ha extendido a otras regiones.

La concordancia negativa en Santa María Chiquimula: un cambio en proceso

En la variante K’iche’ hablada en la municipalidad de Santa María Chiquimula y en sus satélites, Patzite’ y Santa Lucía La Reforma en el departamento del Quiché, surgió un patrón de concordancia negativa en el que dos o más copias adicionales del marcador de negación ta(j) aparecen de forma variable a final de frase a la derecha del núcleo del predicado.

Una visión “negativa” del cambio sintáctico…

(11)



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K’o ta xinb’an pasar taj. K’o ta x-0-in-b’an pasar taj EX Neg2 C-3sS-1sE-hacer pasar Neg2 A mi no me pasó nada. (Lucia Yax, 38 años, Santa María Chiquimula)

En el ejemplo 11 puede observarse que, además de la partícula negativa canónica ta(j) a la derecha del existencial k’o, ocurre una segunda copia al final del complemento xinb’an pasar. Desde un punto de vista semántico hay aquí solamente una negación, la cual se extiende sobre la oración subordinada introducida por el existencial. La segunda copia de ta(j) no tiene una motivación semántica. Es una inserción posterior a la derivación sintáctica y su función es puramente pragmática para indicar una negación enfática. Hay que recalcar que la cláusula K’o ta xinb’an pasar, sin una segunda copia del negador, es perfectamente gramatical en todas las variantes del K’iche’. La concordancia negativa en la variante de Santa Maria Chiquimula es opcional y estructuralmente distinta de la del español, por ejemplo, donde la presencia de un elemento de polaridad negativa como nada es obligatoria en esta clase de predicados. (12)



Oseake mo kajunamataj ta ruuk’ ri waral taj Oseake man ka-0-junam-a-taj ta ruuk’ ri waral taj O sea que Neg1 I-3sA-mismo-e-PS Neg2 con D aquí Neg2 O sea que no se compara con lo de aquí de ningún modo. (Lucia Yax, 38 años, Santa María Chiquimula)

En predicados verbales como el del ejemplo 12 la segunda copia de ta(j) aparece después de una frase preposicional introducida por ruuk’. El marcador opcional man y el primer ta(j) aparecen en sus posiciones canónicas precediendo y siguiendo al núcleo del predicado kajunamataj, respectivamente. Al igual que en el ejemplo 11 la segunda copia no está motivada semánticamente y su función es indicar una negación enfática que yo traduzco al español con la frase adverbial “de ningún modo”.

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Sergio Romero

(13)

 Uchaanim biyen k’astal uwaach. Na junam ta ruuk’ le wee in ta ojeer taj.  Uchaanim biyen k’astal uwaach na junam ta ruuk’ le wee in ta ojeer taj   ahora bien despierto 1sE-frente Neg1 mismo Neg2 con D mío 1sA Neg2   antes Neg2   Ahora, el sí es muy inteligente. No como yo hace tiempo... (Catarina Ixcoteyac, 25 años, Santa María Chiquimula)

El ejemplo 13 muestra que una tercera copia del negador es también posible. El primer ta(j), el negador en su posición canónica, sigue al núcleo junam. El segundo aparece al final del complemento introducido por la preposición ruuk’, y el tercero después del deíctico waral “aquí” al final de la oración. Como puede verse, el lugar de inserción de la segunda y tercera copia es la periferia de cada complemento y adverbio después del núcleo.

Origen y variación sociolingüística ¿Cuál es la evolución diacrónica de la concordancia negativa en el K’iche’ de Santa María Chiquimula? No tenemos evidencia en tiempo real anterior a los años noventa del siglo pasado. Ninguno de los lingüistas y etnógrafos que hicieron trabajo de campo entre los k’iche’s antes de 1986 recogió o grabó textos en Santa María Chiquimula. Sin embargo, es posible hacer una aproximación en tiempo aparente. Además, observaciones en áreas fuera del municipio donde migrantes chiquimulas se establecieron a principios del siglo xx nos permiten sacar algunas conclusiones razonables. “Tiempo aparente” se refiere a la estrategia desarrollada por William Labov y sus estudiantes consistente en utilizar datos del habla de diferentes grupos de edad bajo la presuposición de que reflejan la situación de la comunidad de hablantes al momento de adquirir el idioma durante su niñez y adolescencia (Labov 1994). De este modo, diferencias en frecuencia de uso entre grupos de edad serían un reflejo de la trayectoria de cambios lingüísticos en desarrollo. Los estudios en tiempo aparente, sin embargo, necesitan de información complementaria en tiempo real que permita excluir la posibilidad de cambios generacionales regulares en que grupos de edad cambien de manera homogénea sin transformar la estructura general del habla de la comunidad lingüística, lo que se conoce en inglés como “age

Una visión “negativa” del cambio sintáctico…

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grading”. Como veremos a continuación, esta condición se cumple para nuestro estudio de la concordancia lingüística en Santa María Chiquimula. En el año 2005 viví once meses en Santa María Chiquimula dedicado a la observación etnográfica y a recabar una base de datos de 85 entrevistas sociolingüísticas monolingües en K’iche’. Estas fueron realizadas en las casas de los entrevistados a lo largo de toda la geografía de Santa María Chiquimula con una grabadora portátil Marantz PMD 660 DAT y un micrófono Sony ECM 717. La mayoría versaron sobre la vida, intereses laborales y problemas de los entrevistados y duraron entre 50 minutos y tres horas (Romero 2006). Con el propósito de establecer en tiempo aparente si la concordancia negativa es un cambio vigente actualmente, tomé veinte entrevistas, diez hombres y diez mujeres divididos en cinco grupos de edad, y analicé las primeras 50 cláusulas negativas de cada una a partir del minuto tres de cada grabación, un total de 1 018 cláusulas, codificando la presencia o ausencia de concordancia negativa en cada cláusula (variable dependiente). Las variables independientes fueron grupo de edad, género y tipo de predicado: existencial o no existencial. Esta ultima variable me pareció potencialmente relevante ya que tuve siempre la impresión de que la concordancia negativa era mas frecuente en las frases existenciales que en las no existenciales. Los resultados de una regresión binomial múltiple mediante la versión 2012 de Goldvarb arrojaron los resultados que se muestran en la tabla 3 (significancia = 0.000). Tabla 3. Resultados de la regresión estadística sobre los datos de concordancia negativa de Santa María Chiquimula Input N Total

0.209 1018 Peso de los factores

%

N

< 26

0.644

31.6

206

26 < 35

0.585

26.1

203

36 < 45

0.545

25.1

203

46 < 55

0.493

22.2

203

56