Lapidario (según el manuscrito escurialense h.I.15) 9788424900762, 8424900766

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Spanish; Castilian Pages [327] Year 1981

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Lapidario (según el manuscrito escurialense h.I.15)
 9788424900762, 8424900766

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"LAPIDARIO" (SEGÚN EL MANUSCRITOESCURIALENSE H. l. 15)

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BIBLIOTECA ROMÁNICA HISPÁNICA DIRIGIDA POI. DÁMASO

ALONSO

IV. TEXTOS,14

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ALFONSO X

"LAPID1\RIO" ,

(SEGUN EL MANUSCRITO ESCURIALENSE H. l. 15) INTRODUCCIÓN,EDICIÓN, NOTAS Y VOCABULARIODE

SAGRARIO RODRIGUEZM. MONTALVO

PI.ÓLOGO DE

R.AFAELLAPF.SA

BIBLIOTECA

ROMÁNICA HISPÁNICA

EDITORIAL GRBDOS MADRID

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SAGRARIO RODR!GUEZ M. MONTALVO, 1981. EDITORIAL GREDOS, S. A. Sánchez Pacheco, 81, Madrid.

España.

Depósito Legal: M. 9310-1981.

ISBN 84-249-0076-6. Impreso en España. Printed in Spain. GnUlcu Cóndor, S. A., Sánchez Pacheco, 81, Madrid, 1981.- 5236.

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A don Rafael Lapesa con gratitud y cariño.

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PROLOGO

Bien venida sea esta nueva edición del Lapidario alfonsí, primera muestra de la preocupación que el entonces infante heredero de Castilla, después Rey Sabio, sintió a lo largo de su vida por el influjo de los astros en el carácter y conducta de los seres humanos; primera muestra también de su afán por conocer la naturaleza, como condición necesaria para indagar la presencia de esos influjos estelares. El interés científico nada impulsado por inquietudes astrológicas, arropado por imaginaciones míticas de las que tardaría mucho en desprenderse. La descripción de la apariencia y propiedades físicas de cada mineral va acompañada por la enumeración de sus virtudes médicas y mágicas. Los frutos de la observación, de la experiencia y del absurdo se entremezclan, sazonados por el exotismo de nombres árabes y griegos deformados, en una prosa ingenua y vivaz; a veces con logros poéticos no pretendidos, a veces con expresión directa, como hace ver Sagrario Rodríguez Montalvo, la actual editora del libro. Gran esfuerzo de voluntad el suyo: se ha hecho filóloga entregándose al estudio del Lapidario con la más entusiasta y desinteresada vocación. Gracias a ella tendremos la posibilidad de leer en texto fidedigno una obra que hasta ahora sólo era accesible en transcripción defectuosa y ejemplares guardados en pocas bibliotecas. Nos da también un valioso vocabulario, rico en sorpresas: primeras apariciones de cultismos (agricultura, camafeo, opilación, tíssico), semicultismos (cirulgía) y arabismos (aljófar, almagra, borrax); vocablos de tradición popular hasta ahora desconocidos (ciguda «cicuta», uviella, «úvula»), acepciones etimológicas (muslo del bra~o», «músculo»); derivados inusuales después (mollura, salgadumbre), etc.; precioso regalo para lexicógrafos. Ojalá no tarde en publicar la autora sus estudios --alguno ya acabadosobre aspectos fonéticos y morfosintácticos del texto alfonsí cuya reaparición celebramos. Rafael Lapesa 28 de junio, 1980

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INTRODUCCION El Lapidario de Alfonso X posee un gran interés, no solamente por ser uno de los manuscritos primeros· de naturaleza científica salidos de la Cámara Regia, sino también por su lenguaje. Además de ofrecer la perfección de una prosa de ciencia, presenta el atractivo de poder ser considerado como antecedente de prosa poética. Aparte del capítulo dedicado a las perlas, o piedras del aljófar, de una gran belleza literaria, abundan los símiles a lo largo de todo el libro, cuando trata de comparar la apariencia de los minerales con fenómenos de la naturaleza; así, de uno de los vitriolos dice que lo llaman estrelleño porque brilla como las estrellas; del talco o sudor de novia dice que puede ser comparado con las gotas del rocío. De otras de las piedras, que cuando las encuentran en las cuevas las ven relucir como candelas en la noche. Es sobre todo un libro de fuertes contrastes para el lector de nuestro tiempo: Junto a las más bellas descripciones de piedras preciosas y de los parajes donde son halladas, las más duras pinturas de su uso en medicina, droguería o farmacia. Junto a un vocabulario culto, compuesto por latinismos como constelación, migránea, etc., o helenismos tan insospechados para el siglo XIII como cefalea, oftalmia, etc., surgen voces hoy malsonantes como mear, cabrón (Vid. la piedra aymante o imán en el primer capitulillo). Interesante es también la presencia de su compositor judío, Yhuda Mosca, en el recuerdo del triunfo de su pueblo cuando atravesó el mar Rojo (Alcul~um en el texto). del río Jordán (en el texto Alhiaret, del árabe AI-Sarit), donde se encuentran unas piedras preciosas, y en la evocación bíblica de las palabras de David en el prólogo al segundo de los lapidarios que forman el libro. Manuscritos

