El mito de la cultura [7 ed.]
 8489048029

  • Commentary
  • Digitized by the Internet Archive
Citation preview

EL

MITO

DE

EL LA

LA H

,

Cí*r

Ty-v

*

v-

MITO DE

CULTURA »

.5 >• ffgfru'Tg. -

Gustavo B CULTURA

EMiiuri.il

Prensa Ibérica

7

a

EDICIÓN

CON NUEVO PRÓLOGO

1

Gustavo Bueno (Santo Domingo de Calzada, La Rioja, 1924) es

de uno de

el

la

creador

los sistemas filosóficos

más

profundos del pre-

sólidos, coherentes y

sente, el materialismo filosófico. Autor

de numerosos

libros y artículos, desta-

can en su obra desde rialistas

publicados en

divino en

991

,

1

Ensayos mate972, El animal

985, Primer ensayo sobre

1

categorías 1

los

de

los 5

las

«Ciencias políticas » en

volúmenes de

la

Teoría del

cierre categoría /, publicados entre

y 1993, hasta sus obras Telebasura

de

la

las

y democracia

más

1992

recientes,

(2002), El

mito

Izquierda (2003) y La vuelta a

la

caverna. Terrorismo, guerra y globali-

zación (2004).

de

la revista El

dor asiduo de

fundador y director

Es

la

Basilisco y colaborarevista electrónica El

Catoblepas (www.nodulo.org/ec). En la

en

actualidad desarrolla su trabajo la

Fundación que

lleva su

nombre

(www.fgbueno.es).

(pñ Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

El

de

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

la

mito

cultura

© FGB 201

Gustavo Bueno,

El

mito de

la

cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

Gustavo Bueno

El

de Ensayo de una

la

cultura

filosofía materialista

a 7 edición con

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

mito

de

la

cultura

nuevo prólogo

© FGB 201

1

©

Gustavo Bueno, 1996

© de esta edición: Camps

Editorial Prensa Ibérica, S.A. o - 08006 Barcelona i Fabrés, 3-11, 4

Primera edición: noviembre de 1996

Séptima edición con nuevo prólogo: septiembre de 2004

ISBN: 84-89048-02-9 Depósito

legal:

B-28.253-04

Diseño de cubierta: Molí d’Alba Impresión: Liberduplex, S.L., Constitución, 19

-

08014 Barcelona

Impreso en España

Queda rigurosamente

prohibida,

sin la autorización escrita de los titulares del Copyright,

bajo

las

sanciones establecidas en

las leyes, la

reproducción parcial o total de esta obra

por cualquier medio o procedimiento, comprendidos

y

(pñ Gustavo Bueno,

El

la distribución

mito de la cultura

ia reprograña y ei tratamiento informático, de ejemplares mediante alquiler o préstamo públicos.

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

índice Prólogo a

Preludio.

séptima edición

11

La cultura como mito

29

la

El ascenso del prestigio de la Idea de «Cultura» y

incremento de

¿No

está

el

simultáneo

confusión de sus significados

la

desempeñando

la

29

Idea de Cultura en nuestro tiempo

funciones de un mito oscurantista y confesionario?

37

Nuestro propósito desmitificador y su alcance

I.

45

Prehistoria de la idea de cultura: la idea de «cultura subjetiva»

47

Usos corrientes del término cultura que envuelven un sentido

47

subjetivo de la Idea

Teorías filosóficas de la cultura que podrían considerarse estructuradas en torno al sentido subjetivo de la Idea

II.

55

Nacimiento y maduración de la idea metafísica de cultura en la filosofía alemana

La Idea moderna

(metafísica)

65^

de Cultura desborda sus acepciones

subjetivas tradicionales, pero sin desprenderse de ellas

La Idea metafísica de cultura sino

una creación de

objetiva

la filosofía

no

es

una

65

idea eterna,

alemana

68

El embrión de la nueva Idea de cultura se encuentra en las obras de Herder

Primeros pasos de

la

nueva Idea de cultura y su encuentro con

Juan Teófilo Fichte

78

El desarrollo de la Idea metafísica de cultura en

Los caminos abiertos a al

enfrentarse

La evolución de

con

la

sistema de Hegel

El

Ideas de

Hombre y de

83

Naturaleza

Idea metafísica de Cultura por

mito de la cultura

81

evolución de la Idea metafísica de Cultura

la

las

el

las rutas

88

del «espiritualismo»

Gustavo Bueno,

73

la política:

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

La evolución de

la

Idea metafísica de Cultura por las rutas

92

del «materialismo»

La confluencia de la

III.

la Idea metafísica

de «Cultura» y

Idea metafísica de «Producción»

1

La idea de cultura como campo de la investigación científica. La Antropología cultural como «Culturología»

00

107

La Idea de Cultura entendida como concepto científico-positivo

La Idea de Cultura y IV.

y sus variedades

la

1

La idea de cultura como idea

07

113

«Antropología cultural»

práctica constituyente.

El «Estado de Cultura»

121

La Idea de Cultura como idea-fuerza

121

Funciones práctico-reivindicativas de

Cuatro frentes de el

frente étnico, el frente clasista

El frente político de a

V.

la

la

las

y

121

Idea de Cultura

la reivindicación: el frente

humanista,

el frente

122

académico

intenciones reivindicativas vinculadas

128

Idea práctica de Cultura

La

génesis de la idea metafísica de cultura.

El «Reino de la Gracia»

La Idea moderna de Cultura

el

y

«Reino de

la

135

Cultura»

repercute en la Idea de

135

Cultura subjetiva tradicional

La Idea moderna de Cultura no procede de

la

es

una creación ex

mera evolución de

sus precedentes se encuentran en la

La Idea de

metafísica

la

nihilo , pero

tampoco

la idea subjetiva tradicional:

moderna de Cultura

Edad Media

136

cristiana

es la secularización

142

Idea teológica del «Reino de la Gracia»

El «pueblo de Dios», la «Gracia santificante» y la «Cultura nacional»

La

Idea teológica de la Gracia en cuanto mito inconsistente

VI. El mito de

la

unidad orgánica de

la realidad

de

las

ía cultura

155

y 159

categorías culturales

168

Precariedad del concepto de «categorías culturales» El mito de

(pñ Gustavo Bueno,

El

la

unidad categorial de

mito de la cultura

[1

la

cultura

148

humana

996], séptima edición, Barcelona

171

2004

© FGB 201

1

mito de

VII. El

de

la

«identidad cultural» y la realidad Las culturas objetivas

las esferas culturales.

como

sistemas morfodinámicos

Nuestro propósito

uso práctico de

crítico del

Diversos sentidos de

la

La Idea de identidad

cultural

la

Idea de «identidad cultural»

expresión «identidad cultural»

no

es

del «todo complejo»

de

y su

la

178

identidad cultural

utilidad para sistematizar

181

cultura

la

175 175

simple sino compleja

Distinción de tres líneas constitutivas de

diferentes teorías

17 5

La identidad de una cultura en cuanto sistema dinámico

1

87

Multiplicidad de

1

89

las

identidades culturales

¿Cabe reconocer una idea «positiva» de identidad

La Cultura y

el

Hombre

197

Vm. Sobre una ley del de

las esferas

La cuestión de

la

«desarrollo inverso»

«dinámica de

El modelo lógico material de

la

modelo

Dinámica

cultural

Dinámica

histórica

culturas

206

humanas

dinámica cultural

207

lógico material propuesto

208

y variación de

205

las culturas»

las

al

205

las categorías culturales

y

Estructura de la dinámica de

Comentarios

194

cultural?

212

cultural

las culturas

y su ley estructural de desarrollo

IX. El mito de la cultura universal

No

y 221

cultura kitsch cosmopolita

la

existe

una «cultura

213 218

Corolarios a la ley del desarrollo de la dinámica cultural

221

universal»

Carácter mítico del proyecto de una «cultura universal»

226

La cultura como opio del pueblo

233

Final.

Bibliografía

241

Glosario

247

índice analítico

265

índice onomástico

273

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

Gustavo Bueno,

El

mito de

la

cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

séptima edición de El mito de la cultura Prólogo a

1

Han

.

la

transcurrido ocho años desde la primera edición, en

mito de la cultura. Pero

do en

el libro

que explica que Prensa Ibérica haya proyectado una

las librerías, lo

nueva edición, manteniendo, publicado (y sin perjuicio de les

que

nerle

lo afeaban).

un prólogo

996, de El

1

parece estar todavía vivo, es decir, demanda-

La

mismo

sin variación alguna, el

la

texto original

corrección de una docena de erratas materia-

editorial

ha creído conveniente, en cambio, antepo-

a través del cual los lectores

puedan

informa-

recibir alguna

ción del autor acerca del curso experimentado por esta obra durante los ochos

años de su publicación.

2.

En

lo

que

recepción por parte del público, o de

se refiere a la

de los medios populares de comunicación (prensa, radio,

puede afirmarse que El mito de

benevolencia por críticos y comentaristas.

mente

veces mereció elogios

encima de

y

elogio de los medid) se explica

ediciones que El mito de la cultura alcanzó;

comparándolo con política, es

muy

el

número

que,

si

que suelen tener obras de temática

alto si se

compara con

ciones) en libros de contenido filosófico

el

que

el

número de

bien es

literaria,

es habitual

muy próximos

los habitual-

Es evidente que

utilizados en reseñas o comentarios convencionales.

sólo así (por la benevolencia

o

Muchas

muy por

televisión, internet),

en principio, con gran

la cultura fue recibido,

expresados en términos que se encuentran

la crítica

muy bajo biográfica

(una o dos edi-

además, por su

esti-

del «ensayo académico».

lo, al

3.

Además, El mito de

la cultura

ha sido traducido

al

alemán por Nicole

Holzenthal y publicado por la editorial Peter Lang (Berna, Berlín, &c.) en el primer semestre del 2002, con el título Der Mythos der Kultur. Essay einer materialistischen Kulturphilosophie.

Una

traducción

muy difícil

de

lle-

var a cabo, pero cuyos obstáculos fueron brillantemente superados por la traductora, gracias a su asombroso conocimiento del español

funda formación

Gustavo Bueno,

El

filosófica.

mito de la cultura

[1

y a su pro-

Nicole Holzenthal antepuso a su traducción

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

12

mito de

El

I

la

cultura

alemana un extenso prefacio que,

ha de contribuir a

sin duda,

la

buena

recepción de la obra en Alemania y Austria. Merece ser recordada aquí la gran expectación que suscitó la presentación de la obra en Maguncia,

Bremen y Munich. Una anécdota

Viena,

relativa a la presentación del libro

en Maguncia y que tiene directísima significación con el cuerpo doctrinal mismo de El mito de la cultura-, algunos miembros del departamento del doctor Stephan Grátzel (departamento

al

que Nicole Holzenthal

está vin-

culada) habían colgado en su despacho, con ocasión de la presentación del

un

libro,

en

se,

cartel recogido

de una finca agrícola vecina, en

mayúsculas:

letras

«Prohibido entrar en

decir:

las culturas».

en un campo raso, carecía de toda

un

interior de

El cartel, por

la ironía

que

más primitiva acepción

(exento de sus contextos genitivos

como



es

mismo, clavado

una prueba más de

la

latina del término «cultura»

agri-cultura, o viti-cultura)

lengua alemana del presente; una persistencia aún mayor que

en español (sólo logré encontrar un texto del la

leer-

recibía al ser colgado en el

recinto académico; pero constituía

persistencia de la

que podía

el

«KULTUREN BETRETEN VERBOTEN»;

en

siglo XVIII

el

la

en

la

que tiene

que aparecía

expresión «culturas de Oviedo» por «cultivos o huertas de los alrededo-

res

de Oviedo»).

4.

de

Tampoco ha

por supuesto, como

la cultura y,

Me

alcance.

sido escasa la «crítica académica» que ha merecido El mito

referiré

es lógico, esta crítica es

aquí únicamente a algunas

perjuicio de la «beligerancia»

que conceden a

críticas

de

muy

la obra, señalan discrepancias

importantes, ya sea de índole general, ya sea de índole particular.

prólogo

lugar

el

más adecuado para responder en forma

embargo, tampoco podría

otros

como

como un

No

es este

a estas críticas; sin

justificarse el silencio ante ellas,

algunos podrían interpretar

diverso

académicas que, sin

un

silencio

que

intento de ocultación de dificultades y

desprecio a los críticos. Unas respuestas breves podrán ser sufi-

cientes para

exponer la reacción del autor ante

estas críticas que,

en todo caso,

son de agradecer por cuanto, de cualquier modo, hacen posible muchas veces ver las

al libro

que

él

que

el lector tiene

mismo

entre sus

manos desde coordenadas

utilizó; o, si se quiere,

permiten liberar

al libro

distintas a

de su con-

natural «autismo».

La tura

crítica

académica «a

ha recibido hasta

Teoría de

la

la

la totalidad»

más señalada que El mito de

cultura (Síntesis,

Madrid 1999).

«Crítica a la totalidad» llevada

a cabo sin perjuicio de su «cortesía académica», que comienza por

cimiento de

(pñ Gustavo Bueno,

El

la

propia «enjundia» del

mito de la cultura

la cul-

fecha es la del profesor Javier San Martín en su libro

[1

libro,

y no sólo a

996], séptima edición, Barcelona

través

2004

de

el

recono-

frases explí-

© FGB 201

1

Prólogo

por

citas sino

Martín

el

hecho de que una gran parte de

Ahora

bien,

tal

como

la

subyace a El mito de

una concepción

como o

de

idealista (o espiritualista)

la

que

materialista de la cultura (la

en

lo entiendo,

de

filosofía

se acepta la regla

si

Y la estirpe

«pensar es pensar contra otros».

ta

propiamente una «confron-

la cultura).

Confrontación, por otra parte necesaria,

tal

de la cultura de San

la cultura.

la cultura es

una versión de una concepción

cultura (la de San Martín) y

13

entiendo, esa «crítica a la totalidad» que San

Martín ofrece respecto de El mito de tación» entre

la Teoría

de El mito de

está consagrada a la crítica

1

según

la cual

pensamiento de San Martín,

del

genuinamente

la cultura, es

espiritualis-

de Kant, de Husserl o de Ortega, que San

idealista (en la tradición

Martín reivindica con todo derecho).

En

efecto, el profesor

que, según

San Martín parte de

verdaderos conceptos en torno a

cia

una

de

«filosofía

de

como instrumentos

la cultura. Y,

desde ese punto de

que San Martín hace punto de

la cultura

El mito de

a

misma. Por

vista, la

le lleva

a con-

ello,

según

la

el crítico,

verdadera esen-

gran objeción de principio

la cultura, es

partida, a las «ciencias de la cultura»,

que

idea

incapaces de delimitar

podrá llegar a comprender

la cultura»

como

Idea de la cultura

sólo desde dentro, podría ser comprendida; lo

él,

siderar a las ciencias de la cultura

sólo

la

que

este libro

toma,

como

que sólo podrían ofrecer con-

ceptos oscuros y externos.

Ahora

bien, desde

una perspectiva

materialista, las Ideas sólo

entenderse desde conceptos previos, tecnológicos o científicos; tura,

pueden de cul-

la idea

por tanto, sólo podrá entenderse desde conceptos previos de carácter

técnico o científico.

La idea de cultura

técnico, a saber, el de agricultura;

avanzada del desarrollo



humano

deriva, precisamente de

un concepto

a partir de la época neolítica según se

admite convencionalmente



(selváticos, naturales)

campos cultivados

hemos

y

los

un concepto

positivo que, en época ya

define

la

diferencia entre los (las

campos

«culturas» de las

salvajes

que antes

hablado).

Pero no sólo hay múltiples conceptos, técnicos o científicos, que nos per-

miten definir otros tantos términos, relaciones u operaciones

culturales;

también hay diferentes Ideas de cultura. Suponemos que, mientras que diversas disciplinas tecnológicas sofía le

tratan

o

corresponde ocuparse de

como

si

científicas trabajan las Ideas.

las cosas

Descartes, de Malebranche de Berkeley

(pñ Gustavo Bueno,

humana

El

conceptos, a

las

la filo-

las filosofías idealistas

fueran «especies originarias e irreducibles», ya procedan de

Dios («nosotros vemos a todas

pura

Ideas que

con

—en

la tradición

mito de la cultura

[1

en Dios»)



,

—en

la tradición

ya procedan de

la

de Kant, de Fichte o de Husserl. Por

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

de

conciencia ello.

1

14

mito de

El

I

cultura

la

San Martín repudia cualquier intento de apoyar de

las ciencias

en

«exterior» o «fuera»

el

como punto de así será

posible

de

la esencia

su «exterior»,

misma de

su

la cultura.

la

cultura en

juicio, a situarse

Por

ello postula,

partida, la necesidad de ver a la cultura «desde dentro». Sólo

una

de

filosofía

la

(como

cultura

si

una

filosofía

de

como puedan serlo la idea de Naturaleza, o la idea de Hombre En realidad, la distinción entre un fuera y un dentro de

cultura de la que parte San Martín es puramente metafísica, pues

utiliza esta distinción

en

el

terreno en

el

que

desde Pike (con su distinción emidetic)

ra,

Ardura ha subrayado, con gran

las

han tratado

la

y sagacidad,

detalle

(el

este

profesor Suárez

incomprensible

Mito de

capítulo dos de El mito de la cultura ya se ofrecía la clasificación

el

principal de las ideas de cultura las

no

El Basilisco, núm. 27, enero-junio 2000).

la cultura»,

En

él

propias ciencias de la cultu-

«olvido» de San Martín en su artículo «Teoría de la cultura frente a

(al

con

relacionarla

la

Idea de Naturaleza) con

que tenemos que enfrentarnos, en dos grandes grupos: A,

el espiritualis-

como

la clasificación

mo en

la cultu-

Idea de cultura con otras ideas de

la

Idea de Dios).

la

la

de

la filosofía

ello equivaldría, a

pudiera llevarse a cabo sin confrontar

ra

o

puesto que

la cultura,

de

la cultura

tres

grupos de

a, el

grupo de

tural,

B,

y

el

al

(al

la cultura; así

relacionarla

con

la Idea

que identifican hombre y cultura

las ideas

que define

materialismo de

idea de cultura

la

(el

de Hombre):

humanismo

cul-

hombre como «animal cultural»), b, el grupo de las ideas el hombre y la cultura (sobrehumanismo o infrahuma-

que tienden a separar nismo) y cultura

y

mos una de

grupo de

c, el

el

las ideas

que en parte

identifican,

hombre (praeterhumanismo). Cruzando

tabla

la cultura,



en

Vitoria 2001, pág. 31)

el

«Antílogo» que antepusimos a

y que reproducimos en

la

traducción espa-

tiempo (Ikusager ediciones,

el la

página siguiente.

su libro Teoría de la cultura, San Martín se propone reconstruir

líneas maestras

de una

principio «dentro»

«filosofía

(como

autónoma de

dice)

él

de

el

do, porque

omnitudo

idealismo.

un

tal

Desde

la

las

situándose desde

el

Este proyecto, sin embargo,

título

de ensayo, sólo tiene senti-

la perspectiva materialista tal

proyecto supone

realitatis)

la cultura»

la cultura.

cuya posibilidad no negamos, aunque sea a

do desde

la

taxonómica de Ideas de cultura, tabla que no figura en El mito

pero

ñola del libro de John Zerzán, Malestar en

En

en parte separan,

estos criterios obtene-

proyecto es absur-

posibilidad de reducir todas las cosas

a la condición de «cultura creada por el

a título de «intermediario de Dios», que es lo que sostuvo

el

hombre»

(la

(ya sea

obispo Berkeley,

de un principio creador autónomo y absoluto, que es lo que sostuvo Juan Teófilo Fichte). Pero la concepción panculturalista de la realidad

ya sea a

es la

(pfí

título

expresión

Gustavo Bueno,

El

más genuina

mito de la cultura

[1

del idealismo

y

del esplritualismo.

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

Prólogo

Cultura/Hombre

Humanismo

b Antihumanismo o

culturalista

anticulturalismo

a

Cultura/Naturaleza

A

Aa

(1)

humanista

de la cultura

cultural

Herder, Fichte,

(3)

Ac

Espiritualismo

praeterhumanista

y

Hegel

espiritualismo

Ortega

Cassirer,

c

Ab

(2)

15

Praeterhumanismo

Sobrehumanismo

Espiritualismo

Esplritualismo

1

antihumanista Frobenius, Spengler, Kerler

B

Ba

(4)

Materialismo de

Bb

(5)

Materialismo

cultural

anticulturalista

praeterhumanista

Naturalismo

(I)

(I)

Humanismo

contracultural:

signo optimista

Diógenes, Epicuro,

Ascetismo

histórico, Freud,

cristiano,

Harris.

Rousseau, LéviZerzan.

psicoanálisis.

(II)

Naturalismo

Designo

pesimista:

antihumanista.

Infrahumanismo:

(II)

Desmond

de signo negativo

posmodernismo (Foucault)

Morris,

Proyecto Gran Simio.

o pesimista:

Klages,

Marx,

materialismo

Antonio de Guevara,

Strauss...

De signo

optimista:

Tylor, Malinowski,

(II)

Daqué.

respuesta a la Teoría de la cultura de San Martín fue ya expuesta en lo

esencial

en

la

—a

tiembre del año 2000

remitimos

(está

la

publicada en

que

asistió el

las actas

nos ha parecido que podría ser la cultura

IV Congreso

conferencia inaugural del

Antropología Filosófica, que tuvo lugar en

la

Universidad de Valencia en sep-

del citado

útil al lector

ción central entre

el

los párrafos

espiritualismo

Tratando de simplificar tualistas

de

pueden

caracterizarse

la

cultura

la cultura

al

más y

el

Internacional de

Martín— y a ella nos congreso). En cualquier caso

propio San

de esta nueva edición de El mito

que no disponga de tiempo para consultar

poner a su disposición

mente

(I)

humanista, de

o positivo:

de

Be

Materialismo

la cultura

Mi

(6)

Materialismo

«escritos académicos»,

pertinentes en relación con la distin-

materialismo de

máximo diremos que

(o, si se prefiere, las

concepciones

espiri-

Ideas espiritualistas de la cultura)

por su proclividad a definir

humana, en función de

las

la cultura.

las ideas

la cultura,

y eminente-

ontológicas (muchas veces

con intención ontológico-general) de «Creación», «Universo», «Mundo»,

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

16

El

I

mito de

cultura

la

«Dios», «Espíritu», «Hombre»;

y esto a

fin

de subrayar, emic, (desde su propio

«dentro»), la naturaleza poética o creadora, libre, de la cultura auténtica (no

determinada, por tanto) por instancias exteriores a

ella

misma. Estas concep-

ciones de la cultura han venido siendo expuestas en la tradición de la filosofía

En

idealista.

embargo,

esta tradición, sin

aprisionada por

la

la idea

de cultura suele mantenerse

hombres que, aun emancipados de

subjetividad de unos

toda dogmática teológica revelada, siguen poniendo en

o moral del hombre ( Bildung)

espiritual

la clave

de

la formación

o cultura

la diferenciación del

hom-

bre respecto de la Naturaleza. Para esta tradición, la Idea moderna de Cultura debería considerarse constituida por su oposición a la Idea de Naturaleza,

puesto que

ella se

reduce a

la

transformación (secularización) de

tradicional cristiana entre el estado de Naturaleza

que pone

cristiana

al

hombre como obra

/

del séptimo día

y

fin

supremo de

la

hombre en

la

creación del Universo) en la oposición «estado de inserción del

cadena de este

causas naturales»

las

orden natural», mediante

Y esto

se constata

muy bien

«estado de liberación del

/

la

en

hombre

respecto de

formación o cultura de su voluntad la

oposición

la

estado de Gracia (tradición

espiritual.

exposición que Kant ofreció (en su Crítica

del juicio ideológico, §83) de la doctrina del

hombre como «último

fin

de

la

Naturaleza», distinguiendo los casos en los cuales ese «fin de la Naturaleza»

pueda

impulsado por

ser

felicidad,

como

fin del

misma

ella

(y entonces hablaríamos, dice Kant, de la

hombre), o bien por

la

misma capacidad de

los

hom-

bres para desplegar toda clase de fines, utilizando a la Naturaleza a su servicio.

Ya

esta

decir,

producción de

capacidad de un ser natural para cualquier fin

la

capacidad de ponerse fines

{Bildung) o cultura.

No

él

puede negarse

(es

mismo), denomina Kant formación el

papel que esta Idea de cultura

pudo

tener en la transformación de la oposición, expuesta en El mito de la cultura,

«Reino de

la

Naturaleza» la

Naturaleza» /

«Reino de

«Reino de

/

la Cultura»;

la Gracia»,

en

oposición «Reino de la

la

pero nos parece

muy cierto

que todavía

idea «moderna» de cultura no aparece constituida en Kant, aunque se

encuentre prefigurada en la Crítica deljuicio.

Desde

la perspectiva idealista

mente, antes que a Kant, a

mulación avant

la lettre

podríamos reexponer o recuperar principal-

la filosofía

de una

como una primera forespiritualista de la cultura. Aunque

de Berkeley

filosofía

Berkeley no lo presente de este modo, lo cierto

que nos rodea tanto,

que

el

que

Mundo no

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

dijo

que

el

Mundo

de

es

interpretado por la propia actividad cognoscitiva del

(pfí

él

la misma actividad perceptual humana; por un conjunto de formas ofrecidas por una un conjunto de símbolos, un lenguaje capaz de ser

es el resultado

Naturaleza material, sino

es

[1

hombre en

996], séptima edición, Barcelona

2004

el

momento

© FGB 201

1

Prólogo

en

el

que

está recibiendo los mensajes

Mundo

envía. El

será,

hombres entre

los

el hombre y entre medida en que pueda ser

por tanto, un lenguaje entre Dios y filosofía

de

pautas de Berkeley.

la cultura seguirá las

Si algo le

reprocha a Berkeley Juan Teófilo Fichte, no

cuanto

timidez de ese idealismo, que sigue reconociendo a Dios

la

extrahumana

realidad

17

espíritu, el espíritu divino, le

El idealismo alemán, en la

sí.

como una

interpretado

que otro

1

(lo

es tanto su idealismo,

como una

que para Fichte equivale a seguir prisionero

del

materialismo). El idealismo absoluto de Fichte nos ofrece íntegramente la explicación del

podrá

del Yo,

se

que,

al

constituirse

superponible

«creación del hombre».

Dios creador de Berkeley

Mundo,

como

considerado

como

interpretado el

Mundo como un No-Yo

ser

En

al

como

Mundo

de

posición

la cultura,

esta perspectiva, desde la cual

llegará a ser identificado

con

Espíritu del

el

mantendrá, a su modo, Hegel a través de su teoría del Espíritu

Chozas en La

objetivo (que en este contexto ha estudiado Jacinto

del hombre en la cultura, Rialp,

Madrid 1990). Pero también, en

muy

en versiones obviamente

Frobenius,

distintas,

Heidegger u Ortega (cuyas reservas ante

el

realización el siglo

Spengler,

XX,

Cassirer,

idealismo no alcanzan a su esplri-

tualismo, entendido en sentido filosófico). «El acto específicamente cultural es el creador», dice

Ortega, en

la

reconstrucción de la teoría de Ortega que

como en

profesor San Martín ofrece en su Teoría de la cultura, así

el

la recons-

trucción del pensamiento de Heidegger a la luz de la ideas espiritualista de cultura

podemos encontrar abundantes testimonios

venimos llamando concepción Caracterizaríamos a

dencia a dejar fuera a

espiritualista

de

los

de

la cultura

animales de

la

la

la cultura

«creación del hombre», salvo

Zoología y con

el

no puede aceptar

como

Una

y aun de toda cultura humana. cómo puede situarse «fuera de

encuentra en condiciones de situarse,

cos,

«en

el

punto de

vista

la cultura

perspectiva de la animalidad, que

Gustavo Bueno,

El

los animales,

mito de la cultura

[1

la cultura

como

como

etic,

fuera de esas cul-

humana» quien tampoco

los espiritualistas

y

metafísi-

de Dios»? Sólo de un modo: regresando hasta el

hombre encuentra en

hasta la perspectiva etológica que implica también

encuentra en

de

causal,

concep-

idea emic, y mítica, de algunas culturas

¿Pero se

por su ten-

determinismo

la tesis

antropocéntricas. El materialismo se situará por tanto, turas,

que

idea de cultura precisa-

biológico e histórico que nada tienen que ver con la Creación.

ción materialista de

lo

ideas ontológicas de la serie Dios-Universo-

Creación, &c., a fin de empezar concatenando

mente con

de

la cultura.

las filosofías materialistas las

interpretativos

él

mismo,

un mundo

la

es decir,

apotético que

en cuanto sujetos operatorios. La perspectiva zoo-

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

18

mito de

El

I

lógica es

cultura

la

además

para desbordar

la

el

mado «argumento Las

5.

críticas

única vía abierta (según hemos expuesto en otros lugares)

idealismo, mediante lo que en otras ocasiones

hemos

lla-

zoológico».

que

profesor Joan B. Llinares, de la Universidad de

el

Valencia, dirige contra El mito de la cultura (en su artículo «El concepto de

cultura en críticas

joven Herder») tiene un alcance enteramente distinto

el

de San Martín. Cabría decir que

a ciertas partes de la obra

y,

ellas

no

de

al

las

se dirigen a la totalidad sino

en particular, a algunos puntos del capítulo

segundo («Nacimiento y maduración de la idea metafísica de cultura en la filosofía alemana»), a saber, los que se refieren a Herder y, sobre todo, a Hegel. Llinares, gran conocedor de

la «filosofía clásica

alemana», sin perjui-

cio de reconocer, en líneas generales, la reconstrucción de

moderna de

cultura que ofrece

la historia

mental para la

ra

la cultura

de

la cultura,

en sentido subjetual

a saber, la cuestión de la dis-

(la

que moldea a

y descansa en ellos como el accidente en (la que «envuelve» a los sujetos

en sentido objetual

cede hasta llos

el

punto de poder decirse que son

que descansan,

distinción

no

como

casi

tiene por

como «meramente

no entendemos mal, encierran una cuestión funda-

filosofía materialista

yunción entre individuales

si

qué

si

fueran accidentes, en

como

mero

resultado del aprendizaje; o incluso

de

educación, cuando conciben a

la

el ejercicio

de

las

la

como

la

educación

capacidades

la cultu-

y

individuales

los individuos

interpretarse siempre

los sujetos

la sustancia)

los ante-

y humanos aque-

la

Cultura). La

como la subjetual como

dicotómica,

interpretan algunos etólogos, cuando entienden la cultura

ción» mediante

idea

contenidas en El mito de la cultura.

Puntualizaciones que algunos han tendido a interpretar

pero que,

la

capítulo segundo citado, cree necesario

el

puntualizar algunas afirmaciones

filológicas»,

de

entienden los psicólogos

humana como

humanas

«educ-

la

subjetivas que,

si

no

fueran cultivadas, permanecerían en estado de pura potencialidad.

En

sería la característica

como



y esta y humana puede ser entendida de cultura la idea «moderna» más importante de

efecto, la cultura subjetual

la

misma participación de los sujetos individuales en una Cultura objemanera como los individuos participan, mediante su

tiva envolvente (a la

habla, de

una lengua nacional que

tura subjetual

humana, a

les

antecede); de

tal

manera que

esa cul-

diferencia de las culturas animales, sin dejar de ser

subjetual, sólo es comprensible desde la Cultura objetiva envolvente. Otra

cuestión es la que tiene que ver con

la

«naturaleza» de esa cultura objetiva: la

«idea alemana de cultura» en cuanto heredera del «Reino de la Gracia» habría

tendido a entender

(pfí

Gustavo Bueno,

El

la cultura objetiva, al

mito de la cultura

[1

modo

idealista,

996], séptima edición, Barcelona

como una

2004

«totali-

© FGB 201

1

Prólogo 19 1

dad

una identidad

viviente» dotada de

pia o bien de cada pueblo, o bien de la

Una versión expone en

materialista de la idea objetiva

contrapuesta,

que

pectiva

Ahora

que

el

no

se

la Etología

que

mor-

adopta para construir su concepto de cultura.

de

interacciones entre la

las relaciones e

objetiva es la que,

si

no

me equivoco,

distinciones de los términos alemanes

las

Porque Herder, reconoce Llinares,

que por

ello deje

de

está latien-

puntualizaciones, aparentemente filológicas de Llinares

las

Cultur).

utiliza el

Bildungy Kidtur

término Bíldung. Pero acaso

utilizar el

(o

término Kultur, pero sin

que Bildung (traducido por «formación», en sentido

to

la

epígrafe de «Cultura

pretende ofrecer una perspectiva explícitamente

y la cultura

fondo de

a propósito de

el

sólo al sustancialismo de la cultura objetiva, sino a la pers-

bien. Esta difícil cuestión

cultura subjetiva el

«moderna» de cultura es

capítulo siete de este libro, bajo

el

fodinámica», en

do en

y pro-

(y en esto hacemos con-

génesis de «El mito de la culturad).

sistir la

se

cuasi-sustancial, característica

Humanidad

se

da por supues-

muy próximo

deamiento educativo del individuo») queda del lado de

a «mol-

la cultura subjetual,

mientras que Cultur tendría que ver, ya desde su origen latino ( agri-cultura),

con

la

Cultura objetiva.

Pide Llinares, y con toda razón, una profiindización en el proceso de elala Idea de cultura del propio Herder y él mismo anticipa impor-

boración de

tantes resultados

de su propia investigación distinguiendo hasta cinco acep-

Humanidad», «Cultura de un pueblo», «Cultura junto

ciones («Cultura de la al

Arte, la Ciencia

la Religión»...).

y

Sin embargo, estas modulaciones de la

Idea de cultura no contradicen, sino que corroboran, la reconstrucción general

que hemos ofrecido de

Idea de cultura de Herder,

la

si

bien su estudio

enriquecerá la exposición de la génesis de la idea de cultura «moderna», desde

una perspectiva

y de

materialista,

tualismo) de la cultura y

el

Llinares constata en el

las relaciones

Bueno»

—continúa de

la

to llamado "cultura"

y

tercera operación

la idea,

la

la

esquema antes expuesto

— «concretamente en la

lo

que

la

mi

parte sólo

puedo

Naturaleza de la que se habla en

del pro-

se refiere a la

oposición dualista entre

el

conjunto llamado "naturaleza"». Sin duda

Cultura con

va referida a

al

Llinares

sor Llinares tiene aquí toda la razón; por

oposición de

idealismo (o espiri-

Herder maduro una «veta de naturalismo» que

construcción de el

el

naturalismo.

«quizá obligase a exigir nuevas precisiones fesor

entre

conjunel

profe-

decir que la la historia

propia concepción del espiritualismo y no a

de

la del

materialismo filosófico, que rechaza de plano la Idea metafísica (o mítica) de la

propia idea de Naturaleza.

No

estará fuera

de lugar recordar aquí que El

mito de la cultura no se propuso desarrollar explícitamente una filosofía de

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

la

1

20

I

mito de

El

cultura

y,

la

cultura

menos aún, una

autónoma de

«filosofía

la cultura»;

una

filosofía

de

la cultura que sólo sería viable, desde coordenadas materialistas, en correla-

ción con

de

la filosofía

la

Naturaleza.

Las críticas filológicas de Llinares van referidas, en realidad, más que a tratamiento de Herder (que, según

sería correcto,

él,

tratamiento de Hegel, que Llinares ve

hecho de que Hegel no sin perjuicio

de que

poner «cultura» en

como

término Kultur sino

utiliza el

en

los

En modo

término Bildung, y

el

o franceses de Hegel suelan

que Hegel pone Bildung. Pero ¿desautode Hegel que ofrece El mito de

riza esta circunstancia la interpretación

turad

insuficiente), al

incorrecto, precisamente por el

los traductores españoles

los lugares

aunque

mi

la cul-

alguno, nos parece, salvo que, por petición de principio, se

parta del supuesto de que

Bildung hegeliano ha de

el

más

ser traducido sin

por cultura subjetiva o formación, íuera del contexto de

la

cultura objetiva.

Hay argumentos superabundantes para fundamentar la atribución a Hegel de una idea de «Cultura

que funciona en su sistema con

objetiva envolvente»

una claridad mucho mayor incluso de

la

que cabe reconocerle a Herder. La

cuestión estribaría, según esto, en explicar por qué Hegel

no

no

utilizó el térmi-

Kultur, sino Bildung ai exponer su concepción de la cultura.

hipótesis: ¿acaso para distanciarse

mino

de Fichte, que

utilizó

Caben

masivamente

varias el tér-

Culturd ¿acaso para huir del matiz «populista» («antropológico» en su

que cabría otorgar

sistema)

espiritual

cierto es

al

término Kultur, frente

que (según Otto Bauer) correspondería que Hegel

utiliza ese

al al

matiz más

«elitista»

y

término Bildung Lo

término; pero lo que no cabe olvidar es que

cuando Hegel habla de Bildung no

lo

hace desde una plataforma psicológica,

sino que lo hace «desde la plataforma» del Espíritu objetivo, por ejemplo en

176 y 187 de la Filosofía del Derecho, o en los párrafos 387 y 525 Enciclopedia de las ciencias filosóficas, o en la Sección VLB («el Espíritu

los párrafos

de

la

como

extraño de



mismo,

La idea hegeliana

la cultura»)

de

Fenomenología del Espíritu.

la

del Espíritu objetivo es acaso la idea

más próxima en

Hegel a lo que venimos llamando «idea metafísica» de cultura

objetiva;

por

tanto, la doctrina del Espíritu objetivo correspondería al núcleo de la filoso-

ha ue

ia cintura

Hegel y

ue negei

uresis

la escuela hegeliana,

que ya

1930).

me

aerenaiaa por w. ivioog, en su

Cuando Hegel habla de Bildung lo hace

siempre, no tanto desde la perspectiva de la formación del individuo, consi-

derado psicológicamente, sino desde resulta elevado a la universalidad el

Espíritu objetivo.

con todo, muchas

cpñ Gustavo Bueno,

El

que

Quien traduce

veces, deslizarse

mito de la cultura

[1

la perspectiva del le será

el

individuo en cuanto

proporcionada precisamente por

Bildung hegeliano por cultura puede,

también hacia

la cultura subjetiva,

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

pero

1

Prólogo

más aún

lo haría si tradujese, sin

que Hegel incluye en

Espíritu absoluto («Arte», «Religión», «Saber absoluto»)

dencia, al

de la cultura

hemos

ra circunscrita»,

la

oposición hegeliana entre

el

Espíritu absoluto mantiene una indudable correspon-

el

menos en

doctrina del

la

también correspon-

Antropología cultural considera dentro del «todo

la

complejo» de Tylor. Pero cabría añadir que Espíritu objetivo y

21

más, Bildung por «formación» o por «edu-

cación». Es cierto que los contenidos

den a contenidos que

I

definición,

con

el

origen de

distinción que en El mito

la

establecido entre «cultura objetiva», en general, y «cultu-

en particular

toma como parámetro

la

(al

menos, cuando

esta cultura circunscrita

llamada «Alta cultura», en cuanto contrapuesta a

la

«cultura popular», incluso a la cultura kitsch).

La confrontación Fichte

del uso del término Bildung de

en conexión con

le dio,

el

término Kultur

Hegel con

el

uso que

(o Cultur) sería imprescin-

dible para profundizar en el detalle del desarrollo de la «idea alemana» de cul-

de Herder.

tura, a partir

cuando

utiliza el

En

cualquier caso,

la

término Kultur (o Cultur)

idea de cultura de Fichte, tanto

como cuando

utiliza el

Bildung (por ejemplo, en los Discursos a la Nación alemana,

S.W. en Walter Gruyter, pág. 274) o cuanto habla de al

Yo, pero no ya individualmente, sino

un

&c.) tiene

la

necesidad de educar

Selbst general

la cultura.

nacional,

La misma expresión «Reino de

Cultura» {Der Reiche der Cultur), que venimos considerando

mación

y

sentido inequívocamente «envolvente» (de los individuos), que

en El mito de

es analizado

como un

término

tomo VII de

como

del «Reino de la Gracia» se encuentra también en Fichte.

la

transfor-

(Un

análi-

sis muy preciso de estos términos y de otros de su constelación nos los ofrece María del Pilar García Alonso en su artículo «La idea fichteana de cultura»,

El Basilisco, núm. 29, enero-marzo 2001).

6.

Algunos

críticos

han hablado

alentando en

del trasfondo «etnocentrista-europeísta»

mantenidas en El mito de

que pudiera

estar

(sobre todo

cuando van concordadas con

las tesis

1987, y de Nosotros y

ellos,

prensión del otro en

la filosofía

enero-marzo 2001): «Si

la

la cultura

de Etnología y Utopía, de de 1990). Así, E. Ujaldón en su artículo «La comtesis

de Gustavo Bueno» {El

explicación científica,

al

Basilisco,

menos en

el

núm.

29,

orden de

la

intención, pretende superar la distinción emic/etic para llegar a las estructuras esenciales ¿no serían estas estructuras esenciales las constituyentes últimas la realidad,

¿no

es ello

Lo turales

Gustavo Bueno,

El

su categorización última,

no

como

de

afirman los univocistas? Además,

sólo filosóficamente discutible, sino claramente etnocentrista?».

del «univocismo cultural» se refiere a la concepción de las esferas cul-

como

si

fuesen meras alternativas numéricas de una

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

misma

© FGB 201

especie o

1

22

El

I

mito de

la

como meras

ma

especies de

un mismo género

porfiriano de suerte que, por enci-

de sus diferencias fuera siempre posible regresar hacia unas estructuras

esenciales

comunes a todas

encima de la

cultura

los

las culturas, estructuras

fenómenos (Ujaldón da por supuesta

que la

se

mantendrían por

raigambre kantiana de

oposición fenómenos/esencias utilizada en El mito de la cultura y en otras

— —

en realidad esta distinción

obras;

fenómenos/noúmenos

distinción

como

ras

y,

por tanto,

se

mantiene contaminada con

la

más que ver con Hegel y con Marx dialéctico de la ontología a la que ella alude,

que con Kant, y de ahí el carácter la ontología de la incompatibilidad de ralismo cultural»,

no

si

tiene

armonismo

culturas, frente al

la posibilidad

de una evolución de

resultado de su «lucha por la vida»).

del «plulas cultu-

La ontología univocista

se

opone también, por tanto, a la ontología equivocista (la de Spengler o la de Whorf) implicada por el relativismo cultural, en tanto proclama la inconmensurabilidad de todas

culturas

ias

y,

en consecuencia,

cuestiones tienen

mucho que ver con

culturas (o esferas culturales), por cias efectivas

(matemáticas,

instituciones culturales

el ejercicio

un lado, y con

físicas, biológicas...)

la

necesidad de aco-

Ahora bien, todas

gerse a la metodología emical considerar cada cultura.

estas

de una sustantivación de la

consideración de

como

si

fueran

las

las cien-

ellas

mismas

o contenidos propios de cada cultura («Matemática

griega», «Fisiología china»...)

Pero El mito de la cultura se dirige principalmente contra toda sustantivación de

las esferas culturales,

cuya unidad pretende reducir a

la

que

es

propia

de esos «torbellinos morfodinámicos» en evolución y conflicto permanente. Pero la sustantivación de las culturas, en ejercicio, antes que representativamente, ra»,

forma actual más frecuente de expresión del «mito de

es la

como

lo

demuestra

cuyo nombre no identidad».

fortuna que ha tenido la ocurrencia de aquel (de

que inventó

es necesario acordarse)

La sardana

cultura catalana,

la

y

el

la cultu-

como una como una seña de

expresión «señas de

seña de identidad de

será interpretada

aurresku

la

la

identidad de la cultura

vasca.

Pero

la

expresión «seña de identidad» sólo tiene sentido pleno en función

de una cultura o esfera cultural cuya identidad se da por supuesta, de una cultura cuya identidad se considera

de

los

como

manantiales más profundos de

si

estuviese

manando in illo tempore humana y mani-

la realidad espiritual

festándose por rasgos diferenciales o por señas que

como

distintivas sino

también como constitutivas de

no

se

toman solamente

la cultura

de referencia.

Pero ¿acaso esas señas de identidad pueden ser algo más que señas de instituciones culturales, procedentes de fuentes torbellino

(pñ Gustavo Bueno,

El

muy diversas,

que

más o menos duradero? Además, con mucha

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

se integran

en un

frecuencia, tales ins-

2004

© FGB 201

1

Prólogo

tituciones son incompatibles

ción de ción,

con instituciones de vudú,

la cliteroctomía, la institución del

como arma de

I

23

otras culturas: la institu-

de

la institución

la

inmola-

lucha política, &c., son, sin duda, «señas de identidad»,

pero no tanto en sentido constitutivo, cuanto en sentido distintivo, de situaciones incompatibles con nuestras propias instituciones, desde aquellas se aparecen necesariamente

como

salvajes

cuales

las

o bárbaras. Ante incom-

patibilidades semejantes, el relativismo, o el pluralismo cultural, están fuera

de lugar, y no hay ninguna razón para respetar tales instituciones y, menos aún, para tolerarlas si es que se tiene el poder suficiente para suprimirlas (si ese

poder no

Por lo que a la ciencia

me

no cabrá

existe,

y

se refiere al

hablar, siquiera, de tolerancia).

supuesto etnocentrismo latente en

a la tecnología,

como

limitaré a reiterar la tesis expuesta en

las ciencias auténticas

las

apelaciones

criterios para juzgar las diversas culturas, la cultura,

según

no ya en su

fase

El mito de

(en su fase de «justificación»,

la cual

de «des-

cubrimiento») no serían propiamente contenidos culturales (sin que por tuvieran que ser clasificadas

como

«principio de caridad» propuesto por

nos parece fuera de lugar apelar aquí

al

Davidson, no sin alguna inspiración

relativista,

de los pueblos de «otras culturas» (o de

las

propia cultura), para interpretar «nuestras

ducta racional. Por

ello

contenidos naturales). Por lo que también

para reconocer

la

capacidad

menos ilustradas de nuestra ciencias» como frutos de una concapas

mucha caridad que despleguemos, nos veremos

obligados

a afirmar que, desde los supuestos, tradicionales chinos que envuelven la técnica de la acupuntura (cuya eficacia

no discutimos en muchos

imposible dar una explicación racional de

misma: para

la

a la «fisiología científica», «occidental».

rrir

(mejor dicho,

la ciencia

a la

por

ellos; es

de «esquemas conceptuales»

que

(estos sí

que

nosotros

la ciencia

no

la

entendemos a

que tienen raigambre kantiana,

de relaciones objetivas

cierto), sino a partir

hay que recu-

es

que nos acogemos) dispongamos de «esquemas

conceptuales» más potentes que partir

ello

En suma, no

casos), es

en cuyo

reales

no

análisis

es

posible entrar aquí ahora.

7.

No puede decirse,

libro ignorado

Pero por esto

excluyendo a

en resolución, que El mito de

o «no reconocido», incluso por sus

mismo

—y salvando un — su

los críticos

escasísimo

el

El

mito de la cultura

[1

Todo

lo contrario.

críticos.

número de

personas,

y aún

que podía haber ejercido mayores

efectos: los políticos, los periodistas, los clérigos

Gustavo Bueno,

haya sido un

influencia parece haber sido prácticamente

nula, sobre todo en aquel público en

cocineros de alta cocina, los

la cultura,

de diferentes confesiones,

artistas, los intelectuales, los cineastas,

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

&c.

los

24

El

I

mito de

cultura

la

Los políticos siguen prometiendo «elevar

de su propia

cultura»

la

Nación, y anuncian invertir aún más de lo que se viene destinando a defensa y promoción de la propia «identidad cultural» de su pueblo (de

la la

cultura catalana, de la cultura gallega, de la cultura vasca...)- Algún consejero

de cultura de

la

autodenominada «izquierda

política» llega a decir,

periodo pre-electoral, que sólo desde su partido se puede promover

porque

tura» (no se precisa cuál)

en

la

si el

la «cul-

de izquierdas, mientras que

«la cultura es

derecha sólo hay pan y circo» (como

en

pan y

el

circo

no fueran tam-

bién contenidos del «todo complejo» de Tylor; y antes aún ¿no había definido Hesiodo al hombre como «animal que come pan»?). Por su parte, los

«medios» mantienen sus «espacios de cultura» y desde ellos ejercen la crítica o musical o artística; y cuando reseñan la recepción habida con oca-

literaria,

sión de algún acontecimiento público o privado (una boda, por ejemplo),

seguirán clasificando a los asistentes según

las categorías

pero no olvidarán en ningún

cos, banqueros, empresarios, «famosos»...,

caso

la referencia

a

las

«gentes de la cultura» («también la cultura estuvo

ampliamente representada en tica

esta recepción»,

leemos en

intelectuales

mito de

la

los políticos, periodistas, clérigos, cocineros, artis-

o cineastas, o cualquier otro grupo social impregnado del

cultura estaba ya prevista en

el libro: «la crítica al

tura resbalará sobre todos aquellos que creen en rre

la reseña periodís-

de una boda principesca).

La impermeabilidad de tas,

consabidas: políti-

con todos

los

él»,

mito de

como, en

la cul-

general, ocu-

mitos socialmente bien arraigados, porque poseen un fun-

cionalismo ideológico indiscutible. Para los políticos separatistas, El mito de la cultura (aplicado a la «identidad te

un

de

la cultura es

de su cultura autonómica»)

uno de

los principales

sus pretensiones, sus prerrogativas,

«entrar en el

fondo de

obviamen-

mujeres musulmanas a

dad de acudir a

las

instrumentos ideológicos para defender

o sus

instituciones, sin necesidad

la cuestión», es decir,

«religión deberá ser enseñada las

es

aliado imprescindible; para los clérigos de diversas confesiones, El mito

en

las

llevar el

escuelas

sador o

profundidades ue

derecho de cada pueblo a

las

de

las

porque el

de

dogmáticas respectivas:

burka

es cultura»; el

la

derecho de

se justificará, sin necesi-

la revelación coránica,

invocando

el

señas de identidad de su propia cultura. Para los

cocineros de alta cocina, la apelación a la cultura sirve no sólo para exaltar su

propio

oficio, sino

también para distinguirlo del de

los cocineros vulgares.

¿Por qué detenerse entonces a analizar algo que ya se daba por previsto y obvio en El mito de la cultural Podríamos aducir diversos motivos; pero será suficiente este: la sospecha de

una conexión profunda entre todos aquellos



políticos, periodistas, cocineros, intelectuales, cineastas...

(pfí

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

— que

se

© FGB 201

man-

1

Prólogo

tienen «impermeables» ante

y

la filosofía espiritualista

Y esto,

tanto

si el

de

político es

la

cesa o a la escuela pakistaní. Pues de lo el

«Reino de

la cultura»

y

el

como

como

si

de derechas; tanto

es

«Reino de

es característico

que aquí

se trata es

musul-

la

de

la relación entre

Y es característico de toda

los valores».

de

clérigo es

si el

si el

cocinero pertenece a la escuela fran-

filosofía espiritualista considerar al Espíritu los valores, así

a la de El mito de la cultura,

es progresista; tanto

si

es cristiano, tanto si el alto

si

25

cultura (sobre todo en su versión humanista).

de izquierdas,

como

periodista es conservador,

mán como

las críticas similares

¡

humano como

moderna

fuente de todos

la

filosofía espiritualista

de

como contenido más genuino y positivo (no metafísico) del Espíritu humano. Aquello por lo que el hombre considerar a la Cultura

la cultura, el

puede considerarse como hipotética

como

el

el

ser espiritual es su cultura (y no,

alma inmortal, como entidad metafísica residente en su

fantasma en

los valores

como



supremos de

—ya

aquel que de hecho

fuente de todos los valores, estará sin saberlo».

en general

en

la

tal,

el

manantial de

Humanidad; recíprocamente, todo

sea político, periodista, cocinero, intelectual, ci-

que «hable en prosa

do en

la

considera a la cultura en cuanto

(es decir,

interior

máquina).

la

El esplritualismo pondrá en la Cultura, en cuanto

donde manan neasta...

por ejemplo, su

tal,

muy

como

el

valor supremo, o

cerca del espiritualismo, aun-

Y esto, tanto si está pensando en el hombre

la «cultura

humana» en

general)

como

está

si

pensan-

cultura determinada de «su pueblo» (en la «cultura catalana», en la

«cultura kurda» o en la «cultura azteca»)

Cuando

hombre, por su cultura,

el

es

considerado (como lo consideraba

Kant, aunque sólo fuera en sus «juicios reflexionantes») Naturaleza»,

y como

una concepción

UNESCO

al

la

espiritualista

de

promover todas

como

como

de

el «fin

la

fuente de todos los valores, es porque se presupone la cultura

humana. Es

Humanidad». Es

de

la perspectiva

y aún

las culturas existentes,

sus obras

la

más

de

los cléri-

gos-antropólogos (o de los antropólogos-clérigos) cuando hablan de

la «espi-

diversas,

«patrimonio de

ritualidad» de los rituales

la

vudú o candomblé. Es

la perspectiva

la

perspectiva de quienes

como

razón necesaria y suficiente para «poner en valor» una obra musical su condición de habitante del «Reino de la cultura», como si un sólo encuentran

concierto para piano y orquesta de Mozart recibiera su valor por ser «cultura»,

cuando en realidad

lo

que ocurre

es

que

el

hecho de

la «cultura» sólo

adquiere valor cuando entre sus contenidos figuran los conciertos para piano

y orquesta de Mozart o

algo similar a ellos.

Se constata también un espiritualismo de los políticos (sobre todo

de izquierdas) que,

Gustavo Bueno,

El

al

mito de la cultura

[1

menos en periodo

electoral,

996], séptima edición, Barcelona

si

son

anuncian orientar una

2004

© FGB 201

261

El

mito de

la

cultura

importante parte del presupuesto nacional a promover no ya sólo

humana»

en general, sino precisamente

«Cultura

la

«Cultura» de su nacionalidad,

la

eri-

gida también en valor práctico supremo («todo aquello que vaya orientado a la

consolidación y promoción de

que

la

8.

ponga en segundo plano,

Ahora

deración de

cultura catalana será bueno; todo aquello

la

será malo»).

bien, la conexión entre el espiritualismo de la cultura la

cultura

como

redefinir el materialismo de la cultura,

como finirlo

algo

más que una

como una

y la consimás genuinos, nos lleva a

fuente de los valores

en

el

«teoría especulativa

terreno de los valores prácticos,

de

la cultura».

Nos

práctica orientada a la crítica de la cultura

lleva a rede-

como

fuente de

y de los valores culturales particulares como tales. La cultura, no es fuente de todos los valores. Por ejemplo, los «valores de verdad» de las cien-

valor

cias

matemáticas o físico-naturales no derivan de

nuestra

tesis

sobre la relación entre

Desde una perspectiva la

cultura constituya

al

las ciencias

materialista

hombre en

y no puede

el «fin

de

la cultura, si

mantenemos

la cultura.

aceptarse, desde luego,

la Naturaleza»,

que

para decirlo con

palabras kantianas, ni que, por tanto, haya que enjuiciar sistemáticamente los

contenidos culturales más sublimes,

mo. Por

como

lo

fin

aproximaciones a este fin supre-

demás, negar cualquier tipo de significado a

supremo

del

Mundo



ca la necesidad de afirmar que «fin

como

supremo» por encima de

la

Idea de

Hombre

— no

del Universo, de la Naturaleza

el

impli-

hombre tenga que reconocer como algún

él al

que

él

debiera subordinarse o rendir su

nombre de un relativismo ecologista, por ejemplo, de las diversas especies animales. El hombre no será el término de la creación, la «obra del séptimo día», pero tampoco tiene por qué aceptar reconocerse (y ello sin necesidad de apelar a un «principio antrópico fuerte», en el sentido de Brandon Cárter) como una especie más entre los millones de especies zoosoberanía en

morfas, fitomorfas o fungimorfas que existen.

Y esto,

motivo práctico de que

especulativos, sino por el

muchos grupos organizados de hombres) no

no tanto por motivos hombres

los

(al

menos

tienen por qué aceptar ser redu-

cidos a la condición de servidores de alguna especie viviente,

Ünneana o no

linneana, que pudiera reivindicar la soberanía universal.

Pero desde

el

mismo momento en

momento en que



el

(pñ Gustavo Bueno,

que

el

materialismo prescinde de

la

—desde

el

la

fuente de los valores supremos

reconoce que

la

cultura

valores repugnantes, tan caudalosa res

el

con

identificación de la cultura

humana es una fuente de contracomo pueda serlo como fuente de valo-

materialismo habrá de asumir frente a

El

mito de la cultura

[1

la

cultura la perspectiva de

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

Prólogo

«devaluación metódica» (como contenido principal de la

cultura» o «contracultura»). «Devaluación»

la «revalorización»

cuando al fin

En

del

como grado

el

«crítica

de

inferior dentro

hecho de

el

de

la escala

serlo,

aun

que conduce

Género humano.

consecuencia,

que acudir en

llamada

27

con respecto a la perspectiva de

de todo contenido cultural, por

se le considere

supremo

la

I

uno de

los

momento de

procedimientos más obvios a

los

que habrá

practicar esa devaluación metodológica de la

cultura que consideramos inherente

al

materialismo (una devaluación que

es,

por otra parte, sólo relativa y dialéctica, frente a quienes practican el métola «revaluación sistemática») es el de su «reducción a la Etología», cuan-

do de do

ella sea posible.

la luz

Porque ahora, en lugar de interpretar una obra cultural a

de un metafísico

cierto

fin superior

Gospel como expresión de

comenzamos por

americanos),

más de

tampoco menos) que

de «cultura circunscrita»

no ya

la

Humanidad

de los esclavos negros

como una

la

«danza de

el

la lluvia»

«Alta cultura»

de

los

das en

el

rioridad

con respecto a

humano

clericales,

.

.),

(los valores

sino la ideología

pero también

ese Espíritu absoluto para acreditar las

particu-

materialismo comenzará viendo, ante todo,

muchas veces

monopolio de

más

chimpancés que

—como forma

expresión de los valores supremos del Género

élites,

«pulsación»

que poco tienen que

los primates,

del espíritu absoluto de Hegel: Arte, Religión, Sabiduría.

de determinadas

un con-

concierto de rock duro no tiene acaso

Y en la



(de interpretar

la «espiritualidad»

intentar interpretarlo

un

estudió Goodall hace 40 años. lar

la

mecanismos actuantes ya en

ciertos

ver con la cultura espiritual; valor (ni

de

laicas, interesa-

con

él

su supe-

capas de la sociedad que «no pueden alcanzar esas

cumbres del Espíritu humano».

La «devaluación metódica» de

la cultura,

en muchas ocasiones,

materialista, implicará,

propiciada por la

lectual.

Es en

la

perspectiva

transformación de

ración, ante determinadas obras culturales, por el desprecio; o,

transformación de

la

si

la

admi-

se quiere, la

admiración devota, en una admiración puramente inte-

este sentido

en

el

que citamos a Epicuro en

el

Final de El mito

de la cultura «Huye, a velas desplegadas, de toda forma de cultura, en cuan:

to fuente

de

los valores

En ningún les

supremos».

caso, la devaluación

podrá hacerse equivalente a

lismo social e ideológico que

mente

la

las

metodológica de

las instituciones cultura-

negación del reconocimiento del funcionainstituciones devaluadas

puedan eventual-

implicar; ni siquiera del reconocimiento prudencial de los servicios

prestados que tales instituciones

puedan

tener, hasta el

punto de merecer

nuestro apoyo coyuntural.

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

28

I

El

mito de

la

cultura

¿Y hasta dónele habrá que seguir aplicando esa «devaluación metodológica» de la cultura (devaluación que lleva aparejado también el

compromiso de

explicación de su funcionalismo)? Hasta que nos encontremos con determi-

nadas instituciones o contenidos culturales que resistan devaluación metódica» de

la

que venimos hablando.

no, ni necesario, en este prólogo añadir nada

la

«operación de

Y no me parece oportu-

más sobre

el particular.

Gustavo Bueno

29 de

cpñ Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

febrero de

© FGB 201

2004

1

Preludio

como mito

La cultura El

ascenso del prestigio de

incremento de

La Idea de Cultura ha pasado conjunto de

la

Idea de «Cultura» y

el

simultáneo

confusión de sus significados

la

a formar parte,

en

España de

la

noventa, del

los

cuatro o cinco ideas clave que constituyen su cúpula ideológi-

las

ca (no sólo en España: también en otros países, sobre todo en los europeos).

Incluso cabe afirmar, apoyados en ciertas encuestas, que, en una escala de prestigio, la

poco

Idea de Cultura ha sobrepasado

puesto que ocupaban hasta hace

el

Ideas de Libertad, de Riqueza, de Igualdad, de Democracia o de

las

Felicidad.

Al menos,

da por descontado muchas veces que

se

«verdadera

la

igualdad», o la «verdadera libertad», se obtienen por la mediación de la cultu-

y que sólo a

ra,

través

de

la cultura, la

democracia podrá

ser participativa

y no

sólo formal.

