Historia De La Ugt De España Tomo 2

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AMARO DEL ROSAL Ultimo

Secretario Adjunto de la

Comisión Ejecutiva

HISTORIA DE LA

U.G.T. DE ESPAÑA 1901-1939 vol. 2

EDICIONES GRIJALBO, S. A. BARCELONA-BUENOS AIRES - MEXICO, D. F. 1977

© 1977, AMARO DEL ROSAL © 1977, EDICIONES GRIJALBO, S. A. Deu y Mata, 98, Barcelona, 14 Primera edición Reservados todos los derechos PRINTED IN SPAIN IMPRESO EN ESPAÑA

ISBN: 84-253-0815-1 (tela) ISBN: 84-253-0816-X (rústica) Depósito Legal: B. 53.638-1976 (vol. II) Impreso en Márquez, S. A., Industrias Gráficas. Ignacio Iglesias, 26 - Badalona

INDICE DE ESTE VOLUMEN SEGUNDO 97.

En pleno movimiento (julio de 1936)

493

98.

1936: Un año de incógnitas históricas y de angustias

497

99.

Del gobierno del Dr. Giral al de Francisco Largo Caballero

500

La U.G.T. y el P.S.U.C. en Cataluña. Política de proselitismo e «incontrolados»

506

101.

Algunos aspectos del problema económico en Cataluña

511

102.

Primer Comité de enlace de la U.G.T. de Cataluña con la C.N.T.,

100.

la F.A.I. y el P.S.U.C

516

103.

Hacia el fin del gobierno Giral

519

104. 105.

El gobierno Largo Caballero Dificultades a que tuvo que enfrentarse el gobierno Caballero (períodos de Madrid y Valencia)

523

106.

El oro del Banco de España

535

107.

Los «economistas» faístas y sus pretensiones sobre el oro del Banco de España

545

El gobierno Caballero se enfrenta a grandes problemas. Surge el Comisariado político de Guerra

548

109.

El mito de las Internacionales

550

110.

Un plan para el Protectorado español de Marruecos

555

111.

Dos conductas: C.N.T.-F.A.L, en Cataluña; U.G.T. en Madrid ...

559

112.

La C.N.T. y los anarquistas ante el gobierno Caballero. Evolucionan hacia la colaboración. Se incorporan al «Consejo» de la Generalidad.

562

Primer Comité nacional de la U.G.T. posterior a la formación del gobierno Caballero (28 de setiembre de 1936)

567

El primer Pacto de las organizaciones sindicales y políticas de Cataluña, condicionado por el «faísmo»

574

La GN.T. en el gobierno de la Generalidad y en el Consejo de Defensa de Aragón

579

108.

113. 114. 115.

529

116.

Pacto entre las federaciones ugetistas de las provincias de Zaragoza, Huesca y Teruel y las correspondientes de la C.N.T

581

La «saca» del convento de San Antón y la matanza de Paracuellos del Jarama. Posición ugetista contra el terror

585

118.

La gran crisis de noviembre de 1936

591

119.

El anarquismo internacional en la Asociación Internacional de los Trabajadores

598

El gobierno Caballero y los organismos nacionales —políticos y sindicales— en Valencia

603

117.

120. 121.

Del gobierno Caballero al del Dr. Negrín mayo de 1937)

(setiembre de 1936-

122.

Contradicciones de Caballero y de sus asesores políticos

621

123-

Un Primero de Mayo significativo (1937)

632

608

124.

En torno a la crisis del gobierno Caballero (15 de mayo de 1937).

635

125.

La crisis del gobierno Largo Caballero y la U.G.T. de España ...

638

126.

La crisis de la U.G.T

645

127.

Algunos antecedentes de la lucha entre la Ejecutiva y el Comité nacional de la U.G.T. (mayo-setiembre de 1937)

653

128.

Hacia la constitución de una nueva Comisión ejecutiva

655

129.

Reunión del Comité nacional y designación de la nueva Comisión ejecutiva de la U.G.T., llamada «la Ejecutiva de la escalera» (1.° de octubre de 1937)

666

130.

Características de la nueva Comisión ejecutiva

679

131-

Las posiciones unitarias de Claridad

681

132.

Gestiones ante la F.S.I. para restablecer la unidad de la U.G.T. (octubre de 1937)

688

133.

Pleno extraordinario del Comité nacional (27-30 de octubre de 1937).

694

134.

El gobierno se traslada de Valencia a Barcelona (31 de octubre de 1937)

709

La Ejecutiva ilegal celebra una reunión de «Comité nacional» y pretende convocar un Congreso (8 de noviembre de 1937)

712

136.

III Congreso Regional de la U.G.T. de Cataluña (noviembre de 1937).

717

137.

Actuación de «la Ejecutiva de la escalera» de octubre a finales de diciembre de 1937

720

Acción sindical internacional del anarquismo en relación con España

723

Intervención de la F.S.I. en la solución del problema interno de la U.G.T. (diciembre de 1937-enero de 1938)

726

135.

138. 139.

140.

Reunión del Pleno nacional ampliado. Nueva Comisión ejecutiva (1-2 de enero de 1938)

729

141.

Incidentes y problemas al iniciarse el año 1938

733

142.

Paradojas de la C.N.T. y del anarquismo. Sus concepciones económicas.

736

143.

Hacia la unidad de acción de la U.G.T. con la C.N.T. sobre bases de alcance político y económico

739

144.

Programa de unidad de acción U.G.T.-C.N.T. (marzo de 1938) ...

754

145-

Normas para la constitución de Comités de enlace U.G.T.-C.N.T.

763

146.

El Pacto de «no-agresión» de julio de 1937

766

147. 148.

Reunión del Comité nacional de la U.G.T. (6-7 de marzo de 1938). Del derrumbe del frente de Aragón a la «déblacle». Reorganización del gobierno (6 de abril de 1938) Reunión del Comité nacional de la U.G.T. (7 de abril de 1938) ...

770 775 780

Un documento histórico: Los Trece Puntos del gobierno de Unión Nacional del Dr. Negrín (1.° de mayo de 1938)

788

151.

Ultimo Consejo general de la F.S.I. (Oslo, mayo de 1938)

800

152.

Ofensiva sobre Levante (junio de 1938). Marroquíes a la conquista

149. 150.

de la ciudad del Cid. Batalla del Ebro

805

153.

Pleno nacional de información de la U.G.T. (26 de julio de 1938).

807

154.

Un nuevo Pleno de la C.N.T. (agosto de 1938)

809

155.

Cincuentenario del P.S.O.E. y de la U.G.T. (agosto de 1938)

811

156. 157.

Los decretos del 11 de agosto y la crisis del día 17 Ultimo Pleno extraordinario del Comité nacional de la U.G.T. (Barcelona, 28 de setiembre-2 de octubre de 1938)

821

158.

824

Un Pleno más del Movimiento Libertario C.N.T.-F.A.I.-F.IJ.L. (Barcelona, 16-30 de octubre de 1938)

835

159-

Noviembre-diciembre de 1938

839

160.

La 2k)na Centro-Sur. Una República o II República bis

843

161.

Los tres últimos meses de República (enero-marzo de 1939)

855

162.

La salida de Barcelona

862

163.

Hacia Gerona

866

164.

La Ejecutiva de la U.G.T. en Figueras

868

165.

La última capital de la Segunda República española

877

166.

Una reunión del B.P. del Partido Comunista de España

879

167.

Ultimas actividades en Figueras. Camino de Francia

881

168.

Perpignan, Toulouse, Valencia, Madrid

888

169-

Últimos capítulos de nuestra guerra. El «faísmo» y los disidentes del grupo socialista-ugetista en torno al golpe de Casado

893

170.

Antes y después de la caída de Cataluña. La U.G.T. y el golpe de Casado-Mera-Besteiro

905

171.

Rendición de cuentas. La Unión General de Trabajadores de España y sus problemas económicos

914

APÉNDICES

917

BIBLIOGRAFÍA

929

ÍNDICE GENERAL DE ILUSTRACIONES

935

ÍNDICE ONOMÁSTICO

939

ÍNDICE GENERAL

957

97 EN PLENO MOVIMIENTO

El 14 de julio, en Fuencarral 9 3 , la Comisión ejecutiva de la U.G.T. de España se constituyó en sesión permanente. Inmediatamente, el Sindicato Nacional de radiotelegrafistas, bajo la dirección de JJM., su secretario, y de J.S., instaló en el domicilio de la Unión una emisora de radio «Radio U.G.T.», para estar en relación con las organizaciones y emitir nuestros mensajes. Utilizando su servicio, se cursó la orden de huelga general allí donde las circunstancias lo exigieran y permitieran, e inmediatamente se hizo un llamamiento para la organización de «Milicias de defensa de la República», sugiriendo que con carácter urgente se solicitara del Gobierno y de los gobernadores civiles la entrega de armas, demanda que, en general, tropezó con toda clase de obstáculos. En Madrid, sólo el coronel Rodrigo, del cuartel de Artillería del Pacífico, tuvo la valentía de entregar los mosquetones de que disponía, armas que fueron distribuidas entre los trabajadores del Círculo socialista del Sur y las Juventudes socialistas, en la calle Valencia. Desde la sede de la Comisión ejecutiva, Caballero había hablado con el coronel Rodrigo, enviando como mensajeros a Margarita Nelken y al autor de este trabajo para que se entrevistaran con él y ultimaran el procedimiento de entrega de los primeros fusiles. Allí contamos con la cooperación de su ayudante, el teniente Vidal. Estando con el coronel Rodrigo, el general Cardenal le llama, desde Carabanchel o Cuatro Vientos, para preguntarle si es cierto que está entregando armas al pueblo, al contestarle afirmativamente, el general le replica que queda destituido y arrestado. Con la calma que le caracterizaba, el coronel nos iba transmitiendo la conversación telefónica. Rodrigo no le hizo caso, y los fusiles salieron para el Círculo socialista del Sur. Con ellos organizó el teniente coronel Mangada las primeras fuerzas populares de choque y las Juventudes, aquellas primeras- compañías que, con los guardias de Asalto, tomaron los cuarteles de Carabanchel y marcharon después a la Sierra a contener a los

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que trataban de descolgarse sobre Madrid. ¡Qué gran tipo, el coronel Rodrigo! Descansa en paz en la tierra londinense. Nos vimos por última vez en Londres, en febrero de 1 9 4 5 A un requerimiento urgente del Ministerio de la Guerra solicitando hombres para los trabajos de fortificación, la Comisión ejecutiva convocó a los dirigentes de la Casa del Pueblo. Edmundo Domínguez Aragonés, como directivo y secretario de la Federación de la Construcción, quedó encargado, con otros compañeros, de ese trabajo. A las pocas horas, la Casa del Pueblo ofrecía varios batallones de trabajadores que eran puestos a disposición del ministro de la Guerra y de los jefes de ingenieros encargados de esa misión. Con entusiasmo y pasión revolucionaria, miles de trabajadores iniciaron los trabajos de fortificación de Madrid. Esas trincheras de los primeros momentos salvaron la que fuera llamada «Capital de la gloria». El único problema existente era que sobraban hombres y faltaban picos y palas. Tal fue el entusiasmo con que se emprendieron y llevaron a cabo los trabajos de reclutamiento. Y los trabajadores madrileños fortificaron y defendieron Madrid en un derroche de heroísmo. En Fuencarral 9 3 , la Ejecutiva de la Unión estaba de guardia, día y noche, coordinando la acción de las federaciones nacionales, recibiendo a comisiones de provincias, manteniendo contacto directo con los frentes. Caballero, con otros compañeros, visitaba casi a diario los frentes de Madrid. Los teléfonos estaban en comunicación constante con las provincias. La Ejecutiva y la junta directiva de la Casa del Pueblo manteníanse en relación permanente. En una labor de colaboración directa con los diferentes ministerios y organismos oficiales, la U.G.T. participaba en la solución de múltiples problemas de abastecimiento, de transporte, de comercio y de industria. Los organismos del Estado habían quedado rotos; se trataba de restablecerlos y fortalecerlos, de ayudar a que resultaran operantes y eficaces sin pretender sustituirlos. Desde el «primerísimo» momento, la U.G.T. estuvo al servicio de la política de guerra por considerar que el problema fundamental era defender la República, las libertades del pueblo español, su régimen democrático. La tarea fundamental consistía en poner todos los recursos, todos los medios al servicio de la victoria. De ahí que el aparato de la U.G.T., sus hombres, sus organizaciones, sus Casas del Pueblo, su prensa se mantuvieran en una línea responsable, nacional, patriótica y consecuente durante toda la contienda. La Unión General no sólo no creó problemas, sino que colaboró activamente para solucionarlos. La U.G.T. estimaba que no había acción de mayor contenido revolucionario que aquella que se realizara de acuerdo con normas de seriedad, de disciplina, de orden. Por eso se enfrentó a todas las especulaciones extremistas y pseudorrevolucionarias del anarquismo; por eso estuvo frente a toda posición demagógica. La organización ugetista fue un soporte serio

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y responsable de las disposiciones de los organismos de gobierno —sin romper por ello la línea de unidal de acción—, acatando la autoridad revolucionaria y republicana y procurando que sus hombres y organizaciones se mantuvieran a la altura que las circunstancias históricas que vivía el pueblo español y la causa en que estábamos empeñados exigían. Sus federaciones nacionales de industria, con ponderación y sentido de la responsabilidad, cumplieron con la mayor eficacia su misión, sin perturbar un solo momento la marcha de los acontecimientos, tanto en el frente como en la retaguardia; lo mismo en los frentes de la lucha bélica, que en los de la producción, el transporte o la distribución. La Unión General de Trabajadores de España se mantuvo con toda dignidad en los organismos del Frente Popular, defendiendo los intereses generales del pueblo y los principios de unidad. Se enfrentó a la conducta y las irresponsabilidades de los «incontrolados», luchando por el restablecimiento y respeto del orden republicano y contra los desmanes y desafueros que quebrantaran o intentasen quebrantar ese orden. Se mantuvo en la línea del respeto a la persona humana y del reconocimiento de una legalidad democrática y republicana. Repudió ciertos procedimientos y actos de violencia que repugnaban a toda conciencia honesta. Consideró, desde el primer momento, que solos los Tribunales de justicia eran los llamados a juzgar y a imponer justicia a aquellos que hubieran delinquido o fuesen acusados de delitos contra la legalidad republicana. Trató de mantenerse en el marco de la justicia, de los principios, del derecho y la ley. Como ejemplo de su conducta, durante todo el período de la guerra, en Madrid, la Comisión ejecutiva permaneció en su propio y modesto domicilio de Fuencarral 9 3 - Allí estaba domiciliada cuando estalló la guerra; allí continuaba cuando ésta terminó. En Valencia y en Barcelona ocupó después los modestos locales que le fueron facilitados por el organismo correspondiente. La U.G.T. no organizó guardias particulares, independientes, ni retuvo miles de fusiles en la retaguardia. La Unión General y sus organizaciones, con ayuda de los partidos Socialistas y Comunistas, fueron el puntal fundamental en que descansaría el mantenimiento de un orden económico puesto al servicio de las exigencias y necesidades de la lucha y la resistencia. No organizó exportaciones clandestinas de nada por su cuenta, privando al gobierno de divisas; no creó ni mantuvo su «tesoro» en el exterior... Todo lo que demagógicamente se oponía a una línea de conducta de lealtad y consecuencia con las exigencias de la lucha encontraba enfrente a los hombres y las organizaciones ugetistas. Las infantiles elucubraciones de las extremistas y demagógicas corrientes radicales del anarquismo encontraron un freno en las posiciones de la U.G.T. El proceso de transformación de las industrias civi-

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les en industrias de guerra tuvo en los hombres y organizaciones de nuestra central sindical sus más valiosos e incondicionales promotores. A este respecto, en Cataluña, y gracias en gran parte a la unidad política que representaba el P.S.U.C., la acción de la Unión General de Trabajadores desempeñó un papel extraordinario, no obstante la labor de obstrucción, las incomprensiones y actitudes demagógicas e irresponsables de los elementos anarquistas, que tanto daño hicieron a toda la política de guerra en el frente de la producción. Gracias a la acción silenciosa, responsable y sin alharacas, plena de iniciativa, dinámica de la U.G.T. pudieron mantenerse ritmos de producción óptimos en las industrias de guerra. Para la Unión General el problema no sólo estaba en «no perder el tiempo», sino en ganarlo. La solvencia y seriedad de las federaciones de servicios de la Unión —como las de la Enseñanza, Funcionarios Públicos, Banca, Transporte, etcétera— garantizaron, en las anormales circunstancias que atravesábamos, el desarrollo de las actividades que caían bajo su responsabilidad, en los límites de normalidad y eficacia que aquellas realidades permitían. La U.G.T. fue en todo momento motor positivo, constructivo, y no de perturbación y desquiciamiento. La Unión General de Trabajadores no declaró nunca el socialismo en parte alguna de nuestro territorio. No era ése el imperativo de aquella etapa dramática que la España republicana y democrática vivía.

Dentro de las dificultades de aquellas horas, la Federación de Trabajadores de la Tierra desempeñó un papel importante en relación con los problemas del agro, aunque para ello hubo de luchar, en ciertas zonas, con influencias inspiradas en el conocido simplismo del comunismo libertario, del anarquismo. No desarrolló procedimientos de «incautación» —llamemos así a esta práctica—, sino de producción y distribución. En ningún momento cayeron los ugetistas, como plaga de langosta, sobre los pueblos campesinos para cometer toda clase de tropelías en nombre de la revolución social; no. Los ugetistas del campo y de la ciudad estuvieron hermanados en la lucha. Esa conducta estaba y seguirá estando viva en la memoria de los campesinos. La Federación de Banca contribuyó a mantener un orden bancario y económico frente a los fusiles de los «incontrolados». Más de un bancario entregó su vida por defender ese orden, esa disciplina, frente a la violencia y las actitudes arbitrarias, ante la fraseología de los que, en nombre de una etiqueta sindical y de la «Revolución Social», se jactaban de ser «incontrolados» y de resolver los problemas con ayuda de una pistola y el truco de un Vale.

98 1936: UN A Ñ O DE INCÓGNITAS HISTÓRICAS Y DE ANGUSTIAS

Recordamos las frías Navidades de 1935 en la cárcel de Madrid, cargadas de negros presagios. Como era costumbre en esos días, familiares y amigos de los presos habían inundado las salas de visita de la prisión, llevando obsequios para que los encarcelados, con la benevolencia de los funcionarios de prisiones, celebraran lo mejor posible las tradicionales fiestas navideñas. En la 5. galería estaban concentrados todos los «políticos». El grupo de dirigentes ugetistas había organizado una cena colectiva presidida por Largo Caballero. Un sindicato de la U.G.T. de la región valenciana había enviado a Caballero un vagón de naranjas; éstas fueron repartidas entre todos los reclusos. Numerosas organizaciones madrileñas obsequiaron a los presos magníficas cestas de Navidad. En el patio de visitas, en un ambiente de ruido y griterío ensordecedores, se manifestaba un contagioso entusiasmo. Familiares y amigos anunciaban haber depositado sus «paquetes» en la dirección. Pero aquel ambiente de alegría se veía empañado, para los «políticos», por las malas noticias que, en sus visitas, significados elementos políticos como Azaña, Casares Quiroga, Araquistain y Alvarez del Vayo, masones candorosos y de buena fe y periodistas bien informados —entre los que siempre recordaré la noble y modesta figura de Martínez Sol— nos transmitían. Todos coincidían, con mayor o menos acento de pesimismo: «La situación es grave.. .• Se intenta, a marchas forzadas, un golpe de Estado..>.», venían a decir. De ahí se pasaba a los detalles, las confidencias, los rumores, los bulos. Gil Robles, con su C.E.D.A. —hoy para tantos en el cuadro de la esperanza—, representaba entonces, para nosotros, la más seria amenaza. Sólo Alvarez del Vayo, «el eterno optimista», con su bandera de unidad a cuestas, era el ángel que sostenía nuestra moral. a

La realidad era que las fuerzas reaccionarias estaban aterradas; nuestra «derrota» de octubre llevaba en sí la victoria. Había determinado un verdadero ambiente nacional de solidaridad para con los treinta mil presos,

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así como de protesta por la brutal represión y la regresión social que el gobierno Lerroux-Gil Robles desarrollara. Frente a ese movimiento de opinión nacional que amenazaba arrollarlo todo, la reacción no veía más salida que el golpe de Estado. ¿Resistiría Pórtela Valladares? ¿Sería cómplice don Niceto Alcalá Zamora? Siempre regresábamos de las visitas con las preocupaciones determinadas por las confidencias recibidas. Unos, pesimistas; optimistas otros, pero acudiendo todos solícitos a la celda —la de Felipe Pretel— en que los miembros de la Ejecutiva hacíamos nuestras comidas colectivas, con más ganas de escuchar los relatos que de las visitas nos haría Caballero que de ingerir los alimentos. Las noticias optimistas producían apetito; las pesimistas, inapetencia. Las personalidades que nos visitaban dedicaban un rato de plática general al grupo; otro, más largo, lo reservaban para sus confidencias a Largo Caballero. Cuando le veíamos regresar silencioso y taciturno, malo; si lo hacía sonriente, podíamos interpretar que la tónica del chismorreo había sido optimista. Felipe Pretel, tesorero de la U.G.T., era un permanente pesimista, el cenizo del grupo. Cuando soplaban vientos pesimistas, su reflexión era siempre la misma: «Nada. Viene el golpe y nos pelan a todos...», y comenzaba a pasear por la celda, al tiempo que bufaba. En un capítulo anterior hemos dejado constancia de la situación vivida después del movimiento de octubre de 1934 y hasta el 19 de julio de 1936; sin embargo, antes de entrar en el período que va de julio a diciembre de ese último año, vamos a reiterar, en una síntesis cronológica, las inquietudes y zozobras más significativas de ese período, tan cargado de historia para nuestro movimiento obrero y, sobre todo, para España. En febrero de 1936 se celebran las elecciones que podemos llamar del Frente Popular, y la victoria de éste. A continuación, uno tras otro, tienen lugar los siguientes acontecimientos: caída del gobierno Pórtela Valladares y constitución de un gobierno Azaña; destitución del presidente Alcalá Zamora y designación de Azaña para la presidencia; nombramiento de un «hombre fuerte» para presidir el nuevo gobierno en la persona de Casares Quiroga. Ya en julio: asesinato de Calvo Sotelo; sublevación del ejército; caída del gabinete Casares y su sustitución, durante una noche, por un gobierno fantasma Martínez Barrio; designación del doctor José Giral como jefe del gobierno. Y más tarde: la dimisión de Giral, en setiembre, y designación de Francisco Largo Caballero, que forma un gobierno en que —por vez primera— figuran ministros comunistas ( d o s ) ; reorganización de su gobierno en noviembre, entrando a formar parte del equipo gubernamental cuatro representantes de la Confederación Nacional del Trabajo, de significación anarquista, lo que representó el primer antecedenate de ese viraje (el anarquismo colaborando en un

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gobierno, poniéndose al servicio de un Estado) no sólo eú nuestro país, sino en el mundo. El seis de noviembre, el gobierno Caballero abandona un Madrid asediado por el enemigo, para instalarse en Valencia, dejando a la capital de España bajo la dirección de una Junta de Defensa, después de haber evacuado los valores y el oro depositado en el Banco de Españ a : de tomar Madrid, el enemigo no lograría ese botín. En Asturias gobierna un Consejo soberano; en Aragón, un Consejo general, bajo el control- del anarquista Joaquín Ascaso; en Levante funciona un Comité ejecutivo, también bajo control anarquista; en Cataluña, desbordado el gobierno autónomo, deja hacer a la F.A.I. y a la C.N.T. El cantonalismo de la primera República trata de resucitar por todas partes. El gobierno —parapetado en los residuos del Estado y en sus deterioradas instituciones, con la falla de todos los resortes del poder— tiene que organizar y desarrollar la defensa de la República en dos frentes: en el bélico y en el de lograr un orden, una disciplina y una organización, tanto sociales como económicas, en la retaguardia... De setiembre a diciembre, el orden público conocía su mayor deterioro, bien que el gobierno realizara los mayores esfuerzos por restablecerlo. Los brutales bombardeos de que era objeto Madrid, las noticias sobre la represión en la zona sublevada multiplicaban los actos de violencia de los «incontrolados». El año 1936 es el año de los grandes interrogantes. Algunos quedaron rápidamente contestados; la respuesta a otros tardó tres años. ¿Se producirá o no se producirá el tan anunciado golpe de Estado?... Y la sublevación se produjo. Después: ¿caerá o no caerá Madrid?... Y Madrid no cayó. ¿Se ganará o se perderá la guerra?... Madrid, y con él la España republicana, fueron entregados a los tres años de lucha. Se perdió la guerra. ¿Causas?..., De nuestros relatos se desprenderán algunas de ellas. El pueblo español es autor de uno de los libros más ricos en lecciones históricas negativas. Estas han servido de poco a sus clases dirigentes, no sólo impermeables a sus enseñanzas, sino como de que se repitan, aunque vayan acompañadas de tragedia y de sangre... Y en este terrible drama no hay «derecha» ni «izquierda» que valgan: estaba, está y estará en juego el destino histórico de una España que quiere abrirse paso para marchar por el camino de la libertad y la democracia. ;

99 DEL GOBIERNO DEL DOCTOR GIRAL AL DE FRANCISCO LARGO CABALLERO

El gobierno Giral, que se hizo cargo del poder el 20 de julio, se caracterizó por una gran debilidad, así como por su falta de capacidad de decisión y de confianza en su propia gestión. Su equipo, exclusivamente republicano, era incapaz de dominar una situación tan caótica, en que el factor tiempo era decisivo. Aunque sin ningún cargo oficial, Indalecio Prieto, instalado en el Ministerio de Marina, ordenaba y disponía con más autoridad que los propios ministros. La U.G.T., su Comisión ejecutiva, la Casa del Pueblo de Madrid desempeñaban, por imperio de las circunstancias, un papel de dirección general más eficaz y operativo que el de los propios organismos oficiales. Otro tanto sucedía en las provincias o localidades que estaban bajo influencia ugetista, socialista, comunista y de las Juventules socialistas. Allí donde predominaban la C.N.T. y la F.A.I., es decir, el anarquismo, ocurría todo lo contrario. En esos lugares, nuestras cuatro organizaciones no sólo tenían que suplir las fallas de los organismos oficiales, sino que se veían obligadas a dedicar una parte preciosa de su tiempo a impedir las barrabasadas de los «incontrolados» del comunismo libertario que, con sus irresponsabilidades, dictaban la ley en Cataluña, Levante y Aragón y, con sus desmanes, en Madrid. Como en octubre de 1934, Asturias fue la excepción. Con esto no se trata de negar el papel desempeñado por la C.N.T. y algunos de sus hombres en los primeros momentos de la lucha, sobre todo en Barcelona. No sucedería lo mismo en Zaragoza. El gobierno del doctor Giral entregó armas al pueblo, mantuvo actitudes positivas y dio toda clase de facilidades a las masas populares para que pudieran contribuir a la defensa de la República. En la medida en que podía hacerlo, favoreció la constitución de milicias, permitió a las organizaciones que desarrollaran sus iniciativas y su valiosa colaboración con los organismos oficiales. El problema del orden público no fue de los

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menores, sino uno de los que más dañaron a la causa de la República. El anarquismo y sus «incontrolados» fueron, como siempre, un elemento de perturbación grave. Esas macabras fotografías que recorrieron el mundo y en las que aparecían, en las escaleras de las iglesias y conventos de Barcelona, ataúdes y esqueletos humanos exhumados de sus nichos y sarcófagos, tuvieron mayor repercusión internacional que la pérdida de una batalla. En la conquista de conventos e iglesias, en la quema de algunos de ellos y en la de los archivos de la propiedad, los «incontrolados» ganaron todas las batallas; pero no era con esas batallas —clásicas en sus procedimientos de lucha, tildados de revolucionarios— como se defendía la República, el régimen democrático. La más grosera falta al respeto debido a la persona humana tampoco era una recomendación para demostrar al mundo la justedad de nuestra causa. La Unión General de Trabajadores de España no estaba en esa falsa línea «revolucionaria», ni amparaba o toleraba «incontrolados». Pero tanto el gobierno de Madrid como el autónomo de Cataluña se encontraban en la imposibilidad de impedir esos desmanes. Esa labor nefasta sólo podían evitarla las organizaciones a que pertenecían y en nombre de las cuales actuaban, denigrando la noble causa que defendía el pueblo español. Víctimas del «heroísmo» de los «incontrolados», la U.G.T. perdió en Barcelona a magníficos dirigentes: Antonio López Raimundo, presidente de la Federación de Banca; Trilles, dirigente de los obreros portuarios; Antonio Sesé, secretario de la U.G.T. de Cataluña, y Roldan Cortada, secretario de Rafael Vidiella, entre otros muchos. Pocos días antes del movimiento, el Partido Socialista, el Partido Comunista, la U.G.T. y las Juventudes socialistas, ante la gravedad del momento, habían suscrito un documento de solidaridad para hacer más eficaz su acción en defensa de la República en peligro. Suscribían el documento: por el Partido Socialista Obrero Español, Juan-Simeón Vidarte; por el Partido Comunista de España, José Díaz; por la U.G.T., Manuel Lois; por la J.S.U., Santiago Carrillo. Este primer acuerdo entre las organizaciones de signo socialista normaría la conducta responsable de todas ellas en el transcurso de la guerra. El 1.° de agosto, el gobierno Giral decreta la movilización de las quintas del 33, 34 y 35. Las organizaciones anteriormente citadas estuvieron de acuerdo y colaboraron en su cumplimiento; la C.N.T. y la F.A.I. se manifestaron en contra, lo que en Cataluña tuvo una seria repercusión, implicando al gobierno de la Generalidad, prisionero del faísmo. En ese momento, en Cataluña, ni la U.G.T. ni el P.S.U.C. habían alcanzado todavía el suficiente peso político y con él una influencia capaz de neutralizar la hegemonía negativa que la C.N.T. y la F.A.I. venían ejerciendo 2

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en la situación de la región. Más tarde alcanzarían ese objetivo que tan positivos servicios ofreció a la causa. Para enfrentarse a la orden de reclutamiento, la C.N.T. patrocina una reunión de jóvenes reclutas en el Teatro Olimpia y les apoya en su decisión de no integrarse a los cuarteles, publicando un extenso manifiesto en el que trata de justificar su actitud. En él podía leerse: «Por su propio impulso [los jóvenes reclutas] han abandonado los cuarteles, rasgando sus guerreras y organizando manifestaciones al grito de ¡Abajo el ejército! ¡Vivan las milicias populares!». Justificaciones no faltaban, pero no era ése el problema. El faísmo quería el control de las fuerzas armadas desde el cuartel general de las milicias instalado, bajo su dirección, en el de Infantería número diez, que en lo sucesivo se llamaría Cuartel Bakunin. Los anarquistas «transigieron», finalmente, y los jóvenes reclutas de las quintas del 33, 34 y 35 se incorporaron a sus milicias, bajo la autoridad del Comité Central de Milicias, al que dominaban totalmente. El día 10 de agosto, en el mismo Teatro Olimpia, se celebra un acto en el que toman parte Mariano R. Vázquez, Francisco Isgleas, García Oliver y Federica Montseny. Un acto de pura factura anarquista. «Nosotros —dice Mariano R. Vázquez— no podemos permitir que, bajo ningún pretexto, se quiera desarmar al pueblo. Las armas están mejor en poder de los trabajadores que en manos de la burguesía...» A su vez, García Oliver se felicita de que se hayan constituido algunos Consejos de Obreros y Soldados, al mismo tiempo que subraya que «España no tiene por qué seguir el ejemplo de Rusia». Federica Montseny se despacha con un discurso lírico del que son estos conceptos: «Nosotros edificaremos un mundo nuevo a base de la mayor autonomía del individuo con la colectividad, pero siempre íntimamente ligado aquél a ésta contra el centralismo, al que consideramos, en todos los órdenes de la vida, un retroceso...». Es importante subrayar la fecha en que se mantenían estas actitudes: 10 de agosto de 1936. En algún lugar de nuestro trabajo hemos expresado una opinión que encierra cierta responsabilidad, pero lo hicimos conscientemente. Durante toda la guerra, salvo en los últimos meses, la C.N.T. y la F.A.I. consideraban que la contienda sería ganada por la burguesía; que a ellos, a los anarquistas, les correspondía estar vigilantes, preparados, almacenando armas, procurando situarse en posiciones de batalla para, una vez terminada la guerra «por los otros», lanzarse a la Revolución social para implantar el comunismo libertario..., Estar preparados para que «no sucediera lo ocurrido en Rusia», ese falso argumento del que no se desprendieron nunca. No temían a la guerra; temían a la victoria. Por supuesto hay excepciones, entre ellas la de Durruti: «Renunciaremos a todo, menos a la victoria.:.».

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Ese temor del «faísmo» a que «la burguesía» ganara la guerra, pero abarcando en ese concepto de burguesía a los partidos obreros o incluso a la U.G.T., les llevaba a mantener verdaderos arsenales en la retaguardia; a estar preocupados por una política injustificada de autodefensa y a imprimir esa mentalidad a las unidades militares que estaban bajo su influencia, lo que limitaba su aportación y su eficacia. Esa política de reserva ha restado una aportación muy considerable al potencial de lucha. Al mismo tiempo, esa conducta hizo necesario sustraer del frente muchas fuerzas que hubo que mantener en la retaguardia. En la familia del Frente Popular no se podía tener confianza en la F.A.I. ni en la C.N.T., que estaba bajo su control; la familia «libertaria» consideraba como enemiga suya a la familia del Frente Popular que representaba a los partidos políticos de la clase obrera y de la pequeña burguesía progresista, a la U.G.T., al Estado y al régimen republicano. La F.A.I. estaba más preocupada por este Frente, que por el frente de guerra, y en esa posición bakuninista, aliancista, de contra todo y contra todos, arrastraba a la C.N.T. Una cosa importante es que la conducta de la C.N.T. y, sobre todo, la de la F.A.I. no pueden ser interpretadas a través de sus reiterados documentos ni de sus innumerables reuniones locales, comarcales y regionales, ni siquiera a través de sus conferencias o congresos. Toda esa actividad, prodigada hasta la exageración y el cansancio, tiene que ser simplemente interpretada de acuerdo con los hechos. Poner frente a frente sus palabras y sus hechos nos daría el más negativo balance. Su fraseología, sus formulaciones en documentos y congresos, sus promesas, sus exhortaciones, todo aquello que tiene una aparente responsabilidad, carece de valor porque está en constradicción flagrante con su conducta y con los hechos. La U.G.T. —nos consideramos en el deber de proclamarlo—> fue consecuente con sus resoluciones y sus compromisos, con la línea que se trazaba, línea, compromisos y resoluciones a los que correspondían su conducta y sus hechos. En la obra del cenetista y anarquista José Peirats La C.N.T. en la Revolución Española puede encontrarse la confirmación de cuanto venimos exponiendo. Leyéndola, no parece sino que la C.N.T. y el faísmo «lo fueron todo». La imagen cenetista que, según su obra, aparece en un primer plano durante los tres años de guerra no corresponde a los hechos, y trata de borrar las auténticas imágenes de los demás. Salvo casos excepcionales, naturalmente, las exposiciones de Peirats no corresponden a la verdad ni a los hechos en una interpretación objetiva e histórica. La C.N.T. «lo fue todo», es verdad, pero en la línea de una perturbación constante y conflictiva. Su intención de atribuir todo lo negativo al comunismo comporta una actitud de odio con la que se trata de cubrir la conducta y los hechos 1

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Ruedo Ibérico. París.

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del faísmo. En una situación tan grave y decisiva, el problema estaba situado, para los «libertarios», en los mismos términos que hacía cerca de un siglo, en la época de la Alianza de Bakunin. Para nosotros, de acuerdo con los hechos, el libro de Peirats respondería mejor al título «La C.N.T. —el faísmo— al servicio de la contrarrevolución española». Y no digamos nada del libro El Sindicalismo y la Política, de Ricardo Sanz. Estamos exponiendo posiciones e interpretaciones que corresponden al año 1936 y aparte de los años 1937 y 1938. En la medida en que la guerra iba alargándose y la C.N.T. vivía su experiencia gubernamental, se iba operando una marcada diferenciación entre una buena parte de sus dirigentes, en contradicción con la F.A.I. La C.N.T. evolucionaba hacia el campo de la responsabilidad, de la comprensión y el realismo; pero, desgraciadamente, era ya demasiado tarde. Si esa comprensión, ese realismo, esa huida de lo teórico, de lo utópico, del apego al verbalismo extremista y exaltante de la violencia se hubiesen manifestado desde los primeros momentos de la guerra, el curso de los acontecimientos habría sido, sin duda, muy otro. El despertar de ciertos hombres de la C.N.T. a un realismo social, político y económico fue demasiado tardío. Allí donde dominaban la C N . T . y la F.A.I. tuvieron interés en controlar la retaguardia y su vida económica. Retuvieron considerable cantidad de armas que eran necesarias en el frente, ejerciendo determinado tipo de terror para asegurar su predominio en pueblos y ciudades, así como en los centros de producción. En Cataluña, la propia Unión General de Trabajadores y los partidos políticos se vieron arrastrados, en los primeros momentos del movimiento, por la demagogia y la política de violencia del anarquismo, esforzándose, sobre la marcha, por contrarrestarlas hasta conseguir impedirlas. Fue necesaria una acción diplomática, ponderada, para ir liberándose de esa tiranía y encauzar los problemas por derroteros de responsabilidad y solvencia revolucionarias. Ello creó un serio y delicado problema que restó grandes posibilidades a la lucha, determinando pérdidas de tiempo que se tradujeron en lamentables consecuencias. Los documentos de la C N . T . y de la F.Al., reiterativos, amplios, planteando toda clase de problemas, enfrentándose a todo y a todos, de contenido demagógico y con intenciones legislativas; sus numerosos plenos, conferencias, congresos y resoluciones, ese inmenso acervo de estudios, trabajos y decisiones sobre lo divino y lo humano, carece de todo valor: pura fraseología, vanas elucubraciones.., Pero no es a través de ellos como hay que juzgar a la C.N.T., sino por sus hechos concretos, por su conducta, por sus «realizaciones». La C.N.T., al tiempo que negaba al Estado, trataba de organizar su propio Estado, dentro del republicano y frente a él. La conducta de las demás organizaciones —lo repetiremos una vez más— fue consecuente con sus lincamientos, con sus decisiones, con

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las obligaciones y deberes que las realidades y la lucha que estamos viviendo exigían de ellas. La del anarquismo, no. Con sus enfoques demagógicos y su verbalismo, con su extremismo y su violencia al margen de toda posición responsable y constructiva, los anarquistas lo perturbaron todo.

100 LA U.G.T. Y EL P.S.U.C. EN CATALUÑA. POLÍTICA DE PROSELITISMO E «INCONTROLADOS»

Impulsada por el movimiento de unidad política de la clase obrera agrupada en el Partido Socialista Unificado de Cataluña, la U.G.T. de Cataluña se desarrolló impetuosamente en todos los centros de trabajo, recogiendo a las masas que estaban cansadas de los procedimientos de terror sindical del anarquismo. Lo que no había sido posible en cerca de un siglo, lo sería en pocos meses. En efecto, entre el proletariado catalán, la U.G.T. se abría paso y encuadraba a miles de trabajadores que, desafiando la tiranía cenetista, venían a nuestra central sindical. La U.G.T. se impuso. Este fue un hecho de gran trascendencia y de consecuencias históricas altamente positivas, llamadas a proyectarse hacia el futuro. En el movimiento obrero catalán se registraba una nueva correlación de fuerzas. El anarquismo pedía el monopolio de la clase obrera catalana, su hegemonía sobre ella en la región que había sido su baluarte, su fortaleza inexpugnable durante todo el siglo X I X y parte del XX, hasta la nueva situación creada por la guerra en 1936. La bandera de la U.G.T. se clavaba en Cataluña, donde había nacido; el primer ejemplo de unidad política quedaba también registrado en tierras catalanas. Nada fortalece y consolida tanto al movimiento obrero como la unidad política de las vanguardias del proletariado en torno a su propio partido de clase. Esa teoría clásica del marxismo está consagrada por más de un siglo de experiencia. Desde el Manifiesto Comunista y la auténtica Primera Internacional —no la de la etapa anarquista— hasta nuestros días. Por el contrario, uno puede preguntarse: ¿qué experiencias o principios del anarquismo han sido confirmados por los hechos en el mismo período? Absolutamente ninguno. El tiempo ha revelado su falsedad, su carácter y contenido no sólo pequeñoburgueses, sino contrarrevolucionarios. Tal es la constatación de la historia. En sus libros, los historiadores anarquistas y de la C.N.T. tergiversan los hechos en forma incorrecta, en virtud de lo cual, éstos, mejor dicho, la

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versión que dan de los mismos, no corresponde a lo que fue la realidad. Nos vamos a referir a una cuestión concreta que tuvo serias consecuencias durante la guerra: la incorporación al movimiento sindical de aquellos trabajadores o elementos proletarios y de la clase media que, hasta 1938, habían vivido al margen de los sindicatos, hecho muy importante en la historia del movimiento obrero por las circunstancias en que se producía. La C.N.T. acusa a la U.G.T. de haber recogido y amparado en sus filas a todos los elementos reaccionarios y fascistas que se encontraban en esa situación, los cuales —al decir de los «faístas»— se acercaron, se incorporaron a la U.G.T. «por ver en ella a la organización conservadora más afín a sus intereses e ideas reaccionarias». La realidad no fue ésa, ni mucho menos. Desde los primeros días del movimiento, la U.G.T. estableció unas bases, unas condiciones muy rigurosas para la admisión de nuevos militantes; éstos sólo podían hacerlo a través de las secciones locales de las respectivas federaciones, con el aval de dos viejos militantes. Se estableció un severo y eficaz control y una extraordinaria vigilancia, gracias a lo cual se impidieron las acciones irresponsables al margen de la organización. La C.N.T., llevada de un afán proselitista, del deseo de ganar masas, de penetrar y obtener mayorías, no estableció ningún rigor para el ingreso en sus sindicatos; por el contrario, concedió las más amplias y liberales facilidades para que todo el mundo pudiera ingresar en sus organizaciones. Así fue como, amparándose en su carnet y en el atuendo del pañuelo rojo y negro, muchos malechores y toda clase de sospechosos nutrieron las famosas patrullas de los «incontrolados». Los militantes de la U.G.T., viejos y nuevos, no necesitaban disfrazarse, y no se disfrazaron. La U.G.T. no soportó «incontrolados»; más bien tuvo que luchar contra los «incontrolados» de los demás. La liberación de todos los presos —entre ellos, los de delitos comunes—, ofreció un considerable contingente de nuevos activistas a la C.N.T. y especialmente al «faísmo». Esos nuevos militantes se mostraban, desde los primeros momentos, como exaltados anarquistas y rabiosos extremistas, valientes y decididos manejadores del fusil y la pistola en la retaguardia; como exponentes apasionados de los principios de «contra todo y contra todos», del amor libre, de considerar como un derecho el robo a los poseedores y explotadores de la sociedad. Esas concepciones, ese lenguaje penetraron fácilmente en la mentalidad de los que estaban acostumbrados a vivir al margen de la ley. Eran campo abonado para asimilar la fraseología, la verborrea, todos los conceptos del comunismo libertario. Las patrullas, los grupos de «incontrolados», los «comités de control» estaban plagados de esos nuevos militantes «revolucionarios» que, al amparo de su nueva personalidad, de la impunidad de las circunstancias, de las

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pistolas y ametralladoras que nunca les faltaron, cometían toda clase de fechorías. Quienes invocaran palabras de disciplina, de orden, de respeto a la persona humana, a la legalidad republicana y revolucionaria eran unos fascistas para esos facinerosos disfrazados de revolucionarios... Y con esa mentalidad justificaban crímenes y desmanes. Los militantes honestos de la C.N.T. que mostraron su disconformidad con esos hechos fueron rebasados; pero el «faísmo» irresponsable y sectario tuvo en esa masa óptimas posibilidades de reclutamiento, así como la base para la acción y el desarrollo impune de las demenciales concepciones de su singular comunismo libertario. El autor podría referirse, concretamente, a muchos casos, pero escogerá solamente tres. He aquí el primero. Durante más de catorce meses, la mayoría de los miembros de la Comisión ejecutiva de la U.G.T. permanecimos en la cárcel Modelo de Madrid, después del fracaso del movimiento de octubre y hasta la concesión de la amnistía. En nuestra calidad de presos políticos, gozábamos de algunas comodidades en la 5." galería, destinada a dichos presos. Eso nos permitía ciertas libertades y conocer a la casi totalidad de la población reclusa, y entre ésta a los «comunes» y a los que, de entre ellos, cubrían los puestos de servicios, ordenanzas, recaderos, limpieza, asistentes, etc. Con el movimiento fueron todos liberados. Pues bien, en los primeros meses de la guerra nos encontramos a muchos de ellos, vestidos de milicianos de la C.N.T. y con su famoso pañuelo al cuello, en organismos sindicales, grupos de servicios, comités de control o de requisas... En cierta ocasión, un grupo de personas, amotinadas, intentaba asaltar la Casa de Socorro del puente de Segovia, donde se encontraban detenidos unos oficiales del ejército. El director del mencionado centro llamó a la Ejecutiva de la U.G-T. (nuestra central contaba con un fuerte Sindicato nacional de médicos), pidiendo que se le enviase un delegado para que interviniera y ver si era posible evitar cualquier desmán. La Ejecutiva envió con toda urgencia a uno de sus miembros, acompañado de dos de los milicianos de guardia. No hicieron más que llegar donde estaba congregada la multitud, cuando su coche fue bloqueado por un grupo o patrulla de control, separados los dos milicianos y detenido el ejecutivo, cuyas credenciales fueron tiradas al suelo cuando trató de identificarse. El que dirigía esa maniobra de «control» expresó, desde el primer momento: «Aquí, quien manda es la C.N.T.». El que así hablaba era un ex recluso de delito común de la cárcel de Madrid, que conocía muy bien a los miembros de la Comisión ejecutiva de la U.G.T. y que, quién sabe por qué, se distinguía por su hostilidad hacia ugetistas y socialistas. El miembro de la Ejecutiva estuvo a punto de ser fusilado con los oficiales

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detenidos en la Casa de Socorro. He ahí una estampa de los «nuevos libertarios». En 1936, los empleados de Banca de toda España estábamos agrupados en una sola organización: la Federación Nacional de Banca, afecta a la U.G.T. Esa situación se mantenía cuanto estalló el movimiento. No existía ni una sola organización sindical en todo el país al margen de la mencionada federación ugetista. Al estallar el movimiento, la actitud de la Federación de Banca fue en extremo ponderada y comprensiva. No ejerció ninguna represalia, menos aún acciones de violencia contra la parte de la colectividad no sindicada. Lo más que hizo, en los primeros momentos, fue pedir la separación del trabajo de algunos elementos dudosos y que habían tenido un comportamiento poco afecto al nuevo régimen, pero sin que pudiera considerárseles como reaccionarios activos. Al poco tiempo fueron readmitidos en su casi totalidad. No facilitó la Federación carnets ni dio ingreso a quienes no acreditaran una clara conducta de lealtad a la República. Esa política constituyó sin duda un error del que se aprovechó la C.N.T. para llevar a su organización a esos bancarios descontentos y de republicanismo tibio, tratando de darles una personalidad al crear una organización sindical ficticia y una federación de Banca que no hizo más que perturbar y obstaculizar la obra seria y responsable de la organización ugetista. Como consecuencia de esa situación, esos bancarios se colocaron a toda prisa el pañuelo rojo y negro y, blandiendo su carnet confederal, se hicieron «libertarios». Una vez terminada la guerra fueron, por supuesto, los peores enemigos de los bancarios ugetistas. Este ejemplo sirve para las demás federaciones. En los tres años de guerra, la U.G.T. mantuvo la misma estructura sindical, el mismo grupo de federaciones nacionales con que contaba en 1936. La U.G.T. controló en todo momento a sus organizaciones, a sus masas, a sus militantes. La palabra «incontrolados» estuvo fuera de su lenguaje y de sus procedimientos. Esto no la descarga de la responsabilidad que pueda caberle por la existencia y desmanes de los «incontrolados», aunque éstos no vinieran de sus filas. Y para terminar este capítulo registraremos un último hecho, del que —como de los anteriores— el autor de este trabajo fue testigo. Serían los primeros días de agosto de 1936 cuando, en unión de otros dos compañeros, caminábamos por la calle o bulevar que va de la Plaza de Bilbao a la Castellana, a continuación del de Carranza, cuando en el camino tropezamos con una patrulla de milicianos de pañuelo rojo y negro al cuello, magníficamente vestidos y bien armados. La verdad es que encontramos un poco extraño el grupo. ¡Cuál no sería mi sorpresa al reconocer, entre los «libertarios», al conde de San Antolín de Sotillo, máximo cacique de los labradores de los caseríos de las aldeas asturianas del concejo de donde eran

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oriundos mis abuelos y mis padres. Cuando advertí de esto a mis compañeros, éstos reaccionaron queriendo denunciar al resto de los componentes del grupo la personalidad del conde. Les persuadí de lo inútil y peligroso del gesto. Era posible que todo el grupo tuviera, poco más o menos, la misma significación. Serían ellos los que nos tratarían de fascistas y los que tranquilamente, con su personalidad de milicianos y al grito de «¡Paso a la F.A.I.!», liquidarían expeditivamente la cuestión. Siguieron hacia el barrio de Salamanca. Al día de hoy, el autor ignora cuál haya podido ser la suerte del conde, de lo que sí está seguro es de que aquella patrulla que se perdió por las calles de Madrid andaba realizando toda clase de fechorías y de provocaciones contra la República, amparándose en su indumentaria y en sus carnets, que a buen seguro no les faltarían. En Madrid fueron muchos los militantes obreros asesinados, sin que nunca llegara a saberse quiénes habían sido los asesinos. Grupos de «control» de estas características se presentaban en los Bancos con la «orden» de un Comité para disponer de los fondos de determinadas cuentas corrientes, o con el propósito de «incautarse» del contenido de cajas fuertes cuidadosamente seleccionadas. ¿Cómo conocían, cómo sabían esos «libertarios» que esas cuentas corrientes y esas cajas de alquiler —en general, de aristócratas o de comunidades religiosas— estaban bien nutridas?... Las venganzas personales desempeñaron importante papel entre los propios elementos del movimiento, en la retaguardia de la zona republicana. Por supuesto, los empleados de banca, en general, y los ugetistas en particular, se oponían a tales acciones —que se desarrollaban al margen de la legalidad y de las disposiciones establecidas por el gobierno—, algunas veces, incluso, con riesgo de sus vidas, pues los «incautadores» solían presentarse armados hasta los dientes.

101 ALGUNOS ASPECTOS DEL PROBLEMA ECONÓMICO EN CATALUÑA

El problema económico y su organización constituían algo fundamental para la subsistencia de la zona republicana, tanto desde el punto de vista de las necesidades de la población civil como desde el de las militares. En orden a la industria pesada, el gobierno podía contar —aunque por poco tiempo—• con Vizcaya y Asturias; en el resto de la España republicana, con Cataluña y Levante, principalmente con Cataluña, bien que existiera un no pequeño inconveniente: la frontera con Francia estaba «controlada» por los libertarios. Cataluña era vital para la guerra. El anarquismo se había apoderado, «a lo libertario», de la industria y el comercio, sustrayendo al gobierno •—al autónomo y al central— el control de parte tan vital de la economía. La C.N.T. ponía en práctica sus elucubraciones económicas, realizaba una política propia —«privada», pudiera decirse— de importaciones y exportaciones ; en una palabra, trataba de organizar, a su modo y bajo su hegemonía, la vida económica de la región y procedía arbitrariamente a una política sin sentido de expropiaciones y colectivizaciones, de establecimiento de normas y principios económicos de su invención y, para no olvidar las cosas del siglo pasado, por diferentes lugares del país surgían comunas que implantaban el comunismo libertario. En su calidad de partido político de la clase obrera, y de dirigente, por lo tanto, de sus aspiraciones políticas, el P.S.U. de Cataluña y —en unidad de acción y pensamiento con él— la U.G.T. de la región catalana propugnaban que el gobierno de la Generalidad controlara y coordinara, con la participación de las organizaciones sindicales, la economía catalana impidiendo las extravagantes y anárquicas experiencias de la C.N.T. y de la F.A.I., y luchaban por conseguirlo. Fue éste, sin duda, uno de los problemas más serios que hubo de confrontarse en aquella situación. La C.N.T. no aceptaba, se oponía violentamente a ceder lo que ella consideraba

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—sin tener en cuenta para nada las realidades de la guerra— como fundamental conquista del proletariado, de acuerdo con su interpretación de la «Revolución social», olvidando que, en la encrucijada histórica en que se encontraba la clase obrera española, no se trataba de revolución social, sino de algo más simple e inmediato: de defenderse del fascismo, «renunciando a todo, menos a la victoria»

El 11 de agosto de 1936, fruto de largas discusiones, el gobierno de la Generalidad publicaba un decreto creando el Consejo de Economía de Cataluña; en él se implicaba a todas las organizaciones, pero sólo el P.S.U.C., la U.G.T. y los republicanos —éstos débilmente, por su carencia de energía frente a los «libertarios»— serían consecuentes con los objetivos y propósitos que, aunque tímidamente esbozados, serían misión del nuevo organismo. He aquí el mencionado documento: «La subversión por que atraviesa Cataluña a consecuencia de la revuelta producida en toda España, aconseja que con toda urgencia se proceda a la constitución del Consejo de Economía de Cataluña, con objeto de estructurar y normalizar convenientemente la economía catalana y dar solución a los graves problemas que lógicamente se han planteado. Este Consejo es preciso que esté integrado por delegados de los partidos políticos y organizaciones obreras que han luchado conjuntamente contra el movimiento fascista y que conjuntamente también han de contribuir al renacimiento de la economía de nuestra tierra, con la colaboración entusiasta de todo el pueblo trabajador de Cataluña. Por lo tanto, a propuesta del consejero de Economía y Servicios Públicos, y de acuerdo con el Consejo Ejecutivo, decreto: «Primero. Se crea el Consejo de Economía, cuya competencia se extenderá a toda Cataluña y que constituirá el organismo ordenador de la vida económica catalana. «Segundo. El Consejo de Economía acordará, previos los asesoramientos que considere necesarios, las normas adecuadas para el establecimiento de la normalidad económica en todo el territorio de Cataluña. «Tercero. El Consejo se compondrá de la siguiente manera: »Será presidente el consejero de Economía y Servicios Públicos, el cual podrá delegar su representación en la persona que considere más conveniente. »Serán vocales de este Consejo: Martín Barrera y Maresma, Vicente Bernades y Biusá y Juan B. Soler y Brú, por Esquerra Repu-

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blicana de Cataluña; Ramón Peypoch y Pi, por Acción Catalana Republicana y otros partidos de izquierda; Eusebio C. Carbó, Juan P. Fábregas y Cosme Rofes, por la C.N.T.; Antonio García Birlan y Diego Abad de Santillán, por la F.A.I.; Juan Fronjosá y Salomó, Juan Grijalbo y Serres y Juan Puig y Pidemont, por la U.G.T.; Juan Pou y Mas, por la Unió de Rabassaires; Andrés Nin, por el Partido Obrero de Unificación Marxista; Estanislao Ruiz Ponseti, por el Partido Socialista Unificado de Cataluña. «Barcelona, 11 de agosto de 1936. Luis Companys. — El consejero de Economía y Servicios Públicos, José Tarradellas.» El intento de poner en marcha un organismo controlador y coordinador de la economía catalana significaba un gran paso. Este organismo oscilaba desgraciadamente entre los inconvenientes y obstáculos que representan las concepciones de la C.N.T. y los planes utópicos de los elementos faístas miembros del Consejo, por un lado, y la propia política del gobierno de la Generalidad, en competencia y casi diríamos que en lucha con el gobierno central, por otro. La política económica de la Generalidad estaba ella misma impregnada de «libertarismo», operando por su cuenta en renglones y actividades económicas que no eran de su competencia, lesionando intereses de carácter general y restando elementos y recursos a la lucha. Sólo deseamos recoger algunos ejemplos de la política económica de la C.N.T. allí donde imponía sus procedimientos. «Colectiviza» la C.A.M.P.S.A., suprime su Consejo y nombra un Comité nacional de dirección; realiza una reorganización de la que forma parte el establecimiento, en plena guerra, de la jomada de seis horas. La C.A.M.P.S.A. era un organismo nacional. ¿Resultaba correcto reducir la jornada de trabajo en aquella situación? El poderoso Sindicato Único del ramo de la Madera, de pura influencia faísta, el 6 de octubre, mucho después de constituido el Consejo de Economía de la Generalidad, expresaba estas concepciones: «Nosotros vamos a por todo. Ya decíamos en otro artículo que hay que ir a por todo, que hay que trastocar todo lo existente; hay que sanear los focos de infección. Tenemos que dar una sensación de estabilidad reconociendo que al régimen burgués le ha tocado su hora final. Tenemos que hacer renacer la confianza entre los trabajadores. Tenemos que decirles y les decimos: Obreros de la madera: los patronos no existen, y para que lo veáis claro presentamos este balance. Los patronos carpinteros, cobijados en la guarida de «trabucaires» del Fomento, ya no existen, y en su lugar el Ramo de la

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Madera ha instalado una de sus oficinas. La canalla ebanista que tenía su sede en la Escuela de Artífices, hoy completamente desorganizada, destruida, ya no existe, y el local y la documentación están bajo nuestra custodia. «Nosotros vamos a por todo, y tenemos el deber de imponernos y nos impondremos como sector revolucionario. »A1 crearse nuestros talleres confederales, tenemos que imprimir ritmo a nuestras actividades. Nosotros queremos [ser], y cuando lo decimos es que estamos seguros de poder[lo] ser en plazo corto, los únicos que tengamos bajo nuestro control toda la producción. Todos los trabajos han de hacerse por medio del Sindicato, ya que si bien es verdad que antes fueron organismos de lucha contra el capital, hoy han de ser los que regulen la producción...» En setiembre, una colectividad agrícola establecía en sus estatutos que, para formar parte de ella, era obligatorio pertenecer a la C.N.T. o a la U.G.T. —en realidad, la colectividad era cenetista—. Su artículo 1.° decía: «Todos los que ingresen a formar parte de la colectividad vienen obligados a entregar a la misma todos los bienes, propiedades, animales de trabajo, utensilios del mismo y todos los frutos de la cosecha del presente año...». El Pleno de la Federación Local de Sindicatos Únicos de Barcelona y el Pleno de grupos de la F.A.I. hacían las siguientes declaraciones, con fecha 2 de agosto: «Los anarquistas deben continuar formando parte de los Comités antifascistas, influyendo en todo momento para que la lucha se mantenga en un plano enérgico y radical, sin que degenere en ningún contubernio político del cual, a la postre, el Pueblo sería la doble víctima. «Asimismo, el Pleno expresa la necesidad de que nuestra actividad no se estanque limitándose a un solo aspecto de la lucha entablada. »La economía burguesa, en quiebra total, y la democracia, fracasada política y socialmente, carecen ya de soluciones propias. Y las organizaciones obreras, particularmente la C.N.T. así como el movimiento anarquista, deben aprestarse a toda una obra de reconstrucción económica que habrá de ir desde la colectivización hasta la socialización de las tierras, de las minas y de las industrias...»

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Leyendo éstos y casi todos los documentos de tipo económico o en relación con los problemas de la economía no parecía sino que estábamos en pleno triunfo de la «Revolución social» y que se trataba de implantar el comunismo libertario; que la guerra no tenía importancia, que ya estaba resuelta; que la victoria estaba asegurada. Es la única conclusión a que puede llegarse al comprobar tanto infantilismo, tal ignorancia de las realidades que se confrontaban, lo mismo en los frentes de batalla que en los de la producción y, como corolario, en los de la diplomacia internacional. El anarquismo era impermeable a esa grave situación. «Nosotros vamos por todo». No era ésta la afirmación simple de un sindicato, era la expresión de una mentalidad. Lo que se ha escrito y se sigue escribiendo para presentar estos problemas con otras imágenes está en contradicción con los hechos, y lo que cuenta son los hechos, no la fraseología. Refiriéndose a los problemas económicos, Juan Peiró, uno de los más valiosos elementos que ha tenido la C.N.T., en un artículo suyo publicado en Solidaridad Obrera del 15 de agosto dice, entre otras cosas: «A juicio mío, yerran fundamentalmente los que creen que es ahora el momento propicio para implantar sendas reivindicaciones proletarias de tipo social, como son la reducción de jornadas y el aumento de sueldos y salarios. El error inicial ha partido del gobierno de la Generalidad, puesto que implica una inconsciencia supina el establecer la jornada de 40 horas semanales, precisamente en el instante mismo en que unos acontecimientos, los más graves que ha vivido España desde hace muchísimas décadas, avisaban que la economía nacional iba seriamente a resentirse en sus propias bases...» Peiró subraya también en su artículo que presume que «el gesto del gobierno de la Generalidad ha querido ser un golpe de efecto para captarse la simpatía del proletariado catalán». En efecto, ésa es la interpretación correcta, y la conclusión no puede ser otra sino que se trata de un caso más de «ir detrás del carro», arrastrados por la demagogia. Termina su trabajo el dirigente cenetista con esta frase: «Y las economías se forjan y prosperan a fuerza de trabajo, trabajo y trabajo». En este caso se trataba, fundamentalmente, de la economía de una guerra en la que la clase obrera tenía empeñado su destino

102 PRIMER COMITÉ DE ENLACE DE LA U.G.T. DE CATALUÑA CON LA C.N.T, LA FA.I. Y EL P.S.U.C.

En los primeros momentos del movimiento, la Unión General de Trabajadores de Cataluña, así como los partidos que operaban en esa región, se vieron arrastrados por la demagogia de las organizaciones anarquistas. La lucha por liberarse de esa tiranía fue para ellos un serio y delicado problema. Aún no se ha examinado, en toda su profundidad y contenido histórico, el papel que, con todas las fallas que se quiera —el problema era de una gran dimensión—, desempeñó el Partido Socialista Unificado de Cataluña y, en el resto de la España republicana, es de justicia reconocerlo, el Partido Comunista, tanto por su propia acción como por el refuerzo y ayuda que esa acción representaba para la obra de responsabilidad que las organizaciones de la U.G.T. de España estaban llevando a cabo. No implicamos en este problema al Partido Socialista como tal, pues muchos de sus hombres se debían más a la acción sindical que a la política, ni mucho menos a los republicanos que en ninguna ocasión afrontaron abierta y decididamente ese problema. Es curioso observar cómo los «historiadores» del Movimiento, procedentes en su mayor parte del campo de la reacción, cargan siempre y sistemáticamente contra todo lo que ellos consideran labor del comunismo, a la vez que silencian, cuando no la glorifican, la de los llamados «libertarios». La verdad histórica es que la tendencia responsable, de una profunda interpretación nacional y patriótica, de un sentido del orden y la disciplina acordes con su política de principios, se encontraba en aquellas fuerzas y elementos, entre ellos el Partido Comunista, que con su conducta eran la negación de todo lo que significaba justamente el proceder del conglomerado que actuaba con etiqueta «libertaria». Esa es, repetimos, la incuestionable verdad histórica. Las bases que permitieron los tres años de resistencia descansan en una causa determinante y fundamental: en los esfuerzos realizados por esa tendencia responsable que logró encauzar los problemas por caminos de dis-

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ciplina y orden republicanos, implicando, en parte, o envolviendo en esa línea a la C.N.T. y a sus organizaciones, bien que la conducta del movimiento libertario —lo reiteramos una vez más— no pueda ser examinada ni juzgada a través de sus escritos, de sus declaraciones, de los pactos firmados con las demás organizaciones, sino teniendo en cuenta los hechos. Y éstos, por lo general, no respondieron a los compromisos ni a lo que se decía o se escribía. La F.A.I. lo impedía. Lo que significaban esos esfuerzos que se estuvieron realizando durante toda la guerra, fue comprendido, en los últimos meses, por algunos de los hombres de la C.N.T. que estaban compenetrados con ellos, conscientes de la necesidad de que el cenetismo rectificara sus procedimientos y su conducta, pero era ya demasiado tarde. La C.N.T. evolucionaba positivamente; la F.A.I., negativamente. La conducta de la F.A.I. se mantuvo en todo momento en la línea de la intransigencia y la cerró, con broche de oro, el golpe del coronel Casado, en marzo de 1939, arrastrando a la C.N.T., implicándola en ese final poco glorioso que enlodó tres años de heroísmo. En nombre de la U.G.T. también trataron de hacerlo Besteiro y Trifón Gómez, en este caso con la colaboración de Wenceslao Carrillo, mas su conducta no correspondía a la política del Partido Socialista y de la U.G-T., ni la representaba. Pero de esto hablaremos más adelante. Los elementos del P.S.U.C. y de la U.G.T. propiciaron en Cataluña el primer Comité de enlace, que tuvo una aplicación práctica de muy bajo porcentaje. El 11 de agosto de 1936 se publicaba el siguiente documento: «Al objeto de hace más eficiente la acción revolucionaria de los trabajadores contra el fascismo y reforzar y encauzar la unidad que en los combates del 19 y 20 del pasado se realizó, se constituye en esta fecha un Comité de enlace compuesto de dos representantes de la C.N.T., dos de la U.G.T., uno de la F.A.I. y uno del P.S.U.C. »Primero. Este Comité tendrá la misión de buscar puntos de coincidencia que existan entre estos organismos, sometiéndolos a la discusión y aprobación de ellos, para lanzar después de las orientaciones y consignas públicas. «Segundo. La creación de este Comité de enlace no roza en absoluto la personalidad propia de cada organización que lo compone. «Tercero. Cuando en cualquier problema los organismos pactantes lleguen a un acuerdo, previamente discutido el asunto por las organizaciones, el Comité de enlace cuidará de conseguir que los representantes de los distintos comités y comisiones (Comité central de Milicias, Consejo de Economía, etc.) defiendan los puntos de coincidencia de las entidades que suscriben. «Cuarto. Este Comité propugnará y aconsejará a sus afiliados y 3

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organizaciones la formación en todos los sitios de trabajo de comités de fábrica, con representación proporcional de afiliados de la C.N.T. y U.G.T. »Sexto. La creación de este Comité de enlace supone el respeto mutuo de los sindicatos de cada Central y la libertad de sindicación para los obreros en una de las dos centrales sindicales. «Séptimo. Mientras exista este Comité de enlace, las organizaciones que lo componen se comprometen a renunciar a toda clase de ataques y críticas de tipo violento. Las críticas que puedan hacerse mutuamente, en su caso, habrán de ser completamente fraternales. «Octavo. Este Comité de enlace dará una nota a la Prensa comunicando a los trabajadores y a la opinión pública en general la formación del mismo y sus objetivos. «Noveno. Este Comité de enlace se dirigirá al Comité nacional de la C N . T . y a la Comisión ejecutiva de la U.G.T., dándoles cuenta del acuerdo y expresando el deseo de hacer lo mismo en el plano nacional. «Barcelona, 11 de agosto de 1936. Por la U.G.T., Antonio Sesé y Emilio García; por la C.N.T.,. José Pérez Rubio y Facundo Roca; por el P.S.U.C., Juan Comorera; por la F.A.I., Pedro Herrera.» Como se desprende del propio texto, el documento revelaba reservas, era tímido y condicionante, era el fruto de un esfuerzo entre dos corrientes, dos tendencias, pero significaba un paso positivo. La U.G.T. y el P.S.U.C. intentaban avanzar por el difícil camino de la comprensión y de la realidad. Como recordará el lector, poco después del pacto, Antonio Sesé, firmante del documento y secretario de la U.G.T. de Cataluña, caía asesinado por «incontrolados» libertarios.

103 HACIA EL FIN DEL GOBIERNO GIRAL

En agosto de 1936, en todas partes, los problemas del frente marchaban mal, y los de la retaguardia no presentaban mejor cariz. En general, la situación tendía a deteriorarse por momentos. La República había reconocido a la Unión Soviética y el 27 de agosto el primer embajador ruso, Marcelo Rosenberg, presentaba sus cartas credenciales al presidente Azaña. Este hecho fue de gran trascendencia, y no precisamente por lo que los detractores de la República dicen y comentan. La Unión Soviética no tenía minas en Riotinto, en Puertollano o en Peñarroya, ni en ningún otro lugar de la Península; no mantenía una política de guerra, sino de paz. Estaba contra el nazifascismo, que era la guerra. No tenía, en síntesis, ningún interés que defender en España; sentía la causa de la democracia española, y se solidarizaba con ella y con su lucha por la libertad y la independencia frente a la acción del fascismo internacional. Por la intervención de las potencias del Eje, el conflicto había adquirido un carácter internacional. En París se celebró una reunión conjunta de la F.S.I. y de la Internacional Socialista, con participación de las Trade Unions inglesas, la C.G.T. francesa y otras centrales nacionales. Las Trade Unions se mostraron indiferentes; la CG-T. francesa se manifestó decididamente, desde el primer momento, en favor del pueblo español. Jouhaux, con España; Citrine, como siempre, con el Imperio Británico. Por otra parte, los sindicatos soviéticos, la Internacional Comunista y la Internacional Sindical Roja se declararon abiertamente en favor de la clase obrera española y de la República española. La acción internacional de solidaridad con la España republicana se ponía en marcha. En la Sociedad de Naciones, en cambio, triunfaba la cobardía, el cinismo, la claudicación. El Comité de «no intervención», aprobado por veintiocho Estados a finales de agosto, fue un monumento internacional de hipocresía. Pero la solidaridad moral con la República no significaba

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nada frente a la mucho más efectiva que las potencias del Eje prestaban a los sublevados. El 23 de agosto, el gobierno Giral pasó por un momento grave, difícil. Los «incontrolados» —y en este caso concreto el concepto tiene un sentido más general— estaban creando una situación de extrema gravedad, particularmente en Madrid, donde radicaba el cuerpo diplomático acreditado ante la República. Algunas embajadas y consulados habían sufrido molestias sin importancia. Es cierto que muchas de ellas —sin contar, por supuesto, a la italiana y la alemana— no se mantuvieron dentro del respeto y neutralidad a que estaban obligadas, pero algunas de las estampas que podían observar, y que no podían permanecer ocultas, las transmitían a sus respectivos gobiernos. Los pueblos que se consideran civilizados están obligados a respetar ciertas normas y principios, entre éstos el sagrado del respeto a la persona humana. El hecho de que el enemigo no respete elementales normas de justicia y humanidad no puede justificar que su adversario haga lo mismo. Pero no es ésta la cuestión que deseamos abordar. Ya se ha escrito, y se seguirá escribiendo, bastante sobre el particular. Deseamos solamente dejar constancia de un hecho concreto. El Cuerpo diplomático acreditado en Madrid se enteró de que elementos «incontrolados» organizaban un asalto a la cárcel Modelo con el propósito de tomarse la justicia por su mano. En dicha cárcel se encontraban significadas personalidades civiles y militares que aparecían como directa o indirectamente implicadas en el movimiento. Entre el grupo de personalidades civiles se hallaban los ex ministros Martínez de Velasco, Rico Avello, Ramón Alvarez Valdés, Rafael Salazar Alonso y el significado político Melquíades Alvarez. El Cuerpo diplomático amenazaba con retirarse de España si se seguían realizando actos de violencia al margen de las leyes y de los organismos de justicia legalmente constituidos. Frente a la cárcel, con intención de asaltarla, y coincidiendo con una subversión en el interior, se agolpaba una exaltada multitud. ¿Quién la había convocado? ¿Quién había planeado ese objetivo?... Las organizaciones responsables que sin formar parte del gobierno Giral le estaban apoyando incondicionalmente no estaban implicadas, desde luego, en esos propósitos ni en esa maniobra poco clara y de la más alta provocación. Ante esa grave situación, el gobierno creó con toda urgencia un organismo legal de justicia, de carácter excepcional: el Tribunal Popular, del que formaron parte, en calidad de jurados, junto a los tradicionales elementos de la magistratura, representantes de las organizaciones integrantes del Frente Popular. La multitud que se agolpaba frente a la cárcel pedía justicia. ¿Quiénes —volvemos a preguntar— provocaban y alimentaban una situación que, en el fondo y con intenciones poco claras, lo

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que intentaba —sin duda con complicidades en el interior— era el asalto, el barullo, la confusión, para lograr ciertas evasiones, entre ellas, como pudo comprobarse, la de Salazar Alonso, que de siempre, como gran parte de los lerrouxistas connotados, había tenido ligas muy estrechas con elementos «libertarios»?... Este episodio nunca fue esclarecido, manteniéndose versiones que no corresponden exactamente a la realidad. Se instaló con urgencia el Tribunal Popular en la propia cárcel para dar un cauce legal al problema. En representación suya, la U.G.T. designó como jurado a Felipe Pretel. El tribunal actuó y dictó las sentencias que estimó de justicia. Se había evitado una gran provocación que, posiblemente, hubiese significado el más difícil y grave problema de tipo diplomático para el gobierno y para la República. El asalto habría significado una gran matanza y tal vez, aunque parezca extraño, el logro de ciertas evasiones. Si el Cuerpo diplomático, por esa circunstancia, hubiese acordado retirarse de Madrid, las consecuencias habrían sido desastrosas. Azaña, presidente de la República, quiso dimitir, tal era su indignación. En este caso, perdieron quienes montaron y llevaron a cabo la provocación. Sin ella y sin la presión que ella supuso, posiblemente se hubieran salvado algunas de las vidas que se pensó se evadirían en el barullo. Lo revelador del caso es que Salazar Alonso, con ayudas y complicidades interiores y exteriores, estuvo a punto de lograrlo. En la calle tenía algunos viejos amigos que lo intentaron. Por unas horas, según Pretel informó a la Ejecutiva, había estado «perdido». No es nuestro objeto hacer comparaciones entre el terror aplicado en una y otra zona. En todo caso, la República, sus autoridades, ni lo determinaron, ni lo aprobaron nunca; por el contrario, su gobierno luchó por evitarlo y, en cuanto logró hacerse con el control del orden público, terminó con la acción de los «incontrolados», mientras en el otro campo ocurría todo lo contrario. Empujado por los acontecimientos y por la marcha de la guerra, el gobierno Giral se acercaba a su fin. A finales de agosto presentó la dimisión. Ante la gravedad de la situación se hacía indispensable un gobierno de la más amplia base, con mayor autoridad y representación. El presidente de la República, Azaña, se enfrentaba a una situación difícil, tanto más cuanto que —llevado de su delicadeza y elegancia intelectual, de sus muy personales concepciones— no sentía ninguna simpatía por el Frente Popular, ni por las organizaciones de clase. En el fondo, la «chusma» le producía repugnancia y miedo. Pero la etapa de un equipo gubernamental exclusivamente republicano, de tertulia, chismorreo e intrigas, que él pudiera manejar a su antojo, había terminado. Muchos de los que, en horas pasadas, habían manifestado que la República deberían dirigirla los republicanos, en esta grave situación de ahora no tenían inconveniente en proclamar, con sus actos más que con sus palabras: «La República para

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quien la quiera». El propio presidente, de acuerdo con su conducta posterior, venía a decir lo mismo en su fuero interno. En las horas fáciles, el juego político es muy bonito; en las difíciles y dramáticas, la cosa cambia. Todas las revoluciones nos ofrecen elocuentes ejemplos a este respecto. El régimen había quedado sin dirigentes republicanos, de ésos que siempre se mostraban en primera fila; otros, ya habían pasado al campo de la traición. Todos se situaban detrás de la clase obrera y de las fuerzas populares; lo que representaba para aquélla un verdadero emplazamiento histórico en el que, por imperativo de las circunstancias, tenía que renunciar a sus aspiraciones de clase para luchar en vanguardia, llevando el peso fundamental de la batalla por la República y por el régimen republicano, con la esperanza de imprimirles el máximo de un contenido social que significara, después de la victoria, la consolidación de las bases de la revolución democrático-burguesa, de su desarrollo, y garantizar con ello la posibilidad de avanzar hacia estadios superiores de tipo social, político y económico que permitieran al proletariado español continuar luchando por su objetivo fundamental: el socialismo. Del gobierno Giral, pasamos así al primer gobierno de España presidido por un socialista, por el secretario general de la Unión General de Trabajadores de España, Francisco Largo Caballero.

104 EL GOBIERNO LARGO CABALLERO

La solución de la crisis del gobierno Giral era difícil para el presidente de la República. Este no tenía más que una solución: el Frente Popular. Por otra parte, estaba obligado a resolverla con urgencia. A Prieto le hubiese encantado la reorganización del gobierno Giral con la entrada de socialistas, es decir, un gobierno republicano-socialista. Las discrepancias entre las direcciones del P.S.O.E. y de la U.G.T. (Caballero-Prieto) impedían esa solución y no permitían más que una: gobierno socialista-republicano, y para esa fórmula no había más que un hombre: Francisco Largo Caballero, que gozaba, en aquellos momentos, de mayor prestigio entre todos los dirigentes del movimiento obrero y de la República. Caballero estaba en condiciones de impugnar, para bien o para mal, un gobierno Prieto con republicanos; Prieto no tenía la posibilidad de oponerse a un gobierno Caballero (U.G.T.-socialistas) con comunistas y republicanos. Coincidiendo con el presidente de la República, Prieto no hubiese incluido en su gobierno al Partido Comunista. Caballero, respaldado en su popularidad y prestigio, estaba en condiciones de imponer al presidente de la República un gobierno de la más amplia base que incluyera al Partido Comunista e incluso a la C.N.T. Tal era la situación a finales de agosto y principios de setiembre de 1936, cuando «el poder estaba en la calle» y el enemigo, avanzando en todos los frentes, se acercaba a Madrid. Y todo eso sucedía gracias a la parodia de la política de no intervención que privaba de medios de defensa a un gobierno legal, mientras se toleraba una política de complicidad descarada para con los intervencionistas nazi-fascistas. El 2 o el 3 de setiembre, a mediodía, el secretario de la presidencia de la República llamaba a la Comisión ejecutiva preguntando por Largo Caballero, que acudió al teléfono. El presidente de la República le convocaba a consulta con urgencia. Los miembros de la Ejecutiva, Mariano Muñoz y el autor de este trabajo acompañamos a Caballero al Palacio de

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Oriente —junto con Cazorla, el chófer al servicio de Caballero y de la Ejecutiva. Llegamos a la presidencia y Caballero fue recibido inmediatamente por el presidente, con quien conversó durante media hora, mientras nosotros esperábamos en la antesala. Cuando sale de la consulta se limita a decirnos : «¡ Vamonos!». A los periodistas que le esperaban, les dice: «El presidente acaba de encargarme la formación de gobierno. No puedo decirles más. Ahora mismo voy a reunirme con la Comisión ejecutiva de la U.G.T. para examinar el problema». Nos vamos hacia el coche para regresar a Fuencarral 93. Un obrero estuquista, un dirigente obrero ugetista, un socialista tenía sobre sus espaldas la responsabilidad histórica de los destinos de España en las horas más trágicas de su Historia. El obrero, el dirigente sindical y político, el ex ministro del Trabajo que se negaba a que la organización a la que servía, a la que había entregado y estaba entregando su vida pusiera a su servicio un coche. El autor, por supuesto, no está de acuerdo con ese tipo de modestia, con esa actitud que cae de lleno en lo que venimos definiendo como mentalidad del «pablismo». Tan pronto como llegamos al domicilio de la U.G.T., la Comisión ejecutiva se reúne. Caballero da cuenta de la entrevista con Azaña, en la que éste le ha encargado de formar gobierno. Un detalle que debe retenerse: Caballero no se consideraba representante del P.S.O.E., sino de la U.G.T. En Fuencarral 93 se estaba viviendo un momento histórico. Por unanimidad, la ejecutiva se mostró conforme en que aceptara la responsabilidad de la formación de gobierno. Caballero expuso su idea central: 1

1. Después de haber dejado el Ministerio del Trabajo en 1932, Largo Caballero recibía constantemente anónimos con amenazas de muerte. Hacía una vida normal, viajando en tranvía varias veces al día desde su domicilio hasta Fuencarral 93, para atender los trabajos de la Secretaría de la U.G.T. Se oponía a que ésta adquiera un coche para su servicio. Fue necesario buscar una fórmula engañosa que permitiera facilitarle el coche, sin cargo para la Tesorería de la U.G.T. La fórmula fue una carta simulada de Araquistain haciendo ver que un grupo de amigos regalaban a la U.G.T. un coche para ponerlo al servicio del compañero Caballero. Así se logró que aceptara el servicio del automóvil, con Cazorla como conductor. La factura no fue pagada, como es comprensible, por Araquistain, ni con «oro de Moscú», sino por elementos de una determinada federación nacional de la U.G.T. La primera etapa de uso del automóvil, fue breve, de días, de la última semana de setiembre a primeros de octubre de 1934 en que, como consecuencia del movimiento de octubre, Caballero fue detenido. La segunda, de su liberación al cuatro de setiembre de 1936, en que se hacía cargo de la Presidencia del gobierno y del Ministerio de la Guerra. El coche de los «amigos» se cambió entonces por el oficial del presidente del gobierno. Así fue como el líder más prestigioso y popular de una larga etapa de nuestro movimiento obrero tuvo a su servicio personal un coche particular.

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el gobierno debería ser lo más amplio y representativo posible; consideraba indispensable contar con el apoyo del Partido Comunista y con su colaboración en el gobierno. En cuanto a la C.N.T. —dada la posición de extremismo e intransigencia política que había venido manteniendo— no consideraba oportuna, por el momento, su participación. • No obstante, exploraría sobre la marcha ese problema. Estimaba, además, que las centrales sindicales no deberían aparecer directamente implicadas en el gobierno, si bien la U.G.T. lo estuviera indirectamente. Para el autor de este trabajo, Caballero traía en cartera la conformidad del presidente para que incorporara en el gabinete al Partido Comunista, pero no así a la C.N.T. La Comisión ejecutiva, por unanimidad, dio un amplio voto de confianza a su secretario general para que, con toda libertad, iniciara las consultas e integrara el equipo ministerial como estimara más conveniente y útil para el cumplimiento de su difícil misión, reiterándole su incondicional solidaridad. Caballero contaría con el apoyo al ciento por ciento de la U.G.T. y de sus federaciones nacionales. Caballero inició acto seguido las consultas que casi todas se celebraron en el local de la Unión General. La primera fue la del P.S.O.E., que le ofreció apoyo y colaboración; la segunda, la del Partido Comunista. En representación de éste, acudieron a la U.G.T. José Díaz y, si no recuerdo mal, Antonio Mije. En la primera reunión no quedó decidida la colaboración; fue en una segunda entrevista. Consideramos como pueriles y de mala fe, cuando no como falsificadores conscientes de los hechos y los problemas, a cuantos han sostenido o sostienen que la colaboración del Partido Comunista fue decidida por Stalin, como escribe Jesús Hernández en su libro Yo, ministro de Stalin en España. Ni el embajador soviético, ni ningún representante de la Internacional Comunista eran Stalin; a lo más se limitarían a exponer —tal vez lo hicieron-^- una opinión, un consejo. Jesús Hernández fue ministro por debilidad de sus propios compañeros que, conociendo su estampa moral y su pasado, lo elevaron a la categoría de ministro. Su conducta posterior confirmó su pasada condición. En un viaje por ferrocarril, de Praga a Varsovia, Vicente Uribe —a la sazón destacado miembro del Comité ejecutivo del Partido Comunista de España y honesto obrero vasco de sinceras convicciones revolucionarias— me daba a conocer a fondo ciertos antecedentes de Jesús Hernández: desde explotador de mujeres y vago profesional, hasta ladrón de cepillos de las iglesias. El declarar que fue designado por Stalin ministro en el gobierno Caballero es simplemente una infamia que han recogido y explotado los que se alimentan en el campo de la mala fe. A las dos primeras consultas mencionadas siguieron las de los partidos republicanos. Caballero podía contar con la colaboración de todas las organizaciones que integraban el Frente Popular. Ultimadas las consultas,

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formó su equipo ministerial. Considerándose antes que nada representante de la U.G.T., dio cuenta a la Comisión ejecutiva del proyecto de gobierno que iba a presentar al presidente de la República. La Ejecutiva no hizo más que darse por enterada y ratificarle el voto de plena confianza que ya le había otorgado. La presidencia del gobierno y los ministros socialistas Alvarez del Vayo y Galarza, de tendencia caballerista, se considerarían como representantes indirectos de la U.G.T. y los otros ministros socialistas —Prieto, Negrín y Anastasio de Gracia— serían oficialmente los representantes del P.S.O.E.; Vicente Uribe y Jesús Hernández, comunistas, representarían a su partido; el resto de los ministros, a los partidos republicanos, con una representación vasca y otra catalana. Caballero salió para palacio a dar a conocer al presidente la lista; ésta fue aprobada, quedando constituido el gobierno bajo la jefatura del secretario general de la U.G.T. de España. El primer gobierno de ugetistas-socialistas, socialistas a secas, comunistas y republicanos lo integraban —por lo que a las tendencias socialistas se refiere— las siguientes personalidades: Francisco Largo Caballero (U.G.T.), Presidencia y Guerra; Julio Alvarez del Vayo (U.G.T.), Estado; Ángel Galarza (U.G.T.), Gobernación; Juan Negrín (P.S.O.E.), Hacienda; Indalecio Prieto (P.S.O.E), Marina y Aire; Anastasio de Gracia (P.S.O.E.), Industria y Comercio. Los comunistas aportaron los dos ministros mencionados en el párrafo anterior. En cuanto a los republicanos, su participación era la siguiente: José Giral Iranzo, Mariano Ruiz Funes, Bernardo Giner de los Ríos, Julio Just, José Tomás y Piera, y, después, Manuel Irujo. Los dos últimos en representación de catalanes y vascos, respectivamente. Por primera vez en la historia de España —y creemos que en la de todos los demás países— quedaba constituido un gobierno de singulares características, presidido por el secretario general de una central sindical, la Unión General de Trabajadores de España, de significación socialista, con participación de las dos tendencias socialistas existentes en el país y de dos ministros comunistas. La integración de clase del gobierno tenía esta composición: tres ugetistas de la tendencia socialista de Caballero; tres socialistas, representantes oficiales del P.S.O.E., de la tendencia de Prieto; dos del Partido Comunista; seis republicanos representantes de la pequeña burguesía radical y de las nacionalidades con régimen autónomo. La pugna de tendencias en el seno del P.S.O.E. era un signo de debilidad y no de cohesión y solidez del equipo. La única objeción privada que por unanimidad hicieron los miembros de la Ejecutiva de la U.G.T., entre sí al conocer la lista, opinión no exteriorizada a Caballero, fue la de la designación de Ángel Galarza para ministro de la Gobernación. Todos consideramos que no era el hombre adecuado para ese Ministerio,

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no obstante saber que tendría como subsecretario a Wenceslao Carrillo. Algunos ejecutivos pensaban en Ricardo Zabalza para ministro de la Gobernación. Caballero había designado a Galarza para Gobernación teniendo en cuenta su experiencia del primer gobierno de la República, cuando había ejercido el cargo de director general de Seguridad, y organizado, como tal, el cuerpo de guardias de Asalto. En todos los trabajos que sobre estas cuestiones han venido publicándose, al referirse al problema concreto del gobierno Caballero se incluye en el grupo «socialista» a las seis personalidades de esa significación, lo que no corresponde a la realidad. Bien que socialistas, Caballero, Vayo y Galarza representaban en el gobierno a la U.G.T. En aquel momento, Caballero y su fracción estaban frente a la Ejecutiva del P.S.O.E., controlada por Prieto. Caballero fue encargado de formar gobierno por su personalidad propia y como secretario general de la U.G.T. No consultó nada con el P.S.O.E. Sometió su gestión a la TJ.GT., a su Comisión ejecutiva, y no a la del Partido Socialista que se limitó a ofrecerle su apoyo y le facilitó tres ministros. Apoyado en la U.G.T., Caballero actuó al margen de la disciplina de su partido, el P.S.O.E. y de la Comisión ejecutiva del mismo. El P.S.O.E. no intervino para nada en la designación de los tres miembros de la U.G.T. que, a su vez, eran militantes socialistas, pero que actuaron al margen del P.S.O.E. Los únicos representantes del P.S.O.E., designados en nombre del Partido, eran Prieto, Negrín y Anastasio de Gracia. Caballero, Vayo y Galarza se consideraban, como venimos repitiendo, representantes de la U.G-T. y, en calidad de tales, en ciertas circunstancias informaban a la Comisión ejecutiva de la central sindical de problemas de gobierno; lo mismo hacía Caballero. En mayo de 1937, con motivo de su dimisión, Caballero rindió, ante la Comisión ejecutiva y el Comité nacional de la U.G.T., un amplio y famoso informe que duró más de seis horas, dando cuenta de su gestión de gobierno y explicando los antecedentes y causas de la lamentable crisis que, por maniobras que apoyaba el P.S.O.E., le eliminaba del poder. El provocador de esa crisis, de la que se aprovechó el Partido Socialista —es decir, Prieto—, fue Jesús Hernández. Pero de este asunto nos ocuparemos en otro lugar de esta obra. Lo que nos interesa aquí es dejar constancia de que el gobierno Caballero no fue un gobierno determinado por el P.S.O.E., bien que, en ciertas ocasiones, el propio Caballero jugara un poco al equívoco. 1

El nuevo gobierno heredaba una situación catastrófica, tanto en los 1. En sus Memorias, tomo III, nes. «El gobierno — d i c e — fluctuó Al empezar setiembre t o m ó sobre al gobierno llamado de la Victoria, de la U.G.T. y dos comunistas...»

pág. 5 0 1 , Azaña confirma nuestras afirmacioun par de semanas. Fue imposible sostenerlo. sí la responsabilidad de retirarse y dio paso compuesto de republicanos, socialistas, sindicales

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frentes de batalla como en la retaguardia. En Cataluña prevalecía una situación muy especial, agravada por la persistencia de actitudes y la conducta negativa de la C.N.T. ante todos los problemas, especialmente ante los económicos y el del control —terrorista— que ejercía en la frontera. A esto había que añadir unas relaciones conflictivas entre el gobierno central y el autónomo. Por si ello fuera poco, existía la acción anárquica del famoso Consejo de Aragón, erigido en verdadero cantón. Se hacía urgente e indispensable, por otro lado, acabar con el desbarajuste de las milicias, transformándolas en un ejército popular y disciplinado. A esta medida de orden y disciplina se oponían la F.A.I. y la C.N.T. Es una verdad a medias el considerar, como hacen algunos autores, que Caballero era opuesto a la «militarización» de las milicias. Caballero —influido un poco, desde luego en una concepción simplista, por los Episodios Nacionales de Galdós— exaltaba el papel de las guerrillas y de los guerrilleros, pero no negaba la necesidad y la urgencia de organizar un verdadero ejército. Pronto se convenció de ello. En 1936, la situación era muy otra a la vivida por el Empecinado y por Mina en el siglo pasado. No es cierto que Claridad y Caballero estuvieran contra la creación de un ejército popular. Uno de los primeros asesores militares de Caballero fue el general Asensio. No cabe pensar que ese meritorio militar profesional, como otros que integraban el equipo del Ministerio de la Guerra, tuviesen semejante concepción. «Otro trabajo urgente que el Ministerio emprendió —dice Caballero en su libro Mis Recuerdos— fue la organización de un ejército regular. Se anularon los títulos de amigos y correligionarios en las unidades: se constituyeron cuerpos de ejército, divisiones, brigadas, regimientos, batallones y compañías con su número de orden. A los milicianos se les consideró como movilizados y sujetos a la disciplina militar, al Código, Reglamento y Ordenanzas, y periódicamente se hicieron movilizaciones con arreglo a ley de Reclutamiento...» He ahí cómo se expresa Largo Caballero en orden a problema tan delicado como fundamental. La C.N.T. y la F.A.I. debieron terminar por aceptar la militarización. Pero no era suficiente aceptarla; había que comprenderla y cumplirla con toda decisión, y no a medias y con reservas.

105 DIFICULTADES A QUE TUVO QUE ENFRENTARSE EL GOBIERNO CABALLERO (PERÍODOS DE MADRID Y VALENCIA)

Ya hemos señalado algunos de los problemas más difíciles a que tuvo que hacer frente el gobierno Largo Caballero cuando, el 4 de setiembre de 1936, sucedió al del doctor Giral. Insistiremos en ello; nunca será bastante, pues la tarea era realmente sobrehumana. Se trataba de levantar a un Estado totalmente desmoronado. En Cataluña y Aragón, la C.N.T. y el anarquismo, como venimos subrayando, ejercían su total hegemonía; en Levante, en una proporción considerable. El gobierno de la Generalidad era prisionero de la F.A.I. y, al mismo tiempo, mantenía una posición conflictiva con el gobierno central. En Aragón, el anarquista Joaquín Ascaso había montado «su propio gobierno» bajo el título de Consejo de Aragón. En el País Vasco, los nacionalistas situaron en un primer plano —en aquella situación— el problema del Estatuto Vasco, con la amenaza de no luchar si no lo obtenían. Actitud de chantaje y coacción impropia de las circunstancias. Los nacionalistas vascos tuvieron una forma muy especial de interpretar las realidades de aquellos momentos, como la siguen teniendo en el día de hoy, cuarenta años más tarde. Caballero debió precipitar todos los procedimientos para que en la sesión de Cortes del 1.° de octubre se aprobara el Estatuto Vasco. No obstante esa concesión, los problemas posteriores no se solucionaron fácilmente con el nuevo gobierno autónomo de Euskadi oue, llevado de un espíritu negativo de independencia, ponía reparos a muchas cuestiones y discutía las designaciones que, dentro de sus facultades, hacía el gobierno central. El gobierno vasco desarrollaba su propia política de guerra y de comercio exterior, al igual que lo hacían el de Cataluña y, en pequeño, el Consejo Soberano de Asturias; por último, también escapaba a todo control de gobierno el Consejo de Aragón. Todos, en los hechos,

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se consideraban cantones independientes, negándose a comprender y aceptar las realidades dramáticas que vivía España, encerrándose en egoísmos particulares en perjuicio de los intereses generales de todo el pueblo español. El comercio exterior se vio fraccionado por la acción que desarrollaban comisiones, comités de exportación y compras de Cataluña, de Euskadi, del Consejo Soberano de Asturias y León, del de Aragón y aun de otros organismos del litoral levantino en los que la C.N.T.-FA.I. ejercía su control. Todos ellos mantenían delegaciones o representantes comerciales en París, Marsella, Bruselas y otros lugares del extranjero. Sobre todo para la exportación de agrios. Toda una política cantonalista y de desintegración económica precisamente cuando más vital e indispensable era la unificación, la coordinación y la integración económica de toda la España republicana. El gobierno central no era bueno más que para pedirle divisas, para exigirle ayuda, pero no para ofrecérsela. La militarización de las milicias y el establecimiento de un orden y una disciplina en lo militar y en lo económico eran problemas fundamentales para el gobierno, pero para ello tropezaba con el serio inconveniente de un orden público totalmente deteriorado. La famosa «Columna de Hierro» anarquista se cubría de «gloria» en la región levantina, dedicándose —según afirmaba— a «limpiar la retaguardia» mediante toda clase de desmanes y fechorías. En el Centro, otra famosa columna bajo dominio anarquista, la «Columna del coronel del Rosal», hacía otro tanto. Instalada en Tarancón y habiéndose dado, por sí y ante sí, la misión de «evitar las huidas de Madrid», estuvo a punto de fusilar a algunos de los ministros que, por decisión del gobierno, se trasladaban a Valencia, entre ellos a los propios ministros de la C.N.T. A esos problemas y a muchos más se enfrentaba el nuevo gobierno. Para intentar resolver algunas cuestiones económicas de Cataluña, el ministro de Hacienda, doctor Negrín, designó una comisión que se trasladó inmediatamente a Barcelona con el fin de tratar de resolver diferentes problemas con José Tarradellas, consejero de Economía de la Generalidad. Estaba integrada por el subsecretario de Hacienda, Jerónimo Bugeda; por el director general de Impuestos, Sixto Ontán, y por Amaro Rosal, autor de este trabajo, en su calidad de director general de la Caja de Reparaciones. En Barcelona se incorporaría a la comisión el delegado de Hacienda, Joaquín Lozano. Un día de setiembre salimos para la ciudad con1

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1. Su reconocimiento apareció en un Decreto del 23 de diciembre de 1936. 2. En las Memorias de Manuel Azaña y en alguna otra publicación se atribuye el mando de esta columna al autor de este trabajo que nada tenía que ver ni políticamente, ni por vínculos de parentesco con el «famoso» coronel.

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dal. En Tarancón tuvimos el primer contratiempo. Bugeda, que además de subsecretario era diputado socialista —subrayo este detalle para resaltar más su personalidad—, tenía en aquella localidad un tío, creo que notario. Nos pidió que nos detuviéramos un momento; quería aprovechar su paso por el pueblo para saludar a sus familiares. Media hora después regresaba al coche pálido y deshecho. Su tío, un hombre liberal, más bien de izquierdas, había sido asesinado aquella noche por los «heroicos» milicianos de la «Columna del coronel del Rosal» acampada en Tarancón. Seguimos nuestro viaje, pero ya puede suponerse cuál sería el estado de ánimo de Bugeda. En el recorrido de la ruta levantina, a la entrada y salida de los pueblos, se ofrecía un espectáculo deprimente. En las cunetas estaban presentes las pruebas de la «limpieza» realizada en los tristes amaneceres por la famosa «Columna de Hierro» y sus secuaces. Es verdad que en las carreteras de la «otra España» el espectáculo sería el mismo, multiplicado. También lo era que un ilustre periodista y escritor del siglo X I X había escrito que España —su patria— era un pueblo en el que el 50 % de los españoles se dedicaba a luchar ferozmente con el otro 50 %. Aunque nos rebelamos a aceptar esa concepción, lo cierto es que la triste realidad de nuestra dramática historia casi, casi parece confirmarla. Llegamos a la Delegación de Hacienda de Barcelona, donde fuimos huéspedes del delegado. Como primer punto de la agenda llevábamos el plantear que la Consejería de Economía no interfiriera en los problemas generales de tipo económico y bancario; que a este respecto, en Cataluña, como en el resto de la España republicana, deberían respetarse las disposiciones del gobierno central y de su Ministerio de Hacienda, en particular todo lo concerniente a la política de divisas, de importaciones y exportaciones, que era de la incumbencia del gobierno centraL El otro problema importante que debería tratar la comisión consistía en precisar que la cuenta del Tesoro (Hacienda) existente en la sucursal del Banco de España en Barcelona fuese respetada y sus fondos, si así lo disponía el ministro de Hacienda, se traspasaran, como era norma administrativa, a la cuenta central de Madrid. Es decir, que de esa cuenta sólo podría disponer el Ministerio de Hacienda. El saldo, si no recuerdo mal, pasaba de cien millones de pesetas. El consejero de Economía de la Generalidad había empezado a disponer de esos fondos, contando con la complicidad de elementos de la Federación de empleados de Banca de Cataluña que operaban al margen de la política de su Federación nacional. En estas condiciones, al delegado de Hacienda de Barcelona le resultaba imposible cumplir sus deberes y obligaciones. Al día siguiente de nuestra llegada se realizó la primera entrevista con Tarradellas. Nos recibió con frialdad y displicencia; no mostró el más pequeño detalle de cordialidad. Sentado frente a nosotros en un gran

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sillón, jugaba frivolamente con sus manos. Ni siquiera disponíamos de una mesa de trabajo para colocar nuestros papeles. No parecía sino que estábamos en una visita de mera cortesía en la que los visitantes son inoportunos y molestos. Los gestos de frivolidad del consejero estaban dé acuerdo con la frivolidad de sus opiniones, como veremos más adelante. En seguida nos dimos cuenta de la poca seriedad que concedía a la reunión. Ni siquiera se hizo acompañar de algún otro funcionario de su departamento. Ante tal frialdad y tal falta de comprensión, que evidenciaban su indiferencia respecto de la gravedad de la situación que vivía España, incluida, por supuesto, Cataluña, el subsecretario de Hacienda y el resto de la comisión consideramos que nada positivo y responsable podía salir de aquella entrevista. Para nosotros se trataba de una gestión y una reunión de trabajo en la que, en aras de intereses comunes, se buscaran fórmulas de solución positiva a los problemas conflictivos que se registraban en aquellos momentos. Parecía como si el gobierno de Madrid fuera el enemigo, y no la junta de Salamanca. Desconcertado, Jerónimo Bugeda inició la convers a c i ó n planteándole el problema de la cuenta del Tesoro en la sucursal del Banco de España, de la que indebida e ilegalménte venía disponiendo el consejero de Economía. Contestó Tarradellas con argumentos especiosos, pero para él muy sencillos: «Esa cuenta —dijo, poco más o menos— se nutre de los impuestos de la industria y el comercio de Cataluña y, por lo tanto, esos recursos son del pueblo catalán». No salió de esa «argumentación». De nada sirvieron razones doctrinales de tipo económico, ni argumentos relacionados con la situación y las realidades que España estaba viviendo, o con las exigencias de una causa indivisible, como lo era la de La guerra. «Si esa concepción se llevara a todas las sucursales del Banco de España —le decía Bugeda—, ¿qué sucedería?» Resultaba inútil el uso de la lógica y del sentido común. Los argumentos de Tarradellas eran de pura factura «faísta». No fue posible llegar a ninguna conclusión. Analizando esa lamentable gestión, el autor —aun a sabiendas de que no era correcto— llegaba a la conclusión, en aquellos momentos, de que todos los catalanes llevaban en la sangre una proporción bastante considerable de «bakuninismo», de la mentalidad del «comunismo libertario». Terminó el consejero de Economía ratificando que, quisiéralo o no el poder central, el gobierno de la Generalidad seguiría utilizando la cuenta del Banco de España; que su saldo no sería traspasado a Madrid; que si el pueblo español aceptaba condiciones de hambre, el catalán estaba acostumbrado a comer «pollastre». Abad de Santillán, uno de los teóricos más sectarios del anarquismo, que era miembro del Consejo de Economía de Cataluña, y Cardona Rosell, el gran autor de grandes fórmulas económicas, hubieran sido más ponderados en sus conceptos. La posición del consejero de Economía fue de una total indiferencia, de una intransigencia absoluta. No había la

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menor posibilidad de diálogo. Ante esa actitud, nuestra gestión había fracasado. Madrid y Barcelona no se entendían. El delegado de Hacienda de Barcelona seguiría siendo una víctima del «faísmo oficial». Nuestra Federación de banca de Cataluña, en orden a los problemas económicos, también estaba imbuida de espíritu faísta. En los primeros (bastantes) meses de la guerra, la política económica de la Generalidad había roto la unidad de las entidades económicas de tipo nacional, tanto oficiales como privadas. La sucursal de un banco extranjero en Barcelona tenía en depósito una importante cantidad de oro en barras. De acuerdo con las disposiciones legales del Ministerio de Hacienda, ese metal tenía que haber sido entregado al Tesoro. Las gestiones realizadas en ese sentido fueron dilatándose tanto que, cuando en 1939 cayó Barcelona, ese oro seguía en las cajas del aludido establecimiento de crédito... Se daba la circunstancia de que el presidente del comité de empresa de esa sucursal y, como tal, responsable de su dirección, era hijo de un viejo y prestigioso anarquista, dirigente muy conocido y popular de la GN.T. y la F.A.I.; por otra parte, ese bancario era también uno de los principales dirigentes de la Federación de trabajadores de banca de Cataluña, afecta a la Federación nacional de la U.G.T., a la que en este caso, y para que se cumpliera una disposición oficial, no le quedaba más camino que el de un procedimiento de violencia, al que no se recurrió. En febrero de 1939, el oro quedó a disposición de las nuevas autoridades. La casa matriz de ese Banco, que radicaba en un país del Eje, premió esa conducta. He ahí un ejemplo de una «pequeña» discrepancia. No exagera mucho Peirats cuando en su libro La C.N.T. y la Revolución Española, refiriéndose a los primeros días del movimiento dice: «La Revolución Social se abría paso bajo el signo de la Confederación Nacional del Trabajo y de la Federación Anarquista Ibérica, dueñas absolutas de la vida social y económica de Cataluña...». Regresamos a Madrid convencidos de que, por el momento, nada había que hacer con el gobierno de una Generalidad que se encontraba bajo la influencia y la presión de la G N . T . y el «faísmo». Los esfuerzos del P.S.U.C. y de la U.G.T. de Cataluña, neutralizados en gran parte por esa influencia, no eran suficientes para lograr la política realista y responsable que las circunstancias exigían y en virtud de la cual se asegurara la organización de una industria de guerra que contribuyera a la centralización de la economía y no a su desintegración; a su fortalecimiento y no a su debilitamiento al no utilizar al máximo su capacidad de instalación. Los niveles de producción habían caído y se mantuvieron siempre bajos. Bajo el imperio de la C.N.T., la política de colectivizaciones y socializaciones 1

1. 4.

Op cit., tomo I, pág. 143.

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significó, por mucho que se haya escrito exaltando esa labor, una grave perturbación y una pérdida de tiempo precioso para la organización, sobre bases serias y eficientes, de una poderosa industria de guerra. Claro que se argumenta que la ley de colectivizaciones era un mal menor frente a la política loca de las llamadas socializaciones de la C.N.T. Gastadas todas las demagógicas experiencias del anarquismo, superada la falta de autoridad del gobierno autónomo al quedar establecido el gobierno central en Cataluña, asumiendo las funciones que le correspondían —con respeto para las de la Generalidad—, fueron aceptados principios de unidad de dirección y de coordinación económica, tanto por la C.N.T. y la F.A.I. como por la Generalidad, pero era ya demasiado tarde. En el tiempo perdido en los primeros meses de la guerra es donde radican las más graves responsabilidades. Haber encauzado esos problemas desde los primeros momentos, era decisivo. Cuando a última hora se aceptaron las revisiones que la realidad exigía desde los primeros momentos, el enemigo estaba ya en tierras de Cataluña. La consigna de Durruti: «renunciamos a todo, menos a la victoria» fue una simple frase para el faísmo.

106 EL ORO DEL BANCO DE ESPAÑA

Fue también a finales de setiembre de ese primer año de guerra cuando el doctor Negrín, ministro de Hacienda, me convoca al Ministerio. Cuando llego, me recibe acompañado del director general del Tesoro, Francisco Méndez Aspe. A bocajarro me dice que me ha llamado para plantearme un problema muy urgente, muy delicado y de la máxima reserva, para el que solicita la colaboración de la Federación nacional de Banca. Se trataba nada menos que de la evacuación inmediata del oro y plata, amonedado y en barras, así como de otros valores de las reservas y depósitos del Banco de España. Nos dábamos cuenta de lo que representaba desarrollar esa urgente tarea con la celeridad que pedía el ministro. En la reunión quedó establecido el plan: ese mismo día sería seleccionado un grupo de empleados de banca del Sindicato de Madrid, de la máxima confianza; se encerraría en los sótanos del Banco de España (creo recordar que ocupan tres o cuatro plantas, la última a 35 m de profundidad), y permanecerían allí, sin salir, hasta que terminaran todos los trabajos de manejo, preparación y expedición de todos los metales preciosos y valores, todo ello bajo el más riguroso control y formalidad administrativa. Unas carpinterías de confianza se dedicarían a fabricar, día y noche, los miles de cajas, cerca de 8 000, que iban a necesitarse. Así quedó establecido el plan. Regreso a Carretas 4, domicilio del Sindicato y de la Federación de Banca, y se inicia el trabajo de reclutar el grupo de bancarios que han de realizar este trabajo. Los designados deberían avisar a sus familias de que estarían ausentes de Madrid por bastantes días. Formado el grupo, fue designado responsable del mismo Eduardo Villegas, con dos ejecutivos de la Federación Nacional de Banca, Gómez y Barroso que, con los demás, quedaron encerrados en los sótanos del banco, provistos de todo lo necesario. Con su trabajo fueron preparando las expediciones, que salían hacia Cartagena en trenes especiales de muy pocas unidades y algunas otras en camiones, bajo fuerte escolta de carabineros.

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El enemigo avanzaba hacia Madrid preparando el asalto a la capital de España. Ese grupo de bancarios, siguiendo instrucciones del gobierno legal de la República, estaba ganando, sin darse cuenta de ello, una de las más importantes y decisivas batallas de la guerra. Vaciado el Banco de España de sus depósitos, Madrid perdía para el enemigo uno de sus objetivos fundamentales. De aquel grupo de bancarios recordamos algunos nombres, además de los citados: Salmerón, F. Sanz, Berenguer, Mayordomo, Ortiz, Ortells, Sáenz y muchos otros. Alguno caería más tarde en los campos de concentración nazis, como Ortells; Gómez reposa para siempre en tierra argentina; Berenguer, en tierra venezolana; Villegas murió en Madrid, después de cumplir varios años de cárcel; Barroso fue fusilado. Ignoro cuál habrá sido la suerte de los demás. Pero a todos ellos quiero rendir aquí un emocionado homenaje. El Banco de España fue evacuado a Cartagena; de Cartagena, una gran parte de esos depósitos salió para Odesa, en cuatro barcos. De Odesa a Moscú, en depósito formal, legal, en el Banco Central del Estado Soviético, de acuerdo con normas y procedimientos bancarios de uso internacional generalmente aceptados. En cada barco, designado por la Federación, iba un bancario. Estos fueron: A. P., José M." Velasco Sierra, Arturo Candela y José González, todos ellos funcionarios del Banco de España. Los tres primeros se instalaron después en México; el cuarto, en Argentina. Pero de eso hablaremos, tenemos el propósito de hacerlo, en una obra que ya estamos a punto de terminar, Historia de la organización bancaria española, y cuyos últimos capítulos recogerán lo que fue la conducta de los bancarios durante la guerra y en la emigración, particularmente en México. Si la historia del movimiento del 34 cuenta con la participación de un barco, el «Turquesa», en la evacuación de una parte del oro del Banco de España hacia la U.R.S.S. son cuatro los que intervienen, de los republicanos españoles de Francia a México, muchos, pero en el orden económico uno solo: el «Vita». De esos barcos escribiremos en esa historia de los bancarios. Aquí y ahora, sólo queremos adelantar unas referencias en relación con el discutido problema del oro del Banco de España y hacer una afirmación en defensa y en honor de los bancarios ugetistas: en ese manejo de millones y millones, en ese tráfago con 8000 cajas —que, en algunos casos, se rompían sembrando el suelo del sótano del Banco de España de piezas de oro—, podemos afirmar que ni una sola de esas monedas —estoy seguro de lo que digo— se perdió en el bolsillo de ningún bancario. Con frecuencia, el director general del Tesoro, Francisco Méndez Aspe, y el autor de este trabajo, visitábamos al grupo que estaba realizando esa delicada misión. El ministro sólo hizo una visita. Puedo hacer la afirmación, dedicada al autor de Chantaje a un pueblo, de que en ningún momento tropezamos en el Banco de España con fantasmas

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rusos... El oro del Banco de España —al igual que la plata y los valores— fue manipulado y controlado por españoles dignos y honestos que habían pasado por la prueba de fuego de la honradez. Por los cargos ejercidos y las responsabilidades aceptadas durante la guerra y en la emigración, el autor de este trabajo ha llegado a la conclusión de que la prueba de fuego de la honradez, esa palabra tan seca y difícil de encontrar en hechos y no en palabras, se pasa cuando el individuo, sin la menor preocupación, sin temor alguno a eso que llaman justicia, sin ninguna presencia de autoridad, es decir, en la más total y absoluta impunidad, puede apoderarse, deslizar tranquilamente en su bolsillo sin que nadie se lo impida, monedas de oro, alhajas, diamantes, objetos del más alto valor, por hallarse entre valores de ese tipo, al margen de todo, a sabiendas de que nadie le exigirá nada; cuando moviéndose en esa situación, en ese medio, es capaz de mantenerse indiferente hacia esa provocadora y tentadora riqueza, hacia esos objetos, cuando pudiendo disponer de ellos a su antojo, le resultan repelentes; cuando es incapaz de interesarse por nada de eso que tanto ambiciona, en general, la mayoría de los mortales; cuando es capaz de pasar por esa situación y salir, como vulgarmente se dice, «limpio de polvo y paja». Esa es, para el autor, la prueba de fuego de la honradez. Muchas veces hemos recordado aquel pasaje de una de las obras de Voltaire, en que un rey deseaba encontrar un ciudadano honrado para designarlo ministro de Hacienda porque todos le habían salido ladrones. El procedimiento que le aconsejó el más sabio de sus consejeros fue, más o menos, éste: que convocara un día a su palacio a los distintos candidatos; que atravesaran oscuros pasillos llenos de joyas en aparente abandono; que los dejara por algunos momentos, en la más absoluta libertad, en salas repletas de alhajas, y que los recibiera después en una gran sala y allí, por sorpresa, hiciera que cada uno de los candidatos realizara exhibiciones de baile y de acrobacia, con movimientos violentos. Uno por uno fueron sometidos a esa prueba los candidatos. Cuantos habían llenado sus faltriqueras y bolsillos de alhajas realizaron los movimientos de acrobacia con las mayores dificultades y danzaron de la forma más ridicula, impedidos por el estorbo de las joyas, denunciándose ellos mismos de esta manera. Temiendo que se les cayera el botín, veíanse obligados a bailar haciendo toda suerte de maniobras, y no digamos nada respecto a sus ejercicios acrobáticos. Todos se descubrieron como ladrones. Sólo uno de los candidatos bailaba, saltaba y hacía toda clase de movimientos sin ningún temor, con toda libertad y soltura. No se había apoderado de una sola alhaja. Al ver su destreza, el sabio consejero le dijo al rey: He ahí a vuestro ministro de Hacienda. Los demás fueron colgados. Ese es, más o menos, el pasaje de una de las obras de Voltaire. Los empleados de banco que manipularon el oro, la plata y otros valores del Banco de España así como :

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los tres bancarios que integraban la Comisión especial del Ministerio de Hacienda, al revés que los candidatos del cuento de Voltaire podían todos ellos resistir la prueba y aspirar a ser ministros de Hacienda, todos menos uno que, por lamentable error del autor de este trabajo, por debilidad suya, curiosa paradoja, fue nombrado subgobernador del Banco de España durante la guerra. Por supuesto, ese bancario está en el campo de los adversarios de Negrín, de los enemigos de la Unión Soviética y de los comunistas, y leerá sin duda con deleite cuantas leyendas y difamaciones se han escrito y se escriban en torno al oto de Moscú..., Y, en el campo de la infamia, esconde «su honradez» atacando a los que pasaron la prueba volteriana. Como presidente que fui de la Federación Nacional de Banca, director general de la Caja de Reparaciones y colaborador directo del doctor Negrín y de su ministro de Hacienda, Francisco Méndez Aspe, dejo constancia de este hecho con plena responsabilidad. El oro del Banco de España bien vale esta aclaración de cara a la colectividad bancaria y al pueblo español. Queden para esa historia de los bancarios otros aspectos de este problema. A continuación deseamos dejar consignadas otras consideraciones de tipo político que exaltan la responsable conducta del ugetismo y ponen de relieve los problemas a que tuvo que hacer frente el gobierno del secretario general de la U.G.T., Francisco Largo Caballero, cuando el Estado español se había desmoronado y había que reconstruirlo levantándolo en vilo, superando toda clase de dificultades. La evacuación del Banco de España, dispuesta por el gobierno Caballero dentro de normas legales, obedeció a razones muy poderosas: estratégicas, económicas y diplomáticas. Sacar el problema de ese contexto revela simplemente mala fe. Sostener que Stalin y sus agentes «se apropiaron del oro de España» es una fábula ridicula, propia de retrasados mentales; pero que esto lo afirmen correligionarios del propio partido de Largo Caballero y del doctor Negrín y ugetistas por añadidura, es algo a lo que no hay más remedio que calificar de criminal. El traslado del oro a Cartagena liberaba a Madrid de un peligroso objetivo de guerra; en el orden económico, suponía asegurar las necesidades financieras de la contienda; en el diplomático, hacer ver a las potencias que la España republicana mantenía bajo su control los recursos y reservas del Estado y que su moneda estaba cubierta con la garantía de un fuerte encaje metálico. A los efectos de obtención de créditos, la operación tendría menos valor. En los tres años de guerra, las adquisiciones, todas las importaciones, fueron sistemáticamente realizadas a puro contado. L>urante los treinta y dos meses y pico que duró la guerra, la República tuvo que sostenerse con sus propios medios y recursos. Que éstos se agotaran en la más grave sangría que sufrió el pueblo español, no fue culpa

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de la República, que no hizo más que defenderse, sino de quienes la agredieron. Las potencias «democráticas», no sólo montaron, en el orden bélico, el cínico tinglado de la «no intervención», sino que también utilizaron contra la República española una política de bloqueo a toda concesión de créditos, llegando a más: a congelar fuertes depósitos bancarios que España tenía legalmente depositados en algunos bancos extranjeros —como el famoso del Banco de Francia, en Mont-de-Marsan. Las potencias financieras y sus grandes truts no fueron neutrales. La España republicana debió adquirir al contado todos los suministros, incluido el de gasolina, mientras los sublevados operaban a base de créditos ilimitados, gracias a los que dispusieron de toda la gasolina que necesitaron, facilitada por una «liberal» empresa imperialista norteamericana. Que existieron problemas de detalle, subjetivos, desagradables, es obvio. En una guerra, en un conflicto de las características del que vivió la España republicana de 1936 a 1939, era punto menos que inevitable. El propio Largo Caballero, en los primeros días de su gobierno, fue sorprendido en su buena fe al facilitar unos cuantos millones de francos al capitán y al mecánico de aviación que formaron parte, junto con otro célebre aviador, del equipo que realizó una hazaña aérea que entusiasmó al mundo. Capitán y mecánico se comprometieron a adquirir, garantizando el éxito de su gestión, un importante lote de aviones. Con ese compromiso y con los francos salieron para París. En París, los comisionados conocieron todos los grandes cabarets, saliendo después para América. Si los aviones no aparecieron por ninguna parte, los francos volaron con los comisionados. Más tarde, el mecánico —«héroe» de otros días— desfilaba en una manifestación patrótica en Burgos; en cuanto al «heroico» capitán, moriría en una reyerta entre truhanes, en un oscuro callejón de México... Esa fue la primera desilusión de Caballero en el manejo de fondos para las necesidades de la guerra. De esa estafa de los «héroes» fue también víctima, por negligencia y buena fe en este caso, el entonces embajador de España en la capital de Francia, Luis Araquistain. Que en las comisiones de compras que operaban en el extranjero no todos resistieron la prueba de fuego de la honradez, es innegable; pero no es menos cierto que muchos de sus miembros la pasaron. En cualquier caso, frente a los detractores de mala fe del propio campo republicano, deseamos dejar consignado que los miembros de esas comisiones de compras eran socialistas y republicanos en su mayoría; que no formó parte de ellas, y menos con jefatura, ni un solo comunista. Dato que se le olvida ¡ al autor de Chantaje a un pueblo! Las diversas versiones que en torno al problema del oro del Banco de España se vienen escribiendo por elementos del propio campo socialista o republicano —las otras no nos interesan— están inspiradas en interpre-

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taciones subjetivas, mezquinas, en el odio hacia personas u organizaciones, y constituyen un grosero desafío a los más elementales principios de la objetividad y del más elemental respeto a la verdad histórica, cuando no son fruto de la más desbocada fantasía. Esas versiones (cuanto más venenosas mejor) son agradables a los oídos de las gentes simples y más aún a los del enemigo. Quieren ser una difamación con contenido político, pero no resisten el menor análisis serio, imparcial, desapasionado. Una actitud rabiosamente personalista y de odio al comunismo y a la Unión Soviética impide a los enemigos del doctor Negrín aceptar versiones reales, desapasionadas. El propio régimen actual sabe a qué atenerse al respecto. Bastaría un análisis objetivo del problema para llegar a una conclusión lógica, dejando de lado lo anecdótico y lo mezquino. Nadie ignora que la España republicana tuvo que asegurar, con sus propias reservas y recursos, treinta y dos meses y pico de guerra. En el período de la guerra, las exportaciones apenas si generaron ingresos. Las compras de todo ese período tuvieron que hacerse al contado, contra nuestras reservas de oro y divisas. Los gastos de la guerra fueron extraordinarios, cuantiosos. Todos ellos se cubrieron con cargo a las reservas con que contaba el gobierno, es decir, el Estado. ¿A cuánto ascendieron esos gastos?... La respuesta nos acercaría al conocimiento cabal de cuál podría ser el saldo de la cuenta del Tesoro al finalizar la guerra, es decir, a fines de marzo de 1939. Paralelamente a ese planteamiento, puede hacerse otro: el de saber a cuánto ascendieron los gastos de guerra de la zona «nacional» durante ese mismo período de tiempo. Sin olvidar que, a los pocos meses de lucha, la base de nuestra industria pesada estaba bajo control de los sublevados. ¿A cuánto ascendieron, pues, los créditos que la España llamada nacionalista adquirió y tuvo que pagar, una vez terminada la contienda, a los principales países acreedores: Alemania, Italia, Estados Unidos, Argentina, Portugal, Japón y o t r o s ? La comparación de esas cifras explicaría, por sí sola, el problema del oro del Banco de España... que no sólo fue utilizado en armas, sino en todo aquello que el gobierno necesitaba para asegurar la subsistencia de la parte del pueblo español que permaneció en territorio bajo el control de la República. 1

Desentrañar el famoso problema del oro es simple, pero la pasión, el sectarismo, el odio, la mediocridad y la ruindad de pensamiento, el deseo, poco honesto, poco digno, de congraciarse con las nuevas situaciones y las élites dirigentes del nuevo régimen han llevado esta cuestión a terrenos cargados, hasta la indignidad, de pasiones personales, presentando imáge1. Según una conversación entre Mussolini y Ribentropp, celebrada en Roma el 6 de noviembre de 1941, las deudas de España a los países del Eje en aquella fecha eran las siguientes: 4.500 millones a Italia y 3.500 millones a Alemania. (Ciano's Diplomatic Papers, págs. 143 y 144.)

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nes falsas de hombres y hechos, dejando en el aire suspicacias inspiradas en la mala intención, que caen dentro de la falacia y de la infamia, como cuando se afirma, por ejemplo, que el doctor Negrín, en los últimos momentos de nuestra guerra, recibió un crédito de la Unión Soviética de sesenta millones de dólares; que lo recibió a título personal y que nadie sabe cómo lo aplicó. ¿Qué hizo de esos 60 millones?...* Que alguien, blasonando de «informado» y de un título de socialista y ugetista, diga o escriba tal cosa, sin ninguna prueba, sin ningún fundamento —como lo hace V. J. Martínez Amutio en su «premiada obra» Chantaje a un Pueblo, es algo que escapa a toda calificación. Y que esto se escriba en 1974, arrastrando las bajas pasiones del pasado, las intrigas de «grupo», la mediocridad de «grupo», el odio, las falacias y mentiras de un «grupo» que prodigó esa política a partir de la crisis de 1937, es algo que en 1974 produce asco y repugnancia. Tratar de envenenar a las nuevas generaciones con esos planteamientos y argumentos falsos es criminal. No se trata de enfoques políticos nobles y elevados, de críticas y autocríticas positivas, constructivas, que se desprendan de las experiencias vividas en torno a los problemas teóricos de la revolución, del socialismo, sino que se trata de revolver en el campo cenagoso de las más bajas pasiones, de los rencores alimentados por ciertos personajes que, en un período dramático para el movimiento obrero y para España, pusieron sus problemas personales por encima de los de las organizaciones a que se debían, e incluso de los de la República, arrastrando en sus actitudes de rencor y venganza a inconscientes «seguidistas» incapaces de analizar procesos de metamorfosis política y de caudillismo negativos, ni de enfrentarse a ellos. La operación del Banco de España respondió a necesidades de guerra y, podríamos decir, de Estado, totalmente fundadas. En iguales condiciones, el enemigo hubiese hecho lo mismo. El oro no habría sido depositado en Moscú, sino en Roma o en Berlín. Negar esa circunstancia y razón sería necio. Pero, además de las razones ya señaladas, y por si fueran pocas, ¿tenía conocimiento el gobierno de las intenciones que animaban a los elementos «incontrolados», desde la máxima dirección de los «incontrolados controlados», valga el juego de palabras? El gobierno de la Generalidad, bajo el dominio del anarquismo, había sugerido y quería que el oro se depositara en Cataluña, considerando que allí estaría más seguro. Recordará el lector lo sucedido con la cuenta del Tesoro del Banco de España en Barcelona. De otra parte, las intenciones del anarquismo, de la F.A.I., de apoderarse del oro del Banco de España, eran ciertas: ellos mismos lo confirmarían más tarde. Estos dos aspectos del problema, además del esencial que dejamos explicado, eran como para que el gobierno, de haberlos conocido, se sintiera preocupado. Desde luego, no había ninguna posibilidad de que

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la F.A.I. pudiera llevar a la práctica con éxito semejante operación; pero su solo intento hubiese significado un problema serio y de consecuencias negativas. Según relata García Venero en su obra Historia de las Internacionales en España, tomándolo del libro de Diego Abad de Santillán Por qué perdimos la guerra, la F.A.I. tenía dispuestos a tres mil elementos para realizar el asalto al Banco de España, en Madrid. El tesoro del Banco de España —argumentaban— «no podía ser dejado al albur de un gobierno que no acertaba una y que estaba perdiendo la guerra». Con ese asalto, decimos nosotros, los «libertarios» ganarían la guerra... En nuestra tragedia no faltó más que ese episodio. «Con muy escasas complicidades —dice Santillán, según afirma García Venero—, se alentó la idea de trasladar a Cataluña una parte, al menos, del oro del Banco de España. Se sabía de antemano que habría que recurrir a la fuerza, y fueron situados en Madrid alrededor de tres mil hombres de confianza. Bien ejecutado el plan, era cuestión de poco tiempo; y antes de que el gobierno tomara las medidas del caso, se habría salido hacia Cataluña con una gran parte del oro nacional, la mejor garantía de que la guerra podía entrar en un nuevo cauce...» ¿Sería la columna del Rosal, que merodeaba por los alrededores de Madrid cometiendo toda clase de fechorías y sin incorporarse al frente, la encargada de esa misión? Fuere o no ella, el caso concreto es que Santillán, el patrón del Comité Central de Milicias de Cataluña, miembro del Consejo de Economía de la Generalidad, descubre que «ellos» tenían tres mil hombres preparados para el asalto al Banco de España. Esos tres mil hombres hubiesen sido muy útiles, sin duda, para una acción seria por la liberación de Zaragoza..., por ejemplo, y entonces sí que «la guerra podía entrar en un nuevo cauce...». Ese ejército de «incontrolados» no hubiera logrado, en modo alguno, alcanzar su objetivo, pero sí habría determinado una trágica batalla que por su alcance y trascendencia hubiese tenido una gran repercusión nacional e internacional. Lo curioso es que trataban de justificar esa acción, de la máxima provocación, con el argumento de que una parte del oro, de las reservas del Estado, depositado en el Banco de España, correspondía a Cataluña. Una vesión más del principio de la «proporcionalidad», inventado por el «faísmo» y que tiene visos de ser justo en el contexto del «comunismo libertario». Lo que había en el Banco de España, diría un «libertario», era de los españoles; a entregar, pues, a cada región, a cada comuna, a cada español, la proporción que le correspondiera y después a gritar todos a una: «¡Viva la Revolución social! ¡Paso a la F.A.I.!». A propósito de esa «proporcionalidad» en el reparto de la propiedad, el autor de este trabajo se permite formular una pregunta: ¿A dónde fue a parar la valiosa corona de diamantes y otras piedras preciosas de la

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Virgen de Requena, «controlada» por los «incontrolados» de la F.A.I.? En su calidad de director general de la Caja de Reparaciones, el autor de este trabajo, de acuerdo con la Junta del Tesoro Artístico, dispuso que se abriera un proceso para averiguar qué destino se había dado a una de las joyas más valiosas de Levante, «controlada» por los «incontrolados» sin que se aplicaran —es un decir—• su famoso principio de la «proporcionalidad».... En un juzgado de Valencia obrarán los antecedentes de este caso. Como moraleja y como un ejemplo de los miles que podría registrar en tanto que ugetista y dirigente de la Federación de Banca y de la U.G.T., el autor se limitará a reseñar uno solo. Poco antes que Largo Caballero fuera nombrado presidente del gobierno se presentó en la Comisión ejecutiva de la U.G.T. el dirigente socialista levantino «C». Tras un formal saludo, pidió reunirse en privado con los miembros de la Ejecutiva que en aquellos momentos nos encontrábamos en el local. Nos encerramos en una habitación y el dirigente socialista pone una gran cartera sobre la mesa, la abre y empieza a sacar toda dase de joyas, diciéndole a Caballero que venía a entregarlas a la U.G.T. Caballero, como todos los demás, se quedó perplejo. El secretario general de la Unión General de Trabajadores, con aire de desagrado, le dijo más o menos: «Compañero, usted que es funcionario d e . . , sabe a qué organismo debe entregar esas joyas: la U.G.T. no las necesita, ni eso entra dentro de su táctica, de sus preocupaciones y deberes en estos momentos... Dígales a los compañeros de la agrupación de «X» que esa labor no es la que les corresponde realizar y que lo hagan saber a las organizaciones...». El autor siente un gran deseo de dar el nombre de este dirigente que no resistió la prueba de fuego de la honradez. Vive, como viven varios de los testigos de este episodio. Sus zapatos le pasean por París y, de vez en cuando, también por Madrid, con aires de gran señor. Caballero le ordenó que las alhajas fueran entregadas, previo inventario, a la Dirección general de Seguridad. Este nombre, como otros, tal vez aparezca en la historia dedicada a la conducta de los bancarios durante la guerra, con otros ejemplos más importantes y significativos, reveladores de conductas, llevados de nuestro propósito de reivindicar la conducta de los hombres y organizaciones de la Unión General de Trabajadores de España. Desde luego, en la U.G.T. hubo algún «incontrolado», bien pocos; los que se descubrieron fueron llamados al orden e inmediatamente ajustaron su conducta a la ética, a la moral, a los principios que encarnaba la organización. En ningún caso los hombres responsables de la U.G.T. reivindicarían la conducta de un «incontrolado», pues esto sería la negación de los principios de disciplina. Pero alguno todavía se mueve, gracias a la impunidad de una situación, con etiqueta de «socialista». Hemos dedicado un largo espacio a este tema, el lector sabrá discul-

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parnos. Era obligado. Se trata, nada más y nada menos, que de una parte considerable del TESORO DE ESPAÑA. A partir de marzo de 1939, ese problema constituyó un argumento político utilizado contra la República para justificar la penuria de la posguerra, ocultando las deudas contraídas por los sublevados durante la contienda. El pago a las potencias del Eje de esas deudas, con materias primas y víveres, era la causa fundamental de esa penuria y no el oro depositado en Moscú y ya gastado. Sin la sublevación, transformada en guerra civil y en intervención extranjera, no hubiese existido el problema del oro del Banco de España, ni el pueblo español hubiese sufrido una tragedia, ni las terribles penalidades que soportó durante y después de la guerra mundial, dando continuidad a las sufridas de 1936 a 1939- Y el oro del Banco de España no se hubiese consumido. De otra parte, ese problema ha servido para que amigos de Negrín se hayan convertido en sus «enemigos políticos», lo que no ha pasado de ser un fraude. El problema real ha sido que tras una falsa discrepancia política ocultaron su propia conducta, sirviéndose de aquélla para no rendir cuentas de la gestión económica de unos fondos que tenían bajo su control. Rendir cuentas y discrepar después era lo honesto, personal y políticamente; discrepar y no rendir cuentas ha sido lo deshonesto, lo que no puede cubrirse con ninguna etiqueta política ni con ninguna estratagema. 1

1. Para un examen más detallado de esta cuestión, véase la obra de Amaro del Rosal El oro del Banco de España y la Historia del vita. Ediciones Grijalbo, México D.F. y Barcelona, 1976. (N. del E.)

