Gran Bretaña y la independencia de la América Latina 1812-1830, tomo I

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DOCUMENTOS ESCOGIDOS DE LOS ARCHIVOS rj v

DEL FOREIGN OFFICE

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Compilados por C. K . WEBSTER, L i t t . D., F. B. A. Profesor de la Fundación Stevenson de Historia Internacional de la Universidad de Londres

Tomo I . INTRODUCCIÓN CORRESPONDENCIA CON LA AMERICA LATINA

BUENOS

AIRES

EDITORIAL GUILLERMO KRAFT LTDA.

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I M P R E S O EN LA A R G E N T I N A ( PRI NTED IN ARGENTI NA) Copyright de G u i ll e r m o

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en

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castellano -

by

Editorial

Buenos

A i r e s .

Queda hecho el depósito que previene la ley N .° 1 1.72 3

Titulo original de esta obra:

BRITAIN AND THE INDEPENDENCE OF LATIN AMERICA 1812

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1830

Editado en ingles por THE IBERO-AM ERICAN IN ST IT U TE OF GREAT BRITAIN BY TH E OXFORD UN IVER SITY PRESS LONDON

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NEW

YORK

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TORONTO

PREFACIO

L a Academia Nacional de la Historia, a iniciativa· del académico de número Doctor Garlos Alberto Fueyrredón, re­ solvió en 1940 propiciar la publicación en castellano de la obra escrita en inglés por el Profesor Charles Kingsley Webster en 1938, titulada (íBritain and the Independence of Latin Am erica” . A l formular su proyecto, el académico ma­ nifestó que la traducción estaba confiada al Doctor Guiller­ mo E. Leguizamón, quien dedicaría a la labor sus preferentes preocupaciones. Así era, en efecto. Había decidido realizar este trabajo, sin medir lo limitado de mi tiempo disponible, consagrado como estoy a múltiples y complicados afanes, que por razón de la guerra mundial se han hecho más premiosos. Con todo, la tarea se ha realizado, con la cooperación de efi­ caces colaboradores, y la publicación se ha demorado por varias circunstancias, y entre ellas, el deseo de que la intere­ santísima compilación del Profesor W ebster no fuese en modo alguno considerada como esfuerzo de propaganda rela­ cionada con la conflagración actual. La contribución aportada por el Profesor W ebster al me­ jor conocimiento de la historia de los países de la América Latina, aparte del magnífico estudio preliminar, consiste en su tarea personal de seleccionar de los archivos del Departa­ mento de Relaciones Exteriores de Gran Bretaña (Foreign O ffice) todos aquellos'documentos oficiales atinentes al pro­ ceso de liberación de la América Latina en el período com­ prendido entre 1812 y 1830.

VIII

PREFACIO

E l Profesor Webster tenía acreditado prestigio como his­ toriador para llevar a cabo un prolijo examen de la abun­ dante documentación conservada en el Foreign Office, rela­ cionada con la política de Gran Bretaña durante la guerra de la emancipación de la América Latina. Sus antecedentes le dan autoridad indiscutida, como se ve por la nómina de los cargos que ha desempeñado en distintas Universidades: Pro­ fesor de la Fundación Stevenson de Historia Internacional de la Escuela de Economía de Londres, desde 1932; Profesor de Historia Moderna en la Universidad de Liverpool (19142 2 ); Profesor de la Fundación Wilson de Política Interna­ cional en la Universidad de Gales, Aberystwyth (1922-32); Profesor de Historia en la Universidad de Harvard, de 1928 a 1932; perteneció al Servicio de Investigación y Prensa E x ­ tranjera de 1939 a 1941; Director de la Biblioteca Británica de Información de Nueva York, durante 1941 y 1942, y en 1943 perteneció al Departamento de Investigaciones del For­ eign Office. En 1942 el Williams College lo designó Doctor Honoris Causa, y en junio del corriente año nuestra presti­ giosa Academia Nacional de la Historia, a propuesta de su Presidente, el Doctor Ricardo Levene, resolvió por unanimi­ dad de votos designar al Profesor Webster académico corres­ pondiente en Gran Bretaña. El indudable acierto con que ha sido efectuada la selec­ ción de 626 piezas — en su gran mayoría cartas e informes— lo apreciará el lector al examinar en cada caso su valor, des­ de el punto de vista de la veracidad, rectitud y juicio sereno que los autores han demostrado al juzgar los hechos y acon­ tecimientos en el momento mismo de su realización. Figuran en la compilación cinco documentos que no tie­ nen nexo de continuidad, agregados como apéndices. Se trata en primer término de una carta de Robert Staples a William Hamilton, datada en Buenos Aires el 25 de mayo de 1817. Ella contiene un relato de la entrevista celebrada entre el primero y el General San Martín, en la cual se consignan manifestaciones de este último de extraordinaria trascenden­