Del Lapidario alfonsí existen dos manuscritos: el h.1.15 de la Biblioteca de El Escorial -Vid. Zarco, I, págs. 190-191-, y una copia fragmentaria del siglo XVI adjunta a otra copia de los Libros del Saber de Astronomía en el manuscrito 1.197 de la Biblioteca Nacional. El manuscrito h.1.15 de la Biblioteca de El Escorial consta de 118 hojas en papel de pergamino; una de ellas, en blanco -entre la 101 y 102-; escritas a dos columnas en letra gótico-francesa del siglo XIII. Signatura antigua 1 E.11 y i .e .5. Caja total de manuscrito 402 x 291. Perteneció a la Biblioteca de don Diego Hurtado de Mendoza.

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Lapidario

Contiene cuatro lapidarios: Trata de las piedras preciosas según los signos del Zodíaco.-Traducido, según reza en el prólogo, por Yhuda Mosca el Menor, y atribuido a Abolays. Comprende los folios 1 al 92d. Dividido en 12 partes, correspondientes a los 12 signos del Zodíaco. Cada parte contiene la descripción de 30 piedras; cada piedra guarda relación con una constelación zodiacal. Debieran sumar 300 las piedras descritas, como los grados del Zodíaco. Como faltan 58, suman en total . 302. Capitales miniadas; viñetas alusivas a la constelación a que pertenece cada piedra, en todos los folios. Las excepciones son éstas: Texto sin dibujos: la; lb; le; 2a; 4d; 7a; 8a; I0a; l lc; 1ld; 14b; 16d; 17d; 18c; 21c; 23c; 41c; 60d; 67b; 71d. Dibujos de los signos zodiacales sin texto: Aries I Ir: Tauro 20v; Géminis 30v; Cáncer 39v; Leo 40v; Virgo 49r; Libra 57v; Escorpión 66v; Sagitario 75v; Capricornio 48v; Piscis 93r. Sin texto y sin dibujo: I0d; 30b; 40b; 75b; 84b; 92d; 93v. Falta el dibujo de Aquario, las piedras correspondientes al signo de Leo, 28 correspondientes al signo de Piscis. l.

II. El libro de las fazes. Trata de las piedras según las fases de los signos del Zodíaco. Es anónimo, también traducido o compuesto, probablemente, por Yhuda Mosca. Posee semejanzas de .letra y lenguaje con el primero. Comprende los folios 94a/100d. Capitales igualmente miniadas. Viñetas alusivas a cada fase. Texto y dibujos se reparten así: Texto sin dibujos: 94a; 94b; 94c. Texto con dibujos: 94d; 95c; 96a; 96d; 97a; 97c; 97d. III. Trata de las piedras según los planetas.-Presenta el mismo tipo de letra que los anteriores. Anónimo. Capitales miniadas, algunas en blanco, y huecos de dibujos en blanco, menos el 102a; 108d con dibujos sin iluminar. Faltan las capitales en IOia; I02c; 104b; 107d; 109c.