107 LOS «ECONOMISTAS» FAISTAS Y SUS PRETENSIONES SOBRE EL ORO DEL BANCO DE ESPAÑA

Conocida es la simplicidad de las concepciones anarquistas en relación con los problemas económicos y sus leyes. Si Marx edificó toda una teoría revolucionaria teniendo en cuenta los problemas económicos, los sistemas y medios de producción de los que se desprende el principio de la plusvalía, para el anarquismo todos esos aspectos se reducen a nada, a simples problemas que ellos resuelven expeditivamente con la mayor sencillez, estableciendo «el comunismo libertario», panacea de todos los problemas de la sociedad. Ya hemos visto que en cada una de las revueltas que nuestros anarquistas organizaron, lo mismo en el siglo pasado que en el presente, hasta 1939, lo resolvían todo con una gran facilidad al dejar establecido el «comunismo libertario» en las localidades bajo su dominio, después de declarar el triunfo de su Revolución social. Quien tenga la paciencia de analizar detenidamente los «Plenos económicos», las reuniones de los Consejos de Economía de la C.N.T. (organismos milagrosos que todo lo revolvían), celebrados en el transcurso de nuestra guerra, se dará cuenta de que por sí solos son lo suficientemente elocuentes como para hacerse una idea del volumen y dimensiones de lo disparatado de sus concepciones; de la confusión y falta de realismo que revelan todas sus formulaciones llevadas a las ponencias y a las resoluciones o acuerdos de sus comicios. Sus concepciones sobre la política de salarios y la jerarquización de éstos, después de la lamentable experiencia del salario único, puede ser un ejemplo suficientemente ilustrativo. Pese a ello, nos resistimos a entrar en su examen. En enero de 1938, la C.N.T. y la F.A.I. celebraron en Valencia, en el teatro Serrano, un interesante, por lo aparatoso, Pleno económico que se desarrolló en veintiuna largas y exhaustivas sesiones en las que tomaron 1

1. Véanse reseñas de ese famoso Pleno en la prensa de la época, y un resumen del mismo en el III volumen de la ya citada obra de Peirats.

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parte alrededor de ochocientos delegados. Se trataba, sin duda, de un gran esfuerzo cenetista-faísta, impulsado por las experiencias negativas que venían registrando en su actuación, para intentar rectificarlas a base de un espectacular comicio en el que se abordaron todos los problemas, dando soluciones, a su modo, a las cuestiones económicas y sociales de todo tipo, sin que nada escapara a sus decisiones, como si su Pleno, si lo «confederal» constituyera el continente y el contenido del país, lo decisivo y lo que desempeñaba un papel exclusivo en la estructuración económica de una España confederal, a su imagen y semejanza; como si en aquellos momentos no existiera una España con la estructura de un Estado republicano, con unas instituciones y unas clases. El Pleno daba la sensación de que fuera de él no había nada. El apantallador Pleno económico de Valencia, nada menos que a principios de 1938 —después de todos los estragos producidos en la economía por las nefastas originalidades y procedimientos libertario-económicos—, resultó un esfuerzo inútil por estar enfocado de espaldas a la realidad y al tiempo. Sus nuevas «originalidades» no se estrenaron en ninguna medida, y perduraron las viejas, que era lo mismo. Tiempo perdido y energías malgastadas. El Pleno fue todo un acontecimiento que enriqueció el confusionismo, la literatura «economista» de pura fraseología. En casi todas las decisiones o resoluciones se hablaba de la U.G.T., tratando de envolverla, mezclarla o involucrarla en sus despropósitos, pero la U.G.T. no tenía nada que ver, ni de cerca ni de lejos, con las ideas económicas del Pleno económico cenetista de Valencia. Los remedios que se propusieron en el Pleno eran peores que la enfermedad que padecía el faísmo. En vez de liquidar errores, se pretendía agigantarlos. Esos intentos de solucionarlo todo, en 1938, cayeron en el vacío, no fueron operativos, ni encajaban en ninguna parte, lo que probaba que las concepciones «económicas» del anarquismo-faísmo, fruto en gran parte del genio enciclopédico de Mariano Cardona Rosell, no eran más que un bluf, una montaña más de fraseología y de elucubraciones carentes de base y de sentido, al margen de las realidades sociales y económicas de 1938. Resoluciones y más resoluciones faltas de lógica y de sentido común. De tener esas dos cualidades habrían dejado de ser anarquistas. Las anteriores consideraciones de tipo general nos llevan a dejar constancia, como ejemplo y prueba de una línea de irresponsabilidad, de la posición y actitud del faísta-economista Juan P. Fábregas, miembro, en representación de la C.N.T., del Consejo de Economía de Cataluña, respecto del tan debatido problema del oro del Banco de España, posición expuesta por él en el Pleno regional de la C.N.T. celebrado en Barcelona el 24 de setiembre, a los veinte días de la formación del gobierno Caballero.

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«...Con gran satisfacción vemos que, en el orden nacional, en Valencia y en otras localidades donde el fascismo no ha podido clavar su garra, se va a la constitución de Consejos de Economía... Al constituirse el Consejo de Economía de Cataluña surgió una pugna entre las dos centrales sindicales. Nosotros, como era lógico, defendimos la tendencia federalista y libertaria; los marxistas defendían el centralismo y la nacionalización. Prevaleció el criterio de colectivización, que era el más adecuado y el más práctico para la revolución... Antes del 19 de julio había en Cataluña 65 000 obreros sin trabajo. Existen grandes "stocks" de géneros manufacturados que no se pueden exportar a causa de la guerra y de la tirantez existente entre Madrid y Barcelona..., He de informaros sobre las dificultades que impone el gobierno de Madrid, el cual nos ha negado todo el apoyo en el orden económico y financiero, porque seguramente no simpatiza mucho con las obras de orden práctico que se están realizando en Cataluña. El avance extraordinario que se ha operado en Cataluña ha establecido una pugna entre los de aquí y los de allí, dando lugar a que en nuestra región se haya creado una situación bastante angustiosa. El gobierno de Madrid se negó rotundamente a auxiliar a Cataluña. Vino el cambio de gobierno, pero seguimos tropezando con las mismas dificultades. Nos desplazamos una comisión a Madrid y pedimos al gobierno un crédito de 800 millones de pesetas, otro de 30 millones para la adquisición de material de guerra y otro de 150 millones de francos para la adquisición de materias primas. En garantía de ello, ofrecimos 1 000 millones de pesetas que las Cajas de Ahorros tenían depositados en valores en el Banco de España. Todo se nos negó. No sabemos por qué, sobre todo sabiendo que las condiciones financieras de España son las mejores del mundo... Nosotros propusimos al gobierno de la Generalidad, y éste lo aceptó, pedir al gobierno de Madrid que todo el oro fuese trasladado a Cataluña, centro espiritual de las ideas antifascistas, baluarte inexpugnable para el fascismo y lugar de mayor garantía. Y pedimos al gobierno de Madrid el traslado del oro, si no todo, cuando menos el que Cataluña necesita: 400 millones de pesetas oro. Nuevamente fue rechazada nuestra proposición...» Naturalmente, Fábregas lo reconoce, la U-G-T. —«los marxistas»— no estaba de acuerdo con las concepciones económicas confederales. Así era. De haberlo estado, la derrota de la República habría llegado mucho antes de marzo de 1939. Con esta nueva constancia damos por cerrado el capítulo del oro del Banco de España y de las ideas de los economistas confederales y libertarios.

108 EL GOBIERNO CABALLERO SE ENFRENTA A GRANDES PROBLEMAS. SURGE EL COMISARIADO POLÍTICO DE GUERRA

El gobierno Caballero fue abordando los problemas uno a uno, logrando normalizar poco a poco la situación, bajo la presión del enemigo en todos los frentes. El Ministerio de Hacienda se volcaba en la solución de los problemas económicos y en lograr los recursos necesarios para el sostenimiento de la lucha, a base de montar los dispositivos de una economía de guerra. La política de importaciones y exportaciones se desarrollaba al margen de todo control del Ministerio. Corregir esa situación, someter a principios de orden administrativo esa actividad —tan esencial en su vertiente exportadora para la obtención de divisas— no fue tarea fácil y podemos decir que al término de la guerra el problema aún no se había solucionado. El fundamental problema del campo también fue abordado y la principal disposición fue el decreto del mes de octubre de 1936, del ministro comunista Vicente Uribe, con la colaboración del ingeniero agrónomo Adolfo Vázquez Humasqué, del Banco Hipotecario y miembro de nuestra organización bancaria. En el orden militar, el problema esencial estribaba en dar una disciplina, un orden y una correcta jerarquización a las milicias; en organizar los suministros de elementos bélicos, luchando contra el sabotaje y las maniobras de la criminal política de las llamadas potencias democráticas. Como embajador en París, Luis Araquistain tendría una parte importante en la responsabilidad de este trabajo, con la colaboración de las comisiones o delegados especiales de compras. Hay que reconocer que no todos sus elementos fueron leales ni honestos para con las misiones que el gobierno les confiara. Pero sobre todo esto, el escritor Luis Araquistain no escribiría nada. En sus últimos años, su pluma —'¡lástima de pluma! — no estuvo más que al servicio del rencor y el odio político hacia su correligionario el doctor Negrín, hacia su cuñado Alvarez del Vayo y, con carac-

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terísticas muy especiales, hacia el comunismo y la Unión Soviética, ¡él, que había contribuido más que nadie a la «bolchevización» del Partido Socialista Obrero Español! Por aquellos días, la Comisión ejecutiva de la U.G.T. organizó una tarde una modesta recepción, en Fuencarral 93, en honor del embajador de la Unión Soviética y de su agregado militar. Del gobierno, que recordemos, asistieron Caballero, Alvarez del Vayo y creo que Galarza. Durante la recepción, muy limitada, el embajador Rosenberg desarrolló el tema de lo que significaba un Comisariado político de Guerra. Con gran sencillez y argumentación convincente, nos explicó el papel que, en el seno de un ejército, correspondía desempeñar a los comisarios políticos. Todos quedamos convencidos de la necesidad de dotar a un ejército de tipo popular, como lo era el de la República durante la guerra, de ese elemento de colaboración, de ligazón entre la masa de combatientes y sus mandos. Esos comisarios explicarían a milicianos y soldados el contenido de nuestro combate, así como los objetivos que perseguía, galvanizando entusiasmos, fortaleciendo la moral de lucha y de exaltación de una causa justa. Puede decirse que en esa reunión nació el Comisariado. El segundo punto tratado fue el examen de una larga relación de armamento que Largo Caballero sometía al embajador y a su agregado militar, petición que quedó aprobada. En pocas semanas, parte de ese material llegaba a puertos españoles. El oro español no estaba aún en Moscú. El gobierno todavía estaba en Madrid. Los problemas militares y, en general, todos los que en aquellos momentos confrontaba la República, bajo la responsabilidad de Caballero, tomaban un nuevo rumbo.

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109 EL MITO DE LAS INTERNACIONALES

Constituye realmente un fantástico esfuerzo de imaginación el instrumentar un conjunto de tramas truculentas en virtud del cual un escritor del «Movimiento» haya podido fabricar tres tomos de leyendas sobre la Historia de las Internacionales en España, tratando de demostrar que todos los males, todas las tragedias que vivió nuestra Patria han estado determinadas por las Internacionales, y que la influencia de éstas en nuestra guerra fue decisiva. La Primera Internacional, la Segunda, la Tercera; la Federación Sindical Internacional; el fantasma de la Asociación Internacional de Trabajadores que en este siglo reapareció, después de la primera guerra, en Berlín, más tarde, huyendo del nazismo, en París, para resurgir en Suecia...] Todas ellas, ni juntas ni individualmente, han tenido la menor importancia en el desarrollo de los problemas fundamentales de España. Pero no nos interesa ese análisis, intentamos referirnos exclusivamente al período de la guerra. La Internacional Socialista se limitó a formular declaraciones líricas; a una solidaridad, de botes de leche condensada, de cajetillas de tabaco, de organización de colonias para niños, de visitas, de mensajes de aliento: ésa fue toda su solidaridad, en comunidad con la Federación Sindical Internacional. La Internacional Socialista fue incapaz de obtener una solidaridad efectiva, enérgica, de tipo diplomático, de los partidos socialistas en el Poder en Francia, en Bélgica y en los países escandinavos, ni de lograr del Partido Laborista inglés, tan influyente, una posición efectiva de solidaridad para con el pueblo español. La Internacional Socialista y la Federación Sindical Internacional se inclinaron ante las posiciones gubernamentales de la burguesía de cada país, no comprometiéndose más que en una solidaridad de tipo moral. En la Sociedad de Naciones, la causa de España no tenía más apoyo efectivo que el de México y la Unión Soviética. Las dos Internacionales —se dice en una de sus resoluciones— no están convencidas de la eficacia de las medidas adoptadas por el Comité de «no intervención». Ese era su lenguaje. Como no estaban

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convencidas de la eficacia de la cínica y escandalosa actuación del Comité de «no intervención», decidían no actuar.... Las Trade Unions británicas, en su congreso de Plymouth del 11 de setiembre de 1936, por 3 029 000 votos contra 51000, aprobaron la política de «no-intervención»; el Partido Laborista, en su Conferencia de Edimburgo del 5 de octubre de ese año, también se manifestó en favor del Comité de no intervención. Por su parte, la Internacional Comunista intentó establecer la unidad de acción entre las Internacionales en favor de la España republicana, pero fracasó en todos sus esfuerzos. Mediante esa unidad de acción, aspiraba a movilizar y coordinar la acción del proletariado internacional en favor del español. Si esa solidaridad se hubiese manifestado con toda su fuerza, la situación de la República española habría sido muy otra. La Internacional Comunista tenía en España delegados políticos que aconsejaban y ayudaban al Partido Comunista de España en el campo político e ideológico; pero es obvio que esos delegados no eran una representación del Estado soviético ni tenían una influencia decisiva ante ese Estado. Ver en ellos al propio Stalin, jefe del Estado soviético, confundirlos con las jerarquías del Estado es enfocar el problema desde ángulos totalmente irreales. El consejo político y revolucionario de un Togliatti, por ejemplo, no llevaba en sí la solución de los problemas de Estado entre el gobierno de la República española y el de la Unión Soviética. Una posición de la III Internacional, de su aparato, de sus hombres, podía ser más o menos escuchada, pero no decidía. Las razones decisivas eran otras, y los canales por los cuales discurrían, también. Estos últimos no podían ser más que los diplomáticos. Los gobiernos socialistas de las democracias occidentales estaban mucho más obligados para con la República y la democracia españolas, y tanto más desde el momento en que el gobierno español lo presidía el socialista y secretario general de la U.G.T., Largo Caballero, dirigente, a su vez, de la Internacional Socialista, uno de los fundadores y dirigente de la Federación Sindical Internacional, y uno de los primeros miembros y partícipe del Consejo de administración de la Oficina Internacional del Trabajo. Blum, Vandervelde, Spaak, Atlee y los líderes socialistas escandinavos en el Poder estaban mucho más obligados para con el socialismo español que Stalin..., ¿Qué hicieron? El conjunto de combatientes de las Brigadas Internacionales, esos héroes de la causa de la libertad y la democracia, simbolizaron el principio del internacionalismo proletario frente a los líderes de la socialdemocracia que lo abandonaron. Frente a «nuestras» Internacionales, que fueron un mito, actuaron otras internacionales que no aparecen en la Historia de las Internacionales en España, concretándonos siempre al período de la guerra.

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La Internacional del «Eje» actuó decisiva y prácticamente desde antes del movimiento. Durante el movimiento resulta innecesario recordar cuál fuera su actuación. Sus delegados, con actuación decisiva en España, eran cuatro embajadores: los de Alemania, Italia, Portugal y Japón. Las recomendaciones que éstos hacían a sus respectivos gobiernos, sus demandas, se sabía que serían transformadas en órdenes. Eso explicaba intervenciones masivas de elementos bélicos que jamás lograron las otras internacionales... Existían los representantes de otra Internacional, con sede en Roma y sucursales en todo el orbe, que no sólo prestaba una ayuda moral muy significativa, sino que ponía todo el peso de su influencia política y económica al servicio de una de las partes en lucha: su máximo dirigente al calificar de cruzada la sublevación intentaba levantar contra la República y su lucha a todo el mundo cristiano. No lo conseguiría, para descrédito suyo. Por último, existía la Internacional de los grandes trusts, con sede en Nueva York y Washington, que ponía al servicio de la causa de los sublevados todo su poder económico y financiero, al margen de los canales diplomáticos, porque esa Internacional actúa por encima de ellos. Esas Internacionales sí contaron con agentes, con delegados de la máxima eficacia... Su historia sería interesante darla a conocer al pueblo español, pues esas Internacionales determinaron y alimentaron la tragedia de España. Los mexicanos consideran que sus desgracias les vienen de vivir tan lejos de Dios y tan cerca de los «gringos» —como llaman despectivamente a sus vecinos del Norte—. Nosotros podríamos decir que las nuestras, las de la guerra, estuvieron determinadas por vivir tan cerca de Francia, Inglaterra y Portugal y tan lejos de México y de Rusia ... Siendo presidente del Consejo, Largo Caballero se negó a recibir al secretario general de la Federación Internacional. Su opinión sobre las Internacionales Socialista y Sindical era de un total desprecio. Desprecio bien justificado. No vale la pena que dediquemos espacio alguno a las reuniones de la Internacional Socialista y de la Federación Sindical Internacional en que se trató «el problema de España». En ellas, por lástima, nos concedían unas limosnas y pedían a las secciones que nutrieran una suscripción en favor del «pobre pueblo español». El cinismo de las fuerzas de la gran burguesía y del imperialismo no nos extrañaba tanto, aunque lo cubrieran con la palabra «democracia»; el del socialismo y sindicalismo de los dirigentes de las Internacionales Socialdemócratas, sí. Claro que hubo la excepción de algunas personalidades; pero, de todas formas, ni siquiera esas excepciones se arriesgaron a una acción de defensa de la República española en forma abierta y poniendo, como se dice vulgarmente, «toda la carne en el asador». Por las Internacionales, la República española no recibió ni un fusil, ni un cañón, ni un avión. Algunos historiadores han :

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desfigurado groseramente los hechos creyendo que nuestro pueblo comulga con ruedas de molino. Si así fuera, sería muy triste. Los historiadores del campo de la República y la democracia tendrían el deber de hacerlo comulgar con las ruedas de la historia y de la verdad. Alguno de esos historiadores que tratan de hacer comulgar a nuestro pueblo con ruedas de molino merecerían el epigrama de Juan de Iriarte: «Tonto te llaman las gentes: / a mí no me lo persuades. / Los tontos dicen verdades; / y tú todo el año mientes». Y ahora, como digno colofón a este asunto tan tergiversado de la ayuda de las Internacionales socialdemócratas a la España republicana en guerra, permítasenos transcribir una carta del secretario general de la F.S.I. a nuestra central sindical nacional. Ella muestra el alcance —y los límites— de la solidaridad de «combate», tal como la entendían los dirigentes sindicales internacionales de la mencionada tendencia. Traducida, dice así: «FEDERACIÓN SINDICAL INTERNACIONAL sParís, 11 de enero de 1939 «Camarada Felipe Pretel »Unión General de Trabajadores »Av. del 14 de abril «Barcelona «Querido camarada: En contestación a su carta del 20 de diciembre concerniente al material de oficina y al grupo electrógeno que hemos enviado a la U.G.T. hace algún tiempo, me complazco en informarle que no tengo ninguna objeción que hacer a su petición de que le informe del valor de esos envíos, cuyo detalle le doy a continuación: 490 000 100 40 200 000

hojas de papel para "duplicador" cajas de "stencils" tubos de tinta , ... sobres ... ... Memorándums 4 gruesas de lápices, calidad mediana 4 gruesas de lápices, buena calidad .... Lápices de color Grupo electrógeno .., T o t a l

... , ... , . . ... ... ...

>..• ;

, ...

17 000 4 000 1 400 8 000 725 520 1040 ? 8 500

frs. » » » » » » »

4 1 185 frs.

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«Creo que en los dos envíos que se hicieron había aún algunas otras mercancías, pero no he podido reconstituir totalmente el contenido de esos envíos. «Reciba, querido camarada, mis saludos muy fraternales. tiW. Schevenels «Secretario general.» Para muestra... basta un botón

110 UN PLAN PARA EL PROTECTORADO ESPAÑOL DE MARRUECOS

Apenas se hace cargo del Poder, el gobierno Caballero presta especial atención al problema de Marruecos, donde, como es sabido, se inició el movimiento y toda la zona del Protectorado quedó bajo el control de los sublevados. Desde Marruecos llegaron las fuerzas de choque moras que contribuyeron a fortalecer a las «nacionales». Evitar esa corriente de combatientes hacia la Península —la cual, por otra parte, se mantuvo durante toda la guerra— era uno de los problemas que trató de evitar el gobierno Caballero. Logrado habría constituido una ayuda decisiva para la causa de la República; pero tal vez ese problema tuvo un mal enfoque. Carlos de Baraibar, prestigioso periodista, procedente de la mejor época del gran diario El Sol, animador de la primera etapa del semanario y más tarde diario Claridad, y uno de los elementos que ejercía mayor influencia en Largo Caballero —a la vez que él la recibía de Luis Araquistain—, fue el encargado de llevar a la práctica un plan con el propósito de producir un levantamiento en el Marruecos español, contra los sublevados y de solidaridad con las legítimas autoridades de la República. Baraibar pasaba por ser un conocedor del problema marroquí. Su gran ambición durante la República había sido ser comisario general de Marruecos. Sus maniobras y esfuerzos no fueron suficientes para alcanzar ese soñado objetivo. El gobierno Casares Quiroga no le premió con ese cargo, pese a haber sido Baraibar quien descubriera a don Santiago «como el hombre fuerte» capaz de tomar las riendas del gobierno en sustitución de Azaña y frente a la candidatura de Prieto. Con Caballero en la presidencia, se le ofrecía ahora la oportunidad de demostrar sus conocimientos y dominio del problema de Marruecos, y a él le confió Caballero tan difícil y peligrosa misión, previa la concesión de los medios necesarios. Baraibar consideraba fácil lograr el levantamiento de ciertas kabilas de nuestro Protectorado. Se apoyaba en algunos elementos marroquíes de tenden-

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cias progresistas y, en especial, en el Partido Reformista Marroquí, del cual era principal dirigente Mohamed Torres, un influyente moro de Tetuán, que aún conservaba, después de siglos, su apellido de origen, valenciano. Mohamed Torres había estudiado en la Universidad de Madrid, conocía los medios intelectuales de vanguardia madrileños y, en éstos, a ciertos elementos socialistas. Era amigo de Baraibar. En los primeros días del movimiento, encontrándose en Madrid, visitaba con frecuencia el domicilio de la U.G.T. y desde allí envió varios mensajes al pueblo y a la juventud marroquíes a través de la «Estación de radio U.G.T.». Creo que esa acción tuvo poca o ninguna eficacia. Mohamed Torres era, sin duda, el principal elemento de apoyo de Baraibar, pero su influencia no era como para arrastrar al pueblo marroquí a un movimiento. Después de la independencia de Marruecos, fue ministro y embajador en El Cairo. El ministro de Hacienda del Jalifa (en Tetuán), Mohamed Bennuna, amigo personal de Baraibar, era el segundo elemento con que éste contaba para su plan. Afirmaba Baraibar que Bennuna —hombre de ideas progresistas, amigo fiel de la República y que gozaba de mucho prestigio entre los rífeños— no estaba de acuerdo con los sublevados, depositando una gran esperanza en la acción y la colaboración que pudiera prestar a sus planes^ ¿Tenían fundamento, eran realistas esas ilusiones?..., El autor no podría opinar al respecto. Escuchando a Baraibar, sí, todo sería fácil y, contando, con esos y otros elementos, consideraba viable lograr una sublevación de las kabilas. Otro punto de apoyo consistiría en lograr la colaboración del principal líder marroquí Abd el-Krim —de sus partidarios—, refugiado en El Cairo, pero esta colaboración, de obtenerse, llevaría aneja el problema de la independencia del Marruecos español, y a este enfoque, audaz, que probablemente hubiese sido la solución, no llegaba el plan Baraibar. Tal vez, ésa habría sido la fórmula correcta y operativa que obligara al gobierno Blum en Francia a tomar en cuenta la posición del Estado Mayor del ejército francés,-a la que nos referiremos más adelante. Baraibar se desplazó a Casablanca y otros lugares, pero la sublevación no se produjo. La crisis del gobierno Caballero en mayo de 1937 cortó, tal vez, el proceso de desarrollo de ese plan. En el momento de la crisis, Baraibar era subsecretario de la Guerra. Nos interesa dejar constancia de este proyecto que no se convirtió en realidad. En más de una ocasión, comentando ese plan, no faltó quien señalara que no era realista, que el problema de nuestro Protectorado tenía que ser planteado directamente al gobierno francés, e incluso a la Sociedad de Naciones. De acuerdo con el tratado de Algeciras, Francia y España tenían bajo su protección el territorio de Marruecos, dividido en dos Protectorados: el español y el francés. El gobierno legal de España, con la

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sublevación de sus fuerzas en Marruecos, había perdido el control, la autoridad y la soberanía sobre la parte del territorio de Marruecos encomendada a su protección. Un poder ilegal, no reconocido internacionalmente, ejercía de hecho la autoridad en el Protectorado, suplantando al gobierno legítimo. Resultaba obvío que a esa situación de anormalidad tenía que dársele una salida jurídica y de derecho, aunque fuese circunstancial. Todo menos que el Protectorado quedara al margen de un poder legal imposibilitado de cumplir su misión protectora. Este enfoque tal vez hubiese sido más eficiente que el «plan Baraibar». En el último de los casos, si se establecía un Comité Internacional que asumiera transitoriamente la misión de España, tal Comité no sería del corte del Comité de «no-intervención». Con una misión muy concreta, sin duda, habría impedido que la juventud marroquí fuese a morir a España, y los sublevados se habrían visto privados de unas fuerzas y de unas bases que fueron fundamentales para sus planes. La realidad fue que esa situación de anormalidad, favorable a los sublevados,, se mantuvo durante toda la guerra. La diplomacia de la República tal vez no estuvo a la altura de las circunstancias ni manejó el problema en el marco que le correspondía y en coincidencia con la posición del Estado Mayor del ejército francés.

A este respecto, es decir, en relación con el problema de Marruecos, la República tiene derecho a hacer otro reproche y sostener una acusación más contra León Blum. Bajo el superior mando del general Gamelin, si no recordamos mal, el Estado Mayor del ejército francés, tanto por consideraciones estratégicas en relación con la defensa del Marruecos francés, como por otras de alta estrategia europea, e independientemente de cuestiones ideológicas, no podía estar de acuerdo con que Hitler y Mussolini establecieran su influencia y hegemonía en la Península Ibérica y en el Marruecos español. De acuerdo con esas consideraciones, el alto mando francés propuso al gobierno Blum que el ejército francés del Protectorado ocupara provisionalmente el territorio del Protectorado español que la sublevación militar había sustraído a la autoridad del gobierno legal de España, el cual —de acuerdo con los tratados internacionales— seguía siendo responsable de la protección y soberanía del territorio marroquí atribuido a España. El Protectorado había quedado al margen del gobierno legal y no pudiendo éste asegurar esa misión, el Estado Mayor francés estimaba que, en tanto no se resolviera esa situación, el ejército francés de Marruecos debería ampliar su autoridad a la zona de Protectorado español. Posición lógica desde un punto de vista estrictamente militar. Blum consultó el caso con Inglaterra y ésta, como era de esperar, re-

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chazó el proyecto. ¿Por qué Blum sometió a Gran Bretaña esta cuestión? El Estado Mayor francés trataba de obrar con independencia. Blum se sometió a los ingleses y el Protectorado español quedó en manos de los sublevados y el gobierno legal de España, marginado. De haber prosperado el punto de vista del Estado Mayor francés, posiblemente España y Francia se habrían evitado buena parte de sus tragedias, y miles y miles de jóvenes marroquíes no dormirían para siempre bajo tierra española. En este caso, la política del hecho consumado estaba más que justificada, y el gobierno inglés la hubiera aceptado, como después se inclinó ante otros «hechos consumados» mucho más graves y sin justificación alguna que realizaron Hitler y Mussolini. Gamelin fue prisionero de los alemanes, como lo fueron otros generales franceses, en los primeros momentos de la derrota de Francia; Blum y la mayor parte de los políticos franceses que habían escondido su cobardía en el Comité de «no intervención», fueron prisioneros políticos de los alemanes y vivieron luego en los campos de concentración privilegiados de los nazis. El Marruecos español y el francés cayeron bajo el control de las potencias del Eje..., Y como los «aliados» no podían «controlar» Tánger, la Comisión internacional que lo administraba fue eliminada para que pudiera pasar a ser controlado por el gobierno franquista del momento. ¡Paradojas y lecciones de la historia! El «plan Baraibar» había sido un juego de niños. No fueron menos infantiles los que creyeron que los luceros nos llevaban hacia el Imperio soñado por una reina en la parte que dedica al continente africano en su testamento. En 1936, el Estado Mayor del ejército francés tenía razón. Largo Caballero en sus propósitos, también la tenía. A nosotros nos faltó realismo y a los «demócratas» franceses les sobró egoísmo y cobardía; por un período histórico determinado, la audacia del nazi-fascismo barrería con unos y otros: «demócratas» franceses y republicanos españoles.

111 DOS CONDUCTAS: C.N.T.-F.A.L, EN CATALUÑA; U.G.T., EN M A D R I D

De las obras de muchos autores se desprenden matices comparativos en torno a cómo se desarrollaron los sucesos el 19 de julio en Madrid y Barcelona, exaltando la gesta de Barcelona y minimizando la de Madrid. SÍ los cronistas apologistas son «faístas» o proclives a esa corriente, es natural que adopten esa postura; cuando son falangistas —cosa curiosa— también se expresan, parcial y tendenciosamente, en favor del campo anarquista. Aunque esto suponga un salto atrás en nuestra «historia», vale la pena darlo. En Madrid, el 19 de julio, la clase obrera madrileña —y generalizamos— hizo frente a una situación más delicada y grave que la que confrontó Barcelona. Pero los rebeldes fueron derrotados en sus cuarteles sin pérdida de tiempo. A continuación, hombres, mujeres y niños, en un trabajo de colmena, fortificaron Madrid y sus alrededores, mientras milicianos y grupos de las fuerzas de orden público se enfrentaban en la Sierra a las fuerzas que avanzaban sobre la capital de España. Fueron acciones heroicas, sin jactancias ni fanfarronerías, de las que la clase obrera madrileña nunca pasó factura. Madrid venció, se defendió durante cerca de tres años y no fue derrotado, sino vendido en 1939En la epopeya de Madrid, la U.G.T., su Casa del Pueblo, desempeñaron un papel fundamental, pero no lo proclamaron, no pasaron factura. Ni el presidente de la República, ni el gobierno tuvieron que soportar coacciones ni chantajes de ninguna naturaleza, menos bravuconerías. La U.G.T., los ugetistas, cumplieron con su deber sin altanería, con modestia y con el respeto debido a las instituciones y a los hombres que representaban el régimen republicano. Barcelona venció el 18 de julio, pero no hubo trincheras para defenderla; cuando el enemigo avanzaba a través de sus rutas para conquistarla, no encontró obstáculos. Barcelona olvidó el ejemplo de Madrid. En esta gran lección se revela la demagogia del faísmo, su verbalismo y pone de relieve la ausencia de posiciones y conductas consistentes, serias y res-

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ponsables del aparato dirigente de la C.N.T. que se decía la dueña de Cataluña. Una vez más quedó demostrado que la fraseología, la fanfarronería no vale nada y que la acción disciplinada y consciente, la dirección responsable, son los factores determinantes. «Ser hombre revolucionario, es ser hombre consciente.» La acción del faísmo ha sido la inconsciencia. Una vez sofocado el movimiento en Barcelona, Companys, en un ambiente de pánico, llama a los representantes de la C.N.T. y de la F.A.I. a su despacho de presidente de la Generalidad. Veamos cómo un significado dirigente de ambos organismos, García Oliver, presenta esa triste y reveladora entrevista: «íbamos armados hasta los dientes; fusiles, ametralladoras y pistolas. Descamisados y sucios de polvo y humo. Somos los representantes de la C.N.T. y de la F.A.I. que Companys ha llamado —le dijimos al jefe— y ésos que nos acompañan son nuestra escolta...) Companys nos recibió de pie, visiblemente emocionado.,,. Nos sentamos cada uno de nosotros con el fusil entre las piernas. En sustancia, lo que nos dijo Companys fue lo siguiente: "Ante todo, he de deciros que la C N . T . y la F.A.I. no han sido nunca tratadas como se merecían por su verdadera importancia. Siempre habéis sido perseguidos duramente y yo, con mucho dolor, pero forzado por las realidades políticas, que antes estuve con vosotros, después me he visto obligado a enfrentarme y perseguiros. Hoy sois los dueños de la ciudad y de Cataluña porque sólo vosotros habéis vencido a los militares fascistas, y espero que no os sabrá mal que en este momento os recuerde que no os ha faltado la ayuda de los pocos o muchos hombres leales de mi partido y de los guardias y mozos...".» 1

Esa estampa, presentada por el faísta García Oliver, ha sido la tónica y el modo de comportarse del faísmo en los medios que dominaba. Llevaba por delante el lenguaje de las pistolas, de las ametralladoras y de los fusiles. Sin duda, el jefe a que alude García Oliver era el jefe de guardia en la entrada de la Generalidad, pero ellos impusieron que los hombres de su guardia personal, «armados hasta los dientes», entraran hasta el despacho del presidente del gobierno autónomo de Cataluña, cosa que no tenía nada de correcta ni de lógica. Y mucho menos, presumir de ello. Companys hablaba bajo la coacción de las pistolas, lo que le llevaba a olvidar la leal conducta que habían observado dignos y honorables jefes y oficiales de la Guardia Civil y del cuerpo de guardias de Asalto, la cual 1.

J. Peirats, op. cit., tomo I, pág. 162.

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fue decisiva para el aplastamiento de los sublevados. Sin esa conducta y esa lealtad —que determina en gran parte las de las fuerzas de esos dos institutos armados— la sublevación pudo haber triunfado en Barcelona. De la entrevista reseñada saldría la creación del Comité de milicias antifascistas de Cataluña, verdadero supergobierno de la región autónoma durante todo un período. ¿Cómo dejaron arrebatarse tan fácilmente Cataluña, en 1939, los dueños de Cataluña?... En Cataluña, en Barcelona, no hubo trincheras físicas ni morales que fortificaran frentes y retaguardias, que obstaculizaran e impidieran el avance del enemigo. Los esfuerzos de la U.G.T. y del P.S.U.C. por hacer de Cataluña un baluarte de la República no fueron suficientes para superar una situación, una mentalidad determinadas por una falsa educación ideológica de siglo y medio, por una conducta y una política «faísta» y neofaísta que habían infiltrado, en las masas y en las organizaciones, el virus de la indisciplina, del individualismo y la negación de todo principio de orden y autoridad, en una palabra, las concepciones de un anarquismo de dos caras: la infantil y la demencial del bakuninismo.

1. Citemos, entre otros, á los generales Aranguren y Daño de la Encomienda, al coronel Escobar, de la Guardia Civil, y al de Asalto, Arrando. En Barcelona no había presente ningún general sublevado y tuvo que venir del exterior el general Goded; en Madrid estaban dos generales sublevados, Fanjul, en el cuartel de la Montaña, y García de la Herrán, en Carabanchel.

112 LA C.N.T. Y LOS ANARQUISTAS ANTE EL GOBIERNO CABALLERO. EVOLUCIONAN HACIA LA COLABORACIÓN. SE INCORPORAN AL «CONSEJO» DE LA GENERALIDAD

El 3 de setiembre de 1936, en su boletín informativo de esa fecha, la C.N.T.-F.A.I. publicaba un artículo dedicado al nuevo gobierno Caballero, titulado «La inutilidad del Gobierno». En él se decía: «La existencia de un gobierno del Frente Popular, lejos de ser un elemento indispensable para la lucha antifascista corresponde, en realidad, a una imitación burda de esta misma lucha.» El artículo no tenía desperdicio: «La guerra que se está llevando a cabo en España —afirmaba— es una guerra social.» Por lo tanto —añadimos nosotros—, «vamos por todo». En su obra La C.N.T. en la Revolución española, el anarquista José Peirats dedica al gobierno Caballero la siguiente andanada, que expresa la opinión que anarquistas y cenetistas tenían respecto del gobierno del secretario general de la U.G.T., si bien algunos de los conceptos de su escrito están extraídos de sucesos ocurridos más tarde: «El gobierno encabezado por Largo Caballero tiene un misión que cumplir. De hecho, pese a todas las apariencias, a todas las declaraciones y al fárrago de disposiciones y decretos, no existía gobierno en la zona republicana antes del 4 de setiembre. El Estado republicano sucumbió el 18 de julio ante la sublevación militar, y el Pueblo revolucionario lo remató el 19 de julio. Su resurrección depende de la habilidad para maniobrar de los restos gubernamentales dispersos.

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El gobierno Giral ha sido un fantoche en medio de las masas y de los sindicatos, que han venido obrando por cuenta propia. Los restos dispersos del Estado español son los partidos políticos, más nominales que efectivos. Las masas se concentran alrededor de las organizaciones obreras, alucinadas por sus realizaciones revolucionarias, o en los frentes de combate, dando cara al enemigo común. Para salvar al gobierno, el principio de gobierno, hace falta darle prestigio con unas consignas y con un hombre. La consigna puede improvisarse, y el hombre, salvado el momento, logrados los objetivos perseguidos, puede ser arrinconado, retirado de la circulación. Lo importante es hallar algo que permita reconstruir el aparato del Estado, poner las riendas en manos de un gobierno, de cualquier gobierno que cumpla los fines de desarmar al Pueblo y de reducirle a la obediencia. En suma, que ponga la camisa de fuerza a la revolución. Para ello, Largo Caballero es el hombre-providencia.'» 1

A los pocos días de la formación del gobierno Caballero, llamado el de la victoria por Claridad, acogido con el mayor entusiasmo y las mayores esperanzas por las masas, un pleno de regionales de la C.N.T. lanzaba un llamamiento en el que planteaba su deseo de participación en la dirección de la cosa pública, pero estableciendo condiciones para esa colaboración, sugiriendo fórmulas originales de su propio acervo que llevaban a considerar como necesaria la desaparición del gobierno y su sustitución por un Consejo Nacional de Defensa. Para su constitución se utilizaría el principio de la «proporcionalidad», ese principio que los faístas manejarían durante toda la guerra en relación con todos los organismos y que no fue más que un permanente motivo de fricciones mezquinas. De acuerdo con esa original fórmula, el mencionado Consejo debería estar integrado por cinco delegados de la U.G.T., cinco de la C.N.T. y cuatro republicanos, proponiendo como presidente del mismo a Largo Caballero. Esa concepción anticipaba la del gobierno sindical, tan grata a la C.N.T. y manejada por ella durante la crisis de mayo de 1937, posición de la que puede decirse que, por despecho, llegaría a ganar la voluntad del propio Caballero, así como la de aquellos miembros de la Comisión ejecutiva de la U.G.T. que se sumaron a sus posiciones y actitud en tan grave situación. Pero de esto trataremos en su punto y hora. El documento a que aludimos en las anteriores líneas, revelador del programa de gobierno del anarquismo —en él no hay más que cambiar la palabra Consejo por la palabra «gobierno», tan detestada por ellos, para comprobarlo— estaba concebido en los términos siguientes: 1.

José Peirats, op. cit. T. I, pág. 309. (El subrayado es mío. A. R. D.)

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«El Pleno de regionales de la C N . T . ha examinado la situación del movimiento antifascista en todos sus aspectos, llegando a las siguientes conclusiones: Que no hay solución posible en el estado en que nos hallamos sin una coordinación más eficaz de fuerzas y la creación de un organismo aglutinante de las mismas que consiga batir al fascismo en todos los frentes y garantice la reconstrucción económica en la retaguardia. »En consecuencia, la C N . T . considera como cosa fundamental la participación en un organismo nacional facultado para asumir las funciones de dirección en el aspecto defensivo y de consolidación en el aspecto político y económico. Dándose cuenta de la necesidad urgente de actuar en todos los sentidos sin demora alguna, las delegaciones presentes en el Pleno acuerdan que se proceda a preparar a la opinión pública y a entablar diálogos con los sectores republicanos y socialistas con vistas a la realización rápida de lo siguiente: »1.° Constitución en Madrid de un Consejo Nacional de Defensa, compuesto por elementos de todos los sectores políticos en lucha contra el fascismo y con esta proporcionalidad: cinco delegados de la U.G.T. (marxistas), cinco de la C N . T . y cuatro republicanos. Presidencia del Consejo Nacional de Defensa, Largo Caballero. La constitución de este Consejo Nacional presupone la continuidad de la presidencia de la República en la persona que la detenta y con el mismo espíritu de gestión que viene observando hasta la fecha. »2.° Federalismo local, provincial, regional y nacional en sus dos facetas de administración política y económica, e implantación de los Consejos de Defensa, observando la misma escala de supresión de los ayuntamientos, diputaciones y gobiernos civiles. Las regiones quedarán facultadas para establecer la proporcionalidad de las fuerzas antifascistas dentro de los Consejos Regionales de Defensa para introducir las modificaciones locales que requieran las circunstancias y las facilidades del ambiente. »3.° Transformación de los Ministerios, convirtiéndose en Departamentos y configurándolos del modo que aconsejan las exigencias del momento: Relaciones Exteriores, Orden Público, Guerra (Aviación y Marina inclusives), Comunicaciones y Propaganda, Instrucción Pública, Hacienda, Agricultura, Industria, Transporte, Comercio, Abastos, Obras Públicas, Trabajo y Sanidad. . »4.° Creación de la Milicia popular única para finalidades de orden público. Creación de la Milicia de guerra con carácter obligatorio, y control de las Milicias por los Consejos de obreros y milicianos, constituidos por Comisiones mixtas formadas por la U.G.T. y la C N . T . Simplificación de los mandos, circunscribiéndolos a la

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gestión y denominación de técnicos militares. Creación de una dirección militar única, constituyendo un Comisariado de guerra, nombrado por el Consejo Nacional de Defensa y con representantes de los tres sectores que luchan contra el fascismo. »5.° Constitución de un Tribunal popular y de un Cuerpo jurídico provisional, nombrado de común acuerdo por el Consejo Nacional de Defensa y las organizaciones sindicales y políticas antifascistas. »6.° Socialización de la banca, liquidación de la usura y el agiotaje y eliminación terminante de la deuda nacional, provisional y local. » 7 . ° Socialización de los bienes de la Iglesia, de los terratenientes, gran industria, gran comercio, transportes en general, así como de las empresas de cualquier volumen cuyo apoyo a la rebelión resultase comprobado; control obrero en las industrias y comercios privados; usufructo por los sindicatos obreros de los medios de producción y cambio que sean socializados; libre experimentación en los pueblos que, por su posición especial, no perturben la marcha normal de la economía; planificación de la gran industria y de los cultivos más importantes. »8.° Lucha por la paz a base de la acción internacional del proletariado, reorganización de la diplomacia y convocatoria de una Conferencia internacional de todos los elementos antifascistas con vistas a la fundación de una solidaridad eficiente. »Para la realización de todos estos puntos, la Ponencia propone lo siguiente: »1.° Que una delegación del Pleno ponga en conocimiento de la U.G.T. los acuerdos tomados y le proponga una Alianza nacional a base de ese programa mínimo. »2.° Que sea dada a la prensa, simultáneamente, una copia de lo acordado. »3.° Que para el próximo domingo, día 20, se organicen cuatro grandes mítines: uno en Madrid, otro en Valencia, otro en Barcelona y otro en Málaga, para hacer públicos estos acuerdos e interesar a la opinión en la puesta en práctica de los mismos. »4.° Que el Comité nacional se amplíe con una representación de cada una de las regionales, dando comienzo a las gestiones directas cerca de la U.G.T. »5.° Que en el plazo de diez días se celebre un Pleno de regionales para dar cuenta de las gestiones del Comité nacional y tomar los acuerdos pertinentes. »Firman la ponencia: por Levante, Juan López; por Cataluña, Federica Montseny; por Asturias, Aurelio Alvarez.»

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Como se observará, el mito de la palabra «Consejo» se establecía verticalmente: Consejo Nacional de Defensa y un federalismo local, provincial y regional, con la supresión de ayuntamientos, diputaciones y gobiernos civiles que serían sustituidos por «Consejos», acudiendo a la fórmula de la «proporcionalidad». Esta «línea» política la propugnaba la C.N.T. a los pocos días de la constitución del gobierno Largo Caballero. Por supuesto, el silencio a esas concepciones fue unánime en las organizaciones del Frente Popular. Pero el faísmo, la C.N.T., abrían brecha en su acción hacia una política de colaboración pasando a formar parte del gobierno de la Generalidad de Cataluña, el cual, siguiendo los propósitos de la C.N.T., se transformaba en «Consejo» el 26 de setiembre, hecho del que nos ocuparemos en otro lugar.

113 PRIMER COMITÉ NACIONAL DE LA U.G.T. POSTERIOR A LA FORMACIÓN DEL GOBIERNO CABALLERO

El 28 de setiembre de 1936 tiene lugar la primera reunión que el Comité nacional de la U.G.T. celebra después de la formación del gobierno que preside su secretario general, Francisco Largo Caballero. En ella va a examinarse la grave situación que se contempla en los frentes y en la retaguardia, originada, en gran parte, por la actitud de fuerzas incontroladas y con fuerte penetración de elementos provocadores que determinan deserciones masivas en los frentes por la creación de una psicosis de pánico desencadenada a los gritos de «¡ Estamos vendidos!», «¡ Estamos copados!», como había sucedido en los frentes de Talavera, Toledo y otros, dándose la circunstancia de que los elementos que provocan esas desbandadas pertenecen casi siempre a la misma organización. Ante la gravedad de la situación, el ministro de la Guerra convoca, para el 27 de setiembre, una reunión con todas las organizaciones políticas y sindicales, a fin de ponerles al corriente de esos hechos, así como de los peligros que se ciernen sobre la capital de España. En esa reunión, Caballero exhortó a todas las organizaciones a que, con toda urgencia, enviaran a todos los frentes delegados o representantes que sirviendo de enlaces contribuyeran al fortalecimiento de la moral y de la disciplina de las milicias y a controlar y destruir la acción de los derrotistas y provocadores que, infiltrados en algunas unidades, actuaban sobre la masa de los combatientes. Otros problemas planteados por Caballero fueron el de la fortificación de Madrid y de todos aquellos lugares vitales que el Estado Mayor señalara, y el de la recogida del armamento que ciertos elementos retenían en la retaguardia cuando era necesario en los frentes. El Comité nacional de la U.G.T. discutió los planteamientos hechos por el ministro de la Guerra y acordó tomar medidas urgentes para que todas las federaciones y sindicatos nacionales, en colaboración con las organiza-

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dones locales, designasen delegaciones a los frentes y prestaran la mayor atención a las obras de fortificación. Unos días antes, el Comité nacional de la C N . T . habíase entrevistado con la Ejecutiva de la U.G.T. para hacerle entrega de los acuerdos adoptados en su reciente Pleno de Regionales, y que sometía a la consideración de la Unión General, con la propuesta de que su Ejecutiva diera su conformidad a los mismos. La Comisión ejecutiva no tomó ninguna decisión, señalando a los representantes de la C N . T . que lo estudiaría y que, una vez que el Comité nacional de la U.G.T. adoptara una resolución sobre el mismo, procedería a celebrar una nueva entrevista con ellos. Mientras tanto, la Comisión ejecutiva consideraba que el escrito no debiera ser dado a conocer a la opinión pública. Así se acordó; pero la C N . T . —inconsecuente con lo acordado— publicaba a las pocas horas el documento cenetista en su prensa. El Comité nacional de la U.G.T. hubo, pues, de examinar la cuestión en esa situación forzada. No podía, por supuesto, mostrar su conformidad con los acuerdos del Pleno de Regionales de la C N . T . que, más que preocupado por los graves problemas de la guerra, lo estaba por su «Revolución social», tratando de barrer con todo. Las deserciones en los frentes, la retención de armas y las violencias de todo orden en la retaguardia, hechos a que había aludido el ministro de la Guerra, eran atribuidos a la acción del faísmo. Como siempre, la C N . T . obró por sí y ante sí, tratando de emplazar públicamente a la U.G.T. Dé no haber acudido a ese tradicional procedimiento suyo, por lo menos habría sido posible la discusión de su documento, pero con su proceder quedaba cerrado el diálogo. Como respuesta, el Comité nacional de la U.G.T. publicaba un documento inspirado exclusivamente en las apremiantes necesidades de aquellos momentos y en la sola preocupación de contribuir a ganar la guerra. Fue el primer documento del Comité nacional de la U.G.T. en aquellos difíciles primeros momentos del gobierno Largo Caballero. Cuando el enemigo asediaba a Madrid y ponía en peligro la mayor parte de los frentes, la C N . T . proponía en cambio barrer con todas las estructuras del Estado republicano y crear un Consejo nacional de Defensa en sustitución del Gobierno, consejo que sería ¡ ía salvación de España! He aquí el documento de la Unión General de Trabajadores: 1

1.

Véase dicho documento en el capítulo 114.

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«AL PUEBLO ESPAÑOL »En el momento mismo que la reacción española se levantaba en armas contra el pueblo y su gobierno legítimamente constituido, la Unión General se dirigió al proletariado para que éste se declarara en huelga general permanente y se alzase contra los generales traidores, quienes intentaban conducir nuestro país al más criminal despotismo. De entonces acá, el pueblo ha sabido contener la invasión fascista. El valor popular, su resolución y su coraje han demostrado al militarismo sublevado y al mundo entero la resolución unánime de impedir el triunfo del fascismo en territorio español. La reacción ha comprendido esta realidad; ha visto la constante deserción de sus tropas hacia las filas leales; observa la resistencia pasiva de la población civil y ha tenido que recurrir al enrolamiento de tropas africanas, mediante los engaños más criminales. Estas medidas tampoco han sido suficientes gracias al heroísmo combativo de las milicias obreras y de las fuerzas leales, por lo que los patriotas, aristócratas y banqueros han tenido que recurrir a la hipoteca de determinadas zonas del territorio español a los países fascistas a cambio de armamento y oficiales del ejército. La falta de apoyo en los españoles les condujo a la adquisición de tropas extranjeras; la falta de moral y entusiasmo, a la venta de nuestro suelo a las potencias capitalistas. »A1 Comité nacional de la Unión General de Trabajadores no le extraña este proceso cuya naturaleza se fundamenta en las condiciones específicas de la lucha de clases y cuyos antecedentes se encuentran en todas las guerras civiles y en todas las revoluciones que registra la Historia. «DISCIPLINA DE HIERRO A TODA COSTA «Ni un momento hemos dudado de la victoria popular. Conocedores de todas las singularidades de una guerra civil, sabemos de las oscilaciones propias de tales contiendas. Estamos ante el período culminante de nuestra Historia y, por estarlo, renovamos nuestra fe absoluta en el tiempo. ¿Cómo acelerarlo? En la guerra, como en la guerra. Disciplina rigurosa, pero no verbal, sino ejecutiva. Ningún obrero, tanto en el frente como en la retaguardia, debe vacilar un instante. El proletariado español ha pasado a la ofensiva. Reconquistar la tierra palmo a palmo; disparar el fusil hasta entregar la última gota de sangre. De igual modo que el esquirol, el provocador, el derrotista y el pusilánime deben ser ejecutados inmediatamente que surjan. La victoria sólo se alcanzará avanzando, y la moral se levanta consi-

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guiendo diariamente una conquista. La lucha no está sólo en el frente, sino también en la retaguardia. Todo trabajo tiene carácter de guerra y quien se aproveche de especial situación para favorecer sus intereses particulares a costa de las privaciones de los combatientes, de los heridos, de los niños o de las clases pobres debe ser considerado faccioso y juzgado como tal. »Las secciones de la Unión General de Trabajadores vigilarán cuidadosamente para corregir radicalmente las desviaciones denunciadas. La disciplina del frente ha de tener un reflejo en la población civil. En ambos lugares se estrechará el control para intensificar la disciplina. Delegados políticos y sindicales responderán de sus cuadros para evitar toda perturbación; pero siempre acatando el comando militar y civil eü los sitios correspondientes. »LA U.G.T. Y EL GOBIERNO ACTUAL »E1 curso de la guerra ha conducido al Poder a una representación total de las fuerzas coaligadas para defender la República. La ausencia de la Confederación Nacional del Trabajo y de la Federación Anarquista Ibérica no supone una oposición al gobierno actual, sino un respeto a sus principios propios a la vez que una colaboración eficaz. La República tiene hoy un gobierno representante de todas las fuerzas que la integran y la defienden. Por consiguiente, la Unión General de Trabajadores de España afirma que está íntegramente al lado del gobierno legítimo, y sólo éste tiene la autoridad suprema y definitiva de conducir al pueblo al triunfo decisivo aplastando al fascismo. »El gobierno actual tiene un objetivo inmediato y concreto: vencer al fascismo. ^Pretender mezclar en este período de guerra una política de transformación social, es perturbar inconscientemente los intereses generales del país, desviando la atención central sobre problemas, cuya resolución está en orden subsiguiente al resultado de la contienda. »La Unión General de Trabajadores no renuncia a ninguno de sus principios base de su constitución. Al contrario, afirma que, conseguido el triunfo, nuestro país ha de iniciar la verdadera transformación político-económica que legalice la personalidad social de la clase trabajadora en la sociedad próxima; pero para ello se precisa una condición: vencer. No estamos ante una guerra regular. Estamos en una guerra civil donde se combate por el triunfo de las libertades populares. Si el gobierno asignó un jornal a los milicianos no lo hizo a título remunerador de su esfuerzo guerrero, ya que nuestro ejército

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es voluntario y no mercenario. Lo hizo sólo para atender a las necesidades familiares, ya que la defensa de un ideal es impagable y el pueblo español ha demostrado, en cuantas ocasiones luchó contra las oligarquías reaccionarias, su heroísmo y su desinterés. Estos factores son los pilares más sólidos en que se asientan los fundamentos de su victoria. Al lado del gobierno, el proletariado español y, con él, la Unión General de Trabajadores, se aprestan a la destrucción del fascismo, en la seguridad de que después alumbrarán a España días gloriosos de una nueva reconstrucción social que marcará a Europa y al mundo entero la senda de la paz y la liquidación definitiva de la tiranía capitalista. »LA NEUTRALIDAD INTERNACIONAL »E1 mundo entero observa a España. La capital de la República es constantemente visitada por representantes de la clase obrera internacional y por delegados políticos de multitud de países. Jamás en ningún otro Estado se tuvo tan a raya el alzamiento de la reacción. Las potencias imperialistas aguardan de nuestra guerra civil el nacimiento o destrucción de la guerra europea. «Tratan por igual a los facciosos y al gobierno legítimo de España, sin tener en cuenta que éste, por derecho internacional, es acreedor a una libertad absoluta para poder comprar el material de guerra que considere preciso y eficaz para sofocar un movimiento provocado por elementos facciosos dentro de su territorio. »Si la insurrección que padece España fuese obra de la clase trabajadora, es indudable que los países imperialistas darían al gobierno español las facilidades adquisitivas de elementos guerreros que ahora le niegan. »E1 sufragio universal y la libre determinación de los pueblos a regirse por sí mismos, dentro de las normas de una Constitución burguesa, han sido pisoteados; la inmiscusión de los países fascistas en la lucha nacional del pueblo español es una violación más; el embargo de armas al gobierno legal, un atropello. Sólo resalta la ayuda de los trabajadores cuyo apoyo se ha traducido en una de las páginas más gigantescas de solidaridad internacional. Sin embargo, a pesar de esta interpretación absurda, que ningún país defiende para sí, el pueblo español sigue combatiendo tenazmente porque posee lo cue el fascismo no puede enviar a sus aliados: moral combativa, deseo de libertad y resolución de vencer. La «neutralidad» internacional es un sofisma; es la negación absoluta de los principios «inconmovibles» de la democracia burguesa. Frente a ella se extiende cada vez más la

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solidaridad popular. La Unión General de Trabajadores de España proclama entusiásticamente el apoyo recibido y ofrecido por los productores de todos los continentes, demostración internacional de su justa posición; del eco despertado por su lucha, y de la simpatía alcanzada por su gloriosa conducta desde su constitución a la fecha. »POR LA VICTORIA POPULAR: POR LA PAZ MUNDIAL »Con serenidad y responsabilidad propia de los momentos presentes, el Comité nacional de la Unión General de Trabajadores proclama ante el mundo entero su resolución de vencer. Depuradas y reconstruidas las tropas republicanas, intensificadas las industrias de guerra, asegurada la hospitalización de los heridos, garantizado el abastecimiento de todos los frentes, intensificada la disciplina, caminamos firmes y seguros hacia la victoria absoluta, porque los pueblos son invencibles cuando se lo propongan, y el pueblo español se ha propuesto triunfar. «¡Trabajadores todos, campesinos, obreros, soldados! Cada uno de vosotros es un combatiente activo, luchando denodadamente, en la vanguardia y en la retaguardia, para aplastar inexorablemente al fascismo. La guerra sin cuartel obliga a perseguir implacablemente al enemigo. Combatir el fascismo es un deber sagrado de todo militante. Dudar de la victoria, un crimen de alta traición. No se puede retroceder un paso. Millares de trabajadores con sus hijos y mujeres aguardan nuestra entrada triunfal para sacudirse el yugo de la tiranía fascista. Millares de muertos reclaman venganza por sus asesinatos. Sólo de nuestro empuje y de nuestra resolución depende el nacimiento de la verdadera España que se está generando en esta guerra civil.» La Unión General de Trabajadores España, su Comité nacional fijaba a través de ese documento, bien que en forma poco cuidada, su posición en orden a los problemas fundamentales que se confrontaban en aquellos momentos. A esa posición del 28 de setiembre de 1936 fue leal y consecuente durante toda la guerra. En ese Comité nacional, de un signif'cado verdaderamente histórico, y ante la gravedad que pesaba sobre Madrid, un miembro del Comité nacional, en el curso de su intervención expresó los siguientes conceptos: «Estimo que lo que se debe evitar, por si esto pudiera suceder [la caída de Madrid], es que en los bancos no exista ninguna reserva de oro, porque si los fascistas tomaran Madrid y se encuentran con las cajas de los bancos, tendrían una fuerza más con la que antes contaban relativamente, o sea, con dinero, y las guerras se ganan con dinero, como sucedió en la

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guerra europea. Si el dinero está con el gobierno, sea como sea, el triunfo será del gobierno...». (Tomado textualmente de las actas del Comité nacional.) El miembro del Comité nacional no podía sospechar en aquellos momentos que los recursos económicos de España tendrían que confrontarse con los de Alemania, Italia, Portugal, Japón y todo el mundo imperialista. De otra parte, cabe comparar la posición «ugetista» en torno a ese problema y la de la C.N.T.-F.A.I. cuando, en ese momento, planeaba el asalto al Banco de España para apoderarse de sus depósitos de oro. Es la constatación de dos líneas, de dos conductas.

114 EL PRIMER PACTO DE LAS ORGANIZACIONES SINDICALES Y POLÍTICAS DE CATALUÑA, CONDICIONADO POR EL «FAISMO»

El 22 de octubre de 1936, las organizaciones regionales catalanas C.N.T., P.S.U.C., F.A.I. y U.G.T. establecen un pacto de unidad de acción conjunta sobre las siguientes bases:

«PACTO ACORDADO POR LAS ORGANIZACIONES FIRMANTES SOBRE EL QUE HA DE BASARSE UNA ACCIÓN DE CONJUNTO INMEDIATA:

»1. Contraemos el compromiso formal de cumplir los acuerdos y decisiones del Consejo de la Generalidad aportando todas nuestras influencias y aparato orgánico para facilitar la aplicación de los mismos. »2. Somos partidarios de la colectivización de los medios de producción, es decir, de la expropiación sin indemnización de los capitalistas, y del traspaso de esta propiedad a la colectividad. Somos partidarios de la colectivización de todo aquello que sea necesario a los intereses de la guerra. Entendemos que esta colectivización no daría el resultado apetecido si no estuviese dirigida y coordinada por un organismo representante genuino de la colectividad, que en este caso no puede ser otro que el Consejo de la Generalidad, en donde todas las fuerzas sociales están representadas. Respecto a la pequeña industria, no somos partidarios de la colectivización, sino en los casos de elementos facciosos o necesidades ineludibles de guerra. En los casos en que se colectivizara la pequeña industria por necesidades de la guerra, se compensará a los expropiados de manera que queden aseguradas sus necesidades vitales, mediante una contribución personal y profesional a la rama colectivizada. »Cuando se trate de colectivizaciones de empresas extranjeras, se

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acordará una forma de indemnización que represente la totalidad del capital. »3. Estamos conformes con la municipalización de la vivienda en general y de la pequeña propiedad urbana. Quedan encargados los municipios de fijar el tipo de venta máximo que exima de la municipalización. »4. Estamos de acuerdo en la concentración del máximo esfuerzo para contribuir al fin máximo y victorioso de la guerra, propiciando para ello el mando único que coordine la acción de todas las unidades combatientes, la creación de las milicias obligatorias convertidas en gran ejército popular y el refuerzo de la disciplina, completando todo esto con la creación de una gran industria de guerra que atienda las necesidades de la misma, en la mayor proporción posible. La estructuración de dicha industria será establecida por el acuerdo de las organizaciones obreras C.N.T. y U.G.T. y las Consejerías de Finanzas, Economía y Defensa. »5. Tenemos que regular la producción de acuerdo con las necesidades del consumo determinado por la situación de guerra que vivimos. »6. Teniendo en cuenta la importancia del comercio exterior, opinamos debe ejercerse sobre él un estrecho control, regulado por los órganos emanados de la Generalidad de Cataluña. »7. La tierra pertenece al Municipio, y aseguramos la explotación individual a quienes no estén dispuestos a realizarla colectivamente. Las operaciones de venta, intercambio y adquisición de productos se realizarán por medio de los sindicatos agrícolas. »8. Somos partidarios de la adaptación de las cooperativas al régimen colectivo, sin que por esto nos haya de llevar a la anulación del pequeño comercio, ya que mientras el organismo de la distribución no se perfeccione podría ser económicamente perjudicial. »9. Somos partidarios de la nacionalización de la Banca y del control obrero en los negocios bancarios llevado a efecto por la Consejería de Finanzas del Consejo de la Generalidad, apoyándose en los comités de empleados. »10. Estamos conformes con el control obrero de la industria privada, sin que esto signifique coacción a la pequeña industria. »11. Creemos que toda la política financiera y fiscal del Consejo de la Generalidad debe orientarse exclusivamente al objeto fundamental de ganar la guerra. »12. Enaltecimiento de la cultura popular en todos sus múltiples aspectos, bajo el signo de la Escuela Nueva Unificada. »13. Somos partidarios de crear una base de colaboración políti-

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ca, económica y militar con el gobierno de España cuando intervengan en él todas las organizaciones que representamos. »14. Somos partidarios de la libertad de sindicación y acción común para suprimir toda clase de coacciones. »15. Estamos de acuerdo en una acción común para liquidar la acción nociva de los grupos incontrolables que, por incomprensión o mala fe, ponen en peligro la realización de este programa. »Y, para que conste, lo firman en Barcelona, a 22 de octubre de 1936: por el comité regional de la U.G.T., Antonio Sesé y Rafael Vidiella; por el P.S.U.C., Felipe García; por el Comité regional de la C.N.T., Manuel Escorza y Dionisio Eróles; por la F.A.I., Pedro Herrera.» En el documento aparece implicada la Unión General de Trabajadores de España, pero sus organismos nacionales, la Comisión ejecutiva y el Comité Nacional, no habían tenido el menor conocimiento, la menor información sobre ese pacto. Es obvio que la U.G.T. no hubiese aceptado de ninguna manera ese documento en los términos en que está concebido. Es un documento determinado por la presión y la intransigencia del anarquismo, aprovechándose de falsas concepciones de tipo nacionalista regional de la pequeña burguesía catalana y que tanto el P.S.U.C. como los representantes de la U.G.T. hicieron suyas suscribiendo el documento bajo esa presión, o posiblemente llevados por una intención oportunista, es decir, tratando de involucrar a la C.N.T. y a la F.A.I. en una acción de dirección conjunta, de responsabilizarlas, por medio de ese pacto, en la política del gobierno de la Generalidad —ahora llamado Consejo— del que esas mismas organizaciones formaban parte. Los hechos demostraron que ese oportunismo —si tal era la finalidad—, que esa política de concesiones a la espera de que sobre la marcha se corregiría aquello que se firmaba sin estar de acuerdo con ello, dio resultados contraproducentes, fue altamente negativo. Hubiese sido mucho más eficaz que las cosas se analizaran a fondo desde el primer momento, pues lo que se establece sobre premisas falsas no puede dar más que resultados falsos. En ese documento aparece implicado el nombre de la U.G.T., pero las conclusiones del escrito, sus concepciones, sus enfoques eran, en su mayor parte, totalmente discrepantes de los de la U.G.T. No correspondían al momento histórico que se estaba viviendo. Del documento se desprende, tal parece, aue Cataluña ya no forma parte del Estado español. En sus Memorias, Manuel Azaña dice a este respecto: «Producido el alzamiento de julio del 36, nacionalismo y sindicalismo, en una acción muy confusa, pero convergente, usurparon todas las funciones del Estado en

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Cataluña. No sería justo decir que secundaban un movimiento general.» Haciendo alusión al triunfo sobre los facciosos en toda Cataluña, Azaña escribe a continuación del párrafo anterior: «Este triunfo rápido, la percepción de la importancia que Cataluña cobraba para la decisión de la guerra, las dificultades inextricables que embarazaban al gobierno central, desataron la ambición política del nacionalismo y le decidieron a ensanchar, sin límite conocido, su dominio en la gobernación de Cataluña.» Ni la Comisión ejecutiva, ni el Comité nacional de la U.G.T. de España tuvieron oportunidad de conocer, examinar, ni discutir un documento de esa importancia y naturaleza. ¿Es que Rafael Vidiella y Antonio Sesé consideraban que los organismos nacionales de la U.G.T. no tenían derecho a ello, no tenían que inmiscuirse en los problemas de tipo nacional que el documento abordaba? De haberse examinado esos problemas con su criterio realista, de principios y «nacional» —no estaba en discusión en aquellos momentos el problema de las nacionalidades— sin duda su contenido habría sido otro, hubiese estado más ceñido a las realidades de la guerra y de la situación general que la República y el pueblo español, bajo control del gobierno republicano confrontaban. ¿Es que Cataluña no estaba dentro de ese contexto? El examen, desde puntos de vista nacionales, de los problemas que se suscitan en el documento habría ayudado extraordinariamente a que ese pacto se estableciera sobre bases realistas correctas y no que fuera un documento más en el que predominara la demagogia, las fórmulas vagas y retorcidas por la discusión, de la que salían resoluciones a medias, contradictorias, fruto de un tipo nuevo de enfoques que pudiera llamarse «neofaísmo». ¿Quién engañaba a quién? El análisis del documento que venimos comentando no puede llevar más que a consideraciones muy negativas, y esta declaración no es una posición a cuarenta años de distancia histórica de los hechos, es una actitud que se mantuvo por los elementos de dirección de la U.G.T. en Madrid, en octubre de 1936, en cuanto se tuvo conocimiento por la prensa de ese pacto, pues siendo discutibles todas sus cláusulas bastaría subrayar una, la N.° 13, para caracterizarlo. En ella se dice: «Somos partidarios de crear una base de colaboración política, económica y militar con el gobierno de España, cuando intervengan en él todas las organizaciones que representamos...». ¿De quién fue semejante formulación? ¿De la F.A.I., de Companys, de Comorera?... ¿ Se hablaba de una Cataluña formando parte del Estado español o de una Cataluña independiente, de un Estado catalán? Tal planteamiento era inexplicable e inconcebible. Las palabras de Manuel Azaña no dejan de estar fundadas. Las concepciones de ese documento se expresaban el 22 de octubre de 1.

Op. cit., Tomo III, pág. 507.

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1936, es decir, a los tres meses de comenzada la contienda. Rafael Vidiella y Antonio Sesé no podían olvidar que presidía precisamente el gobierno de la República, el secretario general de la U.G.T., Francisco Largo Caballero; que esa central, que formaba una institución nacional, indivisible, tenía en el gobierno a tres ministros; que la unidad nacional, en torno al gobierno central, y el respeto al Frente Popular, eran la única garantía de la victoria; que el cantonalismo sindical, político o gubernamental no podía conducir más que a la derrota. Conocemos las dificultades que nuestros compañeros y organizaciones de Cataluña tuvieron que vencer frente al anarquismo y al «faísmo» en todos los tiempos, pero éstas no se superaban entonces, como no se superarán nunca, apartándose de una línea política de principios. Las debilidades políticas no fueron buenas en ningún tiempo. Esa conducta es la que perpetuó e hizo fuerte al anarquismo. Una política de principios es invulnerable y más tarde o temprano se impone. El oportunismo siempre tiene sus riesgos. La U.G.T. no reivindicó ese documento ni le dio su conformidad en ningún momento. Ante el hecho consumado, lo silenció. Fue un instrumento más de confusionismo y de perturbación que no dio solución a ningún problema y que, falto de realismo, se perdió en el río revuelto de la demagogia. Las consignas —decía Lenin— tienen que prender en las masas, éstas tienen que hacerlas suyas; de lo contrario, carecen de todo valor.

115 LA C N . T . EN EL GOBIERNO DE LA GENERALIDAD Y EN EL CONSEJO DE DEFENSA DE ARAGÓN

El documento de la C N . T . que hemos transcrito en el capítulo anterior fue lanzado a mediados de setiembre, a las dos semanas de la formación del gobierno Caballero. Su propósito de colaboración no tardó en convertirse en realidad. Del 24 al 27 de setiembre tuvo lugar un nuevo Pleno de la C N . T . en el que se acordó participar en el gobierno de la Generalidad —que en lo sucesivo se llamaría «Consejo»—, el cual quedaba integrado como sigue: elementos de la pequeña burguesía, Tarradellas, Rafael Llozas, Ventura Gassol y Ayguadé; de la CN.T., Juan F. Fábregas, Juan Domenech y Antonio García; por miembros del P.S.U.C, Juan Comorera y Miguel Valdés; por los Rabassaires, José Calvet; por el P.O.U.M., Andrés Nin, y Díaz Sandino como técnico militar encargado de la Defensa. La U.G.T. no formaba parte de ese equipo. El programa de gobierno del mismo estaba en gran parte en la línea del «faísmo», de acuerdo con el programa que había trazado su Consejo de Economía, constituido el 11 de agosto: control del comercio exterior; control de los negocios bancarios, hasta llegar a la nacionalización de la banca; supresión rápida de los impuestos indirectos en el tiempo y en la medida posible. En la declaración del gobierno, éste se manifestaba por la concentración de esfuerzos, por el mando único, la coordinación de todas las unidades combatientes, la creación de las milicias obligatorias y el refuerzo de la disciplina. La C.N.T., pues, entraba a formar parte del gobierno de Cataluña. La U.G.T. quedaba al margen. La incorporación de la C N . T . al gobierno, a la acción política, objetivamente fue un hecho de cierta trascendencia, pero la acción sectaria de la F.A.I. malograba todas las evoluciones positivas de los hombres responsables del cenetismo, como Juan Peiró y otros. A mediados de octubre se había dado a conocer la constitución, en Caspe, del Consejo de Aragón, integrado por anarcosindicalistas: Joaquín Ascaso, como presidente, Adolfo Ballano, José Marvilla, Miguel Jiménez,

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Francisco Ponzón, José Alberola, Adolfo Aznar y Miguel Chueca. Un pequeño gobierno con sus carteras de Justicia y Orden Público, Agricultura, Información y Propaganda, Transportes y Comercio, Instrucción Pública, Economía y Abastos, Trabajo. Sólo faltaba un ministro de la Guerra y otro de Relaciones Exteriores. Las actividades de este Consejo, al margen de la política y disposiciones del gobierno central, fueron de lo más lamentable. Actuaba bajo las órdenes de los organismos faístas de Barcelona. Entre sus documentos (edictos-decretos), el que puede ser considerado como su declaración de gobierno es, por sí solo, una magnífica pieza de verbalismo y demagogia. «El Consejo de defensa regional —se dice en é U no puede aceptar, en nombre de los mandatos que la gran mayoría aragonesa le ha conferido, el que se pisoteen los fueros aragoneses y nuestro derecho indiscutible, al igual que otras regiones hermanas, a regirse con arreglo a sus características y temperamento político y en el orden económico, no olvidando en ningún instante los deberes que tiene que cumplir en la lucha libertadora que todos los antifascistas sostenemos...» En octubre de 1936, los anarquistas del Consejo de defensa regional de Aragón invocaban los fueros de Aragón... La U.G.T. no estuvo implicada en ese famoso Consejo. El gobierno central no reconoció al Consejo de Aragón hasta el 17 de diciembre, una vez que había sido reorganizado dando entrada en el mismo a representantes de las organizaciones del Frente Popular. El nuevo Consejo estaba integrado por siete cenetistas y un secretario general, también de la C.N.T., dos comunistas, dos ugetistas y un miembro de Izquierda Republicana. Predominaban los anarquistas. La U.G.T. estaba representada por Manuel Latorre y José Ruiz Borau, un magnífico dirigente bancario de Zaragoza, una de cuyas primeras misiones consistió en desplazarse a Valencia para entregar en la Caja de Reparaciones los pesados talegos de duros de •plata que el Consejo anterior no había tenido tiempo i& exportar a Francia... Fue de poca duración este Consejo que, aun siendo más responsable y eficiente que el primero, no era más que un cantón perturbador de la política administrativa y de guerra del gobierno central, por lo que fue disuelto. La C.N.T. y la F.A.I. reaccionaron contra esa obligada medida del gobierno. Nombrado por éste, José Ignacio Mantecón, tan difamado por el anarquismo y tan leal a la República y a la clase obrera, pasó.a ser gobernador general de Aragón, logrando imponer el orden, la disciplina y la autoridad del gobierno allí donde hasta entonces no se había conocido más que una política de desafueros y arbitrariedades bajo el terror de las pistolas.

116 PACTO ENTRE LAS FEDERACIONES UGETISTAS DE LAS PROVINCIAS DE ZARAGOZA, HUESCA Y TERUEL Y LAS CORRESPONDIENTES DE LA C N . T .

En Fraga, sede del Consejo de Aragón, se concentraban algunos elementos sindicales huidos de las organizaciones provinciales de la U.G.T. de Zaragoza, Huesca y Teruel, que las dieron por reconstituidas con algunos dirigentes efectivos y con la incorporación de otros militantes procedentes de aquellas organizaciones. La mayor parte de los dirigentes de esas federaciones ugetistas habían sido fusilados en la zona llamada «nacional». El restablecimiento de los equipos de dirección representativos de las organizaciones del territorio bajo el control de los «nacionales» fue auspiciado por la C.N.T. con el fin de dar personalidad y sustentación sindical al Consejo de Aragón. Es posible que los elementos de la C.N.T.F.A.I. obraran de acuerdo con sus organismos nacionales; los de la U.G.T. actuaron al margen de su dirección nacional. Es justo reconocer que, en general, los elementos ugetistas se ajustaban, en lo fundamental, a las posiciones y orientaciones de su central sindical, pero también que, en muchos casos, fueron arrastrados por las posiciones demagógicas e irresponsables de la C.N.T., creando con ello situaciones conflictivas. Ese grupo de las tres federaciones provinciales ugetistas reconstituidas en Fraga y que actuaban en torno al Consejo de Aragón con las de la C.N.T., en los primeros días de marzo acordaban un pacto que tendía a justificar una política de adhesión al gobierno de la República y al Consejo, rectificando, en parte, la política que el anterior Consejo —integrado exclusivamente por anarcosindicalistas— había desarrollado. De todas formas, ese documento no fue aprobado por la Comisión ejecutiva de la U.G.T., que mostró su conformidad con la decisión del gobierno central de que el Consejo de Aragón fuese disuelto y una autoridad gubernativa se hiciera cargo de los problemas de Orden público y administrativos de los pueblos de las tres provincias de Aragón que estaban en zona republi6. bis

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cana; que normalizara la situación y corrigiera la política de atropellos, violencias y arbitrariedades a que el «laísmo» tenía sometida a esa región, en nombre del famoso Consejo de Aragón y del comunismo libertario, del que los campesinos eran la principal víctima. El pacto, un documento más de los muchos que se prodigaron y que no tuvieron ninguna eficacia, estaba concebido en los siguientes términos: «La criminal intentona militarista del fascismo internacional ha planteado a la clase obrera española la necesidad de aunar todos sus esfuerzos en una unidad de acción que permita concretar las aspiraciones que como clase organizada tiene. «Comprendiendo que la realización del programa de las dos organizaciones firmantes no puede ser por el momento, más aún si tenemos en cuenta la diversidad de programas de los distintos sectores del frente antifascistas, y que el intentar implantar un sistema económico y político de un tipo determinado sería suicida y de resultados fatales para la lucha que venimos sosteniendo, la Confederación Regional del Trabajo y la Unión General de Trabajadores fijan las siguientes bases de unidad de acción: »1.° Nos comprometemos a cumplir todas las disposiciones emanadas del legítimo gobierno de la República y las que dicte el Consejo de Aragón, en los que se hallan representadas nuestras respectivas organizaciones, aportando toda nuestra influencia y las disponibilidades de nuestros organismos para facilitar la aplicación de las mismas. »2.° Se formará en un plazo máximo de ocho días (a partir de la firma de este pacto), una Comisión de enlace con carácter regional que atenderá a todo lo referente a la unidad de acción y a la resolución de aquellos conflictos que puedan surgir entre las dos organizaciones, toda vez que el apartamiento lamentable en que hemos vivido hasta ahora ha posibilitado la infiltración de elementos indeseables que es preciso liquidar. La propia Comisión de enlace estructurará su organización interna, entrando a formar parte de la misma camaradas de las sindicales de las tres provincias para facilitar todo lo referente a la resolución de conflictos provinciales. »Las solicitudes de constitución de nuevos sindicatos afectos indistintamente a las dos centrales sindicales se cursarán a través de la organización repectiva al Comité regional de enlace, que determinará previo los informes que estime oportunos. Rechazamos toda coacción que obligue individualmente a pertenecer a una u otra sindical. »3.° Los secretarios provinciales de Aragón de la Federación Española de Trabajadores de la Tierra y de la Unión General de Trabajadores se comprometen al más rápido estudio de la estructuración

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de la Federación regional de Colectividades de la Confederación Regional del Trabajo, igualmente que las ponencias aprobadas en su Congreso, para llegar a la unificación, en un solo organismo aglutinador del problema agrícola de Aragón. »La Confederación Regional del Trabajo y la Unión General de Trabajadores consideran necesario sean declaradas legales las incautaciones hechas a los elementos facciosos, tanto en fincas agrícolas y urbanas como industriales, y que éstas pasen a ser propiedad de los Consejos municipales, que las pondrán a disposición de las organizaciones obreras para que éstas procedan a su colectivización en conjunto. Ambas organizaciones acatarán y apoyarán las disposiciones que en esta materia disponga el Consejo de Aragón. »Ambas organizaciones respetarán la libre determinación de los campesinos para administrarse según sus deseos, sin perjuicio de que a través de los sindicatos se emprenda una campaña de divulgación del colectivismo, con el objeto de llevar a su ánimo las ventajas de la colectivización. Igualmente, la C.N.T. y la U.G.T. ayudarán y estimularán las colectividades libremente constituidas y que puedan ser ejemplo para el resto de los obreros y campesinos. »4.° Se respetará la libertad del pequeño comerciante y campesino. »5.° Nuestras organizaciones se esforzarán en proporcionar a los mandos responsables todo aquello que tienda a la rápida victoria del ejército del pueblo sobre el fascismo, y muy especialmente a través del Consejo de Aragón. »6.° Hacemos patente nuestra repulsa de todos aquellos elementos incontrolados que pretenden imponer violentamente su criterio sobre los demás. Los representantes de la C.N.T. y la U.G.T. declaran que el derecho de los trabajadores a elegir entre las dos organizaciones será respetado escrupulosamente, sancionándose de común acuerdo a los elementos que no respeten este compromiso firmado por los representantes legítimos de nuestras centrales sindicales. »7.° Estas representaciones hacen patente su deseo de compenetración cada día más estrecha hasta llegar el día que rompamos todo cuanto nos separa y sea lograda la fusión. »8.° Se organizarán actos conjuntos en los que se dará cuenta a los trabajadores de estos acuerdos felizmente logrados en beneficio de la clase trabajadora. »Este pacto de unidad de acción se imprimirá y se repartirá profusamente para conocimiento de todos los afiliados a nuestras organizaciones y del pueblo antifascista en general. »Por la C.N.T.: Miguel Vallejo, Antonio Ejarque y Manuel López.

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«Por la U.G.T.: Vayo.»

Malaquías Gil, José Ruiz Borao y Francisco

Por la U.G.T. suscribían el pacto el dirigente bancario de Zaragoza José Ruiz Borao y Francisco Vayo. Ruiz Borao, en reunión con la Comisión ejecutiva de la Federación de Banca, a la que informó de la situación económica del sector bajo dominio del Consejo, mostró su conformidad con la conveniencia de que el «gobiernillo de Aragón» desapareciera y se impusiera la autoridad del gobierno de la República, y así fue, para bien de aquellas maltratadas comarcas. La imposición de la autoridad del gobierno de la República fue una liberación para aquellos pueblos.

117 LA «SACA» DEL CONVENTO DE SAN A N T Ó N Y LA M A T A N Z A DE PARACUELLOS DEL JARAMA. POSICIÓN UGETISTA C O N T R A EL TERROR

Al gobierno del doctor Giral, durante su período, le tocó vivir los acontecimientos de la cárcel de Madrid; al de Caballero le correspondió el lamentable suceso de la «saca» del convento de San Antón, que registró más de un centenar de víctimas. ¿Quién inspiró semejante represalia? El gobierno no sólo fue ajeno al hecho, sino que lo condenó. Es cierto que —en aquellos primeros días de noviembre de 1936—- Madrid sufría los más bárbaros bombardeos y el sistemático cañoneo de zonas de la capital desprovistas de todo objetivo militar; que las víctimas de esas salvajes acciones se contaban por millares, en su mayor parte mujeres, niños, población civil. Se trataba de acciones de terror determinadas por el propósito de minar la moral del pueblo madrileño. El enemigo se equivocaba. Que esta equivocación fuese de italianos o alemanes, no sería extraño; que fuese de españoles, sí. Cuanto más brutales y criminales eran los bombardeos, más se exaltaba el heroísmo y la moral del pueblo y de las fuerzas que defendían la capital de España. La «saca» del convento de San Antón, está en el contexto de esos días y noches de terror. Por otro lado, de la zona sublevada llegaban noticias e informaciones dando cuenta de una política despiadada de venganzas y represalias. El control de los dispositivos de orden público del gobierno falló. Lo que hizo posible el suceso de Paracuellos del Jarama, que no fue posible impedir, como pudo haberse evitado y no se evitó la matanza de la plaza de toros de Badajoz. San Antón fue una «saca», pero nadie podrá escribir de la zona republicana sobre «sacas» diarias a media noche y en trágicos amaneceres. Siendo tantas las obras que se han escrito sobre la guerra, el autor no conoce ninguna que haga referencia a la posición del gobierno de la República en lo que se refiere a los centenares de presos que se encon-

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traban en las cárceles, bajo el régimen formal de prisiones de la zona republicana. En contra de lo que se ha dicho, la actitud de las autoridades republicanas fue de lo más elevada y noble, y obedecía a inspiraciones de profundo sentido humano, al mismo tiempo que respondía a una modalidad, impuesta por las circunstancias, de garantía y defensa de la persona humana. Los hechos excepcionales y lamentables que ocurrieron no hacen más que confirmar lo que fue regla de conducta. Parece paradójico, pero tal era la orientación: aceptar y mantener en las cárceles a gentes que querían salvarse por no estar implicadas en la sublevación, pero que, por su significación social, económica o política, corrían toda clase de riesgos si permanecían en libertad. Hubo fallas, pero no determinadas por la intención o la política de los gobiernos, lo mismo del de Giral, que de los de Caballero o Negrín. La desaparición de Andrés Nin, por ejemplo, de la que tanto se habló, fue un hecho que mereció la más violenta repulsa del doctor Negrín y de todos sus colaboradores, plenamente identificados con su política. Pero ante el hecho consumado, aparecieron consideraciones políticas y complicaciones que obligaron al gobierno a adoptar una discreta posición. Ese hecho —como algunos otros— no favoreció la causa de la República. Fue un grave error y sin duda los que lo inspiraron son hoy conscientes de ello. Nadie lo reivindicaría, como nadie reivindica los crímenes de Stalin y del estalinismo que tan profundas y negativas huellas han dejado y tan graves consecuencias han tenido para el movimiento obrero internacional y para el socialismo, incluso para la propia Unión Soviética. En las cárceles y en locales especiales dedicados a prisión, el gobierno mantenía a sinnúmero de ciudadanos que no fueron —ni se pretendía que lo fueran— sometidos a juicio; que teniendo una significación política o económica, una ideología determinada y, en muchos casos, una personalidad notoria dentro de la Iglesia, no por eso podían ser considerados como implicados, directa ni indirectamente, en el movimiento subversivo. El gobierno, las autoridades en quienes descansa el orden público, la Dirección general de Prisiones y los organismos de justicia no podían dejarse llevar por el simplismo de las masas, por los movimientos irreflexivos de las masas, en una palabra, por los «incontrolados», por movimientos pasionales cargados de ira y del ansia de ejercer toda clase de venganzas, bien que en algunos momentos a tales estados de ánimo y de excitación pudiera, desde ciertos ángulos, encontrárseles una explicación, como uno de los fenómenos determinados en momentos de caos y de quiebra circunstancial de los valores humanos. El gobierno mantenía, pues, en las cárceles a centenares de detenidos, considerando que ésa era la única manera de garantizar sus vidas. De no haberse organizado la provocación del asalto a la cárcel de Madrid, muchas de las víctimas —como

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ya hemos señalado— no hubiesen perecido, sobre todo aquellas que no estaban implicadas en la sublevación, y al término de la guerra habrían recobrado la libertad. El autor de este trabajo ha vivido momentos que no puede olvidar y que siempre le impresionaron: cuando algunas gentes asustadas, aterrorizadas, se presentaban a pedir a sus amistades que gestionaran su encarcelamiento, pues en la cárcel se considerarían más seguros. Muchas se salvaron por ese procedimiento, pero otras, desgraciadamente, como en los casos de la cárcel de Madrid y de Paracuellos, al fallar los resortes del orden público, perecieron. De estas víctimas no puede responsabilizarse a los gobiernos republicanos que, sin tener en cuenta lo que sucedía en la otra zona, realizaron los mayores esfuerzos para que se respetara el derecho de la persona humana y para que los organismos legales de justicia y de garantía para los acusados obraran de acuerdo con principios de Justicia y Derecho. No estará de más que recordemos que algunos miembros del gobierno Caballero no estuvieron de acuerdo con el precipitado fusilamiento de José Antonio Primo de Rivera, que obedeció a la decisión de un «incontrolado», quien extralimitándose, rebasando los límites de su autoridad, obró por cuenta propia. No sabemos cuál hubiera sido el final del fundador de Falange, pero lo cierto, lo histórico es que su fusilamiento fue precipitado y sin que los procedimientos legales de confirmación de la sentencia o de indulto se cumplieran, ni se tuviera en cuenta el significado político e histórico del prisionero. Emplazado el problema ante esas dos situaciones: confirmación de pena o indulto, la cuestión hubiera sido seriamente debatida y la decisión final incierta. Transcurrido algún tiempo, en una situación de vacilación, tal vez hubiese prevalecido el indulto, con incalculables repercusiones políticas. Hoy, no vale la pena hacer especulaciones. Es una lección de las muchas que nos ofrece nuestra contradictoria historia. Caballero, ante este dilema, estaba en presencia de un tremendo problema de conciencia. Su hijo menor, Francisco Largo, de 21 años, se encontraba en la cárcel de Sevilla con la vida en peligro. No tenía la menor responsabilidad ni significación política, solamente era hijo de Caballero. Estamos seguros de que este problema sentimental de padre no determinaba su actitud ni su conducta en relación con el problema y la situación de José Antonio Primo de Rivera. Para Caballero se trataba de un problema político y de conciencia, independiente de la situación de su hijo a quien, por otra parte, quería profundamente. Tenemos elementos para poder afirmar que, en el fondo de su conciencia, Largo Caballero deseaba ganar tiempo y que la sentencia de la pena de muerte 1

1. Su vida fue salvada y actualmente vive en México, en actitud activa y leal a la lucha por el socialismo.

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no se aplicara. Hemos oído de sus propios labios exteriorizar este sentimiento. Pesaba mucho en el ánimo del presidente del gobierno y ministro de la Guerra la circunstancia atenuante de que José Antonio Primo de Rivera se hallara preso con bastante anticipación a la sublevación. ¿Fue por eso por lo que se precipitó el fusilamiento?... El hecho indiscutible es que el gobierno de la República mantenía en las cárceles a centenares de ciudadanos que no aparecían implicados en la sublevación, pero que por su significación corrían serio peligro estando en libertad, y a los que garantizaba la vida mediante el sistema penitenciario existente. Se terminó la guerra y muchos de esos ciudadanos, condenados o sin condenar, recobraron su libertad. También es verdad que muchos de ellos no fueron consecuentes con el sentido generoso y humano de la República y, una vez liberados, se incorporaron a las corrientes de venganza y terror. No se mantuvo semejante política humana y de comprensión y respeto político en la otra zona: allí, la llamada «limpieza» fue expeditiva. En la zona nacional, las gentes, por haber votado al Frente Popular, cayeron en los primeros momentos bajo la acción de un terror sistematizado. Como venimos haciendo a través de nuestro trabajo, deseamos dejar constancia de un solo hecho histórico que pone de relieve, como ejemplo, los sentimientos de Largo Caballero, presidente del gobierno en el período más difícil y apasionado de la lucha; para muchos un «ogro», un asesino, un monstruo, cuando la verdad era que se trataba de un hombre sentimental, profundamente humano y siempre inclinado a la comprensión, a la tolerancia y a la justificación. Recuerdo que en una ocasión, nos encontrábamos en Barcelona, antes de la guerra, una comisión sindical que presidía Caballero. Felipe Pretel, secretario de la Federación Nacional de Espectáculos públicos, era un tipo muy jovial que, en razón a su cargo, gozaba no sólo de prestigio, sino de una gran simpatía entre las gentes de teatro. Después de cenar en el famoso restorán «Los Caracoles», propiedad de los padres de unos bancarios, sugirió dar una vuelta por la ciudad y recorrer alguno de sus centros nocturnos populares más conocidos. Por más que insistimos en que nos acompañara, Caballero, con tristeza, más bien con pena, se negó. «Miren —nos dijo—, les acompañaría encantado, pero no puedo; quiero y no quiero...» Y nos contó una anécdota de Antonio García Quejido: «A los hombres de la organización nos dicen que somos gentes muy serias y de mal genio, no hay tal: ésa es una careta que nos ponemos para disimular.» Esta anécdota de Quejido, Caballero la confirmaba y la hacía suya. En su libro Mis Recuerdos exterioriza sus sentimientos cuando dice que «el cargo de jefe de gobierno lo desempeñaba a contrapelo. Puestos tan elevados le separan a uno de la familia, de los correligionarios y amigos, de aquellos con quienes se

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ha convivido y luchado muchos años. Además, imponen costumbres y nuevas convivencias incompatibles con el carácter expansivo y cordial al que se está habituado. Debe tenerse constantemente la cara seria, aun contra su voluntad; si se quiere conservar la autoridad del cargo, se sacrifican las cosas más apreciables del hombre: la libertad de expansionarse y hasta la de decir la verdad». Y vaya ahora la anécdota a que nos referíamos al comienzo de este párrafo. En los primeros días del movimiento, desde la Casa del Pueblo llama a Caballero, que se encontraba en el local de la U.G.T., Fuencarral 93, el compañero «R», para informarle que tenían detenido a «un pez gordo» y que deseaban que algún miembro de la Ejecutiva fuese a interrogarlo. No siempre correspondía realizar las misiones al autor de este trabajo, como pudiera desprenderse de algunas de las anécdotas o relatos que venimos incluyendo en nuestros apuntes o recuerdos; esta apariencia es debida a que escogemos casos en los que hemos sido actores personales, para que su autenticidad no pueda ser puesta en duda. El caso es que, una vez que Caballero recibió el informe y nos habla del asunto a los ejecutivos que en aquel momento estábamos en el local, le pide al autor que se desplace a la Casa del Pueblo y se ponga en relación con el compañero «R» para ver de qué se trataba. En efecto, nos desplazamos a Piamonte y allí nos encontramos con el bronco de «R» que nos lleva a un convento abandonado contiguo a la Casa del Pueblo. En una celda que daba a un patio, sentado sobre un montón de paja se encontraba un hombre que rondaría los 40 años, más bien bajo de estatura, un poco grueso, bien parecido, vestido correctamente y de negro, con toda la apariencia de un clérigo. Le saludamos, nos respondió con toda cortesía y se levantó. Al preguntarle su nombre buscó en sus bolsillos y nos entregó su tarjeta. En efecto, se trataba de un religioso de una congregación de Barcelona. No recuerdo de cuál, lo que sí quedó grabado en mi memoria es que entre sus apellidos figuraba el de «Escrivá». Pasados los años, algunas veces, al leer el nombre del fundador del Opus Dei, creo ver una analogía entre este personaje y el «pez gordo» del convento. Pero esto no es más que una impresión, sólo quienes analicen este relato podrán aclararlo. Volvamos al caso. Interrogo al detenido que se mantenía en una actitud de calma y resignación, de digna serenidad, verdaderamente impresionante. Me explica que se encontraba en Madrid ultimando una operación con el director del periódico La Libertad, el periodista Antonio Hermosüla; que le habían sorprendido los acontecimientos en Madrid y que estando de visita en casa de no recuerdo qué marquesa, creo que con domicilio en la calle Santa Engracia, fue visitado el domicilio por unos milicianos, registrada la casa y detenidos los que en aquel momento se encontraban en ella; que ignoraba lo que sucedía con los demás y que él había pasado la noche

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en aquella celda... Me confesó que no había sido maltratado. Hasta aquí su primera declaración. Al preguntarle cuál era, concretamente, el asunto que le había traído a Madrid y que ultimaba con el periódico La Libertad, me dijo que la venta de un edificio que su congregación tenía en Madrid y que Hermosilla estaba adquiriendo para su periódico, indicando la dirección en que estaba enclavado; que había venido para cerrar la operación y firmar las escrituras. Al preguntarle a qué elementos conocía en Madrid, independiente de los que tuvieran relación con su orden, me señaló al propio Hermosilla y al empleado de un hotel, cercano a la Puerta del Sol, en el que se hospedaba siempre que venía a Madrid, y donde le conocían bien, me dio su nombre y apellidos, subrayando que era socialista. Le hablamos de la sublevación, de la situación dramática que atravesaba el país, reaccionó diciendo que lamentaba profundamente lo que estaba sucediendo y que confiaba en que todo tendría una solución con la ayuda del Señor. Al señalarle, intentando provocar en él una reacción, que su situación era grave, se limitó a contestarme, con la serenidad que había mantenido: «Que sea lo que Dios quiera». Repito que me impresionó su dignidad y su serenidad. El compañero «R» a quien califiqué justamente de «bronco», permaneció callado durante toda la entrevista. Hablé por teléfono con Caballero dándole mi opinión; me dijo: «Dígale al compañero "R" que lo entregue en la Dirección general de Seguridad y que procuren no meterse ni meternos en estos líos.... que son otras las misiones que tenemos que cumplir...» Lo que trasladé a «R» con la orden imperativa de que inmediatamente llevaran a la Dirección general de Seguridad al —según él y sus compañeros— «pez gordo» que tenían detenido. No sé cuál sería la suerte de aquel hombre que, para mí, se encontraba en Madrid sin tener la menor relación con el movimiento. Era obvio que de tenerla no estaría allí tramitando, ultimando la operación de venta de un edificio para el periódico La Libertad. Hermosilla había confirmado las declaraciones del clérigo, el empleado del hotel, un socialista, en efecto, también, diciendo que era «un fraile muy campechano» y que sí era cierto que se hospedaba en aquel hotel. Cuando informé a Caballero de todos esos pormenores, mostró su desagrado por «R» y los elementos que le~~secundaban en ese tipo de acciones, lo que dio motivo para hacer llegar a la Junta Administrativa de la Casa del Pueblo la opinión de la U.G.T. contra toda acción «incontrolada» y contraria a que las organizaciones de la Unión General se inmiscuyeran en actividades que no correspondían a su misión, suplantando la de las autoridades. El compañero «R» se desligó de actividades no sindicales y pasó a formar parte del grupo de compañeros dedicados a los trabajos de dirección de las fortificaciones en Madrid.

118 LA G R A N CRISIS DE NOVIEMBRE DE 1936

En dos meses, del 4 de setiembre al 4 de noviembre, el gobierno Caballero realizó una ingente tarea, pero al mismo tiempo el desarrollo de la guerra era catastrófico en todos los frentes. Las partidas más importantes al haber del balance gubernamental, sin entrar en los problemas concretos de la guerra, podían ser consideradas las siguientes: el 20 de setiembre se dispone la unificación de las milicias de vigilancia, agrupando a las fuerzas de Orden público bajo el control del Ministerio de la Gobernación, asesorado por un Consejo Nacional de Seguridad; el 27, la C.N.T. ingresa en el gobierno —se llamaría Consejo— de la Generalidad, con dos consejeros, y se disuelve el famoso Comité central de Milicias; el 1.° de octubre, las Cortes aprueban el Estatuto Vasco; el 7 de ese mismo mes se publica el trascendental decreto de Agricultura, del ministro comunista Vicente Uribe, que sentaba las bases para la realización de una profunda Reforma agraria; el 15, se crea el Comisariado político del Ejército, complementado con la militarización de las milicias y la creación de un ejército regular; se dispone la evacuación del Banco de España. Se normalizan los Tribunales populares y se registran serios avances en la política de orden público. Al comenzar noviembre, la situación de Madrid en el orden militar era desesperada. Las fuerzas enemigas, a sus puertas, preparaban el asalto. Las cancillerías europeas y la prensa mundial daban por cierta la caída de Madrid y por terminada la guerra. Ante la gravedad de la situación, Caballero refuerza el gobierno con cuatro representantes de la Confederación Nacional del Trabajo. Apoyada en el núcleo de sus dirigentes más serios y solventes que supieron valorar la gravedad de la situación, la C.N.T. daba un paso trascendental. Fue un acontecimiento de gran importancia, consecuente con su participación en el Consejo de la Generalidad. La C.N.T., que ya tenía, como hemos visto, dos consejeros en el gobierno o Consejo de la Generalidad, tendría ahora cuatro ministros en el gobier-

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no central: Juan García Oliver, Federica Montseny, Juan Peiró y Juan López. El anarquismo daba un paso sin precedentes al pasar a colaborar en un gobierno. Sería el primer ejemplo en la historia del anarcosindicalismo a escala internacional. Los individuos y grupos anarquistas que merodeaban en París en torno al fantasma de la A.I.T. reaccionarían violentamente contra sus hermanos españoles. La política de colaboración encontraría una oposición velada en algunos medios anarquistas de la F.A.I. y en ciertos dirigentes de las propias organizaciones de la C.N.T., que desafiaban su control y disciplina. Ante la gravedad de la situación de Madrid, el gobierno acuerda evacuar la capital de España para instalarse en Valencia. Lo hace el 6 de noviembre y Madrid queda bajo el control de una Junta de Defensa presidida por el general Miaja. Decisión justa y necesaria, pero que habría de tener serias consecuencias psicológicas, políticas y económicas. El gobierno se trasplantaba a Valencia, pero las raíces del Estado seguirían estando en Madrid. La fuerza de la costumbre es algo extraordinario. Por un fenómeno de algo que pudiéramos llamar la fuerza de la inercia histórica, la Junta de Defensa de Madrid, con el general Miaja a su cabeza, pronto se transformaría en un organismo cantonal más que, en algunos aspectos, trataría de suplantar al gobierno. El simbolismo del Madrid heroico tenía un gran peso. Por el contrario, instalado en Valencia, al gobierno le faltaban bases de sustentación administrativa. La fuerza de la rutina, insistimos, de la costumbre, aunque sea negativa, es una fuerza poderosa. Las bases de cada ministerio estaban en Madrid, aunque los locales estuvieran vaciados, en parte, de su aparato administrativo y de sus elementos humanos. Gobernar desde Valencia o Barcelona no era lo mismo que gobernar desde Madrid. Francisco Largo Caballero no era el mismo hombre en Madrid que en Valencia. El traslado del gobierno representó una gran crisis. Cuando el 6 de noviembre el gobierno abandonaba Madrid, se iniciaba con ello una nueva etapa cargada de más dificultades y de las causas que determinarían constantes situaciones conflictivas. Desde Valencia, el gobierno debería proyectar su acción sobre los «cantones» de Madrid, Barcelona, Asturias, el País Vasco y Aragón. En Valencia, ni el gobierno, ni el presidente de la República pisaban tierra firme. No había otra solución que la evacuación de Madrid; pero, ante el «cantonalismo», el gobierno veía reducida, limitada su eficacia y su poder. El prestigio de los órganos del poder, su autoridad, estaban profundamente quebrantados. Desarraigado el aparato estatal de Madrid, ministros y funcionarios parecía que habían quedado desposeídos de toda autoridad. Lo mismo sucedía con los comités nacionales de las organizaciones sindicales y políticas acogidos a una hospitalidad forzada, primero en Valencia y después en Barcelona. Uno tenía la impresión de que todo era inestable, inseguro, inconsistente.

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En Madrid habían quedado los residuos administrativos de la organización estatal, que pronto se transformarían en ministerios en pequeño. El representante administrativo de cada ministerio, dueño del edificio, con sus colaboradores, se consideraba ministro y superior «a los que habían huido al Levante feliz». El autor tuvo que tratar con casi todos los «delegados» que cada ministerio había dejado en Madrid y conoció la «mentalidad» de esos delegado;;. El heroísmo de la defensa de Madrid, del pueblo madrileño, se les «contagió» y determinó el engreimiento de aquellos elementos administrativos del gobierno, de la prensa, de los líderes sindicales y políticos locales o nacionales que, por obligación, tuvieron que permanecer en Madrid, resultando en la mayor parte de los casos héroes a la fuerza. Nos estamos refiriendo a los elementos civiles y no a los militares. Hubo excepciones, naturalmente. Ese medio ofrecía una psicosis, una mentalidad y unas actitudes que contrastaban con las que se vivían en el resto de la España republicana. Poco a poco fue elevándose una mentalidad de «Madrid» que llevaba en sí la propia sobreestimación, unida al menosprecio para todo lo que «no fuera Madrid»; al mismo tiempo se desarrollaban tendencias de una sinuosa subestimación respecto de los que, incluso justificadamente, habían salido y actuaban en el aparato gubernamental en Valencia y más tarde en Barcelona. Ciertos jefecillos o lidercillos sindicales de baja formación política, de un concepto del deber un tanto débil, con etiqueta ugetista y hasta socialista, aquejados de cierto tipo de envidia, adoptaron tales aires de superioridad que el diálogo con ellos resultaba difícil. Los organismos directivos nacionales de la U.G.T. y del P.S.O.E. estaban en Valencia, y esos elementos, a los que agrupaba el despecho, la envidia, el rencor y las bajas pasiones personales, aprovecharon esa circunstancia para minar la disciplina de las organizaciones. Junto a esa conducta, el morbo del anticomunismo fue invadiendo poco a poco al Frente Popular. En esos medios dirigentes madrileños fue desarrollándose una tendencia negativa y perniciosa que consistía en considerar a los que se habían trasladado a Valencia como cobardes, y a los que se quedaron en Madrid como héroes. Cuando a uno le correspondía actuar en Madrid, y el autor prodigó sus estancias en la capital de España estando destinado en Valencia y Barcelona, uno sentía esa atmósfera, esa actitud en muchos elementos, ese enfatuamiento de heroísmo por estar en Madrid y de menosprecio por todos los que estuvieran fuera de Madrid. En Claridad, el autor se vio obligado en varias ocasiones a enfrentare con esas corrientes que minaban la moral de la gente y quebrantaban la unidad de las organizaciones del Frente Popular, creando sospechas, empequeñeciendo a sus hombres y organizaciones. En los días siguientes al de la salida del gobierno para Valencia, el fenómeno adquirió caracteres graves.

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Había quedado en Madrid el subsecretario de la Gobernación, Wenceslao Carrillo, quien en alguna de sus alocuciones radiadas llegó a expresarse en términos un tanto espartanos, que rebasaban la frontera de la lealtad que le debía al gobierno. Explotaba un cierto espíritu numantino, de tonos desesperados y dramáticos. El era el héroe que estaba en Madrid. Se trataba de un honesto militante, pero políticamente proclive a la obcecación y el despiste. Si caía en un error político, su terquedad le impedía salir de él. Intimo colaborador y amigo de Caballero, en forma indirecta llegó a dejar en mal lugar al que era presidente del gobierno y ministro de la Guerra, cosa que en aquellos momentos irritó muy seriamente a Caballero. En los momentos más difíciles de Madrid, cuando se preparaba la acción de contención y de ofensiva en los frentes de la capital asediada, la prensa madrileña, los que se «habían quedado porque tenían que quedarse», mantuvieron actitudes que no concordaban con la lealtad, la disciplina y el sentido de las responsabilidades que aquellos momentos tan graves y decisivos exigían. En ellos, el gobierno y sus hombres, y todas las direcciones de las organizaciones que le sustentaban, tenían que contar con la unidad y la solidaridad de gestión más decidida y fervorosa de las organizaciones de base, de las masas y de la prensa. Debilitar al gobierno y al Frente Popular era lo más grave que se podía hacer. Como decimos, la salida del gobierno para Valencia fue motivo para que, en los medios políticos y sindicales de Madrid, se desataran muchas pasiones y se aprovechara aquella dramática circunstancia para desarrollar mezquinas ambiciones y sacar a flote rencores personales reprimidos, mientras los combatientes y el pueblo madrileño se mostraban en toda su grandeza y heroísmo. En las ejecutivas de las organizaciones de la Casa del Pueblo, en los equipos de dirección de cada federación nacional anidaban los antagonismos personales de los elementos minoritarios de la oposición más o menos velada que siempre existe en cada organización, fruto de la envidia, en unos casos, de discrepancias políticas, en otros. Esos elementos aprovecharon la circunstancia del traslado del gobierno y de las direcciones nacionales políticas y sindicales a Valencia para lanzarse a una campaña de descrédito contra todas las direcciones, aprovechándose también de que las organizaciones de base estaban debilitadas por haberse incorporado a los frentes de combate la parte más consciente y revolucionaria de sus masas. Fue un proceso de carácter alevoso en el que se incubaron y desarrollaron negativas intrigas y una labor desintegrante, hasta alcanzar su explosión y objetivos de traición, en marzo de 1939, con el golpe del coronel Casado que liquidó la República. Antes de la salida del gobierno para Valencia, Largo Caballero había advertido a la Comisión Ejecutiva de la Unión General de ese propósito,

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informándola de que el gobierno requeriría a todos los organismos nacionales para que se instalaran en Valencia. La Ejecutiva cumplió esa orientación de su secretario general, dejando en Madrid a una representación rotatoria que se mantuvo hasta el final de la guerra. En cuanto los medios de los «descontentos» se enteraron de la evacuación, maniobraron, y aprovechándose de ese problema, en las horas más difíciles de Madrid, estaban preocupados por asestar un golpe vengativo contra las direcciones nacionales. Elementos «descontentos» de la U.G.T. elaboraron un documento, suscrito por un grupo de dirigentes, protestando de la instalación en Valencia, de la Ejecutiva de la Unión y condenándola. Estaba en Madrid con otros ejecutivos el autor de este trabajo, cuando una representación de ese grupo se presenta en el local de la U.G.T. portadora del documento de protesta, elaborado al amparo del heroísmo de Madrid. El documento y la actitud de sus firmantes fueron ampliamente discutidos, y al final quedó retirado el escrito. Pero es bien revelador que en esas horas graves salieran a flote viejas pasiones y rencores. Más tarde, junto a la Comisión ejecutiva de la Unión, se establecerían en Valencia las direcciones de sus federaciones nacionales, quedando integrado su Comité nacional. Algo parecido ocurrió, más o menos, en las demás organizaciones políticas, con la excepción del Partido Comunista que —por su estructura y sólida disciplina, por deberse a una línea política de principios ideológicos y no de personalismos— se mantuvo por encima de esas maniobras, ofreciendo un ejemplo de serenidad y de seriedad a todas las demás organizaciones del Frente Popular, lo mismo ante los problemas del frente que ante los de la retaguardia. Esta primera crisis, en lo que se refiere a la U.G.T., fue salvada, pero el grupito de los «descontentos», de los despechados por no ver satisfechas sus ambiciones personales, no cejaría en su labor intrigante durante toda la guerra. Esta cuestión no tuvo entre nosotros la importancia que en el anarquismo, pero el anarquismo tuvo en ese grupo, en muchos momentos, directa o indirectamente, a magníficos aliados. En su mayoría se trataba de militantes que habían sido puestos al margen de puestos directivos antes de la guerra y de elementos de oposición, por problemas personales que siempre existen en cada organización. El problema adquirió toda su gravedad después de la dimisión de Caballero, en mayo de 1937. La figura que con su nombre y prestigio cubría esa línea de obstrucción, de perturbación en las organizaciones de la U.G.T. y socialistas en Madrid era, triste es reconocerlo, Julián Besteiro, que se venía negando sistemá1

1. Besteiro fue oposición velada al gobierno Caballero y después al gobierno Negrín. Caballero, después de ser desplazado del gobierno en mayo de 1937, pasó a una posición activa de oposición al gobierno Negrín-Prieto, coincidiendo con la

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ticamente a toda colaboración con el gobierno y con la dirección de su partido, pero que al final de la guerra aceptaría, en cambio, formar parte, como ministro de Estado, de la Junta facciosa surgida del golpe militar del coronel Casado. ¡ Triste final él de su vida política!... El orgullo, el rencor, la vanidad son incompatibles con el socialismo. Algunos autores han hecho un símbolo de la permanencia del profesor Besteiro en Madrid durante la guerra. Un símbolo ¿de qué? Pero de ello nos ocuparemos en el capítulo correspondiente a ese triste y lamentable suceso del «golpe de Casado», que terminó con la República en forma tan indigna como bochornosa. Besteiro capitalizaba políticamente su presencia en Madrid, encerrado en su «torre de marfil», siendo el polo de atracción, catalizador de todas las críticas para proyectarlas, en una labor sorda, demoledora, indirecta, primero, contra el gobierno Caballero; más tarde, contra el del doctor Negrín. Una vez instalado el gobierno en Valencia, a las pocas horas Caballero se encontraba en las inmediaciones de Madrid. Cuando se preparaba la contraofensiva de la República, el autor de este trabajo, en viaje a Madrid, lo encuentra en el puesto de mando del ejército, instalado en un pueblo cercano a la capital, cuyo nombre no puedo precisar, creo que era Arganda. Serían las diez de una noche tremendamente fría. Allí estaba, en el P. C. militar donde se preparaba la ofensiva. En ese pueblo se hallaban concentradas, entre otras fuerzas, varios batallones de las Brigadas Internacionales, recién llegados y que se disponían a incorporarse a los frentes de batalla. En aquella clara y bella noche, era un espectáculo emocionante escuchar cantos revolucionarios y las estrofas de la Internacional en tantos idiomas diferentes. Hablamos largo rato. Estaba indignado por lo que sucedía en Madrid, por la actitud de alguna prensa, por las alocuciones por radio de Wenceslao Carrillo, así como por la conducta y actitud, que conocía, de algunos elementos socialistas y ugetistas. Seguía a Madrid. La lucha en los frentes era de las más encarnizadas. Los tanques del enemigo habían penetrado en Madrid. Llegué al local de la U.G.T. donde estaba de guardia un elemento de la Federación de Espectáculos públicos sentado frente al teléfono. Me saludó con un «Yo moriré en mi puesto...». Tenía sobre la mesa una botella de coñac medio vacía. Era, creo, la madrugada del 7 o del 8 de noviembre. Madrid —en una total oscuridad, oyéndose intermitente el tableteo de las ametralladoras y el cañoneo, más el zumbido, por momentos, de los aviones y las explosiones de las bombas que dejaban caer— ofrecía un espectáculo aterrador. Fue una de las noches terribles de los primeros actitud de Besteiro, apoyándose en la Agrupación Socialista de Madrid, bajo el control de Caballero, Araquistain, Baraibar y Enrique de Francisco.

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días de noviembre. Tres noches antes, el autor estaba en París con el doctor Negrín, ministro de Hacienda; con don Antonio Sacristán, director general del Tesoro, y más tarde subsecretario de Hacienda; don Epifanio Ridruejo, director general del Banco Español de Crédito; el marqués de Urquijo, vicepresidente de la C.H.A.D.E., el aviador Tonda y la tripulación de su avión. En París, la prensa había ya anunciado la caída de Madrid. Pero éste será tema a tratar en la Historia de los bancarios y su conducta durante la guerra. Ante esa situación, el doctor Negrín y el autor regresamos a Barcelona y de allí a Madrid, mientras el resto de la comisión continuaba realizando su misión. La tarde del día de nuestra llegada a Madrid, Claridad, en su primera plana, con grandes caracteres tipográficos y como artículo de fondo, publicaba un trabajo del autor, cuyo título, si no recuerdo mal, era el siguiente: «Largo Caballero está más cerca de Madrid de lo que suponen muchas gentes». El artículo estaba dedicado a los «derrotistas» con etiqueta de héroes, a cuantos ocultaban su propio pánico denigrando al gobierno y a cuantos, según ellos, habían huido cobardemente a Valencia. En la colección de Claridad de los primeros días de noviembre se puede encontrar ese testimonio. Largo Caballero, como decimos en líneas anteriores, estaba en el puesto de mando militar en que, en una situación de confusión y caos indescriptibles, se organizaba la contraofensiva que detendría la entrada del enemigo en Madrid... cuando ya sus tanques, en esa noche trágica, habían llegado a los bulevares de la capital y a Carabanchel. Con él estaban Vayo, Uribe y algún otro ministro alentando con su presencia al grupo de militares leales que integraban el Estado Mayor y las jefaturas del ejército, entre ellos el general Asensio y los elementos más significados de esas Brigadas Internacionales que iban a entrar en fuego y que, al defender Madrid, defenderían la causa indivisible de la libertad y la democracia de todos los pueblos. Con su sangre regarían el camino de esa causa sagrada. Claridad superó la psicosis del mal entendido heroísmo y continuó su línea de lealtad al gobierno y al Frente Popular, de apoyo al heroísmo de los frentes, al heroísmo de las mujeres y los hombres que, en Madrid, en el anonimato, cumplían con su deber en los frentes de la producción y en la vida cotidiana, sin que la proximidad del enemigo, ni el constante cañoneo, ni los bombardeos aéreos, ni toda clase de vicisitudes doblegaran su moral o vencieran su temple de patriotas; su línea de apoyo a la causa de la unidad por encima de todo. Esa era la actitud heroica, el deber fundamental a que estaba obligada la prensa en aquellas horas trágicas y decisivas para la República.

7.

119 EL ANARQUISMO INTERNACIONAL EN LA ASOCIACIÓN INTERNACIONAL DE LOS TRABAJADORES

El título de la Primera Internacional, fundada por Carlos Marx en 1864, ha seguido siendo utilizado por el anarcosindicalismo hasta nuestros días. La auténtica Internacional había dejado de existir en 1876, en el Congreso de Filadelfia, pero el anarquismo le daba continuidad, sin ningún derecho, menos habiendo sido el causante de su liquidación. Se quedaron con la sigla y con ella siguen en nuestros días. Es sabido que la continuidad en lo negativo es consustancial con la filosofía ácrata. Así, ese fantasma de la A.I.T. apareció de nuevo, después de la Revolución rusa, para constituir un elemento de obstrucción y desempeñar —en manos del anarquismo, en un momento histórico del mayor interés— el papel perturbador y antiunitario de los viejos tiempos. Justamente (1919-1921) cuando se creaban la III Internacional y la Internacional Sindical Roja a las que, por un corto tiempo, habían pertenecido la C.N.T. española y algunos otros grupos anarcosindicalistas, reaparece la A.I.T. para enfrentarse a esas internacionales y a la Revolución rusa. La C.N.T., el anarquismo español, son los principales puntos de apoyo para resucitar a la A.I.T. y fortalecer esa nueva corriente antiunitaria que, en el campo internacional, se daba como misión fundamental la de desviar el interés y el entusiasmo de las masas hacia las internacionales surgidas de la Revolución rusa y de la hecatombe de la socialdemocracia durante y después de la primera guerra mundial de 1914-1918. En 1936, cuando el proletariado internacional vibraba en un sentimiento de simpatía y solidaridad hacia el pueblo español; cuando la Internacional Comunista realizaba los mayores esfuerzos para promover un movimiento de unidad y de acción internacional en favor de la clase obrera española, aprovechando la coyuntura histórica formidable que el fenómeno nazi-fascista propiciaba, la sigla A.I.T. vendría a dar continuidad a la política antiunitaria y de confusionismo con fidelidad a las viejas

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tradiciones de provocación del bakuninismo, coincidiendo —en el problema de la unidad de todas las fuerzas antifascistas— con las posiciones negativas de la Internacional Socialista y de la Federación Sindical Internacional Como hemos sostenido en otros capítulos, el anarquismo español, que había sido el principal actor en las maniobras contra la Primera Internacional, siguiendo las inspiraciones de Bakunin, posteriormente, dos tercios de siglo después, sería también uno de los elementos fundamentales en el mantenimiento de una política internacional que, aunque débilmente y sin trascendencia, hizo pervivir la entelequia de su A.I.T. De su secretariado fomó parte, casi siempre, algún anarquista español. En tanto estuvo establecido en Berlín, el inteligente anarcosindicalista V. Orobón Fernández, entre otros, participó en su equipo de dirección; más tarde, allá por el 33, este militante evolucionó hacia una posición unitaria, en lo que se refería al movimiento obrero español, mostrándose identificado, en principio, con la idea de la central sindical única. El autor de este trabajo sostuvo varias reuniones con él en Madrid, en términos muy cordiales y positivos; en ellas exteriorizó abiertamente esa posición. Su muerte prematura, a causa de una enfermedad incurable, fue una gran pérdida para las corrientes unitarias de la C.N.T. y para el proletariado en general. De él es este pensamiento: «Situarse frente a la unidad, es situarse frente a la Revolución». Formulación que, en 1934, tenía toda su significación. Después de su salida de Berlín, el llamado secretariado de la A.I.T. se instaló en París. Se movían en torno a él anarquistas puros y honestos, pero también un buen número de raros elementos internacionales refugiados en París, más inclinados al aventurerismo que a los trabajos serios y solventes. Los residuos del anarquismo francés, en franca decadencia, desempeñaban un papel secundario. La infiltración de provocadores ha sido algo tradicional en los medios del extremismo y la violencia anarquistas, al amparo de la demagogia de su ideología. En pleno período de nuestra guerra, aparecieron en París, en más de una ocasión, los muros y lugares donde se coloca la propaganda, inundados de carteles llamativos, provocadores, anunciando un acto contra el terror del gobierno de la República española} mientras el proletariado francés, la C.G.T. y sobre todo la clase obrera parisiense mostraban la más amplia y efectiva solidaridad con la lucha del pueblo español, apoyo que contaba con la simpatía y colaboración del viejo anarcosindicalista León Jouhaux. Entre las organizaciones políticas, el Partido Comunista francés fue, sin duda, la mani1. En París funcionaba un organismo bajo influencia anarquista llamado solidaridad Internacional Antifascista que la U.G.T. se vio obligada a denunciar más de una vez.

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festación de solidaridad más fuerte y decidida del movimiento obrero del mundo occidental. Tal vez sea por eso por lo que cuenta con tantos detractores en el campo del anticomunismo de los renegados. Entre los organizadores de esos actos tan agradables a los fascistas estaban los elementos que se cobijaban bajo la sigla de la A.I.T., socialistas como Marceau Pivert o sindicalistas como aquel Belin, ex secretario de la C.G.T., el mismo renegado que, bajo la ocupación alemana, constituiría el Frente del Trabajo, en sustitución de la C.G.T. disuelta por el gobierno Pétain, del que sería colaborador «obrerista» y ministro de Trabajo. Los núcleos anarquistas internacionales de París y el secretariado de la A.I.T., como hemos señalado en capítulos anteriores, no mostraron gran entusiasmo por la implicación de la C.N.T. y la F.A.I. en la política de colaboración gubernamental. No comprendían su oportunismo. La A.I.T. celebró en París un Pleno a mediados del mes de noviembre de 1936. A él asistieron Juan García Oliver y Federica Montseny, que formaban parte del gobierno Largo Caballero. Por primera vez en el organismo anarquista internacional aparecerían dos delegados del anarquismo español que, a su vez, eran ministros de un gobierno y estaban implicados en la política de un Estado, traicionando, según los ortodoxos, el grito de «¡Muera el Estado!». Al anarquismo español le preocupaban las críticas de que era objeto por parte de sus hermanos internacionales y realizaba esfuerzos para tratar de convencerlos, enviando a dos de sus significados líderes, que al mismo tiempo eran ministros, con el fin de convencer a la A.I.T. y justificar su política de colaboracionismo. En esa reunión, en relación con España y fruto, sin duda, de las explicaciones de la delegación española, se aprobó la siguiente resolución: «Reunido en París del 15 al 17 de noviembre de 1936 el Pleno de la A.I.T. afirma su solidaridad total con la C.N.T. de España en lucha contra el fascismo internacional. Manda el testimonio de su admiración a los milicianos de la C.N.T.-F.A.I. y a los camaradas de los otros países, al igual que a los demás sectores antifascistas que luchan a su lado en todos los frentes de la guerra civil. «Después de haber escuchado la exposición de los delegados de la C.N.T. sobre el conjunto de la situación, el Pleno declara comprender las razones que han dictado a la C.N.T. las decisiones tomadas. »Registra el deseo de la C.N.T. de hacer triunfar en España el anarcosindicalismo y desarrollar sobre el plan de esta doctrina, que es la de la A.I.T., las conquistas de la revolución social a medida que sea posible su realización. »E1 Pleno toma nota de la afirmación de la C.N.T. y de las centrales nacionales, las cuales declaran que ayudarán con todas sus fuer-

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zas a la C.N.T. a hacer triunfar en España los principios de la A.I.T. »A1 objeto de dar a esta ayuda un carácter práctico e inmediato, el Pleno pide a las secciones nacionales que deleguen cerca de la C.N.T. y de sus Regionales a todos sus militantes disponibles para que participen al lado de los militantes de la C.N.T. en la edificación económica de la reconstrucción social. «Además, el Pleno decide que la A.I.T. debe tomar en sus manos, de acuerdo con la C.N.T. y sus diversas instancias, la propaganda de la central española en el extranjero, de acuerdo con el plan conjunto que ha tenido la aprobación de los delegados de la C.N.T., en cuanto ese plan haya sido ratificado por el Comité nacional de la C.N.T., por el secretariado de la A.I.T. o su representante. »En fin, considerando que la lucha que se sigue contra el fascismo en España no es más que un acto de la batalla que oponen en el mundo entero todas las fuerzas proletarias a las del capitalismo moderno, representado por el fascismo, el Pleno decide aportar todo el esfuerzo de las centrales de la A.I.T. a los sectores más amenazados, que son, por el momento, después de España, Francia y Bélgica, y de acuerdo con la C.N.T. y en colaboración completa con todos los medios adecuados. »Es seguro que el fascismo no pasará en España, y convencidos de que las centrales de la A.I.T. sabrán hacer todos los esfuerzos necesarios para constituir el dique infranqueable para cortarle la marcha, el Pleno afirma su fe en la próxima victoria total de los trabajadores sobre la barbarie sistemática de los regímenes de fuerza, que representan un pasado odioso y condenado para siempre. »¡Viva la C.N.T.! ¡Viva la A.I.T.! ¡Viva el comunismo libertario y la revolución social!» 1

Como puede apreciarse, el documento «registra el deseo de la C.N.T. de hacer triunfar en España el anarcosindicalismo y desarrollar sobre el plan de esta doctrina, que es la de la A.I.T., las conquistas de la revolución social a medida que sea posible su realización...y>. De las informaciones al Pleno de los dos ministros anarquistas españoles, ¿se desprendía una tal resolución sobre el contenido de nuestra lucha y los objetivos de la guerra para el anarquismo?... Eso cabe suponer, interpretando el texto del documento que debió ser aprobado con la conformidad de García Oliver y Federica Montseny. La conducta, tanto de la C.N.T. como de la F.A.I. durante toda la guerra, fue más fiel a esa concepción que a la política del gobierno y del Frente Popular; sin excluir el período de colaboración que, por los 1.

J. Peirats, op. cit., Tomo II, página 27.

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hechos y la conducta desarrollados, más que colaboración era el caballo de Troya del comunismo libertario. Cuando se tomaba ese acuerdo, el gobierno estaba en Valencia; una gran parte de Levante vivía bajo el dominio de los famosos comités libertarios, que no eran más que focos de perturbación de la retaguardia, lo mismo en lo que se refería al orden público que a la producción; en Cataluña actuaban como si fueran el propio Estado, y el Consejo de Aragón, bajo la dictadura del anarquista Ascaso, era un pequeño Estado libertario. El viejo anarquista francés Sebastián Faure reaccionó violentamente contra el colaboracionismo de sus admirados hermanos españoles. Faure no comprendía las intenciones del faísmo, por eso recurría a la cita de Madame de Stael cuando escribió: «Comprenderlo todo es perdonarlo todo». El caballo de Troya no llevaba en el vientre ni la revolución social, ni el comunismo libertario, sino la derrota. En un largo documento sobre este problema, al tratar de fundamentar su posición y de demostrar el grave error cometido por los anarquistas españoles, Sebastián Faure escribía: «Que un político que pertenezca a una agrupación política acepte entrar en el gabinete ministerial, que tenga esa ambición, que solicite ese honor y esas ventajas, es muy natural; este hombre juega su carta, toma su "chance", se precipita por el camino trazado y tendrá buen cuidado de no desaprovechar la ocasión. Pero que un anarcosindicalista, que un anarquista acepte un ministerio es ya otra cosa. El anarcosindicalista ha escrito en su bandera con grandes caracteres: "Muerte al Estado". El anarquista ha escrito con letras de fuego sobre la suya: "Muerte a la autoridad".» 1

Sebastián Faure creía que los anarquistas españoles, por oportunismo, se vieron obligados a aceptar la colaboración para luchar en dos frentes: «el de la guerra y el de la revolución»; que sería un medio para alcanzar el comunismo libertario. He ahí la explicación de la conducta del faísmo dominando a la C.N.T. Vivieron y actuaron para su revolución social, para su comunismo libertario, y no para las necesidades y las exigencias de la guerra.