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cia ulterior, como ser la necesidad de procurar barcos y ofi­ ciales navales para la expedición al Perú. Así puede expli­ carse satisfactoriamente cómo dos años más tarde la campaña libertadora del Pacífico fuese emprendida con siete barcos de guerra, cuatro de ellos de origen británico, y que cinco de los capitanes y la mayoría de los oficiales y más de seiscientos hombres de la tripulación fuesen también británicos. La carta siguiente pertenece al General O ’Higgins y está dirigida al Príncipe Regente de Gran Bretaña con fecha no­ viembre 20 de 1817, y tiene particular interés por la opinión que expresa el héroe máximo de Chile respecto de Gran Bre­ taña y de su posible mediación. Las dos últimas cartas proceden del General San Martín y están dirigidas, la primera, al Earl of P ife (diciembre 9 de 1817), y la segunda, al Vizconde Castlereagh, Ministro de Relaciones Exteriores de Gran Bretaña (abril 11 de 1818). La carta al Earl of Pife, cuyo texto hasta ahora permanecía ignorado, es la respuesta a la que éste le dirigió en junio 3 del mismo año, la cuál aparece en las distintas ediciones que se han hecho de la correspondencia del General San Martín. En dicha carta, el Earl of F ife expresaba sentimientos de admiración que la historia ha confirmado, diciendo: “ No “ puede, mi amigo San Martín, figurarse cómo las noticias de “ su buena conducta me han llenado de satisfacción. H e te“ nido siempre una gran amistad por usted — y desde mi “ llegada de España he estado siempre diciendo a mis com“ patriotas — paciencia — un hombre por allá sorprenderá “ a todos. Estuve yo seguro que un golpe sería dado por su “ brazo” . La respuesta del General San Martín guarda perfecta armonía con el espíritu que anima toda su actividad polí­ tica. La grandeza de su alma espartana, su noble modestia, su visión precisa y cautelosa de los sucesos y su inque­ brantable fe en la causa libertadora, se muestran' en es­ ta epístola amistosa. En ella se menciona una carta de recomendación dada al Mayor Antonio Alvares en abril

X

PREFACIO

de 1817, comisionado por el gobierno de Chile para la ad­ quisición de barcos y contratar marinos para la expedición al Perú. La carta a Lord Castlereagh contiene un discreto pedido de mediación para poner término a los sufrimientos ocasiona­ dos por la guerra y contribuir a la consolidación de la liber­ tad política de los sudamericanos. P or último aparece, por primera vez, un documento pre­ cioso, encontrado en el archivo de Lord Palmerston, conte­ niendo el Que el Estado interesado ha renunciado definitiva e irrevocablemente a toda vinculación política con España. 2^ Que tiene tanto el poder como la voluntad de man­ tener la Independencia que ha establecido, y 39 Que la estructura de su Gobierno es tal que ofrece una seguridad razonable para la continuidad de su paz interna, y para la buena fe que le permitiría mantener las relaciones que pudiera contraer con otras Potencias. Gran Bretaña no tiene el derecho ni la intención de dar paso alguno para promover la separación de cualquiera de las Colonias Españolas de España. Pero el hecho de esa separa­ ción es un requisito indispensable, previo a todo nuevo paso o averiguación; y sólo después que ese hecho ha sido definitiva­ mente establecido, puede suscitarse la cuestión acerca de la conveniencia de celebrar arreglos fundados sobre el reconoci­ miento del mismo. El hecho de la separación parece estar claramente estable­ cido con respecto a Buenos Ayres, por el tiempo transcurri­ do desde la declaración original de la Indepedencia y desde que ha existido una fuerza española en su territorio; y por la ausencia de cualquier cosa que se parezca a un partido es­ pañol en el Estado. La competencia de ese Estado para entrar en arreglos con otros países no parece que pueda ser discutida. Pero hay un punto respecto del cual su informe no es tan claro como sería de desear — me refiero a la facultad del Gobierno de Bue­ nos Ayres para obligar mediante estipulaciones con un Esta-, do extranjero a todos los miembros de la Confederación que constituyen los Estados Unidos del Río de la Plata. En efecto, al tratar el año pasado con los Comisionados de las Cortes Españolas, parecería que el Estado de Buenos A y­ res ha obrado en representación de todos los Estados que cons-