La cosa viene de

atrás,

por supuesto. Atengámonos, por razones de breve-

dad y de objetividad, a los reflejos que de este prestigio creciente pueden advertirse en el espejo político español. En la Constitución Republicana de 1931, la palabra cultura había escalado ya

Capítulo

II

de un Título,

Constitución de

la II

nomía y cultura «El :

el III);

el nivel

que corresponde a un rótulo

en efecto,

el

Capítulo

República está encabezado por

servicio

de

la

cultura



II del

el

de

más

la

,



es atribu-

comprobamos cómo

multiplica la presencia del término cultura en los lugares del

Constitución de 1978: por ejemplo,

del

(el

III

Familia eco-

la rúbrica

dice la Constitución

ción esencial del Estado». Casi medio siglo después

la

Título

alto

se

rango de

Artículo 44.1 encomienda a los

poderes públicos promover y tutelar «el acceso a la cultura, a la que todos tienen derecho» («todos», sin duda, suple por «todos los españoles», pues sólo ellos

constituyen

la esfera

determinar qué suple

la

de dominio de

expresión «acceso a

cuenta que fueron los mismos Padres de ner

la indefinición,

una

Gustavo Bueno,

falta

El

podremos

de aplicación a que

mito de la cultura

[1

la ley

inferir

ella

que

fundamental; no

la cultura»,

la Patria tal

aunque

si

es tan fácil

tenemos en

quienes decidieron mante-

indefinición es debida

forma parte del misterio de

996], séptima edición, Barcelona

2004

más que

la cultura).

© FGB 201

a

30

mito de

El

I

cultura

la

¿Y qué fue de

de cultura durante

la idea

extiende entre los períodos de vigencia de

Puede afirmarse que

las

preocupación por

la

«España republicana». Pero

dos Constituciones referidas?

unánime en

la cultura fue

la idea,

cultura obrera?

¿se hacía referencia al

—reconocido por amplios

vanguardias surrealistas o dadaístas? Por su parte, ¿qué era

ra?

¿La de

de

los

Y cuando se

modernismo, tipo Ibsen,

sectores del proletariado

las

los anarquistas



cultura obre-

la

órgano», leemos en

el

periódico Tierra y

el

Libertad del 3 de septiembre de 1936) o la de los comunistas («En

te

una cultura ya no

las

tengan una base funcional más que una base

orgánica, porque la función crea

es proletaria

o bien a

,

Ateneos Libertarios («Conviene que todas

iniciativas favorables a la cultura

en que una cultura

la

que pueden considerarse como

mutuamente incompatibles. ¿Cultura burguesa o por ejemplo

se

unanimidad verbal encubría una diversidad

esta

profunda de interpretaciones de

hablaba de cultura burguesa,

que

intervalo histórico

el

no

es

aún

cultura.

En

la

la

medida

medida en que

exis-

es proletaria», había dicho Lenin, contra los bujarinis-

Sin embargo, cuando se hablaba de cultura en actos organizados por

tas)? 1

o

escritores, intelectuales

República sobre

el

norma

fascismo entregará

todos los valores de

una España

artistas, la

la cultura.

libre, culta

no

podía

pueblo todos

leer

de

la

los tesoros del arte

y

distinguir. «El triunfo

¡Hay que exterminar

feliz!», se

y

al

era

en un

fascismo para hacer

el

que anunciaba un

cartel

acto celebrado en Valencia en diciembre de 1936. Al año siguiente se celebró

en esa ciudad de

famoso II Congreso Internacional de

el

En la España franquista hubo, como hubo recelos ante el término no el

sería lícito concluir

que

el

sin duda, recelos ante el intelectual,

término

de

la espiritualidad cristiana,

de

la Naturaleza, sino

también más

se

que experimentaba

la

un

paréntesis durante

durante

en

la

el

la

Partido único,

Idea alcanzaba

una fuerza [por

la Iglesia católica, se las

1

El

de

Cultura. El eclip-

despejaba en

al

el

momen-

Estado y su menos nominalmente, de renun-

no

las

fuerzas de la caridad, puesto las

el

que

paredes aislantes

Según testimonio de León Trotsky, Sobre Arte y

(pñ Gustavo Bueno,

el ideal

o por encima

«de carácter ultraterreno» que Dios nos había legado. «Sólo tanto,

cuestión de justicia] es capaz de fundir

Madrid, 1971,

la

regiones controladas por

además, sin necesidad,

y,

ciar a los bienes

o por encima de

allá

idea de cultura al atravesar las regiones controladas

época franquista por

que

actuando, no sólo más allá

cultura,

en su sentido «moderno». Pero

interregno franquista fue

cual el prestigio del ideal de cultura hubiera sido eclipsado por

la Fe,

to

escritores para la defensa

la cultura.

se trata

y

crear el clima

Cultura, traducción española, Alianza,

p. 172.

mito de la cultura

[1

de una

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

\

Preludio. La cultura

común en que a

la

paz social pueda servir de base a

la

Revolución

social.

Esta fuerza es

la cultura,

como mito

Es

la justicia social.

entendida

como

i

31

decir:

el aire:

de

Antonio Girón de Velasco, ministro de

universal patrimonio», decía José

Trabajo de Franco, en un discurso famoso sobre La cultura como instrumen-

pronunciado en

to necesario para la revolución social

de

Sevilla, el día

Y

25 de noviembre de 1950.

daban ciento y raya a las de Trotsky o a la de «Desde cualquier punto de vista que se observe cultura se presenta

como mucho más

diferencia de economías. Es más, creo clases” se

cuando

el

Teatro San Fernando,

añadía, con palabras que

los agitadores del proletkult.

problema,

el

que cuando

se habla

habla en realidad de diferencia de culturas.

se habla

de lucha de

¿no

clases,

la diferencia

de

grave que la diferencia de clases o la

Y

de “diferencia de

todavía

más aún,

más bien hablar de una

se quiere

lucha de culturas?». El ascenso del prestigio de la idea de cultura parece, por tanto, que

desvinculado de la indefinición de

un modo más

idea o, dicho de

la

no

está

positivo,

de su confusión. Por ejemplo, esa cultura, de «universal patrimonio», ¿hay

que entenderla como una cultura ya instituida

que, siendo de iure de

tal

todos, esté de facto monopolizada, administrada o secuestrada por ciertas clases privilegiadas, aristócratas

En

o burguesas?

supuesto la connotación

este

despectiva que arrastra en bocas proletarias la expresión «cultura burguesa»

debería ser puesta entre paréntesis,

násemos, no tanto polizada por

la

el

al

menos cuando con

monopolio, cuanto

burguesía,

si es

tualmente universales (ópera

los

que esos contenidos

italiana,

tal

se

expresión desig-

monoentienden como vir-

contenidos de

la cultura

pintura de museo, viajes, arte, modales

distinguidos,

«buen gusto», mobiliario «de

estilo», literatura sui generis,

ca de cámara,

dominio de

de

idiomas...); pues

de repartir o distribuir estos contenidos de Sin embargo,

no

es evidente, ni

lo

que

se trataría

la cultura entre

mucho menos, que

los

todos los hombres.

contenidos de la cul-

tura burguesa sean virtualmente universales (ni siquiera en relación

sociedad occidental, es decir, que su valor se mantenga privilegiada

debe

que

los detenta).

ser entendida,

han de

ser

desde

el

¿Acaso

la cultura

músi-

entonces sería

al salir

con

fuera de la clase

de «universal patrimonio» no

como una cultura cuyos contenidos como una cultura de vanguardia, expresa-

principio,

necesariamente nuevos,

da incluso en una lengua nueva (como pedía Marr, antes de que Stalin cerrase la boca), ra,

la

pues sólo en esta hipótesis

la universalización

particular siempre en su génesis, podría llegar a ser

versal

la

patrimonio, no sólo de hecho,

como

le

de una cultu-

una cultura de uni-

cultura cosmopolita, que incluye

«cultura del fumar» o la «cultura de la Coca-Cola», en las mitades del siglo

xx, sino

Gustavo Bueno,

El

también de derecho?

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

32

El

I

mito de

la

cultura

Por otro lado, desde culturas particulares cristiana.

momento

el



la

en que se reconoce

pluralidad de las

la

cultura maya, la cultura azteca, la cultura judeo-

— ¿qué puede significar «cultura de universal patrimonio»?

.

como

conjunto de rasgos culturales que, los límites

el

tabaco o

la coca,

¿El

han desbordado

de una cultura particular precolombina y han pretendido incor-

porarse, a través de la cultura occidental, a todas las culturas?

¿O

acaso una

cultura «de universal patrimonio» puede ser otra cosa que la representación científica la

de todas

que equivaldría a una universalización de

las culturas (lo

más bien

Antropología), o

el ejercicio

alternativas parece absurda (utópica). El

de todas

ellas?

conocimiento

individuo perteneciente a una cultura dada, de todas a todas

las

las

Cualquiera de científico,

estas

por cada

demás no convierte

culturas particulares en culturas de universal patrimonio, salvo

fueran compatibles y que el antropólogo universal pudiese concebirse como un sujeto no adscrito a ninguna cultura concreta;

suponer que todas

ellas

en cualquier caso,

el

conocimiento

luego,

de

las

el ejercicio

mismas.

estructuras del parentesco

«humanismo

espíritu del

y

de

científico

Una cosa es

las

culturas

conocer

las

no implica, desde

modulaciones de

otra cosa es practicar a la vez, inspirados por

matrimonio árabe,

integral», el

la

poliandria

y

las el

la

monogamia. Por otro lado, ¿cómo se puede ejercitar a

tema democrático? ¿Cómo

aunque

sea

humano me por

invocando

es ajeno»? El

menos

lo

cristiano,

la

se

puede

Terencio:

total» tendría

a diferentes horas del

musulmán, agnóstico y

vez

el

sistema de castas y

ser a la vez antropófago

máxima de «hombre

la

mismo

ateo.

«Hombre que

ser

el sis-

y vegetariano,

soy y nada de lo

simultáneamente

día, budista

o,

animista, jainista,

y La idea de una «cultura de

universal

patrimonio» sólo parece significar algo cuando se mantiene en estado de

extrema confusión y oscuridad. Confusión y oscuridad, además, que tendrá el terreno objetivo no meramente en el terreno de las palabras o

— —

lugar en

de

puesto que ese «todo complejo» que

es la

fórmula de Edward Tylor, abarca partes o componentes

muy

pensamientos subjetivos

los

cultura, según la

,

heterogéneos pero no enteramente separables, ni tampoco continuamente

unidos por todos sus puntos.

En

efecto: el

término cultura tomado en toda su amplitud,

es decir,

concepto antropológico, cubre ese «todo complejo» del que habló Tylor tanto,

no

ponentes

sólo las diferentes capas en las (la

que cabe

capa subjetual o intrasomática,

la

capa material o extrasomática) sino también a

situar a sus diferentes

El

mito de la cultura

[1

y,

por

com-

capa social o intersomática y la las diferentes esferas o círculos

de cultura en sentido etnográfico (cultura egipcia, cultura maya...).

(pñ Gustavo Bueno,

como

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

como mito

Preludio. La cultura

Sin embargo,

el

término

cultura,

cuando

se utiliza

I

33

en contextos político-

administrativos, por ejemplo en el contexto de los «Ministerios de Cultura»,

todavía cobra

un

propio de

contextos científico-antropológicos.

los

significado distinto

por

y,

a esta acepción del término cultura con

el

cierto,

más reducido

Nos

del

que

es

referiremos, por ello,

nombre de

cultura circunscrita,

puesto que, sin duda, esta acepción constituye una circunscripción, más o

menos

artificiosa, del

dos en

la

«todo complejo». Por lo demás,

cultura circunscrita se tomarán,

no

los

contenidos inclui-

sólo de la capa intrasomática

(que contiene, por ejemplo, danzas o canciones de coro o de

también de

capa intersomática

la

(desfiles,

deportes colectivos) y de la extra-

somática (pinacotecas, edificios del patrimonio histórico

Ahora

sino

solista),

artístico,

&c.).

bien, los criterios connotativos de la «circunscripción ministerial» son





extraordinariamente los límites de su denotación arcanos y sus límites del todo complejo tan sustantivas luego, partes imprecisos y borrosos. Desde

como puedan

serlo las tecnologías, las ciencias, los ejércitos, las escuelas,

dan fuera de

la circunscripción

desde

momento en que

el

que-

entran a formar

parte de la jurisdicción de los Ministerios de Industria, de los Ministerios de

Educación o de

los Ministerios del Ejército. Pero

un concepto mínimamente consistente

el

no

es

nada

el teatro, la

deportes, la pintura, la literatura, las fiestas populares,

una misma

tales

o

como

ceremonias

las

la piscicultura?

tura» frente a ferencia . 2

No

aun cuando formen

de otros contenidos de su esfera cultural,

religiosas, el

es suficiente,

una «segunda

Tampoco

música, los

de una misma cultura española o francesa? ¿Por

esfera,

estos contenidos se segregan

qué

englobar en

puzzle de contenidos cubiertos por

un Ministerio de Cultura. ¿Qué tienen en común parte de

fácil

derecho, la agricultura, la silvicultura

desde luego, hablar de una «primera cul-

cultura»

como propuso Snow en

faltan definiciones metafísicas:

su célebre con-

«La cultura [en sentido

circunscrito] es la expresión del espíritu», o, precisando más, del espíritu del

pueblo, o de los pueblos que están representados en cio trabaja el Ministerio de Cultura. Así ra de un pueblo» equivale a

ca que quienes estatal,

impugnan

por ejemplo,

el

la

un Estado

a cuyo servi-

opinan quienes creen que

la «cultu-

«identidad cultural» de ese pueblo. Esto expli-

la existencia

de un Ministerio de Cultura de rango

Ministerio de Cultura español, suelan hacerlo en

nombre de los supuestos «verdaderos pueblos» englobados en el «Estado español», en nombre del pueblo catalán, por ejemplo, propugnando para él un Ministerio de Cultura catalana; sólo que sus contenidos seguirían siendo

2 C.P.

Snow, Las dos culturas y un segundo enfoque. Versión ampliada de Las dos adturas y Madrid, 1977.

lución científica (1959, 1964), Alianza,

(pfí

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

la revo-

1

34

mito de

El

I

cultura

la

homólogos, aunque igualmente circunscritos, a

los del Ministerio

de Cultura

española. Otras veces la cultura circunscrita tratará de definirse apelando a categorías sociológicas,

como

como

ocurre cuando se la interpreta

«cultura

del ocio» o «cultura del tiempo libre», frente a la cultura del trabajo (por

no

supuesto,

del trabajo de quienes fabrican la cultura). Por lo demás, estos

criterios tan diferentes

co



histórico patrimonial, el sociológico o

el

— confluyen ampliamente, porque muchas

libertad o al espíritu,

del culto al Señor»,

en términos

y no

sólo día

veces

cristianos: al

el

«ocio» se asocia a

domingo, en cuanto

de descanso, cuya función

la

materia

tendríamos

—en términos cómo

el



cristianos, a los días laborables

domingo habrá pasado de

.

la esclavitud,

De

este

de culto» a

ser «día

la

es «día

se redujese a la

de una reparación de fuerzas. El trabajo, en cambio, se asocia a a

el políti-

modo de

ser «día

la cultura», día del espíritu.

En resolución: nos encontramos, en el momento de intentar definir el común denominador de estos contenidos de la cultura circunscrita, como cultura espiritual, en

cuando intentan

una situación

definir el

Física según criterios

no

que

similar a la

común denominador

encuentran

se

los físicos

de los contenidos de

metafíisicos (observables, materia, &c.).

la

Eddington

propuso, a fin de evitar los debates metafíisicos, una definición operacional de Física

que iba envuelta en una

se contiene en el

cultura (circunscrita)

como

que

cierta atmósfera humorística: «Física es lo

Handbuch der

Physik». Por analogía,

podríamos definir

la

«aquello que cae bajo la jurisdicción de los

Ministerios de Cultura».

(Max Scheler, Nicolai Hartmann), como una flor muy débil (sin per-

Pero aunque, desde ciertas perspectivas la cultura espiritual, dominical, aparezca

juicio de su excelencia),

que requiere cuidados

exquisitos, desde otras pers-

como dotada de una

pectivas la cultura espiritual, dominical, será vista

potencia intrínseca comparable a

Durante

martillos o de los fusiles.

la

que posee

los

la «cultura material»

de

los

años setenta y ochenta en España se las «fuerzas de la cultura»

computaban, por parte del Partido Comunista,

como componentes podía

leer

en

tura asaltan

revistas políticas titulares

el

como

siguiente: «Fuerzas

el

objetiva entre las diferentes partes,

de

es,

cen

3

al

la

de

y

se

la cul-

rectorado de la Universidad de Barcelona ». 3

La confusión tes

zas

revolucionarios junto con las «fuerzas del trabajo»,

cultura

sin

duda alguna, una de

las

incremento espectacular del prestigio de

momentos o componen-

condiciones que más favore-

la idea.

Por ejemplo,

la cultu-

Sobre este punto hemos tratado más en extenso en nuestro artículo: «Fuerzas del trabajo, fuer-

de

la cultura»,

(pñ Gustavo Bueno,

El

en Argumentos núm. 8 (enero 1978), pp. 29-40. ,

mito de la cultura [1996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

Preludio. La cultura

ra circunscrita,

por

promovida por

el

el

hecho de haberlo sido para

Estado, adquirirá

que

espuela oxidada que yacía en

halo indefinible,

al ser

Casa de Cultura de

dad universal de



Y

la villa.

las

circunscrita

— en

como, además,

Naciones Unidas,

de cada Estado tendrán que lo

las

ser

etnográfica de

la vitrina

operaciones de circuns-

miembros de

como propios como de

los valores circunscritos

hace «institucionalmente»

UNESCO;

la

tura amazónica, reclamará «democráticamente»

por

en principio,

lo que,

de irradiación intercultural logra

y

respeto de todos los

el

eficaces,

por ejemplo,

prestigio de la ciencia de veces,

en

en

que

cia

no

se

por

cultos;

la cual

quien dignifica a

exista):

filosóficas,

y

el

de otro modo, aun en

(o,

el

Dios dignifica a

Hombre pone

prestigio sobre su objeto, a la

repugnante (que

que

la

el

caso de que

Teología entre todas

a la Antropología en

manera como

la

vías

no menos

la irradiación del

el

las

Unas aun

lo considera,

«la cien-

objeto de la cien-

demás

disciplinas

puesto más elevado de

el

irradia su

Citología «dignifica»

un tumor

es la ciencia la

biólogo calificará de «hermoso») o incluso la Mecánica

racional dignifica

el

Sistema solar («La Naturaleza y

la

noche; Dios dijo:

¡sea

proyecto de epitafio de Pope a Newton).

Antropología fuera capaz de elevar tenido cultural universal, es decir,

disco botocudo figura en los

En

que

tal

de

la

Naturaleza

luz»,

nuestro caso, ocurre

un contenido que debe

según

como

si

hombre

ser reconocido,

la

en sentido circunscrito

culto,

el

la irradiación del «prestigio

como pueda

el

por

Museos Etnológicos custodiados por

Ministerios de Cultura y visitados los domingos por es tan evidente es

las leyes

Newton! y todo fue

disco botocudo a la condición de con-

el

su particularidad pintoresca, por todo

contenido cultural

sólo por

que

en cambio,

yacían ocultas en

no

No

objeto de esa ciencia.

la ciencia

el

el

cul-

reconocimien-

verdaderamente sorprendente, en que esta ciencia sea sólo busca»

las ciencias positivas; otras veces,

(el

el

también hay otras

puede tener lugar

un objeto dado hacia

efecto, es el objeto

el caso,

cia

hombres

la vía

disco botocudo

el

una

una dignidad y respeto aná-

logos a los que pudiéramos conceder a la corona de Leovigildo.

to

la socie-

reconocidos por todos los demás,

disco labial de los botocudos, en tanto que es «seña de identidad» de

esta vía

y

intrínsecamen-

es

desván aldeano se transfigura, irradiando un

el

encerrada

cripción están llevadas a cabo por los diferentes Estados

hecho

35

(como riqueza espiritual, patrimonio o identidad de un pueblo). La

te valioso

la

I

ser conservada, tutelada

carácter de algo

el

como mito

serlo el disco

suficiente para dignificar la «ontología» de ese

público culto).

los

Lo que

gnoseológico» hacia un

botocudo tenga

mismo

la

virtud

contenido; pues

el

reconocimiento gnoseológico no puede confundirse con

el

reconocimiento

ontológico o axiológico. El Premio Nobel que se otorga

al

biólogo que ha

descubierto

Gustavo Bueno,

El

la

estructura de

mito de la cultura

[1

un tumor canceroso no

996], séptima edición, Barcelona

es

2004

un premio para

© FGB 201

el

361

El

mito de

la

cultura

tumor, aun cuando también el

que

es cierto

si

no fuera por

el

tumor tampoco

biólogo hubiera sido premiado. Sin embargo,

el

mecanismo de

irradiación del prestigio gnoseológico

mucho mayor de

hacia los contenidos ontológicos actúa con una frecuencia

en un principio, pudiera pensarse.

lo que,

¿Cómo

se explica,

expresiones utilizadas por la llamada clase política, tales

de crédito», «cultura de

tarjetas

ante

la

no,

si

como

dimisión», «cultura de la cena en bandeja

Semana Santa», o incluso «culcuando se utilizan como fórmulas des-

«cultura de las vacaciones de

el televisor»,

tura de la corrupción administrativa»,

tinadas a designar tipos de conducta que parecerá necesario aceptar,

como ten?

hechos que o bien consolidan

¿No

se están

viendo

estas pautas

sistema o

el

menos no

al

de conducta a

la

como

tales,

al

manera como el

menos

comprome-

lo

pólogo funcionalista considera otras pautas culturales que, por diagnosticadas

auge de

el

«cultura de las

el

antro-

hecho de

ser

menos reconocidas como mecanismos

resultan al

funcionales del sistema? Si se habla de «cultura de

corrupción» (de los fun-

la

cionarios o de los partidos políticos), ¿no es porque se está ensayando

una

especie de justificación funcional? Pues, ¿acaso la corrupción administrativa,

considerada desde

un punto de

vista funcionalista,

Otro tanto

dos en torno a su causa a sus agentes?

han alcanzado en España una gran fortuna en

como

europeísta, tales

la

no contribuye

medida en que mantiene

xia del régimen político, en la

la

a la euta-

interesados

y apiña-

se diga de expresiones que

época de

la

competitividad

expresión «cultura del pelotazo» (procedimiento de

enriquecimiento rápido por vía especulativa), a pesar del matiz peyorativo

que

ella arrastra.

Es innegable que dos tan diversos

la aplicación extensiva

arrastra,

como

efecto

componentes axiológicos implícitos en que ocurre con

de

la

idea de cultura a conteni-

muy probable, una devaluación

la aplicación extensiva

propia idea, de

la

de

la

los

misma manera

idea de lo «clásico»,

la

de

cuando no

sólo se aplica a la tragedia griega clásica, a la filosofía clásica alemana o a la

música

clásica, sino

también a

dencia a elevar lo parece

más elevado (un proceso

cuando

se habla

la

vuelta ciclista «ya clásica» alrededor de

no

y conservan antes que parece más humilde que a deprimir o erosionar

Belchite. Pero tales devaluaciones

de

llegan

al

límite

similar tiene lugar

la «filosofía del tercer carril»

o de

con

la ten-

lo

que

término

filosofía,

la «filosofía del

impues-

el

to progresivo sobre la renta»).

El prestigio de la idea de cultura elevante) de los contenidos

que en

él

todos los lados. Si se quiere subrayar

de

la

música sinfónica, de

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

la

como marco

dignificador (santificante,

se engloban, actúa el

rango supremo o

ópera o de

la

una y la

otra vez

y por

dignidad superior

música de cámara, respecto de

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

la

1

Preludio. La cultura

música de discoteca,

de «música culta» (como

se hablará

si la

como mito

música de

coteca no formase también parte del todo complejo); es cierto que

mos

como música

referirnos a ella

clásica,

I

37

dis-

no pode-

puesto que también hay música

sinfónica romántica, por un lado, y clásicos del jazz o del rock por otro. El Ayuntamiento de una ciudad dotada de Teatro de Ópera promueve la publi-

cación de

mente

un

libro lujoso sobre la historia

no

orgulloso; pero

de su Teatro, del que está justa-

titulará el libro: Cien años

de Teatro de

la

Ópera en

N***\ sino Cien años de la cultura operística en N***. Parece evidente que

hecho de incorporar fica, justifica

y aun

la

música de ópera

marco de

santifica estos contenidos

incorporación confiriese a

si tal

al

la

de

la idea

el

de cultura digni-

la cultura circunscrita,

como

ópera una profundidad o espesor (gracias

a su inserción en esa misteriosa entidad orgánica llamada cultura) que que-

darían debilitadas, o incluso borradas,

que

la ópera,

si

de ópera; acaso por-

se hablase sólo

disociada del marco de la cultura, correría

ciada a otros contextos sociales que

pueden

resultar

el

riesgo

de

ser aso-

incómodos respecto de

terceros estratos de la sociedad, o sencillamente excesivamente prosaicos,

delimitados (por ejemplo, «temporada de ópera», que sugiere sólo

el

por

entrete-

nimiento y lucimiento de las capas burguesas de la ciudad). La inserción de la ópera en el marco de la Cultura, así, en general, tiene como efecto inmediato su desconexión de esas connotaciones inoportunas, accidentales

todo caso, oblicuas. ¿Acaso no asisten también

al

teatro de la ópera

y,

en

pequeños

empleados y aun trabajadores manuales dispuestos a hacer el gran esfuerzo económico para alquilar un traje de etiqueta a fin de poder sentarse en una butaca o en un palco?

¿No está desempeñando

Idea de Cultura en nuestro

la

tiempo

funciones de un mito oscurantista y confusionario?

Una

idea abstracta cuyo prestigio semeja ligado esencialmente a su oscuridad

y confusión, como parece serlo el de la Idea de Cultura, ¿no debe ser de inmediato considerada como un mito oscurantista y confusionario? Si es así, la primera tarea

de

tratar

como con

de

que tiene delante un

situarse ante la idea

las distancias

que

ellos,

«racionalista crítico» será la

de cultura para analizar sus componentes,

y su conjunto, mantienen con

así

otros mitos o

otras ideas.

Pero sería imprudente, por parte de ese racionalista, esperar que de la

mera denuncia (aun en

el

supuesto de que estuviese fundada) de una estruc-

tura mítica o ilusoria, oculta en

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

una Idea dotada de supremo

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

prestigio,

38

1

El

mito de

cultura

la

En

hubiera de seguirse una «desactivación» de esa Idea. ciones prácticas

que

ios

tanto que las fun-

mitos oscurantistas desempeñan no puedan ser

fechas por otras ideas alternativas, la acción de estos mitos

Con

influjo.

satis-

mantendrá su

todo esto estoy diciendo que no pretendo que este Ensayo

pueda merecer, en modo alguno, efectivo. Sólo

sentido objetivo

de «desmitificador», en un

el calificativo

podría considerarse desmitificador aquello

y que efectivamente desactiva mitos oscurantistas, aunque sea apelando a otros mitos alternativos.

La acción

política



coactiva

— de

los

emperadores

romanos después de Constantino desmitificó, sin duda alguna, muchas siones míticas alimentadas por las religiones mistéricas

ilu-

(adoradores de

Mitra, de Attis, de Cibeles, milagros y supersticiones promovidas por

magos, chamanes o hechiceros). Pero a condición de instaurar una nueva mitología.

un el

cualquier caso, ¿qué capacidad desmitificadora podría tener

que no va a

libro

mito

En

al

que

ser leído

precisamente por quienes están envueltos en

el libro se refiere?

Nuestro ensayo no tiene por tanto, en suma, una intención desmitificadora inmediata, precisamente porque presupone

de que

la tesis

la desmitifi-

cación de un mito vigente comienza por otros caminos: un mito va extin-

guiéndose por



mismo o por

las

formal de este libro, en resolución,

variaciones de su entorno. es,

más que

tura mitológica de la Idea de cultura así principales de

así

una

La intención

desmitificar, analizar la estruc-

como

el

origen y

las

implicaciones

tal Idea.

más mundana o vulgar

Venimos

utilizando la acepción

como

acepción más corriente del verbo desmitificar, una acepción de

la

del término mito,

mito, por lo demás, cuya legitimidad está sancionada por los diccionarios de la

lengua española, que suelen darla, además,

mino

como primera

acepción del

Pero es obvio que

un

análisis crítico,

cunscribirse a esta acepción vulgar,

como

aunque

el

que proyectamos, no puede

ésta

ocupe un primer plano.

cir-

Y no

ya porque haya que escoger otras (en cuyo caso estaría de más todo lo que

vamos

tér-

(«mito: fábula, ficción alegórica, especialmente en materia religiosa»).

lle-

dicho), sino simplemente porque necesitamos tener en cuenta otras

acepciones del término mito a fin de poder delimitar

ción elegida

como

primaria en

el

román paladino

Por otra parte, mantenemos un gran recelo ante mitología» que, a lo largo del siglo, han hecho

una nueva «ciencia de

la

mente»:

me

refiero,

el

alcance de la acep-

del presente. ciertas «mitologías

mucho

ruido en

sobre todo, a

de

la

nombre de

las teorías

psico-

(Freud y Jung) por un lado, y a las estructuralistas (Lévi-Strauss o Detienne) por otro. No se trata de negar cualquier tipo de legalidad a los

analíticas

laberintos de la «fantasía»; de lo que recelamos es de la apelación a «legalida-

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

como mito 39

Preludio. La cultura

des inmanentes» a la conciencia o

cerebro

al

I

humano, aun cuando

menta-

el

lismo que esta apelación implica trate de ser compensado con un postulado de

isomorfismo que, por

que

gestaltista («Puesto

miento salvaje

de

raleza



el

mitos» son

las

la

mente

Pues

un

mismas

estupidez

la

(como

lo hacía

la

mente,

si

no

es algo,

es

en

modo

las cosas».

la

natu-

alguno una cosa Las «leyes de los

leyes operatorias (las leyes del «logos»), repetibles

( euéthes...

lógos),

hombres

los

por

que aplicán-

las cosas, sólo

que llevan a veces a

a los límites

según dice Aristóteles; como, por ejemplo

Heródoto), pensar que

das por deglución de la leche de los

las

hembras de

son fecunda-

los peces

machos (cuando cualquiera puede ver que

estómago y no al útero). Pero otras mitos abren posibilidades combinatorias asombrosas y sugieren semi-

canal que pasa por la boca conduce

veces los

materialismo

el

dice Lévi-Strauss en El pensa-

«sistema de operaciones con

dolas en condiciones sui generis

el



que presiden nuestras manipulaciones con

tanto,

de

una cosa

es

funcionamiento de esta cosa nos instruye acerca de

las cosas»).

entre las cosas; es

demás, ya habría sido formulado por

lo

al

verdades, protoverdades o, sencillamente, procedimientos de organización de la

de

percepción del entorno. (Desde los mitos, el

hay un dios de

que

la selva



menta como

el

punto de

vista

de una teoría operatoria

—según

mito del dios cazador africano, por ejemplo

flechas

no

,

utiliza el

arco

iris

como

es otra cosa sino la

arco

y los

el

cual

rayos de la tor-

construcción de una analogía

tecnológica a partir de ciertas semejanzas abstractas que necesitan, para cerrarse,

invención

de

la



que

dor

se

ad hoc de un

apoya en

la

gigantesco sujeto operatorio

analogía tanto

como

ésta

en



Ante todo, conviene comenzar constatando que, además de míticas (procedan de los sonidos primitivos,

dan de procesos combinatorios), hay que no son

ilusiones (o

ilusiones

no desempeñan

mente de todo

lo contrario).

salvo por abuso

de

La llamada

los términos, ser

como

creía

«ilusión de Aristóteles»

llamada mítica: cruzo

lar arriba

y abajo

es

los

éste;

ellos a lo largo

al

hacer resba-

de mi nariz expe-

la «ilusión»

de naturaleza mítica, aunque no sea sino porque ni siquiera tiene una

estructura lingüística (un mito ha de tener la estructura de discurso, de al

y

no podría,

dedos medio e

de que esta se desdobla y que mis dedos se deslizan por formado por sus dos paredes imaginarias. Pero la ilusión de Aristóteles

rimento

no

ángulo constituido por

género de

una leyenda, de un cuento). La las ilusiones

ilusión

un

relato,

perceptuales (llamadas a veces pseudopercepcio-

en su especificación de ilusiones normales o naturales, y no de las ilusiones míticas. Esto no excluye la posibilidad de que en

El

mito de la cultura

[1

de un

de Aristóteles pertenece

nes),

Gustavo Bueno,

proce-

que no son míticas y hay mitos

mi mano de forma que cabalgue aquél sobre

el valle

las ilusiones

Max Müller,

papel de ilusiones sino precisa-

el

índice de

el

dios caza-

el

él.)

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

al

género

la génesis

40

El

I

mito de

la

cultura

de algunos mitos haya obrado una ilusión perceptual (por ejemplo, en de Eco); pero sabemos que la génesis

no

que

lo constituyó.

está presente

en su

beata de Piedrahita en

estructura de

la

A veces,

5

1 1

o a

,

de Fe de 22 de julio de 1529), tes (locas,

la

la

Cruz (azotada en

se usa

no puede

de

advertir

muchas nes,

los



misma prosaica, pero

decirse

que tenga una ilusión

mítica).

mitos que no son ilusiones. Es cierto que cabe regresar a un

mitos (de muchos mitos,

una profunda afinidad

puedan

ser vistos

como

pretenden ofrecer

al

al

menos) desde

entre ellos

desde

el

las

y

cual sea posible

ilusiones

cual los mitos,

(el

menos, de

como

las ilusio-

modo

ludus, juego; illusio-onis, significaba

clase singular, a saber, la

de los juegos que

público, mediante artificios de ensamblajes «lógicos»,

apariencias de verosimilitud, verbales o manuales

manos

el

resultados de construcciones artificiosas al

emparentado con

(illusio está

broma, escarnio). Juegos de una

gos de

el tér-

una y otra vez (de quien juega a la lotería con la premio para comprar apartamento y coche, aunque no lo

ilusiones), a saber, el estrato

de juegos

o Uncien-

ayuntamiento carnal

el

resultar frustrada

Hay también estrato

Auto

(por ejemplo, con una utopía), puede ajustarse simplemente a

ilusión de obtener

alcance,

ilusas

el

oportuno recordar aquí que

ser

mito

también en una acepción que, aunque tenga algo que ver

condición de un proyecto, esperanza o prólepsis en

que puede

de

calificó a las penitenciadas

dementes), puesto que decían que durante

mino ilusión con un mito

el

reduce siempre a

inquisición que juzgó a la

la

beata Isabel de

con sus maridos veían a Dios. Puede

la

de

se

posterior al mito, es decir,

la ilusión es

génesis. El tribunal 1

un mito no

del ilusionista).

Asimismo,

(como puedan

el relato

serlo los jue-

mítico que por medio de

palabras habladas o escritas nos ofrece Ovidio sobre la razón por la cual las

moras blancas

y

se

transformaron en moras rojas

Tisbe) nos explica la razón por

la

(el

mito etiológico de Píramo

cual las moras, en otro tiempo blancas,

llegaron a ser rojas: la sangre a borbotones de los jóvenes amantes que se sui-

cidaron

al

pie del moral las habría teñido de rojo. Estaríamos ante

un juego

orientado a sugerir una «apariencia de explicación», un juego equiparable del ilusionista

lüdica de

En

que nos

por medio de sus varitas mágicas,

ofrece,

una transformación poética

cualquier caso

que procedan

no habría que

del conejo en paloma.

olvidar

que

aun en

los mitos,

de ilusiones perceptuales o lúdicas,

pueden

conexión con sus componentes originarios, adquiriendo

De

modo,

el

comenzar a presentarse como

la

«revelación».

po...»,

este

relato mítico,

«Erase

los casos

llegar a la

una

perder

(pñ Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

en la

forma de una vez...»,

podría

exposición de un dogma, «En aquel tiem-

de una verdadera historia intemporal o eterna. Puede afirmarse que

relato bíblico sobre el origen

al

la apariencia

de Eva a partir de

la costilla

996], séptima edición, Barcelona

de Adán,

2004

tal

© FGB 201

el

como

1

como mito

Preludio. La cultura

fue interpretado

ad littemm durante

siglos

y

I

41

perdió toda conexión con

siglos,

su probable origen irónico, simbólico o hipotético, y se convirtió en un dogma categórico, en una revelación de la que nadie pudo atreverse a dudar,

también durante

siglos

y

siglos,

porque

la

hoguera estaba siempre a punto,

En

dispuesta a extinguir cualquier atisbo de duda.

estos casos, cabría hablar

también de una desmitifícación, ahora por «elevación», del mito originario;

una desmitifícación mediante si el

la cual el

mito

convertido en dogma. Porque

es

término mito, desde Jenófanes, Platón o Aristóteles, arrastra siempre una

cierta

connotación

ventajas

muchas

crítica,

discriminadora, a saber, aquella que

le

veces, al logos luminoso, pero acaso superficial

opone, con o banal

(el

mito, en cambio, sugiere mensajes arcanos que tienen siempre algo de nebu-

sombrío como

loso o cerrado,

voz baja, próximas a

las

el

toro,

como

palabras dichas en

de un mudo que hablase un lenguaje alegórico o mis-

comprende que en

terioso) se

mugido de un

el

momento en que

transforma en

se

dogma, acaso componiéndose con otros mitos, comenzará riencia de

un

logos y,

por tanto,

ascendente. Es cierto que, en

el

aunque sea en un sentido

se desmitificará,

lenguaje

un

a tomar la apa-

común,

«desmitifícación» tiene el

sentido de la desmitifícación descendente, es decir,

el

sentido propio del

racionalismo ilustrado, que tendía a rebajar o destruir

las

pretensiones de ver-

dad de

los

dogmas míticos a

tos poéticos

que entre bajo

el

la

condición de ilusiones asociadas a ciertos

ingenuos y primitivos, en

el

los teólogos cristianos suscitó,

mejor

desde los años cuarenta, R. Bultmann

lema de «desmitifícación {Entmithologisierung) de

esta dirección racionalista4

rela-

amplio movimiento

caso. El

la Biblia»

avanza en

y busca, por ejemplo, formular reinterpretaciones o del Antiguo Testamento en términos

alegóricas de los milagros evangélicos tales

que sus enunciados dogmáticos no comprometan

das por

las ciencias positivas.

logía, se

pretende

porque de

este

modo

se cree

la

más que

a la crítica filosófica,

nueva «hermenéutica desmitificadora», acaso

más hacedera

posible de los restos del naufragio de los

En

verdades estableci-

(Señalamos, de pasada, que, con esta metodo-

erigir a las ciencias positivas,

en única piedra de toque de

las

la

«salvación» de la

dogmas

mayor

parte

del cristianismo.)

cualquier caso, conviene dejar constancia de la ambigüedad del con-

cepto de desmitifícación, en función de los contextos en los cuales esta operación, inversa de la operación mitificación, se lleva a cabo, sobre todo en

4

La

bibliografía es abundantísima; citamos sólo algunas obras fundamentales: R.

el

Bultmann,

Entmithologisierung (1941); E. Kinder (ed.), Ein Wort lutheranische Theologie zur Entmithologisierung

(Munich, 1952);

und Mythos,

Gustavo Bueno,

El

F.

Gogarten, Entmihologisierung

und Kirche

{ Stuttgart,

1953); K. Jaspers, Kerigma

5 vols. (Hamburgo, 1951-1955).

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201



1

42

I

El

mito de

la

cultura

aun cuando un

terreno de la exégesis bíblica. Pues

como

tanto es considerado formalmente

arrastre

tal,

relato bíblico dado,

una connotación

en

crítica

de principio (una clasificación en un grupo de relatos distintos del grupo de

no

relatos

míticos, por ejemplo, lógicos,

como pueda

un teorema geo-

serlo

métrico, aunque también éste sea dogmático), podría haber perdido esta con-

notación, tomar la forma de

un

dogmático, más

relato

o por encima del

allá

logos. Este relato objetivo, pese a su inevidencia intrínseca declarada, se

manifestará

como

de un sistema de proposiciones que subjeti-

la exposición

vamente, y lingüísticamente, son propuestas (emic) como verdaderas. En estos casos, quien, desde fuera (etic) lleva a cabo la crítica de tales relatos no podría decir que los desmitifica, puesto que precisamente

propuestos

como

mitos; por

Nos vemos

contrario,

envueltos, de este

Desmitificar

un dogma



na semejanza con

el relato

como un

de Epiménides

la

no han

la

ya estaría mintiendo, y

si

paradoja de una «desmitifi-

bíblico del origen de Eva, por ejemplo

mito. Esta paradoja, sin duda, tiene alguel cretense,

cuando dice que todos

no miente cuando

también. Si suponemos que «mito» arrastra

un

casos en los cuales la arrastra, decir de lo

modo

formalmente de un

es «demostrativo».

Por

crítico, es

la

relato

tanto

cuando

ello, sólo

en

forma de una mitificación».

la

tenses mienten. ¿Puede concluirse que, entonces, dice verdad? Pues ra,

sido

es decir, convirtiéndolos

modo, en

cación que sólo puede llevarse adelante en

es mitificarlo, presentarlo

ellos

rebajar las pretensiones de tales

al

propiamente mitificando,

relatos se les estará

mitos.

el

la

lo dice estará

connotación

que

como

es

si

la dije-

mintiendo

crítica,

un mito

los cre-

en

los

es cualificar-

afirmar que ese relato no

operación «desmitificación» se

como mito que alguien como dogma, estaría justificado entender sin más la operación desmitificación en un sentido descendente, racionalista. Nos atendríamos, por ejemplo, a fórmulas como la aplique a la (etic)

misma

consideración o cualificación

haya hecho de un

siguiente: «El relato

ro literario

que

de

le es

relato

que

marco

del géne-

no tuvo probablemente en su origen

intencio-

la costilla

propio,

se ofrece (emic)

de Adán, interpretado en

el

nalidad dogmática alguna, y acaso fue siempre un mito; lo que implicaría la necesidad de retirarle la condición de mito que se le atribuye, en sentido crítico,

contra

modo,

lo

la

supuesta intención

que aquí

(etic) del relato

se desmitifica es

como

si él

percibida críticamente estilo del relato es, él

sigue

el

podrá

Gustavo Bueno,

literal del escritor

tuviera

propiamente

como un mito por

«movimiento de desmitificación de

El

mito de la cultura

[1

—contra

estilística

susceptible de ser

el exégeta; si se

(y este es el

Dicho de otro

consideración

una intención dogmática

mismo, mítico

dirigirse contra el relato

la

sagrado».

reconoce que

la Biblia»), la desmitificación el

el

camino que generalmente

no

autor sagrado, funciones de

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

como mito 43

Preludio. La cultura

Epiménides



I

sino contra los intérpretes del relato que lo calificaban de míti-

co en su sentido

No

crítico.

habría, por tanto,

una desmitificación

como mito dogmático. ambiguo y paradójico como el que resulta

del relato

sino de la interpretación (etic) del relato

Un

concepto tan

ser el

cepto de desmitificación no puede identificarse, por tanto, con racionalista.

La desmitificación no

una cruzada

racionalista contra el mito, puesto

otro mito; por

más que a

esta cruzada constituiría

¿Dónde buscar

desmitificar.

A nuestro juicio el embrollo se deriva del uso del término manera como mito

lo hiciera

por

W.

el

aún,

un análogo con modos muy con

el

lo

mantener

como hemos

las distancias

puede mantenerse

sin

entre

que

al

el

ella

muy diversas

como

muy

diversas.

Y aun

una intención

dicho,

rantes

con

suerte tal está

de

el

logos

y

como

crítica,

la

no

caso,

modos de

orientada a

de

como

si

el

es posible olvidar

que

el

mito,

fuese

la fantasía mítica,

mismo tiempo

menos,

mitos, en tanto en cuanto se consi-

alternativas distintas al logos, unas veces coope-

que pudiera decirse que

siete leguas

palabra

mito y el logos demostrativo, esta intención presuponga una crítica generalizada «a favor

otras veces incluso dotadas

por encima del logos,

mejor

porque sus

cuando

del logos»; la crítica podría estar orientada «a favor del mito». Por lo

a favor de algunas especies o deran, por ejemplo,

tér-

logos, a la

especies o,

diversos, entre otras razones

logos son también

mito conlleva siempre,

de esta

Nestle en su libro ya clásico Del mito al logos?

menos, un género con

Pero

relaciones

mito

susceptible de ser contrapuesto, en general,

es,

muchas

la raíz

de este embrollo?

o, si se quiere,

mino unívoco,

como

caso, interpretable

que

contrario, el racionalismo se verá conducido, en

el

ocasiones, a mitificar,

paradoja

en ningún

es,

con-

la crítica

al

un

de un alcance superior.

menos algunas de

De

sus especies,

logos que se ha calzado las botas

o por cualquier otra razón. En cualquier

fundador de

la filosofía racionalista, Platón,

mayor defensor y cultivador de los mitos (de algunas especies de mitos); y en ello no disintió Aristóteles, cuando decía que el filósofo es amante de los mitos «porque le gusta lo maravilloso». Cabe reconofue

al

en efecto,

cer,

de

la

la

el

capacidad de algunos mitos

caverna platónica

— no ya para

para envolverlos, coordinarlos los

mitos constituyentes de

más

ir

y hacerlos

la

un

5

Wilhelm

Gustavo Bueno,

El

allá

Nestle, Van Mythos

mito de la cultura

[1

posibles.

cierto tipo

de que sean reconocidos críticamente

más

caso, el

Son

los

mitos

filosóficos,

como

o

de mitos que, sin perjuicio

tales,

son entendidos

o por encima del logos, incluso contra

zum

mito

de los caminos del logos, sino

propia racionalidad práctica. Sin embargo, es

preciso constatar la efectividad de

estuviesen situados

—pongamos por

allá

Logos, reimpresión Scientia Verlag,

996], séptima edición, Barcelona

2004

como el

Aalem, 1966.

© FGB 201

si

propio

44

I

El

logos.

mito de

la

cultura

Son mitos

tractos.

Tanto en

forman parte

como en

el

función no

oscuros, misteriosos, gratuitos, sean ¿cónicos o sean absel

caso de que los mitos sean icónicos, es decir, mitos que

del imaginario icónico de

es

menos

si

ello fuera posible,

su

más famoso y también el más posible aducir hoy es el que A.

oscurantista. El ejemplo

de mito oscurantista que

siniestro

una sociedad o época determinada,

caso de que estos mitos sean abstractos,

es

Rosenberg, fundador del Kampfbund fiir deutsche Kultur, formuló precisa-

mente como

e/ mito del siglo xx, a saber,

mito de

el

la raza aria

como

creado-

y dispensadora de la cultura más auténtica, no sólo en el pretérito sino en futuro 6 Y esta acepción del mito no hace sino reivindicar la condición de

ra el

.

muchos mitos como relatos suprarracionales, como dogmas de fe, pero no por ello menos verdaderos que los «estrechos» dogmas que el logos puede lle-

como mitos oscurantistas las como ilusiones prácticas lógicamente, se proponen como expre-

gar a formular. Por ello habrán de reivindicarse

formulaciones de ciertos contenidos considerados que, aunque no puedan demostrarse siones de necesidades prácticas para

un pueblo, o

incluso para toda la

huma-

nidad, y con ello se los eleva a una condición infinitamente superior a la que pueda corresponder a los logoi acaso muy evidentes, pero carentes de capaci,

dad organizadora o impulsora propia de Alfred Fouillée

.

esas Ideas-fuerza,

como

las

designó

El principal ejemplo que podríamos poner de Ideas

7

susceptibles de ser interpretadas, sin perjuicio de su carácter abstracto,

tales,

como

Ideas-fuerza, o Ideas trascendentales de la razón práctica, son las

que Kant

llamó precisamente de este modo. Después de haber concluido, en

la Crítica

de

la

razón pura, que

las

Ideas de Alma, de

Mundo y de

Dios son «ilusiones

trascendentales», se reencuentra, en la Crítica de la razón práctica con esas ,

Ideas, pero otorgándoles el papel de «postulados trascendentales de la vida

moral».

Lo

cual, traducido a nuestras coordenadas, equivale a reducirlas a la

condición de mitos oscurantistas y opacos, aun cuando se diga de constituyen el fundamento de la propia vida moral y política.

Es obvio que

el

ellas

que

concepto de «desmitificación», cuando va referido a

este

género de mitos que llamamos oscurantistas, recuperará toda desmitificación tenía en

el

la

confusión y

Desmitificar los postulados kantianos de

6

que Dios,

Alma y

A. Rosenberg, Der Mythus des

7 Alfred Fouillée ces,

el

fuerza que la

racionalismo. Desmitificar es ahora destruir los

mitos oscurantistas, resolver

ilusión de

la

el

la

Mundo

el

prestigio

moral

que

es tanto

resulta

como

El

20 Jahrhundert, 1930, 4 a 1932.

(1838-1912), Levolutionnisme des

mito de la cultura

[1

ella.

sean Ideas trascendentales a priori

,

idées-forces,

1890;

La psychologie des idies-for-

1893.

(pñ Gustavo Bueno,

de

destruir la

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

Preludio. La cultura

de

vida moral (entre otras cosas porque

la

dentales,

en

oscurantistas

del siglo xx truir sus

el

más

(el

propia los

mito de

la raza aria

o

el

tesis

de

las

1

Ideas trascen-

mitos germánicos abstracto-

característico). Desmitificar los

mitos de

la

primera mitad

mito del proletariado universal)

es des-

pretensiones de mitos trascendentales para la vida política de

Alemania o del mundo respectivamente, tista

la

uno de

sentido kantiano, es

como mito 45

demostrar su condición oscuran-

es

utópica.

y

Nuestro propósito des-mitificadory su alcance

Cuando hablamos, en este

hecho concreto:

acompaña siempre y al prestigio que toman todas esas

este libro, del

«mito de

la cultura»

queremos

significar

confusión y oscuridad (o inadecuación interna) que

la

a los componentes, capas, aspectos o esferas de la cultura

resulta precisamente

de

oscuridad y confusión en que se puede tener lugar el trasvase del

la

partes, gracias a lo cual

de

prestigio de unas partes a otras. Desmitificar aquí es, ante todo, tratar

resolver la confusión lizar

y

oscuridad del mito oscurantista de

Acaso con

distinguir.

y

la

ello,

la cultura,

colaborar a desactivar la Idea de cultura en

cuanto Idea-fuerza. Sin olvidar que, en cuanto mito oscurantista,

la

cultura podrá ser considerada desde la perspectiva de la proposición libro II

de

la Ética

unas de otras con

y

ana-

Idea de

36 del

de Espinosa: «Las ideas inadecuadas y confusas se siguen misma necesidad que las ideas adecuadas, es decir, claras

la

distintas».

Al

clasificar la

también que sus funciones

más

eficaces

como mito oscurantista queremos pragmáticas, como Idea-fuerza, han de ser

Idea de cultura

cuanto mayor potencia reconozcamos a

la fuerza,

que

se

concatenan

función más importante de

la

Idea de cultura sea

tanto, o social

no

dado

sólo,

la

las



idea.

«con

la

ideas adecuadas»; pero acaso la la

de servir

de unir a unos hombres con otros en

(tribu, naciones, etnia) sino, sobre

tanto

de esa

Estas funciones son, por lo demás, múltiples, y se concatenan entre

misma necesidad con

decir

el

al

objeto,

no

ámbito de un grupo

todo y correlativamente,

la

de

separar a unos grupos dados a cierta escala (naciones, etnias, clases sociales)

respecto de otros de su

misma escala o de

cionamiento ideológico-político de

menos

la

otra superior.

De este modo,

el

fun-

Idea de cultura (una vez retirada,

al

oficialmente, la idea de raza, tras la segunda guerra mundial) median-

te la identificación

de cada grupo

social (nación, etnia, clase)

con una postu-

lada cultura propia (con su «identidad cultural»), podría compararse

al

fun-

cionalismo que, según algunos filósofos y antropólogos ya clásicos (Bergson

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

46

I

mito de

El

la

cultura

o Boas), corresponde entre

los salvajes al

nada a la discriminación mutua de

los

totemismo como institución

grupos

sociales, sobre todo, los

desti-

de razas

colindantes, mediante su identificación con especies animales de estirpe dife-

rente e irreductibles entre

mismo,

la

común

sí.

De

este

modo,

gracias a la institución del tote-

condición de primates bipedestados, compartida desde

luego por los diferentes grupos humanos, podría quedar encubierta por esa ilusoria identificación

Mediante

el

mito de

la

de cada grupo con una especie animal diferente. identidad cultural, distinta e irreductible, postulada

para cada pueblo, nación o etnia,

forman parte de

la

esas etnias, naciones

común

condición de

los

hombres que

o pueblos, no ya en cuanto son hom-

en cuanto son copartícipes o herederos de tradiciones culturales

bres, sino

comunes, quedará encubierta o eclipsada por

postulado de

el

la irreductible

Cada cultura, como sustancia en la cual se idenun pueblo, o una nación o una etnia, pasará de este modo a desempe-

identidad con sus culturas. tifica

ñar

papel que

el

punto de

el

vista, el

tótem desempeñaba entre

mito de

la

los

cosas, el salvajismo sui generis, refluyente, de la

No

es

de extrañar, según

pueblos

salvajes.

Desde

este

cultura revelaría, y paradójicamente, entre otras

esto,

que

humanidad contemporánea.

la reivindicación

de

la

dignidad cultural

del salvajismo (por ejemplo, la recuperación de las etnias amazónicas) constituya

uno de

sente

cuando

llama a otro

(pfí

Gustavo Bueno,

El

los objetivos

se guía

por

fundamentales de

el

siguiente

la

Antropología cultural del pre-

lema de Lévi-Strauss:

«Salvaje es el

salvaje».

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

que

1

Prehistoria la

de

idea de cultura:

la

idea de «cultura subjetiva» 8

Usos corrientes dei término cultura que envuelven un sentido subjetivo de la Idea El término cultura en su acepción de cultura subjetiva

Cicerón) funciona desde

muy

( cultura

animi de

antiguo. La antigüedad de este concepto de

cultura va asociada gramaticalmente a la condición adjetiva del término, que

como determinación de un sustantivo, generalmente en genitivo, en sintagmas tales como «cultura del espíritu» (la cultura animi de Cicerón), se utiliza

agri-cultura siglo XV:

en Marco Porcio Catón, &c.

He

aquí una muestra castellana del

«Por cuanto los del presente tiempo por detestable que

en esto

e generosas personas

cuidando que

los

[i.e.

dedicados a

diales cosas e agibles tancto

las

grandes

scientifica e ystorial scriptura] se

ocupen

la sciencial cultura

como

ellos, e

no entiendan de

por esto

encomendar administraciones

los

las

mun-

menosprecian, des-

ejando de

les

siglo XVIII

aparecen usos gramaticales sustantivados y exentos del término un modo más o menos confuso a la idea objetiva de

Sólo a partir del

activas...».

cultura, refiriéndose de

cultura en general, en éstas: «la

cultura y

«filosofía

de

el

hombre», «¿qué

el

la cultura».

cultura aparece

sentido que adquieren expresiones actuales

contemporáneamente a

1734, a raíz de la obra de

la

Winckelmann

siempre inserto en sintagmas

tales

de

es cultura?», «historia

Se ha observado» que

como

el

en todo caso, a

la idea

el

término arte iría

«arte de amar», «arte

Enrique de Villena (1384-1434), en

9

Alois

El

de

la esgrima»,

al siglo XVIII

de cultura en sentido objetivo sino

no al

«las culturas [por

de Oviedo».

8

Gustavo Bueno,

y

sustantivación del término arte en

(anteriormente,

concepto más preciso de «culturas hortelanas», por ejemplo, cultivos] del concejo

la cultura»

uso sustantivo del término

&c.). Los rarísimos usos sustantivados del término anteriores irían referidos,

como

Dempf, Fihsofia de

mito de la cultura

[1

la

Carta dedicatoria de su traducción de La Eneida (1428).

la cultura. Revista

de Occidente, Madrid 1933,

996], séptima edición, Barcelona

2004

p. 19.

© FGB 201

48

El

I

mito de

cultura

la

«Cultura», en efecto, es una palabra latina que tiene que ver con

la

palabra

griega paideia, traducida ordinariamente por «educación», «crianza», «forma-

Una persona «con cultura»

ción» {Bildungcn alemán).

una persona que

(antes se decía:

una per-

ha cultivado, y mediante este cultivo ha llegado a adquirir determinados conocimientos o modales que la distinguen sona educada)

de

las

es

se

personas rústicas, incultas, ineducadas, apaudetai (también este concep-

to se aplica a los pueblos

y naciones, no solamente

cepto de cultura es indudablemente

muy útil

en

a los individuos). Este con-

vida cotidiana

la

como

con-

cepto taxonómico o clasificatorio, pues permite distinguir con rapidez,

cuando de

se

dan

parámetros adecuados, a

los

las

personas, poniéndolas en

una

personas (o pueblos) incultas y personas (o pueblos) cultas. que subrayar que para que esta clasificación tenga viabilidad han de pre-

estas

Hay

dos

clases:

suponerse dados los «parámetros» de esa cultura, que varían según épocas y sociedades. Por tanto, no todo aquello que una persona llega a adquirir como fruto de

una

disciplina intelectual subjetiva, es decir, por aprendizaje (en el

sentido convencional de los etólogos y psicólogos de nuestros días)

para convertirse en una persona culta, en relación con rencia.

En

el siglo

no consideraba nio del latín,

sona día»

culta.

XVII



Quevedo

que

fuese

fuese a medías, sirviera para convertir a

Ni tampoco consideraba auténticamente

—como

parámetros de

refe-

ridiculizaba a las «cultas latiniparlas», es decir,

fuese por misoginia, fuese por lo

aunque

los

le sirve

dice en su Aguja de mareantes

— que

el

domi-

una dama en per-

culto a quien, «en

un solo

— incorporaba a su vocabulario

los

últimos barbarismos (fulgores por resplandores, navegar por ma-rear, &c.). Sin embargo,

las

burlas de

Quevedo contra

propio término o sintagma (culta sugieren que

Quevedo empezaba

los «cultos», basadas

«más de un solo

día»;

él

mismo como Durante

«culterano» (un neologismo que,

los

una

disciplina

que

exigía

y decimos esto porque otros escritores de la época (Lope crítica también al propio término culto, considerándolo

habría acaso sido forjado en rano»).

el

a tomar en serio a quien en realidad llegará

a ser «culto» (desde luego, en sentido subjetivo) tras

de Vega) aplicaban su

en variar

latiniparla, cultero, cultería, cultedad,...)

el

años en

molde

como

sugiere Corominas,

del escabroso, a la sazón, término «lute-

los cuales se generalizaron las guías telefónicas

nadie llegó a considerar personas cultas (sino dementes) a aquellas que solían intentar memorizar, tras esforzadas vigilias, listas prolongadas de teléfono,

con expresión de sus propietarios

definición de cultura de etólogos

aprendizaje»

En



y

(a

psicólogos

habría que considerarlas

como

pesar de que



si

«cultura es

números de

aceptásemos el

la

resultado del

tales).

realidad, los parámetros del concepto «persona culta» se constituyen

por motivos históricos o

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

sociales (llamados «convencionales»,

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

de un modo,

© FGB 201

1

Prehistoria

de

la

idea de cultura:

la

idea de

«cultura subjetiva»

la

49

I

y que deben ser analizados en cada caso. A finales del siglo pasado y primera mitad de éste que acaba, los parámetros que la pequeña burguesía utilizaba para definir a una «señorita culta» implicaban, por

muy superficial)

cierto,

en España, saber hablar castellano correcto andaluz), escribir con letra picuda, hablar

modas

piano, saber algo de

Napoleón

III,

acento gallego, catalán o

un poco de

francés, tocar algo

de

e indumentarias, poder hablar de determinadas

y acaso también un

novelas, distinguir París de Londres,

otro de

(sin

retrato

de Aníbal de

o acaso mejor distinguir un retrato de Cleopatra de

otro de Eugenia de Montijo. Estos parámetros definían la cultura por anto-

nomasia (llamada por sus permitían distinguir a sencillamente de doras

ricas.

ción de

la

las

las

críticos

«pequeñoburguesa»), pero, sobre todo,

señoritas de las

amas de

cría,

de

las

limpiadoras o

mujeres pueblerinas, aunque fueran amas de casa o labra-

Todavía en

los

años de

postguerra española, años de consolida-

la

mesocracia pequeñoburguesa, justificaban muchas familias

el

que

universidad a estudiar «Filosofía y Letras» bajo el pretexto de que esos estudios les darían cultura (la aristocracia no necesitaba enton-

sus hijas

fuesen a

la

ces enviar a sus hijas a la universidad para hacerlas cultas,

que no podían enviar a sus

res,

y las

clases

popula-

hijas a la universidad, tenían la posibilidad

de

enviarlas a las academias de «cultura general», para adquirir ciertos conoci-

mientos que

las habilitasen

para ingresar en

como

fesiones urbanas, tales

cajeras,

el

círculo de las incipientes pro-

mecanógrafas o

telefonistas).