1. Tomado de la obra de J. Peirats La C.N.T. en la Revolución Española, Tomo I, pág. 238.

120 EL GOBIERNO CABALLERO Y LOS ORGANISMOS NACIONALES —POLÍTICOS Y SINDICALES— EN VALENCIA

Después del 7 de noviembre, el gobierno, instalado en Valencia, va superando toda clase de dificultades e inconvenientes para el acomodo de los ministerios y de su aparato administrativo. Se instalan igualmente las direcciones nacionales de los partidos políticos y centrales sindicales. La Comisión ejecutiva de la U.G.T., una vez instalada en la calle Luis Vives, trata de que las direcciones de sus federaciones nacionales hagan lo mismo. El gobierno Caballero, como ya hemos señalado, carecería en Valencia del apoyo y el calor que le prestaban la clase obrera y el pueblo madrileños. Levante, tan influenciado por el faísmo, no dejaba de ser una preocupación, no obstante figurar en el gobierno cuatro representantes de la C.N.T. La U.G.T., su Comisión ejecutiva, en Valencia, también resentía un cierto debilitamiento de su autoridad. Las relaciones con el presidente del gobierno y los ministerios no eran iguales a las que se mantenían cuando el gobierno estaba en Madrid. Un cierto desorden lo invadía todo. La C.N.T. tenía en el gobierno cuatro ministros; la U.G.T. seguía representada indirectamente, acentuándose cada vez más que esa representación, en realidad, no operaba como en la primera etapa de Madrid: ni su Ejecutiva ni su Comité nacional desempeñaban papel alguno en la política del gobierno. Sus supuestos representantes —Caballero, Vayo, Galarza— dependían de las posiciones personales de Caballero, sin que la U.G.T. tuviera nada que ver en éstas; por otra parte parte, tampoco la Comisión ejecutiva del P.S.O.E. ejercía ninguna influencia en los tres ministros «ugetistas», bien que fuesen militantes del partido. Esa posición equívoca fue muy negativa. Los ministros de la C.N.T. mantenían relación directa con sus organismos, hablaban en nombre de su organización, tomaban parte en sus comicios; los ministros de la U.G.T. actuaban al margen de la U.G.T. Nuestra central sindical no hacía más que ser fiel al Frente Popular y al gobierno, en una actitud de leal e incondicional adhesión. Esa

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conducta no fue buena ni para el gobierno Largo Caballero, ni para la U.G.T. Fue una política de «seguidismo» incondicional, lo que poco a poco fue creando un descontento en el propio seno de la Comisión ejecutiva y en una parte del Comité nacional, especialmente cuando aparecían discrepancias de enfoques entre la C.N.T. y la U.G.T., así como estados conflictivos entre nuestras federaciones nacionales y las organizaciones de la C.N.T. El apoyo al gobierno en forma incondicional obligaba a la Comisión ejecutiva, así como a algunas de sus federaciones, a someterse a posiciones con las que, en muchos casos, no estaban de acuerdo. El colaboracionismo indirecto tenía más inconvenientes que el directo. El papel de la U.G.T. estaba limitado y su personalidad hipotecada, teniendo como tenía a su secretario general al frente del gobierno y del Ministerio de la Guerra. De ahí una gran perogrullada: «En los errores de Caballero tiene mucho que ver la dirección de la U.G.T.; la dirección de la U.G.T. no tiene nada que ver con los errores de Caballero...». Después de la entrada de la C.N.T. en el gobierno y de la instalación de éste en Valencia, para la U.G.T. era fundamental estrechar las relaciones con los confederales y que el apoyo de las dos centrales al gobierno fuese eficaz y de una colaboración decidida. La C.N.T. tenía tres ministerios: el de Justicia, el de Industria y el de Comercio. El primero no era esencial para el movimiento sindical; los otros dos, sí. La más estrecha inteligencia entre la U.G.T. y la C.N.T. era indispensable. Desgraciadamente no resultó así. Los ministros de la C.N.T. obraban y actuaban, al servicio de su organización, sin tener en cuenta para nada a la U.G.T. Los supuestos ministerios de la U.G.T. —Presidencia y Guerra, Estado y Gobernación— no guardaban una relación directa con los problemas específicos del movimiento sindical y de la economía, salvo el de Gobernación-Orden público, que en forma general afectaba a todos, pero respecto a este ministerio, la Ejecutiva, desde los primeros momentos de la constitución del gobierno Caballero, aunque no oficialmente, ya había mostrado su poca confianza en la persona de su titular, Ángel Galarza, y los hechos vinieron a confirmar, como fundadas, sus reservas. Los problemas de la Industria y el Comercio, bajo la dirección de dos cenetistas, sin ninguna participación de la U.G.T., se desarrollaron en sentido unilateral, marginando a nuestra central sindical. Para Caballero, la Comisión ejecutiva de la Unión General no era más que un organismo de «apoyo», de «utilización». Cuando necesitaba una colaboración especial, la solicitaba. Cuando en noviembre incorporaba cuatro cenetistas a su gobierno, era el momento de oficializar en él una representación de la U.G.T. que reforzara el frente de la producción, de acuerdo con su programa y con las necesidades de la guerra. La U.G.T., para Caballero, era un apéndice, y cuando aquélla

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trató de salir por los fueros de su personalidad, vino el choque. Caballero no pudo soportarlo. Preocupada, como decimos, la Comisión ejecutiva de la U.G.T. por establecer relaciones sólidas con la C.N.T. y contribuir a que su colaboracionismo respondiera a los intereses generales de la República en el contexto de la política del Frente Popular, interpretando las intenciones políticas de Caballero, el 26 de noviembre de 1936 llegaba a un acuerdo con la dirección de la C.N.T., estableciendo unas bases de coincidencia y, a la vez, de respeto mutuo entre las organizaciones de ambas centrales, todo ello con el propósito de que el colaboracionismo representara una verda» dera garantía para la política gubernamental. El documento, de buenas intenciones, estaba concebido en los siguientes términos: «Reunidas las representaciones del Comité nacional de la C.N.T. de España y la Comisión ejecutiva de la U.G.T. para determinar conjuntamente el criterio que les merecen los diversos problemas que la clase obrera tiene planteados, señalando, a la vez, las normas que estimen indispensable establecer para llegar a la solución inmediata de los mismos, acuerdan unánimemente dirigirse a todos los organismos sindicales para exigir la máxima cordialidad en sus relaciones, garantizándose mutuamente el derecho de cada obrero de sindicarse en aquella organización que mejor sepa interpretar sus sentimientos y sus ideales, y respetándose también el derecho de cada sindicato a orientar su actuación como corresponde a sus postulados clasistas. »Los problemas fundamentales afectan al pueblo en general y muy particularmente al proletariado; problemas cuya trascendencia no puede escapar a nadie y de los cuales enumeramos unos cuantos: la guerra, las incautaciones, la colectivización, la tierra, el transporte, la industria, la economía, los municipios, el comercio, etcétera. «Reseñamos éstos, que significan la entrada de la vida social de los pueblos. Cuando la clase obrera y democrática de España tiene ante sí a su enemigo secular, amparado y protegido por el fascismo internacional, no puede tolerarse que nadie trate de afianzar su prestigio ni acrecentar sus fuerzas numéricas desgarrando violentamente las de sus afines en ideas. Unos y otros, la C.N.T. y la U.G.T., precisan que se comprenda que si se inician las discusiones entre ambas representaciones del proletariado para buscar solución a los problemas arriba enunciados, es obligado, por tanto, que los obreros enrolados en ambas sindicales se guarden entre sí la tolerancia y respeto que como hombres se merecen. No sería posible que nuestros esfuerzos en pro de la unidad tuvieran buenos resultados si al compás de nuestras discusiones se producen choques entre las fuerzas que representamos. Es de una

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lógica tan aplastante el argumento, que consideramos no precisa de mayores explicaciones. Por esto, termina esta nota pública recomendando a los trabajadores y a las juntas directivas y a los comités responsables de la Unión General de Trabajadores y de la Confederación Nacional del Trabajo que impidan por todos los medios discusiones y rozamientos entre los trabajadores, y que todos tengan la vista fija en el frente de batalla, que anuncia una nueva etapa de fraternidad como nunca el pueblo conoció. »Que nadie olvide que en estas horas presentes sólo la unión del proletariado puede conducirnos a la victoria. Las representaciones de la U.G.T. y de la C.N.T. darán en plazo brevísimo su opinión sobre las cuestiones de más palpitante actualidad, y mientras ese instante llega, exigen de los organismos que representan disciplina en el cumplimiento del deber, acatamiento a las normas que señala el gobierno legal de la República, única forma de obtener la victoria, que queremos conquistar y que conquistaremos. »Por el Comité nacional de la C.N.T.: M. R. Vázquez, secretario; Macario Royo, por Aragón; Galo Diez, por el Norte; Claro J. Sendón, por Levante; N. Báez, por Cataluña; Manuel Amil, por el Centro, y Avelino G. Entrialgo, por Asturias. Por la Comisión ejecutiva de la U.G.T.: José Díaz Alor, vicepresidente; Pascual Tomás, vicesecretario; Felipe Pretel Iglesias, tesorero; Carlos Hernández, Manuel Lois, Mariano Muñoz, Amaro Rosal y Ricardo Zabalza, vocales. «Valencia, 26 de noviembre de 1936.» El texto del anterior documento es, posiblemente, el primer escrito que escapa a la fraseología demagógica, de forma y fondo violentos a que nos tenía acostumbrados la C.N.T.-F.A.I., pero también, es obligado subrayarlo, no correspondía al pensamiento, a la política, a la conducta que estaban desarrollando los elementos faístas, ni las organizaciones que por su voluntad o por la violencia estaban bajo su control. El lenguaje del documento, su declaración de buenos propósitos, careció de eficacia. La U.G.T. lo cumplía, sus organizaciones respetaban y se disciplinaban a las decisiones, a las orientaciones que emanaban de sus organismos superiores; las de la C.N.T., no. Para ellas, para sus cuadros de dirección, las órdenes, la disciplina, las imponían los faístas, bajo el argumento contundente de la exhibición de pistolas. Así terminaba el año 36 para entrar en el 37, y ese fin de año no sólo registraba dificultades y retrocesos en todos los frentes de batalla, sino también graves problemas en la retaguardia, en sus dos vertientes fundamentales: la del orden público —la disciplina—, y la de la organización de la economía. En ese tremendo debatir entre la autoridad y el desorden, entre la organización y la desorga-

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nización, fructificaban las bajas maniobras, las intrigas, la ambición que debilitaban la capacidad de dirección del gobierno y minaban las bases de la unidad del Frente Popular. La etapa de noviembre de 1936 a mayo de 1937 estuvo cargada de incidencias y de situaciones conflictivas que imposibilitaron la unificación de esfuerzos, la coordinación de todas las posibilidades con que se podía contar para la lucha, esfuerzos y posibilidades que permitieran al gobierno una acción vigorosa en todas sus actividades.

121 DEL GOBIERNO CABALLERO AL DEL DOCTOR NEGRIN (Setiembre de 1936-mayo de 1937)

Como secretario general de la U.G.T., Largo Caballero, como es sabido, se hace cargo del Poder en setiembre de 1936 investido de una gran aureola. Es el hombre político de mayor prestigio y popularidad, el que cuenta con los más amplios apoyos. En ese momento controla la minoría socialista parlamentaria. En él y en su gobierno se cifran las mayores esperanzas. Por algo se le llamó «el Gobierno de la Victoria». Es el hombre de los movimientos de 1917, de 1930 y de octubre de 1934, el dirigente sindical que —a partir de esta última fecha— propugna la más amplia unidad de la clase obrera, la unificación política del proletariado en un solo partido, la unión de la juventud, la necesidad de la unidad sindical en una sola central. Está compenetrado con la idea de que es indispensable el desarrollo de la revolución democrático-burguesa, destruyendo para ello las viejas estructuras que se oponen a esa exigencia histórica, pero para él, después del 18 de julio, el deber fundamental, la causa suprema, es ganar la guerra, defender y consolidar la República democrática. Alcanzado ese objetivo, el camino quedará abierto para el logro de otras aspiraciones. Considera que la socialdemocracia y con ella la Internacional Socialista han fracasado, y no deja de expresar su opinión desfavorable en cuanto a la ineficacia y reaccionarismo de la Federación Sindical Internacional. Así lo expresa en el Congreso Internacional de esta central, en Londres, en los primeros días de julio de 1936. No cultiva trabajos periodísticos, ni el libro; rehuye la conferencia y el mitin, y cuando interviene lo hace con parquedad y hasta con timidez política. Por eso es difícil encontrar en escritos sus posiciones políticas en forma directa, hay que buscarlos en manifestaciones indirectas. No polemiza, sus amigos polemizan por él. Caballero no escribe, pero orienta, dicta a los que escriben por él expresando sus puntos de vista y su pensamiento. En la época anterior y posterior a 1934, hasta poco antes de mayo de 1937,

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son sus intérpretes, entre otros, Luis Araquistain, Carlos Baraibar, Santiago Carrillo, Julio Alvarez del Vayo, Rodolfo Llopis, Manuel Albar, Antonio Ramos Oliveira —tímidamente y en algunos períodos, Julián Zugazagoitia—, y son vehículo de su pensamiento los periódicos sindicales bajo influencia del «caballerismo», y los socialistas, entre ellos, El Socialista —cuando Caballero dirige el P.S.O.E.—, Avance, Claridad, Leviatán y Renovación, el órgano de las Juventudes Socialistas. Muchos de los trabajos que aparecían en esa prensa eran sugeridos a Caballero quien, previos y ligeros comentarios u observaciones, los aprobaba considerándolos como suyos. En sus Memorias, Azaña. hace una breve semblanza de este aspecto del carácter de Caballero que responde perfectamente a su modo de ser. Podríamos contar muchas anécdotas al respecto. Cuando se quería lograr de él algo, que fijara una posición, se realizaba previamente, en «petit comité», una pequeña «conspiración». Se estimaba conveniente, por ejemplo, que saliera una circular sobre determinados problemas, se acordaba que alguien le «soplara» la cuestión: «¿No cree, Caballero, que sería bueno esto...?». Hacía sistemáticamente alguna objeción y se callaba. Estábamos seguros de que en la próxima reunión de Ejecutiva vendría con el problema. Su trascendental conferencia del cine Europa, de Cuatro Caminos (Madrid), le fue sugerida. Los amigos consideraban que era indispensable que hablara, que fijara públicamente su posición, y lo hizo. Como si hubiese leído por vez primera El Manifiesto Comunista y lo comprendiera, su famosa intervención en el Europa fue una glosa del histórico documento. El cine se venía abajo a aplausos. Fue un acto de un fervor y un entusiasmo extraordinarios. Caballero —se dijo entonces— es el «Lenin español». Estando en la cárcel con la mayoría de la Comisión ejecutiva y algunos dirigentes de las Juventudes Socialistas —entre ellos, Santiago Carrillo y Carlos Hernández Zancajo— después del movimiento de octubre, el «petit comité», de acuerdo con los del exterior —Araquistain, Vayo, Baraibar, etc.—, a los pocos meses del movimiento, consideró que Caballero debería hablar, dar a conocer, de cara a la opinión pública, sus posiciones. Fue encargado del trabajo Santiago Carrillo. A los pocos días, Caballero permanecía recluido en su celda con Carrillo y en Claridad aparecería una apasionante interviú que tuvo gran repercusión. En la colección del semanario podrá encontrarse su texto. En algún otro lugar de nuestro trabajo, hemos hecho honor al sentido, al instinto de clase de Caballero, a su honestidad; ahora diremos que Caballero carecía de iniciativa. Era fruto del medio y se dejaba influir por los elementos que le rodeaban, sobre todo por aquellos a los que consideraba superiores y más preparados, como le ocurría con Araquistain. En el orden intelectual, Caballero no tenía confianza en sí mismo, se sentía acomplejado. Temía dar a leer sus escritos si antes no pasaban por las

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manos de alguno de sus compañeros de mayor intimidad. Hasta cuando dictaba a una de las secretarias de la U.G.T. mostraba timidez y preocupación. Sentía cierta admiración por los «gráficos» —Iglesias, Quejido, Gómez de la Torre, Acevedo, Morato y otros—, porque sabían escribir y poner los puntos y las comas correctamente. Este complejo limitó mucho a Caballero. Su formación autodidacta no tuvo demasiado alcance. Con Indalecio Prieto tenía altos y bajos, pero se entendía, cosa que no le ocurría con Julián Besteiro y sus amigos. El Caballero de los primeros tiempos de su vida política y sindical es un militante simple, modesto, con muchos deseos de estudiar y aprender que pronto le convierten en una «rata de secretaría», como se llamaba con admiración y cariño a ese tipo de dirigentes. A su evolución y preparación contribuyó mucho el haber asistido a reuniones y congresos internacionales. Su participación, en 1919, en la creación de la Oficina Internacional del Trabajo (B.I.T.) y de la Federación Sindical Internacional (F.S.I.) le hizo sentirse profundamente influenciado por la mentalidad «internacionalista» del B.I.T. y la F.S.I., impregnándose del espíritu social del nuevo organismo de Ginebra y de la socialdemocracia. Ese espíritu y mentalidad socialdemócrata normaría su conducta en relación con la Revolución rusa, no obstante un período de incertidumbre desvanecido por las «21 condiciones» de la Internacional Comunista. Durante la dictadura, y en el período de colaboración de la República en su cargo de ministro del Trabajo, teniendo a su lado a Araquistain como subsecretario, y a Fabra Ribas, otro «ginebrino», su labor legislativa estuvo inspirada en las doctrinas sociales del B.I.T. Cuando se rompe la colaboración y los socialistas son excluidos del gobierno, Caballero reniega de todo ese pasado. Araquistain es el autor intelectual de esa basculación ideológica y de su radicalización. En una conferencia en la Casa del Pueblo de Madrid, Araquistain había declarado que la socialdemocracia estaba bien muerta y, bajo esa influencia, Caballero entra en el campo del radicalismo y del marxismo de Araquistain. Descubre El Manifiesto Comunista y, teniendo muy presente la insurrección austríaca y el avance de la reacción, piensa en un movimiento revolucionario, y se produce en octubre de 1934. Araquistain acepta el principio de la dictadura del proletariado y la necesidad de la revolución, y para ello, de la unidad, Caballero es el portaestandarte de esas posiciones, ofreciendo como bandera su historia, su prestigio y su personalidad, que Araquistain utiliza y aprovecha. A través de la historia del movimiento obrero español, Caballero ofrece varias facetas contradictorias de su personalidad en el proceso ascendente de su vida política, hasta mayo de 1937. Aquí se nos muestra un nuevo Caballero, pero en esta ocasión en un proceso descendente, en contradicción con el Caballero anterior. El de mayo de 1937 es la antítesis

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del Caballero de 1934 a 1937, pero también había sufrido esa metamorfosis política un grupo de los que habían sido sus consejeros intelectuales en aquella época: Araquistain, Baraibar, Llopis, Enrique de Francisco y otros de menor significación. De ese hecho se desprenden todos los acontecimientos surgidos en mayo de 1937 y sus derivaciones negativas hasta el final de la guerra. Caballero fue envenenado ideológicamente y su imagen destruida por el grupo de intrigantes, de rencorosos y despechados que lo tenían prisionero en la red de sus bajas pasiones. Sólo así pueden explicarse las actitudes de Caballero y sus inconcebibles posiciones de gobierno, sindicales y políticas, en torno a mayo de 1937 y a partir de esa fecha. Podría constituir una atenuante el que ese período —tan extraordinario como dramático, de tantas y tan grandes responsabilidades— sorprende a Caballero en una edad demasiado avanzada que permitía a sus consejeros aprovecharse de sus reacciones temperamentales, apasionadas, y transformarlas en odios y en estados de ánimo iracundos, violentos, cargados de rencor, que hacían imposible toda ponderación de pensamiento y ecuanimidad, y le hacían perder, por el contrario, toda perspectiva política al situar sus posiciones personales y sus obcecaciones en un primer plano, por encima de todas las cosas. A los pocos días de la caída de Bilbao, acompañaba el autor al escritor socialista costarricense Vicente Sáenz —uno de los grandes amigos latinoamericanos del pueblo español, autor del libro España Heroica— a una visita a don Ramón de Negri, embajador de México en España, que vivía en un hotelito en las afueras de Valencia. En el curso de la conversación, el embajador, al comentar la visita que le había hecho Caballero, nos confesó que éste se había expresado en tonos tan vehementes sobre el nuevo gobierno y la situación política que no parecía sino que se alegrara de la pérdida de Bilbao. Y es que a Caballero le cegaba la pasión. Necesitaba una torre de enfriamiento entre sus reacciones y los hechos; que se le concediera un margen de tiempo para la frialdad y la reflexión; entonces surgía en él la nobleza y la comprensión. Pero sus asesores políticos, lejos de desempeñar ese papel, lo que hacían era echar leña al fuego, incitarle, animar su pasión, su ira, atizar sus odios y rencores. Y para él, ése fue el camino de la derrota. Luego, en la soledad de la emigración, en los dramáticos días, plenos de tristeza y amargura, que vivió en Francia y en los campos de concentración de la Alemania nazi, Caballero debió reflexionar muy seriamente sobre esos problemas. Cuando en 1945, una vez liberado, regresó a París, el autor de este trabajo, en compañía de otros compañeros, le rindió visita. Estaba enfermo, acompañado de su hija Carmen. Nos recibió en su habitación, en la cama; sostuvimos una larga e interesante conversación con él. Se expresaba de nuevo como el Caballero de 1934 y de 1936. En esa ocasión fue cuando nos dijo: «Amigo Rosal, con la clase

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obrera unida no temo nada; con la clase obrera desunida, lo temo todo...». A su regreso de Alemania, sus relaciones con Araquistain fueron un tanto frías. Araquistain, de un odio feroz hacia Prieto, había evolucionado aproximándose a Prieto, impulsado ahora por otro odio feroz contra el doctor Negrín. Caballero tenía un fondo de nobleza, Araquistain, no. Cuando se inicia el año 1937, el gobierno Largo Caballero lleva cerca de dos meses en Valencia. La situación de los frentes no es nada halagüeña; en la retaguardia, bien que el problema del orden público fuera consolidándose en algunas zonas, en otras, en las que predominaba el faísmo, seguía dejando mucho que desear, sobre todo en Levante, Cataluña y Aragón. Llevada de una súbita preocupación gubernamental, la C.N.T. no pensaba más que en organizar toda clase de reuniones, plenos locales, regionales, por industrias: vivía una verdadera fiebre de «economismo», había descubierto una filosofía y un sentido administrativos y trataba de resolver todos los problemas económicos a su modo, con su fraseología y sus esquemas, abarcándolo todo, con sus concepciones originales, creando el mito de sus «Consejos de Economía» hasta para organizar una sopa. No tenía otras preocupaciones, como si la guerra ya estuviera ganada y lo procedente fuera preocuparse por sentar las bases de un nuevo Estado sin Estado, de un nuevo orden sin orden; en síntesis, estar alerta y prevenidos para la inmediata revolución social que establecería el comunismo libertario. La C.N.T.-F.A.I. más que suma fue sustracción, y no multiplicó esfuerzos, sino que los dividió. Quien se dedicara a recoger las actividades y formulaciones económicas de la CN.T.-F.A.I. durante el período de la guerra tratando de absorber y controlar toda la economía, encontraría los materiales más preciosos para la construcción del mayor monumento a la demagogia y a la insensatez. Por acuerdo de uno de sus plenos, la C.N.T. estructura su organización a base de federaciones de industria, como las tenía la U.G.T., creando algunas nuevas —la de Banca y la Siderometalúrgica, por ejemplo— que no sirvieron más que para perturbar a las de la U.G.T.; organiza comicios de industrias, de campesinos y juega a los plenos locales, regionales y nacionales. He aquí el calendario de un corto período de esa nerviosa y negativa actividad: enero de 1937, celebra un Pleno regional de campesinos de Cataluña; el mismo mes, un Pleno nacional de regionales de los sindicatos de Comunicaciones; mes de febrero, el día 19, en Barcelona, un Pleno regional de grupos anarquistas; el 23, un Pleno nacional siderometalúrgico, en Valencia, en el que se da por constituida la Federación Nacional; el 26, un Congreso regional de sindicatos cenetistas de Cataluña, en el que se dicen representados un millón de militantes; el 27, otro Pleno de las organizaciones de la industria pesquera; a mediados de marzo tiene lugar en Madrid un Pleno regional de los sindicatos de la industria del

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Transporte y otro especial de la Federación ferroviaria. El 24 de marzo convoca a un Congreso nacional de carácter técnico, haciendo un llamamiento a todos los técnicos para que tomen parte en un congreso que se celebraría el 2 de abril en Valencia, con el más amplio, variado y curioso orden del día. En abril se celebra, en Madrid, un Congreso regional de campesinos de Castilla y en los primeros días de mayo, otro de iguales características, de los sindicatos de campesinos de Levante. La C.N.T. propugnaba la creación de un «Banco Campesino» y un «Banco Sindical», considerando posible la desaparición de todo el aparato bancario existente. ¿Qué aportó a la guerra toda esa actividad? Absolutamente nada positivo, a no ser confusionismo, falsas concepciones en las masas y organizaciones a las que se desviaban así de las realidades determinadas por la guerra y de la exigencias y objetivos para ganarla. Juan Peiró, ministro de Industria del gobierno Caballero, un pensamiento ponderado, pero confuso, haciéndose eco de los problemas económicos y de la fiebre de economismo de los dirigentes cenetistas, en un artículo que publicó en Solidaridad Obrera decía, entre otras cosas: «Aun con riesgo de sentar plaza de hereje, yo me veo compelido a proclamar que en la C.N.T. se echan de menos los órganos directores y administrativos de la nueva economía y, como otras tantas veces, yo digo que a la C.N.T. le faltan ahora federaciones nacionales de industria, porque el mundo de la producción y de la economía es un todo nacional, algo inconcebible cuando se pretende de él un movimiento multiforme, desarticulado...» Y más adelante: «Lo que siempre quise decir, y ahora lo repito, es que antes de pensar en colectivizaciones y socializaciones, que hoy tienen todo el mal gusto del corporativismo, tiene preferencia la función de crear los órganos y la capacidad para dirigir y administrar la nueva economía sin necesidad de clase alguna de tutelas del Estado y sus instituciones.» (El subrayado es del autor.) Juan López, ministro de Comercio en representación de la C.N.T., mantenía las mismas concepciones que su colega de Industria. La Unión General de Trabajadores, su Comisión ejecutiva y los ugetistas en general, tenían que emplear gran parte de su precioso tiempo en tratar de contrarrestar el confusionismo, las situaciones conflictivas determinadas por los elementos dirigentes cenetistas en el seno del movimiento obrero y de los organismos estatales. Fue una lucha constante del sentido común y los 8

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principios de responsabilidad contra las actitudes y posiciones demagógicas e irresponsables, sazonadas de violencia. Elementos levantinos bajo influencia faísta habían creado, al comienzo del movimiento, una Cooperativa Popular Naranjera dedicada a la exportación de agrios fuera del control del gobierno. Desde el primer momento se habían apoderado del renglón más importante de la exportación. Establecido el gobierno en Valencia, fue necesario enfrentarse con esa cooperativa, siendo ministro de Comercio el cenetista Juan López, para crear otro organismo bajo control del Estado, llamado Consejo Levantino Unificado de la Exportación Agrícola (C.L.U.E.A.). En la constitución de esa nueva entidad desempeñó un papel importante la U.G.T., a través de Luis Guillen, director del Centro de Contratación de Moneda y significado dirigente de la Federación nacional de Banca ugetista. No obstante esa decisión gubernamental, el faísmo perturbó constantemente el funcionamiento de este organismo y, como consecuencia de la política C.N.T.F.A.I., las fugas de divisas representaron una permanente sangría económica, sustrayendo al gobierno considerables recursos que tanto necesitaba para las necesidades y exigencias de la guerra. Toda esa actividad económica de la C.N.T., esa gimnasia en torno a los problemas económicos a base de absurdas elucubraciones, no hizo más que agigantar el confusionismo de aquellas masas y organizaciones que estaban bajo su influencia, arrastrando en algunos casos, aunque por poco tiempo, a elementos ugetistas. El faísmo se ocultaba en muchos casos tras el cartel que decía «Control C.N.T.U.G.T.». Todo ese negativo esfuerzo, dedicado a la perturbación económica, puesto al servicio del fundamental objetivo de ganar la guerra, consagrando a esa causa todos los esfuerzos, sobre todo en los primeros meses, posiblemente hubiese determinado la victoria republicana evitando a España más de dos años de luchas y sacrificios. Existían serios problemas económicos, pero éstos no se resolvían, ni se resolvieron, con las «originalidades» faístas, ni con su demagogia. Si se resolvieron —por lo demás, en medida poco satisfactoria— fue justamente enfrentándose a esas elucubraciones demagógicas, sustituyéndolas por la lógica y el sentido común, apoyándose en principios de orden y disciplina: dos conceptos que negaba el anarquismo. La U.G.T. se mantuvo fiel a su posición, de acuerdo con su documento del 26 de noviembre que daba contestación al que unos días antes le había presentado la C.N.T., y del que nos hemos ocupado en capítulos anteriores. La Comisión ejecutiva de la U.G.T. —lo repetiremos muchas veces, pues deseamos que esa idea cale muy hondo—• tuvo que sostener una lucha permanente con las posiciones cenetistas, enfrentándose a sus enfoques infantiles, al mismo tiempo que estaba obligada a realizar un gran esfuerzo para mantener las mejores relaciones entre las dos centrales. Esa

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obligada política de «entente», de equilibrio, neutralizaba una parte considerable del potencial de lucha y de capacidad de dirección de las centrales sindicales. Los problemas económicos y de orden público fueron causa de que en el seno de la Ejecutiva ugetista apareciera, en mayo de 1937, una seria discrepancia entre los que mostraban su disconformidad con ciertas actitudes y posiciones de Caballero en el gobierno y los «seguidistas» que apoyaban incondicionalmente al presidente del Consejo. La principal causa de discrepancia estaba relacionada con el problema del orden público, pues se estimaba que el ministro de la Gobernación, Galarza, teóricamente representante de la U.G.T., no actuaba como las circunstancias exigían. Otro motivo de discrepancia estaba determinado por las cuestiones económicas en relación con la C.N.T. En el mes de febrero, en diferentes localidades de Levante prodúcense focos de sublevaciones de elementos faístas mezclados con agentes reaccionarios. El 22 de marzo, la Columna de Hierro, terror de Levante, celebra una asamblea en un teatro de Valencia en la que acuerda militarizarse. La famosa «columna» venía rigiéndose por el principio de las asambleas. En esa reunión, y con cargo a su propio tesoro, acuerda los siguientes donativos: 100 000 pesetas para escuelas racionalistas; 100 000, para los hospitales de sangre de la C.N.T.; 100 000, para sufragar los gastos de defensa de los procesos internacionales contra anarquistas; 200 000, para adquirir víveres con destino a los defensores de Madrid; un millón de pesetas destinado a propaganda anarquista: prensa, editoriales, bibliotecas. ¿De dónde procedía ese dinero? ¿A cuánto ascendía ese tesoro? ¿A dónde iban a parar los valores, alhajas y objetos de arte de que se habían apoderado? De esa economía particular, tan generosa como la del Consejo de Aragón y otras, ni el Ministerio de Hacienda ni sus organismos sabían nada, bien que en el gobierno figuraran cuatro ministros cenetistas. Registramos este detalle como simple ejemplo de un problema de economía faísta. Claro que se presume de haber entregado, en una ocasión, unos millones nominales en valores no negociables, mientras los valores negociables se evaporaban. Esa entrega, por otra parte, nunca se efectuó en el organismo oficial competente y del que era director general el autor. Podrá decirse que otras organizaciones tal vez hicieron algún «atesoramiento». No nos consta y nos inclinamos a negarlo, pero lo que sí podemos afirmar es que la Unión General de Trabajadores de España nunca tuvo «tesoro», ni toleró que sus organismos se dedicaran a esa actividad. Un funcionario de Hacienda de Asturias, militante de la organización de banca, al que se le «olvidó» entregar un lote de alhajas, fue a parar a la cárcel de Valen. cia. La U.G.T. vivió siempre de sus propios recursos. Como venimos subrayando, la U.G.T. no estaba de acuerdo con las ac-

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tividades económicas de la C.N.T., que en algunos casos tenía el apoyo de sus ministros Juan López y Juan Peiró desde los Ministerios de Comercio e Industria, en colisión con el de Hacienda que regentaba el doctor Negrín. Los organismos oficiales de Hacienda, Industria y Comercio vivieron en constante litigio con las organizaciones C.N.T.-F.A.L, pero se registraba la incomprensible contradicción de que Caballero defendía a Galarza y la política de la C.N.T. en la medida en que se enfrentaban a las posiciones del P.S.O.E., del Partido Comunista y de la minoría de la Comisión ejecutiva y del Comité nacional de la U.G.T. Habiendo participado decisivamente en la formación del Frente Popular, ahora le daba la espalda. Parecía evolucionar hacia el anarcosindicalismo. En cierta ocasión llegó a expresarle al autor «que tenía más confianza en la C.N.T. que en los partidos». Ese momento o período de degeneración política tenía su base en las posiciones de Araquistain y Baraibar, sobre todo en las de este último. En tales circunstancias, uno de sus mentores y colaboradores más inmediato, Carlos Baraibar, fue nombrado subsecretario de Guerra. De origen vasco y reaccionario, regresó a ese campo en los últimos años de su vida, en tierras de Chile. Su «socialismo», muy especial, fue transitorio. Tanto Indalecio Prieto como Julián Zugazagoitia, que conocían bien sus antecedentes, nunca le cambiaron su marbete político de origen La caída de Málaga vino a crear una situación de crisis interna en el seno del gobierno, situación que repercutió en las organizaciones políticas y sindicales: se estaba con Caballero y el general Asensio, o contra ellos. En este hecho se encuentra uno de los primeros motivos de deterioro del equipo gubernamental. El emplazamiento no era correcto. Para el autor, la campaña contra el general José Asensio fue injusta, movida por pasiones profesionales sectarias. El general Asensio era un gran militar y esto molestaba a otros militares. La pérdida de Málaga estuvo determinada por muchas causas. Al general Asensio le sustituye, como subsecretario de Guerra, Carlos Baraibar, gran amigo de la intriga. Nada peor pudo haber hecho Caballero que llevar a ese puesto a uno de sus negativos mentores. ¿Fue positivo ese nombramiento por el que se sustituía a un militar capaz y prestigioso? De ninguna manera. En abril, la situación militar se vuelve tremendamente negativa y preocupante. Bajo la presión de unas dramáticas realidades, el P.S.O.E. y el P.C. llegan a un acuerdo de unidad de acción, dándose por constituido un Comité nacional de enlace que determinaría la creación de comités de enlace locales. Era un gran paso en el camino de la unidad. Paradoja: el caballerismo, que había levantado la bandera del Partido único y de la unidad, se manifestaba ahora contra el acuerdo de los partidos. Caballero ya estaba abiertamente enfrentando a la dirección de su partido, el P.S.O.E., al

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Partido Comunista y a una parte de la Ejecutiva y del Comité nacional de la U.G.T., de la que era secretario general. Otro punto de discordia —entre los muchos existentes en aquella situación— era la Junta de Defensa de Madrid, presidida por el general José Miaja, con el que Caballero, como presidente del gobierno y ministro de la Guerra, se sentía incompatible por causas, en este caso, razonables. En su casona de la presidencia del gobierno y Ministerio de la Guerra, Caballero se iba quedando aislado, rodeado de un reducido grupo de incondicionales seguidistas y de sus «consejeros» políticos, como Baraibar, Galarza, Iiopis y su secretario, el periodista José Aguirre, captador de toda clase de chismes y cuentos que trasladaba al presidente del Consejo y ministro de la Guerra. Araquistain, desde París, actuaba a control remoto. A los que por encima de esas cosas guardábamos aprecio y estimación personal por Caballero, nos producía pena el conremplar la lamentable situación a que sus consejeros, aprovechándose de sus incomprensiones y de su terquedad, le habían conducido. En un día de ese agitado período de acumulación de querellas, malentendidos e intrigas en que Caballero estaba sumido, el autor de este trabajo llega a Madrid; después de visitar las oficinas de la U.G.T. en la calle Fuencarral, se desplaza a las de Claridad, Narváez 72, donde le comunican que había sido llamado por teléfono, desde Valencia, de la presidencia del gobierno. Inmediatamente me pongo en comunicación con su secretario, Aguirre, el que me dice que Caballero me había buscado, que tenía que hablarme, pero que ya le habían dicho que me encontraba en Madrid. Le pedí hablar directamente con el presidente y, ya al habla con él, le dije que si quería regresaba de inmediato a Valencia. Me dijo que no; que tenía que hablarme, pero que, encontrándome en Madrid, lo haría otro día. Noté, en la conversación telefónica, que algo raro pasaba. Le comuniqué que decidía regresar inmediatamente; que al caer la tarde estaría en Valencia. No insistió en que me quedara, y salí para la ciudad del Turia. A eso de las seis de la tarde estaba en la antesala de la presidencia. Hablo con su secretario y le pido que me anuncie. No había nadie, ni en espera de ser recibido, ni en el despacho con el ministro. Aguirre, un poco nervioso, me dice que no era nada importante, pero que Caballero estaba algo preocupado por cosas que le habían dicho... Me pasa al despacho del presidente al que encuentro sentado, con el aire aburrido de quien no tiene nada que hacer, con la mesa limpia de papeles y como de quien está de marcha. Nos saludamos. Se excusa por haberme hecho regresar de Madrid, dándome la impresión de que no sabía por dónde empezar la conversación. «Mire —comenzó al fin, en voz baja y cansina—, pasan tantas cosas

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que uno está preocupado. Me han dicho que algunos elementos están tratando de escindir la U.G.T. y crear una nueva central y que entre ellos se encuentra usted...» Y se quedó cabizbajo, inclinado sobre la mesa. Yo no salía de mi asombro. Reaccioné diciéndole: «Pero, compañero Caballero, ¿cree usted que estoy loco? ¿Cómo puede usted creer tal cosa? ¿Cómo hace usted caso de cuentos y chismes de esa naturaleza?». Se irguió y con un tono de más coraje, me replicó: «Es que ocurren cosas tan raras que ya no sabe uno a qué carta quedarse». «No, compañero Caballero —le dije—, por muy raras que sean las cosas, nadie puede creer que se intente crear otra U.G.T. y mucho menos que en esa supuesta maniobra, en ese dislate, participe un miembro de la Comisión ejecutiva...» El diálogo se iba haciendo más duro. Caballero, con gesto enérgico, toca el timbre llamando a su secretario. Entra Aguirre, se cuadra: «Dígame, don Francisco». Caballero, con cierta seriedad, le dice: «Usted me ha informado de que se estaba creando una nueva U.G.T. y que, entre los elementos que realizaban ese trabajo, estaban Amaro y la Federación de Banca... Repítame el informe». Fue un momento de confusión. Tartamudeando, con las manos temblorosas al final de unos brazos caídos, Aguirre le contestó de una manera azorada: «No, don Francisco, es que me hablaron sobre ese problema algunos miembros de la Ejecutiva (J.D.A., C.H., P.T.), y yo, por creer que se trataba de una cosa grave, le trasladé a usted ese aspecto de una conversación, pero no era una cosa segura... era una preocupación...». Caballero le cortó en seco y con gesto de enfado le dijo: «Retírese». Pasada esa lamentable escena, le digo: «Ve usted, compañero Caballero, como no hay más que intrigas y cuentos que sólo tratan de envenenar la situación». Y de nuevo a la ofensiva, me replica: «No, es que ya no puede uno fiarse de nadie. No hay más que maniobras». Y con toda energía, bruscamente, abre uno de los cajones de su mesa y saca un montón de pequeñas publicaciones: boletines de una célula del Partido Comunista de Murcia; de un Radio de ese mismo partido de Alicante, de Albacete, de Valencia, pequeños periódicos de empresa, panfletos, en los que aparecían mediocres notas, artículos insignificantes de tipo local que planteaban pequeños problemas o hacían críticas a organismos oficiales o al gobierno. «Aquí tiene usted —me dice— todas las pruebas de maniobras y ataques que se hacen al gobierno, a mí...» Todas esas modestas publicaciones, con los más variados títulos, algunas confeccionadas en multicopista, estaban llenas de subrayados en rojo y retenían la atención nada menos que del presidente del gobierno y ministro de la Guerra. Sus consejeros políticos y su secretaría eran los colectores de esas pequeneces que envenenaban a Caballero hasta que lograron que dejara de ser la gran figura de 1936, haciendo de Valencia su "Waterloo. De estas situaciones

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surgió aquella definición de «los leales y los traidores a Caballero», pero de esto escribiremos en un próximo capítulo. En esa situación se producen los graves sucesos de la sublevación de la C.N.T.-F.A.I. y el P.O.U.M., el mes de mayo, en Barcelona. Este acontecimiento, sobre el que tanto se ha escrito, creó la situación definitiva de crisis del gobierno. Caballero, inclinado hacia el anarcosindicalismo, mediatizado por sus consejeros, no quiso comprender la realidad de los hechos, ni su origen y consecuencias, y se colocó en la posición de defensa de los responsables de aquella insurrección criminal, manejada por la provocación y por el enemigo, que puso en peligro la existencia de la República. Esos hechos, independientes de otros de no menor trascendencia, provocaron la crisis y la caída del gobierno Caballero. Plantear que su caída se debió a maniobras de Stalin o de los comunistas, es presentar una imagen totalmente falsa de los acontecimientos, sin negar la parte que el P.C. pudo haber tenido en la provocación de esa crisis. Caballero se había enfrentado con su Partido, con el P.C, tampoco tenía el apoyo de los partidos republicanos, ni el de las Juventudes socialistas y había perdido el de una parte de la dirección de la U.G.T., como lo demostrarían los hechos que se produjeron posteriormente. En las Memorias del entonces presidente de la República, se revela que tampoco contaba con la confianza, más que a la fuerza, del primer magistrado. Caballero sólo contaba con la C.N.T. y con el grupo de «seguidores» de la dirección de la U.G.T., así como con otro grupo de elementos socialistas sin responsabilidades en la dirección del Partido. Azaña, en sus Memorias, al tratar de este problema, envuelve a la U.G.T. cuando dice: «Los comunistas, y sobre todo los socialistas, insistían en el manifiesto fracaso de las sindicales, metidas en funciones de gobierno...». La U.G.T. no estaba metida en funciones de gobierno, como la C.N.T. La Comisión ejecutiva de la Unión registraba su disconformidad con los problemas de orden público y los económicos; pero no tenía ninguna responsabilidad directa en el gobierno por la posición equívoca de los ministros Caballero, Vayo y Galarza. La de Caballero era una dirección personal. Ese fue uno de sus errores. Cuando los sucesos de Barcelona, la Comisión ejecutiva desplazó a la Ciudad Condal a su miembro Carlos Hernández Zancajo. En su informe mostró su conformidad con que el orden público en Cataluña pasara a depender del gobierno central, y aprobó todas las medidas de gobierno. Cuando los sucesos de Levante, la Comisión ejecutiva criticó al ministro de la Gobernación por su política de debilidad y negligencia. La crisis del gobierno Caballero fue determinante de graves conse1

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Op. cit., Tomo IV, pág. 592.

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cuencias para la marcha de la guerra, por las situaciones conflictivas que creó. Caballero intentó ir a la constitución de un nuevo gobierno, apoyándose en las centrales sindicales. Los partidos aceptaban que Caballero continuara de presidente del gobierno, pero creándose un Ministerio de Defensa con su propio ministro. Posición correcta. Caballero no podía asumir los cargos de presidente y ministro de la Guerra, como había venido sucediendo desde la constitución de su gobierno. La experiencia había sido negativa.

122 CONTRADICCIONES DE CABALLERO Y DE SUS ASESORES POLÍTICOS

En la historia de nuestro movimiento obrero será difícil encontrar un caso similar al de Largo Caballero y no es aventurado afirmar que no se producirá en el futuro. Por vez primera, el líder obrero más significado del Partido Socialista y el dirigente sindical más prestigioso del país, secretario general de la Unión General de Trabajadores de España, tiene en sus manos los destinos de la Nación. El contexto histórico tan excepcional que determina este hecho es sobradamente conocido de cuantos se han interesado y se interesan por ese período turbulento de nuestra historia, comprendido entre 1931 y 1939. No es necesario que, a ese respecto, insistamos en analizarlo. Lo que intentamos es dejar constancia de algunas consideraciones en relación con el hombre que desempeñó uno de los papeles más importantes en la historia del movimiento obrero español de los cuatro primeros decenios del siglo XX y cuya vida política y sindical se cierra en la crisis de mayo de 1937. El dirigente sindical y político obrero que había alcanzado el más alto nivel de prestigio y de popularidad en la historia de nuestro movimiento obrero es destruido por sus propios consejeros políticos. Deseamos sintetizar algunas cuestiones, aunque hayan sido ya aludidas en páginas anteriores. Caballero fue la bandera de la unidad política al propugnar la creación de un partido único del proletariado; el anarquismo se enfrentó a esa consigna por temer que en ella se encerrara la dictadura del proletariado. En el orden sindical, Caballero propugnó la unidad sindical de la clase obrera, que debería conducir a una central sindical única; se mostró conforme con la propaganda y propósitos de la Federación Nacional de Juventudes socialistas por lograr la unificación de la juventud marxista en una sola organización. Fue uno de los artífices del Frente Popular. Coincidían con esas posiciones y línea política o eran sus promotores intelectuales Araqüistain, Alvarez del Vayo, Enrique de Francis-

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co, Carlos Baraibar; colectivamente, la dirección de las Juventudes socialistas, cuyo secretario general era Santiago Carrillo, y la Comisión ejecutiva •de la Unión General de Trabajadores de España, y como órganos de expresión fundamentales El Socialista, en el período en que Caballero controlaba la dirección del P.S.O.E., Renovación, Claridad y Leviatan, todos ellos de Madrid, así como Avance, de Oviedo. En ese período, el anticomunismo y el antisovietismo estaban eliminados del pensamiento y de la acción de esa fracción del Partido Socialista. Las relaciones con el Partido Comunista habían entrado en una vía de cordialidad, y la simpatía hacia la Unión Soviética se manifestaba a cada momento. Delegados de la III Internacional mantenían relaciones amistosas con los hombres más significados del «caballerismo», como Araquistain, Alvarez del Vayo y otros. Caballero —bien que lo olvide en Mis Recuerdos—• recibía con frecuencia en la cárcel, después de 1934, a delegados de la Internacional, entre ellos a Medina (Codovila), que iban siempre acompañados de Araquistain o de Alvarez del Vayo. Antes del 34, los recibía en las oficinas de la U.G.T., en la calle Fuencarral; después de su liberación, las entrevistas volvieron a repetirse en el mismo local. El grupo de Julián Besteiro (Trifón Gómez, Andrés Saborit, Lucio Martínez y otros), estaba abiertamente contra el «caballerismo». Su órgano de expresión era el semanario Democracia que se caracterizaba por su anticomunismo. Besteiro contra Caballero; Caballero contra Besteiro. Indalecio Prieto y sus admiradores —a lo republicano— en sus vaivenes y manicuras, en las que era maestro, unas veces estaba con Caballero y otras contra él, pero en momentos circunstanciales coincidían. En Prieto no había una línea recta de principios, sino una línea quebrada, de contradicciones, muy difícil de seguir y de interpretar. Su maquiavelismo no entra en un juego socialista, sino en el de un republicanismo radical burgués. En mayo de 1937, Largo Caballero, Araquistain, Baraibar, Enrique de Francisco y el grupo minoritario del Comité nacional de la U.G.T., incluida una parte de la Ejecutiva, se enfrentaban, por su nueva actitud política, a las posiciones y al pensamiento político que habían inspirado el movimiento de octubre y el Frente Popular. ¿A qué se debió una metamorfosis política semejante que tan negativas consecuencias iba a tener para la causa de la unidad y de la guerra? El hecho no puede explicarse solamente por un conjunto de causas subjetivas, como pudiera ser el mantener a Caballero aislado, abrumado de chismes, prisionero en una red de pequeños problemas personales que le hacían perder toda perspectiva política. Existían, indudablemente, otras causas más profundas determinantes de ese fenómeno y de las que Araquistain y Baraibar fueron principales gerentes. En primer lugar, han sido factor perturbador las enmadejadas contra-

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dicciones y personalismos en que siempre se debatió el Partido Socialista, agudizadas después de la escisión de 1920-1921 y de la muerte de Pablo Iglesias en 1925. En opinión del autor, esas contradicciones están determinadas por el hecho de que el P.S.O.E. careció de un programa dinámico, de una teoría revolucionaria, de una auténtica educación y preparación ideológica en cuanto al conocimiento profundo de los principios del marxismo. Frente a la realidad cambiante, permaneció estático en sus concepciones y su estrategia política, aferrado a un tradicionalismo negativo. El Partido Socialista careció de teoría y de teóricos. Jaime Vera, Verdes Montenegro, Núñez de Arenas y algunos otros fueron una promesa; pero la mediocridad del medio frustró esas esperanzas. Pudo serlo Araquistain, sin duda el más capaz de todos y el de pensamiento más profundo, pero su soberbia, su sectarismo neutralizaban su personalidad. En el transcurso de su existencia, el Partido Socialista no constituyó una base ideológica ni forjó, con una preparación doctrinal sólida, una base de cuadros dirigentes; se desenvolvió arrastrando las tradiciones y defectos del republicanismo, situando los problemas personales en primer plano, dejándose llevar por un tipo de caudillaje obrero, a semejanza de lo que sucedía en los partidos de la pequeña burguesía más o menos radical. Esa conducta ha constituido un permanente factor de desintegración, un antídoto a la unidad, a la disciplina. Esa política es la que nos ofrece toda clase de paradojas. En los primeros meses de 1936, después de haber eliminado a Caballero de la dirección del Partido Socialista, Ramón González Peña, Indalecio Prieto y Ramón Lamoneda se transforman en los principales enemigos del «caballerismo revolucionario», coincidiendo indirectamente, y por otros motivos, con la fracción de Besteiro; en 1937, meses antes de la crisis de mayo y después, Peña, Prieto y Lamoneda toman en sus manos la bandera de la unidad —inteligencia con el P.C.— abandonada por Caballero, de defensa del Frente Popular y del gobierno del doctor Juan Negrín, que restablece unas relaciones diplomáticas normales con la Unión Soviética, después del deterioro que éstas habían sufrido como consecuencia del cambio político de Caballero. Prieto, más tarde, como Caballero, cuando deje de formar parte del gobierno Negrín, renegará de sus posiciones, dimitirá de la Comisión ejecutiva del P.S.O.E. y se transformará en un rabioso enemigo del doctor Negrín, de los comunistas y de la Unión Soviética. Ramón González Peña y Ramón Lamoneda, presidente y secretario general del P.S.O.E., que habían alcanzado sus posiciones gracias a las maniobras de Prieto, seguirán fieles al gobierno Negrín, al Frente Popular y a la política de unidad, hasta el final de la guerra y en la emigración. ¿Cómo explicarse esas paradojas, esas contradicciones que tanto daño han causado? Dejando de lado «la enfermedad» de los personalismos, sólo tiene una explicación política, como venimos señalando: la carencia de una doc-

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trina, de una teoría, de una disciplina política, de procedimientos de una dirección colectiva de partido ajustada a una política de principios por encima de los personalismos del triángulo Caballero-Besteiro-Prieto con sus respectivos y variables satélites. A partir de mayo de 1937, entra en juego otra personalidad socialista: el doctor Juan Negrín López, que cuenta con la confianza de la Ejecutiva del Partido Socialista y de la mayoría del Comité nacional de la U.G.T., pero que, por el contrario, tiene enfrente las oposiciones personales de Besteiro y Caballero y, después que Prieto salga del gobierno y dimita su cargo de ejecutivo del P.S.O.E., la del propio Prieto. El anticomunismo ha sido una sucia bandera de trágicas consecuencias. En la segunda fase de nuestra guerra —más concretamente, unos tres meses antes de la crisis de mayo y después, hasta el final de la contienda— desempeñó un papel negativo de primer orden. No perderemos el tiempo en demostrar que esa bandera fuera la de Hitler y Mussolini y la de los elementos del llamado «Alzamiento Nacional»; pero que, en el campo de la República, terminara haciéndola suya una fracción del llamado «caballerismo» es lo que resulta inconcebible. El anticomunismo y el antisovietismo del anarquismo, de la socialdemocracia y, por lo tanto, del P.S.O.E. cuando mantenía posiciones reformistas, han sido tradicionales; pero Largo Caballero y su fracción habían roto con esas posiciones negativas, enfrentándose a quienes las mantenían en el seno del Partido Socialista. ¿Qué había sucedido para que con tanta violencia volvieran a ellas? Como embajador de España en París, Luis Araquistain, la eminencia gris de Caballero, estaba situado en un punto clave para la política internacional del gobierno. La capital de Francia era, en ese aspecto, el punto estratégico más importante. Además, como España, Francia estaba gobernada por un gabinete del Frente Popular presidido por León Blum, el líder socialista francés de más relieve, mientras España lo estaba por Largo Caballero. En la capital de Francia se manejaban los asuntos más delicados, tanto en el orden diplomático —relaciones— como en los de compra de armas y otros relacionados con la guerra. Araquistain había llegado a París imbuido de lo que podríamos llamar la línea política «del caballerismo» que —inspirada por él— se había venido manteniendo en torno a 1934, y después de 1934, utilizando su inteligente y hábil táctica de «tirar la piedra y esconder la mano». En esa línea se mantiene los primeros meses de su período de embajador para ir evolucionando hacia una posición anticomunista y antisoviética. ¿Por qué? Sus celos, cierta envidia hacia el doctor Negrín, ministro de Hacienda, con el que tenía que ver tanto o más que con el de Estado, eran bien notorios. Negrín llevaba la responsabi-

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lidad de los problemas económicos en las delicadas relaciones internacionales y el embajador en París estaba involucrado en ellos; lo mismo sucedía en cuanto a las relaciones con los hombres de Estado y políticos vinculados a nuestros problemas económicos o que participaban directa o indirectamente en ellos, acción en la que Araquistain estaba igualmente implicado, siguiendo las directrices del ministro de Hacienda y del presidente del gobierno. El embajador de la Unión Soviética en París, en relación con su colega el embajador de la U.R.S.S. en España, eran elementosclave para la embajada de España en Francia. En el Banco Central soviético estaba depositada, como es sabido, la parte más importante de la Tesorería del Estado español, cuenta contra la cual el gobierno de la República realizaba sus operaciones en el exterior. En los últimos tiempos de su período, Araquistain empezó a mostrar, en privado, una hostilidad hacia la Unión Soviética y una actitud anticomunista, en el contexto de su carácter agresivo, violento y apasionado, condiciones todas ellas negativas en un diplomático. ¿Por qué? Es obvio que los servicios especiales del gobierno soviético conocían ese estado de ánimo íntimo del embajador de España en París; sus conciliábulos con elementos socialistas franceses antisoviéticos; sus conversaciones privadas en las que, después de bastantes tragos de un buen coñac, se dice, por lo regular, lo que no se debiera decir, y menos un embajador. Todo eso, sin duda, lo conocían los más altos funcionarios soviéticos. Esa actitud no fortalecía las relaciones con el gobierno en que descansaba la política de ayuda a la República; con el gobierno en que se había depositado la mayor confianza, hasta el extremo de haberle confiado la Tesorería del Estado español. La evolución de Araquistain se fue trasladando a Largo Caballero, como antes había influido en él con su «radicalismo marxista» y su antisocialdemocracia. Influenciado Caballero, lo fue su grupo de «seguidores». Es natural y de suponer que el gobierno soviético, ante actitudes anticomunistas y antisoviéticas, no se sintiera animado en su entusiasmo de ayuda. Esas posiciones de hostilidad representaron un grave daño para la causa de la República y no fortalecieron las condiciones materiales de su lucha. El embajador Araquistain tenía la posibilidad de desplazarse a Valencia y dar a conocer a su gobierno todos aquellos asuntos o problemas con los que no estuviera de acuerdo, o que considerara necesario denunciar. Ese era su deber, eso lo honesto y lo digno. Si se hacían eco de sus observaciones o denuncias, el ministro de Estado y el presidente del gobierno habrían estado en condiciones de dar solución a esos problemas. El presidente podía provocar reuniones de partidos y organizaciones, de su gabinete, para examinar todos los problemas y resolverlos en el seno del gobierno, no al margen de él. Si el embajador de la Unión Soviética en

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España, por ejemplo, no actuaba correctamente, ese problema se resolvía fácilmente: una simple indicación es suficiente para que el embajador más encumbrado se vaya de vacaciones... y no regrese a su puesto. El diálogo abierto, la discusión aclaran todas las situaciones y con una política, los problemas se resuelven; sin ella, no. No se siguió esa línea de conducta con el único embajador que representaba, en nuestro país, al del Socialismo. No ha sido noble ni correcto que, después de la guerra, un Araquistain haya vertido en panfletos, cargados de veneno, sus acusaciones contra la Unión Soviética, apoyándose anticomunismo a tal punto grosero que sus primeros artículos fueron reproducidos por Hierro, de Bilbao. Toda esa campaña, después de haber dejado de ser embajador, y más tarde después de perdida la guerra, tiene un valor muy dudoso. En su libro Mis Recuerdos, Caballero afirma que la ayuda soviética fue más eficaz después de su dimisión, es decir, con el gobierno Negrín. Y éste —lo diremos con todo énfasis— no era comunista, era realista, diplomático, un estadista con lógica, con sentido común, con talla de hombre político y de gobernante, desapasionado, frío y objetivo. Las acusaciones, las denuncias de Araquistain y de Caballero carecen de valor, históricamente se vuelven contra sus autores. Araquistain empezó su período de embajador en París distinguiendo a los comunistas franceses con su amistad, su confianza y su cordialidad. El autor participó en recepciones en la embajada española en que la mayoría de los invitados franceses eran comunistas, socialistas de izquierda y elementos progresistas amigos de la unidad, admiradores del pueblo español. Entre los comunistas, Cachin, Thorez, Duelos... Finalmente, Araquistain terminó atacando a los que había distinguido con esa confianza y esa amistad... ¿Qué había sucedido? Ese nuevo estado de ánimo, Araquistain lo trasladó a España, a Caballero, en el período de antes de la crisis de mayo, en los días de la crisis y después de ésta hasta su muerte. Caballero llegó a rectificar. En 1945 había sido liberado —por el ejército soviético— de un campo de concentración de la Alemania nazi en el que había coincidido, entre otros, con León Blum y León Jouhaux. Paradojas de la historia. Es curioso, en 1932 Araquistain arremetió violentamente contra la socialdemocracia alemana, justamente después de haber dejado de ser embajador de España en Berlín y de ser expulsados los socialistas del poder en España, después de liquidarse su colaboración con los republicanos. Y a partir de mayo de 1937, cuando Caballero deja el poder y él la embajada de París, evoluciona violentamente hacia las posiciones más reaccionarias de la socialdemocracia. En la historia del P.S.O.E. de los últimos años se amalgamaron todas las tendencias, todas las corrientes, en las más desconcertantes contradicciones.

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En el movimiento obrero español hay dos figuras que pudiéramos definir, valga el concepto, de factura internacional: Julio Alvarez del Vayo y Luis Araquistain, dándose la circunstancia de que eran concuñados. Ambos, además, trotamundos, hablando varios idiomas, conociendo el movimiento obrero internacional; los dos convivieron con la socialdemocracia alemana y la conocieron profundamente. Hasta su muerte, Alvarez del Vayo ha sido consecuente con una línea política, con posiciones revolucionarias, un ardiente defensor de la unidad de la clase obrera, un apasionado de ese objetivo, fundamental para el proletariado en su lucha por el socialismo. En el gobierno Largo Caballero fue ministro de Estado. Su posición política en el gobierno y después de la crisis fue la misma, nada tuvo en común con la mantenida en torno a la crisis y después de ella por su concuñado Araquistain que, siendo embajador en París, dependía de él. Las denuncias del embajador, ¿por qué no fueron planteadas, a su tiempo, al ministro, si es que eran fundadas?... Esto evidencia otro aspecto del «conflicto Araquistain», y es que no aceptaba estar a las órdenes de su concuñado. En esa época se entendía mejor con el doctor Negrín, ministro de Hacienda, al que terminó detestando y sobre el que escribió toda clase de infamias. En la posición de la Internacional Socialista y de la Federación Sindical Internacional, la de sus hombres más representativos, está una parte de la causa determinante de la evolución de Araquistain hacia el campo antisoviético y anticomunista, implicando en esa evolución a Largo Caballero, fácil de influenciar, y mucho más una vez ganado para ese viraje la segunda figura del reducido grupo que en 1937 quedaba en la órbita del nuevo «caballerismo»: Carlos Baraibar, y con él De Francisco, Llopis, Pascual Tomás y otros, encontrándose en ese mismo camino, no obstante sus antagonismos personales, con el grupo «besteirista» de Saborit, Trifón Gómez, Muiño y otros. En 1937, como en 1936 y durante toda la guerra, la I.O.S. y la F.S.L estaban ganadas por los gobiernos de las llamadas potencias democráticas y por la política de la «no intervención». En las reuniones de las Internacionales Socialista y Sindical en París y Londres no se aceptaban posiciones contra la política de los gobiernos de Francia, Inglaterra, Bélgica y otros países. El miedo, la prevención hacia la Unión Soviética, el anticomunismo condicionaban todo. Se reprochaba al gobierno español que se apoyara en la ayuda de la Unión Soviética... Se argumentaba que si no tuviera esas relaciones, las cosas cambiarían..., que esa ayuda le perjudicaba más que le favorecía... Argumento cínico. ¿Por qué no ayudaban abiertamente los gobiernos de Francia e Inglaterra al gobierno legal de España? ¿Por qué Estados Unidos estableció el embargo? Si Francia e Inglaterra hubiesen tenido una posición franca, correcta con el gobierno legal de

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España es posible que Estados Unidos no hubiera decretado el embargo. Ese argumento de que la ayuda de la Unión Soviética perjudicaba a la causa del pueblo español era totalmente falso y encubría el cinismo de la reacción, parapetada en la farsa del Comité de no intervención. A ese cinismo, a esa farsa se unieron las Internacionales socialdemócratas y sus hombres más representativos, con algunas honrosas excepciones, entre ellas las de Jouhaux, De Brouckére, Vandervelde y Jules Moch. A la embajada de Francia, bajo Araquistain, dejaron de acudir los verdaderos amigos de España, para entrar los elementos que respondían a las posiciones de las mencionadas Internacionales. Se salvan aquellos elementos de izquierda del movimiento socialista y sindical francés que fueron fieles amigos de la clase obrera española y de la República y algunos otros, bien pocos, del laborismo inglés. Consecuentes con esa política, la I.O.S. y la F.S.I. se opusieron a todas las iniciativas de lograr el movimiento de unidad de acción del proletariado propuesto por la Internacional Comunista. Tanto en la Internacional Socialista como en la Federación Sindical prevalecieron los puntos de vista de los que estaban inclinados a las posiciones de sus respectivos gobiernos. Esas ineficaces conferencias se limitaron a cumplir un elemental deber de solidaridad moral. En la F.S.I. fungía, como uno de sus vicepresidentes, un tal Cornelio Mertens, el que había dicho que «entre Moscú y Berlín, Berlín», que era tanto como decir: entre Madrid y Burgos, Burgos. En la Internacional Socialista actuaba Henry de Mann, que asistió a la reunión de las Internacionales celebrada en Londres en el mes de marzo de 1937, para examinar el problema de España, y cuyos resultados fueron nulos. De Mann, autor de la obra Mas allá del marxismo, terminaría al servicio de Hitler, al que, cuando Bélgica fue ocupada, le entregó el movimiento sindical socialista belga. Henry de Mann había sido presentado a la clase obrera madrileña por Luis Araquistain cuando, en 1932, pronunció una conferencia en la Casa del Pueblo de Madrid. La delegación española de la U.G.T. a la Conferencia de Londres estuvo integrada por Felipe Pretel, Ricardo Zabalza y Pascual Tomás; la del P.S.O.E., por Manuel Cordero. La posición de las Trade-Unions británicas, de su secretario general y presidente de la F.S.I., W. Citrine, es bien conocida: de apoyo al gobierno de S. M. y de indiferencia hacia la causa del pueblo español y de la República, actitud coincidente con la del Partido Laborista. La posición respecto a España del secretario general de la Federación Sindical Internacional, "Walter Schevenels, incondicional de Citrine y más atento a los problemas de los servicios secretos de los Estados Unidos que a los del proletariado, aparecerá en toda su nitidez en el documento que el lector conocerá en un próximo capítulo.

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Arrastrando con él a Caballero, Araquistain evolucionó hacia esas posiciones antisoviéticas, anticomunistas, coincidiendo con los elementos reformistas y reaccionarios de la socialdemocracia, que se hacía cómplice de las maniobras y propósitos del imperialismo de lanzar a la Alemania nazi, ayudándola y dejándole las manos libres, contra la Unión Soviética. Pero el proceso histórico tuvo otro desarrollo, bien que hasta el día de hoy el pueblo español no haya disfrutado de sus beneficios en sus aspeaos positivos y liberadores, como otros pueblos. El anticomunismo de Araquistain intentó sacar provecho de la carta que Stalin, Molotov y Vorochilov habían escrito a Largo Caballero el 4 de febrero de 1937 y de la que había sido portador Marcelino Pascua. En ese documento, los citados dirigentes soviéticos no hacían más que aconsejar la unidad política del proletariado español, advertir la importancia que debería darse al problema campesino. Ese documento era una prueba irrefutable del interés, del cariño hacia el pueblo español que tres dirigentes comunistas, auténticamente socialistas, expresaban a un socialista que gozaba de un prestigio político internacional en el movimiento obrero revolucionario. Para un socialista, eso no era inmiscuirse en los asuntos de España, ni podía tener más interpretación que la de que se trataba de una manifestación de solidaridad, de acuerdo con los principios socialistas del internacionalismo proletario. ¿Tuvieron esa preocupación los dirigentes de las Internacionales socialdemócratas? ¿La tuvieron cuando se encontraban al frente de varios gobiernos de la Europa occidental? El marxismo de Araquistain era una salsa buena para todas las sopas. Con él, desde Leviatan, demostraba que Besteiro no era socialista, cosa cierta; pero con su marxismo apoyó, estuvo de acuerdo, justificó el golpe del coronel Casado que entregó vilmente la República y de cuyo equipo de traición formó parte una figura representativa, el socialista Julián Besteiro. Araquistain coincidía con la actitud de Besteiro. Se habían encontrado. Un ejemplo de las desconcertantes contradicciones de Araquistain, el primer director de Claridad, el defensor apasionado de la unidad, lo tenemos en una de sus formulaciones aparecidas en su panfleto titulado El comunismo y la guerra de España en el que escribe: «El plan de los rusos, apasionadamente sostenido durante la guerra, era fundir los dos partidos. El nuevo partido se llamaría, como se había hecho en Cataluña, Partido Socialista Unificado; pero en realidad sería un partido comunista controlado y dirigido por la Internacional Comunista y las autoridades soviéticas.» La consigna de la unificación —de la unidad— fue desarrollada, antes

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de la guerra y en la primera etapa de ésta, por Caballero y todo el grupo caballerista del que Araquistain era el director espiritual. ¿En tan bajo concepto tenía el teórico del marxismo a las masas socialistas, a los cuadros del Partido Socialista y de la U.G.T. como para dejarse dirigir por las autoridades soviéticas?...¡ Y Araquistain pone en carne viva sus contradicciones, sus «evoluciones», cuando dice: «La no unificación de los dos partidos hizo imposible que el comunista llegase a dominar por completo a España y fue la causa de que el pueblo español se pudiera sublevar contra el gobierno Negrín en las postrimerías de la guerra, por la intervención decisiva que tuvo en ese movimiento de independencia el Partido Socialista de Madrid.» Esa declaración es, realmente, algo inconcebible que sólo el rencor, el odio, el despecho pueden justificar; pero no es, en modo alguno, una posición política socialista. Que Araquistain haya terminado reivindicando el golpe de Casado y la participación decisiva que el Partido Socialista de Madrid tuvo en ese «movimiento de independencia» es lo que pone de relieve el valor de su marxismo, un marxismo que nos ofrece un cúmulo de contradicciones aberrantes. No existía Partido Socialista de Madrid, existía la Agrupación Socialista madrileña, de cuya dirección —después de la crisis del gobierno Caballero y aprovechándose de que la mayoría de sus militantes estaban ausentes— se apodera el «grupo caballerista», que designa presidente a Caballero, pasando a formar parte de la nueva directiva de la Agrupación, entre otros, Araquistain, Díaz Alor y Pascual Tomás. Uno de los primeros acuerdos de su nuevo comité fue dejar suspendidos de todo derecho •—expulsados— al doctor Negrín, presidente del gobierno y a Alvarez del Vayo, ministro de Estado, ambos socialistas, bajo la acusación, sin que siquiera fuesen escuchados, de que eran comunistas. A eso llevaban las bajas pasiones. En la esfera internacional diplomática, si esa medida hubiese sido registrada, tendría que interpretarse como que, a partir de mayo de 1937, el gobierno de la República española estaba presidido por un comunista y su política internacional regentada por otro comunista. En efecto, tiene razón Araquistain, el comité de la Agrupación Socialista madrileña desempeñó ese triste papel en el golpe de Casado y, nueva paradoja: ahí tenemos a Luis Araquistain, al caballerismo que con tanta violencia había atacado desde 1930 a Besteiro, unido con Besteiro, confundidos en la famosa Junta de la traición a Wenceslao Carrillo y a Besteiro, y a Luis Araquistain cantando loas a los salvadores de la «independencia», mientras la Comisión ejecutiva del Partido Socialista seguía

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fiel al Frente Popular y al gobierno de Unión Nacional del doctor Negrín, considerando a éste, así como a Julio Alvarez del Vayo, como socialistas y militantes del Partido. ¿Desde qué ángulo del «marxismo araquistainista» podrán explicarse y defenderse esas contradicciones, esa línea de conducta que tan graves perjuicios ocasionó a la causa de la República y de la clase obrera española? La batalla del comité de la Agrupación Socialista madrileña, para Araquistain y para «el caballerismo» que él inspiraba intelectualmente, estaba por encima de la batalla para ganar la guerra. El golpe de Casado estaba en la línea de la reacción internacional y de la sociaidemocracia y, para Araquistain, de la «independencia». Entre Moscú y Burgos, Burgos. Pero el dilema de los españoles era otro, habían muerto y luchado por otro: Entre la tiranía, la opresión y la República, la libertad, la independencia y la República. El otro dilema y emplazamiento ha supuesto la traición.

123 UN PRIMERO DE MAYO SIGNIFICATIVO (1937)

El Primero de Mayo de 1937 fue el primero que se celebró después del alzamiento. Ese año, la Fiesta Internacional del Trabajo tuvo un significado muy particular: se elimina lo de «Fiesta», para quedar solamente en «Trabajo». Así lo aconsejaban las necesidades de la guerra. Se trataba de festejar el Día Internacional de los trabajadores, trabajando más, aportando ese día mayores esfuerzos a la producción. En el pasado, el anarquismo español no había participado en la fiesta del Primero de Mayo, acordada en el Congreso constituyente de la Segunda Internacional. Se enfrentaba a esa fiesta en su hostilidad y acciones en contra del socialismo, creando situaciones conflictivas con los elementos socialistas y ugetistas en muchos lugares. Pero el Primero de Mayo de 1937 hizo una excepción. La Ejecutiva de la U.G.T. —su grupo mayoritario—, ya en actitud de franca hostilidad hacia el Frente Popular y, en especial, hacia la Ejecutiva del P.S.O.E. y el Partido Comunista, y en comunidad de objetivos con la C.N.T., con la que alimentaba la idea de ir a un gobierno de marcada tendencia sindical, organiza en Valencia un gran mitin en el Teatro Principal, con participación de la central anarquista. Se trataba de un reto a la dirección del Partido Socialista y al Partido Comunista. Presiden el mitin Carlos Baraibar, subsecretario de Guerra, y Juan Peiró, ministro de la C.N.T., y en él intervienen como oradores: por la C.N.T., Mariano R. Vázquez, secretario General, y Federica Montseny, ministro de la C.N.T.; por la U.G-T., Carlos Rubiera y Guillen, ninguno de los cuales formaba parte de la dirección nacional de la U.G.T. Carlos Baraibar nada tenía que ver con las sindicales. Carlos Rubiera se despachó con un discurso demagógico, en la línea de un gobierno sindical y de alabanza y halagos desmedidos a la C.N.T. En los actos del Primero de Mayo tomaban parte, tradicionalmente, los dirigentes más destacados de la U.G.T. y del Partido Socialista y estaban organizados conjuntamente por ambas

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organizaciones. En este Primero de Mayo de 1937, la Comisión ejecutiva de la Unión General se mantenía en un total divorcio con la del Partido Socialista. En su demagógica perorata, Carlos Rubiera se preguntaba: «¿Qué es este acto que estamos celebrando, sino la rúbrica de un pacto entre los hombres que militan en una y otra central sindical? ¿A qué conduce, si no, la obra y el esfuerzo de los hombres que dirigen las dos centrales sindicales, fundamentos básicos, pilares indestructibles de la revolución que está en marcha?...» A los pocos días de este 1.° de mayo se producía la crisis del gobierno Caballero. Este mitin era una anticipación, significaba, como decimos, un reto político. Baraibar informaría a Caballero: Acaba de celebrarse un gran acto... un futuro gobierno de las sindicales está en matcha. Y Caballero, con inocencia política, se lo creería. Le habían convencido de que era el hombre insustituible. No podía comprender que, al desviarle de su trayectoria política de los primeros momentos de gobierno, sus «asesores» le estaban cavando su tumba política,.., Y la de ellos, y la de casi todos, porque perdimos la guerra... No hubo nuevos primeros de mayo, más que en el silencio. Y contrariamente a lo que decía Rubiera, las dos centrales sindicales no fueron los «fundamentos básicos, pilares indestructibles de la revolución que está en marcha...». Lo que estaba en marcha era la guerra; lo que estaba en el primer plano era la lucha por la victoria y no la revolución. El 30 de octubre de 1936 Largo Caballero había declarado a un periodista del Daily Express, contestando a la pregunta de éste sobre si la entrada de la C.N.T. en el gabinete significaría algún cambio revolucionario en la política económica del gobierno: «Que primero era ganar la guerra, y entonces podremos hablar sobre la revolución». Esas justas palabras de 1936 se habían olvidado en mayo de 1937. En Madrid, el domingo 2 de mayo, se celebraba en el Monumental Cinema otro gran acto conmemorativo de la Fiesta del Trabajo, antítesis del de Valencia, y en el que no tomaría parte la U.G.T. Si el de Madrid se definía como de «afirmación socialista», el de Valencia lo sería de afirmación anarquista con la colaboración ya mencionada de la Comisión ejecutiva de la U.G.T. En el de Madrid intervinieron: Ramón Lamoneda, secretario general del P.S.O.E. y presidente de la Federación Gráfica Española ; Rafael Henche, socialista, alcalde de Madrid; Matilde Cantos, por las mujeres socialistas; Pietro Nenni, secretario del Partido Socialista italiano, y Rodolfo Llopis. El acto se desarrolló dentro de la línea del 1

1. Véase, más adelante, la referencia del mitin celebrado en Madrid con el mismo motivo y la misma fecha, aunque de significación diametralmente opuesta.

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Frente Popular, de la unidad y de apoyo al gobierno. La consigna fundamental no era otra que la de exaltar todo lo que la clase obrera tenía que ofrecer para ganar la guerra: disciplina, unidad, producción. La tónica de responsabilidad de ese gran acto se pone de relieve en las intervenciones de sus oradores. No se acudió a la demagogia, sino al realismo. No hubo vana fraseología, sino enfoques serios y solventes. Rafael Henche, después de haber recordado a los mártires anarquistas de Chicago, terminó su discurso pidiendo que se trabajara incansablemente por lograr el acercamiento entre comunistas y socialistas. Ramón Lamoneda desarrolló una intervención en la que se abordaban los problemas más graves a que nos enfrentábamos en aquellos momentos, como eran los de orden público y los económicos. «Hay quien ha confundido —dijo— la transformación económica con el pillaje; la limpieza de la retaguardia, con la venganza personal. Nosotros sabemos que revolución y guerra son hermanas gemelas. Nosotros no defendemos esa consigna lanzada de que hay que cuidar tanto la revolución como la guerra. No es posible que un individuo entienda por revolución incautarse de un pueblo y controlar los cruces de carretera. Se dice por ahí que son los sindicatos los que han de administrar la victoria. Esto no es posible. Nosotros no decimos que sea nuestro Partido el que la administre, pero lo que decimos es que la guerra y la revolución han de ganarla los partidos políticos. Los partidos políticos han de forjar la nueva España... Nosotros sabemos que es necesaria la existencia de un partido único que marque las tareas del socialismo. Por eso los socialistas no tienen inconveniente en hacer la unión con los comunistas... 1

Sería justo caracterizar cada uno de estos dos actos diciendo que el de Valencia se definía sectariamente, demagógicamente, por tendencias «sindicalizantes», mientras el de Madrid lo hacía por las «politizantes», olvidando un poco el papel que las organizaciones obreras sindicales tienen que desempeñar en la lucha por la libertad y la democracia, por la construcción de una España nueva. En Madrid se expresaba una razón histórica, que arranca de la Primera Internacional, del conflicto ideológico entre Marx y Bakunin, entre anarquismo y socialismo; en Valencia se manifestaba la sinrazón del anarquismo arrastrando a una Comisión ejecutiva de la U.G.T. El acto de Madrid era una réplica al desafío sindical de Valencia. Lamentable, pero hechos y realidades innegables de nuestra historia.

1.

Claridad del 3 de mayo de 1937.

124 EN TORNO A LA CRISIS DEL GOBIERNO CABALLERO (15 de mayo de 1937)

Uega Caballero a la crisis de mayo arrastrando problemas personales y situaciones conflictivas de toda naturaleza. En el mes de febrero, como hemos señalado en páginas anteriores, se producen diversas sublevaciones en algunos pueblos levantinos, promovidas por elementos faístas mezclados con agentes reaccionarios y provocadores. La Columna de Hierro representaba un serio problema de orden público. Partidos y organizaciones del Frente Popular veían con disgusto la actuación del Ministerio de la Gobernación, que no se enfrentaba a ese serio problema. En el seno del propio gobierno se manifestaba ese mismo descontento entre los ministros, con la excepción, naturalmente, de los de la C.N.T. Caballero y los ministros anarquistas eran los únicos defensores de Ángel Galarza, titular de Gobernación. En ese mismo mes se produce la caída de Málaga, hecho que determina una violenta situación al atacar el Partido Comunista al subsecretario de la Guerra, general José Asensio, considerándolo responsable de aquella derrota. Caballero defiende al general Asensio y se enfrenta a la oposición, pero se ve obligado a sustituirlo, y nombra a Carlos Baraibar en su puesto. Esta decisión no fue bien vista por las organizaciones del Frente Popular. De la caída de Málaga se derivaron problemas que contribuyeron al debilitamiento de la unidad de un equipo gubernamental que había sido saludado, al constituirse, como el gobierno de la Victoria. En el mes de marzo se llega a un acuerdo de no agresión entre la U.G.T. y la C.N.T., inspirado por Caballero y los ministros cenetistas. Fue un entendimiento que vino forzado por una situación especial, muy superficial, de carácter defensivo frente a las corrientes de oposición al gobierno, especialmente a las posiciones de su presidente. Era al mismo tiempo un paso por el que se trataba de fortalecer las relaciones entre las centrales, en la medida en que éstas se separaban del Frente Popular y

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de los partidos políticos. En ese hecho se dibujaba ya la idea de la posibilidad de un gobierno con predominio sindical, aberrante en elementos políticos que se llamaban socialistas. Insólito en un Largo Caballero; natural en un Carlos Baraibar. En el mismo mes de marzo se produce el choque personal con Rosenberg, embajador de la Unión Soviética. Caballero estaba en un permanente estado de irritabilidad. En otros tiempos, el embajador visitaba al presidente con el que hablaba largo y tendido de muchos problemas, opinaba sobre ellos, aconsejaba. Todo se desarrollaba normalmente, como corresponde a unas buenas relaciones diplomáticas, y mucho más entre el embajador del primer Estado socialista del mundo y un viejo militante socialista rodeado de popularidad y de prestigio revolucionario. El embajador era el mismo de siempre, pero Caballero había cambiado; su enfado con el embajador no tenía fundamento, era una reacción de irritabilidad, de tipo personal, que obedecía a un nuevo estado de ánimo, a una evolución política o, mejor diríamos, a un envenenamiento político. La Unión Soviética era el único país que nos ayudaba; su embajador representaba la solidaridad efectiva, operante, del pueblo y el gobierno soviéticos. ¿Qué otro embajador podía ostentar un título semejante? ¿El de Francia... el de Inglaterra... el de Estados Unidos, acaso? ¿Qué ayuda nos prestaban esos gobiernos democráticos?... Rosenberg acudía con frecuencia a ver al presidente, llamado por el propio Caballero, que le planteaba serios problemas. Las conversaciones se mantenían en términos cordiales. Los problemas de suministro de armamento, de adquisiciones indirectas o directas, de preparación de aviadores españoles en la Unión Soviética, de transporte, de análisis de los problemas que se iban a plantear en la Sociedad de Naciones, asuntos reservados de la mayor trascendencia. En la Unión Soviética tenía depositada la República una parte considerable de su Tesorería. Durante todo un período de varios meses, Rosenberg fue un gran amigo de Caballero, un consejero suyo eficaz y leal, como representante del único país que efectiva y prácticamente ayudaba a la República española. ¿Cómo podía concebirse una actitud de hostilidad, de violencia del presidente del gobierno hacia ese país y su representante? Mientras Caballero fue leal al Caballero de 1936, todo marchó perfectamente; en la medida en que Caballero iba separándose de la línea política que le había encumbrado, se hundía en sus propias contradicciones. Carece de sentido sostener que Caballero fue eliminado del poder por los comunistas y que detrás de éstos estaba —nada más y nada menos— Stalin. Esa manera de desfigurar los hechos y de presentar imágenes tan faltas de realidad sólo ha sido posible presentarla aprovechándose, alevosamente, de la impunidad dipolítica, de la imposibilidad de presentar, con toda libertad y rigurosidad histórica, los hechos tal y como sucedieron.

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El testigo de mayor excepción en todo lo referente a la histórica crisis del gobierno Caballero y a la designación del doctor Negrín para sustituirlo, fue, sin lugar a dudas, el presidente de la República, Manuel Azaña, a quien nadie podrá tildar no ya de comunista o de comunistoide, pero ni siquiera de simpatizante con la filosofía socialista. En sus Memorias establece claramente, sin ninguna clase de equívocos, los antecedentes de la crisis, su desarrollo y las causas que determinaron la eliminación de Caballero y el nombramiento de Negrín. Algunos historiadores pretenden que a Caballero lo derrotaron los comunistas y que Negrín fue designado o impuesto por ellos; otros, extremando aún más la patraña, sostienen que todo se debió a manejos de Stalin. Sólo por ignorancia o mala fe pueden defenderse tales puntos de vista, que son la negación misma de los hechos. Remitimos a los lectores a la mencionada obra del presidente Azaña. En ella quedan esclarecidos, históricamente, los acontecimientos que rodearon esa crisis, la cual estuvo fundamentalmente determinada —como venimos sosteniendo con machaconería— por problemas económicos y de orden público, motivos a los que habría que añadir la evolución política del propio Caballero. Por ello podría decirse que Caballero fue derrotado por Caballero y, en última instancia, por su propio partido, por la Ejecutiva del Partido Socialista Obrero Español, siguiendo el juego político de su correligionario enemigo Indalecio Prieto.

152 LA CRISIS DEL GOBIERNO LARGO CABALLERO Y LA U.G.T. DE ESPAÑA

El 15 de mayo prodúcese la crisis del gobierno Caballero y se inician las consultas por el presidente de la República. En esta crisis, la Comisión ejecutiva de la U.G.T., la parte mayoritaria, desempeña un papel político importante, pero negativo. Por vez primera era llamada a consulta. Las complejidades de esta histórica crisis en ningún documento están puestas de relieve con tanta claridad como en las Memorias de Manuel Azaña, presidente de la República. Ante esos testimonios, a los que hemos aludido en capítulos anteriores, todas las especulaciones están de más. En nuestra opinión, las referencias publicadas a ese respecto, antes de la aparición de las Memorias del presidente Azaña, adolecen de parcialidad, y su contenido es sectario. Como antecedente a la crisis, el día 7 Caballero habla con Azaña, recién llegado éste de Barcelona huyendo de la sublevación de la F.A.I. y del P.O.U.M., y le informa de sus discrepancias con el general Miaja. El mismo día visitan al presidente los partidos del Frente Popular. En nombre de los partidos republicanos, Giral le visita y le dice «que tanto los republicanos, como los socialistas y comunistas, estaban persuadidos de que la situación no podía prolongarse. Los comunistas estaban decididos a darle la batalla a Largo en el primer Consejo que se celebrase. No estaban conformes con la política de guerra ni con la política de orden público. No querían que Largo continuase con la presidencia y con la cartera de Guerra. No podían soportar más tiempo que Largo hiciera y deshiciera a su antojo sin dar cuenta al gobierno. Cuando algún ministro preguntaba por los asuntos de guerra y pedía noticias, Caballero contestaba: "Se enterará usted por los periódicos". Añadió Giral —sigue diciendo Azaña— que los republicanos, socialistas y comunistas formaban una pina que facilitaría cualquier solución, pero que, al menos los republicanos, no querían lanzarse a nada que pudiese colocarme en una situación difícil o sin

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salida...». Visitan al presidente Manuel Cordero y Juan Simeón Vidarte, por el Partido Socialista, y José Díaz y Dolores Ibarruri, por el Partido Comunista. «En el fondo —escribe Azafia— todos dijeron lo mismo: ineptitud de Largo, desorden público, entrega de Largo a la C.N.T., influencia perniciosa del cortejo personal de Largo, falta de autoridad, de iniciativa, etc. Transigirían con que Largo presidiera un nuevo gobierno, pero no que continuase en el Ministerio de la Guerra.» Con estos antecedentes, y otros de la misma orientación que omitimos, prodúcese la crisis en plena reunión del Consejo, que se inicia con la retirada de los ministros comunistas, que son seguidos por los socialistas y republicanos. Caballero se queda con dos ministros socialistas, Galarza y Anastasio de Gracia, y los cuatro de la C.N.T. que proponen la continuidad del Consejo. Caballero no acepta. Caballero no quería abandonar el poder, pensaba en la reconstitución del gobierno apoyándose en las centrales sindicales, eliminando a los comunistas. Pero su propósito no era viable. Abiertas las consultas, el Partido Socialista mostró su conformidad con un gobierno de igual composición, pero que el Ministerio de la Guerra fuera adjudicado a Indalecio Prieto; el Partido Comunista, un gobierno del Frente Popular, de iguales características que el anterior, pero en el que la presidencia se dedicara a la dirección política del gobierno; que se designara un ministro de Defensa que, como el de la Gobernación, contara con la máxima confianza del gobierno y del Frente Popular. Los republicanos ofrecían no ser un obstáculo a una solución. La posición de las centrales sindicales ya era otra cosa. La C.N.T. propugnaba un gobierno de igual composición, con Caballero en la presidencia y en Guerra; la parte mayoritaria de la Comisión ejecutiva de la U.G.T., llevada de su sectarismo e incondicionalidad hacia Caballero y Baraibar, evacuó la consulta en los términos políticos más comprometedores. Señaló en su contestación al presidente de la República : «Que la U.G.T. declinaba toda responsabilidad en las causas que pudieran haber producido la crisis haciendo constar que no prestaría colaboración de ninguna clase al gobierno que pudiera formarse si ese gobierno no estaba integrado por idénticas representaciones que el dimitido y no figurar en él, como ministro de la Guerra y como presidente, Largo Caballero...». En nombre de la Ejecutiva, firmaba la declaración Pascual Tomás, como secretario adjunto. Esta insólita declaración, como veremos más adelante, fue la causa determinante de la más profunda crisis de dirección de la U.G.T. en toda su historia. 2

El esquema de las posiciones básicas en torno a la crisis puede establecerse en la siguiente forma: Partido Socialità, gobierno de igual com1 y 2.

Manuel Azaña, of. cit., tomo IV, págs. 591-592.

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posición, reivindicando el Ministerio de Defensa para Indalecio Prieto; Partido Comunista, un presidente de gobierno con la misión de dirigir la política general y un Ministerio de Defensa desligado de la presidencia, no vetaban a Largo Caballero para presidente, que el gobierno se apoyara en el Frente Popular; republicanos, darían toda clase de facilidades para la solución; las centrales sindicales, un gobierno de iguales características, con Caballero en la presidencia y en el Ministerio de la Guerra. Posición íntima de Caballero: presidencia y no sólo el Ministerio de la Guerra, sino un Ministerio de Defensa nacional que abarcara Ejército de Tierra, Marina, Aire, Municiones y Armamento, eliminación de los comunistas y reforzamiento de las representaciones sindicales. Caballero actuaba bajo la inspiración de Baraibar y de un reducidísimo grupo de amigos, con el apoyo y estímulo de los ejecutivos de la U.G.T. y elementos de la C.N.T. A sabiendas de que Caballero no podría formar gobierno, el presidente de la República le da el encargo de hacerlo. El primer desafío de Caballero es al P.S.O.E.: no le concede el Ministerio de Defensa y elimina a Prieto. El segundo, a los comunistas: no sólo es presidente, sino que se atribuye la cartera de Defensa acumulando en ella los tres Ministerios: Tierra, Marina y Aire y, además, Armamento. Caballero presenta al presidente de la República un proyecto de gobierno del que es principal autor Baraibar, con la colaboración de los íntimos del «cortejo» a que alude Azaña. Ese proyecto estaba en oposición a las posiciones de todas las organizaciones del Frente Popular y, en forma brutal, a la de Partido Socialista; era un reto a los partidos y al propio presidente de la República. Se especulaba con la figura de Caballero y con la fuerza de las centrales sindicales. Los asesores políticos de Caballero exageraron al considerar que éste era el hombre único, indispensable e insustituible. Caballero no formó gobierno y, el 18, el doctor Juan Negrín daba por constituido un nuevo gobierno con la eliminación de las centrales sindicales U.G.T. y C.N.T. que no aceptaron la oferta de un representante en el mismo, a la vez que le negaban toda solidaridad y apoyo. El nuevo equipo gubernamental quedaba integrado por el doctor Juan Negrín, presidencia, Hacienda y Economía; Indalecio Prieto, Defensa nacional; Julián Zugazagoitia, Gobernación; José Giral, Estado; Manuel Irujo, Justicia; Jesús Hernández, Instrucción Pública y Sanidad; Vicente Uribe, Agricultura; Giner de los Ríos, Obras Públicas y Comunicaciones; Jaime Ayguadé, Trabajo y Asistencia Social. Su composición era: tres socialistas; cuatro republicanos, uno por cada uno de los partidos de Izquierda republicana, Nacionalista Vasco, Esquerra de Catalunya y Unión Republicana, y dos Comunistas. Esta solución, creó un gran descontento en la dirección de la C.N.T. y una difícil situación interna a la Comisión ejecutiva de la U.G.T. Los republicanos sintieron un cierto pavor ante la

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eliminación de las centrales. Les asustaban las bravatas de la C.N.T.-F.A.I. Las consecuencias derivadas de las posiciones de intransigencia adoptadas por las dos centrales sindicales tuvieron, a partir de esa crisis, una trascendencia negativa. La C.N.T.-F.A.I. amenazaba: «Constituido el gobierno Negrín sin nuestra participación, consecuentes con nuestra posición —decía en una nota— no prestaremos ninguna colaboración al mismo... En este momento sólo nos cabe poner en conocimiento del proletariado encuadrado en la C.N.T. que, ahora más que nunca, debe mantenerse atento a las consignas de los comités responsables. Sólo con homogeneidad en la acción haremos fracasar la contrarrevolución y lograremos que se frustre el "abrazo de Vergara". ¡Camaradas: atentos a las consignas de los comités responsables ! ¡ Que nadie se preste al juego de los provocadores! ¡ Serenidad! ¡ Firmeza y unidad! ¡ Viva la alianza de las sindicales!». El Comité nacional de la C.N.T., que pedía serenidad, había perdido la serenidad. Caracterizaba al gobierno Negrín como el de la contrarrevolución y el del «abrazo de Vergara». Definición precipitada, pues no tardaría en pedir un puesto en él. La reacción de la Ejecutiva de la U.G.T., después de la amenaza, fue más ponderada. Pronto se registra la disconformidad, en su propio seno y en el del Comité nacional, por la posición que había adoptado Pascual Tomás en nombre de la Ejecutiva. Una seria crisis en la dirección de la U.G.T. quedaba planeada como consecuencia de la del gobierno. Los elementos de la C.N.T. trataron con urgencia de fortalecer su alianza con los caballeristas contra el nuevo Gobierno, pero se producía un hecho inesperado para ellos: su posición, su conducta no encontraban eco en las masas, no arrastraban a las masas. En la madrugada del 18 —martes—, Negrín dio por constituido el gobierno. Inmediatamente, la C.N.T. quiere ponerse de acuerdo con la Ejecutiva de la U.G.T. para lanzar cojuntamente un documento, sin que les fuera posible hacerlo. La Ejecutiva ya estaba en crisis. La popularidad de Caballero, con la que especulaban sus «consejeros», había descendido extraordinariamente. La Ejecutiva del P.S.O.E. desaprobaba políticamente la posición de los miembros de la Comisión ejecutiva de la U.G.T. y los miembros del Comité nacional de ésta, Pretel, Genova y Rosal, ejecutivos de la Unión General mostraron su disconformidad con la declaración de Pascual Tomás —con la que coincidió la C.N.T.—, que había afirmado que no prestaría colaboración directa ni indirecta al gobierno que pudiera constituir el doctor Negrín. Ante esas posiciones amenazantes, ¿qué trataban de hacer las direcciones de las sindicales? El reto había llegado a su fase decisiva. En esta situación, la prensa de la C.N.T. arremete contra el nuevo

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gobierno; su Comité nacional organiza una campaña de actos para que sus ex ministros Peiró, Federica Montseny, García Oliver y Juan López expliquen a la militancia lo sucedido en relación con la crisis —una interpretación parcial— y den a conocer la posición de la organización frente al gobierno. García Oliver y la Montseny aparecían como representantes de la F.A.I.; Peiró y Juan López, de la C.N.T. Los confederales orquestan una campaña antigubernamental, violenta y amenazante. El 23 de mayo, la C.N.T. celebra un Pleno de regionales que dura bastantes días; en él examinan la crisis y sus consecuencias. El Pleno aprueba la posición del Comité nacional y ratifica el criterio de no prestar colaboración directa ni indirecta al nuevo gobierno. Acuerda «fomentar la propaganda, criticando la obra que realice el gobierno, indicando, además, que es el gobierno de la contrarrevolución y del "abrazo de Vergara". Esta propaganda debe alcanzar a los frentes, e introducirse extensamente en los cuerpos armados». Por anticipado, y sin conocerla, la C.N.T. criticaba la obra que iba a realizar el gobierno. En plena guerra se tomaban esos acuerdos. Viviendo, como vivíamos, en un momento de guerra, esos acuerdos tenían un significado subversivo y contrarrevolucionario. Al mismo tiempo, el Pleno exhortaba a que se realizaran todos los esfuerzos para fortalecer la alianza con la U.G.T. En el Pleno se aprueba una decisión de la máxima gravedad: «Reservar, teniéndolas a buen alcance, todas las posibilidades bélicas...», es decir, lo que ya venía haciendo el faísmo: ocultamiento de armas y de elementos bélicos. ¿Se podía adoptar una posición más provocadora? En las decisiones de ese Pleno era donde existía toda una línea contrarrevolucionaria y de provocación, y no en el gobierno. Sus resoluciones significaban una declaración de guerra al gobierno y a los partidos. Claro que las decisiones de ese Pleno quedaban dentro del contexto de todos los plenos confederales: fraseología, demagogia, irresponsabilidad. El Pleno —cuyas resoluciones eran, en algunos aspectos, demenciales—. daba por terminados sus trabajos el 29 de mayo, a los once días de la formación del nuevo gobierno. La desconcertante política de la C.N.T.-F.A.L, de sus órganos regionales de Cataluña, nos ofrece el 11 de junio —dieciocho días después del Pleno que comentamos— un amplio y confuso documento, con su declaración política y un nuevo programa de gobierno, que se inicia con la siguiente declaración: «Después del último Pleno de locales y comarcales celebrado el día 1.° de junio, en el cual se acordó continuar la colaboración política, siempre que fuera en forma digna para nuestra organización confederal...». Se habla de un «Pleno nacional de regionales en el que se acordó confirmar y aceptar la colaboración política, siempre que fuera en un plan digno y de justa proporcionalidad para nuestra organización». El Pleno había aprobado un nuevo programa de carácter mínimo... presentado

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al gobierno y a los partidos y organizaciones obreras. En dicho Pleno, «se acordó también estar ojo avizor a todas las provocaciones, pues se concretó que no debía de hacerse ninguna gesta esporádica, de carácter aislado, local o regional, porque en caso de tener que enfrentarnos contra el gobierno, lo haríamos de una manera general en toda España». La C.N.T., en sus contradicciones, pedía participar en el gobierno, al mismo tiempo que le lanzaba una amenaza de enfrentamiento, de carácter general. Su política demagógica y de perturbación seguía invariable, jugando con los problemas del gobierno de Cataluña y del central, debatiéndose en sus contradicciones. El Comité nacional de la C.N.T. había elaborado un nuevo plan de gobierno que abarcaba todos los problemas nacionales. Un monumento más de elucubraciones cenetistas. Seguían bordando en el aire, de espaldas a la realidad, olvidados de las masas y de la guerra. En el orden internacional, la C.N.T. estaba interesada en informar a sus amigos, a los núcleos de la A.I.T., de lo razonable —insisten en su posición— de su política de colaboración en el gobierno Caballero, y en explicar la crisis y su eliminación de las responsabilidades gubernamentales. Con ese propósito, en el Velódromo de Invierno de París tuvo lugar, el 18 de junio, un acto en el que tomaron parte García Oliver, Federica Montseny, David Amona y Benito Pabón, ex secretario del Consejo de Aragón. Días antes, del 11 al 13, se había celebrado también en París un Pleno extraordinario de la Asociación Internacional de los Trabajadores (A.I.T.) en el que participaron los mismos elementos españoles que tomarían parte en el mitin del Velódromo de Invierno. En esta nueva reunión del anarquismo internacional en torno a la sigla A.I.T., se afirmaron, o mejor dicho, se confirmaron las actitudes radicales del anarquismo que, en un serio análisis histórico, no respondían más que a posiciones carentes de realismo —como es tradicional en él— correspondientes a una táctica seudorrevolucionaria, pero en el fondo demagógica y de provocación. Según refiere José Peirats en su libro, tantas veces citado, en ese Pleno, haciéndose eco de la crisis de mayo, se aprobó una declaración que en su primer párrafo decía: 1

«Que la dirección de la guerra revolucionaria, simultáneamente con la transformación social, debería excluir por parte de la C.N.T. toda participación directa y todo convenio indirecto con los gobiernos de Barcelona y Valencia, y necesitaría el abandono por la C.N.T. de todas las concesiones políticas, económicas y doctrinales hechas a estos gobiernos con el fin de mantener intacto un denominado frente antifascista compuesto de sectores que negocian con el enemigo de clase 1. José Peirats, La C.N.T. en la revolución española, tomo II, páginas 220-221. (El subrayado es nuestro. A. R. D.)

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a fin de liquidar la guerra y estrangular la revolución; considera que la retirada oficial de la C.N.T. del frente antifascista se impone cada vez más, reservándose, sin embargo, el derecho de iniciar o de aceptar acuerdos circunstanciales con los elementos sinceramente antifascistas de ese frente deseosos de ver terminar la guerra por una revolución emancipadora del proletariado español dirigida no sólo contra el fascismo, sino también contra la llamada democracia republicana.» Si las reuniones de la F.S.I. carecían de eficacia, las de la A.I.T. pueden ser consideradas como ridiculas. No otra cosa significaba que acordara en ese Pleno —en solidaridad con la C.N.T.— «preparar la eventualidad, en todos los países, de huelgas generales de solidaridad con el proletariado español en revolución, siendo los deberes más inmediatos de la A.I.T.». El 26 de junio se produce una crisis en el gobierno de la Generalidad, y se da como segura la constitución de otro del que formarían parte tres elementos de la GN.T.: Alfonso Vidal, Juan García Oliver y Germinal Esgleas. Como siempre, la CN.T. había ya elaborado un amplio programa de gobierno. Uno más. Una pieza más de literatura. La CN.T. se opone a que en el nuevo gobierno figure un ministro sin cartera, el doctor Pedro Bosch Gimpera, lo que da la oportunidad a Companys de formar gobierno sin la C.N.T. y con la participación de tres miembros del P.S.U.C.: Juan Comorera, Rafael Vidiella y Miguel Serra Pamies. A partir de ese momento, en el gabinete de Cataluña no habría representaciones sindicales, como ocurría en el central. De esta manera, la CN.T. negaba su colaboración creyendo, sin duda, como creían los caballeristas, que sin la CN.T. no había gobierno posible en Caraluña. Ahora bien, no obstante las resoluciones de París, la C.N.T. había ofrecido tres ministros. El 1." de julio, el Comité nacional de la C.N.T. promueve una campaña de telegramas al presidente del Gobierno, doctor Negrín, y a las direcciones de los partidos políticos y de las sindicales, en los que se manifestaba la disconformidad con el gobierno y se pedía la constitución de uno nuevo en el que participaran las centrales sindicales. Una nueva acción y una campaña más de los confederales para acabar la guerra... 1

1.

José Peirats, loe. cit., pág. 235.

126 LA CRISIS DE LA U.G.T.

Una vez liberado del gobierno, Largo Caballero se reintegra a su puesto de secretario general de la Comisión ejecutiva de la U.G.T., organismo que la crisis había dividido. El tesorero, Felipe Pretel, el autor de este trabajo y Antonio Genova habían discrepado de la actitud de Pascual Tomás con motivo de la crisis y de la nota facilitada al presidente de la República durante el período de consultas, por estimar que el problema debió haberse sometido al Comité nacional, la mayoría del cual discrepaba, a su vez, de la posición de la Ejecutiva. Caballero se encontró con una situación interna de la dirección de la U.G.T. muy deteriorada, que su viejo prestigio y su influencia personal, muy disminuidos, no lograrían superar. El 18 de mayo se celebra una reunión extraordinaria del Comité nacional a la que asisten la casi totalidad de sus miembros. La Comisión ejecutiva pretende darle un desarrollo burocrático, de trámite, de acuerdo con un orden del día previamente establecido; pero los representantes de las federaciones nacionales estaban bajo la penosa impresión de la actitud política adoptada por la Ejecutiva en relación con la crisis y en desacuerdo total con la nota de la misma a la presidencia de la República. Otro punto que los miembros del Comité nacional condenaban era la hostilidad de la Ejecutiva hacia las direcciones del Partido Socialista y del Partido Comunista. Apenas iniciada la reunión del Comité nacional, el representante de la Federación Gráfica, José Rodríguez Vega, plantea una cuestión previa: la necesidad de que el Pleno del Comité nacional trate el problema político, dejando en suspenso el orden del día elaborado, por estimar que los hechos acaecidos en España obligaban al Comité nacional de la U.G.T. a fijar su posición en orden a las declaraciones hechas por la Ejecutiva con motivo de la crisis. Agarrándose a las normas estatutarias, Pascual Tomás se opuso, pero ofreciendo la celebración de una próxima reunión del Comité nacional. Aceptada esa promesa, la reunión se ciñó al orden del día. 10

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Insistiendo en la necesidad y urgencia de esa nueva reunión del Comité nacional, un grupo de federaciones, al final de la sesión, presentó la siguiente proposición: «Las federaciones que suscriben solicitan de la Comisión ejecutiva de la Unión General de Trabajadores que, con la mayor rapidez, convoque al Comité nacional para examinar la situación política actual, así como los problemas de unidad con la C.N.T. relacionados con los partidos políticos y los problemas creados por la guerra y la revolución. Por el Sindicato de Telégrafos, A. Millas; por la Federación de la Edificación, Edmundo Domínguez; por el Sindicato de Petróleos, A. Villas; por el Sindicato de Teléfonos, A. Vizcarra; por la Federación Tabaquera, Izquierdo; por la Federación Gráfica, José Rodríguez Vega». Proposición que fue aprobada, dándose por terminada la reunión. A partir de ese momento quedaba planteada la lucha entre el Comité nacional y la Comisión ejecutiva, entre una posición política y actitudes «sindicalizantes». El 26 de mayo tiene lugar una reunión informal del Comité nacional en la que Largo Caballero presenta un amplio informe, que dura más de seis horas, en el que da cuenta de su gestión ministerial y de los antecedentes e incidencias de la crisis. Para el autor, fue un informe lamentable. Sin elevación, pleno de cuestiones subjetivas, intrascendentes, que no hacían sino confirmar las acusaciones de los partidos. De su informe se desprendía que en el gobierno no se le hacía caso, que carecía de autoridad, que estaba abrumado por los pequeños problemas, por las intrigas. La opinión que produjo en el Comité nacional, en su inmensa mayotía, fue penosa, deplorable. El Comité nacional se daba por enterado, y nada más. No tenía por qué entrar en el problema. Durante todo el período de su gobierno, Caballero no había nunca ofrecido el menor informe oficial de su gestión a la Comisión ejecutiva, jugando al equívoco de si los tres ministros, Caballero, Alvarez del Vayo y Galarza, eran o no eran representantes de la U.G.T. en el gobierno. La U.G.T. no estaba, pues, obligada con Caballero. Su informe había sido leído sin facilitar copia ni siquiera a la propia Ejecutiva. Con él, Caballero buscaba un golpe de efecto que no logró. Desde esa reunión queda incorporado a los trabajos de la Comisión ejecutiva, pero en actitud defensiva. Estaba enfrentado al gobierno, a la Comisión ejecutiva de su Partido, al P.S.O.E., a la dirección del Partido Comunista y a las de los partidos republicanos, a la mayoría del Comité nacional de la U.G.T., buscando el apoyo, el entendimiento con la C.N.T. En ese cuadro, siguiendo la táctica de los confe-

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derales, promueve una campaña de propaganda con la finalidad múltiple de explicar la crisis, atacar al nuevo gobierno y montar un movimiento de oposición. A esa situación sin salida le habían conducido los Araquistain, Baraibar, Llopis y demás «consejeros» políticos y «seguidistas». El 28 de mayo tiene lugar otro Comité nacional en el que se examina el problema político. Por una gran mayoría, el Comité nacional desaprueba la conducta de la Comisión ejecutiva, de la que se separan tres de sus miembros: Pretel, Rosal y Genova, y la que, desde ese momento, debe considerarse dimitida por no gozar de la confianza del Comité nacional, situación que, sin embargo, no acepta. Y aquí se inicia el período más triste que pueda concebirse para un militante de la autoridad y el prestigio sindical de Largo Caballero: la lucha entre el Comité nacional y la Comisión ejecutiva de la Unión General de Trabajadores de España. El autor no puede explicarse ni concebir la actitud, las reacciones del secretario general de la U.G.T. Devado por la pasión, empujado por la inconsciencia de sus seguidores e incondicionales, por la «estrategia» de Araquistain y Baraibar, acude al procedimiento de expulsar a las federaciones hostiles que en aquel momento no estuvieran al día en el pago de sus cotizaciones, entre ellas la Federación Nacional de Mineros. Procedimiento impropio, incalificable, pues hubiera bastado una simple indicación para que esas federaciones, preocupadas en aquellos momentos por problemas mucho más urgentes y graves, cubrieran ese requisito de los Estatutos. Un día nos sorprende la noticia de que, de cuarenta y dos federaciones que integraban el Comité nacional, veintinueve quedan expulsadas así como el Secretariado de Cataluña. Realizada esa arbitraria medida, la Ejecutiva contaría con un Comité nacional que aprobaba su conducta y actitud políticas. Así queda legalizada la Comisión ejecutiva. Jamás se había dado un precedente de esa naturaleza, ni con una sola Federación Nacional. En las luchas anteriores —1932— entre una parte del Comité nacional y la Ejecutiva (Besteiro, Trifón Gómez, Saborit), cuando una decisión mayoritaria del Comité nacional aprobó una moción de censura, Besteiro y sus compañeros se consideraron dimitidos en aquel mismo momento y el Comité nacional designó una nueva Ejecutiva. En 1937, Caballero y su Ejecutiva reciben la censura del Comité nacional y expulsan a las Federaciones que les censuran... para asegurarse una mayoría. El argumento de las cotizaciones era infantil, carecía de seriedad y mucho más en la situación anómala y grave que estábamos viviendo, en plena guerra. Salirse con un 1

1. La burocrática comunicación de expulsión estaba redactada en los siguientes términos: «...Tenemos el sentimiento de participaros que por no haber cumplido vuestro deber de Federación en cuanto a cotización, sois dados de baja. Sin perjuicio de que si alguna de las secciones de esa Federación quisiera pertenecer directamente a la U.G.T. puedan solicitarlo...».

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artículo de los Estatutos era, en aquellas circunstancias, algo inaudito que sólo se podía concebir en las mentes de un Araquistain y un Baraibar, empeñados en lanzar a Largo Caballero por el camino del rencor y de la pasión. Tal conducta no puede tener otra explicación. En esta situación, las dos centrales realizaban grandes esfuerzos por estrechar sus relaciones. Les unía la oposición al gobierno y a los partidos políticos. Es obvio que, en plena guerra, el gobierno no podía tolerar actitudes de provocación, y el sentido de la propaganda y de los trabajos que realizaba el reducido grupo caballerista, sostenido por un núcleo de Valencia y otro de Madrid, no era otro. El Partido Socialista, que apoyaba al gobierno Negrín, tampoco podía tolerar que sus militantes, al margen de su disciplina, realizaran una labor contra la línea política del partido. Caballero, tan amante de la disciplina, actuaba al margen de toda disciplina: ni la de la U.G.T., ni la del P.S.O.E. En ese período, Caballero, Araquistain, Baraibar y Pascual Tomás se apoderan del comité de la Agrupación Socialista madrileña, a la que consideran como un baluarte en su lucha contra el gobierno, la Ejecutiva del Partido Socialista y la dirección del Partido Comunista. Otro baluarte lo constituiría, en Levante, la Federación Socialista, que contaba con el diario Adelante, y el Secretariado sindical de la U.G.T., con La Correspondencia. En Madrid esperaban disponer también de Claridad, que estaba bajo el control del autor de este trabajo, en su calidad de Consejero-delegado del Consejo de dirección de la empresa editora del periódico. En ningún momento participó Claridad en la campaña derrotista y antiunitaria del grupo caballerista marginado del poder. Como portavoz de la U.G.T., se mantuvo fiel a la política de unidad, del Frente Popular y del gobierno, considerando que la consigna «ganar la guerra» estaba por encima de todas las particularidades. No así Adelante y La Correspondencia, convertidos en voceros de esa oposición. El Partido Socialista resolvió el problema de Adelante, y el Comité nacional legal de la U.G.T., una vez reconocida su legalidad y la de la Comisión ejecutiva, el de la La Correspondencia. Una vez resuelto el problema de la prensa, de acuerdo con los organismos políticos y sindicales legales —Claridad no estaba en el mismo caso—, la Comisión ejecutiva de la U.G.T., al margen del Comité nacional, publica una nota anunciando que Las Noticias, de Barcelona, y Claridad, de Madrid, dejaban de ser portavoces de la Unión General de Trabajadores de España. Uno de los mayores errores de Caballero fue el no comprender la evolución que se había registrado en el movimiento obrero de Cataluña, como consecuencia de haberse realizado allí la unidad política en torno al Partido Socialista Unificado de Cataluña (P.S.U.C), hecho que generó un desarrollo sindical ugetista formidable, determinante de una nueva corre-

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lación de fuerzas. Antes de la guerra, las organizaciones sindicales de la U.G.T. en Cataluña eran muy débiles; gracias a ese proceso de evolución política, la U.G.T. alcanzó una posición predominante en el seno de la clase obrera catalana. El monopolio del anarquismo por la coacción y la violencia se había terminado. También el Partido Socialista Obrero Español carecía de fuerza en Cataluña antes de la guerra. Ahora, gracias a la unificación política, el P.S.U.C. iba a ser el partido de la clase obrera catalana. Ese fenómeno, Caballero no lo comprendió, no fue capaz de analizarlo para sacar de él las conclusiones históricas que evidenciaba. La Comisión ejecutiva —digamos de Caballero—, apoyada en las ejecutivas de un reducido grupo de federaciones nacionales, a su vez en situación difícil, puesto que se oponían a la celebración de sus congresos nacionales sabiendo de antemano que serían eliminadas, proseguía en su acción de propaganda y de lucha contra el Gobierno y los partidos, al mismo tiempo que desconocía a la mayoría del Comité nacional de la U.G.T., amparándose, para todas sus maniobras, en una falsa y malintencionada interpretación de los Estarutos, y apoyándose en un núcleo reducido de socialistas levantinos, en el comité de la Agrupación Socialista madrileña y, por supuesto, en los refuerzos «ideológicos» de Luis Araquistain, Carlos Baraibar y otros «caballeristas» de la última etapa. Una de sus maniobras consistió en convocar un Congreso nacional. Se confiaba en que este Congreso —al que no asistirían más que las organizaciones del reducido grupo de federaciones (sus comisiones ejecutivas) que apoyaban a la Ejecutiva que ya empezaba a ser calificada de facciosa— legalizaría la labor escisionista de la Ejecutiva. Peregrina maniobra. Las bases de ese propósito eran totalmente falsas: en primer lugar, muchas de las organizaciones de base de las federaciones que aparecían apoyando a Caballero a través de sus ejecutivas estaban de acuerdo con el Comité nacional y desaprobaban la posición política de la Ejecutiva «caballerista» en relación con el gobierno y los partidos (tal era el caso, entre otros, de las federaciones Metalúrgica y del Transporte); en segundo lugar, Caballero no se daba cuenta de que, en la nueva correlación de fuerzas de la U.G.T. en aquella situación, las organizaciones de Cataluña desempeñaban un papel decisivo. El Comité nacional y la mayor parte de las federaciones nacionales se opusieron a esa convocatoria, hecha por una Ejecutiva que la mayoría había desautorizado. Al mismo tiempo que convocaba un Congreso, esa Ejecutiva llegaba a un acuerdo con la C.N.T., acuerdo determinado por la difícil situación que, como fruto de sus errores, confrontaban ambas centrales sindicales. He aquí el documento suscrito, el 29 de julio de 1937, por la Ejecutiva de la U.G.T. y el Comité nacional de la C.N.T. Los representantes de la central confederal actuaban en nombre y por acuerdo de su Comité na-

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cional: la Ejecutiva de la U.G.T., lo hacía en contra de su Comité nacional: «Reunidas las representaciones del Comité nacional de la C.N.T. y de la Comisión ejecutiva de la U.G.T. de España para determinar conjuntamente el criterio que les merecen los diversos problemas que la clase trabajadora tiene planteados, y articulando a su vez las normas que estiman indispensables establecer para llegar a la solución inmediata de los mismos, acuerdan en primer término las siguientes conclusiones: «Primera. La C.N.T. y la U.G.T. renuncian en sus propagandas de prensa, tribuna, etc., a realizar toda clase de críticas y ataques de tipo violento contra los postulados sindicales que las informan. Las divergencias doctrinales que separan a ambas organizaciones serán examinadas siempre de forma objetiva, con frases cordiales, fundamentando los razonamientos en la misma doctrina sindical que una y otra central defienden. «Segunda. La C.N.T. y la U.G.T. no reconocerán ni darán beligerancia a las organizaciones obreras sindicales que funcionan al margen de la disciplina de la C.N.T. y de la U.G.T. «Tercera. La U.G.T. y la C.N.T. se comprometen a respetar en absoluto la libertad de los trabajadores para que éstos se afilien en cualquiera de las dos organizaciones C.N.T.-U.G.T. en los centros de trabajo, campos, talleres, fábricas, minas, etcétera. Se considerará documento acreditativo de personalidad sindical el carnet que presenten los camaradas, sea de la U.G.T. o de la C.N.T. «Cuarta. Ambas organizaciones se comprometen a no admitir en su seno a ningún afiliado que sea expulsado por inmoral o por vulneración de los acuerdos de la otra sindical hermana. «Quinta. Asimismo se comprometen a no admitir a los sindicatos que fueran dados de baja de la U.G.T. o de la C.N.T. cuando pidan su ingreso en una de las dos organizaciones, sin previa consulta a la organización a que anteriormente pertenecieran. «Sexta. Se considerará un acto de deslealtad al pacto establecido, que será castigado inmediatamente, las coacciones que se cometan tendentes a obligar a los compañeros o a los sindicatos a afiliarse a alguna de las organizaciones con la cual no estén identificados. «Séptima. La U.G.T. y la C.N.T. se comprometen a imponer los correctivos sindicales a los afiliados y a los sindicatos que sistemáticamente se nieguen a cumplir los acuerdos adoptados por ambas centrales sindicales. «Octava. Para dar viabilidad a este principio de respeto mutuo,

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base indispensable para la articulación y desarrollo de resoluciones posteriores, la U.G.T. y la C.N.T. acuerdan la creación de un Comité nacional de enlace, compuesto por tres representantes de cada una de las centrales. Será función de este Comité nacional de enlace: y>a) Reunirse por lo menos una vez a la semana. y>b) Ser fiel cumplidor de lo que se preceptúa en los puntos anteriores. » c ) Crear en todas las localidades comités de enlace entre las organizaciones locales, los cuales no tendrán más atribución que la de cumplir las disposiciones que dicte el Comité nacional y trasladar al citado comité cuantas sugerencias puedan tener en orden a los diversos problemas planteados. v>d) Discutir los problemas que planteen las circunstancias y que no estén previstos en el programa de acción ni en las decisiones que conjuntamente adopten las dos centrales sindicales. »Novena. Los pleitos que surjan en una localidad serán resueltos por el Comité nacional de enlace. «Décima. El Comité nacional de enlace propondrá a las Ejecutivas C.N.T. y U.G.T. las sanciones que se deben imponer a los sindicatos que no complan los acuerdos que éste dicte. «Undécima. Los acuerdos que se adopten, para ser válidos, serán firmados por los organismos nacionales de las dos centrales sindicales. «Duodécima. El Comité nacional de enlace propondrá al Comité nacional de la C.N.T. y a la Comisión ejecutiva de la U.G-T. aquellas resoluciones que a su juicio deben adoptarse en la solución de cuantos problemas la realidad nos plantea, siendo los encargados de la ejecución de estos acuerdos la Comisión ejecutiva de la U.G.T. y el Comité nacional de la C.N.T. en cumplimiento de las determinaciones adoptadas por el Comité nacional de enlace. La Ejecutiva de la U.G.T. El Comité nacional de la C.N.T.» El documento fue inoperante. En la U.G.T., la lucha entre el Comité nacional y la Comisión ejecutiva continuó hasta el 1.° de octubre. Durante cinco meses se mantuvo en la Unión General de Trabajadores una dualidad de dirección: por un lado, la Ejecutiva «de Caballero», con un grupo de federaciones; por otro, el Comité nacional con la mayoría absoluta de las federaciones nacionales, luchando por lograr una reunión del Comité nacional con asistencia de todas las federaciones, sin exclusión alguna, en el que se resolviera el conflicto existente. No fue posible, Caballero y su grupo se mantuvieron intransigentes, llevando adelante su

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acción de oposición al gobierno y a los partidos, y negándole toda autoridad a la mayoría del Comité nacional. En esa lucha Comité nacional-Ejecutiva, y después de cruzarse diversos documentos, se llegó al mes de octubre, en el que —de acuerdo con los Estatutos, y ante la negativa de la Ejecutiva a celebrar una reunión de Comité nacional— éste resuelve definitivamente el problema, como veremos en el documento que damos a conocer en el capítulo 128.

127 ALGUNOS ANTECEDENTES DE LA LUCHA ENTRE LA EJECUTIVA Y EL COMITÉ NACIONAL DE LA U.G.T.

Como hemos señalado en capítulos anteriores, el 28 de mayo el Comité nacional de la U.G.T. había desautorizado, por una gran mayoría, a la Ejecutiva, cosa que habría sucedido en la reunión celebrada el día 18 del mismo mes si los ejecutivos de la Unión General hubiesen aceptado abrir la discusión política. A partir del Comité nacional del día 28, la Ejecutiva inicia su labor de privar de sus derechos a las federaciones atrasadas en el pago de sus cuotas. Al aprobarse una decisión tan arbitraria y antirreglamentaria, los miembros del Comité nacional iniciaron toda clase de gestiones para provocar una nueva reunión del órgano rector de la U.G.T., sin lograrlo. Esas peticiones fueron sistemáticamente desatendidas, tratando de imponer el hecho consumado. Mientras esas luchas internas se desarrollaban, las actividades oposicionistas —C.N.T.-F.A.I.-Ejecutiva de la U.G.T.— al Gobierno se acentuaban, y la marcha de la guerra y de los problemas nacionales conocía serios y graves contratiempos. He aquí algunos: el 31 de mayo se produce el bombardeo de Almería por buques de guerra alemanes; el 16 de junio aparece el decreto de nacionalización de las industrias de guerra, que provoca la ira, el sabotaje y la violenta oposición de la CN.T.-F.A.I.; el 19, cae Bilbao; el comité de la Agrupación Socialista madrileña, presidido por Caballero, se convierte en el foco principal de maniobras e intrigas contra el Gobierno, el P.S.O.E. y el P.C., así como contra el Comité nacional de la U.G.T. En otro orden de cosas, Araquistain y Baraibar tratan de incautarse de Claridad, pero el Comité de empresa lo impide (el periódico no era ni de Araquisrain, ni de Baraibar como señala algún historiador; el periódico era de una Sociedad Anónima, «Nueva Editorial, S. A.», a la que ninguno de los dos había aportado una sola peseta, y el paquete de acciones mayoritario de la sociedad estaba en poder del autor de este trabajo. Ara-

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quistain tuvo la gentileza de hacer una reclamación de salarios totalmente injusta y, para cobrarse, de acuerdo con un juez de Alcira, embarga una importante partida de papel del periódico, almacenada en aquella ciudad, parte de un donativo de las organizaciones sindicales de Noruega. Allí la encontrarían los «nacionales», cuando Alcira cayó en su poder, y con ese papel empezaría a publicarse Pueblo, con el equipo de Claridad, en su edificio de Narváez 72. El 18-20 de junio, el P.C. celebra un Pleno en el que se aborda el problema del partido único. El 17 de agosto se constituyen comités de enlace, de carácter nacional y local, entre el P.C. y el P.S.O.E. Los dos partidos acuerdan un programa de unidad de acción. El 15 de agosto, el gobierno Negrín disuelve el Consejo de Aragón. El 20, las fuerzas nacionales entran en Gijón y cae Asturias. Las cuestiones económicas siguen provocando serios problemas. En una situación como la esbozada, la Ejecutiva de la U.G.T. prosigue sus maniobras y rechaza toda gestión de unidad y de entendimiento con el Comité nacional. Las federaciones expulsadas tratan de ponerse al corriente en sus liquidaciones, pero sus pagos no son aceptados por la Ejecutiva. La oposición al gobierno se acentúa, así como la hostilidad a los partidos políticos. En esos días, todos nos preguntábamos qué podía estarle sucediendo a Caballero. 1

1. Véase en Claridad un artículo titulado: Claridad*.

«El señor embajador embarga a

128 HACIA LA CONSTITUCIÓN DE UNA NUEVA COMISIÓN EJECUTIVA

El Comité nacional —al que, a partir de la reunión del 28 de mayo, se habían incorporado los tres miembros de la Ejecutiva, Pretel, Rosal y Genova—, venia actuando con carácter permanente, en una labor de coordinación y de enlace, en el local de la Federación Gráfica (calle de la Paz, 44), mientras la Comisión ejecutiva continuaba en su domicilio de Luis Vives, 7. Irreductible la posición de Caballero, replegado en su grupo de ejecutivos y «asesores», el Comité nacional solicitó, insistentemente, ser convocado y reunido. A una de estas comunicaciones, contestó la Ejecutiva que la petición debería estar avalada por un documento de cada Federación, cosa anormal. Los miembros del C.N. nunca habían tenido que someterse a tal procedimiento. La última petición del C.N. fue formulada el 25 de setiembre. En ella se le daban 48 horas de plazo a la Ejecutiva para la celebración del Pleno del Comité nacional. La contestación de la Ejecutiva, de fecha 27, fue la siguiente: «Compañeros Antonio Pérez y Rodríguez Vega: En nuestro poder vuestra carta fecha 25 del presente mes, de cuyo contenido quedamos informados, pasando a contestaros lo siguiente: El tono de vuestra carta y forma conminatoria con que os dirigís a la Comisión ejecutiva nos produce más que extrañeza, después de conocer el texto de vuestra anterior comunicación, en la cual preguntabais a la Comisión ejecutiva si, con la presentación de la documentación solicitada por nosotros para convocar el Pleno nacional, la reunión se celebraría. A vuestra carta contestó inmediatamente la Comisión ejecutiva afirmando que no se ha opuesto ni se opondrá jamás a la celebración del Pleno nacional de la U.G.T., siempre dentro de los Estatutos. Y a esta comunicación contestáis de nuevo vosotros conminando a la Eje-

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cutiva para que en un plazo de 48 horas convoque al Comité nacional. Tenemos el deber de recordaros que el Comité nacional no puede reunirse si previamente no lo convoca la Comisión ejecutiva. Si la reunión que anunciáis se efectuara, la consideraríamos facciosa; y de las consecuencias que en el orden interior y exterior puedan producirse por este hecho, seréis vosotros los únicas y verdaderos responsables. Sin otro particular, queda vuestro y de la causa obrera, el secretario general.» Ante esa contestación e insistencia en las argucias, el Comité nacional con los tres miembros de la CE. que, a su vez, eran los representantes de sus respectivas federaciones, convoca una reunión de Pleno para el día 1." de octubre, en el propio domicilio de la Comisión Ejecutiva, Luis Vives, 7. La convocatoria aparece en Adelante, Claridad, El Socialista y demás prensa. La Ejecutiva, en su reunión del 30 de setiembre, sale al paso de la convocatoria, desautorizándola, y tratando de justificar su oposición haciendo ver que la reunión no era legal, que no se habían presentado los documentos exigidos: «A pesar de esto se insiste en celebrar a espaldas de la Comisión ejecutiva la reunión del Comité nacional; y en su reunión de hoy, la Ejecutiva acordó hacer constar que no se ha recibido en Secretaría un solo documento de las federaciones de Industria en el cual éstas hagan constar haber autorizado a sus delegados para que se dirijan a la Ejecutiva en demanda de una reunión del Pleno. Y la forma de convocar al Comité nacional a espaldas de la Ejecutiva la consideramos un acto de indisciplina y de provocación, que no estamos dispuestos a tolerar, y por último, que la Ejecutiva suspenderá de derechos a las federaciones que, no siendo dadas de baja, se han permitido firmar la convocatoria o puedan asistir a la misma.» En esta zona aparece la amenaza de suspender en sus derechos a las federaciones que no habían sido dadas de baja por falta de pago de sus cotizaciones, pero que se habían permitido firmar la convocatoria, o que pudieran asistir a la reunión. Es decir, Caballero y sus ejecutivos se quedarían solos. Cuesta trabajo, ciertamente, encontrar una explicación a semejante actitud en pugna con toda lógica y sentido común. No parecía sino que ese grupo había perdido toda noción de cordura y de sensatez. Para ellos no había más que el artículo 9 de los Estatutos: «Serán dados de baja todos los organismos que deban dos meses de cotización...». Y así, sin otras consideraciones, eran dadas de baja veintinueve federaciones, entre ellas: la Federación Gráfica, creadora de la U.G.T.; la de Mineros —los

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mineros asturianos, en plena lucha heroica, quedaban expulsados de la U.G.T.— y el Secretariado de la U.G.T. de Cataluña. Mayor dislate no podía concebirse. Ante la actitud facciosa de los residuos de una Comisión ejecutiva no quedaba más remedio que ir a la inmediata constitución, de acuerdo con los Estatutos, de una nueva dirección de la Unión General de Trabajadores de España, restableciendo la normalidad y legalidad del Comité nacional y las relaciones tradicionales con el P.S.O.E., el P.C, el Frente Popular y el gobierno, al mismo tiempo que se iniciaran gestiones de unidad de acción sobre bases serias y responsables con la Confederación Nacional del Trabajo, todo en el contexto de las exigencias de la guerra y de la victoria.

ALGUNOS DOCUMENTOS

«UNIÓN GENERAL DE TRABAJADORES DE ESPAÑA

«Valencia, 22 de setiembre de 1937. «Federación Nacional de >... «Estimados compañeros: «Cumplimentando decisión de los Vocales del Comité nacional, representantes de las federaciones expulsadas injustamente de la U.G.T., por resolución de su Comisión ejecutiva, y de acuerdo, por otro lado, con Vocales representantes de federaciones no expulsadas, se os convoca urgentemente a una reunión de todos los vocales del Comité nacional de la U.G.T., que habrá de celebrarse en Valencia el próximo viernes, día 24 de los corrientes, a las cuatro de la tarde, en el domicilio social de la Federación de Agua, Gas y Electricidad, calle de la Metalurgia, n.° 4.

«ORDEN DEL DÍA «Resoluciones a tomar ante la contestación de la Ejecutiva de la U.G.T. al escrito elevado por los representantes en el Comité nacional de la misma de las federaciones expulsadas. «Esperamos la asistencia de todos los vocales del Comité nacional de nuestra gloriosa Unión General de Trabajadores de España. «Federación de Mineros; de la Madera; Agua, Gas y Electrici-

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dad; Piel; Farmacia, Banca; Petróleos; Textil; Enseñanza; Tabacos; Espectáculos Públicos; Puertos, y Uso y Vestido. »POR TODAS ELLAS «Madera. Textil Banca.»

«UNION GENERAL DE TRABAJADORES DE ESPAÑA Comisión ejecutiva Domicilio prov.: Paz, 44, 3.° Teléfono: 12139 VALENCIA CIRCULAR N.° 1 »A LAS FEDERACIONES Y SINDICATOS

»En los últimos días de mayo se produjo la dimisión del gobierno presidido por el compañero Largo Caballero. Al consultar el presidente de la República a la Unión General de Trabajadores, la Comisión ejecutiva de dicho organismo, sin consultar con el Comité nacional, respondió en nota dada a la publicidad que "la Unión General de Trabajadores consideraba que debía formarse un gobierno presidido nuevamente por el compañero Largo Caballero, y en el cual éste tuviera también la cartera de Defensa nacional", negando en la citada nota apoyo de cualquier género al gobierno que se pudiera formar y que no reuniera estas características. »La posición de la Unión General produjo impresión, sobre todo en los medios obreros, por la negativa de apoyo al gobierno que pudiera formarse. «Aprovechando la reunión del Comité nacional, que había sido solicitada por varias federaciones sin resultado, para designar los compañeros que, en nombre de la Unión General de Trabajadores, habían de asistir a la reunión anual de la Oficina Internacional del Trabajo, fue planteado el problema político por algunas federaciones. La Comisión ejecutiva se comprometió a celebrar, dé manera inmediata, un Pleno donde se examinara su posición, si varias federaciones lo solicitaban. En el acto fue formulada por escrito dicha petición por varias federaciones de las asistentes, y la Comisión ejecutiva convocó a un Pleno del Comité nacional, en el que se examinó la posición política

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adoptada por dicha Comisión ejecutiva con motivo de la crisis, la; relaciones con los partidos políticos y con la Confederación Nacional del Trabajo, los sucesos de Cataluña, las normas que habrían de seguirse sobre incautaciones y, en general, la política económica de la República. »Los acuerdos tomados en dicha reunión fueron los siguientes: en lo que respecta a la nota publicada con motivo de la última crisis, fue desaprobada, por 24 votos contra 14. El Comité nacional aprobó, por 25 votos contra 13, una propuesta de adhesión al gobierno, concebida en los siguientes términos: "La Unión General de Trabajadores colaborará con el actual gobierno y le apoyará con la misma lealtad y con el mismo entusiasmo que a los anteriores, y para expresarlo así una comisión del Pleno visitará al presidente del Consejo". Inmediatamente, una comisión, compuesta por cinco miembros del Comité nacional, acudió a la presidencia del Consejo a expresar al presidente del gobierno, compañero Juan Negrín, la adhesión incondicional de la Unión General de Trabajadores. »En lo que respecta a ios sucesos de Cataluña, el acuerdo tomado fue el siguiente: "La subversión surgida en Cataluña contra el poder legítimo, en momentos de graves ataques enemigos a Bilbao, constituye un acto contrarrevolucionario que la Unión General de Trabajadores condena, exigiendo su rápida depuración y la seguridad de que la GN.T. cooperará en esta acción de limpieza de la retaguardia. AI mismo tiempo, considera que el gobierno debe tomar medidas enérgicas contra los grupos o sectores que en la calle, en la prensa o en la tribuna, han participado en el movimiento de Cataluña contra la República y la revolución, a la vez que proceda al más rápido desarme de dicha región". El Comité nacional acuerda rendir un homenaje de simpatía a la organización obrera de la Unión General de Trabajadores en Cataluña, como prueba de reconocimiento de los sacrificios de aquel proletariado en su lucha por mantener los postulados sindicales de la Unión General de Trabajadores y el orden revolucionario. »En lo que se refiere a las relaciones de la Unión General con los partidos políticos y la Confederación Nacional del Trabajo, se aprobó reanudar la tradicional relación con el Partido Socialista Obrero Español, sostener relaciones de cordialidad con el Partido Comunista y con la C.N.T. «Sobre las normas de incautaciones y controles, el acuerdo fue el siguiente: "La Unión General de Trabajadores cree que deben cesar las incautaciones no autorizadas por el gobierno; que éste debe ir rá-

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pidamente a la nacionalización de las industrias básicas y al control obrero". «Todos los acuerdos, con excepción de los dos primeros sobre la situación política y el apoyo al gobierno, fueron tomados por unanimidad. «Respecto al acuerdo de mantener relaciones cordiales con el Partido Comunista, es interesante señalar que fue tomado después de conocidos los discursos que la diputado comunista "Pasionaria" y el ministro de Instrucción Pública, Jesús Hernández, pronunciaron criticando la labor ministerial del compañero Largo Caballero, discursos con los cuales se ha querido justificar la ruptura con los comunistas. »En este Pleno, y ante la necesidad, para la Unión General que llevaba un año sin reunir su Comité nacional, de examinar con amplitud todos los problemas que actualmente ocupan la atención de la clase obrera, se convocó la celebración inmediata de un pleno ordinario. «Alarmados ante la actitud de la Comisión ejecutiva de la Unión, que a través de sus notas oficiosas era visible que no ayudaba la acción del gobierno, que había roto con el Partido Comunista, a pesar de los acuerdos del Pleno, que había llegado al extremo de negar su asistencia al acto en que el presidente de la República hablaba al mundo entero para expresar una actitud de protesta, en contra de los acuerdos de adhesión al gobierno tomados por el Pleno, y viendo que la promesa de dicha Comisión ejecutiva de celebrar el Pleno ordinario no se cumplía, los representantes de veintidós federaciones nacionales se dirigieron a ésta solicitando, de acuerdo con lo que establecen los Estatutos de la Unión General, la celebración del Pleno del Comité nacional (documento n.° 1). »La respuesta dada por la Comisión ejecutiva a esta petición de Pleno fue aplicar el artículo 9 de los Estatutos de la Unión General, que dispone serán dadas de baja las federaciones que adeuden dos trimestres. Pues bien: la Comisión ejecutiva carece de facultades para hacer uso del mencionado artículo, no obstante lo cual fue aplicado a 14 federaciones de las peticionarias del Pleno, no así a quince federaciones más que no suscribían la petición, algunas por desconocimiento. «La existencia de tan gran número de federaciones al descubierto con la Unión General se explica por la circunstancia de haber atravesado las mismas, hasta febrero de 1936, un período de feroz persecución contra las organizaciones proletarias, que no habían tenido apenas tiempo para vivir un régimen de libertad y que, desde julio de 1936, estaban preocupadas fundamentalmente por la guerra.

