La España del siglo XIII leída en imágenes

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Gonzalo MenéndeZ'Pidal

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DEL SIGLO XIII LEÍDA EN IM ÁGENES

REAL A C A D E M IA

D E LA H I S T O R I A

lülición c^ tc a l en cofetoracwn con:

ALSTO'M



Indice

PR E SE N TAC IÓ N ............... .......................................................................................................

9

PRÓ LO G O .................................................................................................................

13

Filología - Fitografía • Historia gráfica de la técnica • Atisbos y eficiencia técnica • Revolución industrial en b Baja Edad Media • Variaciones de onda larga • Ámbitos mayores de la técnica • Menosprecio actual por la imagen •. Miniatura y relieves góticos* La miniatura alfomf • Valor sobresaliente de la miniatura alfonsí • Comprobación documental de la miniatura alfousf. Lectura en imágenes del siglo X I I I • Lo que es este libro

MANUSCRITOS ALFONSÍES ......................................................................................

25

Partida 1 • 'Libros del Saber de Astrología' • Cánones y cuadrante señero ♦ 'Libro de los juegos' • 'Crónica General' • 'General Rstoria’ . 'Lapidario* • I.or manuscritos de las Cantigas • Códice de los Músicos • Códice de Lis Historias * lx » maestros del escritorio alíonsí

LA VIDA DE A IJO N SO ...............................................................................................

51

ü*s ropas del Rey • Emblemática Imperial en las ropas de Alfonso • La corona de le» camafeos • Otras prendas conservadas de Alfonso • bis barbas del Rey • El Rey en sus diversas actividades « El Rey y sus cobbnradores • Buenos y malos usos cortesanos • Saludo • Merecieres TRAJE. ADEREZO. AFEITES «ncdah^conC.r»*!!.™»., ............................................................. Tela» • Traje cristiano « Trajes masculinos • Trajes femeninos • Tocados masculinos • Tocados femeninos • Traje musulmán • Calzado • Aderezos y afeites

67

LA ESPAÑA n a SIGLO XUI LEIDA EN IMÁGENES

LA C O N S T R U C C IÓ N . L A C A S A POR D E N T R O ...................................................................

117

La construcción • La casa por dentro • Muebles • La mesa y la comida • La cocina • La bodega y los toneles • Baño y cámara privada • Candelas, lámparas, etc. LA IG L E S IA ..............................................................................................................................

151

Roixisde 1os eclesiásticos • Vestiduras litúrgicas • Vestimentas para mayun» sacerdotes • l lábito monástico • bautismo • Penitencia • Matrimonio • Vida monástica • Coro . Veneración de reliquias • Comunión de enfermos . Duelo • Supersticiones L A ESCUELA. LA ESCRITURA, EL ARTE Y LA C IE N C IA ....................................................

163

La escuela • El escritorio. Textos literarios romances • Pintores y escultores • Médicos • Astronomía, geografía astronómica y topografía LA S GENTES SUS TRABAJOS, OFICIOS Y T É C N IC A S ......................................................

189

La mujer • Judíos • Campesinos • Pastóles • Labradores • Menestrales • Herramientas • Molinos • Hornos • Mercaderes • Ceca C A M IN O S Y C A M IN A N TE S . LA N A V E G A C IÓ N .................................................................

217

Los caminas ♦ Caminantes • Mur • Navios • Pescadores JUEGOS. C A Z A . M ÚSICA. C A S T IG O S ..................................................................................

241

Juegos • Caía • Ajedrc:, dados y tablas • Danzas • Instrumentos músicos • Textos musicales ♦ La música en las Cantigas . Tahúres . La taberna • I_a justicia y las penas L A G U ERRA ............................................................................................................................

269

Caballo de guerra • Lorigón • Perpunte • El yelmo • El escudo ♦ Adarga • Cómo se vestían las armas • La espada • La lanza • Mazas« La ballesta • Hondas . Máquinas de sitio • Minas . La tienda • Tambores • El ejército moro • El ejercito cristiano • Bntalla, cabalgado, algara • Arquitectura militar • Presas de guerra y cautivos • La guerra en el m ar« Sertas L A N ATU RALEZA ...................................................................................................................

303

Un mundo más amable incluso en su dramatismo . Del inundo exótico • Del mundo fuera de lo natural B IB L IO G R A F ÍA .........................................................................................................................

311

ÍNDICE DE NOMBRES

323

Presentación Gonzalo Anes y Álvarez da Cnstrlllóo Director de la Real Acadeina de la Historia

EN L A E S P A Ñ A

D E L S IG L O

X/// L E Í D A

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IM Á G E N E S

p ^ c o n -

zaJn M cnéndcZ'Pídíd un conjunto que resulta d e la selección de las miniaturas qu e mas y m ejor reflejan las técnicas, la econom ía, las costumbres y la vida en la Castilla medieval. Interesa este libro, q u e la Real Academia d e la Historia edita gracias a la colaboración de ALSTOM, p or su riquísimo contenido en im ágenes y en descripciones, para conocer cóm o se vivía y c ó m o era la sociedad d e entonces y. sob re todo, lo que sign ificó Costilla corno transmisora do técnicas y de saberes desde el Islam a la Europa de O ccidente: I x k cambios en las técnicas y los Inventos y d e nuevos aperos d e labranza o de herramientas y artefactos' y su apli­ cación en las distintas zonas y épocas de Europa tuvieron singular importancia durante lu Edad Media. En el tiem po qu e transcurre desde m ediados del siglo Vltl hasta finales d el siglo XV, hubo adopción d e técnicas, ya conocidas en la anti­ güedad romana, d e otras transmitidas p o r los árabes e inventos qu e pcn n ltieron a lio n a r tiem p o de trabajo humano, con las consiguientes mejoras de la productividad. La expansión del Islam en Asia, en África y en las penínsulas e islas d e la cuenca occidental del M editerráneo d ifi­ cultó la continuidad de las relaciones comerciales entre la Cristiandad y el Oriente. En las ciudades que florecieron duran te la época romana disminuyó el número de habitantes y seam tinaron muchos de sus edificios. I as viejas calzadas rom a­ nas dejaron de ser utilÍTUibles en varios d e sus tramos p or falta de reparación. Igual ocurrió con los puentes, al quebrar algunos d e sus arcos por la fuerza d e las riadas 14 Entupa mediterránea n o ocupada p o r loa islamitas tendió a rural izarse. En toda la Cristiandad, el cultivo d o la tierra y el cuidado d e los anim ales vino a organizarse en el marco del señorío territorial. Asentamiento de colonos, rotu­ ración y cultivo de tierras, organización de los terrazgos, fueron actividades dirigidas p or los señores o por sus lugarte­ nientes, lo mismo qtie hacer y reparar caminos, edificar la villa o ctiriis, y casas, m olinos y horno y hasta la iglesia propia. lil carácter rural de la Europa cristiana tim an te los siglos IX y x h izo pensar a lo s hom bres de letras d el R enaci­ m iento que los tiempos medios, transcurridos entre los esplendores de la civilización grecorromana y la segunda mitad del siglo XV. habían sido de barbarie y d e ign oran cia Son los tiem pos qu e com enzaron a denom inar Edad M edia y qu e calificaron de oscuros, tenebrosos y. en sentido peyorativo, góticos.

LA ESPAÑA DEL SIGLO XIII LEIDA EN IMÁGENES

N o es del caso tratar aq u í de la continuidad de la civilización grecolatlna y d el c om ercio m editerráneo durante los siglos en que s e formaron y consolidaron reinos hárbaros en el su d o del Im perio R om ano de O ccidente. Tam p oco de lo qu e significó la quiebra d e las (eluciones com erciales regulares entre los pueblos de las d os cuencas mediteiráncos, en d área cristiana, c om o resultado d e la expansión del Islam durante los siglos Vil y VIII. Al ocu par el norte de Africa y las islas y penínsulas del occidente mediterráneo y al disminuir, hasta casi cesar.el com ercio m aritim o en el occiden ­ te cristiano, se intensificó el proceso de ruralízaciiín ya señalado Los esplendores econ óm icos y culturales tic los califatos de Dam asco y d e Córdoba, en lo s siglos IX y X, se p re ­ sentan a la mirada d d historiador com o excepcional cumiaste con la Cristiandad de O ccidente. N o se han estudiado aún. con el d etenim iento debido, las influencias rcdb id as por los musulmanes d e la civilización grecorromana, en Asia M enor, en d Norte de Africa, en las islas del occidente mediterráneo. en las penínsulas Ibérica e Itálica. Tam poco las que experim entaron p o r sus contactos con las poblaciones d e M esopotam ía, I’ersia, China e India. Sabem os que las tra­ ducciones de obras griegas, persas y del Lejano O riente les perm itieron conocer, conservar y transmitir saberes de los q u e se ben efició la Cristiandad de O ccid en te A Córdoba, en tiem pos de Abd-al-Rahman III y d e Al-Hakam II. vinieron botánicos y m ódicos procedentes d e M esopotam ía y gramáticos, juristas e historiadores de diversas zonas del Islam. Córdoba, c om o centro político de Al-A n daluseu tiem pos de los Omeyas, llegó a ten er 100.000 habitantes, la s Influencias de la llamada Escuela de Alejandria fomentaron, en Córdoba, lu observación d e los fenóm enos de la natura­ leza y la experimentación. Fn Córdoba se fijaron y conservaron los saberes recibidas, m ediante una acción com pilato­ ria portentosa. I o s califas se rodearon de astrónomos, d e matemáticos, d e botánicos y d e hom bres de letras y se form a ron notables bibliotecas, entre las qu e destacó la d el califa Al-Hakam II, en la que copiaron libros y los ilustraron con notables miniaturas. Las cortes callfales parecen haber in spirado a Alfon so X en su afán com pila dor de saberes en el T oled o del siglo XIII Fn la Europa d el occid en te mediterráneo, sin el com ercio qu e perm itiese captar el oro africano necesario para acuñar m on eda qu e facilitara los intercambios, ¡t pesar d e las tendeadas mrallzadoras, se d io un notabilísimo proceso dedifuskin de técnicas, conocidas algunas en tiem pos de Roma en las tierrasque formaban d Im perio, pero n o utiliza­ das, p or ignorarlas, en toda la zona situada ai norte del limes o frontera: el arado de ruedas, especialm ente útil en tierras Tuertes y húmedas, la grada, la collera p ira muías y caballos, la herradura, hicieron más productivo el trabajo humano e n d cultivo de la tierra y e n el transporte. Los molin os d e agua, c on o d d o s p o r los romanos, sólo se difundieron en la Europa cristiana desde el siglo X y las aceñas perm itieron econom izar fncr/a de trabajo en la molturación d e granos. Los labriegos que supieron hacer y reparar m olinos y aceñas pudieron im aginar c óm o utilizar la fuerza del agua para otros usos: los más notables fueron el de machacar d hierro con mazos hidráulicos, y el de au xiliara con fuelles también m ovi­ d os p or la fuerza d d agua. Las nuevas técnicas conocidas en la Furopa cristiana por transmitirlas los musulmanes, fueion adaptadas a las necesidades de la producción agraria o manufacturera y del transporte. También a Jas d d arte de la guerra, com o el estri­ b o y la pólvora. I-as innovaciones en d ¡ute de navegar, dieron a los europeos la superioridad sobre los dem ás pueblos d d mundo al conseguir d d om inio de mares y ooéanos, desde com ienzos del siglo XV, con sus galeones dotados de armas d e luego, (x in la fabricadón de papel, se p ud o ahorrar d coste de hacer que las pieles de anim ales sirvieran com o mate­ rial sobre el qu e escribir. Con la Imprenta de caracteres móviles y con el pap d. se abarataron los libros y se pudo d ifun­ d ir más am pliamente el saber. Las novedades técnicas conocidas en la Europa medieval no están descritas en códices ni en diplomas. T am p o­ c o se habla de ellas en anales ni en crónicas. N o sabemos quiénes fueron sus inventores o difusores, p or no constar sus nombres en docum ento alguno. T am p o co podem os dar con exactitud las fed u isen quo com enzaron a aplicarse, ni nos resulta posible la descripción d e aperos y artefactos com o n o sea p or haberse conservado y, sebre tixlo, por constar escul­ pidos en capiteles o en otros elem en tos decorativos o por haberlo» m iniado en los códices. Gonzalo M enéndez-Pidal ha prestado un gran servicio a la historia d e la técnica y a la de la cultura al ofrecem os las im ágenes de los códices que, en d siglo Xlll castellano, dibujaron y pintaron losm iniaturlsias. G radas a las llustra-