En

efecto,

la Facultad de Filosofía y Letras en aquellos años era la que ofrecía enseñanzas lo más parecidas a las de la cultura femenina burguesa «convencional»:

historia, francés, latín, literatura, geografía (por desgracia, el cultivo del

piano

había que hacerlo por cuenta del profesor particular de

En

la familia).

la

años cuarenta y cincuenta se decía que la Facultad de Filosofía y Letras era muy femenina. De hecho no se hubiera considerado adecuada para dar cultura a una señorita la carrera universitaria de Medicina o la de

España de

los

Química, o menos aún su ingreso en

ninguna de

estas disciplinas

daban

la

Escuela de Ingenieros Industriales;

cultura, sólo eran disciplinas técnicas,

mecánicas, profesionales, propias para los varones de alto rango social y supe-

duda,

rior, distinto, sin

capaces de hacer de

Snow ha do

descrito

la coexistencia

al

de los varones que se entregaban a

las disciplinas

un hombre un fontanero o un peluquero.

de

muy bien lo

que

él

esta situación referida a Inglaterra, observan-

llama

las dos culturas.

esas dos culturas suelen ser entendidas,

en principio,

Conviene advertir que

como

dos especies de

la

cultura en sentido subjetivo; se trata, en este supuesto, de dos familias de

parámetros de

la

misma

idea subjetiva de la cultura (en esta línea ya Ortega

pedía, antes que Snow, que se ampliase la extensión de la cultura a la

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

física,

a

50

la

El

!

mito de

la

cultura

astronomía, &c., pidiendo una «Facultad de Cultura»). También es verdad

que Snow no deja de apelar a le

dan

como

los

se habla

las

mismo propone

él

ejemplo a seguir

En

los trobriandeses»).

dos culturas mediante una reforma de la

Unión

margen

ai

edu-

como

el

que reconocerle una

sus significados etológico psicológicos)

terreno de las relaciones sociales, internas a

una sociedad determinada, puesto que

él es

denotativo de diferencias de clase

media, situación rural/urbana), o de estado (niño, adulto), una vez

dados los parámetros cuya variabilidad rigor discriminativo.

embargo, no excluye su

relativa, sin

Asimismo conviene subrayar

el interés

Sociología histórica, tiene siempre la determinación de

las

que, para la

causas precisas por

una época y sociedad dada, un conjunto de parámepor qué el francés o el piano formaban parte de la dotación

cuales cristaliza, en

y no otros, de una señorita culta y no tros

educación dientes,

la

que ignorar leer

mecánica o

como

el

la

hebreo o

acordeón, y por que se excluía de esa medicina, consideradas propias para sus pretenel

futuros maridos, los ingenieros o los médicos.

por tanto, no solamente tenía que saber bastantes

rita»,

otras

el

«culta seño-

cosas, tenía

acordeón era de mal gusto

no necesitaba saber nada de

Newton. Veblen, en su «clase

La

también

muchas, estaba obligada a ignorarlas. Le estaba prohibido

a Ovidio o a Boccaccio;

culta señorita

los

la

Soviética de los años sesenta

resolución, al concepto de cultura subjetiva hay

como concepto taxonómico en

las

Pero

al efecto.

gran eficacia (dejando

(baja,

sentido objetivo que

el

cultura subjetiva; la prueba es su propuesta de

la

borrar las diferencias entre

y

idea de la cultura en

de cultura de La Teñe, o de cultura de

su interés va dirigido a

cación,

la

antropólogos («hablamos de dos culturas en un sentido similar a

Aristóteles,

y,

desde luego,

la

de Plotino o de

en una época y sociedad dada, de la ociosa», ofrecía interesantes hipótesis sobre los criterios que delimitan

parámetros de

clásico análisis,

la cultura,

en sentido subjetivo:

ver con la voluntad de distanciamiento con incluían habilidades tales

como

el

estos criterios tendrían

las clases

cuidado de

nes antiguos o

el

trabajadoras y por ello

uñas (que demostraban

las

como

ociosidad de sus manos) o hábitos «inútiles» tales

que

la colección

la

de boto-

aprendizaje de lenguas muertas.

Nuestro interés

se dirige, ante todo, hacia el análisis

de

la

propia idea fun-

cional (abstrayendo sus parámetros) de cultura subjetiva, en cuanto constitu-

ye

la

primera modulación, en

preferible, sin

embargo,

el

el

tiempo

histórico,

«subjetivo», para designar a la cultura subjetiva, evitar las

tanto

al

connotaciones perturbadoras que suscita

que dice «íntimo», privado,

(pñ Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

de

la

idea de cultura. Sería

uso del adjetivo «subjetual» en lugar del adjetivo

[1

espiritual,

menos cuando haya que

el

término «subjetivo», en

puesto que

996], séptima edición, Barcelona

la cultura subjetiva

2004

© FGB 201

1

Prehistoria

también puede

aria

como

nicos peyorativos (tales

la

idea de cultura:

I

51

acción de cantar

la

«inconsistente», «delirante», «inseguro» o «des-

sujeto corpóreo operatorio, al

podemos

margen de

axiológico negativo o positivo: la canción de

un

«cultura subjetiva»

la

de ópera; otras veces «subjetivo» arrastra armó-

provisto de valor»). «Subjetual», en cambio, al

idea de

la

y corpórea, como por ejemplo

ser pública

una canción popular o un

de

profesional de la ópera, es subjetual,

referirlo estrictamente

otras connotaciones

un

como

tenor, sea

un

de signo

jornalero, sea

un

subjetual es el éxtasis de

vidente cuando está siendo filmado, mientras balbucea descripciones de la

Virgen que se

te es subjetual frente a la tual.

La cultura

decir,

— que

al

cuerpo adquiere

el

por tanto, «interior a

fica sólo,

do

«lengua española»

tras

un

La cultura intrasomática o

sujeto

que

«la incorpora»,

por ejemplo,

mismos que

na,

como

no

cultus,

que

los

se utilizan

puedan

el barro,

en

no

sólo experimentable (emic) por

un

tatuajes,

danzante,

un gimnasta o

cuando

como

arreglado, hermoso,

Más

como meros

difícil

son

los dibujos

en cerámicas, de suerte que la piel

ser interpretados

signireferi-

por tanto, cultura

es,

de Velleius Paterculus, designaba ya

latín

un individuo o

externo de

y

de los

no

extrasomática o también

la cultura

puesto que también

la clasificación

los ale-

simplemente algo que va

son sujetos de cultura intrasomática, subjetual.

«culturista»

resulta,

los

—Ausbildung, dicen

subjetual

subjetiva íntima, en el sentido de invisible

un

langue de Saussure) que es obje-

aprendizaje. Intrasomático

la piel», sino

cuerpo operatorio, por oposición a

intersomática.

el

(

subjetual es necesariamente, por estructura, intrasomática, es

implica una modificación o moldeamiento

manes

un hispanohablan-

aparece; el habla (parole de Saussure) de

le

huma-

soportes. El térmiel

vestido, el porte

«sujeto corpóreo». Cultus equivalía, por tanto, a

predicados subjetuales.

Cuando decimos que

esta

cultura subjetual es estructuralmente intrasomática queremos subrayar que ella se resuelve

reflejos

en

el

cuerpo operatorio del sujeto (incluyendo su sistema de

condicionados); pero no excluimos que, genéticamente,

la

cultura

intrasomática esté determinada por modelos extrasomáticos (por ejemplo, la

danza de un indio kwakiutls imitando Pero afirmar que

de cultura

es tanto

oposición a la

las

la

la

marcha

del oso).

cultura subjetual es la primera modulación de la idea

como

afirmar que esa modulación no se configura por

eventuales modulaciones ulteriores,

y concretamente a

pueda ra,

seguirse la recíproca (que la

tual»).

Tampoco

sición de la

El

tal,

no

modulación «cultura objetiva» no requie-

oponerse a

se sigue que, desde

la

modulación «cultura subje-

un punto de

vista sistemático, la expo-

modulación «cultura subjetual» no agradezca su contraste con

modulación «cultura

Gustavo Bueno,

como

para configurarse

de

la

cultura objetiva (intersomática y extrasomática), aun cuando de ahí

mito de la cultura

objetiva».

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

la

52

El

I

mito de

la

cultura

En cualquier caso, jetual, es la la

la

acepción del término cultura, en cuanto cultura sub-

primera históricamente hablando; en realidad podríamos tomar-

como un concepto

categorial,

propio de

la

Etología y de

valente al concepto de aprendizaje, en tanto se

La acepción primaria que

configuraron

se

mismo modo de

como

a

los anfibios,

se las

de

la

al

la Psicología,

siguen nadando aun después de

los peces

y de

las aves

los

mamíferos, ellos. Y,

de otras

es decir,

desde luego, es

aparición

la

clases

fácil

de ani-

comprender

modulación o modulaciones primeras, aun permaneciendo como

puedan

recibir,

equi-

concepto de herencia.

mantiene tenazmente y en el mismo escenario en el modulaciones modernas de la idea de cultura, del

males que se formaron a partir de

que

opone

cuando hayan logrado

ser re-definidas

tales,

en alguna modulación

envolvente, determinaciones nuevas que fácilmente se confundirán con las originarias al superponerse

con

Pero la independencia de tura subjetiva o subjetual, luta respecto

primera acepción del término

cultura, la cul-

no debe entenderse como una independencia absomodulaciones,

ulteriores

como

si

concepto de cultura, como cultura subjetual,

un concepto

fuera

exento, y susceptible de haberse formado por

rio, el

de

la

ellas.

si

mismo. Por

de

es el resultado

muy

mación (por metáfora) de un concepto objetivo

origina-

contrario,

el

la transfor-

específico,

aunque

un concepto objetivo que adeque más adelante podrá ser incluida

ligado directamente a conceptos subjetuales;

más en

una

está circunscrito a

institución

cultura objetiva extrasomática, a saber,

la

Agri-cultura es el cultivo del tivo); agricultura incluye,

campo

(del

verbo

por tanto, no sólo

pias del labrador (arar, sembrar, recoger,

el

colere

concepto de cultura,

mado como una funda en

la

la

operaciones subjetuales pro-

trillar,

&c.) sino también los resul-

la

huertas cultivadas, que

metáfora del concepto de agricultura,

correspondencia del alma intacta, virgen o

ella sus surcos,

da pie a

las

La modulación primera del

culturas.

idea de cultura subjetiva o subjetual, se habría for-

sin cultivar, salvaje (selvático);

en

como

= cuidado, práctica, cul-

las

tados objetivos, sobre todo los campos labrados,

algunos textos antiguos designan

concepto de agricultura.

con

el

y

el

alma cultivada,

campo labrado por

el

metáfora que se

la

con

salvaje,

gracias al estudio,

(agricultura,

arado. Esta correspondencia

y en

particular viticultura o silvicultura) en

habrá naciones cultas y naciones metáfora sea una situación objetual

incultas;

salvajes.

de

(la

ad quera nos pone la del

alma

(pñ Gustavo Bueno,

El

campo

que traza

transformación metafórica del concepto de «cultura del campo» el

concepto de «cul-

tura del alma» (individual o colectiva): habrá personas cultivadas

la

el

Y aunque el

y personas

terminas a quo

cultura del campo), su terminus

delante de una situación estrictamente subjetual, a saber,

cultivada.

La transformación metafórica

mito de la cultura

[1

invierte,

996], séptima edición, Barcelona

2004

por tanto,

© FGB 201

el

1

Prehistoria de

momento

de

objetivo de la agricultura, en

alma en cuanto «campo tuiría

idea

la

el

la

idea de

momento

(espiritual) cultivado».

un grave descuido

la

I

53

subjetivo (subjetual) del

Dicho de otro modo,

intento orientado a considerar

el

«cultura subjetiva»

consti-

como una primera

concepto particular y objetivo de Este concepto particular (agricultura) no puede considerarse como

modulación de la cultura agri.

cultura:

la

idea general de cultura

una modulación general de

la idea

el

de cultura, sino como

el punto

de partida

que no exclu-

nológico de la primera modulación subjetual de la idea general, lo

ye que, ulteriormente,

el

concepto particular de agricultura pueda conside-

como un

rarse precisamente

tec-

como una modulación

caso particular (no

general) de la denotación de la idea general de cultura objetiva.

Como

diremos más adelante,

tura, es decir, el

la

acepción más originaria del término cul-

concepto de cultura subjetual, quedará reexpuesta (una vez

como una modulación de

constituida la idea objetiva de cultura)

moderna de moderna

cultura.

Diremos que

objetiva a la cual

él

la

concepto originario, a través de

el

mismo

idea o modulación de la idea central,

abrió camino,

y

asume

ésta es su dialéctica.

idea

la idea

forma de una

la

De

aquí

la facili-

dad de un deslizamiento hacia una interpretación objetiva cuando nos enfrentamos con textos del siglo XVII o XVIII en los cuales, a su vez, cultura términos educación o crianza, en senti-

está sustituyendo prácticamente a los

do

subjetivo.

«En ninguna parte

se enseña ni se aprende

el

español; pero en

todas se pretende decidir sobre la cultura de los españoles», leemos en

curso preliminar del Teatro histórico crítico de

Antonio de Capmany (tomo cultura en

muy

un

1,

un sentido

el dis-

española de

Madrid, 1786). ¿Se toma aquí

sentido subjetivo, o en

el

don

concepto de

Desde luego

objetivo?

es

probable que un lector actual, que ha leído a Tylor o a Spengler, inter-

prete la «cultura» de este texto en

un

sentido objetivo. Sin embargo nos incli-

naremos, para no caer en anacronismo, por jetual del texto de las

la elocuencia

Capmany. Porque, en primer

obras cultas, sino a

rece en el texto

como

La modulación si

tura

término

al

opone a

lugar, él

no

o sub-

se refiere a todas

y porque, en segundo lugar, cultura apacultura de los españoles y no como cultura española. las literarias,

subjetual de la idea de cultura

no constante y

dencia,

la interpretación subjetiva

universal,

civilización, a la



percibirse en la ten-

intermitente, de oponer

manera precisamente como

lo objetivo (a lo objetual).

el

término cul-

lo subjetual se

Es cierto que no siempre se interpretan

relaciones entre los términos cultura

(como

puede

y

civilización

las

de este modo. Algunas

propio Tylor, en su célebre definición) y se atribuye a Mirabeau, y luego a Turgot, en el siglo XVIII, un uso del término civilisation de alcance similar al de «cultura objetiva». Otras escuelas o tradiescuelas los identifican

ciones que distinguen

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

el

ambos términos

lo

hacen reservando

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

el

término

1

54

I

mito de

El

la

cultura

cultura para designar a las «culturas objetivas primitivas» (las culturas del sal-

vajismo y de

la barbarie) y,

genérico (en

el

por tanto, por extensión, a

en sentido

la cultura

sentido del género generador), dejando

el

término

civiliza-

ción (de civitas) para referirse a las fases últimas de la evolución cultural

(podría hablarse de una tradición anglosajona en este sentido: Morgan, Tylor);

aunque en algunos

como

entendidas, no

(porque

en

es

casos,

como el de Spengler, las civilizaciones serán como fases terminales de las culturas

fases finales, sino

grandes ciudades de

las

en donde

las civilizaciones

la

cultura

se corrompe).

Sin embargo aquí nos interesa subrayar

toman quienes oponen

la tercera vía, a saber, la

cultura y civilización siguiendo

una

línea

que

muy cerca-

na a la que separa la cultura se reserve

precisamente

subjetiva y la cultura objetiva, pero de suerte que término cultura para referirse a la cultura subjetiva,

el

dejando civilización para

la cultura objetiva: tal es el

caso de

la

Historia de la

de Guizot (siguiendo a Mirabeau y Turgot), de La civilicinco primeros siglos del cristianismo de Emilio Castelar, o de La

civilización europea

zación en

los

civilización árabe en

mán, Historia de cristianismo,

diéndola

de

entre

el

suerte de participación

la civilización, sí del

civilización, tal

hoy cubre

como

se

los individuos

siglo,

mantiene. Lo demuestra

se le atribuyera,

compartido por

De

haría

un

ale-

la Filosofía del

En

logran alcan-

España,

cubría grosso

término cultura en sentido objetivo. Sin embargo,

de civilización

Francia...).

que

Espíritu objetivo.

como se utilizaba el pasado

ambos términos

tórico,

se dice,

cultura en los cinco primeros siglos del

término cultura en su dimensión subjetual, enten-

utilizará el

como una

no de

zar, si

La

o La cultura árabe en España).™ Sin embargo, en

Hegel

derecho,

España de Lévi-Provengal (no

la cultura europea.

el

el

concepto

modo lo que la diferencia

hecho de que a

la idea

como componente esencial, un momento his-

las diversas

naciones homologas en escala (España,

esta suerte, la civilización

de

la

nación española (por ejemplo

sus costumbres, su artillería, su ciencia, sus instrumentos musicales) se

supondrá formando parte de perjuicio

de que

la

la

misma

civilización

de

la

nación francesa, sin

nación española estuviese más adelantada o más retrasada

en algunos aspectos; en cambio, cuando más tarde comience a hablarse de

la

cultura española (o de la cultura francesa) en sentido objetivo, lo que se

10

En

los finales del siglo xrx,

densidad de

títulos

cuando aún sonaban

alemanes en donde figura

Illustrierte Kulturgeschichte

la

(Viena, 1880); Kobb,

los ecos del

Kulturkampf de Bismarck,

Kulturgeschichte der Menschheit (Leipzig, 1884);

Jurisch, Grundlage der Philosophie der Kultur (fieúín, 1890); Schafer, Geschichte (Jena, 1891);

und Kulturgeschichte

Grupp, System und Geschichte der Kultur (Paderborn, 1892); Schurtz, Urgeschichte der

Kultur (1900); Lamprecht, Die Kulturhistorische Methode (1900); &c. &c.

(pfí

Gustavo Bueno,

la

palabra cultura es sin duda notable: jaulmann,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

Prehistoria

subrayará es

la

de

la

idea de cultura:

(como

el

término cultura

connotación his-

«progreso»). Leemos, por ejemplo,

las

hombres entre

relaciones de los

las

las luces,



y experiencia de

los siglos ligada

la línea

en que

concepto de civilización (Caballero era de origen francés)

la idea

de cultura en sentido objetivo se retrotraería a

vilizadas (a sus «culturas»)

una cultura más, a

y

como

la

estructuradas en torno

la «civilización»,

cultura

la

como

Idea

muy

próximo

al

que

concepto de cultura subjetiva. Podría

podemos encontrar en

anglosajona es una filosofía de la cultura subjetiva o,

filosofía

que implica

el

entendimiento de

que equivaldría a decir que

tiva; lo

considerada

que podrían considerarse

sentido subjetivo de

al

afirmarse que la «filosofía de la cultura» que

una

sociedades preci-

las

consecuencia del relativismo

núcleo original, primer analogado o esencia de la cultura,

precisamente algo

fía clásica

la aplicación

referirnos ahora a las concepciones filosóficas de la cultura

como

y

se sitúa

saber, la nuestra, la europea.

Teorías filosóficas de

proponen,

sólo después,

término cultura a

cultural, se reaplicaría el

Tenemos que

desenvolvi-

doctrinas máximas, nociones o ideas moralizadoras, producto

perfeccionada de generación en generación». Desde

de

culturas, sin per-

la fuerte

1880: «Civilización = cultura, ilustración, progreso de

miento de

este

55

Diccionario general de la lengua española de don José Caballero, hacia

el

de

I

algo compartido por diferentes naciones) propia de la «civiliza-

ción» (identificada incluso, a veces, con

en

«cultura subjetiva»

se utilizaba el

en sentido objetivo, éste incorporaba precisamente tórica

la

autonomía estructural supuesta para ambas

de sus semejanzas. Ahora bien, cuando

juicio

idea de

la

la

la

cultura

como

si

la filoso-

se prefiere,

cultura subje-

orientación subjetualista de la filosofía

antigua persiste en nuestro siglo, por no hablar de los siglos intermedios.

En tir

efecto,

no nos parece

del naturalismo (o

muy arriesgado

se prefiere, del

si

No

antropológica de los griegos. lista

te

de

de lo

los antiguos, la alto, visita

explicar esta circunstancia a par-

zoologismo) casi constante en

tratamos de menospreciar

que

siglos

visión

ange-

concepción de un alma, demon o nous que, proceden-

a los

hombres para

dirigirlos,

distinguiéndolos de los ani-

males. Porque este angelismo tiene en todo caso distinto del

la

la tradición

más

un signo enteramente démones

tarde desarrollarán los cristianos. Los

antiguos no son sobrenaturales; son una parte de la Naturaleza, son ellos mis-

mos

Naturaleza. Por

ello, el

otras entidades demoníacas,

alma humana aparecerá siempre envuelta por por inteligencias corpóreas que habitan

caliginoso o incluso los astros; a veces, descienden al cuerpo

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

el aire

humano como

© FGB 201

a

1

56

El

I

una

mito de

cultura

la

con frecuencia

cárcel;

estas

almas han residido antes en animales o van a

volver a residir en ellos (metempsícosis, metemsomatosis).

males tienen el

logos,

según muchas escuelas antiguas. Desde

hombre habrá de

ser visto

como un animal

o bien

demás, será precisamente por sus carencias

los

tanto es sujeto corpóreo, o bien

demás,

porque

es

propiedades subjetuales (hábitos) que

La mejor exposición de bre.

la

No

está constituida

Somos

antigüedad.

ia el

que

el

demás

esta idea

de

la

aún no

está ya constituida,

idea de cultura, los concep-

hombre como un animal

al

nom-

idea de

nosotros quienes desde nuestro

que Protágoras expone desde coordenadas

Protágoras presenta, en su mito,

ani-

probable-

es

diálogo de este

de cultura objetiva

la idea

como primera modulación

tos antropológicos

misma

los

reino.

concepciones

estas

de los

permite adquirir

en su modulación subjetiva, puesto que

en

horizonte actual, en

reconstruimos

precisamente en

se diferencia le

vista

diferencia de

de más subrayar que Protágoras no expone aquí una

cultura, ni siquiera

su

mismo

que pone Platón en boca de Protágoras, en

estaría

si

que

los ani-

punto de

si se

ponen por encima de

le

primera de

la

que,

logos superior

males, sin por ello dejar de formar parte de su

mente

este

que,

relativas,

como un animal

dotado de un

está

También

naturalistas.

a quien desde

creación la imprudencia y torpeza de Epimeteo ha privado de los

atributos necesarios a todo animal para sobrevivir: carece de garras, de colmillos,

de

pieles,

de

instrumentos que enseñará

alas,

&c. Por

le faltan

ello tiene

que acudir Prometeo y

(robándoselos a los dioses); después,

virtudes políticas, sin las cuales los

las

hombres

darle los

Mermes

le

se destrozarían

mutuamente.

Ahora

bien,

y aunque

una prefiguración

del

el

mito de Protágoras pueda

dogma

cristiano

de

ser interpretado

dones del Espíritu Santo des-

los

cendiendo sobre

los

serán elevados

orden sobrenatural) en realidad, a nuestro entender,

encierra

un

al

(el

Septenarium¡ a través del cual

significado opuesto por completo.

Protágoras con ese

hombres,

momento

el

dogma cristiano de

los

como

La semejanza

los

del

hombres el

mito

mito de

dones del Espíritu Santo se acaba en

del descenso de los dones. Pues

no

sólo los contenidos de los

propio descenso, desempeñan papeles totalmente distintos en

dones, sino

el

uno y otro

caso.

En

el

cristianismo los dones del Espíritu Santo elevan

al

hombre, ya completado según su naturaleza, a un estado sobrenatural. Pero los bienes

que Prometeo ofrece

por naturaleza

les

a los

correspondían,

fue responsable Epimeteo. Por

si

ello,

hombres

son, en cambio, los bienes

no hubiera sido por en

el

la «caída»

de

la

que que

fondo, esos bienes de Prometeo son

sucedáneos de bienes y dotes naturales, son instrumentos artificiales, tecnológicos, puestos a disposición de un sujeto operatorio que había sido privado

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

de

Prehistoria

idea de cultura:

la

la

idea de

la

1

«cultura subjetiva»

I

57

de sus dotes naturales. Lejos de ser dones sobrenaturales son en cierto modo, cabría decir, aparatos ortopédicos proporcionados para suplir las carencias

según su extensión,

naturales. Pero,

con los bienes culturales; de en

tura,

los aparatos ortopédicos se

donde inferimos que

como

entendida muchas veces

rigor, es

sujeto reconstruido

lo

confunden

que hoy llamamos

cul-

«cultura del sujeto», de

con prótesis destinadas a suplir

un

de origen.

insuficiencias

Esta concepción instrumentalista y subjetualista de la cultura cobró también

un inesperado vigor en Alemania, en

años treinta de nuestro siglo (Bolk,

los

Alsberg, Klages, Daqué). Es, de hecho (cuanto

al

instrumentalismo),

la

con-

cepción más extendida entre los sociobiólogos de nuestros días o, sencilla-

mente, entre todos quienes tienden a ver cas

mismo

(el

mundo

reconstrucción del



sino historia

propio que

como un sucedáneo de

el

hombre

ción de algo «sobreañadido a

simplemente

—que no

como una

tenía naturaleza,

la cultura subjetual,

la

La definición de

la

que nos

la

la

idea

no

sea tanto su condi-

naturaleza para suplir sus deficiencias» sino

condición positiva de «algo sobreañadido por aprendizaje».

por

la cultura

el

aprendizaje (a través de la cual, «cultura» se

opondrá a «natura», como aprendizaje a herencia, o como memes a genes) llegado a convertirse en los psicólogos

una norma

los etólogos.

y dad su orientación hacia gía

y la

el

Con

modelo

ello, la

idea de cultura consolida en reali-

modo,

la psicolo-

con

la cultura subjetiva (subjetual).

dente) a

de Aristóteles, y después, la de los escolásticos, podría tomarse como segundo tipo de concepciones. La cultura subjetiva será entendi-

un

sujeto sustancial

co cuya forma

es

que

espiritual.

es el

cualidad (posón) y

El término latino habito debe ponerse en

la categoría

«Necesitamos un nombre para

unidad de transmisión raíz griega,

el

llamada

nuevo

ella

replicador,

un

misma

la

categoría de

hábito (éjein)

—que

sustantivo que conlleve la idea de

una unidad de imitación. "Mimeme"

se deriva

una

de una apropiada

pero deseo un monosílabo que suene a algo parecido a "gen". Espero que mis amigos

me

perdonen

Dawkins, El gen

El

cultural, o

acci-

hombre, como compuesto hilemórfi-

correspondencia con dos categorías aristotélicas bien distintas:

Gustavo Bueno,

La

del

da como un conjunto de hábitos, como algo sobreañadido (como un

clasicistas

ha

etología de nuestro siglo recuperarán la corriente tradicional que ten-

filosofía

11

1

vigente, desde hace varias décadas, entre

subjetualismo, o dicho de otro

día a identificar la idea de cultura

la

pre-

dones naturales, puede ser puesta entre

los

de suerte que lo que se subraye en

paréntesis,

desde categorías biológi-

necesitaba para vivir).

Pero obviamente esta connotación de senta

la cultura

Ortega, por ejemplo, tendía a ver la cultura

si

abrevio

egoísta (1976),

mito de la cultura

[1

mimeme y lo dejo

en meme [pronunciado "men"]», dice Richard

traducción española, Labor, Barcelona, 1979, p. 281.

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

58

El

1

mito de

la

cultura

—n

algunos traducen por tener o estar intrínsecos de la sustancia este

punto no

es

nada

humana

claro

Los hábitos-cualidades son accidentes

.

que, por su naturaleza espiritual (aunque

en Aristóteles) puede

ser

determinada a través de

sus actos según sus fines; la cultura subjetiva equivale aquí a la educación

o volitiva (dado que son

intelectual

las facultades del

entendimiento y de

la

voluntad aquellas que se consideraban susceptibles de hábito), orientada a generar virtudes (intelectuales o morales) en

La

la

sustancia (subjetual)

humana.

célebre fórmula de las Tusculanas de Cicerón, cultura animi autem philo-

sophia

est,

está referida

no

y ha

sión «intelectual» de esa subjetualidad,

«concepción intelectualista de

que

el



(cuando

se

toman

caso, los hábitos,

in concretó)

indumentos

sujeto corpóreo recibe de los

do »). 13 En todo

la

dimen-

sido por ello tachada a veces de

En cuanto

la cultura».

a los hábitos, en

sen-

el

no ya propiamente como

tido de la octava categoría, habría que interpretarlos

indumentos, pero

además a

sólo a la cultura subjetual sino

como

determinaciones

las

(«estar calzado», «estar toga-

en esta acepción

categorial,

son también

accidentes que, aun procedentes ab extrínseco de los indumentos, recaen tam-

bién sobre

en

la lista

la sustancia, es decir,

son subjetuales. Así pues, concluiremos que

de categorías de Aristóteles no figura ninguna identificable con

idea de cultura;

las

más próximas son

los hábitos

de

la tercera categoría

la

y los

hábitos de la octava categoría. Aquéllos son, desde luego, en cuanto cualidades, reducibles a cultura subjetual,

y

aunque proceden de entidades

éstos,

extrasomáticas, son también, en cuanto accidentes, subjetuales. concluir, por tanto, ser asimilada

que desde

las

coordenadas

en su tabla de categorías

la idea

El término cultura, por consiguiente,

que más adelante llegarán a

significante de los materiales

constituir la denotación de la idea genérica de siglos,

a la idea de cultura subjeti-

va o subjetual. Es importante advertir además que, pese a tual la

que

es

propia de esta modulación de

como

cultura del espíritu

ca,

solamente podría

de cultura subjetual.

como

comienza remitiéndonos, durante

cultura,

aristotélicas

Podemos

la

genericidad vir-

la

idea (en cuanto aplicable tanto a

a la cultura del cuerpo subjetivo, a la cultura

a los modales, &c.), sin embargo, de hecho,

y durante

siglos, ella

físi-

no ha

sido utilizada sistemáticamente para referirse a los múltiples contenidos

12

Para

un

análisis

de

Bueno, Teoría del cierre 2, pp. 13

la

categoría hábito en

el

contexto de

categorial, parte 1, sección 2, cap. 2,

las

demás

categorías véase

Gustavo

§31-§4l; Pentalfa, Oviedo, 1993,

vol.

425-490. «Habitus nihil aliud

est

quam

vestís, si in abstracto

summatur aut

tur in concreto», Francisco Suárez, Disputación 39, sección vol. 2, p.

II,

2.

esse

vestitum

Véase Teoría del

si

448.

(pñ Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

summa-

cierre categorial,

© FGB 201

1

Prehistoria de

la

¡dea de cultura:

la

¡dea de

la

O

denotativos virtualmente cubiertos por su genericidad.

términos genéricos, de extensión equivalente,



cultura (subjetual)

tales

como

«cultura subjetiva»

bien serán otros

que competirán con

los

59

I

el

de

— o bien serán

educación, formación, crianza

términos más específicos que nos remiten, no ya a

la cultura subjetiva

gené-

sino a alguna especificación de esa cultura subjetiva. Así, Gonzalo de

rica,

Berceo dice: «ca non so tan letrado por culto...».

fer otro latino»

y no «ca no so tan

Santa Teresa de Ávila escribe en una de sus cartas

(la

numerada 22,

hablando de una tercera persona): «como no soy tan letrada como

que son

sé lo

«como no soy tan

parecida, escribiría:

ella,

no

probablemente una monja de hoy, en situación

los asirios»;

como

culta

no

ella,

que son

sé lo

los

asirios».

Es una cuestión del mayor de lado,

la

que nosotros tenemos aquí que dejar

interés,

término —aun en por menos, — comenzó comienza ya ejemplo, cuándo de un grupo o de una —de un dados — a de «educación ya

de determinar en qué circunstancias

su modulación subjetual a otros términos,

cultura

el

a «reabsorber» o,

genéricos (por

a cubrir,

lo

a preferir

se

hablar de «cultura musical»

gene-

individuo,

ración de individuos

musical»)

hablar

específicos

(cuándo y por qué se prefiere hablar de «persona muy culta» en lugar de «persona muy letrada»). Pues no se trata de un mero cambio de palabras; en general

que un cambio de palabras envuelve siempre un cambio

suele admitirse

de conceptos. 14 El proceso en virtud del cual

el

término cultura va sustitu-

yendo, reabsorbiendo, cubriendo, &c., a otros términos (genéricos o especí-

hay que vincularlo con

ficos)

el

de cultura como idea genérica

como

mos),

mito,

como

proceso y,

mismo de

la

en concreto (según

constitución de la idea la tesis

que mantene-

idea mítica práctica. Sin duda, este proceso de gene-

ralización de la idea de cultura subjetiva

no

es

independiente del proceso de

desarrollo del mito de la cultura objetiva, del proceso por el cual llegará a

parecer insípido o poco significativo, para citar

en

el

libro

14

preludio de este ensayo, rotular

que pudiera

Maravall

titularse Historia

(Antiguos

y modernos

:

como

de

lo

cita a

la

Historia del Teatro de la Ópera

el

uso del término cultura adquiere un sentido

que habrá que determinar la

Jerónimo de

José,

los griegos

quien en

y

el siglo

latinos»:

XVII dirá

no deja de

como

Gustavo Bueno,

El

mito de

la

el

novedad, que no se niega, se si

esta

novedad

moderna de cultura. Maravall que España «viene hoy a exceder a toda la flori-

ser revelador

uso del término cultura se haya producido en relación con

modernos y precisamente en

es si la

idea de cultura subjetiva o bien

idea objetiva de cultura que venimos designando

da cultura de

un

pues se diría que

visión de la historia e idea de progreso hasta el Renacimiento>

mantiene como una generalización dentro de implica

ejemplo que hemos puesto

la cultura operística-,

2 a ed„ Alianza, Madrid, 1986) ha sostenido que

nuevo precisamente en España;

el

idea

que el

este

primer testimonio del nuevo

tema de

la

disputa de antiguos

contexto histórico de la naciente idea de progreso.

cultura [1996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

y

6o

lo

mito de

El

I

que

cultura

la

justifica

no

historias

No



lo

que confiere importancia, dignidad o

que sean

es

deja de sorprendemos

riendo

de

historias

la

una y otra vez

término genérico cultura para

el

interés

música sino historias de la

o conferir importancia o

desde luego, a otros términos

(y,

genéricos de extensión aproximada); términos que, fuera del tor

de

nueva idea de

la

cualquier caso,

no

cultura, parecen perder importancia

se trata

a esas

capacidad que ha ido adqui-

justificar

dignidad a otros términos más específicos



la cultura.

de un proceso único; pues

proyectar su luz sobre los contenidos que en

manto

marco genérico

el

representan:

él se

protec-

y dignidad. el

En

suele

adjetivo

democrático justifica, en nuestros días, y confiere dignidad a muchas formas

de comportamiento que, consideradas en char «respetuosamente» esa dignidad o al

menos

mismas



majaderías que suelta

las

el

—por



nen de

aunque sean

mundo con

un marco democrático. Algo el

las

de

y ponderadas por lo que tiemedida en que se contemplan

delira, serán actitudes justificadas

«talante democrático», es decir, en la

incluidas en

,

escu-

el

perderían

esa importancia. El «espíritu de diálogo», la actitud

tolerante o transigente ante cualquier tipo de opiniones,

un vidente que

ejemplo,

interlocutor

similar ocurre en gran parte del

Ayudar a un mendigo dándole unas mone-

adjetivo cristiano.

un comportamiento que será justificado en lo que tiene de «comporal margen de esta consideración tal comportamiento

das es

tamiento cristiano»;

podrá cería.

condición de una incitación a

ser rebajado a la

mismo

Pero tampoco es lo

galardonar a

un

la

pereza o a la trapa-

individuo, tras su compor-

tamiento cívico ante un incendio, subrayando en

el

galardonado su condi-

ción de cristiano o bien su condición de español, de catalán, de europeo o de

hombre. El comportamiento puede

muy diferente

según

marco

el

Lo más importante

es

ser el

es

comportamiento en



ción,

y

lo

que hay

culadas con

por

la

sucio»:

el

mismo, como

mayor

sentido, al

modo

gloria de Dios;

no cabe limpiar

el

si

lo

contemplamos.

los

el

comportamiento de su

aislar el

lo

que importa

es

solamente

el

demás fuesen todos accidentes sin

de interpretaciones

marco de

interpreta-

alternativas,

pero vin-

sinecoide. «San Ignacio limpiaba su caballo

don Quijote limpiaba

caballo,

en

la

ser valorado

suyo porque estaba

el

medida en que

margen de todo contexto de

comportamiento podrá

que

desde

hay comportamientos

es la posibilidad

núcleo de

interpretación es

imposible

no cabe suponer que

No

la

clasificatorio

que

interpretación, pues

extrínsecos o adventicios.

mismo, pero

justificación

sea y,

una operación con por

mismo

ello, el

positivamente desde algunos marcos y

negativamente desde otros.

En

cualquier caso, la distinción disyuntiva entre la Naturaleza

Cultura,

Gustavo Bueno,

tomando como

El

mito de la cultura

criterio el aprendizaje,

[1

aunque

996], séptima edición, Barcelona

sea

2004

muy útil

y

la

en múl-

© FGB 201

1

Prehistoria

del sistema nervioso) es

cación en

de

la teoría

este criterio es

muy

de

cultura:

la

idea de

dudosa en otros

En

la cultura.

un reduccionismo

un reduccionismo

tura;

idea

ia

«cultura subjetiva»

la

I

61

contextos (en realidad aquellos que se dan a la escala fisiológica del aná-

tiples lisis

de

efecto, lo

que

sobre todo, en su apli-

y,

resulta

de

la aplicación

de

subjetual (intrasomático) de la idea de cul-

tan enérgico que obligará a dejar fuera de esta idea a

componentes intersomáticos y extrasomáticos que habrán de ser interpretados instrumentos, prerrequisitos o subproductos de la cultura, entendida

sus

,

como meros como

cultura subjetiva. Sobre todo,

un

de distinción ni siquiera

tal criterio

y la vida huma-

tiene fuerza para reconstruir la distinción entre la vida animal

que habrá que reconocer a

na; pues la cultura

los animales

De

sino sólo a aquello que es susceptible de aprendizaje.

como

considerar

co de

«culturales» conductas tan naturales,

como puedan

la expresión,

las aves

La

o

no

incluiría,

componentes extrasomáticos o intersomáticos

algo interno, a los

como

(sociales),

aquí, la tendencia a

en

el

sentido biológi-

de volar o de cantar de

serlo el aprendizaje

aprendizaje de construir lechos de hojas de los póngidos.

el

diferencia entre conducta aprendida

nente, en efecto, para establecer

es perti-

una discriminación entre Cultura y Natu-

humana y cultura

raleza, ni entre cultura

y conducta heredada no

animal.

En primer

lugar, es gratui-

to tratar de reducir la idea de «Naturaleza» (en cuanto incluye a los animales

y

se

to

opone a

que tan natural

alas

como

otro

el

modo,

puede

al

como hemos

es,

terreno de la «conducta heredada», pues-

dicho, en

un ave

el

tener (genéticamente)

aprender a moverlas, ayudada por sus progenitores;

o,

dicho de

Naturaleza (hereditaria) y Cultura (aprendida) escala conductual (no ya a la escala genética o neu-

la distinción entre

a

ser irrelevante

que

rológica), puesto

ra animal,

humana)

la cultura

no por

el

la

aprendizaje sólo puede tener significado

el

hecho de

ser aprendido, sino

por

como

hecho de

el

cultu-

ser apren-

mismo modo a como tampoco el aprendizaje de constituye un trozo de cultura humana). Sólo algunos

dido a una cierta escala (del la

guía de teléfonos

contenidos de entre aquellos que puedan ser incorporados a un sistema nervioso a través de

un aprendizaje pueden

pueda

serlo el

de

la

un

significado cultural,

se integran

dición «carácter social» al

llegar a tener

en un contexto operatorio y social, como caza cooperativa. Pero no es suficiente introducir la con-

por ejemplo, cuando

como una condición

aprendizaje, para conferir a éste

un

yuxtapuesta

ad hoc, desde

significado cultural;

tal

fuera,

condición ten-

drá que ser derivada de los propios contenidos aprendidos: éstos son los que

han de hacer que

la

cultura sea social (y

contenidos sean culturales). ra

una dimensión

En segundo

no

la socialización la

lugar, para

cultural (ya sea animal,

que

el

que hará que

los

aprendizaje adquie-

ya sea humana) ha de considerarse

conectado internamente con objetos, intersomáticos o extrasomáticos; pues

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

62

mito de

El

I

la

cultura

únicamente en función de

estas objetividades

ratoria (o cuasioperatoria). El canto

cabe hablar de conducta ope-

aprendido por un ave podrá comenzar a

considerado cultural cuando haya sido aprendido no a

ser

adquiere un reflejo córtico-visceral, sino a

la

conducta «operatoria», con intervención de parte,

modo

interna con la

los

músculos

inmanente,

al

modo

armonía preestablecida).

criticado a

Por otra

estriados.

se desenvuel-

de una mónada leibniciana, sin conexión

entorno (aunque estuviese engranada aparentemente con

el

De

se

aprende una

se

no cabe hablar de una «conducta operatoria innata» que

va de un

por

manera como

la

manera como

hecho,

el

él

innatismo de K. Lorenz ha sido

fondo por D.S. Lehrman; Tinbergen ha

insistido

cómo

en

la

con-

ducta se moldea en cada especie no en virtud de unas pautas rígidas e inmutables,

modo

innato necesita de un

los bastoncillos

de los renacuajos, que

puesto que todo lo que está dado de un

medio para

que

desarrollarse («al igual

preprogramada

sólo funcionan expuestos a la luz»); otras veces, la conducta es

inmadura y necesita una suerte de moldeamiento por realimentación de

(como ocurre con

ejecuciones primerizas

el

canto de los pinzones, estudiados

por W.H. Thorpe), según pautas ideales ( Sollwerte); citaríamos a J. Sabater

cuando observa que nidos,

aunque

Pi,

chimpancés nacidos cautivos no saben construir

los

componentes «fragmentarios» de



las

esa conducta (sentarse

sobre los montones de hojas, acercarlos a su cuerpo...); la conducta nidifica-

dora (¿y quién se

atrevería,

madre, con

la

que

los

en virtud de una mera definición

de «natural»?)

retirarle la calificación

estipulativa, a

por observación de

sería adquirida

chimpancés pasan hasta cinco o

con

seis años,



ción de aprendizaje, pero



diríamos, por nuestra parte

la posi-

una

bilidad de observar la conducta de nidificación hasta dos mil veces;

la

situa-

no coyuntural o

«contingente», sino peristática una combinación de imprinting e imitación, ,

sin excluir ensayo

y error, pero tan

a ser condición de supervivencia),

;

aprendido to

y

los ral»

está

(a partir

es

la

superponible a

imbricado biológicamente con

ellos

que, la

cuanto que



lo

cultural,

es necesaria

la

conducta de lactancia.

evidentemente,

ser tan natural

innato

según

la

(la

cedentes del cuerpo de

la

realidad, implica es

una

es «innato» es

es

tan «natu-

como puedan

el

uso del con-

totalmente gratuito (en

El

como lo Hay pro-

metafísica monadista de tipo leibniciano), así

llamar «cultural», en cuanto que no es natural, a lo «aprendido».

Gustavo Bueno,

mito de la cultura

[1

lo inna-

los estímulos pro-

madre). Restringir, por convenio,

que

como



para su supervivencia,

de succión, que se realimentan con

lo

dicotomía

conducta de mamar, en

definición

serlo los reflejos innatos

cepto biológico de lo «natural» a

la

dicotomía natural/cultural. Lo

de modelos externos) puede

mamíferos, aun aprendida para

,

como pueda serlo

Estamos ante una situación en innato/aprendido no

natural biológicamente (pues incluso llega

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

Prehistoria

la

idea

de

cultura:

do genéticamente

es,

en

las

no puede darse en

puesto que sólo se da en

tampoco

es

aprendida o

Podremos

idea de

la

el interior

I

63

la

especie); pero esta coexis-

conjunción de organismos (que ya está dada y

artificial ). 15

en resolución, que

afirmar,

no hay

de cada organismo no hermafrodita,

el

reduccionismo subjetual de la cul-

tura al plano del aprendizaje, en general, tiene

mucho de

concepción residual de

la metafísica concepción del sustancialismo espiritualista e

cultura.

«cultura subjetiva»

especies gonocóricas, la coexistencia de organis-

heterosexuales (sin esta coexistencia

tencia

la

que no son innatos, pues tan natural como un rasgo hereda-

cesos naturales

mos

de

Por lo demás,

las tesis

de

la

inmanentista de la

interconexión (sinexión) de

la cultura

y de la cultura objetiva no excluye la posibilidad de una reducción conceptual que nos lleve a considerar estas interconexiones desde la perspecsubjetiva

Es

tiva subjetual.

cultura animal relativo

que

y

no excluye

decir,

como

tura aparece

la perspectiva

desde

la cual la

idea de cul-

En cualquier caso, la oposición entre humana habrá que derivarla del incremento del peso

cultura subjetiva.

cultura

y extrasomática) va adquiriendo en la humanidad, incremento que implica la constitución de nor-

la cultura objetiva (social

evolución de

la

mas que hagan

posible

el

progreso de desarrollo de «operaciones rutinarias»

en confluencia conflictiva con otras operaciones o rutinas que tienen lugar en el

espacio socializado.

15

cia

de

Gustavo Bueno,

Estas cuestiones están tratadas la cultura»,

El

con más

detalle

en nuestro artículo «La Etología

en EL Basilisco, núm. 9 (2a época, verano 1991), pp. 3-37.

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

como

cien-

1

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

2

Nacimiento y maduración de la idea metafísica de cultura en la filosofía alemana La Idea

moderna

(metafísica) de Cultura desborda sus acepciones

subjetivas tradicionales, pero sin desprenderse de ellas



La idea de cultura objetiva

la «idea



moderna» de cultura

,

cuyo naci-

miento y maduración intentamos reconstruir, aunque sea de un modo esquemático, no la consideraremos aquí como una mera acepción nueva que, sien-

do simplemente

distinta de la acepción tradicional (la subjetual), hubiera

sido agregada a la idea antigua, a la idea de cultura subjetiva. Por de pronto, si

nada tuviese que ver con

ésta,

no quedaría explicada

la

razón en virtud de

mismo

término, cultura, y no por otro (algunos intentos en este sentido no han prosperado; el más señalado, la propuesta de

la cual se la

designa por

el

Frobenius, con su neologismo paideumá). tura

toma de

la

aunque no derive exclusivamente de ampliación interna suya.

hecho de que para

logos de nuestros días

la cultura,

como una simple metonimia de Es preciso comprender

el

la

el

ella ni

En ningún la

la

nueva idea de

cul-

acepción tradicional ya

nombre, porque

se

apoya en

ella,

pueda entenderse como una mera

caso se trata de

ble pacíficamente o yuxtaponible a la el

realidad, la

acepción tradicional (acaso de

generalizada probablemente en España)

contraprueba

En

acepción

mayor

una acepción acumula-

inicial (y

podría servir

como

parte de los sociobiólogos o etó-

en sentido objetivo, siga siendo tratada cultura en sentido subjetivo).

peculiar proceso dialéctico que tiene lugar en la

constitución de la idea de cultura, en sus dos modulaciones de cultura subje-

y de cultura objetiva (objetual). Hablamos de una segunda modulación de la idea tal que, lejos de dejar inafectada a la acepción primetiva (subjetual)

ra (que

de

tal

ha terminado siendo un concepto categorial-ecológico),

modo que

Gustavo Bueno,

El

mito de

lo

la

transforma en una

cultura

[1

lo

modifica

modulación secundaria, siempre que

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

66

la

mito de

El

I

cultura

la

nueva idea de cultura

la

entendamos (según su modulación de «cultura

morfbdinámica» que presentaremos más

no ya históricamente,

la originaria, si

O,

que

lo

es lo



tarde, cap. VII)

desde

el

punto

como

la esencial

mismo, siempre que supongamos que

la idea

de cultura

objetiva es la idea de cultura por antonomasia. Ella proyectará sobre

cepto de cultura subjetiva una luz

modo

ción, en cierto tro

punto de

no

tiene

el

con-

en una modulaLo que nos conduce a nues-

lo transformará

partida: la acepción del término cultura en su sentido subjetual

por qué considerarse originariamente en

o psicológico;

y,

más

bien,



misma como una modu-

un concepto

de hecho, ese término podría

categoriai, etológico

ser sustituido

por otros

tales

educación, adiestramiento, domesticación, condicionamiento, aprendizaje,

Por tanto,

&cc.

que

oblicua, de la idea esencial.

lación de la idea de cultura. Es,

como

tal

si la

acepción subjetual puede comenzar a ser considerada,

como

incluso en los animales,

algo distinto del aprendizaje, de la domestica-

ción o del condicionamiento, es en tanto que modulación de

de cul-

la idea

tura establecida después de la constitución de la idea de cultura objetiva, esto dicho sin perjuicio de tiva

que

la

Un semicírculo

que

y

primitiva (históricamente) acepción subje-

haya desempeñado un papel decisivo en

objetiva.

propia constitución de

la

gira sobre su diámetro genera

la idea

un volumen

esfé-

pero sólo una vez que hemos alcanzado este volumen podremos consi-

rico;

derar te,

y

sistemático.

al

como un

semicírculo

como una

corte o sección de la esfera,

y no, simplemen-

figura dibujada en el plano.

La idea de cultura

se

como como una

conforma, por otra parte, en primer término,

idea de cultura sustancial (no accidental, en

sentido aristotélico),

el

idea metafísica (retrospectivamente, por nuestra parte, consideraremos a esta idea

como una hipóstasis de la idea de

«cultura morfodinámica»). Caracteriza

a la Idea metafísica de Cultura su contraposición a

como un mundo ser

una

especie

anterior a los

más

pensada como un arrollado

hombres y en

el

del orden de los primates.

mundo

una vez que

el

«envolvente» (no

hombre

Naturaleza, entendida

la

cual los

hombres no dejan de

La Cultura también

como un

será ahora

«espíritu interior» des-

apareció sobre la Tierra).

La Cultura

sus-

tantiva es objetiva, ante todo, porque envuelve al individuo y a los indivi-

duos, que se supondrá nacen y se forman en cuanto personas en su seno. La cultura envuelve a los individuos a la rior a ellos,

también

manera como

españoles o hispanoamericanos que lo hablan

gua

es

una de

las principales

probablemente uno de

El

lengua materna, ante-

como

mito de la cultura

los principales prototipos

[1

lengua primera);

dimensiones del nuevo «Reino de

de

metafísica de cultura nos remite precisamente a ese

Gustavo Bueno,

la

los envuelve, precediéndolos (el español es anterior a los

la

nueva

mundo

996], séptima edición, Barcelona

2004

la

la len-

Cultura»

idea.

}

La idea

envolvente que,

© FGB 201

1

Nacimiento y maduración de

sin confundirse

con

el

la

mundo

desempeñar

pues sólo a su través

los

como

en

la filosofía

alemana 67 1

natural (geográfico, astronómico, &c.), pre-

tende, sin embargo,

es decir,

idea metafísica de cultura

el

papel de «verdadera patria del hombre»;

hombres entran en

la existencia

personas que hablan, que ocupan

un

como

hombres,

tales

lugar social en la ciudad,

que encuentran un orden moral o jurídico capaz de regular sus vidas y organizar una producción que permita subsistir a esos hombres y a sus hijos en su propia patria

y no meramente en su vida

animal. Por tanto, la cultura (que

incluye los estilos diversos de la producción),

al

mismo tiempo que hace

a los

hace diferentes de otros hombres con culturas diversas y los enfrenta, a veces hasta la muerte, con ellos. La idea metafísica de cultura com-

hombres,

los

porta una visión «holística» de

la cultura, es decir, la visión

de cada cultura

como una totalidad global sistematizada que se comparará muchas veces con un organismo viviente. La cultura objetiva, en su acepción metafísica, será presentada como una «interconexión espiritual de partes» que se comunican entre sí un mismo aliento (la arquitectura, la literatura, la música, las leyes, &c.), transmitiéndose una misma «espiritualidad» (por la lengua, por las instituciones jurídicas, por la música, por la tecnología,

por

el

modo de

Se comprende por tanto que

la

como

Cultura,

será

la religión

forman parte

los

anima-

implique connotaciones normativas y soteriológicas. Pues una cultura no está ahí dada, como un simple hecho; es también un

una vegetación que

envolvente normativo para los individuos que forman parte de

oponen a los

y hasta

idea metafísica objetiva, en

tanto es opuesta a la «Naturaleza salvaje» (de la que les),

por

morir).

los

que viven en

otras culturas.

hombres deben hacer para mantener su

y que

ella

se

Es un envolvente que dice lo que ser o su identidad

en

el

seno de la

humanidad, y quiénes son aquéllos contra los que tienen que enfrentarse para salvarse. En este sentido la cultura es soteriológica. La cultura, en efecto, está pensada

como una

realidad que eleva a los

hombres sobre su condición de

animales, los salva de la condición de animales naturales y los exalta a la con-

dición de habitantes de to realización del arte, el

un

reino

conocimiento superior,

estos Reinos, los

más

valioso, el

Reino del Espíritu. Reino

Reino del

En

la religión, la libertad.

hombres, que han salido sin duda de

llegar a controlarla, ajustarla a

Hombre

en cuan-

en donde florece

(o Reinos)

el

cuanto súbditos de

la Naturaleza,

su medida, a «humanizarla»

y,

pueden

hasta cierto

punto, a reabsorberla en sus propias mallas. Se llegará a decir que la Naturaleza podrá llegar a tomar «conciencia de

Cultura humana. Porque el

si el

«cosmos» llega a

«microcosmos», ¿qué otra cosa

cuanto envuelto por

Gustavo Bueno,

El

es el



misma»

ser consciente

«microcosmos» sino

a través de la

de



el

la cultura?

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

mismo en

hombre en

1

68

mito de

El

I

cultura

la

Es esta idea metafísica de

más

lación

la

aunque no

representativa,

representación que ha tenido lugar en lugar en

el

Un

de

la única, del

un

«mito de

la

modu-

Una

la cultura».

escenario filosófico, es decir, en

un

que los mitos suelen manifestarse (o disfrazarse) bajo la forma de

como

Ideas filosóficas tales

&c.

como

cultura la que consideramos

escenario para

la filosofía

«Hombre», «Libertad»,

«Naturaleza»,

«Espíritu»,

cual escribieron sus libretos las principales figuras

el

alemana, desde Herder y Hegel hasta Cassirer o Spengler. Sin Ortega,



duda, también han escrito para ese escenario autores no alemanes entre los españoles



.

Pero los papeles siguen estando inspirados en

los libre-

tos alemanes.

de Cultura objetiva no es una idea eterna,

La Idea metafísica

sino una creación de

filosofía

la

La idea metafísica de cultura no priori de la razón

(a la

de Progreso).

lo sería la idea

gen,

humana

una idea

eterna, ni siquiera

manera como,

si

Si lo fuera, tendría

y más bien tendríamos que

Media, entre

es

alemana

poco sentido buscar su

rastrear la presencia

los filósofos griegos

de

esta idea

la

la tesis

16 ,

ori-

Edad

De

de que

Idea de cultura, en su sentido moderno, se encuentra ya, desde luego, entre

los griegos (por ejemplo, el

en

o incluso regresar hasta los Vedas.

hecho, no faltan cuidadosos investigadores que han sostenido la

una Idea a

hiciéramos caso a Nisbet

Marvin

Harris); acaso

porque

se

han deslizado por

lado subjetivo de la idea de cultura. También es verdad que otros investi-

gadores (como A. Dempf,

mantienen

la tesis

de

la

I.

Niedermann, A. Krober y C. Kluckhohn, &c.) la idea de cultura, como idea que no

modernidad de

se encontraría antes del siglo XVII. 17

Tampoco

a propósito de la idea de progreso hay unanimidad en los inves-

tigadores a propósito de su antigüedad:

greso nace, XVIII,

16

aunque con precedentes, en

y contra

él escribirá

bis

la

su libro Nisbet.

sostiene

que

la

idea de pro-

revolución industrial, en

En

este ensayo

el siglo

nos adscribimos a

Robert Nisbet, Hístory of the idea ofprogrese, Basic Books, 1980 (traducción española de

Enrique Hegewicz, Historia de 17

Bury18

la idea de progreso , Gedisa, Barcelona, 1981).

Niedermann, Kultue Werden und Wandlungen

des Begríffes

und seiner Ersatzbegriffe von

Cicero

y C. Kluckhohn, «Culture: a critical review of concepts and Peabody Museum, vol. 47, Universidad de Harvard, 1952. Alois Dempf,

Herder, Florencia, 1941. A. Kroeber

definitions», Papers of the Filosofía 18

de la cultura. Revista de Occidente, Madrid, 1933.

John Bagnell Bury, The Idea

ducción española de

(pñ Gustavo Bueno,

El

Elias

ofProgress;

an Inquiry

into

its

Origin

and Growth, Londres, 1920

(tra-

Díaz y Julio Rodríguez Aramberri, La idea delprogreso. Alianza, Madrid, 1971).

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

Nacimiento y maduración de

la

la

idea metafísica de cultura en

alemana 69

la filosofía

I

posición de quienes defienden la modernidad de la idea de cultura, es decir,

a la

que sostiene que hay una «idea moderna» de cultura irreducible

tesis

idea antigua, es decir, que la idea de cultura,

como

idea característica de la época «moderna», y protestante de los siglos XVIII y XIX.

más concretamente de

la idea

de progreso, la

Es indudable que sólo desde esta perspectiva puede plantearse

mente es

cuestión de su génesis histórica. Pues

la

si

la idea metafísica

una idea moderna, habrá que preguntar: ¿por qué

no

se constituyó antes,

en

la

por ejemplo, en

edad media musulmana, o en

o irrelevante

la

la

la

edad de

es

a la

una

Europa

estricta-

de cultura

se constituyó? ¿Por

qué

medieval o

la cristiandad

edad antigua? ¿Debe considerarse casual

época histórica de constitución de una idea que pretende

ser

«intemporal»? La cuestión de la génesis, ¿no debe, en todo caso, circunscribir-

de descubrimiento,

se a los contextos

es decir,

no debe mantenerse

al

margen

de los contextos de justificación? Sin embargo habría que tener en cuenta que

no siempre

la estructura

cuando nos referimos a génesis

pueden

de una idea las

ser trascendentales

génesis determinada arroja del mito.

En ningún

aparecer ex nihilo. el análisis

también

caso

en

el

donde

momento de la

las

cuestiones de

crítica,

dado que una

una

luz crítica decisiva sobre la propia estructura

una

idea,

La cuestión de su

cuya eternidad negamos, habrá podido génesis envuelve, entonces,

sociológico de la época en la que

el análisis

de su génesis, sobre todo

es segregable

estructuras míticas, en

suponemos

no solamente

se constituyó, sino

histórico orientado hacia la determinación

de

las

ideas pre-

una nueva idea no un tiempo determinado, como

cursoras dadas en épocas anteriores a las de referencia; pues

brota únicamente de una sociedad dada en parece brotar la serpiente de

procede de otro

reptil y,

un huevo que yace

además, ha tenido que

solitario

ser

en

el arenal: el

huevo

fecundado.

Sin embargo, en este capítulo, no tratamos de la génesis del «huevo» del cual

pudo

salir la

idea metafísica de cultura; esta cuestión la abordaremos

adelante (cap. IV).

de establecer

la

Ahora supondremos

el

«anatomía» del embrión en sus líneas generales. Estas líneas

pueden considerarse organizadas en dos planos dientes, dadas sus íntimas interacciones:

tiene

más

huevo ya fecundado y trataremos

una intención ontológica, en

la

uno de

distintos pero

no indepen-

ellos es el ontológico (el

medida en que considera a

que

Idea de

la

Naturaleza y con el Hombre); el otro es gnoseológico (tiene una intención gnoseológica en la medida en que considera a la

Cultura en su relación con

cultura

como

objeto,

cias del espíritu

la

en función de un conjunto de ciencias llamadas cien-

o ciencias de

la cultura).

En sus fases más

pranas, la Idea de Cultura se proyecta mejor en

el

embrionarias y tem-

plano ontológico

(sin per-

juicio de sus derivaciones gnoseológicas); en sus fases últimas, se proyecta

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

70

mito de

El

I

cultura

la

sobre todo en

todo

el

perder

(sin

plano gnoseológico, pues el

a defender la

de

«ciencias

según

tesis

cuanto idea metafísica, se incubó en la

idea metafísica de Cultura es

tomado (como ocurre

sido

idea de cultura interesará sobre

una nueva

anterior interés) en función de

denominadas precisamente

Vamos

la

como neologismo

nueva

línea,

pero

la

cuando quieren

adjetivo español cultural).

servir

el

el

adjetivo kulturelle

Tendremos necesidad de

verdadero instaurador de

el

idea que se designará con

pudo

expresada por

la tradición subjetualista

decir que, además, Herder fue probablemente

término haya

latino,

el

modo, que

otro el

tantas veces entre los alemanes,

término Ausbildung (lo que no obsta para que, a su vez, al

De

alemana.

una idea «alemana», aunque

a los alemanes para distanciarse de

de ciencias

idea de cultura objetiva, en

la cual la la filosofía

expresar ideas nuevas) del latín: Kultur,

haya servido de modelo

clase

la cultura».

la

término Cultura tampoco

podría haber aparecido íntegramente de una vez, en un autor, y como ex nihilo. No es fácil dejar de reconocer que Juan Bautista Vico, Scienza Nuova (1725), pisó

común de pisó la

terreno de la

el

los pueblos»;

misma

idea

al

que

misma

Feijoo,

«mapa

proyectar su

que Montesquieu (en 1748) habló tud

como la que mismo se diga

tal

idea bajo

el

Teatro crítico

2,

la

«naturaleza

1728) también

y cotejo de Naciones»; de las leyes» con una ampli-

intelectual

del «espíritu

después se atribuirá

rótulo de

(tomo

al

término «cultura de un pueblo»,

tal como Voltaire lo utilizó en y 1753 (El siglo de Luis XIV) o el término civilización de Mirabeau o Turgot. Pero una cosa es haber entrado y pisado un nuevo territorio, incluso advir-

lo

como

tiéndolo vés de

como

ellos,

del concepto de «siglo»

peculiar,

y

otra cosa es recortar sus supuestos límites

a

tra-

enfrentarlo a otros territorios ya previamente delimitados, tales

«Naturaleza cósmica», «Revelación divina», «Conciencia moral», «Arte»,

«Leyes» o «Costumbres». La vacilación de carácter metafísico, manifiesta torio

y,

y que

éste necesitaba

«Cultura», en

En

el

efecto:

un nuevo

sentido moderno de

podríamos considerar

Cultura objetiva

como

las

denominaciones

utilizadas,

que todavía no estaba definido

resultado de

rótulo.

