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Spanish Pages [279] Year 2004
EL
MITO
DE
EL LA
LA H
,
Cí*r
Ty-v
*
v-
MITO DE
CULTURA »
.5 >• ffgfru'Tg. -
Gustavo B CULTURA
EMiiuri.il
Prensa Ibérica
7
a
EDICIÓN
CON NUEVO PRÓLOGO
1
Gustavo Bueno (Santo Domingo de Calzada, La Rioja, 1924) es
de uno de
el
la
creador
los sistemas filosóficos
más
profundos del pre-
sólidos, coherentes y
sente, el materialismo filosófico. Autor
de numerosos
libros y artículos, desta-
can en su obra desde rialistas
publicados en
divino en
991
,
1
Ensayos mate972, El animal
985, Primer ensayo sobre
1
categorías 1
los
de
los 5
las
«Ciencias políticas » en
volúmenes de
la
Teoría del
cierre categoría /, publicados entre
y 1993, hasta sus obras Telebasura
de
la
las
y democracia
más
1992
recientes,
(2002), El
mito
Izquierda (2003) y La vuelta a
la
caverna. Terrorismo, guerra y globali-
zación (2004).
de
la revista El
dor asiduo de
fundador y director
Es
la
Basilisco y colaborarevista electrónica El
Catoblepas (www.nodulo.org/ec). En la
en
actualidad desarrolla su trabajo la
Fundación que
lleva su
nombre
(www.fgbueno.es).
(pñ Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
El
de
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
la
mito
cultura
© FGB 201
Gustavo Bueno,
El
mito de
la
cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
Gustavo Bueno
El
de Ensayo de una
la
cultura
filosofía materialista
a 7 edición con
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
mito
de
la
cultura
nuevo prólogo
© FGB 201
1
©
Gustavo Bueno, 1996
© de esta edición: Camps
Editorial Prensa Ibérica, S.A. o - 08006 Barcelona i Fabrés, 3-11, 4
Primera edición: noviembre de 1996
Séptima edición con nuevo prólogo: septiembre de 2004
ISBN: 84-89048-02-9 Depósito
legal:
B-28.253-04
Diseño de cubierta: Molí d’Alba Impresión: Liberduplex, S.L., Constitución, 19
-
08014 Barcelona
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bajo
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las leyes, la
reproducción parcial o total de esta obra
por cualquier medio o procedimiento, comprendidos
y
(pñ Gustavo Bueno,
El
la distribución
mito de la cultura
ia reprograña y ei tratamiento informático, de ejemplares mediante alquiler o préstamo públicos.
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
índice Prólogo a
Preludio.
séptima edición
11
La cultura como mito
29
la
El ascenso del prestigio de la Idea de «Cultura» y
incremento de
¿No
está
el
simultáneo
confusión de sus significados
la
desempeñando
la
29
Idea de Cultura en nuestro tiempo
funciones de un mito oscurantista y confesionario?
37
Nuestro propósito desmitificador y su alcance
I.
45
Prehistoria de la idea de cultura: la idea de «cultura subjetiva»
47
Usos corrientes del término cultura que envuelven un sentido
47
subjetivo de la Idea
Teorías filosóficas de la cultura que podrían considerarse estructuradas en torno al sentido subjetivo de la Idea
II.
55
Nacimiento y maduración de la idea metafísica de cultura en la filosofía alemana
La Idea moderna
(metafísica)
65^
de Cultura desborda sus acepciones
subjetivas tradicionales, pero sin desprenderse de ellas
La Idea metafísica de cultura sino
una creación de
objetiva
la filosofía
no
es
una
65
idea eterna,
alemana
68
El embrión de la nueva Idea de cultura se encuentra en las obras de Herder
Primeros pasos de
la
nueva Idea de cultura y su encuentro con
Juan Teófilo Fichte
78
El desarrollo de la Idea metafísica de cultura en
Los caminos abiertos a al
enfrentarse
La evolución de
con
la
sistema de Hegel
El
Ideas de
Hombre y de
83
Naturaleza
Idea metafísica de Cultura por
mito de la cultura
81
evolución de la Idea metafísica de Cultura
la
las
el
las rutas
88
del «espiritualismo»
Gustavo Bueno,
73
la política:
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
La evolución de
la
Idea metafísica de Cultura por las rutas
92
del «materialismo»
La confluencia de la
III.
la Idea metafísica
de «Cultura» y
Idea metafísica de «Producción»
1
La idea de cultura como campo de la investigación científica. La Antropología cultural como «Culturología»
00
107
La Idea de Cultura entendida como concepto científico-positivo
La Idea de Cultura y IV.
y sus variedades
la
1
La idea de cultura como idea
07
113
«Antropología cultural»
práctica constituyente.
El «Estado de Cultura»
121
La Idea de Cultura como idea-fuerza
121
Funciones práctico-reivindicativas de
Cuatro frentes de el
frente étnico, el frente clasista
El frente político de a
V.
la
la
las
y
121
Idea de Cultura
la reivindicación: el frente
humanista,
el frente
122
académico
intenciones reivindicativas vinculadas
128
Idea práctica de Cultura
La
génesis de la idea metafísica de cultura.
El «Reino de la Gracia»
La Idea moderna de Cultura
el
y
«Reino de
la
135
Cultura»
repercute en la Idea de
135
Cultura subjetiva tradicional
La Idea moderna de Cultura no procede de
la
es
una creación ex
mera evolución de
sus precedentes se encuentran en la
La Idea de
metafísica
la
nihilo , pero
tampoco
la idea subjetiva tradicional:
moderna de Cultura
Edad Media
136
cristiana
es la secularización
142
Idea teológica del «Reino de la Gracia»
El «pueblo de Dios», la «Gracia santificante» y la «Cultura nacional»
La
Idea teológica de la Gracia en cuanto mito inconsistente
VI. El mito de
la
unidad orgánica de
la realidad
de
las
ía cultura
155
y 159
categorías culturales
168
Precariedad del concepto de «categorías culturales» El mito de
(pñ Gustavo Bueno,
El
la
unidad categorial de
mito de la cultura
[1
la
cultura
148
humana
996], séptima edición, Barcelona
171
2004
© FGB 201
1
mito de
VII. El
de
la
«identidad cultural» y la realidad Las culturas objetivas
las esferas culturales.
como
sistemas morfodinámicos
Nuestro propósito
uso práctico de
crítico del
Diversos sentidos de
la
La Idea de identidad
cultural
la
Idea de «identidad cultural»
expresión «identidad cultural»
no
es
del «todo complejo»
de
y su
la
178
identidad cultural
utilidad para sistematizar
181
cultura
la
175 175
simple sino compleja
Distinción de tres líneas constitutivas de
diferentes teorías
17 5
La identidad de una cultura en cuanto sistema dinámico
1
87
Multiplicidad de
1
89
las
identidades culturales
¿Cabe reconocer una idea «positiva» de identidad
La Cultura y
el
Hombre
197
Vm. Sobre una ley del de
las esferas
La cuestión de
la
«desarrollo inverso»
«dinámica de
El modelo lógico material de
la
modelo
Dinámica
cultural
Dinámica
histórica
culturas
206
humanas
dinámica cultural
207
lógico material propuesto
208
y variación de
205
las culturas»
las
al
205
las categorías culturales
y
Estructura de la dinámica de
Comentarios
194
cultural?
212
cultural
las culturas
y su ley estructural de desarrollo
IX. El mito de la cultura universal
No
y 221
cultura kitsch cosmopolita
la
existe
una «cultura
213 218
Corolarios a la ley del desarrollo de la dinámica cultural
221
universal»
Carácter mítico del proyecto de una «cultura universal»
226
La cultura como opio del pueblo
233
Final.
Bibliografía
241
Glosario
247
índice analítico
265
índice onomástico
273
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
Gustavo Bueno,
El
mito de
la
cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
séptima edición de El mito de la cultura Prólogo a
1
Han
.
la
transcurrido ocho años desde la primera edición, en
mito de la cultura. Pero
do en
el libro
que explica que Prensa Ibérica haya proyectado una
las librerías, lo
nueva edición, manteniendo, publicado (y sin perjuicio de les
que
nerle
lo afeaban).
un prólogo
996, de El
1
parece estar todavía vivo, es decir, demanda-
La
mismo
sin variación alguna, el
la
texto original
corrección de una docena de erratas materia-
editorial
ha creído conveniente, en cambio, antepo-
a través del cual los lectores
puedan
informa-
recibir alguna
ción del autor acerca del curso experimentado por esta obra durante los ochos
años de su publicación.
2.
En
lo
que
recepción por parte del público, o de
se refiere a la
de los medios populares de comunicación (prensa, radio,
puede afirmarse que El mito de
benevolencia por críticos y comentaristas.
mente
veces mereció elogios
encima de
y
elogio de los medid) se explica
ediciones que El mito de la cultura alcanzó;
comparándolo con política, es
muy
el
número
que,
si
que suelen tener obras de temática
alto si se
compara con
ciones) en libros de contenido filosófico
el
que
el
número de
bien es
literaria,
es habitual
muy próximos
los habitual-
Es evidente que
utilizados en reseñas o comentarios convencionales.
sólo así (por la benevolencia
o
Muchas
muy por
televisión, internet),
en principio, con gran
la cultura fue recibido,
expresados en términos que se encuentran
la crítica
muy bajo biográfica
(una o dos edi-
además, por su
esti-
del «ensayo académico».
lo, al
3.
Además, El mito de
la cultura
ha sido traducido
al
alemán por Nicole
Holzenthal y publicado por la editorial Peter Lang (Berna, Berlín, &c.) en el primer semestre del 2002, con el título Der Mythos der Kultur. Essay einer materialistischen Kulturphilosophie.
Una
traducción
muy difícil
de
lle-
var a cabo, pero cuyos obstáculos fueron brillantemente superados por la traductora, gracias a su asombroso conocimiento del español
funda formación
Gustavo Bueno,
El
filosófica.
mito de la cultura
[1
y a su pro-
Nicole Holzenthal antepuso a su traducción
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
12
mito de
El
I
la
cultura
alemana un extenso prefacio que,
ha de contribuir a
sin duda,
la
buena
recepción de la obra en Alemania y Austria. Merece ser recordada aquí la gran expectación que suscitó la presentación de la obra en Maguncia,
Bremen y Munich. Una anécdota
Viena,
relativa a la presentación del libro
en Maguncia y que tiene directísima significación con el cuerpo doctrinal mismo de El mito de la cultura-, algunos miembros del departamento del doctor Stephan Grátzel (departamento
al
que Nicole Holzenthal
está vin-
culada) habían colgado en su despacho, con ocasión de la presentación del
un
libro,
en
se,
cartel recogido
de una finca agrícola vecina, en
mayúsculas:
letras
«Prohibido entrar en
decir:
las culturas».
en un campo raso, carecía de toda
un
interior de
El cartel, por
la ironía
que
más primitiva acepción
(exento de sus contextos genitivos
como
sí
es
mismo, clavado
una prueba más de
la
latina del término «cultura»
agri-cultura, o viti-cultura)
lengua alemana del presente; una persistencia aún mayor que
en español (sólo logré encontrar un texto del la
leer-
recibía al ser colgado en el
recinto académico; pero constituía
persistencia de la
que podía
el
«KULTUREN BETRETEN VERBOTEN»;
en
siglo XVIII
el
la
en
la
que tiene
que aparecía
expresión «culturas de Oviedo» por «cultivos o huertas de los alrededo-
res
de Oviedo»).
4.
de
Tampoco ha
por supuesto, como
la cultura y,
Me
alcance.
sido escasa la «crítica académica» que ha merecido El mito
referiré
es lógico, esta crítica es
aquí únicamente a algunas
perjuicio de la «beligerancia»
que conceden a
críticas
de
muy
la obra, señalan discrepancias
importantes, ya sea de índole general, ya sea de índole particular.
prólogo
lugar
el
más adecuado para responder en forma
embargo, tampoco podría
otros
como
como un
No
es este
a estas críticas; sin
justificarse el silencio ante ellas,
algunos podrían interpretar
diverso
académicas que, sin
un
silencio
que
intento de ocultación de dificultades y
desprecio a los críticos. Unas respuestas breves podrán ser sufi-
cientes para
exponer la reacción del autor ante
estas críticas que,
en todo caso,
son de agradecer por cuanto, de cualquier modo, hacen posible muchas veces ver las
al libro
que
él
que
el lector tiene
mismo
entre sus
manos desde coordenadas
utilizó; o, si se quiere,
permiten liberar
al libro
distintas a
de su con-
natural «autismo».
La tura
crítica
académica «a
ha recibido hasta
Teoría de
la
la
la totalidad»
más señalada que El mito de
cultura (Síntesis,
Madrid 1999).
«Crítica a la totalidad» llevada
a cabo sin perjuicio de su «cortesía académica», que comienza por
cimiento de
(pñ Gustavo Bueno,
El
la
propia «enjundia» del
mito de la cultura
la cul-
fecha es la del profesor Javier San Martín en su libro
[1
libro,
y no sólo a
996], séptima edición, Barcelona
través
2004
de
el
recono-
frases explí-
© FGB 201
1
Prólogo
por
citas sino
Martín
el
hecho de que una gran parte de
Ahora
bien,
tal
como
la
subyace a El mito de
una concepción
como o
de
idealista (o espiritualista)
la
que
materialista de la cultura (la
en
lo entiendo,
de
filosofía
se acepta la regla
si
Y la estirpe
«pensar es pensar contra otros».
ta
propiamente una «confron-
la cultura).
Confrontación, por otra parte necesaria,
tal
de la cultura de San
la cultura.
la cultura es
una versión de una concepción
cultura (la de San Martín) y
13
entiendo, esa «crítica a la totalidad» que San
Martín ofrece respecto de El mito de tación» entre
la Teoría
de El mito de
está consagrada a la crítica
1
según
la cual
pensamiento de San Martín,
del
genuinamente
la cultura, es
espiritualis-
de Kant, de Husserl o de Ortega, que San
idealista (en la tradición
Martín reivindica con todo derecho).
En
efecto, el profesor
que, según
San Martín parte de
verdaderos conceptos en torno a
cia
una
de
«filosofía
de
como instrumentos
la cultura. Y,
desde ese punto de
que San Martín hace punto de
la cultura
El mito de
a
misma. Por
vista, la
le lleva
a con-
ello,
según
la
el crítico,
verdadera esen-
gran objeción de principio
la cultura, es
partida, a las «ciencias de la cultura»,
que
idea
incapaces de delimitar
podrá llegar a comprender
la cultura»
como
Idea de la cultura
sólo desde dentro, podría ser comprendida; lo
él,
siderar a las ciencias de la cultura
sólo
la
que
este libro
toma,
como
que sólo podrían ofrecer con-
ceptos oscuros y externos.
Ahora
bien, desde
una perspectiva
materialista, las Ideas sólo
entenderse desde conceptos previos, tecnológicos o científicos; tura,
pueden de cul-
la idea
por tanto, sólo podrá entenderse desde conceptos previos de carácter
técnico o científico.
La idea de cultura
técnico, a saber, el de agricultura;
avanzada del desarrollo
—
humano
deriva, precisamente de
un concepto
a partir de la época neolítica según se
admite convencionalmente
—
(selváticos, naturales)
campos cultivados
hemos
y
los
un concepto
positivo que, en época ya
define
la
diferencia entre los (las
campos
«culturas» de las
salvajes
que antes
hablado).
Pero no sólo hay múltiples conceptos, técnicos o científicos, que nos per-
miten definir otros tantos términos, relaciones u operaciones
culturales;
también hay diferentes Ideas de cultura. Suponemos que, mientras que diversas disciplinas tecnológicas sofía le
tratan
o
corresponde ocuparse de
como
si
científicas trabajan las Ideas.
las cosas
Descartes, de Malebranche de Berkeley
(pñ Gustavo Bueno,
humana
El
conceptos, a
las
la filo-
las filosofías idealistas
fueran «especies originarias e irreducibles», ya procedan de
Dios («nosotros vemos a todas
pura
Ideas que
con
—en
la tradición
mito de la cultura
[1
en Dios»)
—
,
—en
la tradición
ya procedan de
la
de Kant, de Fichte o de Husserl. Por
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
de
conciencia ello.
1
14
mito de
El
I
cultura
la
San Martín repudia cualquier intento de apoyar de
las ciencias
en
«exterior» o «fuera»
el
como punto de así será
posible
de
la esencia
su «exterior»,
misma de
su
la cultura.
la
cultura en
juicio, a situarse
Por
ello postula,
partida, la necesidad de ver a la cultura «desde dentro». Sólo
una
de
filosofía
la
(como
cultura
si
una
filosofía
de
como puedan serlo la idea de Naturaleza, o la idea de Hombre En realidad, la distinción entre un fuera y un dentro de
cultura de la que parte San Martín es puramente metafísica, pues
utiliza esta distinción
en
el
terreno en
el
que
desde Pike (con su distinción emidetic)
ra,
Ardura ha subrayado, con gran
las
han tratado
la
y sagacidad,
detalle
(el
este
profesor Suárez
incomprensible
Mito de
capítulo dos de El mito de la cultura ya se ofrecía la clasificación
el
principal de las ideas de cultura las
no
El Basilisco, núm. 27, enero-junio 2000).
la cultura»,
En
él
propias ciencias de la cultu-
«olvido» de San Martín en su artículo «Teoría de la cultura frente a
(al
con
relacionarla
la
Idea de Naturaleza) con
que tenemos que enfrentarnos, en dos grandes grupos: A,
el espiritualis-
como
la clasificación
mo en
la cultu-
Idea de cultura con otras ideas de
la
Idea de Dios).
la
la
de
la filosofía
ello equivaldría, a
pudiera llevarse a cabo sin confrontar
ra
o
puesto que
la cultura,
de
la cultura
tres
grupos de
a, el
grupo de
tural,
B,
y
el
al
(al
la cultura; así
relacionarla
con
la Idea
que identifican hombre y cultura
las ideas
que define
materialismo de
idea de cultura
la
(el
de Hombre):
humanismo
cul-
hombre como «animal cultural»), b, el grupo de las ideas el hombre y la cultura (sobrehumanismo o infrahuma-
que tienden a separar nismo) y cultura
y
mos una de
grupo de
c, el
el
las ideas
que en parte
identifican,
hombre (praeterhumanismo). Cruzando
tabla
la cultura,
sí
en
Vitoria 2001, pág. 31)
el
«Antílogo» que antepusimos a
y que reproducimos en
la
traducción espa-
tiempo (Ikusager ediciones,
el la
página siguiente.
su libro Teoría de la cultura, San Martín se propone reconstruir
líneas maestras
de una
principio «dentro»
«filosofía
(como
autónoma de
dice)
él
de
el
do, porque
omnitudo
idealismo.
un
tal
Desde
la
las
situándose desde
el
Este proyecto, sin embargo,
título
de ensayo, sólo tiene senti-
la perspectiva materialista tal
proyecto supone
realitatis)
la cultura»
la cultura.
cuya posibilidad no negamos, aunque sea a
do desde
la
taxonómica de Ideas de cultura, tabla que no figura en El mito
pero
ñola del libro de John Zerzán, Malestar en
En
en parte separan,
estos criterios obtene-
proyecto es absur-
posibilidad de reducir todas las cosas
a la condición de «cultura creada por el
a título de «intermediario de Dios», que es lo que sostuvo
el
hombre»
(la
(ya sea
obispo Berkeley,
de un principio creador autónomo y absoluto, que es lo que sostuvo Juan Teófilo Fichte). Pero la concepción panculturalista de la realidad
ya sea a
es la
(pfí
título
expresión
Gustavo Bueno,
El
más genuina
mito de la cultura
[1
del idealismo
y
del esplritualismo.
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
Prólogo
Cultura/Hombre
Humanismo
b Antihumanismo o
culturalista
anticulturalismo
a
Cultura/Naturaleza
A
Aa
(1)
humanista
de la cultura
cultural
Herder, Fichte,
(3)
Ac
Espiritualismo
praeterhumanista
y
Hegel
espiritualismo
Ortega
Cassirer,
c
Ab
(2)
15
Praeterhumanismo
Sobrehumanismo
Espiritualismo
Esplritualismo
1
antihumanista Frobenius, Spengler, Kerler
B
Ba
(4)
Materialismo de
Bb
(5)
Materialismo
cultural
anticulturalista
praeterhumanista
Naturalismo
(I)
(I)
Humanismo
contracultural:
signo optimista
Diógenes, Epicuro,
Ascetismo
histórico, Freud,
cristiano,
Harris.
Rousseau, LéviZerzan.
psicoanálisis.
(II)
Naturalismo
Designo
pesimista:
antihumanista.
Infrahumanismo:
(II)
Desmond
de signo negativo
posmodernismo (Foucault)
Morris,
Proyecto Gran Simio.
o pesimista:
Klages,
Marx,
materialismo
Antonio de Guevara,
Strauss...
De signo
optimista:
Tylor, Malinowski,
(II)
Daqué.
respuesta a la Teoría de la cultura de San Martín fue ya expuesta en lo
esencial
en
la
—a
tiembre del año 2000
remitimos
(está
la
publicada en
que
asistió el
las actas
nos ha parecido que podría ser la cultura
IV Congreso
conferencia inaugural del
Antropología Filosófica, que tuvo lugar en
la
Universidad de Valencia en sep-
del citado
útil al lector
ción central entre
el
los párrafos
espiritualismo
Tratando de simplificar tualistas
de
pueden
caracterizarse
la
cultura
la cultura
al
más y
el
Internacional de
Martín— y a ella nos congreso). En cualquier caso
propio San
de esta nueva edición de El mito
que no disponga de tiempo para consultar
poner a su disposición
mente
(I)
humanista, de
o positivo:
de
Be
Materialismo
la cultura
Mi
(6)
Materialismo
«escritos académicos»,
pertinentes en relación con la distin-
materialismo de
máximo diremos que
(o, si se prefiere, las
concepciones
espiri-
Ideas espiritualistas de la cultura)
por su proclividad a definir
humana, en función de
las
la cultura.
las ideas
la cultura,
y eminente-
ontológicas (muchas veces
con intención ontológico-general) de «Creación», «Universo», «Mundo»,
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
16
El
I
mito de
cultura
la
«Dios», «Espíritu», «Hombre»;
y esto a
fin
de subrayar, emic, (desde su propio
«dentro»), la naturaleza poética o creadora, libre, de la cultura auténtica (no
determinada, por tanto) por instancias exteriores a
ella
misma. Estas concep-
ciones de la cultura han venido siendo expuestas en la tradición de la filosofía
En
idealista.
embargo,
esta tradición, sin
aprisionada por
la
la idea
de cultura suele mantenerse
hombres que, aun emancipados de
subjetividad de unos
toda dogmática teológica revelada, siguen poniendo en
o moral del hombre ( Bildung)
espiritual
la clave
de
la formación
o cultura
la diferenciación del
hom-
bre respecto de la Naturaleza. Para esta tradición, la Idea moderna de Cultura debería considerarse constituida por su oposición a la Idea de Naturaleza,
puesto que
ella se
reduce a
la
transformación (secularización) de
tradicional cristiana entre el estado de Naturaleza
que pone
cristiana
al
hombre como obra
/
del séptimo día
y
fin
supremo de
la
hombre en
la
creación del Universo) en la oposición «estado de inserción del
cadena de este
causas naturales»
las
orden natural», mediante
Y esto
se constata
muy bien
«estado de liberación del
/
la
en
hombre
respecto de
formación o cultura de su voluntad la
oposición
la
estado de Gracia (tradición
espiritual.
exposición que Kant ofreció (en su Crítica
del juicio ideológico, §83) de la doctrina del
hombre como «último
fin
de
la
Naturaleza», distinguiendo los casos en los cuales ese «fin de la Naturaleza»
pueda
impulsado por
ser
felicidad,
como
fin del
misma
ella
(y entonces hablaríamos, dice Kant, de la
hombre), o bien por
la
misma capacidad de
los
hom-
bres para desplegar toda clase de fines, utilizando a la Naturaleza a su servicio.
Ya
esta
decir,
producción de
capacidad de un ser natural para cualquier fin
la
capacidad de ponerse fines
{Bildung) o cultura.
No
él
puede negarse
(es
mismo), denomina Kant formación el
papel que esta Idea de cultura
pudo
tener en la transformación de la oposición, expuesta en El mito de la cultura,
«Reino de
la
Naturaleza» la
Naturaleza» /
«Reino de
«Reino de
/
la Cultura»;
la Gracia»,
en
oposición «Reino de la
la
pero nos parece
muy cierto
que todavía
idea «moderna» de cultura no aparece constituida en Kant, aunque se
encuentre prefigurada en la Crítica deljuicio.
Desde
la perspectiva idealista
mente, antes que a Kant, a
mulación avant
la lettre
podríamos reexponer o recuperar principal-
la filosofía
de una
como una primera forespiritualista de la cultura. Aunque
de Berkeley
filosofía
Berkeley no lo presente de este modo, lo cierto
que nos rodea tanto,
que
el
que
Mundo no
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
dijo
que
el
Mundo
de
es
interpretado por la propia actividad cognoscitiva del
(pfí
él
la misma actividad perceptual humana; por un conjunto de formas ofrecidas por una un conjunto de símbolos, un lenguaje capaz de ser
es el resultado
Naturaleza material, sino
es
[1
hombre en
996], séptima edición, Barcelona
2004
el
momento
© FGB 201
1
Prólogo
en
el
que
está recibiendo los mensajes
Mundo
envía. El
será,
hombres entre
los
el hombre y entre medida en que pueda ser
por tanto, un lenguaje entre Dios y filosofía
de
pautas de Berkeley.
la cultura seguirá las
Si algo le
reprocha a Berkeley Juan Teófilo Fichte, no
cuanto
timidez de ese idealismo, que sigue reconociendo a Dios
la
extrahumana
realidad
17
espíritu, el espíritu divino, le
El idealismo alemán, en la
sí.
como una
interpretado
que otro
1
(lo
es tanto su idealismo,
como una
que para Fichte equivale a seguir prisionero
del
materialismo). El idealismo absoluto de Fichte nos ofrece íntegramente la explicación del
podrá
del Yo,
se
que,
al
constituirse
superponible
«creación del hombre».
Dios creador de Berkeley
Mundo,
como
considerado
como
interpretado el
Mundo como un No-Yo
ser
En
al
como
Mundo
de
posición
la cultura,
esta perspectiva, desde la cual
llegará a ser identificado
con
Espíritu del
el
mantendrá, a su modo, Hegel a través de su teoría del Espíritu
Chozas en La
objetivo (que en este contexto ha estudiado Jacinto
del hombre en la cultura, Rialp,
Madrid 1990). Pero también, en
muy
en versiones obviamente
Frobenius,
distintas,
Heidegger u Ortega (cuyas reservas ante
el
realización el siglo
Spengler,
XX,
Cassirer,
idealismo no alcanzan a su esplri-
tualismo, entendido en sentido filosófico). «El acto específicamente cultural es el creador», dice
Ortega, en
la
reconstrucción de la teoría de Ortega que
como en
profesor San Martín ofrece en su Teoría de la cultura, así
el
la recons-
trucción del pensamiento de Heidegger a la luz de la ideas espiritualista de cultura
podemos encontrar abundantes testimonios
venimos llamando concepción Caracterizaríamos a
dencia a dejar fuera a
espiritualista
de
los
de
la cultura
animales de
la
la
la cultura
«creación del hombre», salvo
Zoología y con
el
no puede aceptar
como
Una
y aun de toda cultura humana. cómo puede situarse «fuera de
encuentra en condiciones de situarse,
cos,
«en
el
punto de
vista
la cultura
perspectiva de la animalidad, que
Gustavo Bueno,
El
los animales,
mito de la cultura
[1
la cultura
como
como
etic,
fuera de esas cul-
humana» quien tampoco
los espiritualistas
y
metafísi-
de Dios»? Sólo de un modo: regresando hasta el
hombre encuentra en
hasta la perspectiva etológica que implica también
encuentra en
de
causal,
concep-
idea emic, y mítica, de algunas culturas
¿Pero se
por su ten-
determinismo
la tesis
antropocéntricas. El materialismo se situará por tanto, turas,
que
idea de cultura precisa-
biológico e histórico que nada tienen que ver con la Creación.
ción materialista de
lo
ideas ontológicas de la serie Dios-Universo-
Creación, &c., a fin de empezar concatenando
mente con
de
la cultura.
las filosofías materialistas las
interpretativos
él
mismo,
un mundo
la
es decir,
apotético que
en cuanto sujetos operatorios. La perspectiva zoo-
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
18
mito de
El
I
lógica es
cultura
la
además
para desbordar
la
el
mado «argumento Las
5.
críticas
única vía abierta (según hemos expuesto en otros lugares)
idealismo, mediante lo que en otras ocasiones
hemos
lla-
zoológico».
que
profesor Joan B. Llinares, de la Universidad de
el
Valencia, dirige contra El mito de la cultura (en su artículo «El concepto de
cultura en críticas
joven Herder») tiene un alcance enteramente distinto
el
de San Martín. Cabría decir que
a ciertas partes de la obra
y,
ellas
no
de
al
las
se dirigen a la totalidad sino
en particular, a algunos puntos del capítulo
segundo («Nacimiento y maduración de la idea metafísica de cultura en la filosofía alemana»), a saber, los que se refieren a Herder y, sobre todo, a Hegel. Llinares, gran conocedor de
la «filosofía clásica
alemana», sin perjui-
cio de reconocer, en líneas generales, la reconstrucción de
moderna de
cultura que ofrece
la historia
mental para la
ra
la cultura
de
la cultura,
en sentido subjetual
a saber, la cuestión de la dis-
(la
que moldea a
y descansa en ellos como el accidente en (la que «envuelve» a los sujetos
en sentido objetual
cede hasta llos
el
punto de poder decirse que son
que descansan,
distinción
no
como
casi
tiene por
como «meramente
no entendemos mal, encierran una cuestión funda-
filosofía materialista
yunción entre individuales
si
qué
si
fueran accidentes, en
como
mero
resultado del aprendizaje; o incluso
de
educación, cuando conciben a
la
el ejercicio
de
las
la
como
la
educación
capacidades
la cultu-
y
individuales
los individuos
interpretarse siempre
los sujetos
la sustancia)
los ante-
y humanos aque-
la
Cultura). La
como la subjetual como
dicotómica,
interpretan algunos etólogos, cuando entienden la cultura
ción» mediante
idea
contenidas en El mito de la cultura.
Puntualizaciones que algunos han tendido a interpretar
pero que,
la
capítulo segundo citado, cree necesario
el
puntualizar algunas afirmaciones
filológicas»,
de
entienden los psicólogos
humana como
humanas
«educ-
la
subjetivas que,
si
no
fueran cultivadas, permanecerían en estado de pura potencialidad.
En
sería la característica
como
—
y esta y humana puede ser entendida de cultura la idea «moderna» más importante de
efecto, la cultura subjetual
la
misma participación de los sujetos individuales en una Cultura objemanera como los individuos participan, mediante su
tiva envolvente (a la
habla, de
una lengua nacional que
tura subjetual
humana, a
les
antecede); de
tal
manera que
esa cul-
diferencia de las culturas animales, sin dejar de ser
subjetual, sólo es comprensible desde la Cultura objetiva envolvente. Otra
cuestión es la que tiene que ver con
la
«naturaleza» de esa cultura objetiva: la
«idea alemana de cultura» en cuanto heredera del «Reino de la Gracia» habría
tendido a entender
(pfí
Gustavo Bueno,
El
la cultura objetiva, al
mito de la cultura
[1
modo
idealista,
996], séptima edición, Barcelona
como una
2004
«totali-
© FGB 201
1
Prólogo 19 1
dad
una identidad
viviente» dotada de
pia o bien de cada pueblo, o bien de la
Una versión expone en
materialista de la idea objetiva
contrapuesta,
que
pectiva
Ahora
que
el
no
se
la Etología
que
mor-
adopta para construir su concepto de cultura.
de
interacciones entre la
las relaciones e
objetiva es la que,
si
no
me equivoco,
distinciones de los términos alemanes
las
Porque Herder, reconoce Llinares,
que por
ello deje
de
está latien-
puntualizaciones, aparentemente filológicas de Llinares
las
Cultur).
utiliza el
Bildungy Kidtur
término Bíldung. Pero acaso
utilizar el
(o
término Kultur, pero sin
que Bildung (traducido por «formación», en sentido
to
la
epígrafe de «Cultura
pretende ofrecer una perspectiva explícitamente
y la cultura
fondo de
a propósito de
el
sólo al sustancialismo de la cultura objetiva, sino a la pers-
bien. Esta difícil cuestión
cultura subjetiva el
«moderna» de cultura es
capítulo siete de este libro, bajo
el
fodinámica», en
do en
y pro-
(y en esto hacemos con-
génesis de «El mito de la culturad).
sistir la
se
cuasi-sustancial, característica
Humanidad
se
da por supues-
muy próximo
deamiento educativo del individuo») queda del lado de
a «mol-
la cultura subjetual,
mientras que Cultur tendría que ver, ya desde su origen latino ( agri-cultura),
con
la
Cultura objetiva.
Pide Llinares, y con toda razón, una profiindización en el proceso de elala Idea de cultura del propio Herder y él mismo anticipa impor-
boración de
tantes resultados
de su propia investigación distinguiendo hasta cinco acep-
Humanidad», «Cultura de un pueblo», «Cultura junto
ciones («Cultura de la al
Arte, la Ciencia
la Religión»...).
y
Sin embargo, estas modulaciones de la
Idea de cultura no contradicen, sino que corroboran, la reconstrucción general
que hemos ofrecido de
Idea de cultura de Herder,
la
si
bien su estudio
enriquecerá la exposición de la génesis de la idea de cultura «moderna», desde
una perspectiva
y de
materialista,
tualismo) de la cultura y
el
Llinares constata en el
las relaciones
Bueno»
—continúa de
la
to llamado "cultura"
y
tercera operación
la idea,
la
la
esquema antes expuesto
— «concretamente en la
lo
que
la
mi
parte sólo
puedo
Naturaleza de la que se habla en
del pro-
se refiere a la
oposición dualista entre
el
conjunto llamado "naturaleza"». Sin duda
Cultura con
va referida a
al
Llinares
sor Llinares tiene aquí toda la razón; por
oposición de
idealismo (o espiri-
Herder maduro una «veta de naturalismo» que
construcción de el
el
naturalismo.
«quizá obligase a exigir nuevas precisiones fesor
entre
conjunel
profe-
decir que la la historia
propia concepción del espiritualismo y no a
de
la del
materialismo filosófico, que rechaza de plano la Idea metafísica (o mítica) de la
propia idea de Naturaleza.
No
estará fuera
de lugar recordar aquí que El
mito de la cultura no se propuso desarrollar explícitamente una filosofía de
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
la
1
20
I
mito de
El
cultura
y,
la
cultura
menos aún, una
autónoma de
«filosofía
la cultura»;
una
filosofía
de
la cultura que sólo sería viable, desde coordenadas materialistas, en correla-
ción con
de
la filosofía
la
Naturaleza.
Las críticas filológicas de Llinares van referidas, en realidad, más que a tratamiento de Herder (que, según
sería correcto,
él,
tratamiento de Hegel, que Llinares ve
hecho de que Hegel no sin perjuicio
de que
poner «cultura» en
como
término Kultur sino
utiliza el
en
los
En modo
término Bildung, y
el
o franceses de Hegel suelan
que Hegel pone Bildung. Pero ¿desautode Hegel que ofrece El mito de
riza esta circunstancia la interpretación
turad
insuficiente), al
incorrecto, precisamente por el
los traductores españoles
los lugares
aunque
mi
la cul-
alguno, nos parece, salvo que, por petición de principio, se
parta del supuesto de que
Bildung hegeliano ha de
el
más
ser traducido sin
por cultura subjetiva o formación, íuera del contexto de
la
cultura objetiva.
Hay argumentos superabundantes para fundamentar la atribución a Hegel de una idea de «Cultura
que funciona en su sistema con
objetiva envolvente»
una claridad mucho mayor incluso de
la
que cabe reconocerle a Herder. La
cuestión estribaría, según esto, en explicar por qué Hegel
no
no
utilizó el térmi-
Kultur, sino Bildung ai exponer su concepción de la cultura.
hipótesis: ¿acaso para distanciarse
mino
de Fichte, que
utilizó
Caben
masivamente
varias el tér-
Culturd ¿acaso para huir del matiz «populista» («antropológico» en su
que cabría otorgar
sistema)
espiritual
cierto es
al
término Kultur, frente
que (según Otto Bauer) correspondería que Hegel
utiliza ese
al al
matiz más
«elitista»
y
término Bildung Lo
término; pero lo que no cabe olvidar es que
cuando Hegel habla de Bildung no
lo
hace desde una plataforma psicológica,
sino que lo hace «desde la plataforma» del Espíritu objetivo, por ejemplo en
176 y 187 de la Filosofía del Derecho, o en los párrafos 387 y 525 Enciclopedia de las ciencias filosóficas, o en la Sección VLB («el Espíritu
los párrafos
de
la
como
extraño de
sí
mismo,
La idea hegeliana
la cultura»)
de
Fenomenología del Espíritu.
la
del Espíritu objetivo es acaso la idea
más próxima en
Hegel a lo que venimos llamando «idea metafísica» de cultura
objetiva;
por
tanto, la doctrina del Espíritu objetivo correspondería al núcleo de la filoso-
ha ue
ia cintura
Hegel y
ue negei
uresis
la escuela hegeliana,
que ya
1930).
me
aerenaiaa por w. ivioog, en su
Cuando Hegel habla de Bildung lo hace
siempre, no tanto desde la perspectiva de la formación del individuo, consi-
derado psicológicamente, sino desde resulta elevado a la universalidad el
Espíritu objetivo.
con todo, muchas
cpñ Gustavo Bueno,
El
que
Quien traduce
veces, deslizarse
mito de la cultura
[1
la perspectiva del le será
el
individuo en cuanto
proporcionada precisamente por
Bildung hegeliano por cultura puede,
también hacia
la cultura subjetiva,
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
pero
1
Prólogo
más aún
lo haría si tradujese, sin
que Hegel incluye en
Espíritu absoluto («Arte», «Religión», «Saber absoluto»)
dencia, al
de la cultura
hemos
ra circunscrita»,
la
oposición hegeliana entre
el
Espíritu absoluto mantiene una indudable correspon-
el
menos en
doctrina del
la
también correspon-
Antropología cultural considera dentro del «todo
la
complejo» de Tylor. Pero cabría añadir que Espíritu objetivo y
21
más, Bildung por «formación» o por «edu-
cación». Es cierto que los contenidos
den a contenidos que
I
definición,
con
el
origen de
distinción que en El mito
la
establecido entre «cultura objetiva», en general, y «cultu-
en particular
toma como parámetro
la
(al
menos, cuando
esta cultura circunscrita
llamada «Alta cultura», en cuanto contrapuesta a
la
«cultura popular», incluso a la cultura kitsch).
La confrontación Fichte
del uso del término Bildung de
en conexión con
le dio,
el
término Kultur
Hegel con
el
uso que
(o Cultur) sería imprescin-
dible para profundizar en el detalle del desarrollo de la «idea alemana» de cul-
de Herder.
tura, a partir
cuando
utiliza el
En
cualquier caso,
la
término Kultur (o Cultur)
idea de cultura de Fichte, tanto
como cuando
utiliza el
Bildung (por ejemplo, en los Discursos a la Nación alemana,
S.W. en Walter Gruyter, pág. 274) o cuanto habla de al
Yo, pero no ya individualmente, sino
un
&c.) tiene
la
necesidad de educar
Selbst general
la cultura.
nacional,
La misma expresión «Reino de
Cultura» {Der Reiche der Cultur), que venimos considerando
mación
y
sentido inequívocamente «envolvente» (de los individuos), que
en El mito de
es analizado
como un
término
tomo VII de
como
del «Reino de la Gracia» se encuentra también en Fichte.
la
transfor-
(Un
análi-
sis muy preciso de estos términos y de otros de su constelación nos los ofrece María del Pilar García Alonso en su artículo «La idea fichteana de cultura»,
El Basilisco, núm. 29, enero-marzo 2001).
6.
Algunos
críticos
han hablado
alentando en
del trasfondo «etnocentrista-europeísta»
mantenidas en El mito de
que pudiera
estar
(sobre todo
cuando van concordadas con
las tesis
1987, y de Nosotros y
ellos,
prensión del otro en
la filosofía
enero-marzo 2001): «Si
la
la cultura
de Etnología y Utopía, de de 1990). Así, E. Ujaldón en su artículo «La comtesis
de Gustavo Bueno» {El
explicación científica,
al
Basilisco,
menos en
el
núm.
29,
orden de
la
intención, pretende superar la distinción emic/etic para llegar a las estructuras esenciales ¿no serían estas estructuras esenciales las constituyentes últimas la realidad,
¿no
es ello
Lo turales
Gustavo Bueno,
El
su categorización última,
no
como
de
afirman los univocistas? Además,
sólo filosóficamente discutible, sino claramente etnocentrista?».
del «univocismo cultural» se refiere a la concepción de las esferas cul-
como
si
fuesen meras alternativas numéricas de una
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
misma
© FGB 201
especie o
1
22
El
I
mito de
la
como meras
ma
especies de
un mismo género
porfiriano de suerte que, por enci-
de sus diferencias fuera siempre posible regresar hacia unas estructuras
esenciales
comunes a todas
encima de la
cultura
los
las culturas, estructuras
fenómenos (Ujaldón da por supuesta
que la
se
mantendrían por
raigambre kantiana de
oposición fenómenos/esencias utilizada en El mito de la cultura y en otras
— —
en realidad esta distinción
obras;
fenómenos/noúmenos
distinción
como
ras
y,
por tanto,
se
mantiene contaminada con
la
más que ver con Hegel y con Marx dialéctico de la ontología a la que ella alude,
que con Kant, y de ahí el carácter la ontología de la incompatibilidad de ralismo cultural»,
no
si
tiene
armonismo
culturas, frente al
la posibilidad
de una evolución de
resultado de su «lucha por la vida»).
del «plulas cultu-
La ontología univocista
se
opone también, por tanto, a la ontología equivocista (la de Spengler o la de Whorf) implicada por el relativismo cultural, en tanto proclama la inconmensurabilidad de todas
culturas
ias
y,
en consecuencia,
cuestiones tienen
mucho que ver con
culturas (o esferas culturales), por cias efectivas
(matemáticas,
instituciones culturales
el ejercicio
un lado, y con
físicas, biológicas...)
la
necesidad de aco-
Ahora bien, todas
gerse a la metodología emical considerar cada cultura.
estas
de una sustantivación de la
consideración de
como
si
fueran
las
las cien-
ellas
mismas
o contenidos propios de cada cultura («Matemática
griega», «Fisiología china»...)
Pero El mito de la cultura se dirige principalmente contra toda sustantivación de
las esferas culturales,
cuya unidad pretende reducir a
la
que
es
propia
de esos «torbellinos morfodinámicos» en evolución y conflicto permanente. Pero la sustantivación de las culturas, en ejercicio, antes que representativamente, ra»,
forma actual más frecuente de expresión del «mito de
es la
como
lo
demuestra
cuyo nombre no identidad».
fortuna que ha tenido la ocurrencia de aquel (de
que inventó
es necesario acordarse)
La sardana
cultura catalana,
la
y
el
la cultu-
como una como una seña de
expresión «señas de
seña de identidad de
será interpretada
aurresku
la
la
identidad de la cultura
vasca.
Pero
la
expresión «seña de identidad» sólo tiene sentido pleno en función
de una cultura o esfera cultural cuya identidad se da por supuesta, de una cultura cuya identidad se considera
de
los
como
manantiales más profundos de
si
estuviese
manando in illo tempore humana y mani-
la realidad espiritual
festándose por rasgos diferenciales o por señas que
como
distintivas sino
también como constitutivas de
no
se
toman solamente
la cultura
de referencia.
Pero ¿acaso esas señas de identidad pueden ser algo más que señas de instituciones culturales, procedentes de fuentes torbellino
(pñ Gustavo Bueno,
El
muy diversas,
que
más o menos duradero? Además, con mucha
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
se integran
en un
frecuencia, tales ins-
2004
© FGB 201
1
Prólogo
tituciones son incompatibles
ción de ción,
con instituciones de vudú,
la cliteroctomía, la institución del
como arma de
I
23
otras culturas: la institu-
de
la institución
la
inmola-
lucha política, &c., son, sin duda, «señas de identidad»,
pero no tanto en sentido constitutivo, cuanto en sentido distintivo, de situaciones incompatibles con nuestras propias instituciones, desde aquellas se aparecen necesariamente
como
salvajes
cuales
las
o bárbaras. Ante incom-
patibilidades semejantes, el relativismo, o el pluralismo cultural, están fuera
de lugar, y no hay ninguna razón para respetar tales instituciones y, menos aún, para tolerarlas si es que se tiene el poder suficiente para suprimirlas (si ese
poder no
Por lo que a la ciencia
me
no cabrá
existe,
y
se refiere al
hablar, siquiera, de tolerancia).
supuesto etnocentrismo latente en
a la tecnología,
como
limitaré a reiterar la tesis expuesta en
las ciencias auténticas
las
apelaciones
criterios para juzgar las diversas culturas, la cultura,
según
no ya en su
fase
El mito de
(en su fase de «justificación»,
la cual
de «des-
cubrimiento») no serían propiamente contenidos culturales (sin que por tuvieran que ser clasificadas
como
«principio de caridad» propuesto por
nos parece fuera de lugar apelar aquí
al
Davidson, no sin alguna inspiración
relativista,
de los pueblos de «otras culturas» (o de
las
propia cultura), para interpretar «nuestras
ducta racional. Por
ello
contenidos naturales). Por lo que también
para reconocer
la
capacidad
menos ilustradas de nuestra ciencias» como frutos de una concapas
mucha caridad que despleguemos, nos veremos
obligados
a afirmar que, desde los supuestos, tradicionales chinos que envuelven la técnica de la acupuntura (cuya eficacia
no discutimos en muchos
imposible dar una explicación racional de
misma: para
la
a la «fisiología científica», «occidental».
rrir
(mejor dicho,
la ciencia
a la
por
ellos; es
de «esquemas conceptuales»
que
(estos sí
que
nosotros
la ciencia
no
la
entendemos a
que tienen raigambre kantiana,
de relaciones objetivas
cierto), sino a partir
hay que recu-
es
que nos acogemos) dispongamos de «esquemas
conceptuales» más potentes que partir
ello
En suma, no
casos), es
en cuyo
reales
no
análisis
es
posible entrar aquí ahora.
7.
No puede decirse,
libro ignorado
Pero por esto
excluyendo a
en resolución, que El mito de
o «no reconocido», incluso por sus
mismo
—y salvando un — su
los críticos
escasísimo
el
El
mito de la cultura
[1
Todo
lo contrario.
críticos.
número de
personas,
y aún
que podía haber ejercido mayores
efectos: los políticos, los periodistas, los clérigos
Gustavo Bueno,
haya sido un
influencia parece haber sido prácticamente
nula, sobre todo en aquel público en
cocineros de alta cocina, los
la cultura,
de diferentes confesiones,
artistas, los intelectuales, los cineastas,
996], séptima edición, Barcelona
2004
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&c.
los
24
El
I
mito de
cultura
la
Los políticos siguen prometiendo «elevar
de su propia
cultura»
la
Nación, y anuncian invertir aún más de lo que se viene destinando a defensa y promoción de la propia «identidad cultural» de su pueblo (de
la la
cultura catalana, de la cultura gallega, de la cultura vasca...)- Algún consejero
de cultura de
la
autodenominada «izquierda
política» llega a decir,
periodo pre-electoral, que sólo desde su partido se puede promover
porque
tura» (no se precisa cuál)
en
la
si el
la «cul-
de izquierdas, mientras que
«la cultura es
derecha sólo hay pan y circo» (como
en
pan y
el
circo
no fueran tam-
bién contenidos del «todo complejo» de Tylor; y antes aún ¿no había definido Hesiodo al hombre como «animal que come pan»?). Por su parte, los
«medios» mantienen sus «espacios de cultura» y desde ellos ejercen la crítica o musical o artística; y cuando reseñan la recepción habida con oca-
literaria,
sión de algún acontecimiento público o privado (una boda, por ejemplo),
seguirán clasificando a los asistentes según
las categorías
pero no olvidarán en ningún
cos, banqueros, empresarios, «famosos»...,
caso
la referencia
a
las
«gentes de la cultura» («también la cultura estuvo
ampliamente representada en tica
esta recepción»,
leemos en
intelectuales
mito de
la
los políticos, periodistas, clérigos, cocineros, artis-
o cineastas, o cualquier otro grupo social impregnado del
cultura estaba ya prevista en
el libro: «la crítica al
tura resbalará sobre todos aquellos que creen en rre
la reseña periodís-
de una boda principesca).
La impermeabilidad de tas,
consabidas: políti-
con todos
los
él»,
mito de
como, en
la cul-
general, ocu-
mitos socialmente bien arraigados, porque poseen un fun-
cionalismo ideológico indiscutible. Para los políticos separatistas, El mito de la cultura (aplicado a la «identidad te
un
de
la cultura es
de su cultura autonómica»)
uno de
los principales
sus pretensiones, sus prerrogativas,
«entrar en el
fondo de
obviamen-
mujeres musulmanas a
dad de acudir a
las
instrumentos ideológicos para defender
o sus
instituciones, sin necesidad
la cuestión», es decir,
«religión deberá ser enseñada las
es
aliado imprescindible; para los clérigos de diversas confesiones, El mito
en
las
llevar el
escuelas
sador o
profundidades ue
derecho de cada pueblo a
las
de
las
porque el
de
dogmáticas respectivas:
burka
es cultura»; el
la
derecho de
se justificará, sin necesi-
la revelación coránica,
invocando
el
señas de identidad de su propia cultura. Para los
cocineros de alta cocina, la apelación a la cultura sirve no sólo para exaltar su
propio
oficio, sino
también para distinguirlo del de
los cocineros vulgares.
¿Por qué detenerse entonces a analizar algo que ya se daba por previsto y obvio en El mito de la cultural Podríamos aducir diversos motivos; pero será suficiente este: la sospecha de
una conexión profunda entre todos aquellos
—
políticos, periodistas, cocineros, intelectuales, cineastas...
(pfí
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
— que
se
© FGB 201
man-
1
Prólogo
tienen «impermeables» ante
y
la filosofía espiritualista
Y esto,
tanto
si el
de
político es
la
cesa o a la escuela pakistaní. Pues de lo el
«Reino de
la cultura»
y
el
como
como
si
de derechas; tanto
es
«Reino de
es característico
que aquí
se trata es
musul-
la
de
la relación entre
Y es característico de toda
los valores».
de
clérigo es
si el
si el
cocinero pertenece a la escuela fran-
filosofía espiritualista considerar al Espíritu los valores, así
a la de El mito de la cultura,
es progresista; tanto
si
es cristiano, tanto si el alto
si
25
cultura (sobre todo en su versión humanista).
de izquierdas,
como
periodista es conservador,
mán como
las críticas similares
¡
humano como
moderna
fuente de todos
la
filosofía espiritualista
de
como contenido más genuino y positivo (no metafísico) del Espíritu humano. Aquello por lo que el hombre considerar a la Cultura
la cultura, el
puede considerarse como hipotética
como
el
el
ser espiritual es su cultura (y no,
alma inmortal, como entidad metafísica residente en su
fantasma en
los valores
como
—
supremos de
—ya
aquel que de hecho
fuente de todos los valores, estará sin saberlo».
en general
en
la
tal,
el
manantial de
Humanidad; recíprocamente, todo
sea político, periodista, cocinero, intelectual, ci-
que «hable en prosa
do en
la
considera a la cultura en cuanto
(es decir,
interior
máquina).
la
El esplritualismo pondrá en la Cultura, en cuanto
donde manan neasta...
por ejemplo, su
tal,
muy
como
el
valor supremo, o
cerca del espiritualismo, aun-
Y esto, tanto si está pensando en el hombre
la «cultura
humana» en
general)
como
está
si
pensan-
cultura determinada de «su pueblo» (en la «cultura catalana», en la
«cultura kurda» o en la «cultura azteca»)
Cuando
hombre, por su cultura,
el
es
considerado (como lo consideraba
Kant, aunque sólo fuera en sus «juicios reflexionantes») Naturaleza»,
y como
una concepción
UNESCO
al
la
espiritualista
de
promover todas
como
como
de
el «fin
la
fuente de todos los valores, es porque se presupone la cultura
humana. Es
Humanidad». Es
de
la perspectiva
y aún
las culturas existentes,
sus obras
la
más
de
los cléri-
gos-antropólogos (o de los antropólogos-clérigos) cuando hablan de
la «espi-
diversas,
«patrimonio de
ritualidad» de los rituales
la
vudú o candomblé. Es
la perspectiva
la
perspectiva de quienes
como
razón necesaria y suficiente para «poner en valor» una obra musical su condición de habitante del «Reino de la cultura», como si un sólo encuentran
concierto para piano y orquesta de Mozart recibiera su valor por ser «cultura»,
cuando en realidad
lo
que ocurre
es
que
el
hecho de
la «cultura» sólo
adquiere valor cuando entre sus contenidos figuran los conciertos para piano
y orquesta de Mozart o
algo similar a ellos.
Se constata también un espiritualismo de los políticos (sobre todo
de izquierdas) que,
Gustavo Bueno,
El
al
mito de la cultura
[1
menos en periodo
electoral,
996], séptima edición, Barcelona
si
son
anuncian orientar una
2004
© FGB 201
261
El
mito de
la
cultura
importante parte del presupuesto nacional a promover no ya sólo
humana»
en general, sino precisamente
«Cultura
la
«Cultura» de su nacionalidad,
la
eri-
gida también en valor práctico supremo («todo aquello que vaya orientado a la
consolidación y promoción de
que
la
8.
ponga en segundo plano,
Ahora
deración de
cultura catalana será bueno; todo aquello
la
será malo»).
bien, la conexión entre el espiritualismo de la cultura la
cultura
como
redefinir el materialismo de la cultura,
como finirlo
algo
más que una
como una
y la consimás genuinos, nos lleva a
fuente de los valores
en
el
«teoría especulativa
terreno de los valores prácticos,
de
la cultura».
Nos
práctica orientada a la crítica de la cultura
lleva a rede-
como
fuente de
y de los valores culturales particulares como tales. La cultura, no es fuente de todos los valores. Por ejemplo, los «valores de verdad» de las cien-
valor
cias
matemáticas o físico-naturales no derivan de
nuestra
tesis
sobre la relación entre
Desde una perspectiva la
cultura constituya
al
las ciencias
materialista
hombre en
y no puede
el «fin
de
la cultura, si
mantenemos
la cultura.
aceptarse, desde luego,
la Naturaleza»,
que
para decirlo con
palabras kantianas, ni que, por tanto, haya que enjuiciar sistemáticamente los
contenidos culturales más sublimes,
mo. Por
como
lo
fin
aproximaciones a este fin supre-
demás, negar cualquier tipo de significado a
supremo
del
Mundo
—
ca la necesidad de afirmar que «fin
como
supremo» por encima de
la
Idea de
Hombre
— no
del Universo, de la Naturaleza
el
impli-
hombre tenga que reconocer como algún
él al
que
él
debiera subordinarse o rendir su
nombre de un relativismo ecologista, por ejemplo, de las diversas especies animales. El hombre no será el término de la creación, la «obra del séptimo día», pero tampoco tiene por qué aceptar reconocerse (y ello sin necesidad de apelar a un «principio antrópico fuerte», en el sentido de Brandon Cárter) como una especie más entre los millones de especies zoosoberanía en
morfas, fitomorfas o fungimorfas que existen.
Y esto,
motivo práctico de que
especulativos, sino por el
muchos grupos organizados de hombres) no
no tanto por motivos hombres
los
(al
menos
tienen por qué aceptar ser redu-
cidos a la condición de servidores de alguna especie viviente,
Ünneana o no
linneana, que pudiera reivindicar la soberanía universal.
Pero desde
el
mismo momento en
momento en que
—
el
(pñ Gustavo Bueno,
que
el
materialismo prescinde de
la
—desde
el
la
fuente de los valores supremos
reconoce que
la
cultura
valores repugnantes, tan caudalosa res
el
con
identificación de la cultura
humana es una fuente de contracomo pueda serlo como fuente de valo-
materialismo habrá de asumir frente a
El
mito de la cultura
[1
la
cultura la perspectiva de
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
Prólogo
«devaluación metódica» (como contenido principal de la
cultura» o «contracultura»). «Devaluación»
la «revalorización»
cuando al fin
En
del
como grado
el
«crítica
de
inferior dentro
hecho de
el
de
la escala
serlo,
aun
que conduce
Género humano.
consecuencia,
que acudir en
llamada
27
con respecto a la perspectiva de
de todo contenido cultural, por
se le considere
supremo
la
I
uno de
los
momento de
procedimientos más obvios a
los
que habrá
practicar esa devaluación metodológica de la
cultura que consideramos inherente
al
materialismo (una devaluación que
es,
por otra parte, sólo relativa y dialéctica, frente a quienes practican el métola «revaluación sistemática») es el de su «reducción a la Etología», cuan-
do de do
ella sea posible.
la luz
Porque ahora, en lugar de interpretar una obra cultural a
de un metafísico
cierto
fin superior
Gospel como expresión de
comenzamos por
americanos),
más de
tampoco menos) que
de «cultura circunscrita»
no ya
la
Humanidad
de los esclavos negros
como una
la
«danza de
el
la lluvia»
«Alta cultura»
de
los
das en
el
rioridad
con respecto a
humano
clericales,
.
.),
(los valores
sino la ideología
pero también
ese Espíritu absoluto para acreditar las
particu-
materialismo comenzará viendo, ante todo,
muchas veces
monopolio de
más
chimpancés que
—como forma
expresión de los valores supremos del Género
élites,
«pulsación»
que poco tienen que
los primates,
del espíritu absoluto de Hegel: Arte, Religión, Sabiduría.
de determinadas
un con-
concierto de rock duro no tiene acaso
Y en la
—
(de interpretar
la «espiritualidad»
intentar interpretarlo
un
estudió Goodall hace 40 años. lar
la
mecanismos actuantes ya en
ciertos
ver con la cultura espiritual; valor (ni
de
laicas, interesa-
con
él
su supe-
capas de la sociedad que «no pueden alcanzar esas
cumbres del Espíritu humano».
La «devaluación metódica» de
la cultura,
en muchas ocasiones,
materialista, implicará,
propiciada por la
lectual.
Es en
la
perspectiva
transformación de
ración, ante determinadas obras culturales, por el desprecio; o,
transformación de
la
si
la
admi-
se quiere, la
admiración devota, en una admiración puramente inte-
este sentido
en
el
que citamos a Epicuro en
el
Final de El mito
de la cultura «Huye, a velas desplegadas, de toda forma de cultura, en cuan:
to fuente
de
los valores
En ningún les
supremos».
caso, la devaluación
podrá hacerse equivalente a
lismo social e ideológico que
mente
la
las
metodológica de
las instituciones cultura-
negación del reconocimiento del funcionainstituciones devaluadas
puedan eventual-
implicar; ni siquiera del reconocimiento prudencial de los servicios
prestados que tales instituciones
puedan
tener, hasta el
punto de merecer
nuestro apoyo coyuntural.
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
28
I
El
mito de
la
cultura
¿Y hasta dónele habrá que seguir aplicando esa «devaluación metodológica» de la cultura (devaluación que lleva aparejado también el
compromiso de
explicación de su funcionalismo)? Hasta que nos encontremos con determi-
nadas instituciones o contenidos culturales que resistan devaluación metódica» de
la
que venimos hablando.
no, ni necesario, en este prólogo añadir nada
la
«operación de
Y no me parece oportu-
más sobre
el particular.
Gustavo Bueno
29 de
cpñ Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
febrero de
© FGB 201
2004
1
Preludio
como mito
La cultura El
ascenso del prestigio de
incremento de
La Idea de Cultura ha pasado conjunto de
la
Idea de «Cultura» y
el
simultáneo
confusión de sus significados
la
a formar parte,
en
España de
la
noventa, del
los
cuatro o cinco ideas clave que constituyen su cúpula ideológi-
las
ca (no sólo en España: también en otros países, sobre todo en los europeos).
Incluso cabe afirmar, apoyados en ciertas encuestas, que, en una escala de prestigio, la
poco
Idea de Cultura ha sobrepasado
puesto que ocupaban hasta hace
el
Ideas de Libertad, de Riqueza, de Igualdad, de Democracia o de
las
Felicidad.
Al menos,
da por descontado muchas veces que
se
«verdadera
la
igualdad», o la «verdadera libertad», se obtienen por la mediación de la cultu-
y que sólo a
ra,
través
de
la cultura, la
democracia podrá
ser participativa
y no
sólo formal.
La cosa viene de
atrás,
por supuesto. Atengámonos, por razones de breve-
dad y de objetividad, a los reflejos que de este prestigio creciente pueden advertirse en el espejo político español. En la Constitución Republicana de 1931, la palabra cultura había escalado ya
Capítulo
II
de un Título,
Constitución de
la II
nomía y cultura «El :
el III);
el nivel
que corresponde a un rótulo
en efecto,
el
Capítulo
República está encabezado por
servicio
de
la
cultura
—
II del
el
de
más
la
,
—
es atribu-
comprobamos cómo
multiplica la presencia del término cultura en los lugares del
Constitución de 1978: por ejemplo,
del
(el
III
Familia eco-
la rúbrica
dice la Constitución
ción esencial del Estado». Casi medio siglo después
la
Título
alto
se
rango de
Artículo 44.1 encomienda a los
poderes públicos promover y tutelar «el acceso a la cultura, a la que todos tienen derecho» («todos», sin duda, suple por «todos los españoles», pues sólo ellos
constituyen
la esfera
determinar qué suple
la
de dominio de
expresión «acceso a
cuenta que fueron los mismos Padres de ner
la indefinición,
una
Gustavo Bueno,
falta
El
podremos
de aplicación a que
mito de la cultura
[1
la ley
inferir
ella
que
fundamental; no
la cultura»,
la Patria tal
aunque
si
es tan fácil
tenemos en
quienes decidieron mante-
indefinición es debida
forma parte del misterio de
996], séptima edición, Barcelona
2004
más que
la cultura).
© FGB 201
a
30
mito de
El
I
cultura
la
¿Y qué fue de
de cultura durante
la idea
extiende entre los períodos de vigencia de
Puede afirmarse que
las
preocupación por
la
«España republicana». Pero
dos Constituciones referidas?
unánime en
la cultura fue
la idea,
cultura obrera?
¿se hacía referencia al
—reconocido por amplios
vanguardias surrealistas o dadaístas? Por su parte, ¿qué era
ra?
¿La de
de
los
Y cuando se
modernismo, tipo Ibsen,
sectores del proletariado
las
los anarquistas
—
cultura obre-
la
órgano», leemos en
el
periódico Tierra y
el
Libertad del 3 de septiembre de 1936) o la de los comunistas («En
te
una cultura ya no
las
tengan una base funcional más que una base
orgánica, porque la función crea
es proletaria
o bien a
,
Ateneos Libertarios («Conviene que todas
iniciativas favorables a la cultura
en que una cultura
la
que pueden considerarse como
mutuamente incompatibles. ¿Cultura burguesa o por ejemplo
se
unanimidad verbal encubría una diversidad
esta
profunda de interpretaciones de
hablaba de cultura burguesa,
que
intervalo histórico
el
no
es
aún
cultura.
En
la
la
medida
medida en que
exis-
es proletaria», había dicho Lenin, contra los bujarinis-
Sin embargo, cuando se hablaba de cultura en actos organizados por
tas)? 1
o
escritores, intelectuales
República sobre
el
norma
fascismo entregará
todos los valores de
una España
artistas, la
la cultura.
libre, culta
no
podía
pueblo todos
leer
de
la
los tesoros del arte
y
distinguir. «El triunfo
¡Hay que exterminar
feliz!», se
y
al
era
en un
fascismo para hacer
el
que anunciaba un
cartel
acto celebrado en Valencia en diciembre de 1936. Al año siguiente se celebró
en esa ciudad de
famoso II Congreso Internacional de
el
En la España franquista hubo, como hubo recelos ante el término no el
sería lícito concluir
que
el
sin duda, recelos ante el intelectual,
término
de
la espiritualidad cristiana,
de
la Naturaleza, sino
también más
se
que experimentaba
la
un
paréntesis durante
durante
en
la
el
la
Partido único,
Idea alcanzaba
una fuerza [por
la Iglesia católica, se las
1
El
de
Cultura. El eclip-
despejaba en
al
el
momen-
Estado y su menos nominalmente, de renun-
no
las
fuerzas de la caridad, puesto las
el
que
paredes aislantes
Según testimonio de León Trotsky, Sobre Arte y
(pñ Gustavo Bueno,
el ideal
o por encima
«de carácter ultraterreno» que Dios nos había legado. «Sólo tanto,
cuestión de justicia] es capaz de fundir
Madrid, 1971,
la
regiones controladas por
además, sin necesidad,
y,
ciar a los bienes
o por encima de
allá
idea de cultura al atravesar las regiones controladas
época franquista por
que
actuando, no sólo más allá
cultura,
en su sentido «moderno». Pero
interregno franquista fue
cual el prestigio del ideal de cultura hubiera sido eclipsado por
la Fe,
to
escritores para la defensa
la cultura.
se trata
y
crear el clima
Cultura, traducción española, Alianza,
p. 172.
mito de la cultura
[1
de una
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
\
Preludio. La cultura
común en que a
la
paz social pueda servir de base a
la
Revolución
social.
Esta fuerza es
la cultura,
como mito
Es
la justicia social.
entendida
como
i
31
decir:
el aire:
de
Antonio Girón de Velasco, ministro de
universal patrimonio», decía José
Trabajo de Franco, en un discurso famoso sobre La cultura como instrumen-
pronunciado en
to necesario para la revolución social
de
Sevilla, el día
Y
25 de noviembre de 1950.
daban ciento y raya a las de Trotsky o a la de «Desde cualquier punto de vista que se observe cultura se presenta
como mucho más
diferencia de economías. Es más, creo clases” se
cuando
el
Teatro San Fernando,
añadía, con palabras que
los agitadores del proletkult.
problema,
el
que cuando
se habla
habla en realidad de diferencia de culturas.
se habla
de lucha de
¿no
clases,
la diferencia
de
grave que la diferencia de clases o la
Y
de “diferencia de
todavía
más aún,
más bien hablar de una
se quiere
lucha de culturas?». El ascenso del prestigio de la idea de cultura parece, por tanto, que
desvinculado de la indefinición de
un modo más
idea o, dicho de
la
no
está
positivo,
de su confusión. Por ejemplo, esa cultura, de «universal patrimonio», ¿hay
que entenderla como una cultura ya instituida
que, siendo de iure de
tal
todos, esté de facto monopolizada, administrada o secuestrada por ciertas clases privilegiadas, aristócratas
En
o burguesas?
supuesto la connotación
este
despectiva que arrastra en bocas proletarias la expresión «cultura burguesa»
debería ser puesta entre paréntesis,
násemos, no tanto polizada por
la
el
al
menos cuando con
monopolio, cuanto
burguesía,
si es
tualmente universales (ópera
los
que esos contenidos
italiana,
tal
se
expresión desig-
monoentienden como vir-
contenidos de
la cultura
pintura de museo, viajes, arte, modales
distinguidos,
«buen gusto», mobiliario «de
estilo», literatura sui generis,
ca de cámara,
dominio de
de
idiomas...); pues
de repartir o distribuir estos contenidos de Sin embargo,
no
es evidente, ni
lo
que
se trataría
la cultura entre
mucho menos, que
los
todos los hombres.
contenidos de la cul-
tura burguesa sean virtualmente universales (ni siquiera en relación
sociedad occidental, es decir, que su valor se mantenga privilegiada
debe
que
los detenta).
ser entendida,
han de
ser
desde
el
¿Acaso
la cultura
músi-
entonces sería
al salir
con
fuera de la clase
de «universal patrimonio» no
como una cultura cuyos contenidos como una cultura de vanguardia, expresa-
principio,
necesariamente nuevos,
da incluso en una lengua nueva (como pedía Marr, antes de que Stalin cerrase la boca), ra,
la
pues sólo en esta hipótesis
la universalización
particular siempre en su génesis, podría llegar a ser
versal
la
patrimonio, no sólo de hecho,
como
le
de una cultu-
una cultura de uni-
cultura cosmopolita, que incluye
«cultura del fumar» o la «cultura de la Coca-Cola», en las mitades del siglo
xx, sino
Gustavo Bueno,
El
también de derecho?
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
32
El
I
mito de
la
cultura
Por otro lado, desde culturas particulares cristiana.
momento
el
—
la
en que se reconoce
pluralidad de las
la
cultura maya, la cultura azteca, la cultura judeo-
— ¿qué puede significar «cultura de universal patrimonio»?
.
como
conjunto de rasgos culturales que, los límites
el
tabaco o
la coca,
¿El
han desbordado
de una cultura particular precolombina y han pretendido incor-
porarse, a través de la cultura occidental, a todas las culturas?
¿O
acaso una
cultura «de universal patrimonio» puede ser otra cosa que la representación científica la
de todas
que equivaldría a una universalización de
las culturas (lo
más bien
Antropología), o
el ejercicio
alternativas parece absurda (utópica). El
de todas
ellas?
conocimiento
individuo perteneciente a una cultura dada, de todas a todas
las
las
Cualquiera de científico,
estas
por cada
demás no convierte
culturas particulares en culturas de universal patrimonio, salvo
fueran compatibles y que el antropólogo universal pudiese concebirse como un sujeto no adscrito a ninguna cultura concreta;
suponer que todas
ellas
en cualquier caso,
el
conocimiento
luego,
de
las
el ejercicio
mismas.
estructuras del parentesco
«humanismo
espíritu del
y
de
científico
Una cosa es
las
culturas
conocer
las
no implica, desde
modulaciones de
otra cosa es practicar a la vez, inspirados por
matrimonio árabe,
integral», el
la
poliandria
y
las el
la
monogamia. Por otro lado, ¿cómo se puede ejercitar a
tema democrático? ¿Cómo
aunque
sea
humano me por
invocando
es ajeno»? El
menos
lo
cristiano,
la
se
puede
Terencio:
total» tendría
a diferentes horas del
musulmán, agnóstico y
vez
el
sistema de castas y
ser a la vez antropófago
máxima de «hombre
la
mismo
ateo.
«Hombre que
ser
el sis-
y vegetariano,
soy y nada de lo
simultáneamente
día, budista
o,
animista, jainista,
y La idea de una «cultura de
universal
patrimonio» sólo parece significar algo cuando se mantiene en estado de
extrema confusión y oscuridad. Confusión y oscuridad, además, que tendrá el terreno objetivo no meramente en el terreno de las palabras o
— —
lugar en
de
puesto que ese «todo complejo» que
es la
fórmula de Edward Tylor, abarca partes o componentes
muy
pensamientos subjetivos
los
cultura, según la
,
heterogéneos pero no enteramente separables, ni tampoco continuamente
unidos por todos sus puntos.
En
efecto: el
término cultura tomado en toda su amplitud,
es decir,
concepto antropológico, cubre ese «todo complejo» del que habló Tylor tanto,
no
ponentes
sólo las diferentes capas en las (la
que cabe
capa subjetual o intrasomática,
la
capa material o extrasomática) sino también a
situar a sus diferentes
El
mito de la cultura
[1
y,
por
com-
capa social o intersomática y la las diferentes esferas o círculos
de cultura en sentido etnográfico (cultura egipcia, cultura maya...).
(pñ Gustavo Bueno,
como
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
como mito
Preludio. La cultura
Sin embargo,
el
término
cultura,
cuando
se utiliza
I
33
en contextos político-
administrativos, por ejemplo en el contexto de los «Ministerios de Cultura»,
todavía cobra
un
propio de
contextos científico-antropológicos.
los
significado distinto
por
y,
a esta acepción del término cultura con
el
cierto,
más reducido
Nos
del
que
es
referiremos, por ello,
nombre de
cultura circunscrita,
puesto que, sin duda, esta acepción constituye una circunscripción, más o
menos
artificiosa, del
dos en
la
«todo complejo». Por lo demás,
cultura circunscrita se tomarán,
no
los
contenidos inclui-
sólo de la capa intrasomática
(que contiene, por ejemplo, danzas o canciones de coro o de
también de
capa intersomática
la
(desfiles,
deportes colectivos) y de la extra-
somática (pinacotecas, edificios del patrimonio histórico
Ahora
sino
solista),
artístico,
&c.).
bien, los criterios connotativos de la «circunscripción ministerial» son
—
—
extraordinariamente los límites de su denotación arcanos y sus límites del todo complejo tan sustantivas luego, partes imprecisos y borrosos. Desde
como puedan
serlo las tecnologías, las ciencias, los ejércitos, las escuelas,
dan fuera de
la circunscripción
desde
momento en que
el
que-
entran a formar
parte de la jurisdicción de los Ministerios de Industria, de los Ministerios de
Educación o de
los Ministerios del Ejército. Pero
un concepto mínimamente consistente
el
no
es
nada
el teatro, la
deportes, la pintura, la literatura, las fiestas populares,
una misma
tales
o
como
ceremonias
las
la piscicultura?
tura» frente a ferencia . 2
No
aun cuando formen
de otros contenidos de su esfera cultural,
religiosas, el
es suficiente,
una «segunda
Tampoco
música, los
de una misma cultura española o francesa? ¿Por
esfera,
estos contenidos se segregan
qué
englobar en
puzzle de contenidos cubiertos por
un Ministerio de Cultura. ¿Qué tienen en común parte de
fácil
derecho, la agricultura, la silvicultura
desde luego, hablar de una «primera cul-
cultura»
como propuso Snow en
faltan definiciones metafísicas:
su célebre con-
«La cultura [en sentido
circunscrito] es la expresión del espíritu», o, precisando más, del espíritu del
pueblo, o de los pueblos que están representados en cio trabaja el Ministerio de Cultura. Así ra de un pueblo» equivale a
ca que quienes estatal,
impugnan
por ejemplo,
el
la
un Estado
a cuyo servi-
opinan quienes creen que
la «cultu-
«identidad cultural» de ese pueblo. Esto expli-
la existencia
de un Ministerio de Cultura de rango
Ministerio de Cultura español, suelan hacerlo en
nombre de los supuestos «verdaderos pueblos» englobados en el «Estado español», en nombre del pueblo catalán, por ejemplo, propugnando para él un Ministerio de Cultura catalana; sólo que sus contenidos seguirían siendo
2 C.P.
Snow, Las dos culturas y un segundo enfoque. Versión ampliada de Las dos adturas y Madrid, 1977.
lución científica (1959, 1964), Alianza,
(pfí
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
la revo-
1
34
mito de
El
I
cultura
la
homólogos, aunque igualmente circunscritos, a
los del Ministerio
de Cultura
española. Otras veces la cultura circunscrita tratará de definirse apelando a categorías sociológicas,
como
como
ocurre cuando se la interpreta
«cultura
del ocio» o «cultura del tiempo libre», frente a la cultura del trabajo (por
no
supuesto,
del trabajo de quienes fabrican la cultura). Por lo demás, estos
criterios tan diferentes
co
—
histórico patrimonial, el sociológico o
el
— confluyen ampliamente, porque muchas
libertad o al espíritu,
del culto al Señor»,
en términos
y no
sólo día
veces
cristianos: al
el
«ocio» se asocia a
domingo, en cuanto
de descanso, cuya función
la
materia
tendríamos
—en términos cómo
el
—
cristianos, a los días laborables
domingo habrá pasado de
.
la esclavitud,
De
este
de culto» a
ser «día
la
es «día
se redujese a la
de una reparación de fuerzas. El trabajo, en cambio, se asocia a a
el políti-
modo de
ser «día
la cultura», día del espíritu.
En resolución: nos encontramos, en el momento de intentar definir el común denominador de estos contenidos de la cultura circunscrita, como cultura espiritual, en
cuando intentan
una situación
definir el
Física según criterios
no
que
similar a la
común denominador
encuentran
se
los físicos
de los contenidos de
metafíisicos (observables, materia, &c.).
la
Eddington
propuso, a fin de evitar los debates metafíisicos, una definición operacional de Física
que iba envuelta en una
se contiene en el
cultura (circunscrita)
como
que
cierta atmósfera humorística: «Física es lo
Handbuch der
Physik». Por analogía,
podríamos definir
la
«aquello que cae bajo la jurisdicción de los
Ministerios de Cultura».
(Max Scheler, Nicolai Hartmann), como una flor muy débil (sin per-
Pero aunque, desde ciertas perspectivas la cultura espiritual, dominical, aparezca
juicio de su excelencia),
que requiere cuidados
exquisitos, desde otras pers-
como dotada de una
pectivas la cultura espiritual, dominical, será vista
potencia intrínseca comparable a
Durante
martillos o de los fusiles.
la
que posee
los
la «cultura material»
de
los
años setenta y ochenta en España se las «fuerzas de la cultura»
computaban, por parte del Partido Comunista,
como componentes podía
leer
en
tura asaltan
revistas políticas titulares
el
como
siguiente: «Fuerzas
el
objetiva entre las diferentes partes,
de
es,
cen
3
al
la
de
y
se
la cul-
rectorado de la Universidad de Barcelona ». 3
La confusión tes
zas
revolucionarios junto con las «fuerzas del trabajo»,
cultura
sin
duda alguna, una de
las
incremento espectacular del prestigio de
momentos o componen-
condiciones que más favore-
la idea.
Por ejemplo,
la cultu-
Sobre este punto hemos tratado más en extenso en nuestro artículo: «Fuerzas del trabajo, fuer-
de
la cultura»,
(pñ Gustavo Bueno,
El
en Argumentos núm. 8 (enero 1978), pp. 29-40. ,
mito de la cultura [1996], séptima edición, Barcelona
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1
Preludio. La cultura
ra circunscrita,
por
promovida por
el
el
hecho de haberlo sido para
Estado, adquirirá
que
espuela oxidada que yacía en
halo indefinible,
al ser
Casa de Cultura de
dad universal de
—
Y
la villa.
las
circunscrita
— en
como, además,
Naciones Unidas,
de cada Estado tendrán que lo
las
ser
etnográfica de
la vitrina
operaciones de circuns-
miembros de
como propios como de
los valores circunscritos
hace «institucionalmente»
UNESCO;
la
tura amazónica, reclamará «democráticamente»
por
en principio,
lo que,
de irradiación intercultural logra
y
respeto de todos los
el
eficaces,
por ejemplo,
prestigio de la ciencia de veces,
en
en
que
cia
no
se
por
cultos;
la cual
quien dignifica a
exista):
filosóficas,
y
el
de otro modo, aun en
(o,
el
Dios dignifica a
Hombre pone
prestigio sobre su objeto, a la
repugnante (que
que
la
el
caso de que
Teología entre todas
a la Antropología en
manera como
la
vías
no menos
la irradiación del
el
las
Unas aun
lo considera,
«la cien-
objeto de la cien-
demás
disciplinas
puesto más elevado de
el
irradia su
Citología «dignifica»
un tumor
es la ciencia la
biólogo calificará de «hermoso») o incluso la Mecánica
racional dignifica
el
Sistema solar («La Naturaleza y
la
noche; Dios dijo:
¡sea
proyecto de epitafio de Pope a Newton).
Antropología fuera capaz de elevar tenido cultural universal, es decir,
disco botocudo figura en los
En
que
tal
de
la
Naturaleza
luz»,
nuestro caso, ocurre
un contenido que debe
según
como
si
hombre
ser reconocido,
la
en sentido circunscrito
culto,
el
la irradiación del «prestigio
como pueda
el
por
Museos Etnológicos custodiados por
Ministerios de Cultura y visitados los domingos por es tan evidente es
las leyes
Newton! y todo fue
disco botocudo a la condición de con-
el
su particularidad pintoresca, por todo
contenido cultural
sólo por
que
en cambio,
yacían ocultas en
no
No
objeto de esa ciencia.
la ciencia
el
el
cul-
reconocimien-
verdaderamente sorprendente, en que esta ciencia sea sólo busca»
las ciencias positivas; otras veces,
(el
el
también hay otras
puede tener lugar
un objeto dado hacia
efecto, es el objeto
el caso,
cia
hombres
la vía
disco botocudo
el
una
una dignidad y respeto aná-
logos a los que pudiéramos conceder a la corona de Leovigildo.
to
la socie-
reconocidos por todos los demás,
disco labial de los botocudos, en tanto que es «seña de identidad» de
esta vía
y
intrínsecamen-
es
desván aldeano se transfigura, irradiando un
el
encerrada
cripción están llevadas a cabo por los diferentes Estados
hecho
35
(como riqueza espiritual, patrimonio o identidad de un pueblo). La
te valioso
la
I
ser conservada, tutelada
carácter de algo
el
como mito
serlo el disco
suficiente para dignificar la «ontología» de ese
público culto).
los
Lo que
gnoseológico» hacia un
botocudo tenga
mismo
la
virtud
contenido; pues
el
reconocimiento gnoseológico no puede confundirse con
el
reconocimiento
ontológico o axiológico. El Premio Nobel que se otorga
al
biólogo que ha
descubierto
Gustavo Bueno,
El
la
estructura de
mito de la cultura
[1
un tumor canceroso no
996], séptima edición, Barcelona
es
2004
un premio para
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el
361
El
mito de
la
cultura
tumor, aun cuando también el
que
es cierto
si
no fuera por
el
tumor tampoco
biólogo hubiera sido premiado. Sin embargo,
el
mecanismo de
irradiación del prestigio gnoseológico
mucho mayor de
hacia los contenidos ontológicos actúa con una frecuencia
en un principio, pudiera pensarse.
lo que,
¿Cómo
se explica,
expresiones utilizadas por la llamada clase política, tales
de crédito», «cultura de
tarjetas
ante
la
no,
si
como
dimisión», «cultura de la cena en bandeja
Semana Santa», o incluso «culcuando se utilizan como fórmulas des-
«cultura de las vacaciones de
el televisor»,
tura de la corrupción administrativa»,
tinadas a designar tipos de conducta que parecerá necesario aceptar,
como ten?
hechos que o bien consolidan
¿No
se están
viendo
estas pautas
sistema o
el
menos no
al
de conducta a
la
como
tales,
al
manera como el
menos
comprome-
lo
pólogo funcionalista considera otras pautas culturales que, por diagnosticadas
auge de
el
«cultura de las
el
antro-
hecho de
ser
menos reconocidas como mecanismos
resultan al
funcionales del sistema? Si se habla de «cultura de
corrupción» (de los fun-
la
cionarios o de los partidos políticos), ¿no es porque se está ensayando
una
especie de justificación funcional? Pues, ¿acaso la corrupción administrativa,
considerada desde
un punto de
vista funcionalista,
Otro tanto
dos en torno a su causa a sus agentes?
han alcanzado en España una gran fortuna en
como
europeísta, tales
la
no contribuye
medida en que mantiene
xia del régimen político, en la
la
a la euta-
interesados
y apiña-
se diga de expresiones que
época de
la
competitividad
expresión «cultura del pelotazo» (procedimiento de
enriquecimiento rápido por vía especulativa), a pesar del matiz peyorativo
que
ella arrastra.
Es innegable que dos tan diversos
la aplicación extensiva
arrastra,
como
efecto
componentes axiológicos implícitos en que ocurre con
de
la
idea de cultura a conteni-
muy probable, una devaluación
la aplicación extensiva
propia idea, de
la
de
la
los
misma manera
idea de lo «clásico»,
la
de
cuando no
sólo se aplica a la tragedia griega clásica, a la filosofía clásica alemana o a la
música
clásica, sino
también a
dencia a elevar lo parece
más elevado (un proceso
cuando
se habla
la
vuelta ciclista «ya clásica» alrededor de
no
y conservan antes que parece más humilde que a deprimir o erosionar
Belchite. Pero tales devaluaciones
de
llegan
al
límite
similar tiene lugar
la «filosofía del tercer carril»
o de
con
la ten-
lo
que
término
filosofía,
la «filosofía del
impues-
el
to progresivo sobre la renta»).
El prestigio de la idea de cultura elevante) de los contenidos
que en
él
todos los lados. Si se quiere subrayar
de
la
música sinfónica, de
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
la
como marco
dignificador (santificante,
se engloban, actúa el
rango supremo o
ópera o de
la
una y la
otra vez
y por
dignidad superior
música de cámara, respecto de
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la
1
Preludio. La cultura
música de discoteca,
de «música culta» (como
se hablará
si la
como mito
música de
coteca no formase también parte del todo complejo); es cierto que
mos
como música
referirnos a ella
clásica,
I
37
dis-
no pode-
puesto que también hay música
sinfónica romántica, por un lado, y clásicos del jazz o del rock por otro. El Ayuntamiento de una ciudad dotada de Teatro de Ópera promueve la publi-
cación de
mente
un
libro lujoso sobre la historia
no
orgulloso; pero
de su Teatro, del que está justa-
titulará el libro: Cien años
de Teatro de
la
Ópera en
N***\ sino Cien años de la cultura operística en N***. Parece evidente que
hecho de incorporar fica, justifica
y aun
la
música de ópera
marco de
santifica estos contenidos
incorporación confiriese a
si tal
al
la
de
la idea
el
de cultura digni-
la cultura circunscrita,
como
ópera una profundidad o espesor (gracias
a su inserción en esa misteriosa entidad orgánica llamada cultura) que que-
darían debilitadas, o incluso borradas,
que
la ópera,
si
de ópera; acaso por-
se hablase sólo
disociada del marco de la cultura, correría
ciada a otros contextos sociales que
pueden
resultar
el
riesgo
de
ser aso-
incómodos respecto de
terceros estratos de la sociedad, o sencillamente excesivamente prosaicos,
delimitados (por ejemplo, «temporada de ópera», que sugiere sólo
el
por
entrete-
nimiento y lucimiento de las capas burguesas de la ciudad). La inserción de la ópera en el marco de la Cultura, así, en general, tiene como efecto inmediato su desconexión de esas connotaciones inoportunas, accidentales
todo caso, oblicuas. ¿Acaso no asisten también
al
teatro de la ópera
y,
en
pequeños
empleados y aun trabajadores manuales dispuestos a hacer el gran esfuerzo económico para alquilar un traje de etiqueta a fin de poder sentarse en una butaca o en un palco?
¿No está desempeñando
Idea de Cultura en nuestro
la
tiempo
funciones de un mito oscurantista y confusionario?
Una
idea abstracta cuyo prestigio semeja ligado esencialmente a su oscuridad
y confusión, como parece serlo el de la Idea de Cultura, ¿no debe ser de inmediato considerada como un mito oscurantista y confusionario? Si es así, la primera tarea
de
tratar
como con
de
que tiene delante un
situarse ante la idea
las distancias
que
ellos,
«racionalista crítico» será la
de cultura para analizar sus componentes,
y su conjunto, mantienen con
así
otros mitos o
otras ideas.
Pero sería imprudente, por parte de ese racionalista, esperar que de la
mera denuncia (aun en
el
supuesto de que estuviese fundada) de una estruc-
tura mítica o ilusoria, oculta en
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
una Idea dotada de supremo
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prestigio,
38
1
El
mito de
cultura
la
En
hubiera de seguirse una «desactivación» de esa Idea. ciones prácticas
que
ios
tanto que las fun-
mitos oscurantistas desempeñan no puedan ser
fechas por otras ideas alternativas, la acción de estos mitos
Con
influjo.
satis-
mantendrá su
todo esto estoy diciendo que no pretendo que este Ensayo
pueda merecer, en modo alguno, efectivo. Sólo
sentido objetivo
de «desmitificador», en un
el calificativo
podría considerarse desmitificador aquello
y que efectivamente desactiva mitos oscurantistas, aunque sea apelando a otros mitos alternativos.
La acción
política
—
coactiva
— de
los
emperadores
romanos después de Constantino desmitificó, sin duda alguna, muchas siones míticas alimentadas por las religiones mistéricas
ilu-
(adoradores de
Mitra, de Attis, de Cibeles, milagros y supersticiones promovidas por
magos, chamanes o hechiceros). Pero a condición de instaurar una nueva mitología.
un el
cualquier caso, ¿qué capacidad desmitificadora podría tener
que no va a
libro
mito
En
al
que
ser leído
precisamente por quienes están envueltos en
el libro se refiere?
Nuestro ensayo no tiene por tanto, en suma, una intención desmitificadora inmediata, precisamente porque presupone
de que
la tesis
la desmitifi-
cación de un mito vigente comienza por otros caminos: un mito va extin-
guiéndose por
sí
mismo o por
las
formal de este libro, en resolución,
variaciones de su entorno. es,
más que
tura mitológica de la Idea de cultura así principales de
así
una
La intención
desmitificar, analizar la estruc-
como
el
origen y
las
implicaciones
tal Idea.
más mundana o vulgar
Venimos
utilizando la acepción
como
acepción más corriente del verbo desmitificar, una acepción de
la
del término mito,
mito, por lo demás, cuya legitimidad está sancionada por los diccionarios de la
lengua española, que suelen darla, además,
mino
como primera
acepción del
Pero es obvio que
un
análisis crítico,
cunscribirse a esta acepción vulgar,
como
aunque
el
que proyectamos, no puede
ésta
ocupe un primer plano.
cir-
Y no
ya porque haya que escoger otras (en cuyo caso estaría de más todo lo que
vamos
tér-
(«mito: fábula, ficción alegórica, especialmente en materia religiosa»).
lle-
dicho), sino simplemente porque necesitamos tener en cuenta otras
acepciones del término mito a fin de poder delimitar
ción elegida
como
primaria en
el
román paladino
Por otra parte, mantenemos un gran recelo ante mitología» que, a lo largo del siglo, han hecho
una nueva «ciencia de
la
mente»:
me
refiero,
el
alcance de la acep-
del presente. ciertas «mitologías
mucho
ruido en
sobre todo, a
de
la
nombre de
las teorías
psico-
(Freud y Jung) por un lado, y a las estructuralistas (Lévi-Strauss o Detienne) por otro. No se trata de negar cualquier tipo de legalidad a los
analíticas
laberintos de la «fantasía»; de lo que recelamos es de la apelación a «legalida-
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
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1
como mito 39
Preludio. La cultura
des inmanentes» a la conciencia o
cerebro
al
I
humano, aun cuando
menta-
el
lismo que esta apelación implica trate de ser compensado con un postulado de
isomorfismo que, por
que
gestaltista («Puesto
miento salvaje
de
raleza
—
el
mitos» son
las
la
mente
Pues
un
mismas
estupidez
la
(como
lo hacía
la
mente,
si
no
es algo,
es
en
modo
las cosas».
la
natu-
alguno una cosa Las «leyes de los
leyes operatorias (las leyes del «logos»), repetibles
( euéthes...
lógos),
hombres
los
por
que aplicán-
las cosas, sólo
que llevan a veces a
a los límites
según dice Aristóteles; como, por ejemplo
Heródoto), pensar que
das por deglución de la leche de los
las
hembras de
son fecunda-
los peces
machos (cuando cualquiera puede ver que
estómago y no al útero). Pero otras mitos abren posibilidades combinatorias asombrosas y sugieren semi-
canal que pasa por la boca conduce
veces los
materialismo
el
dice Lévi-Strauss en El pensa-
«sistema de operaciones con
dolas en condiciones sui generis
el
—
que presiden nuestras manipulaciones con
tanto,
de
una cosa
es
funcionamiento de esta cosa nos instruye acerca de
las cosas»).
entre las cosas; es
demás, ya habría sido formulado por
lo
al
verdades, protoverdades o, sencillamente, procedimientos de organización de la
de
percepción del entorno. (Desde los mitos, el
hay un dios de
que
la selva
—
menta como
el
punto de
vista
de una teoría operatoria
—según
mito del dios cazador africano, por ejemplo
flechas
no
,
utiliza el
arco
iris
como
es otra cosa sino la
arco
y los
el
cual
rayos de la tor-
construcción de una analogía
tecnológica a partir de ciertas semejanzas abstractas que necesitan, para cerrarse,
invención
de
la
—
que
dor
se
ad hoc de un
apoya en
la
gigantesco sujeto operatorio
analogía tanto
como
ésta
en
—
Ante todo, conviene comenzar constatando que, además de míticas (procedan de los sonidos primitivos,
dan de procesos combinatorios), hay que no son
ilusiones (o
ilusiones
no desempeñan
mente de todo
lo contrario).
salvo por abuso
de
La llamada
los términos, ser
como
creía
«ilusión de Aristóteles»
llamada mítica: cruzo
lar arriba
y abajo
es
los
éste;
ellos a lo largo
al
hacer resba-
de mi nariz expe-
la «ilusión»
de naturaleza mítica, aunque no sea sino porque ni siquiera tiene una
estructura lingüística (un mito ha de tener la estructura de discurso, de al
y
no podría,
dedos medio e
de que esta se desdobla y que mis dedos se deslizan por formado por sus dos paredes imaginarias. Pero la ilusión de Aristóteles
rimento
no
ángulo constituido por
género de
una leyenda, de un cuento). La las ilusiones
ilusión
un
relato,
perceptuales (llamadas a veces pseudopercepcio-
en su especificación de ilusiones normales o naturales, y no de las ilusiones míticas. Esto no excluye la posibilidad de que en
El
mito de la cultura
[1
de un
de Aristóteles pertenece
nes),
Gustavo Bueno,
proce-
que no son míticas y hay mitos
mi mano de forma que cabalgue aquél sobre
el valle
las ilusiones
Max Müller,
papel de ilusiones sino precisa-
el
índice de
el
dios caza-
el
él.)
996], séptima edición, Barcelona
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al
género
la génesis
40
El
I
mito de
la
cultura
de algunos mitos haya obrado una ilusión perceptual (por ejemplo, en de Eco); pero sabemos que la génesis
no
que
lo constituyó.
está presente
en su
beata de Piedrahita en
estructura de
la
A veces,
5
1 1
o a
,
de Fe de 22 de julio de 1529), tes (locas,
la
la
Cruz (azotada en
se usa
no puede
de
advertir
muchas nes,
los
sí
misma prosaica, pero
decirse
que tenga una ilusión
mítica).
mitos que no son ilusiones. Es cierto que cabe regresar a un
mitos (de muchos mitos,
una profunda afinidad
puedan
ser vistos
como
pretenden ofrecer
al
al
menos) desde
entre ellos
desde
el
las
y
cual sea posible
ilusiones
cual los mitos,
(el
menos, de
como
las ilusio-
modo
ludus, juego; illusio-onis, significaba
clase singular, a saber, la
de los juegos que
público, mediante artificios de ensamblajes «lógicos»,
apariencias de verosimilitud, verbales o manuales
manos
el
resultados de construcciones artificiosas al
emparentado con
(illusio está
broma, escarnio). Juegos de una
gos de
el tér-
una y otra vez (de quien juega a la lotería con la premio para comprar apartamento y coche, aunque no lo
ilusiones), a saber, el estrato
de juegos
o Uncien-
ayuntamiento carnal
el
resultar frustrada
Hay también estrato
Auto
(por ejemplo, con una utopía), puede ajustarse simplemente a
ilusión de obtener
alcance,
ilusas
el
oportuno recordar aquí que
ser
mito
también en una acepción que, aunque tenga algo que ver
condición de un proyecto, esperanza o prólepsis en
que puede
de
calificó a las penitenciadas
dementes), puesto que decían que durante
mino ilusión con un mito
el
reduce siempre a
inquisición que juzgó a la
la
beata Isabel de
con sus maridos veían a Dios. Puede
la
de
se
posterior al mito, es decir,
la ilusión es
génesis. El tribunal 1
un mito no
del ilusionista).
Asimismo,
(como puedan
el relato
serlo los jue-
mítico que por medio de
palabras habladas o escritas nos ofrece Ovidio sobre la razón por la cual las
moras blancas
y
se
transformaron en moras rojas
Tisbe) nos explica la razón por
la
(el
mito etiológico de Píramo
cual las moras, en otro tiempo blancas,
llegaron a ser rojas: la sangre a borbotones de los jóvenes amantes que se sui-
cidaron
al
pie del moral las habría teñido de rojo. Estaríamos ante
un juego
orientado a sugerir una «apariencia de explicación», un juego equiparable del ilusionista
lüdica de
En
que nos
por medio de sus varitas mágicas,
ofrece,
una transformación poética
cualquier caso
que procedan
no habría que
del conejo en paloma.
olvidar
que
aun en
los mitos,
de ilusiones perceptuales o lúdicas,
pueden
conexión con sus componentes originarios, adquiriendo
De
modo,
el
comenzar a presentarse como
la
«revelación».
po...»,
este
relato mítico,
«Erase
los casos
llegar a la
una
perder
(pñ Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
en la
forma de una vez...»,
podría
exposición de un dogma, «En aquel tiem-
de una verdadera historia intemporal o eterna. Puede afirmarse que
relato bíblico sobre el origen
al
la apariencia
de Eva a partir de
la costilla
996], séptima edición, Barcelona
de Adán,
2004
tal
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el
como
1
como mito
Preludio. La cultura
fue interpretado
ad littemm durante
siglos
y
I
41
perdió toda conexión con
siglos,
su probable origen irónico, simbólico o hipotético, y se convirtió en un dogma categórico, en una revelación de la que nadie pudo atreverse a dudar,
también durante
siglos
y
siglos,
porque
la
hoguera estaba siempre a punto,
En
dispuesta a extinguir cualquier atisbo de duda.
estos casos, cabría hablar
también de una desmitifícación, ahora por «elevación», del mito originario;
una desmitifícación mediante si el
la cual el
mito
convertido en dogma. Porque
es
término mito, desde Jenófanes, Platón o Aristóteles, arrastra siempre una
cierta
connotación
ventajas
muchas
crítica,
discriminadora, a saber, aquella que
le
veces, al logos luminoso, pero acaso superficial
opone, con o banal
(el
mito, en cambio, sugiere mensajes arcanos que tienen siempre algo de nebu-
sombrío como
loso o cerrado,
voz baja, próximas a
las
el
toro,
como
palabras dichas en
de un mudo que hablase un lenguaje alegórico o mis-
comprende que en
terioso) se
mugido de un
el
momento en que
transforma en
se
dogma, acaso componiéndose con otros mitos, comenzará riencia de
un
logos y,
por tanto,
ascendente. Es cierto que, en
el
aunque sea en un sentido
se desmitificará,
lenguaje
un
a tomar la apa-
común,
«desmitifícación» tiene el
sentido de la desmitifícación descendente, es decir,
el
sentido propio del
racionalismo ilustrado, que tendía a rebajar o destruir
las
pretensiones de ver-
dad de
los
dogmas míticos a
tos poéticos
que entre bajo
el
la
condición de ilusiones asociadas a ciertos
ingenuos y primitivos, en
el
los teólogos cristianos suscitó,
mejor
desde los años cuarenta, R. Bultmann
lema de «desmitifícación {Entmithologisierung) de
esta dirección racionalista4
rela-
amplio movimiento
caso. El
la Biblia»
avanza en
y busca, por ejemplo, formular reinterpretaciones o del Antiguo Testamento en términos
alegóricas de los milagros evangélicos tales
que sus enunciados dogmáticos no comprometan
das por
las ciencias positivas.
logía, se
pretende
porque de
este
modo
se cree
la
más que
a la crítica filosófica,
nueva «hermenéutica desmitificadora», acaso
más hacedera
posible de los restos del naufragio de los
En
verdades estableci-
(Señalamos, de pasada, que, con esta metodo-
erigir a las ciencias positivas,
en única piedra de toque de
las
la
«salvación» de la
dogmas
mayor
parte
del cristianismo.)
cualquier caso, conviene dejar constancia de la ambigüedad del con-
cepto de desmitifícación, en función de los contextos en los cuales esta operación, inversa de la operación mitificación, se lleva a cabo, sobre todo en
4
La
bibliografía es abundantísima; citamos sólo algunas obras fundamentales: R.
el
Bultmann,
Entmithologisierung (1941); E. Kinder (ed.), Ein Wort lutheranische Theologie zur Entmithologisierung
(Munich, 1952);
und Mythos,
Gustavo Bueno,
El
F.