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titnyen esa Unión — y dichos Comisionados, que, como es . ; | 'I II natural, hubieran deseado señalar cualquier defecto en las fa-, cultades de la parte con la que estaban negociando, parecen haber admitido que el Gobierno de Buenos Ayres tenía' f cultades suficientes. , Como, sin embargo, el Congreso General estaba por re- , . unirse cuando se enviaron sus últimos Despachos, es de presu- ’ mir que si la autoridad necesaria no había sido ya formalmen- . te reconocida, habrá sido clara y definitivamente establecida mucho antes de que estas Instrucciones con los Plenos Pode­ res que las acompañan lleguen a poder de Ud. Los Plenos Po­ deres han sido extendidos en esa inteligencia, y serían inapli­ cables en cualquier otra circunstancia. Suponiendo, pues, que tal sea el caso, y que la situación ge- '· neral en Buenos Ayres continúe siendo tan favorable como la describen sus últimos Despachos, al recibo de este Despacho se servirá expresar al Ministro, con quien suele Ud. co­ municarse, que Su Majestad se ha dignado disponer que se preparen y le sean enviados a Ud. Plenos Poderes, por los que se le autoriza a tratar con la persona que sea debidamente de: signada en representación de los Estados Unidos del Plata para negociar un Tratado que coloque sobre uná base regular y permanente el intercambio comercial que ha existido duran­ te tanto tiempo entre los súbditos de Su Majestad y esos Estados. Incluyo el Proyecto de dicho Tratado.1 Acompaño asimismo copia de los Plenos Poderes que que­ da Ud. en libertad de comunicar al Ministro o a la persona designada para tratar con Ud. Los Plenos Poderes del Gobierno del Río de la Plata debe­ rán necesariamente especificar el carácter y título políticos con que el Gobierno se designa; y no iniciará Ud. la nego¡- 11 1 El borrador del Tratado contiene nna nota a lápiz:, USi el Plenipotenciario Colombiano insistiera en variar esta descripción y en sus-· tituir la palabra R e p ú b l i c a por la de E s t a d o el Plenipotenciario] Bfritánico] debe ser autorizado a dar su conformidad; pero sería conveniente, de ser posible, evitar el cambio

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ciación a menos qne conste en dicho instrumento la autoriza­ ción, no sólo de Buenos Ayres, sino de todos los Estados com­ prendidos en la denominación de Estados Unidos del Río de la Plata. Siendo suficiente el intercambio recíproco de Plenos Po­ deres a los efectos de la negociación, cuidará Ud. de reservar cualquier reconocimiento formal del Plenipotenciario del Río de la Plata hasta la conclusión y firma del Tratado. Enviará Ud. el Tratado tan pronto esté firmado, con la ratificación del Gobierno de Buenos Ayres, para canjearse en Londres cuando sea ratificado por Su Majestad.

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Agosto 23 de 1824.

No he dejado de comunicar al Ministro Español el deseo que según afirma Ud. ha expresado el Gobierno de Buenos A y ­ res de tratar la paz con España con nuestra mediación. No estoy en condiciones de adelantar qué impresión puede causar esta comunicación en Madrid. Pero temo que la Corte Española, y creo que puedo decir la nación Española, no esté todavía suficientemente convencida en general de la inutilidad de la tentativa de recuperar el dominio de las que fueron sus Provincias Americanas para estar dispuesta a tratar con cual­ quiera de esas Provincias por separado, sobre la base del reco­ nocimiento de su independencia. No obstante, asegurará Ud. al Gobierno Bonaerense que no se desperdiciará ninguna oportunidad favorable para in­ ducir a la Corte de Madrid a considerar dicha negociación: y agregará Ud. que contemplaremos sin recelo cualquier ven­ taja comercial razonable respecto de otras naciones concedida a España como precio de un arreglo semejante.

