Lenguas indígenas de América Latina: contextos, contactos, conflictos 9783968692616

El libro se compone de diez estudios lingüísticos y sociolingüísticos sobre lenguas americanas que tratan temas relacion

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Spanish; Castilian Pages 230 [236] Year 2022

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Lenguas indígenas de América Latina: contextos, contactos, conflictos
 9783968692616

Table of contents :
Índice
Presentación
Estudios generales
El impacto colonial en la lingüística de las lenguas indígenas de América
Hacia una nueva tipología morfológica de las lenguas indoamericanas
Lenguas indígenas en los medios de comunicación en la legislación de los países hispanoamericanos
Estudios particulares
La lengua general del Inca, ¿realidad o mito?
Tiempo, modo y persona en la flexión verbal del quechua
Rasgos léxicos y morfosintácticos del español en el purépecha: un ejemplo de contacto lingüístico en el oeste de México
El tópico discursivo en náhuatl y pima bajo
La lengua nonuya: historia y estado actual de su proceso de revitalización
Huellas lingüísticas del aporte guaraní en el español del Uruguay: la dispersión diatópica de algunos guaranismos
Crear un buscador léxico polígrafo para un corpus multilingüe en lenguas amerindias: el caso de la base de datos langas
Los autores

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Lenka Zajícová (ed.) Lenguas indígenas de América Latina Contextos, contactos, conflictos

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Lengua y Sociedad en el Mundo Hispánico Language and Society in the Hispanic World Editado por / Edited by: Julio Calvo Pérez (Universidad de Valencia) Anna María Escobar (University of Illinois at Urbana-Champaign) Luis Fernando Lara (El Colegio de México) Francisco Moreno Fernández (Universidad de Alcalá de Henares / Instituto Cervantes at Harvard University) Juan Pedro Sánchez Méndez (Université de Neuchâtel) Armin Schwegler (University of California, Irvine) José del Valle (The Graduate Center-CUNY) Klaus Zimmermann (Universität Bremen)

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Lenka Zajícová (ed.)

Lenguas indígenas de América Latina Contextos, contactos, conflictos

IBEROAMERICANA - VERVUERT - 2022

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Este libro ha sido publicado gracias al apoyo del Ministerio de Educación, Juventud y Deporte de la República Checa en el marco del Plan Institucional de Desarrollo de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Palacký de Olomouc (IRP_FF_2020b Internacionalizace).

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47) Reservados todos los derechos © Iberoamericana, 2022 Amor de Dios, 1 – E-28014 Madrid Tel.: +34 91 429 35 22 Fax: +34 91 429 53 97 © Vervuert, 2022 Elisabethenstr. 3-9 – D-60594 Frankfurt am Main Tel.: +49 69 597 46 17 Fax: +49 69 597 87 43 [email protected] www.iberoamericana-vervuert.es ISBN 978-84-9192-263-6 (Iberoamericana) ISBN 978-3-96869-260-9 (Vervuert) ISBN 978-3-96869-261-6 (e-Book) Depósito Legal: M-17529-2022 Diseño de la cubierta: Carlos Zamora Impreso en España Este libro está impreso íntegramente en papel ecológico blanqueado sin cloro

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Índice

Lenka Zajícová Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 Estudios generales Klaus Zimmermann El impacto colonial en la lingüística de las lenguas indígenas de América . . . . . . . 11 Fernando Zúñiga Hacia una nueva tipología morfológica de las lenguas indoamericanas . . . . . . . . . . 41 Lenka Zajícová Lenguas indígenas en los medios de comunicación en la legislación de los países hispanoamericanos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65 Estudios particulares Willem F. H. Adelaar La lengua general del Inca, ¿realidad o mito? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105 Vlastimil Rataj Tiempo, modo y persona en la flexión verbal del quechua . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119 Martha Mendoza Rasgos léxicos y morfosintácticos del español en el purépecha: un ejemplo de contacto lingüístico en el oeste de México . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 135 Manuel Peregrina Llanes/Zarina Estrada Fernández El tópico discursivo en náhuatl y pima bajo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 153 Juan Álvaro Echeverri/Isabel Victoria Romero Cruz La lengua nonuya: historia y estado actual de su proceso de revitalización . . . . . . . 175

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Yliana Rodríguez/Adolfo Elizaincín Huellas lingüísticas del aporte guaraní en el español del Uruguay: la dispersión diatópica de algunos guaranismos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 189 Élodie Blestel/Stéphane Fouelefak Crear un buscador léxico polígrafo para un corpus multilingüe en lenguas amerindias: el caso de la base de datos langas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 217 Los autores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 231

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Presentación

Este libro surgió a raíz de un encuentro en Olomouc, el IV Coloquio Internacional de Estudios Latinoamericanos de Olomouc (Cielo-4) en mayo de 2015. Después de muchas vicisitudes, cambios de temas, reconfiguración del contenido, reelaboración y actualización de textos, presentamos al estimado lector un conjunto de estudios unidos por el mismo espíritu, un interés profundo por las lenguas americanas, y guiados por el mismo objetivo, un compromiso con los pueblos amerindios y sus lenguas. Estamos convencidos de que un conocimiento mejor y su difusión lleva a una mayor apreciación y a un mayor prestigio. El presente volumen no es fiel reflejo del programa de aquel encuentro, ya que más de la mitad de las contribuciones ha quedado fuera; sin embargo, han sido incluidos otros textos que no formaron parte de aquel evento, pero han resultado congeniales con su tema principal. El volumen no omite temas conflictivos y polémicos: tanto los que pretenden suscitar un debate científico –como son el estudio de Klaus Zimmermann con su análisis crítico del impacto del colonialismo en la historia de la lingüística en general y en la descripción de lenguas americanas en particular; el de Willem F. H. Adelaar, que examina la complejidad del concepto colonial de lengua general del Inca, o el de Vlastimil Rataj con su propuesta original del análisis reestructurado de las categorías de tiempo y modo en quechua a base de la reconsideración del sistema de formantes verbales respectivos–, como los que denuncian hechos sociales, es decir, aquellos que describen resultados de situaciones sociales opresivas que llevan a la amenaza seria de las lenguas y los pueblos que las hablan –como se puede ver en el estudio de Juan Álvaro Echeverri e Isabel Victoria Romero Cruz sobre el esfuerzo reciente por revitalizar la lengua nonuya en la Amazonia colombiana, cuyos hablantes fueron diezmados durante el período cauchero a principios del siglo xx–. Uno de los puntos de interés es el contacto lingüístico, que nos interesa desde ambas perspectivas: tanto la de los cambios inducidos por contacto con el español en lenguas amerindias, como la de la herencia de las lenguas indígenas en las variedades americanas del español. Representa el primer tipo el estudio de Martha Mendoza sobre las influencias del español en el purépecha, y el segundo, el de Yliana Rodríguez y Adolfo Elizaincín sobre los guaranismos en el español uruguayo.

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Lenka Zajícová

No faltan estudios contextuales, comparativos y contrastivos, como la propuesta de Fernando Zúñiga de una nueva tipología morfológica de las lenguas indoamericanas; o el estudio de Manuel Peregrina Llanes y Zarina Estrada Fernández, que compara los mecanismos que codifican el tópico discursivo en náhuatl y pima bajo, dos lenguas de la rama sureña de la familia yutoazteca. También tiene perspectiva comparativa el estudio sobre la legislación acerca de las lenguas indígenas en los medios de comunicación, de Lenka Zajícová. El volumen viene culminado por un estudio metodológico que nos presenta la construcción de un corpus multilingüe de lenguas amerindias escritas en la época colonial y los desafíos técnicos que presenta la variación gráfica de los manuscritos, de Élodie Blestel y Stéphane Fouelefak. Lenka Zajícová

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estudios generales

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El impacto colonial en la lingüística de las lenguas indígenas de América Klaus Zimmermann Universität Bremen

The Colonial Impact on the Linguistics of Native American Languages Abstract: The descriptions of the languages found in conquered countries have been made for a long time by people linked to colonialism, especially spiritual colonialism, with colonial ideology and colonial interests and with the application of theories and concepts built and elaborated from other languages. Models of description created in different socio-political and cultural contexts, which offer peculiar characteristics, were applied, in addition to colonialist attitudes of supremacy. The methodological approach of this analysis is based on the critical analysis of discourse. The objective is to analyze the emergence and history of conceptual meanings and ideologies that continue to be a guide and a persistent imprint of current linguistic thought created in the colonial spirit, many of which persist in linguistics until today. The examples are mostly taken from the descriptions of Native American languages: the empirical methods elaborated for eliciting linguistic data, errors in the definition of categories and their causes, the context of application of the descriptions for practical purposes, such as teaching and translation for the purpose of Christianization, as well as the connection of linguists with the colonial administration. Keywords: colonial linguistics; missionary linguistics; historiography of linguistics; indigenous languages of the Americas; critical discourse analysis; ideology in linguistics.

1. Ciencias del lenguaje y colonialismo: relación general e interacción La lingüística, o, mejor dicho, como se ha ido imponiendo cada vez más, las ciencias del lenguaje, tienen que ver con la descripción de todas las lenguas del mundo. Si preferimos decir ciencias del lenguaje, optamos por una perspectiva pluridisciplinaria e incluimos todas las subdisciplinas: psicolingüística, sociolingüística, historia de las lenguas, pragmática, lingüística aplicada como análisis del discurso, planificación lingüística, etc.

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Ya que la mayoría de las lenguas del mundo ha sido descubierta y objeto de análisis y descripción en el contexto de la empresa de colonizar espacios y pueblos ajenos, vale la pena resaltar la profunda conexión entre la lingüística y el colonialismo. Las descripciones de las lenguas encontradas en los países conquistados se han realizado durante mucho tiempo por personas vinculadas al colonialismo, especialmente al colonialismo espiritual,1 con ideología colonial e intereses coloniales, y con la aplicación de teorías y conceptos construidos y elaborados a partir de otras lenguas y según modelos de descripción emanados de aquellas, creados en contextos sociopolíticos y culturales diferentes que ofrecen características peculiares. Si se estudia el impacto del colonialismo en las ciencias, se pueden encontrar postulados como el de Jaime Marroquín Arredondo, quien en 2014 publicó Diálogos con Quetzalcóatl: humanismo, etnografía y ciencia (1492-1577). Este estudio versa sobre la influencia del colonialismo en las ciencias de Occidente: La obtención del vasto conocimiento indígena de la naturaleza americana fue un antecedente fundamental para la transformación de la historia natural en ciencia natural. Las prácticas empíricas y retóricas de los etnógrafos y naturalistas iberoamericanos […] anticiparon desde América la nueva ciencia, primero teorizada por Francis Bacon a inicios del siglo xvii (Marroquín Arredondo 2014, resumen en la portada).

La idea de este libro es que la situación de los conquistadores y, sobre todo, de los misioneros (entre ellos los lingüistas-etnógrafos, los frailes Andrés de Olmos y Bernardino de Sahagún en el México del siglo xvi) que se encontraron frente a hechos desconocidos y la tarea de su estudio, generó la invención de nuevas metodologías empíricas y la meta de objetividad. Si bien es cierto que hay huellas de este acercamiento, puede que este sea solo un lado de la medalla. A este muy necesario discurso de reivindicación de logros iberoamericanos hay que agregar el discurso crítico que muestra la otra cara de la medalla: la situación de dominación colonial produjo una perspectiva en la que los conocimientos se aplicaron restringidamente de acuerdo a la utilidad y los intereses específicos de los colonizadores y misioneros. Hubo, en este sentido, en las ciencias-descripciones de las culturas indígenas de la época colonial la necesidad de reconocimiento objetivo de los hechos en combinación con una visión de intereses práctico, político e ideológico muy particular. Nos hace eco el título de un trabajo bien conocido de Walter Mignolo, El lado oscuro del renacimiento (1995), en que describe los efectos negativos de la colonización también en dominios que se consideraban hasta la fecha más bien positivos, como, por ejemplo, la graficación (por medio

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Para la relación entre el colonialismo y la lingüística misionera cf. Zimmermann (2022).

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del alfabeto latino) de lenguas ágrafas, pero también de lenguas que tenían un sistema pictográfico (como el náhuatl) o ideográfico (como el chino o japonés). Hay otro aspecto que nos conduce a relativizar la hipótesis de Marroquín Arredondo. Sabemos que no hubo recepción de los trabajos de la lingüística misionera en la época colonial en Europa, es decir, no hubo influencia directa de los conocimientos elaborados por la lingüística misionera (LM) sobre el desarrollo de las ideas lingüísticas durante tres siglos, ya que las gramáticas y diccionarios que elaboraron los lingüistas misioneros no fueron conocidos en la discusión europea sobre lenguaje, estructuras gramaticales y léxicas. Su recepción ha sido nula o muy restringida. Pero sí se puede concordar con la hipótesis de que los lingüistas misioneros anticiparon la lingüística antropológica desarrollada a partir del siglo xix y ejecutada con grandes esfuerzos en el siglo xx. Sin embargo, la lingüística antropológica desarrollada en los Estados Unidos de América desarrolló semejantes acercamientos muchas veces sin apoyarse en los resultados empíricos de los lingüistas misioneros. Quienes sí se apoyaron en estos trabajos pioneros formaron una excepción: eruditos como el jesuita español Lorenzo Hervás y Panduro (1735-1809) (Hervás y Panduro 1979 [1800-1804]) y el filósofo-lingüista y hombre de Estado Wilhelm von Humboldt (1767-1835) (Humboldt 1994, 2009-2015) en el siglo xviii y xix, además de gente como Christoph Gottlieb von Murr (1733-1811) en Alemania, James Burnett, Lord Monboddo (1714-1799) en Escocia y John Pickering (1777-1846) en Estados Unidos.2 El tema del presente trabajo, no obstante, no es este aspecto, sino las huellas de la visión y de la ideología colonialista sobre las lenguas en los estudios y descripciones de la época colonial, es decir, en el campo de la lingüística. Nuestra hipótesis es que el desarrollo de la lingüística, a partir de la empresa colonial, está vinculado con la descripción de lenguas no maternas; pero más importante es que la lingüística que estudia las lenguas de los pueblos colonizados lleva esta impronta de enfoque colonialista. Analizar esta impronta no se debe a un acercamiento exterior, sino asume –por consideraciones metodológicas– una perspectiva interna del dominio colonizador, o sea, la de las motivaciones e intereses de una lingüística que ha sido durante siglos hecha por lingüistas involucrados en la empresa colonial que compartían muchas veces las metas o por lo menos algunas metas de la conquista y colonización de otros pueblos. Lo mismo vale también para la lingüística misionera.

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Es de notar que, en la España del siglo xix, es decir, después de las independencias de los Estados hispanoamericanos, o, dicho de otra manera, después del régimen y aparato colonial, no hubo interés acerca de la descripción de las lenguas amerindias (cf. Zimmermann 2012a).

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No hay nada nuevo en recordar el pasado colonial de grandes partes del mundo y especialmente de América. Sin embargo, poco se analiza el impacto del colonialismo, especialmente de una ideología colonial en las ciencias y en la lingüística.3 Esto se debe a la reputación de las ciencias como campos de pensamiento que se proclaman objetivos y libres de ideología. Creemos que no es el caso para la lingüística de las lenguas americanas, africanas, australianas y asiáticas. En lo que sigue se detalla esta hipótesis general.

2. Enfoque metodológico La visión estructuralista tradicional y largamente aceptada distingue, por un lado, el concepto de gramática mental como sistema supuestamente existente en el cerebro que es la base del habla real4 y el concepto de léxico como un conjunto de relaciones entre significantes y significados y, por el otro, la descripción de esta gramática y léxico mentales. Lo último, cabe repetirlo, son intentos de concebir las operaciones mentales y tienen por ello necesariamente (tan solo) un estatus epistemológico de constructos. A pesar de esta evidencia, se suelen confundir estos dos conceptos suponiendo que la gramática escrita por lingüistas representa la gramática mental y que un diccionario representa el conjunto del léxico mental de una lengua. No obstante, las descripciones de lenguas (en forma de gramáticas y diccionarios) son construcciones –en el sentido del constructivismo– y como tales se generan y se difunden en discursos –en el sentido de Michel Foucault (1971)–. Es evidente también que en la historiografía de la lingüística tenemos que ver con estos discursos, es decir, construcciones cultural, histórica, social, individual, en suma, ideológicamente afectadas en su afán de acercarse a la realidad, no como descripciones objetivas, si bien esta pueda ser su meta subjetiva. Además, hay que saber que muchas veces las descripciones no son descripciones objetivas, sino llevan una impronta de gramática normativa como atestiguan autodeclaraciones como “reducir a arte” a las lenguas según el modelo, por ejemplo, de la gramática normativa del español de Antonio de Nebrija. Por ello, nuestro acercamiento está basado en el análisis crítico del discurso y nuestro objetivo es analizar la emergencia e historia de significados conceptuales que siguen siendo una guía y una impronta persistente de nuestro

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Entre las pocas excepciones hay que mencionar el estudio pionero de Mignolo (1992) y el estudio de Errington (2008). En este último se tematizan sobre todo la lingüística sobre lenguas de Indonesia y de África. En verdad la relación entre el sistema y el habla es mucho más compleja: en última instancia es el habla donde se produce la lengua, cf. el concepto de “energeia” de Wilhelm von Humboldt. No es el lugar de entrar en detalles aquí.

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pensamiento. En nuestro caso se trata de nociones e ideologías lingüísticas creadas en el espíritu colonial que persisten hasta hoy en la lingüística. Los ejemplos están tomados sobre todo de descripciones de lenguas amerindias.5

3. Ideología colonial La cuestión de colonialismo e ideología colonial en gramáticas y diccionarios es dual: 1. ¿Existen estructuras en las lenguas creadas por el dominio colonial? y 2. ¿Existen descripciones de estructuras lingüísticas resultado del pensamiento colonial en la gramaticografía y lexicografía que podemos calificar como descripciones colonialistas (es decir, más allá de su ubicación temporal en la época colonial)? Nuestros planteamientos versan ante todo sobre el segundo aspecto. Brevemente, ya que no es el tema de este análisis, para ejemplificar el primer aspecto, cabe mencionar por lo menos algunos pocos efectos del colonialismo en las lenguas: – El desplazamiento de las lenguas indígenas americanas a nivel regional y social y su sustitución por el español y el portugués (e inglés, francés y neer­ landés). – Todo tipo de transferencias de lenguas coloniales a las lenguas de los colonizados; a nivel léxico, pragmático, discursivo y morfosintáctico, como resultado del contacto (mayormente conflictivo) entre las lenguas. A título de ejemplo se pueden mencionar transferencias léxicas en el dominio de la administración política, religión y economía (nuevos productos de consumo, nuevas estructuras económicas) bien conocidos y descritos, transferencias gramaticales como preposiciones y conjunciones, adaptación de estructuras sintácticas, creación de nuevos géneros textuales en lenguas indígenas (por

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Hay una variedad bastante grande de términos para referirse a las lenguas indígenas de América: amerindias, indoamericanas, precolombinas (los primeros dos con una connotación ideológica subyacente debido al error de Colón de haber encontrado a la India), o términos como lenguas indígenas, nativas, originarias, aborígenes, autóctonas (que requieren la especificación “de América”, ya que las hay en otros continentes también). Estos últimos tienen también una connotación ideológica colonial, ya que nadie llamaría a las lenguas española o alemana lengua indígena de España o de Alemania. El término “lenguas americanas” (ya utilizado por Wilhelm von Humboldt) es adecuado, pero choca con nuevos significados de “americano” como sinónimo de Estados Unidos de América. Me inclino en este artículo al término “indoamericano” (con énfasis en americano), si bien he utilizado en otras publicaciones también el término “amerindio”.

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autores alóglotas) por transferencia y adaptación de estos géneros/tipos de discursos de las lenguas colonizadoras (sermones, catecismos, teatro) a las lenguas amerindias, la graficación (con base en el alfabeto latino) de las lenguas (cf. Mignolo 1995; Avenne 2015), la elaboración de un lenguaje apto para el dominio de la escritura caracterizada por la distancia entre autor y lector/oyente (deixis intratextual, procedimientos de referencia a elementos no perceptibles de la situación de enunciación, etc.) (cf. Söll 1974; Koch/ Oesterreicher 2007), la adaptación de sistemas de categorías sociales (creados por los colonizadores, como el sistema de castas) y de reglas de cortesía (nominal, pronominal o flexivo). Todas estas influencias están probablemente generando estructuras híbridas entre las estructuras lingüísticas europeas y amerindias. – La creación de variedades estándares para ciertas lenguas indígenas o lenguas generales. Estas sufrieron simplificaciones introducidas por agentes alóglotas, por ejemplo, la língua geral con base en el tupí en Brasil (cf. Rodrigues 1996) y el quechua y aimara de la región de los Andes (región del antiguo reino de los Incas) (cf. Cerrón-Palomino 1997). – La pidginización y criollización, que afectó las lenguas africanas introducidas a América por la deportación forzada y la esclavitud. No hace falta ahondar en una definición profunda de lo que es colonialismo; tampoco cabe diferenciarlo aquí del imperialismo en los efectos políticos, económicos y culturales en el mundo, ya que sus impactos son muy similares a nivel lingüístico, tanto de los países coloniales como de los colonizados. El colonialismo no solo cambió los aspectos arriba mencionados, sino también y más persistentemente el pensamiento del mundo occidental en general (y de ahí de los pueblos colonizados). Podemos llamar a esto la ideología colonial o, en términos del sociólogo peruano Aníbal Quijano (1992, 2000), colonialidad. Esta ideología que surgió en la época colonial persiste aún después de haber terminado oficialmente el régimen colonial y sigue existiendo hasta hoy en día en la vida cotidiana de muchas personas (incluyendo indígenas), así como también en las ciencias. Debemos tener en cuenta que no hubo un solo tipo de colonialismo, sino varios. No hubo una clara estrategia preconcebida de cómo colonizar y cuáles medidas tomar para sus efectos. Se desarrollaron diferentes maneras de colonizar dependientes tanto de las condiciones locales (geográficas, recursos económicos, resistencia) como de las de cada poder colonial, dependiendo de sus posibilidades militares y de control político, sus creencias e ideologías. Se inventaron –paso a paso– estrategias de colonización y formas de regímenes coloniales con prime-

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ras soluciones, con falacias, con fracasos y con correcciones y nuevas soluciones. Algunas se aplicaron en otros sitios, algunas no. También hubo diferentes opiniones en cada país colonizado en cuanto a cómo llegar a la meta colonial. Suponemos que el área del lenguaje no formaba una excepción.

4. La epistemología colonial 4.1. Ejemplos del impacto del colonialismo sobre la visión de las lenguas indígenas y (en nuestro caso) de las lenguas indoamericanas Las lenguas indígenas han sido descritas desde la visión de las lenguas de los colonizadores, es decir, del paradigma de la lingüística europea que en esa época era una derivación de la descripción gramática de la lengua latina. Eventualmente hubo algunas influencias de conocimientos de lenguas como el griego, hebreo y árabe o de la lengua materna del lingüista. Esto significa que las descripciones han sido realizadas por lingüistas alóglotas, con una visión (teoría del lenguaje) implicada en estas lenguas según conceptos teórico-descriptivos alóglotas y patrones de descripción alóglotas (por ejemplo, la división entre gramática y léxico). Auroux (1992) ha llamado a este hecho “exogramatización”. Desde un enfoque de análisis crítico tenemos que decir que la descripción no solamente se hizo desde fuera, sino que estos “extranjeros” eran también colonizadores: ocupaban un papel sociopolítico más importante, valiéndose de todos los instrumentos del dominio político y del poder de definición de los hechos indígenas, incluyendo los lingüísticos. Por eso es importante concebir este acto histórico como “exogramatización colonial” (para distinguirlo de otros tipos de exogramatización). La aplicación del modelo latino para la descripción de lenguas no es exclusiva para las lenguas indígenas colonizadas. La gramatización de las lenguas como el español, alemán o francés se hizo utilizando también el modelo latino, pero por hablantes como Antonio de Nebrija (1492, 1495) en España, Valentin Ickelsamer (1500-1547) en Alemania y Louis Meigret (1500-1558) en Francia. ¿Son estas gramáticas poscoloniales (todos estos países habían sido colonizados por el Imperio Romano)? ¿Cómo calificarlas: como endogramatizaciones que utilizan un modelo extranjero diez siglos después de la caída del Imperio Romano, exogramatización encubierta (en el modelo), o asimilación del modelo extranjero aplicado a otra lengua, la propia? Repensar la exogramatización en las colonias con la exogramatización en Europa nos permite matizar más el problema. En ambos casos se trata de la aplicación de un modelo elaborado para la descripción de otra lengua. En Europa se hizo

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por nativos, pero también dejó sus marcas de la estructura de la lengua latina en la gramaticografía de la lengua descrita, no reconociendo ciertas características, por ejemplo, en el alemán, los marcadores discursivos. Otros capítulos son la exclusión de la prosodia, la concentración sobre el lenguaje escrito, la orientación hacia la morfología y la negligencia de la sintaxis independiente (cf. Gärtner 2007, para la predominancia de la perspectiva morfológica frente a la sintáctica en la gramaticografía del español). En ambos casos se ve una cierta violación de la realidad de las lenguas al aplicar la horma del modelo. Pero hay que ver también que esta no era tan rígida como para evitar que se reconocieran formas propias de las nuevas lenguas ni modificar gradualmente el modelo. Finalmente, la historia de la lingüística, también de las lenguas europeas, demuestra una sucesiva modificación del modelo latino durante siglos y hasta hoy o siquiera la elaboración de otros modelos teóricos como por ejemplo la gramática de dependencia por Lucien Tesnière (1893-1954). Otro aspecto es que, evidentemente, la comparación de lenguas, la ajena con la propia, ayuda a reconocer particularidades. Es esta visión desde otra lengua que está implícita en la aplicación de un modelo ajeno. Ese ha sido el caso en la descripción de las lenguas nativas por nativos en Europa. Aquí vemos una diferencia fuerte con la situación en América: la descripción-adaptación-comparación allá no ha originado ningún cambio de perspectiva para la descripción de la lengua española o portuguesa. Bien se podría objetar que esto se debe al hecho de que el oficio de los misioneros no era la descripción del español, pero tampoco encontramos en las colonias ningún otro lingüista que se dedicara a la descripción del español o portugués. La lingüística del español o portugués en América era inexistente y emergió lentamente recién en el siglo xix, concentrándose en las diferencias léxicas con ninguno o poco empeño en repensar los modelos de descripción, a excepción de Andrés Bello (1847).6 Sin embargo, esta falta de autorreflexión es síntoma de la actitud colonial de autosuficiencia y superioridad, una actitud que frente al colonizado no se cuestiona a su propio sistema de vida, creencias, certezas y actitudes.

4.2. Contrastividad y propósito misionero Las lenguas indígenas han sido descritas desde pocos años después de las primeras conquistas de América, especialmente en la Nueva España –no hubo

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Los que discreparon de la visión de la RAE y defendieron la aceptabilidad de la variación regional, no cuestionaron el modelo de descripción.

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descripción de lenguas indígenas ni en las Islas Canarias ni en las Antillas–. Los primeros que sintieron la necesidad de dedicarse a esta labor de aprender y describir las lenguas de los colonizados fueron los misioneros cristianos. La descripción en forma de gramáticas y vocabularios tenía la meta de enseñarlas a los recién llegados nuevos misioneros europeos. Este corpus de gramáticas y diccionarios es el fruto de la visión (tradicional, hoy considerada superada e insuficiente) del aprendizaje de lenguas extranjeras por el método gramatical (versus el método comunicativo hoy en práctica). Hay muy pocas obras de tipo conversacional en la época colonial; y estas por autores no misioneros (Arenas 1982 [1611], Pellicer 2006; Hurch/Meléndez Guadarrama 2020). La visión de las lenguas indoamericanas y su forma de descripción lleva la marca de su meta de enseñanza para no hablantes nativos con conocimientos de la gramática latina, es decir, la marca implícita de contrastividad (con lenguas europeas: el latín, el español y el portugués) y pedagógica (¿cómo presentar los hechos verbales para que sean idóneos al aprendizaje de europeos?). Hasta hoy prevalece esta visión de contrastividad colonial en la preferencia de diccionarios bilingües (en vez de diccionarios monolingües) y las gramáticas de lenguas indígenas escritas en español, portugués o inglés en vez de en la lengua indoamericana respectiva.

4.3. El propósito de la descripción de las lenguas indígenas El propósito de la descripción ha sido la evangelización –más bien una conquista espiritual– con el fin de incitar a los nativos a abandonar una parte esencial de su identidad cultural, la religión, y de adoptar otra, que venía del Cercano Oriente y había sido transformada durante un milenio en Europa. Esta es sin duda una meta colonialista que implica la autoconciencia de superioridad de la religión cristiana y la inferioridad de la religión indígena. Con esto, los contenidos semánticos de las gramáticas y de los vocabularios eran de índole colonial, no nativo. Aunque se hicieron algunos esfuerzos de documentar textos no cristianos como los huehuetlahtolli (sermones elaborados en la cultura azteca) por Andrés de Olmos (2002 [1547]) y Bernardino de Sahagún (1956/81992 [1577]), no fueron publicados en su tiempo por haber sido considerados peligrosos. El propósito de la descripción no fue científico (en el sentido actual: encontrar las estructuras y características de las lenguas sin interés aparte), sino proselitista, que era parte de la dominación colonial. Sin embargo, en el transcurso del estudio de las lenguas para sus propósitos se han hecho descubrimientos valiosos que quedan documentados en varios análisis de la lingüística misionera en los últimos 25 años (cf. Zimmermann 1997a).

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4.4. Los métodos empíricos: entre objetividad e interculturalidad Mientras que los métodos inventados de elicitación de datos (un antecedente de los corpus, colaboración con informantes nativos, interrogatorios; cf. López Austin 1974; Ríos Castaño 2014b) han sido inventados por “necesidad” y con un espíritu objetivista, el análisis y el método de descripción han sido inevitablemente inter y transculturales en el sentido de un acercamiento prefigurado por ideas lingüísticas europeas. En otras palabras, la segmentación, el significado y la función pragmática de palabras y estructuras de las lenguas antes desconocidas han sido matizados por las construcciones conceptuales de las lenguas y culturas maternas y el latín.

5. Colaboración con la administración colonial Algunos misioneros colaboraron directamente con la administración colonial y el ejército. Al fraile franciscano Bernardino de Sahagún se le dio el oficio de traducir al español su obra sobre la gente, costumbres, visiones del mundo y lenguaje, escrita primero en lengua náhuatl; ordenada por Juan de Ovando y entregada en 1570, para el uso de estos conocimientos por la administración colonial (Ríos Castaño 2014a y b). El jesuita Joseph de Acosta (1979 [1590]) escribió el tratado Historia natural y moral de las Indias en el que da mucha información sobre el uso económico de metales, plantas y animales. Lingüistas misioneros actuaban como traductores para la administración, por ejemplo, en la región zapoteca de México (cf. Schrader-Kniffki/Yannakakis 2014). Los misioneros también se ocupaban de la descripción de la fauna y flora en Nueva Granada por encargo de la administración colonial (Carrera de la Red/ Zamora Salamanca 2015). Luis de Valdivia, el jesuita español en Chile, fue delegado como mediador y traductor para negociar entre la administración colonial y los mapuches para terminar con una sublevación y guerra anticolonial. Sostenía y propugnaba la idea de que la evangelización era una mejor opción para “pacificar” a los indígenas que la victoria militar. Pero también logró en otra ocasión convencer al gobernador de una estrategia militar particular (Ridruejo 2007: 28-35).

6. Actitudes hacia las lenguas indoamericanas La caracterización de las lenguas indoamericanas (y otras en el mundo) muchas veces porta un rasgo difamatorio. Engelberg (2014: 316-317) distingue cuatro

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ideologemas lingüísticos frente a las lenguas colonizadas (cf. también Errington 2008): a) Ideologema de primitivismo; b) Ideologema de (falta de) complejidad; c) Ideologema de lenguas de expresión de la alta cultura frente a las de falta de cultura; d) Ideologema de alta expresividad frente a su falta o baja expresividad. Como ejemplo en el mundo hispánico se encuentra la descripción del otomí (lengua hablada en el altiplano de México). En la época colonial se le caracteriza como lengua difícil, e incluso más tarde, en los siglos xix y xx, esta idea es casi un topos communis. El atributo “difícil” es una transferencia de la relación psicolingüística de aprendices alóglotas de la lengua a una calidad (negativa) de la lengua. En algunos casos es una categoría difamatoria, incluso ha sido calificada como bárbara. Da testimonio el gramático de esta lengua Neve y Molina (1767) de este hecho: No puedo menos que lamentar el total descuido que en este assumpto hà habido en este Reyno, y la fatal desgracia de este Idioma; pues habiendo florecidos tantos, y tan grandes Sujetos instruidos perfectamente en él, que pudieran haver dexado algún método, por donde regirse, assi para aprehenderlo, como para enseñarlo, no lo han hecho, calificando â este Idioma por mas barbaro, que todos los demás de este Emisferio […] (Neve y Molina 1767, prólogo, sin página; cursivas nuestras).

Normalmente, este tipo de difamaciones pueden encontrarse en cronistas. Un ejemplo es Antonio de Herrera (1947 [1601]), quien califica a los otomíes: son los de esta nación otomí de baxo entendimiento; no tienen honra; son de vil y cobarde ánimo, barbaros y tardíos en entender las buenas costumbres.

Extiende su opinión hacia la lengua: y su lenguaje es muy duro y corto, porque aunque los religiosos han procurado de imprimir la Doctrina Cristiana en esta Lengua, no han podido salir con ello (Herrera 1947 [1601]: 462).

Apoya su visión con el ejemplo de que esta lengua tiene diferentes tonos: “porque una cosa, diciéndola apriesa o despacio, alto o baxo, tiene diferente significación”. Este caso es altamente significativo. Aparentemente ya existían lingüistas misioneros que descubrieron el carácter tonal de esta lengua, lo que es una observación sumamente importante (ya que fue confirmada recién en el siglo

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y el mismo Herrera da testimonio de esto; sin embargo, no es capaz de valorar este descubrimiento, sino presenta este rasgo como una deficiencia: a) “duro” y “corto” son para él categorías de deficiencia; b) la incapacidad de encontrar medios de imprimir estas características fonológicas (es decir, una dificultad técnica para los fines de los misioneros colonizadores) es una razón para calificarlas como deficientes. Probablemente conviene atenuar nuestro juicio admitiendo que la descripción por parte de los lingüistas misioneros fue meramente descriptiva (ese es el caso de la gramática del otomí de Pedro de Cárceres, 1580) y la valoración negativa estuvo en boca de otros contemporáneos. Tenemos otro caso de un lingüista misionero del náhuatl: Agustín de Vetancurt (fines del siglo xvii), que emite la siguiente opinión difamatoria sobre el otomí: Otros [indios] hay [en la Nueva España que] aunque más políticos [que los chichimecos], son de ánimo tan soez y tan viles en el tratamiento de sus personas, que según la lengua que hablan pronunciándola ya con los narices, ya con la garganta, ya con los labios, [que] parece que fue inventada de aquellos judíos a quienes echaron cortadas las lenguas, porque es la que menos les sirve para pronunciar la lengua (Vetancurt 1982 [1697]: 10).

Un ejemplo más del mismo autor: “algunos conocen la Lengua Mexicana, pero otros hablan un idioma tan corrupto y bárbaro, que por esa razón son llamados otomíes, que es la lengua que en la provincia de México se considera como la más difícil” (citado en Carl Sauer; cf. Guzmán Betancourt 2002). Es instructivo el tipo de razonamiento del autor. Su calificación de corrupto y bárbaro está justificada para él por la dificultad de la lengua; otra vez una visión exterior, pues la dificultad de aprendizaje del otomí como segunda lengua evidentemente es solo una para los no nativos, es decir, los misioneros y colonizadores.

7. Errores de los lingüistas, ¿a qué se deben? Desde los años noventa del siglo pasado han abundado, afortunadamente, estudios que destacan los logros de los lingüistas misioneros (cf. Adelaar 1997; Launey 1997; Suárez Roca 1992; Winkler 2007; Zimmermann 1997b). Concomitantemente surgen análisis que hasta hoy resaltan las deficiencias de las descripciones misioneras. Algunos las vinculan con la situación colonial, otros las atribuyen a la falta de habilidad y formación de los misioneros.

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Antes de considerar algunos casos quiero aclarar de antemano que no es un aspecto colonial en sí el no haber detectado bien algunas estructuras y características de las lenguas indígenas. Hasta hoy en día quedan aspectos lingüísticos no reconocidos también en las lenguas europeas altamente estudiadas por lingüistas que incluso han sido o son hablantes nativos. Más bien convendría analizar hasta qué punto lo inadvertido en la lingüística amerindia se debe a la actitud de superioridad de los misioneros y el uso colonial de sus elaboraciones. Para evitar juicios prematuros e injustos, tenemos que distinguir entre errores “teóricos” y errores inducidos por la ideología y el contexto colonial en la descripción lingüística. Se manifiesta este aspecto en los errores de descripción, de los que daré algunos ejemplos: – Ya hace mucho que Franz Boas –refiriéndose a las descripciones de lenguas norteamericanas, pero cuya crítica vale también para las de América Central y del Sur– lamentaba la inadecuación de la distinción tajante entre gramática y léxico en la descripción de las lenguas amerindias (Boas 1966 [1911]: 33-34; Silverstein 1979: 196). – Durante mucho tiempo no se ha comprendido el hecho de que la lengua otomí es una lengua tonal y por ello se han dado explicaciones erróneas en la descripción de los tres tonos (alto, bajo y bajo-alto) y sus funciones significativas a nivel de la palabra, lo que parecía muy “difícil” de esta lengua (Zimmermann 1997). – En el otomí no existía la categoría de adjetivo. Sin embargo, los misioneros trataban a los sustantivos como si fueran adjetivos (Cárceres 1905 [1580]: 49; Neve y Molina 1767: 105). Recién, algunos especialistas de la lengua otomí (Palancar 2006; Bakker/Hekking 2010) creen que tan solo en la actualidad, por influencia del español, emerge la categoría del adjetivo. – En otomí no existía la categoría de preposición. Sin embargo, los misioneros, con el propósito de presentar equivalencias a las relaciones expresadas en español con preposiciones, ofrecen equivalencias semánticas traducidas en sus gramáticas del otomí que, no obstante, gramaticalmente no tienen el estatus de preposiciones; pero este hecho no se precisa. Este es un ejemplo de fusión de un acercamiento práctico de índole traductológica y de un acercamiento desde la gramática contrastiva (presentación en una gramática bajo la rúbrica de preposiciones) que lleva a la confusión entre equivalencias semánticas (de traducción) y de equivalencias gramaticales. – Algo similar pasó, por ejemplo, en la descripción del pampango, lengua de las Islas Filipinas. En esta no existe una distinción verbo y sustantivo. Sin embargo, gramaticógrafos misioneros “establecieron” las clases de palabras verbo y sustantivo en estos términos gramaticales para dicha lengua (Ridruejo 2004).

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– Dedenbach-Salazar (1997) demuestra que los misioneros que describieron la gramática del quechua inventaron estructuras lingüísticas no existentes antes en esta lengua. En este caso se trata de marcadores discursivos, que incluso han sido codificados en sus gramáticas y aplicados en textos religiosos. – También es conocida la falsa aplicación del concepto de morfemas flexivos (existentes en las lenguas de los colonizadores y en latín). Esto lo demuestra Emilio Ridruejo (2004: 185) para el pampango, una lengua que tiene una estructura aglutinante. – Luis de Valdivia reconoce el sistema verbal complejo con la doble incorporación de personas en el verbo de la lengua mapudungún mediante un proceso que ha llamado transición. Parece que no ha reconocido otro proceso al que recientemente se le ha venido a llamar “afijos indirectizantes” (Salas 1992: 131; apud Ridruejo 2007: 126). – También en épocas posteriores, después de los avances de la lingüística teórica en el siglo xix, ocurren tales “errores”. Según el análisis de Hackmack (2015), el africanista alemán, Carl Meinhof (1857-1944) y otros describieron el sistema nominal del swahili como un sistema de casos, dando las categorías de nominativo, genitivo, dativo, etc.; pero el swahili en realidad no tiene un sistema de casos. Llama la atención que la lengua que sí lo tiene es el alemán, la lengua de Meinhof. Este ejemplo es significativo y nos pide analizar con más sensibilidad este fenómeno. Reconoce otro africanista, Velten, lingüista de campo, que “[n]o existe la declinación de los sustantivos en swahili. Nominativo, dativo y acusativo suenan igual”. Pero más adelante continúa la descripción considerando los casos: El primero siempre se antepone al verbo, el dativo y el acusativo se pospone. Si ocurren estos últimos en la misma oración, se antepone el dativo al acusativo, p.ej. mwanamamkehuyu ana mtoto –esta mujer tiene un niño, mwanamume huyu amemwonyesha mtoto maua yale –este hombre mostró al niño aquellas flores (Velten 1910: 35; traducción nuestra).

Este caso es muy instructivo: encontramos una clara constatación contradictoria en el discurso de Velten, al decir que algo no existe y después mencionar las categorías de caso del swahili (que en realidad no existen, pero fueron inventadas por el lingüista) en su descripción. Sería demasiado fácil suponer que el autor era tonto o esquizofrénico. Al contrario, es más adecuado partir de otra interpretación: este lingüista describe la lengua africana para los lectores coloniales alemanes, consciente de sus conocimientos gramaticales del alemán y latín. Por ello presenta la estructura del swahili para el entendimiento y uso por parte de estos lectores alóglotas delante del trasfondo de la lengua alemana

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y de la manera de concebir la gramática por parte de sus lectores. Estamos, entonces, no delante de un error o una inadecuación teórica o empírica, sino de una estrategia doble de facilitar el entendimiento intercultural en el contexto colonial.7 Es un buen ejemplo de construcción intercultural; una estrategia que es contradictoria a nivel lógico, pero útil a nivel pragmático-comunicativo. Este tipo de estrategias se asemeja a las que conocemos bajo el nombre de implicaturas conversacionales, descritas por H. P. Grice (1975: 45-47).8 Este ejemplo demuestra que: a) la falta de adecuación (en la gramaticografía) no siempre es un signo de error o incapacidad intelectual; b) la falta de adecuación en el discurso lingüístico muchas veces obedece a una lógica colonial, ya que el discurso se construye para el entendimiento de los lectores alóglotas, ellos también (muchas veces) involucrados en tareas coloniales; c) la falta de adecuación combinada con la denigración de la lengua, eso sí puede tomarse como ejemplo de una actitud colonial de superioridad. Este ejemplo es revelador tal vez retroactivamente para entender bien otros presumidos “errores” en descripciones misionero-coloniales del mundo iberoamericano. En el ejemplo de Velten la contradicción es abierta y nos permite ver con claridad que el autor presenta un fenómeno de una manera contraria a su conocimiento para facilitar el entendimiento a los lectores.

8. Vocabularios Es en los diccionarios o vocabularios donde encontramos el impacto de la actitud colonial con más claridad. Transfiriendo el término gramatización de Auroux al dominio de la lexicografía podemos hablar del trabajo de los misioneros como exolexicograficación. Ya muchos analistas han destacado que en los diccionarios misioneros se practica una mezcla de lo que hoy se suele distinguir como la descripción del significado de las palabras y la información enciclopédica

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Esta estrategia no es necesariamente colonial. Puede darse también en contextos no coloniales. Pero el marco histórico facilita la adopción de esta estrategia para servir a los lectores que se ubican en la sociedad colonialista. Según Grice, violando las máximas conversacionales abiertamente se producen efectos comunicativos de cortesía, ironía, metáfora, etc., ya que esta violación incita al oyente/lector a suponer (implicatura) que el locutor o autor quería expresar otro sentido.

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(Zimmermann 2009).9 Las definiciones de cosas del Nuevo Mundo en los vocabularios/diccionarios misioneros estaban acompañadas de información acerca de la utilidad para los colonos/misioneros; por ejemplo, acerca de lo comestible de una planta, incluso sobre cómo preparar comida con ella, a veces comparando la planta o la práctica culinaria con las que eran conocidas en Europa. Lo mismo lo encontramos con la descripción de los dioses y creencias mágicas. La decisión de los lexicógrafos misioneros de incluir información enciclopédica fue inteligente considerando el uso de los vocabularios para los otros misioneros. La perspectiva crítica revela que es un ejemplo de la función colonial del producto lexicográfico. En la parte semántica de la entrada lexicográfica aparece la visión colonial de manera muy concreta. Las definiciones e informaciones no están elaboradas ni para los indígenas ni para usos generales de índole científica, en este caso para conocimientos biológicos o mineralógicos. Las descripciones semánticas están configuradas para el uso de los colonizadores, como se desprende de la enunciación metadiscursiva. Como tales, constituyen un tipo especial de discurso colonial. Un ejemplo de la manera de comparación para usos coloniales lo tenemos en: Il Tenbiguài non punge punto; ed è similissimo a que’ moscini, che si trovano alle botti […]. Più molesto del Tenhiguài (1) [Nota (1) In Isp. Mosquitos bovos] è il moscherino chiamato dagli Spagnuoli Melèro. E’ nero, e della grossezza de’ Tenbiguài […]. Questo moscherino, il quale, com’ho detto, chiamasi in Ispagnuolo Melèro, potrebbe dirsi nel nostro Italiano il Mellifero. Porta seco in fatti una specie di materia viscosa, che ivi comunemente credesi mele (Gilij 1780-1784: IV, 276; cursivas nuestras).

He aquí algunos ejemplos de la indicación del uso práctico para colonos/misioneros. En el Diccionario de Otomí de 1640 de un autor anónimo –probablemente Horacio Carochi– encontramos el equivalente del español miel en otomí: anttäphi.10 A este equivalente sigue la información práctica: “También la toman [los indígenas] por el vino. Cej. Y pa la conserva”. Además, en esta definición se percibe

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Quiero apuntar al margen que esta distinción se cuestiona también hoy en día (Eco 1985; Lara 2010) argumentando que el buen uso de muchas palabras no es posible sin conocimientos enciclopédicos. Con esto se refiere al pulque, jugo del maguey/agave. Presenta este jugo que se bebe –a título de comparación– como miel y la bebida como vino probablemente porque está fermentada y contiene alcohol.

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una huella fina de la categorización social colonial: hace referencia a ellos11 (los indígenas otomíes). Con ello establece una construcción de diferenciación de la población. En una descripción de una lengua hablada en Colombia en el siglo xviii, de Joseph Gumilla, encontramos: “Las mujeres blancas de la costa dicha, después de hervidos los cachipaes, los muelen, amasan y forman pan” (Gumilla, El Orinoco, II, cap. XXI, 441).12 En el vocabulario de náhuatl, fray Alonso de Molina (2001 [1571]) ofrece la siguiente información acerca de un cierto tipo de agua: “Agua conque lauauan los pedernales, que eran como cuchillos conque sacrificauan y matauã los hombres ante los idolos, la cual agua tenian en lugar de agua bendita, y en mucha veneracion”. El misionero da como lema un tipo especial de agua. No dice nada acerca de la consistencia de esta agua: si se prepara con ciertas plantas, hervida o si procede de un lugar específico, sino su uso. Puede ser que el uso específico se mencione por la incorporación/composición morfológica del lema náhuatl. Aunque el lexicógrafo brinda una descripción de uso en la misma dicción que en otras (Ellos lavaban, sacrificaban…), en este caso no sirve para utilizar el instrumento como los indígenas lo hacían, sino que es una información neutral acerca del uso para dar a conocer el significado de este tipo especial de agua. Además, da una comparación con el mundo cristiano (en lugar de agua bendita y para veneración).

9. El vocabulario y guía bilingüe de Pedro de Arenas En lo que sigue, se analizará un caso especial, el Vocabulario manual de las lenguas castellana y mexicana de Pedro de Arenas (1982 [1611]). Este es un diccionario y una guía de conversación a la vez,13 no un diccionario en el sentido estricto. Es bilingüe y bidireccional. Contiene una sección con entradas en español y otra con entradas en náhuatl. Constituye una excepción, ya que, aunque no se sabe casi nada del autor, por el texto se puede deducir que no era misionero. Asunción Hernández de León-Portilla, en su introducción a la edición crítica, opina que era un comerciante y que no era bilingüe, pues explica que Arenas compuso una lista de palabras y expresiones que después fueron traducidas al náhuatl

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Ellos es pronombre prodrop incorporado al verbo toman. Ejemplos tomados de Carrera de la Red/Zamora Salamanca (2015). Después de terminar este artículo se encontró otro caso de guía de conversación, la Conversación en lengua huasteca, del siglo xviii de un autor anónimo, editado por Hurch/Meléndez Guadarrama (2020) que tiene rasgos muy similares. Un tercer texto de este tipo es sobre la lengua mazahua; cf. el análisis de Pellicer (2006).

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por otra persona conocedora de esta lengua. Aparte hay que calificar a este librito como una especie temprana del tipo discursivo intercultural “guía bilingüe”. Observamos en la lista de expresiones varios rasgos que pueden ser etiquetados como coloniales. – Las entradas son todas exhortaciones y preguntas. – Las exhortaciones (que se realizan en modo gramatical imperativo) y las preguntas están formuladas desde el punto de vista de un amo hacia un mozo. – Las respuestas de los mozos no están documentadas. – La relación de dominio (colonial) está manifiesta en muchas secciones, por ejemplo, en “[p]alabras que comunmente se svelen dezir a vn moço quando acude de mala gana à lo que le dizen, ò mandan” (Arenas 1982 [1611]: 102; cursivas nuestras). Otra vez surge una observación crucial: las expresiones presentadas no son en sí mismas coloniales, sino reflejan la relación entre un jefe y un siervo. Es una relación que existió en la Europa de la época también. El aspecto colonial se manifiesta en la situación imaginada de enunciación, que estaba presente tanto para el autor como para los lectores usuarios, que se trata de un jefe español y un mozo indígena nahuatlato.

10. Elogios de lenguas indígenas, ¿un rasgo anticolonial? Ahora bien, hay que destacar que este tipo de ideologemas de inferioridad o difamatorios acerca de las lenguas indígenas de las colonias arriba mencionadas no es generalizado. Hay otros casos, también acerca del otomí, como Pedro de Cárceres (1905 [1580]) y Alonso Urbano (1990 [1605]) –que fueron los primeros en describir esta lengua en el siglo xvi–, que son meramente descriptivos. Acerca de otras lenguas como el náhuatl aun hay elogios. Fray Andrés de Olmos, el primero que nos dejó una gramática impresa de esta lengua, dice en su Arte que es “tan gran lengua” (Olmos 2002: 9 [1547: 21v]). Alonso de Molina, el primero en confeccionar un diccionario bilingüe, compara el náhuatl con el latín, lo que en sí mismo es un elogio de esta lengua: “Y porque el lenguaje y frasis destos naturales [especialmente delos nahuas y Mexicanos] es muy diferente del lenguaje y frasis latino, griego y castellano” (Molina 1945 [1571], Epistola nuncupatoria al vicerey, s.p.). Y en su gramática explica: Es la dicha lengua tan excelente y facunda […] la qual no es menos curiosa y delicada que cualquiera delas otras, enla qual e yo compuesto este arte, conforme alas reglas

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verdaderas y perfectas, con que los más sabios de los mexicanos la pronuncian (Molina 1945 [1571]: f. 35).

Bernardino de Sahagún se une a estas voces. Advierte repetidas veces que los sacerdotes aztecas “usan de muy hermosas metáforas y maneras de hablar” (Sahagún 1992 [1956]: VI, I, 299) en sus sermones, o dice, por ejemplo: “Es oración de los satrapas, que contiene muy delicadas metáforas y muy elegante lenguaje” (VI, III, 304).14 Joseph de Acosta (1590: 395) explícitamente contradice opiniones denigrantes: “Que es falsa la opinión, de los que tienen alos Indios por hombres faltos de entendimiento”, sustentando su opinión con varios argumentos. Diego González Holguín atribuye al aimara “elegancia, abundancia y propiedad”, que son cualidades antes atribuidas al latín. Lo que es más para erudición y perfección en esta lengua, porque esta erudición contiene dos partes, una la copia y abundancia de todos vocablos […]. Y al quarto libro, lo que toca a la elegancia (como todas las partes de la oración, con las particulas de ornato, en que consiste la elegancia en esta Lengua […] (González Holguín 1607: 4).