Gogarten, Entmihologisierung
und Kirche
{ Stuttgart,
1953); K. Jaspers, Kerigma
5 vols. (Hamburgo, 1951-1955).
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
—
1
42
I
El
mito de
la
cultura
aun cuando un
terreno de la exégesis bíblica. Pues
como
tanto es considerado formalmente
arrastre
tal,
relato bíblico dado,
una connotación
en
crítica
de principio (una clasificación en un grupo de relatos distintos del grupo de
no
relatos
míticos, por ejemplo, lógicos,
como pueda
un teorema geo-
serlo
métrico, aunque también éste sea dogmático), podría haber perdido esta con-
notación, tomar la forma de
un
dogmático, más
relato
o por encima del
allá
logos. Este relato objetivo, pese a su inevidencia intrínseca declarada, se
manifestará
como
de un sistema de proposiciones que subjeti-
la exposición
vamente, y lingüísticamente, son propuestas (emic) como verdaderas. En estos casos, quien, desde fuera (etic) lleva a cabo la crítica de tales relatos no podría decir que los desmitifica, puesto que precisamente
propuestos
como
mitos; por
Nos vemos
contrario,
envueltos, de este
Desmitificar
un dogma
—
na semejanza con
el relato
como un
de Epiménides
la
no han
la
ya estaría mintiendo, y
si
paradoja de una «desmitifi-
bíblico del origen de Eva, por ejemplo
mito. Esta paradoja, sin duda, tiene alguel cretense,
cuando dice que todos
no miente cuando
también. Si suponemos que «mito» arrastra
un
casos en los cuales la arrastra, decir de lo
modo
formalmente de un
es «demostrativo».
Por
crítico, es
la
relato
tanto
cuando
ello, sólo
en
forma de una mitificación».
la
tenses mienten. ¿Puede concluirse que, entonces, dice verdad? Pues ra,
sido
es decir, convirtiéndolos
modo, en
cación que sólo puede llevarse adelante en
es mitificarlo, presentarlo
ellos
rebajar las pretensiones de tales
al
propiamente mitificando,
relatos se les estará
mitos.
el
la
lo dice estará
connotación
que
como
es
si
la dije-
mintiendo
crítica,
un mito
los cre-
en
los
es cualificar-
afirmar que ese relato no
operación «desmitificación» se
como mito que alguien como dogma, estaría justificado entender sin más la operación desmitificación en un sentido descendente, racionalista. Nos atendríamos, por ejemplo, a fórmulas como la aplique a la (etic)
misma
consideración o cualificación
haya hecho de un
siguiente: «El relato
ro literario
que
de
le es
relato
que
marco
del géne-
no tuvo probablemente en su origen
intencio-
la costilla
propio,
se ofrece (emic)
de Adán, interpretado en
el
nalidad dogmática alguna, y acaso fue siempre un mito; lo que implicaría la necesidad de retirarle la condición de mito que se le atribuye, en sentido crítico,
contra
modo,
lo
la
supuesta intención
que aquí
(etic) del relato
se desmitifica es
como
si él
percibida críticamente estilo del relato es, él
sigue
el
podrá
Gustavo Bueno,
literal del escritor
tuviera
propiamente
como un mito por
«movimiento de desmitificación de
El
mito de la cultura
[1
—contra
estilística
susceptible de ser
el exégeta; si se
(y este es el
Dicho de otro
consideración
una intención dogmática
mismo, mítico
dirigirse contra el relato
la
sagrado».
reconoce que
la Biblia»), la desmitificación el
el
camino que generalmente
no
autor sagrado, funciones de
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
como mito 43
Preludio. La cultura
Epiménides
—
I
sino contra los intérpretes del relato que lo calificaban de míti-
co en su sentido
No
crítico.
habría, por tanto,
una desmitificación
como mito dogmático. ambiguo y paradójico como el que resulta
del relato
sino de la interpretación (etic) del relato
Un
concepto tan
ser el
cepto de desmitificación no puede identificarse, por tanto, con racionalista.
La desmitificación no
una cruzada
racionalista contra el mito, puesto
otro mito; por
más que a
esta cruzada constituiría
¿Dónde buscar
desmitificar.
A nuestro juicio el embrollo se deriva del uso del término manera como mito
lo hiciera
por
W.
el
aún,
un análogo con modos muy con
el
lo
mantener
como hemos
las distancias
puede mantenerse
sin
entre
que
al
el
ella
muy diversas
como
muy
diversas.
Y aun
una intención
dicho,
rantes
con
suerte tal está
de
el
logos
y
como
crítica,
la
no
caso,
modos de
orientada a
de
como
si
el
es posible olvidar
que
el
mito,
fuese
la fantasía mítica,
mismo tiempo
menos,
mitos, en tanto en cuanto se consi-
alternativas distintas al logos, unas veces coope-
que pudiera decirse que
siete leguas
palabra
mito y el logos demostrativo, esta intención presuponga una crítica generalizada «a favor
otras veces incluso dotadas
por encima del logos,
mejor
porque sus
cuando
del logos»; la crítica podría estar orientada «a favor del mito». Por lo
a favor de algunas especies o deran, por ejemplo,
tér-
logos, a la
especies o,
diversos, entre otras razones
logos son también
mito conlleva siempre,
de esta
Nestle en su libro ya clásico Del mito al logos?
menos, un género con
Pero
relaciones
mito
susceptible de ser contrapuesto, en general,
es,
muchas
la raíz
de este embrollo?
o, si se quiere,
mino unívoco,
como
caso, interpretable
que
contrario, el racionalismo se verá conducido, en
el
ocasiones, a mitificar,
paradoja
en ningún
es,
con-
la crítica
al
un
de un alcance superior.
menos algunas de
De
sus especies,
logos que se ha calzado las botas
o por cualquier otra razón. En cualquier
fundador de
la filosofía racionalista, Platón,
mayor defensor y cultivador de los mitos (de algunas especies de mitos); y en ello no disintió Aristóteles, cuando decía que el filósofo es amante de los mitos «porque le gusta lo maravilloso». Cabe reconofue
al
en efecto,
cer,
de
la
la
el
capacidad de algunos mitos
caverna platónica
— no ya para
para envolverlos, coordinarlos los
mitos constituyentes de
más
ir
y hacerlos
la
un
5
Wilhelm
Gustavo Bueno,
El
allá
Nestle, Van Mythos
mito de la cultura
[1
posibles.
cierto tipo
de que sean reconocidos críticamente
más
caso, el
Son
los
mitos
filosóficos,
como
o
de mitos que, sin perjuicio
tales,
son entendidos
o por encima del logos, incluso contra
zum
mito
de los caminos del logos, sino
propia racionalidad práctica. Sin embargo, es
preciso constatar la efectividad de
estuviesen situados
—pongamos por
allá
Logos, reimpresión Scientia Verlag,
996], séptima edición, Barcelona
2004
como el
Aalem, 1966.
© FGB 201
si
propio
44
I
El
logos.
mito de
la
cultura
Son mitos
tractos.
Tanto en
forman parte
como en
el
función no
oscuros, misteriosos, gratuitos, sean ¿cónicos o sean absel
caso de que los mitos sean icónicos, es decir, mitos que
del imaginario icónico de
es
menos
si
ello fuera posible,
su
más famoso y también el más posible aducir hoy es el que A.
oscurantista. El ejemplo
de mito oscurantista que
siniestro
una sociedad o época determinada,
caso de que estos mitos sean abstractos,
es
Rosenberg, fundador del Kampfbund fiir deutsche Kultur, formuló precisa-
mente como
e/ mito del siglo xx, a saber,
mito de
el
la raza aria
como
creado-
y dispensadora de la cultura más auténtica, no sólo en el pretérito sino en futuro 6 Y esta acepción del mito no hace sino reivindicar la condición de
ra el
.
muchos mitos como relatos suprarracionales, como dogmas de fe, pero no por ello menos verdaderos que los «estrechos» dogmas que el logos puede lle-
como mitos oscurantistas las como ilusiones prácticas lógicamente, se proponen como expre-
gar a formular. Por ello habrán de reivindicarse
formulaciones de ciertos contenidos considerados que, aunque no puedan demostrarse siones de necesidades prácticas para
un pueblo, o
incluso para toda la
huma-
nidad, y con ello se los eleva a una condición infinitamente superior a la que pueda corresponder a los logoi acaso muy evidentes, pero carentes de capaci,
dad organizadora o impulsora propia de Alfred Fouillée
.
esas Ideas-fuerza,
como
las
designó
El principal ejemplo que podríamos poner de Ideas
7
susceptibles de ser interpretadas, sin perjuicio de su carácter abstracto,
tales,
como
Ideas-fuerza, o Ideas trascendentales de la razón práctica, son las
que Kant
llamó precisamente de este modo. Después de haber concluido, en
la Crítica
de
la
razón pura, que
las
Ideas de Alma, de
Mundo y de
Dios son «ilusiones
trascendentales», se reencuentra, en la Crítica de la razón práctica con esas ,
Ideas, pero otorgándoles el papel de «postulados trascendentales de la vida
moral».
Lo
cual, traducido a nuestras coordenadas, equivale a reducirlas a la
condición de mitos oscurantistas y opacos, aun cuando se diga de constituyen el fundamento de la propia vida moral y política.
Es obvio que
el
ellas
que
concepto de «desmitificación», cuando va referido a
este
género de mitos que llamamos oscurantistas, recuperará toda desmitificación tenía en
el
la
confusión y
Desmitificar los postulados kantianos de
6
que Dios,
Alma y
A. Rosenberg, Der Mythus des
7 Alfred Fouillée ces,
el
fuerza que la
racionalismo. Desmitificar es ahora destruir los
mitos oscurantistas, resolver
ilusión de
la
el
la
Mundo
el
prestigio
moral
que
es tanto
resulta
como
El
20 Jahrhundert, 1930, 4 a 1932.
(1838-1912), Levolutionnisme des
mito de la cultura
[1
ella.
sean Ideas trascendentales a priori
,
idées-forces,
1890;
La psychologie des idies-for-
1893.
(pñ Gustavo Bueno,
de
destruir la
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
Preludio. La cultura
de
vida moral (entre otras cosas porque
la
dentales,
en
oscurantistas
del siglo xx truir sus
el
más
(el
propia los
mito de
la raza aria
o
el
tesis
de
las
1
Ideas trascen-
mitos germánicos abstracto-
característico). Desmitificar los
mitos de
la
primera mitad
mito del proletariado universal)
es des-
pretensiones de mitos trascendentales para la vida política de
Alemania o del mundo respectivamente, tista
la
uno de
sentido kantiano, es
como mito 45
demostrar su condición oscuran-
es
utópica.
y
Nuestro propósito des-mitificadory su alcance
Cuando hablamos, en este
hecho concreto:
acompaña siempre y al prestigio que toman todas esas
este libro, del
«mito de
la cultura»
queremos
significar
confusión y oscuridad (o inadecuación interna) que
la
a los componentes, capas, aspectos o esferas de la cultura
resulta precisamente
de
oscuridad y confusión en que se puede tener lugar el trasvase del
la
partes, gracias a lo cual
de
prestigio de unas partes a otras. Desmitificar aquí es, ante todo, tratar
resolver la confusión lizar
y
oscuridad del mito oscurantista de
Acaso con
distinguir.
y
la
ello,
la cultura,
colaborar a desactivar la Idea de cultura en
cuanto Idea-fuerza. Sin olvidar que, en cuanto mito oscurantista,
la
cultura podrá ser considerada desde la perspectiva de la proposición libro II
de
la Ética
unas de otras con
y
ana-
Idea de
36 del
de Espinosa: «Las ideas inadecuadas y confusas se siguen misma necesidad que las ideas adecuadas, es decir, claras
la
distintas».
Al
clasificar la
también que sus funciones
más
eficaces
como mito oscurantista queremos pragmáticas, como Idea-fuerza, han de ser
Idea de cultura
cuanto mayor potencia reconozcamos a
la fuerza,
que
se
concatenan
función más importante de
la
Idea de cultura sea
tanto, o social
no
dado
sólo,
la
las
sí
idea.
«con
la
ideas adecuadas»; pero acaso la la
de servir
de unir a unos hombres con otros en
(tribu, naciones, etnia) sino, sobre
tanto
de esa
Estas funciones son, por lo demás, múltiples, y se concatenan entre
misma necesidad con
decir
el
al
objeto,
no
ámbito de un grupo
todo y correlativamente,
la
de
separar a unos grupos dados a cierta escala (naciones, etnias, clases sociales)
respecto de otros de su
misma escala o de
cionamiento ideológico-político de
menos
la
otra superior.
De este modo,
el
fun-
Idea de cultura (una vez retirada,
al
oficialmente, la idea de raza, tras la segunda guerra mundial) median-
te la identificación
de cada grupo
social (nación, etnia, clase)
con una postu-
lada cultura propia (con su «identidad cultural»), podría compararse
al
fun-
cionalismo que, según algunos filósofos y antropólogos ya clásicos (Bergson
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
46
I
mito de
El
la
cultura
o Boas), corresponde entre
los salvajes al
nada a la discriminación mutua de
los
totemismo como institución
grupos
sociales, sobre todo, los
desti-
de razas
colindantes, mediante su identificación con especies animales de estirpe dife-
rente e irreductibles entre
mismo,
la
común
sí.
De
este
modo,
gracias a la institución del tote-
condición de primates bipedestados, compartida desde
luego por los diferentes grupos humanos, podría quedar encubierta por esa ilusoria identificación
Mediante
el
mito de
la
de cada grupo con una especie animal diferente. identidad cultural, distinta e irreductible, postulada
para cada pueblo, nación o etnia,
forman parte de
la
esas etnias, naciones
común
condición de
los
hombres que
o pueblos, no ya en cuanto son hom-
en cuanto son copartícipes o herederos de tradiciones culturales
bres, sino
comunes, quedará encubierta o eclipsada por
postulado de
el
la irreductible
Cada cultura, como sustancia en la cual se idenun pueblo, o una nación o una etnia, pasará de este modo a desempe-
identidad con sus culturas. tifica
ñar
papel que
el
punto de
el
vista, el
tótem desempeñaba entre
mito de
la
los
cosas, el salvajismo sui generis, refluyente, de la
No
es
de extrañar, según
pueblos
salvajes.
Desde
este
cultura revelaría, y paradójicamente, entre otras
esto,
que
humanidad contemporánea.
la reivindicación
de
la
dignidad cultural
del salvajismo (por ejemplo, la recuperación de las etnias amazónicas) constituya
uno de
sente
cuando
llama a otro
(pfí
Gustavo Bueno,
El
los objetivos
se guía
por
fundamentales de
el
siguiente
la
Antropología cultural del pre-
lema de Lévi-Strauss:
«Salvaje es el
salvaje».
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
que
1
Prehistoria la
de
idea de cultura:
la
idea de «cultura subjetiva» 8
Usos corrientes dei término cultura que envuelven un sentido subjetivo de la Idea El término cultura en su acepción de cultura subjetiva
Cicerón) funciona desde
muy
( cultura
animi de
antiguo. La antigüedad de este concepto de
cultura va asociada gramaticalmente a la condición adjetiva del término, que
como determinación de un sustantivo, generalmente en genitivo, en sintagmas tales como «cultura del espíritu» (la cultura animi de Cicerón), se utiliza
agri-cultura siglo XV:
en Marco Porcio Catón, &c.
He
aquí una muestra castellana del
«Por cuanto los del presente tiempo por detestable que
en esto
e generosas personas
cuidando que
los
[i.e.
dedicados a
diales cosas e agibles tancto
las
grandes
scientifica e ystorial scriptura] se
ocupen
la sciencial cultura
como
ellos, e
no entiendan de
por esto
encomendar administraciones
los
las
mun-
menosprecian, des-
ejando de
les
siglo XVIII
aparecen usos gramaticales sustantivados y exentos del término un modo más o menos confuso a la idea objetiva de
Sólo a partir del
activas...».
cultura, refiriéndose de
cultura en general, en éstas: «la
cultura y
«filosofía
de
el
hombre», «¿qué
el
la cultura».
cultura aparece
sentido que adquieren expresiones actuales
contemporáneamente a
1734, a raíz de la obra de
la
Winckelmann
siempre inserto en sintagmas
tales
de
es cultura?», «historia
Se ha observado» que
como
el
en todo caso, a
la idea
el
término arte iría
«arte de amar», «arte
Enrique de Villena (1384-1434), en
9
Alois
El
de
la esgrima»,
al siglo XVIII
de cultura en sentido objetivo sino
no al
«las culturas [por
de Oviedo».
8
Gustavo Bueno,
y
sustantivación del término arte en
(anteriormente,
concepto más preciso de «culturas hortelanas», por ejemplo, cultivos] del concejo
la cultura»
uso sustantivo del término
&c.). Los rarísimos usos sustantivados del término anteriores irían referidos,
como
Dempf, Fihsofia de
mito de la cultura
[1
la
Carta dedicatoria de su traducción de La Eneida (1428).
la cultura. Revista
de Occidente, Madrid 1933,
996], séptima edición, Barcelona
2004
p. 19.
© FGB 201
48
El
I
mito de
cultura
la
«Cultura», en efecto, es una palabra latina que tiene que ver con
la
palabra
griega paideia, traducida ordinariamente por «educación», «crianza», «forma-
Una persona «con cultura»
ción» {Bildungcn alemán).
una persona que
(antes se decía:
una per-
ha cultivado, y mediante este cultivo ha llegado a adquirir determinados conocimientos o modales que la distinguen sona educada)
de
las
es
se
personas rústicas, incultas, ineducadas, apaudetai (también este concep-
to se aplica a los pueblos
y naciones, no solamente
cepto de cultura es indudablemente
muy útil
en
a los individuos). Este con-
vida cotidiana
la
como
con-
cepto taxonómico o clasificatorio, pues permite distinguir con rapidez,
cuando de
se
dan
parámetros adecuados, a
los
las
personas, poniéndolas en
una
personas (o pueblos) incultas y personas (o pueblos) cultas. que subrayar que para que esta clasificación tenga viabilidad han de pre-
estas
Hay
dos
clases:
suponerse dados los «parámetros» de esa cultura, que varían según épocas y sociedades. Por tanto, no todo aquello que una persona llega a adquirir como fruto de
una
disciplina intelectual subjetiva, es decir, por aprendizaje (en el
sentido convencional de los etólogos y psicólogos de nuestros días)
para convertirse en una persona culta, en relación con rencia.
En
el siglo
no consideraba nio del latín,
sona día»
culta.
XVII
—
Quevedo
que
fuese
fuese a medías, sirviera para convertir a
Ni tampoco consideraba auténticamente
—como
parámetros de
refe-
ridiculizaba a las «cultas latiniparlas», es decir,
fuese por misoginia, fuese por lo
aunque
los
le sirve
dice en su Aguja de mareantes
— que
el
domi-
una dama en per-
culto a quien, «en
un solo
— incorporaba a su vocabulario
los
últimos barbarismos (fulgores por resplandores, navegar por ma-rear, &c.). Sin embargo,
las
burlas de
Quevedo contra
propio término o sintagma (culta sugieren que
Quevedo empezaba
los «cultos», basadas
«más de un solo
día»;
él
mismo como Durante
«culterano» (un neologismo que,
los
una
disciplina
que
exigía
y decimos esto porque otros escritores de la época (Lope crítica también al propio término culto, considerándolo
habría acaso sido forjado en rano»).
el
a tomar en serio a quien en realidad llegará
a ser «culto» (desde luego, en sentido subjetivo) tras
de Vega) aplicaban su
en variar
latiniparla, cultero, cultería, cultedad,...)
el
años en
molde
como
sugiere Corominas,
del escabroso, a la sazón, término «lute-
los cuales se generalizaron las guías telefónicas
nadie llegó a considerar personas cultas (sino dementes) a aquellas que solían intentar memorizar, tras esforzadas vigilias, listas prolongadas de teléfono,
con expresión de sus propietarios
definición de cultura de etólogos
aprendizaje»
En
—
y
(a
psicólogos
habría que considerarlas
como
pesar de que
—
si
«cultura es
números de
aceptásemos el
la
resultado del
tales).
realidad, los parámetros del concepto «persona culta» se constituyen
por motivos históricos o
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
sociales (llamados «convencionales»,
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
de un modo,
© FGB 201
1
Prehistoria
de
la
idea de cultura:
la
idea de
«cultura subjetiva»
la
49
I
y que deben ser analizados en cada caso. A finales del siglo pasado y primera mitad de éste que acaba, los parámetros que la pequeña burguesía utilizaba para definir a una «señorita culta» implicaban, por
muy superficial)
cierto,
en España, saber hablar castellano correcto andaluz), escribir con letra picuda, hablar
modas
piano, saber algo de
Napoleón
III,
acento gallego, catalán o
un poco de
francés, tocar algo
de
e indumentarias, poder hablar de determinadas
y acaso también un
novelas, distinguir París de Londres,
otro de
(sin
retrato
de Aníbal de
o acaso mejor distinguir un retrato de Cleopatra de
otro de Eugenia de Montijo. Estos parámetros definían la cultura por anto-
nomasia (llamada por sus permitían distinguir a sencillamente de doras
ricas.
ción de
la
las
las
críticos
«pequeñoburguesa»), pero, sobre todo,
señoritas de las
amas de
cría,
de
las
limpiadoras o
mujeres pueblerinas, aunque fueran amas de casa o labra-
Todavía en
los
años de
postguerra española, años de consolida-
la
mesocracia pequeñoburguesa, justificaban muchas familias
el
que
universidad a estudiar «Filosofía y Letras» bajo el pretexto de que esos estudios les darían cultura (la aristocracia no necesitaba enton-
sus hijas
fuesen a
la
ces enviar a sus hijas a la universidad para hacerlas cultas,
que no podían enviar a sus
res,
y las
clases
popula-
hijas a la universidad, tenían la posibilidad
de
enviarlas a las academias de «cultura general», para adquirir ciertos conoci-
mientos que
las habilitasen
para ingresar en
como
fesiones urbanas, tales
cajeras,
el
círculo de las incipientes pro-
mecanógrafas o
telefonistas).
En
efecto,
la Facultad de Filosofía y Letras en aquellos años era la que ofrecía enseñanzas lo más parecidas a las de la cultura femenina burguesa «convencional»:
historia, francés, latín, literatura, geografía (por desgracia, el cultivo del
piano
había que hacerlo por cuenta del profesor particular de
En
la familia).
la
años cuarenta y cincuenta se decía que la Facultad de Filosofía y Letras era muy femenina. De hecho no se hubiera considerado adecuada para dar cultura a una señorita la carrera universitaria de Medicina o la de
España de
los
Química, o menos aún su ingreso en
ninguna de
estas disciplinas
daban
la
Escuela de Ingenieros Industriales;
cultura, sólo eran disciplinas técnicas,
mecánicas, profesionales, propias para los varones de alto rango social y supe-
duda,
rior, distinto, sin
capaces de hacer de
Snow ha do
descrito
la coexistencia
al
de los varones que se entregaban a
las disciplinas
un hombre un fontanero o un peluquero.
de
muy bien lo
que
él
esta situación referida a Inglaterra, observan-
llama
las dos culturas.
esas dos culturas suelen ser entendidas,
en principio,
Conviene advertir que
como
dos especies de
la
cultura en sentido subjetivo; se trata, en este supuesto, de dos familias de
parámetros de
la
misma
idea subjetiva de la cultura (en esta línea ya Ortega
pedía, antes que Snow, que se ampliase la extensión de la cultura a la
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
física,
a
50
la
El
!
mito de
la
cultura
astronomía, &c., pidiendo una «Facultad de Cultura»). También es verdad
que Snow no deja de apelar a le
dan
como
los
se habla
las
mismo propone
él
ejemplo a seguir
En
los trobriandeses»).
dos culturas mediante una reforma de la
Unión
margen
ai
edu-
como
el
que reconocerle una
sus significados etológico psicológicos)
terreno de las relaciones sociales, internas a
una sociedad determinada, puesto que
él es
denotativo de diferencias de clase
media, situación rural/urbana), o de estado (niño, adulto), una vez
dados los parámetros cuya variabilidad rigor discriminativo.
embargo, no excluye su
relativa, sin
Asimismo conviene subrayar
el interés
Sociología histórica, tiene siempre la determinación de
las
que, para la
causas precisas por
una época y sociedad dada, un conjunto de parámepor qué el francés o el piano formaban parte de la dotación
cuales cristaliza, en
y no otros, de una señorita culta y no tros
educación dientes,
la
que ignorar leer
mecánica o
como
el
la
hebreo o
acordeón, y por que se excluía de esa medicina, consideradas propias para sus pretenel
futuros maridos, los ingenieros o los médicos.
por tanto, no solamente tenía que saber bastantes
rita»,
otras
el
«culta seño-
cosas, tenía
acordeón era de mal gusto
no necesitaba saber nada de
Newton. Veblen, en su «clase
La
también
muchas, estaba obligada a ignorarlas. Le estaba prohibido
a Ovidio o a Boccaccio;
culta señorita
los
la
Soviética de los años sesenta
resolución, al concepto de cultura subjetiva hay
como concepto taxonómico en
las
Pero
al efecto.
gran eficacia (dejando
(baja,
sentido objetivo que
el
cultura subjetiva; la prueba es su propuesta de
la
borrar las diferencias entre
y
idea de la cultura en
de cultura de La Teñe, o de cultura de
su interés va dirigido a
cación,
la
antropólogos («hablamos de dos culturas en un sentido similar a
Aristóteles,
y,
desde luego,
la
de Plotino o de
en una época y sociedad dada, de la ociosa», ofrecía interesantes hipótesis sobre los criterios que delimitan
parámetros de
clásico análisis,
la cultura,
en sentido subjetivo:
ver con la voluntad de distanciamiento con incluían habilidades tales
como
el
estos criterios tendrían
las clases
cuidado de
nes antiguos o
el
trabajadoras y por ello
uñas (que demostraban
las
como
ociosidad de sus manos) o hábitos «inútiles» tales
que
la colección
la
de boto-
aprendizaje de lenguas muertas.
Nuestro interés
se dirige, ante todo, hacia el análisis
de
la
propia idea fun-
cional (abstrayendo sus parámetros) de cultura subjetiva, en cuanto constitu-
ye
la
primera modulación, en
preferible, sin
embargo,
el
el
tiempo
histórico,
«subjetivo», para designar a la cultura subjetiva, evitar las
tanto
al
connotaciones perturbadoras que suscita
que dice «íntimo», privado,
(pñ Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
de
la
idea de cultura. Sería
uso del adjetivo «subjetual» en lugar del adjetivo
[1
espiritual,
menos cuando haya que
el
término «subjetivo», en
puesto que
996], séptima edición, Barcelona
la cultura subjetiva
2004
© FGB 201
1
Prehistoria
también puede
aria
como
nicos peyorativos (tales
la
idea de cultura:
I
51
acción de cantar
la
«inconsistente», «delirante», «inseguro» o «des-
sujeto corpóreo operatorio, al
podemos
margen de
axiológico negativo o positivo: la canción de
un
«cultura subjetiva»
la
de ópera; otras veces «subjetivo» arrastra armó-
provisto de valor»). «Subjetual», en cambio, al
idea de
la
y corpórea, como por ejemplo
ser pública
una canción popular o un
de
profesional de la ópera, es subjetual,
referirlo estrictamente
otras connotaciones
un
como
tenor, sea
un
de signo
jornalero, sea
un
subjetual es el éxtasis de
vidente cuando está siendo filmado, mientras balbucea descripciones de la
Virgen que se
te es subjetual frente a la tual.
La cultura
decir,
— que
al
cuerpo adquiere
el
por tanto, «interior a
fica sólo,
do
«lengua española»
tras
un
La cultura intrasomática o
sujeto
que
«la incorpora»,
por ejemplo,
mismos que
na,
como
no
cultus,
que
los
se utilizan
puedan
el barro,
en
no
sólo experimentable (emic) por
un
tatuajes,
danzante,
un gimnasta o
cuando
como
arreglado, hermoso,
Más
como meros
difícil
son
los dibujos
en cerámicas, de suerte que la piel
ser interpretados
signireferi-
por tanto, cultura
es,
de Velleius Paterculus, designaba ya
latín
un individuo o
externo de
y
de los
no
extrasomática o también
la cultura
puesto que también
la clasificación
los ale-
simplemente algo que va
son sujetos de cultura intrasomática, subjetual.
«culturista»
resulta,
los
—Ausbildung, dicen
subjetual
subjetiva íntima, en el sentido de invisible
un
langue de Saussure) que es obje-
aprendizaje. Intrasomático
la piel», sino
cuerpo operatorio, por oposición a
intersomática.
el
(
subjetual es necesariamente, por estructura, intrasomática, es
implica una modificación o moldeamiento
manes
un hispanohablan-
aparece; el habla (parole de Saussure) de
le
huma-
soportes. El térmiel
vestido, el porte
«sujeto corpóreo». Cultus equivalía, por tanto, a
predicados subjetuales.
Cuando decimos que
esta
cultura subjetual es estructuralmente intrasomática queremos subrayar que ella se resuelve
reflejos
en
el
cuerpo operatorio del sujeto (incluyendo su sistema de
condicionados); pero no excluimos que, genéticamente,
la
cultura
intrasomática esté determinada por modelos extrasomáticos (por ejemplo, la
danza de un indio kwakiutls imitando Pero afirmar que
de cultura
es tanto
oposición a la
las
la
la
marcha
del oso).
cultura subjetual es la primera modulación de la idea
como
afirmar que esa modulación no se configura por
eventuales modulaciones ulteriores,
y concretamente a
pueda ra,
seguirse la recíproca (que la
tual»).
Tampoco
sición de la
El
tal,
no
modulación «cultura objetiva» no requie-
oponerse a
se sigue que, desde
la
modulación «cultura subje-
un punto de
vista sistemático, la expo-
modulación «cultura subjetual» no agradezca su contraste con
modulación «cultura
Gustavo Bueno,
como
para configurarse
de
la
cultura objetiva (intersomática y extrasomática), aun cuando de ahí
mito de la cultura
objetiva».
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
la
52
El
I
mito de
la
cultura
En cualquier caso, jetual, es la la
la
acepción del término cultura, en cuanto cultura sub-
primera históricamente hablando; en realidad podríamos tomar-
como un concepto
categorial,
propio de
la
Etología y de
valente al concepto de aprendizaje, en tanto se
La acepción primaria que
configuraron
se
mismo modo de
como
a
los anfibios,
se las
de
la
al
la Psicología,
siguen nadando aun después de
los peces
y de
las aves
los
mamíferos, ellos. Y,
de otras
es decir,
desde luego, es
aparición
la
clases
fácil
de ani-
comprender
modulación o modulaciones primeras, aun permaneciendo como
puedan
recibir,
equi-
concepto de herencia.
mantiene tenazmente y en el mismo escenario en el modulaciones modernas de la idea de cultura, del
males que se formaron a partir de
que
opone
cuando hayan logrado
ser re-definidas
tales,
en alguna modulación
envolvente, determinaciones nuevas que fácilmente se confundirán con las originarias al superponerse
con
Pero la independencia de tura subjetiva o subjetual, luta respecto
primera acepción del término
cultura, la cul-
no debe entenderse como una independencia absomodulaciones,
ulteriores
como
si
concepto de cultura, como cultura subjetual,
un concepto
fuera
exento, y susceptible de haberse formado por
rio, el
de
la
ellas.
si
mismo. Por
de
es el resultado
muy
mación (por metáfora) de un concepto objetivo
origina-
contrario,
el
la transfor-
específico,
aunque
un concepto objetivo que adeque más adelante podrá ser incluida
ligado directamente a conceptos subjetuales;
más en
una
está circunscrito a
institución
cultura objetiva extrasomática, a saber,
la
Agri-cultura es el cultivo del tivo); agricultura incluye,
campo
(del
verbo
por tanto, no sólo
pias del labrador (arar, sembrar, recoger,
el
colere
concepto de cultura,
mado como una funda en
la
la
operaciones subjetuales pro-
trillar,
&c.) sino también los resul-
la
huertas cultivadas, que
metáfora del concepto de agricultura,
correspondencia del alma intacta, virgen o
ella sus surcos,
da pie a
las
La modulación primera del
culturas.
idea de cultura subjetiva o subjetual, se habría for-
sin cultivar, salvaje (selvático);
en
como
= cuidado, práctica, cul-
las
tados objetivos, sobre todo los campos labrados,
algunos textos antiguos designan
concepto de agricultura.
con
el
y
el
alma cultivada,
campo labrado por
el
metáfora que se
la
con
salvaje,
gracias al estudio,
(agricultura,
arado. Esta correspondencia
y en
particular viticultura o silvicultura) en
habrá naciones cultas y naciones metáfora sea una situación objetual
incultas;
salvajes.
de
(la
ad quera nos pone la del
alma
(pñ Gustavo Bueno,
El
campo
que traza
transformación metafórica del concepto de «cultura del campo» el
concepto de «cul-
tura del alma» (individual o colectiva): habrá personas cultivadas
la
el
Y aunque el
y personas
terminas a quo
cultura del campo), su terminus
delante de una situación estrictamente subjetual, a saber,
cultivada.
La transformación metafórica
mito de la cultura
[1
invierte,
996], séptima edición, Barcelona
2004
por tanto,
© FGB 201
el
1
Prehistoria de
momento
de
objetivo de la agricultura, en
alma en cuanto «campo tuiría
idea
la
el
la
idea de
momento
(espiritual) cultivado».
un grave descuido
la
I
53
subjetivo (subjetual) del
Dicho de otro modo,
intento orientado a considerar
el
«cultura subjetiva»
consti-
como una primera
concepto particular y objetivo de Este concepto particular (agricultura) no puede considerarse como
modulación de la cultura agri.
cultura:
la
idea general de cultura
una modulación general de
la idea
el
de cultura, sino como
el punto
de partida
que no exclu-
nológico de la primera modulación subjetual de la idea general, lo
ye que, ulteriormente,
el
concepto particular de agricultura pueda conside-
como un
rarse precisamente
tec-
como una modulación
caso particular (no
general) de la denotación de la idea general de cultura objetiva.
Como
diremos más adelante,
tura, es decir, el
la
acepción más originaria del término cul-
concepto de cultura subjetual, quedará reexpuesta (una vez
como una modulación de
constituida la idea objetiva de cultura)
moderna de moderna
cultura.
Diremos que
objetiva a la cual
él
la
concepto originario, a través de
el
mismo
idea o modulación de la idea central,
abrió camino,
y
asume
ésta es su dialéctica.
idea
la idea
forma de una
la
De
aquí
la facili-
dad de un deslizamiento hacia una interpretación objetiva cuando nos enfrentamos con textos del siglo XVII o XVIII en los cuales, a su vez, cultura términos educación o crianza, en senti-
está sustituyendo prácticamente a los
do
subjetivo.
«En ninguna parte
se enseña ni se aprende
el
español; pero en
todas se pretende decidir sobre la cultura de los españoles», leemos en
curso preliminar del Teatro histórico crítico de
Antonio de Capmany (tomo cultura en
muy
un
1,
un sentido
el dis-
española de
Madrid, 1786). ¿Se toma aquí
sentido subjetivo, o en
el
don
concepto de
Desde luego
objetivo?
es
probable que un lector actual, que ha leído a Tylor o a Spengler, inter-
prete la «cultura» de este texto en
un
sentido objetivo. Sin embargo nos incli-
naremos, para no caer en anacronismo, por jetual del texto de las
la elocuencia
Capmany. Porque, en primer
obras cultas, sino a
rece en el texto
como
La modulación si
tura
término
al
opone a
lugar, él
no
o sub-
se refiere a todas
y porque, en segundo lugar, cultura apacultura de los españoles y no como cultura española. las literarias,
subjetual de la idea de cultura
no constante y
dencia,
la interpretación subjetiva
universal,
civilización, a la
sí
percibirse en la ten-
intermitente, de oponer
manera precisamente como
lo objetivo (a lo objetual).
el
término cul-
lo subjetual se
Es cierto que no siempre se interpretan
relaciones entre los términos cultura
(como
puede
y
civilización
las
de este modo. Algunas
propio Tylor, en su célebre definición) y se atribuye a Mirabeau, y luego a Turgot, en el siglo XVIII, un uso del término civilisation de alcance similar al de «cultura objetiva». Otras escuelas o tradiescuelas los identifican
ciones que distinguen
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
el
ambos términos
lo
hacen reservando
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
el
término
1
54
I
mito de
El
la
cultura
cultura para designar a las «culturas objetivas primitivas» (las culturas del sal-
vajismo y de
la barbarie) y,
genérico (en
el
por tanto, por extensión, a
en sentido
la cultura
sentido del género generador), dejando
el
término
civiliza-
ción (de civitas) para referirse a las fases últimas de la evolución cultural
(podría hablarse de una tradición anglosajona en este sentido: Morgan, Tylor);
aunque en algunos
como
entendidas, no
(porque
en
es
casos,
como el de Spengler, las civilizaciones serán como fases terminales de las culturas
fases finales, sino
grandes ciudades de
las
en donde
las civilizaciones
la
cultura
se corrompe).
Sin embargo aquí nos interesa subrayar
toman quienes oponen
la tercera vía, a saber, la
cultura y civilización siguiendo
una
línea
que
muy cerca-
na a la que separa la cultura se reserve
precisamente
subjetiva y la cultura objetiva, pero de suerte que término cultura para referirse a la cultura subjetiva,
el
dejando civilización para
la cultura objetiva: tal es el
caso de
la
Historia de la
de Guizot (siguiendo a Mirabeau y Turgot), de La civilicinco primeros siglos del cristianismo de Emilio Castelar, o de La
civilización europea
zación en
los
civilización árabe en
mán, Historia de cristianismo,
diéndola
de
entre
el
suerte de participación
la civilización, sí del
civilización, tal
hoy cubre
como
se
los individuos
siglo,
mantiene. Lo demuestra
se le atribuyera,
compartido por
De
haría
un
ale-
la Filosofía del
En
logran alcan-
España,
cubría grosso
término cultura en sentido objetivo. Sin embargo,
de civilización
Francia...).
que
Espíritu objetivo.
como se utilizaba el pasado
ambos términos
tórico,
se dice,
cultura en los cinco primeros siglos del
término cultura en su dimensión subjetual, enten-
utilizará el
como una
no de
zar, si
La
o La cultura árabe en España).™ Sin embargo, en
Hegel
derecho,
España de Lévi-Provengal (no
la cultura europea.
el
el
concepto
modo lo que la diferencia
hecho de que a
la idea
como componente esencial, un momento his-
las diversas
naciones homologas en escala (España,
esta suerte, la civilización
de
la
nación española (por ejemplo
sus costumbres, su artillería, su ciencia, sus instrumentos musicales) se
supondrá formando parte de perjuicio
de que
la
la
misma
civilización
de
la
nación francesa, sin
nación española estuviese más adelantada o más retrasada
en algunos aspectos; en cambio, cuando más tarde comience a hablarse de
la
cultura española (o de la cultura francesa) en sentido objetivo, lo que se
10
En
los finales del siglo xrx,
densidad de
títulos
cuando aún sonaban
alemanes en donde figura
Illustrierte Kulturgeschichte
la
(Viena, 1880); Kobb,
los ecos del
Kulturkampf de Bismarck,
Kulturgeschichte der Menschheit (Leipzig, 1884);
Jurisch, Grundlage der Philosophie der Kultur (fieúín, 1890); Schafer, Geschichte (Jena, 1891);
und Kulturgeschichte
Grupp, System und Geschichte der Kultur (Paderborn, 1892); Schurtz, Urgeschichte der
Kultur (1900); Lamprecht, Die Kulturhistorische Methode (1900); &c. &c.
(pfí
Gustavo Bueno,
la
palabra cultura es sin duda notable: jaulmann,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
Prehistoria
subrayará es
la
de
la
idea de cultura:
(como
el
término cultura
connotación his-
«progreso»). Leemos, por ejemplo,
las
hombres entre
relaciones de los
las
las luces,
sí
y experiencia de
los siglos ligada
la línea
en que
concepto de civilización (Caballero era de origen francés)
la idea
de cultura en sentido objetivo se retrotraería a
vilizadas (a sus «culturas»)
una cultura más, a
y
como
la
estructuradas en torno
la «civilización»,
cultura
la
como
Idea
muy
próximo
al
que
concepto de cultura subjetiva. Podría
podemos encontrar en
anglosajona es una filosofía de la cultura subjetiva o,
filosofía
que implica
el
entendimiento de
que equivaldría a decir que
tiva; lo
considerada
que podrían considerarse
sentido subjetivo de
al
afirmarse que la «filosofía de la cultura» que
una
sociedades preci-
las
consecuencia del relativismo
núcleo original, primer analogado o esencia de la cultura,
precisamente algo
fía clásica
la aplicación
referirnos ahora a las concepciones filosóficas de la cultura
como
y
se sitúa
saber, la nuestra, la europea.
Teorías filosóficas de
proponen,
sólo después,
término cultura a
cultural, se reaplicaría el
Tenemos que
desenvolvi-
doctrinas máximas, nociones o ideas moralizadoras, producto
perfeccionada de generación en generación». Desde
de
culturas, sin per-
la fuerte
1880: «Civilización = cultura, ilustración, progreso de
miento de
este
55
Diccionario general de la lengua española de don José Caballero, hacia
el
de
I
algo compartido por diferentes naciones) propia de la «civiliza-
ción» (identificada incluso, a veces, con
en
«cultura subjetiva»
se utilizaba el
en sentido objetivo, éste incorporaba precisamente tórica
la
autonomía estructural supuesta para ambas
de sus semejanzas. Ahora bien, cuando
juicio
idea de
la
la
la
cultura
como
si
la filoso-
se prefiere,
cultura subje-
orientación subjetualista de la filosofía
antigua persiste en nuestro siglo, por no hablar de los siglos intermedios.
En tir
efecto,
no nos parece
del naturalismo (o
muy arriesgado
se prefiere, del
si
No
antropológica de los griegos. lista
te
de
de lo
los antiguos, la alto, visita
explicar esta circunstancia a par-
zoologismo) casi constante en
tratamos de menospreciar
que
siglos
visión
ange-
concepción de un alma, demon o nous que, proceden-
a los
hombres para
dirigirlos,
distinguiéndolos de los ani-
males. Porque este angelismo tiene en todo caso distinto del
la
la tradición
más
un signo enteramente démones
tarde desarrollarán los cristianos. Los
antiguos no son sobrenaturales; son una parte de la Naturaleza, son ellos mis-
mos
Naturaleza. Por
ello, el
otras entidades demoníacas,
alma humana aparecerá siempre envuelta por por inteligencias corpóreas que habitan
caliginoso o incluso los astros; a veces, descienden al cuerpo
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
el aire
humano como
© FGB 201
a
1
56
El
I
una
mito de
cultura
la
con frecuencia
cárcel;
estas
almas han residido antes en animales o van a
volver a residir en ellos (metempsícosis, metemsomatosis).
males tienen el
logos,
según muchas escuelas antiguas. Desde
hombre habrá de
ser visto
como un animal
o bien
demás, será precisamente por sus carencias
los
tanto es sujeto corpóreo, o bien
demás,
porque
es
propiedades subjetuales (hábitos) que
La mejor exposición de bre.
la
No
está constituida
Somos
antigüedad.
ia el
que
el
demás
esta idea
de
la
aún no
está ya constituida,
idea de cultura, los concep-
hombre como un animal
al
nom-
idea de
nosotros quienes desde nuestro
que Protágoras expone desde coordenadas
Protágoras presenta, en su mito,
ani-
probable-
es
diálogo de este
de cultura objetiva
la idea
como primera modulación
tos antropológicos
misma
los
reino.
concepciones
estas
de los
permite adquirir
en su modulación subjetiva, puesto que
en
horizonte actual, en
reconstruimos
precisamente en
se diferencia le
vista
diferencia de
de más subrayar que Protágoras no expone aquí una
cultura, ni siquiera
su
mismo
que pone Platón en boca de Protágoras, en
estaría
si
que
los ani-
punto de
si se
ponen por encima de
le
primera de
la
que,
logos superior
males, sin por ello dejar de formar parte de su
mente
este
que,
relativas,
como un animal
dotado de un
está
También
naturalistas.
a quien desde
creación la imprudencia y torpeza de Epimeteo ha privado de los
atributos necesarios a todo animal para sobrevivir: carece de garras, de colmillos,
de
pieles,
de
instrumentos que enseñará
alas,
&c. Por
le faltan
ello tiene
que acudir Prometeo y
(robándoselos a los dioses); después,
virtudes políticas, sin las cuales los
las
hombres
darle los
Mermes
le
se destrozarían
mutuamente.
Ahora
bien,
y aunque
una prefiguración
del
el
mito de Protágoras pueda
dogma
cristiano
de
ser interpretado
dones del Espíritu Santo des-
los
cendiendo sobre
los
serán elevados
orden sobrenatural) en realidad, a nuestro entender,
encierra
un
al
(el
Septenarium¡ a través del cual
significado opuesto por completo.
Protágoras con ese
hombres,
momento
el
dogma cristiano de
los
como
La semejanza
los
del
hombres el
mito
mito de
dones del Espíritu Santo se acaba en
del descenso de los dones. Pues
no
sólo los contenidos de los
propio descenso, desempeñan papeles totalmente distintos en
dones, sino
el
uno y otro
caso.
En
el
cristianismo los dones del Espíritu Santo elevan
al
hombre, ya completado según su naturaleza, a un estado sobrenatural. Pero los bienes
que Prometeo ofrece
por naturaleza
les
a los
correspondían,
fue responsable Epimeteo. Por
si
ello,
hombres
son, en cambio, los bienes
no hubiera sido por en
el
la «caída»
de
la
que que
fondo, esos bienes de Prometeo son
sucedáneos de bienes y dotes naturales, son instrumentos artificiales, tecnológicos, puestos a disposición de un sujeto operatorio que había sido privado
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
de
Prehistoria
idea de cultura:
la
la
idea de
la
1
«cultura subjetiva»
I
57
de sus dotes naturales. Lejos de ser dones sobrenaturales son en cierto modo, cabría decir, aparatos ortopédicos proporcionados para suplir las carencias
según su extensión,
naturales. Pero,
con los bienes culturales; de en
tura,
los aparatos ortopédicos se
donde inferimos que
como
entendida muchas veces
rigor, es
sujeto reconstruido
lo
confunden
que hoy llamamos
cul-
«cultura del sujeto», de
con prótesis destinadas a suplir
un
de origen.
insuficiencias
Esta concepción instrumentalista y subjetualista de la cultura cobró también
un inesperado vigor en Alemania, en
años treinta de nuestro siglo (Bolk,
los
Alsberg, Klages, Daqué). Es, de hecho (cuanto
al
instrumentalismo),
la
con-
cepción más extendida entre los sociobiólogos de nuestros días o, sencilla-
mente, entre todos quienes tienden a ver cas
mismo
(el
mundo
reconstrucción del
—
sino historia
propio que
como un sucedáneo de
el
hombre
ción de algo «sobreañadido a
simplemente
—que no
como una
tenía naturaleza,
la cultura subjetual,
la
La definición de
la
que nos
la
la
idea
no
sea tanto su condi-
naturaleza para suplir sus deficiencias» sino
condición positiva de «algo sobreañadido por aprendizaje».
por
la cultura
el
aprendizaje (a través de la cual, «cultura» se
opondrá a «natura», como aprendizaje a herencia, o como memes a genes) llegado a convertirse en los psicólogos
una norma
los etólogos.
y dad su orientación hacia gía
y la
el
Con
modelo
ello, la
idea de cultura consolida en reali-
modo,
la psicolo-
con
la cultura subjetiva (subjetual).
dente) a
de Aristóteles, y después, la de los escolásticos, podría tomarse como segundo tipo de concepciones. La cultura subjetiva será entendi-
un
sujeto sustancial
co cuya forma
es
que
espiritual.
es el
cualidad (posón) y
El término latino habito debe ponerse en
la categoría
«Necesitamos un nombre para
unidad de transmisión raíz griega,
el
llamada
nuevo
ella
replicador,
un
misma
la
categoría de
hábito (éjein)
—que
sustantivo que conlleve la idea de
una unidad de imitación. "Mimeme"
se deriva
una
de una apropiada
pero deseo un monosílabo que suene a algo parecido a "gen". Espero que mis amigos
me
perdonen
Dawkins, El gen
El
cultural, o
acci-
hombre, como compuesto hilemórfi-
correspondencia con dos categorías aristotélicas bien distintas:
Gustavo Bueno,
La
del
da como un conjunto de hábitos, como algo sobreañadido (como un
clasicistas
ha
etología de nuestro siglo recuperarán la corriente tradicional que ten-
filosofía
11
1
vigente, desde hace varias décadas, entre
subjetualismo, o dicho de otro
día a identificar la idea de cultura
la
pre-
dones naturales, puede ser puesta entre
los
de suerte que lo que se subraye en
paréntesis,
desde categorías biológi-
necesitaba para vivir).
Pero obviamente esta connotación de senta
la cultura
Ortega, por ejemplo, tendía a ver la cultura
si
abrevio
egoísta (1976),
mito de la cultura
[1
mimeme y lo dejo
en meme [pronunciado "men"]», dice Richard
traducción española, Labor, Barcelona, 1979, p. 281.
996], séptima edición, Barcelona
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58
El
1
mito de
la
cultura
—n
algunos traducen por tener o estar intrínsecos de la sustancia este
punto no
es
nada
humana
claro
Los hábitos-cualidades son accidentes
.
que, por su naturaleza espiritual (aunque
en Aristóteles) puede
ser
determinada a través de
sus actos según sus fines; la cultura subjetiva equivale aquí a la educación
o volitiva (dado que son
intelectual
las facultades del
entendimiento y de
la
voluntad aquellas que se consideraban susceptibles de hábito), orientada a generar virtudes (intelectuales o morales) en
La
la
sustancia (subjetual)
humana.
célebre fórmula de las Tusculanas de Cicerón, cultura animi autem philo-
sophia
est,
está referida
no
y ha
sión «intelectual» de esa subjetualidad,
«concepción intelectualista de
que
el
sí
(cuando
se
toman
caso, los hábitos,
in concretó)
indumentos
sujeto corpóreo recibe de los
do »). 13 En todo
la
dimen-
sido por ello tachada a veces de
En cuanto
la cultura».
a los hábitos, en
sen-
el
no ya propiamente como
tido de la octava categoría, habría que interpretarlos
indumentos, pero
además a
sólo a la cultura subjetual sino
como
determinaciones
las
(«estar calzado», «estar toga-
en esta acepción
categorial,
son también
accidentes que, aun procedentes ab extrínseco de los indumentos, recaen tam-
bién sobre
en
la lista
la sustancia, es decir,
son subjetuales. Así pues, concluiremos que
de categorías de Aristóteles no figura ninguna identificable con
idea de cultura;
las
más próximas son
los hábitos
de
la tercera categoría
la
y los
hábitos de la octava categoría. Aquéllos son, desde luego, en cuanto cualidades, reducibles a cultura subjetual,
y
aunque proceden de entidades
éstos,
extrasomáticas, son también, en cuanto accidentes, subjetuales. concluir, por tanto, ser asimilada
que desde
las
coordenadas
en su tabla de categorías
la idea
El término cultura, por consiguiente,
que más adelante llegarán a
significante de los materiales
constituir la denotación de la idea genérica de siglos,
a la idea de cultura subjeti-
va o subjetual. Es importante advertir además que, pese a tual la
que
es
propia de esta modulación de
como
cultura del espíritu
ca,
solamente podría
de cultura subjetual.
como
comienza remitiéndonos, durante
cultura,
aristotélicas
Podemos
la
genericidad vir-
la
idea (en cuanto aplicable tanto a
a la cultura del cuerpo subjetivo, a la cultura
a los modales, &c.), sin embargo, de hecho,
y durante
siglos, ella
físi-
no ha
sido utilizada sistemáticamente para referirse a los múltiples contenidos
12
Para
un
análisis
de
Bueno, Teoría del cierre 2, pp. 13
la
categoría hábito en
el
contexto de
categorial, parte 1, sección 2, cap. 2,
las
demás
categorías véase
Gustavo
§31-§4l; Pentalfa, Oviedo, 1993,
vol.
425-490. «Habitus nihil aliud
est
quam
vestís, si in abstracto
summatur aut
tur in concreto», Francisco Suárez, Disputación 39, sección vol. 2, p.
II,
2.
esse
vestitum
Véase Teoría del
si
448.
(pñ Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
summa-
cierre categorial,
© FGB 201
1
Prehistoria de
la
¡dea de cultura:
la
¡dea de
la
O
denotativos virtualmente cubiertos por su genericidad.
términos genéricos, de extensión equivalente,
—
cultura (subjetual)
tales
como
«cultura subjetiva»
bien serán otros
que competirán con
los
59
I
el
de
— o bien serán
educación, formación, crianza
términos más específicos que nos remiten, no ya a
la cultura subjetiva
gené-
sino a alguna especificación de esa cultura subjetiva. Así, Gonzalo de
rica,
Berceo dice: «ca non so tan letrado por culto...».
fer otro latino»
y no «ca no so tan
Santa Teresa de Ávila escribe en una de sus cartas
(la
numerada 22,
hablando de una tercera persona): «como no soy tan letrada como
que son
sé lo
«como no soy tan
parecida, escribiría:
ella,
no
probablemente una monja de hoy, en situación
los asirios»;
como
culta
no
ella,
que son
sé lo
los
asirios».
Es una cuestión del mayor de lado,
la
que nosotros tenemos aquí que dejar
interés,
término —aun en por menos, — comenzó comienza ya ejemplo, cuándo de un grupo o de una —de un dados — a de «educación ya
de determinar en qué circunstancias
su modulación subjetual a otros términos,
cultura
el
a «reabsorber» o,
genéricos (por
a cubrir,
lo
a preferir
se
hablar de «cultura musical»
gene-
individuo,
ración de individuos
musical»)
hablar
específicos
(cuándo y por qué se prefiere hablar de «persona muy culta» en lugar de «persona muy letrada»). Pues no se trata de un mero cambio de palabras; en general
que un cambio de palabras envuelve siempre un cambio
suele admitirse
de conceptos. 14 El proceso en virtud del cual
el
término cultura va sustitu-
yendo, reabsorbiendo, cubriendo, &c., a otros términos (genéricos o especí-
hay que vincularlo con
ficos)
el
de cultura como idea genérica
como
mos),
mito,
como
proceso y,
mismo de
la
en concreto (según
constitución de la idea la tesis
que mantene-
idea mítica práctica. Sin duda, este proceso de gene-
ralización de la idea de cultura subjetiva
no
es
independiente del proceso de
desarrollo del mito de la cultura objetiva, del proceso por el cual llegará a
parecer insípido o poco significativo, para citar
en
el
libro
14
preludio de este ensayo, rotular
que pudiera
Maravall
titularse Historia
(Antiguos
y modernos
:
como
de
lo
cita a
la
Historia del Teatro de la Ópera
el
uso del término cultura adquiere un sentido
que habrá que determinar la
Jerónimo de
José,
los griegos
quien en
y
el siglo
latinos»:
XVII dirá
no deja de
como
Gustavo Bueno,
El
mito de
la
el
novedad, que no se niega, se si
esta
novedad
moderna de cultura. Maravall que España «viene hoy a exceder a toda la flori-
ser revelador
uso del término cultura se haya producido en relación con
modernos y precisamente en
es si la
idea de cultura subjetiva o bien
idea objetiva de cultura que venimos designando
da cultura de
un
pues se diría que
visión de la historia e idea de progreso hasta el Renacimiento>
mantiene como una generalización dentro de implica
ejemplo que hemos puesto
la cultura operística-,
2 a ed„ Alianza, Madrid, 1986) ha sostenido que
nuevo precisamente en España;
el
idea
que el
este
primer testimonio del nuevo
tema de
la
disputa de antiguos
contexto histórico de la naciente idea de progreso.
cultura [1996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
y
6o
lo
mito de
El
I
que
cultura
la
justifica
no
historias
No
—
lo
que confiere importancia, dignidad o
que sean
es
deja de sorprendemos
riendo
de
historias
la
una y otra vez
término genérico cultura para
el
interés
música sino historias de la
o conferir importancia o
desde luego, a otros términos
(y,
genéricos de extensión aproximada); términos que, fuera del tor
de
nueva idea de
la
cualquier caso,
no
cultura, parecen perder importancia
se trata
a esas
capacidad que ha ido adqui-
justificar
dignidad a otros términos más específicos
—
la cultura.
de un proceso único; pues
proyectar su luz sobre los contenidos que en
manto
marco genérico
el
representan:
él se
protec-
y dignidad. el
En
suele
adjetivo
democrático justifica, en nuestros días, y confiere dignidad a muchas formas
de comportamiento que, consideradas en char «respetuosamente» esa dignidad o al
menos
mismas
sí
majaderías que suelta
las
el
—por
—
nen de
aunque sean
mundo con
un marco democrático. Algo el
las
de
y ponderadas por lo que tiemedida en que se contemplan
delira, serán actitudes justificadas
«talante democrático», es decir, en la
incluidas en
,
escu-
el
perderían
esa importancia. El «espíritu de diálogo», la actitud
tolerante o transigente ante cualquier tipo de opiniones,
un vidente que
ejemplo,
interlocutor
similar ocurre en gran parte del
Ayudar a un mendigo dándole unas mone-
adjetivo cristiano.
un comportamiento que será justificado en lo que tiene de «comporal margen de esta consideración tal comportamiento
das es
tamiento cristiano»;
podrá cería.
condición de una incitación a
ser rebajado a la
mismo
Pero tampoco es lo
galardonar a
un
la
pereza o a la trapa-
individuo, tras su compor-
tamiento cívico ante un incendio, subrayando en
el
galardonado su condi-
ción de cristiano o bien su condición de español, de catalán, de europeo o de
hombre. El comportamiento puede
muy diferente
según
marco
el
Lo más importante
es
ser el
es
comportamiento en
sí
ción,
y
lo
que hay
culadas con
por
la
sucio»:
el
mismo, como
mayor
sentido, al
modo
gloria de Dios;
no cabe limpiar
el
si
lo
contemplamos.
los
el
comportamiento de su
aislar el
lo
que importa
es
solamente
el
demás fuesen todos accidentes sin
de interpretaciones
marco de
interpreta-
alternativas,
pero vin-
sinecoide. «San Ignacio limpiaba su caballo
don Quijote limpiaba
caballo,
en
la
ser valorado
suyo porque estaba
el
medida en que
margen de todo contexto de
comportamiento podrá
que
desde
hay comportamientos
es la posibilidad
núcleo de
interpretación es
imposible
no cabe suponer que
No
la
clasificatorio
que
interpretación, pues
extrínsecos o adventicios.
mismo, pero
justificación
sea y,
una operación con por
mismo
ello, el
positivamente desde algunos marcos y
negativamente desde otros.
En
cualquier caso, la distinción disyuntiva entre la Naturaleza
Cultura,
Gustavo Bueno,
tomando como
El
mito de la cultura
criterio el aprendizaje,
[1
aunque
996], séptima edición, Barcelona
sea
2004
muy útil
y
la
en múl-
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1
Prehistoria
del sistema nervioso) es
cación en
de
la teoría
este criterio es
muy
de
cultura:
la
idea de
dudosa en otros
En
la cultura.
un reduccionismo
un reduccionismo
tura;
idea
ia
«cultura subjetiva»
la
I
61
contextos (en realidad aquellos que se dan a la escala fisiológica del aná-
tiples lisis
de
efecto, lo
que
sobre todo, en su apli-
y,
resulta
de
la aplicación
de
subjetual (intrasomático) de la idea de cul-
tan enérgico que obligará a dejar fuera de esta idea a
componentes intersomáticos y extrasomáticos que habrán de ser interpretados instrumentos, prerrequisitos o subproductos de la cultura, entendida
sus
,
como meros como
cultura subjetiva. Sobre todo,
un
de distinción ni siquiera
tal criterio
y la vida huma-
tiene fuerza para reconstruir la distinción entre la vida animal
que habrá que reconocer a
na; pues la cultura
los animales
De
sino sólo a aquello que es susceptible de aprendizaje.
como
considerar
co de
«culturales» conductas tan naturales,
como puedan
la expresión,
las aves
La
o
no
incluiría,
componentes extrasomáticos o intersomáticos
algo interno, a los
como
(sociales),
aquí, la tendencia a
en
el
sentido biológi-
de volar o de cantar de
serlo el aprendizaje
aprendizaje de construir lechos de hojas de los póngidos.
el
diferencia entre conducta aprendida
nente, en efecto, para establecer
es perti-
una discriminación entre Cultura y Natu-
humana y cultura
raleza, ni entre cultura
y conducta heredada no
animal.
En primer
lugar, es gratui-
to tratar de reducir la idea de «Naturaleza» (en cuanto incluye a los animales
y
se
to
opone a
que tan natural
alas
como
otro
el
modo,
puede
al
como hemos
es,
terreno de la «conducta heredada», pues-
dicho, en
un ave
el
tener (genéticamente)
aprender a moverlas, ayudada por sus progenitores;
o,
dicho de
Naturaleza (hereditaria) y Cultura (aprendida) escala conductual (no ya a la escala genética o neu-
la distinción entre
a
ser irrelevante
que
rológica), puesto
ra animal,
humana)
la cultura
no por
el
la
aprendizaje sólo puede tener significado
el
hecho de
ser aprendido, sino
por
como
hecho de
el
cultu-
ser apren-
mismo modo a como tampoco el aprendizaje de constituye un trozo de cultura humana). Sólo algunos
dido a una cierta escala (del la
guía de teléfonos
contenidos de entre aquellos que puedan ser incorporados a un sistema nervioso a través de
un aprendizaje pueden
pueda
serlo el
de
la
un
significado cultural,
se integran
dición «carácter social» al
llegar a tener
en un contexto operatorio y social, como caza cooperativa. Pero no es suficiente introducir la con-
por ejemplo, cuando
como una condición
aprendizaje, para conferir a éste
un
yuxtapuesta
ad hoc, desde
significado cultural;
tal
fuera,
condición ten-
drá que ser derivada de los propios contenidos aprendidos: éstos son los que
han de hacer que
la
cultura sea social (y
contenidos sean culturales). ra
una dimensión
En segundo
no
la socialización la
lugar, para
cultural (ya sea animal,
que
el
que hará que
los
aprendizaje adquie-
ya sea humana) ha de considerarse
conectado internamente con objetos, intersomáticos o extrasomáticos; pues
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
62
mito de
El
I
la
cultura
únicamente en función de
estas objetividades
ratoria (o cuasioperatoria). El canto
cabe hablar de conducta ope-
aprendido por un ave podrá comenzar a
considerado cultural cuando haya sido aprendido no a
ser
adquiere un reflejo córtico-visceral, sino a
la
conducta «operatoria», con intervención de parte,
modo
interna con la
los
músculos
inmanente,
al
modo
armonía preestablecida).
criticado a
Por otra
estriados.
se desenvuel-
de una mónada leibniciana, sin conexión
entorno (aunque estuviese engranada aparentemente con
el
De
se
aprende una
se
no cabe hablar de una «conducta operatoria innata» que
va de un
por
manera como
la
manera como
hecho,
el
él
innatismo de K. Lorenz ha sido
fondo por D.S. Lehrman; Tinbergen ha
insistido
cómo
en
la
con-
ducta se moldea en cada especie no en virtud de unas pautas rígidas e inmutables,
modo
innato necesita de un
los bastoncillos
de los renacuajos, que
puesto que todo lo que está dado de un
medio para
que
desarrollarse («al igual
preprogramada
sólo funcionan expuestos a la luz»); otras veces, la conducta es
inmadura y necesita una suerte de moldeamiento por realimentación de
(como ocurre con
ejecuciones primerizas
el
canto de los pinzones, estudiados
por W.H. Thorpe), según pautas ideales ( Sollwerte); citaríamos a J. Sabater
cuando observa que nidos,
aunque
Pi,
chimpancés nacidos cautivos no saben construir
los
componentes «fragmentarios» de
sí
las
esa conducta (sentarse
sobre los montones de hojas, acercarlos a su cuerpo...); la conducta nidifica-
dora (¿y quién se
atrevería,
madre, con
la
que
los
en virtud de una mera definición
de «natural»?)
retirarle la calificación
estipulativa, a
por observación de
sería adquirida
chimpancés pasan hasta cinco o
con
seis años,
—
ción de aprendizaje, pero
—
diríamos, por nuestra parte
la posi-
una
bilidad de observar la conducta de nidificación hasta dos mil veces;
la
situa-
no coyuntural o
«contingente», sino peristática una combinación de imprinting e imitación, ,
sin excluir ensayo
y error, pero tan
a ser condición de supervivencia),
;
aprendido to
y
los ral»
está
(a partir
es
la
superponible a
imbricado biológicamente con
ellos
que, la
cuanto que
—
lo
cultural,
es necesaria
la
conducta de lactancia.
evidentemente,
ser tan natural
innato
según
la
(la
cedentes del cuerpo de
la
realidad, implica es
una
es «innato» es
es
tan «natu-
como puedan
el
uso del con-
totalmente gratuito (en
El
como lo Hay pro-
metafísica monadista de tipo leibniciano), así
llamar «cultural», en cuanto que no es natural, a lo «aprendido».
Gustavo Bueno,
mito de la cultura
[1
lo inna-
los estímulos pro-
madre). Restringir, por convenio,
que
como
—
para su supervivencia,
de succión, que se realimentan con
lo
dicotomía
conducta de mamar, en
definición
serlo los reflejos innatos
cepto biológico de lo «natural» a
la
dicotomía natural/cultural. Lo
de modelos externos) puede
mamíferos, aun aprendida para
,
como pueda serlo
Estamos ante una situación en innato/aprendido no
natural biológicamente (pues incluso llega
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
Prehistoria
la
idea
de
cultura:
do genéticamente
es,
en
las
no puede darse en
puesto que sólo se da en
tampoco
es
aprendida o
Podremos
idea de
la
el interior
I
63
la
especie); pero esta coexis-
conjunción de organismos (que ya está dada y
artificial ). 15
en resolución, que
afirmar,
no hay
de cada organismo no hermafrodita,
el
reduccionismo subjetual de la cul-
tura al plano del aprendizaje, en general, tiene
mucho de
concepción residual de
la metafísica concepción del sustancialismo espiritualista e
cultura.
«cultura subjetiva»
especies gonocóricas, la coexistencia de organis-
heterosexuales (sin esta coexistencia
tencia
la
que no son innatos, pues tan natural como un rasgo hereda-
cesos naturales
mos
de
Por lo demás,
las tesis
de
la
inmanentista de la
interconexión (sinexión) de
la cultura
y de la cultura objetiva no excluye la posibilidad de una reducción conceptual que nos lleve a considerar estas interconexiones desde la perspecsubjetiva
Es
tiva subjetual.
cultura animal relativo
que
y
no excluye
decir,
como
tura aparece
la perspectiva
desde
la cual la
idea de cul-
En cualquier caso, la oposición entre humana habrá que derivarla del incremento del peso
cultura subjetiva.
cultura
y extrasomática) va adquiriendo en la humanidad, incremento que implica la constitución de nor-
la cultura objetiva (social
evolución de
la
mas que hagan
posible
el
progreso de desarrollo de «operaciones rutinarias»
en confluencia conflictiva con otras operaciones o rutinas que tienen lugar en el
espacio socializado.
15
cia
de
Gustavo Bueno,
Estas cuestiones están tratadas la cultura»,
El
con más
detalle
en nuestro artículo «La Etología
en EL Basilisco, núm. 9 (2a época, verano 1991), pp. 3-37.
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
como
cien-
1
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
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1
2
Nacimiento y maduración de la idea metafísica de cultura en la filosofía alemana La Idea
moderna
(metafísica) de Cultura desborda sus acepciones
subjetivas tradicionales, pero sin desprenderse de ellas
—
La idea de cultura objetiva
la «idea
—
moderna» de cultura
,
cuyo naci-
miento y maduración intentamos reconstruir, aunque sea de un modo esquemático, no la consideraremos aquí como una mera acepción nueva que, sien-
do simplemente
distinta de la acepción tradicional (la subjetual), hubiera
sido agregada a la idea antigua, a la idea de cultura subjetiva. Por de pronto, si
nada tuviese que ver con
ésta,
no quedaría explicada
la
razón en virtud de
mismo
término, cultura, y no por otro (algunos intentos en este sentido no han prosperado; el más señalado, la propuesta de
la cual se la
designa por
el
Frobenius, con su neologismo paideumá). tura
toma de
la
aunque no derive exclusivamente de ampliación interna suya.
hecho de que para
logos de nuestros días
la cultura,
como una simple metonimia de Es preciso comprender
el
la
el
ella ni
En ningún la
la
nueva idea de
cul-
acepción tradicional ya
nombre, porque
se
apoya en
ella,
pueda entenderse como una mera
caso se trata de
ble pacíficamente o yuxtaponible a la el
realidad, la
acepción tradicional (acaso de
generalizada probablemente en España)
contraprueba
En
acepción
mayor
una acepción acumula-
inicial (y
podría servir
como
parte de los sociobiólogos o etó-
en sentido objetivo, siga siendo tratada cultura en sentido subjetivo).
peculiar proceso dialéctico que tiene lugar en la
constitución de la idea de cultura, en sus dos modulaciones de cultura subje-
y de cultura objetiva (objetual). Hablamos de una segunda modulación de la idea tal que, lejos de dejar inafectada a la acepción primetiva (subjetual)
ra (que
de
tal
ha terminado siendo un concepto categorial-ecológico),
modo que
Gustavo Bueno,
El
mito de
lo
la
transforma en una
cultura
[1
lo
modifica
modulación secundaria, siempre que
996], séptima edición, Barcelona
2004
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66
la
mito de
El
I
cultura
la
nueva idea de cultura
la
entendamos (según su modulación de «cultura
morfbdinámica» que presentaremos más
no ya históricamente,
la originaria, si
O,
que
lo
es lo
sí
tarde, cap. VII)
desde
el
punto
como
la esencial
mismo, siempre que supongamos que
la idea
de cultura
objetiva es la idea de cultura por antonomasia. Ella proyectará sobre
cepto de cultura subjetiva una luz
modo
ción, en cierto tro
punto de
no
tiene
el
con-
en una modulaLo que nos conduce a nues-
lo transformará
partida: la acepción del término cultura en su sentido subjetual
por qué considerarse originariamente en
o psicológico;
y,
más
bien,
sí
misma como una modu-
un concepto
de hecho, ese término podría
categoriai, etológico
ser sustituido
por otros
tales
educación, adiestramiento, domesticación, condicionamiento, aprendizaje,
Por tanto,
&cc.
que
oblicua, de la idea esencial.
lación de la idea de cultura. Es,
como
tal
si la
acepción subjetual puede comenzar a ser considerada,
como
incluso en los animales,
algo distinto del aprendizaje, de la domestica-
ción o del condicionamiento, es en tanto que modulación de
de cul-
la idea
tura establecida después de la constitución de la idea de cultura objetiva, esto dicho sin perjuicio de tiva
que
la
Un semicírculo
que
y
primitiva (históricamente) acepción subje-
haya desempeñado un papel decisivo en
objetiva.
propia constitución de
la
gira sobre su diámetro genera
la idea
un volumen
esfé-
pero sólo una vez que hemos alcanzado este volumen podremos consi-
rico;
derar te,
y
sistemático.
al
como un
semicírculo
como una
corte o sección de la esfera,
y no, simplemen-
figura dibujada en el plano.
La idea de cultura
se
como como una
conforma, por otra parte, en primer término,
idea de cultura sustancial (no accidental, en
sentido aristotélico),
el
idea metafísica (retrospectivamente, por nuestra parte, consideraremos a esta idea
como una hipóstasis de la idea de
«cultura morfodinámica»). Caracteriza
a la Idea metafísica de Cultura su contraposición a
como un mundo ser
una
especie
anterior a los
más
pensada como un arrollado
hombres y en
el
del orden de los primates.
mundo
una vez que
el
«envolvente» (no
hombre
Naturaleza, entendida
la
cual los
hombres no dejan de
La Cultura también
como un
será ahora
«espíritu interior» des-
apareció sobre la Tierra).
La Cultura
sus-
tantiva es objetiva, ante todo, porque envuelve al individuo y a los indivi-
duos, que se supondrá nacen y se forman en cuanto personas en su seno. La cultura envuelve a los individuos a la rior a ellos,
también
manera como
españoles o hispanoamericanos que lo hablan
gua
es
una de
las principales
probablemente uno de
El
lengua materna, ante-
como
mito de la cultura
los principales prototipos
[1
lengua primera);
dimensiones del nuevo «Reino de
de
metafísica de cultura nos remite precisamente a ese
Gustavo Bueno,
la
los envuelve, precediéndolos (el español es anterior a los
la
nueva
mundo
996], séptima edición, Barcelona
2004
la
la len-
Cultura»
idea.
}
La idea
envolvente que,
© FGB 201
1
Nacimiento y maduración de
sin confundirse
con
el
la
mundo
desempeñar
pues sólo a su través
los
como
en
la filosofía
alemana 67 1
natural (geográfico, astronómico, &c.), pre-
tende, sin embargo,
es decir,
idea metafísica de cultura
el
papel de «verdadera patria del hombre»;
hombres entran en
la existencia
personas que hablan, que ocupan
un
como
hombres,
tales
lugar social en la ciudad,
que encuentran un orden moral o jurídico capaz de regular sus vidas y organizar una producción que permita subsistir a esos hombres y a sus hijos en su propia patria
y no meramente en su vida
animal. Por tanto, la cultura (que
incluye los estilos diversos de la producción),
al
mismo tiempo que hace
a los
hace diferentes de otros hombres con culturas diversas y los enfrenta, a veces hasta la muerte, con ellos. La idea metafísica de cultura com-
hombres,
los
porta una visión «holística» de
la cultura, es decir, la visión
de cada cultura
como una totalidad global sistematizada que se comparará muchas veces con un organismo viviente. La cultura objetiva, en su acepción metafísica, será presentada como una «interconexión espiritual de partes» que se comunican entre sí un mismo aliento (la arquitectura, la literatura, la música, las leyes, &c.), transmitiéndose una misma «espiritualidad» (por la lengua, por las instituciones jurídicas, por la música, por la tecnología,
por
el
modo de
Se comprende por tanto que
la
como
Cultura,
será
la religión
forman parte
los
anima-
implique connotaciones normativas y soteriológicas. Pues una cultura no está ahí dada, como un simple hecho; es también un
una vegetación que
envolvente normativo para los individuos que forman parte de
oponen a los
y hasta
idea metafísica objetiva, en
tanto es opuesta a la «Naturaleza salvaje» (de la que les),
por
morir).
los
que viven en
otras culturas.
hombres deben hacer para mantener su
y que
ella
se
Es un envolvente que dice lo que ser o su identidad
en
el
seno de la
humanidad, y quiénes son aquéllos contra los que tienen que enfrentarse para salvarse. En este sentido la cultura es soteriológica. La cultura, en efecto, está pensada
como una
realidad que eleva a los
hombres sobre su condición de
animales, los salva de la condición de animales naturales y los exalta a la con-
dición de habitantes de to realización del arte, el
un
reino
conocimiento superior,
estos Reinos, los
más
valioso, el
Reino del Espíritu. Reino
Reino del
En
la religión, la libertad.
hombres, que han salido sin duda de
llegar a controlarla, ajustarla a
Hombre
en cuan-
en donde florece
(o Reinos)
el
cuanto súbditos de
la Naturaleza,
su medida, a «humanizarla»
y,
pueden
hasta cierto
punto, a reabsorberla en sus propias mallas. Se llegará a decir que la Naturaleza podrá llegar a tomar «conciencia de
Cultura humana. Porque el
si el
«cosmos» llega a
«microcosmos», ¿qué otra cosa
cuanto envuelto por
Gustavo Bueno,
El
es el
sí
misma»
ser consciente
«microcosmos» sino
a través de la
de
sí
el
la cultura?
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
mismo en
hombre en
1
68
mito de
El
I
cultura
la
Es esta idea metafísica de
más
lación
la
aunque no
representativa,
representación que ha tenido lugar en lugar en
el
Un
de
la única, del
un
«mito de
la
modu-
Una
la cultura».
escenario filosófico, es decir, en
un
que los mitos suelen manifestarse (o disfrazarse) bajo la forma de
como
Ideas filosóficas tales
&c.
como
cultura la que consideramos
escenario para
la filosofía
«Hombre», «Libertad»,
«Naturaleza»,
«Espíritu»,
cual escribieron sus libretos las principales figuras
el
alemana, desde Herder y Hegel hasta Cassirer o Spengler. Sin Ortega,
—
duda, también han escrito para ese escenario autores no alemanes entre los españoles
—
.
Pero los papeles siguen estando inspirados en
los libre-
tos alemanes.
de Cultura objetiva no es una idea eterna,
La Idea metafísica
sino una creación de
filosofía
la
La idea metafísica de cultura no priori de la razón
(a la
de Progreso).
lo sería la idea
gen,
humana
una idea
eterna, ni siquiera
manera como,
si
Si lo fuera, tendría
y más bien tendríamos que
Media, entre
es
alemana
poco sentido buscar su
rastrear la presencia
los filósofos griegos
de
esta idea
la
la tesis
16 ,
ori-
Edad
De
de que
Idea de cultura, en su sentido moderno, se encuentra ya, desde luego, entre
los griegos (por ejemplo, el
en
o incluso regresar hasta los Vedas.
hecho, no faltan cuidadosos investigadores que han sostenido la
una Idea a
hiciéramos caso a Nisbet
Marvin
Harris); acaso
porque
se
han deslizado por
lado subjetivo de la idea de cultura. También es verdad que otros investi-
gadores (como A. Dempf,
mantienen
la tesis
de
la
I.
Niedermann, A. Krober y C. Kluckhohn, &c.) la idea de cultura, como idea que no
modernidad de
se encontraría antes del siglo XVII. 17
Tampoco
a propósito de la idea de progreso hay unanimidad en los inves-
tigadores a propósito de su antigüedad:
greso nace, XVIII,
16
aunque con precedentes, en
y contra
él escribirá
bis
la
su libro Nisbet.
sostiene
que
la
idea de pro-
revolución industrial, en
En
este ensayo
el siglo
nos adscribimos a
Robert Nisbet, Hístory of the idea ofprogrese, Basic Books, 1980 (traducción española de
Enrique Hegewicz, Historia de 17
Bury18
la idea de progreso , Gedisa, Barcelona, 1981).
Niedermann, Kultue Werden und Wandlungen
des Begríffes
und seiner Ersatzbegriffe von
Cicero
y C. Kluckhohn, «Culture: a critical review of concepts and Peabody Museum, vol. 47, Universidad de Harvard, 1952. Alois Dempf,
Herder, Florencia, 1941. A. Kroeber
definitions», Papers of the Filosofía 18
de la cultura. Revista de Occidente, Madrid, 1933.
John Bagnell Bury, The Idea
ducción española de
(pñ Gustavo Bueno,
El
Elias
ofProgress;
an Inquiry
into
its
Origin
and Growth, Londres, 1920
(tra-
Díaz y Julio Rodríguez Aramberri, La idea delprogreso. Alianza, Madrid, 1971).
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
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1
Nacimiento y maduración de
la
la
idea metafísica de cultura en
alemana 69
la filosofía
I
posición de quienes defienden la modernidad de la idea de cultura, es decir,
a la
que sostiene que hay una «idea moderna» de cultura irreducible
tesis
idea antigua, es decir, que la idea de cultura,
como
idea característica de la época «moderna», y protestante de los siglos XVIII y XIX.
más concretamente de
la idea
de progreso, la
Es indudable que sólo desde esta perspectiva puede plantearse
mente es
cuestión de su génesis histórica. Pues
la
si
la idea metafísica
una idea moderna, habrá que preguntar: ¿por qué
no
se constituyó antes,
en
la
por ejemplo, en
edad media musulmana, o en
o irrelevante
la
la
la
edad de
es
a la
una
Europa
estricta-
de cultura
se constituyó? ¿Por
qué
medieval o
la cristiandad
edad antigua? ¿Debe considerarse casual
época histórica de constitución de una idea que pretende
ser
«intemporal»? La cuestión de la génesis, ¿no debe, en todo caso, circunscribir-
de descubrimiento,
se a los contextos
es decir,
no debe mantenerse
al
margen
de los contextos de justificación? Sin embargo habría que tener en cuenta que
no siempre
la estructura
cuando nos referimos a génesis
pueden
de una idea las
ser trascendentales
génesis determinada arroja del mito.
En ningún
aparecer ex nihilo. el análisis
también
caso
en
el
donde
momento de la
las
cuestiones de
crítica,
dado que una
una
luz crítica decisiva sobre la propia estructura
una
idea,
La cuestión de su
cuya eternidad negamos, habrá podido génesis envuelve, entonces,
sociológico de la época en la que
el análisis
de su génesis, sobre todo
es segregable
estructuras míticas, en
suponemos
no solamente
se constituyó, sino
histórico orientado hacia la determinación
de
las
ideas pre-
una nueva idea no un tiempo determinado, como
cursoras dadas en épocas anteriores a las de referencia; pues
brota únicamente de una sociedad dada en parece brotar la serpiente de
procede de otro
reptil y,
un huevo que yace
además, ha tenido que
solitario
ser
en
el arenal: el
huevo
fecundado.
Sin embargo, en este capítulo, no tratamos de la génesis del «huevo» del cual
pudo
salir la
idea metafísica de cultura; esta cuestión la abordaremos
adelante (cap. IV).
de establecer
la
Ahora supondremos
el
«anatomía» del embrión en sus líneas generales. Estas líneas
pueden considerarse organizadas en dos planos dientes, dadas sus íntimas interacciones:
tiene
más
huevo ya fecundado y trataremos
una intención ontológica, en
la
uno de
distintos pero
no indepen-
ellos es el ontológico (el
medida en que considera a
que
Idea de
la
Naturaleza y con el Hombre); el otro es gnoseológico (tiene una intención gnoseológica en la medida en que considera a la
Cultura en su relación con
cultura
como
objeto,
cias del espíritu
la
en función de un conjunto de ciencias llamadas cien-
o ciencias de
la cultura).
En sus fases más
pranas, la Idea de Cultura se proyecta mejor en
el
embrionarias y tem-
plano ontológico
(sin per-
juicio de sus derivaciones gnoseológicas); en sus fases últimas, se proyecta
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
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1
70
mito de
El
I
cultura
la
sobre todo en
todo
el
perder
(sin
plano gnoseológico, pues el
a defender la
de
«ciencias
según
tesis
cuanto idea metafísica, se incubó en la
idea metafísica de Cultura es
tomado (como ocurre
sido
idea de cultura interesará sobre
una nueva
anterior interés) en función de
denominadas precisamente
Vamos
la
como neologismo
nueva
línea,
pero
la
cuando quieren
adjetivo español cultural).
servir
el
el
adjetivo kulturelle
Tendremos necesidad de
verdadero instaurador de
el
idea que se designará con
pudo
expresada por
la tradición subjetualista
decir que, además, Herder fue probablemente
término haya
latino,
el
modo, que
otro el
tantas veces entre los alemanes,
término Ausbildung (lo que no obsta para que, a su vez, al
De
alemana.
una idea «alemana», aunque
a los alemanes para distanciarse de
de ciencias
idea de cultura objetiva, en
la cual la la filosofía
expresar ideas nuevas) del latín: Kultur,
haya servido de modelo
clase
la cultura».
la
término Cultura tampoco
podría haber aparecido íntegramente de una vez, en un autor, y como ex nihilo. No es fácil dejar de reconocer que Juan Bautista Vico, Scienza Nuova (1725), pisó
común de pisó la
terreno de la
el
los pueblos»;
misma
idea
al
que
misma
Feijoo,
«mapa
proyectar su
que Montesquieu (en 1748) habló tud
como la que mismo se diga
tal
idea bajo
el
Teatro crítico
2,
la
«naturaleza
1728) también
y cotejo de Naciones»; de las leyes» con una ampli-
intelectual
del «espíritu
después se atribuirá
rótulo de
(tomo
al
término «cultura de un pueblo»,
tal como Voltaire lo utilizó en y 1753 (El siglo de Luis XIV) o el término civilización de Mirabeau o Turgot. Pero una cosa es haber entrado y pisado un nuevo territorio, incluso advir-
lo
como
tiéndolo vés de
como
ellos,
del concepto de «siglo»
peculiar,
y
otra cosa es recortar sus supuestos límites
a
tra-
enfrentarlo a otros territorios ya previamente delimitados, tales
«Naturaleza cósmica», «Revelación divina», «Conciencia moral», «Arte»,
«Leyes» o «Costumbres». La vacilación de carácter metafísico, manifiesta torio
y,
y que
éste necesitaba
«Cultura», en
En
el
efecto:
un nuevo
sentido moderno de
podríamos considerar
Cultura objetiva
como
las
denominaciones
utilizadas,
que todavía no estaba definido
resultado de
rótulo.
Que
sería
el
nuevo
precisamente
y su
terriel
de
la expresión. la la
constitución de la idea «moderna» de
acción combinada de
tres
operaciones,
procesos o cursos de operaciones, cuyos resultados se entretejen unos con otros, reforzándose d)
y realimentándose: o curso de operaciones tendentes a
Una operación
tantificar o hipostasiar) a las obras
madas a
través
de
las
( opera:)
que
se
nos muestran
cpñ Gustavo Bueno,
El
vocal...
—
como
confor-
acciones humanas. Obras, o resultados, que se producen
según líneas específicas particulares (cerámica, música
de teclado,
objetivar (acaso a sus-
,
—y mejor aún: música
escultura, instituciones jurídicas, geometría). Esos pro-
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
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Nacimiento y maduración de
cesos de objetivación tienen
idea metafísica de cultura en
la
como
la
filosofía
alemana
I
71
efecto principal la disociación de las obras
(y sobre todo de sus concatenaciones con otras) respecto del agente o los agen-
humanos que
tes
producen
las
(artistas,
contenido «extrasomático» (respecto del cerámica
ra, la
casos,
porque
,
«cultura objetiva»
no
la
obra tenga un
—por ejemplo
artista)
— pero que en modo alguno habrá por qué
la
geómetras...).
alfareros,
juristas,
Disociación que podrá ser facilitada en los casos en los cuales
la
arquitectu-
circunscribir a tales
es sólo la cultura extrasomática.
La obje-
tivación o sustantificación de las concatenaciones de las obras de líneas espe-
dadas comportará un cambio de perspectiva en
cíficas
disponemos a
tratar
de
ellas.
(creaciones, producciones...)
comenzaremos a
tas,
En
momento en que nos
lugar de verlas desde la perspectiva de obras
de artesanos, geómetras,
desde
verlas
el
la
o
físicos, políticos
perspectiva de las obras objetivas
artis-
mismas
concatenadas según determinadas líneas que se habrán ido abriendo, en tanto constituyen «tejidos específicos», con una estructura objetiva cuyas líneas de desarrollo aparecerán
muchas veces en
la perspectiva histórica. El historiador
dejará de disponerse a relatar las sucesiones de
las
o de
—como
las
«opiniones (o acciones) de los físicos»
comenzar a
como
referirse al Desarrollo
hacía Fontenelle; en
el
de
la Física
«opiniones de los geómetras»
o a
la
hacía Teofrasto
Historia de
—
para
los oráculos,
lugar de la «Historia de los artistas» aparecerá una
Historia del arte de la antigüedad, la de
Winckelmann, por ejemplo.
b) Pero estas operaciones de hipóstasis, objetivación o sustantificación que
van siendo aplicadas a
más
las
diversas «líneas específicas» de la producción
humana, en gran medida porque unas van sirviendo de modelo a aunque pueden considerarse como condiciones
previas para la formación de la
no podrían haber conducido, por
idea de cultura objetiva,
idea (que es lo que sugiere A.
obra de Winckelmann,
la
Dempf y
otros,
cuando
moderna de
cultura).
sí
citan
mismas, a una
por ejemplo a
tal
la
Historia del arte de la antigüedad publicada en
Dresde en 1764, como un «precedente» o prototipo de idea
las otras,
La constitución de
gatoriamente, la totalización de
la
la
objetivación de la
idea de cultura requiere, obli-
la
integridad de esas diversas objetivaciones o
sustantivaciones que han ido produciéndose según líneas especificas (arte, poesía, cerámica, religión, derecho, geometría...), en
conjunto que integra unas líneas objetivas con
puedan
ellas
re-aparecer
te la
que
de
subjetividad,
la
recibirá el
una unidad
sustantiva de
de tal modo que todas
las otras
como partes de una entidad nueva, que será precisamen-
nombre de
como
«cultura», hasta entonces recluida
cultura animi. Por ello,
tampoco
en
el
campo
sería suficiente ate-
nerse a «integraciones parciales», es decir, a «subtotalizaciones» capaces de reunir en na,
una unidad sustantivada algunos haces de
por ejemplo,
Gustavo Bueno,
El
las líneas
mito de la cultura
[1
que
líneas
se refieren a los
996], séptima edición, Barcelona
de
la actividad
huma-
comportamientos, usos o
2004
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72
El
I
mito de
cultura
la
ceremonias sociales de un pueblo englobándolas bajo
el
rótulo
común de «cos-
tumbres». Las «costumbres», aun objetivadas, no constituyen aún
aunque la idea de cultura posterior haya de
«Cultura»,
como una de
siva
con
no podría
las
preexistente»
que
de
c)
por
la
integración de unas líneas específicas
como mera «propagación» de
se integran, salvo
la cultura objetiva.
integración o propagación de
tesis,
procesos de sustan-
los
como un
Y sólo
todo.
que
pida
se
el
Es preciso que
principio de la «unidad
este supuesto proceso
objetivaciones alcance
las
totalización
conducente a
nueva
la
un
límite, para
podría alcanzarse este límite,
de
que
unidad de
Idea, a la
cuando comiencen a actuar operaciones de otro orden, a
tal es
nuestra
saber:
Las operaciones orientadas a construir la oposición (dualista) entre ese
«conjunto haciéndose», a través de sustantivadas,
formada a
y
los
hombres o de
los pueblos,
de
las
obras
conjunto de contenidos constitutivos de otra «entidad» ya
el
de situaciones que, en general, serían consideradas como
partir
anteriores o independientes del
hombre, a
dicionalmente «Naturaleza». Es ahora, en Naturaleza (como se,
la
líneas específicas (arte, derecho, tecnología, religión...) a las
pueda hablarse de una la cultura
de
costumbres
otras líneas diversas determinadas; pero la totalización deci-
explicarse
de unas
tificación
demás, con
la idea
sus partes. El proceso de totalización puede, sin duda, conside-
rarse retrospectivamente iniciado
sustantivadas
incluir a las
según ritmos
la
saber, la entidad el
momento en
denominada
el cual,
tra-
frente a la
«obra de Dios») aparecerá una nueva entidad haciéndo-
de
característicos, a través
misma, de algún modo, a
los
idea de Cultura (cultura de los
hombres, y haciendo ella la nueva
los
hombres, cuando podrá configurarse
hombres o cultura de un pueblo o de los
diver-
sos pueblos).
Ahora titutiva
de
bien, es evidente la
que
nueva idea de Cultura, que
la Naturaleza, sólo
podrá
que consideramos como cons-
la totalización
tiene lugar por su enfrentamiento
llevarse a efecto
cuando
se
diferentes obstáculos capaces de impedir precisamente la integración
esos contenidos
Naturaleza, en
que
se
nos han ido apareciendo
una unidad nueva, en una unidad
propía Naturaleza. El principal obstáculo (no referencia
no podría
ser otro sino el teológico;
cristianismo reinante impedía dibujar
el
Cultura objetiva humana, requerido para
samente porque se
en
la
nueva
la
mayor
el
Gustavo Bueno,
El
como
los
mutua de
distintos
de
la
susceptible de oponerse a la
único) para la integración ue
pues
la
concepción religiosa del
dualismo entre la totalización
la
Naturaleza y
la
de esta cultura, preci-
parte de los contenidos que debían pasar a integrar-
totalidad, estaban incorporados a otra tercera, a saber, a la tota-
lidad constituida por el «Reino de la Gracia». luego, sino
con
hayan «despejado»
también
No
sólo las religiones, desde
los lenguajes, la moral, incluso el Estado, encontrarían
mito de la cultura
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996], séptima edición, Barcelona
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Nacimiento y maduración de
idea metafísica de cultura en
la
dificultades insuperables para ser consideradas
«Reino de
la Cultura»,
«Reino de
la Gracia».
puesto que
Desde
este
como
la filosofía
punto de
vista
I
contenidos de
comenzaban por
ellas
alemana 73
un nuevo
ser contenidos del
nos vemos obligados (y no
por motivos de mera erudición, sino por motivos conceptuales) a atenuar significado
que muchos atribuyen a
1744, para
la
se refirió, refirió
formación de
como hemos
también a un
que determinado,
la
idea
Scienza
la
moderna de
el
Nuova de Vico, publicada en cultura.
Porque aunque Vico
una «naturaleza común de
pueblos» y se ritmo regular (ternario) de sus desarrollos objetivos (aundicho, a
los
según Vico mismo, por un «mecanismo de des-
es cierto,
y razón) y aunque utilizó un criteque podría ser retrospectivamente
pliegue subjetivo» de sensaciones, fantasía
gnoseológico
rio
(contra Descartes)
utilizado para llevar a cabo esa totalización de las obras del factuní), prisionero
Vico de
común de
«naturaleza
la fe cristiana tradicional,
pueblos»
los
(a la
hombre
no podía
(el
verurn
transferir a esa
que en todo caso no llamó «cultura»)
los
contenidos del «Reino de la Gracia», que en ningún caso habrían podido
ser
producidos por
el
hombre. Tendrían que pasar décadas,
que en algunos lugares de Europa la
en
o que
el Sinaí,
se
la
no
un Dios o
conciencia de los hombres,
encima de está
ca confusión de
y aun
lado
«las
que
es
las
la integración límite
cosas
el criterio
de
El
en
al
se reve-
Espíritu
poniéndolos por
en
la
que hacemos
consistir la for-
las
si
obras del el
dignificada
fuera la «revelación» que el
propio hombre, a través de sus pueblos; ni está
hombre» englobadas en
contenidos alojados en
cirse a la
ellos,
del verurn facturn sea razón suficiente para
la Naturaleza,
bién a través de los
con
más heterogéneas en una «masa viscosa»
hombre hace
obras del
as al reino
como
Espíritu Santo que sopla directamente
se identifica
con una denominación nueva, Cultura, como espíritu del
Dios que
nueva idea (alemana) de cultura sea algo más que una gigantes-
la
probado que
el
para
propia Naturaleza. Lo que, en cualquier caso, de todos modos,
la
probado
mación de
Reforma transformase
encarna en Jesucristo, o que inspira,
Santo, a la Iglesia romana, en
en
la
las suficientes,
como
si la
hombre
el
reino de la Cultura
y
poner a un enfrentarí-
Naturaleza no se nos «revelase» tam-
(sobre todo de las tecnológicas),
«Reino de
la
como
si
Cultura» pudieran todos ellos redu-
condición de «obras del hombre», en
el
sentido del verum factum.
embrión de la nueva Idea de cultura se encuentra las obras de Herder
El embrión de la idea metafísica de cultura lo encontramos ya plenamente
configurado en
Gustavo Bueno,
El
mito de
la
la
obra de Johann Gottfried von Herder (1744-1803) Ideas
cultura [1996], séptima edición, Barcelona
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74
El
I
mito de
para una
la
cultura
filosofía
de
la historia
una
como Comienzo probable de la
historia universal en sentido cosmopolita,
una
alternativa a la idea
Hombre en
pero
(Ideen zur Philosophie der
historia del hombre o Ideas para
de 1784,
cultura que se
§83 de
la
necesidad de ofrecer
de Naturaleza de Rousseau y
la
encuentra en su Idea
tanto que es poseedor de «disposiciones naturales», sin duda,
y que requieren ser desarrolladas históricamente. Será la desarrolle mediante los antagonismos sociales lo que permita
hombre de su
na
naturaleza. Pero
ro
humano como
Por otra parte
estado de rudeza primitiva, a fin de entrar en su genui-
no puede
olvidarse
que Kant ve a
moral
la ley
jetiva, interpretada, eso
hombre
de
es el fin
es la
condición de
la
la libertad
sí,
como
es libre,
entonces es
que consiste en
humana. Con
la órbita
como
la
esto
cultura sub-
la
el
sistema teleológico); en
en
la felicidad,
humana
la cultura
medida en que
la
el
que puede conducirlo a su
voluntad del despotismo de
librar a la
de
cultura moral en su fundamento. Pero
Naturaleza (considerada
medida en que no busca únicamente
hombre
esta naturaleza del géne-
conjunto de disposiciones que definen a un género moral.
el
podría concluirse que Kant se mantiene todavía en
fin,
el
la
se enfrenta
características,
salir al
la
como en
así
con
también
Crítica del juicio teleológico)
de
humanidad
la
firmada en Weimar en 1784. Es cierto que Kant
Geschic.hte der Menschheit),
(en escritos tales
de
las
pasiones.