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PRESENTACIÓN

d on e s recogidas en el libro h\ fitpafía del s ig lo X III leída a i ¡mdgenes, disponem os efe una selección inteligente de las m ejores miniaturas d e las Cantigas, d d Libro de los Juegos, d e la C rónica General, de la General Fsloría, de los códices de los músicos, d el c ód ic e de las historias. I a s reproducciones de las miniaturas van acompañadas, en este libro, de una inteligente y esclatecedora descripción qu e muestra la utilidad de las imágenes para entender técnicas, usos y costum­ bres {juegos, caza, música), indumentarias, edificaciones y procedim ientos, herramientas y enseres utilizados p or los alarifes, m obiliario, religiosidad, cóm o se enseñaba y c óm o eran y vivían las gentes según fuesen campesinos, m enes­ trales, mercaderes o príncipes. 1o s caminos, caminantes, navegaciones, arte de la guerra, están representados y descrl • tos en este libro. Tam bién lo qu e G on zalo M enéndcz-Pidal denom ina la naturaleza ¡árboles. animales, aves) y basta un m u ndo exótico del «pie es muestra el elefante africano. Tam bién figura el m undo fuera de lo natural, con sus hechizos, representado en las Cantigas y a! que se refieren también ni Poem a deA iexandre y las Partidas, al prohibir en éstas que se hagan "Imágenes d e cera ni de metal ni de otros hechizos malos’ . El panoram a qu e nos presenta G on zalo M enéndez-Pidnl d e c óm o se vivía en la España del siglo Xlll e s de una riqueza ilustrativa q u e sólo se puede valorar si pcnsuinos cóm o hubiera sido posible describir todo lo qu e en este libro se recoge sin disponer de las imágenes. M iles d e tom os de tantas páginas c om o las qu e tiene este libro no hubieran p er­ m itido otra cosa que provocar el aburrimiento de los lectores y quizá una mayor ignorancia y contusión que la que hubie­ ran podido tener antes d e com enzar la lectura d e los cientos d e miles d e páginas. Disponer de toda esta riquísima inform ación gráfica. t3n seleccionada, para describirla con tas imágenes y con una prosa clara y concisa, significa ten er en nuestras m anos el resultado final. para el siglo Xlll, d e una evolución técni­ ca y social q u e hizo de los castellanos, ya en e l siglo XV, una com unidad civilizada con valores que se extendieron desde entonces p or el resto del inunda

Prólogo

SOLO EN RARAS OCASIONES d h isto riad o r actual cob ra con c ien c ia de* q u e h ay sus­ tan ciales relato»; h istóricos q u e han lle ga d o a nosotros en form a n o escrita, lis verd ad q u e junto a la cró n ica o al d o c u m en to escrito, actu alm en te se va prestan do cada v e z m ás aten ción ul relato oral, y sob re to d o se va reco n o ­ c ie n d o q u e ha h ab ido p erío d o s h istóricos en la vida d el h o m b re en q u e la I ilsto ria oral ha prevalecido, y refiriénd on o s con cretam en te a los siglos m edios se a d m ite q u e junto a la H istoria escrita existió un a H istoria hablada qu e du rante cien to s d e añ os ju go u n pap el d e prim e r o rd en on la trasm isión d o relatos q u e h o y tien en v a lo r fu n da­ m en tal para nuestro c o n o c im ien to d el pasado. Am bas H istorias s e herm an an , sin em bargo, e n ser historias ver­ bales. Y d e lo q u e aq u í vam os a iratar e s d e la H istoria gráfica. Pero Insisto e n q u e desde h ace siglos h o m bres occid en ta les p arece q u e s e v ien e n in teresando p o c o m en os q u e en form a exclusiva por la I lisioria escrita. Casi nos p arece a x io m á tic a q u e cuando n o hay crónicas, anales, ins­ cripcion es. jeroglíficos, n o h ay Historia; c o m o si los h o m bres só lo dejasen en palabras relato e xp lícito a la poste* riodad. Ú n ic a m e n te la A rq u e o lo gía o la H istoria d el Arte atien d en con in terés a algunas fuentes in form ativas nn escritas» y, sin em ba rgo, son multitud las otras reliqu ias n o escritas q u e n os h ablan d e Historia p olítica y cultural y q u e n o s cuentan incluso ep iso d io s y aspectos d e l v ivir pasado que la historiografía escrita ignora totalm ente. En realidad, to d o e l m u n d o que n o s ro d ea n os habla d e H istoria. Poro ese lenguaje es esa ich n d o en sus res­ p ectivas parcelas p o r e l g e ó log o, p o r e l p aleon tólo go , in clu so p o r e l preh istoriador, y es n ecesario q u e el historia­ d o r d e la cultura le p reste o ído s y ap ren da a descifrar su lenguaje. Asi. p o r e jem p lo , d el o ro españ ol en tiem p os d el Im p erio R om an o bien |Xico es lo q u e lo s escritores con tem p orán eos nos han dich o, y m u ch o, sin em bargo, lo qu e nos cuentan las ruedas hidráulicas, lo s to m illo s d e arqu ím ed es, los m artillos y p ico s q u e han ap arecid o sepulta­ rlos en las galerías m ineras, los em ba lses d e decan ta ción . las arrugias, y la o ro gra fía trastocada d e las M édulas: y e se oro, d e l q u e lo s escritor es n o qu ieren hablar, fue en mucluis o casion es la palanca qu e m o v ió la política Im p e ­ rial romann.

LA ESPAÑA DEL SIGLO XIII LEÍDA EN IMÁGENES

Ah ora q u e n o es U nicam ente a e s t e v a lo r d e la reliqu ia n o verbal al q u e aq u í m e in teresa referirm e, sino m u y esp ecialm en te a las im ágen es que el h o m bre p intó o lab ró c on exp lícito d es eo d e c on tar algo. La pintura y la escul­ tura son m e d io s d e exp resió n parejos a la palabra, ya c o m o v eh íc u lo d e exp resió n estética, ya c o m o instrum ento d e e xp re sió n ló gic a; al igual la im a gen grá fic a unas v eces s ó lo busca c o n m o v e m o s con su b elle za y otras m e ra ­ m en te contarnos algo, aun cuan d o en la m ayoría d e Lis ocasionas se im aginó con un d ob le propósito en qu e todos lo s d es eo s exp resivos se con fun den . P e ro e sa H is to ria q u e n u estros an tep a s a d o s n o s d eja ro n con ta d a e n im á gen es, las m ás d e las v e c e s ha p erd id o p ara nosotros su valor, p o rq u e nos h e m o s v u e lto sordos a e lla Es verd ad q u e e n o ca sio n es n o ten em os m ás re m e d io q u e a fa n a m o s en e n te n d e r !» p o r q u e n o d isp o n e m o s d e o irá s fu e n tes d e In form a c ió n : es d caso d e las pinturas preh istó ricas o d e otras hechas p o r p u eb lo s q u e n o co n o c en la escritura; m as según avan zam os en la c ro n o lo g ía d e nuestro in u n d o o cc id en ta l y n m edid a q u e d isp o n e m o s d e m ás relatos escritos, te n d em o s a relegar las im ágen es a su m e ro valo r estético. Y sin e m b a rg o h u b o un tie m p o en q u e h erm an os próxim os a q u ie ­ nes e sc u lp iero n a q u ello s frisos, o p intaron aq u ello s m u ros, o m in iaron aquellas páginas, en ten d ía n claram en le el lengu aje d e esas Im ágenes q u e h o y nosotros n o s a llem o s leer. Es q u e s o m o s an alfabetos para a q u ello s re la ­ tos grá fic o ». Pu ede qu e d esp reciem os h o y al h o m b re qu e n o es c a p a z d e leer la cró n ica periodística, y n o pen sam os que nosotros s om os tan analfabetos c o m o él fren te a los capiteles d e un claustro rom ánico, an te cuyas figuras n os contentam os m u ch a » veces con exclam ar ¡qu é fantasía!, cuan d o el e sc u ltor q u e lab ró aq u e llo (p ieria d ecir una serle d e cosas q u e nosotros n o e n ten d em os o q u e qu erem o s enten d er crípticam ente. Pues en verd ad hem os perd id o la capacidad d e le er e n aquellas im ágenes con sim plicid ad p orqu e esa capacidad se a d qu iere c o n la exp erien cia y se p ie id e c o n e l desuso. P en s em o s en un e je m p lo p ró xim o d e q u e p o d e m o s ten er exp erien cia directa: e l cin e , en su e tap a m uda, tu vo q u e crearse un lenguaje exp resivo qu e en o casion es supliese la falta d e la palabra. Púb licos d e culturas m uy diversas y d e inteligencias bien dispares apren dieron aquel lenguaje; pero a la llegada riel sonoro, m uchos d e a q u e ­ llos m o d o s exp resivo s d eja ro n de ser necesarios y cayeron en el o lvid o . El resultado es qu e a un p ú b lico d e jó v e ­ nes cultos d e hoy, según he p o d id o co m p ro b a r person alm en te, se le escapan m il valores expresivos en una p e lí cuín m uda, y llegan a n o p od er seguir el m ero relato d n e in a to g iá lic o q u e en ella s e cuenta s ó lo c on im ágenes, rela­ to qu e hace m e d io s iglo era p erfectam en te inteligib le para un piiW ico general. Pues a s í c o m o para ju zgar h o y en to d o sil valor una película d el d n e m u d o h em os d o ap re n d e r su sistem a d e expresión, así h em os d e ap ren der tam b ién a leer en las Im ágenes m edievales lo q u e esas im ágen es d ecían a sus con tem p o rán e o s d oc to s e indoctos.