IV. Trata de las piedras por orden alfabético. Atribuido a Mahomat Aben Quich. Texto a dos columnas. Sin miniaturas ni dibujos. La letra es de distinta . mano que el resto del manuscrito. Huecos en blanco en las capitales iniciales del l l0a. La presente edición se basa única y exclusivamente en el manuscrito escurialense h.1.15. Conozco perfectamente el manuscrito escurialense h.l. 16 de la Biblioteca de El Escorial, asf como que es tenido por índice de los lapidarios que contiene el h.1.15. Yo misma lo transcribí y presenté como parte integrante de mi Memoria de Licenciatura en la entonces Universidad Central de Madrid, entendiendo que podía ser complemento indispensable para estudiar el Lapidario alfonsí. Ambos manuscritos tienen un punto en común. El h.1.16 habla de 11 partes, la primera de las cuales pertenece a Abolays lo mismo que el primer tratado que aparece en el h.1.15. Ahora bien, el título de los capítulos es distinto. Y las restantes diez partes que anuncia el h.l. 16 no

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Introducción

guardan relación alguna con el h.1.15. El h.1.16, por otra parte, presenta problemas de clasificación, vocabulario y fuentes que entiendo deben ser estudiados por sí mismos. Debe ser objeto de edición aparte. Fecha de composición y copia

El prólogo al primer lapidario, o lapidario de Abolays dice: Et fue acabado de trasladar el segundo anno que el noble rey do_nFerrando, su padre, gano la cibdat de Seuilla. Es decir, fue acabado en 1250. La traducción tardó menos de seis años en realizarse a juzgar por lo que el códice dice unas líneas más arriba: Et fallo en, seyendo ynfante, en uida de su padre, en el anno que gano el regno de Murcia. Hay que deducir que conoció el original árabe en 1244, fecha en que Alfonso conquistó el reino de Murcia. Gerold Hilty, en su estudio sobre el Libro Conplido I se inclina por atribuir a la transcripción, o copia de una traducción anterior, la misma fecha que la del manuscrito .h.l. 16, pensando que éste es, como he dicho que viene tradicionalmente considerándosele, un índice del manuscrito h.1.15. Yo, después de estudiar el estado de la apócope en ambos manuscritos 2 , he llegado a la conclusión de que la fecha que nos dan en el prólogo ambos libros es bastante exacta. No creo tampoco que éste sea un índice solamente de lapidarios, sino que sería el propósito de reunir en un índice todos los libros astrológicos, algunos ya escritos para entonces, y otros que no llegarán quizás a escribirse. La fecha del manuscrito h.1.16 es, en mucho, posterior a la de los lapidarios contenidos en el h.1.15. Su prólogo dice así: Aquí comienca (sic) el libro delas formas et de las _ymagenes que son en los cielos et delas uertudes et delas obras que salen dellas en los cuerpos que son dyuso del cielo. Como se ve no se limita a las piedras, puede referirse también a los otros libros astrológicos. La fecha perten.ece a la última fase de la producción alfonsí: Et fue comencado (sic) ... en mili et dozientos et setaenta et seys annos. Et acabase ... en mili et dozientos et setaenta et IX. Media entre ambos manuscritos más de un cuarto de siglo, y así se explica la diferencia del estado de la vocal extrema entre ambos, mucho más abundante en el manuscrito h.1.15, por ser bastante más antiguo. En cuanto a la suerte de los lapidarios, no creo que se haya perdido ninguno. El primero presenta lagunas de texto y columnas en blanco. Los dos últimos presentan lagunas de dibujos no realizados. Seguramente, otras actividades robaban el tiempo o la atención para el remate de los lapidarios, que, digamoslo de una vez no tienen nada que ver con el Libro de las formas, o manuscrito h.1.16. Clasificación y fuentes de los lapidarios alfonsíes

La pasada centuria fue prolífica en bibliografia en torno al origen de los lapidarios medievales; el problema se centró, principalmente, sobre la posibili1

Hilty, G., «El libro Conplido en los iudizios de las estrdlas», Al-Andalus, XX, págs. 19-21. Abunda más en el h.I .1S salvo tras aquellos grupos consonánticos en que se mantiene hasta el s. XIV. Mi Memoriade Licenciatura, «La apócop~ de la ,,ocal extr~ma en el Lapidario», presentada en Madriden 1962, será publicada cuando complete la Gramática. 2