Nos
puro confusionismo considerar a Kant, como tantas veces como el fundador o uno de los fundadores de la idea de cultura objeel sentido de la filosofía de la cultura), metiéndole en el mismo saco
parece, por tanto, se hace, 19 tiva (en
que Herder, aun reconociendo
Kant en
la filosofía
de
cepción subjetiva de
que matizada con vos. Cabría,
hombre
se
tro siglo
la
discrepancias.
nuestro juicio
el
puesto de
cultura permanece en la línea de la tradicional con-
en
la cultura,
la línea
más morales y
tintes
A
de
animi de Cicerón, aun-
la cultura
prácticos
que
intelectuales-especulati-
además, reinterpretar las diferencias que a propósito del origen del
reconocen entre Kant y Herder desde
aún mantienen
arrollo encefálico
o a
la
los
las diferencias
zoólogos a propósito de
la
que en nues-
prioridad que
estación vertical pueda corresponder en
el
al
des-
proceso de
«hominización»: ¿se trataría de una mutación ortogenética, capaz de alterar
ángulos de
la flexión craneal,
o bien de un desarrollo de
los
llamadas «paradas
las
de intimidación» de los primates superiores? La conducta del «detenerse alzándose sobre
las
patas traseras», considerada
según algunos etólogos actuales, en
Herder precisamente defendió
19
Por ejemplo Alois Dempf, en su
Véase
(pñ Gustavo Bueno,
El
Científico,
mito de la cultura
nú m.
[1
1
origen de
la tesis (frente
20
Mundo
el
como conducta
Filosofía
adaptativa, estaría,
hominización. 20 Pero
la
a Kant) según la cual
de la cultura, cd.
cit.,
el
p. 45.
44 (marzo 1994), pp. 270-271.
996], séptima edición, Barcelona
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hombre
1
Nacimiento y maduración de
la
¡dea metafísica de cultura en
comienza a distinguirse de sus congéneres por su posición
filosofía
la
vertical
alemana 75 I
y no por su
cerebro (Kant diría, a su vez: «Por su razón»).
Herder ha usado
el
término cultura no tanto en subordinación a genitivos
o adjetivos que lo circunscriban o parcialicen («cultura del ra literaria») sino
de forma exenta,
que comprende, dentro de su antes significadas por
muchas de sus
cosas más.
sí
como
sustantivo, refiriéndose a
un todo
periferia, a diversas «entidades espirituales»
mismas (cultura
Cuando expone
o cultura
literaria
artística)
ya
el
humano
género
procede de otra raza precedente que habría sido destruida por algún
mo
otras
(y críticamente), al principio del libro
opinión de quienes defendían que
Ideas..., la
espíritu», «cultu-
X
actual
cataclis-
cósmico, del que sólo pudo salvarse un puñado de hombres que huyeron
a las
montañas (llevándose
que pudieron),
estos
reconstruir a su
modo
de
los restos
pocos hombres,
mundo
el
las artes, la inteligencia
cabo de
al
y
tradiciones
habrían podido
los siglos,
perdido. Por lo que tales hombres supervi-
podrían considerarse «como un istmo que une y vez dos culturas». En cualquier caso Herder se referirá únicamen-
vientes, concluye Herder,
separa a la te
humano que ininterrumpidamente
a la cultura del género
desde sus oríge-
nes se ha mantenido viva, sin paréntesis catastróficos, hasta cultura en la
medida en que
va e ininterrumpida, Si
la
el
él
adoptó, pues
cultura según su propia sustancia,
Queremos
dividual, suprasubjetiva.
histórica.
moder-
principal instaurador de la
nuestro entender, por la dominante
es precisamente, a
perspectiva histórica que
la
forma en virtud de una tradición acumulati-
en un proceso de con-formación
Herder puede considerarse como
na idea de cultura
ve
se
es decir,
a
el presente;
y
es
en
la historia
la historia es
decir:
como
se desenvuel-
esencialmente suprain-
no tanto por haber «dado
la espal-
da» a la cultura subjetiva, a fin de dirigir su mirada a otro lugar enteramente
mundo
diferente del
ya delimitada, hacia un
idea, «flotaba
en
el
cristiandad; pero
jetiva,
(¿por
mundo
la identificará
con
las
(concreta, existencial)
histórica
como
determinaciones subjetuales de
educación,
como
cultura subjetiva) alcanzar
cóncavo de
las
la
de
la
el
como
lado de la cultura subje-
capítulo
el
como
y,
de
la
condiciones objetivas de la
que envuelve a
la cultura
sub-
según
esto,
la historia. Es,
habría logrado Herder, partiendo de
cultura
(y,
fundamentalmente, de
la
formación de
la
proceso ordinario e insustituible para
sujetos individuales,
El
el
visto
envolvente de los hombres que,
en tanto que determinada una y otra vez por
merced a su perspectiva
Gustavo Bueno,
qué tendría que haberlo
ambiente». Procedía, según veremos en
Herder
misma realidad empírica
las
hombre
más bien por haber mirado desde
cultura?) sino tual,
del
la
lado objetivo y «envolvente», respecto de los
idea de cultura; de pasar, por decirlo
subjetividades al lado convexo de
una cultura
mito de la cultura [1996], séptima edición, Barcelona 2004
así,
del lado
objetiva capaz
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1
76
El
I
mito de
de moldear
modo,
la
cultura
la
la cultura subjetiva
de aquellas mismas concavidades.
el
desarrollo de la cultura
tivas, espirituales,
No
mentos
como
el
percibiremos
proceso de unas individualidades subje-
que desde su fuero interno («cóncavo»), deciden
de alcanzar por
fin
este
«concavidad subjetiva individual», hipostasiada o sustancializada,
podría quedar definitivamente desbordada o «reabsorbida».
ya
De
exteriores).
la cultura
cultivarse a
su libertad personal (aun valiéndose de instru-
Lo que percibiremos
es el
«concavidad subjetual misma», por tanto, de
proceso de moldeamiento de la
misma humanidad
la
individual
«porque cada hombre se hace hombre solamente a fuerza de educación, y porque toda la especie no vive sino en esta cadena de individuos» (Goethe expresaría este
mismo pensamiento de Herder en
todos los hombres puede vivirse (que
es,
por tanto, supraindividual, y en esto es preciso insistir una y otra vez) por Herder como tradición 21 Es, además, absolutamente nece-
es identificada
una
.
que Herder entiende en
sario subrayar
pla
Herder no sólo rechaza de
plural esa tradición, pues
línea única, sino múltiples tradiciones
sos pueblos, «familias, patriarcas
tivas
su fórmula famosa: «Sólo entre
humano»). Esta «cadena de individuos»
lo
la cultura
el
y fundadores de
tribus».
individualismo inherente a
las
(buen simpatizante del nominalismo
realismo ante rem de una
Humanidad
un Entendimiento agente
no contem-
que corresponden a
De
los diver-
este
modo,
concepciones subje-
inglés) sino
también
al
sustancializada a través, por ejemplo, de
universal al
modo
averroísta,
que borraría
las dife-
rencias entre esos diversos pueblos (o «culturas») confundiéndolos en la nece-
sariamente rebajada y abstracta «unidad del género humano». Ningún individuo se ha hecho hombre por sí mismo, dice Herder; por tanto, todos los
hombres
llamamos educación. Por
se lo
forman que
al
ámbito de cada «concavidad
la
educación
como
se
la
gracias a la «generación espiritual»
que
educación tampoco podrá circunscribirse
dado que
subjetiva», individual,
forma también
el
es
a través de
propio «género humano». Herder
recoge la idea, que Lessing había ya utilizado, de la «educación del género humano». Toda la Tierra habitada se le representa a Herder como la gran escuela de la familia cuales
humana, repartida en muchas
media alguna lección común,
Por otra parte,
la tradición
21 Sería necesario analizar la
no
es la
la
clases (aulas), entre las
transmitida por los primeros padres.
única causa moldeadora de
evolución de los matices asociados
al
los
hombres,
USO de términos como
dición (que tiene connotaciones políticas «derechistas» o conservadoras), patrimonio, herencia.
ámbito anglosajón
se utiliza el
término
heritage, algo así
como
Gustavo Bueno,
El
folclore a restos prehistóricos
mito de la cultura
[1
el
«herencia cultural», para designar
contenidos que incluyen patrimonio de Ínteres «cultural» histórico
ecomuseo que incluye
tra-
En
artístico
o de arqueología
996], séptima edición, Barcelona
y etnográfico: desde un
industrial.
2004
© FGB 201
1
Nacimiento y maduración de
la
idea metafísica de cultura en
la filosofía
alemana 77 I
precisamente porque éstos habitan lugares diferentes y están sometidos a fuerzas orgánicas de la Naturaleza también diferentes, que ya por sí solas
podrán formar tradiciones cación del género
diversas.
humano,
es,
La educación de nuestra
y orgánica
pues, genética
al
especie, la edu-
mismo tiempo
genética por transmisión y orgánica por asimilación. Pues bien: «Para darle
un nombre a esta segunda génesis dice Herder mos partiendo
—
este
—
modo Herder
,
extiende
la
del
hombre que abarca toda su vida, pode-
idea de cultura «que antes se reservaba para los
pueblos europeos» a los demás pueblos de
subrayando que
la Tierra,
la Tierra,
de
las
pregunta Herder, que no tenga su cultura propia? Herder ha
una metáfora geométrica para designar
utilizado
las dife-
qué pueblo
rencias entre estas culturas es «sólo de grado» (no de esencia). ¿Y
hay en
De
del cultivo del agro, llamarla cultura».
culturas propias» llamada a tener
la
«autonomía o
una gran fortuna entre
la
identidad
los antropó-
y geógrafos alemanes, con la pretensión de convertir esa metáfora en
logos
concepto
un
metáfora de los «círculos culturales»: «Toda nación
científico, la
tiene su centro de felicidad
en
sí
misma, como toda
esfera lleva
en
sí
misma
su centro de gravedad». Puede afirmarse, en cualquier caso, que Herder, en
medida en que
traslada la idea
la génesis espiritual del
escala
duo
de
Pues
y no
los diversos pueblos,
el
momento de
al
o, si se prefiere, la idea del
hombre
interesantes
de
menor asomo
es,
al
la
momento mismo de
hombre, entendida como un proceso que tiene lugar a
subjetivo, está configurando la idea objetiva
hombre
del
de cultura precisamente
y
la génesis
de cada indivi-
de cultura, como formadora
hombre como «animal
cultural».
sigue siendo, animal. Este es otro de los puntos
la filosofía
de Herder: su naturalismo
reduccionista, al
modo
de
más
radical, sostenido sin el
los antiguos (el
mito del Protágoras);
ni siquiera incorpora la concepción «ilustrada» (en su versión francesa o
de una naturaleza
inglesa)
Su perspectiva
pos.
de
humana
constante e invariante en todos los tiem-
historicista le preservaba
de
ello.
La humanidad procede
Naturaleza y son causas y disposiciones naturales específicas, más aún, (como decimos nosotros) con las demás especies (por ejemplo: el
la
cogenéricas
bipedismo,
el particular desarrollo
de su cabeza: «en
función de su figura que ahora tiene; por ella
el ser
humano todo
es
toda su historia y sin nada»); no cualidades de otro orden; aunque se llamen «naturales» (la ella se aclara
«razón» a la que Kant apelaba, precisamente en polémica con Herder), aquellas
que darán lugar a
la aparición del
creador de su propia naturaleza (aquí
Herder), de la cultura
como
si
fuese Dios:
organización;
Gustavo Bueno,
El
el
hombre como el espíritu
como una «segunda
naturaleza» creada por el
«Todo animal alcanza
hombre
mito de la cultura
[1
es el
ser natural y, a la vez,
de Espinosa sopla sobre
único que no
lo
hombre
que tiene que alcanzar en su
lo alcanza,
996], séptima edición, Barcelona
2004
precisamente porque
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1
78
El
I
mito de
la
cultura
su meta es tan bajo, tan tarde,
mezquino
es
alta,
tan lejana y tan infinita, y
con tantos obstáculos externos e
Y añade,
lado Nuestra
empezó en nuestra internos... Este
mismo, mediante
sí
el ejercicio, este
en un capítulo del último libro de
humanidad es sólo
«Así también, el semejante
al
la
tierra tan
comienzo tan
precisamente testigo de su infinito progreso. Es que
que conquistar por
tiene
seguridad».
él
hombre
el
grado de luz y
primera parte
ejercicio preliminar, capullo
titu-
de una flor futura:
hombre será el hombre: también el
capullo enri-
gidecido y agotado por el frío y el ardor del Sol adquirirá su verdadera figura, su entera y genuina belleza». (¿Quién puede dejar de ver en estas frases la
de Marx sobre
Humanidad» y el comienzo, en un futuro indeterminado, de una humanidad única, sin clases, dueña de sí misma y de la Naturaleza?) En cualquier caso, el reconociprefiguración de
las ideas
miento de todos
los
los
la «prehistoria
los diversos círculos. Para él,
no todas
las
de
de los
ese «reino
humana fundada por
con
los
germanos como
Nos el
el
tie-
en
la
que culminaría
no fue educado por
momento de
la cultu-
Pero Herder tiene buen los judíos,
y que fue
misma idea como el
reivindicar a Lutero
cristianismo, aprisionado dentro de rejas romanas).
al
arriesgamos, en conclusión, a afirmar que la idea metafísica de la cul-
tura o,
en
la Tierra»,
cristianismo alcanzó su universalidad (la
el
por Hegel en
héroe alemán que liberó
casi
tampoco
si se
prefiere, el
mito de
«embrión» de Herder.
riores desarrollos
modelo
la cultura, está
Con
esto
ya íntegramente preformado
no queremos
decir
que todos
los ulte-
de esta idea de cultura hayan de ajustarse puntualmente
originario,
sumo de
como
si
diversas maneras.
primitivo,
Primeros pasos de la política:
Como
la
el
al
fueran simples reproducciones, coloreadas a lo
También hay
versiones diferentes, variaciones,
incluso «mutaciones». Pero siempre podrán éstas contemplarse desde
modelo más
con
de
a la formación de esa cultura uni-
(dice Herder).
Cristo
cuidado de subrayar que Cristo
será reproducida
en
cielos
la nivelación (relativista)
culturas son iguales, ni
nen por qué contribuir del mismo modo
ra
la
pueblos que Herder proclama en cuanto esferas o círcu-
poseedores de una cultura propia no implica
versal,
de
el
modelo de cultura bosquejado por Herder.
nueva Idea de Cultura y su encuentro
Juan Teófilo Fichte
no pretendemos en modo alguno emprender aquí una
idea metafísica de cultura
(que, tal
como
la
hemos dibujado,
historia
está
de
la
por hacer),
nos limitaremos a establecer, y en esbozo, algunos hitos de esta historia con el único fin de «redondear» e ilustrar su significado.
(pñ Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
Nacimiento y maduración de
Ante todo, Juan Teófilo
idea metafísica de cultura en
la
Fichte,
como
al
marzo de 1806. Aquí expone Fichte su
mismo tiempo,
riano,
mundo y de
la especie
fo ni el historiador tienen
hombre como
—
humana
nada que
decir,
origen, sino sólo el Ser uno, intemporal
dado
y
con que
ni el filóso-
pues no hay absolutamente ningún
y
necesario». Fichte el
es
ha conocido
la
dialelo antropológico-, si
porque presuponemos ya
una paulatina aminoración de su grado, hasta
conceda
se
—
el
el ori-
razón. Es absurdo pretender elevar la sinrazón de la
la
Naturaleza, mediante «sólo
la historia» y,
hombre. Por
dice en la lección 9
hombre, y de su origen,
del
hombre,
al
de
firmada en
algo ya dado: «Sobre
que nosotros llamamos
invencible fuerza de lo
podemos hablar
I
más kantiano que herde-
derivar de la Naturaleza la historia del
contrario, parte in medias res del
gen del
Zeitalters)
«filosofía
su idea de cultura. Fichte es aquí
y no pretende
alemana 79
autor de Los caracteres de la edad
contemporánea (Die Grundzüge der gegenwartigen Berlín en
la filosofía
la suficiente serie
la
razón
de milenios hacer descender de
un orangután, en último término, a un Leibniz o a un Kant». La razón, el hombre racional, debe suponerse dado (diríamos, como una entidad sustancial activa
que
racional, ser lo
existir
por medio de
que
es).
en
se asienta
dadera finalidad del
sí
admitir
al
el
es el ser racional sino el llegar
que busca
la libertad (diríamos: la sustancia
vivido medrosos
medio de su mero
existir, sin
al
mismo
y rudos
mísera necesaria a
ser
llegar a
un pueblo
ciencia ni arte, se
tiempo, diseminados sobre toda la Tierra, han
salvajes autóctonos, sin
la posibilidad
de
la
ha de pretender
historia
ninguna
cultura, fuera de la
conservación de su existencia sensible.» explicar la génesis de la cultura,
suponerse también dada. ¿Qué
hombre?
es
entonces esta cultura en función de
Es, por de pronto, también,
en
La cultura debe
general. Propiamente, para Fichte la cultura es el todo, el yo.
se define el
a
estado de perfecta cultura de la razón. «Pero nadie impide
par que
Ninguna
Y entonces podría afirmarse que la ver-
Este supuesto nos llevará a admitir la posibilidad de
primitivo y normal que, por
encuentre en
misma).
humano no
la cual
una cultura subjetiva,
egoi-
hombre un ser distinto del salvaje, del bárbaro; pero esta como es tratada por Fichte, aparece inserta a su vez en un «envolvente» objetivo, a saber, la cultura objetiva ya dada como un material definido y propio para ser asimilado (y no como la forma subjetiva de lo que, forme, que hace del subjetividad, tal
cualquiera sea su contenido, pudiera ser incorporado mediante la educación del individuo,
por
el
aprendizaje). Esta cultura objetiva es, según Fichte
—
otra vez advertimos aquí su diametral oposición a Fferder pea.
Más
aún, la cultura de la raza blanca. Fichte plantea por
blema importante de
la filosofía
posibles las razas de la especie
Gustavo Bueno,
El
,
mito de la cultura
[1
de
la historia, la
humana, tan
diversas
996], séptima edición, Barcelona
—
la cultura euroello,
cuestión de
como
pro-
«cómo sean
en color y anatomía», por
2004
© FGB 201
1
8o
mito de
El
I
la
cultura
qué en todo tiempo, hasta
el
día de hoy, la cultura ha sido propagada exclu-
sivamente por extranjeros que llegan y se encuentran con habitantes originarios, más o menos salvajes, de las distintas tierras.
Diríamos que mientras que Herder logró pasar a de
tiva a partir
en
la
la idea
de cultura obje-
cultura subjetiva que debía ser transmitida por la tradición,
la
educación histórica del género humano, Fichte se eleva desde
ra subjetiva hasta la cultura objetiva a través del reconocimiento de
la cultu-
una
cul-
tura objetiva ya dada, la «europea», en tanto que es susceptible de ser trans-
mitida a los individuos
salvajes, tanto
como
a los niños, es decir, en tanto es
susceptible de ser transformada en cultura subjetiva. Sería suficiente, por tanto, advertir el tratamiento
que Fichte hace de
la cultura
como término que
denota un «material dado», supraindividual, tan complejo como europea», para poder afirmar que va.
Es cierto que
la cultura
él
animi de
la «cultura
está utilizando la idea de cultura objetilos antiguos,
aun
refiriéndose a
una
cul-
tura subjetual, se circunscribía, sin embargo, a la cultura de los griegos
romanos este
frente a los bárbaros, a los esclavos, incluso a los rústicos;
punto de
vista,
sería «cultura objetiva» era
como
que desde
para
momento en que
el
ellos la
término de desarrollo de
el
y
desde
también presuponía dada una cultura objetiva suscepti-
ble de ser «participada». Sólo
marcaba
y,
los
norma
hombres, dejaba de
cultura objetiva para confundirse con la
que después
lo
absoluta e intemporal que ser percibida
misma norma de
la
humani-
En cambio
dad más plena. la cultura europea para Fichte, y mucho más para Hegel, en la medida en que es contemplada como un conjunto de contenidos históricamente determinados, conformadores de los propios hombres,
podrá
ser percibida
como
y organizadora de las generay envolvente de una cultura his-
cultura envolvente
ciones sucesivas. Esta función conformadora
tóricamente dada no podría ejercerse sobre cada individuo,
implantado en
la
sociedad política, en
cada individuo aislado
es el
el
Estado.
Y así como
goce egoísta (subjetivo) de
si
no
estuviese
la finalidad
de
los bienes, así la fina-
lidad de la especie es la cultura, pues sólo a su través la especie puede desen-
volverse en sus individuos. El Estado es la organización que los individuos
constituyen para llevar a cabo la finalidad de
puede
que cabe
creer
establecer,
en su lección
la especie.
10, que
Con
esto Fichte
la finalidad del
Estado
es la cultura.
De
este
modo, Fichte
del Estado de Cultura.
está
Una
proponiendo por primera vez
idea que
maduró también
la
idea
(el
mito)
a través, sobre todo, de
alemana, y antes de que Bismarck (en 1871) levantase bandera del Estado prusiano el Kulturkampf, Bluntschli (en su
la filosofía política
como
Allgemeines Staatsrecht de 1852) había establecido una en otro tiempo célebre
cpñ Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
Nacimiento y maduración de
clasificación22
de
los tipos
la
idea metafísica de cultura en
de Estado en virtud de
la
filosofía
la cual,
alemana
además de
I
81
las
Monarquías y de las Repúblicas habría que reconocer los «Estados de Cultura», puesto que «los intereses culturales pueden determinar de forma especial la vida de
un
pueblo».
Fichte sigue diciendo:
en
más
particular, al
más
«Podemos considerar simultáneamente
perfecto,
como Estado en cada
de esta misma edad.
lata cultura
Con
los fines
edad,
como
Estado,
al
la
sede de
la
de esta cultura se halla en
contradicción y pone incesantemente en peligro la conservación del Estado el salvajismo, dondequiera que tropiece con aquellos fines...». termina: «Por
Y
injustos
que puedan parecer en
latinamente
de
estos fines, gracias a ellos se
primer gran rasgo del plan del universo,
el
la cul tura.
sí
promueve pau-
la difusión universal
Y según la misma regla se proseguirá incansablemente hasta que que habita en nuestro globo
la especie entera
se
haya fundido en una sola
república de los pueblos cultos». Fácilmente podían entender los nazis que la
«lucha por
de Bismarck era
la cultura»
Tierra, el pueblo alemán, lucha
Humanidad
a
la cultura
nismo
como
A
estalinista.
particular,
la
cultura alemana o, por lo
y de inmediato, a entender
la cultura asiática,
fin
el resto
de
los
pueblos modernos,
na y a quienes corresponde encabezar vosotros decaéis,
la
la
lucha
encarnada, a
la sazón,
por
el
comu-
de cuentas, Fichte había dicho en su Discurso a
nación alemana-. «Sois vosotros [alemanes] quienes poseéis,
que
la
sería el elevar a la
orientada hacia la extirpación de la cultura judía, de la
romana o de
cultura
lucha del pueblo más culto de
condición de discípula de
la
menos, de servidora suya; en por
la
cuyo último objetivo
humanidad
el el
germen de
la
más nítidamente
la perfectibilidad
huma-
humanidad
(...); si
desarrollo de la
entera decaerá con vosotros, sin esperanza de
restauración futura».
El
desarrollo de
Un
la
Idea metafísica
proceso dialéctico
muy semejante
de Cultura en al
el
sistema de Hegel
que hemos creído poder constatar a
propósito de Herder y de Fichte es posible advertir también en Hegel.
22
Que
pasaría a los manuales de derecho político: véase
Manual de Derecho
Político
,
Me
por ejemplo Luis del Valle Pascual,
Biblioteca de Iniciación Jurídica, Librería General, Zaragoza, 1941,
319 páginas, quien expone, en este contexto, ideas de Holtzendorff, Bluntschli, Burgess, Jellinek y Carré de Malberg; y concluye afirmando como tesis propia: «El Estado tiene tres fines permanentes esenciales, a saber: Fin de Derecho nacional, Fin de Cultura nacional. Fin de Solidaridad nacional»
(pfí
Gustavo Bueno,
El
(p.
126).
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
82
mito de
El
I
la
cultura
refiero al proceso
jetivo hasta su si
bien, ahora, el
ya en su
muestra,
de transición de
momento
objetivo,
momento
la
la cultura el
que
idea hegeliana
sub-
un marco
subjetiva) se nos
supraindividual, envol-
mismo momento
es el
subjetivo de
nos da ahora en función del «Espíritu objetivo», que
es la
más próxima a la idea de cultura objetiva y que, en alguna
oca-
se
sión, se determinará explícitamente
He
como cultura
subjetivo (la cultura,
origen, conceptualizado en
y propiamente praeterhumano. Pues
vente,
momento
idea de cultura desde su
dotado de capacidad de reabsorber a aquél;
aquí, ante todo,
cómo queda
como
por Hegel
«transfigurado»
«cultura de
una nación».
concepto de
el
la cultura
«Como
animi de Cicerón en
la Filosofía del
Derecho de Hegel (§187, R):
dadanos del Estado,
los individuos
son personas privadas que actúan por su
ciu-
propio interés; y como este interés es obtenido a través de lo universal, que aparece así como un medio, el interés de la idea no se explícita en la con-
miembros de
ciencia de los individuos idea,
que no
es
la
sociedad
enteramente consciente en
civil.
rio
de
las
la libertad, a la
interés
el
de
la
que
los individuos, es el proceso
eleva su individualidad natural a la libertad formal
mal del saber y
Aquí,
a la universalidad for-
y
vez por la necesidad natural y por lo arbitra-
necesidades y que da una cultura a la subjetividadparticular» [subra-
yado nuestro] Por
vo
la cultura, la sustancia se
llegará a determinarse
observa que sólo quienes,
un
hace sujeto, espíritu
libre; el espíritu objeti-
como espíritu absoluto (arte, religión, saber). Hegel como Rousseau, suponen un estado de naturaleza,
estado de inocencia primitiva de
las
costumbres, pueden llegar a ver a
la
como exterior, postiza, incluso corruptora. Pero un tal estado de natuEn realidad, según Hegel, es un estado de privación, salvajismo y opresión. Hegel llega a decir que «La cultura [en su momento subcultura
raleza es fantástico.
jetivo]
es la liberación
y
trabajo de liberación superior,
el
transición hacia la sustancialidad infinita subjetiva...,
nos muestra espíritu».
el
valor infinito de la cultura
La cultura subjetiva
en
este
punto de
punto de
vista
como momento inmanente
del
es posible, por tanto, tan sólo en el contexto
del Espíritu objetivo (de la familia, del Estado
una
y
el
sobre todo, de la
y,
Sittlichkeii)-,
idea cuya abstracción cuasimetafísica se nos concreta vertiginosamente
la Filosofa
de
la Historia
(Introducción
II,
Determinación próxima del
principio de la Historia universal) hasta casi tomar las proporciones características
del concepto de cultura objetiva tal
«antropólogos científicos» de
la
como
será utilizado
época positivista (que, por
por
los
cierto, se olvida-
rán tenazmente, una y otra vez, de Hegel en el momento de mirar hacia sus precursores). «Lo universal, que en el Estado se destaca y se hace consciente, la forma bajo la cual todo lo que existe queda puesto es aquello que, de un ,
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
Nacimiento y maduración de
modo
que
forma de
recibe la
la filosofía
de una nación. Pero
general, constituye la cultura
minado que creta
idea metafísica de cultura en
la
el
alemana 83 I
contenido deter-
generalidad y se halla en la realidad conmismo del pueblo.»
la
es el Estado, es el espíritu
Por último, recordaremos
manera
la
dialéctica,
muy
explícita,
según
la
cual Hegel entendió la relación entre los diversos círculos o esferas de culturas objetivas.
En cada época,
daderamente
universal; la guerra es,
entre los estados soberanos, Filosofía el
de
la Historia
curso según
cual
el
turas)
que portan
que a
la
Los al
sazón
le
la
sólo
el
una de
juicio
han tenido lugar
los
antorcha de
había llegado
a la
la
la
un gravísimo
para dar lugar a
pueblos (de
las cul-
universalidad, para sugerir, en particular,
evolución de
la
Idea metafísica de Cultura
Hombre y de
Naturaleza que
error estratégico (un error al
del árbol único (raíces subterráneas
un tronco bien definido
se
aproximan
o simpatizantes aquejados del
las ideas,
denominado «síndrome de chovinismo
esquema o modelo
la
objetivo mostrar
hora a Alemania.
algunos historiadores alemanes de ser
de
los relevos
Precisamente
la Tierra.
como
caminos abiertos
que podría
de Dios sobre
única relación posible
la
de Hegel (podría decirse) tiene
enfrentarse con las Ideas de
Constituiría
entre las culturas existentes es la ver-
por otra parte,
del
reflejo») utilizar el
que vienen de
que brotan
las
lejos
ramificaciones
cada vez más frondosas y enmarañadas), para analizar los cursos de desarrollo de la idea de cultura, tanto cuando se explicita en teorías de la cul-
visibles,
tura
como cuando
se ejercita
en
las
investigaciones científicas o en las prácti-
cas llamadas «culturales», a partir del tronco constituido
por
la filosofía clási-
ca alemana (Kant, Herder, Fichte, Hegel). Pues con semejante esquema, aun
reconociendo
raíces subterráneas
—
italianas (Vico), francesas
Turgot, Helvetius), inglesas (Ferguson)
mientos últimos de lógicos,
la idea
de cultura
—
se
(Montesquieu,
tenderá a ver en todos los trata-
(filosóficos, científicos, políticos, ideo-
de Dilthey a Durkheim, de Morgan a Boas o Krober, de Marx a
Bismarck o Lenin) ramificaciones del tronco alemán. Sin duda, arborescentes son
muy fértiles
los
esquemas
historiográficamente hablando, pues permiten
descubrir algunas líneas genealógicas efectivas en la frondosidad de la vegetación; pero la
mayor
parte de las veces las líneas de derivación establecidas son
y no porque las ramas no procedan de algún tronco, sino porque además del tronco de referencia, otros troncos con raíces distintas, y incluso en los casos en los cuales las ramas de los diversos troncos se
aparentes, existen, éstas
hayan «anastomosizado».
(pfí
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
No hace falta,
en resumen, para librarnos del mode-
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
84
mito de
El
I
cultura
la
lo del árbol, prescindir
de
él,
No es un árbol,
tiplicarlo.
contribuyen a
reduciéndolo a cero; por
sino
formación de
la
que son la
varios,
el
contrario, basta
mul-
de diferente vigor, aquellos que
frondosa vegetación que tenemos a
la vista
para analizar. Contribución múltiple que no excluye que, en un período dado, un árbol determinado (coincidiendo con circunstancias favorables del
en
terreno,
con
este caso,
el
auge político e industrial de Alemania hasta
las
dos últimas guerras mundiales) haya podido proyectar su sombra mítica
Lo importante, en
sobre los demás.
el
momento
del análisis, es determinar las
diferentes especies arbóreas constatables en la vegetación visible, puesto
desde una al
perseguir
origen.
el
Para proceder a
en
el
la
sentido dicho,
ter generalísimo
determinación de una pertinente taxonomía de especies,
vamos a atenemos a ciertos
pero que no por
También
asunto.
es cierto
que
eilo el
desde
el
criterios ontológicos
de carác-
dejan de tener una puntual aplicación
al
sistema de coordenadas alternativas que
vamos a presentar ha de entenderse como
que
lo
es,
como un
sistema etic
cual pretendemos identificar las diferentes concepciones de la idea de
que emic no siempre coinciden punto
cultura
que
determinación estaremos en condiciones para no confundimos
tal
a
punto con
las líneas del siste-
ma de
coordenadas. Por supuesto, habrá que ajustar terminologías, y asimismo, no habrá por qué excluir la posibilidad de que una misma escuela se
mantenga ambiguamente
entre las líneas del sistema analítico; sólo
que
esta
como un argumento crítico contra la como argumento crítico contra el sistema analítico formas, la coincidencia es mucho más alta, y aún sorpren-
ambigüedad podrá
ser interpretada
escuela analizada, tanto
mismo.
De
todas
dentemente más bles
de
lo
que podría esperarse dentro de márgenes
tolera-
de interpretación.
Hemos tura como
definido la perspectiva ontológica para aquella que,
englobado por lógicas,
ella)
el análisis
tomando como punto de
preguntamos por
lleva a
las relaciones
que
puede mantener con
tal
de
la idea
de
las ideas
de
sistema constituido por
la
de cul-
referencia a esa idea, nos
idea (por tanto,
otras ideas
el
«material»
reconocidamente onto-
en función de algún sistema de coordenadas. Atengámonos
ma clásico el
alta,
al siste-
ontología especial, desde Bacon a Wolff, a saber,
las ideas
de Dios, de Naturaleza (o
Mundo
cósmi-
y de Hombre. Podremos entonces concretar nuestra delimitación de la perspectiva ontológica para el análisis de la idea de cultura en cuanto conco)
tradistinta
abren
las
de
la perspectiva
cuestiones concernientes,
en abstracto,
al
modo
— diciendo
gnoseológica
no ya
al «ser
El
la cultura»,
escolástico o «existencialista», sino a ese
realidad espiritual de la cultura en relación
Gustavo Bueno,
de
—
que, desde
con
las
mito de la cultura [1996], séptima edición, Barcelona
ideas
2004
ella, se
nos
considerada
mismo
ser o
de Dios, de
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1
Nacimiento y maduración de
la
idea metafísica de cultura en
alemana 85
la filosofía
I
Naturaleza y de Hombre. Hemos de suponer también que, tras la «inversión teológica» que consideramos característica de la época moderna (una inversión por la cual Dios deja de ser «el ser en la
considerar
el
que
el
desvanece prácticamente, es decir, tiende a resolverse en
Hombre, o en ambas
En
Mundo
el
o en
el
cosas a la vez.»
«edad teológica», cabe
la
racionalmente
se resuelven
Hombre» para constituirse en el ser «desde el cual podemos racionalmente a la Naturaleza y al Hombre») la idea de Dios se
Naturaleza y
«Reino de
los contenidos del
decir,
la
Cultura» se resolverán una y otra vez en Dios y serán contemplados (pero no filosóficamente, sino teológicamente, en nombre de la fe) desde la Revelación
que Dios tuvo a bien proporcionarnos:
reinaban por
los reyes
la gracia
Dios, los libros sagrados habían sido escritos por inspiración divina,
de
las len-
guas positivas procedían del castigo que Yahvé impuso a los hombres con ocasión de su proyecto de torre de Babel, las
do que
libros sagrados, lenguas, leyes morales,
de ese futuro «Reino de
En
ritu». el
la
mismas
por Dios después de
ser reveladas
Cultura»
la
época moderna, todos
al
hombre. Pero
&c. son precisamente
que ha sido reducido
los
por
la
mundo
Naturaleza (de
Ahora bien, (o el
mundo
O
A)
lugar en
poner en relación
como una
seno de
«extraterrestre») sin
incluso por causa
la
espí-
contenidos que hoy englobamos bajo
«campo
el
campo de
gravita-
un
lugar
gravitación de la Idea de
cósmico) o de la Idea de Hombre.
cósmico) se nos abre
bien el
al
contenidos
los
Idea de Dios, pero no para pasar a ocupar
exento, absoluto, sino para entrar bajo
reyes,
«Reino del
el
rótulo «cultura» irán paulatinamente desvinculándose del
torio» inducido
habían teni-
leyes morales
la caída del
el
«Reino de
la alternativa
creación que, desde
Naturaleza (de
la
el
la Tierra,
Cultura» con
de concebir a principio,
Naturaleza
la
la cultura:
y aun teniendo
pero acaso también del cielo
embargo, constituye una creación emergente, sui generis
sui,
sos naturales (que se
,
que
la
hace irreductible e incomparable con
supondrán teleológicamente ordenados
al
los proce-
nacimiento
del Espíritu).
O
B)
hasta
bien
el final,
reducción de
como un
en la
los procesos del
cultura
Podemos considerar cultura,
23 la
y
Para
el
la
proceso enteramente inmerso, desde
humana la
Mundo
El
natural (sin que ello signifique
primera alternativa
como un
segunda como un materialismo de
[1
una
espiritualismo de la
la cultura.
De
este
concepto de «inversión teológica» véase Gustavo Bueno, Ensayo sobre
mito de la cultura
principio
a las culturas de otras especies zoológicas).
economía política. La Gaya Ciencia, Barcelona, 1972, pp. 133-140.
Gustavo Bueno,
el
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
modo,
las categorías
la
de
86
El
I
mito de
división
la
cultura
bimembre de
concepciones filosóficas generales según su ontolo-
las
en esplritualismo y materialismo (división que sustituyendo «espiritualismo» por «idealismo» se corresponde con la que propuso Fichte y fue recogida por Lenin) se nos reproduce aquí a propósito de la filosofía de la cultura.
gia,
Conviene advertir que, desde nuestra confundirse sin más con
mo
de
la cultura
puede presentarse (como
naturalismo sui generis.
Hay que
hablamos de
en un sentido
«espíritus»,
no tenemos por qué entender de
la
perspectiva, el materialismo
naturalismo, puesto que también
el
vemos por Herder) como un
lo
tener en cuenta, en efecto, que cuando filosófico
y no meramente
«animista»,
esas «sustancias fantasmagóricas, incorpóreas»
época teológica; puesto que «Espíritu» significará ahora «principio crea-
no dependiente en su causalidad
dor, poético»,
constituida por
intrínseca de la Naturaleza,
orgánicas, de la cual, sin embargo,
inorgánicas
las especies
y puede extraer sus materiales (explícitamente suele para
no debe
el esplritualis-
el
hombre una «segunda
materialismo de
la
cultura
naturaleza»).
ción» de estos contenidos la
inspirado por
que
la cultura es
los
al nivel
contenidos espirituales, una «degrada-
zoológico
(el
mismo Marx, o
«cultura espiritual») sino, sobre todo, en
el
en
el
contexto de los procesos cósmicos sin por
el
Diamat,
sentido que está
una voluntad metodológica que, aborreciendo
apelación a
la
toda causa sui creadora, trata de mantener incorporados todos culturales
el
no ha de entenderse en sentido reduccionista, que
comportase una devaluación de
hablaron de
decirse
Asimismo advertimos que
los procesos
ello verse
obligada
necesariamente a borrar su individualidad o su especificidad.
—
Cuando ponemos en relación el «Reino de la Cultura» con un Hombre que, en cuanto correlato de la Cultura objetiva,
senta de inmediato desde tivas posibles
que
pondrán, más en a)
La de
se
una perspectiva
nos abren son
detalle,
en
el
social,
no
individual
—
las tres siguientes (alternativas
el
Hombre
se
nos pre-
las alterna-
que
se reex-
capítulo VII):
identificar («superponer») la Cultura
con
Hombre
el
(podríamos
hablar de alternativa humanista). b)
La de separar
tanto en
ei
la
Cultura y
él,
La de
Hombre
(en
el límite,
un antihumanismo,
caso en que se considere a la Cultura por encima del
—un «sobrehumanismo» de debajo de
el
la
— como cuando
Cultura
como «infrahumanismo» de
la
hombre
se la considere
por
Cultura).
en parte y en parte separarlas, de suerte que pueda decirse que ambas ideas tienen una zona de intersección, que las diversas c)
identificarlas
escuelas graduarán según sus propios criterios (podríamos hablar de praeter
humanismo,
Gustavo Bueno,
El
al referirnos
mito de la cultura
a esta tercera alternativa).
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
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1
Nacimiento y maduración de
idea metafísica de cultura en
la
alemana I87
filosofía
la
El punto verdaderamente importante de esta taxonomía de alternativas lo
ciframos en la circunstancia de que abiertas
del
por
el
primer
las
correspondencias entre
segundo (Cultura/Hombre); independientes no en
dan marchar separadas, sino en pectivos
miembros no
no hay que
sentido de que
por ejemplo,
De
puesto que caben también concepciones espiritualistas de
modo aún más
manistas y de un
manismo el
punto de
humanismo,
cultura antihu-
la
que podemos asociar
al
antihu-
Asimismo, hay un materialismo humanista, como
materialista.
también hay un humanismo (desde
radical del
el
res-
modo: que
otro
esplritualismo con
el
las
sentido de que pue-
el
composición de sus
la
determinada unívocamente.
está
identificar,
el
las alternativas
son independientes de
criterio (Cultura/Naturaleza)
espiritualista.
de
vista sintáctico)
las
Dado
carácter «distributivo»
el
composiciones entre
las alternativas
materialismo/espiritualismo y las alternativas humanismo/antihumanismo/
praeterhumanismo,
se
comprenderá que, según
como
preferible utilizar
el
punto de
de primer rango, a
criterio
la
mo/materialismo (considerando, en segundo rango, al
humanismo,
al
antihumanismo o
como
zar utilizando
al
pueda
ser
oposición espiritualis-
como
variedades suyas,
praeterhumanismo), o bien, comen-
de primer rango
criterio
vista,
distinción humanis-
la
mo/antihumanismo/praeterhumanismo, considerando como variaciones de segundo rango
dremos a
la
esplritualismo
al
y
al
En
materialismo.
este
primera posibilidad, aun conscientes de que
táctica entre estas dos posibilidades taxonómicas
la
ensayo nos atenequivalencia sin-
[(Aa,Ab,Ac;Ba,Bb,Bc) y
(aA,aB;bA,bB;cA,cB)] puede encubrir profundas diferencias semánticas en organización de
En todo y
un
caso,
material determinado.
en
el
la Cultura, a través
múltiple), el
la
momento en que de
la
se establece la
conexión del
Hombre
Naturaleza (que es constitutivamente variada y parte de la Naturaleza, se nos presentará, ante
Hombre, como
todo, en la variedad de sus razas y sociedades, así
habrá que verla de inmediato
como un modo
culturas». Esto equivale a decir
que
la
como
«la cultura»
también
abreviado de designar a
unidad esencial que sugiere
el
«las
término
Hombre y la que sugiere el término Cultura habrán de ser tomadas como un resultado que como un punto de partida en el plano fenome-
singular antes
nológico. Pues lo primero son los hombres, es decir, las diversas sociedades
humanas, que con frecuencia no después de
un
«Género humano
Gustavo Bueno,
Recordamos que
El mito
de
la
reconocen mutuamente
largo proceso histórico alcanzarán,
de algunos pueblos,
24
se
». 24
la visión
de
la
la expresión
como un
unidad de todos
Asimismo, decimos,
lo
como
ideal,
los
primero son
tales,
las
y
y sólo
a través
hombres en
el
culturas parti-
«Género humano» fue incorporada al himno de La Internacional.
cultura [1996], séptima edición, Barcelona
2004
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88
mito de
El
I
la
cultura
culares (que, por tanto,
no
denominarán
se
ni siquiera de ese
modo,
sino por
ejemplo, «costumbres diversas de ios pueblos bárbaros»).
Con
todo lo anterior queremos afirmar que
conexión entre
de
las ideas
Hombre y
los
problemas derivados de
de Cultura, a través de
como problemas de
Naturaleza, tienen que ser planteados, ante todo,
ción entre culares
y
dades diversas y
con
el
la
único género
humano o sociedad universal tampoco puede
clame
una cultura
idea de
lato real, es decir,
margen
que
la
el
En
espiritualismo
culturas parti-
universal
un
que
corre-
exista al
cultura particular que se autopro-
como norma, que las diversas culpueden mantenerse, en el momento de su unidad, ¿Aceptaremos,
una «armonía de
nos creeremos obligados a reconocer que
preside las relaciones entre culturas ca, la lucha?
una
una cultura
coexistencia pacífica de sus diferencias (en
diferencias»), o bien
las
universal (supuesto que ella tenga
del «proyecto imperialista» de
católica, universal).
mutua
de
las relaciones
exista efectivamente
turas o las diversas razas
en
rela-
el
formularse directamente, sino a través de culares
la
de
y género humano, y entre las culturas particultura universal. Y, por ello, las relaciones entre las razas o socie-
las razas específicas
la
la idea
y
la
las
norma que
razas diversas es el conflicto, la polémi-
cualquiera de los casos, lo importante es constatar que tanto
como el materialismo pueden mantener sus concepciones en
«versión armonista» o en «versión diafonista», y que es simple ideología asociar el
armonismo
cultural al materialismo (acaso, en términos políticos, a «la
izquierda») frente al espíritu polemista, de
conmigo
está contra mí»)
rialismo diafonista»
y un
cuño
religioso («el
que no
está
o político («de derechas»). Cabe también un «mate«espiritualismo armonista», al
menos en
teoría,
que
desde donde aquí estamos hablando.
es
La evolución
de
la
Idea metafísica de Cultura
por
las rutas del
Dos
palabras sobre las «filosofías espiritualistas» de la cultura. Ante todo, con-
«espiritualismo»
viene dejar dicho que estas filosofías constituyen la
maduración del «mito de
ra es el
la cultura»,
que inspira precisamente
el
terreno
por no decir que
el
más propio para mito de
estas filosofías espiritualistas.
la cultu-
Desde luego,
y según ya hemos advertido, espiritualismo no ha de entenderse, en el contexto filosófico, al modo teológico o «animista». Ser espiritualista, en filosofía
de
la cultura, equivale
a postular
fuente o energeia inagotable de
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
un
principio poético o creador
la «sustancia cultural»,
y
996], séptima edición, Barcelona
como
esto sin perjuicio de
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Nacimiento y maduración de
idea metafísica de cultura en
la
la
1
:
filosofía
alemana 89 i
reconocer que de ese principio creador actuante puede emerger o brotar
Ahora
cultura . 25
bien:
Aa) El esplritualismo de los cauces del
puede
la cultura
abrirse
éste es
«animal cultural»; identificación que no habrá
que hacer
consistir tanto
en
visión del
hombre como
ser espiritual, definible
la visión del espíritu
tualidad creadora. Es este espiritualismo
Fichte
el
no
idealismo, y
—como
el
es el yo; el
como humano cuanto en
—
porque
modo,
como
un
el
espiritualismo
como
y un
sustancia, sino
mundo
es,
en cierto
misma del yo, por tanto, algo muy próximo a un mundo momento en el cual el yo absoluto se determina como yo o
creación
la
de cultura en
el
socialmente (ideas que han renacido en nuestros días entre
tú, es decir,
algunos
idealismo absoluto de
existe
únicamente como «posición del yo», de suerte que
confundido muchas
ser
el
vez
es a la
no-yo ni siquiera
la
precisamente por su espiri-
que suele
sin motivos,
de Kant, en su terreno
el
humanismo. Espíritu
camino, ante todo, por
El espíritu se identificará precisamente con el
humanismo.
hombre, en tanto que
veces con
la
físicos
defensores del llamado «principio antrópico »). 26
Eíerder, sin perjuicio
de
la
También
intensa coloración naturalista de su terminología,
habría de ser alineado en este tipo de concepciones espiritualistas y humanis-
de
tas
la cultura: el
hombre
es
hombre en
virtud de su cultura espiritual,
La cultura
constitutiva de su segunda naturaleza.
es el
mismo contenido
del
mismo» o bien «expresándose simbólicamente» a
hombre «creándose a sí mismo o a sus próximos; sociedad y reflejo de socialización
expresión
del espíritu de
y de
sólo
también a
la
en
lo
De
expresión de los hombres en
también como instrumento de
así
hecho
la
cultura se determinará
un pueblo, creador de su
sus costumbres. Así Dilthey,
cuyo humanismo
Cassirer,
no
la cultura es lenguaje,
sociedad misma,
y de humanización.
misma
mitos, de su arte
das,
la
se expresa
que concierne a
Max
como
lenguaje, de sus
Scheler o
el
propio
fórmulas más explicitas y rotunmetodología del conocimiento, sino
en
la
sí
las
propia realidad conocida. Leemos en su Antropología filosófica
«La característica sobresaliente y distintiva del hombre no es una naturaleza metafísica o física sino su obra» [que es la cultura, como «conjunto de las for-
mas
simbólicas» del arte, religión, ciencia, tecnología, parentesco...]; «la cul-
tura
humana, tomada en su conjunto, puede
25
fica
Véase Gustavo Bueno, Materia, Pentalfa, Oviedo,
de
«espíritu»
26
Una
como
1
ser descrita
como
el
990, en donde se propone
El
la idea filosó-
equivalente a la idea de «forma separada», que implica la actividad pura.
exposición enciclopédica de este principio en John D. Barrow
& Frank
Anthropic Cosmological Princple, Oxford University Press, Oxford, 1986.
Gustavo Bueno,
proceso de
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
J.
Tipler,
The
1
go
la
El
I
mito de
la
cultura
progresiva autoliberación del hombre. El lenguaje,
descubre y prueba un nuevo poder,
mundo ideal ». 27 Ab Pero el esplritualismo )
de
todas
mundo
de edificar un
el
el arte, la religión, la
En
ciencia constituyen las varias fases de este proceso.
suyo propio, un
cultura se desarrolla también
la
hombre
ellas el
margen
al
humanismo, y aún, en el límite, en contra suya, no sólo como espiritualismo no humanista de la cultura, sino como espiritualismo antihumanista, de signo «sobrehumano» (y, a veces, «infrahumano»). La cultura se abre camidel
no ahora a
través del
hombre, pero
lo transciende,
queda «más abajo», con sus miserias tura, se sitúa
por encima de
espíritu, acaso
tura
siquiera se
le
llama superhombre a este
para no contaminarlo). Alienta en esta concepción de
decía Basílides). Esta visión de
a la carne
entendida, sobre todo,
como
arte,
cuando
a través del arte,
que abre
la realidad miserable
al espíritu el
ticos,
la «filosofía
de
la cultura», los teóricos
lógicos),
éticos,
Mundial (D. H.
«axiólogos»,
los
Kerler, Nicolai
o
Genio (no necesariamente
al
dad» tan por encima de
hombre por su
mársele
«filosofía
entre
el
de
los
el
la filosofía
de
que podríamos
sí
Héroe (no necesariamente
mili-
en una «sublime
sole-
artístico)
del Dasein,
la cultura,
siones, Frobenius utilizó fórmulas
aun no siendo por
cerca de este
aunque más
lejos
no
lla-
de
la
alienado, en su Carta
Leo Frobenius quien, dentro de
nista (a veces, incluso antihumanista) las
muy
también Heidegger cuidó de establecer distancias
hombre y la existencia auténtica
de entre todas
Segunda Guerra
a la
hombres ordinarios que solamente podría
sobre el humanismo. Sin embargo, fue
de
al
a
vida
la
la reli-
los Valores Superiores (esté-
anteriores
genio
de
finita
pensadores alemanes, pró-
apariencia. Paralelamente,
la cultura»,
estrictos límites
de
y
al infinito,
Hartmann), estuvieron
espiritualismo antihumanista, que ponía tar)
acceso
Muchos
gión de la música (de Camille Mauclair).
ximos a
modo,
la cultura fue
desde Novalis hasta Ricardo Wagner: sólo
una liberación de
es posible alcanzar
y
la cul-
espíritu al espí-
cultura fue acaso, en cierto
la
constitutiva del romanticismo alemán, particularmente
humana
hombre
el
cotidianas. El espíritu, a través de la cul-
él (y ni
una suerte de dualismo gnóstico («Dad carne
ritu»,
de suerte que
de
citar.
mantuvo
las
la
culturas
Y esto
es
más
concepción no huma-
más enérgica y
mística
dicho a pesar de que, en oca-
que podrían dar a entender que
misma humana,
los
formadora de
los
la cultura,
hombres
(hasta el
punto de llamarla por eso Paideumd). Frobenius quiso mantenerse en una
27 Ernst Cassirer, Antropología filosófica. Introducción
a una filosofía de
la cultura
(1944), versión
española de Eugenio Imaz, Fondo de Cultura Económica, Méjico 1945, pp. 133 y 412.
(pfí
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
Nacimiento y maduración de
idea metafísica de cultura en
la
perspectiva naturalista; pero su naturalismo esplritualismo (en
do de vida autónoma
dice
fisiología
— como un
nica
(la
de
las
«como
tica similar a la
con una morfología,
formas culturales propia o
que pudiéramos
de
—como la
él
mismo
Naturaleza orgá-
Su naturalismo hay que una sustancialidad energé-
atribuir a la vida orgánica
y un
similar arrai-
inmanencia del mundo, frente a cualquier dogma trascendente. Por
la
mismo, su naturalismo no excluye
ello
dota-
ser viviente»)
conferir a la cultura
un
a este
«tercer imperio» al lado del imperio
como voluntad de
91
hemos dado
del imperio de la Naturaleza anorgánica.
y
entenderlo
go en
cultura
del de Herder,
I
como un organismo
sentido filosófico, desde luego, que
el
término), pues consiste en reconocer a la Cultura
anatomía y
modo
es, al
alemana
filosofía
la
el
esplritualismo atribuible a
un
prin-
De este modo se concluye que la cultura, viviendo en el mundo como los seres orgánicos, es independiente de éstos. Y así dice que
cipio creador. natural,
los contenidos
de
la cultura, las ideas
Paideuma». El hombre
«surgen demoníacamente de
la
entidad
hombre que estudia la Antropología, en el sentido de Blumenbach, el hombre diversificado en razas diferentes, o el hombre que estudia la Psicología) queda, en la concepción de Frobenius, más del
del
.
lado de
la
(el
naturaleza orgánica que del lado del «imperio cultural»: «La cultu-
ra es, frente a sus representantes
dice Frobenius en
también
la
humanos, un organismo absoluto». Más aún,
1920 exponiendo
distancia entre el
la
evolución de su propio pensamiento,
hombre y
la
cultura
aumenta continuamente.
y fuertes formas culturales en razas oscuras y poco estimadas; en Europa, pequeños y miserables restos de cultura en hombres altos y elevados y viceversa... La cultura se me aparenta hoy en su «Fie visto allá [en África] grandes
gran organidad más independiente del hombre que entonces [en 1895, recién
fundado su Archivo de
Áfricd\». 2S
Ante
textos de esta índole
no deja de
paradójico que los antropólogos actuales reivindiquen a Frobenius
de sus Por
ser
como uno
clásicos.
lo
demás,
la
concepción de
la cultura
de Frobenius fue aplicada por
Spengler para decirlo con sus propias palabras, a
la historia
de
las
cultura
culturas en
«monumental»
su período de configuración de formas y épocas de («el Paideuma del hombre primitivo es para él [Spengler] sólo la
un
caos»).
La
influencia de Spengler en la filosofía de la cultura es bien conocida, pero aquí
sólo
queremos destacar que, para Spengler, como para Frobenius,
nacen, crecen y mueren a
28
Leo Frobenius, La
cultura
(1921), traducción española de
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
un ritmo
como
las culturas
distinto de los ritmos de los
ser viviente, contornos
Máximo José Kahn,
hombres
de una doctrina cultural y psicológica
Espasa-Calpe, Madrid, 1934, p. 24.
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
92
I
El
mito de
cultura
la
(duran un promedio de mil años), y adquieren una morfología cada vez más que los hombres permanecen en su anatomía, en su fisiolo-
diversa; mientras
gía
y en su
psicología, invariantes, en lo esencial de su vida.
Ac) El esplritualismo de la cultura puede presentarse también en una pers-
no
pectiva que
propiamente humanística, pero tampoco ahumanística,
es
sino praeterhumanística. La cultura será concebida ahora, desde luego,
una creación
namente con cialmente,
Un
del espíritu.
hombre, ni
el
así
como
espíritu
el
que aunque no puede
hombre con
él,
sin
ser
muy variables. Unas
la prehistoria
se identifica par-
y de
lo espiritual
no humano
veces, la línea fronteriza se establecerá entre
la historia; otras veces la línea
y
embargo
recíprocamente. Es obvio que los criterios posibles para
establecer las fronteras de lo humano-espiritual
han de
como
identificarse ple-
pasará por zonas geográficas
(pueblos o sociedades naturales o salvajes/sociedades civilizadas fluviales).
Otras veces
También
obvio que
es
o a
la línea divisoria separará a las razas
aparecer en ocasiones
las
concepciones praeterhumanas de
las
la
clases sociales.
cultura
podrán
como un mixtum compositum de humanismo y ahu-
manismo, y fácilmente nos conducirán a resultados eclécticos. Pero, en principio, las diferencias son claras, aun cuando el concepto de «praeterhumanis-
mo» del
sea mucho más complejo y envuelva una dialéctica más compleja que la humanismo y la del antihumanismo. Acaso la concepción que pueda tomarse como prototipo de la concepción
praeterhumanista de
la
cultura sea la concepción hegeliana de la cultura.
disponemos de espacio para
No
de este asunto a fondo y para justificar debidamente nuestra interpretación. Nos limitaremos a sugerir que una cosa es
«humanizar
el
«espiritualizar al
la
—
Espíritu»
el
Antropología (por tanto
es
Naturaleza.
Cuando
cuando alcanza
que carece de alma
el
los
en
—y
momentos de
poner en segundo plano
es
subjetivo, Espíritu sin duda, pero la
antiguo Espíritu divino
Hombre» en algunos de
que no podemos hacer Hegel a
tratar
el
otra cosa es
su desarrollo.
lugar
al
hombre), que
el
momento mismo de su
Lo
que atribuyó
es el lugar del Espíritu
«despertar» en
Espíritu comienza a desplegar su verdadera energía,
la figura del Espíritu objetivo.
—como
se
ha dicho (Ortega),
Pero es
el
Espíritu objetivo,
— no
es
culmina en
el
un «desalmado»
propiamente humano, sino más bien praeterhumano; por
ello
Espíritu absoluto a través de cuyas fases (arte, religión, saber) culmina la
autoposición del Espíritu en
hemos
sí
mismo, como
libertad. Pero la cultura,
absoluto, en
el
momento
a la vida superior.
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
como
dimana, según Hegel, del Espíritu objetivo y en el que, a su través, el Espíritu subjetivo se eleva
visto anteriormente,
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
Nacimiento y maduración de
La evolución
por
de
ser
muy esquemáticos
que hemos denominado
la cultura
no agradará a todos no
como
en
la
filosofía
exposición de
«materialistas»,
que incluimos en
los
reconocerán
se
la
alemana 93 I
«materialismo»
las rutas del
veces ellos
idea metafísica de cultura en
Idea metafísica de Cultura
la
Tenemos también que de
la
las filosofías
una denominación que que muchas
este epígrafe, puesto
materialistas culturales. Sin
embargo,
las
diferencias entre el materialismo cultural en sentido estricto (el de White,
Steward o Marvin Harris ) 29 y
mos
las otras
concepciones de
pueden reexponerse como
materialistas
la
cultura que llama-
diferencias entre materialismos
humanistas y no humanistas (siendo el materialismo cultural prototipo del materialismo humanista, o quizá mejor, antropológico). Pues materialismo,
como hemos dicho, lo entendemos aquí como la negación del esplritualismo, por tanto, como la concepción que incita a aplicar sistemáticamente una metodología que permita determinar lógicas,
económicas) de
dencia de
humana»
el
al
de
fuentes «materiales» (biológicas, etosus formas,
y no en
el
y
la
depen-
(entendiendo
estas condiciones naturales
sentido genérico
modo
las
humana, en todas
cultura
la cultura respecto
«natural» aquí en raleza
la
sentido específico de la «natu-
de Frobenius).
Bd) El materialismo de
la
cultura se nos ofrece en primer lugar en la forma
de un humanismo, de un antropologismo. Su precedente teórico más antiguo,
aunque
referido a la cultura subjetiva, lo
Protágoras platónico,
Pero
el
materialismo de
«filosofía implícita» la
cuando reducimos
de
hemos puesto en
na:
Morgan,
es,
la disciplina
que
se
Hemos
Y esto
analizado cultural
bre 1978, pp. 4-28.
cierto,
la
de naturalis-
tradición anglosajo-
dicho sin perjuicio de que muchos antropólogos de esta
más ampliamente
y materialismo
Un
tal
materialistas.
Lo
como la entendemos,
el
histórico».
materialismo
el
UNED,
característico
de
(I a época),
septiembre-octu-
materialismo cultural de Harris en David
Madrid, 1989, 386 pp.
puede consultar nuestro «Análisis del Protágoras de Platón» en
la
edición bilingüe
de este diálogo, traducido por Julián Velarde, publicado por Pentalfa, Oviedo, 1980, pp. 15-84.
(pfí
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
la
es la definición del
de Harris en Gustavo Bueno,
El Basilisco, núm. 4
estudio de conjunto sobre
Alvargonzález, Ciencia y materialismo cultural, 30 El lector
30
ocupa explícitamente del hombre,
sobre todo, la Antropología de
no quieran reconocerse como
«Determinismo
.
nos interesa aquí, sobre todo, en cuanto
la cultura
visión antropológica de la cultura,
29
del
Tylor, Boas, Krober, Radcliffe-Brown, Malinowski, Herskovits,
Steward, &c. tradición
que
mito
a sus términos positivos
la alegoría
Antropología cultural (fuertemente impregnada, por
mo); disciplina
el
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
94
El
I
mito de
la
cultura
hombre como «animal
y
cultural»,
objetivo a partir de las culturas
y la aproximación hacia su estudio científico humanas (particularmente en sus capas extra-
como
somáticas e intersomáticas o sociales)
madas por
hombres a
los
«necesidades»,
partir
gracias a la inventiva propia,
y
fueran «vegetaciones» confor-
si
de una vida natural que, impulsada por sus
han ido consolidándose como
«totalidades complejas» (según la fórmula de Tylor) dotadas de
No
estructuración interna y diferenciadas mutuamente.
embargo,
se olvidarán,
las relaciones interculturales, las aculturaciones, los
sión, &c.; pero lo
más importante
una poderosa sin
procesos de difu-
sea acaso la tendencia hacia
un armonismo,
perspectiva procedente probablemente del hecho de que esta antropología se inspira en los estudios de las sociedades preestatales (llamadas antaño «natura-
En
«primarias», «salvajes» o «bárbaras»).
les»,
tamaño de
estas sociedades,
y
juicio de contactos regulares comerciales
ajustan bien a ecologista,
que
se intentará extender
maneras
o
— o bien
hacia los
ción de
Tristes
las
de
militares)
son
—
fúncionalista
en vano a
las
las
mismas
—una
que
se
de signo biológico-
culturas históricas de carác-
de esta aplicación: o bien
pesadilla histórica
(sin per-
características ,
universalista, es decir, a las culturas «católicas».
se intentará explicar el fracaso
derará transitorio
futuro
y
—
un esquema armonista
ter imperialista
efecto, el relativamente reducido
la distribución discreta
De
varias
se le consi-
que acabará por desaparecer en
el
y entonces un sentimiento de nostalgia poética trópicos será la última salida posible. De hecho, con la evoludefinitivo,
sociedades industriales en nuestro siglo,
el
antropologismo va que-
dando reducido a ideología de grupos marginales, y aun
como
la
misma antropolo-
y transformándose o bien en una disciplina cuasisociológica (que se ocupa de las comunidades urbanas) o gía clásica está desapareciendo
bien en una disciplina
En cambio,
el
disciplina
literaria (de relatos
de épocas ya pasadas ). 31
antropologismo armonista encuentra hoy una vía de recu-
peración a propósito, no ya de
las
culturas exóticas
y
lejanas sino
ras cercanas e internas a las propias sociedades políticas días: es el
armonismo de
cos,
regiones, de las
las
intentan ser rescatadas de
la
jurisdicción
que amenazan a su identidad. La
de
de
las
cultu-
o estados de nuestros
«comunidades autonómicas», que los tradicionales estudios históri-
vitalidad dei
mito del armonismo de
las
culturas está probablemente asegurada durante bastantes años. El mito se
compone principalmente de
la
composición de estos dos momentos extremos:
lo particular y lo universal («lo universal es lo particular genuino, auténtico; lo
31
Puede verse a este respecto Alberto Cardín,
Tientos etnológicos, Júcar, Madrid, 1988;
y la com-
pilación de James Clifford y George E. Marcus, Retóricas de la Antropología, Júcar, Madrid, 1991.
(pñ Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
Nacimiento y maduración de
universal abstracto inerte
y
—
la
idea metafísica de cultura en
es decir, sin colorido folclórico
burocrático»). Se supondrá, por tanto,
que
alemana 95
la filosofía
—
I
es equivalente a lo
inmersión en lo parti-
la
cular de cada cultura concreta asegura automáticamente la universalidad, aun-
que no
se sabe
por qué. Sin duda porque se confunde
etnológica o gnoseológica
(la
universalidad
la
universalidad del disco botocudo)
lidad directa. Es evidente que la defensa de los rasgos culturales
y más
como en Camboya,
hígado del enemigo,
sea aceptado
como un valor,
cuya conservación
sino, por
no porque
el contrario,
contenido cultural
el
como un
es científicamente deseable,
aunque
rasgo de salvajis-
este deseo esté
contradicción con otras exigencias estéticas, económicas o éticas dicción de la «reserva mejicana» del
Mundo feliz de Aldous
Bb) La «corriente central» de la Antropología,
humanas, discurre central
no
es la
duda por
sin
el
1994), asegura una universalidad
etnológica a los pueblos que la cultivan; pero
tes
particu-
por extravagantes que sean (siempre que no consistan en comerse
lares,
mo
refleja,
la universa-
los cauces del
como
en
contra-
(la
Huxley).
ciencia de las culturas
humanismo. Pero
esta corriente
única e incurriríamos en grave error subestimando
las corrien-
antihumanistas o no humanistas dadas dentro del materialismo.
Aunque
puedan considerarse en gran medida marginales, han tenido una gran influen-
y constituyen, en todo caso, puntos de referencia imprescindibles para el sistema general de las teorías de la cultura. Por lo demás, el antihumanismo puede cia
estar afectado
por signos opuestos, porque
la
incompatibilidad supuesta entre
el hombre y la cultura puede entenderse ya en sentido de una «defensa del hombre» (que busca liberarse de la cultura opresora) ya como una «defensa de
la cultura» ria
(que busca defenderse de
humana, por ejemplo, en su
la
degradación a
fase capitalista).
puede equivaler a un humanismo
cultural
la
que
Por tanto,
la
somete
el
antihumanismo
contracultural. Cabría
la
poner en
correspondencia estos dos sentidos con estos dos sintagmas recíprocos
dos de vez en cuando
como
cultura contra el hombre,
si
utiliza-
rótulos de libros: El hombre contra la cultura,
no
fuera porque
el
mise-
y La
segundo, desde coordenadas
humanistas generales, puede considerarse equivalente del primero. Si
en
el
clásico del
mito
del Protágoras creíamos
humanismo
poder poner
primer antecedente
el
materialista, en el cinismo antiguo
podríamos ver
el
antecedente del antihumanismo cultural, y aun de la contracultura, pero en su sentido más radical (no meramente en el sentido muy determinado que adquiere este concepto, por ejemplo, en
32
cay su
Gustavo Bueno,
el libro
Theodore Roszak, El nacimiento de una contmcultura.
de Roszak). 32
Reflexiones sobre la sociedad tecnocrdti-
oposición juvenil (1968) , edición española, Kairós, Barcelona, 1970,
El
mito de la cultura
[1
Un sentido que
996], séptima edición, Barcelona
2004
320 pp.
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g6
mito de
El
I
cultura
la
contra toda cultura y no contra una cultura en particular. Cuenta que Diógenes de Sinope, habiendo visto a un muchacho bebiendo el
se dirige
Liercio
agua que, con sus manos, tomaba de un niño
me
cinismo mantuvo ante representada aquí por tica,
y por
la cultura;
gimnosofistas
Alejandro).
el
los griegos
un
cinismo y los sabios desnudos las campañas de
el
descubrieron a raíz de
de
citarse entre estos precursores
que Epicuro propugnó fue
lo
ser
la
con-
repliegue, sobre todo,
el
cultura urbana, política, de la vida de la ciudad; así podrían interpre-
la
de Lucrecio: Suave, rnari magno turbantibus aequora
consecuencia,
ismo tanto
el
Platón, «el
buen
cuanto
el
la
o incluso
escita», Anacarsis,
de
la
en conexión con
Yermo
vuelta a la vida fuera de la ciudad
(del
buen
el
el
el
epicure-
del bárbaro de
de Rousseau)
salvaje
«vida retirada»,
la
el
ascetismo cristiano,
el
que propugnaron
que nos habla Paladio en su Historia
al
margen de
lausiaca),
los Padres del
desencantados de
personajes extravagantes del siglo IV (San Pajón,
&c.) que no buscaban tanto
Estilita,
tiene en
ventis...
ciudad. La contracultura epicúrea podría también poner-
la civilización helenística,
San Simón
de
ille,
no
más bien
sentido cínico (que nos recuerda
sentido horaciano del Beatus
la civilización,
se
también habría podido
superflua. Pero
También Epicuro podría
tarse los versos
En
que
aun cuando
tracultura,
de
—
que
la actitud
cultura extrasomática,
la
una colodra que bien podría ser también una joya artís-
mismo vana y
ello
desde luego, ante
vestido (es conocida la conexión entre
—
arrojó su colodra diciendo: «Este
río,
gana en sabiduría». Esta anécdota célebre resume
la
vida del buen salvaje en
la
Naturaleza cuanto vivir en los desiertos de Nitria, apartados del mundanal
con
ruido, «solos
el
monjes (para quien ha logrado la
misma «voluntad de
podía
ser otra cosa sino
(la
una
vida pastoril) y en
en cuenta sis
el
fuerte
vivir a solas
el
mundo
XVIII (el
misma que
es la
buen
salvaje).
el
se
No
no
cabe duda que
continúa en
el siglo
Por último, conviene tener
componente contracultural que
llevados a cabo desde
natural o histórico
suerte de frívola glotonería).
cinismo
monajoi,
con Dios, aunque sea analfabeto,
saber» de las cosas del
esta línea contracultural del
XVI
como
Solo», «ni envidiados ni envidiosos»,
alienta
en muchos análi-
naturalismo reduccionista, en
el
sentido de la
Sociobiología o de otras perspectivas zoologistas. El reduccionismo zoologista
en
el análisis
de
la
cultura lleva implícito, en efecto, la devaluación («de-
sacralización») de los valores culturales
lugares
de
la
más
altos,
y
tiene
mucho de
que
el
cultura subjetiva o subjetual. Sirva,
como
El mono desnudo de Desmond Morris: «Toda vera del
hombre no
impulsos de
(pñ Gustavo Bueno,
El
los
es otra
humanismo
reducción de
cosa sino
la
clásico
[1
al
los
plano
único ejemplo, este párrafo de
la
industria frigorífica
un medio
al
y conser-
servicio de los
animales carniceros que entierran y conservan
mito de la cultura
ponía en
cultura objetiva
996], séptima edición, Barcelona
2004
la
© FGB 201
mismos comida;
Nacimiento y maduración de
toda
no
la labor del
todas
poeta que dedica su poema,
un circunloquio para
es sino
obras de arte,
las
mantener
la
idea metafísica de cultura en
la
la
Divina Comedia, a Beatriz,
por ejemplo, que
los explotados, similares al golpearse el tórax el
la
cultura objetiva
Divina Comedia, para
la
que ha de poder
ella;
Pirámides, son maniobras [superestructuras] para
las
dominación de
esos objetivos o fines subjetivos, sino en los propios fines
libro,
I
que desea unirse sexualmente con
decirle
etológico o psicológico genérico, pero
un
alemana 97
filosofía
Añadiríamos nosotros: todo esto será verdad desde
gorila».
serlo,
la
existir,
punto de
el
no
se resuelve
operis-,
necesita
ser escrito, copiado, distribuido,
vista
en
como pueda soporte de
el
por tanto, conca-
tenado con otros contenidos culturales, según líneas y estructuras que ya no ni, en todo caso, son
tienen nada que ver con los supuestos fines operantis,
deducibles de
Dante
¿Qué tienen que
ellos.
ritmo de
o
los versos
tiva consiste
tampoco
el
gramática de sus proposiciones? Pero
la
la fábrica
de agua que choca con
que
la
turbina sea simplemente una expresión de
del generador
como
difícil es
deducir de
las
deducir de
la
la corrien-
tampoco puede
decirse
tendencia del agua a
la
caída del agua
la electricidad
tendencias sexuales de Dante
estructu-
la
de sus versos. El
antihumanismo de
la cultura,
vía de la contracultura («en
contrahumanismo («en
como inhumana,
pero
el
sino
hombre para
el
hasta
la
hicieron
un
incendio de
Roma
los cientos
cristiana,
hombre,
sábado». La cultura exige
el
esfuerzo, el sacrificio
muerte de
se
los
hombres o de
el
sus familias:
¿cómo
obras culturales? Los espectáculos del circo, incluso el sacrificio
romanos anónimos?
los habitantes
nombre de
varón, precisamente en
que
él
y se
mito de la cultura
de
Y
los gladiadores
el
o
desde una óptica
los atributos
más
caracte-
ciertos valores religiosos cris-
consideró superiores? ¿Cuántas veces no se ha ofrelas
de una ciudad atacada por
El
sacrificar al pro-
sábado para
comunes para demostrar que
(pñ Gustavo Bueno,
La cultura podrá aparecer
habrá que
ha hecho
ser:
propia vida para defender
artístico
«No
él
la
la vía del
el
por Nerón, ¿no justifican
de
tianos, «culturales», la
Cultura»).
la
valor superior y a
toma
dicho, no siempre
Hombre»); a veces toma
¿no se emasculó Orígenes, renunciando a
rísticos del
cido
la
del
pirámides faraónicas o los acueductos romanos que hoy admira-
las
mos como supremas de
el
mutilación o
como hemos
nombre
nombre de
el
es
pio hombre. Su lema podría
el
cultura obje-
la
de luz no constituye ningún fin de palas de la turbina (ni
las
moverse hacia abajo). Tan
ra
el
precisamente en estas cosas, y no en aquellas finalidades; como agua que cae por el salto y mueve la turbina corre tendiendo a
generar electricidad: te
ver con los fines sexuales (subjetivos) de
estructura de su caligrafía o la encuadernación del pergamino,
la
[1
la
instituciones de la Patria o
el
enemigo? Citamos
el
estas situaciones tan
concepción antihumanista de
996], séptima edición, Barcelona
patrimonio
2004
la
cultura es
© FGB 201
98
El
I
algo
mito de
la
cultura
más que una simple
vez a lo largo de toda
humano
que
teoría filosófica, puesto
la historia
de
la
tiene algún interés, será en la
está ejercida
humanidad. En
medida en que
una y
esta concepción,
otra si
lo
de los hom-
la felicidad
bres se subordine a la cultura, a la obra, cualquiera que ésta sea, incluso cuan-
do
cultural alcanza
dad
es
el
puente sobre
el río
Kwai (de
1957 por David Lean). Podríamos afirmar que
dirigida en
mo
como
obra sea tan efímera
esta
muchas
veces
un signo
este
la película
antihumanis-
«La
aristocrático o elitista:
felici-
de plebeyos», decía Goethe; y Oscar Wilde sólo veía legítimo justifien la medida en que mejorara las condiciones para un
car al socialismo
florecimiento de la vida del arte
La visión
Be)
de
dialécticos
por
ello
mismo,
como hemos
En
la cuestión; lo
la
más
el
una perspectiva praeterhu-
como
dicho, a los planteamientos
que no
«científica»,
La mitología de
rialismo.
estos lugares,
la cultura.
materialista de la cultura, desde
manista, responde,
y
y de
significa
más complejos
que una visión semejante
sea,
o coherente con los postulados del mate-
cultura puede florecer también ampliamente en
la
resultado de la luz arrojada por esta perspectiva.
fondo, la perspectiva materialista es ahora un paralelo de la pers-
pectiva espiritualista del praeterhumanismo.
Más
su verdadera importancia práctica reside en
el
aún, podríamos pensar que
praeterhumanismo de
tura, siendo secundaria su «cobertura especulativa» materialista
o
la cul-
espiritualis-
ta.
Sin embargo, no nos parece legítimo subestimar estas «coberturas», pues-
to
que
ellas
no son meros agregados
consolidada, sino
muchas
De
una actitud previa ya
postizos a
modos de entender la conexión de una tal
con
actitud
otras
referencias, incluidas las referencias prácticas.
todas formas,
concepción ríamos a
como presentábamos
así
espiritualista del
Marx como
prototipo de
las
cultura que cabe atribuir a
prototipo de la
ahora presenta-
concepciones materialistas de
ra desde la perspectiva del praeterhumanismo.
Marx no expuso
como
cultural, así
a Hegel
praeterhumanismo
En
Marx (decimos «que
efecto, la
la
cabe atribuir», puesto que
explícitamente una doctrina sobre
manera que tampoco expuso una doctrina de
la cultu-
concepción de
la cultura,
de
la
misma
las clases sociales, salvo
por
modo
fragmentario) no disocia plenamente «cultura» y «hombre», pero tampoco los identifica enteramente, ni explica la una por el otro, ni recíproca-
mente. Los debates sobre Soviética, tuvieron
que
el
humanismo
ver, sin
marxista, en la época de la
muchos de
tomamos «en
el
desarrollo de las formas de la cultura «al
aunque
las
serio»
sus textos, postula
El
margen
formas culturales aparecen a través de
en su sentido «linneano», natural, o bien
(pñ Gustavo Bueno,
mito de la cultura
[1
que Marx,
una amplia
franja para
duda, con esta situación. Se
si
lo
Unión
diría
del hombre», puesto que
los
hombres, tomados éstos
hacen «por encima de su volun-
996], séptima edición, Barcelona
2004
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1
Nacimiento y maduración de
idea metafísica de cultura en
la
«hombre
tad» o bien se supone que derivan del
que no ha alcanzado todavía su estado de
minos
escolásticos: los contenidos culturales serían
alemana 99
filosofía
I
un hombre, por
alienado»,
tanto,
plenitud. (Para decirlo en tér-
muchas
hombre» que «obras humanas».) La voluntad
del
la
veces antes «obras
materialista de
Marx
está
y desde el punto de vista de esa voluntad podemos interhecho de que el lugar de la idea espiritualista (hegeliana) de creación
fuera de toda duda, pretar el
sea
ocupado por
la idea
de producción. Esto dicho sin perjuicio de
sión que advertimos, en los escritos inspirados en
en contextos
creación
tales
como
«capacidad creadora de
sobre todo, «capacidad creadora del proletariado». ducción
—
la poiesis
techné, el arte)
—
de
los griegos
ha borrado
En
supone moderado por
modo
un
a
y
la idea
en
concepto del hacer,
el
a la idea del hacer políticas,
no puede
{facere, el
en
latín).
Con
circunscribirse a los límites
como
{agere,
en
queremos decir
esto
materialismo histórico,
de parecida manera a las
que per-
nivel de abstracción superior,
de producción, en
poco puede circunscribirse a
de
si
la asocia-
las categorías
la idea del proletariado
tam-
categorías sociológicas de «clase obrera», de
de trabajadores industriales» o de «clase explotada». La idea de produc-
«clase
ción marxista deriva de la idea hegeliana
como la
el facere
español
el
unidad que media entre «hacer una buena faena»
la
«hacer una buena mesa»
también que
hemos observado cómo
otra ocasión
la diferencia entre el agere
mite captar
económico
la
suele aplicarse, sobre todo, a la producción material, al
logrando elevarse de este
mos
o,
idea de pro-
acere (de lo factible); reservándose para la creación la esfera del
phronesis o prudencia).
y
la
(que Aristóteles suponía moderada por
agere (de lo agible), el término praxis (que Aristóteles
latín)
burguesía»
la
En realidad,
f
terreno del
la
la profu-
marxismo, del término
el
de
la
«autogeneración del
hombre
proceso» (como consta en los Manuscritos de 1844). Otra cosa es que
idea comience a ser interpretada en
incluir,
el
terreno material, que habría de
ante todo, a la producción de alimentos y medios de subsistencia. como impensable la idea de una
Podría observarse (siempre que admitamos causa
sui)
que
bre» requiere
la
fórmula hegeliano marxista de
una
exégesis racional,
la
«autogeneración del
que obligaría a
retirar al
terminas a quo del proceso; habría que pasar a considerar terminas ad quem. Según esto, a «hacerse a fases (los
vo de
sí
el
mismo» («autogeneración»)
nitiva autoconstrucción de ese libertad, se situará
también
producción. Porque
El
el
la
[1
que
el
llega
ritmo progresi-
«Género humano». En función de
Género humano en su aun siendo una
de plenitud y demiurgo de la
como
clase social del
996], séptima edición, Barcelona
la defi-
fase final
idea del «Proletariado»,
proletariado,
mito de la cultura
hombre como su
es sólo el
a través de la producción, cuyas
«modos de producción») marcarán precisamente
la historia («prehistoria») del
Gustavo Bueno,
al
«hombre», como proceso,
hom-
hombre como
2004
© FGB 201
modo
de
1
ioo
El
I
mito de
producción
cultura
la
desde luego, su condición de figura socio-
capitalista, desborda,
lógica, es la «clase universal» (que es cualquier cosa
lógica», empírica, positiva).
La idea de
menos una
«clase universal»
«clase socio-
que Hegel había
identificado con la clase de los funcionarios públicos del Estado, la identifi-
Marx con
cará
cual la clase
el
proletariado industrial, pero solamente en la
versal (llamada a destruir todas las clases). Perspectiva zar,
en
la
de
La confluencia
que sólo podría alcan-
el
Proletariado victorioso.
Idea metafísica de «Cultura»
la
Idea metafísica de «Producción»
la
Ahora bien: ¿qué
relación cabe establecer entre la Producción
mantenemos
idea de la cultura objetiva acuñada por
humanista
que
la
—atengámonos aquí
contenido de
el
modo, que
la
la
al es,
un proceso
comporta además del de producción turales)
y
el
«todo complejo» de Tylor
Producción
«todo complejo» de Tylor
material es
al
y la Cultura?
es
precisamente
la
cabría decir
Cultura, o, de otro
materialismo histórico sería
la idea
ante todo, producción material,
en
cultural
trabajo
el
humano
y
la
la
idea del
de «produc-
producción
sentido antropológico amplio, pues
(que es cultura intrasomática) medios
herramientas, es decir, contenidos extrasomáticos cul-
(útiles,
relaciones de producción (familiares, jurídicas, políticas, es decir,
relaciones intersomáticas),
que también son
culturales.
Y la producción mate-
en tanto va dando como resultado una «sociedad compleja»,
rial,
Si
materialismo
—
«traducción» más aproximada que cabría hacer de
ción». Pues la producción
se organi-
un determinado modo de producción que implica una
zará dentro de (los
la
clase uni-
sociedad industrial, gracias a su condición de Demiurgo, capaz de
controlar los medios de producción,
y
medida en
trabajadora mantenga su perspectiva revolucionaria de
base
medios de producción y las relaciones de producción) y una superestrucDesde este punto de vista cabría «estructurar» la cultura de una socie-
tura.
dad en proceso según hizo
Marvin
tres planos,
en estrecha interacción recíproca, como
Harris. El materialismo cultural, en efecto,
la inspiración del
(que corresponde a
la «base»),
una
estructura (sobreentendida
arte, religión, literatura, &c.).
mos una de
las
de enfrentarse
más
el
El
una
lo
punto
También
es
como
«estruc-
superestructura (que
materialismo histórico) que
mito de la cultura
[1
—y
la
idea de cultura, en
sin perjuicio
com-
verdad (y con esto señala-
graves dificultades con las cuales, a nuestro juicio,
desarrollo de las ideas marxistas
cpñ Gustavo Bueno,
este
materialismo histórico, reconociendo una infraestructura
tura social de las relaciones de producción») y
prende
toma en
el
hubo
curso de
de rectificaciones impor-
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
— Nacimiento y maduración de
tantes (el lenguaje
no
la
idea metafísica de cultura en
alemana
101
1
según Stalin; y tampoco, según que habría que considerar como formando
las
parte de la base productora del grupo social) al
la filosofía
sería superestructura!,
Godelier, ciertas religiones, a
de hecho
A
1
terreno de
las
— ha tendido a
circunscribirse
superestructuras, por ejemplo, a través de la dis-
tinción entre «producción material»
haber producción no material
—como
si
— y «producción
so suele llamarse «espiritual»).
Un
para
el
materialismo pudiera
cultural» (que a veces inclu-
concepto que constituyó
el
nervio de la
maoísmo y aun de la política cultural maoísta que a de 1960 adquiría carácter de abierta hostilidad contra el humanismo
«revolución cultural» del partir
,
entendido
como
como
por
interés
detrimento de los
análisis
de
humanos permanentes que van en
los factores
Otras veces, a través de distinciones
clase.
tales
«trabajadores manuales» y «trabajadores intelectuales» (que Gramsci
definía
como
«funcionarios de la superestructura»); en España, a través de la
distinción entre las «fuerzas del trabajo»
implicaba una reivindicación de
la
y
las «fuerzas
importancia de
la
de
la cultura», lo
que
superestructura en
el
proceso social (reivindicación en la que ya se distinguió Gramsci). Pero, en cualquier caso, habría que decir
de
la cultura», tal
sifica
desde
como
que
el
proceso de «producción
se presenta desde el materialismo histórico, se diver-
el principio,
y ocurre como
si
la
unidad del todo complejo, que
para Tylor aparecía dada sin más, se mostrase ahora
como una
situación
y problemática, desde el momento en que la producción se supone ya en marcha (acaso desde las sociedades organizadas en una fase posteinestable
de Morgan,
rior al «salvajismo»
que para Tylor, en
efecto,
tal
y para
como
fue interpretado por Engels)
los «antropólogos»
mayor, sino constatación de un hecho positivo el
nombre de
—
no
constituía dificultad
múltiples contenidos y procesos culturales, esferas o todos para el materialis-
(como también para
histórico
un problema
Lo
a saber: que la cultura es
complejos, cuya unidad se supone dada factualmente
mo
3
el
:
espiritualismo hegeliano) representaba
filosófico-práctico, puesto
que
esas múltiples culturas
que considerarlas como «conformaciones» cuya unidad
es inestable
habrá
y aun
eximera («llevan en su seno a sus propios enterradores»), porque implican fractura o alienación de la superior
no.
De
este
modo,
la pluralidad
la
unidad del Espíritu o del Género humade culturas y
la
complejidad conflictiva
Federico Engels, Origen ele la familia, la propiedad privada y el Estado. A través de Engels muchos conceptos de Morgan pasaron a formar parte del materialismo histórico; al cabo de los años, White, en un viaje a la Unión Soviética, en los años treinta, conoció el libro de Engels y, de este modo, el materialismo histórico ejerció una influencia soterrada sobre el materialismo cultural de White y (a través de Steward) sobre Harris. 33
(pñ Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
102
mito de
El
I
la
cultura
entre todas ellas y sus partes no podrá ser
simple hecho positivo, porque
que también
tiva),
proceso histórico (de una totalidad atribu-
el
una realidad
es
«hecho») nos pone delante de
las
meramente constatada como un
positiva (aunque
Cultura universal, atribuida a
la
sea propiamente
Género humano,
perspectiva de la unidad total del Espíritu o del
desde
no
un
mutuas contradicciones percibidas desde
la
Humanidad en
la
es decir,
su fase de plenitud
verdaderamente antropológica).
(la fase
Lo que para
esplritualismo dialéctico hegeliano eran
el
nes del Espíritu en
las
determinacio-
culturas particulares de los diversos pueblos (Estados)
las
como
destinados a ser asimilados por la cultura victoriosa de cada época,
encarnación del Espíritu universal, para el materialismo histórico dialéctico serán
humano primero
determinaciones («parcializaciones») del Género
las
en diferentes sociedades particulares (circunscritas a regiones geográficas rentes separadas entre
principalmente
Mundo,
las
lares la
propias de
las
y no necesariamente homogéneas: Engels subrayó y del Nuevo
sí,
diferencias entre los pueblos del Viejo
derivadas de
las parcializaciones
dife-
diferencias geográficas, ganaderas, &c.)
las
de
las culturas
más avanzadas. De
sociedades
sociedad correspondiente
al
y,
más
tarde,
superiores en las determinaciones particu-
modo
éstas, las
de producción
más conocidas son
capitalista (dentro
de
la
cual se constituye la «cultura burguesa») y la sociedad comunista (condición
de una «Cultura universal»). Tales parcializaciones, consideradas desde de
la «alienación»
una Cultura
modo,
—
que depende, a su
vez,
de
Género humano
universal asociada al
culturas particulares en tarse a sí
misma». Pero
proyecto maoísta) en
una cultura
más
la perspectiva del proletariado
interpretaciones
destinada a borrar todas
definitiva, podría pensarse
del proletariado
La
la
como
las clases
que sólo
que encabeza
la
en
la cultura universal
llevarse a efecto.
¿Cómo
El
mito de la cultura
[1
si
y,
por
el
ello,
nos situáse-
el
proceso de su autogénesis
cultura proletaria, en cuanto cultura
se presentó
tuvo que ver con
entender
las
la relación
nacionales con la cultura universal, en
(pñ Gustavo Bueno,
una idea mítica
revolución, podría ser la cultura del porve-
pueblos o naciones con cultura propia a partir de
que
las
agente o demiurgo de la revolu-
más importante que
dificultad objetiva
concepción de
transmutación de
humanidad «conquis-
contradictorias. Por ejemplo,
mos en
nir.
obligan, en cierto
idea de una revolución cultural (generalizando
la
la perspectiva universal es
las
final,
la
universal podría la
admite
esta
—
a plantear los problemas de la unidad de la cultura en términos de una
«revolución cultural». Pues únicamente a través de
ción
la idea
o proyecto práctico de
la idea
el
una y otra vez ante la
multiplicidad de
cuales la revolución tenía
de esas supuestas culturas
sentido marxista? La «cuestión
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
Nacimiento y maduración de
—como
nacional»
se la
la
idea metafísica de cultura en
denominó en
el
marxismo
—
alemana 103
la filosofía
1
sólo podía recibir dos
tipos de respuestas:
1)
La respuesta universalista o intemacionalista tendente a considerar a las
como
culturas de los pueblos
configuraciones históricas transitorias, llamadas
a ser reabsorbidas en la cultura universal. Al internacionalismo se inclinó la
de Kautsky (La nacionalidad moderna 1887) y también de (Obrero y nación, 1912). Lenin y Trotsky mantuvieron una perspec-
línea ortodoxa, Strasser tiva
,
análoga de recelo
problemas de
los
que
las
al «social
la cultura,
si
patriotismo», con
una gran repercusión sobre
bien reconocían la importancia instrumental
punto de vista de
culturas nacionales podían alcanzar desde el
o táctica revolucionaria (por ejemplo Trotsky en La guerra y
tegia
cional,
2)
la interna-
1914).
La respuesta
nacionalista,
que subrayando a
como unidades sociales y políticas de primer orden
nacionales
las culturas
(y no como unidades apa-
no como
rentes o «cantidades despreciables») tendía a ver el proletariado real
unidad indivisa en su estado de abstracción (confundiendo quizá
ad quem
intencional con
como una alcanzar
el
el
terminas
terminas a quo efectivo de la revolución) sino
realidad distribuida de hecho en naciones o pueblos. Habría que
admitir que
con
la estra-
el
modo
de producción
de esos pueblos.
la cultura
uno de
proletariado de cada
el
tanto influiría en Stalin) se
capitalista,
En
estos pueblos,
cuando llegan a
podría considerarse identificado
esta línea (la del «austero
mantuvo Otto Bauer
marxismo», que
—que contraponía
los tér-
minos Kultur y Bildung, precisamente con un matiz de clase: la educación burguesa o Bildung tendría un componente cosmopolita, que se opondría a la «cultura del
que para
el
pueblo»
—
y,
a su
modo, Gramsci 34
—que mostró
proletariado tendría el intento de formar
y marginal y
la
el
una subcultura
necesidad, por tanto, de su integración en
peligro aislada
cultura de su
la
pueblo.
Lenin, siguiendo en este punto a Marx, había insistido en que la cultura del proletariado había de entenderse valiosos
de
go», del
que Marx había hablado en
la
heredera de los contenidos más
cultura burguesa o aristocrática (incluyendo aquí
decisivamente los trabajadores la
como
al
los Grundrisse).
el «arte grie-
¿No habían contribuido
desarrollo de la cultura aristocrática o al de
cultura burguesa? (¿quién había fabricado las mesas estilo Luis XV?). Pero
34
Antonio Gramsci, en Qiiaderni II (p. 1804).
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
104
El
I
mito de
la
cultura
entonces la revolución cultural debía tener
que
cultural», orientado a
la cultura
mucho de «programa de extensión
superior dejase de ser patrimonio de
unos pocos para convertirse en patrimonio de todos. La dificultad estribaba en saber por dónde había que
trazar la línea divisoria entre los «contenidos
eternos» de la cultura aristocrática o burguesa y los de
culturas populares
las
o nacionales. Podía parecer evidente, por ejemplo, y más aún desde un punto de vista práctico, que la cultura del «leer y escribir», es decir, la alfabetización,
uno de
era
«repartidos» históricas
contenidos culturales que necesitaban ser urgentemente
los
de
y que la escritura era, sin duda, una de las grandes adquisiciones la humanidad (según Morgan-Engels, uno de los criterios de la
civilización). Sin
embargo, esta evidencia se oscurecía cuando se introducía la
consideración de que
«invención de
la
como una
más, ser considerada
la escritura alfabética»
«invención de
la
no podía,
humanidad», sino
la
sin
de un
pueblo determinado, dotado de un lenguaje también determinado; en suma,
cuando
se tenía
en cuenta que
el
aprender a leer y a
escribir,
por parte de un
pueblo entero de campesinos y proletarios (pertenecientes siempre a un área cultural determinada) podía constituir una «revolución cultural» por relación estado anterior de la sociedad campesina o burguesa, pero no abría a ese
al
pueblo ría
la
a leer
puerta de
ya
la cultura universal. El
«pueblo revolucionario» aprende-
en ruso, pero tendría que inventar
escribir
— de
inventaron durante la etapa estalinista
se
fin
de que estos pueblos participasen, a su vez, de
ra.
Ahora
bien, salvo
menos, en
la
la
el
«hombre
total»
mitológica.
—
,
ella
No menos
criterio del
a lo sumo, a
no
decir ridicula.
que
de programa cuasioficial de
La división
al
hombre
la
el
del futu-
veces, fue designado
ridicula había sido la propuesta
hasta que Stalin lo barrió,
sobre la lingüística.
como
nueva sociedad, que, a
el estatus
al
perspectiva hege-
a la profúndización de su fraccio-
era solución utópica por
perar hasta alcanzar tica,
la
la escritu-
La «solución» del poliglotismo, contenida en
otras culturas).
hombre de
la
la cultura universal sino,
proyecto del «saber politécnico», tomado del
invención de
extensión del «gran invento cultural» de
la
extensión de la cultura rusa (y con
—
—como
uzbekos, &c., a
ruso se convirtiera en la «lengua universal», o
no conducía a la unidad de
namiento con
ro
la
lengua hegemónica (con lo que se recaía en
que reconocerse que
liana), tenía la escritura
que
los alfabetos
los kazakos,
como
Desde luego,
ívíarr
hizo pros-
revolución sovié-
principio de los cincuenta, en sus Cuestiones
del
Género humano en dos
clases antagónicas,
decía Marr, conlleva la consecuencia de que la cultura de los explotadores será la
cultura dominante; pero entre los contenidos
tura
hay que contar
considerarse
(pñ Gustavo Bueno,
El
como
la
más importantes de
lengua. Según esto, los lenguajes positivos
lenguajes de la
mito de la cultura
[1
humanidad
esta cul-
no podrán
futura. Las lenguas positivas
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
Nacimiento y maduración de
—
¡dea metafísica de cultura en
la
— son
Por consiguiente,
total.
cosas, la creación
Podemos
no son
en resumen, que
lengua del hombre
la
la
lengua del futuro.
la teoría
materialismo histórico, dejando aparte
las
de
la cultura implícita
en
el
exposiciones retóricas del mismo,
Es simplemente una especulación utópica.
es filosóficamente inconsistente.
Una
1
revolución cultural definitiva requerirá, entre otras
la
de una lengua nueva,
decir,
alemana 105
lenguas de vencedores y de libre, pleno y
ruso, alemán, inglés, chino, español
explotadores, lenguas de Imperio;
la filosofía
rápida referencia a otra teoría de la cultura que también puede ser
clasificada
como
materialista
Sigmund Freud. La
—su concepto de
la cultura
de
un materialismo,
sin
la teoría
atribución de materialismo a Freud,
duda, de corte naturalista
quantum
y praeterhumanista:
de
«energía psíquica»
susceptible de ser tratado según «modelos hidráulicos»
como un
—
,
puede
darse por demostrada. Sin duda, las coordenadas antropológicas de la teoría
muy distintas de las coordenadas
psicoanalítica de la cultura son
lismo histórico; incluso podría defenderse
mantiene en
el
una
siquiera cabe hablar de
de que
la tesis
terreno de la cultura subjetiva,
del materia-
el psicoanálisis se
que, por consiguiente, ni
y
teoría psicoanalítica de la cultura objetiva. Sin
embargo, hay componentes en esta teoría que merecen ser considerados
como propios de una teoría de mos a las objetividades sociales, se le aparecen a Freud, junto
si
nos
referi-
intersomáticas: el clan, la familia, o el Estado
con
las
formas objetivas naturales,
—no propiamente
turas supraindividuales
Sobre todo,
la cultura objetiva.