Fl L O L O G Í A -F IL O G R A H A N o n o s c o n ten ta h o y le er un p o e m a m e d ie v a l c on m e ro criterio d e estética actual, qu erem o s c om p re n d e rlo ac e r­ c án don os a su tie m p o : y en ton ces resulta q u e e se p oe m a servirá a s u ve?, para com p re n d e r su época. U n a m inia tura, un capitel, n o n os basta c o n goza rlos e m o tivam en te c o m o si fuesen obras d e la plástica actual, qu erem o s v e r­ lo s acercá n do n o s tam b ién al tiem p o en q u e s e crearon. En am b o s casos, ap arte d é l a actual critica estética, para e n ten d er e l p o e m a y la im a gen rocurrinuw a la Historia. Y

h e a q u í que to d a la m ateria d e nuestro co n o c im ien to h istórico p ro ce d e d e la p erc e p c ió n , esto es, la le c ­

tura. la con tem plación , la au dición. Pues bien, los historiadores han c on c ed id o valor prim ordial a la lectura. Y, sin duda, la palabra escrita tiene en osle asp ecto un valo r insustituible, p e io en este libro lo q u e m e p ro p o n go es exp lo ­ rar el tam bién inm enso valor q u e la im agen gráfica tiene para c on o c er la Historia. P o r eso. asi c o m o h o y nadie p u e ­ d e d esen ten derse d e la c iíllc a textual c o m o (tien te histórica, qu iero señalar a q u í q u e es necesario tam b ién d a b o -

H*

PRÓLOGO

rar lin a critica d o las im ágen es q u e sirva para daries a SU v e z v a lo r d e fu e n te histórica, usando en ton ces e l térm i­ n o critica en d sen tid a s c h le g d ia n o d e e sfu e rzo p o r com p re n d e r, liste lib ro es. por tanto, un esfu erzo h ech o por c o m p re n d e r una parcela grá fic a de nu estra H istoria m e d ie v a l q u e es, a su v ez, una parcela m u y exp resiva d e la H istoria d e l Occidente. Lo qu e pintaron y esculpieron los h o m bres de la España d el siglo Xlll son relatos históricos d e p rim er orden, pues con trah acien d o palabras d e luán Bautista V ico p od ñ am a s d ec ir q u e «cu a n d o el q u e h ace las cosas e s e l m is­ m o q u e las p in ta n o p u e d e h ab er m ás cierta H istoria». C u a lq u ier c o m p o s ició n figu rativa tien e valo r e x p resivo b ajo d o s aspectos. Ij i im a gen d ice lo q u e el au tor q u iso con tarn os, p ero d ic e adem ás lo que. sin exp reso d eseo, h izo d ecir a sus figuras, p orqu e era más difícil h acer­ las inexpresivas q u e dejar qu e trasluciera to d o un m u n d o circundante. El autor d e un rd a t o verbal p u d o s im p le ­ m en te con ta m o s c ó m o un cautivo salió d o prisión, p ero así c o m o las palabras c on su In m en so p o d e r de abstrac­ c ió n s on capaces d e o fr e c e m o s la esquem ática exp resión d e «ca u tivo , prisión, salir», al narrador e n Im ágenes no le será p osib le pintarn os un c au tivo qu e n o ten ga tales o cuales ropas, ten ga o n o ten ga barba, q u e n o vaya pein a­ d o d e este o d e e se m o d o , y el cuutivo ten drá lo s grillos tod avía puestos o ya estará lib re d e ellos, y serán grillos, c a d en u s o c e p o los qu e le habían asegurado e n la prisión, y la m a zm orra ten drá q u e ser una constru cción d e p ie­ dra o d e ladrillo, o estará excavada en la tierra o tendrá puerta d e una u otra form a, etc. □ resultado es q u e esa Im a­ gen nos con tará p o r fu e rza m u chas m ás cosas q u e las palabras c o n q u e el a u to r d e l relato p iu lo expresarse. Una novela d el siglo X1U p od rá satisfacerse c on d ecirn o s q u e en palacio h u b o un gran festín; p ero si un m iniaturista nos pinta ese festín, n os ten drá q u e d ec ir c ó m o era la sala, c ó m o las m esas, lo s m anteles, la vajilla, c ó m o vestían los hom bres, c ó m o las m ujeres, c ó m o servían los criados, c ó m o actuaban lo s juglares, y tantas casas m ás q u e in elu ­ dib le m e n te v en d ía n a lo s pinceles d e l artista sin qu e éste pueda evitarlo, l ’uera d e esto, n o o lvid e m o s qu e el p in ­ tor m e d ieval sen tía una gran atracción |>or lo narrativo, q u e c on ceb ía sus im ágen es c o m o m e d io aleccion ador, y q u e para su pú b lico la m ejo r le cc ió n era d ejem p lo . la narración. P o r to d o esto resulta com pren sib le el qu e la im agen gráfica m edieval 110 e u tie ga su c on ten id o a una prim era c on tem p lac ió n d e nuestros o jo s actuales. D ecen as d e v eces m ira re m o s una m iniatura y d ecen as d e veces le ere ­ m o s en ella a lg o nuevo. Adem ás, en cada im agen hallarem os, a m ás d e su valoi expresivo individualizado, su valor docu m en ta l c om o p iez a d e con ju n to . Y to d a esta varieda d d e asp ecto s e s precisa p ara re co n s u u ii e l re la to d e esa H isto ria gráfica, relato insustituible para revivir cap ítu los enteros del pasado d e los q u e en ocasion es la literatura n ad a n os dice.

H IS T O R IA G R Á F IC A D E L A T É C N IC A Para largos p erío d o s - lo s siglos m edios, p o r e je m p lo - la 1listo n a d e la técnica n o p u e d e d isp on er casi de in fo rm a­ ció n escrita. Escritos esp ecíficos sob re técnica n o existen prácticam en te, la m e n ció n d e una m áquin a sólo fortui­ ta m ente ap arecerá en un texto, y m ás raro aún será hallar un a d escrip ció n d e ella. Pero supuesto q u e to d o eso lo hallásem os, n o habrá descripción com p a rab le a un s im ple dibu jo. P en s em o s e n un caso con creto: S a b em o s qu e e n e l siglo XtlI a lc a n z ó gra n d ifu sió n e l to rn o d e m a d e ra : las sillas, las cam as, etc., ten ían postes y ad o rn o s torn ead os. P ero es u n a v erd ad era rareza e n c o n tra r alu sión literaria a lo s to rn o s c o n q u e e so s m u eb les se lab raron; tal ver. ap a rezca su n o m b r e en algún texto, p e r o n o h alla rem os una d es crip c ió n q u e nos d iga si el to rn o era d e b an ca da h o rizo n ta l o vertical, si e ra d e arco o d e ballesta, etc. Y. s in em b a rgo , un sim p le re liev e , un r in c ó n d e u n a vidriera , o u n a m in iatu ra e n q u e fig u ra u n to rn o n o s darán p o r fu e rza e so s y otro s m u ch os datos. Así. p o r só lo e l c a m in o grá fic o , p o d e m o s c o n o c e r c u la España d e la segu n da m itad d el siglo Xlll d os tip os d e to rn o d e arco, m ien tra s q u e d e igu al p e río d o n o te n e m o s nin gu n a alu sión literaria a sem ejan tes m áquinas.

LA ESPAÑA n o . SIGLO XIU LElD A EN IMÁGENES

O tr o ejem p lo : e-s d ifíc il ta m b ién hallar m im b ra d o s h o rn o s d el siglo xm y c u a n d o s e m e n cio n an , nunca se d escriben sus p articu larid ad es técnicas. T a m b ién en este caso stílo en la pintura espartóla d e fines d e l s ig lo Xlll p od e m o s c o n o c e r h ornos d e pan, d e herrero, d e orfeb re, d e cal, d e vidrio, e in clu so d e varios d e ellos se n o s d o c u ­ m entarán m o d alid ad es técnicas distintas. P orqu e así c o m o el narrador o el escritor p od rá con form arse c o n n o m brar un « h o m o d e cal», d m iniaturista, al pintarlo, te ndrá q u e d escribir su form a y forzo sa m en te habrá d e p intar­ lo d e tierra o d e ladrillo, abierto o cerrado, etc. Y

es qu e e n la base d e to d o esto se halla el hecho d e q u e los literatos m edievales fiieio n em in e n te m e n te au di­

tivos m ien tras lo s té cn ico s eran esen cia lm en te visuales. Las apetencias d el Juglar se satisfacían en In abstracción y m u sicalid ad d e la palabra; el artesano, e l arquitecto, ten ían necesid ad d e ver, y sus a n o ta cio n es eran prlm ord ialm en to dibu jos, c o m o testifican e l álb u m d e Vllard d e H on necou rt y otro s ejem p lo s sem ejantes. E v id e n te m e n te las n ec e sid a d es in fo rm a tiv a s d e m u ch as técn icas s e s irve n m e jo r c o n grá fic o s q u e con palabras, c o n ra zó n p o n e n en b o c a d e N a p o le ó n q u e « le p lu s s im p le des cro q u is m 'e n dit plus, e t plus clairem en t qu e le rapp ort d o c u m en té et m ieu x d irigé ». Pero en el caso d e la H istoria té c n ic a ol m in iaturista d e l siglo xiil n o s e c o n te n ía con in fo rm arn o s sob re la fo r m a d el to rn o , o d e la sierra, o d e la fragu a, sin o qu e lle v a d o de su fu ro r n arrativo n o s d ic e c ó m o s e usaban, con lo cual n o s d a d ato s d e m a yo t alcan ce. Así, p o r e je m p lo , s a b e ­ m os, a través d e viajero s, q u e en e l m u n d o Islám ico o rien tal lo s torn eros m e d ie v ale s s e ayud ab an d e lo s pies en sus trabajos d elic a d a s n>, p ro c e d im ie n to d el q u e Incluso h o y p o d e m o s hallar algún e je m p lo : pues b ien , e l hechu d e q u e en tre lo s artesanos cristian os d e la España d el siglo xm se d iesen lo s m ism o s usos, s ó lo la m in iatu ra nos lo v ie n e a decir.

A T IS B O S Y E F IC IE N C IA T É C N IC A Al h acer la h istoria d e la técnica e s frecu en te dem ostra r un p rep o n deran te interés en rastrear prelim inares atisb osw ). Ello tien e un v a lo r indu dable, siem p re q u e n o o lvid e m o s q u e lo verd ad eram en te trascen den te p ara la his­ toria d e la hum an idad e s e l qu e una técnica d eterm in a da se divu lgue y en con secu en cia afe cte a un sec to r social con c re to o a u n am p lio c on ju n to h um ano. Los p receden tes pueden in teresar para h acernos ver cuán tos factores lian d e c o n a irrir para lograr un avan ce técnico q u e trascienda a una socieda d y cu án to d erroc h e d e in geiü o hum a­ no se p ierd e c u a n d o n o con cu rren tod as las c licu n sta n cia s necesarias para su a d ap ta ció n y d ifu sió n generales, p ero e l c o n v ertir la H istoria de la técnica en un d esen terrar barruntos m ás o m e n os d a ro s d e p ro greso s té cn ico s q u e no cu aja ro n hasta m u ch o tie m p o después, p u e d e lleva rn os a p erd e r d e vista la verd ad era historia trascen ­ d en te d e esa técnica. P or to d o lo d ich o resulta q u e el m u n d o técnico reflejad o en la com ún plástica m e d ieval nos testifica m ejo r q u e lo s d ato s p ro ced en tes d e presun tos in ven to res lo q u e e ra la técnica im p eran te en aq u ella s oc ie d a d y cuáles sus aspectos m ás d ivu lgados y eficientes.

R E V O L U C IÓ N IN D U S T R IA L E N L A B A J A E D A D M E D IA Si to m a m o s la m áqu in a ge n era d o ra d e e n e rgía c o m o e se n cia l a la in du strialización, n o c a b e dud a q u e d e l d o s ­ c ien to s al q u in ien to s s e d io una notab le t.insíoi tuaciún. A l cesar las gu erras d e con q u ista y d ism in u ir por e llo lo s esclavos d e l Im p e rio Rom an o, h abían l>echo su a p a rició n u n a s e r ie d e m á qu in a s; p e r o la A lta lid a d M e d ia a p o rtó un a n u e va s o lu c ió n q u e v in o a reta rda r la

(II Wtet. G.. titeenV. v Wolt Ph., Les tectmnms /nusavrwics au Mor«v> Age, pp. 33,34. (2) G«e. a . lj tezfinxyjr dcüOOá 1400.