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»Se ha dado el caso de que la Comisión ejecutiva, antes de tomar dicho acuerdo, se negó a admitir a algunas federaciones nacionales el importe de sus cuotas, con distintos pretextos: falta de material, liquidaciones por terminar, falta de sellos, etc., para darse el placer de darlas de baja más tarde. »No existe en la Unión General de Trabajadores precedente ninguno de bajas en esta forma, llegando incluso la Comisión ejecutiva a dar de baja al Sindicato Minero, uno de los baluartes más firmes de la Unión General de Trabajadores, cuyos componentes, en estos momentos, luchan en Asturias con valor indomable frente a la invasión fascista. En contra de lo que es norma en todas las organizaciones, no fueron avisadas previamente las federaciones dadas de baja. »Así las cosas, las federaciones expresadas, después de varias gestiones infructuosas, realizadas cerca de la Comisión ejecutiva para solucionar la cuestión, se dirigieron: primeramente a los afiliados a la Unión General con un Manifiesto (documento n.° 2) y, más tarde, en carta, a la Comisión ejecutiva (documento n.° 3), a la que ésta contestó declarando que aceptaría estatutariamente que defendieran sus derechos, mas no amenazas. «Requeridas todas las federaciones de la Unión General por las dadas de baja tan injusta y antirreglamentariamente, se celebró una reunión, a la que acudieron diecisiete federaciones que hasta entonces permanecían con todos sus derechos en la Unión General, resultando un total de treinta y una y el Secretariado regional de Cataluña, que engloba más de cuatrocientos mil afiliados. «En esta reunión se aprobó por unanimidad la protesta por las medidas tomadas por la Comisión ejecutiva, nombrándose una comisión, compuesta por los compañeros Rodríguez Vega, de Artes Gráficas, Antonio Septiem, de Empleados municipales, y Antonio Pérez, del Sindicato Nacional Ferroviario, para entrevistarse con la Ejecutiva de la Unión y hacer valer los derechos del Comité nacional. «A tal fin, y suscrito por veintiocho representantes de federaciones nacionales, se entregó un documento a dicha Comisión, otorgándole la representación de estas federaciones para todo lo relacionado con estos incidentes. La comisión designada se entrevistó con la Comisión ejecutiva de la Unión General, la cual, por boca del compañero Largo Caballero, declaró que estimaba que los vocales del Comité nacional debían demostrar que tenían la autorización de sus respectivas federaciones para solicitar la reunión del Pleno que la comisión solicitaba en aquel momento. Los comisionados hicieron ver al compañero Largo Caballero que su petición estaba fuera de todo precepto estatutario, ya que el artículo 33 de los Estatutos de la Unión General,

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Estatutos que acompañamos a este informe, determina que el Comité nacional se reunirá cuando la mayoría de los delegados lo estimen pertinente. «Transmitida la caprichosa petición del compañero Largo Caballero a los componentes de la mayoría del Comité nacional, éstos estimaron que no era reglamentaria dicha petición, a pesar de lo cual se avendrían a su cumplimiento si con ello se hacía posible la celebración del Pleno nacional (documento n.° 4). A la comunicación del Comité nacional se respondió en 27 de setiembre con la siguiente carta: "Estimados camaradas: Correspondemos a vuestra comunicación fecha 25 del presente mes, y en respuesta a su contenido debemos manifestaros que el Comité nacional (Ejecutiva), no se ha opuesto ni se opondrá jamás a reunir al Pleno dentro de lo que determinan los Estatutos de la Unión General de Trabajadores. »"Como demostración evidentísima de que no hay por nuestra parte inconveniente alguno en reunir al Pleno para dar cuenta ante el mismo de toda nuestra gestión, está la carta que con fecha 3 de setiembre (fue recibida por los miembros del Comité Nacional en 25 del mismo mes), se ha dirigido a todas las federaciones notificándoles que se estaba realizando la confección de la oportuna Memoria para someterla a las deliberaciones del Pleno. »"Sin otro particular, quedamos vuestros y de la causa obrera. — El secretario general, Francisco Largo Caballero" (firmado y rubricado).— Hay un sello en tinta que dice: "Unión General de Trabajadores". »Como del texto de la carta de la Comisión ejecutiva parecía deducirse que estaba dispuesta, por fin, a cumplir lo que determinan los Estatutos, los representantes de 30 federaciones nacionales, de las cuarenta y dos que la Unión General tiene, se dirigieron a la Comisión ejecutiva nuevamente solicitando la reunión del Pleno nacional, acompañando a la petición de una carta (documento núm. 5) en la cual se le advertía que, de no convocar ellos, los vocales del Comité nacional harían uso del derecho que les confiere el artículo 33 de los Estatutos: "de reunirse cuando la mayoría de ellos lo estimen pertinente". Asimismo, fue publicado un Manifiesto dirigido a la opinión proletaria de España (documento núm. 6), informando a los trabajadores de la actitud de la Comisión ejecutiva. »A la petición de reunión del Pleno, se contestó por la Ejecutiva con una carta negándose a convocar, y declarando "facciosa" la reunión del Comité nacional, si era convocada en contra de la voluntad de la Comisión ejecutiva (documento núm. 7). Nuevamente se insistió por la representación del Comité nacional, en la celebración de

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la reunión, en carta que se dirigió a la Ejecutiva (documento núm. 8). »En la tarde del día 30, los representantes del Comité nacional se entrevistaron con una representación de nueve federaciones nacionales afectas a la Comisión ejecutiva, las cuales deseaban entablar negociaciones al objeto de resolver la cuestión. Por parte de los representantes del Comité nacional se dieron toda clase de facilidades, haciéndoles saber a los comisionados la necesidad de actuar con rapidez. Pocos minutos después de terminada la entrevista se conoció, por la mayoría de los vocales del Comité nacional, por nota dada a la prensa, que la Ejecutiva había tomado el acuerdo de suspender en sus derechos, dentro de la Unión General, a dieciséis federaciones más, lo que imposibilitó la continuación de las gestiones. »E1 día 1.° de octubre, y con asistencia de las veintinueve federaciones nacionales que convocaban, más la Federación de Dependientes de Comercio y una representación del Secretariado regional de Cataluña, se reunió el Comité nacional en el domicilio de la Federación Gráfica Española, entidad la más antigua de la Unión General de Trabajadores de España y del movimiento obrero de nuestro país, después de intentar celebrar la reunión en el local que detenta la Comisión ejecutiva de la Unión, tomando los siguientes acuerdos, entre otros: »1°

Considerando que la Comisión ejecutiva no tiene facultades para ello, que no existe, por otra parte, precedente semejante en la Unión General de Trabajadores, que no han sido avisadas previamente, en todo caso, las federaciones expulsadas por falta de pago, y comprobado que a varias de éstas no se les admitió el importe de las cuotas antes de tomado el acuerdo, como asimismo que no había sido aplicado el artículo 9 de los Estatutos a todas las federaciones que se encontraban en igual caso, se acuerda anular la baja dada por la Comisión ejecutiva de la Unión General contra catorce federaciones nacionales. » 2 ° A la vista de las medidas antirreglamentarias tomadas por la Comisión ejecutiva, así como de la actitud de provocación adoptada en el día de hoy, y de la utilización de elementos expulsados del Partido Comunista de España, que tenían por misión provocar incidentes ante el local de la Unión General, los reunidos acuerdan destituir a la Comisión ejecutiva de la Unión General, haciendo uso de las facultades que les concede el artículo 46 de los Estatutos de la Unión General,

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y elegir una nueva Comisión ejecutiva, compuesta por los compañeros siguientes: «Presidente: Ramón González Peña, Mineros. «Vicepresidente: Edmundo Domínguez, Edificación. «Secretario general: José Rodríguez Vega, Federación Gráfica. «Secretario adjunto: Amaro del Rosal, Banco. «Tesorero: Felipe Pretel, Espectáculos públicos. «Vocales: Daniel Anguiano, Petróleos. Ezequiel de Ureña, Industrias farmacéuticas. Claudina García, Vestido. Antonio Pérez, Ferroviarios. César G. Lombardia, Enseñanza. Antonio Genova, Madera. acordando establecer el domicilio social en el local de la Federación Gráfica Española, calle de la Paz, 44, tercero, Valencia. «Valencia, 5 de octubre de 1937.» o

V B.° El presidente Ramón González Peña

El secretario general José Rodríguez Vega

«ANTONIO PÉREZ GARCÍA, secretario del Comité nacional de la Unión General de Trabajadores, « C E R T I F I C A : Que en la sesión celebrada el día de hoy, y en el local de la Federación Gráfica Española, se tomaron los siguientes acuerdos: »1.° El Comité nacional estima que la Comisión ejecutiva no tiene facultad para expulsar a ninguna Federación, pues ello es función privativa del Comité nacional, según se desprende de todo el articulado del Título 11 de los Estatutos de la Unión General de Trabajadores. »2.° El Comité nacional acuerda, por unanimidad, rectificar el acuerdo de expulsión de algunas federaciones, tomado por la Comisión ejecutiva, por no haber lugar a ello, teniendo en cuenta que ninguna fue requerida, antes de tomar el acuerdo, para que se pusiera al corriente de pago; lo que ha sido siempre norma de la U.G.T. y, por lo tanto, todas las federaciones expulsadas quedan en plenitud de derechos y deberes, desde este momento. »3.° Ante el proceder de la Comisión ejecutiva, negando la entrada al local social al Comité nacional, se acuerda su destitución, por considerar esto un acto de indisciplina.

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»4." Se acuerda nombrar nueva Ejecutiva, de acuerdo con el artículo 46 de los Estatutos, siendo designados los siguientes componentes : Presidente, Ramón González Peña. Vicepresidente, Edmundo Domínguez. Secretario, José Rodríguez Vega. Vicesecretario, Amaro del Rosal Díaz. Tesorero, Felipe Pretel Iglesias. Vocales: Antonio Genova Palacios, César Lombardía, Daniel Anguiano, Claudina García, Ezequiel D. Ureña y Antonio Pérez. »Se acuerda restablecer en sus derechos a las Secciones que los tenían suspendidos por la anterior Comisión ejecutiva. »Y para que así conste, firmo el presente certificado, en Valencia, a uno de octubre de mil novecientos treinta y siete.» V.° B.° El Presidente del Comité Nacional: Felipe Pretel

Antonio Pérez

«EXCMO. SR.: »Como secretario electo de la Comisión ejecutiva de la Unión General de Trabajadores de España, domiciliada en esta capital, Luis Vives, 1, pongo en conocimiento de V. E., de acuerdo con las disposiciones vigentes, que, en la reunión celebrada esta mañana, en Valencia, Paz, 44, 3.°, derecha, por el Comité nacional de la Unión General de Trabajadores, se acordó nombrar la siguiente Comisión ejecutiva de esta Central sindical: Presidente, Ramón González Peña. Vicepresidente, Edmundo Domínguez. Secretario, José Rodríguez Vega. Vicesecretario, Amaro del Rosal Díaz. Tesorero, Felipe Pretel Iglesias. Vocales: Antonio Genova Palacios, César Lombardía, Daniel Anguiano, Claudina García, Ezequiel D. Ureña y Antonio Pérez. «Valencia, a uno de octubre de mil novecientos treinta y siete. El Presidente, V.° B.° Ramón González Peña

El secretario general, José Rodríguez Vega

EXCMO. SR. DIRECTOR GRAL. DE SEGURIDAD. VALENCIA

129 REUNIÓN DEL COMITÉ NACIONAL Y DESIGNACIÓN DE LA NUEVA COMISIÓN EJECUTIVA DE LA U.G.T., LLAMADA «LA EJECUTIVA DE LA ESCALERA» (1.° de octubre de 1937)

Llegó la fecha anunciada para la celebración del Pleno del Comité nacional. Y el 1.° de octubre de 1937, a la hora fijada, los representantes de las federaciones nacionales se presentaron en el local de Luis Vives, 7, domicilio social de la Unión General de Trabajadores de España. Sobre este hecho, todos los historiadores que tratan los sucesos de esa época hacen referencias recogiendo versiones o noticias parciales y fragmentarias. Alguno, como García Venero, llega a decir que Jorge Dimitrov, secretario de la Internacional Comunista, había enviado un telegrama a Felipe Pretel en el momento de la censura a la Comisión ejecutiva, tratando de aportar así una prueba más de la injerencia de las Internacionales en nuestros asuntos. No hubo nada de eso. Nosotros nos limitaremos a dar a conocer el acta en que se recogen las decisiones del Comité nacional, del 1.° de octubre de 1937, que da por constituida la nueva Ejecutiva, dejando esclarecidos históricamente esos hechos. El propio Caballero en su libro Mis Recuerdos, cuando escribe sobre este conflicto, no se ajusta a los hechos; sus comentarios son parciales, y en ciertos aspectos no corresponden a lo sucedido, como demostraremos más adelante. Por vez primera se da a conocer un documento sobre un hecho que tanto apasionó al movimiento obrero y que tanto lo perjudicó. De esa trascendental reunión salió, legalmente, de acuerdo con los Estatutos de la Unión General de Trabajadores, la nueva Ejecutiva llamada, con mala fe, «la Ejecutiva de la escalera». En esa reunión quedó recuperada la dirección de la U.G.T. La Ejecutiva destituida, la de Caballero, en tanto actuó ilegalmente, al margen del Comité nacional, pudo haber sido calificada, con toda razón, de Ejecutiva «enclaustrada», ya que actuaba, encerrada en

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Luis Vives 7, en un total aislamiento de las organizaciones de la U.G.T. y de las masas. He aquí, textualmente, el documento: 1

«ACTA de la reunión celebrada por el Comité nacional de la U.G.T. el día uno de octubre de mil novecientos treinta y siete en el domicilio de Artes Gráficas, Paz, 44, de Valencia. »Por el compañero PRETEL, en funciones de presidente, se abre la sesión a las doce de la mañana. Hace constar que él, como miembro de la Comisión ejecutiva de la U.G.T., reconoce los derechos del Comité nacional y por lo tanto que la reunión que celebre es legal a todas luces. »Hace constar que a primera hora de la mañana de hoy el Comité nacional se constituyó en la escalera de la calle de Luis Vives 7, domicilio social de la U.G.T., en pleno uso de sus derechos, para celebrar el pleno, no siendo posible verificarlo allí por la resistencia violenta de los componentes de la Comisión ejecutiva que, haciendo valer su calidad de diputados, se negaron a facilitar el acceso de los componentes del Comité nacional al domicilio social de la U.G.T., acordando entonces, a propuesta del compañero Ureña, de la Federación de Industtias farmacéuticas seguir la sesión en el local de la Federación de Industrias Gráficas, Paz 44, no sin antes haber sido requeridos nuevamente los miembros de la Comisión ejecutiva de la U.G.T. por el jefe superior de Policía, don Lorenzo Aguirre, y recibiendo una negativa más a facilitar el acceso al local de la misma a los referidos miembros del Comité nacional. «Seguidamente éstos abandonan el local y se trasladan a Paz 44, donde se reúne el Comité nacional bajo la presidencia del compañero Pretel y actuando de secretario el compañero Antonio Pérez, con asistencia de las siguientes Federaciones: AGUA, GAS Y ELECTRICIDAD ARTES BLANCAS ARTE TEXTIL AUXILIARES DE FARMACIA AZUCAREROS CERVECEROS CRÉDITO Y FINANZAS

Cabezas Angel Gómez Vidal Roseli Ureña Viesca Casado Amaro del Rosal

1. El original figura en el volumen de las Actas del Comité nacional correspondiente al año 1937.

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AMARO DEL ROSAL

EDIFICACIÓN ENSEÑANZA ESPECTÁCULOS DEPENDIENTES FERROVIARIOS GRÁFICAS OBRAS PUBLICAS Y PUERTOS MADERA HOSPITALES MÉDICOS MINEROS ........... MUNICIPIOS PETROLEROS PIEL PRACTICANTES RADIOTELEGRAFISTAS TELEFONICA TELÉGRAFOS TONELEROS ...... MARÍTIMOS VESTIDO Y TOCADO TABAQUEROS EMPLEADOS CORREOS SECRETARIADO DE CATALUÑA

.,

Domínguez Lombardia ,.,..„.,..., Llanos Gorostiza Pérez Rodríguez Vega Martínez ............ .. Genova ............Aguado , Fuertes Peña Septién Anguiano Sánchez Llanes Martínez Sastre Vizcarra López Aguadè Vidal Revora Claudina Chacón Llobera Molinero M

;

±

«Interviene el compañero RODRÍGUEZ VEGA, estimando deben tomarse los siguientes acuerdos: »1.° El Comité nacional destituye a la hasta ahora Comisión ejecutiva de la U.G.T. por los actos de indisciplina realizados contra la mayoría del Comité nacional, por negarle el acceso al local social, y por haber intentado, mediante una provocación, realizar un escándalo llevando al domicilio social esta mañana una cuadrilla de antiguos pistoleros, expulsados del Partido Comunista y de otros partidos, como son Bulle jos, Adame, Canet ("Zalacaín"). »UREÑA interviene, manifestando estar en un todo conforme con lo expuesto por el camarada Vega, es decir, la destitución fulminante de la Comisión ejecutiva. «AMARO DEL ROSAL hace la siguiente proposición: «"Que lo sucedido esra mañana sitúa el problema con un mayor interés político y sindical que facilita nuestros propósitos de mantener la unidad de la U.G.T., dejando transcurrir 48 horas en las que pudieran desaparecer ciertos factores políticos de indudable interés y

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trascendencia que concurren en el día de hoy y posiblemente mañana. »"Por todo ello propone: Una resolución política de adhesión al gobierno. »"2.° Una manifestación categórica de adhesión y respeto a los principios, normas y tradiciones políticas de la U.G.T., declarando estar dispuestos a luchar implacablemente por la unidad política y sindical del proletariado. »"3.° Destitución de la Comisión ejecutiva. »"4.° Queda convocado Comité nacional extraordinario urgente para el próximo domingo, a las 10 de la mañana, en el domicilio social de la U.G.T., Luis Vives, 7, en el cual se designará nueva Comisión ejecutiva, determinándose igualmente fecha para una nueva reunión de Comité nacional para examinar todos los problemas que afectan en estos momentos a la U.G.T., en una justa interpretación de las necesidades de la guerra y en la mejor defensa de los intereses supremos del proletariado español." »Son aprobados por unanimidad los dos primeros puntos de la propuesta, y pide la palabra el compañero «ROSELL, que manifiesta no estar conforme con que el Comité nacional se aplace para el próximo domingo, a fin de adoptar acuerdos, estimando urgente el nombramiento de una Comisión ejecutiva que, en uso de sus derechos, recabe de la autoridad pública, si fuese preciso, la entrega del domicilio social de la U.G.T. con todo el material allí existente. Procede, por tanto, el nombramiento de la Cocomisión ejecutiva y levantamiento en este mismo momento de un expediente para todos y cada uno de los que la componen actualmente, debiendo cursarse comunicaciones a sus respectivos sindicatos para que en Asamblea respondan de su proceder como tales ejecutivos. »AMARO DEL ROSAL insiste en que el nombramiento de la Comisión ejecutiva debe aplazarse hasta el próximo domingo, conforme hace constar en su propuesta, pues estima que de esta forma y durante el tiempo que medie entre una y otra reunión se puede desarrollar una buena labor, lo que podría traer como consecuencia el que algunas de las federaciones que hoy no se encuentran representadas en este Comité nacional asistieran al mismo. De nombrar hoy Comisión ejecutiva se le da material a la destituida para que hagan bandera, como ya lo vienen haciendo, sobre que nosotros trabajamos por escisionar a la U.G.T. «Interviene LOMBARDIA para señalar que la Comisión ejecutiva de la U.G.T., como tal, ha faltado a sus deberes, se ha indisciplinado, y por tanto procede su destitución.

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»En cuanto a dejar sin Comisión ejecutiva, aunque sea por unas cuantas horas, lo estima peligroso, ya que podría darse el caso de una crisis, de una consulta por el presidente de la República, y ¿quién asistiría a la consulta? El nombramiento de la Comisión ejecutiva, como la destitución de la que lo ejerce, debe ser inmediato. »Hace uso de la palabra el compañero SEFTIEN, que se muestra conforme con la destitución de la Comisión ejecutiva y el nombramiento inmediato de otra. Está en contra del aplazamiento de la reunión del Comité nacional. Por lo que respecta a la cosa política dice que el secretario de la U.G.T. no puede ya intervenir en nombre de la minoría parlamentaria, ya que ha dejado de serlo, así como ha quedado fuera de la Comisión permanente. »La reunión debe terminarse tomándose los acuerdos que se estimen procedentes, que la nueva Comisión ejecutiva hará entrega de los mismos a la autoridad correspondiente para que, por parte del Poder público, se hagan cumplir los acuerdos que ha tomado el Comité nacional por mayoría de votos. »UREÑA interviene para recalcar, una vez más, que esta reunión del Comité nacional debe terminar cuanto antes esta cuestión, y que una vez nombrada Comisión ejecutiva ésta proceda a convocar con la mayor rapidez Comité nacional ordinario. »E1 compañero DOMÍNGUEZ, de Edificación, usa de la palabra para que conste en acta: que las federaciones expulsadas están en plenitud de derechos y en iguales condiciones que todas las demás. «Estima que antes que una destitución de la Comisión ejecutiva, debería ser una desautorización, pues existiendo secciones conformes con el criterio del Comité nacional, por encontrarse encuadradas en las federaciones que están con la Comisión ejecutiva no puedan manifestarse aquí. Estima que debe procederse a un referéndum de todas las secciones, al objeto de que las secciones independientes puedan emitir su voto sobre el particular. Que una vez realizado este referéndum es cuando se podría proceder al nombramiento de Comisión ejecutiva. Hasta tanto, el Pleno podría permanecer reunido de manera permanente. »E1 camarada SECRETARIO hace uso de la palabra para hacer constar que todas las federaciones expulsadas se encuentran en la plenitud de sus derechos, aunque no estén al corriente en sus cotizaciones, ya que el Comité nacional lo reconoce así expresamente. »No está conforme con el camarada Domínguez sobre desautorización de la Comisión ejecutiva, ya que el mandato que trae de su organización es: un voto de censura a la Comisión ejecutiva de la U.G.T. por haber exigido a los vocales del Comité nacional una auto-

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rización expresa para poder representar a su federación en el Comité nacional e inmediatamente después, si el Comité nacional consideraba atropellados los derechos de las federaciones, la destitución de la misma, por considerarla lesiva a los intereses de la clase obrera. »E1 compañero ANGUIANO está conforme con la destitución, estimando que la Comisión ejecutiva no puede expulsar a las federaciones por falta de pago, ya que para ello no está facultada, limitándose su misión a cumplimentar los acuerdos que se tomen por el Comité nacional y en el Congreso. «Nuevamente interviene UREÑA, insistiendo en que el acuerdo que debe tomar el Comité nacional es el de destitución de la Comisión ejecutiva. »Hace uso de la palabra VEGA, y abunda en la destitución de la Comisión ejecutiva sin esperar a una nueva reunión, como propone Amaro, ya que no cree que el domingo, personados nuevamente en el domicilio social de la U.G.T., les sean abiertas las puertas del mismo, viéndose entonces obligados a entrar por la fuerza. Que de no nombrarse Comisión ejecutiva deberá procederse a constituir una comisión encargada de recobrar el local social de la U.G.T. su dinero, sus archivos y convocar inmediatamente a una reunión de este Comité, continuando reunidos de manera permanente el Comité nacional para que la comisión nombrada pueda hacer gestiones. «Añade debe dirigirse un manifiesto a la opinión obrera del país, contando lo ocurrido en la mañana de hoy. Dirigirnos a las federaciones que no han asistido, expresándole cómo están situadas las cosas e, inclusive, dirigirse a la Internacional —para lo cual sería conveniente se desplazasen unos compañeros al objeto de celebrar una unión—, haciéndole ver que la U.G.T. somos nosotros. Y pasados unos días, convocar reunión para proceder al nombramiento de la Comisión ejecutiva. Debe evitarse la escisión de los sindicatos, y además que pasados estos días y desechada la preocupación del gobierno éste podría atendernos en nuestros derechos. «LLANOS manifiesta que su Federación se pronuncia por la destitución de la Comisión ejecutiva y nombramiento de otra. Al Comité nacional se le ha declarado faccioso, se le ha negado la entrada en el local de la U.G.T. y por tanto se ha hecho incompatible con nosotros, no debiendo tener consideración ninguna con quien no la ha tenido con nosotros. «No se le ocultan las razones de Amaro sobre la escisión, pero cree que las federaciones expulsadas deben ingresar nuevamente o, por el contrario, estamos al margen de la U.G.T. y entonces la escisión está hecha, y no por nosotros. La Comisión ejecutiva debe quedar

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nombrada hoy mismo, situarse en el local de la U.G.T. con todos sus ficheros y demás material. La posición del gobierno esta mañana ha sido de protección para ellos, pues las precauciones tomadas bien claramente lo decían. »E1 camarada CABEZAS está conforme en que la Comisión ejecutiva no tiene ningún derecho para expulsar a ninguna Federación por falta de pago, máxime cuando esto se ha hecho con parcialidad, estando conforme con que se apruebe un voto de censura para la misma, acordándose igualmente su destitución, pues lo que ha sucedido esta mañana es intolerable, ya que amparándose en la inmunidad parlamentaria han impedido la entrada en el local de la U.G.T. a los verdaderos dueños del mismo, el Comité nacional. »En cuanto a la actitud del gobierno está bien clara, conforme ha expuesto el camarada Llanos. «MILLAN, de Telégrafos, interviene para manifestar que debe precederse a la destitución inmediata de la Comisión ejecutiva, pues la dilación en este asunto podría dar lugar a que la clase trabajadora —que sabe que el Comité nacional se ha reunido para tomar acuerdos— se sintiera defraudada. La actitud de los miembros que la componen, ilegal en todos sus aspectos, pues no ya sólo trabajan contra la clase obrera, sino que sabotean la labor del gobierno, estima debería ser sancionada por los tribunales militares. «DOMÍNGUEZ insiste en su posición sobre celebrar un referéndum o, de estimar esto muy largo, convocar un Congreso donde nombraríase a la Comisión ejecutiva. «Interviene el camarada PRETEL para manifestar que convocado el Congreso, no asistirían a él ni la Comisión ejecutiva ni las federaciones que están a su lado, y que únicamente estarían allí presentes los que asisten en estos momentos. Que este problema no debe demorarse más, ya que nosotros tenemos suficiente autoridad para adoptar aquellos acuerdos que estimemos pertinentes. La nueva Ejecutiva que se nombre no tiene matiz escisionista de ninguna clase y la Ejecutiva que se nombre será la de la U.G.T. «LLANOS hace uso de la palabra para proponer: hacer declaración a la clase trabajadora de lo ocurrido esta mañana; destituir a la Comisión ejecutiva dándole ocho días de plazo para dejar los puestos e invitar a las federaciones que no han asistido a esta reunión. A estos efectos podría crearse una comisión ampliada, de nueve miembros, que podrían estar reunidos con carácter permanente. No cree preciso ni el reefréndum ni la celebración de un Congreso. «GENOVA interviene para abundar en la posición de destituir a la Comisión ejecutiva y nombrar inmediatamente otra. Los estatu-

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tos determinan la destitución o separación de los miembros de la Comisión ejecutiva, y se pronuncia porque se nombre otra para que legalmente pueda realizar las gestiones necesarias para recuperar el domicilio social. »E1 REPRESENTANTE DE CORREOS hace constar que su sindicato se pronuncia por la destitución inmediata de la Comisión ejecutiva. Está en contra de la celebración de un Congreso. Debe procederse a nombrar una Comisión ejecutiva que se haga cargo inmediatamente del domicilio social, con sus ficheros, etcétera. »E1 compañero GÓMEZ, de Artes Blancas, dice que la escisión, si está hecha, ha sido provocada por la Comisión ejecutiva. Se pronuncia por su destitución inmediata y nombramiento de una nueva. «FUERTES, por Médicos, se muestra conforme con la destitución de la Comisión ejecutiva, no así con aplazar la reunión del Comité nacional, como tampoco con el nombramiento de la comisión ampliada, ya que no tendría la autoridad que puede tener la Comisión ejecutiva de la U.G.T. Constituida legalmente la Comisión ejecutiva debe exigir del gobierno la entrega de todos los enseres y del domicilio, debiendo en un plazo breve convocar un Pleno ordinario del Comité nacional. «VIZCARRA, por Teléfonos, aprueba la destitución de la Comisión ejecutiva y el nombramiento de una nueva, debiendo dejar terminada completamente esta cuestión hoy mismo. »Son aprobados por unanimidad los siguientes acuerdos: »1.° Adhesión al gobierno. »2.° Que la Comisión ejecutiva no tiene facultades para expulsar a ninguna organización, puesto que ello es función privativa del Comité nacional, según se desprende de todo el articulado del título 2.° de los Estatutos. »3.° El Comité nacional rectifica el acuerdo de expulsión de determinadas federaciones tomadas por la Comisión ejecutiva, por no haber lugar a ello, teniendo en cuenta que ninguna ha sido requerida antes de tomar el acuerdo para que se pusiese al corriente en los pagos, cosa que ha sido siempre norma de la U.G.T., y por tanto todas las federaciones expulsadas quedan en plenitud de derechos y deberes. »4.° Ante el proceder de la Comisión ejecutiva negando la entrada al local social de la U.G.T. al Comité nacional, se acuerda destituirla. »5.° Se nombra nueva Ejecutiva, de acuerdo con las facultades que nos confiere el artículo 46 de los Estatutos. »6.° Ver con disgusto que la Comisión ejecutiva se dirigiera al

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gobierno pidiéndole fuerza pública, alegando que íbamos a asaltar el local social. »7.° Que la nueva Comisión ejecutiva organice con la mayor brevedad la celebración de una reunión plenaria del Comité nacional para tratar del Orden del día elaborado por la mayoría de delegados en su petición de convocatoria del Comité nacional extraordinario, que motivó los desagradables incidentes que todos lamentamos. »8.° Que se restablezca en sus derechos a las secciones suspendidas. »9.° Se acuerda dirigir saludos a los compañeros mineros, a los de Artes Blancas, de Madrid, al Secretariado de Cataluña y a la C.N.T. »Y, finalmente, dirigirse a los sindicatos a que pertenecen los miembros de la Ejecutiva saliente para que les juzguen la conducta en relación con los actos de indisciplina en que han incurrido. »El camarada PRETEL hace constar que la nueva Comisión ejecutiva tiene que llevar como mandato realizar cerca del Poder público aquellas visitas que sean necesarias para que le dé posesión inmediatamente, pero que si por cualquier circunstancia se retrasase este cumplimiento, la Comisión ejecutiva, en un término de 24 horas, debe confeccionar papel y sello, exactamente igual al de la U.G.T. y empezar a dirigir las comunicaciones como Ejecutiva de la Unión. »La nueva Comisión ejecutiva queda constituida en la siguiente forma: Presidente Ramón González Peña. Vicepresidente Edmundo Domínguez. Secretario general Rodríguez Vega. Secretario adjunto Amaro del Rosal. Tesorero Felipe Pretel. Vocales Ureña, Antonio Genova, Antonio Pérez, Claudina García, César G. Lombardia, Anguiano. V.° B.° Felipe Pretel Presidente

Antonio Pérez Secretario.»

El 1.° de octubre quedó constituida, estatutariamente, la nueva Ejecutiva, que inmediatamente trató de hacerse cargo de sus puestos, pidiendo a los ejecutivos destituidos la entrega del archivo y documentación de la

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Unión, a lo que se opusieron. Desde ese momento, actúan dos ejecutivas: la legal y la facciosa; la de la «escalera», con domicilio en la calle de la Paz 44, y la «enclaustrada», encerrada a cal y canto en su castillo roquero de Luis Vives, 7. Resultaba triste y penoso ver en ese encierro a Francisco Largo Caballero. El lector, con el conocimiento del acta de la reunión, está en condiciones de tener una idea clara del lamentable conflicto entre el Comité nacional y la Comisión ejecutiva de la Unión General, derivado de las incidencias políticas producidas con motivo de la crisis del gobierno Caballero, conflicto que se mantuvo, por terquedad, durante cinco meses, y tres meses más de octubre a finales de diciembre. En su libro Mis Recuerdos, Largo Caballero dedica dos cartas al conflicto de la Comisión ejecutiva con el Comité nacional. En la del mes de enero de 1946, dice «Que se intentó un voto de censura a la Ejecutiva de la Unión, so pretexto de no sé qué hecho ocurrido durante mi estancia en el gobierno, pero los tiros iban dirigidos contra mí, a fin de hacerme saltar de la Secretaría...». No es correcto. Nadie quería hacer saltar a Caballero. El Comité nacional se manifestaba en contra de la Comisión ejecutiva, en la que no actuaba Caballero por ser presidente del gobierno, porque, por vez primera, la U.G.T. llamada a consulta como central sindical por el presidente de la República había declarado que no admitiría más que un gobierno del cual Largo Caballero fuese presidente y ministro de la Guerra. Esa causa del conflicto la conocía perfectamente Caballero. Pudo haber sido neutral y no lo fue, lo que quería decir que él y Baraibar habían determinado esa posición. El Comité nacional entendía que la U.G.T. no podía imponer esa condición, pues de siempre se había ajustado al principio de considerarse representada, en lo político, por el Partido Socialista. Lo que sucedía era que Caballero, con la Comisión ejecutiva de la Unión, estaba en franca oposición con la dirección del P.S.O.E., así como con el Partido Comunista. Se trataba de un problema político fundamental, de táctica, de principios, y no personal. El Comité nacional no «intentó» un voto de censura; censuró a la Comisión ejecutiva, y muy especialmente a Pascual Tomás, que actuaba de secretario general, quien estaba tan convencido de una solución de la crisis a base de Caballero con predominio sindical que, figurando él como candidato a un Ministerio, se 1

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1. Op. cit., págs. 232 a 234. 2. Refiriéndose a este problema, Largo Caballero —en su discurso del Teatro Pardiñas, de Madrid, el 17 de octubre de 1937— diría: «Yo, amistosamente, fraternalmente, tengo que decir que, al poner aquellas condiciones, yo creo que se cometió un error de detalle». Caballero era muy sensible a las manifestaciones de afecto. Esa posición de adhesión del grupo de ejecutivos de la U.G.T. le había impresionado.

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comentaba jocosamente en Valencia que había encargado, con toda urgencia, un traje de etiqueta para el día de la toma de posesión. Cómico si se quiere, pero es que la frivolidad política andaba desatada. En la misma carta que comentamos, Caballero, sin querer, descubre la política de maniobra que se desarrollaba para eliminar del Comité nacional, excluyéndolas sin previo aviso del mismo, a aquellas federaciones nacionales que no estaban al corriente en el pago de sus cuotas, privándolas de sus derechos. Con ese procedimiento, a lo Bugallal, se contaría con un Comité nacional fabricado por la Comisión ejecutiva que se solidarizaba con su posición política. «Se acordó reunir al Comité nacional —escribe Caballero—, pero sin que tuvieran derecho a intervenir las sociedades morosas en el pago. Para tener derechos había que cumplir los deberes.» Exacto. Con esa maniobra y procedimientos trataba de justificar su legalidad y poderes la Ejecutiva destituida. El acta que aparece en páginas anteriores deja aclarado el problema. Un tal proceder evidenciaba una falta total de sensibilidad, mejor dicho, mostraba que la pasión ahogaba toda sensibilidad política e imponía lo absurdo y lo arbitrario. Se había perdido toda ponderación y perspectiva política, y se olvidaba la guerra. «Un día, el falso Comité nacional —dice Caballero en su carta— tuvo la osadía de presentarse en el domicilio social de la Ejecutiva legítima, para que se le entregaran los cargos y documentación; no quisimos abrirles la puerta y estuvieron esperando en la escalera un largo espacio de tiempo, sin resultado alguno. Entonces se les ocurrió una idea salvadora: llamar al jefe de la Policía en su ayuda; al presentarse este señor, yo le dije que no podía entrar sin mandamiento judicial y afeándole por ponerse al servicio de unos disidentes que iban allí a perturbar. Este incidente le valió, al flamante y osado Comité, el remoquete de "Comité de la escalera".» En efecto, fue una escena poco ejemplar, denigrante, pero ¿para quién? Antonio García Quejido no la hubiese provocado; Pablo Iglesias, tampoco. La anterior cita no corresponde a los hechos. El «flamante y osado Comité» era nada menos que la mayoría del Comité nacional más tres miembros de la Comisión ejecutiva, que no iban a que se les entregaran los cargos, ni la documentación, ni a perturbar, sino simplemente a celebrar una reunión del Pleno del Comité nacional, públicamente convocado, y que la Comisión ejecutiva, en contra de los Estatutos, se negaba a reunir, como se desprende del acta levantada. El Comité nacional no llamó a las autoridades, fue la Comisión ejecutiva la que lo hizo, además de haber concentrado en el lugar, a las órdenes de González Canet («Zalacaín»), a un grupo de pistoleros. Luis Vives 7 era el domicilio de la U.G.T. ¿Cómo se podía negar la entrada en él a tres ejecutivos y a la mayoría del Comité nacional? Los «encerrados» se negaron a que entraran los miembros del Comité na-

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cional, amparándose ante la autoridad en la inmunidad parlamentaria de Caballero, Zabalza y Carlos Hernández. El hecho se comenta por sí solo: esgrimir el carnet de diputado para impedir a los representantes de las federaciones nacionales de la U.G.T. entrar en el domicilio de su Comisión ejecutiva era algo que difícilmente podía justificarse. El que la Ejecutiva permitiera que se llegase a esa situación es lo incomprensible. El Comité nacional no recurría a la violencia, sino al diálogo. Los carnets de diputado se esgrimieron como cómplices de un atropello, de una arbitrariedad. Los carnets de diputado atropellaban a los carnets de la U.G.T. Quedó designada la nueva Ejecutiva, con el nombramiento de Ramón González Peña, como presidente de la U.G.T. —lo era también del P.S.O.E. así como secretario general de la Federación Nacional de Mineros, expulsada por la Ejecutiva de Caballero, por lo que resultaba que el presidente del Partido Socialista había sido expulsado de la U.G.T. El secretario general designado por el Comité nacional para la nueva Ejecutiva, «un tal Rodríguez Vega, ex comunista»— como dice Caballero en su carta. No era un tal, sino un viejo militante sindical ugetista y, además, secretario general de la Federación Gráfica Española. La nueva Comisión ejecutiva, de la que formaban parte tres ejecutivos de la anterior —Pretel, Rosal y Genova, el primero de ellos, tesorero—, empezó a actuar en seguida en el local de la calle de la Paz 44, hasta su traslado a Barcelona. Las gestiones para la recuperación de las oficinas y archivos no dieron resultado. Ajustándose a la ley de Asociaciones, y de acuerdo con los Estatutos de la Unión, se legalizaron las actas y los acuerdos tomados y con esos documentos quedaba también legalizada la autoridad de la nueva Ejecutiva ante las autoridades y las entidades bancadas. Ese requisito legal, de acuerdo con la ley, fue suficiente para el reconocimiento de las nuevas firmas en los bancos y en las dependencias de correos, a fin de que, en lo sucesivo, el correo fuese recogido por la nueva Ejecutiva y que la misma pudiera disponer de las cuentas corrientes bancarias de la Unión General de Trabajadores de España. El gobierno no interceptó, ni se incautó de nada, ni intervino para nada en ese problema, que se resolvió de acuerdo con la ley y los propios Estatutos de la U.G.T. En su ya citada carta, recogida en Mis Recuerdos, Caballero alude al problema de la Internacional. «Ante tal situación —escribe— el "Comité de la escalera" tuvo la desvergüenza de dirigirse a la Federación Sindical Internacional, pidiendo su intervención. La Federación invitó a las dos partes a que acudieran a París, compareciendo ante su representación. En la reunión que allí se celebró se pronunciaron discursos por los que el Comité fantasma quedó mal parado...» Para Caballero, la mayoría del Comité nacional, en el que figuraba el presidente del P.S.O.E., era «el Comité 12

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fantasma». La Internacional no vio en ese comité a un fantasma, sino a la legalidad. La actitud de la nueva Comisión ejecutiva de la U.G.T., al tratar de que la Federación Sindical Internacional interviniera para restablecer la unidad de la dirección de la Unión General de Trabajadores de España, demostraba su nobleza de propósitos, era una actitud responsable y elevada, a la que los escisionistas respondían con denuestos. Pero de esto trataremos más adelante.

130 CARACTERÍSTICAS DE LA NUEVA COMISIÓN EJECUTIVA

La nueva Ejecutiva de la U.G.T. designada por el Comité nacional ofrece unas características singulares. En efecto, por vez primera desde la escisión, en 1921, del Partido Socialista, formarán parte de ella dos comunistas. Uno de ellos, Daniel Anguiano, de la vieja guardia del segundo decenio del siglo, del grupo de fundadores de la Federación Nacional Ferroviaria, dirigenre de la huelga ferroviaria de 1916 y del movimiento revolucionario de 1917, de cuyo Comité de huelga formó parte, como dirigente del P.S.O.E. y miembro, con Caballero, de la Ejecutiva de la U.G.T., y con Besteiro y Saborit, por el Partido Socialista. En octubre del 37 se reincorpora, pues, a la dirección de la U.G.T. ese viejo y prestigioso militante que, habiendo sido seleccionado de los ferrocarriles, es entonces secretario general del Sindicato Nacional de Petróleos. El otro vocal comunista, César García Lombardía, es un maestro asturiano que, con su hermano Ismael, Carlos Aparicio y Veneranda Manzano, integra el grupo más activo y popular de la Federación de Trabajadores de la Enseñanza (F.E.T.E.) en Asturias. Por otra parte, la Ejecutiva de la U.G.T. iba a estar presidida, por vez primera en su historia, por un dirigente regional, miembro del Sindicato minero asturiano y secretario de la Federación Nacional de Mineros, Ramón González Peña, quien, como ya hemos señalado, ostentaba al mismo tiempo la presidencia del P.S.O.E. Con el que esto escribe había, pues, en la Ejecutiva de la central sindical tres asturianos. Las anteriores ejecutivas, en todo lo que iba de siglo, habían estado siempre integradas por militantes (cuadros) de las organizaciones madrileñas. La U.G.T. y el P.S.O.E. en el siglo xx, hasta 1937, no habían conocido más presidentes que Pablo Iglesias, Julián Besteiro y Anastasio de Gracia. El otro aspecto nuevo que ofrecía la Ejecutiva era que en la misma

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aparecía una mujer, Claudina García, secretaria de la Federación Nacional de los Trabajadores de Uso y Vestido. Antes de la escisión de 1921, ya había formado parte de la dirección Nacional de la U.G.T. una mujer extraordinaria, de grandes dotes sindicales y políticas: Virginia González. En capítulos anteriores y refiriéndonos a esta gran militante, subrayamos el hecho de que hubiera sido una de las primeras mujeres, en la historia del movimiento sindical, que formara parte de la dirección nacional de una central sindical y que hubiera participado en la preparación de una huelga general revolucionaria, como la de agosto de 1917.

131 LAS POSICIONES UNITARIAS DE CLARIDAD

De 1935 a 1939 —primero como semanario y más tarde como diario—, Claridad reflejaba en sus posiciones las que fueron llamadas tendencias socialistas del «caballerismo». En la colección de ese periódico se registraron, con toda nitidez, los puntos de vista políticos y sindicales de esa corriente desde 1934 hasta la crisis de mayo de 1937, en que los principales elementos que animaban esa línea política, Caballero, Araquistain y Baraibar, la abandonan para iniciar una nueva línea totalmente opuesta a la primera, como hemos venido subrayando en capítulos anteriores. Pero al margen de esas personalidades, el periódico Claridad se mantuvo fiel a la línea política del «caballerismo», es decir, a los postulados políticos que, como principios, se habían venido sosteniendo, y que no cambiaban por el hecho de que cambiaran los individuos. Claridad fue fiel a una política de principios y no de personalismos. De ahí el prestigio y autoridad con que contó. La eliminación de Araquistain y Baraibar del periódico hizo posible esa fidelidad a una conducta que ellos mismos habían propugnado, para renegar de ella más tarde. A los pocos días de la crisis de mayo, el día 22, Claridad publicaba un extenso artículo de fondo en el que renovaba su posición en torno al problema de la unidad. He aquí el artículo:

«CON EL ENEMIGO A LA VISTA

>Las relaciones internacionales del partido único »E1 paréntesis abierto por los acontecimientos registrados en nuestro país hizo que momentáneamente interrumpiéramos nuestra campaña en torno a la unidad orgánica de los partidos marxistas. Hoy, ini-

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ciada otra vez la marcha normal de los acontecimientos, volvemos sobre el tema, para puntualizar claramente nuestro pensamiento en torno a las diversas cuestiones relacionadas con el problema fundamental de la unidad. Expuestas quedaron, en artículos anteriores, las bases que nosotros consideramos firmes para la realización de esa unidad. Pero esas posiciones —reconocimiento de las tradiciones del Partido Socialista y de la historia innegable de Largo Caballero, verdadero forjador de la unidad proletaria, la línea política, el contenido y la denominación— han de tener, forzosamente, un complemento en las relaciones internacionales del partido único de la clase trabajadora española. A su tiempo señalamos la repercusión que la unificación de los marxistas españoles habría de tener en el ámbito internacional, igual que la tuvo la unidad orgánica de las Juventudes. Pero aquel pensamiento, aquella repercusión innegable ha de tener un complemento obligado señalando a qué organización internacional habrá de estar adscrito el partido único. »Es éste problema que merece para todos la mayor atención, puesto que puede ser cuestión batallona en la discusión que se entable por las direcciones nacionales para perfilar las condiciones básicas de la unificación. Sabido es que el Partido Socalista Obrero Español, a pesar de estar implicado en la Internacional Obrera Socialista, ha mantenido, desde mucho antes de octubre de 1934, una posición francamente revolucionaria, en pugna con la tradición y los métodos de la Segunda Internacional. Puede afirmarse, a la vista de nuestra historia, que el Partido Socialista Español ha sido de los más ortodoxamente marxistas. Mientras que la socialdemocracia alemana capitulaba ante el fascismo corroída por la teoría del "mal menor", mientras que el socialismo francés se dejaba también arrastrar por oportunismos conformistas marchando separado de las masas obreras encuadradas en los sindicatos, mientras que el laborismo inglés incurría igualmente en la lamentable teoría del citado "mal menor" y poco a poco iba frenando las ansias de avance y progreso de las clases trabajadoras para no poner en peligro la infraestructura económica del capitalismo británico, el socialismo español marchaba resueltamente por los caminos del marxismo auténtico. Recuérdense, a este respecto, las campañas realizadas por el camarada Largo Caballero, como presidente de la Ejecutiva socialista, antes y después de noviembre de 1933, y téngase en cuenta la reacción de la Segunda Internacional ante el movimiento de octubre de 1934, pruebas ambas que pueden probar, hasta la saciedad, la tradición marxista, revolucionaria, del Partido Socialista Obrero Español, que le colocan en pugna con los principios y postulados de la Internacional Obrera Socialista.

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»No es necesario recurrir a los camaradas comunistas para que el partido —hablamos de sus militantes, naturalmente— se sintiera inclinado a rechazar la afiliación a la Segunda Internacional. Mucho menos cuando, una vez unificados ambos partidos para crear el único organismo político dirigente de la clase obrera, estuvieran dentro de él los que hasta ahora militan en la Tercera Internacional. Pero si descartamos la posibilidad de que los militantes del Partido Socialista Unificado de España —designación provisional que nosotros damos al partido único del proletariado a los solos efectos de que sirva como base para la discusión— estén dispuestos a pronunciarse por el ingreso en la Internacional Obrera Socialista, no quedan, en puridad, nada más que otras dos salidas.: o militamos en la Internacional Comunista, o permanecemos, circunstancialmente, al margen de ambas organizaciones. Examinemos con algún detenimiento ambas posibilidades. »Es indudable que, no obstante la posición revolucionaria y francamente marxista del Partido Socialista, hay en su seno infinidad de militantes que no estarían dispuestos, bajo ningún concepto, a ingresar en la Tercera Internacional. Recuerdan doloridos, conservando toda la amargura de los viejos tiempos, el desgajamiento que se produjo en la familia proletaria como consecuencia de la escisión de 1921. Escisión de la que culpan —ellos sabrán si errónea o justamente— a la Internacional Comunista fundada por Lenin y los bolcheviques rusos. Pero es lógico que si de lo que se trata es de aglutinar en un solo partido a todos los que comulgan con los ideales marxistas, no podemos, bajo ningún concepto, pretender eliminar a aquellos que son, precisamente, los que constituyen la más vieja solera del movimiento obrero y socialista de nuestro país. Por el contrario, nuestra tarea habrá de ser la de convencerlos de que, a pesar de cuanto ha sucedido nosotros debemos estar unidos, pensando en que es precisamente en esa unión donde radican las condiciones fundamentales para conquistar no sólo la victoria sobre el fascismo, sino también las aspiraciones definitivas de la clase trabajadora. »Por otro lado, ¿qué posición adoptarían los camaradas que hoy militan en la Internacional Comunista? A buen seguro que ellos no estarían dispuestos a ingresar en la Segunda Internacional, al igual que muchos de los afiliados al Partido Socialista no lo están a considerarse adheridos ni militantes de la Tercera. Un afán de profundizar con extremado celo en estas cuestiones podría llevarnos a romper todas las coincidencias a que hemos llegado anteriormente. Pretender, tanto unos como otros, que el Partido Socialista Unificado de España estuviera adscrito a esta o aquella Internacional sería tanto

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como cerrar la puerta del mismo a grupos considerables de militantes que son marxistas, que han demostrado en el transcurso de muchos años de lucha que comprenden y saben por qué están luchando dentro de partidos que defienden los postulados expuestos por los fundadores del socialismo científico. Es precisamente pensando en la necesidad de evitar esto por lo que nosotros nos sentimos inclinados a que el partido único de la clase obrera que se cree en España no esté adherido, desde un principio, a ninguna de las dos Internacionales. Podemos estar unidos en el plano nacional, creando un solo partido, mientras que en el internacional mantenemos relaciones cordiales con las dos Internacionales representativas de la teoría marxista. Esto, naturalmente, con carácter provisional hasta tanto que, terminada la guerra, pueda celebrarse un Congreso con toda amplitud, con las mayores garantías de seguridad —lo cual no quiere decir que descartemos la posibilidad de celebrarlo antes de finalizada la lucha, para liquidar el balance de una larga etapa de actividades—, que decida definitivamente sobre la trayectoria, líneas y directrices del partido único de la clase trabajadora, así como sobre la ligazón que ha de tener en el plano internacional. »Esta es, a juicio nuestro, la posición más justa que cabe adoptar acerca de las relaciones internacionales que pueda tener el Partido Socialista Unificado de España. ¿Que no son definitivos? De acuerdo. Es a los organismos responsables de los Partidos Socialista y Comunista a quienes corresponde señalar con toda claridad la solución a todas estas cuestiones. Pero cuando existen tantas gentes que pregonan a diario la necesidad de la unificación para después sabotear su realización por todos los procedimientos, nosotros creemos que, siguiendo la trayectoria de siempre de CLARIDAD, prestamos un buen servicio a esa unificación planteando toda esta serie de cuestiones. Exponemos un criterio honrado, compartido hoy por muchos millares de trabajadores. ¿Equivocado? Las direcciones de los partidos son las que habrán de decirlo. Pero nosotros tendremos, por lo menos, la satisfacción de haber proporcionado a las masas obreras de nuestro país una plataforma de discusión que puede ser la base fundamental de las conversaciones que se emprendan por los organismos directores de ambas organizaciones políticas del proletariado, a la vez que una orientación clara y diáfana a todo el proletariado español, haciéndole ver que, si de verdad se quiere la unificación orgánica, no hay problemas que puedan considerarse como suficientemente fuertes para impedir su realización. Ese será, en fin de cuentas, nuestro mayor timbre de gloria. Porque para nosotros la mayor satisfacción es servir a la unidad de la clase trabajadora.»

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La línea de ese artículo, en el momento de su publicación, chocaba ya con las nuevas actitudes de Caballero, Araquistain y Baraibar. Claridad insistía en la política de unidad. En sus páginas, raro era el día en que no aparecía un trabajo en defensa de ese postulado fundamental. Cada artículo de fondo dedicado a los problemas políticos y unitarios era producto de una discusión colectiva entre los elementos más responsables de la redacción. Ese procedimiento fue establecido por el autor de este trabajo, a partir del mes de setiembre de 1936, cuando Araquistain y Baraibar se apartaron del periódico para asumir responsabilidades de gobierno. Entre los elaboradores de esa línea política, con el autor —en su calidad de Consejero-delegado de Nueva Editorial y único representante de la empresa responsable de la publicación de Claridad—, encontrábanse Isidro R. Mendieta, Ogier Preteceille, A. Polanco, Carlos Pérez, Carlos Hernández —por muy poco tiempo— y, finalmente, Javier Bueno, hombre que gozaba de gran prestigio profesional en los medios periodísticos. Una pluma agresiva y honesta. Había sido director de Avance, de Oviedo, convirtiendo aquel periódico en uno de los mejores diarios de provincias. Sería fusilado en Madrid, al término de la guerra. Ogier Preteceille, inteligente periodista especializado en los problemas internacionales, después de haber vivido unos años completamente ciego, descansa para siempre en un cementerio de París. Siguiendo su política consecuente, Claridad del día 27 de julio publicaba un artículo de fondo, indirectamente dedicado al grupo CaballeroAraquistain-Baraibar, en el que se ratificaba en su línea política del pasado. Hasta el último momento, Claridad fue consecuente con esa actitud. Este otro artículo —en el que se reafirmaba la posición unitaria del periódico— serviría de base, de programa de acción, de línea política de todas sus actividades. Helo aquí:

«RATIFICACIÓN DE POSICIONES

»Por encima de todo, la unidad se abre paso »No pocas veces hemos afirmado que para nosotros la causa de la unidad está por encima de todas las cosas pequeñas y de tipo personal. Lo han comprendido así también no solamente las masas obreras españolas, sino también los órganos supremos de la Unión General de Trabajadores y del Partido Socialista. Las resoluciones que ambas organizaciones han adoptado en las últimas reuniones de sus comités nacionales son harto elocuentes a este respecto. Como lo son también las medidas que ha comenzado a poner en práctica la Ejecutiva del

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Partido Socialista y la "nueva línea" que comienza a imprimirse al sedicente portavoz de la U.G.T. en Valencia, divorciado hasta ahora del pensar y el sentir de la inmensa mayoría de los militantes de nuestra central sindical y de los acuerdos adoptados por su Comité nacional. No entramos a discernir la sinceridad de esta nueva postura del periódico valenciano. Sin embargo, ya es significativo que sea precisamente en estos momentos, cuando se observa un rebasamiento de actitudes personalistas y de superación de una política de "anti", que diarios que más se han distinguido por sus agresiones injustificadas, por sus editoriales antiunitarios entonen el "mea culpa" con frases entrecortadas por la emoción. Ello revela, en fin de cuentas, el temor a las masas. Presionados por ellas, amenazados de desplazamiento histórico por falta de una política firme, los vacilantes comienzan a recoger velas, a cubrirse con un espíritu de unidad que están muy lejos de sentir o que si lo han sentido han tenido buen cuidado, seguramente por un afán de modestia, en hacer que permaneciera oculto a la vista de los demás. »Por defender la unidad sinceramente, por hacer de ella el "leit motiv" de nuestra existencia, CLARIDAD ha merecido los embates de cuantos, abierta o encubiertamente, se negaban a transigir con la necesidad imperiosa de esa unidad. Con nuestra modestia, sin figuras de relumbrón, hemos sabido mantener una política consecuentemente unitaria, que ha llegado hasta las masas porque era de ellas de donde nacía el fervor que la vivificaba. Algún día, cuando las etapas de la Historia de España sean superadas, el proletariado español tendrá ocasión de compulsar el papel histórico que CLARIDAD está jugando en estos momentos. Al conjuro de nuestra política honrada y leal fue posible frenar los impulsos de los que, haciendo de todos los problemas cuestiones personales, atendían más a las cuestiones subjetivas que a las de tipo positivo, incluso llegaban hasta calificar de sofismas actitudes y manifestaciones que, en buena interpretación histórica, no eran sino reflejo de una realidad viva. Y es ahora, como consecuencia también en gran parte de nuestra conducta rectilínea, cuando registramos el desplazamiento de posiciones que, a la corta y a la larga, resultaban nefastas para la clase trabajadora. Eso, y no otra cosa, es lo que hemos pretendido: que se rectifiquen errores de bulto, que se evite incidir de nuevo en los ya cometidos. »Nos congratula, pues, el tono con que se ha expresado en uno de sus recientes editoriales La Correspondencia de Valencia. El cambio habrá de serle saludable. Sobre todo, lo será para la organización de la que se titula portavoz. Por lo que a nosotros respecta, nada tenemos que rectificar. Seguimos la línea que nos hemos trazado: defender la

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unidad por encima de todo y de todos. Aceptamos complacidos la mano que se nos tiende amigablemente. Pero la aceptamos en tanto que esa mano signifique una voluntad firme y leal de luchar por la unidad de la clase trabajadora; la aceptamos en cuanto represente rectificación de attitudes antiunitarias, de tipo negativo que perjudiquen a los intereses del proletariado; la aceptamos, en fin, si ello representa un pensamiento político de clase firmemente mantenido. Y en la hora actual, ese pensamiento tiene, a lo que se nos alcanza, una manifestación categórica y terminante: defensa de la unidad de la juventud, defensa de la unidad de acción de las centrales sindicales, defensa del gobierno del Frente Popular, poniendo a su disposición todo el potencial revolucionario y el espíritu creador de la clase trabajadora española. Lo exigen así, con caracteres de apremio, las necesidades de nuestra guerra, encuadrada hoy en la etapa decisiva y, por ello, más dura de las registradas hasta la fecha. Claridad interpretaba fielmente el pensamiento de la Comisión ejecutiva de la U.G.T. y de su Comité nacional, de cuyos organismos era portavoz oficial, al tiempo que era fiel a su propia historia. El autor de este trabajo rinde un homenaje emocionado de recuerdo a cuantos colaboraron en el periódico que supo mantener una posición invariable, digna y honesta, rectilínea, al servicio de la unidad de la clase obrera, tanto en el terreno político como en el sindical, en un cuadro de principios y no de «personalismos». La colección de Claridad será siempre una valiosa aportación a la historia del movimiento obrero español.

132 GESTIONES ANTE LA F.S.I. PARA RESTABLECER LA UNIDAD DE LA U.G.T. (Octubre de 1937) A tenor de los acuerdos del Comité nacional, la nueva Ejecutiva decide que el secretario general, José Rodríguez Vega, se desplace a París acompañado del funcionario de la U.G.T. Ogier Preteceille. Vega lleva como misión visitar a la Confederación General del Trabajo de Francia y a la Federación Sindical Internacional, recabando de ambas mayores ayudas, mayor solidaridad con la lucha del pueblo español. Al mismo tiempo, con la F.S.I. tratará el problema de la U.G.T., solicitando la intervención de la Internacional con el fin de lograr una solución de armonía en el conflicto interno que vivía nuestra central sindical. La gestión con la F.S.I. pone de relieve aspeaos penosos, como verá el lector al conocer el informe en que Rodríguez Vega y Preteceille recogen sus conversaciones con Walter Schevenels, secretario general de la Federación Sindical Internacional, en lo relativo al conflicto de la U.G.T. Huelga lo que nosotros podamos añadir al respecto. Ahí está el documento que por sí solo aclara muchos problemas, conductas y actitudes personales:

INFORME

«El martes 26 de octubre de 1937 tuve, a las diez de la mañana, en el local de la Federación Sindical Internacional, una larga entrevista con el secretario general Schevenels. Se desarrolló en los términos siguientes: »En primer lugar le entregué la carta de salutación de la nueva Ejecutiva de la U.G.T., con toda la documentación adjunta relativa al origen y desenvolvimiento de la crisis surgida entre la antigua Ejecutiva y la mayoría de las federaciones. Después de leer la carta,

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comenzó diciendo Schevenels que estaba "perfectamente enterado del asunto en todos sus detalles y hasta en sus recovecos". Asintió sin embargo a que yo le hiciera un resumen verbal, sucinto y objetivo, de las causas mediatas e inmediatas que originaron la crisis interna de la U.G.T., y de la sucesión de acontecimientos e incidentes diversos que culminaron en la reunión del Comité nacional. «Después de escucharme, Schevenels confesó que desconocía una parte de los hechos más importantes. Expresó la creencia de que había sido informado "tal vez parcialmente" por Rodolfo Llopis quien le había visitado expresamente para darle a conocer la situación, antes y después de la reunión en París de las Mesas de las dos Internacionales socialistas. Solicitó detalles, que le suministré, sobre la base estatutaria en que había apoyado la mayoría de los vocales la reunión del Comité nacional, a la que no quiso asistir la antigua Ejecutiva. «Advirtió a continuación Schevenels que él concedía menos importancia a la forma estatutaria de esa reunión que al fondo del asunto; y sin aceptar —no por razones de principio, sino de mera táctica— los procedimientos adoptados por Largo Caballero, intentó justificarlos por el fin que, según él, perseguían, y que estaba dominado por una preocupación esencial: "impedir —dice Schevenels— a los comunistas que se apoderasen de la Ejecutiva". Estima que esto lo domina y justifica todo. Ante una consideración tal —precisa—, todos los escrúpulos, las normas, la ley soberana de la mayoría desaparecen y pierden su valor. »"Yo mismo —dice— me encontré en situación parecida, y no vacilé en afirmar que cesaba el deber de inclinarse ante la mayoría allí donde existía el de cerrar el paso a los comunistas." Estima por lo tanto Schevenels que la expulsión de aquellas federaciones que solicitaban la reunión del Comité nacional fue un error considerable, grave, pero no de principio, sino de procedimiento. "Caballero —afirma Schevenels— no ha sabido maniobrar" (literalmente dijo: "II n'a pas su y faire"). «Le hago ver entonces que está parcial y pésimamente informado. Que la mejor prueba de que no se trataba de una "invasión comunista", sino de un restablecimiento de la unidad y de la fortaleza de nuestra centra] sindical, indispensable en los graves momentos actuales, y para el cual coincidían sin matices los comunistas con socialistas de toda tendencia, se halla en la composición misma de la nueva Ejecutiva elegida por el Comité nacional, y que es socialista en mayoría abrumadora. Schevenels tiene que admitir este hecho indiscutible, así como el de que no es posible acusar al nuevo presidente de la Ejecutiva, González Peña, que lo es a la vez del Partido Socialista, de estar

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"entregado al comunismo", según la tesis absurda que, según me dice, llegó a circular por la prensa francesa y de la que él mismo se burla. «Advierto de paso que este carácter indiscutiblemente socialista de la mayoría de la nueva Ejecutiva es uno de los argumentos que más parecen influir en la mente de los dirigentes de la F.S.I. «Arguye sin embargo Schevenels, tomando a su cuenta la tesis de Largo Caballero, que no debe confundirse la mayoría de vocales y federaciones con la mayoría de afiliados. Y que en una votación decisiva, el vocal de la Federación de Trabajadores de la Tierra, por ejemplo, con su medio millón de afiliados, no puede equipararse con el de otra federación menos numerosa. «Citándole datos recientes relativos al estado de espíritu entre los afiliados de algunas federaciones que oficialmente aparecen como disidentes —entre ellas la Siderometalúrgica y la del Transporte—, le hago ver la verdadera situación, demostrándole que me esfuerzo en reflejar objetivamente la opinión de las masas de la U.G.T., sin apasionamientos, y que es preciso tener esa opinión muy en cuenta. Centrando la discusión en el fin que se persigue, le hago resaltar que sobre todas las apreciaciones personales o subjetivas resaltan dos factores esenciales: »1.°) la voluntad de la mayoría del proletariado español encuadrado en la U.G.T., voluntad reflejada por las decisiones de la mayoría absoluta de los vocales de las federaciones; »2.°) la necesidad imperiosa de impedir toda escisión y, por el contrario, de resolver el problema en armonía con los intereses comunes de todos los obreros de la U.G.T. y del proletariado español en general, haciendo los sacrificios y concesiones necesarios con el fin de realizar la máxima unidad, para hacer frente al invasor y ganar la guerra cruel que sostiene el pueblo español contra el fascismo internacional. «Entonces trata Schevenels de rechazar todo el peso de los errores, abdicaciones, faltas a la más elemental solidaridad con el pueblo español, etc., sobre otros hombros. Me dice textualmente: " ¡ Vais a perder la guerra! Y la vais a perder por culpa de los comunistas y de Rusia". A continuación reproduce casi textualmente los argumentos anticomunistas esgrimidos por el grupo de la antigua Ejecutiva, ya desde La Correspondencia, ya en el escrito dirigido a la Ejecutiva del Partido Socialista. «Con hechos concretos, le demuestro cuan injusta es esa argumentación, cuan alejada de la realidad. Le expongo los esfuerzos hechos

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por el propio Partido Comunista y por el Comité de enlace con el Partido Socialista para eliminar todas las causas de fricción, todos los recelos, y realizar con la mayor amplitud la unión estrecha de todos los sectores antifascistas. Le hablo del comunicado del Buró político del Partido Comunista sobre este tema y, como expresa el deseo de conocerlo, le doy una copia de dicho documento que precisamente llevaba. «Asimismo le expongo los principios y finalidad del reciente pacto firmado en Aragón y en Valencia entre todas las organizaciones antifascistas, y el nuevo espíritu que con esto se va creando entre muchos dirigentes y sobre todo entre las masas de la C.N.T., que han comprendido ya la necesidad de una cohesión absoluta ante la invasión. «Todavía insiste Schevenels, aunque trasladando el argumento a otro plano, y se deducen claramente de sus palabras la identificación de los dirigentes del Labour Party y Trade-Unions con la política hostil del gobierno británico, hostilidad que él explica por el temor a la U.R.S.S. y a su ejemplo. Casi plantea, en suma, el dilema: "con Rusia o con Inglaterra", si bien no llega a formular su argumentación en términos tan concretos. «Le recuerdo entonces la situación en que quedaría la socialdemocracia, en la misma Inglaterra, y desde luego en Francia, Checoslovaquia y países escandinavos, Bélgica, etc., si fuéramos vencidos en España por la falta de solidaridad, basada en tales pretextos. Le demuestro que no es solamente su fuerza e influencia política y electoral, sino su propia existencia física la que está directamente amenazada. Y que tras una victoria fascista sobre el pueblo español no les cabría el recurso de la emigración o de subterfugios como ocurrió después de Alemania, Italia y Austria, pues todo vestigio de libertad en Europa quedaría pronto aplastado. «Entonces Schevenels se modera algo y vuelve al examen de las soluciones que la Federación Sindical Internacional podría sugerir para el pleito de la U.G.T. Dice que él expuso un plan a Llopis, que éste prometió someter a la aprobación de Caballero, pero que no ha vuelto a oír hablar de ello. Ese plan de Schevenels consistía, en sus grandes líneas, en que se resolviera a la vez la cuestión de tendencias dentro del Partido Socialista, cubriéndose las vacantes en la Ejecutiva con cuatro socialistas de la confianza de Caballero en la Comisión ejecutiva del Partido Socialista y, como contrapartida, admitiéndose cuatro socialistas de la confianza de Prieto en la antigua Ejecutiva de la U.G.T. «Hago ver a Schevenels que tal proyecto está ya rebasado por la

pero si al fin puede hallar un nuevo representante, se marchará en seguida con él, y entonces quiere estudiar a fondo el problema de la U.G.T. y buscarle una solución. »Por lo que respecta a la situación legal de la nueva Ejecutiva de la U.G.T., que examinamos finalmente, Schevenels tiene que reconocer la fuerza de su posición, legitimada por el voto mayoritario del Comiré nacional. Dice, sin embargo, que a él y a la F.S.I. les crea una posición delicada, "porque si Caballero le dice: 'Yo soy la única Ejecutiva', él no se atreverá a disputar sus derechos". Sin embargo, tampoco puede negar los que ahora afirma la nueva Ejecutiva, al hacer presente su legítima existencia ante la F.S.I., por ley mayoritaria y con los Estatutos en la mano. Discute el artículo de los Estatutos que permitió la convocatoria del pleno del Comité nacional; pero reconoce seguidamente que se trata de una cuestión puramente

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formal, que no modifica el problema de fondo. Quisiera resolver allí mismo; pero prefiere estudiar detenidamente la documentación que le he traído, y me llamará para una nueva entrevista. »A1 separarnos hablamos del apoyo internacional en esta hora difícil para el pueblo español; y sobre este punto Schevenels se muestra categóricamente opuesto a toda unidad de acción. Incluso no oculta su mal humor porque De Brouckére haya aceptado tomar parte en el mitin internacional del viernes, en favor de la ayuda al pueblo español y para impedir las matanzas de Asturias. "Por su parte —dice Schevenels—, la Federación Sindical Internacional ha contestado ya negativamente. Se niega a tomar parte. Admito que en España es necesario colaborar con los comunistas: así se lo he dicho a Rodolfo Llopis. Pero es imposible colaborar con ellos en el terreno internacional". Y añade, al acompañarme, esta afirmación: »"A1 pretender realizar los rusos la unidad en el terreno internacional, lo que han hecho es dividir más aún. Los ingleses no quieren tener nada que ver con ellos. NO TARDAREMOS MUCHO EN VER FORMARSE DOS INTERNACIONALES: DE UN LADO, FRANCIA Y ESPAÑA CON RUSIA, y del otro lado los demás partidos y centrales sindicales nacionales."» (Firmado: José Rodríguez Vega.—Ogier Preteceille.) Recordamos al lector lo tratado en capítulos anteriores, respecto a la evolución política de Luis Araquistain, a fin de que observe la posición política de Schevenels. Este, por su cargo y relaciones, estaba en condiciones de interpretar el sentir y el pensamiento de los hombres de la socialdemocracia y de figuras tan relevantes de las Internacionales socialista y sindical como Citrine, Atlee, Blum, Paul Faure, Henry de Mann, Mertens, Bevin, Spaak y otros. Araquistain era el eco de ese pensamiento, de esa línea política, estaba dentro de las concepciones de Schevenels y de todos esos otros personajes. De ese pensamiento fue contagiado Largo Caballero. Existe una identificación total entre Schevenels y Araquistain. El anticomunismo es, para ellos, lo decisivo. También lo era para Hitler y para Mussolini. Ante ese hecho, ¿qué sentido podía tener nuestra guerra para Araquistain?... «España ha terminado; ha muerto», le decía un día W. Schevenels al autor de este trabajo, en pleno Congreso de la F.S.I. en Zurich, en el mes de julio de 1939, cuando la sangre de los héroes aún estaba caliente. Pero como, hace doce años, escribimos en otro lugar: «España no moría. Los pueblos no mueren. Su causa por la libertad, menos. El problema de España no estaba ni está liquidado». El que sí sería liquidado en el movimiento obrero era Schevenels. 13

133 PLENO EXTRAORDINARIO DEL COMITÉ NACIONAL (27-30 de octubre de 1937)

En el local de la Ejecutiva de la U.G.T. en Valencia tuvo lugar, del 27 al 30 de octubre, una reunión del Comité nacional que puede ser considerada como histórica. En efecto, por vez primera en el período de la guerra se reunía el organismo superior de la U.G.T. para dedicarse al estudio de los problemas fundamentales a que en aquellos momentos y en todos los órdenes se enfrentaba nuestra clase obrera. Durante cuatro días, los representantes de las federaciones nacionales de la Unión General examinaron, en forma exhaustiva, los problemas nacionales a que la República tenía que dar solución. Fueron unas reuniones de trabajo con métodos nuevos y también con mentalidad nueva. Así lo exigían unas circunstancias excepcionales que obligaban a los representantes del proletariado a realizar un gran esfuerzo para adentrarse en lo esencial, en lo fundamental de cada problema, con toda responsabilidad y solvencia, dejando de lado lo especulativo, las elucubraciones y la demagogia. Por vez primera, la clase obrera se enfrentaba a los grandes problemas nacionales, sintiéndose directamente responsable de ellos, de su solución, viéndose obligada a entregarse a lo constructivo, dentro del cuadro de las realidades que se vivían. Por vez primera, el Comité nacional de la U.G.T. mostraba su capacidad de interpretación de esas realidades y ponía a prueba la solvencia y seriedad de sus federaciones. No se trató «de lo divino y de lo humano», como sucedía en otros comicios obreristas cuyo rasgo fundamental era la charlatanería y la demagogia, no. Los ugetistas no habían sido educados en la escuela de la demagogia y la charlatanería. El Comité nacional se desarrollaba a base de comisiones de trabajo. Los simples títulos de los temas de cada ponencia, al par que concretos son lo suficientemente expresivos para dar una idea de la importancia

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de cada uno de ellos, y revelan, a un tiempo, su carácter y su- contenido. He aquí dichos títulos: 1) 2) 3)

4) 5) 6) 7) 8)

Unidad de acción con la C.N.T. y relaciones con los partidos políticos. La Unión General de Trabajadores y la participación en el gobierno. Nacionalización de la industria básica y adaptación de las fundamentales a la producción de guerra. Política de salarios y precios. Lucha contra la especulación. Esta ponencia se subdivide en: a) Industria; b) Control obrero; c) Comercio; d) Finanzas; e) Transportes; f) Salarios, precios y especulación. Los servicios urbanos. La intensificación de la producción agrícola y el movimiento cooperativo y de las colectividades en el campo. Plan de propaganda de la Unión General de Trabajadores en el extranjero. Relaciones con el Secretariado de Cataluña. Acuerdos diversos.

Por el temario, repetimos, se puede tener una idea de las preocupaciones que privaban en los hombres responsables de la U.G.T. La documentación de esta extraordinaria reunión del Comité nacional de la U.G.T., a finales de octubre de 1937, es muy extensa y figura en el volumen de Actas de su Comité nacional correspondiente a ese año. Nos limitaremos a dar a conocer las resoluciones más interesantes, a la vez que dejamos constancia de que —mientras el Comité nacional legal se dedicaba a ese trabajo de esclarecimiento y de orientación de cara a la clase obrera española y a todas las organizaciones del Frente Popular que integraban el gobierno— la Ejecutiva ilegal, con su grupito del Comité nacional, seguía empeñada en su campaña de división y de ataques al gobierno; se dedicaba a conciliábulos y a intrigas, apoyada por el Comité de la Agrupación Socialista madrileña, y utilizando pequeñas maniobras sindicales especulativas con el «al higuí» de la próxima celebración de un Congreso. El Comité nacional legal se trazó una línea política de profundidad y dimensión históricas que, con ligeras variantes, le sirvió de norma de conducta hasta el final de la guerra. He aquí, ahora, las principales resoluciones adoptadas, y en primer lugar la general, sobre el esfuerzo de guerra:

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AMARO DEL ROSAL LOS DICTÁMENES APROBADOS POR EL PLENO EXTRAORDINARIO DEL COMITÉ NACIONAL DE LA U.G.T. SON ESFUERZOS ENCAMINADOS HACIA LA VICTORIA

Cómo ayudar al gobierno del Frente Popular en las tareas de la guerra «El Comité nacional de la U.G.T. reconoce los grandes progresos conseguidos en la formación del ejército, en su organización, en su combatividad y perfeccionamiento técnico de sus máquinas/Entiende que es tarea fundamental de los sindicatos la de evitar que en la retaguardia se susciten cuestiones que puedan distraer la acción del gobierno de su misión especial, que es ganar la guerra con toda rapidez. Estima que las organizaciones obreras deben prestar su máxima ayuda al gobierno para conseguir un poderoso ejército, dotado de combatividad uniforme, capaz de aplastar a Franco y a los invasores extranjeros. Declara que apoya resueltamente al actual gobierno, por entender que expresa la opinión antifascista del país, como apoyaría a otro gobierno de Frente Popular, respondiendo a la conciencia que siempre caracterizó a nuestra organización sindical. »En su consecuencia, el Comité nacional acuerda: «PRIMERO. La U.G.T., a través de todas sus organizaciones, ayudará intensamente al gobierno, siguiendo las iniciativas de éste, a formar grandes reservas que permitan ampliar los efectivos del Ejército popular y asegurar a éste la continuidad en los avances y una política regular de relevos. Para ello, los sindicatos procurarán que todos los afiliados cumplan con entusiasmo las órdenes de movilización del gobierno; interesarán la instrucción militar y el aprendizaje de las armas entre los obreros; colaborarán en el desarrollo de la instrucción premilitar, evitando la desarticulación que en cada industria produce la ausencia de los trabajadores llamados a filas, para lo cual prepararán por anticipado la capacitación profesional de la mujer y de los hombres excluidos de la edad militar, y sobre todo procurarán mantener con firmeza una elevada moral de guerra. «SEGUNDO. La U.G.T. debe poner a disposición del gobierno todos los elementos que permitan el desarrollo de una intensa política de fortificaciones, construcción y reparación de caminos, carreteras y ferrocarriles, para atender a las necesidades del transporte militar y al abastecimiento de las poblaciones que, como Madrid, poseen escasas vías de comunicación, y preparación de refugios para la población civil. «TERCERO. Todas las federaciones y sindicatos de la U.G.T.

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cooperarán con el gobierno en la labor de constitución rápida de una potente industria de guerra. Las organizaciones deberán plantearse, como tarea urgente e imprescindible, la de crear entre los obreros un severísimo espíritu de vigilancia contra todo género de sabotajes, pasividad en el trabajo y de superación en el mismo, a fin de aumentar y mejorar la producción, sin olvidar que es indispensable el aprovechamiento de los residuos de materiales. «CUARTO. El Ejército popular ha de estar impregnado de un profundo espíritu antifascista. El Comisariado de Guerra, creado con este objeto, es la institución más útil para fomentar y mantener el espíritu del Frente Popular en nuestro ejército. En consecuencia, la U.G.T. prestará al gobierno la ayuda necesaria para conseguir que las funciones del Comisariado de Guerra sean cada día más eficaces dentro del ejército de la República. «QUINTO. El mando de nuestro ejército está formado por jefes salidos de nuestro pueblo y capacitados en la lucha misma, en la cual han prestado magníficos servicios, y por jefes procedentes del antiguo ejército que, fieles a la República, luchan con toda lealtad y entusiasmo por la causa del pueblo. La U.G.T. reconoce con satisfacción que la identificación necesaria para la eficacia del mando entre todos los jefes del Ejército popular es cada día más estrecha, y acuerda ayudar al gobierno con todas sus fuerzas en la obra de unificación y compenetración de los mandos militares de la República. «SEXTO. La U.G.T. se esforzará por infundir a todos los obreros el espíritu de abnegación y sacrificio que la hora actual exige de todos los trabajadores, con el fin de obtener de aquéllos que, sobre la base de la necesidad de ganar la guerra, no regateen esfuerzos en sus trabajos relacionados con las necesidades militares. El gobierno debería estudiar la creación de una distinción que señale ante los demás trabajadores a los que se superen en el cumplimiento de su deber. «SÉPTIMO. Será preocupación constante de las organizaciones de la U.G.T. asegurar un estrecho contacto entre los trabajadores del frente y de la retaguardia. Para ello, los sindicatos continuarán considerando como afiliados a los suyos que hayan sido incorporados al ejército, y mantendrán con ellos las relaciones sindicales necesarias, preocupándose de sus necesidades y de las de sus familiares, sin que esto signifique la menor intromisión en las funciones que son atributivas de los mandos militares. «OCTAVO. La U.G.T. ve con simpatía la obra de cultura en su expresión de lucha contra el analfabetismo, que se realiza con sacri-

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fkios elevados al heroísmo en las trincheras batidas por el fuego enemigo. «Finalmente, la U.G.T. debe tener como preocupación permanente en todas sus actividades, y principalmente en las relacionadas con su ayuda al gobierno en las tareas de la guerra, la de mantener y robustecer los lazos de confraternidad entre los componentes del ejército bajo la bandera del Frente Popular. Esta obra de compenetración de las masas con nuestro ejército ha de estar presidida por este pensamiento: ganar juntos la guerra para disfrutar juntos la victoria.» Estas son las resoluciones sobre las siete ponencias presentadas al Pleno del Comité nacional.

«PROBLEMAS DE LA PRODUCCIÓN Y DEL CONTROL OBRERO

^Nacionalización de las industrias básicas y adaptación de las fundamentales a la producción de guerra. Política de salarios y precios. Lucha contra la especulación «INDUSTRIA

«En la organización futura de la economía nacional es forzoso que intervengan de manera activa los elementos técnicos, en colaboración responsable y directa con los sindicatos de trabajadores. Sin esta inteligencia será imposible la debida coordinación de las industrias básicas de guerra y de aquellas otras que se pudieran considerar como auxiliares o de intendencia. «Se precisa montar una organización económico-industrial inteligente que, bajo la égida del Estado, asesorado permanentemente por las federaciones nacionales de industria, vaya a la formación del órgano aglutinante normalizador de estos elementos determinantes para la producción, orientación y administración de los productos manufacturados, transformación de materias e importación de todas clases. «Propugnamos la formación inmediata de Consejos nacionales de las industrias, nervios del Estado. Tendrán por misión regular los precios, salarios y utilidades, importación y exportación de productos y materias, evitando eficazmente las especulaciones ilegales de particulares y organizaciones de cualquier clase. Estos Consejos nacionales de indust »Por lo anteriormente expuesto, la ponencia, en orden a los pro-

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blemas industriales, propone que con toda urgencia se proceda a la nacionalización de las industrias básicas. »Que se adapten a la producción de guerra aquellas industrias que sus características lo permitan y lo aconsejen las circunstancias. «Centralización de la molturación del trigo, azúcar, arroz, etc., en las fábricas de mayor capacidad molturadora, y la construcción de nuevas, apoyándose en el ritmo progresivo de las industrias constructoras de maquinaria. »E1 gobierno es quien debe determinar si las empresas pertenecientes a personas o entidades extranjeras deben ser nacionalizadas o indemnizadas. Si han de explotarse bajo la dirección privada, deben estar subordinadas totalmente a las leyes de la República. »La U.G.T. considera que al nacionalizarse las industrias, éstas deberán ser dirigidas por técnicos de las mismas, nombrados por el Ministerio correspondiente; pero al mismo tiempo desea que la opinión de los obreros se tenga en cuenta al designar estos cargos. »Que el gobierno centralice las industrias nacionalizadas y se coordine el desarrollo de las mismas. «Además de las medidas del gobierno que en orden a la preparación profesional tiene establecidas y establezca, los sindicatos deben ayudar a la elevación del nivel cultural y técnico-profesional de sus afiliados, mediante la organización de cursos especiales para ellos. »La ponencia propone al Comité nacional la conveniencia de que las federaciones nacionales afectadas por los problemas siderometalúrgicos, químicos y de transporte marítimo y por carretera vayan urgentemente a la celebración de congresos nacionales, con el fin de analizar y estudiar las consignas de la Unión y contribuir eficazmente, con una intensa colaboración, a que cuanto antes su realización sea una realidad. «CONTROL OBRERO

«Consigna tradicional de la U.G.T. el propugnar el establecimiento de una ley de control obrero, la ponencia ratifica estos deseos, estimando que debe tenderse a que por el gobierno se dicte urgentemente una ley fundamental de control obrero que determine concretamente la misión y personalidad de éstos en la colaboración que están obligados a prestar en el desarrollo de la economía. »La ley de control obrero, entre otros problemas, atenderá: »a) Controlar la producción y vigilar su rendimiento. y>b) Intervención en la administración y beneficios. »c) Defender y hacer respetar la legislación social.

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»Las representaciones obreras en los organismos de control serán designadas democráticamente por sufragio directo entre todos los trabajadores de la profesión. «COMERCIO

«Teniendo en cuenta el atraso con que se desenvuelve nuestro comercio interior de ventas al por mayor y al detalle, respetar la libertad y forma de propiedad, estableciendo el control en aquellos establecimientos que tengan desde cinco trabajadores en adelante. Los contratos o compromisos existentes en la actualidad establecidos entre obreros y patronos de común acuerdo, serán legalizados, dándoles situación de derecho siempre que a ellos no se oponga la legislación vigente. «Que el Estado anime y apoye la constitución de fuertes cooperativas de consumo al por menor, estableciendo cooperativas de producción y creando grandes centrales de venta al por menor, bajo el control del Estado y centrales de exportación. »Que por el gobierno se establezca un plan de importación de aquellos productos indispensables que constituyen la base de la alimentación de los trabajadores, con el objeto de asegurar a éstos la ración necesaria para su familia, a precio conveniente en relación con los tipos de salarios existentes. «Control riguroso del comercio exterior. «Intervenir la producción y regular el consumo interior de todos aquellos productos que sirvan de base de nuestra política de exportaciones. «Que en las Cámaras de Comercio e Industria tengan representación directa los sindicatos profesionales. «Establecimiento de una nueva política tributaria, lo más unificada posible, que tenga un contenido revolucionario. «Nacionalización del seguro y reaseguro. «Que a la mayor brevedad funcione el Banco de Crédito Agrícola. «Que el gobierno tienda a una centralización bancaria para preparar la nacionalización de la Banca. »No será suficiente, a nuestro juicio, para realizar una labor normalizadora de la economía industrial del país, el crear consejos reguladores de industria, el control obrero, etc. Ellos pueden ser la base cierta de especulaciones más profundas. »En estimación de la ponencia, se complementaría su virtual eficacia si a la vez se constituyese un Consejo de economía donde todos los consejos industriales estuvieran representados, y con ellos las fuer-

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zas financieras, comerciales y administrativas más importantes del Estado. »Las facultades de este organismo no han de ser fijadas por la ponencia, por considerarlo función privativa del gobierno. En el proyecto se condensan los anhelos más caros del proletariado. Una política económica e industrial, con responsabilidad en la dirección de los organismos nacionales obreros en estrecha colaboración con las fuerzas vitales del Estado, nos acercaría mucho y rápidamente a las fuerzas económicas que las grandes masas de trabajadores encuadradas en la U.G.T. desean implantar en España. »Por todo lo expuesto: »E1 Comité nacional se manifiesta por la urgente puesta en marcha de un Consejo superior de Economía. «TRANSPORTES

«Nacionalización de los ferrocarriles y adaptación de aquellos servicios que se estimen necesarios para los fines de la guerra. «Militarización del transporte por carretera. «En tanto el gobierno llega a soluciones fundamentales en orden al problema del Transporte, la Unión colaborará, en la medida que lo permitan sus fuerzas e influencias en las industrias, en una política de coordinación del transporte, lo mismo marítimo que terrestre. «De acuerdo con el apartado anterior, la Comisión ejecutiva propone al Comité nacional la constitución de una ponencia que elabore un proyecto de coordinación del transporte, integrada por el Sindicato Nacional Ferroviario, la Federación de Transportes Marítimos y la del Transporte Mecánico. «La U.G.T., preocupada en todas las necesidades de la producción y de la guerra, considera que para el mejor aprovechamiento de la flota civil que permita al Ministerio de Defensa Nacional utilizarla en las necesidades de la guerra, ésta (aquélla) debiera depender de dicho Ministerio. «SALARIOS, PRECIOS Y ESPECULACIÓN

«El Comité Nacional propone que, ante la situación creada por los trabajadores en sus condiciones de vida y la escasez de subsistencias, se establezca un salario mínimo en relación con el coste de la vida y, teniendo en cuenta las categorías profesionales y de rendimiento de cada uno, se estime conveniente la constitución de una

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Comisión nacional de tarifas, precios y salarios, como medio más eficaz para luchar contra la especulación e impulsar la producción. y>En las industrias consideradas de guerra se animará el principio de: a más y mejor producción, mayor retribución, como plus o como premio, sin distinción de sexo ni edad.

«INTENSIFICACIÓN DE LA PRODUCCIÓN AGRÍCOLA Y MOVIMIENTO COOPERATIVO Y DE LAS COLECTIVIDADES EN EL CAMPO

»La U.G.T. se pronuncia por la nacionalización e industrialización de la tierra, entregándose su usufructo inenajenable a las colectividades agrícolas, las cuales podrán cultivarlas colectiva o individualmente, no excediendo la parcela de terreno de cultivo individual del que pueda realizar cada uno con su familia, teniendo en cuenta las modalidades de las regiones autónomas, siempre que se amolde al mismo lo legislado en el resto del país. Aparte de esta aspiración fundamenral, reconocemos que de momento hay que respetar al pequeño proletario que personalmente cultiva la tierra. »La U.G.T. defenderá todas las conquistas alcanzadas por el campesino : »A) Intensificación de la producción agrícola. »1.° Reglamentación del cultivo de la tierra con el fin de que la explotación individual no entorpezca la colectiva. »2.° Unidad de los trabajadores del campo en cada localidad, y para ello propugnamos la existencia de una sola cooperativa agrícola que funcione de acuerdo con el decreto del 27 de agosto de 1937. »3.° Con vistas a las necesidades de la guerra, interesa movilizar la opinión campesina y popular del país en el sentido de que no quede ni un palmo de terreno aprovechable sin que sea cultivado debidamente. »4.° Valorizar los productos agrícolas para que los campesinos obtengan precios remuneradores de sus productos. »5° Mejorar el nivel de vida de los trabajadores agrícolas sobre la base del mantenimiento de las tasas, para lo cual el gobierno debe establecer la de los productos industriales. »6.° El Estado facilitará a las Cooperativas agrícolas la adquisición de maquinaria, abonos, semillas, etc., para su distribución equitativa y aprovechamiento de los elementos de cultivo. »7.° Se fomentará la creación de granjas experimentales (escue-

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las agrícolas), tendiendo a crear una al menos en cada comarca, de la cual salgan técnicos, mecánicos, organizadores de colectividades y administradores cooperativos. »8.° Intensificación del trabajo de los camaradas agrícolas para que la tierra rinda la mayor cantidad de productos, pudiéndose establecer dentro de las colectividades o cooperativas los trabajos por tarea, al objeto de estimular la producción, garantizándose un jornal mínimo revisable trimestralmente para acordar los aumentos o rebajas pertinentes. »9-° Funcionamiento de la Banca Nacional de Crédito Agrícola, que facilite la aplicación de créditos para satisfacer todas las necesidades de los campesinos, concediendo préstamos a individuos y colectividades con la garantía del valor trabajado y las cosechas. »10.° Explotación de las zonas forestales y su fomento mediante repoblación, al objeto de obtener maderas, leñas, carbón y productos resinosos, bajo la dirección técnica de organismos estatales. 11.° Fomentar entre el campesinado la necesidad de dedicarse a la cría de ganado, dotando a todas las granjas experimentales de aquellas razas de ganado especiales, seleccionadas, de la mejor aclimatación al país, para que sus crías sean repartidas a las colectividades o agricultores que se dediquen a la ganadería, estableciendo el Estado premios y protección especial a aquellas colectividades o campesinos que se distingan en su trabajo para intensificar y mejorar la ganadería y la avicultura. »12.° El Ministerio de Agricultura debería aprovechar los actuales servicios del Ministerio o crear otros, al objeto de que pueda hacer cumplir mejor las disposiciones del gobierno y adiestrar a los obreros en la práctica de la emulación y planificación del trabajo, al objeto de que siembren los productos más necesarios. »B) Movimiento cooperativo de las colectividades del campo. El Comité nacional de la Unión General de Trabajadores reconoce los avances que en materia legislativa agraria ha hecho el gobierno del Frente Popular. »2.° El Comité nacional estima que procede ir inmediatamente a la legalización de las colectividades del campo, acogiéndose al decreto de Cooperativas agrícolas del gobierno de la República, con tendencia a la constitución de una sola en cada localidad y con la totalidad de las finalidades que señala el artículo 7° del referido decreto; o sea, que abarque las secciones de cooperación para el abastecimiento o consumo de los asociados, cooperación para el trabajo y cooperación

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para la venta de productos agrícolas, pecuarios o forestales; transformación de materias, como son fábricas de harinas, aceites, bodegas, etc., etc., con facilidades de que se pueda pertenecer a la totalidad de las secciones o a parte de ellas, al objeto de que queden a cubierto todas las necesidades del campesino, individualistas o colectivistas. »3-° Fomentar asimismo el agrupamiento de esas cooperativas en federaciones provinciales o regionales que se incorporen al movimiento cooperativo nacional e internacional. »4.° Mientras dure la guerra, los campesinos venderán exclusivamente sus cosechas al Estado, a través de sus organismos cooperativos. »5.° La Comisión nacional de Abastecimiento monopolizará, de acuerdo con las cooperativas agrícolas, el comercio mayorista interior y exterior. »PLAN DE PROPAGANDA DE LA U.G.T. EN EL EXTRANJERO

»Ha jugado y juega un papel importante en nuestra guerra la acción de las organizaciones obreras internacionales. Por varias razones, la ayuda internacional del proletariado y de las democracias a nuestra causa no ha sido siempre, en su conjunto, tan intensa y eficaz como fuera de desear y como podía esperarse de organizaciones poderosas que engloben a decenas de millones de trabajadores. Por ello, y considerando que en buena parte esto ha sido debido a la falta de una información constante hecha por organismos responsables autorizados, la Unión General decide autorizar a la Comisión ejecutiva para que, con la mayor rapidez y en los países que considere conveniente, designe a camaradas que en su representación lleven la voz del proletariado español a los trabajadores y demócratas del mundo entero. »A esta labor prestarán su apoyo las federaciones nacionales de industria, las cuales mantendrán estrecho contacto con sus Internacionales respectivas. »La Unión General procurará que se realice en el terreno internacional la unidad de acción, no solamente entre los partidos y organizaciones del proletariado, sin exclusiones de ningún género, sino también de las organizaciones de carácter liberal y democrático, en ayuda a España republicana.

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H I S T O R I A DE LA U.G.T. «MUNICIPALIZACIÓN DE LOS S E R V I C I O S URBANOS

»E1 Comité nacional de la U.G.T. estima que no es ésta la ocasión de estudiar en detalle el problema de la municipalización de los servicios urbanos, teniendo en cuenta que dichos servicios, a pesar de su indudable importancia, no la tienen fundamental para ganar la guerra. En consecuencia, encarga a la Comisión ejecutiva el estudio de este problema y la preparación de un proyecto sobre el mismo, a la vez que reconoce la necesidad de que se lleve a cabo una ordenación y reorganización de los servicios municipales que haga desaparecer la confusión existente, en parte, en la actualidad, a consecuencia de la situación. »En relación con la vida de los municipios, el Comité nacional considera que es indispensable la colaboración directa de las organizaciones sindicales en los ayuntamientos respectivos. «UNIDAD DE ACCIÓN CON LA CONFEDERACIÓN NACIONAL DEL TRABAJO, Y RELACIONES

CON LOS PARTIDOS

POLÍTICOS

»E1 Comité nacional de la Unión General de Trabajadores de España declara que la unidad de esfuerzos de las centrales sindicales es necesaria para ganar la guerra y para continuar, unidas, la obra constructiva que al proletariado planteará la victoria. «Por ello, el Comité nacional, siguiendo la línea trazada por los acuerdos de los Plenos de mayo y 1." de octubre, acuerda aceptar el pacto suscrito por la anterior Comisión ejecutiva con el Comité nacional de la C.N.T., a pesar de su insuficiencia y de no haber sido sometido a la aprobación del Comité nacional. »E1 Comité nacional encomienda a su Comisión ejecutiva que elabore unas bases programáticas y de unidad de acción sobre los problemas fundamentales motivo de nuestro orden del día, las cuales deberá someter a examen del Comité nacional de la C.N.T., con vistas a la concreción de un pacto más amplio con dichos camaradas. »En todo momento, la Comisión ejecutiva velará porque los órganos periodísticos o sobre los que tenga influencia la Unión General procuren evitar polémicas que, sobre ser innecesarias, son perjudiciales para la defensa de la causa común, como asimismo dará instrucciones a todos los representantes en los actos públicos y en las reuniones sindicales para que sus intervenciones respondan siempre a estos propósitos de unidad. 1

1. Pacto llamado de ano agresión», del mes de julio de 1 9 3 7 , firmado por Largo Caballero.

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»EI Comité nacional espera que los compañeros de la Confederación Nacional del Trabajo, dándose cuenta de la utilidad de esta orientación, adopten acuerdos en consonancia con el espíritu que guía a la U.G.T. »En lo que se refiere a las relaciones con el P.S.O.E. y el P.C. de España, el Comité nacional ratifica los acuerdos tomados en el Pleno de mayo por unanimidad. »E1 Comité nacional ve con satisfacción los propósitos de unificación de los partidos marxistas y el trabajo común de éstos en el Comité de enlace. «RELACIONES CON EL SECRETARIADO DE CATALUÑA

»No quedaron en el Congreso celebrado por la U.G.T. en 1932 bien delimitadas las facultades que el Secretariado de Cataluña había de tener. «Por ello, y por motivos de índole diversa que nunca debieron tenerse en cuenta a la hora de incorporar a la U.G.T. a los centenares de miles de trabajadores que están adscritos en la actualidad, en Cataluña, a la orientación de la Unión General de Trabajadores, las relaciones entre el Secretariado y la anterior Comisión ejecutiva de la Unión no han sido todo lo cordiales ni eficaces que debieran. »A la vista de ello, el Comité nacional expresa su más vivo deseo de que las relaciones con el Secretariado de Cataluña, organización de la Unión General de Trabajadores de Cataluña, tengan las características de comprensión mutua necesarias para que el movimiento de la Unión General se desarrolle sin trabas por parte de la Comisión ejecutiva. »En este sentido, y aplicando los Estatutos de la Unión General de Cataluña con el carácter de mayor amplitud posible, la Comisión ejecutiva enfocará en lo sucesivo sus relaciones, en cuanto a organización y orientación de los sindicatos se refiera, por el Secretariado de Cataluña. »A la Comisión ejecutiva se le encomienda el examen del proyecto de Estatutos que por el Secretariado de Cataluña se presenta para, de acuerdo con los camaradas de dicho Secretariado, hacer las modificaciones que se estimen precisas antes del Congreso que ha de celebrarse en Cataluña. »E1 Comité nacional acuerda que una representación de la Comisión ejecutiva asista al próximo Congreso de la organización de la Unión General de Trabajadores en Cataluña, y recomienda a todas las federaciones nacionales el envío de representantes que, a la vez

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que sigan con atención los debates de dicho Congreso, sean la expresión pública del cariño con que la Unión General de Trabajadores de España contempla el desarrollo de su organización en Cataluña y como homenaje de reconocimiento a los militantes abnegados y heroicos forjadores de dicho movimiento.

»LA UNIÓN GENERAL DE TRABAJADORES Y LA PARTICIPACIÓN EN EL GOBIERNO

«Considera el Comité nacional de la Unión General de Trabajadores de España que es misión fundamental de los partidos políticos la gobernación del país. «Tienen éstos un programa y una estructura adecuada para ello, y estima, por tanto, que no corresponde a las organizaciones sindicales, constituidas con fin distinto, la formación o participación en el gobierno. «La Unión General, que se ha sentido siempre representada en lo político por el P.S.O.E., ratifica esta línea trazada por acuerdo del Congreso, haciendo constar que se siente representada en el gobierno de la República por los Partidos Socialista y Comunista. «En los gobiernos autónomos, los organismos de la U.G.T. de la región, de acuerdo con el espíritu político de esta resolución, fijarán criterio, en cada caso concreto, en atención a las circunstancias políticas. «Sin embargo, si por razones de necesidad o conveniencia fuese requerida la U.G-T. para colaborar en el gobierno, la Comisión ejecutiva queda facultada para, de acuerdo con nuestro pensamiento en relación con la misión de los partidos, resolver lo que proceda, en el supuesto de que necesidades de urgencia no permitan reunir al Comité nacional para que éste sea quien examine el requerimiento y decida. «Si la organización regional de la Unión General de Trabajadores fuese requerida para participar en la tarea del gobierno autónomo, los Secretariados, de acuerdo con las directrices fundamentales de la U.G.T., determinarían en cada caso la posición que corresponde adoptar en la mejor defensa de los intereses de la clase trabajadora y de la Unión. «Octubre de 1937.» El Pleno del Comité nacional dejó establecida con toda claridad la posición de la U.G.T. ante el gobierno, así como las relaciones con los

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partidos y la C.N.T. y toda una orientación económica de carácter general que serviría de norma de conducta a las organizaciones ugetistas. De ese programa está ausente la demagogia. Está inspirado en el deseo de contribuir eficazmente a la lucha por la defensa de la República y en el más vehemente deseo de mantener la política de disciplina económica en que descansarían las bases de la victoria.

134 EL GOBIERNO SE TRASLADA DE VALENCIA A BARCELONA (31 de octubre de 1937)

El último día de octubre de 1937 se produce un hecho político de suma trascendencia: el gobierno del doctor Negrín decide trasladarse de Valencia a Barcelona. Había permanecido en la ciudad del Turia medio año. El paso del orden público en Cataluña bajo el control del poder central, permitiría que los organismos nacionales del Estado se instalaran en la ciudad condal, haciendo compatible su actividad con la del gobierno autónomo. Lo que desgraciadamente no siempre fue posible; representó no pocos problemas y situaciones conflictivas. En Cataluña se concentraban las industrias más importantes con que en aquellos momentos contaba el territorio de la República, y se disponía de una parte de la frontera pirenaica que le permitía seguir unida a Francia y a Europa. El puerto de Barcelona, por otra parte, era fundamental, vital para la resistencia. Aunque encontró algunas oposiciones, la decisión de que el gobierno de la República se instalara en Barcelona estaba plenamente justificada. La Comisión ejecutiva legal de la U.G.T., de acuerdo con el Comité nacional y siguiendo una recomendación, tomó el acuerdo de seguir al gobierno, así como las federaciones nacionales, que continuarían manteniendo delegaciones en Valencia y Madrid. La Ejecutiva deja su domicilio valenciano de la calle de la Paz, 44, y se instala en Vía Durruti, 15, de Barcelona. En esta ciudad había nacido la U.G.T., en el mes de agosto de 1888, y a ella volvía en octubre de 1937, casi medio siglo más tarde, en circunstancias dramáticas para el pueblo español y para su clase obrera. En Barcelona quedaría sumergida en 1939- ¿Hasta cuándo? El tiempo se encargará de responder a este interrogante. La vieja U.G.T. no resurgirá más como lo que fue en el pasado, pero una nueva U.G.T., enraizada en la vieja, concatenada a su historia, dándole continuidad en el cuadro de nuevas realidades políticas, sociales y económicas, recogiendo las ricas expe14

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riencias del pretérito, sin duda sí. Sus raíces serán vivificadas por las nuevas generaciones del movimiento obrero. Sus raíces eran y seguirán siendo el socialismo. Cuando el gobierno se desplaza de Valencia a Barcelona, en los frentes se habían registrado serias derrotas. La pérdida de Bilbao y los acontecimientos desarrollados en torno a ella representaron un duro golpe para la República. Fueron muchos los que consideraron que el gobierno autónomo de Euskadi no había estado a la altura de las circunstancias; que el País Vasco pudo haber sido defendido; que, por lo menos, pudo haber ofrecido una seria resistencia, aprovechando sus condiciones geográficas y el potencial industrial con que contaba. No fue así, quedando abierto el camino para una ofensiva de los «nacionales» que fue liquidando la resistencia de todo el Norte. El gobierno vasco, como más tarde el Consejo soberano de Asturias y León, ofrecen una experiencia que, si no se inserta totalmente en el marco del cantonalismo que liquidó a la primera República (no eran las mismas las condiciones ni la situación histórica), sí presentan algunos elementos —negativos, por sus consecuencias— que guardan con él cierta semejanza. Mas no es nuestro objeto entrar en este problema. Tanto en el gobierno del País Vasco como en el Consejo soberano de Asturias figuraban representaciones obreras, pero su actuación escapó al control de los organismos nacionales. En cuanto a los problemas de la retaguardia, lo mismo los económicos que los del orden público, habían registrado —de mayo a octubre, cuando el gobierno se traslada a Barcelona— serios avances positivos en la zona republicana. En Aragón se había restablecido el orden y la autoridad republicana, imponiendo el respeto a la ley y a las disposiciones del gobierno y liquidando la acción de los famosos «incontrolados» no sólo en Aragón, sino en todas partes. En el orden económico se impusieron normas de derecho y de disciplina, frente a una política irresponsable y de caos determinado por ciertas organizaciones. Se canalizaron y controlaron las exportaciones. Los ritmos de producción fueron elevados, aunque sin alcanzar los ritmos óptimos que podían lograrse. En el orden internacional, la situación era cada vez más difícil por la acción y conducta de los gobiernos de las llamadas democracias. No obstante, el gobierno Negrín fue el gobierno de mayor autoridad y prestigio internacional con que contó la República a partir de la sublevación. La unidad, jerarquía y disciplina en el ejército empezaban a consolidarse y a dar sus frutos. El problema más perturbador con que tuvo que enfrentarse el gobierno Negrín —es lamentable tener que reconocerlo, pero fue una realidad— se lo creaba la actitud de hostilidad, de oposición sectaria e intransigente del grupo Caballero-Araquistain-Baraibar y otros, apoyados en el grupito de ejecutivos de la U.G.T. de la Federación Socialista de

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Levante y del comité de la Agrupación Socialista madrileña, en coincidencia con la acción de la C.N.T. y la F.A.I. Esa labor fue demoledora. El gobierno, al instalarse en Barcelona, cuenta con el apoyo de las organizaciones del Frente Popular y la muy decisiva de la nueva Comisión ejecutiva de la U.G.T., del Partido Socialista, del Partido Comunista, del Partido Socialista Unificado de Cataluña y de una Unión General de Trabajadores de Cataluña que se había transformado en una poderosa organización sindical, que puede decirse que controlaba a la mayoría del proletariado catalán. Las relaciones entre el gobierno de la Generalidad y el central se mantuvieron en una situación de deterioro casi permanente. La personalidad de Luis Companys fue motivo de situaciones conflictivas constantes hasta el final de la guerra. En tres ministerios se registraron las más interesantes y negativas experiencias: Gobernación (orden públic o ) ; Hacienda (economía) y Defensa nacional (problemas de guerra). Y es que al problema de la guerra tenía que haberse subordinado todo no sólo en palabras, sino en hechos.

135 LA EJECUTIVA ILEGAL CELEBRA UNA REUNIÓN DE «COMITÉ NACIONAL» Y PRETENDE CONVOCAR UN CONGRESO (8 de noviembre de 1937)

A la semana de salir el gobierno de Valencia para Barcelona, lo que representaba un acontecimiento nacional de gran trascendencia carecía de importancia para la Comisión ejecutiva ilegal de la U.G.T. Esta, con la mayor indiferencia hacia los problemas nacionales, celebraba un simulacro de Comité nacional dedicado al examen de asuntos baladíes, exclusivamente inspirados en sus preocupaciones maniobreras. A esa reunión, celebrada en Valencia el 8 de noviembre, asisten, por la «Ejecutiva»: José Díaz Alor, Francisco Largo Caballero, Pascual Tomás, Mariano Muñoz y Carlos Hernández. Ricardo Zabalza no asiste. Acuden también a la reunión siete representantes de las ejecutivas de siete federaciones: Wenceslao Carrillo, de Metalúrgicos; Riesgo, de Oficinas; Sánchez, de la Tierra; Morales, de Químicos; Sinio, de la Posta Rural; Otero, de Hostelería, y Martínez, de Transportes.'En total, 12 de los 46 organismos nacionales que, con el Secretariado de Cataluña, integraban el conjunto de la Unión General de Trabajadores de España. Se discute si la Ejecutiva debe trasladarse o no a Barcelona, y se acuerda que continúe en Valencia, y que se organice un local en aquella capital con el fin de instalar en él una delegación de las federaciones, con un representante de la Comisión ejecutiva. El delegado de Oficinas, Riesgo, propone que se cubran las vacantes de la Ejecutiva; Caballero propone que se deje pendiente ese problema para que sea el Congreso el que designe a las personas que han de formar la Ejecutiva. A «su» Comité nacional resultaría difícil cubrir las vacantes existentes, pues carecía de suficientes federaciones para ello. De hacerlo, todos los reunidos menos uno serían «ejecutivos». Caballero comprendía que eso no podía ser. Los reunidos examinan la propuesta que algunos elementos de Cataluña

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le hacían de que el periódico La Noche pasara a ser portavoz de la U.G.T. Al mismo tiempo, la Ejecutiva informaba de la posibilidad de que se resolviera en sentido favorable el pleito del diario Claridad, de Madrid, que sería órgano de la U.G.T. Los ejecutivos «solicitan autorización a su Comité nacional para invertir los medios necesarios que aseguraran el sostenimiento de uno o varios redactores de periódicos en Barcelona, en Valencia o en aquella población donde haga falta trabajen en periódicos portavoces de la U.G.T., a fin de darles a éstos la tónica que la Unión General de Trabajadores estime necesario señalar....». El delegado de Oficinas, Riesgo, «propone que se faculte a la Comisión ejecutiva para adquirir o sostener todos aquellos periódicos que considere imprescindibles para contrarrestar la campaña que contra la U.G.T. se está realizando». "Wenceslao Carrillo «propone que se acuerde unánimemente autorizar a la Comisión ejecutiva para que por todos los medios, y absolutamente por todos los medios que ella considere indispensables, defienda a la U.G.T., contra los que han provocado la actual escisión en el seno de la misma...». El representante de Oficinas, Riesgo, propone que un delegado del Comité nacional y otro de la Comisión ejecutiva se desplacen a París para exponer ante los representantes de la Internacional la situación interna de la U.G.T., «a fin de que intervengan en su solución». Sobre esta última proposición, «Caballero y Carrillo le hacen las observaciones pertinentes, afirmando el primero que, después del cambio de impresiones que ha tenido con Schevenels, está convencido de que estos compañeros [la Internacional] no intervendrán, para nada, en el problema de España y esperarán a que se resuelva por sí solo, sin que ellos actúen ni directa ni indirectamente ( . . . ) . El compañero Carrillo añade que, en reciente conferencia que ha tenido con Schevenels, ha sabido que Peña había enviado como representante suyo a Ogier Preteceille, el cual preguntó las cotizaciones que se adeudaban por la U.G.T. a la Internacional porque están dispuestos a abonarlas...». Y termina: «No habiendo más asuntos de que tratar, se levantó la sesión, de todo lo cual, como secretario certifico. (F. Largo Caballero)». 1

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He ahí uno de los últimos comités nacionales de la Ejecutiva ilegal. No existe documentación de ningún otro posterior. Los comentarios que se deducen de esa reunión del llamado Comité nacional no pueden ser más negativos. Revelan sus intenciones de proseguir la campaña contra el gobierno y contra la unidad. El propósito de hacerse con los periódicos La Noche, de Barcelona, y Claridad, de Madrid, es un plan de factura Araquistain-Baraibar. Necesitaban órganos en los que pudieran desarrollar su campaña oposicionista y perturbadora. 1.

Tomado del Acta de esa reunión.

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Rechazaban su instalación en Barcelona para seguir apoyándose en los núcleos que les seguían en la región levantina y en Madrid. En Barcelona no tenían más apoyo que ciertos elementos de la C.N.T.-F.A.I. y del P.O.U.M. Carecían de base, de organizaciones. En Valencia, contaban con su castillo roquero, en Luis Vives, 7. En cuanto a las relaciones internacionales, quedaba evidenciado que Caballero y Carrillo habían realizado trabajos para obtener el apoyo de la F.S.I. y que contaban con la posición de Schevenels. Las declaraciones de Caballero complementan el documento del capítulo 132 relacionado con la gestión que José Rodríguez Vega, secretario general de la Ejecutiva legal, acompañado de Ogier Preteceille, funcionario de la U.G.T., realizan cerca de la F.S.I. Todo quedó aclarado. La posición de Schevenels estaba determinada por la de Caballero o viceversa. En la reunión del «Comité nacional» que venimos comentando no se examinó un solo problema de interés para la clase obrera, no aparece la menor preocupación por los agobiantes problemas que la guerra planteaba. Saliendo al paso de las maniobras del grupo escisionista, la Ejecutiva redactó y envió a todas sus secciones el siguiente documento:

A LAS SECCIONES

«La Comisión ejecutiva de la Unión General de Trabajadores de España señala a la clase obrera del país adscrita a nuestra gloriosa central sindical el proceder escisionista de la anterior Comisión ejecutiva que, en rebeldía contra los acuerdos del Comité nacional, se dedica a fomentar la escisión de los sindicatos, para mantener una ficción de organización. Así, en Ciudad Libre se crea, al margen de la F.E.T.E., un sindicato por una veintena de individuos, y en algunas poblaciones de Valencia se hace lo mismo con secciones del Vestido y Tocador, realizando en todas partes una labor análoga. »En reciente reunión de dichos elementos, acompañados por siete secretarios de federaciones, de las cuarenta y dos que pertenecen a la Unión General, adoptando él título de Comité nacional, han acordado, coincidiendo con la suspensión de actos públicos, convocar un Congreso. La Comisión ejecutiva de la U.G.T., después de señalar que el pretendido Comité nacional —al cual fueron convocadas solamente nueve federaciones—. se celebró ante el simple requerimiento de una sección de Valencia —en tanto que antes no quiso celebrarse, a pesar de reclamarlo las tres cuartas partes del Comité nacional y ser obligación estatutaria el convocarlo—, advierte que tal convocatoria carece de autoridad, por no haber sido hecha por los organismos

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legítimos de la Unión General, no debiendo prestarse, por tanto, las secciones a tal parodia de congreso que constituye, después de la tenaz y antidemocrática resistencia opuesta por la anterior Comisión ejecutiva al cumplimiento de los acuerdos del Comité nacional, una burla al proletariado. »Se trata de hacer creer que las siete federaciones cuyos dirigentes están junto al compañero Largo Caballero en su labor de división serían la mayor de un congreso. Si esto fuera así, se hubieran facilitado los datos que demostraran tal aserto, que es falso en absoluto. El número de cotizantes y de votos que en un congreso tendría el grupo que ampara a la anterior Comisión ejecutiva sería, atendiendo a las adhesiones recibidas, que constituyen un verdadero plebiscito que hace innecesarias más consultas, todavía menor que el que, proporcionalmente, parecen tener las federaciones disidentes; ya que hay que tener en cuenta que los principales sindicatos de dichas federaciones se han pronunciado por la legítima Comisión ejecutiva. »No estimamos que es conveniente, por todo ello, la celebración de un Congreso —para elegir la anterior Comisión ejecutiva tampoco lo fue— en el cual no se examinaría ninguno de los problemas que la guerra ha planteado a los trabajadores, y que sólo serviría para distraer su atención de ésta, únicamente por el capricho que algunos camaradas tienen de disputar. Si alguien tiene que comprobar el estado de ánimo de las masas son los dirigentes de algunas federaciones —Transporte, Metalúrgicos, Hostelería, etc.— que, de espaldas a los Estatutos y a la voluntad de sus afiliados, apoyan una política de escisión. No somos, en absoluto, hostiles a la celebración de congresos que sirvan para examinar, los militantes, los medios más eficaces de ayudar al gobierno a ganar la guerra, mediante la organización eficaz del trabajo de la retaguardia, y, en este sentido, nuestro reciente Comité nacional acordó considerar la conveniencia de que Transportes y Metalúrgicos reunieran a sus congresos respectivos, en los cuales no se disputará, realizándose, por el contrario, obra eficaz. »La Comisión ejecutiva subraya también lo sorprendente que es que se convoque a un congreso de la U.G.T. y no se convoque por las federaciones disidentes a sus Congresos, para examinar el orden del día; a pesar de que la estructura de la Unión General es a base de federaciones de industria. »Por todo ello, reitera la Comisión ejecutiva su acuerdo de no reconocer como legal ni conveniente la convocatoria para la celebración de un congreso extraordinario hecha por el grupo de ex ejecutivos de la Unión General de Trabajadores que el Comité nacional, en uso de sus facultades, ha destituido.

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»Por la Comisión ejecutiva José R. Vega, secretario general «Barcelona, 19 de noviembre de 1937.» Así pues, la Ejecutiva y el Comité nacional legales seguían desarrollando su vida orgánica normal en Barcelona. Para ello contaban con los diarios Claridad, de Madrid, y Las Noticias, de Barcelona, órgano este último de la U.G.T. de Cataluña. El ministro de la Gobernación, Julián Zugazagoitia, a la salida del Consejo de ministros celebrado el 28 de noviembre, declaraba «que el gobierno, después de los correspondientes asesoramientos e informes, había reconocido la legalidad de la nueva Comisión ejecutiva [de la U.G-T.], designada por el Comité nacional y presidida por Ramón González Peña». Con esta nota el ministro de la Gobernación contestaba al escrito que se le enviara el 1.° de octubre. A partir de ese momento, la legalidad de la nueva Comisión ejecutiva era indiscutible, y en esa situación terminará el año 1937. 1

1. Entre las ilustraciones del presente volumen, el lector podrá encontrar la reproducción del escrito de referencia.

136 III CONGRESO REGIONAL DE LA U.G.T. DE CATALUÑA (Noviembre de 1937)

Del 13 al 18 de noviembre de 1937 tuvo lugar en Barcelona el III Congreso de la Unión General de Trabajadores de Cataluña. Por vez primera se celebraba un gran comicio regional de la U.G.T. en el que estaban representados más de medio millón de ugetistas. Fue un acto extraordinario —y más tratándose de un congreso regional—, superior a todos los congresos nacionales celebrados por la central sindical en toda su historia. En los cinco días de sesiones se abordaron los problemas fundamentales a que se enfrentaba la dase obrera en general, y en particular la de Cataluña, en relación con la situación económica y de guerra que se vivía en aquel álgido período de lucha, tan decisivo para el proletariado y para la República. El III Congreso se desarrolló bajo el signo de la unidad. En la presidencia con los líderes sindicales, coincidían: Ramón Lamoneda, secretario general del P.S.O.E. y Antonio Mije, del Buró político del Partido Comunista de España; Juan Comorera, secretario general del Partido Socialista Unificado de Cataluña, y una delegación de combatientes encabezada por José del Barrio, comandante de una División y, al mismo tiempo, secretario general del Secretariado de la U.G.T. de Cataluña. Lamoneda y Mije representaban además al Comité de enlace de los dos partidos. Por la Ejecutiva de la U.G.T. asistían el secretario general, José Rodríguez Vega, y el secretario adjunto, Amaro Rosal. La dinámica y el entusiasmo del Congreso fue algo extraordinario. Las ponencias del Congreso que desarrollaron los diferentes trabajos tuvieron muy en cuenta las decisiones principales que, en orden a los problemas políticos y económicos, había adoptado el Comité nacional de la U.G.T. en sus recientes Plenos de Valencia: el de 1.° de octubre y, especialmente, el de 27 a 30 de octubre, de los que hemos dado cuenta

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en capítulos anteriores y en los que participó, en representación del Secretariado de Cataluña, Tomás Molinero. El secretario general de la U.G.T., Rodríguez Vega, pronunció un importante discurso, así como los representantes de los partidos, Lamoneda y Mije, discursos que fueron editados en sendos folletos. Todos los trabajos fueron de gran riqueza, tanto por su contenido como por su orientación política y económica, lo que ponía de relieve la superación y capacidad de dirección de los cuadros dirigentes ugetistas. El III Congreso de la U.G.T. de Cataluña era una gran promesa y anticipaba lo que hubiera sido el XVIII Congreso nacional de la Unión General de Trabajadores de España, que habría dado continuidad al XVII, celebrado en 1932. Ese congreso no celebrado es un reto para el futuro. En su III Congreso, la U.G.T. de Cataluña ponía de relieve el desarrollo que había alcanzado, su madurez política y el grado de capacidad organizativa lograda en tan poco tiempo, gracias a un proceso de unidad y de politización que habían vivido, que estaban viviendo las masas. Miles de militantes de otras regiones fortalecían el censo proletario de Cataluña. El socialismo penetraba en Cataluña con un enorme retraso, pero en cuanto contó con un partido político de clase, en el que se habían unificado todas las organizaciones de sentido socialista que venían operando en el ámbito regional, lo hacía a un ritmo acelerado. El motor de ese proceso histórico, ya lo hemos señalado en otros capítulos, fue el Partido Socialista Unificado de Cataluña, tan criticado por aquellos que no fueron capaces de comprender lo que pudiéramos llamar el fenómeno sindical y político del movimiento obrero catalán al margen del anarquismo. Ese fenómeno, lo repetimos, tiene una profundidad y una dimensión histórica incalculable, caló muy hondo, está presente en los acontecimientos de hoy y lo estará, aún con mayor fuerza, en los de mañana. Ese proceso es irreversible y será de consecuencias trascendentales para el socialismo. La U.G.T. de Cataluña contaba en aquellos momentos con un grupo de prestigiosos dirigentes que provenían de la C.N.T., del anarquismo, y que habían evolucionado hacia el marxismo en un proceso político altamente positivo para la clase obrera catalana. Ese mismo hecho histórico se había producido en el seno de la Confederación General del Trabajo francesa, cuyas figuras más destacadas fueron Rocamond, Monmouseau, Frachon. Es curioso que, por un proceso de mutación ideológica hacia el socialismo, fueran elementos procedentes del campo anarcosindicalista quienes hicieran cuajar en Cataluña un poderoso movimiento ugetista junto a una politización de las masas que fueron desviadas del comunismo libertario de Bakunin, para incorporarse a la acción política y al mar1

1.

Entre otras figuras estaban las de Renaud y Henaf.

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xismo. Cataluña, baluarte del anarquismo, desarrolló una fuerte corriente socialista que emergió del propio movimiento anarcosindicalista. Entre los militantes que animaron ese proceso con su prestigio e historial en las organizaciones obreras, registramos los nombres de Rafael Vidiella, un ex dirigente de la C.N.T. que se incorpora al Partido .Socialista y a la U.G.T. aportando el caudal de su experiencia y el prestigio de su honesta personalidad. Con él se incorpora a la acción política del P.S.U.C. y de la U.G.T. otro respetable militante cenetisra de la industria textil catalana, José Moix. El y Vidiella desempeñaron importante papel no sólo en las organizaciones sindicales y políticas durante la guerra, sino también en las tareas de gobierno. Ambos militantes cenetistas habían sido compañeros de lucha de hombres de tanta significación como Salvador Seguí, Ángel Pestaña, los hermanos Arlandis, Jesús Ibáñez, Maurín, Andrés Nin, Evelio Boal, Juan Peiró y tantos otros, todos ellos contemporáneos durante los mejores tiempos de la central anarcosindicalista, en el período de la gran Revolución rusa de 1917 a 1922. Sin duda, el período más brillante de la C.N.T. El fenómeno del desarrollo del marxismo-leninismo y de la U.G.T. en Cataluña es el factor determinante para que grandes masas proletarias marchen por nuevos derroteros escapando a la influencia anarquista. Este fue un hecho de gran significación histórica que no sólo tuvo extraordinaria trascendencia durante la guerra, sino que ha seguido teniéndola hasta nuestros días y, lo que es más importante, habrá de tenerla en el futuro de una nueva España. Todo lo que contribuya a apartar a las masas del infantilismo del comunismo libertario será fundamental para la revolución española, para un socialismo auténticamente revolucionario, que no se alimentará de fraseología, sino de hechos. Aunque ya hemos vertido estos conceptos en anteriores capítulos, insistimos en ellos, pues valoramos este aspecto de nuestra historia obrera en razón directa a lo que el problema anarquista ha significado en nuestro país. El fenómeno del anarquismo español es singular; no puede compararse con el de otros países, como Francia, Italia, Argentina o Estados Unidos, por no citar sino a los centros más importantes de esa ideología que conocieron un proceso de decadencia hasta quedar reducidos a simples grupos aislados, sin influencia en las masas. El III Congreso de la U.G.T. de Cataluña representó un hito en la historia del movimiento obrero catalán, con repercusión nacional en todo el movimiento ugetista, y este acontecimiento se produjo a medio siglo de distancia de la creación de la central sindical nacional ugetista. Por eso, en el escenario del teatro en el que se celebraba el comicio, figuraba un gran retrato de Antonio García Quejido, como homenaje y recuerdo al gran militante fundador de la Unión General de Trabajadores de España.

137 ACTUACIÓN DE «LA EJECUTIVA DE LA ESCALERA», DE OCTUBRE A FINALES DE DICIEMBRE DE 1937

La nueva Comisión ejecutiva se acredita ante los organismos oficiales, como podrá conocer el lector por los documentos que se reproducen en el presente volumen. Envía una resolución de apoyo y solidaridad al gobierno de Unión nacional que preside el doctor Negrín; restablece sus tradicionales relaciones con la Ejecutiva del P.S.O.E., y las de cordialidad y entendimiento con el Partido Comunista de España. Acuerda, igualmente, enviar un mensaje de saludo a la Confederación Nacional del Trabajo, haciendo suyo el Pacto de no agresión que ésta había establecido con la anterior Ejecutiva y señalando la conveniencia de ir a una inteligencia sobre los problemas fundamentales a que en aquellos momentos se enfrentaba la República, sobre todo los de orden económico. En cuanto al problema de las relaciones internacionales, la nueva Comisión ejecutiva decide poner en manos de la Federación Sindical Internacional el problema interno de la U.G.T., solicitando su intervención para ver de darle una solución definitiva. Con la nueva Ejecutiva, el problema de las expulsiones decretadas por la de Caballero queda sin efecto, y se restablece la unidad mayoritaria del Comité nacional y el funcionamiento normal, de acuerdo con los Estatutos, de los órganos dirigentes de la Unión General de Trabajadores de España. Frente a esta situación legal, se mantenía la existencia ilegal de un grupo de seis ejecutivos; Caballero, Pascual Tomás, Díaz Alor, Carlos Hernández, Zabalza y Mariano Muñoz, y siete federaciones de las que la mayoría de sus organizaciones de base se habían solidarizado con la nueva Ejecutiva, como ocurría con la Metalúrgica y la de Transportes. De 47 federaciones nacionales y sindicatos nacionales, más el Secretariado de Cataluña, las federaciones que aparecían con la Ejecutiva ilegal, eran las siguientes: Metalúrgicos, Transportes Urbanos, Oficinas, de la Tierra, Hostelería, Productos Químicos y Posta Rural. Ya se ha dicho que en las de Metalúrgicos y Transportes Urbanos, la mayoría de sus orga-

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nizaciones de base se habían adherido a la nueva Ejecutiva. Las ejecutivas de esas dos federaciones se oponían a la celebración de los respectivos congresos. La Federación de la Hostelería celebró su Congreso y acordó adherirse a la nueva Ejecutiva, designando un nuevo secretario general, Hilario Caloto, no obstante lo cual el antiguo secretario —destituido—, Mariano Muñoz, seguía formando parte de la Ejecutiva ilegal. El vicepresidente de la Ejecutiva ilegal, J. Díaz Alor, ya no formaba parte de la dirección de la Federación de Artes Blancas; sin embargo, seguía ejerciendo ese puesto en la Ejecutiva ilegal. El Comité nacional de enlace del Partido Socialista y del Partido Comunista saludaba a la nueva Ejecutiva y sus acuerdos, «entre los cuales —decía— destacan la reincorporación a la misma, con plenitud de derechos, de las federaciones expulsadas injustamente por la anterior Comisión ejecutiva ( . . . ) . Este Comité de enlace saluda con satisfacción al Comité nacional de la U.G.T. que pone fin a la situación de violencia y malestar existente en la gran organización y entre la clase trabajadora, estableciendo la unidad interna de nuestra gloriosa central sindical...». El saludo exhortaba a la nueva Ejecutiva a que intensificara los trabajos de unidad con la C.N.T. y las relaciones con el Frente Popular y el gobierno «para contribuir a la tarea de borrar las dificultades de la hora presente, en el camino de ganar pronto la guerra^.». Los mineros asturianos y del resto de España, los obreros gráficos y los de otras federaciones expulsadas volvían a ser ugetistas.... Nunca habían dejado de serlo más que para los autores de la insensata medida de las expulsiones masivas. La nueva Comisión ejecutiva había acordado celebrar varios actos en las principales ciudades para dar cuenta de la solución del problema de la U.G.T. y, al mismo tiempo, afirmar la unidad sindical, el apoyo al gobierno y el restablecimiento de las relaciones con el P.S.O.E. y el Partido Comunista, y que estos actos se desarrollaran en la línea de la mayor objetividad y alteza de miras, sin recurrir a la agresividad. Y así se desarrollaron. El primero tuvo lugar en Madrid, en los primeros días de octubre, con una intervención central del presidente de la U.G.T. y del P.S.O.E., Ramón González Peña. El grupo de la Ejecutiva ilegal —nos cuesta trabajo escribir «facciosa»—, en réplica a los actos de la Ejecutiva legal, organiza a su vez una campaña de «esclarecimiento» de la situación y de lo sucedido en torno a la crisis de mayo, campaña en la que llevaba como bandera toda clase de ataques al gobierno, a la nueva Ejecutiva y al Comité nacional. El 17 de octubre celebra su primer acto en Madrid, en el Cine Pardiñas, con la intervención fundamental de Largo Caballero, asistido de Araquistain, Baraibar, Pascual Tomás, Wenceslao Carrillo, Solano, Díaz Alor y Carlos Hernández.

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Fueron, en verdad, dos líneas de conducta diametralmente opuestas las que se estaban desarrollando. Remitimos al lector interesado en este trozo de historia a la prensa de la época. El solo hecho de mantener viva la polémica es suficientemente elocuente y revelador del grado que la pasión y el rencor alcanzaban. Que el gobierno considerara algunas de esas actividades como subversivas, nada tenía de extraño. La calificación estaba plenamente justificada si se tiene en cuenta que vivíamos en plena guerra. Y se fue, en todo caso, demasiado tolerante con la irresponsabilidad. A principio de noviembre, la Ejecutiva de Caballero, en una parodia de reunión de «su» Comité nacional, insiste en el propósito de celebrar un Congreso nacional extraordinario, con la falsa idea de consolidar sus posiciones. Idea peregrina, pues la mayoría de las organizaciones de base de las federaciones que aparecían representadas en «su» Comité nacional se habían adherido —como venimos señalando— a la nueva Ejecutiva. El intento de celebrar ese Congreso no era más que una fórmula para ganar tiempo y seguir afirmando el equívoco y la perturbación, manteniendo un punto de apoyo para el desarrollo de la política de agresión y hostilidad al gobierno y al Frente Popular. La Comisión ejecutiva ilegal con su «petit» Comité nacional era una trinchera contra el Gobierno y al servicio de las pasiones y de la fobia anticomunista que ponía de relieve tristes páginas de la historia de nuestro movimiento obrero. 1

1. Véase, en el capítulo 1 3 5 , el documento de la auténtica Ejecutiva en relación con este proyecto de congreso ilegal.