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No menciona Ud. tendencia alguna a adquirir el reconoci­ miento de la Independencia de España mediante un sacrifi­ cio pecuniario directo; lo que podría ser, empero, en el actual estado precario de las finanzas de la Madre Patria, una de las más poderosas tentaciones para el Gobierno Español.

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(N? 58)

Buenos Ayres, octubre 24 de 1824. . . . Por mis Despachos anteriores se habrá enterado Vd. de que no se ha reunido aún el Congreso General de las Provincias de La Plata, y que por más que estas Provincias están en apariencia unidas nominalmente respecto de todos los asun­ tos en general, no están ligadas aún por ningún Gobierno Na­ cional definido con precisión. La Administración de Buenos Ayres en realidad ha to­ mado la iniciativa en todos los asuntos de carácter nacional que en las circunstancias habrían correspondido a un Gobier­ no General — procedimiento que ha merecido la conformi­ dad unánime del resto de las Provincias, muy especialmente en asuntos concernientes a sus relaciones exteriores:— pero la autoridad asumida y consentida en esa forma no me pare­ ce suficientemente formal como para justificar que, de acuer­ do con sus Instrucciones1, trate con el Gobierno de Buenos Aires el muy importante asunto que me ha sido encomendado. En tales circunstancias he considerado que interpretaría con mayor exactitud el espíritu de esas Instrucciones no ha­ ciendo ninguna comunicación formal de que estoy autorizado a entrar en negociaciones con las Provincias Unidas del Pla­ ta, hasta tanto hayan esas Provincias restablecido su Gobier­ no Nacional. 1

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GRAN BRETAÑA Y LA INDEPENDENCIA

He tenido menos vacilaciones para llegar a esa determi­ nación porque la reunión del Congreso, aunque frecuente.’ mente dilatada, está ahora a punto ,de celebrarse; y la mis­ ma mañana en que tuve el honor de recibir sus Despachos se ^realizó la primera reunión preliminar de Diputados en la ' residencia del Gobernador de Buenos Ayres; en esa oportu­ nidad se resolvió en general que comenzarían sus sesiones pú­ blicas el 1® de enero próximo a más tardar, o antes si fuera posible. Espero no haber, en tales circunstancias, adoptado un procedimiento equivocado. Pero, aunque después de pesar todas las razones, pude llegar a la conclusión de que estaba imposibilitado de efectuar comunicación formal alguna de mis Instrucciones y Poderes, por el momento, al gobierno de Buenos Ayres, no considera­ ba que procedería contra el espíritu de esas Instrucciones co­ municando su naturaleza en forma confidencial a M. García, e inquiriendo de él hasta qué punto existían medios para faeditar el objeto perseguido. C.on este propósito visité a M. Gafcía al atardecer y le comuniqué confidencialmente la determinación a que había llegado el Gobierno de Su Majestad en cuanto al estableci­ miento de futuras relaciones con estas Provincias. Apenas puedo describir la satisfacción con que el Ministro Bonaerense se enteró de esta comunicación, y no tuve la me­ nor dificultad en convencerlo de la necesidad evidente de una autorización formal de parte de todas las Provincias Uni. das antes de que las negociaciones pudieran iniciarse en for­ ma. alguna. Me dio nuevamente una larga explicación sobre la auto­ rización en virtud de la cual el Gobierno de Buenos Ayres había intervenido en las negociaciones anteriores con los Co­ misionados Españoles, así como en la designación, en repre­ sentación de estas Provincias, de un Ministro en los Estados Unidos, y otros casos similares. También se tomó la molestia de mostrarme la correspondencia cambiada en esas ocasiones