—
psicológicas
que
como se
estruc-
imponen a
moldeándolos y confiriendo a sus egos sus «princiEsto sin perjuicio de que, a su vez, los sujetos vuelvan a esas
los sujetos psicológicos,
pios de realidad».
y tendiendo, por así cultura objetiva (puentes que
estructuras objetivas, erigiéndolas en «ideales del yo», decir,
puentes entre
transitó
la
cultura subjetiva y la
Wilhelm Reich y
no podría
clasificarse, sin
los
llamados freudomarxistas).
más,
como «humanista»
Freud; pues aunque es verdad que la
y
llega a su
madurez a
través
ta la naturaleza represiva que,
de la
de
el
la
En
cualquier caso,
a la teoría de la cultura de
hombre, para
el psicoanálisis, se
troque-
cultura, hay también que tener en cuen-
según Freud, comporta
la
acción troqueladora
Cultura es represión, dice Freud, y lo que la cultura reprime es porción del hombre acaso más importante, a saber, el Ello, la misma libila cultura.
do que mueve
la
vida entera. La cultura viene a ser
principio represivo de realidad,
que moldea
represivo de idealidad, de libido sublimada,
así,
en primer lugar, un
el Ego, y un principio también que moldea el Superego o ideal
del yo. Sería interesante establecer las correspondencias las tres
Gustavo Bueno,
El
que puedan mediar entre
«capas de la producción» establecidas por el materialismo cultural
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
(la
io6
El
!
mito de
capa básica
la
cultura
—muy —
cerca de la Naturaleza
capa superestructural) y coanálisis (el Ello
el
las tres
—
capa social estructural y la «capas del psiquismo» establecidas por el psi-
más cercano
,
la
—
a la Naturaleza
,
el
Ego y
el
Superego,
manantial de mitos, reglas morales y otras «superestructuras»), pero no disponemos de espacio para detallar estas correspondencias 35 No nos resistimos, .
en cambio, a
la tentación
de «denunciar»
hemos observado muchas veces to
de practicar ese
una tendencia a cerca
las
«crítica
de
la
practicar
una
Fromm, Adorno, Marcuse),
suerte de «psicoanálisis social».
Un
«psicoaná-
superestructuras» cuyo psicologismo sui generis recuerda
el psicoanálisis
por
y psicoanalistas en el momen-
que suele conocerse como
Escuela de Frankíurt:
la
individual (sobre todo, en su versión adleriana)
inspirando una gran parte de días
profundas semejanzas que
Al menos ha habido siempre, en algunas escuelas tocadas de mar-
cultura».
de
entre marxistas
análisis peculiar
xismo (particularmente
lisis
las
la «crítica
los novelistas, directores
ninguna duda,
el
foco
más
de
la cultura» ejercida
muy
de
y sigue
en nuestros
de cine o periodistas que constituyen, sin
activo de la llamada «conciencia de la izquierda»
del presente.
35
Algunos de
estos
puntos están tratados en Gustavo Bueno, «Psicoanalistas y epicúreos.
Ensayo de introducción del concepto antropológico de
núm. 13
(pfí
Gustavo Bueno,
"heterías soteriológicas"», en El Basilisco
(junio 1982), pp. 12-39.
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
,
como campo
La idea de cultura
de
investigación científica.
la
como
La Antropología cultural
«Culturología» de Cultura entendida como concepto
La Idea
científico-positivo
En
y sus variedades hemos
capítulo anterior nos
el
referido a la idea de Cultura desde
una
perspectiva ontológica, que nos obligaba a discutir el «lugar» que corres-
ponde a
esta idea
en relación con otras ideas inequívocamente ontológicas
como
(por no decir metafísicas) tales
En
Naturaleza.
el
y Materia, o
Espíritu
presente capítulo queremos referimos a
desde una perspectiva gnoseológica. Ahora,
la
la
Idea de Cultura
las diversas disciplinas
por extensión, con
científicas,
o ciencias institucionalizadas
filosóficas,
sobre todo con la llamada «filosofía de
la
las disciplinas
cultura») tales
Historia del Arte, la Lingüística, la Sociología, la Musicología, Política
todo,
o
la
como
la
Economía
la
Antropología Cultural. La «Cultura» se nos presenta ahora, ante
como un campo los
un conjunto de campos)
(o
científico positiva; tanto
supone que
Hombre y
Idea de Cultura habrá de ser
puesta en relación, más que con ideas ontológicas, con (y,
bien,
si
se
campos son
diferentes. Pues todas ellas,
agruparse en una
supone que
plurales,
el
abierto a la investigación
campo
es unitario
que corresponden a
como
ciencias
si
se
también
por motivos que habrá que determinar, tienden a
misma clase de ciencias, la clase de las «ciencias culturales» como «ciencias del espíritu», «ciencias humanas» o
(otras veces designadas
incluso «ciencias sociales»).
No
es fácil establecer la
va ontológica y
la
conexión entre
relativamente independientes
Gustavo Bueno,
El
estas
dos perspectivas
(la
perspecti-
perspectiva gnoseológica). Sin duda, ellas se presentan
mito de la cultura
[1
y,
efectivamente,
996], séptima edición, Barcelona
la
como
perspectiva ontológica
2004
© FGB 201
1
io8
I
El
puede
aun
mito de
la
cultura
ampliamente
desarrollarse
sin excluirla.
También
la
margen de
al
pendencia respecto de «todo prejuicio puso, hace
un
siglo,
cambiar
en Alemania, se englobaban
por
la
denominación de
dose en desde ria
la
la
la
metafíisico».
Precisamente Rickert pro-
denominación común con
la
que, sobre todo
las «ciencias del espíritu» ( Geisteswissenschaften)
«ciencias de la cultura» (Kulturwissenschaften) basán-
apreciación de que
el
término
que venía rodando
espíritu (Geist),
de Hegel, arrastraba una excesiva carga metafísica, innecesa-
la escuela
para
la perspectiva gnoseológica,
perspectiva gnoseológica suele reclamar la inde-
constitución de ciencias tan positivas y «empíricas»,
dían serlo la Lingüística positiva o
Historia del Arte
la
36 .
como
preten-
Sin embargo, por
nuestra parte, tenemos que manifestar ciertas reservas a esta pretensión de
independencia de lógica . 37
gnoseológica respecto de
Ante todo, advirtiendo que cuando puede
lógica se
de
la perspectiva
estar,
en
realidad,
la ciencia ejercida («en
cia representada,
perspectiva onto-
habla de perspectiva gnoseo-
hablando en dos planos
marcha») por su capa básica y
distintos: el
el
plano de
plano
la cien-
generalmente por su capa metodológica. Puede afirmarse,
con buenas razones, que
el ejercicio
de una ciencia,
en movimiento, es independiente de
mucho más
se
la
problemático defender
la
es decir, la ciencia
misma
ontología representada; pero ya es
de una representación
la posibilidad
metodológica de una disciplina (que supone delimitar su campo frente a
margen de toda
otros) al
En
nuestro caso,
capaz de envolver a te
la
idea ontológica.
mera proposición de
un conjunto de
la
idea de cultura
como manto
disciplinas (eventualmente acaso
solamen-
una) frente a otras, englobadas bajo otra bandera («ciencias naturales», «cien-
cias físicas», incluso «ciencias formales»), es indisociable
cepción relativa
al
de algún tipo de con-
significado ontológico de la cultura, correlativa a la supuesta
unidad de un campo de investigación (o de varios campos, agrupados en una
y de sus diferencias con los campos de otras ciencias naturales o formales. El mero hecho de considerar englobados en un conjunto definido (el clase definida)
conjunto de
las
«ciencias culturales») a
la Filología clásica, la ciencia del
Historia de la música implica
36
campos de
Derecho romano,
Economía
política o la
Heinrich Rickert, Die Grenzen der naturwissenschaftlichen Begriffibildung. Eine
nuevamente Philosophie
cia:
la
Wissenschaften Félix Meiner, ,
Véase Gustavo Bueno, Teoría del cierre
capa básica y capa metodológica»
Gustavo Bueno,
El
Mohr
(Paul Siebeck), Tubinga,
revisada). Vid. nuestro artículo «Naturwissenschaften»,
und
mito de la cultura
[1
como
un compromiso con una determinada idea gené-
Einleitung in die historíschen Wissenschaften, J.C.B.
37
disciplinas tan diversas
Hamburgo, 1990, categorial, II. 1.2.
(vol. 4, Pentalfa,
1913
logische
(2 a edición
en Europaische Enzyklopadie zu
vol. 3, pp.
533-545.
§12: «Capas en
el
cuerpo de
Oviedo, 1993, pp. 892-898).
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
la cien-
1
La idea
rica
de Cultura. Pues
podrá argüirse que
no
la
cultura
como campo de
idea habrá de dar cuenta
también de sus diferencias con
especies, sino
otras
tal
de
tiene por
la
no
Investigación científica
de
sólo
la
1
109
unidad de sus
Es cierto que siempre
terceros.
reunión de un conjunto de ciencias en una clase frente a
la
qué interpretarse necesariamente en un sentido ontológico.
La clasificación podría tener un alcance estrictamente metodológico. Esto
es lo
que pretendía Windelband cuando, en su Discurso de Estrasburgo, proponía sustituir la clasificación
espíritu
y
por
ontológica de
la clasificación
ciencias idiográficas
En
las ciencias
metodológica de
en
ciencias naturales y ciencias del
en
las ciencias
ciencias nomotéticas
38 ,
cualquier caso, reconocemos que la idea de cultura, entendida desde
una perspectiva gnoseológica, y aun sin perjuicio de su trasfondo ontológico, se nos muestra con unas características y colorido no reducibles puntualmente a lógica.
Y
y colorido proyectados desde la perspectiva ontoesto aunque no sea más que porque la riqueza denotativa sobre la
las características
que suele apoyarse
idea de cultura extraída de las llamadas ciencias de la
la
pone en presencia de un material mucho más variado y hetero-
cultura nos
géneo que
el
ontológica.
A fin de cuentas la idea ontológica, en el mejor caso,
exigido por
el
no de la conceptualización
«esquematismo conspectivo» propio de
Precisamente con
que vincula a
mismo, con
el fin
de no prejuzgar
los contenidos
el fin
de evitar
el
la
rogeneidad de
peligro de borrar
campos gnoseológicos de
los
(o el tipo
dados en campos gnoseológicos, o
con
mática de tipo ontológico («hombre», «cultura»)
es el térmi-
idea globalizadora.
la vista la
unidad
la luz
de unidad) lo
que
colorido
hemos
un grado óptimo de pureza contenidos de estos campos 39
los
denotativa,
al
y hete-
utilizado
otras ocasiones la expresión «material antropológico» para designar,
intención de alcanzar
es lo
de una idea esque-
la variedad,
referencia,
idea
y cuando par-
del material heterogéneo denotado;
timos de este material, acaso podemos no tener a
la
en
con
la
conjunto de
.
Situándonos en
la
perspectiva denotativa de este material antropológico
alcanzará todo su sentido la distinción entre dos vías principales que pode-
mos
constatar en orden a la constitución de la idea gnoseológica de cultura
38
Gustavo Bueno, El individuo en
la historia.
Comentario a un
texto
(Discurso inaugural del Curso 1980-81), Universidad de Oviedo 1980, 39
Gustavo Bueno, «Sobre
(1978), pp. 57-70 (reeditado en
el J.
de Aristóteles, Poética 1451 b 1
12 pp.
concepto de "espacio antropológico"», en El
Muga y M.
Cabada,
eds.,
Basilisco,
núm.
5
Antropología filosófica: planteamientos,
Madrid, 1984, pp. 209-241); El animal divino. Ensayo de una filosofía materialista de la religión, Pentalfa, Oviedo 1985; «La Historia de la Antropología como problema», prólogo al libro de Elena
Ronzón Antropología y Pentalfa,
Gustavo Bueno,
El
antropologías. Ideas
para una
historia crítica
de
la antropología española,
Oviedo, 1991, pp. 9-25.
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
no
mito de
El
I
cultura
la
partiendo de
las disciplinas científicas
pológico: la vía pluralista y
que trabajan sobre
La vía pluralista sería la vía recorrida, sobre todo, por
1)
material antro-
el
vía unita rista.
la
la filosofía
de
tra-
dición neokantiana, en la línea de Windelband y Rickert, una filosofía que influyó notablemente entre los antropólogos americanos. 40 Prescindiendo de
diremos simplemente que
detalles,
co
nos presenta
de papas del Renacimiento, objeto de una ciencia histórico
una
única
serie
embrión de un
irrepetible, frente a la serie
pollo,
que
una y
se repite
o regiones
—
arte, política, religión,
Desde
diferentes ciencias culturales.
de
ra.
hombres
y,
la cien-
—y
corresponden con
se
esta perspectiva gnoseológica la idea
que corresponden
por tanto, de
de
concatenan en diferentes círcu-
como una
las ciencias sociales.
La
de
pluralidad de
otras tantas ciencias
Categorías culturales relativamente disociadas, además, de
entre los
cultural,
de desarrollo del
es el objeto
economía
cultura se nos muestra, por tanto, en primer plano, categorías culturales, a las
fases
que
otra vez,
cia natural). Estos contenidos idiográficos se los
material antropológi-
el
como un material constituido eminentemente por contenidos idiográficos
(la serie
es
ella
de
la cultu-
las relaciones
cultura, las catego-
aparecen referidas, antes que a los hombres, a los valores. Los
rías culturales,
valores desempeñarían, en las ciencias culturales, el
universales ejercen en las
mismo
papel que
las leyes
ciencias nomotéticas. Por ello lo que en éstas se da
como
explicación ( Erkldrung), abstracción, deducción o inducción, en aqué-
llas se
da por comprensión
2)
La vía
(
Verstehen), intuición.
unitarista conduciría a la visión del material antropológico
campo, no ya de múltiples
ciencias («ciencias
única ciencia (que algunos tienen buscada»), capaz de englobar todas
un
persas en
una en
tal
la
tista
principio.
No
como las
de
efectiva
y
otros sólo
como
como
de una
la cultura»), sino
«ciencia
eventuales disciplinas particulares dis-
deja de ser interesante constatar que la unidad de
ciencia unitaria del material antropológico creyó poder ser fundada
idea
misma de
cultura,
que incluso inventó
turología,
en
la
paba un nivel
el
W.
Ostwald,
nombre de «Culturología»
«pirámide de
muy
en Alemania, por
las ciencias»
alto (en la
que
«pirámide de
el
energe-
el físico
La
(Kulturologie)
cul-
propio Ostwald ofreció, ocu-
las ciencias»
de Ostwald,
la
base
estaba ocupada por las «ciencias del orden», de índole matemático; la capa
media por
40
las «ciencias energéticas»
Véase en Marvin Harris, El desarrollo de
la cultura (1968),
Gustavo Bueno,
El
Física
la teoría antropológica.
traducción española. Siglo xxi, Madrid, 1978,
histórico: Boas», pp.
(pfí
—Mecánica,
el
Una
—y
y Química
historia
de
las teorías
[1
de
capítulo 9, «El particularismo
218-251.
mito de la cultura
la
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
La idea
capa superior por
de
la
cultura
como campo de
las «ciencias biológicas»,
en donde
la
investigación científica
I
ni
se incluyen la Fisiología,
Culturología y la Sociología). Pero las propuestas de Ostwald han prosperado, sin que tampoco pueda decirse que hayan carecido de
la Psicología, la
no
repercusión
.
41
La consideración de
la cultura
como
la
España de antes de
naba
de
para
ensayismo o a
de
Ha
mundana
(se decía,
«culturalistas», antes
sido Leslie A.
las
de hecho en
con intención despectiva, a quienes, a diferencia
las «ciencias duras», se
la filosofía
Eugenio d’Ors eran
se utilizó
o comentarista de cuestiones que tuvieran que ver con
referirse,
los investigadores
capaz de dar cuenta de
guerra (a través del término «culturalista», que desig-
la
al analista, crítico
la «cultura»)
criterio
muy diversas
relaciones entre investigaciones o teorías
White quien de
la erudición, al
por ejemplo, que Ortega o
filósofos o científicos).
ha distinguido por su propuesta de
se
fundar sobre una definición unitaria de sui generis, contradistinta
que
dedicaban a
la
la Psicología,
cultura la unidad de
que
él
una
ciencia
designa también (tomando
denominación de Ostwald) como «Culturología ». 42 White ofreció un
la
intento, seguramente
el
más riguroso posible dentro de
definir la cultura objetiva partiendo del concepto, Cassirer,
de simbolados
objetivos
(al
(symbolates),
como una
lado, por ejemplo, de los
cos) susceptibles
de
males» diferentes:
ser considerados
con reminiscencias de
clase peculiar
de fenómenos
fenómenos meteorológicos u orgáni-
desde dos perspectivas u «objetos for-
perspectiva de
á) la
sus coordenadas, de
las
relaciones de los simbolados
con
organismos humanos y recíprocamente; perspectiva que nos pondría muy cerca de los fenómenos de la conducta y, por tanto, de la Psicología; b) los
la perspectiva constituida
ejemplo,
las relaciones
misma
por
las relaciones
de un hacha de
sílex
de
los
con
simbolados entre
sí
(por
flechas o azadas encontra-
White «extrasomácampo de la cultura objetiva y, con él, la Culturología. No quiere decir White que la cultura se circunscriba a las relaciones entre simbolados externos; se trata sólo de un contexto: «La cultura consiste en cosas y acontecimientos que se consideran en un contexto extedas en la ticas».
Sobre
rior, objetivo». se,
Y así
aquellas «cosas
y acontecimientos» pueden manifestar-
o bien en los organismos humanos (en forma de creencias, de conceptos,
41
Véase Gustavo Bueno, Teoría del cierre
ción de las ciencias» 42 Leslie
La
excavación); a estas relaciones las llama
ellas se constituiría el
(vol. 1, Pentalfa,
A. White, The Science of culture Grave ,
ciencia de la cultura, Paídós,
Gustavo Bueno,
El
categorial,
mito de la cultura
[1
Introducción general, cap. 4, «La
clasifica-
Oviedo, 1992, pp. 185-213).
Buenos
Press,
Nueva York, 1949
(traducción española,
Aires).
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
112
mito de
El
I
la
cultura
&c.) o bien en los procesos de interacción
o bien en
social,
mos. Por nuestra parte, diremos que White parece
los objetos mis-
estar utilizando la idea
de
«Cultura objetiva», de «inspiración alemana», pero intentando reducirla a
las
condiciones más adecuadas para
aplicación de
la
y ontológica de
ca
«campo
los materiales del
una metodología de
no garantiza
tigación positiva. Pero esta metodología
la
inves-
unidad gnoseológi-
culturológico».
No sólo las rela-
ciones entre los simbolados, incluso las que tienen lugar a través de los
no son homogéneas o concatenables en
sujetos operatorios,
rarse
como
—
White
las aristas
estas relaciones
y
— no corresponden
na.
mismas, de objetos culturales
—según
el
(las
relaciones
concepto de
ser tratadas
—por ejemplo,
la relación
por ninguna ciencia de
ser
pitagó-
la cultura, sino
Geometría). visión unitarista prevaleció en la Antropología de tradición anglosajo-
La Cultura será entendida como
tituye esa
nueva ciencia,
la
todo después de
la
campo
el
unitario en
Antropología, precisamente
una tradición que ha influido
tura;
serlo
de una figura triangular rectángula, podrían también
rica
la
sí
como puedan
tales
relaciones geométricas;
La
por
constitutivas,
«simbolados»
entre
por
círculos catego-
sino que ni siquiera esas relaciones entre simbolados pueden conside-
riales,
muy
tomo
como
al
cual se cons-
ciencia de la cul-
particularmente en España, sobre
consolidación universitaria de la Antropología
43 .
Pero esto
todo, que la cultura es vista globalmente y referida inmediatahombre, más precisamente a ¡as sociedades humanas. También que
significa, ante
mente al
al
mantener sistemáticamente
consideración de la dependencia de
humanas que
turas a las sociedades
como
la
las
las cul-
impulsan («Cultura y sociedad son
anverso y el reverso de una hoja mecanografiada de papel carbón», decía Króber) se estará especialmente sensibilizado para percibir como «hiposel
tatización» («cosificación», «sustantivación» o «reificación») cualquier tendencia a tratar las culturas
como
si
fuesen entidades «dotadas de vida propia»
susceptibles de dar lugar, por ejemplo, a contactos culturales
entenderse sociales.
como
algo diferente (ni siquiera estructuralmente) a los contactos
(«En lugar del estudio de
la
formación de nuevas sociedades com-
puestas se suponía que teníamos que observar
años cuarenta
—
lo
que
está sucediendo
una entidad llamada cultura
43 Véase,
por
él
por ejemplo,
mismo, Las
Ramón
razas humanas.
—
decía Radcliffe-Brown en los
en África como un proceso en
africana entra en contacto
la antropología española, Pentalfa,
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
cual lía-
Valdés, «El concepto de cultura», en la obra colectiva dirigida
Compañía
internacional editora, Barcelona, 1981,
tomo
Oviedo, 1991, 515 pp.
[1
el
con otra entidad
45-58. Véase también Elena Ronzón, Antropología y antropologías. Ideas para una historia
(pfí
y
que pudieran
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1,
pp.
crítica
de
1
La idea
mada
describe
según
como
como campo de
la
investigación científica
Todo
la
Antropología
puede conducir a estructuras tan
determinadas desde
reales
se
parece una ser,
o incluso será reducida a
social,
la perspectiva sociológica.
113
como
perspectiva etic
la
aquellas
White
que pueden
tiene toda la razón
Radcliffe-Brown y otros, que es una «falacia pseudorreapensar que los procesos o estructuras consistentes, por ejemplo, en leyes
cuando lista»
me
esto
de abstracciones».) La Antropología cultural vendrá a de
i
dando lugar a una nueva entidad que
cultura africana occidentalizada.
la
esto, indisociable
culturalista
dice, contra
hechas en
el
Senado, barcos de carga en los
campos o
que
cultura
Esta reducción carece de toda justificación, puesto que
ella.
los
la
cultura europea u occidental,
fantástica reificación
ser
de
hacen
los
plantaciones de maíz en
de enzimas en los laboratorios quedan explicados «por-
análisis
los
astilleros,
hombres».
antropocentrismo», pues
Y añade: esto es «una simple e ingenua manera de
la cultura es la variable
ta es la variable dependiente. Si
independiente, y la conduc-
una persona habla chino o
aísla
enzimas
es
porque ha sido criada en un determinado contexto extrasomático.
Lo que ocurre
en
es,
efecto,
que
la
capacidad moldeadora de
objetiva extrasomática (a cuyas formas se pliegan los
su voluntad», a
manera como
la cultura
humanos «por encima de
químicas de
sión se pliegan o se canalizan según las estructuras del
la atracción y repulADN) no garantiza la
unidad categorial de esa cultura objetiva
la
la
las fuerzas
ni,
por tanto,
posibilidad de
ciencia de la cultura global, en sentido estricto. Y, sobre todo, rios
para deslindar
antropología
la
como
supuesta «ciencia de
La Idea
la cultura»,
de Cultura y
Lo que nos
la
aun en
la hipótesis
no reducible a
la la
de que
interesa es determinar el perfil de la idea
las ciencias
ello fuera posible.
«Antropología cultural»
abierto precisamente por la Antropología clásica
mato de
una
ofrece crite-
como Antropología a
disciplina científica
ciencia natural. Resulta, por tanto, gratuito considerar
no
de cultura que nos fue
que pretendió
nomotéticas del positivismo.
Como
ajustarse al for-
tenemos que ceñir-
nos a lo esencial, nos limitaremos a analizar, y muy brevemente, la idea de cultura que nos ofreció, precisamente desde una perspectiva explícitamente gnoseológica,
nos
«el
ción,
uno de
los
Edward
las creencias, el arte, la
lesquiera otros hábitos
El
mito de la cultura
[1
la
Antropología científica (según algu-
B. Tylor, en 1871: «La cultura o civiliza-
en sentido etnográfico amplio,
conocimiento,
Gustavo Bueno,
fundadores de
fundador»), a saber,
es aquel
todo complejo que incluye
moral,
derecho,
el
y capacidades adquiridos por
996], séptima edición, Barcelona
2004
el
el
costumbres y cuahombre en cuanto
las
© FGB 201
114
I
mito de
El
cultura
sociedad ». 44 Esta definición, que es citada una y otra vez por lo que demuestra su condición de obras de «Antropología científica»
miembro de las
la
la
referencia clásica
—
Antropología, en
el
gnoseológica de
la perspectiva
sentido consabido. Las consideraciones que
formular quieren mantenerse estrictamente en entre la idea de cultura
y
que, con
la ciencia
vamos a
terreno de esa correlación
el
nombre de Antropología,
el
como campo propio de investigación,
propone,
más impor-
contiene, a nuestro juicio, las características
una idea de cultura delineada desde
tantes de la
—
precisamente a
la
se
Cultura, en
toda su globalidad.
Ante todo, conviene observar que ta
mejor
al
utiliza el
un contexto
concepto etológico psicológico
al
social («hábitos adquiridos
más que desde su
fisiológica)
Es cierto que,
actos», pero esta utilización está inserta a su
por
el
bro de una sociedad»), lo que permite concluir que siderado
otro.
término «hábito», un concepto tradicional,
evidentemente subjetual, ligado
de aprendizaje por «repetición de vez en
a la que se refiere Tylor se ajus-
concepto de «cultura objetiva» que a ningún
en su definición, Tylor escolástico,
la cultura
hombre el
sujeto
en cuanto
miem-
humano
es
con-
subjetividad intrasomática (etológica, psicológica o
desde su condición de sujeto moldeable por unas pautas objetivas
socialmente cristalizadas
por tanto, vinculadas a
y,
no
la realidad
sólo intraso-
mática, sino también extrasomática. (En la definición, la cultura extrasomáti-
ca sólo está representada, es cierto, por científico
—
,
pues
el
arte
contenidos citados
los otros
a lo sumo, intersomáticos; sin embargo bajo
bién
las tecnologías,
lógicas,
como
deteniéndonos en
comprueba,
se el
contenido del
al
el
y
el
conocimiento
—
si
éste es
—costumbres, derecho—
son,
rótulo «arte» cabe incluir tam-
margen de consideraciones
libro.)
No
filo-
pretendemos disimular
el
sesgo subjetivista que en la definición de Tylor impregna su idea de cultura;
lo
que queremos subrayar
dicional en el concepto,
es cómo esta dimensión subjetual de la cultura, tracomo hemos dicho, aparece de hecho, ya en la pro-
pia definición de Tylor, desbordada y envuelta (o «reabsorbida») en ejercida de «cultura objetiva» cuyo parentesco, al
alemana» de cultura no
sería
tampoco conveniente
Esto supuesto, desde luego,
complejo» ( complex
uiholé)
en
44
Edward
genético,
el inicio
la
de
una
con
la definición.
de
la
fórmula «todo
Esta fórmula inicial es
idea de cultura que va a definirse es la
una perspectiva lógico-material, gnoseológica, pues-
B. Tylor, Primitive culture, Chicago, 1871. Edición española, Cultura primitiva,
Ayuso, Madrid, 1997
cpñ Gustavo Bueno,
El
idea
la «idea
disimular.
lo decisivo es la utilización
precisamente lo que nos indica que cultura considerada desde
menos
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
La ¡dea
to
que
de
cultura
la
investigación científica
la
115
no ha dicho, apelando a fórmulas ontológi-
naturaleza lógico material (Tylor
cultura es la expresión del espíritu» o bien «la cultura es
viviente»).
También
pero
ciencia,
1
fórmula «todo complejo» nos remite, desde luego, a una idea de
la
cas, «la
como campo de
sí
era
es
un
un organismo
verdad que Tylor no era precisamente un filósofo de
la
investigador que necesitaba «filosofar sobre la marcha»
en sus empresas fundacionales. Queremos dar a entender con esto que, aun-
que
la
fórmula «todo complejo» aparezca utilizada en
mayores explicaciones
o, si se prefiere,
la
definición de Tylor sin
en estado de indefinición (por no
decir,
de oscuridad y confusión), no por ello estamos legitimados a suponer que en ella no están actuando los componentes lógico-materiales más característicos
En
expresados en esa fórmula.
dante y
la
simple, es decir, sin partes?) o,
que
la
efecto,
o
la
«complejidad» no añade nada si
fórmula «todo complejo»
al
es
redun-
«todo» (¿cómo un todo podría ser
contiene algún sentido propio, será debido a
«complejidad» no va referida tanto a
las partes
ya comprendidas en
«momentos
concepto de «todo indiferenciado», sino a
los
que, según la definición, la cultura dice
Pero sólo conocemos dos
ser.
propios
el
del todo»
momen-
o modos generalísimos del todo que, sin duda, y necesariamente, habrán
tos
de estar presentes en esta definición inaugural:
de
terístico
momento por
las
el
momento
distributivo (carac-
totalidades distributivas, designadas por la letra
y
el
atributivo (característico de las totalidades atributivas, designadas
la letra T). 4 5
Las partes de
potenciales; las partes de
un todo
un todo
distributivo se llaman partes lógicas o
atributivo
pueden
ser partes integrantes,
determinantes o constituyentes. Si representamos estas relaciones, cuando sea
en una matriz rectangular, podremos llamar «longitudinales» a las par-
posible,
que figuren como cabeceras de columnas, y «transversales» a partes atributivas que figuren como cabeceras de filas. Una totalidad dis-
tes distributivas las
tributiva,
especies, cretos,
o totalidad
$
,
es
un género que
se distribuye
de
los poliedros regulares es la totalidad
—
diferentes especies de poliedros
cubos, tetraedros, &c.
lógicas son estructuralmente independientes entre
una multiplicidad de
sí).
—
Una
que,
como
de
las
partes
totalidad atribu-
partes integrantes, determinantes o constituyen-
«concatenadas», y segregables de las multiplicidades constitutivas de su
tes
45
la Europaische Enzyklopádie zu Philosophie und Hamburgo, 1990, tomo 2, pp. 219-231. También Teoría del cierre Artículo V: «El marco holótico mínimo para un tratamiento gnoseológico
Véase nuestro artículo «Ganzes/Teil» en
Wissenschaflen , Félix Meiner, categorial. Parte
de
dis-
o un concepto analógico de proporcionalidad que se distribuye en sus
inferiores (la clase distributiva
tiva es
unívocamente en sus
o una especie que se distribuye unívocamente en sus individuos
la
I,
doctrina de
Gustavo Bueno,
El
2, 2,
las categorías», vol. 2,
mito de la cultura
[1
pp. 498-559.
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
ii6
El
I
mito de la cultura
entorno (un poliedro regular, un cubo, es
de
la totalidad atributiva
sus seis
y doce aristas segregables de otros poliedros, incluso del octaedro conjugado en el que el cubo puede inscribirse). Por lo demás, una caras,
ocho
vértices
totalidad distributiva
lidad atributiva
puede darse en
dada a otro
el
contexto de constitución de una tota-
nivel lógico material: la totalidad distributiva del
género homo (respecto de sus especies) puede considerarse
que tiene lugar en
ámbito del desarrollo de
el
como un
proceso
la totalidad atributiva del
phylurn de los primates.
de cultura
Si la definición
debido a que
«la cultura» es
No
un todo
no sólo un todo T,
puede afirmarse, a
que Tylor hubiera querido T»,
una cultura dada (pongamos por que Tylor
se refiere a
bución longitudinal de Algunas veces
aun de
de
sin
redundante será
duda, sino que también
la estilística
únicamente a
es
la
como
como
«cultura
totalidad
caso, la «cultura maya»),
cada una de esas partes
las diferentes
«arte»,
partes integrantes o transversales de
culturas
como maya,
(la
también
la azteca
es eviden-
en
«dispersas»
o
la distri-
la cretense).
antropólogos hablan de «rasgos», «pautas», «miembros»
los
«categorías culturales», por
un
es
de su enumeración,
bien «conocimiento», «creencias»,
si
«moral», &c., pueden interpretarse
te
partir
referirse
puesto que,
atributiva;
como «todo complejo» no
lado,
y de
y
«círculos culturales» (en el
sentido geográfico de los Kulturenkreisen de Raizel) o de «esferas culturales»,
por otro. La distinción, frecuente entre antropólogos
no
socialy grupo étnico (o social) lidades
$
primera las
y
totalidades
serie
de términos
es sino el ejercicio
aplicada
—
al
de
la distinción
material antropológico.
rasgos, pautas, &¿c.~
En
entre totarealidad, la
— se mantiene en
el
plano de
partes integrantes (por tanto, de las totalidades Y); la segunda serie
culos, esferas
de
T
sociales, entre categoría
—
se
las totalidades
mantiene en
el
plano de
las partes distributivas
—
cír-
(por tanto
?). Hablaremos aquí, a fin de atenemos a una terminología
uniforme, de categorías culturales y de esferas culturales para designar respectivamente a las partes del «todo complejo» que suponen es la cultura, ya sea en sentido atributivo (T) ya sea en sentido distributivo ($).
Concluiremos que va gnoseológica, es
misma
la
Idea de Cultura que se nos ofrece desde la perspecti-
decir, la idea
de cultura
como
rótulo del
inmenso campo
científica (al
margen, en
principio, de toda «filosofía de la cultura»), es precisamente la idea
de un «todo
que
ella
abriría a la investigación positiva
complejo» constituido por diversos círculos o
esferas culturales,
distribuidos geográficamente (aunque también se históricas
y,
a veces, de
modo
y
en principio
contemplan distribuciones
exclusivo, caso de Spengler)
y por
sistemas con-
catenados de categorías culturales (que, en principio también, se supondrán
universalmente presentes en todas
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
las esferas culturales,
996], séptima edición, Barcelona
aunque ulteriormente
2004
© FGB 201
1
La ¡dea
se
de
la
cultura
como campo de
—por ejemplo
reconozcan categorías o subcategorías culturales
«libro», incluso «religión»
Cuando
el
— que no son
antropólogo habla de
tantivo, suele referirse,
en primer
Investigación científica
la
1
117
«escritura»,
universales a todas las culturas).
«las culturas»,
en sentido objetivo y sus-
lugar, a las «esferas culturales».
A
veces,
algún «subconjunto de culturas» suele ser designado, por sinécdoque, a
tra-
vés de alguna categoría distintiva (por ejemplo, «cultura del vaso campani-
un uso cada vez más
forme»). Esta costumbre ha conducido, por
frecuente, a
llamar «cultura-de» a determinadas categorías o rasgos particulares dados en
seno de una esfera cultural, acaso bajo están concatenados con otros
muchos
presuposición de que tales rasgos
la
por
y,
ello,
pueden considerarse como
«señas de identidad» de la cultura de referencia. Por ejemplo,
mos de
la «cultura industrial»,
de
cuando habla-
automóvil» o incluso de
la «cultura del
«cultura de las tarjetas de crédito». Snow,
de
la
la
exponer su distinción entre «las
al
dos culturas», se refería ante todo a categorías culturales dadas dentro de ra
el
la esfe-
cultura occidental; pero, sin embargo, gran parte del éxito de su con-
que Snow
ferencia se debió, creemos, a la acción del significado «distributivo»
inyectaba a sus términos («utilizo cultura con
cuando hablan de
"cultura
el
alcance de los antropólogos
de La Teñe", o de "cultura de
o bien: «Las dos culturas se miran desde
La importancia gnoseológica de
la
lejos
los trobriandeses"»;
pero no se entienden»).
«complejidad» asignada por Tylor a
la
idea de cultura reside, a nuestro juicio, en que sólo por ella es posible planear
una investigación puede
llegar,
en
científica
de carácter positivo. Esta investigación sólo
efecto, a resultados
Antropología comparada (como
Blumenbach). Porque bandera de
no ya de
la
los
mediante
lo fue
ya
el «análisis científico
de
el
método comparativo:
es
antropología raciológica de
la la
cultura» que se puso bajo la
Antropología comenzó a partir del descubrimiento asombroso,
«pueblos extraños y lejanos» (de sus costumbres exóticas, de sus como las describían viajeros, exploradores o conquistado-
aldeas extrañas, tal res,
en calidad de «etnógrafos»)
de
las
de
los descubridores,
analogías
y
—como
tantas veces se
paralelos entre esos pueblos exóticos
y entre los pueblos entre
tituciones similares, al
sí;
menos en apariencia Long a finales
algonquinos, descrito por John
en
(el
el
ha pretendido y extraños y
el
—
pueblo
descubrimiento de
totemismo de
sino
ins-
los indios
del siglo XVIII, se veía «repro-
ducido» entre los aborígenes australianos; y hacia 1870, McLennan «acuñaba» inventaba el concepto de totemismo como figura morfológica o ins-
—
—
titución general de la Antropología; el
chamanismo de
siberianas se veía reproducido entre los indios
son
los
descubrimientos constitutivos de
las tribus
la
Antropología en tanto que
Etnología o «Antropología etnológica».
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
tunguses
tupinambas o guaraníes). Estos
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
ii8
El
I
mito de
la
cultura
Y lo que comportaba esa nueva visión no era tanto o sólo el «ver a los otros desde nosotros», cuanto «vernos a nosotros desde los otros»
unos pueblos
(etnias)
y,
por tanto, a
desde otros pueblos. Ahora bien, para que esta visión
etnológica fuese posible era preciso que tales pueblos o culturas (o etnias) se
como
mantuviesen
que
esferas distintas (en sentido distributivo), por-
o
círculos
sólo así tenía sentido su confrontación
en cuanto Etnología
.
«material antropológico»)
(el
otro
modo,
Antropología etnológica,
(la
«Antropología sociológica», «eto lógica» o
campo
De
46
Antropología,
no una
decir,
es
«filosófica»),
como
la
debía mirar a su
distribuido en esferas relativa-
mente independientes, aunque estructurado según categorías análogas. Una organización semejante del campo antropológico no implicaba un «quietismo de
aun cuando, en un
las esferas»,
principio, podría alentar la ten-
dencia a considerar a los «pueblos naturales» (todavía Engels hablará,
al
modo
como
«pueblos sin historia»
hegeiiano, de los Gesichtsiosen Volker)
Pueblos intemporales, cuya vida parecía transcurrir en tórico
—
«presente
un intemporal
—
ahis-
Sin embargo, la organización distributiva
etnológico ». 47
campo antropológico no excluía la posibilidad de transformaciones internas a esos mismos pueblos (aun cuando se tendiese a subrayar el paralelismo del
entre las transformaciones de las diferentes esferas,
mo
al
modo
del evolucionis-
nomotético de Morgan, por ejemplo: salvajismo, con sus
nadas, barbarie, con las suyas, civilización).
fases
Tampoco quedaba
interacción de los diferentes pueblos analizada a través de
homologas (según
los presupuestos del difusionismo). El
las
determi-
excluida la categorías
desenvolvimiento
demográfico y tecnológico en una superficie limitada, conducía necesariamente al desdibuj amiento progresivo de las
de
los pueblos, su desarrollo
«fronteras esféricas». Esta tendencia se percibía tanto desde (al
como última
presentar
la fase
de
la civilización y,
zación universal) como, por supuesto, desde
cuando
se reforzaba
con
los
el
el
evolucionismo
dentro de
ella, la civili-
difusionismo (sobre todo,
esquemas termodinámicos de
la
«entropía de
mezclas»).
En una eclipsarse
palabra, la perspectiva antropológica clásica estaba llamada a
en
el
proceso
mismo de
dilución de las líneas o perfiles fronterizos
distributivos de cada cultura en la supuesta civilización internacional (o cul-
46 Reviste, desde este
Echevarría, Etnografía
Autónoma de 47
punto de vista, un extraordinario interés el y comparación. La investigación intercultural en
libro de
Aurora González
Antropología, Universidad
Barcelona, 1990.
Hemos
tratado estos asuntos
más ampliamente en Gustavo Bueno, Etnología y utopía. un «Epílogo»), Júcar,
Respuesta a la pregunta: ¿qué es la Etnología? (1971), 2 a edición (aumentada con
Madrid, 1987, 234 pp.
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
La idea
tura universal).
cando en
En vano
la «civilización
a los trabajos de
campo
zonas rurales o
las
de
como campo de
cultura
la
se querría
mantener
la
cosmopolita» nuevas (los
suburbios, para
investigación científica
la
1
119
«mirada antropológica» bus-
«islas distributivas» accesibles
«Antropología urbana»;
la
las
La
etnias para la «Antropología de comunidades»).
Antropología clásica parece llamada a transformarse paulatinamente de «ciencia de
campo» en
«ciencia de gabinete»;
minado reconociéndolo El análisis de
una sociedad logía o de la
propio Lévi-Strauss ha
el
hoy como subsistemas de
sociedades que se presentan
las
métodos de
la socio-
que a
la antro-
planetaria se presta mejor, en efecto, a los
economía
ter-
48 .
o incluso de
política,
la historia,
los
de
pología etnológica. Esto no obsta a que, de hecho, continúe alimentándose,
por motivos de inercia gremial, sobre todo, entendida
científica universal»
de
la cultura».
como
la ilusión
de una «Antropología
«Ciencia del hombre» o
como
«Ciencia
un mito, un
Pero semejante Antropología es sólo una ficción,
«fantasma gnoseológico». Porque esa supuesta «cultura universal» no
poco una
esfera unitaria capaz
lo
sumo, son
la
Sociología o de la Etología.
diferentes disciplinas científicas las
legalidades o estructuras,
tam-
de ofrecer legalidades universales susceptibles
de ser establecidas por una ciencia distinta de
A
es
no tanto en
la esfera única
que podrían establecer de
la
cultura universal,
cuanto en sus diversas categorías lingüísticas, económicas, tecnológicas, &c.
La «Antropología
al
un proyecto que debe
general», a nuestro juicio, es
abandonado en cuanto proyecto paralelismo, por ejemplo, de
tes ciencias biológicas)
o
al
que pretendiera
científico-positivo
una Biología
ser
ajustarse
general (respecto de las diferen-
de una Física general (respecto de
las diferentes
disciplinas mecánicas, termodinámicas, ópticas, electrológicas, &c.).
Una
«Antropología general», o bien toma
las
diversas disciplinas lo
que
significa
científico, tiene
humanas
que que
el
la
forma de una enciclopedia de
o bien la forma de
campo gnoseológico de
ser redefinido.
una antropología la
tal
más
filosófica;
antropología, en sentido
A nuestro entender,
devolverá a la perspectiva distributiva, según la cual
esta redefinición
podemos
nos
analizar siem-
proceso de desenvolvimiento de los pueblos y de sus culturas en su «estado de salvajismo» o en su «estado de barbarie», para decirlo con palabras pre
el
de Morgan.
48
Véase
Antropologies,
la
entrevista de Alberto
Icaria Antrazit, Barcelona, 1990, pp.
Gustavo Bueno,
El
Cardín: «Lévi-Strauss:
núm. 2 (noviembre 1989);
mito de la cultura
[1
incluida en
el
Lo próximo y
maestro en su custodia», en lo ajeno.
Tientos etnológicos //,
127-140.
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
Gustavo Bueno,
El
mito de
la
cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
4 de cultura como idea práctica constituyente. El «Estado de Cultura» La idea
La Idea
Hemos
de Cultura como ¡dea-fuerza esbozado, en los dos capítulos que preceden,
cultura ya sea en
el
momento en que
se
un
análisis
nos ha presentado
ontológica (metafísica) ya sea cuando se nos ha presentado
En
gnoseológica.
idea de cultura, el
este capítulo
más o menos
de
la idea
como una como una
idea idea
nos atendremos a los aspectos prácticos de
En
cierto
como en
modo,
el
el
la
a la idea de cultura en cuanto «idea fuerza», en
sentido de Fouillée; aspectos prácticos que se abren camino tanto en
plano ontológico
de
el
gnoseológico.
carácter práctico de la Idea de Cultura constituye
una
modulación de es decir,
no
tuida. Pero
la
la misma, y acaso una modulación originaria, constituyente; mera aplicación de una idea que pudiera suponerse ya consti-
aun cuando
ello fuera así, es
siderar la idea de cultura
que
en
esta intencionalidad se
lo
innegable que no es lo
como
—aun-
obtenga por segregación o abstracción de una
contextura práctica originaria («interesada») tura
mismo con-
que tenga de intencionalidad neutra
— que
considerar la idea de cul-
idea axiológica, cargada de armónicos, de «juicios de valor» de
signo meliorativo.
acompañar a
la
Nos
referimos a la constelación de conceptos que suele
idea de cultura en el
momento en que
ella
rebasa su condi-
ción neutra (meramente ostensiva o descriptiva): «tesoro cultural», «riqueza cultural»,
«patrimonio espiritual de un pueblo», incluso «patrimonio de
humanidad». Desde luego, cuando hablamos del «mito de
mos
presente, sobre todo, esta
en tanto funciona disimulado en
Gustavo Bueno,
El
las
como un
la cultura»,
modulación práctica (meliorativa) de
[1
tene-
la idea,
postulado, explícito o implícito, que suele estar
modulaciones aparentemente más neutras.
mito de la cultura
la
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
122
I
mito de
El
la
cultura
Funciones práctico-reivindicativas de Las determinaciones prácticas de
pero acaso todas
la
ellas participen, a
la
Idea de Cultura
Idea de Cultura son, sin duda, múltiples,
su
modo, de una
intención reivindicativa. Las funciones prácticas de
duda, de índole constitutiva; sólo que
común: su
característica
la
idea de cultura son, sin
proceso de constitución llevaría
el
anejo una «estrategia» de «recuperación», de «restitución» o de «reivindica-
que
ción». Esta estrategia parece presuponer
existe
algún sujeto o alguna cosa
que, siendo condición necesaria para consolidar la constitución de la cultura,
bien sea por una «caída», bien sea por una falta de maduración, se supone
Una
situada por debajo de sus posibilidades.
tal
función de recuperación se
cabo sea mediante una operación de sustitución del principio que
llevaría a
«antes de la caída» se supone mantenía
al
sujeto o la cosa en su debido lugar
(o en su debida dignidad), sea mediante la «operación de elevación» directa,
en
la
que
hipótesis de
el
sujeto o la cosa «en proceso de recuperación» (de dig-
nificación, de justificación)
no hubiera ocupado previamente
el
«lugar
que
le
corresponde».
Con
frecuencia, obviamente, además, estas operaciones reivindicativas,
no podrían menos de envolver opo-
inherentes a la idea práctica de cultura,
sición polémica contra otros individuos o grupos a quienes
pueda
hacérseles
responsables de la caída o del bloqueo del sujeto o de la cosa que está siendo reivindicada.
según
la
Desde
cular, la idea
en
las
naza a
la
que
Tenemos
1)
así
puede
un
y,
en parti-
el
la
el
reivindicación:
frente clasista y
el el
diri-
frente humanista, frente académico
criterio útil para distinguir los principales «frentes»
ejercer su función la idea práctica
Ante todo,
como
de cultura
condiciones establecidas, es decir, principalmente, qué o quién ame-
la
humana». La cultura ral,
significa prácticamente la idea
constitución de la cultura de referencia, en tanto proceso práctico.
frente étnico,
cuales
vista cabría aplicar aquí la regla general
de identidad cultural, es saber contra quién o contra qué se
Cuatro frentes de el
punto de
cual «saber lo que algo significa es saber contra quién ese algo está
dirigido». Saber lo
ge,
este
idea de cultura, en será tratada ahora
atributo del género
el
en
los
de cultura.
sentido generalísimo de «cultura
como
atributo del
humano. ¿Contra quién
hombre en gene-
se dirige esta idea
de
cultura universal? Sería ridículo (pura metafísica) suponer que esta idea va
(pñ Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
de
La idea
la
cultura
como
¡dea práctica constituyente.
dirigida contra «la Naturaleza».
Más
de alguna «cultura étnica», contra
que
pio», pues, lo
que
La idea de
de
como contenido de con
y,
en
cultura,
ideal reivindicativo
ideal
entiende por «cultura
se
autoproclama
se
como
mundo
darwiniana» Se la
dirá,
oposición «de princi-
humana» la
lugar, el papel
todo al
él
en
hombre
la
(en la «cultura moderna», en la
sitio
que
correspondía en
le
«revolución copernicana»
como culmen de
efecto,
que
la
la
y,
la
la Tierra;
Tierra
el
como
sobre todo, del lugar
al
reducir
la
«cultura antigua»
una dignidad que
la res cogitans
extensa (Pascal: «La dignidad del
que es
ésta
un
y,
hombre
a
polvo estesobre todo,
que tuvo lugar y
destronamiento apeló a
este
único ser finito dotado de razón; en
dotado de conciencia,
al el
cristianismo había refor-
el el
hipostática» en la Persona de Cristo de la naturaleza divina
ser
cen-
habitante del centro del universo, que
«lugar metafísico» en
humana. La primera reacción a es el
el
Naturaleza, antes de la «revolución
revolución copernicana,
confirió
le
en torno a
poner en
hombre
de
amenazados, incluso perdidos, por ejem-
ha puesto en peligro una dignidad que
zado
una cultura
suele ser
cultura universal.
.
cultura cristiana,
gira
pretensiones
las
condición de habitante de un «minúsculo planeta perdido en
lar» la
antes de
correspondía,
le
123
alguna cultura históricamente dada) en tanto que este
«segunda cultura» de Snow), primero del tro del
1
«dignidad del hombre» (que habrá que considerar
la
plo, al haber sido destronado el
que
como
desempeña, en primer
este frente,
Cultura»
la
de algún pueblo o nación en
expresión de
esta dignidad, están
él,
contra
irá dirigida
la cultura
Es oposición que habrá que entenderla
especial.
étnica
bien
«Estado de
El
«razón»: el
cartesianismo,
único
el
rodeada, por todos los lados, de
hombre, frente a
no sabe que me mata, pero yo
el
naturaleza
la la
«Unión
la
sé
la
la res
Naturaleza, estriba en
que muero»). Ahora bien,
la
«razón»
y aunque todavía que este atributo ser-
atributo excesivamente restrictivo, «intelectualista»;
Linneo defina
al
hombre como homo sapiens,
lo cierto es
vía sobre todo para «justificar» o para «ensalzar» a los matemáticos o a los filósofos. Pero, ¿y los artistas,
trabajadores manuales,
el
y
los poetas,
homo faberi
y
los místicos?, ¿y los políticos
pretar a la música, a la poesía o a la «espiritualidad mística»
ciones de «la razón»; tan sólo cicio
los
como manifestacomo el ejer-
tecnología se prestaba a ser vista
y aun como el origen de ella. La dignidad humana, comprometida por la revolución
de una racionalidad
«reivindicación» de la
la
y
A veces resultaba muy rebuscado inter-
estricta
copernicana, se veía inclinada a apelar a
la intuición,
a la inspiración,
al
sen-
timiento (como hizo Rousseau y después los románticos, Novalis o Jacobi). En todo caso, la revolución darwiniana, al reducir al hombre desde la
condición de sapiens que Linneo
(pñ Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
le
había atribuido en exclusiva hasta
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
la
124
mito de
El
I
la
cultura
condición de un eslabón más en
mates
(a
razón
—
mente do
el
quienes también se y,
la
cadena de
transformación de los pri-
la
concedía, poco a poco, inteligencia y aun
les
—
desde luego, sentimientos e intuición
del trono
trono que
que había conservado en
),
la escala zoológica,
una vez perdi-
correspondió a escala cósmica. Desde este punto de vista
le
pudo desempeñar en
cabría afirmar, nos parece, que la Idea de Cultura
época moderna
lo derribaba definitiva-
funciones «dignificadoras» que en
las
atribuyeron a la razón, o en
el
romanticismo
al
sentimiento, o a las que
De
seguían atribuyéndose a su condición de «hijo de Dios» o de cristiano.
hecho, y recíprocamente,
como
Cultura,
las
funciones «dignificadoras» de la Idea de
característica definidora del
hombre, establecían una sorda o
abierta reivindicación polémica contra quienes mantenían
humana Iglesia.
sobre fundamentos tradicionales, y
muy
Conviene recordar que Bisrnarck lanzó su
ra contra la Iglesia
romana, pero también contra
principalmente, contra la batalla
en pro de de
la filosofía
la
la cultu-
ilustración el ideal
«cultura laica» frente al «saber de la Iglesia»; también significaría
de una «cultura ca»
dignidad
la
heredera del cartesianismo. El ideal de cultura significaba ahora
una
—
artística
o
la
neoclasicismo se
el
literaria»
de
el ideal
—llamada precisamente «humanísti-
frente al ideal de la cultura racionalista, de la «segunda cultura», en el
sentido de Snow.
Por otro lado,
la
idea de
una «cultura humanística», en su sentido univer-
podría desempeñar funciones prácticas reivindicativas frente a
sal,
gadas tendencias, tenidas por excesivamente estrechas, a fundar
nidad la
humana en
la
la
condición de romano, de griego o de judío.
«dignidad del hombre»
—
las arries-
propia dig-
En
realidad,
— derivaba no tanto de
era la tradición estoica
su condición de hombre, sino de su condición de ciudadano, aunque fuera
de «ciudadano del mundo», de cosmopolita. Merece
cómo una de
efecto,
empeñar
el
mito de
cepciones racistas de
do
las funciones prácticas
la cultura es la
que ha podido des-
su función reivindicatoría contra
humanidad. En
sustituir a veces las funciones
más
pena subrayar, en
la
positivas
este orden, la idea
promovidas por
las
con-
de cultura ha podi-
las religiones universales.
«Ya no hay judíos ni gentiles, ni griegos ni bárbaros», había dicho san Pablo,
en nombre de Cristo. Frobenius nos ofrece una muestra esta
función reivindicativa del hombre, frente
tianismo romano, que cabría asociar a
al
racismo,
la cultura:
y
muy al
expresiva de
margen
del cris-
«Existen razas negras apa-
rentemente mezquinas que han creado culturas asombrosas y razas blancas, de fortaleza admirable, cuyas culturas son muy pobres y ruines». En este contexto, se
mado
comprende hasta qué punto
el
«mito de
legítimamente parte del «pensamiento de
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
la cultura»
puede haber
la izquierda».
996], séptima edición, Barcelona
2004
for-
Esas virtuali-
© FGB 201
La ¡dea
de
como
cultura
la
idea práctica constituyente.
dades antirracistas del «mito de
«Estado de
El
la cultura» (virtualidades
la
Cultura»
1
125
que, desde luego,
son compatibles con virtualidades opuestas) estaban presentes, seguramente,
en
conocida expresión atribuida a un dirigente
la
probablemente
nazi,
Goebbels, en una reunión de su partido: «Cuando oigo pronunciar la pala-
mano
bra cultura echo «la izquierda» el
a la pistola». Sería erróneo, sin embargo, reclamar para
monopolio del
debe hacemos olvidar que partido
de
mito de
el
y de
la cultura,
la raza aria, a través
de
«ideal de cultura».
la
La
frase
de Goebbels no
también enarbolaron como bandera de su
los nazis
la cultura occidental,
cual la naturaleza
en cuanto expresión
humana quedaba
reivindicada
dignificada. (Lo que, según esto, la frase del dirigente nazi quiso significar
y pudo
ser algo así
tura en
un
como
el privilegio
de
«Cuando oigo hablar de
lo siguiente:
sentido universal
palabra cul-
la
—en — echo mano
tanto incluye la cultura judía y neutraliza a la pistola».) La idea de la cul-
la cultura aria
tura
humana, como cultura
esta
función reivindicadora de
universal, la
puede haber asumido ampliamente
dignidad del hombre por encima de su ads-
cripción a cualquier cultura o raza específica.
La tura
dificultad estribará en la determinación de los contenidos de esta «cul-
según
universal»,
Precisamente en tural» es
«Conozco
el
momento en que
cuando cobra inmediato franceses, ingleses
y no meramente retóricos. define al hombre como «animal cul-
positivos
criterios
se
interés la observación
de
De
Maistre:
o alemanes, pero no conozco hombres». Por
otro lado, se sobreentiende, con frecuencia, que la propia cultura en expansión debe ser
tomada como expresión de
propio Saint-Simon proclamado nentes de la raza
la tierra
la
la
cultura universal.
¿No había
el
conveniencia de que los diversos conti-
fueran paulatinamente repoblados con europeos «por ser
europea superior a todas
las
demás»? Sin embargo, hay que tener en
cuenta también que muchas veces quienes han usado
el
término raza lo han
entendido no tanto en su sentido meramente zoológico cuanto en un senti-
do que incluye
los
contenidos culturales que constituyen lo que hoy llama-
mos «etnias». Esto ocurre en la misma desafortunada expresión que, durante muchos años, servía de título en España y América hispana al día 12 de Octubre, como «Día de la raza»; pues «raza» precisamente aquí aludía, y
muy especialmente,
al
mestizaje que había resultado de la confluencia de los
pueblos hispanos y americanos (los «cachorros de león español» de Rubén Darío). Se trataba de una raza que, en cierto modo, aparecía como resulta-
do de una cultura
muy distinta
de
la cultura
anglosajona, que había perma-
—que han —
necido sin mezclarse con los pueblos coloniales. Este «secreto a voces» las razas históricas
no son independientes de
las culturas
moldeado, sino que más bien son resultado de
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
ellas
996], séptima edición, Barcelona
2004
en
las
que
que causa suya
© FGB 201
se
es el
:
126
El
I
1
mito de
cultura
la
que habría de
ser «revelado»
por Lévi-Strauss en su ensayo sobre La raza y
la historia
2)
Sobre todo, en
sentido especificativo de «cultura étnica» (cultura
el
maya, cultura alemana, cultura de
de cultura
la idea
del pueblo
que
se
como
cultural» encuentra
en
lucha por
misma
funciones reivindicativas
y
exaltación
frente a quienes
ponen en
supervivencia.
norma cuyo
sentido es
se orientará preferentemente,
la
las
La idea de «identidad
este contexto su quicio propio: preservar
identidad cultural es una
y
Ahora
ha identificado con esa cultura
peligro su pureza o incluso su
dicativo
catalana).
idea práctica se orientan a la defensa
en
el
y exaltar la predominantemente reivin-
plano político, a través de
consecución de un Estado nacional-cultural o por
del Estado nacionalcultural ya establecido. Karl
ciones con toda precisión (dentro de
las
la
la
preservación
Renner formuló
estas ecua-
coordenadas del llamado austro mar-
xismo): «La nación es la comunidad de cultura ( Kulturgemeinschafi) propia de
un pueblo que está jurídicamente unido en virtud de un poder público que en un determinado territorio y que está delimitado precisamente por un "lazo cultural"». 49 Se supondrá que una cultura auténtica tiene asegurada, por su propia virtualidad, la «reproducción de su identidad»; más adelante se ejerce
(cap.VII) analizaremos el mito de la identidad cultural en cuanto referido a
una estructura supuestamente destinada a reproducirse de modo La intensa reavivación de observa en ción de
el
mundo
entero en nuestros días suele
la cultura propia, frente al
«nacionalidades canónicas» que Francia, Italia,
&c.
ción de
las
se
asociada a la reivindica-
establecen a escala estatal
— y en América o
identidades culturales
ir
«Estado opresor» (en Europa, frente a
no
las
—España,
-
África frente a los Estados correspon-
dientes o frente a otros círculos de cultura).
pueblo afectado (o por sus
indefinido.
nacionalismos a escala subestatal que se
los
está
En
otras ocasiones, la reivindica-
impulsada únicamente tanto por
«clases políticas»)
nes o personas ajenas que encuentran ventajas estratégicas en la defensa de preservación de determinadas etnias existentes, o en todas.
dose a motivaciones que no tienen ni siquiera,
al
el
cantante Sting (presidente de
acompañado
49
La
la
del jefe indio de los kayap,
tal
de
la
se presentaba
en los años 1968 y 1969, la traducción española de la obra de de Otto Bauer La cuestión de las nacionalidades y la socialdemo-
cracia.
(pñ Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
la gira
la Selva Virgen»),
Raoni (que
editorial Siglo XXI ofreció,
K. Renner Estado y nación y de
la
atenién-
la superficie,
Con motivo
«Fundación de
un
A veces,
menos en
aspecto político sino «cósmico», estético o ecológico.
que
el
cuanto por Estados, institucio-
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
La idea
de
como
cultura
la
idea práctica constituyente.
enorme
«identificado» con su
El
«Estado de
la
Cultura»
127
1
España en 1989, invitado
disco labial), hizo a
Sociedad Estatal del Quinto Centenario (Sting y Raoni fueron recibidos, con todos los honores debidos, por los reyes), un medio nacional decía: por
la
«De continuar
ritmo actual de expansión ecocida y genocida, propio de la más de doscientas cultu-
el
sociedad industrial, a finales de siglo desaparecerán
y no menos de dos millones de
ras
esto, el disco labial al parecer,
por
guacamayo o
de Raoni
—
el
misma razón por
la
del quetzal.
las
Dice
el artículo
ser respetados
y
la influencia recíproca
man
parte del patrimonio
lejos
la
3.
En
«espíritu
Declaración de principios de coopetiene una dignidad y un valor Todo pueblo tiene el derecho y el
su fecunda variedad, en su diversidad
la
esta Declaración
ese «deber de los pueblos»
turas (un deber
que
resulta estar
la cultura
funcionando a toda máquina.
en orden
impuesto por
y
otras, todas las culturas for-
Humanidad». El «mito de
Dejemos aparte
deran esa cultura
del
Toda cultura
común de en
plumas
las
de esta perspectiva nos suenan
que ejercen unas sobre
universal» se nos manifiesta
ser conservado,
que podríamos denominar
lo
protegidos. 2.
deber de desarrollar su cultura.
por
.
— debe
que deben conservarse
primero de
ración cultural internacional. « 1
que deben
la
No muy
muchas fórmulas emanadas de
UNESCO».
y animales». Según
especies de plantas
«disco botocudo»
de sus cul-
demás pueblos que
los
como patrimonio común); pues
al desarrollo
lo principal es ese
consi-
punto
1
identidad entre una cultura étnica y su dignidad axiológica (no ya gnoseológica), es decir, que no reconoce la posibilidad de
que comienza postulando
la
culturas salvajes o perversas.
Y no
carece de importancia ese punto 3, que nos
culturas
un armonismo gratuito, que da por supuesto, además, que las no conducen precisamente a la dilución de algunas en otras más potentes o en su reducción al «estado folclórico» de
reserva.
¿Cómo
manifiesta
«influencias recíprocas»
emana de una
fingir
no darse cuenta de que
Declaración de principios
la
sede «colonialista» y utiliza los medios y
de
las ideas
las «cul-
turas colonialistas»? 3)
La idea de
cultura,
y sigue alentando, en
el
como
ideal práctico reivindicativo, alentó también,
contexto de
la
«cultura de clase», concepto que algu-
nos teóricos consideran una modalidad de «cultura étnica» y otros una modalidad de la «cultura universal». La cultura aparecerá ahora como un objetivo
de
las clases
trabajadoras o proletarias, en principio
como una
reclamación
del derecho al reparto (sobre todo para los hijos) de la cultura de las clases
dominantes. ta
no
el
cual
De esta suerte la «voluntad de cultura»
ser otra cosa sino el
«amor a
una voluntad de ascenso
la cultura»
de
la
de
los trabajadores resul-
social, el
mismo proceso por
burguesía se reducía, generalmente, a
voluntad de ascenso hacia formas y relaciones, sobre todo,
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
aristocráticas.
© FGB 201
la
Es
1
128
mito de
El
I
la
y no en
aquí,
cultura
terreno metafíisico del «Espíritu»,
el
ficado principal
lema «La
el
También podríamos
4)
por
te constituido
la idea
común», sino en
frente a la Sociología
el
da
dinero,
la libertad». 50
aplicar el criterio general al caso particular
y lími-
gnoseológica de cultura. Pues ahora se reivindicará
el
distributivo de «totalidad de
y frente a
ción de la idea de cultura en
como
vista
más que
signi-
de cultura universal (no necesariamente en sentido atributivo, de
la idea
tura
cultura,
donde encuentra su
el
la Psicología.
terreno de
De
esta
que una «comunidad
la reivindicación
manera
de
la teoría
«cul-
las diversas culturas»),
la reivindica-
la ciencia
científica» (el
podría ser
gremio o
corporación de los antropólogos culturales) hace de un campo amenazado
por
las
pretensiones «depredadoras» de otras comunidades o gremios cientí-
y muy
ficos
especialmente del gremio de los sociólogos o del gremio de los
psicólogos.
El
frente político de las intenciones reivindicativas
vinculadas a
En
la
Idea práctica de Cultura
cualquier caso,
el
cauce a través del cual
más rotunda
za su expresión
de estas instituciones,
tro
es el
la
cauce de
idea práctica de cultura alcan-
las instituciones políticas y,
que tienen que ver con
las
la
den-
misma
constitución
del Estado.
La incorporación de
misma de
cia»
la idea
de cultura,
como
las constituciones políticas es
idea práctica, a la «sustan-
un hecho relativamente
pero no por ello menos significativo. Es un hecho que prueba, por
no
reciente
mismo,
sí
sólo la «novedad» (en unidades de siglo) de la idea de cultura, sino tam-
bién su rápido ascenso
como
Dice un manual soviético de
50
la
o mito práctico
ideal
y,
por tanto, su impor-
época de Breznev: «La victoria de
la
Revolución de Octubre
dio comienzo a la revolución cultural. Las masas laboriosas, agrupadas en los Soviets, habían derro-
cado
el
capitalismo, pero eso era poco. Las transformaciones en
dían, en primer término, tales medidas adulta, el desarrollo
de
Historia de la URSS, en 66. Decía José
lo
la liquidación del
el
terreno de
enseñanza escolar a fin de extenderla a toda
tres partes,
los
que quiere
el
la
cultura compren-
analfabetismo entre la
la
población
joven generación...»,
segunda parte, 2 a edición. Editorial Progreso, Moscú,
Antonio Girón de Velasco en su discurso antes citado
«Y cuando dicen que
la
como
demagogos que
"el proletariado prefiere el
proletariado es la cultura, que en
el
del
Poder
orden de
1
977, p.
25 de noviembre de 1950:
al
pan", lo que se callan es
las ideas es
una idea más gené-
idea de Poder y engendra a ésta. Pero los demagogos ofrecen Poder solamente porque saben que con el Poder sólo, sin la cultura que debe engendrarlo, el proletariado fracasa y se estarica
que
blece
una nueva
ed.cit.,
(pfí
la
casta
que
es la
de
ellos, la
de
los
demagogos {Grandes y prolongados
aplausos)»,
pp. 15-16.
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
La idea
de
la
cultura
como
idea práctica constituyente.
El
«Estado de
la
Cultura»
tanda. Porque a partir del reconocimiento del ideal de cultura por tituciones de diversos Estados
puede decirse que
la cultura
las
1
129
cons-
comienza a pre-
como un derecho y como un deber en sentido político. Y nos referimos no ya al derecho o al deber políticos tal como se nos dan en el plano de la teoría política. En un capítulo anterior (II), al hablar del nacimiento y maduración de la idea de cultura en la filosofía alemana, hemos citado textos sentarse
de Fichte o de Bluntschli; habría que agregar más eslabones a esta tradición del derecho constitucional, sobre todo Jellinek, &c.);
una
alemán (por ejemplo Holtzendorff,
que considera
tradición
cultura
la
cuatro fines fundamentales del Estado, junto
como uno de los
tres
o
derecho y al poder, por ejemplo. Holtzendorff, pongamos por caso, asignaba al Estado nacional estos
tres
objetivos
mediante
la
reales:
organización del derecho {Kulturzweck) distas
de
objetivo
el
organización del poder;
.
(
el
al
potencia nacional (Machtzweck)
la
objetivo de la libertad, mediante la
Rechtzweck) y faltó del todo
En España no
objetivo de la cultura social
el
la representación, entre los trata-
de derecho político o administrativo, de esta tradición:
Marín dedica
el
tomo
II
así
Cuesta
de sus Principios de derecho administrativo
(Salamanca, 1894) a «los fines de cultura de la administración pública»; referencias a la cultura se plo,
en
el
Curso de Derecho Político de Santamaría de Paredes, de 1913- 51
Pero queremos referirnos, sobre todo, tura
como norma de rango
de derecho político, o de parte de las
como
de cultura (o del mito de decir, la fecha
en
la
los filósofos
de
la
cultura
no ya por parte de la
de
los Estados.
No nos parece del
el
en cuanto mito político
Kulturkampfáe. Bismarck
el «fisiólogo ateo»).
En
la (el
han ido incorporando
término fue
a sus constituciones
concepto de «constitución cultural» (por analogía con social»)
La Constitución mejicana de 1917 podría considerarse como
Citado por lesús Prieto de Pedro, Cultura, culturas y constitución
,
el
Gustavo Bueno,
El
de Pedro,
mito de la cultura
op. cit., p.
[1
primer texto
Centro de Estudios
202, nota 343.
996], séptima edición, Barcelona
2004
para refe-
la cultura. 52
Constitucionales, Madrid, 1993, p. 19. 52 lesús Prieto
es
incluso se ha acuñado entre
a los principios que una constitución dada tiene relativos a
51
de 1871,
cualquier caso, lo cierto es que
concepto de «constitución económica» o «constitución
rirse
los tratadistas
cultura o del Estado, sino por
como norma constitucional;
los juristas italianos el el
reconocimiento del ideal de cul-
fecha simbólica de la «mayoría de edad» de la idea
diversos Estados, en nuestro siglo, ideal
de
políticas
la cultura)
que comenzó
acuñado por Virchow,
al
constitucional,
mismas constituciones
todo gratuito tomar
el
las
hacen más frecuentes unos años después, por ejem-
© FGB 201
130
El
I
mito de
cultura
la
superior relevante que registra
en
la
obra citada. También en
la
la
artículo 18, aparece el adjetivo «cultural», o
1920, en
contexto explícito de
el
Estado protegerá a
como
presencia de la voz cultura,
dice Prieto
llamada «Constitución de Wcimar» de 1919,
en
la
Constitución del Perú de (Artículo 58: «El
las «culturas étnicas»
indígena y dictará leyes para su desarrollo y cultura en armonía con sus necesidades»). En el Preludio de este Ensayo citamos el la raza
artículo 44.1 de la Constitución española de 1978: «Los poderes públicos
promoverán y tutelarán el acceso a la cultura, a la que todos tienen derecho». Pero en la tradición constitucional española los antecedentes son numerosos (dentro, por supuesto, de la época moderna). Así, en el Discurso preliminar, leído
en
Cortes de 24 de diciembre de 1811,
las
como
presentación del pro-
yecto de la que sería la Constitución Política de la Monarquía Española, de
1812, se habla «del inmenso número de originarios de África establecidos en los países
de Ultramar, su diferente condición,
tura en que la
mayor parte de
ellos se halla
en
el
estado de civilización
el día...». Y,
y
cul-
sobre todo, en la
Constitución de la República Española de 1931, en la que la idea de cultura llega a figurar
en
el
cultura») Tiene el .
rótulo del Capítulo 2 del Título 3 («Familia, economía
mayor
más tempranamente
interés constatar
que España
aparecen, en contextos políticos,
es la
y
nación en donde
de cultura y
las ideas
de nación.
Concluiremos subrayando néutico general que
momento de en
los casos
hemos
que
conveniencia de aplicar
establecido
la interpretación,
ios
la
se registra
(la
el criterio
de sus funciones reivindicativas
una
el
originarias) a
«elevación» de la idea de cultura al rango
de norma constitucional, por parte de muchos Estados actuales lleva la creación
herme-
consideración prioritaria, en
(lo
que con-
de órganos administrativos ad hoc y principalmente de
los
norma se de los com-
Ministerios de Cultura). Pues aun cuando, en la superficie, esta
agota aparentemente en su función de mera expresión positiva
promisos que asume un Estado en orden a
la
conservación y promoción de
una cultura presupuesta, en su fondo contiene una intención siva
o reivindicativa de
tampoco
la
las culturas étnicas
negativa, defen-
o históricas frente a otras culturas;
intención reivindicativa de la cultura universal «frente a la
Naturaleza» (una reivindicación que cabe asociar, más bien, a
la idea
de «edu-
cación»).
Para
el
planteamiento de esta cuestión hay que tener presente que, en
general, el Estado implica (genéticamente) la confluencia de etnias o culturas
diferentes (se les
ha calculado que
están constituidos sobre
sólo
una sola
un
diez por ciento de los Estados actua-
etnia,
ciones artificiales» llevadas a cabo tras la
cpfí
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
y que tales Estados suelen ser «creaSegunda Guerra Mundial; cuando
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
de
La ¡dea
la
como
cultura
¡dea práctica constituyente.
El
«Estado de
la
Cultura»
no ocurre que la homogeneidad étnica observada de vez en cuando es el tado de una asimilación de etnias anteriores por la etnia hegemónica).
1
131
resul-
El carácter reivindicativo de la «cultura propia» se manifiesta con toda evi-
dencia en
de
las
reivindicaciones de las culturas regionales frente a las culturas
Estados canónicos; en estas situaciones
los
eminentemente
significado
las
reivindicaciones
toman un
Sabino Arana, en España, lo decía con
político.
no pueden
insuperable ingenuidad: «Etnográficamente los euskerianos
ser
españoles aunque quieran, pues para ser españoles tendrían que dejar de ser euskerianos». Se
comprende también que, desde
la
óptica del nacionalismo
étnico, el proceso de cristalización del «nacionalismo canónico»,
expresión histórica
más
visible
en
la
Gran Revolución, 53
que tuvo su
sea visto
proceso de «etnocidio consumado» (lenguas tradicionales acosadas
como un como dia-
lectos atrasados, vida pueblerina rebajada a espectáculo folclórico destinado
consumo
al
anacronismo que
turístico). El
se
comete
es evidente, si
por
«etnocidio» se sobreentiende la asfixia de «nacionalidades políticas» que aún
no
y que
existían
sólo podían ponerse en
mente de la constitución de
las
marcha a consecuencia
precisa-
naciones políticas canónicas; constitución que
implicaba precisamente ese proceso llamado «etnocidio». El anacronismo se desarrolla
nivel
además
que
al retrotraer esas
mismas
«naciones asfixiadas» a la prehistoria y
pudieron alcanzar
al
desean alcanzar)
el
de una nacionalidad política canónica tienen también que recurrir a
la
olvidar
esas
etnias, si
represión, a la intolerancia
y
al
(o si
etnocidio.
El carácter reivindicativo de la «cultura constitucional» puede fundarse
en
la
o protectora frente a otras culturas nacionales
la reivindicación cautelar
canónicas
(el
Kulturkampfde Bismarck era en gran medida una «lucha por
como un
cultura alemana»); pero también
intento de defender la cultura
nacional-estatal canónica frente a las culturas de las nacionalidades a escala regional.
En
la Constitución
«Sin perjuicio de
Autónomas, bución
el
las
española de 1978 leemos, en su artículo 149.2:
competencias que podrán asumir
Estado considerará
esencial,
facilitará la
y Autónomas, de acuerdo con
las
servicio de la cultura
las
ellas».
Lo que
Comunidades
como deber y atri-
comunicación cultural entre
ra nacional-canónica, ligada al
una «refundición» de
el
las
Comunidades
es difícil olvidar es
que
la cultu-
Estado moderno, presuponía necesariamente
nacionalidades étnicas (prepolíticas), refundición
lograda necesariamente en parte por mezcla, en parte por hegemonía de
unos componentes sobre
53
Gustavo Bueno,
Véase
El
P.
otros: la
nación española,
como
la
nación francesa
Clastres, Investigaciones en antropología política, Gedisa, Barcelona,
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
1981,
© FGB 201
p. 61.
132
o
mito de
El
I
la
cultura
nación inglesa fueron
resultado
de
la
muy anterior,
nación euskérica o de
la
resultado histórico de esta refundición
el
por
cierto, a los proyectos
nación catalana.
la
Los problemas de inconsistencia latentes en universal,
de
la
en relación con
las
—un
de nacionalismo político
culturas étnicas,
propósito de una cultura
el
que
el
mito de
la
declaración
UNESCO tiende a ignorar, se reproducen a escala de las relaciones entre
la cultura
duda,
las
nacional canónica y las culturas regionales o autonómicas. Sin instituciones públicas como el Tribunal Constitucional o el
Tribunal Supremo, tienden a interpretar los textos constitucionales recono-
ciendo una cultura común, una cultura nacional o canónica, que
en
será,
nuestro caso, la «cultura española». Pero algunas culturas autónomas no
modo la norma constitucional entendiendo la cultura del el total de como un conjunto sumativo, por yuxtaposición regionales pidiendo, como asunto de estado, todas las supuestas culturas y interpretan de este
—
artículo 44.1
—
la
,
supresión del Ministerio de Cultura. Según esto, cabría decir que
nido mítico de
1978
la idea política
se manifiesta, ante todo,
de cultura en
conte-
el
Constitución española de
la
en su armonismo, en tanto tiende a olvidar
la
incompatibilidad irreductible entre una cultura española «común» y las pretensiones de las ideologías que postulan que la cultura de su nacionalidad respectiva debe ponerse en pie de igualdad a la cultura «castellana» (no española)
dentro, por ejemplo, del mosaico envolvente de las culturas europeas. El
mito
se manifiesta
en
momento de
el
la
exaltación de
un
«rasgo cultural»
que
una copa de
fút-
siendo intrínsecamente insignificante (por ejemplo, lograr bol) pasa a
ocupar
el
rango objetivo de un valor supremo. Desde nuestras
muy
coordenadas, se alcanza
bien
vindicado con más tenacidad por
las
vernácula o nacional. Oficialmente,
fundamenta en
razón por
la
lo
que explica
es la otra característica
muy
de
de
lengua,
es
que
las
la
El
lengua
las
le
pueblo que
atribuye
como
la habla»; pero,
reivindicaciones lingüísticas
la
entienden; ante esto,
«capacidad expresiva del espíritu nacional».
se diga
no
sea entendido por los
que
la
se
Lo
que hablan otra
habla sean comunes o
triviales.
cocina o los trajes de una comunidad
comprendidos, asimilados o disfrutados por cualquier
miembro de
otra
comunidad autónoma
rasgos diferenciales asociativos), en
(pñ Gustavo Bueno,
es la
«lenguas vernáculas», a saber, sus virtualidades
cosas de las
las
ser
espíritu del
importancia de
la las
danzas populares,
autónoma pueden individuo
que
lo
aun cuando
Mientras que
rasgo cultural rei-
reivindicación de la «lengua propia» se
pueblos colindantes que no
los
poca parte queda a
importante
el
supuesta condición que a una lengua se
la
aislantes respecto
cual
«comunidades autónomas»
la
«forma de expresión más profunda del en realidad,
la
mito de la cultura
[1
cambio
(a titulo
la lengua,
996], séptima edición, Barcelona
de
sobre todo
2004
folclore: si
no
© FGB 201
son
es inte-
La idea
ligible
por
de
la
cultura
como
idea práctica constituyente.
terceros, es disociativa.
Los esfuerzos de
no ya a
güísticas
van por
camente
viva, sino a subrayar las voces
ello dirigidos
restaurar
y
español, a fin de hacerlas ininteligibles.
giros
El
«Estado de
las
la
Cultura» 133 1
normalizaciones
una supuesta lengua
más
lin-
históri-
diferenciales, respecto del
La voluntad de mantener
la
propia
lengua está inequívocamente ligada, por tanto, a una voluntad de independencia «nacional» basada en los «hechos diferenciales» del «patrimonio cultural»
considerado
como
voluntad lingüística
como
Gustavo Bueno,
El
sustancia del propio pueblo; fuera de este
sería tan inexplicable,
lo sería la pasión «partidista»
mito de la cultura
[1
en
la
mayor
marco
parte de los casos,
por un equipo de fútbol determinado.
996], séptima edición, Barcelona
2004
la
© FGB 201
Gustavo Bueno,
El
mito de
la
cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
5
de
La génesis
idea metafísica de
la
cultura. El «Reino
«Reino de
la
de
el
Cultura»
moderna de Cultura repercute en
La Idea
Gracia» y
la
Idea
la
de Cultura subjetiva tradicional La idea de cultura
objetiva,
si
nos atenemos a todo cuanto venimos diciendo,
una idea «moderna», y no cobra figura reconocible sino al final del siglo XVIII. Esta tesis es muy común aunque no sea universalmente compartida. es
Hemos
intentado demostrar que
idea de cultura
una idea
las discrepancias entre
«antigua», de la tradición grecorromana,
pueda mantenerse únicamente en terreno de la filología; es
de
oposición entre
la
hemos llamado la
como
la
quienes consideran la
como una idea «moderna» y entre quienes la consideran como
la
el
una discrepancia que
la «cultura subjetiva»
atención de
cómo
no
es
una discrepancia que
terreno de la erudición histórica, en
y
está envuelta
la
por
la dialéctica
«cultura objetiva».
esta oposición
el
También
no habría que entender-
oposición que pudiera corresponder a dos procesos o estructuras
independientes, aunque acumulables o yuxtaponibles. La idea de cultura subjetiva es históricamente anterior a la idea
de cultura objetiva, pero, una vez
constituida ésta, aquélla tenderá a ser reexpuesta desde la idea de cultura objetiva.
Ahora
bien, la tendencia a reducir la cultura objetiva a la cultura subjeti-
va se mantiene de manera incesante; sólo que ahora, una vale a
una disolución de
no
se dará,
en
la cultura objetiva
porque
la
la idea
reexposición de la idea de
no implica tanto
la
reducción equi-
disolución de la idea cuanto una
reconstrucción de la misma. El peligro aparece en tar la «antigua» idea subjetiva
tal
En cambio, la recíproca cultura como «participación»
de cultura objetiva.
el
momento de
de cultura en términos de
la
reinterpre-
«moderna» recons-
trucción de la idea de cultura. Pues una cosa es que, desde la idea
(pfí
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
moderna
1
1361
mito de
El
cultura
la
de cultura, esta operación pueda emic, sino ni siquiera en tura, la idea
mente a na
de cultura subjetiva
la luz
esta idea
de
haya de
clásica
moderna de
la idea
cultura.
cultivo de
una idea considerada como
un
y otra cosa
es que,
es
subjetiva,
que quien impug-
no ya a
inexistente, sino
individuo dado en campos tan diferentes
como
individuo en individuo cultivado, «culto». Lo que importa pues
que
la figura del individuo «cultivado»
— no supone de por
deutos
cultura
una concepción
como un todo complejo
una vida propia; rial
sí
mucho más como
—
es tener pre-
y dotado de un mate-
un subconjunto de contenidos susceptibles de un programa de cultivo, de educación.
tampoco en
el
loterías nacionales
de
no
la idea el
de cultura subjetiva tampoco
concepto etológico psicológico de
es admisible
antropológico.
tras férrea disciplina, las listas
puede
afir-
los cien
de
y no
sólo en el terreno zooló-
No porque alguien logre memorizar,
los diez
primeros números premiados en
terios rigurosos;
cri-
pero esta selección no se deriva de una idea de cultura sub-
sino de determinadas tablas ocasionales de valores vigentes en social «distinguido».
La «cultura»
en que sus contenidos comiencen a
les inferiores al
las
últimos años puede ser llamado «culto». El cul-
o aprendizaje que conduce a la cultura animi está seleccionado según
grupo
ser
proposición de que toda cultura subjetiva requiere una disciplina, un
gico, sino
jetiva,
la
necesarios para
aprendizaje; pero la recíproca
to
de
global, orgánica, holística,
«aprendizaje», en cuanto opuesto a «herencia genética». Sin duda,
tivo
ese
frente al rústico, inculto, apai-
constituido de partes entretejidas
Por este motivo, y en cualquier caso, puede hacerse equivalente, sin más, con
la
el arte, la
sólo requiere la delimitación o circunscripción, en
amplio, de
señalados
marse
de
título
simplemente
que transformaría a
poesía, el teatro, el atletismo o la conversación, cultivo
sente
no ya
ser considerada necesaria-
La prueba
puede seguir hablando de cultura
participación en
como
la
ser llevada a cabo,
posición etic de quien niega la idea objetiva de cul-
se circunscribirá a
ser
él,
y en
compartidos por otras
el
un
momen-
clases socia-
grupo distinguido, tendrá ese grupo que cambiar de conteni-
dos para poder seguir distinguiéndose.
moderna de Cultura no es una creación ex nihilo, pero tampoco procede de la mera evolución de la idea subjetiva La Idea
tradicional: sus precedentes se encuentran en
¿Hay alguna razón que explique por qué Media, los
cpfí
se
conformó
la idea
El
mito de la cultura
[1
Edad Media cristiana
ni en la Antigüedad, ni en la
de cultura objetiva
o,
Edad
dicho de otro modo, por qué
contenidos denotativos cubiertos por esa idea
Gustavo Bueno,
la
—
996], séptima edición, Barcelona
herramientas, edificios,
2004
© FGB 201
)
1
La génesis
esculturas, obras literarias
— permanecieron
bra? Para quienes consideran la idea sistente, la
de
idea metafísica de cultura
la
como como una idea
disociados,
de cultura
pregunta tiene un sentido similar a esta
máticos griegos clásicos no alcanzaron
pregunta supone que tenía suficiente
con
el
otra: ¿por
mem-
disjecta
efectiva,
qué
tiene
como pueda
que tomar otro
No
procede
mate-
los
conceptos de elipse o de circunferencia.
los
serlo el
debe
un
de
análisis
este
punto de
vista la
la
de preguntas.
las
indi-
hecho que comenzaremos refiriendo a
Antigüedad una idea de cultura
objetiva?».
la
Desde
pregunta indirecta puede responderse de este modo: en
ran considerarse afines
de
es
Me limita-
como un modo
Antigüedad no hubo idea de cultura objetiva porque
va,
no
pregunta
la
ser reformulada.
este tipo
pregunta propuesta
la
recto de plantear la cuestión de
Antigüedad: «¿Hubo en
la
concepto de curva cónica,
sesgo, o incluso
iniciar aquí
en consecuencia a interpretar
ré
con-
concepto de «curvas cónicas»? Esta
Sin embargo, para quienes consideren que la idea de cultura objetiva tan consistente
137
desarrollo de las necesidades de la sociedad antigua
manejo de
el
el
1
—no ya
que ya hemos hablado
las
que tienen que ver con
las
— no pueden
ser
ideas
que pudie-
la cultura subjeti-
confundidas con
la
idea de
y aun cuando aquéllas puedan ser reinterpretadas desde ésta, camino inverso está cerrado. Hasta un punto tal que podría afirmarse que
cultura objetiva; el
las ideas
antiguas de «técnica», «poesía», «pintura» o «arte», por ejemplo, o
bien ideas
tales
como
latinitas
o urbanitas, bloqueaban la constitución de una
idea de cultura en sentido objetivo.
En
efecto, la técnica, las artes, la poesía, &c.,
por
general,
los filósofos griegos (si
poco favorece
la
habrían sido pensadas, en
dejamos de lado
el
angelismo que tam-
conformación de una idea de cultura) desde una perspecti-
va naturalista, y ello en dos sentidos: el que se concreta en la idea de instrumento (organon y el que se concreta en la idea de imitación (mimesis). Los útiles (herramientas, indumentos, casas) serán conceptuados como «instrumentos» de una naturaleza viviente;
por consiguiente, o bien
arrollo tan natural
nidos para el
las
como puedan
los útiles
cuando vienen de
arriba, lo
humanos a
humanos
Gustavo Bueno,
de
El
Una naturaleza,
las
[1
se atribuirá
harán para restaurar unas dotes naturales de vez,
el
la tecnología, del arte,
por tanto, que
formas objetivas de
mito de la cultura
arañas o los
—Demócrito, &c.—
pone, en efecto, ya constituida una naturaleza individual.
las
imitación de los animales) o bien,
la
Prometeo). La visión instrumentalista de
través
derivarán
de araña para
hombres habrían sido privados (citemos, otra
los
un orden de un des-
prefigurada, dentro de
serlo las telas
aves (y en algunas ocasiones
origen de estos artificios
que
humana
lejos
&c., presu-
humana y además
de
constituirse
la cultura resulta ser previa
996], séptima edición, Barcelona
2004
las
mito de
a escala
o moldearse a
y anterior a
© FGB 201
ellas.
138
El
I
mito de
En
la
cultura
cuanto a
«liberales»,
de instrumentos: de
la
como
aceptase
hombre que
lo
No
tal
la téchne se define
es decir, a las artes
también a
la
creación
por Aristóteles precisamente en función
mimesis de paradigmas naturales
ha dicho algunas veces que
Naturaleza). Se pretarse
la poíesisse adscribía
habrá que advertir también que su objetivo
la poiesis)
mente en
no meramente «instrumentales»,
las artes
o poéticas (aun cuando
como
(el arte,
el
ponía precisa-
se
imitación de la
término mimesis puede
inter-
«imitación de la propia fuerza creadora de la Naturaleza»;
debiera figurar
la «imitación»
lado de
al
las fuerzas
creadoras de otros animales (con
de esa fuerza, que se supone ya dada,
pretendemos, con todo, insinuar que
instrumentalista fuese tan amplia que
para reconocer
la realidad
si se
que concluir que esa fuerza creadora del
interpretación, habría
no
estaría
extensión de
la
dejara abierta
la
de más).
concepción
ninguna posibilidad
de «estructuras objetivas envolventes» (de
los indi-
viduos humanos que cooperan a su constitución). Estructuras objetivas de este
orden
—de cuya conceptuación podríamos de — fueron
mación a la idea el
(el
una mayor aproxi-
percibidas, particularmente, en
cultura objetiva
terreno político. «El todo
esperar
Estado) es anterior a
las partes (a los indivi-
duos)», dice Aristóteles {Política, 1253a); y en la Prosopopeya de las Leyes del
Critón platónico, Sócrates nos presenta a anteriores a los individuos, puesto
que
las
Leyes
como
entidades objetivas
sólo por ellas sus padres se casaron, le
engendraron y le educaron. Ahora bien, estas «estructuras envolventes» no fueron conceptuadas por Platón o por Aristóteles como contenidos de un
una «Cultura
«Espíritu objetivo», o de lógicas a las
que constituyen
En todo
bívoros.
los
como
objetiva», sino
enjambres de insectos o
caso, estaban pensadas
al
los
estructuras ana-
rebaños de her-
margen del arte o de
la técnica.
En
modo u
y bárbaros obligaba, de un otro, a circunscribir los homólogos posibles de la idea de cultura
objetiva,
en su función de cultura humanizadora, a la esfera de
realidad, la contraposición antigua entre griegos
ga.
Los bárbaros carecían de cultura
ra,
en
el
o, lo
que
es lo
mismo,
la
cultura grie-
la idea
de cultu-
sentido del «todo complejo», en su dimensión distributiva,
ba aún constituida. Por
ello los
conceptos objetivos que en
la
no
esta-
Antigüedad
podemos reconocer como más próximos al concepto moderno de cultura (al menos en el sentido «circunscrito» que esta idea hereda del humanismo renacentista)
son conceptos particulares de su
cidiendo con
el
comienzo de
la
efectiva
blos de su entorno, pudieron autopresentarse
cultura universal.
Dos son
criben» materiales sin cio
(pfí
los principales
duda
objetivos,
de
como
El
mito de la cultura
[1
Roma
sobre los pue-
paradigmas de
los
la
conceptos objetivos que «circuns-
aunque
particulares,
de su significación para una cultura animi, pueden
Gustavo Bueno,
Conceptos que, coin-
civilización.
hegemonía
996], séptima edición, Barcelona
y que
sin perjui-
ser citados al respecto:
2004
© FGB 201
1
La génesis de
el
concepto de aticismo (o
como
modelo
un
importante
mente por su pureza:
es
de hablar,
subrayar que
« Latinitas est
vitium remotum », dice
un
el
al
que
se atribuye
latinitas se ofrecía
si
139
concepto de urbani-
acaso también helenimo (helenismos)
estilo
1
que Cicerón presentaba
latinitas,
no contener elementos
universal era por
do en
—y
-
( attikismos)
[circunscrito] a
universal; lo
ma
concepto de
¡dea metafísica de cultura
traducción, en realidad «calco», del primero) y
Aticismo
tas.
el
la
—
una
como
es el
validez
paradig-
extranjeros, es decir, precisa-
quae sermonem purum conservat ab omni
texto procedente del círculo de Escipión, inspira-
teorías estoicas al estilo
de Diógenes de Babilonia^
En cuanto
al
con-
cepto de urbanitas sólo subrayaremos que su «radio de circunscripción» es
más amplio que
el
de
latinitas,
ye también otras virtudes
o paganismo (de pagus =
Tampoco
(o,
el
«canon de Quintiliano» inclu-
en todo caso, urbanidad se opone
al
rusticismo
villa rural).
es suficiente
de cultura objetiva
y,
pues, según
suponer
modernidad de una
la
también por ejemplo,
la
como
idea,
la
idea
idea de progreso), para vernos
obligados a plantearnos la cuestión de su origen histórico en sentido estricto,
siempre que nos consideremos en condiciones de dar cuenta de la
idea a partir de circunstancias sociales
estricto (porque,
más que
en sentido amplio, también
las
históricas,
la génesis
en
el
de
sentido
circunstancias sociales son
históricas).
Lewis Mumford, John Bury, o después Gunther
nen que
idea de progreso se organizó en la época de la revolución indus-
la
como
trial,
S. Stent,
ideología característica de la burguesía, considerada
«clase ascendente»: podría decirse,
por tanto,
greso es tratada por estos autores,
que
se
supo-
como nueva
que la génesis de la idea de pro-
apoyaban en
el
«hecho» efectivo del
progreso industrial, desde una perspectiva sociológica; porque lo que se pro-
ponían era presentar una derivación de social»
de
los
hombres de
de Marx: «Es conciencia
mos
la
idea de progreso a partir del «ser
época moderna (nos acordaríamos aquí de
según
hombre el que determina la conciencia, y no la otro modo, se procede aquí como si aceptáse«las ideas brotan de los hechos». Obviamente estos
la
cual
De
puntos de vista serán adecuados cuando efectivamente
hayan sido de al
límite el
reció
en
tal
los
cambios
punto de vista de Mumford, Bury o
el siglo XVIII
la
porque, salva
Humanidad
Véase Manuel C. Díaz y Díaz, 35-50, Madrid, 1951.
el
Stent: la idea de progreso apa-
veritate, fue
entonces cuando efectiva-
verdadero progreso, industrial y
« Latinitas,
El
mito de la cultura
[1
social.
sobre la evolución de su concepto», en Emérita,
vol. XIX, pp.
Gustavo Bueno,
sociales
índole que hayan dado lugar a situaciones nuevas. Llevando
mente apareció en
54
la tesis
el ser social del
el ser social»).
la tesis
la
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
140
I
El
mito de
cultura
la
Pero, ¿puede decirse
que
decirse
éste sea
que sea
también
el
éste el caso
de
la
Idea de Cultura? ¿Podría
caso de la idea de «gravitación» o de la idea de
«evolución» en los siglos XVII y XIX respectivamente? ¿Acaso no existía la gravitación antes de Newton o la evolución antes de Darwin? Podrá no haber
Edad Media,
existido progreso industrial o tecnológico en la
(más exactamente: aquello que pretende
existía la cultura objetiva
tado por
ser
no
deno-
de cultura objetiva) antes de Herder o de Fichte, del mismo
la idea
modo que
pero, ¿acaso
existía la gravitación antes
Darwin? Es desde
de Newton o
la
evolución antes de
propia idea de «cultura objetiva» desde donde tenemos
la
que responder; dudar de
esa existencia previa es
dudar también de
idea de
la
cultura objetiva.
En bien
estos casos,
poder entender
el
de
la génesis
de dar cuenta de sentan», en
los
precedentes sino
homologas (no ya meramente análogas) a
ideas
las
tendremos que buscar, no sólo
la
la idea nueva.
manera según
sistema ideológico,
partir
Pues ahora, de
la cual «se
lo
las especies
no
sería «visible»
es
se «repre-
actuantes (o tenidas por tales)
que habrán encontrado su formulación precisa en épocas ción de
cuales
las
que tratamos
hacen presentes», o
las realidades
caso límite, esta presencia podrá tener
de
más
un grado
posteriores.
En
el
nulo. Por ejemplo, la evolu-
a escala de la observación ordinaria acce-
a una sociedad campesina inmersa en los procesos de reproducción uni-
sible
forme de
la
limitado de
vida dados en
un
intervalo amplio de tiempo,
las especies vegetales
grado de presencia habrá de ser ción,
dado
el
número
y animales de su entorno. Otras veces, el alto: es la situación de la gravita-
mucho más
en donde la investigación de las ideas homologas premás perentoria. De todos modos, es evidente que la idea de culobjetiva no ha podido formarse ex nihilo, sino a partir de ideas
y en
estos casos es
vias se hace
tura
no tanto en
precursoras. Precursoras ciones, &c.) cuanto
en
el
el
sentido de «precedentes» (anticipa-
sentido de lo que en Zoología son los órganos aná-
logos de una especie respecto de los de otra posterior, es decir, órganos que,
precisamente por su morfología característica, desempeñan una función similar
en un organismo determinado no precisamente a
de organismos
que
la
ulteriores.
morfología de
tinta (a veces, incluso
En
tales
título
de «anticipación»
cualquier caso subrayaremos la circunstancia de
órganos se transforma muchas veces en otra dis-
asume funciones nuevas
si
ha tenido lugar una evolu-
ción morfológica profunda del organismo hacia formas sucesoras, a ra
como
de
las aves).
las
extremidades anteriores de los reptiles se transforman en
En
Gustavo Bueno,
El
manelas alas
nuestro caso, «organismo» (de especie determinada) equival-
drá a «sociedad» (de una época determinada).
(pfí
la
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
La génesis
Nos génesis
de
la
idea metafísica de cultura
De
cedentes.
modo,
este
al «ser social»,
sino precisamente tam-
no ya tanto
constitución de una nueva sociedad industrial», &c.)
cuanto a partir de
(la
la
a partir
épocas pre-
las
moderna de
constitución histórica de la idea
la
tura tendría que ser explicada
podrá
vez de
la
«burguesía
la
transformación de alguna idea que en
idea de cultura objetiva.
la
como una
ser presentada, entonces,
La idea de
como
subestimar
el
papel que en
anterior, sin
por
misma pueda corresponder
transformación
la
cultu-
idea que procede de la transfor-
mación (que comporta su desvanecimiento) de alguna idea ello
cul-
únicamente del proceso de
sociedad «moderna»,
sociedad precursora de esta sociedad moderna pudiera considerarse
homologa y análoga a ra
141
situaremos, en resumen, en la perspectiva de aquellas Ideas en cuya
no haya que poner únicamente
bién a otras ideas («órganos») características del «ser social» de
la
1
A
a los cambios sociales, económicos y políticos. fin de cuentas, la transformación histórica de la idea precursora no podría ser explicada por sí misma sino en el contexto de
las
transformaciones de
la
sociedad en función de
fuerza. Será necesario,
la
como
Idea-
en cualquier caso, determinar cuál haya podido
ser la
cual la idea homóloga-análoga precursora alcanzó su vida propia
y qué aspecto de la sociedad moderna sociedad medieval o del «antiguo régimen») ha
«Idea homóloga-análoga» precursora (en tanto que evolución de la
podido al
máximo
es
«moderna» de «Cultura»
la idea
Dicho de otro modo:
la
idea
Sintetizamos
una
secularización
es la
moderna de un «Reino de
una transformación secularizada de
Gracia»,
tal idea.
y en idea de la
(y análoga) precursora (en la sociedad medieval
«Antiguo régimen») de
«Gracia».
transformación de
la
nuestros resultados en estas dos proposiciones:
La idea homologa
1) el
impulso formal de
ser el
la idea
la
Cultura»
medieval del «Reino de
que envuelve, desde luego,
la «disolución»
de
la la
idea teológica.