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Lapidario

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dad de que Aristóteles, autor mencionado en el lapidario de Costa ben Luca, el lapidario latino de Arnoldus Saxus y el español de Abolays, hubiera escrito la materia médica que hubiera servido de modelo a todos ellos. El problema ha sido aclarado en parte por Thorndike 3 con su estudio sobre la existencia de un Seudo-Aristóteles en el siglo IV. El primero que trató de explicarse el problema de las fuentes y clasificación de nuestros lapidarios fue Mély 4 • Respecto a su contenido científico no fue d~I todo justo. El fue el primero en advertir las ventajas de estudiar la lexicografia mineralística en ellos contenida para mejor perfilar la cuestión. Pero su conocimiento del texto español, bastante superficial, le condujo a una visión parcial del primero y más extenso de nuestros lapidarios, al que clasificó simplemente como «d'abord zodiacal et stellaire~, descuidando las innumerables descripciones aprovechables para la medicina y la industria de su tiempo. Su explicación resulta ambigua y confusa, pues aun advirtiendo una base lexicográfica dioscoridiana, se negó a reconocer que el español pudiera contarse entre los textos transmisores de La Materia Médica. No obstante, sus trabajos concernientes al segundo y tercero de nuestros lapidarios permanecen vigentes. Son, efectivamente, de probable inspiración en la antigua gliptoterapia hermética de raíces paganas, adaptada por el simbolismo gnóstico siriaco, que cambió el valor talismánico de las figuras esculpidas en las piedras por el de la evocación de las tales figuras en los astros. Están relacionados con los lapidarios hebraico-europeos de Raggiel, de Céthel, y el francés, de Hugo de Ragot. Posteriormente, y ya en la segunda mitad de nuestro siglo, Nunemaker 5 advirtió que nuestro lapidario usaba, en el fondo el mismo lenguaje de Dioscóri-. des y Serapión, aunque no estableció más paralelo lexicográfico de los ya establecidos por Mély cuam!o éste señaló la presencia griega, sobre todo en el cuarto lapidario. Su atención la centró en dos puntos, uno de ellos cayó en vía muerta, y el otro es bastante incierh,: la identificación de Abolays y el contenido alquímico de la obra. En sus primeros estudios creyó que el nombre de Abolays- podía ser corrupción de Abbul-Abbas (an-nabati, «el caldeo~), autor y médico citado por el cordobés AI-Gafiqi, y del cual afirmó Leclerc que tuvo la gran suerte de ser maestro de los dos transmisores hispano-árabes de La Materia Médica de Dioscórides: lbin al-Beitar y AI-Gafiqi; no se mantuvo firme en esta creencia, advirtiendo posteriormente que las fuentes parecían ser varias, algunas de ellas probablemente latinas. Dudó que Abbul-Abbas fuera el autor del primer lapidario, y que pudiera identiticársele con nuestro Abolays. Sus estudios sobre la alquimia en el Lapidario resultan ser bastante hiperbólicos, está solamente presente en el capítulo dedicado al oropimente, y muy fugazmente. 3

Thomdike, «The latin Pseudo-Aristotle», Journa/ of Para los lapidarios II y III vid. «Du rOle des pierres chretien, XVII. 5 Además de los estudios citados en mi bibliografia, Lapidario de Alfonso X», Revista de Filología Esp,1ñola, alfonsine lapidaries», Spiculum, XIV. 4

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English and Germanic Philology. XXI. grav~es au moyen Age», Reme de /'arr vid. «Noticias sobre la alquimia en el XVI e «In porsuit of the sources of the