Estos pocos ejemplos pueden ser suficientes para demostrar que ambas actitudes, las denigrantes y las enaltecedoras, coexisten entre colonizadores y lingüistas misioneros en el mundo colonial. Surge la pregunta inevitable: ¿El enaltecer y elogiar las lenguas indígenas es una actitud no-colonial o incluso anti-colonial? Pensamos que no son difamatorias en lo que respecta a las lenguas, sino son coloniales en otro nivel, ya que su elogio se debe contextualizar en la discusión sobre qué lengua se debe utilizar para la evangelización; su elogio sirve a un propósito colonial que tiene varias facetas: a) la de ejecutar la evangelización en lengua indígena y no en castellano, lo que proponen otros actores de la administración colonial; b) dar apoyo a la idea de establecer lenguas indígenas como lenguas generales; y c) justificar el “nombramiento” de una determinada lengua (el náhuatl, el quechua, el aimara, el tupí, el muisca) frente a otras, como lengua general.

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Cf. Ríos Castaño (2014a: 76): “In the prologue to Book VI Sahagún restates what Las Casas and Olmos thought of these speeches; that they were emblematic of indigenous peoples who are ‘wise, superior, and effective rhetoricians’ (sabios, Rhetoricos virtuosos, y esforçados)”; cf. también Ríos Castaño (2014b: 59).

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11. El impacto colonial en la época poscolonial La ideología colonial y los conceptos y visiones establecidos en esta época persisten muchas veces después del fin del colonialismo oficial, sobre todo en la “lingüística de aficionados”, pero también de profesionales. En el mundo iberoamericano de hoy se pueden observar tales orientaciones en la visión desde la ex metrópoli: – En la actualidad y desde hace unos 30 años se han venido legislando políticas de derechos lingüísticos. Es de esperar que estas también se implementen. Muchos lingüistas indoamericanos, muchas veces exprofesores de escuela, reclaman la implementación de Academias de las lenguas indoamericanas tomando como modelo la de la Real Academia Española, ya que consideran que la existencia de una academia de la lengua es necesaria para la aceptación de la lengua indígena, antes denigrada, como verdadera lengua (y no como dialecto o lengua primitiva). – Los lingüistas de los países iberoamericanos siguen modelos de descripción oriundos de Estados Unidos de América o Europa para la descripción de las lenguas indoamericanas. A nuestro modo de ver, esta aplicación no se orienta precisamente al mejor modelo (que podría argumentarse). Estos modelos son modelos emergentes para la descripción de lenguas indoeuropeas, hasta hoy en día. Admitimos que en parte han integrado conocimientos obtenidos de otras lenguas, pero también las de la gramática generativa siguen las pautas fundamentales de la descripción de la sintaxis latina de NP, VP, PrepP, etc., que no existen como tal en todas las lenguas, como hemos visto también en este artículo. Por ejemplo, la incorporación en el náhuatl, la inexistencia de la distinción entre sustantivo y verbo, la inexistencia de preposiciones en el otomí, las lenguas ergativas que no tienen acusativo, etc. No se debe hacer una aplicación de modelos, sino se deben cuestionar estos modelos teóricos a partir del análisis de las lenguas. Además, creemos que esta aplicación de un modelo a los datos se debe, por lo menos en parte, al prestigio de la antigua metrópoli o de otras nuevas metrópolis como Estados Unidos de América. Se pretende aprovechar el prestigio que el modelo ha ganado en otros contextos, aplicándolo a la propia descripción. – Las lenguas en que se describen las lenguas indoamericanas son tan solo las lenguas española, portuguesa (o inglesa, francesa, alemana, etc.). Esto se debe al hecho de que no hay o hay pocos lingüistas nativos de estas lenguas. Sin embargo, debería ser la misma lengua indoamericana la lengua metalingüística. Asimismo, los lectores de las gramáticas y diccionarios indoamericanos deben ser también los hablantes de estas lenguas, tanto a nivel de educación

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escolar como para una lingüística de lo propio. ¿Por qué? Piénsese que hasta hoy se presentan diccionarios y gramáticas de lenguas indígenas a los hablantes de estas lenguas en una lengua ajena (con pocas excepciones15). Hasta que no existan descripciones de lenguas en sus respectivas lenguas se perpetúa un rasgo colonial. No hay que esconder que muchos colegas lingüistas en los países iberoamericanos ni siquiera hoy en día se percatan de este rasgo de la colonialidad. – Otro aspecto de la actitud de colonialidad persistente concierne a las variedades del español y portugués en América. Hasta el siglo xx e incluso hasta hoy, las variedades del español en Hispanoamérica están consideradas por muchos como inferiores en comparación con la variedad septentrional de España. Esto se ve muy claramente en el espíritu de la lexicografía diferencial y contrastiva. Incluso en los países hispanoamericanos la descripción del léxico sigue bajo una actitud colonial persistente cumpliendo la tarea de recoger los regionalismos curiosos descritos en español peninsular y dando equivalencias en esta variedad16 (Diccionario de mexicanismos 2010). Raros son los diccionarios integrales, libres de la orientación colonial, como el Diccionario del español de México (Lara 2010) y el Diccionario integral del español de Argentina (2008).

Conclusiones 1. Hemos visto que los aspectos coloniales en la lingüística son evidentes en algunos casos, pero no fáciles de definir y de detectar de manera operacional en los discursos lingüísticos. 2. Algunos de los lingüistas misioneros hablan de manera negativa o desde una perspectiva eurocentrista y colonial sobre las lenguas indoamericanas. Al contrario, un número considerable de ellos destacan la elegancia y expresividad de algunas de estas lenguas. Estas alabanzas se refieren a las “lenguas generales”, lenguas a su vez normativizadas y elaboradas (con neologismos léxicos) por los misioneros. Esta caracterización implica que opinaron que son aptas para altos objetivos comunicativos, evidentemente para metas/con objetivos de interés colonial y evangelizador.

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Por ejemplo, el diccionario del otomí elaborado bajo la dirección de Ewald Hekking (Hekking et al. 2010) que presenta el significado de las palabras otomíes en definiciones en lengua otomí. Cf. la reseña del Diccionario de Mexicanismos por Zimmermann (2012b).

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3. Podemos tomar este tipo de valoraciones positivas como reacción a los ideologemas negativos (cf. Engelberg 2014) existentes en la sociedad colonial y tal vez en la iglesia secular. 4. Con ello buscaban –a nivel glotopolítico– justificar también su decisión de evangelizar en las lenguas indoamericanas en vez del castellano. Por ello se puede tomar esta caracterización positiva como una variante en el marco de un disenso sobre la mejor estrategia colonial-evangelizadora. 5. La labor de analizar y describir lenguas extranjeras para aprenderlas y enseñarlas con el propósito de comunicarse con el otro no es colonial por sí misma. Sin embargo, hacerlo para conquistar y dominar el espíritu colonizado es un aspecto colonial de la descripción de lenguas, incluso si la forma de descripción en sí misma no revela una actitud negativa. Es el contexto que influye de manera decisiva en su carácter, ya que la lingüística misionera se inicia después de la conquista militar y como alternativa o complemento de la dominación por fuerza. De cualquier modo, aprovecha esa conquista y por ello no puede hacerse abstracción de la opresión concomitante en el mundo no religioso. 6. La exogramatización no es por sí misma un acto colonial. Pero la exogramatización con el propósito de la evangelización, con su meta de colonización espiritual, hecha para una fracción de los colonizadores, los misioneros como destinatarios, en vez de estar destinada a las necesidades de la población nativa de estas lenguas, eso sí se puede considerar exogramatización colonial. 7. Tomar un marco de descripción elaborado para una lengua como modelo para otra no es por sí mismo un hecho colonial, sino una forma de acercamiento, no inevitable desde el punto de vista epistemológico, pero tal vez la solución práctica más obvia y fácil de aplicar. Sin embargo, aplicando un tal modelo por extranjeros, no nativos, con propósitos de dominación, se vuelve inevitablemente colonial, ya que construye las lenguas bajo los presupuestos teóricos de otra lengua y bajo el modelo de estructura de la lengua para la cual ha sido construido anteriormente. Claro está que tomar y aplicar modelos extranjeros es una práctica inter y transcultural en el mundo entero. Si eso se hace por los nativos como una decisión libre, no impuesta y con el espíritu de mejoramiento y autoasimilación no se debe juzgar como colonial. No obstante, según las circunstancias puede ser un indicio de autocolonización si el autor/pensador lo hace para adquirir prestigio por el hecho de utilizar el modelo creado en la cultura del colonizador o excolonizador. Esto ocurre no pocas veces en situaciones poscoloniales. 8. Los errores y la falta de conocimientos adecuados no son un aspecto colonial (la historia de la lingüística es una historia de errores y correcciones y me-

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joramiento de conocimientos). Sin embargo, la falta de cuestionamientos17 acerca de la aptitud del modelo por parte del lingüista o de la autoridad superior del Consejo de Indias que mandó la utilización del modelo (al sentirse superiores tanto ellos mismos como a su lengua o la latina), revela una actitud colonialista. Tal vez es difícil de detectar esta actitud, pero indudablemente existía. 9. La ideología colonial sigue vigente después de las independencias; incluso aumenta y se observa tanto en las lenguas indoamericanas como en las mismas variedades del español y portugués emergentes en las excolonias.

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Hacia una nueva tipología morfológica de las lenguas indoamericanas Fernando Zúñiga Universität Bern

Towards a New Morphological Typology of Native American Languages Abstract: The chapter surveys some questions related to recent developments in morphological typology, in particular in the context of indigenous languages of the Americas. Among other things, the literature has identified two problem areas in this domain: on the one hand, the rather modest amount of robust generalizations stemming from traditional morphological typology and, on the other hand, problems encountered with specific notions (e.g., synthesis and word). I claim that at least some of the problems could be fruitfully addressed by revisiting Sapir’s (1921) third, typically discarded, morphological parameter, as well as by exploring the parameters of control, selectivity, cohesion, and behavior in more detail and in a more systematic fashion. A slightly refined version of the morphological-typological toolkit would be not only more conceptually consistent and attractive but also more useful for diachronic investigations of language structure. Keywords: morphological typology; indigenous languages of the Americas; Sapir, Edward.

Si bien los estudiosos de las lenguas centro- y sudamericanas durante el período colonial se concentraron en las lenguas individuales o en las familias a las que ellas pertenecen, los observadores tempranos de lenguas norteamericanas se interesaron además por las características estructurales de dichas lenguas que difieren de aquellas de lenguas indoeuropeas –una tradición que empezó a más tardar a comienzos del siglo xix y que ha continuado hasta nuestros días–. DuPonceau (1816, 1819), Humboldt (1836), Lieber (1853), Whitney (1867) y Boas (1966 [1911]) son los estudios más conocidos que hacen referencia a una particularidad de algunas lenguas indoamericanas, la morfología de tipo polisintético –en esta época, básicamente un sinónimo de la existencia de incorporación nominal–, y DuPonceau y Whitney incluso sugirieron que dicho rasgo probablemente fuera (i) común a todas las lenguas indígenas del continente y (ii) señal de que ellas pertenecían a una misma familia lingüística. Dos siglos después del primer escrito de DuPonceau mencionado arriba, el número de lenguas indoamericanas descritas, al menos sumariamente, ha aumen-

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tado sustancialmente. Actualmente sabemos a ciencia cierta que no todas las lenguas habladas en el continente muestran el rasgo de incorporación nominal ni tienen una morfología polisintética. Además, la tipología lingüística se ha transformado en una subdisciplina notablemente desarrollada de la especialidad, y diversos estudios de fines del siglo xx y comienzos del xxi sugieren no solo que “polisíntesis” es de conceptualización y aplicación más complejas de lo que se suponía antiguamente, sino también que la tipología morfológica debe revisar algunos de sus conceptos fundamentales si quiere ser una herramienta útil para la descripción y comprensión de la diversidad lingüística. Aun cuando pocos lingüistas de la actualidad sostienen las hipótesis de sus predecesores decimonónicos con la misma certeza y en los mismos términos, las ideas esbozadas anteriormente han influido sobre la discusión académica acerca de la naturaleza del lenguaje en general, y de las lenguas indígenas americanas en particular, de diversos modos y en diferentes momentos de los últimos doscientos años. Es en este contexto que el presente artículo busca contribuir al debate actual acerca de cómo refinar nuestras herramientas analíticas, con especial énfasis en la descripción y la tipologización de las lenguas indoamericanas. La sección 2 bosqueja nuestros conocimientos actuales acerca de la tipología morfológica de las lenguas del continente de manera general con el objetivo de mostrar los tipos existentes y el alcance de su variación estructural. La sección 3 presenta dos problemas a los que se ve enfrentada la tipología morfológica –uno comparativamente menor (lo inadecuado del concepto “polisíntesis”) y otro más serio (lo inadecuado del concepto de “palabra”)–, y esboza soluciones posibles a estos problemas: una distinción terminológica de los diversos tipos de polisíntesis y una manera actualizada de tipologizar la morfología de las lenguas, llamada “tipología morfemática” en este artículo. La sección 4 finaliza el artículo explicitando la dirección en que deberán avanzar los estudios futuros para progresar de modo útil.

1. Las lenguas indoamericanas en el contexto de la tipología morfológica No está de más mencionar que algunas tipologizaciones de lenguas indoamericanas, en particular de lenguas sudamericanas, no se han basado exclusivamente en la tipología morfológica tradicional. Un ejemplo temprano lo representa Lafone Quevedo, que distingue tres grupos generales de lenguas según un criterio tipológico relativamente simple (morfología prefijante o sufijante), pero notando a la vez patrones genealógicos (familias lingüísticas caracterizadas por una u otra morfología) y otros vagamente geográficos (zonas de asentamiento en el siglo xix):

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1.° las que subfijan las partículas pronominales, 2.° las que prefijan las mismas; y 3.° las que se valen de ambos recursos gramaticales. De las primeras el ejemplo típico es el idioma llamado Quichua; de las segundas el Guarany; mientras que de las terceras un ejemplo al caso sería el Mocoví y sus codialectos […] en la gran familia Guaycurú. (Lafone Quevedo 1896: 121-122).

No necesariamente más útil e influyente, pero al menos más conocido, es el intento de Tovar (1961) y Tovar/Larrucea (1984) por dividir las lenguas indígenas sudamericanas en cuatro grupos, basándose en diversos criterios que supuestamente actuarían en conjunto para definir los tipos individuales. El grupo I corresponde a las lenguas del Chaco, llamadas “informes” e “incorporantes” –esto último conecta, si bien solo parcialmente, esta propuesta con la tipología morfológica tradicional– y de orden de constituyentes SVO. El grupo II corresponde al quechua, el aimara, el mapudungún, el huarpe y las lenguas patagónicas. El grupo III corresponde al noroeste del continente e incluye lenguas sufijantes con género gramatical, provenientes de diferentes familias. Por último, el grupo IV corresponde a las lenguas amazónicas, que combinan rasgos de los otros tres grupos de lenguas. Mucho más influyentes han sido las propuestas basadas en la tipología morfológica tradicional. Esta última, como la entienden y aplican muchos lingüistas en la actualidad, es una versión simplificada de aquella propuesta por Sapir (1921) –asunto crucial, sobre el que volveré en las próximas dos secciones–. Con frecuencia se distinguen tres tipos de morfologías según cómo se combinen los morfemas que constituyen las palabras de una lengua: aislantes (no se combinan), aglutinantes (se yuxtaponen unos a otros, conservando su integridad fonológica) y fusionantes (no simplemente se yuxtaponen, o no pueden segmentarse). Además, se distinguen tres tipos de morfologías según cuántos morfemas se combinen para constituir palabras: analíticas (pocos), sintéticas (varios) y polisintéticas (muchos). Estas clasificaciones se realizan según los parámetros que Sapir llamó técnica y síntesis, respectivamente. Una versión propuesta recientemente de este modelo (Bickel/Nichols 2007) distingue tres parámetros básicos: densidad semántica, flexividad y fusión fonológica. El último se refiere al aspecto medular de la técnica de Sapir, a saber: la distinción entre morfologías aislantes (idealmente, un morfema por palabra), concatenativas (de yuxtaposición simple) y no lineales (p. ej. tonales o de mutación segmental). Flexividad se refiere a si los morfemas muestran alomorfía léxica (es decir, no fonológica), algo que por lo general se asume en lenguas de morfología concatenativa, pero que es una cuestión lógica y empíricamente independiente. Por último, el primer parámetro de Bickel y Nichols consiste en dos subparámetros: síntesis y exponencia. El primero corresponde a la síntesis de Sapir, con morfologías analíticas, sintéticas y polisintéticas, definidas asimis-

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mo de manera cuantitativa (pocos, varios y muchos morfemas por palabra), pero con ciertas precisiones acerca de correlaciones con ciertos tipos de morfemas en ciertas funciones al interior de las palabras (algo sobre lo que también volveré en la próxima sección). El segundo subparámetro dice relación con cuántas categorías gramaticales expresan los morfemas, y distingue los tipos separativo (una) y acumulativo (varias); esto también equivale a un desglose necesario de algo que se asume, en la conceptualización popular del tipo aglutinante, como consustancial a las morfologías concatenativas (a saber: el tipo separativo), sin serlo. No es este el lugar de entrar en los detalles de dicho modelo; el lector interesado en una presentación sistemática y ejemplos de diversas lenguas del mundo debe consultar el estudio de Bickel/Nichols (2007), así como otros estudios de estos autores mencionados en las notas al pie y el texto principal más abajo. Simplemente tomo este modelo como punto de partida para bosquejar la distribución de las lenguas indoamericanas según el estado actual de nuestros conocimientos. En primer término, es de observar que las morfologías de la gran mayoría de lenguas indígenas del continente parecen pertenecer al tipo concatenativo. Aquellas del tipo aislante, o que combinan la aislación con la concatenación, sí existen (en Sudamérica, p. ej.), pero son poco frecuentes; aun cuando existen lenguas indoamericanas “tonales”, no parece haber casos de morfologías exclusivamente, o siquiera predominantemente, tonales en la región; algo similar ocurre con la mutación segmental.1 Los ejemplos a continuación ilustran el caso comparativamente raro (morfología aislante: palabras separadas) y el caso típico (concatenativa: morfemas combinados por yuxtaposición en palabras) con datos del wari’ (chapacura; Brasil) y del quechua de Imbabura (quechua; Ecuador), respectivamente:2 (1) a. Wari’ (Everett/Kern 1997: 339) Toc na com. beber.3sg 3sg.real.nfut.activo agua ‘Está bebiendo agua’. b. Quechua de Imbabura (Cole 1982: 104) Wasi-ta rura-rka-ni ñuka churi-paj. casa-acus hacer-pdo-1sg 1sg hijo-ben ‘Construí (lit. hice) una casa para mi hijo’. 1

Véase Bickel/Nichols (2013a) para una investigación en todos los continentes de morfemas de expresión de tiempo, aspecto y modo verbales según este parámetro de fusión. 2 Abreviaturas: acus acusativo, ai animado intransitivo, and andativo, art artículo, ben benefactivo, caus causativo, con conectivo, cont continuativo, deduc deductivo, desid desiderativo, du dual, foc foco, fut futuro, hab habitual, ind indicativo, inf infinitivo, m masculino, mir mirativo, n sustativo, nom nominativo, np sintagma nominal, nsg no-singular, obj objetivo, pas pasivo, pdo pasado, pl plural, prox proximativo, real modo real, rep reportativo, sfj.tem sufijo temático, sg singular, ti transitivo inanimado, v verbo, vp sintagma verbal.

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En segundo término, un catastro de lenguas indoamericanas según exponencia revela que el tipo separativo es, si no el predominante, al menos muy extendido; los morfemas acumulativos, como las marcas verbales de persona del aimara de Bolivia (o de las lenguas romances) o las marcas de género y número de las lenguas algonquinas de Norteamérica (o del latín), parecen no ser ni excepciones infrecuentes ni la norma en la región.3 Por ejemplo, mientras el sufijo de acusativo -ta expresa solamente el caso acusativo en las lenguas quechuas, los sufijos de caso en el groenlandés occidental (esquimo-aleutiana; Groenlandia) expresan tanto caso como número (cf. 2a abajo). De modo similar, la marca de proximativo singular -wa en pies negros (algonquina; Canadá y Estados Unidos) combina la expresión de la distinción proximativo-obviativo (según Bickel/Nichols, en cierto sentido semejante a la de caso gramatical) con la de número (está en oposición paradigmática con el obviativo singular -yi y el plural -iksi) (cf. 2b): (2) a. Groenlandés occidental (Fortescue 1984: 205 y ss.) sg pl Sufijos absolutivos: -q/k/t/Ø -(i)t Sufijos ergativos: -(u)p -(i)t Sufijos instrumentales: -mik -nik b. Pies negros (Frantz 2009: 49) N-ohkó-wa yáak-ohpommatoo-m-wa=áyi. fut-comprar.ti-sfj.tem-prox.sg=3sg 1-hijo-prox.sg ‘Mi hijo lo va a comprar’.

El asunto de la flexividad, por otro lado, ha sido menos explorado de manera sistemática hasta el momento. La alomorfía léxica, tan familiar gracias a su fuerte presencia en lenguas indoeuropeas, parece no estar muy extendida en las lenguas indoamericanas, si bien diferentes familias lingüísticas de Mesoamérica (p. ej., las lenguas otomangues de México) muestran dicho fenómeno. Se lo encuentra sobre todo bajo la forma de clases de conjugación verbal (ya que la declinación nominal es comparativamente poco frecuente en la región como un todo). Veamos ahora el parámetro más importante para el presente artículo: la síntesis. En un estudio que se concentra en la morfología verbal flexiva, Bickel/Nichols (2013c) informan que muchas lenguas de Norte-, Centro- y Sudamérica tienen morfologías verbales con un número máximo de categorías gramaticales marcadas por morfemas en su interior alto o incluso muy alto (típicamente entre 6 y 9, llegando en algunos casos hasta 13). Los valores muy elevados se registran asimismo en Papúa Nueva Guinea y el Cáucaso; valores altos también ocurren

3

Véase Bickel/Nichols (2013b) para una investigación en todos los continentes de morfemas de caso gramatical según este parámetro de exponencia.

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en África, Australia y el resto de Asia. Valores intermedios (4-5 categorías por palabra verbal) se encuentran bien representados en todos los continentes, mientras que valores bajos (2-3 categorías por verbo) se hallan sobre todo en el Viejo Mundo y solo esporádicamente en América (p. ej., la lengua rama en Nicaragua y las extintas lenguas karirí en Brasil), y valores muy bajos (0-1 categoría –el extremo analítico–) se documentan en África Occidental y el Sudeste Asiático. Según estos resultados, no puede decirse que el continente americano sea homogéneo en términos de complejidad cuantitativa de palabras, pero sí que muestre cierto sesgo en favor de morfologías más sintéticas y polisintéticas que analíticas. La variación identificada por Bickel/Nichols puede ilustrarse con los datos en (3) del barasano (tucana; Colombia), koasati (muskogueana; sudoeste de Estados Unidos) y mapudungún (no clasificada; Chile y Argentina), que muestran valores crecientes de síntesis –aquí no potencial, sino realizada en formas verbales específicas–: (3) a. Barasano (Jones/Jones 1991: 68) Keti bʉ̃-re kõa-rʉʉkʉ-ha yʉ. carta 2sg-obj enviar-desid.sg.m-1/2 1sg ‘Te voy a enviar una carta’. b. Koasati (Mithun 1999: 237) Mí·t-o-k ó·ła-t o·bittó-n ł·opó-toto-·li-mpá-hco-k. otro-foc-nom llegar-con cumbre-acus pasar-real-deduc-rep-hab-pdo ‘Otro más llegó allá y sobrepasó la cumbre, dicen’. c. Mapudungún (datos propios) Adkintu-we-ngilla-n-mansun-me-a-y-m-u. cuidar-recién-comprar-inf-buey-and-fut-ind-2-du ‘Ustedes (du) van a ir a cuidar los bueyes recién comprados (y regresar)’.

Mientras el barasano (3a) ejemplifica una morfología verbal sintética, similar a aquella de lenguas romances, p. ej., los datos del koasati (3b) y del mapudungún (3c) ilustran palabras verbales que muestran un mayor número de morfemas y categorías gramaticales expresadas en su interior. Antes de pasar a los problemas subyacentes a los sistemas de tipologización morfológica tradicional en la próxima sección, es de observar que la segunda hipótesis de DuPonceau y Whitney mencionada en la introducción es un asunto no del todo resuelto hasta el momento. Sabemos que la volatilidad de la fonética, de varios aspectos de la sintaxis y aun del léxico en situaciones de contacto lingüístico hacen que dichas dimensiones sean poco confiables a la hora de establecer, y especialmente de sustentar, una hipótesis de parentesco entre lenguas. Desde la aplicación temprana del método comparativo, la morfología ha tenido un rol importante en la corroboración de dichas hipótesis, ya que se asume (con cierta

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evidencia empírica bastante sólida) que es menos frecuente adoptar morfemas derivacionales y flexivos de otras lenguas. Ahora bien, la idea de los antiguos tipólogos era que la incorporación nominal (y, por extensión, la polisíntesis de diversos subtipos) representa no meramente un rasgo cualquiera de la morfología de una lengua determinada, sino un plan básico de construcción (la expresión es de Sapir). Dicho plan estructural tenía importantes consecuencias para la comprensión de aspectos cognitivos, y acaso culturales, relacionados con la lengua en cuestión –el lector familiarizado con la hipótesis de relatividad lingüística o de Sapir/Whorf conoce los argumentos esgrimidos en este contexto, que no es del caso citar ni profundizar aquí–, pero también para la clasificación genealógica: la idea era, antes de Sapir, que las lenguas con incorporación nominal tenían, debían tener, un origen común. Actualmente sabemos que la incorporación nominal y la morfología de verbos (y sustantivos) particularmente complejos se encuentran en diversas partes del globo, en diversas familias lingüísticas, y en diversas lenguas expuestas a diferentes situaciones de contacto. Sin embargo, las morfologías complejas de lenguas indoamericanas parecen ser relativamente estables en el tiempo, tanto en algunas áreas (costa oeste de Norteamérica o zonas especiales de Mesoamérica y Sudamérica) como al interior de familias lingüísticas. Una investigación tipológica e histórica sistemática a gran escala y en profundidad acerca de la estabilidad de la morfología verbal que permita acceder a mayores niveles de certeza respecto de la hipótesis de DuPonceau y Whitney es aún tarea pendiente, y por el momento debemos contentarnos con las constataciones esbozadas más arriba.

2. La tipología morfológica y algunos de sus problemas Ha habido críticas a la tipología morfológica en la literatura desde hace un buen tiempo, y por razones no siempre directamente relacionadas con las que nos ocupan en esta sección. Aikhenvald, por ejemplo, menciona en términos generales que [n]othing much follows from [the morphological-typological classification]. […] [T] he traditional terms do not seem to constitute any significant typology. At best, they furnish a convenient set of impressionistic labels for the surface forms of words. If taken in this spirit, the difficulty in providing substantive definitions for these language types need not worry typologists (Aikhenvald 2007: 10).

Aun cuando algunos pocos estudios posteriores han intentado elucidar propiedades que se deduzcan del tipo morfológico tradicional (p. ej., Aikhenvald 2007), dichos resultados han sido, en efecto, modestos. Si bien la crítica de Aikhenvald, con su formulación cautelosa, sigue siendo válida, tanto tipólogos como des-

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criptivistas y teóricos han hecho amplio uso de las categorías tipológico-morfológicas tradicionales durante las últimas décadas del siglo xx y las primeras del siglo xxi. Mucho más recientemente, y hablando en particular sobre lenguas indígenas sudamericanas (“SA languages” en la cita), Campbell sostiene que broad typological traits that supposedly characterize many SA languages […] are not very informative. […] [T]he nature of agglutination in [SA languages] varies and its presence is usually a matter of how much agglutination a particular language […]. [T]o call [SA languages] polysynthetic is not very useful, since some are much less polysynthetic and [they] can vary from one another in dramatic ways (Campbell 2012: 260).

Esta crítica apunta al hecho de que los rótulos tradicionales, incluso los de una versión más sofisticada como la de Bickel y Nichols, son demasiado amplios para ser verdaderamente útiles como herramientas analíticas. Hay dos problemas que aquejan a la tipología morfológica a los que quiero referirme aquí: uno de ellos relativamente menor, la definición de polisíntesis en particular y el parámetro de síntesis en general (haciéndome cargo de la segunda parte de la crítica de Campbell mencionada más arriba), y otro más serio, la definición del fundamental concepto de palabra. Esta sección presenta estos dos problemas en este mismo orden.

2.1. Polisíntesis y síntesis Los datos de la sección precedente son un buen punto de partida para una breve discusión del concepto de polisíntesis. Las morfologías del koasati y del mapudungún son similares en el sentido de que los verbos pueden albergar un alto número de elementos significativos como sufijos. No obstante, las morfologías también difieren en al menos tres aspectos importantes: los verbos del koasati tienen una decena de posiciones para prefijos, mientras que aquellos del mapudungún prácticamente no conocen la prefijación (sí la concatenación de varias raíces verbales); algunos de los prefijos del verbo koasati expresan significados “instrumentales” que tanto en el mapudungún como en las lenguas indoeuropeas normalmente se expresan a través de elementos externos al verbo (p. ej., locuciones adverbiales); y los verbos del koasati no admiten la incorporación nominal, mientras que aquellos del mapudungún (como se aprecia en 3c) sí lo hacen. De este modo, una definición exclusivamente cuantitativa de síntesis (como la de Sapir 1921 o Greenberg 1960) lleva a una noción de polisíntesis bastante am-

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plia que engloba tipos de estructuras morfológicas disímiles. Parte importante de la literatura reciente acerca del tema prefiere formular definiciones cualitativas de polisíntesis, centrándose en los tipos de morfemas que se encuentran en los verbos complejos. Algunos estudios se focalizan en morfemas verbales que expresan argumentos sintácticos del verbo, prestando especial atención a la incorporación nominal (Baker 1988, 1996), mientras que otros se enfocan en la existencia de afijos verbales léxicos (como los prefijos instrumentales del koasati) que expresan nociones expresadas por palabras independientes en otras lenguas (Mattissen 2003). Finalmente, hay estudios que se centran en una lista de rasgos, incluidos los dos recién mencionados (p. ej. Fortescue 1994), e incluso en la posibilidad de elementos verbales correspondientes a información de otras cláusulas (Evans/Sasse 2002; Fortescue 2007).4 Yo concuerdo con los autores que dan importancia particular a los aspectos cualitativos y abogo por un uso más preciso del término polisíntesis que incluya expresiones calificativas: de concatenación radical, incorporante, de afijos léxicos, etc.5

2.2. El concepto de palabra El concepto de palabra ha sido objeto de numerosas investigaciones desde el comienzo del siglo xxi, y mi tratamiento de este asunto en la presente sección se basa en la tradición que desembocó en los estudios de Dixon/Aikhenvald (2002) e inspiró estudios posteriores –es decir, en términos muy generales, una tradición tipológico-funcionalista (más que teórico-formalista) particularmente en boga en Europa y/o países de habla inglesa–. Concretamente, sigo la sugerencia explícita de Dixon/Aikhenvald (2002) en el sentido de que, tanto para análisis descriptivos como comparativos, los conceptos de palabra semántica y palabra ortográfica son muy poco iluminadores en el mejor de los casos e inducen a graves distorsiones y errores en el peor. Los conceptos que vale la pena explorar en detalle son, en consecuencia, los de palabra fonológica y palabra gramatical o morfosintáctica. Si bien el análisis lingüístico tradicional ha buscado establecer (o, con mucha frecuencia, presuponer) correlaciones robustas y simples entre ambos tipos de palabra, la evidencia empírica (citada, p. ej., en Dixon/ Aikhenvald 2002, pero también en numerosos otros estudios) manifiesta cada vez más que dicho procedimiento no es adecuado; tanto por sus definiciones 4 5

La propuesta de Bickel/Nichols (2007, 2013c) es básicamente cuantitativa, pero nota correlaciones cualitativas, como el hecho de que en casos de valores elevados de síntesis con frecuencia se combinan varias raíces en una misma palabra. Véase Zúñiga (2014a) para una presentación más detallada de los problemas del término polisíntesis y unas propuestas concretas.

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como por lo que muestran los datos, ambos conceptos son diferentes y deben ser explorados como tales. Determinar la palabra fonológica o prosódica en una lengua dada equivale a identificar procesos y reglas de la fonología segmental y suprasegmental que se refieran de modo directo a unidades de dicha dimensión de estructura lingüística mayores que el pie métrico y menores que la frase fonológica. Estos procesos y reglas incluyen cohesión fonológica, acentuación y patrones tonales y propiedades segmentales y fonotácticas, y pueden variar considerablemente de una lengua a otra. En el contexto de la tipología morfológica tradicional, la literatura reciente ofrece razones para preocuparse, pero dicha preocupación resulta no ser fundada. Lo preocupante es que nada garantiza que todos los procesos fonológicos se refieran a la misma unidad en una lengua –ni en la teoría (¿por qué deberían confluir todas las regularidades?) ni en la práctica (véase Hildebrandt 2007 y especialmente Schiering et al. 2010: “the prosodic word is a language-particular category which emerges through frequent reference of phonological patterns to a given morphological construction type”)–. Dicho de otro modo, por el momento es razonable suponer que una lengua determinada puede tener varios tipos de palabra fonológica, uno (la situación ideal) o ninguno. No obstante, dicha complicación no es devastadora para la tipología morfológica, que trabaja con palabras morfosintácticas en lugar de fonológicas. Ahora bien, determinar la palabra morfosintáctica o gramatical en una lengua dada equivale a identificar procesos y reglas de la morfosintaxis que se refieran de modo directo a unidades de dicha dimensión de estructura lingüística mayores que el morfema y menores que la frase sintáctica o sintagma. Estos procesos y reglas incluyen las pausas potenciales y la interrumpibilidad (ambas entre palabras, pero no en su interior), la ocurrencia independiente y la movilidad (ambas posibles para palabras, pero no para partes de ellas), idiosincrasias morfofonológicas (solo al interior de palabras), la promiscuidad/selectividad respecto de un anfitrión o núcleo (los afijos seleccionan anfitriones específicos, las palabras no), la no coordinabilidad (solo palabras idénticas pueden ser omitidas, no afijos idénticos), la insularidad anafórica (las anáforas se refieren a palabras, no a partes de ellas), la inextraibilidad (las palabras, pero no sus partes, pueden extraerse) y las desviaciones de la biyectividad (o sea, las violaciones del principio “una forma, un significado” ocurren al interior de las palabras, no en los sintagmas).6

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Este no es el lugar para tratar en detalle estos procesos ni toda la literatura sobre estos asuntos. El lector interesado debe consultar Haspelmath (2011) y la literatura mencionada allí.

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Si bien la literatura reciente ha tratado estos asuntos desde diversos ángulos, un estudio en particular merece nuestra atención de manera especial. Haspelmath (2011) sugiere de manera unívoca, y a mi parecer convincente, que el concepto de la palabra morfosintáctica es, desde un punto de vista comparativo, tanto o más problemático que aquel de palabra fonológica. La razón es que todos los procesos y reglas enumerados más arriba fallan a la hora de utilizarlos para definir la palabra morfosintáctica comparativa de manera consistente. En palabras del propio autor: “Linguists have no good basis for identifying words across languages, and hence no good basis for a general distinction between syntax and morphology as parts of the language system” (Haspelmath 2011: 75).7 Una manera posible de evitar dicho grave problema sería trabajar con una noción difusa (fuzzy) de palabra morfosintáctica. Sin embargo, dicha solución todavía no es viable, tanto porque no disponemos de toda la información necesaria como porque aquella que sí está disponible no ha sido estudiada sistemáticamente desde esta perspectiva. Habría que mostrar que las unidades morfosintácticas determinadas gracias a los procesos y reglas mencionados (u otros más promisorios, aún por detectar) y ordenadas en un continuo desde máxima dependencia hasta máxima autonomía efectivamente se agrupan formando racimos (clusters), los que quizás se asemejaran a nuestras nociones actuales de afijo, clítico y palabra, por ejemplo –sobre la base de nada menos que todos los (tipos de) morfemas en todas las lenguas conocidas–. Así, this is an open question, and systematic empirical research on the basis of a diverse range of languages is needed before we can make any judgement. We should also be open to the possibility that other kinds of clusters, e.g. ‘affixoid,’ ‘clitic group,’ ‘tight phrases,’ or ‘stems’ will turn out to be more significant than the word clustering. […] The question is an empirical one, and should be approached in this way, rather than a priori (Haspelmath 2011: 74).

Todo lo anterior nos deja ante un panorama algo decepcionante. Aún no hay muchos estudios publicados que sigan la senda mostrada por Hildebrandt (2007), Schiering et al. (2010) y Haspelmath (2011), pero no me parece que haya demasiadas razones para ser optimistas: las palabras fonológica y morfosintáctica pa-

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Desde la perspectiva de la descripción de estructuras lingüísticas de lenguas individuales, no obstante, la palabra morfosintáctica puede muy bien ser útil y hasta necesaria como herramienta analítica. Lo mismo se aplica a conceptos derivados directamente de aquellos de palabra fonológica y palabra morfosintáctica, como afijo (de estatus dependiente, tanto fonológico como morfosintáctico) y clítico (fonológicamente dependiente, pero morfosintácticamente independiente). Desde luego, por lo general la evidencia empírica sugiere que puede ser útil modelar la noción de dependencia como escalar y no como binaria, pero ese asunto escapa el ámbito del presente artículo.

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recen ser, desde una perspectiva comparativa, nociones elusivas en el mejor de los casos y espejismos conceptuales en el peor de ellos. Dejando completamente de lado el escabroso asunto de la distinción entre morfología y sintaxis desde un punto de vista teórico, en el contexto que nos ocupa en el presente artículo, la tipología morfológica tradicional se ve en serios problemas. En principio, el parámetro sapiriano de técnica (“¿cómo se combinan morfemas para formar palabras morfosintácticas?”) puede determinarse para cada lengua de manera individual y permite cierta comparación, pero no una gradación sencilla del tipo aislación > aglutinación > fusión; la variante más desglosada de Bickel/Nichols (que distingue flexividad y fusión, además de exponencia) es preferible. No obstante, el parámetro de síntesis de corte cuantitativo (“¿cuántos morfemas constituyen una palabra morfosintáctica?”) es extremadamente problemático.

3. ¿Cómo podemos solucionar los problemas? 3.1. De la tipología morfológica a una tipología morfemática Como hemos intentado mostrar en la sección precedente, la síntesis se revela como parámetro tipológico problemático, pero ¿qué hay del tercer parámetro morfológico mencionado por Sapir (1921)? Este consiste esencialmente en qué tipos de conceptos (“materiales” y “relacionales”) se expresan en la lengua –y el tipo de morfemas que los expresan (palabras, raíces, afijos) es algo que Sapir nota de manera impresionista y poco sistemática–. Dado que Sapir propone este parámetro como el fundamental para la clasificación de la morfología de las lenguas del mundo, y técnica y síntesis como parámetros en cierto sentido subordinados, es al menos justo y relevante echarle siquiera un vistazo superficial. En términos simplificados, los conceptos materiales pueden ser concretos (mc; p. ej. objetos, acciones o cualidades) o derivacionales (md; p. ej. nominalizaciones, diminutivos), mientras que los relacionales (p. ej. relaciones de caso, concordancia, definitud) pueden ser ya sea relacionales concretos (rc) o relacionales abstractos (ra). Sapir considera que los conceptos mc y ra son expresados por morfemas (o, en el caso de ra, a veces al menos por la posición de elementos) en todas las lenguas conocidas, de modo que las dimensiones de variación empírica son la existencia de los otros dos tipos de conceptos, md y rc. Sobre la base de estos dos subparámetros binarios, Sapir distingue cuatro tipos de lenguas: aquellas donde no se expresa ninguno de estos dos tipos de morfemas (p. ej.: mandarín, ewe), aquellas donde se expresan ambos (p. ej.: inglés, lenguas algonquinas), aquellas donde se encuentran solo md (p. ej.: haida, yana, lenguas sioux) y aquellas donde se encuentran solo rc (p. ej.: francés, lenguas bantúes).

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La exposición de este tercer parámetro es un tanto larga y difusa en Sapir (1921), y esto quizás haya influido en el hecho de que fuera menos influyente poco después de aparecida la publicación. Sapir mismo observa que la diferencia entre conceptos rc y ra era más gradual que binaria, lo cual introduce una complicación (el número de tipos aumenta y/o se hace más difícil de determinar) y una duda (¿por qué no es gradual también la distinción entre conceptos mc y md?). La literatura de la segunda mitad del siglo xx encontró poco atractivos los elementos constitutivos del parámetro, entre otras razones debido a los problemas para distinguir de manera unívoca entre derivación y flexión, y entre conceptos materiales y relacionales de manera binaria (véase toda la literatura sobre gramaticalización, que sugiere la utilidad y acaso necesidad de modelar dicha distinción de manera gradual). Otras propuestas (me baso aquí principalmente en las de Weinreich 1953 y Wil­ kins 1996) trabajan de manera explícita con continuos, distinguiendo propiedades formales de los morfemas por un lado y aquellas de contenido por otro. Las primeras son la cohesión (de dependiente a independiente), la forma (de reducida a robusta) y la flexividad (de sin alomorfía a alomorfía compleja), todas ellas a su vez multidimensionales, pero razonablemente reducibles a continuos lineales en ciertas condiciones y para ciertos propósitos. Las últimas son el uso (de obligatorio a opcional), la función (de léxica a gramatical) y el significado (de no afectivo a afectivo, es decir, incluyendo connotaciones), todas ellas razonablemente representables como continuos lineales. Si bien propuestas de este tipo son conceptualmente atractivas, su aplicabilidad práctica es reducida, al menos por el momento. El lector advertirá sin dificultades la enorme complejidad a la que lleva una tipologización de morfemas incluso de tal nivel de reducción y sencillez; una dificultad no menor, y de ningún modo la única para llegar a los deseados tipos de morfologías, es cómo agregar esta información para los diferentes tipos de morfemas descritos. Una posibilidad alternativa consistiría en trabajar con pocas dimensiones binarias y pocas multifactoriales, y Bickel/Zúñiga (2017) representa justamente una propuesta de este tipo. A continuación paso a esbozar los rasgos fundamentales de dicha propuesta, así como a ilustrar de modo sumario su aplicación a la morfología de algunas lenguas indoamericanas. Bickel/Zúñiga (2017) proponen para el estudio de los morfemas de una lengua cualquiera dos dimensiones binarias, control y selectividad, y dos multifactoriales, cohesión y comportamiento. Control dice relación con si el morfema en cuestión tiene argumentos semánticos o no (los cuales probablemente aparezcan como dependientes morfosintácticos, al menos en ciertas condiciones). Selectividad dice relación con si el morfema a su vez tiene un anfitrión formal (“host”)

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o no. Esta doble parametrización lleva a cuatro tipos de morfemas: aquellos sin control ni selectividad (p. ej., los sustantivos o verbos típicos en numerosas lenguas, así como muchos clíticos y partículas), aquellos con ambos (p. ej., los afijos verbales aplicativos y algunas postbases en lenguas esquimales), aquellos solo con control (p. ej., los verbos que requieren concordancia o marcas temporales) y aquellos solo con selectividad (p. ej., los adjetivos intensionales y muchos afijos). Esta tipologización no tiene los problemas del tercer parámetro de Sapir al centrarse en la forma más que en el contenido. Las dimensiones multifactoriales buscan hacerse cargo del problema de la definición de palabra aludido en la sección precedente. Cohesión y comportamiento son grupos de rasgos formales de los morfemas en cuestión que buscan capturar regularidades (fonológicas por un lado y morfosintácticas por otro) que contribuyen a otorgar o restar autonomía a dichos morfemas cuando aparecen combinados con otros para formar unidades mayores –una autonomía compleja, definida y representada sobre la base de múltiples características–. En un sentido, dicha parametrización es sumamente simple: no busca sino identificar unidades morfológicas regulares en una lengua determinada. Lo nuevo respecto de la tipología morfológica tradicional es que no busca reducir dichas unidades potencialmente diversas a un único tipo llamado palabra, ya sea esta fonológica o morfosintáctica. Es posible, y hasta el momento parece que esperable, que los procesos y reglas identificados en una lengua dada definan varios tipos de unidades, los cuales no tienen por qué ser necesariamente isomorfos entre sí, ni al interior de la fonología y la morfosintaxis ni entre la una y la otra. A esta clasificación podría llamársela tipología morfemática no solo para distinguirla de la tipología morfológica tradicional, sino también para enfatizar el hecho de que, al menos en esta primera etapa, en principio no se tipologizan morfologías de modo más o menos holístico, sino, de acuerdo con el espíritu de la tipología lingüística de comienzos del siglo xxi, morfemas y sus combinaciones más frecuentes y/o importantes en la estructura de una lengua.

3.2. Elementos para dos estudios de caso ¿Qué aspecto tiene la morfología de una lengua indoamericana con estas herramientas algo diferentes? En primer lugar, se realiza un inventario de los elementos del léxico y la gramática según los parámetros de control y selectividad. A modo de ilustración muy sumario y aproximado, dicho inventario se ve como en los cuadros 1 y 2 a continuación; el primero da cuenta de los elementos del mapudungún (Sudamérica) y el segundo de aquellos del pies negros (Norteamérica); en ambos casos me he limitado a los morfemas (o sintagmas) que pueden ocurrir al interior del complejo verbal (cuadro 1).

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Cuadro 1 Principales tipos de morfemas en complejos verbales del mapudungún Selectividad

Control

Rótulo

Contenido





(a) N/NP (b) partículas clíticas

(a) léxico (b) fuerza ilocutiva, etc.



+

V

léxico

V



(a) flexión1 (b) derivación

(a) concordancia típica, tiempo-aspecto-modo (b) nominalización

VP/NP



flexión2

alguna concordancia 3nsg

V

+

(a) raíces verbales seriadas (b) aplicativas

(a) léxico (b) derivacional

V/NP



flexión3: evidencial

El lector interesado en una presentación detallada de los elementos morfológicos de esta lengua sudamericana debe consultar Bickel/Zúñiga (2017). Baste mencionar aquí por qué la categoría de flexión –que tiene, en general en esta lengua, un anfitrión obligatorio ([+selectividad]) y no controla argumentos ([–control])– aparece en tres filas diferentes. Parte de la morfología de concordancia verbal con sujetos de 3.ª persona dual o plural (3nsg) consiste en afijos similares a los de su contraparte plural en lenguas romances (es decir, tienen un anfitrión verbal simple V), pero algunas de estas marcas de persona tienen un anfitrión potencialmente más complejo (un sintagma verbal o un sintagma nominal), mientras que la marca evidencia de reportativo-mirativo puede tener un anfitrión verbal (simple), pero también uno nominal (potencialmente complejo). Estos tres casos se distinguen en el cuadro como flexión1, flexión2 y flexión3, respectivamente, y aparecen ilustrados a continuación en (a), (b) y (c-d): (4) Mapudungún (Zúñiga 2014b: 169-170, y datos propios) a. Kuñifall-nge-i-ngu. abandonar-pas-ind-3du ‘Ambos fueron abandonados’.

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b. Anü-m-ka-i pinu engn. sentarse-caus-cont-ind caña 3pl ‘Ellos (pl) plantaron caña’. c. Amutu-rke-i chi witran. art forastero irse-rep-ind ‘El forastero se fue, dicen’. d. (Weda) trewa=ürke! malo perro=mir ‘¡Un perro (malo)!’ Cuadro 2 Principales tipos de morfemas en complejos verbales del pies negros Selectividad

Control

Rótulo

Contenido





clíticos

fuerza ilocutiva



+

Vindep

léxico

V



flexión

concordancia

V

+

(a) Vdep (b) aplicativas

(a) léxico (b) derivacional

El pies negros y el mapudungún –ambas lenguas que frecuentemente reciben el calificativo de “polisintética”– difieren en varios aspectos importantes en el contexto de su morfología verbal. En primer lugar, el mapudungún muestra incorporación nominal productiva, es decir, sustantivos (e incluso sintagmas nominales más complejos que simples raíces) pueden formar parte del complejo verbal sin mayores dificultades si las condiciones semánticas y pragmáticas de la expresión así lo ameritan (cf. Harmelink 1992; Baker et al. 2005; Zúñiga 2017). La morfología del pies negros, por el contrario, no contempla dicha posibilidad; algo que la literatura ocasionalmente ha llamado incorporación nominal puede, y a mi juicio debe, analizarse como derivación (similar, pero de aplicación muchísimo más restringida, al fenómeno encontrado en las lenguas esquimales). En segundo lugar, obsérvese la diferencia entre los morfemas que muestran tanto selectividad como control, pero no son afijos aplicativos. En el mapudungún, dichos morfemas son de dos tipos: raíces verbales que pueden ocurrir independientemente de su anfitrión y antiguas raíces verbales que han perdido su autonomía y actualmente solo pueden ocurrir con un anfitrión verbal. Estos dos casos aparecen ilustrados en (5):

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(5) Mapudungún (datos propios) a. Rüngkü-püra-i. vs. Rüngkü-i. / Püra-i. saltar-ind ascender-ind saltar-ascender-ind ‘Saltó hacia arriba’. ‘Saltó’. ‘Ascendió’. b. Pepi-rüngkü-i. vs. *Pepi-i. poder-ind poder-saltar-ind ‘Puede saltar’. –

Aun cuando la raíz pepi- ‘poder’ podía conjugarse como verbo autónomo hasta hace cien años (Augusta 1916: 170) y funcionaba sintácticamente como su contraparte castellana (es decir, con un complemento verbal en infinitivo), parece haber perdido dicha capacidad en la lengua actual; *pepi-i ya no significa ‘puede’. Ahora bien, la gran mayoría de elementos verbales seriados en el mapudungún son como aquellos ejemplificados en (a), no como pepi. Esto es completamente diferente en pies negros, donde hay un elevado número de raíces (no siempre verbales) que no pueden aparecer sin un anfitrión verbal; algunos son semánticamente comparables a pepi ‘poder’ del mapudungún, como ohkott‘poder’ en (a) a continuación, mientras que otros no tienen una contraparte estructural directa en dicha lengua (como tampoco en lenguas romances), como iitsiksist- ‘lentamente’ en (b). Otros son cuantificadores argumentales, como ohkana- ‘todos’ en (c) y son aún menos concebibles como elementos verbales en mapudungún: (6) Pies negros (Frantz 2009: 85-86, 91) a. Kit-ohkott-a’po’taki. *Kit-ohkott. / Kit-a’po’taki. 2-poder 2-trabajar.ai 2-poder-trabajar.ai ‘Puedes trabajar’. – ‘Trabajas’. b. Iitsiksist-okska’si-wa. *Iitsiksist-wa. / Okska’si-wa. correr.ai-prox.sg lentamete-correr.ai-prox.sg lentear-prox.sg ‘Corre lentamente’. – ‘Corre’. c. Nit-ohkana-ohpommatoo-’p-yi=aawa. 1-todos-comprar.ti-1sg/2sg-3pl=3pl ‘Los compré todos’.

De lo anterior se desprende que la tipología morfemática propuesta, al igual que la morfológica tradicional, captura algunos elementos (como la incorporación nominal) de manera relativamente clara: los sintagmáticos. La segunda diferencia entre ambas lenguas, sin embargo, muestra que los importantes aspectos paradigmáticos no están capturados por ninguna de estas tipologías de modo sistemático (si bien se mencionan con frecuencia en las caracterizaciones más detalladas de cómo funcionan los parámetros básicos en detalle; cf. Mattissen 2003; Evans/Sasse 2002; Fortescue 2007).