Como motor
2)
principal de la transformación del «Reino de la Gracia»
en
el
«Reino de
de
la
«sociedad moderna» en
comporta
la
Cultura» habría que considerar
la cristalización
de
la
la idea
núcleo ideológico característico de nos.
De
otro
modo:
la
el
proceso de constitución
medida en que precisamente
esa constitución
de Nación, en su sentido político, la
como
consolidación de los Estados moder-
transformación de los reinos medievales,
como
Estados sucesores del Imperio romano (pero coordinados mediante un
«poder espiritual» inter-nacional, representado por cúpula del «Reino de
determinado
(pfí
Gustavo Bueno,
El
la
la Gracia»),
transformación de
mito de la cultura
[1
la Iglesia
romana, bajo
la
en Estados nacionales modernos, habría la idea del
«Reino de
996], séptima edición, Barcelona
2004
la
Gracia»
© FGB 201
(a través
142
El
I
de
mito de
cultura
la
fragmentación de ese «Reino» consecutiva a
la
en
las Iglesias nacionales)
la
la
un «Reino de
moderna de Cultura
La Idea metafísica
de
idea de
la
Idea teológica del «Reino de
la
es
reforma protestante, en
la
Cultura».
secularización
la
Gracia»
tomando cuerpo a
El «Reino de la Gracia» es la gran idea teológica que irá
medida que
la Iglesia católica
vaya asumiendo
momento en
romano, especialmente a partir del
como
cristianismo
al
las
funciones de cúpula ideo-
que han ido agregándose
lógica capaz de cobijar a los pueblos
cual
el
el
al
religión oficial. Se cita a san Pablo, es cierto,
primer gran «teólogo de
la Gracia»:
Imperio
Imperio reconoce
como
el
«Habéis sido salvados gratuitamente por
y esto no por vosotros, porque es un don de Dios, no por las obras, para que nadie se gloríe...» ( Efesios 2, 8-10); «no es que seamos capaces de pensar
la fe,
algo por nosotros... sino que nuestra capacidad es de Dios»
sobre todo en la Epístola a
los
Romanos
dido en nuestros corazones por
embargo,
la idea
referentes
que
en torno a
se
de
el
(5, 5): «la
(II
Espíritu Santo, que se nos ha dado». Sin
Gracia está pensada aquí todavía en función de unos
la
reducen
al
ámbito intelectual y moral, a
saber, los
que serán llamadas «virtudes teologales»
lo
Corintios 3, 5);
caridad de Dios se ha difun-
(Fe,
que giran
Esperanza y
Caridad) y «dones del Espíritu Santo» (Sabiduría, Entendimiento, Ciencia, Consejo, Fortaleza, Piedad y Temor, según la enumeración inspirada en Isaías 11, 2). Estos
dones
cuando
Gracia),
se
llamaban también carismas ( chárisma corresponde a
se refieren a las gracias gratis datae
— subraya que
a veces a los carismas pneumata
como
las
funciones del cuerpo natural
— aunque
sa
se
dad ( Corintios la
dan a
consolidación de
cuando
la idea
mundanos,
En
las
la
55
El
que aquí más nos
intere-
la
comuni-
el
curso de
y
administrativas que
(frente a otras religiones
literarios, políticos, tecnológicos, arquitectónicos, artísticos, el
Véase Santiago Ramírez,
cpñ Gustavo Bueno,
lo
son dados para bien de
doctor de la Gracia, encontramos ya
muy madura de la idea de un «Reino
Madrid, 1974,
—
—que llama
son tan variables
y otras filosofías) Gracia incorporaría una mayor cantidad de referentes
san Agustín, llamado
ción
romana
San Pablo
los carismas
responsabilidades educativas
la Iglesia
de
sido,
55
de todos modos, más tarde, en
los individuos, les
1,12). Habría
tuvo que asumir
y que
,
p.
De
de
la
una concep-
Gracia», incluso de la idea de
Donis Spiritus Sancti, en Opera Omnia (tomo VII), CSIC,
21.
mito de la cultura
[1
&c.
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
.
La génesis
de
la
idea metafísica
de cultura 143 1
—
como conjunto de medios «extrasomáticos» diríamos como libros revelados, templos, &c., que son ofrecidos por Dios a los hombres para elevarlos a un estado superior, al estado de «gracia interna». El quebranto de la naturaleza humana causado por el pecado de Adán requiere la ayuda de la Gracia para que el hombre recupere incluso la una Gracia
—
nosotros
externa-,
tales
plenitud de sus funciones naturales (y en este punto la doctrina de la Gracia
recupera ideas platónicas del Protágoras) El Concilio
do por Bonifacio la
en
II
el
año 529
—no
deja de tener
coincidencia de esta fecha con la del año en que
—
cerró la Escuela de Atenas
misma Gracia
Dios
es la
«la
el
de Orange, aproba-
un
simbolismo
cierto
emperador Justiniano
estableció, contra los semipelagianos,
Gracia de Dios no se puede conseguir por la
II
la
humana invocación»
que hace que invoquemos
que hace que podamos
al
Señor»;
y que
«que
la
sino que es
«la Gracia
creer, querer, desear, esforzarnos
y
de
trabajar
sólidamente...». Mutatis mutandisr. contenidos de la «cultura subjetiva» (tales
como
creer, querer,
&c.) aparecen aquí ya claramente envueltos en un «Reino
Gracia» y determinados por ella. de La ideología «cósmica» del estoicismo imperial clásico se había quedado la
estrecha desde los
el
momento en
el
que
la experiencia directa del salvajismo
pueblos bárbaros estaba haciendo perder
conforme a
la Naturaleza»;
y
la
esto, sobre todo,
confianza en
en
el
el
de
lema «Vivir
momento en
el
que
los
pueblos orientales y las religiones mistéricas estaban incorporándose al Imperio. 56 El emperador está a punto de perder su prestigio como fuente de
amor,
justicia salvadora: es el
único que puede salvar a los
la caridad, lo
Por encima del emperador está
bres.
el
Espíritu Santo, «que del Padre
homy
del
Hijo procede»; y el Espíritu Santo está en función de la Iglesia universal, y algún hereje, como Sabelio, dirá que es la Iglesia misma. Es el Espíritu Santo,
no
a través de la Iglesia fundada por Cristo, y
pida por
el
pecado,
La salvación de leza
la naturaleza
humana corrom-
única fuente de salvación.
la
los
hombres no podrá
humana, sino que vendrá de
arriba,
venir,
en resolución, de
la
natura-
como un don gratuito o carisma ofre-
cido a los hombres y a su naturaleza corrompida. La naturaleza, por sí misma, no podría ponerse en pie aunque quisiera. Roma, fuera de la Gracia, es sólo Babilonia, dirá San Agustín. 57 Es la Gracia
56 estoico
57
Puede verse
el
(como
gracia medicinal) lo único
importante libro de Gonzalo Puente Ojea, Ideología
e Historia.
,
Véase nuestro ensayo «Lectura
35 años después)», en Cuestiones
filosófica
de La Ciudad de Dios (variaciones sobre un tema,
cuodlibetales sobre Dios y la religión,
Mondadori, Madrid, 1989, pp.
285-345.
Gustavo Bueno,
El fenómeno
en la sociedad antigua Siglo XXI, Madrid, 1974.
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
.
144
El
I
mito de
cultura
la
que puede curar a la
los
hombres de
las
heridas producidas por su caída; pero
Gracia no solamente restituye a los hombres a su estado natural, sino que
(como Gracia
los eleva
elevante) por
encima de su naturaleza animal,
aún, los pone en la presencia de Dios (como Gracia santificante).
general, al
la
Gracia quien no solamente
naturam non referir a la
el
alma
tollit
En
las
Gratia
la eleva:
sed perficit. La Gracia es divina, pero no algo que haya que
las criaturas
justa.
que también
la restaura, sino
vida inmanente de Dios Padre:
«maestro de
mismo
más
Gracia pueda venir a los hombres, y al mundo entero, en margen de su naturaleza. La naturaleza debe estar dada, pero es la
ha de creerse que
ciende a
y,
No por ello
la
constituyendo
la
habitación de la Santísima Trinidad en
Edad Media, algún
Sentencias»
—
Gracia es increada, pero des-
la
teólogo
—como Pedro Lombardo,
que
llegará a decir
la
Gracia santificante es
Espíritu Santo que se da a los hombres. Pero los dones del Espíritu
el el
no
son, sin embargo, accidentes sobreañadidos, afines a los accidentes predica-
mentales, puesto que
su
las
formas sobrenaturales
momento Domingo de
Soto
— no pueden
—en contra de
diez categorías en las que Aristóteles había dividido
aun siendo una cualidad, a
afecta,
lo
que
diría
contenerse en ninguna de
en las
La Gracia
el ser natural.
propia sustancia de los hombres («El
la
segundo y más propio efecto suyo [de la Gracia] es hacer al ánima graciosa y hermosa en los ojos de Dios», decía Fray Luis de Granada). 58 Por ello, los sitúa
en un orden superior, en otro reino,
más
gía
radical, la
«tradicionalistas» lidar la tesis
«Reino de
el
de San Agustín en primer
lugar,
y
—como Roger Bacon— en segundo
según
la
cual la Gracia
es,
en
realidad, lo
la Gracia».
de
la
La
teolo-
los franciscanos
lugar, llegará a
que hace que
conso-
los des-
un plano superior a los mismo Santo Tomás ( Summa
cendientes de Adán, los hombres, estén situados en animales,
bre,
Adán,
estuviera cante.
Reino de
al
Theologiae,
si
la
Naturaleza.
El
94, 3) viene a conceder la conveniencia de que
I,
es
que estaba destinado
a ser «el maestro
pecó, su naturaleza quedó,
Gracia, quien había impuesto los
que
utilizan los
no
si
brantada; pero, en todo caso, había sido
rísticos
de todos
adornado de una «ciencia sobrenatural», efecto de
Adán
destruida,
Adán en
nombres
el
sí
la
primer homlos
hombres»,
Gracia
santifi-
gravemente que-
el Paraíso,
en estado de
a las cosas: los lenguajes caracte-
hombres, aunque corrompidos
tras el castigo
de
Babel, proceden en realidad del lenguaje primitivo que Dios reveló a Adán.
Es
como
si
se sobreentendiese
sobre-natural,
58
como
que
el
lenguaje
Fray Luis de Granada, Introducción al Símbolo de la
(pñ Gustavo Bueno,
El
humano tiene un origen mismo Dios a Moisés, a
lo tenían las revelaciones del
mito de la cultura
[1
Fe, III Parte,
996], séptima edición, Barcelona
1 1
2004
© FGB 201
1
La génesis
(San Pablo,
los profetas, a los evangelistas
de
lingüísticos: «palabras
un puesto
la
sociedad
de más recordar a
enumera nueve
relevante los caris-
en resumidas cuentas, de
¿acaso
civil:
el
la
Gracia de Dios,
poder no viene de Dios? (no estará
nuevas generaciones que todavía en 1975
las
145
1
de sabiduría», «profecía», «don de interpretar»,
«glosolalia»). El lenguaje procede,
pero también
idea metafísica de cultura
Corintios 12, 8-10
I
carismas o gracias gratis data y entre ellas ocupan
mas
la
tomo
españolas llevaban inscrita en
monedas
las
a la efigie del Jefe del Estado la siguiente
leyenda: «Francisco Franco Caudillo de España por la Gracia de Dios»).
también, desde luego, tuirse; la
moral,
gar tan alto
si
que sólo por
la familia,
la filosofía (¿acaso los filósofos
sacramento puede
el
no hubieran copiado a Moisés?), incluso
que, ante todo, se habría aplicado a
la
podido
griegos hubieran
capacidad
la
Y
constille-
artística
construcción de los templos. Los cul-
y ceremonias de los pueblos bárbaros, ¿no son ellos mismos restos degradados de la religión verdadera, o acaso parodias inspiradas por Satanás para tos
no hace dos
burlarse de Cristo? Todavía
cómo
«las
Vírgenes de Rafael,
góticas, la
les
Prefacio, el Te
el
Stabat
Pergolesi, de
Lauda
el
,
Gaume59
cúpula de San Pedro en Roma,
la
música de Mozart, de
Deum,
siglos el abate
Haydn,
las
el
advertía catedra-
canto del
Sion, el Dies irae, todos estos por-
y otros mil, son hijos del culto católico... Al culto católico debemos los más hermosos instrumentos de música, el órgano y la campana...». De hecho, tentos
puede decirse que
el
domingo,
el
día del Señor, en
el
que
el
pueblo de Dios
escuchaba esas obras maestras se transformará, en menos de un día del ocio, al
el
día en
el
que
el
pueblo podrá
ir al
siglo,
en
el
auditorio o acaso también
templo, pero convertido en sala de conciertos.
En
conclusión, parece innegable que la idea de
en cuanto opuesto
al
Reino de
la
Leibniz está viva esta división de
un «Reino de
Naturaleza (todavía en la realidad
la
leza
a
Gaume, El
catecismo de perseverancia,
tomo
el
de cultura objetiva
la idea
De este modo, así como en la Antigüedad humana preestablecida no dejaba lugar alguno
universal.
J.
la Gracia»,
Monadología de
en esos dos reinos) 60 cerraba
paso a cualquier idea que pudiera aproximarse a
59
la
idea de
una
una natura-
idea de cultura
VII, Librería Religiosa, Barcelona, 1857,
pp. 21-ss. 60 Leibniz,
fecta entre
Monadología: «87. Del
dos Reinos Naturales,
también otra armonía entre entre Dios considerado
Monarca de trilingüe,
(pfí
Gustavo Bueno,
El
la
el
como
el
de
mismo modo que las
antes
causas Eficientes
y
reino Físico de la Naturaleza
Arquitecto de
la
Máquina
hemos
el
y
de el
establecido
las Finales,
una Armonía per-
debemos
señalar aquí
reino Moral de la Gracia, esto
del universo
ciudad divina de los Espíritus»; traducción española de Julián Velarde, en
con una introducción de Gustavo Bueno, de
mito de la cultura
[1
Pentalfa,
Oviedo, 1981,
996], séptima edición, Barcelona
2004
es,
y Dios considerado como p. 153.
© FGB 201
la
edición
146
I
El
mito de
en
objetiva,
la
ia
cultura
Edad Media europea habría
un «mundo
Gracia» la que excluiría toda posibilidad de pensar en
como emanación
que, sin necesidad de ser entendido
hombre, en cuanto
un mundo
animales;
la
espiritual»
milagrosa y gratuita del
como
Espíritu Santo, pudiese, sin embargo, considerarse constitutivo del
un «Reino de
sido la idea de
ser sui generis, respecto
característico
de
y
naturalezas
las
en cierto modo, podría también conside-
cultural que,
rarse sobre-natural.
Por otra parte, nos parece
casi
funciones desempeñadas por
las
imposible dejar de advertir
«Reino de
el
Gracia» frente
la
analogía entre
la
Reino de
al
la
Naturaleza y las que se encomendarán después al «Reino de la Cultura» respecto de ese mismo (en lo fundamental) Reino de la Naturaleza. Más aún, las doctrinas de los teólogos orientadas a ofrecer esquemas de conexión entre
Reino de
la
alternativas los
Naturaleza y
cuyo paralelismo con
la
de
la teología
las alternativas doctrinales
y la Cultura no
suelen clasificar
según
en general, la
el
lo
doctrinas de referencia en dos grandes
No
como
desviaciones heterodoxas de la doctrina «sobrenaturalista» de
demás, tanto
naturalismo
el
como
monjes Pelagio y Celestio
(los
por San Agustín, sino también por
los
radical. Así,
el siglo IV,
el
por ejemplo,
en
forma
la
y Zósimo, a
I
la
Galia meri-
el
435, que había negado
la
necesidad de
para que se produjera
primer movimiento hacia
la
Fe
ría,
según
miento).
él,
a actuar
También
radical (la doctrina
trina
la
doctrina sobrenaturalista de
de Calvino según
acercarse a la Gracia,
(la
una vez que hubiera tenido lugar
de San Agustín contra Pelagio la cual la naturaleza
que
es
una
asistencia
la
o,
le
la
Gracia
Gracia comenzaese
primer movi-
Gracia tuvo una versión
más
tarde, la
humana, por que
princi-
llamado «sernipela-
el
abad Casiano, un monje de
dional que murió hacia el
del
condenados, no sólo
frieron
papas Inocencio
pios del siglo v). El naturalismo moderado, es decir,
gianismo», fue defendido por
la Iglesia.
sobrenaturalismo se ofrecie-
el
naturalismo radical se habría abierto paso en
«pelagianismo»
deja de
constatar que las doctrinas «naturalistas» fueron consideradas,
ron ya en una versión moderada, ya en una versión el
cuales
deja de producir asombro. Los historiadolas
Gracia propuesta por los Concilios, los Papas o los Doctores de
Por
las
relaciones
las
grupos, a saber; doctrinas naturalistas y doctrinas sobrenaturalistas. tener interés
el
Gracia» se desenvolvieron siguiendo
antropólogos o etólogos de nuestros días tratan de explicar
entre la Naturaleza res
«Reino de
el
sí
misma doc-
misma, no puede
viene de lo alto, constri-
ñendo su naturaleza pecadora) y una versión moderada (cuya expresión más madura tomaría forma en la doctrina de Santo Tomás de Aquino). Ahora logos
bien, ¿acaso carece de sentido afirmar
y antropólogos,
(pñ Gustavo Bueno,
El
las
mito de la cultura
que en
los debates
de
posiciones del «naturalismo innatista» de
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
los etó-
muchos
—
1
La génesis
«sociobiólogos de la cultura» guarda
lismo radical de
los teólogos
de
a hablar del «pelagianismo» de si
de
éstos fueran los Pelagios
considerar
como
la
un
de
la
¡dea metafísica de cultura
estrecho paralelismo con
Gracia?
Un
la teoría
cultural,
de
humana.
la cultura
pero epigenética,
abad Casiano: Eibl-Eibesfeldt
el
En cuanto
cultura. lo
al
en
la teoría
hombre?
el
la teoría
de
el
—
el
la
llamado «ambientalismo»? Las posiciones más
Freud, Klages, Bandura
— podrían
considerarse
como una
suerte
de agustinismo (también: calvinismo o jansenismo) cultural, incluso en
punto que establece que vajes
de
Eibl-
que desempeñó en
abad Casiano de
sería el
podemos
Y, ¿no
sobrenaturalismo: ¿se dirá que carece de sentido poner-
en correspondencia con
radicales
natura-
Konrad Lorenz o de Edward O. Wilson, como
Eibesfeldt reproduciría, en otro escenario , 61 los papeles
suyo
147
paralelismo que nos autorizará
«semipelagianismo etológico» (o antropológico)
una preprogramación
el
i
la cultura es represión
de
el
los instintos naturales, sal-
o pecaminosos, que necesitan de una rigurosa disciplina sobrenatural.
Por su parte,
las
posiciones
en posiciones
réplica
tales
más moderadas,
como
las
las del
de Skinner:
tomismo, encontrarían su el
«refuerzo» que Skinner
pide para que se mantengan los hábitos adquiridos, y que ha de proporcionar, desde arriba, el educador, corresponde a la «perseverancia» que el hombre necesita después de haber sido justificado por la Gracia de Dios.
En lo
que
todo caso,
la
«justifica» al
cia propias.
Gracia santificante,
hombre en
Son exactamente
el
las
como
mundo y le
Gracia medicinal y elevante, es confiere su dignidad y elegan-
mismas funciones que más
rán a la Cultura. Por ello decimos que la idea de
—de una de
cultura medicinal, «ortopédica», que remedia,
prótesis, la supuesta debilidad innata
de
Reino cristiano de
nal, elevante
y
santificante.
La «dignidad
la
Cultura»
como un conjunto
justificante
—
de
la cría
es la secu-
Gracia, que también es medici-
del
hombre», que
hacía consistir en la superioridad que la Gracia
ma de
la
la criatura, es decir
humana, pero sobre todo de una cultura elevante y larización de la idea del
tarde se asigna-
un «Reino de
le
el
cristianismo
había conferido por enci-
y aun de los ángeles, podrá fundarse después, a través de no ya tanto en su divinidad, cuanto en su humanidad. Las propias
los animales,
la cultura,
«ciencias divinas»
—
la
Teología dogmática,
la ciencia
de
la religión,
&c.
terminarán convirtiéndose en ciencias humanas. Cicerón, en su Pro Archia,
ya había señalado
el
«parentesco o unidad de todas
las artes
quae ad huma-
nitatem pertinente. Probablemente estaba exaltando a los oradores o poetas (latinos o griegos) frente a los animales
61
Gustavo Bueno,
(si
nos acordamos de Salustio: omnis
Irenaus Eibl-Eibesfeldt, El hombre preprogramado (1973), Alianza, Madrid, 1977.
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
148
El
I
mito de
la
cultura
homines..) y a los bárbaros, esclavos o siervos, dedicados a trabajos «manuao mecánicos». La contraposición de Cicerón entre artes nobles y artes ser-
les
viles,
la
a través de
oposición de
la
las
armas y las letras, llegará hasta dos culturas que formuló Snow. Pero precisamente la idea oposición ulterior entre
moderna de Cultura
las
llegará a englobar tanto a las letras
humanas como a
las
letras divinas.
La
de un «Reino de en
el
hacemos
secularización en la que la
consistir el proceso
Cultura», en sentido universal, implica
un
Espíritu Santo. El eclipse de
de constitución
un
eclipse de la fe
Espíritu que, a través de la reforma de
no ya a través de Roma sino a través del hombre (uno de los resultados de este nuevo «modo
Lutero, había comenzado a soplar «fuero interno» de cada
de inspiración» será el
la Psicología,
mismo término
considerada
como
Goclenius, en 1590). Sin embargo, Espíritu llegará a los
hombres de
la
nueva época será los
conocido como
Volksgeist.
el
el
cauce de
soplo del las
asam-
pueblos más diversos. El Espíritu
Santo, elegante y santificante, se transformará en será
escritor protestante,
nuevo cauce por donde
el
hombres de
bleas constituidas por los
disciplina introspectiva:
un
«Psicología» fue inventado por
Espíritu de ese pueblo, y
el
Es ahora cuando podremos hablar de una con-
fluencia o «evolución convergente» de la idea del «Reino de la Gracia» (en
tanto evoluciona hacia la idea del «Reino de la Cultura») y de la idea de la Iglesia del Espíritu Santo (en tanto evoluciona hacia la idea de un Pueblo o
Nación dotados de un Espíritu propio: evolución de disociable,
la
según
hacia la idea de fases
de
idea de esto,
la
Santa Rusia,
un Pueblo de Dios
de
la
evolución de
un «Reino de
la
los cursos respectivos
la
Santa Alemania). La
hacia la idea de Nación no sería
la idea
de un «Reino de
la
Gracia»
Cultura». Esto dicho sin perjuicio de que
de
estas evoluciones
las
puedan mantener ritmos
relativamente independientes. Sin embargo, sólo cuando atendemos a génesis de estas ideas, la confluencia de estos cursos tata
como un hecho
se cons-
(por ejemplo, en el contexto de la idea del Estado de
Cultura que ya hemos analizado) resulta
limentan mutuamente no sólo en
el
en general, sino también en
cultura»,
mismos cuando
la
la
cultura nacional», en particular.
El
«pueblo de Dios»,
la
inteligible.
Pues estos cursos se rea-
proceso de constitución del «mito de el
la
proceso de constitución del «mito de
«Gracia santificante» y
la
«Cultura nacional»
El concepto de «cultura nacional» tiene una denotación relativamente clara y distinta
Gustavo Bueno,
cuando
El
se
compara
mito de la cultura
[1
(su denotación)
con su connotación
996], séptima edición, Barcelona
2004
(o defini-
© FGB 201
1
de
La génesis
idea metafísica de cultura
la
ción).
La denotación de «cultura nacional»
está constituida
de
naciones que llamamos «canónicas»,
tales
las
Francia.
Montandon
creó
el
como
149
las culturas
España, Inglaterra o
—que más
concepto de etnia
por
1
tarde se aplicaría
preferentemente a escala regional o bien, en sentido etnográfico, con referencia a circunscripciones coloniales
nación o etnia francesa; nes europeas de
la
— precisamente tomando como modelo
su función de canon procede por tanto de
época moderna. Por otro lado,
la
las
la
nacio-
denotación puede tener
alcance cuasidescriptivo. Las dificultades comienzan cuando se trata de
un
definir la estructura
definiciones
no
como unidades
turas»
el
y
significado de esas culturas nacionales; pues estas
sólo presuponen la existencia de las entidades llamadas «cul-
delimitadas
mutuamente
(megáricas, en
que, además, postula que estas unidades se superponen con decir,
que
como
expresiones del espíritu de cada
Y esto
el límite),
las
sino
naciones. Es
culturas genuinas son precisamente las culturas nacionales
las
uno de
ya es simple ideología metafísica.
sus pueblos.
En
efecto: la nación,
en cuanto
un concepto moderno (según otra terminología, «contemporáneo», de y xix). En la Edad Media y aun en la moderna, «nación», más que las funciones de un concepto político desempeñó las funciones de un concepto antropológico (nación equivalía a «gente», incluso a «etnia» o colectividad arraigada, generalmente en un territorio, y cuyos unidad
política, es
los siglos XVIII
miembros mantenían go, medieval o
lazos
moderno,
del concepto de Nación,
como
concepto de «Pueblo», el
de parentesco más o menos
o
o
tribus,
la
confluencia de dos o
que
mediante
monopolio de
etnia sobre las demás, injusto
pudo
—
-
(la
de
serlo el
más naciones
la
violencia (que
aunque con
las etnias
el
sometidas).
Imperio romano
—
se
Un equiMax Weber,
es,
la
fórmula de
emperador, en
las
«consenso» o pacto
Dado un Estado
—no por
ello
plurinacional
tiene sus niveles
más
lo
por
la
madurado de
este
modo
el
culto
componen.
bajos en las sociedades ágra-
fas, analfabetas, en las cuales la escritura es patrimonio de grupos
cidos. El Estado
menos
—como
comprende que, en su ámbito, hubiera
costumbres, &c., de los pueblos que
La homogeneización
de una
a veces, la violencia
de tener lugar un mínimo proceso de homogeneización en lengua, en al
(o gen-
eutaxia) a través del Estado.
Estado consigue, para decirlo con
el
el
político, es el
en sentido etnográfico), cuyos conflictos encuentran
etnias,
precisamente su equilibrio dinámico librio
con sentido
homólo-
materia de la sociedad política, del Estado. Pero
Estado precisamente implica
tes,
lejano). El
se fragmentará,
muy redu-
en gran medida,
acción de pueblos invasores. Sin embargo, podrá tener lugar una
«reexposición» del proceso de constitución de estados o reinos a partir de la
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
150
El
I
mito de
cultura
la
como
confluencia conflictiva de naciones y etnias diferentes, Edad Media con los «Reinos sucesores» del Imperio.
También
verdad que, atravesando
es
o Estados, se desarrollaron trativa,
&c. de
o
ter supraestatal latín,
la
como
arquitectura
aún de
y
formas
los diferentes reinos
parte, a la herencia jurídica, adminis-
artísticas, religiosas, políticas,
común
la
de
la ciencia, la filosofía
escultura románica o gótica,
canto gregoriano y
«culturas nacionales»,
y
el
y
la teología escolásticas,
ceremonial cortesano y
el
órgano, &c. Aquí no sería posible hablar
otro,
en
que
el
se dirá después,
florecía acaso la pintura
además de incorporar
o
el
un
patrimonio de
el
era,
en cambio,
la
más que
reino
derecho. La «cultura»,
como
cultura clásica (en
la
gran medida a través de los árabes), resultaba ser «internacional», dentro del ámbito europeo (no
que
esto dicho sin perjuicio de reconocer
arquitectura (pero no la música, por ejemplo) floreciese en
en
cuyo carác-
interestatal estaba asociado precisamente a la Iglesia: el
lengua
eclesiástico, el
en
(gracias,
los antiguos)
de
las divisorias
ocurrió en la
al
menos
universal, pese a sus preten-
siones «católicas»).
Ahora
bien, la fragmentación de la unidad de la Iglesia de Occidente fue
consecuencia inmediata de
terminada por
el
la
Reforma protestante que, a su vez, estuvo code-
incremento del peso específico de
incremento que incluye
los
Estados modernos; un
«descubrimientos», a través de los cuales iban a
los
entrar masas enormes de territorios, de metales preciosos jurisdicción de esos Estados
Holanda y
Todo
esto dará
definir el sentido de esta reorganización
como un
una reorganización
Algunos creen poder
Francia).
del sistema global heredado.
proceso de «secularización» de la vida política, artística
nada más erróneo a nuestro
juicio.
derse de la hierocracia (o de
la
nos,
no
gioso.
encierra en principio
Un
sentido
que
Oue
los
La «razón
ciertas repúblicas
un sentido ser
laico, sino
paralelo,
un sentido altamente
en muchos casos, I,
jefes
de
las
al
luchas de güelfos contra gibelinos; entre los
Gustavo Bueno,
las
El
del
ámbito de las reli-
ellas vivió
religiosa,
aunque no ya subor-
romano, cuanto erigiéndose en «Pueblo elegido» por
Dios. Esto dicho sin perjuicio de que fuese la «razón de Estado»
dora de
reli-
Estados protestantes, también los
Estados católicos incrementaron su vocación Pontífice
al
la Iglesia anglica-
de Estado» se reduce principalmente
Maquiavelo. Porque, fuera aparte de
al
despren-
(comparativamente insignificantes), que guardaban
quias medievales de
dinándose
al
teocracia romana), tiendan a hacerse sobera-
resultó
(laica)
y
literaria («cultural»);
Estados modernos,
cesaropapismo bizantino (Enrique VIII o Jacobo na, &c.).
la
que venimos llamando canónicos (sobre todo, en
principio, España, Portugal, Inglaterra,
lugar a
y de gentes bajo
la inspira-
propias políticas cesaropapistas en Inglaterra, del Santo Oficio en
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
La génesis de
España, o del galicanismo en Francia.
En
man
idea metafísica de cultura
1
151
caso de España tuvo lugar ade-
el
más y paralelamente un proceso inverso de
la
«transferencia»,
que algunos
lla-
«dejación» por parte del papado, de competencias tradicionales de la
Sede Apostólica a de Indias
.
62
eclipse del
los reyes españoles,
El efecto
de
ideal
a través de
más inmediato de las
Patronato
la institución del
nueva situación fue
que mantenían vivo
latinitas
la
Renacimiento y la eclosión de
la
lenguas nacionales
los
como
el
progresivo
humanistas del
instrumentos pro-
pios para los servicios religiosos, para la expresión de la literatura, de la filo-
derecho, de la ciencia y no sólo de la política. El significado de esta eclosión ideológicamente interpretada
sofía, del
—
expresión
misma
del Espíritu de los pueblos represados
como
la
y aun secuestrados
—
durante siglos y siglos hasta el momento puede entenderse muy sencillamente en función del incremento del Estado moderno, de sus nuevos intere-
económicos, abiertos por
ses
esta eclosión
buto universal a todos
campo de
la
el
En
época moderna.
sentido canónico del concepto).
los
hombres, a todos
humanidad,
la
campo humano en
tenderán a superponerse a
las
La lengua
los Estados; pero,
mismas
la
función
contrario, determina
el
clases disyuntas
las
es atri-
aunque uni-
lengua no puede desempeñar
de una relación conexa universal, sino que, por partición del
la
de los nuevos Estados comenzaron precisamente a florecer
lenguas nacionales (en
versal al
descubrimientos de
los
una
incomunicables, clases que
colectividades constitutivas de los
Estados soberanos. Si estos Estados propiciaron
el
desarrollo de la lengua
y su unificación, fue precisamente porque al hablar la lengua nacional los hombres de un Estado dado «se volvían de espaldas» a los demás (lo
propia,
que no ocurría
y porque
pintar o
al arar la tierra, al
este «volverse
al
tañer instrumentos comunes),
de espaldas» era condición necesaria, en su
para «concentrarse» en
momen-
ejecución de los proyectos de expansión y desarrollo colonial. Durante los siglos XVI, XVII y XVIII puede hablarse de una to,
la
sociedad occidental dividida en Estados que, sin perjuicio de su interacción constante, siempre polémica, intentaría desarrollar por su cuenta, a distintos ritmos, todas
en una herencia les
era
marán
o algunas de
común. Es
así
como
les
posibilidades que estaban ya prefiguradas
se irán
«culturas nacionales»;
62 «El Pontífice cedió casi
y
las
artística, científica, religiosa, tecnológica, política,
y
conformando
es así
como
lo
que más adelante
se irá abriendo
camino
España^ Labor, Barcelona, 1936, p. 24.
El
mito de
la
se lla-
la
ten-
toda su jurisdicción y constituyó a los reyes [españoles] vicarios suyos, S.J., Expansión misional cie
entregó los hilos del gobierno aun espiritual», Constantino Bayle
Gustavo Bueno,
&c., que
cultura [1996], séptima edición, Barcelona
2004
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152
mito de
El
I
la
cultura
dencia de cada «cultura nacional» a considerarse
—-de_su pueblo—
vientre»
,
como ellos
«fruto interno de su
procedían
como ramas
de un mismo tronco.
diversificadas
De
olvidando que todos
de cultivo emergerá
este caldo
En
estrictamente política.
la
idea de nación, en tanto que idea
nación en sentido político
efecto, la
ha gestado
se
ámbito de un Estado soberano, del Estado moderno; y este proceso lo advirtió «sobre la marcha», hará pronto un siglo, el «libertador de Polonia», en
el
Pilsudski: «Es el Estado el
modo
Pero casi de un
que hace a
la
Nación y no
inmediato se producirá
o sustrato de
Rey
te al
mulará
del
ese Estado,
se convertirá
en nación.
Valmy: «¡Viva
Ahora
sum de
la
bien, la nación,
podrán tanto,
una
«Cada Nación, un Estado». El pueblo
lugar de: «¡Viva
el
Rey!» había ya gritado en
como (el
una mera
sujeto político puro, es
pueblo que
le
dio origen) será
abstrac-
mucho más plebisci-
cabo cuando
el
pueblo tenga un lenguaje común,
y,
por
con costumbres, ceremoniales y artes característino porque un conjunto de individuos, reunidos al azar,
historia propia, ello (y
determinen, por pacto, constituir un pueblo) podrá entenderse por qué «pueblo» tuvo poder suficiente para asumir
de
la
imprenta jugará en
efecto, será el principal siglo XVIII, para
con en
las
la
ficos
el
cotidianos. Los plebiscitos cotidianos, entre otras cosas, sólo
ser llevados a
Sólo por
cos.
hubiera sido
soberanía (fren-
que un conjunto de individuos que hacen
electoral,
aunque sean
tos,
si
la
Nación!».
ción. Por de pronto la nación
que un cuerpo
Estado».
Gracia de Dios). Pascual Mancini for-
la
la política:
En
como
en cuanto nuevo sujeto de
Antiguo régimen, por
el cogito ergo
al
espejismo: la Nación, efecto
el
del Estado, pasará a ser percibida retrospectivamente
sujeto
Nación
la
que
las
este proceso
medio, desde
un papel
decisivo.
el siglo XVI,
el
El descubrimiento
la soberanía.
La
letra impresa,
en
pero sobre todo a partir del
lenguas nacionales puedan homologar sus funciones
que antaño desempeñó
el latín,
tanto en los servicios religiosos,
como
narración de leyendas o cuentos, o en la exposición de sistemas filosó-
o de poemas
literarios;
en todos
los casos lo
que hará
la letra
intercomunicar a los «ciudadanos» que han comenzado a pasar por
Nacional Obligatoria
63 ,
es decir,
que han aprendido a
leer
y a
lengua nacional. Es en este punto en donde comienza a actuar
63 EricJ.
Hobsbawm, en su libro Naciones y nacionalismo desde 1780 { 1989)
impresa es la
Escuela
escribir la
en
la
idea de cul-
(Crítica, Barcelona,
1992, 2 a edición revisada y ampliada) ofrece, como dato significativo, la noticia de que el número de periódicos que se autodenominaron «nacionales» o «nacionalistas» creció en Irlanda de 1 en 1 87 a
33 en 1891.
(pñ Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
La génesis de
tura en
sentido moderno.
el
se revela a través
La nación
más
153
pueblo de Dios y su contenido
es el
un pueblo
captada por Kant, para quien
es
sigue siendo, sobre todo,
una dimensión moral
y en Hegel. Cuando a
que ya hemos considerado en
el
de
la
Fichte
Nación y
partir del siglo XIX la ecuación entre la
lleve adelante a través
la
(y ade-
como ya dijimos, en
internacional); pero se dibuja ya, sobre todo,
Estado se
1
de la cultura nacional, expresión del espíritu del pueblo. Esta
equiparación (o superposición) todavía no cultura de
idea metafísica de cultura
la
el
idea del Estado de Cultura (nacional),
capítulo IV, la tendencia general será la de
interpretar el verdadero arte, la verdadera literatura, la verdadera filosofía, la
como
verdadera música, &c. «cultura de
expresión de
En realidad, y según lo que hemos la
«cultura de
la
un pueblo», de
la
una nación», en su sentido canónico.
«matemática francesa»,
la
dicho, lo que estaba ocurriendo era que
«música alemana»,
la
«pintura española» o la
«físi-
ca inglesa», lejos de ser «expresión de la cultura» de esos pueblos o naciones
como
considerados míticamente surgido de
un
in
si
fueran intemporales, o
como
tempore nebuloso, no eran otra cosa sino
illo
magnífico sin duda, en
las diversas
si
hubieran
el desarrollo,
naciones y en función de circunstancias
muy precisas, de un patrimonio común, que procedía de la Edad Media, de Roma y de Grecia, y que tenía fuerza suficiente para asimilar (experimentando con las
ello
en ocasiones desarrollos insospechados) acaso lo más valioso de
«culturas» de los pueblos recién descubiertos en América, en África o en
Asia. Pero la ideología político-nacionalista obligaba a reinterpretar
como
expresión del pueblo o de la nación;
posición)
ad hoc de nuevas formas
y,
artísticas, filosóficas
en motivos particulares o folclóricos (según
W. John Thoms, en
de hecho,
el
la «creación»
o musicales inspiradas
nuevo concepto acuñado por
846) daría lugar a que se acumulasen formas peculia-
1
llamadas «nacionales», que pasarían a ser consideradas
res,
todo
(com-
identidad» irrenunciables en
el
como
futuro (desde la música de
«señas de
Wagner en
Y lo
fueron (y aún lo son) pero no previa», sino porque la inventaban tanto porque expresasen una «sustancia
Alemania hasta
la zarzuela
artificiosamente
al efecto.
en España).
Lo verdaderamente
valioso de estas construcciones
derivaba precisamente no tanto de sus componentes «nacionales», sino de los
componentes comunes les
y,
por decirlo
así,
internacionales; pues internaciona-
eran los instrumentos científicos o musicales,
en tanto que
común. De XIX y nal)
y
cular
Gustavo Bueno,
el
XX
laboratorio, la orquesta,
habían conformado sobre una tradición medieval y antigua carácter ideológico de la dialéctica que cruza todo el siglo
el
entre la «cultura particular» (nacional canónica, nacional regio-
la «cultura universal»;
ha de
El
se
ahí
el
tener,
por
mito de la cultura
ello
[1
de ahí
el
mito de que
mismo, un valor
lo
genuinamente
universal. Pero
996], séptima edición, Barcelona
2004
parti-
propiamente ni
© FGB 201
1
154
las
El
I
mito de
la
cultura
matemáticas, ni la música sinfónica, ni
mándose a
lo largo de los siglos XIX
desde
la
de
regiones que, dentro de
las
la teología,
que fueron confor-
y XX, pueden entenderse en absoluto mucho menos aún desde la óptica
óptica de las naciones canónicas,
organizarse
como nuevas
las
naciones canónicas, comenzaban a querer
un Estado
naciones con una Cultura y
propios.
siquiera la «filosofía clásica alemana» puede, salvo en lo que tenga de
Ni
com-
ponentes más bárbaros, considerarse expresión del «pueblo alemán» (del pue-
una
blo alemán «aplastado en Westfalia») puesto que depende de escolástica
En
de tradición milenaria.
realidad,
salvo las formas culturales
y
de
la
las
formas culturales de
lengua nacional
todo
(a saber, sobre
la
que dependen sustancialmente poesía
y
nación canónica. Esto es
como en
el
el
que ocurre, de hecho, tanto en
lo
nales íntimas». El único
terreno
el
es sólo
están llama-
las
vanguardias de
camino
y en
las
es,
desde
un mito
como hemos
decir
que
el
camino hacia
el
regreso «hacia las esencias nacio-
la
propia situación, sin duda, man-
formas de
cosmopolita, tratar de
la cultura
dominar, controlar y reabsorber, si es posible, trumentos universales a fin de construir con constituyen,
ellas
el
rock internacional. Sin duda, se actúa siempre desde un
universalidad pasa necesariamente por
tenerse en
que
instrumentos
ordenador o
el
principio de sus obligadas dependencias de la
Estado o desde una Nación; pero la
utilizar
pianoforte hasta
el
sintetizador electrónico. Por consiguiente, cabrá decir
das a desprenderse desde
música vocal), todas
la
y
época moderna tenderán a
la
universales, desde la regla de cálculo
elite
filosofía
las
formas, contenidos e ins-
ellos.
La poesía y
la filosofía
dicho, casos particulares, cuyo enjuiciamiento
plantea problemas especialmente delicados. La razón es que la poesía y la filosofía no disponen de «instrumentos universales», sino que dependen esen-
un
cialmente de
lenguaje particular
y no pueden desarrollarse por medio de no justifica la elección del camino
lenguajes simbólicos. Sin embargo, esto del noli foras ire\
derarse aquí
ma» en
la
porque
como
que
el
lenguaje particular tampoco tiene por qué consi-
expresión de
una
«sustancia propia», sino
como
«platafor-
nos ha situado y desde la cual intentamos abarcar las contenidos dados en las demás lenguas o culturas. Ésta es la la historia
formas y ios razón por la cual no todas
las
lenguas particulares están dotadas de la
virtualidad de «asimilación universal».
De
algún modo, sólo de
las
misma
lenguas
particulares que, a su vez, sean históricamente internacionales, o bien de las
lenguas que arrastran una tradición filosófica peculiar, podría decirse que
nen virtualidad
universal efectiva.
Su «internacionalismo
tie-
histórico» es el
correlato lingüístico de la universalidad de los instrumentos matemáticos o
tecnológicos.
(pñ Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
La génesis
de
idea metafísica de cultura
la
155
1
Sin embargo, lo cierto es que dos siglos de nacionalismo político han deter-
minado ámbitos ecológicos más o menos
artificiosos,
delimitados por cada
Estado, en los cuales han podido cultivarse, en régimen de «concavidad nacional»,
formas peculiares (relativamente) de
arte,
de instituciones, de folklore, de
moneda, de tradiciones comunes excluyentes, de neas de la historia sagrada común).
De
historias nacionales (sucedá-
han
estos cultivos
resultado esas «uni-
dades corológicas» que llamamos hoy «culturas nacionales». El proceso sólo fue posible tras la alfabetización obligatoria
y,
a través, en principio, de la pren-
sa de circulación nacional, dependiente del idioma nacional; ulteriormente a través de la radio ello
y de
una identidad no
«identidad»
la televisión.
similar a la de
exista
Que
las «culturas
nacionales» tengan por
un jardín de invernadero no
de hecho. Lo que se discute
es
que
la
significa
que
tal
identidad de estas
naciones canónicas sea sustantiva, y que ella sea expresión de un «espíritu nacional» propio. La realidad es que sus contenidos más valiosos proceden de
un patrimonio común mulada de turas
«secuestrado» por los Estados, o de la imitación disi-
otras culturas nacionales.
Más problemático es todavía que esas cul-
de invernadero tengan una validez universal más
tamente fenoménico, que depende de
la
coyuntura
allá
de un plano
estric-
política.
La Idea teológica
de
La idea
un «Reino de la Gracia» tiene la estructura de un mito, es un mito inconsistente. Porque la Gracia debe ser, a la
la
Gracia en cuanto mito inconsistente
teológica de
pero no sólo esto: vez, creada
«idéntica
y divina (es decir, increada), debe ser «don del Espíritu Santo» e alma de la criatura». Estas contradicciones y otras muchas,
al
¿podrían quedar resueltas en Cultura,
nacionales? la
Lo más probable
Gracia» subsistan en
Así
es.
Reino de
que
«Reino de
como en
la
más
Santo Tomás ), 64
de
los
de
la idea
Estados de cultura
las
contradicciones propias del «Reino de
la
Cultura», en cuanto es heredero suyo.
flagrantes el
que actuaron en
Reino de
la línea extensional
contradicción implicada en
la
idea de
la Cultura, tanto
un
en
la
que constituyen su Idea. la
constitución del «hombre
hombre realmente creado por Dios en el Paraíso, según como resultado de la identificación de la naturaleza animal
íntegro» (que fue
el
Santo Tomás (in 2, d. 29.
El
es
proceso de su metamorfosis en
ésta actúa a través
Gracia se nos manifiestan en
Ante todo,
Gustavo Bueno,
el
Las contradicciones la
línea intensional
64
el
mayormente cuando
mito de la cultura
[1
q. 1, a. 2).
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
156
mito de
El
I
cultura
la
(humana) y de la Gracia santificante. Esta contradicción se manifiesta, sobre todo, en la concepción mítica del hombre primordial representado por Adán
y Eva en tro
Uno
el Paraíso.
de
los
respeto por hombres de
26) o de Santo
mitos cuya inconsistencia pone a prueba nues-
la talla
Tomás ( Summa
de San Agustín
1, q.
Ciudad de Dios,
(
libro 14,
96).
El análisis de estas contradicciones, sin embargo, es imprescindible para
deducir
alcance de la homología que
el
hemos señalado
entre lo
que hoy
lla-
mamos
«Cultura» y lo que se llamó «Gracia» en la época ascendente de la teología cristiana. Se diría que la casi totalidad de los contenidos del «material antropológico» que constituye tido
moderno
(desde la
de templos hasta
la
la escritura
tuales,
de
la
totélicos).
iba
cia,
emanaba
Idea de Cultura, en
humana en
los
el
«Reino de
del
la
Gracia».
terreno de las virtudes morales e intelec-
frío,
aunque dominaba a
males (Santo Tomás,
No
infusas por Dios.
las cosas,
94,
1, q.
los animales, ni necesitaba cocinar,
a.
pues puso nombres congruentes a pero esta ciencia
3),
buen
era propiamente el
Deducimos que tampoco mentos que comía
la
los asimilaba
hombre
hombre
plo, ni tenía
el
total)
que
íntegro (lo
no necesitaba
«hombre
1,
96, 3).
q.
ali-
moral e
se dice
nada
pues
intelectual; lo
total» estaba «liberado»
el
Paraíso era su tem-
En humano
pues su ciencia era infusa.
escribir libros, ni leerlos,
«interior»,
en sociedad,
que después algunos «marxistas» llama-
edificar templos,
Gracia santificante se ejercía sobre todo en
que llamamos
los ani-
íntegramente «sin superfluidades indecentes»
en contra) que
el
pues
necesitaba ciudades ni alcantarillados, pues los
Hay que suponer también (aunque tampoco
que
no
tuvo por especies
salvaje; vivía
(ST. 1, q. 97, 3).
la
aris-
ni se ruborizaba de su desnudez),
sociedad jerarquizada aunque sin dominación coactiva (ST.
suma,
La Gracia
alimentos directamente de los árboles de su jardín. Tuvo, sin
embargo, ciencia de todas
el
sen-
Y así el hombre, en el Paraíso, en la integridad de su estado de gra-
necesitaba cazar,
rán
el
prudencia más que del arte (podríamos decirlo en términos
desnudo (pues no hacía
tomaba
la
de cocinar, desde la edificación
al arte
o los libros) tendían en un principio a perma-
necer fuera del foco de luz que eleva a la naturaleza
denotación de
indumentaria
de todo
que lo
el
terreno de lo
significa implícitamente
que llamamos hoy «cultu-
ra externa», «extrasomática».
Dicho de otro modo: de
la
la
concepción de
la
cultura implícita en la doctrina
Gracia tenía muchos elementos comunes con
cureismo (incluyendo
mos que para
el
el
cinismo y con el epimito del Jardín, del Paraíso). Asimismo si supone-
concepto teológico,
la
el
humana aparece con toma un rumbo paralelo Gracia, se parece al hombre a
cultura exterior
la salida del Paraíso, la teoría de la cultura artificial al
mito del Protágoras. Adán, cuando pierde
(pñ Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
la
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
La génesis de
la
idea metafísica de cultura
1
157
quien Epimeteo olvidó dotarle de sus atributos naturales. Sin embargo, mientras
que Protágoras puede presentar
ción, sucedáneo o prótesis de
de
escolásticos
la
como una mera se ajustaba a
una naturaleza que
«hombre
el Paraíso.
La contradicción
total» («íntegro»)
porque su naturaleza, en
está destinada a
ese estado,
no
una vida que
está
más
tural global» es
allá del
este sen-
que
ella;
la naturaleza
mundo y
de
(artifi-
pero su
huma-
la cultura.
proyecto de un «sistema cul-
en realidad una parte o constituye tan sólo una cultura
que pretendan asumir también
humanidad
universal.
El
el
en
necesita la cultura
por tanto, algo que habrá de entrar en conflicto con
particulares
Gustavo Bueno,
es,
ha de prescindir de
Asimismo tendremos que reconocer que cular;
teólogos
la cultura artificial
concesión a un estado que, siendo natural, sin embargo no
su esencia íntegra, en
naturaleza, en estado puro, parece necesitarla, puesto
na
recupera-
«le era debida», los
Gracia se verían obligados a entender
tido, insuperable: el cial)
como una
la cultura artificial
mito de la cultura
[1
la
las otras
parti-
culturas
función de «matrices» de
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
la
Gustavo Bueno,
El
mito de
la
cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
mito de
El
de de
la
unidad orgánica
la
cultura
realidad
la
y
las categorías culturales
es un «todo complejo», según la fórmula de E. Tylor que venimos tomando como punto de referencia. En el capítulo III hemos analizado esta complejidad, no ya tanto en función de las partes cuanto en función de la razón misma del todo: la «cultura», como «todo complejo», se nos presentó
La cultura
$
simultáneamente como una totalidad de tipo esferas culturales,
rasgos, señas
y como un todo de
tipo
de identidad, categorías,
&
medida en que
es
tipo matricial, lo ral han
una
las
que
significa
La estructura de
que
las
partes anatómicas de
especie determinada,
la «cultura»,
en
la
ciencia general, se ajustará al
partes atributivas de cada esfera cultu-
las partes atributivas
de
un organismo
han de tener su
órganos de otras especies del
los
es decir, partes atributivas (inte-
tomada como campo de una
de tener su réplica en
manera como
T constituido por diferentes notas,
c.,
grantes, determinantes o constituyentes).
distribuida en diferentes
mismo
réplica
género,
en
las
demás
esferas (a la
animal, perteneciente a
las partes
anatómicas de
y aun de géneros
distintos).
De
este
ras
de columna de una matriz rectangular obtendremos una descomposición
modo,
si
representamos
del todo de la cultura en si
representamos
las
las partes atributivas
un conjunto de
líneas longitudinales (verticales);
partes distributivas (o esferas) en las cabeceras de
obtendremos una descomposición del todo de líneas transversales (horizontales) .®
una cultura tenga en
si al
habrá por qué suponer que
65
En
Etnología y Utopía, Azanca,
el
el
Gustavo Bueno,
la cultura
«réplica»
que cada parte atributiva de si
no a
cola, característico
Palma de Mallorca, 1971
(2
a
de
edición, Júcar,
la cultura (ver pág. siguiente),
cuyo
mito de la cultura
[1
de
996], séptima edición, Barcelona
2004
la cultura
Madrid 1987),
análisis se ofrece
Glosario de este libro.
El
escala
escala de configuraciones genéricas.
piano de
de
y
fila,
en un conjunto de
debiera ser puntual,
menos a
p. 130, figura la siguiente tabla gnoseológica
en
La
las otras esferas
configuraciones específicas
No
genéricas en las cabece-
© FGB 201
—
i6o
El
I
5
mito de
1
cultura
la
europea en su época romántica, deba tener su «réplica» en cualquiera otra de pero en cambio cabrá postular que en todas
las esferas culturales;
—
culturales
maya,
egipcia,
&c.
azteca,
—
las esferas
hay «instrumentos musicales»
(incluso géneros definidos de estos instrumentos, por ejemplo «instrumentos
de cuerda» o «instrumentos de percusión») y lo mismo se dirá de las ceremonias funerarias, de las puertas de las casas o de las casas mismas. Dicho de otro
modo, cada
línea longitudinal deberá cortar, en algún
de
las líneas transversales
De lo
aquí se deduce
la matriz.
necesidad de establecer un «patrón universal»,
la
denominó Wissler 66 un patrón
universal en
,
que venimos llamando partes
como
plano genérico,
atributivas
amplia, a todas
En
viduales.
el
que queden
que puedan
comunes a todas
líneas
que sean susceptibles de
aquellas
punto concreto, todas
«cortar»,
como
fijadas aquellas
ser consideradas,
en un
las esferas culturales, es decir,
según una franja más o menos
perjuicio de sus manifestaciones específicas o indi-
ellas, sin
franja de intersección
el límite, la
podrá
ser tan
reducida que
fuera posible hablar de ausencia (por atrofia o por cualquier otra causa) en
alguna esfera determinada.
Es evidente que sólo dibujando líneas a escala
muchos grados de
muy
genericidad) será posible establecer
genérica (y caben
un patrón
universal de
partes atributivas integrantes, determinantes o constituyentes, equiparables a «categorías culturales». tarse
como
La
«escritura alfabética», por ejemplo,
línea del patrón universal, pero
sí,
no podría con-
sin duda, el «lenguaje fonético
articulado»; los edificios dedicados a culto religioso, a pesar de la tantas veces
citada sentencia de Plutarco («Podréis visitar cualquier ciudad o aldea y jamás
de ver en
dejaréis
RASGOS CULTURAS
1
-
>
2
-
*
-
4
-
*
I
i.i
-
*
1.2
II
lili
-
*
11.2
111
ui.i
*
111.2
X -
IV .1
* JV.2
V
vi
*
V.2
...
• ••
»
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1.4
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*
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X
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4 - *
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4
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•••
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*1.10000
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- *11.10.000
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-
ESTRUCTURALISM0
>111.10000
.
FUNCIONALISMO
>IV.’C0O3
4 *V.!00OS
.
4
X
X
Dm
.
X IKCL'-SS-yi
EVOLUCIONISMO
Man and Culture
,
[1
-
•••
ÍM»
—i
IKXX.4 DCXX.
mito de la cultura
^ 0.000
4
D1FUSIONISMO
Clare Wissler,
-
4
X
-
***
-
X V.5
—— —— i
> 1V.5 4
X
IXXX-3
111.5
4
X Y.3
5
X
* •••
—i —i ncxx.i 1KXX2
(pñ Gustavo Bueno,
*
-
. » JV.3
M0RF0L0GISMO
66
-
1.3
11.3
4
IV
templo»), difícilmente podrán figurar en una línea
4
-
3 X * m.3
X X
)
3
X
X
un
ella
Nueva York,
1
923.
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
mito de
El
la
unidad orgánica de
de patrón universal, aunque Por otro lado,
miento de
sí,
la
la
realidad de las categorías culturales
de ceremonia
sin duda, algún tipo
introducción de
la
las esferas culturales
cultura y
1
161
religiosa.
la perspectiva evolutiva, es decir, el trata-
como
mitirá redefinir la universalidad de
y no fijas, peren un sentido más
totalidades en desarrollo
las
partes atributivas
profundo.
Desde otro punto de
vista, el
(por ejemplo, partes integrantes)
tampoco
versal,
hayan de
hecho de que diferentes partes
puedan
figurar
como
líneas del
garantizará que estas partes, a la escala en que vienen dadas,
ser partes constitutivas
en un sentido
podrían ser líneas
esencial;
interesantes sólo a efectos descriptivo-comparativos, desde
taxonómico empírico o fenomenológico al
establecer los rasgos taxonómicos).
tomar
una ca
la
que
(similar al
un punto de
vista
los botánicos utilizan
De este modo el patrón universal podrá
forma, no ya tanto de una tabla de categorías culturales, cuanto de
«lista
al
atributivas
patrón uni-
de lavandería», para
patrón utilizado en
el
utilizar la expresión
que Marvin Harris 67
apli-
World Ethnograpbic Atlas de G.P. Murdock (en
1967), y en el que aparecen como «líneas» o rúbricas no sólo el diseño de la vivienda y la forma del tejado sino también las mutilaciones genitales masculinas
y
en cuero. Sin embargo, hay que decir que
los trabajos
las tablas
del
patrón universal (de categorías sistemáticas), sin perjuicio de su gran variedad (que está en función de la escala a la que se dibujan) suelen contener líneas
verdaderamente
significativas. El
patrón universal de Wissler, por ejemplo,
contenía nueve líneas generales: lengua, rasgos materiales, to, religión,
que
sociedad, propiedad, gobierno, guerra;
padre jesuíta Lafitau (en 1724)
el
Costumbres de
los salvajes
meros tiempos
como
En
,
y
en su descripción de
americanos comparadas con
mismo
se
tiva
según
estas tablas
las cuales
criptiva propia
puede
ser
de
más
titutivas esenciales
muchas
de patrones universales,
están dibujadas.
las tareas
de
si
no
y
y
uso
el
perspec-
una
«lista
de lavande-
al
buscar
las
y
otra
partes cons-
(de cada esfera cultural); finalidad que, en
también que valerse de
«lis-
quiere resultar aplicable a los fenómenos. Es éste
Marvin
Harris,
El materialismo
Marvin
Harris,
El desarrollo de
mito de la cultura
la escala
Una cosa es la finalidad taxonómica des-
decir en todas, tendrá
68
[1
las
los pri-
bien calculada, que una «tabla teórica»)
las culturas
67
El
costumbres de
como
así
etnográficas (y en este caso
útil, si está
ocasiones, por
de lavandería»
Gustavo Bueno,
las
Harris ha observado. 68
cosa es la finalidad «teórica» que pretenden alcanzar
tas
conocimien-
cualquier caso habrá que tener siempre presente la finalidad
da a
que
ría»
el
utilizó
arte,
muy similar a la tabla
es
cultural. Alianza,
Madrid, 1982,
la teoría antropológica. Siglo XXI,
996], séptima edición, Barcelona
2004
p. 65.
Madrid, 1968,
© FGB 201
p. 15.
un
1
162
El
I
mito de
cultura
ia
punto del que no parecen
muy
ser
conscientes los antropólogos en sus pro-
puestas programático-metodológicas. Pues, con frecuencia, sus pretendidos
«patrones universales», con intención esencial o estructural, no son otra cosa sino clasificaciones o reagrupamientos de subconjuntos de líneas de
«listas
de
lavandería» previamente utilizadas, en función de ciertos principios teóricos
que, o bien permanecen inertes en
o bien
culturales,
sesgadas.
distorsionan
las
proceso del análisis de
el
al tratar
Cuando un antropólogo de
las totalidades
de aplicarles tablas excesivamente
ortodoxia marxista hace figurar en su
patrón universal (concebido en una perspectiva, no ya meramente descriptiva, sino funcional
o sistémica)
las líneas
o categorías partes básicas (fuerzas de
producción, medios, instrumentos y relaciones de producción) y partes superestructurales (derecho, religión, arte, c.) no por ello queda eximido de acu-
&
una
dir a
«lista
de lavandería», empírica o cuasiempírica, en
que tiene que
el
do a
detallar las líneas correspondientes a esas «partes estructura-
con
las «partes básicas»;
el
inconveniente, además, de estar constreñi-
interpretar las líneas del «sector supraestructural» de su tabla
derivación o expresión del «sector básico».
de ortodoxia marxista
lo
«materialista-cultural», en está inspirada
en
momento en
música, literatura, arte griego, religión, &c.). Otro tanto se
les» (lenguaje,
diga de
el
muy de
como una
Y lo que decimos del antropólogo
diremos también del antropólogo de ortodoxia sentido de Marvin Harris, cuya tabla universal
el
cerca por la tabla marxista (sus líneas están agrupadas
estos tres sectores: sector
de
la infraestructura, sector
de
la estructura
y sec-
tor de la superestructura).
No es mi intención insinuar que toda tabla estructural o sistémica es necesariamente inerte (una mera reclasificación de píricas) o,
de no
penetrar mejor en ja» sin
costa,
deformadora.
serlo,
el análisis
de
Hay
«listas
de lavandería» cuasiem-
tablas «teóricas»
las partes atributivas
de
que permiten
la «totalidad
deformarla excesivamente con prejuicios apriorísticos. Es cierto que a
muchas
veces,
de una menor potencia teórica
debilidad teórica mayor). Tal es
de
los «patrones estructurales»
(«necesidades básicas
y
—
organización política
el
,
—
,
(o, si se prefiere,
de una
caso (sin perjuicio de su ramplonería) de
las culturas utilizados
respuestas correspondientes»
ción, cuidados corporales
—
por B. Malinowski nutrición, reproduc-
«necesidades instrumentales»
—economía,
ley,
«necesidades simbólicas» ——lenguaje, arte, &c.) o
por L. Wbite.® Sobre todo, insistimos en
la
necesidad de tener en cuenta
® Bronislaw Malinowski, A scientific theory ofculture (1944), edición española. tífica
comple-
Una
las
teoría cien-
de la cultura, Edhasa, Barcelona, 1970. Leslie White, The evolution of culture, McGraw-Hill,
Nueva York, 1959.
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
mito de
El
diferencias
la
en
unidad orgánica de
la finalidad
nes universales.
y
el
la
cultura
y
la
realidad de las categorías culturales
uso que haya de darse a estas tablas de patro-
No es lo mismo el patrón universal característico de una tabla
construida con fines metodológicos propios del trabajo de ciplina positiva
(como pueda
una
universal de
no solamente
al análisis
orden (como cuando cas: cosas,
En
al estilo
la
como
de Paul Schrecker
como
según
criterios
71
y
de otro
tres rúbri-
de lavandería» (en
«listas
las
que figuran
«consonantes dentales» o «tipos de arado»), envuelve con-
la utilidad
de
las tablas
de categorías) ni
«listas
las
que no
de lavande-
los «teóricos»
prefieren mantenerse en el terreno de las categorías, considerando
puramente empíricas y aquellas ideas globales
mente
la relación del
porque
la
«lengua», «religión», «política», «arte»,
fusamente oposiciones gnoseológicas de otro rango, oposiciones de
(dudando de
de
contraposición entre «tablas de cate-
suelen ser conscientes ni los antropólogos, que establecen ría»
patrón
el
del material antropológico, sino
o, sencillamente,
personas y acciones). que ocurre es que
gorías» a escala de ideas tales
&c„
que
filosófica
reagrupan los materiales antropológicos en
se
realidad, lo
rúbricas tales
una concepción
del espacio antropológico (en tanto éste desborda los lími-
al análisis
de una antropología positiva); 70
tes
campo de una dis-
serlo la antropología etnológica)
tabla orientada a establecer
cultura que atiende,
también
163
1
precientíficas a las «listas
y
estas listas
género a
de lavandería». Pues entre
de rasgos culturales no media simple-
la especie (o al individuo).
Entre otras razones
género Lengua, por ejemplo, son antes
las especies del
que
como
«latín», «grie-
go» o «español», que «consonantes dentales» o «vocales abiertas» (que también son genéricas a estos tres idiomas tel»
no solamente puede aparecer en
contexto de
en
destacar ahora es
el el
contexto de
y porque un «dinun templo (es decir, en el también en el contexto de un pala«categoría política»). Lo que quere-
ya
otros muchos);
contexto de
la categoría «religión») sino
cio real (por tanto,
mos
el
la
paralelismo que es preciso reconocer entre
globales» dadas a escala de Lengua, Religión, Política,
rasgos morfológicos tales
como
nico», «sistema
morfológicos
&c. (respecto de
«consonantes labiales», «dinteles» o
arado») de las ciencias culturales,
y los «conceptos
las «ideas
«rejas
globales» de «sistema
los
de
mecá-
termodinámico» o «sistema biológico» respecto de rasgos
tales
como «polea», «máquina de vapor» o «hígado», de las cienEn efecto, las «ideas o conceptos globales» en ambos
cias físico-naturales.
casos
70
no
sólo nos remiten a (supuestos)
Gustavo Bueno, «Sobre
el
campos de
diferentes ciencias (lin-
concepto de "espacio antropológico"», El Basilisco, núm. 5 (1978),
pp. 57-70. 71
Gustavo Bueno,
Paul Schrecker,
El
La
estructura de kl civilización.
mito de la cultura
[1
Fondo de Cultura Económica, Méjico, 1969.
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
164
El
I
mito de
cultura
la
güística, ciencia
como cos
—
rales
de
las religiones
termodinámica, biología)
nica,
comparadas, ciencia
—campos en
habrá que
insertar,
partes integrantes o determinantes, los respectivos rasgos morfológi-
sino que también (por ello
de
los
mismo) nos ponen
frente a las teorías gene-
campos correspondientes. Lo que significa que
«despiezados» (analizados) a una escala de partes
recomposición de
las
mismas en función de
cisamente por esas partes.
En
cambio,
configuraciones («morfologías») tales
tal
como
instituciones
campos están
estos
que sea posible una
leyes
o relaciones soportadas pre-
los rasgos
morfológicos nos remiten a
como
«ablativo absoluto latino», «cate-
que podrán
dral gótica» o «asamblea ateniense»; configuraciones
das
o bien, mecá-
política,
los cuales
o complejos de instituciones,
ser designa-
como
es decir,
institu-
ciones simples o complejas. Otra cuestión será la de determinar en cada caso si
como «consonante
rasgos tales
dental» o
como
«reja
de arado» pertenecen
exclusivamente a determinadas configuraciones institucionalizadas o bien
forman parte de un sistema global
categorial. Pero,
en todo
si
caso, es la oposi-
ción entre estos sistemas categoriales y aquellas configuraciones morfológicas (abreviadamente: la oposición entre categorías sistemáticas e instituciones la ;)
oposición que tiene importancia gnoseológica. La dificultad principal estriba
en determinar criterio
los criterios pertinentes.
Y no nos parece pertinente
el
célebre
de Windelband-Rickert que permaneció adherido por completo a
la
oposición aristotélica entre lo universal y lo individual, aun reivindicando la posibilidad de las ciencias idiográficas. En efecto, la oposición entre lo universal
y
lo individual está fuera
la ciencia; ría
de
en
el
a
la idea lógica
de
lo universal desaparece,
y
silogística
de
momento en el cual la idea lógica de junción sustituye, en teo-
la ciencia,
vidual
de lugar en una concepción no
característica universal, deja
secuencia, sería
un
clase universal, la
disyuntiva entre lo indi-
por cuanto una función, no por tener una
de poder aplicarse a valores individuales.
error interpretar los sistemas categoriales
nomotéticos frente a
la
supuesta condición idiográfica de
morfológicas culturales. Instituciones morfológicas
tales
como
nos atenemos a
los
o
leyes universales.
con-
sistemas
las instituciones
como
«familia
gama» o «fuga a cuatro voces» son también nomotéticas, pues ajustadas a normas, reglas
En
se las
(Hay motivos para
monósupone
sospechar,
si
ejemplos que Windelband y Rickert alegan, sobre una
posible confusión o «contaminación» que la oposición nomotético/idiográfi-
co
pudo padecer respecto de la oposición categorial/ínstitucíonal.) La posibilidad de reconocer a muchas configuraciones morfológicas,
como
las instituciones,
su condición nomotética, es
la
que obliga a reconocer
también su posible pertinencia categorial (de hecho hablamos de «categoría de parentesco» o de
Gustavo Bueno,
El
las «categorías
mito de la cultura
[1
de
las figuras
de
la
996], séptima edición, Barcelona
música polifónica») sin
2004
© FGB 201
1
El
mito de
que por
ello
instituciones.
la
unidad orgánica de
cultura y
la
realidad de las categorías culturales
la inicial distinción entre categorías e
término «institución» en
el
al in-sto,
do en cuenta que también permanece a bién permanece
la
a lo permanente;
flote el «barco
recambio
sin perjuicio del
total
rompen y
de Teseo» que mantie-
entre dos tipos de categorías
reconocer
sí,
.
72
Por
lo
demás,
lidad de reconocer la condición categorial de
o configuraciones morfológicas, no implica de interpretar toda institución cultural
muy
diversas perspectivas
las categorías (sistemáticas)
Mucho
tiene
vista etic
y
el
que ver
las
y
podríamos
vista emic,
cionales implican
si
trazar las diferencias gnoseo-
que
las
las esencias»,
necer
la cultura, entre
complejos institucionales).
que Pike trazó entre
punto de
el
las categorías sistemáticas son,
y las configuraciones institumenos en lo que tienen de confi-
(al
son artefactos construidos como
narios o paisajes recortados a escala antropológica). decir
necesidad
al revés)
una perspectiva emic
guraciones operatorias, tanto
la
por cuanto
desde luego, etic (aunque no siempre
instituciones culturales
«todo complejo» de
con
catego-
es obvio, la posibi-
categoría sistática.
instituciones (o
esta distinción
punto de
distinción entre
la
la recíproca, es decir, la
como una
tras el despiece del
como
muchas
un
la distinción general
que hemos denominado, en otra ocasión,
categorías sistáticas
que median,
como tam-
sueldan constantemente en
se
metabólico incesante). Será preciso, eso
y
bien tenien-
de sus piezas,
dos tipos de categorías culturales, correspondiendo a
rías sistemáticas
consabido
el
si
morfología viviente de mis más íntimos huesos largos
(cuyas cadenas moleculares se
Desde
165
tengamos que confundir
ne su individualidad
lógicas
1
Por lo demás, tomando
sentido jurídico de Gayo, que alude
ciclo
la
Más en
son
si
esce-
general, cabría
categorías sistemáticas tienden a aproximarnos a la «región de
mientras que
muy apegadas
las
configuraciones morfológicas han de perma-
a la «región de los fenómenos»
nes fuesen simbolados
—para
decirlo al
modo
(como
tales institucio-
si
— de
de White
las
configura-
ciones fenomenológicas). Es evidente, por tanto, cuando presuponemos que las esencias
mismo está
no constituyen un mundo autónomo capaz de manifestar por
las claves
primarias de la realidad
muy extendido
—aun cuando
este
modo
sí
de pensar
entre los científicos de nuestros días, que pretenden
lle-
gar a las primeras unidades constitutivas de la materia, identificadas en nuestros días
con
los
quarks
derse en función de los
puedan construirse a
72
— que
las categorías sistemáticas sólo
fenómenos morfológicos;
partir
Gustavo Bueno, Teoría del
lo
El
mito de la cultura
[1
pueden enten-
significa
que
éstos
de aquéllas. La oposición, estudiada en tiempos
cierre categorial. Parte 1.2. 2. §52:
ción "sistática" y "sistemática"; "homeomérica" y "holomérica"»
Gustavo Bueno,
que no
«Tipos de totalización
(vol. 2,
996], séptima edición, Barcelona
2004
pp. 545-557).
© FGB 201
(totaliza-
1
166
El
I
mito de
la
cultura
por Lévi-Strauss, entre «modelos
y «modelos mecánicos», podría
estadísticos»
reconstruirse a partir de la oposición entre las «categorías sistemáticas»
«morfológicas» (y no porque todas
a
cirse
de
regressus
los
Chomsky
—y
ciertas
unidades o «partes» suscepti-
de recomponerse según líneas esenciales. Sólo que
fológicas. (Ni siquiera el regressus geométrico
menológica del «redondel»
—como conjunto posibilidad de
un
infinito
las
estas líneas esenciales
configuraciones mor-
que partiendo de
la figura
feno-
llega hasta la estructura esencial «circunferencia»
de puntos equidistantes de uno central
—
abre la
progressus operatorio correlativo desde la circunferencia
redondel, puesto que, entre otras cosas,
el
al
conjunto de puntos a determinar
cardinal infinito.) Es ésta la regla general en Mecánica, en Termodi-
námica o en Biología, guir entre
el
deducción de sus
en cuyo ámbito también
ciencias
plano de
las categorías sistemáticas
Una
ciones morfológicas. tres
una cosa
«barras»;
plano de
las
configura-
el
tales
como
«tijeras»,
«cascanueces» o
concepto de «sistema termodinámico» definido por
es el
las variables esenciales
el
y
es necesario distin-
concepto mecánico de «palanca» y la géneros (PAR, PRA, APR) y otra cosa son las figuras cosa es
morfológicas de «palancas empíricas»,
v,
p, t
y otra cosa
es la
configuración tecnológica de
«máquina de vapor locomotora»; una cosa son tituidas
fuente
«estructuras profundas», en el sentido de
termina en
este regressus
—no brotan de ninguna
no tienen por que superponerse puntualmente con
un
hayan de redu-
categorías sistemáticas
fenómenos
no son
apriorístico-trascendental,
tiene
las
condición de modelos estadísticos ).? 3 Las categorías sistemáticas se
la
obtienen por
bles
las
y
la
cadenas moleculares cons-
las
por aminoácidos, ácidos nucleicos, enzimas, moléculas de
ATP
(que
un organismo) y otra tales como «fémur de un
constituyen la «esencia bioquímica» del genotipo de cosa son configuraciones morfológicas {fenotípicas)
un mamífero». Las concatenaciones
vertebrado» o «hígado de
den dar lugar a construcciones
no tienen potencia, en nes morfológicas a
Ahora a'
ci
_
1
las»
embargo han de
las cuales sin
que en
_1
„ esencias aicanz/a
campos de
los
muenas I
Veces
das por la Mecánica cuántica o cias
de
73
la
la cultura la situación es
las ciencias físicas |; eicLemiinai míeos
las
la
distinta.
Tan
y i
u.e
naturales,
eemsuLte-
construcciones estableci-
Biología molecular) en
muy
en razón de
ir referidas.
l
a.
ción sostenida de complejidad asombrosa (como
la Lingüística (y ello
de su propio orden, pero
general, para reconstruir sin residuo las configuracio-
bien, mientras
J
ornen ue
sistemáticas, dentro
esenciales pue-
el
campo de las
sólo acaso en
el
cien-
campo de
base anatómica, universal a los hombres,
Claude Lévi-Strauss, Antropología estructural (1958), edición española, Eudeba, Buenos Aires.
(pñ Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
El
mito de
la
unidad orgánica de
cultura y
la
realidad de las categorías culturales
la
167
1
del aparato fonador) cabe citar construcciones «categoriales» (establecidas por
«Gramática general») comparables a
la
en
tricas;
demás
las
las
disciplinas culturales
construcciones biológicas o geomé-
hemos de
limitarnos a la construc-
ción de sistemas de clasificación (por ejemplo, sistemas de parentesco o
mas
políticos)
pudiéndonos
en cambio, de
valer,
asombrosa variedad de instituciones que constituyen
una
el
contenido concreto de
cultura. Instituciones que, consideradas aisladamente,
como
entender exclusivamente idiográfica aparece,
en
no hay por qué
configuraciones idiográficas. La condición
campo, en función del
este
de
las esferas culturales,
ción griega o
de
motivo desconfiamos mucho de
templan
abstractas postuladas (tipo memes)
cuando hablan de
ad hoc, y
un
es
lo
que
encontramos
el análisis
de
la
cultura a partir de unidades
por analogía con
la práctica
de los biólogos, la
paralelismo abstracto y programático-intencional, es
un
paralelismo concreto
y
Nadie niega
efectivo.
posibilidad de conceder que, a semejanza del despiece de las configuracio-
la
nes orgánicas en términos de unidades moleculares, podría ensayarse piece de las
de
memes o
—
culturgenes
Más aún,
.
dinámica evolutiva de
la
la posibilidad
.
74
de
los
—
o, lo
las leyes
serio», es decir,
La razón
una base molecular, que puede
que
leyes
es lo
des-
el laboratorio,
mismo: que
leyes genéticas
mémicas de
dinámica
la
quaestio facti
,
no como meras propuestas
principal es ésta:
organismos (ya sea en
(extraída)
orgánico)
paralelismo entre las
organismos y
de interpretar «en
sos genéticos tienen
el
De lo que dudamos es, y no sólo como
utópicas, tales programas.
un sistema de
los
un
—llamémos-
cabe ensayar planteamientos generales de
que parezcan reforzar
histórica de las culturas
de
en términos de «moléculas culturales»
las instituciones
carácter estadístico
a
al
carácter histórico. Por este
Desconfiamos, porque no queremos caer en
los genes.
confusión de lo que fabricado
com-
«programas de investigación» que con-
ciertos
de enfocar
la posibilidad
un
los
(por ejemplo, la civiliza-
las «civilizaciones»
europea) que tienen
la civilización
de
entretej imiento
plejos de instituciones; los verdaderos individuos culturales los nivel
siste-
consideración de la
la
que mientras
los proce-
ser realmente abstraída
ya sea en un
campo
los procesos genéticos están
pre-
sometidos
bioquímicas determinadas a escala molecular
— en
los
procesos institucionales no es posible determinar nada semejante a estas bases moleculares. Las unidades das», abstractas,
ca
un
74
y
las leyes
(
memes o
culturgenes)
son sólo unidades «postula-
de su composición han de
estar
dadas
(lo
dialelo antropológico) a escala de las configuraciones morfológicas, es
Nos
referimos a propuestas
como
las
de
J.
Mosterín, &c., en Filosofía de la cultura. Alianza,
Madrid, 1993.
Gustavo Bueno,
que impli-
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
168
mito de
El
I
decir,
de
cultura
la
las instituciones.
G¿H 12 O s
Es posible construir, a partir de
las
moléculas de glu-
zimasa y de una docena más de catalizadores que están dados a escala molecular, su fermentación en alcohol (2NCH3 cosa
,
por medio de
la
CH OH) con desprendimiento de anhídrido carbónico (2NC0 2
como
posible construir a partir de «moléculas vocálicas»,
2 );
pero no es
Id lud
pudiera serlo la
cerrada, o bien la /o/ cerrada, ni siquiera procesos de diptongación lid tales
como
los
(Constituiría res del
como
que tuvieron lugar en
una simple
Imperio romano
las
lenguas románicas derivadas del
latín.
«alegoría poética» el considerar a los pueblos suceso-
—que no son unidades
talladas a «escala fonética»
«catalizadores» de esas transformaciones fonéticas.)
Precariedad del concepto de «categorías culturales»
En
no tratamos aquí de
cualquier caso,
la cultura
que desempeñe
muy
escala
los papeles
establecer
una
tabla de categorías
de un patrón universal, aunque sea a
La cuestión que nos ocupa ahora
genérica.
unidad que sea posible reconocer a
la
del «todo complejo» cultura, tanto
en
«cultura» se circunscriba a cada
composición de el
de
las esferas,
la idea
o círculos de cultura;
co universal, habría de ser pensada
dos,
que muchas de sus
(a la
el
la cultura,
como una
como
si
como en
el
envolviera a
$
distribuida por
en sentido antropológi-
única totalidad atributiva sin
partes tuvieran
manera como en un organismo
una estructuración análoga o
las células
de sus diversos
teji-
como partes atributivas suyas, no son enteramente heterogéneas sino que una
están dotadas de estos supuestos
estructura
puedan o deban
mínima
similar).
ser abstraídos
en
No
el
queremos decir que
momento de
plantear la
«cuestión general» de la unidad de las partes atributivas de la cultura si
la
todo atributivo
las esferas culturales,
de «cultura universal» en términos de totalidad
perjuicio de
de
a título de partes. Esto implicaría rectificar la interpretación
las diferentes esferas
isomorfa
es la cuestión
las partes atributivas
supuesto de que
una de
supuesto de que ese todo atributivo deba entenderse todas
de
esta cuestión general pudiera ser tratada previa o
tales supuestos).
patibles
Queremos
con supuestos
se independientes
independientemente ue
que algunas respuestas generales son com-
diferentes (lo
que no
significa
que puedan considerar-
de su conjunto). Por ejemplo, cabrá defender una concep-
ción «agregacionista» de concebir esa unidad nocer,
decir
y no sólo en
el
la
unidad entre
como una unidad de terreno de
las
partes de la cultura (incluso
«mosaico»)
las apariencias, la
y,
El
mito de la cultura
[1
sin
unidad de
culos de cultura (de las llamadas identidades culturales)
Gustavo Bueno,
(como
996], séptima edición, Barcelona
embargo, reco-
como
2004
o
cír-
partes de
una
las esferas
© FGB 201
1
El
mito de
la
unidad orgánica de
totalidad distributiva;
y
la
realidad
de
la tesis
la
de
categorías culturales
las
1
169
que
el
agregacionismo pueda
negación de
las
identidades culturales.
esto sin perjuicio de
combinarse también con
Conviene en todo
cultura y
la
todo cuando mantenemos una perspectiva
caso, sobre
gnoseológica, desconfiar de cualquier tratamiento confusivo de la cuestión. (Es «confusivo» el tratamiento que, por ejemplo, utiliza únicamente las ideas
de todo y parte en el momento de establecer las alternativas o las disyuntivas entre el agregacionismo y el organicismo.) Es necesario tener en cuenta que
una
totalidad se correlaciona
no ya con una única «capa» de
múltiples capas; lo que da lugar,
dentro de un mismo
quías diferentes (la relación diádica del todo se
suponen dadas en una
una hipóstasis o
reificación del todo).
plano de
el
Además,
si
éstas
es necesario distinguir los
hemos
partes sistáticas
las
temáticas. Y, asimismo, sería absurdo
no
y
el
plano de
las
de Cultura, en tanto que totalidad
La aplicación de
atributiva.
propio ámbito de
metodológica tiene capacidad para ponernos delante de
—
la cultura
el
partes sis-
tener en cuenta los resultados de la al
yuntiva) antes mencionada, entre
dos
dicho, se sedimentan esas
aplicación de la idea metodológica de symploké n
(«ninguna parte de
y
conjunto de sus partes,
jerar-
sola capa, sería contradictoria, por cuanto implica
planos lógico-materiales en los cuales, según «capas de partes»:
al
con
partes, sino
todo, a órdenes
la
Idea
esta idea
la alternativa (o dis-
agregacionismo (o atomismo) radical
rasgos, notas,
— puede considerarse
memes
internamente vinculada a cualquier otra») y el organicismo radical («cada parte atributiva de la cultura está vinculada internamente a todas las demás»). Pero también nos indica que
tal
alternativa o disyuntiva es inviable,
porque
bloquea «cualquier posibilidad de discurso racional».
Teniendo en cuenta, como mínimum
,
estas distinciones,
podemos
desde una perspectiva preferentemente gnoseológica (un planteamiento
tar,
directamente ontológico nos parece excesivamente ingenuo),
unidad de la
presen-
las partes atributivas
cuestión de
las
gorías culturales es
en
gicas (o
constatar
una cuestión
la teoría
que
el
de
la cultura
categorías culturales.
de
la cuestión
como una cuestión
Nadie duda que
la
de
la
equivalente a
cuestión de
las cate-
central en la teoría de las ciencias antropoló-
la cultura).
Sin embargo, no
podemos por menos de
uso que antropólogos o culturólogos hacen del término «cate-
sumamente
oscuro y confuso. Generalmente, «categoría» equivale a «epígrafe» o «rúbrica clasificatoria de rango superior»; y por eso se habla goría» es
de
las tablas
75
de categorías culturales de Lafitau, de Wissler, de Murdock o de
Gustavo Bueno, Teoría del
implica
Gustavo Bueno,
laxo,
El
el
cierre categorial, Parte 1.2. 2. §54: «El principio
de
principio de symplokh, vol. 2, pp. 559-568.
mito de la cultura [1996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
las categorías
1
170
El
I
mito de
la
cultura
Malinowski. Pero
evidente que
es
si
una
sentido, todos los epígrafes de
categoría se entiende únicamente en este «lista
de lavandería», de
hablado, podrán ser llamados categorías de
todos esos epígrafes nos remiten a partes
una
cultura a
la
sistáticas
de
las
que hemos
escala dada,
Pero
la cultura.
pues
las cate-
gorías sistemáticas son totalizaciones de orden superior (totalizaciones siste-
máticas que implican una «unidad estructural» entre
Desde
el
punto de
de
vista
de
la teoría
Teoría del Cierre Categorial, la delimitación de
mundo
no
real
dientemente de
de delimitación de
la tarea
las
que pueda
tarea
que designamos como categorías dadas en
llevarse a
de
las ciencias (o
el
cabo indepenlas disciplinas
en tanto son unidades gnoseológicas relativamente autónomas de
científicas)
un modo
como
se entiende
las partes categorizadas).
la ciencia
efectivo.
No
consideramos viable
de
llegar a la delimitación
las
ciencias a partir de las categorías («tantas ciencias cuantas categorías») sino
que, por
contrario, llegamos a las categorías a partir de las ciencias («tantas
el
Desde
categorías cuantas ciencias »). 76
coordenadas podemos advertir
estas
críticamente que los discursos de los antropólogos o de los culturólogos en
tomo
a
las tablas
de categorías culturales se mantienen sobre
principio de que la Antropología cultural
Pero este principio es justamente
cia.
juicio
en
el
momento de
el
la
y que
tiene
suscitar la cuestión de la
totalidad atributiva. Las categorías
no
la
petición de
Culturología son una sola cien-
que
ser puesto
unidad de
la
en
tela
cultura
de
como
sólo implican conexión entre las partes
de un círculo categorial; implican también desconexión con
medida en que una
otros círculos categoriales. Pero en la
las partes
categoría es
de
una
totalidad sistemática (también llamamos categorías o subcategorías a los sub-
conjuntos de partes comprendidos en
que
las diversas esferas
Como luego,
se circunscriben
en
el
ámbito de una esfera o
o círculos de cultura.
partes atributivas
y
de
sistáticas
que considerar, por ejemplo,
das, a las
sistema) parece obligado reconocer
que precisamente atraviesan «longitudinalmente»
círculo de cultura sino
todas
no
categorías culturales
las
el
la
cultura
humana
a las vocales abiertas, a las vocales cerra-
consonantes dentales, &c., a
las
mente; pues son «partes constatables» en
que nos hemos referido anterior-
las
más
diversas esferas culturales
alfabeto fonético internacional presupone esa presencia,
uno de los
los alfabetos
fonemas
76
no pueda funcionar en
específicos
de cada
Gustavo Bueno, Teoría del cierre
tas ciencias efectivas», vol. 2,
Gustavo Bueno,
El
habrá, desde
aun cuando cada
abstracto, es decir, disociado
de
cultura). Tales partes, además, se integran
en
categorial. Parte I.2.2.§59:
«Tantas categorías del
pp. 602-608.
mito de la cultura
[1
(el
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
ser,
cuan-
1
El
mito de
la
unidad orgánica de
no
realidad de las categorías culturales
la
(sílabas,
sintagmas,
que llamamos «categoría
lugar a la categoría sistemática
güísticas
cultura y
más amplias
estructuras lingüísticas
pondiente a
la
la disciplina científica
frases...)
171
í
que darán
lingüística» (corres-
llamada Lingüística). Las categorías
lin-
aunque
ello
son nomotéticas (por respecto de
las esferas culturales)
que puedan hipostasiarse como «estructuras profundas» (como
significa
pretenden algunos cultivadores de
la
Gramática general), que obran «por
debajo» de los lenguajes idiográficos propios de cada esfera o círculo de cultura (latín, griego, español, inglés).
medida en que constituyan
la
den
una
circunscribirse a
la
esfera
Ahora
bien, las categorías lingüísticas,
trama de una disciplina
o círculo de cultura,
ción lingüística compleja» (como pueda serlo
Son
menos
si
Y lo
mismo
sistemático tales
como
La cuestión de tes atributivas
el
no pue-
una
«institu-
el latín clásico
o
que venimos
la
lo
que pretenden
económica» o
la
la cultura, al
ser la «Ciencia política», la «Ciencia
«Ciencia sociológica».
unidad puede plantearse entonces de
las
de
las otras partes
griego ático).
el
existen ciencias o disciplinas científicas de carácter
de una cultura, ¿deben considerarse antes
temáticamente en Política,
habría que decir de
suponemos que
jurídica», la «Ciencia
una
científica,
es decir, a
categorías «longitudinales», en el sentido matricial del
hablando.
en
modo:
este
como
las
par-
insertadas
sis-
grandes categorías universales (Lingüística, Ciencia
&c.) o bien deben considerarse
esfera cultural dada,
como
como
prioritariamente insertadas en
ésta constituyese
si
una categoría sistemática en
ámbito de su misma estructura morfológico-idiográfica
(histórica)?
Podemos
afirmar que la última alternativa debe ser descartada en función del estado actual de las «ciencias esfera
humanas».
de cultura. Ciencias
nen por qué
interpretarse
tales
como
No
como
existe
una
«ciencia sistemática» de cada
o
la «Egiptología»,
ciencias unitarias,
la
«Sinología»
no
tie-
dada su condición enciclo-
pédica e histórico-idiográfica (¿qué conexión interna cabría establecer entre
el
sistema fonológico del Egipto faraónico y sus formas de cultivo, de parentesco, o la tipología de sus dioses zoomórficos?). El proyecto del «estructuralismo»
de
los
años sesenta del siglo XX, ordenado a
la cultura»
la
construcción de una «ciencia de
concebida (para expresarlo en nuestros términos)
como
el
«sistema
universal de todas las estructuras realizadas (o realizables) en las diversas esferas» es
El
considerado hoy, generalmente,
mito de
la
Concluimos:
una
Gustavo Bueno,
unidad categorial de
la
como un
la
proyecto utópico.
cultura
humana
pretensión de una idea global de
la
cultura
totalidad atributiva (sistática o sistemática) dotada de
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
humana como una unidad de
© FGB 201
1
172
El
I
mito de
cultura
la
conjunto (sobre
una concepción
la cual basar
del
Hombre
en cuanto con-
trapuesto a la Naturaleza) es pretensión sin fundamento. La unidad de esa
humana
«cultura
como
universal»,
supuesta estructura categoriai de partes
un mito gnoseológico que da lugar al fantasma gno-
interconectadas, es sólo
seológico de la «ciencia antropológica»;
No
pólogos y culturólogos.
una «ciencia
hay una «ciencia de
hombre»; a
del
lo
sumo hay
con diverso grado de cientificidad rango más
alto).
No
y
ios
el
es
existe.
en
(como
tracción»
como no hay
Lingüística suele ser puesta en
(la
decimos esto en sentido «nominalista»,
otros, es decir,
la cultura»,
diferentes disciplinas científicas,
Y esto significa que la cultura, como «sistema universal»,
no
la clase vacía,
un fantasma inventado por antro-
si
al estilo
de Radcliffe Brown y
sentido de sobreentender que «la cultura es sólo
el
lo
único que existieran fueran
las
«la cultura»
no
abs-
conductas individuales
coacervados de esas conductas individuales). Lo decimos en
de que
una
el
sentido
como abstracnombre oscuro y confuso, un mito gno«ni siquiera una abstracción» no estamos
existe (gnoseológicamente) ni siquiera
ción sistemática, sino que es sólo un seológico.
Y
al
no
afirmar que
tampoco queriendo
es
desde
significar,
el espíritu
del nominalismo,
que sólo
existen los actos o conductas individuales concretas. Nosotros partimos del
supuesto de
función de las
de configuraciones supraindividuales concretas, en
la existencia
las cuales se
hace preciso decir que
lo abstracto
son precisamente
conductas individuales y psicológicas. Leslie White ha insistido en este el estar de acuerdo con White en la crítica al nominalismo «psi-
punto. Pero
de
cologista»
la cultura
concepción de cular, el
no implica que tengamos que compartir con de esto ya hemos tratado anteriormente.
la cultura;
En
él
su
parti-
«conjunto de simbolados» por medio del cual intenta White redefi-
aunque
nir el concepto de cultura,
constituye, sin duda,
un concepto
distri-
butivo, incluso riguroso, carece de unidad estructural interna y se reduce a
una
suerte de «análogo de atribución».
mayor que
la
que pueda concederse a
la
La unidad que que media entre
duales del concepto-clase; «conjunto de todas tres,
mo
—
orgánicas o inorgánicas
6 de
la
numeración
que en un instante
t
las figuras
que tienen semejanza con
él
determina no
es
términos indivi-
los
—
celestes
o
terres-
la figura del guaris-
árabe», o bien: «conjunto de todos los vertebrados
dado tienen
los ojos orientados hacia el sudeste». El
«conjunto de simbolados y de sus relaciones mutuas» no puede confundirse el concepto de un sistema dotado de leyes internas características sus-
con
ceptibles de constituir el
campo de una
una gran muchedumbre de establecerse, del concurso
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
de
[1
ciencia llamada «culturología».
Que
relaciones entre objetos haya requerido, para las
operaciones
humanas no
996], séptima edición, Barcelona
2004
quiere decir que
© FGB 201
1
mito de
El
unidad orgánica de
la
tales relaciones,
humanas o
cultura y
la
realidad de las categorías culturales
la
no
como
es
humana, masas
la relación entre las
el
un
reactor sea
órgano de una
de uranio enriquecido que interac-
criticas
órgano, cuando
el
y no
físicas
culturales,
artefacto tan «artificioso» (cultural)
catedral.
La diferencia
organista maneja o pisa
el
las
operaciones del músico
aun cuan-
como pueda
serlo el
los sonidos
que salen del
teclado siguiendo
una partitura
estriba en
que
determinada constituyen una secuencia normada, pautada
margen de
humalados de un
ni es cultural, sino que es geométrica,
cionan en un reactor nuclear son relaciones
do
173
culturales si se quiere por su génesis, sean
nas o culturales por estructura. La relación pitagórica entre los triángulo rectángulo
1
— mientras que
las
—
ininteligible al
secuencias de reac-
ciones en cadena tienen lugar con «segregación» de las operaciones de quie-
nes fabricaron la
que refluyen a
Habrá que
pila.
través
de
una Bolsa de comercio, leyes
de
la
las
referirse
además a
relaciones genéricas
operaciones humanas. Las cúpulas del edificio de
del Senado, o de
un Panteón
gravedad que sostienen a un peñasco que
taña; las relaciones
las
brownianas similares a
las
se
«canalizan» las
que trazan
las
moléculas en una
disolución, surgen de movimientos aleatorios análogos a los
de una gran ciudad.
el taxista
Recapitulando:
vo a
mismas
mantiene en una mon-
que
lleva a
cabo
7?
el tránsito
de
los
contenidos culturales en sentido subjeti-
correspondientes «contenidos culturales» en sentido objetivo (y
los
supuesto que sean efectivamente culturales), no siempre ha de interpretarse
como un
proceso de cosificación (reificación, hipostatización, &c.) puesto
que en muchos casos estructura respecto
ciación
que
que
la estructura la
simplemente del proceso de disociación de
los cursos operatorios genéticos
resulta ser,
de eclipsar
ces
de
se trata
que
la
la
determinan; diso-
en algunas ocasiones, una condición necesaria para
quede liberada de adherencias extrínsecas que serían capapureza de sus
líneas. El
curso de
las
operaciones que con-
dujeron a Pitágoras a establecer su teorema habrá de ser segregado de este teorema; pero también, en un concierto sinfónico, es necesario segregar los gestos de los violinistas, la respiración de los clarinetistas
y hasta
la
danza y
visajes místicos del director: todos estos cursos de operaciones genéticas
pertenecen a
la estructura
musical de la sinfonía,
y,
gados en una grabación sonora, o sencillamente, en
no
de hecho, quedan segreel
concierto, cerrando los
ojos (no tanto para «concentramos en la esencia», cuanto para dejar de ver).
77
Nos
referimos a la observación del taxista
artículo «El chófer
de
taxi,
un hombre
bre edición española. El Ateneo, ,
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
libre»,
Buenos
J.
Houbart publicada en octubre de 1954 en su Pierre Vendryés, Hacia la teoría del hom-
que recoge
Aires, 1975, pp. 23-24.
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
cpñ Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
El
mito de
la
realidad de las esferas culturales.
«identidad cultural» y
la
como
Las culturas objetivas
sistemas morfodinámicos Nuestro propósito
de
crítico del
uso práctico
Idea de «identidad cultural»
la
El concepto de «identidad cultural» o bien se utiliza con seológica, neutra, «descriptiva» o culturales» se utiliza
taxonómica
o «círculos culturales» de
F.
(la
Ratzel, de Karl
en
O.
las «áreas
Sauer, &c.) o bien
con una intención ontológica o ideológica que comporta un con-
junto de postulados metafíisicos que interpretamos ral»;
una intención gno-
identidad propia de
este
segundo sentido
sentido parecido a
como
se habla
de
la
teólogo habla de
el
como «megarismo
cultu-
«pérdida de la identidad» en la
«pérdida de
la fe»
un
(en lugar de
hablar de una «ganancia de la razón»). El objetivo de este capítulo es demostrar la naturaleza
hay que
mitológica
—en
el
sentido de los mitos oscurantistas
atribuir a la expresión «identidad cultural»
megarismo de
las culturas,
Diversos sentidos de
la
— que
cuando va asociada
al
cualquiera que sea la escala en la que se considere.
expresión «identidad cultural»
La expresión «identidad
cultural»,
en su sentido ideológico,
se abre
cami-
no, con éxito creciente, después de la Segunda Guerra Mundial, y alcanza su
mayor
78
floración a partir de los años setenta
He aquí
una muestra
casi ai azar:
.