138 ACCIÓN SINDICAL INTERNACIONAL DEL ANARQUISMO EN RELACIÓN CON ESPAÑA

Finalizó el año 1937 sin que fuera posible organizar un movimiento de unidad internacional del proletariado mundial, de solidaridad de éste con la clase obrera española. Todos los esfuerzos de la III Internacional —encaminados a lograr un entendimiento, a tal efecto, con la Internacional Socialista y con la Federación Sindical Internacional en favor de la República española, que contuviera el avance del fascismo— resultaron inútiles. La socialdemocracia fue impermeable a esos llamamientos y a las advertencias del peligro de guerra que amenazaba a lo que quedaba en Europa de democracia. La existencia y belicosidad del nazi-fascismo no preocupaba a los centros socialdemócratas de París y Bruselas ni a los de los países escandinavos, y mucho menos al laborismo británico. Aunque en un marco histórico diferente, con unas realidades y correlación de fuerzas distintas, las traiciones de 1914 volvieron a repetirse en 1936 y hasta 1939, fecha en que se desencadenó la segunda guerra mundial que había empezado en España. La Asociación Internacional de los Trabajadores (A.I.T.), los núcleos anarquistas internacionales más o menos controlados por el secretariado de esa sigla instalada en París, lanzaron también diversos llamamientos, en favor de una acción internacional de ayuda al pueblo español, que cayeron igualmente en el vacío. Si la Internacional Socialista y la Sindical se mostraban indiferentes hacia los llamamientos de algunos de sus partidos socialistas y centrales sindicales afiliadas, ni que decir tiene que a los de la A.I.T. no les prestaban la menor atención. Los esfuerzos de León Jouhaux en la Internacional en favor del pueblo español quedaban neutralizados por los Citrine, Schevenels, Mertens y otros dirigentes de la F.S.I. Y en el orden político, la indiferencia, la insensibilidad de los elementos de la socialdemocracia aún era mayor. Más comprometidos con la burguesía, estaban obligados a una mayor indiferencia para con los

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intereses de la clase obrera. «La causa de España —como dijera Stalin—• era la causa de toda la Humanidad democrática y progresista.» En París, del 8 al 17 de diciembre de 1937, la A.I.T. celebró un Congreso extraordinario dedicado casi exclusivamente al problema español. Asistieron al comicio representantes de grupos anarcosindicalistas de Francia, Holanda, Suecia, Chile, Portugal, Italia, Argentina, Polonia y Bélgica. Muchos de esos delegados eran emigrados que, huyendo del terror y de la represión en sus respectivos países, residían en París. Delegados de centrales sindicales sólo podía considerarse a los representantes de la C.N.T. española, a los de Suecia y a un importante grupo de Holanda. La International Workers of the World, de Estados Unidos, bajo dirección anarcosindicalista, no asistió a la reunión, ni la Federación Obrera Revolucionaria de Uruguay, también de orientación anarcosindicalista y en la que el anarquismo español había dejado su impronta. La Confederación Nacional del Trabajo de España había invitado a la A.I.T. a que instalara su Secretariado internacional en Barcelona, pero el ofrecimiento no llegó a ser realidad. La C.N.T. española era, sin duda, la organización nacional más importante con que contaba la ALT. Como en reuniones anteriores, el Congreso prestó una especial atención al problema del anarcosindicalismo español, que había participado en una experiencia de colaboración gubernamental, lo que fue seriamente discutido en los medios anarquistas internacionales. Cuando se celebraba el Congreso, la CN.T. no participaba ya en las responsabilidades de gobierno en España, pero venía haciendo indicaciones de que deseaba hacerlo. Cuatro meses más tarde, participaría de nuevo en el Poder. En relación con el problema de la colaboración gubernamental, el Congreso se liberó de este asunto ^ t a n espinoso entre anarquistas— con una resolución «dejando a la CN.T. en amplia libertad para seguir con su plan, y bajo su responsabilidad, la experiencia en curso». Tratando el problema de la unidad internacional, «el Congreso otorga poderes imperativos al Secretariado de la A.LT. para dirigirse a la Federación Sindical Internacional con vistas a la organización de un boicot mundial de los navios, mercancías y productos italianos, alemanes, portugueses, japoneses y brasileños, y eventualmente de aquellos otros países donde el fascismo tratara de imponerse. Se dirigirá, igualmente, a todos los trabajadores, cualquiera que sea su afiliación, para obtener que se adhieran a esta acción». El Congreso aprobó un extenso documento que abogaba por la constitución de una alianza obrera antifascista (idea acariciada por los anar1

2

1. Manuel García Venero. Historia de las Internacionales en España, Tomo III, págs. 3 6 2 y 3 6 3 . 2. M.G.V., loe. cit.

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quistas españoles) y por una acción internacional de sabotajes y boicots a los países fascistas. El Congreso expresó su simpatía y admiración a la clase obrera española. Si los documentos de la socialdemocracia eran piezas líricas, de factura diplomática y ginebrina, plenas de «humanitarismo», los del anarquismo estaban impregnados de propósitos teóricos, de acciones revolucionarias, de fraseología, de conceptos atrayentes sobre el papel. El Secretario de la A.I.T. elaboró un documento que elevó a la Federación Sindical Internacional y que ésta engavetó tranquilamente. Nos imaginamos al burócrata Schevenels diciéndole a su secretaria o escribiendo en la primera página del documento: «Archívese».

15

139 INTERVENCIÓN DE LA F.S.I. EN LA SOLUCIÓN DEL PROBLEMA INTERNO DE LA U.G.T. (Diciembre de 1931-enero de 1938)

La nueva Ejecutiva no cesó en sus gestiones ante la Federación Sindical Internacional, encaminadas a recabar los buenos oficios de ésta en relación con el problema interno de la U.G.T., a fin de que con su autoridad contribuyera a liquidar una situación perturbadora cuyo foco de acción lo constituía el grupo de ex ejecutivos que seguían manteniendo su obstinada actitud de considerarse Ejecutiva —cinco elementos— y Comité nacional, con representantes de las ejecutivas de siete federaciones nacionales. La maniobra o propósito de ir a la celebración de un Congreso, apoyándose en pequeños grupos, carecía de importancia, pero podía dar lugar al confusionismo y la perturbación distrayendo esfuerzos y un tiempo muy necesarios para las exigencias de los problemas fundamentales de la guerra y la economía. La Comisión ejecutiva legal había desautorizado ese intento fraccional de ir a un Congreso, al margen del Comité nacional, en carta circular dirigida a todas las secciones de la U.G.T., pero insistía al mismo tiempo en sus gestiones tendentes a liquidar ese foco de escisión. De nuevo fue enviada a París, en los primeros días de diciembre, una delegación integrada por el presidente, González Peña, y el secretario, Rodríguez Vega, para reiterar la solicitud de intervención de la Internacional. El lector conoce ya las posiciones de Schevenels y Caballero al respecto. No obstante, representantes de la Ejecutiva y del grupo de ex ejecutivos coincidieron nuevamente en París. Al fin quedó convenida la intervención de la F.S.I. La Comisión ejecutiva había adelantado su posición, consistente en que aceptaría la fórmula de solución que propusiera la In1

1.

Véase, ut supra, cap. 1 3 5 .

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ternacional, previa una reunión conjunta de todos los elementos del Comité nacional, la Comisión ejecutiva y el grupo de ex ejecutivos. La F.S.I. designaba a Jouhaux y Citrine para que se desplazaran a Barcelona y realizaran las gestiones que permitieran llegar a una solución. Sólo Jouhaux mostraba interés en ayudar a la U.G.T. Ni a Citrine ni a Schevenels les interesaba el problema, pues sabían de antemano que las posiciones de Caballero, con las que estaban plenamente de acuerdo, no podían prosperar. En aquella situación, Jouhaux representaba la izquierda en el seno de la F.S.I., apoyándose en la CG-T. francesa, en la central checoslovaca y en la U.G.T. de España. El último día de diciembre de 1937 llegaba a Barcelona León Jouhaux, secretario general de la C.G.T. francesa y vicepresidente de la F.S.I. En cuanto a Walter Citrine, presidente de la Internacional y secretario del T.U.C. británico suponemos que se disculparía «a la inglesa» de no poder asistir. En Barcelona, bajo la presidencia de Jouhaux, se celebraron reuniones conjuntas de la Comisión ejecutiva y de elementos del grupo de ex ejecutivos. En esas reuniones previas se establecieron las bases sobre las que se desarrollarían los encuentros posteriores, a saber: a)

b)

c) d)

Se reunirían conjuntamente en Valencia, bajo la presidencia del representante de la Internacional, todos los miembros del Comité nacional, sin exclusiones, más la Comisión ejecutiva legal, que presidía González Peña, y la Ejecutiva ilegal, de la cual era secretario general Largo Caballero. La reunión tendría el carácter de un Pleno de Comité nacional ampliado, y tomarían parte en él, a propuesta del grupo Caballero, representantes de las federaciones provinciales de la U.G.T. Las reuniones se celebrarían en Valencia. Las ejecutivas acatarían la decisión mayoritaria que adoptara la reunión del Pleno nacional ampliado que hiciera suyas el representante de la Internacional.

La Comisión ejecutiva aceptó las anteriores bases para la reunión conjunta, bien que la participación de las federaciones provinciales no tuviera ningún apoyo estatutario, por tratarse de organismos de coordinación de carácter horizontal y ser la estructura de la U.G.T. de federaciones nacionales de industria que, con la Comisión ejecutiva, constituían el Comité nacional, organismo superior de dirección entre congreso y congreso. No recordamos bien si fue el 31 de diciembre de 1937 o bien el 1." de enero de 1938 cuando al autor de este trabajo le fue confiado el traslado del delegado de la Internacional, León Jouhaux, de Barcelona a Valencia.

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Una u otra fecha, la verdad es que salimos de Barcelona de mañana con una buena nevada; ésta fue desapareciendo a medida que nos íbamos acercando a las tierras calientes de Levante. A Jouhaux le preocupaban nuestros problemas. Independientemente de sus posiciones posteriores, es de justicia reconocer que estuvo apasionadamente al lado de la clase obrera y de la República españolas. Tenía amigos personales en los dos grupos; una vieja amistad le unía a Caballero; lamentaba la situación, pero por encima de todo amaba a la clase obrera española y estaba plenamente convencido de que el mejor servicio que podía hacernos era mantenerse en una posición imparcial, de objetividad, pero dentro de principios de unidad. Y así lo hizo. Fue combatido por sus amigos del grupo de ex ejecutivos, pero no tenían razón: Jouhaux sirvió a la unidad con objetividad y con sentido de justicia.

140 REUNIÓN DEL PLENO NACIONAL AMPLIADO. NUEVA COMISIÓN EJECUTIVA (1-2 de enero de 1938)

Tal como estaba previsto, las reuniones del Comité nacional ampliado tuvieron lugar en Valencia. En el volumen de las Actas del Comité nacional correspondiente a 1938 figura todo un expediente sobre esas reuniones, pero en él no hay precisión de fechas, ni de detalles que, por otra parte, escapan a la memoria del autor. Se trata de un tipo de informe general sobre los diversos discursos pronunciados, faltando el del propio Jouhaux, quien, con un cordial saludo y exhortación a la unidad, abrió los trabajos de Pleno. Las intervenciones se prodigaron por parte de los elementos del grupo de la Ejecutiva de Caballero y de los delegados de las federaciones provinciales, que se caracterizaron por ser las más agresivas, así como las de Pascual Tomás, Wenceslao Carrillo y Carlos Hernández. Por la Ejecutiva legal intervino solamente su secretario general, José Rodríguez Vega, con unas palabras, muy breves, de Ramón González Peña. Hubo alguna intervención de miembros del Comité nacional legal, un tanto apasionadas y virulentas, como la de Virgilio Llanos, representante de la Federación de Espectáculos Públicos. Caballero hizo una intervención ponderada, respondiendo a una de José Rodríguez Vega. Ricardo Zabalza, del grupo de ex 1

1. La nueva Ejecutiva recibió muy incompleto el archivo oficial que el grupo de ex ejecutivos, o la que venimos llamando «Ejecutiva de Caballero», tenía bajo su control. Ese traspaso fue muy irregular. Aunque con otras características, se reprodujo el hecho de principios de siglo, cuando los archivos de la U.G.T. se trasladaron de Barcelona a Madrid, al establecerse en la capital de España la Unión General de Trabajadores. En cada traspaso se registran pérdidas, fugas o destrucción de documentos o materiales por falta de una preocupación o criterio histórico objetivo. Por último, el final de la guerra y las sucesivas evacuaciones de Madrid a Valencia, de Valencia a Barcelona y de Barcelona a la catástrofe.

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ejecutivos, desempeñó un papel discreto y moderado, inteligente y eficaz. Políticamente estaba más de acuerdo con las posiciones de la Ejecutiva legal que con la anterior, de la que había formado parte y en la que seguía participando con el grupo de ex ejecutivos, con la esperanza de que el problema tuviera una solución positiva. No entraremos en todas las incidencias producidas en unas reuniones tan cargadas de pasión y de problemas personales. Las federaciones que habían sido expulsadas por la Ejecutiva de Caballero estaban profundamente resentidas y se consideraban incompatibles con el viejo secretario general de la U.G.T. Fue preciso que la Ejecutiva realizara toda clase de esfuerzos para convencer a una buena parte de los elementos del Comité nacional de que no plantearan incompatibilidades ni vetos personales. Y así se aceptó. Al margen del Pleno y en relación personal con Jouhaux, actuó una comisión integrada por dos representantes de cada Ejecutiva: por la que presidía González Peña, José Rodríguez Vega y Amaro Rosal; por la de Caballero, Pascual Tomás y Ricardo Zabalza. Se discutieron varias fórmulas para ser sometidas al Pleno. Finalmente, después de toda clase de incidencias, prosperó la proposición hecha por el delegado de la Internacional. Consistía en que cuatro miembros de la Ejecutiva de Caballero, se incorporaran a la que presidía González Peña. Caballero aceptó, pero negándose a ser incluido en la lista. Salvada esa actitud personal, quedó aprobada la proposición de Jouhaux, incorporándose a la nueva Ejecutiva Pascual Tomás, José Díaz Alor, Ricardo Zabalza y Carlos Hernández. Con esa fórmula quedó resuelto el problema o el conflicto interno que —desde el 1.° de octubre de 1937, mejor diríamos, desde el mes de mayo y como consecuencia de la crisis gubernamental que eliminó del poder a Largo Caballero— mantenía dividida a la dirección de la U.G.T. La ecuánime intervención de José Rodríguez Vega fue la que dejó centrado el problema y la que mejor sintetizó —cosa difícil— lo más esencial de la discusión. He aquí el extracto de su discurso, tomado de las notas sobre el Pleno que figuran en el archivo: «El enmarada Rodríguez Vega: Comienza diciendo que no sin una extraordinaria preocupación va a decir unas palabras en relación con las elevadas y generosas pronunciadas por el camarada Jouhaux, gran amigo de la causa de la República española y del proletariado español, que ha venido aquí a demostrar su preocupación por nuestra causa, procurando imponer su autoridad personal acerca de unos y otros de los cantaradas que estamos en pugna, dándose la circunstancia de su gran cariño, tanto por vosotros, como hacia nosotros. »Se trata esta noche de volver a intentar de nuevo un esfuerzo

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por establecer la unidad de la Unión General, que por razones a las cuales no me referiré, ni siquiera de pasada, está en estos momentos rota o muy quebrantada. »Ha venido el compañero Jouhaux a España con el papel de mediador en las incidencias surgidas como consecuencia del incidente lamentable que todos conocemos. Hemos examinado los componentes de la Comisión ejecutiva y algunos de los elementos integrantes del Comité nacional cuál podía ser nuestra posición en relación con la propuesta formulada por el camarada Jouhaux. Hemos tenido esta tarde una entrevista en la cual todos los compañeros que hemos participado, Pascual Tomás y Zabalza, por una parte, y Amaro del Rosal y el que habla, por otra, hemos mantenido todos el tono que correspondía a las necesidades del momento. Ha habido momentos en los cuales la pasión nos ha llevado al mantenimiento de posiciones de absoluta intransigencia. Más tarde se ha llegado a fórmulas que no tuvieron viabilidad hasta que el camarada Jouhaux ha hecho una propuesta que aunque para nosotros no constituía, en cuanto se refiere al respeto a la U.G-T., al sostenimiento de los Estatutos de la U.G.T., una solución, sin embargo la hemos aceptado. No olvidéis que nuestra tesis es la de que el Comité nacional es el órgano soberano de la U.G.T. y que, siguiendo esta línea, estimábamos que no había más que someterse a los acuerdos del Comité nacional, en el juego democrático de las mayorías y de los Estatutos. »E1 compañero Jouhaux, situándose por encima de la letra fría de los Estatutos y queriendo traer al pleito de la U.G.T. una solución, ha hecho una propuesta de que se amplíe la Comisión ejecutiva a 15 puestos, incorporando a ella a cuatro miembros de la de Caballero, y cuando ha llegado este momento hemos decidido que no se debiera poner veto a ninguna de las personas que entraron a formar parte de esta Comisión ejecutiva. Hemos puesto algunos reparos a que el compañero Caballero entrase a esta Comisión ejecutiva, pero después de discutida ampliamente la fórmula propuesta por el compañero Jouhaux, hemos convenido que fuera aceptada, y la aceptamos.» La propuesta de Jouhaux fue aprobada, pues, por el Pleno nacional ampliado, rehusando Caballero formar parte de la nueva dirección. Realmente, dado el carácter de Caballero y el grado de envenenamiento político a que le habían llevado sus «consejeros», para él resultaba más que imposible colaborar con la nueva Ejecutiva presidida por González Peña,

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quien, a la vez, era presidente del P.S.O.E. con cuya dirección se mantenía Caballero en franca guerra. La nueva Ejecutiva, que actuaría a partir a partir del 2 de enero de 1938, quedaba integrada como sigue: 1

Presidente Ramón González Peña. Vicepresidente Edmundo Domínguez Aragonés. Secretario general José Rodríguez Vega. Secretario adjunto Amaro del Rosal Díaz. Tesorero Felipe Pretel Iglesias. Vocales Daniel Anguiano Munguito. Ezequiel Ureña. Antonio Genova. Antonio Pérez. Claudina García. César García Lombardia. Pascual Tomás. Ricardo Zabalza. Carlos Hernández. José Díaz Alor. De los cuatro miembros incorporados, sólo Ricardo Zabalza y Carlos Hernández actuarían en la nueva Ejecutiva. Sin dimitir, Pascual Tomás y Díaz Alor no participaron en sus labores. La Comisión ejecutiva aprobada por el Pleno nacional ampliado fue la última que existió hasta el final de la guerra. Con esa dirección, la Unión General de Trabajadores de España iniciaba el año 1938, año en cuyo mes de agosto cumpliría la central sindical medio siglo de existencia.

1. En lo político, Largo Caballero se atrincheraba en el Comité de la Agrupación Socialista — M a d r i d — como en la sindical se había venido atrincherando en los restos de la Ejecutiva de la U.G.T. Refiriéndose a la lucha política, en su carta del mes de enero de su libro Mis Recuerdos dice: «La Ejecutiva del Partido quiere someter a la Agrupación a su política insensata sin poder lograrlo. Madrid no se presta a la tiranía. Con este motivo se cruzan varias comunicaciones entre las dos entidades, en las cuales la Agrupación Socialista contó las verdades a la Ejecutiva; ésta no se atreve a proceder contra su Comité, como hizo con los de otras provincias. Como Negrín y Vayo están al servicio del Partido Comunista, al cual se han entregado en cuerpo y alma, el Comité, en uso de las facultades que le otorga el reglamento, les ha suspendido del derecho de afiliados, acordando proponer su expulsión en la primera asamblea que se celebre...».

141 INCIDENCIAS Y PROBLEMAS AL INICIARSE EL AÑO 1938

Una vez restablecidas la unidad y la normalidad del Comité nacional, la nueva Ejecutiva aborda el año 1938 con todo entusiasmo, ante un panorama que se anuncia sombrío y pleno de dificultades. Mantiene en Barcelona, en la Avenida del 14 de Abril, dos domicilios: uno para sus oficinas, en el n.° 423, y el que había ocupado en los primeros momentos, en el n.° 373, que dedica a comedor para los miembros del Comité nacional y personal administrativo. La solución del problema interno de la U.G.T., de acuerdo con las gestiones y sugerencias de Jouhaux no liquidaba, desgraciadamente, las cuestiones personales ni el sectarismo de un reducido grupo de dirigentes de federaciones, que seguirían obstaculizando la labor de la Ejecutiva. Esa actitud estaba determinada por una hostilidad hacia la dirección del P.S.O.E. y el Partido Comunista y, muy especialmente, hacia el presidente del gobierno, doctor Negrín, y hacia Prieto, hostilidad que se traducía en una oposición hacia la Comisión ejecutiva de la U.G.T. por mantenerse ésta en una línea contraria a todas esas posiciones que, desde el mes de mayo, se venían arrastrando con toda virulencia. Ese centro de oposición antiunitario se localizaba en el «grupo de Caballero» y actuaba en la zona centro-levante, teniendo por base —como ya ha sido señalado— a un reducido grupo de socialistas-ugetistas de la región levantina y al comité de la Agrupación Socialista madrileña y a sus grupos sindicales. En el terreno sindical se apoyaban fundamentalmente en una minoría de dirigentes de las ejecutivas de las federaciones Metalúrgica, de Oficinas, Papeleros, Químicos y de Transportes que, en el fondo, no aceptaban la solución dada por Jouhaux al problema de la U.G.T. Esta situación negativa se arrastró hasta el final de la guerra y, en todo ese período, los disidentes desarrollaron una política antiunitaria. En cada Comité nacional —por muchos esfuerzos que se realizaran por evitarlo— aparecía siempre la obstrucción velada, la oposición disimulada a la orientación unitaria y de apoyo al go-

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bierno que propugnaban tanto la Ejecutiva como la mayoría del Comité nacional. La preocupación por este problema limitó y frenó, en muchos casos, la acción y las iniciativas de la Comisión ejecutiva que, en cierto modo, careció de libertad de acción en los momentos en que más necesaria era una conducta de agilidad y de la más amplia libertad de movimientos, dadas las situaciones cambiantes consecuentes a la marcha de la guerra. La anterior Ejecutiva no había tenido en cuenta para nada al Comité nacional; la nueva, por el contrario, tal vez exageró la nota no asumiendo con más energía y autoridad su misión dirigente, sin salirse por ello de los Estatutos ni de sus obligaciones para con el Comité nacional. Una prueba evidente de esta situación se refleja en el calendario de reuniones de la Comisión ejecutiva con el Comité nacional. Después del 2 de enero de 1938, se celebraron sesiones de Comité nacional en las siguientes fechas: 6-7 y 30 de marzo; 7 y 17 de abril; 6 de mayo; 13 de junio; 26 de julio; 28-29-30 de setiembre y 1-2 de octubre. La de setiembre-octubre de 1938 fue la última reunión ordinaria del Comité nacional celebrada en España por la U.G.T. Algunos de esos Comités nacionales tuvieron, realmente, un carácter trascendental, como veremos en capítulos sucesivos. No nos será posible dar a conocer todo el contenido de esas reuniones, pero en ellas se elaboraron, sin duda, documentos del máximo valor y en sus discusiones aparecen posiciones que enriquecerán la historia de nuestro movimiento obrero en un período tan cargado de acontecimientos extraordinarios como el año 1938 que prologó el cierre de una etapa histórica de España, para abrir otra. El significado de esa encrucijada, la España de antes de 1939 y la de después, ha tenido tal significación y tales dimensiones históricas que, no obstante estar a treinta y siete años de distancia de ella, aún no ha sido analizada exhaustivamente en todas sus consecuencias y profundidad. Para lograrlo, en opinión del autor, será necesario un enorme esfuerzo colectivo de un grupo de historiadores de las nuevas generaciones que puedan ver y entender, desapasionadamente y con objetividad histórica, la España de ese pasado, en un contexto de principios y tendencias de progreso político, social y económico, interpretando las motivaciones de unas generaciones que, con los mayores sacrificios, trataron de conducir al pueblo español por senderos de libertad y democracia. Al iniciarse 1938, la nueva Ejecutiva establece con la GN.T. unas relaciones de tipo nuevo. Reconoce los acuerdos anteriores, pero considera que son completamente insuficientes. Así lo exigía la gravedad de la situación, por otra parte. Un grupo de dirigentes de la CN.T. va siendo consciente de las dramáticas realidades que envolvían al pueblo y al proletariado españoles. Podríamos decir que ese grupo evolucionaba hacia el

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«realismo», despertando de los sueños y utopías del «comunismo libertario». La evolución de este grupo de hombres de la C.N.T. era tanto más positiva cuanto que se alejaban de la influencia anarquista, se desprendían de la F.A.I. y de sus elementos más sectarios. En esos momentos cruciales, un faísta sectario como Germinal Souza diría en una circular: «No queremos fascismo, aunque quieran disfrazarlo con otro nombre...... El fascismo, para el secretario de la F.A.I., era el gobierno Negrín y los partidos y organizaciones que lo apoyaban. Ese grupo de dirigentes de la C.N.T. que podemos considerar como «evolucionistas» incluía, en primer lugar y entre otros, a Mariano R. Vázquez, Horacio Prieto, Juan Peiró, Juan López, Mariano Cardona Rosell, Segundo Blanco y algunos más que escapan a nuestra memoria. En la medida en que se separaban del anarquismo tradicional y del eslogan del «comunismo libertario», avanzaban hacia un sindicalismo politizado, ofreciendo la paradoja de mostrarse más partidarios de intervenir en actividades de gobierno que la propia U.G.T., rompiendo con las tradicionales posiciones de la ortodoxia anarquista, respecto de su oposición al Estado, a la autoridad, al orden y a la disciplina. En ese mismo momento, la C.N.T. pugnaba por incorporarse al gobierno. En sus gestiones de unidad, Jouhaux había recomendado con el mayor interés a la nueva Ejecutiva que iniciara inmediatamente gestiones cerca de la C.N.T. para llegar a un amplio acuerdo de unidad de acción entre las dos centrales sindicales. La recomendación del líder francés interpretaba lo que era sentimiento de la Ejecutiva, por lo que fue ampliamente cumplida.

142 PARADOJAS DE LA C.N.T. Y DEL ANARQUISMO. SUS CONCEPCIONES ECONÓMICAS

Como somos el país de las paradojas, también el movimiento obrero está cuajado de ellas, tanto el de la vertiente socialista, como el de la anarquista. Así se explican infinidad de contradicciones en ambos campos. Si la U.G.T., en el año 1938, es decir, en el último período de su existencia en el país, registra la perturbación del grupo socialista-ugetista de Caballero, la C.N.T., su grupo dirigente más realista, vive dentro de la mayor violencia la perturbación y las consecuencias de la sectaria intransigencia del «faísmo», de los «puros» del anarquismo, apegados a la «tea» y a la bandera del «comunismo libertario» y que permanecían anclados en la Alianza democrática de Bakunin, de mediados del siglo pasado. Por otra parte, se daba el fenómeno de que el grupo dirigente de la C.N.T. que evolucionaba hacia concepciones más realistas ofrecía una basculación de posiciones, unos bandazos que iban del campo del «comunismo libertario» a un campo nuevo para ellos: el del «economismo». Nació en ese grupo una fiebre de «economismo» de la que se desprendían toda clase de elucubraciones y enfoques económicos de originalidad anarquista, totalmente desfasados de las realidades que se estaban viviendo. El «descubridor», el padre de toda una filosofía económica que daba solución a todos los problemas habidos y por haber, presentes y futuros, era sin duda Mariano Cardona Rosell. Nunca había tratado a un elemento tan testarudo. Un poco encorvado, llevaba sobre sus espaldas el pesado programa de una planificación económica integral de España, a base de la originalidad de unos Consejos de economía que, como hongos, surgirían por todas partes, y de un Banco Ibérico Sindical, con capital —a parres iguales, eso sí— de la C.N.T. y de la U.G.T. El Banco Ibérico Sindical y los Consejos económicos serían la columna en que descansaría toda la economía. Con la fórmula de Car-

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dona Rosell, todo lo demás saldría sobrando. Y así lo aceptaban sus compañeros de dirección del Comité nacional de la C.N.T. En capítulos anteriores hemos subrayado este aspecto de la evolución o conducta de la C.N.T. durante la guerra. También hemos consignado que quien concentrara en un estudio todos los trabajos de orden económico realizados por el anarcosindicalismo a través de su prensa y de sus plenos económicos, consejos económicos, etc., en el período de nuestra guerra, lograría algo impresionante. Lástima de semejantes esfuerzos, realizados a espaldas de los hechos y de la realidad, para quedar reducidos, la mayor parte de las veces, a simples elucubraciones, a infantilismos económicos que sólo fueron determinantes de confusión y perturbación de las relaciones económicas en todos sus aspectos. Si volvemos al tema es porque el 15 de enero de 1938 se celebra en Valencia un «Pleno económico» de la C.N.T., quizás el más interesante de todos los que celebraban. En él, durante varios días de sesiones, se examinaron los problemas económicos más variados y complejos. En ese Pleno, «al margen de la guerra y de la política», se aprueba todo un cuerpo de doctrina económica, como si se tratara de legislar en aquel mismo momento las bases económicas de un nuevo Estado, y como si esa alta misión sólo correspondiera realizarla a la C.N.T., implicando en algún que otro caso a la U.G.T. en términos como éste: 1

«Las resoluciones de este Pleno serán sometidas por el Comité nacional a la Comisión ejecutiva de la U.G.T., para la puesta en práctica conjuntamente por las dos sindicales...» Los trabajos de ese Pleno tienen, sin duda, un gran valor de análisis, representan, en verdad, un serio esfuerzo, pero en aquellos momentos y circunstancias el anarcosindicalismo bordaba en el vacío. «Con el enemigo a la vista» —consigna de Claridad—, resultaba lamentable y penoso ese esfuerzo «al margen de la guerra y de la política» de los que empezaban a aceptar principios políticos y estatales. Recordamos al lector, y particularmente al historiador, los documentos de este importante y singular Pleno de la C.N.T. que puede encontrar reunidos en el libro de J. Peirats La C.N.T. en la Revolución Española, obra valiosa por su riqueza documental y citada en nuestro trabajo con reiteración, pues dejando a un lado su orientación y parcialidad, sin duda el guión más interesante que se ha escrito en relación con los problemas del movimiento obrero en el período de la guerra, así como en el orden económico, el más amplio conjunto de soluciones fáciles a todos los problemas que, en un alarde de teoría inocua, llevarían a la C.N.T. nada 2

1.

En este caso, se refiere a sus decisiones sobre salarios.

2.

Op. cit., Tomo III.

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menos que a la planificación industrial de España. El único obstáculo a tan colosal propósito era sencillamente éste: los economistas de la C.N.T. no tenían en cuenta las realidades que vivía España, y que nuestra República no era la ínsula Barataría. «Con el enemigo a la vista», el «economismo» anarcosindicalista tuvo las más negativas y graves consecuencias a lo largo de toda la guerra. El famoso «Pleno económico» de Valencia se sitúa a un año de distancia de la derrota. Por sus concepciones, por sus tendencias, por su ausencia de realismo, por desarrollarse —como se señaló en el mismo— «al margen de la guerra y de la política», no fue una aportación a la victoria. Al margen de la guerra y de la política de unidad, al margen de la concentración de esfuerzos productivos, de medios económicos, de un orden y una disciplina revolucionarios en torno al gobierno y a los problemas fundamentales no podía situarse nada ni nadie, y menos que nadie las organizaciones obreras. El 19 de' enero de 1938, el gobierno de la Generalidad decreta la incautación de los espectáculos públicos de Cataluña que venían funcionando bajo el control y de acuerdo con las concepciones económicas de la C.N.T.-F.A.L, en virtud de las cuales, por ejemplo, el tenor de una compañía de ópera o zarzuela tenía el mismo sueldo que el portero o el acomodador del teatro, bajo el signo de la «igualdad» del comunismo libertario. El desbarajuste administrativo y el desorden mejor ordenado imperaban en los espectáculos públicos controlados por la C.N.T. y que ésta imponía a los elementos ugetistas. En la orden de incautación del gobierno autónomo se establecía la constitución de un Comité de control obrero integrado por tres miembros de la C.N.T. y tres de la U.G.T. La Unión General aceptó la disposición del gobierno de Cataluña; las organizaciones de la C.N.T. trataron de imponerse declarando la huelga general del ramo. El intento fracasó. En plena guerra y ante una situación difícil, grave en los frentes y en la retaguardia, los imbuidos del «economismo faísta» intentaban declarar una huelga en Barcelona al tiempo que, en Valencia, se desarrollaban los trabajos de un Pleno nacional, «económico», que se proponía organizar la economía nacional, basada en la línea y concepciones allí tratadas, como si ya existiera o si tratara de constituirse en lo inmediato un Estado económico confederal. Eso es lo que se desprende del Pleno de Valencia. En cuanto a los animadores de la huelga de Barcelona, para ellos la guerra no existía. Por eso intentaban lanzarse a la lucha por la «conquista revolucionaria» del desbarajuste que habían logrado para la causa de «su» revolución y a mayor gloria del comunismo libertario. La ofensiva de Aragón se había iniciado y con ella el desastre de aquel frente, de aquella zona que había sido el «reinado» del anarquismo bajo la dirección del anarquista Joaquín Ascaso.

143 HACIA LA UNIDAD DE ACCIÓN DE LA U.G.T. CON LA C.N.T. SOBRE BASES DE ALCANCE POLÍTICO Y ECONÓMICO

Una vez reconocida por la C.N.T. la nueva situación de la dirección de la U.G.T. salida del Pleno de Valencia presidido por Jouhaux, la Ejecutiva de la central ugetista —a comienzos de febrero— designa una delegación para que se entreviste con el Comité nacional de la C.N.T., a fin de iniciar las conversaciones que pudieran conducir al establecimiento de un amplio programa de unidad de acción. La delegación de la U.G-Testaba integrada por sus ejecutivos: Edmundo Domínguez Aragonés, vicepresidente; Amaro del Rosal, secretario adjunto, y César García Lombardía, vocal. A la primera entrevista, que se celebra en el local del Comité nacional de la C.N.T., asisten, por la organización confederal, Mariano R. Vázquez, Horacio Prieto y Federica Montseny. Se conviene en iniciar los; trabajos y preparar, por ambas partes, un proyecto de unidad de acción. En su Comité nacional de Valencia (27 al 30 de octubre de 1937), la Unión General había aprobado un amplio programa económico, vinculado a los problemas de la guerra y a la situación política a que estaba enfrentada la España republicana —y no al margen de una y otros— al tiempo que adoptaba una resolución mandatando a la Comisión ejecutiva para que se pusiera en relaciones con la C.N.T. a fin de lograr unas bases comunes de unidad de acción. Tomando en consideración las decisiones de ese Pleno y la existencia y funcionamiento de un Comité nacional de enlace, creado de acuerdo con el «Pacto de no agresión» establecido por la anterior Ejecutiva —la de Caballero—, la delegación de la U.G.T., designada concretamente para esta gestión, hizo entrega al Comité nacional de la C.N.T., en los primeros días de febrero, de un proyecto de Bases de discusión inspiradas en las decisiones del Pleno de octubre y formuladas en los siguientes términos :

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AMARO DEL ROSAL «EJÉRCITO:

»E1 Comité de enlace reconoce los grandes progresos conseguidos en la formación del Ejército popular, en su combatividad y en el perfeccionamiento técnico de sus mandos. Estima que las organizaciones obreras deben prestar su máxima ayuda al gobierno para conseguir un poderoso ejército, impregnado de un profundo espíritu antifascista y dotado de una combatividad uniforme, capaz de aplastar a Franco y a los invasores extranjeros. Habrá de ser preocupación permanente del Comité de enlace la de mantener y robustecer los lazos de confraternidad entre los componentes del ejército, bajo la bandera del antifascismo. Entiende es tarea fundamental de los sindicatos la de evitar que en la retaguardia se susciten cuestiones que puedan distraer la acción del gobierno de su misión especial, que es ganar la guerra con toda rapidez, contribuyendo con ello a crear una moral de guerra en la retaguardia. «Primero. Los sindicatos ayudarán intensamente al gobierno, siguiendo las iniciativas de éste en la creación de fuertes reservas que permitan ampliar los efectivos del Ejército popular y asegurar a éste la continuidad en los avances y una política regular de relevos. Para ello, los sindicatos procurarán que todos sus afiliados cumplan con entusiasmo las órdenes de movilización del gobierno. Interesarán la instrucción militar y el aprendizaje de las armas entre los obreros; colaborarán en el desarrollo de la instrucción premilitar, evitarán la desarticulación que en cada industria produce la ausencia de los trabajadores llamados a filas, para lo cual trabajarán a fin de conseguir la capacitación profesional de la mujer y de los hombres excluidos de la edad militar. «Segundo. Las organizaciones de la U.G.T. y de la C.N.T. se esforzarán por desarrollar una intensa política de fortificaciones, construcción y reparación de caminos, carreteras y ferrocarriles y construcción de refugios para la población civil. «Tercero. El Comité de enlace trabajará por conseguir que las funciones del Comisariado de Guerra, nervio de nuestro Ejército, tenga la ayuda posible por parte de los sindicatos, a fin de que su labor sea cada día más eficaz. Igualmente se esforzará por conseguir que la penetración e identificación existentes entre los jefes del ejército procedentes del antiguo ejército o salidos del pueblo se consolide cada día con más fuerza. «Cuarto. Será atención constante de los sindicatos la de mantener un estrecho contacto con los combatientes, para lo cual continuarán considerándolos como afiliados y se preocuparán de sus atencio-

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nes y de las de sus familiares, sin que esto signifique una intromisión en las funciones que son privativas del mando militar. «INDUSTRIA:

»E1 Comité de enlace comprueba la necesidad de imprimir mayor impulso a la producción industrial de nuestro país, muy especialmente en las industrias de guerra, coordinando e incrementando los esfuerzos de los sindicatos en este sentido. El Comité de enlace se esforzará por mantener una retaguardia firme y disciplinada y por infundir a todos los obreros el espíritu de abnegación y de sacrificio que la hora actual exige, a fin de que no regateen ningún esfuerzo en su trabajo relacionado con las necesidades militares. Dentro de este espíritu, el Comité de enlace defenderá las siguientes medidas: ^Industrias de guerra: 1) Las organizaciones sindicales U.G.T. y C.N.T. cooperarán con el gobierno en la labor de constitución rápida de una potente industria de guerra. Los sindicatos deberán plantearse como tarea urgente e imprescindible crear entre los obreros un severo espíritu de vigilancia contra todo género de sabotaje y pasividad en el trabajo y de superación en el mismo, a fin de aumentar y mejorar la producción; 2) Adaptación a las necesidades de la industria de guerra de todas las fábricas y talleres que sus condiciones lo permitan; 3) Centralización de todas las materias primas principalmente de aquellas que abastecen la industria de guerra; 4) Militarización y centralización de todos los medios de transporte. Nacionalización de las industrias básicas; 5) Debe procederse con toda urgencia a la nacionalización de las industrias básicas. El gobierno debe centralizar las industrias nacionalizadas y coordinar el desarrollo de las mismas; 6) Las industrias nacionalizadas deberán ser dirigidas por técnicos de las mismas, nombrados por el Ministerio correspondiente; pero al designar estos cargos convendrá que se tenga en cuenta la opinión de los obreros; 7) Nacionalización de los ferrocarriles; 8) El gobierno debe tender a una centralización bancaria que prepare la nacionalización de la Banca. ^Consejos nacionales de Industria y Consejo superior de Economía: 9) El Comité de enlace propugna la formación inmediata de Consejos nacionales de las industrias, en los cuales participen los sindicatos, cuya misión será regular la producción de cada industria, fijar los precios, salarios, utilidades, importación y exportación de productos y materias, siempre de acuerdo con las directrices del gobierno. Estos consejos dependerán del Consejo superior de Economía,

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cuya creación, por el gobierno, estima el Comité de enlace de toda urgencia, como medio más eficaz para organizar y planificar la producción. y>Capacitación profesional: 10) Además de las medidas que el gobierno, en el orden de la preparación profesional, tiene establecidas y establezca, los sindicatos ayudarán a la elevación del nivel cultural y técnico profesional de los obreros mediante la organización de cursos especiales para ellos. »Municipalización de Servicios: 11) El Comité de enlace reconoce la necesidad de que se lleve a cabo una ordenación de aquellos que, por su importancia y características, lo requieran, a fin de hacer desaparecer las confusiones existentes en la actualidad. Siendo propiedad del Estado todos los bienes, muebles e inmuebles, de los propietarios destacados en la sublevación fascista, las lincas urbanas pasarán a ser usufructuadas por los municipios mediante leyes que a este respecto dicte el gobierno. «INTENSIFICACIÓN DE LA PRODUCCIÓN AGRÍCOLA, COOPERATIVAS Y COLECTIVIDADES EN EL CAMPO:

»E1 Comité nacional de enlace declara que las dos centrales sindicales realizarán toda clase de esfuerzos para que los productos de la tierra, fruto del trabajo de nuestros campesinos, sean respetados en todo momento y valorizados en relación con los precios industriales. El Comité de enlace reconoce los avances que en materia legislativa agraria ha hecho el gobierno del Frente Popular. Al mismo tiempo advierte la necesidad de incrementar la producción agraria de forma que no quede sin cultivar un palmo de terreno aprovechable, para lo cual estima imprescindible la unidad de los trabajadores del campo en cada localidad y la identificación del movimiento colectivista y cooperativo de acuerdo con estos principios: 1) El Comité de enlace se pronuncia por la nacionalización e industrialización de la tierra, que deberá entregarse en usufructo inalienable a los campesinos y obreros agrícolas, los cuales podrán cultivarla individual o colectivamente, no excediendo la parcela de cultivo individual del que pueda realizar cada uno con su familia, teniendo en cuenta las modalidades de las regiones autónomas, siempre que se amolden al mínimo legislado en el resto del país. La pequeña propiedad rústica de los agricultores que directamente cultivan la tierra debe ser respetada; 2) Ambas centrales sindicales defenderán todas las conquistas alcanzadas por las masas del campo, y se esforzarán por intensificar la producción agraria. Para ello es preciso: a) intensificación de la producción agrícola. AI

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objeto de estimular la producción pueden establecerse dentro de las colectividades los trabajos por tarea, garantizando a los trabajadores del campo una retribución mínima, revisable trimestralmente, para acordar los aumentos y rebajas pertinentes; b) reglamentación del cultivo de la tierra con el fin de que la explotación individual no entorpezca a la colectiva; c) mejorar el nivel de vida de los trabajadores agrícolas a base de valorizar los productos agrícolas, a fin de que los campesinos obtengan precios remuneradores de sus productos, en relación con el coste de los productos industriales que ellos consumen y para los cuales debe establecerse una tasa; d) el gobierno facilitará a los campesinos la adquisición de maquinaria, semillas, abonos, etc., y créditos a través del Banco Nacional de Crédito Agrícola, cuyo funcionamiento es necesario; e) se fomentará la creación de granjas experimentales (escuelas agrícolas), de las cuales deberá haber por lo menos una en cada comarca, con el fin de preparar técnicos mecánicos, organizadores y administradores de colectividades y cooperativas; 3) Debe intensificarse la formación de cooperativas agrícolas con tendencia a la constitución de una sola en cada localidad, acogiéndose a las disposiciones sobre cooperativas del gobierno de la República, y legalizarse inmediatamente las colectividades constituidas. Igualmente debe fomentarse el agrupamiento de las cooperativas en federaciones regionales o provinciales que se incorporen al movimiento cooperativo nacional e internacional. «SALARIOS, PRECIOS Y ABASTECIMIENTOS :

»E1 mejoramiento del nivel de vida de los trabajadores y la lucha contra la actual carestía de los alimentos y su difícil adquisición son de una necesidad evidente. Por ello, el Comité de enlace estima necesarias las siguientes medidas: 1) Los sindicatos deben intensificar su actividad de vigilancia y lucha contra los especuladores, ayudando con ello la labor del gobierno en este sentido. A las organizaciones de hostelería, artes blancas y demás sindicatos de la alimentación y comercio es a quienes corresponde en primer lugar este trabajo; 2) Debe fermentarse la constitución de fuertes cooperativas de consumo al por menor, el establecimiento de cooperativas de producción y la creación de grandes centrales de venta al por mayor de productos, bajo el control del Estado. Igualmente debe establecerse un plan de importación de aquellos productos indispensables que constituyen la base de la alimentación de los trabajadores, con el objeto de asegurar a éstos la ración necesaria para su familia a precio conveniente en relación con los tipos de salarios existentes. El gobierno debe tam-

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bien intervenir la producción y regular el consumo interior de todos aquellos productos que sirvan de base a nuestra política de exportación; 3) El Comité de enlace estima que debe establecerse un salario mínimo, en relación con el coste de la vida, y teniendo en cuenta, de una parte, las categorías profesionales, y de otra, el rendimiento de cada uno. En este sentido defenderá en las industrias el principio de "a más y mejor producción mayor retribución", como plus o premio, sin distinción de sexo ni edad. A este fin, deberá constituirse la Comisión nacional de salarios y precios, con representación de las centrales sindicales. «CONTROL OBRERO:

»E1 Comité de enlace entiende que el control obrero representa una de las conquistas de los trabajadores de más alto valor y contenido. Estima que una ley de control obrero es necesaria en estos momentos en nuestro país, a fin de señalar los derechos y los deberes de los trabajadores. Por ello, acuerda: 1) El gobierno debe promulgar una ley de control obrero donde se fijen las atribuciones y las obligaciones de los obreros en orden al control de la producción y a la vigilancia de su rendimiento; intervención en la administración y beneficios, condiciones de trabajo de los obreros y defensa de la legislación social; 2) Los organismos de control serán elegidos democráticamente por sufragio directo entre todos los trabajadores de una misma fábrica o taller, estableciendo con ello una verdadera democracia obrera y asegurando la defensa de los intereses de los trabajadores. «LEGISLACIÓN S O C I A L :

«Considerando conveniente el mantenimiento de los avances realizados por el proletariado, el Comité de enlace estima que debe revisarse la legislación social vigente para incorporar disposiciones coincidentes con las reivindicaciones ya alcanzadas por la clase trabajadora y aquellas otras resultantes de las contenidas en estas bases o para eliminar preceptos que estén en pugna con ellas. «Barcelona, 8 de febrero de 1938.» El día 13 de febrero, el Comité Nacional de la C.N.T. presentaba a la Unión General de Trabajadores un contraproyecto de Bases que, recogiendo algunos de los puntos ugetistas, estaba elaborado en los siguientes términos:

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«Examinadas las bases que la U.G.T. ha presentado públicamente a la estimación del Comité nacional de la C.N.T. y a los efectos de obtener un acuerdo entre las dos organizaciones, nos interesa declarar que sentimos verdadera satisfacción por el gesto de la central hermana, ya que desde hace largos meses lo veníamos esperando por habérselo requerido en diversas ocasiones. Y como públicamente se nos ha emplazado antes de que pudiéramos opinar también nosotros seguimos el procedimiento, lamentándolo por lo que tiene de prejuzgados »Lás bases que sometemos a conocimiento de la opinión y a discusión de la U.G.T. no constituyen una novedad para nuestra organización, sino que responden a los acuerdos de la misma y que habíamos reservado para la confección de un programa mínimo de acción entre todas las fuerzas antifascistas. Al no ser atendidos en las peticiones que formulábamos una y otra vez de celebrar reuniones conjuntas en las que se estructurara aquel programa de unidad popular, configuramos hoy aquellos acuerdos y los extractamos con arreglo a la invitación que se nos hace, siendo un límite bien definido las transacciones a que obliga la discusión. » B A S E S QUE LA C.N.T. PRESENTA A LA U . G . T . PARA UNIFICAR LA ACCIÓN DE LAS DOS ORGANIZACIONES:

»La C.N.T. y la U . G . T , con la preocupación permanente de asegurar las conquistas políticas y económicas hechas por el proletariado durante la revolución, y aspirando a superarlas en todo tiempo y lugar, ratifican la existencia del Comité nacional de enlace, revalorizando su personalidad gestora en las siguientes bases: »1.° La U-G-T. y la C.N.T. se comprometen a realizar la inclusión efectiva del proletariado en la gobernación del Estado español, sin excluir en la proporcionalidad que les corresponde a las fuerzas no proletarias. »2.° Ahora y siempre, la C.N.T. y la U . G . T . se comprometen a realizar la inclusión efectiva del proletariado en la gobernación del Estado español, sin excluir en la proporcionalidad que les corresponde a las fuerzas no proletarias. »2.° Ahora y siempre, la C.N.T. y la U . G . T . se comprometen a defender un régimen social de verdadera democracia, combatiendo toda pretensión totalitaria de clase o de partido. Siendo éstas las premisas fundamentales de una inteligencia cordial y duradera entre las dos centrales obreras, consideramos que la aspiración inmediata

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y transitoria de ambas debe quedar condensada en unas líneas generales que indiquen un orden preciso en la conducta. «DEFENSA NACIONAL:

»1.° La C.N.T. y la U.G.T. están decididas a fortalecer todos los resortes que faciliten la creación de un ejército regular eficiente, que sea garantía de triunfo en la guerra y en todas las contingencias bélicas exteriores que pudieran derivarse de este triunfo. »2.° Las dos organizaciones propugnan el mantenimiento y vigorización del Comisariado de Guerra, y porque dentro de él las fuerzas antifascistas estén justamente representadas, desechando todo intento monopolista del Comisariado. »3.° La C.N.T. y la U.G.T. postulan la creación de la Subsecretaría de Industrias de Guerra, con representaciones del gobierno y de las sindicales a través de un Consejo nacional de Industrias de Guerra, el cual asumirá la dirección única de las mismas. »4.° En cada subsecretaría del Ministerio de Defensa nacional se creará un Consejo armonizador, cuya misión principal consistirá en colaborar y en evitar-decisiones partidistas. »5.° El transporte, que por sus características está siendo aprovechado para los fines de la guerra será puesto a disposición del gobierno, respetando aquel que sea de ineludible funcionamiento para que no sufran extorsiones la producción y el comercio en la retaguardia. »6.° En todos los cuerpos armados se creará un Consejo nacional que represente proporcionalmente a las masas antifascistas y que tendrá funciones de asesoría y control. »La idea que guía a la C.N.T. y a la U.G.T. a coincidir en estas reivindicaciones inmediatas es la de vencer al fascismo rápida y rotundamente, valorizar una positiva democracia en todos los lugares de organización y de acción de guerra, prestigiar al Comisariado como medio de depuración y engrandecimiento del Ejército popular, y coadyuvar de hecho, con su experiencia y su fuerza, en la obra de los gobiernos, descargándoles de una gran parte de su responsabilidad, visto y probado que no hay gobierno infalible. «ECONOMÍA :

»La C.N.T. y la U.G.T. pondrán a contribución todos sus esfuerzos, todos sus elementos técnicos y su capacidad de sacrificio para la reconstrucción industrial, agrícola y comercial del país, que aun-

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que han sido realizadas ya por el proletariado en todo momento y sitio podrían dar un mayor rendimiento de la forma que las dos organizaciones conciben la reestructuración económica, que es la que a continuación expresamos: ^Nacionalización. 1) Las industrias específicamente productoras de material de guerra deben ser rápidamente nacionalizadas, asumiendo la responsabilidad técnica y administrativa el Consejo nacional de Industrias de guerra, en las condiciones prefijadas en otro apartado, tendiendo siempre a instaurar una industria nacional que inmunice al país de toda presión extraña. »2) Han de ser nacionalizadas con la mayor celeridad posible las minas, los ferrocarriles, la industria pesada, la Banca, Teléfonos, Telégrafos y la Navegación de altura. »3) Mientras se tramita la nacionalización de la Banca, el Estado debe garantizar la imparcial concesión de créditos a las colectividades, armonizando este compromiso oficial con la existencia circunstancial del Banco Sindical Ibérico que la C.N.T. y la U.G.T. organizan para estos fines. «Para la puesta en marcha de este plan de nacionalización industrial, así como para la verificación del plan económico general, la C.N.T. y la U.G.T. abogan por la formación de un Consejo nacional de Economía dentro del Estado y compuesto por representaciones de éste y de las dos organizaciones sindicales. El Consejo nacional de Economía preparará el plan económico nacional y por medio de los Consejos nacionales de Industria, organizados de la misma forma que el Consejo nacional de Economía, dirigirá la producción, la distribución, el crédito, las formas de retribución, el comercio en su totalidad, utilizando todos los servicios que precise instalar para el buen transcurso de sus funciones. Las dos entidades sindicales cuidarán de ejercer una obra de reajuste de salarios, tendente a lograr en plazo perentorio que los trabajadores disfruten de una retribución que les permita obtener un mínimo imprescindible que cubra sus necesidades y les ponga en situación física de responder al esfuerzo que sistemáticamente se les pide. Al efecto, se precisa la existencia de una Comisión mixta nacional de Salarios y Control obrero, dependiente del Consejo nacional de Economía, que en cada industria y localidad regule la retribución profesional con arreglo a las estadísticas y emprenda el estudio de fórmulas de compensación familiar por medio de un organismo idóneo. El Consejo nacional de Economía establecerá un servicio de inspección del trabajo en todas las manifestaciones productivas del Estado, solicitando de las dos organizaciones el personal para esta función, así como los elementos técnicos que reclamen la

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puesta en marcha de la planificación y todos los servicios del Estado, infiltrando en funcionarios y técnicos el mismo espíritu de sacrificio que existe entre los trabajadores manuales y cuya exaltación se les demanda apremiantemente. A los técnicos, tanto de las colectividades como del Estado, se les facilitarán todos los elementos de estudio y de movilidad que contribuyen a despertar un mayor rendimiento de calidad y cantidad en sus operaciones científicas. Las dos organizaciones implantarán también en las colectividades la inspección del trabajo y unas normas generales que sirvan para acreditar la moral de la gestión productora y del rendimiento con vistas a conseguir una superproducción inmediata. El Consejo nacional de Economía y las organizaciones obreras constituirán escuelas de preparación profesional y técnica en profusión notable y con la subvención del Estado. El gobierno respetará y favorecerá las decisiones del Consejo nacional de Economía como organismo vivo que enlaza la gestión popular y la estatal, puesto que estará decididamente constituido por personalidades moral y técnicamente capacitadas. » AGRICULTURA :

»La C.N.T. y la U.G.T. declaran que el suelo y el subsuelo son propiedades de la nación, conviniendo, por tanto, en política agrícola : »1.° La tierra será entregada en usufructo a los sindicatos C.N.T.U.G.T. preferentemente favoreciendo el gobierno a las colectividades de las dos organizaciones, mediante créditos, auxilios técnicos, centros de capacitación experimental para los cultivos y otros de expansión comercial. »2.° Sólo se reconocerá la existencia del usufructuario individual que trabaje para fines propios, sin que bajo ningún pretexto pueda admitirse la tenencia de ningún asalariado. »3.° El Consejo nacional de Economía abordará la industrialización progresiva de la agricultura, racionalizando los cultivos y teniendo como base financiera la disposición del Banco de Crédito Agrícola, Ínterin la Banca no sea nacionalizada. Queda sobreentendido que, en todos los organismos de creación originada por la reconstrucción agrícola, las dos centrales sindicales estarán representadas con el Estado.

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«COLECTIVIZACIONES :

»La CN.T. y la U.G.T. ratifican la existencia de las colectivizaciones y tienden a extender el sistema, demostrando prácticamente que es la forma de organización del trabajo que expresa mejor el temperamento y los anhelos de emancipación económica del proletariado español. Por eso se muestran partidarios: »1.° En la industria, en el campo, en el comercio, en todos aquellos aspectos del complejo económico que no hayan sido objeto de nacionalización, las dos organizaciones defienden las colectividades y harán una política firme para que reciban reconocimiento legal y jurídico. »2." Se reconocerá a las colectivizaciones el derecho de organizarse entre sí, creando una economía propia debidamente ajustada a las prescripciones oficiales para los efectos tributarios. »3-° Las cooperativas de consumo, forma imperfecta de la colectivización, serán divulgadas y difundidas por la C.N.T. y la U.G.T. para hacer frente a la especulación actual e ir venciendo el espíritu de la burguesía en el comercio menor, dejando en libertad a las dos organizaciones para que a su modo peculiar organicen y fomenten las cooperativas, precisándose la revisión de las leyes vigentes sobre cooperación. «MUNICIPALIZACIÓN :

»La CN.T. y la U.G.T. resuelven para la municipalización: »1.° Se municipalizará la vivienda en general, exceptuando los edificios declarados de propiedad nacional y los de pequeña renta. »2.° Los servicios públicos ordinarios de forma urbana y los que sin lesionar intereses distintos acrediten los municipios capacidad de organización en bien del interés general. »3.° La sanidad y la asistencia social, haciendo compatibles las atribuciones de la municipalización con la legislación del Estado. «COMERCIO :

«Las dos organizaciones concuerdan en la necesidad de implantar el monopolio del comercio exterior, tanto en la importación como en la exportación, en lo que hace referencia a materias primas y a los principales artículos productores de divisas. Las condiciones en que se verificará la organización del comercio serán:

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»1.° Se crearán centrales comerciales por parte del Consejo nacional de Economía que especialicen el comercio del Estado. »2.° Los trabajadores estarán debidamente representados en las centrales. »3.° El producto del comercio exterior se distribuirá sin mermas ostensibles en moneda nacional a los productores, quedando las divisas para el Estado. »4.° Se procederá a una revisión de los aranceles disminuyéndolos considerablemente sobre los productos alimenticios de importación y el comercio patrocinado por las colectividades. «ACCIÓN SOCIAL :

»La CN.T. y la U.G.T. estiman que ha de irse a una revisión en la legislación del país, que sea un reconocimiento de los avances de la revolución, anulando todo fárrago de la vieja legislación que lleva en sí misma el retorno de las clases opresoras: »1.° Legislación sobre el control obrero en las explotaciones que no estén directamente administradas por los trabajadores. »2.° Legislación sobre el Seguro de accidentes y previsión social que permita al trabajador no sufrir ninguna privación ni sufrimiento por causas de accidente, enfermedad o vejez, favoreciendo las creaciones propias de ¡as organizaciones sindicales para esos fines benéficos. »3-° Siendo la enseñanza factor fundamental en la reeducación del pueblo español, se creará un consejo nacional mixto dependiente del Estado, con representaciones competentes de las dos sindicales y que procure métodos y procedimientos educativos lo más racionales y a tono con el progreso científico y moral que la revolución promete. »4.° Legislación especial sobre las empresas extranjeras establecidas en España; disponiendo el cese de sus actividades y la rescisión de los contratos sin perjuicio de atender a las reclamaciones que se demuestren justas. »5.° Liquidación de toda la legislación civil, penal, comercial, etcétera, y abrir en su oportunidad un nuevo período constituyente que pueda sintetizar las aspiraciones populares dentro de una República socialista que sea democrática y federal. »La CN.T. y la U.G.T. se disponen a realizar una política de ayuda en todos los sentidos políticos, militares, comerciales, en el trabajo, fomentando todos aquellos procedimientos y medios que se consideren aptos para ganar la guerra rápidamente. Todos los organismos de índole sindical, estatal o mixta que se creen para los dis-

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tintos fines que se han mencionado estarán constituidos con la intervención de la C.N.T. y de la U.G.T. con arreglo a la proporcionalidad de las fuerzas que cada organización posea, según el organismo y lugar en que han de intervenir. Las dos organizaciones declaran que, habiendo sido y siendo el proletariado quien derrotó a los facciosos, quien sostiene la lucha con mayor sacrificio y contribución de esfuerzo, quien ha evitado y evitará la desintegración moral, política y económica del país, y será quien lo reconstruya, a las dos organizaciones proletarias les corresponde el derecho de intervenir en la dirección administrativa del país por sí mismas o por quien se consideren representadas. »La C.N.T. y la U.G.T. tienen el firme deseo de que sean puestas en inmediata aplicación todas las cláusulas y todo el contenido textual de este documento, recabando la constitución inmediata del Frente Popular antifascista y la reorganización del gobierno, obedeciendo ambos a la razón de la proporcionalidad numérica que cada organización o partido posean (.. «PALABRAS F I N A L E S :

«Este es el resultado a que hemos llegado, examinadas las bases de los camaradas de la U.G.T., computándolas con las que presentó la C.N.T. en junio de 1937. Lo que antecede, base de la discusión que iniciaremos los responsables de los organismos superiores de la C.N.T. y de la U.G.T., es el producto de las transacciones que la C.N.T. se impone a sí misma, camino obligado ante la discusión. »No dudamos que el principio de transacción mutua será compartido por los camaradas de la U.G.T. y que llegaremos, obligadamente, a los puntos de coincidencia para plasmar en realidad la aspiración, el supremo anhelo del proletariado que quiere ver sólidamente unidas en la acción a sus queridas organizaciones para avanzar con entusiasmo y con rapidez por el camino de la victoria. «Por el Comité nacional de la C.N.T.: Mariano R. Vázquez, secretario.» El lector podrá hacer un análisis comparativo entre la línea económica trazada por la U.G-T., supeditada a las necesidades y exigencias de la guerra, y las concepciones expresadas en el Pleno nacional Económico de la C.N.T. celebrado en Valencia el 15 de febrero, en las que se inspiran los confederales para la elaboración de su documento, pero aceptando 1.

Veintidós líneas suprimidas por la censura (A. R. D.).

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variantes muy importantes en relación con problemas de doctrina fundamentales, como es la aceptación de la personalidad del Estado y las realidades de la guerra. El documento de la U.G.T. forzaba a los dirigentes de la C.N.T. a un viraje táctico, y la situación de los frentes, también. Al contrario que en el Pleno de Valencia, en el documento de contrabases de la C.N.T. aparece una línea de vinculación con los problemas de la guerra y de preocupación política, frente a su anterior concepción o consigna de «al margen de la guerra y de la política». El documento confederal es, sin duda, el paso más audaz y positivo dado por el grupo de dirigentes cenetistas que venimos definiendo como «realistas» en favor de una fructífera unidad de acción eficaz y positiva entre las dos centrales sindicales. En muchos aspeaos, el lenguaje del documento se confunde con el de la U.G.T. En determinadas cuestiones, ambas centrales empezaban a utilizar un mismo idioma y a converger hacia enfoques comunes. El sectarismo de la F.Al, se enfrentaría a ese lenguaje, a esas nuevas corrientes, para mantener su fraseología demagógica, perturbando seriamente ese proceso de evolución positiva. En el campo ugetista no faltaría la acción sinuosa de los despechados, de los enemigos de toda corriente de unidad, de los que puede ser ejemplo Luis Araquistain —en sus comentarios al pacto aparecidos en Solidaridad Obrera del 20 de febrero— cuando trata de hacer ver que las bases son fruto de un programa de la Agrupación Socialista madrileña, ocultando la personalidad de la U.G.T. y del P.S.O.E. para poner de relieve, y en primer plano, la de la C.N.T. «Se ha socializado —dice— la C.N.T., en el sentido de reconocer la necesidad del Estado, como instrumento de lucha y consolidación de las conquistas revolucionarias en el interior y exterior del país. ¡Qué alegría para un socialista leer el programa de nacionalización, de municipalización y de colectivización contenido en la propuesta de la C.N.T.! Parecen artículos arrancados de nuestro programa socialista y, sobre todo, al proyecto de reforma antes mencionado de la Agrupación de Madrid. Bakunin y Marx se darían un abrazo sobre ese documento de la C.N.T.» El socialista y ugetista Araquistain, siguiendo su política de resabios y de odio, borra de su lenguaje a la U.G.T. y al P.S. Pero ese pacto no era una consecuencia de la línea de Araquistain de 1937 a 1938, sino de una línea de unidad de la que Araquistain y sus discípulos habían renegado. La idea de un gobierno sindical quedaba atrás. Ahora, para el ideólogo del «caballerismo», Marx y Bakunin se fundían en un abrazo. En la interpretación del documento aprobado defintivamente, la C.N.T. aceptaba la creación de un poderoso ejército con un sentido antifascista y popular. Al adoptar esta nueva posición rompía con sus concepciones anteriores, en las que exaltaba el principio de unidades guerrilleras y, sobre

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todo, con las del faísmo y la C.N.T. cuando se oponían a las movilizaciones decretadas por el gobierno. La C.N.T. reconocía la necesidad de que los sindicatos respaldaran al Comisariado de Guerra, si bien reivindicaba su famoso principio de la proporcionalidad con el que la U.G.T. tuvo que transigir. La C.N.T. aceptaba igualmente el principio de que los sindicatos debían colaborar con el gobierno en el propósito de crear una poderosa industria de guerra nacionalizada, así como en propugnar una legislación que regulara la producción, los precios, los salarios, las utilidades y la política de importaciones y exportaciones. Las delegaciones de la C.N.T. y de la Comisión ejecutiva de la U.G.T. llegaron a un acuerdo definitivo, resumiendo en un solo documento los dos que habían servido de base para las discusiones, redactándose y firmándose así el llamado «Programa de unidad de acción» que, con el manifiesto conjunto de las dos centrales sindicales sería dado a conocer el 18 de marzo de 1938, y que el lector encontrará en el capítulo siguiente.

144 PROGRAMA DE UNIDAD DE ACCIÓN

U.G.T.-CN.T.

{Marzo de 1938) M A N I F I E S T O DE LA U . G . T . Y LA C N . T . A LA CLASE TRABAJADORA Y AL PUEBLO ESPAÑOL

«Reunidas las representaciones conjuntas de las dos centrales sindicales y examinada la situación nacional e internacional, la Unión General de Trabajadores y la Confederación Nacional del Trabajo acuerdan dirigir este llamamiento común a los trabajadores de España y a la opinión pública en general. «Nuestra fe en el triunfo es hoy más inquebrantable que nunca y nuestra confianza en la clase obrera, ilimitada. En nosotros reside la llave de la victoria y sabemos que nadie más y mejor que los trabajadores sabrán administrar su fuerza productora y combativa, puesta toda en tensión y en juego ante las nuevas acometidas nacionales e internacionales del fascismo. «¡Trabajadores de España! ¡Obreros de la C N . T y de la U.G.T.! Las dos grandes centrales sindicales acaban de llegar a puntos de acuerdo, de cara a las necesidades de la guerra y a la reconstrucción económica y social de nuestro país. El fascismo ha ganado una batalla en Austria; la clase trabajadora la ha gando en España, al lanzar las grandes líneas para un acción conjunta. »Fe y confianza en el triunfo. Entusiasmo para luchar y para vencer, con la seguridad magnífica de nuestra fuerza y la voluntad puesta en tensión para la defensa de la independencia de España, de los derechos del proletariado y de todos los hombres libres. »¡ En pie de guerra, camaradas! ¡ En línea de lucha, con los ojos fijos en el porvenir y los codos unidos, formando un bloque indestructible de voluntades heroicas!

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»¡ Al combate y a la victoria, compañeros! ¡ En los frentes, en la retaguardia, ante el mundo entero! La salvación de España está en nosotros: sabremos salvarla y salvarnos, dando a las democracias vacilantes el ejemplo de nuestra energía y de nuestro entusiasmo. »¡Viva la unidad de la clase obrera! ¡Abajo el fascismo! ¡Por la libertad de España! «Por la UNION GENERAL DE TRABAJADORES DE ESPAÑA: Ramón González Peña, presidente; José Rodríguez Vega, secretario general; Edmundo Domínguez, vicepresidente; Amaro del Rosal, secretario adjunto; Felipe Pretel, tesorero; Antonio Genova, Daniel Anguiano, Antonio Pérez, Ezequiel Ureña, César G. Lombardía, Claudina García, Carlos Hernández Zancajo, Pascual Tomás, José Díaz Alor y Ricardo Zabalza, vocales. »Por la CONFEDERACIÓN NACIONAL DEL TRABAJO: Mariano R. Vázquez, secretario general; Federica Montseny, Horacio M. Prieto, Isidro Sancho, Mariano Estrada, Valeriano Laborda, Galo Diez, Serafín Aliaga, Macario Royo, Pedro Sánchez, Juan Arnalda, J. Campañas, J. Rueda Ortiz, Delio Alvarez, Manuel Báez, J. Consuegra, Rafael Iñigo, Manuel López. «Barcelona, 12 de marzo de 1938.»

PROGRAMA DE UNIDAD DE ACCIÓN ENTRE LA U.G.T. Y LA C.N.T.

«La C.N.T. y la U.G.T., con la preocupación permanente de ganar la guerra y de asegurar las conquistas políticas y económicas hechas por el proletariado durante la revolución y aspirando a superarlas en todo tiempo y lugar, ratifican la existencia del Comité nacional de enlace, revalorizando su personalidad gestora con las siguientes bases: «DEFENSA NACIONAL:

»La U.G.T. y la C.N.T. reconocen los grandes progresos conseguidos en la formación del Ejército popular, en su combatividad y en el perfeccionamiento técnico de sus mandos, y están decididas a fortalecer todos los resortes que faciliten la creación de un ejército regular, eficiente, que sea garantía de triunfo en la guerra y en todas las contingencias bélicas exteriores que pudieran derivarse de ese triunfo. Habrá de ser preocupación permanente de la C.N.T. y de la U.G.T. mantener y robustecer los lazos de confraternidad entre lo? componentes del ejército, bajo la bandera del antifascismo. »1.° Los sindicatos ayudarán intensamente a la creación de fuer-

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tes reservas que permitan ampliar los efectivos del Ejército popular y asegurar a éste la continuidad en los avances y una política regular de relevos. »Para ello, los sindicatos procurarán que todos sus afiliados cumplan con entusiasmo las órdenes de movilización. Interesarán la instrucción militar y el aprendizaje de las armas entre los obreros; colaborarán en el desarrollo de la instrucción premilitar; evitarán la desarticulación que en cada industria produce la ausencia de los trabajadores llamados a filas, para lo cual trabajarán por conseguir la capacitación profesional de la mujer y de los hombres excluidos de la edad militar. »2.° Las dos organizaciones propugnan el mantenimiento y vigorización del Comisariado de Guerra y porque dentro de él las fuerzas antifascistas estén justamente representadas. La U.G-T. y la C.N.T. velarán porque esta representación equitativa sea observada en todo momento y lugar. «Vinculados al Comisariado de Guerra y con idénticas facultades, funcionarán los comisariados de Marina y Aire. También existirá en iguales condiciones el Comisariado en los Cuerpos armados de la retaguardia. «Ambas organizaciones se esforzarán, igualmente, por conseguir que la compenetración e identificación existentes entre los jefes militares, procedentes del antiguo ejército o salidos del pueblo, se consoliden cada día con más fuerza, imposibilitando el resurgimiento de los defectos del ejército anterior al 19 de julio. »3.° Las organizaciones de la C.N.T. y de la U.G.T. tenderán a lograr del gobierno los medios precisos para desarrollar una intensa política de fortificación, construcción y reparación de caminos, carreteras y ferrocarriles y construcción de refugios para la población civil. » 4 ° Será atención constante de los sindicatos la de mantener un estrecho contacto con los combatientes, para lo cual continuarán considerándolos como afiliados y se preocuparán de sus atenciones y de las de sus familiares, sin que esto signifique una intromisión en las funciones que son privativas del mando militar. »La idea que guía a la U.G.T. y a la C.N.T. a coincidir en estas reivindicaciones inmediatas es la de vencer al fascismo rápida y rotundamente, valorizar una positiva democracia en todos los lugares de organización y de acción de la guerra, prestigiar al Comisariado como medio de depuración y de engrandecimiento del Ejército Popular y coadyuvar de hecho con su experiencia y su fuerza en la obra de los gobiernos, descargándolos de una gran parte de su responsabilidad.

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«INDUSTRIA :

»La C.N.T. y la U.G.T. comprueban la necesidad de imprimir mayor impulso a la producción industrial en nuestro país, muy especialmente en las industrias de guerra, coordinando e incrementando los esfuerzos de los sindicatos en este sentido. Ambas organizaciones se esforzarán por mantener una retaguardia firme y disciplinada y por infundir a todos los obreros, sin distinción de categorías, el espíritu de abnegación y de sacrificio que la hora actual exige, a fin de que no regateen ningún esfuerzo en su trabajo relacionado con las necesidades militares. «Dentro de este espíritu la U.G.T. y la C.N.T. defenderán las siguientes medidas: ¿¡Industrias de Guerra: a

«1. La Subsecretaría de Armamento asumirá la dirección única de las industrias de guerra, de acuerdo con el Consejo nacional de Industrias de guerra que se creará con intervención de la C.N.T. y de la U.G.T. »2. Adaptación a las necesidades de las industrias de guerra de todas las fábricas o talleres que lo permitan sus condiciones. «3. Centralización de todas las materias primas, principalmente de aquellas que abastecen la industria de guerra. »4. El transporte que por sus características se precise para los fines de la guerra será puesto a disposición del gobierno, centralizado y militarizado, respetando aquel que sea de ineludible necesidad para que no sufran extorsiones la producción y el comercio en la retaguardia. «5. Las organizaciones sindicales U.G.T. y C.N.T. cooperarán en la constitución rápida de una potente industria de guerra. Los sindicatos deberán plantearse como tarea urgente e imprescindible crear entre los obreros un severo espíritu de vigilancia contra todo género de sabotaje y pasividad en el trabajo y de superación en el mismo, a fin de aumentar y mejorar la producción. a

a

a

a

¡¡Nacionalización: a

»6. Debe procederse con toda urgencia a la nacionalización de las minas, ferrocarriles, industria pesada, navegación de altura, banca y de aquellas otras industrias que se consideren de necesidad para la reconstrucción nacional, después de comprobada aquélla por los or-

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ganismos competentes del Estado. Las industrias nacionalizadas deben ser centralizadas y coordinado su desarrollo. ^Consejos nacionales de Industria y Consejo superior de Economía: a

»7. Para la puesta en marcha de este plan de nacionalización industrial, así como para la organización y planificación general de la producción, la U.G.T. y la C.N.T. propugnan la formación inmediata de un Consejo superior de Economía, dentro del Estado, y con participación de las dos organizaciones sindicales. »E1 Consejo superior de Economía preparará el plan económico nacional por medio de los Consejos nacionales de Industria, en los cuales participarán también los sindicatos; regulará, especialmente en las industrias nacionalizadas, la producción, la distribución, el crédito, precios y utilidades, la importación y exportación de productos, las formas de retribución, el comercio, utilizando todos los servicios que precise instalar para el buen transcurso de sus funciones. »E1 gobierno legislará en materia económica de acuerdo con el Consejo Nacional de Economía. »E1 Consejo Nacional de Economía establecerá un servicio de inspección del trabajo en todas las manifestaciones productivas. »Capacitación

profesional:

a

»8. Además de las medidas que el gobierno, en orden a la preparación profesional, tiene establecidas y establezca, los sindicatos ayudarán a la elevación del nivel cultural y técnico profesional de los obreros mediante la organización de cursos y escuelas especiales en profusión notable y con la subvención del Estado. »La C.N.T. y la U.G.T. reconocen la necesidad de que se lleve a cabo una ordenación o reorganización de servicios urbanos, a base de la municipalización de aquellos que por su importancia y características lo requieran. «Considerando la propiedad inmobiliaria como perteneciente al Estado, las fincas urbanas, exceptuadas las de pequeña renta, pasarán a ser usufructuadas por los municipios, mediante leyes que a este respecto promulgue el gobierno. «COLECTIVIZACIONES : a

«1. La U.G-T. y la CN.T. estiman precisa la legalización jurídica de las colectividades, y por ello consideran necesaria una legisla-

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ción sobre colectividades que determine cuáles de éstas deben continuar existiendo, normas para su constitución y funcionamiento e intervención del Estado en las mismas. Las colectividades que no se sujeten a esta legislación deben desaparecer. »2. El Estado ayudará a las colectividades que se ajusten a dicha legislación y cuya utilidad económica sea reconocida. » 3 * La legislación ¿obre colectividades deberá ser estudiada y propuesta al gobierno por el Consejo Nacional de Economía. a

«SALARIOS, PRECIOS Y ABASTECIMIENTOS:

»E1 mejoramiento del nivel de vida de los trabajadores y la lucha contra la actual carestía de los alimentos y su difícil adquisición son de una necesidad evidente. Por ello, la CN.T. y la U.G.T. estiman necesarias las siguientes medidas: » 1 * Los sindicatos deben intensificar su actividad de vigilancia y lucha contra los especuladores. A las organizaciones de Hostelería, Artes Blancas y demás sindicatos de la Alimentación y Comercio es a quienes corresponde en primer lugar este trabajo. »2. Debe fomentarse la constitución de fuertes cooperativas de consumo al por menor y el establecimiento de cooperativas de producción, aplicando a estas últimas una legislación muy restrictiva, y el establecimiento de grandes centrales de venta al por mayor y de exportación, bajo el control riguroso del Estado y de acuerdo con las disposiciones del Consejo de Economía. Igualmente debe establecerse un plan de importación de aquellos productos indispensables que constituyen la base de la alimentación de los trabajadores, con objeto de asegurar a éstos la ración necesaria para su familia a precio conveniente en relación con los tipos de salarios existentes. El gobierno debe también intervenir la producción y regular el consumo interior de todos aquellos productos que sirvan de base a nuestra política de exportación. »3. La U.G.T. y la CN.T. estiman que debe establecerse el salario mínimo, en relación con el coste de vida, y teniendo en cuenta, de una parte, las categorías profesionales, y de otra, el rendimiento de cada uno. En este sentido defenderán en las industrias el principio de "a más y mejor producción, mayor retribución", como plus o premio, sin distinción de sexo ni de edad, en tanto duren las circunstancias provocadas por necesidades de reconstrucción nacional. »A este fin, deberá constituirse la Comisión nacional de salarios y precios, con representación de las centrales sindicales. »4. A los técnicos, tanto de las colectividades como del Estado, a

a

a

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se les facilitarán todos los elementos de estudio y de movilidad que contribuyan a despertar un mayor rendimiento de cantidad y calidad en sus operaciones científicas. «COMERCIO :

»Las dos organizaciones concuerdan en la necesidad de implantar el control severo del comercio exterior, tanto en la importación como en la exportación, en lo que hace referencia a materias primas y a los principales artículos productores de divisas. Las condiciones en que se verificará la organización del comercio exterior serán: » l . Los trabajadores estarán debidamente representados en las centrales comerciales que para estos efectos se crearán bajo la dirección del Consejo superior de Economía. «2. Los beneficios se someterán a la legislación general. »E1 Comité de enlace entiende que el control obrero representa una de las conquistas de los trabajadores de más alto valor y contenido. Estima que una ley de Control obrero es necesaria en estos momentos en nuestro país, a fin de señalar los derechos y los deberes de los trabajadores. Por ello acuerda: »1) El gobierno debe promulgar una ley de Control obrero donde se fijen las atribuciones de los obreros en orden al control de la producción y a la vigilancia de su rendimiento; intervención de la administración y beneficios; condiciones de trabajo de los obreros y defensa de la legislación social. »2) Los organismos de control serán elegidos democráticamente por sufragio directo entre todos los trabajadores de una misma fábrica o taller, estableciendo con ello una verdadera democracia obrera y asegurando la defensa de los intereses de los trabajadores. a

a

«AGRICULTURA .-

»La U.G.T. y la C.N.T. se pronuncian por la nacionalización rápida de la tierra, que deberá entregarse en usufructo preferentemente a las colectividades y cooperativas agrícolas, y de éstas, especialmente, a las constituidas por la U.G.T. y la C.N.T., respetándose la voluntad de los campesinos que prefieran el cultivo individual, y realizándose por el Estado una política de apoyo a las colectividades existentes, con preferencia a las de la U.G.T. y de la C.N.T., y a las que constituyan voluntariamente, de acuerdo con la ley, los trabajadores sindicados del campo. «Al cultivador directo le será respetada la pequeña propiedad de la

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tierra que se demuestre como legalmente adquirida y siempre que las disposiciones legales sean acatadas. «Ambas centrales sindicales defenderán todas las conquistas alcanzadas por las masas del campo y se esforzarán por intensificar la producción agraria. Para ello es preciso: í>a) Reglamentación del cultivo de la tierra con el fin de que la explotación individual no entorpezca la colectiva. »¿) Mejorar el nivel de vida de los trabajadores agrícolas a base de valorizar los productos agrícolas, a fin de que los campesinos obtengan precios remuneradores en relación con el coste de los productos industriales que ellos consumen y para los cuales debe establecerse una tasa. »c) El gobierno facilitará a los campesinos, y preferentemente a las colectividades y cooperativas U.G.T. y C.N.T., la adquisición de maquinaria, semillas, abonos, etc., y créditos a través del Banco Nacional de Crédito Agrícola, cuyo funcionamiento es necesario. »d) Se fomentará la creación de granjas experimentales (escuelas agrícolas), de las cuales deberá haber, por lo menos, una en cada comarca, con el fin de preparar técnicos, mecánicos, organizadores y administradores de colectividades y cooperativas. »e) Industrialización progresiva de la agricultura y racionalización de los cultivos. «ACCIÓN S O C I A L :

«La U.G.T. y la C.N.T. estiman que ha de irse a una revisión en la legislación del país, que sea un reconocimiento de los avances realizados por el proletariado y la anulación de los preceptos que estén en pugna con ellos. »1.° Legislación sobre el seguro de accidentes y previsión social que permita al trabajador no padecer ninguna privación ni sufrimiento por causas de accidente, enfermedad o vejez. »2.° Emprender por parte del gobierno el estudio de fórmulas de compensación familiar por medio de leyes. »3.° Revisión de toda la legislación civil, penal, comercial, etcétera. »4.° Las dos centrales anhelan el rescate de la riqueza nacional, organizando la economía y formalizándola jurídicamente para que se asegure con toda amplitud la independencia del país. »La C.N.T. y la U.G.T. se disponen a realizar una política de ayuda en todos los sentidos —políticos, sindicales, comerciales, en el

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trabajo—, fomentando todos aquellos procedimientos y medios que se consideren aptos para ganar la guerra rápidamente. «Todos los organismos de carácter representativo, tanto de índole sindical como oficial, que se creen para los distintos fines que se han mencionado, con la conformidad de ambas organizaciones, estarán constituidos por la intervención de la U.G.T. y la C.N.T. con arreglo a la proporcionalidad de las fuerzas que cada organización posea, según el organismo y lugar en que han de intervenir. »Las dos organizaciones se comprometen a que, al final de la contienda contra el fascismo, se garantice el derecho del pueblo español, y especialmente el de la clase trabajadora, para que se dé aquella forma de gobierno que responda al sacrificio que ahora se realiza y mantenga una verdadera democracia de nuestro país. »E1 Comité nacional de enlace analizará en todo momento y en cada caso concreto los problemas referentes a la libre expresión del pensamiento y a la aplicación de la justicia de una manera ecuánime. «ADICIONAL :

«La U.G.T. y C.N.T. han examinado la propuesta de esta última organización referente a la incorporación de las organizaciones sindicales a las funciones de gobierno. «Después de discutida esta cuestión se conviene: »1.° La U.G-T., que se ha considerado siempre representada en el gobierno por el Partido Socialista y actualmente por el Partido Socialista y el Partido Comunista, estima que corresponde a las autoridades constitucionales del país y a los partidos políticos que forman el Frente Popular determinar definitivamente esta cuestión. »2.° La U.G.T. declara, por reconocer que la situación de la C.N.T. es diferente a la suya, que no será obstáculo a la incorporación de la C.N.T. a funciones de gobierno. «Las dos organizaciones estudiarán a la mayor brevedad la cuestión de su incorporación al Frente Popular. nNota. — Habiendo sido superado por las circunstancias el apartado Adicional, queda suprimido del Programa. «Barcelona, marzo de 1938.»

145 NORMAS PARA LA CONSTITUCIÓN DE COMITÉS DE ENLACE U.G.T.-C.N.T.

POR INDUSTRIAS « C O M I T É S DE ENLACE NACIONALES DE INDUSTRIA:

¡¡Primer Caso. — En aquellas industrias en que existan en la U.G.T. y en la C.N.T. federaciones nacionales de extensión igual o semejante. Se constituirán los Comités nacionales de enlace por industria con un número igual de representantes de las federaciones U.G.T. y C.N.T. ¡¡Segundo Caso. — En aquellas industrias en las que una sola Federación Nacional de una sindical comprenda varias de la otra. Se constituirá un solo Comité nacional de enlace con un número igual de representantes U.G.T. y C.N.T., designados de la forma siguiente: cada Federación del grupo que conjuntamente equivale a una sola Federación de la otra central designará, por lo menos, un delegado. La Federación única de la otra organización elegirá un número de representantes igual al total de los anteriores. »Se autoriza a los Comités nacionales de enlace a que se refiere el párrafo anterior para constituir en su seno Comisiones de enlace de composición reducida correspondiente a cada una de las Federaciones que se agrupan, para enlazar con una sola Federación de la otra sindical. ¡¡Tercer Caso. — En las industrias en que existe Federación Nacional de una sindical (U.G.T.), pero no de la otra. Las federaciones afectadas buscarán contacto con las organizaciones de la misma industria de la otra sindical, viendo en cada caso el modo mejor de llegar a la constitución del Comité nacional de enlace de la industria respectiva.

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AMARO DEL ROSAL «COMITÉS DE ENLACE POR INDUSTRIA EN LAS REGIONES, PROVINCIA Y LOCALIDADES :

«Se constituirán, en forma análoga a la prevista para las federaciones nacionales, Comités de enlace entre las federaciones o sindicatos regionales, provinciales y locales en cada industria o gremio. «COMITÉS DE ENLACE EN LOS LUGARES DE TRABAJO:

«Estos comités estarán constituidos por los delegados sindicales de cada organización en cada lugar de trabajo, quedando siempre supeditados a los respectivos sindicatos. « C O M I T É S DE ENLACE REGIONALES :

»Por el momento no existirá más Comité regional de enlace que el correspondiente a Cataluña, el cual estará formado por el Comité de Cataluña de la U.G.T. y la Confederación Regional del Trabajo de Cataluña. « C O M I T É S DE ENLACE PROVINCIALES :

•aPrimero. — Los Comités Provinciales de la U.G.T., donde existan, se pondrán en relación con la Federación local de la C.N.T. más importante de la provincia para formar el Comité de enlace que actuará con carácter provincial. ^Segundo.—En las provincias donde no existan organizaciones provinciales de la U.G.T., las dos federaciones locales o casas del pueblo más importantes de las dos organizaciones se pondrán de acuerdo con las organizaciones locales de la provincia para establecer el organismo provincial de enlace. « C O M I T É S DE ENLACE LOCALES :

«Se establecerán entre las federaciones locales de U.G.T. o, en su defecto, las Casas del Pueblo, y la correspondientes de la C.N.T. «ESCALONAMIENTO DE LOS COMITÉS DE ENLACE:

ïtPrimero. — El Comité nacional de enlace U.G-T.-CN.T. se entenderá, una vez puesta en marcha toda la red de Comités de enlace,

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con los Comités nacionales de enlace por industria, con el Comité de enlace de Cataluña y con los provinciales de carácter general. ¡¡Segundo. — Los Comités nacionales de Industria se relacionarán con los Comités de enlace de la misma industria, los cuales observarán la misma escala federativa de relación o dependencia que exista entre los organismos del mismo carácter de las dos centrales sindicales. ¡¡Tercero. — El Comité regional de enlace de Cataluña y los Comités provinciales se entenderán con los locales. «DIFERENCIACIÓN DE FUNCIONES :

«El estudio y resolución de los problemas económicos y de industria corresponden exclusivamente a los diversos Comités de enlace por industrias con la dependencia que se prevé en el párrafo anterior. A los Comités de enlace provinciales y locales de carácter general corresponden los problemas políticos generales de índole provincial o local. «Barcelona, marzo de 1938.»

146 EL PACTO DE «NO AGRESIÓN» DE JULIO DE 1937

Este pacto continúa en vigor que no ha sido modificado por Programa de unidad de acción y la constitución de Comités de C.N.T

en todo aquello los acuerdos del las Normas para enlace U.G.T.-

1

«Reunidas las representaciones del Comité nacional de la Confederación Nacional del Trabajo y la Comisión ejecutiva de la Unión General de Trabajadores de España, para determinar conjuntamente el criterio que les merecen los diversos problemas que la clase trabajadora tiene planteados, y articulando, a su vez, las normas que estiman indispensable establecer para llegar a la solución inmediata de los mismos, acuerdan, en primer término, las siguientes conclusiones : »PRIMERA. Compromisos mutuos de no agresión. »La U.G.T. y la C.N.T. renuncian en sus propagandas —prensa, tribuna, etc.— a realizar toda clase de críticas y ataques de tipo violento contra los postulados sindicales que las informan. Las diferencias doctrinales que separan a ambas organizaciones serán examinadas siempre de forma objetiva, con frases cordiales y fundamentando los razonamientos en la misma doctrina sindical que una y otra central defienden. «SEGUNDA. La U.G.T. y la C.N.T. no reconocen, por tanto, ni darán beligerancia a las organizaciones obreras sindicales creadas al margen de la disciplina de la C.N.T. y U.G.T. 1. Pese a que corresponde a una época anterior, nos ha parecido más indicado colocar aquí este documento que es el contexto de los reproducidos en ios tres capítulos anteriores ( 1 4 3 a 1 4 5 ) . Esa misma razón es la que nos obliga a modificar la ordenación cronológica del capítulo siguiente.

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«TERCERA. Libertad de sindicación. «La U.G.T. y la C.N.T. se comprometen a respetar en absoluto la libertad de los trabajadores para que éstos se afilien a cualquiera de las dos organizaciones, C.N.T. o U.G.T. En los centros de trabajo, campos, talleres, fábricas, minas, etc., se considerará documento acreditativo de personalidad sindical el carnet que presenten los camaradas, sea de la U.G.T. o de la C.N.T. Ambas organizaciones se comprometen a no admitir en su seno a ningún afiliado que sea expulsado por inmoral o por vulneración de acuerdos de la otra sindical hermana. Asimismo, se comprometen también a no admitir a los sindicatos que fueran dados de baja de la C.N.T. o U.G-T., cuando pidan su ingreso en una de las dos organizaciones, sin previa consulta a la organización a que anteriormente pertenecieran. «CUARTA. Se considerará un acto de deslealtad al pacto establecido, que será castigado inmediatamente, las coacciones que se cometan tendentes a obligar a los compañeros o a los sindicatos a afiliarse a alguna de las dos organizaciones con la cual espiritualmente no estén identificados. «QUINTA. La U.G.T. y la C.N.T. se comprometen a imponer los correctivos sindicales a los afiliados y a los sindicatos que sistemáticamente se nieguen a cumplir los acuerdos adoptados por ambas centrales sindicales. «SEXTA. Para dar viabilidad a estos principios de respeto mutuo, base indispensable para la articulación y desarrollo de resoluciones posteriores, la U.G.T. y la C.N.T. acuerdan la creación de un Comité nacional de enlace compuesto por tres representantes de cada una de las centrales. «Será función de este Comité: »1.° El Comité se reunirá por lo menos una vez a la semana. »2.° Será fiel cumplidor de lo que se preceptúa en los puntos anteriores. »3.° Creará en todas las localidades Comités de enlace entre las organizaciones locales, los cuales no tendrán más atribuciones que las de cumplir las disposiciones que dicte el Comité central y el trasladar al citado Comité cuantas sugerencias puedan tener en orden a los diversos problemas planteados. »4.° Discusión de los problemas de gran envergadura que planteen las circunstancias y que no estén previstos en el programa de acción ni en las decisiones que conjuntamente adopten las dos centrales sindicales. »5.° Los pleitos que surjan en una localidad serán resueltos por el Comité de enlace nacional.

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»6.° El Comité de enlace propondrá a las ejecutivas C.N.T. y U.G.T. las sanciones que deben imponer a los sindicatos que no cumplan los acuerdos que éste dicte. »7.° Los acuerdos que se adopten, para ser válidos, serán firmados por los organismos nacionales de las dos centrales sindicales. »8.° El Comité nacional de enlace propondrá al Comité nacional de la C.N.T. y a la Comisión ejecutiva de la U.G.T. aquellas resoluciones que, a su juicio, deben adoptarse en la solución de cuantos problemas la realidad nos plantee, siendo los encargados de la ejecución de estos acuerdos la Comisión ejecutiva de la U.G.T. y el Comité nacional de la C.N.T, en cumplimiento de las determinaciones adoptadas por el Comité nacional de enlace.» Con la firma y ratificación de los documentos transcritos en los capítulos que preceden se había llegado a un acuerdo que —por vez primera— implicaba serias y profundas rectificaciones de principios ideológicos y tácticas para el anarcosindicalismo. El anarcosindicalismo del grupo de dirigentes de la C.N.T. se separaba de Bakunin y Fanelli para acercarse a Pablo Lafargue, y no a la inversa. Lafargue no había sido la «manzana de la discordia» en el movimiento obrero español, sino Fanelli, como en el campo internacional no lo había sido Marx, sino Bakunin. En 1938 se confirmaba esta razón dialéctica e histórica. En ningún momento de la historia del movimiento obrero, el marxismo evolucionó o avanzó hacia el campo del anarquismo; por el contrario, en 1938, el anarquismo español evolucionaba hacia las concepciones fundamentales del marxismo. Los residuos de la A.I.T., que pululaban por París con su bagaje anarquista en el morral, en enfrentarían a esa corriente rectificadora de viejos y caducos principios que se iniciaba en un importante núcleo anarcosindicalista y que la derrota cortaría. De haberse producido esa comprensión en los primeros momentos de lucha, posiblemente hubiese significado la victoria. ¿Será recogida esa dramática lección en el presente y de cara al futuro?... En 1938, la C.N.T. muestra su conformidad con una línea de conducta y de actuación que es la negación total de lo que había venido propugnando y realizando, en la medida en que había podido imponerla. La C.N.T. aprueba que sea el gobierno quien decida qué industrias básicas pueden ser nacionalizadas y que sea el Estado quien decida una concentración bancaria que anticipe una posible nacionalización. En este problema concreto surge el famoso proyecto de Banco Sindical Ibérico, que queda eliminado mientras se aprueba la idea de ir a la creación del Banco Nacional Agrario, viejo postulado de la U.G.T., como instrumento de crédito en el que descanse una profunda Reforma agraria. La C.N.T. había dado un viraje de 180 grados. Pero éste se producía en el mes de marzo de 1938,

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demasiado tarde, y más empujada por los avances del enemigo que por las propias experiencias y fracasos que había registrado el «comunismo libertario.» En las discusiones del nuevo Pacto de unidad de acción, los representantes de la C.N.T. se mostraban más preocupados por el problema político que por todas las demás cuestiones. He ahí otra paradoja. Los «apolíticos» del pasado, que en las elecciones de 1933 tan decisiva ayuda habían prestado a la reacción para que ésta aplastara a las fuerzas democrática, aceptaban, en 1938, la acción política, apareciendo más interesados en el problema político que la propia Unión General de Trabajadores de España. Si en 1933 se hubiesen mostrado con el realismo un tanto tardío de 1938, tal vez nuestra historia hubiese tomado otros rumbos. Así, en las últimas cláusulas del Pacto, se registra esa preocupación, esa exigencia de una participación política de los confederales. La U.G.T., indiferente al problema de la colaboración gubernamental, contribuye a dar satisfacción a esa reivindicación de un nuevo tipo de neoanarcosindicalismo que, en ciertos aspectos, rebasaba la evolución que había registrado el anarcosindicalismo francés y del que León Jouhaux fuese posiblemente el tipo más representativo. Este problema queda suficientemente esclarecido con el análisis político a que puede llevarnos la base «adicional» del Pacto. Por encima de todo, la C.N.T. quería colaborar en el gobierno. De esa preocupación estaba ausente la U.G.T. «Cosas veredes»... Al quedar firmado el Pacto se aprobó realizar una intensa campaña, a base de actos públicos en las grandes ciudades y concentraciones proletarias. El nuevo Comité nacional de enlace quedó constituido así: Horacio Prieto y Roberto Alfonso, por la C.N.T.; José Rodríguez Vega y César García Lombardía, por la U.G.T. Para el autor, el nuevo instrumento de unidad era el paso más serio que se había dado en las relaciones de las dos centrales, por las convergencias e identidades políticas y de táctica que el documento expresaba. El Pacto abría un proceso unitario esperanzador que pudo conducir a la fusión, a la constitución de una central sindical única. Pero los acontecimientos desviaron ese proceso histórico.

147 REUNIÓN DEL COMITÉ NACIONAL DE LA U.G.T. (6 y 7 de marzo de 1938)

Durante esos dos días, en el salón de actos de la U.G.T. de Cataluña tiene lugar un Comité nacional extraordinario de la Unión General. Por las circunstancias que rodeaban a esas fechas y la gravedad de la situación que vivía la República puede decirse, sin hipérbole, que la reunión tenía una gran trascendencia. El enemigo había iniciado, en el frente de Aragón, una ofensiva que se transformaría en un desastre para las fuerzas republicanas. La inquietud, la incertidumbre, se manifestaban por todas partes. Se mascaba una actitud defensiva que no presagiaba nada bueno. Después de la crisis de gobierno del mes de mayo de 1937, no se había celebrado ninguna reunión del Comité nacional de la U.G.T. en que participaran todas sus federaciones nacionales. En ese cuadro de nerviosismo expectante, se reúne el Comité nacional de la U.G.T. En el Orden del día figuraban cinco puntos; no aparecía ninguno sobre la actualidad, que podía haber sido: «Examen de la gravedad de la situación», pero no por eso estaba ausente del ánimo de los reunidos. Eso fue, indirectamente, el asunto principal, el que preocupaba a la Comisión ejecutiva para trasladarlo al Comité nacional y a toda la clase obrera. El Orden del día formal se concretaba a los siguientes puntos: 1

1.° Ratificación de la constitución de la Comisión ejecutiva. 2.° Solicitud de ingreso de los Sindicatos Soviéticos en la Federación Sindical Internacional. 3.° Intensificación de la producción. 4.° Unidad de acción con la GN.T. 5.° Reunión anual del B.I.T. 1.

Véanse las actas del Comité nacional.

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Las reuniones se desarrollaron en una atmósfera tensa. Los representantes de las siete federaciones que se habían solidarizado con la anterior Ejecutiva de Caballero, y que aún seguían su inspiración, realizaron una labor sistemática de oposición y obstrucción. Las intervenciones fueron numerosas. Una prueba de su laboriosidad, aunque fuera negativa, está en que dichas intervenciones se recogen en cerca de doscientas páginas. A continuación damos a conocer dos notas oficiosas con la referencia de ese Comité nacional; en ellas se sintetizan los problemas abordados en los dos días de sesiones. 1

«UNIÓN GENERAL DE TRABAJADORES DE ESPAÑA

•/¡Primera Reunión de su Comité Nacional Extraordinario (6-7 de marzo de 1938) »Bajo la presidencia del camarada González Peña, se ha reunido el Comité nacional de la U.G.T. con carácter extraordinario. »En la presidencia está presente el camarada Narciso Bassols, representante de la Confederación del Trabajo Mexicana. »Ha sido aprobado el primer punto del Orden del día, ratificando el Comité nacional la constitución de la Comisión ejecutiva según acuerdos del Comité nacional ampliado celebrado en Valencia bajo la presidencia del camarada Jouhaux, representante de la F.S.I. Sólo se registró la excepción de la Federación Siderometalúrgica, que se abstuvo. «Después de una larga discusión, ha sido aprobado el segundo punto del Orden del día que trata de la solicitud de ingreso de los Sindicatos Soviéticos en la F.S.I. La Unión General de Trabajadores de España mantendrá en la reunión de mayo, en Oslo, la siguiente posición: »"La Unión General de Trabajadores de España se manifiesta por el ingreso de los Sindicatos Soviéticos en la F.S.I. para conseguir así la unidad sindical internacional, arma formidable de la clase trabajadora en la lucha contra el fascismo y los peligros de guerra mundial. Al mismo tiempo, entiende que las proposiciones soviéticas, admitidas en principio por la delegación de la F.S.I. destacada en Moscú, pueden ser aprobadas o en todo caso servir de base de discusión. La Unión 1. El legajo y las Actas se encuentran en el volumen del Comité nacional correspondiente al año 1 9 3 8 .

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General de Trabajadores encuentra particularmente justas las proposiciones referentes a la ayuda a la España republicana, las cuales deben ser hechas suyas por la F.S.I. y puestas en práctica inmediatamente. »"La Unión General de Trabajadores vería con satisfacción que se invitase a los Sindicatos Soviéticos a participar en las reuniones del Consejo general de Oslo." »Ha sido aprobado, igualmente, el quinto punto del Orden del día, autorizándose a la Comisión ejecutiva para que, en su día, pueda designar los delegados asesores que representen a la Unión General en la reunión anual del Buró Internacional del Trabajo. En la sesión de la tarde, el Pleno discutió el tercer punto del Orden del día, que trata de la intensificación de la producción, aprobándose algunas resoluciones que se refieren a medidas de colaboración con el gobierno, con el fin de lograr una intensificación de la producción y una firme disciplina en todos los lugares de trabajo. »En la apertura del Pleno, el camarada González Peña ha dado la bienvenida al representante de los trabajadores mexicanos, habiendo contestado éste transmitiendo un emocionado saludo de los trabajadores de aquella república hermana al proletariado español, mereciendo su disertación un emocionado aplauso del Comité nacional. «Barcelona, 6 de marzo de 1938.»

«Esta tarde ha continuado su reunión el Comité nacional de la Unión General de Trabajadores de España, discutiéndose el tercer punto del Orden del día, que trata de la intensificación de la producción, y en cuyas resoluciones se recogen las bases del Comité nacional del mes de octubre y aquellas que, tratando de esta cuestión, , han sido presentadas a la C.N.T. »A la resolución del informe de la intensificación de la producción se han incorporado varios artículos. Uno que trata de la constitución de comisiones de vigilancia y control de la producción, sin que estos organismos, de mero carácter sindical, puedan representar una interferencia ni una perturbación en la dirección de la industria ni en la legislación del gobierno. »En otro se señala que el Comité nacional de Unión General de Trabajadores se manifieste porque los trabajadores de la industria que desempeñan un trabajo rudo tengan una especial atención por el gobierno en el régimen de abastecimiento y medios para facilitar su trabajo. »En otro apartado se señala que los sindicatos deberán vigilar la

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aplicación inexorable de todas las medidas que tiendan a intensificar la producción, aplicando sanciones sindicales allí donde aparezca negligencia o una mala voluntad debidamente comprobada, para llevarlas a la realidad. »Se ha facultado igualmente a la Comisión ejecutiva para que, previo informe de las federaciones nacionales de industria, pueda adoptar medidas en contra de las organizaciones que no cumplan con el deber que la guerra impone. «Por último, en orden a intensificación de la producción, el Comité nacional expresa la necesidad de llegar a una coordinación inmediata entre la acción del gobierno y de los sindicatos, de acuerdo con la resolución del Pleno nacional del mes de octubre para incrementar la producción y regularizarla. «Terminada la discusión de este punto del Orden del día, el Pleno nacional entró en la discusión del cuarto punto, que trata de la unidad de acción con la C.N.T., habiendo informado el secretario general, camarada Rodríguez Vega, que entre otras cosas dijo: «"Sentimos sinceramente, y así lo expresamos al Comité Nacional, el problema de la unidad. Afortunadamente son muchos ya los puntos de coincidencia logrados entre las dos centrales sindicales, hecho que nos permite confiar en el resultado de nuestras conversaciones, no siendo, lo que pudiera significar un peligro para los intereses de la clase trabajadora y de la guerra, nadie nos detendrá en nuestros propósitos unitarios. Para la Comisión ejecutiva es fundamental el problema de la unidad sindical con la C.N.T., por estimar que esta conveniencia es la de la propia guerra. No admitimos —señaló— ninguna especulación para con el problema. Ante las cuestiones que la guerra plantea dentro de la acción específica que nos incumbe, es preciso hacer toda clase de esfuerzos por incorporar la C.N.T. a la responsabilidad común de la clase trabajadora." «Refiriéndose a las discusiones que en la actualidad se desarrollan con la central sindical hermana, afirmó: »"Si no hallamos más puntos de coincidencia que quince, sobre esa base estamos dispuestos a realizar la unidad. Reiteramos nuestro sentimiento de que sostenemos una resolución unitaria, no para exponerla en las pancartas y en los carteles, sino para materializarla en realidad. Declaramos solemnemente —termina diciendo— que realizaremos toda clase de esfuerzos por alcanzar lo que es el anhelo supremo de todos los trabajadores: la unidad; así como se desarrolla una actividad por lograr la unidad política de los partidos de clase, a los sindicatos les incumbe realizar aquellos trabajos que determinen el logro de la unidad sindical.

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»"La guerra es una experiencia para todos. La Unión General ha tenido siempre abiertos los ojos a la realidad. Queremos una centralización, bajo la orientación de las lecciones que nuestra causa nos ofrece, para canalizar el potencial de lucha que el proletariado ofrece y, en colaboración con las demás fuerzas afines, aplastar al fascismo." «Después de una amplia discusión fue aprobada una proposición de confianza a la Comisión ejecutiva para que ésta prosiga las conversaciones con la C.N.T. »La totalidad de los delegados se expresaron de acuerdo en que la unidad sea lograda. «Finalmente fueron aprobadas resoluciones de saludo al ministro de Defensa, al jefe de nuestra Armada y comisario político por los brillantes resultados de la Escuadra republicana. «Igualmente fue aprobada otra resolución de saludo a la C.N.T. «El Pleno aprobó por unanimidad la siguiente resolución: «"Reunido el Comité nacional de la U.G.T. de España con carácter extraordinario, acordó dirigir un saludo al Excmo. Sr. Presidente del Consejo de ministros y a su gobierno ofreciéndole, una vez más, su leal colaboración al objeto de ganar la guerra y reconstruir el país." «Por último, el camarada Ramón González Peña, presidente de la Unión, cerró las reuniones del Pleno con una exhortación a todos los delegados para que, consecuentes con las posiciones de nuestra Unión General de Trabajadores, procuren ofrecer en estos momentos todos sus entusiasmos para salvar con ellos todas las dificultades que la hora presente ofrece, con la vista puesta en el supremo objetivo de ganar la guerra, y con ello asegurar las libertades y el porvenir de la clase trabajadora. «Barcelona, 7 de marzo de 1938.»

148 DEL DERRUMBE DEL FRENTE DE ARAGÓN A LA «DEBÁCLE» REORGANIZACIÓN DEL GOBIERNO

(6 de abril de 1938)

El pacto C.N.T.-U.G.T se firma en el momento de la más aguda de las crisis, en pleno derrumbe del frente de Aragón. Para José Peirats, «fue concertado, más que nada, por presión de los ejércitos invasores de Franco». Sin que sea totalmente exacta, su afirmación no deja de tener cierto fundamento en lo que se refiere a la C.N.T., sin que ello destruya nuestra tesis de la evolución de un grupo de dirigentes anarcosindicalistas hacia el campo del «realismo», huyendo del de la utopía y del infantilismo demencial del «comunismo libertario». Y el realismo está en el contexto de la interpretación materialista de los hechos, de la historia, del marxismo y no del bakuninismo. A este respecto, el autor siempre recuerda una anécdota. Nos encontrábamos un día, reunidos en Barcelona, un grupo de compañeros entre los que estaba Manuel González Peña. Salió a relucir el parte diario de guerra que terminaba con la estereotipada frase: «retirada ordenada por el mando». «Sí, sí —comenta González Peña, con su socarronería asturiana—, ordenada... [una palabrota] por el mando enemigo...» El enemigo nos ordenaba, en efecto, muchas cosas, como la de la unidad, pero no le hacíamos caso. En aquellos dramáticos momentos, el punto rojo era Cataluña; sobre ella se cernía la más grave amenaza. La Cataluña «feliz» de los dos primeros años de guerra estaba en peligro. Todos los organismos dirigentes, tanto los políticos como los sindicales, incluida la F.A.I., eran conscientes de la gravedad de la situación. Por vez primera había unanimidad en la valoración de un momento preñado de peligros que podían, como lo fueron, 1

1. Los González Peña eran tres hermanos: Ramón, Alfredo y Manuel. Los dos primeros murieron en México; el tercero, en Barcelona.

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ser decisivos para la República. Los días del mes de marzo de 1938 ofrecían, en los equipos dirigentes, la misma angustia, la misma nerviosidad, idéntica dimensión de preocupación que los de julio de 1936, o que los de noviembre de ese mismo año en Madrid, con la única y notable diferencia de que, en marzo de 1938, no fue posible, como en aquellos momentos de julio y noviembre del 36, galvanizar un movimiento de masas henchidas de entusiasmo, de moral, de espíritu de sacrificio para darlo todo a la lucha. Ese valladar de entusiasmo, de fe, de moral, de generoso espíritu de sacrificio no fue posible alzarlo con las masas de Cataluña, en 1938. ¿Sería correcto afirmar que con el espíritu del 19 de julio Cataluña no habría caído? Resultaría un trabajo interesante que los historiadores hicieran un análisis exhaustivo sobre el fenómeno que ofrece nuestra guerra, al examinar las causas que determinaron la rápida caída del País Vasco y de Cataluña, de Bilbao y de Barcelona. A finales de marzo, el presidente del Consejo, doctor Juan Negrín, reúne a todas las organizaciones integrantes del Frente Popular, advirtiéndolas de la gravedad de la situación y solicitando de ellas su colaboración decidida. El gobierno solicitaba que, con toda urgencia, las organizaciones se lanzaran a la recluta de 100 000 voluntarios, que pasarían a reforzar el ejército, y la movilización de 50 000 trabajadores, que serían dedicados a trabajos urgentes de fortificación, para convertir a Cataluña en un baluarte de la República. La U.G.T. se dedicó de lleno a esas dos tareas. Desde hacía tiempo venía estudiando con la U.G.T. de Cataluña el problema de las fortificaciones, recogiendo el ejemplo de la experiencia de Madrid. Pero las consignas no prendían en las masas, no se lograron movimientos populares enfervorizados que se lanzaran a cumplir los planes de fortificación que, sin duda, también habían sido descuidados por la autoridades militares. El avance del enemigo en Cataluña no encontró obstáculos ni serios centros de resistencia, dejando a un lado la audaz y heroica batalla del Ebro. No era concebible un desplome tan rápido y catastrófico, un proceso tan vertiginoso de descomposición que terminara en una inimaginable «débácle». Los acontecimientos determinaron una nueva crisis en el gobierno central. La desmoralización había ganado a elementos del gobierno, nada menos que al ministro de Defensa, Indalecio Prieto. No era cosa nueva. En la crisis de mayo de 1937, cuando el presidente de la República designa a Caballero para que constituya nuevo gobierno, éste eliminaba del Ministerio de la Guerra a Prieto, acusado de derrotismo, asignándole el Ministerio de Agricultura. 1

1. Refiriéndose a la crisis de mayo de 1 9 3 7 , cuando el presidente designa a Caballero para que forme nuevo gobierno, en su libro Mis Recuerdos (págs. 2202 2 1 ) , y en relación con Prieto, Caballero escribe lo siguiente: «Por medio de

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El 6 de abril, el gobierno quedaba reajustado bajo la presidencia del doctor Negrín quien, al mismo tiempo, se adjudicaba la cartera de Defensa Nacional. Del nuevo equipo gubernamental quedaban eliminados: Jesús Hernández (comunista), Indalecio Prieto (socialista), y Julián Zugazagoitia (socialista). Se operaban algunos cambios y se nombraba a cuatro nuevos ministros: Tulio Alvarez del Vayo (socialista), Ramón González Peña (socialista), Paulino Gómez (socialista) y Segundo Blanco (cenetista). Las dos centrales sindicales quedaban incorporadas al gobierno: la U.G.T., por su presidente, González Peña; la C.N.T., por un miembro de su Comité nacional, Segundo Blanco, veterano y prestigioso líder cenetista del movimiento sindical confederal de Asturias. Los dos representantes de las sindicales eran, pues, asturianos. El gobierno quedaba integrado de la siguiente manera: Presidente y Defensa Nacional

Juan Negrín López

Socialista

Estado

Julio Alvarez del Vayo

Socialista

Justicia

Ramón González Peña

Socialista-U.G.T.

Gobernación

Paulino Gómez Sáenz

Socialista-U.G.T.

Obras Públicas

Antonio Velao

Izquierda Republicana

Hacienda y Economía

Francisco Méndez Aspe

Izquierda Republicana

una carta comuniqué a los partidos y organizaciones que el Sr. presidente me había ratificado su confianza; a cada carta acompañé una copia de la forma en que el gobierno quedaría modificado y preguntaba si estaban dispuestos a colaborar en ese gobierno. Antes de contestar por escrito, Lamoneda, De Gracia y Negrín me visitaron para pedirme el Ministerio de Defensa Nacional para Prieto. A esto les manifesté que no podía acceder, porque en el anterior gobierno no había demostrado mucha voluntad en los ministerios que tenía a su cargo, como tampoco en el Comisariado de producción de material de guerra, pero además no podía entregar el Ministerio de Defensa Nacional al hombre que no tenía fe en la victoria y estaba siempre en plan derrotista...». Esto sucedía en la crisis de mayo de 1937. En la del 5 de abril de 1 9 3 8 , el doctor Negrín se encontraba en la misma situación con Prieto. Lo que no ha sido óbice para que Prieto dijera que había sido expulsado del gobierno «por los comunistas», ni para que muchos historiadores vayan más lejos: haciéndose eco de lo escrito por varios renegados, llegan a decir que Prieto fue eliminado del gobierno... por Stalin.

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AMARO DEL ROSAL

Instrucción Pública

Segundo Blanco

C.N.T.

Agricultura

Vicente Uribe

Comunista

Comunicaciones y Transportes

Bernardo Giner de los Ríos

Unión Republicana

Trabajo

Jaime Ayguadé

Esquerra Republicana de Catalunya

Ministros sin cartera

José Girai

Izquierda Republicana Partido Nacionalista Vasco

y Manuel Irujo

La eliminación de Prieto tuvo una gran repercusión. Más en los medios republicanos que en los obreros. El propio presidente de la República lo aceptó a la trágala. En capítulos anteriores hemos subrayado con insistencia —en cada oportunidad— la importancia que los problemas «personales» tuvieron, de siempre, en el Partido Socialista Obrero Español. Nunca será suficientemente subrayada esta característica. Prieto era miembro de la Ejecutiva del P.S.O.E. En ella, su figura era predominante y decisiva. Su eliminación del gobierno había de llevarle a reacciones personales violentas, proporcionadas a su propio carácter. Los problemas políticos de disciplina de partido no jugarían. Como en los casos de Caballero, de Araquistain, de Besteiro, lo personal estaría por encima de toda consideración. Y así fue. De gran amigo del doctor Negrin, de haber sido su padrino político, pasaría a ser su gran enemigo. Dimitiría de la Ejecutiva del Partido y, aunque la renuncia no le fuese admitida, iniciaría una labor personal subterránea de oposición al gobierno de su camarada Negrín. Al manifestarse violentamente, en su círculo conspirativo, contra todo lo que anteriormente había defendido, el presidente de la República tendría en él un valioso colaborador en su política de chismes e intrigas. Los conciliábulos, el derrotismo, serían en lo sucesivo su preocupación fundamental; su gran capacidad de trabajo y de maniobra sería aplicada a una labor conspirativa que, por otra parte, le encantaba. El Partido era «El». Jamás conoció la disciplina, ni se sometió a ella. A partir 1

1. «Prieto no se somete a nadie —dice Caballero—; por el contrario, su deseo es que todos se sometan a él. Su propia sombra le estorba.» (Mil Recuerdos, op. cit., pág. 2 4 0 . )

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de ese momento, las tres figuras más destacadas del P.S.O.E. —Besteiro, Caballero, Prieto—, con sus «personalismos», estarán en lucha abierta contra el gobierno. Cada uno de ellos arrastrará a su respectivo grupo de adeptos personales. Y aunque entre ellos tres existieran profundas e irreconciliables actitudes de incompatibilidad personal, en ese momento les une su odio hacia Negrín y hacia la dirección del Partido Socialista, al que los tres pertenecen. El Partido Socialista sigue en la línea de la unidad, del Frente Popular, de adhesión y apoyo al gobierno, de relaciones con el Partido Comunista que Caballero y Prieto habían apoyado y de las que, en este momento, reniegan. Besteiro, que nunca las había apoyado, se mantiene consecuente en su ideario antimarxista reaccionario. A la dirección del Partido Socialista sólo le quedaban tres personalidades en el gobierno: Negrín, Alvarez del Vayo y González Peña, con una Ejecutiva de P.S.O.E.. presidida por el líder asturiano cuyo secretario era Ramón Lamoneda, con la adhesión de la U.G.T. Esta nueva situación conflictiva entre socialistas, es decir, esta ampliación de la conflictividad, revelaba, una vez más, las graves fallas ideológicas y de disciplina del Partido Socialista Obrero Español, que tan graves consecuencias tendrían para la historia del movimiento obrero y, podríamos añadir, que para la de la democracia española también. 1

1. La Comisión ejecutiva del P.S.O.E. estaba formada p o r : Ramón González Peña, Ramón Lamoneda, Manuel Alba, Jerónimo Bugeda, Manuel Cordero, Francisco Cruz Salido, Anastasio de Gracia, Luis Jiménez Asúa, Fernando de los Ríos, Indalecio Prieto, Juan Simeón Vidarte. En una reorganización pasaron a formar parte de ella, el doctor Alejandro Otero, Lucio Martínez Gil, el doctor Negrín y Ricardo Zabalza. Largo Caballero y Julián Besteiro se negaron a formar parte de la Ejecutiva, como lo había propuesto un Comité nacional. Esta propuesta estaba orientada a restablecer la unidad del P.S.O.E., y se hizo aprovechando el 50 aniversario de la creación del Partido.

149 REUNIÓN DEL COMITÉ NACIONAL DE LA U.G.T. (7 de abril de 1938)

Ante la gravedad de la situación y una vez resuelta la crisis, la Comisión ejecutiva de la Unión General convoca a una nueva reunión del Comité nacional, en la que, entre otros problemas de carácter general, se examina el pacto C.N.T.-U.G.T., la última crisis y su tramitación con la incorporación al gobierno de la U.G.T. y la C.N.T., la adhesión al nuevo gobierno de la Comisión ejecutiva y del Comité nacional de enlace C.N.T.U.G.T., y la colaboración de las centrales sindicales para el reclutamiento de 100 000 voluntarios para el ejército y 50 000 trabajadores para las obras de fortificación. Fue discutido el decreto de supresión del Consejo del Trabajo y la creación de otro organismo. El Pleno del Comité nacional se desarrolló —como si se viviera en la más normal de las situaciones— en medio de constantes y desagradables disputas debidas a la actitud de los «oposicionistas». Los elementos que seguían la política de la anterior Ejecutiva, la de Caballero, no desperdiciaban ocasión para manifestar, con actitud de hostilidad al gobierno del doctor Negrín, su oposición a las decisiones adoptadas por la Comisión ejecutiva y el Comité nacional. El volumen de Actas que figura en el archivo, y que recoge los debates y sus incidentes, es un exponente de estados de ánimo, de actitudes mediocres poco consecuentes con la grave situación que se estaba viviendo en aquellos momentos. En Claridad habíamos abierto una columna editorial que llevaba por título «Con el enemigo a la vista» en la que se analizaban los debates y la conducta de los oposicionistas en el seno del Comité nacional de la U.G.T. Tal vez hubiera sido más acertado denominarla: «Con el enemigo encima». Pero nada hacía cambiar la línea política trazada por el grupo de oposición. Lo subjetivo normaba su conducta sin otras consideraciones; para ellos, el enemigo era Negrín, y sus fines de guerra, el anticomunismo.

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El Pleno del Comité nacional dedicó gran parte de su tiempo a examinar el Pacto de unidad de acción con la C.N.T. Los elementos «oposicionistas» le hicieron objeciones totalmente subjetivas, con lo que el Pleno se debatirá en polémicas inútiles, en discusiones bizantinas, cuyo único propósito era el de obstruir y dejar constancia de la actitud de oposición que sistemáticamente venían manteniendo en su línea de permanentes contradicciones. En efecto, correspondía a la anterior Ejecutiva la iniciativa de unas gestiones de unidad con la C.N.T. que plasmaron en la conclusión de un intrascendente pacto de «no agresión», y cuando se llega a un serio acuerdo en orden a los problemas fundamentales que afectaban a la clase obrera en general, los que se autocalificaban de «socialistas de izquierda», tratan de torpedearlo. La mayoría del Comité nacional aprueba el pacto y se felicita de que se hubiese llegado a resultados positivos. La minoría deja constancia en acta de sus reparos, de sus simples objeciones, La Ejecutiva dedicó especial atención a la información sobre los acontecimientos que rodearon la crisis ministerial del 5 de abril y la gravedad de la situación que llevó a la U.G.T. a participar de nuevo en el Frente Popular, al que había pertenecido desde los primeros momentos, pero en el que no actuaba ya por considerarse representada en el mismo a través del P.S.O.E. y del Partido Comunista. Ante la gravedad de la situación militar y la necesidad de fortalecer la acción de las organizaciones políticas y sindicales, se incorpora de nuevo al Frente Popular en el que ingresan también la C.N.T. y la F.A.I. De acuerdo con lo establecido en el Pacto de unidad de acción, y previas conversaciones con el presidente del Consejo, las dos centrales sindicales pasan a formar parte del gobierno, como se ha señalado en el capítulo anterior. A iniciativa de los confederales, el Comité nacional de enlace C.N.T.-U.G.T. había enviado al presidente del Consejo, durante la tramitación de la crisis, el siguiente escrito: «Excmo. Sr. don Juan Negrín, presidente del Consejo de ministros. Ciudad. «Estimado compañero: En las circunstancias difíciles por que atraviesa nuestro país en la lucha por su independencia, el Comité de enlace C.N.T.-U.G.T. se dirige a usted para ponerse a disposición del gobierno en estos momentos en que el pueblo español ha de presentarse unido, más que nunca, ante el invasor. «Estimamos conveniente la participación en las responsabilidades del gobierno, en la medida que se crea necesaria. Por ello, al ofrecer a usted la colaboración de ambas centrales sindicales, que agrupan a millones de trabajadores de nuestro país, le hacemos presente este deseo.

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«Cordialmente suyos, por la C.N.T., Mariano Vázquez, secretario general; por la U.G.T., José Rodríguez Vega, secretario general.» El secretario general de la U.G.T., Rodríguez Vega, informó al Pleno de las reuniones celebradas con el presidente del gobierno, doctor Negrín, antes y después de la crisis, en las que se examinaron los problemas políticos y la situación militar. La Comisión ejecutiva se había puesto en relación con las federaciones para el envío a los frentes y centros de producción de delegados que contribuyeran a elevar la moral de las fuerzas combatientes, prestando una colaboración directa a los comisarios políticos y a los responsables de los centros de producción. Había dado instrucciones a todas las federaciones y organizaciones para que prestaran una gran atención a la tarea de reclutar 50 0 0 0 trabajadores voluntarios para los urgentes trabajos de fortificación. Esta labor se venía desarrollando con anterioridad a la crisis, como lo demuestra la siguiente carta del Ministerio de Defensa Nacional, cuando era regentado por Indalecio Prieto, y que dice así: «Comité nacional de la U.G.T. de España. «Estimados camaradas: «Las vicisitudes de la guerra pueden originar dificultades en los transportes, por escasez de energía eléctrica o por otras causas cualesquiera la paralización de industrias en Cataluña y, consiguientemente, huelgas forzosas que alcancen cifras considerables de obreros. «Conviene prever esa contingencia. En las circunstancias presentes, resulta inadmisible que permanezca ocioso un solo hombre. Quien quede sin puesto en la fábrica o en el taller, puede y debe tenerlo en el campo de combate o en los servicios auxiliares del ejército. «No debe haber el menor margen para la inactividad. Al día siguiente de dejar la herramienta, hay que coger el fusil. O en el tajo o en el frente. Dentro de este dilema queda encerrado a la hora actual el deber de los trabajadores. «No cabe consentir la formación de grandes masas ociosas, entre las cuales llegarían posiblemente a encontrar terreno propicio los provocadores, ansiosos de producir situaciones desmoralizadoras en la retaguardia. «Desde ahora mismo, procede tomar medidas para evitar semejantes trances. En este aspecto, los sindicatos pueden realizar una labor formidable. Por ello me dirijo a las dos grandes centrales sindicales, pidiendo a ambas su concurso. «Previamente hay que advertir a los afiliados a la U.G.T. y a la C.N.T. de cuál sería su obligación inmediata en cuanto se hallasen sin

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trabajo, formándose, a la vez, relaciones de los que tienen instrucción militar y de los que, por carecer de ella, deben recibirla. A continuación vendrán las operaciones del encuadramiento de todos y la de acoplarles, según las respectivas aptitudes, a las diversas actividades militares, más otros trabajos que, por ser de carácter técnico, asumirían órganos mixtos del Ministerio de Defensa Nacional y de los sindicatos. »Por el momento, y esperando una favorable acogida, me limito a exponer la idea, que se desarrollaría más detalladamente en la comunicación que al efecto se estableciese entre este Ministerio y las dos centrales sindicales. »Muy afectuosamente les saluda, Indalecio Prieto.» Esa carta fue contestada con una visita al ministro de un representante de la U.G.T. y otro de la C.N.T. quedando convenida en la entrevista la constitución de una comisión mixta C.N.T.-U.G.T. encargada de desarrollar concretamente el problema de la movilización del personal excedente de las industrias, en tanto se formalizaba un «Consejo de industrias de guerra», de acuerdo con un proyecto que las centrales presentarían al gobierno. Una vez que fuese aprobado, éstas decidirían las formas de colaboración en el mismo. El Comité nacional mostró su conformidad a que se realizaran los mayores esfuerzos en el desarrollo de las tareas de la movilización de los 1 0 0 0 0 0 voluntarios para el ejército y los 50 000 trabajadores para las obras de fortificación solicitados por el gobierno. Cada federación nacional cumpliría esta misión en su ramo profesional. En tanto se constituyera el «Consejo de industrias de guerra», la Ejecutiva propuso al Pleno «la supresión absoluta de todas las jornadas de trabajo reducidas, diarias o semanales», pues resultaba incomprensible que, en una situación como la que se estaba viviendo, existieran una serie de industrias que afectaban a la producción de guerra con jornadas de trabajo reducidas. «Es intolerable —informaba la Ejecutiva— que a estas horas haya algunas industrias en las cuales se trabaje dos o tres días a la semana y los compañeros prefieran esto, en estas condiciones, ocasionando un quebranto de la economía propia del trabajador y de la general del país.» El Pleno examinó nuevamente la necesidad de promover la incorporación de la mujer a la producción, a lo que se oponían algunas organizaciones por estimar que con ello se desplazaba la mano de obra masculina. Para contrarrestar esas posiciones, se acordó celebrar actos explicativos de la situación y de la necesidad de llevar a la práctica las decisiones del Pleno y el Programa de unidad de acción con la CJNT.T.

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La Comisión ejecutiva informó ampliamente al Pleno del Comité nacional sobre la eliminación de Indalecio Prieto del gobierno y de cómo Prieto se había negado a formar parte del equipo gubernamental rechazando un puesto de ministro sin cartera. Don José Giral había pasado de ministro de Estado, a ministro sin cartera. La Ejecutiva no había entrado en este problema, que incumbía al presidente del gobierno y al Partido Socialista al que Indalecio Prieto se debía. En torno a esta cuestión se desarrolló una amplia discusión, pero el Pleno terminó aprobando, por mayoría, la gestión y conducta de la Comisión Ejecutiva, quedando registrada una nueva contradicción. El grupo caballerista, que siempre había mostrado su oposición a Prieto, en este caso, con tal de combatir a Negrín, se solidarizaba con él. 1

El Pacto de unidad de acción con la C.N.T. registraba resultados inmediatos y positivos: el ingreso de los confederales en el Frente Popular; la participación en el gobierno de las dos centrales, y el estudio en común, de acuerdo con el gobierno, de un proyecto sobre la creación de un Consejo nacional de Economía y de un Consejo de industrias de guerra. El Pleno acuerda enviar un mensaje de saludo al presidente del Consejo, concebido en los términos siguientes: «Reunido el Comité nacional de la U.G.T. acuerda, por unanimidad, saludar al gobierno del Frente Popular, presidido por el compañero Negrín, y le ratifican la adhesión incondicional de nuestra central sindical, ofreciéndole el apoyo y colaboración más decidida. 1. Como antecedente a la crisis, Caballero, en su obra Mis Recuerdos, escribe lo siguiente: «En mi domicilio de Valencia recibí la visita de tres compañeros de Barcelona que venían a solicitar me fuera con ellos, pues en la capital catalana había fuerte marejada política y creían que yo debía estar allí, donde quizás pudiera ser necesario. Llegué a la capital catalana y me encontré con que habían puesto a Prieto en la disyuntiva de dimitir. La crisis estaba latente y ya era casi oficial. Un diputado se entrevistó con Prieto para preguntarle si había dimitido; éste contestó que no, pero que sabía que tenían ya preparado su sustituto. Más parecía una destitución que una dimisión. A los amigos nos pareció que no convenía permitir que los comunistas triunfasen en esa maniobra y que debíamos ayudar a Prieto antes de que aquéllos ganasen la partida...». El enemigo se acercaba al Mediterráneo. Caballero absuelve a Prieto de lo que hubiese hecho de malo, «pero de lo que no podrá ser absuelto jamás —dice— es del mal que ha ocasionado al Partido Socialista, a la Unión General y a España...». He ahí una prueba del carácter profundamente apasionado y subjetivo de Caballero que hace que su vida ofrezca una línea política zigzagueante, plena de contradicciones de las que salió en algunos casos, gracias a su honestidad y a su instinto de clase, cuando estaba liberado de consejeros malintencionados. De los tres elementos que le habían ido a buscar a Valencia, uno de ellos, sin duda, era el maquiavélico Luis Araquistain, que barajó y jugó, a beneficio de sus resabios y rencores con la debilidad ideológica y de carácter de Caballero.

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»E1 Comité nacional de la U.G.T. reitera su posición de luchar hasta el total aplastamiento del fascismo, como condición indispensable para asegurar las libertades populares y liberar a nuestra patria de la invasión italoalemana. »La U.G.T., fiel a los compromisos morales adquiridos para con el movimiento obrero del mundo entero, declara no cejar en la lucha por la defensa de la libertad y de la democracia, cumpliendo con el alto deber y la incumbencia histórica que le ha correspondido en una lucha brutal en contra del fascismo y en defensa de la independencia y de la paz de todos los pueblos.» Se acuerda el envío de telegramas de saludo y agradecimiento a los mineros de Gales y a los metalúrgicos belgas, por la ayuda y solidaridad que venían prestando a los trabajadores españoles en su lucha. La Comisión ejecutiva informó al Comité nacional de que se habían dirigido, una vez más, apremiantes telegramas a Walter Citrine, como secretario general de las Trade-Unions y presidente de la F.S.I., a Walter Schevenels, como secretario general de la Federación Sindical Internacional y a León Jouhaux, como secretario general de la C.G.T. de Francia y vicepresidente de la F.S.I., insistiendo en la necesidad de una ayuda intensiva y urgente, eficaz, del proletariado internacional hacia la causa del pueblo español en su difícil y heroica lucha contra el fascismo. Toda la prensa internacional presentaba en aquellos momentos como «muy grave» la situación de la República. Citrine contestó con el siguiente telegrama: «Movimiento obrero inglés grandemente interesado en graves acontecimientos España. Partido Laborista plantea nuevamente cuestión en Cámara Comunes. Asambleas especiales organizadas a través comarcas. Haremos todo lo posible por ejercer presión sobre gobierno para levantar embargo armas. Citrine.» El Secretario general de la F.S.I. comunicaba: «Seguimos con la mayor atención los acontecimientos de España y estamos informados de las intervenciones intensificadas de los fascismos italiano y alemán. Las organizaciones sindicales y políticas de las dos Internacionales hacen en Francia y en Inglaterra todo lo que está a su alcance. Esperamos que ellas consigan modificar la política de "no intervención". Schevenels.» La C.G.T. francesa contestaba al angustioso mensaje de la U.G.T., ante la grave situación por que atravesaba la República en aquellos momentos, con el siguiente telegrama:

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«Jouhaux en provincias pero gestiones enérgicas hechas para ayuda inmediata. Jouhaux volverá viernes intervendrá nuevamente. Os asegura solidaridad. C.G.T.» El secretario general de la Comisión ejecutiva subrayó el magnífico ejemplo de ayuda y solidaridad que venía prestando la Confederación General del Trabajo francesa, que en su día sería acreedora a un emocionado homenaje del proletariado español. En cuanto a los dirigentes de las TradeUnions británicas y Partido Laborista no podía olvidarse que desde el primer momento habían aprobado y defendido y seguían defendiendo al Comité de no intervención, de cuya cínica actuación «no estaban convencidos». Para denunciar a la clase obrera y a toda la opinión pública norteamericana la gravedad por que atravesaba la democracia española en su lucha contra el fascismo internacional, había salido para Estados Unidos una delegación de la que, como representante de la U.G.T., formaba parte Ogier Preteceille. Ante los acontecimientos del frente aragonés, este camarada enviaba a la Comisión ejecutiva el siguiente mensaje: «John Lewis presidente CIO con varios líderes sindicales recibiéronnos hoy en Washington. Tras detallado examen situación sus causas expuse anhelos apremiantes trabajadores pueblo español entero urgente necesidad medidas capaces todavía salvar democracia y esperanza América dé ejemplo. Bergamín expuso apoyo verdaderos católicos gobierno República aspecto importante aquí debido considerable número católicos en sindicatos. Lewis encargónos transmitir profundo interés sigue nuestra lucha fervorosa simpatía pueblo español. Expuso situación aquí y posibilidades existen modificación favorable. Trabajamos empeñadamente rogamos transmitan Negrín nuestra fervorosísima adhesión. Preteceille.» Antes de levantarse la sesión, el representante de la C.T.M. de México, Narciso Bassols, que asistía al Pleno, solicitó que éste enviara una declaración de adhesión al presidente Cárdenas en relación con el conflicto petrolero. El Pleno así lo acordó. Y con esta última decisión se daban por terminados los trabajos del Pleno nacional de la U.G.T. Como nota final, el secretario general hizo una breve exposición sobre la situación militar, anticipando la posibilidad de que las fuerzas nacionales llegaran al Mediterráneo. Esta nueva situación que podría darse, iniciaría una etapa de enormes dificultades «para la que es necesario —dijo— que todos estemos a la altura de las circunstancias y de nuestro deber».