Que

sería

el

nuevo

precisamente

y su

terriel

de

la expresión. la la

constitución de la idea «moderna» de

acción combinada de

tres

operaciones,

procesos o cursos de operaciones, cuyos resultados se entretejen unos con otros, reforzándose d)

y realimentándose: o curso de operaciones tendentes a

Una operación

tantificar o hipostasiar) a las obras

madas a

través

de

las

( opera:)

que

se

nos muestran

cpñ Gustavo Bueno,

El

vocal...



como

confor-

acciones humanas. Obras, o resultados, que se producen

según líneas específicas particulares (cerámica, música

de teclado,

objetivar (acaso a sus-

,

—y mejor aún: música

escultura, instituciones jurídicas, geometría). Esos pro-

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

Nacimiento y maduración de

cesos de objetivación tienen

idea metafísica de cultura en

la

como

la

filosofía

alemana

I

71

efecto principal la disociación de las obras

(y sobre todo de sus concatenaciones con otras) respecto del agente o los agen-

humanos que

tes

producen

las

(artistas,

contenido «extrasomático» (respecto del cerámica

ra, la

casos,

porque

,

«cultura objetiva»

no

la

obra tenga un

—por ejemplo

artista)

— pero que en modo alguno habrá por qué

la

geómetras...).

alfareros,

juristas,

Disociación que podrá ser facilitada en los casos en los cuales

la

arquitectu-

circunscribir a tales

es sólo la cultura extrasomática.

La obje-

tivación o sustantificación de las concatenaciones de las obras de líneas espe-

dadas comportará un cambio de perspectiva en

cíficas

disponemos a

tratar

de

ellas.

(creaciones, producciones...)

comenzaremos a

tas,

En

momento en que nos

lugar de verlas desde la perspectiva de obras

de artesanos, geómetras,

desde

verlas

el

la

o

físicos, políticos

perspectiva de las obras objetivas

artis-

mismas

concatenadas según determinadas líneas que se habrán ido abriendo, en tanto constituyen «tejidos específicos», con una estructura objetiva cuyas líneas de desarrollo aparecerán

muchas veces en

la perspectiva histórica. El historiador

dejará de disponerse a relatar las sucesiones de

las

o de

—como

las

«opiniones (o acciones) de los físicos»

comenzar a

como

referirse al Desarrollo

hacía Fontenelle; en

el

de

la Física

«opiniones de los geómetras»

o a

la

hacía Teofrasto

Historia de



para

los oráculos,

lugar de la «Historia de los artistas» aparecerá una

Historia del arte de la antigüedad, la de

Winckelmann, por ejemplo.

b) Pero estas operaciones de hipóstasis, objetivación o sustantificación que

van siendo aplicadas a

más

las

diversas «líneas específicas» de la producción

humana, en gran medida porque unas van sirviendo de modelo a aunque pueden considerarse como condiciones

previas para la formación de la

no podrían haber conducido, por

idea de cultura objetiva,

idea (que es lo que sugiere A.

obra de Winckelmann,

la

Dempf y

otros,

cuando

moderna de

cultura).



citan

mismas, a una

por ejemplo a

tal

la

Historia del arte de la antigüedad publicada en

Dresde en 1764, como un «precedente» o prototipo de idea

las otras,

La constitución de

gatoriamente, la totalización de

la

la

objetivación de la

idea de cultura requiere, obli-

la

integridad de esas diversas objetivaciones o

sustantivaciones que han ido produciéndose según líneas especificas (arte, poesía, cerámica, religión, derecho, geometría...), en

conjunto que integra unas líneas objetivas con

puedan

ellas

re-aparecer

te la

que

de

subjetividad,

la

recibirá el

una unidad

sustantiva de

de tal modo que todas

las otras

como partes de una entidad nueva, que será precisamen-

nombre de

como

«cultura», hasta entonces recluida

cultura animi. Por ello,

tampoco

en

el

campo

sería suficiente ate-

nerse a «integraciones parciales», es decir, a «subtotalizaciones» capaces de reunir en na,

una unidad sustantivada algunos haces de

por ejemplo,

Gustavo Bueno,

El

las líneas

mito de la cultura

[1

que

líneas

se refieren a los

996], séptima edición, Barcelona

de

la actividad

huma-

comportamientos, usos o

2004

© FGB 201

72

El

I

mito de

cultura

la

ceremonias sociales de un pueblo englobándolas bajo

el

rótulo

común de «cos-

tumbres». Las «costumbres», aun objetivadas, no constituyen aún

aunque la idea de cultura posterior haya de

«Cultura»,

como una de

siva

con

no podría

las

preexistente»

que

de

c)

por

la

integración de unas líneas específicas

como mera «propagación» de

se integran, salvo

la cultura objetiva.

integración o propagación de

tesis,

procesos de sustan-

los

como un

Y sólo

todo.

que

pida

se

el

Es preciso que

principio de la «unidad

este supuesto proceso

objetivaciones alcance

las

totalización

conducente a

nueva

la

un

límite, para

podría alcanzarse este límite,

de

que

unidad de

Idea, a la

cuando comiencen a actuar operaciones de otro orden, a

tal es

nuestra

saber:

Las operaciones orientadas a construir la oposición (dualista) entre ese

«conjunto haciéndose», a través de sustantivadas,

formada a

y

los

hombres o de

los pueblos,

de

las

obras

conjunto de contenidos constitutivos de otra «entidad» ya

el

de situaciones que, en general, serían consideradas como

partir

anteriores o independientes del

hombre, a

dicionalmente «Naturaleza». Es ahora, en Naturaleza (como se,

la

líneas específicas (arte, derecho, tecnología, religión...) a las

pueda hablarse de una la cultura

de

costumbres

otras líneas diversas determinadas; pero la totalización deci-

explicarse

de unas

tificación

demás, con

la idea

sus partes. El proceso de totalización puede, sin duda, conside-

rarse retrospectivamente iniciado

sustantivadas

incluir a las

según ritmos

la

saber, la entidad el

momento en

denominada

el cual,

tra-

frente a la

«obra de Dios») aparecerá una nueva entidad haciéndo-

de

característicos, a través

misma, de algún modo, a

los

idea de Cultura (cultura de los

hombres, y haciendo ella la nueva

los

hombres, cuando podrá configurarse

hombres o cultura de un pueblo o de los

diver-

sos pueblos).

Ahora titutiva

de

bien, es evidente la

que

nueva idea de Cultura, que

la Naturaleza, sólo

podrá

que consideramos como cons-

la totalización

tiene lugar por su enfrentamiento

llevarse a efecto

cuando

se

diferentes obstáculos capaces de impedir precisamente la integración

esos contenidos

Naturaleza, en

que

se

nos han ido apareciendo

una unidad nueva, en una unidad

propía Naturaleza. El principal obstáculo (no referencia

no podría

ser otro sino el teológico;

cristianismo reinante impedía dibujar

el

Cultura objetiva humana, requerido para

samente porque se

en

la

nueva

la

mayor

el

Gustavo Bueno,

El

como

los

mutua de

distintos

de

la

susceptible de oponerse a la

único) para la integración ue

pues

la

concepción religiosa del

dualismo entre la totalización

la

Naturaleza y

la

de esta cultura, preci-

parte de los contenidos que debían pasar a integrar-

totalidad, estaban incorporados a otra tercera, a saber, a la tota-

lidad constituida por el «Reino de la Gracia». luego, sino

con

hayan «despejado»

también

No

sólo las religiones, desde

los lenguajes, la moral, incluso el Estado, encontrarían

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

Nacimiento y maduración de

idea metafísica de cultura en

la

dificultades insuperables para ser consideradas

«Reino de

la Cultura»,

«Reino de

la Gracia».

puesto que

Desde

este

como

la filosofía

punto de

vista

I

contenidos de

comenzaban por

ellas

alemana 73

un nuevo

ser contenidos del

nos vemos obligados (y no

por motivos de mera erudición, sino por motivos conceptuales) a atenuar significado

que muchos atribuyen a

1744, para

la

se refirió, refirió

formación de

como hemos

también a un

que determinado,

la

idea

Scienza

la

moderna de

el

Nuova de Vico, publicada en cultura.

Porque aunque Vico

una «naturaleza común de

pueblos» y se ritmo regular (ternario) de sus desarrollos objetivos (aundicho, a

los

según Vico mismo, por un «mecanismo de des-

es cierto,

y razón) y aunque utilizó un criteque podría ser retrospectivamente

pliegue subjetivo» de sensaciones, fantasía

gnoseológico

rio

(contra Descartes)

utilizado para llevar a cabo esa totalización de las obras del factuní), prisionero

Vico de

común de

«naturaleza

la fe cristiana tradicional,

pueblos»

los

(a la

hombre

no podía

(el

verurn

transferir a esa

que en todo caso no llamó «cultura»)

los

contenidos del «Reino de la Gracia», que en ningún caso habrían podido

ser

producidos por

el

hombre. Tendrían que pasar décadas,

que en algunos lugares de Europa la

en

o que

el Sinaí,

se

la

no

un Dios o

conciencia de los hombres,

encima de está

ca confusión de

y aun

lado

«las

que

es

las

la integración límite

cosas

el criterio

de

El

en

al

se reve-

Espíritu

poniéndolos por

en

la

que hacemos

consistir la for-

las

si

obras del el

dignificada

fuera la «revelación» que el

propio hombre, a través de sus pueblos; ni está

hombre» englobadas en

contenidos alojados en

cirse a la

ellos,

del verurn facturn sea razón suficiente para

la Naturaleza,

bién a través de los

con

más heterogéneas en una «masa viscosa»

hombre hace

obras del

as al reino

como

Espíritu Santo que sopla directamente

se identifica

con una denominación nueva, Cultura, como espíritu del

Dios que

nueva idea (alemana) de cultura sea algo más que una gigantes-

la

probado que

el

para

propia Naturaleza. Lo que, en cualquier caso, de todos modos,

la

probado

mación de

Reforma transformase

encarna en Jesucristo, o que inspira,

Santo, a la Iglesia romana, en

en

la

las suficientes,

como

si la

hombre

el

reino de la Cultura

y

poner a un enfrentarí-

Naturaleza no se nos «revelase» tam-

(sobre todo de las tecnológicas),

«Reino de

la

como

si

Cultura» pudieran todos ellos redu-

condición de «obras del hombre», en

el

sentido del verum factum.

embrión de la nueva Idea de cultura se encuentra las obras de Herder

El embrión de la idea metafísica de cultura lo encontramos ya plenamente

configurado en

Gustavo Bueno,

El

mito de

la

la

obra de Johann Gottfried von Herder (1744-1803) Ideas

cultura [1996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

74

El

I

mito de

para una

la

cultura

filosofía

de

la historia

una

como Comienzo probable de la

historia universal en sentido cosmopolita,

una

alternativa a la idea

Hombre en

pero

(Ideen zur Philosophie der

historia del hombre o Ideas para

de 1784,

cultura que se

§83 de

la

necesidad de ofrecer

de Naturaleza de Rousseau y

la

encuentra en su Idea

tanto que es poseedor de «disposiciones naturales», sin duda,

y que requieren ser desarrolladas históricamente. Será la desarrolle mediante los antagonismos sociales lo que permita

hombre de su

na

naturaleza. Pero

ro

humano como

Por otra parte

estado de rudeza primitiva, a fin de entrar en su genui-

no puede

olvidarse

que Kant ve a

moral

la ley

jetiva, interpretada, eso

hombre

de

es el fin

es la

condición de

la

la libertad

sí,

como

es libre,

entonces es

que consiste en

humana. Con

la órbita

como

la

esto

cultura sub-

la

el

sistema teleológico); en

en

la felicidad,

humana

la cultura

medida en que

la

el

que puede conducirlo a su

voluntad del despotismo de

librar a la

de

cultura moral en su fundamento. Pero

Naturaleza (considerada

medida en que no busca únicamente

hombre

esta naturaleza del géne-

conjunto de disposiciones que definen a un género moral.

el

podría concluirse que Kant se mantiene todavía en

fin,

el

la

se enfrenta

características,

salir al

la

como en

así

con

también

Crítica del juicio teleológico)

de

humanidad

la

firmada en Weimar en 1784. Es cierto que Kant

Geschic.hte der Menschheit),

(en escritos tales

de

las

pasiones.

Nos

puro confusionismo considerar a Kant, como tantas veces como el fundador o uno de los fundadores de la idea de cultura objeel sentido de la filosofía de la cultura), metiéndole en el mismo saco

parece, por tanto, se hace, 19 tiva (en

que Herder, aun reconociendo

Kant en

la filosofía

de

cepción subjetiva de

que matizada con vos. Cabría,

hombre

se

tro siglo

la

discrepancias.

nuestro juicio

el

puesto de

cultura permanece en la línea de la tradicional con-

en

la cultura,

la línea

más morales y

tintes

A

de

animi de Cicerón, aun-

la cultura

prácticos

que

intelectuales-especulati-

además, reinterpretar las diferencias que a propósito del origen del

reconocen entre Kant y Herder desde

aún mantienen

arrollo encefálico

o a

la

los

las diferencias

zoólogos a propósito de

la

que en nues-

prioridad que

estación vertical pueda corresponder en

el

al

des-

proceso de

«hominización»: ¿se trataría de una mutación ortogenética, capaz de alterar

ángulos de

la flexión craneal,

o bien de un desarrollo de

los

llamadas «paradas

las

de intimidación» de los primates superiores? La conducta del «detenerse alzándose sobre

las

patas traseras», considerada

según algunos etólogos actuales, en

Herder precisamente defendió

19

Por ejemplo Alois Dempf, en su

Véase

(pñ Gustavo Bueno,

El

Científico,

mito de la cultura

nú m.

[1

1

origen de

la tesis (frente

20

Mundo

el

como conducta

Filosofía

adaptativa, estaría,

hominización. 20 Pero

la

a Kant) según la cual

de la cultura, cd.

cit.,

el

p. 45.

44 (marzo 1994), pp. 270-271.

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

hombre

1

Nacimiento y maduración de

la

¡dea metafísica de cultura en

comienza a distinguirse de sus congéneres por su posición

filosofía

la

vertical

alemana 75 I

y no por su

cerebro (Kant diría, a su vez: «Por su razón»).

Herder ha usado

el

término cultura no tanto en subordinación a genitivos

o adjetivos que lo circunscriban o parcialicen («cultura del ra literaria») sino

de forma exenta,

que comprende, dentro de su antes significadas por

muchas de sus

cosas más.



como

sustantivo, refiriéndose a

un todo

periferia, a diversas «entidades espirituales»

mismas (cultura

Cuando expone

o cultura

literaria

artística)

ya

el

humano

género

procede de otra raza precedente que habría sido destruida por algún

mo

otras

(y críticamente), al principio del libro

opinión de quienes defendían que

Ideas..., la

espíritu», «cultu-

X

actual

cataclis-

cósmico, del que sólo pudo salvarse un puñado de hombres que huyeron

a las

montañas (llevándose

que pudieron),

estos

reconstruir a su

modo

de

los restos

pocos hombres,

mundo

el

las artes, la inteligencia

cabo de

al

y

tradiciones

habrían podido

los siglos,

perdido. Por lo que tales hombres supervi-

podrían considerarse «como un istmo que une y vez dos culturas». En cualquier caso Herder se referirá únicamen-

vientes, concluye Herder,

separa a la te

humano que ininterrumpidamente

a la cultura del género

desde sus oríge-

nes se ha mantenido viva, sin paréntesis catastróficos, hasta cultura en la

medida en que

va e ininterrumpida, Si

la

el

él

adoptó, pues

cultura según su propia sustancia,

Queremos

dividual, suprasubjetiva.

histórica.

moder-

principal instaurador de la

nuestro entender, por la dominante

es precisamente, a

perspectiva histórica que

la

forma en virtud de una tradición acumulati-

en un proceso de con-formación

Herder puede considerarse como

na idea de cultura

ve

se

es decir,

a

el presente;

y

es

en

la historia

la historia es

decir:

como

se desenvuel-

esencialmente suprain-

no tanto por haber «dado

la espal-

da» a la cultura subjetiva, a fin de dirigir su mirada a otro lugar enteramente

mundo

diferente del

ya delimitada, hacia un

idea, «flotaba

en

el

cristiandad; pero

jetiva,

(¿por

mundo

la identificará

con

las

(concreta, existencial)

histórica

como

determinaciones subjetuales de

educación,

como

cultura subjetiva) alcanzar

cóncavo de

las

la

de

la

el

como

lado de la cultura subje-

capítulo

el

como

y,

de

la

condiciones objetivas de la

que envuelve a

la cultura

sub-

según

esto,

la historia. Es,

habría logrado Herder, partiendo de

cultura

(y,

fundamentalmente, de

la

formación de

la

proceso ordinario e insustituible para

sujetos individuales,

El

el

visto

envolvente de los hombres que,

en tanto que determinada una y otra vez por

merced a su perspectiva

Gustavo Bueno,

qué tendría que haberlo

ambiente». Procedía, según veremos en

Herder

misma realidad empírica

las

hombre

más bien por haber mirado desde

cultura?) sino tual,

del

la

lado objetivo y «envolvente», respecto de los

idea de cultura; de pasar, por decirlo

subjetividades al lado convexo de

una cultura

mito de la cultura [1996], séptima edición, Barcelona 2004

así,

del lado

objetiva capaz

© FGB 201

1

76

El

I

mito de

de moldear

modo,

la

cultura

la

la cultura subjetiva

de aquellas mismas concavidades.

el

desarrollo de la cultura

tivas, espirituales,

No

mentos

como

el

percibiremos

proceso de unas individualidades subje-

que desde su fuero interno («cóncavo»), deciden

de alcanzar por

fin

este

«concavidad subjetiva individual», hipostasiada o sustancializada,

podría quedar definitivamente desbordada o «reabsorbida».

ya

De

exteriores).

la cultura

cultivarse a

su libertad personal (aun valiéndose de instru-

Lo que percibiremos

es el

«concavidad subjetual misma», por tanto, de

proceso de moldeamiento de la

misma humanidad

la

individual

«porque cada hombre se hace hombre solamente a fuerza de educación, y porque toda la especie no vive sino en esta cadena de individuos» (Goethe expresaría este

mismo pensamiento de Herder en

todos los hombres puede vivirse (que

es,

por tanto, supraindividual, y en esto es preciso insistir una y otra vez) por Herder como tradición 21 Es, además, absolutamente nece-

es identificada

una

.

que Herder entiende en

sario subrayar

pla

Herder no sólo rechaza de

plural esa tradición, pues

línea única, sino múltiples tradiciones

sos pueblos, «familias, patriarcas

tivas

su fórmula famosa: «Sólo entre

humano»). Esta «cadena de individuos»

lo

la cultura

el

y fundadores de

tribus».

individualismo inherente a

las

(buen simpatizante del nominalismo

realismo ante rem de una

Humanidad

un Entendimiento agente

no contem-

que corresponden a

De

los diver-

este

modo,

concepciones subje-

inglés) sino

también

al

sustancializada a través, por ejemplo, de

universal al

modo

averroísta,

que borraría

las dife-

rencias entre esos diversos pueblos (o «culturas») confundiéndolos en la nece-

sariamente rebajada y abstracta «unidad del género humano». Ningún individuo se ha hecho hombre por sí mismo, dice Herder; por tanto, todos los

hombres

llamamos educación. Por

se lo

forman que

al

ámbito de cada «concavidad

la

educación

como

se

la

gracias a la «generación espiritual»

que

educación tampoco podrá circunscribirse

dado que

subjetiva», individual,

forma también

el

es

a través de

propio «género humano». Herder

recoge la idea, que Lessing había ya utilizado, de la «educación del género humano». Toda la Tierra habitada se le representa a Herder como la gran escuela de la familia cuales

humana, repartida en muchas

media alguna lección común,

Por otra parte,

la tradición

21 Sería necesario analizar la

no

es la

la

clases (aulas), entre las

transmitida por los primeros padres.

única causa moldeadora de

evolución de los matices asociados

al

los

hombres,

USO de términos como

dición (que tiene connotaciones políticas «derechistas» o conservadoras), patrimonio, herencia.

ámbito anglosajón

se utiliza el

término

heritage, algo así

como

Gustavo Bueno,

El

folclore a restos prehistóricos

mito de la cultura

[1

el

«herencia cultural», para designar

contenidos que incluyen patrimonio de Ínteres «cultural» histórico

ecomuseo que incluye

tra-

En

artístico

o de arqueología

996], séptima edición, Barcelona

y etnográfico: desde un

industrial.

2004

© FGB 201

1

Nacimiento y maduración de

la

idea metafísica de cultura en

la filosofía

alemana 77 I

precisamente porque éstos habitan lugares diferentes y están sometidos a fuerzas orgánicas de la Naturaleza también diferentes, que ya por sí solas

podrán formar tradiciones cación del género

diversas.

humano,

es,

La educación de nuestra

y orgánica

pues, genética

al

especie, la edu-

mismo tiempo

genética por transmisión y orgánica por asimilación. Pues bien: «Para darle

un nombre a esta segunda génesis dice Herder mos partiendo



este



modo Herder

,

extiende

la

del

hombre que abarca toda su vida, pode-

idea de cultura «que antes se reservaba para los

pueblos europeos» a los demás pueblos de

subrayando que

la Tierra,

la Tierra,

de

las

pregunta Herder, que no tenga su cultura propia? Herder ha

una metáfora geométrica para designar

utilizado

las dife-

qué pueblo

rencias entre estas culturas es «sólo de grado» (no de esencia). ¿Y

hay en

De

del cultivo del agro, llamarla cultura».

culturas propias» llamada a tener

la

«autonomía o

una gran fortuna entre

la

identidad

los antropó-

y geógrafos alemanes, con la pretensión de convertir esa metáfora en

logos

concepto

un

metáfora de los «círculos culturales»: «Toda nación

científico, la

tiene su centro de felicidad

en



misma, como toda

esfera lleva

en



misma

su centro de gravedad». Puede afirmarse, en cualquier caso, que Herder, en

medida en que

traslada la idea

la génesis espiritual del

escala

duo

de

Pues

y no

los diversos pueblos,

el

momento de

al

o, si se prefiere, la idea del

hombre

interesantes

de

menor asomo

es,

al

la

momento mismo de

hombre, entendida como un proceso que tiene lugar a

subjetivo, está configurando la idea objetiva

hombre

del

de cultura precisamente

y

la génesis

de cada indivi-

de cultura, como formadora

hombre como «animal

cultural».

sigue siendo, animal. Este es otro de los puntos

la filosofía

de Herder: su naturalismo

reduccionista, al

modo

de

más

radical, sostenido sin el

los antiguos (el

mito del Protágoras);

ni siquiera incorpora la concepción «ilustrada» (en su versión francesa o

de una naturaleza

inglesa)

Su perspectiva

pos.

de

humana

constante e invariante en todos los tiem-

historicista le preservaba

de

ello.

La humanidad procede

Naturaleza y son causas y disposiciones naturales específicas, más aún, (como decimos nosotros) con las demás especies (por ejemplo: el

la

cogenéricas

bipedismo,

el particular desarrollo

de su cabeza: «en

función de su figura que ahora tiene; por ella

el ser

humano todo

es

toda su historia y sin nada»); no cualidades de otro orden; aunque se llamen «naturales» (la ella se aclara

«razón» a la que Kant apelaba, precisamente en polémica con Herder), aquellas

que darán lugar a

la aparición del

creador de su propia naturaleza (aquí

Herder), de la cultura

como

si

fuese Dios:

organización;

Gustavo Bueno,

El

el

hombre como el espíritu

como una «segunda

naturaleza» creada por el

«Todo animal alcanza

hombre

mito de la cultura

[1

es el

ser natural y, a la vez,

de Espinosa sopla sobre

único que no

lo

hombre

que tiene que alcanzar en su

lo alcanza,

996], séptima edición, Barcelona

2004

precisamente porque

© FGB 201

1

78

El

I

mito de

la

cultura

su meta es tan bajo, tan tarde,

mezquino

es

alta,

tan lejana y tan infinita, y

con tantos obstáculos externos e

Y añade,

lado Nuestra

empezó en nuestra internos... Este

mismo, mediante



el ejercicio, este

en un capítulo del último libro de

humanidad es sólo

«Así también, el semejante

al

la

tierra tan

comienzo tan

precisamente testigo de su infinito progreso. Es que

que conquistar por

tiene

seguridad».

él

hombre

el

grado de luz y

primera parte

ejercicio preliminar, capullo

titu-

de una flor futura:

hombre será el hombre: también el

capullo enri-

gidecido y agotado por el frío y el ardor del Sol adquirirá su verdadera figura, su entera y genuina belleza». (¿Quién puede dejar de ver en estas frases la

de Marx sobre

Humanidad» y el comienzo, en un futuro indeterminado, de una humanidad única, sin clases, dueña de sí misma y de la Naturaleza?) En cualquier caso, el reconociprefiguración de

las ideas

miento de todos

los

los

la «prehistoria

los diversos círculos. Para él,

no todas

las

de

de los

ese «reino

humana fundada por

con

los

germanos como

Nos el

el

tie-

en

la

que culminaría

no fue educado por

momento de

la cultu-

Pero Herder tiene buen los judíos,

y que fue

misma idea como el

reivindicar a Lutero

cristianismo, aprisionado dentro de rejas romanas).

al

arriesgamos, en conclusión, a afirmar que la idea metafísica de la cul-

tura o,

en

la Tierra»,

cristianismo alcanzó su universalidad (la

el

por Hegel en

héroe alemán que liberó

casi

tampoco

si se

prefiere, el

mito de

«embrión» de Herder.

riores desarrollos

modelo

la cultura, está

Con

esto

ya íntegramente preformado

no queremos

decir

que todos

los ulte-

de esta idea de cultura hayan de ajustarse puntualmente

originario,

sumo de

como

si

diversas maneras.

primitivo,

Primeros pasos de la política:

Como

la

el

al

fueran simples reproducciones, coloreadas a lo

También hay

versiones diferentes, variaciones,

incluso «mutaciones». Pero siempre podrán éstas contemplarse desde

modelo más

con

de

a la formación de esa cultura uni-

(dice Herder).

Cristo

cuidado de subrayar que Cristo

será reproducida

en

cielos

la nivelación (relativista)

culturas son iguales, ni

nen por qué contribuir del mismo modo

ra

la

pueblos que Herder proclama en cuanto esferas o círcu-

poseedores de una cultura propia no implica

versal,

de

el

modelo de cultura bosquejado por Herder.

nueva Idea de Cultura y su encuentro

Juan Teófilo Fichte

no pretendemos en modo alguno emprender aquí una

idea metafísica de cultura

(que, tal

como

la

hemos dibujado,

historia

está

de

la

por hacer),

nos limitaremos a establecer, y en esbozo, algunos hitos de esta historia con el único fin de «redondear» e ilustrar su significado.

(pñ Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

Nacimiento y maduración de

Ante todo, Juan Teófilo

idea metafísica de cultura en

la

Fichte,

como

al

marzo de 1806. Aquí expone Fichte su

mismo tiempo,

riano,

mundo y de

la especie

fo ni el historiador tienen

hombre como



humana

nada que

decir,

origen, sino sólo el Ser uno, intemporal

dado

y

con que

ni el filóso-

pues no hay absolutamente ningún

y

necesario». Fichte el

es

ha conocido

la

dialelo antropológico-, si

porque presuponemos ya

una paulatina aminoración de su grado, hasta

conceda

se



el

el ori-

razón. Es absurdo pretender elevar la sinrazón de la

la

Naturaleza, mediante «sólo

la historia» y,

hombre. Por

dice en la lección 9

hombre, y de su origen,

del

hombre,

al

de

firmada en

algo ya dado: «Sobre

que nosotros llamamos

invencible fuerza de lo

podemos hablar

I

más kantiano que herde-

derivar de la Naturaleza la historia del

contrario, parte in medias res del

gen del

Zeitalters)

«filosofía

su idea de cultura. Fichte es aquí

y no pretende

alemana 79

autor de Los caracteres de la edad

contemporánea (Die Grundzüge der gegenwartigen Berlín en

la filosofía

la suficiente serie

la

razón

de milenios hacer descender de

un orangután, en último término, a un Leibniz o a un Kant». La razón, el hombre racional, debe suponerse dado (diríamos, como una entidad sustancial activa

que

racional, ser lo

existir

por medio de

que

es).

en

se asienta

dadera finalidad del



admitir

al

el

es el ser racional sino el llegar

que busca

la libertad (diríamos: la sustancia

vivido medrosos

medio de su mero

existir, sin

al

mismo

y rudos

mísera necesaria a

ser

llegar a

un pueblo

ciencia ni arte, se

tiempo, diseminados sobre toda la Tierra, han

salvajes autóctonos, sin

la posibilidad

de

la

ha de pretender

historia

ninguna

cultura, fuera de la

conservación de su existencia sensible.» explicar la génesis de la cultura,

suponerse también dada. ¿Qué

hombre?

es

entonces esta cultura en función de

Es, por de pronto, también,

en

La cultura debe

general. Propiamente, para Fichte la cultura es el todo, el yo.

se define el

a

estado de perfecta cultura de la razón. «Pero nadie impide

par que

Ninguna

Y entonces podría afirmarse que la ver-

Este supuesto nos llevará a admitir la posibilidad de

primitivo y normal que, por

encuentre en

misma).

humano no

la cual

una cultura subjetiva,

egoi-

hombre un ser distinto del salvaje, del bárbaro; pero esta como es tratada por Fichte, aparece inserta a su vez en un «envolvente» objetivo, a saber, la cultura objetiva ya dada como un material definido y propio para ser asimilado (y no como la forma subjetiva de lo que, forme, que hace del subjetividad, tal

cualquiera sea su contenido, pudiera ser incorporado mediante la educación del individuo,

por

el

aprendizaje). Esta cultura objetiva es, según Fichte



otra vez advertimos aquí su diametral oposición a Fferder pea.

Más

aún, la cultura de la raza blanca. Fichte plantea por

blema importante de

la filosofía

posibles las razas de la especie

Gustavo Bueno,

El

,

mito de la cultura

[1

de

la historia, la

humana, tan

diversas

996], séptima edición, Barcelona



la cultura euroello,

cuestión de

como

pro-

«cómo sean

en color y anatomía», por

2004

© FGB 201

1

8o

mito de

El

I

la

cultura

qué en todo tiempo, hasta

el

día de hoy, la cultura ha sido propagada exclu-

sivamente por extranjeros que llegan y se encuentran con habitantes originarios, más o menos salvajes, de las distintas tierras.

Diríamos que mientras que Herder logró pasar a de

tiva a partir

en

la

la idea

de cultura obje-

cultura subjetiva que debía ser transmitida por la tradición,

la

educación histórica del género humano, Fichte se eleva desde

ra subjetiva hasta la cultura objetiva a través del reconocimiento de

la cultu-

una

cul-

tura objetiva ya dada, la «europea», en tanto que es susceptible de ser trans-

mitida a los individuos

salvajes, tanto

como

a los niños, es decir, en tanto es

susceptible de ser transformada en cultura subjetiva. Sería suficiente, por tanto, advertir el tratamiento

que Fichte hace de

la cultura

como término que

denota un «material dado», supraindividual, tan complejo como europea», para poder afirmar que va.

Es cierto que

la cultura

él

animi de

la «cultura

está utilizando la idea de cultura objetilos antiguos,

aun

refiriéndose a

una

cul-

tura subjetual, se circunscribía, sin embargo, a la cultura de los griegos

romanos este

frente a los bárbaros, a los esclavos, incluso a los rústicos;

punto de

vista,

sería «cultura objetiva» era

como

que desde

para

momento en que

el

ellos la

término de desarrollo de

el

y

desde

también presuponía dada una cultura objetiva suscepti-

ble de ser «participada». Sólo

marcaba

y,

los

norma

hombres, dejaba de

cultura objetiva para confundirse con la

que después

lo

absoluta e intemporal que ser percibida

misma norma de

la

humani-

En cambio

dad más plena. la cultura europea para Fichte, y mucho más para Hegel, en la medida en que es contemplada como un conjunto de contenidos históricamente determinados, conformadores de los propios hombres,

podrá

ser percibida

como

y organizadora de las generay envolvente de una cultura his-

cultura envolvente

ciones sucesivas. Esta función conformadora

tóricamente dada no podría ejercerse sobre cada individuo,

implantado en

la

sociedad política, en

cada individuo aislado

es el

el

Estado.

Y así como

goce egoísta (subjetivo) de

si

no

estuviese

la finalidad

de

los bienes, así la fina-

lidad de la especie es la cultura, pues sólo a su través la especie puede desen-

volverse en sus individuos. El Estado es la organización que los individuos

constituyen para llevar a cabo la finalidad de

puede

que cabe

creer

establecer,

en su lección

la especie.

10, que

Con

esto Fichte

la finalidad del

Estado

es la cultura.

De

este

modo, Fichte

del Estado de Cultura.

está

Una

proponiendo por primera vez

idea que

maduró también

la

idea

(el

mito)

a través, sobre todo, de

alemana, y antes de que Bismarck (en 1871) levantase bandera del Estado prusiano el Kulturkampf, Bluntschli (en su

la filosofía política

como

Allgemeines Staatsrecht de 1852) había establecido una en otro tiempo célebre

cpñ Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

Nacimiento y maduración de

clasificación22

de

los tipos

la

idea metafísica de cultura en

de Estado en virtud de

la

filosofía

la cual,

alemana

además de

I

81

las

Monarquías y de las Repúblicas habría que reconocer los «Estados de Cultura», puesto que «los intereses culturales pueden determinar de forma especial la vida de

un

pueblo».

Fichte sigue diciendo:

en

más

particular, al

más

«Podemos considerar simultáneamente

perfecto,

como Estado en cada

de esta misma edad.

lata cultura

Con

los fines

edad,

como

Estado,

al

la

sede de

la

de esta cultura se halla en

contradicción y pone incesantemente en peligro la conservación del Estado el salvajismo, dondequiera que tropiece con aquellos fines...». termina: «Por

Y

injustos

que puedan parecer en

latinamente

de

estos fines, gracias a ellos se

primer gran rasgo del plan del universo,

el

la cul tura.



promueve pau-

la difusión universal

Y según la misma regla se proseguirá incansablemente hasta que que habita en nuestro globo

la especie entera

se

haya fundido en una sola

república de los pueblos cultos». Fácilmente podían entender los nazis que la

«lucha por

de Bismarck era

la cultura»

Tierra, el pueblo alemán, lucha

Humanidad

a

la cultura

nismo

como

A

estalinista.

particular,

la

cultura alemana o, por lo

y de inmediato, a entender

la cultura asiática,

fin

el resto

de

los

pueblos modernos,

na y a quienes corresponde encabezar vosotros decaéis,

la

la

lucha

encarnada, a

la sazón,

por

el

comu-

de cuentas, Fichte había dicho en su Discurso a

nación alemana-. «Sois vosotros [alemanes] quienes poseéis,

que

la

sería el elevar a la

orientada hacia la extirpación de la cultura judía, de la

romana o de

cultura

lucha del pueblo más culto de

condición de discípula de

la

menos, de servidora suya; en por

la

cuyo último objetivo

humanidad

el el

germen de

la

más nítidamente

la perfectibilidad

huma-

humanidad

(...); si

desarrollo de la

entera decaerá con vosotros, sin esperanza de

restauración futura».

El

desarrollo de

Un

la

Idea metafísica

proceso dialéctico

muy semejante

de Cultura en al

el

sistema de Hegel

que hemos creído poder constatar a

propósito de Herder y de Fichte es posible advertir también en Hegel.

22

Que

pasaría a los manuales de derecho político: véase

Manual de Derecho

Político

,

Me

por ejemplo Luis del Valle Pascual,

Biblioteca de Iniciación Jurídica, Librería General, Zaragoza, 1941,

319 páginas, quien expone, en este contexto, ideas de Holtzendorff, Bluntschli, Burgess, Jellinek y Carré de Malberg; y concluye afirmando como tesis propia: «El Estado tiene tres fines permanentes esenciales, a saber: Fin de Derecho nacional, Fin de Cultura nacional. Fin de Solidaridad nacional»

(pfí

Gustavo Bueno,

El

(p.

126).

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

82

mito de

El

I

la

cultura

refiero al proceso

jetivo hasta su si

bien, ahora, el

ya en su

muestra,

de transición de

momento

objetivo,

momento

la

la cultura el

que

idea hegeliana

sub-

un marco

subjetiva) se nos

supraindividual, envol-

mismo momento

es el

subjetivo de

nos da ahora en función del «Espíritu objetivo», que

es la

más próxima a la idea de cultura objetiva y que, en alguna

oca-

se

sión, se determinará explícitamente

He

como cultura

subjetivo (la cultura,

origen, conceptualizado en

y propiamente praeterhumano. Pues

vente,

momento

idea de cultura desde su

dotado de capacidad de reabsorber a aquél;

aquí, ante todo,

cómo queda

como

por Hegel

«transfigurado»

«cultura de

una nación».

concepto de

el

la cultura

«Como

animi de Cicerón en

la Filosofía del

Derecho de Hegel (§187, R):

dadanos del Estado,

los individuos

son personas privadas que actúan por su

ciu-

propio interés; y como este interés es obtenido a través de lo universal, que aparece así como un medio, el interés de la idea no se explícita en la con-

miembros de

ciencia de los individuos idea,

que no

es

la

sociedad

enteramente consciente en

civil.

rio

de

las

la libertad, a la

interés

el

de

la

que

los individuos, es el proceso

eleva su individualidad natural a la libertad formal

mal del saber y

Aquí,

a la universalidad for-

y

vez por la necesidad natural y por lo arbitra-

necesidades y que da una cultura a la subjetividadparticular» [subra-

yado nuestro] Por

vo

la cultura, la sustancia se

llegará a determinarse

observa que sólo quienes,

un

hace sujeto, espíritu

libre; el espíritu objeti-

como espíritu absoluto (arte, religión, saber). Hegel como Rousseau, suponen un estado de naturaleza,

estado de inocencia primitiva de

las

costumbres, pueden llegar a ver a

la

como exterior, postiza, incluso corruptora. Pero un tal estado de natuEn realidad, según Hegel, es un estado de privación, salvajismo y opresión. Hegel llega a decir que «La cultura [en su momento subcultura

raleza es fantástico.

jetivo]

es la liberación

y

trabajo de liberación superior,

el

transición hacia la sustancialidad infinita subjetiva...,

nos muestra espíritu».

el

valor infinito de la cultura

La cultura subjetiva

en

este

punto de

punto de

vista

como momento inmanente

del

es posible, por tanto, tan sólo en el contexto

del Espíritu objetivo (de la familia, del Estado

una

y

el

sobre todo, de la

y,

Sittlichkeii)-,

idea cuya abstracción cuasimetafísica se nos concreta vertiginosamente

la Filosofa

de

la Historia

(Introducción

II,

Determinación próxima del

principio de la Historia universal) hasta casi tomar las proporciones características

del concepto de cultura objetiva tal

«antropólogos científicos» de

la

como

será utilizado

época positivista (que, por

por

los

cierto, se olvida-

rán tenazmente, una y otra vez, de Hegel en el momento de mirar hacia sus precursores). «Lo universal, que en el Estado se destaca y se hace consciente, la forma bajo la cual todo lo que existe queda puesto es aquello que, de un ,

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

Nacimiento y maduración de

modo

que

forma de

recibe la

la filosofía

de una nación. Pero

general, constituye la cultura

minado que creta

idea metafísica de cultura en

la

el

alemana 83 I

contenido deter-

generalidad y se halla en la realidad conmismo del pueblo.»

la

es el Estado, es el espíritu

Por último, recordaremos

manera

la

dialéctica,

muy

explícita,

según

la

cual Hegel entendió la relación entre los diversos círculos o esferas de culturas objetivas.

En cada época,

daderamente

universal; la guerra es,

entre los estados soberanos, Filosofía el

de

la Historia

curso según

cual

el

turas)

que portan

que a

la

Los al

sazón

le

la

sólo

el

una de

juicio

han tenido lugar

los

antorcha de

había llegado

a la

la

la

un gravísimo

para dar lugar a

pueblos (de

las cul-

universalidad, para sugerir, en particular,

evolución de

la

Idea metafísica de Cultura

Hombre y de

Naturaleza que

error estratégico (un error al

del árbol único (raíces subterráneas

un tronco bien definido

se

aproximan

o simpatizantes aquejados del

las ideas,

denominado «síndrome de chovinismo

esquema o modelo

la

objetivo mostrar

hora a Alemania.

algunos historiadores alemanes de ser

de

los relevos

Precisamente

la Tierra.

como

caminos abiertos

que podría

de Dios sobre

única relación posible

la

de Hegel (podría decirse) tiene

enfrentarse con las Ideas de

Constituiría

entre las culturas existentes es la ver-

por otra parte,

del

reflejo») utilizar el

que vienen de

que brotan

las

lejos

ramificaciones

cada vez más frondosas y enmarañadas), para analizar los cursos de desarrollo de la idea de cultura, tanto cuando se explicita en teorías de la cul-

visibles,

tura

como cuando

se ejercita

en

las

investigaciones científicas o en las prácti-

cas llamadas «culturales», a partir del tronco constituido

por

la filosofía clási-

ca alemana (Kant, Herder, Fichte, Hegel). Pues con semejante esquema, aun

reconociendo

raíces subterráneas



italianas (Vico), francesas

Turgot, Helvetius), inglesas (Ferguson)

mientos últimos de lógicos,

la idea

de cultura



se

(Montesquieu,

tenderá a ver en todos los trata-

(filosóficos, científicos, políticos, ideo-

de Dilthey a Durkheim, de Morgan a Boas o Krober, de Marx a

Bismarck o Lenin) ramificaciones del tronco alemán. Sin duda, arborescentes son

muy fértiles

los

esquemas

historiográficamente hablando, pues permiten

descubrir algunas líneas genealógicas efectivas en la frondosidad de la vegetación; pero la

mayor

parte de las veces las líneas de derivación establecidas son

y no porque las ramas no procedan de algún tronco, sino porque además del tronco de referencia, otros troncos con raíces distintas, y incluso en los casos en los cuales las ramas de los diversos troncos se

aparentes, existen, éstas

hayan «anastomosizado».

(pfí

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

No hace falta,

en resumen, para librarnos del mode-

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

84

mito de

El

I

cultura

la

lo del árbol, prescindir

de

él,

No es un árbol,

tiplicarlo.

contribuyen a

reduciéndolo a cero; por

sino

formación de

la

que son la

varios,

el

contrario, basta

mul-

de diferente vigor, aquellos que

frondosa vegetación que tenemos a

la vista

para analizar. Contribución múltiple que no excluye que, en un período dado, un árbol determinado (coincidiendo con circunstancias favorables del

en

terreno,

con

este caso,

el

auge político e industrial de Alemania hasta

las

dos últimas guerras mundiales) haya podido proyectar su sombra mítica

Lo importante, en

sobre los demás.

el

momento

del análisis, es determinar las

diferentes especies arbóreas constatables en la vegetación visible, puesto

desde una al

perseguir

origen.

el

Para proceder a

en

el

la

sentido dicho,

ter generalísimo

determinación de una pertinente taxonomía de especies,

vamos a atenemos a ciertos

pero que no por

También

asunto.

es cierto

que

eilo el

desde

el

criterios ontológicos

de carác-

dejan de tener una puntual aplicación

al

sistema de coordenadas alternativas que

vamos a presentar ha de entenderse como

que

lo

es,

como un

sistema etic

cual pretendemos identificar las diferentes concepciones de la idea de

que emic no siempre coinciden punto

cultura

que

determinación estaremos en condiciones para no confundimos

tal

a

punto con

las líneas del siste-

ma de

coordenadas. Por supuesto, habrá que ajustar terminologías, y asimismo, no habrá por qué excluir la posibilidad de que una misma escuela se

mantenga ambiguamente

entre las líneas del sistema analítico; sólo

que

esta

como un argumento crítico contra la como argumento crítico contra el sistema analítico formas, la coincidencia es mucho más alta, y aún sorpren-

ambigüedad podrá

ser interpretada

escuela analizada, tanto

mismo.

De

todas

dentemente más bles

de

lo

que podría esperarse dentro de márgenes

tolera-

de interpretación.

Hemos tura como

definido la perspectiva ontológica para aquella que,

englobado por lógicas,

ella)

el análisis

tomando como punto de

preguntamos por

lleva a

las relaciones

que

puede mantener con

tal

de

la idea

de

las ideas

de

sistema constituido por

la

de cul-

referencia a esa idea, nos

idea (por tanto,

otras ideas

el

«material»

reconocidamente onto-

en función de algún sistema de coordenadas. Atengámonos

ma clásico el

alta,

al siste-

ontología especial, desde Bacon a Wolff, a saber,

las ideas

de Dios, de Naturaleza (o

Mundo

cósmi-

y de Hombre. Podremos entonces concretar nuestra delimitación de la perspectiva ontológica para el análisis de la idea de cultura en cuanto conco)

tradistinta

abren

las

de

la perspectiva

cuestiones concernientes,

en abstracto,

al

modo

— diciendo

gnoseológica

no ya

al «ser

El

la cultura»,

escolástico o «existencialista», sino a ese

realidad espiritual de la cultura en relación

Gustavo Bueno,

de



que, desde

con

las

mito de la cultura [1996], séptima edición, Barcelona

ideas

2004

ella, se

nos

considerada

mismo

ser o

de Dios, de

© FGB 201

1

Nacimiento y maduración de

la

idea metafísica de cultura en

alemana 85

la filosofía

I

Naturaleza y de Hombre. Hemos de suponer también que, tras la «inversión teológica» que consideramos característica de la época moderna (una inversión por la cual Dios deja de ser «el ser en la

considerar

el

que

el

desvanece prácticamente, es decir, tiende a resolverse en

Hombre, o en ambas

En

Mundo

el

o en

el

cosas a la vez.»

«edad teológica», cabe

la

racionalmente

se resuelven

Hombre» para constituirse en el ser «desde el cual podemos racionalmente a la Naturaleza y al Hombre») la idea de Dios se

Naturaleza y

«Reino de

los contenidos del

decir,

la

Cultura» se resolverán una y otra vez en Dios y serán contemplados (pero no filosóficamente, sino teológicamente, en nombre de la fe) desde la Revelación

que Dios tuvo a bien proporcionarnos:

reinaban por

los reyes

la gracia

Dios, los libros sagrados habían sido escritos por inspiración divina,

de

las len-

guas positivas procedían del castigo que Yahvé impuso a los hombres con ocasión de su proyecto de torre de Babel, las

do que

libros sagrados, lenguas, leyes morales,

de ese futuro «Reino de

En

ritu». el

la

mismas

por Dios después de

ser reveladas

Cultura»

la

época moderna, todos

al

hombre. Pero

&c. son precisamente

que ha sido reducido

los

por

la

mundo

Naturaleza (de

Ahora bien, (o el

mundo

O

A)

lugar en

poner en relación

como una

seno de

«extraterrestre») sin

incluso por causa

la

espí-

contenidos que hoy englobamos bajo

«campo

el

campo de

gravita-

un

lugar

gravitación de la Idea de

cósmico) o de la Idea de Hombre.

cósmico) se nos abre

bien el

al

contenidos

los

Idea de Dios, pero no para pasar a ocupar

exento, absoluto, sino para entrar bajo

reyes,

«Reino del

el

rótulo «cultura» irán paulatinamente desvinculándose del

torio» inducido

habían teni-

leyes morales

la caída del

el

«Reino de

la alternativa

creación que, desde

Naturaleza (de

la

el

la Tierra,

Cultura» con

de concebir a principio,

Naturaleza

la

la cultura:

y aun teniendo

pero acaso también del cielo

embargo, constituye una creación emergente, sui generis

sui,

sos naturales (que se

,

que

la

hace irreductible e incomparable con

supondrán teleológicamente ordenados

al

los proce-

nacimiento

del Espíritu).

O

B)

hasta

bien

el final,

reducción de

como un

en la

los procesos del

cultura

Podemos considerar cultura,

23 la

y

Para

el

la

proceso enteramente inmerso, desde

humana la

Mundo

El

natural (sin que ello signifique

primera alternativa

como un

segunda como un materialismo de

[1

una

espiritualismo de la

la cultura.

De

este

concepto de «inversión teológica» véase Gustavo Bueno, Ensayo sobre

mito de la cultura

principio

a las culturas de otras especies zoológicas).

economía política. La Gaya Ciencia, Barcelona, 1972, pp. 133-140.

Gustavo Bueno,

el

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

modo,

las categorías

la

de

86

El

I

mito de

división

la

cultura

bimembre de

concepciones filosóficas generales según su ontolo-

las

en esplritualismo y materialismo (división que sustituyendo «espiritualismo» por «idealismo» se corresponde con la que propuso Fichte y fue recogida por Lenin) se nos reproduce aquí a propósito de la filosofía de la cultura.

gia,

Conviene advertir que, desde nuestra confundirse sin más con

mo

de

la cultura

puede presentarse (como

naturalismo sui generis.

Hay que

hablamos de

en un sentido

«espíritus»,

no tenemos por qué entender de

la

perspectiva, el materialismo

naturalismo, puesto que también

el

vemos por Herder) como un

lo

tener en cuenta, en efecto, que cuando filosófico

y no meramente

«animista»,

esas «sustancias fantasmagóricas, incorpóreas»

época teológica; puesto que «Espíritu» significará ahora «principio crea-

no dependiente en su causalidad

dor, poético»,

constituida por

intrínseca de la Naturaleza,

orgánicas, de la cual, sin embargo,

inorgánicas

las especies

y puede extraer sus materiales (explícitamente suele para

no debe

el esplritualis-

el

hombre una «segunda

materialismo de

la

cultura

naturaleza»).

ción» de estos contenidos la

inspirado por

que

la cultura es

los

al nivel

contenidos espirituales, una «degrada-

zoológico

(el

mismo Marx, o

«cultura espiritual») sino, sobre todo, en

el

en

el

contexto de los procesos cósmicos sin por

el

Diamat,

sentido que está

una voluntad metodológica que, aborreciendo

apelación a

la

toda causa sui creadora, trata de mantener incorporados todos culturales

el

no ha de entenderse en sentido reduccionista, que

comportase una devaluación de

hablaron de

decirse

Asimismo advertimos que

los procesos

ello verse

obligada

necesariamente a borrar su individualidad o su especificidad.



Cuando ponemos en relación el «Reino de la Cultura» con un Hombre que, en cuanto correlato de la Cultura objetiva,

senta de inmediato desde tivas posibles

que

pondrán, más en a)

La de

se

una perspectiva

nos abren son

detalle,

en

el

social,

no

individual



las tres siguientes (alternativas

el

Hombre

se

nos pre-

las alterna-

que

se reex-

capítulo VII):

identificar («superponer») la Cultura

con

Hombre

el

(podríamos

hablar de alternativa humanista). b)

La de separar

tanto en

ei

la

Cultura y

él,

La de

Hombre

(en

el límite,

un antihumanismo,

caso en que se considere a la Cultura por encima del

—un «sobrehumanismo» de debajo de

el

la

— como cuando

Cultura

como «infrahumanismo» de

la

hombre

se la considere

por

Cultura).

en parte y en parte separarlas, de suerte que pueda decirse que ambas ideas tienen una zona de intersección, que las diversas c)

identificarlas

escuelas graduarán según sus propios criterios (podríamos hablar de praeter

humanismo,

Gustavo Bueno,

El

al referirnos

mito de la cultura

a esta tercera alternativa).

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

Nacimiento y maduración de

idea metafísica de cultura en

la

alemana I87

filosofía

la

El punto verdaderamente importante de esta taxonomía de alternativas lo

ciframos en la circunstancia de que abiertas

del

por

el

primer

las

correspondencias entre

segundo (Cultura/Hombre); independientes no en

dan marchar separadas, sino en pectivos

miembros no

no hay que

sentido de que

por ejemplo,

De

puesto que caben también concepciones espiritualistas de

modo aún más

manistas y de un

manismo el

punto de

humanismo,

cultura antihu-

la

que podemos asociar

al

antihu-

Asimismo, hay un materialismo humanista, como

materialista.

también hay un humanismo (desde

radical del

el

res-

modo: que

otro

esplritualismo con

el

las

sentido de que pue-

el

composición de sus

la

determinada unívocamente.

está

identificar,

el

las alternativas

son independientes de

criterio (Cultura/Naturaleza)

espiritualista.

de

vista sintáctico)

las

Dado

carácter «distributivo»

el

composiciones entre

las alternativas

materialismo/espiritualismo y las alternativas humanismo/antihumanismo/

praeterhumanismo,

se

comprenderá que, según

como

preferible utilizar

el

punto de

de primer rango, a

criterio

la

mo/materialismo (considerando, en segundo rango, al

humanismo,

al

antihumanismo o

como

zar utilizando

al

pueda

ser

oposición espiritualis-

como

variedades suyas,

praeterhumanismo), o bien, comen-

de primer rango

criterio

vista,

distinción humanis-

la

mo/antihumanismo/praeterhumanismo, considerando como variaciones de segundo rango

dremos a

la

esplritualismo

al

y

al

En

materialismo.

este

primera posibilidad, aun conscientes de que

táctica entre estas dos posibilidades taxonómicas

la

ensayo nos atenequivalencia sin-

[(Aa,Ab,Ac;Ba,Bb,Bc) y

(aA,aB;bA,bB;cA,cB)] puede encubrir profundas diferencias semánticas en organización de

En todo y

un

caso,

material determinado.

en

el

la Cultura, a través

múltiple), el

la

momento en que de

la

se establece la

conexión del

Hombre

Naturaleza (que es constitutivamente variada y parte de la Naturaleza, se nos presentará, ante

Hombre, como

todo, en la variedad de sus razas y sociedades, así

habrá que verla de inmediato

como un modo

culturas». Esto equivale a decir

que

la

como

«la cultura»

también

abreviado de designar a

unidad esencial que sugiere

el

«las

término

Hombre y la que sugiere el término Cultura habrán de ser tomadas como un resultado que como un punto de partida en el plano fenome-

singular antes

nológico. Pues lo primero son los hombres, es decir, las diversas sociedades

humanas, que con frecuencia no después de

un

«Género humano

Gustavo Bueno,

Recordamos que

El mito

de

la

reconocen mutuamente

largo proceso histórico alcanzarán,

de algunos pueblos,

24

se

». 24

la visión

de

la

la expresión

como un

unidad de todos

Asimismo, decimos,

lo

como

ideal,

los

primero son

tales,

las

y

y sólo

a través

hombres en

el

culturas parti-

«Género humano» fue incorporada al himno de La Internacional.

cultura [1996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

88

mito de

El

I

la

cultura

culares (que, por tanto,

no

denominarán

se

ni siquiera de ese

modo,

sino por

ejemplo, «costumbres diversas de ios pueblos bárbaros»).

Con

todo lo anterior queremos afirmar que

conexión entre

de

las ideas

Hombre y

los

problemas derivados de

de Cultura, a través de

como problemas de

Naturaleza, tienen que ser planteados, ante todo,

ción entre culares

y

dades diversas y

con

el

la

único género

humano o sociedad universal tampoco puede

clame

una cultura

idea de

lato real, es decir,

margen

que

la

el

En

espiritualismo

culturas parti-

universal

un

que

corre-

exista al

cultura particular que se autopro-

como norma, que las diversas culpueden mantenerse, en el momento de su unidad, ¿Aceptaremos,

una «armonía de

nos creeremos obligados a reconocer que

preside las relaciones entre culturas ca, la lucha?

una

una cultura

coexistencia pacífica de sus diferencias (en

diferencias»), o bien

las

universal (supuesto que ella tenga

del «proyecto imperialista» de

católica, universal).

mutua

de

las relaciones

exista efectivamente

turas o las diversas razas

en

rela-

el

formularse directamente, sino a través de culares

la

de

y género humano, y entre las culturas particultura universal. Y, por ello, las relaciones entre las razas o socie-

las razas específicas

la

la idea

y

la

las

norma que

razas diversas es el conflicto, la polémi-

cualquiera de los casos, lo importante es constatar que tanto

como el materialismo pueden mantener sus concepciones en

«versión armonista» o en «versión diafonista», y que es simple ideología asociar el

armonismo

cultural al materialismo (acaso, en términos políticos, a «la

izquierda») frente al espíritu polemista, de

conmigo

está contra mí»)

rialismo diafonista»

y un

cuño

religioso («el

que no

está

o político («de derechas»). Cabe también un «mate«espiritualismo armonista», al

menos en

teoría,

que

desde donde aquí estamos hablando.

es

La evolución

de

la

Idea metafísica de Cultura

por

las rutas del

Dos

palabras sobre las «filosofías espiritualistas» de la cultura. Ante todo, con-

«espiritualismo»

viene dejar dicho que estas filosofías constituyen la

maduración del «mito de

ra es el

la cultura»,

que inspira precisamente

el

terreno

por no decir que

el

más propio para mito de

estas filosofías espiritualistas.

la cultu-

Desde luego,

y según ya hemos advertido, espiritualismo no ha de entenderse, en el contexto filosófico, al modo teológico o «animista». Ser espiritualista, en filosofía

de

la cultura, equivale

a postular

fuente o energeia inagotable de

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

un

principio poético o creador

la «sustancia cultural»,

y

996], séptima edición, Barcelona

como

esto sin perjuicio de

2004

© FGB 201

Nacimiento y maduración de

idea metafísica de cultura en

la

la

1

:

filosofía

alemana 89 i

reconocer que de ese principio creador actuante puede emerger o brotar

Ahora

cultura . 25

bien:

Aa) El esplritualismo de los cauces del

puede

la cultura

abrirse

éste es

«animal cultural»; identificación que no habrá

que hacer

consistir tanto

en

visión del

hombre como

ser espiritual, definible

la visión del espíritu

tualidad creadora. Es este espiritualismo

Fichte

el

no

idealismo, y

—como

el

es el yo; el

como humano cuanto en



porque

modo,

como

un

el

espiritualismo

como

y un

sustancia, sino

mundo

es,

en cierto

misma del yo, por tanto, algo muy próximo a un mundo momento en el cual el yo absoluto se determina como yo o

creación

la

de cultura en

el

socialmente (ideas que han renacido en nuestros días entre

tú, es decir,

algunos

idealismo absoluto de

existe

únicamente como «posición del yo», de suerte que

confundido muchas

ser

el

vez

es a la

no-yo ni siquiera

la

precisamente por su espiri-

que suele

sin motivos,

de Kant, en su terreno

el

humanismo. Espíritu

camino, ante todo, por

El espíritu se identificará precisamente con el

humanismo.

hombre, en tanto que

veces con

la

físicos

defensores del llamado «principio antrópico »). 26

Eíerder, sin perjuicio

de

la

También

intensa coloración naturalista de su terminología,

habría de ser alineado en este tipo de concepciones espiritualistas y humanis-

de

tas

la cultura: el

hombre

es

hombre en

virtud de su cultura espiritual,

La cultura

constitutiva de su segunda naturaleza.

es el

mismo contenido

del

mismo» o bien «expresándose simbólicamente» a

hombre «creándose a sí mismo o a sus próximos; sociedad y reflejo de socialización

expresión

del espíritu de

y de

sólo

también a

la

en

lo

De

expresión de los hombres en

también como instrumento de

así

hecho

la

cultura se determinará

un pueblo, creador de su

sus costumbres. Así Dilthey,

cuyo humanismo

Cassirer,

no

la cultura es lenguaje,

sociedad misma,

y de humanización.

misma

mitos, de su arte

das,

la

se expresa

que concierne a

Max

como

lenguaje, de sus

Scheler o

el

propio

fórmulas más explicitas y rotunmetodología del conocimiento, sino

en

la



las

propia realidad conocida. Leemos en su Antropología filosófica

«La característica sobresaliente y distintiva del hombre no es una naturaleza metafísica o física sino su obra» [que es la cultura, como «conjunto de las for-

mas

simbólicas» del arte, religión, ciencia, tecnología, parentesco...]; «la cul-

tura

humana, tomada en su conjunto, puede

25

fica

Véase Gustavo Bueno, Materia, Pentalfa, Oviedo,

de

«espíritu»

26

Una

como

1

ser descrita

como

el

990, en donde se propone

El

la idea filosó-

equivalente a la idea de «forma separada», que implica la actividad pura.

exposición enciclopédica de este principio en John D. Barrow

& Frank

Anthropic Cosmological Princple, Oxford University Press, Oxford, 1986.