78
Va
referida,
desde luego, no ya
Esperanza Molina, Identidad y cultura, Madrid, 1975. José
Acosta Sánchez, Andalucía: reconstrucción de una identidad, Barcelona, 1978. José Jáuregui Oroquieta,
Gustavo Bueno,
Mecanismos de identidad del navarro, Madrid, 1980. Mario Sambarino, Identidad,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
tradición,
1
1761
a
El
mito de
una
la
cultura
«parte longitudinal» (rasgo, nota, carácter, &c.) de la cultura, sino
no ya de
«todo» de esa cultura, pero
(como
su extensión
«cultura
tomada en
cultura
humana») sino en tanto
o «círculos de cultura»
ras»,
la
( naciones
está distribuida
en sentido canónico,
&c.) capaces de encabezar una «línea transversal» de
tomando como
referencia.
expresión que suela
—por gua o
de un rasgo cultural exento identidad de una lensino que es expresión
en
no
se sabe bien
de
la estructura
79
En
un
referencia la
A su través,
como «señas de identidad», como propiedades consti-
identidad generalmente
la
como
si
círculo o esfera de cultura integral.
ceremonia de investidura podrán volver a interve-
propiedades distintivas o
resolución, sobreentendemos que la expresión «identidad cultu-
va referida a sustratos
ral»
es
la
nir
.
no
—
la
ventana, la lengua o
tutivas
matriz que venimos
identidad de una ceremonia de investidura
que tiene como la
«esfe-
etnias, pueblos,
sencillamente: «identidad cultural»
referida a la identidad
ir
la
en
al
de
identidad de un tipo de ventana,
ejemplo, la
Más
la universalidad
tales
como
«cultura helenística»,
como
«cultura
maya» o como «cultura extremeña». Cualquiera que sea
que
to es
como
a quien
no de
los
una
el
la lee
sustrato
autenticidad: e
o escucha, en virtud del mismo carácter abstracto y arcael sintagma («identidad» y «cultural»), en
«cumbre
o dignidad de
territorio
concreta de esta expresión, lo cier-
términos que constituyen
especie de
tigio
la referencia material
(intencionalmente) tanto a quien la dice con convicción,
ella sitúa
que
al
tres
los
intelectual»,
porque
elevación ontológica
la
el
y
pres-
términos abstractos de que consta parecen recaer sobre
se aplica,
pidiendo sin duda
el
principio.
De
modo.
este
problemas de América Latina, Caracas, 1980. César Enrique Díaz López, Cultura,
identidad en Galicia, Madrid,
1982. Belisario Betancur,
Colombia, Bogotá, 1982. H. Aguessy, La afirmación de
la
ciencia nacional en el Africa contemporánea, Barcelona, 1983.
ca de la identidad en Cataluña:
Cultura e identidad en
la
un
La
identidad cultural de
identidad cultural y la formación de la con-
Andrés Barrera González, La
provincia de Huesca (una perspectiva desde la antropología
1986. Eduardo A. Azcuy, Identidad cultural, ciencia y
Vázquez Medel, La identidad
tecnología,
J.
social),
Zaragoza,
Buenos Aires, 1987. Manuel Ángel
cultural de Andalucía, Sevilla, 1987.
Identidad cultural de Hispanoamérica, Madrid, 1988. Jorge
dialécti-
Madrid, 1985- José C. Lisón Arcal,
estudio de antropología social,
María Teresa Martínez Blanco,
E. Gracia
& Iván Jaksic,
Filosofía e
identidad cultural en América latina, Caracas, 1988. Rosario Otegui Pascual, Estrategias e identidad:
un
estudio antropológico sobre la provincia de Teruel Teruel, 1990.
Leopoldo Zea, Descubrimiento e
identidad latinoamericana, Méjico, 1990. Alba Josefina Zaiter Mejía,
en
la
La identidad social y nacional
República Dominicana, Madrid, 1992.
79
Remitimos
(Cañada
al
lector a nuestro prólogo a la
editor, Gijón,
Guía de la
cultura asturiana de Francisco G. Orejas
1982, pp. 7-20), «Hacia un concepto de cultura asturiana» (recogido en
ción a
la
el
Oviedo, 1991, pp. 2137). Se tocan también estos problemas con relasidra asturiana en nuestro ensayo «Filosofía de la sidra asturiana», en El libro de la sidra,
libro Sobre Asturias, Pentalfa,
Pentalfa, Oviedo, 1991, pp. 33-61.
cpñ Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
mito de
El
cuando un
«identidad cultural» y
la
un antropólogo, un
político,
la
realidad de las esferas culturales
periodista o
un
1
177
de
clérigo hablan
«identidad cultural maya» o de «identidad cultural vascongada» parecen
ponernos delante no ya de unos materiales mayas o de unos materiales «vascongados», delimitados «con línea punteada» para ser descritos etnográfica-
mente, sino ante unas extrañas raíces o troncos que parecen dotados de una suerte de eterna fecundidad según pautas perennes cuyo valor ontológico pare-
ce garantizado precisamente por su ajuste
La
cia.
ejerce, el
aplicación de
al
formato del sintagma de referen-
sintagma, «identidad cultural», a
tal
un
material
por tanto, sobre ese material empírico, un efecto análogo
mero
pa-seante, ejerce el botánico o
campo cuando
insecto del
le
impone
el
zoólogo sobre
el
la
dado
que, ante
al
hierba o sobre
«nombre eterno» de un taxón
el
linnea-
no: lilium candidum o termes lucijugus. Esa «eternidad» o «perennidad», que
apreciamos
como un
de
«coeficiente»
formas de expresión, no se circuns-
esas
que
cribe al terreno estético o poético-especulativo, sino
nalidad pragmática
muy definida:
de un
la
tiene
una intencio-
inequívoco «postulado de conser-
vación» de esas entidades cuya identidad nos es revelada. Ocurre la
identidad de
como
la
cultura
se estuviese
si
garantizada por
el
maya o de
pidiendo
la
la
identidad de
la
al
hablar de
cultura vascongada
preservación de su pureza prístina
y virginal,
hecho mismo de su identidad. La preservación implica tam-
bién su recuperación (cuando suponemos que se encuentra en situación de adulteración, de postración o de desmayo)
sino en
el
campo; del mismo
modo
y no propiamente en
el
Museo,
que, desde la concepción ecologista-con-
mundo, se exige que ese lilium o ese termes sigan viviendo en propio hábitat su y no pegados en el herbario o clavados en el insectario. Dejar que se destruyan o que se contaminen tales esencias sería algo equivalente a un servacionista del
sacrilegio, constituiría la aniquilación irreversible
por
nos presenta
serlo, se
de una realidad esencial que,
como incondicionalmente
valiosa
en
el
«concierto
y digna de ser conservada a toda costa y en toda su pureza. Pero, en rigor, el motor de ese anhelo por la pureza y la preservación de
de
los seres»
las
«identidades culturales»
proyectan viven.
autonomía
la
La identidad
presta, sin
no
es otra cosa sino la
política
duda, grandes servicios
culturales»
de
cultural es sólo
en orden
inmensas (continentales)
No
es lo
tarlas
en
la
Gustavo Bueno,
El
que
al
fetiche.
Un mito práctico que
reconocimiento tanto de «áreas
de comunidades pequeñas, dotareabsorbida en otras unidades
más
justificar las «fiestas de moros y criso económico-turísticos, que fundamen-
mismo fundamentar o
«identidad cultural de la la
como
social,
tianos» en motivos estéticos, lúdicos
fundamentar
las elites
pueblos o etnias en cuyo entorno
un mito, un
das de algún grado de organización amplias.
los
voluntad de
comunidad
valenciana»; ni es lo
mismo
protección del ansotano en motivos científico-filológicos o
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
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1
178
mito de
El
I
folclóricos
dad
la
cultura
que en
la
«identidad cultural de la etnia altoaragonesa».
cultural» delimita
La
muy dis-
tulados político-voluntaristas, unas relaciones con terceros de alcance tinto a las
que tendría
si
se le insertase
aquí nos interesa es dibujar
«identi-
suigeneris muy característico para sus pos-
un horizonte
las líneas
en otros sistemas de postulados. Lo que
principales por las cuales se organiza ese
«horizonte objetivo» de los postulados voluntaristas en tanto éstos están deter-
minados precisamente por
de identidad
La idea
La idea de identidad
mente
entrelazadas.
la idea
cuiturai
muy
es
No
confusa de
la
«identidad cultural».
no es simpie sino compleja
compleja y tiene múltiples dimensiones sutiladecuado para emprender un análisis
es éste el lugar
sistemático de las mismas. Pero
como
quiera que en la expresión «identidad
cultural» el término identidad suele utilizarse globalmente (indiscriminada-
como
mente)
si
fuera
un término
por consabido (precisamente este la
modo
primera tarea
crítica
nes que consideraremos
formación de
los
más
que
se
un
de utilización
función de mito oscurantista desempeñada por
tural»), la
la
técnico, dotado de
nos impone
significativas
de
el
significado
mayor
es el
se
da
sintagma «identidad cul-
es distinguir las
la idea
que
indicio de
dimensio-
de identidad en orden a
postulados políticos de «identidad cultural» de los que
hablamos.
En
primer lugar, tendremos en cuenta
la distinción entre la
identidad en
sentido analítico y la identidad sintética; distinción que, a nuestro juicio (que
aquí no podemos fundamentar ), 80 habría que entender no entre dos acepciones independientes, sino
como
como
distinción entre
distinción
una acepción
primaria y una acepción secundaria o derivada. Supondremos que identidad es, primariamente, identidad sintética, que envuelve relaciones entre térmi-
nos objetivamente distintos (por ejemplo,
las relaciones
entre los puntos de
intersección de las bisectrices, dos a dos, de los ángulos de
en tanto que esos
látero,
entre
sí,
como bles
es decir,
tres
un mismo punto,
pretende representarse en
las
el
incentro).
triángulo equi-
La identidad
fórmulas A=A, o en
las
ser idénticos analítica, tai
cadenas deduci-
por sustitución, será sólo un caso limite de identidad sintética aplicada a
símbolos que intencionalmente son propuestos
80
cpfí
un
puntos de intersección resultan
Gustavo Bueno, Teoría del cierre
dad», vol.
1,
pp. 148-160.
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
categorial,
como no
distintos.
Introducción. §28: «Análisis de la idea de identi-
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
El
mito de
la
«identidad cultural» y
En el caso «más sencillo» de las
la
realidad de las esferas culturales
identidades individuales: dado que
viduo está siempre enclasado, y además, en
el
1
179
indi-
clases diferentes (simultáneas
o
sucesivas), su «identidad» implica la síntesis de las diferentes clases (arqueti-
pos o estructuras) a través de
las
cuales se determina
por ejemplo, decía que agradecía a
como
los dioses cuatro cosas:
individuo. Platón,
haber nacido
hom-
y no animal, haber nacido varón y no hembra, haber nacido griego y no
bre
bárbaro y haber nacido en la época de Sócrates y no en otra; la «identidad de Platón» tendría lugar, según esto, a través de su condición de hombre, de
muchos
varón, de griego y de ciudadano ateniense; y de otros
concatenados sintéticamente
Desconfiaremos de uso de
los
unos a
puedan acompañar
«pretensiones analíticas» que
las
predicados,
los otros.
expresión «identidad cultural». Decimos esto porque
la
metafísico teológica
(muy
presente sin
duda en
los
numerosos
el
tradición
la
clérigos con-
vertidos en apóstoles de la identidad cultural de determinados pueblos o etnias) suele
menos,
entender
la
identidad ontológica en
interpretar fórmulas escolásticas
como
ens est ens, o ens est id
do
que
el
quod est.
Y no
es
sentido analítico:
nada extraño que sea
etnia, país
o nación hace de su cultura, sí
misma, precisamente por
mero hecho de Pero decir que
caso, sintética, es
«existir reivindicada la
como
si
se tratase
ser idéntica a
como
identidad cultural de
ese senti-
de una realidad
misma,
sí
tal».
un pueblo P ha de
ser,
ya afirmar que esa identidad no se establecerá
cuanto codeterminan cuenta que se al tipo
la
de
al
en todo
como
en
un pueblo
Q difícilmente podrá ajustar-
identidades esquemáticas (las referidas a la identidad propia de
un esquema de identidad la
rela-
S...)
primero. Esta conclusión se corrobora teniendo en
identidad cultural de
las
por
es decir,
ción reflexiva (P=P) sino a través, acaso, de otros pueblos (Q, R,
de
al
que un determinado pueblo,
está inspirando las reivindicaciones
valiosa por el
un
Ego sum qui sum, y así se suelen del llamado «principio de identidad», tales
así era interpretada la frase bíblica
que,
como
la circunferencia
en Geometría, resulta
recurrencia de ciertas operaciones) puesto que ella se aproxima
más
al
tipo de las identidades sistemáticas (que son conjuntos de relaciones estableci-
das a partir de
más de un esquema de
efecto, las identidades culturales
dad de naturaleza objetual
identidad, de dos
presuponen no sólo un esquema de
(instituciones, artes, ceremonias) sino
esquemas de identidad de naturaleza subjetual o blo,
de
identi-
también
social (la identidad del
pue-
la nación, &c.).
Por otra parte, hay que distinguir cuidadosamente principales según las cuales saber, la
Gustavo Bueno,
como mínimum). En
El
pueden tener lugar
modulación sustancial y
mito de la cultura
[1
la
modulación
las
las
identidades sintéticas, a
esencial.
996], séptima edición, Barcelona
dos modulaciones
2004
Modulaciones que
© FGB 201
-
1
i8o
mito de
El
I
cultura
la
podrían ponerse en correspondencia con los términos de sica autos e
¿sos
fundidas en
mismo
en sentido sustantivo, como lados de
La frase
pleuros, equi-látero).
«fue
la
mismo
el
remite a una identidad sustancial;
que
modulación de
la
las tres
postulados de
la
el
vacas» nos
misma Cuando
este oso tiene la
esencial.
referencia a
un
carácter sincategoremá-
identidad está funcionando? Sin
duda, ambas pueden ser tenidas en cuenta; pero
es
también seguro que
los
identidad cultural mantienen una intención sustancialista
un organismo individual). Lo que ellos postulan es la previda de un pueblo, de una nación en su «sustancia viviente»,
propia de
servación de
la
a través de su cultura concreta
por tanto, diferenciada
y,
(el
«hecho diferen-
de otras culturas y de otros pueblos. La sustancialidad orgánica postutiene que ser pensada, desde luego, como equivalente a la de una
no
lada
identidad estática o inmóvil, pero ceso en
el
sí
los
como
sustancialidad atribuible a
unos a
los otros.
física,
Se trata de
incluso en
caso de que se sustitu-
do
hayan ido sustituyendo todas sus piezas por
mismo
propia del «barco de
—sustancialmente— aun cuan-
un barco que
sigue siendo el
el
la sustancialidad
Teseo», se le
un pro-
cual los cambios dejan invariantes a los contenidos que, a su vez,
han de suponerse en continuidad yan
de
un pueblo (siempre con
cultural de
tico del sintagma), ¿qué
cial»)
clá-
misma longitud ( iso
oso quien mató
la frase «la piel
sustrato k determinado, como hemos dicho, dado
la
la
de este otro oso» nos remite a una identidad
hablamos de identidad
(que es
lengua griega
suelen quedar con-
voz mismo (mismidad) del español, pues tanto decimos yo
la
( ego autos)
textura
la
Dos modulaciones que
respectivamente.
otras equivalentes
de mayor tamaño. La identidad cultural comporta
crisis
lysis,
y acaso
restauracio-
y y reconstrucciones obligadas cuando se trata de contenidos procesuales que transcurren en el tiempo (como la música, el teatro, el habla nes, demoliciones
ceremonias en general).
En
prácticamente a fidelidad a
las
o
las
(muchas veces en
la
raíces,
a casticismo, vuelta a los orígenes
forma de evocación o reconstrucción de un
pretérito his-
un
pueblo»). «El
tórico o prehistórico
pueblo vasco,
estos contextos, identidad cultural equivale
como
mantiene todavía en
que constituye a su vez
la
«sustancia de
único sobreviviente de los pueblos preindoeuropeos, se la
estructura existencialista de esa cultura nuestra del
pequeño cromlech-estatua», decía
el
megárico que nos hace recordar
consejo que daba Goethe a los escultores:
«Escultor, trabaja
81
y no
Jorge Oteiza, Quosque
(pñ Gustavo Bueno,
El
el
escultor Jorge Oteiza en pleno delirio
hables». 8)
[sic]
mito de la cultura
[1
tándem Txertoa, San Sebastián, 1970. ,
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
.
El
Lo que
mito de
la
«identidad cultural» y
se pretendería postular
tidad cultural sería, en suma,
el
mediante
realidad de las esferas culturales
la
el
181
concepto ontológico de iden-
reconocimiento del proceso mediante
tendría lugar la identidad sustancial de
1
un mismo pueblo que, en
el
el
cual
curso
continuo de sus generaciones, ha logrado mantener (o «reproducir»)
la
reconociéndose como
misma cultura {misma, en sentido sustancial y esencial) el mismo pueblo a través precisamente de la invariancia
histórica de su cul-
tura, convertida en patrimonio o sustancia de la vida de ese pueblo.
Distinción de tres líneas constitutivas de
la
identidad cultural
«todo complejo» y su utilidad para sistematizar diferentes teorías de la cultura del
La «identidad
cultural», así entendida, constituye sin
duda una de
pretaciones posibles de la definición que Tylor ofreció de sentarlas
como
«todos complejos». Pero esta interpretación
Precisamente por
cuando
ello la
no
al
pre-
es la única.
ser considerada
fórmula de Tylor debe
las inter-
culturas
ambigua,
una perspectiva ontológica, y acaso en esa ambirazón de su fortuna: cada cual puede interpretarla según le
se la analiza desde
güedad resida
la
En
convenga.
pretaciones
que
las
efecto, la cultura,
muy
se refiere al
incluida en
el
dominio de
diversas
modo
en cuanto «todo complejo», admite
y mutuamente incompatibles, no solamente en lo la naturaleza de la unidad (identidad)
de entender
todo englobante, sino también cuanto
las partes
inter-
al
modo
de entender
el
englobadas.
«Todo complejo» puede entenderse a veces como un agregado, como una «mezcla», sin proporciones fijas (ni siquiera como una «combinación de elementos»),
como
lo
entienden
como un organismo to al
que
las teorías
viviente, al
dominio o extensión de partes comprendidas en
las
nadas con jetuales
de
él
del «mosaico cultural»;
modo de
las el
y
otras veces
Frobenius o Spengler. Y, en cuan-
partes englobadas, unos sobreentenderán
todo complejo
—y no meramente — son contenidos subrelacio-
a título de efectos o de instrumentos
la cultura (los culturgenes
los
de Wilson-Lumsden, o
Dawkins); otros circunscribirán esas partes a
los
memes de
los contenidos materiales, pre-
ferentemente en sentido arqueológico (Glynn Daniel: «Lo que permanece de
una cultura son
las alcantarillas, los
trozos de loza..,
más que
sus ideales o sus
sentimientos»)
Más
aún, los efectos de
la
ambigüedad
se multiplican
cuenta la intrincación ineludible entre los identidad del todo
Gustavo Bueno,
El
y
los
mito de la cultura
[1
cuando tenemos en
modos de entender
modos de entender
los límites del
996], séptima edición, Barcelona
2004
la
unidad o
dominio de
© FGB 201
sus
182
I
mito de
El
partes.
No
la
cultura
mismo un
es lo
«agregado de culturgenes» que un «agregado de
restos arqueológicos», ni significa lo
memes» que
la
mismo una
columnas o vigas de un palacio antiguo. pretendemos de
la
incluir
no
«multiplicidad orgánica de
constituida por ios
«estructura arquitectónica»
sillares,
Y si en el dominio del todo complejo
sólo a los culturgenes, sino también a los contenidos
cultura social y objetiva, entonces las dificultades de acertar con la forma
del todo complejo (¿agregado?, ¿estructura?, ¿organismo?)
que determina
la
naturaleza de su identidad, crecerán hasta grados casi insuperables. Es evidente, por lo demás, que del todo» elegida y
no puede
«dominio de
el
ser
enteramente independiente
las partes
multiplicidad de contenidos arqueológicos podría totalizarse según
de unidad superior a tiplicidad
la
de un agregado,
lo
un
tipo
que no quiere decir que una mul-
de culturgenes tenga necesariamente que englobarse en
un organismo. Esta consideración nos
«forma
la
englobadas». Difícilmente una
sugiere
forma de
la
tomar en cuenta alguna
clasi-
ficación pertinente (en orden a la interpretación de la identidad cultural,
como
sistema dinámico) de
las
diferentes multiplicidades o enumeraciones
de contenidos que suelen figurar
como
partes del «todo complejo», a fin de
determinar, desde su perspectiva, una clasificación de
las «teorías»
sobre la
unidad, capaz de establecer los verdaderos criterios según los cuales enfrentan. Conviene advertir que, en cualquier caso,
que estamos hablando
está siendo
función «sin parámetros»;
los
del todo complejo del
se
nas o bien
si
sólo es
que
tomado a
parámetros determinarán habla es
el
radio extensional
las
culturas
esfera cultural
huma-
o incluso
cultura dada.
de estas partes a
las
los sujetos
las partes atributivas del
anteriores
todo com-
y que toma como
corpóreos operatorios.
acciones y operaciones, sea
genes» o
«memes» que
dos bajo
la
los
determinan). Es
—
el
En
criterio
efecto:
si
se prefiere
—
a los «cultur-
conjunto de contenidos reuni-
denominación de «cultura intrasomática».
O bien los contenidos pueden ser atribuidos a las relaciones o interac-
ciones entre sujetos corpóreos (contenidos tales «diálogo»). c)
toma una
se
O bien los contenidos pueden ser atribuibles a las subjetualidades cor-
póreas (sea a
B)
todo complejo del
si el
conjunto de todas
Nos atendremos a la clasificación de plejo que ya hemos expuesto en párrafos
á)
el
manera como
una cultura determinada, una
un subconjunto de alguna
la referencia
la
ellas se
O
Son
los contenidos
de
la
como
«caza cooperativa», o
«cultura intersomática» o social.
bien los contenidos pueden atribuirse a los objetos materiales exte-
riores a los sujetos corpóreos, los
que constituyen
la «cultura
extrasomática»
o material.
(pñ Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
mito de
El
Si
la
«identidad cultural» y
nos atenemos a esta clasificación de
realidad de las esferas culturales
la
los
contenidos culturales
ción que no es disyuntiva en todos sus puntos)
de
183
(clasifica-
las interpretaciones posibles
unidad del todo complejo podrán a su vez
la
1
clasificarse del siguiente
modo: Interpretaciones o teorías unidimensionales o unilineales del todo
1)
complejo, es decir, interpretaciones que reducen
todo complejo a una sola de
dominio directo de
el
este
enumeradas (cuya complejidad,
las clases
sin
embargo, está siempre asegurada) limitándose a englobar en ese todo complejo a las
demás
extrínsecas tales
clases del material cultural a título
como
Obviamente serán
«efectos de la
posibles tres tipos de teorías unilineales de la cultura,
pueden denominarse
de
vista doxográfico, puesto
la cultura (o
por
que
subjetualistas, sociales y materiales respectivamente. Estas
denominaciones no son meramente intencionales,
punto de
de denominaciones
cultura», «instrumentos» o «causas», &Cc.
es decir, vacías
que efectivamente pueden
desde un
citarse teorías
menos opiniones mínimamente conformadas) pro-
lo
puestas en tales términos.
Algunas considerarán como contenidos internos de
de
los
la
cultura subjetiva, con exclusión explícita de los
los
demás contenidos:
la
un
lugar o por las conductas que esa información induzca», dice la
concepción «sociobiológica» de
en
situar
solamente a
información [memes] y no productos u objetos o procesos materiales a los que su aplicación dé
«La cultura está constituida exclusivamente por por
la cultura
la cultura social el
será entendida ahora
Otras teorías se inclinan por
la cultura.
«núcleo interno» de
como una
expositor de
la
idea de cultura; la cultura
suerte de expresión o secreción del
grupo
«Cultura y sociedad son como el anverso y el reverso de una hoja de papel carbón», decía Króber, en la época de las máquinas de escribir. Estas social:
teorías sociológicas
como
de
la
cultura
teorías subjetualistas
oposición a
de
no pueden
las teorías materiales),
por
considerarse, de todas formas,
en sentido
la cultura el
(solamente por
estricto
mismo motivo que
la
cooperación
de dos o más «cerebros» no implica un «cerebro colectivo». Por último, de
cultura a la que se atienen
la
muchos arqueólogos y aun
geógrafos socia-
principalmente, se mantiene en la línea de la cultura material,
les,
veces sin
una
más pretensiones que
las
que puedan convenir a
«identificación» descriptiva de
tatuaje,
un
los propósitos
de
dentro de un círculo cultural dado.
más
frecuentes serán las composiciones (a
tura
humana», a
El
muchas
tipo de mosaico, de ventana o de
2) Interpretaciones bidimensionales (o bilineales) del
Gustavo Bueno,
la idea
veces, de
mito de la cultura
[1
una «cultura
1
- b) 1
—
todo complejo. Las
una
«cul-
las (btJ c),
bajo
bajo la rúbrica de
espiritual»
—
996], séptima edición, Barcelona
o bien
2004
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1
184
la
El
I
mito de
rúbrica de
la
cultura
una cultura objetiva o suprasubjetiva (no mentalista o «ideadoEn cambio la composición (a - c) tendrá
nal»,
en
muy
pocas probabilidades de desarrollo doxográfico dada
el
sentido de R. Keesing),
i
í
la distancia entre
contenidos subjetivos y los materiales y la dificultad de vincularlos directamente (sin pasar por la «cultura intersomática»). los
Que son, desde mismo término «comple-
3) Interpretaciones tridimensionales del todo complejo.
más
luego, las
frecuentes entre los antropólogos:
jo» utilizado por Tylor, en tanto se opone,
el
no ya a «simple» cuanto a «homo-
géneo», es decir, en tanto dice heterogeneidad, está también teniendo en
cuenta todas la
Ahora todo por el
las
dimensiones,
que acompaña a
la
como
se
puede deducir de
ia
enumeración con
primera fórmula de su definición.
bien: las filosofías subjetualistas de la cultura, mantenidas sobre
los socio'bióiogos (Wilson,
núcleo del «todo complejo»
y,
Lumsden, Dawkins, Christen),
por tanto,
el
poner
fundamento de su identidad,
en sus componentes intrasomáticos (culturgenes, memes, &c.)
un proceso de
al
aprendizaje, vienen a representar,
como ya
resultantes de
una vigo-
dijimos,
rosa recuperación de la idea antigua de cultura, la idea de la cultura animi,
aunque sustituyendo obviamente ello se debilitan (o se
subjetiva
con
el
animus subjecti por
hacen imposibles)
la cultura social
(agregada
las
el
Corpus subjecti.
conexiones internas de
Con
la cultura
ad hoc a la primera), y sobre todo con
la
cultura material (que figurará simplemente a titulo de efecto o instrumen-
to
de
la cultura subjetiva).
Sin duda, la referencia sistemática, que se impone a los contenidos englo-
bados en
capa social y en la capa material, a los sujetos operatorios tiene virtualidades para llevar a cabo una selección importante de todos aquellos la
contenidos, es decir, para «leerlos» desde una perspectiva constante y segura. Una perspectiva que podría levantar como bandera la sentencia de Protágoras: «El
gitud de saber, el
hombre
las tejas
es la
medida de todas
árabes quedará explicada
muslo del artesano que
las
no ya en función de
la
la
La forma curva o a su
al referirla
fabricaba
objeto se transmitirá por aprendizaje); se explicará
las cosas».
(la
molde
lon-
original, a
técnica de fabricación de ese
estructura fonológica
imitación de
la
la
más
universal
Naturaleza (por ejemplo,
del canto de los pájaros), ni en función de arcanas estructuras objetivas de
índole informático-cognitiva, sino sencillamente a partir de
aparato fonador ya configurado plenamente en
el
la
anatomía del
hombre de Cromagnon.
Pero, ¿alcanza la virtualidad de las operaciones realizadas por el sujeto
no a dar cuenta de todas riales
y aun
(pñ Gustavo Bueno,
El
las
conexiones existentes entre
sociales? ¿Tiene siquiera sentido el intento
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
los
de reducir a
2004
huma-
contenidos matelas subje-
© FGB 201
1
El
mito de
«identidad cultural» y
la
de
realidad
la
las esferas culturales
tualidades de quienes hablan la «conexión dialógica» entre los dialogantes
vada a cabo por
la
como el
de
hilos el trozo
un contenido primario de
lle-
parece que lo intentaba Varrón
sartor = sastre,
diálogo a los hombres que dialogan? ¿Y
habla, las
anuda con sus
el sastre
como
palabra hablada,
cuando relacionaba sermo-onis con
185
i
argumentando que,
es
anudan con
palabras
tela, así las
no
precisamente
así
sermón,
el
por
la cultura objetiva irreductible,
el
tanto, a
subjetividades que conforma?
¿Y qué no diremos de
Cabe
material?
puerta
la
edificar
las
una
conexiones entre los contenidos de
casa en la
que
ventanas sugieran los ojos y la estas metáforas para redu-
las
boca de un hombre, pero, ¿son suficientes
morfología de una casa vivienda a
cir la
cultura
la
la
hom-
morfología anatómica de los
¿Qué «meme» o qué «culturgen» pueden corresponder a la forma circular de una construcción resultante de alinear piedra con piedra según un cierto ángulo constante? ¿No conduciría a una especie bres
que
construyeron?
la
de neofrenología
de hacer corresponder a un
la regla
los
la cultura,
no son meramente
una metáfora
estéril
ser partes for-
partes materiales; por tanto, tratar a
memes como unidades de información
yecto imposible,
cada contenido
memes han de
elemental de la cultura material o social? Los
males de
meme
un pro-
paralelos a los genes es
que sólo
se sostiene
cuando
es presen-
tada en sus términos puramente intencionales o generales. Por ejemplo, cuan-
do
se define la probabilidad relativa
social
P G (m,t)
de un
meme
m
en
el
grupo
G en el momento como el «cociente entre el número de los indiviG que poseen el meme m en su cultura y el número de todos los t
duos de
individuos del grupo», es decir ¡PG (m,t)=[{x*=
no puede
definición
ser aplicada
era posible definir las ideas simples
La
y
sociales)
y
es
real,
misma manera
a
G
}.
Pues esta
porque no
desde una
tal
memes
termina reca-
elementos culturales objetivos
los
duplicación inadvertida desde donde
recibe la apariencia de «teoría explicativa». Pero explicar la operación de
posición de
de
la
las
los ingenieros
cido
piedras que constituyen
composición de
al
que
razón por
que
los
memes
lo edificaron)
utilizaba aquel
la cual
galopan
El
mito de la cultura
[1
el
arco de
un puente romano
com-
a partir
correspondientes (que habría que atribuir a
no deja de
campesino
ser
galés
un modo de
cuando
los caballos: «¡Anda!,
sus pezuñas existen cuatro caballitos
Gustavo Bueno,
es
como tampoco
que Leibniz necesitaba para construir su
teoría subjetualista de los
yendo en una «duplicación subjetuai» de (materiales
M(x,t)}]/
jamás con significado
posible definir las unidades mémicas, de la
«característica universal».
GJmk
le
explicación pare-
preguntaron por
la
porque dentro de cada una de
que galopan».
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
186
mito de
El
I
la
cultura
Consideraciones análogas haremos en relación con a reducir
la
como también
cas, así
las teorías
que tienden
cultura a sus dimensiones o líneas intersomáticas o extrasomáti-
a
las filosofías
que operan con
la
composición de dos
líneas.
El «todo complejo» que és
cuando
la
cultura sólo alcanza su plena complejidad
se le considera constituido
por
las tres líneas
o dimensiones aludidas,
pero según una unidad interna. La dificultad estriba entonces en acertar con la
forma de unidad holótica que son
limites extremos
tamos
la
arrastra
forma de
por
sí
la
le es
misma, siendo
así
que
entenderse originariamente en un
unidad del todo complejo bajo tipo de unidad
proporcionada; forma de unidad cuyos
forma del agregado y la forma del organismo (descarestructura por la cormotación más bien estática que ésta la
la
los todos
forma agregado
es decir,
como un
Ahora
tanto
es
como
tuviera,
por ejemplo, a
,
como
cultura extrasomática
la
negarle todo
organismo es también a todas luces des-
proporcionado, porque una cultura, a pesar de Spengler, no
que
bien, pensar la
unidad del todo complejo como una
interna. Pero pensar esa
unidad orgánica,
complejos culturales han de
sentido procesual).
es
un organismo
esqueleto, a la cul-
su tejido conjuntivo y a la cultura subjetuai como a su sistema nervioso. Como ya hemos sugerido en otras ocasiones, puestos a buscar tura social
como
analogías entre
y
el
todo complejo constituido por una «cultura nacional» dada
todos complejos de
los
la
entre las culturas nacionales
comunidades de organismos o lógicas son también, es decir, sistemas
los cuales tes);
y
saria
como
naturaleza viviente, habría que establecerlos los
y
organismos, sino entre
biocenosis.
los
no
La razón
es
que
las
las culturas y las comunidades bio-
organismos, sistemas morfológicos dinámicos,
morfodinámicos (no meramente
pueda hacerse abstracción de
esto dicho sin perjuicio de
que
la
sistemas termodinámicos en
morfología «cristalina» de
la abstracción
las
par-
termodinámica sea nece-
en muchas ocasiones para seleccionar algunas propiedades del sistema
homogéneo, puesto que todos tracción, considerarse también
La unidad de
los sistemas
los sistemas
como
morfológicos pueden, por abs-
sistemas termodinámicos.
morfodinámicos
es la
unidad de un proceso
y solamente en el circuito de su torbellino pueden aparecer concatenados en un sistema energético los contenidos materiales, sociales y subjecausal
de
tuales
en
el
la cultura.
que hacemos
El incesante movimiento procesual (y de metabolismo)
consistir la
dinámico implica que do.
En
puede
realidad,
(pfí
Gustavo Bueno,
El
de algún
jamás una cultura puede
estar aislada
llamados
unidad o identidad ontológica de un sistema
este sistema sea
modo
estar aislada
episódicamente de otras culturas,
«islotes culturales» (ya sea el aislamiento
mito de la cultura
[1
cerrado, pero
no
aisla-
de su entorno, aunque
como
es el caso
de
los
debido a circunstancias
996], séptima edición, Barcelona
2004
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—
1
mito de
El
naturales, geográficas
Honduras
—o
la
—
culturales
«Identidad cultural» y
la
realidad de las esferas culturales
187
1
caso de los vedas de Ceilán o de los lacandones de
—
caso de los amish de
EE.UU.
—
).
El
dinamismo
un todo complejo que, como una cultura, se sostiehistóricos que comprenden varias generaciones, no excluye
incesante requerido por
ne en intervalos la
invariancia o equilibrio «dinámico» de su morfología
«barco de Teseo»
— aunque tampoco
Asimismo
consecutivas.
tampoco incluye una aún, ella es
la
excluye los disturbios o
más
invariancia sostenida
muy improbable,
isos.
Pero
la
allá
muchas
la
la
ciertos límites;
más
la
el senti-
el
sentido esen-
identidad de una cultura es antes
un autos que es
que per-
principio, a las relaciones de incompatibilidad
el
que permite introducir
concepto de identidad cultural
el
lisis
identidad de una cul-
más que en
partes atributivas del sistema, es decir,
sistemáticamente en
de
de
gran ventaja del concepto de «sistema dinámico»
mite dar entrada, desde
con
sobre todo en estado de contacto o intercambio
sustancial individual (causal)
dicho de otro modo,
cial o,
entre
crisis,
en cuanto sistema dinámico, habrá que buscarla sobre todo en
do de una identidad
un
la invariancia del
identidad ontológica del sistema morfodinámico
metabólico con otras culturas. Lo que significa que tura,
—
el
principio dialéctico
identidad variacional, determinada no sólo por la incidencia de factores
exógenos, sino por la interna inconsistencia o incompatibilidad de muchas partes constitutivas
que van resultando en
el
proceso
mismo
del desarrollo del
«todo complejo».
La identidad
La identidad
de una cultura en cuanto sistema dinámico cultural
sustancial-procesual,
de una esfera dada, teniendo en cuenta su naturaleza
no podrá
ser entendida
de otro
tema dinámico «autosostenido» en un entorno otras esferas
del
modo que como un
o sistemas dinámicos, otras culturas. Lo que significa que una
en cuanto reclama una identidad propia, ha de ajustarse a
cultura,
sis-
que podrán formar parte
las
condi-
ciones universales de los sistemas morfodinámicos, dado que la energía con-
sumida en que, en
el
el
proceso ha de tomarse forzosamente del entorno; un entorno
desarrollo histórico de la
La importancia luz reductora
crítica
que
humanidad,
él arroja
llega a ser el planeta íntegro.
embargo, en
la
sobre ciertas concepciones antropológicas de
la
de este planteamiento
la ciframos, sin
cultura de índole materialista (tanto del materialismo histórico
materialismo cultural) o funcionalista. estas
concepciones de
tinción en
Gustavo Bueno,
El
las
mito de la cultura
[1
efecto,
del
podremos concluir que
—
y en particular las que implican una disuna capa básica y una capa superestructura!
la cultura
culturas entre
En
como
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
188
El
I
lejos
mito de
cultura
la
de penetrar en
unidad de
la raíz
de
la
morfología específica de
como
categorías culturales tales
las
que nos ofrecen viene a
ser
hecho
como una
estas teorías se
empírica de
En mente
existencial
él,
así
ma
el
distorsionada por su pretensión
morfología específica de
la cultura.
clases: básicas
superestructurales.
y
base y superestructura incorpora oscura-
un entorno termodinámico y
las
la
las
morfologías
capa básica. La distorsión llega hasta
superestructuras
ésta pide ser considerada
el
extremo
aun cuando
sea parte interna «interfacial» la cual el siste-
capta energía del entorno, pero la capta a través del «análisis» que
tema haya podido hacer de
misma
superestructura). Por ello, la capa basal tiene
que de mero soporte (Aufbau de Marx) de una construcción
raíz
de un árbol, en
,
tampoco aquello de
efecto, lo
que
el sis-
ese entorno desde sus propias categorías (por
raíz
las
ali-
como «emanadas» de la capa básica, ya como parte interna de la morfo-
entorno termodinámico. Es una capa basal a través de
tanto, desde su
De
llamadas «superestructurales», atendiendo a su dependencia
logía de la cultura de referencia,
con
sí
agrupadas en dos
y energética de
que
la
la distinción entre
de hacer aparecer a siendo
de
teoría
la distinción entre
mentadas por
&e.) lo
arte, religión, política,
reducen a ser una clasificación de una enumeración
las categorías,
todo caso,
culturas (de la
una concepción genérica (termodinámica, por
ejemplo) no por ello menos esencial pero
de presentarse
las
no
es
tanto aquello en lo que
se origina, sino aquello
profundidades» a fin de poder extraer de
que
ellas,
el
más de
ulterior; la
árbol se apoya, ni
la semilla
«envía hacia
según su estructura,
los
principios vitales que, por otro lado, también extrae del aire por las hojas.
Una
cultura,
en cuanto sistema morfodinámico que mantiene su indepen-
dencia y autonomía frente a otros sistemas morfodinámicos que lo contienen como parte de su entorno habrá de desarrollar también una «mem-
a su vez
brana» o capa cortical capaz de
resistir las
En
figuran otros sistemas dinámicos.
envuelve a
que de
la esfera
distinta
«cuerpo» de
la
tanto por su capa basal
un entorno en
modo, por
como por
manera (una diversidad que podría
el
que
tanto, el entorno
su capa cortical, aun-
representarse, en alguna
de un medio exterior y un medio interque Claude Bernard atribuyó a ios organismos superiores). El
medida, mediante
no análoga a
agresiones de
cierto
la diferenciación
la esfera cultural sería
en cierto
modo una
capa conjuntiva a
tra-
vés de la cual podrían tener lugar las conexiones «autosostenidas» entre la
capa basal y
la
capa
esfera, cualquiera
cortical.
En
cualquier caso,
la
identidad cultural de una
que fuera su parámetro, sólo podría alcanzar una
dad sustancial-procesual cuando sus capas
básales, conjuntivas
y
efectivi-
corticales,
suficientemente diferenciadas, estuvieran autososteniéndose en equilibrio
morfodinámico durante un intervalo indefinido.
cpñ Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
mito de
El
«identidad cultural» y
la
realidad de las esferas culturales
la
Es fundamental tener en cuenta, sin embargo, que tanto la
como
capa basal
como
derarse
la
la
capa cortical y
de
la
la
el análisis
atributivas de
de
la
conjuntiva han de consi-
funcionalidad atribuible a
una cultura en términos de
una cultura asuma
No
cual la identidad cultural de
la
forma
Estado, la capa basal incluirá toda la industria extractora,
de comercio
exterior; la
En
así
caso de que
el
política, es decir,
un pueblo asuma
entrare-
las diferentes partes
sus tres capas.
forma de una sociedad
la
189
morfología de
la
constitutivas de la identidad cultural de referencia.
mos aquí en
el
de
1
en
caso en
el
política de
como
capa cortical incluirá principalmente
la
un
sistema
el
estructura
y diplomática y «todo lo demás» podría ser asignado al cuerpo conjuntivo 82 Además, según la importancia o peso relativo que cada capa susmilitar
.
tancial esfera
pueda alcanzar en
sostenimiento de
el
la
identidad cultural de una
dada (de acuerdo con su volumen, entorno, &c.) podrían distinguirse primarios de identidades culturales, a saber,
tres tipos
las
identidades cultu-
de signo preferentemente basal (centradas en torno a
rales
extractiva,
como
imperialistas
en
es
producción
la
propio de culturas primitivas pero también de culturas
ciertas fases
de su curso),
cortical (culturas militaristas,
las
identidades culturales de signo
pueblos depredadores, «pueblos jinetes») y las les asignaremos no por-
identidades culturales de signo conjuntivo, signo que
que
ellas
hayan podido eliminar
pueden funcionar en un alcanzan
las otras
las
capas cortical y basal, sino porque éstas
comparativamente menor
nivel de desarrollo
al
que
capas del cuerpo de la esfera.
Multiplicidad de las identidades culturales
La idea de
la
identidad cultural de una esfera concreta no está dotada del
atributo de la unicidad.
definido y
si
La identidad
dejamos de lado
la
cultural
ha de
ir
referida a
un
sustrato
concepción antigua de una única cultura
rodeada de una masa protocultural, bárbara (amorfa, sin identidad), nos encontraremos, en
el
extremo opuesto, con
la
concepción de
la multiplicidad
de culturas o de identidades culturales equivalentes en dignidad, valor o «derecho a el
la existencia», es decir,
isonómicas e isovalentes. Este
sentido del lema que aparece inscrito en
82
Gustavo Bueno, Primer ensayo sobre
la
las categorías
El
mito de la cultura
[1
sin duda,
gran lápida vestibular del
de
las
Logroño, 1991, 455 pp.; cap. 3, §2: «El cuerpo genérico de capas del cuerpo político», pp. 307-354.
cpñ Gustavo Bueno,
es,
la
Museo
«Ciencias Políticas», Cultural Rioja,
sociedad política. Teoría de
996], séptima edición, Barcelona
2004
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las tres
1
190
I
mito de
El
la
cultura
Antropológico de Méjico: «Todas contenidos de
los
las
son iguales». Ocurre como
las culturas
culturas equiparadas por
el
si
postulado de su igualdad en
dignidad y en valor, se pusieran entre paréntesis, ateniéndose tan sólo a la forma supuesta de la identidad cultural. En el límite, por tanto, la concepción de
la
En
identidad cultural va envuelta en lo que podríamos llamar «ideo-
megarismo de
logía del
las culturas».
de
efecto: los megáricos, llevando al limite metafísico la doctrina
un
esencias de Platón, imaginaron
surables e incomunicables entre
que vemos encarnarse ahora a
las
reino de esencias inmutables, inconmen-
sí.
Es este reino de
través del postulado
que
e isovalente de todas las culturas. Y, lo
es
las esencias
de
megáricas
el
igualdad isonómica
la
más importante:
el
llamado
«relativismo cultural» («salvaje es quien llama a otro salvaje», en la fórmula de Lévi-Strauss)
en tanto
opone
se
al
postulado de una cultura única, hegemó-
una forma del megarismo
nica, universal,
no
es sino
claramente en
las
exposiciones de
cultural,
como
se
ve
muy
un Sapir o de un Whorf, cuando niegan
incluso la posibilidad de traducir los lenguajes de unas culturas a los de otras.
Como
ya hemos dicho,
megarismo
el
cultural va referido de
modo
prefe-
rente a las esferas culturales que, dadas a escala paramétrica de las naciones o etnias,
van «autoidentificándose» (muchas veces por inspiración de instancias
exógenas) después de la Segunda Guerra Mundial. La «moderna antropolo-
en
gía»,
—
go
efecto,
etnia,
mediante
de donde
la
ocupa en gran medida de
más
creación de
etnicidad,
como
un neologismo formado sobre
diagnosticar, definir
y demostrar
A
partir
de
grupo étnico viene siendo
la
el
década de
los setenta el
principal instrumento
su calidad de ideólogos de movimientos
el
las
antiguas colonias, sino también en
el
que
se
,
realidad de los
una
pers-
los antropólogos,
las
en
han encontrado a
trabajos de
ámbito de
—
concepto de etnia o
de liberación,
mano para recuperar la posibilidad de abundantes en
la
diversos barruntos de identidades culturales (sobre todo desde
pectiva emic).
el grie-
«identidad cultural de la etnia»
campo, no sólo
metrópolis.
A veces
concepto de etnicidad se define en términos del mentalismo (o subjetivis-
mo) más
descarado. «Identidad étnica» se define
como un
«estado de con-
ciencia» (la traducción gnoseoiógica de semejante «estado de conciencia» sería,
a lo sumo,
una identidad emic); pero
de identidad étnica puede tener
mucho con
la
muy
es
obvio que semejante concepto
poco que ver con etnotipos
etic,
y
acción ideológica de grupos que actúan durante dos o tres
generaciones logrando imbuir en la población sometida a su influencia «estado de conciencia» que
les
confiere la evidencia de
ser,
por ejemplo,
el
cel-
y no fenicios, o judíos y no griegos. He aquí una muestra de construcción ad hoc de tipologías de situaciones en las cuales se dice que podrían desen-
tas
(pñ Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
El
mito de
la
«identidad cultural» y
volverse las «identidades étnicas» en
ad hoc porque precisamente tamente
las
el
realidad de las esferas culturales
la
marco de
estos tipos lo son
las
1
191
naciones-estado (decimos
de situaciones en
las
cuales jus-
identidades étnicas son precarias o ideológicas, o incluso están en
proceso de desvanecimiento):
«a)
Un
grupo dominante frente a una minoría fuerte y
conflictiva. Tal es
caso de cingaleses y tamiles en Sri Lanka, judíos y palestinos en Israel,
el
griegos
y
turcos
en Chipre, ladinos e indios en Guatemala,
etíopes
Un
grupo central dominante y varios grupos diferenciados. En la moderna Indonesia, ese grupo dominante
en Etiopía,
b)
y
éntreos
periféricos es el
de
los
En Birmania, los En Marruecos, los árabes del llano frente a las tribus bereberes de las montañas. En Gran Bretaña, ingleses frente a escoceses, galeses y neoirlandeses. En España, castellanos frente a
javaneses, frente a los habitantes
birmanos frente a
las tribus
vascos, catalanes, gallegos
y
de
de
las
las islas "exteriores"
.
montañas.
andaluces,
étnicos de semejante envergadura
y
c)
Un
patrón bipolar o dos grupos
poder. Malayos y chinos en Malasia,
flamencos y valones en Bélgica, cantones francófonos y cantones germanos en Suiza, cristianos y con la salvedad de la minoría italianoparlante
—
—
musulmanes en
el
Líbano, d)
Un complejo patrón
dación progresiva de diversos grupos étnicos o
en
el
que
tribales.
se
da una
gra-
Sobresalen los
y Kenia. e) Un patrón de agudizada fragmentacaso de buena parte de las nuevas naciones-esta-
casos de la India, Nigeria
ción etnotribal. Tal
es el
do del Africa subsahariana ». 83 Pero lo que nos interesa, en este etnicidad e identidad.
étnico
como una
E
es constatar la al
conexión entre
considerar
el
grupo
«categoría de adscripción e identificación», llegando a defi-
nir la «adscripción 84 categorial» clasifica a
momento,
Barth lo expresa claramente
en tanto
es
una «adscripción étnica» cuando
una persona de acuerdo con su «identidad
básica»,
supuestamente
determinada por su origen y formación. También conviene llamar la atención sobre la presencia de lo que hemos llamado «megarismo cultural» (aunque con otra terminología) en la concepción de las identidades étnicas.
confuso postulado del relativismo cultural, que va asociado
83
al
En
Véase Andrés Barrera, «La identidad plural: étnica, nacional y de clase», en Juan Frigolé científica), Las razas humanas, Océano-Instituto Gallach, Barcelona, 1986, tomo
Reixach (dirección
4, pp. 36-37. 84 F. Barth, Los grupos étnicos y sus fronteras,
Gustavo Bueno,
efecto, el
reconocimiento
El
mito de la cultura
[1
FCE, Méjico, 1976,
996], séptima edición, Barcelona
pp. 15-ss.
2004
© FGB 201
192
de
mito de
El
I
la
las diversas
cultura
identidades culturales distributivas (continentales, nacionales,
modelo
del
del relativismo cultural sólo tiene
un
étnicas) recibe la aclaración pertinente precisamente a través del
«megarismo
de
do
principio,
el
como
rectificación del absolutismo «etnocentrista», es
autoconcepción de
decir,
la
modelo
cultural». Pues el
alcance coyuntural,
con un
salto
la
propia esfera cultural (suele decirse, pidien-
mortal sobre
la historia,
que
etnocentrismo
el
antropológico es genuinamente europeo, en tanto se concibe superior). «Relativismo» significa, por tanto,
que también
como
cultura
las otras culturas
(distributivamente consideradas) podrían decir otro tanto, o lo dicen de
Y con esto se supone que queda neutralizado
hecho.
en nombre de una cultura universal en que
esferas culturales a la escala
total,
sino en
todo etnocentrismo, no
nombre de
etnocentrismo
dad
es
todas
una
no
diferentes
se determinen.
«Relativismo cultural» significa, por tanto, renuncia, ción, al etnocentrismo, pero
las
tras la neutraliza-
a la etnicidad; reconocimiento de
cada cultura, pero precisamente porque
es relativo a
realidad absoluta para cada cultura,
según su identidad
.
85
que
el
la etnici-
Por
ello,
culturas son iguales. Carecerá, por tanto, de sentido hablar de «supe-
las
rioridad» (ni siquiera en el sentido del evolucionismo de los clásicos de la
Antropología: Morgan, Tylor, Lubbock) de unas culturas sobre otras, porque los juicios
de valor habrán de reducirse a
la
condición de meras expresiones
emocionales, emic «etnocéntricas». El relativismo cultural viene a constituir,
por tanto, paradójicamente, una absolutización de todas
En
butivas.
su virtud,
las
las
culturas distri-
esferas culturales se declararán inconmensurables
según sus identidades propias
(lo
que no excluye que puedan aceptarse
inter-
acciones y aun «préstamos», si van seguidos de asimilación interna); también se declararán incomparables, por ser igualmente valiosas, aunque sean todas desiguales en sus contenidos.
Más les»
aún, habrán de ser «desiguales igualmente», con «hechos diferencia-
que prueben su identidad, en tanto
identidad implica unidad en
la
sí
y
diferencia de los demás. El «hecho diferencial» será interpretado, desde luego,
sistemáticamente,
como
expresión, símbolo o prueba de
una identidad
sus-
de índole megárica; y ello aun en ios casos en cuales ese hecho diferencial tenga un contenido tan neutro, culturalmen-
tancial profunda, pero siempre los te
hablando,
85
como pueda serlo,
entre los vascos,
Véase Robert Dirks, Ethnicity and Ethnic growth
colectivo
editado por John
Publishing,
Gustavo Bueno,
W.
Bennett,
The new
una mayor frecuencia del Rh
relations in the British Virgin Islands,
Ethnicity, perspective
from
etnology,
Nueva York, 1975.
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
en
el
West
1
El
mito de
«identidad cultural» y
la
la
realidad de las esferas culturales
negativo o la gran inclinación del orificio occipital que hace que anterior o basio esté
más próximo
al
vértice
fuera de toda posibilidad de sospecha la de
que
el
estos
si
posterior
borde más
el
opistio (queda
hechos diferenciales pudie-
ran ser indicios de «malformaciones genéticas» desde
tema nervioso, de
u
punto de vista del
el
sus «áreas de inteligencia»), Pero esta interpretación
hechos diferenciales, en
sí
misma absurda,
193
1
se explica
sis-
de
los
ideológicamente en fun-
ción de los presupuestos políticos de independencia, es decir, en función de la
voluntad (megárica) de «separación esencial» (que, sin embargo, se pro-
pondrá como algo compatible con
la «cooperación», «solidaridad»
y «buena
vecindad»).
Ahora
como
bien, la inconmensurabilidad de las esencias étnicas, entendidas
esencias eternas (o, por lo
se a la identidad cultural
de
menos
envolvente.
la esfera
ñola, las culturas regionales tendrán
de esa identidad envolvente: Jordi Pujol, dice en 1993:
el
prehistóricas), tendrá
En
que enfrentar-
caso de la nación espa-
el
que afirmarse por
la vía
de
la
negación
presidente de la Generalidad de Cataluña,
«No
existe
una identidad
cultural española».
Precisamente por este motivo se evitará hablar de la nación española, e incluso se evitará mencionar la palabra «España», sustituyéndola por
quio «Estado español»,
al
que
se le atribuirá el rango
nistrativa tipo Benelux. Se tratará,
como
cultural catalana»,
la
el
circunlo-
de una unidad admi-
además, de demostrar que
la
«identidad
«nación catalana», es en siglos anterior a
la
«nación española».
Concluimos:
el
como
identidad cultural de cada unidad nacional
como un conjunto de
cebirse
todo
la
mundo, desde
no puede con-
patrones culturales invariantes. Esto lo sabe
luego; pero el mito de la identidad cultural trabaja
tratando a toda costa de eclipsar esta evidencia, situando los antece-
dentes de cada identidad cultural en épocas míticas, desdibujadas, anteriores
y alimentando la ilusión de su conque el cambio de los contenidos de cada
a la historia (celtas, germanos, egipcios)
servación indefinida. La realidad es
esfera de cultura es incesante, precisamente
como
esferas megáricas. Las religiones, las
lenguaje, el derecho, el arte,
calculó que, en mil años,
porque
esas esferas
formas económicas,
cambian según ritmos
no
políticas, el
característicos
una lengua pierde o sustituye
casi el
vocabulario básico, lo que permite poner a los cinco mil años
existen
(Swadesh
20%
de su
como medida
una lengua y por tanto de la identidad cultural Cambian, sobre todo, en función de las interaccio-
del intervalo de duración de
del pueblo
que
la habla).
nes constantes entre el arte
do
al
Gustavo Bueno,
las diferentes esferas culturales
(¿cómo podría explicarse
de Goya a partir de un «Genio nacional», español o aragonés, actuan-
margen de Tiépolo, de Mengs o de Rembrandt? ¿Cómo podría
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
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expli-
194
I
El
mito de
carse el arte
cultura
la
de Bach, a partir del «Genio nacional» alemán o turingio, actuan-
margen de Couperin, Vivaldi o Albinoni?). Invocar
do
al
ral
para justificar una política conservacionista de
un pueblo
ciones de
porque
un
la
las instituciones,
y no
identidad cultu-
lengua o de
las institu-
gesto vacío, ideológico, propagandístico,
identidad cultural resulta, en todo caso, de
la
gua y de
es sólo
la
de
la persistencia
la len-
al revés.
¿Cabe reconocer una idea «positiva» de identidad cultural?
No la
estamos negando, por tanto, todo sentido (gnoseológico u ontológico) a
idea de la «identidad cultural», sino a la tergiversación que, en forma de
mito, imprimen a esa idea determinadas
su servicio. Pero
la
idea de
una identidad
élites
en cuanto equivalente a
cultural,
unidad de aquellas culturas objetivas que pueden
coordenadas del materialismo
las
más, que esta determinación de
la
tir,
sobre todo, de
En
la filosofía clásica
se
tal
como
como
la
fue desenvuelta a par-
alemana, según hemos expuesto en
el
II.
efecto: la idea de cultura objetiva alcanza su sentido
(como instrumento de do
menos
de «heredera racional» de
el titulo
idea metafísica (o mística) de cultura
capítulo
al
Habría que añadir, ade-
cultura objetiva, a saber, la cultura
unidad morfodinámica, puede reclamar
misma
filosófico.
la
como
ser consideradas
«unidades morfodinámicas», tiene plena significación ontológica,
desde
un
de políticos o de ideólogos a
subrayan
análisis
de
la
más
positivo
realidad antropológica e histórica) cuan-
funciones causales (internas, no meramente ocasionales)
las
y moldeadoras de las corrientes humanas individuales y sociaque corresponden a la cultura objetiva intersomática y a la cultura extra-
canalizadoras les
Nos encontramos
somática.
ante sistemas de causalidad interna, es decir, ante
concatenaciones causales circulares o realimentadas (que en
pueden confundirse con una causa sui). También reconocer
la
causalidad interna de esas capas de
mos unas coordenadas al
sujeto
—
tanto
si
materialistas,
se le define
en
es cierto la
particular,
como un
espíritu
modo
que sólo
cultura
alguno
es posible
cuando mantene-
cuando dejamos de
tratar
poblado de pensamientos,
— como
como
si
fuera
una sustancia enteramente heterogénea respecto de su medio (cuya
se le define
como un
necesidad, sin embargo, jetualista
de
la
ciones que, en
el
El
En cierto modo, la concepción subcomo una suerte de reedición de las posi-
terreno de la filosofía biológica, la
si
se discute).
cultura podría verse
tampoco olvidaba
(pñ Gustavo Bueno,
no
cerebro, poblado de culturgenes
mantuvo
el
vitalismo (que
necesidad que los organismos tienen de ser alimentados
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
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1
El
por
el
mito de
la
«identidad cultural» y
medio). El subjetualismo de
porque identifica
la
la
la
realidad de las esferas culturales
una
cultura es
un
cultura con la vida de
1
195
especie de «vitalismo»,
sujeto dotado de memoria, de
capacidad de aprender, en comunidad con otros sujetos, aunque sin embar-
go se reconozca
la
necesidad que ellos tienen de instrumentos extrasomáticos.
Pero
así
como
pora
al
organismo en
el
oxígeno de
la
atmósfera es
la respiración,
o
C0
el
mismo compuesto que constituye la base de corales; y así como la gacela percibida por el laciones nerviosas del cerebro de la fiera, sino
bién la «cultura extrasomática», en cuanto se
de
sino porque está intrincada los
pulmones,
el
C0
2
se incor-
disuelto en el océano es el
2
los esqueletos calcificados
leopardo no se reduce a
que
es la gacela
no
tal,
misma,
de
los
las osci-
así
tam-
es algo que pueda disociar-
Y no porque se reduzca a ella
la cultura subjetiva.
su inmanencia), ni
(a
como instrumento o efecto suyo, causalmente con ella, como el oxígeno del aire
tampoco porque permanezca fuera de con
mismo oxígeno que
el
con
ella
esqueleto de los corales o la gacela con las
el
percepciones de su depredador. Las conductas automatizadas de cada sujeto
duda controladas por mecanismos nerviosos
(sin
subjetuales) son contenidos
objetivos (no subjetivos) para los otros sujetos de su grupo
papel de «registros» de
de
la cultura
las
y desempeñan
el
pautas de conducta ceremoniales que forman parte
morfodinámica de
ese grupo; las
nos con sus hitos y señales, tienen «grabada»
máquinas,
la
mayor
los libros, los
cami-
parte de los programas
de conducta de los sujetos y son, por tanto, componentes internos (causales) de la misma memoria de los pueblos. Podríamos representar la energía de estos pueblos
(y,
por tanto,
corriente tumultuosa
de los individuos que
la
que viene lanzada desde
los
componen) como una
muy atrás;
pero esta corriente
de toda forma y orientación si se mantuviese en su pura turbulenEn realidad, lo que ocurre es que tal corriente tiene ya una afinidad pro-
carecería cia.
funda con
las
corrientes
que circulan en
ha de entenderse incorporado ya tura:
podríamos comparar
rosa corriente subjetiva»
tituyen
el
el
medio
y,
de algún modo,
propio organismo.
En
el
el
medio
caso de la cul-
significado de la cultura objetiva para la «pode-
no tanto con
lecho del río para
el
ondulaciones, sino
al
el
lo
que significan
agua que
más bien con
que cons-
conformando
las sortea,
los cristales
piedras
las
que en
las
así sus
propias corrientes
saturadas de sustancias disueltas fueran formándose, o bien, con los huesos
que van consolidándose en mediante
no que ra).
el
embrión
estas metáforas, la devastadora
La cultura extrasomática
una y otra
El
metáfora de
Queremos
la base
o
el
neutralizar,
cauce exter-
sostiene o «canaliza» desde fuera la corriente de la vida (de la cultu-
—
y,
interna de la cultura global, lo que
Gustavo Bueno,
del vertebrado.
vez, el papel
mito de la cultura
[1
desde luego,
no
significa
la
—
intersomática
es parte
que no puedan desempeñar,
de bloques o placas surgidas de
996], séptima edición, Barcelona
2004
la
propia corriente,
© FGB 201
1
196
El
I
pero
mito de
tales
que puedan
otro, incluso
demás se
o
cultura
la
de orientarla en un sentido más que en
ser capaces
de represarla o de hacer que se desborde (como
tejidos orgánicos,
también
La cultura
fosilizarse).
esas placas
objetiva,
según
de
la cultura
ios huesos,
pueden
o
los
esclerosar-
una unidad o
esto, constituye
identidad morfodinámica y se nos muestra por tanto como un rótulo capaz de designar no ya una entidad global unitaria, suprasubjetiva (un Paideumá), constitutiva de
una
de un pueblo dado, sino más bien
esfera,
como un
junto de «placas» de tamaños diversos que están implicados en
con-
la corriente
subjetiva social de la que llegan a ser pautas impersonales o suprapersonales,
canalizaciones o también filtros que nos vienen dados, a la
son dados a
hombres
los
objetiva, la cultura
mantenga,
común
que
sí
las
montañas o
los bosques. Esta idea
morfodinámica en cuanto unidad, en
es
una idea
como puedan
lo
le
de cultura
medida en que
la
de determinar
efectiva capaz
formaciones tan heterogéneas
manera como
se
que tienen de
serlo partituras musica-
ideologías vinculadas a instituciones artísticas o tecnológicas (por ejem-
les,
plo, las armas), formas
de vivienda o de transporte (automóviles, aviones),
sistemas de registro (libros, cintas magnetoscópicas), lenguas gramaticalizadas, instituciones sociales,
&c. La idea de cultura formula entonces
la
fun-
ción que todas estas «placas» desempeñan en cuanto canalizadoras, filtradoras
o pautadoras de
la significación
que
el
de
la
los flujos incesantes
entorno natural significa para
brado; pero es justamente
el
cambio del peso
proceso causal lo que diferencia a
tres
la corriente social.
que sus
las
Es obvio que
humanos
equivale a lo
un póngido o para cualquier otro verte-
cultura extrasomática o intersomática
nas, sin perjuicio de
de
cultura objetiva para los primates
(al
relativo
entorno
que corresponde a
la
operatorio) en
el
artificial,
culturas animales de las culturas
«factores» sean,
en abstracto,
los
huma-
mismos. Con
segmentos dados puedo construir figuras abiertas y sólo un triángulo con Y lo específico de la cultura humana, frente a las cul-
propiedades especificas. turas animales,
no hay que ponerlo en
sus factores o capas (intrasomáticas,
intersomáticas, extrasomáticas) sino en las proporciones, en los ángulos entre ellos
y en
más
característico
y nuevo de
vinculadas por lo demás entre tórica.
Ambas
tiva a lo largo
cultura
según sus relaciones
la figura resultante
las
características.
culturas objetivas
humanas son dos
de
las
(pñ Gustavo Bueno,
El
cosas
su dimensión normativa y su dimensión hisdimensiones de la cultura y su influencia acumulativa y selec-
de
las
generaciones son
humana; pues mientras que
el
generaciones precedentes,
intersomático
lo
sí:
que constituyen
lo específico
de
entorno natural de
los animales,
aun-
las
que sea cambiante en cada generación, no «transporta» gicas
Y acaso
sí
el
que transforma, y de un
mito de la cultura
[1
las
la
acciones morfoló-
entorno cultural extrasomático o
modo
determinista, la acción de
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
mito de
El
«identidad cultural» y
la
unas generaciones sobre
que
las
una función
otros efectos
la
para subrayar
eficaz: sirve
ejemplo, decir que
función de
mientos de
subrayar que
hombres ni
los
impersonalidad
La Cultura
y
de
Por
la vida».
América
«está
más que «en función de los pueblos»
como
ideologías actuantes
las
197
carácter impersonal de
el
la «corriente
interpretación del descubrimiento de
la cultura del intérprete»
como
tanto
la
1
Esta idea de cultura tiene entre
le siguen.
determinantes ideológicos e históricos de
los
realidad de las esferas culturales
siquiera tienen
un
filtros
en
será
de los pensa-
carácter social, sino
que su
es objetiva.
Hombre
el
¿De qué manera
tiene lugar la «totalización» (establecida por la idea de «cul-
como todo
complejo») de ese conjunto borroso de contenidos tan múl-
tura,
y heterogéneos y que, además, no parecen mantener entre sí relaciones asimilables a las que mantienen las partes de un organismo, aunque tampotiples
co pueda decirse, es cierto, que mantengan, todas con todas, ciones entre
No
las
partes de
nos parece
las
meras
rela-
un agregado?
muy arriesgado
un
afirmar que en
tal
proceso de totaliza-
ción tiene
mucho que hacer la de-limitación o
tiplicidad
de contenidos» con otras multiplicidades, no menos borrosas a su
de contenidos englobados que
vez, cia
o de contraste respecto de
se
arrojar luz sobre las relaciones ellas, lo
como
términos de referen-
los cuales la delimitación totalizadora parece
líneas precisas. Estas líneas,
mutuas que guardan
que hacen, en principio,
quedan fuera (aunque no por
enfrentamiento de esa «mul-
constituyen
que puede comenzar a dibujarse con por
el
ello
más que
los contenidos encerrados
es distinguir esos
contenidos de
los
que
separados dicotómicamente, con «solución
delimitación totalizadora no nos lleva a una idea clara y distinta de cultura objetiva, salvo en apariencia. La idea de cultura objetiva,
de continuidad»):
como todo
la
complejo, sigue siendo oscura (cuanto a
la
unidad de sus
partes)
y confusa (cuanto a la distinción con las de su entorno). Por lo demás, los términos de contraste pueden ser diversos, porque los «universos de discurso» también pueden
Puedo delimitar aproximadamente
serlo.
Ibérica en el globo terráqueo
entre los paralelos 54
también delimitarla en rras
que
mamos
se
encuentran
El
el
conjunto de los
tierras
que
Península
se
contienen
meridianos -10, +4; pero puedo
como
el
continente euroasiático
conjunto de
tie-
al
sur de los Pirineos». Ese «todo complejo» que
lla-
«el
«cultura» es delimitado unas veces en el contexto de la «Naturaleza»,
y por oposición a
Gustavo Bueno,
como
y 44°N, y entre
la
ella;
mito de la cultura
[1
otras veces en el contexto de la idea de
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
«Hombre»
198
El
I
mito de
la
cultura
(a veces las relaciones definidas
en este contexto se proponen
de contradicción: «La cultura contra
el
como
fueran
si
hombre»). Pero ocurre que
las ideas
de Naturaleza y de Hombre son tan oscuras y confusas como pueda serlo la idea de Cultura, que está delimitándose por relación a ellas; y ni siquiera las
y de Hombre pueden considerarse como perfectamente deslindadas entre sí. No deja de causar sorpresa, por tanto, el advertir que ideas de Naturaleza
ciertos contenidos
nidos a los que
que forman
parte, sin
duda, del «todo complejo», conte-
«Derecho
solemos llamar «positivos» («Religión positiva»,
positivo», «Lenguaje positivo»...), suelen ser enfrentados a otros contenidos
llamados «naturales» («Religión natural», «Derecho natural», «Lenguaje natu-
La
ral»...).
sorpresa tiene que ver, sin duda, con
positivo/natural
que en ahora
cierto
no
se
modo
superpone con
en torno a
la cultura
humana» más profunda la
hecho de que
la
oposición
que queda polarizado (por su connotación de
humana, mientras que
embargo, queda polarizado en torno
de
el
oposición Hombre/Naturaleza, sino
constituye una transgresión a este dualismo, dado que
es lo «positivo» aquello
«artificial»)
la
al
hombre,
lo «natural», sin
es decir, a la «naturaleza
(que, sin duda, está pensada
como formando
parte
Naturaleza, en general); lo que parece obligar a reinterpretar los conte-
como humanos, pero de modo adventicio, artificomo propios del hombre alienado, y no de modo nece-
nidos «culturales positivos» cial,
sobreañadido,
sario, interno, natural
Atengámonos a
la
o auténtico. delimitación por la que se constituye
la
idea de cultura,
como todo complejo, en su oposición a «Hombre». ¿Qué puede significar este término Hombre en este contexto? Prescindamos de aquellas significaciones metafísico-teológicas, muchas veces utilizadas al efecto (Hombre, como espíimagen de Dios, &c.), y con resultados sin duda, menos formalmente («la cultura es la irradiación que
ritu cuasidivino, ditivos, al
inmortal encarnado en
el
hombre
dentro de su espacio mítico en
¿Qué puede terreno
más
significar
racional?
la naturaleza: el
el
deja a su paso por
que
el
muy expeespíritu
el
mundo») aunque
tales resultados se
sólo
mantienen.
«hombre» en cuanto correlato de
cultura,
en un
Seguramente algo que tiene que ver precisamente con
hombre
sería,
nece «por debajo» de todos
por ejemplo,
los
cambios
el
sustrato invariante
culturales,
de todas
las
que perma-
mudanzas de
instituciones, ceremonias, costumbres, lenguas, religiones; pero a través estas
determinaciones
el
término hombre comienza a orientarse hacia
«hombre en cuanto
tido del
especie natural», es decir, en cuanto es
especies englobadas en uno de
de
los primates.
mular
la
Gustavo Bueno,
A
los
el
una de
géneros en los cuales se despliega
el
de
senlas
orden
una situación análoga llegamos cuando en lugar de
for-
oposición cultura/hombre desde una perspectiva metamérica (tanto
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
El
mito de
respecto de cultura
«identidad cultural» y
la
como
respecto de
realidad de las esferas culturales
la
hombre)
1
199
formulamos desde una pers-
la
pueblos diferentes;
no ya la «cultura» y el «hombre», hombres (de unos pueblos) y las culturas de otros porque de ese enfrentamiento también surge la «naturale-
como
sustrato susceptible de asumir culturas particulares opo-
pectiva diamérica, poniendo frente a frente
sino
culturas de unos
las
za humana»,
nibles a las culturas de los otros pueblos.
Pero es ahora, una vez que suponemos delimitada (totalizada) cultura respecto del
ver,
no ya tanto con
la filosofía
el análisis
de
de
que
la cultura, si es
de cultura «en
la idea
derada» (una vez delimitada respecto del hombre) sino con relación entre la idea de cultura ya delimitada caso, la idea
como término de
la
conexión entre
contraste) son
y
diversas concepciones
cepciones para
En
las cuales la
accidental con
el
el
el análisis
de
la
en este
de
el
ellos corres-
Por lo demás,
las
grado de profundidad o
cultura mantiene
un
tipo de conexión externa
En
la cultura.
los
y
grados más altos pondre-
las cuales la
tipo de conexión interna (esencial, sustancial) con el
La tradición
uno de
la cultura.
grado más bajo pondremos aquellas con-
concepciones «esencialistas», para
propuesto, sin embargo,
el
hombre, en cuanto sustrato suyo: hablaremos de
concepciones «accidentalistas» de las
filosófica
este
y
y a cada
pueden ordenarse según
internidad de la conexión.
a
consi-
hombre (cuando hombre que tomamos
la cultura
muy variados,
ponde una determinada concepción
mos
ellos tienen
misma
la idea delimitadora,
da por supuesta alguna «consistencia previa» de
más bien
sí
los
de hombre.
Los modos de entender se
idea de
,
problemas más profundos de
que
la
hombre cuando comienzan a plantearse propiamente
como
cultura mantiene
hombre que había
un
sido
referencia previa.
y Diógenes de Sinope) podría servirnos de inspiración para construir un modelo de concepción accidentalista de la cultura, de perfiles muy definidos: el hombre será entendido como una entidad de
la
cínica (la de Antístenes
que hay que
partir,
como una
esencia o sustancia ya dada, sin
necesidad de los aditamentos o sobreañadidos que la cultura pueda hacer recaer sobre
él.
Estos aditamentos o sobreañadidos no harían sino eclipsar la
luz propia de la naturaleza
de
las
humana; son, por
decirlo así, «superestructuras»,
cuales sería conveniente prescindir: para beber
no hace
falta utilizar colodras,
me
bastan
las
el
agua de un arroyo
manos. Todo
lo
que
es artifi-
y engañoso, y los mismos indumentos lo serán también. Imitemos a los sabios desnudos de la India, a los gimnosocioso es superfino, convencional
alimentan de vegetales crudos, naturales, y bebamos el agua clara de los arroyos y la leche de las ovejas; prescindamos de las formalidafistas,
que
se
des sociales, por ejemplo, de todo tipo de ceremonias y compromisos matri-
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
200
I
mito de
El
cultura
la
moniales, y casémonos, como decía Rousseau, «delante de la Naturaleza». La oposición entre la Naturaleza (physis) y las convenciones artificiosas o posti-
tomarse
zas (etei) interpretada radicalmente, podría
cepción cínica de
la cultura,
que predica
decir, a la naturaleza zoológica,
canes tomaron precisamente su
los
estaría justificado presentar el
Hay distinta
de
la cultura.
la cultura
de
como
das
la
propia del cinismo, sin
modelo que, en nuestros
de
modelo de el
es
la cultura está
conforme a
los cínicos). Sin
embargo, no
En
la
Etología
efecto,
aprendizaje, los «contenidos objetivos»
la utiliza: se
y en
cuando
que
muy
ser considera-
menos en sentido
la cultura, al
días, desarrolla esta
inspirado en
la cultura-aprendizaje.
hombre que
naturaleza, es
una inspiración
embargo merecen
concepción
acci-
la Psicología, es el
se define la cultura
por
la constituyen, es decir, la
como
materia del aprendizaje, comienza a presentarse tancia» del
la
vida de los perros (de
es la
que, manteniendo
concepciones accidentalistas de
divisivo. El
dentalista
que
nombre
núcleo de esta con-
«modelo cínico» como modelo único de una
concepciones de
filosofía accidentalista
el vivir
cuyo paradigma
como
accidental a la «sus-
encarecerá la plasticidad de esa sustancia
su versatilidad para determinarse, por aprendizaje pavloviano o skinneriano,
según formas dadas de comportamiento
que
concepciones subjetualistas de
las
los accidentalistas
contenidos de
de interpretación de
la cultura
En
«cultural».
la cultura
suelen
general, cabe decir
ir
la cultura objetiva,
asociadas a
porque
los
mode-
mismos
extrasomática podrán ser reducidos a la condición
de meros correlatos de un comportamiento aprendido y sustituible por otros comportamientos, por tanto, por otros correlatos sobreañadidos a los sujetos
humanos, y también
En
cuanto a
las
sustituibles.
concepciones internalistas o esencialistas de
la
cultura nos
limitamos a presentar sus dos «modelos» sin duda más interesantes: lo instrumentalista
El
el
modelo
el
mode-
expresionista.
y modelo instrumentalista (cuando
se entiende dentro del esencialismo,
pues es obvio que cabe un instrumentalismo no
esencialista) interpreta los
contenidos culturales (extrasomáticos, intrasomáticos o incluso intersomáti-
como instrumentos habilitados por los hombres a fin de satisfacer necesidades que se postulan como internas, es decir, como grabadas en la misma cos)
muy
«naturaleza humana». Necesidades que por motivos
diversos (atrofia,
enfermedad, malformación congénita...) no han dispuesto de un cauce natural
u orgánico para
satisfacerse.
Desde Protágoras (con su interpretación
mito de Prometeo) hasta Bolk o Desmond Morris, lista
de interpretación de
la cultura
ha sido
utilizado
el
del
modelo instrumenta-
una y
otra vez para dar
cuenta de una porción grande de contenidos culturales. Pero los límites de
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
mito de
El
este
modelo
«identidad cultural» y
la
hacen patentes
se nos
la
realidad
muy pronto,
de
las esferas culturales
a saber, en
el
momento
cual tenemos que reconocer la existencia de «necesidades creadas» por
pio desenvolvimiento de
la
Marx denominó
cultura (lo que
tóricas»). Sería ridículo explicar la cultura del
fumar», o los libros por una «necesidad de
términos económicos, es
más importante,
la
demanda
ni siquiera es
ciendo
hombre
al
a su metabolismo
preten
las
las
el
pro-
«necesidades his-
puesto que, para decirlo en
producida por
la oferta y, lo
que
claro
y unas
necesidades históricas. Sólo sería
de necesidades naturales o básicas redu-
a sus componentes zoológicos o fisiológicos (por ejemplo,
Tampoco está justificado (supuesto que se interbásicas como naturales) equiparar a las necesidades his-
«basal»).
necesidades
con
tóricas
un concepto
en
el
posible trazar una línea nítida de demarca-
ción entre unas necesidades naturales posible establecer
201
fumar por una «necesidad de
leer»,
está aquí
I
necesidades supraestructurales, salvo que la cultura histórica
íntegra sea declarada supraestructural (lo que equivaldría a volvemos a la con-
cepción cínica de
modo muy
de un ricas,
la cultura).
El planteamiento de la cuestión puede hacerse
distinto: las necesidades básicas
de suerte que
éstas se
no son
sobreañadieran a aquéllas,
previas a las histó-
como
se
sobreañaden
los muros a los cimientos, sino que las necesidades básicas se refunden, por
anamorfosis, con
necesidades históricas. Por
las
ello,
en lugar de
la
metáfora
arquitectónica (base/superestructura), que ha tenido efectos tan perniciosos, sería preferible utilizar
hasta qué punto
tebrado)
en
él),
una metáfora orgánica, que nos permitiese
un soporte
básico
no brota con posterioridad
al
cuerpo
advertir
serlo los
huesos en un ver-
(a la carne,
que va a apoyarse
(como puedan
puesto que procede de tejidos diversos originados de un cigoto común.
Por
fin, el
modelo expresionista apela
sión», tratando de dar cuenta de la
Cultura de manera
paralela a
al
concepto lingüístico de «expre-
el Hombre y modelo instrumentalista apelaba
conexión interna entre
como
el
la al
concepto tecnológico de instrumento para conseguir un resultado semejante.
Ahora
—
Cassirer,
Ortega
—
se
supondrá que
el
hombre
naturaleza creadora (poética) consiste en expresarse a
mediante
los
símbolos de
La
la cultura.
sí
es
un
principio cuya
mismo o
a los
cultura será así concebida
demás
como
«la
obra del hombre», obra poética y creadora, tanto si se trata de poemas literarios, como si se trata de poemas de piedra o de poemas políticos. Una catedral es
un poema, tanto como pueda
sólo es poética
mediante
una metáfora
la cual los
serlo
literaria.
una secuencia de
Tan poética
es la
versos líricos.
No
metáfora tecnológica
hombres de hace veinte mil años agregaron a una vara
un pico y algunas plumas, fabricando así la primera flecha, metáfora del ave. Ahora bien: los límites del modelo expresionista nos salen al paso antes aún de lo que les salían al modelo instrumentalista. Es imposible el empeño de
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
202
El
I
mito de
cultura
la
interpretar todo contenido de la cultura, del todo complejo,
hombre o de
como
expresión
sociedad humana. Los ritmos y los cauces a través de los cuales tienen lugar las concatenaciones de las obras culturales son,
o
reflejo del
en general, distintos de les.
la
los ritmos
y los cauces humanos,
individuales o socia-
El «relieve sociológico» del Imperio de los faraones egipcios no se expresa
mediante
las leyes
geométricas y
mides. Al determinar
encuentra
física
la cultura
y
tardía transformación de
creacionista
se
la estructura
conoce «a conoce
allí
de
es la estructura
el
hombre, acaso podría considerarse
un modelo que
utilizó cierta teología
naturalista (la de Nicolás de Cusa, la de Fray Luis de
y
las pirá-
mismo», ni
sí
de un poliedro de piedra. El modelo expresionista de
conexión interna entre
como una
que presiden
hombre no
«expresión de su espíritu»: lo que
allí la
matemática o
físicas
estas leyes el
de Fray Luis de Granada) para dar cuenta de
la
León o
la
conexión (que no quería ser
enteramente externa o contingente) entre Dios y su obra, es decir, la obra de los seis días, el Mundo: el mundo es la explicación de Dios (el movimiento es la explicación
de
la
quietud divina). Si en lugar de Dios ponemos
lugar de la explicación de Dios en
al
lugar de la expresión del
Y
así
así
ahora
de
los
Dios», a los ojos de los místicos naturalistas,
proclaman
hombre,
el mundo por él creado corresponderá Hombre en la creación que se le supone propia, a como «los cielos y la tierra proclamaban la gloria de
el
saber, la cultura.
al
la gloria del
hombre» a
los ojos
«las ciencias
artes
y las
antropólogos metafísicos
Por nuestra parte, tenemos que decir que esta autoexaltación del
culturalistas.
hombre por su obra, esta «disposición entusiástica» ante la cultura, no tiene más alcance que el que es propio de un mito metafísico teológico seculariza-
En
do.
«todo complejo» que
el
expresivas, sino
no sólo
sar;
es la cultura
también formas que, como
el
no
sólo se contienen formas
hipercubo, nada pueden expre-
contienen formas admirables, dignas de suscitar
se
el
entusiasmo,
sino también formas repugnantes, que habrá que considerar, antes que
expresión de cualquier espíritu creador,
Desde
las
modelo en
como
delirio
de
el
las
que
concepciones de se
la
cultura expuestas, cualquiera que sea
propongan. La razón
sus modelos, parten de
es
que todas
via a la cultura, hipóstasis
que
trina de la evolución zoológica. el
es
se
concepciones,
apoya en una
como
entidad pre-
incompatible con los resultados de
Lo único
«previo» a la cultura
es el
(pñ Gustavo Bueno,
brota del hombre, o de sus precursores, ni se
precursor del
El
hombre quien
mito de la cultura
[1
se «refunde»,
le
2004
doc-
es,
no
la cultura
sobreañade, sino
por anamorfosis,
996], séptima edición, Barcelona
la
humana
hombre, sino sus precursores homínidos o primates. Pero
humana no que
estas
un dualismo metafísico que
previa sustancialización o hipóstasis de la idea de hombre,
ya
como
de un animal enfermo.
coordenadas del materialismo filosófico resulta imposible acep-
tar cualquiera el
como
al
© FGB 201
cons-
1
El
mito de
como hombre
tituirse
«identidad cultural» y
la
la
realidad de las esferas culturales
margen de su valor o dignidad),
(al
I
203
a través de ese
nuevo orden o estado de cosas que llamamos cultura humana y que contiene tanto lo digno como lo indigno. Por eso el «nuevo orden» no tiene por qué
como motivo de
tomarse
las restantes especies
de
glorificación o de exaltación de
la naturaleza,
y no ya porque
do, junto con la especie que se despliega con
es el
motivo por
el
cual
especie sobre
nuevo orden
siga sien-
«una parte más» de
él,
no
Naturaleza. Sencillamente porque la «Naturaleza»
de referencia: éste
el
una
como
existe
no cabe enfrentar
tal
Cultura a
la
la
unidad la
Naturaleza.
Lo verdaderamente importante la estructura
misma de
tivas a
su valor).
tante,
en
el
por tanto,
es,
nuevo orden
este
(al
llegar a la
determinación de
margen de consideraciones
rela-
Y entre las claves de su estructura ponemos la presencia cons-
nuevo orden, de
las
actividades operatorias «normativizadas»,
operaciones acumulativas históricamente que van arrojando formas objetivas
cuya concatenación (y ésta es su dialéctica) en círculos culturales no siempre compatibles entre sí, desborda una y otra vez el propio horizonte operativo originante hasta
no
el
punto de
previstas o imprevisibles.
llegar a envolverlo
En todo
y orientarlo hacia trayectorias que
caso, son estas formas objetivas las
constituyen los nuevos ámbitos de la vida de los hombres. Aparecen formas sin precedentes
en
vida zoológica:
la
una construcción tan
sona,
— como pueda
dica
como
pueda
él
esquema
dignidad o valor de la
las
como
la
ral
forma de
la per-
ello
mismo
tan consistente el
la
las
la
Naturaleza; porque
la
novedad,
así
nuevas formas, tampoco tiene por qué ser mayor de
los
la
novedad o dignidad, en
zoológica, de
la escala
animales invertebrados. Y, en todo caso, es tan
concatenación de
novedad de
esas
necesidades puntuales a
siete
la
como
la
las
mil años guardaba
las
formas
artificiales
en
el
nuevo
mismas funciones, medida, por ejemplo, por cuales asisten.
nos permite acaso ver un pequeño
de hace
o
Pero sin que esta novedad autorice a oponer, según
que pueda corresponder a
orden
libro,
algunos dirán: una mera ficción jurí-
dodecaedro, y por
Cultura a
una vértebra respecto de importante destacar
forma del
—
artificiosa
serlo el
serlo.
dualista, la
la
pomo
Una
excavación arqueológica
de obsidiana en
un ungüento.
el
pomo,
Este
que alguna mujer esta
«forma cultu-
normalizada», no lo encontramos en una guarida de roedores, ni siquiera
en una cueva de pitecántropos
(lo
que no
que en aquella guarida o
significa
en esta cueva no podamos encontrar formas que también producen asombro). El significado
ligencia»
de este
pomo tampoco puede medirse apelando
o «ingenio» subjetivo de quien
mide por el pomo y no
el
pomo por el
lo fabricó,
ingenio; ni
puesto que este ingenio se
al
refinamiento de
sidades instaurado por la vida protourbana (a fin de cuentas
(pñ Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
a la «inte-
2004
el
© FGB 201
las
nece-
ungüento
204
El
I
mito de
la
cultura
tiene paralelos etológicos abundantes en las especies
alimentos).
La importancia de
en
de formas
ei tejido
constituyen
ellas rales,
un
marcados por
cado sólo
este
pomo
sólo
grasas o
puede apreciarse insertándolo
y normalizadas al que pertenece, en tanto nuevo ámbito en el que aparecen nuevos ritmos tempo-
los
artificiales
gérmenes de una nueva forma personal, cuyo
es interpretable
por aquellos mismos que fabricaron
por otros que fabrican cosas semejantes. de entusiasmo o de exaltación:
Y todo esto
es suficiente el la
un
(casi
sino que las hace necesarias y
no siempre
no
justifica
este
pomo
El
mito de la cultura
[1
o
ningún tipo
vez que artificiosas determinan
nunca) compatibles
las otras.
Gustavo Bueno,
signifi-
asombro ante un proceso de
refundición abierta de formas de vida que a
con
que almacenan
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
las
unas
1
8 Sobre una ley del «desarrollo inverso» de las esferas y las categorias culturales
de
La cuestión
En
la
este capítulo
«dinámica de
ensayaremos
generales, ineludibles desde
cuestión de
mediante
versal»,
do con
hemos jo.
las relaciones
el
las
culturas»
tratamiento de
un punto de
entre las «culturas particulares»
líneas lógico materiales que, el análisis
de
por
lo
la idea
cuestiones
como pueda serlo
vista filosófico,
el procedimiento de utilización
utilizado (§3) en
un conjunto de
y
la «cultura
de un modelo
demás, son
las
uni-
ideal dibuja-
mismas que ya
como todo comple-
de cultura
El modelo lógico material de referencia nos permitirá formular algo
como una
«ley de desarrollo» de las culturas (o
de
la
las «civilizaciones»)
conjunto; una ley que obviamente habrá que entender también
así
en su
como una ley
puramente funcional, y no puntual, ni siquiera «paramétrica» (puesto que el modelo utilizado no contiene en sí mismo indicaciones relativas a magnitudes comparativas de «esferas» o «categorías», sin que ello de desarrollo
ideal,
quiera decir que no puedan serle suministradas mediante hipótesis especiales).
Asimismo
la «ley»
tampoco
establecerá
un
tipo de desarrollo lineal, acu-
mulativo-progresivo, representable en una curva continua sin «dientes de rra», es decir, sin
sie-
involuciones o regresiones.
Sin embargo, y una vez que hayamos establecido críticamente los limites del modelo que estamos analizando, no dejará de sorprendemos su capacidad
para proporcionar alguna orientación general relativa ción de
las civilizaciones»
pectivas del futuro
en su decurso histórico,
que abren
podremos pensar también
si
las líneas
así
como también
Gustavo Bueno,
El
[1
las pers-
algunas concepciones relativas a los ritmos de
implícitamente) un modelo
mito de la cultura
a
de esta evolución. Recíprocamente,
desarrollo histórico de las culturas, o a su destino final,
que sea
sentido de la «evolu-
al
similar al
no presuponen (aun-
que aquí utilizamos.
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
206
I
mito de
El
cultura
la
Estructura de
dinámica de
la
las
culturas
humanas
Nuestro modelo de desarrollo no toma, como punto cero, a pudieran determinarse en lógica
muy constante,
los
es cierto, niega
«buen
del concepto ilustrado del
miten afirmar hoy que no
na forma de cultura
propiamente
la
un modelo de
(y
salvaje»);
pero los avances de
no ya
desarrollo de las culturas
constituidas.
Con
(como
en
si
esto
el análisis
modelo de
desarrollo,
la
humana sí,
la
como
tal
partir,
tales culturas las culturas
de sen-
la falta
a partir de
las cultu-
imposibilidad lógica
criterios suficientes
necesidad de
reconocida
consiguiente,
por
no pretendemos insinuar
homínidas
y por tanto
humana
estructura cultural
de
ulterior), sino
homínidas o protohomínidas); afirmamos, eso las culturas
sin algu-
humanas ha de comenzar no ya por
tido de las cuestiones de génesis (de la cultura
de encontrar en
Etología per-
sólo de cultura subjetiva) por cuanto la cultura
culturas homínidas, en general
ras
la
«hombres primitivos»
es posible admitir
pudiera fundarse algún modelo de desarrollo
humanas ya
hombres
cultura a estos
hoy ya ampliamente a sus congéneres primates. Por
se atribuye
que
que conceptúa como «pueblos naturales» (una modulación
primitivos, a los
las
las culturas
«hombres primitivos». Una tradición antropo-
para delinear un
a este efecto, de una
(concretamente
de una organización morfodinámica, normativa, que contiene
el
la estructura
lenguaje
arti-
culado y en consecuencia incorpora materiales extrasomáticos y sociales de un modo esencialmente distinto del que son capaces las culturas de primates).
En
modo, podría acusársenos de
cierto
«acusación» podría tener tico;
tico fin
un
alcance
petición de principio. Pero esta
meramente
pues peticiones de principio similares son
de
los geómetras,
es
las
propias del
que comienzan por presuponer
de penetrar regresivamente en
Lo que importa
predicativo, es decir,
que
la
las líneas
no
método
resuelto el
crí-
analí-
problema a
que intervienen en su resolución.
estructura presupuesta tenga virtualidad suficiente
para disociarse y recomponerse en sus partes lógicas según un orden interno previsible. Por lo demás, la utilización del método analítico, con su petición
de principio incluida (petición que toma
no
pológico»)
—
dice
es
—
Marx
a explorar
las
hombre ya
en
modo
alguno algo nuevo: en
También (tan
Fichte,
hombre
esqueleto del
se decide
hombre también
parte del
posibles formas de desarrollo del
humana
el
«dialelo antro-
mono. Cuando Kant
constituido (dentro del contexto en
repartido en sexos, &c.
los
forma aquí de un
está dibujado el esqueleto del
ción de la historia
según
la
el
que
él lo trata):
erguido,
cuando establece su célebre
próxima «por
escala» a la fasificación
modos de producción) comienza por un
fasifica-
de Marx
estado final de la
huma-
nidad, a partir del cual (de su estructura) va regresando paulatinamente en
(pñ Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
Sobre una ley del «desarollo inverso» de
grados sucesivos [© aquel en
el
,
las esferas
y
las categorías culturales
I
207
©-1, (©-1)-1, &c.] hasta alcanzar un punto anterior a
cual la estructura se desvanecería, haciendo imposible
el
retorno o
progressus.
El
modelo
lógico material de
la
dinámica cultural
Nuestro modelo lógico material no es otro,
misma matriz según movimiento». Es
la cual
analizábamos
decir, tratada
el
como hemos
dicho, sino la
«todo complejo», pero «puesta en
de suerte que pueda considerarse «desdobla-
da» en dos estados extremos o límites, estados que (para caracterizarlos de
modo
proporcionado a
de este modo: un «estado
ciar
modo punteado
trazadas de
y un por un
les),
se
la naturaleza gráfica
tinentes,
«estado final» en
inicial»
en
el
de
la
matriz)
un
diferen-
cual las líneas longitudinales estén
(frente al trazado lleno
el
podemos
de
las líneas transversa-
cual las líneas transversales pasen a representar-
trazado punteado (mientras que
una vez refundidas o desplegadas
las líneas
—
se
longitudinales
—
las per-
conviertan en líneas llenas).
El desarrollo del «todo complejo» representado en la matriz podría cifrarse en el
proceso de transformación del estado inicial descrito, que, a través de
número indeterminado de
estadios intermedios (en los cuales se refundan
o transversales, se desdoblen
líneas longitudinales
otras,
&c.) nos lleve a
estado final según la disposición de referencia.
T
1
2
n
3
z I
II
DC Estado
inicial
Diagrama representante de
(pñ Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
un
la estructura del desarrollo
996], séptima edición, Barcelona
de
2004
las culturas
© FGB 201
un
1
2o 8
I
mito de
El
cultura
la
Comentarios
modelo
al
lógico material propuesto
La interpretación antropológica más determinada supuestos posible) que cabe dar
al
distribución discreta de culturas
humanas
critas
a zonas determinadas de
modinámicamente» entre
con
no
el
menor número de
es otra sino la
de una
o círculos culturales) ads-
(esferas
independientes
la superficie habitable, e
«ter-
La independencia termodinámica, en su forma
sí.
más extremada, implica no
(o
«estado inicial»
medio
aislamiento, por supuesto, respecto del
natural, sino aislamiento o ausencia de contacto energético significativo
mutuo
entre las esferas adaptadas a su medio, aunque
quier tipo de contacto, por ejemplo, bélico.
Tampoco
terminante, intercambios comerciales, siempre que
tenga con balance cero en cuanto
al
to que esto equivaldrá a reconocer
nada para
los territorios
en
el
no ausencia de
se excluyen,
de
cual-
modo
intercambio se man-
«trueque de calorías por calorías»; pues-
una «capacidad soportadora» proporcio-
los cuales se asientan las culturas respectivas.
«independencia termodinámica» tampoco
es
de simbiosis entre dos esferas dadas
por ejemplo), una de
mantuviera como depredadora de
(I
la
y
II,
La
incompatible con una relación las cuales se
otra (lo que nos llevaría, a lo sumo, a
como subsistemas de un sistema global I’). como hemos dicho, ha de entenderse como estado conspor culturas humanizadas, y no meramente como un estado consti-
considerar a
I
y
II
El estado inicial, tituido
tuido por culturas animales u homínidas.
tomamos
la característica
de
la
Como
normalización de
criterio las
de humanización
pautas culturales; éstas
implican lenguaje fonético y representación de estadios anteriores sociales. Como criterio diferencial, en las culturas humanas, según sus contenidos
tomaremos las tres capas (subjetual, intersubjetual y material) en las que hemos considerado agrupados los rasgos o notas sometidos a normas (y, por normas
tanto, las
No
susceptibles de ser incumplidas).
nos corresponde tratar en este lugar acerca del origen de
(de su génesis), puesto que ahora sólo nos interesa su estructura.
diremos que no
es necesario invocar a
una conciencia
pero tampoco a una «conciencia humana»
como
gica...)
si
fuese
prohibiciones del
un dator normarum
estilo:
«No
forma de
gan
la
ritos
—
Tan
sólo
divina, por supuesto,
(política, estética, ética, tecnoló-
(de preceptos,
mandamientos o
matarás», o bien «Pondrás cubierta de paja en
los habitáculos»). Sería suficiente partir la
normas
las
por ejemplo,
el rito
de rutinas de homínidos (ya tengan de «parada intimidatoria»
—
,
ya ten-
forma de rutinas de fabricación de nidos, diques, herramientas, &c.) y las normas como resultados de las confluencias de rutinas (casi
entender
siempre en forma de enfrentamientos). La norma
(pñ Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
sería,
996], séptima edición, Barcelona
en su caso más sen-
2004
© FGB 201
1
Sobre una ley del «desarollo inverso» de
rutina victoriosa (victoria que
cilio, la
profunda en
de
ella,
de
las rutinas
no excluye
un
su «adaptación
la religión,
en su sentido más
por tanto, no excluye
los
y,
neutralizadas.
&c. La es
«control simbólico»,
cultura, desde esta perspectiva,
precisamente
estricto;
un
el
que
utiliza la
las
en suma,
el
zadas»
vista
de sus
de cultura pierde su fuerza en
no ya con su medio, sino con
el
valores adaptati-
momento en
y,
otras sociedades
un punto de
estas sociedades primitivas; tal es el caso
entre
sobre todo,
ellas,
es decir, aquellas
el
de
las
que han desbordado
damiento que habría sido
el
de
que
o culturas que se
vista práctico, las
el
comienzan a con
sociedades
meramente
intencional,
las
«civili-
sociedades industriales «universales»,
el
estado de distribución.
efecto del capitalismo
Un
desbor-
moderno, según Marx; un
capitalismo en función del cual la «universalidad efectiva», planetaria (y
mo»
un
y suficiente para en tanto que adaptadas a su
punto de
regulan por normas incompatibles, desde
normas de
es
Antropología cultu-
tales «culturas distribuidas» (culturas salvajes, bárbaras, arcaicas)
enfrentarse,
relaciones
sentido que es necesario
por consiguiente, desde
vos. Pero este concepto
el
el
la esclavitud, la
instrumentos de producción, de
analizar las sociedades distribuidas (aisladas)
entorno
anula,
hecho de mantenerse o
el
mitológico, que hacen posible
el delirio
concepto ecológico que ral
no
de desplegar alguna
medio»; pero esta adaptación está aquí percibida desde
al
vista biológico ecológico que,
de
victoriosa
intervalo temporal suficientemente amplio, demuestran
según normas propias, de sociales,
209
I
más o menos
la influencia,
que hayan quedado subordinadas, reprimidas o
reproducirse en
antropofagia,
las categorías culturales
la posibilidad física (libertad-de)
Los sistemas morfodinámicos distribuidos, por
punto de
y
Una norma
rutinas vencidas).
las
por tanto, en principio,
las esferas
no
como la que pretendió haber alcanzado el «catoliciscomo un hecho histórico. Es desde este punto de
medieval), puede darse
vista desde
donde
cabría distinguir, a efectos antropológico-gnoseológicos,
unas sociedades precapitalistas de posteriores; distinción, sin
con anterioridad a
la
el
86
.