PRÓLOGO

am p lia d ifu sió n d e aquellas m áquinas: esta solu ció n fu ero n lo s caballus y b u eyes q u e io s pastizales d e la Euro­ pa d e l N o rte p ro d u cía n en a b u n d an cia al ab la n d a rs e e l clim a d e l h e m isferio s ep te n trio n al; aq u e llo s cab allo s m e d ie v ale s fu ero n asi un m e jo ra d o sustitu to d e l trab ajo esclavo q u e h ab ía s id o el m o to r casi Unico d e la in du s­ tria antigua. Tu vieron q u e ser las necesidades d e una creciente p ob lación m erid ion a l d e E uropa las que, m ás tarde, g e n e ­ ralizaron las m áquinas hidráulicas q u e v in ie ro n a m o v er en m illares d e ciu d ad es y pu eblos lo s m olinos harineros, lo s m artillos d e forja, las fábricas d e p ap el y d e panos, y tantas cosas más. Es e l caso, sin em b a rgo , q u e esta revolu ción p ro gresó m u y lentam en te, tanto, q u e sus coetá n eos casi n o se d iero n cuenta d e l pro ceso y en con secu en cia lo s cronistas, los historiadores, nad a nos dicen d e ello. U n a batalla, la m u erte d e un rey, una sequía, son sucesos q u e sacuden la aten ción d o cualquiera. P ero ¿quién iba a reseñar e n un lib ro q u e aquel añ o se habían con stru ido d ie z m o lin o s m ás en tal rio y cuatro m ás e n tal otro? Y, sin em bargo, añ o u as añ o, las consecuencias de la con stru cción d e esos m o lin o s fueron grandes: la produ cción alim entaba, los esclavos s e h acían m en os necesarios, las presas y represas acababan h acien d o in n avegables ríos q u e habían s id o prim ord iales vías d e tráfico durante m ile s d e años. La e co n o m ía, las com u n ica cion es, d e resultas, la v id a to d a iba cam b ian d o p o c o a p o c o pero inexorablem ente. S on eso s fe n ó m e n o s d e lenta ge sta c ió n y le n to d e s a iro llo a n te lo s cu ales h a p erm a n ec id o in d ife ren te la crónica.

V A R IA C IO N E S D E O N D A L A R G A La H istoria d e tip o tradicion al h a s id o hasta tie m p o s m o d ern o s d e cará cter p o c o m e n os q u e b iog rá fico ; aten d ía prim ord ialm en te al in divid u o o a aqu ellos c a m b io s rápidos q u e e l in divid u o veía pasar ante sus o jo s y e ra reseñable a través d e la v id a d e un hom bre. Era. p ues, un a cró n ica dram á ticam en te personal. P ero las flu c tu a cio n e s d e este tip o n o son en verd a d sin o lo s h a rm ó n ic o s d e otras v aria cio n es d e m a yo r am plitud y m u ch a m a yor lon gitu d d e o n da. Los unos s on aco n tecim ien to s d e días, m eses, o años, lo s o tro s ab ar­ can decen io s, siglos, y au n m ilenios. Ijos cronistas m edievales, c o m o lo s p eriod istas actuales, fascin ad os p o r la n o ticia d e l día, n o s u elen regis­ trar fe n ó m e n o s d e evo lu c ió n lenta. P o r e s o es n o ta b le la re fle x ió n q u e s e h ace un p erio d ista d e h o y c o m o A lb in Ross : cu enta c ó m o e n O rie n te M e d io v iv ió é l su p ro fe sió n d u ra n te v ario s añ o s y le ofu scab an a llí las n oticias más diversas, «e n tal a m b ie n te yo ap en a s m e había d a d o c u e n ta d e la im p o rta n c ia q u e tie n en las cos as q u e n o cam b ian ... Si un o p o n e a ten c ió n a las n o tic ia s c o n d em a sia d a d ilig e n c ia s e v o lv e rá c o m p le ta m e n te c ie g o p ara la m a yo r p arte «le la realidad y p ara lo s v a lo re s p erm an en tes d e la v id a ». N o s otro s, trad u cien d o la e xp re sió n de e se corresp on sal d e prensa, en v e z d e «n o t ic ia * d iría m o s «su ce s o s ú b ito », y e n v e z d e «co s a s q u e n o ca m b ia n », ■«realidad» y «v a lo re s perm a n en tes »; te n d ría m o s q u e d ec ir, s itu á n d o n o s e n u n a p o s ic ió n q u e ab a rq u e u n m ás a m p lio p an o ram a d e tie m p o , «a c o n te c e r c o n p e q u e ñ o gra d ie n te * o. s ig u ie n d o u Braudcl, aco n te cim ie n to s « d e larga d u ra ció n » w . En fin , el cro n ista d e ayer, a l igu al q u e e l d e hoy, n o p erc ib e, segú n v em o s , e so s fe n ó m e n o s d e p e q u e ñ o g ra d ie n te q u e tie n e n p e r ío d o la r g o y q u e h a y q u e a b a rca r c o n m ira d a q u e e n g lo b e u n a m p lio h o r iz o n te d e tie m p o y esp acio ; p o r e s to hay ta n to s c a m b io s e n la H isto ria q u e n o h an d e ja d o rastro e n las cró n icas viejas n i e n lo s p e rió d ic o s actuales. P ero así c o n t ó la palabra, c o n su p o d e r d e ab stra cció n , p u a o des ec h a r lo s d ato s q u e

13) Jotm o/ oí an American (4) Brautíd, F„ HÜMrcet ítíencct sodaJeí.

LA ESTAÑA PEI. SIGLO XIII LEÍDA EN IMÁGENES

h o y n o s p erm itiría n te s tim o n ia r lo s a m p lio s y len tos ca m b ia n te s d e q u e hab lam o s, la im a gen , pn r el c o n tra ­ rio, e n su in ca p a cid a d d e abstracción, n o s d e jó registrados in vo lu n taria m en te in fin id ad d e p recio so s d ato s qu e ai cro n ista n o le interesaban. En el á m bito d e las d ón elas humanas fue tal ve/, la Historia lingüística la q u e p rim ero s e in teresó p o r el estu­ d io d e esas on d a s largas q u e a n te nuestros o jo s se esfum an a través d e cien to s d e añ o s y d e m iles d e hablantes. S ó lo m u y m o d ern a m en te la H istoria e co n ó m ica y social s e ha pro p u esto sob repasar lo s obstáculos qu e le im p e ­ dían tal visión. Éste es un o d e lo s m o tiv o s p o r las cuales, en lo qu e toca a la p erfe cc ió n d e l m é to d o, n o s será d ese­ ab le e n esta nuestra Historia gráfica aunar a e lla la filología.

Á M B IT O S M A Y O R £S DE L A T É C N IC A H ay fen ó m e n o s h istóricos q u e p u eden d arse c on cará cter m u y local, p ero e vid en tem e n te hay otro s q u e abarcan in d e fec tib lem en te territorios m ás extensos. En un e d ificio p o r e jem p lo p od em o s hallar rasgos estilísticos p ecu lia­ res a un a región geo gráfica m u y p equeña, tales c o m o la decoración, etc., p ero la fun dam ental técnica con stru cti­ v a será com ú n a u n área m u ch o mayor. U n b arco p od rá adorn ar su p op a con fo rm e a gustos m u y localizados, pero la arquitectu ra d e su c as co será com ú n para lo s barcos de un área m u ch o m á s exten sa y su e m p le o durará ta m ­ bién m u ch os m ás años. En e l c a s o d e l b arco s e c o m p re n d e fác ilm en te el fe n ó m e n o , p o r c u a n to e l b a rc o m is m o e n s í es un v e h í­ c u lo d e d ifu sió n cultu ral; en e l d e los e d ifid o s , es ta m b ién c o s a c o n o c id a c ó m o m u ch o s d e sus c o n stru cto res fu e ro n itin e ra n tes . Y co s a se m e ja n te p o d ría m o s d e c ir d e o tra s téc n ic a s , c o m o la d e l ta ller d e l o r fe b r e o del pintor, q u e p u eden trasladarse d e una tierra a otra c o n to d o su in stm m en tal; re co rd e m o s p o r ejem p lo , y c o m o c a s o s e x tre m o s p e r o n o ú n ic o s, e l d e G u ille r m o B o u c h er, o r fe b r e p a ris in o a l q u e G u ille r m o d e R o b ro o u k e n c u e n tra tra b a ja n d o e n la corte d e l G ra n K han (1253-1254), y e l d e un m é d ic o lo m b a r d o q u e Juan d e M o n te c o r v in o c o n o c e e n la c o r te d e P ek ín (1292). Es d ec ir, q u e n o d e b e m o s p en s a r c o m o si las técn icas se d ifu n ­ d ie s e n tan s ó lo a l m o d o d e un a m a n c h a d e ac e ite , s in o q u e h ay q u e s u p o n e r ta m b ién q u e su d ifu s ió n fu e a v e c e s p o r salp icadu ra.

M E N O S P R E C IO A C T U A L P O R L A IM A G E N A pesar d e to d o lo dich o, «nuchos son h o y lo s historiadores q u e apenas c om p re n d e n e l v a lo r d ocum en tal qu e para la H istoria tien en las im ágenes. Y e sto sucede en un tie m p o en q u e la m asa d e las gen tes recib o m ás in fo m ia ció n gráfica qu e n un ca a través d e la prensa, lo s libros, la televisión y e l cine. T al v e z esto m is m o p io d u c e e n los eru d i­ tos d e fu rm a d ó n d ec im o n ó n ic a una viole n ta reacción q u e les lleva a m ostrar d e c id id o despreciu p o r la im agen. N o h ace m u ch os años s e hablaba d e crear un a nueva revista; pregu n té a su futuro d ire c to r c ó m o ib an a ir re p ro ­ ducidas sus ilustradon es, y este n otable escritor y filós o fo ine con testó q u e n o llevaría ilustración n inguna p o rq u e era u n a revista seria, y. efectivam ente, allí se habló d e arte, d e guerra, d e ciencia, y d e tantas cosas más sin un a fo to ­ grafía. un croquis, un m apa, ni nada q u e quitase seried ad a lo q u e allí s e decía. H a c e p o c o s añ o s se p u b licó un «Á lb u m R o m a n o » con 265 fotografías d e la ciu d ad d el 800 es», y a su a p a ­ rició n , u n c rítico , c o n s c ie n te d e lo q u e valia c o m o te s tim o n io h istó rico , esc rib ió: »11 v o lu m e dive n ta p re z io s o an ch e p er o g n i storico: b en c h é gli storiel, in v eritíi p och issln x) si in teressin o d cll’asp ctto visu ale d e l m o n d o passato c h e essi rico stru isco n o n el p en s iero ». Y es cierto q u e para m u d io s h isto riad o res esas im á gen e s n o tie n en o tro va lo r q u e e l d e e n tre te n im ien to d e gen tes ign oran tes; ello s se satisfacen c o n im á gen e s literarias, nad a les

(5 ) «reíanlo C#»¡iu. etHa, (Jotra. I9!>6.

PRÓLOGO

in teresa v e r c on lo s o jo s a sus person ajes, s ie n d o asi q u e, e n s ó lo verlos, estaría la clave d e p o r q u é las cosas fu e ­ ron c o m o fueron. P or eso un docu m en ta l cin e m a to grá fic o c o m o Pa rts 1900 d e N lc o le V edrés y .Main R esnals nú só lo es una e v o c a c ió n d e e so s an o s d e la vida francesa, s in o q u e su m o n ta je le In fu n de u n v a lo r critico qu e sirve para qu e e l esp ec ta d o r n o sólo reviva el (jasad o s in o q u e le d é una in terp retació n y ju zgu e a la v e z d el m o m e n to presente. Es decir, q u e In película s e ha con v ertid o en verdadera I Hstoria.