Gustavo Bueno,

proceso de

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

J.

Tipler,

The

1

go

la

El

I

mito de

la

cultura

progresiva autoliberación del hombre. El lenguaje,

descubre y prueba un nuevo poder,

mundo ideal ». 27 Ab Pero el esplritualismo )

de

todas

mundo

de edificar un

el

el arte, la religión, la

En

ciencia constituyen las varias fases de este proceso.

suyo propio, un

cultura se desarrolla también

la

hombre

ellas el

margen

al

humanismo, y aún, en el límite, en contra suya, no sólo como espiritualismo no humanista de la cultura, sino como espiritualismo antihumanista, de signo «sobrehumano» (y, a veces, «infrahumano»). La cultura se abre camidel

no ahora a

través del

hombre, pero

lo transciende,

queda «más abajo», con sus miserias tura, se sitúa

por encima de

espíritu, acaso

tura

siquiera se

le

llama superhombre a este

para no contaminarlo). Alienta en esta concepción de

decía Basílides). Esta visión de

a la carne

entendida, sobre todo,

como

arte,

cuando

a través del arte,

que abre

la realidad miserable

al espíritu el

ticos,

la «filosofía

de

la cultura», los teóricos

lógicos),

éticos,

Mundial (D. H.

«axiólogos»,

los

Kerler, Nicolai

o

Genio (no necesariamente

al

dad» tan por encima de

hombre por su

mársele

«filosofía

entre

el

de

los

el

la filosofía

de

que podríamos



Héroe (no necesariamente

mili-

en una «sublime

sole-

artístico)

del Dasein,

la cultura,

siones, Frobenius utilizó fórmulas

aun no siendo por

cerca de este

aunque más

lejos

no

lla-

de

la

alienado, en su Carta

Leo Frobenius quien, dentro de

nista (a veces, incluso antihumanista) las

muy

también Heidegger cuidó de establecer distancias

hombre y la existencia auténtica

de entre todas

Segunda Guerra

a la

hombres ordinarios que solamente podría

sobre el humanismo. Sin embargo, fue

de

al

a

vida

la

la reli-

los Valores Superiores (esté-

anteriores

genio

de

finita

pensadores alemanes, pró-

apariencia. Paralelamente,

la cultura»,

estrictos límites

de

y

al infinito,

Hartmann), estuvieron

espiritualismo antihumanista, que ponía tar)

acceso

Muchos

gión de la música (de Camille Mauclair).

ximos a

modo,

la cultura fue

desde Novalis hasta Ricardo Wagner: sólo

una liberación de

es posible alcanzar

y

la cul-

espíritu al espí-

cultura fue acaso, en cierto

la

constitutiva del romanticismo alemán, particularmente

humana

hombre

el

cotidianas. El espíritu, a través de la cul-

él (y ni

una suerte de dualismo gnóstico («Dad carne

ritu»,

de suerte que

de

citar.

mantuvo

las

la

culturas

Y esto

es

más

concepción no huma-

más enérgica y

mística

dicho a pesar de que, en oca-

que podrían dar a entender que

misma humana,

los

formadora de

los

la cultura,

hombres

(hasta el

punto de llamarla por eso Paideumd). Frobenius quiso mantenerse en una

27 Ernst Cassirer, Antropología filosófica. Introducción

a una filosofía de

la cultura

(1944), versión

española de Eugenio Imaz, Fondo de Cultura Económica, Méjico 1945, pp. 133 y 412.

(pfí

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

Nacimiento y maduración de

idea metafísica de cultura en

la

perspectiva naturalista; pero su naturalismo esplritualismo (en

do de vida autónoma

dice

fisiología

— como un

nica

(la

de

las

«como

tica similar a la

con una morfología,

formas culturales propia o

que pudiéramos

de

—como la

él

mismo

Naturaleza orgá-

Su naturalismo hay que una sustancialidad energé-

atribuir a la vida orgánica

y un

similar arrai-

inmanencia del mundo, frente a cualquier dogma trascendente. Por

la

mismo, su naturalismo no excluye

ello

dota-

ser viviente»)

conferir a la cultura

un

a este

«tercer imperio» al lado del imperio

como voluntad de

91

hemos dado

del imperio de la Naturaleza anorgánica.

y

entenderlo

go en

cultura

del de Herder,

I

como un organismo

sentido filosófico, desde luego, que

el

término), pues consiste en reconocer a la Cultura

anatomía y

modo

es, al

alemana

filosofía

la

el

esplritualismo atribuible a

un

prin-

De este modo se concluye que la cultura, viviendo en el mundo como los seres orgánicos, es independiente de éstos. Y así dice que

cipio creador. natural,

los contenidos

de

la cultura, las ideas

Paideuma». El hombre

«surgen demoníacamente de

la

entidad

hombre que estudia la Antropología, en el sentido de Blumenbach, el hombre diversificado en razas diferentes, o el hombre que estudia la Psicología) queda, en la concepción de Frobenius, más del

del

.

lado de

la

(el

naturaleza orgánica que del lado del «imperio cultural»: «La cultu-

ra es, frente a sus representantes

dice Frobenius en

también

la

humanos, un organismo absoluto». Más aún,

1920 exponiendo

distancia entre el

la

evolución de su propio pensamiento,

hombre y

la

cultura

aumenta continuamente.

y fuertes formas culturales en razas oscuras y poco estimadas; en Europa, pequeños y miserables restos de cultura en hombres altos y elevados y viceversa... La cultura se me aparenta hoy en su «Fie visto allá [en África] grandes

gran organidad más independiente del hombre que entonces [en 1895, recién

fundado su Archivo de

Áfricd\». 2S

Ante

textos de esta índole

no deja de

paradójico que los antropólogos actuales reivindiquen a Frobenius

de sus Por

ser

como uno

clásicos.

lo

demás,

la

concepción de

la cultura

de Frobenius fue aplicada por

Spengler para decirlo con sus propias palabras, a

la historia

de

las

cultura

culturas en

«monumental»

su período de configuración de formas y épocas de («el Paideuma del hombre primitivo es para él [Spengler] sólo la

un

caos»).

La

influencia de Spengler en la filosofía de la cultura es bien conocida, pero aquí

sólo

queremos destacar que, para Spengler, como para Frobenius,

nacen, crecen y mueren a

28

Leo Frobenius, La

cultura

(1921), traducción española de

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

un ritmo

como

las culturas

distinto de los ritmos de los

ser viviente, contornos

Máximo José Kahn,

hombres

de una doctrina cultural y psicológica

Espasa-Calpe, Madrid, 1934, p. 24.

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

92

I

El

mito de

cultura

la

(duran un promedio de mil años), y adquieren una morfología cada vez más que los hombres permanecen en su anatomía, en su fisiolo-

diversa; mientras

gía

y en su

psicología, invariantes, en lo esencial de su vida.

Ac) El esplritualismo de la cultura puede presentarse también en una pers-

no

pectiva que

propiamente humanística, pero tampoco ahumanística,

es

sino praeterhumanística. La cultura será concebida ahora, desde luego,

una creación

namente con cialmente,

Un

del espíritu.

hombre, ni

el

así

como

espíritu

el

que aunque no puede

hombre con

él,

sin

ser

muy variables. Unas

la prehistoria

se identifica par-

y de

lo espiritual

no humano

veces, la línea fronteriza se establecerá entre

la historia; otras veces la línea

y

embargo

recíprocamente. Es obvio que los criterios posibles para

establecer las fronteras de lo humano-espiritual

han de

como

identificarse ple-

pasará por zonas geográficas

(pueblos o sociedades naturales o salvajes/sociedades civilizadas fluviales).

Otras veces

También

obvio que

es

o a

la línea divisoria separará a las razas

aparecer en ocasiones

las

concepciones praeterhumanas de

las

la

clases sociales.

cultura

podrán

como un mixtum compositum de humanismo y ahu-

manismo, y fácilmente nos conducirán a resultados eclécticos. Pero, en principio, las diferencias son claras, aun cuando el concepto de «praeterhumanis-

mo» del

sea mucho más complejo y envuelva una dialéctica más compleja que la humanismo y la del antihumanismo. Acaso la concepción que pueda tomarse como prototipo de la concepción

praeterhumanista de

la

cultura sea la concepción hegeliana de la cultura.

disponemos de espacio para

No

de este asunto a fondo y para justificar debidamente nuestra interpretación. Nos limitaremos a sugerir que una cosa es

«humanizar

el

«espiritualizar al

la



Espíritu»

el

Antropología (por tanto

es

Naturaleza.

Cuando

cuando alcanza

que carece de alma

el

los

en

—y

momentos de

poner en segundo plano

es

subjetivo, Espíritu sin duda, pero la

antiguo Espíritu divino

Hombre» en algunos de

que no podemos hacer Hegel a

tratar

el

otra cosa es

su desarrollo.

lugar

al

hombre), que

el

momento mismo de su

Lo

que atribuyó

es el lugar del Espíritu

«despertar» en

Espíritu comienza a desplegar su verdadera energía,

la figura del Espíritu objetivo.

—como

se

ha dicho (Ortega),

Pero es

el

Espíritu objetivo,

— no

es

culmina en

el

un «desalmado»

propiamente humano, sino más bien praeterhumano; por

ello

Espíritu absoluto a través de cuyas fases (arte, religión, saber) culmina la

autoposición del Espíritu en

hemos



mismo, como

libertad. Pero la cultura,

absoluto, en

el

momento

a la vida superior.

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

como

dimana, según Hegel, del Espíritu objetivo y en el que, a su través, el Espíritu subjetivo se eleva

visto anteriormente,

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

Nacimiento y maduración de

La evolución

por

de

ser

muy esquemáticos

que hemos denominado

la cultura

no agradará a todos no

como

en

la

filosofía

exposición de

«materialistas»,

que incluimos en

los

reconocerán

se

la

alemana 93 I

«materialismo»

las rutas del

veces ellos

idea metafísica de cultura en

Idea metafísica de Cultura

la

Tenemos también que de

la

las filosofías

una denominación que que muchas

este epígrafe, puesto

materialistas culturales. Sin

embargo,

las

diferencias entre el materialismo cultural en sentido estricto (el de White,

Steward o Marvin Harris ) 29 y

mos

las otras

concepciones de

pueden reexponerse como

materialistas

la

cultura que llama-

diferencias entre materialismos

humanistas y no humanistas (siendo el materialismo cultural prototipo del materialismo humanista, o quizá mejor, antropológico). Pues materialismo,

como hemos dicho, lo entendemos aquí como la negación del esplritualismo, por tanto, como la concepción que incita a aplicar sistemáticamente una metodología que permita determinar lógicas,

económicas) de

dencia de

humana»

el

al

de

fuentes «materiales» (biológicas, etosus formas,

y no en

el

y

la

depen-

(entendiendo

estas condiciones naturales

sentido genérico

modo

las

humana, en todas

cultura

la cultura respecto

«natural» aquí en raleza

la

sentido específico de la «natu-

de Frobenius).

Bd) El materialismo de

la

cultura se nos ofrece en primer lugar en la forma

de un humanismo, de un antropologismo. Su precedente teórico más antiguo,

aunque

referido a la cultura subjetiva, lo

Protágoras platónico,

Pero

el

materialismo de

«filosofía implícita» la

cuando reducimos

de

hemos puesto en

na:

Morgan,

es,

la disciplina

que

se

Hemos

Y esto

analizado cultural

bre 1978, pp. 4-28.

cierto,

la

de naturalis-

tradición anglosajo-

dicho sin perjuicio de que muchos antropólogos de esta

más ampliamente

y materialismo

Un

tal

materialistas.

Lo

como la entendemos,

el

histórico».

materialismo

el

UNED,

característico

de

(I a época),

septiembre-octu-

materialismo cultural de Harris en David

Madrid, 1989, 386 pp.

puede consultar nuestro «Análisis del Protágoras de Platón» en

la

edición bilingüe

de este diálogo, traducido por Julián Velarde, publicado por Pentalfa, Oviedo, 1980, pp. 15-84.

(pfí

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

la

es la definición del

de Harris en Gustavo Bueno,

El Basilisco, núm. 4

estudio de conjunto sobre

Alvargonzález, Ciencia y materialismo cultural, 30 El lector

30

ocupa explícitamente del hombre,

sobre todo, la Antropología de

no quieran reconocerse como

«Determinismo

.

nos interesa aquí, sobre todo, en cuanto

la cultura

visión antropológica de la cultura,

29

del

Tylor, Boas, Krober, Radcliffe-Brown, Malinowski, Herskovits,

Steward, &c. tradición

que

mito

a sus términos positivos

la alegoría

Antropología cultural (fuertemente impregnada, por

mo); disciplina

el

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

94

El

I

mito de

la

cultura

hombre como «animal

y

cultural»,

objetivo a partir de las culturas

y la aproximación hacia su estudio científico humanas (particularmente en sus capas extra-

como

somáticas e intersomáticas o sociales)

madas por

hombres a

los

«necesidades»,

partir

gracias a la inventiva propia,

y

fueran «vegetaciones» confor-

si

de una vida natural que, impulsada por sus

han ido consolidándose como

«totalidades complejas» (según la fórmula de Tylor) dotadas de

No

estructuración interna y diferenciadas mutuamente.

embargo,

se olvidarán,

las relaciones interculturales, las aculturaciones, los

sión, &c.; pero lo

más importante

una poderosa sin

procesos de difu-

sea acaso la tendencia hacia

un armonismo,

perspectiva procedente probablemente del hecho de que esta antropología se inspira en los estudios de las sociedades preestatales (llamadas antaño «natura-

En

«primarias», «salvajes» o «bárbaras»).

les»,

tamaño de

estas sociedades,

y

juicio de contactos regulares comerciales

ajustan bien a ecologista,

que

se intentará extender

maneras

o

— o bien

hacia los

ción de

Tristes

las

de

militares)

son



fúncionalista

en vano a

las

las

mismas

—una

que

se

de signo biológico-

culturas históricas de carác-

de esta aplicación: o bien

pesadilla histórica

(sin per-

características ,

universalista, es decir, a las culturas «católicas».

se intentará explicar el fracaso

derará transitorio

futuro

y



un esquema armonista

ter imperialista

efecto, el relativamente reducido

la distribución discreta

De

varias

se le consi-

que acabará por desaparecer en

el

y entonces un sentimiento de nostalgia poética trópicos será la última salida posible. De hecho, con la evoludefinitivo,

sociedades industriales en nuestro siglo,

el

antropologismo va que-

dando reducido a ideología de grupos marginales, y aun

como

la

misma antropolo-

y transformándose o bien en una disciplina cuasisociológica (que se ocupa de las comunidades urbanas) o gía clásica está desapareciendo

bien en una disciplina

En cambio,

el

disciplina

literaria (de relatos

de épocas ya pasadas ). 31

antropologismo armonista encuentra hoy una vía de recu-

peración a propósito, no ya de

las

culturas exóticas

y

lejanas sino

ras cercanas e internas a las propias sociedades políticas días: es el

armonismo de

cos,

regiones, de las

las

intentan ser rescatadas de

la

jurisdicción

que amenazan a su identidad. La

de

de

las

cultu-

o estados de nuestros

«comunidades autonómicas», que los tradicionales estudios históri-

vitalidad dei

mito del armonismo de

las

culturas está probablemente asegurada durante bastantes años. El mito se

compone principalmente de

la

composición de estos dos momentos extremos:

lo particular y lo universal («lo universal es lo particular genuino, auténtico; lo

31

Puede verse a este respecto Alberto Cardín,

Tientos etnológicos, Júcar, Madrid, 1988;

y la com-

pilación de James Clifford y George E. Marcus, Retóricas de la Antropología, Júcar, Madrid, 1991.

(pñ Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

Nacimiento y maduración de

universal abstracto inerte

y



la

idea metafísica de cultura en

es decir, sin colorido folclórico

burocrático»). Se supondrá, por tanto,

que

alemana 95

la filosofía



I

es equivalente a lo

inmersión en lo parti-

la

cular de cada cultura concreta asegura automáticamente la universalidad, aun-

que no

se sabe

por qué. Sin duda porque se confunde

etnológica o gnoseológica

(la

universalidad

la

universalidad del disco botocudo)

lidad directa. Es evidente que la defensa de los rasgos culturales

y más

como en Camboya,

hígado del enemigo,

sea aceptado

como un valor,

cuya conservación

sino, por

no porque

el contrario,

contenido cultural

el

como un

es científicamente deseable,

aunque

rasgo de salvajis-

este deseo esté

contradicción con otras exigencias estéticas, económicas o éticas dicción de la «reserva mejicana» del

Mundo feliz de Aldous

Bb) La «corriente central» de la Antropología,

humanas, discurre central

no

es la

duda por

sin

el

1994), asegura una universalidad

etnológica a los pueblos que la cultivan; pero

tes

particu-

por extravagantes que sean (siempre que no consistan en comerse

lares,

mo

refleja,

la universa-

los cauces del

como

en

contra-

(la

Huxley).

ciencia de las culturas

humanismo. Pero

esta corriente

única e incurriríamos en grave error subestimando

las corrien-

antihumanistas o no humanistas dadas dentro del materialismo.

Aunque

puedan considerarse en gran medida marginales, han tenido una gran influen-

y constituyen, en todo caso, puntos de referencia imprescindibles para el sistema general de las teorías de la cultura. Por lo demás, el antihumanismo puede cia

estar afectado

por signos opuestos, porque

la

incompatibilidad supuesta entre

el hombre y la cultura puede entenderse ya en sentido de una «defensa del hombre» (que busca liberarse de la cultura opresora) ya como una «defensa de

la cultura» ria

(que busca defenderse de

humana, por ejemplo, en su

la

degradación a

fase capitalista).

puede equivaler a un humanismo

cultural

la

que

Por tanto,

la

somete

el

antihumanismo

contracultural. Cabría

la

poner en

correspondencia estos dos sentidos con estos dos sintagmas recíprocos

dos de vez en cuando

como

cultura contra el hombre,

si

utiliza-

rótulos de libros: El hombre contra la cultura,

no

fuera porque

el

mise-

y La

segundo, desde coordenadas

humanistas generales, puede considerarse equivalente del primero. Si

en

el

clásico del

mito

del Protágoras creíamos

humanismo

poder poner

primer antecedente

el

materialista, en el cinismo antiguo

podríamos ver

el

antecedente del antihumanismo cultural, y aun de la contracultura, pero en su sentido más radical (no meramente en el sentido muy determinado que adquiere este concepto, por ejemplo, en

32

cay su

Gustavo Bueno,

el libro

Theodore Roszak, El nacimiento de una contmcultura.

de Roszak). 32

Reflexiones sobre la sociedad tecnocrdti-

oposición juvenil (1968) , edición española, Kairós, Barcelona, 1970,

El

mito de la cultura

[1

Un sentido que

996], séptima edición, Barcelona

2004

320 pp.

© FGB 201

g6

mito de

El

I

cultura

la

contra toda cultura y no contra una cultura en particular. Cuenta que Diógenes de Sinope, habiendo visto a un muchacho bebiendo el

se dirige

Liercio

agua que, con sus manos, tomaba de un niño

me

cinismo mantuvo ante representada aquí por tica,

y por

la cultura;

gimnosofistas

Alejandro).

el

los griegos

un

cinismo y los sabios desnudos las campañas de

el

descubrieron a raíz de

de

citarse entre estos precursores

que Epicuro propugnó fue

lo

ser

la

con-

repliegue, sobre todo,

el

cultura urbana, política, de la vida de la ciudad; así podrían interpre-

la

de Lucrecio: Suave, rnari magno turbantibus aequora

consecuencia,

ismo tanto

el

Platón, «el

buen

cuanto

el

la

o incluso

escita», Anacarsis,

de

la

en conexión con

Yermo

vuelta a la vida fuera de la ciudad

(del

buen

el

el

el

epicure-

del bárbaro de

de Rousseau)

salvaje

«vida retirada»,

la

el

ascetismo cristiano,

el

que propugnaron

que nos habla Paladio en su Historia

al

margen de

lausiaca),

los Padres del

desencantados de

personajes extravagantes del siglo IV (San Pajón,

&c.) que no buscaban tanto

Estilita,

tiene en

ventis...

ciudad. La contracultura epicúrea podría también poner-

la civilización helenística,

San Simón

de

ille,

no

más bien

sentido cínico (que nos recuerda

sentido horaciano del Beatus

la civilización,

se

también habría podido

superflua. Pero

También Epicuro podría

tarse los versos

En

que

aun cuando

tracultura,

de



que

la actitud

cultura extrasomática,

la

una colodra que bien podría ser también una joya artís-

mismo vana y

ello

desde luego, ante

vestido (es conocida la conexión entre



arrojó su colodra diciendo: «Este

río,

gana en sabiduría». Esta anécdota célebre resume

la

vida del buen salvaje en

la

Naturaleza cuanto vivir en los desiertos de Nitria, apartados del mundanal

con

ruido, «solos

el

monjes (para quien ha logrado la

misma «voluntad de

podía

ser otra cosa sino

(la

una

vida pastoril) y en

en cuenta sis

el

fuerte

vivir a solas

el

mundo

XVIII (el

misma que

es la

buen

salvaje).

el

se

No

no

cabe duda que

continúa en

el siglo

Por último, conviene tener

componente contracultural que

llevados a cabo desde

natural o histórico

suerte de frívola glotonería).

cinismo

monajoi,

con Dios, aunque sea analfabeto,

saber» de las cosas del

esta línea contracultural del

XVI

como

Solo», «ni envidiados ni envidiosos»,

alienta

en muchos análi-

naturalismo reduccionista, en

el

sentido de la

Sociobiología o de otras perspectivas zoologistas. El reduccionismo zoologista

en

el análisis

de

la

cultura lleva implícito, en efecto, la devaluación («de-

sacralización») de los valores culturales

lugares

de

la

más

altos,

y

tiene

mucho de

que

el

cultura subjetiva o subjetual. Sirva,

como

El mono desnudo de Desmond Morris: «Toda vera del

hombre no

impulsos de

(pñ Gustavo Bueno,

El

los

es otra

humanismo

reducción de

cosa sino

la

clásico

[1

al

los

plano

único ejemplo, este párrafo de

la

industria frigorífica

un medio

al

y conser-

servicio de los

animales carniceros que entierran y conservan

mito de la cultura

ponía en

cultura objetiva

996], séptima edición, Barcelona

2004

la

© FGB 201

mismos comida;

Nacimiento y maduración de

toda

no

la labor del

todas

poeta que dedica su poema,

un circunloquio para

es sino

obras de arte,

las

mantener

la

idea metafísica de cultura en

la

la

Divina Comedia, a Beatriz,

por ejemplo, que

los explotados, similares al golpearse el tórax el

la

cultura objetiva

Divina Comedia, para

la

que ha de poder

ella;

Pirámides, son maniobras [superestructuras] para

las

dominación de

esos objetivos o fines subjetivos, sino en los propios fines

libro,

I

que desea unirse sexualmente con

decirle

etológico o psicológico genérico, pero

un

alemana 97

filosofía

Añadiríamos nosotros: todo esto será verdad desde

gorila».

serlo,

la

existir,

punto de

el

no

se resuelve

operis-,

necesita

ser escrito, copiado, distribuido,

vista

en

como pueda soporte de

el

por tanto, conca-

tenado con otros contenidos culturales, según líneas y estructuras que ya no ni, en todo caso, son

tienen nada que ver con los supuestos fines operantis,

deducibles de

Dante

¿Qué tienen que

ellos.

ritmo de

o

los versos

tiva consiste

tampoco

el

gramática de sus proposiciones? Pero

la

la fábrica

de agua que choca con

que

la

turbina sea simplemente una expresión de

del generador

como

difícil es

deducir de

las

deducir de

la

la corrien-

tampoco puede

decirse

tendencia del agua a

la

caída del agua

la electricidad

tendencias sexuales de Dante

estructu-

la

de sus versos. El

antihumanismo de

la cultura,

vía de la contracultura («en

contrahumanismo («en

como inhumana,

pero

el

sino

hombre para

el

hasta

la

hicieron

un

incendio de

Roma

los cientos

cristiana,

hombre,

sábado». La cultura exige

el

esfuerzo, el sacrificio

muerte de

se

los

hombres o de

el

sus familias:

¿cómo

obras culturales? Los espectáculos del circo, incluso el sacrificio

romanos anónimos?

los habitantes

nombre de

varón, precisamente en

que

él

y se

mito de la cultura

de

Y

los gladiadores

el

o

desde una óptica

los atributos

más

caracte-

ciertos valores religiosos cris-

consideró superiores? ¿Cuántas veces no se ha ofrelas

de una ciudad atacada por

El

sacrificar al pro-

sábado para

comunes para demostrar que

(pñ Gustavo Bueno,

La cultura podrá aparecer

habrá que

ha hecho

ser:

propia vida para defender

artístico

«No

él

la

la vía del

el

por Nerón, ¿no justifican

de

tianos, «culturales», la

Cultura»).

la

valor superior y a

toma

dicho, no siempre

Hombre»); a veces toma

¿no se emasculó Orígenes, renunciando a

rísticos del

cido

la

del

pirámides faraónicas o los acueductos romanos que hoy admira-

las

mos como supremas de

el

mutilación o

como hemos

nombre

nombre de

el

es

pio hombre. Su lema podría

el

cultura obje-

la

de luz no constituye ningún fin de palas de la turbina (ni

las

moverse hacia abajo). Tan

ra

el

precisamente en estas cosas, y no en aquellas finalidades; como agua que cae por el salto y mueve la turbina corre tendiendo a

generar electricidad: te

ver con los fines sexuales (subjetivos) de

estructura de su caligrafía o la encuadernación del pergamino,

la

[1

la

instituciones de la Patria o

el

enemigo? Citamos

el

estas situaciones tan

concepción antihumanista de

996], séptima edición, Barcelona

patrimonio

2004

la

cultura es

© FGB 201

98

El

I

algo

mito de

la

cultura

más que una simple

vez a lo largo de toda

humano

que

teoría filosófica, puesto

la historia

de

la

tiene algún interés, será en la

está ejercida

humanidad. En

medida en que

una y

esta concepción,

otra si

lo

de los hom-

la felicidad

bres se subordine a la cultura, a la obra, cualquiera que ésta sea, incluso cuan-

do

cultural alcanza

dad

es

el

puente sobre

el río

Kwai (de

1957 por David Lean). Podríamos afirmar que

dirigida en

mo

como

obra sea tan efímera

esta

muchas

veces

un signo

este

la película

antihumanis-

«La

aristocrático o elitista:

felici-

de plebeyos», decía Goethe; y Oscar Wilde sólo veía legítimo justifien la medida en que mejorara las condiciones para un

car al socialismo

florecimiento de la vida del arte

La visión

Be)

de

dialécticos

por

ello

mismo,

como hemos

En

la cuestión; lo

la

más

el

una perspectiva praeterhu-

como

dicho, a los planteamientos

que no

«científica»,

La mitología de

rialismo.

estos lugares,

la cultura.

materialista de la cultura, desde

manista, responde,

y

y de

significa

más complejos

que una visión semejante

sea,

o coherente con los postulados del mate-

cultura puede florecer también ampliamente en

la

resultado de la luz arrojada por esta perspectiva.

fondo, la perspectiva materialista es ahora un paralelo de la pers-

pectiva espiritualista del praeterhumanismo.

Más

su verdadera importancia práctica reside en

el

aún, podríamos pensar que

praeterhumanismo de

tura, siendo secundaria su «cobertura especulativa» materialista

o

la cul-

espiritualis-

ta.

Sin embargo, no nos parece legítimo subestimar estas «coberturas», pues-

to

que

ellas

no son meros agregados

consolidada, sino

muchas

De

una actitud previa ya

postizos a

modos de entender la conexión de una tal

con

actitud

otras

referencias, incluidas las referencias prácticas.

todas formas,

concepción ríamos a

como presentábamos

así

espiritualista del

Marx como

prototipo de

las

cultura que cabe atribuir a

prototipo de la

ahora presenta-

concepciones materialistas de

ra desde la perspectiva del praeterhumanismo.

Marx no expuso

como

cultural, así

a Hegel

praeterhumanismo

En

Marx (decimos «que

efecto, la

la

cabe atribuir», puesto que

explícitamente una doctrina sobre

manera que tampoco expuso una doctrina de

la cultu-

concepción de

la cultura,

de

la

misma

las clases sociales, salvo

por

modo

fragmentario) no disocia plenamente «cultura» y «hombre», pero tampoco los identifica enteramente, ni explica la una por el otro, ni recíproca-

mente. Los debates sobre Soviética, tuvieron

que

el

humanismo

ver, sin

marxista, en la época de la

muchos de

tomamos «en

el

desarrollo de las formas de la cultura «al

aunque

las

serio»

sus textos, postula

El

margen

formas culturales aparecen a través de

en su sentido «linneano», natural, o bien

(pñ Gustavo Bueno,

mito de la cultura

[1

que Marx,

una amplia

franja para

duda, con esta situación. Se

si

lo

Unión

diría

del hombre», puesto que

los

hombres, tomados éstos

hacen «por encima de su volun-

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

Nacimiento y maduración de

idea metafísica de cultura en

la

«hombre

tad» o bien se supone que derivan del

que no ha alcanzado todavía su estado de

minos

escolásticos: los contenidos culturales serían

alemana 99

filosofía

I

un hombre, por

alienado»,

tanto,

plenitud. (Para decirlo en tér-

muchas

hombre» que «obras humanas».) La voluntad

del

la

veces antes «obras

materialista de

Marx

está

y desde el punto de vista de esa voluntad podemos interhecho de que el lugar de la idea espiritualista (hegeliana) de creación

fuera de toda duda, pretar el

sea

ocupado por

la idea

de producción. Esto dicho sin perjuicio de

sión que advertimos, en los escritos inspirados en

en contextos

creación

tales

como

«capacidad creadora de

sobre todo, «capacidad creadora del proletariado». ducción



la poiesis

techné, el arte)



de

los griegos

ha borrado

En

supone moderado por

modo

un

a

y

la idea

en

concepto del hacer,

el

a la idea del hacer políticas,

no puede

{facere, el

en

latín).

Con

circunscribirse a los límites

como

{agere,

en

queremos decir

esto

materialismo histórico,

de parecida manera a las

que per-

nivel de abstracción superior,

de producción, en

poco puede circunscribirse a

de

si

la asocia-

las categorías

la idea del proletariado

tam-

categorías sociológicas de «clase obrera», de

de trabajadores industriales» o de «clase explotada». La idea de produc-

«clase

ción marxista deriva de la idea hegeliana

como la

el facere

español

el

unidad que media entre «hacer una buena faena»

la

«hacer una buena mesa»

también que

hemos observado cómo

otra ocasión

la diferencia entre el agere

mite captar

económico

la

suele aplicarse, sobre todo, a la producción material, al

logrando elevarse de este

mos

o,

idea de pro-

acere (de lo factible); reservándose para la creación la esfera del

phronesis o prudencia).

y

la

(que Aristóteles suponía moderada por

agere (de lo agible), el término praxis (que Aristóteles

latín)

burguesía»

la

En realidad,

f

terreno del

la

la profu-

marxismo, del término

el

de

la

«autogeneración del

hombre

proceso» (como consta en los Manuscritos de 1844). Otra cosa es que

idea comience a ser interpretada en

incluir,

el

terreno material, que habría de

ante todo, a la producción de alimentos y medios de subsistencia. como impensable la idea de una

Podría observarse (siempre que admitamos causa

sui)

que

bre» requiere

la

fórmula hegeliano marxista de

una

exégesis racional,

la

«autogeneración del

que obligaría a

retirar al

terminas a quo del proceso; habría que pasar a considerar terminas ad quem. Según esto, a «hacerse a fases (los

vo de



el

mismo» («autogeneración»)

nitiva autoconstrucción de ese libertad, se situará

también

producción. Porque

El

el

la

[1

que

el

llega

ritmo progresi-

«Género humano». En función de

Género humano en su aun siendo una

de plenitud y demiurgo de la

como

clase social del

996], séptima edición, Barcelona

la defi-

fase final

idea del «Proletariado»,

proletariado,

mito de la cultura

hombre como su

es sólo el

a través de la producción, cuyas

«modos de producción») marcarán precisamente

la historia («prehistoria») del

Gustavo Bueno,

al

«hombre», como proceso,

hom-

hombre como

2004

© FGB 201

modo

de

1

ioo

El

I

mito de

producción

cultura

la

desde luego, su condición de figura socio-

capitalista, desborda,

lógica, es la «clase universal» (que es cualquier cosa

lógica», empírica, positiva).

La idea de

menos una

«clase universal»

«clase socio-

que Hegel había

identificado con la clase de los funcionarios públicos del Estado, la identifi-

Marx con

cará

cual la clase

el

proletariado industrial, pero solamente en la

versal (llamada a destruir todas las clases). Perspectiva zar,

en

la

de

La confluencia

que sólo podría alcan-

el

Proletariado victorioso.

Idea metafísica de «Cultura»

la

Idea metafísica de «Producción»

la

Ahora bien: ¿qué

relación cabe establecer entre la Producción

mantenemos

idea de la cultura objetiva acuñada por

humanista

que

la

—atengámonos aquí

contenido de

el

modo, que

la

la

al es,

un proceso

comporta además del de producción turales)

y

el

«todo complejo» de Tylor

Producción

«todo complejo» de Tylor

material es

al

y la Cultura?

es

precisamente

la

cabría decir

Cultura, o, de otro

materialismo histórico sería

la idea

ante todo, producción material,

en

cultural

trabajo

el

humano

y

la

la

idea del

de «produc-

producción

sentido antropológico amplio, pues

(que es cultura intrasomática) medios

herramientas, es decir, contenidos extrasomáticos cul-

(útiles,

relaciones de producción (familiares, jurídicas, políticas, es decir,

relaciones intersomáticas),

que también son

culturales.

Y la producción mate-

en tanto va dando como resultado una «sociedad compleja»,

rial,

Si

materialismo



«traducción» más aproximada que cabría hacer de

ción». Pues la producción

se organi-

un determinado modo de producción que implica una

zará dentro de (los

la

clase uni-

sociedad industrial, gracias a su condición de Demiurgo, capaz de

controlar los medios de producción,

y

medida en

trabajadora mantenga su perspectiva revolucionaria de

base

medios de producción y las relaciones de producción) y una superestrucDesde este punto de vista cabría «estructurar» la cultura de una socie-

tura.

dad en proceso según hizo

Marvin

tres planos,

en estrecha interacción recíproca, como

Harris. El materialismo cultural, en efecto,

la inspiración del

(que corresponde a

la «base»),

una

estructura (sobreentendida

arte, religión, literatura, &c.).

mos una de

las

de enfrentarse

más

el

El

una

lo

punto

También

es

como

«estruc-

superestructura (que

materialismo histórico) que

mito de la cultura

[1

—y

la

idea de cultura, en

sin perjuicio

com-

verdad (y con esto señala-

graves dificultades con las cuales, a nuestro juicio,

desarrollo de las ideas marxistas

cpñ Gustavo Bueno,

este

materialismo histórico, reconociendo una infraestructura

tura social de las relaciones de producción») y

prende

toma en

el

hubo

curso de

de rectificaciones impor-

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

— Nacimiento y maduración de

tantes (el lenguaje

no

la

idea metafísica de cultura en

alemana

101

1

según Stalin; y tampoco, según que habría que considerar como formando

las

parte de la base productora del grupo social) al

la filosofía

sería superestructura!,

Godelier, ciertas religiones, a

de hecho

A

1

terreno de

las

— ha tendido a

circunscribirse

superestructuras, por ejemplo, a través de la dis-

tinción entre «producción material»

haber producción no material

—como

si

— y «producción

so suele llamarse «espiritual»).

Un

para

el

materialismo pudiera

cultural» (que a veces inclu-

concepto que constituyó

el

nervio de la

maoísmo y aun de la política cultural maoísta que a de 1960 adquiría carácter de abierta hostilidad contra el humanismo

«revolución cultural» del partir

,

entendido

como

como

por

interés

detrimento de los

análisis

de

humanos permanentes que van en

los factores

Otras veces, a través de distinciones

clase.

tales

«trabajadores manuales» y «trabajadores intelectuales» (que Gramsci

definía

como

«funcionarios de la superestructura»); en España, a través de la

distinción entre las «fuerzas del trabajo»

implicaba una reivindicación de

la

y

las «fuerzas

importancia de

la

de

la cultura», lo

que

superestructura en

el

proceso social (reivindicación en la que ya se distinguió Gramsci). Pero, en cualquier caso, habría que decir

de

la cultura», tal

sifica

desde

como

que

el

proceso de «producción

se presenta desde el materialismo histórico, se diver-

el principio,

y ocurre como

si

la

unidad del todo complejo, que

para Tylor aparecía dada sin más, se mostrase ahora

como una

situación

y problemática, desde el momento en que la producción se supone ya en marcha (acaso desde las sociedades organizadas en una fase posteinestable

de Morgan,

rior al «salvajismo»

que para Tylor, en

efecto,

tal

y para

como

fue interpretado por Engels)

los «antropólogos»

mayor, sino constatación de un hecho positivo el

nombre de



no

constituía dificultad

múltiples contenidos y procesos culturales, esferas o todos para el materialis-

(como también para

histórico

un problema

Lo

a saber: que la cultura es

complejos, cuya unidad se supone dada factualmente

mo

3

el

:

espiritualismo hegeliano) representaba

filosófico-práctico, puesto

que

esas múltiples culturas

que considerarlas como «conformaciones» cuya unidad

es inestable

habrá

y aun

eximera («llevan en su seno a sus propios enterradores»), porque implican fractura o alienación de la superior

no.

De

este

modo,

la pluralidad

la

unidad del Espíritu o del Género humade culturas y

la

complejidad conflictiva

Federico Engels, Origen ele la familia, la propiedad privada y el Estado. A través de Engels muchos conceptos de Morgan pasaron a formar parte del materialismo histórico; al cabo de los años, White, en un viaje a la Unión Soviética, en los años treinta, conoció el libro de Engels y, de este modo, el materialismo histórico ejerció una influencia soterrada sobre el materialismo cultural de White y (a través de Steward) sobre Harris. 33

(pñ Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

102

mito de

El

I

la

cultura

entre todas ellas y sus partes no podrá ser

simple hecho positivo, porque

que también

tiva),

proceso histórico (de una totalidad atribu-

el

una realidad

es

«hecho») nos pone delante de

las

meramente constatada como un

positiva (aunque

Cultura universal, atribuida a

la

sea propiamente

Género humano,

perspectiva de la unidad total del Espíritu o del

desde

no

un

mutuas contradicciones percibidas desde

la

Humanidad en

la

es decir,

su fase de plenitud

verdaderamente antropológica).

(la fase

Lo que para

esplritualismo dialéctico hegeliano eran

el

nes del Espíritu en

las

determinacio-

culturas particulares de los diversos pueblos (Estados)

las

como

destinados a ser asimilados por la cultura victoriosa de cada época,

encarnación del Espíritu universal, para el materialismo histórico dialéctico serán

humano primero

determinaciones («parcializaciones») del Género

las

en diferentes sociedades particulares (circunscritas a regiones geográficas rentes separadas entre

principalmente

Mundo,

las

lares la

propias de

las

y no necesariamente homogéneas: Engels subrayó y del Nuevo

sí,

diferencias entre los pueblos del Viejo

derivadas de

las parcializaciones

dife-

diferencias geográficas, ganaderas, &c.)

las

de

las culturas

más avanzadas. De

sociedades

sociedad correspondiente

al

y,

más

tarde,

superiores en las determinaciones particu-

modo

éstas, las

de producción

más conocidas son

capitalista (dentro

de

la

cual se constituye la «cultura burguesa») y la sociedad comunista (condición

de una «Cultura universal»). Tales parcializaciones, consideradas desde de

la «alienación»

una Cultura

modo,



que depende, a su

vez,

de

Género humano

universal asociada al

culturas particulares en tarse a sí

misma». Pero

proyecto maoísta) en

una cultura

más

la perspectiva del proletariado

interpretaciones

destinada a borrar todas

definitiva, podría pensarse

del proletariado

La

la

como

las clases

que sólo

que encabeza

la

en

la cultura universal

llevarse a efecto.

¿Cómo

El

mito de la cultura

[1

si

y,

por

el

ello,

nos situáse-

el

proceso de su autogénesis

cultura proletaria, en cuanto cultura

se presentó

tuvo que ver con

entender

las

la relación

nacionales con la cultura universal, en

(pñ Gustavo Bueno,

una idea mítica

revolución, podría ser la cultura del porve-

pueblos o naciones con cultura propia a partir de

que

las

agente o demiurgo de la revolu-

más importante que

dificultad objetiva

concepción de

transmutación de

humanidad «conquis-

contradictorias. Por ejemplo,

mos en

nir.

obligan, en cierto

idea de una revolución cultural (generalizando

la

la perspectiva universal es

las

final,

la

universal podría la

admite

esta



a plantear los problemas de la unidad de la cultura en términos de una

«revolución cultural». Pues únicamente a través de

ción

la idea

o proyecto práctico de

la idea

el

una y otra vez ante la

multiplicidad de

cuales la revolución tenía

de esas supuestas culturas

sentido marxista? La «cuestión

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

Nacimiento y maduración de

—como

nacional»

se la

la

idea metafísica de cultura en

denominó en

el

marxismo



alemana 103

la filosofía

1

sólo podía recibir dos

tipos de respuestas:

1)

La respuesta universalista o intemacionalista tendente a considerar a las

como

culturas de los pueblos

configuraciones históricas transitorias, llamadas

a ser reabsorbidas en la cultura universal. Al internacionalismo se inclinó la

de Kautsky (La nacionalidad moderna 1887) y también de (Obrero y nación, 1912). Lenin y Trotsky mantuvieron una perspec-

línea ortodoxa, Strasser tiva

,

análoga de recelo

problemas de

los

que

las

al «social

la cultura,

si

patriotismo», con

una gran repercusión sobre

bien reconocían la importancia instrumental

punto de vista de

culturas nacionales podían alcanzar desde el

o táctica revolucionaria (por ejemplo Trotsky en La guerra y

tegia

cional,

2)

la interna-

1914).

La respuesta

nacionalista,

que subrayando a

como unidades sociales y políticas de primer orden

nacionales

las culturas

(y no como unidades apa-

no como

rentes o «cantidades despreciables») tendía a ver el proletariado real

unidad indivisa en su estado de abstracción (confundiendo quizá

ad quem

intencional con

como una alcanzar

el

el

terminas

terminas a quo efectivo de la revolución) sino

realidad distribuida de hecho en naciones o pueblos. Habría que

admitir que

con

la estra-

el

modo

de producción

de esos pueblos.

la cultura

uno de

proletariado de cada

el

tanto influiría en Stalin) se

capitalista,

En

estos pueblos,

cuando llegan a

podría considerarse identificado

esta línea (la del «austero

mantuvo Otto Bauer

marxismo», que

—que contraponía

los tér-

minos Kultur y Bildung, precisamente con un matiz de clase: la educación burguesa o Bildung tendría un componente cosmopolita, que se opondría a la «cultura del

que para

el

pueblo»



y,

a su

modo, Gramsci 34

—que mostró

proletariado tendría el intento de formar

y marginal y

la

el

una subcultura

necesidad, por tanto, de su integración en

peligro aislada

cultura de su

la

pueblo.

Lenin, siguiendo en este punto a Marx, había insistido en que la cultura del proletariado había de entenderse valiosos

de

go», del

que Marx había hablado en

la

heredera de los contenidos más

cultura burguesa o aristocrática (incluyendo aquí

decisivamente los trabajadores la

como

al

los Grundrisse).

el «arte grie-

¿No habían contribuido

desarrollo de la cultura aristocrática o al de

cultura burguesa? (¿quién había fabricado las mesas estilo Luis XV?). Pero

34

Antonio Gramsci, en Qiiaderni II (p. 1804).

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

104

El

I

mito de

la

cultura

entonces la revolución cultural debía tener

que

cultural», orientado a

la cultura

mucho de «programa de extensión

superior dejase de ser patrimonio de

unos pocos para convertirse en patrimonio de todos. La dificultad estribaba en saber por dónde había que

trazar la línea divisoria entre los «contenidos

eternos» de la cultura aristocrática o burguesa y los de

culturas populares

las

o nacionales. Podía parecer evidente, por ejemplo, y más aún desde un punto de vista práctico, que la cultura del «leer y escribir», es decir, la alfabetización,

uno de

era

«repartidos» históricas

contenidos culturales que necesitaban ser urgentemente

los

de

y que la escritura era, sin duda, una de las grandes adquisiciones la humanidad (según Morgan-Engels, uno de los criterios de la

civilización). Sin

embargo, esta evidencia se oscurecía cuando se introducía la

consideración de que

«invención de

la

como una

más, ser considerada

la escritura alfabética»

«invención de

la

no podía,

humanidad», sino

la

sin

de un

pueblo determinado, dotado de un lenguaje también determinado; en suma,

cuando

se tenía

en cuenta que

el

aprender a leer y a

escribir,

por parte de un

pueblo entero de campesinos y proletarios (pertenecientes siempre a un área cultural determinada) podía constituir una «revolución cultural» por relación estado anterior de la sociedad campesina o burguesa, pero no abría a ese

al

pueblo ría

la

a leer

puerta de

ya

la cultura universal. El

«pueblo revolucionario» aprende-

en ruso, pero tendría que inventar

escribir

— de

inventaron durante la etapa estalinista

se

fin

de que estos pueblos participasen, a su vez, de

ra.

Ahora

bien, salvo

menos, en

la

la

el

«hombre

total»

mitológica.



,

ella

No menos

criterio del

a lo sumo, a

no

decir ridicula.

que

de programa cuasioficial de

La división

al

hombre

la

el

del futu-

veces, fue designado

ridicula había sido la propuesta

hasta que Stalin lo barrió,

sobre la lingüística.

como

nueva sociedad, que, a

el estatus

al

perspectiva hege-

a la profúndización de su fraccio-

era solución utópica por

perar hasta alcanzar tica,

la

la escritu-

La «solución» del poliglotismo, contenida en

otras culturas).

hombre de

la

la cultura universal sino,

proyecto del «saber politécnico», tomado del

invención de

extensión del «gran invento cultural» de

la

extensión de la cultura rusa (y con



—como

uzbekos, &c., a

ruso se convirtiera en la «lengua universal», o

no conducía a la unidad de

namiento con

ro

la

lengua hegemónica (con lo que se recaía en

que reconocerse que

liana), tenía la escritura

que

los alfabetos

los kazakos,

como

Desde luego,

ívíarr

hizo pros-

revolución sovié-

principio de los cincuenta, en sus Cuestiones

del

Género humano en dos

clases antagónicas,

decía Marr, conlleva la consecuencia de que la cultura de los explotadores será la

cultura dominante; pero entre los contenidos

tura

hay que contar

considerarse

(pñ Gustavo Bueno,

El

como

la

más importantes de

lengua. Según esto, los lenguajes positivos

lenguajes de la

mito de la cultura

[1

humanidad

esta cul-

no podrán

futura. Las lenguas positivas

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

Nacimiento y maduración de



¡dea metafísica de cultura en

la

— son

Por consiguiente,

total.

cosas, la creación

Podemos

no son

en resumen, que

lengua del hombre

la

la

lengua del futuro.

la teoría

materialismo histórico, dejando aparte

las

de

la cultura implícita

en

el

exposiciones retóricas del mismo,

Es simplemente una especulación utópica.

es filosóficamente inconsistente.

Una

1

revolución cultural definitiva requerirá, entre otras

la

de una lengua nueva,

decir,

alemana 105

lenguas de vencedores y de libre, pleno y

ruso, alemán, inglés, chino, español

explotadores, lenguas de Imperio;

la filosofía

rápida referencia a otra teoría de la cultura que también puede ser

clasificada

como

materialista

Sigmund Freud. La

—su concepto de

la cultura

de

un materialismo,

sin

la teoría

atribución de materialismo a Freud,

duda, de corte naturalista

quantum

y praeterhumanista:

de

«energía psíquica»

susceptible de ser tratado según «modelos hidráulicos»

como un



,

puede

darse por demostrada. Sin duda, las coordenadas antropológicas de la teoría

muy distintas de las coordenadas

psicoanalítica de la cultura son

lismo histórico; incluso podría defenderse

mantiene en

el

una

siquiera cabe hablar de

de que

la tesis

terreno de la cultura subjetiva,

del materia-

el psicoanálisis se

que, por consiguiente, ni

y

teoría psicoanalítica de la cultura objetiva. Sin

embargo, hay componentes en esta teoría que merecen ser considerados

como propios de una teoría de mos a las objetividades sociales, se le aparecen a Freud, junto

si

nos

referi-

intersomáticas: el clan, la familia, o el Estado

con

las

formas objetivas naturales,

—no propiamente

turas supraindividuales

Sobre todo,

la cultura objetiva.



psicológicas

que

como se

estruc-

imponen a

moldeándolos y confiriendo a sus egos sus «princiEsto sin perjuicio de que, a su vez, los sujetos vuelvan a esas

los sujetos psicológicos,

pios de realidad».

y tendiendo, por así cultura objetiva (puentes que

estructuras objetivas, erigiéndolas en «ideales del yo», decir,

puentes entre

transitó

la

cultura subjetiva y la

Wilhelm Reich y

no podría

clasificarse, sin

los

llamados freudomarxistas).

más,

como «humanista»

Freud; pues aunque es verdad que la

y

llega a su

madurez a

través

ta la naturaleza represiva que,

de la

de

el

la

En

cualquier caso,

a la teoría de la cultura de

hombre, para

el psicoanálisis, se

troque-

cultura, hay también que tener en cuen-

según Freud, comporta

la

acción troqueladora

Cultura es represión, dice Freud, y lo que la cultura reprime es porción del hombre acaso más importante, a saber, el Ello, la misma libila cultura.

do que mueve

la

vida entera. La cultura viene a ser

principio represivo de realidad,

que moldea

represivo de idealidad, de libido sublimada,

así,

en primer lugar, un

el Ego, y un principio también que moldea el Superego o ideal

del yo. Sería interesante establecer las correspondencias las tres

Gustavo Bueno,

El

que puedan mediar entre

«capas de la producción» establecidas por el materialismo cultural

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

(la

io6

El

!

mito de

capa básica

la

cultura

—muy —

cerca de la Naturaleza

capa superestructural) y coanálisis (el Ello

el

las tres



capa social estructural y la «capas del psiquismo» establecidas por el psi-

más cercano

,

la



a la Naturaleza

,

el

Ego y

el

Superego,

manantial de mitos, reglas morales y otras «superestructuras»), pero no disponemos de espacio para detallar estas correspondencias 35 No nos resistimos, .

en cambio, a

la tentación

de «denunciar»

hemos observado muchas veces to

de practicar ese

una tendencia a cerca

las

«crítica

de

la

practicar

una

Fromm, Adorno, Marcuse),

suerte de «psicoanálisis social».

Un

«psicoaná-

superestructuras» cuyo psicologismo sui generis recuerda

el psicoanálisis

por

y psicoanalistas en el momen-

que suele conocerse como

Escuela de Frankíurt:

la

individual (sobre todo, en su versión adleriana)

inspirando una gran parte de días

profundas semejanzas que

Al menos ha habido siempre, en algunas escuelas tocadas de mar-

cultura».

de

entre marxistas

análisis peculiar

xismo (particularmente

lisis

las

la «crítica

los novelistas, directores

ninguna duda,

el

foco

más

de

la cultura» ejercida

muy

de

y sigue

en nuestros

de cine o periodistas que constituyen, sin

activo de la llamada «conciencia de la izquierda»

del presente.

35

Algunos de

estos

puntos están tratados en Gustavo Bueno, «Psicoanalistas y epicúreos.

Ensayo de introducción del concepto antropológico de

núm. 13

(pfí

Gustavo Bueno,

"heterías soteriológicas"», en El Basilisco

(junio 1982), pp. 12-39.

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

,

como campo

La idea de cultura

de

investigación científica.

la

como

La Antropología cultural

«Culturología» de Cultura entendida como concepto

La Idea

científico-positivo

En

y sus variedades hemos

capítulo anterior nos

el

referido a la idea de Cultura desde

una

perspectiva ontológica, que nos obligaba a discutir el «lugar» que corres-

ponde a

esta idea

en relación con otras ideas inequívocamente ontológicas

como

(por no decir metafísicas) tales

En

Naturaleza.

el

y Materia, o

Espíritu

presente capítulo queremos referimos a

desde una perspectiva gnoseológica. Ahora,

la

la

Idea de Cultura

las diversas disciplinas

por extensión, con

científicas,

o ciencias institucionalizadas

filosóficas,

sobre todo con la llamada «filosofía de

la

las disciplinas

cultura») tales

Historia del Arte, la Lingüística, la Sociología, la Musicología, Política

todo,

o

la

como

la

Economía

la

Antropología Cultural. La «Cultura» se nos presenta ahora, ante

como un campo los

un conjunto de campos)

(o

científico positiva; tanto

supone que

Hombre y

Idea de Cultura habrá de ser

puesta en relación, más que con ideas ontológicas, con (y,

bien,

si

se

campos son

diferentes. Pues todas ellas,

agruparse en una

supone que

plurales,

el

abierto a la investigación

campo

es unitario

que corresponden a

como

ciencias

si

se

también

por motivos que habrá que determinar, tienden a

misma clase de ciencias, la clase de las «ciencias culturales» como «ciencias del espíritu», «ciencias humanas» o

(otras veces designadas

incluso «ciencias sociales»).

No

es fácil establecer la

va ontológica y

la

conexión entre

relativamente independientes

Gustavo Bueno,

El

estas

dos perspectivas

(la

perspecti-

perspectiva gnoseológica). Sin duda, ellas se presentan

mito de la cultura

[1

y,

efectivamente,

996], séptima edición, Barcelona

la

como

perspectiva ontológica

2004

© FGB 201

1

io8

I

El

puede

aun

mito de

la

cultura

ampliamente

desarrollarse

sin excluirla.

También

la

margen de

al

pendencia respecto de «todo prejuicio puso, hace

un

siglo,

cambiar

en Alemania, se englobaban

por

la

denominación de

dose en desde ria

la

la

la

metafíisico».

Precisamente Rickert pro-

denominación común con

la

que, sobre todo

las «ciencias del espíritu» ( Geisteswissenschaften)

«ciencias de la cultura» (Kulturwissenschaften) basán-

apreciación de que

el

término

que venía rodando

espíritu (Geist),

de Hegel, arrastraba una excesiva carga metafísica, innecesa-

la escuela

para

la perspectiva gnoseológica,

perspectiva gnoseológica suele reclamar la inde-

constitución de ciencias tan positivas y «empíricas»,

dían serlo la Lingüística positiva o

Historia del Arte

la

36 .

como

preten-

Sin embargo, por

nuestra parte, tenemos que manifestar ciertas reservas a esta pretensión de

independencia de lógica . 37

gnoseológica respecto de

Ante todo, advirtiendo que cuando puede

lógica se

de

la perspectiva

estar,

en

realidad,

la ciencia ejercida («en

cia representada,

perspectiva onto-

habla de perspectiva gnoseo-

hablando en dos planos

marcha») por su capa básica y

distintos: el

el

plano de

plano

la cien-

generalmente por su capa metodológica. Puede afirmarse,

con buenas razones, que

el ejercicio

de una ciencia,

en movimiento, es independiente de

mucho más

se

la

problemático defender

la

es decir, la ciencia

misma

ontología representada; pero ya es

de una representación

la posibilidad

metodológica de una disciplina (que supone delimitar su campo frente a

margen de toda

otros) al

En

nuestro caso,

capaz de envolver a te

la

idea ontológica.

mera proposición de

un conjunto de

la

idea de cultura

como manto

disciplinas (eventualmente acaso

solamen-

una) frente a otras, englobadas bajo otra bandera («ciencias naturales», «cien-

cias físicas», incluso «ciencias formales»), es indisociable

cepción relativa

al

de algún tipo de con-

significado ontológico de la cultura, correlativa a la supuesta

unidad de un campo de investigación (o de varios campos, agrupados en una

y de sus diferencias con los campos de otras ciencias naturales o formales. El mero hecho de considerar englobados en un conjunto definido (el clase definida)

conjunto de

las

«ciencias culturales») a

la Filología clásica, la ciencia del

Historia de la música implica

36

campos de

Derecho romano,

Economía

política o la

Heinrich Rickert, Die Grenzen der naturwissenschaftlichen Begriffibildung. Eine

nuevamente Philosophie

cia:

la

Wissenschaften Félix Meiner, ,

Véase Gustavo Bueno, Teoría del cierre

capa básica y capa metodológica»

Gustavo Bueno,

El

Mohr

(Paul Siebeck), Tubinga,

revisada). Vid. nuestro artículo «Naturwissenschaften»,

und

mito de la cultura

[1

como

un compromiso con una determinada idea gené-

Einleitung in die historíschen Wissenschaften, J.C.B.

37

disciplinas tan diversas

Hamburgo, 1990, categorial, II. 1.2.

(vol. 4, Pentalfa,

1913

logische

(2 a edición

en Europaische Enzyklopadie zu

vol. 3, pp.

533-545.

§12: «Capas en

el

cuerpo de

Oviedo, 1993, pp. 892-898).

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

la cien-

1

La idea

rica

de Cultura. Pues

podrá argüirse que

no

la

cultura

como campo de

idea habrá de dar cuenta

también de sus diferencias con

especies, sino

otras

tal

de

tiene por

la

no

Investigación científica

de

sólo

la

1

109

unidad de sus

Es cierto que siempre

terceros.

reunión de un conjunto de ciencias en una clase frente a

la

qué interpretarse necesariamente en un sentido ontológico.

La clasificación podría tener un alcance estrictamente metodológico. Esto

es lo

que pretendía Windelband cuando, en su Discurso de Estrasburgo, proponía sustituir la clasificación

espíritu

y

por

ontológica de

la clasificación

ciencias idiográficas

En

las ciencias

metodológica de

en

ciencias naturales y ciencias del

en

las ciencias

ciencias nomotéticas

38 ,

cualquier caso, reconocemos que la idea de cultura, entendida desde

una perspectiva gnoseológica, y aun sin perjuicio de su trasfondo ontológico, se nos muestra con unas características y colorido no reducibles puntualmente a lógica.

Y

y colorido proyectados desde la perspectiva ontoesto aunque no sea más que porque la riqueza denotativa sobre la

las características

que suele apoyarse

idea de cultura extraída de las llamadas ciencias de la

la

pone en presencia de un material mucho más variado y hetero-

cultura nos

géneo que

el

ontológica.

A fin de cuentas la idea ontológica, en el mejor caso,

exigido por

el

no de la conceptualización

«esquematismo conspectivo» propio de

Precisamente con

que vincula a

mismo, con

el fin

de no prejuzgar

los contenidos

el fin

de evitar

el

la

rogeneidad de

peligro de borrar

campos gnoseológicos de

los

(o el tipo

dados en campos gnoseológicos, o

con

mática de tipo ontológico («hombre», «cultura»)

es el térmi-

idea globalizadora.

la vista la

unidad

la luz

de unidad) lo

que

colorido

hemos

un grado óptimo de pureza contenidos de estos campos 39

los

denotativa,

al

y hete-

utilizado

otras ocasiones la expresión «material antropológico» para designar,

intención de alcanzar

es lo

de una idea esque-

la variedad,

referencia,

idea

y cuando par-

del material heterogéneo denotado;

timos de este material, acaso podemos no tener a

la

en

con

la

conjunto de

.

Situándonos en

la

perspectiva denotativa de este material antropológico

alcanzará todo su sentido la distinción entre dos vías principales que pode-

mos

constatar en orden a la constitución de la idea gnoseológica de cultura

38

Gustavo Bueno, El individuo en

la historia.

Comentario a un

texto

(Discurso inaugural del Curso 1980-81), Universidad de Oviedo 1980, 39

Gustavo Bueno, «Sobre

(1978), pp. 57-70 (reeditado en

el J.

de Aristóteles, Poética 1451 b 1

12 pp.

concepto de "espacio antropológico"», en El

Muga y M.

Cabada,

eds.,

Basilisco,

núm.

5

Antropología filosófica: planteamientos,

Madrid, 1984, pp. 209-241); El animal divino. Ensayo de una filosofía materialista de la religión, Pentalfa, Oviedo 1985; «La Historia de la Antropología como problema», prólogo al libro de Elena

Ronzón Antropología y Pentalfa,

Gustavo Bueno,

El

antropologías. Ideas

para una

historia crítica

de

la antropología española,

Oviedo, 1991, pp. 9-25.

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

no

mito de

El

I

cultura

la

partiendo de

las disciplinas científicas

pológico: la vía pluralista y

que trabajan sobre

La vía pluralista sería la vía recorrida, sobre todo, por

1)

material antro-

el

vía unita rista.

la

la filosofía

de

tra-

dición neokantiana, en la línea de Windelband y Rickert, una filosofía que influyó notablemente entre los antropólogos americanos. 40 Prescindiendo de

diremos simplemente que

detalles,

co

nos presenta

de papas del Renacimiento, objeto de una ciencia histórico

una

única

serie

embrión de un

irrepetible, frente a la serie

pollo,

que

una y

se repite

o regiones



arte, política, religión,

Desde

diferentes ciencias culturales.

de

ra.

hombres

y,

la cien-

—y

corresponden con

se

esta perspectiva gnoseológica la idea

que corresponden

por tanto, de

de

concatenan en diferentes círcu-

como una

las ciencias sociales.