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l II troducción

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Esto es en esencia cuanto se lleva dicho sobre el contenido y las fuentes de los lapidarios españoles del siglo XIII 6 • Respecto a las fuentes directas que se emplearan para la ejecución del Lapidario de Abolays es imposible discernir con rigor cuáles fueron, puesto que los lapidarios conocidos de contenido astrológico, como el libro hebraico de Henoch, y otros transcritos por Mély, no contienen a su vez, ni el léxico, ni las descripciones de aprovechamiento de los minerales basadas en la experiencia, que asemejan el Lapidario de Abolays con La Materia Médica de Dioscórides contenida en el De simplicisimus mediciniis, de Serapión; el Tratado de los simples, de lbin al-Beitar, ni éstos, a su vez, contienen relación de las piedras con los astros. Para mí es una refundición de textos, lo mismo que para Nunemaker. Podríamos así explicamos cómo se tradujo primero el lapidario base, seguramente árabe, inspirado en uno de los lapidarios cabalísticos del corte del libro hebraico de Henoch. Este lapidario hebreo, cabalístico y estelar, traducido por Abolays seria en sí breve, y referido a las piedras, principalmente, preciosas. Para mí, Abolays es corrupción de Abul al (F )a (r )a (b )is. es decir, Abbul el Hebreo, del mismo modo que el teutónico Raggiel es sencillamente corrupción de Rabinus; los lapidarios hebreos usan mucho firmas figurativas. Y no hay que olvidar que nuestro lapidario atribuido a Abolays fue traducido al menos por un judío. En mi opinión, Yhuda Mosca, para conseguir el número de 360 piedras, correspondientes a los 36()0del círculo, incrementó las piedras de un lapidario estelar de piedras preciosas con los minerales de La Materia Médica, bien conocida por él, puesto que Yhuda, además de astronómo (también fue traductor del libro del Alcora, de gran parte de los Libros del Saber de Astronomía, del Libro Conplido en los iudizios de las estrellas y del libro de las Cruzes, éste con el nombre deHyuhda fy de Mossen alCohen), era médico del rey; en el Lapidario le llama el prólogo fisico; alfaquim en el Libro Conplido y en el Libro de las Cruzes. La Materia Médica bien pudo llegar a él por doble vía. Durante el siglo anterior fue traducida por Gerardo de Cremona y Gundisalvo. También pudo traducir directamente del árabe. A La Materia Médica tenemos que sumar algunas descripciones de química experimental, procedentes, bien de lbin Isaq, bien de lbin Sinaq, posiblemente a través de Maimónides. Descripciones que no pueden, en rigor llamarse alquimia, puesto que estos autores no creyeron en la transmutación de las sustancias, concepto inherente a la alquimia, ni buscaron nunca la piedra filosofal. Nada de ésto encontramos tampoco en el Lapidario; el contenido alquímico de la obra no pasa de las concomitancias con los autores árabes mencionados, como puede verse en mis notas al texto. Como resumen a lo expuesto, el auténtico compositor del Lapidario, en mi criterio, fue Yhuda Mosca, médico del rey desde que éste era infante, y eminente astrónomo de la época, como ya hemos dicho. A él y solamente a él, a mi juicio, cabe la honra de los aciertos, que literariamente son muchos, y de

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Para otros lapidarios españoles vid. Vollmoller, Ein steinbuch altspanische, Heilbronn, 1880.

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Lapidario

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la aportación científica, así como el proporcional reparto de piedras ajustado a la medida de los grados del círculo zodiacal. Ediciones

El manuscrito escurialense h.1.15 fue publicado en edición cromolitográfica 1881-, junto con el manuscrito por ·Fernández de la Montaña -Madrid, h.1.16. Contiene ésta una transcripción del manuscrito h.l. 15 de escaso rigor científico, e inadecuada, por tanto, para un estudio lingüístico. Ultimamente, en 1968, doña María Brey ha realizado una interesante ver.sión: -se echa de menos la traducción de algunas voces técnicas (como albot 'crisol', del hispano-árabe albutum, vid. nuestro vocabulario, etc.), lo que habría ayudado al lector para la comprensión del texto. Normas seguidas en la presente edición. 1.0 Indico las letras abreviadas del manuscrito transcribiéndolas en cursiva. 2. 0 Utilizo los paréntesis cuadrados[. .. ], para indicar mis interpolaciones al texto. Por ejemplo, G[A]GATIZ en el epígrafe, gagatiz y gagates más abajo (vid. 2c/2d). A veces, se encontrará la aclaración mediante notas. 3. 0 La supresión de letras la indico mediante paréntesis angulares (. .. ). Este signo también se encontrará en las notas, cuando trato de explicar la etimología de una palabra para facilitar la comprensión de su significado. Por ejemplo, el nombre de la selenita o piedra de la Luna aparece en el 35cl8, como c:eluquindat, que me parece corrupción del griego, con interpolación de letras en las copias o traducciones posteriores. Para este caso vid. nota 85. 4. 0 Utilizo en todo la grafia del texto. La s alta la transcribo con s cursiva. No he querido introducir más signos que la puntuación, cuando me ha parecido imprescindible para la lectura. 5. 0 Utilizo las versales para los epígrafes rojos del manuscrito. 6. 0 Uso las versalitas cuando, en las notas a pie de página, repito una palabra del texto. 7. 0 Ofrezco mediante notas la aclaración del texto, contrastándolo, en cuanto me ha sido posible, con otros autores tales como Dioscórides, Plinio, San Isidoro de Sevilla, Serapión 7 , los árabes Ibin Isaq, Ibin Sinaq, Ibin AI-Beitar •. Para la transcripción del árabe sigo el método de la escuela de arabistas españoles. 9. 0 Después de la transcripción del texto ofrezco el estudio del vocabulario general. 7