M IN IA T U R A S Y R E L IE V E S G Ó T IC O S Los p in to res y escu ltores g ó tic o s - lo s p rim e ro s en form a m uy sob re sa lien te- s e e n fren taron c on exigen cias m u y distintas a las q u e h a b ía n c o n d ic io n a d o e l ira b a jo d e sus pred e ce so re s , p o iq u e lo s q u e a h o ra e ncargab an 1« o b ra eran ese n cia lm en te d istintos d e aq u e llo s q u e p atrocin aro n a lo s q u e les a n tec ed ie ro n y los n u evo s se in te ­ resaban ta m b ién p o r cosas d iferen tes. Ya n o eran m a teria casi exclusiva d e su ilu m in a ció n la H isto ria b íb lica y la re p res en ta c ión d e ab stra ctos reyes, ob is p os , etc . S e les p e d ía q u e p in tas en el m u n d o real y particularisad o q u e rod ea ba a qu ien e s encargab an la obra. Y io s p in to res y escu ltores g ó tic o s s e hub ieron d e lanzar a rep re­ sen tar la v id a cotidia n a d e l Rey, o d e l m o n je, o d e l m ercader, o d el lab riego, c o n sus herram ientas, en sus casas, e n sus cam p os... P ero en e l caso d e la miniatura alfonsí, lo q u e e l Rey p id ió a sus p in to res fue alg o aún m ás interesante para nuestra in fo rm ación actual.

L A M IN IA T U R A ALF O N SI C o n servam o s m ás d e tres m il qu in ien tas m iniaturas d e la escuela alfonsí. P o r su s ó lo n ú m e ro serían ya e x c e p c io ­ nal sop orte a nuestra in form ación gráfica para esc reta zo d e la H istoria d e lispaña; pero es q u e adem ás esas m in ia­ tu ras tien en un con ten id o sign ificativo m u y sup erior al q u e pudieran ten er otras tres m il cualesquiera. La m in iatura a lfo n sí n a d ó b a jo un plan o rg á n ic o y p rec o n ce b id o p o r el Rey. N o só lo ilustra u n tex to y nos lo h ace com p re n sib le s in o qu e m e tó d ica m en te n o s in fo rm a d e m u chas cosas d e q u e e l texto n o n o s habla. M iniatu ras h isto riad as d e las C an tfqa s. FJ m iniaturista lle n e qu e Ilustrar lo q u e el verso canta, p ero para e llo ha d e llena r m etód ica m en te seis cuadritos y, d e d ie z e n d ie z cantigas, d o c e cuadritos. Y m uchas veces, aunque el rela­ to sea esq u em ático , el m in iaturista h ab rá d e im a gin ar escen a s in term ed ia s c o n q u e lle n a r lo s cu ad ros hasta el n ú m e ro p reestablecido. V e a m o s un eje m p lo en tre cien tos: la le tra d e la C a n tiga 166 n os cu e n ta s im p le m e n te q u e un h o m b r e era tu llido y p ro m etió qu e si sanaba iría a Salas y llevaría cad a añ o un a lib ra d e cera; e in m edia tam en te sanó, y sin p é r­ d id a d e tie m p o fue a Salas lleva n d o su o fren d a agrad ecid o. H e aq u í ahora c ó m o nos lo cuenta e l miniaturista: n ) el h o m bre está e n su cam a, c on su cocedra y cabezal, s e le v e d efo rm ad a la articulación d e la m uñeca, una m ujer le da d e com er, tien e un a escudilla en la m ano, u la izq u ierd a una puerta c on dos aldabas; b ) sólo n o se p u e d e valer; c ) la V irgen se ap arece ju n to c o n un án gel y le p on e la m a n o en la cabeza, e l tullido se incorpora y da gra­ cias ju n tan do sus m a n o s ya sanas; d ) el hom bre, c o n traje d e cam in o, anda a través d e m o n tes b oscosos; e ) arro dilla do a n te el altar d e l S an tu ario da gracias, e l d e v o to s e ha q u ita d o e l so m b re ro y e l cap irote, con seiva e l «b la g o »; f ) otras m u ch as ge n te s, h o m b r e s y m u jeres, se a r ro d illa n a n te e l altar c o n c a n d elas e n las m anos. P ero n o e s s ó lo e sto: p ara n arrarn os esas esc en a s e l m in iatu rista h a te n id o q u e p in ta m o s casas, iglesias, cam as, alm oh a d a s, cob e rto re s, puertas, lám paras, tejad o s, trajes, telas, y tantas y tantas cosas más.

LA E iPA Ñ A DELSICLÜ Xlll LEÍDA fcN IMAGENES

P o r e s te c a m in o Im a gin em o s c u án tos d ato s s e v ie ro n o b lig a d o s a darn os lo s m in iatu ra s d e Jas h istorias m arjales alfonsíes, pues el m u nd o a llí transcrito e s d e lo m ás variado, e s n o só lo el m u n d o p a la c ie go y gu errero de las crónicas, sino un m u n d o en q u e surgen tahúres, obispos, judíos, caballeros, m onjas, m o re », etc. M iniaturas de lo s m ú sicos. A p arte d e la miniatura inicial d el K ey y sus colaboradores, este c ód ic e d e las Cantigas se ilustró c on cuarenta miniaturas en q u e s e representan seten ta y cuatro instrum entistas: h om bres y mujeres, clé­ rigos y seglares, juglares y pastores, m o ro s y judíos, ote. N o hallarem os c atá lo go sim ilar o rga n o gráfico e n ningún o tto libro. Los m iniaturistas procu ran dar la m ayor variedad posible d e in strum entos y a la v e z nos in form an sobre si esos in strum en tos son d e uso rústico, o cortesano, o eclesiástico, si se to c an a s o lo o ju n tam en te c o n o tro ins­ trum ento. e n fin. si son com u n es a l ám b ito cristian o o sólo lo s im aginan en m a n o s d e e xó tico s m úsicos. U b r o d e lo s J u e g o s . lin su m a yor p an e, bis 152 miniaturas están con ceb id as c o m o ilustración a jugadas diversas d e ajed rez, d a d os o tablas: lo esencial es el tablero c on las figuras colo cad as segú n e l p ro b le m a planteado. P ero en torn o a esos tableros el m iniaturista h a c o lo c a d o casi setecientas figuras e n las q u e s e e sfo rzó p o r darn os un catá­ lo g o d e to d o s lo » tip os q u e constituían la s oc ie d a d cristian o-islám ica d e España, vestid o s según diversas m odas, ca lza n d o to d a clase d e calza do y to c án d os e c o n los más diversos tocados; y aun a ñ a d ió e x cep cio n a les e jem p lo s d e tip os exóticos -persas, m o n go les, e i c . - y a estos tip os n os los p intó m uchas veces e n sus boticas, en sus tiendas, e n la intim idad d e la casa, sentados a i escaños o sillas, rodeados d e otros muebles, sirvién dose d e vajilla m uy diver­ sa, le yen d o en lib ros orientales, etc., etc. P a rtid a s. S ó lo se nos con serva parte d e u n o d e lo s m anu scritos alfon síes d e esta obra, p ero en ese fragm en to hay 27 m iniaturas q u e muestran claram ente d p lan d e ilustración; aparte d e las m iniaturas iniciales del Rey y sus cola­ b oradores, etc., las restantes aluden sistem áticam ente a cada uno d e lo s títulos d e la Partida, presentándonos d e v o ­ tos, peregrin os, alarifes le va n tan d o u n tem p lo, lab riegos o frec ien d o d iezm o s y prim icias a la Iglesia, etc. C ró n ic a G en era !. En e l c ó d ic e a lfo n sí só lo s e con serva n seis m in ia tu ra s la d el R ey y sus c ola lio rad o res, y e n los seis folio s siguientes, cin co m iniaturas alusivas al texto. Ello p arece revelar un a m b ic io so p lan d e m in iar to d o s los folios, p lan q u e se ab an d onó casi nada más em p eza r la cop la d el c ód ic e y qu e huhiera s id o m aravilloso sí se h u b ie­ s e lleva d o a cabo. Lib ro s a s tro n ó m ic o s. El p rec io so m anu scrito salid o d el escritorio re g io está c o m p le ta m en te ilustrado, p ero sus miniaturas son casi exclusivam en te técnicas, y e n con secuen cia resultan p reciosas para la historia d e la ciencia, p e ro p o c o nos dicen d e otro s asp ectos d e la cultura. L a pid ario. D e la e d ic ió n regia se n o s con servan d os cód ices q u e n o c om p le ta n la obra. En sus m iniaturas h a y una qu e represen ta a u n m aestro y discípu los |tal v e z A ristóteles), otras e n q u e figura A lfon so, |>eio las m ás se refieren al lugar d on d e las piedras son halladas, o a las con stelaciones «c o n q u e h an ata m ie n to ». En total para la historia m edieval d e España sino p ara to d o e l O ccid en te. Y en la h istoria m edieval d e Is p a ñ a no halla­ rem o s o tro m o m e n to p arejo s in o en lo s s ig lo » x-xi. P or e llo es p o r lo q u e en esta h istoria gráfica h e d ec id id o ab o r­ d ar in icia lm e n te este siglo XIII. A s í h ab ré c on s eg u id o un p u n to firm e, despu és será m á s f á d l valorar sus a n tec e ­ den tes y con secuen tes. Porqu e lo h o m o g é n e o d e esas Im ágenes nos ofrec e un a p recio sa base a q u e re ferir datos disp ersos d e an tes y despu és. Y, repito, este v a lo r lo lle n e n las Im á genes esp añ olas d e l 200 n o só lo para nuestra I listo n a s in o para la d e toda E u ro p a Algunos fragm en tos d e este lib ro viero n ab reviadam ente la lu/. en d B oletín d e esta Real Academ ia d e la H is­ to ria y en los Cuadernos d e la A U ia m ln a .

- 2 )-

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A f . Cada págin a v a escrita a dos colu m n as y cada titulo y c a d a p arte del p ró log o v a ilustrado con un a m in ia­ tura q u e represen ta una escen a alusiva al texto. En el p ró log o se dice: «c o m e n ^ o lo e l qu arto arto q u e tegn ó , en e l m es d e Junio e n la vigilia d e Sant Johan Babtista, qu e fue en era d e m ili o d o z ien to s e n ova en ta e qu atro artos. E acab óla en el trezeno arto qu e regno, en el m es d e Agosto, en la víspera desse m ism o Sant Johan Bahtista quand o fue m artirizado, en la era d e m ili c trezicn tos tres añ os», lis decir, q u e s e da c o m o e m p e za d o en 1256y term inado en 1265. Es p o r tanto, hasta ahora, el ún ico manuscrito d e la prim era é p o c a allons í q u e ha llegad o a n osotros c on miniaturas historiadas, d e a llí su interés. D e las 27 m iniaturas qu e ilustran el c ód ic e. 19 s on cuadros q u e m id en entre 65 y 70 m m d e alto; ocu pan , p o r tanto, to d o el an ch o d e una colu m n a. Las o ch o miniaturus restantes s on m ucho m á s peq u eña s: o cu pa n el c en tro d e cap itales corres p on d ien tes a títulos d e la Partida, y oscilan entre 31 a 48 m m , d e an ch o y 39 a 50 d e alto; d oc u m en ta lm e n te resultan m en os interesantes.

ti) Temo II, p. 36. (2) Central ftforij, Prmera Parte, p. XXY nota. (3 ) A Ttiiricfn(t>-cenU,fy manuscrlpt o f the Pnmera PacM.1. (4) Recuérde»© ei £toro de tes Cruces. 120 * 175 mm: el ¿iftro ccmtfido.... 115 * 170. frente al formato o el *>Qunoo período coa o id a en tor­ no a veintitantos por cuaren­ ta y tanto» centlmctroi.