Gustavo Bueno,
Puede tener
interés recordar la el
las
sociedades históricas civilizadas,
fronteras de la antropología en sentido
denominación
departamento que agrupa
«Departament d’História de
El
un punto de
86
Barcelona para designar estricto:
las
oblicua, desde
estado de distribución ha sido rebasado
época moderna en
cuya cultura también desborda estricto
sociedades «capitalistas o socialistas»
embargo, más bien
por cuanto
vista gnoseológico,
las
mito de la cultura
[1
les
utilizada en la Universidad
Societats Pre-capitalistes
Autónoma de
antropológicas en su sentido
las disciplinas i
996], séptima edición, Barcelona
d’Antropologia Social».
2004
© FGB 201
más
1
210
El
I
mito de
la
,
cultura
Las culturas,
como
esferas culturales,
en su estado
inicial,
constituyen
sis-
temas en equilibrio dinámico con su entorno. Son culturas objetivas, sin duda, pero cuyas partes atributivas habrá que entender dadas siempre en función de
dependencia inmediata del medio en
la
ción de energía, a través de
la
lo
que
se refiere a la absor-
capa basal. La metodología funcionalista
y,
des-
pués, la metodología del materialismo cultural serían los procedimientos
mejor preparados para
el análisis
de
la
dinámica de
estas culturas.
son estos métodos aquellos que propiamente definen
que
así,
mación no ni
a escala operatoria respecto de tiene por
qué
tergiversarse
tampoco presentando a
nes orientados a satisfacer
las
las líneas
las
operaciones humanas. Esta
—
afir-
—
subjetual
las culturas como si fueran sistemas de operacioun «metabolismo basal». Hay que tener en cuenta
fuentes de energía que
de
que
muestran ahora, por
en sentido reductivista
que partimos ya de culturas normadas, en tivo
aún:
las culturas distribuidas
se dejan analizar a su través. Las culturas se nos
decirlo
Más
el
el
medio
sentido dicho, por tanto, selecofrece.
Lo que
quiere decirse es
longitudinales de esas totalidades «esféricas» estarán todas ellas
trazadas a escala operatoria «antropomórfica»
rencia entre estas líneas será
muy débil
y,
por esta misma razón,
la dife-
o prácticamente nula.
Esto no significará que no existan diferencias
como
si
«todos los conteni-
dos» culturales estuviesen implicados en todos los demás. El punto de vista «holista»
del
no
grupo
tiene otro
social
fundamento sino
pueden
necesarias para sostener
ejecutar
una u
y reproducir
el
hecho de que todos
los
los
contenidos objetivos
(cazar,
der fuego, danzar, construir cabañas, guerrear) de la cultura. Pero del
punto de
vista holístico
tiera a las culturas
miembros
otra vez todas las operaciones que son
el
encenrechazo
no autoriza a caer en un atomismo que convir-
en meros agregados de elementos culturales (culturgenes,
por ejemplo) combinables y recombinables de modo más o menos aleatorio. El «atomismo mémico» es un esquema aplicable únicamente a algunas partes del todo complejo cultural a otra.
que han podido
Lo que
por cada cultura en (sin partes) ni
ser segregadas
ocurre en realidad es que
la situación inicial ideal
el
no
o traspasadas de una esfera todo complejo constituido
es ni
un todo
un agregado de unidades independientes,
resultante de confluencias relativamente heterogéneas pero
interadaptadas en
un
cual la cultura objetiva
tico
no puede
los
cpñ Gustavo Bueno,
El
es
amalgamadas e
común
mito de la cultura
cristalizar, es
la
anatomía de
a la especie
[1
una de
el
lenguaje, sin el
estas partes del
todo
homínidos, que han desarrollado un sistema foné-
determinado en función de
anatomía que
una totalidad
sistema de procesos objetivos movido por grupos de
bandas de individuos operatorios humanos. Por ejemplo,
complejo heredada de
indiferenciado
sino
homo
la
sapiens.
laringe
y de
la
boca,
una
Los sistemas fonológicos
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
Sobre una ley del «desarollo inverso» de
las esferas
las
y
categorías culturales
resultan del sistema operatorio fonético universal (que implica
una muscula-
tura estriada capaz de llevar a cabo operaciones combinatorias análogas a
que pueden
desarrollarse
con
las
manos) y pueden
determinados. Pero sería ridículo inferir de aquí
la
211
I
las
en sonidos
analizarse
estructura atomística del
sistema fonológico.
En
resolución: las líneas longitudinales según las cuales diferenciamos
el mismo «todo complejo» se nos presencomo «líneas punteadas», principalmente en razón de la conformación mutua que tales partes o líneas experimentan en un estado del sistema diná-
unas partes atributivas de otras en tan
mico. Aquel en
cual sus contenidos, sin perjuicio de su «función envol-
el
vente» de los sujetos individuales, resultan movidos inmediatamente por ellos.
Muy
automatismos en allá del
modo de mucho más
pocos «ingenios culturales» desempeñan su papel por el
cepo o de
estadio inicial de las culturas: las
trampas para
cazar,
no
es posible ir
porque todo
demás ha de
lo
ser
movido y gestionado a través de las manos de los hombres. Lo que implica la necesidad de que todo haya de darse, en principio, a escala de esas manos. En cualquier caso sería gratuito suponer que las culturas, en su estado inicial, han de ser perfectamente homogéneas, clase unívoca. Las esferas
como
si
fuesen individuos clónicos de una
de cultura serán, en todo caso, entidades idiográfi-
duda, pero características en función del medio y de su prehistoria homínida, de su «idio-sincrasia» peculiar. cas, sin
¿Quién puede negar
el alto
vísperas de la conquista por pleja,
con estructuras
grado de desarrollo de
Hernán Cortés?
la cultura azteca
Allí existía
en
las
una sociedad com-
muy diversificadas, jerarquías grados muy notables de «perfección
estatales «imperialistas»
estamentales, sacerdocios, calendarios,
arquitectónica», escultórica o pictórica. Pero, ¿autoriza este reconocimiento a
concluir que la cultura azteca era de igual (por la cultura
española de
la
época? No, en
modo
no
decir superior) rango
alguno, puesto que esta con-
clusión, basada en semejanzas abstractas sin duda impresionantes
más impresionantes que el
de
de un mamífero la seriación
de
las
que
se advierten entre el
la hipótesis
(queremos decir
organismo de un ave y
sólo tiene sentido desde la hipótesis evolucionista lineal
las
culturas o desde la hipótesis relativista de su
de
la distinción
de
más adecuado
determinada en unas rutas que los cuales
pudo
la
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
proceder
una
«vía de evolución» de al
mismo tiempo
incapacitaban para enfrentarse con los pro-
enfrentarse la cultura europea
propio descubrimiento inesperado de
(pfí
incompa-
es
las respectivas trayectorias «evolutivas»
históricas): la cultura azteca fue
culturas preexistentes, sorprendente por su riqueza, pero
blemas con
—pero no
—
rabilidad o inconmensurabilidad. Sin embargo, lo
desde
que
la otra cultura.
996], séptima edición, Barcelona
y,
entre ellos,
el
La cultura europea y, en
2004
© FGB 201
212
!
El
mito de
la
cultura
particular, la española, había
tomado un camino
distinto,
que incorporaba
la
ciencia griega, ante todo la Astronomía científica: fueron Eratóstenes o
Toíomeo quienes hicieron
mediante
posible,
concepción esférica de
la
la
y su medición, el proyecto hispánico-europeo de una ruta hacia el poniente que había de conducir al «descubrimiento de América». Asimismo,
Tierra
la
tradición europea había incorporado la tecnología de los metales
que hacía
posible la fabricación de arcabuces, carabelas, entre otras cosas y la organiza-
ción jurídica, con leyes culturas azteca
en
ellas «cortes
estos cortes
en
escritas, del
y españolas
Estado. Desde estos puntos de vista,
diferentes de
Ahora
sincrónicos» abstractos.
los respectivos cursos evolutivos
una «perfecta» en su género,
sea cada
las
son comparables, pero sólo después de practicar
sí
un proceso de evolución
cuando reínsertamos
bien,
o históricos no cabe decir que
tampoco que
ni
similar.
se encuentren
Ya habían evolucionado
en
fases
lo sufi-
ciente para considerarse adultas
y determinadas en su futuro; sólo que habían evolucionado según direcciones distintas, como a partir del mismo tronco vertebrado, evolucionaron
más
estará de
la historia
tura,
la
y
—
azteca»,
puede
de «refluencia» de
y en virtud de
Todo
genérico.
análogos de
las
la
no
evolución y
biologista» de la teoría de la cul-
—de
— como
ciertas relaciones
lentes a las patas
de
la
«lucha por la existen-
de desarrollo de
ya realizadas en
el
las cultu-
mundo
bio-
embargo,
al
analizar las partes de la «cultura
su aritmética, de su estructura política, de su astrofueran órganos equiparables a los correspondientes
si
la «cultura
mutuas y
aplicarse al proceso
cuales tales relaciones manifiestan su carácter
se encubre, sin
en general
nomía, &c.
cualquier caso
que utilizamos entre
estas analogías
lleva implícitas las confrontaciones
ras a título
En
mamíferos.
los
idea de una evolución (lineal o multilineal) de las culturas
cia» entre las culturas
lógico
que
aves
no implican un «reduccionismo
porque
—que
advertir
las
española» (como
los
si las
homologías). Pero lo cierto es que
las
patas
mamíferos para volar ni para nadar; tampoco tecnología de los aztecas
alas
de
las aves
fuesen equiva-
mamíferos, sin perjuicio de sus analogías o de sus
les
no
les sirven,
en general, a
la aritmética, la
los
astronomía o
la
sirvieron para circunvalar la Tierra, o para vencer
a los españoles intrusos, por admirables que fueran sus garras o sus hocicos.
Dinámica cultural y variación Podemos
atribuir a las culturas,
cultural
en su estado
inicial,
una tendencia, en medio
de su incesante metabolismo (que comporta sustitución de individuos, de instrumentos, &c.),
(pfí
Gustavo Bueno,
El
al
equilibrio dinámico, a la «invariancia de su idiosin-
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
Sobre una ley del «desarollo inverso» de
las esferas
las categorías culturales
y
I
213
crasia».
Hablar de «dinámica cultural» como de un concepto que fuera equi-
valente
al
de
puesto que cial,
son
la
«variación cultural morfológica» es hablar incorrectamente,
sobreentender que
ello obligaría a
estáticas
dinamismo
las culturas,
en su estado
como hemos
y no dinámicas (lo que es absurdo, no sólo de sistemas cambiantes morfológicos, sino
es atributo
también de sistemas procesuales morfológicamente invariantes, dinámico o en estado estacionario (que
equilibrio
La dinámica
Heráclito).
La
cultural,
y formal,
principal, directa
es la
confluencia y
importante, por
la
propia actividad humana. Pero
implicaría, por
misma
sí
incremento demográfico
esfera
de esa cultura).
el
En
al
menos en
parte
mero incremento demo-
el
mismo, una variación de
considerada (salvo que
la cultura objetiva
berse en la
caso del río de
enfrentamiento con otras
el
medio determinadas también,
las variaciones del
no
en
demográfica endógena) atribuible a cualquier población huma-
(o variación
gráfico
es el
es decir,
en su sentido variacional, tiene otras causas.
culturas; la causa indirecta o condición principal, el
na y
ini-
dicho). El
la esfera
morfológica de
incremento hubiese de reabsor-
efecto, el
incremento demográfi-
co de una esfera cultural dada puede resolverse por «escisión binaria» de
de suerte que tenga lugar
esfera cultural recrecida,
de
la cultura
madre y
la
la
formación de unas culturas
la
re-dimensionalización
hijas
muy
similares,
en
principio, a la progenitora.
El desarrollo de
las
culturas es multilineal,
como
ocurre con
el
desarrollo
No cabe hablar de una «línea ascendente y continua de evolución (o de progreso)» sino de líneas diferentes, aunque, eso sí, de las estructuras zoológicas.
llamadas tarde o temprano a confrontarse mutuamente. es la
que obliga a poner en duda
el
Y esta confrontación
relativismo cultural, basado en la «identi-
dad megárica».
Dinámica
histórica
La dinámica
cultural
de
las culturas
más
cuando
Una dinámica que
las esferas culturales
tico del término, lo
ley estructural
toman
la
alcanza sus ritmos característi-
forma de Estados, en
que implica confluencias entre
que
minuyendo
el
número de
mente deberá tener
lugar
nales»; diferenciación
cpñ Gustavo Bueno,
El
esferas
de
mito de la cultura
sentido polí-
aumentando;
como lo
que
superior irá dis-
de Zipf). Ahora bien, simultánea-
una mayor diferenciación de
cuya expresión sociológica nos
[1
irá
un determinado rango
(tiene aplicación aquí la ley
el
esferas diversas así
su codeterminación mutua. El tamaño de estas esferas significa
de desarrollo
interesante es, sin duda, la dinámica histórica (con
variaciones morfológicas).
cos
y su
996], séptima edición, Barcelona
es
las «líneas longitudi-
dada tradicionalmente
2004
© FGB 201
1
.
214
El
I
mito de
la
cultura
a través del rótulo «división del trabajo». La división del trabajo, particular-
mente sólo
la
que comporta
constitución de profesiones «a tiempo completo»,
la
puede tener lugar como consecuencia de un incremento de
un número
ción básica, que permite «liberar» a
la
produc-
definido de individuos de su
situación «politécnica» originaria. Esta «liberación» fue conceptualizada (por
Gordon Childe y la
como una
otros)
capa basal; conceptualización
consecuencia del producto excedente de
muy
burda porque sugiere algo
así
como
si
«emanasen» del trabajo de
las
nuevas profesiones (metalúrgicos,
las
profesiones básicas remanentes, cuando lo que en realidad significa esta
escribas...)
diferenciación es
el
desarrollo de nuevas «líneas longitudinales» que, a su vez,
transformarán a
las
antiguas líneas básicas en diversas líneas longitudinales.
No
puede
decirse,
por tanto, por ejemplo, que al
facilitan la constitución
de
las
los agricultores
agricultores
con
no
aislados);
la reinfluencia
de
y,
es
excedente para
las
es el
nuevas profesiones; los
(un «para
ellos»
ellos» abstracto,
conjunto, y esto sin contar
el
nuevas profesiones en
las
las socie-
por tanto, no puede decirse
que sean quienes «sostienen» a
producen un excedente «para
porque no están
de
nuevas profesiones a tiempo completo;
cuerpo global lo que comienza a diferenciarse
de
los agricultores
excedente logrado en su producción, son los que
dades neolíticas, gracias
la
propia producción exce-
dentaria (por ejemplo, mediante la invención de la reja metálica del arado).
Es en
el
proceso de diferenciación de
ámbito cultural
—proceso en que — en donde el
tórica de las culturas
más
extrasomáticos cada vez sables en el conjunto
sido descrito a veces
de
la
irán apareciendo «productos objetivos»
trama
cultural. Este proceso
profundamente en
el
y
la
la tradición del
marxismo,
se
objetivación
ceso de constitución de
que
un
objeto en
el
lo produjo; y, desde este
que
una
ha distinguido siempre entre
un
se
como una vista,
aplicado a
hecho ordinario, a
artista
las huellas las
partir
catego-
de
hace de su obra maestra,
cier-
como
alienación, en virtud de la cual la obra pasaba a ser «disfrutada» por el
comprador. Semejante utilización del concepto de «objetivación» luces tan desaforada
como ramplona;
idealista (la objetivación,
de
la
«alienación» el pro-
hubieran segregado
punto de
rías marxistas, cabría interpretar incluso el
to nivel económico, de la venta que
idealismo alemán, que reper-
( Verdichlichuny) El idealismo sub-
de Fichte, sin duda, tendía a considerar
del sujeto
de objetivación ha
como una «deshumanización» o como una «alienación»;
alienación {Entfremdung) jetivo
longitudinales de cada
distantes de la escala operatoria, pero indispen-
pero también, y aun dentro de cutiría
las líneas
consiste principalmente la dinámica his-
la
por
sí
pues o nos mantenemos en
misma,
es
El
mito de la cultura
[1
la hipótesis
una alienación redoblada en
enajenación mercantil) o interpretamos
(pñ Gustavo Bueno,
es a todas
la
enajenación en
996], séptima edición, Barcelona
2004
el
caso
un plano
© FGB 201
1
Sobre una
de
ley del «desarollo inverso»
las esferas
estrictamente social-económico, que sugiere que
y
la
si
categorías culturales
las
como
215
obra objetivada fuese
restituida a su «creador» (o al pueblo) para ser disfrutada, ya siderarse
I
no podría con-
alienada.
La interpretación que, a nuestro siempre que llevemos a cabo un puestos idealistas.
No
juicio, es preciso
análisis
se trataría,
en
de
«cosificación» de la obra del espíritu en virtud el
muy
es
otra,
de oponer objetivación a una
efecto,
proceso de objetivación tendrá lugar ya en
mantener
objetivación libre de presu-
la
de
la cual éste se «enajena». El
mismo momento de
la
produc-
ción operatoria de objetos apotéticos, sencillamente porque los objetos (aporéticos) se la
organizan según líneas objetivas que se mantienen «por encima de
voluntad» de los sujetos operatorios. Ahora bien, en los estados iniciales de
la cultura, estas líneas objetivas
humanas
operaciones
(el
operaciones manuales de caracterizan a
un palo
hacha de piedra sólo la ligadura); las
utilizado
raciones del brazo o brazos
hacha o
contienen intercaladas, por decirlo
como
que
lo
al
mango
a través de
líneas objetivas (físicas)
las
que
palanca, contienen intercaladas las ope-
manejan. Por
palanca son objetos culturales, de
la
une
se
mismas
así, las
la
ello,
recíprocamente,
misma manera que
las
el
opera-
ciones musculares y psicológicas de utilización de la palanca carecen de todo
sentido tir
al
margen de
de nuevo en
la
cómo
palanca objetiva. (Este ejemplo nos da pie para
en
sustantificar esas operaciones,
el
insis-
marco de una
supuesta «cultura subjetual», constituye una hipóstasis del sujeto, que
man-
tiene las huellas del idealismo.)
Pero en
el
proceso de su diferenciación, los artefactos o
ducidas van cada vez alejándose
más
las
unas de
las otras
y
las estructuras
pro-
estableciendo rela-
ciones objetivas (sociales y extrasomáticas) cada vez más complejas e imprevistas. Sobre todo, independientes de las operaciones que están en su propia génesis. ¿Por
tos
qué decir que
estos
nuevos artefactos o estructuras son produc-
«deshumanizados»? ¿Es que podrían haber sido humanos alguna vez o que
como miembros del En modo alguno; lo que
«cancelando su alienación» podrían ser recuperados
cuerpo
(o, acaso,
como
demuestra que bajo
el
idealista o psicologista
contenidos de conciencia)?
concepto de «deshumanización»
de
las
se encierra
una visión
obras del hombre. Se advierte esto con gran cla-
ridad en los debates recurrentes sobre la llamada «deshumanización del arte».
Consideramos, en resolución,
como un puro
prejuicio metafísico-idealista
llamar «deshumanización» a los procesos de objetivación progresiva de los
productos de
la cultura
humana en
virtud de los cuales van segregándose las
operaciones subjetivas (en estructuras que venimos llamando a la par que
las estructuras así
constituidas inician líneas de desarrollo
mente independientes (mal disimulado por su común
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
a -operatorias)
996], séptima edición, Barcelona
2004
mutua-
referencia a la escala
© FGB 201
1
216
El
I
mito de
cultura
la
humana). Por
el
de implicar una deshumanización, ofrecen
«revelación» de nuevas líneas del
más profundo de
desarrollo
la
mundo. Con
ello
al
hacen posible,
hombre la a veces, un
humanidad y también un incremento de
en que ésta está envuelta. Sea suficiente aludir
peligros la
a
contrario, la constitución de nuevos espacios objetivos
estructurales, lejos
al
los
descubrimiento de
energía nuclear. El proceso de estas hipóstasis o sustantivaciones comporta, por consi-
no
guiente,
sólo la disociación de los contenidos objetivos «categoriales» (res-
operaciones y actitudes fi-operatorias) sino también la disociación de las categorías sustantivas (io que comportará la intervención de inte-
pecto de
mutua
las
La
reses gremiales).
historia
de
música, entre otras, nos ofrece materiales
la
muy abundantes para ilustrar estos procesos.
Cabría decir que
la
música,
como
actividad adjetiva (es decir, subordinada a intereses religiosos, militares o profesionales: entre los griegos los
vendimiadores,
la elina
en
himnos
epilenes
—
epilenioi
los tejedores, la epimulia
de
— de
hymnoi
los ebanistas
los
o moli-
neros, &c.) va progresivamente desprendiéndose de estos servicios para constituirse
como «música sustantiva», cuya
confundir
io
cia musical»
única función (pues no tenemos que
que llamamos «música sustantiva» con que algunos musicólogos, inspirados en
el
concepto de «sustan-
Cassirer, utilizan) es ser
escuchada en un concierto; podríamos decir que su función volver o construir
un mundo musical
exento, puro, que ni siquiera pueda ser
utilizado para fines psicológicos (terapéuticos, de relajación,
&c.); pues la «música sustantiva» exige.
La
«finalidad sin fin» de
Platón advirtió ya
toma,
no da nada,
los
de
de
la
disfrute,
sino que muestra, ofrece
Kant tendría mucho que ver con
la naturaleza objetiva
como uno de
de desen-
es la
ello.
y
Acaso
«música sustantiva» cuando
primeros indicios del proceso de corrupción de una
ciudad, precisamente algo que tiene que ver con lo que llamamos «desustancialización
de
la
música», a saber,
la utilización
«adjetivas»: «Llegaron inconscientemente
niar a la música, diciendo el
mejor
peor». 87
juicio estaba
Y
en
que en el
ni siquiera cabe decir
ponde a una
ésta
que
que la
(particularmente
el baile),
las
(Pfí
Gustavo Bueno,
El
Las
leyes, III,
música en funciones
se
actitud de ninguna clase
gozaba con
ella,
que ahora
la
[1
«música
funciones políticas, religiosas, socia-
sino incluso de las otras artes.
En
el
Manifiesto
Pittaluga, hacia 1930, la idea se
700e.
mito de la cultura
y que
fuera mejor o
sustantivación de la música corres-
del Grupo de Madrid que redactó Gustavo
87 Platón,
la
justificación del «arte por el arte», puesto
pura» busca emanciparse, no sólo de les
no cabía
placer del
de
por su misma insensatez a calum-
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
Sobre una ley del «desarollo inverso» de
las esferas
formula de este modo: «Musicalidad pura, sin
y
las
categorías culturales
I
217
literatura, sin filosofía, sin gol-
pes de destino, sin física y sin metafísica». Sin embargo, Pittaluga hace todavía algunas concesiones psicologistas (que son enteramente impertinentes
desde
punto de
el
diversión,
vista objetivo):
«Hacer música por gusto, por
por deporte»; pues todo esto pertenece
recreo,
al finís operantis
por
del músi-
co y nada tiene que ver con el finís operis de la música sustantiva, reducida a simple «exploración del mundo sonoro» (de la misma manera que el finís operis
de
la
geometría
exploración del
es la
mundo
de
las figuras espaciales,
inde-
pendientemente de sus aplicaciones «prácticas» concretas o de la actitud deportiva o mística que pueda tener
¿Cuál
es el límite
venimos utilizando,
do
final
el
geómetra).
de este proceso de diferenciación? Según límite está
el
dado por
el
modelo que
estado final de la matriz; esta-
el
que interpretamos no ya como un estado futuro, sino como un
do ampliamente presente,
como
realizado a lo largo de la historia. Especialmente en nuestro
consecuencia de
la
unidad planetaria que ha venido produ-
ciéndose a partir sobre todo del colonialismo e imperialismo modernos.
unidad que, por
esta-
cierto, es difícil
contemplar con ojos
y polémica. Su estructura apunta a una «refundición» de
irenistas,
Una
dada su inde-
fectible naturaleza conflictiva
duales en
una única
«clase distributiva
esfera universal
de
las culturas»
(si
las esferas
se prefiere:
en una
en
la
de cultura indivi-
transformación de la
clase unitaria), simultánea a la diso-
ciación de las líneas divisivas del todo complejo en especialidades o círculos categoriales objetivos, desconectados bles (lo
como
si
mutuamente,
un bárbaro pudiese
Podríamos expresar matriz de
ser
propiamente
el análisis
las esferas culturales
—
es decir, el
— acogiéndonos
lución cultural:
la
especialista
inconmensura-
del especialismo»,
en
algo).
de este proceso de desenvolvimiento de
«todo complejo» de Tylor
en términos parecidos a
culturas
es decir,
que suele llamarse, de un modo absurdo, «barbarie
los siguientes:
al
formato tradicional de una «ley»
«Ley del desarrollo inverso de la evo-
Cultura, en cuanto todo complejo que reúne a todas las
humanas, tomada en su estado
no, evoluciona de suerte que "esferas" (o "culturas")
el
inicial,
reconocible ya
como huma-
grado de distribución (dispersivo) de sus
disminuye en proporción inversa
al
incremento del
grado de atribución (disociativa) constitutivo de sus categorías».
(pfí
Gustavo Bueno,
El
la
proceso de desenvolvimiento del
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
218
mito de
El
I
Corolarios a
no
de
ley del desarrollo
la
más importante que
El corolario so
cultura
la
un
es otro sino
idea de cultura. Si
principio de limitación interna (dialéctica) de la propia
el
desarrollo interno de la matriz cultural
operaciones del
las
(ct
las
la
que llegan a segregar
estructurales)
homo faber que
conduce a
generaron,
y
si
esta cons-
como hemos dicho, por qué consicomo una deshumanización, como suele hacerse, ¿no será porque
titución (u objetivación plena)
derarse
dinámica cultural
desprende de esta Ley del desarrollo inver-
se
constitución de categorías objetivas
enteramente
la
no
tiene,
tenemos que comenzar a reconocer más bien que
culturalización
se abre
internamente en
de un proceso de des-
la realidad
el
mismo seno
del desarrollo uni-
versal de la cultura?
Al menos,
seguimos llamando «cultura», en sentido antropológico, pre-
si
cisamente a aquellos sistemas de morfologías objetivas que no solamente están generados por
homo faber (como ría
el
hombre
estructuras
sino también que contienen intercalado operatorias
fi
para llamar «antropológica» a
calación?
—
)
la
—pues ¿qué
cultura objetiva,
margen de
al
al
otro motivo existiesta inter-
tendremos que preguntar: ¿por qué llamar culturales (en
senti-
do antropológico) precisamente a unas morfologías que están segregando de su trama a los hombres, sin que por ello puedan considerarse
manizadoras con
el
como
deshu-
sentido privativo y negativo que suele acompañar a este
concepto?
Ahora
No
bien,
siempre.
si
no son llamadas
culturales, ¿habría
que llamarlas naturales?
Y solamente cuando la oposición entre Naturaleza y Cultura se
sobreentienda (metafísicamente, por cierto) parecería que ello es imposible. Pues
cabe situar ni entre «Cultura» (en
el
de laboratorios
la
como una
oposición disyuntiva
hay conformaciones
«Naturaleza» (en
objetivas
que no
sentido cósmico) ni entre la
el
sentido antropológico). Así, la Física o la Biología, a través
artificiosos («sofisticados», suelen decir quienes leen traduc-
ciones de libros anglosajones) resultantes de una cultura refinada, nos
ponen
delante de estructuras objetivas que al menos cuando son tenidas por verdaderas,
no son llamadas
que
las
culturales, sino naturales.
Cabría
de
decir,
los
hombres, volveríamos a llamarlas
en general, por ejemplo, que
físico-naturales o matemáticas,
y
sólo
momento en
El
[1
la fanta-
culturales. las ciencias
ser cultura-
pueden seguir considerándose como
mito de la cultura
el
de
los resultados
culturales aquellos resultados
esos contenidos «erróneos» de las ciencias
que constituyen una buena parte de
Gustavo Bueno,
el
cuando son verdaderos, dejan de
no verdaderos, eminentemente,
(pfí
sólo en
considerásemos erróneas, o meros productos hipotéticos de
sía especulativa
les
Tan
la historia
de
las ciencias (que,
996], séptima edición, Barcelona
2004
por
© FGB 201
ello,
1
Sobre una ley del «desarollo inverso» de
también una disciplina
es
de
las ciencias tiene
da como «natural» (no
como
la
metodología de
átomo de Bohr,
artificial); el
no son considerados como
si
verdades
humana. Por supuesto,
a pesar
insoluble, dentro del entendimiento
como una disyunción. Gastón
De hecho, bango
el
aceptan
se
paradoja de su
la
han sido ya obser-
como una
paradoja
oposición Naturaleza/Cultura
la
Bachelard, por ejemplo, 88 subrayaba
cómo
los
antigua «historia natural» suponían todavía un «reino mine-
la
como un
de
porque
de
estas paradojas
vadas algunas veces. La observación ha sido formulada
ral»
Historia
la
la teoría del big
culturales es
de naturaleza cósmica,
estrictas,
génesis «cultural»,
esquemas de
que
lo
las ciencias).
219
I
periódica de los elementos, por ejemplo, suele ser considera-
la clasificación
sistema solar,
las categorías culturales
y
desde luego también en
cultural;
de Historia de
las esferas
tercer reino
en correspondencia con
reino vegetal
el
y con
el
cómo para el químico moderno, dice, el «mundo minepresenta como algo dado (por cierto, Bachelard habla de cómo
reino animal; pero ral»
ese
ya no se
mundo
mineral se
presenta
le
al
hombre, a
una profundidad humana», puesto que ral
no
es sólo
en cuanto «provisto de
tema de
la historia
natu-
sino de la historia humana). «Agustín Laurent decía ya [en 1854]: "La
Química de hoy ha llegado a la
él
saber,
Naturaleza] "; sus cuerpos
ser la ciencia
de
los
cuerpos que no existen [en
han sido creados por el hombre y, por tanto,
por un abuso del lenguaje podemos decir de un fenómeno químico que
fenómeno
ser considerada
ocupa de objetos timos
que concluir, como sugiere Bachelard, que
natural.» ¿Habría
Química debe
culturales,
como una lo
estaba
Bachelard,
por
Naturaleza/Cultura; porque lo que no es cultural no por
y porque
natural,
concepto de «Naturaleza»
el
un la
ciencia cultural, en tanto que se
de «creaciones del hombre»? No,
como
aprisionados,
sólo
es
si
la
no nos sendisyunción
que
ser
como
su
hay otras situaciones en
las
es
ello tiene
tan metafísico
correlativo de «Cultura».
Además
del caso de los «objetos químicos»
cuales
no
de
estructuras naturales (de las configuraciones naturales,
las
serlo los
sería posible hablar ni siquiera
elementos de
la tabla
acelerador de partículas),
de
las
sería
las
la serie
como puedan
periódica que se producen efímeramente en
aunque tampoco sean
estructuras matemáticas,
mejor decir que
de estructuras vinculables a
como
culturales.
Me refiero
estructuras terciogenéricas;
al
un
caso
aun cuando
estructuras culturales se inscriben en la materialidad
terciogenérica que decir que,
al inscribirse allí,
dejan de ser culturales. Sólo
algunas de estas estructuras encuentran una realización aproximada en la
88
Gustavo Bueno,
Gastón Bachelard, Le matérialisme mtionneL,
El
mito de
la
París,
1953, p.2.
cultura [1996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
220
mito de
El
I
cultura
la
Naturaleza, pese a que Euclides o Kepler, siguiendo a Platón, creyesen que los poliedros regulares tenían todos ellos que reducirse a la condición de esencias naturales. Pero, ¿en
qué parte de
juntos transfinitos o
el
les,
la
naturaleza existe
triángulo birrectángulo?
Son
el
estructuras transcultura-
noemáticas, terciogenéricas, pero no hay ninguna razón interna para con-
siderarlas
Es
como
aunque tampoco sean
estructuras culturales,
mundo
la disyuntiva, aplicada al
De
real,
que
tural
encontramos capítulos destinados a exponer, no ya
ser desbordada.
hipercubo, pero ni siquiera
hecho, en ningún tratado de Antropología cul-
o
las
de
los
principios presupuestos ha
contenidos mismos de
como
propiedades del
a exponer las propiedades del telar
ábacos para contar números enteros. Aunque, a decir
verdad, cabría citar algún caso en
los
las
propiedades de los triángulos pitagóricos, aun
ias
cuando encontramos capítulos destinados
mano
naturales.
«o Naturaleza o Cultura», la que
tiene
de
hipercubo, los con-
el
empujado la
que
el
«espíritu de coherencia»
con
los
a algún antropólogo a intentar analizar
Química o de
la
Geometría, considerándolos
partes de la jurisdicción de su disciplina, en cuanto ciencia del «todo
complejo». El propio Tylor podría ser citado
como un ejemplo
.
89
Por lo
demás, cabría decir que esta visión de tantos contenidos aparecidos «en seno de
la cultura»
como
contenidos que
la
tenidos transculturales que constituyen partes de
nueva.
También
físicos:
fue
la
que una
es cierto
tal
la
trama del
visión fue expresada en términos meta-
visión que, por ejemplo, tuvieron los antiguos cuando inter-
pretaron ciertas obras de arte
transmundanas; fue
la visión
como
mimesis de hipotéticas formas ideales
que tuvieron
los sacerdotes
nes cuando interpretaron a sus dioses, o a sus normas, realidades distintas del
como dones
89
Véase
el
de
hombre
(acaso
de muchas
como
El
religio-
revelaciones de
porque eran naturales, zoológicas) o
la Gracia.
comentario que hacemos
al
proceder de Tylor en Teoría del cierre
categorial, pp.
827, vol. 3, Pentalfa, Oviedo, 1993.
(pñ Gustavo Bueno,
el
como conmundo, no es
transcienden, es decir,
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
826-
1
9 El
mito de
la
cultura kitsch cosmopolita
No
existe
y
una «cultura universal»
La idea de una cultura nido
cultura universal
la
mismo de todo
universal es propuesta
proyecto de unidad de
la
una y otra vez como el contehumanidad; pero este proyec-
inmediatamente en dos, en función de
to se desdobla
la existencia,
que ya
hemos considerado, de
la
cial (ya sea particular,
ya sea especial). Oposición que suele ser percibida
muchas
como una
veces
mediante
la
oposición entre una cultura total
contradicción que pretende encontrar resolución
conformación de una cultura universal (para todos
que fuera general o global específicas del
En
el
y una cultura par-
(es decir,
todo complejo de
capítulo anterior nos
comprensiva de todas
los
hombres)
las líneas
o ramas
la cultura).
hemos
referido a las contradicciones entre la
llamada cultura global o general y la cultura especial; en el presente nos ocuparemos principalmente de la contradicción entre la cultura universal y la cultura particular (eminentemente,
Por
lo
las
culturas étnicas).
demás, nos encontramos ante dos órdenes difícilmente separables
de contradicciones; se trata más bien de dos «sistemas» de oposiciones o contradicciones «matricialmente entretejidas».
puede interpretarse ya como cultura
mismo hay que cial
En
especial
efecto, la cultura universal
ya
decir de las culturas particulares.
como
cultura global; y lo
Asimismo
la
puede entenderse tanto desde una perspectiva universal cuanto desde una
perspectiva particular;
y
mismo habrá que
lo
decir de la cultura general. Sin
embargo, reconoceremos una suerte de dualidad, derivada de de considerar a ya sea desde
90
la
matriz de referencia ya sea desde
Gustavo Bueno,
Damos una
El
de sus columnas
la perspectiva
representación,
matriz que ha de cotejarse con
(pfí
cultura espe-
mito de la cultura
[1
las
con ejemplos, de
la
la
la posibilidad
perspectiva de sus
filas,
90 .
matriz a
la
que nos referimos en
el texto,
presentadas en los capítulos 6 y 8; se basa en una interpretación.
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
222
El
I
mito de
la
cultura
Ante todo, permítasenos subrayar hasta qué punto ciones envuelve efectivamente a
las principales
«mundanos o académicos» que
los debates
oposiciones que aparecen en
tienen lugar en este terreno.
referimos, ante todo, a los debates, porque acaso
siempre a
la realidad, al
tar las líneas las
margen de
de oposición
como
no
Nos
sería posible referirnos
esos debates. Por ejemplo, cabría interpre-
dicotomías integrales (o exhaustivas) según
cuales el «todo complejo» quedase dividido en dos mitades, pero tales
una de
una cultura
cultura que niega la posibilidad
la
como
universal (tanto especial
mo megárico del que hemos hablado tura
que
que niegue la
la
posibilidad
general)
—
misma de
es el caso del relativis-
— o bien por una concepción de
misma de
las
la cul-
culturas particulares, alegando
«verdadera cultura», sin dejar de ser particular, ha de ser también uni-
que conforma
versal (es la lógica
«héroes individuales»
—Don
concepto,
el
muy
heterogéneo, de los
— o bien de —
Quijote, «manchego universal»
grupos sociales distinguidos por su significado histórico
como
que
fuera la clase vacía. Resultaría, según esto, que habría que optar,
ellas
o bien por una concepción de
«clase universal»
—
(aunque pueda
integral
proletariado,
el
ser
las líneas
de oposición en un sentido
dicotómico con relación a contenidos determi-
nados). Se reconocerá, por tanto, que ninguno de los cuadros de la tabla
nen por qué considerarse tinción debida a Ibn
vacíos.
Y así,
podrá hablarse (generalizando una
Derecho, Teología, Lengua, &c.
—y
propias de cada pueblo»
«ciencias
—Matemáticas, Medicina,
Física,
no exenta de
longitudinales»
artificio,
como
«líneas transversales»
de
tie-
dis-
Hazm de Córdoba, de una gran significación en teoría de
la ciencia, la distinción entre «ciencias
ra considerada
los
).
Pero también es posible interpretar
no
de oposi-
este sistema
las «líneas
Astronomía,
como
comunes
&c.—)
—Gramática,
a todos los pueblos»
de una cultura pani-
notas intensionales de una idea de cultu-
totalidad compleja cuya extensión distributiva estuviese constituida por las (I, II, ...):
Especial
General
(sectorial)
(global)
Cultura particular especial
Cultura particular global
Cultura según su intensión
Cultura
según su extensión
Particular
(cultura musical de la
Corte de Felipe
Cultura universal especial
Universal
(la
Cultura universal global
(música de todos los pueblos)
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
cultura española a lo
largo de su historia)
II)
996], séptima edición, Barcelona
(«la cultura
2004
de
la
humanidad»)
© FGB 201
1
El
cular de
y de una
«Contenidos de
como
candidatos más probables
vista, estas
y no ya porque haya que poner en
no, la universalidad de
poner en duda, según matemáticas o de quier caso
mos
cultura kltsch cosmopolita
I
223
de
titulo
al
la cultura universal»).
Sin embargo, desde nuestro punto de sorias,
la
cultura universal a todos los pueblos (las Matemáticas o la
podrían citarse
Física
cultura universal y
la
pueblos (de una cultura étnica, aquélla de la que se ocupa la
los
Etnografía)
mito de
las
lo
matemáticas o de
dicho en
la física
tela
como
el
de
la física, sino
modo
spengleria-
porque
es preciso
párrafo anterior, la consideración de las
contenidos de
no hay que confundir
probabilidades son ilu-
juicio, al
la cultura objetiva.
En
que
la universalidad transcultural
cual-
atribui-
a las matemáticas o a la física «verdadera» con la posibilidad de univer-
salidad de otros contenidos culturales.
engañar por
las
Hay que
apariencias de los debates
estar alerta para
cuando
como
entre contenidos particulares y contenidos universales,
oposiciones entre
momentos de
no
dejarse
se refieren a oposiciones
la cultura viviente;
si
se tratase
cuando acaso sólo
de
esta-
mos
delante de oposiciones entre algo que es vivo y algo que es sólo pintado.
Así,
cuando
se
humanidad»
opone
religión positiva a
oponiendo propiamente dos géneros de las religiones vivas (positivas)
dos filósofos de tivos»
de un pueblo a
la religión «étnica»
una
(es decir,
una
la «religión
de
la
religión natural), ¿estamos
religiones efectivas o bien solamente
a las especulaciones de ciertos teóricos, llama-
la religión natural?,
¿estamos oponiendo los sacerdotes «posi-
de cualquier religión histórica
al «vicario
saboyano»
como pueda
ción propio de una novela filosófica,
como
ente de
fic-
el
Emilio de
lengua: la oposición entre
una lengua
serlo
Rousseau?
Otro tanto habrá que decir de positiva
y
la
«lengua universal» no puede confundirse con
la
dos lenguas positivas
(el
griego
y
el latín
o
el inglés
y
el
la
oposición entre
español);
no
es
una
oposición entre dos lenguas reales (vivas o muertas) sino entre lenguas reales
y lenguas
imaginarias,
como
aquella lengua universal del futuro que
defendió entre los soviéticos hasta que Stalin ridicula.
¿No habría que
la
desautorizó
como
Snow
sobre la existencia de
las
oposición que venimos considerando:
con
cuya denotación las
la
y una cultura
Gustavo Bueno,
El
tiene,
por
«culturas propias de
especial)
cierto,
la
«primera cultura»
una
(la
las líneas
el
de
cultura litera-
muy amplia
referida a
una
cultura
cultura científico técnica, que es también
especial dentro de la cultura particular
[1
(la
franja de intersección
un pueblo» de Ibn Hazm,
«segunda cultura»
mito de la cultura
y
La famosa
«dos culturas» en
seno de nuestra sociedad industrial podría reexponerse siguiendo
ria,
utópica
decir otro tanto de la oposición entre el derecho
positivo y el derecho natural, a pesar del «derecho internacional»?
denuncia que presentó
Marr
996], séptima edición, Barcelona
de Occidente, pero con
2004
© FGB 201
224
mito de
El
I
la
cultura
Snow
pretensiones de aplicarse a todos los pueblos). Además,
un
principio a establecer entre estas dos culturas especiales similares a las
que median entre
cuando hablan de
la cultura
muy próximo
de La Teñe o de
tipo de relaciones
de
al
de
la cultura
los
antropólogos
los trobriandeses).
Sin embargo, también es verdad que en una reexposición ulterior creyó poder referirse a una «tercera cultura», que integraría a
y de las que no se excluirían «segunda cultura».
res,
No
las
un
ra total;
ideal
Snow
proyecto de «edu-
la
burgueses
—
cultu-
Tercera Internacional, en la perspectiva de una pro-
los
tiempos de
decía Bakunin
un poco más de
También
es
verdad que
Primera Internacional: «Los
— no piden más que
poco de ahora,
lo
total».
la
...nosotros,
instrucción para el
demócratas
socialistas,
integral toda la instrucción, tan
pueblo instrucción
lo requiere la fuerza intelectual del siglo, a fin
clase obrera
una
idea de
advenimiento del «hombre
el
Soviética
el
ya desde
como
Unión
la
letkult orientada al
pedimos para
citaba a la
capaz de aproximarse a
este ideal soplaba
pueblo,
dos anterio-
que efectivamente acompañó siempre
cación politécnica» de
socialistas
las
Snow 91
virtualidades universales atribuidas a la
deja de ser interesante recordar que
como impulsora de un proyecto
un
(como hemos ya dicho,
culturas particulares
habla de estas culturas en un sentido
tendió en
no haya de ahora en adelante ninguna
completa
de que por encima de
clase
la
que pueda saber más
92 y que precisamente por ello pueda explotarla y dominarla». Se «pedirá el principio» suponiendo que cabe hablar de la «tercera cultura» de Snow o de
la
«instrucción integral» de Bakunin, a la
mera
cultura, o
de
manera como hablamos de
burguesa o proletaria; se pediría
la instrucción
pio suponiendo que esta cultura proletaria, resultado de gral
de un proletariado victorioso,
caso, tratando esta cultura
como
es
si
una cultura
la
instrucción inte-
universal posible
fuese ya «viva»
y no
la pri-
el princi-
y,
en todo
sólo «pintada».
Pues, en realidad, esas «culturas de síntesis universal», ya se
propongan
como tareas propias de las universidades tradicionales (Ortega propuso en su momento una «Facultad de Cultura») ya en las universidades obreras, no son otra cosa sino
una cultura
particular
y
especial más, al lado de las otras cul-
turas especiales o particulares, por ejemplo,
91 C.P.
una «cultura enciclopédica», una
Snow, «Las dos culturas: un segundo enfoque», en
la
edición citada de Las dos culturas,
pp. 81-127. 92 Mijail ta,
Bakunin, La instrucción integral (1869), edición española de Claudio Lozano, Olañe-
Barcelona, 1979, p. 48. Citamos este texto en
ponerse en correspondencia con
la
suposición de que
como
el
término
[1
996], séptima edición, Barcelona
cultura, tal
el
se utiliza
término instrucción puede
actualmente en los contex-
tos políticos análogos.
(pñ Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
2004
© FGB 201
1
El
mito de
«cultura general», para uso
cultura universal y
la
y consumo de una
cultura kitsch cosmopolita
la
todo caso, esa instrucción integral está concebida desde
el
plano de
una empresa la
misma
social
En
burguesa o proletaria.
elite
la perspectiva
tura subjetiva de los individuos que se ejercitan adquiriéndola,
contribuir a
225
I
de
aunque
la cul-
sea para
universal. Pero la cuestión está planteada
y
cultura objetiva.
Y
en
plano
este
es
en donde
en
la idea
misma de una cultura universal, no ya total, pero ni siquiera especial, se nos como una idea problemática, por no decir contradictoria. Por de pronto, esa cultura no existe, y en este punto están de acuerdo al menos todos los que proponen una tal cultura como un «proyecto humanístico o político», acaso, a lo sumo, considerado en vías de ejecución. De otro modo: la culmuestra
tura universal
Pero
si
en todo caso, para estos proyectos,
es,
descartamos
la posibilidad
la cultura del porvenir.
de una creación ex
nihilo
de una
tal cul-
tura o, lo que es equivalente, la esperanza de que ella nos viniera dada por revelación de alguna Iglesia divina o de alguna benévola sociedad de extraterrestres,
tendríamos que suponer siempre que
marse a partir de
las
o
del pretérito.
podría resultar esta cultura que ha de forjarse a partir de presente?
La
1)
Disponemos de cuatro
ha de
la cultura universal
culturas particulares del presente
las
for-
¿Y cómo
culturas dadas del
alternativas para responder a esta pregunta:
universalización, entendida
como
un proceso de geneen un corte acompañado de una «inte-
resultado de
ralización de todos los contenidos culturales específicos dados
histórico determinado; proceso
que debería
estar
gración» de estos diversos contenidos culturales. La idea del
podría considerarse
La
2)
como
universalización,
el
«hombre
total»
horizonte límite de esta primera alternativa.
como
resultado de la prevalencia hegemónica de
algún contenido especial y particular (pongamos por caso: la democracia parlamentaria, la sociedad de mercado, el vídeo o la religión católica) sobre todos
demás contenidos
los
que
ir
3)
particulares de su línea; proceso
que también tendrá
acompañado de un ajuste y reorganización de los contenidos restantes. La creación de contenidos nuevos por transformación o anamorfosis de
contenidos ya existentes, pero manteniendo muchos de
La desaparición de todos
4)
dados y
la creación,
los
tales
contenidos.
contenidos culturales históricamente
por emergencia, de una cultura nueva
y,
con
ella,
de un
«hombre nuevo».
De
estas cuatro alternativas la
primera camina
muy cerca del armonismo
modelo UNESCO, por ejemplo; y la cuarta en las proximidades del catastrofismo milenarista (sostenido por algunas sectas de nuestros días, aunque con tradiciones
Gustavo Bueno,
El
muy
mito de la cultura
lejanas).
[1
Dejamos de
lado,
por metafísicas,
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
estas
dos
226
I
mito de
El
la
cultura
y por tanto, la oposición que ellas delimitan (una opoque contiene aquella otra que Umberto Eco popularizó hace unos años
alternativas extremas,
sición
como oposición En efecto: la que puede
entre integrados y apocalípticos).
un pensamiento mágico,
atribuirse a
¿cómo podemos entender
ra,
no
cuarta alternativa, desde luego,
te
de emulsión de todas
te
hubiera de perderse?
la integración
ellas,
en una
tiene
Cuanto a
acausal.
de todas
más alcance que
en
la
prime-
en una suer-
las culturas
síntesis integral
la
el
que nada existen-
Carácter mítico del proyecto de una «cultura universal» Sin embargo, cuando denunciamos
no
cultura universal,
lo
dida a y,
las
demás
esbozado.
¿No
«crisis
culturas,
muy especialmente,
carácter mítico del proyecto de
hacemos propiamente desde
suele llamarse «crisis de la cultura».
da muchas veces como
el
de
de
La idea de
la
depende de
la
su través, exten-
idea teológica de cultura «alemana»
la idea «circunscrita»
que
de lo que
cultura (interpreta-
la cultura occidental») y, a
ocurrirá sencillamente
lo
de cultura, cuyas líneas hemos
que
de cultura que nos forjamos bajo
tura, es la idea
la perspectiva
de
crisis
una
está
en
crisis,
más que la cul-
la inspiración
de
la
los
fundamen-
idea teo-
lógica?
En tos»
de
sis
se
más mínimo? Lo que
habían forjado
que para
el
se
conmovió, ¿no fue
Occidente» representa políticamente
auténtica hay
una
sola respuesta correcta, 2: existe
las respuestas justas,
y 3: todas las
¿no están hablando de
la crisis
jante «trípode del Occidente»?
de
la
con
conmo-
se
matemática
de
los «pies del
para cada pregunta
un método para encontrar ser compatibles entre
idea que ellos se han forjado sobre seme-
Otro ejemplo: ¿acaso
greso universal e indefinido (desde Fontenelie
Darwin) puede
[1:
la
Berlín de la «cri-
I.
la fractura
han de
respuestas justas
de
la idea
Quienes hablan con
los formalistas?
trípode» en el que, al parecer, se apoya su estructura
sí],
de
la «crisis
matemáticas; pero, ¿acaso los matemáticos profesionales
las
vían en lo
que
hablándose de
los principios del siglo seguía
de
la crisis
de pro-
la idea
y Condorcet, hasta Spencer y
progreso efectivo, categorial y limitado, en tecnología, en medicina, en matemáticas?
Cuando
identificarse
las teorías del
«pensamiento débil» anuncian
moderna, ¿no están en rigor na, sino a la idea
dernos»,
que de
como una
refiriéndose,
esta
El
época
no ya a
se forjaron
construcción polémica o,
editorial italofrancés? la única
(pñ Gustavo Bueno,
la crisis del
mito de la cultura
[1
novedad
sería
si
la crisis
ad hoc
el final
de
la
de
época
época moder-
los propios
se quiere,
la
«postmo-
como un
invento
su retórica: llamar pensamiento
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
—
1
El
débil
al
que renuncia a
habían hecho
mito de
la
la
cultura universal y
«comprensión del todo»
como
los «espíritus fuertes»,
«librepensadores» que, justamente en
ron .
la Crítica
Lo que
como
tal
de
la razón pura
es débil,
¿no es
el
límites
o
el
—precisamente
que
es lo
se les
Ignoramus, Ignorabimus! un siglo después
el
más
fuerte
el
pensamiento
en cada caso? ¿Qué
es
más
es
227
i
llamó a los libertinos y a los centro de la época moderna presenta-
un motor perpetuum mobile que no
cia:
cultura kitsch cosmopolita
pensamiento monista, que no
pensamiento? ¿No
na sus propios
la
existe
fuerte,
existe
propiamente
finito
que determi-
qué tiene más poten-
o una locomotora
finita
capaz
de arrastrar decenas de vagones y cuya debilidad consistiera en su incapacidad para moverse a sí misma? Pero hay más: el síntoma del «fin de los grandes rela-
en beneficio del pensamiento fragmentario, como
tos»
diagnóstico diferencial
de
la
cultura
moderna y la
característica para el
posmoderna, parece un
sín-
toma inventado, puesto que no es la concepción marxista el único «gran relato» del siglo XX heredero del siglo XDC. Nunca como en los finales del siglo XX, los «grandes relatos»
han alcanzado vigencia
más como contenidos de una mológico», salva
otra cosa
es,
sino
hombre, o
del
un gran
la idea,
93 ,
las
¿No
es
presentándose ade-
un «gran
relato cos-
big bang, que monopoliza inquisitorial-
vertíate, la teoría del
como denunció Arp
mente,
casi universal,
«cultura universal».
concepciones
físicas
del Universo ? 94
relato ético político, la declaración
de
los
¿Qué
derechos
de Popper a Fukuyama, de una sociedad abierta uni-
y definitiva, edificada sobre la democracia parlamentaria, el vídeo y la economía de mercado? ¿No son grandes relatos también, aunque estén en
versal
competencia con otros de su género
Media
—
las
doctrinas del cristianismo
únicas para la superación de la
crisis
po? Por último, ¿no son grandes
—como
relatos,
desde
del islamismo, propuestas
y
de
lo estuvieron
la
la
Edad
como vías
cultura universal de nuestro tiem-
y en modo alguno pensamiento
frag-
mentario, los planes y programas económicos que obviamente no hace «la Humanidad», sino los japoneses, los yanquis o los alemanes?
En todo está
en
caso
crisis,
no
debido sobre todo a pueblos entre
93
es la cultura,
sí.
el
mismo gran
306
relato
sistema morfodinámico, lo que
sociedades intercaladas en esa cultura,
que a
particular, es el
Halton Arp, Controversias sobre Es
como un
las
los conflictos
En
Tusquets, Barcelona, 1992, 94
sumo,
sino, a lo
través de las culturas
derrumbamiento de
las distancias
cósmicas y
los
la
mantienen
Unión
cuasares (1987), edición española,
pp.
que escuchamos en
la
gigantesca cantata de
Haydn, La Creación
el momento en Und es ward Lich.
(1796), que también nos ofrece un fortísimo acorde en forma de gran explosión en
que
el
Gustavo Bueno,
El
el
coro del principio canta
mito de la cultura
[1
los
Soviética
la
creación de la luz: «Es werde Licht!»
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
228
mito de
El
I
uno de
la
cultura
los principales factores
de
crisis
que ha determinado una
ción de la morfología del sistema dinámico de
La «cultura mente
universal» de nuestra época, en tanto
diversificada según sus categorías
alimento inagotable para tan a
Nos
ella.
una de
que
una cultura suma-
es
también universales, constituye un
y millones de individuos que se enfrencultura mundial diversificada como «cultu-
los millones
referiremos a esta
ra instrumental»
o «cultura compleja universal».
En
seguramente,
ella reside,
peculiaridades de nuestra época (y especialmente la peculiar situa-
las
ción que a
la reflexión filosófica se le
plantea hoy):
quiera que quiera considerarse inmerso en
la
necesidad que cual-
la
cultura universal del presente
de invertir todo su tiempo disponible para poder alcanzar
tiene
reorienta-
la cultura universal.
de gobierno de los contenidos culturales, tecnológicos,
forman parte de nuestro mundo cotidiano. Hace un «orientarse» en el
mundo
el
mínimum
políticos, &c.,
que
siglo era posible todavía
un
práctico (geográfico, político, técnico) en
inter-
valo de tiempo relativamente corto y era posible, por tanto, procurarse lo que se
llamaba una formación más o menos profunda, desde
cual pudiera abor-
la
darse la vida profesional, la especialización o la reflexión ideológica.
ción del presente se ha invertido, pero no tanto porque
el
como
roto la unidad armónica del todo o la visión de conjunto,
mos
La
situa-
especiaiismo haya
sido «arrojados» a la necesidad de contentamos con
si
hubiéra-
«pensamiento
el
fragmentario y particular». La situación es en cierto modo la opuesta. No es el especiaiismo, sino la necesidad de un enciclopedismo de conteni-
dos universales (relatos universales,
como
el
genoma;
de partidos móvil,
deba
el
diaria
instituciones universales,
políticos; tecnologías e
ordenador; &c.),
invertir
el
big bang, proyectos universales,
como
no
mundo
de
que
el
representaba para
ellos se ofrecen.
la
invierte el primitivo frío
el
el
primitivo:
la satisfacción
(pñ Gustavo Bueno,
El
el
Pero
la
ella, lo
que
modo
Y
el
auto-
la catarata
universalidad de
el
mundo
mate-
variables práctiellas,
tiempo completo los
animales y
lo el
tiempo completo de quien tiene garanti-
de sus necesidades básicas ha de
tiempo
y con
sumergiéndose en
si el
en buscar alimentos, defenderse contra
calcular, a hablar otros
que miden
ellos
un mundo cuyas
tiempo disponible.
o descansar, en nuestra época
zada
el
cultura compleja viene a significar, para las
podían ser «controladas» de algún
invirtiendo en ellas todo
como
garantiza algo similar a la formación; antes
nuevas generaciones que han de incorporarse a
cas sólo
fútbol, la ópera, el sistema
que determina que cualquier persona normal
la
de productos que a través de
rial salvaje
el
instrumentos universales,
todo su tiempo en aprender a contar con
estos contenidos culturales
bien, se diría
como
invertirse
en aprender a
idiomas distintos del materno, a seguir los incidentes
social a través
mito de la cultura
[1
de
las ligas
de fútbol o del calendario de
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
mito de
El
cultura universal y
la
como
elecciones parlamentarias, a visitar países, a leer periódicos
revistas,
y
cultura kitsch cosmopolita
la
I
229
por lo menos media docena de
turista
a seguir varios canales de televisión
y mante-
y de otros miembros de la clase ociosa. Puede decirse, por tanto, que una «vida llena», en nuestro tiempo, es una
nerse al tanto de las vidas de los actores
vida íntegramente cultural, volcada la «cultura
generis
cuyo
interés
no
impide y produce un tipo de homo sapiens sui mayor (tampoco menor) que el que pueda tener
la
es
una banda de chimpancés explorando hombres de
sente intemporal, así los
De
la selva.
primeros hombres estaban absorbidos en
que
las tareas
modo,
este
les
que van apareciendo en todos
que controlar o
(del
la recolección
la
y aun
escala planetaria.
Más
aún: es en
la cultura
existir
y que
— en donde
menos en
fútbol,
o en
principio.
el
tales; ellas
(a veces hasta
que controlar
como un todo
misma
la
No
es
en
la
caza
las
que impulsan
interconectado a
esta cultura universal, sobre
—
los juegos olím-
existencia de las unidades cul-
el
estadio olímpico, en
son
donde el
de su reconocimiento
campo de
batalla, sino
las naciones
entusiasmo de
en
el
compiten de
las
multitudes
dos mil millones de personas simultáneamente) en torno a unos
juegos simbólicos que por
sí
mismos no
su funcionalismo no se reduce las
modo
tiene de algún
tenía
turales particulares (étnicas) encuentra la posibilidad
campo de
novedades ince-
compleja universal» tiene su
ámbito de
el
picos, el fútbol, el rock
nuevo como
deparaba un pre-
las
todo a través de alguna de sus instituciones más vigorosas
al
los
biológica indiscutible, pues es a su través
«humanidad» comienza a
incruento,
como
de alimentos).
funcionalidad social, política
como
los órdenes
mismo modo que su antepasado
embargo, esta «lucha por
Y, sin
así
sociedad planetaria tienen que vivir
la
inmersos en un presente puntual, fugaz, constituido por santes
universales de
instrumental compleja»; lo que no garantiza a nadie una forma-
que antes bien
ción, sino
dominio de contenidos
al
condiciones son
muy
al del
distintas.
explicarían ese entusiasmo. Por eso
panem
et circenses
de
La gran importancia
la
— depende
general, de los juegos olímpicos internacionales
Roma
imperial:
del fútbol
—o en
enteramente, a
pesar de las arengas apoliticistas de sus gestores, de la asociación de los equi-
pos a
las
unidades políticas nacionales (o regionales o municipales en su
y es el fútbol quien demuestra su existencia. El intríngulis de un partido de fútbol no es menos interesante que el que es propio de un buen crucicaso),
grama, aunque también atletas vocales
de
la
no reúne virtualidades tendencias de
Gustavo Bueno,
El
las
es
verdad que
ópera tampoco
es
el intríngulis
mayor
(ni
de una fermata de los
menor); pero
sociales suficientes para polarizar
el
simbólicamente
grandes multitudes.
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
crucigrama
© FGB 201
las
230
El
I
mito de
la
cultura
Orwell ya advirtió que, en
Olímpicos de 1936, o
el
período de entreguerras, los Juegos
el
Tour de Francia, o
la
Copa Mundial, cobraron un
sesgo francamente nacionalista, que contribuyó a
contemporánea de
la definitiva cristalización
los Estados nacionales. Gracias al fútbol
y a
Juegos
los
Olímpicos millones y millones de hombres se interesan los unos por los otros, conocen sus ciudades y sus patrias respectivas, escuchan solemnemente (es acaso la única ocasión) los
una
gracias a
fútbol, la
himnos
nacionales;
los pueblos,
decirse,
por tanto, que
como pueda serlo un
institución cultural tan «banal»
armonía universal de
puede
de
las
partido de
ciudades y de los Estados,
produce como una armonía incruenta de contrarios.
se
La importancia de
la ópera,
dentes, se funda en los
para
las
capas de las burguesías urbanas ascen-
mismos mecanismos en
los
que
se
apoya
impor-
la
tancia del fútbol para las capas de trabajadores urbanos. ¿Por qué la ópera
no
el teatro,
conocer la
el
por ejemplo? Porque
idioma nacional
la
música puede seguirse
(a veces es
mejor no entenderlo, como ocurre con
ópera verdiana o wagneriana). Los argumentos de
ral situaciones
estrambóticas e
tomar posición práctica en «de
tesis»); los divos
irreales,
Sevilla,
tales
(como
son internacionales,
en comunión con todos
sienten
pero
los entreactos
temporadas de ópera de
las
y
de
sin necesidad
y,
la
ópera ofrecen en gene-
que no obligan a nadie a
obligaría
una obra de
por consiguiente,
teatro
los asistentes a
de Bilbao, de Madrid o de Oviedo,
los
demás
asistentes «distinguidos»
se
del
mundo, de Nueva York, de Londres, de Milán o de París. En comunión, además, con unos valores que han sido declarados ad hoc en la cumbre de la espiritualidad, «supremos», a pesar
de su inanidad intrínseca.
El ideal de la cultura universal se realiza por tanto, principalmente, en la
sociedad industrial kitsch (aun
cuando
—
tanto en sus elites
el kitsch sea
como en
por su universalidad
caracteriza, precisamente,
las
masas
— como
cultura
de especies diferentes). La cultura kitsch relativa (respecto
se
de una
supuesta y autodenominada cultura de elite o de vanguardia), y por el abigarramiento tanto de objetos como de funciones dentro de un mismo objeto
(un
despertador será
reloj
al
mismo tiempo encendedor y
sacacorchos). El
kitsch va siempre referido a otro nivel cultural (en arte, literatura, ote.) que se estima
como
superior a nivel de elite o de vanguardia.
quiere ser sucesora, en principio, de
una cultura terístico
que
el
la
Una vanguardia que
cultura aristocrática, que también era
enciclopédica, cosmopolita. El abarrotamiento de objetos carac-
de un cuarto de
estar del kitsch
de
la
época burguesa no
abarrotamiento del gran salón aristocrático; sólo que aquí
es
mayor
los objetos
eran auténticos y quedaban dispuestos en un espacio suficientemente grande como para que el «aura» irradiada por cada objeto no invadiese el aura irra-
(pñ Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
El
mito de
la
cultura universal y
diada por los demás objetos. Así también, nuestro siglo
—reaccionando — impulsado por
contra
van der Rohe jadores
está
el
cultura kitsch cosmopolita
la
231
I
neokitsch de la segunda mitad de
funcionalismo de Gropius, o de Mies
el
enciclopedismo de
el
y empleados o funcionarios que forman
el
masas de traba-
las
gran cuerpo electoral de
las
democracias actuales y que no toleran ser menos que los pequeños burgueses, cuyos padres aún conocieron como la clase más alta, próxima a la suya.
Y
mientras que
el
kitsch de la belle époque manifestaba su capacidad de
participación de la cultura aristocrática (incluso feudal) mediante la repro-
ducción industrial de cuadros, esculturas, novelas, que, envolvían la idea de
un progreso de
como época de
sente,
piedras,
kitsch, el kitsch
de
el
es
necesidades
deliberado,
la
,
el
como en
el
pop-art que asociamos
sus formas se basan «no tanto
un plan de acción que
se basa
en
el
la fábrica
cuyo
co una determinada cantidad de novedad por
el
no sobrepasa mucho es sólo
la
diseñador en
fin es insertar
en
el
públi-
objeto ». 95
cuyo
bien, la universalización enciclopédica de la cultura global,
de cultura kitsch, no
en
inventario de las
y su excitación permanente, plan concebido por
radio de acción
neo-
kitsch sovié-
el
puesta en circulación de nuevos objetos, con
colaboración con los ingenieros de
Ahora
—
el
ya sus propias formas culturales creadas por
un sucedáneo, y
copia de lo antiguo sino en
del pre-
llevaba a
cemento, o
en sus construcciones de kitsch romántico
«diseño» o multiplicadas industrialmente
un propósito
el
socialdemocracia (podemos dejar de lado
la
Andy Warhol. No
—que
extremo de imitar con piedras
tico del «socialismo real»), ofrece
a
una revalorización
plenitud, de felicidad, de igualdad
Gaudí, pon ejemplo, hasta
cemento con
los tiempos,
mismo tiempo,
al
al
«primer mundo», que toma
la
forma
una degradación ramplona de un proceso que
pudiera haber seguido otros caminos. La universalización de
la cultura,
en
el
sentido enciclopédico, o de la polimatía, conduce siempre a algún tipo de kitsch, el
la
conciencia de plenitud y de felicidad, de autosatisfacción por de los últimos productos de la moda y de la cultura, incluyendo
falsa
consumo
aquí a la
de
cultura filosófica (no tocaremos aquí
que pudiera considerarse como filosofía
analítica del lenguaje ordinario» puesta
kitsch,
darse
95
Gustavo Bueno,
de
la
el
por supuesto, por un deter-
mito de la cultura
no puede
olvi-
concepto mismo de kitsch (su generalización, desde
pintura
Abraham Moles, El Kitsch,
El
y,
profesores especialistas en ese kitsch). Pero
tampoco que
inicial terreno
representada por la «filosofía
en boca, o improvisada, por presenta-
dores de televisión, periodistas o políticos, &c.,
minado grupo de
mecanismo de producción de
el
[1
al
el
terreno de la música, del teatro, de la literatura.
el arte
de la felicidad (1971), Paidós, Barcelona, 1990, p. 177.
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
2j2
de
I
mito de
El
la
la filosofía,
que
la elite
de
la
moda, &c.) fue acuñado en Alemania precisamente por
creía detentar los valores
cipalmente,
Por
cultura
como
vanguardia,
ello el kitsch se asocia
el
más
auténticos y genuinos,
monopolio de
desde
el
poco
la «creación» cultural.
lo
aproximan a
como
el
kitsch de la vanguardia?
La superioridad de
la «cultura
vanguardia» ¿consiste en algo más que en su condición de cultura de desarrolla su universalismo
que producen para altos ejecutivos
de
en
la
forma de un internacionalismo de
los presidentes la
En
es
elite
de
que
las elites
de Consejos de Administración o para los
empresa privada o pública? El
Pavarotti, expuestos al público, ¿no
Gaudí o
que
lo cursi,
y aun a individuos más bien débiles y cultura de vanguardia no depende tanto o más
aplicable sólo a minorías
agresivos). Pero ¿acaso la
del kitsch
prin-
principio a la «cultura de masas» (a pesar
de que algunas equiparaciones de diccionario
un concepto
y muy
de Miró o
arte
son contenidos tan kitsch como
de Yerdi? ¿Y cómo podría ser de otro modo? momento en que se unlversalizara definitivamente,
el
el arte
de de
el
el
dejaría de ser,
no
sólo arte, sino cultura,
la realidad natural.
y
se convertiría en
Fenómenos de masas como
el
la
cultura kitsch
una
refluencia de
de Woodstock ‘94 alcanzan
inesperadamente un interés etoíógico más que un interés antropológico, sin
duda por
lo
que
ellos tienen
también de contracultura, en
cional. Por último, el kitsch afecta también,
por
los
que
idia, idion ral;
en virtud de
se difunde, a la propia universalización
de
el
sentido conven-
los propios
medios
los idiotismos
( idios,
= lo propio, lo privado) propios del nacionalismo político cultu-
porque en
la
multiplicación de
un modelo
nacionalista prevalece la
forma
del nacionalismo sobre sus contenidos, que intrínsecamente carecen de todo valor,
y que
cpñ Gustavo Bueno,
El
sólo lo adquieren por el
mito de la cultura
[1
hecho de
ser reivindicados.
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
Final.
como opio
La cultura AI interpretar
el ideal
de cultura como
nos referimos, en primer
forma actual del opio
lugar, a la cultura
Según hemos intentado mostrar,
nal».
la
del pueblo del pueblo,
en su sentido de «cultura nacio-
el ideal
de una cultura nacional, que
un
que
gira
en torno a su supuesta identidad,
te la
tendencia expansiva espontánea de todo grupo social, en cuanto a su cul-
es sólo
ideal metafíisico
tura se refiere, a saber, a asimilar (y no sólo ya controlar) cuanto ble de las
demás
potencia.
En
culturas,
este sentido, el
con ayuda de
«encapsulamiento» de cada cultura nacional en
En segundo
ta
más
una conciencia de debilidad que
y,
de
este
poder de otras culturas
modo, adormece su propia realidad. hemos llamado «cultura circuns-
lugar nos referimos a lo que
crita», a esa cultura
los
reacción a
la
terceras potencias, debilitan el
que considera enemigas,
sea posi-
dependiendo su propia permanencia de su misma
su supuesta identidad propia es espera,
le
invier-
seleccionada del todo complejo que pretende condensar
elevados valores culturales. Cabría decir, por
o santificante,
la cultura
ello,
que
por antonomasia, se presenta
que como un medio. La cultura
la cultura selec-
como un fin antes como cultu-
circunscrita, en cualquier caso,
por antonomasia, en tanto tiene virtualidad elevante y liberadora, se corresponde directamente con la Gracia santificante, que brilla por sí misma, ra
sin perjuicio de los servicios medicinales
dicho
es
extraordinariamente
esta selección. selecta
guarda con
dad de
difícil
Podríamos acaso
bonum honestum y
con el
las
que
bonum
determinar los
perfilar el tipo
las otras partes
referencia)
que pueda comportar.
de
criterios
Como hemos
que mueven a
de relación que
la cultura (en el
la cultura
ámbito emic de
la socie-
los moralistas antiguos establecían entre el
utile-,
la cultura selecta
podría ponerse en corres-
bien honesto, y acaso también con el bien deleitable de los antiguos, mientras que la cultura instrumental (industrial, política, &c.)
pondencia con
el
correspondería a los bienes
útiles.
Sin embargo, considerada filosóficamente la cuestión, acaso fuera preciso regresar
aún más
atrás para encontrar los criterios etic
saber, a la distinción etológica entre
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
de esta distinción, a
conductas orientadas a
996], séptima edición, Barcelona
2004
la
alimentación
© FGB 201
1
234
mito de
El
I
la
cultura
(caza, recolección
de granos, &c.), a
reproducción (nidificación, cortejo,
la
y conductas orientadas al descanso y, sobre todo, al juego. Se trata de una distinción académica (etic), puesto que un chimpancé no &c.) o a
la defensa,
«pone a un lado» sus actividades lúdicas y a otro lado sus actividades cazadoras o recolectoras. La danza de la lluvia puede ser determinada en virtud de
una compulsión aún más intensa que sexual.
La misma indistinción
primitivas: las ceremonias
la
que
la
huida del enemigo o
encontramos en
las
sociedades
la atracción
humanas más
antropólogos llaman «lúdicas», por ejem-
los
un juego competitivo, pueden desenvolverse con la misma «seriedad» que propia de una ceremonia de caza. La diferenciación de la vida (de la cul-
plo es
en dos
tura)
partes, la vida (o la cultura) del trabajo
y
la
interpretada en función del descanso o del ocio (a veces,
una diferenciación de
cuales tiene lugar
las
como
puede darse en épocas de
espiritual, servicio divino) sólo
avanzada en
vida (o la cultura)
vida superior,
civilización
clases
en función del
trabajo social jerarquizado (distinción entre trabajadores manuales
o sacerdotes «intelectuales»).
En todo
resada. Las funciones ceremoniales
muy
y
escribas
caso es una distinción ideológica, inte-
de
trabajo, de caza,
de juego, que en
los
grupos más primitivos se hacen conjuntamente se hipostasíarán y disociarán en horas o días diferentes: seguirá habiendo para todos (en principio) días de trabajo
y
días
de descanso (sábados o domingos).
Se llegará a decir en algunas sociedades, por tanto, que
la
cultura eleva
al
hombre sobre el ras de la tierra, de su vida prosaica, y lo sitúa en presencia de una vida espiritual superior, de una vida «en estado de gracia». Cuando el habitante de una villa campesina lee
«Casa de
la
el
mismo rótulo ampliado extenun edificio ad hoc (la «Casa que puede entender? ¿Qué puede esperar? ¿Qué
dintel de la puerta principal de
Cultura»), ¿qué es lo
la
rótulo que anuncia la dirección de la
Cultura», y luego vuelve a leer ese
diéndose por
de
el
función desempeñan
estas relativamente recientes «casas
de
la
cultura» (here-
deras quizá de las antiguas «casas del pueblo» a través de la institución de los «teleclubs»,
en
el final
del franquismo)
las aldeas ni
de
los edificios singulares tales
Escuela, ficios
sabe
el
en
no son también
muy
ta a entrar
en
el
como
Ayuntamiento o incluso
bien.
en
la
«casas
de
la
el
Gustavo Bueno,
El
españolas (no tanto
habitante de
Casa de
la
la Iglesia,
[1
Campo
de Fútbol,
la
todo complejo ?
Nadie
lo
acaso decirse es que la «Superioridad»
la villa, el villano, lea el rótulo
libros,
cuelgan
más que
que
le invi-
el
anuncio de un
las acuarelas
de una exposi-
Cultura, entienda algo
que duermen algunos
mito de la cultura
el
el
Plaza de Toros? ¿Es que estos otros edi-
ción fugaz, o en donde se agita bulliciosamente
(pfí
las villas
la cultura», partes del
Lo único que puede
espera que cuando
local
las
que en
grandes ciudades) se sitúan en un espacio singular,
en
un
televisor.
996], séptima edición, Barcelona
2004
La Superioridad
© FGB 201
1
Final. La cultura
espera que
habitante de la villa perciba en
el
el
como
opio del pueblo
I
235
rótulo del nuevo edificio la
un mundo etéreo e indefinible, el mundo o Reino de mucho más que la escuela, el ayuntamiento, la iglesia, la
invitación a entrar en la
Cultura, que es
dema-
discoteca o incluso la casa del pueblo (a fin de cuentas instituciones siado definidas, incluso prosaicas). la
Cultura
libres
villano crea
el
La Superioridad espera que en
que entra en comunidad con
que respiran en una atmósfera
y sobrenatural. La Superioridad
irreal
espera (y para ello utiliza sus animadores cidturales sores, ni
—
monitores, ni entrenadores
la Cultura, olvidará
sino también
no sólo
el espíritu
las
que, varle
en
villano se sienta, sin esfuerzo,
el
y
la villa, sea
Fuera de
La
él, el
liturgia
en
prosaico del trabajo,
villano sería
un
o en
el teatro
la dis-
La Superioridad espera
la escuela).
elevante
para purificarle, ele-
él,
espera que la Casa de la Cultura,
fin,
Reino universal de
villano la antesala del
el
entrar en la Casa de
el villano, al
mundo más
desciende sobre
La Superioridad, en
para
sacerdotes, ni profe-
como inundado por una gracia
como un don del Espíritu Santo, santificarle.
—no
de frívola diversión (que sopla en
coteca) o el de la disciplina (que sopla
que
que
)
miserias del
Casa de
la
demás hombres
los
la Gracia.
des-graciado.
para alcanzar ese estado de gracia, sea en
la villa sea
en
la ciu-
dad, mantiene además una estrechísima vinculación con la liturgia religiosa, a través
de
la cual los sacerdotes,
oficiando en
llenaba los bancos de la Iglesia o
que permanecía en
substanciación. El altar es ahora
época
es,
considerada desde
tura de escenario rio).
En
el
(el
propio
«plateas»
de
escenario los actores
y sobre todo
las diversas
el
pie, el
un público que
a
milagro de
la tran-
escenario: la cultura selecta de nuestra
un punto de vista planetario, sobre todo una culcampo de fútbol sigue siendo también un escena-
público de los nuevos templos, rock, las de cine,
el altar, ofrecían,
desempeñan
las salas
el
papel de sacerdotes ante
de conciertos,
la «sala dispersa»
ciudades, a saber,
por
las salas
de
los cientos
el
de
de millones de
las casas particulares
de una cruz tienen en su tejado una antena de
teatro, las
que, en lugar
y en las que la ceremonia del rezo del rosario en familia ha sido transformada, en virtud de una televisión,
suerte de pseudomórfosis, en la ceremonia de ver la televisión en familia.
Asomémonos
a alguno de estos nuevos templos de la cultura para explo-
rar las liturgias consideradas rosis
más
sublimes:
de 1994. El incendio del teatro de
la
el
Liceo de Barcelona ante la ekpi-
ópera representó para
la elite
bar-
celonesa y española de la monarquía de Juan Carlos tanto o más de lo que representó para los judíos la destrucción del templo de Jerusalén en la época
de Tito. Plácido
Y
escuchando cantar desde
Domingo o
a José Carreras,
surrealistas (mitos verdianos
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
las cenizas a
[1
Montserrat Caballé, a
devanando especulaciones vocales
o wagnerianos),
la elite selecta
996], séptima edición, Barcelona
2004
que (después de
© FGB 201
1
236I
mito de
El
la
cultura
haber leído un libro de Kundera, o contemplado en
Bernard Koités) entreveía esperando
se elevado,
la
las
lágrimas de
la
el teatro
una obra de
ministra de Cultura parecía haber-
supremo estado de Gracia
resurrección del templo, al
Asomémonos a los templos de la cultura popular, en donde un enardecido, como en unos misterios dionisiacos multiplicados por los
cosmopolita.
público
medios de oficia
la
sociedad industrial, entra en trance extático ante
Michael Jackson o sigue
a lo largo de
¿Cómo
una generación
muchas
sufragar a los divos,
si
el
que
mensaje que un profeta viene desarrollando
el
(Sabina, Serrat, Víctor
explicar (justificar, en
siones, aportadas
en
el altar
veces por
& Ana, &c.).
sentido económico)
el
el erario
enormes inver-
público, que son necesarias para
no fuera porque su divinidad
cisamente a esas grandes inversiones?
las
No quiero
se constituye gracias pre-
decir
que
los
melismas o
fer-
matas de un divo de ópera carezcan de todo interés (aunque no sea más que desde
que
el
el
punto de
Lo que afirmo rotundamente
vista del atletismo vocal).
valor intrínseco de esa cultura selecta es prácticamente nulo
un divo de ópera no tiene más importancia atletismo muscular de un héroe de halterofilia.
atletismo vocal de
menos) que
En
la
el
medida en que
ia liturgia del altar se interprete
concepto de opio del pueblo que mediante
el
concepto de
(ni
mejor mediante
el
de
la
los «misterios
Gracia», ¿por qué la liturgia del escenario, heredera de la liturgia del
habría de interpretarse mejor con
con
la
idea de
opio del vulgo
un (
mismo concepto de opio
el
o fruición
disfrute
Vulgo > Volk), y
el
vulgo
porque vulgo o masa,
hombre que
al
menos
si
seguimos
se encuentra satisfecho
de
necer a su grupo, «cebado de su propio tidad que
el
das de ópera
grupo
no
le
suministra.
Tan
lo
del pueblo
existir»
es
por
y de
rutinarias
en rutinas de
el
de Ortega,
es
mero hecho de
las rutinas
por
otros,
de
ciencia)
En
la
los
que
la elite
o
la
o señas de iden-
son sin embargo
las
tempora-
las
extralimitaciones
la cuarta cultura.
Pero es mediante
plebe alcanzan ia conciencia
de su plenitud
la «realización
medida en que
tal
todo
perte-
y no
participación en esas culturas circunscritas por grupos determinados
por
que es el
latín», decía Feijoo);
la definición
que
no
sólo la plebe, sino también la
como las creaciones de la vanguardia, o como
culturales hippies convertidas la
es,
en cultura circunscrita» («hay vulgo que sabe
elite «culta
altar,
o cultural? El opio del pueblo
vital
es
y que el tampoco
vital,
(ia falsa
con-
de su libertad».
realización es, desde luego, ilusoria,
un puro
ensueño retórico y metafísico, así también habrá que considerar como opio del pueblo al agente que lo provoca, a saber, a la cultura circunscrita. Es bien sabido que
las teorías
de
los efectos
que a
la religión
«opio del pueblo» no solamente tenían en cuenta se
administraba
cpñ Gustavo Bueno,
El
el
pueblo a
mito de la cultura
[1
sí
mismo
la
para calmar
convenía atribuir
analogía con el
996], séptima edición, Barcelona
el
como
opio que
dolor derivado de su
2004
© FGB 201
1
Final. La cultura
estado de opresión sino también
el
como
«opio del pueblo»
(el
opio que
como
opio del pueblo
brebaje espiritual, de
las ejerce
dad a
sentido de Lenin). Sólo que
las
Marx)
(el
«opio del
funciones de opio del pueblo
hoy la cultura selecta, una vez que la religión ha perdido, en
industrial, las virtudes
misma
sí
el
237
era administrado al pueblo por los explotadores
le
para mantenerle en estado intermitente de entontecida ilusión
pueblo» en
I
de adormidera psicodélica. La
elite se
dosis definidas de cultura operística, de cultura literaria,
ra vanguardista (a título precisamente
de
cultura, pero no,
la socie-
administra
de cultu-
por ejemplo, de
«experimento vocal» o de «exploración combinatoria») para mantener su
ensueño de minoría despierta, elegida, consciente; es administrada, cultura selecta
ad hoc
la
(cultura de
plebe se administra, o
le
consumo) para mantener
su ensueño de libertad activa, de rebeldía suprema, de entusiasmo. La cultura por antonomasia, la cultura selecta, es el opio del pueblo democrático
constituido por la plebe vos.
y por
las elites,
greso en la verdadera religión. Pero tros, ajustes las
correlati-
sí
cabe adaptación, cambio de paráme-
a la realidad cambiante, perfección en las virtudes actualizadas de
adormideras psicodélicas. ¿Acaso sería posible separar
ta
que son momentos suyos
No cabe «progreso» en el mundo de la cultura selecta, como no cabe pro-
que parece
ser el
medio a
al
«pueblo democrático» de esa cultura selec-
través del cual tanto las elites
como
la
plebe
alcanzan su dignidad y su propia estimación? Y si fuera posible, ¿sería prudente? ¿Cómo proporcionar ocupación inofensiva, pero eficaz, a millones y millones de jóvenes o de adultos durante sus horas de «ocio» o durante sus
años de desempleo?
pueda la
resultar
menos
maquinación, en
explotación?
proporcionar ocupación
peligrosa de lo
que
drogadicción o en
la
televisión,
limitaré por tanto a recordar
a uno de sus discípulos por
si
una ocupación consistente en
ideación de nuevos sistemas de
al
mundo que
«Toma tu banco y
huye,
me
ahorran cien gendarmes».
una recomendación que Epicuro daba
no ya «volviendo a
hombre
feliz,
la
Naturaleza» sino
Naturaleza y a la Cultura: a vela desplegada, de cualquier forma
envuelve, a la vez, a
la
de cultura ». 96 Al menos cuando los contenidos englobados en
96
Epicuro, fragmento
mento, suele
(pfí
Gustavo Bueno,
El
que
acaso alguien encontrase en ella ocasión para
explorar nuevas «formas de vida»,
simplemente
la
las elites
decir en nuestros días: «Un buen actor, un un buen músico de vanguardia, un buen autor
o un buen entrenador de fútbol
Me
sería
ocio de
al
Napoleón podría
buen guionista de teatral
¿Cómo
ser traducido
1
8
1
el
rótulo «cul-
de Usener. El término paideia, utilizado por Epicuro en este frag-
unas veces por educación o por instrucción y otras veces por cultura.
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
238
mito de
El
!
la
cultura
mismo
tura» pretenden recibir su valor precisamente de ese
rótulo el que,
el
si
puede tener algún
valor,
habrá de
no necesariamente de
jada de alguno de los contenidos (y
bados. La historia del término «cultura»,
como
tal
rótulo,
se
cuando
es
como luz refle-
recibirlo,
todos) en él englo-
ha ido conformando a
xrx y sobre todo del XX, es la historia de un proceso progresivo de confusión, confusión de las cosas más heterogéneas, de magnitudes lo largo del siglo
y de alcance todavía más diverso, que se han ido amalgamando las unas con las otras en una masa homogénea y viscosa sobre la cual, como si
diferentes,
un
fuese
mismos
se a sí
a
pedestal, pudiesen situarse los hombres, unas veces para considerar-
a
mayor
mayor altura que
ramado en su
altura
otros
que
hombres
los animales, otras veces (el
«alemán», o
«cultura», estar situado a
No hemos
francés o el alemán).
mayor
el
para considerarse
ha
«francés»
creído, enca-
altura respectivamente
que
el
pretendido, sin embargo, por nuestra parte,
dinamitar esta «masa viscosa» que sirve de pedestal para servicios tan diversos;
no pretendemos
pulverizarla, disolverla
Tratamos de descomponerla o otros aparentes, restituir cada
Pues
lo
que carece de todo
amalgama de
resolverla
uno de
o aniquilarla en todas sus partes.
en sus elementos, unos auténticos,
estos elementos a sus quicios propios.
valor, fuera del etnológico, es
precisamente esa
cosas tan heterogéneas que, tras haber sido «sacadas de quicio»,
parecen conducir, por vías distintas, a una entidad de nuevo cuño, a todos llaman «cultura».
como
En
efecto,
únicamente tiene sentido
la
que
la totalización,
«cultura», de esos contenidos tan heterogéneos (técnicas, rituales, rela-
ciones de parentesco...) cuando todos ellos puedan efectivamente ser toma-
dos en bloque (como un «todo complejo») a ciones de
un pueblo
civilización universal,
podamos ver a decir,
modo
de conjunto de
institu-
aislado enfrentándose a otros pueblos, y a nuestra propia
y en
la
medida en que merced a
este
enfrentamiento
ese conjunto de instituciones en su reducción pragmática, es
como conjunto de procedimientos mediante los cuales esos pueblos,
los
yanomamos, pongamos por ejemplo, han logrado mantenerse en su existencia en un medio determinado. Un medio al cual, durante un cierto intervalo de la
la
evolución, ese pueblo ha logrado «controlar», sin duda, pero sólo a esca-
de sus «propiedades organolépticas», subjetivas, por decirlo
por tanto, puramente subjetual-pragmático, para «poner tutivas del
el
pie»
en
las relaciones objetivas entre las cosas
mundo. Por
el
contrario, las cosas
encubiertas por los velos tejidos por
do limitado por
las
el delirio
urgencias de la realidad.
que una cultura totalizada equivale de algún ciones
y formas
Gustavo Bueno,
El
así.
[1
y
de poder
mismas
sus relaciones
consti-
permanecerán
imaginativo que sólo está sien-
En este sentido podría afirmarse modo a un conjunto de institu-
«prescindibles» en bloque, al
mito de la cultura
Ün control,
es decir, desprovisto
menos desde
996], séptima edición, Barcelona
2004
el
punto de
© FGB 201
vista
1
Final. La cultura
de
en tanto que
la civilización universal,
grupo particular humano. Reconocer que
239
sólo son características de
un
las instituciones totalizadas
menos aún, una de
la perspectiva
ra
como
y
la
el
los
defensa a ultranza de una
contrario, precisamente desde
universal (que contiene a la ciencia entre sus
inmenso significado
características) se advertirá el
como
co que pueblos
de genocidio. Por
la
de esas culturas particulares,
la «civilización»)
la civilización
más
instituciones
evolutiva
política
yanomamos
tienen
como
un grupo de babuinos o de
interesa conservar la cultura de
nes no se resuelven apelando
(que para
muchos
sigue siendo
pero
las
relativismo cultural, mediante
al
siderar a nuestras instituciones
la «civilización»;
aun
la
mane-
termitas.
conservacionista se
el interés
encuentra en contradicción frontal con los intereses «humanistas»,
de misioneros o de educadores de
científi-
eslabones de la cadena
conveniencia de conservarlos en sus «reservas», pero a
Por lo demás, tampoco hay que olvidar que
tas,
en una
sentido dicho, es decir, reco-
el
nocer que carecen de valor universal, no implica
de reabsorción» (en
opio del pueblo
I
ellas
cultura sean «prescindibles», por subjetivas, en
«política
como
proselitis-
contradiccio-
expediente
el
mismo de la sabiduría) de concomo meros contenidos de otra
el criterio
más
valiosas
cultura totalizada, la «nuestra», cuyo valor hubiera de ponerse en pie de igual-
dad con
el
de
las culturas étnicas
(siendo
así
que propiamente, ni siquiera
podrían considerarse
estos contenidos universales
como
contenidos cultura-
puesto que han desbordado toda cultura). Aquellos contenidos que,
les,
desde muchos puntos de
vista,
o
cas
físicas,
pero también
pueden
las
relaciones
como
los valiosos
y
las
verdades geométri-
que constituyen
la «justicia», consi-
—
tales
como un valor personal universal no tienen por qué ser consideracomo culturales, puesto que desbordan cualquier esfera cultural (aunque
derada dos
como
ser considerados
—contenidos
universales del todo complejo
,
procedan de una cultura determinada, y esta es su dialéctica) sin que tampoco puedan ser adscritos siempre a la Naturaleza, a título de «refluencias» suyas (que
tampoco
se
Los triángulos rectángulos sobre
niegan).
los
cuales
Pitágoras estableció su célebre relación son, sin duda, productos culturales o artificiales (las
formas triangulares de los frontones de mármol, de madera o
de metal); sin embargo,
la relación pitagórica entre los lados
rectángulo ya no es una relación
«artificial»,
en
el
de un triángulo
sentido de «convencional»,
inconsistente (frente a la unidad de los nexos naturales): ¿hay algo ficioso
do
y
a la
vez
cultural, ni
más
consistente que
por supuesto
es
un hipercubo? Tampoco
un contenido de
la Naturaleza.
obliga a concluir que es la oposición dualista entre las
ideas de Cultura aquello
ticia,
Gustavo Bueno.
acaso
El
como una
la
un
más
arti-
conteni-
Lo que nos
de Naturaleza y una disyunción fic-
las ideas
que debe considerarse como
transformación de
es
oposición metafísica (hegeliana,
mito de la cultura [1996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
240
I
El
mito de
la
cultura
por ejemplo) entre
la
Naturaleza y
el Espíritu,
que a su vez venía a
ser
una
secularización capaz de fundir y reestructurar dualismos teológicos tradicio-
como Naturaleza y Dios, por un lado, y Dios y Hombre, por otro. Nos vemos envueltos de este modo cuando buscamos enfrentarnos con la nales tales
—
realidad,
cuando queremos
dialéctica inexcusable
por encima de
saltar
en virtud de
la
las
apariencias
— por una
cual desde la cultura a la que obligada-
mente pertenecemos, y desde la que actuamos, nos vemos determinados a reconocer que esa misma cultura está siendo una y otra vez desbordada por las realidades
hacia
las
cuales ella
misma nos ha
abierto
el
camino o ha con-
tribuido a constituir; a reconocer, por tanto, que la cultura, a la vez que nos
moldea, nos aprisiona. Pero no
puede liberarnos de
la cultura.
es la «vuelta a la
La «liberación de
romper su cascarón, sino también
el
la
Naturaleza» aquello que
Cultura» requiere no sólo
cascarón que envuelve a la mítica
«Naturaleza», únicamente después de estos rompimientos podremos acaso
poner
la
cpñ Gustavo Bueno,
proa «con
El
las velas
mito de la cultura
[1
desplegadas» hacia eso que llamamos
996], séptima edición, Barcelona
2004
la
Realidad.
© FGB 201
1
Bibliografía La presente selección que no
está llevada a cabo teniendo presente
ha dedicado especialmente a
se
un
lector español
estas cuestiones. Esto explica
que
la
presente bibliografía se circunscriba especialmente a obras escritas en español
o traducidas a nuestra lengua, y de una orientación marcadamente teórica. Cada obra va acompañada de un brevísimo comentario que trata de enjuiciar su alcance desde
el
punto de
Alvargonzález, David,
vista
Ciencia
de
y
coordenadas de El mito de
las
materialismo cultural,
la Cultura.
UNED,
Madrid,
1989, 386 pp. Revisión
crítica,
desde
las
coordenadas del materialismo
Marvin Harris y su materialismo España sobre
cultural.
Se trata de
la
filosófico,
de
la
obra de
obra más rigurosa escrita en
estos temas.
Bonner, John Tyler, La evolución de
Madrid, 1982, 231 pp. Obra concebida en la línea de
la
la cultura en
recuperación de
los
animales. Alianza,
idea de cultura animal para la
la
ciencia etológica.
Cassirer,
Ernst,
Las ciencias de
la
cultura
(1942),
Económica, Méjico, 1951, 193 pp. Una de las obras fundamentales en el planteamiento rales
en cuanto contradistintas a
las
ciencias naturales
Fondo de Cultura
del concepto de ciencias cultu(el
título original
de
la obra,
en
alemán, es Zur Logik der Kulturwissenschafterí).
—
Antropología filosófica. Introducción a una filosofía de la cultura (1944),
Fondo de Cultura Económica, Méjico, 1945, 419 pp. Esta obra fundamental constituye probablemente
mana» de Cultura; en
Gustavo Bueno,
las
El
es el
[1
última expresión de
la
Idea «ale-
«canto de cisne» de Cassirer, por cierto publicada ya en inglés
postrimerías de la Guerra,
mito de la cultura
la
un año
antes de su muerte.
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
242
El
I
mito de
cultura
la
Castellet, Josep
M., La cultura y
las culturas.
Argos Vergara, Barcelona, 1985,
174 pp. Citamos
de contraejemplo de
este libro a título
de
análisis
la
que entendemos pudiera
lo
un
ser
Idea de Cultura, dada la vacuidad de sus contenidos, unida a la
convicción que
el
autor parece tener de estar en posesión del significado de la idea de
cultura.
Christen, Yves, El hombre biocultural.
De la
molécula a la civilización (1985),
Cátedra, Madrid, 1989, 228 pp.
Una obra con que fuera
pretensiones de «libro de síntesis desde una perspectiva biológica»
las
equivalente
el
hoy de La
incógnita del
hombre que Alexis Carrel publicó en
1935, y que desempeñó funciones de filosofía-kitsch en los años anteriores a
la
Guerra.
Dawkins, Richard, El gen Obra en
la
que
egoísta (1976), Labor, Barcelona,
en
concepto de
se introduce el
unidad que desempeñe en
la
meme con
las
1979, 301 pp.
pretensiones de crear una
cultura funciones análogas a las que
desempeña
gen
el
la naturaleza viviente.
Dempf,
Madrid 1933,
Alois, Filosofía de la cultura. Revista de Occidente,
210 pp. Libro importante en
época en
la
que fue
la historia del
Obra postuma de D’Ors en
como
la
la cultura, Rialp,
que
se ejercita
Madrid, 1964, 496 pp.
un idealismo
ciencia de la cultura») diluido a lo largo de
sobre eones, constantes
cultural sui generis («meta-
un conjunto de ocurrencias
históricas, épocas barrocas y románticas,
otras pintorescas, incluso «gerundianas», pero
Fichte,
la
escrito.
D’Ors, Eugenio, La ciencia de
historia
idealismo cultural alemán, e interesante por
Juan Teófilo, Los
caracteres
de
la
no
&c., unas veces curiosas,
carentes de interés.
edad contemporánea (1806), Revista
de Occidente, Madrid, 1934, 243 pp.
Obra
clásica
en
la
que
se introduce
por primera vez
la idea del
de incalculable trascendencia política en relación con
«Estado de Cultura»,
la ideología
de
los nacionalis-
mos modernos y contemporáneos. Frobenius, Leo,
La
cultura
como
Madrid,
ser viviente (1921), Espasa-Calpe,
1934, 283 pp. Referencia indispensable para la concepción «sustantivada» de
como Paideuma
-
,
después de
da a consecuencia
(pñ Gustavo Bueno,
El
sin
la
duda de
mito de la cultura
[1
Segunda Guerra Mundial las
la
cultura objetiva
es relativamente
poco
cita-
nuevas perspectivas nominalistas anglosajonas.
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
Bibliografía
Guadarrama, Pablo
& Nikolai Pereliguin, Lo universaly
I
243
en la cul-
lo específico
tura Universidad de Las Villas, Santa Clara, 1988, 169 pp. ,
Libro escrito desde una perspectiva marxista a
la
que
se atribuye
capacidad necesaria y suficiente para conciliar armónicamente universal
y
lo particular.
generosamente
la
las oposiciones entre lo
Ofrece información interesante sobre
los
planteamientos del
problema en Alejo Carpentier, Leopoldo Zea, &c.