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Esa dramática advertencia se haría realidad ocho días más tarde: el 15 de abril, las fuerzas franquistas llegaban a Vinaroz. A continuación del Pleno se produjeron nuevos hechos importantes. El mes de abril no ofrecía nada bueno a la causa del pueblo español. La llegada de las fuerzas nacionales a Vinaroz dividiría a la España republicana en dos zonas; en Londres se ultimaba un tratado anglo-italiano. El gobierno fascista de Mussolini aceptaba retirar sus fuerzas de España cuando se terminara la guerra. El cinismo de la política de «no intervención» nunca había sido tan descarado. La U.G.T. de Cataluña, de acuerdo con el Pacto nacional de unidad de acción C.N.T.-U.G.T., establecía, a su vez, un pacto de carácter regional que firmaron José Moix, Tomás Molinero y Miguel Ferrer, por la U.G.T.; J. Jiménez, Antonio Marco y J. Doménech, por la C.N.T. La unidad de acción entre las dos sindicales estaba instrumentada sobre las más amplias bases, pero tardíamente. A partir de ese momento, Cataluña queda separada del resto de la España republicana, es decir, de la zonas Centro y Levante; para simplificar : la España republicana del Centro y la de Cataluña. La columna vertebral del Estado se había roto. Las comunicaciones entre las dos zonas serían un gran entorpecimiento y agigantarían las dificultades de todo orden. La fundamental: la de la unidad de autoridad y de dirección.

150 UN DOCUMENTO HISTÓRICO: LOS 13 PUNTOS DEL GOBIERNO DE UNION NACIONAL DEL DOCTOR NEGRIN (1.° de mayo de 1938)

Los delegados a la Sociedad de Naciones, en la que se debatían los intereses y contradicciones del imperialismo y del colonialismo, mostraban su indiferencia hacia los problemas de España y Abisinia, y se hacían sordos a todas las denuncias que se formulaban contra la política bélica y de conquista del nazi-fascismo. La sede de la Sociedad de Naciones era un monumento al cinismo y a la cobardía. Resultaron inútiles todos los esfuerzos que realizaban nuestros representantes demostrando la razón que asistía al gobierno legal de la República española en su lucha. En el famoso recinto ginebrino no se debatía la causa de los pueblos, bien que allí se manejara el principio de que «la causa de la paz era indivisible». Fue no sólo divisible, sino que creó las condiciones que condujeron a la segunda guerra mundial, en la que perecería, en buena hora, víctima de su propia obra, la Sociedad de Naciones, engendro del final de la primera conflagración mundial de 1 9 1 4 - 1 9 1 8 . La voz de la República española fue ahogada cada vez que se alzaba pidiendo justicia y respeto al Derecho Internacional, pisoteado por el nazi-fascismo. El Primero de Mayo de 1938, el gobierno de Unión Nacional del doctor Negrín ofrece a todo el pueblo español y al mundo democrático una decisión en la que aparecían concretados los fines de guerra por los que luchaba la República española y que representaban una base para lograr una solución al conflicto, de ser cierto que las llamadas democracias occidentales estaban dispuestas a cumplir con su deber para con los intereses y el destino histórico de sus propios pueblos en la preservación de la libertad, la independencia y la democracia. En aquellos momentos, la colaboración en una política de paz y de lucha decidida contra los autores de guerra, para cerrar el paso al nazi-fascismo, era el deber supremo de

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los gobernantes de todos los pueblos libres. No fue así, sin embargo. El cinismo y la cobardía unidos al egoísmo sacrificaron a España, Abisinia, Austria y Checoslovaquia, y esas claudicaciones condujeron a la segunda guerra mundial, que había empezado en España. En un nuevo esfuerzo, el gobierno de Unión Nacional de la República española emplazó a la democracia mundial con la definición de sus fines de guerra en históricos y patéticos documentos que presentaba a la Sociedad de Naciones su ministro de Estado, un hombre del socialismo español, Julio Alvarez del Vayo, concebidos en los siguientes términos: « F I N E S DE GUERRA DE LA REPÚBLICA ESPAÑOLA

«Subsecretaría de Propaganda. «Barcelona, 1938. «Los Trece puntos del gobierno de la República han causado en el mundo entero una profunda impresión. Por medio de ellos, el gobierno legítimo de España ha recordado a todos por qué lucha el pueblo español. «No ha sido la República quien ha querido la guerra. La República había llevado a la Constitución el principio de que renunciaba a la guerra como instrumento de política internacional. Quería la paz con los de fuera y con los de dentro. Pero quería también que los españoles vivieran en un régimen de justicia y de dignidad, libres de las viejas lacras que impedían el desarrollo y el engrandecimiento de nuestro país. «Fiel a este propósito, que respondía a la necesidad y a la voluntad de la inmensa mayoría de los españoles, testimoniadas en las elecciones de febrero de 1936, comenzó el reparto de la tierra de los grandes terratenientes entre los campesinos; intensificó la construcción de escuelas; inició una etapa de reformas sociales que pusieran en condiciones dignas de existencia a millones de campesinos que llevaban en nuestra patria una vida miserable, a millones de obreros que cobraban salarios de hambre o sufrían las consecuencias del paro forzoso. La República quería que se respetase la legislación social. Pretendía, en suma, que todos los españoles, el obrero y el campesino, el empleado y el intelectual, tuvieran una vida decorosa, que todos ellos vivieran en un régimen de trabajo, de bienestar y de paz. «Contra estos propósitos se alzó desde el primer instante un puñado de malos españoles, una minoría que formaba el grupo de privilegiados que a todo trance querían seguir viviendo a costa de los 19

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demás: los terratenientes y los caciques, los explotadores de toda laya. »Para su rebeldía contaron con el apoyo de unos cuantos generales que, empujados por la ambición, no vacilaron en traicionar el juramento que habían prestado a la patria. Y su traición fue tanto más grave y monstruosa cuanto que en realidad era un instrumento de la codicia extranjera. «Posee España ricos yacimientos mineros, campos fértiles, mares pródigos en pescado, puertos que constituyen posiciones estratégicas de primer orden. Y hay en Europa dos países que se han preparado durante años para desencadenar la guerra contra otros pueblos; los países —Italia y Alemania— que tienen necesidad de nuestros minerales, de los frutos de nuestros campos, de nuestras tierras y de nuestras fábricas, de nuestros puertos, que pueden servirles de bases militares formidables para sus planes agresivos. «A estos dos países fascistas pidieron ayuda los negociantes, los terratenientes y los militares traidores para poder aplastar al pueblo español. Y obtuvieron esa ayuda a cambio del acto más vergonzoso que puede registrar la historia de un país: entregando la patria al extranjero con tal de impedir que se realizara el programa de la República. «Los Trece puntos del gobierno vienen a recordar las causas fundamentales por las cuales lucha el pueblo español y contra las que se alzaron en guerra los traidores a la patria llamando en su auxilio ejércitos extranjeros. «Este es el programa que la República defiende. Para impedir su realización se bombardearon nuestras ciudades y se asesinaron a millares de españoles en la parte de España que está en poder de los invasores. «Los Trece puntos representan la parte fundamental de lo que constituía ya el programa de la República, aunque ampliado por la situación de guerra que atraviesa nuestro país. Son el programa de la victoria porque reflejan el anhelo y la voluntad de todo el pueblo español unido fuertemente para asegurar la independencia total del suelo patrio y garantizar su derecho a decidir por sí mismo de sus destinos. «En esta unidad alrededor de los objetivos que perseguimos, y que son comunes a todos los españoles dignos y laboriosos, estriba nuestra mayor fortaleza y la seguridad de que con ella, por encima de todas las dificultades, sin reparar en esfuerzos y sacrificios, el pueblo español saldrá triunfante. «Para conseguir que este programa sea una realidad en todo el

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territorio nacional, nuestros hombres y nuestras mujeres se sentirán estimados en su afán de trabajar más y de luchar mejor. Y su esfuerzo aquí, en la España no sometida al extranjero, hallará la respuesta en los españoles de la zona facciosa que se sentirán también movidos por el deseo de ayudar desde allí al triunfo de la causa de la independencia de España y de la libertad de los españoles. Para aquellos que en el otro lado comprendan cuál es su deber; para aquellos que, a pesar de los errores que hubieran cometido, piensen hoy sobre todo y por encima de todo en la independencia de la patria, el gobierno legítimo de España se muestra generoso y les promete solemnemente en este documento una amnistía que permita en el porvenir vivir unidos a todos los españoles dignos para forjar una España fuerte, libre y feliz. »En aldeas y ciudades, en los frentes y cuarteles, los españoles todos, hombres y mujeres, tremolarán con orgullo la gloriosa bandera de la República bajo la cual luchan y trabajan por el triunfo de este programa. Un programa que ha de asegurar: »— La independencia de nuestra patria. »— La tierra para los campesinos. »— Trabajo remunerado con un salario digno para los obreros, así como el control de la industria y la garantía de las conquistas alcanzadas. »— La cultura puesta al alcance de todos los españoles, dejando de ser el privilegio de unos cuantos. »— La convivencia fraternal entre todos los pueblos y todos los hombres de España. »— La dignificación de la mujer, que habrá dejado de ser esclava y tendrá acceso a todas las actividades y todos los cargos de la Nación. »En la defensa de los Trece puntos el pueblo español será inexorable. Quien flaquee en su sostenimiento, quien traicione este programa de unión de todos los españoles, quien ponga obstáculos a su rápida realización, deberá sufrir todo el peso de la ley republicana, de la ley que el pueblo se ha dado para su defensa. »Los Trece puntos del gobierno de la República española se implantarán por la victoria de nuestros soldados en los campos de batalla y por el trabajo de los hombres y mujeres en la retaguardia. Y en España brillará un cielo de justicia, de paz y felicidad. »¡ Viva España! » ¡ Viva la República!»

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«El gobierno de Unión Nacional, que cuenta con la confianza de todos los partidos y organizaciones sindicales de la España leal, que ostenta la representación de cuantos ciudadanos españoles están sometidos a la legalidad constitucional, declara solemnemente, para reconocimiento de sus compatriotas y noticia del mundo, que sus fines de guerra son: »1.° Asegurar la independencia absoluta y la integridad total de España. Una España totalmente libre de toda injerencia extranjera, sea cual sea su carácter y origen; con su territorio peninsular e insular y sus posesiones intactas y a salvo de cualquier tentativa de desmembración, enajenación o hipoteca, conservando las zonas de Protectorado asignadas a España por los convenios internacionales, mientras estos convenios no sean modificados con su intervención y asentimiento. Consciente de los deberes anejos a su tradición y a su historia, España estrechará con los demás países los vínculos que imponen una común raíz del sentido de universalidad que siempre ha caracterizado a nuestro pueblo. »2.° Liberación de nuestro territorio de las fuerzas militares extranjeras que lo han invadido, así como de aquellos elementos que han acudido a España desde julio de 1 9 3 6 con el pretexto de una colaboración técnica, que intervienen o intentan dominar en provecho propio la vida jurídica y económica española. »3.° República popular, representada por un Estado vigoroso, que se asiente sobre principios de pura democracia, que ejerza su acción a través de un gobierno dotado de la plena autoridad que confiera el voto ciudadano, emitido por sufragio universal, y sea el símbolo de un poder ejecutivo firme, dependiente en todo tiempo de las directrices y designios que marque el pueblo español. »4.° La estructuración jurídica y social de la República será obra de la voluntad nacional, libremente expresada mediante un plebiscito que tendrá lugar tan pronto termine la lucha, realizado con plenitud de garantías, sin restricciones ni limitaciones, y asegure a cuantos en él tomen parte contra toda posible represalia. »5.° Respeto de las libertades regionales, sin menoscabo de la unidad española; protección y fomento del desarrollo de la personalidad y particularidad de los distintos pueblos que integran España, como lo imponen el derecho y un hecho histórico, que, lejos de significar una disgregación de la nación, constituyen la mejor soldadura entre los elementos que la integran. »6.° El Estado español garantizará la plenitud de los derechos al ciudadano en la vida civil y social, la libertad de conciencia y asegurará el libre ejercicio de las creencias y prácticas religiosas.

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»7.° El Estado garantizará la propiedad legal y legítimamente adquirida, dentro de los límites que impongan el supremo interés nacional y la protección a los elementos productores. Sin merma de la iniciativa individual, impedirá la acumulación de riqueza que pueda conducir a la explotación del ciudadano y sojuzgue a la colectividad, desvirtuando la acción centralizadora del Estado en la vida económica y social. A este fin cuidará del desarrollo de la pequeña propiedad y garantizará el patrimonio familiar, y se estimularán todas las medidas que le lleven a un mejoramiento económico, moral y racial de las clases productoras. La propiedad y los intereses legítimos de los extranjeros que no hayan ayudado a la rebelión serán respetados, y se examinarán, con miras a la indemnización que corresponda, los perjuicios involuntariamente causados en el curso de la guerra. Para el estudio de esos daños, el gobierno de la República creó ya la Comisión de Reclamaciones extranjeras. »8.° Profunda reforma agraria que liquide la vieja aristocrática propiedad semifeudal, que, al carecer de sentido humano, nacional y económico, ha sido siempre el mayor obstáculo para el desarrollo de las grandes posibilidades del país. Asiento de la nueva España sobre una amplia y sólida democracia campesina, dueña de la tierra que trabaja. »9.° El Estado garantizará los derechos del trabajador a través de una legislación social avanzada, de acuerdo con las necesidades específicas de la vida y de la economía españolas. »10.° Será preocupación primordial y básica del Estado el mejoramiento cultural, físico y moral de la raza. »11.° El ejército español, al servicio de la nación misma, estará libre de toda hegemonía, dependencia o partido, y el pueblo ha de ver en él el instrumento seguro para la defensa de sus libertades y de su independencia. »12.° El Estado español se reafirma en la doctrina constitucional de renuncia a la guerra como instrumento de política nacional. España, fiel a los pactos y tratados, apoyará la política simbolizada en la Sociedad de Naciones, que ha de presidir siempre sus normas. Ratifica y mantiene los derechos propios del Estado español y reclama como potencia mediterránea un puesto en el concierto de las naciones, dispuesta siempre a colaborar en el afianzamiento de la seguridad colectiva y de la defensa general del país. Para contribuir de una manera eficaz a esta política, España desarrollará e intensificará todas sus posibilidades de defensa. »13.° Amplia amnistía para todos los españoles que quieran cooperar a la intensa labor de reconstrucción y engrandecimiento de Es-

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paña. Después de una lucha cruenta como la que ensangrienta nuestra tierra, en la que han resurgido las viejas virtudes de heroísmo y de identidad de la raza, cometerá un delito de alta traición a los destinos de nuestra patria aquel que no reprima y ahogue toda idea de venganza y represalia en aras de una acción común de sacrificios y trabajo que en el porvenir de España estamos obligados a realizar todos sus hijos.» El histórico documento de los «Trece puntos» creó un serio desconcierto en algunos medios de la propia España republicana, especialmente en los confederales y faístas. Tratábase de un documento del más alto significado histórico, orientado no sólo a la opinión nacional —republicana y franquista—, sino hacia la opinión mundial, para que su impacto se registrara en los gobiernos y cancillerías, en los medios diplomáticos de Ginebra, en la Sociedad de Naciones. ¡ Propósito inútil! Por cobardía y temor a la guerra, todos esos medios habían caído en un ciego egoísmo y eran insensibles a todo aquello que no estuviera acorde con su egoísmo, su cobardía y su miedo. El miedo a la guerra les llevó a la guerra. La España democrática estaba dirigida por un gobierno de Unión Nacional, integrado por todas las fuerzas nacionales, desde los católicos vascos, hasta el Partido Comunista —que contaba con un solo ministro en el equipo gubernamental—, lo que desmentía las patrañas interesadas y malintencionadas que se manejaban en los medios internacionales y presentaban una falsa imagen de la España republicana a la que acusaban, de una manera falaz, de estar gobernada por el comunismo nacional e internacional. Ese falso argumento se esgrimía para justificar y ocultar las traiciones a la causa del pueblo español y de la democracia. Resultaba lamentable tener que reconocer que la actitud de los medios internacionales oficiales se veía reforzada por los elementos españoles que, desde el campo democrático, coincidían con las posiciones de la reacción internacional. A los efectos de la lucha del pueblo español, el anticomunismo de un «socialista» era igual al de un nazi-fascista, del mismo modo que, en una interpretación histórica de conductas y hechos, un Araquistain y sus doctrinas, o un anarquista, no se diferenciaban gran cosa, en sus exposiciones y críticas, de los ideólogos del fascismo. Ahí quedaron clavadas, para la historia, las conductas de los Spaak y De Mann; la de un Camilo Mertens, vicepresidente de la F.S.I. con su exclamación: «Entre Berlín y Moscú, Berlín...»; de un M. Pivet y de ciertos elementos de los círculos internacionales de la A.I.T. En lo nacional, sobran testimonios para demostrar identificaciones con los enemigos de la República en su propio campo. Los «Trece puntos», en su alcance, en su intención diplomática, en su valor como plataforma política de explicación de los fines de la lucha

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que desde el 19 de julio de 1936 venía sosteniendo heroicamente la República española, no fueron comprendidos por el faísmo ni, en la medida en que éste ejercía su influencia en el seno de la organización confederal, por un sector de dirigentes de la C.N.T. Por supuesto, contaron con la oposición del grupo socialista que orientaba Araquistain. Los oponentes a los «Trece puntos» veían en esa definición de los fines de guerra de la República española la antesala del abrazo de Vergara, una premisa para el «compromiso» y la traición. Lo que ponía de relieve, una vez más, la falta de imaginación, de capacidad de interpretación objetiva y desapasionada de muchos de nuestros hombres políticos, y no digamos de ciertos elementos dirigentes de las organizaciones políticas y sindicales de la clase obrera. Los «Trece puntos» situaban el problema de España en un nuevo plano nacional e internacional que era necesario entender y comprender al margen de la terquedad, del sectarismo y de la ceguera política. Fue un paso inútil. En el terreno de la comprensión y del realismo, tanto en un campo como en otro, no había nada que hacer. En lo internacional, menos. Cada país era un egoísmo en torno a altos intereses y a ellos lo subordinaron todo. El monstruo de la guerra presionaba y condicionaba conductas y problemas al margen de los bellos conceptos morales de paz, libertad, democracia, humanismo, independencia, derecho internacional y del apotegma del gran Benito Juárez: «El respeto al derecho ajeno es la paz». El día 3 de mayo, la F.A.I. publicaba, sobre los «Trece puntos», esta declaración: « ( . . . ) La nota hecha pública por el gobierno respecto a las finalidades que persigue la República en esta guerra constituye un documento trascendental, en cuanto consagra una línea de conducta que significa prácticamente la vuelta al régimen existente antes del 19 de julio, con todas las consecuencias que de ello puedan derivarse para el proletariado. El proceso de restauración, que se seguía de un modo vergonzante, se ha de acelerar, sin duda, ahora de una manera ostensible y demostrativa. No hay duda que el motivo fundamental de esta declaración reside en la situación difícil de nuestra guerra y con miras a un viraje de la política internacional en alguna medida a favor de la España antifascista. Se trata de hacer ofrecimientos más o menos precisos al capitalismo franco-británico para lograr ese viraje que se espera. Pero no cabe duda que responde también a los deseos abrigados desde hace tiempo, por parte de los actuales gobernantes, de anular lo que hubiera de transformación revolucionaria en España. Por otra parte, dada la situación internacional con sus fuerzas imperialistas en juego, cabe esperar lógicamente que, en caso de producirse esa inclinación de las potencias democráticas en favor de la

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República, ello se haría en forma de una verdadera intervención en nuestro régimen interno, con todas las garantías que la burguesía anglo-francesa querrá imponer a favor de sus intereses (m)». 1

Esa era la posición de los dirigentes de la F.A.I., si bien terminaban aceptando la nota «como un hecho forzoso, como una cuestión impuesta por fuerzas superiores». Según Peirats, «la organización específica hubiese deseado que la C.N.T. no hubiera compartido la responsabilidad de aquella nota [los "Trece puntos"], pero que la F.A.I., libre de tales compromisos, debe y puede seguir representando el vehículo de las aspiraciones y ansias revolucionarias del anarquismo». En discrepancia con la F.A.I., el Comité nacional de enlace C.N.T.U.G.T. publicaba, el día 10 de mayo, una declaración de adhesión a los «Trece puntos»: 2

«Nuestro gobierno del Frente Popular, en su programa reciente, condensado en 13 puntos, ha formulado las exigencias fundamentales de nuestra lucha: independencia nacional íntegra y absoluta; defensa ante el mundo, y en posiciones de vanguardia, del presente y porvenir de la humanidad civilizada, sin escatimar esfuerzos ni sacrificios; conquista para nuestra patria, en el concierto de todas las naciones, del puesto que le corresponde, defendido con interés colectivo; derecho a disponer de los destinos de nuestro país y a que sea la voluntad nacional quien dé a la República la estructura jurídica, social y de convivencia que se estimen humanas y justas. «Estos fines crean las condiciones y la fuerza para no ceder en nuestro empeño hasta alcanzar la victoria de nuestra causa. Y como la lucha hasta el fin, o hasta la victoria, expresa en palabras la firme voluntad de todo el proletariado que representamos, por ello, este Comité nacional de enlace C.N.T.-U.G.T. se funde con nuestro gobierno del Frente Popular y afirma y considera como propias aquellas declaraciones.» Con igual fecha, el Comité nacional de la C.N.T., en oposición a la F.A.I., daba a conocer, por medio de una circular, su posición en relación con los «Trece puntos», analizando favorablemente cada uno de ellos. Subrayaba ciertos aspectos con los que no estaba totalmente de acuerdo, pero sin hacer hincapié en ello. Ese interesante documento de la C.N.T. co3

1.

José Peirats, op. cit.

2.

Op. cit., tomo III, pág. 89.

3.

Véase José Peirats, op. cit., tomo III, págs. 91 a 93.

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rrespondía a la línea que el autor viene definiendo como de «evolución» hacia el realismo. Trátase de una posición ponderada y realista que deja al margen los principios infantiles del comunismo libertario con sus expresiones demagógicas y de violencia de conceptos. El Comité nacional confederal y la Comisión ejecutiva de la U.G.T. se identificaban, en lo fundamental, en la interpretación del alcance político e histórico que tenían los «Trece puntos». Un paso más —y muy importante— en el serio acercamiento que se estaba operando entre la U.G.T. y un grupo de los principales dirigentes de la C.N.T., entre los que figuraba su secretario general, Mariano R. Vázquez. El autor considera que este compañero —por sus cualidades y por su positiva evolución— de no haber desaparecido hubiese sido el eslabón principal de una futura promesa de unidad orgánica del movimiento sindical español. Su figura y su papel en el movimiento confederal hubiera podido dar continuidad a los de Salvador Seguí. Con fecha del 10 de mayo, simultáneamente al documento de análisis de los «Trece puntos» y de adhesión a los mismos, el Comité nacional de la C.N.T. enviaba una comunicación al Comité peninsular de la F.A.I. que representaba un ataque indirecto, una crítica y una desautorización de las posiciones que el faísmo venía manteniendo. Dice así: «Al Comité peninsular de la F.A.I. «Estimados compañeros: A la vista de las ultimas circulares remitidas por el Comité peninsular de la F.A.I. a las regionales, este Comité nacional se ve obligado a tratar el problema de orientación de la militancia. No es posible que se siga por el camino emprendido de querer enfrentar un Comité con otros, apareciendo unos como más revolucionarios y más consecuentes que otros, porque ello se traduciría en divisiones peligrosas para la integridad del Movimiento libertario. «Reunido el secretariado de este Comité con los delegados de las regionales, ha entendido era imprescindible celebrar una reunión de los tres Comités nacionales del Movimiento libertario y tratar con claridad lo que acontece, para ver si es posible evitar la continuación de unos hechos cuyos resultados sólo a los adversarios políticos y al enemigo tienen que beneficiar. »Por lo expuesto invitamos a una representación —cinco o seis camaradas— de ese comité a la reunión que tendrá lugar mañana, miércoles, a las 11 en punto de la mañana, en la secretaría de este Comité nacional. »No dudando de vuestra asistencia, os saluda cordialmente, por el Comité nacional, Mariano R. Vázquez.»

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A esta reunión —según consigna José Peirats en su mencionada obra— asistieron, por la F.A.I.: Germinal Souza, Pedro Herrera, Manuel Escorza y Jacobo Prince; por la F.I.J.L.: Lorenzo Iñigo, Serafín Aliaga y José Cabanas; por la C.N.T.: Mariano R. Vázquez, Galo Diez, Caborda, Gallego Crespo, Manuel López, Juan Arnalda, Delio Alvarez, Francisco Isgleas y Avelino Entrialgo. «Según el acta de la reunión, levantada por Galo Diez —afirma Peirats en su tantas veces citada obra—, la discusión fue bastante movida. Esta acta fue rechazada por el Comité peninsular de la F.A.L, en carta del 14 de mayo al Comité nacional de la C.N.T., por juzgarla redactada de forma bastante deficiente y confusa, resolviendo no aceptarla ni como reseña fidedigna de lo discutido en la reunión.» No es extraño que un acta elaborada por Galo Diez, un hombre que no se caracterizaba por su extremismo, resultara inaceptable para la F.A.L, pues sin duda recogía verazmente lo sucedido entre «faístas» como Souza, por designar uno, y Mariano R. Vázquez defendiendo los «Trece puntos» del gobierno de Unión Nacional, en el que la C.N.T. estaba implicada a través de su ministro Segundo Blanco, un militante curado del sarampión anarquista. La F.A.I. no se sometía a ningún control y menos al que pretendían someterla los elementos de dirección del Comité nacional confederal, que rehusaban a su vez la disciplina y los métodos bakuninistas. En la reunión del Frente Popular del día 12 de mayo se discutió, a propuesta de los socialistas, la adhesión a los «Trece puntos», que fue aprobada con la excepción de la F.A.I. que sometió a consulta de sus organizaciones el problema, provocando serias discrepancias en el seno de las mismas, al dividirse entre las que aceptaban con reservas los «Trece puntos», pero los aceptaban, y las que rechazaban su contenido. En el seno de la F.A.I. venía registrándose una seria crisis ideológica. La F.A.I. terminó permitiendo que se aceptaran los «Trece puntos», aunque, en el fondo, sus dirigentes nunca los aceptaron. Hay que reconocer que en esto eran consecuentes: los «Trece puntos» nada tenían de común con la línea de perturbación permanente del anarquismo. El Partido Comunista, con su política nacional y realista, aprobó los «Trece puntos» y los defendió con todo ardor. Su Comité central, en las reuniones que celebró en Madrid del 23 al 25 de mayo de 1 9 3 8 , ratificó el acuerdo del Buró Político, y en el informe presentado por Dolores Ibarruri, entre otros interesantes conceptos, se decía: «La unidad que hoy necesitamos es una unidad nueva, más amplia, más sólida, más efectiva y eficaz que la que ha existido hasta el presente. Debe ser una unión nacional (...), debe permitirnos movilizar, organizar y arrastrar al combate contra los invasores a nuevas capas del pueblo, a los que viven en nuestra zona y no pertenecen

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a ningún partido y a aquellos que en la zona invadida han caído por la fuerza o engañados bajo la influencia de las organizaciones fascistas.» Ese llamamiento a la más amplia unidad aún tiene mayores alcances y un sentido más profundo y patriótico en esta otra formulación: «A través de las barreras de odio y de sangre que la traición ha levantado entre las dos Españas, entre aquella que mira al porvenir, recogiendo todas las tradiciones gloriosas de nuestra historia, y la que mira al pasado para tratar de resucitar todo lo viejo y todo lo podrido, nosotros llamamos a todos los hombres que sienten el orgullo de ser españoles y les decimos: son únicamente los españoles los que pueden resolver los litigios de España, los que tienen derecho a resolverlos.» En efecto, el problema de España era entonces, y sigue siendo ahora, un problema de los españoles.

151 ULTIMO CONSEJO GENERAL DE LA F.S.I. (Oslo, mayo de 1938)

A finales de mayo de 1938 tuvo lugar en Oslo (Noruega) el último Consejo general de la F.S.I. Se reunió el Consejo en un momento de gran tensión internacional, en el que el nazi-fascismo alcanzaba el punto más álgido de su política de agresión e intervención descarada en España, ante la cobardía de las llamadas democracias que, para mayor escarnio, se amparaban en la cínica política de un Comité de «no intervención». La acción de la F.S.I., y más aún la de la Internacional Socialista, había sido inútil y seguiría siéndolo. Los partidos socialistas en el Poder —en los países escandinavos, en Francia y en Bélgica, así como el poderoso Partido Laborista en Inglaterra— estaban imbuidos de la misma cobardía ante el nazi-fascismo que la propia burguesía, y como ésta se escondieron tras el cínico Comité de «no intervención» hasta el último momento del crimen contra la República española. Pero ese crimen no les libró de la guerra; fueron a ella con la suciedad del miedo. El Consejo de Oslo se desarrolló en el cuadro de las hipocresías y las claudicaciones que caracterizaba en aquellos momentos la política de la Europa occidental, con su máximo exponente en la Sociedad de Naciones. Fue una de las épocas más vergonzosas de la diplomacia y de las relaciones entre los gobiernos. 1

Por la U.G.T. de España asistieron, como delegados, José Rodríguez Vega y Amaro Rosal. Por México estuvo presente una interesante delegación integrada por Vicente Lombardo Toledano, Narciso Bassols, Alejandro Carrillo, Acevedo y Jesús Yuren. El grupo de centrales de oposición a la política claudicante de la dirección de la F.S.I. y que defendían la 1. Véase Amaro del Rosal, Los Congresos Obreros Internacionales en el Siglo XX. Ediciones Grijalbo, S. A., Barcelona, 1975 (págs. 302-304). (El Consejo fue en mayo y no en agosto, como allí se dice. — A. R. D.)

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política de unidad lo formaban las de Francia, Noruega, México, Checoslovaquia y España. En el Consejo se discutió de nuevo el problema de la afiliación de los sindicatos soviéticos a la F.S.I. que fue rechazada con toda clase de argucias. El Congreso de la F.S.I. en Londres ( 1 9 3 6 ) había acordado abrir negociaciones con las centrales que no pertenecían a la misma, con el fin de lograr la unidad sindical internacional del movimiento obrero. El Consejo de Oslo rebasaba sus facultades al romper los acuerdos de un Congreso. La Unidad sindical internacional venía siendo reclamada por todas las organizaciones que se percataban de la gravedad de la situación y de los avances del fascismo. Los aparatos burocráticos de las internacionales y de ciertas centrales nacionales, especialmente las Trade-Unions, y la Federación Americana del Trabajo —que, para evitar la unidad y fortalecer a las Trade-Unions, había ingresado en la F.S.I.— eran el principal peso y obstáculo que se oponía a esa unidad, que de haberse realizado en una línea agresiva y dinámica hubiese significado el mayor valladar al fascismo y a su política de agresión y de guerra. Pero eso era justamente lo que no querían los burócratas sindicales al servicio de la política claudicante de sus gobiernos. Poco antes de la celebración del Consejo de Oslo se habían producido importantes acontecimientos. Uno de los más graves fue, sin duda, el ultimátum de Hitler, el 1." de marzo, al canciller de Austria, Schuschning, para que entregara el poder al jefe nazi austríaco, Seyss-Inquart. Dos días más tarde, Alemania se anexionaba Austria, con lo que tenía una baza más para lanzarse sobre Checoslovaquia. En Francia, después de una crisis, se constituye un segundo gobierno presidido por el socialista León Blum. El 10 de abril, el nuevo gobierno es derrotado por un simple problema hacendístico y sube al poder el nefasto Daladier que, con Bonet, Chamberlain y Halifax, constituiría el cuarteto de peones de la traición frente a Hitler y Mussolini. El 1." de abril se había producido la crisis del gobierno Negrín, que seguiría de presidente y de ministro de Defensa, quedando eliminado del gabinete Indalecio Prieto. En esos momentos, Julio Alvarez del Vayo, en nombre de la República y del pueblo español, presentaba una denuncia más y una demanda ante el Consejo de la Sociedad de Naciones para que las fuerzas extranjeras invasoras salieran del territorio español. Su patético llamamiento, como otros anteriores, caería en el vacío. En la tribuna de la Sociedad de Naciones sólo resonaban dos voces amigas: la de México y la de la Unión Soviética. El 13 de junio, Daladier ordenaba el cierre de la frontera con la España republicana. ¡El Daladier que un Primero de Mayo había desfilado por los bulevares de París, encabezando la gran manifestación, junto a Blum,

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Cachiri, Thorez, Jouhaux y Frachon, en los momentos de euforia de la victoria del Frente Popular en Francia y en España! En su reunión del 6 y 7 de marzo, el Comité nacional de la U.G.T. había examinado el Orden del día del Consejo de la F.S.I., dedicando la mayor atención al problema de la unidad sindical del proletariado internacional en el seno de la F.S.I. Los sindicatos soviéticos habían pedido la afiliación, bien que denunciaban no haber recibido carta de invitación. La carta del Secretariado de la F.S.I. al Consejo central de los Sindicatos de la URSS estaba concebida en los siguientes términos: «París, 29 de octubre de 1936. «Cantaradas: El Buró de la Federación Internacional ha celebrado, el 21-22 de octubre, su primera reunión oficial desde el Congreso Sindical Internacional de Londres (julio 1 9 3 6 ) , y se ha ocupado de la aplicación de la resolución adoptada unánimemente en el Congreso de Londres relativa al problema de la unidad sindical internacional. »Esta resolución fue redactada en los términos siguientes: »"E1 Congreso, aprobando los esfuerzos realizados por la Federación Sindical Internacional con vistas al establecimiento de la unidad sindical, estima que, en presencia de la gravedad de la situación internacional, estos esfuerzos deben ser continuados. »"Con este objeto decide que se entablen las negociaciones con las centrales sindicales de América, de Australia, de Nueva Zelanda, de Extremo Oriente, de la URSS, y con todas las demás centrales sindicales no afiliadas, con vistas a establecer la unidad sindical en todo el mundo." »En virtud de esta resolución, el Buró me ha encargado que me dirigiera a su organización para preguntarle si, por las razones expuestas en la resolución de la F.S.I., su organización estima que le es posible adherirse a la Federación Sindical Internacional sobre la base de sus Estatutos. «Para su información, me permito adjuntarle a la presente ejemplares de nuestros Estatutos en lengua francesa, inglesa y alemana. «Esperamos que les será posible dar realidad al deseo sincero y unánime expresado por todas las centrales sindicales nacionales unidas internacionalmente en el seno de la Federación Sindical Internacional. «En espera de su contestación, les ruego, camaradas, acepten mis saludos sindicales.» (Firmado: "W. Schevenels, secretario general.) Los Sindicatos soviéticos representaban a veinte millones de organi-

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zados. Su afiliación tenía la mayor importancia en el orden orgánico y una gran trascendencia política. La U.G.T., que se había manifestado por la unidad y por la afiliación de los sindicatos soviéticos en Londres, ratificó esa posición en su Comité nacional del mes de marzo, aprobando una resolución que ya conoce el lector. El Buró de la Internacional había designado una Comisión integrada por Jouhaux, Schevenels y Stolz para desplazarse a Moscú y gestionar, directamente con los soviéticos, su afiliación: «En Moscú... se sostuvo por los camaradas rusos la necesidad de que correspondiera a su afiliación una intensificación de la acción de la F.S.I. en relación con las cuestiones que hoy preocupan a los trabajadores del mundo entero, a saber: la intensificación de la ayuda a nuestro país y la necesidad de realizar de una manera general una acción más intensa y más eficaz del proletariado en contra del fascismo. La delegación del Consejo central de Sindicatos de la U.R.S.S. propone establecer la unidad de los Sindicatos de la U.R.S.S. con la F.S.I. en las condiciones siguientes: »a) »¿)

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intensificar la actividad de la F.S.I. en las cuestiones de la lucha de la clase obrera contra la guerra y el fascismo; utilizar todos los medios de propaganda y agitación contra la guerra y el fascismo (asambleas obreras, prensa, radio, cine, etc.); organizar en todos los países sanciones proletarias contra los Estados agresores: Alemania, Italia y Japón (negativa a cargar los barcos de los países agresores, negativa a efectuar Transportes destinados a esos países, organización de huelgas en las empresas que fabriquen armas y material de guerra para los agresores, etc.); ayudar de manera efectiva a España y a China en su lucha contra los agresores: Alemania, Italia y Japón; contribuir a la unidad de los sindicatos en los países (Estados Unidos, Checoslovaquia, Canadá, América del Sur, España, etc.) en que el movimiento sindical se halle todavía dividido, o donde exista una amenaza cualquiera de escisión; sostener el frente único proletario y el frente popular en los países en que existan en su lucha contra el fascismo y la guerra.

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»Los camaradas soviéticos sostienen que además de estas reivindicaciones de tipo político deberá de dárseles también una intervención en la dirección de la F.S.I. A este fin proponen que la F.S.I. eligiera tres presidentes de los cuales uno sería representante de los Sindicatos soviéticos. Estas proposiciones fueron debatidas durante tres días por los rusos con la delegación de la F.S.I. y después de amplia deliberación la delegación de la F.S.I. se comprometió a sostener en el seno del Buró de la F.S.I. estas proposiciones, que se suscriben de acuerdo con los tres compañeros de la F.S.I. y los tres de los Sindicatos rusos. Se planteó esta cuestión en la última reunión tenida por el Buró en la F.S.I. y por ocho votos contra dos y una abstención, el Buró de la F.S.I. decidió considerar que no es una demanda regular de afiliación la que se ha producido y rechaza la demanda de los Sindicatos rusos por no ajustarse a los Estatutos y llevar la cuestión al Consejo de la F.S.I. que ha de reunirse en el mes de mayo en Oslo.» 1

Paralelamente a las gestiones de Moscú, Citrine y Schevenels habían hecho otras ante la Federación Americana del Trabajo, la que acordó ingresar en la F.S.I., pero a condición de que, si ingresaban los sindicatos soviéticos, ella se saldría. El Consejo de Oslo no sería más que una maniobra de entretenimiento y de sabotaje a la política de unidad. La afiliación de la central soviética fue rechazada. Ni siquiera se aceptó una propuesta en el sentido de proseguir las gestiones. El nazi-fascismo avanzaba en todos los frentes. En su Comité nacional del 13 de junio, la U.G.T. conoció los informes de sus delegados al Consejo general de Oslo, reunión que constituía un eslabón más de la vergonzosa cadena de claudicaciones del reformismo. En su discurso de clausura, Citrine, dirigiéndose a las delegaciones de la oposición, había dicho: «Hay que saber ganar y perder. Los ingleses, lo sabemos».

1. Tomado de las Actas del Comité nacional de la U.G.T. del mes de marzo de 1938.

152 OFENSIVA SOBRE LEVANTE (JUNIO DE 1 9 3 8 ) . MARROQUÍES A LA CONQUISTA DE LA CIUDAD DEL CID. BATALLA DEL EBRO

Al mes de haber llegado al Mediterráneo, las fuerzas franquistas continúan su ofensiva en Levante. El 16 de junio toman Castellón. Valencia estaba amenazada. En esa situación difícil para las armas republicanas, para la República, el gobierno «democrático» de Francia, con el que el gobierno legal de España mantenía relaciones diplomáticas normales, dispone brutalmente el cierre de la frontera.-.-.; El 14 de julio, fecha gloriosa para el pueblo francés, aniversario de la toma de la Bastilla, nueve divisiones de un ejército en el que se confunden fuerzas italianas, alemanas y marroquíes marchan sobre la ciudad del Cid al mismo tiempo que las republicanas atraviesan el Ebro e inician la gran batalla que paralizará las ofensivas enemigas sobre los otros frentes. Acciones heroicas, plenas de sacrificio, que serían los últimos estertores de la lucha justa de un pueblo acosado y aplastado por la traición. La batalla del Ebro ha sido la epopeya de nuestra guerra sobre la que más se ha escrito. Todos los historiadores, tanto los nacionales como los extranjeros, han dedicado a esa audaz acción bélica los más exhaustivos comentarios, por lo que nos limitamos simplemente a dejar constancia esquemática de un acontecimiento que, por su trascendencia, influyó extraordinariamente —durante la etapa ofensiva— en la elevación de la moral de las fuerzas combatientes y de la retaguardia, así como en la etapa defensiva, iniciada el 15 de noviembre, al repasar nuestras fuerzas el Ebro, se transformaría en una ola de desmoralización que ya no podría ser superada, y que conduciría a la pérdida de Cataluña. En la batalla del Ebro, el Ejército popular se cubrió de gloria, hecho reconocido por algunos de los jefes del propio ejército enemigo. En esa acción, y como Comisario de la División de Modesto, una de las fundamentales de la operación, participó un bancario, Luis Delage, miembro de 20

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la Comisión ejecutiva de la Federación Nacional de Banca, fiel y leal militante comunista a quien el autor testimonia una amistad y un cariño fraternales que han sido invariables durante casi medio siglo. Luis Delage y otros muchos bancarios han sido y son el orgullo de la colectividad bancaria española y las nuevas generaciones de la profesión no deberán olvidarlos, pues ellos constituyen un ejemplo singular de lealtad a la lucha por la emancipación de los bancarios, desde las filas de la Unión General de Trabajadores de España.

153 PLENO NACIONAL DE INFORMACIÓN DE LA U.G.T. (26 de julio de 1938)

En esa fecha, la Comisión ejecutiva celebra una reunión de carácter informativo con los miembros del Comité nacional. Su finalidad es dar a conocer a las federaciones nacionales los problemas más importantes que, de acuerdo con sus facultades y los mandatos recibidos, había tramitado, así como informar que el Comité nacional de la C.N.T. había formulado una propuesta que, por no estar conforme con las concepciones ugetistas, había sido rechazada. La proposición de la CN.T. estaba redactada en los siguientes términos:] «1.°

»2.°

Ningún sindicato podrá dar de alta a ningún obrero que no sea portador de la baja correspondiente del sindicato a que pertenecía. Si el sindicato negara la baja al afiliado que la solicitare, éste denunciará el caso al sindicato al que deseara darse de alta, el cual lo presentará al Comité de enlace industrial o local para resolución definitiva.»

Este curioso planteamiento fue rechazado por la Comisión ejecutiva sosteniendo la tesis de que, por encima de todo, debía ser respetada la libertad de los trabajadores, para sindicarse en la organización que creyeran conveniente. Que la U.G.T. no estaría conforme con ninguna proposición que implicara coacción alguna para la sindicación de los trabajadores; que los trabajadores que quisieran ingresar en una organización no tenían por qué presentar ninguna autorización del sindicato a que venían perteneciendo. Para la U.G.T. ésta era una posición de doctrina y de principios. Fue examinado un problema al que la C.N.T. venía concediendo la

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máxima importancia, pero que no estaba de acuerdo con la táctica y principios de la U.G.T. Se trataba del propósito de la central cenetista de crear lo que ellos llamaban una «economía confederal», entendiendo por ese concepto la concentración de la economía de aquellas industrias, comercios y demás actividades económicas que estaban en poder de sus sindicatos. A este respecto, la Comisión ejecutiva informó a los representantes de las federaciones que la U.G.T. no estaba de acuerdo con el principio de que pudiera establecerse una economía sindical C.N.T.-U.G.T.; que todas aquellas propiedades que hubiesen pertenecido a elementos facciosos deberían pasar a manos del Estado. Por otto lado, la U.G.T. estimaba que el papel de los sindicatos no era el de ser propietario de industrias, comercios, ni de ninguna otra actividad económica. Esta orientación debería ser tenida en cuenta por las federaciones para ser sustentada en los respectivos Comités de enlace GNT.-U.G.T. Nuestra central se pronunciaba por el sistema cooperativo. La Ejecutiva dio cuenta de haber adoptado la resolución de concentrar en Madrid su delegación en la zona centro. Para el mes de setiembre estaba anunciado el Congreso nacional de la Confederación de Trabajadores Mexicanos (C.T.M.) y, unos días más tarde, un Congreso de Trabajadores Latinoamericanos. En ellos se tratarían los problemas de España, de China y de los bombardeos a ciudades abiertas. La organización mexicana invitaba a dos delegados de la Unión y particularmente a su presidente, Ramón González Peña. Llegada la fecha fueron designados Ramón González Peña y Daniel Anguiano. Del segundo de los mencionados congresos salió la Confederación de Trabajadores de América Latina (C.T.A.L.), que presidiría el gran dirigente sindical del continente americano Vicente Lombardo Toledano, gran amigo del pueblo español y que, después de la derrota, tanto contribuyó con Narciso Bassols a que el presidente Lázaro Cárdenas abriera las puertas de México a la emigración republicana refugiada en Francia. Pero de este problema escribiremos en el volumen dedicado a la emigración 1 9 3 9 - 1 9 5 0 . Así dio por terminados sus trabajos el Comité nacional, para CODÚ miarlos bajo el siguiente mes con los preparativos de la celebración del 50 aniversario de la fundación de la Unión General de Trabajadores de España.

154 UN NUEVO PLENO DE LA CONFEDERACIÓN NACIONAL DEL TRABAJO (agosto de 1938)

Del 2 al 10 de agosto el movimiento confederal celebraba en Valencia un nuevo Pleno de regionales, dedicado al examen de la situación política, sindical y económica. La reunión se desarrolló en la línea general de las bases establecidas entre las dos centrales sindicales, con ligeras excepciones. El Pleno, por ejemplo, insiste en la creación del Ban«.o Sindical Ibérico. Cardona Rosell no abandonaba esa idea y, con ella a cuestas, recorrería las tierras aztecas después de la derrota y de su emigración a México. 1

Como hemos señalado en bía cambiado esencialmente, ugetista. En el resumen del den leerse párrafos con este

páginas anteriores, el lenguaje confederal haconfundiéndose en muchos conceptos con el Pleno publicado por Solidaridad Obrera puecontenido:

«En la primera parte, el Secretariado del Comité nacional hizo una amplia información de la situación política y militar, de la gestión de la C.N.T. en el gobierno, en el Frente Popular, en el Comité nacional de enlace U.G.T.-GN.T. y de las relaciones con los demás partidos políticos, aprobándose el informe y la gestión del Comité nacional.» La política de resistencia del gobierno de Unión Nacional presidido por el doctor Negrín contaba con la adhesión y el apoyo de la C.N.T.:

1. Véase: José Peirats, La C.N.T. en la Revolución Española, Tomo III, páginas 102 y 1 0 3 .

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«El Pleno se ratificó en la consigna de resistencia preconizada por el gobierno, de que hay que seguir con entusiasmo la lucha hasta conseguir la victoria, único dilema para perseguir el fin victorioso de nuestra contienda por la independencia, la libertad y el bienestar colectivo del pueblo, que se esfuerza luchando en el frente y trabajando en la retaguardia.» En el lenguaje confederal encontramos nuevos conceptos, un tono serio y responsable alejado de la fraseología faísta. Tratando el problema de la unidad, en la referencia se dice: «El Pleno estudió con preferente cariño cuanto se refiere a la unidad de acción con la U.G.T., manifestándose unánimemente el deseo y la necesidad de fortalecerla, valorizando la gestión de los Comités de enlace y esforzándose por lograr la pronta aplicación de los diversos apartados del pacto firmado en marzo, por lo que se refiere a la creación del Consejo nacional de Industrias de guerra, Consejo Superior de Economía y Comisariado de las fuerzas armadas de la retaguardia.» La C.N.T., junto a la U.G.T., participaba por vez primera en el Consejo nacional del Trabajo, organismo de legislación obrera que actuaba con cierra provisionalidad, puesto que las centrales sindicales no habían estado de acuerdo con las modificaciones que en su funcionamiento había introducido el ministro del Trabajo, Ayguadé. El Pleno «hizo todo un examen sobre el modo de dar perfecto cumplimiento a las disposiciones fiscales en las industrias socializadas y colectivizadas...». El Pleno dedicó una parte de sus trabajos a fijar normas para la intensificación de las «mutuas» para seguros sociales y de otra naturaleza, y a la manera de «cumplir los acuerdos con rapidez, y teniendo en cuenta las preocupaciones legales vigentes...». Los nuevos métodos, las concepciones del Pleno, el enfoque dado a los problemas, repetimos, estaban bastante más cerca de la U.G.T. que de la F.A.I., y no digamos nada si se comparan esos nuevos modos con los tradicionales del comunismo libertario: asalto y quema de los registros de la propiedad, destrucción de Ayuntamientos, quema y supresión de la moneda, negación de la autoridad y del Estado al grito de « ¡ V i v a la anarquía!». El Pacto C.N.T.-U.G.T abría brecha por caminos nuevos, con perspectivas esperanzadoras. La derrota frustró esas esperanzas.

155 CINCUENTENARIO DEL P.S.O.E. Y DE LA U.G.T. DE ESPAÑA (Agosto de 1938)

En plena guerra, y defensiva —la ofensiva es la victoria; la defensiva, la derrota, dice la estrategia militar—, llega el mes de agosto de 1938 en que se cumple el 50 Aniversario de la constitución de la Unión General de Trabajadores de España y del Partido Socialista Obrero Español. El Partido Socialista realiza un gran esfuerzo con el fin de restablecer su unidad, tratando de unificar —en torno a una Comisión ejecutiva ampliada— todas las tendencias y pidiendo a los hombres más representativos de éstas que olvidaran viejas querellas, llamando a esa unidad interna por encima de antiguos agravios, por exigirlo así la grave situación porque atravesaba la República y las peligros que amenazaban a la clase obrera. El desenlace de la contienda sería definitivo para el proletariado español. No se estaba frente a una simple lucha electoral, sino ante una contienda histórica, decisiva, que determinaría el porvenir de la República y de la democracia españolas por muchos años. El equipo de la Comisión ejecutiva del P.S.O.E., con hombres como González Peña, Ramón Lamoneda, Manuel Cordero, Juan-Simeón Vidarte, el doctor Negrín, Julio Alvarez del Vayo y otros, quiso hacer del 50 Aniversario de la fundación del Partido Socialista una fecha histórica y de unidad, tratando de celebrar un gran acto en el que se proponía que intervinieran los hombres más significativos del Partido que, al mismo tiempo, pasarían a formar parte de la Ejecutiva: Besteiro, Caballero, Prieto, Negrín, Vayo, pero ese noble propósito de la Comisión ejecutiva y del Comité nacional del Partido —autores de esos acuerdos— no pudo ser llevado a la práctica: los tres primeros compañeros negaron toda colaboración, rechazando las propuestas del Comité nacional. El acto de reconciliación y de unidad no se celebró; los resabios personales y los odios estaban por encima de la unidad y de los intereses históricos del Partido.

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El 50 Aniversario no fue una fecha que pueda registrarse con orgullo en las páginas de la historia del Partido Socialista. Cincuenta años antes, en esa misma Barcelona donde se había creado el Partido como organismo nacional, sus fundadores, Pablo Iglesias y Antonio García Quejido, no podrían imaginar que, medio siglo más tarde, la palabra unidad fuera tan escarnecida por los que tenían el deber de ser leales al lema «¡Proletarios de todos los países, unios!». Besteiro murió en la cárcel de Carmona; Caballero y Negrín, en París; González Peña y Prieto, en México; Alvarez del Vayo moriría en Ginebra cargado de años, pero tremolando la bandera de la unidad, con su optimismo y su fidelidad ingénitos al grito del Manifiesto Comunista, mientras la sigla P.S.O.E. se perdía en el laberinto de los personalismos, en la atomización de grupos extraviados en caminos sin salida, sin orientación ideológica, sin teoría revolucionaria, dando continuidad a 1 9 3 8 , olvidando que estamos en 1 9 7 6 y nos acercamos ya a otro medio siglo más de la creación del Partido Socialista Obrero Español en un día barcelonés del mes de agosto del año 1 8 8 8 . El mes de agosto de 1 9 3 8 , cincuentenario también de la constitución de la U.G.T., ofrecía trascendentales acontecimientos en el terreno nacional y en el internacional, pero nos limitaremos a ocuparnos aquí del acontecimiento conmemorativo. La Ejecutiva y el Comité nacional habían acordado celebrar el aniversario con la mayor resonancia, tratando de rendir homenaje a los fundadores de la Unión General, a sus organizaciones y sus Casas del Pueblo, a su historia de cincuenta años de luchas emancipadoras en favor de la clase obrera y en defensa de los principios de libertad y democracia. Con la adhesión fraternal de los partidos obreros y del movimiento confederal del país, se organizó un gran acto homenaje en el que, junto a los hombres de la U.G.T., intervinieron representantes del movimiento obrero internacional Entre los delegados extranjeros que asistieron al acto conmemorativo estaba el diputado socialista francés y más tarde presidente de la República, Vicente Auriol, acompañado de su esposa. Al acto había sido invitado Largo Caballero; pero, como al organizado por el P.S.O.E., no sólo no asistió, sino que ni siquiera contestó a la invitación. Los actos celebrados por la U.G.T. contaron con la adhesión y el entusiasmo de las organizaciones ugetistas y de las masas en general. Con motivo de esa efemérides, la Comisión ejecutiva dirigió al pueblo español el siguiente mensaje: «EL CINCUENTENARIO DE LA U.G.T.

ti Al Pueblo Español

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»Hoy cumple la Unión General de Trabajadores de España cincuenta años de existencia. Hoy hace cincuenta y un años que un núcleo de trabajadores, en representación del Centro de Clases de Mataré, se dirigía al Centro de Clases de Barcelona. »Desde aquel momento se ponía en marcha un proceso de unidad sindical de la clase obrera española, que empezaba a forjar su instrumento nacional de defensa frente a la burguesía. El llamamiento del Centro de Clases de Mataró había penetrado en la conciencia de los trabajadores conscientes. Un año más tarde, la Comisión organizadora del Congreso convocaba al Comicio nacional del cual había de salir la Unión General de Trabajadores de España. »E1 despertar de las conciencias políticas del proletariado inicia* base a medida que se desarrollaba el régimen burgués, al que un movimiento internacionalista, que tenía por carta fundamental el Manifiesto Comunista, descubría sus contradicciones e injusticias. El grito de "Proletarios de todos los países, unios"; el convencimiento de que "la emancipación de la dase obrera sería obra de la clase obrera misma" fueron ideas centrales para el desarrollo y formación de nuestra gloriosa U.G.T., que incorporaba a su bandera cientos de proletarios que no tenían nada que perder como no fueran sus cadenas, y, por el contrario, en la lucha entablada tenían que conquistar todo un mundo. »La historia progresiva de España habrá de llenar sus páginas más gloriosas con las acciones políticas de las fuerzas de la U.G.T., en conjunción con las del Partido Socialista Obrero Español. La Unión General de Trabajadores reivindica hoy, dentro del concierto del movimiento obrero mundial, medio siglo de sacrificios y de luchas en las que se han forjado sus masas conscientes y disciplinadas. »En nuestras epopeyas sociales habrán de ser registrados los nombres de los precursores de nuestro glorioso movimiento sindical y político, tales como Quejido, Iglesias y Reoyo y tantos otros que han legado a las generaciones futuras magníficos ejemplos de conducta, abnegación y sacrificios en pro de la emancipación del proletariado. »A lo largo de su existencia y en todos los acontecimientos políticos del pasado, la U.G.T. ha dejado huellas de rebeldía consciente, de sentimiento revolucionario, contribuyendo poderosamente a la transformación social de nuestro pueblo, a elevar la cultura de sus masas y a canalizar, a través de una conciencia colectiva de organización, su fuerza dispersa en el anónimo de multitudes esclavas. »La U.G.T. de España ha sido la cuña permanente que, adentrándose en la entraña de la España reaccionaria y monárquica, ha ido socavando sus cimientos, minando sus órganos más vitales, hasta contribuir en la mayor proporción a su derrocamiento. Nuestras Casas

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del Pueblo, las Casas del Pueblo de la U.G.T. representan y simbolizan nuestras luchas en contra de un caciquismo brutal, en contra del feudalismo de la España rural; en ellas se sintetiza la lucha del proletariado que aspiraba a una España libre, democrática y progresiva, y una Guardia civil, representación genuina de un régimen abyecto de la España fernandina, que para mantener su hegemonía política necesitaba negar todo derecho y toda libertad a las clases productoras. »Los acontecimientos que han hecho vibrar la conciencia colectiva de nuestro pueblo tienen en la U.G.T. su principal factor; lucha en contra de un falso liberalismo que en la última década del siglo pasado se situaba como primer enemigo del proletariado organizado; lucha abierta en contra de una política colonial que arruinaba al país; posición firme frente a la guerra de Marruecos, que destruía nuestra juventud; acciones constantes en favor de la clase obrera por su mejoramiento social; posición irreductible frente al capital extranjero que venía a sojuzgar al proletariado español, sometiéndole a una brutal esclavitud, singularmente en las explotaciones mineras; huelgas generales como protesta por la carestía de las subsistencias; desarrollo por todo el país de una cruzada en contra del hambre que pesaba sobre la clase obrera; movilización constante de las masas en torno a sus reivindicaciones de clase; huelgas revolucionarias frente al despotismo y tiranía de un régimen oprobioso; contestación adecuada con métodos políticos colectivos a todas las violencias del Poder. En esa labor sistemática de educación política, la Unión General fue haciendo comprender a la clase obrera, a través de todas las realidades sociales, la necesidad de conjugar la acción política con sus problemas reivindicativos. He ahí una obra de masas que representa, sin duda alguna, una de las notas más relevantes de nuestra historia y que más influencia ha ejercido en el desarrollo de los acontecimientos de nuestro país. Frente a todos, la U.G.T. ha tenido que soportar las vicisitudes y los sacrificios mayores para llevar adelante un trabajo fecundo, exaltado por su apostolado y acreditado por una táctica justa y unos procedimientos de lucha positivos. »Hoy, en una serena mirada al pasado, con una fe absoluta en el porvenir, reivindica con orgullo sus luchas y tradiciones, singularmente las huelgas revolucionarias del 9, del 12, del 1 7 , del 30 y del 34, que han significado jalones para la conquista de un régimen de auténtica libertad y democracia sobre el cual pudiera la clase obrera avanzar hacia su emancipación social. »E1 movimiento de rebeldía del 18 de julio protagonizado por un puñado de generales contra la República establecida, sorprende a

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nuestro proletariado con una conciencia política y sindical que le hace ser consciente de sus actos y de su misión histórica. Como el más firme baluarte en la defensa de una España democrática, se levantó frente a quienes querían destruir todo su patrimonio y retrotraerle a épocas políticas de esclavitud y mansedumbre, baldón de pueblos civilizados. Antes de ser sojuzgado, se sintió capaz de dar la vida por la libertad; antes de entregar al fascismo cincuenta años de conquistas y progresos, comprendió que el principal deber de la clase obrera era situar en primer plano el aplastamiento del fascismo, ya que con ello se aseguraba, no sólo la libertad de nuestra patria, sino en gran parte la paz y el progreso de todos los pueblos. En esta lucha titánica entre la barbarie fascista y los postulados permanentes de justicia y democracia, la U.G.T. ha puesto en pie, en proporciones por nadie igualadas, a un ejército proletario que recibió educación en el transcurso de cincuenta años en la escuela del sacrificio y rindiendo culto a la disciplina, al cumplimiento del deber dentro de un sentido de responsabilidad, base del engrandecimiento de todas nuestras gloriosas organizaciones. »E1 Ejército popular que hoy, defendiendo la República, defiende nuestra independencia y nuestros intereses de clase más vitales, tiene en los soldados que sienten en día tan memorable como hoy la emoción de poseer nuestro carnet a los más esforzados y conscientes defensores de la independencia patria. En las fábricas, campos y talleres, a quienes conscientes de su misión, defienden la producción y su orden bajo la disciplina y autoridad del gobierno. Por eso, hoy como ayer, sentimos el orgullo de una obra social de medio siglo que, en los momentos más trágicos de nuestra Historia, representa la aportación más firme y segura para la defensa de un régimen de libertad. «Saludamos con emoción a los que han caído y a los que siendo soldados de nuestra causa están dispuestos a caer por ella en cumplimiento del deber. »¡ Soldados! ¡ Marinos! ¡ Aviadores! «¡Obreros manuales! «¡Trabajadores intelectuales! »¡ Campesinos! «¡Militantes de la U.G.T. de la España leal y de la España facciosa ! «La Unión General de Trabajadores de España conmemora hoy su cincuenta aniversario. Cincuenta años de experiencia iluminan nuestra historia. «La Comisión Ejecutiva levanta la bandera de nuestra Central sindical y la inclina reverente en recuerdo de los precursores y de todos los caídos, y promete mantenerla enhiesta, prosiguiendo con fir-

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meza, al impulso de medio siglo de luchas y emociones, su marcha segura por las rutas de la unidad del proletariado en lucha constante por la emancipación de la clase obrera, hacia la meta del Socialismo. »¡ Viva la Unión General de Trabajadores de España! »La Comisión ejecutiva: Ramón González Peña, Edmundo Domínguez Aragonés, José Rodríguez Vega, Amaro Rosal Díaz, Felipe Pretel Iglesias, Antonio Genova Palacios, César G. Lombardía, Daniel Anguiano, Antonio Pérez García, Claudina García, Ricardo Zabalza, Ezequiel D. Ureña. «Barcelona, 12 de agosto de 1938.» Con motivo de la celebración de su Cincuentenario, la U.G.T. recibió del presidente de la Federación Sindical Internacional y secretario general de las Trade-Unions británicas, Walter Citrine, el siguiente saludo: «Los obreros asociados de todo el mundo rendirán homenaje al indomable espíritu de sus camaradas españoles que, en medio de una guerra devastadora, conmemoran el cincuenta aniversario de la U.G.T. La historia de los dos últimos años en España rinde testimonio de la solidez de los cimientos echados por los pioneros del obrerismo sindicado español. »La organización nacional que, con sus trabajos y sacrificios, ayudaron a crear hace 50 años ha sido la verdadera ciudadela de la libertad en la terrible lucha que hoy se desarrolla. Los obreros asociados españoles consagran hoy, en la agonía de su nación y con su propia sangre, los principios de democracia y libertad para que fue creada la U.G.T. La causa que puede animar tal valentía, fortaleza y tenacidad de propósitos es invencible y, con su heroísmo, los trabajadores españoles la han reforzado con nueva y profunda sanción de imperecedera calidad y significación. »Los trabajadores sindicados ingleses, en unión de los otros de los demás países, rinden tributo a aquellos que han ofrecido sus vidas para salvar a la nación española de la conquista extranjera. Saludamos a los camaradas que mantienen con las armas la resistencia a la invasión, a los que trabajan en talleres y campos y a las mujeres y niños que soportan indescriptibles penalidades y privaciones en constante peligro de mutilación y muerte. Han enriquecido, con su ejemplo, la vida espiritual de la humanidad y, con sus sacrificios, han hecho posible el renacimiento de la libertad en el mundo. » Walter

Citrine.»

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También Walter Schevenels, secretario general de la Federación Sindical Internacional, enviaba a la U . G . T . la siguiente colaboración escrita:

«HOMENAJE A LA U . G . T . EN SU 50 ANIVERSARIO

«Cuando hace 50 años los primeros trabajadores conscientes se organizaron en federación nacional, España, como otros muchos países del mundo en aquella época, atravesaba unas circunstancias políticas, sociales y económicas en las que la clase obrera no tenía derechos ni libertades. La vida de los trabajadores era un infierno; desde su nacimiento, el hijo del obrero sufría un infierno; desde su nacimiento, el hijo del obrero sufría las más duras privaciones y, desde su más tierna juventud, sufría las mayores calamidades y miserias. Ninguna alegría gozaba durante su vida. La gran masa del proletariado vivía sin darse cuenta de esta degradación humana. «Obra admirable de valor, de tenacidad y de abnegación fue la de los pioneros del movimiento sindical español que crearon la U . G . T . y despertaron la conciencia de los trabajadores, que organizaron su lucha emancipadora y dirigieron sus esfuerzos hacia más bellas conquistas y hacia la victoria de estos últimos años. «La historia de estos 50 años de rudo batallar sería larga de describir y los episodios dramáticos demasiado numerosos para ser citados en un artículo. «Estos últimos años vieron el desarrollo de estos sacrificios innumerables, de esta lucha gigantesca y heroica y los constantes esfuerzos de la U . G . T , potencia fuerte y consciente de sus responsabilidades y posibilidades creadoras. «La vieja sociedad española y el antiguo régimen feudal se derrumbaron dando paso a una República joven y entusiasta, consagrada a la obra de renovación que habría, en corto plazo, de colocar a España a la cabeza de todos los países civilizados. «Después de algunas dudas y vacilaciones, la joven República democrática emprendió resueltamente la resolución de sus problemas económicos, políticos y sociales. »E1 país sufría una transformación radical, tanto en los aspectos económico, industrial y agrario como en lo político y social. Las riquezas inestimables, materiales y morales, de vuestro pueblo admirable, hasta entonces ocultas, sufrieron un desarrollo formidable y fueron puestas al alcance de las grandes masas populares. Y es precisamente el éxito creciente y rápido de esta obra magnífica de la formación de una nueva sociedad lo que provocó el miedo y el odio de

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las vencidas fuerzas retardatarias, en alianza con las potencias fascistas enemigas del progreso, del derecho social y de la libertad humana. »Por la traición, por la violencia, por la guerra de invasión, las fuerzas oscurantistas trataron de borrar y de destruir la obra de liberación social que llevaban a cabo las clases laboriosas de España. «Pero la contestación de este pueblo indomable estuvo a la altura del peligro. Ninguna lucha en defensa de un país, de un ideal o de la libertad, en la historia de la humanidad y de los pueblos, sobrepasa en grandeza y en heroísmo a la que mantiene en estos momentos el pueblo español contra fuerzas desmesuradamente superiores, tanto en material bélico y en potencial militar como en los aspectos financiero y económico. Y resiste. Y resiste admirablemente. Y resiste desde hace dos años. Y resistirá hasta la victoria final. Y nunca será vencido, como tampoco lo serán jamás la libertad, los ideales humanos y el porvenir de la humanidad. »Ahora, como en la ruda, ingrata y casi irrealizable empresa de hace 50 años, la U.G.T. se encuentra en la extrema vanguardia, en las más duras y difíciles batallas. »Fue la U.G.T. la que dio el primer impulso que hizo fracasar desde un principio el estrangulamiento por sorpresa de la República democrática española por los generales felones. Asimismo contribuyó en la forma más eficaz en la paciente y perseverante organización de la resistencia y de la victoria final. »Es ella quien mantiene con el mayor fervor y pasión, y sin ningún género de vacilaciones, la confianza en la lucha y en la causa de la España republicana y democrática, dando con ello la más segura prenda de victoria. »En esta hora de conmemoración del 50 aniversario de la fundación de la U.G.T. nuestro homenaje va dirigido a la vez a los primeros pioneros de los tiempos heroicos de 1 8 8 8 , a las realizaciones admirables de 50 años de trabajo sindical y a los gloriosos combatientes de hoy que, desde hace dos años, defienden con las armas en la mano sus realizaciones, sus conquistas y sus esperanzas de 50 años. »Viva la U.G.T. de España. «Viva la República democrática española. «Viva la victoria final del pueblo español.

Por su parte, el secretario general de la Confederación General del Trabajo de Francia y uno de los vicepresidentes de la F.S.I., León Jouhaux, sin duda el dirigente sindical de la Internacional que más apasionadamente estuvo al lado de la U.G.T. y de la lucha del pueblo español,

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junto con los dirigentes Henaff y tantos otros enviaba a la Comisión conmemorativo del 50 paña, en el que decía:

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de la C.G.T. francesa, Fraction, Racamond, Renaud, que su enumeración haría la lista interminable, ejecutiva un mensaje de saludo y adhesión al acto aniversario de la fundación de la U.G.T. de Es-

«Ahora hace cincuenta años que fue fundada la Unión General de Trabajadores de España. En estos días trágicos de prueba, que con tanto heroísmo afrontan nuestros amigos de allende los Pirineos, los trabajadores franceses se asociarán de todo corazón a la conmemoración de este aniversario. Su pensamiento irá hacia todos los que han animado durante medio siglo el movimiento obrero español, hacia los desaparecidos como hacia los vivos, de Pablo Iglesias a los militantes de hoy que dirigen la lucha por la defensa de la libertad, hacia todos los sindicatos que ya han dado por millares su vida por el ideal común. »En sus comienzos, la U.G.T. era bien poca cosa: no contaba más que con 3 500 miembros. Pero su creación fue el anuncio de una acción incesante dirigida por los proletarios de España con un valor y una perseverancia difíciles de comprender si no se considerasen las condiciones en que tuvo que desarrollarse. Piénsese solamente lo que podía ser la acción sindical en un país económicamente atrasado, donde el analfabetismo era enorme, sometido a una dictadura casi constante, donde el régimen de los políticos negociantes asociados a los capitalistas extranjeros sólo se eclipsaba para dejar paso al mandato de los militares. »A pesar de todos estos obstáculos y de todas estas hostilidades, la Unión General de Trabajadores prosiguió sus esfuerzos de liberación sin que pudieran abatirla las presiones más feroces; la dictadura de Primo de Rivera no logró debilitarla. Sus organizaciones estuvieron siempre en primera línea en la lucha contra una monarquía podrida; sus miembros fueron los que la derrocaron y proclamaron la República, ahora hace siete años. »Ellos fueron también los que hicieron fracasar el golpe de fuerza de los generales facciosos, dos años atrás, y los que cortaron de cuajo sus esperanzas reaccionarias en el país, ellos los que formaron el primer Ejército del Pueblo, cuya resistencia espontánea, realizada a costa de enormes sacrificios, permitió al gobierno legítimo proceder a la organización y al armamento de las fuerzas populares. »A1 recordar el papel desempeñado por la Unión General de Trabajadores en la resistencia a la insurrección militar, después a la invasión extranjera, no olvidaremos el que asumió al mismo tiempo la Confederación Nacional del Trabajo. La colaboración de las dos cen-

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trales sindicales españolas no ha cesado de reforzarse y de ensancharse; ante el enemigo han cesado las viejas querellas, ya no queda más que la voluntad común de seguir luchando. La aproximación que se había iniciado entre ellas en 1920, había quedado paralizada; hoy, se ha producido sólidamente. Digámoslo, no sin orgullo: la realización de la unidad sindical en Francia ha contribuido también a establecer esta cooperación, que deseamos conduzca a los trabajadores españoles a la victoria y a la unidad total. »Lo que hemos querido demostrar en algunas palabras es que el medio siglo de acción difícil y valerosa de la U.G.T. preparó primeramente el advenimiento de la República en España, y después, la defensa de la República contra sus enemigos. »A1 asociarse a sus camaradas de España para conmemorar este aniversario, los trabajadores de Francia manifestarán para ellos algo más que simpatía. Comprenderán que hay que desarrollar todavía más la solidaridad activa que ha guiado sus actos. La causa del proletariado español es la nuestra. Si hay alguien que lo olvide no será la C.G.T. francesa, para la cual la amistad de la U.G.T. española es ya una larga tradición. i>Leon Jouhaux.i) La Unión General de Trabajadores de España cerraba, en 1938, una etapa de cincuenta años de historia que, a través de nuestro trabajo, hemos yenido subrayando con la aportación de materiales, documentos, informaciones y comentarios personales relacionados con los acontecimientos que desfilan por nuestras páginas. Tal vez éstas, algún día, puedan ser de interés y constituir una contribución para quien aborda la ingente tarea de hacer la Historia de la Unión General de Trabajadores de España.

156 LOS DECRETOS DEL 11 DE AGOSTO Y LA CRISIS DEL DÍA 17

En plena operación del Ebro, el 17 de agosto prodúcese una nueva crisis de gobierno. Los elementos intrigantes venían trabajando intensamente contra el doctor Negrín, con el propósito de ir a un gobierno más moderado, según ellos, que eliminara al Partido Comunista y a las fuerzas del Frente Popular que apoyaban decididamente al gobierno de Unión Nacional. Se hablaba de toda clase de combinaciones. «La charca» estaba en plena ebullición, y el presidente de la República se hacía eco de todo lo negativo. En su famoso discurso del 18 de julio, en el salón del Consejo de Ciento del Ayuntamiento, había exclamado, clamando al cielo: «¡Paz, piedad, perdón!», mientras en el Ebro se desarrollaban las batallas más sangrientas de la guerra, enfrentados los soldados españoles a ejércitos invasores. El gobierno había tomado importantes decisiones orientadas a dar una mayor unidad y cohesión a las actividades económicas y, en especial, a las industrias de guerra, acordando su control y que pasaran a depender de la Subsecretaría de Armamento, regentada por el doctor Alejandro Otero, socialista. Otros acuerdos consistían en la militarización de los puertos y la reforma del Comisariado. Un cuarto decreto sobre justicia no había sido aprobado. El presidente de la República planteaba que todas las condenas a muerte fuesen remitidas al Tribunal Supremo. Los decretos habían aparecido seis días antes de la crisis y fueron el pretexto para provocarla. La Comisión ejecutiva de la U.G.T. se apresuró a dar su adhesión a las disposiciones del gobierno, que estaban dentro de lo que venía reclamando a través de los Plenos de su Comité nacional y que figuraban en el Programa de unidad de acción C.N.T.-U.G.T. La F A . I , en cambio, mostró su disconformidad con los decretos, provocando serios conflictos. Al respecto, fijó su posición en los siguientes puntos: 1

1. 21

Poco después se dejarían en suspenso las ejecuciones.

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«Examinada la situación, el Comité peninsular de la F.A.I., exponente de una idea y de un movimiento de hondo arraigo histórico en España, organización que, sin asumir ninguna responsabilidad de gobierno, ha evidenciado hasta aquí que sabe sacrificar todo lo sacrificable al objeto supremo de ganar la guerra, declara que: »1.°

»2.°

Los decretos aprobados por el Consejo de ministros del 11 del corriente significan un atentado a las libertades y a los derechos del pueblo español. Exhorta a todos los partidos y organizaciones, para quienes los intereses generales se sobreponen a las propias ambiciones particulares, a manifestar su repudio a la política que esos decretos suponen.» 1

En ese momento de gravedad, la F.A.I. se enfrentaba al gobierno y contribuía al deterioro de la situación y de la unidad del Frente Popular al que pertenecía. Provocó paros y resistencias, se incrementaron ios sabotajes. Por su conducta, se hubiese producido otro mes de mayo. La C.N.T. se mantenía en silencio, sin poder controlar al faísmo. El representante del partido Esquerra Republicana de Catalunya en el gobierno, Ayguadé, dimite por estimar que los decretos atentan contra los derechos del gobierno autónomo, y Manuel Irujo, representante del Partido Nacionalista Vasco, en defensa también de las libertades de los gobiernos autónomos, se solidariza con Cataluña y presenta la dimisión. El País Vasco hacía tiempo que estaba bajo el control de Franco. Con esas dimisiones se creyó que había llegado el momento de liquidar el gobierno de Unión Nacional. «La revolución de la charca» se llamó a esta intriga a la que la formidable reacción de las masas dio adecuada respuesta en una gran manifestación de adhesión al gobierno del doctor Negrín y de repudio a los intrigantes que se vieron obligados a retroceder y a permanecer en sus escondites. Se reformó el gobierno, cubriéndose las vacantes de los dos ministros dimisionarios con José Moix, secretario de la U.G.T. de Cataluña y miembro del P.S.U.C., y Tomás Bilbao, del partido Acción Nacionalista Vasca. La maniobra había fracasado; y en el Ebro proseguía la lucha. La Unión General de Trabajadores de España había fijado una posición concreta y categórica en relación con los decretos. Con fecha 18 de agosto había enviado al presidente del Consejo de ministros, doctor Juan Negrín, la siguiente comunicación: 1.

José Peirats. Op. cit., Tomo III, pág. 1 0 7 .

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«Excmo. Sr. Presidente del Consejo de ministros y ministro de Defensa Nacional.—Muy Sr. nuestro: La Comisión ejecutiva de esta U.G.T., en reunión celebrada en el día de hoy, ha examinado los decretos aprobados últimamente en Consejo de ministros, sobre industrias de guerra, Comisariado y militarización de puertos, como igualmente ha conocido el malestar que dichos decretos han producido en algunos partidos republicanos de Cataluña. Con este motivo, nos es grato participar a Vd. el acuerdo recaído de absoluta conformidad con los citados decretos, alguno de los cuales —el de industrias de guer r a — fue examinado en la reunión celebrada por el Comité nacional de enlace C.N.T.-U.G.T. el día 23 del ppdo. mes de julio, y sobre el que recayó el acuerdo que, para su satisfacción, transcribimos íntegro: "Dirigir una carta ai presidente del Consejo de ministros haciendo constar la conformidad al proyecto de decreto, si bien se debe proceder al nombramiento del Consejo nacional de industrias de guerra, según se le indicaba en el guión entregado a raíz de establecer el Programa de unidad U.G.T.-C.N.T. y que éste, una de sus primeras funciones, sea estudiar la nacionalización de todas las industrias de guerra sin excepción ninguna". Por tanto, aprovechamos la ocasión para ratificar, una vez más, nuestra identificación absoluta con esa presidencia del Consejo de ministros, y a la vez Ministerio de Defensa Nacional, por su política, apoyada personalmente por el ministro que en representación de esta U.G.T. forma parte del gobierno. 16-8-1938.» La U.G.T. fue consecuente, en todo momento, con sus resoluciones, inseparables de su conducta.

157 ULTIMO PLENO EXTRAORDINARIO DEL COMITÉ NACIONAL DE LA U.G.T. (Barcelona, 28 de setiembre a 2 de octubre de 1938)

Del 28 de setiembre al 2 de octubre de 1938 —es decir, cuatro meses antes de la pérdida de Cataluña y cinco de la pérdida de la guerra— tuvo lugar en Barcelona el último pleno nacional extraordinario de la Unión General de Trabajadores de España. Como suele decirse, fue un Pleno muy «movido» y agitado, sujeto a constantes votaciones. La labor de obstrucción y oposición era llevada por los representantes de las federaciones siguientes: Transportes Urbanos, Fernández; Posta Rural, Martín; Papeleros, Pedro Vélez; Metalúrgicos, Riesgo; Oficinas, estuvo ausente. De cuarenta y cuatro organizaciones, seis eran las discrepantes, con la salvedad de que los sindicatos de base de dos de las más importantes —Metalúrgicos y Transportes urbanos— estaban, en su mayoría, de acuerdo con la Ejecutiva de la Unión General y en desacuerdo con las ejecutivas de sus respectivas federaciones. Ricardo Zabalza, miembro de la Comisión ejecutiva, presentó un voto particular, en relación con la adhesión al gobierno, que fue muy discutido. La Federación de la Tierra, representada por Pedro García, se sumó a la posición de Zabalza, coincidiendo con el grupo oposicionista. En el Pleno, el Secretariado de Cataluña estaba representado por su secretario, Miguel Ferrer, y la Federación Nacional de Cooperativas, por Regino González, presidente de la misma y uno de los más entusiastas animadores del movimiento cooperativo en España. 1

El Pleno se desarrolló en un momento muy extraño en los medios políticos, en plena actividad de la «charca», cuando se manipulaba con toda clase de maniobras de alcance y orígenes difíciles de desentrañar. No

1. La documentación correspondiente se encuentra en el volumen de Actas de la U.G.T. del año 1 9 3 8 .

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obstante los años transcurridos, históricamente no han sido aún descubiertos muchos de los móviles perseguidos por las maniobras urdidas en los últimos tiempos de nuestra guerra. En aquella época no existía la famosa C.I.A. de nuestros días, pero había sin duda otras «cías», sólo que su sede no estaba en Washington, sino en Londres, con una mediocre representación en París y otra muy sutil en el Vaticano, en relación directa con ciertos elementos del Nacionalismo Vasco. En el seno de la U.G.T. la oposición actuaba siguiendo la orientación política que inspiraba el grupo Araquistain-Caballero, que a su vez coincidía con el de Prieto, con ciertos republicanos y con el faísmo, que era el núcleo más militante. Toda esta corriente subterránea contaba también con las posiciones de Besteiro y sus adeptos, muchos de ellos incrustados en organismos oficiales. Esta enredada madeja, a la que se unían hipócritas actitudes de elementos del gobierno de Cataluña y del gobierno Vasco, formaba el conglomerado que fue denominado «la charca» política. En ella estaba mezclado el propio presidente de la República. Este mosaico de factores negativos revelaba en qué medida los despechados y los claudicantes, así como los demagogos del faísmo, habían minado las bases de la República y su política de resistencia. En su informe al Pleno, el secretario general de la U.G.T. denunciaba parte de las maniobras, recordando las dificultades que ya se registraban cuando se había celebrado el Pleno de abril. «Con posterioridad a ese Pleno —dice en ese informe— se han producido una serie de circunstancias políticas que nos obligaban a nosotros a meditar si no existiría el propósito, en ciertos núcleos políticos de nuestro país, de crear dificultades al gobierno, o de evitar que éste siguiera actuando... Nos encontramos, por ejemplo, con que un día, en el seno del Frente Popular y por los camaradas de la F.A.I., se hace una proposición en el sentido de considerar que debieran funcionar todas las instituciones constitucionales. Ya es sorprendente que la F.A.I. tenga esta preocupación conmovedora por la Constitución; pero si agregamos que esta preocupación surgió en momentos de guerra en que es más necesario que nunca una concentración de Poder, la cosa es más grave... »Ya es sorpresa ésta, y pasa a convertirse en sospecha de si aquellos propósitos de tener una mayor fiscalización, una mayor libertad de prensa, una mayor libertad de reunión en plena guerra, significarían la iniciación de un desgaste, si no se le quiere dar el alcance de una maniobra política, dados los tratos que estos compañeros tienen con los republicanos y con elementos parlamentarios, incluso de la U.G.T. Nos encontramos otro día con que los mismos compañeros, en un documento muy extenso, realizaban una crítica brutal de la obra del gobierno, combatiéndola en todos sus aspectos. [La Ejecutiva tenía la confidencia de que en la confección de

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ese documento habían participado Araquistain y Baraibar. El historiador Abad de Santillán y Germinal Souza podrían aclararlo.] Otro día, el partido Izquierda Republicana, al cual pertenece el presidente don Manuel Azaña, hizo otro documento también destinado a procurar limitar las facultades del gobierno y a criticar la labor y la acción de éste...» En su informe, Rodríguez Vega alude al grupo socialista que actúa contra el gobierno y que se negó a colaborar con la Comisión ejecutiva del P.S.O.E. «Consideramos un deber de la U.G.T. —dice— apoyar con todas nuestras fuerzas a este gobierno porque personifica de una manera muy singular este espíritu de resistencia que anima al pueblo español...» El Pleno aprobó los «Trece puntos» del gobierno de Unión Nacional, pero fue pródigo en incidentes y discusiones en la línea de la obstrucción y de una crítica sistemática al gobierno. Todas las resoluciones fueron aprobadas, no obstante, por una gran mayoría, y algunos de los representantes de la oposición se abstuvieron en las votaciones. Las actas y documentos, así como el conjunto de las resoluciones forman un gran legajo. Nos limitaremos a dar a conocer la síntesis de los trabajos, incluyendo a continuación la nota oficial de los acuerdos del Pleno. Hela aquí:

UNIÓN GENERAL DE TRABAJADORES DE ESPAÑA COMISIÓN

EJECUTIVA

Boletín quincenal de información interior Redacción: Avenida 14 de Abril, 423, Barcelona

Teléfono 700558

«COMITÉ NACIONAL EXTRAORDINARIO

«Durante los días 28, 29 y 30 de setiembre y 1 y 2 de octubre estuvo reunido, con carácter extraordinario, el Comité nacional de nuestra Central sindical para discutir el siguiente

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»ORDEN DEL DÍA »1.° »2.° »3.° »4.° »4.°

Situación política. Problemas de industrias de guerra. Problemas de abastecimiento. Política de transportes. Situación internacional.

»Las resoluciones aprobadas por el Comité nacional fueron las siguientes : « R E S O L U C I Ó N POLÍTICA:

«El Comité nacional de la Unión General de Trabajadores de España, después de examinar la actual situación político-militar, ratifica la adhesión al Gobierno presidido por el doctor Negrín, auténtico intérprete de la voluntad de resistencia del pueblo español. «La Unión General de Trabajadores expresa su adhesión a la declaración política formulada por el Gobierno, contenida en los Trece puntos, que permiten dar satisfacción a los legítimos anhelos de la clase obrera interesada en evitar toda deformación del contenido político, social y económico de dicha declaración política, que corresponde al mantenimiento de los principios de la República democrática popular en los que se encuentran salvaguardados los intereses de la clase obrera y su mejoramiento social. «Al hacer esta declaración, la Unión General de Trabajadores reclama de sus siete mil quinientas Secciones y de los dos millones de afiliados de la zona leal que la componen, la colaboración más entusiasta de todas las disposiciones del Gobierno. «INDUSTRIAS DE GUERRA:

«El Comité nacional de la Unión General de Trabajadores de España, al comprobar la eficacia de la aplicación de alguno de los acuerdos aprobados en el Pleno de octubre de 1 9 3 7 , y considerando insuficiente la acción de los Sindicatos en lo que se refiere a la incorporación de la mujer al trabajo, al mismo tiempo que ratifica dichos acuerdos, invita a todas las organizaciones a intensificar sus esfuerzos desechando todo género de prejuicios, al objeto de que el trabajo de la mujer pueda servir, no sólo para suplir las bajas que en los talleres ocasiona la movilización de los camaradas llamados a filas, sino también para una intensificación en las industrias de guerra.

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»E1 Comité nacional acoge con satisfacción el acuerdo del Gobierno de centralizar la industria de guerra, y de que ésta funcione bajo la dirección única del Gobierno, por considerar que la medida es útil y que puede contribuir a obtener aumentos notables en la producción de material de guerra. En ese sentido, el Comité nacional estima indispensable que por parte de todas las Organizaciones interesadas, se preste la máxima colaboración a la aplicación y al desarrollo de dicho Decreto, que tiende, de acuerdo con la resolución adoptada por la Unión General de Trabajadores e incluso por el Comité nacional de enlace U.G.T.-C.N.T., a obtener mediante unos planes de producción el debido rendimiento de las fábricas de guerra, cubriendo así mejor las necesidades de la defensa nacional. »En este sentido, la Unión General de Trabajadores invita al Gobierno a continuar su política de militarización, que significa el sostenimiento del personal técnico y obrero a la disciplina y fuero militar, concediendo al mismo tiempo a dicho personal los derechos que correspondan a los soldados incorporados. »En las fábricas de industrias de guerra se examinarán con todo detenimiento las declaraciones de insustituibilidad, al objeto de que estén acogidos a dicho beneficio solamente aquellos obreros que sean realmente insustituibles. »E1 Comité nacional de la U.G.T., que ratifica su acuerdo de octubre en relación con las primas de producción, establecidas sin distinción de sexo ni edad, estima conveniente un desarrollo más amplio de dicho principio, al objeto de estimular el inrerés de los trabajadores más competentes, considerando útil también el fomentar el estímulo mediante distinciones de orden moral. »E1 Comité nacional estima conveniente, asimismo, intensificar los trabajos de educación profesional, tendentes a capacitar a nuevos grupos de trabajadores, con el fin de obtener su incorporación con el grado de eficiencia necesario a las industrias de guerra, como también a la reeducación de los inválidos de guerra, que, como pertenecientes o no a las industrias de guerra, sean susceptibles de utilizar con dichas industrias. El Comité nacional considera como extraordinariamente útil el fortalecimiento del Comisariado en las industrias de guerra, al objeto de obtener una mayor y más eficaz colaboración entre los técnicos y los trabajadores, debiendo facilitar las Organizaciones sindicales de las industrias afectadas los hombres que en su seno existan en condiciones de más competencia y capacidad para que puedan realizar esta política de colaboración, que servirá para una mejor comprensión por parte de los trabajadores de las orientaciones de la Subsecretaría

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de Armamento y de los elementos técnicos de las fábricas, y por otro, para recoger iniciativas de los obreros en orden a la intensificación de la producción, creando el estímulo necesario, como asimismo para el mejoramiento de las condiciones de trabajo de los obreros empleados en las industrias de guerra. »E1 Comité nacional, por considerar como conrrario a la línea política seguida hasta ahora por la Unión General de Trabajadores la adopción de ciertas medidas por parte de algunos Sindicatos Metalúrgicos que tienden a suplantar la acción del Gobierno en cuanto se refiere al trabajo en dicha industria, acuerda llamar la atención a la citada Federación por dicha orientación equivocada en la materia, que, sobre contrariar en primer término las disposiciones gubernamentales y la declaración formulada en los Trece puntos del doctor Negrín, produce a la causa común el daño que se deduce del propósito de mantener al margen del control del Estado y bajo la tutela exclusiva de los Sindicatos parte de la producción de guerra. »E1 Comité nacional estima conveniente e invita a la Federación Siderometalúrgica, ratificando el acuerdo adoptado en el Pleno de octubre, a organizar la celebración de un Congreso en el cual se examinen los medios prácticos de prestar la máxima ayuda y colaboración al Gobierno en lo que respecta a la constitución de una potente industria de guerra. «Todos los Sindicatos de la Unión General, como igualmente los afiliados a ella, deberán colaborar en los trabajos de recuperación de chatarra, al objeto de suplir la insuficiencia de la producción en nuestro país en este orden. «PROBLEMAS DE ABASTECIMIENTO:

«Considera el Comité nacional de importancia extraordinaria el problema del abastecimiento del país, como cosa decisiva para obtener más rápidamente la victoria. »La necesidad, por conveniencia del país, de intensificar la producción agrícola de productos alimenticios al objeto de, mediante un mejor aprovechamiento de los recursos nacionales, evitar la inversión de divisas que supone la importación de productos alimenticios del extranjero, obliga a todas las organizaciones interesadas de la Unión General, muy singularmente a la Federación de Trabajadores de la Tierra, a realizar un esfuerzo extraordinario en el sentido de obtener el máximo de producción mediante una utilización racional de la tierra y un aumento de la jornada de trabajo en los casos que sea necesario.

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«Consideramos que el abastecimiento oportuno de herrajes, abonos, semillas, cuajos, sueros, vacunas, desinfectantes, envases y demás elementos necesarios para la producción campesina, así como la distribución de víveres destinados a la sobrealimentación de los que realizan trabajos pesados en la agricultura, dentro de las posibilidades actuales, debe ser una preocupación primordial y constante del Gobierno. La incomprensión o el egoísmo de algunos campesinos, Cooperativas y Colectividades y la dificultad de controlar la producción de los pequeños agricultores individuales, obliga a la U.G.T. y a las organizaciones que están en contacto directo con el campesinado a recordarles constantemente su deber y a velar por el fiel cumplimiento de las disposiciones en virtud de las cuales el campesino viene obligado a entregar el excedente de la cosecha. Convendría que la recogida de productos se haga en proporción a las superficies sembradas y a su rendimiento por medio de un control riguroso de los cultivos y a su racionalización conforme a las necesidades del país. »La Unión General de Trabajadores tomará medidas enérgicas contra los Sindicatos que incumplan lo establecido por el Gobierno a este respecto. En este sentido será combatida, tanto en nuestras organizaciones como en las ajenas, toda desviación de tipo demagógico, basada en la crítica injusta o en el halago y que tienda a enfrentar entre sí, o con los intereses generales del país, a los campesinos y a los obreros industriales. »La Unión General de Trabajadores considera necesario que toda la producción agrícola del país esté a disposición del Gobierno de la República, el cual deberá efectuar el reparto de productos a través del organismo competente de abastecimientos, sin aceptarse en modo alguno la sustitución por parte de los Sindicatos, Cooperativas o Colectividades de la acción del Estado, sin perjuicio de que se acepte y estimule la colaboración de las Cooperativas de producción y consumo. »La Unión General se pronuncia por la centralización en materia de abastecimientos, y a este fin considera que debe suprimirse la facultad de compra de productos, tanto en el interior como en el exterior, a los diversos servicios de intendencia, tanto civiles como militares, existentes en la actualidad, facultad que debe radicar en el Organismo Central de abastecimientos al cual deben de estar subordinados todos los organismos y delegados de tipo regional, provincial o local del país, a fin de evitar las interferencias perjudiciales en todo momento. »En el Organismo Central que se constituya deberá otorgarse representación a los trabajadores y Cooperativas.

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»Se estima conveniente que en lo que se refiere a la distribución sólo existan dos organismos: el militar, realizado por la intendencia militar para todas las fuerzas armadas, y el civil con carácter de dependencia del organismo central de abastecimientos, que ya hemos señalado. »Por los representantes obreros adscritos a la U.G.T. en los Ayuntamientos, se deberá evitar en todo momento el constante cambio de personas encargadas de las delegaciones de abastos. «Ratificamos la resolución del Pleno de octubre de establecer tasas industriales, las cuales deberán ajustarse a los precios de adquisición de las materias primas, facilitadas en buena parte por el Estado, al objeto de no establecer una desproporción de precio entre los productos industriales y los productos agrícolas. Los Sindicatos vienen obligados a vigilar el cumplimiento severo de los precios de tasa industriales. «Consideramos como útil la fabricación standard de los artículos fijos y reducidos, por ejemplo de uso y vestido, que sean asequibles fácilmente a la economía campesina. Igualmente consideramos conveniente el establecimiento de una política de salarios en el campo que esté en armonía con las modificaciones experimentadas por la elevación de las tasas. Estas se revisarán también periódicamente para ajustarías al coste de la vida y la especial en las épocas de la siembra. »E1 Gobierno deberá establecer un racionamiento equitativo en todo el país, respondiendo al sacrificio que la guerra exige de todos en estos momentos. «Deben intensificarse los esfuerzos en el plano internacional al objeto de obtener una mayor ayuda en lo que se refiere al envío de alimentos más necesarios a nuestro país, producto de la solidaridad internacional. La Comisión ejecutiva debe encargarse de la realización, de acuerdo con los organismos competentes del Estado, de una gran •campaña internacional a dicho objeto. «La U.G.T. se ratifica en sus resoluciones anteriores sobre la necesidad de una enérgica acción en contra de los especuladores. «POLÍTICA DE TRANSPORTES :

»E1 Comité nacional de la Unión General de Trabajadores de España, que ve con extraordinaria satisfacción la aprobación del decreto de militarización de puertos, solicita que a la mayor brevedad se dicten aquellas disposiciones complementarias para que se efectúe con toda rapidez dicha militarización y encargue a las organizaciones marítimas adheridas a la Unión General (Juntas de Obras de Puertos y

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Transportes Marítimos) presten la máxima ayuda y colaboración a las autoridades militares, al objeto de darle toda la eficacia que se propone a la citada disposición. » E 1 Comité nacional, considerando la extraordinaria importancia que tiene el buen funcionamiento del transporte en todos sus aspectos en la guerra, después de examinar los resultados obtenidos por el trabajo de las respectivas organizaciones en esta materia, considera absolutamente indispensable y urgente, de acuerdo con las resoluciones tomadas con anterioridad, la militarización total del transporte, dependiendo todo él —tanto civil como el militar— de una sola dirección. «Asimismo, se ratifica en la necesidad de que se realicen los trabajos conducentes a obtener con toda rapidez la coordinación de los transportes por carretera, ferroviarios y marítimos. »E1 Comité nacional, a la vista de la actitud adoptada por la mayoría de los dirigentes de la Federación Nacional del Transporte Urbano, acuerda reclamar de éstos la más estricta observancia de los principios y disciplina tradicional de la U.G.T., como, asimismo, el fiel cumplimiento de las resoluciones de ayuda al Gobierno, debiendo facilitar toda su colaboración a la acción de éste en materia de transporte, sin interferir en modo alguno la labor de los mandos militares. »A1 objeto de canalizar las iniciativas que tienden a la realización efectiva del desarrollo práctico de esas orientaciones de ayuda al Gobierno, el Comité nacional acuerda, ratificando el acuerdo del Pleno de octubre, considerar conveniente la reunión con carácter urgente del Congreso de la Federación Nacional del Transporte, al objeto de examinar las medidas a adoptar en orden a este problema, como, asimismo, resolver en relación con la actitud que la dirección de la Federación del Transporte mantiene en este momento. «SITUACIÓN

INTERNACIONAL:

«La Unión General de Trabajadores de España, a la vista de las graves circunstancias actuales en que la guerra, iniciada ya en España y China, amenaza extenderse por el mundo entero, hace constar una vez más la voluntad de paz que anima al proletariado español, obligado a coger las armas en defensa de su libertad. «Ante la situación creada por el espíritu agresivo, inherente al fascismo y la política de debilidad de las democracias europeas, expresa su deseo de que una acción firme y enérgica de los grandes países democráticos, con el apoyo resuelto del proletariado, ponga fin a la ambición de los países totalitarios.

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»En este sentido, el Comité nacional ratifica la resolución adoptada en la reunión conjunta de la Federación Sindical Internacional y de la Internacional Obrera Socialista celebrada en marzo del presente año en París, que dice lo siguiente: »'Xlama hoy a la acción a sus Organizaciones afiliadas, y: »"Les piden que empleen todos los medios a su alcance, incluso los más enérgicos, para que cese la política de No Intervención, que no ha sido aplicada más que en contra del derecho internacional, y sus consecuencias trágicas son, por desgracia, evidentes. Piden a todas sus Secciones que actúen para que sea asegurada a la España republicana, que resiste heroicamente a la agresión fascista, una ayuda inmediata y eficaz. Las Secciones deberían estar dispuestas a sostener a los gobiernos francés y británico en todas las medidas morales, políticas, financieras, económicas y militares que fuesen necesarias para poner fin a la agresión alemana e italiana, medidas a las que todos los países grandes o pequeños deberían colaborar según sus posibilidades." »La Unión General de Trabajadores de España considera necesario subrayar el hecho de que, en estos momentos graves en que en algunos países la existencia misma como Estados está en juego, elementos dirigentes de los mismos están más atentos a la defensa de los intereses capitalistas que a los de la libertad y dignidad del propio país, intentando dar salida a la situación actual mediante una política de concesiones que conduce a la capitulación. »La Unión General de Trabajadores expresa su ardiente simpatía hacia la República checoslovaca y a su proletariado. Asimismo hace constar al proletariado chino su solidaridad en la lucha por la defensa de su país. »La Unión General de Trabajadores, que ha defendido en todo momento la unidad de las fuerzas obreras en el plano internacional, ratifica su propósito de seguir trabajando en dicha dirección y se adhiere a la propuesta de reunión urgente de la Federación Sindical Internacional y de la Internacional Obrera Socialista formulada por el Partido Socialista Obrero Español y expresa una vez más su deseo —siguiendo la línea trazada por sus representantes en las distintas reuniones internacionales, más singularmente en la reunión de marzo de París y en la del Consejo General de la Federación Sindical Internacional de Oslo— de que se forme un bloque de todas las organizaciones proletarias y democráticas del mundo entero que haga más eficaz la ayuda a China y España. »La Unión General de Trabajadores de España expresa su satisfacción por la actitud firme y enérgica adoptada en defensa de la paz por la Unión Soviética.

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»E1 Comité nacional aprueba la gestión de la Delegación de la U.G.T. que asistió al Consejo General de la F.S.I. celebrado en Oslo. »A1 mismo tiempo aprueba también la petición del acuerdo de dicho Consejo General, para poder así establecer la unidad sindical en todo el mundo como una de las garantías más eficaces para oponerse victoriosamente a los avances del fascismo invasor. »E1 Comité nacional de la Unión General de Trabajadores saluda al Ejército del Ebro, cuya gesta heroica expresa el valor y la fuerza creadora de los pueblos que sienten y comprenden su personalidad nacional, su deber por la independencia y frente al fascismo internacional e invasor y su lucha por la democracia y la paz que no sólo para España, sino para todo el mundo, defiende y vence con su tenacidad, su capacidad y su sacrificio. »La Unión General de Trabajadores, representada por su Comité nacional, da la seguridad a nuestro Ejército Popular de correspond e r é tomando su conducta como ejemplo para secundar en la retaguardia su trabajo comprensivo y heroico. »E1 Comité nacional de la Unión General de Trabajadores acuerda saludar cordialmente a la Confederación Nacional del Trabajo y a su Comité nacional. El Comité nacional de la U.G.T. ve con satisfacción los pasos dados en el camino de la unidad de acción de ambas Centrales sindicales y reitera la conveniencia de vivificar los Comités de Enlace en todas sus escalas, cuya necesidad se siente cada día más. »E1 Comité nacional de la Unión General de Trabajadores considera que el estrechamiento de los lazos de unión entre ambas Centrales sindicales contribuirá de manera eficaz a aumentar las posibilidades de victoria para nuestro pueblo. «Barcelona, octubre de 1938.» Tal es el resumen oficial del último Comité nacional extraordinario de la Unión General de Trabajadores de España, celebrado al medio siglo de su constitución. A partir de esa reunión se celebraron algunas más, pero de carácter informal, circunstancial, de acuerdo con la situación anormal que, desde esa fecha y hasta finales de la guerra, vivió la organización.

158 UN PLENO MAS DEL MOVIMIENTO LIBERTARIO CN.T.-F.AI.-F.I.J.L. (Barcelona, 16-30 de octubre de 1938)

Un Pleno más del conjunto de organizaciones libertarias, incluida la C.N.T. Quince días de discusiones —del 16 al 30 de octubre de 1 9 3 8 — , en el dramático período del final de la guerra, para evidenciar las pugnas, las contradicciones ideológicas en que se debatía el movimiento libertario y el contubernio de algunos de sus dirigentes con «la charca». La situación conflictiva, cada vez más profunda, estaba determinada por la actitud extremista y de violencia que los dirigentes de la F.A.I. mantenían frente al grupo más responsable del Comité nacional de la C.N.T. y frente al gobierno del doctor Negrín. El Orden del día de la reunión, las discusiones y problemas suscitados en ella —teniendo en cuenta las realidades de aquellos momentos— son elementos suficientemente reveladores de lo distante que el «faísmo» y sus aliados estaban de esas realidades. Nos interesaría dejar constancia de este Pleno, cuyas resoluciones, en su casi totalidad, no estaban de acuerdo con las bases del Pacto de Unidad de acción C.N.T.-U.G.T. 1

En ese Pleno, las posiciones de los miembros del Comité nacional de la C.N.T. Mariano R. Vázquez y Horacio Prieto, entre otros, se enfrentaban a las de los extremistas de la F.A.I. Germinal Souza, Pedro Herrera y Federica Montseny. Por los materiales que conocemos —en especial, la obra de Peirats y algunas referencias personales de aquellos días—, la reunión se desarrolló en un ambiente de violencia y de posiciones antagónicas, con las contradicciones tradicionales y características en los medios «faístas». El amplio documento que la F.A.I. había enviado al gobierno el 20 1. Véase José Peirats. Op. cit., tomo III, págs. 241 y ss.

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de agosto, de factura intrigante y derrotista, en el que se recogían todas las posiciones de la oposición y al que habían prestado, sin duda, su colaboración Baraibar y Araquistain, había merecido una crítica del Comité nacional de la U.G.T. celebrado en el mes de octubre. En el Pleno confederal-«faísta» que estamos comentando, ese documento fue también aludido con gran severidad por Mariano R. Vázquez en su informe, cuando, refiriéndose a él y criticándolo, dijo: «El documento elevado por la F.A.I. al gobierno sólo puede hacer reír, e incurre, además, en un delito de alta traición». En ese Pleno, Horacio Prieto había planteado con toda audacia un problema de gran trascendencia, al mantener la tesis de que la F.A.I. debería ser el órgano político del movimiento, y la C.N.T. limitarse a la acción económica. Esta posición llevaba a una segunda versión del Partido Sindicalista de Ángel Pestaña, bien que Horacio Prieto hubiese dicho que él no era Bakunin, ni Malatesta, ni Pestaña, al tiempo que reivindicaba su personalidad de anarquista. Aceptaba que, ganada la guerra, habría que ir a una consulta electoral. ¿Qué haremos los libertarios? —se preguntaba. Intervenir, sin duda alguna —fue la contestación que él mismo se dio. El secretario de la C.N.T., Mariano R. Vázquez, enfrentándose a los extremistas, declaró: «Precisamos arrojar nuestros bagajes literarios y filosóficos para podernos situar y conseguir mañana la hegemonía...». Las colectividades esrarían mejor —expresó— de haber aceptado la tutela oficial... Criticó la obra ministerial de García Olivier, a las Patrullas de control y al Consejo de Aragón. Atacó al Comité peninsular de la F.A.I. por su oposición al Frente Popular. Defendió el Pacto de unidad de acción C.N.T.-U.G.T. Mariano R. Vázquez, en una coincidencia total con la posición de la U.G.T., en relación con el gobierno y refiriéndose al núcleo «liquidacionista», afirmó que «Negrín había planteado valientemente el asunto en un Consejo de ministros». Declaró ante el Pleno que Azaña maniobraba cerca de la C.N.T. en el mismo sentido que los liquidacionistas; elogió la política de resistencia de Negrín y equiparó la argumentación del Comité peninsular de la F.A.I. a las de Prieto y Azaña. Sostuvo que no había hombre para sustituir a Negrín. Estos conceptos, tomados de la obra de Peirats, corresponden a la posición mantenida por la U.G.T. en su Comité nacional de finales de setiembre y principios de octubre, a la vez que eran congruentes con el Pacto C.N.T.-U.G.T. y habían sido defendidas en el Comité nacional de enlace de las dos centrales, en franca discrepancia con el «faísmo» y con el grupo oposicionista de la U.G.T. Caballero-Baraibar-Araquistain, identificado con la F.A.I. A las formulaciones del secretario de la C.N.T. se enfrentaron Germinal Souza, Pedro Herrera y Federica Montseny, quienes defendieron los

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puntos de vista y posiciones que la F.A.I. había fijado en sus circulares y en el documento elevado al gobierno. Pedro Herrera le dedicó a Mariano R. Vázquez varias diatribas: «Es preciso salir al paso de quienes menosprecian nuestros principios. Quien no tenga ideas, no debe estar al frente de nuestro movimiento, que siente la necesidad de valorizarse en su conjunto. No podemos, en absoluto, echarnos encima de cuanto acontece. "El bagaje doctrinal y la literatura trasnochada" a que se ha aludido no puede ser motivo de desconsideración para los anarquistas que aún se precian de serlo...». Atacó a la U.G.T. al decir: «Sobre la participación en el Poder no podemos aceptar se otorgue un valor excesivo a la U.G.T. que significa muy poco desde el plano de las reivindicaciones revolucionarias. Y no hay que olvidar que es un socialista quien la representa... Somos partidarios del pacto C.N.T.-U.G.T.; ahora bien, con las suficientes garantías de consecuencia revolucionaria que hoy no tiene...». La «consecuencia» revolucionaria del «faísmo» y las garantías que solicitaba consistían, por lo visto, en pedir, tres meses antes de perder la guerra, que funcionara la Constitución y sus instituciones; «que se disolviera el Parlamento para ser sustituido por un Consejo popular con poder legislativo y facultad de fiscalización de la obra del gobierno, que se reorganizara el Cuerpo diplomático» y otras reivindicaciones por el estilo. Un Pleno en el que se invirtieron quince días de trabajos y que produjo, como siempre, amplias resoluciones sobre todos los problemas. Pero no era con la verborrea «faísta» como se solucionaban ciento cinco problemas. A esos comicios no se les escapaba nada. Eran colectores de todos los problemas, y poseían procedimientos y recetas mágicas para solucionarlos con «resoluciones», a base de fraseología y literatura. A los pocos días de dar por terminados sus trabajos el Pleno, el enemigo iniciaba su gran ofensiva sobre Cataluña. El ejército de la República repasaba el Ebro, dando comienzo a su repliegue. El «faísmo», su élite dirigente se entretendría en manejar las largas y «enjundiosas» resoluciones del Pleno. Tal vez pensaba ya en la necesidad de convocar otro, y celebrarlo... si el enemigo lo permitía. En esas condiciones, el Pacto U.G.T.-CN.T. no podía dar grandes resultados. Veíase neutralizado, en su realización práctica, por la acción del «faísmo». La U.G.T. controlaba a sus militantes y a sus organizaciones, incluidas aquellas federaciones nacionales en que algunos de sus dirigentes formaban parte del grupo de oposición; pero el Comité nacional de la C.N.T. no controlaba a los equipos de dirección de sus organizaciones, que se perdían en el mare mágnum de contradicciones y polémicas del movimiento libertario. El Comité nacional de la C.N.T. decía una cosa y la F.A.I. otra, y lo peor es que esta última era la predominante, la que se imponía, bien por la ideología, bien por la violencia. La U.G.T. ofrecía 22.

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su apoyo al P.S.O.E. y al P.C. con total independencia, y recibía el apoyo de esos partidos políticos obreros sin ninguna hipoteca. Por otra parte, el fenómeno que registraba toda la historia del anarquismo en el siglo pasado y en lo que llevábamos del XX se repetía en 1936-1939, en el período de la guerra. Nos referimos al hecho de aparecer el anarquismo, su élite más específica y pura, con su verbalismo revolucionario y su extremismo, ligado a los eternos elementos radicales de la pequeña burguesía, a agentes provocadores, a todos aquellos núcleos extraños a los intereses de la clase obrera que, con su falso radicalismo, han desempeñado siempre un papel contrarrevolucionario y de provocación. Ese fenómeno se revela en torno a la primera República y a los acontecimientos que la siguieron, y se revelaría en la segunda República, incluidos sus tres años de guerra, con el colofón del golpe de Casado y el papel que libertarios y confederales, con Cipriano Mera como uno de los principales actores, desempeñaron en la tragicomedia final. El proceso de evolución de la C.N.T. tropezaba con el gran escollo del «faísmo». La violenta desaparición en París de Mariano R. Vázquez nunca estuvo clara para el autor. Colaborábamos ambos en aquellos momentos en el organismo de evacuación de los refugiados hacia América —el S.E.R.E. —.: él representaba a la C.N.T., y el autor de este trabajo, a la U.G.T. Seguíamos la línea de comprensión, de cordialidad y de entendimiento que había presidido nuestras relaciones en la discusión del Pacto y en su aplicación. A su muerte, cubrió su vacante en el S.E.R.E. Federica Montseny. Las relaciones cambiaron. La armonía, la cordialidad, la comprensión tenían otras valorizaciones. Mariano R. Vázquez, podríamos decir, era la C.N.T.; Federica Montseny, la F.A.I. Y esto lo explicaba todo. La versión que se dio de la desaparición de Mariano R. Vázquez fue que, en un domingo familiar y de campo, bañándose, se había ahogado en el Sena. El autor sintió sincera y profundamente la pérdida del dirigente sindicalista. El espíritu del Pacto había seguido normando nuestras relaciones personales y de organización. Con su desaparición, ese espíritu se rompía. 1

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1. Servicio de Evacuación de Republicanos Españoles, fundado por el doctor Juan Negrín, último presidente del gobierno de la República, y presidido por Pablo Azcárate, ex embajador de España en Londres. 2. A propósito de la muerte de este dirigente cenetista y de las dudas que en relación con ella nos asaltaron, permítasenos transcribir aquí —sin el menor comentario por nuestra parte— la «explicación» que James Joll, en su libro Los anarquistas (Ediciones Grijalbo, S. A., Barcelona, 1972, pág. 257 nota), sugiere: «...Mariano R. Vázquez, secretario general de la C.N.T., al que en 1 9 3 9 asesinaron en París. Es posible que fuera víctima de los anarquista extremistas, a quienes no convencía su realismo». (Los subrayados son nuestros.—A. R. D.)

159 NOVIEMBRE-DICIEMBRE DE

1938

El noviembre de 1 9 3 8 de Barcelona tenía algo de similar con el noviembre madrileño de 1936, cuando la guerra se decidía en las trincheras de la Casa de Campo y de la Ciudad universitaria. La semejanza estaba en la gravedad de la situación. En 1936, el objetivo fundamental del enemigo era Madrid. Pero Madrid («¡Madrid, qué bien resistes!...») resistió, y no pasaron: Madrid era el fervor, el entusiasmo casi delirante, la emoción desbordada, una moral exaltante. Barcelona era todo lo contrario. El objetivo fundamental del enemigo, en noviembre de 1 9 3 8 , era Barcelona y el trozo de frontera con Europa que le quedaba a la República. El 26 de enero la Ciudad Condal caía sin lucha; después, Gerona hasta la frontera. En pocas semanas la República —después de iniciada la retirada del Ebro, el 15 de noviembre— perdía Cataluña. Aunque parezca paradójico, las mal llamadas «democracias occidentales» estaban contentas, considerábanse aliviadas de su miedo y su cobardía: «la charca» también se regocijaba: su odio, su sectarismo, su despecho gozaban con las derrotas. En la medida en que el ejército de la República retrocedía, avanzaban las intrigas y las maniobras de los «liquidadores». Los agentes indirectos del cínico Comité de «no intervención» desplegaban todas sus actividades para la última intervención. Las cancillerías de Londres y París cerraban, en Munich, el ciclo de claudicaciones ante Hitler y Mussolini. La retirada del Ebro coincide con la de las Brigadas Internacionales —ese puñado de héroes de todas las nacionalidades que vinieron a España a luchar por la causa de la libertad de todos los pueblos—, mientras en el ejército de Franco permanecían las divisiones de la Alemania nazi y de la Italia fascista, avanzando por las tierras de Cataluña hacia Barcelona y la frontera pirenaica. Después de la traición casadista, esas divisiones formarían parte de las tropas que entraban victoriosas en las ciudades de la España republicana. Francia tenía al Este su famosa e inútil línea Ma-

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ginot, ruina de Francia, mientras llegaba a los Pirineos una parte del ejército alemán. Trágica lección para el pueblo francés, traicionado por sus clases dirigentes. La situación del mes de noviembre presagiaba lo que iba a suceder: el dramático éxodo de los últimos días de enero y primeros de febrero, ese medio millón de españoles en marcha enloquecida hacia la frontera de Francia, bajo los bombardeos y ametrallamientos criminales e inhumanos de la aviación italiana y alemana. En esos momentos, en Valencia, los elementos sectarios de la F.A.I.-C.N.T. rechazaban la autoridad de la Subsecretaría de Armamento y las disposiciones del gobierno sobre el control de las industrias de guerra, enfrentándose a los organismos oficiales y a las posiciones de la U.G.T. Elementos de la C.N.T. de la zona Centro «reivindicaban las conquistas revolucionarias logradas», entendiendo por tales conquistas la apropiación y control de industrias y talleres —dedicados a lá producción de guerra— bajo el letrero de «colectivizadas». La Federación Metalúrgica de la U.G.T., sus dirigentes, que estaban en oposición a la Ejecutiva de la Unión, coincidían con la posición de los cenetistas, pero conociendo que no interpretaban el sentir de sus organizaciones ni de sus masas, que sí estaban de acuerdo con la dirección nacional de la U.G.T. y con su política de adhesión al gobierno, aceptaban las decisiones de control y de dirección establecidas por la Subsecretaría de Armamento a través de sus organismos de la zona Centro. «No estamos de acuerdo con las decisiones del gobierno, pero las acataremos», declaraba Pascual Tomás. La delegación de la Comisión ejecutiva en la zona Centro —Edmundo Domínguez, Antonio Pérez, César G. Lombardía y Claudina García—, siguiendo las orientaciones de la Ejecutiva y los acuerdos de los Comités nacionales, defendía las disposiciones del gobierno para que las industrias y talleres dedicados a la producción de guerra quedaran bajo el control de la Subsecretaría de Armamento. Los elementos de la C.N.T. se oponían a la posición de la U.G.T., no obstante estar ésta de acuerdo con el Programa de unidad de acción de las dos centrales. La delegación de la Ejecutiva en la zona Centro, en nota oficiosa del 6 de diciembre, ratificaba la conformidad de la Unión General con los decretos de control y centralización de las industrias de guerra y exhortaba a las organizaciones ugetistas a que prestaran su colaboración a los organismos de la Subsecretaría de Armamento para llevar a la práctica las decisiones del gobierno, advirtiendo que esa posición de la U.G.T. era congruente con el Pacto establecido con la C.N.T. El subcomité nacional de la C.N.T. de la zona Centro no se mostraba conforme con la actitud de la U.G.T., reclamando, entre otras cosas, como cuestión previa a la aplicación de los decretos, la creación y funcionamiento del Consejo nacional de Industria y «la entrega de las industrias de guerra colectivizadas al Consejo de industrias de guerra, ya

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en funciones, para que este organismo regule su centralización, producción, salarios y otras normas complementarias para el desenvolvimiento y control en beneficio de la propia guerra». Esa actitud beneficiaba al enemigo y no a la República. Mientras se discutían estos problemas y se realizaba una política de obstrucción a los decretos del gobierno, el enemigo iniciaba su gran ofensiva sobre Cataluña y, un mes más tarde, caía Barcelona. La actitud del «faísmo» y de aquella parte de la C.N.T. que estaba bajo su dominio, ¿era «en beneficio de la propia guerra», como se afirmaba? No. Como venimos sosteniendo machaconamente, la perturbación «faísta» fue constante y se mantuvo hasta los últimos momentos de existencia de lo que iba quedando de segunda República, hasta la liquidación de ésta. La Comisión ejecutiva de la U.G.T. seguía prestando especial atención a la colaboración que los trabajadores de Barcelona tenían que ofrecer al problema de las fortificaciones, tratando tan urgente y decisiva cuestión con el Secretariado de la U.G.T. de Cataluña. En su libro Historia de las Internacionales en España, M. García Venero alude a esta cuestión y traslada lo que dice fue «una referencia directa del secretario general de la U.G.T, José Rodríguez Vega». Esa versión no se ajusta a los hechos. El autor, con Vega, asistió a varias de las reuniones celebradas a este respecto. En efecto, los representantes del Secretariado plantearon, como cuestión previa, que se asegurara a los voluntarios destinados a fortificaciones y a sus familiares los artículos de primera necesidad para su sustento. Pero el problema esencial no era ése. Se trataba de promover un estado de opinión, una intensa campaña en torno al problema de la defensa de Cataluña, que lograra despertar un gran interés político, un entusiasmo, un estado de conciencia que fuese capaz de valorar la gravedad de la situación para que, con elevada moral, las masas respondieran a esa situación, como había ocurrido en Madrid en los días de máximo peligro del mes de noviembre de 1936, en los que hasta las mujeres y los niños se lanzaron a la calle a colaborar en los trabajos de fortificaciones y establecimiento de trincheras y barricadas. Para la Ejecutiva de la U.G.T., el problema no era de alimentos, sino de crear una conciencia política que, ante la gravedad de la situación, impusiera las grandes decisiones que la misma exigía. Ese milagro que en momentos históricos decisivos ofrecen los pueblos, no se produjo. 1

El día 7 de diciembre, el presidente del gobierno convocaba al Frente Popular para darle cuenta de la situación. Aparece de nuevo el problema de la necesidad de realizar un vasto y urgente plan de fortificaciones, llamando a las organizaciones a la colaboración. El presidente nos advirtió 1.

Op. cit., tomo III, págs. 394 y 3 9 5 .

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de los peligros de una ofensiva enemiga de gran envergadura. Las organizaciones reiteraron su adhesión al gobierno y su promesa de prestarle la máxima colaboración. Pero esta adhesión de los dirigentes no bastaba, era necesario, era indispensable contar con el respaldo de las masas. ¿Dónde estaba el tan cacareado predominio de la C.N.T., del anarquismo en Cataluña?..., La Ejecutiva de la TJ.G.T. volvió a examinar el problema con el Secretariado de la U.G.T. de Cataluña y con las federaciones nacionales. La labor de reclutamiento se hacía difícil. La U.G-T. logró débiles resultados. La velocidad de nuestros trabajos no guardaba proporción con la del avance de las tropas enemigas. La U.G.T. trató, una vez más, de movilizar a las Internacionales para que ejercieran presión sobre el gobierno francés, a fin de que éste abriera la frontera y facilitara el paso hacia Cataluña del material de guerra que se encontraba en tránsito en Francia. Pero todo resultaba inútil. El factor tiempo no se conjugaba, y era eso lo que querían los héroes de Munich: ganar tiempo, para que lo perdiera la República española. La política de «desgaste» aplicada al pueblo español llegaba a su fin. Nuestras gestiones ante las direcciones de las dos Internacionales socialdemócratas sólo encontraban apoyo entusiasta en Jouhaux y, ya en los últimos tiempos, en Vandervelde y Adler, pero la actitud de éstos se veía neutralizada por los demás miembros de los Comités ejecutivos de la Internacional Obrera Socialista y de la Federación Sindical Internacional, que hacía tiempo venían aceptando, como hecho consumado, el sacrificio de la democracia española, pensando que así podrían dormir tranquilos. Pero su egoísmo les engañó: su tranquilidad no duraría mucho y pagarían cara su incalificable conducta para con España.

160 LA ZONA CENTRO-SUR, UNA III REPÚBLICA O II REPÚBLICA BIS

A principios de diciembre, el ministro de Hacienda, Francisco Méndez Aspe, me llama para comunicarme que, de acuerdo con instrucciones del presidente Negrín, debería salir para la zona Centro-sur, al objeto de realizar inspección de determinados departamentos y de obtener orras informaciones que me encomendaba el presidente. Salí para Alicante inmediatamente, dedicándome a recorrer toda la zona hasta finales de diciembre, en que regresé a Barcelona después de haber pasado mis últimas Navidades españolas, las de 1938, en un Madrid extraño y distinto del que uno conocía. 1

Mi impresión general no pudo ser más desconsoladora. Algo inexplicable flotaba en el ambiente. En realidad, la zona Centro era otra República. En comparación con el último viaje que había realizado, el cambio era notable. Desde Barcelona, el gobierno no proyectaba su acción sobre la zona Centro después de la llegada del ejército franquista al Mediterráneo y de quedar dividido en dos zonas el territorio republicano. El sentido cantonalista, tantas veces evidenciado a través de nuestra historia, había adquirido una singular expresión en esta última fase de la República. La zona Centro-sur era un gran cantón que, en lo militar, se apoyaba en la aureola y el falso prestigio de un nombre, mientras en lo civil se amparaba en un fantasma en la sombra, cargado de orgullo y despecho, encerrado en su torre de marfil, para surgir en la hora indigna y vergonzosa de la traición. Existían dos repúblicas: la de Cataluña y la de la zona Centro-sur. En diciembre de 1938, el gobierno central ejercía su autoridad en Cataluña; pero esa autoridad estaba totalmente disminuida en la zona Cenrro-

1. Aparte de los cargos sindicales, el autor ostentaba el de director general de la Caja de Reparaciones, organismo dependiente del Ministerio de Hacienda.

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sur. Las actitudes desleales la opacaban. El gobierno, al trasladarse de Valencia a Barcelona, había cometido tal vez el error de no haber dejado en la ciudad del Turia algunos ministerios o, por lo menos, a unos ministros. El gobierno Caballero había soportado el «virreinato» del general Miaja, su actitud personalista e indisciplinada; el gobierno del doctor Negrín sufriría las consecuencias de esa misma actitud: Miaja, con su tipo bonachón, camaleónico, de asturiano socarrón, no obedecía al gobierno, sino a quienes «le manejaban». Terminó siendo presidente del Consejo de Defensa al servicio (como instrumento) del golpe del coronel Casado. El héroe de Madrid apuñalaba a Madrid y a la República. Se había acomodado a todas las situaciones cuando, en razón de unas circunstancias y contra su voluntad, no pudo servir a la sublevación del 19 de julio de 1936, con la que estaba comprometido. Hecho descubierto por el ministro de la Gobernación, Ángel Galarza, durante el gobierno Caballero. Finalmente sirvió a la sublevación de Casado, aliado al «faísmo» y al grupo de socialistas resentidos y despechados, siguiendo las orientaciones de un agente de los servicios secretos y cónsul de S. M. el rey de Inglaterra. Ultima «intervención» de la cínica política de «no intervención» del gobierno británico. Después de que el territorio de la República quedara dividido en dos zonas, en muchos de los elementos dirigentes de la zona Centro —tanto en los de carácter civil, como militar, sindical o político— se produjo un cambio de mentalidad. Una vez más, nos vemos obligados a consignar la excepción de los que pertenecían al Partido Comunista y de aquellos que permanecían fieles a las direcciones de la U.G.T. y del P.S.O.E., es decir, de cuantos seguían fieles al Frente Popular y al espíritu de unidad y de lucha que el gobierno de Unión Nacional encarnaba. Durante la guerra hubo tres momentos de gran impacto psicológico: la salida del gobierno de Madrid a Valencia; su traslado de Valencia a Barcelona con la llegada del ejército franquista al Mediterráneo, que dividía a la España republicana en dos zonas; finalmente, la caída de Cataluña. Estos tres impactos fueron de naturaleza distinta a los producidos por las escalonadas derrotas en los frentes: caídas de San Sebastián, de Málaga, de Bilbao y del resto del Norte. Los contactos y visitas que íbamos realizando no ofrecían más que desconcierto. Los frentes estaban tranquilos, inactivos. El aparato administrativo se mantenía también en una actitud pasiva, expectante e indiferente, cuando no hostil, al gobierno. Como un reproche, y como muestra de indiferencia, en más de un lugar nos dirían: «Aquí, ni recibimos la Gaceta-». En las masas podía apreciarse que continuaba viva la moral, el entusiasmo, el espíritu de lucha, la adhesión al gobierno, al Frente Popular, la fe en la victoria; pero en los cuadros medios de la retaguardia, con las

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excepciones señaladas, se había operado una metamorfosis negativa, determinada por un rabioso sentimiento anticomunista que rebasaba la frontera de la ponderación, para confundirse, en algunos casos, inconscientemente, con expresiones del propio fascismo. «La hostilidad anticomunista —escribiría Julián Zugazagoitia— había pasado de sentimiento difuso a organización secreta.» El cambio de ambiente que se observaba en ciertos medios de la zona Centro, en comparación con unos meses atrás, era sorprendente para uno. Los mejores militantes y cuadros estaban en el frente; se les había sustituido por viejos ex dirigentes a los que el proceso de radicalización del movimiento socialista y ugetista había eliminado de las directivas. Era normal que muchos de ellos arrastraran viejas querellas, despechos y rencores. Un compañero, exagerando, me decía: «En la Casa del Pueblo no quedan más que los "esquinados"». Aprovechándose de esas circunstancias, no pocos de esos elementos jugaron a las maniobras caciquiles, erigiéndose en directivos negativos, para satisfacer bajas pasiones. Para no hacer muy extenso este capítulo, nos limitaremos a recoger aquellas manifestaciones y aspectos que ofrecían un comentario común en el conjunto de las entrevistas realizadas, omitiendo las gestiones de carácter confidencial, así como las de tipo oficial realizadas como director general de la Caja de Reparaciones. Mantuve entrevistas con algunos de los gobernadores civiles de la zona Centro. La tónica general era la de lamentarse, por considerar a la zona Centro demasiado abandonada del gobierno central; por las dificultades con que tropezaban en el desempeño de su función, que eran de orden político y estaban determinadas por la acción perturbadora y derrotista que realizaban los elementos socialistas de oposición a la dirección del P.S.O.E. confabulados con el «faísmo». Todos coincidían en señalar que el envenenamiento anticomunista minaba la moral de la retaguardia y que se estaba ya introduciendo y desarrollando criminalmente en los frentes; que el Frente Popular actuaba con irregularidad, con desgana y débilmente. En una palabra, había perdido dinámica y vitalidad política, y esto se reflejaba en todos los organismos oficiales, así como en los políticos, sindicales y municipales. Los Comités de enlace P.C.-P.S.O.E. —refiriéndonos siempre a la zona Centro—. eran inoperantes; los sindicales carecían de iniciativa y de dinámica, perdiendo el tiempo en cuestiones subjetivas al margen de los problemas fundamentales y de los lincamientos establecidos en el Pacto de unidad de acción C.N.T.-U.G.T. En una palabra, el movimiento C.N.T.F.A.I. con los disidentes socialistas era más activo y dinámico que el movimiento de socialistas-ugetistas, pese a la ayuda e impulso que le daba el Partido Comunista. Era una constatación. Los entrevistados coincidían en señalar que el único partido que se mantenía activo, animando la política

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de unidad de apoyo, al Frente Popular y al gobierno de Unión Nacional era el Partido Comunista, pero que éste se enfrentaba a la desgana y pasividad de los demás. Los organismos administrativos marchaban a remolque, arrastrados por la fuerza de la inercia, sin dinámica, ni agresividad, faltos de ritmo y de entusiasmo. En Valencia actuaba el núcleo dirigente socialista de oposición a la dirección del P.S.O.E., con ramificaciones en toda la zona, apoyándose fundamentalmente en cuadros medios anteriormente desplazados de las direcciones de las organizaciones políticas y sindicales. Madrid y Alicante eran dos puntos esenciales de la oposición, si bien ésta contaba con elementos en todas partes. Hasta el día de hoy no ha sido analizado históricamente el papel negativo que, en la descomposición del Frente Popular y de la política de resistencia, desempeñó el grupo socialista disidente confabulado con el «faísmo». En el orden militar nos referiremos solamente a dos hechos que están en la línea del derrotismo, de la acción antiunitaria y de oposición al gobierno. Tuvimos otros contactos positivos, inflamados de moral y de elevados sentimientos de unidad, pero nos limitaremos a dejar constancia de estos dos, que ofrecen una coincidencia negativa con las actitudes de otros mandos, muy especialmente con los de significación anarquista. En Almería nos encontramos con Hernando Liñán, comandante militar de la Plaza, un militar profesional que, en su día, había abandonado el ejército para ingresar en el Banco de Ceuta, llegando a ser uno de los dirigentes bancarios de aquella ciudad y de su Casa del Pueblo. Se trataba, pues, de un viejo compañero de profesión y amigo. Hombre de un gran entusiasmo y una gran actividad, había formado parte de la corriente «caballerista» del período 1934-1936 y de su política de defensa de la unidad sindical y política. Pasé toda una jornada con él. Me extrañó observar su rara evolución política. Después de un cambio de impresiones sobre la situación y de hablarme muy entusiasmado de las obras de fortificación que había realizado en una parte de aquellas costas, lo que le llevaba a exclamar, en tono de confianza y de gran seguridad: «¡ Por aquí no desembarcará nadie!», empezó a expresarse con exaltación, en términos rabiosamente anticomunistas. En verdad, daba la impresión de estar más preocupado por el peligro de «un golpe comunista» que por los avances enemigos. Estaba bajo una extraña influencia. De sus formulaciones y estado de ánimo se desprendía que los comunistas preparaban un golpe para ocupar el Poder. Propósito que a toda costa había que evitar. ¿Quiénes podían alimentar tal absurdo? Sin duda, el nefasto grupo de los despechados. La insinuación de esa idea no era nueva para el autor de este trabajo. Araquistain-Baraibar —o sea, el campo socialista disidente— la manejaban con toda mala fe, con intención política provocadora, como duranre la

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crisis de Caballero, en mayo de 1 9 3 7 , habían sugerido un «golpe» para forzar la constitución de un gobierno Caballero-centrales sindicales, con la eliminación de los partidos, propósito que contaba con el más decidido y entusiasta apoyo del «faísmo». En verdad, la actitud y posición de mi viejo compañero Liñán, de siempre un poco alocado, me pareció absurda y casi demencial. Discutimos mucho, traté de sacarle de sus confusiones y su desconcierto, pero su anticomunismo, su antisovietismo, su actitud contra los «asesores» extranjeros eran irreductibles y del más violento de los sectarismo. Nos despedimos, pero dándome cuenta de que no había logrado convencerle. Después del golpe de Casado, al final de la guerra, Liñán sería uno de los primeros fusilados en Almería. Con el argumento del peligro del golpe comunista se fueron creando las condiciones para que el golpe de Casado —que sería el tiro de gracia para la República— fuera posible. Enarbolando la bandera de un supuesto peligro comunista, el 18 de julio de 1 9 3 6 se inició la batalla contra la República. Nada nuevo: esos mismos argumentos habían llevado al Poder a Mussolini y a Hitler. Cuando visité Jaén, después de terminar mis trabajos oficiales, tuve la oportunidad —que aproveché— de visitar al jefe militar del Ejército del Sur, Menoyo, viejo compañero y amigo, como Liñán, pues aunque era oficial de carrera del Cuerpo de Ingenieros, hacía años que estaba excedente en el ejército y trabajaba como ingeniero en el Banco Hipotecario de Madrid. Como militante de la Federación de Banca, en el movimiento de octubre y a propuesta del autor había sido jefe de milicias de un sector de la capital. Pudo escapar a la persecución policíaca, logrando salir del país y refugiarse en la U.R.S.S., de donde regresó después del triunfo del Frente Popular, en febrero de 1936. Al producirse la sublevación, se reincorporó al ejército. De significación socialista, figuraba en la tendencia de izquierda siguiendo la línea de unidad de relaciones con los comunistas y manifestando siempre su gran simpatía hacia la Unión Soviética. Esa era su ficha política, a la que seguía fiel la última vez que nos habíamos visto. Cuando en el mes de diciembre de 1938 nos encontramos de nuevo en Jaén, siendo él jefe del Ejército Sur, era ya otro. Su ficha había cambiado totalmente. El sector del frente de Granada se mantenía inactivo. En general, se hablaba de «estar preparados para resistir y rechazar cualquier intento de ataque o de ofensiva del enemigo», pero no de la posibilidad de iniciar acciones ofensivas. Parecía como si lo único que se deseara fuera mantener una estabilidad, sin otra preocupación que la del anticomunismo. Tenía Menoyo de comisario político a un viejo socialista madrileño, Cayetano Redondo, que había sido teniente-alcalde del Ayuntamiento de

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Madrid. Un viejo cuadro sindical y político de la generación que se \enía denominando «reformista». Comimos en una dependencia militar. Menoyo se interesó porque le diera noticias de compañeros de profesión, especialmente de los de su Banco que estaban en Cataluña: entre otros, recuerdo que me preguntó por Lozoya, Armisén, Gordero, Rancaño... Charlamos de cosas generales. Era Menoyo un hombre ponderado, muy preparado, juicioso, serio y responsable. En el curso de la conversación surgió el problema suscitado por él del «peligro de la retaguardia», en razón a un análisis sobre la marcha de los acontecimientos, en particular en Cataluña. En este punto de nuestra conversación se enardeció, perdiendo un tanto su ecuanimidad: «Aquí no se moverá nadie —me dijo—, y si se mueven los aplasto». Me sorprendió el tono con que hacía esas afirmaciones. Siguió hablando: «Tengo tomadas todas las disposiciones. Todas las noches, unos retenes están de guardia vigilando y controlando su domicilio...». Yo no comprendía. Al fin, descubrí la incógnita. El domicilio era el del Partido Comunista...; la preocupación que dominaba a Menoyo y a Cayetano Redondo no era el enemigo, ni eran los frentes, sino los comunistas y la idea de que se lanzaran a dar un «golpe». Su posición y actitud correspondían, exactamente, a las que Hernando Liñán mantuviera en Almería. Iniciamos una seria y dura discusión. Menoyo estaba envenenado de anticomunismo, en la línea de Araquistain-Baraibar. No fue posible que nos entendiéramos. Dimos un paseo por la ciudad y, cuando pasábamos por una calle, me señaló un edificio: «Ese es —me dijo, y volvió a repetirme—: que no se muevan que los aplasto». Pensé que estaba en presencia de un caso de psicosis muy serio y grave, subestimado por el gobierno, o que sus servicios de información fallaban, no registraban tan graves y peligrosos estados de ánimo. Como Liñán y otros con los que en esa ocasión establecía contacto, Menoyo era un sublevado en potencia. Uno no podía llegar a otra conclusión. La actitud de todos ellos para con el gobierno, en particular hacia el doctor Negrín, y para con la dirección del Partido Socialista, en especial hacia su secretario general, Ramón Lamoneda, no era la de gentes disciplinadas y responsables. Algo estaba fallando. La labor del grupo Caballero-AraquistainBaraibar, había minado muy seriamente el campo socialista, debilitando considerablemente al Frente Popular y, con ello, a la base de unidad y de resistencia de la República, neutralizando el potencial y la capacidad de lucha en los frentes. Una vez liquidada la República, a los tres meses de nuestras discusiones, Menoyo y Cayetano Redondo eran fusilados por el vencedor, no por los comunistas cuyo «golpe» no se había producido. No todo era derrotismo, por supuesto. Una de las divisiones del Ejército del Sur la mandaba el teniente coronel José María Galán, hermano de Fermín Galán, el mártir y héroe en cuya sangre y la de su com-

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pañero García Hernández se ahogara, en 1 9 3 1 , la monarquía de Alfonso XIII. En otro frente de la zona Centro estaba otro hermano de Fermín y de José María, Francisco Galán, también militar profesional republicano. No todo era negativo, pero el derrotismo había avanzado demasiado. José María Galán se salvaría y, siguiendo fiel a la lucha por la libertad de los pueblos, formó parte del Ejército Rojo que, en su lucha épica, llegó hasta Berlín. Su hermano Francisco murió de un ataque al corazón, en un acto en homenaje a la República española, creo que un 14 de abril, en Buenos Aires. En los hermanos Galán simbolizamos a los fieles a la República en el campo militar y del honor.