La

de

pluralidad de

otras tantas ciencias

Categorías culturales relativamente disociadas, además, de

entre los

cultural,

de desarrollo del

es el objeto

economía

cultura se nos muestra, por tanto, en primer plano, categorías culturales, a las

fases

que

otra vez,

cia natural). Estos contenidos idiográficos se los

material antropológi-

el

como un material constituido eminentemente por contenidos idiográficos

(la serie

es

ella

de

la cultu-

las relaciones

cultura, las catego-

aparecen referidas, antes que a los hombres, a los valores. Los

rías culturales,

valores desempeñarían, en las ciencias culturales, el

universales ejercen en las

mismo

papel que

las leyes

ciencias nomotéticas. Por ello lo que en éstas se da

como

explicación ( Erkldrung), abstracción, deducción o inducción, en aqué-

llas se

da por comprensión

2)

La vía

(

Verstehen), intuición.

unitarista conduciría a la visión del material antropológico

campo, no ya de múltiples

ciencias («ciencias

única ciencia (que algunos tienen buscada»), capaz de englobar todas

un

persas en

una en

tal

la

tista

principio.

No

como las

de

efectiva

y

otros sólo

como

como

de una

la cultura»), sino

«ciencia

eventuales disciplinas particulares dis-

deja de ser interesante constatar que la unidad de

ciencia unitaria del material antropológico creyó poder ser fundada

idea

misma de

cultura,

que incluso inventó

turología,

en

la

paba un nivel

el

W.

Ostwald,

nombre de «Culturología»

«pirámide de

muy

en Alemania, por

las ciencias»

alto (en la

que

«pirámide de

el

energe-

el físico

La

(Kulturologie)

cul-

propio Ostwald ofreció, ocu-

las ciencias»

de Ostwald,

la

base

estaba ocupada por las «ciencias del orden», de índole matemático; la capa

media por

40

las «ciencias energéticas»

Véase en Marvin Harris, El desarrollo de

la cultura (1968),

Gustavo Bueno,

El

Física

la teoría antropológica.

traducción española. Siglo xxi, Madrid, 1978,

histórico: Boas», pp.

(pfí

—Mecánica,

el

Una

—y

y Química

historia

de

las teorías

[1

de

capítulo 9, «El particularismo

218-251.

mito de la cultura

la

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

La idea

capa superior por

de

la

cultura

como campo de

las «ciencias biológicas»,

en donde

la

investigación científica

I

ni

se incluyen la Fisiología,

Culturología y la Sociología). Pero las propuestas de Ostwald han prosperado, sin que tampoco pueda decirse que hayan carecido de

la Psicología, la

no

repercusión

.

41

La consideración de

la cultura

como

la

España de antes de

naba

de

para

ensayismo o a

de

Ha

mundana

(se decía,

«culturalistas», antes

sido Leslie A.

las

de hecho en

con intención despectiva, a quienes, a diferencia

las «ciencias duras», se

la filosofía

Eugenio d’Ors eran

se utilizó

o comentarista de cuestiones que tuvieran que ver con

referirse,

los investigadores

capaz de dar cuenta de

guerra (a través del término «culturalista», que desig-

la

al analista, crítico

la «cultura»)

criterio

muy diversas

relaciones entre investigaciones o teorías

White quien de

la erudición, al

por ejemplo, que Ortega o

filósofos o científicos).

ha distinguido por su propuesta de

se

fundar sobre una definición unitaria de sui generis, contradistinta

que

dedicaban a

la

la Psicología,

cultura la unidad de

que

él

una

ciencia

designa también (tomando

denominación de Ostwald) como «Culturología ». 42 White ofreció un

la

intento, seguramente

el

más riguroso posible dentro de

definir la cultura objetiva partiendo del concepto, Cassirer,

de simbolados

objetivos

(al

(symbolates),

como una

lado, por ejemplo, de los

cos) susceptibles

de

males» diferentes:

ser considerados

con reminiscencias de

clase peculiar

de fenómenos

fenómenos meteorológicos u orgáni-

desde dos perspectivas u «objetos for-

perspectiva de

á) la

sus coordenadas, de

las

relaciones de los simbolados

con

organismos humanos y recíprocamente; perspectiva que nos pondría muy cerca de los fenómenos de la conducta y, por tanto, de la Psicología; b) los

la perspectiva constituida

ejemplo,

las relaciones

misma

por

las relaciones

de un hacha de

sílex

de

los

con

simbolados entre



(por

flechas o azadas encontra-

White «extrasomácampo de la cultura objetiva y, con él, la Culturología. No quiere decir White que la cultura se circunscriba a las relaciones entre simbolados externos; se trata sólo de un contexto: «La cultura consiste en cosas y acontecimientos que se consideran en un contexto extedas en la ticas».

Sobre

rior, objetivo». se,

Y así

aquellas «cosas

y acontecimientos» pueden manifestar-

o bien en los organismos humanos (en forma de creencias, de conceptos,

41

Véase Gustavo Bueno, Teoría del cierre

ción de las ciencias» 42 Leslie

La

excavación); a estas relaciones las llama

ellas se constituiría el

(vol. 1, Pentalfa,

A. White, The Science of culture Grave ,

ciencia de la cultura, Paídós,

Gustavo Bueno,

El

categorial,

mito de la cultura

[1

Introducción general, cap. 4, «La

clasifica-

Oviedo, 1992, pp. 185-213).

Buenos

Press,

Nueva York, 1949

(traducción española,

Aires).

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

112

mito de

El

I

la

cultura

&c.) o bien en los procesos de interacción

o bien en

social,

mos. Por nuestra parte, diremos que White parece

los objetos mis-

estar utilizando la idea

de

«Cultura objetiva», de «inspiración alemana», pero intentando reducirla a

las

condiciones más adecuadas para

aplicación de

la

y ontológica de

ca

«campo

los materiales del

una metodología de

no garantiza

tigación positiva. Pero esta metodología

la

inves-

unidad gnoseológi-

culturológico».

No sólo las rela-

ciones entre los simbolados, incluso las que tienen lugar a través de los

no son homogéneas o concatenables en

sujetos operatorios,

rarse

como



White

las aristas

estas relaciones

y

— no corresponden

na.

mismas, de objetos culturales

—según

el

(las

relaciones

concepto de

ser tratadas

—por ejemplo,

la relación

por ninguna ciencia de

ser

pitagó-

la cultura, sino

Geometría). visión unitarista prevaleció en la Antropología de tradición anglosajo-

La Cultura será entendida como

tituye esa

nueva ciencia,

la

todo después de

la

campo

el

unitario en

Antropología, precisamente

una tradición que ha influido

tura;

serlo

de una figura triangular rectángula, podrían también

rica

la



como puedan

tales

relaciones geométricas;

La

por

constitutivas,

«simbolados»

entre

por

círculos catego-

sino que ni siquiera esas relaciones entre simbolados pueden conside-

riales,

muy

tomo

como

al

cual se cons-

ciencia de la cul-

particularmente en España, sobre

consolidación universitaria de la Antropología

43 .

Pero esto

todo, que la cultura es vista globalmente y referida inmediatahombre, más precisamente a ¡as sociedades humanas. También que

significa, ante

mente al

al

mantener sistemáticamente

consideración de la dependencia de

humanas que

turas a las sociedades

como

la

las

las cul-

impulsan («Cultura y sociedad son

anverso y el reverso de una hoja mecanografiada de papel carbón», decía Króber) se estará especialmente sensibilizado para percibir como «hiposel

tatización» («cosificación», «sustantivación» o «reificación») cualquier tendencia a tratar las culturas

como

si

fuesen entidades «dotadas de vida propia»

susceptibles de dar lugar, por ejemplo, a contactos culturales

entenderse sociales.

como

algo diferente (ni siquiera estructuralmente) a los contactos

(«En lugar del estudio de

la

formación de nuevas sociedades com-

puestas se suponía que teníamos que observar

años cuarenta



lo

que

está sucediendo

una entidad llamada cultura

43 Véase,

por

él

por ejemplo,

mismo, Las

Ramón

razas humanas.



decía Radcliffe-Brown en los

en África como un proceso en

africana entra en contacto

la antropología española, Pentalfa,

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

cual lía-

Valdés, «El concepto de cultura», en la obra colectiva dirigida

Compañía

internacional editora, Barcelona, 1981,

tomo

Oviedo, 1991, 515 pp.

[1

el

con otra entidad

45-58. Véase también Elena Ronzón, Antropología y antropologías. Ideas para una historia

(pfí

y

que pudieran

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1,

pp.

crítica

de

1

La idea

mada

describe

según

como

como campo de

la

investigación científica

Todo

la

Antropología

puede conducir a estructuras tan

determinadas desde

reales

se

parece una ser,

o incluso será reducida a

social,

la perspectiva sociológica.

113

como

perspectiva etic

la

aquellas

White

que pueden

tiene toda la razón

Radcliffe-Brown y otros, que es una «falacia pseudorreapensar que los procesos o estructuras consistentes, por ejemplo, en leyes

cuando lista»

me

esto

de abstracciones».) La Antropología cultural vendrá a de

i

dando lugar a una nueva entidad que

cultura africana occidentalizada.

la

esto, indisociable

culturalista

dice, contra

hechas en

el

Senado, barcos de carga en los

campos o

que

cultura

Esta reducción carece de toda justificación, puesto que

ella.

los

la

cultura europea u occidental,

fantástica reificación

ser

de

hacen

los

plantaciones de maíz en

de enzimas en los laboratorios quedan explicados «por-

análisis

los

astilleros,

hombres».

antropocentrismo», pues

Y añade: esto es «una simple e ingenua manera de

la cultura es la variable

ta es la variable dependiente. Si

independiente, y la conduc-

una persona habla chino o

aísla

enzimas

es

porque ha sido criada en un determinado contexto extrasomático.

Lo que ocurre

en

es,

efecto,

que

la

capacidad moldeadora de

objetiva extrasomática (a cuyas formas se pliegan los

su voluntad», a

manera como

la cultura

humanos «por encima de

químicas de

sión se pliegan o se canalizan según las estructuras del

la atracción y repulADN) no garantiza la

unidad categorial de esa cultura objetiva

la

la

las fuerzas

ni,

por tanto,

posibilidad de

ciencia de la cultura global, en sentido estricto. Y, sobre todo, rios

para deslindar

antropología

la

como

supuesta «ciencia de

La Idea

la cultura»,

de Cultura y

Lo que nos

la

aun en

la hipótesis

no reducible a

la la

de que

interesa es determinar el perfil de la idea

las ciencias

ello fuera posible.

«Antropología cultural»

abierto precisamente por la Antropología clásica

mato de

una

ofrece crite-

como Antropología a

disciplina científica

ciencia natural. Resulta, por tanto, gratuito considerar

no

de cultura que nos fue

que pretendió

nomotéticas del positivismo.

Como

ajustarse al for-

tenemos que ceñir-

nos a lo esencial, nos limitaremos a analizar, y muy brevemente, la idea de cultura que nos ofreció, precisamente desde una perspectiva explícitamente gnoseológica,

nos

«el

ción,

uno de

los

Edward

las creencias, el arte, la

lesquiera otros hábitos

El

mito de la cultura

[1

la

Antropología científica (según algu-

B. Tylor, en 1871: «La cultura o civiliza-

en sentido etnográfico amplio,

conocimiento,

Gustavo Bueno,

fundadores de

fundador»), a saber,

es aquel

todo complejo que incluye

moral,

derecho,

el

y capacidades adquiridos por

996], séptima edición, Barcelona

2004

el

el

costumbres y cuahombre en cuanto

las

© FGB 201

114

I

mito de

El

cultura

sociedad ». 44 Esta definición, que es citada una y otra vez por lo que demuestra su condición de obras de «Antropología científica»

miembro de las

la

la

referencia clásica



Antropología, en

el

gnoseológica de

la perspectiva

sentido consabido. Las consideraciones que

formular quieren mantenerse estrictamente en entre la idea de cultura

y

que, con

la ciencia

vamos a

terreno de esa correlación

el

nombre de Antropología,

el

como campo propio de investigación,

propone,

más impor-

contiene, a nuestro juicio, las características

una idea de cultura delineada desde

tantes de la



precisamente a

la

se

Cultura, en

toda su globalidad.

Ante todo, conviene observar que ta

mejor

al

utiliza el

un contexto

concepto etológico psicológico

al

social («hábitos adquiridos

más que desde su

fisiológica)

Es cierto que,

actos», pero esta utilización está inserta a su

por

el

bro de una sociedad»), lo que permite concluir que siderado

otro.

término «hábito», un concepto tradicional,

evidentemente subjetual, ligado

de aprendizaje por «repetición de vez en

a la que se refiere Tylor se ajus-

concepto de «cultura objetiva» que a ningún

en su definición, Tylor escolástico,

la cultura

hombre el

sujeto

en cuanto

miem-

humano

es

con-

subjetividad intrasomática (etológica, psicológica o

desde su condición de sujeto moldeable por unas pautas objetivas

socialmente cristalizadas

por tanto, vinculadas a

y,

no

la realidad

sólo intraso-

mática, sino también extrasomática. (En la definición, la cultura extrasomáti-

ca sólo está representada, es cierto, por científico



,

pues

el

arte

contenidos citados

los otros

a lo sumo, intersomáticos; sin embargo bajo

bién

las tecnologías,

lógicas,

como

deteniéndonos en

comprueba,

se el

contenido del

al

el

y

el

conocimiento



si

éste es

—costumbres, derecho—

son,

rótulo «arte» cabe incluir tam-

margen de consideraciones

libro.)

No

filo-

pretendemos disimular

el

sesgo subjetivista que en la definición de Tylor impregna su idea de cultura;

lo

que queremos subrayar

dicional en el concepto,

es cómo esta dimensión subjetual de la cultura, tracomo hemos dicho, aparece de hecho, ya en la pro-

pia definición de Tylor, desbordada y envuelta (o «reabsorbida») en ejercida de «cultura objetiva» cuyo parentesco, al

alemana» de cultura no

sería

tampoco conveniente

Esto supuesto, desde luego,

complejo» ( complex

uiholé)

en

44

Edward

genético,

el inicio

la

de

una

con

la definición.

de

la

fórmula «todo

Esta fórmula inicial es

idea de cultura que va a definirse es la

una perspectiva lógico-material, gnoseológica, pues-

B. Tylor, Primitive culture, Chicago, 1871. Edición española, Cultura primitiva,

Ayuso, Madrid, 1997

cpñ Gustavo Bueno,

El

idea

la «idea

disimular.

lo decisivo es la utilización

precisamente lo que nos indica que cultura considerada desde

menos

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

La ¡dea

to

que

de

cultura

la

investigación científica

la

115

no ha dicho, apelando a fórmulas ontológi-

naturaleza lógico material (Tylor

cultura es la expresión del espíritu» o bien «la cultura es

viviente»).

También

pero

ciencia,

1

fórmula «todo complejo» nos remite, desde luego, a una idea de

la

cas, «la

como campo de



era

es

un

un organismo

verdad que Tylor no era precisamente un filósofo de

la

investigador que necesitaba «filosofar sobre la marcha»

en sus empresas fundacionales. Queremos dar a entender con esto que, aun-

que

la

fórmula «todo complejo» aparezca utilizada en

mayores explicaciones

o, si se prefiere,

la

definición de Tylor sin

en estado de indefinición (por no

decir,

de oscuridad y confusión), no por ello estamos legitimados a suponer que en ella no están actuando los componentes lógico-materiales más característicos

En

expresados en esa fórmula.

dante y

la

simple, es decir, sin partes?) o,

que

la

efecto,

o

la

«complejidad» no añade nada si

fórmula «todo complejo»

al

es

redun-

«todo» (¿cómo un todo podría ser

contiene algún sentido propio, será debido a

«complejidad» no va referida tanto a

las partes

ya comprendidas en

«momentos

concepto de «todo indiferenciado», sino a

los

que, según la definición, la cultura dice

Pero sólo conocemos dos

ser.

propios

el

del todo»

momen-

o modos generalísimos del todo que, sin duda, y necesariamente, habrán

tos

de estar presentes en esta definición inaugural:

de

terístico

momento por

las

el

momento

distributivo (carac-

totalidades distributivas, designadas por la letra

y

el

atributivo (característico de las totalidades atributivas, designadas

la letra T). 4 5

Las partes de

potenciales; las partes de

un todo

un todo

distributivo se llaman partes lógicas o

atributivo

pueden

ser partes integrantes,

determinantes o constituyentes. Si representamos estas relaciones, cuando sea

en una matriz rectangular, podremos llamar «longitudinales» a las par-

posible,

que figuren como cabeceras de columnas, y «transversales» a partes atributivas que figuren como cabeceras de filas. Una totalidad dis-

tes distributivas las

tributiva,

especies, cretos,

o totalidad

$

,

es

un género que

se distribuye

de

los poliedros regulares es la totalidad



diferentes especies de poliedros

cubos, tetraedros, &c.

lógicas son estructuralmente independientes entre

una multiplicidad de

sí).



Una

que,

como

de

las

partes

totalidad atribu-

partes integrantes, determinantes o constituyen-

«concatenadas», y segregables de las multiplicidades constitutivas de su

tes

45

la Europaische Enzyklopádie zu Philosophie und Hamburgo, 1990, tomo 2, pp. 219-231. También Teoría del cierre Artículo V: «El marco holótico mínimo para un tratamiento gnoseológico

Véase nuestro artículo «Ganzes/Teil» en

Wissenschaflen , Félix Meiner, categorial. Parte

de

dis-

o un concepto analógico de proporcionalidad que se distribuye en sus

inferiores (la clase distributiva

tiva es

unívocamente en sus

o una especie que se distribuye unívocamente en sus individuos

la

I,

doctrina de

Gustavo Bueno,

El

2, 2,

las categorías», vol. 2,

mito de la cultura

[1

pp. 498-559.

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

ii6

El

I

mito de la cultura

entorno (un poliedro regular, un cubo, es

de

la totalidad atributiva

sus seis

y doce aristas segregables de otros poliedros, incluso del octaedro conjugado en el que el cubo puede inscribirse). Por lo demás, una caras,

ocho

vértices

totalidad distributiva

lidad atributiva

puede darse en

dada a otro

el

contexto de constitución de una tota-

nivel lógico material: la totalidad distributiva del

género homo (respecto de sus especies) puede considerarse

que tiene lugar en

ámbito del desarrollo de

el

como un

proceso

la totalidad atributiva del

phylurn de los primates.

de cultura

Si la definición

debido a que

«la cultura» es

No

un todo

no sólo un todo T,

puede afirmarse, a

que Tylor hubiera querido T»,

una cultura dada (pongamos por que Tylor

se refiere a

bución longitudinal de Algunas veces

aun de

de

sin

redundante será

duda, sino que también

la estilística

únicamente a

es

la

como

como

«cultura

totalidad

caso, la «cultura maya»),

cada una de esas partes

las diferentes

«arte»,

partes integrantes o transversales de

culturas

como maya,

(la

también

la azteca

es eviden-

en

«dispersas»

o

la distri-

la cretense).

antropólogos hablan de «rasgos», «pautas», «miembros»

los

«categorías culturales», por

un

es

de su enumeración,

bien «conocimiento», «creencias»,

si

«moral», &c., pueden interpretarse

te

partir

referirse

puesto que,

atributiva;

como «todo complejo» no

lado,

y de

y

«círculos culturales» (en el

sentido geográfico de los Kulturenkreisen de Raizel) o de «esferas culturales»,

por otro. La distinción, frecuente entre antropólogos

no

socialy grupo étnico (o social) lidades

$

primera las

y

totalidades

serie

de términos

es sino el ejercicio

aplicada



al

de

la distinción

material antropológico.

rasgos, pautas, &¿c.~

En

entre totarealidad, la

— se mantiene en

el

plano de

partes integrantes (por tanto, de las totalidades Y); la segunda serie

culos, esferas

de

T

sociales, entre categoría



se

las totalidades

mantiene en

el

plano de

las partes distributivas



cír-

(por tanto

?). Hablaremos aquí, a fin de atenemos a una terminología

uniforme, de categorías culturales y de esferas culturales para designar respectivamente a las partes del «todo complejo» que suponen es la cultura, ya sea en sentido atributivo (T) ya sea en sentido distributivo ($).

Concluiremos que va gnoseológica, es

misma

la

Idea de Cultura que se nos ofrece desde la perspecti-

decir, la idea

de cultura

como

rótulo del

inmenso campo

científica (al

margen, en

principio, de toda «filosofía de la cultura»), es precisamente la idea

de un «todo

que

ella

abriría a la investigación positiva

complejo» constituido por diversos círculos o

esferas culturales,

distribuidos geográficamente (aunque también se históricas

y,

a veces, de

modo

y

en principio

contemplan distribuciones

exclusivo, caso de Spengler)

y por

sistemas con-

catenados de categorías culturales (que, en principio también, se supondrán

universalmente presentes en todas

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

las esferas culturales,

996], séptima edición, Barcelona

aunque ulteriormente

2004

© FGB 201

1

La ¡dea

se

de

la

cultura

como campo de

—por ejemplo

reconozcan categorías o subcategorías culturales

«libro», incluso «religión»

Cuando

el

— que no son

antropólogo habla de

tantivo, suele referirse,

en primer

Investigación científica

la

1

117

«escritura»,

universales a todas las culturas).

«las culturas»,

en sentido objetivo y sus-

lugar, a las «esferas culturales».

A

veces,

algún «subconjunto de culturas» suele ser designado, por sinécdoque, a

tra-

vés de alguna categoría distintiva (por ejemplo, «cultura del vaso campani-

un uso cada vez más

forme»). Esta costumbre ha conducido, por

frecuente, a

llamar «cultura-de» a determinadas categorías o rasgos particulares dados en

seno de una esfera cultural, acaso bajo están concatenados con otros

muchos

presuposición de que tales rasgos

la

por

y,

ello,

pueden considerarse como

«señas de identidad» de la cultura de referencia. Por ejemplo,

mos de

la «cultura industrial»,

de

cuando habla-

automóvil» o incluso de

la «cultura del

«cultura de las tarjetas de crédito». Snow,

de

la

la

exponer su distinción entre «las

al

dos culturas», se refería ante todo a categorías culturales dadas dentro de ra

el

la esfe-

cultura occidental; pero, sin embargo, gran parte del éxito de su con-

que Snow

ferencia se debió, creemos, a la acción del significado «distributivo»

inyectaba a sus términos («utilizo cultura con

cuando hablan de

"cultura

el

alcance de los antropólogos

de La Teñe", o de "cultura de

o bien: «Las dos culturas se miran desde

La importancia gnoseológica de

la

lejos

los trobriandeses"»;

pero no se entienden»).

«complejidad» asignada por Tylor a

la

idea de cultura reside, a nuestro juicio, en que sólo por ella es posible planear

una investigación puede

llegar,

en

científica

de carácter positivo. Esta investigación sólo

efecto, a resultados

Antropología comparada (como

Blumenbach). Porque bandera de

no ya de

la

los

mediante

lo fue

ya

el «análisis científico

de

el

método comparativo:

es

antropología raciológica de

la la

cultura» que se puso bajo la

Antropología comenzó a partir del descubrimiento asombroso,

«pueblos extraños y lejanos» (de sus costumbres exóticas, de sus como las describían viajeros, exploradores o conquistado-

aldeas extrañas, tal res,

en calidad de «etnógrafos»)

de

las

de

los descubridores,

analogías

y

—como

tantas veces se

paralelos entre esos pueblos exóticos

y entre los pueblos entre

tituciones similares, al

sí;

menos en apariencia Long a finales

algonquinos, descrito por John

en

(el

el

ha pretendido y extraños y

el



pueblo

descubrimiento de

totemismo de

sino

ins-

los indios

del siglo XVIII, se veía «repro-

ducido» entre los aborígenes australianos; y hacia 1870, McLennan «acuñaba» inventaba el concepto de totemismo como figura morfológica o ins-





titución general de la Antropología; el

chamanismo de

siberianas se veía reproducido entre los indios

son

los

descubrimientos constitutivos de

las tribus

la

Antropología en tanto que

Etnología o «Antropología etnológica».

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

tunguses

tupinambas o guaraníes). Estos

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

ii8

El

I

mito de

la

cultura

Y lo que comportaba esa nueva visión no era tanto o sólo el «ver a los otros desde nosotros», cuanto «vernos a nosotros desde los otros»

unos pueblos

(etnias)

y,

por tanto, a

desde otros pueblos. Ahora bien, para que esta visión

etnológica fuese posible era preciso que tales pueblos o culturas (o etnias) se

como

mantuviesen

que

esferas distintas (en sentido distributivo), por-

o

círculos

sólo así tenía sentido su confrontación

en cuanto Etnología

.

«material antropológico»)

(el

otro

modo,

Antropología etnológica,

(la

«Antropología sociológica», «eto lógica» o

campo

De

46

Antropología,

no una

decir,

es

«filosófica»),

como

la

debía mirar a su

distribuido en esferas relativa-

mente independientes, aunque estructurado según categorías análogas. Una organización semejante del campo antropológico no implicaba un «quietismo de

aun cuando, en un

las esferas»,

principio, podría alentar la ten-

dencia a considerar a los «pueblos naturales» (todavía Engels hablará,

al

modo

como

«pueblos sin historia»

hegeiiano, de los Gesichtsiosen Volker)

Pueblos intemporales, cuya vida parecía transcurrir en tórico



«presente

un intemporal



ahis-

Sin embargo, la organización distributiva

etnológico ». 47

campo antropológico no excluía la posibilidad de transformaciones internas a esos mismos pueblos (aun cuando se tendiese a subrayar el paralelismo del

entre las transformaciones de las diferentes esferas,

mo

al

modo

del evolucionis-

nomotético de Morgan, por ejemplo: salvajismo, con sus

nadas, barbarie, con las suyas, civilización).

fases

Tampoco quedaba

interacción de los diferentes pueblos analizada a través de

homologas (según

los presupuestos del difusionismo). El

las

determi-

excluida la categorías

desenvolvimiento

demográfico y tecnológico en una superficie limitada, conducía necesariamente al desdibuj amiento progresivo de las

de

los pueblos, su desarrollo

«fronteras esféricas». Esta tendencia se percibía tanto desde (al

como última

presentar

la fase

de

la civilización y,

zación universal) como, por supuesto, desde

cuando

se reforzaba

con

los

el

el

evolucionismo

dentro de

ella, la civili-

difusionismo (sobre todo,

esquemas termodinámicos de

la

«entropía de

mezclas»).

En una eclipsarse

palabra, la perspectiva antropológica clásica estaba llamada a

en

el

proceso

mismo de

dilución de las líneas o perfiles fronterizos

distributivos de cada cultura en la supuesta civilización internacional (o cul-

46 Reviste, desde este

Echevarría, Etnografía

Autónoma de 47

punto de vista, un extraordinario interés el y comparación. La investigación intercultural en

libro de

Aurora González

Antropología, Universidad

Barcelona, 1990.

Hemos

tratado estos asuntos

más ampliamente en Gustavo Bueno, Etnología y utopía. un «Epílogo»), Júcar,

Respuesta a la pregunta: ¿qué es la Etnología? (1971), 2 a edición (aumentada con

Madrid, 1987, 234 pp.

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

La idea

tura universal).

cando en

En vano

la «civilización

a los trabajos de

campo

zonas rurales o

las

de

como campo de

cultura

la

se querría

mantener

la

cosmopolita» nuevas (los

suburbios, para

investigación científica

la

1

119

«mirada antropológica» bus-

«islas distributivas» accesibles

«Antropología urbana»;

la

las

La

etnias para la «Antropología de comunidades»).

Antropología clásica parece llamada a transformarse paulatinamente de «ciencia de

campo» en

«ciencia de gabinete»;

minado reconociéndolo El análisis de

una sociedad logía o de la

propio Lévi-Strauss ha

el

hoy como subsistemas de

sociedades que se presentan

las

métodos de

la socio-

que a

la antro-

planetaria se presta mejor, en efecto, a los

economía

ter-

48 .

o incluso de

política,

la historia,

los

de

pología etnológica. Esto no obsta a que, de hecho, continúe alimentándose,

por motivos de inercia gremial, sobre todo, entendida

científica universal»

de

la cultura».

como

la ilusión

de una «Antropología

«Ciencia del hombre» o

como

«Ciencia

un mito, un

Pero semejante Antropología es sólo una ficción,

«fantasma gnoseológico». Porque esa supuesta «cultura universal» no

poco una

esfera unitaria capaz

lo

sumo, son

la

Sociología o de la Etología.

diferentes disciplinas científicas las

legalidades o estructuras,

tam-

de ofrecer legalidades universales susceptibles

de ser establecidas por una ciencia distinta de

A

es

no tanto en

la esfera única

que podrían establecer de

la

cultura universal,

cuanto en sus diversas categorías lingüísticas, económicas, tecnológicas, &c.

La «Antropología

al

un proyecto que debe

general», a nuestro juicio, es

abandonado en cuanto proyecto paralelismo, por ejemplo, de

tes ciencias biológicas)

o

al

que pretendiera

científico-positivo

una Biología

ser

ajustarse

general (respecto de las diferen-

de una Física general (respecto de

las diferentes

disciplinas mecánicas, termodinámicas, ópticas, electrológicas, &c.).

Una

«Antropología general», o bien toma

las

diversas disciplinas lo

que

significa

científico, tiene

humanas

que que

el

la

forma de una enciclopedia de

o bien la forma de

campo gnoseológico de

ser redefinido.

una antropología la

tal

más

filosófica;

antropología, en sentido

A nuestro entender,

devolverá a la perspectiva distributiva, según la cual

esta redefinición

podemos

nos

analizar siem-

proceso de desenvolvimiento de los pueblos y de sus culturas en su «estado de salvajismo» o en su «estado de barbarie», para decirlo con palabras pre

el

de Morgan.

48

Véase

Antropologies,

la

entrevista de Alberto

Icaria Antrazit, Barcelona, 1990, pp.

Gustavo Bueno,

El

Cardín: «Lévi-Strauss:

núm. 2 (noviembre 1989);

mito de la cultura

[1

incluida en

el

Lo próximo y

maestro en su custodia», en lo ajeno.

Tientos etnológicos //,

127-140.

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

Gustavo Bueno,

El

mito de

la

cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

4 de cultura como idea práctica constituyente. El «Estado de Cultura» La idea

La Idea

Hemos

de Cultura como ¡dea-fuerza esbozado, en los dos capítulos que preceden,

cultura ya sea en

el

momento en que

se

un

análisis

nos ha presentado

ontológica (metafísica) ya sea cuando se nos ha presentado

En

gnoseológica.

idea de cultura, el

este capítulo

más o menos

de

la idea

como una como una

idea idea

nos atendremos a los aspectos prácticos de

En

cierto

como en

modo,

el

el

la

a la idea de cultura en cuanto «idea fuerza», en

sentido de Fouillée; aspectos prácticos que se abren camino tanto en

plano ontológico

de

el

gnoseológico.

carácter práctico de la Idea de Cultura constituye

una

modulación de es decir,

no

tuida. Pero

la

la misma, y acaso una modulación originaria, constituyente; mera aplicación de una idea que pudiera suponerse ya consti-

aun cuando

ello fuera así, es

siderar la idea de cultura

que

en

esta intencionalidad se

lo

innegable que no es lo

como

—aun-

obtenga por segregación o abstracción de una

contextura práctica originaria («interesada») tura

mismo con-

que tenga de intencionalidad neutra

— que

considerar la idea de cul-

idea axiológica, cargada de armónicos, de «juicios de valor» de

signo meliorativo.

acompañar a

la

Nos

referimos a la constelación de conceptos que suele

idea de cultura en el

momento en que

ella

rebasa su condi-

ción neutra (meramente ostensiva o descriptiva): «tesoro cultural», «riqueza cultural»,

«patrimonio espiritual de un pueblo», incluso «patrimonio de

humanidad». Desde luego, cuando hablamos del «mito de

mos

presente, sobre todo, esta

en tanto funciona disimulado en

Gustavo Bueno,

El

las

como un

la cultura»,

modulación práctica (meliorativa) de

[1

tene-

la idea,

postulado, explícito o implícito, que suele estar

modulaciones aparentemente más neutras.

mito de la cultura

la

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

122

I

mito de

El

la

cultura

Funciones práctico-reivindicativas de Las determinaciones prácticas de

pero acaso todas

la

ellas participen, a

la

Idea de Cultura

Idea de Cultura son, sin duda, múltiples,

su

modo, de una

intención reivindicativa. Las funciones prácticas de

duda, de índole constitutiva; sólo que

común: su

característica

la

idea de cultura son, sin

proceso de constitución llevaría

el

anejo una «estrategia» de «recuperación», de «restitución» o de «reivindica-

que

ción». Esta estrategia parece presuponer

existe

algún sujeto o alguna cosa

que, siendo condición necesaria para consolidar la constitución de la cultura,

bien sea por una «caída», bien sea por una falta de maduración, se supone

Una

situada por debajo de sus posibilidades.

tal

función de recuperación se

cabo sea mediante una operación de sustitución del principio que

llevaría a

«antes de la caída» se supone mantenía

al

sujeto o la cosa en su debido lugar

(o en su debida dignidad), sea mediante la «operación de elevación» directa,

en

la

que

hipótesis de

el

sujeto o la cosa «en proceso de recuperación» (de dig-

nificación, de justificación)

no hubiera ocupado previamente

el

«lugar

que

le

corresponde».

Con

frecuencia, obviamente, además, estas operaciones reivindicativas,

no podrían menos de envolver opo-

inherentes a la idea práctica de cultura,

sición polémica contra otros individuos o grupos a quienes

pueda

hacérseles

responsables de la caída o del bloqueo del sujeto o de la cosa que está siendo reivindicada.

según

la

Desde

cular, la idea

en

las

naza a

la

que

Tenemos

1)

así

puede

un

y,

en parti-

el

la

el

reivindicación:

frente clasista y

el el

diri-

frente humanista, frente académico

criterio útil para distinguir los principales «frentes»

ejercer su función la idea práctica

Ante todo,

como

de cultura

condiciones establecidas, es decir, principalmente, qué o quién ame-

la

humana». La cultura ral,

significa prácticamente la idea

constitución de la cultura de referencia, en tanto proceso práctico.

frente étnico,

cuales

vista cabría aplicar aquí la regla general

de identidad cultural, es saber contra quién o contra qué se

Cuatro frentes de el

punto de

cual «saber lo que algo significa es saber contra quién ese algo está

dirigido». Saber lo

ge,

este

idea de cultura, en será tratada ahora

atributo del género

el

en

los

de cultura.

sentido generalísimo de «cultura

como

atributo del

humano. ¿Contra quién

hombre en gene-

se dirige esta idea

de

cultura universal? Sería ridículo (pura metafísica) suponer que esta idea va

(pñ Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

de

La idea

la

cultura

como

¡dea práctica constituyente.

dirigida contra «la Naturaleza».

Más

de alguna «cultura étnica», contra

que

pio», pues, lo

que

La idea de

de

como contenido de con

y,

en

cultura,

ideal reivindicativo

ideal

entiende por «cultura

se

autoproclama

se

como

mundo

darwiniana» Se la

dirá,

oposición «de princi-

humana» la

lugar, el papel

todo al

él

en

hombre

la

(en la «cultura moderna», en la

sitio

que

correspondía en

le

«revolución copernicana»

como culmen de

efecto,

que

la

la

y,

la

la Tierra;

Tierra

el

como

sobre todo, del lugar

al

reducir

la

«cultura antigua»

una dignidad que

la res cogitans

extensa (Pascal: «La dignidad del

que es

ésta

un

y,

hombre

a

polvo estesobre todo,

que tuvo lugar y

destronamiento apeló a

este

único ser finito dotado de razón; en

dotado de conciencia,

al el

cristianismo había refor-

el el

hipostática» en la Persona de Cristo de la naturaleza divina

ser

cen-

habitante del centro del universo, que

«lugar metafísico» en

humana. La primera reacción a es el

el

Naturaleza, antes de la «revolución

revolución copernicana,

confirió

le

en torno a

poner en

hombre

de

amenazados, incluso perdidos, por ejem-

ha puesto en peligro una dignidad que

zado

una cultura

suele ser

cultura universal.

.

cultura cristiana,

gira

pretensiones

las

condición de habitante de un «minúsculo planeta perdido en

lar» la

antes de

correspondía,

le

123

alguna cultura históricamente dada) en tanto que este

«segunda cultura» de Snow), primero del tro del

1

«dignidad del hombre» (que habrá que considerar

la

plo, al haber sido destronado el

que

como

desempeña, en primer

este frente,

Cultura»

la

de algún pueblo o nación en

expresión de

esta dignidad, están

él,

contra

irá dirigida

la cultura

Es oposición que habrá que entenderla

especial.

étnica

bien

«Estado de

El

«razón»: el

cartesianismo,

único

el

rodeada, por todos los lados, de

hombre, frente a

no sabe que me mata, pero yo

el

naturaleza

la la

«Unión

la



la

la res

Naturaleza, estriba en

que muero»). Ahora bien,

la

«razón»

y aunque todavía que este atributo ser-

atributo excesivamente restrictivo, «intelectualista»;

Linneo defina

al

hombre como homo sapiens,

lo cierto es

vía sobre todo para «justificar» o para «ensalzar» a los matemáticos o a los filósofos. Pero, ¿y los artistas,

trabajadores manuales,

el

y

los poetas,

homo faberi

y

los místicos?, ¿y los políticos

pretar a la música, a la poesía o a la «espiritualidad mística»

ciones de «la razón»; tan sólo cicio

los

como manifestacomo el ejer-

tecnología se prestaba a ser vista

y aun como el origen de ella. La dignidad humana, comprometida por la revolución

de una racionalidad

«reivindicación» de la

la

y

A veces resultaba muy rebuscado inter-

estricta

copernicana, se veía inclinada a apelar a

la intuición,

a la inspiración,

al

sen-

timiento (como hizo Rousseau y después los románticos, Novalis o Jacobi). En todo caso, la revolución darwiniana, al reducir al hombre desde la

condición de sapiens que Linneo

(pñ Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

le

había atribuido en exclusiva hasta

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

la

124

mito de

El

I

la

cultura

condición de un eslabón más en

mates

(a

razón



mente do

el

quienes también se y,

la

cadena de

transformación de los pri-

la

concedía, poco a poco, inteligencia y aun

les



desde luego, sentimientos e intuición

del trono

trono que

que había conservado en

),

la escala zoológica,

una vez perdi-

correspondió a escala cósmica. Desde este punto de vista

le

pudo desempeñar en

cabría afirmar, nos parece, que la Idea de Cultura

época moderna

lo derribaba definitiva-

funciones «dignificadoras» que en

las

atribuyeron a la razón, o en

el

romanticismo

al

sentimiento, o a las que

De

seguían atribuyéndose a su condición de «hijo de Dios» o de cristiano.

hecho, y recíprocamente,

como

Cultura,

las

funciones «dignificadoras» de la Idea de

característica definidora del

hombre, establecían una sorda o

abierta reivindicación polémica contra quienes mantenían

humana Iglesia.

sobre fundamentos tradicionales, y

muy

Conviene recordar que Bisrnarck lanzó su

ra contra la Iglesia

romana, pero también contra

principalmente, contra la batalla

en pro de de

la filosofía

la

la cultu-

ilustración el ideal

«cultura laica» frente al «saber de la Iglesia»; también significaría

de una «cultura ca»

dignidad

la

heredera del cartesianismo. El ideal de cultura significaba ahora

una



artística

o

la

neoclasicismo se

el

literaria»

de

el ideal

—llamada precisamente «humanísti-

frente al ideal de la cultura racionalista, de la «segunda cultura», en el

sentido de Snow.

Por otro lado,

la

idea de

una «cultura humanística», en su sentido univer-

podría desempeñar funciones prácticas reivindicativas frente a

sal,

gadas tendencias, tenidas por excesivamente estrechas, a fundar

nidad la

humana en

la

la

condición de romano, de griego o de judío.

«dignidad del hombre»



las arries-

propia dig-

En

realidad,

— derivaba no tanto de

era la tradición estoica

su condición de hombre, sino de su condición de ciudadano, aunque fuera

de «ciudadano del mundo», de cosmopolita. Merece

cómo una de

efecto,

empeñar

el

mito de

cepciones racistas de

do

las funciones prácticas

la cultura es la

que ha podido des-

su función reivindicatoría contra

humanidad. En

sustituir a veces las funciones

más

pena subrayar, en

la

positivas

este orden, la idea

promovidas por

las

con-

de cultura ha podi-

las religiones universales.

«Ya no hay judíos ni gentiles, ni griegos ni bárbaros», había dicho san Pablo,

en nombre de Cristo. Frobenius nos ofrece una muestra esta

función reivindicativa del hombre, frente

tianismo romano, que cabría asociar a

al

racismo,

la cultura:

y

muy al

expresiva de

margen

del cris-

«Existen razas negras apa-

rentemente mezquinas que han creado culturas asombrosas y razas blancas, de fortaleza admirable, cuyas culturas son muy pobres y ruines». En este contexto, se

mado

comprende hasta qué punto

el

«mito de

legítimamente parte del «pensamiento de

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

la cultura»

puede haber

la izquierda».

996], séptima edición, Barcelona

2004

for-

Esas virtuali-

© FGB 201

La ¡dea

de

como

cultura

la

idea práctica constituyente.

dades antirracistas del «mito de

«Estado de

El

la cultura» (virtualidades

la

Cultura»

1

125

que, desde luego,

son compatibles con virtualidades opuestas) estaban presentes, seguramente,

en

conocida expresión atribuida a un dirigente

la

probablemente

nazi,

Goebbels, en una reunión de su partido: «Cuando oigo pronunciar la pala-

mano

bra cultura echo «la izquierda» el

a la pistola». Sería erróneo, sin embargo, reclamar para

monopolio del

debe hacemos olvidar que partido

de

mito de

el

y de

la cultura,

la raza aria, a través

de

«ideal de cultura».

la

La

frase

de Goebbels no

también enarbolaron como bandera de su

los nazis

la cultura occidental,

cual la naturaleza

en cuanto expresión

humana quedaba

reivindicada

dignificada. (Lo que, según esto, la frase del dirigente nazi quiso significar

y pudo

ser algo así

tura en

un

como

el privilegio

de

«Cuando oigo hablar de

lo siguiente:

sentido universal

palabra cul-

la

—en — echo mano

tanto incluye la cultura judía y neutraliza a la pistola».) La idea de la cul-

la cultura aria

tura

humana, como cultura

esta

función reivindicadora de

universal, la

puede haber asumido ampliamente

dignidad del hombre por encima de su ads-

cripción a cualquier cultura o raza específica.

La tura

dificultad estribará en la determinación de los contenidos de esta «cul-

según

universal»,

Precisamente en tural» es

«Conozco

el

momento en que

cuando cobra inmediato franceses, ingleses

y no meramente retóricos. define al hombre como «animal cul-

positivos

criterios

se

interés la observación

de

De

Maistre:

o alemanes, pero no conozco hombres». Por

otro lado, se sobreentiende, con frecuencia, que la propia cultura en expansión debe ser

tomada como expresión de

propio Saint-Simon proclamado nentes de la raza

la tierra

la

la

cultura universal.

¿No había

el

conveniencia de que los diversos conti-

fueran paulatinamente repoblados con europeos «por ser

europea superior a todas

las

demás»? Sin embargo, hay que tener en

cuenta también que muchas veces quienes han usado

el

término raza lo han

entendido no tanto en su sentido meramente zoológico cuanto en un senti-

do que incluye

los

contenidos culturales que constituyen lo que hoy llama-

mos «etnias». Esto ocurre en la misma desafortunada expresión que, durante muchos años, servía de título en España y América hispana al día 12 de Octubre, como «Día de la raza»; pues «raza» precisamente aquí aludía, y

muy especialmente,

al

mestizaje que había resultado de la confluencia de los

pueblos hispanos y americanos (los «cachorros de león español» de Rubén Darío). Se trataba de una raza que, en cierto modo, aparecía como resulta-

do de una cultura

muy distinta

de

la cultura

anglosajona, que había perma-

—que han —

necido sin mezclarse con los pueblos coloniales. Este «secreto a voces» las razas históricas

no son independientes de

las culturas

moldeado, sino que más bien son resultado de

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

ellas

996], séptima edición, Barcelona

2004

en

las

que

que causa suya

© FGB 201

se

es el

:

126

El

I

1

mito de

cultura

la

que habría de

ser «revelado»

por Lévi-Strauss en su ensayo sobre La raza y

la historia

2)

Sobre todo, en

sentido especificativo de «cultura étnica» (cultura

el

maya, cultura alemana, cultura de

de cultura

la idea

del pueblo

que

se

como

cultural» encuentra

en

lucha por

misma

funciones reivindicativas

y

exaltación

frente a quienes

ponen en

supervivencia.

norma cuyo

sentido es

se orientará preferentemente,

la

las

La idea de «identidad

este contexto su quicio propio: preservar

identidad cultural es una

y

Ahora

ha identificado con esa cultura

peligro su pureza o incluso su

dicativo

catalana).

idea práctica se orientan a la defensa

en

el

y exaltar la predominantemente reivin-

plano político, a través de

consecución de un Estado nacional-cultural o por

del Estado nacionalcultural ya establecido. Karl

ciones con toda precisión (dentro de

las

la

la

preservación

Renner formuló

estas ecua-

coordenadas del llamado austro mar-

xismo): «La nación es la comunidad de cultura ( Kulturgemeinschafi) propia de

un pueblo que está jurídicamente unido en virtud de un poder público que en un determinado territorio y que está delimitado precisamente por un "lazo cultural"». 49 Se supondrá que una cultura auténtica tiene asegurada, por su propia virtualidad, la «reproducción de su identidad»; más adelante se ejerce

(cap.VII) analizaremos el mito de la identidad cultural en cuanto referido a

una estructura supuestamente destinada a reproducirse de modo La intensa reavivación de observa en ción de

el

mundo

entero en nuestros días suele

la cultura propia, frente al

«nacionalidades canónicas» que Francia, Italia,

&c.

ción de

las

se

asociada a la reivindica-

establecen a escala estatal

— y en América o

identidades culturales

ir

«Estado opresor» (en Europa, frente a

no

las

—España,

-

África frente a los Estados correspon-

dientes o frente a otros círculos de cultura).

pueblo afectado (o por sus

indefinido.

nacionalismos a escala subestatal que se

los

está

En

otras ocasiones, la reivindica-

impulsada únicamente tanto por

«clases políticas»)

nes o personas ajenas que encuentran ventajas estratégicas en la defensa de preservación de determinadas etnias existentes, o en todas.

dose a motivaciones que no tienen ni siquiera,

al

el

cantante Sting (presidente de

acompañado

49

La

la

del jefe indio de los kayap,

tal

de

la

se presentaba

en los años 1968 y 1969, la traducción española de la obra de de Otto Bauer La cuestión de las nacionalidades y la socialdemo-

cracia.

(pñ Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

la gira

la Selva Virgen»),

Raoni (que

editorial Siglo XXI ofreció,

K. Renner Estado y nación y de

la

atenién-

la superficie,

Con motivo

«Fundación de

un

A veces,

menos en

aspecto político sino «cósmico», estético o ecológico.

que

el

cuanto por Estados, institucio-

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

La idea

de

como

cultura

la

idea práctica constituyente.

enorme

«identificado» con su

El

«Estado de

la

Cultura»

127

1

España en 1989, invitado

disco labial), hizo a

Sociedad Estatal del Quinto Centenario (Sting y Raoni fueron recibidos, con todos los honores debidos, por los reyes), un medio nacional decía: por

la

«De continuar

ritmo actual de expansión ecocida y genocida, propio de la más de doscientas cultu-

el

sociedad industrial, a finales de siglo desaparecerán

y no menos de dos millones de

ras

esto, el disco labial al parecer,

por

guacamayo o

de Raoni



el

misma razón por

la

del quetzal.

las

Dice

el artículo

ser respetados

y

la influencia recíproca

man

parte del patrimonio

lejos

la

3.

En

«espíritu

Declaración de principios de coopetiene una dignidad y un valor Todo pueblo tiene el derecho y el

su fecunda variedad, en su diversidad

la

esta Declaración

ese «deber de los pueblos»

turas (un deber

que

resulta estar

la cultura

funcionando a toda máquina.

en orden

impuesto por

y

otras, todas las culturas for-

Humanidad». El «mito de

Dejemos aparte

deran esa cultura

del

Toda cultura

común de en

plumas

las

de esta perspectiva nos suenan

que ejercen unas sobre

universal» se nos manifiesta

ser conservado,

que podríamos denominar

lo

protegidos. 2.

deber de desarrollar su cultura.

por

.

— debe

que deben conservarse

primero de

ración cultural internacional. « 1

que deben

la

No muy

muchas fórmulas emanadas de

UNESCO».

y animales». Según

especies de plantas

«disco botocudo»

de sus cul-

demás pueblos que

los

como patrimonio común); pues

al desarrollo

lo principal es ese

consi-

punto

1

identidad entre una cultura étnica y su dignidad axiológica (no ya gnoseológica), es decir, que no reconoce la posibilidad de

que comienza postulando

la

culturas salvajes o perversas.

Y no

carece de importancia ese punto 3, que nos

culturas

un armonismo gratuito, que da por supuesto, además, que las no conducen precisamente a la dilución de algunas en otras más potentes o en su reducción al «estado folclórico» de

reserva.

¿Cómo

manifiesta

«influencias recíprocas»

emana de una

fingir

no darse cuenta de que

Declaración de principios

la

sede «colonialista» y utiliza los medios y

de

las ideas

las «cul-

turas colonialistas»? 3)

La idea de

cultura,

y sigue alentando, en

el

como

ideal práctico reivindicativo, alentó también,

contexto de

la

«cultura de clase», concepto que algu-

nos teóricos consideran una modalidad de «cultura étnica» y otros una modalidad de la «cultura universal». La cultura aparecerá ahora como un objetivo

de

las clases

trabajadoras o proletarias, en principio

como una

reclamación

del derecho al reparto (sobre todo para los hijos) de la cultura de las clases

dominantes. ta

no

el

cual

De esta suerte la «voluntad de cultura»

ser otra cosa sino el

«amor a

una voluntad de ascenso

la cultura»

de

la

de

los trabajadores resul-

social, el

mismo proceso por

burguesía se reducía, generalmente, a

voluntad de ascenso hacia formas y relaciones, sobre todo,

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

aristocráticas.

© FGB 201

la

Es

1

128

mito de

El

I

la

y no en

aquí,

cultura

terreno metafíisico del «Espíritu»,

el

ficado principal

lema «La

el

También podríamos

4)

por

te constituido

la idea

común», sino en

frente a la Sociología

el

da

dinero,

la libertad». 50

aplicar el criterio general al caso particular

y lími-

gnoseológica de cultura. Pues ahora se reivindicará

el

distributivo de «totalidad de

y frente a

ción de la idea de cultura en

como

vista

más que

signi-

de cultura universal (no necesariamente en sentido atributivo, de

la idea

tura

cultura,

donde encuentra su

el

la Psicología.

terreno de

De

esta

que una «comunidad

la reivindicación

manera

de

la teoría

«cul-

las diversas culturas»),

la reivindica-

la ciencia

científica» (el

podría ser

gremio o

corporación de los antropólogos culturales) hace de un campo amenazado

por

las

pretensiones «depredadoras» de otras comunidades o gremios cientí-

y muy

ficos

especialmente del gremio de los sociólogos o del gremio de los

psicólogos.

El

frente político de las intenciones reivindicativas

vinculadas a

En

la

Idea práctica de Cultura

cualquier caso,

el

cauce a través del cual

más rotunda

za su expresión

de estas instituciones,

tro

es el

la

cauce de

idea práctica de cultura alcan-

las instituciones políticas y,

que tienen que ver con

las

la

den-

misma

constitución

del Estado.

La incorporación de

misma de

cia»

la idea

de cultura,

como

las constituciones políticas es

idea práctica, a la «sustan-

un hecho relativamente

pero no por ello menos significativo. Es un hecho que prueba, por

no

reciente

mismo,



sólo la «novedad» (en unidades de siglo) de la idea de cultura, sino tam-

bién su rápido ascenso

como

Dice un manual soviético de

50

la

o mito práctico

ideal

y,

por tanto, su impor-

época de Breznev: «La victoria de

la

Revolución de Octubre

dio comienzo a la revolución cultural. Las masas laboriosas, agrupadas en los Soviets, habían derro-

cado

el

capitalismo, pero eso era poco. Las transformaciones en

dían, en primer término, tales medidas adulta, el desarrollo

de

Historia de la URSS, en 66. Decía José

lo

la liquidación del

el

terreno de

enseñanza escolar a fin de extenderla a toda

tres partes,

los

que quiere

el

la

cultura compren-

analfabetismo entre la

la

población

joven generación...»,

segunda parte, 2 a edición. Editorial Progreso, Moscú,

Antonio Girón de Velasco en su discurso antes citado

«Y cuando dicen que

la

como

demagogos que

"el proletariado prefiere el

proletariado es la cultura, que en

el

del

Poder

orden de

1

977, p.

25 de noviembre de 1950:

al

pan", lo que se callan es

las ideas es

una idea más gené-

idea de Poder y engendra a ésta. Pero los demagogos ofrecen Poder solamente porque saben que con el Poder sólo, sin la cultura que debe engendrarlo, el proletariado fracasa y se estarica

que

blece

una nueva

ed.cit.,

(pfí

la

casta

que

es la

de

ellos, la

de

los

demagogos {Grandes y prolongados

aplausos)»,

pp. 15-16.

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

La idea

de

la

cultura

como

idea práctica constituyente.

El

«Estado de

la

Cultura»

tanda. Porque a partir del reconocimiento del ideal de cultura por tituciones de diversos Estados

puede decirse que

la cultura

las

1

129

cons-

comienza a pre-

como un derecho y como un deber en sentido político. Y nos referimos no ya al derecho o al deber políticos tal como se nos dan en el plano de la teoría política. En un capítulo anterior (II), al hablar del nacimiento y maduración de la idea de cultura en la filosofía alemana, hemos citado textos sentarse

de Fichte o de Bluntschli; habría que agregar más eslabones a esta tradición del derecho constitucional, sobre todo Jellinek, &c.);

una

alemán (por ejemplo Holtzendorff,

que considera

tradición

cultura

la

cuatro fines fundamentales del Estado, junto

como uno de los

tres

o

derecho y al poder, por ejemplo. Holtzendorff, pongamos por caso, asignaba al Estado nacional estos

tres

objetivos

mediante

la

reales:

organización del derecho {Kulturzweck) distas

de

objetivo

el

organización del poder;

.

(

el

al

potencia nacional (Machtzweck)

la

objetivo de la libertad, mediante la

Rechtzweck) y faltó del todo

En España no

objetivo de la cultura social

el

la representación, entre los trata-

de derecho político o administrativo, de esta tradición:

Marín dedica

el

tomo

II

así

Cuesta

de sus Principios de derecho administrativo

(Salamanca, 1894) a «los fines de cultura de la administración pública»; referencias a la cultura se plo,

en

el

Curso de Derecho Político de Santamaría de Paredes, de 1913- 51

Pero queremos referirnos, sobre todo, tura

como norma de rango

de derecho político, o de parte de las

como

de cultura (o del mito de decir, la fecha

en

la

los filósofos

de

la

cultura

no ya por parte de la

de

los Estados.

No nos parece del

el

en cuanto mito político

Kulturkampfáe. Bismarck

el «fisiólogo ateo»).

En

la (el

han ido incorporando

término fue

a sus constituciones

concepto de «constitución cultural» (por analogía con social»)

La Constitución mejicana de 1917 podría considerarse como

Citado por lesús Prieto de Pedro, Cultura, culturas y constitución

,

el

Gustavo Bueno,

El

de Pedro,

mito de la cultura

op. cit., p.

[1

primer texto

Centro de Estudios

202, nota 343.

996], séptima edición, Barcelona

2004

para refe-

la cultura. 52

Constitucionales, Madrid, 1993, p. 19. 52 lesús Prieto

es

incluso se ha acuñado entre

a los principios que una constitución dada tiene relativos a

51

de 1871,

cualquier caso, lo cierto es que

concepto de «constitución económica» o «constitución

rirse

los tratadistas

cultura o del Estado, sino por

como norma constitucional;

los juristas italianos el el

reconocimiento del ideal de cul-

fecha simbólica de la «mayoría de edad» de la idea

diversos Estados, en nuestro siglo, ideal

de

políticas

la cultura)

que comenzó

acuñado por Virchow,

al

constitucional,

mismas constituciones

todo gratuito tomar

el

las

hacen más frecuentes unos años después, por ejem-

© FGB 201

130

El

I

mito de

cultura

la

superior relevante que registra

en

la

obra citada. También en

la

la

artículo 18, aparece el adjetivo «cultural», o

1920, en

contexto explícito de

el

Estado protegerá a

como

presencia de la voz cultura,

dice Prieto

llamada «Constitución de Wcimar» de 1919,

en

la

Constitución del Perú de (Artículo 58: «El

las «culturas étnicas»

indígena y dictará leyes para su desarrollo y cultura en armonía con sus necesidades»). En el Preludio de este Ensayo citamos el la raza

artículo 44.1 de la Constitución española de 1978: «Los poderes públicos

promoverán y tutelarán el acceso a la cultura, a la que todos tienen derecho». Pero en la tradición constitucional española los antecedentes son numerosos (dentro, por supuesto, de la época moderna). Así, en el Discurso preliminar, leído

en

Cortes de 24 de diciembre de 1811,

las

como

presentación del pro-

yecto de la que sería la Constitución Política de la Monarquía Española, de

1812, se habla «del inmenso número de originarios de África establecidos en los países

de Ultramar, su diferente condición,

tura en que la

mayor parte de

ellos se halla

en

el

estado de civilización

el día...». Y,

y

cul-

sobre todo, en la

Constitución de la República Española de 1931, en la que la idea de cultura llega a figurar

en

el

cultura») Tiene el .

rótulo del Capítulo 2 del Título 3 («Familia, economía

mayor

más tempranamente

interés constatar

que España

aparecen, en contextos políticos,

es la

y

nación en donde

de cultura y

las ideas

de nación.

Concluiremos subrayando néutico general que

momento de en

los casos

hemos

que

conveniencia de aplicar

establecido

la interpretación,

ios

la

se registra

(la

el criterio

de sus funciones reivindicativas

una

el

originarias) a

«elevación» de la idea de cultura al rango

de norma constitucional, por parte de muchos Estados actuales lleva la creación

herme-

consideración prioritaria, en

(lo

que con-

de órganos administrativos ad hoc y principalmente de

los

norma se de los com-

Ministerios de Cultura). Pues aun cuando, en la superficie, esta

agota aparentemente en su función de mera expresión positiva

promisos que asume un Estado en orden a

la

conservación y promoción de

una cultura presupuesta, en su fondo contiene una intención siva

o reivindicativa de

tampoco

la

las culturas étnicas

negativa, defen-

o históricas frente a otras culturas;

intención reivindicativa de la cultura universal «frente a la

Naturaleza» (una reivindicación que cabe asociar, más bien, a

la idea

de «edu-

cación»).

Para

el

planteamiento de esta cuestión hay que tener presente que, en

general, el Estado implica (genéticamente) la confluencia de etnias o culturas

diferentes (se les

ha calculado que

están constituidos sobre

sólo

una sola

un

diez por ciento de los Estados actua-

etnia,

ciones artificiales» llevadas a cabo tras la

cpfí

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

y que tales Estados suelen ser «creaSegunda Guerra Mundial; cuando

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

de

La ¡dea

la

como

cultura

¡dea práctica constituyente.

El

«Estado de

la

Cultura»

no ocurre que la homogeneidad étnica observada de vez en cuando es el tado de una asimilación de etnias anteriores por la etnia hegemónica).

1

131

resul-

El carácter reivindicativo de la «cultura propia» se manifiesta con toda evi-

dencia en

de

las

reivindicaciones de las culturas regionales frente a las culturas

Estados canónicos; en estas situaciones

los

eminentemente

significado

las

reivindicaciones

toman un

Sabino Arana, en España, lo decía con

político.

no pueden

insuperable ingenuidad: «Etnográficamente los euskerianos

ser

españoles aunque quieran, pues para ser españoles tendrían que dejar de ser euskerianos». Se

comprende también que, desde

la

óptica del nacionalismo

étnico, el proceso de cristalización del «nacionalismo canónico»,

expresión histórica

más

visible

en

la

Gran Revolución, 53

que tuvo su

sea visto

proceso de «etnocidio consumado» (lenguas tradicionales acosadas

como un como dia-

lectos atrasados, vida pueblerina rebajada a espectáculo folclórico destinado

consumo

al

anacronismo que

turístico). El

se

comete

es evidente, si

por

«etnocidio» se sobreentiende la asfixia de «nacionalidades políticas» que aún

no

y que

existían

sólo podían ponerse en

mente de la constitución de

las

marcha a consecuencia

precisa-

naciones políticas canónicas; constitución que

implicaba precisamente ese proceso llamado «etnocidio». El anacronismo se desarrolla

nivel

además

que

al retrotraer esas

mismas

«naciones asfixiadas» a la prehistoria y

pudieron alcanzar

al

desean alcanzar)

el

de una nacionalidad política canónica tienen también que recurrir a

la

olvidar

esas

etnias, si

represión, a la intolerancia

y

al

(o si

etnocidio.