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entre el Gobierno de Buenos A y res y algunas de las otras Provincias, de todo lo cual inferí que, si bien la conducta del Gobierno Bonaerense había merecido la entera conformi­ dad y aprobación del resto de la Unión, no existía un poder general suficientemente definido que le autorizara a contraer un compromiso tan solemne como un Tratado con una Po­ tencia extranjera sin la concurrencia o ratificación especial del resto de las Provincias. Que dicha autorización sería con­ cedida si fuera solicitada en este caso no me cabe la menor duda, y en la forma más completa y amplia, pero aun si fue­ ra conveniente pensar en este procedimiento, ello demanda­ ría mayor tiempo, por la distancia a que están situadas al­ gunas de las Provincias, para obtener las respuestas necesa­ rias a comunicaciones desde, ésta, que el que posiblemente transcurra antes de la apertura del Congreso. Considerando todas estas circunstancias, tanto M. Gar­ cía como yo pensamos que todo lo que puede hacerse es apre­ surar todo lo posible la reunión del Congreso. De inmediato me prometió que esto l$e promovería por todos los medios po­ sibles, y en una entrevista posterior, celebrada esta mañana, me informó que cree posible que pueda lograrse que se reúnan los Diputados en el curso del próximo mes de noviembre. Só­ lo hacen falta tres o cuatro Diputados para permitir que el resto se reúna. Con el deseo de evitar toda demora, fui de opinión en un principio de que la reunión del Gobierno General podría quizá promoverse mediante una Nota oficial mía a M. Gar­ cía, informándole para conocimiento del Gobierno de Bue­ nos Ayres, y aquellos a quienes concierna, del hecho de que poseo Poderes para tratar con cualquier persona debidamen­ te autorizada por las Provincias Unidas, y de que estaré dis­ puesto a entrar en negociaciones cuando dicha persona cuen­ te con Plenos Poderes de dichas Provincias; pero después de considerarla abandoné esta idea, pensando que así como con­ tribuiría a facilitar la reunión de un Gobierno Nacional, po­ siblemente sería interpretada por otros como una intromisión

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indebida en asuntos acerca de los cuales podría decirse que las Provincias deben quedar libradas a su propio y libre criterio. Aunque no puedo menos que lamentar esta demora, es­ pero no haberme equivocado al considerarla inevitable y no haber cometido un error de apreciación al proceder como lo he hecho, tal como lo dejo explicado. No dejaré de aprovechar la primer oportunidad des­ pués del establecimiento del Gobierno Nacional para comu­ nicar formalmente mis Instrucciones a la autoridad que con ese objeto designe aquél debidamente.

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(N? 59)

Buenos Ayres, octubre 24 de 1824. H e leído a M. García el contenido de su Despacho N® 5 1 del 23 de agosto relativo al deseo expresado por el Gobierno de Buenos Ayres de tratar la paz con España, con la Mediación de Gran Bretaña. M. García se manifestó muy agradecido por la disposi­ ción demostrada por el Gobierno de Su Majestad, en esta como en toda otra ocasión, para coadyuvar en. la consecución de la paz en estos países que han sufrido durante tanto tiem­ po a causa de la guerra infructuosa mantenida en su interior por las autoridades de España. Dijo que sólo podía repetir lo que M. Rivadavia ya me había manifestado sobre ese asunto, respecto al vivo deseo de este Gobierno de ver terminadas las actuales hostilidades. Sin embargo, respecto a cualquier ofrecimiento 'pecuniario a cam­ bio del reconocimiento por España de la Independencia de las Provincias del Plata, M. García observó que a menos que España reconociera al mismo tiempo la Independencia de los i

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BE LA AMERICA LATINA

otros Estados libres de cimiento sólo brindaría tener en otras regiones terminación de la cual tiempo — resultado que que deseaban mantener América del Sur que se

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la América del Sur, semejante ofre­ a España nuevos medios para man­ de este Continente 1a. guerra por la todos habían bregado durante tanto sería incompatible con la buena fe con todos los otros Gobiernos de la habían librado del yugo Español.