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Por razones de espacio no puede ahondar en la aplicación de los parámetros multifactoriales, cohesión y comportamiento, a la morfología verbal del mapudungún y del pies negros como sería necesario para una comprensión cabal tanto de sus dificultades como de su utilidad. Baste referir una vez más a Bickel/ Zúñiga (2017) para la primera de estas lenguas, que parece mostrar los patrones resumidos en el cuadro 3, y dar una idea muy general de cómo hay que proceder en el caso de la segunda. Cuadro 3 Dominios de “palabra” en mapudungún V1

V2

V3

NP

deriv

flex

cl

MS1 MS2 F1 F2

Una primera inspección de la morfología del mapudungún sugiere que hay dos tipos de “palabras” en la morfosintaxis: una de cobertura relativamente amplia (MS1), que incluye verbos seriados y el sintagma nominal incorporado, así como también afijos derivacionales y flexivos, y otra de cobertura más reducida (MS2), básicamente limitada al tema verbal (que puede ser complejo). La fonología es un área donde aún hay mucho por hacer, pero una primera aproximación sugiere que uno de los candidatos a palabra fonológica (F2) es de cobertura amplia y muestra isomorfía con una de las palabras sintácticas, mientras que el otro (F1) es de cobertura tal que incluye además algunos elementos enclíticos, pero puede excluir el sintagma nominal incorporado. La investigación a futuro mostrará si ciertos patrones son robustos, los únicos y/o los más importantes de la morfología de la lengua. Para obtener resultados análogos en el pies negros, primero hay que identificar procesos y reglas fonológicos que definan unidades mayores que el pie métrico y menores que la frase. Esto no se ha hecho de manera sistemática en la literatura, pero nuestros conocimientos de la fonología del pies negros han avanzado sustancialmente en las últimas décadas; cuando menos, los patrones de acento tonal de la lengua (si bien aún no comprendidos en su totalidad), al igual que los patrones de desonorización vocálica y sandhi, deben tomarse en consideración

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para determinar si concuerdan en definir una sola palabra fonológica, más de una o ninguna. (Es de observar que esto debería permitir tener un grado de certidumbre comparativamente mayor al que actualmente tenemos respecto de la fonología del mapudungún). En segundo término, deben identificarse procesos y reglas de cohesión y comportamiento morfosintácticos para hacer otro tanto en esta dimensión. Aun cuando sabemos comparativamente más acerca de la morfosintaxis del pies negros que de su fonología, deberíamos estar en condiciones (después de un estudio sistemático focalizado en los objetivos concretos de la tipología morfemática) de presentar diferentes candidatos a palabras morfosintácticas y evaluar su isomorfía mutua, a la vez que su isomorfía con las palabras fonológicas.

4. Hacia una solución útil Esta sección busca contextualizar los problemas mencionados anteriormente, las soluciones propuestas, su alcance y su posible futuro. La tipología morfológica tradicional es una clasificación sugerente, pero imprecisa, insuficiente y no demostradamente tipológica –al menos no hasta ahora, ciertamente no en la medida que cabría esperar de una clasificación tal–. De esto se deduce que es necesario abandonarla en estudios tipológicos y resaltar su naturaleza impresionista en los descriptivos. Una tipología morfemática que siga las líneas trazadas en el presente artículo es posible y deseable. Es necesario operacionalizarla, aplicarla y refinarla; también lo es evaluar si permite generalizaciones interesantes (el objetivo de toda tipología que se precie de serlo). Es de observar que la tipología lingüística de comienzos del siglo xxi ya no es holística, sino más bien atomista (Bickel 2007): son muy pocos los proyectos tipológicos actuales que intentan tipologizar lenguas completas, al menos de la manera que se pretendía hacerlo hace cien años, o cincuenta, y actualmente se busca elaborar perfiles de lenguas que expliciten y modelen la hibridez (en lugar de erradicarla por definición). (No es este el sitio adecuado para esbozar esta evolución, pero baste mencionar que probablemente sea la limitada utilidad práctica de la mayoría de las tipologías holísticas, y no solo su menor atractivo conceptual, la que ha causado que cayeran en cierta desgracia). En este sentido y en el contexto de la exploración de regularidades morfológicas, un proyecto tipológico moderno buscará poner énfasis en los morfemas –su composición, estructura y significado–; sus propiedades sintagmáticas (combinatorias); y sus propiedades paradigmáticas (de alternancia). En fases posteriores se buscará establecer perfiles del léxico (los elementos y su alternancia), de la gramática (sus posibilidades combinatorias) y del uso (sus combinaciones habituales en dife-

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rentes contextos comunicativos), así como explorar correlaciones entre (elementos de) los perfiles y otras características estructurales (o de uso) de una lengua dada. Yendo más allá de las cuestiones descriptivas y tipológicas sincrónicas, todavía no sabemos bien si algunos rasgos morfológicos específicos tienen injerencia en procesos diacrónicos relacionados con el contacto lingüístico y el desarrollo interno; huelga decir que vale la pena explorar estas dimensiones. Para concluir, es de mencionar que una tipología adaptada no solo arrojará más luz sobre las estructuras morfosintácticas de las lenguas norte-, centro- y sudamericanas, sino ojalá también sobre el asunto mencionado por DuPonceau y Whitney, y sepultado, ignorado o evitado por estudiosos más recientes: la cuestión del parentesco evidenciado en el perfil morfológico. En efecto, la tipología morfemática aquí propuesta, complementada por herramientas que capturen las diferentes aristas relevantes de los fenómenos paradigmáticos, promete ser una base sólida sobre la cual aceptar o rechazar la idea de que procesos y reglas morfosintácticos fundamentales (¿cuáles?) de una lengua dada cambian solo con gran lentitud, y en situaciones de contacto solo si las condiciones propicias (¿cuáles?) se mantienen por períodos prolongados –al menos más sólida que la tipología morfológica tradicional–. Serían de esperar, por lo tanto, algunas respuestas, y con seguridad preguntas más sofisticadas, acerca de cómo evolucionan las características combinatorias de los elementos significantes de las lenguas indoamericanas, ya sean ellas las más familiares o las más enigmáticas, y de cómo evolucionan aquellas evasivas y nebulosas unidades que durante tanto tiempo nos hemos empeñado, en la lingüística de cuño europeo, en llamar palabras.

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Lenguas indígenas en los medios de comunicación en la legislación de los países hispanoamericanos Lenka Zajícová Univerzita Palackého v Olomouci

Indigenous Languages in the Media in the Legislation of Hispanic-American Countries Abstract: The chapter presents the evolution and current state of the legislation regarding the presence of indigenous languages in the media in Hispanic-American countries. First, it presents the international normative context that, from the second half of the twentieth century, establishes the normative framework that encourages countries to articulate the legislation that ensures spaces in the media for indigenous peoples and languages. Second, it gives examples of the presence of indigenous languages in the media in different Hispanic-American countries (Colombia, Ecuador, Bolivia, Mexico, and Argentina) from the 1940s onwards. The third, main part, presents the legislation covering the role of indigenous languages in the media of the twelve Hispanic-American countries that have adopted such legislation. The conclusions offer the classification of the existing legislation according to different criteria (the type of legislation, the degree of requirements, the type of media affected) and its evaluation from a comparative perspective. Keywords: indigenous languages of the Americas; media; legislation; language policies; rights of indigenous peoples; linguistic rights.

En las últimas décadas, la mayoría de los países hispanoamericanos ha adoptado alguna legislación que trata de definir el estatus de las lenguas indígenas y de garantizar los derechos lingüísticos de sus hablantes. La máxima expresión de estos esfuerzos es la proclamación de lenguas indígenas como lenguas cooficiales a nivel constitucional, como es el caso de Nicaragua (1987), Colombia (1991), Paraguay (1992), Perú (1993), Venezuela (1999), Ecuador (2008) y Bolivia (2009). En otros países, la oficialidad es proclamada a nivel de legislación de rango menor, como es el caso de algunas leyes provinciales en Argentina (2004, 2010), o incluso ordenanzas municipales en Chile (Ismael 2013; Martínez 2014). Otros países han preferido optar por el estatus de lenguas nacionales (Guatemala 2003, México 2003a) u otro tipo de reconocimiento legal (Panamá 2010). Media docena de países con cooficialidad constitucional tiene leyes lingüísticas especiales

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(Nicaragua 1993, Venezuela 2008, Colombia 2010, Paraguay 2010, Perú 2011, Bolivia 2012), en otros dos países estas leyes se han quedado en fase de proyectos legislativos (Ecuador 2012, Chile 2014).1 En esta legislación, y a veces también en leyes especiales de medios de comunicación (por ejemplo, Argentina 2009, Ecuador 2013), aparece reglamentada la presencia de lenguas indígenas en los medios de comunicación. En el presente texto, quisiéramos hacer una revisión y comparación de la legislación vigente en este campo y de su evolución, centrándonos en la recolección de datos sobre su desarrollo y vigencia. Por motivos de espacio, no vamos a explorar la presencia real de las lenguas indígenas en los medios de comunicación, ya que eso sería otro campo sumamente amplio, si bien en algunos casos acompañamos los datos legislativos con alguna información de este tipo que ayuda a conocer el contexto mediático del país respectivo.

1. Contexto normativo internacional La legislación acerca del uso de lenguas indígenas en los medios de comunicación es un tema bastante complejo que, por un lado, se encuadra en diferentes contextos normativos internacionales y nacionales, y, por el otro, se basa en una larga y rica tradición de medios de comunicación comunitaria con su uso de lenguas indígenas de facto sin la necesidad de apoyo legislativo especial. Además, tiene que enfrentarse a todos los desafíos económicos y técnicos que el mundo actual de las telecomunicaciones presenta. En cuanto a los contextos normativos internacionales, es posible ver principalmente tres líneas reflejadas en esta legislación. La primera es la de la libertad de expresión, con lo que entramos en el amplio contexto de la normativa sobre los derechos humanos, especialmente la Declaración universal de derechos humanos (onu 1948: art. 19),2 los Pactos internacionales de derechos económicos, sociales y culturales (onu 1966a) y de los derechos civiles y políticos (onu 1966b: art. 19),3 y la Convención americana sobre derechos humanos (oea 1 2

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Para una información detallada véase Zajícová (2017). “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión” (onu 1948: art. 19). “2. Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión; este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección” (onu 1966b: art. 19).

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1969: art. 13).4 Si bien el tema de los medios de comunicación no está tratado con mucho detalle en estos documentos, se sobreentiende que las posibilidades de acceso a ellos son una condición imprescindible para el ejercicio de este derecho. La segunda línea es la de los derechos de los pueblos indígenas y de las minorías, donde se trata especialmente del Convenio sobre poblaciones indígenas y tribuales (Convenio 107) (oit 1957),5 el Convenio sobre pueblos indígenas y tribales (Convenio 169) (oit 1989),6 la Declaración sobre los derechos de las personas pertenecientes a minorías nacionales o étnicas, religiosas y lingüísticas (onu 1992) y la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas (onu 2007).7 La tercera línea es la de la protección a la diversidad cultural y lingüística, donde hay que mencionar especialmente la Declaración Universal de Derechos Lingüísticos (1996), aprobada por el pen Club Internacional, las ong y otros actores reunidos en la Conferencia Mundial sobre Derechos Lingüísticos en Barcelona bajo los auspicios de la Unesco, que entre los derechos colectivos de los grupos lingüísticos incluye también “el derecho a una presencia equitativa de la lengua y la cultura del grupo en los medios de comunicación” (Declaración

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“3. No se puede restringir el derecho de expresión por vías o medios indirectos, tales como el abuso de controles oficiales o particulares de papel para periódicos, de frecuencias radioeléctricas, o de enseres y aparatos usados en la difusión de información o por cualesquiera otros medios encaminados a impedir la comunicación y la circulación de ideas y opiniones” (oea 1969: art. 13). “1. Los gobiernos deberán adoptar medidas adecuadas a las características sociales y culturales de las poblaciones en cuestión a fin de darles a conocer sus derechos y obligaciones, especialmente respecto del trabajo y los servicios sociales. / 2. A este efecto se utilizarán, si fuere necesario, traducciones escritas e informaciones ampliamente divulgadas en las lenguas de dichas poblaciones” (oit 1957: art. 26). “1. Los gobiernos deberán adoptar medidas acordes a las tradiciones y culturas de los pueblos interesados, a fin de darles a conocer sus derechos y obligaciones, especialmente en lo que atañe al trabajo, a las posibilidades económicas, a las cuestiones de educación y salud, a los servicios sociales y a los derechos dimanantes del presente Convenio. / 2. A tal fin, deberá recurrirse, si fuere necesario, a traducciones escritas y a la utilización de los medios de comunicación de masas en las lenguas de dichos pueblos” (oit 1957: art. 30). “1. Los pueblos indígenas tienen derecho a establecer sus propios medios de información en sus propios idiomas y a acceder a todos los demás medios de información no indígenas sin discriminación. / 2. Los Estados adoptarán medidas eficaces para asegurar que los medios de información públicos reflejen debidamente la diversidad cultural indígena. Los Estados, sin perjuicio de la obligación de asegurar plenamente la libertad de expresión, deberán alentar a los medios de información privados a reflejar debidamente la diversidad cultural indígena” (onu 2007: art. 16).

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1996: art. 3), y la Declaración Universal de la Unesco sobre la Diversidad Cultural (2001).8 Es especialmente la declaración sobre los derechos lingüísticos la que sirvió posteriormente como modelo a muchas leyes que tratan sobre minorías lingüísticas. A los medios de comunicación está dedicada especialmente la Sección IV, “Medios de comunicación y nuevas tecnologías”: Artículo 35. Toda comunidad lingüística tiene derecho a decidir cuál debe ser el grado de presencia de su lengua en los medios de comunicación de su territorio, tanto en los locales y tradicionales como en los de mayor ámbito de difusión y de tecnología más avanzada, independientemente del sistema de difusión o transmisión utilizado. Artículo 36. Toda comunidad lingüística tiene derecho a disponer de todos los medios humanos y materiales necesarios para asegurar el grado deseado de presencia de su lengua y de autoexpresión cultural en los medios de comunicación de su territorio: personal debidamente formado, financiación, locales y equipos, medios tecnológicos tradicionales e innovadores. Artículo 37. Toda comunidad lingüística tiene derecho a recibir, a través de los medios de comunicación, un conocimiento profundo de su patrimonio cultural (historia y geografía, literatura y otras manifestaciones de la propia cultura), así como el máximo grado de información posible de cualquier otra cultura que deseen conocer sus miembros. Artículo 38. Todas las lenguas y las culturas de las comunidades lingüísticas deben recibir un trato equitativo y no discriminatorio en los contenidos de los medios de comunicación de todo el mundo. Artículo 39. Las comunidades descritas en el artículo 1, párrafos 3 y 4 de esta Declaración, así como los grupos mencionados en el párrafo 5 del mismo artículo, tienen derecho a una representación equitativa de su lengua en los medios de comunicación del territorio donde se han establecido o se desplazan. El ejercicio de este derecho debe estar en armonía con el ejercicio de los derechos propios de los otros grupos o comunidades del territorio. Artículo 40. Toda comunidad lingüística tiene derecho a disponer, en el campo informático, de equipos adaptados a su sistema lingüístico y herramientas y productos en su lengua, para aprovechar plenamente el potencial que ofrecen estas tecnologías

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“Al tiempo que se garantiza la libre circulación de las ideas mediante la palabra y la imagen, hay que procurar que todas las culturas puedan expresarse y darse a conocer. La libertad de expresión, el pluralismo de los medios de comunicación, el multilingüismo, la igualdad de acceso a las expresiones artísticas, al saber científico y tecnológico –comprendida su forma electrónica– y la posibilidad, para todas las culturas, de estar presentes en los medios de expresión y de difusión, son los garantes de la diversidad cultural” (Unesco 2001: art. 6).

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para la autoexpresión, la educación, la comunicación, la edición, la traducción, y, en general, el tratamiento de la información y la difusión cultural (Declaración 1996).

2. Lenguas indígenas en los medios de comunicación hispanoamericanos La presencia de las lenguas indígenas en los medios de comunicación en Hispanoamérica data por lo menos de finales de la década de 1940, cuando surgen las primeras radios comunitarias (radios mineras, rurales, campesinas, etc.) (cf. Herrera Miller 2006: 42). Estas actividades a menudo estaban vinculadas a la Iglesia Católica y su objetivo era principalmente la educación popular. Algunas de las experiencias más exitosas son la Radio Sutatenza en Colombia, que emitió entre 1947 y 1989 (Villagra 2020: 318), las Escuelas Radiofónicas Populares del Ecuador a partir de 1960 (Moretti Paredes 2020: 5), la Radio Federación (hoy Radio Arútam) establecida por los salesianos para los shuar en Ecuador a partir de 1968 (Gnerre 2014: 600; 2011), que a partir de 1972 sirvió como plataforma para el Sistema de Educación Radiofónica Bicultural Shuar (serbish) con hasta 154 escuelas (Valeš 2014: 213 y 218-219), la Radio Parapeti y la Asociación de Educación Radiofónica de Bolivia (erbol) (Grebe López 2001: 16), o el Sistema de Radiodifusoras Culturales Indigenistas en México a partir de 1979 (Castells i Talens 2011: 124). En algunos casos, una gran parte de la programación radiofónica era transmitida en lenguas indígenas. A partir de los años ochenta empiezan a surgir varias redes y organizaciones que tratan de ganar peso uniendo diferentes actores en este campo tanto a nivel nacional como internacional. Por ejemplo, en 1985 se funda en México el Consejo Latinoamericano de Cine y Video de los Pueblos Indígenas (Villagra 2020: 318), hoy la Coordinadora Latinoamericana de Cine y Comunicación de los Pueblos Indígenas con miembros en la mayoría de los países americanos.9 En 1990 se constituye la rama latinoamericana de la Asociación Mundial de Radios Comunitarias (amarc, creada en 1983), con la misión de “profundizar la concepción y el papel de las radios comunitarias como espacios de ejercicio de la libertad de expresión, el derecho a la comunicación y el pluralismo” con más de 500 radios asociadas.10 En 1996 se prepara en Bolivia el Plan Nacional Indígena Originario de Comunicación Audiovisual y en 1997 nace la Red Kichwa Satelital entre Ecuador, Bolivia, Perú y Argentina (Villagra 2020: 318). A finales de la década de los noventa se funda la Asociación de Medios de Comunicación Indígena de 9 10

(4 junio 2021). (4 junio 2021).

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Colombia (Red-amcic) para apoyar el proyecto de radio indígena (González Tanco 2016: 624). En 2001 surge en Argentina la Red de Comunicación Indígena, a partir de 2017 sustituida por la Red de Comunicación de los Pueblos Indígenas,11 y en 2012 la Coordinadora de Comunicación Audiovisual Indígena de Argentina (ccaia) (Villagra 2020: 322). Hemos mencionado solo algunas de muchas actividades que se realizan en este campo en todo el continente. Antes de mirar con detalle la legislación en los diferentes países hispanoamericanos, quisiéramos resaltar dos puntos importantes: la “comunicación indígena” no significa automáticamente la comunicación en lenguas indígenas. La existencia de medios de comunicación de gestión indígena no supone de por sí el uso de sus lenguas en estos medios. A menudo la lengua predominante es el castellano, lo que es causado por una variedad de motivos, como la vitalidad amenazada de la lengua en cuestión, la necesidad de dirigirse a comunidades indígenas de lenguas diferentes, la costumbre del uso de la lengua dominante en el ámbito mediático, la preparación profesional de los locutores, etc. Así el uso de lenguas indígenas a menudo se queda a nivel simbólico, como saludos, un par de frases de apertura o de cierre del programa. Otro punto importante para tener en cuenta es el hecho de que en bastantes países existe legislación que acepta el uso de lenguas indígenas en medios comunitarios, pero en muy pocos países tenemos alguna legislación que promueva su uso en medios de alcance nacional, públicos o comerciales.

3. Legislación por países A continuación, se presenta la situación legislativa actual en aquellos países donde hemos conseguido encontrar la legislación pertinente.

3.1. Argentina Argentina es uno de los países que no se dedica a asuntos lingüísticos en su Constitución, ni tiene una ley lingüística especial, con excepción del contexto educativo, ya que la Constitución argentina incluye entre las atribuciones del Congreso: “Reconocer la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas

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Defensoría del Público, “Avanza la creación de la Red de Comunicación de los Pueblos Indígenas”, 03.10.2017, (4 junio 2021).

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argentinos. Garantizar el respeto a su identidad y el derecho a una educación bilingüe e intercultural” (Argentina 1994: art. 75). La situación es algo diferente a nivel de legislación provincial, ya que algunas provincias han proclamado lenguas indígenas como cooficiales. En concreto, en Corrientes el guaraní es desde 2004 “idioma oficial alternativo” (Argentina 2004: art. 1), y Chaco declaró por un decreto (2008) y después por una ley (2010) el qom, el moqoit y el wichí como “lenguas oficiales de la Provincia, además del Castellano-Español” (Argentina 2010: art. 1). Otra provincia, Santiago del Estero, declaró el quichua santiagueño “de interés oficial” (Argentina 1984: art. 1) y más tarde en su constitución como “lengua de pervivencia provincial” (Argentina 2005a).12 Este es, entonces, el contexto legislativo en el que aparece la regulación específica del uso lingüístico en los medios de comunicación. El uso de lenguas indígenas en los medios, en concreto en las emisiones de radiodifusión, aparece legislado por primera vez en 1980 como una de las excepciones a las que no se aplica el deber de ser traducidas al castellano (Argentina 1980: art. 15).13 Este artículo es sustancialmente modificado por un decreto de 1998, estableciendo que los titulares de servicios de radiodifusión también deben intentar promover las lenguas aborígenes (Argentina 1998: art. 1).14 No obstante, el paso decisivo en la regulación del campo mediático argentino es la promulgación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual en 2009, conocida también como Ley de Medios (Argentina 2009), tres de cuyos artículos están dedicados a los pueblos originarios. El artículo 9 confirma la posibilidad de uso de lenguas indígenas: “La programación que se emita a través de los servicios contemplados por esta ley, incluyendo los avisos publicitarios y los avances de programas, debe estar expresada en el idioma oficial o en los idiomas de los Pueblos Originarios” (Argentina 2009: art. 9). Es curiosa la referencia al idioma oficial, ya que Argentina no tiene ninguna ley que establezca el idioma

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“Declárase de interés oficial la preservación, difusión, estímulo, estudio y práctica de la lengua Quíchua en todo el territorio de la provincia” (Argentina 1984: art. 1). “Reconócese al Quichua Santiagueño como lengua de pervivencia provincial, debiéndose adoptar las medidas necesarias para su preservación y difusión” (Argentina 2005a: Disposiciones complementarias. Primera). “Las emisiones de radiodifusión se difundirán en idioma castellano. Las que se difundan en otras lenguas deberán ser traducidas simultánea o consecutivamente con excepción de las siguientes expresiones: […] d) Los programas de colectividades extranjeras y aquellos en los que se usen lenguas aborígenes, previa autorización del Comité Federal de Radiodifusión” (Argentina 1980: art. 15). “Los titulares de servicios de radiodifusión podrán emitir programación en lenguas extranjeras previa autorización del Comité Federal de Radiodifusión (comfer), sin perjuicio de lo cual, deberán orientar su programación a la difusión del idioma castellano, intentando promover las lenguas aborígenes de nuestro país” (Argentina 1998: art. 1).

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oficial, pero se refiere por supuesto al español. El artículo 89 dispone que algunas reservas en la administración del espectro radioeléctrico son destinadas a los pueblos originarios: “Una (1) frecuencia de am, una (1) frecuencia de fm y una (1) frecuencia de televisión para los Pueblos Originarios en las localidades donde cada pueblo esté asentado” (Argentina 2009: art. 89). El artículo 151 establece la posibilidad de autorización de los pueblos originarios a instalar y operar estos servicios. Hay que decir que esta posibilidad se abrió ya unos años antes, en 2005, cuando, en reacción a dos fallos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación en 2003 sobre su inconstitucionalidad, se modificó el artículo 45 de la Ley 22285 (Argentina 1980), que impedía a los entes sin fines de lucro prestar servicios de radiodifusión (Longo et al. 2017: 42). Así la Ley 26053 (Argentina 2005b) permite que personas jurídicas sin fines de lucro sean titulares de licencias de radiodifusión. El mismo año, el Comité Federal de Radiodifusión otorgó la primera licencia a una radio indígena (Longo et al. 2017: 42). El reconocimiento de los pueblos indígenas como personas jurídicas de derecho público no gubernamental habilitadas para gestionar medios privados sin fines de lucro como “emisoras comunitarias” es un logro importante de una campaña de las comunidades y organizaciones indígenas, que lo consiguieron reivindicando su derecho “a la comunicación con identidad” (Villagra 2020: 318). La ley significó un impulso importante para la creación de las radios comunitarias en diferentes comunidades indígenas en todo el país o la legalización de las emisoras existentes, y entre 2009 y 2015 se otorgaron 55 nuevas licencias a pueblos indígenas (Villagra 2020: 322; véase sobre algunas experiencias Milana/Villagra 2018 y Siares/Belotti 2018). En 2016 existían 64 comunidades de pueblos indígenas autorizadas (Leclerc 2019). En 2012 aparece el primer canal de televisión, Wall Kintun TV, con sede en San Carlos de Bariloche y una parte de emisión en mapudungún, patrocinado por la Coordinadora de Comunicación Audiovisual Indígena de Argentina (ccaia).15 La gran estima por esta ley se refleja también en que la Defensoría del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual y el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas emprendieron en 2015 la traducción de los artículos pertinentes de la ley a cinco lenguas indígenas, ava guaraní, quechua, mapuche, qom y wichi (Argentina 2015), y en 2018 se preparó también como un audiolibro, en cuya producción participaron varias radios indígenas.16 “Wall Kintun TV, Río Negro”, 04.09.2019, en: Defensoría del Público, (14 mayo 2021). 16 “La Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual ya suena en lenguas originarias”, en: Defensoría del Público, (14 mayo 2021).

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No obstante, bajo la presidencia de Mauricio Macri las políticas mediáticas cambiaron. En diciembre de 2015 se creó una nueva entidad reguladora, el Ente Nacional de Comunicación (enacom), que desarrolló unas políticas mucho menos favorables para los medios comunitarios: se dificultó el acceso a las licencias, se congelaron los fondos y disminuyeron las posibilidades de conseguir subsidios estatales para el mantenimiento de las radios (Longo et al. 2017: 43; Milana/Villagra 2018: 135-136). En 2016, empezó a debatirse una nueva Ley de Comunicaciones Convergentes, que planteaba muchos interrogantes y marginalizaba a los medios sin fines de lucro (Milana/Villagra 2018: 140), pero que al final no se llevó a cabo, y la nueva administración de Alberto Fernández parece haber abandonado el proyecto. No obstante, en cuanto al uso de lenguas indígenas, el proyecto mantenía la misma línea con la ley anterior: “La programación y la publicidad que se emita a través de los servicios de comunicaciones audiovisuales, deberán expresarse en el idioma oficial o en los idiomas de los Pueblos Originarios” (art. 68).17 Posteriormente, ENACOM lanzó un nuevo programa de subsidios para los pueblos originarios.18 Resumiendo, en Argentina se permite el uso de lenguas indígenas, y aunque no existe una presión legal de promoción de su uso, es indudable que, a pesar de los altibajos, la legislación ha ayudado a abrir nuevos espacios, donde el uso de lenguas indígenas es posible y hasta puede convertirse en natural.

3.2. Bolivia La situación legislativa en Bolivia es muy diferente a la de Argentina, ya que el tema de las lenguas indígenas está tratado tanto en la Constitución (Bolivia 2009), como en una ley lingüística especial, la Ley General de Derechos y Políticas Lingüísticas (Bolivia 2012) y en varias otras leyes. Treinta y cuatro lenguas indígenas fueron reconocidas como oficiales ya por el Decreto Supremo 25894 de 2000 (Bolivia 2000: art. 1), lo que está confirmado por la Constitución de 2009 con treinta y seis lenguas indígenas más el castellano como lenguas oficiales (Bolivia 2009: art. 5, par. 1).

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“Documento preliminar Anteproyecto de la Ley de Comunicaciones Convergentes”, en: Ente Nacional de Comunicaciones, (15 mayo 2021). “ENACOM anunció el primer grupo de ganadores de subsidios para Pueblos Originarios”, en: Ente Nacional de Comunicaciones, 23.09.2020, (14 mayo 2021).

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El uso de lenguas indígenas en los medios de comunicación está previsto por el Código de la Educación Boliviana de 1955: “En las regiones campesinas donde se habla lenguas indígenas, éstas serán utilizadas en los servicios de radiodifusión, prensa, cine, al mismo tiempo que la lengua castellana” (Bolivia 1955: art. 184). La Constitución de 1967 (con reformas hasta 2004, hoy derogada) no trata ni el tema de lenguas oficiales, ni el papel de las lenguas indígenas en los medios de comunicación, si bien las menciona en el contexto de reconocimiento, respeto y protección de los derechos relativos a ellas: Se reconocen, se respetan y protegen en el marco de la Ley, los derechos sociales, económicos y culturales de los pueblos indígenas que habitan en el territorio nacional, especialmente los relativos a sus tierras comunitarias de origen, garantizando el uso y aprovechamiento sostenible de los recursos naturales, a su identidad, valores, lenguas, costumbres e instituciones (Bolivia 1967: art. 171, par. 1).

El tema de la presencia de lenguas indígenas en los medios de comunicación aparece en la Constitución vigente de 2009, aunque con finalidad limitada en programas educativos: “Los medios de comunicación social deberán contribuir a la promoción de los valores éticos, morales y cívicos de las diferentes culturas del país, con la producción y difusión de programas educativos plurilingües y en lenguaje alternativo para discapacitados” (Bolivia 2009: art. 107, par. 1). El uso de lenguas indígenas en medios de comunicación está contemplado en 2004 en el Reglamento para el funcionamiento de la radiodifusión comunitaria (Bolivia 2004), que debe procurar el potenciamiento del uso y fomento de las lenguas originarias.19 La Ley General de Telecomunicaciones, Tecnologías de Información y Comunicación de 2011 cuenta con hasta un 17 % de las frecuencias para radiodifusión distribuidas a los “pueblos indígena originario campesinos, y las comunidades interculturales y afrobolivianas” (Bolivia 2011: art. 10), pero no trata el tema del uso de idiomas. Es, por supuesto, la Ley General de Derechos y Políticas Lingüísticas (Bolivia 2012) la que trata este tema con más detalle: el artículo 16 habla de las garantías del Estado sobre la libre difusión de lenguas indígenas en los medios;20 el artí-

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“Considerando: […] Que existen radiodifusoras que prestan servicios a la comunidad, incentivando la cultura, la educación y el uso de las lenguas originarias […]” (Bolivia 2004: consideraciones iniciales). “Sus principios deben promover un carácter participativo, sentido no sectario, procurando el potenciamiento de las identidades culturales, el uso y fomento de las lenguas originarias y la oferta de contenidos social y culturalmente apropiados, como medio para lograr la comunicación libre y plural de los individuos” (Bolivia 2004: art. 2, par. 2). “I. El Estado garantiza la libre difusión de la realidad pluricultural y plurilingüe del país en los idiomas oficiales y lenguaje alternativo especial, Lengua de Señas Boliviana - LSB, en

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culo 17 asegura el derecho de acceso a espacios de difusión en los medios por parte de los pueblos indígenas;21 y el artículo 18 establece el deber de los medios de “incorporar espacios de difusión sobre la diversidad lingüística”.22 El último artículo está abierto a diferentes interpretaciones, ya que no significa automáticamente el deber de incluir el uso de las lenguas mismas, sino que podría incluir también contenidos sobre diversidad lingüística, donde la lengua instrumental sea el castellano.

3.3. Chile Chile, al igual que Argentina, no tiene tratado el tema lingüístico a nivel constitucional (Chile 1980), ni a nivel de una ley especial, si bien hubo un proyecto de Ley general de derechos lingüísticos de los pueblos indígenas de Chile, presentado al Congreso en 2014, pero nunca aprobado, que reconocía a las lenguas indígenas de Chile, junto con el castellano, como lenguas nacionales (Chile 2014: art. 7). En dos comunas de la región de La Araucanía, Galvarino y Padre Las Casas, el mapudungún fue declarado lengua cooficial en 2013 y 2014, respectivamente, por ordenanzas municipales (Ismael 2013; Martínez 2014). El tema de las lenguas indígenas en los medios es tratado por la Ley 19253 (“Ley indígena”) de 1993, que contempla “[e]l fomento a la difusión en las radioemisoras y canales de televisión de las regiones de alta presencia indígena de programas en idioma indígena y apoyo a la creación de radioemisoras y medios de comunicación indígenas” (Chile 1993: art. 28, par. c). La posibilidad de uso de lenguas indígenas es recogida por la Ley 20433 sobre los Servicios de Radiodifusión Comunitaria Ciudadana, que, por una parte, admite las comunidades y asociaciones indígenas con su carácter de personas jurídicas de derecho privado sin fines de lucro como posibles titulares de concesiones de estos servicios (Chile 2010: art. 9), y, por la otra, pone límites técnicos a estos servicios: “En el caso



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los medios de comunicación oral, escrita, audiovisual y en las Tecnologías de Información y Comunicación - TIC, de orden público y privado. II. El Estado garantiza la libre producción, publicación y difusión de materiales escritos y audiovisuales en los idiomas oficiales relacionados a la cultura, ciencia y tecnología de las naciones y pueblos indígena originario campesinos, en los diversos medios de comunicación masivos” (Bolivia 2012: art. 16). “Las naciones y pueblos indígena originario campesinos tienen derecho de acceder a espacios de difusión en los medios de comunicación social que les permitan hacer conocer, enriquecer, desarrollar y fortalecer su propia lengua, cultura y cosmovisión” (Bolivia 2012: art. 17). “Los medios de comunicación oral, escrita y virtual, deberán incorporar espacios de difusión sobre la diversidad lingüística” (Bolivia 2012: art. 18).

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de que se busque potenciar las identidades culturales de los pueblos indígenas y de sus lenguas originarias el límite máximo de potencia radiada será de hasta 30 watts” (Chile 2010: art. 4). La presencia de lenguas indígenas en los medios de comunicación fue contemplada también por el mencionado proyecto de la Ley general de derechos lingüísticos de los pueblos indígenas de Chile, que entre las funciones del Estado menciona “[i]mpulsar política de difusión de las lenguas nacionales y culturas indígenas en los medios masivos de comunicación, entre ellos propiciar la creación y existencia permanente de programas infantiles, de promoción social de las lenguas nacionales y las culturas indígenas en los medios de comunicación” (Chile 2014: art. 14, par. c). El futuro de las políticas lingüísticas en Chile, y con eso también el papel de las lenguas indígenas en los medios de comunicación, depende actualmente de cómo será la nueva Constitución, cuya preparación fue aprobada por el plebiscito nacional el 25 de octubre de 2020 y cuya finalización se prevé para el año 2022. La defensa de los asuntos indígenas correrá a cargo, sobre todo, de 17 de los 155 convencionales constituyentes, cuyos escaños son reservados para representantes de los pueblos indígenas (Chile 1980: art. 141 y disposición transitoria 43).

3.4. Colombia Colombia tiene una larga tradición de defensa del español y su uso correcto, como se puede ver en la Ley 14 de 1979 “por medio de la cual se restablece la defensa del idioma español y se da una autorización a la Academia Colombiana de la Lengua” (Colombia 1979) y el subsiguiente Decreto presidencial 2744 de 1980, “por el cual se restablece la defensa del idioma y se da una autorización a la Academia Colombiana de la Lengua”. Es hasta sintomática la desaparición de la palabra español del título del decreto, convirtiéndose el español en el idioma por antonomasia, designado como la [lengua] oficial y nacional en el decreto.23 La perspectiva empieza a cambiar lentamente a partir de la nueva Constitución de 1991, que reconoce la oficialidad territorialmente limitada de las lenguas de los grupos étnicos: “El castellano es el idioma oficial de Colombia. Las lenguas y dialectos de los grupos étnicos son también oficiales en sus territorios” (Co23

“El uso correcto de la lengua española, que es la oficial y nacional, y cuya defensa se propone la Ley 14 de 1979, proscribe no solamente el empleo de voces o palabras en idioma extranjero, en los documentos y casos a que dicha Ley se refiere, sino el de construcciones gramaticales ajenas a la índole de la lengua española” (Colombia 1980: art. 1).

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lombia 1991a: art. 10). La modificación de la ley mediática, la Ley 335 de 1996 (Colombia 1996), añade una importante garantía a los grupos étnicos, que estaba ausente de la versión original, la Ley 14 de 1991 (Colombia 1991b) y de su modificación, la Ley 182 de 1995 (Colombia 1995), pero no menciona el tema del uso lingüístico: “El Estado garantizará a los grupos étnicos el acceso permanente el [sic] uso del Espectro Electromagnético y a los servicios públicos de Telecomunicaciones y medios Masivos de Comunicación del Estado, la creación de sus propios medios de comunicación en sus diferentes modalidades […]” (Colombia 1996: art. 20, par. 2). La Ley 1381 de 2010 (“Ley de Lenguas”), a diferencia de la Constitución, curiosamente no remite a la oficialidad de las lenguas nativas, salvo el reconocimiento oficial de los antropónimos y topónimos (Colombia 2010a: art. 6), pero sí se dedica al papel de las lenguas nativas en los medios de comunicación: […] el Estado adoptará medidas y realizará las gestiones necesarias para la difusión de la realidad y el valor de la diversidad lingüística y cultural de la Nación en los medios de comunicación públicos. Así mismo, y en concertación con las autoridades de los grupos étnicos, impulsará la producción y emisión de programas en lenguas nativas en los distintos medios tecnológicos de información y comunicación como estrategia para la salvaguardia de las lenguas nativas (Colombia 2010a: art. 16).

En el mismo año, el Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones en su Resolución 415 afirma la posibilidad de uso de lenguas indígenas: “El castellano es el idioma oficial de Colombia. Las lenguas y dialectos de los grupos étnicos son también oficiales en sus territorios. Para la promoción y respeto de la diversidad cultural, las transmisiones de radiodifusión sonora también pueden efectuarse en dialectos indígenas o lenguas nativas” (Colombia 2010b: art. 33).

3.5. Ecuador Ecuador es el primer país hispanoamericano en mencionar en su Constitución, en 1945, las lenguas indígenas: “se reconocen el quechua y demás lenguas aborígenes como elementos de la cultura nacional” (Ecuador 1945: art. 5). La Constitución actual, de 2008, establece tres niveles de oficialidad: “El castellano es el idioma oficial del Ecuador; el castellano, el kichwa y el shuar son idiomas oficiales de relación intercultural. Los demás idiomas ancestrales son de uso oficial para los pueblos indígenas en las zonas donde habitan y en los términos que fija la ley” (Ecuador 2008: art. 1). En 2012 se presentó el proyecto de Ley Orgánica de Derechos Lingüísticos de los Pueblos y Nacionalidades

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Indígenas (Ecuador 2012), pero nunca llegó ni al primer debate en la Asamblea Nacional.24 La primera ley que trata sobre el uso de lenguas indígenas en los medios de comunicación aparece ya en 1975, la Ley de Radiodifusión y Televisión, y declara al quichua nada menos que una de las lenguas oficiales de locución, mientras que para otras lenguas indígenas (consideradas meros dialectos) se reconoce la posibilidad de su uso: Los idiomas oficiales de locución son el castellano y el quichua. Los textos escritos de publicidad deberán ser emitidos en cualquiera de dichos idiomas. Se exceptúan de esta obligación los programas destinados a sectores indígenas que hablen dialectos, o que estén dirigidos a países en los que se hablen otros idiomas (Ecuador 1975: art. 48).

El mencionado proyecto de ley de derechos lingüísticos de 2012 incluía también el tema de los medios de comunicación, considerando el uso de lenguas indígenas como un hecho en todos los tipos de medios y estableciendo este uso como obligación en los medios comunitarios (Ecuador 2012: art. 36 y 37).25 Si bien este proyecto nunca fue aprobado, las ideas sobre el uso de lenguas indígenas en los medios fueron recogidas en la Ley Orgánica de Comunicación en 2013 con su artículo clave sobre el derecho a la comunicación intercultural y plurinacional: Los pueblos y nacionalidades indígenas, afroecuatorianas y montubias tienen derecho a producir y difundir en su propia lengua, contenidos que expresen y reflejen su cosmovisión, cultura, tradiciones, conocimientos y saberes. Todos los medios de comunicación tienen el deber de difundir contenidos que expresen y reflejen la cosmovisión, cultura, tradiciones, conocimientos y saberes de los pueblos y nacionalidades indígenas, afroecuatorianas y montubias, por un espacio de 5 % de su programación diaria, sin perjuicio de que por su propia iniciativa, los medios de comunicación amplíen este espacio […] (Ecuador 2013: art. 36).

La Disposición Transitoria Décima Quinta de la ley otorga a los medios el plazo de un año para asegurar el cumplimiento de este deber, especificando que esos

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(13 mayo 2021). “Medios de comunicación.- Los medios de comunicación del país, públicos, comunitarios y privados, publicarán o realizarán emisiones de información, notas de opinión y noticias en lenguas ancestrales, destinadas a la promoción y fomento de su uso, de acuerdo con la Ley y su reglamento” (Ecuador 2012: art. 36). “Medios comunitarios.- Los medios de comunicación comunitarios tendrán la obligación de emitir programas en el o los idiomas ancestrales que se hablaren en el área territorial de su influencia, de conformidad con la Ley” (Ecuador 2012: art. 37).

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contenidos han de estar en las lenguas de relación intercultural, lo que según la definición constitucional significa el castellano, el kichwa y el shuar: Los medios de comunicación incluirán en su programación o ediciones, contenidos en las lenguas de relación intercultural, en un porcentaje de al menos el 5 % de su programación en un plazo de un año, contado a partir de la publicación de esta Ley en el Registro Oficial (Ecuador 2013: disposición transitoria 15).

El artículo 36 fue objeto de la reforma de 2019,26 cuando se quitó la palabra todos y se sustituyó “programación diaria” por “contenido comunicacional, bajo los parámetros que establezca el Reglamento”: Los medios de comunicación tienen el deber de difundir contenidos que expresen y reflejen la cosmovisión, cultura, tradiciones, conocimientos y saberes de los pueblos y nacionalidades indígenas, afroecuatorianas y montubias, por un espacio de 5 % de su contenido comunicacional, bajo los parámetros que establezca el Reglamento, sin perjuicio de que por su propia iniciativa, los medios de comunicación amplíen este espacio (Ecuador 2019: art. 25).

Según el Reglamento General de 2014 a esta ley, los contenidos en kichwa y shuar deben ser traducidos al castellano: El uso de idiomas de relación intercultural será parte de la producción audiovisual de los contenidos interculturales, las expresiones en idiomas de relación intercultural se traducirán de forma oral o mediante subtítulos al idioma castellano (Ecuador 2014: art. 14, par. 3).

A pesar de la obligación para los medios de incluir contenidos relacionados con los pueblos y nacionalidades indígenas en un 5 % de su programa, según la legislación vigente esto no significa la obligación automática de que estos contenidos sean transmitidos en lenguas indígenas. Según un reciente estudio de Moretti Peredes, “de un total de 943 medios, entre televisión, radio, prensa y sistemas de AVS, el 87 % no registra uso de lenguas ancestrales; y, solo el 13 % lo hace” (Moretti Peredes 2020: 9).

3.6. Guatemala Guatemala es, en materia de legislación lingüística, un ejemplo de país con varios esfuerzos frustrados. La Constitución de 1985 proclama el español como 26

La siguiente reforma de esta ley, de 2021 (Ecuador 2021), no afectó este artículo.

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idioma oficial y las lenguas vernáculas como parte del patrimonio cultural de la Nación (Guatemala 1985: art. 143). Para el posterior desarrollo fueron decisivos seis Acuerdos de Paz y el acuerdo final Acuerdo de Paz Firme y Duradero, firmados entre 1994 y 1996, que pusieron fin a la sangrienta y larga guerra civil. A los pueblos indígenas está dedicado el Acuerdo sobre identidad y derechos de los pueblos indígenas (Guatemala 1995), que incluía con muchos detalles el tema de las lenguas indígenas en los medios de comunicación.27 No obstante, hay que decir que hasta la actualidad muchos contenidos de los acuerdos aún no han encontrado su articulación en la legislación vigente. Ni la reforma constitucional de 1998, que entre otras cosas proclamaba como oficiales 24 idiomas indígenas (Guatemala 1998: art. 143), ni el proyecto de Ley de Medios de Comunicación Comunitaria (Guatemala 2009) fueron aprobados. La Ley General de Telecomunicaciones (Guatemala 1996) tampoco trata el tema de las lenguas indígenas. Así, la única legislación aparece en la Ley de Idiomas Nacionales (Ley 19/2003), que proclama el español como idioma oficial y los idiomas de los pueblos Mayas, Garífuna y Xinka como idiomas nacionales (Guatemala 2003: art. 1). Según la misma ley, “los medios de comunicación social deben divulgar y promocionar, en sus espacios, los idiomas y culturas Mayas, Garífuna y Xinka y propiciar similar apertura en los medios privados” (Guatemala 2003: art. 17).

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“IV) informar a las comunidades indígenas en sus idiomas, de manera acorde a las tradiciones de los pueblos indígenas y por medios adecuados, sobre sus derechos, obligaciones y oportunidades en los distintos ámbitos de la vida nacional. Se recurrirá, si fuere necesario, a traducciones escritas y a la utilización de los medios de comunicación masiva en los idiomas de dichos pueblos […]. VI) propiciar la valorización positiva de los idiomas indígenas, y abrirles nuevos espacios en los medios sociales de comunicación y transmisión cultural, fortaleciendo organizaciones tales como la Academia de Lenguas Mayas y otras instancias semejantes” (Guatemala 1995: III. Derechos culturales, A. Idioma, 2, IV y VI). “2. Por su parte, a fin de favorecer el más amplio acceso a los medios de comunicación por parte de las comunidades e instituciones mayas y de los demás pueblos indígenas, y la más amplia difusión en idiomas indígenas del patrimonio cultural indígena, en particular maya, así como del patrimonio cultural universal, el Gobierno tomará en particular las siguientes medidas: I) abrir espacios en los medios de comunicación oficiales para la divulgación de las expresiones culturales indígenas y propiciar similar apertura en los medios privados; II) promover ante el Congreso de la República las reformas que sean necesarias en la actual Ley de Radiocomunicaciones con el objetivo de facilitar frecuencias para proyectos indígenas y asegurar la observancia del principio de no-discriminación en el uso de los medios de comunicación. Promover asimismo la derogación de toda disposición del ordenamiento jurídico que obstaculice el derecho de los pueblos indígenas a disponer de medios de comunicación para el desarrollo de su identidad; y III) reglamentar y apoyar un sistema de programas informativos, científicos, artísticos y educativos de las culturas indígenas en sus idiomas, por medio de la radio, la televisión y los medios escritos nacionales” (Guatemala 1995: III. Derechos culturales, H. Medios de comunicación masiva, 2).

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3.7. México El estatus legislativo de las lenguas indígenas en México empieza a cambiar a partir de la reforma de la Constitución en 1992, cuando se añade al artículo 4 un párrafo, que, entre otro, declara: “La Nación mexicana tiene una composición pluricultural sustentada originalmente en sus pueblos indígenas. La ley protegerá y promoverá el desarrollo de sus lenguas, culturas, usos, costumbres, recursos y formas específicas de organización social […]” (México 1992: art. 4). Este párrafo fue derogado en 2001 y a la vez fue reformado el artículo 2, cuya versión actual reconoce y garantiza el derecho de los pueblos y las comunidades indígenas a, entre otras cosas, “preservar y enriquecer sus lenguas, conocimientos y todos los elementos que constituyan su cultura e identidad” (México 2001: art. 2, par. A.IV). No obstante, los cambios sustanciales llegaron con la Ley General de Derechos Lingüísticos de los Pueblos Indígenas en 2003, que considera el español y las lenguas indígenas de México lenguas nacionales (México 2003a: art. 4). Tres artículos de la Ley están dedicados al lugar de las lenguas indígenas en los medios de comunicación: El Estado adoptará e instrumentará las medidas necesarias para asegurar que los medios de comunicación masiva difundan la realidad y la diversidad lingüística y cultural de la Nación Mexicana. Además, destinará un porcentaje del tiempo que dispone en los medios de comunicación masiva concesionados, de acuerdo a la legislación aplicable, para la emisión de programas en las diversas lenguas nacionales habladas en sus áreas de cobertura, y de programas culturales en los que se promueva la literatura, tradiciones orales y el uso de las lenguas indígenas nacionales de las diversas regiones del país (México 2003a: art. 6). […] La Federación y las entidades federativas tendrán disponibles y difundirán a través de textos, medios audiovisuales e informáticos: leyes, reglamentos, así como los contenidos de los programas, obras, servicios dirigidos a las comunidades indígenas, en la lengua de sus correspondientes beneficiarios (México 2003a: art. 7). Corresponde al Estado […] III. Difundir a través de los medios de comunicación las lenguas indígenas nacionales de la región para promover su uso y desarrollo (México 2003a: art. 13).

La posibilidad de usar otras lenguas aparte del castellano se recoge ya en la Ley Federal de Radio y Televisión de 1960, sin mencionar específicamente lenguas indígenas. Curiosamente, el allí mencionado idioma nacional, que en aquella época únicamente se refería al castellano, desde 2003 abarca a todas las lenguas indígenas de México:

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En sus transmisiones las estaciones difusoras deberán hacer uso del idioma nacional. La Secretaría de Gobernación podrá autorizar, en casos especiales, el uso de otros idiomas, siempre que a continuación se haga una versión al español, íntegra o resumida, a juicio de la propia Secretaría (México 1960: art. 75).

Esta ley fue abrogada en 2014 por una nueva Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión, que trató de legislar el uso de lenguas indígenas en medios de comunicación de la siguiente manera: En sus transmisiones, las estaciones radiodifusoras de los concesionarios deberán hacer uso del idioma nacional. Lo anterior, sin perjuicio de que adicionalmente las concesiones de uso social indígena hagan uso de la lengua del pueblo originario que corresponda.28

Este artículo tuvo que cambiarse después de haber sido declarado en 2016 inconstitucional por la Suprema Corte de Justicia de la Nación: En sus transmisiones, las estaciones radiodifusoras de los concesionarios podrán hacer uso de cualquiera de las lenguas nacionales de conformidad con las disposiciones legales aplicables. Las concesiones de uso social indígena podrán hacer uso de la lengua del pueblo originario que corresponda […] (México 2014: art. 230).

Varios estados mexicanos tienen leyes estatales especiales sobre los derechos indígenas, a menudo anteriores a la ley federal sobre los derechos lingüísticos, y algunas incluyen también la cuestión del establecimiento de medios de comunicación propios, como, por ejemplo, Chiapas (México 1999),29 Jalisco (México 2007b)30 y Baja California (México 2007c)31 y muchas de ellas también establecen la posibilidad del uso de lenguas indígenas en estos medios, como, por ejemplo, Oaxaca (México 1998a),32 Quintana Roo (México Gaceta Parlamentaria, núm. 4496-V, 29.03.2016, (9 junio 2021). 29 “El estado y los municipios impulsarán la difusión e información de la cultura indígena, a través de los medios de comunicación a su alcance” (México 1999: art. 42). 30 “IV. Instrumentar programas para la difusión e información de sus elementos culturales, a través de los medios de comunicación a su alcance” (México 2007b: art. 39). 31 “VI. Extender la red de comunicaciones que permita la integración de las comunidades, mediante la construcción y ampliación de vías de comunicación y telecomunicación. Establecer condiciones para que los pueblos y las comunidades indígenas puedan adquirir, operar y administrar medios de comunicación, en los términos que las leyes de la materia determinen” (México 2007c: art. 21). 32 “Los pueblos y comunidades indígenas tienen derecho a establecer, de acuerdo a la normatividad vigente, sus propios medios de comunicación –periódicos, revistas, estaciones de radio, televisoras, y demás análogos–, en sus propias lenguas” (México 1998: art. 26). 28

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1998b),33 Campeche (México 2000),34 México (México 2002),35 San Luis Potosí (México 2003b),36 Nayarit (México 2004)37 y Durango (México 2007a).38 En general, la legislación mexicana vigente prevé el uso de lenguas indígenas en los medios de comunicación comunitarios o de alcance local, pero dice muy poco sobre su uso en otro tipo de medios –con excepción de la ley de San Luis Potosí (México 2003b: art. 52, véase n. 36)–, y de ninguna manera se establece obligación alguna de su uso, sino que se considera como una posibilidad o un derecho de los pueblos indígenas de establecer sus propios medios y usar allí sus propios idiomas.