La visita a Madrid justificaría un breve capítulo. Ya hemos señalado que la impresión que la capital ofrecía era en extremo rara. La acción de la Agrupación Socialista, bajo control del grupo disidente, trasladaba sus maniobras e intrigas a los medios sindicales, impregnándolos de anticomunismo; era el centro divulgador de toda clase de calumnias contra el gobierno y, en particular, contra su presidente, el doctor Negrín. La delegación de la Ejecutiva en Madrid estaba incapacitada para contrarrestar la labor de los elementos antiunitarios. Uno se sentía extraño en el nuevo ambiente que se respiraba. Las delegaciones de los respectivos ministerios actuaban en franca hostilidad hacia el gobierno. Nuestro comentario sobre Madrid lo concretaremos en el examen de tres medios en que se revelaban claramente los estados de ánimos, las conductas y las consecuencias tan perniciosas que en esos medios contaminados tenían las maniobras antiunitarias y anticomunistas tan criminalmente desarrolladas por los «disidentes», inspirados en la política de obstrucción y de revancha del centro político de conspiración Araquistain-Baraibar que se cubría tras el prestigio de Largo Caballero, de quien me permitiría afirmar que era inconsciente del daño que esa criminal labor estaba produciendo. Alevosamente, ese grupo, aprovechándose de que la masa más firme y consciente, tanto de la Agrupación Socialista madrileña como de las organizaciones sindicales de Madrid, se encontraba movilizada, provocó asambleas a las que llevó sus querellas, sus maniobras y sus calumnias, imponiendo la eliminación de los elementos unitarios que le estorbaban, que seguían fieles a la política de unidad, de adhesión y apoyo al gobierno del Frente Popular. Los tres medios en que realizaremos nuestro examen serán los siguientes : el periódico Claridad, la organización sindical madrileña de Banca y la delegación en Madrid de la Caja de Reparaciones, de cuyo organismo —como ya se ha dicho— el autor era director general. La ofensiva

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antiunitaria y anticomunista se proyectaba en todos los frentes. Hemos escogido esos tres casos por considerarlos diversos y elocuentes. Como ya se ha señalado en otro lugar, el autor de este trabajo era a un tiempo: responsable político de Claridad; fundador de la organización sindical ugetista de Banca, de cuya Federación Nacional y Sindicato de Madrid era presidente desde que se constituyeron, y director general de la Caja de Reparaciones. Cabe señalar que la organización de Banca se caracterizaba por su línea avanzada y unitaria. Además, el autor era secretario adjunto de la Unión General de Trabajadores de España. Claridad aparecía como órgano de la U.G.T., bajo la dirección de Javier Bueno, designado por la Comisión ejecutiva después de la pérdida de Asturias, donde dirigía el periódico Avance, de Oviedo. El autor de este trabajo seguía siendo Consejero-delegado de Nueva Editorial, empresa propietaria de Claridad, y como tal ejercía, con el Consejo de empresa, el control y dirección superior del periódico, del que habían sido eliminados Araquistain y Baraibar al romper con la política de unidad y de apoyo al gobierno y al Frente Popular, consigna y orientación fundamental de Claridad. Siempre que el autor se encontraba en Madrid, una parte de su tiempo la pasaba en la redacción del periódico, resolviendo sus problemas económicos y administrativos. En mi estancia del mes de diciembre, encontré al equipo de Claridad dividido. La acción de los escisionistas había penetrado en el periódico ganando a Javier Bueno para el campo del anticomunismo. Nada extraño, pues por su temperamento estaba mucho más cerca del anarquismo que del socialismo. Discutimos ampliamente la nueva situación y sus posiciones políticas. No estaba con Araquistain —según decía—, pero tampoco con el gobierno, en cuyo caso tampoco estaba con Ejecutiva de la U.G.T. Presentó su dimisión con carácter irrevocable, que no le acepté, condicionándola a mi regreso a Barcelona. En realidad, estaba con el grupo disidente, con mentalidad cantonalista. En Madrid, en la zona Centro —según él— estaba lo heroico...; En esa situación, el periódico siguió publicándose con la colaboración del resto de los redactores. La actitud de Javier Bueno, por su personalidad y su prestigio profesional, creaba una crisis y una situación difíciles que serían examinadas a mi regreso a Barcelona. La verdad es que Bueno estaba endiosado, y en los medios de la prensa se le rendía pleitesía. Nadie —pensaban sus amigos— se atreverá a tocar al «santón» del periodismo. Las gentes habían perdido toda perspectiva y se metieron en el callejón sin salida del anticomunismo. Dos meses más tarde, el golpe de Casado se encargaría de cerrar todos los caminos. Pese a su obcecación política, Javier Bueno tal vez reconociera a última hora su error político. El hecho es que cuando fue fusilado mantuvo una actitud digna y valien-

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te ante el pelotón. El autor, que tenía en gran estimación a Javier Bueno, lamenta que, al final de su vida, llevara el marbete de «anticomunista» y que con él fuera fusilado precisamente por los que decían representar «la cruzada anticomunista»... Triste paradoja. En la Caja de Reparaciones tropecé con otra situación. Con anterioridad a mi viaje había tenido que destituir al delegado en Madrid: un compañero de profesión, del Banco de España —Mantrana— que hasta el 19 de julio no había tenido la menor significación política ni sindical, pero al que el ministro de Hacienda había nombrado delegado suyo en el Banco, cargo que hizo aconsejable ejerciera a su vez el de delegado de la Caja de Reparaciones. Por ese nombramiento recibí más de una queja de otros compañeros de banca, posiblemente más dignos y acreedores a ese cargo que el advenedizo Mantrana, quien defendía un poco su pasado amparándose en su pasaporte de masón. Eliminado de esa delegación fue ganado por el grupo de los disidentes, y siguió intrigando en el organismo con elementos que le estaban agradecidos, haciendo una seria obstrucción al nuevo delegado. Con motivo del golpe de Casado, su conducta fue premiada: pasó a ocupar de nuevo la delegación de la Caja de Reparaciones. En aquellos días de insensata euforia y de ambiciones desatadas, la locura de los nombramientos y del Poder permitía a los despechados vivir la breve satisfacción de una venganza personal. El tercer caso, como ejemplo, lo encontré en mi propia organización: el sindicato de Banca de Madrid, al que había dado los mejores años de mi vida y que había dirigido desde los primeros momentos de su constitución. Me limitaré a decir simplemente que un esquizofrénico, despechado y vengativo, ganado para las maniobras del comité de la Agrupación Socialista madrileña, para la política de intriga y anticomunista, había provocado, con un reducido grupo de militantes, una asamblea y designado una nueva Ejecutiva de banca, de la que quedaban eliminados los comunistas y, de su cargo de presidente, el autor de este trabajo. Sólo a mi llegada a Madrid me enteré de esa heroica batalla ganada por el centro político de la intriga. Ni siquiera visité nuestro domicilio social. La primera medida del nuevo equipo directivo, a las órdenes del comité de la Agrupación Socialista y de los «esquinados» de la Casa del Pueblo de Madrid había sido la de cambiar el domicilio social, Carretas 4 —el viejo edificio en cuyos bajos estuvo establecido durante muchos años el famoso Café Pombo—, que ofrecía unos magníficos locales, posiblemente los mejores que tuviera una organización sindical madrileña, con una sala de actos capaz de albergar a trescientas personas, numerosas oficinas, bar, barbería, una magnífica biblioteca, amueblados con los muebles que nos vendiera el banquero Bauer... Pues bien, la nueva Ejecutiva,

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con el esquizofrénico a la cabeza, se incauta en la misma calle de un hotel e instala en él el Sindicato de Banca de Madrid. Y todo esto ¡a finales de 1 9 3 8 ! No llegué a conocer el nuevo domicilio social. En mi calidad de director general de la Caja de Reparaciones, único organismo con autoridad para realizar incautaciones de acuerdo con la ley, hubiese debido desautorizar todo lo realizado y exigir responsabilidades a los autores. No valía la pena tomar en consideración la insensatez, la irresponsabilidad de los que, a finales de 1938, se entregaban a satisfacer sus bajas pasiones y a la ejecución de sucias maniobras anticomunistas, como si trataran de hacer méritos para congraciarse con el enemigo y «merecer» su perdón. De los directivos de banca eliminados de la dirección, uno, Francisco Barroso, empleado del Banco Central, sería fusilado por su significación comunista. En su condenable acción, los que habían eliminado a Francisco Barroso acusándole de comunista, coincidían con sus verdugos. Pero de esto trataremos en nuestra historia sobre la organización de banca y sobre los bancarios. Para esa historia y para esa organización, esa página es un baldón: una sucia mancha para su limpia bandera. En estos tres «casos» hemos querido poner de relieve la deplorable situación a que los escisionistas y disidentes del P.S.O.E. y de la U.G.T. habían llevado a una parte del movimiento obrero de la zona Centro-sur, y muy especialmente al de Madrid. Con ello no se cubrieron ciertamente de gloria, sino de oprobio.

Con intención, nos hemos limitado a dejar constancia de los anteriores hechos omitiendo aquellos otros encuentros y entrevistas con elementos que, en la línea de unidad y de lealtad al Frente Popular y al gobierno, ofrecían estampas positivas, de elevada preocupación por los problemas fundamentales de los frentes y de la retaguardia. Y los omitimos, porque de no hacerlo podríamos ser calificados de partidistas. Hacemos enormes esfuerzos por evitarlo y, para no ser acusados de parcialidad, acudimos a formulaciones un tanto generales, lo reconocemos. Tenemos que afirmar, sin embargo, que sólo en los individuos y organizaciones que permanecieron fieles al espíritu de unidad, al Frente Popular y al gobierno encontramos en nuestro recorrido por la zona Centro, una moral de lucha, una actitud generosa, apasionada y noble, en defensa de la República. En ese marco, y no le ponemos siglas, estaban contenidas la consecuencia en la conducta y la fidelidad a los intereses fundamentales del pueblo español en su heroica lucha.

Regresé a Barcelona y rendí sendos informes de mi viaje al ministro

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de Hacienda y al presidente, con el que sostuve una larga conversación durante una comida. Después de que le expusiera cuál era la situación de la zona Centro-sur, hacía hincapié —de acuerdo con mis observaciones personales— en la necesidad y urgencia de que el gobierno estuviera en la zona Centro con una delegación de algunos ministros. A los pocos días saldrían para esa zona dos ministros, pero uno de ellos, en lugar de ser un refuerzo para la política de unidad, para el fortalecimiento de la moral de lucha y de la autoridad del gobierno, resultó ser un negativo embajador de la desmoralización y del más grosero derrotismo. Su misión y su presencia en el Centro resultaron desastrosas. El autor recordará siempre una conversación con el doctor Negrín, cuando éste le decía: «Mire, Amaro, cuando me siento asqueado por las cosas de la politiquería, por las intrigas, las bajas pasiones y maniobras, huyo al frente a pasar unas cuantas horas entre los combatientes, y regreso nuevo...». Y con cierto aire de desengaño y tristeza, añadía: «Yo no soy político... me repugna la política...». «El presidente del Consejo de ministros —le replicábamos entonces— no puede decir eso»; pero él lo decía con mucha reiteración, y el autor cree que el doctor Negrín era sincero: le repugnaban nuestros políticos maniobreros, mediocres, envidiosos, carentes de grandeza. Queriéndolo o sin quererlo, Negrín tenía talla de estadista, de político, muy por encima de los «politicastros» —con verborrea o sin verborrea— que padeció la República y que jamás estuvieron a la altura de su pueblo, ni tuvieron capacidad de dirección para interpretar sus problemas históricos fundamentales. Negrín veía los problemas de España en su dimensión universal, por encima de las altas cumbres de los Pirineos, mientras esos «politicastros» no los veían más allá de las lindes de su aldea. En la Comisión ejecutiva de la Unión General de Trabajadores rendí otro informe sobre los problemas y situación sindical de la zona Centro. También había una diferencia notable entre la U.G.T. en Cataluña y la U.G.T. en la zona Centro-sur, ofreciéndose un nuevo fenómeno: en Cataluña, con todos los inconvenientes, la U.G.T. iba penetrando, iba imponiendo su prestigio y autoridad, mientras en la zona Centro, por la acción derrotista y antiunitaria de los elementos socialistas-ugetistas disidentes apoyados por el «faísmo», se iba debilitando. Fenómeno registrado en toda la zona y con carácter más grave y alarmante en Madrid, determinado por el comité de la Agrupación Socialista madrileña y los «esquinados» de la Casa del Pueblo que, en muchos casos, se confundían. En Valencia y Barcelona, el gobierno y con él las direcciones políticas y sindicales se habían alejado en demasía de Madrid, que ha sido, es y será, en cierto orden histórico, el corazón de España. Desde Barcelona no se registraba el palpitar de la zona Centro. La Comisión ejecutiva de la U.G.T. 23

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mantenía en el Centro una delegación de cuatro de sus miembros, pero no fue suficiente. Se subestimó lo que aquella base de la República —sin frontera terrestre, pero con una larga frontera mediterránea— representaba. En un ambiente de angustia, 1938 toca a su fin y entramos en el año 1939, en cuyos dos primeros meses se desarrollarán los acontecimientos decisivos que conducirán a la liquidación de la segunda República y al fin de la más grande epopeya del pueblo español en sus luchas por la libertad y por la independencia. El final del año 1 9 3 8 cerraba, por otra parte, medio siglo de existencia de la Unión General de Trabajadores de España.

161 LOS TRES ÚLTIMOS MESES DE REPÚBLICA (Enero a marzo de 1939)

Abordamos 1939 con toda clase de problemas a cual más grave, pero ninguno tan decisivo, por supuesto, como el de la marcha de la guerra en Cataluña, mientras en la zona Centro reinaba la pasividad. De la zona Centro traíamos demasiados problemas que afectaban directamente a la Comisión ejecutiva de la U.G.T.: situación sindical y política, asunto de Claridad, acción perturbadora del grupo escisionista y desarrollo de su nefasta labor anticomunista que ofrecía un clima de verdadera sublevación. Pero al lado de todo eso, parecía que «la paz reinara en Varsovia», como si un fenómeno de inconsciencia lo invadiera todo. El 5 de enero se reúne la Ejecutiva. Asisten: Genova, que preside, Rodríguez Vega, Rosal, Pretel, Lombardía, Anguiano y Ureña. Los problemas tratados ponen de relieve que las organizaciones no comprendían la gravedad de la situación que se estaba viviendo. El enemigo entraba en Barcelona tres semanas más tarde. Veamos algunas de las cuestiones examinadas. La Internacional del Transporte había celebrado su Congreso en Luxemburgo; a él había asistido un representante de la Federación Nacional (española) del Transporte Urbano, creo que fue Carlos Hernández o tal vez Francisco Fernández. Lo cierto es que su posición y conducta en ese Congreso fueron altamente negativas y que muchas organizaciones de base se habían dirigido a la Ejecutiva protestando y pidiendo sanciones. Los ejecutivos de esa Federación formaban parte del grupo de los «disidentes». La Ejecutiva de la Federación Metalúrgica, también disidente, con ánimo de perturbar, emplazaba a la Ejecutiva de la U.G.T. ante el problema de los salarios... Los Trabajadores del Estado, un nuevo sindicato nacional, se negaban a formar parte de la Federación Nacional de Empleados Públicos.., La Comisión Ejecutiva examina el problema creado en el Consejo de Trabajo, en el que después de haberse puesto de acuerdo

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en una reunión previa los representantes de la C.N.T. y de la U.G.T., llegado el momento de votar, los cenetistas lo hacen contra la U.G.T. En consecuencia, a propuesta del secretario general, la Ejecutiva acuerda no aceptar nuevas reuniones previas... Así fue: lo impidió el enemigo. Se discute la conducta del presidente del Consejo de Trabajo, Vidal Rosell, secretario general de la Federación Textil (U.G.T.), y se considera que es contraria a los intereses de la Unión... El único asunto importante tratado fue el planteado por el gobierno con motivo de la movilización de nuevas quintas y la creación de dos batallones de ametralladoras. Como de costumbre, se aprueban las altas y bajas. En el capítulo de «altas» se registraba una nota simpática: el ingreso de las Mujeres del Hogar, de Tánger, con 160 militantes. Serían militantes de la U.G.T. durante un mes... En los primeros días de enero, el gobierno había decretado la movilización de nuevas quintas. La U.G.T., el P.S.O.E. y el P.C. mostraron su conformidad con la decisión, prestando su colaboración a la labor de reclutamiento. El subcomité peninsular de la F.A.I., en Valencia, reunido el día 6 de ese mes, manifestaba una actitud de resistencia a cumplir las disposiciones, en tanto consultaba con el Comité nacional del Movimiento Libertario, en Barcelona, aconsejando mientras tanto a sus organizaciones oponerse a la movilización aprobada por el gobierno. En posteriores reuniones, la F.A.I. se enfrenta al gobierno y al propio Comité nacional de la C.N.T. Esto ocurre el 13 de enero. ¿Quién manejaba y dirigía ese Pleno? Los días 11 y 12 de enero, la Ejecutiva vuelve a reunirse con carácter extraordinario. Asisten: Genova, que preside, Rodríguez Vega, Amaro, Pretel, Anguiano, Lombardía y Ureña. El problema a examinar es el de fijar la posición que la Unión General mantendrá en la reunión convenida con el P.S.O.E. y el P.C. para trasladarles algunas de las conclusiones a que la Ejecutiva había llegado como consecuencia del informe de Amaro Rosal sobre la situación en la zona Centro, en particular respecto a la urgencia de establecer unas bases de unidad y de coordinación «a fin de atender la causa general de la guerra». El Frente Popular había acordado que representantes de las organizaciones participaran en una emisión especial por radio, designándose a Rodríguez Vega para que lo hiciera en nombre de la U.G.T. Se leen diferentes mensajes, entre ellos uno de la Organización Industrial Americana (C.I.O.) y otro de las Trade-Unions británicas. La Comisión ejecutiva acuerda hacer un donativo de 2 000 pesetas al Ministerio de Instrucción Pública con destino a la Comisión nacional de la Fiesta del niño... La cooperativa «La Libertadora», de Valdepeñas, pone a disposición del Comité nacional «Pro-campaña de Invierno» la cantidad de un millón doscientas mil pesetas... Lombardía infor-

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ma de las reuniones del Comité nacional de enlace C.N.T.-U.G.T. en las que la C.N.T. acentúa sus reproches al gobierno, y de que los actos de sabotaje se acentúan. Se acuerda una reunión conjunta de las dos direcciones nacionales. La F.A.I., por su parte, viene manteniendo en el Frente Popular una posición derrotista. Ataca la política de guerra y exalta al general Asensio, a Vülalba y a todos los militares sin mando, separados. Izquierda Republicana se manifiesta en contra del voluntariado. Estas posiciones corresponden a las orientaciones de Araquistain-Baraibar y, con ellos, Diego A. de Santillán... y otros. En la mañana del día 12, la Ejecutiva es llamada por el subsecretario de Armamento que le anuncia que el ministro de Defensa ha dispuesto que el 5 0 % del personal de industrias de guerra quedará a disposición de esa Subsecretaría; que es indispensable que las organizaciones se reúnan para facilitar esa labor con la mayor urgencia. Confidencialmente, la Ejecutiva había sido informada de que se formalizaría la movilización de siete quintas;,..La Comisión ejecutiva está en relación permanente con las federaciones nacionales, con el Secretariado de Cataluña y con los organismos oficiales. Son momentos difíciles, días de fiebre. El 19 tiene lugar otra reunión de Comisión ejecutiva. Se tratan asuntos de trámite y se informa de la constitución de batallones de voluntarios, el trabajo más urgente en aquellos momentos. Se examina el problema de Claridad, dentro del contexto de las maniobras que se desarrollaban en Madrid. El día 1." de enero, Javier Bueno había abandonado el periódico, publicando éste una nota sobre su dimisión, cosa incorrecta, pues se había convenido en no hacerla pública hasta que no fuese estudiada por la Comisión ejecutiva. Se acuerda reiterar que la Ejecutiva ratificaba a Javier Bueno en la dirección de Claridad, siempre que aceptara la línea política de la U.G.T. y que, de rechazarla y caso de que se solidarizaran con él el Consejo de empresa y otros elementos, el periódico dejaría de ser órgano de la Unión General de Trabajadores de España. Situación lamentable. En momentos dramáticos a consecuencia de la marcha de la guerra, los patrocinadores de intrigas y maniobras creaban este otro problema, se daban el triste gusto de desahogarse de sus rencores y venganzas, lanzándose sobre Claridad con toda alevosía, aprovechándose de la obligada ausencia de Madrid de quienes legalmente podrían resolver el problema. A las pocas semanas, al ganar la batalla el fascismo, todo estaría perdido. El grupo de los «disidentes» y sus seguidores podían sentirse orgullosos de su labor desintegradora. A partir de los primeros días de abril, de la imprenta de Claridad y de su domicilio social, Narváez 72, saldría un nuevo periódico, Pueblo, órgano de los sindicatos verticales

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de Falange. Araquistain y Baraibar se encontrarían ya en Francia, refugiados; Javier Bueno, como hemos señalado, sería fusilado. En esa reunión de la Ejecutiva del día 19 se examinó también el problema de unificar los organismos de ayuda del Fondo de Solidaridad Internacional y del Comité Nacional de Ayuda. ¡ A buena hora! La delegación de la U.G.T. en París —Ogier Preteceille— informaba que había visitado a Jouhaux y solicitado acciones enérgicas y gestiones de peso político sobre el gobierno francés, pidiéndole medidas expeditivas que permitieran la expedición del armamento que se encontraba en Francia. Se acordó una visita a los frentes de miembros del Comité nacional y de la Comisión ejecutiva. La Federación Sindical Internacional anunciaba el Orden del día de su VIII Congreso Internacional, que se celebraría en Zurich, del 5 al 8 de julio de 1939. El último en su existencia. Se informó de que se había celebrado una reunión del Frente Popular, en la que la F.A.I. había presentado varias proposiciones de tipo militar, en la línea de sus propósitos antigubernamentales. En esa reunión, Baeza Medina, representante de Izquierda Republicana, expuso el problema de un posible traslado del gobierno a Gerona. Habíanse celebrado reuniones conjuntas del P.S.O.E., la U.G.T. y el Partido Comunista para examinar la grave situación que se estaba viviendo. El secretario de la Ejecutiva, Rodríguez Vega, trasladaba a nuestra reunión los resultados de las gestiones que había realizado ante el presidente del gobierno. Rodríguez Vega declaraba que la conversación se había caracterizado por manifestaciones «de una fe absoluta en la lucha y una reafirmación de la consigna de resistencia, que se mantendrá por encima de todo y a pesar de los reveses que podamos sufrir... El presidente —seguía informando Rodríguez Vega— afirmó que en el exterior se modifica la situación . favorablemente a nuestra causa. El presidente señaló que la retaguardia no ofrecía un ambiente favorable; que era preciso mejorar esa situación. En esa Ejecutiva se dio cuenta del decreto de militarización de los ferrocarriles y, como cosa paradójica, Felipe Pretel informaba de que, en la zona Centro-Sur, los republicanos estaban constituyendo «grupos sindicales republicanos». El fenómeno de desintegración moral, guiada por la insensatez, avanzaba en todas direcciones. Como documento histórico, a continuación damos a conocer la última nota oficiosa dada a la prensa por la Comisión ejecutiva de la U.G.T. y que hace referencia a la reunión que venimos comentando:

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« U N I Ó N GENERAL DE TRABAJADORES DE ESPAÑA

»Bajo la presidencia del camarada Antonio Genova se ha reunido la Comisión ejecutiva de esta central sindical. »Fueron aprobadas las altas y bajas. »La Comisión ejecutiva examinó un informe general sobre la situación creada a todas las federaciones nacionales por las recientes medidas del gobierno, adoptándose las resoluciones pertinentes. »Se acordó acusar recibo a los mensajes enviados por las organizaciones de Mineros, Ferroviarios, Ingenieros y Partido Comunista de Inglaterra, en los cuales se conteste al llamamiento hecho por los trabajadores españoles. »Son examinadas diferentes comunicaciones de la delegación en Madrid, así como un informe del delegado de esta central sindical en París. »Es aprobada la gestión de los representantes en el Comité nacional de enlace, Frente Popular y Consejo de Trabajo, así como la Memoria de Tesorería correspondiente al año 1938. «Examinada una comunicación de la F.S.I. convocando al Congreso de la misma para los días 5 al 8 de julio próximo, se acordó confeccionar los informes que solicita. »Por último, la Comisión ejecutiva cambió impresiones sobre la actual situación, a través del informe del secretario general sobre diferentes visitas y reuniones celebradas estos días, tendentes todas a ofrecer una eficaz y positiva ayuda a todas las medidas de gobierno.. »La Ejecutiva, después de estos informes, registró con satisfacción el ambiente de moral y confianza en la victoria que se manifiesta en todas las fuerzas del Frente Popular, estimuladas por la resistencia heroica de nuestros combatientes. «Barcelona, 20 de enero de 1939.» La anterior comunicación fue la última nota oficiosa de la Ejecutiva de la U.G.T. Después, comenzaría la peregrinación: Gerona, Figueras, Perpigñán.-.i Toulouse, Valencia. Durante los días 20 a 23 del mismo mes de enero tiene lugar, en Valencia, otro Pleno nacional del movimiento libertario de la zona Centro; en él están representadas las tres organizaciones: F.A.L, C N . T . y F.I.J.L. Un Pleno más, cuatro días de charlatanería, de divagaciones y dislates de ese conglomerado. La reunión se manifestó contra la movilización, considerando que sólo era válida para Cataluña. ¡Qué sarcasmo! Mientras, pedían la exención del servicio militar para los obreros de «sus» industrias «socializadas». En estas reuniones se manifestaron las cosas más

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absurdas: peligro de un golpe para establecer una dictadura militar marxista; propósito de crear un Estado marxista, etc. Y al lado de esto, una nota sobre la estimación del poderío libertario. Al decir de Peirats —en su obra citada—, «en Extremadura, después de la destitución del coronel Burillo, los libertarios iban adquiriendo predominio en aquel ejército; en Andalucía se contaba con vivas simpatías entre los mandos superiores; en el Centro, el movimiento controlaba el IV Cuerpo de ejército (Cipriano Mera), una división y ocho brigadas; en Levante había ocho brigadas con mandos afines». No obstante haber aprobado el Comité nacional de la C.N.T. las medidas de movilización, el Pleno de Valencia las rechazó. Un delegado llegó a decir: «Esa disposición viene a colmar la ambición de los marxistas tendentes a crear un Estado oficial totalitario,...». No se sabe si quien hablaba era la demencia o delegados de Franco. Estaba a punto de caer Cataluña, y se hablaba de que los marxistas trataban de crear un Estado totalitario. Lenguaje de provocación con etiqueta libertaria. En las sesiones flotaba la figura y los planes del «casadismo-faísmo» o del «faísmo-casadismo» generado por las concepciones fascistas del anticomunismo y la provocación. Otra delegación del Centro —escribe Peirats en su obra— «aludió a que el Partido Socialista, que licenció a Prieto del Ministerio de Defensa, lo utiliza ahora como embajador secreto para la conquista de empréstitos en los países americanos, a cambio de la hipoteca de España...». En la misma página aparece este insólito esquema: «Los marxistas, impulsando la estatificación de todos los elementos vitales del país, estaban en su pap e l ; el movimiento libertario, obstaculizándola, estaba en el suyo...». Triste papel el libertario, con la cotización más elevada en la bolsa del franquismo. El movimiento obrero consciente y auténticamente revolucionario no deberá olvidarlo. A punto de caer Barcelona, cuando el gobierno decreta el «estado de guerra», el famoso Pleno de Valencia, que seguía reunido, manejaba ese mismo día los nombres de Miaja y Casado, este último para que pasara a ser jefe de los Ejércitos del Centro y Miaja su inspector, acordándose por los reunidos la creación del Secretariado nacional de Defensa, todas esas medidas como réplica a la caída de Barcelona. Ninguna idea, ninguna iniciativa de cómo ayudar a Cataluña; la preocupación eran las medidas «revolucionarias» de qué hacer después de la caída de Cataluña. Podría preguntarse: ¿Cuántos agentes de Franco estaban presentes en ese «oportuno» Pleno? «Se había previsto también —escribe José Peirats— la posible llegada del gobierno a aquella zona y había que crear una Junta de Defensa que impidiera ser entregados a aquél atados de pies y manos. 1

1.

Op. cit., tomo I I I , pág. 274.

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Se crearía un Tribunal revolucionario, Comité de Salud Pública o simple contracheca con vistas al Partido Comunista, pues en Valencia operaban a las órdenes de este Partido dos batallones de retaguardia pertrechados por las brigadas afines del frente de Levante.» En este Pleno está la ideología del golpe de Casado. ¡Gran «honor» para el movimiento libertario y lección para la Unión General de Trabajadores de España!... ¿Para qué servía el Pacto de unidad de rcción C.N.T.-U.G.T.?

162 LA SALIDA DE BARCELONA

Como se desprende del capítulo anterior, los acontecimientos en Cataluña marchaban en una dirección y en la zona Centro en otra. La Comisión ejecutiva, atenta a los problemas de Cataluña, dejaba que su delegación en Madrid y Valencia siguiera los problemas de aquella zona, lo que no fue correcto. La Comisión ejecutiva también estaba incursa en el craso error de subestimar a la zona Centro, con sus diez millones de habitantes... Como hemos subrayado en otro lugar, las posiciones ugetistas y su acción en la zona Centro se veían neutralizadas por la acción conjugada del «faísmo» y del centro disidente socialista-ugetista que, con toda clase de medios, realizaban una activa y dinámica acción contra la línea de unidad y contra el gobierno. Las organizaciones del movimiento «faísta», están reunidas casi permanentemente. Pleno tras Pleno, se pasaban el tiempo reunidos. Tanta dinámica, tanta actividad antiunitaria, conspirativa y antigubernamental era y sigue siendo sospechosa ante la historia. ¿Quién movía los hilos de ese «faísmo» que tan buenos servicios estaba prestando al movimiento fascista?... Coincidiendo con la acción subversiva y de conspiración de los «faístas» de la zona Centro en los momentos más difíciles de Barcelona, Caballero, en su libro Af¿r Recuerdos, descubre una baja maniobra de los «faístas» de Cataluña cuando escribe: «García Oliver, Vázquez, Federica Montseny y otros miembros de la C.N.T. fueron a mi casa a decirme que el gobierno estaba deshecho, que todo marchaba "manga por hombro", que no tenía autoridad y que era necesario reforzarlo con personas de solvencia política. Con tal motivo, me invitaron a cooperar en obra tan necesaria —según ellos— para no perder la guerra. Les manifesté que venían a invitarme a un entierro, y que, sintiéndolo mucho, no podía asistir a él». Añade después: «En efec1

1.

Op. cit., págs. 248 y 249.

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to, a los pocos días, las ejecutivas del Partido y de la Unión abandonaban Barcelona sin aviso alguno, dejando que cada cual evacuara como pudiese...» La afirmación no es correcta. La Unión General, como dejamos dicho, evacuó al Comité nacional y a los elementos directivos con todo orden y serenidad en un tren especial con destino a Gerona. Los ejecutivos de la Unión que estaban en Barcelona, Rosal, Anguiano y Lombardía, salieron en los últimos momentos del día 24. El resto de los ejecutivos estaban cumpliendo misiones concretas y Rodríguez Vega, por mandato de la Ejecutiva y de acuerdo con el gobierno, realizando una gestión, no ya urgente, sino diríamos que «desesperada», en París. Al final de este capítulo transcribimos la última convocatoria cursada por el general José Riquelme, como comandante militar de la Plaza, convocando a la U.G.T. a una reunión que debía celebrarse a las 10 de la mañana del día 24 de enero, en vísperas de la entrada de las fuerzas de Franco en Barcelona, cita a la que acudimos sin que pudiera celebrarse. Las autoridades que convocaban no estaban en la Comandancia. Guardamos ese documento como una pieza valiosa para la historia de la U.G-T., y como un testimonio irrefutable de que su Ejecutiva estuvo presente en Barcelona hasta el último momento, representada por los miembros de la misma anteriormente señalados y que salieron para Gerona después del mediodía del 24. La declaración de Caballero de que entre los visitantes estaba «Vázquez» —suponemos que se refiere a Mariano— nos ha extrañado. Bien es verdad que en los últimos momentos, la C.N.T., pese a tener un ministro en el gobierno, no se diferenciaba en nada del «faísmo», en cuanto a conducta. El día 22 o el 23, si no recordamos mal, después de declarar el «estado de guerra», el gobierno recomienda a las organizaciones la evacuación de Barcelona. En el curso del mes de enero, la Comisión ejecutiva había venido siguiendo minuto a minuto los acontecimientos. Reúne al Comité nacional y examina la situación, así como la indicación del gobierno. Son momentos de angustia y emoción. El avance del ejército franquista es arrollador, no encuentra resistencia. La Comisión ejecutiva propone la evacuación de todo el aparato sindical a la Casa del Pueblo de Gerona. De acuerdo con el Sindicato Nacional Ferroviario, se organizará un tren especial que trasladará a todo el personal y equipaje de las directivas y del Comité nacional hacia Gerona. Recomienda que se seleccione la documentación, transportando la más interesante y destruyendo el resto. La Comisión ejecutiva saldrá más tarde y se reunirá en Gerona con el Comité nacional. Así quedó acordado. El 24, después de mediodía, hicimos una última visita a las oficinas y almacén central de la Caja de Reparaciones, en la Plaza de Cataluña. Ya había sido evacuado el personal, quedando una guardia voluntaria que

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permanecería en su puesto hasta que el local fuese ocupado por nuevas autoridades. Anguiano, Lombardía y Rosal visitamos igualmente, por última vez, las oficinas de la U.G.T., sitas en la Diagonal. Había sido ya evacuado lo que quedaba de interés. En el gran portal permanecía la guardia que tenía asignada aquel edificio, un grupo de soldados de sanidad, liberados de servicios de guerra por enfermedades o defectos, fingidos o reales que siempre me habían parecido sospechosos. En aquellos momentos daban la impresión «de estar en actitud más de sublevados que de leales». Tenían las puertas principales cerradas y una entreabierta. Parecía como si tuvieran la intención de dejarnos encerrados. Quedaba en la oficina un joven recadero de unos 16 años como cuidador de ella... De allí nos fuimos, a requerimiento de Lombardía, al local del Comité central del Partido Comunista. En aquel momento no se encontraba en él más que un grupo de militantes, quemando papeles. El Partido Comunista tenía otros locales. Cruzamos Barcelona. Las calles estaban desiertas. No se veía un alma. Se respiraba un ambiente de miedo. La ruta hasta Gerona era un río de gentes que huían. Vivíamos las últimas horas de una Barcelona republicana. He aquí el texto de la convocatoria del general José Riquelme, comandante militar de la zona, mencionada en este capítulo: Cítese al contestar la Sección, Negociado, Fecha y № de Registro

COMANDANCIA

MILITAR

DE

LA

ZONA

Interior de la Región Oriental SECCIÓN DE E. M. NEGOCIADO Operaciones REGISTRO N.° 403 Dadas las circunstancias actuales y la necesidad de que todas las autoridades y fuerzas activas de la plaza estén en contacto y conexión con la Autoridad Militar que ha asumido el mando de la misma, ruego a Vd. tenga a bien concurrir a mi despacho hoy a las 10 horas para tratar de lo más adecuado y que se pueda disponer en los medios civiles y particulares en

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bien de la población civil y su seguridad. Barcelona, 24 de enero de 1939. De O. de S. E. EL COMISARIO DE GUERRA (firma ilegible) EL GENERAL COMANDANTE MILITAR (firmado: José Riquelme) U N I O N GENERAL DE TRABAJADORES

PLAZA

163 HACIA GERONA

Ya tarde, emprendimos el viaje hacia Gerona. Un viaje en silencio; ninguno de los tres —Anguiano, Lombardía, Amaro— decía nada. Nuestro chófer, Antonio («el Sardina»), siempre parlanchín como buen taxista madrileño, tampoco. Hundidos cada cual en sus reflexiones, llegamos a un lugar de la ruta, un pueblecito en el que Lombardía tenía a su familia junto a la de Tagüeña, su concuñado. Allí pernoctamos. Al día siguiente, Anguiano y yo continuamos a Gerona, donde llegamos a primera hora, dirigiéndonos a la Casa del Pueblo. Gerona estaba desierta. No se veía un alma por las calles. Era una ciudad abandonada, muerta. Había sufrido terribles bombardeos. La población huía hacia la frontera francesa. Llegamos a la Casa del Pueblo pensando encontrar concentrado al Comité nacional. Estaba abandonada. Las puertas abiertas; por el suelo, maletas, paquetes, útiles diversos, ropas, todo ello en un gran desorden. Daba la impresión de que la Casa del Pueblo había sido desalojada precipitadamente. Como director general de la Caja de Reparaciones, había recibido instrucciones de instalar unas oficinas en Figueras, y allí suponía que estarían los funcionarios designados para ello, con el subdirector, Andrés Conesa. No encontrando ningún contacto ugetista en Gerona, donde sólo existían organismos militares y una actividad del P.S.U.C. y del P.C., seguimos camino hacia Figueras. El gobierno había establecido allí dependencias improvisadas. Los funcionarios deambulaban de un lugar a otro. La pequeña ciudad vivía en el mayor desconcierto. La Caja de Reparaciones —o su delegación— se había instalado en un pequeño local, y el Comité nacional de la U.G.T., en el de la Casa del Pueblo. La casi totalidad de sus miembros estaban en plena sublevación, irritados, violentos, desesperados, como si uno fuese el responsable de aquella situación, de aquellos momentos de tragedia. Algo desconcertante y muy difícil de narrar. Por el hecho más nimio surgía un conflicto. Anguiano, tan respetable y respetuoso, no salía

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de uno cuando entraba en otro. Las gentes habían perdido todo control. El Comité nacional no entendía razones. Se habla roto lo que pudiéramos llamar el equilibrio moral. Para ser fieles a la verdad y a los hechos, de nuevo nos vemos obligados a dejar constancia de que en esa situación de desbarajuste, de desmoralización colectiva, sólo el Partido Socialista Unificado de Cataluña y el Partido Comunista, y con ellos las direcciones de la Unión General de Trabajadores y del Partido Socialista, realizaban esfuerzos sobrehumanos por contener la avalancha de desmoralización, para darle un cauce de confianza, de serenidad y calma que permitiera encontrar soluciones responsables y eficaces a los problemas de abastecimiento y de transportes y, sobre todo, de ayuda y colaboración con el ejército en sus movimientos y maniobras de resistencia para garantizar la retirada. Gerona estaba convertida en una plaza abierta; Figueras, en una plaza desbordada, masivamente invadida por las multitudes que habían llegado huyendo desde Barcelona con la esperanza de ganar la frontera francesa. En esa situación, tanto el Partido Comunista como el P.S.U.C. intentaron establecer en Gerona, en los primeros momentos, un centro de apoyo, un conten a la desbandada, una organización de la ciudad. Perdida Barcelona el veintiséis de enero, a los cinco días, el P.C. publicaba en Gerona su órgano frente Rojo, alentando a las organizaciones, a las masas, a la clase obrera, llamando a la serenidad, a la resistencia, enfrentándose a la desmoralización y al caos que representaba una huida determinada por el pánico. En su número del 3 de febrero aparece un llamamiento sindical del Secretariado de la U.G.T. de Cataluña, convocando a los militantes de la Federación Siderometalúrgica junto a su editorial, «¡ Firme Moral! », que es, al mismo tiempo que un llamamiento, fortificación de Gerona Treball, el órgano del P.S.U.C, empezó a publicarse en Gerona, igualmente, a los cuatro días de la caída de Barcelona. El día cinco de febrero caía Gerona. El potencial bélico del enemigo lo arrollaba todo. Esos dos periódicos fueron las dos únicas banderas de unidad, de lucha, de exaltación patriótica que aparecieron en Gerona en aquellos días, en aquellas horas dramáticas para Cataluña, para la República, para España. Entre nuestras ilustraciones, el lector encontrará, reproducidas, las primeras páginas de los ejemplares de Frente Rojo y Treball a que nos hemos referido. Ese es el mejor testimonio, la prueba irrefutable de la verdad histórica de lo que afirmamos: que sólo dos partidos políticos de la clase obrera mantuvieron en alto la bandera de lucha de la República, la bandera de la resistencia por la libertad y la independencia de España en los momentos más decisivos de la gran contienda de nuestro pueblo.

164 LA EJECUTIVA DE LA U.G.T. EN FIGUERAS

La U.G.T., como es sabido, habíase constituido en Barcelona en agosto de 1888; en enero y primera semana de febrero de 1939, su Comité nacional estaría instalado por unos días en Figueras. Serían los últimos días de su legalidad, pues lo ocurrido en la zona Centro, después de la caída de Cataluña, estuvo fuera, al margen de la legalidad de la Unión General de Trabajadores de España. Los «disidentes» socialistas-ugetistas, todo lo que se movió en torno al golpe nilitar-«faísta» del coronel Casado, esa intriga, esa maniobra que condujo a la más vergonzante claudicación está en el contexto de lo subversivo, de la ilegalidad, de lo faccioso, de una cobarde suplantación de los poderes legales y de derecho de la República. La Unión General de Trabajadores de España, como tal, fiel a su historia, nada ha tenido que ver con ese triste y lamentable acontecimiento. Aquellos elementos que han tratado de involucrar a la U.G.T. en el golpe militar del coronel Casado estaban al margen de la U.G.T., de su historia y de los intereses del proletariado español. Hemos adelantado los anteriores conceptos porque vamos a entrar en el último capítulo de la vida legal de la U.G.T. en España hasta la pérdida de Cataluña, dejando sentado como principio que a partir de ese momento quedó roto el hilo de su continuidad histórica. En la zona Centro trataron de imponerse y de funcionar poderes facciosos en todos los órdenes: militar, civil y en las direcciones políticas y sindicales que sustentaban el Frente Popular y al Gobierno. Frente al enemigo y de acuerdo con el enemigo, se sustituyó por el golpe militar casadista, por la violencia, al Gobierno, a las direcciones políticas y sindicales que le daban sustento, a la legalidad de las estructuras políticas, sindicales y constitucionales. He ahí lo faccioso y la traición. La U.G.T. jamás aceptó poderes facciosos, espúreos, no traicionó los intereses de la clase obrera. La Comisión ejecutiva de la U.G.T. quedó instalada en Figueras el 26 de enero de 1939, celebrando su primera reunión en la que aprobaba la

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siguiente resolución que fue comunicada al gobierno y que sirvió de orientación en aquellos momentos de confusión:

« C O M I S I Ó N EJECUTIVA

•siReunión celebrada en Figueras el 26-1-1939 ^Decisiones »1* »2* »3* »4. »5. »6* a

a

»7* »8*

»9* »10* »11*

»12*

aprobadas: Todas las energías y colaboraciones deben tender a restablecer el orden público y la autoridad militar. Mando único sobre todas las fuerzas de carabineros, Asalto y demás unidades. Militarización del transporte. Organismo centralizado de evacuación. Centralización de la política de abastecimiento. Núcleos de control, bien seleccionados, en los puntos estratégicos de carreteras para la recuperación de personal. Medios de transporte para coordinar la evacuación. Que una Comisión del Comité nacional se encargue de los trabajos de evacuación de niños, mujeres y hombres de más de 55 años. Que se publique una Hoja de Información por el Ministerio de la Información. Control riguroso de la frontera por las autoridades. Que los diputados se responsabilicen en trabajos políticos de información y orientación en los frentes y zonas urbanas más importantes de la retaguardia. Que organicen e intervengan en mítines y asambleas en las que se oriente al pueblo. Que las autoridades militares, por medio de bandos, den a conocer las instrucciones de excepción que aconseja la grave situación que se confronta.»

El 28 de enero tiene lugar una reunión del Comité nacional con la participación de las comisiones ejecutivas de las federaciones nacionales. La convocatoria dice así:

24.

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AMARO DEL ROSAL « E N LA CASA DEL P U E B L O

y>Figüeras, 28 de enero de 1939 »Se cita a todos los compañeros miembros del Comité nacional a una reunión, a las cuatro de la tarde de hoy, para cambiar impresiones e informar sobre la actual situación. »Firmado: A. Rosal.» Hay un sello de caucho: U N I O N GENERAL DE TRABAJADORES DE ESPAÑA. Y más abajo, una línea que dice: «Firma de enterado-», seguida de las firmas de los miembros del Comité nacional de la U.G.T. presentes en Figueras. 1

El Comité nacional analiza la situación y aprueba las decisiones adoptadas por la Comisión ejecutiva en su reunión del día 26, mostrando su conformidad con las declaraciones políticas dadas a conocer por el presidente del gobierno, doctor Negrín, en su discurso de la noche del 27. Entre otras resoluciones, se aprobaron las siguientes: realizar un trabajo de coordinación con las organizaciones locales; que la Ejecutiva se reúna todos los días, a las 10 de la mañana, con los representantes de las federaciones; nombrar una Comisión de dos compañeros encargada de los trabajos de evacuación de mujeres, niños y hombres de más de cincuenta años, así como de los inválidos; que la Federación de Hotelería se encargue de organizar el problema de los comedores colectivos. El día 29 de enero y siguientes, la organización comunista de Figueras publica diversos «Boletines de Información», que consideramos de interés recoger en este trabajo. Helos aquí:

« E N TODAS PARTES SON ACOGIDAS CON ENTUSIASMO LAS CONSIGNAS DE LUCHA DEL DOCTOR N E G R Í N

»E1 discurso del presidente del Consejo, doctor Negrín, radiado desde la emisora de Gerona, ha sido impreso en hojas, insertado en periódicos murales, y la Subsecretaría de Propaganda recorre los pueblos 1. Véase, entre nuestras ilustraciones, la reproducción de este histórico documento. Pese a los defectos del grabado, hemos tenido interés en ofrecerlo a nuestros lectores.

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difundiendo, por medio de altavoces, el discurso del presidente del Consejo. »La población civil y la fuerza armada acogen con entusiasmo las palabras y consignas del doctor Negrín, reafirmando su inquebrantable y firme voluntad de luchar hasta conseguir la victoria sobre los bárbaros invasores. «ANTEAYER H A N DESFILADO POR LAS CALLES DE FIGUERAS algunas compañías de guardias de Asalto, llevando a la cabeza la bandera de la República. La población civil, que llenaba las calles, ha estallado a su paso en vítores al ejército, a Cataluña y a la victoria de la República»

«UNA

IMPONENTE MANIFESTACIÓN POPULAR RECORRE LAS CALLES DE GERONA

»En el día de ayer, el Partido Comunista de España, conjuntamente al P.S.U.C. y las J.S.U., celebró en Gerona una gran asamblea popular que fue, por su carácter y grandeza, una verdadera movilización de toda la población civil catalana y de sus comarcas. A este formidable acto asistieron centenares de personas que sumaron a la iniciativa comunista su voluntad de lucha y su deseo inquebrantable de resistir frente a las fuerzas extranjeras de invasión. »En su informe, el camarada Giorla dijo que es preciso que todos aporten el máximo esfuerzo para que la caída de Barcelona no sea la pérdida de Cataluña. Esto podemos y debemos lograrlo poniendo en tensión todas las energías. El pueblo entero tiene que ponerse al lado del Ejército popular. «Después de haber señalado las tareas fundamentales del momento y la necesidad de una lucha más enérgica contra la quinta columna y sus agentes trotskistas, al finalizar su informe el camarada Giorla dijo: "Somos miembros del Partido Comunista, y como tales pertenecemos a la gloriosa Internacional Comunista. Ello quiere decir que hemos de seguir siendo los más valientes en la lucha, los más abnegados en el trabajo y los que estemos siempre dispuestos, con nuestro sacrificio y nuestra moral, a dar ejemplo para que el combate arrecie y España pueda ser salvada". «Después de terminada la gran asamblea, se organizó una imponente manifestación que nutrían varios miles de personas y que recorrió las calles de la histórica ciudad gerundense. Durante el trayecto, dirigieron la palabra al pueblo los camaradas Giorla, Carrillo, Arlandis y Ardiaca.

AMARO DEL ROSAL

«Toda Gerona vibró ayer de entusiasmo patriótico, dispuesta con toda Cataluña a redoblar la lucha para que los invasores de nuestra tierra se estrellen contra nuestra voluntad de ser libres.» «...en nuestra Santa guerra defendemos no sólo la independencia de España, sino la libertad del Mundo.»

«Figueras, 29 de enero de 1939. «PARTE O F I C I A L DE GUERRA CORRESPONDIENTE AL DÍA 28 DE ENERO DE 1939 «FRENTE DE CATALUÑA :

»Los soldados españoles han rechazado con gran heroísmo fortísimos ataques enemigos al este de Solsona y Manresa, causando muchas bajas a las fuerzas al servicio de la invasión. «También se combate intensamente en el sector de Mataró, resistiendo nuestras tropas la presión de los invasores y soldados facciosos a su servicio.»

« B O L E T Í N DE INFORMACIÓN

N.° 5 «Figueras, 2 de febrero de 1939. «PARTE O F I C I A L DÉ GUERRA CORRESPONDIENTE AL DÍA 1 DE FEBRERO DE

1939

«FRENTE DE CATALUÑA:

«Ha proseguido en todos los sectores la intensa batalla, resistiendo nuestros soldados la presión de las divisiones italianas y fuerzas facciosas a su servicio que, a costa de duro quebranto, consiguió avanzar su línea en las zonas de Malgrat. «En los demás sectores, los ataques han sido vigorosamente contenidos, no obstante el constante apoyo de la aviación y artillería italogermana.

H I S T O R I A DE LA U.G.T. «FRENTE DEL C E N T R O :

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'

»La artillería facciosa cañoneó ayer intensamente el cáseo urbano de Madrid.»

«Partido

Comunista de España « B O L E T Í N DE INFORMACIÓN

N.° 6 »Figueras, 3 de febrero de 1939»PARTE O F I C I A L DE GUERRA CORRESPONDIENTE AL DÍA 3 DE FEBRERO DE 1939 «FRENTE DE CATALUÑA:

»En las últimas horas de la jornada de ayer los invasores y fuerzas españolas a su servicio consiguieron progresar hasta Vich. «Hoy, a pesar del fuerte temporal, ha continuado la intensa batalla, luchándose con dureza en los sectores de Berga, Taradell, Seva y zona norte de Blanes donde nuestros soldados resisten tenazmente la presión de las divisiones italianas y tropas españolas que les secundan. »FRENTE DE EXTREMADURA:

»Un intento enemigo en el sector de Valsequillo fue rotundamente rechazado, replegándose a sus posiciones, duramente castigadas, las fuerzas al servicio de la invasión. « D E M Á S FRENTES :

»Sin noticias de interés.»

El día 30 de enero, a las diez de la mañana, la Comisión ejecutiva celebra una nueva reunión con asistencia de Edmundo Domínguez, llegado de la zona Centro-sur. He aquí el resumen de lo tratado:

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AMARO DEL ROSAL

«ACTA Ed. Domínguez J. Rodríguez Vega A. Rosal E. Ureña D. Anguiano A. Genova »En Figueras, a las diez de la mañana del día 30 de enero de 1939, se reúne la Comisión ejecutiva de la U.G.T. para examinar diferentes problemas. »Se acuerda convocar al presidente, Ramón González Peña. »Se acuerda celebrar una reunión conjunta con los representantes del Partido Socialista y Partido Comunista, mañana a las 5 de la tarde, para examinar la situación. »E1 compañero Ureña plantea que se visite al compañero Moix, ministro de Trabajo, para plantearle el problema de los niños. »Se ratifica el acuerdo de que el compañero Vega, con toda urgencia, ultime las gestiones sobre evacuación de niños y mujeres. »La Ejecutiva se da por enterada de que la Comisión de evacuación ha terminado los trabajos para la evacuación de las familias de los miembros del Comité nacional. Los pasaportes están siendo gestionados por la Comisión ejecutiva. »Vega plantea, y se acuerda, que el compañero Pretel realice las gestiones pertinentes para instalar en la zona Centro la administración de la Unión. »E1 secretario general —Vega— da cuenta de las gestiones realizadas en el Ministerio de Estado, donde le hicieron la sugerencia de que se constituya una Comisión interministerial para la solución de la evacuación de mujeres y niños. Da cuenta de haber cursado dos telegramas a la organización francesa. »Se encarga al compañero Amaro de una gestión ante el Ministerio de Hacienda. »Se ratifica el acuerdo de que el compañero Antonio Genova se traslade a Perpigñán y forme, con el compañero Cordero, una comisión de colaboración en los trabajos de recepción de mujeres y niños. La Comisión está instalada en el Hotel Sala, de Perpigñán. »E1 compañero Domínguez da cuenta de la marcha de la delegación de Madrid, zona Centro. »La Comisión ejecutiva examina la situación y acuerda ratificar su confianza al gobierno, mostrando su absoluta conformidad con el discurso pronunciado por el doctor Negrín. La Comisión ejecutiva

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orienta sus primeros trabajos en la dirección que señala el jefe de gobierno. »No tratándose otros asuntos, se levanta la reunión.» A continuación, la Comisión ejecutiva dio a conocer el siguiente documento :

« U N I Ó N GENERAL DE TRABAJADORES DE ESPAÑA

»Comisión

ejecutiva

»NOTA OFICIOSA

»Bajo la presidencia del camarada Edmundo Domínguez se ha reunido la Comisión ejecutiva de la U . G . T . Después de un amplio examen de la nueva situación por que atraviesa la República, se adoptan algunas resoluciones que serán llevadas a la práctica con toda rapidez, con el fin de contribuir a la solución de aquellos problemas más urgentes. Se acuerda que el camarada secretario general ultime las gestiones emprendidas ante organismos internacionales para facilitar con toda celeridad la labor de evacuación de mujeres y niños, así como la asistencia sanitaria de la zona de concentración de evacuados. Se acordó convocar al Partido Socialista y al Partido Comunista a una reunión conjunta. Igualmente se convino en formalizar las actividades del Comité nacional de enlace de las dos centrales sindicales. »La Comisión ejecutiva, después de una amplia información sobre la situación militar, muéstrase identificada con el gobierno y con las orientaciones marcadas por su presidente en su último discurso. La U . G - T . , interpretando una realidad de profundo sentimiento antifascista y patriótico, orienta sus primeros pasos en la dirección que señala el jefe del gobierno, con la preocupación fundamental de canalizar ese formidable sentimiento de resistencia para hacer de él la fuerza moral del pueblo español en esta hora grandiosa de su lucha por la libertad y la independencia de España. La Comisión ejecutiva contribuirá al reagrupamiento de todas las fuerzas positivas con que cuenta la República para defenderse de la invasión y de la indiferencia incalificable de las llamadas democracias. La Comisión ejecutiva exhorta a todos sus militantes al más severo cumplimiento del deber, segura de que serán superadas las presentes circunstancias, fortaleciéndose la resistencia tanto en el frente como en la retaguardia. Traslada un saludo caluroso en expresiones de

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firmeza y confianza a los combatientes en la zona Centro-sur que en la España republicana se mantienen en pie de guerra, dispuestos a cumplir con el deber que exigen estas graves horas para el porvenir y destino de nuestra patria. ¡Viva España libre! ¡Viva la República! Figueras, 31 de enero de 1939.» El Frente Popular celebró una reunión a las cinco de la tarde del día 3 1 ; en ella acordó publicar un manifiesto dirigido a la retaguardia tratando de fortalecer su moral y exhortándola a una participación en la lucha. Acordó también ofrecer la más amplia colaboración al gobierno y mostró su disconformidad con la idea de constituir una Junta delegada para la defensa de Barcelona. Ese mismo día, de acuerdo con una iniciativa de la Comisión ejecutiva de la U.G.T., se celebra una reunión con los partidos de clase. He aquí la nota sobre la reunión: 1

«Reunión conjunta del Partido Comunista de España, Partido Socialista y Unión General de Trabajadores, celebrada en Figueras el 31 de enero de 1939«ASUNTOS : »Se examina la situación de la zona Centro-sur, considerándose como buena. »Se acuerda la creación de un organismo permanente, P.C.E.P.S.O.E.-U.G.T. y Juventudes, para examinar y resolver problemas concretos que fortalezcan la unidad de acción, como la mejor garantía para la defensa de los intereses de la República. »Se examina y aprueba, igualmente, la propuesta de enviar siete compañeros a la otra zona, representando a cada una de las organizaciones, para ponerse en contacto con los trabajadores y les trasladen las informaciones sobre la realidad de la situación en Cataluña. «Realizar con toda urgencia gestiones de presión sobre las dos Internacionales para lograr una acción de mayor eficacia y con toda urgencia, y poder contrarrestar la acción fascista ante la pérdida de Barcelona. Llamamiento al proletariado internacional para hacerle ver nuestras posibilidades de resistencia y de victoria si contamos con su decidida solidaridad y ayuda. «Se examina el problema de los elementos de significación política sindical o administrativa que han huido al extranjero. «Figueras, 31 de enero de 1939.» 1.

Archivos de la Unión General de Trabajadores de España.

165 LA ULTIMA CAPITAL DE LA SEGUNDA REPÚBLICA ESPAÑOLA

Por pocos días, el simpático pueblo de Figueras, con su famoso castillo —en el que el Ministerio de Hacienda y la Caja de Reparaciones habían almacenado verdaderos tesoros— fue la capital de la España republicana. En esa ciudad predestinada al martirio, se habían refugiado el gobierno, las directivas nacionales de las organizaciones sindicales y partidos políticos, las Cortes españolas, representantes del Cuerpo diplomático de los países que seguían reconociendo al gobierno legal de España, y decenas de miles de ciudadanos —hombres, mujeres y niños— que huían ante las fuerzas fascistas. En esos días, Figueras era la imagen del caos, el desorden y la locura en torno a los problemas de abastecimiento, de acomodo de los refugiados, de transporte, evacuación, pasaportes... En medio de ese desorden administrativo, de esa aglomeración nunca vista de masasdesesperadas, la aviación enemiga prodigaba sus terribles y criminales bombardeos sobre un pueblo inerme. Con un instinto criminal, sanguinario e incivil los aviadores italo-germanos —nos resistimos a creer que en esas escuadrillas de terror y de muerte figuraran también pilotos españoles— lanzaban sus mortíferas cargas sobre la concentración civil de Figueras. Fueron las últimas acciones «heroicas» y «gloriosas» que una cruzada de barbarie llevaría a cabo en Cataluña, mientras una importante partida de aviones desarmados —destinada al gobierno republicano— permanecía detenida en Francia. Como en Gerona, como en los frentes y en la retaguardia, el Partida Comunista tenía en permanente movilización a sus mejores militantes,, tratando desesperadamente de galvanizar una situación que se deshacía por todas partes; de masas humanas que habían perdido los nervios. Nohabía sido éste el caso de Madrid, en 1936; allí no sólo no se habían perdido los nervios, sino que estuvieron dominados y en máxima tensión en las horas decisivas de noviembre de 1936, cuando el enemigo se disponía

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al asalto de la capital de España y no logró su objetivo. El 31 de enero, en Figueras, como en Gerona, apareció el órgano del Partido Comunista, Frente Rojo, único vehículo de orientación con que contaba aquella muchedumbre en tránsito por carreteras y caminos, la refugiada en la pequeña villa de Figueras y los cambatientes en los frentes. Los esfuerzos resultaban inútiles, no había manera de superar aquella situación ni de impregnar de moral a esa multitud desmoralizada, entre la que se contaban por millares las mujeres, los niños, los ancianos, los heridos y mutilados de guerra... Ante el avance del enemigo se producía el éxodo de todo un pueblo: tal vez un millón de seres humanos, civiles y militares lanzados por todos los caminos que llevaban a la frontera de Francia, y por las montañas, fuera de los caminos practicables. En nuestras páginas ilustradas damos a conocer ese número de Frente Rojo publicado en Figueras el 31 de enero de 1939- Es el mismo Frente Rojo de Madrid, de Valencia, de Barcelona, de Gerona..;.^ Ese papel es como el hilo rojo de nuestra historia. Desde la trinchera de la U.G.T., la de aquellos días y la de hoy, queremos dejar constancia de una conducta, de un hecho que tanta significación tenía y que representaba la más valiosa ayuda al problema de la unidad, cuestión ésta a la que la dirección ugetista permaneció fiel hasta el último momento. Al dejar registrado ese comportamiento de uno de los partidos políticos de la clase obrera que supo mantenerse en vanguardia de la lucha, al servicio de los más altos intereses de la nación, con elevado sentido patriótico, no nos mueve, en absoluto, ningún interés partidista, ni mucho menos el veneno del sectarismo. Lo hacemos como ugetistas, como dirigentes que fuimos de la Unión General de Trabajadores de España. Nada más, pero tampoco nada menos. Frente a las insidias, las calumnias, las deformaciones de los hechos por tantos de los que han escrito sobre los últimos episodios de la República española, hemos considerado que nuestro deber era poner de relieve las verdades ocultadas por otros y, sobre todo, aquella realidad de la que fuimos testigo, que personalmente nos tocó vivir. Digamos, para poner fin a este capítulo figuerense, que el emocionante texto de ese Frente Rojo, cuya cabeza reproducimos en otro lugar de este libro, fue en aquellos momentos como lo sigue siendo ahora —cerca de cuarenta años después—, una bandera de estímulo moral, de lucha y de resistencia.

166 U N A REUNION DEL B.P. DEL PARTIDO COMUNISTA

Los días 30 y 31 de enero se había reunido en Figueras el Buró Político del Partido Comunista, reunión a la que asistieron todos los miembros que se encontraban en la zona catalana y un miembro del Comité central de la delegación Centro-sur. El Partido Comunista enviaba a la Ejecutiva de la U.G.T. las resoluciones adoptadas en sus reuniones, y así nos hizo llegar una por la que expulsaba del Partido, por cuestiones políticas, a varios militantes entre los que figuraba César García Lombardía, secretario general de la Federación Española de Trabajadores de la Enseñanza (F.E.T.E.) y miembro de la Comisión ejecutiva de la U.G.T. Esta no tenía por qué entrar en las decisiones de tipo político que adoptara el Partido Comunista, las cuales en ningún caso podrían trasladarse a la organización sindical con carácter de obligarla. La Comisión ejecutiva de la U.G.T. examinó el problema y decidió seguir considerando a César García Lombardía como vocal de la misma y secretario general de la F.E.T.E. El autor de este trabajo, que conocía perfectamente a Lombardía, siempre estimó que esa medida en su contra fue precipitada e injusta y que, con ella, se quebrantó seriamente la moral y el entusiasmo de un magnífico militante sindical que, con tristeza y desilusión, se apartó del movimiento obrero al que, no obstante su juventud, había rendido grandes servicios. La Comisión ejecutiva lamentó profundamente una decisión que, en el orden sindical, afectaba a uno de sus miembros, a un dirigente que era toda una promesa al frente de la Federación de Trabajadores de la Enseñanza. En el Comité nacional de enlace U.G.T.-C.N.T. así como en las reuniones del Comité nacional de la U.G.T. había desempeñado un magnífico papel. En los primeros momentos de la lucha había sido comisario del Batallón de la Enseñanza, en la defensa de Madrid. Lombardía murió en México. Sentimos que no haya podido llegar a su conocimiento este testimonio que, en toda justicia, quiere tributarle quien en aquellos momentos era secretario adjunto de la U.G.T.

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En una resolución de tipo sindical, el Pleno afirmaba: «Los sindicatos de la U.G.T., y de la C.N.T., en estos momentos decisivos, no pueden tener ninguna divergencia, jugarán un papel aún más decisivo en esta unidad del pueblo para la resistencia y la victoria...». Como ejemplo de lo que afirmamos al comienzo de este capítulo respecto a las relaciones de la dirección del Partido Comunista con la de nuestra central sindical, he aquí una de las últimas comunicaciones de este tipo dirigidas al Comité nacional de la U.G.T. y recibidas, en realidad, por su Comisión ejecutiva, y de las que ésta se limitaba a darse por enterada. Dice así: 1

PARTIDO COMUNISTA DE ESPAÑA (Sección Española de la Internacional Comunista) COMITÉ CENTRAL Balmes, 205. Teléfono 74143 BARCELONA Figueras, 2 de febrero de 1939 U N I O N GENERAL DE TRABAJADORES Comité Nacional CIUDAD Estimados compañeros: El Buró Político de nuestro Partido se ha reunido para hacer un examen de la situación actual; como conclusión de dicha reunión, ha adoptado la resolución que os adjuntamos en la presente para vuestro conocimiento. Sin otra cosa por el momento, quedamos vuestros y de la causa antifascista. Por el COMITÉ CENTRAL El Secretariado (firmado: Luis Cabo Giorla)

1.

Archivos de la Unión General de Trabajadores de España.

167 ULTIMAS ACTIVIDADES EN FIGUERAS. CAMINO DE FRANCIA

El día 1* de febrero, la Comisión ejecutiva registra en su reunión los siguientes problemas: que la Comisión de evacuación realizó la primera evacuación de mujeres y niños a Cerbere, «donde fueron magníficamente atendidos»; haberse constituido en la Casa del Pueblo [de Figueras] otra Comisión de evacuación de carácter general. La de haber quedado organizado el comedor por la Comisión de abastos; la constitución de un dispensario en la Casa del Pueblo; que Edmundo Domínguez, de la delegación Centro-sur, saliera inmediatamente para Valencia, portador de un mensaje de la Ejecutiva de la U.G.T. a los trabajadores de aquella zona; que el secretario general, José Rodríguez Vega, se desplazara urgentemente a París, con el fin de informar de la situación a las Internacionales y a la Confederación General del Trabajo de Francia. Ese mismo 1.° de febrero, en el castillo de Figueras, tiene lugar la última reunión en territorio español de las Cortes españolas surgidas de las elecciones democráticas del 16 de febrero de 1936. En esta histórica reunión, a la que asistieron cerca de 80 diputados, el presidente del Consejo, doctor Negrín, sintetizó la posición del gobierno en tres puntos: «Respeto a la soberanía y a la independencia nacionales; realización de un plebiscito, mediante el cual el pueblo pueda darse el régimen que estime con1

1. Durante la guerra, las Cortes se reunieron en varias ocasiones: el 1." de octubre de 1936, en Madrid; el 1.° de diciembre de 1936, en el Ayuntamiento de Valencia; el 1 y 2 de octubre de 1937, en el edificio de la Lonja de Valencia; el 1.° de febrero de 1938, en el monasterio de Montserrat; el 30 de setiembre de 1938, en el monasterio de San Cugat del Valles, y el 1.° de febrero de 1939, en el castillo de Figueras. En 1945, el gobierno mexicano concedió derecho de extraterritorialidad al magnífico Palacio de Bellas Artes de la capital azteca, para que las Cortes españolas en la emigración pudieran celebrar en él varias sesiones; en ellas quedó constituido un nuevo gobierno en la emigración, desapareciendo el del doctor Negrín.

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veniente; libertad para que todo el que lo desee pueda expatriarse sin perder su derecho de nacionalidad». Junto a esa formulación, ratificaba su política de unidad y de resistencia. La histórica sesión proclamó: «Las Cortes de la nación, elegidas y convocadas con sujeción estricta a la Constitución del país, ratifican a su pueblo, y ante la opinión universal, el derecho legítimo de España a conservar la integridad de su territorio y la libre soberanía de su destino político. Proclaman solemnemente que a esta obra de independencia y de libertad nacional le asiste unánime el concurso de los españoles y que, sean cuales fueren las vicisitudes transitorias de la guerra, permanecerán firmemente unidas en la defensa de sus derechos imprescriptibles. Saludan al Ejército de Mar, Tierra y Aire y ratifican su confianza invariable en el porvenir glorioso de la patria española. Castillo de Figueras, 1." de febrero de 1939». El 4 de febrero, las fuerzas enemigas entraban en Gerona, capital antesala de la frontera. Figueras sería el próximo objetivo. Su inmediata evacuación se imponía. Ese mismo día, con el enemigo encima y no a la vista, se reunía la Comisión ejecutiva de la U.G.T. He aquí la nota que facilitó a la prensa:

« N O T A DE LA R E U N I Ó N DE LA C O M I S I Ó N EJECUTIVA DE LA U.G.T. CELEBRADA EN FIGUERAS

y>El 4 de febrero de 1939, con los miembros del Comité nacional »A las doce se reúnen los miembros de la Comisión ejecutiva presentes en Figueras: Anguiano, Ureña, Lombardía y Amaro. Justificadas las ausencias. Asisten los miembros del Comité nacional presentes en Figueras. »Se da cuenta de la reunión celebrada con el Frente Popular. »Se aprueba el manifiesto para la otra zona, del que será portador Edmundo Domínguez, con instrucciones para la delegación. «Actitud de los partidos y de las organizaciones con los que desertan de sus puestos de responsabilidad. »Se acuerda celebrar a las doce una reunión con los miembros del Comité nacional para examinar la situación. »Ureña estima que el Comité nacional es un lastre, que hemos llegado a una situación grave que aconseja la evacuación del Comité nacional; que ya no se encuentra en Figueras ni el gobierno; que no acepta la responsabilidad de seguir manteniéndose en Figueras. «Amaro: Que la Comisión ejecutiva continúe en Figueras, que

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se deje en libertad al Comité nacional para establecerse en otra localidad. Los representantes de las federaciones que lo estimen pueden quedarse con la Ejecutiva. Hacer una visita al gobierno. «Ureña: Se manifiesta en contra. «Vidal Rosell, Vizcarra, Chacón y Cabezas se muestran de acuerdo con que la Comisión ejecutiva y el Comité nacional se queden en Figueras. «Rectifica su posición la Comisión ejecutiva y se acuerda que ésta continúe en Figueras y que el Comité nacional se instale en la Masía que tiene la U.G.T. en la frontera, donde están concentrados sus archivos y algún equipo, y que allí espere instrucciones. «Se acuerda que el compañero Ureña salga asimismo para la Masía, encargándose de seleccionar el archivo y prepararlo para su evacuación a Francia. Entre los materiales está una colección completa de El Socialista. «Figueras, 4 de febrero de 1939 » Sería la última reunión. A las pocas horas, a su vez, se reuniría el Comité nacional para adoptar las últimas y decisivas decisiones: su evacuación, y que se concentrara en la Mourse du Travail de Perpignan, es decir, que sus miembros, salvando las dificultades con que puedan tropezar en territorio francés, procuren llegar a Perpignan. En el Hotel Sala de dicha ciudad se encontraba la delegación de la U.G.T. y del P.S.O.E., es decir, Antonio Genova y Manuel Cordero, encargada de la recepción de las direcciones y de hacer gestiones para regularizar su estancia en Francia. Ellos estaban acreditados ante la C.G.T. y los partidos políticos locales, así como ante algunas autoridades de la Prefectura. Lo importante y difícil era conseguir llegar a Perpignan. La odisea de la evacuación —Barcelona, Gerona, Figueras— tocaba a su fin en tierra española, para iniciarse la de la emigración, en su primera etapa, por tierras de Francia. A partir de este momento, el autor pierde las nociones de tiempo y espacio, de fechas, de días y noches. En su imaginación se confunden muchas estampas y recuerdos. Figueras está prácticamente evacuada; quedaban solamente reducidos cuadros de dirección, políticos y sindicales, mandos militares. Anguiano y el autor permanecieron en Figueras por unas horas. ¿Cuántas? No podríamos decirlo. El 4, con cinco o seis compañeros, pernoctamos en una de las naves del castillo, en un silencio y una soledad impresionantes. Al día siguiente, descendimos a la ciudad. Anguiano establece contacto con su partido y con un grupo de militantes sale rumbo a la frontera. El Comité nacional ya había recibido instrucciones de internarse en Francia. El autor se desplaza al lugar donde se

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región nos conducirá por la montaña, con el grupo de carabineros que transportará las maletas hasta el puesto fronterizo de Prats-de-Mollo donde, ya en la parte francesa, nos esperará el subsecretario de Hacienda y director general del Tesoro, don Antonio Sacristán Colas, con su coche y el chófer dé Guillen, Vicente Vivó. Listos con el guía y el grupo de carabineros, emprendimos la marcha al atardecer, ascendiendo y descendiendo por un camino quebrado, de cabras, resbaladizo por la humedad de la helada, con bastante frío, hasta llegar a Prats-de-Mollo, después de no pocas caídas y peripecias. En el trayecto no tropezamos con una sola persona. La vereda y la hora habían estado bien escogidas. Si los «incontrolados» hubiesen sabido de ese singular transporte, tanto Guillen como el autor estarían, sin duda, durmiendo el sueño eterno a la sombra de un pino pirenaico desde aquella tarde de febrero de 1939. El tesoro, transportado a hombros de unos carabineros, llegó a Prats-de-Mollo y de allí a donde estaba destinado. Guillen, que ya se había salvado de los «incontrolados» en Valencia, siendo director del Banco de España, no se salvaría de ellos en México, donde fue asesinado por uno de sus grupos, llegado a tierras aztecas para vergüenza y deshonra de la emigración republicana. Testigos de esta operación fueron los mencionados don Antonio Sacristán y Santiago Garcés, que hasta hace poco vivían en México, así como aquellos carabineros del mencionado grupo que tengan la suerte de vivir y que entonces pensaron, tal como se les hizo creer, que las maletas contenían documentación del Ministerio y no dólares, libras, francos y toda clase de moneda extranjera y valores por valor de muchos millones. Al autor le encantaría que este relato pudiera llegar a conocimiento de alguno de aquellos leales, pero son treinta y siete años los que nos separan de aquella fría tarde pirenaica. ¡Quién sabe cuál habrá sido su destino! De Prats-de-Mollo seguimos viaje a Perpignan. Bastante entrada la noche llegamos a Le Boulou. Las carreteras estaban invadidas por refugiados españoles, y el pueblo bloqueado. A la entrada, los gendarmes nos detienen y nos obligan a marchar por un trozo de carretera hacia donde habían improvisado ya un campo de concentración con millares y millares de españoles. ¡Qué espectáculo! Hogueras por todas partes; una multitud a la intemperie, entre alambradas, como si se tratara de un rebaño. Allí, en torno a una hoguera y junto al camión que los había transportado, encontramos congregado a todo el Comité nacional de la Unión General de Trabajadores de España. Nos recibieron irritados con protestas y manifestaciones de incomprensión de algunos elementos. Como si la Ejecutiva o sus miembros tuvieran alguna autoridad en Francia y pudieran solucionar aquella situación. No se daban cuenta de que, al pasar la frontera, ya no había Comité nacional, Comisión ejecutiva, ni nada. No había más que refugiados que habían perdido su patria para caer en manos de los gendarmes 25

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franceses. Podríamos decir que allí, después de imponerse la serenidad, se celebró una reunión de Comité nacional, con el secretario adjunto de la Comisión ejecutiva, autor de este relato. Nos limitamos a hacerles ver que seguía en pie la orientación dada en Figueras, es decir, que cada quien procurara llegar a Perpignan y ponerse en contacto con la delegación de enlace, establecida en el Hotel Sala, integrada por Manuel Cordero y Antonio Genova, que tenían legalizada su situación personal y podían desenvolverse con libertad. Eran los únicos que estaban en regla. Que nosotros íbamos a hacer todo lo posible para escaparnos del campo esa misma noche, como así fue. Quedó designada una Comisión Administrativa, Severino Chacón, de la Federación de Tabacos, y quiero recordar que otro de la Comisión fue Cabezas, de la Federación del Agua, Gas y Electricidad, no recordando al tercero; a la que se le facilitó una cantidad para que solucionara los pequeños problemas de los primeros momentos del campo. Nos arreglamos para huir y llegar a eso de la madrugada al Hotel Sala. Allí estaban ya Rodríguez Vega, llegado de París, Pretel, Ureña y Anguiano, más Genova y Cordero que, como delegados, llevaban allí varios días. Ese mismo día celebramos la primera reunión de la ejecutiva refugiada en Francia. El secretario general, Rodríguez Vega, informó de las siguientes cuestiones: sus gestiones en París, en torno a la situación de la zona Centro y los refugiados en Francia; la Federación Sindical Internacional y la Internacional Socialista habían acordado seguir manteniendo su solidaridad, a través del Fondo de Solidaridad Internacional, mientras la C.G.T. ratificaba su solidaridad y apoyo a la U.G.T. en la nueva situación y cursaba instrucciones a sus organizaciones del Sur de Francia para que prestaran la ayuda y solidaridad posibles a los refugiados españoles; las manifestaciones de solidaridad y ayuda del pueblo francés eran extraordinarias. Rodríguez Vega había tenido oportunidad de conocer el plan del gobierno y sus orientaciones para los organismos nacionales políticos y sindicales que seguían prestando apoyo a su política de resistencia y de continuación de la lucha en la zona Centro. En esa línea, el gobierno había seleccionado una relación de mandos militares que deberían concentrarse en Toulouse para ser trasladados con prioridad a la zona Centro, así como de aquellos altos funcionarios que también estaban designados para incorporarse a dicha Zona. Las organizaciones sindicales y políticas deberían, a su vez, seleccionar al grupo de dirigentes cuya presencia en el Centro estimaran útil y necesaria, concentrándolos en Toulouse. Siguiendo esa orientación, la Ejecutiva acordó que inmediatamente se trasladaran a la zona Centro los compañeros Rodríguez Vega, Rosal y Anguiano y que se procurara concentrar en Toulouse a los miembros del Comité nacional ante la perspectiva de su posible traslado al Centro. Rodríguez Vega reclamó

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ser el primero en salir, y así fue. La limitación de plazas en avión era grande. Los militares tenían prioridad. La delegación de la U.G.T. en Perpignan quedaba encargada, en relación con los dirigentes de la Bourse du Travail, de ayudar a sacar de los campos a los miembros del Comité nacional y trasladarlos a Toulouse, donde se contaba con la ayuda y solidaridad, en términos extraordinarios, del secretario general de la CG.T. y de la Bourse du Travail de aquella ciudad, compañero Forges, un viejo y prestigioso sindicalista, gran amigo de la República y de la clase obrera española, incondicional de Jouhaux. Forges fue un gran amigo de la U.G.T, a la que prestó grandes servicios. Los tres designados para trasladarnos a Valencia aguardamos en espera de poder lograr plaza. El primero en salir fue Rodríguez Vega. El golpe de Casado bloqueó todos los proyectos, y cerró una perspectiva que pudo haber sido esperanzadora, no obstante lo dramático de la situación. En un análisis sereno de la situación nacional e internacional, una perspectiva de esperanza podía fundarse en la consigna de resistir y ganar tiempo. El golpe de Casado y Besteiro lo truncaba todo. De Francia ya no pudo salir nadie más. El Comité nacional y la Ejecutiva estaban concentrados en Toulouse, en su casi totalidad, cuando el 5 de marzo se produjo el golpe de Casado-Besteiro-Miaja-MeraWenceslao Carrillo-Trifón Gómez, con el apoyo decidido y decisivo de los libertarios y —como auxiliares— del grupo disidente socialista-ugetista. A ellos corresponde todo el honor y gloria de esa gran traición. El capírulo de medio siglo de existencia gloriosa de la Unión General de Trabajadores de España quedaba cerrado en ese momento.

168 PERPIGNAN, TOULOUSE, VALENCIA, MADRID

El día 9 de febrero de 1939, el gobierno cruza la frontera, se interna en Francia y ese mismo día se reúne en el consulado de Toulouse y toma decisiones respecto de la zona Centro-sur. La Comisión ejecutiva de la U.G.T. está en Perpignan, Rodríguez Vega en Toulouse, de regreso de París. De Toulouse va a Perpignan, donde se celebran varias reuniones en el Hotel Sala. De Perpignan, y de acuerdo con la Ejecutiva, regresa a Toulouse, para seguir a Valencia y Madrid. El día 10, el gobierno llega a Valencia. De Toulouse, en días sucesivos, empiezan a salir altos jefes militares para la zona Centro; por recomendación de Negrín, Rodríguez Vega va con ellos. El autor tuvo la oportunidad de despedirse, entre otros, de su entrañable amigo de juventud Etelvino Vega. Los dos habíamos formado parte del comité de la Juventud comunista de Oviedo, con Camilín Paredes (a) «Trotsky» y Pedro Cantero, que se hizo religioso. ¿Será acaso el actual arzobispo de Zaragoza?... Todo podría ser. Relatamos hechos de hace más de medio siglo. También Carlos Vega —el hermano de Etelvino— formaba parte de la Juventud y otros jóvenes cuyos nombres no recordamos... Solíamos reunimos en una secretaría de la Casa del Pueblo y Camilín nos entretenía, en muchas ocasiones, leyéndonos poesías que dedicaba a su «Güelina». Vivía con su vieja abuela en la mayor miseria; ella, muy anciana y él, medio inválido. Después de una detención, de haber sido llevado a Madrid y de sufrir violentas torturas, cuando fue puesto en libertad intentó suicidarse pegándose un tiro que lo dejó inválido. Etelvino, en esa fecha, era el que se encargaba de llevar a Gijón el periódico clandestino El Ferroviario Astur para su confección en la imprenta de Torrens. Por ese trabajo recibía la importante cantidad de cinco pesetas. Carlos desaparecía en la lucha; Etelvino fue fusilado después del golpe de Casado. ¡ Qué magníficos y leales militantes! La de Etelvino fue una vida

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plena de heroísmo y sacrificios, consagrada a la lucha; entregada a la clase obrera y al socialismo. Por Toulouse, las gentes deambulaban como autómatas. La U.G.T. ya había constituido un refugio y un comedor colectivo para los miembros de su Comité nacional. A los que estaban destinados a salir para la zona Centro se les veía preocupados. Con una alegría, una euforia nerviosa que en el fondo revelaban inquietud, incertidumbre, un interrogante. Muchos de ellos eran los hombres, los héroes de la victoriosa batalla del Ebro, y también los de la «retirada» hasta la frontera. Entre ellos estaba Etelvino Vega. En el centro les esperaba la traición. Con Anguiano pasábamos las noches, hasta las dos o tres de la madrugada, en el consulado, esperando la llegada de un avión que pudiera ofrecernos una plaza. El cónsul, un viejo socialista —Azorín o Pradal, el autor confunde los dos nombres—, era el encargado de informar y facilitar las plazas a los que figuraban en las listas, por su orden y prioridad. La última noche que pasamos en esa espera se encontraba con nosotros el periodista Cruz Salido, buen conversador y siempre optimista. «Nada, Amaro —decía—, dentro de muy poco estallará la segunda guerra mundial...: yo me dedicaré a enviar crónicas de guerra al periódico argentino —creo que nos dijo La Nación—, cosa que haré bien —subrayó—, y a los tres o cuatro años terminará la guerra y nuestro problema será resuelto». Los vaticinios de Cruz Salido fueron realidad a medias: estalló, en efecto, la segunda guerra mundial; Francia fue derrotada en pocos días e invadida por los alemanes... Sus clases dirigentes nunca quisieron comprender que la derrota de España era su derrota. Cruz Salido no escribió crónicas de guerra para un periódico de Buenos Aires. Detenido por la Gestapo en la Francia ocupada, y formando parte del grupo de Peiró, Companys, Zugazagoitia, Montilla y Rivas Cherif, fue entregado a la policía franquista. Llevados a España, fueron fusilados, con la excepción de Montilla y Rivas Cherif, que se salvaron. Carlos Montilla era un ingeniero, funcionario del Banco Hipotecario de España, en Madrid, y militante de nuestra Federación de Banca. El problema de España no se solucionaría con el fin de la segunda guerra mundial, contra lo que pensaba Cruz Salido y lo que pensábamos entonces todos. Al final de aquella jornada en el consulado, el cónsul nos dice que el avión llegó de París con Alvarez del Vayo y una numerosa comisión de periodistas que el ministro de Estado llevaba a Madrid. No tomaría un solo pasajero en Toulouse. Dejamos a Cruz Salido en el consulado y, soportando la fría noche, nos fuimos al hotel con la idea de repetir la espera al día siguiente. Anguiano comentó secamente: «¡Qué optimista más pesimista es Cruz Salido!...». Al día siguiente ya no fue necesario repetir la espera: el avión había regresado de España, a las pocas horas, con todos

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los periodistas. El gobierno Negrín había sido destituido por el golpe militar del coronel Casado, con apoyo del «faísmo» y del grupo disidente socialista-ugetista en el que aparecían mezcladas las viejas tendencias antagónicas de besteiristas y caballeristas: Besteiro, Wenceslao Carrillo, Tritón Gómez, Pascual Tomás y otros. El anticomunismo los unía y confundía en la traición a la República, a la causa nacional y patriótica de la libertad, la democracia y la independencia. La República había sido asesinada. Madrid, la zona Centro, sería entregada de la forma más alevosa. Con ese aconrecimiento quedaba cerrada una perspectiva y la última esperanza. Los que habíamos penetrado en Francia quedábamos prisioneros de Francia y de una situación internacional. La cínica política de «no intervención» ponía fin a un capítulo para que se abriera el de la segunda guerra mundial, iniciada en España. En la Península Ibérica ondeaba la cruz gamada, y a los pocos meses se desencadenaba la guerra mundial en una nueva fase. El fascismo ya había ganado las batallas de Abisinia, Albania, Austria, Checoslovaquia, España y Marruecos. Francia estaba ya cercada... El conflicto internacional era inevitable. ¿Qué acontecimientos distintos hubiese determinado nuestra resistencia?.-.. Difíciles de prever, sobre todo después de la invasión de Checoslovaquia. ¿Qué hubiera hecho Franco, en el momento de desencadenarse la guerra, de existir aún una resistencia en la zona Centro-sur?... ¿Qué Inglaterra, Francia e incluso Estados Unidos en esa situación?;.-..; Hoy, a treinta y siete años de distancia, esos interrogantes son puras especulaciones, pero en 1939 eran problemas que estaban sobre el tablero. En ese tablero jugaban el doctor Negrín, Alvarez del Vayo, el gobierno de Unión Nacional de la República española. A propio intento dejamos de aludir a la Unión Soviética, pues estamos seguros de que, de darse esas circunstancias, hubiese cumplido el papel que le correspondía en la defensa de la democracia frente al fascismo. La visión, la perspectiva, la interpretación de la situación internacional del doctor Negrín eran correctas. La organización de una resistencia que galvanizara a los diez millones de españoles de la zona republicana, posibilitaba una salida positiva al drama español y, en el peor de los casos, habría impuesto, en un contexto internacional, una garantía de respeto a los derechos humanos; una evacuación pactada a través de procedimientos de orden y disciplina, en el marco del Derecho internacional, que hubiesen evitado el caos, la hecatombe organizada por el Movimiento libertario como instrumento del coronel Casado y de los agentes franquistas, contando con la solidaridad y el apoyo del grupo de socialistasugetistas resentidos. La resistencia organizada, incluso con escalonamiento de retiradas, garantizaba bastantes meses de lucha, y el ganar tiempo era fundamental. La zona republicana, inerme, al margen de toda política, fue

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entregada por el casadismo al odio, al sentimiento de feroz venganza de un enemigo cruel y despiadado. Después de haber vivido esa triste experiencia, lo menos que puede pedirse es que las nuevas generaciones no repitan esas negras páginas de la Historia. Cuando el 5 de marzo se produce el golpe de Casado, en la zona Centro se encontraban los siguientes miembros de la Comisión ejecutiva: Ramón González Peña, presidente de la U.G.T. y del Partido Socialista Obrero Español; Edmundo Domínguez, vicepresidente; José Rodríguez Vega, secretario general; Antonio Pérez, Claudina García y Ricardo Zabalza, vocales, y los miembros del Comité nacional representantes de las federaciones de Papeleros, Oficinas, de la Tierra y Siderometalúrgica. En Francia, concentrados en Toulouse y esperando trasladarse a España, se encontraban: A. Rosal, secretario adjunto; Felipe Pretel, tesorero, y Daniel Anguiano, Ezequiel D. Ureña y César G. Lombardía, vocales, así como la mayoría del Comité nacional. En la Bourse du Travail de Toulouse se celebró una reunión, ratificándose en ella la adhesión al gobierno Negrín, que fue enviada por radiograma a Rodríguez Vega. Esto ocurría en el mes de febrero. Los miembros de la Comisión ejecutiva en la zona Centro-sur tuvieron que enfrentarse al grupo disidente ugetista-socialista, cuyos componentes consideraban que había llegado la hora de la revancha, de satisfacer sus rencores, sus odios personales y políticas. Había llegado la hora de las «sublevaciones», de las destituciones, de la destrucción de todas las legalidades. Se desató un proceso de venganza y de bajas pasiones contenidas que, inspiradas en el anticomunismo y en odios políticos, olvidaba las dramáticas realidades que se estaban viviendo. El instinto de rencor estaba por encima de todo. Por la violencia se impuso un Comité nacional con representaciones ilegales; se atropellaba la legalidad de la organización y hasta se trató de imponer por la fuerza, a los miembros de la Comisión ejecutiva, la adhesión al Consejo de Defensa, es decir, que la U.G.T. aceptara la suplantación del gobierno constitucional del doctor Negrín por la junta de Defensa surgida de la sublevación militar del coronel Casado. Ese Comité nacional ilegal impuso decisiones aprovechándose de las circunstancias excepcionales creadas al amparo del golpe militar y de que en la junta figuraran Besteiro, Wenceslao Carrillo, Trifón Gómez y otros elementos del grupo disidente socialista-ugetista. En una de las turbulentas reuniones de ese Comité nacional irregular, José Rodríguez Vega estuvo a punto de ser asesinado. González Canet, que había dirigido «el grupo de choque» cuando los incidentes de mayo de 1937, con motivo de la famosa Comisión ejecutiva «de la escalera», era el mismo que ahora, en marzo de 1939, manejaba la oposición y la violencia. Las nuevas circunstancias eran

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para ellos la coyuntura de una triste revancha en la que se manifestaban las más irracionales actitudes, irresponsables e insensatas. Recurriendo a violentas coacciones impusieron que Antonio Pérez, vocal de la Comisión ejecutiva, figurara en la junta facciosa del coronel Casado. Ni Rodríguez Vega, ni Edmundo Domínguez aceptaron esa participación. La parte de la Comisión ejecutiva, que estaba en Francia, y la mayoría del Comité nacional legítimo negaron su adhesión a la junta Besteiro-Casado y se la ratificaron al gobierno del doctor Negrín. La Comisión ejecutiva comenzó a actuar en Francia en febrero de 1939, estableciendo su secretaría en París y delegaciones en Toulouse, Limoges, Túnez y Argelia, hasta que, en marzo de 1940, el curso de la guerra determinó el fin de sus actividades «legales» en tierra francesa. Pero de la U.G.T. en la emigración —1939-1950— escribiremos en un volumen dedicado a ese período. En España, en la que había sido la zona republicana, la U.G.T. quedó sumergida en la más brutal y sangrienta clandestinidad, a partir de abril de 1939. En la otra zona lo estaba desde 1936. Del período 1939-1975 en el interior del país,, esperemos que algún día hagan la historia los ugetistas que lo vivieron.

169 ÚLTIMOS CAPÍTULOS DE NUESTRA GUERRA. EL «FAISMO» Y LOS DISIDENTES DEL GRUPO SOCIALISTAUGETISTA EN TORNO AL GOLPE DE CASADO

Las maniobras contra el Gobierno Negrín y anticomunistas se habían intensificado después de que las fuerzas nacionales llegaran al Mediterráneo; en el fondo, anidaban las tendencias capituladoras. En ese momento se inició el proceso acelerado del «cantonalismo», de lo que en otro lugar de nuestro trabajo hemos definido «como la república de la zona Centro-sur». Lo importante, para la Historia, sería descubrir el verdadero centro generador de esa política que tan decisiva y eficazmente favorecía la causa del enemigo, con la que coincidía en la medida en que se enfrentaba al gobierno de Unión Nacional. La política de éste, desde Barcelona, llevaba una dirección: la de la zona Centro, allí donde tenían influencia o dominaban las corrientes de oposición abierta, o subterránea, que iban configurando el aparato cantonalista que sería la base de la traición. Es bien conocido el hecho de que, desde los primeros momentos de la sublevación, el enemigo, en el orden sindical, dio la consigna de que los «neutros» y los partidarios del «movimiento» en la zona republicana ingresaran en las organizaciones C.N.T. y F.A.I. En un capítulo anterior dimos a conocer algunos casos demostrativos de esta política, como el de la organización de Banca en que, de la noche a la mañana, surge una organización bancaria de signo C.N.T.-F.A.I. y aparecen ciertos bancarios con el pañuelo rojinegro al cuello y «oficialmente» apoyados y respaldados por elementos dirigentes de las organizaciones confederales. Al final de la contienda se quitarían la careta: eran elementos al servicio del enemigo y los carnets de la C.N.T. se transformarían en carnets de Falange. Este ejemplo vale para las demás profesiones, sobre todo para las llamadas liberales, en las que se dio el mismo caso, especialmente entre algunos técnicos de dudoso republicanismo que se apresuraron a figurar en las filas confederales. La U.G.T. no ofrece el caso de un solo dirigente suyo de

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cierta significación que se haya incorporado al «verticalismo» falangista; los confederales, por el contrario, ofrecen desde el de un ex ministro, Juan López, hasta los de dirigentes nacionales como un Sotomayor, un Adalia, por no citar otros. Un hecho de tipo sindical bien elocuente fue que, a los pocos meses de la derrota, un grupo de dirigentes confederales —entre ellos estaba Adalia y otros dirigentes ferroviarios— elaborara un documento en el que se declaraban identificados con el movimiento sindical vertical, falangista; conducta que guarda relación con la formulación de un tal José Grunfeld, vicesecretario del Movimiento libertario, a quien el doctor Negrín se negó a recibir, a tratar con él, expulsándole de su despacho. Ese sujeto, extraño al movimiento obrero español, en una reunión del 11 de marzo de 1939, se expresaba en los siguientes términos: «El solo hecho de que se produzcan insinuaciones sobre el parecido existente entre nuestros sindicatos y los de la Falange Española, de cundir entre nosotros, compañeros, puede producirnos serios quebrantos. Será, pues, necesario aprestarse, en cuanto a la terminación de la guerra, a poder manejar clandestinamente nuestro movimiento con toda soltura». ¿Por qué temía a esa identificación? Más adelante conoceremos otras formulaciones de este singular «libertario» y faísta. Cae Cataluña, el gobierno pasa la frontera el día 9, llega a Toulouse, se reúne en el consulado ese mismo día y, como se señala en capítulos anteriores, toma acuerdos en relación con la continuación de la lucha en la zona Centro y dispone que elementos militares y civiles de cierta significación y representatividad se concentren en Toulouse para salir con destino a Alicante o Valencia. El gobierno actuó con toda diligencia, y el día 10 ya está en la zona Centro-sur. No obstante este hecho irrefutable, el profesor Besteiro, en su alocución por radio, en calidad de «consejero de Estado» y tratando de justificar el golpe de Casado, diría: «La verdad es, conciudadanos, que, después de la batalla del Ebro, los ejércitos nacionalistas han ocupado totalmente Cataluña y el gobierno republicano ha andado errante y durante largo tiempo en territorio francés...». El mismo argumento que utilizaría lord Halifax, ministro de Negocios Extranjeros británico, para reconocer a Franco. Es verdaderamente incalificable que el profesor Besteiro faltara tan groseramente a la verdad. El gobierno estaba en la zona Centro a las pocas horas de la caída de Cataluña, cosa que le constaba a Besteiro. La prensa lo había publicado. Claridad del día 10 de febrero, en noticia destacada en primera plana comunicaba: «El jefe del gobierno y varios ministros, en la zona Centro-sur»; el día 11 decía: «El gobierno se traslada definitivamente a la España no invadida, fijando Madrid como su sede oficial»; el lunes 13, informaba: «Ayer, el gobierno celebró Consejo de ministros en Madrid», y publicaba una nota oficiosa

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del mismo del más alto significado histórico en la que se decía, entre otras cosas: « N o perseguimos más que el asegurar la independencia de España y el evitar que nuestro país se sumerja en un mar de sangre, de odio y de persecuciones que hagan imposible por muchas generaciones una patria española unida por algo más que la dominación extranjera, la violencia y el terror. (...,) ¡Que renazca el espíritu que inmortalizó a Madrid en los días memorables de noviembre de 1936 y que se extienda por toda la España leal, llena todavía de energía para establecer un apretamiento de codos, sin una falla, sin una deserción, sin malgastarse en suicidas rivalidades partidistas, sobre el cual únicamente puede el gobierno llevar adelante su gestión!». El día 10 de febrero, el presidente del gobierno y ministro de Defensa, doctor Negrín, con el ministro de Estado, Julio Alvarez del Vayo, el general Hidalgo de Cisneros y otras autoridades, estaban presentes en Alicante, en Valencia, en Madrid. Les siguen altos mandos militares y el resto del gabinete. El gobierno legal de la República está en territorio español, en la zona Centro con su presidente y ministro de Defensa investido de todos los poderes constitucionales. Azaña dimite el 27 de febrero, después de que Francia, empujada por Inglaterra, reconoce al gobierno de Burgos para, hipócritamente, hacer ella lo mismo. Ambas cancillerías tenían ya en Burgos a sus «agentes oficiosos». Cabe preguntarse, en la línea de la lógica, qué hubiera sucedido en las cancillerías de París y Londres, si sus agentes llegan a informarles de que el gobierno Negrín contaba con la zona Centro-sur, en la que —pese a la derrota de Cataluña— fortalecería la resistencia, dando continuidad a la política de lucha por la independencia y la democracia y apoyándose en las siguientes fuerzas y situación : un ejército de más de 800 000 hombres; el dominio sobre diez provincias españolas con más de diez millones de habitantes; una marina de guerra concentrada para la defensa o evacuación, llegado el caso, de un corto litoral bien fortificado, compuesta de 3 cruceros, 13 destructores, 5 torpederos, 2 cañoneros y 7 submarinos; los puertos mediterráneos de Almería, Murcia, Alicante y Valencia, la isla de Menorca y la Base Naval de Cartagena, coincidiendo esta situación y estas fuerzas y dispositivos de defensa con un momento crucial, de elevada tensión internacional. El 15 de marzo, diez días después del golpe de Casado-Besteiro, se producía la ocupación de Checoslovaquia por Alemania y, a los cinco meses, se desencadenaba la segunda guerra mundial. Ante un emplazamiento de esa naturaleza y ante la voluntad de resistencia de la España republicana, las cancillerías de la Europa no fascista no habrían tenido el camino expedito para sus maniobras. Pero en vez de una información positiva en la línea de la resistencia, las cancillerías contaban con la de sus agentes que les decían que, en la zona Centro, la conspiración contra el

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gobierno del doctor Negrín estaba en pleno desarrollo, lograría liquidar la resistencia y daría un triunfo rápido a las fuerzas del general Franco. La estabilización del gobierno Negrín hubiera, sin duda, debilitado seriamente las intrigas internacionales, las maniobras de los capituladores. Los éxitos de los agentes franco-británicos que dirigían y orientaban esas maniobras hubiesen seguido tropezando con la voluntad de lucha del pueblo español. En tal caso, las cancillerías de París y Londres se habrían visto obligadas a tomar en consideración esa realidad. En la medida en que los capituladores obedecían indignamente las órdenes de los agentes exteriores, deterioraban la unidad de la zona Centrosur, destruían la legalidad, el prestigio nacional e internacional del gobierno Negrín, de las instituciones legales, en una palabra, la política de resistencia, y ayudaban al enemigo a ganar la última batalla. Partiendo de esa conducta, resultaba obvio que el enemigo se negaría a toda política o gestión que tendiera a establecer una paz honorable. Estaba en condiciones de pedir, pura y simplemente, la capitulación sin condiciones. El consejo o junta de Defensa de Casado fue la antesala de una capitulación catastrófica, carente de dignidad y de honor. Mantenerse a la ofensiva era el único camino posible; la defensiva y la idea de capitulación eran la derrota. En las premisas de defensa podían fundarse ciertas esperanzas. La línea de resistencia, la política preconizada por el gobierno hubiesen asegurado, en el peor de los casos, una evacuación disciplinada, organizada, contando con la escuadra. El desarrollo de los acontecimientos internacionales, después de la crisis provocada por la invasión de Checoslovaquia, no se sabe qué consecuencias hubiese tenido, dada la tensión internacional. Los conspiradores, los capituladores se colocaron en una vergonzosa defensiva, deteriorando todos los frentes en todos los órdenes, lo que no podía llevar más que al desplome y a la catástrofe, de los que fueron responsables el «faísmo» y el grupo disidente socialista-ugetista, y sus principales actores, Casado, Mera, Besteiro, Wenceslao Carrillo, cada uno de ellos con su papel y su significación, y, como pantalla, la figura del general Miaja. No cabe la menor duda de que los que manejaron los hilos de la conspiración fueron los agentes de Franco y unos «cónsules», representantes de las «democracias», precursores de la C.I.A. En su libro Los vencedores de Negrín, Edmundo Domínguez señala el nombre de Mr. Cowen, representante británico. Pero todo ello, con ser muy significativo, no es, a juicio nuestro, más que el efecto de causas más profundas y complejas que aún no han sido desentrañadas, ni posiblemente lo sean nunca. Una de ellas, la fundamental, está en el papel desempeñado por el «faísmo» durante toda la guerra, es decir, por elementos del «faísmo» incrustados en-el movimiento sindical cenetista y en todos los orga-

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nismos del Movimiento libertario y que ejercían su influencia decisiva en todas las decisiones y neutralizaban los buenos propósitos que animaban a algunos elementos del Comité nacional de la C.N.T. imbuidos, en los últimos tiempos, de un sentido de responsabilidad y realismo. La experiencia general de Cataluña y de parte de Levante, en el orden económico, siguiendo directrices libertarias, así como el movimiento subversivo de mayo de 1937 son hechos altamente ilustrativos. Las de la última etapa de la guerra, en la zona Centro-sur, serían la culminación de la trayectoria anarcosindicalista. ¿Cómo explicarse que no fuera posible desarrollar los planes establecidos por el Estado Mayor para la zona Centro? . . . Por una u otra razón, todos quedaron frustrados. Después del corte, los frentes de la zona Centro-sur permanecieron inactivos, salvo pequeñas maniobras. La operación del 5 de enero en dirección a Mérida quedó paralizada «por la lluvia»; la de Motril, por otras causas. Cuando en noviembre de 1936 Madrid estaba en peligro, Barcelona envió fuerzas de ayuda: una de las columnas la dirigía Durruti y la integraban confederales; otra, el teniente coronel López Tienda, con Virgilio Llanos, miembro del Comité nacional de la U.G.T., como comisario político. Los efectivos de esta segunda columna estaban integrados, en su casi totalidad, por militantes de la U.G.T. de Cataluña y del P.S.U.C. que, a su entrada en Madrid, en homenaje a la U.G.T., desfilaron por la calle Fuencarral. La Comisión ejecutiva presenció el desfile de la columna desde los balcones de su domicilio, Fuencarral 93. López Tienda cayó heroicamente en la defensa de Madrid. Pero cuando el peligro amenazaba a Cataluña y a Barcelona, el Movimiento libertario del Centro no sólo no animó la solidaridad hacia Cataluña, sino que se enfrentó a todas las medidas del gobierno tendentes a la defensa: movilización de nuevas quintas, militarización de las industrias de guerra, reclutamiento de voluntarios... A todas esas medidas se enfrentó el «faísmo» amparándose en sus concepciones «revolucionarias». 1

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En toda la guerra, el «faísmo» no ha sido más que oposición, retranca y freno a todas las iniciativas gubernamentales que la guerra imponía para poder alcanzar la victoria. Y en esa dirección, su actividad fue extraordinaria, de una dinámica fantástica: reuniones y más reuniones, Plenos y más Plenos; inundaban a las organizaciones del Frente Popular, en el ámbito de las zonas republicanas, con sus falsos planteamientos confusos, la exhortación sistemática de su radicalismo verbalista y demagógico. En los momentos más difíciles es cuando el Movimiento libertario registra mayor actividad; pero no con la intención de superarlos, de colabo1. Que allí encontraría la muerte, en circunstancias todavía no aclaradas. 2. Murió en la Unión Soviética, donde vivía exiliado desde 1939.

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rar con los órganos de la República a salvar esas situaciones, sino con el propósito de aprovecharse de ellas para ahondarlas y avanzar en sus maniobras antiunitarias, de oposición al gobierno y de agitación del anticomunismo. Su posición negativa de estar sistemáticamente en contra de todo fue permanente. ¿Quiénes inspiraban, quiénes dirigían, quiénes movían ese movimiento tan acelerado de reuniones y más reuniones, de Plenos y más Plenos, al margen de las verdaderas y auténticas necesidades de la guerra, de la política de unidad y de lucha que encarnaba el gobierno de Unidad Nacional, de las realidades de la política internacional, de las necesidades de una política de guerra en la retaguardia, en los frentes económicos y de la producción? Por sí solos, los agentes del enemigo no promueven la subversión, el sabotaje, la indisciplina y el desorden. Necesitan de elementos de complicidad, de apoyo y de aquellos otros que, consciente o inconscientemente, les hacen el juego. La conjugación de estos factores en el campo del Movimiento libertario ha sido la causa determinante de una política de provocación, de acción antigubernamental y de lucha contra la unidad y contra la política de resistencia del gobierno —en el que participaban—, política empeñada en alcanzar la victoria. Esa conducta, todo un plan, es lo que el «faísmo» ofreció al enemigo. A continuación —y aun a riesgo de repetir algunos hechos— haremos un relato cronológico de las actividades y conducta del Movimiento libertario en la zona Centro, durante los meses de enero, febrero y marzo, hasta el final de la República. Los meses de enero y febrero fueron los de mayor gravedad y los decisivos para la causa de la República. ¿Cómo respondieron a esa situación «los libertarios» de la zona Centro?.... El 6 de enero se reúne en Valencia el subcomité peninsular de la F.A.I. que «considera nociva la movilización de nuevas quintas» y aconseja a las organizaciones del Movimiento libertario ofrecer resistencia a su aplicación hasta recibir orientaciones del Comité nacional de Barcelona. El gobierno había tomado unas decisiones y no procedía más que cumplirlas; en él estaba representada la C.N.T. con un ministro, Segundo Blanco...) El día 8 se suspende la ofensiva de Extremadura... El día 13, en otra reunión, se considera «que es imprescindible movilizar todos nuestros efectivos de acción revolucionaria de una manera sólida y cohesionada en previsión de cualquier eventualidad...». ¿De qué se trataba? ¿Cuál era esa eventualidad? 1

El 19 de enero se reúne de nuevo un Pleno de regionales de la F.A.I. que, según José Peirats en su obra citada, entre otros acuerdos toma los siguientes (en la orientación de la desmoralización y de la provocación): 1. El subrayado es nuestro (A. R. D.).

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«La situación militar, tanto en Cataluña como en otros frentes, prueba la incapacidad manifiesta del gobierno. En consecuencia, es preciso enfrentarse con el problema en sus aspectos políticos, teniendo en cuenta que el gobierno ha fracasado en todos los aspectos. En el aspecto exterior se ha pretendido engañar no sólo a la opinión pública, sino también a los sectores antifascistas, con los empréstitos que han venido de América. El problema de abastos sigue con la misma gravedad. La situación guerrera es difícil... El enemigo ha aumentado con cien kilómetros más el dominio sobre la costa mediterránea, etc. Si el gobierno sigue por esa trayectoria nos lleva a la derrota. ..;» Insiste el Pleno en el problema de la movilización, es decir, se enfrentaba a éstas, y ponía en ello, desde el primer momento, el mayor empeño con objeto de hacer fracasar las medidas del gobierno, que correspondían a una apremiante necesidad del dispositivo de lucha. En su resolución dice: «Los decretos tienen un fondo político y un carácter nefasto para la Organización y el país en general... Sólo un 30 % de los actuales movilizados disponen de armamento^... El Centro no accederá de ninguna forma a la desarticulación del Movimiento, y si el gobierno no le admite la exención del número suficiente de militantes, los mantendrá a pesar de las órdenes oficiales...» El Pleno arremete contra el propio Comité nacional de la C.N.T. por considerarlo responsabilizado en las medidas de gobierno. Esa posición implica el enfrentarse también a la U.G.T., al Programa de unidad de acción de las centrales. Al otro día se inician en Valencia los trabajos de un nuevo Pleno nacional del Movimiento libertario de la zona Centro-sur, que se desarrolla durante los días 20 a 23 de enero, y del que nos hemos ocupado en capítulos anteriores. El Pleno está dominado por el «faísmo». Ratifica las decisiones antigubernamentales y la «necesidad de tomar posiciones frente a las medidas de movilización», a sabiendas de que tanto el Comité nacional de la C.N.T. como la U.G.T. habían aceptado los decretos promulgados por el gobierno. Junto a esta actitud, hablaban y proponían algunas cuestiones en apariencia correctas, pero que obedecían a una táctica demagógica para encubrir el fondo negativo y provocador de las demás decisiones. Ya hemos dicho en muchas ocasiones, y lo seguiremos diciendo hasta la saciedad, que al «faísmo» no puede juzgársele por lo que ha dicho, por lo que diga, sino por lo que ha hecho, por lo que hace. En la sesión

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del día 23, toma ya posición contra el gobierno para el caso de que se instale en la zona Centro, una vez perdida Cataluña. Para ayudar a Cataluña no hay resoluciones ni decisiones; para aprovecharse de su pérdida, sí. ¿De dónde podían provenir tales orientaciones y concepciones? Es interesante reflexionar sobre este hecho: el enemigo concentra en Cataluña su dispositivo de ataque más poderoso, mientras procura «entretener» y mantener estabilizados y más o menos tranquilos los frentes de la zona Centro. Cuando el Estado Mayor republicano considera necesario emprender acciones de ayuda a Cataluña en la zona Centro, éstas, por unas u otras razones, como ya hemos dicho, fracasan. El Movimiento libertario se muestra «estático», no promueve ninguna acción que tienda a levantar la moral, a enfervorizar a las masas, a los combatientes. Su preocupación es prepararse «para lo que va a pasar»; su obsesión, como la del enemigo, es el comunismo y vive se desvela para la acción anticomunista y, ¡no faltaba más!, para la Revolución..., para su «comunismo libertario». El Pleno toma medidas sobre las disposiciones de movilización de nuevas quintas y la militarización de la industria «contrarias —dice—• a los intereses propios del Movimiento libertario, puesto que llevan en sí la anulación de toda la obra realizada por el pueblo a partir de 1936». Acuerda constituir el Comité de enlace libertario de la zona Centro-sur en oposición al nacional; una junta de Defensa nacional y crear una «contracheca» a base de «elementos selectos», de los «puros», de heroicos «incontrolados», decimos nosotros. El 30 de enero está ya constituido el nuevo organismo. Los anarquistas, mezclados con toda clase de elementos raros, son únicos para la creación de organismos. Acuerdan constituir un nuevo «Frente Popular» con las fuerzas que respondan a sus maniobras, lo que permitirá la eliminación de los comunistas. Deciden sondear a los militares de su confianza... Se va perfilando el golpe de Casado: el «faísmo», posiblemente por delegación y a control remoto, era el artífice del «golpe». El 1.° de febrero, el organismo libertario con sus tres secretarios: el de la F.A.I., el de la C.N.T. y el de las Juventudes libertarias, envía una amplia carta al general Miaja, tratando de ganárselo para sus maniobras. Una carta hipócrita, de halago, que oculta sucios propósitos. Lo que expresa no tiene ningún valor, éste está en lo que oculta. El día 3, los libertarios celebran reuniones con los generales Matallana y Menéndez. A Miaja le sugerían «la constitución de un organismo nacional que englobara a todas las fuerzas antifascistas...». Menos las comunistas, ésa era la maniobra. A los generales Matallana y Menéndez les piden que influyan sobre Miaja... Casado está ya en el juego. Los agentes de Burgos, también. Peirats, en su libro tantas veces citado, se refiere a una nueva reunión

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del subcomité peninsular, celebrada el día 6. Pero esa fecha no es correcta, puesto que en esa reunión se habla de la llegada del gobierno Negrín a la zona Centro-sur y los libertarios acuerdan condicionar la autoridad del gobierno. Ahora bien, el gobierno llegó el día 10. Los días 10 y 11 de febrero, con el gobierno ya en la zona Centro, tiene lugar en Valencia un nuevo Pleno de regionales del Movimiento libertario. En él se da cuenta de las gestiones realizadas cerca del general Miaja, que no se consideran satisfactorias; que los militares... son incondicionales de Miaja y el Pleno «tiene que determinar pronto, haciendo constar a estos señores que no se puede jugar con 150 000 fusiles de la organización...». Se refieren, sin duda, a los planes de sublevación. Negrín, Alvarez del Vayo y otros elementos oficiales están en Madrid. Los libertarios aceleran sus maniobras conspirativas antigubernamentales. 2

Según las actas de ese Pleno, José Peirats escribe —en texto propio — que, en una nueva visita a Miaja, «éste les reveló las intenciones del Partido Comunista de constituir una especie de gobierno presidido por Vicente Uribe, pero que Miaja no entregaría el mando ni al mismo Negrín, si no venía acompañado del presidente de la República o de Martínez Barrio.-.-.». Una intriga grosera para alimentar las maniobras anticomunistas e ir estableciendo, bien que falsas, las bases que justificaran el golpe. El Pleno termina el día 11, a las 3 de la mañana, y a las 6 de la tarde de ese mismo día vuelven a reunirse los secretarios regionales de la F.A.I. Envían una carta insolente al doctor Negrín, pidiéndole una entrevista. La carta, por su contenido, es rechazada. Envían otra más moderada. Negrín acepta recibir a los secretarios del Movimiento libertario, y al ser recibidos se produce un incidente. El presidente del Consejo rechaza, por su calidad de extranjero, a uno de los delegados, un tan Grunfeld que actuaba de secretario de la F.A.I. ¿Quién era este Grunfeld? El autor, que en general conocía a los estados mayores del movimiento obrero, no tiene la menor información sobre este elemento. Quedó excluido de la visita. Podemos tener alguna idea sobre su identidad cuando sabemos que, en la reunión del día 11 de marzo, en su calidad de vicesecretario del nuevo Comité nacional del Movimiento libertario (del que Juan López era secretario general), en la resolución política adoptada propugna por «la salvación de los valores existentes y del futuro del Movimiento libertario, por el que debemos velar incansablemente...». ¿De qué valores se trataba? En relación con el problema comunista decía: «En cuanto al Partido Comunista, aun cuando proceda no exigir su disolución momentánea, con objeto de liquidar la lucha existente, interesa estudiar inteligentemente y 1. 2.

Op. cit., tomo III, pág. 280. Op. cit., pág. 281 del mismo tomo III.

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con serenidad la forma de conseguir su definitiva eliminación...». Se refería, sin duda, a la lucha existente en torno al golpe de Casado. Ese lenguaje de Grunfeld, el extranjero rechazado por Negrín como representante de la F.A.I., resultaba más que sospechoso. ¿Quién era, de quién se trataba? Misterios del «faísmo». En esa misma reunión, Juan López coincidía con ese lenguaje. Sabemos cuál fue su conducta en Londres, cuando llegó allí, evacuado con el grupo casadista, y sabemos también, por sus propios escritos, cuál ha sido su conducta en Valencia, cuando se reintegró a España, poniéndose al servicio de los sindicatos verticales. ¿No se encontraría de nuevo en Valencia con el llamado Grunfeld?... El 22 de febrero vuelve a reunirse el Comité peninsular de la F.A.I. Se manifiesta contra Segundo Blanco, ministro de la C.N.T. en el gobierno del doctor Negrín. Considera urgente que vengan de Francia Herrera y Germinal Souza, del Comité nacional de la F.A.I. Atacan al secretario del subcomité nacional de la C.N.T. del Centro, por defender al Comité nacional en algunos puntos. El Comité de enlace del Movimiento libertario se reúne de nuevo el día 25, y en esa reunión se plantea ya la necesidad del «golpe». En estas reuniones, las posiciones de Casado influyen en la cuestión principal: Negrín —según ellos— no puede hacer la paz; ésta sólo podrá ser lograda por Casado...i los libertarios y los propios agentes franquistas. Para mayor indignidad y sarcasmo, ninguna autoridad importante de Burgos quiere tratar con el Consejo. Las conversaciones se llevan con el coronel Ungría, ex director general de Seguridad, agente principal del falangismo en Francia y encargado de los servicios de espionaje. Entre sus misiones figura la de montar la represión contra los refugiados y, en colaboración con la Gestapo, la entrega a España, como víctimas, de algunos de ellos. De esta manera, y contra todo derecho, Companys, Zugazagoitia, Cruz Salido, Peiró y decenas y decenas de otros antifascistas fueron internados por la violencia en España donde, tras ser sometidos a toda clase de torturas, fueron finalmente fusilados. Al Movimiento libertario le corresponde el privilegio de cargar, en un primer lugar, con la responsabilidad histórica del golpe de Casado y de sus nefastas consecuencias, y es bien triste saber que en esa labor contaron con la colaboración y el apoyo de Julián Besteiro, Trifón Gómez y otros resentidos socialistas-ugetistas. En la reunión del Comité nacional del Movimiento, en la mañana del día 16, continuada por la tarde, y en otra que tiene lugar a las once de la noche, Eduardo Val y González Marín, miembros del consejo nacional, 2

1. José Peirats, op. cit., tomo III, pág. 305. 2. Véase José Peirats, op. cit., tomo III, pág. 306.

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informan que la posición y propuestas de los representantes del Movimiento habían sido aprobadas por el consejo; enrre esas proposiciones aprobadas estaban las siguientes: «Suspender todos los órganos de prensa del Partido Comunista; emplazar a todos los comunistas para que, en un plazo de seis días, declararan su adhesión al Consejo, de lo contrario se les facilitaría el pasaporte para que salieran de España; la eliminación de la insignia de cinco puntas de los distintivos militares...». Pero donde las decisiones cobran todo su valor y carácter de infamia es cuando se acuerda ejecutar las condenas a muerte dictadas contra los comunistas. «En cuanto a las de los elementos fascistas, se admitieron las disposiciones del gobierno Negrín sobre el particular...» Como se recordará el gobierno del doctor Negrín había acordado en Barcelona que la ejecución de todas las condenas a muerte sería suspendida. Esas posiciones, a propuesta de los representantes del Movimiento libertario, fueron aprobadas por los integrantes del consejo nacional de Defensa. Antonio Pérez, que aparecía en él como representante de la U.G.T., fue el único que votó en contra de los fusilamientos. Entre los ejecutados por la junta de Casado figuraba José Barceló, gran republicano y digno militar. El 22 de marzo, cinco días antes del desplome total y la gran desbandada, el Movimiento libertario lanzaba «a los combatientes y a los trabajadores, en general», un largo manifiesto, monumento de fraseología y de bravuconadas en la tradicional línea de la demagogia libertaria. «Mientras Negrín —escribían—, hablando de resistencia, preparaba la fuga de los dirigentes y el sacrificio del pueblo, nosotros estamos dispuestos a salvar al pueblo, llegando a una paz honrosa, aun a costa del sacrificio de todos los militantes...» De contradicción en contradicción, el «numantino» documento terminaba con el siguiente párrafo: «Hay que mantenerse en todos los puestos —en las trincheras como en las fábricas— con mayor energía y decisión que nunca. La paz honrosa, única que admitimos, no es todavía un hecho. La guerra continúa y puede adquirir en cualquier instante tintes de redoblado dramatismo. Sereno, decidido y resuelto, el Movimiento libertario está en pie, lo mismo que en el 19 de julio, el 7 de noviembre y el 5 de marzo. Con él, junto a él, sin tolerancia ni complacencias para con nadie, tienen que estar todos los antifascistas españoles, preparados para continuar la guerra, para ganar la paz. »Por el Movimiento libertario. »E1 Comité nacional.»

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El golpe trató de justificarse porque el gobierno del doctor Negrín se mantenía fiel a la consigna de resistencia. ¿Cómo explicarse el párrafo anterior, que se identifica totalmente con otros de la nota oficiosa dada por el gobierno en su primera reunión de Madrid, una vez incorporado a la zona Centro-sur?

170 ANTES Y DESPUÉS DE LA CALDA DE CATALUÑA. LA U.G.T. Y EL GOLPE DE CASADO-MERA-BESTEIRO

Como se señala en otro lugar, en el momento del golpe de Casado la Comisión ejecutiva mantenía en la zona Centro una importante delegación: su vicepresidente, Edmundo Domínguez; el secretario general, José Rodríguez Vega, y los vocales Antonio Pérez y Claudina García, además de su presidente, Ramón González Peña, que formaba parte del gobierno. Ricardo Zabalza —que también se encontraba en la zona Centro-sur— era, como se recordará, uno de los cuatro vocales de tendencia caballerista incorporados a la Ejecutiva que se oponían a la política del doctor Negrín y coincidían con la llamada política de paz del casadismo. Edmundo Domínguez asistió a las reuniones de Figueras, reintegrándose a la zona Centro portador de las instrucciones que la Comisión ejecutiva y el Comité nacional habían elaborado en relación con la situación que se confrontaba después de la pérdida de Barcelona y que, en sus lincamientos generales, queda relatada en capítulos anteriores. En lá zona Centro, paralelamente al desarrollo de los acontecimientos de Cataluña, los medios del Movimiento libertario, con los socialistas-ugetistas disidentes y los militares del «compromiso», incrementaban su acción antigubernamental. No reaccionaban en ayuda a Cataluña, sino en sus ataques y maniobras contra el gobierno del doctor Negrín. Vanguardia de esa acción derrotista fue el movimiento Libertario: los cenetistas-sfaístas» ligados a los más extraños elementos. Catorce días antes de la caída de Barcelona, como se señala en capítulos anteriores, el Movimiento libertario de la zona Centro celebra en Valencia un Pleno más que dura cuatro días, del 20 al 23 de enero de 1939- Antes se había celebrado otro de la F.A.I. El 26 de enero caía Barcelona. En ese Pleno se manifestaban contra la declaración del estado de guerra y la movilización general, disposiciones decretadas por el gobierno. La movilización general, sostenían, sólo era válida para Cataluña...

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cuando los «nacionales» estaban entrando en Barcelona... Frente a esa actitud, la delegación de la U.G.T., en fecha 30 de enero, se dirigía a los trabajadores de la zona Centro «patentizando, una vez más, su adhesión al gobierno legal de la República», defendiendo los decretos de movilización general y de declaración del estado de guerra. «Considera la U.G.T. —se decía en la nota firmada por Antonio Pérez— que todos los afiliados a la misma, con el entusiasmo que siempre les ha caracterizado, cumplirán eficazmente estas disposiciones y, hoy más que nunca, en los momentos que vivimos, demostrarán ese acatamiento y ese entusiasmo que desde el 18 de julio de 1936 ha tenido nuestra central sindical para vencer en la guerra de independencia que estamos sosteniendo (...). La Unión General de Trabajadores de España, por boca de su delegación en la zona Centro-sur, os recomienda a todos el cumplimiento de vuestro deber e indica a las autoridades que siempre está dispuesta y nos hallará a su lado...» 1

La U.G.T. salía al paso de las actitudes y maniobras de la C.N.T.F.A.I. de la zona Centro-sur y de las decisiones del Pleno del Movimiento libertario que se enfrentaban a la posición del Comité nacional de la C.N.T. y de la línea de unidad y de compromisos establecida en el Pacto U.G.T.-C.N.T. y su Comité nacional de enlace. Nunca fue posible lograr que la C.N.T. respondiera a sus compromisos con la U.G.T. La F.A.I. lo impidió en todos los tiempos. El monopolio del «faísmo» en el llamado Movimiento libertario de la zona Centro-sur manejó, en su Pleno del 20 al 23 de enero, la idea tan acariciada por ellos de la constitución de una junta, de un secretariado nacional de Defensa, de un comité de Salud Pública, de una contracheca, todo ello ante la perspectiva de la llegada del gobierno de la República a la zona Centro una vez perdida Cataluña. Así defendía el «faísmo» a Cataluña. Para el desarrollo de sus planes, los libertarios contaban con sus «elementos militares» y con la ayuda del equipo de traidores encabezado por el coronel Casado, respaldados por la figura del general Miaja, el héroe de Madrid que entregaría a Madrid, y la personalidad socialista de Julián Besteiro. Esos tres personajes eran la bandera de los proyectos de «juntas». Las palabras «Junta» y «Consejo de Defensa» eran conceptos de los que no se apartaban los faístas y los anarcosindicalistas. En la carta dirigida al general Miaja por los tres secretarios del Movimiento libertario, de la F.A.I.-C.N.T. y de las Juventudes libertarias con fecha 1.° de febrero, aparece con toda claridad la insinuación de que el general se alce 1. Claridad del 31 de enero de 1939-

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con una junta. Al Movimiento libertario le preocupaba la llegada del gobierno a la zona Centro. Preocupación bien sospechosa. Los agentes del franquismo vivían, sin duda, en esos momentos los de su máxima actividad, y encontraban nuevos y valiosos apoyos. El presidente del gobierno, acompañado de algunos ministros, llegó a la zona Centro el día 10 de febrero. Los libertarios se enfrentaban a la presencia del gobierno en la zona Centro y, llevados de su «sentido de responsabilidad anarquista», estaban preocupados por el problema de las exenciones, maniobrando en torno a él con el general Miaja. ¡Plantear el problema de las exenciones en el momento de la movilización general, el 10 de febrero!.... Junto a esta cuestión acudían a la divulgación de toda clase de falsos infundios e intrigas, como la de que Miaja había descubierto que el Partido Comunista intentaba dar un golpe y constituir un gobierno presidido por el ministro comunista Vicente Uribe... Se trataba de crear un clima «de golpe», de junta, de consejo..., de llevar a la práctica el plan del Movimiento libertario. El gobierno había nombrado al general Miaja jefe de todos los ejércitos de la zona Centro-sur; los libertarios se oponen a ese nombramiento, manifestando que el coronel Casado es el jefe más prestigioso y de confianza con que contaba el ejército. Se oponen a que los militares llegados de Francia ocupen cargos..., se oponen a la recogida y concentración de armas en la retaguardia... El 16 de febrero, el Comité de enlace del Movimiento libertario hace ver al coronel Casado que se oponen a que Modesto, Líster, o cualquier jefe militar comunista sea incorporado al ejército del Centro... El Movimiento libertario maniobra para crear un nuevo Comité de enlace del Frente Popular, recabando la secretaría del futuro organismo y declara, además, que impondrá que el gobierno se someta a ese organismo. El Movimiento libertario actúa con plena libertad; lleva la iniciativa y es la vanguardia en la lucha contra el gobierno y en defensa de las posiciones de «paz honorable» que dice perseguir. La C.N.T. de la zona Centro actuó al margen de su Comité nacional, de la U.G.T. y del Programa de unidad de acción de las dos centrales. A ese conglomerado del Movimiento libertario de la zona Centro-sur le corresponde toda la gloria de esa acción demencial que arrastró a todos los resentidos a la gran traición. Tal como se había acordado en la reunión de Ejecutiva celebrada en el Hotel Sala de Perpignan, el secretario general de la U.G.T., José Rodríguez Vega, logró salir para la zona Centro-sur de los primeros. Llegado a Valencia, establece los primeros contactos con la delegación de la Comisión ejecutiva. De allí se traslada a Madrid. El día 22 de febrero se 1. Véase José Peirats, op. cit., tomo III, pág. 278.