El carácter reivindicativo de la «cultura constitucional» puede fundarse

en

la

o protectora frente a otras culturas nacionales

la reivindicación cautelar

canónicas

(el

Kulturkampfde Bismarck era en gran medida una «lucha por

como un

cultura alemana»); pero también

intento de defender la cultura

nacional-estatal canónica frente a las culturas de las nacionalidades a escala regional.

En

la Constitución

«Sin perjuicio de

Autónomas, bución

el

las

española de 1978 leemos, en su artículo 149.2:

competencias que podrán asumir

Estado considerará

esencial,

facilitará la

y Autónomas, de acuerdo con

las

servicio de la cultura

las

ellas».

Lo que

Comunidades

como deber y atri-

comunicación cultural entre

ra nacional-canónica, ligada al

una «refundición» de

el

las

Comunidades

es difícil olvidar es

que

la cultu-

Estado moderno, presuponía necesariamente

nacionalidades étnicas (prepolíticas), refundición

lograda necesariamente en parte por mezcla, en parte por hegemonía de

unos componentes sobre

53

Gustavo Bueno,

Véase

El

P.

otros: la

nación española,

como

la

nación francesa

Clastres, Investigaciones en antropología política, Gedisa, Barcelona,

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

1981,

© FGB 201

p. 61.

132

o

mito de

El

I

la

cultura

nación inglesa fueron

resultado

de

la

muy anterior,

nación euskérica o de

la

resultado histórico de esta refundición

el

por

cierto, a los proyectos

nación catalana.

la

Los problemas de inconsistencia latentes en universal,

de

la

en relación con

las

—un

de nacionalismo político

culturas étnicas,

propósito de una cultura

el

que

el

mito de

la

declaración

UNESCO tiende a ignorar, se reproducen a escala de las relaciones entre

la cultura

duda,

las

nacional canónica y las culturas regionales o autonómicas. Sin instituciones públicas como el Tribunal Constitucional o el

Tribunal Supremo, tienden a interpretar los textos constitucionales recono-

ciendo una cultura común, una cultura nacional o canónica, que

en

será,

nuestro caso, la «cultura española». Pero algunas culturas autónomas no

modo la norma constitucional entendiendo la cultura del el total de como un conjunto sumativo, por yuxtaposición regionales pidiendo, como asunto de estado, todas las supuestas culturas y interpretan de este



artículo 44.1



la

,

supresión del Ministerio de Cultura. Según esto, cabría decir que

nido mítico de

1978

la idea política

se manifiesta, ante todo,

de cultura en

conte-

el

Constitución española de

la

en su armonismo, en tanto tiende a olvidar

la

incompatibilidad irreductible entre una cultura española «común» y las pretensiones de las ideologías que postulan que la cultura de su nacionalidad respectiva debe ponerse en pie de igualdad a la cultura «castellana» (no española)

dentro, por ejemplo, del mosaico envolvente de las culturas europeas. El

mito

se manifiesta

en

momento de

el

la

exaltación de

un

«rasgo cultural»

que

una copa de

fút-

siendo intrínsecamente insignificante (por ejemplo, lograr bol) pasa a

ocupar

el

rango objetivo de un valor supremo. Desde nuestras

muy

coordenadas, se alcanza

bien

vindicado con más tenacidad por

las

vernácula o nacional. Oficialmente,

fundamenta en

razón por

la

lo

que explica

es la otra característica

muy

de

de

lengua,

es

que

las

la

El

lengua

las

le

pueblo que

atribuye

como

la habla»; pero,

reivindicaciones lingüísticas

la

entienden; ante esto,

«capacidad expresiva del espíritu nacional».

se diga

no

sea entendido por los

que

la

se

Lo

que hablan otra

habla sean comunes o

triviales.

cocina o los trajes de una comunidad

comprendidos, asimilados o disfrutados por cualquier

miembro de

otra

comunidad autónoma

rasgos diferenciales asociativos), en

(pñ Gustavo Bueno,

es la

«lenguas vernáculas», a saber, sus virtualidades

cosas de las

las

ser

espíritu del

importancia de

la las

danzas populares,

autónoma pueden individuo

que

lo

aun cuando

Mientras que

rasgo cultural rei-

reivindicación de la «lengua propia» se

pueblos colindantes que no

los

poca parte queda a

importante

el

supuesta condición que a una lengua se

la

aislantes respecto

cual

«comunidades autónomas»

la

«forma de expresión más profunda del en realidad,

la

mito de la cultura

[1

cambio

(a titulo

la lengua,

996], séptima edición, Barcelona

de

sobre todo

2004

folclore: si

no

© FGB 201

son

es inte-

La idea

ligible

por

de

la

cultura

como

idea práctica constituyente.

terceros, es disociativa.

Los esfuerzos de

no ya a

güísticas

van por

camente

viva, sino a subrayar las voces

ello dirigidos

restaurar

y

español, a fin de hacerlas ininteligibles.

giros

El

«Estado de

las

la

Cultura» 133 1

normalizaciones

una supuesta lengua

más

lin-

históri-

diferenciales, respecto del

La voluntad de mantener

la

propia

lengua está inequívocamente ligada, por tanto, a una voluntad de independencia «nacional» basada en los «hechos diferenciales» del «patrimonio cultural»

considerado

como

voluntad lingüística

como

Gustavo Bueno,

El

sustancia del propio pueblo; fuera de este

sería tan inexplicable,

lo sería la pasión «partidista»

mito de la cultura

[1

en

la

mayor

marco

parte de los casos,

por un equipo de fútbol determinado.

996], séptima edición, Barcelona

2004

la

© FGB 201

Gustavo Bueno,

El

mito de

la

cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

5

de

La génesis

idea metafísica de

la

cultura. El «Reino

«Reino de

la

de

el

Cultura»

moderna de Cultura repercute en

La Idea

Gracia» y

la

Idea

la

de Cultura subjetiva tradicional La idea de cultura

objetiva,

si

nos atenemos a todo cuanto venimos diciendo,

una idea «moderna», y no cobra figura reconocible sino al final del siglo XVIII. Esta tesis es muy común aunque no sea universalmente compartida. es

Hemos

intentado demostrar que

idea de cultura

una idea

las discrepancias entre

«antigua», de la tradición grecorromana,

pueda mantenerse únicamente en terreno de la filología; es

de

oposición entre

la

hemos llamado la

como

la

quienes consideran la

como una idea «moderna» y entre quienes la consideran como

la

el

una discrepancia que

la «cultura subjetiva»

atención de

cómo

no

es

una discrepancia que

terreno de la erudición histórica, en

y

está envuelta

la

por

la dialéctica

«cultura objetiva».

esta oposición

el

También

no habría que entender-

oposición que pudiera corresponder a dos procesos o estructuras

independientes, aunque acumulables o yuxtaponibles. La idea de cultura subjetiva es históricamente anterior a la idea

de cultura objetiva, pero, una vez

constituida ésta, aquélla tenderá a ser reexpuesta desde la idea de cultura objetiva.

Ahora

bien, la tendencia a reducir la cultura objetiva a la cultura subjeti-

va se mantiene de manera incesante; sólo que ahora, una vale a

una disolución de

no

se dará,

en

la cultura objetiva

porque

la

la idea

reexposición de la idea de

no implica tanto

la

reducción equi-

disolución de la idea cuanto una

reconstrucción de la misma. El peligro aparece en tar la «antigua» idea subjetiva

tal

En cambio, la recíproca cultura como «participación»

de cultura objetiva.

el

momento de

de cultura en términos de

la

reinterpre-

«moderna» recons-

trucción de la idea de cultura. Pues una cosa es que, desde la idea

(pfí

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

moderna

1

1361

mito de

El

cultura

la

de cultura, esta operación pueda emic, sino ni siquiera en tura, la idea

mente a na

de cultura subjetiva

la luz

esta idea

de

haya de

clásica

moderna de

la idea

cultura.

cultivo de

una idea considerada como

un

y otra cosa

es que,

es

subjetiva,

que quien impug-

no ya a

inexistente, sino

individuo dado en campos tan diferentes

como

individuo en individuo cultivado, «culto». Lo que importa pues

que

la figura del individuo «cultivado»

— no supone de por

deutos

cultura

una concepción

como un todo complejo

una vida propia; rial



mucho más como



es tener pre-

y dotado de un mate-

un subconjunto de contenidos susceptibles de un programa de cultivo, de educación.

tampoco en

el

loterías nacionales

de

no

la idea el

de cultura subjetiva tampoco

concepto etológico psicológico de

es admisible

antropológico.

tras férrea disciplina, las listas

puede

afir-

los cien

de

y no

sólo en el terreno zooló-

No porque alguien logre memorizar,

los diez

primeros números premiados en

terios rigurosos;

cri-

pero esta selección no se deriva de una idea de cultura sub-

sino de determinadas tablas ocasionales de valores vigentes en social «distinguido».

La «cultura»

en que sus contenidos comiencen a

les inferiores al

las

últimos años puede ser llamado «culto». El cul-

o aprendizaje que conduce a la cultura animi está seleccionado según

grupo

ser

proposición de que toda cultura subjetiva requiere una disciplina, un

gico, sino

jetiva,

la

necesarios para

aprendizaje; pero la recíproca

to

de

global, orgánica, holística,

«aprendizaje», en cuanto opuesto a «herencia genética». Sin duda,

tivo

ese

frente al rústico, inculto, apai-

constituido de partes entretejidas

Por este motivo, y en cualquier caso, puede hacerse equivalente, sin más, con

la

el arte, la

sólo requiere la delimitación o circunscripción, en

amplio, de

señalados

marse

de

título

simplemente

que transformaría a

poesía, el teatro, el atletismo o la conversación, cultivo

sente

no ya

ser considerada necesaria-

La prueba

puede seguir hablando de cultura

participación en

como

la

ser llevada a cabo,

posición etic de quien niega la idea objetiva de cul-

se circunscribirá a

ser

él,

y en

compartidos por otras

el

un

momen-

clases socia-

grupo distinguido, tendrá ese grupo que cambiar de conteni-

dos para poder seguir distinguiéndose.

moderna de Cultura no es una creación ex nihilo, pero tampoco procede de la mera evolución de la idea subjetiva La Idea

tradicional: sus precedentes se encuentran en

¿Hay alguna razón que explique por qué Media, los

cpfí

se

conformó

la idea

El

mito de la cultura

[1

Edad Media cristiana

ni en la Antigüedad, ni en la

de cultura objetiva

o,

Edad

dicho de otro modo, por qué

contenidos denotativos cubiertos por esa idea

Gustavo Bueno,

la



996], séptima edición, Barcelona

herramientas, edificios,

2004

© FGB 201

)

1

La génesis

esculturas, obras literarias

— permanecieron

bra? Para quienes consideran la idea sistente, la

de

idea metafísica de cultura

la

como como una idea

disociados,

de cultura

pregunta tiene un sentido similar a esta

máticos griegos clásicos no alcanzaron

pregunta supone que tenía suficiente

con

el

otra: ¿por

mem-

disjecta

efectiva,

qué

tiene

como pueda

que tomar otro

No

procede

mate-

los

conceptos de elipse o de circunferencia.

los

serlo el

debe

un

de

análisis

este

punto de

vista la

la

de preguntas.

las

indi-

hecho que comenzaremos refiriendo a

Antigüedad una idea de cultura

objetiva?».

la

Desde

pregunta indirecta puede responderse de este modo: en

ran considerarse afines

de

es

Me limita-

como un modo

Antigüedad no hubo idea de cultura objetiva porque

va,

no

pregunta

la

ser reformulada.

este tipo

pregunta propuesta

la

recto de plantear la cuestión de

Antigüedad: «¿Hubo en

la

concepto de curva cónica,

sesgo, o incluso

iniciar aquí

en consecuencia a interpretar



con-

concepto de «curvas cónicas»? Esta

Sin embargo, para quienes consideren que la idea de cultura objetiva tan consistente

137

desarrollo de las necesidades de la sociedad antigua

manejo de

el

el

1

—no ya

que ya hemos hablado

las

que tienen que ver con

las

— no pueden

ser

ideas

que pudie-

la cultura subjeti-

confundidas con

la

idea de

y aun cuando aquéllas puedan ser reinterpretadas desde ésta, camino inverso está cerrado. Hasta un punto tal que podría afirmarse que

cultura objetiva; el

las ideas

antiguas de «técnica», «poesía», «pintura» o «arte», por ejemplo, o

bien ideas

tales

como

latinitas

o urbanitas, bloqueaban la constitución de una

idea de cultura en sentido objetivo.

En

efecto, la técnica, las artes, la poesía, &c.,

por

general,

los filósofos griegos (si

poco favorece

la

habrían sido pensadas, en

dejamos de lado

el

angelismo que tam-

conformación de una idea de cultura) desde una perspecti-

va naturalista, y ello en dos sentidos: el que se concreta en la idea de instrumento (organon y el que se concreta en la idea de imitación (mimesis). Los útiles (herramientas, indumentos, casas) serán conceptuados como «instrumentos» de una naturaleza viviente;

por consiguiente, o bien

arrollo tan natural

nidos para el

las

como puedan

los útiles

cuando vienen de

arriba, lo

humanos a

humanos

Gustavo Bueno,

de

El

Una naturaleza,

las

[1

se atribuirá

harán para restaurar unas dotes naturales de vez,

el

la tecnología, del arte,

por tanto, que

formas objetivas de

mito de la cultura

arañas o los

—Demócrito, &c.—

pone, en efecto, ya constituida una naturaleza individual.

las

imitación de los animales) o bien,

la

Prometeo). La visión instrumentalista de

través

derivarán

de araña para

hombres habrían sido privados (citemos, otra

los

un orden de un des-

prefigurada, dentro de

serlo las telas

aves (y en algunas ocasiones

origen de estos artificios

que

humana

lejos

&c., presu-

humana y además

de

constituirse

la cultura resulta ser previa

996], séptima edición, Barcelona

2004

las

mito de

a escala

o moldearse a

y anterior a

© FGB 201

ellas.

138

El

I

mito de

En

la

cultura

cuanto a

«liberales»,

de instrumentos: de

la

como

aceptase

hombre que

lo

No

tal

la téchne se define

es decir, a las artes

también a

la

creación

por Aristóteles precisamente en función

mimesis de paradigmas naturales

ha dicho algunas veces que

Naturaleza). Se pretarse

la poíesisse adscribía

habrá que advertir también que su objetivo

la poiesis)

mente en

no meramente «instrumentales»,

las artes

o poéticas (aun cuando

como

(el arte,

el

ponía precisa-

se

imitación de la

término mimesis puede

inter-

«imitación de la propia fuerza creadora de la Naturaleza»;

debiera figurar

la «imitación»

lado de

al

las fuerzas

creadoras de otros animales (con

de esa fuerza, que se supone ya dada,

pretendemos, con todo, insinuar que

instrumentalista fuese tan amplia que

para reconocer

la realidad

si se

que concluir que esa fuerza creadora del

interpretación, habría

no

estaría

extensión de

la

dejara abierta

la

de más).

concepción

ninguna posibilidad

de «estructuras objetivas envolventes» (de

los indi-

viduos humanos que cooperan a su constitución). Estructuras objetivas de este

orden

—de cuya conceptuación podríamos de — fueron

mación a la idea el

(el

una mayor aproxi-

percibidas, particularmente, en

cultura objetiva

terreno político. «El todo

esperar

Estado) es anterior a

las partes (a los indivi-

duos)», dice Aristóteles {Política, 1253a); y en la Prosopopeya de las Leyes del

Critón platónico, Sócrates nos presenta a anteriores a los individuos, puesto

que

las

Leyes

como

entidades objetivas

sólo por ellas sus padres se casaron, le

engendraron y le educaron. Ahora bien, estas «estructuras envolventes» no fueron conceptuadas por Platón o por Aristóteles como contenidos de un

una «Cultura

«Espíritu objetivo», o de lógicas a las

que constituyen

En todo

bívoros.

los

como

objetiva», sino

enjambres de insectos o

caso, estaban pensadas

al

los

estructuras ana-

rebaños de her-

margen del arte o de

la técnica.

En

modo u

y bárbaros obligaba, de un otro, a circunscribir los homólogos posibles de la idea de cultura

objetiva,

en su función de cultura humanizadora, a la esfera de

realidad, la contraposición antigua entre griegos

ga.

Los bárbaros carecían de cultura

ra,

en

el

o, lo

que

es lo

mismo,

la

cultura grie-

la idea

de cultu-

sentido del «todo complejo», en su dimensión distributiva,

ba aún constituida. Por

ello los

conceptos objetivos que en

la

no

esta-

Antigüedad

podemos reconocer como más próximos al concepto moderno de cultura (al menos en el sentido «circunscrito» que esta idea hereda del humanismo renacentista)

son conceptos particulares de su

cidiendo con

el

comienzo de

la

efectiva

blos de su entorno, pudieron autopresentarse

cultura universal.

Dos son

criben» materiales sin cio

(pfí

los principales

duda

objetivos,

de

como

El

mito de la cultura

[1

Roma

sobre los pue-

paradigmas de

los

la

conceptos objetivos que «circuns-

aunque

particulares,

de su significación para una cultura animi, pueden

Gustavo Bueno,

Conceptos que, coin-

civilización.

hegemonía

996], séptima edición, Barcelona

y que

sin perjui-

ser citados al respecto:

2004

© FGB 201

1

La génesis de

el

concepto de aticismo (o

como

modelo

un

importante

mente por su pureza:

es

de hablar,

subrayar que

« Latinitas est

vitium remotum », dice

un

el

al

que

se atribuye

latinitas se ofrecía

si

139

concepto de urbani-

acaso también helenimo (helenismos)

estilo

1

que Cicerón presentaba

latinitas,

no contener elementos

universal era por

do en

—y

-

( attikismos)

[circunscrito] a

universal; lo

ma

concepto de

¡dea metafísica de cultura

traducción, en realidad «calco», del primero) y

Aticismo

tas.

el

la



una

como

es el

validez

paradig-

extranjeros, es decir, precisa-

quae sermonem purum conservat ab omni

texto procedente del círculo de Escipión, inspira-

teorías estoicas al estilo

de Diógenes de Babilonia^

En cuanto

al

con-

cepto de urbanitas sólo subrayaremos que su «radio de circunscripción» es

más amplio que

el

de

latinitas,

ye también otras virtudes

o paganismo (de pagus =

Tampoco

(o,

el

«canon de Quintiliano» inclu-

en todo caso, urbanidad se opone

al

rusticismo

villa rural).

es suficiente

de cultura objetiva

y,

pues, según

suponer

modernidad de una

la

también por ejemplo,

la

como

idea,

la

idea

idea de progreso), para vernos

obligados a plantearnos la cuestión de su origen histórico en sentido estricto,

siempre que nos consideremos en condiciones de dar cuenta de la

idea a partir de circunstancias sociales

estricto (porque,

más que

en sentido amplio, también

las

históricas,

la génesis

en

el

de

sentido

circunstancias sociales son

históricas).

Lewis Mumford, John Bury, o después Gunther

nen que

idea de progreso se organizó en la época de la revolución indus-

la

como

trial,

S. Stent,

ideología característica de la burguesía, considerada

«clase ascendente»: podría decirse,

por tanto,

greso es tratada por estos autores,

que

se

supo-

como nueva

que la génesis de la idea de pro-

apoyaban en

el

«hecho» efectivo del

progreso industrial, desde una perspectiva sociológica; porque lo que se pro-

ponían era presentar una derivación de social»

de

los

hombres de

de Marx: «Es conciencia

mos

la

idea de progreso a partir del «ser

época moderna (nos acordaríamos aquí de

según

hombre el que determina la conciencia, y no la otro modo, se procede aquí como si aceptáse«las ideas brotan de los hechos». Obviamente estos

la

cual

De

puntos de vista serán adecuados cuando efectivamente

hayan sido de al

límite el

reció

en

tal

los

cambios

punto de vista de Mumford, Bury o

el siglo XVIII

la

porque, salva

Humanidad

Véase Manuel C. Díaz y Díaz, 35-50, Madrid, 1951.

el

Stent: la idea de progreso apa-

veritate, fue

entonces cuando efectiva-

verdadero progreso, industrial y

« Latinitas,

El

mito de la cultura

[1

social.

sobre la evolución de su concepto», en Emérita,

vol. XIX, pp.

Gustavo Bueno,

sociales

índole que hayan dado lugar a situaciones nuevas. Llevando

mente apareció en

54

la tesis

el ser social del

el ser social»).

la tesis

la

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

140

I

El

mito de

cultura

la

Pero, ¿puede decirse

que

decirse

éste sea

que sea

también

el

éste el caso

de

la

Idea de Cultura? ¿Podría

caso de la idea de «gravitación» o de la idea de

«evolución» en los siglos XVII y XIX respectivamente? ¿Acaso no existía la gravitación antes de Newton o la evolución antes de Darwin? Podrá no haber

Edad Media,

existido progreso industrial o tecnológico en la

(más exactamente: aquello que pretende

existía la cultura objetiva

tado por

ser

no

deno-

de cultura objetiva) antes de Herder o de Fichte, del mismo

la idea

modo que

pero, ¿acaso

existía la gravitación antes

Darwin? Es desde

de Newton o

la

evolución antes de

propia idea de «cultura objetiva» desde donde tenemos

la

que responder; dudar de

esa existencia previa es

dudar también de

idea de

la

cultura objetiva.

En bien

estos casos,

poder entender

el

de

la génesis

de dar cuenta de sentan», en

los

precedentes sino

homologas (no ya meramente análogas) a

ideas

las

tendremos que buscar, no sólo

la

la idea nueva.

manera según

sistema ideológico,

partir

Pues ahora, de

la cual «se

lo

las especies

no

sería «visible»

es

se «repre-

actuantes (o tenidas por tales)

que habrán encontrado su formulación precisa en épocas ción de

cuales

las

que tratamos

hacen presentes», o

las realidades

caso límite, esta presencia podrá tener

de

más

un grado

posteriores.

En

el

nulo. Por ejemplo, la evolu-

a escala de la observación ordinaria acce-

a una sociedad campesina inmersa en los procesos de reproducción uni-

sible

forme de

la

limitado de

vida dados en

un

intervalo amplio de tiempo,

las especies vegetales

grado de presencia habrá de ser ción,

dado

el

número

y animales de su entorno. Otras veces, el alto: es la situación de la gravita-

mucho más

en donde la investigación de las ideas homologas premás perentoria. De todos modos, es evidente que la idea de culobjetiva no ha podido formarse ex nihilo, sino a partir de ideas

y en

estos casos es

vias se hace

tura

no tanto en

precursoras. Precursoras ciones, &c.) cuanto

en

el

el

sentido de «precedentes» (anticipa-

sentido de lo que en Zoología son los órganos aná-

logos de una especie respecto de los de otra posterior, es decir, órganos que,

precisamente por su morfología característica, desempeñan una función similar

en un organismo determinado no precisamente a

de organismos

que

la

ulteriores.

morfología de

tinta (a veces, incluso

En

tales

título

de «anticipación»

cualquier caso subrayaremos la circunstancia de

órganos se transforma muchas veces en otra dis-

asume funciones nuevas

si

ha tenido lugar una evolu-

ción morfológica profunda del organismo hacia formas sucesoras, a ra

como

de

las aves).

las

extremidades anteriores de los reptiles se transforman en

En

Gustavo Bueno,

El

manelas alas

nuestro caso, «organismo» (de especie determinada) equival-

drá a «sociedad» (de una época determinada).

(pfí

la

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

La génesis

Nos génesis

de

la

idea metafísica de cultura

De

cedentes.

modo,

este

al «ser social»,

sino precisamente tam-

no ya tanto

constitución de una nueva sociedad industrial», &c.)

cuanto a partir de

(la

la

a partir

épocas pre-

las

moderna de

constitución histórica de la idea

la

tura tendría que ser explicada

podrá

vez de

la

«burguesía

la

transformación de alguna idea que en

idea de cultura objetiva.

la

como una

ser presentada, entonces,

La idea de

como

subestimar

el

papel que en

anterior, sin

por

misma pueda corresponder

transformación

la

cultu-

idea que procede de la transfor-

mación (que comporta su desvanecimiento) de alguna idea ello

cul-

únicamente del proceso de

sociedad «moderna»,

sociedad precursora de esta sociedad moderna pudiera considerarse

homologa y análoga a ra

141

situaremos, en resumen, en la perspectiva de aquellas Ideas en cuya

no haya que poner únicamente

bién a otras ideas («órganos») características del «ser social» de

la

1

A

a los cambios sociales, económicos y políticos. fin de cuentas, la transformación histórica de la idea precursora no podría ser explicada por sí misma sino en el contexto de

las

transformaciones de

la

sociedad en función de

fuerza. Será necesario,

la

como

Idea-

en cualquier caso, determinar cuál haya podido

ser la

cual la idea homóloga-análoga precursora alcanzó su vida propia

y qué aspecto de la sociedad moderna sociedad medieval o del «antiguo régimen») ha

«Idea homóloga-análoga» precursora (en tanto que evolución de la

podido al

máximo

es

«moderna» de «Cultura»

la idea

Dicho de otro modo:

la

idea

Sintetizamos

una

secularización

es la

moderna de un «Reino de

una transformación secularizada de

Gracia»,

tal idea.

y en idea de la

(y análoga) precursora (en la sociedad medieval

«Antiguo régimen») de

«Gracia».

transformación de

la

nuestros resultados en estas dos proposiciones:

La idea homologa

1) el

impulso formal de

ser el

la idea

la

Cultura»

medieval del «Reino de

que envuelve, desde luego,

la «disolución»

de

la la

idea teológica.

Como motor

2)

principal de la transformación del «Reino de la Gracia»

en

el

«Reino de

de

la

«sociedad moderna» en

comporta

la

Cultura» habría que considerar

la cristalización

de

la

la idea

núcleo ideológico característico de nos.

De

otro

modo:

la

el

proceso de constitución

medida en que precisamente

esa constitución

de Nación, en su sentido político, la

como

consolidación de los Estados moder-

transformación de los reinos medievales,

como

Estados sucesores del Imperio romano (pero coordinados mediante un

«poder espiritual» inter-nacional, representado por cúpula del «Reino de

determinado

(pfí

Gustavo Bueno,

El

la

la Gracia»),

transformación de

mito de la cultura

[1

la Iglesia

romana, bajo

la

en Estados nacionales modernos, habría la idea del

«Reino de

996], séptima edición, Barcelona

2004

la

Gracia»

© FGB 201

(a través

142

El

I

de

mito de

cultura

la

fragmentación de ese «Reino» consecutiva a

la

en

las Iglesias nacionales)

la

la

un «Reino de

moderna de Cultura

La Idea metafísica

de

idea de

la

Idea teológica del «Reino de

la

es

reforma protestante, en

la

Cultura».

secularización

la

Gracia»

tomando cuerpo a

El «Reino de la Gracia» es la gran idea teológica que irá

medida que

la Iglesia católica

vaya asumiendo

momento en

romano, especialmente a partir del

como

cristianismo

al

las

funciones de cúpula ideo-

que han ido agregándose

lógica capaz de cobijar a los pueblos

cual

el

el

al

religión oficial. Se cita a san Pablo, es cierto,

primer gran «teólogo de

la Gracia»:

Imperio

Imperio reconoce

como

el

«Habéis sido salvados gratuitamente por

y esto no por vosotros, porque es un don de Dios, no por las obras, para que nadie se gloríe...» ( Efesios 2, 8-10); «no es que seamos capaces de pensar

la fe,

algo por nosotros... sino que nuestra capacidad es de Dios»

sobre todo en la Epístola a

los

Romanos

dido en nuestros corazones por

embargo,

la idea

referentes

que

en torno a

se

de

el

(5, 5): «la

(II

Espíritu Santo, que se nos ha dado». Sin

Gracia está pensada aquí todavía en función de unos

la

reducen

al

ámbito intelectual y moral, a

saber, los

que serán llamadas «virtudes teologales»

lo

Corintios 3, 5);

caridad de Dios se ha difun-

(Fe,

que giran

Esperanza y

Caridad) y «dones del Espíritu Santo» (Sabiduría, Entendimiento, Ciencia, Consejo, Fortaleza, Piedad y Temor, según la enumeración inspirada en Isaías 11, 2). Estos

dones

cuando

Gracia),

se

llamaban también carismas ( chárisma corresponde a

se refieren a las gracias gratis datae

— subraya que

a veces a los carismas pneumata

como

las

funciones del cuerpo natural

— aunque

sa

se

dad ( Corintios la

dan a

consolidación de

cuando

la idea

mundanos,

En

las

la

55

El

que aquí más nos

intere-

la

comuni-

el

curso de

y

administrativas que

(frente a otras religiones

literarios, políticos, tecnológicos, arquitectónicos, artísticos, el

Véase Santiago Ramírez,

cpñ Gustavo Bueno,

lo

son dados para bien de

doctor de la Gracia, encontramos ya

muy madura de la idea de un «Reino

Madrid, 1974,



—que llama

son tan variables

y otras filosofías) Gracia incorporaría una mayor cantidad de referentes

san Agustín, llamado

ción

romana

San Pablo

los carismas

responsabilidades educativas

la Iglesia

de

sido,

55

de todos modos, más tarde, en

los individuos, les

1,12). Habría

tuvo que asumir

y que

,

p.

De

de

la

una concep-

Gracia», incluso de la idea de

Donis Spiritus Sancti, en Opera Omnia (tomo VII), CSIC,

21.

mito de la cultura

[1

&c.

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

.

La génesis

de

la

idea metafísica

de cultura 143 1



como conjunto de medios «extrasomáticos» diríamos como libros revelados, templos, &c., que son ofrecidos por Dios a los hombres para elevarlos a un estado superior, al estado de «gracia interna». El quebranto de la naturaleza humana causado por el pecado de Adán requiere la ayuda de la Gracia para que el hombre recupere incluso la una Gracia



nosotros

externa-,

tales

plenitud de sus funciones naturales (y en este punto la doctrina de la Gracia

recupera ideas platónicas del Protágoras) El Concilio

do por Bonifacio la

en

II

el

año 529

—no

deja de tener

coincidencia de esta fecha con la del año en que



cerró la Escuela de Atenas

misma Gracia

Dios

es la

«la

el

de Orange, aproba-

un

simbolismo

cierto

emperador Justiniano

estableció, contra los semipelagianos,

Gracia de Dios no se puede conseguir por la

II

la

humana invocación»

que hace que invoquemos

que hace que podamos

al

Señor»;

y que

«que

la

sino que es

«la Gracia

creer, querer, desear, esforzarnos

y

de

trabajar

sólidamente...». Mutatis mutandisr. contenidos de la «cultura subjetiva» (tales

como

creer, querer,

&c.) aparecen aquí ya claramente envueltos en un «Reino

Gracia» y determinados por ella. de La ideología «cósmica» del estoicismo imperial clásico se había quedado la

estrecha desde los

el

momento en

el

que

la experiencia directa del salvajismo

pueblos bárbaros estaba haciendo perder

conforme a

la Naturaleza»;

y

la

esto, sobre todo,

confianza en

en

el

el

de

lema «Vivir

momento en

el

que

los

pueblos orientales y las religiones mistéricas estaban incorporándose al Imperio. 56 El emperador está a punto de perder su prestigio como fuente de

amor,

justicia salvadora: es el

único que puede salvar a los

la caridad, lo

Por encima del emperador está

bres.

el

Espíritu Santo, «que del Padre

homy

del

Hijo procede»; y el Espíritu Santo está en función de la Iglesia universal, y algún hereje, como Sabelio, dirá que es la Iglesia misma. Es el Espíritu Santo,

no

a través de la Iglesia fundada por Cristo, y

pida por

el

pecado,

La salvación de leza

la naturaleza

humana corrom-

única fuente de salvación.

la

los

hombres no podrá

humana, sino que vendrá de

arriba,

venir,

en resolución, de

la

natura-

como un don gratuito o carisma ofre-

cido a los hombres y a su naturaleza corrompida. La naturaleza, por sí misma, no podría ponerse en pie aunque quisiera. Roma, fuera de la Gracia, es sólo Babilonia, dirá San Agustín. 57 Es la Gracia

56 estoico

57

Puede verse

el

(como

gracia medicinal) lo único

importante libro de Gonzalo Puente Ojea, Ideología

e Historia.

,

Véase nuestro ensayo «Lectura

35 años después)», en Cuestiones

filosófica

de La Ciudad de Dios (variaciones sobre un tema,

cuodlibetales sobre Dios y la religión,

Mondadori, Madrid, 1989, pp.

285-345.

Gustavo Bueno,

El fenómeno

en la sociedad antigua Siglo XXI, Madrid, 1974.

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

.

144

El

I

mito de

cultura

la

que puede curar a la

los

hombres de

las

heridas producidas por su caída; pero

Gracia no solamente restituye a los hombres a su estado natural, sino que

(como Gracia

los eleva

elevante) por

encima de su naturaleza animal,

aún, los pone en la presencia de Dios (como Gracia santificante).

general, al

la

Gracia quien no solamente

naturam non referir a la

el

alma

tollit

En

las

Gratia

la eleva:

sed perficit. La Gracia es divina, pero no algo que haya que

las criaturas

justa.

que también

la restaura, sino

vida inmanente de Dios Padre:

«maestro de

mismo

más

Gracia pueda venir a los hombres, y al mundo entero, en margen de su naturaleza. La naturaleza debe estar dada, pero es la

ha de creerse que

ciende a

y,

No por ello

la

constituyendo

la

habitación de la Santísima Trinidad en

Edad Media, algún

Sentencias»



Gracia es increada, pero des-

la

teólogo

—como Pedro Lombardo,

que

llegará a decir

la

Gracia santificante es

Espíritu Santo que se da a los hombres. Pero los dones del Espíritu

el el

no

son, sin embargo, accidentes sobreañadidos, afines a los accidentes predica-

mentales, puesto que

su

las

formas sobrenaturales

momento Domingo de

Soto

— no pueden

—en contra de

diez categorías en las que Aristóteles había dividido

aun siendo una cualidad, a

afecta,

lo

que

diría

contenerse en ninguna de

en las

La Gracia

el ser natural.

propia sustancia de los hombres («El

la

segundo y más propio efecto suyo [de la Gracia] es hacer al ánima graciosa y hermosa en los ojos de Dios», decía Fray Luis de Granada). 58 Por ello, los sitúa

en un orden superior, en otro reino,

más

gía

radical, la

«tradicionalistas» lidar la tesis

«Reino de

el

de San Agustín en primer

lugar,

y

—como Roger Bacon— en segundo

según

la

cual la Gracia

es,

en

realidad, lo

la Gracia».

de

la

La

teolo-

los franciscanos

lugar, llegará a

que hace que

conso-

los des-

un plano superior a los mismo Santo Tomás ( Summa

cendientes de Adán, los hombres, estén situados en animales,

bre,

Adán,

estuviera cante.

Reino de

al

Theologiae,

si

la

Naturaleza.

El

94, 3) viene a conceder la conveniencia de que

I,

es

que estaba destinado

a ser «el maestro

pecó, su naturaleza quedó,

Gracia, quien había impuesto los

que

utilizan los

no

si

brantada; pero, en todo caso, había sido

rísticos

de todos

adornado de una «ciencia sobrenatural», efecto de

Adán

destruida,

Adán en

nombres

el



la

primer homlos

hombres»,

Gracia

santifi-

gravemente que-

el Paraíso,

en estado de

a las cosas: los lenguajes caracte-

hombres, aunque corrompidos

tras el castigo

de

Babel, proceden en realidad del lenguaje primitivo que Dios reveló a Adán.

Es

como

si

se sobreentendiese

sobre-natural,

58

como

que

el

lenguaje

Fray Luis de Granada, Introducción al Símbolo de la

(pñ Gustavo Bueno,

El

humano tiene un origen mismo Dios a Moisés, a

lo tenían las revelaciones del

mito de la cultura

[1

Fe, III Parte,

996], séptima edición, Barcelona

1 1

2004

© FGB 201

1

La génesis

(San Pablo,

los profetas, a los evangelistas

de

lingüísticos: «palabras

un puesto

la

sociedad

de más recordar a

enumera nueve

relevante los caris-

en resumidas cuentas, de

¿acaso

civil:

el

la

Gracia de Dios,

poder no viene de Dios? (no estará

nuevas generaciones que todavía en 1975

las

145

1

de sabiduría», «profecía», «don de interpretar»,

«glosolalia»). El lenguaje procede,

pero también

idea metafísica de cultura

Corintios 12, 8-10

I

carismas o gracias gratis data y entre ellas ocupan

mas

la

tomo

españolas llevaban inscrita en

monedas

las

a la efigie del Jefe del Estado la siguiente

leyenda: «Francisco Franco Caudillo de España por la Gracia de Dios»).

también, desde luego, tuirse; la

moral,

gar tan alto

si

que sólo por

la familia,

la filosofía (¿acaso los filósofos

sacramento puede

el

no hubieran copiado a Moisés?), incluso

que, ante todo, se habría aplicado a

la

podido

griegos hubieran

capacidad

la

Y

constille-

artística

construcción de los templos. Los cul-

y ceremonias de los pueblos bárbaros, ¿no son ellos mismos restos degradados de la religión verdadera, o acaso parodias inspiradas por Satanás para tos

no hace dos

burlarse de Cristo? Todavía

cómo

«las

Vírgenes de Rafael,

góticas, la

les

Prefacio, el Te

el

Stabat

Pergolesi, de

Lauda

el

,

Gaume59

cúpula de San Pedro en Roma,

la

música de Mozart, de

Deum,

siglos el abate

Haydn,

las

el

advertía catedra-

canto del

Sion, el Dies irae, todos estos por-

y otros mil, son hijos del culto católico... Al culto católico debemos los más hermosos instrumentos de música, el órgano y la campana...». De hecho, tentos

puede decirse que

el

domingo,

el

día del Señor, en

el

que

el

pueblo de Dios

escuchaba esas obras maestras se transformará, en menos de un día del ocio, al

el

día en

el

que

el

pueblo podrá

ir al

siglo,

en

el

auditorio o acaso también

templo, pero convertido en sala de conciertos.

En

conclusión, parece innegable que la idea de

en cuanto opuesto

al

Reino de

la

Leibniz está viva esta división de

un «Reino de

Naturaleza (todavía en la realidad

la

leza

a

Gaume, El

catecismo de perseverancia,

tomo

el

de cultura objetiva

la idea

De este modo, así como en la Antigüedad humana preestablecida no dejaba lugar alguno

universal.

J.

la Gracia»,

Monadología de

en esos dos reinos) 60 cerraba

paso a cualquier idea que pudiera aproximarse a

59

la

idea de

una

una natura-

idea de cultura

VII, Librería Religiosa, Barcelona, 1857,

pp. 21-ss. 60 Leibniz,

fecta entre

Monadología: «87. Del

dos Reinos Naturales,

también otra armonía entre entre Dios considerado

Monarca de trilingüe,

(pfí

Gustavo Bueno,

El

la

el

como

el

de

mismo modo que las

antes

causas Eficientes

y

reino Físico de la Naturaleza

Arquitecto de

la

Máquina

hemos

el

y

de el

establecido

las Finales,

una Armonía per-

debemos

señalar aquí

reino Moral de la Gracia, esto

del universo

ciudad divina de los Espíritus»; traducción española de Julián Velarde, en

con una introducción de Gustavo Bueno, de

mito de la cultura

[1

Pentalfa,

Oviedo, 1981,

996], séptima edición, Barcelona

2004

es,

y Dios considerado como p. 153.

© FGB 201

la

edición

146

I

El

mito de

en

objetiva,

la

ia

cultura

Edad Media europea habría

un «mundo

Gracia» la que excluiría toda posibilidad de pensar en

como emanación

que, sin necesidad de ser entendido

hombre, en cuanto

un mundo

animales;

la

espiritual»

milagrosa y gratuita del

como

Espíritu Santo, pudiese, sin embargo, considerarse constitutivo del

un «Reino de

sido la idea de

ser sui generis, respecto

característico

de

y

naturalezas

las

en cierto modo, podría también conside-

cultural que,

rarse sobre-natural.

Por otra parte, nos parece

casi

funciones desempeñadas por

las

imposible dejar de advertir

«Reino de

el

Gracia» frente

la

analogía entre

la

Reino de

al

la

Naturaleza y las que se encomendarán después al «Reino de la Cultura» respecto de ese mismo (en lo fundamental) Reino de la Naturaleza. Más aún, las doctrinas de los teólogos orientadas a ofrecer esquemas de conexión entre

Reino de

la

alternativas los

Naturaleza y

cuyo paralelismo con

la

de

la teología

las alternativas doctrinales

y la Cultura no

suelen clasificar

según

en general, la

el

lo

doctrinas de referencia en dos grandes

No

como

desviaciones heterodoxas de la doctrina «sobrenaturalista» de

demás, tanto

naturalismo

el

como

monjes Pelagio y Celestio

(los

por San Agustín, sino también por

los

radical. Así,

el siglo IV,

el

por ejemplo,

en

forma

la

y Zósimo, a

I

la

Galia meri-

el

435, que había negado

la

necesidad de

para que se produjera

primer movimiento hacia

la

Fe

ría,

según

miento).

él,

a actuar

También

radical (la doctrina

trina

la

doctrina sobrenaturalista de

de Calvino según

acercarse a la Gracia,

(la

una vez que hubiera tenido lugar

de San Agustín contra Pelagio la cual la naturaleza

que

es

una

asistencia

la

o,

le

la

Gracia

Gracia comenzaese

primer movi-

Gracia tuvo una versión

más

tarde, la

humana, por que

princi-

llamado «sernipela-

el

abad Casiano, un monje de

dional que murió hacia el

del

condenados, no sólo

frieron

papas Inocencio

pios del siglo v). El naturalismo moderado, es decir,

gianismo», fue defendido por

la Iglesia.

sobrenaturalismo se ofrecie-

el

naturalismo radical se habría abierto paso en

«pelagianismo»

deja de

constatar que las doctrinas «naturalistas» fueron consideradas,

ron ya en una versión moderada, ya en una versión el

cuales

deja de producir asombro. Los historiadolas

Gracia propuesta por los Concilios, los Papas o los Doctores de

Por

las

relaciones

las

grupos, a saber; doctrinas naturalistas y doctrinas sobrenaturalistas. tener interés

el

Gracia» se desenvolvieron siguiendo

antropólogos o etólogos de nuestros días tratan de explicar

entre la Naturaleza res

«Reino de

el



misma doc-

misma, no puede

viene de lo alto, constri-

ñendo su naturaleza pecadora) y una versión moderada (cuya expresión más madura tomaría forma en la doctrina de Santo Tomás de Aquino). Ahora logos

bien, ¿acaso carece de sentido afirmar

y antropólogos,

(pñ Gustavo Bueno,

El

las

mito de la cultura

que en

los debates

de

posiciones del «naturalismo innatista» de

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

los etó-

muchos



1

La génesis

«sociobiólogos de la cultura» guarda

lismo radical de

los teólogos

de

a hablar del «pelagianismo» de si

de

éstos fueran los Pelagios

considerar

como

la

un

de

la

¡dea metafísica de cultura

estrecho paralelismo con

Gracia?

Un

la teoría

cultural,

de

humana.

la cultura

pero epigenética,

abad Casiano: Eibl-Eibesfeldt

el

En cuanto

cultura. lo

al

en

la teoría

hombre?

el

la teoría

de

el



el

la

llamado «ambientalismo»? Las posiciones más

Freud, Klages, Bandura

— podrían

considerarse

como una

suerte

de agustinismo (también: calvinismo o jansenismo) cultural, incluso en

punto que establece que vajes

de

Eibl-

que desempeñó en

abad Casiano de

sería el

podemos

Y, ¿no

sobrenaturalismo: ¿se dirá que carece de sentido poner-

en correspondencia con

radicales

natura-

Konrad Lorenz o de Edward O. Wilson, como

Eibesfeldt reproduciría, en otro escenario , 61 los papeles

suyo

147

paralelismo que nos autorizará

«semipelagianismo etológico» (o antropológico)

una preprogramación

el

i

la cultura es represión

de

el

los instintos naturales, sal-

o pecaminosos, que necesitan de una rigurosa disciplina sobrenatural.

Por su parte,

las

posiciones

en posiciones

réplica

tales

más moderadas,

como

las

las del

de Skinner:

tomismo, encontrarían su el

«refuerzo» que Skinner

pide para que se mantengan los hábitos adquiridos, y que ha de proporcionar, desde arriba, el educador, corresponde a la «perseverancia» que el hombre necesita después de haber sido justificado por la Gracia de Dios.

En lo

que

todo caso,

la

«justifica» al

cia propias.

Gracia santificante,

hombre en

Son exactamente

el

las

como

mundo y le

Gracia medicinal y elevante, es confiere su dignidad y elegan-

mismas funciones que más

rán a la Cultura. Por ello decimos que la idea de

—de una de

cultura medicinal, «ortopédica», que remedia,

prótesis, la supuesta debilidad innata

de

Reino cristiano de

nal, elevante

y

santificante.

La «dignidad

la

Cultura»

como un conjunto

justificante



de

la cría

es la secu-

Gracia, que también es medici-

del

hombre», que

hacía consistir en la superioridad que la Gracia

ma de

la

la criatura, es decir

humana, pero sobre todo de una cultura elevante y larización de la idea del

tarde se asigna-

un «Reino de

le

el

cristianismo

había conferido por enci-

y aun de los ángeles, podrá fundarse después, a través de no ya tanto en su divinidad, cuanto en su humanidad. Las propias

los animales,

la cultura,

«ciencias divinas»



la

Teología dogmática,

la ciencia

de

la religión,

&c.

terminarán convirtiéndose en ciencias humanas. Cicerón, en su Pro Archia,

ya había señalado

el

«parentesco o unidad de todas

las artes

quae ad huma-

nitatem pertinente. Probablemente estaba exaltando a los oradores o poetas (latinos o griegos) frente a los animales

61

Gustavo Bueno,

(si

nos acordamos de Salustio: omnis

Irenaus Eibl-Eibesfeldt, El hombre preprogramado (1973), Alianza, Madrid, 1977.

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

148

El

I

mito de

la

cultura

homines..) y a los bárbaros, esclavos o siervos, dedicados a trabajos «manuao mecánicos». La contraposición de Cicerón entre artes nobles y artes ser-

les

viles,

la

a través de

oposición de

la

las

armas y las letras, llegará hasta dos culturas que formuló Snow. Pero precisamente la idea oposición ulterior entre

moderna de Cultura

las

llegará a englobar tanto a las letras

humanas como a

las

letras divinas.

La

de un «Reino de en

el

hacemos

secularización en la que la

consistir el proceso

Cultura», en sentido universal, implica

un

Espíritu Santo. El eclipse de

de constitución

un

eclipse de la fe

Espíritu que, a través de la reforma de

no ya a través de Roma sino a través del hombre (uno de los resultados de este nuevo «modo

Lutero, había comenzado a soplar «fuero interno» de cada

de inspiración» será el

la Psicología,

mismo término

considerada

como

Goclenius, en 1590). Sin embargo, Espíritu llegará a los

hombres de

la

nueva época será los

conocido como

Volksgeist.

el

el

cauce de

soplo del las

asam-

pueblos más diversos. El Espíritu

Santo, elegante y santificante, se transformará en será

escritor protestante,

nuevo cauce por donde

el

hombres de

bleas constituidas por los

disciplina introspectiva:

un

«Psicología» fue inventado por

Espíritu de ese pueblo, y

el

Es ahora cuando podremos hablar de una con-

fluencia o «evolución convergente» de la idea del «Reino de la Gracia» (en

tanto evoluciona hacia la idea del «Reino de la Cultura») y de la idea de la Iglesia del Espíritu Santo (en tanto evoluciona hacia la idea de un Pueblo o

Nación dotados de un Espíritu propio: evolución de disociable,

la

según

hacia la idea de fases

de

idea de esto,

la

Santa Rusia,

un Pueblo de Dios

de

la

evolución de

un «Reino de

la

los cursos respectivos

la

Santa Alemania). La

hacia la idea de Nación no sería

la idea

de un «Reino de

la

Gracia»

Cultura». Esto dicho sin perjuicio de que

de

estas evoluciones

las

puedan mantener ritmos

relativamente independientes. Sin embargo, sólo cuando atendemos a génesis de estas ideas, la confluencia de estos cursos tata

como un hecho

se cons-

(por ejemplo, en el contexto de la idea del Estado de

Cultura que ya hemos analizado) resulta

limentan mutuamente no sólo en

el

en general, sino también en

cultura»,

mismos cuando

la

la

cultura nacional», en particular.

El

«pueblo de Dios»,

la

inteligible.

Pues estos cursos se rea-

proceso de constitución del «mito de el

la

proceso de constitución del «mito de

«Gracia santificante» y

la

«Cultura nacional»

El concepto de «cultura nacional» tiene una denotación relativamente clara y distinta

Gustavo Bueno,

cuando

El

se

compara

mito de la cultura

[1

(su denotación)

con su connotación

996], séptima edición, Barcelona

2004

(o defini-

© FGB 201

1

de

La génesis

idea metafísica de cultura

la

ción).

La denotación de «cultura nacional»

está constituida

de

naciones que llamamos «canónicas»,

tales

las

Francia.

Montandon

creó

el

como

149

las culturas

España, Inglaterra o

—que más

concepto de etnia

por

1

tarde se aplicaría

preferentemente a escala regional o bien, en sentido etnográfico, con referencia a circunscripciones coloniales

nación o etnia francesa; nes europeas de

la

— precisamente tomando como modelo

su función de canon procede por tanto de

época moderna. Por otro lado,

la

las

la

nacio-

denotación puede tener

alcance cuasidescriptivo. Las dificultades comienzan cuando se trata de

un

definir la estructura

definiciones

no

como unidades

turas»

el

y

significado de esas culturas nacionales; pues estas

sólo presuponen la existencia de las entidades llamadas «cul-

delimitadas

mutuamente

(megáricas, en

que, además, postula que estas unidades se superponen con decir,

que

como

expresiones del espíritu de cada

Y esto

el límite),

las

sino

naciones. Es

culturas genuinas son precisamente las culturas nacionales

las

uno de

ya es simple ideología metafísica.

sus pueblos.

En

efecto: la nación,

en cuanto

un concepto moderno (según otra terminología, «contemporáneo», de y xix). En la Edad Media y aun en la moderna, «nación», más que las funciones de un concepto político desempeñó las funciones de un concepto antropológico (nación equivalía a «gente», incluso a «etnia» o colectividad arraigada, generalmente en un territorio, y cuyos unidad

política, es

los siglos XVIII

miembros mantenían go, medieval o

lazos

moderno,

del concepto de Nación,

como

concepto de «Pueblo», el

de parentesco más o menos

o

o

tribus,

la

confluencia de dos o

que

mediante

monopolio de

etnia sobre las demás, injusto

pudo



-

(la

de

serlo el

más naciones

la

violencia (que

aunque con

las etnias

el

sometidas).

Imperio romano



se

Un equiMax Weber,

es,

la

fórmula de

emperador, en

las

«consenso» o pacto

Dado un Estado

—no por

ello

plurinacional

tiene sus niveles

más

lo

por

la

madurado de

este

modo

el

culto

componen.

bajos en las sociedades ágra-

fas, analfabetas, en las cuales la escritura es patrimonio de grupos

cidos. El Estado

menos

—como

comprende que, en su ámbito, hubiera

costumbres, &c., de los pueblos que

La homogeneización

de una

a veces, la violencia

de tener lugar un mínimo proceso de homogeneización en lengua, en al

(o gen-

eutaxia) a través del Estado.

Estado consigue, para decirlo con

el

el

político, es el

en sentido etnográfico), cuyos conflictos encuentran

etnias,

precisamente su equilibrio dinámico librio

con sentido

homólo-

materia de la sociedad política, del Estado. Pero

Estado precisamente implica

tes,

lejano). El

se fragmentará,

muy redu-

en gran medida,

acción de pueblos invasores. Sin embargo, podrá tener lugar una

«reexposición» del proceso de constitución de estados o reinos a partir de la

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

150

El

I

mito de

cultura

la

como

confluencia conflictiva de naciones y etnias diferentes, Edad Media con los «Reinos sucesores» del Imperio.

También

verdad que, atravesando

es

o Estados, se desarrollaron trativa,

&c. de

o

ter supraestatal latín,

la

como

arquitectura

aún de

y

formas

los diferentes reinos

parte, a la herencia jurídica, adminis-

artísticas, religiosas, políticas,

común

la

de

la ciencia, la filosofía

escultura románica o gótica,

canto gregoriano y

«culturas nacionales»,

y

el

y

la teología escolásticas,

ceremonial cortesano y

el

órgano, &c. Aquí no sería posible hablar

otro,

en

que

el

se dirá después,

florecía acaso la pintura

además de incorporar

o

el

un

patrimonio de

el

era,

en cambio,

la

más que

reino

derecho. La «cultura»,

como

cultura clásica (en

la

gran medida a través de los árabes), resultaba ser «internacional», dentro del ámbito europeo (no

que

esto dicho sin perjuicio de reconocer

arquitectura (pero no la música, por ejemplo) floreciese en

en

cuyo carác-

interestatal estaba asociado precisamente a la Iglesia: el

lengua

eclesiástico, el

en

(gracias,

los antiguos)

de

las divisorias

ocurrió en la

al

menos

universal, pese a sus preten-

siones «católicas»).

Ahora

bien, la fragmentación de la unidad de la Iglesia de Occidente fue

consecuencia inmediata de

terminada por

el

la

Reforma protestante que, a su vez, estuvo code-

incremento del peso específico de

incremento que incluye

los

Estados modernos; un

«descubrimientos», a través de los cuales iban a

los

entrar masas enormes de territorios, de metales preciosos jurisdicción de esos Estados

Holanda y

Todo

esto dará

definir el sentido de esta reorganización

como un

una reorganización

Algunos creen poder

Francia).

del sistema global heredado.

proceso de «secularización» de la vida política, artística

nada más erróneo a nuestro

juicio.

derse de la hierocracia (o de

la

nos,

no

gioso.

encierra en principio

Un

sentido

que

Oue

los

La «razón

ciertas repúblicas

un sentido ser

laico, sino

paralelo,

un sentido altamente

en muchos casos, I,

jefes

de

las

al

luchas de güelfos contra gibelinos; entre los

Gustavo Bueno,

las

El

del

ámbito de las reli-

ellas vivió

religiosa,

aunque no ya subor-

romano, cuanto erigiéndose en «Pueblo elegido» por

Dios. Esto dicho sin perjuicio de que fuese la «razón de Estado»

dora de

reli-

Estados protestantes, también los

Estados católicos incrementaron su vocación Pontífice

al

la Iglesia anglica-

de Estado» se reduce principalmente

Maquiavelo. Porque, fuera aparte de

al

despren-

(comparativamente insignificantes), que guardaban

quias medievales de

dinándose

al

teocracia romana), tiendan a hacerse sobera-

resultó

(laica)

y

literaria («cultural»);

Estados modernos,

cesaropapismo bizantino (Enrique VIII o Jacobo na, &c.).

la

que venimos llamando canónicos (sobre todo, en

principio, España, Portugal, Inglaterra,

lugar a

y de gentes bajo

la inspira-

propias políticas cesaropapistas en Inglaterra, del Santo Oficio en

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

La génesis de

España, o del galicanismo en Francia.

En

man

idea metafísica de cultura

1

151

caso de España tuvo lugar ade-

el

más y paralelamente un proceso inverso de

la

«transferencia»,

que algunos

lla-

«dejación» por parte del papado, de competencias tradicionales de la

Sede Apostólica a de Indias

.

62

eclipse del

los reyes españoles,

El efecto

de

ideal

a través de

más inmediato de las

Patronato

la institución del

nueva situación fue

que mantenían vivo

latinitas

la

Renacimiento y la eclosión de

la

lenguas nacionales

los

como

el

progresivo

humanistas del

instrumentos pro-

pios para los servicios religiosos, para la expresión de la literatura, de la filo-

derecho, de la ciencia y no sólo de la política. El significado de esta eclosión ideológicamente interpretada

sofía, del



expresión

misma

del Espíritu de los pueblos represados

como

la

y aun secuestrados



durante siglos y siglos hasta el momento puede entenderse muy sencillamente en función del incremento del Estado moderno, de sus nuevos intere-

económicos, abiertos por

ses

esta eclosión

buto universal a todos

campo de

la

el

En

época moderna.

sentido canónico del concepto).

los

hombres, a todos

humanidad,

la

campo humano en

tenderán a superponerse a

las

La lengua

los Estados; pero,

mismas

la

función

contrario, determina

el

clases disyuntas

las

es atri-

aunque uni-

lengua no puede desempeñar

de una relación conexa universal, sino que, por partición del

la

de los nuevos Estados comenzaron precisamente a florecer

lenguas nacionales (en

versal al

descubrimientos de

los

una

incomunicables, clases que

colectividades constitutivas de los

Estados soberanos. Si estos Estados propiciaron

el

desarrollo de la lengua

y su unificación, fue precisamente porque al hablar la lengua nacional los hombres de un Estado dado «se volvían de espaldas» a los demás (lo

propia,

que no ocurría

y porque

pintar o

al arar la tierra, al

este «volverse

al

tañer instrumentos comunes),

de espaldas» era condición necesaria, en su

para «concentrarse» en

momen-

ejecución de los proyectos de expansión y desarrollo colonial. Durante los siglos XVI, XVII y XVIII puede hablarse de una to,

la

sociedad occidental dividida en Estados que, sin perjuicio de su interacción constante, siempre polémica, intentaría desarrollar por su cuenta, a distintos ritmos, todas

en una herencia les

era

marán

o algunas de

común. Es

así

como

les

posibilidades que estaban ya prefiguradas

se irán

«culturas nacionales»;

62 «El Pontífice cedió casi

y

las

artística, científica, religiosa, tecnológica, política,

y

conformando

es así

como

lo

que más adelante

se irá abriendo

camino

España^ Labor, Barcelona, 1936, p. 24.

El

mito de

la

se lla-

la

ten-

toda su jurisdicción y constituyó a los reyes [españoles] vicarios suyos, S.J., Expansión misional cie

entregó los hilos del gobierno aun espiritual», Constantino Bayle

Gustavo Bueno,

&c., que

cultura [1996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

152

mito de

El

I

la

cultura

dencia de cada «cultura nacional» a considerarse

—-de_su pueblo—

vientre»

,

como ellos

«fruto interno de su

procedían

como ramas

de un mismo tronco.

diversificadas

De

olvidando que todos

de cultivo emergerá

este caldo

En

estrictamente política.

la

idea de nación, en tanto que idea

nación en sentido político

efecto, la

ha gestado

se

ámbito de un Estado soberano, del Estado moderno; y este proceso lo advirtió «sobre la marcha», hará pronto un siglo, el «libertador de Polonia», en

el

Pilsudski: «Es el Estado el

modo

Pero casi de un

que hace a

la

Nación y no

inmediato se producirá

o sustrato de

Rey

te al

mulará

del

ese Estado,

se convertirá

en nación.

Valmy: «¡Viva

Ahora

sum de

la

bien, la nación,

podrán tanto,

una

«Cada Nación, un Estado». El pueblo

lugar de: «¡Viva

el

Rey!» había ya gritado en

como (el

una mera

sujeto político puro, es

pueblo que

le

dio origen) será

abstrac-

mucho más plebisci-

cabo cuando

el

pueblo tenga un lenguaje común,

y,

por

con costumbres, ceremoniales y artes característino porque un conjunto de individuos, reunidos al azar,

historia propia, ello (y

determinen, por pacto, constituir un pueblo) podrá entenderse por qué «pueblo» tuvo poder suficiente para asumir

de

la

imprenta jugará en

efecto, será el principal siglo XVIII, para

con en

las

la

ficos

el

cotidianos. Los plebiscitos cotidianos, entre otras cosas, sólo

ser llevados a

Sólo por

cos.

hubiera sido

soberanía (fren-

que un conjunto de individuos que hacen

electoral,

aunque sean

tos,

si

la

Nación!».

ción. Por de pronto la nación

que un cuerpo

Estado».

Gracia de Dios). Pascual Mancini for-

la

la política:

En

como

en cuanto nuevo sujeto de

Antiguo régimen, por

el cogito ergo

al

espejismo: la Nación, efecto

el

del Estado, pasará a ser percibida retrospectivamente

sujeto

Nación

la

que

las

este proceso

medio, desde

un papel

decisivo.

el siglo XVI,

el

El descubrimiento

la soberanía.

La

letra impresa,

en

pero sobre todo a partir del

lenguas nacionales puedan homologar sus funciones

que antaño desempeñó

el latín,

tanto en los servicios religiosos,

como

narración de leyendas o cuentos, o en la exposición de sistemas filosó-

o de poemas

literarios;

en todos

los casos lo

que hará

la letra

intercomunicar a los «ciudadanos» que han comenzado a pasar por

Nacional Obligatoria

63 ,

es decir,

que han aprendido a

leer

y a

lengua nacional. Es en este punto en donde comienza a actuar

63 EricJ.

Hobsbawm, en su libro Naciones y nacionalismo desde 1780 { 1989)

impresa es la

Escuela

escribir la

en

la

idea de cul-

(Crítica, Barcelona,

1992, 2 a edición revisada y ampliada) ofrece, como dato significativo, la noticia de que el número de periódicos que se autodenominaron «nacionales» o «nacionalistas» creció en Irlanda de 1 en 1 87 a

33 en 1891.