3.8. Nicaragua Las lenguas indígenas de Nicaragua fueron declaradas oficiales en la Constitución de 1987 (Nicaragua 1987a: art. 11) y su uso oficial, limitado a las Regiones

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“El pueblo maya y las comunidades indígenas tienen derecho a establecer sus propios medios de comunicación en su idioma, de conformidad con la normatividad de la materia, para difundir sus tradiciones, usos y costumbres” (México 1998b: art. 25, artículo reformado en 04.07.2017). En la versión original de 1998 faltaba la expresión al inicio: “El pueblo maya” (, 10 junio 2021). 34 “Las comunidades indígenas podrán establecer sus propios medios de comunicación, en sus respectivas lenguas, de conformidad con la normatividad de la materia, con el objeto de difundir ampliamente sus tradiciones, usos y costumbres” (México 2000: art. 23). 35 “Corresponde a la Secretaría de Educación: […] IV. Promover que los pueblos y comunidades indígenas ejerzan su derecho a establecer, de acuerdo a la normatividad vigente, sus propios medios de comunicación social en sus propias lenguas; V. Impulsar la difusión e información de la cultura indígena, a través de los medios de comunicación a su alcance” (México 2002: art. 41). 36 “El Estado deberá prestar el apoyo indispensable a las comunidades indígenas, para que estén en condiciones de hacer efectivo el derecho constitucional de tener acceso a los medios masivos de comunicación en sus lenguas, así como establecer sus propios medios de comunicación en sus lenguas originarias” (México 2003b: art. 52). 37 “El Estado y los Municipios impulsarán la difusión e información de la cultura indígena, a través de los medios de comunicación oficiales” (México 2004: art. 54). “Los pueblos y comunidades indígenas tienen derecho a establecer, de acuerdo a la normatividad vigente, sus propios medios de comunicación; periódicos, revistas, estaciones de radio y demás análogas, en sus propias lenguas” (México 2004: art. 62). 38 “Los pueblos y comunidades indígenas tienen derecho a adquirir, operar y administrar, de acuerdo a la normatividad vigente, sus propios medios de comunicación. El Gobierno del Estado y los pueblos y comunidades indígenas acordarán, a través de convenios, los mecanismos y recursos para generar las condiciones que permitan el establecimiento de dichos medios, con el objetivo de difundir sus tradiciones, usos y costumbres en sus lenguas” (México 2007a: art. 25). “Corresponde al Estado, a través de las dependencias y entidades, en sus respectivas competencias lo siguiente: […] VI. Promover en los diferentes medios de comunicación de la entidad, campañas sobre la protección, desarrollo, enriquecimiento y uso de las lenguas indígenas que se hablan en el Estado” (México 2007a: art. 29).

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Autónomas de la Costa Caribe, está reglamentado sobre todo por la Ley de uso oficial de las lenguas de las comunidades de la Costa Atlántica de Nicaragua de 1993 (Nicaragua 1993), que es la primera ley de este tipo en Hispanoamérica. Además de eso, se refieren al uso de lenguas indígenas también la Ley de Estatuto de la autonomía de las Regiones de la Costa Atlántica de Nicaragua de 1987 (Nicaragua 1987b) y la Ley de trato digno y equitativo a pueblos indígenas y afro-descendientes de 2011 (Nicaragua 2011). La Ley de 1993 también trata el tema de las lenguas indígenas en los medios de comunicación, y su uso se declara un deber en todos los medios –a diferencia de la Ley General de Telecomunicaciones y Servicios Postales (Nicaragua 1995), que no se dedica en absoluto a este tema–: En los medios de comunicación de masas nacionales y regionales se fomentará el uso de las lenguas de las comunidades de la Costa Atlántica en su programación. Los medios Estatales, Nacionales y Regionales deberán tener programas específicos en las lenguas de las Comunidades de la Costa Atlántica (Nicaragua 1993: art. 10).

3.9. Panamá Panamá establece en su Constitución de 1972 el español como idioma oficial (art. 7) y se compromete a que “el Estado velará por la defensa, difusión y pureza del idioma Español” (art. 82). A las lenguas aborígenes se refieren los artículos 83 y 85 (88 y 90 en la última versión reformada de 2004), que recogen los compromisos del Estado de estudiar, conservar y divulgarlas, de establecer programas de alfabetización bilingüe y de crear una institución encargada de estas tareas. En 2010 se adopta la ley lingüística (Ley 88), que reconoce (sin decir con qué estatus) siete lenguas indígenas (Panamá 2010: art. 1), pero no trata el tema de su uso en los medios de comunicación. Así, curiosamente, el único texto legislativo que menciona lenguas indígenas en relación con los medios de comunicación es la Ley 36, que fomenta la industria cinematográfica y audiovisual, y que define como las obras nacionales aquellas en español o lenguas indígenas de Panamá: Se considera obra cinematográfica o audiovisual nacional la que reúna las siguientes condiciones: […] 3. Que la película se realice, preferentemente, en su versión original en idioma español o en algunas de las lenguas indígenas que se hablan en la República de Panamá (Panamá 2007: art. 6).

3.10. Paraguay Paraguay ha declarado cooficial una de sus lenguas de origen amerindio, el guaraní, en su Constitución de 1992. Las demás lenguas indígenas junto con las de

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otras minorías se consideran patrimonio cultural y no tienen uso oficial (Paraguay 1992: art. 140). En 2010 se adopta la Ley de Lenguas (Paraguay 2010), que supone un respaldo legislativo para el uso oficial del guaraní. La presencia del guaraní en los medios de comunicación es presentada como uno de los derechos lingüísticos individuales igual que colectivos, pero este derecho se restringe solo a los medios de comunicación del Estado o a los medios de comunicación privados solo si emiten información oficial del Estado: De los derechos lingüísticos individuales: Todos los habitantes de la República tienen derecho a: […] 3. Recibir información oficial en guaraní y en castellano a través de los medios de comunicación del Estado o de los medios de comunicación privados que emitieren información oficial del Estado (Paraguay 2010: art. 9). Derechos lingüísticos colectivos nacionales. Son derechos lingüísticos de la comunidad nacional: […] 3. Tener la presencia equitativa de las lenguas guaraní y castellana en los medios de comunicación del Estado y en los programas oficiales emitidos por medios privados de comunicación (Paraguay 2010: art. 10).

La Ley 642 de Telecomunicaciones de 1995 no trata el tema del uso lingüístico, pero reconoce las radios comunitarias como parte de la radiodifusión alternativa (Paraguay 1995: art. 57-59). No obstante, como señala Candia (2003: 174), la distribución de las frecuencias en el país es tal, que para las radios comunitarias es muy difícil conseguirlas y quedan marginalizadas en el espectro radiofónico del país. En general, podemos constatar que el guaraní está muy presente sobre todo en las radios locales en el campo, mientras que su presencia en los medios de comunicación de alcance nacional se reduce a un par de programas informativos matutinos.39

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De hecho, la expresión “medios de comunicación del Estado” de la Ley (art. 9/3 y 10/3) tiene muy poco alcance, ya que el sector estatal o público de los medios de comunicación paraguayos está poco desarrollado: por mucho tiempo el único medio público fue la Radio Nacional del Paraguay (creada en 1942, ), a la que se unió en 2011 la TV Pública, después llamada Paraguay TV (), que incluyen algunos programas en guaraní. En los canales televisivos comerciales la mayor tradición la tiene el programa Kay’uhápe en el SNT (antes Canal 9) (para más véase Zajícová 2012: 117, n. 12).

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3.11. Perú Perú oficializó el quechua en 1975 (Perú 1975: art. 1), lo que lo convierte en la primera lengua indígena de Hispanoamérica en ser declarada oficial en tiempos modernos. Las posteriores reformas constitucionales matizan el alcance de esta oficialización y añaden otras lenguas oficiales: la de 1979, el aimara (Perú 1979: art. 83), y la de 1993 (vigente), las demás lenguas aborígenes (Perú 1993: art. 48). En 2003 se aprueba la primera ley lingüística, en 2011 se aprueba la ley lingüística vigente. Allí se trata también el tema de las lenguas indígenas en los medios de comunicación: El Estado, a través de sus medios de comunicación, promueve y difunde programas en lenguas originarias, así como campañas orientadas a rescatar y revalorar las tradiciones, expresiones orales y patrimonio oral del país (Perú 2011: art. 12, par. h). […] los programas que emiten los medios de comunicación deben difundir el patrimonio y la tradición oral del Perú, como esencia de la cosmovisión e identidad de las culturas originarias del país, a fin de sensibilizar sobre la importancia de ser un país pluricultural y multilingüe y fomentar una cultura de diálogo y tolerancia (Perú 2011: art. 24).

La Ley de Radio y Televisión de 2004 (modificada por la Ley 30216, Perú 2014), que entre otras cosas define la radiodifusión comunitaria, no se dedica al uso lingüístico: c) Radiodifusión Comunitaria: Es aquella cuyas estaciones están ubicadas en comunidades campesinas, nativas e indígenas, áreas rurales o de preferente interés social. Su programación está destinada principalmente a fomentar la identidad y costumbres de la comunidad en la que se presta el servicio, fortaleciendo la integración nacional (Perú 2004: art. 9, par. c).

Si bien faltan textos legislativos que traten el tema de las lenguas indígenas en los medios de comunicación, Perú tiene, obviamente, una larga y rica tradición de su uso en estos ámbitos. Es más, Perú es uno de los pocos países donde las lenguas indígenas aparecen no solo en los medios comunitarios, sino también en los nacionales: la Radio Nacional del Perú, que ha transmitido programas en quechua y aimara desde 1987 (Leclerc 2015), y, más tarde, también la TV Perú, que actualmente realiza tres noticieros en lenguas indígenas: el primero en quechua, Ñuqanchik (a partir de diciembre de 2016),40 el segundo en aimara,

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(11 junio 2021).

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Jiwasanaka (a partir de abril de 2017),41 y el último, un magazine en ashaninka, Ashi añane (a partir de enero de 2018 en forma radial y a partir de noviembre de 2018 en forma televisiva).42

3.12. Venezuela Venezuela es el país con legislación en cierto sentido más exigente acerca del uso de lenguas indígenas. La oficialización de las lenguas indígenas se realizó a través de la Constitución en 1999 (Venezuela 1999: art. 9), seguida por la proclamación de la cooficialidad de lenguas indígenas pertinentes en las constituciones de algunos estados federales: Bolívar (Venezuela 2001a), Anzoátegui (Venezuela 2002) y Zulia (Venezuela 2003). En 2005, se aprueba la Ley Orgánica de Pueblos y Comunidades Indígenas (Venezuela 2005) y en 2008 la Ley de Idiomas Indígenas, que reconoce como oficiales 39 lenguas indígenas. En comparación con la legislación en otros países, hay una interesante innovación: el uso de una lengua indígena no se considera solo un derecho, sino también un deber de los hablantes indígenas (Venezuela 2008: art. 6).43 En cuanto al uso de lenguas indígenas en los medios de comunicación, ni la anterior Ley Orgánica de Telecomunicaciones de 2000 (Venezuela 2000), ni la vigente de 2011 (Venezuela 2011), ni el Reglamento de Radiodifusión Sonora y Televisión Abierta Comunitarias de Servicio Público, sin fines de lucro de 2001 mencionan el uso de lenguas en los medios (Venezuela 2001b). Este tema aparece primero en la controvertida Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión de 2004 (reformada parcialmente en 2010 como Ley de Responsabilidad

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(11 junio 2021). (11 junio 2021). “Artículo 6. Son derechos y deberes de los pueblos y comunidades indígenas: Los pueblos y comunidades indígenas tienen el derecho y el deber de hacer uso exhaustivo de los recursos necesarios para asegurar la transmisión generacional y la proyección espaciotemporal presente y futura de sus idiomas. Toda comunidad lingüística indígena tiene el derecho y el deber de codificar, estandarizar, preservar, desarrollar y promover su propio sistema lingüístico, como parte y aspecto fundante e imprescindible de su acervo colectivo, y del patrimonio de la Nación y de la humanidad. En el ámbito personal y familiar, los pueblos y comunidades indígenas tienen el derecho y la obligación de usar su idioma como única garantía de su fortalecimiento continuo y supervivencia irrestricta. En el ámbito público los pueblos y comunidades indígenas tienen el derecho y el deber de desarrollar toda su actividad e iniciativa en sus idiomas maternos originarios, a fin de acrecentar su espacio y ámbito de uso más allá de cualquier límite espacial, social o político” (Venezuela 2008: art. 6).

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Social en Radio, Televisión y Medios Electrónicos): “En el caso de los mensajes difundidos a través de los servicios de radio y televisión, especialmente dirigidos a los pueblos y comunidades indígenas, también serán de uso oficial los idiomas indígenas” (Venezuela 2010: art 4). El año siguiente, el tema se halla también en la Ley Orgánica de Pueblos y Comunidades Indígenas de 2005, que se dedica, entre otras cosas, a los medios de comunicación social indígena y la presencia de lenguas indígenas en ellas como un compromiso del Estado en colaboración con los pueblos indígenas: El Estado, conjuntamente con los pueblos y comunidades indígenas y sus organizaciones, tomará las medidas efectivas necesarias para propiciar las transmisiones y publicaciones en idiomas indígenas, por los diferentes medios de comunicación social en las regiones con presencia indígena, y apoyará la creación de medios comunitarios administrados por indígenas, los cuales están exentos del pago de impuestos (Venezuela 2005: art. 96).

No obstante, la Ley de Idiomas Indígenas de 2008 va más allá y en varios artículos establece incluso la obligatoriedad de su uso en los medios de comunicación que se encuentran en las tierras indígenas: El Estado debe garantizar los medios y recursos necesarios para la revitalización y promoción de los idiomas indígenas como instrumento de comunicación, conocimiento, instrucción, creación social y cultural. El uso de los idiomas indígenas es obligatorio en los hábitat y tierras indígenas, y en las áreas habitadas por los pueblos indígenas, en el ámbito educativo, laboral, institucional, administrativo o judicial, y medios de comunicación que allí existan (Venezuela 2008: art. 7). El Estado y las personas naturales y jurídicas que administren medios de comunicación social públicos, privados o comunitarios, impresos, audiovisuales, radiales, informáticos, multimedia y cualquier otro medio que pueda surgir con los avances tecnológicos, están obligados a crear espacios idóneos para garantizar la difusión de los idiomas indígenas (Venezuela 2008: art. 8). El Instituto Nacional de Idiomas Indígenas conjuntamente con los pueblos y comunidades indígenas, consejos comunales indígenas y organizaciones indígenas, deben propiciar por ante los órganos y entes competentes, la creación y sostenimiento de medios de comunicación incluidos medios comunitarios administrados por los pueblos y comunidades indígenas, como instrumentos de difusión de los idiomas indígenas, para lo cual brindará asesoría técnica y financiera. En los medios de comunicación comunitarios indígenas es obligatorio el uso de los idiomas originarios (Venezuela 2008: art. 44).

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Conclusiones Como se ha podido ver, la situación legislativa de las lenguas indígenas en los medios de comunicación es extremadamente variada en diferentes países hispanoamericanos. Si quisiéramos clasificarlos desde el punto de vista del tipo de ley que aborda el uso de lenguas indígenas en los medios de comunicación, sería posible dividirlos en cuatro grupos: 1. normativizado por legislación lingüística o indígena: Bolivia, Colombia, Guatemala, Nicaragua, Paraguay, Perú; 2. normativizado por legislación mediática: Argentina, Ecuador, Panamá; 3. normativizado tanto por legislación lingüística o indígena, como por legislación mediática: Chile, México, Venezuela; 4. ninguna ley normativiza el papel de las lenguas indígenas en los medios: Costa Rica, Cuba, República Dominicana, El Salvador, Honduras, Puerto Rico, Uruguay. No obstante, aún más interesante es ver las diferencias de contenido, es decir, qué es lo que establece la legislación sobre el uso de lenguas indígenas en los medios de comunicación, donde es posible identificar cinco tipos básicos. Por supuesto, en algunos países los diferentes matices conviven, pero hemos tratado de elegir el que nos parece más característico del caso en cuestión: 1. el uso de lenguas indígenas en los medios es una obligación: Venezuela; 2. el uso de lenguas indígenas en los medios es un deber: Guatemala, Nicaragua, México, Perú; 3. transmitir contenidos indígenas es un deber, el uso de lenguas indígenas es una posibilidad: Ecuador; 4. el uso de lenguas indígenas en los medios es un derecho de sus hablantes: Bolivia, Paraguay; 5. el uso de lenguas indígenas es una posibilidad: Argentina, Chile, Colombia, Panamá. Otra diferencia importante es si la legislación se refiere al uso de lenguas indígenas solo o principalmente en los medios comunitarios, locales, de alcance limitado, o si se refiere también al uso en otros tipos de medios de alcance nacional, es decir, donde el público mayoritario es castellanohablante. En el segundo caso, la función deja de ser principalmente comunicativa, para ser más bien educativa y simbólica: mostrar a la población castellanohablante los usos reales de las lenguas indígenas en contextos modernos es mucho más eficaz que una declaración del carácter plurilingüe de un Estado y hasta puede despertar interés en aprender

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estas lenguas. También es importante el valor simbólico, que puede ayudar a elevar el estatus de la lengua y la autoestima de los hablantes: 1. legislación del uso en medios de alcance limitado (comunitarios/sociales/locales): Bolivia (derecho), Chile, Guatemala, México, Venezuela; 2. legislación del uso en todos los medios o en los medios de alcance mayor (nacional): Argentina, Bolivia (posibilidad), Colombia, Ecuador, Nicaragua, Panamá (películas), Paraguay (medios del Estado), Perú. En Venezuela, que tiene el uso de lenguas indígenas normativizado tanto por la ley lingüística (2008) como por la mediática (2010), hay un uso obligatorio en los medios de comunicación “en los hábitat y tierras indígenas, y en las áreas habitadas por los pueblos indígenas” (Venezuela 2008: art. 7). En las leyes de Nicaragua (1993), Guatemala (2003), México (2003) y Perú (2011), está matizado de maneras muy diferentes el deber de incorporar espacios, divulgar, promover, fomentar, etc., las lenguas indígenas en los medios de comunicación. En Ecuador, aparece “el deber de difundir contenidos […] indígenas […] por un espacio de 5 % de su contenido comunicacional”, con la posibilidad de usar lenguas indígenas a la hora de transmitirlos (2013, reformado en 2019). En Paraguay (2010), aparece conceptualizado como el derecho individual y colectivo de toda la comunidad nacional, pero se refiere solo al guaraní, mientras que en Bolivia (2012) también prima el concepto de derecho de los pueblos originarios. En Chile (1993), Panamá (2007), Argentina (2009) y Colombia (2010) se admite la posibilidad de su uso, en algunos casos se sobreentiende que se considera más bien una excepción del uso obligatorio, que sería el castellano. Lamentablemente, el espacio disponible no ha hecho posible realizar en este estudio otra tarea interesante y hasta más importante, que sería una evaluación sistemática de si esta legislación ha tenido alguna influencia en el mundo mediático del país respectivo, y si se han dado algunos pasos concretos para su implementación. Por ejemplo, ¿se ha potenciado el uso de lenguas indígenas en los medios de comunicación de los países con una tradición importante de su uso como, por ejemplo, en Ecuador, Perú, Bolivia o Paraguay? ¿Se han abierto nuevos espacios para su uso? Como nos hemos tenido que restringir solo a algunas observaciones más bien anecdóticas sobre la situación en Argentina, Ecuador, Paraguay o Perú, se trata de una tarea que sigue pendiente para el futuro. Otra cosa que hay que tener en cuenta es que nuestro capítulo se centra en los medios de comunicación tradicionales, a pesar de que su peso puede estar disminuyendo con el advenimiento de los nuevos medios sociales. No obstante, coincidimos en esto con el centro de interés de la legislación, que por razones obvias regula poco estos ámbitos. Los nuevos medios sociales tienen una importancia singular en potenciar la práctica de uso de lenguas indígenas en nuevos espacios,

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sobre todo, el uso de la escritura, pero su carácter fragmentado y la compartimentación de su público pueden causar que sigan alcanzando solo a grupos limitados. Además, se suele tratar de un contexto menos formal. Mientras tanto, los medios de comunicación masiva tradicionales siguen teniendo un alcance más amplio y general, siguen ejerciendo un papel simbólico importante y siguen siendo un espacio que potencia el uso del registro oral formal. Y, justamente, la falta de espacios para el uso formal de las lenguas indígenas recientemente oficializadas es uno de los mayores problemas que obstaculizan los procesos de emancipación de estas lenguas. No hay que olvidar que todas parten de una situación diglósica donde los espacios de uso formal están ocupados por el castellano y es muy complicado para ellas abrirse camino en estos espacios. Tampoco hay que olvidar la inmensa fuerza castellanizadora de los medios de comunicación masiva. Sigue siendo válida la observación de Michael Krauss (1992: 6) de que la televisión para las lenguas indígenas es “an incalculably lethal new weapon […] ‘cultural nerve gas’”. Abrir espacios para las lenguas indígenas significa disminuir ese poder abrumador que las lenguas indígenas difícilmente puedan combatir.

Referencias Fuentes normativas Argentina (1980) = Argentina, República de la, Ley 22285, de 15 de setiembre, (14 mayo 2021). — (1984) = Argentina, República de la, Provincia de Santiago del Estero, Ley 5409, de 6 de setiembre, (14 mayo 2021). — (1994) = Argentina, República de la, Constitución de la Nación Argentina, Ley 24430, de 15 de diciembre, (4 junio 2021). — (1998) = Argentina, República de la, Poder Ejecutivo Nacional, Decreto DNU 1062, de 10 de septiembre, en: Boletín Nacional, 22.09.1998, (14 mayo 2021). — (2004) = Argentina, República de la, Provincia de Corrientes, Ley 5598, de 28 de septiembre, (1 junio 2021). — (2005a) = Argentina, República de la, Provincia de Santiago del Estero, Constitución de la Provincia de Santiago del Estero, de 26 de noviembre, en: Boletín Oficial,

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26.11.2005, (14 mayo 2021). — (2005b) = Argentina, República de la, Ley 26053, de 17 de agosto, (14 mayo 2021). — (2009) = Argentina, República de la, Ley 26522, de Servicios de Comunicación Audiovisual, de 10 de octubre, en: Boletín Oficial de la República Argenti­ na, n.º 31.756, 19.10.2009, (3 junio 2021). — (2010) = Argentina, República de la, Provincia de Chaco, Ley 6604, de 14 de julio, en: Boletín Oficial, n.º 9092, 28.07.2010, pp. 3-4, (2 junio 2021). — (2015) = Argentina, Defensoría del Público, La comunicación en lenguas originarias. Buenos Aires: Defensoría del Público, 2015, (3 junio 2021). Bolivia (1955) = Bolivia, República de, Código de la Educación Boliviana, Decreto Ley 3937, de 20 de enero, en: Gaceta Oficial, 15.04.1952, (27 mayo 2021). — (1967/2004) = Bolivia, República de, Constitución Política del Estado, Ley 2650, de 13 de abril de 2004, en: Gaceta Oficial, 26.04.2004, (5 junio 2021). — (2000) = Bolivia, República de, Decreto Supremo 25894, de 11 de septiembre, en: Gaceta Oficial, 15.09.2000, (5 junio 2021). — (2004) = Bolivia, República de, Decreto Supremo 27489, Reglamento para el funcionamiento de la radiodifusión comunitaria, de 14 de mayo, en: Gaceta Oficial, 14.05.2004, (27 mayo 2021). — (2009) = Bolivia, Estado Plurinacional de, Constitución Política del Estado, de 7 de febrero, en: Gaceta Oficial del Estado Plurinacional, 07.02.2009, Edición NCPE, (27 mayo 2021). — (2011) = Bolivia, Estado Plurinacional de, Ley 164, general de telecomunicaciones, tecnologías de información y comunicación, de 8 de agosto, en: Gaceta Oficial del Estado Plurinacional, 08.08.2011, (27 mayo 2021). — (2012) = Bolivia, Estado Plurinacional de, Ley 269, general de derechos y políticas lingüísticas, de 2 de agosto, en: Gaceta Oficial del Estado Plurinacional, 03.08.2012, (27 mayo 2021).

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Chile (1980) = Chile, República de, Constitución Política, de 11 de septiembre [última versión de 28.04.2021], en: Biblioteca del Congreso Nacional de Chile, (5 junio 2021). — (1993) = Chile, República de, Ley 19253, establece normas sobre protección, fomento y desarrollo de los indígenas, y crea la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena, de 28 de septiembre [última versión de 17.10.2020], en: Biblioteca del Congreso Nacional de Chile, (28 mayo 2021). — (2010) = Chile, República de, Ley 20433, crea los servicios de radiodifusión comunitaria ciudadana, de 25 de abril [última modificación de 30.12.2015], en: Biblioteca del Congreso Nacional de Chile, (28 mayo 2021). — (2014) = Chile, República de, Proyecto de ley general sobre derechos lingüísticos de los pueblos indígenas de Chile, en: Congreso de la República de Chile, Boletín, n.° 9363-04, 20.05.2014, (28 mayo 2021). Colombia (1979) = Colombia, República de, Ley 14, por medio de la cual se restablece la defensa del idioma español y se da una autorización a la Academia Colombiana de la Lengua, de 5 de marzo, en: Diario Oficial, vol. 115, n.º 35226, 23.03.1979, p. 1, (28 mayo 2021). — (1980) = Colombia, República de, Decreto 2744, por el cual se restablece la defensa del idioma y se da una autorización a la Academia Colombiana de la Lengua, de 14 de octubre, en: Diario Oficial, vol. 117, n.º 35633, 30.10.1980, p. 11, (28 mayo 2021). — (1991a) = Colombia, República de, Constitución Política, de 6 de julio, (2 junio 2022). — (1991b) = Colombia, República de, Ley 14, por la cual se dictan norma sobre el servicio de televisión y radiodifusión oficial, de 29 de enero, en: Diario Oficial, vol. 127, n.º 39651, 30.01.1991, p. 1, (2 junio 2022). — (1995) = Colombia, República de, Ley 182, por la cual se reglamenta el servicio de televisión y se formulan políticas para su desarrollo, se democratiza el acceso a éste, se conforma la Comisión Nacional de Televisión, se promueven la industria y actividades de televisión, se establecen normas para contratación de los servicios, se reestructuran entidades del sector y se dictan otras disposiciones en materia de telecomunicaciones, de 20 de enero, en: Diario Oficial, vol. 130, n.º 41681, 20.01.1995, p. 1,

(28 mayo 2021). — (1996) = Colombia, República de, Ley 335, por la cual se modifica parcialmente la Ley 14 de 1991 y la Ley 182 de 1995, se crea la televisión privada en Colombia

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y se dictan otras disposiciones, de 20 de diciembre, en: Diario Oficial, vol. 132, n.º 42946, 24.12.1996, p. 36, (2 junio 2022). — (2010a) = Colombia, República de, Ley 1381, por la cual se desarrollan los artículos 7.°, 8.°, 10 y 70 de la Constitución Política, y los artículos 4.°, 5.° y 28 de la Ley 21 de 1991 (que aprueba el Convenio 169 de la OIT sobre pueblos indígenas y tribales), y se dictan normas sobre reconocimiento, fomento, protección, uso, preservación y fortalecimiento de las lenguas de los grupos étnicos de Colombia y sobre sus derechos lingüísticos y los de sus hablantes, de 25 de enero, (2 junio 2022). — (2010b) = Colombia, República de, Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, Resolución 415, por la cual se expide el Reglamento del Servicio de Radiodifusión Sonora y se dictan otras disposiciones, de 13 de abril, en: Diario Oficial, n.º 47685, 19.04.2010, (28 mayo 2021). Declaración (1996) = Declaración Universal de Derechos Lingüísticos, de 6-9 de junio, Barcelona, (27 mayo 2021). Ecuador (1945) = Ecuador, República del, Constitución Política, de 6 de marzo, en: Cancillería del Ecuador, (6 junio 2021). — (1975) = Ecuador, República del, Ley de Radiodifusión y Televisión, Decreto Supremo 256, de 18 de abril [última modificación de 13.10.2011], en: Registro Oficial 785, (6 junio 2021). — (2008) = Ecuador, República del, Constitución, de 20 de octubre [con reformas hasta 2011], en: Asamblea Nacional del Ecuador, (2 junio 2021). — (2012) = Ecuador, República del, Proyecto de Ley Orgánica de Derechos Lingüísticos de los Pueblos y Nacionalidades Indígenas, de 24 de abril, en: Asamblea Nacional, Leyes en proceso, (13 mayo 2021). — (2013) = Ecuador, República del, Ley Orgánica de Comunicación, Ley 2, de 25 de junio, en: Registro Oficial, n.º 22, Tercer suplemento, 25.06.2013, (3 junio 2021).

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— (2014) = Ecuador, República del, Reglamento General a la Ley Orgánica de Comunicación, de 20 de enero, Decreto 214, en: Registro Oficial, n.º 170, Suplemento, 27.01.2014, (3 junio 2021). — (2019) = Ecuador, República del, Ley Orgánica Reformatoria a la Ley Orgánica de Comunicación, Ley 24, de 20 de febrero, en: Registro Oficial, n.º 432, Suplemento, 20.02.2019, (3 junio 2021). — (2021) = Ecuador, República del, Ley Orgánica Reformatoria a la Ley Orgánica de Comunicación, Ley 59, de 1 de febrero, en: Registro Oficial, n.º 382, Segundo Suplemento, 01.02.2021, (3 junio 2021). Guatemala (1985) = Guatemala, República de, Constitución Política, de 31 de mayo [reformada por la Consulta Popular, Acuerdo Legislativo 18-93], en: Congreso de la República de Guatemala, (3 junio 2021). — (1995) = Acuerdo sobre identidad y derechos de los pueblos indígenas, de 31 de marzo, (3 junio 2021). — (1996) = Guatemala, República de, Congreso de la República, Ley General de Telecomunicaciones, Decreto 94-96, de 18 de noviembre [reformado según Decreto 115-97 de 21 de noviembre de 1997], (6 junio 2021). — (1998) = Guatemala, República de, Proyecto de reforma constitucional del 16 de octubre de 1998, en: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, (6 junio 2021). — (2003) = Guatemala, República de, Congreso de la República, Decreto 19, Ley de Idiomas Nacionales, de 7 de mayo, en: Diario Oficial, t. 271, vol. 2, n.º 75, p. 1, 26.05.2003, en: Cenadoj-Centro Nacional de Análisis y Documentación Judicial, (3 junio 2021). — (2009) = Guatemala, República de, Proyecto de la Ley de Medios de Comunicación Comunitaria, de 20 de agosto, (3 junio 2021). — (2011) = Guatemala, República de, Presidencia de la República, Ministerio de Cultura y Deportes, Acuerdo 320, Reglamento de la Ley de Idiomas Nacionales, 28.09.2011, en: Diario Oficial, t. 292, vol. 2, n.º 98, p. 2, 11.10.2011, en: Cenadoj-Centro Nacional de Análisis y Documentación Judicial, (3 junio 2021).

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México (1960) = Estados Unidos Mexicanos, Ley Federal de Radio y Televisión, de 19 de enero [última reforma de 09.04.2012], en: Diario Oficial de la Federación, 09.04.2012, (3 junio 2021). — (1992) = Estados Unidos Mexicanos, Decreto por el que se reforma el Artículo 4.º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en: Diario Oficial de la Federación, 28.01.1992, (3 junio 2021). — (1998a) = Estados Unidos Mexicanos, Estado de Oaxaca, Ley de Derechos de los Pueblos y Comunidades Indígenas del Estado de Oaxaca, de 19 de junio [última reforma de 15.09.2001], (3 junio 2021). — (1998b) = Estados Unidos Mexicanos, Estado de Quintana Roo, Ley de Derechos, Cultura y Organización Indígena del Estado de Quintana Roo, de 31 de julio [última reforma de 04.07.2017], (3 junio 2021). — (1999) = Estados Unidos Mexicanos, Estado de Chiapas, Ley de Derechos y Cultura Indígenas del Estado de Chiapas, de 29 julio [última reforma de 27.11.2014], (3 junio 2021). — (2000) = Estados Unidos Mexicanos, Estado de Campeche, Ley de Derechos, Cultura y Organización de los Pueblos y Comunidades Indígenas del Estado de Campeche, de 15 de junio [última reforma de 04.07.2007], (3 junio 2021). — (2001) = Estados Unidos Mexicanos, Decreto por el que se aprueba el diverso por el que se adicionan un segundo y tercer párrafos al artículo 1.º, se reforma el artículo 2.º, se deroga el párrafo primero del artículo 4.º; y se adicionan un sexto párrafo al artículo 18, y un último párrafo a la fracción tercera del artículo 115 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en: Diario Oficial de la Federación, 14.08.2001, (3 junio 2021). — (2002) = Estados Unidos Mexicanos, Estado de México, Ley de Derechos y Cultura Indígena del Estado de México, de 10 de septiembre [última modificación de 29.09.2020], (3 junio 2021). — (2003a) = Estados Unidos Mexicanos, Ley General de Derechos Lingüísticos de los Pueblos Indígenas, en: Diario Oficial de la Federación, 13.03.2003, (11 junio 2021).

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— (2003b) = Estados Unidos Mexicanos, Estado de San Luis Potosí, Ley Reglamentaria del Artículo 9 de la Constitución Política del Estado sobre Derechos y Cultura Indígena de San Luís Potosí, de 13 de septiembre [última reforma de 01.05.2008], (11 junio 2021). — (2004) = Estados Unidos Mexicanos, Estado de Nayarit, Ley de Derechos y Cultura Indígena del Estado de Nayarit, de 18 de diciembre [última reforma de 21.10.2015], (11 junio 2021). — (2007a) = Estados Unidos Mexicanos, Estado de Durango, Ley General de los Pueblos y Comunidades Indígenas del Estado de Durango, de 22 de julio [última modificación de 17.03.2019], (11 junio 2021). — (2007b) = Estados Unidos Mexicanos, Estado de Jalisco, Ley sobre los Derechos y el Desarrollo de los Pueblos y las Comunidades Indígenas del Estado de Jalisco, de 11 de enero, (11 junio 2021). — (2007c) = Estados Unidos Mexicanos, Estado de Baja California, Ley de Derechos y Cultura Indígena del Estado de Baja California, de 26 de octubre [última reforma de 15.05.2015], (11 junio 2021). — (2014) = Estados Unidos Mexicanos, Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión, de 14 de julio, en: Diario Oficial de la Federación, 14.07.2014 [última reforma de 16.04.2021], (3 junio 2021). Nicaragua (1987a) = Nicaragua, República de, Constitución Política, de 9 de enero, en: La Gaceta: Diario Oficial, n.º 5, 09.01.1987, pp. 33-64, (2 junio 2021). — (1987b) = Nicaragua, República de, Ley 28, de Estatuto de la autonomía de las Regiones de la Costa Atlántica de Nicaragua, de 7 de septiembre, La Gaceta: Diario Oficial, n.º 238, 30.10.1987, pp. 2833-2838. — (1993) = Nicaragua, República de, Ley 162, de uso oficial de las lenguas de las comunidades de la Costa Atlántica de Nicaragua, de 22 de junio, en: La Gaceta: Diario Oficial, n.º 132, 15.07.1996, 2789-2791, (3 junio 2021).

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— (1995) = Nicaragua, República de, Ley General de Telecomunicaciones y Servicios Postales, de 21 de julio, en: La Gaceta: Diario Oficial, n.º 154, 18.08.1995, (11 junio 2021). — (2011) = Nicaragua, República de, Ley 757, de trato digno y equitativo a pueblos indígenas y afro-descendientes, de 2 de marzo, La Gaceta: Diario Oficial, n.º 96, 26.05.2011, pp. 2930-2932, (11 junio 2021). oea (1969) = Organización de los Estados Americanos, Convención americana sobre derechos humanos, de 22 de noviembre, (26 mayo 2021). oit (1957) = Organización Internacional de Trabajo, Convenio sobre poblaciones indígenas y tribuales (núm. 107), de 26 de junio, (26 mayo 2021). — (1989) = Organización Internacional de Trabajo, Convenio sobre pueblos indígenas y tribales (núm. 169), de 27 de junio, (26 mayo 2021). onu (1948) = Organización de Naciones Unidas, Declaración universal de derechos humanos, de 10 de diciembre, (26 mayo 2021). — (1966a) = Organización de Naciones Unidas, Pacto internacional de derechos económicos, sociales y culturales, de 16 de diciembre, (26 mayo 2021). — (1966b) = Organización de Naciones Unidas, Pacto internacional de los derechos civiles y políticos, de 16 de diciembre, (26 mayo 2021). — (1992) = Organización de Naciones Unidas, Declaración sobre los derechos de las personas pertenecientes a minorías nacionales o étnicas, religiosas y lingüísticas, de 18 de diciembre, (27 mayo 2021). — (2007) = Organización de Naciones Unidas, Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas, de 13 de diciembre, (27 mayo 2021). Panamá (1972) = Panamá, República de, Constitución Política, de 11 de octubre [con reformas hasta 2004], en: Gaceta Oficial, n.º 25176, 15.11.2004, pp. 45-128, (1 junio 2021). — (2007) = Panamá, República de, Ley 36, que fomenta la industria cinematográfica y audiovisual y dicta otra disposición, de 19 de julio, (3 junio 2021).

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— (2010) = Panamá, República de, Ley 88, que reconoce las lenguas y los alfabetos de los pueblos indígenas de Panamá y dicta normas para la Educación Intercultural Bilingüe, de 22 de noviembre, en: Gaceta Oficial Digital, n.º 26669-A, 26.11.2010, (3 junio 2021). Paraguay (1992) = Paraguay, República del, Constitución, de 20 de junio, (2 junio 2021). — (1995) = Paraguay, República del, Ley 642 de Telecomunicaciones, de 29 de diciembre, (2 junio 2021). — (2010) = Paraguay, República del, Ley 4251, de Lenguas, de 29 de diciembre, en: Gaceta Oficial de la República del Paraguay, n.º 257, 31.12.2010, pp. 52-60, (3 junio 2021). Perú (1975) = Perú, República del, Decreto Ley n.º 21156, que reconoce el quechua como lengua oficial de la República, de 27 de mayo, en: Archivo Digital de la Legislación del Perú, (11 junio 2021). — (1979) = Perú, República del, Constitución para la República del Perú, de 12 de julio, en: Archivo Digital de la Legislación del Perú, (11 junio 2021). — (1993) = Perú, República del, Constitución Política, de 29 de diciembre, (2 junio 2021). — (2003) = Perú, República del, Ley n.º 28106, de reconocimiento, preservación, fomento y difusión de las lenguas aborígenes, de 30 de octubre, El Peruano, 21.11.2003, pp. 255-568, (11 junio 2021). — (2004) = Perú, República del, Ley 28278, de Radio y Televisión, de 15 de julio, en: Archivo Digital de la Legislación del Perú, (11 junio 2021). — (2011) = Perú, República del, Ley 29735, que regula el uso, preservación, desarrollo, recuperación, fomento y difusión de las lenguas originarias del Perú, de 2 de julio, en: El Peruano, 05.07.2011, pp. 445799-445801, (3 junio 2021). — (2014) = Perú, República del, Ley 30216, de formalización y promoción de empresas de radiodifusión comunitaria, de radio y televisión, en zonas rurales y lugares de preferente interés social y modificatoria de la ley 28278, Ley de Radio y Televisión, de 2 de julio, (3 junio 2021).

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Unesco (2001) = Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, Declaración Universal de la Unesco sobre la Diversidad Cultural, de 2 de noviembre, (27 mayo 2021). Venezuela (1999) = Venezuela, República Bolivariana de, Constitución, de 20 de diciembre, en: Gaceta Oficial: de la República Bolivariana de Venezuela, n.º 5453 Extraordinario, 24.03.2000, pp. 1-45, (2 junio 2021). — (2000) = Venezuela, República Bolivariana de, Ley Orgánica de Telecomunicaciones, de 12 de junio, en: Gaceta Oficial, n.º 36970, 12.06.2010, (2 junio 2021). — (2001a) = Venezuela, República Bolivariana de, Estado Bolívar, Constitución del Estado Bolívar, de 2 de julio, disponible en: Political Database of the Americas, Washington, D.C.: Georgetown University, Center for Latin American Studies, 1995-2006, (11 junio 2021). — (2001b) = Venezuela, República Bolivariana de, Reglamento de Radiodifusión Sonora y Televisión Abierta Comunitarias de Servicio Público, sin fines de lucro, Decreto 1.521, de 3 de noviembre, en: Gaceta Oficial, n.º 37359, 08.01.2002. (11 junio 2021). — (2002) = Venezuela, República Bolivariana de, Constitución del Estado Anzoátegui, de 30 de mayo, en: Gaceta Oficial del Estado Anzoátegui, 73:551 (extraordinario), 01.07.2002, disponible en: Political Database of the Americas, Washington, D.C.: Georgetown University, Center for Latin American Studies, 1995-2006, (11 junio 2021). — (2003) = Venezuela, República Bolivariana de, Constitución del Estado Zulia, de 5 de agosto, en Gobernación del Estado Zulia, 2012, (11 junio 2021). — (2005) = Venezuela, República Bolivariana de, Ley Orgánica de Pueblos y Comunidades Indígenas, de 27 de diciembre, en: Gaceta Oficial: de la República Bolivariana de Venezuela, n.º 38344, 27.12.2005, pp. 343651-343664, (11 junio 2021). — (2008) = Venezuela, República Bolivariana de, Ley de Idiomas Indígenas, de 28 de julio, en: Gaceta Oficial: de la República Bolivariana de Venezuela, n.º 38981, 28.07.2008, pp. 362856-362860, (3 junio 2021).

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Estudios particulares

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La lengua general del Inca, ¿realidad o mito?* Willem F. H. Adelaar Universiteit Leiden

The General Language of the Inca: Reality or Myth? Abstract: When Spanish explorers first reached Peru, they found most of the population of the newly discovered Inca Empire able to communicate in a variety of Quechua, to which they initially referred as “the general language of the Inca.” Although little is known about the existence of a unified Quechua standard language before the arrival of the Spaniards, in early colonial Peru at least three varieties of Quechua competed for the role of “general language”. One of these varieties is characterized by the occurrence of voiced stops after nasal consonants and can be recognized in the Quechua language as described by Domingo de Santo Tomás in 1560, in early Quechua lexical loans in Spanish, in Quechua conversations recorded in some of the earliest chronicles, and to a certain extent in modern Quichua as spoken in Ecuador. The second variety is found in the Huarochirí Manuscript, an elaborate account in Quechua of the Indigenous religion as practiced in the highlands adjacent to Lima, which was commissioned by Francisco de Ávila around 1600. The third variety coincides with the Quechua of the Cuzco area, extensively documented by Diego González Holguín in 1607-1608. Whereas the first two varieties soon became obsolete, the language of Cuzco would form the basis for further standardization efforts aiming at the unification of Quechua during the seventeenth century. Keywords: Quechua; varieties of Quechua; colonial Peru; lingua franca.

En el imperio inca se hablaban distintas lenguas, la mayoría de ellas desaparecidas en la actualidad y de parentesco desconocido. La mayor diversidad de lenguas se encontraba en los valles interandinos y la región costera del Ecuador y en la zona costera y el interior andino del norte del Perú (cf. Urban 2019: 45-72). Sin embargo, los cronistas de la época de la conquista española observaron que una gran parte de los súbditos del Inca dominaban la llamada “lengua general del Inga”, sea como lengua materna o como segunda lengua. Por medio de esta *

Este capítulo fue redactado con el apoyo del Consejo Europeo de Investigación (Programa FP7: acuerdo de subvención n.º 295918).

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denominación o alguna de sus variantes (“la lengua general”, “la general”, “la lengua”, “la lengua del Inga”, “la lengua general de los indios”, etc.) se solía referir al grupo lingüístico quechua en su totalidad, o si no, a una o más de las numerosas variedades que lo componen. Al parecer, la denominación “quechua” aún no era utilizada durante los primeros contactos entre españoles e indígenas para referir a la lengua general de mayor distribución de la región andina central. La designación “quechua”, que con mucha probabilidad se refería originalmente a uno de los pisos ecológicos del ambiente andino, comenzó a ser utilizada como glotónimo a mediados del siglo xvi, como lo demuestra su presencia en la obra de Domingo de Santo Tomás de 1560 (cf. Cerrón-Palomino 1987: 32). No obstante, pese a la introducción del término “quechua” como denominación específica, también se siguió utilizando la expresión “lengua general” para designar cualquier variedad del quechua, reconocida o en vías de normalización, durante la mayor parte de la época colonial.

1. Evolución del concepto “lengua general del Inga” durante el siglo xvi La expresión “lengua general del Inga” sugiere que el imperio incaico hubiera beneficiado de la disponibilidad de una lengua unificada y normalizada, utilizada en la administración y en la comunicación diaria. La documentación existente proveniente de la época colonial no da lugar a duda que, de existir tal norma idiomática unificada, se hubiera tratado de una variedad del grupo lingüístico quechua. Sin embargo, esta misma documentación demuestra que las características distintivas de la lengua general incaica no dejaban de ser ambiguas. Tanto el domínico Domingo de Santo Tomás, autor de la primera descripción gramatical con vocabularios del quechua que ha sido preservada, como el jesuita Diego González Holguín, que realizó un trabajo similar en 1607-1608, pretendieron describir la “lengua general”. Sin embargo, las diferencias que se pueden observar entre la lengua general representada en la obra de Santo Tomás y el quechua codificado por González Holguín son considerables. Mientras que los trabajos de González Holguín representan una versión colonial temprana del quechua cuzqueño actual, la obra de Santo Tomás contiene una información lingüística variada. Sus vocabularios, en particular, contienen elementos procedentes de distintas variedades geográficas, entre las que figuran variedades quechuas del Perú central pertenecientes al grupo dialectal Quechua I (según la clasificación de Torero 1964), y el quechua del Cuzco, ejemplificado por vocablos propios de los alrededores de aquella ciudad, como ‘agua’ (en vez de yaku, el término que se encuentra generalizado por casi toda la

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familia quechua). Mientras tanto, el componente principal de la lengua descripta por Santo Tomás parece corresponder con una variedad extinta del quechua, que se caracterizaba, entre otras cosas, por la sonorización de las oclusivas /p/, /t/, /k/ a [b], [d], [g], respectivamente, cuando van precedidas de una consonante nasal. Esta variedad, que enriqueció el español andino con préstamos léxicos tempranos como ‘cóndor’, ‘tambo’ y ‘minga’, presenta semejanzas fonológicas con el quechua ecuatoriano actual y fue identificada por Torero (1964) como procedente de la región costera central del Perú, vale decir, la región limeña, Pachacamac y Chincha con sus alrededores. Desde aquellos centros costeros el quechua se habría expandido hacia el Ecuador en tiempos prehispánicos por vía marítima (Torero 1972, 1984) antes de extinguirse en su zona de origen durante la fase inicial de ocupación colonial. La interpretación de la variedad lingüística dominante en la obra de Santo Tomás como “quechua costeño” llegó a formar parte de una visión de consenso de la (pre)historia quechua, que permaneció vigente por casi cinco décadas. Al final, esta interpretación fue refutada en un trabajo de Itier (2013), en el que señala la debilidad de la base documental del llamado “quechua costeño”. A esta crítica se agrega la problematización de los contactos marítimos entre el Perú central y el Ecuador, sobre todo con relación al viaje de regreso de norte a sur, contrario al sentido de la corriente marina (Hocquenghem 2012), y la falta de una presencia toponímica sólida del quechua en la zona de la costa central peruana (Arjan Mossel, comunicación personal). Estos nuevos abordajes ponen en debate el origen geográfico tanto de la variedad del quechua que domina en la obra de Santo Tomás, como del quechua (o quichua) ecuatoriano. Como hemos visto, se puede observar un desplazamiento de la variedad descrita por Domingo de Santo Tomás a favor del quechua cuzqueño en su papel de lengua general, que se produjo durante las casi cinco décadas que separan los trabajos de Santo Tomás y de González Holguín. Con toda probabilidad, no solo nos encontramos frente a un proceso histórico, sino también a un cambio de perspectiva de carácter subjetivo con respecto a la identidad exacta de la lengua general heredada del imperio Inca. Otra perspectiva alternativa se ve ilustrada en el Libro de visitas del arzobispo Santo Toribio Mogrovejo, quien con sus seguidores reunió una gran cantidad de información sobre la situación de las lenguas nativas habladas en el centro y norte del Perú entre 1590 y 1610 (cf. Benito 2006). Los escribanos del santo prelado ignoraron sistemáticamente la diferencia entre la supuesta lengua general y las variedades geográficas locales del grupo lingüístico quechua, pertenecientes a la división dialectal Quechua I, que encontraron en el Perú centro-norteño, dado que utilizaban la expresión “la lengua general del Inga” o cualquiera de sus variantes (“la lengua general”, “la lengua”, “la general”, “la lengua general de los indios”)

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para cada una de aquellas variedades sin hacer ninguna distinción. Posiblemente, se estimaba improductiva tal distinción con vista a la labor de evangelización, considerando que las diferencias dialectales no fueran insuperables para la comunicación. Mientras tanto, otros autores de la época sí mantenían la distinción entre “la lengua general (del Inga)” y las demás variedades del quechua que ellos consideraban ser “corruptas” o imperfectas, traicionando así su familiaridad con la abundante diversidad dialectal que ya debía de existir dentro del grupo lingüístico quechua en el siglo xvi. Sin embargo, en muchos casos no quedaban muy definidas las características de la lengua general que los autores tenían en mente. En las páginas que siguen discutiremos tres variedades del quechua que en determinadas ocasiones han sido presentadas como manifestaciones de una lengua general de origen prehispánico. Veremos que se trata de variedades distintas, que ocupan lugares específicos en el árbol genealógico del conjunto idiomático quechua y que, por lo tanto, deben de haber tenido orígenes geográficos distintos. Por lo menos en dos casos la determinación del origen geográfico de la variedad en cuestión resulta ser problemática. Además, no se puede excluir la posibilidad de que una u otra de las tres “lenguas generales” propuestas aquí escondieran en realidad más de una norma. Sin embargo, antes de examinar la viabilidad de estas tres opciones cabe una breve exposición de la estructura y evolución de la familia lingüística quechua.