Para Dioscórides sigo la edición de Andrés Laguna «Pedacio Dioscórides de Anazarba», Salamanca, 1966 en facsímil de 1968. Para los autores latinos sigo las ediciones siguientes: Plinius Secundus C., Natura/is historiae liber XXXVII, ed. Carolus Mayhoff, Stugardiae B. O. Tevbneri, 1968. Isidori Hispalensi episcopi etimologiarum sive originum libri, ed. Lindsay, Oxford, 1966. Serapión, De simplicibus medicinis. A verrois eisdem liber, Argentorati, 1531. 1 Para los autores árabes sigo las tablas de minerales contenidas en la obra de César Dubler, La «Ma1eria médica• de Dioscórides. Transmisi6n medieval y renacentista, Barcelona, 1953.

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I [LIBRO DE LAS PIEDRAS SEGUN LOS GRADOS DE LOS SIGNOS DEL ZODIACO] (Lapidario atribuido a Abolays)

[PROLOGO] 1 a)

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Aristotil, que fue mas complido delos otros tilosofos, et el que mas natural miente mostro todas las cosas por razon uerdadera, et las tizo entender complida miente segund son, dixo que todas las cosas que son so los uelos I se mueuen et se endere~ por el mouimiento delos cuerpos celestiales, por la uertud que an dellos, segund lo ordeno Dios, que es la primera uertud et 11 donde la an todas las otras. Et mostro que todas las cosas del mundo son como trauadas, et reciben uertud unas dotras; las mas uiles, delas mas nobles. Et esta uertud paresce en unas mas manifuta, assi como en las animaleas et en las plantas; et en otras mas asconduda, assi, como en las piedras et en los metales. Et destas fizieron los sabios libros en que dixieron delos cuerpos celestiales que non son compuestos delos quatro elementos; et esso mismo delos otros que dellos se componene, assi como de animalias, que son todas las cosas uiuas que an alma de sentir et de mouer. Et otrossi delas plantas que son delos fructos que nascen dela tierra, assi como arboles et yeruas. Et fablaron otrossi delas cosas mas duras que se fazen dela tierra, assi como piedras et metales. Et de cadauna destas fizieron libros. Mas, los que escriuieron delas piedras, assi como. Aristotil 2 , que fizo un libro en que nombro sietecientas dellas, dixo de cadauna de que color era, et de que grandeza, et que uertud auie, et en que logar la

Sic, por cielos. z El Pseudo-Aristóteles del s. IV. Tamb~n el l.Apidario árabe de Costa Ben Luca habla del Libro de Aristóteles con setecientas piedras. 1

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Lapidario

fallauan. Et assi fizieron otros muchos sabios que en estas cosas tanxieron. Mas entre aquellos ouo y algunos que se metieron mas a saber el fecho dellas. Et touieron que les non / abondaua de connQf~er su color et su grandez, et su uertud, si non connociessen quales eran los cuerpos celestiales con que auien atamiento, de que recibien la uertud por que se endere~auan a fazer sus obras, segund el endere~amiento delos estados delos cuerpos de sw-o, en toda obra de bien o de mal. Et entre todos los sabios que se mas desto trabaiaron, fue uno que ouo nombre Abolays 3 • Et como quier que el tenie la ley delos moros, era onvre que amaua mucho los genti IIles, et sennalada miente los de tierra de Caldea, por que dalli fueran sus auuelos. Et por que el sabie fablar aquel lenguage et leye la su letra, paga se mucho de buscar los sus libros et de estudiar por ellos; por que oyera dezir que en aquella tierra fueran los mayores sabiQf que en otras del mundo. Mas, por las grandes guerras et las otras muchas occasyones que y acaecieron, muriera la gente, et ficaron los saberes como perdudos; assi que muy poco se fallaua dello. Et este Abolays auie un su amigo quel bw-caua estos libros et gelos IIfazie auer. Et entre aquellos que) busco, fallo· este, que fabla de trezientas et sessaenta piedras, segund los grados delos signos que son en el cielo ochauo. Et dixo de cadauna de qual color, et qual nombre, et que uertud a, et en que logar es fallada, et dela estrella dela figura que es en el grado daquel signo donde ella recibe fuer~a et uertud. Et esto segund el sol corre en todo el anno por los grados delas figuras delos dozc signos, que se fazen por todos trezientos et sessaenta, que son todos figurados de estrellas menudas, et otras figuras muchas IIque estan en el ochauo cielo, que son figuradas otr