El desarrollo de
Harris, Marvin, rías
de la cultura (1968), Siglo
Obra
desde
cultural,
— El
como
indispensable
XXI de
historia de las teo-
España, Madrid, 1978, 690 pp.
fuente de información para
la perspectiva del
Una
la teoría antropológica.
la historia
materialismo cultural (1979), Alianza, Madrid, 1982,
libro lleva
punto de
el
como
vista
la
Antropología
materialismo cultural.
El antropólogo norteamericano nos ofrece cultura desde
de
las líneas
de su materialismo cultural
subtítulo, eliminado
en
399 pp.
maestras de su concepción de la (la
la versión española:
edición inglesa de este
The Struggle for a Science
of Culturé).
Herder, Johann Gottfried von, Ideas para una filosofía de la historia de la
humanidad (1784), Losada, Buenos Clásico imprescindible
Cultura (según
Kahn,
J.S.
tesis
si
es
que Herder
defendida en El mito de
(compilador),
701 pp.
Aires, 1959,
es el
primer expositor de
la
Idea
moderna de
la Cultura).
El concepto de
cultura:
textos
fundamentales,
Anagrama, Barcelona, 1975, 249 pp.
Un
libro
de gran utilidad porque reúne algunos «textos
clásicos» (algunas veces frag-
mentarios) sobre la Idea de Cultura, escritos desde la perspectiva de la Antropología Cultural:
Edward
(1931), Leslie A.
B. Tylor (1871), A.L.
White (1959), Ward H. Goodenough (1971).
Lévi-Strauss, Claude,
419
Kroeber (1917), Bronislaw Malinowski
Tristes trópicos
(1955), Eudeba, Buenos Aires, 1970,
pp.
Referencia insustituible en la exposición semiliteraria y semicientífica de los principios del relativismo cultural.
—
Antropología estructural (1958), Eudeba, Buenos Aires, 1968, 371 pp.
Obra fundamental de
los principios del estructuralismo cultural.
Linton, Ralph, Cultura y personalidad (1945),
Fondo de Cultura Económica,
Méjico, 1945, 157 pp.
Obra pionera en mente de
Gustavo Bueno,
tratados
la cultura.
El
el
en
planteamiento de
los
problemas de
abstracto por la Psicología, racional
El libro tiene hoy, sin embargo,
mito de la cultura
[1
un
la personalidad (tradicional-
o experimental) en
interés
996], séptima edición, Barcelona
más bien
2004
el
contexto
«arqueológico».
© FGB 201
1
244
I
El
mito de
la
cultura
orígenes de la civilización y la condición primitiva del hom-
Lubbock, John, Los
bre (1 870), Daniel Jorro, Madrid, 1912,
Una de
las
obras fundacionales de
zación (de tradición francesa) desempeña
bién en Inglaterra, comenzaba a ejercer
Malinowski, Bronislav, Una
508 pp.
antropología cultural en la que la idea de
la
la
civili-
funciones que por aquellos años, y tam-
las
idea de cultura.
de
teoría científica
(19 44), Edhasa,
la cultura
Barcelona, 1970, 235 pp.
Obra la
clásica
de
antropología funcionalista;
la
en estrecha dependencia con
los análisis
de
la
idea de cultura aparece en esta escue-
sociedades colonizadas por los euro-
las
peos.
Merani, Alberto
L.,
Carta abierta a
consumidores de cultura, Grijalbo,
los
Barcelona, 1983, 174 pp.
Un
iibro
de protesta contra
la
cultura-mercancía, cuando la cultura (que
entiende en su sentido subjetivo-metafísico) da tivas
que ofrece parecen
vacías («se requeriría
como exponentes de una no
del hombre»: ¿acaso
cultura, dispusieran de
Merani
Mezhúiev, V., La cultura y
Una
especie de
el
se considera
las
como corresponde
que no dejan de encontrarse datos
Sin embargo,
una conciencia
autor
las alterna-
individualmente y
los intelectuales,
existencial del desti-
poseedor de semejante conciencia?)
la historia (1977), Progreso,
manual redactado desde
concepto polifuncional
la libertad.
que
el
Moscú, 1980, 279 pp.
coordenadas soviéticas
(«la
al carácter polifacético del
cultura es
un
fenómeno») en
interesantes.
Mosterín, Jesús, Filosofía de la cultura. Alianza, Madrid, 1993, 179 pp. Exposición de una teoría de tal
como
cultura ceñida a la perspectiva de la cultura subjetiva,
etólogos y sociobiólogos, cuyos resultados son claramente reduc-
la tratan
cionistas; libro característico
puede remedarse
la
al
por su ingenua voluntad de «claridad
científica»
que sólo
precio de una asombrosa superficialidad en sus planteamientos.
y constitución. Centro de Estudios 292 pp.
Prieto de Pedro, Jesús, Cultura, culturas
Constitucionales, Madrid, 1993,
Una obra de gran
utilidad por su abundancia en información «honrada» desde la pers-
pectiva del Derecho constitucional comparado.
Rickert, Heinrich, Ciencia cultural y ciencia natural (1899), Calpe, Madrid,
1922, 151 pp. La obra
clásica
en donde
se
expone
el
concepto de «ciencias culturales»
como
tutivo del concepto de «ciencias del espíritu» procedente de Dilthey.
(pñ Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
susti-
1
Bibliografía
i
245
El nacimiento de una contracultura (1968), Kairós,
Roszak, Theodore,
Barcelona, 1970, 320 pp.
Un análisis de los movimientos «contraculturales» promovidos por los «hijos de la tecnocracia» desde finales de los años sesenta.
El chimpancé y los orígenes de Cultural, Barcelona, 1978, 124 pp.
Sabater
Pi,
Jordi,
Obra pionera de rompe con Sabater
extensión de la Idea de Cultura
la
«dogma» de
el
la identificación
Pi, Jordi, Etología
chimpancés a
Un análisis
de
la
campo de
la Etología,
cultura con la cultura
De
de la vivienda humana.
la vivienda
las
de
al
Promoción
cultura,
la
los
que
humana.
nidos de gorilas
y
humana. Labor, Barcelona, 1985, 126 pp.
culturas animales
en su conexión con
las culturas
humanas de gran
interés teórico.
Scheler,
Max, El saber y
la cultura
(1925), Revista de Occidente, Madrid,
1934, 100 pp. Puede considerarse como una exposición
«mundo propio Snow,
del
clásica
de
la
Idea de Cultura en cuanto
hombre».
Las dos culturas y un segundo enfoque (1959), Alianza, Madrid,
C.P.,
1977, 117 pp. Contiene cultura»
las
famosas conferencias en
y de «segunda cultura»
do, han sido
las
y siguen siendo importante
Spengler, Oswald,
que Snow acuñó
los cuales, sin perjuicio
La decadencia de
de
los
conceptos de «primera
las críticas
que han
recibi-
referencia en los debates contemporáneos.
Occidente (1918), Espasa-Calpe, Madrid,
1926, 4 vols.
Obra fundamental que
desarrolla en perspectiva histórica la idea de cultura de
Frobenius.
Tylor,
2
Edward
B.,
La
cultura primitiva (1871), Ayuso, Madrid, 1977-1981,
vols.
Obra considerada fundacional de
la
Antropología cultural en
la
perspectiva del evo-
lucionismo.
White, Leslie Alvin, La ciencia de
la cultura
(1949), Paidós, Buenos Aires
1964, 389 pp. Libro fundamental de uno de los fundadores del materialismo cultural norteamericano, que constituyó una alternativa
al
idealismo cultural de los vencidos en la guerra,
y que toma importantes elementos del materialismo histórico resó al conocer, en los años treinta, el libro de Engels,
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
(del
que White
El origen de
2004
se inte-
la familia, la pro-
© FGB 201
1
246
I
El
mito de
la
cultura
piedad privada y
el Estado,
que
se apoyaba,
como
es sabido,
en La sociedad primitiva
del norteamericano Morgan).
Wilson, Edward O.,
Sociobiología,
la
nueva
(1975),
síntesis
Omega,
Barcelona, 1980, 701 Pp.
Manual tuirse
(pfí
Gustavo Bueno,
clásico
de
los principios
de
en perspectiva reductora de
El
mito de la cultura
[1
la Sociobiología, disciplina
que pretende consti-
la «culturología».
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
.
Glosario
I
247
Glosario
a -operatorias (metodologías). Metodologías a -operatorias son procedimientos de
la
aquellos
construcción científica en virtud de los cuales son
eliminadas o neutralizadas
las
conexiones entre sus términos
operaciones iniciales a fin de llevar a cabo al
margen de
los
nexos operatorios (aporé-
ticos) originarios.
Situaciones a . La de los campos gnoseológicos entre cuyos términos no figuran sujetos operatorios en cuanto
a j -operatorias
tales,
(metodologías). Característica de una metodología que,
principalmente
como
efecto de
un
regressus a partir
han determinado construcciones entre los términos
como
de operaciones que
previas, logra establecer vínculos
estuvieran ofrecidos independientemente
si
de todo nexo operatorio.
a Imperatorias no ya en
(metodologías). Característica de una metodología que,
la línea del regressus
hacia conexiones anteriores o previa a toda
operación, sino partiendo de éstas,
y en progressus, alcanza a determinar
contextos envolventes capaces de establecer nexos, estructuras o proce-
no operatorios entre
sos
los
términos tratados. Los nexos, estructuras o
procesos determinados, o bien son genéricos (a los campos naturales y a los
humanos)
son
—y en hablamos de campos humanos) —y en — este caso
metodologías
específicas (a los
— o bien
I-o. 2
este caso
hablamos de
metodologías //-a 2
fi-operatorias
(metodologías). Metodologías fi-operatorias son aquellos
procedimientos de
la
construcción científica en virtud de los cuales
operaciones del sujeto gnoseológico resultan análogas a atribuidas a términos de
57
Algunos de
Glosario
que
los
un campo en
situación
las
fi.
términos recogidos en este glosario conocen un desarrollo más amplio en
figura en el
volumen
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
el
5 de la Teoría del cierre categorial, Pentalfa, Oviedo, 1993, pp.
1373-1443.
(pfí
las
operaciones
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
248
I
El
mito de
cultura
la
Situaciones
Las de los campos gnoseológicos (propios de
fí.
humanas y
etológicas, sociales
las ciencias
y culturales) entre cuyos términos figu-
ren sujetos operatorios (animales o humanos) análogos (o de escala similar) a los sujetos gnoseológicos.
(metodologías). Son características de
fi,-operatorias
que en su
científicas
regressus
esencias determinantes
de
las
no desbordan
disciplinas
las
operaciones hacia estructuras o terreno operatorio, sino que se
el
modo de determinación que pueda ser constituido En el modo genérico (I-fi,) las determinaciones
detienen en algún
en su mismo ámbito.
se constituirán a través
de objetos o artefactos técnicos o tecnológicos,
a su vez producidos por operaciones
determinación de
específico (Il-fid la
(
verum
las
en
est facturri)-,
el
modo
operaciones estaría constitui-
otras operaciones (tal sería el caso de la «teoría de juegos» o de
da por
las disciplinas psicológicas del fí 2 -operatorias
condicionamiento operante).
(metodologías). Son propias de
las disciplinas
humanas y
etológicas, llamadas por algunos «práctico prácticas»; son disciplinas
que, en lugar de iniciar
el regressus
minantes, se mantienen en
la línea
hacia estructuras o esencias deter-
de su progressus
como
construccio-
nes de fenómenos técnicos o prudenciales (jurisprudencia, arte,
Anamorfosis. Procesos en
los cuales se constituyen
&
c.).
determinadas estructura-
ciones nuevas respecto de otras precedentes establecidas, partiendo de ellas,
pero no por «emergencia» o por «transformaciones epigenéticas» (o
metamorfosis), sino por des-estructuración y refundición consecutiva de las partes antecedentes con el nuevo orden. Hay anamorfosis en la trans-
en circunferencia, y hay anamorfosis en transformación de una banda de homínidos en una sociedad política.
formación del polígono la
inscrito
Anastomosis, (de stoma = boca, abertura). Tecnicismo anatómico-médico
que designa
la
comunicación,
tras las aberturas (naturales
o
pertinentes, entre dos vasos sanguíneos o entre dos nervios.
(§2) se sión,
toma
de
la
este tecnicismo para construir
el
texto
una designación, por exten-
comunicación viviente entre ramas
troncos de árboles distintos (utilizados
artificiales)
En
como
culturales procedentes de
símbolos de
las relaciones
entre culturas).
Apotético. Término con
el
que designamos
locus apparens) característica
nuestro
El
los objetos
posición fenomenológica (o
o situaciones que constituyen
«mundo
cuación de
(pñ Gustavo Bueno,
de
la
las
entorno», en tanto se nos ofrecen a distancia, y «con evacosas interpuestas» (que, sin embargo, hay que admitir para
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
Glosario
dar cuenta de
las
Son
distancia»).
cadenas causales, supuesto
rechazo de
el
las
I
249
«acciones a
apotéticas las conductas de acecho de los animales, la cap-
tación del significado de los comportamientos de otros sujetos, los planes, proyectos, símbolos, &c.
narse
como
En
texto se presupone
el
que
lo
que suele desig-
«conciencia» o «alma» se caracteriza, mejor que por apelación
a la metáfora de «lo interior»
(el
«dentro» espiritual, opuesto
material), apelando a las estructuras apotéticas.
de una obra
cultural,
Tener «conciencia
de un cuadro de Picasso, por ejemplo,
«fuera»
al
estética»
es antes tener
conciencia apotética del cuadro y de su relación con otros objetos, que experimentar vivencias, vibraciones emocionales, relajamientos cenestésicos de naturaleza subjetiva psicofisiológica. Las «vivencias» nos remiten
al
propio cuadro, y su belleza o fealdad, o, en general, su valor estético, ha de ponerse en el cuadro mismo, en cuanto percibido aporéticamente, pero no
en
percepción subjetiva del cuadro.
la
Axiológico. Término que se utilizó en
la
llamada «teoría de
los valores»
o
Axiología (Ehrenfelds, Scheler, N. Hartmann, &c.) para designar aquello
que
un
tiene las características de
como
bello
o feo;
barato vital, ;
ético,
como
malo; económico,
sano o enfermo; religioso,
contraposición a lo que solamente tiene
un Base
/
bien , en
sí
neutro,
un contravalor
valor o de
como bueno o
como
(estético,
como
caro o
santo o satánico] en
las características
de un
ser
aun cuando sea «soporte» o «portador» de un
o de
valor.
Superestructura. La distinción base/superestructura es una metáfora
que en
Marx
Prefacio
el
tiene
la cultura,
tructuras
a
a
la Introducción
un alcance
crítico
y
la crítica
preciso.
sobreentendemos que
el
En
las
Prefacio de
de
la
Economía
Política
de
coordenadas de El mito de
Marx
presenta
las superes-
en cuanto morfologías culturales susceptibles de desplomarse en
proceso de evolución del todo complejo; y precisamente cuando se desmoronan, porque la base ha cambiado, es cuando se manifiestan como el
tales superestructuras.
Pero esta metáfora sugiere una visión estática de la
cencia,
y las superestructuras vienen a ser una excreuna floración que puede tener alguna reacción sobre la base, pero
que no
se sabe
realidad: la base es el soporte
muy bien
pueda
ser su
función en
software respecto del hardware básico,
como
sugería Klaus?, ¿una capa ideo-
cuál
la
producción (¿un
lógica destinada al control social de los individuos de la sociedad corres-
pondiente a
la cultura
de referencia?).
De hecho
la
distinción fue desarro-
Diamate. n una perspectiva dualista, dogmática y no crítica, de suerte que base terminaba equivaliendo a materia (otras veces a llada
por
el
«Naturaleza»)
Gustavo Bueno,
El
y
superestructura a espíritu (otras veces a
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
«Hombre»); pues,
© FGB 201
250
I
El
mito de
la
cultura
a fin de cuentas, los
contenidos de
bían
terreno de
al
Arte, la Religión, la Filosofía o
el
en
la «cultura» las
el
sentido
De
superestructuras.
Derecho
el
—
más tradicional—
este
modo
es decir,
se adscri-
en
la distinción,
los
años veinte y siguientes, vino a ponerse al paso de las distinciones que se establecían en la Axiología o Teoría de los Valores coetánea (la de Max Scheler o la de Nikolai
Hartmann) entre
bienes
valores (los valores
y
más
eran los más débiles y necesitaban del apoyo o tutela especial del «Estado de Cultura»). ¿Acaso la distinción de Marx debe considerarse hoy altos
inútil
una
y aun
peligrosa?
No
necesariamente, pues en
distinción fundamental pero
que necesita
tantas otras distinciones de Marx. tructura, pero
como
no como
tronco de
el
un
los
demás
como, mejor aún,
través
de
hue-
no
no brotan de
crecer; los tejidos del vertebrado
ambos
del cigoto. Por consiguiente, las superestructuras
las cuales se
tronco
el
pueda
&c. de
los
tejidos del vertebrado: las hojas
canaliza y se recoge la energía exterior que hace que
filtros, canales,
como
base soporta, sin duda, a la superes-
son meras secreciones del tronco, sino superficies a
papel de
hace presente
soportan los muros del edificio, sino
árbol soporta las hojas o
organismo soportan
sos del
La
los cimientos
ella se
ser «vuelta del revés»,
los huesos, sino
desempeñan
que sostiene a
la energía exterior
mismo
la
el
base
del organismo; por lo que el «desplome» del organismo tendrá lugar inter-
namente
(sin perjuicio
alimenta) cuando tar la energía
las
de que pueda agotarse
superestructuras comiencen a ser incapaces de cap-
o de mantener
el tejido intercalar
su morfología característica. Esta es
do haya habido un cambio manifestará la
como
tal,
la
siderarse
razón por
las estructuras
la cual
que forman parte de su
contenido a través del cual
dentro de
solamente cuan-
la
la
producción
de contacto
social,
la base, sin
sistema morfodinámico
el
fisiología
propiamente como superestructuras: una
políticas,
la canaliza
por su incapacidad para «re-alimentar» a
medieval, no es una superestructura de
nómicas,
que
efectivo la realidad de las superestructuras se
cual el sistema no se sostiene. Pero cuando
funcione,
energía exterior que lo
la
no podrán con-
catedral,
en
la
sociedad
«base feudal», sino que es
se desarrolla
un
según formas eco-
de conformación ue jerarquías, con
funciones de banco, de fuente de trabajo, &c. Según
esto,
mientras no
fal-
tasen los recursos energéticos del entorno feudal (incluyendo aquí a las otras sociedades) las catedrales
didas», sino
cuando
como
no podrían considerarse como «sobreaña-
partes internas de la anatomía de esa «cultura feudal»;
los recursos se agotan,
porque
se
han desarrollado nuevas formas
podrán impedir que
de producción,
las
determinarán
ruina de su base, que se desplomará sustituida por otra.
cpñ Gustavo Bueno,
El
la
catedrales
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
el
sistema subsista
2004
© FGB 201
y
1
Glosario
La propia idea de Cultura
como
sustituirá,
en
se dice
251
I
este libro, a la idea
superestructura! de la Gracia, y hasta cabría construir, en paralelismo con la
fórmula medieval, supuesto que
la
antigua Idea de
la
Gracia, en la
al
nuevo Reino de
la
Cultura (que se había formado a sus expensas), una
nueva fórmula: Gratia culturam non
Uno a
la
de
la
Cultura será
la
se hace)
tollit sedperficit.
de esta reaplicación de
los principales efectos
Idea de
(como de hecho
se reaplique
medida en que permanece remanente,
liberación del
la
Idea de la Gracia
Verbo Divino respecto de
las
redes de la Cultura grecolatina, en las cuales aparecía atrapado; pues ahora
cabrá reconocer que cada cultura (en
no
sentido antropológico-político),
y
sólo la judeo helénica, encierra las «semillas del Verbo». Este reconoci-
miento
se
hace explícito en algunas corrientes radicales de
Liberación a
la
el
Teología de
la
sobre todo, del Quinto centenario del descubrimien-
raíz,
to de América: «El desafío, hoy, es realizar
de
la liberación [en lugar
de
la colonización]»,
de hacerlo,
una evangelización bajo
como
dicen que se hizo, bajo
el
signo
el
signo
afirma Leonardo Boff, y añade: «cada cultura hará su vamos a asimilar
asimilación del Evangelio con la certeza de que jamás
totalmente
Evangelio». Mediante esta desconexión del Evangelio del
el
contexto histórico cultural en
el
cual de hecho se constituyó, se pretende
Y esto dicho sin perjuicio
salvaguardarlo de la historicidad de las culturas.
de
la
querencia hacia
con tantos
las
culturas de
América Latina, «que son tan gran-
que pueden asumir
Evangelio y desde Evangelio aportar a los cristianos otros rastros de la verdad». des,
Causa
«Causa de
sui.
tud de
valores,
la cual
sí
el
mismo». Por tanto, condición de una causa en
su sustancia consistiese en
ser efecto
absurda.
La
raíz
al efecto;
por
ello la idea
tuida a partir de una relación aliorrelativa
sí
de causa sui
de este absurdo no es otra sino (la
el
vir-
de su propia causali-
dad. Esto haría que la causa sui debiera ser «anterior a
causa es anterior
el
misma», pues la
la
consideramos
hecho de
estar consti-
de causa a efecto), una
rela-
ción reflexiva que, por tanto, es contradictoria y tan sólo puede reconocerse
(como
sin
duda
la
han reconocido algunos
filósofos, entre ellos
Benito Espinosa, 1632-1677) a título de concepto límite contradictorio, a
la
manera
del concepto de «distancia cero» entre dos puntos
ha de confundirse circular
(A
B
la idea limite
C
-*
D
eslabón y el último no son esencialmente (isos).
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
de causa
sui
con
A) porque en el
mismo
el
la idea
A y B. No
la
causalidad
círculo causal el primer
sustancialmente
996], séptima edición, Barcelona
de
2004
( Autos,)
© FGB 201
sino sólo
252
I
El
mito de
la
cultura
En un sentido antropológico amplio el término «civilización» suele utilizarse como equivalente al término «cultura» (sobre todo este término designa un sistema morfodinámico). En un sentido más restrin-
Civilización.
gido
(de civitas) son
las civilizaciones
las
gresista», las civilizaciones constituían el
de
las culturas
rizarse
por
en
Cogenérico,
las
mera
la especie
y que, por
en su género (haciendo de
forman con
las
es distinta
la pentadactilia es,
de
la
tanto,
las
no autorizan a sub-
notas subgenéricas una diso-
puesto que estas notas específicas, aunque
notas específicas de otras especies del género
un
La dotación cromosómica
del
«sistema» de alternativas único, cogenérico.
hombre
podían caracte-
embargo tampoco autorizan a
reiteración de los géneros), sin
ciar las especies del género,
peculiares,
y,
alto del desarrollo
ello,
notas que, aunque sean características de una
especie dada (zoológica, social, &c.),
sumir
por
de-
la ideología «pro-
universalidad.
la
Se dice de
as.
término más
primitivas (salvajes o bárbaras)
nota de
la
más
culturas en su estado
sarrollado; para los antropólogos clásicos, inmersos
de
los primates,
pero
es
cogenérica con
en cambio subgenérica, mientras que
lenguaje fonético articulado
no
la
la
de
ellos;
capacidad del
es ni subgenérica ni cogenérica, sino
transgenérica.
Contextos de descubrimiento
/
contextos de justificación. Distinción
debida a Hans Reichenbach (1891-1953) con la disociación,
en
el
curso de
la
que
la
se pretende subrayar
investigación científica, entre los procesos
(subjetivos psicológicos o sociales)
que conducen
al
descubrimiento de
una ley o teoría científica y aquellos otros en virtud de los cuales esa ley o teoría se demuestra o, al menos, se justifica lógicamente (objetivamente). La disociación
se utiliza, a veces,
como fundamento de
la
posibilidad de
segregar las cuestiones de Historia y de Psicología de la ciencia de la exposición sistemática de la ciencia
miento tienen lugar por caminos los cuales se justifica lo
mismo,
nen que
que
recorrer
caminos que
una perspectiva
al
o, lo
muy
que
poco
es
tie-
descubrimiento. La dis-
psicológica,
puede parecer
tri-
Pero deja de serlo en cuanto tenemos en cuenta su dialéctica peculiar.
Pues aun cuando
los
procesos del descubrimiento se conciben
cológicamente previos a fácil
de descubri-
diferentes de aquellos a través de
a veces, con los que condujeron
tinción, interpretada desde vial.
muy
los procesos
o se demuestra lo que se ha descubierto;
la justificación tiene
ver,
A veces,
misma.
admitir
los procesos
cómo puede
hablarse de
como
psi-
de justificación, sin embargo no
es
un descubrimiento previamente
al
proceso de su justificación; pues antes de esta justificación no es posible
(pfí
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
Glosario
distinguir
un descubrimiento
efectivo de
un descubrimiento
I
253
aparente. El
«descubrimiento» de los canales de Marte, a finales del siglo XIX, no fue descubrimiento, puesto que los supuestos canales no pudieron
tal
como
carse
y que
ción,
sino
tales,
cabría decir que
/
en
Lysis.
lo
hemos
Tomamos la
— de
pepsis
con
ver,
según Laín, con
de Cnido). «Crisis» designaría
un
la tradición
concepto de una
el
estado de enfermedad (enten-
con un estado relacionado con una defectuosa cocción
componentes
los
del organismo)
y que, o bien
se resuelve
restablecimiento del equilibrio del organismo enfermo (se habla
el
entonces de
o bien dejando abierta la puerta a
lysis)
o incluso con
recidiva,
la
terminación
( Primitive
Culture,
la posibilidad
la
las creencias, el arte, la
moral,
el
derecho,
lesquiera otros hábitos o capacidades adquiridos to
miembro de
la
la
definición de E.B.
Chicago 1871): «La cultura o
civilización,
sentido etnográfico amplio, es aquel todo complejo que incluye
cimiento,
de
proceso morboso.
letal del
Cultura (en sentido antropológico). Nos atenemos a Tylor
retros-
aquí estos términos en su sentido hipocrático (que,
modificación, generalmente súbita, de dida, a su vez,
es posterior a la justifica-
descubierto.
que tienen más que
este caso, parece
de Cos que con
—
Según esto
«artefactos» de los telescopios.
cuando hemos demostrado algo podemos afirmar
sólo
pectivamente que Crisis
como
descubrimiento, en general,
el
justifi-
las
por
el
el
en
cono-
costumbres y cuahombre en cuan-
sociedad».
Cultura circunscrita. Denominamos de
este
modo
(buscando
la
mayor neu-
tralidad axiológica posible) al conjunto de aquellos contenidos culturales
música, pintura, danza, literatura, cine,
(teatro,
punto de
vista
de
la idea del
como puedan
serlo
que, desde
«todo complejo» pueden considerarse
«circunscritos» (a efectos de tutela, tales
folclore...)
el
como
promoción, &c.) por instituciones
un Ministerio de Cultura o
análogos, públicos o
privados (Consejerías de Cultura, Casas de Cultura, Fundaciones de Cultura, Concejalías de Cultura, &c.). Los contenidos denotados en estas «culturas circunscritas» o «selectas» suelen, por otra parte, sobreentender-
como
se
sia» (la
los
contenidos más característicos de
tecnología industrial, la ciencia o incluso
también partes del «todo complejo», quedan de
la
la
«cultura por
la
educación, aunque son
fuera,
en general, de círculo
«cultura circunscrita»; pertenecen a la jurisdicción de los Ministerios
de Industria, de Ciencia o de Educación).
(pfí
Gustavo Bueno,
El
antonoma-
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
254
I
El
mito de
la
cultura
Cultura compleja instrumental. Denominamos de
este
modo
al
conjunto
de contenidos culturales (un subconjunto o parte del «todo complejo») que, sin necesidad de caer dentro de
la jurisdicción
Cultura (antes bien, estos contenidos
se
de los Ministerios de Educación), constituyen una tica,
de un Ministerio de
aproximan más a cierta
contenidos
los
unidad pragmá-
derivada del hecho de formar parte del «repertorio» de habilidades o
conocimientos que un individuo adulto que vive en sal» del presente
cultura compleja instrumental
por
«sociedad univer-
debe poseer a efectos de su adaptación
rango intermedio (nacional e internacional) de
tituida
la
la participación
en
es,
los
la
a las capas
de
sociedad planetaria. La
ante todo, una cultura subjetual, cons-
contenidos de
la
cultura social y objeti-
va a titulo de instrumentos preparatorios de los individuos en su proceso
de adaptación y control de su entorno cultural. La cultura instrumental compleja, en cuanto cultura destinada a «preparar» a los individuos para la
«vida del presente» incluye, por ejemplo,
tales la
como
el
automóvil,
las
posesión práctica (no ya filológica o
universales»,
además de
administrativas,
el
«gobierno» de artefactos
cámaras fotográficas o de vídeo,
la nativa, el
económicas y
literaria)
de
los
ordenador,
de dos o más «lenguas
conocimiento de
políticas
el
las instituciones
principales países del
conocimiento y «control», como instrumentos sociales, del «estado del teatro, de la literatura o de la pintura» que tienen que ver con
mundo, la
el
cultura circunscrita.
La cultura instrumental compleja puede considerarse como la cual
ha evolucionado, en
la
la
forma hacia
sociedad universal de finales de
«cultura general» que, a principios del siglo XX, era requerida en to de las sociedades nacionales.
La adquisición de una
siglo, la el
ámbi-
cultura compleja
instrumental es uno de los motivos principales del repliegue de los intereses filosóficos.
Cultura intersubjetiva (intersomática, nes, costumbres, ceremonias, &c.,
portamiento de
social).
la
el
conjunto de institucio-
que constituyen
las
pautas del com-
los
individuos en cuanto miembros de un grupo
Culturamorfodinámica. Denominación de
do por
Es
la
social.
unidad del sistema constitui-
concatenación causal circular de un conjunto de contenidos cul-
turales subjetuales, sociales
y
materiales, en tanto
ción da lugar a un equilibrio dinámico de
las
que una
las
concatena-
formas a escala operatoria
dada. Podrían ser ejemplos de culturas morfodinámicas:
Egipto faraónico de
tal
la
cultura del
cuatro primeras dinastías, la cultura griega clásica
(o «cultura de la polis»).
(pñ Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
Glosario
Culturaobjetiva (objetual). Es, ante todo,
la cultura social
y
I
255
la cultura
material o extrasomática (desde los cultivos hortelanos hasta las esculturas
que decoran un
edificio).
Cultura subjetiva, o cultura en sentido subjetivo, equivale ritu
o del cuerpo» según
Cultura subjetual. Es
la
las
al «cultivo del espí-
pautas establecidas por la cultura objetiva.
cultura subjetiva, pero subrayando lo que
el
sujeto
tiene de entidad real-positiva intrasomática (por ejemplo, la cultura de
pianista respecto de sus dedos, o la de culos)
un
culturista respecto
un
de sus mús-
y no meramente de entidad mental-metafísica.
Diafonía. Podría traducirse por desconcierto o disparidad de opiniones. Era
un término
utilizado
por
to contra la posibilidad
crepancia de
las
los escépticos griegos para designar el
de
los
conocimientos humanos fundado en
campo antropológico en
construcción racional dada en
la estructura gnoseológi-
y a fin de alcanzar una campo, se hace necesario
virtud de la cual,
el
ámbito de ese
proceder circularmente («dialelo») pidiendo, en cierto modo,
principio
el
de lo que busca ser construido. La «construcción del hombre», en tido de la teoría de la evolución, sólo
nocemos que
el
la dis-
opiniones de los «expertos».
Dialelo antropológico. Situación determinada por ca del
argumen-
hombre ya
se
puede
ha producido:
si,
el
sen-
cabo cuando reco-
llevarse a
por ejemplo, podemos
reconstruir la «invención del fuego», o del lenguaje, o del Estado, &c., es
porque presuponemos ya que
el
fuego,
el
lenguaje o
el
Estado están ya
dados. El postulado del «dialelo» considera una ficción la presentación de aparición o emergencia del hombre, o del fuego, o del lenguaje o del
la
Estado a partir exclusivamente de
la
consideración de la evolución de pri-
mates prehumanos (dryopitecos, póngidos, &c.).
Diamérico parte).
/
Metamérico
(de día = a través de, meta =
Dado un término o
que concierne a
la
más
minos o configuraciones de su mismo butivo), nivel por tanto
la
Para
inser-
con otros
tér-
nivel holótico (distributivo o atri-
homogéneo según
los criterios
de homogeneidad
La relación de un organismo con otro de su misma
de una célula con respecto a otras células del
ca.
y meros =
comparación, relación, cotejo, confrontación,
ción, coordinación, &c., de este término o configuración
pertinente.
allá,
configuración definida, diamérico es todo lo
un término o configuración dada
mismo
especie,
metamérica toda
es
o
tejido es diamérirelación,
comparación, inserción, &c., de ese término o configuración con otros de superior (a veces inferior) nivel holótico.
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
La
relación de
996], séptima edición, Barcelona
2004
un organismo
© FGB 201
1
256I
El
mito de
cultura
la
individual con
el
continente en
micas que lo constituyen
es
Zenón,
los estoicos
de
la
primera época (o Stoa
Cleantes...) para designar la supuesta «conflagración o
incendio universal» mediante vez, purificado;
subató-
las estructuras
metamética.
Ekpyrosis. Tecnicismo utilizado por antigua:
que vive o con
el
el
cual
también defendió
Apamea (135-51
a.n.e),
la
Cosmos quedaría
el
destruido
a la
y,
doctrina de la ekpyrosis Posidonio de
como máximo
considerado
representante de la
Stoa media.
Emic. Concepto introducido por Pike para designar cuando
ta el lingüista, sociólogo, etnólogo, &c., vista del agente
o agentes» en
una institución, un
el
momento de
«se sitúa
en
(el
el
punto de
una ceremonia,
describir
discurso, &c., a cargo, generalmente, de
culturas distintas de las del investigador
que adop-
la perspectiva
término emic
es
miembros de una
generali-
zación del sufijo del término «fonémica»). «Colón en sus viajes descubrió
Cipango y del Catay» es una proposición emic, cuyo error retrospectivo, sin embargo, no debe hacernos olvidar que ella guió los
las costas del
pasos del Almirante.
Espíritu objetivo. tres
En
que comprende
que, dejando atrás a
no «hacia
sí
sistema de Hegel es
el
Materia (como ser-fuera-de-sí) emprende
mismo», a
Espíritu absoluto. Por
«segundo momento» de
los
despliegue del espíritu (como ser-en-sí) una vez
el la
el
saber:
medio de
el
cami-
Espíritu subjetivo, Espíritu objetivo la idea
un conjunto de contenidos y formas
y
de Espíritu objetivo Hegel reúne
del
campo antropológico
(los
que
tienen que ver con lo que hoy llamamos, sobre todo, Derecho, Sociología, Política
y Economía
política) caracterizándolos
por su condición humana,
desde luego, pero no tanto en sentido individual cuanto supraindividual
y con
efectos deterministas implacables sobre los individuos: el «espíritu
no
objetivo»
tiene propiamente alma; es
un desalmado
(en expresión de
Ortega). Sin embargo, ofrece los canales, marcos o pautas mediante las cuales las «almas»
pueden conformarse. El Espíritu objetivo
se manifiesta,
lugar, como Derecho; en segundo lugar como Moral; y en tercomo Costumbreidad (o Institucionalidad: Sittlichkeit, de Sitien
en primer cer lugar
= costumbres, instituciones; se despliega, a su vez,
de Etíc.
la familia, el
de
la
según
traducen eticidad). La Sittlichkeit
los italianos tres
sociedad
momentos de
civil
y
el
creciente complejidad: el
del Estado.
Concepto introducido por Pike para designar
ta el lingüista, sociólogo, etnólogo, &c.,
(pñ Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
cuando
la perspectiva
se sitúa
996], séptima edición, Barcelona
2004
que adop-
en un punto de
© FGB 201
1
Glosario
vista
que no
momento de
viajes,
institución o
un
el
discurso, &c.,
culturas distintas de las del investigador
una generalización
etic es
en sus
suyo propio, generalmente, en
una ceremonia, una
miembros de
a cargo de
mino
es el del agente, sino el
describir
257
I
(el tér-
del sufijo del término «fonética»). «Colón,
descubrió diferentes
islas
del Caribe, así
continente americano» es una proposición
Eutaxia («buen orden»). Designamos con
como
del
las costas
etic.
término un concepto que
este
generaliza ciertas definiciones aristotélicas {Política, 1321a: «La salvación
de
la oligarquía es la eutaxia»),
a cualquier tipo de sociedad política.
Eutaxia, en su sentido político general, significa «buen orden político», en
donde bueno no
dice tanto «santidad», «justicia», &c., cuanto «capaci-
dad» o «virtud» del sistema para mantenerse en
do de lado
los
Finís operantis
/
medios que
el
curso del tiempo, dejan-
él utilice.
Finís operis. Distinción escolástica que establece la posi-
un propósito
bilidad de que la obra que ha sido diseñada en función de
determinado de su agente o agentes según una trayectoria objetiva siguientes
la
el
rey hasta los
operante) se desenvuelva
obra) o desencadene efectos sub-
de quienes convocaron
Francia de 1789, desde
y
de
que ni siquiera fueron previstos por
los fines subjetivos
el
(fin
(fin del
el
agente o agentes. Entre
Estados generales en la
los
hombres públicos que
ra de los citados Estados generales,
no figuraba
de
la abolición
rodeaban
le
último ciudadano, durante todos los meses que siguieron a
la
apertu-
la
monar-
quía; sin embargo, los sucesos condujeron a sus agentes por los
de
la revolución:
directores
por
de
«Todos fueron dirigidos por parecían actuar
ellos;
las fuerzas fatales e
Gnoseológico,
a. Relativo
mino contrapuesto miento (ya sea
cas; es
una
a la teoría de
más que
las ciencias.
mundo
«estilo»
de
Como quiera que,
mito de la cultura
tér-
[1
las ciencias
el «estilo»
de
antropológiel
tipo
entorno que puede alcanzar un niño de
que puede alcanzar un niño de
siete años.
cual se «sustantifica»
el
propiedad, relación o atributo abstracto que, por
El
como
de establecer las diferencias entre
Hipóstasis, hipostatización. Proceso mediante
Gustavo Bueno,
Se toma aquí
epistemológica, la de diferenciar
tarea epistemológica la
alguno sustancial.
ser
ya sea precientífico o praetercientífico). Es una
matemáticas respecto del
el
en vez de
a epistemológico, reservado para la teoría del conoci-
de conocimiento de su dos años y
los sucesos,
gentes perturbadas o movidos
inconscientes de la tragedia griega».
científico,
tarea gnoseológica, las ciencias
como
caminos
en muchos
996], séptima edición, Barcelona
sí
mismo, no
es
en
una
modo
casos, la «sustantificación»
2004
© FGB 201
258
I
El
no
mito de
la
en concebir como sustancia
consiste
ción, sino
cultura
lo
que no son sino atributos o propiedades o término «hipostatización»
ferible utilizar el
sólo
un
es
un
igualdad no es una transitividad, la
una
accidente o
rela-
de «sustantificación» (que
al
más restringida). Hipostasía la como relación simple, cuando en un conjunto de propiedades
relación sino
— que
«dado perfecto» quien
concibe
lo
es
relación de
realidad la
—
simetría,
afecta a determinadas relaciones tales
reflexividad
«congruencia», la «isonomía», &c. Hipostatiza
homogéneo y no como una
lo
relaciones insertas, se hace pre-
tipo de hipostatización,
«igualdad» quien la trata
como
que
en concebir como atributos o relaciones simples o exentos a
como un cuerpo
el
físico
concepto de
perfectamente
relación entre los dados empíricos
que en
el
curso de jugadas indefinidas, compensa sus imperfecciones.
Inversión teológica. Llamamos inversión teológica tenido lugar en
el siglo XVll)
mediante
el
cual
la
al
proceso (que habría
idea del Dios terciario,
como limite de la relación entre determinados contenidos dados en el Mundo, revierte sobre las relaciones entre los contenidos de ese mismo
Mundo de suerte de
ser «aquello
tal
que
las
conexiones de los conceptos teológicos dejan
por medio de
lo cual se habla
de Dios» (como entidad
transmundana) para convertirse en aquello por medio de
mos
sobre
mundo.
el
Isoíogía, Tipo de unidad entre términos que, por oposición la
diversidad heterogénea (a
unidad
lo cual habla-
las
no solamente
relaciones heterológicas) sino
sinalógica, se caracteriza
también a
a la
por no precisar una proximidad, conti-
güidad o continuidad causal, &c., entre
los
términos de referencia. La
igualdad entre dos términos que mantienen relaciones materiales k de simetría, transitividad isológica;
también
lo es la analogía
o
la la
y reflexividad determinará entre
semejanza (que no
unidad entre
los
entre los huesos
la
unidad entre términos que, aunque no sean
huesos de un
mismo
cuando abstraemos el
la
diferentes de la
unidad sinalógica de
texto este término
en
el
operatoria (constructivista) del conocimiento las cosas
miento, incluso
El
por
él
mito de la cultura
[1
misma
comienza con
el
especie
estirpe).
contexto de
la
concepción
humano, en tanto
conocidas. Según esta concepción
el científico,
(la
esqueleto es sinalógica, la unidad
homólogos de esqueletos
Logos. Utilizamos en
Gustavo Bueno,
como
mantienen un vínculo de continuidad, contigüidad, &c.
isológicos k,
función de
una unidad
homogeneidad. La unidad sinalógica (de synallage =
comercio, ajuntamiento) es
es isológica,
ellos
es transitiva) es isológica,
el
se
da en
conoci-
«saber hacer» técnico ope-
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
Glosario
no ya
mientos de «Logos»
los
en
es,
259
eminentemente manual o
ratorio (entendiendo operación en su sentido
fonético, es decir, en tanto implica,
!
«actos mentales» cuanto movi-
músculos estriados capaces de componer y separar). no tanto la característica de una supuesta
este contexto,
«mente lógica» sino
la característica
do operatoriamente (desde una
de todo aquello que ha sido construi-
cesta de
mimbres ensamblados hasta un
discurso de palabras) mediante composiciones y separaciones de partes que conducen a una «estructura identificable» (reproducible por tanto en principio) en
Megárico ya
la
un sistema
general de fines biológicos o sociales.
(referente a la escuela de
Megara, fundada por Euclides de Megara,
que pertenecieron Eubulides, Apolonio de Cirene, Diodoro Crono,
&c.). El adjetivo «megárico» se utiliza en esta obra, por sinécdoque, referido específicamente a las (supuestas) doctrinas de los megáricos que
subrayaban, no sólo
inmutabilidad
la
multiplicidad de las esencias, sino también su
(«eleática»; los eleatas
a dejar de considerar a las esencias cies); las esencias serían
Cada
en cambio negaban
mutua y su «incomunicación»,
sobre todo, su separación
más bien
como
la pluralidad) y,
lo
que obligará
géneros (englobantes de espe-
mónadas
especies únicas,
esenciales.
esencia encerraría en la necesidad de su naturaleza todo su porvenir,
que no
es
en realidad más que un eterno presente;
los célebres
argumentos del segador («o
mento perezoso» o
«el
recogéis,
lo
que
se expresaba
o no recogéis»),
el
vencedor», dirigidos probablemente contra
de potencia de Aristóteles. «Los megáricos
—
dirá Aristóteles
—
en
«argula
idea
sostienen
que solamente hay potencia cuando hay acto y que cuando no hay acto no hay potencia.»
Metamérico. Véase Diamérico.
Modulaciones de una idea o concepto. Corresponden, en o conceptos no unívocos, a lo que
las ideas
los contextos
las especificaciones
son en
de los
contextos de los géneros unívocos; especificaciones que podrían también
denominarse «absorbentes», por analogía con de
las
la especie, la
«reabsorbe»,
demostración de
ellas.
como
un género
Actúan, más bien,
«términos absorbentes» el
género,
al
aplicarse a
«triángulo» reabsorbe a «equilátero» en la
la relación pitagórica.
especificaciones de
de
los
operaciones algebraicas [0*5=0], dado que
Pero
las
modulaciones no son
susceptible de ser utilizado con abstracción
como un módulo
(1*5=5), porque
el
concepto
o idea general no puede utilizarse con abstracción de sus «modulaciones», sino que se aplica inmediatamente a ellas (a la
(pfí
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
manera como
996], séptima edición, Barcelona
2004
el
concepto
© FGB 201
z6o
I
mito de
El
cultura
la
de «sistema de numeración»
se aplica a «sistema decimal»
o «sistema
binario»).
Naciones canónicas, naciones continentales y naciones regionales (o étnicas). Dando por supuesto que el concepto de «nación», en su acepción política,
en
cristaliza
la
época moderna en
el
contexto de
la constitu-
ción de los Estados sucesores del «antiguo régimen», llamamos «naciones canónicas» a
las
que efectivamente
se
han conformado o redefinido
a
«escala»
de
mamos
«naciones continentales» a aquellas otras que posteriormente han
tales
Estados (Francia, España, después Alemania,
Italia...); lla-
ido conformándose en función de Estados cuyo territorio es de ámbito
como proyecto). mismo plano de reali-
continental (Rusia, Estados Unidos de América, Europa
Las «naciones regionales» no pueden ponerse en
dad
política de las anteriores, puesto
auuuiviMuncs uc
el
que sólo existen en proyecto. Son
naciones L,anuuiu5
ruis vascu, ucu.y y ilu
sun
anteriores, sino posteriores, a las naciones canónicas, pese a las pretensio-
nes de
la elite
que pretende su emancipación y que
cución de alguna forma de Estado separado
se orienta a la conse-
de contemplar
(sin perjuicio
su eventual confederación con otros Estados colindantes). Partes determinantes, partes integrantes, partes constituyentes. Las partes
materiales
pueden
logramo
en alguna medida, en cuanto integrantes,
tj
y
determinantes
sustituir
las
0=t¡+t2 pero no 0=P+C+E, fórmula que habrá .
el
todo; por ello los constituyentes
o momentos de diverso orden dimensional que
1
es aditiva
por Q=PC\CTE). Las partes integrantes son del mismo
partes integrantes (son constituyentes de 01
no
partes determinantes
orden (dimensional, por ejemplo) que
tntnrAC
de un cuadracomo los trián-
la figura total
rectángulos isósceles cuya hipotenusa sea la diagonal del
t2
(tiene sentido escribir
(partes
formales)
las
cuadrilátero C, parale-
partes integrantes (del todo integrado, tales
cuadrado). La composición de
que
como
(tales
o equilátero E, determinantes de
P,
do Qj como gulos
(y,
ser tanto partes
Q
sus lados
y
todo) no son
el
los
puntos consti-
c x corti r'oo'i vv.t uc.c.jy.
o uto
Partes sistáticas
y partes
sistemáticas. Véase Totalidades.
Refluencia. Constitución, en un proceso de construcción o de evolución en estructuras dadas a sin
que
un
nivel n,
esta constitución
de configuraciones propias de un nivel
pueda
ser reducida a la
condición de mera
ración o efluencia de alguna estructura genérica anterior.
(pñ Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
n-i,
reite-
Hablamos de
© FGB 201
Glosario
una
refluencia de la estructura
urbana (en
la
que a
las
261
I
browniana molecular en una sociedad
moléculas corresponden ahora
los
ciudadanos).
Sinalogía. Véase Iso logia.
Sinecoide (de sineogmos, ou=j untura, costura). Conexión característica de
un término k con un conjunto de términos
n¡
¡a,b,c,d...
cuando k debe
ir
vinculada necesariamente, pero alternativamente, a alguno o a varios de los
términos del conjunto, pero no a ninguno de sus términos en particular (por lo cual la conexión sinecoide del término k no lo hace dependiente, sino «libre» respecto de
Un
reostato
puede
un término dado, aunque dependa
ser analizado
de; los vínculos del individuo
como un
del conjunto).
dispositivo en conexión sinecoi-
con otros individuos de su grupo
social
(sobre todo en sociedades complejas, por oposición a las sociedades
con
formas elementales de parentesco) suelen ser de tipo sinecoide. Sinexión. Vínculo entre términos que, siendo diversos, y en cuanto diversos, los enlaza de un modo necesario. El polo positivo y el polo negativo de un
imán
están vinculados sinectivamente. El reverso
po dado (dejamos de lado
las superficies
y
el
un
anverso de
cuer-
de Moebius) están unidos por
sinexión. Sittlichkeit.
Búsquese Espíritu
Lo que
Soteriológico.
objetivo.
tiene capacidad salvadora de los
una vida degradada, o simplemente zoológica o Tabla gnoseológica de la cultura
(ver
hombres respecto de
terrenal.
página 160). La tabla de referencia
puede considerarse como un despliegue lógico-material de
como
Cultura,
«todo complejo» de Tylor, dado que
sólo va referida a las «partes» de orden
1, 2, 3...
duda, estaba pensando Tylor) sino también
comprende, por
lo
menos, dos «todos»
tribuye isológicamente en las vez,
1, 2,
3...
suponemos que La dimensión las filas
—y
Idea de
la
«complejidad» no
10.000 (en
que, sin
las
«todo» (puesto que «todo»
entretejidos: el todo
filas I, II, III...
en subconjuntos de diferente nivel
rasgos
al
la
$
que
se dis-
DCXX —reagrupables,
el
a su
todo T, constituido por
los
10.000, sinalógicamente concatenados). Por lo demás,
T se establece realmente «a través»
histórica de la Tabla se
de
las filas I, II, III...
supone representada en
contado de arriba hacia abajo:
las flechas dirigidas
el
orden de
hacia abajo,
perpendiculares o diagonales, son utilizadas para definir la perspectiva en la
que
se sitúan las escuelas difusionistas
o evolucionistas. Es obvio que
dimensión histórica podría también representarse agregando a
(pñ Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
la
la tabla
© FGB 201
262
I
El
mito de
plana un
do
la
cultura
eje
perpendicular
al
mos,
al
menos para un
tamaño de
el
la
capa básica
que
intervalo histórico dado,
ha experimentado un aumento
ría el
el
se fuesen situan-
si
es
que acepta-
número de
en cuyo caso
regular,
cultu-
adquiri-
la tabla
aspecto de una pirámide escalonada invertida.
Preferimos, sin embargo, mantener cas
que
el
sucesivas capas correspondientes a épocas diversas; en este caso, sin
embargo, convendría reducir
ras
plano del papel en
que
plana por
la tabla
en virtud precisamente de su
ella ofrece,
las ventajas analíti-
sencillez,
siempre que
estemos dispuestos a operar con sus propios elementos (por ejemplo, sustituyendo
de trazo continuo que separan
las líneas
las culturas I, II, III...
por líneas de trazos punteados, cuando queramos sugerir que
pongamos por
caso, es la
misma
cultura
temporal dado, pero sin perder su «identidad»).
podrá
más
radicales
a la cultura
como
I
demás como difusiones
mente de
$
totalidad
das (por ejemplo,
I
y
el
la cultura originaria,
las líneas
de
continente por
correspondería a
sentido
radical
contienen todos
(en
el
las culturas
I
presentando a todas
la
ellas
puntea-
misma
cultura
perdidas de Israel»; o
que
utilizarse
esta
para definir
expresión
el
cobra
evo-
en
son independientes, autónomas; todas
y
se interpretará ahora
estos rasgos evolucionan para-
como una
menos en preformación (más que en
todos los rasgos de
las culturas posteriores.
del difusionismo radical,
como
las
suponer que todas
que hay
«epigénesis cultural») a
Y cuando
nos alejamos tanto
culturas adquieren por difusión y
otras veces por evolución epigenética (¿en ra occidental del siglo XIX está
cultura primaria que
del evolucionismo radical, es decir, cuan-
do reconocernos que hay rasgos que
trazo punteado;
la tabla
los rasgos (1, 2, 3... 10.000), todas las culturas tienen
lelamente; la línea
es
la tabla
cabría hablar propia-
las «tribus
podrá
lenguaje, ciencia, religión, filosofía, &Cc.
mejor
modo,
cultura egipcia, según la concepción
la
lucionismo
Antropología cultural):
no
indoamericanas serían
la tabla
al
este
debieran ser todas
fila
de Elliot Srnith). Pero también
contiene,
II,
y extravagantes. Por ejem-
suyas; por lo cual
las culturas
hebrea, di-fundida en bien, la cultura
De
una interpretación de
plo, el difusionismo radical corresponde a
que tomase
cultura
también para representar diversas concepciones antropo-
utilizarse
lógicas de la cultura, incluso las
las
la
transformada en un intervalo
I
que cultura anterior a
preformado
las líneas
el
la cultu-
fonógrafo de Edison?) lo
que separan nías y columnas son de contenidos que aparecen en una
casillas vacías,
determinada y sin precedentes, pero también contenidos que proceden de la evolución de otros contenidos propios de culturas diferentes.
fila
(pñ Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
Glosario
I
263
Totalidades atributivas (T) /Totalidades distributivas (£). Las totalidades atributivas son aquellas cuyas partes están referidas las unas a las otras, ya
sea simultáneamente, ya sea sucesivamente
implican inseparabilidad coides
—
—por ejemplo en
o indestructibilidad);
su participación en
Totalidades sistáticas tutio)
y
conexiones atributivas no
caso de las conexiones sine-
las totalidades distributivas
cuyas partes se muestran independientes
momento de
(las
el
el
sistemáticas.
las
unas de
Llamamos
sistáticas
a totalidades (estructurales o procesuales) tales
Gustavo Bueno,
El
como
mito de la cultura
[1
son aquellas otras
en
el
todo.
ción «estructural» geométrica (circunferencia o ticas a totalidades tales
las
como
elipse);
«sistema funcional de
( systasis
la
= consti-
configura-
llamamos sistemá-
las cónicas».
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
Gustavo Bueno,
El
mito de
la
cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
,
1
índice analítico 99
agere/facere
cultura, 168-169,
la
alfabetización, 104, 152-153, 155
alienación, 102, 214-215; (Fichte),
ámbitos de
«amor a
la
127
anastomosis, 82-83
angelismo (en Grecia
clásica),
55-56
animadores culturales, 235 antropología científica universal, 119
— — — — — — — — — — —
básica
capa conjuntiva, 188-
y capa metodológica de o
material
32-33
extrasomática,
o intersomática, 32-33
social
subjetual
o intrasomática, 32-33
carismas,
culturología,
107 - 121 170 ,
162
casa de cultura, 35,
—
del pueblo,
216-235
216-235
225
118
catastrofismo milenarista,
filosófica,
118
categorías culturales, 116,
dad
119
en sentido
del
159 - 173
ysistáticas,
118
urbana, 118
165-166, 169-170; categorías y 170-
171; categorías longitudinales, 171; ley de desarrollo inverso de las esferas
apocalípticos/integrados (U. Eco),
226
gorías culturales,
248
;
y
las cate-
(véase
también
61-62, 114, 136
causa mi, 25
ceremonia del rezo en familia, 235; ceremonia
área cultural (Ratzel, Sauer), 175
de ver
usos adjetivos y sustantivos, 47; arte en la Antigüedad, 137-138; artes nobles/artes
arte,
serviles (Cicerón),
la televisión
en familia, 235
cesaropapismo bizantino, 150-151
chamanismo, 117
148 ciencia infusa,
— —
ascetismo cristiano, 96
axiológico,
205 - 220
«patrón universal»)
aprendizaje-cultura, 200; aprendizaje/herencia,
aticismo (veáse
precarie-
ciencias, 170; categorías lingüísticas,
antropologismo, 94
apotético,
;
concepto de categorías culturales,
168-171; categorías culturales sistemáticas
209
estricto,
sociológica,
185
142-144
etológica,
general,
(véase,
209
de comunidades, 118
como
(véase, «cultu-
ra intersomática»)
característica universal (Leibniz),
etnológica, 118,
(véase,
«cultura extrasomática»)
comparada, 117-118
cultural
la ciencia,
108
capitalismo,
«ciencia de gabinete», 119
cortical,
189
«cultura subjetiva»)
113, 118-119; de «ciencia de
clásica, 94,
campo» a
capa basal, capa
— — — —
214
vida de los hombres, 203
la cultura»,
big bang, 227-228
186-187
(Marco Pondo Catón), 47, 52-53
agri-cultura
100-101, 162, 249
rás),
agregacionismo/organicismo en filosofía de
latinitas)
249
de todas
ciencias
axiólogos alemanes (Scheler, Hartmann), 90
1
56
sobrenatural, 144 las cosas,
156
comunes a todos
los pueblos/ciencias
particulares de cada pueblo (Ibn
Hazm),
222-224 1?
operatorias (metodología),
—
247
base/superestructura, 100, 162, 187-188; (Ha-
(pñ Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
de la cultura, 69-106, 107- 121 (véasetam;
bién «antropología» y «culturología»)
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
266
— — — —
mito de
El
I
del
cultura
la
humanas,
ciencias
espíritu,
ciencias
107-108
sociales, 107; Rickert,
crítica
147
divinas,
crisis/lysis,
253 104
la cultura,
Crítica de la razón pura,
227
humanas, 147
cuestión nacional, 103 (véase también «nación»)
naturales, ciencias físicas, ciencias formales,
culto/inculto, persona culta, 48-49, 136; culta
108
señorita,
ciencias nomotéticas/ciencias idiográficas
(Win-
135 - 158
199-200; (Antístenes),
157,
199; (Diógenes), 95-9 6, 157, 199 círculos
culturales,
la
;
;
idea de cultura está ya en
Grecia (Harris), 68;
(Herder),
183;
176,
47 - 55
usos adjetivos y usos sustantivos, 47, 75; génesis de la idea metafísica de cultura,
tético/idiográfico»)
cinismo, 95-96,
48-50
usos corrientes del término,
cultura:
«nomo-
delband), 108-109 (véase también
idea de cultura es
la
moderna (Dempf, Niedermann, Krober,
77;
(Ratzel),
116-118, 175; (Sauer), 175 (véase
Kluckhohn), 68; cultura en
también
«esferas culturales»)
XX, 238; idea ontológica (metafísica) de
1880),
55;
(Engels),
tura,
(Guizot,
104;
;
109-110; idea gnoseológica unitarista,
ta,
70; (Morgan), 53-54, 104; (Spengler), 54;
110-113; cultura
(Turgot), 70; (Tylor), 53-54; civilización
co-positivo,
cosmopolita, 118, 209
práctica
133 203
universal (Hegel, Marx), 100; idea lógica de
164
clase universal, clases sociales,
cogenérico,
;
;
logía
50
;
constityente,
121 - 135
;
función
cultura
y hombre,
83,
121 -
86 - 88 197 ,
y la escolástica, 57-58; etoy psicología, 48, 50, 52, 61, 65-66,
Aristóteles
200; instrumentalismo subjetualista (Bolk,
36
clásico,
como concepto científicultura como idea
107 - 121
reivindicativa de la idea de cultura,
228
XIX y
;
Castelar, Lévi-Provenjal), 54; (Mirabeau),
clase ociosa (Veblen), 50,
los siglos
65 - 107 idea gnoseológica de cul107 - 121 idea gnoseológica pluralis-
cultura,
civilización, 53-54, 167, 209, 252; (Caballero,
—
de
Alsberg, Klages, Daqué), 57; intelectualis-
252
mo
conciencia y «ser social» (Marx), 140-141
conducta operatoria innata, 62; conducta pre-
Kant, 74;
253
(véase
«todo complejo»); primera cultura y segunda cultura (Snow), 33, 49-50, 117, 123-
configuraciones morfológicas, 165-166 la idea
la cultura (Cicerón), 58;
Tylor, 32-33, 94, 113-119, 159,
programada, 62
confusión en
de
Maravall, 59; sociobiólogos, 57, 61, 65;
de cultura, 30-32, 34, 37-
124, 148, 223-224; idea de cultura e idea
45
de producción, 100 - 106 cultura durante ;
conservacionismo ecologista, 177 constitución:
el
constitución cultural,
Constitución de
Weimar de
Constitución del Perú de
129-130;
1919,
130;
1920,
130;
Constitución española de 1978, 29, 130132; Constitución mejicana de 1917, 130;
Constitución política de
Española de
1812,
la
130;
Monarquía
Constitución
republicana española de 1931, 29, 130 contextos de descubrimientos/contextos de justificación,
252
contrahumanismo, 97-98
ca de
97; (epicureismo), 96; (Roszak), 95
de
— de — de
la cultura,
—
la idea
nido, los
Gustavo Bueno,
—
226
de progreso universal
e indefi-
226 fundamentos de
El
159 - 173
;
animal/cultura humana, 62-63 (lYiíyyii
—
í
Cicerón) ivéuss tstmóién «cultum
subjetiva»)
antigua, 123 -aprendizaje,
200
aristocrática, 104,
del automóvil,
230-231
117
burguesa: contenidos, 31; cultura burguesa
crisis
la cultura,
(Fichte),**81
— — — — — — —
contracultura, 232; (ascetismo cristiano), 96,
costumbres, 70-71
franquismo, 30-31, 128; unidad orgáni-
y cultura obrera, 30, 103; cultura bur-
guesa y cultura universal, 31, 102-104 de la cena en bandeja ante el televisor, 36
de
clase, carácter reivindicativo
127-128 las
matemáticas, 226
mito de la cultura
[1
254
circunscrita, 33, 136, 138-139,
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
de esta idea,
1
índice analítico
I
267
— de Coca-Cola, 31-32 — de una nación 82 — 127 — 148-155; como — compleja 254 como opio — como concepto 234; como «unidad 209 155 — — 131 194-197, 200, — de corrupción 224, 36 miento de de 65— 221-315 135-136, de — 123 va en Antigüedad, 137-141 — de 36 — 103 — 84-85 — 216 — 122-123, 234-216 — como opio 234-240 — 230-231 — también mito de 147 — como normativo, 67 Prometeo) — de 235 — 205 — 54-55 — 205-220 — 205-222 — 36 — (Marx, Diamat 86 — pequeñoburguesa, 49 también — de 126-127 — 127 — europea 79-80; 80 — 198 — 182-187, 194-196 — 94 — 54-55 — 102-103, 224 tam— de 31-32 224 — — de — 205-222 131 — 52 — de un 148-155; 153 — humana, — 209 de 122-126; dimen— 234 normativa de — 234, 237 humana, mito de unidad — en género de humana, 171-173; y 54 Hombre, 197-204 también «huma— como nismo» y «hombre») 90-91, 181 — 184 — 183 — 117 — 67 — 228-229, 234 — 47-65, 135-136, 182-187, — 153 194-195, 200, — 51,61, 182-187, 194-196 55-63, 65-68; como — 255 moral 74 — — la
(Hegel),
colonialista,
nacional,
instrumental,
cultura nacional
biocenosis,
del pueblo,
186;
corológica»,
ecológico,
objetiva, 50, 52-55, 61, 97, 105, 111, 114,
constitucional,
210, 218,
administrativa,
la
la idea
cosmopolita, 154,
obrera, 30,
/Dios,
elevante, 36, 67,
-
cultura objeti-
la
dimisión,
la
145; idea
106,
cristiana,
255; naci-
cultura objetiva,
del ocio, 34,
147,
del pueblo,
enciclopédica, 224,
ortopédica,
envolvente
( véase
escenario,
particular,
española,
(véase esferas culturales)
particular/cultura universal,
especial/cultura global,
del pelotazo,
espiritual, 34;
),
(véase
étnica, carácter reivindicativo
cul-
esta idea,
tura burguesa)
perversa,
(Fichte),
(Hegel),
positiva,
extrasomática, 51, 156, francesa,
-
primitiva, 54,
proletaria, 30,
fumar,
(véase
bién «proletariado»)
general,
propia, carácter reivindicativo
esta idea,
global/cultura especial, hortelana, 47,
pueblo, 33,
(Kant),
cultura humanística: carácter rei-
salvaje, 127,
vindicativo
esta idea,
siones
e histórica
196;
la
santificante, 36,
la cultura
selecta,
categorial
la
cultura
sentido genérico (del
cultura
(
ser viviente
industrial,
/sociedad (Krober), 112,
instrumental,
soteriológica,
internacional, 150,
subjetiva,
105,
intersomática, intersubjetiva,
tura
51
( véase
kitsch cosmopolita,
221-234
75
como masa viscosa, 238 de masas, 230-232 material,
filosóficas,
cultura subjetiva
cul-
(Kant),
subjetual, 50-51, 194, 200,
147
justificante,
literaria,
224, 255; teorías
«cultura subjeti-
va»)
— — — — — — — —
(Frobenius, Spengler),
ideacional (Keesing),
65,
intrasomática,
genera-
dor),
véase
34
medicinal, 147
morfodinámica, 65-66,
175-205,
196, 255
(pñ Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
194-
— — — — — — — —
255
(véase
tam-
bién «cultura subjetiva») sustancial,
de del
66
las tarjetas
tiempo
de crédito, 36,
libre,
de
las
17
222
total/cultura parcial, 221, del trabajo, 34,
1
34
216
vacaciones de
Semana
Santa,
36
de vanguardia, 232 universal, 31-32, 78,
996], séptima edición, Barcelona
88,
2004
102-104, 118,
© FGB 201
268
mito de
El
I
cultura
la
125, 127-128, 130,
123,
150-154, 168,
171-173; cultura universal/culturas parti-
205-220;
culares,
el
versal,
221-234; no
versal,
221-226
mito de
la cultura uni-
escuela de Frankfurt, 106
esencias/fenómenos, 165-166 esferas culturales,
una cultura uni-
existe
las esferas
111
culturalista,
categorías culturales,
las
y
205-
220
culturgenes (Wilson-Lumsden), 167, 181-185,
194, 210 {véase también «meme»)
107-121
culturologia,
32-33, 101, 116-118, 167,
170, 176, 193; ley de desarrollo inverso de
espacio antropológico, 109, 162-163
102
espíritu, 86,
(Ostwald),
110;
—
—
(White), 111-113, 172
absoluto (Hegel), 82, 92
de
las leyes
(Montesquieu), 70
descubrimiento de América, 212
— — — — — —
des-culturalización, 2 1 8-220
esplritualismo de la cultura, 85-87, 88-92; ver-
cultus (Velleius Paterculus), 51
curvas cónicas, 137
dejación, 151
derecha (en sentido político), 88
derecho positivo/derecho natural, 223
desmitificación, 38, 41-45; desmitificación de la
nacional, 155 [véase también «espíritu de
un pueblo») objetivo (Hegel), 54, 82, 92,
Santo, 56-57, 142-148, 155 subjetivo (Hegel), 92 universal (Hegel), 102
siones armonista y diafonista del espiritualismo, 88; espiritualismo teológico, animis-
Biblia (R. Bultmann), 41-42; desmitifi-
cación por «elevación», 41; desmitificación
ta,
descendente,
89-90,
41-42;
desmitificación
y
mitificación, 42; propósito desmitificador
86,
88;
espiritualismo
humanista,
Herder,
Dilthey,
antihuma-
90-91, (Frobenius, Spengler), 90-91;
nista,
255
espiritualismo
praeterhumanista,
91-92,
(Hegel), 92, 101-102
255
dialelo antropológico, 79, 206,
Kant,
(Fichte,
Cassirer), 89-90; espiritualismo
45-46
del libro,
diafonía,
256
de un pueblo, 33, 148-155; (Hegel), 83
diamérico/metamérico, 256
estado/nación, 152-153, 193
difusionismo en antropología, 118
Estado de cultura, 121-135, 148, 153; (Blunt80-81,
dignidad del hombre, 122-126, 147
schli),
dinámica de
(Fichte),
cultural
las culturas,
y
variación
205-220; dinámica cultural,
dinámica histórica de
las
estructural de desarrollo,
culturas
y su
redes),
ley
(Cuesta Marín), 29;
153;
(Hegel),
153;
129; (Santamaría de Pa-
129
estados modernos, 141, 148-155 {véase «nacio-
nalismo canónico»)
Dios/cultura, 84-85
estoicismo, 139, 143
diseño, 231 división del trabajo, 214,
domingo: de «día ra»,
129;
129,
(Holtzendorff),
212-213;
213-218
80,
estructuralismo, 38, 171; Lévi-Strauss, 38-39,
216
119
del culto» a «día de la cultu-
estructuras profundas
34, 145
(Chomsky), 166, 170-
171
dones del Espíritu Santo, 142, 235 dos culturas (Snow), 33, 49-50, 117, 123-124,
etic/emic (Pike), 165,
257
etnia, 149, 176, 190; etnicidad, 190;
148, 223-224
(Montan-
don), 149; etnocidio, 131
Edad Media 142 educación
cristiana e idea
de cultura, 136-
etnocentrismo, 192
del
género
humano
(Lessing,
emic,
256
—
256
de
mo
epicureismo, 96, 157
las
civilizaciones,
de
las culturas,
205-220; evolución
211-213; evolucionis-
en antropología (Morgan), 118, 192;
(Tylor), 192; (Lubbock),
(pñ Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
257
211-212; evolución biológica y evolución de las ideas, 140-141
lineal
entropía de mezclas, 118
político, 36, 149,
evolución biológica, 123-124, 140, 202-203,
Herder), 76 ekpytosis,
un régimen
eutaxia de
996], séptima edición, Barcelona
2004
192
© FGB 201
1
índice analítico
explicación/ comprensión, 110
gracia
expresionismo, 200-202
145; gracia
I
269
y lenguaje, 144-145; gracia y poder, como mito inconsistente, 155-
157; estado de gracia, 216, 236; misterios
de
99
facere I agere,
la
Facultad de cultura (Ortega), 50, 224
—
de Filosofía y Letras y personas cultas, 49 facultades del entendimiento y de la voluntad,
falsa conciencia,
véase
también Reino de
gravitación (Newton), 140 griegos/bárbaros, 138
tidad cultural
236
filosofía clásica
de
107, 116; filosofía alemana
65-107;
cultura,
la
78-81,
(Fichte),
etnia)
alemana, 65-107, 154
la cultura,
de
y
guerra (Hegel), 83
fenómenos/esencias, 165-166
(Cassirer),
105-106
(Freud),
140;
hábito (categoría en Aristóteles), 57-58; en
habla/lengua (Saussure), 51
hecho
78, 140; (Spengler), 68; filosofía clásica
helenismo (véase
anglosajona de
herencia/aprendizaje, 61-62, 114, 136
la cultura, 55; agregacionis-
filosofía
de
la cultura,
«latinitas»)
«herencia cultural»,
76
hipóstasis, hipostación,
rentes teorías de la cultura,
181-187;
hippies,
sofía de la cultura implícita
en
el
materia-
nes expresionistas, 201-202; concepciones
36
internalistas
kitsch, filosofía analítica del lenguaje ordi-
231
36
finalidad sin fin (Kant),
hombre cosmopolita 216
bre íntegro,
fines del estado (Valle Pascual), finís operantis/finis operis, el
técnico,
257 el
hombre hombre
fran-
quismo, 30-31, 128
y
cultural»,
89,
(estoicos), 124;
93;
hom-
156-157; hombre microcos-
mos, 67; hombre nuevo, 225; hombre poli-
63n
término cultura durante
fuerzas del trabajo
fuerzas de la cultura, 34,
¡01 función, 164
funcionalismo, 46, 210; (Gropius, Mies van der
homo
104; total,
hombre
primordial,
156;
32, 104, 156-157, 224-225;
/naturaleza,
198
sapiens! homo faber,
123
humanismo, antihumanismo, infrahumanismo, sobrehumanismo, praeterhumanismo, 86-87, 89-92; Carta sobre el humanismo (Heidegger), 90; deshumanización,
Rohe), 230 fútbol,
o esencialistas, 199-202; con-
cepciones instrumentalistas, 200-201
hombre: hombre «animal
del tercer carril,
franquismo:
258
236
ciones accidentalistas, 199-200; concepcio-
54
del impuesto progresivo sobre la renta,
nario,
n.
hombre/cultura, 83, 86-88, 197-203; concep-
lismo histórico, 100-105 Filosofía del derecho (Hegel),
192
diferencial, 133, 180,
168-169, 186-187; sistematización de difefilo-
la
definición de cultura de Tylor, 114
68;
(Hegel), 68, 81-83; (Herder), 68, 70, 73-
mo/organicismo en
— — —
(
grupo étnico (Barth), 191 (véase también iden-
58
—
236
la Gracia,
Gracia)
214-216, 218; deshumanización del
228-230
215
(véase
arte,
también «cultura humana»)
género humano, 87-88, 99-100, 102
genes/memes, 57, 167 (véase también genocidio,
memo)
239
Alma,
Mundo
y Dios (Kant), 44
ideas-fuerza (Fouillée), 44; la idea de cultura
gente, 149
como
39
— —
gimnosofistas, 96, 199
gnoseológico,
trascendental (Kant), 89
ideas de
genoma, 228
gestalt,
idealismo absoluto (Fichte), 89
—
258
idea-fuerza, 45,
globales,
121-135
163
trascendentales de la razón práctica (Kant),
44-45 Gracia,
142-148; gracia elevante,
144,
147,
156, 235; gracia medicinal, 143, 147, 234; gracia santificante,
Gustavo Bueno,
El
144,
147,
156, 234;
mito de la cultura
[1
identidad analítica/identidad sintética, 178-179
—
cultural, 33, 46,
122, 127, 168; diversos
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
270
I
mito de
El
la
cultura
sentidos de la expresión,
175-178; idea
194-197;
positiva de identidad cultural,
mito de
la
identidad cultural, 175-205,
234; identidad cultural simple/compleja,
178-181;
como
de
la
sistema dinámico, 187-189;
multiplicidad de identidades
culturales,
189-194
— — — — — —
esencial/identidad sustancial, 179- 180
esquemática/identidad sistemática, 179
190-191
étnica,
sustancial, 179-180,
259
lucha de clases y lucha de culturas (Girón de Velasco), 31
Manifiesto del Grupo de Madrid,
material antropológico, 109, 156, 162
materialismo de
109-110, 164, 167, 211
y mitos, 39-41;
medio
ilusión de Aristóteles,
exterior,
megarismo
(Kant), 44; ilusionismo,
40
cultural, 175,
190-193
{véase
tam-
bién «identidad cultural»)
meme
imprenta, 152
62
(Dawkins), 57, 167, 181-185, 210
metempsícosis, 56
innatismo, 62-63; (Lorenz), 62 instituciones, 164-167; (Gayo),
instrucción integral (Bakunin),
metempsomatosis, 56
164
mimesis, idea de arte en
224
integrados/apocalípticos (U. Eco), inversión teológica, 85,
mito, 38-39; mito de
258
Adán y
42
Eva, 40-43, 143-
144, 156; mito de la autoexaltación del
izquierda (en sentido político), 88; conciencia
106;
Antigüedad, 138
mitificación y desmitificación,
225
258 izquierda,
la
Ministerio de cultura, 33, 130, 132
instrumentalismo, 137-138, 200-201
la
medio interno (Claude Bernard),
188 megárico, 259
izquierda,
98-
materialismo praeterhumanista,
mitos y juegos, 40; ilusiones trascendenta-
de
ma-
100, (Marx), 98-100; (Freud), 105-106
39; ilusiones perceptuales, 39; ilusiones,
isología,
85-87, 92-100; ver-
93-95; materialismo antihumanista, 9598;
/,
igualdad cultural, 189-190
imprinting,
la cultura,
materialismo humanista o antropológico, Ric-
Ignommus Ignorabimus 227
les
217
matemáticas y naturaleza/cultura, 219-220, 223; crisis de fundamentos, 226
cultural (White, Steward, Harris), 93, 210;
192
(Windelband,
idiográfico/nomotético
ilusiones
logos,
terialismo armonista, 88, 94; materialismo
morfodinámica, 196
,
218-220
esta ley,
de Zipf, 213
sión diafonista del materialismo, 88;
individual, 179
kert),
213-218; corolarios a
181-187; identidad
identidad cultural, cultural
constitutivas
líneas
tres
—
pensamiento de
124-125
hombre, 202; mito de Eco, 40; mito de la caverna (Platón), 43; mito de la cultura y la cultura kitsch cosmopolita, 221-234; mito de la identidad cultural, universal
175-205; mito de 44-46; mito de
Juegos Olímpicos, 229-230
cultura
Kulturkampf(Bismarck), 54, 124, 129, 131
unidad categorial de
humana, 171-173; mito de
dad orgánica de del
(Rosenberg),
la raza aria
la
hombre
la cultura,
politécnico,
1
la
la
uni-
159-173; mito
04; mito del pro-
mito de Píramo y mito de Prometeo, 56-57, 77,
letariado universal, 45; Infinitas,
137-139, 151 I'isbe, 40;
lengua y cultura, 66, 132-133; normalización lingüística,
93, 137, 143, 157, 200; mito
133 tlé),
lengua/habla (Saussure), 51
nalidad práctica, 43-44, 59; mitos e ilusio-
lengua nacional, 151, 154-155; lengua internacional,
— —
-
154-155
nueva y cultura universal (Marr), 31, 223 positiva/lengua universal,
lenguaje,
Gustavo Bueno,
223
El
2 1-41; mitos, ilusiones y juegos, 40;
mitos en Platón y en Aristóteles, 43; mitos filosóficos, 43; mitos oscurantistas, 44-46,
modelos estadísticos/modelos mecánicos, 165
de desarrollo de
mito de la cultura
nes,
257; delirio mitológico, 209
210-211
ley estructural
y logos (Nes-
43; mitos constituyentes de la racio-
[1
las
culturas,
modulaciones de una idea o concepto, 260
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
Indice analítico
monopolio de mosaico
la violencia
(Max Weber), 149
—
181
cultural,
música, historia de
la
nacional»)
nacionalismo canónico,
131-132,
149,
176,
193 naciones canónicas, 260
— — —
continentales,
260 260
común de
159-160, 163, 261;
— — — — —
161
determinantes, 115, 159-160, 163, 261 integrantes, 115-11 6, 159-160, 163, lógicas o potenciales, 115-116,
patrimonio cultural, 133
de
la
humanidad, 35, 127
162;
(Lafitau),
162,
169;
161,
(Malinowski),
169;
marxismo,
(Murdock),
162;
pueblos» (Vico), 70,
los
169
pelagianismo, 146-147; (Lorenz, Wilson), 147
pensamiento
226-227
débil,
62
naturaleza/convención, 199
peristasis,
naturaleza/cultura, 56-57, 61, 66-67, 69-106,
persona culta (véase «culto»)
146-148, 197-198, 203, 218, 237; naturale-
y ciencia, 218-220, 223, 239-240 naturaleza/hombre, 198; naturaleza humana, za/cultura
198-199; natural/positivo, 198; naturalismo
y sobrenaturalismo, 146-148; naturalismo radical {véase «pelagianismo»); naturalismo
«semipelagianismo»);
{véase
sobrenaturalismo radical, 146-147, (Freud, Klages,
165-169, 261
sistáticas/partes sistemáticas,
(Wissler), 160-161,
72-73
moderado
261
159
161, 169; (Scherecker), 163; (White), 162;
131-132
naturaleza (Rousseau), 74, 82 «naturaleza
115,
patrón universal, 160-161, 168; (Harris), 161-
regionales (o étnicas), étnico,
160, 162, 168 constituyentes,
ras,
nación, idea de, 141, 148-155; nación y estado, 152-153, 193 {véase también «cultura
271
partes constitutivas esenciales de las cultu-
música, 216-217; música
sustantiva/música adjetiva, 216-217
I
Bandura),
147; sobrenaturalismo
moderado, 146-147, (Skirmer), 147
posguerra española, 49
198
positivo/natural,
postulado de conservación de culturales,
postulados trascendentales de (Kant),
las
identidades
la
vida moral
177
44
praxis (Marx),
99
prehistoria de la
humanidad (Marx), 78
presente etnológico, 118 principio antrópico, 89
naturalismo, 55-56; (Herder), 77, 86; (Freud),
105-106
producción (Marx), 99-100; producción y cultura, 100 - 106 producción material, pro;
necesidades humanas, 200; necesidades históricas (Marx),
nominalismo
201
ducción cultural, producción
psicologista,
nomotético/idiográfíco
172
139-140; (Bury), 68, 139;
progreso, 59, 68,
(Windelband),
109-
110, 164, 167, 211
(Maravall), 59;
(Mumford), 139;
(Nisbet),
68; (Stent), 139; progreso y cultura selec-
normalización lingüística, 133
ta,
normas, 208-209
237
proletariado (Marx), 99-100, 102; proletariado
y cuestión nacional, objetivación,
espiritual,
101
214-215
ontología especial (Bacon, Wolff), 84
103;
proletariado
como
clase universal, 222; proletku.lt, 224;
(véase
también «cultura
proletaria»)
105-106
ópera y cultura, 37, 59-60, 228-230, 235-236 opio del pueblo, 234-240
psicología, origen,
organicismo/agregacionismo en filosofía de
pueblo, 149, 176; pueblo elegido por Dios,
cultura, 168-169,
la
186-187
psicoanálisis, 38,
148
150-151, 153; pueblo sin historia (Hegel, Engels), 118; pueblos naturales, 206; sus-
paideia,
tancia de
48
un pueblo, 180-181
paideuma (Frobenius), 65, 90-91, 196 163-164
paradoja de Epiménides, 42
rasgos morfológicos,
partes atributivas /distributivas, 115-116, 159-
raza, idea de, 45; racismo,
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
124-125; La raza y
2004
© FGB 201
1
272
mito de
El
I
la
cultura
126
la historia (Lévi-Strauss),
Reino de
soteriológico,
261
refluencia,
— — —
sociobiología, 57, 61, 65, 96-97, 147,
237, 240, 247
realidad,
superestructura/base, 100, 162
Cultura, 66, 72-73, 85-86, 135-
la
182-183
262
symploké y
cultura,
1
69
158, 235 del Espíritu, 67,
de
85
tabla gnoseológica de la cultura,
72-73, 135-158, (Leibniz),
la Gracia,
145 {véase también «Gracia») del
tercera cultura, (Snow),
Reinos sucesores, 150
(Lévi-Strauss),
239;
115-117,
todo/partcs,
190, 192, 222,
55, 78,
190;
262
230
técnica en la Antigüedad, 137
Hombre, 67
relativismo cultural,
teatro,
(Shapir),
190;
224 138;
todo atributivo/
todo distributivo, 115-117, 159, 168 «todo complejo» (definición de Ty.lor de cul-
(Whorf), 190
tura),
32-33, 94, 113-119, 136, 138, 159,
humanidad,
168, 197-198, 202, 205, 207, 210, 217,
223; religión opio del pueblo, 236, (Marx,
220, 216, 238-239; todo complejo e iden-
religión étnica, 223; religión
Lenin),
de
la
237
tidad cultural, 181-187; todo complejo
— 104-105; (Mao), 101-102 — darwiniana, 123-124, 140 también cultural,
totalidades cas,
{véase
«evolucionismo») rock,
-
229
romanticismo (Novalis) 90, 123; (Wagner), 90; 123
salvajismo refluyente, sernipelagianos,
sistáticas
y
sistemáticas, 1
263
17
tour de Francia, 229-230
UNESCO, 46
143,
146;
225;
132,
cooperación cultural
internacional, 127; declaración institucio(Eibl-Eibesfeldt),
nal de protección de valores culturales, 35
Unión
147 señas de identidad, 176
Soviética, 50, 224,
227
universal/particular de la cultura,
94-95 {véase
también «cultura universal»)
(concepto en Voltaire), 70
silvicultura,
distributi-
trabajador manual/trabajador intelectual, 101
sabelianismo, 143
siglo
—
atributivas/ totalidades
263
totemismo, 46,
(Jacobi),
y
producción, 100-101
revolución copernicana, 123
urbonitas, 137, 139
52
simbolados (White), 111, 165, 172 sinalogía,
sinexión,
variación cultural
261
virtudes teologales, 142
261
vitalismo,
sistemas globales, 163
—
morfodinámicos, 186-189
sittiichkeit,
y dinámica cultural, 212-213
verum factum (Vico), 73
261
sinecoide,
194-195
viticultura,
52
voluntad de cultura, 127-128
262
sociedad/cultura (Króber), 112, 183
sociedad abierta universal definitiva (Popper,
zoologismo, 55-56
Fukuyama), 227
(pfí
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
1
índice onomástico Acosta Sánchez, José, 175
Bluntschli, 80-81,
Adán, 40, 42, 143-144, 156-157
Boas, E, 46, 83, 93, 109
Adorno, 106 Aguessy,
Boccaccio, 50
H„
175
Bohr, Niels, 219
Albinoni, 194
Bolk, 57, 200
Alejandro, 96
Bonifacio
57
Alsberg,
129
II,
143
Bonner, John Tyler, 241
Alvargonzález, David, 93, 241
Breznev, 128
Ana
Bueno, Gustavo, 58, 85, 89, 93, 106, 108-110,
Belén,
96
Anacarsis,
Aníbal,
236
118, 145, 163, 165, 169-170, 178, 189
49
Bultmann,
Antístenes, 199
Arana, Sabino, 131
Bury, John Bagnell, 68, 139
Aristóteles, 39, 41, 43, 50, 57-58,
99,
138, 144
109,
Cabada, M., 109
Arp, Halton, 227 Attis,
41
R.,
Burgess, 81
Caballé, Montserrat,
38
235
Caballero, José, 55
Azcuy, Eduardo A., 176
Calvino, 146
Bacon, Francis, 84
Cardín, Alberto, 94, 119
Capmany, Antonio
de,
Bacon, Roger, 144
Carré de Malberg, 8
Bach, 194
Carreras, José,
Bachelard, Gastón,
219
53
235
Casiano, 146-147
Bakunin, Mijail, 224
Cassirer, Ernst, 68, 89-90, 111,
Bandura, 147
Castelar, Emilio,
Barth,
F.,
191
M., 241
Castellet, Josep
Barrera González, Andrés, 176, 191
Catón, Marco Pondo, 47
Barrow, John D., 89
Celestio,146
Basílides,
Chomsky, Noam, 166
90
Bauer, Otto, 103, 126
Christen, 184,
Bayle, Constantino, 151
Cibeles,
Beatriz,
96
Clastres, 131
Berceo, Gonzalo de, 59
Bergson, Henri I.,
242
38
Cicerón, 47, 58, 68, 74, 82, 139, 147-148
Bennett, John W!, 192
Berlin,
201, 216, 241
54
L.,
Cleopatra, 49
46
ClifFord, James,
226
94
Condorcet, 226
Bernard, Claude, 188
Constantino, 38
Betancur, Belisario, 175
Corominas, 48
Bismarck, 54, 80-81, 83, 124, 129, 131
Cortés, Hernán, 211
Blumenbach,
Couperin, 194
J.F.,
(pñ Gustavo Bueno,
91, 117
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
274
I
mito de
El
cultura
la
Cristo, 78, 123-124, 143,
Fromm, 106
145
Cuesta Marín, 129
Fukuyama, 227
Dante, 97
Gaudí, 231-232
Daqué, 57
Gaume,
Darwin, 140, 226
Gayo, 164
145
Dawkins, Richard, 57, 181, 184, 242
Girón de Velasco, José Antonio, 31, 128
De
Glynn Daniel, 181
Maistre, 125
Demócrito, 137
Dempf,
Goclenius, 148
Alois, 47, 68, 71, 74,
Descartes,
242
Godelier, 101
73
Goebbels, 125
Detienne, 38
Goethe, 76, 98,
Díaz, Elias, 68
Gogarten,
— Manuel 139 — López, César Enrique, 175 Díaz,
González Echevarría, Aurora, 118
C.,
Gordon
Wilhelm, 83, 89
Dilthey,
Gracia, Jorge
95, 199
J. E.,
176
Gramsci, Antonio, 101, 103
Dirks, Robert, 192
Domingo,
214
Childe,
Goya, 193
Diógenes de Babilonia, 139
— de Sinope,
80
1
41
F.,
Gropius, 230
235
Plácido,
Grupp, 54
D’Ors, Eugenio, 111, 242
Guadarrama, Pablo, 242
Durkheim, 83
Guizot, 54
Eco, 40
Harris, Marvin, 68, 93,
Flartmann, Nicolai, 34, 90
Eddington, Arthur, 34 Eibl-Eibesfeldt, Irenáus,
Haydn, 145, 227
147
Engels, Federico, 101-102, 104, 118
Hegel, 54, 68, 78, 80-83, 92, 98, 100, 108,
153
Enrique VIII, 150
Hegewicz, Enrique, 68
Epicuro, 96, 237-238
Epiménides de Creta, 42-43
Heidegger, 90
Epimeteo, 56, 157
Helvetius, 83
Eratóstenes,
Herádito, 213
212
Flerder,
Escipión, 139
Espinosa, 45, Euclides,
100-101, 109, 162,
243
Eco, Umberto, 225
Johann Gottfried von, 68, 70, 73-81,
83, 86, 89-90, 140, 243
77
Hermes, 56
220
Herodoto, 39
Eva, 40, 42, 156
Herskovits, 93 Feijoo, Benito
Felipe
II,
J.,
70,
Hobsbawm,
236
Houbart,
Ferguson, 83 Fichte,
Juan Teófilo, 78-81, 83, 86, 89, 129,
140, 153, 206, 214, Fontenelle, 71,
Eric
J.,
J.,
173
Huxley, Aldous, 95
242 Ibn Hazm, 222-223
226
30
Fouillée, Alfred, 44, 121
Ibsen,
Franco, Francisco, 31, 145
Imaz, Eugenio, 90
Freud, Sigmund, 38, 105, 147
Inocencio
Frigolé Reixach, Juan, 191
Isabel
Frobenius, Leo, 65, 90-91, 93, 124, 181,
Gustavo Bueno,
El
152
Holtzendorff, 81, 129
222
mito de
la
cultura
[1
de
I,
la
146
Cruz, 40
242
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 2011
1
1
índice
236
Jackson, Michael, Jacobi,
123
Jacobo
I,
I
Lozano, Claudio, 224
Lubbock, 192, 243
50
1
onomástico 275
176
Jaksic, Iván,
Luis
41
Jaspers, K.,
96 XV, 104
Lucrecio,
Luis de Granada, Fray, 144, 202
Jaulmann, 54
Luis de León, Fray 202
Jáuregui Oroquieta, José, 175
Lumsden, 181, 184
Jellinek, 81,
129
Lutero, 78, 148
Jenófanes, 41
Jerónimo de Jesucristo,
59
José,
Malinowski, Bronislaw, 93, 162, 169, 244
73
Mancini, Pascual, 152
Juan Carlos, 235
Maquiavelo, 150
Jung, 38
Maravall, 59
54
Jurisch,
Marcus, George
Justiniano, 143
E.,
94
Marcuse, 106 Marr, 31, 104, 223
Kahn,
J.
S„ 243
Kahn, Máximo
Martínez Blanco, María Teresa, 176
José, 9
Kant, 44, 73-74, 77, 83, 89, 153, 206, 216
Marx, 78, 83, 86, 98-100, 103, 139, 188, 201, 206-207, 209, 237
Kautsky, 103
Mauclair, Camille, 90
Keesing, R., 184
McLennan, 117
Kepler,
220
Mengs, 194
Kerler,
D.H., 90
Merani, Alberto
Kinder, E., 41 Klages, 57,
Mezhuiev,
244
Miró, 232
Kobb, 54
Mitra, 38
236
Koltés, Bernard,
A„
L.,
244
Mírabeau, 53-54, 70
147
Kluckhohn, C., 68
Króber,
V.,
Moisés, 145
Moles, Abraham, 231
68, 83, 93, 112, 183
Kundera, 236
Molina, Esperanza, 175
Montandon, 149 Montesquieu, 70, 83
Laercio, 95 Lafitau, 161,
Montijo, Eugenia de, 49
169
Morgan, 54, 83, 93, 101, 104, 118-119, 192
Lamprecht, 54 Laurent, Agustín,
219
Morris,
Lean, David, 98
Desmond,
Mosterín,
J.,
Lehrman, D.S., 62
Mozart, 145
Leibniz, 145, 185
Muga
Leovigildo, 35
Müller, Maz, 39
Lenin, 30, 83, 86, 103, Léví-Provenijal,
,
}.,
Mumford,
237
119,
165, 190, 243
109
Lewis, 139
126,
Napoleón, 237
Linneo, 123
Napoleón
Lisón Arcal, José C., 176
Nerón, 97
243
Nestle,
III,
49
Wilhelm, 43
Long, John, 117
Newton, 35, 50, 140
Lope de Vega, 48
Nicolás de Cusa,
202
Lorenz, Konrad, 62, 147
Niedermarm,
68
Gustavo Bueno,
El
200
Murdock, G.E, 161, 169
54
Lévi-Strauss, Claudio, 38-39, 46,
Listón, Ralph,
96,
167, 244
mito de la cultura
[1
I.,
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
276
I
mito de
El
la
cultura
Nisbet, Robert, 68
Rickert, Heinrich, 107, 109, 164,
Novalis, 90, 123
Rodríguez Aramberri,
Julio,
244
68
Ronzón, Elena, 109, 112 Orejas, Francisco G., 176
Rosenberg, A., 44
Orígenes, 97
Roszak, Theodore, 95, 2 44
Ortega y Gasset, José, 49, 57, 68, 92, 111, 201, 224, 236
Rousseau, 74, 82, 96, 123, 200, 223
Rubén Darío, 125
OrweII, 229
W„
Ostwald,
110-111
Sabater Pi, Jordi, 62, 244-245
Otegui Pascual, Rosario, 176
Sabelio,
Oteiza, Jorge, 180
Sabina,
Ovidio, 40, 50
Saint-Simon, 125
143
236 147
Salustio,
96
Paladio, Pascal,
Sambarino, Mario, 175
123
San Agustín, 142-144, 146, 156
Paterculus, Velleius, 5 Pavarotti,
San Ignacio, 60
232
San Pablo, 124, 142, 145
Pedro Lombardo, 144
San Pajón, 96
146-147
Pelagio,
Pereliguin, Nikolai,
San Simón
242
Santo Tomás de Aqulno, 144, 146, 156
145
Pergolesi,
Pike, Kenneth, 165 Pilsudski,
190
Sapir,
152
Satanás, 145
Píramo, 40 Pitágoras,
96
Estilita,
Santamaría de Paredes, 129
Sauer, Karl O., 175
239
Pittaluga, Gustavo,
Saussure, 51
217
Platón, 41, 43, 56, 96, 138, 179, 190, 216,
220
Schafer,
54
Scheler,
Max, 34,
89,
Plotino, 50
Schrecker, Paul, 163
Plutarco, 160
Schurtz, 54
Pope, 35
Serrat,
Popper, 227
Skinner, 147
Prieto de Pedro, Jesús, 129-130,
Prometeo, 56, 137, 200 Protágoras, 56, 157, 184,
Snow,
236
33, 49-50,
C.P.,
117,
123-124,
200
Sócrates, 138,
Soto,
193
179
Domingo
Spencer,
de,
144
226
Spengler, 53-54, 68, 91, 116, 181, 186,
Quevedo, 48 Quijote,
Stalin, 31, 101,
Don, 60, 222
Stent,
Quintiliano, 139
Gunther
103-104, 223 5.,
139
Steward, 93, 101 Sting,
126-127
Radcliffe-Brown, 93, 112, 172
Strasser,
Rafael, 145
Suárez, Francisco, 58
Ramírez, Santiago,
1
42
103
Swadesh, 193
Raoni, 127 Ratzel,
F.,
116, 175
Teofrasto, 71
32
Reich, Wilhelm, 105
Terencio,
Rembrandt, 194
Teresa de Avila, Santa, 59
Renner, Karl, 126
'leseo, 180,
(pñ Gustavo Bueno,
El
148,
223-224, 245
Puente Ojea, Gonzalo, 143 Pujol, Jordi,
244
245
mito de la cultura
[1
187
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
245
índice onomástico
Thoms, W. John, 1 53 Thorpe, W.H., 62
Víctor Manuel, 236
Tiépolo, 193
Virchow, 129
Villena, Enrique de,
Tinbergen, 62 Tipler, FrankJ.,
Tisbe, Tito,
89
Vivaldi,
194
Voltaire,
70
I
277
47
40 Wagner, Ricardo, 90, 153
235
Tolomeo, 212
Warhol, Andy, 23
Trotsky, León, 30-31, 103
Weber, Max, 149
Turgot, 53-54, 70, 83
White, Leslie A., 93, 101, 111-112, 162, 165,
Tylor,
Edward B„
32, 53-54, 93-94, 100-101,
172, 245
113-114, 116-117, 159, 181, 184, 192,
Whorf, 190
217, 220, 245
Wilde, Oscar, 98 Wilson, Edward O., 147, 181, 184, 245
Usener, 238
Winckelmann, 47, 71 Windelband, 108-109, 164
Valdés,
Ramón, 112
Wissler, Clare, 160-161,
Valle Pascual, Luis del, 81
169
Wolff, 84
Van der Rohe, Mies, 230 Varrón, 185
Yahvé, 85
Vázquez Medel, Manuel Ángel, 176 Veblen, 50
Zaiter Mejía, Alba Josefina, 176
Velarde, Julián, 93, 145
Zea, Leopoldo, 176
Vendryés, Pierre, 173
Zipf,
Verdi,
232
213
Zósimo, 146
Vico, Juan Bautista, 70, 72-73, 83
Gustavo Bueno,
El
mito de la cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
Gustavo Bueno,
El
mito de
la
cultura
[1
996], séptima edición, Barcelona
2004
© FGB 201
1
uno de
La Cultura es rango:
el
Estado de Cultura ha llegado a ser un ideal
de rango superior puesto, de
Sin
tar.
Cultura,
de mayor
los ideales prácticos
más
del Estado
al
alto prestigio
de Derecho
que
el
y,
por su-
Estado de Bienes-
embargo, nadie entiende qué es eso de
como
nadie entendía antaño qué era
la
la
Gra-
de Dios. La Cultura es un mito, y un mito oscurantista, como lo fue el mito de la Gracia en la Edad
cia
Media o como
lo fue el
mitad del siglo
xx.
el
mito de
la
En cierto
ciones que final
de
la
la
modo
Raza en
la
primera
podría decirse que
Cultura incorpora, además, a través de
nacionalismos de
los
mito de
el
fin del siglo,
mito de
la
muchas de
las fun-
Raza desempeñó hasta
el
segunda guerra mundial.
Este libro tiene
como
objetivo
no sólo «diagnosticar»
también examinar su génesis y su con la intención de contribuir a la tritu-
este mito, sino estructura,
ración del último mito del siglo xx.
La presente edición incluye un nuevo prólogo del autor
de
que analiza
las
ideas
hace ya
la
que en
casi
recepción del libro y él
expone desde
la
influencia
su publicación,
una década.
ISBN 84-89048-02-9
9
fpfl
Gustavo Bueno,
El
i
788489 048027
3B 201