2. Estructura y evolución del quechua: la familia lingüística No es posible apreciar la posición histórica de la lengua general quechua, o de las variedades del quechua consideradas como tal, sin tomar en cuenta la evolución histórica de la familia lingüística quechua en su totalidad. Como ya lo observaron Parker (1963) y Torero (1964), el conjunto idiomático quechua se divide en dos ramas principales, que el último autor denominó Quechua I y Quechua II. La rama Quechua I (‘quechua central’) se distingue por una serie de innovaciones fonológicas y morfológicas y elementos léxicos propios que, por lo general, no se encuentran fuera de este grupo. La innovación más fundamental del Quechua I es la génesis de vocales largas, que se distinguen funcionalmente de las correspondientes vocales breves. Esta distinción llegó a jugar un papel importante en la morfología verbal del grupo Quechua I. Este grupo dialectal presenta una distribución geográfica compacta y cubre la parte norte-central de los Andes peruanos, ubicada en los departamentos de Ancash, Huánuco, Junín y Pasco, y en algunos sectores adyacentes del departamento de Lima pertenecientes a las provincias de Cajatambo, Oyón, Huaura y Yauyos. En la segunda

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mitad del siglo xx, muchas variedades Quechua I han comenzado a extinguirse, afectando así la antigua continuidad geográfica de este grupo dialectal. La rama Quechua II exhibe menos innovaciones distintivas y se divide en varias subramas. La clasificación de Torero (1964) reconoce tres subgrupos, denominados Quechua IIA, Quechua IIB y Quechua IIC. El grupo Quechua IIA, que se ubica en el norte del Perú, sobre todo en los departamentos de Lambayeque y Cajamarca, y en partes del interior de Lima (provincias de Yauyos y Huaral), constituye en realidad un conjunto de variedades arcaicas, cuya unidad distintiva permanece en debate. En el caso de la variedad de Pacaraos (provincia de Huaral) ni siquiera la atribución a la rama Quechua II parece ser justificada. Su afiliación lingüística se encuentra más cercana al Quechua I y hasta podría constituir una rama separada con respecto a las dos ramas principales (cf. Adelaar 1984). Las subramas Quechua IIB y IIC se encuentran muy cercanas desde un punto de vista genealógico. Sin embargo, el Quechua IIB presenta algunas innovaciones fonológicas, morfológicas y léxicas que no se encuentran normalmente en los demás subgrupos del conjunto idiomático quechua (cf. Adelaar 1994). La innovación fonológica principal del Quechua IIB es la coincidencia de las oclusivas */k/ (velar) y */q/ (posvelar, uvular), cuya fusión resulta en /k/. Esta coincidencia, ya reconocida como característica distintiva de este grupo dialectal por Torero (1964), se manifiesta en todas sus variedades modernas, es decir, el quechua de los departamentos peruanos de Amazonas (Chachapoyas), de San Martín (Lamas), de Loreto y Ucayali, y en las variedades habladas en el Ecuador y en Colombia. Sin embargo, una parte importante de la identificación del grupo Quechua IIB se basa en dos variedades documentadas extintas, el quechua descrito por Domingo de Santo Tomás en 1560, que por varias décadas fue interpretado como quechua “costeño” o “limeño” (Torero 1964; Cerrón-Palomino 1987), y el quechua del Manuscrito de Huarochirí de alrededor de 1608 (Tay­ lor/Acosta 1987), que proviene de la provincia de Huarochirí en el interior del actual departamento de Lima. Las fuentes escritas premodernas, en las que se basa nuestro conocimiento de las dos variedades, no reflejan la diferencia entre las oclusivas /k/ y /q/ de manera consistente, dejando lugar a interpretaciones conflictivas acerca del mantenimiento de su distinción en las variedades en cuestión. Solo quedan indicaciones indirectas de esa distinción como la presencia de vocales medias (, ), esperadas en la vecindad de */q/, y de vocales altas (, ), que se encuentran normalmente en la proximidad de */k/. La distribución de vocales medias y altas en la proximidad de */k/ ~ */q/ en el quechua del Manuscrito de Huarochirí es altamente inconsistente, salvo en algunas expresiones locales, sobre todo gentilicios adoptados de otras lenguas, en las que la distinción parece mantenerse. La lengua descrita por Domingo de Santo Tomás presenta, por su lado, la complicación de incluir material léxico tomado

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de distintas variedades dialectales, inclusive del Quechua I. Los vocabularios español-quechua y quechua-español presentados por Santo Tomás parecen reflejar la pérdida de la distinción /k/ ~ /q/ en algunos casos (por ejemplo, en el par mínimo */kiru/ ‘diente’ con */qiru/ [qeru] ‘palo’, ambos transcritos como por Santo Tomás) y su mantenimiento en otros. Para una discusión de esta problemática (que aún presupone la existencia de un quechua costeño), véase Durston (2007: 188-191). El grupo Quechua IIC (quechua sureño) comprende las variedades más conocidas utilizadas en la actualidad, es decir, el quechua andino del sur-centro del Perú (Huancavelica, Ayacucho, Apurímac, Cuzco, Puno, Arequipa, Moquegua), y todas las variedades quechuas habladas en Argentina, Bolivia y Chile. Sus variedades más conocidas son, de norte a sur, el quechua ayacuchano (‘chanka’), el quechua cuzqueño (‘inka’), el quechua puneño (‘collavino’), el quechua boliviano en sus variedades norte y sur, y el quechua de Santiago del Estero (‘cuzco’) en Argentina. El Quechua IIC es un grupo históricamente conservador, que se mantiene relativamente cercano al modelo original de la proto-lengua quechua. De las tres variedades del quechua, a las que en distintos momentos se les ha atribuido el estatus de lengua general precolonial, dos pertenecen al grupo IIB y una al grupo IIC. Ninguna variedad Quechua I fue interpretada como tal, salvo en el Libro de visitas de Santo Toribio Mogrovejo, donde todas las variedades del quechua fueron tratadas como manifestaciones de la “lengua general” sin ninguna distinción. En lo que sigue presentaremos en breve cada una de las tres variedades que compiten por el estatus de lengua general incaica.

3. El quechua del Inga o quechua de las consonantes sonorizadas La sonorización de consonantes oclusivas y africadas después de nasal es un elemento innovador que se encuentra actualmente en el quechua del Ecuador y de Colombia, tal como en una gran parte de las variedades Quechua II ubicadas en el norte del Perú y en la región amazónica. Estas variedades norteñas no solo incluyen dialectos Quechua IIB (Amazonas, San Martín), sino también variedades pertenecientes al debatido subgrupo Quechua IIA (Cajamarca, Lambayeque). La sonorización se manifiesta típicamente en las oclusivas y africadas que van precedidas por una nasal. En general, la articulación de esta nasal varía por asimilación al lugar de articulación de la oclusiva que la sigue: */nk/ [ŋk] > [ŋg], */np/ [mp] > [mb], */nt/ [nt] > [nd], */nč/ [ɲtʃ] > [ɲʤ]. Desde una perspectiva actual, la distribución geográfica de la sonorización, la variación dialectal relativa a sus reglas de uso, y la procedencia heterogénea de las variedades afectadas podrían sugerir un origen regional ‘norteño’ del fenóme-

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no, posiblemente bajo la influencia de lenguas de sustrato o como efecto de un multilingüismo avanzado. No obstante, la documentación histórica colonial revela una extensión mucho más amplia de la sonorización, que no se limitó al sector geográfico norteño. Se la encuentra también en el quechua que domina en la obra de Domingo de Santo Tomás, y que por mucho tiempo fue interpretado como un quechua local, asociado con la costa central peruana. Además, en años recientes se ha logrado identificar una variedad de quechua, que fue utilizada en los primeros contactos de los españoles con los incas, y cuya presencia se puede observar en la crónica de Juan de Betanzos de 1551 y en otras fuentes coloniales tempranas. Esta variedad, caracterizada como “la lengua vehicular del imperio inca” por Itier (2013) y como “quechua del inga” en Cerrón-Palomino (2017), exhibe el mismo fenómeno innovador de sonorización que caracteriza la variedad descrita por Santo Tomás y que también se encuentra en algunos préstamos tempranos del quechua al español (véanse ejemplos más arriba). Aparte de algunas divergencias internas de importancia menor, se podría tratar de una variedad lingüística que hubiera funcionado como lengua de comunicación general en el imperio Inca y durante la época inicial del empoderamiento colonial (cf. Hernández Astete/Cerrón-Palomino 2015: 34-37). Entre las divergencias internas figura, por ejemplo, la mantención o pérdida del sufijo nominalizador agentivo */-q/ en posición final de palabra (cf. Durston 2007: 189; Cerrón-Palomino 2017: 88), que podrían ser interpretadas como representando distintas etapas en el desarrollo de una misma tradición idiomática. Queda por establecer el origen geográfico de este “quechua del inga”. Una vez abandonada la hipótesis del origen costeño, Itier (2013) procura identificar esta primera lengua de comunicación como un quechua originario de la región del Cuzco y plantea la idea de que el quechua cuzqueño colonial y moderno fuera en realidad un producto del contacto lingüístico inducido por cambios demográficos y desplazamientos humanos ocurridos en los Andes peruanos del sur durante la segunda parte del siglo xvi. Tal escenario se revela problemático cuando consideramos el carácter fonológicamente innovador de la lengua en cuestión. Se supone que innovaciones tan poderosas como la sonorización y otras se hubieran manifestado en una región de contacto intenso con lenguas fonológicamente ajenas.1 Además, las características areales de la situación lingüística vigente en el sur andino peruano se oponen categóricamente a la posibilidad de génesis de una lengua con las características fonológicas del “quechua del inga”.

1

Compárese la argumentación avanzada en Cerrón-Palomino (1990: 360) en favor del origen costeño de la variedad sonorizadora.

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Una vez descartada la opción del origen costeño, se podría también considerar el área en la que sobreviven las variedades quechuas modernas más cercanas al llamado “quechua del inga”, es decir, los Andes ecuatorianos. El “quechua del inga” podría haberse formado en la situación de contacto prolongado de los incas cuzqueños con la población autóctona del Ecuador durante sus campañas de conquista, que duraron cerca de medio siglo. De esta manera el llamado “quechua del inga” podría haber llegado al Cuzco con las huestes incas que volvieron del Ecuador, lo que se explicaría por su papel dominante durante el mando de Atawallpa (Atahualpa). La subsiguiente caída en desuso de esta lengua de comunicación general podría entonces ser atribuida a sus orígenes castrenses y a la impopularidad de sus protagonistas entre la gente del Cuzco. Desde luego, tal hipótesis queda por averiguarse a la luz de los datos lingüísticos disponibles.

4. El quechua del Manuscrito de Huarochirí El quechua del Manuscrito de Huarochirí, que fue preparado por encargo del párroco doctrinero Francisco de Ávila antes de 1608 (Taylor/Acosta 1987), también puede ser considerado como ejemplo de una lengua de comunicación de distribución extensa. Su parentesco cercano con el Quechua IIB hablado en el valle del Huallaga en la montaña preandina peruana (departamento de San Martín) y con el quechua de Chachapoyas ubicado en el departamento de Amazonas (haciendo abstracción de las múltiples innovaciones fonológicas de esta última variedad) alude a la existencia de un idioma ancestral de amplia distribución que habría jugado un papel decisivo en algunas migraciones de larga distancia. El contenido del Manuscrito de Huarochirí (ver Taylor 1980; Taylor/Acosta 1987; Salomon/Urioste 1991) indica que este fue redactado en la comunidad de San Damián de Checas (provincia de Huarochirí, Lima) en una región donde se hablaban varias lenguas locales, incluso variedades de Quechua I y del aimara. No se sabe si la lengua del Manuscrito fue una de estas lenguas locales o tan solo la variedad quechua a la que el autor anónimo del documento tenía mayor acceso. A pesar del origen cuzqueño de Ávila, la lengua del Manuscrito no exhibe ninguna afinidad exclusiva con el quechua del Cuzco, ni con el ayacuchano actual. En su Introducción a la lengua general quechua, Taylor (2001) toma como punto de referencia la lengua del Manuscrito de Huarochirí, dejando claro que esta variedad también puede haber funcionado como “lengua general” en algún momento. Por sus características léxicas y morfológicas el quechua del Manuscrito de Huarochirí se acerca al grupo Quechua IIB. El texto del Manuscrito (cf. Tay­ lor 1980) pone en evidencia la ausencia de la oposición distintiva entre /k/ y /q/

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con más claridad aún que la obra de Domingo de Santo Tomás.2 Esta afiliación Quechua IIB implica que el quechua del Manuscrito de Huarochirí se encuentra genealógicamente más cercano al quechua ecuatoriano y al “quechua del inga” discutido en el párrafo anterior, que al quechua cuzqueño y ayacuchano (Quechua IIC). Sin embargo, la diferencia superficial con esta última variedad no es particularmente grande, ya que tanto el quechua del Manuscrito de Huarochirí, como el quechua de Ayacucho son variedades relativamente conservadoras. A pesar de pertenecer al grupo Quechua IIB, el quechua del Manuscrito de Huarochirí no tiene ningún rasgo de sonorización, un fenómeno que según parece se habría desarrollado en una variedad hermana que actuó como precursora del quichua ecuatoriano. Considerando entre otros aspectos el carácter conservador del quechua del Manuscrito de Huarochirí, la interrogante de su origen geográfico muy bien podría estar interrelacionada con la cuestión del origen geográfico del Quechua IIB en su totalidad. Es probable que el Quechua IIB representaba una subrama dialectal que en algún momento se separó espacialmente del grupo Quechua IIC. En base a su principal innovación, la pérdida de la distinción entre */k/ y */q/, y la ubicación geográfica de Huarochirí en las vertientes pacíficas del departamento de Lima, no sería demasiado atrevido plantear la posibilidad de una génesis y desarrollo inicial del grupo Quechua IIB a poca distancia de la costa central peruana, por ejemplo, en las laderas pacíficas de los departamentos de Huancavelica y Ayacucho y en los valles del departamento de Lima, donde habría estado en contacto con lenguas locales que desconocían la distinción entre /k/ y /q/.

5. El quechua ayacuchano-cuzqueño Pese a algunas diferencias léxicas la distancia genealógica entre las dos variedades principales del Quechua IIC peruano, “quechua sur-peruano común” en la terminología de Mannheim (1990: 140), es relativamente pequeña. El quechua ayacuchano, la variedad más conservadora en la actualidad, es muy similar al quechua cuzqueño del siglo xvi con la excepción de la presencia de los rasgos fonológicos de glotalización y aspiración en las oclusivas y africadas, que se observa en el léxico cuzqueño y collavino, al igual que en las variedades quechuas de Bolivia. Según un consenso general, la introducción de la glotalización y de la aspiración se debería al contacto con el aimara, aunque la influencia de otras

2

Taylor (2001) reintroduce las oposiciones fonológicas originales del quechua /k/ ~ / q/, /ĉ/ ~ /č/ y /ʂ/ ~ /s/ en la ortografía del texto, posiblemente con un fin didáctico.

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lenguas vecinas, como el puquina y el uru, no puede ser excluida.3 Otras particularidades fonológicas del quechua cuzqueño (por ejemplo, la fricativización de oclusivas y africadas en final de sílaba) son de origen relativamente reciente. No se sabe mucho acerca de las circunstancias en las que se formó la división dialectal entre el ayacuchano y el cuzqueño, pero es probable que la presente territorialidad de las dos variedades no fuera tan tajante durante la época de la conquista, como en la actualidad. Como vimos arriba, el quechua sur-peruano compartía su territorio actual con otras lenguas (cf. Mannheim 1991: 43-47), y en la extremidad noroeste de su territorio el quechua ayacuchano podría haber expandido a costa de variedades Quechua I como efecto de la explotación minera colonial en aquella región (Pearce/Heggarty 2011). Pese a esta situación de multilingüismo inestable, el quechua ayacuchano-cuzqueño parece haber logrado una distribución suficientemente densa a la hora de la conquista como para asegurarse una posición dominante respaldada por el prestigio de los incas del Cuzco. La codificación normalizadora del quechua sur-peruano como vehículo de comunicación en el Perú colonial ganó fuerza a partir del Tercer Concilio Limense en los años 1582-1583 y llevó a esfuerzos sistemáticos para crear una lengua unificada accesible a toda la población quechuahablante, aunque sea con una fuerte base cuzqueña (Durston 2007: 191-206). A lo menos en el intento se trataba de un verdadero proyecto de “lengua general” con un éxito relativamente duradero en los dos siglos subsiguientes. La predominancia del quechua cuzqueño en este proyecto de normalización y unificación lingüística iniciado a raíz del Tercer Concilio Limense permite suponer que esta variedad ya gozaba de un amplio reconocimiento regional como “lengua general” incipiente durante la conquista española del imperio inca.

Discusión final En las páginas anteriores procuramos mostrar en base a consideraciones lingüísticas que a la llegada de los europeos por lo menos tres variedades del quechua se encontraban en la posición de competir por el papel de lengua de comunicación general en el imperio incaico. Dos de ellas, el “quechua del inga” y el “quechua sur-peruano común”, podrían en realidad incluir normas adicionales, como el quechua de la obra de Domingo de Santo Tomás, en el primer caso, y un posi-

3

La presencia de consonantes aspiradas en el quechua andino ecuatoriano es una muestra de la influencia histórica del quechua cuzqueño en el Ecuador prehispánico. Por lo demás, el quechua andino ecuatoriano se acerca más a las variedades Quechua IIB del norte del Perú y al quechua de Domingo de Santo Tomás.

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ble ancestro del quechua ayacuchano, en el segundo. Además, se mantuvo hasta en el siglo xvii la práctica de no distinguir entre las variedades geográficas del quechua y de utilizar la expresión “lengua general” indiscriminadamente para cualquier representante del grupo idiomático quechua. Como vimos, tal fue la práctica encontrada en el Libro de visitas de Santo Toribio Mogrovejo. En otras fuentes tempranas de la época colonial a menudo se hacía la distinción entre una “lengua general” quechua y formas “corruptas”, “avillanadas” o “mezcladas” de la misma, generalmente sin especificar de qué “lengua general” se trataba. Se puede suponer que los autores de tales fuentes manejaban perspectivas subjetivas y divergentes en función de su familiaridad con una u otra de las normas lingüísticas disponibles. Por lo tanto, podemos concluir que no hay pruebas definitivas que indiquen que una lengua general normalizada hubiera existido en el imperio incaico antes de la llegada de los europeos. Esta sistematización sin mayor duda demasiado sencilla puede servir como punto de partida para investigaciones más profundizadas. Será necesario averiguar en detalle la compatibilidad de cada variedad de “lengua general” aludida y cada escenario propuesto con todos los datos lingüísticos disponibles en el contexto cronológico que les corresponde. Aparte de esto, se vislumbran unas preguntas de orden interdisciplinario que merecen mayor atención: (1) la posibilidad del origen ecuatoriano del quechua sonorizador (el “quechua del inga” y el quechua “nuclear” de Domingo de Santo Tomás, despojado de sus influencias locales) y (2) el anclaje geográfico del proto-idioma subyacente al subgrupo Quechua IIB. Este último grupo se encuentra a la base de movimientos migratorios de larga distancia, a menudo inesperados (Ecuador, Chachapoyas, San Martín), que debieron implicar desplazamientos humanos considerables. El desarrollo de una hipótesis consistente acerca de su base geográfica y migraciones subsiguientes constituye una necesidad urgente.

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Tiempo, modo y persona en la flexión verbal del quechua Vlastimil Rataj Univerzita Karlova, Praha

Tense, Mood and Person in the Verbal Inflection of Quechua Abstract: Quechua morphology is agglutinative (nonflexive concatenative), with predominantly separative suffixes. Nonetheless, a great part of verbal inflectional suffixes is cumulative: the series of personal reference markers that, as they have been analyzed so far, mark also tense and mood at the same time. Tense marking (and, partially, modal marking) is split between two subsystems; one closely bound to personal suffixes, and one separate, expressed by separative formatives. In the chapter, I offer an alternative analysis, in which, after separating the future from the indicative mood and considering it a mood, the Quechua verbal morphology could be seen as more transparent and systematic. Keywords: Quechua; Aymara; future; tense; mood; morphology.

En el presente artículo se analiza la morfología verbal del quechua, en concreto sus formativos flexivos: los que marcan las personas gramaticales, los tiempos y los modos, cuyas funciones están entrelazadas entre sí. La clasificación tradicional de las formas verbales en los modos y sus tiempos hace que la definición precisa de las funciones de los formativos por separado sea difícil y poco transparente. En el presente artículo quisiéramos ofrecer un análisis alternativo de las formas verbales en el quechua que permita una mejor definición de las funciones de los formativos, y de este modo la morfología verbal quechua resultaría más transparente y coherente. El quechua es una familia lingüística (o una macrolengua) con profunda diversificación dialectal.1 Las lenguas que pertenecen a esta familia son habladas en la sierra y partes de la selva desde el sur de Colombia hasta el noroeste de Argentina. Se distinguen dos grupos principales: el quechua central (las variedades

1

Las diferencias dialectales en general no son relevantes para el análisis presentado en este artículo.

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del centro del Perú) y el quechua periférico, dividido en tres subgrupos, siendo uno de ellos el quechua sureño. El área quechuahablante está interrumpida por una franja que baja desde el lago Titicaca y la parte occidental de Bolivia hacia Chile, donde la lengua originaria predominante es el aimara. El número de quechuahablantes en todos los países alcanza unos nueve o diez millones; el aimara es hablado por más de dos millones de personas. Ambas lenguas, aunque genéticamente no emparentadas, comparten muchos rasgos gramaticales, y por lo tanto en el presente artículo ocasionalmente aparecen también alusiones al aimara. El análisis se basará en las formas del quechua sureño peruano. Cuando sea oportuno, se mencionarán las diferencias dialectales mayores; sin embargo, no se tomarán en cuenta las diferencias fonéticas o fonológicas. La flexión verbal del quechua se explica en el primer apartado y sigue el estudio común de las formas verbales, el cual podemos llamar tradicional. En el tercer apartado se hacen unas reflexiones generales sobre el futuro, en el cuarto se explican los usos y funciones de las formas verbales y se incluye el análisis propuesto.

1. La morfología verbal quechua La morfología quechua es aglutinante (no flexiva2 concatenativa) con predominancia de formativos separativos (sufijos). Las palabras se forman pues añadiendo sufijos a la raíz, de manera que para cada función gramatical se agrega un sufijo, y cada sufijo tiene generalmente una sola función gramatical, lo cual se puede apreciar en el siguiente ejemplo:3 (1) wawqi-cha-y-kuna-man-pas apa-chi-waq-chu? llevar-caus-2.pot-ir hermano-dim-1p-pl-il-ad ‘¿puedes enviarlo también a mis hermanitos?’

Los pocos formativos cumulativos, es decir, los que marcan más de una función gramatical, se dan en la flexión verbal: algunos sufijos de persona sujeto indican

2 3

“Flexivo” se refiere aquí a la flexividad, es decir, a la existencia de alomorfos entre los que se selecciona según la pertenencia de una palabra a cierta clase léxica (cf. Bickel/Nichols 2007: 184). Las abreviaturas usadas son las siguientes: 1 primera persona, 2 segunda persona, 3 tercera persona, 12 primera persona inclusiva (yo + tú), 1o primera persona objeto, 1>2 transición de la primera persona (sujeto) a la segunda persona (objeto), 1p primera persona posesiva, 2p segunda persona posesiva, pres presente (o tiempo no marcado), pret pretérito, fut futuro, nf no futuro, ind indicativo, pot potencial, sub subordinador, pl plural, acus acusativo, il ilativo, ad aditivo (“también”), caus causativo, dim diminutivo, ir interrogación.

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a la vez también el tiempo y el modo. Tal es el caso del sufijo -waq en (1), que marca la persona sujeto junto con el modo. El verbo quechua tiene la estructura señalada en (2): la raíz, opcionalmente con sufijos derivativos, seguida obligatoriamente por uno o más sufijos flexivos (tradicionalmente llamados transición), y en las formas plurales suele seguir la marca del plural.4 A la forma verbal pueden agregarse además los sufijos independientes, usados con todas las clases de palabra. (2) verbo = raíz – (sufijos derivativos) – transición – (plural)

La transición en sentido estricto se refiere a las marcas que indican las relaciones interpersonales en los verbos transitivos. En sentido más amplio incluye el tiempo y el modo o la subordinación5 (puede incluirse también la marca del plural de persona) y por extensión se usa también para los verbos intransitivos, en los que no se marca el objeto. Como la pluralización, tanto del sujeto como del objeto, es regular, para el presente análisis definimos aquí la transición como un conjunto de sufijos que marcan la persona de sujeto y, en los verbos transitivos, la de objeto, junto con el tiempo y el modo o la subordinación. En (3) se resumen los componentes de la transición y su orden. (3) transición = persona objeto – subordinación/tiempo/modo + persona sujeto

En (4) y (5) se ejemplifican una forma del tiempo pasado de indicativo y una subordinada. (4) riku-wa-rqa-nki (5) riku-wa-sqa-yki-ta ver-1o-pret-2 ver-1o-sub-2p-acus ‘me viste’ ‘(que) me ves/viste’

Los morfemas formativos que marcan la persona son de varios tipos, resumidos parcialmente en el cuadro 1. En la columna de los sufijos de persona objeto (directo o indirecto) se nota la ausencia de marca especial para la 3.a persona; las transiciones de los verbos transitivos con un objeto de 3.a persona son las mismas que las de los verbos intransitivos. Las formas con asterisco marcan casos en cierto modo irregulares y serán explicadas más abajo. Para marcar el sujeto de las formas subordinadas (con el subordinador agentivo -q, el objeto) sirve una serie de sufijos que se usan en los nombres como sufijos posesivos.6 El sujeto 4 5 6

Las variedades del quechua central tienen marcas plurales que van antes de la transición. Algunos de los sufijos subordinantes también tienen usos derivativos (forman nombres o adverbios). En las variedades ecuatorianas no existen los sufijos posesivos, y el sujeto de las subordinaciones solo puede expresarse mediante pronombres personales. Asimismo, en cuanto a los sufijos de objeto, el único que a veces se usa es el de la 1.ª persona.

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de las formas no subordinadas se expresa mediante sufijos que parcialmente difieren según el tiempo y el modo. Se puede notar que algunas formas de los sufijos posesivos son las mismas que para las formas verbales no subordinadas.7 Cuadro 1 Los sufijos de persona persona

sujeto

objeto

no futuro + indicativo

subordinaciones

1

-wa

-ni

-y

2

(-su)*

-nki

-yki

3



-n

-n

12

-wa*

-nchik

-nchik

Ahora bien, mientras que los sufijos de objeto de la 1.a persona singular (y -ø de la 3.a persona) se combinan con los sufijos de sujeto conforme a (3), no es así en las combinaciones con las personas objeto que contienen la 2.a persona –es decir, la 2.a persona misma y la 1.a inclusiva (1 + 2 [+3])8–. Para la combinación 1.a persona sujeto + 2.a persona objeto existe un sufijo cumulativo (e indivisible) -yki,9 que se pone en el lugar del sufijo de persona sujeto y no suele usarse en las subordinaciones (el objeto no se marca en el verbo). En los demás casos con un objeto que contiene a la 2.ª persona, el morfema en la posición del sufijo de sujeto tiene la forma del sufijo correspondiente a la persona objeto: en la combinación 1.a persona inclusiva objeto + 3.a persona sujeto, la forma del presente indicativo es -wa-nchik, y en la combinación 2.a persona objeto + 3.a persona sujeto, -su-nki.10 7

8 9 10

Un sincretismo mayor se da en las variedades centrales, donde se usa el mismo sufijo en ambas funciones para la primera persona y en algunas formas también para la segunda. En el quechua sureño, con excepción del ayacuchano, se usa la forma -y para el plural de la 1.ª persona (es decir, la 1.ª persona exclusiva), y en todas las variedades sureñas, para el potencial. A diferencia de la exclusiva, que excluye a la 2.ª persona (1 + 3). En las variedades centrales, -q, o los dos morfemas alternan en ciertas formas. Las variedades quechuas difieren en cuanto a la posibilidad de interponer otros sufijos después de -su, en algunas formas o en todas; en algunas variedades y en ciertas formas es también posible usar el sufijo -su con el sujeto de 1.ª persona.

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Los formativos que expresan las categorías de tiempo y modo están por parte separativos y por parte cumulativos, ya que estos marcan, junto con el tiempo o el modo, también la persona del sujeto (cuadro 2). Las formas para el sujeto que aparecen en el cuadro 1 se usan para el presente, sin marca especial, y para los tiempos pasados, con sus marcas correspondientes. El futuro usa otra serie de estos sufijos, así como el modo imperativo, aunque ciertas formas están suplidas por las de alguna otra serie. El potencial (o condicional) tiene algunas formas especiales, y otras formadas por el sufijo -man añadido a las formas del presente o del futuro. Las otras series de los sufijos de sujeto se presentarán en el siguiente apartado. Cuadro 2 Formación de tiempos y modos presente

sin marca especial (-ø) + sujeto no futuro

pretérito

sufijo -rqa + sujeto no futuro

evidencial (perf.)

sufijo -sqa + sujeto no futuro

futuro

otros sufijos de sujeto

imperativo

otros sufijos de sujeto

condicional/potencial

otros sufijos de sujeto, o sujeto no futuro o futuro + -man

+ formas compuestas

Los tiempos y modos presentados hasta ahora son todas las formas (sincrónicamente) simples del quechua sureño; las demás formas son compuestas. Si bien en otras variedades del quechua existen otros tiempos (o modos), se trata o bien de formas compuestas u originariamente compuestas,11 o bien de formas con un

11

El tiempo evidencial (reportativo o narrativo) del quechua sureño, el también mal llamado pluscuamperfecto, es originalmente una forma compuesta equivalente a los perfectos de otras variedades. Por otro lado, en las variedades del quechua central, la forma con una función similar al evidencial es formada con otro sufijo. Para el presente análisis dejamos aparte la cuestión de si el evidencial es un tiempo o si más bien pertenece a la evidencialidad u otra categoría gramatical.

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sufijo (originalmente) derivativo. Para completar, los subordinadores son siempre sufijos separativos que se colocan delante de las marcas de sujeto.

2. Las formas verbales desde el punto de vista tradicional Habiendo resumido los formativos de persona y parcialmente los del tiempo y del modo, pasemos ahora a la clasificación de las formas verbales del quechua que se viene haciendo en las gramáticas sobre el quechua (dejamos de lado las subordinaciones). Todas las descripciones coinciden en que los sufijos de persona están estrechamente ligados con la expresión de tiempo y modo. Se parte generalmente de la descripción de las transiciones en sentido estricto (las dos personas actantes) y sus formas plurales, que sin otro sufijo más marcan el presente, y con los sufijos respectivos, los tiempos pasados. El tiempo futuro se describe como una forma que usa otra serie de sufijos de persona (sujeto y las combinaciones con el objeto). Todas estas formas se subsumen bajo el modo indicativo, junto con otras formas, si las hay, como el pasado habitual o los perfectos, que son formas compuestas, u otras formas con sufijos (originalmente) aspectuales, es decir, pretransitivos.12 Además del indicativo se distingue en el quechua el modo imperativo y el potencial (véase el cuadro 3 para algunas formas de los tres modos en todos los tiempos del quechua sureño). El imperativo emplea otra serie de sufijos; sin embargo, algunas formas son compartidas con el futuro.13 El potencial o condicional presente se forma añadiendo el sufijo -man a las formas del presente indicativo (la 1.a persona se forma con -y en vez de -ni), para la 1.a persona inclusiva a la forma del futuro, y en algunas variedades existen asimismo formas especiales para la 2.a persona y para la 1.a inclusiva, sin adición del sufijo -man. El potencial pasado se forma añadiendo el verbo auxiliar en la 3.a persona del pretérito. Los formativos que marcan la persona sujeto (incluyendo la transición de primera a segunda persona, ya que su forma futura es algo irregular) y a la vez el tiempo o el modo del quechua sureño se resumen en el cuadro 4. No se incluyen 12 Algunas gramáticas describen también formas para la voz pasiva, que son o bien formas compuestas, o bien formadas con un sufijo pretransitivo (derivacional). 13 En la 1.ª persona inclusiva del futuro y de los modos no indicativos se dan dos formas alternantes: -sun y -sun-chik (-chik forma el plural de la 2.ª persona en la mayoría de las variedades del quechua periférico y es parte del sufijo de 1.ª persona inclusiva -nchik [indicativo, no futuro] en todas las variedades). Según los datos que hemos recogido en una investigación realizada entre 2008 y 2009 en Cuzco, parece que para algunos hablantes cuzqueños, una de las formas corresponde al futuro y la otra al imperativo, para otros la forma más corta es dual (tú y yo) y la con -chik plural (tú, yo y él o ellos), y para otros no hay ninguna diferencia entre ellas.

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Cuadro 3 Los tiempos y modos en el quechua sureño indicativo puñu-ni

duermo

puñu-nki

duermes

puñu-rqa-ni

dormí

puñu-rqa-nki

dormiste

evidencial

puñu-sqa-ni

había dormido (cast. andino)

futuro

puñu-saq

dormiré

puñu-nki

dormirás

puñu-q ka-(rqa/sqa)-ni

solía dormir

puñu-y

¡duerme!

puñu-y-man

dormiría / puedo dormir

puñu-waq

dormirías / puedes dormir

puñu-y-man ka-rqa-n

habría dormido / podía dormir

presente pretérito

habitual imperativo potencial (condicional) presente pasado

Cuadro 4 Los sufijos que marcan la persona sujeto junto con el tiempo o el modo modo:

indicativo

imperativo

tiempo:

no futuro

futuro

1

-ni

-saq



2

-nki

-nki

-y

3

-n

-nqa

-chun

12

-nchik

-sun(chik)

-sun(chik)

1>2

-yki

-sqayki



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potencial

-waq

-chwan

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las formas para la transición de tercera a segunda persona, ni las formas del potencial formadas con el sufijo -man, ni tampoco otras combinaciones de estos sufijos con otros sufijos flexivos.14 Del cuadro 4 se desprende que todos estos sufijos son cumulativos y, además de la persona sujeto (y objeto en 1>2) marcan, según el punto de vista tradicional, también el tiempo y/o el modo. Asimismo se da cierto sincretismo en algunas formas. Esta acumulación de funciones gramaticales en los formativos no es nada rara en las lenguas del mundo, pero el problema surge si tratamos de analizar las formas de los tiempos pasados, como riku-rqa-ni, “lo vi”. Aquí el tiempo15 resultaría marcado dos veces, una vez por medio del sufijo del pretérito -rqa, y otra vez con el sufijo personal -ni (1.a persona, tiempo no futuro, modo indicativo); es decir, la categoría de tiempo se marcaría una vez como “tiempo no futuro” y se precisaría por medio de otro sufijo como “pretérito”. Otra solución que se ofrece es la que estos sufijos de persona marquen diferentes categorías gramaticales según la forma del verbo: persona, modo y tiempo (presente o no futuro) en las formas sin un sufijo de tiempo, y solo persona y modo, sin marcar el tiempo, en las formas con un sufijo de tiempo; o que los sufijos no futuros serían no marcados en cuanto al tiempo. Ninguno de estos análisis parece plausible. Nótese también que la marcación del tiempo está así dividida entre dos subsistemas, uno marcado separativamente por los sufijos de tiempo, y otro marcado cumulativamente, junto con la persona y el modo. La existencia de varias series de sufijos de persona que difieren según el tiempo (futuro o no futuro) y el modo (por lo menos el indicativo y el imperativo) es un rasgo común para todas las variedades quechuas y también para el aimara (allí se da más acumulación con las marcas de persona objeto y las combinaciones de varios formativos son menos transparentes).

3. Unas consideraciones generales sobre el futuro El futuro es generalmente considerado un tiempo. Comrie (1985: 9) define la categoría gramatical del tiempo como “grammaticalised expression of location 14

15

Algunos lingüistas interpretan de una manera diferente las partes de la transición -su-nki y han hecho análisis submorfémicos de las marcas personales en los diversos tiempos y modos (cf., entre otros, Cerrón-Palomino 1987: 305-306; Cusihuamán Gutiérrez 2001: 152-156; Calvo Pérez 1991, 1999, 1993: 130-131, 156-157; y Parker 1969: 26-28, 47). Sin embargo, estos análisis submorfémicos, si bien muy detallados, en algunos casos no dejan de dar la impresión de que se trata de coincidencias fonéticas aleatorias y parecen más bien oscurecer la situación. Si dejamos aparte las formas compuestas del potencial pasado, el tiempo es relevante tan solo para el indicativo.

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in time”. El tiempo futuro sirve, pues, para expresar que el evento referido está ubicado en un tiempo posterior al momento de la enunciación. Ahora bien, existe cierta controversia sobre si la inclusión del futuro en la categoría gramatical del tiempo está justificada (Comrie 1985: 43). El futuro difiere del presente y del pasado en un aspecto importante: estos se refieren a hechos reales, cuya veracidad se puede comprobar inmediatamente, mientras que el futuro se refiere a eventos que todavía no han ocurrido, es decir, a eventos irreales en el momento de la enunciación. Cuando hablamos de eventos futuros, lo que realmente hacemos es una predicción sobre cuál de los posibles futuros se va a realizar, y, de hecho, esta predicción no tiene que cumplirse necesariamente, ya que siempre puede pasar algo que impida que el evento referido ocurra. La cuestión es, por lo tanto, si el futuro no debería considerarse más bien como un tipo de modalidad. Una de las definiciones de la modalidad es “consideration of alternative realities mediated by an authority” (Timberlake 2007: 315), lo cual es también conforme a lo dicho sobre el futuro en el párrafo anterior. Ahora bien, según Comrie (1985: 49-50), en las lenguas que tienen un sistema de tiempos primariamente binario, de tipo futuro vs. no futuro (lo cual parece ser el caso del quechua), hay que distinguir los casos donde esta división es temporal de aquellos con una división ocasionada por el modo16 (realis/irrealis). Sin embargo, lo importante para él es saber cuál de las funciones de la forma que se refiere al futuro es la principal. Dahl en su reseña del trabajo de Comrie no parece estar a favor de incluir el futuro en la categoría del tiempo: Maybe it is better to think of the past and the future tenses in general as grammatically separate although semantically related phenomena. […] If the opposition ‘future : non-future’ is not temporal, there is actually only ‘past : non-past’ left as a clear example of a tense opposition building on ‘absolute’ precedence relations, and that means that the question whether the future is a tense really boils down to whether it is just like the past or not, which we knew from the beginning it is not (Dahl 1987: 490-491).

No obstante, Dahl en su libro sobre el tiempo incluye el futuro en la categoría del tiempo. Si bien admite que “a sentence which refers to the future will almost always differ also modally from a sentence with non-future time reference” (Dahl 1985: 103), tras analizar la semántica de los usos del futuro en diversas lenguas concluye que la referencia futura es más constante que los usos modales del futuro, y es por consiguiente su rasgo dominante (Dahl 1985: 105-107). 16

El modo es una de las posibles maneras de expresar la modalidad.

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También para Timberlake es el futuro una categoría ambigua, temporal y modal a la vez: […] the future tense is not concerned just with tense; it is modal as well. Any statement about the future is an assessment of modality – of the possibility of an event happening at some time later than the speech time. […] The future can only be anticipated, projected. The future always allows for branching alternatives: at any time, there are at least two futures that are compatible with that situation (Timberlake 2007: 306-307; énfasis nuestro).

Finalmente, Givón, después de tratar el futuro primero como un tiempo –“[a]n event (or state) whose event-time follows the time of speech” (2001: 286), en el subcapítulo sobre la modalidad llega a la conclusión de que el futuro “is by definition an irrealis epistemic mode” (Givón 2001: 308). Divide la modalidad en dos “supermodalidades”, la factual y la no factual: la primera incluye la presunción y la aserción realis; la segunda, la aserción irrealis y la negativa (Givón 2001: 301-303). De la aplicación del “test de referencia para la modalidad”17 al tiempo/modo resulta que la modalidad factual se correlaciona con los tiempos presente y pasado, mientras que la no factual con el futuro (Givón 2001: 304-305). En el ámbito irreal, el futuro marcaría la mayor certeza en la escala epistémica, mientras que para la modalidad real lo sería el presente y el pasado (cf. Givón 2001: 312-315). La cuestión de si el futuro pertenece a la categoría de tiempo o a la de modo (o modalidad) depende de si nos enfocamos a las similitudes con otros tiempos en cuanto a la ubicación temporal, o a sus aspectos cognitivos y comunicativos. Para el quechua parece ser más apropiado considerar el futuro como un modo, y los párrafos siguientes serán dedicados a la sustentación de esta idea.

4. Los modos del quechua Hemos visto en el segundo apartado que el futuro, por un lado, y el presente y el pasado, por el otro, se oponen formalmente: usan dos series de sufijos de persona diferentes. Se puede decir, por tanto, que la distinción básica en el quechua se da entre el futuro y el no futuro. Lo mismo vale también para los usos de estos tiempos. El futuro se emplea para eventos futuros, obligatoriamente (no se

17

El test hace la siguiente predicción: “a. Under the scope of non-fact, NPs can be interpreted as either referring or non-referring. b. Under the scope of fact, NPs can only be interpreted as referring” (Givón 2001: 303).

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puede usar el presente con referencia futura), y para expresar órdenes atenuadas. El pretérito se refiere, obviamente, a eventos pasados. Para expresar eventos presentes, en progreso, se recurre al presente junto con el sufijo progresivo. Sin embargo, el presente, aparte de servir también para eventos habituales y gnómicos, se utiliza incluso para acciones pasadas. Los usos de los tiempos aimaras son prácticamente los mismos, con la diferencia de que el pretérito (remoto cercano) se usa mucho menos que en el quechua (cf. Hardman et al. 2001: 146). El hecho es que, por un lado, en el quechua parece haber una influencia mayor del español (cf. Cerrón-Palomino 1994: 108; Cusihuamán Gutiérrez 2001: 158, 159) y, por el otro, que el presente es una forma no marcada que se refiere a eventos reales, es decir, presentes o pasados, y el pretérito es más bien una forma marcada. Los lingüistas que se dedican a las lenguas andinas distinguen generalmente tiempos realizados y tiempos no realizados. Según Cerrón-Palomino (1994: 107-108), los tiempos realizados en las dos lenguas incluyen el presente y el pasado, mientras que el tiempo no realizado es el futuro. Hardman et al. (2001: 143-157) llaman a todas las formas finitas del verbo aimara “tiempos” (evitando así la distinción entre tiempo y modo) e incluyen el futuro en los tiempos realizados,18 en tanto que los “tiempos” no realizados comprenden el imperativo y los dos tiempos del potencial (desiderativo y reprochador). Lo que se nota a primera vista es que el presente y el pasado forman un continuo que se opone al futuro. Esta distinción se refleja también en los deícticos espacio-temporales quechuas y aimaras (cf. Cerrón-Palomino 1994: 107-108; Hardman et al. 2001: 19, 23), donde ñawpa (aim. nayra) se refiere a lo que está ubicado espacialmente adelante y temporalmente en el pasado, y qhipa (en las dos lenguas) se refiere a lo ubicado atrás y al porvenir. En otras palabras, para quechuas y aimaras, el pasado está adelante y es visible, mientras que el futuro queda atrás y es invisible. Ahora bien, lo que tienen las descripciones del quechua en común es que consideran el futuro como una forma del indicativo (si bien un tiempo no realizado, para Cerrón-Palomino). Lo que quisiéramos sostener aquí es que la distinción entre el futuro y los demás tiempos en el quechua y en el aimara, es de hecho una distinción entre lo real y lo irreal, es decir, una diferencia modal. Esta afirmación está corroborada tanto por la morfotáctica quechua (apartado 2) como por los

18 Hardman et al. llaman estos tiempos los de conocimiento directo, mientras que los tiempos de conocimiento indirecto son el evidencial (remoto lejano) y las formas que expresan diferentes tipos de evidencialidad. Los tiempos no realizados (modos no indicativos) son neutrales en cuanto a la evidencialidad. Su clasificación está pues basada en la evidencialidad (marcación gramatical de la fuente de información).

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usos de los tiempos (este apartado), así como por el carácter general del futuro (apartado 3). Además, una diferenciación similar se da entre dos subordinadores, -sqa (aim. -ta) y -na (aim. -ña), que se refieren a eventos realizados (presentes o pasados) y no realizados (futuro u obligación/necesidad), respectivamente, donde la oposición es aparentemente algo más modal que entre el futuro y los tiempos no futuros. El propósito no es descartar la referencia futura como el uso dominante del futuro, sino, teniendo en cuenta el doble carácter del futuro, ofrecer un análisis más transparente y sistemático. El resultado es que, si excluimos el futuro del modo indicativo, los sufijos cumulativos marcarían solamente el modo y la persona sujeto (y la de objeto en 1>2), y el tiempo se expresaría separativamente. El quechua (y similarmente el aimara) tendría, por ende, cuatro modos (cuadro 5): indicativo (realis), y tres correspondientes a la modalidad irrealis, el futuro, el imperativo y el potencial (este último con un paradigma mixto). Cuadro 5 Los sufijos que marcan la persona sujeto junto con el modo modo:

indicativo

futuro

imperativo

1

-ni

-saq



2

-nki

-nki

-y

3

-n

-nqa

-chun

12

-nchik

-sun(chik)

-sun(chik)

1>2

-yki

-sqayki



potencial

-waq

-chwan

Nótese que el cuadro 5 difiere del cuadro 4 solamente en que desapareció la categoría de tiempo y que el futuro es aquí un modo. El tiempo se marca ahora separativamente (o por formas compuestas).

Conclusiones El futuro quechua suele considerarse un tiempo, lo que resulta en complicaciones en el análisis de las funciones de los formativos de los tiempos y modos. Si bien se admite que hay una distinción básica entre el futuro y el no futuro, tal

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distinción se considera temporal, a la par con la distinción entre el presente o tiempo no marcado19 y los pasados, a pesar de claras diferencias en la formación de las formas correspondientes. En los tiempos pasados resulta así el tiempo marcado dos veces. Dado el carácter doble del futuro, modal y temporal, los usos de los tiempos básicos y su formación, creo que si excluimos el futuro del modo indicativo y lo consideramos un tipo de modalidad irreal, es decir, un modo, evitamos “la doble marcación del tiempo” y la morfología verbal queda más transparente y sistemática y más conforme al carácter general de la morfosintaxis quechua. Considérese los análisis de los ejemplos (6-8),20 la primera línea según el análisis tradicional, la segunda con el futuro como modo, junto con sus estructuras internas en (9) y (10). (6) riku(-ø)-ni (7) riku-rqa-ni (8) riku-saq ver-pret-1.nf.ind ver-1.fut.ind ver(-pres)-1.nf.ind ver(-pres)-1.ind ver-pret-1.ind ver-1.fut ‘veo / he visto’ ‘vi’ ‘veré’ (9) tiempo/subordinación – modo + tiempo + persona sujeto (10) tiempo/subordinación – modo + persona sujeto

De esta manera, la categoría gramatical del tiempo (excluido el futuro) está marcada por formativos separativos, y los cuatro modos por sendas series de sufijos cumulativos que marcan el modo junto con la persona sujeto (u objeto en las transiciones en las que el objeto contiene la segunda persona). Un resumen de los formativos de la flexión verbal del quechua sureño, según los tipos, se da en el cuadro 6, en la página siguiente (se omiten los sufijos posesivos que marcan la persona en las subordinaciones; recuérdese también que el evidencial es una forma originalmente compuesta, y lo sigue siendo en algunas variedades del quechua). Lo que queda por explicar es el modo potencial que según el cuadro 6 parece estar marcado por un lado de dos maneras diferentes (sufijos cumulativos propios del potencial o por los de otro modo + -man), y por el otro, el sufijo -man que marca el potencial se une con formas que ya expresan otro modo. Tal parece que los dos sufijos cumulativos serían restos del paradigma original del potencial, mientras que el sufijo -man estaría relacionado con el marcador del caso ilativo21 19 20 21

Consideramos el presente como no marcado solamente con respecto al pasado, ya que está en oposición con el futuro. No deberíamos poner -ø pres, ya que sin un sufijo pasado es una forma no marcada (presente o pasado). Una explicación similar se ofrece para el sufijo -paq (caso purposivo/benefactivo en la flexión nominal) usado opcionalmente en el quechua de Huallaga con la 2.ª persona del futuro.

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Cuadro 6 Los formativos de la flexión verbal quechua sufijos cumulativos:

modo + persona sujeto (+ objeto en 1>2) (cuadro 5)

sufijos separativos: tiempo:

(-ø [presente]), -rqa (pretérito), -sqa (evidencial)

subordinadores:

-spa, -pti, -sti, -na, -sqa, -q, -y

modo:

-man (potencial)

persona objeto:

-wa, -su

plural:

-chis, -ku

y la forma sería más reciente (Cerrón-Palomino 1994: 113-114). El potencial en el aimara podría ser el resultado de una fusión de dos paradigmas, uno con la marca -sa más sufijos específicos (algunos similares a los posesivos o los del imperativo), el otro con un elemento -iri(-k)(-s) seguido por los sufijos usados en el indicativo (presente, no marcado) (Adelaar 2007: 285-286; Cerrón-Palomino 1994: 113); en el segundo caso tal vez podríamos pensar en una forma originalmente compuesta –cf. -iri como subordinador agentivo y la raíz *ka(-nka)“ser”–. Por ahora dejamos la cuestión del potencial abierta, considerando para el presente análisis solo los sufijos del cuadro 5 (y tal vez las formas aimaras con -sa). El análisis presentado es válido para otras variedades quechuas y también para el aimara (si bien allí la fusión de los formativos es más grande y algunos “tiempos” difieren en términos de la evidencialidad). El uso principal del futuro para marcar los eventos futuros queda preservado, pero la opción de considerar el futuro como un modo nos permite ver la morfología quechua como más transparente, sistemática y coherente con el carácter aglutinante del quechua.

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Rasgos léxicos y morfosintácticos del español en el purépecha: un ejemplo de contacto lingüístico en el oeste de México Martha Mendoza Florida Atlantic University

Spanish Lexical and Morphosyntactic Features in P’urhepecha: A Case of Linguistic Contact in Western Mexico Abstract: Spanish has been in contact with numerous Mexican indigenous languages since Spanish Conquistadors arrived in Mexico. Such is the case of P’urhepecha, a language isolate spoken in western Mexico. Both Spanish and P’urhepecha have been influenced by each other’s presence. Five centuries of close contact have modified the linguistic landscape of each of these languages. However, Spanish, as a global language and the dominant language in Mexico, has exerted by far the greatest impact on P’urhepecha, which has experienced lexical as well as grammatical influences, whereas Spanish has been influenced mainly with respect to its lexicon. Thus, the present study explores the current state of the contact between the two languages and provides an analysis of some of the major linguistic features, especially morphosyntactic, that have been borrowed from Spanish into P’urhepecha, all this with the intention of shedding light upon issues of language contact between Spanish and the indigenous languages of Mesoamerica. Keywords: language contact; grammatical borrowing; language isolate; P’urhepecha; Mesoamerica.

En años recientes, el tema del contacto de lenguas ha atraído una atención creciente entre los investigadores.1 Una de las regiones del mundo hispano donde se presentan diferentes situaciones de contacto entre diversos idiomas indígenas minoritarios y un idioma global como el español es México. Un ejemplo específico de ello es el contacto entre el español y el purépecha en el estado de Michoacán. Estas dos lenguas han experimentado un contacto prolongado desde 1

Mi sincero agradecimiento al profesor L. G. Bravo (q. e. p. d.) por haber compartido conmigo su extenso conocimiento de su hermosa lengua materna.

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hace cinco siglos y, a causa de esto, el purépecha ha adoptado diversos rasgos léxicos y gramaticales provenientes del español. Esto contrasta de manera drástica con la influencia del purépecha en el español, la cual se ha limitado básicamente al aspecto léxico. Aunque el contacto purépecha-español ya ha recibido cierta atención en la literatura lingüística (cf. Swadesh 1967; Chamoreau 2007, 2012a), también es cierto que se requiere ampliar la investigación de la situación con la inclusión de más rasgos lingüísticos y datos de otras zonas dialectales para mejorar nuestro entendimiento del proceso de cambio lingüístico que está teniendo lugar en el purépecha a causa de esa interacción y sus posibles repercusiones futuras. Así, el presente estudio se enfoca en el estado actual del contacto entre el español y el purépecha desde el punto de vista del idioma minoritario, y, con base en diversas fuentes, tales como cuentos, narraciones tradicionales y canciones, provee un análisis sincrónico de algunos de los rasgos léxicos y morfosintácticos más prominentes que el purépecha ha adoptado del español; asimismo se ofrecen algunas consideraciones sobre el posible futuro que esta situación puede traer para el idioma indígena, todo ello con el propósito de contribuir a profundizar nuestro conocimiento actual acerca de las distintas cuestiones relacionadas con el contacto lingüístico entre el español y las lenguas originarias de Mesoamérica.