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LA ESPAÑA D a SIGLO XIII LEÍDA EN IMÁGENES

l/quíerú¿: Libros del saber de astrotoqia Primer lo to fr a g m e n ta » con parte del priüoQo generan t»W el «ta fo lulriilo por

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Derecha: Primera olapa. Manuscrito del Qritish Muveurn Add. 20787. De tai otras

T IS ;vr.' . 1,1CIÓ • •ni. íteWn r fk-IU/

U Ü tt m r t m w t c ü fr a d u lta r •a W .utuIm tcUi .-.nUM O^ru.-tA ■» (á ¿v& intel *iflÍ0»-iTda»«w *p • UotM4 w# vudDiMT-a) q m in ai a 'o c a Cecr « m u a » i (puaU a» nte Uy rifo » me W jO m * * n n m b » U » ‘ « a # « t e a n b u n s imiLcpun OU 'm í * 1 * «w -t n r r h * p r m r fie n A '«

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T o d a s las m iniaturas historiados d ol cód ic e son d e b u en a m a n o y catán bien conservadas tod as m e n os la cuadrada d e l fo lio I r a , q u e represen ta al R ey c o m o justicia entre caballeros, clé­ (5> r olios 82 v, 92 v, 96 v. 112 v, IT7 v. (6) Fofios I v, 8 v, 79 v, 86 v, 89 r, 101 v. 104 v. IC5 v. (71 Jommers, E, Das kOnitjfíLiedertxcb des dculscten Mmesanjs. Herbero. 1965, p.39. (8) Fwlo H4 r. (91 Folio 101v. (10) Folios Iv, 75 r. (ti) Folios 8 v, 86 v. 104 v. (12) Folie 8 v. 86 v.89r. (13) Folio 106 v. (14) Folio 75 r. 05) BTVkíiTfl Vatio*» 8174. (16) Madrid. 1863-1867 (17) 0. J Tollgren. Sur t\istronern/e espagnole il'AtpItonse X-.. p. 343. y Su/vivanee atáboromnw dv Cata­ logue dWortys de Ptotomte, p. 241, etc (18) Alt novo X, Et Ubfc c o » pM o en los ludUtos de las «gratos, p. LVI. (19) Btoltoteía Hspara Vetus II. pp. 82-83. (2 0 ) Catálogo ratonado (te los manuscritos espadólesp. 663-664. (21) Aj/TCoaixjV. pp. 36-38. (2 2) La Utiaiion rJc la Tolile do f f t » MatseáSe., p. 112. Este exollct coincide soicwcnder*leirente con el Incipit queda N. Antonio; ¿será error Oe N. Artonlo7

rigos, letra dos y p u e b lo . M á s estro pead a aú n está, en ese m is m o fo lio y colu m n a, la escen a qu e ligu ra d en tro d e una A y q u e representa al R ey e n c o m e n d án d o se a Dios. Estilísticamente, las m iniaturas d e esta Partida se m anifiestan m ás arcaizantes y francesas qu e tod as las otras m iniaturas del p erío d o siguiente. L o s fon d os, unas veces están cu b ierto s con un c o lo r pian o . D esde el p u n to d e vista gráfico, lo más notab le d e este c ód ic e es el explicit, extrem adam ente rico y sin p arangón r n o tro c ó d ic e alfonsí. Las figuras q u e N ic o lá s A n to n io vio, lian desaparecido.

‘ L IB R O DE LO S JUEGOS* Tras una segu n da cédula c o n m in a to ria d e Felipe II fechada en 30 d e ag osto d e 1591, lo s cap ella ­ nes d e la Capilla R eal d e G ranada h ub ieron d e e n v iar a FJ E scorial m e d io centenar d e m anu scri­ tos en tre lo s cuales figuran varios olfon síes: lo s d o s t o m o » d e la C ró n ica G en eral cía), la ta bla d el L a p id a rio 126) y el L ib r o d e los f u e g r » «r>. Esos m anu scritos p arece q u e habían perm an ecid o en la cám ara real hasta la m u erte de Isa­ bel la Católica El L ib ro de los Juegos, h o y en FJ Fscorial b ajo la signatura 1.1.6. está c om p leto . T ie n e 97 folios e n p erg am in o , c on una caja d e 28 x 40 a n . Al final lleva una suscripción e n q u e se dice: «L stc libro fue c o m e n ta d o e acab ad o en la cibdat d e Sevilla p o r m a n d ad o d e l m u y n o b le R ey d o n Alfonso... e n t reynta e d o s añ os qu e e l R ey sob redich o regnó, en la era d e m ili e trecientos e veyn t e un añ o», e s decir, a ñ o 1283. El c ó d ic e se Ilustra con 152 miniaturas. D e ellas, tres presentan al R ey en tre sus c o la b o ra ­ d ores d irigien d o respectivam ente la elaboración d e los tratados d e ajedrea-, dados y tablas i2B>: otra n os pinta el e sc rito rio real raí», y tres m ás ilustran sob re la fab rica ció n d e tableros y figuras d o aje­ drez» d ad os y labias ix » ; aún h ay d os miniaturas consagradas a Ilustrar lo s o rígen es orientales de sen d os juegos o » . Las restantes ilustraciones están consagradas a in form ar sob re los |uegos m is­ m os; 105 presentan sob re el tablero otro s tantos p roblem as d e ajedrez, 10 ilustran diversos juegos d e dados. 1S se d ed ica n a ju egos d e tablas y 14 al gran ajedrez, alq u erqu e y otro s juegos. D e esas miniaturas, las m ás ocu pan só lo la cabecera d e la página, p ero h ay d ie z q u e llenan la págin a en tera y d n c o casi entera. Esto e s lo q u e se re fie re al prim ario valo r d e esas m iniaturas en cu an to ilustración estricta d el texto, p ero es q u e entre e l casi m e d io m illar d e figuras h um anas qu e ap aren tem en te n o hace s in o am en iza r la ap arien cia d el cód ice, se encierra un verd ad ero tesoro inform ativo. E fectivam ente, e n esas figuras q u e ap arecen ju m o a lo s tableros n o sólo s e h a represen ta­ d o a gen érico s jugad ores cab allerescos d e ajedrez, d esh arrapados ju gad ores d e dados, ctc., sino q u e en esas figuras se qu iso cifrar u n catálogo d e todas las clases sociales d e Espada, c o n sus m e s , dam as, caballeras, clérigos, burgueses, tahúres, m oros, m oras, negros, etc. En lo q u e se refiere al traje d e lo s españ oles, el m anu scrito o fr e c e una gran variedad, y d a d o su afán p o r lo m ás n uevo

M r in.ipqa« nA i jvW.u't d.« fallí r mu o i nía in « ¡ j * iiwnc «ftw t tmP.w$W na»i:p¿< i ipuiiU'l ii rniiiotftjtfe ««I. Wfrt ( i*mnul.M tro*«r.tits seis fo lie » q u e siguen llevan cin co miniaturas correlativas al texto: arca d e Noé, tres e p is o d io s d e la le yen d a d e Hércules, una referen te al e n cu en tro d e T arcu s y Rocas. L o s res­ tan tes 190 fo lio s d e l c ó d ic e y a n o tie n en ilustración ninguna, au n qu e algun os e sp acio s blan cos pud ieron h ab er estado destin ados a miniaturas. Parece c o m o si este p rim er to m o h ubiese sido e m p e za d o con fo rm e a un am biciosísim o plan d e ilustración qu e casi in m edia tam en te se aban d onó. El segu n d o to m o d e la C rón ica o n c o m ien za c o n una m iniatura en q u e v em o s un re y y d os h o m bres de armas; éstos visten lorigas y perpuntes, y lo corto d e los perpun tes y la o n du lación de sus figuras, en tre otras cosas, delatan el q u e esta m in iatura e s ya d e p len o s iglo XIV. Vein tidós folio s m ás ad elan te ap arece otra m iniatura un q u e se represen ta a un rey senta­ d o en escañ o c on tres figuras a su izq u ie rd a y dos a su derecha. La m in iatura es estilísticam en te herm an a d e otras d el p erío d o alfonsí. Las barbas d el R ey nos recu erdan Im á genes d e lo s últim os tie m p o s d e A lfo n so { 1283). Las barbas cum plidas d e cuatro d e las otras figuras con firm a rían este c a m b io en la m oda. La m iniatura lle va un tex to en q u e so d ic e ser el rey R am iro 1 d e L eón , p ero h o y s e tien e e sto p o r un a ñ a d id o p osterio r al p ro p ó sito inicial d el m iniaturista, q u e q u iso repre­ sentar p ro b a b le m e n te a Sancho IV c o m o c on tin u ad o r d e la crónica, ro d ea d o d e sus cola b o ra d o ­ res, según im a gen m u y qu erida d e A lfo n so os). I.a descripción q u e los capellanes gran adinos d iero n d e este c ód ic e al d espren d erse d e él, d ic e :«... Uhro en rom ance, escrito d e m a no, en p erg am in o d e fo lio m u y grande, encu adern ad o en tabla, y titulado Crónica d el com ien d o d el rein ad o del rey d on Ram iro d e L eón ». Fijém on os e n qu e darle tal título s ó lo se explica p orqu e se to m ó c o m o tal la leyen d a q u e va bajo la m in iatura d d rey y sus colaboradores; a llí se lee: »e l c om ien d o d e l regn ad o d e l re }' d o n R am iro d e León ...». Es decir, q u e to m a ro n p o r título d el lib ro , n o e l e n c a b e za m ie n to actual, sin o e l títu lo d el cap ítu lo q u e va

(32) Menandw PH».al R, (*nmeta Crónica General Matul •955. pp. LV1HIX. (33) El Escorial YH-2.X W». (34> ¿arco. J„ Citá'OQO dr manincrUox cssJtfftvMH.. dv £f Escorial, tomo Hl. ppi 496496 (35) ti Escora Y-l-2 (36) U Escorial b-l-l. (37) El Escorial X+a (38) Mméndcr PWal. R. Cró­ nica General. Madrid. 1955. p, LVIH. nota

LA ESPAÑA DEL SIGLO XIII LEIDA EN IMÁGENES

bajo la miniatura q u e h o y está e n el folio 23. Parece d esprenderse d e lo d ich o q u e los 22 folios an te­ ceden tes q u e se encabezan con la miniatura d ei s iglo XIV son folio s q u e a fines del s iglo XVi no esta­ ban en cuadern ad os c o m o hoy, p o r cu an to ios capellanes gra n ad ina s ten ían p o r e n c a b e za m ien ­ to d el c ó d ic c la miniatura q u e lle va e l texto d e Ram iro I y n o la otra, ju n to a la qu e se d ice q u e «... e sco m len ca en d rey d on P e í ayo». D e to d o lo expuesto pnrece probarse qu e en vid a d e A lfo n so X se c o m en zó la ilustración de la Crónica pen san do en m in iar casi tod os los folios, c o m o se h izo en otros varios cód ices alfonsics. Pero el plan se ab an d o n ó cuan d o n o ib an c sciito s más d e d ie z folios. A ñ os más tarde, S a n d io IV se h izo representar c o m o continuador d e la crónica tod eado d e letrados y caballeros; y tal v e z la m in ia­ tura q u e h o y figura al frente d d segu n do volu n ten d é l a C rón ica sea ya con tem p o rán ea d e Alfon so XI, qu ien tam b ién am b ic io n ó proseguir la obra historial d e A lfo n so X. Si así fue. A lfon so XI ya n o se h izo representar en tro colaboradores d e la I listona, sino gu ard ad o p o r h om bres d e armas.

• G E N E R A L E S T O R IA ’ S ó lo un c ó d ic e c o n m iniaturas se n o s ha con serva do d e la m ás a m b ic io sa obra d e A lfo n so . De él nos « lio noticia el p a d re. AnSvalo i » , y tran scrib e la su scrip ción d e q u e lu e g o h n bla iem o s. Pero c uan d o d pad re A rév alo escribía se creía p erd id o el cód ice. N o Se v u d v e a ten er n oticia d e 01 hasla qu e en 1914 lo s é Pijoíin lo d escu bre en la B iblioteca Vaticana ? Arlo y Arqupolo^a, CUidernos óe Trabajo, II. 0& 45-50.