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celebra en Madrid una reunión de la Ejecutiva en la que toman parte González Peña, Edmundo Domínguez, José Rodríguez Vega, Claudina García y Antonio Pérez. Los miembros restantes seguían en Toulouse, en espera de poder trasladarse a la zona Centro. En la reunión se examina la situación y se ratifica la posición unitaria y de adhesión al gobierno y a su política de resistencia. José Rodríguez Vega informa de los acontecimientos de Cataluña, así como de la situación de centenas de millares de refugiados, civiles y militares, en Francia. Los fraguadores del golpe habían olvidado que en Francia quedaba medio millón de refugiados, muchos de ellos militantes de las organizaciones sindicales y políticas, y la mayoría de sus dirigentes nacionales. El P.S.O.E. publica una nota en igual sentido que la publicada por la U.G.T., suscrita por Ramón González Peña y Rafael Henche. La Ejecutiva de la U.G.T. declara que se instalará allí donde el gobierno establezca su residencia y manifiesta que el Frente Popular debe normalizar e impulsar sus actividades, dando continuidad a su política de organismo de coordinación, de ayuda y colaboración con el gobierno de Unión Nacional. He aquí la nota oficiosa de la reunión: «Bajo la presidencia del compañero Ramón González Peña, y con asistencia de todos los miembros de la Comisión ejecutiva de la U.G.T. de España que se encuentran en la zona leal, se ha celebrado reunión extraordinaria de ésta en el día de ayer. »Después de resolver diferentes asuntos de trámite, el secretario general, camarada José Rodríguez Vega, que ha llegado recientemente a la España leal, informó de los últimos hechos acaecidos en Cataluña, así como del traslado a Francia de los militantes de las organizaciones. »E1 camarada Rodríguez Vega dio cuenta a la Comisión ejecutiva del acuerdo tomado por la misma, consistente en trasladarse con la rapidez que los medios materiales de transporte lo permitan a la España leal, para continuar en ésta trabajando y luchando en defensa de la República y de la independencia de España. »La Comisión ejecutiva, después de deliberar sobre la situación actual, acordó recomendar a todos sus militantes y organizaciones el cumplimiento más riguroso de todas las disposiciones del gobierno, estimando que las organizaciones y militantes de la U.G.T. de España deben proceder en estos instantes afrontando la situación con la misma serenidad con que siempre ha actuado nuestra gloriosa central sindicaL »La Comisión ejecutiva de la U.G.T. acordó fijar su residencia definitiva en el lugar donde el gobierno tenga su instalación. »Madrid, 23 de febrero de 1939.»

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El 1.° de marzo se conoce la noticia de que el presidente de la República, Manuel Azaña, había presentado la dimisión con fecha 27 de febrero. De acuerdo con los preceptos constitucionales, debe ser sustituido por el presidente de las Cortes, Diego Martínez Barrio. Esta actitud de Azaña fue una gran ayuda para los conspiradores y un gesto que ensombreció, ante la Historia, la figura y la personalidad del segundo presidente de la segunda República española. No estuvo a la altura del heroísmo y del sacrificio de su pueblo. El día 5 de marzo, el coronel Segismundo Casado se subleva, da el «golpe» y, en los sótanos del Ministerio de Hacienda, queda constituido el consejo de Defensa que, de acuerdo con el Movimiento libertario y con los socialistas-ugetistas resentidos, se venía preparando desde la caída de Cataluña. Con ese hecho se abría un período, bien corto, de lucha fratricida entre las propias fuerzas que habían sido la base, la sustentación de la heroica lucha de nuestro pueblo por su libertad. Veintitantos días de indignidad y de pasiones desatadas, impulsadas por rencores y por ambiciones contenidas. Como el 18 de julio de 1936, el golpe de Casado fue una sublevación contra la legalidad republicana: rompió la legalidad de las instituciones y llevó en sí la ruptura de la unidad de todas las organizaciones del Frente Popular, a la vez que unificaba a las minorías resentidas, a las personalidades «esquinadas». Ese proceso negativo y catastrófico duró poco más de veintt días. Cerca de tres años de resistencia heroica de Madrid, del pueblo español de la zona republicana, quedaban rotas, eran destruidas de la forma más ignominiosa por el llamado Consejo Nacional de Defensa que quedaba integrado, el día 6 de marzo, con el siguiente equipo: Presidente: Consejero de Estado: » de Defensa: » de Gobernación: » de Hacienda: » de Justicia: » de Comunicaciones y Obras Públicas: » de Instrucción Pública y Sanidad: Más tarde, como consejero de Trabajo, se incorporó:

General José Miaja Julián Besterio Coronel Segismundo Casado Wenceslao Carrillo González Marín Miguel Andrés Eduardo de Val José Del Río Antonio Pérez

A partir de ese momento, los «triunfadores» iniciaron una campaña de un grosero «anticomunismo», identificándose con el franquismo. Con ella

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trataban de ocultar la felonía que acababan de llevar a cabo. Franco, Hitler y Mussolini se habían alzado frente a sus pueblos para evitar, según ellos, el peligro comunista; Casado y sus cómplices y seguidores —los «libertarios» y cía.— izaban la misma bandera sostenida, para mayor escarnio, por el profesor Julián Besteiro y tratando de implicar en tan triste hazaña al Partido Socialista Obrero Español, al partido de Pablo Iglesias y de García Quejido, de Jaime Vera, Virginia González, Acevedo, Perezagua y tantos y tantos otros gloriosos militantes del movimiento socialista español. La Comisión ejecutiva de la U.G.T. debió realizar el más serio trabajo para no verse arrastrada, para que nuestra central sindical no se viera envuelta en una ola de difamaciones y venganzas, en una avalancha de irresponsabilidades; para no verla hundirse en aquel entorno cenagoso y demencial de bajas pasiones. Las destituciones de los elementos dirigentes de las organizaciones sindicales y políticas se realizaban al margen de toda formalidad, de la manera más caprichosa, personalista y vengativa. Se dieron por constituidos nuevos organismos, con elementos carentes de toda representación legal. Por arbitrarios que fueran, todos los procedimientos se consideraban buenos. En el orden oficial, y más bien respondiendo a una psicosis demencial que a una conducta de ponderación y sentido común, se destituía a autoridades, a funcionarios, como si los sublevados casadistas estuvieran gobernando, actuando en condiciones de normalidad, sin darse cuenta de que estaban a una distancia de días, de horas de la catástrofe, de la hecatombe que habían provocado. Fueron días y horas de la máxima insensatez, en los que se dieron el gusto de designar a nuevos funcionarios, nuevos gobernantes, nuevos directivos de las organizaciones sindicales y políticas, del Partido Socialista, de la U.G.T.... Actuando en torno al Movimiento libertario y al «partido de los resentidos y los esquinados», los «salvadores» de la República frente a Negrín escribieron las páginas más vergonzosas y dramáticas de nuestra Historia. Nada más deprimente que leer la prensa de esos días. Claridad, el órgano de la U.G.T., no se salvó de ese ambiente demencial. Rompiendo con su línea de conducta tradicional, se incorporó a la jauría del anticomunismo desatado. Veintitantos días de ignominia que eran la negación de tres años de historia dedicados a la orientación de la unidad y la defensa de la legalidad republicana. Como secretario general de la U.G.T., José Rodríguez Vega llamó a Javier Bueno para invitarle a que Claridad no formara en el coro de los irresponsables. Todo inútil; no le hizo ningún caso. Ahí están sus artículos de fondo, dedicando loas a los traidores. En su número del 15 de marzo, Claridad anunciaba que la Agrupación Socialista madrileña había suspendido en sus derechos y deberes a los afiliados Juan Negrín y Julio Alvarez del Vayo; al mismo tiempo publi-

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caba la significativa noticia de que Checoslovaquia había dejado de existir como Estado... Ya en su número del día 7 se había regodeado publicando, en primera plana, la siguiente noticia: «Negrín y Alvarez del Vayo han huido a Francia...». Desde 1935 habíamos realizado los mayores esfuerzos para mantener el periódico como semanario y, más tarde, como diario de la noche. Cuando en la Hemeroteca de la Plaza de la Villa hojeamos la colección del periódico, las lamentables e indignas páginas de los números correspondientes al período del golpe de Casado-BesteiroF.A.I.-C.N.T. nos produjeron una profunda pena, especialmente cuando vimos, al pie de algunos de aquellos textos, la firma de Javier Bueno, el periodista-héroe de octubre de 1934, el militante socialista, director de Avance, de Oviedo... ¡Qué paradojas tan tristes ofrecen las contradicciones políticas!... Con la bandera anticomunista en la mano, el fascismo ¡fusilaba al antifascista de octubre de 1934 y anticomunista de marzo de 1939! Javier Bueno, que no había escrito una sola línea sobre el fusilamiento del coronel Barceló por el equipo Casado-Besteiro-C.N.T.-F.Ai. murió dos veces, como todos aquellos que cayeron bajo la misma contradicción.

En la coyuntura nacional e internacional de ese mes de marzo de 1939, la política de resistencia del gobierno del doctor Negrín se sustentaba en una perspectiva política corta, enmarcada en un contexto internacional prometedor de una fórmula de paz digna y honorable, en el marco de la resistencia, y no la catástrofe, la hecatombe a que la gran traición del equipo del consejo de Defensa y sus sostenedores condujo a España y al pueblo español.

Bajo las brutales coacciones de los elementos «casadistas», la Ejecutiva de la U.G.T. se reúne, y ante el hecho consumado, y en evitación de mayores males, «considera conveniente, al objeto de mantener la unión del pueblo español, robustecer la autoridad del organismo recién creado». El día 17, en Valencia, tiene lugar otra reunión de la Comisión ejecutiva y de un Comité nacional surgido de la «sublevación» sindical. La Ejecutiva tiene que afrontar una situación violenta, en la que la vida de su propio secretario general, José Rodríguez Vega, estuvo en peligro. Bajo toda clase de coacciones y manifestaciones de violencia, se impone a la U.G.T. que designe un representante suyo en el consejo de Defensa, para el que «ese Comité nacional faccioso» designa al vocal de la Comisión ejecutiva Antonio Pérez. En los momentos más críticos de las luchas en Madrid entre las fuerzas leales al gobierno y los sublevados, José Rodríguez Vega se había ofrecido para servir de intermediario, pero el coronel Casado se negó a aceptar su mediación. El ambiente de desquiciamiento tocaba a su fin. A partir de aquella

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reunión, el problema que lo invadía todo era el de la evacuación. En la mañana del día 25, la Comisión ejecutiva volvía a reunirse con delegados de las federaciones nacionales, para tratar de organizar y establecer una política de evacuación. Fue otra reunión que, sometida a manifestaciones de violencia, coacciones y amenazas, tuvo que ser suspendida. En ese momento, el grupo socialista-ugetista de caballeristas y besteiristas, transformado en «casadista», planeaba ya crear una nueva Comisión ejecutiva de la U.G.T. Al calificar de «caballerista» al grupo, no involucramos a Francisco Largo Caballero, que se encontraba entre el medio millón de españoles refugiados en Francia y que no tuvo participación —que sepamos— en el golpe casadista, inclinándonos a pensar que, no obstante su posición de hostilidad hacia el gobierno Negrín, él no habría estado de acuerdo con esa traición que sí contó, en cambio, con el apoyo y la colaboración de Besteiro. Por lo menos, en su libro Mis Recuerdos no alude para nada a ese dramático y triste episodio que tan indignamente epilogó la heroica lucha del pueblo español y que, sin duda alguna, en más de una ocasión tuvo que estar presente en sus reflexiones, sugiriéndole el pensamiento que, años más tarde, formularía así: «Con la clase obrera unida no temo nada; con la clase obrera desunida, lo temo todo. . ». ¡: ;

En la última reunión de Ejecutiva y Comité nacional que comentamos, se había anunciado que, al final de la misma, se facilitaría una nota oficiosa, nota que no apareció por ningún lado. Fue la última actividad de la Comisión ejecutiva de la U.G.T. en España. De aquella reunión se fue a la dramática concentración del puerto de Alicante, en la que los miles de ugetistas que no pudieron embarcar quedaron prisioneros de las fuerzas italianas. Y de aquella aglomeración humana de Alicante, a las cárceles, a otros campos de concentración, a los paredones de ejecución. Allí se encontraban el secretario general de la U.G.T., José Rodríguez Vega, y los vocales Antonio Pérez, Claudina García y Ricardo Zabalza; en Francia, medio millón de refugiados, entre ellos ocho ejecutivos de la U.G.T. y la mayoría de los miembros de su Comité nacional, que habían abrigado la esperanza de reintegrarse a la zona Centro-sur. La obra de los «salvadores» del consejo de Defensa había terminado. El coronel Casado, con muchos de sus colaboradores, embarcaba en Alcira en un destróyer inglés que los llevaría a Londres..-. 1

Claridad aparecería el 27 de marzo de 1939 por última vez. En su primera plana a toda columna publicaría: 1. Colección de Claridad, y Edmundo Domínguez, Los vencedores de Negrín, Editorial Nuestro Pueblo, México, 1940.

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«El Consejo nacional dio cuantas facilidades fueran necesarias para entregar al gobierno nacionalista la zona republicana en las mejores condiciones^.;» El Movimiento libertario había triunfado en toda la línea. Muchos de sus dirigentes pasarían a colaborar con los sindicatos verticales y, como los fascistas,.., seguirían enarbolando la bandera del anticomunismo.

171 RENDICIÓN DE CUENTAS: LA U.G.T. DE ESPAÑA Y SUS PROBLEMAS ECONÓMICOS En algún otro lugar de este trabajo hemos aludido a la vida económica de la Unión General de Trabajadores de España y de sus organizaciones, a su pobreza, a su honestidad; a la vida administrativa de sus sindicatos y federaciones que, desenvolviéndose en una permanente penuria de medios económicos, veían frenado su desarrollo sin poder atender siquiera a sus elementales necesidades de propaganda ni al sostenimiento de sus propios y modestos aparatos de dirección. Todo lo contrario de otras organizaciones que contarían siempre con abundantes medios de todo tipo para sus actividades. Pero es que la U.G.T. había educado a sus dirigentes y a sus masas de acuerdo con exigencias y principios éticos y morales muy estrictos, dentro siempre de lo que era la mentalidad socialista de la época. A pesar de ello, la reacción mantuvo una permanente campaña de difamación y calumnias contra los hombres de la U.G.T. y del P.S.O.E., a los que llamaba «vividores de cuotas», acusando a sus organizaciones y a sus admirables Casas del Pueblo de ser nidos de explotadores de la clase obrera organizada. Se llegó a poner en circulación los más absurdos bulos, las fantasías más estúpidas, siempre con la intención de desprestigiar a los dirigentes de los trabajadores, y así se decía que Pablo Iglesias, que poseía un costoso abrigo de pieles, se disfrazaba de obrero cuando iba de propaganda; que viajaba en primera clase, aunque al llegar a la estación de destino, se mudaba a un coche de tercera; que tenía un chalet en El Escorial que era un verdadero palacio... Y así por el estilo, ateniéndose siempre al principio de «calumnia, que algo queda...» Pero lo malo no era que la reacción inventara y difundiera esas calumnias, esas miserables y ridiculas patrañas, eso nada tenía de particular; lo verdaderamente grave era que, en el seno de nuestro movimiento obrero, esas pequeñas infamias fueran jaleadas, animadas y propaladas con la mayor animosidad y violencia por el anarquismo y su prensa. Francisco Mora, uno de los fundadores de la U.G.T., un auténtico internacionalista, fue también acusado de vivir

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de las cuotas, y otro tanto le sucedió a Antonio García Quejido y, en general, a la inmensa mayoría de los hombres del P.S.O.E. y de la Unión General de Trabajadores de España, a los fundadores de una y otra organización, a los pioneros de los tiempos heroicos. Por ello, en este último capítulo de nuestra obra hemos querido dedicar unas palabras a este problema, no para reivindicar la conducta de unos hombres y unas organizaciones que, en ese aspecto, de nada tienen que ser reivindicados por nadie, sino para subrayar algunos aspectos de sus conductas en este sentido y dar conocimiento de algún documento, inédito hasta hoy, que pone de relieve cómo han actuado, a través de los tiempos, los compañeros ugetistas que los trabajadores españoles de esa tendencia eligieron en su día para regir y administrar nuestra gloriosa central sindical nacional, la Unión General de Trabajadores de España. En 1938, en plena guerra, se cerró medio siglo de existencia, de actividad y de lucha de la U.G.T. En las páginas de esta obra hemos dejado constancia de la conducta ejemplar de los hombres que, a lo largo de ese medio siglo, ejercieron la dirección de sus distintas organizaciones. Ahora, la publicación de las Actas de la U.G.T. que hemos emprendido nos revelará detalles insospechados de esa conducta. En las ilustraciones que acompañan al libro que el lector tiene en sus manos pueden apreciarse algunos ejemplos de cuanto venimos diciendo: la modestia de las instalaciones de la Casa del Pueblo de Madrid, orgullo de la organización obrera, los sueldos que disfrutaban los máximos dirigentes de una centra) sindical que llegó a contar, en los días de ese cincuentenario y por lo que a la sola zona republicana respecta, dos millones de afiliados cotizantes; también hemos querido dejar constancia fotográfica de la ayuda prestada por la organización a los dirigentes encarcelados después del movimiento insurreccional de octubre de 1934, en concepto de «gastos de manutención». El lector verá por sí mismo en que queda esa leyenda de los «vividores de cuotas» con que se ha querido ofender la memoria de García Quejido, Pablo Iglesias o Mora, hasta la de Largo Caballero, pongamos por caso. En las Actas podrá verse cómo se discutía la compra de unas tijeras o de un armario usado, cómo se decidía que el compañero designado para asistir a un acto fraternal pagara de su bolsillo los gastos de transporte, o el tiempo que se dedicaba a la discusión del alquiler de una habitación para local social: se trataba de ¡quince pesetas mensuales! Finalmente, entre los Apéndices a nuestro trabajo, incluimos el Balance establecido el 8 de febrero de 1939, en el momento de salir la Ejecutiva para el exilio, así como el último Informe de Tesorería, redactado en Limoges (Francia) el 13 de mayo del mismo año por el que fue último tesorero de nuestra central sindical, Felipe Pretel, documentos que —en

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un país donde tantas cuentas no han sido presentadas— bien merecen el título que nos ha parecido oportuno ponerles: «LAS CUENTAS, CLARAS. ASI ACTUABAN LOS HOMBRES DE LA U.G.T.». Como último secretario adjunto de la última Ejecutiva de la Unión General de Trabajadores elegida en España, y en nombre de aquélla, casi totalmente desaparecida en el exilio, nos complace rendir homenaje a todos esos compañeros ejecutivos, a su vida ejemplar de militantes y dirigentes de la que —imitando al más grande de nuestros poetas clásicos bien pudiera afirmarse aquello de 1

«tantas veces puesta por su fe en el tablero», pues fue paradigma de abnegación y sacrificio en defensa de los derechos de los trabajadores y espejo en el que tendrán que mirarse las generaciones venideras. A treinta y siete años de distancia y en la continuidad de la lucha, creemos haber cumplido, como ugetistas, con nuestro deber y, en lo que nos quede de aliento, esperamos seguir cumpliéndolo. Amaro del Rosal Díaz México D.F. — Barcelona, mayo de 1976

1. Otros apéndices están dedicados a las diferentes Ejecutivas de la U.G.T., y a datos estadísticos relativos a Congresos de nuestra central nacional, o internacionales a los que asistió una delegación ugetista, así como a la progresión del número de adherentes desde 1888 hasta 1938, y otros.

APÉNDICES

I.

Los Congresos nacionales de la U.G.T. (1888-1939).

II. Afiliados a la U.G.T. por años (1888-1938). III.

Progresión de los afiliados a la U.G.T. en los tres primeros lustros de su existencia.

IV.

Afiliados a la Unión General de Trabajadores de España por Federaciones y Sindicatos nacionales de Industria, en 1938.

V.

Las Comisiones ejecutivas de la U.G.T. de España en los primeros tiempos.

VI.

Fuerzas sindicales adscritas a la F.S.I. en los países que se mencionan.

VIL

La última Comisión ejecutiva de la U.G.T. (en funciones en marzo de 1939).

VIII. Las cuentas, claras: Así actuaban los hombres de la U.G.T. INFORME DE TESORERÍA IX.

27

BALANCE de la Unión General de Trabajadores de España al 8 de febrero de 1939.

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LOS CONGRESOS NACIONALES DE LA U.G.T. (1888-1939) I. 1888: Barcelona II. 1890: Villanueva y Geltrú III. 1892: Málaga IV. 1894: Madrid V. 1896: Valencia VI. 1899: Madrid VII. 1902: Madrid VIII. 1905: Madrid IX. 1908: Madrid

X. XI. XII. XIII. XIV. XV. XVI. XVII.

1911: 1914: 1916: 1918: 1920: 1922: 1928 : 1932:

Madrid Madrid Madrid Madrid Madrid Madrid Madrid Madrid

II AFILIADOS A LA U.G.T. POR AÑOS (1888-1938) * 1888 , , 1889 1890 1...:.....: 1891 1892....;..... 1893 1894....;.. 1895 ... .i. ... , 1896 1899 ... .;. ... 1900 1901....; 1902 ... 1903...... 1904..... 1905 1906 1907....... 1908 ... 1909 1910 1911 1912 1913 1914

3.355 3.355 3.896 5.304 8.014 8.553 6.279 6.278 6.154 15.264 26.088 31.558 32.778 46.574 56.900 36.557 32.405 32.612 44.912 43.562 40.984 80.000 100.000 127.804 121.553

1915 1916 1917 . . . . . 1918 1919 1920 1921 1922 1923 1924 1925 1926..... 1927 1928 1929 1930. 1931 1932 1933 1934 1935 1936 1937 1938

... . . . . i . . . . .

., ... ... ... . ... ... .....

...

...

76.304 99.520 89.601 150.000 211.342 220.000 240.113 239.661 210.617 215.518 235.007 221.000 221.000 221.000 225.000 225.000 958.176 800.000 400.000 450.000 400.000 1.300.000 1.700.000 1.904.569

* A partir de 1919, según las cotizaciones liquidadas por la U.G.T. a la F.S.I. En los años de la guerra 1936-1939, sólo se computan los afiliados de la zona republicana.

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in PROGRESIÓN DE LOS AFILIADOS A LA U.G.T. EN LOS TRES PRIMEROS LUSTROS DE SU EXISTENCIA 1889, 1890, 1891, 1891, 1892, 1892, 1893, 1893,

noviembre setiembre abril agosto febrero agosto febrero agosto

3.355 3-896 5.457 5.304 7.170 8.014 8.848 8.553

1895, 1896, 1899, 1900, 1900, 1901, 1902,

mayo febrero setiembre marzo setiembre octubre marzo

6.276 6.154 15.264 14.737 26.088 31.558 32.778

(FUENTE: Memoria del XVI Congreso de la U.G.T., celebrado en Madrid en setiembre de 1928.)

IV AFILIADOS A LA U N I O N GENERAL DE TRABAJADORES DE ESPAÑA POR FEDERACIONES Y SINDICATOS NACIONALES DE INDUSTRIA EN 1938 1

1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. 19. 20. 21. 22. 1.

Tierra Secciones directas que no tenían constituida Federación Nacional Textil Edificación Siderometalúrgica Transporte Urbano Dependientes de Comercio Ferroviarios Mineros Vestido y Tocado Empleados de Oficinas Espectáculos Públicos Crédito y Finanzas Artes Blancas Agentes de Comercio Agua, Gas y Electricidad Hostelería Municipios Enseñanza Madera Transporte Marítimo Funcionarios del Estado

De acuerdo con las cotizaciones liquidadas a la F.S.I.

700.000 475.700 90.000 75.955 50.798 50.755 50.608 50.274 30.448 30.000 29.917 20.000 18.000 16.000 15.621 15.000 14.825 14.109 14.000 12.884 11.875 11.000

HISTORIA DE LA U.G.T. 23. 24. 25. 26. 27. 28. 29. 30. 31. 32. 33. 34. 35. 36. 37. 38. 39. 40. 41. 42. 43. 44. 45. 46. 47. 48.

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Tabaqueros Gráfica Productos Químicos Seguros Seguros y Previsión Petróleos Piel Telefónica Personal de Hospitales Peluqueros Industrias Farmacéuticas Telégrafos Carteros (Posta Rural) Papeleros Empleados de Correos Cervezas, Hielos y Gaseosas Carteros Urbanos Azucareros Practicantes Juntas de Obras de Puertos Toneleros Médicos Vidrio Radiotelegrafistas Sindicato de Aviación Secretariado de Cataluña

10.000 9.451 9.214 7.000 1.300 6.000 5.000 4.957 4.746 4.641 5.700 4.306 4.187 3.626 2.400 2.000 1.979 1.926 1.800 1.600 1.377 1.190 1.000 400 5.000

TOTAL

1.904.569

2

V LAS COMISIONES EJECUTIVAS DE LA U.G.T. DE ESPAÑA EN LOS PRIMEROS TIEMPOS Al principio, el órgano de dirección de la Unión General se llamaba Comité nacional; más tarde se dividiría en Comisión ejecutiva y Comité nacional.* Sin embargo, para simplificar la información, nos limitaremos a considerar la dirección, en todos los tiempos, como Comisión ejecutiva. El verdadero carácter de Comité nacional aparece, primero, con la designación de representaciones por zonas y, más tarde, al constituirse las Federaciones nacionales de industria, el Comité nacional se integra con los miembros de la Comisión ejecutiva designada por el Congreso más un representante por cada Federación nacional. Hubo otro período en que funcionaba el organismo nombrado por el Congreso (Comisión ejecutiva o Comité nacional), más un grupo de vocales designados, con posterioridad al Congreso, por las organizaciones locales donde la Unión tenía su domicilio. 2. Datos incluidos en las respectivas Federaciones nacionales de industria. * En ocasiones, se le designaba indistintamente con cualquiera de los dos nombres.

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El cuadro que figura a continuación registra las comisiones ejecutivas de la U.G.T. que actuaron en el siglo x i x y comienzos del XX. Lamentamos que aparezcan omisiones importantes en lo que se refiere al III Congreso, celebrado en Málaga en 1892, y al IV, que tuvo lugar en Madrid en 1894. El autor no pudo complementar los nombres que integraron esos comités nacionales. Existen fuentes informativas en que se pueden obtener esos datos, pero por el momento no nos ha sido posible acceder a ellas. Por otra parte, este tipo de trabajo siempre ofrece dificultades que, por una u otra razón y contra la voluntad del autor, determinan fallas. Aunque parezca extraño, no es fácil, en determinadas circunstancias, solucionar problemas de detalle. El lector queda advertido y si en alguno de los casos a que nos referimos pudiera aportar datos complementarios, sería de sumo interés que los trasladara a la Editorial que, con el autor, agradecería esa contribución susceptible de enriquecer en sus detalles históricos una posible nueva edición de la obra. Nuestro trabajo está elaborado desde la emigración. He aquí, pues, con las limitaciones señaladas, la composición de las comisiones ejecutivas de la Unión General de Trabajadores de España, con indicación de los ocho primeros Congresos en que fueron nombradas desde el de 1888 hasta el de 1905: Congresos y años

Lugar de celebración

I

Barcelona

1888

II

:

1890

Cargos Presidente Vicepresidente Secretario Vicesecretario Vocales

Antonio García Quejido Salvador Ferrer Francisco Parera Juan Graells Basilio Martín B. Joaquín Manresa

Presidente Vicepresidente Secretario Vicesecretario

Antonio García Quejido B. Martínez Rodríguez Carlos Duval Juan Graells Juan Lleopart Ramón Colado Felipe Tatche Juan Lleopart Juan Baixados. Felipe Tatche Juan lleopart Torruella Sena Jaime Buril Juan Cabré Pablo Ferré

Tesorero Vicetesorero Vocales

III

2

1892

Málaga

Nombres

Presidente Secretario

José Comaposada Sebastián Llesuy

1. En 1890, la gestión de la Comisión ejecutiva fue muy accidentada: dimisiones, sustituciones,; designaciones de nuevos elementos. 2. De los Congresos III y IV sólo hay información respecto a los cargos de presidente y secretario. . . .

923

HISTORIA DE LA U.G.T.

Congresos y años IV V

2

Lugar de celebración

Cargos

1894

Madrid

Presidente Secretario

Juan Villarrubias Antonio García Quejido

1896

Valencia

Presidente Vicepresidente Secretario

Luis Zurdo O. José Batllerí Antonio García Quejido Toribio Reoyo Antonio Palau Pablo Tapiol Juan Fuste Esteban Velar (Artes Gráficas) José Taulé (Herradores) Roque Barrange (Cocheros) Juan Plenafeta (Estucadores) Vicente Soler (Lampistas) Benito M. Rodríguez (Marmolistas) Manuel Piñón (Impresores de Naipes) Juan Guillen (Canteros) Juan Raurich (Tejedores de seda)

Vicesecretario Tesorero Vicetesorero Vocales

VI

1899

Madrid

Presidente Vicepresidente Secretario Vicesecretario Tesorero Vocales

Pablo Iglesias Vicente Barrio Antonio García Quejido Cipriano Rubio Francisco Largo Caballero Segundo Casado José García Quinteiros Clemente Cuadrado Antonio López José Maeso Casimiro Maiugán Celedonio Rodríguez Antonio García Batllorí Toribio Rus Eduardo Jiménez Antonio García Ordóñez

Presidente Vicepresidente Secretario general Vicesecretario Tesorero Vicetesorero Vocales

Pablo Iglesias Cipriano Rubio Antonio García Quejido Francisco Largo Caballero Matías Gómez Latorre Miguel Cano Dionisio Laiglesia

3

VII

Nombres

1902

Madrid

3

3. Como ya se ha indicado, los vocales eran designados por las secciones locales del lugar en que residía la Ejecutiva de la Unión General •—en estos casos, Madrid—, siendo los demás cargos elegidos por el Congreso.

924

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Congresos y años

Lugar de celebración

Cargos

Nombres Domingo Zapatero Eduardo Calvo Antonio Alvarez Claudio Montero Toribio Mena Carlos López Escobar José Solana Pedro Arias José García Raimundo García Gumersindo Villalba Bernardo López

VIII

1905

Madrid

Presidente Vicepresidente Secretario general Vicesecretario Tesorero Vicetesorero Vocales

Pablo Iglesias Cipriano Rubio Vicente Barrio Eduardo Calvo José Maeso Antonio López Pujalve Eduardo Várela Ángel Goicoechea Fraga Alvarez Cano Fernández Alonso Pujalve Juncosa Carnicero Cienfuegos Rey Rodríguez Navarro

HISTORIA DE LA U.G.T.

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VI FUERZAS SINDICALES ADSCRITAS A LA F.S.I. EN LOS PAÍSES QUE SE MENCIONAN * Años

Francia

Inglaterra

1904 1905 1906 1907 1908 1909 1910 1911 1912 1913 1914 1915 1916 1917 1918 1919 1920 1921 1922 1923 1924 1925 1926 1927 1928 1929 1930 1931 1932 1933 1934 1935 1936 1937

158.000 158.000 203.273 203.273 294.918 357.764 340.000 450.000 387.000 592.447 861.172 82.292 167.582 493.104 997.558 2.048.221 1.500.000 756.243 757.847 757.847 553.770 605.250 605.250 605.250 640.790 562.468 617.938 676.765 597.379 579.463 598.250 1.300.000 3.246.527 5.400.000

469.590 501.299 630.933 689.674 700.937 703-091 710.994 861.482 874.281 967.257 1.086.391 1.076.634 873.415 1.032.849 1.215.107 5.283.676 6.505.482 6.559.933 4.369.268 4.328.253 4.350.982 4.365.619 4.163.944 3.874.842 3.673.144 3.744.320 3.719.401 3.613.273 3.367.9H 3.294.581 3.388.810 3.614.551 4.008.647 4.250.000

EE. UU.

1.588.000 1.710.433 1.775.000 2.054.526 1.996.004 2.020.671 1.946.347. 2.072.702 2.371.434 2.726.478 3.260.068

2.545.331

España

Suecia

56.900 36.557 32.405 32.612 44.912 211.342 150.000 89.601 99.520 76.304 121.553 127.804 100.000 80.000 40.984 43.562 220.000 240.113 239.861 210.617 213.578 235.007 221.000 221.000 221.000 225.000 225.000 958.176 810.000 400.000 450.000 400.000 1.300.000 1.700.000

81.736 86.635 144.395 188.284 169.776 258.996 222.185 186.146 140.802 110.708 101.207 97.225 85.522 80.121 85.177 108.079 280.029 312.208 292.917 313.022 360.337 384.617 414.859 437.974 469.409 508.107 553.456 589.176 638.593 633.351 653.331 701.186 703.400 783.000

Checoslovaquia

727.055

822.561 827.761 388.294 324.179 343.733 356.386 548.231 541.637 557.191 559.522 575.863 611.277 631.750 628.950 619.077 629.866 629.000 632.000

* Datos correspondientes a la fecha 18 de julio de 1938. Los afiliados asignados a España en el año 1937 corresponden solamente a los del territorio leal al gobierno de la República.

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AMARO DEL ROSAL

VII LA ULTIMA COMISIÓN EJECUTIVA DE LA U.G.T. EN FUNCIONES EN M A R Z O DE 1939 * PRESIDENTE VICEPRESIDENTE SECRETARIO GENERAL SECRETARIO ADJUNTO TESORERO VOCALES

1

Ramón González Peña Edmundo Domínguez Aragonés José Rodríguez Vega Amaro del Rosal Díaz Felipe Pretel Iglesias Daniel Anguiano Munguito Antonio Genova Palacios Antonio Pérez García Qaudina García César García Lombardia Ezequiel Ureña Delgado

1

1

2

1

2

3

1

1

4

VOCALES incorporados a la Comisión Ejecutiva, de acuerdo con la fórmula de unidad propuesta por Léon Jouhaux. Ricardo Zabalza Pascual Tomás José Díaz Alor Carlos Hernández Zancajo Pascual Tomás y Díaz Alor no actuaron. El primero falleció en Valencia. Ricardo Zabalza fue fusilado. Díaz Alor reside en España y Carlos Hernández, en México.

VIII LAS CUENTAS CLARAS: ASI ACTUABAN LOS HOMBRES DE LA U.G.T. INFORME DE TESORERÍA Con motivo de la evacuación forzosa, por el Tesorero que suscribe se procedió al embalaje y salvamento de todo el material administrativo desde el Congreso del año 1932 hasta el mismo día de la evacuación, encontrándose, por lo tanto, a disposición de la Comisión ejecutiva, del Comité nacional y de los revisores de Cuentas todos los justificantes de gastos e ingresos, libros de Contabilidad y cuantos documentos componen la administración de esta UNION GENERAL DE TRABAJADORES DE ESPAÑA. Con el presente informe se acompaña balance realizado con fecha ocho de febrero, día en que se procedió al cierre de las cajas en que se depositaba el mate* Es la elegida en 1.° de octubre de 1937 con la incorporación que se señala de cuatro vocales de la antetior en enero de 1938 (véanse capítulos 127 a 140). 1. Fallecidos en México. 2. Fallecidos en Chile. 3. Fallecido en Francia. 4. Se desconoce su paradero. Emigró a Chile.

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HISTORIA DE LA U.G.T.

rial, y el cual arroja la partida en Caja de pesetas 37.069,81 (TREINTA Y SIETE MIL SESENTA Y NUEVE CON OCHENTA Y UNO) las que se hallan en metálico en poder del Tesorero. La partida de Bancos por 4.708.774,22 (CUATRO MILLONES SETECIENTAS OCHO MIL SETECIENTAS SESENTA Y CUATRO CON VEINTIDÓS) quedó depositada en los mismos y, por consiguiente, puede considerarse perdida en estos momentos. Interesa hacer constar que no obstante lo precipitado de la salida, dos días antes de la misma se había solicitado el traslado de nuestras Cuentas, lo que no se efectuó por no darlas el trámite correspondiente, cosa que tampoco hubiera podido evitar la pérdida de esta cantidad, puesto que, dado su volumen, hubiera sido imposible realizarla en veinticuatro horas, que es el tiempo que hubiéramos podido disponer para efectuarlo en la Sucursal de Gerona. Con el material administrativo a que antes me refiero, ha sido trasladada a Francia toda la colección de Actas de la UNION desde su fundación. Por tanto, la Comisión ejecutiva determinará si procede o no el depósito de toda esta documentación en la FEDERACIÓN SINDICAL INTERNACIONAL, como igualmente la cantidad en metálico que obra en Caja. Limoges, trece de mayo de mil novecientos treinta y nueve. TESORERO Felipe Pretel

IX BALANCE DE LA UNION GENERAL DE TRABAJADORES DE ESPAÑA AL 8 DE FEBRERO DE 1939 ACTIVO Disponible CAJA BANCOS

37.069,81 4.708.774,22 4.745.844,03

Exigible DEUDORES VARIOS ANTICIPOS FEDERACIONES

12,90 175.705,30 6.915,50 182.633,70

Realizable ACCIONES FIANZAS MOBILIARIO

5.100,— 680,— 66.234,51 72.014,51

Cuentas de orden GIROS PENDIENTES

2,85 Suma el ACTIVO

5.000.495,09

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AMARO DEL ROSAL

PASIVO Exigible CANTIDADES EN DEPOSITO PRESTAMOS SUSCRIPCIONES ANTICIPOS FEDERACIONES

3.000.000,— 9.387,50 900.962,75 11.456,09 107,40 3.921.913,74

Cuentas de orden PARTIDAS EN SUSPENSO CAPITAL EN 31 DE DICIEMBRE DE 1968 Saldo: PERDIDAS Y GANANCIAS 8/2/39

23.963,33 796.245,96 258.372,06 1.054.618,02

Suma el PASIVO 8 de febrero de 1939.

5.000.495,09

BIBLIOGRAFIA

N O T A PRELIMINAR

Las fuentes de información de este volumen, consagrado al siglo XX y que ofrecemos a nues

Siguiendo un criterio propio, hemos eludido acudir a las obras clásicas relacionadas con nuestro movimiento obrero, guiados por el propósito y la intención de seguir una línea estrictamente ugetista, utilizando elementos informativos directo nes que señalaremos más adelante—» haciendo uso de fuentes ajenas a los solos efectos de control y comprobación de datos, de precisión de informaciones que nos afirmaran en nuestras posiciones y enfoque de los hechos, sin que influyeran en nosotros, para nada, otras interpretaciones. Nuestro propósito fundamental, y así lo hemos declarado ya en el anterior volumen de esta obra, era poner de relieve el papel concreto desempeñado por la Unión General de Trabajadores de España en el movimiento obrero y acometer la defensa del movimiento sindical de signo socialista, con sus errores y aciertos, estableciendo un paralelismo crítico con el movimiento anarcosindicalista. Somos personalmente responsables de las opiniones que aparecen en el presente trabajo y de las interpretaciones que damos a los hechos, a las cuestiones, problemas y conflictos que registramos en nuestro estudio. Nuestra interpretación —sujeta, por supuesto, a toda crítica honesta y constructiva— es totalmente personal, ajena a toda disciplina de partido, y fruto, en gran medida, de la experiencia vivida y de un acervo de materiales y conocimientos acumulados en más de cincuenta años de militancia y relaciones con el movimiento obrero. En la selección rigurosa de fuentes de información que nos hemos impuesto para no perdernos en el confusionismo de un laberinto bibliográfico, acudimos a los interesantes y más actuales trabajos que, sobre el movimiento obrero, viene realizando nuestro estimado amigo el profesor Manuel Tuñón de Lara, que constituye, sin duda, el mayor y más completo esfuerzo reali-

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AMARO DEL ROSAL

zado hasta nuestros días sobre el estudio general del movimiento obrero en el siglo XX. Otro de nuestros instrumentos de colaboración ha sido la Historia de España del viejo compañero Antonio Ramos Oliveira, antiguo redactorjefe de El Socialista, recientemente fallecido, y, en lo que se refiere al movimiento anarcosindicalista, nos sirvió como material de base y elemento de crítica el trabajo de José Peirats, La C.N.T. en la Revolución Española que, desde el punto de vista documental y de guión, es ciertamente, la publicación más completa escrita, hasta el día de hoy, por un elemento anarcosindicalista; en él se recogen, a su modo y de acuerdo con sus interpretaciones ácratas, en oposición a nuestras concepciones, los acontecimientos sucedidos en torno a la segunda República y la guerra de 1936 a 1939- Peirats recoge un conjunto de documentos, algunos en parte, otros completos, que son de gran ayuda para cualquier estudio de los problemas a que atañen, todo ello en un ordenamiento cronológico que representa un magnífico guión para los historiadores que se interesen por el estudio de la segunda República española. Posiblemente sin quererlo, Peirats descubre, a través de su obra, la línea negativa seguida por el «faísmo» en todo ese período, la enorme responsabilidad histórica que, con su conducta, adquirió el movimiento libertario. En la obra de Peirats, sin proponérselo, se encuentran las más contundentes razones para esa acusación. Por eso, en algún lugar de este volumen hemos escrito que el título de su obra, para nosotros y para el movimiento obrero de significación socialista, es sinónimo de o podría traducirse por: La IC.N.T. en la Contrarrevolución Española, y no en la Revolución. En sus páginas se descubren, con la mayor claridad, las intrigas, las actitudes provocadoras del «faísmo», su conducta de sabotaje permanente y, sobre todo, su total responsabilidad en el golpe de Casado, que llevó al desplome, al catastrófico final de la guerra y de la República y con ello al sacrificio de millares de militantes. Otra obra que nos sirvió de control de informaciones, en algunos aspectos, ha sido la Historia de las Internacionales en España, del historiador del movimiento falangista Maximiano García Venero. Sus interpretaciones de los hechos, sus apostillas a sucesos y acontecimientos, funden en muchos aspectos el pensamiento falangista con el «faísmo», con el movimiento libertario, logrando resaltar con mayor virulencia las afinidades anticomunistas comunes que se ponen de relieve entre los dos movimientos. Fenómeno que, directa o indirectamente, hemos venido subrayando a través de todo nuestro trabajo en la parte que corresponde al período de la segunda República y la guerra. Contribuir, aunque sea modestamente, al esclarecimiento histórico del papel desempeñado en el movimiento obrero por el «faísmo», por el conglomerado del llamado Movimiento libertario, es parte de nuestro propósito, considerando que el problema ha tenido las más graves y negativas consecuencias en el desarrollo de los acontecimientos, no sólo durante la guerra, sino a partir ya de la proclamación de la segunda República. La confrontación, un análisis exhaustivo de las conductas y tácticas sindicales de los movimientos obreros de signo socialista y anarquista en el pasado, lo consideramos fundamental para el presente, pero sobre todo de cara al futuro, de un futuro que no se puede dejar de tener en cuenta, que no debe ser impermeable a las experiencias ne-

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gativas que el pasado le ofrece. Sin esa autocrítica histórica, sin el reconocimiento de las lecciones del pasado será difícil instrumentar, con bases sólidas y no momentáneas, circunstanciales, un movimiento sindical moderno de la más amplia unidad, que esté en condiciones de contribuir, en forma decisiva, a la estructuración de una España democrática en la que la clase obrera desempeñe el papel histórico que le corresponde. En esa confrontación, en esa autocrítica, el punto más concteto a esclarecer —pues representa la síntesis de una línea de conducta—• es, sin duda, el criminal golpe de Casado, al que el movimiento libertario, el «faísmo», ofreció todo el peso de su influencia y de su organización, secundado por el grupo de socialistas-ugetistas despechados que se sumaron a Casado y al «faísmo», peto que legalmente, honestamente, nunca han podido reinvindicar la adhesión al mismo del Partido Socialista Obrero Español, ni la de la Unión General de Trabajadores de España. Casado rompió la legalidad y los que le ofrecieron su apoyo y la secundaron desde el campo ugetista y socialista, también incurrieron en el mismo delito en relación con los organismos legales de las organizaciones. Besteiro, Wenceslao Carrillo. Antonio Pérez y Trifón Gómez no representaron, ni podían representar, a la U.G.T. Formaron parte de una acción ilegal y facciosa, desautorizada pot la Comisión ejecutiva y por el auténtico y normal Comité nacional de la U.G.T., pero además ese acto de traición lo desautoriza y condena la propia historia de la Unión General de Trabajadores de España.

ABAD DE SANTILLAN, Diego,

ACTAS de la Comisión ejecutiva de la U.G.T. (1900-1939). ACTAS del Comité nacional de la U.G.T. (1919-1939). ACTAS de Congresos de la U.G.T. ARCHIVOS de la U.G.T. ARCHIVOS personales del autor. AZAÑA, Manuel, BOLETINES de Información de la U.G.T. BUENACASA, Manuel, COLECCIÓN de El Socialista (1900(1938) COLECCIÓN de Claridad DOMÍNGUEZ ARAGONÉS, Edmundo, GARCÍA VENERO, Maximiano,

28

Contribución a la Historia del movimiento obrero español, de 1905 a la proclamación de la segunda República (México, 1965)

Obras Completas (México, 1968) El movimiento obrero español. Historia y crítica (1886-1926), (Francia, 1966) (Revisada en Barcelona, en 1938, por Francisco Núñez Tomás) Los vencedores de Negrín. (Editorial «Nuestro Pueblo», México, 1940) Historia de los movimientos sindicalistas españoles. 1840-1933. (Madrid, 1961)

934

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GARCIA VENERO, Maximiano,

Historia de las Internacionales en España. (Tres tomos, Madrid, 1957)

HISTORIA DEL PARTIDO COMUNISTA DE ESPAÑA (París, i960) LAMBERET, Renée,

Mouvements ouvriers et socialistes (Chronologie et Bibliographie). L'Espagne, 1750-1936. (Paris, 1953)

LARGO CABALLERO, Francisco,

Presente y futuro de la Unión General de Trabajadores de España (Madrid, 1925) Mis recuerdos. (México, 1954) La C.N.T. en la revolución española. (Tres tomos, París, 1971) Historia de España. (Tres tomos, México, 1952) Los Congresos obreros internacionales en el siglo XX. (México, 1958; Barcelona, 1975) La Huelga de agosto de 1917. Apuntes históricos. (México, 1967) El movimiento obrero en la Historia de España. (Madrid, 1972) La España del siglo XX. (París, 1966) Historia de la guerra de España. (Buenos Aires, 1940)

LARGO CABALLERO, Francisco, PEIRATS, José, RAMOS OLIVEIRA, Antonio, ROSAL DÍAZ, Amaro,

SABORIT, Andrés, TUÑON DE LARA, Manuel, TUÑON DE LARA, Manuel, ZUGAZAGOITIA, Julián,

INDICE GENERAL DE ILUSTRACIONES 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34

Frontispicio: Firmas al pie de cuatro Actas históricas. Antonio García Quejido, pionero de la UGT y el socialismo en España. Vicente Barrio, que sustituyó a Quejido en la Secretaría general. Carta de una sociedad obrera de Mataró. Pablo Iglesias en 1909. Matías Gómez Latorre, fundador del Arte de Imprimir. Rufino Laiseca, de la vieja guardia de los trabajadores gráficos. Antonio Atienza, otro dirigente obrero procedente del Arte de Imprimir. Pablo Iglesias con los huelguistas de Vizcaya. «El abuelo» en una tribuna pública, un 1.° de mayo Circular de la UGT sobre solidaridad con los huelguistas. Otra circular reclamando ayuda para los huelguistas de Crevillente (Alicante). Pablo Iglesias con Quejido, Tavera y Anguiano. Iglesias en su despacho. Trotski, Bujarin, Kamenev y Stalin presencian un desfile. Congreso fundacional de la Tercera Internacional. Facundo Perezagua, líder de los mineros de Vizcaya. Virginia González, una de nuestras primeras socialistas. Consejo de guerra por la huelga revolucionaria de 1917. Caballero, Besteiro, Saborit y Anguiano con Luis de Zulueta, en el penal de Cartagena. Homenaje a los reclusos de Cartagena. Salvador Seguí, «Noi del Sucre», asesinado por pistoleros de los sindicatos «libres». Ángel Pestaña, dirigente cenetista que derivó hacia el sindicalismo. Caballero, Besteiro y Fabra Ribas en una reunión de la OIT. Representación española en la XV Conferencia Internacional del Trabajo. Entierro de Pablo Iglesias en Madrid. Mausoleo de Iglesias en el Cementerio Civil de Madrid. Alfonso XIII con Primo de Rivera, tras el golpe de Estado. Dámaso Berenguer, el general de «los tristes destinos». Fermín Galán, el héroe de Jaca. Su compañero Ángel García Hernández. El Comité revolucionario, con sus abogados defensores, comparece ante el Consejo de guerra. España «se despierta republicana»... y se echa a la calle. El 14 de abril en la madrileña Puerta del Sol. El júbilo de Madrid en la calle de Alcalá.

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35 Alcalá Zamora visita en Barcelona a Francesc Maciá. 36 Recepción entusiasta de don Niceto en la Ciudad Condal. 37 Manuel Llaneza, líder de los mineros asturianos. 38 Leandro Carro, Isidoro Acevedo y Facundo Perezagua, tres dirigentes del Norte de España. 39 Juan Peiró, dirigente de la CNT, fusilado en Valencia en 1942. 40 Eusebio C. Carbó, otro dirigente anarquista. 41 Julián Besteiro, presidente de las Cortes constituyentes. 42 Carta autógrafa de Besteiro a la Ejecutiva de la UGT. 43 La nueva Comisión ejecutiva de la UGT, designada en 1933. 44 Las secciones de la UGT aportan su solidaridad a la central obrera. 45 Vocación cooperativista del movimiento obrero socialista. 46 Largo Caballero, «el Lenin español», inicia su campaña de mítines. 47 La leyenda del auto «de» Caballero. 48 Carta de Araquistain sobre el mismo asunto. 49 Después del «octubre rojo». Dirigentes UGT y PSOE en la Modelo. 50 La Ejecutiva de la UGT se reúne en la cárcel madrileña. 51 a 54 Recibos de dirigentes ugetistas encarcelados en concepto de ayuda para manutención. 55 Los sueldos de los dirigentes y personal técnico-administrativo de la central obrera. 56 Un documento suscrito en la cárcel Modelo en la Navidad de 1935. 57 Largo Caballero sale de la cárcel. 58 a 60 Las secciones de la UGT dan cuenta a la Ejecutiva de su conducta en relación con el movimiento de octubre de 1934. 61 El Boletín de la UGT reanuda su publicación tras un largo silencio. 62 y 63 Más documentos relativos a octubre de 1934. 64 La Casa del Pueblo de Madrid, en Piampnte, 2. 65 Despacho del secretario general de la UGT en la Casa del Pueblo. 66 Julián Besteiro, principal figura política de la Junta casadista. 67 Trifón Gómez, dirigente nacional ferroviario. 68 Wenceslao Carrillo, también formó parte de la Junta de Casado. 69 Manuel Muiño, directivo de la Casa del Pueblo de Madrid... en 1930. 70 Ramón González Peña, dirigente minero asturiano, ministro de la República. 71 Teodomiro Menéndez, líder del movimiento obrero asturiano. 72 Belarmino Tomás, otro dirigente del Sindicato minero asturiano. 73 Amador Fernández, también dirigente de los mineros asturianos. 74 Enrique de Francisco, de la Federación de Dependientes de Comercio. 75 Enrique de Santiago, dirigente metalúrgico. 76 Pedro García, de la Federación de Trabajadores de la Tierra. 77 Luis Labín, delegado al Comité nacional de la UGT. 78 Delegación española al VII Congreso de la FSI. 79 Vicente Barrio sustituye a García Quejido en la Secretaría. 80 Los domicilios del Comité Nacional de la UGT, de Madrid a México. 81 a 89 Dirigentes de la FSI en 192990 a 97 Dirigentes nacionales de la UGT en 192998 a 105 Más dirigentes nacionales en la misma época. 106 a 108 Casas del Pueblo en la provincia de Madrid. 109 a 111 Casas del Pueblo en Cataluña. 112 Largo Caballero en los primeros días de la guerra civil.

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113 114 115

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Caballero, con Del Vayo y W. Carrillo, visita al frente. Largo Caballero con su «consejero áulico», Luis de Araquistain. Caballero da de baja en la UGT a las secciones de la Federación nacional de mineros. 116 La Casa del Pueblo de Oviedo. 117 Juan José Manso, dirigente obrero asturiano. 118 Carnet de miembro del Sindicato minero de Asturias. 119 La Casa del Pueblo de Aviles (Oviedo). 120 El batallón «Félix Bárzana», de la FETE, en el frente. 121 Edmundo Domínguez Aragonés, vicepresidente de la última Ejecutiva. 122 Buenaventura Durruti, muerto en el frente de la Ciudad Universitaria. 123 Federica Montseny, dirigente anarquista y ministro de la República. 124 a 128 Casas del Pueblo del País Vasco. 129 a 131 Casas del Pueblo gallegas. 132 Clement Attlee visita en Madrid al general Miaja. 133 Felipe Ptetel y Ezequiel Ureña, dos dirigentes ugetistas. 134 Antonio Sesé, dirigente catalán, asesinado por los «incontrolados». 135 Rafael Vidiella, dirigente de la UGT de Cataluña, consejero de la Generalitat. 136 Mitin de la UGT en Barcelona. 137 Josep Moix Regas, dirigente catalán y ministro de la República. 138 Gabriel Morón, dirigente cordobés. 139 Anastasio de Gracia, dirigente sindical, ministro de la República. 140 Antonio Genova, de la Federación de la Madera y de la Ejecutiva de la UGT. 141 Rafael Henche, dirigente de la Federación Nacional de Artes Blancas. 142 Claridad, «portavoz de la UGT», a principios de 1938. 143 José Rodríguez Vega, último secretario general de la UGT. 144 La nueva Ejecutiva de la Unión General de Trabajadores de España. 145 a 148 Casas del Pueblo de la provincia de Córdoba. 149 a 152 Casas del Pueblo andaluzas y de la provincia de Albacete. 153 a 155 Casas del Pueblo de la provincia de Murcia. 156 El doctor Juan Negrín, último presidente del gobierno de la República en territorio nacional. 157 a 159 Casas del Pueblo de Extremadura. 160 a 164 Casas del Pueblo castellano-leonesas. 165 Aurelio Fernández, Juan García Oliver y Ricardo Sanz, tres dirigentes FAICNT de los días de la guerra. 166 y 167 Facsímil de una carta de Isidoro Acevedo, desde Moscú. 168 Acevedo y Morato, en Moscú, en compañía de Wilhelm Pieck. 169 y 170 Contribución de J. J. Morato al Cincuentenario de la UGT. 171 a 178 Un trabajo de Isidoro Acevedo en el L Aniversario de la UGT. 179 Léon Jouhaux, González Peña, Lombardo Toledano y John Lewis en la creación de la Confederación de Trabajadores de América Latina. 180 Aportación de las secciones a la conmemoración del Cincuentenario. 181 Ramón Lamoneda, último secretario general de la Ejecutiva PSOE salida de España. 182 Delegaciones española y mexicana al Consejo General de la FSI (1938). 183 La riada emigratoria en la frontera de Francia. 184 Los combatientes españoles camino de los campos de concentración. 185 Reunión del Comité Nacional de la UGT en el castillo de Figueras. 186 Un número de Treball impreso en Gerona el 31 de enero de 1939.

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187 En esa fecha, Frente Rojo se imprime en Figueras. 188 Otro número de Frente Rojo, éste del 3 de febrero, impreso en Gerona. 189 Claridad, «órgano de la UGT», defiende todavía, a finales de febrero de 1939, la política de resistencia del gobierno Negrín. 190 Pocos días después, Claridad se pasa a la política entreguista de Besteiro, Casado, Miaja y compañía. 191 Las cuentas claras. Perdida la guerra, los hombres de la UGT rinden cuenta de su gestión administrativa. 192 En París, la Ejecutiva reanuda la publicación del Boletín de la UGT. 193 Julián Besteiro, el ideólogo de la Junta del coronel Casado 194 Ricardo Zabalza, de la Federación de Trabajadores de la Tierra, condenado a muerte y fusilado en Madrid, en 1939. 195 Terminada la guerra, Largo Caballero emigra a Francia; detenido por la Gestapo es internado en un campo de concentración nazi. 196 Tumba de Julián Besteiro en el cementerio de Carmona (Sevilla). 197 Tumba de Caballero en el Pére Lachaise de París, frente al Muio de los Federados, últimos resistentes de La Commune. 198 La fatídica prisión de Burgos.

INDICE ONOMASTICO Abadal: 153. Abad de Santillán, Diego: 513, 532, 542, 826, 857. ABC: 312. Abdel-Krim: 556. Abreu, Eduardo: 59. Academia de Ciencias Morales y Políticas: 281. Acción Catalana Republicana: 513. — Nacionalista Vasca: 822. Acevedo, Isidoro: 15, 16, 130, 140, 146, 273, 610, 800, 910. Adalia: 894. Adame: 341, 668. Adelante: 648, 656. Adler, 842. Agrupación Socialista de Madrid: 258, 327, 596 n., 630, 631, 648, 649, 653, 711, 733, 752, 849, 851, 853, 910. Aguadé: 668. Aguado: 668. Aguilera, general: 266. Aguirre, José María: 401, 478, 617, 618. — Lorenzo: 667. A.I.T., véase: Asociación Internacional de Trabajadores. Alarcón: 384. Alas, Leopoldo: 178. Alba, Santiago: 148. Albar, Manuel: 312, 313, 315, 477, 609, 779. Alberola, José: 580. Albert: 227, 230, 231. Albornoz, Alvaro de: 301, 321, 322. Alcalá Zamora, Niceto: 301, 302, 316, 321-325, 334, 338, 361, 375, 387, 388, 401, 441, 498. Alejandro, comandante: 385 n.

Alfonso XIII: 63, 152, 164, 261, 296, 343, 479, 487, 849. — Roberto: 769. Aliaga, Serafín: 755, 798. Alianza de Barcelona: 408. — Democrática de Bakunin: 504, 736. Socialista: 355, 364, 365. — Nacional: 565. — Obrera de Asturias: 380. Revolucionaria: 378, 471, 473. Alvarez, Aurelio: 565. — Delio: 755, 798. — Eduardo: 94. — Melquíades: 23, 151 n., 520. — Santiago: 108. — del Vayo, Julio: 359, 362, 422, 424, 426, 433, 489, 490, 497, 526, 527, 548, 549, 603, 609, 619, 621, 622, 627, 630, 631, 646, 732 n-, 777, 779, 789, 801, 811, 812, 889, 890, 895, 901, 910, 911. — Sotomayor: 363. — Valdés, Ramón: 520. Alzamiento Nacional: 624. Amado: 98, 99. Amil, Manuel: 606. Andrade, Juan: 457. Andrés, Miguel: 909. Andújar, Manuel: 884n. Anguiano, Daniel: 3, 108, 111 n., 121, 130, 139, 146, 159, 160, 160 n., 164, 174, 175, 255, 664, 665, 668, 671, 674, 679, 732, 755, 808, 816, 855, 856, 863, 864, 866, 874, 882, 883, 886, 889, 891. Ansaldo: 312. Antona, David: 643. Antonio, J. María de: 87, 866. Aparicio, Carlos: 679Aragonés, Modesto: 94, 131, 146.

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Aranguren, general: 561 n. Araquistain, Luis: 175, 205, 256, 305, 358, 359, 361, 362, 429, 433, 460, 476-479, 497, 539, 548, 555, 596, 609-612, 616, 617, 621-630, 647649, 653, 681, 685, 693, 710, 713, 721, 752, 778, 784 n., 794, 795, 825, 826, 836, 846, 848-850, 857, 858. Ardiaca: 871. Arión: 58. Arlandis, Hilario: 170, 719, 871. Armisén: 848. Arnalda, Juan: 755, 798. Arrando, coronel: 561 n. Asamblea de Valencia: 146. — Nacional: 274-279, 281-283, 285287. Ascaso, Francisco: 408. — Joaquín:. 499, 529, 579, 738. Asensio, general José: 528, 597, 616, 635, 857. Asociación Internacional de Trabajadores (A.I.T.): 170, 171, 457, 458, 550, 592, 598, 599-601, 643, 644, 723-725, 768, 794. Ateneo de Madrid: 301. Atlee: 551, 693. Auriol, Vicente: 812. Avance, de Oviedo: 421, 609, 622, 685, 850, 911. Ayguadé, Jaime: 579, 640, 778, 810, 822. Azaña, Manuel: 301, 302, 321, 322, 324, 361-363, 458, 477, 479, 497, 498, 519, 521, 524, 527 n., 530 n., 555, 576, 577, 609, 619, 637-640, 643, 826, 836,. 895, 909. Azcárate, Pablo, 92, 93, 838 n. Aznar, almirante: 306, 307, 322, 580. Azorín, Francisco: 75, 272, 312, 313, 889.

Báez, Manuel: 755. — N . : 606. Baeza Medina: 858. Bakunin: 364, 407, 504, 599, 634, 718, 736, 752, 768, 836. Ballano, Adolfo: 579. Banco Campesino: 613.

— de Crédito Agrícola: 700, 703, 743, 748, 761. — Nacional Agrario: 768. — Sindical Ibérico: 613, 736, 768, 809. Baraibar, Carlos: 401, 429, 476-479, 486, 487, 555-558, 596, 609, 611, 616, 617, 622, 627, 632, 633, 635, 636, 639, 640, 647-649, 653, 675, 681, 685, 710, 713, 721, 826, 836, 846, 848-850, 857, 858. Barbero Saldaña, general Abilio: 384 n. Barcalá Carbonell, Miguel: 884 n. Barceló, José: 903, 911. — Juan: 130, 140, 146, 911. Barneto: 341. Baró, Miguel: 75. Barral, Emiliano: 272. Barrera, general: 340. — y Maresme, Martín: 512. Barrio, José del: 717. — Minguito, Vicente: 3 n., 4, 26, 28, 35, 37-40, 68, 69, 75, 77, 78, 80, 84, 86, 105, 107, 108, 111 n., 121, 122, 128, 130, 139, 146, 173, 193, 197, 248, 252, 292, 293. Barroso, Francisco: 535, 536, 852. Bassols, Narciso: 771, 786, 800, 808. Bauer, Orto: 204, 851. Bebel, Augusto: 359. Béjar, 58. Bennuna, Mohamed: 556. Berenguer, general Dámaso: 296-299, 303, 305, 307, 312, 317, 322, 331, 536. — gobierno: 308, 313. Bergamín: 218, 786. Bernades y Biusá, Vicente: 512. Bernstein: 359Besteiro Fernández, Julián: 79, 107-109, 111, 114, 115, 121-122, 127, 130, 131, 139, 146, 151 n., 159, 160, 160 n., 164, 173, 175, 197, 221-223, 226, 248, 251, 252, 261, 263, 271, 273, 275, 279, 280, 283, 287-289, 291, 297, 300-302, 305, 305 n., 306, 309-311, 324, 325, 328-331, 334, 337, =342, 345, 347, 347 n., 348, 350-352, 361-363, 365, 367, 400, 432, 433, 477, 482, 517, 595, 595 n., 596, 596 n., 610, 622-624, 629, 630,

HISTORIA DE LA U.G.T.

647, 679, 778, 779, 779 n„ 811, 812, 825, 887, 890-892, 894-896, 902, 905, 906, 909-912. Bevin: 693. Bilbao, Tomás: 822. B.I.T.: 610, 770. Blanco, Segundo: 735, 777, 778, 798, 898, 902. Blázquez Nieto, Fermín: 248. Bloque Popular Antifascista: 439. Blum, Léon: 551, 556-558, 624, 626, 693, 801. — gobierno: 556, 557. Boal, Evelino: 190, 212, 214, 216, 220, 224, 247, 719. Bolívar, doctor: 363. Bondas: 288. Bonet: 801. Borbón, véase: Alfonso XIII. Bosch Gimpera, Pedro: 644. Botana, Enrique: 329, 330. Botella, Asensi: 362. Boyer, Aníbal: 159 n. Briand: 102, 118. Brigadas Internacionales: 551, 596, 597, 839. Brouckére, D e : 628, 693. Buen, Rafael de: 396. — Pedrito de: 396. Buenacasa, Manuel: 187, 229. Bueno, Javier: 421, 429, 685, 850, 851, 587, 858, 910, 911. Bugallal: 224, 676. Bugeda, Jerónimo: 422, 530-532, 779 n. Bujarin: 255. Bullejos: 668. Burderon: 254. Bureau Sindical Internacional: 226, 227, 802-804: Burillo, coronel: 860. Buró Internacional del Trabajo: 772, 798, 802, 803.

Cabanellas, Guillermo (historiador): 295 n. — general Miguel: 366, 394. Cabanas, José: 798. Cabello, Remigio: 15, 107, 109, 128, 130, 146, 196, 249, 250, 276, 288, 312, 313, 315, 330, 423.

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Cabezas: 672, 883, 886. Cabo, Pedro: 128, 130, 140, 146. — Giorla, Luis: 880. Caborda: 798. Cachin: 626, 802. Caloto, Hilario: 721. Calvet, José: 579. Calvo, Eduardo: 26. — Sotelo, José: 490, 498. Calleja, José: 292. Cambó, Francisco: 238, 334. Campañas, J.: 755. C.A.M.P.S.A.: 513. Canalejas, José: 73, 74, 79, 80, 84, 87, 89, 92, 94, 95, 98, 99, 101, 102, 112. — gobierno: 79. Candela, Arturo: 536. Cantero, Pedro: 888. Cantos, Matilde: 633. Capital, El: 292, 428. Carbó, Eusebio C.: 513. Cardenal, general: 493. Cárdenas, general Lázaro: 479, 786, 808. Cardona Rosell, Mariano: 532, 546, 735, 736, 809. Carmona: 343, 737. Carner, José: 362. Carnicero Escribano, Jerónimo: 40, 77, 84, 86. Carranza, almirante: 384 n., 385. Carrillo, Alejandro: 800. — Santiago: 371, 401-403, 433, 462, 482, 501, 609, 622, 871. — Wenceslao: 289, 303-307, 309, 311314, 328-330, 342, 345, 352, 401, 433, 489, 517, 527, 594, 596, 630, 712-714, 721, 729, 871, 887, 890, 891, 896, 909Casa del Pueblo de Bilbao: 397. — Figuetas: 881. — Gerona: 863, 866. — Madrid: 57-60, 76, 79, 80, 92, 93, 107, 111, 126, 128, 140, 146, 147, 150, 164, 165, 172, 179, 180, 196, 216, 232-234, 249, 251, 257, 268, 272, 274, 276, 288, 303, 304, 310, 321, 330, 343, 348, 357, 359, 369, 374, 396, 398, 400, 412, 423, 424, 437, 438, 479, 481, 486, 494, 500,

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AMARO DEL ROSAL

559, 589, 590, 594, 610, 628, 764, 812, 845, 846, 851, 853, 866, 870, 888. — Sober: 399— Zurich: 81. Casado, coronel Segismundo: 279, 287, 517, 594, 596, 629-631, 667, 838, 844, 847, 850, 851, 860, 861, 868, 887, 890-896, 900, 902, 903, 905907, 909-912. Casares Quiroga, Santiago: 321, 323, 458, 477, 478-480, 482, 486, 487, 497, 498, 555. Casas, Manuel: 59. Casas del Pueblo de la U.G.T.: 814. Castillo, teniente: 468, 490. Cavalcanti, general: 340. Cazorla, José: 457, 524, 524n. C.E.D.A.: 363, 364, 365, 388, 389, 401, 402, 426, 439, 445, 497. Centro de Clases de Barcelona: 813. Mataró: 813. — Contratación de Moneda: 614, 884. — Internacional de Relaciones Sindicales: 18. — Obrero de Madrid: 22, 23, 28, 38. de Relatores: 23. •— Republicano de San Sebastián: 301. Cervantes, Miguel de: 58. Cerro y Álamo, Cesáreo del: 126, 127. C.G.T., véase: Confederación General del Trabajo (Francia). C.G.T.U., véase: Confederación General de Trabajadores Unitaria. C.H.A.D.E.: 597. C.I.A.: 825, 896. Cierva, La: 34, 70. C.I.O., véase Organizaciones Industriales Americanas. Círculo Socialista: 493. Citrine, Walter: 519, 628, 693, 723, 727, 785, 804, 816. Ciará, Antonio: 230, 231. Claridad: 429, 468, 469, 477-480, 482, 486-488, 490, 528, 555, 563, 593, 597, 609, 617, 622, 629, 634 n., 648, 653, 654, 654 n., 656, 681, 684-687, 713, 716, 737, 780, 849, 850, 855, 857, 894, 906, 910, 912, 912 n. «Clarín» (Leopoldo Alas): 178 n.

C.L.U.E.A., véase: Consejo Levantino Unificado de la Exportación Agrícola. C.N.T., véase: Confederación Nacional del Trabajo. Codovila: 622. Colomé, Víctor: 170. Comaposada: 79, 135. Comisariado político del Ejército: 591. Comisión de Reclamaciones Extranjeras: 793. — de Responsabilidades: 285. •— Nacional de Abastecimiento: 704. Comité Central de Milicias: 502, 517, 542, 591. — de enlace del Frente Popular: 907. — de enlace del Movimiento Libertario: 900, 902. — de enlace PC-PSOE: 845. — de la Agrupación Socialista Madrileña: 695, 732 n. —• de Reconstrucción de la C.N.T.: 341. — de Salud Pública: 861. — Internacional: 557. — Internacional de Mujeres: 425, 426. — Nacional de enlace C.N.T.-U.G.T.: 796, 808, 809, 821, 823, 828, 857, 859, 879, 907. — Nacional de la C.N.T.: 404-407, 483, 568, 601, 605, 606, 641-644, 649, 650-652, 705, 737, 739, 744, 745 766, 768, 780, 781, 796-798, 807, 809, 835, 837, 856, 860, 897, 899, 902, 906. — Nacional de la F.A.I.: 903. — Nacional de la U.G.T.: 31, 34, 3639, 79, 84, 88, 109, 120, 128, 138, 139, 147, 151, 152, 157, 159, 160, 186, 187, 199, 201, 202, 223, 224, 229, 232, 236, 276, 278, 286, 287, 291, 307, 329, 330, 342, 350, 357, 366. 367, 376, 377, 399, 403, 421, 427, 459, 460, 462, 464, 466, 468, 472, 473, 527, 565, 567-569, 572, 576, 577, 603, 604, 616, 617, 622, 624, 642, 645-647, 649, 650-667, 667 n., 668-677, 679, 686-689, 692, 694-696, 698, 699, 701, 703, 705709, 712-717, 720-722, 726, 727, 729-731, 733, 734, 737-742, 744, 745, 755, 760, 762-764, 767-770,

HISTORIA DE LA U.G.T,

770 n., 771, 771 n., 772-774, 777, 779 n., 780, 781, 783-787, 797, 798, 802-804, 804 n., 807, 808, 811, 812, 827-829, 831-836, 858, 863, 866870, 874, 875, 879, 880, 882, 883, 885-887, 889, 891, 892, 897, 899, 905, 907, 912. Comité Nacional del Movimiento Libertario: 856, 901, 903, 905, 911. — Nacional del Partido Obrero: 31, 38, 39, 107, 108, 173, 199, 329, 330, 367, 469. — Nacional del Partido Socialista: 15, 16, 61, 76, 77, 84, 87, 99, 100, 108, 110, 115, 129, 130, 157, 159, 275, 281-283, 388-290, 305 n., 310, 324, 325, 329, 330, 347 n., 380, 468. — Nacional de Valencia: 739— Peninsular de la F.A.I.: 797, 798, 836, 902. — Regional de Cataluña: 408. — Regional de la C.N.T.: 407, 408, 576. — Revolucionario Ejecutivo: 301. Comorera, Juan: 518, 577, 579, 644, 717. Companys, Lluis: 513, 560, 577, 644, 711, 889, 902. Compañía de Ferrocarriles del Norte: 138, 139, 153, 154. — Minera de Peñarroya: 423. — Minera de Riotinto: 108, 112, 115, 116, 227, 229. Concheso, Manuel: 395. Conesa, Andrés: 866. Confederación de Cataluña: 187. — de Trabajadores de América Latina (C.T.A.L.): 808. — de Trabajadores Mexicanos (C.T.M.): 771, 786, 808. — General del Trabajo (C.G.T., Francia): 107, 117, 117 n., 288, 254, 362, 519, 599, 600, 785, 786, 818, 819, 820, 881. — General del Trabajo (Italia): 107, 201, 289. •— General del T r a b a j o Unitaria (GG.T.U.): 171, 416, 421, 426, 437, 439, 441, 444, 446, 448. — Nacional del Trabajo (C.N.T.): 5, 79, 128, 134, 137, 139-141, 143,

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145, 146, 153, 157, 163, 167, 169, 170, 173, 184-187, 189-195, 197, 209-216, 219-221, 223-227, 229232, 234-245, 251, 260, 264, 266, 268, 277, 291, 302, 303, 314, 337, 341, 344, 355, 357, 360, 363-365, 368, 375-377, 379, 380, 389, 403408, 457, 458, 463-467, 471-473, 483, 484, 498-504, 506-509, 511, 513-518, 523, 525, 528, 530, 533, 534, 545, 546, 559, 560, 562-564, 566, 568, 570, 573-575, 579-581, 583, 591, 592, 598-606, 612-616, 619, 632, 633, 635, 639, 639 n., 640-644, 646, 649-651, 653, 657, 659, 691, 695, 706, 711, 714, 718-721, 724, 734-736, 738-741, 745-764, 766-770, 772-775, 777, 778, 781-784, 787, 795-798, 807, 809, 810, 819, 821, 822, 834-836, 838, 838 n., 840-842, 845, 856, 857, 859, 862, 863, 880, 893, 898, 900, 902, 906, 907, 911. •— Regional de Asturias, Palencia y León: 362, 376, 377, 380. — Regional del Trabajo : 582, 583, 764. Confederazione Generale del Lavoro, véase: Confederación General del Trabajo (Italia). Conferencias del Trabajo, Barcelona: 466. — Internacional: 424. — Kienthal: 168, 175, 176. — Londres: 628. — Nacional de Sindicatos: 464. — Regional de la C.N.T.: 463. — Sindical Internacional: 78, 423. — Washington: 196, 198, 202, 205. — Yalta: 168. — Zimmerwald: 168, 175, 176. Congreso de Filadelfia: 598. — de la C.N.T.: 481. — de la U.G.T. : 473, 489, 608. — de Trabajadores Latinoamericanos: 808. — Internacional Comunista: 437, 440. — Internacional de la F.S.I. : 427, 489. — Internacional de la Paz: 251. — Internacional Socialista: 108. — Regional de Campesinos de Castilla: 613.

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AMARO DEL ROSAL

— Sindical Internacional de Londres: 802. Conjunción Republicano-Socialista: 7072, 123, 137, 175. Consejo de Aragón: 528, 529, 579-583, 602, 615, 643, 654, 836. — de Economía de Cataluña: 512, 546, 547, 810. — de la Generalidad: 591. — de Oslo: 801, 804. — de Trabajo: 859. — General de la F.S.I.: 800-802, 804. — Levantino Unificado de la Exportación Agrícola (C.L.U.E.A.): 612. — Nacional de Defensa: 563-566, 906, 909, 913. — Nacional de Economía: 747, 748, 750, 758, 759, 784, 810. — Nacional de Industrias de Guerra: 746, 747, 757, 810, 823. — Nacional de Seguridad: 591. — Soberano de Asturias: 529, 530. — Supremo de Guerra y Marina: 313. Consejos Regionales de Defensa: 564, 911. Consorcio de Industrias Militares: 384. Consuegra, J.: 755. Convención Internacional: 226. Cooperativa Popular Naranjera: 614. Cooperativas Agrícolas del Gobierno de la República: 703. Cordero López, Manuel: 109, 122, 131, 146, 197, 220, 248, 252, 289, 301, 305, 306, 310-315, 325, 348, 352, 445-447, 457, 628, 639, 779 п., 811, 874, 883, 886. Cornelissen: 117. Cortada, Roldan: 501. Corrales, Emilio: 32, 75, 104.

Correspondencia, La: 648, 690. Costa: 50. Cowen, Mr.: 896. Cruz Salido, Francisco: 779 п., 889, 902.

C.T.A.L., véase: Confederación de Trabajadores de América Latina. C.T.M., véase: Confederación de Trabajadores Mexicanos. Cuartel General de Franco: 295 n.

Chacón, Severino: 427, 668, 883, 886.

Chamberlain: 801. Chapaprieta, Joaquín : 440, 444, 445. Cheste: 58. Chueca, Miguel : 580.

Daily Express: 633. Daladier: 801. Dato, Eduardo: 12, 112, 151, 153, 163, 226. — gobierno: 152. Dekge, Luis: 489, 805, 806. Democracia: 425, 429, 477, 622. Derecho Internacional: 788. Desmoulins: 117, 118. Díaz, José: 427, 439, 501, 525, 639. — Simón: 416, 438. — Alor, José: 341, 367, 433, 445, 448, 462, 487-489, 606, 630, 712, 720, 721, 730, 732, 755. — Sandino: 579. Diez, Galo: 606, 755, 798. Dimitrov, George: 440, 666. Dirección General de Prisiones: 586. — de Seguridad: 590. Doctor «O» (enlace): 393, 394. Domenech, Juan: 579, 787. Domingo, Marcelino: 301, 321, 322. Domínguez, Ramón: 464. — Aragonés, Edmundo: 486, 487, 494, 646, 664, 665, 668, 670, 672, 674, 732, 739, 755, 816, 840, 873, 874, 875, 881, 882, 891, 892, 896, 905. 908, 912. Dos Santos: 384n., 385 n., 395. Doval, Lisardo: 295, 295 n. Duelos: 626. Duran, Juan: 184, 188. Durruti, Buenaventura: 375, 502, 534, 897.

Ebert: 253, 359. Echegaray, José: 23. Echevarrieta, Horacio: 384, 385 n., 386. Editorial Carlos Marx: 426. Ejarque, Antonio: 583. Ejército Rojo: 185. Engels: 83, 343, 359. Entrialgo, Avelino G.: 606, 798. Eróles, Dionisio: 576.

HISTORIA DE LA U.G.T.

Escobar, coronel: 561. Escorza, Manuel: 576, 798. Escuela Nueva Unificada: 178, 208, 575. Esiner, Kurt: 204. Espina, Concha: 385. Esquerra Republicana de Catalunya: 513, 640, 778, 822. Estrada, Luis: 128, 130. — Mariano: 755. — Medardo: 58. Eza, vizconde de: 156, 226.

Fabra Ribas, Antonio: 32, 104, 137, 175, 178, 252, 256, 610. Fábregas, Juan Р.: 513, 546, 547, 579. F.A.I., véase: Federación Anarquista Ibérica. Falange Española: 587, 894. Fanelli: 768. Fanjul Goñi, general Joaquín: 384 п., 439, 561 п., 884.

Faraudo, capitán: 468, 491. F.A.T., véase: Federación Americana del Trabajo. Faure, Paul: 693. — Sebastián: 602. Federación Americana del T r a b a j o (F.A.T.): 38, 78, 801, 804. — Anarquista Ibérica (F.A.I.): 341, 355, 362, 364, 365, 380, 499-504, 510, 511, 513, 514, 516-518, 528530, 533, 541-543, 545, 559, 560, 562, 570, 573, 574, 576, 577, 579581, 592, 600, 601, 606, 612, 614, 616, 619, 638, 641, 642, 653, 711, 735, 752, 775, 781, 795-798, 810, 821, 822, 825, 835, 838, 840, 856859, 893, 898, 900-902, 905, 906. — Catalana del P.S.O.E.: 468. — de Sociedades Obreras de Zaragoza: 146. — de Trabajadores de Banca de Cataluña: 531, 533, 884. — de Trabajadores Iberoamericanos: 198. — de Transportes Marítimos: 701, 830. — del Transporte Mecánico: 701, 855. — Española de Trabajadores de la Enseñanza: 679, 714, 879. — Española de Trabajadores de la Tie-

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rra: 289, 351-353, 367, 381, 382, 398, 399, 496, 582, 690, 824, 829, 891. — Gráfica Española: 633, 645, 646, 655, 656, 663, 664. — Internacional: 552. — Internacional de Juventudes Libertarias (F.I.J.L.).: 798, 835, 859. — Local de Sindicatos Únicos de Barcelona : 514. — Nacional de Agua, Gas y Electricidad: 657, 667, 886. — Nacional de Artes Gráficas: 4-5, 667, 668, 677. — Nacional de Arte Textil: 667, 856. — Nacional de Artes Blancas: 667, 674, 721. — Nacional de Auxiliares de Farmacia : 667. — Nacional de Azucareros: 667. — Nacional de Banca: 323, 350, 354, 391, 496, 501, 509, 535, 538, 543, 584, 614, 618, 806, 847, 850, 889. — Nacional de Cerveceros: 667. — Nacional de Cooperativas: 824. — Nacional de Crédito y Finanzas: 667. — Nacional de Dependientes de Comercio: 663, 668. — Nacional de Edificación: 668. — Nacional de Empleados de Correos: 668. — Nacional de Empleados Marítimos: 668, 832. — Nacional de Empleados Públicos: 855. — Nacional de Espectáculos Públicos: 588, 596, 668, 729— Nacional de Ferroviarios Españoles: 98-101, 154, 613, 668, 679. — Nacional de Hospitales: 668. — Nacional de Juventudes Socialistas: 176, 367, 399, 400, 421, 440, 444, 448, 450, 457, 459, 462, 621. — Nacional de Médicos: 668, 673. — Nacional de Metalurgia: 855. — Nacional de Mineros: 647, 656, 657, 668, 677, 679. —. Nacional de Municipios : 668. — Nacional de Obras Públicas: 668. — Nacional de Petróleos: 668. — Nacional de Practicantes: 668. — Nacional de Radiotelegrafistas: 668.

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AMARO DEL ROSAL

— de Siderometalurgia: 612, 690, 771, 829, 867, 891. — Nacional de Telégrafos: 668, 672. — Nacional de Toneleros: 668. — Nacional de Trabajadores de Uso y Vestido, véase: F. N. de Vestido y Tocado. — Nacional de Trabajadores Tabaqueros: 427, 439, 646, 668, 886. — Nacional de Transporte: 832. —. Nacional de Transportes Urbanos: 832, 855. — Nacional de Vestido y Tocado: 668, 680, 714. — Nacional de la Construcción: 494, 646. — Nacional de Hostelería: 721. — Nacional de Madera: 657, 668. — Nacional de Piel: 668. — Nacional Telefónica: 668, 673. — Nacional Unión General de Trabajadores: 533, 850. — Obrera de Lisboa, 59— Obrera Iberoamericana: 290. — Obrera Revolucionaria de Uruguay: 724. — Patronal: 184, 187, 217, 218. — Regional de Colectividades de la C.R.T.: 581. — Sindical Internacional (F.S.I.): 4, 105, 106, 108, 169, 215, 226, 249, 251, 289, 290, 334, 348, 420, 422-425, 427, 429, 430, 489, 490, 519, 550553, 599, 608, 610, 627, 628, 644, 677, 678, 688, 690-693, 714, 720, 723-727, 771, 772, 785, 794, 800804, 816-818, 833, 834, 842, 858, 859, 886. — Sindical Internacional de Oslo: 833. — Sindical Mundial (F.S.M.): 4. — Socialista: 648. — Socialista Asturiana: 378. — Socialista de Levante: 710. Fernández, Amador: 387, 423, 433. — Francisco: 855. — Egocheaga, Eladio: l l 6 n . , 385. — Martínez, Luis: 197, 220, 252, 824. —. Pérez, general: 340. — Quer, Antonio: 248, 312, 313. — Silvestre: 260. Ferrer, Francisco: 75.

— Miguel: 787, 824. Ferroviario Astur, El: 888. F.E.T.E., véase: Federación Española de Trabajadores de la Enseñanza. Fiesta Internacional del Trabajo: 632. Figueroa Alcorta: 76. F.I.J.L., véase: Federación Internacional de Juventudes Libertarias. Fondo del Comité Nacional de Ayuda: 858. — de Solidaridad Internacional: 858, 886. Forges: 887. Frachon: 718, 802, 819. Frade: 393, 394. Francisco, Enrique de: 352, 360, 371, 402, 403, 416, 433, 596, 611, 621, 622, 627. Francisco Fernando, archiduque (heredero de Austria): 104. Franco, general Francisco: 295 n., 439, 696, 740, 775, 822, 839, 860, 863, 896, 910. — Ramón: 303, 321, 388, 389. Frente del Trabajo: 598. — Popular: 421, 426, 427, 433, 439, 449, 450, 458-462, 464, 471, 474476, 478, 482, 483, 486, 489, 495, 498, 503, 520, 521, 523, 525, 562, 566, 578, 580, 588, 593-595, 597, 601, 603, 605, 607, 616, 621-624, 631, 632, 634, 635, 638-640, 648, 657, 687, 695-698, 703, 711, 721, 722, 742, 762. 776, 781, 784, 796, 798, 809, 821, 822, 825, 836, 841, 844-850, 852, 856, 858, 859, 868, 876, 882, 900, 908, 909. — Rojo: 867, 878. Frías: 58. Fronjosá y Salomé, Juan: 513. F.S.I., véase: Federación Sindical Internacional. F.S.M., véase: Federación Sindical Mundial. Fuertes: 668, 673. Fundación Cesáreo del Cerro: 126, 127.

Gaceta: 182, 336, 356, 398, 401, 844. Gaceta de la Revolución, La: 366. Gafo, padre: 268.

HISTORIA DE LA U.G.T.

Galán, capitán Fermín: 302, 306, 321, 322, 848, 849. — Francisco: 849. — José María: 848, 849. — Mariano: 38, 58, 59, 94. Galarza, Ángel: 302, 433, 526, 527, 549, 603, 604, 615-617, 619, 635, 639, 646, 844. Gallego Crespo: 798. Gamelín, general: 557, 558. Gana, Andrés: 289, 305, 306, 309, 312, 313, 314. Gapon, pope: 21. Garcés, Santiago: 884, 885. García, Celestina: 350. — Claudina: 489, 664, 665, 668, 674, 680, 732, 755, 816, 840, 891, 905, 908, 912. — Clemente: 75. — Emilio: 518. — Felipe: 576. — Florentino: 109, 122, 130, 146. Pedro: 824. — Birlan, Antonio: 513, 579. — Cortés, Mariano: 31, 32, 50, 59, 62, 139, 141. — de la Herrán, general: 561 n. — del Pozo, Alejandro: 87. — Hernández, capitán Ángel: 302, 306, 321, 322, 849— Lago, Luis P.: 391, 392. — Lombardía, véase: Lombardía, César e Ismael G. — Manzano, Venerando: 426. — Oliver, Juan: 502. 560, 592, 600, 601, 642-644, 836, 862. — Ormaechea, Rafael: 32. — Prieto: 147, 150, 151, 164, 267. — Quejido, Antonio, véase: Quej ¡do, Antonio García. —• Venero, Manuel: 724 n., 841. — Venero, Maximiano: 355, 355 n., 405, 433, 436, 542, 666. Gasset: 138, 154. Gassol, Ventura: 579. Generalidad de Cataluña: 406, 407, 501, 511-513, 515, 529-534, 541, 542, 547, 560, 562, 566, 574-576, 579, 591, 644, 711, 738. Genova Palacios, Antonio: 367, 441, 641, 645, 647, 655, 664, 665, 668,

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672, 674, 677, 732, 755, 816, 855, 856, 859, 874, 883, 886. Germinal Esgleas, Domingo: 375, 644. — Souza: 735, 798, 826, 835, 836, 902. Gestapo: 902. Ghildas: 207. Gil, Malaquías: 584. — Robles, José María: 363, 364, 380, 382, 439, 441, 497, 498. Giner de los Ríos, Bernardo: 457, 526, 640, 778. Giorla: 875. Girai Iranzo, Dr. José: 498, 500, 526, 529, 585, 586, 638, 640, 778. — José, gobierno: 500, 501, 519-523, 563, 784. Gnecco, Azedo: 59. Goded, general: 340, 438, 561 n. Goicochea, Ángel: 26. Gómez, Ángel: 535, 536, 667, 673. — de la Torre: 610. — Latorre, Matías: 9, 16, 39, 94, 107, 141. — López, general: 384. — Osorio, José: 130, 140, 146, 172, 249. — Sáenz, Paulino: 777. — San José, Trifón: 197, 252, 289, 303-305, 305 n., 306, 310, 348, 350, 352, 353, 362, 363, 365, 367, 432, 477, 517, 622, 627, 647, 887, 890, 891, 902. Gompets, Samuel: 33, 69. González, Eusebio: 426. — José: 536. — Regino : 824. — Saturnino: 59, 227. — Virginia: 131, 131 n., 146, 151 n., 160, 175, 268, 273, 680, 910. — Canet: 686, 676, 891. — Carrasco, general: 340. — Marín: 903, 909. — Peña, Alfredo: 775 n. —' — Manuel: 775 n. Ramón: 276, 387, 416, 421, 438, 483, 488, 623, 664, 665, 674, 677, 679, 689, 721, 726, 727, 729732, 755, 771, 772, 774, 775, 775 n., 777, 779, 779 n., 808, 811, 812, 874, 891, 905, 908 (Véase Peña).

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AMARO DEL ROSAL

— Portillo, José: 251, 258. Cordero: 848. Gorni, Conrado: 288. Gorostiza: 668. •Gracia, Anastasio de: 276, 288, 289, 305, 306, 309, 312-314, 348-350, 352, 367, 371, 410-412, 414, 416, 420, 422-424, 426, 526, 527, 639, 679, 777 n., 779 n. Grijalbo y Serres, Juan: 513. Grunfeld, José: 894, 901, 902. Guesde, Julio: 71. Guevara: 26. Guillen: 632. — Guardiola, Luis: 614, 884, 885.

Halifax, lord: 801, 892. Hardie, Keir: 119. Henaf: 718 n., 819. Henche, Rafael: 276, 289, 305, 306, 309, 312-314, 350, 352, 633, 634, 908. Heraldo de Madrid: 102. Hermosilla, Antonio: 589, 590. Hernández, capitán: 478. — Zancajo, Carlos: 367, 371, 403, 427, 433, 448, 462, 478, 489, 490, 606, 609, 619, 677, 685, 712, 720, 721, 729, 730, 732, 755, 755 n , 855. — Jesús : 525-527, 640, 660, 777. Herrera, Pedro: 518, 576, 798, 835, 836, 837, 902. Hidalgo de Cisneros, Ignacio: 321, 895. Hierro, de Bilbao: 626. Hitler, Adolfo: 358, 371, 557, 558, 624, 628, 801, 839, 847, 910. Hoffmann, general: 177.

Ibáñez, Jesús: 170, 719. Ibarruri, Dolores: 427, 639, 660, 798. Ibsen: 196. Iglesias, Luis: 391, 392. — Posse, Pablo: 1-2, 3, 9, 10, 16, 19, 26, 28, 31, 32, 35, 37-43, 46 n., 51, 59, 62, 70-72, 75, 77, 80, 81, 83, 84, 86, 87, 95, 108, 111 n., 121, 123, 126-128, 130, 147, 151, 151 n., 152, 173, 175, 197, 225, 239, 248, 250, 252, 257, 259, 263, 271-273,

292, 303, 305, 364, 369, 610, 623, 676, 679, 812, 813, 819, 910. Informaciones: 382. Instituto de Reformas Sociales: 26, 27, 39, 52, 55, 56, 74, 77, 89, 90-94, 96, 108, 139, 182, 182, 199. Internacional, La: 178, 256. — Amarilla: 4. — Comunista: 166, 168, 169, 178, 197. 254, 259, 267, 290, 519, 525, 551, 598, 610, 628, 629, 666, 683, 871. — de Amsterdam: 4, 197, 205, 213, 252, 290. — del «Eje» : 552. — Obrera Socialista: 627, 628, 682, 683, 833, 842. — Sindical: 17, 288, 290, 693, 723. — Sindical Roja: 166, 169, 170, 197, 290, 437, 440, 519, 552, 598. — Socialdemócrata: 552, 628, 629, 842. — Socialista: 1, 3, 4, 17-19, 27, 31 75, 81, 82, 104, 106, 137, 168, 198, 204, 205, 250, 251, 253-256, 259, 290, 358, 420, 429, 430, 440, 469, 550, 551, 552, 598, 599, 608, 622, 627, 628, 632, 682, 683, 689, 692, 693, 723, 727, 730, 800, 886. Iñigo, Lorenzo: 798. — Rafael: 755. I.O.S., véase: Internacional Obrera Socialista. Irujo, Manuel: 526, 640, 778, 822. Isgleas, Francisco: 464, 502, 798. I.S.R., véase Internacional Sindical Roja. I.T.T.: 363. Izquierda Republicana: 439, 446, 447, 450, 457, 580, 640, 777, 778, 826, 857, 858. Izquierdo: 646.

Jardiel : 46 n. Jaurès, Jean: 104, 120. Jiménez, J. : 787. — Miguel: 49, 50, 579. — de Asúa, Luis : 468, 779 n. Joll, James : 838 n. Jordán, Francisco: 139, 140. Jouhaux, León: 69, 107, 108, 117, 227, 249, 251, 254, 257, 288, 519, 599,

HISTORIA DE LA U.G.T.

626, 628, 692, 727, 728, 730, 731, 733, 735, 739, 769, 771, 785, 786, 802, 803, 820, 842, 858, 887. J.S.U., véase: Juventudes, Socialistas Unificadas. Juárez, Benito: 795. Junta de Defensa de Madrid: 592, 617, 860. Juntas de Defensa del Arma de Infantería: 157. — del Censo: 442. — Militares de Defensa: 150-152, 164, 499. Just, Julio: 526. Juventud de Izquierda Republicana: 439. Juventudes Comunistas: 439, 449, 482, 484, 500, 888. — Socialistas: 80, 116, 176, 178, 311, 367, 369, 371, 373, 374, 379, 380, 394, 397, 399, 403, 432, 446, 479, 482, 487, 493, 500, 501, 609, 619, 622. Unificadas Q.S.U.): 482, 500, 501, 871.

Kautsky: 204, 255, 359. Kerensky: 167, 177. Kollontai, Alejandra: 75. Krause: 342. Kropotkin, Pedro: 136, 162. Kube: 18.

Laborda, Valeriano: 755. Labour Party: 691. Lacort, Angel: 139, 146, 276, 330. Lafargue Pablo: 83, 768. Lamoneda, Juan, 174, 175, 718. — Ramón: 3, 623, 633, 634, 717, 777 n., 779, 779 n., 811, 848. Lansbury, George: 175. Largo, Carmen: 611. — Francisco: 587. — Caballero, Francisco : 2, 3 n., 4, 40, 52, 71, 77, 80, 84, 86, 94, 108, 111 n„ 121, 123, 130, 139, 140, 146, 151 n., 159, 160, 160 n., 164, 173, 174 n„ 175, 184, 186, 187, 188, 189, 193, 194 n., 197, 205, 210, 29

949

212, 216, 220, 221, 223, 223 n., 226, 230, 231, 236, 239, 239 n., 248, 251, 252, 263, 264, 269, 277, 278, 280, 282, 287, 289, 290, 293, 297, 300-307, 310, 311, 315, 321, 323, 324-326, 328, 331, 332, 336, 342, 347 n., 348, 350-352, 356-363, 365-367, 371-376, 380-382, 385 n., 387, 388, 395, 401, 403-405, 416, 417, 420, 421, 423, 429, 432, 433, 437^440, 440 n., 445, 448, 449, 457, 459, 462, 468, 469, 475-479, 482, 487-490, 493, 494, 497-500, 522524, 524 n., 525-529, 538, 539, 543, 546, 549, 551, 552, 555, 558, 563, 564, 567, 578, 585-592, 594, 595, 595 n., 596, 596 n., 597, 603-605, 609-613, 615-627, 629, 630, 633, 636-641, 643, 645-649, 651, 653656, 658, 660-662, 666, 674, 675 n., 676, 677, 679, 681, 682, 685, 689, 693, 705 n., 710, 712-715, 720722, 726-729, 729 n., 730-732, 732 n. 733, 736, 739, 776, 776 n., 778, 780, 784 n., 811, 812, 825, 836, 847, 848, 849, 862, 863, 912. gobierno : 500, 523, 526, 529, 538, 562, 563, 566, 567, 579, 591, 600, 603, 604, 608, 630, 635, 638, 645, 771, 779, 779 n., '844, 847. Larios : 49. Lassalle, Fernando: 359. Latorre, Manuel: 580. Lavin, Luis (o Labin) : 130, 146, 329. Layret, Francisco: 246. Ledebour: 204. Legardelie: 118 Legien, Carlos: 17, 18, 27, 122, 359. Lejärraga de Martinez Sierra, Maria: 414, 421, 427. Lenin: 75, 81, 167, 176, 254, 255, 578, 683. Lerroux, Alejandro: 135, 136, 151 n., 238, 321, 322, 338, 357, 360, 361, 362, 365, 380, 382, 388, 401, 402, 439, 440, 441, 498. Leviatän: 609, 622, 629. Lewis, John : 786. Liberal, El, de Bilbao : 433, 436. Libertad, La; 589, 590.

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AMARO DEL ROSAL

Liebknecht, Carlos: 170, 175, 203, 204, 253, 359— Guillermo: 175, 359. Lmán, Hernando: 846, 847, 848. Líster: 907. Lois, Manuel: 367, 400, 420, 422, 424, 437, 441, 474, 475, 488, 501, 606. Loma, general: 48. Lombardía, César García: 664, 665, 668, 669, 674, 679, 732, 739, 755, 769, 816, 840, 855, 856, 863, 864, 866, 879, 882, 891. — Ismael García: 679. Lombardo Toledano, Vicente: 800, 808. Longuet, Juan: 254. López, Juan: 365, 380, 403, 565, 592, 613, 614, 616, 642, 668, 735, 901, 902. — Manuel: 583, 668, 755, 798. — Domínguez, general: 49. — Pinto, general: 384, 386. — Pujalte, Antonio: 26. — Raimundo, Antonio: 501. — Tienda, teniente coronel: 897. Lozano, Antonio: 139, 374. — Joaquín: 530. Lozoya: 848. Luxemburgo, Rosa: 170, 175, 204, 253, 359. Llácer: 128. Llaneza, Manuel: 107, 128, 130, 140, 146, 276, 277, 326. Llano de la Encomienda: 561 n. Llanos, Virgilio: 668, 671, 672, 729, 897. Lliga: 153. Llobera: 668. Llopis, Rodolfo: 433, 609, 611, 617, 627, 633, 647, 689, 691, 693Llozas, Rafael: 579.

Mac-Donald: 175. Maeso Granados, José: 26, 40, 77, 84, 86, 94, 109, 122, 131, 146. Malatesta: 836. Mangada, coronel: 493. Mann, Henry de: 628, 693, 794. Manso, Juan José: 416, 421, 438. Mantecón, José Ignacio: 580.

Mantrana: 851. Manzano, Veneranda: 679. Marañón, Gregorio: 338. March, Juan: 340, 362. Marco, Antonio: 787. Marcos, Agustín: 329. Marie: 117, 118. Martí, Amparo: 135. Martín: 824. Martínez, José María: 376, 403, 712. — Amutio, V. J.: 541. — Anido, Severiano: 248, 278, 294, 295. — Barrio, Diego: 321, 323, 338, 350, 361, 362, 364, 365, 498, 668, 901, 909. — Cartón: 489— de Velasco: 520. — Gil, Lucio: 128, 139, 172, 197, 248, 252, 277, 289, 305, 305 n., 306, 310, 348, 350, 351, 353, 367, 381, 622. — Sol: 497. Marvilla, José: 579. Marx, Carlos: 38, 83, 134, 170, 254, 292, 343, 359, 428, 545, 598, 634, 752, 768, 884. — Laura: 83. Massoni, Pedro: 302. Mataílana, general: 900. Matos: 313. Maura, Antonio: 42, 45, 46, 47, 70, 95. — Miguel: 301, 302, 317, 321, 322, 338. Maurín, Joaquín: 170, 719. Mayordomo: 536. Mazariegos, Francisco: 392. Meana, León: 107. Medina: 622. Medrano, Trifón: 482. Méndez Aspe, Francisco: 479, 535, 536, 538, 777, 843, 884. Mendieta, Isidro, R.: 685. Menéndez, Luis: 373. — Teodomiro: 172, 249, 251, 252, 275, 276, 280, 297, 305, 416, 438, 900. Menoyo: 847, 848. Mera, Cipriano: 838, 860, 887, 896, 905.

HISTORIA DE LA U.G.T.

Merodio, Felipe: 59. Mertens, Camilo: 794. — Cornelio: 628, 693, 723. Metrehim: 254. Mesa Leompart, José: 283. Miaja, general José: 592, 617, 638, 844, 860, 887, 896, 900, 901, 906, 907, 909. Mije, Antonio: 341, 427, 525, 717, 718. Milicias de Defensa de la República: 493. Millán: 672. Millas, A . :

646.

Millerand: 118. Moch, Jules: 628. Modesto, 805, 907. Moix, José: 719, 787, 822, 874. Mola, general: 317. Molina Conejero: 425. Molinero, Tomás: 668, 718, 787. Molotov: 629. Monmouseau: 718. Montero Ríos: 150. Montilla, Carlos: 889. Montseny, Federica: 502, 565, 592, 600, 601, 632, 643, 739, 755, 835, 836, 838, 862. Mora, Francisco: 59, 80, 94, 111 n. Morales: 712. Morato: 610. Moret, Segismundo: 45, 135. Morón, Gabriel: 374. Movimiento Libertario de la FAI-CNT: 906, 907, 909, 910. Muiño, Manuel: 276, 627. Mundo Obrero, de Alicante: 113. Muñoz, Casimiro: 32, 75. — Mariano: 367, 523, 606, 712, 720, 721. •—• Giraldós, Antonio: 350. Mussolini, Benito: 724, 358, 371, 540n., 557, 558, 624, 693, 787, 801, 839, 847, 910.

Nación, La: 889. Nacionalismo vasco: 825. Napoleón: 435. Navarro, Patricio: 408. Negri, Ramón de: 611.

951

Negrín López, Dr. Juan: 305, 478, 479, 526, 527, 530, 535, 538, 540, 541, 548, 586, 595 п., 596, 597, 608, 612, 616, 623, 624, 627, 630, 631, 637, 640, 644, 659, 709, 720, 732 п., 733, 735, 776, 777, 777 п., 778, 779, 779 п., 780-782, 784, 786, 788, 809, 811, 812, 821, 822, 827, 829, 835, 836, 838 п., 843, 848, 849, 853, 870, 871, 874, 881, 881 п., 884, 888, 891, 892, 894896, 901-903, 905, 910, 911. — — gobierno: 626, 630, 641, 648, 654, 710, 801, 828, 829, 830, 844, 890, 891, 893, 895, 896, 901-904, 911, 912. Nelken, Margarita: 381, 493. Nelson: 244. Nenni, Pietro: 633.

Nicolás II: 21. Nicolau D'Olwer, Luis: 321, 323. Nin, Andrés: 51, 579, 586, 719. Noche, La: 713. «Noi del Sucre, El», véase : Salvador Segui. Noske: 170, 203, 253, 359, 479, 488. Noticias, Las: 648, 716. Nuestra Palabra: 256. Nueva Era, La: 292. Núñez de Arenas, Manuel: 2, 3, 178, 256, 623. Núñez Tomás, Francisco : 84, 128, 160 nota, 197, 210, 216, 220, 248, 252, 263, 277.

Oficina Internacional del Trabajo de Ginebra (O.I.T.): 197, 205, 206, 226, 288, 334, 348, 356, 357, 423, 443, 551, 610, 658. O.I.T., véase: Oficina Internacional del Trabajo. Ontán, Sixto: 530. Opus Dei: 589. Orfeón Socialista: 59. Organización General del Partido: 459, 460. — Internacional del Trabajo: 290. Organizaciones Industriales Americanas (C.I.O.): 786, 856. — Obreras católicas : 1.

952

AMARO DEL ROSAL

Orgaz, general: 340. Orobón Fernández, V.: 170, 375, 405, 599. Orosa, Victoriano: 94. Ortega y Gasset, José: 338, 468. Ortells: 536. Ortiz: 536. Osuna: 58. Otero, Alejandro: 712, 779n., 821. Oudegeest, Fermín: 227, 249, 251, 256. Ovejero, Andrés: 173, 306, 307, 310.

Pabón, Benito: 375, 643. Pacto de Alianza Revolucionaria: 466. — del Frente Popular: 449, 450. — de San Sebastián: 300, 301. —• Nacional de Unidad de Acción GN.T.-U.G.T.: 787, 810, 835-837, 845, 861, 906. Palencia, Isabel de: 421, 427. Palomo, Juan: 291. Paredes, Camilín: 888. Partido Catalán Proletario: 468. — Comunista: 204, 205, 250, 256, 259, 267, 268, 277, 293, 314, 341, 363, 389, 399, 400, 402, 416, 422, 427, 539, 440, 441, 444, 446, 448450, 457, 459, 462, 468, 469, 482484, 495, 501, 516, 523, 525, 526, 551, 587 n., 595, 616-619, 622, 623, 632, 635, 639, 640, 645, 646, 648, 653, 654, 657, 659, 660, 663, 668, 675, 684, 691, 706, 707, 711, 717, 720, 721, 732, 733, 762, 778, 779, 781, 794, 798, 821, 838, 844846, 848, 856, 858, 861, 864, 866, 867, 871, 874-880, 901-903, 907. •—Comunista Inglés: 859. — Conservador: 27. -— Independiente: 204. — Laborista Inglés: 550, 628, 785, 786, 800. — Nacional Republicano: 446, 447. — Nacionalista Vasco; 640, 778, 822. •— Obrero de Unificación Marxista: 450, 457, 513 (véase P.O.U.M.). — Reformista Marroquí: 556. — Republicano Federal: 439. — Socialista, 446, 448, 450, 457, 622, 836.

— Socialista de Portugal: 59. — Socialista Internacional: 50, 366, 371, 373. — Socialista Italiano: 633. — Socialista Obrero Español (P.S.O.E.): 19, 20, 21, 28 n„ 31, 32, 36, 39, 40, 42, 43, 46, 48, 50, 52, 59, 61, 63, 64, 70-72, 74, 75, 83, 101, 111 n., 114, 122, 123, 134, 135, 137, 151, 162, 163, 165, 167, 177, 198, 204, 205, 215, 216, 232-234, 237-239, 245, 247-250, 253, 255258, 260, 261, 263-266, 268, 269, 271-274, 277, 278, 280, 284, 285, 287, 290, 291, 296-302, 304-316, 324-332, 334, 337, 341,-343, 345, 347, 347 n.,, 351-353, 355-357, 360362, 365-367, 369, 371, 373, 374, 376, 379, 380, 39A 400, 401, 403'. 407, 412-417, 422, 424-426, 428, 429, 432, 433, 441, 444-448, 450, 452, 456-462, 469, 475, 477, 482484, 486, 487, 495, 501, 516, 517, 523-527, 533, 549, 593, 599* 603, 609, 616, 621, 623, 624, 626,. 628, 630, 632, 633, 637, 639-641, 645647, 649, 653, 654, 657, 659, 677, 679, 682-686, 689, 690, 691, 692, 706, 707, 717, 719-721, 732, 733, 752, 762, 777-779, 779 n., 781, 784, 784 n., 811-813, 826,. 833, 838, 844-846, 848, 852, 856, 858, 860, 867, 874-876, 883, 891, 908, 910, 911. — Socialista Unificado de Cataluña: 464, 468, 469, 470, 475, 496, 501, 506, 511-513, 516-518, 561, 574, 576, 579, 629, 644, 648, 649, 679, 683, 711, 717-719, 822, 866, 867, 871, 897. — Socialista Unificado de España: 683, 684. Pascua, Marcelino: 629. Pascual Palacios, Toribio: 248, 292. Pasionaria, La, véase: Dolores Ibárruri, Peirats, José: 364n., 375, 375 n., 503, 405n., 504, 545 n., 560, 562, 563n., 601 n., 602 n., 639 n., 643, 644 n., 737, 775, 796, 796 n., 798, 809 n.,

HISTORIA DE LA U.G.T. 822 n., 835, 835 n., 836, 860, 898, 901, 902 n., 903, 907. Peitó, Juan: 302, 579, 592, 613, 616, 632, 642, 719, 735, 889, 902. Peña: 477, 623, 668, 713. Pérez, Carlos: 685. — de Ayala, Ramón: 338. — Galdós, Benito: 70, 528. — García, Antonio: 655, 661, 664, 665, 667, 668, 674, 732, 755, 816, 840, 891, 892, 903, 905, 906, 908, 909, 911, 912. — Infante, Santiago: 94, 172, 277. — Rubio, José: 518. — Solís, Osear: 140, 268. Perezagua, Facundo: 21, 38, 107, 273, 910. Pestaña, Ángel: 139, 146, 169, 247, 255, 446, 448, 457, 719, 836. Pétain, gobierno: 600. Peypoch y Pí, Ramón: 513. Pi y Margall: 42. Picasso, Expediente: 248, 250, 261, 297. Pivert, Marceau: 600, 794. Plejanov: 75. Pleno de la C.N.T.: 737, 809, 810. — del Comité Nacional: 707, 727, 731, 773, 780-784, 786, 810, 821, 824, 892, 831, 835, 836, 859, 905. — de Regionales: 170, 612, 898, 899, 901. — Nacional de Movimiento Libertario: 899, 901, 906. — Regional de Campesinos de Cataluña: 612. Polanco, A.: 685. Ponce, general Miguel: 340. Ponzón, Francisco: 580. Pórtela Valladares, Manuel: 445, 458, 498. Posse: 84. Pou y Más, Juan: 513. P.O.U.M.: 579, 619, 638, 714. Pradal: 889. Preteceille, Ogier: 404, 478, 685, 688, 693, 713, 714, 786, 858. Pretel Iglesias, Felipe: 330, 367, 374, 395, 433, 448, 489, 498, 521, 553, 588, 606, 628, 641, 645, 647, 655, 664, 665-667, 672, 674, 677, 732,

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755, 816, 855, 856, 858, 874, 886, 891. Prieto, Horacio, M.: 473, 735, 739, 755, 769, 835, 836. — Tuero, Indalecio: 175, 246, 248, 260, 261, 270, 275, 276, 278, 280, 297, 301-303, 305, 307, 321, 322, 326, 337, 342, 356, 361-363, 365, 371, 372, 384-388, 393, 395, 396, 401, 428-433, 440, 444, 445, 458, 460, 475-479, 482, 486-488, 500, 523, 526, 527, 555, 595 п., 610, 612, 616, 622-624, 637, 639, 640, 691, 733, 776, 776 п., 777, 777 п., 778, 778 п., 779, 779 п., 782, 784, 784 п., 801, 811, 812, 825, 836, 860. Primera Internacional: 134, 506, 550, 598, 783. Primo de Rivera, José Antonio: 587, 588. — y Orbaneja, Miguel: 185, 260, 261, 264, 267, 269, 274, 278, 279, 281, 287, 294, 295-299, 316, 337, 433, 471, 819. Prince, Jacobo: 798. P.S.O.E., véase: Partido Socialista Obrero Español. P.S.U.C., véase: Partido Socialista Unificado de Cataluña. Pueblo: 654, 857. Puente, Enrique: 479. — Isaac: 467. Puig y Pidemont, Juan: 513. Pujol, Joaquín: 464.

Queipo de Llano, general Gonzalo: 321, 333. Quejido, Antonio García: 1-3, 3 п., 4, 5, 5 n , 15-17, 19, 27, 59, 76, 77, 80, 83, 130, 135, 257, 272, 273, 292, 293, 398, 588, 610, 676, 719, 812, 813, 910. Quemades, Salvador: 216, 220, 224.

Rabassaires: 398, 579Racamond, 819. Radio U.G.T.: 493, 556.

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AMARO DEL ROSAL

Ramos Oliveira, Antonio: 609. Rancaño: 848. Redondo, Cayetano: 847, 848. Renaud: 718 n., 819. Renovación: 609, 622. Reoyo, Toribio: 135, 813. Revillagigedo, conde de: 238. Reyes: 80. Ribentropp: 540 n. Rico Avello: 520. Ridruejo, Epifanio: 597. Riesgo: 712, 713. Río, José del: 909. Ríos Urruti, Fernando de los: 205, 207, 248, 255, 261, 277, 297, 301, 303, 306, 307, 321, 322, 324, 325, 326, 331, 332, 342, 371, 477, 779 n. Riquelme, José: 863, 864, 865. Rivas Cherif: 889Rives Moyano: 140. Roca, Facundo: 518. Rocamond: 718. Rodrigo, coronel: 493, 494. Rodríguez Cano, Antonio: 40, 77, 86. — Vega, José: 392-394, 645, 646, 655, 661, 664, 665, 668, 671, 674, 677, 688, 693, 714, 716-718, 726, 729, 730, 732, 755, 769, 773, 783, 800, 816, 826, 841, 855, 856, 858, 863, 874, 881, 886-888, 891, 892, 905, 907, 908, 910-912. Rofes, Cosme: 513. Rojo, Mariano: 349. Romanones, conde de: 140, 147. — gobierno: 139, 141, 147. Romero Solano: 426. Rosal, coronel del: 530, 531, 542, 641, 647, 655. — Díaz, Amaro del: 4, 4 n., 31 n., 69n., 75, 81, 117 n, 176, 367, 402, 427, 429, 448, 459, 489, 530, 606, 611, 618, 641, 647, 655, 664, 665, 667-669, 671, 674, 677, 717, 730732, 739, 753, 800, 800 n., 816, 853, 855, 856, 863, 864, 866, 870, 874, 882, 885, 886, 889, 891. Rosenberg, Marcelo: 519, 549, 636. Royo, Macario: 606, 755. Rubiera, Carlos: 632, 633. Rubio, Cipriano: 26. Rueda Ortiz, J.: 755.

Ruiz Borau, José: 580, 584. — Funes, Mariano: 526. — Ponsetí, Estanislao: 513. Rull: 45.

Saborit Colomer, Andrés: 80, 109, 122, 123, 131, 146, 159, 160, 160 п., 164, 174, 175, 197, 221, 225, 248, 252, 287, 289, 300, 301, 305, 305 п., 306, 309, 310, 325, 328-330, 350, 352, 362, 363, 365, 367, 425, 432, 477, 622, 627, 647, 679. Sacristán Colas, Antonio: 597, 885. Sadoul, Jacques: 178. Sáenz, Vicente: 536, 611. Saint-Just: 340. Salazar Alonso, Rafael: 303, 364, 365, 366, 380, 381, 383, 520, 521. Salmerón: 536. Samper, gobierno: 389, 399. — Ricardo: 380, 389, 402. San Antolín de Sotillo, conde de: 509. Sánchez, Aníbal: 306, 307, 310, 712. — Pedro: 755. — Vicente: 130, 140, 146. — de Toca: 164, 218. — Guerra: 153, 303. — Llanes: 668. Sancho, Isidro: 755. Sanjurjo, general: 333, 336, 340, 344, 360. Santa Cecilia: 59. Santiago, capitán: 373, 386, 393, 394, 395. —. genetal: 395. — Enrique de: 289, 305, 306, 309, 312, 313-315. Sanz, F.: 536. — Ricardo: 406, 407, 407 п., 408, 408 п., 504. Sassenbach: 18. Sastre: 668. Schaeffer: 288. Scheidemann: 359. Schevenels, Walter: 422, 430, 554, 628, 688-693, 713, 714, 723, 725-727, 785, 802-804, 817, 818. Schuschning: 801. Secretariado de la U.G.T. de Cataluña: 668, 695, 706, 712, 720, 824, 857.

HISTORIA DE LA U.G.T.

— Sindical Internacional: 4, 17, 106, 108. Seguí, Salvador: 136, 139, 146, 216, 220, 224, 227, 246, 719, 797. Segunda Internacional, véase: Internacional Socialista. Sendón Claro, J.: 606. Septién, Antonio: 350, 661, 668, 670. S.E.R.E., véase: Servicio de Evacuación de Republicanos Españoles. Servicio de Evacuación de Republicanos Españoles (SERÉ): 838. Serra Pamies, Miguel: 644. Sesé, Antonio: 501, 518, 576, 577, 578. Seyss-Inquart: 801. Sheidemman: 253. S.I.M.: 884. Sindicato de Banca de Madrid: 852. — de la Madera: 233. — del Petróleo: 646, 679. — del Transporte de Madrid: 373— de Teléfonos: 646. — Fabril de Badalona: 464. — Minero: 661. — Minero Asturiano: 274, 277, 421, 423. — Minero de Mieres: 107. — Minero de Riotinto: 116. — Nacional de Abogados: 354. — Nacional de Médicos: 354. — Nacional de Radiotelegrafistas: 493, 646. — Nacional Ferroviario: 661, 701,863. — Único del Ramo de la Madera: 513. Sindicatos de la U.R.S.S.: 802, 803, 804. — Verticales de Falange: 855, 856. Sinio: 712. Sirval, Luis de, periodista: 487. Socialista, El: 27, 35, 37, 71, 85 n., 101, 159, 162, 225, 337, 429, 477, 609, 622, 656, 883. Sociedad de Albañiles El Trabajo: 59. — de Nacionales: 205, 206, 226, 456, 550, 556, 636, 788, 789, 793, 794, 800, 801. Sol, El: 555. Sol y Ortega: 70. Solano: 721. Soler y Brú, Juan B.: 512.

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Solidaridad Internacional Antifascista : 599. Solidaridad Obrera: 137, 515, 613, 752, 809. Somatenes : 202. Sorel: 117. Soviet, El: 178. Spaak: 551, 693, 794. Staël, madame de: 602. Stalin: 538, 551, 619, 629, 637, 724, 777 n. Stolz: 803. Suárez, José María : 292. — Manuel: 130, 146, 329— Narciso: 329. Tagiieña: 866. Taracido, Luis: 394. Tarradellas, José: 513, 531, 532, 579. Tercera Internacional, véase: Internacional Comunista. de Moscú: véase Internacional Comunista. Teryho, Jacinto. 464. Tetuán, duque de: 274. Thomas, Albert: 206. Thorez: 626, 802. Tierra y Libertad: 134. Togliatti: 551. Tomás, Berlamino: 387, 423, 489. — Pascual: 276, 349, 350, 352, 367, 400, 448, 474, 475, 488, 489, 606, 627, 628, 630, 639, 641, 645, 648, 675, 692, 712, 720, 721, 729-732, 755, 840, 890. — y Piera, José: 526. Tonda (aviador): 597. Torralva Beci, Eduardo: 109, 111 n., 121, 131, 139, 146, 160 n., 175. Torre, Matilde de la: 426. Torrens: 888. Torres, Mohamed: 556. Toyos, Juan de los: 197, 220, 276. Trabajadores Industriales del Mundo: 31. Trade Unions inglesas: 105, 628, 691, 785, 786, 801, 816, 856. Tratado de Versalles: 203, 204, 226. Treball: 867. Tressols: 44.

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Tribunal de Garantías : 451. Trilles: 501. Trillo, Pedro: 109, 122. Trotski: 167. T.U.G: 727. Tuñón de Lara, M.: 303 n.

Uceda: 58. U.G.T., véase: Unión General de Trabajadores. U.H.P., véase: Unión de Hermanos Proletarios. Ungría, coronel: 902. Unidad Sindical Internacional: 801. Unió de Rabassaires: 513. Unión Ciudadana: 202. — de Hermanos Proletarios (U.H.P.): 377. — General de Trabajadores (U.G.T.): Pássim. — Nacional: 631, 788, 789, 792, 794, 798, 809, 821, 822, 826, 844, 845, 890, 893, 898, 908. — Republicana: 446, 447, 450, 457, 640, 778. — Sindical Internacional: 112. — Socialista: 468. Ureña, Ezequiel: 644, 665, 667, 670, 671, 674, 732, 755, 816, 855, 856, 874, 882, 883, 886, 891. Uribe, Vicente: 457, 462, 525, 526, 548, 591, 597, 640, 778, 901, 907. Uriz, Serafín: 130. Urquijo, marqués de: 597. U.S.T.I.C.A.: 207.

— Etelvino: 874, 888, 889. Velao, Antonio : 777. Velasco Sierra, José María: 536. Vélez, Pedro: 824. Vera, Dr. Jaime: 2, 114, 172, 174, 357, 623, 910. Verdes Montenegro, José: 114, 115, 623. Vidal, Alfonso: 644. — Revota: 668. — Rossell: 667, 669, 856, 883. — Ubeda, teniente Gabriel: 373, 493. Vidarte, Juan-Simeón: 414, 426, 445447, 457, 460, 501, 639, 779 n., 811. Vidiella, Rafael: 468, 469, 501, 576578, 644, 719. Viesca : 667. Vigil, Manuel: 15, 38, 312, 313. Vigón, general Jorge: 340. Villalba: 857. Villanueva : 99. Villas, A.: 646. Villegas, general: 340. — Eduardo: 535, 536. Viviani: 118. Vivó, Vicente: 885. Vizcarra, A.: 646, 668, 673, 883. Voltaire: 537, 538. Vorochilov : 629Weimar: 339. Weyler, general: 295. Wrangel: 253. Yuren, Jesús: 800.

Vaillant, Eduard: 119. Val, Eduardo de : 903, 909. Valdés, Miguel: 579Vallejo, Miguel: 583. Vandervelde: 551, 628, 842. Várela, general: 26, 340. Vayo, Francisco: 582, 597. Vázquez, Mariano R. : 464, 502, 606, 632, 735, 739, 751, 755, 782, 797, 798, 835-838, 838 n., 862, 863. •—- Humasqué, Adolfo: 548. Vega, Carlos: 888.

Zabalza, Ricardo: 367, 381, 398, 426, 527, 606, 628, 677, 692, 712, 720, 729-732, 755, 816, 824, 891, 905, 912. Zalacaín, véase : González Canet. Zapirain: 437. Zappino, general: 48, 49. Zetkin, Clara: 32, 33, 359. Zinoviev: 176. Zugazagoitia Julián : 401, 476, 609, 616, 640, 716, 777, 845, 889, 902.

INDICE GENERAL 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. 19. 20. 21. 22. 23. 24. 25. 26. 27. 28. 29. 30. 31. 32. 33. 34. 35. 36.

Introducción La UGT contra el proyecto de la ley de huelgas VII Congreso de la UGT de España I, II y III Conferencias del Secretariado Sindical Internacional VI Congreso Internacional Socialista La Revolución rusa de 1905 Hundimiento del depósito de aguas del Lozoya VIII Congreso de la UGT de España IV Conferencia Sindical Internacional Huelga general contra la carestía de la vida VII Congreso Internacional Socialista y V Conferencia Sindical Internacional Proyecto de ley sobre coaliciones y huelgas El 1.° de Mayo, jornada de lucha y exaltación proletaria IX Congreso de la UGT de España Ley de represión del terrorismo. Discurso de Iglesias Contrato de trabajo. Largo Caballero en el Senado Se inaugura la Casa del Pueblo de Madrid En favor de los mineros. Manifiesto del CN del PSOE Contra la guerra de Marruecos. Manifiesto del PSOE La Semana Trágica de Barcelona VI Conferencia Sindical Internacional Consecuencias de la guerra de Marruecos. Conjunción republicanosocialista Luchas del proletariado vasco. Huelga minera en Vizcaya VIII Congreso Internacional Socialista X Congreso de la UGT de España VII Conferencia Sindical Internacional Hacia la huelga general. Clausura de centros obreros Se reúne el Buró de la Internacional Socialista Muerte de Pablo Lafargue y de Laura Marx Suspensión y procesamiento de la UGT Los vocales obreros se retiran de! Instituto de Reformas Sociales ... La huelga nacional ferroviaria y la Ley del «brazalete» Congreso extraordinario de la Internacional Socialista VIII Conferencia Sindical Internacional XI Congreso de la UGT de España La UGT ante la primera guerra mundial La UGT y las grandes cuestiones nacionales

1 9 15 17 19 20 22 24 28 29 31 34 36 38 41 52 57 61 63 67 69 70 73 75 76 78 79 81 83 84 89 97 104 105 107 109 125

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37. 38. 39. 40. 41. 42. 43. 44. 45. 46. 47. 48 49. 50. 51. 52. 53. 54. 55. 56. 57. 58. 59. 60. 61. 62. 63. 64. 65. 66. 67. 68. 69. 70. 71. 72. 73. 74. 75. 76. 77. 78. 79. 80. 81. 82. 83. 84. 85.

AMARO DEL ROSAL

La Fundación Cesáreo del Cerro XII Congreso de la UGT de España Acción por el abaratamiento de las subsistencias. Huelga ferroviaria ... Continúa la agitación. La crisis de trabajo Las Juntas militares de defensa La guerra europea y la situación interior Hacia una huelga general contra el régimen La huelga general revolucionaria de agosto de 1917 La campaña nacional por la amnistía. Su significado La Revolución rusa. La III Internacional y la ISR XIII Congreso de la UGT de España Armisticio y término de la guerra europea La jornada de ocho horas La UGT y los problemas de Cataluña La UGT y el problema de la unidad sindical XIV Congreso de la UGT de España La posguerra y las abortadas revoluciones europeas La unidad sindical. El Pacto de unidad de acción UGT-CNT UGT y CNT contra la política represiva del gobierno. Ratificación del pacto de fusión proletaria Congreso extraordinario de la FSI La huelga de Ríotinto y la solidaridad. Maniobras de la CNT Ruptura del Pacto UGT-CNT Carácter y tácticas de las dos centrales sindicales Se acentúa el terrorismo en Barcelona. Desastre de Annual XV Congreso de la UGT de España Los socialistas españoles y la III Internacional La dictadura de Primo de Rivera Muerte de Pablo Iglesias Congreso extraordinario de la UGT La Asamblea Nacional Consultiva. Posiciones de Caballero y Besteiro. XVI Congreso de la UGT de España Caída de la dictadura. Posiciones de la UGT El movimiento revolucionario de diciembre de 1930 Caída del gobierno de Berenguer El fin de la monarquía Las posiciones de Largo Caballero Posiciones de la UGT y el PSOE después de fracasado el movimiento del 15 de diciembre de 1930 Proclamación de la Segunda República española La primera sublevación contra la República XVII Congreso de la UGT de España Fue el último Parlamento nacional obrero de cariz socialista Nueva Comisión ejecutiva de la UGT Hacia el movimiento de octubre de 1934 Anécdotas madrileñas de la revolución de octubre La nueva Ejecutiva antes del movimiento de octubre La insurrección de octubre de 1934 Después de octubre (algunos documentos de la UGT) Actividades de la Ejecutiva durante el «Bienio negro» Indalecio Prieto en París

126 128 138 143 150 151 153 157 163 166 172 179 182 184 185 196 203 209 221 226 228 235 242 246 249 253 260 271 274 281 288 294 301 308 316 324 327 333 340 347 354 369 371 391 397 401 409 419 428

HISTORIA DE LA U.G.T.

86. 87. 88. 89. 90. 91. 92. 9394. 95. 96. 97. 98. 99. 100. 101. 102. 103. 104. 105. 106. 107. 108. 109. 110. 111. 112. 113. 114. 115. 116. 117. 118. 119120. 121. 122. 123. 124. 125. 126. 127. 128. 129130. 131.

Programa de gobierno del movimiento de octubre Unidad sindical UGT-CGTU Preparando la victoria del Frente Popular El Pacto del Frente Popular y otros documentos Ultimo Congreso de la CNT antes del 18 de julio. El PSUC Nueva gestión unitaria CNT-UGT posterior al 16 de febrero Maniobras en la elección de presidente de la República Azaña, presidente de la República; Casares, del gobierno Antecedentes al 18 de julio. Unificación de la juventud. Congreso de la CNT Síntomas del 18 de julio. Casares Quiroga, su insensatez y su irresponsabilidad Ultimo Congreso sindical internacional antes del 18-VII-36 En pleno movimiento 1936: Un año de incógnitas históricas y de angustias Del gobierno Giral al gobierno Caballero UGT y PSUC en Cataluña. Proselitismo e «incontrolados» Algunos aspectos del problema económico en Cataluña Primer Comité de enlace UGT de Cataluña con CNT, FAI y PSUC ... Hacia el fin del gobierno Giral El gobierno Largo Caballero Dificultades a que se enfrentó este gobierno El oro del Banco de España Pretensiones de los economistas faístas sobre dicho oro Problemas del gobierno Caballero. Surge el Comisariado El mito de las Internacionales Un plan para el Protectotado de Marruecos Dos conductas: CNT-FAI, en Cataluña; UGT, en Madrid CNT y anarquistas ante el gobierno Caballero. Su evolución Primer Comité nacional de la PGT posterior a la formación del gobierno Caballero El Pacto de las organizaciones catalanas y el «faísmo» La CNT en el gobierno de la Generalidad y en el Consejo de Defensa de Aragón Pactos UGT-CNT en las provincias aragonesas El convento de San Antón y Paracuellos del Jarama. Posición de la UGT de España contra el terror La gran crisis de noviembre de 1936 El anarquismo internacional en la AIT El gobierno Caballero y los organismos políticos-sindicales Del gobierno Caballero al gobierno Negrín Contradicciones de Caballero y de sus asesores políticos Un Primero de Mayo significativo En torno a la crisis del gobierno Caballero La crisis del gobierno Caballero y la UGT de España La crisis de la UGT Antecedentes de la lucha entre Ejecutiva y Comité nacional Hacia la constitución de una nueva Ejecutiva El Comité nacional designa «la Ejecutiva de la escalera» Características de la nueva Comisión ejecutiva de la UGT Las posiciones unitarias de Claridad

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432 437 439 450 465 471 474 477 481 486 489 493 497 500 506 511 516 519 523 529 535 545 548 550 555 559 562 567 574 579 581 585 591 598 603 608 621 632 635 638 645 653 655 666 679 681

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132. 133. 134. 135. 136. 137. 138. 139. 140. 141. 142. 143. 144. 145. 146. 147. 148. 149. 150. 151. 152. 153154. 155. 156. 157. 158. 159160. 161. 162. 163164. 165. 166. 167. 168. 169-

Gestiones ante la FSI para restablecer la unidad de la UGT Pleno extraordinario del Comité Nacional El gobierno se traslada a Barcelona ... La Ejecutiva ilegal pretende convocar un congreso III Congreso regional de la UGT de Cataluña «La Ejecutiva de la escalera» de octubre a diciembre de 1937 Acción sindical internacional del anarquismo respecto a España ... La FSI interviene en el pleito interno de la UGT Pleno nacional ampliado de la UGT. Nueva Comisión ejecutiva ... Incidentes y problemas al iniciarse 1938 Paradojas cenetistas y anarquistas. Sus concepciones económicas ... Hacia la unidad de acción de la UGT con la CNT Programa de unidad de acción UGT-CNT Normas para la constitución de Comités de enlace UGT-CNT El «Pacto de no agresión» de julio de 1937 Reunión del Comité nacional de la UGT Del derrumbe del frente de Aragón a la «débacle» Nueva reunión del Comité nacional Los Trece Puntos del gobierno Negrín Ultimo Consejo general de la FSI Ofensiva sobre Levante. Moros en Valencia. La Batalla del Ebro. Pleno nacional de información de la UGT Un nuevo Pleno de la CNT Cincuentenarios de la UGT y del PSOE ... Los decretos del 11 de agosto de 1938 y la crisis del día 17 Ultimo Pleno extraordinario del Comité nacional de la UGT Un Pleno más del Movimiento Libertario CNT-FAI-FIJL Noviembre-diciembre de 1938 La Zona Centro-Sur Los tres últimos meses de República La salida de Barcelona Hacia Gerona La Ejecutiva de la UGT en Figueras La última capital de la Segunda República española Una reunión del Buró político del PCE Ultimas actividades en Figueras. Camino de Francia Perpignan, Toulouse, Valencia, Madrid Últimos capítulos de la guerra. El «faísmo» y los disidentes socialistasugetistas en torno al golpe de Casado 170. Antes y después de la caída de Cataluña. La UGT y los casadistas. 171. Rendición de cuentas. La UGT de España y sus problemas económicos. APÉNDICES BIBLIOGRAFÍA ÍNDICE GENERAL DE ILUSTRACIONES ÍNDICE ONOMÁSTICO

688 694 709 712 717 720 723 726 729 733 736 739 754 763 766 770 775 780 788 800 805 807 809 811 821 824 835 839 843 855 862 866 868 877 879 881 888 893 905 914 917 929 935 939

Esfe vol. 2 de la «HISTORIA DE LA U.G.T.» publicado por EDICIONES GRIJALBO, S. A. en cuya edición y producción intervinieron José Rancaño y Enric Borras Cubells, terminóse de imprimir en los talleres de Gráficas Márquez, de Badalona, el día 14 de abril de 1977