1. El idioma purépecha y su situación sociolingüística Con más de 141 000 hablantes,2 el purépecha constituye un idioma aislado entre las lenguas de Mesoamérica. Es una lengua aglutinante y también flexiva, con un sistema de casos que incluyen el genitivo, el objetivo (i.e., la marcación del objeto directo e indirecto) y el locativo. El purépecha posee una rica morfología con una gran cantidad de sufijos que participan en procesos derivacionales muy productivos relacionados con la expresión de significados como la causatividad, la orientación en el espacio, la iteratividad, etc. Muchos de los sufijos se agregan a raíces verbales; por ejemplo, de la raíz t’ire ‘comer’ (infinitivo: t’ireni), se obtiene t’irepani ‘ir comiendo’, t’irepuni ‘venir comiendo’, t’irenchani ‘tener ganas de comer’ y muchos otros (Mendoza 2007). Otra característica sobresaliente del idioma es su uso de múltiples sufijos corporales para expresar toda clase de relaciones locativas, los que a la vez son empleados de diversas maneras en la expresión de conceptos más abstractos (Mendoza 2006; Friedrich 1969, 1971).

2 El inegi (Instituto Nacional de Estadística y Geografía) reporta 141 177 hablantes de purépecha para el año 2015.

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El pueblo purépecha nunca fue conquistado por los aztecas y constituyó un imperio propio, el cual se extendió a diversas áreas de lo que hoy son los estados de Michoacán, Guanajuato, Jalisco y Guerrero (Perlstein Pollard 1993: 4-5). No fue sino hasta que los primeros conquistadores españoles llegaron a la zona en el siglo xvi que el Imperio purépecha empezó a desmoronarse y el declive de la lengua purépecha comenzó. En el presente, el purépecha se habla principalmente en cuatro regiones en el noroeste de Michoacán: la región del lago de Pátzcuaro, la sierra o meseta tarasca, la región de la Cañada de los Once Pueblos y la llamada Ciénega de Zacapu. En las regiones purépechas existe un bilingüismo español-purépecha muy extendido; el grado de bilingüismo en estas zonas depende de la región específica e incluso de la comunidad específica. Algunos pueblos son casi enteramente castellanohablantes y el purépecha ya no se transmite a las nuevas generaciones; otros son bilingües y la lengua indígena todavía se emplea ahí; mientras que otros, muy pocos, son mayoritariamente purépechahablantes (aunque nunca completamente monolingües). Sin embargo, en general, el bilingüismo españolpurépecha se está incrementando en las zonas de contacto, especialmente entre los hablantes más jóvenes, quienes con frecuencia abandonan su lengua nativa en favor de la dominante y mucho más prestigiosa lengua nacional.3 Como es de esperarse, en las regiones bilingües prevalece una situación diglósica, en la que el purépecha tiene las funciones de una variedad baja, usada para la comunicación informal entre familiares y amigos, mientras que el español representa la variedad alta, al ser la lengua del gobierno, la Iglesia, el comercio y la escuela (Demišová 1999: 69-70). Por el contrario, aun en las áreas de intenso contacto, los mestizos tienden a ser exclusivamente monolingües en español y no hablan purépecha.

2. El contacto español-purépecha En 1522, Cristóbal de Olid y sus hombres llegaron a Tzintzuntzan, Michoacán, la entonces capital del Imperio purépecha, marcando así el inicio del prolongado contacto entre el purépecha y el español (Warren 2007). Después de la expedición de Cristóbal de Olid, con el establecimiento de las instituciones del poder colonial en el estado de Michoacán, el español, lengua de la corona española y

3

Respecto a esta tendencia, Margarita Hidalgo (1996: 57) comenta que, según datos de los censos entre 1930 y 1990, se puede concluir que “all Indian languages are losing ground to Spanish; the preference for Spanish is revealed in the decrease of monolinguals and increase of bilinguals”.

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de todas las instituciones coloniales oficiales, se convirtió en el idioma hegemónico que debía ser enseñado e impuesto a todos los pueblos indígenas. Los misioneros franciscanos, llegados en 1525 (Warren 2007: 19), a quienes luego se unieron otros misioneros, se encargaron de la evangelización de los indígenas de Michoacán, aunque algunos también aprendieron sus lenguas para facilitar el proceso. Para el año 1558, el misionero franciscano Maturino Gilberti ya había escrito la primera gramática del purépecha, la cual, según Warren (2007: 5), fue además la primera gramática que se publicó de una lengua indígena en todas las Américas. Así es como el español y el purépecha han coexistido estrechamente hasta nuestros días y continúan ejerciendo una influencia mutua. El bilingüismo asimétrico (cf. Thomason 2001) que prevalece en la mayoría de los territorios purépechas no es sorprendente, ya que, aun en las poblaciones más remotas, los hablantes purépechas necesitan conocer el español para poder comunicarse con la sociedad mestiza mexicana. En contraste, los mestizos, incluso en las áreas de contacto, raramente aprenden la lengua indígena. De manera que los hablantes de purépecha se encuentran bajo una enorme presión de adquirir el idioma dominante y de integrarse a la cultura dominante. En esas circunstancias, el español, la lengua de prestigio, mantiene su hegemonía sobre los idiomas minoritarios que todavía se hablan en el país y, por lo tanto, ha dejado una gran huella lingüística en todos ellos. El purépecha, en particular, no solo ha adoptado un número considerable de elementos léxicos del español, sino también elementos de tipo funcional, como los términos hasta, para y como, lo que se estudiará a continuación.

3. La influencia del purépecha en el español Antes de discutir la influencia del español en el purépecha, se presentan unos cuantos ejemplos de la influencia purépecha en el español de Michoacán (donde esta lengua sigue hablándose hasta hoy); por ejemplo, existen numerosos nombres de lugares como Angahuan, Áporo, Copándaro, Erongarícuaro, Ihuatzio, Maravatío, Pichátaro, Tarímbaro, Tzintzuntzan, etc. Incluso en estados aledaños a Michoacán, entre ellos Guanajuato (nombre purépecha), se pueden encontrar topónimos tales como Acámbaro, Chamácuaro, Huanímaro, Jerécuaro, Tarandacuao y otros. Asimismo hay otros términos de esta lengua originaria que hoy son parte del español de la región: chapata ‘tamal de trigo’ < ch’apata ‘tamal de trigo’,4 churipo (platillo típico de caldo de res con chile) < churhipu (plati4

Los términos del purépecha provienen de Medina Pérez/Alveano Hernández (2000), Velásquez Gallardo (1978) y Velázquez Pahuamba et al. (1998).

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llo de caldo de res con chile), corunda ‘tamal de maíz’ < k’urhunta ‘tamal de maíz’, guangoche ‘ayate’ < uankochi ‘costal, saco’ y yácata (pirámide de la zona purépecha) < iakata ‘pirámide de piedras, construcción’. Algunos de los préstamos tomados del purépecha ya se han convertido en parte del español mexicano general, como los sustantivos tacuche ‘traje de hombre’ < takusï ‘ropa, tela, trapo’, guango ‘holgado’ (relacionado con guangoche) y huarache5 < kuarhachi ‘sandalia, zapato’.

4. La influencia léxica del español en el purépecha, el morfema -ito e integración de préstamos Existen numerosos elementos léxicos nominales adoptados del español que se usan de manera cotidiana en el purépecha; estos se refieren no solo a nombres comunes, sino también a nombres abstractos. Los siguientes ejemplos, tomados de diversas fuentes (Chávez Rivadeneyra 2006; Demišová 1999; Soto Bravo 1988), son representativos de las clases de palabras que han entrado al purécha durante su prolongado e intenso contacto con el español:6 animali < animal, aparatu, beserru < becerro, busu < buzo, butella, eskuela, espanioli (idioma) < español, gasolina, gobiernu, iju < hijo, independensia, iunta < yunta, jacha < hacha, josa < hoz, kafe < café, kalifikasioni < calificación, kandela (vela), kompromisu, macheti, mantekiia < mantequilla, markadori, mejori < mejor, mesa, misa, monu (muñeco) < mono, nasioni < nación, neŋosiu < negocio, paisї < país, pesu (moneda), pekadu, periku/piriku < perico, pioni < peón, platu, polisia < policía, primaria, ratu, sapatu, sekundaria, seriiu < cerillo, sigaru < cigarro, siruela, taksi < taxi, telebisioni < televisión, telefonu, tiempu, toru, trigu, uakasï < vacas, uelta < vuelta, etc. Otros sustantivos del español bastante comunes en purépecha son los que designan días de la semana y meses del año: lunesї, martesї, biernesї, sabadu, febreru, marsu, juniu, agostu, septiembri, nobiembri, disiembri, al igual que los que se refieren a números superiores al veinte: sinkuenta, sesenta, sientu, mili, entre muchos otros más. Aunque menos, hay además diversos préstamos adverbiales, adjetivales y verbales, tales como: enkantadu, interesadu, prontu, siempri

5 6

De hecho, el término huarache ha logrado traspasar fronteras, ya que se encuentra listado en el Webster’s New World College Dictionary (1997) del inglés norteamericano en su forma plural (huaraches). En los ejemplos, en general se omite la palabra fuente del español, a menos que no sea de fácil identificación; en ese caso, la palabra purépecha aparece a la izquierda del símbolo < y la palabra española a la derecha.

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< siempre, uenu < bueno, arreglarini7 < arreglar, desmaiarini < desmayar, enbidiarini, kambiarini, kobrarini, kumplirini, pensarini, segirini < seguir, tantiarini < tantear. El número de ejemplos fácilmente se podría acrecentar puesto que existen numerosos términos de uso generalizado provenientes del español. Hasta el morfema diminutivo -ito (-itu en purépecha), que encontramos en sanitu ‘poquito’, kuinitu ‘pajarito’ y xanchakitu ‘burrito’, y la interjección ai ‘ay’ se han tomado del español. Ai aparece en el ejemplo siguiente con significado muy semejante al del español: (1) ka ima mintsita-ni ai, ai, ai 8 (Soto Bravo 1988: 7)9 y él gritar-inf ay ay ay ‘Y él gritó ay, ay, ay’.

En cuanto al diminutivo -itu,10 agregado a sustantivos comunes, este siempre se presenta en la forma -itu, del masculino español -ito, y nunca en la forma femenina -ita, ya que el purépecha no posee distinción gramatical de género.11 Las palabras a las que se agrega no son solamente sustantivos, como xanchaki ‘burro’, sino también adjetivos o adverbios como solu ‘solo’, jantiak’u ‘solo’, ioni ‘largo tiempo’ y sani ‘poco’. Existen asimismo casos de préstamos, por ejemplo, ratitu ‘ratito’ < rato + -ito, conformados únicamente con elementos del español, por lo que podría argumentarse que se trata de formas lexicalizadas que han entrado a la lengua minoritaria como tales. Sin embargo, el uso documentado de la base ratu por sí sola, sin el sufijo -itu, parece indicar que probablemente esta ha sido adoptada de manera independiente. De manera similar al español (cf. Mendoza 2011; Reynoso Noverón 2005), el diminutivo en purépecha, entre otros significados, expresa pequeñez, intensifi-

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El infinitivo (o sufijo no finito) de los verbos en purépecha se marca por la terminación -ni. Este sufijo es distinto al sufijo de caso objetivo -ni que aparece en el ejemplo (3), aunque ambos coinciden en su forma. En los ejemplos se hace uso de una ortografía práctica del purépecha; nótese que ï = [ɨ], j = [x], rh = [ɽ], x = [ʃ]; en contacto con vocal i = [y] y u = [w] y el símbolo ’ representa aspiración. La lista de abreviaturas usadas es: aser asertivo, cond condicional, dim diminutivo, enf enfático, evd evidencial, for formativo, hab habitual, imp imperativo, inf infinitivo, ir interrogativo, iter iterativo, obj objetivo, pdo pasado, perf perfecto, pl plural, refl reflexivo, sub subjuntivo. La mayoría de los ejemplos se ha tomado de una colección de cuentos (Soto Bravo 1988) narrados por hablantes nativos de diferentes regiones purépechas. Este es un ejemplo proveniente de Zopoco, localizado en la región de la Cañada de los Once Pueblos. Debemos notar que el purépecha cuenta también con medios vernáculos para formar diminutivos, como el adjetivo sapi(chu) ‘pequeño’; así tenemos: misitu sapi ‘gatito’. Chamoreau (2012b: 81-82) observa que el femenino -ita se encuentra en purépecha en nombres propios de mujer (Elvirita, Rosita); sin embargo, estos no son nombres originales del purépecha, sino tomados directamente del español por lo que se podría tratar de lexicalizaciones.

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cación y usos hipocorísticos y de cortesía. Un ejemplo del empleo de -itu es el siguiente: (2) ima ioni-itu jarha-s-p-ti mia-nt’a-ni12 (Soto Bravo 1988: 11)13 él largo.tiempo-dim estar-perf-pdo-aser.3 pensar-iter-inf ‘Él estuvo pensando por mucho tiempo’.

En (2), observamos que -itu se agrega al adverbio ioni, integrándose como un sufijo derivacional más, en este caso con un sentido intensificador: largo tiempo > muy largo tiempo/mucho tiempo. Algo que podría facilitar la incorporación de un sufijo como -itu es el hecho de que su estructura fonotáctica v-cv es acorde con la que manifiestan muchos de los términos del purépecha. Sin embargo, si los préstamos no van de acuerdo a la estructura del idioma, entonces estos generalmente se adaptan a las reglas fonotácticas del purépecha. En esta lengua las palabras no pueden terminar en consonante, por eso la terminación -i (a veces -ï) se agrega a palabras como marcador o nación para que se ajusten a esta regla. Y los infinitivos como cobrar y pensar a su vez agregan la vocal -i al ser adoptados como bases verbales. Así obtenemos markadori, nasioni, kobrari y pensari (infinitivos: kobrarini, pensarini). De igual modo, la -o final inacentuada del español normalmente se convierte en -u en purépecha (v.g., periku, kompromisu, etc.). Además, la adopción de un número abundante de nuevos términos ha dado como resultado la introducción de sonidos que históricamente no eran fonemas, sino simples variantes contextuales, tales como b-, d- y g-,14 las cuales aparecen en préstamos como butella, gasolina o desmaiarini. Swadesh (1967: 167) explica: “B d g en el porhé, antes de su transculturación, eran variantes mecánicas de p t k tras nasal. Más tarde […] llegaron a la condición de fonemas independientes.” Por otro lado, la consonante lateral l que aparece en palabras como animali y espanioli no es original del purépecha y es muy probablemente también un préstamo del español. De hecho, en algunas variantes la lateral está desplazando a la consonante retrofleja autóctona rh ([ɽ]) (Chamoreau 2007: 466-467). Los sustantivos y verbos del español también han sido integrados completamente a la estructura morfosintáctica del purépecha, aceptando marcas de persona, número, caso y los diferentes sufijos de TAM. Por ejemplo, como se observa en

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El análisis morfosintáctico de los ejemplos se presenta un tanto simplificado para facilitar la exposición. Ejemplo proveniente de Carapan, ubicado en la región de la Cañada de los Once Pueblos. Existe una regla de sonorización en purépecha por la cual p, t, k se articulan como b, d, g después de consonante nasal.

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(3), el préstamo jacha lleva el sufijo de caso -ni, que marca objetos, por ser el objeto directo del verbo pasїn(k)i. (3) nani=ri pa-sїn-(k)i inte-ni jacha-ni? (Soto Bravo 1988: 21)15 dónde=tú llevar-hab-ir ese-obj hacha-obj ‘¿Adónde llevas esa hacha?’.

Por otra parte, para formar el plural de los sustantivos de origen español se agrega el sufijo pluralizante -echa/-icha, de acuerdo a las reglas gramaticales del purépecha; así tenemos sabaduecha ‘sábados’ < sabadu + -echa o telefonuecha ‘teléfonos’ < telefonu + -echa.

5. Influencias gramaticales del español 5.1. La preposición hasta Para profundizar en el tema del contacto lingüístico español-purépecha, conviene además investigar la transferencia de préstamos de tipo funcional como es el caso de ciertas preposiciones. Por ejemplo, asta < hasta (en negritas en los ejemplos que siguen) se puede emplear en purépecha como una conjunción subordinante que introduce cláusulas adverbiales espacio-temporales. Consideremos (4) y (5): (4) chusku-sïn-ti=ksï anchikuarhi-ni (hacer).todo.el.día-hab-aser.3=ellos trabajar-inf inchats’ïku-ni (Soto Bravo 1988: 24)16 meterse-inf ‘Trabajan todo el día hasta que se oculta el sol’. (5)

asta jurhiata hasta sol

ima acheiti jima uena-ni uiria-ni asta ka nia-nt’a-p-ka aquel hombre ahí empezar-inf correr-inf hasta que llegar-iter-pdo-sub ireta jimpo (Soto Bravo 1988: 7)17 pueblo en ‘Aquel hombre ahí empezó a correr hasta que llegó al pueblo’.

En (4) y (5), asta conecta la cláusula subordinada con la cláusula principal de la oración; en ambos casos, la cláusula introducida por asta provee información acerca de los límites espaciales o temporales del evento expresado en la primera

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Ejemplo de Pamatácuaro, localizado en la zona geográfica correspondiente a la meseta purépecha. Ejemplo de la isla de Yunuén, que se sitúa en la zona del lago de Pátzcuaro. Ejemplo de Zopoco, que se encuentra en la Cañada de los Once Pueblos.

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cláusula. Asimismo, asta puede funcionar como un marcador enfático, como en (6), en el que su función como indicador de asombro o extrañeza también parece asemejarse a la del español: (6) ka asta jamperi=ŋa desmaiari-ni (Soto Bravo 1988: 36)18 y hasta hasta=evd desmayar-inf ‘Y que (ella) hasta se desmayó’.

Este último ejemplo muestra un tipo de doble marcación gramatical que ocurre de manera bastante frecuente en el purépecha en diversos casos de préstamos como este: asta va seguida inmediatamente por jamperi, posposición equivalente del purépecha, de modo que el significado de asta es duplicado por la palabra jamperi. Aunque no pareciera haber una diferencia semántica notable entre el ejemplo (6) y la oración correspondiente sin asta (ka jamperiŋa desmaiarini), bien podrían existir diferencias pragmáticas aún por determinar.

5.2. La preposición para Otro elemento funcional que ha adoptado el purépecha es la preposición española para, hoy en día de empleo sumamente común en la lengua indígena. Para se suele emplear como conjunción subordinante, aunque también se encuentran usos directamente preposicionales, como en (7), donde marca el beneficiario/ destinatario de una acción: (7) para imeri uarhitijempa ka uatsï sapirhati-icha-ni (Soto Bravo 1988: 7)19 para su esposa y hijo pequeños-pl-obj ‘Para su esposa e hijos pequeños’.

Tipológicamente el purépecha no se considera un idioma preposicional, sino posposicional; un ejemplo de ello es la frase Juchiti erachi jinkoni ‘con mi hermano’, que incluye la posposición jinkoni ‘con’. Evidentemente, la adopción de preposiciones como para/pari va en contra de la caracterización del purépecha como una lengua con posposiciones, por lo cual habrá que seguir muy de cerca su desarrollo futuro para determinar las posibles repercusiones que la introducción de preposiciones podría tener a largo plazo en su sistema gramatical originalmente posposicional. En seguida, se consideran ejemplos de para como conjunción subordinante en oraciones que contienen una cláusula de finalidad o propósito. La cláusula su-

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Ejemplo de San Luis (Surén), localizado en la meseta purépecha. Ejemplo de Zopoco, localizado en la Cañada de los Once Pueblos.

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bordinada típicamente aparece en la segunda parte de la oración introducida por para, pa o su variante pari (en negritas en los ejemplos siguientes): (8) ka tsï kurucha-echa antara-sïn-ka=ksï ma uanamukuni pari=ksï para=ellos y estos pez-pl salir-hab-sub=ellos una orilla iarhata jatsiku-ni (Soto Bravo 1988: 23)20 huevos.de.pez poner-inf ‘Y estos peces salen a una orilla para desovar’. (9) …para ka ima t’ire-kuarhi-pirin-ka sani (Soto Bravo 1988: 9)21 para que él comer-refl-cond-sub poco ‘…para que él se alimentara un poco’. (10) ni k’uiripu-ni p’ira-ni para=ts’ïni pa-ka tsina-ni (Soto Bravo 1988: 7)22 ir-imp gente-obj ir.por-inf para=ellos.me llevar-sub curar-inf ‘Ve en busca de la gente para que me lleven a curar’.

En los ejemplos, la frase subordinada con para puede tener un verbo en infinitivo (ejemplo 8) o un verbo conjugado (ejemplos 9 y 10). En las cláusulas con verbo conjugado, la partícula ka,23 semejante al que del español, puede ir agregada a para;24 pero cuando para introduce una cláusula infinitiva, lo que podría indicar que hay correferencia entre el sujeto de esta y el de la cláusula principal, ka no aparece. A diferencia de su contraparte en español, el para del purépecha acepta diferentes marcadores que añaden información de tipo morfosintáctico, como se ve en (8), en el que el enclítico pronominal ksï (tercera persona plural) se agrega a pari. A pesar de esta complejidad adicional, el comportamiento sintáctico de para en purépecha en esta clase de construcciones parece ser bastante regular, ya que funciona consistentemente como un elemento subordinante que introduce cláusulas de finalidad o propósito.25 Lo más notable es que la introducción de para en estos contextos refleja una tendencia a hacer más explícitas las relaciones sintáctico-semánticas entre los distintos elementos de la oración,

20 Ejemplo de la isla de Yunuén, que se sitúa en el lago de Pátzcuaro. 21 Ejemplo de Zopoco, Cañada de los Once Pueblos. 22 Ejemplo de Zopoco, Cañada de los Once Pueblos. 23 Formalmente ka es idéntica a la conjunción purépecha ka ‘y’, la cual se emplea para conectar elementos oracionales diversos, incluyendo cláusulas. El diccionario de Gilberti (1997 [1559]: 556) provee la combinación ca himbo (ka más la posposición jimpo ‘en, por’; hoy en día, jimpoka ‘porque’) bajo la entrada ‘Que para dar causa’. Sin embargo, ka podría simplemente ser un calco del que del español, pero con material vernáculo. 24 La presencia de ka también coincide con la introducción de una cláusula finita en el caso de la preposición hasta (v. ejemplos 4 y 5). 25 Adicionalmente, existe otro uso de para no discutido aquí: su empleo en construcciones modales de necesidad con el verbo jatsini ‘tener, tener que’ (Caldera Segovia 2013).

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lo cual a su vez podría relacionarse con lo que Slobin (1977: 192-194) describe como “transparencia semántica” (i.e., la tendencia de las lenguas a mantener una correspondencia uno-a-uno entre el significado y su expresión sintáctica).

5.3. La preposición compuesta por causa de Otro caso evidente de préstamo del español es la preposición compuesta por causa de, que aparece asociada al elemento purépecha del cual es equivalente, la posposición jimpo. Existe una pirekua (canción purépecha) muy popular que ilustra este uso. El principio de la canción dice: (11) Menteru=chka=ni kaui-ni nira-sїn-ka=ia por causa de otra.vez=enf=yo emborracharse-inf ir-hab-aser.1/2=ya por causa de male Severiana jimpo querida Severiana por (causa de) ‘Otra vez me voy a emborrachar por causa de la querida Severiana’.

Como se puede observar en (11), el elemento gramatical proveniente del español y el elemento purépecha ocurren a ambos lados de la frase nominal male Severiana ‘querida Severiana’ y este hecho constituye una modificación estructural de la frase posposicional purépecha, con consecuencias todavía por determinar, a la vez que ejemplifica una doble marcación de la función de causa; no obstante, como en otros casos similares de duplicación, el significado de la estructura compuesta, sin incluir posibles motivaciones pragmáticas, no parece ser muy diferente al que tendría antes de haberse agregado por causa de.

5.4. El adverbio como Un ejemplo más de préstamo gramatical es el adverbio komo/komu < como, el cual figura en oraciones como (12) y (13) (en negritas en estos ejemplos), en las que tiene una función básicamente análoga a la que existe en español: (12) …peri26 no=teru mak’asï ue-me-sïn-ti kurucha komo como pero ya.no igual salir-agua-hab-aser.3 pez eska iontki (Soto Bravo 1988: 23)27 como antes ‘Pero los peces ya no salen de la misma manera como antes’.

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Pero/peri < pero es otro elemento conector adoptado del español, al igual que otras varias conjunciones, incluyendo o ‘o’ y porki ‘porque’ (cf. Chamoreau 2007); sin embargo, por cuestiones de espacio no se tratarán aquí. Ejemplo de la isla de Yunuén, situada en el lago de Pátzcuaro.

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(13) arhi-sïn-ti=ksï eska ima mentku isï decir-hab-aser.3=ellos que él siempre así kusï-ntu-rha-pa-m-p-ka, isï komu eska ima tiamu hacer.ruido-pie-for-ir-hab-pdo-sub así como como él hierro juka-ntu-rha-pirin-ka (Soto Bravo 1988: 31)28 llevar.puesto-pie-for-cond-sub ‘Dicen que él (el toro) siempre hacía ruido al ir pisando, así como si llevara (una) herradura puesta’.

En el ejemplo (12), komo tiene función de adverbio de modo seguido del adverbio temporal iontki ‘antes’. Por otra parte, en (13) komu agregado al adverbio isï ‘así’ funciona como una conjunción adverbial de modo compuesta que relaciona las dos cláusulas de una oración compleja y expresa la manera hipotética en que se produciría el ruido que hace el animal al pisar. Una vez más, en (12) y (13) encontramos la duplicación sintáctica expresada por la yuxtaposición del préstamo del español y el elemento autóctono eska.29 Otros ejemplos documentados de doble marcación gramatical en purépecha son los siguientes: bien sesi ‘bien’ y mas santeru ‘más’, en los que el primer elemento de la yuxtaposición proviene de la lengua donante (es decir, los adverbios bien y más) y el segundo de la lengua receptora; como en los otros casos, los dos elementos básicamente parecen tener funciones gramatical y semánticamente equivalentes. De acuerdo a Thomason (2001: 152), la marcación doble es en ocasiones un fenómeno transitorio que ocurre cuando una construcción está en proceso de ser reemplazada por otra y en otras puede llegar a volverse un rasgo permanente del idioma receptor. Por el momento no es factible predecir con certeza qué resultado se obtendrá finalmente de ninguna de las combinaciones observadas en purépecha. Hay diferentes posibilidades: (a) que el elemento autóctono se elimine totalmente y únicamente se mantenga el préstamo, (b) que los dos elementos continúen apareciendo juntos como una unidad compleja, o (c) que los dos de alguna manera se fusionen (esto solo en el caso de que sean adyacentes). Ciertamente, en este momento es difícil saber cuál de las tres posibilidades mencionadas terminará por imponerse. De cualquier forma, según lo expuesto por Thomason (2001), los datos sobre la doble marcación en purépecha corresponden a mecanismos ampliamente documentados del cambio lingüístico inducido por el contacto entre lenguas. 28 Ejemplo de Puácuaro, localizado en el área del lago de Pátzcuaro. 29 Como se puede observar, eska y ka son formalmente muy similares, lo que contrasta visiblemente con la diferenciación formal entre los conectores provenientes del español (para, komu, asta).

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Con respecto a posibles explicaciones del préstamo lingüístico en situaciones de contacto, Matras (2007) propone una serie de jerarquías implicacionales de préstamos para dar cuenta de la repetida adopción de ciertos tipos de elementos en lenguas tipológicamente no emparentadas. Por ejemplo, las categorías como los sustantivos y las conjunciones aparecen en una posición sumamente alta en su escala de préstamos (Matras 2007: 61); específicamente, si se comparan con los verbos, los sustantivos se integran más fácilmente que los verbos a la gramática de la lengua receptora (Matras 2007: 48). Además, Matras concluye que los dominios conceptuales que son cognitivamente menos accesibles o de alta complejidad, así como aquellos “where the speaker’s epistemic authority is in question” (Matras 2007: 34), incrementan la posibilidad de que una categoría sea adoptada por una lengua receptora. Esto podría ayudarnos a explicar, por ejemplo, el uso de para en purépecha en cláusulas de finalidad o propósito en presente o futuro, dado que evidentemente el hablante en esos casos realmente no tiene certeza acerca del resultado final del evento expresado en la subordinada, el cual todavía no ha tenido lugar y quizá ni siquiera se lleve a cabo. La introducción de nuevos conectores asimismo está relacionada con los procesos de cambio lingüístico que llevan a las lenguas hacia una mayor subjetivización del discurso al desarrollar medios alternativos de expresión para codificar la perspectiva y las actitudes del hablante con respecto a todo lo que atañe a la situación comunicativa (Traugott 1982, 2010). En general, de lo analizado hasta aquí se puede concluir que el purépecha a través del contacto lingüístico con el español ha adquirido recursos gramaticales adicionales, como es el caso de para/pari, para marcar explícitamente ciertas relaciones sintáctico-semánticas (i.e., incremento de la transparencia semántica) que antaño solo estaban implícitas en las yuxtaposiciones de elementos; y en otros casos, aunque las relaciones parecían ya ser explícitas, y dada la similitud formal de conectores como ka y eska, se ha servido de medios innovadores (komu, asta, por causa de) que refuerzan las conexiones existentes entre dichos elementos y apuntan hacia la diferenciación y especialización de ciertas expresiones subordinantes (v.g., para introduce cláusulas de propósito, asta introduce cláusulas adverbiales de espacio-tiempo y komu de modo).30 Ambas tendencias mencionadas señalan una probable convergencia estructural con el idioma do-

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Un fenómeno similar ocurrió en la historia del idioma inglés, el cual experimentó un incremento en el número y en la especificidad de sus elementos gramaticales subordinantes de tipo causal (v.g., since, because, therefore, etc.) (Traugott 1982). Además, Traugott (1982: 265) menciona precisamente la influencia de otras lenguas como un posible factor de cambio: “It is surely not accidental that the new markers of the antecedent-consequent relationship in Middle English are possible calques from French (e.g. for = car, syn = puis que)”.

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minante (cf. Chamoreau 2007). De todo lo discutido, algo especialmente significativo serían las repercusiones a largo plazo que la introducción de elementos gramaticales como las preposiciones podría tener sobre la estructura posposicional del purépecha.

6. Consideraciones sobre el futuro del contacto purépecha-español La interrogante sobre cuál es el futuro que le espera al purépecha debido a su continuo e intenso contacto con el español no es fácil de responder, debido a la naturaleza cambiante de las condiciones socioeconómicas y políticas de las muchas comunidades involucradas. Un factor adicional que complica el panorama es el gran número de migrantes que abandona Michoacán por áreas urbanas dentro de México o que sale hacia Estados Unidos, en cuyo caso, los purépechahablantes se enfrentan con otra situación de contacto, esta vez con el inglés, lo que a su vez puede desencadenar un proceso de desplazamiento hacia esa lengua. A esto habría que agregar que, como se mencionó antes, las generaciones de hablantes más jóvenes usualmente adoptan el español y tienden a abandonar su lengua materna. Y aunque se supone que existe la educación bilingüe en las comunidades purépechas, esta se implementa de manera inconsistente o no se implementa (cf. Chávez Rivadeneyra 2006).31 Asimismo, hay una gran falta de materiales pedagógicos de calidad y de personal capacitado para la enseñanza. Es evidente que para que el purépecha sobreviva a largo plazo es necesario más apoyo gubernamental y políticas educacionales adecuadas para ayudar en su transmisión y preservación. Sin pasar por alto el hecho de que la supervivencia de una lengua depende además en gran medida de la transmisión intergeneracional, podemos afirmar que afortunadamente se advierten signos esperanzadores, ya que, a pesar de la influencia abrumadora del español, hay esfuerzos importantes de parte de las comunidades y organizaciones purépechas para continuar promoviendo su lengua y transmitirla a las nuevas generaciones, por ejemplo, talleres sobre el idioma, concursos literarios, estaciones de radio, portales en la red y otros. También en el estado de Michoacán existen instituciones de estudios superiores que ahora ofrecen cursos sobre la lengua y la cultura purépechas, entre ellas la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y la Universidad

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Ramírez Castañeda (2006: 174) hace la siguiente observación sobre el uso de la lengua indígena únicamente como un medio para alcanzar el dominio del español: “El divorcio entre el discurso teórico y la práctica cotidiana en el aula es patente, la lengua materna [indígena] se sigue usando como medio de comunicación, es vehicular, transicional y no portadora ni constructora de un proceso mental y de una cosmovisión”.

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Intercultural Indígena de Michoacán, las cuales pueden jugar un papel importante para la capacitación de profesores de lengua indígena. Y a nivel de educación básica se han implementado algunos programas de educación intercultural bilingüe que verdaderamente funcionan como tales, por ejemplo, el del pueblo de San Isidro, municipio de Los Reyes, con apoyo de antropólogos y lingüistas de la Universidad Pedagógica Nacional.

Conclusión El purépecha es una lengua aislada cuyo estudio detallado puede contribuir a las investigaciones más recientes sobre las características lingüísticas de las lenguas originarias de México, a la vez que el estudio de su contacto con un idioma de alcance global como el español puede ampliar nuestro conocimiento de las transformaciones que las lenguas minoritarias experimentan en esas circunstancias. Como se ha discutido aquí, el intenso y prolongado contacto con el español de Michoacán ha dejado en el purépecha numerosos préstamos, que comprenden no solo sustantivos, adjetivos, adverbios, verbos, y morfemas como el diminutivo -ito, sino aun elementos gramaticales, tales como para, por causa de, hasta y como. Aunque el español también ha tomado préstamos de los idiomas indígenas, por ejemplo, sustantivos que designan elementos culturales, flora, fauna y un gran número de topónimos, su hegemonía como uno de los idiomas globales dominantes continúa amenazando la supervivencia de las diversas lenguas indígenas de Latinoamérica, incluyendo el purépecha. A pesar de los esfuerzos por preservarla, harán falta medidas más contundentes para revertir la situación de desplazamiento lingüístico que parece estar teniendo lugar en gran parte de las regiones de habla purépecha. Así mismo, se hacen necesarias más investigaciones para determinar qué otros rasgos lingüísticos, además de los discutidos aquí, se han transferido del español al purépecha y qué efectos tendrán en diferentes aspectos de su gramática en el futuro.

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El tópico discursivo en náhuatl y pima bajo* Manuel Peregrina Llanes Zarina Estrada Fernández Universidad de Sonora

The Discursive Topic in Nahuatl and Pima Bajo Abstract: The chapter presents a comparative analysis of the coding of referential tracking, addressing the coded mechanisms of the discursive topic in Nahuatl and Pima Bajo. The analysis of this linguistic phenomenon allows us to account for the frequency of some of the resources that these languages have for referential tracking, and to corroborate that this linguistic system is fundamental for the coherence of the discourse and the maintenance of the cohesion of the text. Keywords: discourse; reference; mechanisms; topic; Nahuatl; Pima Bajo.

El discurso se caracteriza por estar constituido mediante una serie de componentes que, de acuerdo con su nivel jerárquico, se van formando unos a los otros en orden de menor a mayor. El siguiente cuadro nos permite ver la secuencia de formación de cada uno de ellos mediante la producción del elemento anterior, yendo del constructo más simple al más elaborado cognitiva y lingüísticamente hablando. Cabe decir aquí que, aunque el primer elemento es la cláusula, ella está constituida por otros componentes menores como es el léxico, los elementos sintácticos, morfológicos y fonológicos-fonéticos, entre otros. Por tanto, se presentan aquí los cinco constructos de mayor confección lingüística. Cuadro 1 Elementos constitutivos de un discurso cláusulas ► cláusulas encadenadas ► párrafos ► episodios ► discurso

*

Este trabajo se enmarca en el proyecto de investigación conacyt CB-2013/220328, titulado: “Tipología intragenética y diversidad lingüística en lenguas de la Tarahumara”.

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Las cláusulas en un discurso no son independientes unas de las otras, en el sentido de su relación funcional de implementación, sino que son enunciadas por el emisor con el propósito de conformar una información apta para que el oyente/ lector pueda recibir la transmisión de una idea, concepto o evento. Así, la secuencia de cláusulas se encadena por medio de conectivos referenciales, temporales y espaciales que permiten la concepción de una unión dinámica y coherente del discurso. Las cláusulas encadenadas conforman los párrafos en los que el hablante transmite un mensaje claro y objetivo para ser comprendido por el oyente. Es decir, a través del encadenamiento de cláusulas, el hablante ofrece al oyente la información sobre el tema que se desarrolla en el evento comunicativo en una estructura jerárquicamente más cercana al discurso. Estos párrafos contienen información nueva y vieja que el oyente recupera y que descifra mediante las ‘pistas’ gramaticales que se codifican en la secuencia de cláusulas que los conforman. La información del evento de fondo y figura (background y foreground respectivamente) es circunscrita a la mención, principalmente, de los participantes del discurso. En otras palabras, los acontecimientos narrados dentro de un marco tempoespacial siempre tienen que ver con la participación de los actantes (topical, contrastivo, temático, entre otros). Una secuencia de párrafos constituye un episodio de la narración, en el que se determina el comienzo y la terminación de una parte relevante de la historia en la narrativa. Por tanto, los episodios de los cuales está conformado el discurso enuncian la trama del evento, la esencia del mensaje que ha querido ser transmitido por el hablante a su interlocutor (Van Dijk 2008). Los episodios en los que se puede dividir un discurso se plantean con base en los eventos que se enuncian en los que se hallan conjugados varios aspectos importantes de la narrativa, tales como participantes, temporalidad, locación, intervenciones en las secuencias de subtemas, entre otros. Lo anterior permite llegar al nivel más prominente en la realización de la comunicación: el discurso. Este es entonces formado por la información coherente provista por el hablante por medio de las estrategias de seguimiento de la referencia de los participantes en el discurso mismo con las que el hablante construye la narrativa. Así́ el oyente, quien siguiendo las ‘pistas’ de cohesión provistas por su interlocutor, recibe la comunicación de un mensaje de manera clara y con el propósito básico que se ha querido transmitir por su interlocutor.1

1

En el análisis del discurso la influencia de los factores discursivos más locales, la escala menor de los constituyentes lingüísticos: gramatical, léxico y fonético es determinante (Kibrik 2011: 14).

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En esta investigación el análisis de la continuidad referencial en el discurso se aborda de acuerdo con Givón (1983), Comrie (1998) y Kibrik (2011). El que se fundamenta tanto en la propuesta de la estructura de la información de Halliday (1967), Lambrecht (1994) y en la de la gramática de la coherencia discursiva según Givón (2005). El análisis del seguimiento de referencia en estas lenguas permitió observar que el inventario de elementos que funcionan como mecanismos referenciales son las frases nominales, los pronombres, los demostrativos y la anáfora cero. En cuanto al primero de los mecanismos citados anteriormente, y debido a que el náhuatl2 marca a todos sus argumentos como índices pronominales en el verbo, la lengua requiere especificaciones particulares. En la primera sección del trabajo se presenta información acerca de las lenguas estudiadas y sus hablantes. En la segunda sección se muestra la metodología y el corpus. En la tercera sección se expone el marco referencial en el que se basa el análisis presentado. En la cuarta sección se presentan los resultados del análisis de los datos. Por último, a manera de recapitulación, se citan las conclusiones a las que se ha llegado en esta investigación.

1. La familia yutoazteca Las lenguas que componen esta familia lingüística cubren un extenso territorio que abarca desde América del Norte hasta América Central. De acuerdo con el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (inali), esta familia se encuentra integrada por 11 lenguas, de las cuales el náhuatl y el pima bajo3 son parte. El cuadro 2, que a continuación se presenta, muestra la adaptación que se ha hecho a la información presentada por Campbell (1997: 134), en donde se pueden apreciar las relaciones filiales al interior de la familia yutoazteca. Esto permite la visualización de todas las lenguas que componen las ramas y subramas de esta familia lingüística. Es posible contemplar aquí que en la rama sureña se hallan el pima bajo en la rama pímica (tepimana) y el náhuatl en la rama corachol-azteca.

2 3

La variante moderna del náhuatl estudiado aquí es la hablada en la Huasteca Veracruzana (Peregrina 2015; 2018; 2022). Agradecemos a Ana María Ramírez Barceló por el material que puso a nuestra disposición para este trabajo (Ramírez Barceló 2010; Estrada Fernández/Ramírez Barceló 2010).

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Cuadro 2 Familia de lenguas yutoaztecas

1.1. Número de hablantes de náhuatl y pima bajo Las dos lenguas yutoaztecas que se abordan en este estudio tienen diferencias notables con respecto al número de hablantes y localización. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (inegi) en el conteo del 2015 informa que el náhuatl es la lengua indígena con mayor número de hablantes dentro del territorio nacional, sumando 1 725 620, quienes se encuentran en varios estados de la República Mexicana, tales como Ciudad de México, Estado de México, Puebla, Veracruz, Morelos, Hidalgo, San Luis Potosí y Guerrero, entre otros, principalmente en la zona central del país. Por su parte, el pima bajo cuenta con 743 hablantes localizados en la frontera de los estados de Sonora y Chihuahua.

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1.2. Las lenguas náhuatl y pima bajo El náhuatl y el pima bajo por ser de la misma familia lingüística comparten rasgos estructurales, tales como: i) alineamiento nominativo-acusativo, ii) tendencia aglutinante, iii) orden de palabra relativamente libre, iv) ausencia de marcadores de caso en los nominales, v) marcación de núcleo, vi) objeto primario. Sin embargo, se diferencian en rasgos estructurales particulares: i) el náhuatl presenta un orden no marcado (s)vo, el pima bajo lo presenta sov, ii) el náhuatl indiza pronombres en función de sujeto y objeto al verbo, y el pima indiza solo al no sujeto, iii) el náhuatl los codifica a los nominales en función de oblicuo por medio de preposiciones, mientras que el pima bajo por posposiciones.

2. Metodología y corpus En este trabajo se presentan los resultados del análisis realizado en dos corpus;4 uno del náhuatl5 y otro del pima bajo. En el cuadro 3 se presentan los 11 textos narrativos con aproximadamente un total de 300 cláusulas que constituyen los datos analizados en cada lengua. Cada uno de estos cuentos que forman el corpus estudiado fue transcrito, glosado y traducido. El análisis morfosintáctico de las cláusulas se llevó a cabo, así como el de los mecanismos referenciales, precisando aquellos con los que se codifica al participante más prominente en cada historia.

4

5

Abreviaturas: 1 primera persona, 2 segunda persona, 3 tercera persona, abs absolutivo (no poseído), abun abundante, ade adhesivo, adj adjetivo, al alienable, afir afirmación, apl aplicativo, ben benefactivo, caus causativo, cnst constructivo (poseído), col colectivo, com comitativo, cond condicional, cont continuo, cop cópula, dem demostrativo, det determinante, dim diminutivo, dir direccional, enf enfático, est estativo, ext extensión, fut futuro, hab habitual, imp imperativo, impfv imperfectivo, imprs impersonal, int intensivo, irre irrealis, lig ligadura, loc locativo, neg negación, nmzr nominalizador, nom nominativo, nsuj no-sujeto, num numeral, obj objeto, o.indf objeto indefinido, pd partícula discursiva, prtc participio, pfv perfectivo, pl plural, pos posesivo, preh presente habitual, pres presente, pret pretérito, prt partícula, red reduplicación, rel relativo, rem remoto, rep reportativo, refl reflexivo, rslt resultativo, sg singular, sub subordinante, suj sujeto, temp temporal, ø pronombre cero. Cuando se remite al corpus de esta investigación se hace alusión a la versión de los datos como aparece en Peregrina (2015, 2018, 2022). Propiedad intelectual –obra derivada– certificada por el Instituto Nacional de Derechos de Autor como compilación de datos con número de registro: 03-2018-030511321700-01.

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24 317

La muchacha y la pulga

La varita de la virtud

Una mujer vampiro

Un viudo

Dos hombres

Un tonto

El maíz

La bruja

Una muchacha que no respetó

Total

3

4

5

6

7

8

9

10

11

43

34

31

29

34

33

30

25

18

Los machetes trabajan solos

2

16

Cláusulas

Una rana

Narrativas del náhuatl

1

No.

11

10

9

8

7

6

5

4

3

2

1

No.

Total

El oso y la moscarda

La gota de agua

El caballo y el arriero

El coyote y el conejo (2)

El coyote y el conejo

La chiva y la hormiga

El conejo que engañó al coyote

La niña robada

El oso robó a una muchacha

Los no creyentes quemaron a los santitos

Se robaron a nuestro Padre

Narrativas del pima bajo

Cuadro 3 Narrativas analizadas del náhuatl y del pima bajo

302

53

27

29

40

20

26

19

15

25

21

34

Cláusulas

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3. Elementos pronominales Para este estudio es relevante presentar los elementos que cumplen una función fórica en estas lenguas, es decir, los pronombres libres y ligados, los demostrativos, los numerales, ya que fungen como elementos codificadores del seguimiento referencial. Los determinantes y demostrativos en estas lenguas también funcionan como artículos. En náhuatl in, ino, ne, tle y nopa –siendo este último el más productivo– y en pima bajo ig ‘este/a’, ik ‘a este/a’, id ‘ese/a’, ik ‘a ese/a’. En los cuadros 4 y 5 se proporcionan los sistemas pronominales del náhuatl y del pima bajo. Cuadro 4 Sistema pronominal del náhuatl de la Huasteca Veracruzana Libres Persona

Sujeto/Objeto

Ligados

Sujeto

Objeto

1sg

na

ni-

-nech-

2sg

ta

ti-

-mits-

3sg

ya

ø-

-ki-

1pl

to(h)uanti

ti-

-tech-

2pl

ano(h)uanti

in-

-amech-

3pl

ino(h)uanti

ø-

-kin-

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Objeto Indefinido de humano

Objeto Indefinido de no-humano

Reflexivo Recíproco Media

-te-

-tla-

-mo-

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Cuadro 5 Sistema pronominal del pima bajo Persona

Pronombres sujeto

Pronombres no-sujeto

Enclíticos pronominales dependientes

Independientes

Reducidos

1sg

aani

aan

in-

-an

2sg

aapi

aap

am-

-ap

3sg

hig

hig

a- / ø-

ø

1pl

aatim

aat

tit-

-at

2pl

aapim

aap

mim-

-am

3pl

aigam

higam

a- / ø-

ø

En la siguiente sección se presenta el acercamiento teórico necesario para el análisis del seguimiento referencial, mostrando los mecanismos que el náhuatl y el pima bajo usan para codificarlo.

4. Seguimiento referencial del tópico discursivo La referencia es un término que implica la relación directa que se establece entre el elemento lingüístico –ítem léxico– y la entidad a la que hace alusión. Kibrik (2011) dice que “este fenómeno es central y omnipresente en la lengua”. Lo anterior pone en evidencia que la referencia y los mecanismos mediante los cuales se codifican en las diversas lenguas del mundo constituyen un conjunto de procedimientos6 necesarios para el análisis discursivo. En relación con los contextos sintácticos en los que se llevan a cabo estos mecanismos Comrie (1998) argumenta:

6

Abreviaturas para la interpretación de los mecanismos referenciales: @ anáfora cero, fns frases nominales sujeto, fno frases nominales objeto, a adjetivo, ps pronombre dependiente sujeto, po pronombre dependiente objeto, pls pronombre independiente sujeto, plo pronombre independiente objeto, pr pronombre reflexivo, pe pronombre enfático, pp pronombre posesivo, ds demostrativo/determinante sujeto, do demostrativo/determinante objeto, sim.it sujeto idéntico, imp imperativo.

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En los idiomas existen estrategias determinadas a través de las que se hace referencia aun participante, a él mismo o a uno diferente dentro del discurso. Esta referencia se da dentro de un dominio local o extendido. El primero señalará a los argumentos de un predicado simple, mientras que el segundo a los que incorporan los adjuntos del predicado, los elementos de otras cláusulas y los elementos de otras oraciones.

El seguimiento de la referencia, en el universo del discurso, es controlado por el emisor mediante la codificación gramatical organizando la referencia conforme a su propósito comunicativo. Lo anterior permite abordar el discurso destacando que la continuidad del participante más importante, dígase el tópico, el cual según Givón (1983) “emerge en las cláusulas como el participante sujeto u objeto”, tiene un papel preponderante dentro de la sintaxis y también en su valor semántico de agente y el paciente de dichas construcciones. Asimismo, es la entidad pragmáticamente más sobresaliente en el discurso, ya que se convierte en el centro de atención de los interlocutores. El análisis de los mecanismos referenciales, en particular los que codifican al tópico discursivo en cada una de las lenguas estudiadas, se hace siguiendo la propuesta presentada por Givón (2001) y que a continuación se cita:7 Tópico más continuo/accesible Anáfora cero Pronombres ligados/no-acentuados o concordancia gramatical Pronombres independientes/acentuados: personales y/o demostrativos Frase nominal definida (dislocación a la derecha) Frase nominal definida (orden neutral de palabra) Topicalización contrastiva de la frase nominal (movimiento Y de la frase no­ minal) Frase nominal escindida/focalizada Frase nominal referencial indefinido Tópico más discontinuo/inaccesible

4.1. Mecanismos referenciales en náhuatl Los mecanismos referenciales y su descripción se presentan en un texto del corpus titulado “El gusano” (Peregrina 2015: 75), del cual no se cita todo, sino que

7

Cabe señalar que la propuesta de Kibrik (2011) también es tomada en cuenta para el análisis de los mecanismos referenciales, pero por razones de espacio no se cita en este documento. Véase esquema propuesto por Peregrina (2018: 116).

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se ha hecho una selección de cláusulas con la finalidad de dar cuenta de cada una de las estrategias codificadas. Tres participantes son introducidos en la historia (1),8 lo que se lleva a cabo por medio de frases nominales: en (1a) los dos participantes de la cláusula son codificados por medio de una frase nominal plena; el sujeto por un numeral y un nombre se sihuatl ‘una mujer’; y el objeto por la frase nominal compuesta por el pronombre posesivo de tercera persona del singular i-, el nombre kone ‘hijo’ y el marcador de plural -h. En (1b) la frase nominal en función de sujeto es codificada por un numeral y un nombre se tlakatl ‘un hombre’, quien es el tópico discursivo. En (1c) se codifica a los mismos participantes de (1a) realizando las mismas funciones sintácticas por medio de frases nominales. Asimismo, en (1a) y (1c) a la raíz verbal transitiva -pich- ‘tener’ se le prefijan los índices pronominales de sujeto y objeto. El participante sujeto es codificado por el pronombre ø-, mientras que el participante objeto está codificado mediante el pronombre de tercera persona del plural -kin-. Obsérvese como en (1c) se introduce la cláusula transitiva sin una frase nominal que la presida, por lo que se recupera la información del participante sujeto por medio de un mecanismo no gramatical, sino semántico, es decir, la referencia o anáfora cero (@).9 Sin embargo, en la secuencia de la narración se recobra al participante mediante una catáfora con la frase nominal nopa sihuatl ‘esta señora’ pospuesta al verbo. En (1b) se presenta el participante principal del cuento, es decir, el tópico se tlakatl ‘un hombre’,10 este realiza la función de sujeto del verbo. El predicado se halla codificado por la raíz nominal sihuatl ‘mujer’, a la que se le ha prefijado el pronombre reflexivo -mo- y sufijado el morfema causativo -ti-. La construcción 8

9

10

Los términos usados en este ejemplo para referir a los participantes de la narrativa son sihuatl, tlakatl y kone. El primero de ellos se aplica a una persona de sexo femenino que sea adulta y que haya o no dado a luz, por eso es posible usar los términos mujer, señora y alguno otro sinónimo posible dentro del acercamiento semántico al español. El segundo término se aplica a una persona de sexo masculino que implique tanto que sea un hombre adulto como que tenga una responsabilidad social como adulto en la comunidad. También, es el término genérico aplicado para referir a una persona. Por tanto, se ofrece un acercamiento semántico al español con expresiones tales como hombre, señor, persona, entre otros sinónimos posibles. El último término se aplica a personas infantes de cualquier sexo en relación filial –existente o no– con sus progenitores, de ahí el uso del término en español hijo o hija como el más acercado semánticamente posible. Este mecanismo referencial, que se alude a él por medio de este símbolo, se presenta como la mención de un referente en el discurso que depende de la activación de ese referente derivado de una mención anterior, pero sin tener una realización gramatical, sino más bien una realización semántica, dígase sin elementos fonéticos (Kibrik 2011: 35). En los ejemplos citados se usan las negritas para indicar que el mecanismo ilustrado corresponde a la codificación del tópico discursivo.