•L A P ID A R IO * L o qu e resta d e la ed ic ió n regia se con serva rep a rtid o en d os c ód ic es d e la Bib lioteca de; F.1 E sco­ rial, h.l. 15, y h.1.16. A juzgar p o r e l índice, sólo ha llegad o a nosotros una d écim a parte d el con ju nto plan eado. A u n asi s on 119 folio s d e texto y 14 folio s d e la tabla.

MANUSCRITOS ALFONSÍKS

En lo s p rim eros fo lio s d e l texto se nos cuerna c ó m o e l lapidario d e A b o lays se tenia p o r p e r­ d id o hasta q u e A lfo n so lo «fa lló seycn d o in fa n te en v id a d e su padre en el a ñ o qu e ga n ó e l R egn o d e M urcia... e o v o l en T o le d o d e un ju d io q u el te n ie ascon d ido... e d es q u e este lib ro to v o en su p o d e r fizo lo leer a otro su ju d io q u e era su físico c d izie n le Yh uda M osca el M en o r, q u e era m ucho t'tiien du do en la arte d e astron om ía e sabie c e n ten d le b ien e l aravigo e e l latín. F, desqu e p o r este ju d io su físic o o v o e n ten d id o el bien e la grand pro qu e en e l yazic, rn an dogelo trasladar d e aravi­ g o e n lenguaje castellano... e ayudo! en este trasladam iento Garci Pérez un su clérigo q u e e ra o lio ssi m u ch o en ten d u d o on este saber... e fue a c ab ad o d e trasladar el segu n d o añ o q u e e l n o b le R ey d on Ferrando, su padre, ga n ó la cibd at d e Sevilla» (4ij. En d en cab ezam ien to d e la tabla (42) s e fecha la cop ia d el c ód ic e: « fu e c o m e n ta d o este libro e n e l añ o xxv d e su regno. e la era del Cesar, en m il e tre/ientos e catorce años, e la d el nuestro Señor Ihesu Christo: e n m il e d ozien tos e setaenta e seys años. F. acab óse en el xxvii arto d e su regno. e la era d el Cesar: e n m il e trecien tos c xvii artos e la d e N u estro Señ or Ihesu Christo: en m il e trezientos e setaente e ix añ os». En resum en: e l lib ro fue hallado en T o le d o en 124(i, la traducción fue acabada en 1250 y la c o p ia se e m p e z ó en 1276 para acabarla en 1279. El texto c o m ien za c on una m iniatura q u e ligura un m aestro sen tado en un escaño; tien e un libro en la m a n o y está explican do a un gran auditorio q u e se sienta en e l suelo; los p einados y toca­ d os d e tod os son p ro pio s d e gen tes orientales. D ebajo d e esta miniatura y dentro d e la Inicial, unas figuras peq u eña s representan tal v e z a A lfo n so en cargan d o la traducción. E n cab ezan d o la ta bla d el La p id a rio h a y otra escen a, ta m b ién d en tro d e la in icia l, qu e d e b e figurar a A lfo n s o c o n coron a , recib ien d o e l cód ice. Estas m iniaturas prelim inares e stilística m en te acuerdan ro n otras d e la escuela. A d e m ás p od e m o s notar q u e la barba rala d el R ey en la m in iatura d e la tahla (1279) es sim ilar a la qu e tie­ n e A lfo n s o e n e l L ib ro d e l A jedrez (1283) . Esa barb a ta m b ién es la q u e v e m o s e n e l supuesto S a n d io IV d e la m in iatu ra q u e en c a b e za e l s egu n d o to m o d e la C ixin k a G e n e ra l(45), m iniatura, esta d e la C rónica , con ad orn os arqu itectón icos tam b ién sem ejan tes a los d e otra d e las m in iatu­ ras d d Ixip id a rin (46). Fuera d e estas miniaturas, d c ód ic e tien e otra m u ltitu d d e ilustraciones en d to m o d el te x ­ to. De ellas, 303 determ inan la con stelación y estrella b ajo cu yo In flu jo está la piedra; m u chas de estas im ágenes m e han servido para docu m en ta r algunos vocablos, asi p o r ejem p lo, cuando e l tex­ to d ice q u e la estrella está en «la s om b ra » d e la nave y la pintura In represen ta sob re la toldilla de pop a, o cuan d o el texto d ice q u e está e n el o reco b da dero » d e la silla, etc. C o m o resum en h ay o n ce fo lio s en teros c o n las con stelacio n es d el z o d ia c o c on sus gra do s y c o n las estrellas « c o n q u e han su atam ien to». D e n tro d e las cap itales c o n q u e se e n c a b e za e l cap ítu lo c or re s p o n d ie n te a cad a piedra, h a y 305 escen a s q u e figuran la fo r m a en q u e las tales pied ras son halladas. Estas escen itas, aun cu a n d o to d as d istintas, dan m en os in fo rm a c ió n d e la q u e era d e esp erar e n vista d e su c rec id o nú m ero . D esd e el fo lio 94 al 100 h ay p intad os 36 discos c o n figuras q u e a su v e z van descritas en el tex to y esa corresp on d en cia m e sirve para p o d e r asegurar q u é era el «a lq u ic el», c u ál e ra la form a d e la «alcu za», etc. F.n lo s Ultimos folio s qu ed aron prep arad os 52 círcu los sin qu e se llegasen a dibu jar las figu­ ras q u e habían d e contener. S ó lo m á s tarde, un m al d ibu jan te trazó a p lu m a y sin c o lo r siete figu­ ras bárbaras.

(41IO Escorial h its, tolo Iv (42) El Escorial W-16i tofo I r. (43) El Escorial M I6. (44) loro ir. (45)DCstorUIXM.folb2a ( 4 « El Escora! M-1& tofo ir

LA ESPAÑA DEL SIGLO XIII LEÍDA EN IMAGENES

Un resum en, d la p id a r io s e n o s c o m e n » c o n m ás d e 660 m iniaturas, algunas m uy in tere­ santes por serv im o s d e c la v e en la a p licación d e vocab lo s, otras p o r su carácter d e ún icas rep re­ sentaciones, tal e l caso d el baño, m a n ejo d e l astrolabio, etc.

L O S M A N U S C R IT O S D E L A S ‘C A N T I G A S ’

Y de cómo se elaboró la miniatura alfonsí D e las C antigas con serva m os diversos c ód ic e* d e l siglo Xlll. 1.a v arie d a d q u e h a y en tre ellos susci­ ta p roblem as n um erosos: ¿Cuándo s e escrib ió cada ui*o?, o, al m enos, ¿cuáles son anteriores y cutí • les posteriores?, ¿ c ó m o s e lle v ó a cab o la obra'í, ¿quienes in tervin iero n en el trabajó?, ¿qué Inspi­ ración tuvieron?, y tantas cosas más, to d o e llo h ech o más dificu ltoso a causa d e la larga gestación d e la obra literaria y d e la lenta lab o r d e escritorio. Y

estas cuestion es n o sólo n o s in teresan desde « I p u n to d e vista d e los c ód ices d e las Crintl-

gas, sino qu e c o m o verem os, las respuestas q u e p o d e m o s o b te n e r n o s ilustrarán sob re aspectos m u y generales d e la historia d e la miniatura.

G estación de las Cantigas A d o lfo M usalia, en 18R4, co m u n icó al M arq u és d e V alm ar una curiosa síntesis sob re las fuentes diversas d e q u e p ro ced en las C a n ti& en *n . Según estos datos, d e las 100 prim eras cantigas, 64 p e r­ ten ecen al a c e rvo e u ro p eo : d e las 10D segundas. 17; d e las 100 terceras, 11: d e las 100 cuarlas, 2 solam ente. Esto qu iere d ec ir q u e au n que d e algunas cantigas m ás se haya en co n tra do un an tecen d en le fuera d e España, e s indudable q u e en la larga elab oración del repertorio m arial d e A lfo n so tu vie­ ron q u e ir e ch an d o m a n o cada v e z m ás d e asuntos hispánicos, e in clu so m eram en te cortesa n os o familiares. Resulta e vid en te q u e en este aspecto el plan fue evolu cion an do con tinu am en te en sen ­ tid o m ás localista. L o s asuntos m ás universales s e c on s u m ie ro n casi to d o s en las cien prim eras cantigas; en tre las trescientas restantes n o llegan a reunir la m itad d e los q u e h alla m o se n las cien prim eras. A ten d ien d o ahora sim p lem en te a lo s santuarios a q u e se refiere exp lícitam en te e l m ila gro narrado en la cantiga llegarem os a con clusiones m u y sem ejantes. Entre las prim eras cien cantigas, a lo s santuarios esp añ o les d e Salas, M on tserrat y Villasirg a só lo van referidas c in c o cantigas. En el segu n do centenar, el santuario d e Salas figura c on m á s cantigas q u e tod os los d e Fran­ c ia juntos. El tercer cen ten ar p re fié re lo s santuarios d e Castrogeríz, V illasirga y Teten a, c on Indudable ten den cia castellana. P e to en el ú ltim o cen te n a r e l interés s e d esplazará in d u d a b le m e n te a An d alu cía: Tcren a, T u d ia, Jerez. A yam o n te; y el últim o m e d io cen ten ar ten drá p o r escen ario en la m itad d e lo s casos el recen tísim o santuario d e Santa M aría d el Puerto.

C Ó D IC E DE LO S M Ú S IC O S

B ib lio te c a d e E l E s c o ria l, h .1 .1

1471 C¿niit>is de Sanutena Madrid, 1869. lomo I. p. VIII.

C ó d ice e n p ergam ino, d e 361 hojas d e 27,5 x 40,3 m m con 40 líneas d e texto p o r página. T ie n e 417 cantigas, algunas repelid as. Es, p o r tanto, e l m ás c o m p le to d e lo s manuscritos.

MANUSCRITOS ALFONSÍES

En e l fo lio 29 r, y o cu p a n d o to d o e l an ch o d e la página, hay una miniatura q u e represen ta ni R ey c on sus colaboradores. l uego, cada d ie z cantigas, figura una miniatura cuadrada, del an ch o d e una colu m n a, en q u e so v e o un m úsico o a un a p areja; se con servan 40 d e estas escenas. Según H igin io An glés, « p o r su notactón m ensura] p erfectíslm a y p o r su con ten id o, d eb e ser con siderado c o m o e l c ód ic e musical m ás im porrante d e la m o n o dia cortesana d e la Europa m e d ie ­ v a l» alem án, e stu vo e n c o m u n ic a d ó n d ip lo m á tic a a m iga b le c o n aq u ellas tierras, las em ba jad as y m isio n es se su ced ieran . N o ta b le s cola b o ra d o re s d e A lfo n s o fu ero n a A le m a n ia y e n corres p on d en c ia vin ie ro n u C astilla em b a ja d o res d e allí, entre io s q u e figu ra ro n liberar d o o b is p o d e C o n stan za y E nrique o b is p o d e San Cali. Y en e l c a m p o d e la m in ia tu ra fue precisa­ m e n te con estas tierras d d la g o de C o n stan za c o n las q u e h an sid o te stim o n iad as in terd ep en d e n d a s notab les . P ero será e n la miniatura alem ana en general d on d e podrem os d ocum en tar tam b ién s em e­ janzas c o n lo alfonsí. A llí encon trarem os los an teced entes d e las capas c on cuerdas castellanas, allí verem os arquitectura d e páginas similares, y tantas cosas más qu e a lo largo d e este lib ro se reseñan.