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(N? 9)

Diciembre 26 de 1824. Su Despacho N? 58 1 fué recibido hoy en ésta y lo transmití sin demora al Rey. Me apresuro a acusar recibo del mismo por el Paquete que está a punto de zarpar y comunicarle que ha procedido correctamente, tanto en cuanto a la letra como al espíritu de sus Instrucciones, al abstenerse de dar cualquier paso oficial con respecto al Proyecto de Tratado comercial que le fué transmitido con. mi N? 4 2; no habiéndose producido formal y definitivamente, cuando le llegó mi Despacho, el único ca­ so en que debía dar ese paso el de la concentración en el Gobierno del Estado de Buenos Ayres de la autorización de los diversos Estados de la Unión para tratar con Potencias Extranjeras. Estuvo, asimismo, acertado al abstenerse de hacer ningu­ na comunicación por escrito sobre el asunto que le fué enco­ mendado oportunamente. Una comunicación semejante, como acertadamente juzgó, hubiera dado lugar a malas interpretaciones. Una cosa es tratar con Gobiernos debidamente estableci­ dos y consolidados; otra hubiera sido dar cualquier paso que 1 m 28 21 m 26

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GEAN BEET AÑA Y LA INDEPENDENCIA

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pudiera haberse interpretado como una ayuda a tal estable­ cimiento y consolidación.

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J oseph P l a n t a

( P r iv a d o )

Buenos Ayres, febrero 18 de 1825. H a habido en ésta mucha intriga contra nuestro Tratado en­ tre los extranjeros, iniciada principalmente por los Yanquis, quienes se han valido en todo sentido de la ignorancia de es­ tas gentes en asuntos de esta naturaleza y de su credulidad en general. El Encargado de Negocios Americano en ésta, Mr. For* bes, no se ha limitado a insinuaciones privadas sino que ha dirigido una Nota al Gobierno sobre el asunto, de la cual le envío para conocimiento de Mr. Canning1 una copia que pude obtener privadamente. Su gran objeto ha sido hacer fracasar la negociación persuadiendo a los nativos que Gran Bretaña sólo perseguía ventajas para sí misma y seguramente los engañará; que un Tratado no significa reconocimiento alguno y que los Esta­ dos Unidos son sus únicos amigos sinceros y deberían ocupar el primer lugar en su estimación. El resultado les ha produ­ cido muy mal efecto.

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(N? 4)

Mayo 24 de 1825. [A

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de recibo de Despachos]. Habiendo sometido estos Despachos al Rey, Su

cuse

M anning , Documentos 302, 303.

Majes-

DE LA AMERICA LATINA

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tad me ha ordenado expresar a Ud. sn entera satisfacción por la conclusión del Tratado de Amistad, Comercio y Nave­ gación con las Provincias Unidas del Pío de la Plata, en for­ ma tan ajustada a sus Instrucciones, e indicarle que exprese al Gobierno de Buenos Ayres el agrado que causa a Su Ma­ jestad el establecimiento de relaciones amistosas y expresas entre los dos países. Su Majestad ratificó el Tratado inmediatamente, y la ratificación de Su Majestad fuá canjeada por mí, en una Conferencia celebrada el 12 del corriente con M. de Pivadavia a cambio de la ratificación por el Gobierno de las Pro­ vincias Unidas del Pío de la Plata. . .

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(N 9 5)

Mayo 24 de 1825. C o n referencia a sus Despachos Nos. 13 y 16 1 relacionados con el carácter diplomático que debe asumir M. Pivadavia en este país a consecuencia de la conclusión del Tratado de Amis­ tad, Comercio y Navegación éntre Gran Bretaña y las Pro­ vincias Unidas del Pío de la Plata, debo informarle que, con­ trariamente a' la esperanza que me había formulado por el contenido del primero de esos Despachos, M. Rivadavia, en ocasión del canje de las Ratificaciones del Tratado menciona­ do en mi N9 42, me entregó ún Nombramiento del Gobierno de Buenos Ayres por el que se le designaba Enviado Extra­ ordinario y Ministro Plenipotenciario ante las Cortes de Gran Bretaña y Francia, junto con una carta que me diri­ gía M. García al mismo efecto, y también un Nombramiento designando a M. Núñez Secretario de la Legación.

1 2

¡Pecha febrero 19 de 1825. No se publican. N