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resultante evoca una acción llevada a cabo por el mismo participante sujeto sobre sí mismo, lo que permiten una lectura literal como ‘se hizo mujer’, pero que como figura del lenguaje se interpreta como ‘unirse a una mujer/casarse’. (1) fns ps-po a. se sihua-tl ax-ø-kin-pich-ki uno señora-abs neg-3suj-3pl.obj-tener-pfv ‘una señora no tuvo hijos’. fns b. se tlaka-tl huahkahkia uno señor-abs lejos ‘un señor hace mucho se casó’.

pp-fno i-kone-h 3sg.pos-hijo-pl

ps-pr ø-mo-sihuah-ti-k 3suj-refl-mujer-caus-pfv

Anafcero ps-po fno pp fns c. hua @ ax-ø-ki-pich-ki yon se i-kone nopa neg-3suj-3sg.obj-tener-pfv ni uno 3sg.pos-hijo dem y sihua-tl señora-abs ‘y no tuvo ni un hijo esta señora’.

El náhuatl presenta una característica morfológica interesante desde el punto de vista de la referencia cero. En efecto, el náhuatl de la Huasteca Veracruzana cuenta con un inventario de pronombres sujeto, el cual tiene índices pronominales formales para las primeras y segundas personas. Sin embargo, las terceras personas no presentan una forma realizada fonéticamente, por lo que nos hemos referido a ese vacío como pronombre cero (ø-),11 el cual formalmente no codifica un índice pronominal como en las primeras y segundas personas, pero semánticamente sí lo hace, por lo menos a nivel del discurso. Es en este contexto discursivo donde el náhuatl, debido al vacío fonético de un marcador para la tercera persona sujeto tanto del singular como del plural, echa mano de la anáfora/referencia cero. El participante topical es recuperado semánticamente por medio de la anáfora cero en (2a) realizando la función de sujeto del verbo intransitivo yah ‘ir’, lo mismo para la raíz verbal tlachi ‘mirar’ en (2b). En esta misma cláusula es introducido un participante secundario a través del pronombre libre de tercera persona ya en función de objeto, quien catafóricamente es nombrado en (2c) por

11

Este estudio comparte con Kibrik (2011: 120) que el pronombre, siendo un mecanismo visible opuesto a la referencia cero, hace que quede excluida la noción de pronombre para referirnos a un vacío o a un mecanismo oculto. Sin embargo, la necesidad de representación de la oposición a nivel de dominio propicia que sea denominado como pronombre cero al índice pronominal de las terceras personas en función de sujeto en el dominio local, mientras que en el dominio extendido –nivel del discurso– sea denominada referencia o anáfora cero.

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medio de la frase nominal se tentopitsi ‘un gusanito’. El tópico discursivo es recuperado mediante la frase nominal nopa tlakatl ‘este señor’ pospuesta al verbo en (2d). En (2e) el participante secundario es codificado correferencialmente con el pronombre libre de segunda persona en función de sujeto y el índice pronominal ti- prefijado al verbo tsaktsi ‘gritar’. Nótese como después del uso del mecanismo pleno como es la frase nominal, la lengua codifica a los participantes por medio de los procedimientos anafóricos como lo son los pronombres libres y los ligados (2f) y (2g). (2) ps Anafcero a. kemah @ ø-yah-ki cuando 3suj-ir-pfv ‘cuando se fue’. Anafcero ps-po plo b. @ ø-ki-tlachi-li-to ya 3suj-3obj-mirar-apl-dir 3sg ‘lo mira a él’. fns ps fna c. se tentopi-tsi ø-kua-tlaski-tok panopa serka cerca uno gusano-dim 3suj-madera-pegar-nmlz en ‘un gusanito pegado en la cerca’. fna ps d. nopa tentopi-tsi namah ø-kualan-ki det gusano-dim ahora 3suj-enojar-pfv ‘con este gusanito ahora se enojó el señor’.

fns pls e. nelia okui-li ta verdad lombriz-abs 2sg ‘de verdad lombriz tú gritas’.

fns

nopa tlaka-tl dem señor-abs

ps

ti-tsaktsi-tika 2sg.suj-gritar-dur

ps-po f. ti-nech-tsaktsil-tika 2sg.suj-1sg.obj-gritar-dur ‘tú me llamas’. pls g. hua axkana ta y nada 2sg ‘y tú no eres mi hijo’.

pp-fns

no-kone 1sg.pos-hijo

En el final del relato, el participante topical es codificado en la mayoría de las cláusulas en función de sujeto por medio de dos procedimientos: la anáfora cero (3c), (3d) y (3f), y los índices pronominales (3b), (3c), (3d) y (3f). También por la

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frase nominal en función posesiva (3e). Por su parte, los otros dos participantes del cuento se hallan codificados en función de objeto de las cláusulas mediante frases nominales, índices pronominales, pero no por la anáfora o referencia cero. (3) ps-po a. namah ti-k-ita-s ahora 2sg.suj-3sg.obj-ver-irre ‘ahora lo verás’. ps-po b. tle ni-mits-chihui-li-s det 1sg.suj-2sg.obj-hacer-apl-irre ‘eso yo te haré’. Anafcero ps-po c. pos @ ø-ki-tlahko-tsonteh-ki pues 3suj-3sg.obj-mitad-cortar-pfv ‘pues lo cortó por la mitad a esta lombriz’.

fno

nopa okui-li dem lombriz-abs

Anafcero ps pp-fna d. kemah @ ø-asi-ko i-cha cuando 3suj-llegar-dir 3sg.pos-casa ‘cuando llega a su casa’. pp-fns ps fna e. i-sihua ø-mik-tok nopa tlaka-tl 3sg.pos-señora 3suj-morir-nmlz dem señor-abs ‘la señora del señor está muerta’. fno Anafcero ps-po f. pampa nopa okui-li @ ø-ki-tlahko-tsonteh-ki por que dem lombriz-abs 3suj-3sg.obj-mitad-cortar-pfv ‘porque a esta lombriz la cortó por la mitad’. g. nopa tlanke dem término ‘el fin’.

El análisis del porcentaje de la frecuencia de uso de los diversos mecanismos de referencia en el total de cuentos analizados muestra que son dos los mecanismos importantes en el seguimiento de referencia: el primero corresponde a los índices pronominales cuya función se encuentra más en el ámbito morfosintáctico, y el segundo el de la anáfora cero @ el cual se usa en el ámbito semántico discursivo. Los resultados globales del análisis de frecuencia de ocurrencias de los distintos mecanismos de referencia en náhuatl son los siguientes: i. 39,87 % índices pronominales –mecanismo reducido visible–; ii. 24,18 % anáfora cero –mecanismo reducido oculto–;

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iii. 15,20 % frases nominales –mecanismo pleno–; iv. 4,17 % pronombres libres –mecanismo reducido visible–; v. 16,08 % determinantes y demostrativos y otros –mecanismos reducidos vi­ sibles–. Los primeros dos mecanismos son los más productivos en el análisis del corpus, el de los índices pronominales con mayor incidencia y seguido por la anáfora o referencia cero. De acuerdo con la frecuencia de ocurrencia, la tercera estrategia de seguimiento de referencia corresponde a las frases nominales, las que apoyan la introducción, o recuperación léxica-semántica de los participantes involucrados en el discurso. El cuarto procedimiento citado corresponde a los pronombres libres y el quinto a los demostrativos y numerales, los que son relevantes como elementos fóricos con funciones enfática, deíctica y determinativa.12 En el cuadro 6 se muestran los mecanismos referenciales en su análisis cuantitativo corroborando con ello la descripción cualitativa que se ha presentado en los párrafos anteriores.

4.2. Mecanismos referenciales en pima bajo Las estrategias de codificación de la referencia en pima se ilustran por medio del fragmento del cuento ogara sudaga ‘la gota de agua’; en él se declara la existencia de un campesino y se informa sobre su nivel de pobreza y calidad de dueño de un pedazo de tierra. Este referente es codificado en (4a) mediante tres mecanismos distintos: (i) el demostrativo idi que introduce e identifica, deícticamente, al que será el tópico discursivo; (ii) el pronombre independiente de carácter enfático higai ‘él’; y (iii) la frase nominal huak-(k)ama is-dama ‘pobre campesino’. Los tres elementos dan seguimiento al mismo referente; los dos últimos en el dominio local. En cambio, en (4b) el tópico del discurso o referente recién introducido en (4a) –‘el campesino’– es elidido precisamente por haber sido mencionado en la cláusula anterior, pero recuperado semánticamente por la anáfora cero (@). El dominio extendido es en el que tiene lugar la anáfora cero, ya que en la cláusula en la que se omite no existe ningún otro elemento que anuncie su referencia. Asimismo, se observa que el tópico discursivo, ‘el campesino’, se encuentra en función de sujeto en ambas cláusulas:

12

Para una descripción más detallada sobre estos constructos menores, véase Peregrina (2020).

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 19

 35

 17

 22

 18

  6

  9

  7

 20

 12

592

40,54

Un tonto

Dos hombres

Un viudo

Una mujer vampiro

La varita de la virtud

La muchacha y la pulga

Una muchacha

Los machetes

La bruja

Una rana

Suma total

Porcentaje

13,15

192

  3

  5

  3

 12

  3

  5

  6

  1

  1

  2

  7

PO

4,52

66

 3

 2

 5

 1

 7

 3

P. RX

24,18 (ø-)=@ 39,87-5,84(ø-)=34,03 58,21

 11

El maíz

Porcentajes totales

PS

NARRATIVAS

4,17

4,17

61

 6

 1

 2

 3

 3

 4

 2

 1

PLIB

16,08

4,93

72

 2

 1

 1

 4

 4

 6

 5

P. POS

Cuadro 6 Mecanismos de referencia en náhuatl

0,44

6

3

1

2

IMP

7,57

110

  3

  9

  4

  1

  2

  1

 10

  4

  2

 10

  4

DEM

2,05

30

 1

 1

 2

 2

 1

 3

 1

 4

 1

NUM

1,09

16

 5

 4

 1

 1

 1

 1

ADJ

15,20

15,20

222

  6

 19

 10

  3

  5

  2

 13

  6

  2

 15

  4

FN

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(4) dem pe fns a. idi, higai=kada13 himk-ir huak-(k)ama is-dama dem 3sg.suj=rem un-cop pobre-nmlz sembrar-nmlz ‘este, él era un pobre campesino…’. Anafcero ikiva @ nukado. b. huno isi tener.rem maíz sembrar.nf propiedad ‘tenía una propiedad para sembrar maíz’.

En (5) se corrobora que la anáfora cero se manifiesta en el dominio extendido. Aquí el referente goka lali o’oga ‘dos gotas de agua’ se identifica como tópico contrastivo; en ambas cláusulas o predicaciones esta frase nominal funciona como sujeto del predicado no verbal himako li divaga-tam ‘estar encima de la pequeña nube’ y del verbo ni’ir ‘ver’. También en posición final ocurre el indefinido himako ‘uno’, ‘ese’ en la secuencia de cláusulas. En esta historia en lo particular, el tópico, dígase el campesino, solo será retomado hasta el cierre final del discurso. Anafcero det (5) aba himako li divaga-tam aba goka lali o’oga @ ni’ir himako dir una dim nube-loc dir dos dim. pl gotas ver.pfv uno ‘Allá dos pequeñas gotas que estaban encima de una pequeña nube lo (a ese) vieron’.

En (6) se ilustra una secuencia de cláusulas en la que ocurren tres mecanismos de seguimiento del referente atribuibles al tópico discursivo: (i) la anáfora cero que hace referencia al ‘campesino’ mencionado previamente en el discurso y del que se predica que ‘se encuentra muy triste’: si’i surmuki; (ii) el sufijo -ti, que es un marcador de eventos simultáneos y de mismo sujeto y que por lo tanto indica que se continúa hablando del mismo referente; y (iii) una segunda anáfora cero que alude al ‘campesino’ como el sujeto del verbo ni’i-him ‘ver-cont’, dígase, que el referente que se encuentra viendo hacia las nubes. En (6) es claro que la anáfora cero es un mecanismo en el dominio extendido lo cual es apoyado por el marcador de simultaneidad que colabora en la continuidad de tópico o seguimiento del referente. Anafcero im.si Anafcero (6) himako tasa, @ si’i surmuki-ti tivaga-vull @ ni’i-him-a…

13

Los marcadores de tiempo/aspecto de esta lengua corresponden, en lo general, a sufijos verbales, pero ocasionalmente ocurren como enclíticos de segunda posición, por ello el marcador de tiempo pasado remoto o narrativo se encuentra pospuesto al pronombre independiente enfático de tercera persona.

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un día int pena.muerto-sim.si nubes-dir ‘Un día, estando muy triste viendo hacia las nubes…’.

ver-cont-cond

En un fragmento de una diferente historia, la de “Los no creyentes quemaron a los santitos”, el tópico es introducido por una frase nominal plena, chole ‘no creyentes’ que se muestra en la primera oración del texto en (7a). Después, dentro del mismo dominio local o cláusula este referente es retomado a través del pronombre no sujeto a- en función de recíproco. En (7b) se corrobora que el recíproco requiere de un antecedente dentro del dominio local, y por ello la ocurrencia de la frase nominal chole ‘no creyentes’ precediendo al verbo a naati-ka ‘se juntaron’. (7) fns pr a. damak, Yuks-am si mui chole a-naati… no creyentes refl- juntar.pfv antes Yécora-loc int int ‘Años atrás en Yécora muchos no creyentes se juntaron…’. fns pr b. ko a’ag chole a-naati-ka: sub decir.pfv no creyentes refl-juntar-est ‘Que los choles se juntaron para decir:’.

En (8) se ilustra al cuantificador humk ‘juntos’ con valor referencial, es decir, funcionando como el cuantificador universal ‘todos’ para referirse al sujeto; el uso de esta estrategia permite congregar varias entidades o referentes como sujeto del evento. a (8) humk Maikis-vui hi’imi. rdp-ir.cont Juntos Maycoba-dir ‘Juntos vamos a ir rumbo a Maycoba’.

Por su parte en (9), el participante es codificado por medio del pronombre reducido de sujeto aan ‘1sg.suj’, pero además se le codifica mediante un pronombre no sujeto de primera persona en correferencia con el anterior, característica particular del verbo desiderativo ilid ‘querer’. Esta correferencia se manifiesta solo a nivel local, es decir, a nivel de cláusula. pls ps (9) aan kiga dunia in-ilid. 1sg.suj buen negocio 1sg.nsuj-querer.pres ‘Yo quiero algo bueno’.

Hasta aquí se ha podido ilustrar distintas estrategias de seguimiento de referente en pima bajo, en la siguiente sección se discuten las conclusiones a partir de las

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11 narrativas analizadas. La frecuencia de uso de los distintos mecanismos de seguimiento de referencia que se identificaron para el pima bajo son:14 i. ii. iii. iv.

34,9 % anáfora cero –mecanismo reducido oculto–; 21,8 % frase nominal –mecanismo pleno–; 17,3 % pronombres reducidos de sujeto –mecanismo reducido visible–; 8,6 % otros –mecanismos reducidos visibles–.

Las distintas frecuencias permiten concluir la importancia de la anáfora cero para dar continuidad a un mismo referente. De la misma manera se observa que las frases nominales constituyen el segundo mecanismo para este propósito y en un tercer lugar los pronombres reducidos de sujeto. En cuarto lugar, están concentrados todos los demás mecanismos citados en el cuadro 7. En los cuadros 6 y 7 se muestran los mecanismos referenciales documentados en el corpus náhuatl y pima bajo respectivamente. Se toma el número de incidencia en el que se presentan cada una de las estrategias en las narrativas citadas en el cuadro 3 y se muestra el porcentaje de frecuencia en el que se distribuye su uso por los hablantes en el discurso. El análisis tanto cualitativo como cuantitativo de los datos en las dos lenguas brinda como resultado un comportamiento similar con respecto al seguimiento referencial y la codificación del tópico discursivo en mecanismos como son: i) ii) iii) iv)

la frase nominal; los demostrativos y determinantes; el cuantificador; la anáfora cero.

Este trabajo ha permitido también documentar el análisis de la particularidad de cada una de estas estrategias con respecto al fenómeno abordado en los idiomas que se han examinado. El náhuatl usa:15 i) ii) iii) iv) v)

14 15

los pronombres libres (independientes) de sujeto y objeto; los pronombres ligados (dependientes); los pronombres de objeto indefinido humano -te y no humano -tla; el pronombre reflexivo -mo; el numeral se ‘un/uno(a)’;

En el cuadro no se consideran al marcador de simultaneidad de sujeto idéntico (sim.si) y al pronombre indefinido dado que solamente ocurrieron una vez cada uno. Los dos últimos mecanismos se consideran auxiliares en la referencia y no procedimientos esenciales o básicos de la misma.

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21 13 10  5 10  4  4  3  7  3 15 34,9

El oso robó a una muchacha

La niña robada

El conejo engañó al coyote

La chiva y la hormiga

El coyote y el conejo

El coyote y el conejo (2)

El caballo y el arriero

La gota de agua

El oso y la moscarda

Los no creyentes quemaron a los santitos

Porcentaje

AC

Se robaron a nuestro Padre

Narrativas

21,8

 6

 7

 4

 4

11

 5

 8

 2

 3

 2

 9

fn

8,6

2

2

6

1

4

2

1

4

3

dem

17,3

 4

17

 9

 7

 2

 9

 3

ProS

5,35

7

2

3

1

Pro Enf

5,35

5

6

2

3

3

Pron suj

Cuadro 7 Mecanismos de referencia en pima bajo

2,5

4

1

1

Pro pos

1,2

3

Pro reflx

1,2

1

2

Pro enc

0,82

1

1

Adj hidil

0,82

1

1

Cuan

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vi) los pronombres posesivos; vii) el morfema imperativo xi-. El pima bajo usa: i) ii) iii) iv) v) vi)

los pronombres independientes de sujeto; los pronombres no sujeto; los pronombres reducidos de sujeto; los pronombres enclíticos en cláusulas dependientes; los pronombres de objeto indefinido himako ‘uno’; el marcador de simultaneidad y objeto idéntico -ti.

Conclusiones En este trabajo se ha presentado un análisis del seguimiento de referencia del tópico discursivo en 11 narrativas del náhuatl y 11 del pima bajo. El inventario de recursos, sus especificidades acordes con las distintas funciones gramaticales que desempeñan en cada oración y los dominios local o extendido en el que aparecen conforman un sistema de organización lingüístico que facilita a los interlocutores el acceso y procesamiento de la información en los enunciados permitiendo confirmar que la continuidad del referente es uno de los recursos más importantes para la coherencia de un discurso. Se argumenta que al ser el náhuatl una lengua de indización personal, cuenta con índices pronominales para las primeras y segundas personas, pero presenta la ausencia fonológica de índice pronominal para las terceras personas, lo que impone la necesidad de representar el valor morfológico de las terceras personas sujeto a través del pronombre ø-. Se presenta que en ambas lenguas la anáfora cero es el mecanismo de seguimiento de referencia cuando se omite la codificación léxico-semántica de un referente. Así, la referencia o anáfora cero como constructo de naturaleza semántica permite la codificación de la referencia de los participantes en el discurso y constituye el hilo conductor que mantiene la cohesión del texto y la coherencia de este. Se corrobora que la anáfora cero constituye el mecanismo referencial de mayor frecuencia para lenguas con poca complejidad morfológica; como es el caso específico del pima bajo. El estudio ha permitido observar que hay una correlación precisa entre el grado de explicitud de la forma nominal y el grado de continuidad referencial: a mayor retención del referente, menor explicitud de la referencia.

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(2 marzo 2015). inegi (2015): Conteo de población y vivienda. (20 enero 2021). inpi (2020): Atlas de los pueblos indígenas de México. (20 enero 2021). Kibrik, Andrej A. (2011): Reference in Discourse. Oxford: Oxford University Press. Lambrecht, Knud (1994): Information Structure and Sentence Form: Topic, Focus, and the Mental Representations of Discourse Referents. Cambridge: Cambridge University Press. Peregrina Llanes, Manuel (2015): Cuentos en náhuatl Huasteca veracruzana. Hermosillo: Universidad de Sonora. — (2018): Referencia en náhuatl: un análisis discursivo. Hermosillo: Universidad de Sonora. (2 enero 2021). — (2020): “Frases nominales no nucleares en náhuatl: función referencial no monotónica”, en: RLA: Revista de Lingüística Teórica y Aplicada 58 (1), pp. 65-91.

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— (2022, en preparación): Mitos en náhuatl Huasteca veracruzana. Hermosillo: Universidad de Sonora. Ramírez Barceló, Ana María (2010): Seguimiento de referencia: tópico discursivo en textos narrativos en pima bajo. Tesis de Maestría. Hermosillo: Universidad de Sonora. Van Dijk, Teun A. (2008): “El estudio del discurso”, en: Van Dijk, Teun A. (comp.). El discurso como estructura y proceso: Estudios del discurso I; Introducción multidisciplinaria. Barcelona: Editorial Gedisa, pp 21-65.

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La lengua nonuya: historia y estado actual de su proceso de revitalización Juan Álvaro Echeverri Universidad Nacional de Colombia, Sede Amazonia Isabel Victoria Romero Cruz Universidad Nacional de Colombia, Sede Bogotá

The Nonuya Language: History and Current State of Its Revitalization Process Abstract: Nonuya is one of the three surviving languages of the Witotoan linguistic family, which also includes Witoto and Ocaina. The Nonuya were a numerous people, almost thoroughly exterminated during the Rubber Boom at the beginning of the twentieth century. Their descendants (about 100 people) lost the language of their fathers and adopted the language of other groups. Since 1992, this group of Nonuya by lineage—but not by language—decided to reassert their identity and formed a new community. They began a search for surviving relatives in the Peruvian Amazon and managed to locate three speakers, with whom they began a process of learning and documentation of the language. This chapter presents a brief summary of the history of this people, shows the advances in the documentation of the language, analyzes some sociolinguistic aspects of the revitalization process, and discusses the relation of Nonuya with the other two languages of the Witotoan family. Keywords: Nonuya; Witotoan family; linguistic revitalization; linguistic ecology; endangered languages.

El nonuya (iso 639: noj) es una de las tres lenguas sobrevivientes de la familia lingüística witoto, que también incluye el murui (antes conocido como uitoto, hto, huu, hux, aprox. 3000 hablantes)1 y el ocaina (oca, aprox. 50 hablantes). Las

1

Empleamos “murui” en lugar de “uitoto”, siguiendo la preferencia de los mismos hablantes (para una explicación detallada ver Agga Calderón et al. 2019: 51). Para la familia lingüística seguimos empleando “witoto”. Se incluyen los códigos ISO 639-3 de los tres principales dialectos del murui: mɨnɨka (hto), bue o murui (huu) y nɨpode (hux). El otro dialecto del murui es el mɨka (sin código ISO 639-3).

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tres lenguas están todas en peligro, en diferentes grados: el murui es “vulnerable”, el ocaina está “definitivamente en peligro” y el nonuya está “críticamente en peligro”, según información de la Unesco (2014). Los nonuya fueron un pueblo numeroso que sufrieron su casi exterminación durante el período del auge de la explotación del caucho, a principios del siglo xx. Este artículo presenta un breve recuento de la historia del pueblo nonuya, muestra los avances en la documentación de la lengua, analiza algunos aspectos sociolingüísticos del proceso de revitalización en el contexto de las otras lenguas habladas en la comunidad, discute la relación del nonuya con las otras dos lenguas de la familia witoto y presenta algunos resultados preliminares de su fonología a partir del corpus documentado.

1. El pueblo nonuya y su historia Los nonuya, junto con otros grupos vecinos, fueron esclavizados, torturados y asesinados por los agentes de la empresa cauchera Casa Arana, diezmados por epidemias y enfermedades, y reasentados forzosamente hacia el río Putumayo y la Amazonia peruana en la década de 1920. Otros grupos étnicos de la región lograron reorganizarse y retornar a sus territorios ancestrales. De los nonuya, solo tres hombres regresaron y se casaron con mujeres de otros grupos étnicos. Sus descendientes, actualmente cerca de 100 personas quienes viven en la región del Medio Caquetá (Romero Cruz 2015), perdieron su lengua paterna y adoptaron la lengua de los grupos mayoritarios (andoque y muinane), además del español impartido en los internados indígenas. El territorio ancestral nonuya se ubica al sur del río Cahuinarí en la región del Caquetá-Putumayo, “entre las cabeceras de la quebrada Casabe (Maugai, en muinane), afluente derecho del Cahuinarí y las cabeceras de la quebrada Palizada (Raɨziye en murui, Gakai en muinane), afluente izquierdo del río Igaraparaná)” (Echeverri/Landaburu 1995: 57), aproximadamente en las coordenadas 1°14’8.53’’S, 72°32’’43.83’’W. Esta es la misma ubicación que señaló Thomas Whiffen (1915), un viajero inglés, quien a inicios del siglo xx calculó la población total de este pueblo en unas 1000 personas. Luego del período cauchero (1900-1930), los nonuya quedaron reducidos a unos pocos individuos. En la década de 1920, tras la firma del tratado Salomón-Lozano que entregó a Colombia la posesión de los territorios al norte del río Putumayo (donde operaba la Casa Arana), los caucheros peruanos llevaron a cabo un reasentamiento sistemático de toda la población indígena de la zona hacia el sur del río Putumayo. Estos traslados se realizaban en embarcaciones desde La Chorrera,

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descendiendo por el río Igaraparaná. Según relatan los nonuya actuales, una de las embarcaciones que llevaba un gran número de población nonuya naufragó en el río Igaraparaná, falleciendo la casi totalidad de los viajeros, que estaban encerrados en la bodega de la embarcación (cf. Echeverri/Landaburu 1995: 49). Dos de los sobrevivientes de ese accidente fueron Julio Nonuya, del clan mochilero, y Mamerto Ríos, del clan tronco de achiote. De este fatídico accidente deviene el regreso de los sobrevivientes al territorio ancestral y los intentos de recuperación lingüística y cultural, iniciando el camino de lucha que los conduciría hasta su ubicación y situación actual. Julio Nonuya es el padre de dos de los actuales ancianos de la comunidad nonuya de Peña Roja, en el río Caquetá, donde viven sus descendientes, junto con los descendientes de Oliverio Rodríguez, otro sobreviviente del holocausto nonuya. Mamerto falleció en Leticia en 1995, y fue con quien los descendientes de Julio Nonuya iniciaron el trabajo de recuperación de la lengua en 1991. Tras el accidente, Julio se dirigió al Putumayo, combatió durante el conflicto colombo-peruano de 1932-1933, y viajó en una lancha por el río Putumayo hasta que (a finales de los años treinta) se encontró con otro nonuya sobreviviente del holocausto cauchero, Kapohoi (clan gavilán). Kapohoi también había sido deportado hasta el río Putumayo por la Casa Arana; de allí regresó en los años treinta al territorio tradicional nonuya, en el interfluvio Caquetá-Putumayo, sin encontrar a nadie. Viajó de regreso al río Putumayo y de allí se trajo a otro nonuya del clan gavilán, Oliverio Rodríguez. Juntos establecieron una maloca a orillas de la quebrada Casabe, en el territorio tradicional nonuya. Más tarde, Kapohoi se encontró con Julio Nonuya y también lo llevó a vivir a esta maloca (cf. Echeverri/Landaburu 1995: 49). Se conformó así una comunidad a partir de tres individuos: Julio Nonuya (clan mochilero), Oliverio Rodríguez y Kapohoi (los dos últimos del clan gavilán). Este fue el primer intento de recuperación de la lengua y la cultura nonuya, luego del holocausto cauchero. Sin embargo, el proceso se truncó con las muertes de Kapohoi y de Oliverio Rodríguez durante la década de 1940. Sus descendientes tomaron rumbos distintos: los hijos de Kapohoi se fueron para La Chorrera; su hijo varón falleció en los años noventa, pero su hija, Margarita, aún vive allí. De otra parte, los hijos de Oliverio, Sebastián y Abel, se criaron con los muinane de la Sabana, y sus descendientes viven actualmente en Peña Roja. Julio y sus hijos vivieron un tiempo por La Chorrera (junto con los hijos de Kapohoi) y luego con el grupo andoque; actualmente también hacen parte de la comunidad nonuya de Peña Roja. Mamerto Ríos (uno de los sobrevivientes del naufragio de la embarcación con los nonuya en los años veinte, cuando aún era niño) fue a vivir a Tarapacá, sobre el río Putumayo en la frontera con Brasil. Entre las décadas de 1960 y 1980, Ma-

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merto lideró lo que podemos llamar el segundo proceso de recuperación nonuya en Tarapacá, donde erigió una maloca y congregó a otros nonuya que estaban en la zona. Infortunadamente, sus esfuerzos se truncaron cuando su hijo mayor pereció y Mamerto se trasladó a Leticia, donde dejó de emplear la lengua. Luego del fracaso de la maloca de Kapohoi, de su muerte y de la muerte de Oliverio, los descendientes de Julio Nonuya y de Oliverio Rodríguez convivieron con los muinane y los andoque; aprendieron a hablar muinane y se casaron con mujeres muinane, andoque y murui. En la década de 1970 se trasladaron a vivir al río Caquetá, junto con un clan de los muinane. En 1989, el gobierno colombiano reconoció el territorio donde estaban asentados junto con los muinane como resguardo indígena, con el nombre de Resguardo Indígena Nonuya de Villa Azul. A inicios de la década de 1990, este grupo nonuya por linaje, mas no por lengua, decidió reafirmar su identidad étnica y establecer una nueva comunidad, que se denominó Peña Roja, dentro del Resguardo Indígena Nonuya de Villa Azul. Solo los mayores recordaban algunas palabras, pero la lengua viviente estaba ausente. Ellos comenzaron una búsqueda de nonuya supervivientes, lo que los condujo a ubicar tres hablantes competentes: el anciano Mamerto Ríos (en Leticia), Humberto Ayarce (en Puerto Arica, río Putumayo), y Rafael Grande (en la banda peruana del río Putumayo). En 1991, con apoyo del lingüista Jon Landaburu, hicieron un conjunto de grabaciones del anciano Mamerto Ríos (quien falleció en 1995). Humberto Ayarce se trasladó a vivir a Peña Roja en 1994 y contribuyó con nuevas grabaciones (Humberto falleció accidentalmente en 2003). Rafael Grande estuvo dos años en Peña Roja entre 1996 y 1998 y también contribuyó con nuevos materiales, grabados por Juan A. Echeverri (Rafael también falleció). Los nonuya de Peña Roja han mantenido su empeño en el proceso de recuperación de su lengua. Se ha intentado introducir la enseñanza de la lengua en la escuela, y se preparó una cartilla para niños con el alfabeto preliminar (cf. Rodríguez 1997). Muchos de los jóvenes y niños han aprendido los cantos en la lengua nonuya, y hoy en día dos de los ancianos y dos de sus hijos adultos tienen una competencia oral básica en la lengua, y algunos otros tienen alguna competencia para entender (pasiva).

2. Situación sociolingüística 2.1. Ecología lingüística de Peña Roja Este proceso se ha dado en una comunidad multilingüe: el nonuya es la lengua que los identifica; los mayores hablan muinane (familia lingüística bora) y andoque (lengua aislada); varios hombres se han casado con mujeres murui; convi-

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ven con algunas familias hablantes de yukuna (lengua arawak) y la gran mayoría hablan además español, la lengua nacional. En términos generales, los más jóvenes de Peña Roja tienen mayor contacto con el castellano y, por ende, mayor conocimiento de este en su variante local. En muchos casos, están en contacto con las lenguas de sus abuelos y abuelas. Muinane, diferentes dialectos del murui, miraña y nonuya, para el caso del clan achiote, son algunos ejemplos de las lenguas con las que entran en contacto los más pequeños. Por el contrario, los adultos mayores (abuelos, líderes) son quienes más lenguas saben o, al menos, reconocen comprender y producir. Por ejemplo, don Elías habla nonuya, muinane, murui, andoque, bora y castellano. Él afirma sobre el nonuya: “No lo estamos utilizando, no lo estamos hablando, no lo estamos practicando. Lo poquito que tenemos grabaciones, no lo practicamos. Entonces pues, ese es el peligro”. Y agrega su hermano José: “Si nosotros no hablamos el idioma, si no recuperamos, no somos nonuya. Uno es por la lengua. Nosotros decimos uno se identifica es por su propio lengua”. En años recientes, cada autoridad tradicional (líderes de los clanes achiote y mochilero) ha decidido transmitir a sus descendientes (y a su manera) los conocimientos que tiene: don José, en el mambeadero, principalmente con quien tenga el interés de aprender y se acerque a él a preguntarle. Don Elías reuniéndose noche a noche con sus cuatro hijos varones y sus nietos en el mambeadero. En este contexto, destinado a “hacer la palabra amanecer”, se retoman historias de origen, palabras de consejo y aunque no siempre en nonuya (dada la reducida competencia en este código lingüístico), sí se discute sobre el significado de la lengua, de lo importante de retomarla y cómo entre los más jóvenes estará la clave para su revitalización. Don Elías canta, saluda, pregunta y manda en nonuya. Con sus acciones procura un contacto más cotidiano con la lengua. Promueve el aprendizaje de léxico y expresiones en nonuya por todos los miembros de su familia, incluidas su esposa (Virgelina Gómez, bilingüe nɨpode y castellano) y su nuera (Margarita Gómez, bilingüe pasiva en mɨnɨka, cuya lengua materna es castellano), así como sus nietas y nietos. Los efectos de la crianza en un contexto multilingüe se van percibiendo en los nonuya más jóvenes.

2.2. Situación social Durante los últimos años, en la zona se ha incrementado la presencia de colonos y/o personas procedentes de diferentes zonas del país (Putumayo, eje cafetero,

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entre otras) e incluso extranjeros (especialmente brasileros) debido a la bonanza del oro. La minería en esta zona se practica en balsas e implica el uso de sustancias altamente contaminantes como el mercurio. Esta práctica extractiva está impactando negativa y considerablemente tanto la productividad como el acceso a fuentes alimenticias primordiales en la dieta de los habitantes del sector, como es el pescado. En las visitas a campo realizadas por Isabel V. Romero Cruz en 2012 y 2015, se han percibido cambios en la realidad social de la zona. Por un lado, momentos de incremento y descenso del número de personas vinculadas a la actividad minera (colonos e indígenas), así como de la cantidad de balsas: entre octubre y noviembre de 2012, se avistaron 12 balsas en el recorrido de Puerto Santander a la Comunidad Nonuya de Peña Roja; mientras que, para enero de 2014, las cuentas de un habitante de la localidad llegaban a 49 balsas dispersas en la zona. En consonancia con la dinámica de las bonanzas, en el centro urbano de Puerto Santander también ha aumentado la cantidad de establecimientos como discotecas y tiendas de abarrotes; además de actividades como la prostitución y enfrentamientos violentos (tanto entre civiles como entre grupos armados al margen de la ley y las fuerzas del Estado).

3. El nonuya y la familia lingüística witoto 3.1. La familia lingüística witoto La familia lingüística witoto fue propuesta por Koch-Grünberg (1906), quien agrupó en una nueva familia varios dialectos del murui y dos lenguas ya extintas que habían sido documentadas por Martius (1867): miranya-carapaná-tapuya y coeruna. Rivet y Wavrin (1953) postularon que existía una relación genealógica entre ocaina, nonuya y murui. El cuadro 1, elaborado a partir del cálculo de similitudes basado en la comparación de 40 ítems léxicos por el Automated Similarity Judgement Program (Wichmann et al. 2013), representa las distancias entre los cuatro dialectos del murui y las lenguas ocaina y nonuya. Este cuadro muestra que el nonuya y el ocaina tienen una importante distancia genética respecto a los cuatro dialectos del murui. Hasta mediados del siglo xx, la información existente sobre las lenguas de la familia witoto consistía de cortos vocabularios colectados por misioneros, viajeros y estudiosos –ver Echeverri (1992) para una revisión bibliográfica–. Desde la década de 1950, varios estudios lingüísticos han permitido ampliar la docu-

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Cuadro 1 Dendrograma con las distancias relativas entre las lenguas y variantes dialectales de la familia lingüística witoto (la escala se refiere a miles de años). Tomado de Wichmann et al. (2013).

mentación. Los misioneros del Instituto Lingüístico de Verano (ilv) trabajaron sobre los dialectos murui mɨnɨka, murui nɨpode y murui bue, y sobre la lengua ocaina. Gabriele Petersen de Piñeros ha investigado el dialecto mɨka del murui y publicado sobre su gramática; también, junto con Eudocio Becerra (Bigɨdɨma), publicó un curso de lengua bue, para la enseñanza de la lengua en la Universidad Nacional de Colombia. Sobre el dialecto nɨpode, existe un léxico, con notas fonológicas y morfológicas. Jorge Gasché ha publicado en el archivo dobes de la Gente de Centro materiales audiovisuales sobre los dialectos mɨnɨka y bue del murui (Gasché 2009b) y un esbozo gramatical del murui dirigido a maestros indígenas (Gasché 2009a). Del ocaina, además del diccionario publicado por el ilv, la lingüista Doris Fagua ha producido una tesis doctoral (2013) y algunos artículos, además de documentación audiovisual sobre la lengua ocaina en el archivo dobes (Fagua, 2009).

3.2. Documentación de la lengua nonuya Hasta 1990, las únicas fuentes documentales sobre la lengua nonuya fueron un vocabulario publicado por Rivet y Wavrin (1953) y un vocabulario inédito de Mataro (1930).2 Entre 1991 y 1998, con el apoyo de Jon Landaburu y Juan A. Echeverri, se hicieron grabaciones de la lengua con los tres hablantes sobrevivientes de la lengua: Mamerto Ríos, Humberto Ayarce y Rafael Grande (ver Echeverri/Landaburu 1995; Echeverri 2009a, 2009b, 2019). 2

El vocabulario de Rivet y Wavrin, con 394 palabras y expresiones, es la primera fuente publicada sobre la lengua nonuya; con base en la comparación del nonuya con el ocaina, Rivet y Wawrin plantean que estas dos lenguas están relacionadas. El manuscrito de Mataro, con 127 entradas español-nonuya, fue recolectado por los capuchinos en la región de Chorrera, probablemente en la década de 1930.

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Entre 2003 y 2009, se llevó a cabo un proyecto de documentación de lenguas de las familias witoto y bora, y del resígaro de la familia arawak, pertenecientes al complejo cultural de la Gente de centro (Seifart et al. 2009): se hizo la digitalización de todos los casetes de audio grabados de la lengua nonuya y se procedió a la anotación (transcripción y traducción) de todos los archivos, y su montaje en una base de datos del Max Planck Institute en Nimega, Holanda, con copia en el Instituto iiap de Iquitos, Perú (Echeverri 2009b). Todo el conjunto de transcripciones y traducciones se imprimió en un documento de 199 páginas (Echeverri 2009a), que fue entregado a la comunidad nonuya de Peña Roja. La totalidad de estos materiales, que suman cerca de 20 horas, han sido transcritos y traducidos (Echeverri 2019). Este corpus documental consiste en encuestas lexicales y frases simples (85 %), y cantos (15 %). Algunos de estos materiales han sido aprovechados para estudios sobre la lengua. Una estudiante de lingüística hizo un trabajo sobre fonética acústica, preliminar para un estudio fonológico (Orjuela Salinas 2010); la lingüista Isabel V. Romero Cruz efectuó un estudio para la normalización de la lengua, con una propuesta preliminar de fonología (Romero Cruz 2013) y recientemente escribió una tesis de maestría sobre el proceso de revitalización de la lengua (Romero Cruz 2015), y con Frank Seifart estamos haciendo un trabajo de lingüística comparativa entre las lenguas murui, ocaina y nonuya, utilizando los datos contenidos en estos archivos de la lengua (Echeverri/Seifart 2015).

4. Resultados preliminares de la fonología y morfología nonuya 4.1. Fonología La ortografía práctica nonuya, propuesta por Landaburu y Echeverri (1995), a partir de un análisis preliminar, está compuesta por 18 unidades consonánticas y seis vocálicas. Algunos de los aspectos fonéticos que se destacan son: la velarización de las consonantes labiales ante e, i, ɨ; la implosión de las oclusivas sonoras labial y alveolar; la presencia de una implosiva palatal que semeja una retrofleja; la reducida presencia de la oclusiva bilabial sorda [p] y la oclusiva velar sonora [g]; así como la presencia de la fricativa palatal sonora [ʃ] como variación morfofonética de la fricativa velar sorda [h] en posición intervocálica y en prefijos pronominales. Clasifican las vocales en cortas, largas e interruptas, es decir, entre las cuales se presenta un cierre glotal, al cual no consideran consonántico. Orjuela Salinas (2010) presentó una aproximación a la estructura fonético-acústica del nonuya, usando los archivos de audio grabados con Humberto Ayarce.

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Ella analiza fonéticamente los fonos tanto contoides como vocoides, a partir de los cuales propone un esbozo del inventario de sonidos de la lengua nonuya. Analiza, además, algunos fenómenos fonético-fonológicos como duración, series de consonantes oclusivas, tipos de voz y la estructura silábica. Según Orjuela, la lengua nonuya cuenta con 27 sonidos consonánticos, 13 vocálicos y un diptongo. Un análisis fonológico completo del nonuya todavía no ha sido llevado a cabo. Presentamos aquí el inventario presentado por Romero Cruz (2013, 2015), basado en el corpus recolectado del anciano Mamerto Ríos, y ajustado por Echeverri (2019). Cuadro 2 Inventario de fonemas del nonuya  

Labial

Alveolar

Oclusiva

p

t

d

 

k

Implosiva

 

 

ɗ

 

 

Fricativa

ɸ

 

 

Africada

 

Resonante

 

Nasal

 

i

ɨ

b

β

  ʦ

m

 

Palatal

ʣ

ʧ

r

 

n

 

ʤ

Velar

Glotal g 

ʔ

h

   

ɲ

 

(ŋ) 

 

u

  e  

o a

 

Los fonemas /p/, /g/ y /ʣ/ tienen muy baja frecuencia. La consonante /r/ solo ocurre en posición media. A diferencia del murui, la pausa glotal está bien representada en nonuya. El fono nasal palatal [ɲ] nunca ocupa la posición de inicio, y más bien aparece en la penúltima sílaba; y /ŋ/ es un préstamo del murui.

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Si bien la lengua prefiere la estructura silábica cv, se identificaron sílabas del tipo v, cvc y vc. La posición de coda en sílaba trabada se halló como exclusiva del fono oclusivo glotal sordo [ʔ], siendo el único [+obstruyente] posible en un contexto precontoide. Las posiciones de inicio generalmente son para fonos contoides, mientras que las de cima son para fonos vocoides. El nonuya prefiere las unidades léxicas trisilábicas; le siguen las bisilábicas, tetrasilábicas, pentasilábicas y, finalmente, monosilábicas. Orjuela Salinas (2010) afirma que el nonuya es una lengua tonal. Esta es una característica común en las lenguas amazónicas. Se puede hablar tanto de tonos puntuales como de tonos melódicos. En el nonuya, por un lado se hallaron tonos ascendente y descendente, los cuales suelen aparecer simultáneamente con un alargamiento vocálico; además, se encontraron tonos puntuales disímiles en vocales geminadas o que aparecen separados por [ʔ].

4.2. Morfología Nuestros avances en la comparación de las lenguas de la familia witoto nos permiten adelantar que, en términos fonológicos, el nonuya es la lengua más conservadora y el ocaina la lengua más innovadora; esto quiere decir que los sonidos del nonuya serían los más próximos a los del proto-witoto. Echeverri y Seifart (2020) afirman que: The Nonuya inventory is the closest to the reconstructed Proto Witoto-Ocaina-Nonuya phonological system. It thus appears that Nonuya is the more conservative language, and Ocaina is the most innovative (in both consonant and vowel inventory and sound correspondences).

Hasta ahora no se ha conducido un estudio de la morfología del nonuya, pero nuestras observaciones preliminares nos permiten afirmar que, en términos morfológicos, el nonuya y el ocaina son más similares, siendo el murui la lengua más innovadora. Algunas observaciones preliminares nos permiten destacar algunos rasgos morfológicos del nonuya, compartidos con las otras lenguas de la familia (cf. Fagua/ Seifart 2010): – Morfología relativamente polisintética y sufijante (común a las tres lenguas). – Los pronominales como prefijos en la palabra verbal, en común con el ocaina y en contraste con murui, que ubica los pronominales como sufijos. – Marcación de la negación en la palabra verbal con cambio de posición del pro­ nominal, en común con el ocaina y en contraste con murui, que emplea un sufijo.

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– Sintácticamente, los argumentos siguen un patrón nominativo-acusativo. – Cuenta con un sistema complejo de clasificación nominal (con funciones derivacionales y anafóricas), en común con el ocaina y el murui. En su trabajo de reconstrucción de la familia, Echeverri y Seifart (2020) pudieron reconstruir 20 clasificadores nominales en proto Witoto. – Distingue entre singular, dual y plural, en la primera, segunda y tercera persona, en común con ocaina y murui.

Conclusiones La lengua nonuya se encuentra en un estado crítico, habiendo ya fallecido los tres hablantes plenamente competentes que quedaban (pero conservándose registros de su habla). En la comunidad de Peña Roja, por lo menos dos de los ancianos y otro par de jóvenes tienen una competencia y conocimiento limitados, y otros adultos, jóvenes y niños han aprendido algunas palabras y, sobre todo, han mantenido los cantos, los cuales son regularmente interpretados en los bailes rituales. Los esfuerzos de los descendientes nonuya por localizar los últimos hablantes de la lengua, y el haber podido registrar casi 20 horas de audio de la lengua nonuya, han permitido que se conserve un corpus documental valioso, el cual se ha preservado en formato digital y se encuentra totalmente anotado (transcrito y traducido). Esto ha mantenido viva la esperanza y la identidad de este pueblo. El nonuya, como una lengua que estaba prácticamente extinta, es un ejemplo para otras lenguas indígenas vecinas y de todo el país que también están en situación de vulnerabilidad. El proceso de los nonuya demuestra que es posible mantener viva la lengua con la voluntad de la comunidad, y la colaboración de instituciones de investigación y docencia. Esta es una obligación del Estado y de las instituciones nacionales que quedó consagrada en la Ley 1381 de 2010 (Ley de lenguas). En los últimos 25 años, hemos invertido, en cercana colaboración con la comunidad nonuya de Peña Roja, una gran cantidad de esfuerzo en recuperar y salvaguardar la documentación de su lengua. Todos los trabajos de registro, transcripción, traducción, digitalización, metadatos y archivo electrónico de estos materiales ha sido un paso importante. Sin embargo, es necesario continuar avanzando en el estudio y análisis de la lengua, como aporte al conocimiento de la diversidad lingüística del país y de la humanidad. La lengua nonuya es un eslabón fundamental para entender la historia y evolución de la familia lingüística witoto. Sin embargo, es la lengua menos conocida

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que está, además, en grave amenaza de extinción. Su estudio y documentación son por lo tanto una prioridad.

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Huellas lingüísticas del aporte guaraní en el español del Uruguay: la dispersión diatópica de algunos guaranismos Yliana Rodríguez/Adolfo Elizaincín Universidad de la República

Linguistic Traces of the Guaraní Contribution to Uruguayan Spanish: The Diatopic Dispersion of Some Guaranisms Abstract: To this date, and unlike other countries in the region, no indigenous language is spoken in Uruguay. National historiography has reasserted the idea that Uruguay is a European country embedded in America, where the nation’s history begins with the arrival of the first Europeans in the sixteenth century. It has presented the indigenous peoples as marginal characters in the process of national identity and ignored the fact that the Guarani Indians were integrated in the population of descendants of European colonists. At present, the linguistic contribution of these populations to the Spanish spoken in Uruguay can be observed in loanwords, which account not only for the history of a language, but also for an external, non-linguistic history, i.e. correlate with historical developments and events. These Guarani loanwords are still in use, and their dispersion is evident throughout the Uruguayan territory. This chapter shows such dissemination throughout the territory that today comprises Uruguay. Keywords: language contact; toponyms; loanwords; Guarani; Uruguayan Spanish; indigenous languages.

En lo relativo a los estudios sobre el contacto de las lenguas indígenas con el español, las áreas que han despertado mayor interés han sido aquellas en las que aun existe un gran número de hablantes de lenguas americanas, y consecuentemente, donde las secuelas lingüísticas del contacto resultan más evidentes. Sin embargo, “las relaciones históricas y lingüísticas entre el español y los idiomas aborígenes de América responden a las más diversas modalidades que pueden presentarse en el contacto de lenguas” (Lapesa 1980: 537-538), y dentro de este abanico de modalidades, el caso de Uruguay es particular dado que es el único país de América donde ya no existen hablantes de lenguas indígenas.1 Sin embargo, sí hay una herencia lingüística, que quedó confinada al plano léxico. 1

Si bien no es posible datar con precisión el proceso y las circunstancias que llevaron a la desaparición de las lenguas indígenas en el territorio del actual Uruguay, desde comienzos del

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Yliana Rodríguez/Adolfo Elizaincín

El español hablado en Uruguay2 cuenta con una combinación de rasgos que comparte con otras modalidades del español americano.3 Es decir, que no presenta rasgos característicos exclusivos, salvo por su léxico, el cual da cuenta del contacto que ha tenido con el portugués en tierras americanas, con lenguas africanas, con otras lenguas europeas, y con lenguas indígenas, de las que el guaraní fue la que dejó más huellas lingüísticas.4 Lamentablemente no hay consenso en cuanto a qué lenguas se usaban al momento de la conquista ni si alguna de ellas pertenecía a la familia guaraní,5 pero es un hecho bien sabido que español y guaraní estuvieron en contacto en la llamada Banda Oriental6 en la época de las misiones jesuíticas7 y hasta la segunda mitad del siglo xviii. Y a pesar de que hoy ninguna lengua indígena se habla en Uruguay, el contacto con lenguas amerindias en otro estadio histórico se hace evidente en la toponimia8 y en otros préstamos léxicos que encontramos en el español hablado allí. Aquel contacto puede tratarse en principio de tres situaciones: (i) contacto directo del español con el guaraní –cuando existían en el territorio al este del Río

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siglo xix se encuentran síntomas de la conciencia de que muchas de las lenguas indígenas se están perdiendo, es más, su desplazamiento fue complejo y multicausal (ver Bertolotti/Coll 2013, 2014). A pesar de que “el español que se habla hoy en Uruguay no posee un grado de independencia tal como para justificar que el fenómeno pueda ser referido como ‘español del Uruguay’” (Elizaincín 1992: 759), resulta una construcción que se utiliza en la literatura especializada y no suele presentar malentendidos entre expertos. Al igual que otras variedades de la región, también es producto de las variedades de dicha lengua que se implantan desde Europa. También existen préstamos del quechua. Por ejemplo: ¡Achalay!, achira, achura, cacharpas, cancha, catanga, chacra, charque, charqui, chasque, chasqui, chaura, chinchulín, chino, china, choclo, chorito, chúcaro, chúcara, chucho, chuño, chuzo, chuza, guacho, guacha, guasca, gurí, mate, molle, morocho, nana, ojota, opa, palta, paspar, payana, pitar, pucho, pupo, quincha, quinoa, tala, tambo, totora, vincha, yapa, yuyo, zapallo (ejemplos tomados del Diccionario del español del Uruguay). El material con que se cuenta sobre las lenguas de los grupos indígenas no guaraníes es escaso y “el inventario de términos conocidos no llega, en total, a un centenar de palabras” (Pi Hugarte 1993: 74). La llamada Banda Oriental comprendía el territorio al este del río Uruguay y el del norte del Río de la Plata. Abarcaba el área que hoy se corresponde aproximadamente a la República Oriental del Uruguay y el estado de Río Grande do Sul (Brasil). La mayor parte de lo que sabemos sobre las etapas históricas del guaraní se debe a la actividad lingüística de los misioneros jesuitas pertenecientes a la Compañía de Jesús, ya que ellos pusieron el guaraní por escrito, describieron su gramática y léxico, y trabajaron en su estandarización (ver Rodríguez 2019). No abundan los estudios sobre toponimia guaraní en Uruguay, entre estos se encuentran los de Rona (1960) y Bertoni (1944).