1113) E. Jammcra, Oes KOf\¡ QiVhe UeOertmch pp. 39.176 177y 190 pfincipámcnte.

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LA ESPAÑA DEL SIGLO XIII LEÍDA EN IMÁGENES

N a d a d e esta p u e d e sorpren dern os. Entre las c ód ic es d e la b ib lio te c a alfon sí n a pud ieron faltar lo s stauficos, y si e l in flu jo alfon sí alcan zó a lo s c ód ic es d e los M in n e sá n g er d e las escuelas d e C on stanza y otras, n o p u d o d eja r d e existir la con tracorriente d ebida.

Quiénes formaron el escritorio alfonsí En las suscripciones d e lo s m anu scritos alfonsíes d e lo s lib ros a stron ó m ico s p od e m o s encon trar abun dan te In form ación sob re qu iénes y e n q u é form a realizaron las obras. A sí ven im o s a c on o cer n om bres de unos v ein te cola bora dores y tam b ién p od e m o s sab er d el largo perío d o d e gestación d e algunos libros, a veces más d e vein ticin co años. T am b ién qu ed a clara la diversa función d e unos y otro s c o m o autores, traductores, com piladores, capltuladores, etc. En cuan to al trabajo en e q u ip o d e lo s miniaturistas, ya qu ed a d ich o c ó m o se realizab a A h o ­ ra es curiosidad m u y natural e l q u erer in divid ualizar p o r sus n o m bres a estos an ílleo s qu e traba­ jaron en d escritorio alfonsí, y m u ch o s h an sido los h istoriad ores qu e lo han in ten tad o. Gracias a ellos sab em os h ace tie m p o algunos n om bres. H o y c reo lle ga d o e l m o m e n to d e resu m ir lo con od d o y d e sum ar n uevos datos n o utilizados hasta ahora. En prim er lugar las propias miniaturas n os ofrecen la im agen d e esos colaboradores d el Rey e n su trabajo. Así. p o r ejem p lo, en e l L ib ro ele los Juegos p o d e m o s ver un a represen tación e x p líc i­ ta d el escritorio alfonsí: tres hom hres an te sus pupitres están enu egad o s a la labor, un o d e d io s es e vid en tem en te un lego , o tro está tonsurado, e l tercero pu ede ser c lérig o o le go . En e l c ó d ic e his­ toria do d e las Cantigas, son varias las o casion es en q u e se representa a un escriba con sagrad o a la c op ia d e poesía m añana, tal e s el caso d e la miniatura 56 b, e n q u e un m o n je sentado e n rico sillón ju n to a un arm arlo d e lib ro s está e sc rib ien d o salm os a la V irgen , au n cuando, segú n o y ó con tar Alfon so, e l tal m o n je «sa bía le er p o c o ». En otra m iniatura (156 a), un c lérig o está sob re un atril o cu p a d o en escrib ir loores d e S an ­ ta M aría; lo m ás curioso d e esta representación es q u e sob re el rollo en q u e está escrib ien d o se lee: «V IC T R IX FO R T U N A E PAC1ENTIA D. AN D R E S ». Sin dud a esta inscripción n o s guarda el recu er­ d o d e quien, e n circunstancias parejas, estaba m in ian d o d c ó d ic e alfonsí. P o r su parte, e l pro p io texto d e las Cantigas n o s da ta m b ién algún otro n o m b re d e escriba y m iniaturista, l a C antiga 375 cuenta cóm o, en .Sevilla, la V irgen san ó el cab allo d e un escribano d e l re y A lfo n so : sob re este escrib an o, q u e la C antiga n o s d ic c s e lla m ó B on am ic, te n em os otras referencias UcWft«lat539. (117) f «u e la Ftpjñola cq Arqueología e Historia «n Rohm, J.PijoM Miniaturas esoaMas en manuscritos de la BJfoYo/ecJ VafÁcana. C w

trabaja a 15

rem em brad a -John C u n d is a lv i-» A lo q u e s igu e un a rúbrica. T a m b ié n es m u y e xp líc ita la ju s c r lp d ó n d el c ó d ic e V atica n o

d e la G en eral Estaría (IV

p a ite ) q u e d ice: «E ste Ubro fue acab ad o en la era d e m il e trecien tos e diz.locho años, fin este añ o y o M artin P é re z d e M a q u ed a escrivan o d e lo s lib ro s d el m u y n o b le rey d o n A lfo n s o e sc riv i este lib ro con otro s m is escrivanos q u e tenia por su m a n d a d o » iirn. Por esta suscrip ción n o só lo ven i­ m o s en c o n o d m ic n to d e u n n o m b re m ás e n la n ó m in a d e l escrito rio a lfo n sí sin o q u e ta m b ién se nos d ic e exp lícitam en te qu e e l q u e suscribe e l c ó d ic e es ca b ez a d e un e q u ip a d e escribas; y c o m o qu iera q u e e l c ód ic e V atican o suscrito p o r M artín P ére z tien e Ilustraciones, y c o m o estas Ilustra­ cion es son sim ilares, en parte, a las d e los cód ices historiados de las Cantigas, y en parte a las de

M AÍJUSCRITOS AI.FONSÍKS

lo s m úsicos, p arece fácil suponer q u e e se M artín P ére z fuese uno de lo s m aestros q u e trabajaron e n otras obras d e la e sc u d a alfonsí. A lo s n o m b res an terio res aú n p o d ría m o s añ a dir el d e Johan Pérez, p in to r d el Rey, q u e en s ep tiem b re dn 1261 vivía delante d e la Catedral sevillana om» . y P ed ro d e P am p lo n a qu e «escrib ió y p intó para u so d el rey d on A lfo n so el Sabio la Biblia en d os to m o s y en vitela fina q u e existe c o n o u o s p recio so s cód ices e n la b ib lio te c a d e la Catedral d e Sevilla... e n la ültlnia h oja d e l segu n do to m o h ay esta inscripción : l lic liber expletus est: sit p e r saecula laetus Scrlptor. G rata dies sit sibi. Sitq u e q u ies S criptor lau dator scripto. P etm sq u e v oc a tu r P am p ilonen sis. FJ lau ssit. H o n o r q u e D e io » ). Según D o m ín g u e z B ord ona (O © es la Biblia legad a p o r A lfo n so X a su h ijo S an cho IV y p or éste a la Catedral d e Sevilla, pero q u e h o y se halla en la B iblioteca C olom b ina . A s i que en toral c o n o c em o s siete nom bres d e lo s qu e e n el escrito rio a lfo n sí trabajaron en la c on fec c ión d e los c ód ices regios:

D. An d rés firm a la m iniatura 156 a. P ed ro d e Lorenzo, q u e pintab a bien y deprisa lo s libros d e Santa M aría. Bonam ic, escrib an o d el R ey en Sevilla. Juan G o n zá le z suscribe e l c ó d ic e escurlalw ise b. 1.2. M artín e z P ére z d e M a q u ed a suscrib e c o n o tro s escribas el c ó d ic e V atica n o d e la G en eral Esroria; tal v e z será e l m is m o G arcía P é re z d e T o le d o «n o ta rio d e la fro n tera e d e la An d n luzía» q u e con firm a un d o c u m en to e n 1254 y e n la escultu­

rutf. Modrta

prohib ieron llevar barba cum p lida a los cristianos. Pero la miniatura qu e ilustra la T ab la d d lu ifjl-

ra q u e va sob re un o d e los hastiales d e su s ep ulcro d e las Huelgas. F em an d o III, p o r el con trario, figura sin barba en su d ob la d e oro y en la escultura d e la catedral d e Burgos. A lfo n so a p a rec e casi siem p re sin barba. F.n su tie m p o In clu so las cortes, c o m o v ere m o s ,

LA VIDA CC ALFONSO

La Gran R econ q u ista •

afillmn

Akir» encima: amplias fierras del sureste ron el trasvase de población que evidencia e í mapa de ahaja

Repoblación do Sevilla. Orqen de los nuevos pobfewores según repartimiento publicado por J. González.

LA ESPAÑA DEL SIGLO Xlll LEÍDA EN IMÁGENES

Alfonso ante la virgen (Cantiga 1201. Un grupo de músicos interpreto una ca n ica de danza. Tres hombres enlazados por las m.ino% batían. El qi upo instrumental lo forman un medio can oa un canon, una dulcemo, una zampona y una vihuela d e arco, Alfonso expresivamente dire ser c4 autor.

d a r io (20) represen ta a l R ey c o n una barba rala y corta lo m is m o su c ed e e n la m in iatura prim era d e I ib m d e fas fuegos y en algunas otras d e d ich o Libro. S ancho IV lleva uno p eq u e ñ a barba e n e l doc u m en to ro d a d o d e 1285 (2t> y en la miniatura q u e e n la C rón ica G en eral le representa 122*. P or to d o lo apuntado resulta e vid en te qu e aun cuan d o p o r m od a y p o r p recepto se afeitaron los c on tem p o rá n e o s d e A lfo n so X. al final d e su vida c o m e n z ó a ser m o d a en la corte deja rse una peq u eña barba, m o d a q u e s e continuó en S a n d io I V y qu e acab ó en las francas barbas d et sigloXIV.

El. R EY E N S U S D IV E R S A S A C T IV ID A D E S (20) ti tK o riV ni.16. l a representación e n form a genérica d e Alfon so c o m o rey abunda en las miniaturas, pero h ay o c a ­ (21) Aretao Mitifico Naoonal Madrid. s ion es particu larizad as q u e tien en m ás in terés. Así, p o r e je m p lo , cu an d o n o s lo presentan re c i­ (22) El Escoria Y.L4, tofto23. (23) CanDjo 97, e. b ien d o un co rreo i23>, o d an do audiencia a una em ba jad a d e n otables m oros m urcianos (24), o reci­ (24) Cantiga 169. b b ien d o e l h o m en a je d e sus súbditos despu és d e h ab er id o a entrevistarse c on el Papa G re go rio X (25) Cantiga 235. b. (2 6) Libro de los Juegos. (1275) (25). (crios 47 r.47v, etc. folio Iv. O tros gru pos d e miniaturas nos ilustran la v id a privada d el Rey. A llí le vem os jugan do al a je ­ (27)C¿ntk)al42,a.c,e. (28) Cantoa 120.a. d rez o a las tablas en com p a ñ ía d e cortesanos, dam as o m u jeres m oras ato. En otras m iniaturas (29)C.int.

LA VIDA DE ALFONSO

■tf-irtftftqv lli ^ tu n jw r jn n r t» r.tm irf n ;o ívfiviiT i i lla p fc ro u f o le t a to n .

N o falla ta m p o c o e l re cu erd o d e sus g ra ve s e n fe rm e d a d e s (29), o in clu so d e a q u el sim p le d o lo r q u e los Rsicos d e la corte qu erían aliviar c on pañ os calientes y él p refirió curar c o lo c a n d o sob re su cu e rp o e l c ó d ic e d e las C atiíi^ax .

E L R EY Y SUS C O L A B O R A D O R E S Sin dud a la m ás sintética y sugestiva v isió n d e c ó m o trabajaron las escuelas alfon síes n os la d an las m iniaturas iniciales d e los c ód ices reglas. Conservarnos c in c o d e éstos, q u e con tien e n s iete m iniaturas d e esp ecial interés: L - Pa rtid a Prim era , c ó d ic e le ch a d o d e 1256 a 1265 eso. El R e)’ en un escañ o d ictan d o a tres c ola bo ra do res sentados en e l suelo, u n o c on cap iello, d o s descubiertos. 2 .- C rón ica G en era ld e Lsfjufta (m in iatu ra m u y borrosa), em p e za d a p o c o despu és d e 1270