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de la Plata hablantes de la lengua amerindia– (contexto a través del que habrían permeado más palabras); (ii) contacto del español hablado al oriente del Río de la Plata con otros hablantes del español con contacto a su vez con el guaraní; y (iii) contacto del español del Uruguay con el portugués del Brasil (Rodríguez 2017b: 53). El objetivo de este trabajo consiste en estudiar la dispersión diatópica de algunos guaranismos9 en el español del Uruguay. Se trata de un estudio sincrónico, visto que un estudio de préstamos con énfasis diacrónico sería una tarea impracticable (Elizaincín 1992: 56). En la próxima sección se expone sobre los guaraníes prehispánicos y misioneros en el territorio que hoy llamamos Uruguay; en la sección 2 se explica la metodología elegida para el estudio de los préstamos léxicos que ofician de huella lingüística de la presencia de comunidades guaraníticas en el Uruguay; en la tercera sección se analizan y problematizan los resultados obtenidos; y, por último, a modo de cierre se hace una síntesis y se esbozan las consideraciones finales.

1. El contacto guaraní-español en territorio uruguayo A pesar de la desaparición de hablantes10 de lenguas indígenas, el denominador común en la historia lingüística del Uruguay, son las lenguas nativas de América del Sur. Bertolotti y Coll (2014) clasifican tres etapas en el desarrollo del español del Uruguay, a saber: la primera cuenta con exclusiva presencia de lenguas indígenas; la segunda tiene al portugués y al español en coexistencia con las lenguas indígenas11 y con lenguas africanas; la tercera etapa consta de la introducción masiva de poblaciones esclavizadas de origen africano junto con la inmigración de poblaciones europeas (ingleses, franceses, italianos, gallegos, entre otros), mientras se mantienen el español, el portugués y algunas lenguas indígenas; estas últimas ya en camino a su extinción. Si bien la historiografía ha afirmado que el Uruguay es un país sin indios, cada vez se observan más posiciones tendientes a revisar aquellos relatos. Los antropólogos han tenido en este sentido un rol fundamental. Según Vidart (2000: 10),

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Entendemos por guaranismos las piezas léxicas del español que tienen un origen etimológico en la lengua guaraní. Hoy existen en Uruguay colectivos que se autodefinen indígenas, incluso existe un Consejo de la Nación Charrúa (conocido como conacha) (véase Rodríguez/Magalhães de Carvalho/Michelena 2018). De las cuales el guaraní tuvo una importancia decisiva en el rol de intermediación entre el español y el portugués (Elizaincín 2003: 5).

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en el siglo xvi la población de la zona se dividía entre los pertenecientes a una macroetnia charrúa y los pertenecientes a grupos más afines a aquellos existentes en Brasil, panorama que –según el mismo autor– cambia en el siglo xviii con el establecimiento de unos treinta mil guaraníes en las misiones jesuíticas,12 para luego dispersarse por este y otros territorios del sur del Brasil. Más recientemente, otros autores han manejado la posibilidad de que, al momento de la llegada de los europeos a esta zona, la presencia guaraní ya fuera dominante, tratándose quizás de una población de base guenoa-minuán, sin descartar que este fuera un grupo culturalmente guaraní (véase Bracco 2004; López Mazz/Bracco 2010). Aunque también habitaron dicho territorio indios chanaes, charrúas, minuanes y otros grupos menores como yaros, bohanes y guenoas, estos no habrían incidido tanto como los guaraníes en el desarrollo de la sociedad colonial. Dejando de lado el problema de qué etnias habitaban la región de la actual República Oriental del Uruguay,13 cuando nos ceñimos a la evidencia de las lenguas que se habrían hablado allí, existen pruebas de que el guaraní tuvo un rol estelar en la historia de estas tierras, desde el siglo xvii hasta incluso comienzos del siglo xix (véase Bertolotti/Coll 201314). Rona (1963) afirma que, en la época de las misiones jesuíticas, y hasta la segunda mitad del siglo xviii, “los guaraníes han estado en continuo contacto no solo con los españoles del Paraguay, sino igualmente con los de Buenos Aires y de la Banda Oriental”; a pesar de que “no está probado que alguna de las tribus indígenas que los españoles encontraron en la Banda Oriental perteneciera a la familia guaraní” (Rona 1963: 98), no podríamos inferir de esto la ausencia de contacto guaraní-español. Para el lingüista, el contacto con el guaraní fue mucho más frecuente e intenso que con las lenguas de los indígenas que poblaban el Uruguay antes de la llegada de los conquistadores, apuntando que masas compactas de indios guaraníes de las Misiones (de toda la zona jesuítica incluyendo Misiones, Corrientes, Paraguay y las Misiones Orientales) llegan al Río de la Plata ya durante la existencia de la República Jesuítica y en mucho mayor cantidad aun después de la expulsión de los jesuitas. En investigaciones personales que estamos realizando actualmente en los archivos parroquiales de varias ciudades del

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Las misiones fueron el lugar de partida de decenas de miles de indios que se movilizarían a la Banda Oriental como consecuencia de la retirada de la Compañía de Jesús (González/ Rodríguez 1990: 13). Resulta aquí oportuno aclarar que los procesos de conformación del territorio que hoy llamamos Uruguay no fueron lineales, y en ningún caso creemos que dicho territorio estaba predeterminado a conformar un Estado-nación. Estas autoras documentan el proceso en el que las comunidades indígenas rioplatenses dejaron de usar algunas de sus lenguas originarias, reemplazándolas por el español.

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interior del Uruguay, hemos podido establecer fehacientemente (con nombres y apellidos y fechas de nacimiento y defunción), que entre 1770 y 1780 aproximadamente la mitad de la población de la Banda Oriental consistía en indios guaraníes nacidos en las Misiones. Tenemos que tomar en cuenta, además, que ya desde 1661 los jesuitas enviaban con frecuencia a varios miles de indios armados para la defensa de Buenos Aires y de la Colonia del Sacramento, a requerimiento de los Gobernadores y Virreyes de Buenos Aires. El contacto ha sido, pues, permanente e intenso (Rona 1963: 98-99).

A todo esto debemos sumar la existencia de documentos que confirman la existencia de intérpretes guaraní-español en el siglo xviii; cartas que datan de 1730 mencionan la figura de un lenguaraz, un intérprete de los indios tapes,15 hablantes de un dialecto tupí-guaraní en el noreste del territorio uruguayo (Barrios Pintos 2001). Testimonios sobre la existencia de intérpretes nos permiten saber que estas tierras eran habitadas por indios guaraníes desde por lo menos el siglo xvii, quienes “desempeña[ban] espontáneamente funciones de intermediación lingüística” (Alonso Araguás 2010: 55). En esta etapa, español y guaraní oficiaban de lenguas vehiculares para la comunicación interétnica (Bertolotti/Coll 2014: 119). Durante la segunda etapa de la historia lingüística del Uruguay, hubo europeos que aprendían lenguas indígenas y luego se convertían en mediadores entre los suyos y los indígenas, e indígenas que aprendían español y que también mediaban entre nativos y conquistadores (Bertolotti/Coll 2013: 107). Existen registros de esta mediación desde fines del siglo xviii hasta el siglo xix (documentados y estudiados por Bértola y Fernández 2011). A la evidencia de los mediadores lingüísticos se le agregan fuentes documentales como las de Félix de Azara y Larrañaga; el primero afirma que había seis grupos indígenas: “la nación charrúa, los indios yaros, los indios bohanes, los indios chanás, los indios minuanes y los indios guaraníes” y que “cada nación tiene su idioma propio” (Azara 1847: 143); y el segundo durante la ceremonia de inauguración de la primera biblioteca pública (el 26 de mayo de 1816) apuntó que este pequeño recinto cuenta con más de seis idiomas diferentes: tales son el minúan, el charrúa, el chaná, el boane, el goanoa, el guaraní y qué sé yo más? Pero lo más sensible de todo es, que en poco tiempo no quedará vestigio alguno de ellos; y así es honor nuestro el conservarlos (Larrañaga 1951 [1816]: 33).

15 Nombre que se daba a los indios cristianos de las Misiones Orientales (también llamadas Misiones del Uruguay).

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1.1. Los guaraníes prehispánicos Hallazgos arqueológicos evidencian que en el territorio hoy llamado uruguayo hubo guaraníes prehispánicos. Pi Hugarte indica que “desde el punto de vista arqueológico, se encuentran restos de su cerámica en el curso interior del río Uruguay y en el próximo litoral platense, así como en el del este del país, lo que indica dos vías de penetración” (1993: 56). Los indicios arqueológicos que se han constatado –en la cerámica y en el tratamiento de los muertos– y que corresponden al último período previo a la conquista, dan cuenta de características propias de sociedades formativas (véase Florines 2013); y si bien no contamos con fechas absolutas para la presencia de poblaciones guaraní parlantes en las tierras hoy uruguayas, estos restos arqueológicos nos permiten calcular que su llegada se habría dado alrededor del año 1200 de la era cristiana (Curbelo 2013: 8). Los artefactos de cerámica –debido a su carácter imperecedero– son los que han sido más estudiados por los arqueólogos. Curbelo (2013) nos cuenta que se ha identificado cerámica con atributos propios de grupos guaraní, tanto en el área de la cuenca de la Laguna Merín como en la cuenca del río Uruguay, sobre el río Negro hasta la desembocadura del río Tacuarembó y por el Río de la Plata hasta la desembocadura del río Santa Lucía. Estos datos muestran la dispersión que tuvieron estos pueblos en el territorio uruguayo. Por su parte, Meliá (1986: 78) asevera que geográfica y demográficamente, el guaraní era, en víspera de la llegada de los europeos a América, la lengua más hablada en la cuenca del Río de la Plata. Y aunque todo parece indicar que, al momento de la conquista, la etnia indígena guaraní habitaba el territorio uruguayo, otros guaraníes ejercerían más tarde una influencia fundamental en la formación y cultura de la población rural uruguaya.

1.2. Los guaraníes misioneros en Uruguay Los desplazamientos guaraníticos desde las misiones constituyeron la primera gran corriente migratoria que arribó al Uruguay (González/Rodríguez 1990: 21). Los indios comenzaron a abandonar las reducciones16 en busca de otros territorios por los siguientes motivos: escapando de los bandeirantes paulistas que los

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Sistema introducido por los franciscanos; pueblos de indios organizados con el objetivo de facilitar la evangelización de los grupos nativos. Las misiones jesuíticas, en particular, incluían estancias ganaderas y yerbatales; comprendían áreas selváticas y de llanuras sobre los

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Mapa 1 Hallazgos de cerámica con rasgos de la cultura guaraní (adaptado de Curbelo 2013: 10)

secuestraban y sometían a diversas situaciones de esclavitud –generalmente en las minas de la región de Minas Gerais–; buscando alternativas al sistema de las misiones y al de las encomiendas; huyendo de epidemias, etc. A continuación presentamos las formas en que dejaban el sistema de la Compañía de Jesús. Las reducciones de la Compañía de Jesús concentraban cada vez más población, y esto redundó en la creación de estancias.17 Los motivos que llevaron a su establecimiento fueron varios. Primero, la insuficiencia de alimentos para los indígenas; segundo, a la implementación de expediciones periódicas (vaquerías)18 a las tierras al oriente del río Uruguay para arrear ganado a las reducciones;19 ríos Paraná, Paraguay y Uruguay, hoy parte de los actuales territorios de Argentina, Paraguay, Brasil y Uruguay (Museo de Arte Precolombino e Indígena 2014: 28). 17 Establecimientos productivos propiedad de los jesuitas. Cabe aclarar que no se trataba de misiones. 18 Pi Hugarte (1993: 192) explica que la organización periódica de estas vaquerías fue consecuencia de la proliferación del ganado vacuno en los campos que componen al Uruguay actual y de la ventaja de la distancia en la que se encontraba de los portugueses. 19 Campal apunta que “en la primavera del año 1705, penetraron en la desierta Banda Oriental, once pueblos, de los quince que entonces tenían las Misiones del Uruguay, para realizar un

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y tercero, el peligro en el que se puso la riqueza ganadera como consecuencia de la matanza indiscriminada de vacunos, volviéndose necesaria la explotación ganadera (su domesticación y faena) como producción complementaria (González/Rodríguez 1990: 17). Además de ser proveedoras de alimento, las estancias jesuíticas servían de sustento económico a la Compañía de Jesús. Según da Rosa (2008: 242) estas estancias facilitaron la independencia administrativa de la corona española, propiciando la inigualable dinámica misionera que tuvo la orden en estas latitudes; esta independencia financiera les permitió subvencionar empresas educativas como universidades y colegios, así como noviciados y fundaciones de pueblos de indios en diversas partes de América. Uruguay no fue la excepción, en el norte había estancias misioneras cuya fuerza de trabajo cardinal era la de los guaraníes. Desde el siglo xvii, los indígenas misioneros eran quienes manejaban las estancias desde sus Puestos o Capillas. Da Rosa (2008: 242) explica que la mayoría de las estancias –y las rioplatenses en particular– eran ganaderas. En ellas se retenía y amansaba el ganado para el consumo, este era traído en tropas desde Santa Fe primero, luego desde la Vaquería del Mar,20 ubicada en la costa atlántica de la Banda Oriental. Las vaquerías, que consistían en excursiones regulares en procura de ganado, requerían la movilización de centenares de jinetes tapes, cuyas habilidades de vaqueros fueron muy celebradas, sobre todo porque eran quienes conocían todo el territorio de la Banda Oriental y el sur del Brasil a la perfección; al punto que casi no es posible encontrar documentación relacionada con las expediciones dedicadas a la ganadería donde no se mencione a los arrieros tapes (da Rosa 2008: 243). Según Pi Hugarte (1993: 192), la mayoría de los indios enviados a trabajar en las estancias, como los que llegaban con las vaquerías, aprovechaban la lejanía de los pueblos para evadirse de su autoridad. Se instalaban apartados de las rutas más transitadas y de las zonas próximas a las estancias jesuíticas, y vivían del ganado que podían reunir. Los conflictos entre españoles y portugueses impulsaban a los indios a abandonar las reducciones, y estos procuraban quedarse en los campos del Uruguay (Pi Hugarte 1993: 193). Hubo múltiples instancias en las que la corona española contó con el apoyo de verdaderos ejércitos de miles de guaraníes misioneros armados, que según da Rosa (2008: 238) superaban a los soldados españoles en una proporción de trece a uno, y explica que esa relación numérica –con diferencias poco significativas– fue mantenida cada vez que las autoridades requirieron

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arreo general de vacas cimarronas, cuya magnitud creemos no tenga precedentes en la historia americana [420 000]” (1994: 149). Explotación iniciada hacia 1679 en los actuales departamentos de Lavalleja, Rocha, Treinta y Tres, y Maldonado.

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el apoyo de las reducciones jesuíticas por diversos motivos bélicos, como la expulsión de los portugueses de la península de Montevideo, o para reforzar guarniciones militares o trabajar en la construcción de las fortificaciones de las aldeas de Montevideo o Buenos Aires.21 Los ejércitos constituían un valioso elemento poblador, pues las tropas sembraban la tierra de individuos que muchas veces abandonaban sus unidades y se plegaban a la vida gauchesca (González/ Rodríguez 1990: 23).22 Un ejemplo de ello fue la migración de indios guaraníes a la campaña de la Banda Oriental producto de la llamada Guerra Guaranítica (1754 a 1756), disparada por el Tratado de Madrid23 y consecuencia del aborrecimiento a las autoridades no jesuíticas, tanto portuguesas como españolas. Al desintegrarse el sistema de las reducciones, muchos de los guaraníes que contaron con la experiencia de la organización misionera fueron aprovechados como mano de obra en las estancias de la región. De hecho, los tapes paisanos constituyeron la principal mano de obra de las haciendas ganaderas, contribuyendo así al afianzamiento de las estancias organizadas como centros poblacionales (Pi Hugarte 1993: 203). A estos eventos le seguiría un plegamiento de indios guaraníes primero a las fuerzas artiguistas y más tarde, a las de Rivera. Tras la derrota final de Artigas24 en 1820, hubo una migración provocada por las persecuciones de Ramírez, que contó con el traslado de unos 4 000 indígenas al margen oriental del río Uruguay. Durante estas migraciones, los trabajadores guaraní-misioneros fueron sumamente apreciados y requeridos, no solo por su formación misionera en diversos oficios, sino por la falta de mano de obra en la Banda Oriental y el Río de la Plata en general. El último movimiento migratorio lo encabezó Rivera, en 1828-1829, al trasladar unos 6 000 indígenas misioneros, fundando nuevos asentamientos urbanos como el de Bella Unión o del Cuareim, en Artigas (de­ sa­lojado en 1833); San Francisco de Borja del Yi, en Florida (1833-1862); San Servando, sobre el río Yaguarón en Cerro Largo (1833-1853); y San Fructuoso, 21

Era frecuente contar con los indios misioneros para trabajos permanentes, i.e. la construcción, refacción y mantenimiento o ampliación de obras defensivas como las de Santa Teresa, Maldonado, Buenos Aires, etc. (González/Rodríguez 1990: 8). 22 Sobre este tema en particular, véase el texto anónimo escrito originalmente en guaraní sobre el desalojo de Colonia del Sacramento por los españoles: Guaranihape tecocue – Lo que pasó en la guerra (1704-1705): Memoria anónima en guaraní del segundo desalojo de la Colonia del Santo Sacramento/Uruguay de los portugueses por los españoles (Anónimo 2015). 23 Como consecuencia del Tratado de Madrid, contingentes de indios se establecerían en la Banda Oriental, ya que la demarcación de los nuevos límites dejaba a los siete pueblos de las reducciones jesuíticas en manos portuguesas, quienes permitían la esclavización indígena. Finalmente, gracias a la resistencia de los indios y los jesuitas, las misiones no pasaron a dominio portugués. La capacidad de liderazgo mostrada por la Compañía de Jesús durante la Guerra Guaranítica inquietó a la corona española, y seguramente contribuyó a que en 1767 Carlos III ordenara expulsar a los jesuitas de todos los territorios de ultramar. 24 Recuérdese que los indios eran los principales defensores de la causa artiguista.

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en Tacuarembó (mapa 2) (véase Curbelo 2013; Antúnez de Oliveira 1979; Berazza 1971; Isabelle 1943; Padrón 2009). Mapa 2 Migración de indígenas misioneros y fundación de pueblos en Uruguay (adaptado de Museo de Arte Precolombino e Indígena 2014: 53)

Los nativos trajeron consigo un número importante de elementos materiales25 (vinculados fundamentalmente con el culto de la religión católica) y un legado inmaterial lingüístico-cultural. Estudios de registros eclesiásticos hechos en las décadas de 1980 y 1990 muestran que a finales del siglo xviii y comienzos del xix, casi la mitad de la población de la campaña de la Banda Oriental eran indígenas misioneros (véase González/Rodríguez 1990). En 1843, Andrés Lamas

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Los restos materiales del contacto entre la cultura hispánica y la guaraní, incluyen esculturas en madera, pinturas en óleo, campanas, elementos arquitectónicos y un libro de bautismos. Todos ampliamente estudiados por el propim (Programa de Rescate de la Identidad Indígena Misionera de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación y el Centro Universitario de Tacuarembó, de la Universidad de la República). Muchos de estos objetos constituyen parte de la colección del Museo de Arte Precolombino e Indígena, en Montevideo, Uruguay.

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dice en su discurso inaugural del Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay, que el guaraní “se habla con pocas alteraciones, en las últimas clases de la gente de nuestra campaña y en el inmenso litoral del Paraná, Uruguay y Paraguay” (Lamas 1922: 70). En las siguientes secciones veremos cómo se materializó esta herencia lingüística.

2. Enfoque metodológico Las lenguas naturales suelen ponerse en contacto unas con otras por cuestiones políticas, geográficas, comerciales, económicas o culturales. En la mayoría de los países del mundo coexisten más de una lengua, los países monolingües son la excepción. No tenemos evidencia de ninguna lengua que se haya desarrollado aislada de otras; las lenguas han estado en contacto por miles de años, incluso cuando una comunidad migraba a territorios donde no existía presencia humana, las lenguas no eran habladas aisladamente, teniendo en cuenta que mientras las comunidades se extendían a nuevas regiones solían mantener contactos con otros grupos con fines comerciales o sociales (Thomason 2001: 6). El término contacto fue puesto en circulación por Uriel Weinreich en los años cincuenta, y si bien hay muchos trabajos que tocan el problema, no abundan definiciones sobre el contacto lingüístico. Es más, las que encontramos suelen ser muy generales o muy específicas. Crystal (2006: 107) aclara que el contacto lingüístico es un término utilizado en sociolingüística para referirse a una situación de continuidad geográfica o proximidad social –y por lo tanto de influencia mutua– entre lenguas o dialectos. Las consecuencias de las situaciones del contacto lingüístico pueden ser observadas en el surgimiento de préstamos, patrones de cambio fonológico o gramatical, formas mezcladas –como pidgins y criollos– y un incremento general del bilingüismo. Concierne a este trabajo una de esas consecuencias: el préstamo. Este suele entenderse como una palabra transferida de una lengua donante a una receptora. En uno de los trabajos pioneros sobre el préstamo, Haugen define un préstamo como “the attempted reproduction in one language of patterns previously found in another”26 (1950: 212). Según Sapir (1912: 228), la lengua puede ser influida en su vocabulario, su sistema fónico y su forma gramatical, pero es el léxico el nivel de análisis que más claramente refleja cuestiones sociales y culturales de la comunidad. El vocabulario completo de un idioma puede, para Sapir, consi-

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Aclarando que el término reproducción no implica que haya tenido lugar una imitación mecánica, por el contrario, dice, la naturaleza de la reproducción puede diferir mucho del original (Haugen 1950: 212).

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derarse como un inventario de todas las ideas e intereses que ocupan la atención de la comunidad. En el español del Uruguay encontramos una cantidad considerable de palabras de origen guaraní relacionadas sobre todo con la flora y fauna27 autóctona con nombres indígenas, por ejemplo: tatú, yacaré, mangangá, ananá, ombú. A continuación, presentamos los criterios seguidos para estudiarlos.

2.1. Consideraciones metodológicas generales Para analizar el conocimiento de los préstamos por la comunidad de hablantes nos valemos de técnicas propias de la lexicografía, la lingüística del corpus, la geolingüística y la sociolingüística. Con relación a la metodología elegida, debemos señalar que no fue posible utilizar un corpus de habla espontánea debido a que la ocurrencia de estos ítems léxicos depende del contexto y del tema sobre el que se está hablando. Por lo que hemos optado por evocar designaciones de conceptos o referentes a través del uso de un estímulo visual.28 Para medir el grado de conocimiento se diseñó un instrumento partiendo de la premisa de que la lengua posee un amplio conjunto de palabras de contenido semántico muy concreto que únicamente se maneja en determinados contextos y mayoritariamente en la oralidad. Lo que sucede con estas palabras es que su frecuencia en un corpus no siempre se condice con su verdadera vitalidad. En palabras de López Morales: existe en el lexicón mental una serie de términos que no se utilizan a menos que se necesiten para comunicar una información muy específica. Se trata de un léxico disponible, cuyo estudio no podría emprenderse manejando frecuencias, porque este factor es pertinente en el caso de las actualizaciones léxicas efectivas, no potenciales, no de disponibilidad que quedan sin manifestación en un corpus dado (López Morales 1996: 245).

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Rodríguez (2017a) propone la configuración de un nuevo grupo semántico ajeno a los de la flora y la fauna. Si bien las respuestas evocadas con un instrumento como el que se utilizó para este estudio solo pueden brindar evidencia indirecta del fenómeno del habla espontánea, pueden sin embargo ser indicativas de los aspectos del préstamo que resultan interesantes para este trabajo.

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2.2. Etapas de esta investigación El método que pasamos a describir tuvo siempre el interés depositado en el léxico y, consecuentemente, en el conocimiento que los hablantes tienen de este. Asimismo, aclaramos que el trabajo se inscribe en una perspectiva sincrónica, ya que, en el estudio de los préstamos, el interés es inmediato y no se pretende que la detección de los préstamos lleve al esclarecimiento de la diacronía de las formas (Elizaincín 1992: 56). El método tuvo varios pasos, entre los que se cuentan la confección de la lista de palabras a estudiar, la elaboración del cuestionario y la guía para la entrevista, el trabajo de campo y el procesamiento de los datos.29 A continuación, detallamos las etapas que consideramos más relevantes para entender cómo fue realizada la investigación. En primera instancia se seleccionaron las palabras, i.e. los guaranismos, para lo que se relevaron diccionarios de español, portugués y guaraní, a saber: el Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española, el Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española, el Diccionario del español del Uruguay, el diccionario Michaelis Moderno Dicionário da Língua Portuguesa, el Dicionário Houaiss da Língua Portuguesa, el diccionario aurelio y los diccionarios bilingües guaraní-español de Guasch y Ortiz (1986) y Jover Peralta y Osuna (1950). También se consultó el Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico de Corominas y Pascual (1984) y el Nuevo tesoro lexicográfico de la lengua española (2001). Paso seguido, se seleccionaron los guaranismos con mayor presencia en el dicur.30 La lista confeccionada consta de 28 sustantivos organizados en tres campos semánticos: flora, fauna y un tercero que por contener voces que no refieren ni a animales, ni a nombres de flora autóctona, denominamos otros (véase cuadro 6). La segunda etapa de la investigación fue el trabajo de campo, en el que se realizaron entrevistas para estudiar el conocimiento de las palabras por parte de hablantes del español del Uruguay, y su asimilación al sistema receptor. La entrevista fue diseñada teniendo en cuenta los principios de cooperación de Grice (1975): (a) cantidad, decir lo necesario, pero no más; (b) calidad, no decir aquello que uno cree falso; (c) relación, ser relevante; y (d) modo, evitar la ambigüedad. Para cumplir con estos principios se diseñó un protocolo que pretende

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Los datos fueron procesados con RStudio. Academia Nacional de Letras del Uruguay, Base de datos de diccionarios y glosarios uruguayos (dicur).

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estandarizar lo más posible la entrevista. En la entrevista se presentan imágenes representativas de los guaranismos y se pide al entrevistado que nombre el referente. El instrumento consta de 28 fotografías cuyo objeto puede ser referido mediante un sustantivo concreto. Los estímulos visuales son idénticos para todos los informantes. En los casos en que el informante no recordara el significante, el protocolo indica los pasos a seguir. Se establecieron tres niveles de conocimiento (ver cuadro 1). Cabe señalar que lo que se pretende hacer con esta técnica, es extraer piezas léxicas de la competencia lingüística del informante: lo que en realidad, nada prueba sobre el uso real de las formas en cuestión […]. La prueba máxima, en todo caso, sería que el informante tal conoce esa forma. Entre el conocer y el usar, sin embargo, o, mejor dicho, sobre las relaciones entre el conocer y el usar se basa la mayor parte de la teoría lingüística (Elizaincín 1992: 74). Cuadro 1 Niveles de conocimiento3132 Grado de conocimiento

Respuesta del informante

ALTO

Produce la forma investigada.

PASIVO

Produce una forma diferente a la buscada, pero cuando se le pide por otra palabra, produce la forma buscada. O Dice no conocer la forma buscada ni otra relacionada, pero cuando oye el comienzo de la forma buscada pronunciada por el investigador, la produce inmediatamente.

NULO o PASIVO32

Dice no conocer otra forma cercana a la buscada; tampoco reacciona ante el comienzo de la forma buscada pronunciada por el investigador.

31 Coincide con la metodología de recolección de datos que se utilizó para el addu (Atlas lingüístico diatópico y diastrático del Uruguay) (Thun/Elizaincín 2000). 32 No es posible aseverar que este nivel corresponda a un grado de conocimiento nulo o pasivo debido a la subjetividad implicada, ya que el hablante muchas veces –pese a no haber enunciado la forma buscada– dice conocer la palabra después de oírla.

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2.3. Características del trabajo de campo La recolección de los datos se realizó a través de entrevistas grabadas con hablantes del español del Uruguay, equilibradamente distribuidos de acuerdo a las variables sexo, edad y procedencia regional. Las entrevistas se realizaron en lugares de trabajo o estudio, en el domicilio de los informantes o en lugares públicos. Todas tuvieron una duración de aproximadamente 20 minutos cada una y se grabaron con previa autorización.33 El total de entrevistas realizadas es de 72.

2.4. Características de la muestra Hubo dos muestras con el objetivo de analizar el conocimiento de los préstamos léxicos con una perspectiva diatópica, estas se realizaron atendiendo a las técnicas propias de la geolingüística, la cual tradicionalmente, “capta el conocimiento (pasivo) que los integrantes más experimentados (ancianos)34 de una comunidad tienen del léxico en general y, en forma secundaria, de otros aspectos del lenguaje” (Elizaincín 1992: 74). Se atendió a la variable regional, por lo que se entrevistaron hablantes del español del Uruguay de toda la República, con al menos un informante por departamento.35 Las técnicas de la captación de la variación diatópica exigen menos informantes que las técnicas necesarias para la captación de la variación diastrática (Elizaincín 1992: 84), por lo que la geografía lingüística utiliza uno o, en algunos casos, dos informantes por localidad (Elizaincín 1992: 73). Esta muestra contó con 48 informantes, con idéntica distribución de sexo y edad, y en lo que refiere a población urbana y rural (véase cuadro 2), atendiendo a la aseveración de que el guaraní fue la lengua de utilización corriente en el medio rural del Uruguay, por lo menos hasta mediados del siglo xix (González/ Rodríguez 1990: 46). Asimismo, hubo idéntica distribución en lo que respecta a las variables norte y sur36 (véanse cuadros 3 y 4). Esta última distribución es resultado de lo ya expuesto sobre el hecho de que los campos de pastoreo de las

33 34 35 36

Con el fin de que el grabador no se volviera un motivo de intimidación, el mismo dispositivo que permitía la visualización de los estímulos, grababa las entrevistas. A los efectos de esta investigación se contemplaron también informantes jóvenes y de mediana edad para luego compararlos con los más ancianos. Uruguay está subdividido políticamente en 19 regiones llamadas localmente departamentos. Los departamentos comprendidos en la muestra del sur son: Canelones, Colonia, Durazno, Flores, Florida, Lavalleja, Maldonado, Treinta y Tres, Montevideo, San José, Rocha y Soria-

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Yliana Rodríguez/Adolfo Elizaincín

misiones tenían por límite sur el río Negro, mientras que, al sur de este río, la colonización del territorio se realiza mayoritariamente desde los puertos. Cuadro 2 Distribución de la primera muestra Sexo

Edad

Población

H

M

grafemas en guaraní Realizaciones

Fonema

Reglas para el generador

fonéticas

Grafía

Grafías antiguas

actual

prototípicas

Ocurrencias paleográficas menos frecuentes

Vocales orales /i/

[i]

-i-í-

-i- (rupi) -í- (cunumí) -y- (ychupe) -î- (îru, mî)

[j] (semi-cons.)

-j-

-y- (yaiquaa)

[i ̯] (semi-voc.)

-i-

-y- (aypo) -i- (acoi) -ĩ-ỹ- (ruguȃỹ)

[ĩ] si contexto nasal

/Ɂi/

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-ì- (oroì) -ý- (mondĭý) -y̆ -

-ĭ- (rũĭ) -î- (oñoȋrȃrȏ) -î- (acoî)

-ȋ- (oquirȋrȋ)

[ʝ] entre dos vocales o en ataque silábico

-j-

-y- (aguĭye)

-i- (aguĭiebe)

[Ɂi] o [Ɂĩ]

-‘i-í-

-ý- (Paý) -y- (hey) -í- (heí) -ì- (heì)

-‘i-ỳ-

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A partir de estas tablas, se elaboran dos programas: – El primer programa relaciona las grafías con sus correlatos fonológicos; – El segundo programa hace lo mismo para los textos de la base. Pero como el texto contiene varias secuencias (o palabras), elegimos una sola alternativa para cada secuencia. Esto significa que cuando los miembros del equipo suben la versión paleográfica de un texto a la base, salvaguardamos su proyección fonológica. Luego, cuando el usuario entra un criterio escrito, este es transformado en un criterio fonológico. Podemos resumir el proceso de la manera siguiente: – Inserción o modificación de un texto: se salvaguarda el texto original y una de sus variantes canónicas (transcrita en fonemas); – Tratamiento del criterio: se transforma el criterio del usuario (una variante gráfica) en una lista de criterios (el conjunto de contrapartidas canónicas); – Consulta: se rastrea el conjunto de criterios canónicos en las versiones canónicas de los textos; – Resolución de correspondencia: si un texto canónico coincide con la búsqueda canónica por un término en posición “p”, entonces el fragmento gráfico correspondiente coincide con la búsqueda en posición “p”. Ahora, esta estrategia que consiste en proyectar el espacio escrito en el espacio fonológico presenta dos limitaciones. La primera tiene que ver con el hecho de que algunas contrapartidas fonológicas no tienen sentido: algunas de ellas no podrían ser pronunciadas o no podrían existir en las lenguas del corpus. Tenemos que mejorar este método añadiendo restricciones para lograr que sea más eficiente. La segunda limitación es que esta solución tiene como fundamento el que todo texto es un evento de lenguaje: consideramos que todas y cada una de las variaciones gráficas caben en una sola variante fonológica. Sin embargo, esto no es totalmente cierto: según la variante gráfica con la que entramos a la base, nos damos cuenta de que hay diferencias en su proyección fonológica. Pues en teoría, a partir de la primera variante gráfica, tenemos la certeza de que vamos a encontrar todas las demás variantes. Pero a partir de la segunda variante, si hacemos un mero cálculo de recuento, solo tendríamos un 50 % de probabilidad de encontrar la primera variante, y a partir de la tercera, solo un 25 % de probabilidad de encontrar la primera y la segunda otra vez. En resumidas cuentas, con el sistema canónico, es posible que el buscador no rastree algunas secuencias (o palabras). Para remediarlo, hemos decidido completar este sistema de búsqueda con otro que enfoca el texto de manera intrínseca, es decir, como una simple secuencia de caracteres. Esta segunda búsqueda –la llamamos “topológica”– nos

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Crear un buscador léxico polígrafo para un corpus multilingüe

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permite verificar en cada momento que la búsqueda canónica no omite ninguna secuencia de caracteres.

2.2.3. La búsqueda topológica La búsqueda topológica se basa en el concepto de distancia de Levenshtein. La distancia de Levenshtein entre dos palabras corresponde al número mínimo de operaciones (eliminación, inserción, substitución) que permiten transformar una cadena de caracteres en otra. Por ejemplo, en guaraní, las variantes gráficas , , están a una distancia de Levenshtein de 1 unas de otras. La búsqueda topológica toma en cuenta dos criterios de entrada: una secuencia (la variante que se busca) y un entero de búsqueda (que corresponde a la distancia de Levenshtein). El entero es a priori 0, 1, 2 o 3, lo que significa que se rastrean las variantes gráficas que se encuentran entre las variantes de Levenshtein de orden máximo 3. Por ejemplo: – El usuario introduce un criterio: (“Porokuaita”, 1). Esto se puede interpretar literalmente como la búsqueda de los fragmentos que contienen la cadena de caracteres “Porokuaita” o toda otra cadena de caracteres distante de 1 según la distancia de Levenshtein; – La consulta la generan los programas php y se somete a la base de datos formulada de la siguiente manera: select * from extraits where (contenu rlike ‘.orokuaita’ or contenu rlike ‘P.rokuaita’ or contenu rlike ‘Po.okuaita’ or contenu rlike ‘Por.kuaita’ or contenu rlike ‘Poro.uaita’ or contenu rlike ‘Porok. aita’ or contenu rlike ‘Poroku.ita’ or contenu rlike ‘Porokua.ta’ or contenu rlike ‘Porokuai.a’ or contenu rlike ‘Porokuait.’ or contenu rlike ‘.Porokuaita’ or contenu rlike ‘Porokuaita.’). Esta búsqueda nos permite verificar en cada momento que la búsqueda canónica no deja nada de lado, ya que las variantes fonológicas caben supuestamente en las variantes del orden 1, 2 y tal vez 3.

Conclusión Para implementar el buscador de la base de datos langas y solucionar el problema de la gran variación de las grafías, partimos primero de un sistema de búsqueda “canónica”, que consiste en proyectar las entradas gráficas y los textos en un espacio fonológico. Este sistema se funda en el postulado de que cada

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manuscrito constituye un evento de lenguaje y permite reducir una gran cantidad de variantes a una sola unidad fonológica. Este sistema necesita mejoras, en particular en cuanto a restricciones sobre las secuencias fonológicas que no tienen sentido. Como complemento a este primer sistema de búsqueda, elaboramos otro, llamado “topológico”, que considera el texto ya no como evento de lenguaje, sino simplemente como secuencia de caracteres. Basado en la distancia de Levenshtein, permite verificar que la búsqueda canónica no deja ninguna secuencia de lado. Estos dos sistemas son los dos que se están elaborando en la fase actual del proyecto langas. Otro desafío que queda por resolver es el problema de la variación de segmentación. Efectivamente, razonamos hasta ahora en términos de secuencias o palabras cuando en realidad la segmentación de estas también experimenta variaciones. La solución por la cual estamos optando ahora es considerar la cuestión de la variación de segmentación como un problema aparte y tratar de resolverla antes del de la variación gráfica. En efecto, como los espacios constituyen estorbos para la implementación del buscador, lo que pensamos hacer es suprimirlos y proceder a una segmentación automática. Tendremos así tres versiones de los textos: una versión paleográfica, la versión segmentada automáticamente (y de manera constante en todo el corpus) de esta y su proyección fonológica. Nos parece que resolveremos así el problema de la variación gráfica y el de la variación de segmentación a la vez. Ahora, nos queda todavía mucho por hacer: crear los algoritmos que permiten una segmentación automática de los textos requiere un análisis pormenorizado de la estructura de cada una de las lenguas del corpus. Es un desafío más para los miembros del equipo langas y a eso nos dedicaremos en los próximos meses.

Referencias Adoue, Cecilia/Orantin, Mickaël/Boidin, Capucine (2015): “Diálogos en guaraní, un manuscrito inédito de las reducciones jesuitas de Paraguay (siglo xviii)” [en línea], en: Nuevo Mundo Mundos Nuevos (Debates) 15. (15 enero 2016). Boidin, Capucine/Chamorro, Graciela/Méret, Géraldine (2014): “Introducción al dossier ‘Fuentes en lenguas amerindias de América del Sur’” [en línea], en: Corpus 4, 2. (15 enero 2016). Estenssoro, Juan Carlos/Itier, César (dirs.) (2015): “Introducción al dossier ‘Langues indiennes et empires dans l’Amérique du Sud coloniale’”, en: Mélanges de la Casa de Velázquez 45, 1, pp. 9-14. Thouvenot, Marc (1992): “Temoa”, en: Amerindia 17, pp. 45-68.

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Willem F. H. Adelaar es profesor emérito de Lenguas y Culturas Amerindias en la Universidad de Leiden. Ha realizado investigaciones de campo sobre diferentes lenguas quechuas y sobre lenguas menores de los Andes. También contribuyó a la detección de relaciones genealógicas entre lenguas indígenas de la región amazónica y participó en actividades internacionales acerca del tema de las lenguas en peligro. Otras áreas de su experiencia abarcan la reconstrucción lingüística, el contacto lingüístico, la lingüística areal, la literatura oral y la etnohistoria de los pueblos sudamericanos y mesoamericanos, así como la interfaz de la lingüística con la investigación arqueológica e histórica. Sus publicaciones incluyen una gramática descriptiva y un diccionario del quechua de Tarma (1977) y un volumen completo sobre las lenguas de los Andes (2004), del cual es autor principal. Élodie Blestel es doctora en Lingüística Hispánica por la Universidad de Rennes 2 y profesora titular de Lingüística en el Departamento de Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la Universidad Sorbonne Nouvelle. También imparte clases de introducción a la lengua guaraní en el Instituto Nacional de Lenguas y Civilizaciones Orientales de París (inalco). Como investigadora, forma parte de los equipos clesthia (ea 7345 “Langages, systèmes, discours”) y creda (umr 7223 “Centre de Recherche et de Documentation sur les Amériques”), y sus trabajos se han centrado hasta ahora en el contacto entre español y guaraní, en particular en el marco del proyecto langas “Langues générales d’Amérique du Sud”. Juan Álvaro Echeverri es doctor en Antropología (New School for Social Research, NY, 1997) y profesor titular de la Sede Amazonia de la Universidad Nacional de Colombia. Especialista en poblaciones indígenas amazónicas, tiene trabajo y experiencia de investigación en antropología social, etnohistoria, conocimiento tradicional, documentación y revitalización lingüística, educación indígena, territorialidad indígena y etnobotánica. Ganador del Premio Alejandro Ángel Escobar (Colombia) en Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible 2020, junto con el sabedor indígena Oscar Román Jitdutjaaño. Adolfo Elizaincín es profesor emérito de la Universidad de la República (Montevideo), donde fue profesor titular de Lingüística General durante cuarenta

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años. Es doctor en Filología Románica de la Universidad de Tubinga y doctor honoris causa de la Universidad de Atenas. Fue presidente de la Asociación de Lingüística y Filología de América Latina y presidente de la Academia Nacional de Letras durante dos períodos respectivamente. Ha publicado y enseñado en Uruguay y en el extranjero sobre temas relacionados con el bilingüismo, el contacto de lenguas, la tipología e historia del español y del portugués en América, así como la gramática sincrónica del español. Dentro de su producción destacan Dialectos en contacto: Español y portugués en España y en América (1992), Atlas lingüístico diatópico y diastrático del Uruguay (con Harald Thun) (2000), “The Emergence of Bilingual Dialects on the Brazilian-Uruguayan Border” (1976) y “Creación de gramática: Enfoque cognitivo-tipológico” (2021). Zarina Estrada Fernández es profesora del Departamento de Letras y Lingüística de la Universidad de Sonora desde 1973. Ha dirigido distintos proyectos sobre aspectos morfosintácticos y lexicográficos en lenguas yutoaztecas originarias del noroeste de México: pima bajo, yaqui, tarahumara y tepehuano del norte. Individualmente, ha publicado Pima bajo de Yepachi, Chihuahua (1978), Yaqui de Sonora (2009), Gramática de referencia de pima bajo, vol. 1 (2014); en coautoría con otros investigadores, Textos y gramática del pima bajo (1993), y en colaboración con colegas y hablantes de la lengua, Jiak noki lutu’uria into tenkui etejoi / Historias sobre la cultura y sueños yaquis (2021), Jeka Aniata jiapsi: Jiak jamutta etejoi / Vida de Jeka Ania: Historia de una mujer yaqui (2018), Diccionario yaqui-español y textos: Obra de preservación lingüística (2004), Diccionario yaqui de bolsillo: Jiak noki-español/Español-Jiak noki (2016). Ha sido coeditora de obras como Relative Clauses in Languages of the Americas: A Typological Overview (2012), Finiteness and Nominalization (2016), Diverse Scenarios of Syntactic Complexity (2019) y cuatro volúmenes de Estudios de lenguas amerindias (2004, 2010, 2013, 2019). Stéphane Fouelefak es ingeniero, graduado de Télécom SudParis y desarrollador senior. Interesado tanto en la lingüística como en las matemáticas, está reanudando sus estudios para obtener una maestría en matemáticas aplicadas. En el marco del proyecto langas “Langues générales d’Amérique du Sud” está desarrollando el buscador léxico polígrafo para guaraní (php). Martha Mendoza es profesora de la Universidad Atlántica de Florida. Ha publicado diversos capítulos y artículos relacionados con el español y las lenguas originarias de México, entre otros: “Polite Diminutives in Spanish: A Matter of Size?” (en Broadening the Horizon of Linguistic Politeness, Benjamins, 2005), “Spatial Language in Tarascan: Body Parts, Shape, and the Grammar of Location” (Berkeley Linguistic Society, 2006), “Derivational Resources in

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P’urhepecha: Morphological Complexity and Verb Formation” (Acta Linguistica Hungarica, 2007), “Size Matters: Grammaticalization, Metaphor, and the Spanish Diminutive” (ela, 2011), “La conceptualización lingüística del paisaje: el caso del purépecha” en Aportes a la lingüística cognitiva (eunc, 2015), “Politeness Strategies in a Mesoamerican Language Isolate: The Case of P’urhepecha” (liames, 2016), “Spanish and P’urhepecha: Mutual Influences in an Ongoing Case of Language Contact in Central Western Mexico” (Thesaurus, 2016) y “Spatial Language and the Use of Body-Part Terms in Nahuatl and P’urhepecha” (flym, 2019). Manuel Peregrina Llanes es profesor investigador adscrito al Departamento de Letras y Lingüística de la Universidad de Sonora desde 2008. Es autor de varias publicaciones, entre las que destacan: Cuentos en náhuatl: Huasteca veracruzana (2015), Referencia en náhuatl: un análisis discursivo (2018), “Frases nominales no nucleares en náhuatl: función referencial no monotónica” (2020), “Frase nominal nuclear: análisis de rasgos semánticos en un texto náhuatl” (2021). Ha participado también como coautor de algunas publicaciones, entre otras: “Seguimiento de referencia en náhuatl” (2017), “Transitivity and Valency-Changing Operations in Huasteca Nahuatl” (2017), “Dissecting Adverbial Clauses in Veracruz Huasteca Nahuatl” (2019). Ha recuperado material lingüístico del náhuatl y del guarijío mediante trabajo de campo para la documentación de estos idiomas, así como dirigido algunos proyectos de investigación sobre aspectos morfosintácticos y análisis discursivo en lenguas yutoaztecas.  Vlastimil Rataj es doctor en Filología de las Lenguas Romances por la Universidad Carolina de Praga, con una tesis titulada “Español andino como producto de contacto con el quechua y el aimara” (2014, en checo). Entre sus intereses académicos destacan el castellano andino, lenguas andinas, lenguas originarias de las Américas, lingüística de contacto o tipología lingüística. Publicó varios artículos: “Usos del gerundio en el español andino” (2010), “La evidencialidad en el castellano andino” (2013) o “Marcación de la segunda persona objeto en las transiciones del quechua cusqueño” (2009). Actualmente está preparando una publicación dedicada a la descripción lingüística de las lenguas quechuas y dicta un curso de quechua en la Universidad Carolina. Yliana Virginia Rodríguez es profesora adjunta de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República (Montevideo) y titular de la Cátedra de Lengua Guaraní. Su tesis de maestría abordó el contacto guaraní-español en Uruguay, y su tesis doctoral (en la Universidad de Leiden) el contacto español-inglés en las Islas Falkland. Sus publicaciones sobre estos temas incluyen “Vestiges of an Amerindian-European Language Contact:

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Guarani Loanwords in Uruguayan Spanish” (2017),  “Language Contact and the Indigenous Languages of Uruguay” (2018), “Spanish-Guarani Diglossia in Colonial Paraguay” (2019) y “Classification of Falkland Islands Spanish Place Names” (2022). Isabel Victoria Romero Cruz es magister en Lingüística de la Universidad Nacional de Colombia. Ha producido una tesis sobre el acompañamiento al proceso de revitalización de la lengua nonuya (2015), así como varios artículos sobre dicho proceso, incluyendo un artículo en coautoría con miembros de la comunidad (“Un nuevo capítulo en la recuperación de la lengua nonuya: Testimonio de una experiencia reciente”, 2017), como resultado de un proyecto de extensión solidaria para el apoyo a la revitalización de la lengua. Lenka Zajícová es catedrática de Lingüística Hispánica en la Universidad Palacký de Olomouc. Sus principales áreas de interés son el contacto de lenguas (especialmente entre el español y lenguas indígenas), la sociolingüística y las políticas lingüísticas. Ha realizado investigaciones sobre el bilingüismo en Paraguay (El bilingüismo paraguayo: Usos y actitudes hacia el guaraní y el castellano, 2009) y sobre el contacto y desplazamiento lingüístico en la comunidad de inmigrantes checos en el mismo país (Český jazyk v Paraguayi: Studie o jazykovém kontaktu a zániku [El idioma checo en Paraguay: Un estudio sobre el contacto y la muerte lingüística], 2010), y ha coeditado el libro Lengua y política en América Latina: perspectivas actuales (2014). Ha realizado estancias de estudios, enseñanza e investigación en Moravian College (Bethlehem, Pensilvania), Universidad Autónoma de Madrid, Universidad de Granada, Library of Congress, British Library y otros. Fue invitada a dar conferencias en diferentes universidades y congresos en España, Alemania, Suiza, Estados Unidos, Japón y Paraguay. Klaus Zimmermann es profesor catedrático emérito de Lingüística Iberorrománica de la Universidad de Bremen. Ha sido profesor en la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad Libre de Berlín y Director del Departamento de Investigación del Instituto Ibero-Americano de Berlín. Sus campos principales de investigación son el contacto del español con las lenguas amerindias (especialmente la lengua otomí o hñähñu), lengua y migración, el español en América; lenguas criollas y variedades afrohispánicas, política y planificación lingüística, historiografía de la lingüística española e hispanoamericana (lingüística misionera, Lorenzo Hervás, Guillermo de Humboldt), sociolingüística, pragmática (cortesía), lenguaje de jóvenes, análisis del discurso y metalexicografía. Ha publicado más de 180 artículos y los libros Texttypologie (1978), Sprachkontakt und ethnische Identität in Mexiko (1992) y Política del lenguaje y planificación para los pueblos amerindios (1999) y editado o coedi-

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tado 15 libros, entre los que destacan: Mexiko heute (1992, 32004), Kolumbien heute (1997), La descripción de las lenguas amerindias en la época colonial (1997), Lenguas criollas de base lexical española y portuguesa (1999), O português brasileiro (2000), Lo propio y lo ajeno en las lenguas austronésicas y amerindias (2001), El español en América (2005), Prácticas y políticas lingüísticas: nuevas variedades, normas, actitudes y perspectivas (2014), Missionary Linguistics V: Translation theories and practices (2014) y Colonialism and Missionary Linguistics (2015). Es fundador y ha sido director de la Revista Internacional de Lingüística Iberoamericana, y fundador y coeditor de la colección Lengua y Sociedad en el Mundo Hispánico. Fernando Zúñiga es catedrático de Lingüística General y Comparada de la Universidad de Berna desde 2013. Se ha especializado en tipología lingüística y en lenguas indoamericanas (particularmente las lenguas algonquinas de Norteamérica y la lengua mapuche de Sudamérica). Entre otros, es autor de: Mapudungun: El habla mapuche (2006), Deixis and Alignment (2006) y Grammatical Voice (2019, con Seppo Kittilä). Ha editado, entre otros: Wordhood from an Americanist Perspective (2014, con Rik van Gijn), Advances in Research on Semantic Roles (2016, con Seppo Kittilä), Typological Hierarchies in Synchrony and Diachrony (2018, con Sonia Cristofaro) y “Contribuciones de la documentación colonial de lenguas indoamericanas a los estudios lingüísticos actuales” (2019, con Marisa Malvestitti). Fue coeditor de la serie Typological Studies in Language de John Benjamins desde 2010 hasta 2022 y es coeditor del International Journal of American Linguistics desde 2019.

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