(pñ Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

La génesis de

tura en

sentido moderno.

el

se revela a través

La nación

más

153

pueblo de Dios y su contenido

es el

un pueblo

captada por Kant, para quien

es

sigue siendo, sobre todo,

una dimensión moral

y en Hegel. Cuando a

que ya hemos considerado en

el

de

la

Fichte

Nación y

partir del siglo XIX la ecuación entre la

lleve adelante a través

la

(y ade-

como ya dijimos, en

internacional); pero se dibuja ya, sobre todo,

Estado se

1

de la cultura nacional, expresión del espíritu del pueblo. Esta

equiparación (o superposición) todavía no cultura de

idea metafísica de cultura

la

el

idea del Estado de Cultura (nacional),

capítulo IV, la tendencia general será la de

interpretar el verdadero arte, la verdadera literatura, la verdadera filosofía, la

como

verdadera música, &c. «cultura de

expresión de

En realidad, y según lo que hemos la

«cultura de

la

un pueblo», de

la

una nación», en su sentido canónico.

«matemática francesa»,

la

dicho, lo que estaba ocurriendo era que

«música alemana»,

la

«pintura española» o la

«físi-

ca inglesa», lejos de ser «expresión de la cultura» de esos pueblos o naciones

como

considerados míticamente surgido de

un

in

si

fueran intemporales, o

como

tempore nebuloso, no eran otra cosa sino

illo

magnífico sin duda, en

las diversas

si

hubieran

el desarrollo,

naciones y en función de circunstancias

muy precisas, de un patrimonio común, que procedía de la Edad Media, de Roma y de Grecia, y que tenía fuerza suficiente para asimilar (experimentando con las

ello

en ocasiones desarrollos insospechados) acaso lo más valioso de

«culturas» de los pueblos recién descubiertos en América, en África o en

Asia. Pero la ideología político-nacionalista obligaba a reinterpretar

como

expresión del pueblo o de la nación;

posición)

ad hoc de nuevas formas

y,

artísticas, filosóficas

en motivos particulares o folclóricos (según

W. John Thoms, en

de hecho,

el

la «creación»

o musicales inspiradas

nuevo concepto acuñado por

846) daría lugar a que se acumulasen formas peculia-

1

llamadas «nacionales», que pasarían a ser consideradas

res,

todo

(com-

identidad» irrenunciables en

el

como

futuro (desde la música de

«señas de

Wagner en

Y lo

fueron (y aún lo son) pero no previa», sino porque la inventaban tanto porque expresasen una «sustancia

Alemania hasta

la zarzuela

artificiosamente

al efecto.

en España).

Lo verdaderamente

valioso de estas construcciones

derivaba precisamente no tanto de sus componentes «nacionales», sino de los

componentes comunes les

y,

por decirlo

así,

internacionales; pues internaciona-

eran los instrumentos científicos o musicales,

en tanto que

común. De XIX y nal)

y

cular

Gustavo Bueno,

el

XX

laboratorio, la orquesta,

habían conformado sobre una tradición medieval y antigua carácter ideológico de la dialéctica que cruza todo el siglo

el

entre la «cultura particular» (nacional canónica, nacional regio-

la «cultura universal»;

ha de

El

se

ahí

el

tener,

por

mito de la cultura

ello

[1

de ahí

el

mito de que

mismo, un valor

lo

genuinamente

universal. Pero

996], séptima edición, Barcelona

2004

parti-

propiamente ni

© FGB 201

1

154

las

El

I

mito de

la

cultura

matemáticas, ni la música sinfónica, ni

mándose a

lo largo de los siglos XIX

desde

la

de

regiones que, dentro de

las

la teología,

que fueron confor-

y XX, pueden entenderse en absoluto mucho menos aún desde la óptica

óptica de las naciones canónicas,

organizarse

como nuevas

las

naciones canónicas, comenzaban a querer

un Estado

naciones con una Cultura y

propios.

siquiera la «filosofía clásica alemana» puede, salvo en lo que tenga de

Ni

com-

ponentes más bárbaros, considerarse expresión del «pueblo alemán» (del pue-

una

blo alemán «aplastado en Westfalia») puesto que depende de escolástica

En

de tradición milenaria.

realidad,

salvo las formas culturales

y

de

la

las

formas culturales de

lengua nacional

todo

(a saber, sobre

la

que dependen sustancialmente poesía

y

nación canónica. Esto es

como en

el

el

que ocurre, de hecho, tanto en

lo

nales íntimas». El único

terreno

el

es sólo

están llama-

las

vanguardias de

camino

y en

las

es,

desde

un mito

como hemos

decir

que

el

camino hacia

el

regreso «hacia las esencias nacio-

la

propia situación, sin duda, man-

formas de

cosmopolita, tratar de

la cultura

dominar, controlar y reabsorber, si es posible, trumentos universales a fin de construir con constituyen,

ellas

el

rock internacional. Sin duda, se actúa siempre desde un

universalidad pasa necesariamente por

tenerse en

que

instrumentos

ordenador o

el

principio de sus obligadas dependencias de la

Estado o desde una Nación; pero la

utilizar

pianoforte hasta

el

sintetizador electrónico. Por consiguiente, cabrá decir

das a desprenderse desde

música vocal), todas

la

y

época moderna tenderán a

la

universales, desde la regla de cálculo

elite

filosofía

las

formas, contenidos e ins-

ellos.

La poesía y

la filosofía

dicho, casos particulares, cuyo enjuiciamiento

plantea problemas especialmente delicados. La razón es que la poesía y la filosofía no disponen de «instrumentos universales», sino que dependen esen-

un

cialmente de

lenguaje particular

y no pueden desarrollarse por medio de no justifica la elección del camino

lenguajes simbólicos. Sin embargo, esto del noli foras ire\

derarse aquí

ma» en

la

porque

como

que

el

lenguaje particular tampoco tiene por qué consi-

expresión de

una

«sustancia propia», sino

como

«platafor-

nos ha situado y desde la cual intentamos abarcar las contenidos dados en las demás lenguas o culturas. Ésta es la la historia

formas y ios razón por la cual no todas

las

lenguas particulares están dotadas de la

virtualidad de «asimilación universal».

De

algún modo, sólo de

las

misma

lenguas

particulares que, a su vez, sean históricamente internacionales, o bien de las

lenguas que arrastran una tradición filosófica peculiar, podría decirse que

nen virtualidad

universal efectiva.

Su «internacionalismo

tie-

histórico» es el

correlato lingüístico de la universalidad de los instrumentos matemáticos o

tecnológicos.

(pñ Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

La génesis

de

idea metafísica de cultura

la

155

1

Sin embargo, lo cierto es que dos siglos de nacionalismo político han deter-

minado ámbitos ecológicos más o menos

artificiosos,

delimitados por cada

Estado, en los cuales han podido cultivarse, en régimen de «concavidad nacional»,

formas peculiares (relativamente) de

arte,

de instituciones, de folklore, de

moneda, de tradiciones comunes excluyentes, de neas de la historia sagrada común).

De

historias nacionales (sucedá-

han

estos cultivos

resultado esas «uni-

dades corológicas» que llamamos hoy «culturas nacionales». El proceso sólo fue posible tras la alfabetización obligatoria

y,

a través, en principio, de la pren-

sa de circulación nacional, dependiente del idioma nacional; ulteriormente a través de la radio ello

y de

una identidad no

«identidad»

la televisión.

similar a la de

exista

Que

las «culturas

nacionales» tengan por

un jardín de invernadero no

de hecho. Lo que se discute

es

que

la

significa

que

tal

identidad de estas

naciones canónicas sea sustantiva, y que ella sea expresión de un «espíritu nacional» propio. La realidad es que sus contenidos más valiosos proceden de

un patrimonio común mulada de turas

«secuestrado» por los Estados, o de la imitación disi-

otras culturas nacionales.

Más problemático es todavía que esas cul-

de invernadero tengan una validez universal más

tamente fenoménico, que depende de

la

coyuntura

allá

de un plano

estric-

política.

La Idea teológica

de

La idea

un «Reino de la Gracia» tiene la estructura de un mito, es un mito inconsistente. Porque la Gracia debe ser, a la

la

Gracia en cuanto mito inconsistente

teológica de

pero no sólo esto: vez, creada

«idéntica

y divina (es decir, increada), debe ser «don del Espíritu Santo» e alma de la criatura». Estas contradicciones y otras muchas,

al

¿podrían quedar resueltas en Cultura,

nacionales? la

Lo más probable

Gracia» subsistan en

Así

es.

Reino de

que

«Reino de

como en

la

más

Santo Tomás ), 64

de

los

de

la idea

Estados de cultura

las

contradicciones propias del «Reino de

la

Cultura», en cuanto es heredero suyo.

flagrantes el

que actuaron en

Reino de

la línea extensional

contradicción implicada en

la

idea de

la Cultura, tanto

un

en

la

que constituyen su Idea. la

constitución del «hombre

hombre realmente creado por Dios en el Paraíso, según como resultado de la identificación de la naturaleza animal

íntegro» (que fue

el

Santo Tomás (in 2, d. 29.

El

es

proceso de su metamorfosis en

ésta actúa a través

Gracia se nos manifiestan en

Ante todo,

Gustavo Bueno,

el

Las contradicciones la

línea intensional

64

el

mayormente cuando

mito de la cultura

[1

q. 1, a. 2).

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

156

mito de

El

I

cultura

la

(humana) y de la Gracia santificante. Esta contradicción se manifiesta, sobre todo, en la concepción mítica del hombre primordial representado por Adán

y Eva en tro

Uno

el Paraíso.

de

los

respeto por hombres de

26) o de Santo

mitos cuya inconsistencia pone a prueba nues-

la talla

Tomás ( Summa

de San Agustín

1, q.

Ciudad de Dios,

(

libro 14,

96).

El análisis de estas contradicciones, sin embargo, es imprescindible para

deducir

alcance de la homología que

el

hemos señalado

entre lo

que hoy

lla-

mamos

«Cultura» y lo que se llamó «Gracia» en la época ascendente de la teología cristiana. Se diría que la casi totalidad de los contenidos del «material antropológico» que constituye tido

moderno

(desde la

de templos hasta

la

la escritura

tuales,

de

la

totélicos).

iba

cia,

emanaba

Idea de Cultura, en

humana en

los

el

«Reino de

del

la

Gracia».

terreno de las virtudes morales e intelec-

frío,

aunque dominaba a

males (Santo Tomás,

No

infusas por Dios.

las cosas,

94,

1, q.

los animales, ni necesitaba cocinar,

a.

pues puso nombres congruentes a pero esta ciencia

3),

buen

era propiamente el

Deducimos que tampoco mentos que comía

la

los asimilaba

hombre

hombre

plo, ni tenía

el

total)

que

íntegro (lo

no necesitaba

«hombre

1,

96, 3).

q.

ali-

moral e

se dice

nada

pues

intelectual; lo

total» estaba «liberado»

el

Paraíso era su tem-

En humano

pues su ciencia era infusa.

escribir libros, ni leerlos,

«interior»,

en sociedad,

que después algunos «marxistas» llama-

edificar templos,

Gracia santificante se ejercía sobre todo en

que llamamos

los ani-

íntegramente «sin superfluidades indecentes»

en contra) que

el

pues

necesitaba ciudades ni alcantarillados, pues los

Hay que suponer también (aunque tampoco

que

no

tuvo por especies

salvaje; vivía

(ST. 1, q. 97, 3).

la

aris-

ni se ruborizaba de su desnudez),

sociedad jerarquizada aunque sin dominación coactiva (ST.

suma,

La Gracia

alimentos directamente de los árboles de su jardín. Tuvo, sin

embargo, ciencia de todas

el

sen-

Y así el hombre, en el Paraíso, en la integridad de su estado de gra-

necesitaba cazar,

rán

el

prudencia más que del arte (podríamos decirlo en términos

desnudo (pues no hacía

tomaba

la

de cocinar, desde la edificación

al arte

o los libros) tendían en un principio a perma-

necer fuera del foco de luz que eleva a la naturaleza

denotación de

indumentaria

de todo

que lo

el

terreno de lo

significa implícitamente

que llamamos hoy «cultu-

ra externa», «extrasomática».

Dicho de otro modo: de

la

la

concepción de

la

cultura implícita en la doctrina

Gracia tenía muchos elementos comunes con

cureismo (incluyendo

mos que para

el

el

cinismo y con el epimito del Jardín, del Paraíso). Asimismo si supone-

concepto teológico,

la

el

humana aparece con toma un rumbo paralelo Gracia, se parece al hombre a

cultura exterior

la salida del Paraíso, la teoría de la cultura artificial al

mito del Protágoras. Adán, cuando pierde

(pñ Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

la

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

La génesis de

la

idea metafísica de cultura

1

157

quien Epimeteo olvidó dotarle de sus atributos naturales. Sin embargo, mientras

que Protágoras puede presentar

ción, sucedáneo o prótesis de

de

escolásticos

la

como una mera se ajustaba a

una naturaleza que

«hombre

el Paraíso.

La contradicción

total» («íntegro»)

porque su naturaleza, en

está destinada a

ese estado,

no

una vida que

está

más

tural global» es

allá del

este sen-

que

ella;

la naturaleza

mundo y

de

(artifi-

pero su

huma-

la cultura.

proyecto de un «sistema cul-

en realidad una parte o constituye tan sólo una cultura

que pretendan asumir también

humanidad

universal.

El

el

en

necesita la cultura

por tanto, algo que habrá de entrar en conflicto con

particulares

Gustavo Bueno,

es,

ha de prescindir de

Asimismo tendremos que reconocer que cular;

teólogos

la cultura artificial

concesión a un estado que, siendo natural, sin embargo no

su esencia íntegra, en

naturaleza, en estado puro, parece necesitarla, puesto

na

recupera-

«le era debida», los

Gracia se verían obligados a entender

tido, insuperable: el cial)

como una

la cultura artificial

mito de la cultura

[1

la

las otras

parti-

culturas

función de «matrices» de

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

la

Gustavo Bueno,

El

mito de

la

cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

mito de

El

de de

la

unidad orgánica

la

cultura

realidad

la

y

las categorías culturales

es un «todo complejo», según la fórmula de E. Tylor que venimos tomando como punto de referencia. En el capítulo III hemos analizado esta complejidad, no ya tanto en función de las partes cuanto en función de la razón misma del todo: la «cultura», como «todo complejo», se nos presentó

La cultura

$

simultáneamente como una totalidad de tipo esferas culturales,

rasgos, señas

y como un todo de

tipo

de identidad, categorías,

&

medida en que

es

tipo matricial, lo ral han

una

las

que

significa

La estructura de

que

las

partes anatómicas de

especie determinada,

la «cultura»,

en

la

ciencia general, se ajustará al

partes atributivas de cada esfera cultu-

las partes atributivas

de

un organismo

han de tener su

órganos de otras especies del

los

es decir, partes atributivas (inte-

tomada como campo de una

de tener su réplica en

manera como

T constituido por diferentes notas,

c.,

grantes, determinantes o constituyentes).

distribuida en diferentes

mismo

réplica

género,

en

las

demás

esferas (a la

animal, perteneciente a

las partes

anatómicas de

y aun de géneros

distintos).

De

este

ras

de columna de una matriz rectangular obtendremos una descomposición

modo,

si

representamos

del todo de la cultura en si

representamos

las

las partes atributivas

un conjunto de

líneas longitudinales (verticales);

partes distributivas (o esferas) en las cabeceras de

obtendremos una descomposición del todo de líneas transversales (horizontales) .®

una cultura tenga en

si al

habrá por qué suponer que

65

En

Etnología y Utopía, Azanca,

el

el

Gustavo Bueno,

la cultura

«réplica»

que cada parte atributiva de si

no a

cola, característico

Palma de Mallorca, 1971

(2

a

de

edición, Júcar,

la cultura (ver pág. siguiente),

cuyo

mito de la cultura

[1

de

996], séptima edición, Barcelona

2004

la cultura

Madrid 1987),

análisis se ofrece

Glosario de este libro.

El

escala

escala de configuraciones genéricas.

piano de

de

y

fila,

en un conjunto de

debiera ser puntual,

menos a

p. 130, figura la siguiente tabla gnoseológica

en

La

las otras esferas

configuraciones específicas

No

genéricas en las cabece-

© FGB 201



i6o

El

I

5

mito de

1

cultura

la

europea en su época romántica, deba tener su «réplica» en cualquiera otra de pero en cambio cabrá postular que en todas

las esferas culturales;



culturales

maya,

egipcia,

&c.

azteca,



las esferas

hay «instrumentos musicales»

(incluso géneros definidos de estos instrumentos, por ejemplo «instrumentos

de cuerda» o «instrumentos de percusión») y lo mismo se dirá de las ceremonias funerarias, de las puertas de las casas o de las casas mismas. Dicho de otro

modo, cada

línea longitudinal deberá cortar, en algún

de

las líneas transversales

De lo

aquí se deduce

la matriz.

necesidad de establecer un «patrón universal»,

la

denominó Wissler 66 un patrón

universal en

,

que venimos llamando partes

como

plano genérico,

atributivas

amplia, a todas

En

viduales.

el

que queden

que puedan

comunes a todas

líneas

que sean susceptibles de

aquellas

punto concreto, todas

«cortar»,

como

fijadas aquellas

ser consideradas,

en un

las esferas culturales, es decir,

según una franja más o menos

perjuicio de sus manifestaciones específicas o indi-

ellas, sin

franja de intersección

el límite, la

podrá

ser tan

reducida que

fuera posible hablar de ausencia (por atrofia o por cualquier otra causa) en

alguna esfera determinada.

Es evidente que sólo dibujando líneas a escala

muchos grados de

muy

genericidad) será posible establecer

genérica (y caben

un patrón

universal de

partes atributivas integrantes, determinantes o constituyentes, equiparables a «categorías culturales». tarse

como

La

«escritura alfabética», por ejemplo,

línea del patrón universal, pero

sí,

no podría con-

sin duda, el «lenguaje fonético

articulado»; los edificios dedicados a culto religioso, a pesar de la tantas veces

citada sentencia de Plutarco («Podréis visitar cualquier ciudad o aldea y jamás

de ver en

dejaréis

RASGOS CULTURAS

1

-

>

2

-

*

-

4

-

*

I

i.i

-

*

1.2

II

lili

-

*

11.2

111

ui.i

*

111.2

X -

IV .1

* JV.2

V

vi

*

V.2

...

• ••

»

i •••

...

•i*

DCXX

»

1.4

-

*

11.4

-

-

*

111.4

^

X

” -

*

-

>

1.5

-

*

>

11.5

-

* •••

-

»

X -

-

* IV. 4

-

> v.4

4 - *

.

4



X •••

••• i

» •• • 9

•••

-

-*a

» j

-

»

El

)•••

-

*1.10000

.

)•••

- *11.10.000

->

-

ESTRUCTURALISM0

>111.10000

.

FUNCIONALISMO

>IV.’C0O3

4 *V.!00OS

.

4

X

X

Dm

.

X IKCL'-SS-yi

EVOLUCIONISMO

Man and Culture

,

[1

-

•••

ÍM»

—i

IKXX.4 DCXX.

mito de la cultura

^ 0.000

4

D1FUSIONISMO

Clare Wissler,

-

4

X

-

***

-

X V.5

—— —— i

> 1V.5 4

X

IXXX-3

111.5

4

X Y.3

5

X

* •••

—i —i ncxx.i 1KXX2

(pñ Gustavo Bueno,

*

-

. » JV.3

M0RF0L0GISMO

66

-

1.3

11.3

4

IV

templo»), difícilmente podrán figurar en una línea

4

-

3 X * m.3

X X

)

3

X

X

un

ella

Nueva York,

1

923.

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

mito de

El

la

unidad orgánica de

de patrón universal, aunque Por otro lado,

miento de

sí,

la

la

realidad de las categorías culturales

de ceremonia

sin duda, algún tipo

introducción de

la

las esferas culturales

cultura y

1

161

religiosa.

la perspectiva evolutiva, es decir, el trata-

como

mitirá redefinir la universalidad de

y no fijas, peren un sentido más

totalidades en desarrollo

las

partes atributivas

profundo.

Desde otro punto de

vista, el

(por ejemplo, partes integrantes)

tampoco

versal,

hayan de

hecho de que diferentes partes

puedan

figurar

como

líneas del

garantizará que estas partes, a la escala en que vienen dadas,

ser partes constitutivas

en un sentido

podrían ser líneas

esencial;

interesantes sólo a efectos descriptivo-comparativos, desde

taxonómico empírico o fenomenológico al

establecer los rasgos taxonómicos).

tomar

una ca

la

que

(similar al

un punto de

vista

los botánicos utilizan

De este modo el patrón universal podrá

forma, no ya tanto de una tabla de categorías culturales, cuanto de

«lista

al

atributivas

patrón uni-

de lavandería», para

patrón utilizado en

el

utilizar la expresión

que Marvin Harris 67

apli-

World Ethnograpbic Atlas de G.P. Murdock (en

1967), y en el que aparecen como «líneas» o rúbricas no sólo el diseño de la vivienda y la forma del tejado sino también las mutilaciones genitales masculinas

y

en cuero. Sin embargo, hay que decir que

los trabajos

las tablas

del

patrón universal (de categorías sistemáticas), sin perjuicio de su gran variedad (que está en función de la escala a la que se dibujan) suelen contener líneas

verdaderamente

significativas. El

patrón universal de Wissler, por ejemplo,

contenía nueve líneas generales: lengua, rasgos materiales, to, religión,

que

sociedad, propiedad, gobierno, guerra;

padre jesuíta Lafitau (en 1724)

el

Costumbres de

los salvajes

meros tiempos

como

En

,

y

en su descripción de

americanos comparadas con

mismo

se

tiva

según

estas tablas

las cuales

criptiva propia

puede

ser

de

más

titutivas esenciales

muchas

de patrones universales,

están dibujadas.

las tareas

de

si

no

y

y

uso

el

perspec-

una

«lista

de lavande-

al

buscar

las

y

otra

partes cons-

(de cada esfera cultural); finalidad que, en

también que valerse de

«lis-

quiere resultar aplicable a los fenómenos. Es éste

Marvin

Harris,

El materialismo

Marvin

Harris,

El desarrollo de

mito de la cultura

la escala

Una cosa es la finalidad taxonómica des-

decir en todas, tendrá

68

[1

las

los pri-

bien calculada, que una «tabla teórica»)

las culturas

67

El

costumbres de

como

así

etnográficas (y en este caso

útil, si está

ocasiones, por

de lavandería»

Gustavo Bueno,

las

Harris ha observado. 68

cosa es la finalidad «teórica» que pretenden alcanzar

tas

conocimien-

cualquier caso habrá que tener siempre presente la finalidad

da a

que

ría»

el

utilizó

arte,

muy similar a la tabla

es

cultural. Alianza,

Madrid, 1982,

la teoría antropológica. Siglo XXI,

996], séptima edición, Barcelona

2004

p. 65.

Madrid, 1968,

© FGB 201

p. 15.

un

1

162

El

I

mito de

cultura

ia

punto del que no parecen

muy

ser

conscientes los antropólogos en sus pro-

puestas programático-metodológicas. Pues, con frecuencia, sus pretendidos

«patrones universales», con intención esencial o estructural, no son otra cosa sino clasificaciones o reagrupamientos de subconjuntos de líneas de

«listas

de

lavandería» previamente utilizadas, en función de ciertos principios teóricos

que, o bien permanecen inertes en

o bien

culturales,

sesgadas.

distorsionan

las

proceso del análisis de

el

al tratar

Cuando un antropólogo de

las totalidades

de aplicarles tablas excesivamente

ortodoxia marxista hace figurar en su

patrón universal (concebido en una perspectiva, no ya meramente descriptiva, sino funcional

o sistémica)

las líneas

o categorías partes básicas (fuerzas de

producción, medios, instrumentos y relaciones de producción) y partes superestructurales (derecho, religión, arte, c.) no por ello queda eximido de acu-

&

una

dir a

«lista

de lavandería», empírica o cuasiempírica, en

que tiene que

el

do a

detallar las líneas correspondientes a esas «partes estructura-

con

las «partes básicas»;

el

inconveniente, además, de estar constreñi-

interpretar las líneas del «sector supraestructural» de su tabla

derivación o expresión del «sector básico».

de ortodoxia marxista

lo

«materialista-cultural», en está inspirada

en

momento en

música, literatura, arte griego, religión, &c.). Otro tanto se

les» (lenguaje,

diga de

el

muy de

como una

Y lo que decimos del antropólogo

diremos también del antropólogo de ortodoxia sentido de Marvin Harris, cuya tabla universal

el

cerca por la tabla marxista (sus líneas están agrupadas

estos tres sectores: sector

de

la infraestructura, sector

de

la estructura

y sec-

tor de la superestructura).

No es mi intención insinuar que toda tabla estructural o sistémica es necesariamente inerte (una mera reclasificación de píricas) o,

de no

penetrar mejor en ja» sin

costa,

deformadora.

serlo,

el análisis

de

Hay

«listas

de lavandería» cuasiem-

tablas «teóricas»

las partes atributivas

de

que permiten

la «totalidad

deformarla excesivamente con prejuicios apriorísticos. Es cierto que a

muchas

veces,

de una menor potencia teórica

debilidad teórica mayor). Tal es

de

los «patrones estructurales»

(«necesidades básicas

y



organización política

el

,



,

(o, si se prefiere,

de una

caso (sin perjuicio de su ramplonería) de

las culturas utilizados

respuestas correspondientes»

ción, cuidados corporales



por B. Malinowski nutrición, reproduc-

«necesidades instrumentales»

—economía,

ley,

«necesidades simbólicas» ——lenguaje, arte, &c.) o

por L. Wbite.® Sobre todo, insistimos en

la

necesidad de tener en cuenta

® Bronislaw Malinowski, A scientific theory ofculture (1944), edición española. tífica

comple-

Una

las

teoría cien-

de la cultura, Edhasa, Barcelona, 1970. Leslie White, The evolution of culture, McGraw-Hill,

Nueva York, 1959.

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

mito de

El

diferencias

la

en

unidad orgánica de

la finalidad

nes universales.

y

el

la

cultura

y

la

realidad de las categorías culturales

uso que haya de darse a estas tablas de patro-

No es lo mismo el patrón universal característico de una tabla

construida con fines metodológicos propios del trabajo de ciplina positiva

(como pueda

una

universal de

no solamente

al análisis

orden (como cuando cas: cosas,

En

al estilo

la

como

de Paul Schrecker

como

según

criterios

71

y

de otro

tres rúbri-

de lavandería» (en

«listas

las

que figuran

«consonantes dentales» o «tipos de arado»), envuelve con-

la utilidad

de

las tablas

de categorías) ni

«listas

las

que no

de lavande-

los «teóricos»

prefieren mantenerse en el terreno de las categorías, considerando

puramente empíricas y aquellas ideas globales

mente

la relación del

porque

la

«lengua», «religión», «política», «arte»,

fusamente oposiciones gnoseológicas de otro rango, oposiciones de

(dudando de

de

contraposición entre «tablas de cate-

suelen ser conscientes ni los antropólogos, que establecen ría»

patrón

el

del material antropológico, sino

o, sencillamente,

personas y acciones). que ocurre es que

gorías» a escala de ideas tales

&c„

que

filosófica

reagrupan los materiales antropológicos en

se

realidad, lo

rúbricas tales

una concepción

del espacio antropológico (en tanto éste desborda los lími-

al análisis

de una antropología positiva); 70

tes

campo de una dis-

serlo la antropología etnológica)

tabla orientada a establecer

cultura que atiende,

también

163

1

precientíficas a las «listas

y

estas listas

género a

de lavandería». Pues entre

de rasgos culturales no media simple-

la especie (o al individuo).

Entre otras razones

género Lengua, por ejemplo, son antes

las especies del

que

como

«latín», «grie-

go» o «español», que «consonantes dentales» o «vocales abiertas» (que también son genéricas a estos tres idiomas tel»

no solamente puede aparecer en

contexto de

en

destacar ahora es

el el

contexto de

y porque un «dinun templo (es decir, en el también en el contexto de un pala«categoría política»). Lo que quere-

ya

otros muchos);

contexto de

la categoría «religión») sino

cio real (por tanto,

mos

el

la

paralelismo que es preciso reconocer entre

globales» dadas a escala de Lengua, Religión, Política,

rasgos morfológicos tales

como

nico», «sistema

morfológicos

&c. (respecto de

«consonantes labiales», «dinteles» o

arado») de las ciencias culturales,

y los «conceptos

las «ideas

«rejas

globales» de «sistema

los

de

mecá-

termodinámico» o «sistema biológico» respecto de rasgos

tales

como «polea», «máquina de vapor» o «hígado», de las cienEn efecto, las «ideas o conceptos globales» en ambos

cias físico-naturales.

casos

70

no

sólo nos remiten a (supuestos)

Gustavo Bueno, «Sobre

el

campos de

diferentes ciencias (lin-

concepto de "espacio antropológico"», El Basilisco, núm. 5 (1978),

pp. 57-70. 71

Gustavo Bueno,

Paul Schrecker,

El

La

estructura de kl civilización.

mito de la cultura

[1

Fondo de Cultura Económica, Méjico, 1969.

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

164

El

I

mito de

cultura

la

güística, ciencia

como cos



rales

de

las religiones

termodinámica, biología)

nica,

comparadas, ciencia

—campos en

habrá que

insertar,

partes integrantes o determinantes, los respectivos rasgos morfológi-

sino que también (por ello

de

los

mismo) nos ponen

frente a las teorías gene-

campos correspondientes. Lo que significa que

«despiezados» (analizados) a una escala de partes

recomposición de

las

mismas en función de

cisamente por esas partes.

En

cambio,

configuraciones («morfologías») tales

tal

como

instituciones

campos están

estos

que sea posible una

leyes

o relaciones soportadas pre-

los rasgos

morfológicos nos remiten a

como

«ablativo absoluto latino», «cate-

que podrán

dral gótica» o «asamblea ateniense»; configuraciones

das

o bien, mecá-

política,

los cuales

o complejos de instituciones,

ser designa-

como

es decir,

institu-

ciones simples o complejas. Otra cuestión será la de determinar en cada caso si

como «consonante

rasgos tales

dental» o

como

«reja

de arado» pertenecen

exclusivamente a determinadas configuraciones institucionalizadas o bien

forman parte de un sistema global

categorial. Pero,

en todo

si

caso, es la oposi-

ción entre estos sistemas categoriales y aquellas configuraciones morfológicas (abreviadamente: la oposición entre categorías sistemáticas e instituciones la ;)

oposición que tiene importancia gnoseológica. La dificultad principal estriba

en determinar criterio

los criterios pertinentes.

Y no nos parece pertinente

el

célebre

de Windelband-Rickert que permaneció adherido por completo a

la

oposición aristotélica entre lo universal y lo individual, aun reivindicando la posibilidad de las ciencias idiográficas. En efecto, la oposición entre lo universal

y

lo individual está fuera

la ciencia; ría

de

en

el

a

la idea lógica

de

lo universal desaparece,

y

silogística

de

momento en el cual la idea lógica de junción sustituye, en teo-

la ciencia,

vidual

de lugar en una concepción no

característica universal, deja

secuencia, sería

un

clase universal, la

disyuntiva entre lo indi-

por cuanto una función, no por tener una

de poder aplicarse a valores individuales.

error interpretar los sistemas categoriales

nomotéticos frente a

la

supuesta condición idiográfica de

morfológicas culturales. Instituciones morfológicas

tales

como

nos atenemos a

los

o

leyes universales.

con-

sistemas

las instituciones

como

«familia

gama» o «fuga a cuatro voces» son también nomotéticas, pues ajustadas a normas, reglas

En

se las

(Hay motivos para

monósupone

sospechar,

si

ejemplos que Windelband y Rickert alegan, sobre una

posible confusión o «contaminación» que la oposición nomotético/idiográfi-

co

pudo padecer respecto de la oposición categorial/ínstitucíonal.) La posibilidad de reconocer a muchas configuraciones morfológicas,

como

las instituciones,

su condición nomotética, es

la

que obliga a reconocer

también su posible pertinencia categorial (de hecho hablamos de «categoría de parentesco» o de

Gustavo Bueno,

El

las «categorías

mito de la cultura

[1

de

las figuras

de

la

996], séptima edición, Barcelona

música polifónica») sin

2004

© FGB 201

1

El

mito de

que por

ello

instituciones.

la

unidad orgánica de

cultura y

la

realidad de las categorías culturales

la inicial distinción entre categorías e

término «institución» en

el

al in-sto,

do en cuenta que también permanece a bién permanece

la

a lo permanente;

flote el «barco

recambio

sin perjuicio del

total

rompen y

de Teseo» que mantie-

entre dos tipos de categorías

reconocer

sí,

.

72

Por

lo

demás,

lidad de reconocer la condición categorial de

o configuraciones morfológicas, no implica de interpretar toda institución cultural

muy

diversas perspectivas

las categorías (sistemáticas)

Mucho

tiene

vista etic

y

el

que ver

las

y

podríamos

vista emic,

cionales implican

si

trazar las diferencias gnoseo-

que

las

las esencias»,

necer

la cultura, entre

complejos institucionales).

que Pike trazó entre

punto de

el

las categorías sistemáticas son,

y las configuraciones institumenos en lo que tienen de confi-

(al

son artefactos construidos como

narios o paisajes recortados a escala antropológica). decir

necesidad

al revés)

una perspectiva emic

guraciones operatorias, tanto

la

por cuanto

desde luego, etic (aunque no siempre

instituciones culturales

«todo complejo» de

con

catego-

es obvio, la posibi-

categoría sistática.

instituciones (o

esta distinción

punto de

distinción entre

la

la recíproca, es decir, la

como una

tras el despiece del

como

muchas

un

la distinción general

que hemos denominado, en otra ocasión,

categorías sistáticas

que median,

como tam-

sueldan constantemente en

se

metabólico incesante). Será preciso, eso

y

bien tenien-

de sus piezas,

dos tipos de categorías culturales, correspondiendo a

rías sistemáticas

consabido

el

si

morfología viviente de mis más íntimos huesos largos

(cuyas cadenas moleculares se

Desde

165

tengamos que confundir

ne su individualidad

lógicas

1

Por lo demás, tomando

sentido jurídico de Gayo, que alude

ciclo

la

Más en

son

si

esce-

general, cabría

categorías sistemáticas tienden a aproximarnos a la «región de

mientras que

muy apegadas

las

configuraciones morfológicas han de perma-

a la «región de los fenómenos»

nes fuesen simbolados

—para

decirlo al

modo

(como

tales institucio-

si

— de

de White

las

configura-

ciones fenomenológicas). Es evidente, por tanto, cuando presuponemos que las esencias

mismo está

no constituyen un mundo autónomo capaz de manifestar por

las claves

primarias de la realidad

muy extendido

—aun cuando

este

modo



de pensar

entre los científicos de nuestros días, que pretenden

lle-

gar a las primeras unidades constitutivas de la materia, identificadas en nuestros días

con

los

quarks

derse en función de los

puedan construirse a

72

— que

las categorías sistemáticas sólo

fenómenos morfológicos;

partir

Gustavo Bueno, Teoría del

lo

El

mito de la cultura

[1

pueden enten-

significa

que

éstos

de aquéllas. La oposición, estudiada en tiempos

cierre categorial. Parte 1.2. 2. §52:

ción "sistática" y "sistemática"; "homeomérica" y "holomérica"»

Gustavo Bueno,

que no

«Tipos de totalización

(vol. 2,

996], séptima edición, Barcelona

2004

pp. 545-557).

© FGB 201

(totaliza-

1

166

El

I

mito de

la

cultura

por Lévi-Strauss, entre «modelos

y «modelos mecánicos», podría

estadísticos»

reconstruirse a partir de la oposición entre las «categorías sistemáticas»

«morfológicas» (y no porque todas

a

cirse

de

regressus

los

Chomsky

—y

ciertas

unidades o «partes» suscepti-

de recomponerse según líneas esenciales. Sólo que

fológicas. (Ni siquiera el regressus geométrico

menológica del «redondel»

—como conjunto posibilidad de

un

infinito

las

estas líneas esenciales

configuraciones mor-

que partiendo de

la figura

feno-

llega hasta la estructura esencial «circunferencia»

de puntos equidistantes de uno central



abre la

progressus operatorio correlativo desde la circunferencia

redondel, puesto que, entre otras cosas,

el

al

conjunto de puntos a determinar

cardinal infinito.) Es ésta la regla general en Mecánica, en Termodi-

námica o en Biología, guir entre

el

deducción de sus

en cuyo ámbito también

ciencias

plano de

las categorías sistemáticas

Una

ciones morfológicas. tres

una cosa

«barras»;

plano de

las

configura-

el

tales

como

«tijeras»,

«cascanueces» o

concepto de «sistema termodinámico» definido por

es el

las variables esenciales

el

y

es necesario distin-

concepto mecánico de «palanca» y la géneros (PAR, PRA, APR) y otra cosa son las figuras cosa es

morfológicas de «palancas empíricas»,

v,

p, t

y otra cosa

es la

configuración tecnológica de

«máquina de vapor locomotora»; una cosa son tituidas

fuente

«estructuras profundas», en el sentido de

termina en

este regressus

—no brotan de ninguna

no tienen por que superponerse puntualmente con

un

hayan de redu-

categorías sistemáticas

fenómenos

no son

apriorístico-trascendental,

tiene

las

condición de modelos estadísticos ).? 3 Las categorías sistemáticas se

la

obtienen por

bles

las

y

la

cadenas moleculares cons-

las

por aminoácidos, ácidos nucleicos, enzimas, moléculas de

ATP

(que

un organismo) y otra tales como «fémur de un

constituyen la «esencia bioquímica» del genotipo de cosa son configuraciones morfológicas {fenotípicas)

un mamífero». Las concatenaciones

vertebrado» o «hígado de

den dar lugar a construcciones

no tienen potencia, en nes morfológicas a

Ahora a'

ci

_

1

las»

embargo han de

las cuales sin

que en

_1

„ esencias aicanz/a

campos de

los

muenas I

Veces

das por la Mecánica cuántica o cias

de

73

la

la cultura la situación es

las ciencias físicas |; eicLemiinai míeos

las

la

distinta.

Tan

y i

u.e

naturales,

eemsuLte-

construcciones estableci-

Biología molecular) en

muy

en razón de

ir referidas.

l

a.

ción sostenida de complejidad asombrosa (como

la Lingüística (y ello

de su propio orden, pero

general, para reconstruir sin residuo las configuracio-

bien, mientras

J

ornen ue

sistemáticas, dentro

esenciales pue-

el

campo de las

sólo acaso en

el

cien-

campo de

base anatómica, universal a los hombres,

Claude Lévi-Strauss, Antropología estructural (1958), edición española, Eudeba, Buenos Aires.

(pñ Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

El

mito de

la

unidad orgánica de

cultura y

la

realidad de las categorías culturales

la

167

1

del aparato fonador) cabe citar construcciones «categoriales» (establecidas por

«Gramática general») comparables a

la

en

tricas;

demás

las

las

disciplinas culturales

construcciones biológicas o geomé-

hemos de

limitarnos a la construc-

ción de sistemas de clasificación (por ejemplo, sistemas de parentesco o

mas

políticos)

pudiéndonos

en cambio, de

valer,

asombrosa variedad de instituciones que constituyen

una

el

contenido concreto de

cultura. Instituciones que, consideradas aisladamente,

como

entender exclusivamente idiográfica aparece,

en

no hay por qué

configuraciones idiográficas. La condición

campo, en función del

este

de

las esferas culturales,

ción griega o

de

motivo desconfiamos mucho de

templan

abstractas postuladas (tipo memes)

cuando hablan de

ad hoc, y

un

es

lo

que

encontramos

el análisis

de

la

cultura a partir de unidades

por analogía con

la práctica

de los biólogos, la

paralelismo abstracto y programático-intencional, es

un

paralelismo concreto

y

Nadie niega

efectivo.

posibilidad de conceder que, a semejanza del despiece de las configuracio-

la

nes orgánicas en términos de unidades moleculares, podría ensayarse piece de las

de

memes o



culturgenes

Más aún,

.

dinámica evolutiva de

la

la posibilidad

.

74

de

los



o, lo

las leyes

serio», es decir,

La razón

una base molecular, que puede

que

leyes

es lo

des-

el laboratorio,

mismo: que

leyes genéticas

mémicas de

dinámica

la

quaestio facti

,

no como meras propuestas

principal es ésta:

organismos (ya sea en

(extraída)

orgánico)

paralelismo entre las

organismos y

de interpretar «en

sos genéticos tienen

el

De lo que dudamos es, y no sólo como

utópicas, tales programas.

un sistema de

los

un

—llamémos-

cabe ensayar planteamientos generales de

que parezcan reforzar

histórica de las culturas

de

en términos de «moléculas culturales»

las instituciones

carácter estadístico

a

al

carácter histórico. Por este

Desconfiamos, porque no queremos caer en

los genes.

confusión de lo que fabricado

com-

«programas de investigación» que con-

ciertos

de enfocar

la posibilidad

un

los

(por ejemplo, la civiliza-

las «civilizaciones»

europea) que tienen

la civilización

de

entretej imiento

plejos de instituciones; los verdaderos individuos culturales los nivel

siste-

consideración de la

la

que mientras

los proce-

ser realmente abstraída

ya sea en un

campo

los procesos genéticos están

pre-

sometidos

bioquímicas determinadas a escala molecular

— en

los

procesos institucionales no es posible determinar nada semejante a estas bases moleculares. Las unidades das», abstractas,

ca

un

74

y

las leyes

(

memes o

culturgenes)

son sólo unidades «postula-

de su composición han de

estar

dadas

(lo

dialelo antropológico) a escala de las configuraciones morfológicas, es

Nos

referimos a propuestas

como

las

de

J.

Mosterín, &c., en Filosofía de la cultura. Alianza,

Madrid, 1993.

Gustavo Bueno,

que impli-

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

168

mito de

El

I

decir,

de

cultura

la

las instituciones.

G¿H 12 O s

Es posible construir, a partir de

las

moléculas de glu-

zimasa y de una docena más de catalizadores que están dados a escala molecular, su fermentación en alcohol (2NCH3 cosa

,

por medio de

la

CH OH) con desprendimiento de anhídrido carbónico (2NC0 2

como

posible construir a partir de «moléculas vocálicas»,

2 );

pero no es

Id lud

pudiera serlo la

cerrada, o bien la /o/ cerrada, ni siquiera procesos de diptongación lid tales

como

los

(Constituiría res del

como

que tuvieron lugar en

una simple

Imperio romano

las

lenguas románicas derivadas del

latín.

«alegoría poética» el considerar a los pueblos suceso-

—que no son unidades

talladas a «escala fonética»

«catalizadores» de esas transformaciones fonéticas.)

Precariedad del concepto de «categorías culturales»

En

no tratamos aquí de

cualquier caso,

la cultura

que desempeñe

muy

escala

los papeles

establecer

una

tabla de categorías

de un patrón universal, aunque sea a

La cuestión que nos ocupa ahora

genérica.

unidad que sea posible reconocer a

la

del «todo complejo» cultura, tanto

en

«cultura» se circunscriba a cada

composición de el

de

las esferas,

la idea

o círculos de cultura;

co universal, habría de ser pensada

dos,

que muchas de sus

(a la

el

la cultura,

como una

como

si

como en

el

envolviera a

$

distribuida por

en sentido antropológi-

única totalidad atributiva sin

partes tuvieran

manera como en un organismo

una estructuración análoga o

las células

de sus diversos

teji-

como partes atributivas suyas, no son enteramente heterogéneas sino que una

están dotadas de estos supuestos

estructura

puedan o deban

mínima

similar).

ser abstraídos

en

No

el

queremos decir que

momento de

plantear la

«cuestión general» de la unidad de las partes atributivas de la cultura si

la

todo atributivo

las esferas culturales,

de «cultura universal» en términos de totalidad

perjuicio de

de

a título de partes. Esto implicaría rectificar la interpretación

las diferentes esferas

isomorfa

es la cuestión

las partes atributivas

supuesto de que

una de

supuesto de que ese todo atributivo deba entenderse todas

de

esta cuestión general pudiera ser tratada previa o

tales supuestos).

patibles

Queremos

con supuestos

se independientes

independientemente ue

que algunas respuestas generales son com-

diferentes (lo

que no

significa

que puedan considerar-

de su conjunto). Por ejemplo, cabrá defender una concep-

ción «agregacionista» de concebir esa unidad nocer,

decir

y no sólo en

el

la

unidad entre

como una unidad de terreno de

las

partes de la cultura (incluso

«mosaico»)

las apariencias, la

y,

El

mito de la cultura

[1

sin

unidad de

culos de cultura (de las llamadas identidades culturales)

Gustavo Bueno,

(como

996], séptima edición, Barcelona

embargo, reco-

como

2004

o

cír-

partes de

una

las esferas

© FGB 201

1

El

mito de

la

unidad orgánica de

totalidad distributiva;

y

la

realidad

de

la tesis

la

de

categorías culturales

las

1

169

que

el

agregacionismo pueda

negación de

las

identidades culturales.

esto sin perjuicio de

combinarse también con

Conviene en todo

cultura y

la

todo cuando mantenemos una perspectiva

caso, sobre

gnoseológica, desconfiar de cualquier tratamiento confusivo de la cuestión. (Es «confusivo» el tratamiento que, por ejemplo, utiliza únicamente las ideas

de todo y parte en el momento de establecer las alternativas o las disyuntivas entre el agregacionismo y el organicismo.) Es necesario tener en cuenta que

una

totalidad se correlaciona

no ya con una única «capa» de

múltiples capas; lo que da lugar,

dentro de un mismo

quías diferentes (la relación diádica del todo se

suponen dadas en una

una hipóstasis o

reificación del todo).

plano de

el

Además,

si

éstas

es necesario distinguir los

hemos

partes sistáticas

las

temáticas. Y, asimismo, sería absurdo

no

y

el

plano de

las

de Cultura, en tanto que totalidad

La aplicación de

atributiva.

propio ámbito de

metodológica tiene capacidad para ponernos delante de



la cultura

el

partes sis-

tener en cuenta los resultados de la al

yuntiva) antes mencionada, entre

dos

dicho, se sedimentan esas

aplicación de la idea metodológica de symploké n

(«ninguna parte de

y

conjunto de sus partes,

jerar-

sola capa, sería contradictoria, por cuanto implica

planos lógico-materiales en los cuales, según «capas de partes»:

al

con

partes, sino

todo, a órdenes

la

Idea

esta idea

la alternativa (o dis-

agregacionismo (o atomismo) radical

rasgos, notas,

— puede considerarse

memes

internamente vinculada a cualquier otra») y el organicismo radical («cada parte atributiva de la cultura está vinculada internamente a todas las demás»). Pero también nos indica que

tal

alternativa o disyuntiva es inviable,

porque

bloquea «cualquier posibilidad de discurso racional».

Teniendo en cuenta, como mínimum

,

estas distinciones,

podemos

desde una perspectiva preferentemente gnoseológica (un planteamiento

tar,

directamente ontológico nos parece excesivamente ingenuo),

unidad de la

presen-

las partes atributivas

cuestión de

las

gorías culturales es

en

gicas (o

constatar

una cuestión

la teoría

que

el

de

la cultura

categorías culturales.

de

la cuestión

como una cuestión

Nadie duda que

la

de

la

equivalente a

cuestión de

las cate-

central en la teoría de las ciencias antropoló-

la cultura).

Sin embargo, no

podemos por menos de

uso que antropólogos o culturólogos hacen del término «cate-

sumamente

oscuro y confuso. Generalmente, «categoría» equivale a «epígrafe» o «rúbrica clasificatoria de rango superior»; y por eso se habla goría» es

de

las tablas

75

de categorías culturales de Lafitau, de Wissler, de Murdock o de

Gustavo Bueno, Teoría del

implica

Gustavo Bueno,

laxo,

El

el

cierre categorial, Parte 1.2. 2. §54: «El principio

de

principio de symplokh, vol. 2, pp. 559-568.

mito de la cultura [1996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

las categorías

1

170

El

I

mito de

la

cultura

Malinowski. Pero

evidente que

es

si

una

sentido, todos los epígrafes de

categoría se entiende únicamente en este «lista

de lavandería», de

hablado, podrán ser llamados categorías de

todos esos epígrafes nos remiten a partes

una

cultura a

la

sistáticas

de

las

que hemos

escala dada,

Pero

la cultura.

pues

las cate-

gorías sistemáticas son totalizaciones de orden superior (totalizaciones siste-

máticas que implican una «unidad estructural» entre

Desde

el

punto de

de

vista

de

la teoría

Teoría del Cierre Categorial, la delimitación de

mundo

no

real

dientemente de

de delimitación de

la tarea

las

que pueda

tarea

que designamos como categorías dadas en

llevarse a

de

las ciencias (o

el

cabo indepenlas disciplinas

en tanto son unidades gnoseológicas relativamente autónomas de

científicas)

un modo

como

se entiende

las partes categorizadas).

la ciencia

efectivo.

No

consideramos viable

de

llegar a la delimitación

las

ciencias a partir de las categorías («tantas ciencias cuantas categorías») sino

que, por

contrario, llegamos a las categorías a partir de las ciencias («tantas

el

Desde

categorías cuantas ciencias »). 76

coordenadas podemos advertir

estas

críticamente que los discursos de los antropólogos o de los culturólogos en

tomo

a

las tablas

de categorías culturales se mantienen sobre

principio de que la Antropología cultural

Pero este principio es justamente

cia.

juicio

en

el

momento de

el

la

y que

tiene

suscitar la cuestión de la

totalidad atributiva. Las categorías

no

la

petición de

Culturología son una sola cien-

que

ser puesto

unidad de

la

en

tela

cultura

de

como

sólo implican conexión entre las partes

de un círculo categorial; implican también desconexión con

medida en que una

otros círculos categoriales. Pero en la

las partes

categoría es

de

una

totalidad sistemática (también llamamos categorías o subcategorías a los sub-

conjuntos de partes comprendidos en

que

las diversas esferas

Como luego,

se circunscriben

en

el

ámbito de una esfera o

o círculos de cultura.

partes atributivas

y

de

sistáticas

que considerar, por ejemplo,

das, a las

sistema) parece obligado reconocer

que precisamente atraviesan «longitudinalmente»

círculo de cultura sino

todas

no

categorías culturales

las

el

la

cultura

humana

a las vocales abiertas, a las vocales cerra-

consonantes dentales, &c., a

las

mente; pues son «partes constatables» en

que nos hemos referido anterior-

las

más

diversas esferas culturales

alfabeto fonético internacional presupone esa presencia,

uno de los

los alfabetos

fonemas

76

no pueda funcionar en

específicos

de cada

Gustavo Bueno, Teoría del cierre

tas ciencias efectivas», vol. 2,

Gustavo Bueno,

El

habrá, desde

aun cuando cada

abstracto, es decir, disociado

de

cultura). Tales partes, además, se integran

en

categorial. Parte I.2.2.§59:

«Tantas categorías del

pp. 602-608.

mito de la cultura

[1

(el

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

ser,

cuan-

1

El

mito de

la

unidad orgánica de

no

realidad de las categorías culturales

la

(sílabas,

sintagmas,

que llamamos «categoría

lugar a la categoría sistemática

güísticas

cultura y

más amplias

estructuras lingüísticas

pondiente a

la

la disciplina científica

frases...)

171

í

que darán

lingüística» (corres-

llamada Lingüística). Las categorías

lin-

aunque

ello

son nomotéticas (por respecto de

las esferas culturales)

que puedan hipostasiarse como «estructuras profundas» (como

significa

pretenden algunos cultivadores de

la

Gramática general), que obran «por

debajo» de los lenguajes idiográficos propios de cada esfera o círculo de cultura (latín, griego, español, inglés).

medida en que constituyan

la

den

una

circunscribirse a

la

esfera

Ahora

bien, las categorías lingüísticas,

trama de una disciplina

o círculo de cultura,

ción lingüística compleja» (como pueda serlo

Son

menos

si

Y lo

mismo

sistemático tales

como

La cuestión de tes atributivas

el

no pue-

una

«institu-

el latín clásico

o

que venimos

la

lo

que pretenden

económica» o

la

la cultura, al

ser la «Ciencia política», la «Ciencia

«Ciencia sociológica».

unidad puede plantearse entonces de

las

de

las otras partes

griego ático).

el

existen ciencias o disciplinas científicas de carácter

de una cultura, ¿deben considerarse antes

temáticamente en Política,

habría que decir de

suponemos que

jurídica», la «Ciencia

una

científica,

es decir, a

categorías «longitudinales», en el sentido matricial del

hablando.

en

modo:

este

como

las

par-

insertadas

sis-

grandes categorías universales (Lingüística, Ciencia

&c.) o bien deben considerarse

esfera cultural dada,

como

como

prioritariamente insertadas en

ésta constituyese

si

una categoría sistemática en

ámbito de su misma estructura morfológico-idiográfica

(histórica)?

Podemos

afirmar que la última alternativa debe ser descartada en función del estado actual de las «ciencias esfera

humanas».

de cultura. Ciencias

nen por qué

interpretarse

tales

como

No

como

existe

una

«ciencia sistemática» de cada

o

la «Egiptología»,

ciencias unitarias,

la

«Sinología»

no

tie-

dada su condición enciclo-

pédica e histórico-idiográfica (¿qué conexión interna cabría establecer entre

el

sistema fonológico del Egipto faraónico y sus formas de cultivo, de parentesco, o la tipología de sus dioses zoomórficos?). El proyecto del «estructuralismo»

de

los

años sesenta del siglo XX, ordenado a

la cultura»

la

construcción de una «ciencia de

concebida (para expresarlo en nuestros términos)

como

el

«sistema

universal de todas las estructuras realizadas (o realizables) en las diversas esferas» es

El

considerado hoy, generalmente,

mito de

la

Concluimos:

una

Gustavo Bueno,

unidad categorial de

la

como un

la

proyecto utópico.

cultura

humana

pretensión de una idea global de

la

cultura

totalidad atributiva (sistática o sistemática) dotada de

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

humana como una unidad de

© FGB 201

1

172

El

I

mito de

cultura

la

conjunto (sobre

una concepción

la cual basar

del

Hombre

en cuanto con-

trapuesto a la Naturaleza) es pretensión sin fundamento. La unidad de esa

humana

«cultura

como

universal»,

supuesta estructura categoriai de partes

un mito gnoseológico que da lugar al fantasma gno-

interconectadas, es sólo

seológico de la «ciencia antropológica»;

No

pólogos y culturólogos.

una «ciencia

hay una «ciencia de

hombre»; a

del

lo

sumo hay

con diverso grado de cientificidad rango más

alto).

No

y

ios

el

es

existe.

en

(como

tracción»

como no hay

Lingüística suele ser puesta en

(la

decimos esto en sentido «nominalista»,

otros, es decir,

la cultura»,

diferentes disciplinas científicas,

Y esto significa que la cultura, como «sistema universal»,

no

la clase vacía,

un fantasma inventado por antro-

si

al estilo

de Radcliffe Brown y

sentido de sobreentender que «la cultura es sólo

el

lo

único que existieran fueran

las

«la cultura»

no

abs-

conductas individuales

coacervados de esas conductas individuales). Lo decimos en

de que

una

el

sentido

como abstracnombre oscuro y confuso, un mito gno«ni siquiera una abstracción» no estamos

existe (gnoseológicamente) ni siquiera

ción sistemática, sino que es sólo un seológico.

Y

al

no

afirmar que

tampoco queriendo

es

desde

significar,

el espíritu

del nominalismo,

que sólo

existen los actos o conductas individuales concretas. Nosotros partimos del

supuesto de

función de las

de configuraciones supraindividuales concretas, en

la existencia

las cuales se

hace preciso decir que

lo abstracto

son precisamente

conductas individuales y psicológicas. Leslie White ha insistido en este el estar de acuerdo con White en la crítica al nominalismo «psi-

punto. Pero

de

cologista»

la cultura

concepción de cular, el

no implica que tengamos que compartir con de esto ya hemos tratado anteriormente.

la cultura;

En

él

su

parti-

«conjunto de simbolados» por medio del cual intenta White redefi-

aunque

nir el concepto de cultura,

constituye, sin duda,

un concepto

distri-

butivo, incluso riguroso, carece de unidad estructural interna y se reduce a

una

suerte de «análogo de atribución».

mayor que

la

que pueda concederse a

la

La unidad que que media entre

duales del concepto-clase; «conjunto de todas tres,

mo



orgánicas o inorgánicas

6 de

la

numeración

que en un instante

t

las figuras

que tienen semejanza con

él

determina no

es

términos indivi-

los



celestes

o

terres-

la figura del guaris-

árabe», o bien: «conjunto de todos los vertebrados

dado tienen

los ojos orientados hacia el sudeste». El

«conjunto de simbolados y de sus relaciones mutuas» no puede confundirse el concepto de un sistema dotado de leyes internas características sus-

con

ceptibles de constituir el

campo de una

una gran muchedumbre de establecerse, del concurso

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

de

[1

ciencia llamada «culturología».

Que

relaciones entre objetos haya requerido, para las

operaciones

humanas no

996], séptima edición, Barcelona

2004

quiere decir que

© FGB 201

1

mito de

El

unidad orgánica de

la

tales relaciones,

humanas o

cultura y

la

realidad de las categorías culturales

la

no

como

es

humana, masas

la relación entre las

el

un

reactor sea

órgano de una

de uranio enriquecido que interac-

criticas

órgano, cuando

el

y no

físicas

culturales,

artefacto tan «artificioso» (cultural)

catedral.

La diferencia

organista maneja o pisa

el

las

operaciones del músico

aun cuan-

como pueda

serlo el

los sonidos

que salen del

teclado siguiendo

una partitura

estriba en

que

determinada constituyen una secuencia normada, pautada

margen de

humalados de un

ni es cultural, sino que es geométrica,

cionan en un reactor nuclear son relaciones

do

173

culturales si se quiere por su génesis, sean

nas o culturales por estructura. La relación pitagórica entre los triángulo rectángulo

1

— mientras que

las



ininteligible al

secuencias de reac-

ciones en cadena tienen lugar con «segregación» de las operaciones de quie-

nes fabricaron la

que refluyen a

Habrá que

pila.

través

de

una Bolsa de comercio, leyes

de

la

las

referirse

además a

relaciones genéricas

operaciones humanas. Las cúpulas del edificio de

del Senado, o de

un Panteón

gravedad que sostienen a un peñasco que

taña; las relaciones

las

brownianas similares a

las

se

«canalizan» las

que trazan

las

moléculas en una

disolución, surgen de movimientos aleatorios análogos a los

de una gran ciudad.

el taxista

Recapitulando:

vo a

mismas

mantiene en una mon-

que

lleva a

cabo

7?

el tránsito

de

los

contenidos culturales en sentido subjeti-

correspondientes «contenidos culturales» en sentido objetivo (y

los

supuesto que sean efectivamente culturales), no siempre ha de interpretarse

como un

proceso de cosificación (reificación, hipostatización, &c.) puesto

que en muchos casos estructura respecto

ciación

que

que

la estructura la

simplemente del proceso de disociación de

los cursos operatorios genéticos

resulta ser,

de eclipsar

ces

de

se trata

que

la

la

determinan; diso-

en algunas ocasiones, una condición necesaria para

quede liberada de adherencias extrínsecas que serían capapureza de sus

líneas. El

curso de

las

operaciones que con-

dujeron a Pitágoras a establecer su teorema habrá de ser segregado de este teorema; pero también, en un concierto sinfónico, es necesario segregar los gestos de los violinistas, la respiración de los clarinetistas

y hasta

la

danza y

visajes místicos del director: todos estos cursos de operaciones genéticas

pertenecen a

la estructura

musical de la sinfonía,

y,

gados en una grabación sonora, o sencillamente, en

no

de hecho, quedan segreel

concierto, cerrando los

ojos (no tanto para «concentramos en la esencia», cuanto para dejar de ver).

77

Nos

referimos a la observación del taxista

artículo «El chófer

de

taxi,

un hombre

bre edición española. El Ateneo, ,

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

libre»,

Buenos

J.

Houbart publicada en octubre de 1954 en su Pierre Vendryés, Hacia la teoría del hom-

que recoge

Aires, 1975, pp. 23-24.

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

cpñ Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

El

mito de

la

realidad de las esferas culturales.

«identidad cultural» y

la

como

Las culturas objetivas

sistemas morfodinámicos Nuestro propósito

de

crítico del

uso práctico

Idea de «identidad cultural»

la

El concepto de «identidad cultural» o bien se utiliza con seológica, neutra, «descriptiva» o culturales» se utiliza

taxonómica

o «círculos culturales» de

F.

(la

Ratzel, de Karl

en

O.

las «áreas

Sauer, &c.) o bien

con una intención ontológica o ideológica que comporta un con-

junto de postulados metafíisicos que interpretamos ral»;

una intención gno-

identidad propia de

este

segundo sentido

sentido parecido a

como

se habla

de

la

teólogo habla de

el

como «megarismo

cultu-

«pérdida de la identidad» en la

«pérdida de

la fe»

un

(en lugar de

hablar de una «ganancia de la razón»). El objetivo de este capítulo es demostrar la naturaleza

hay que

mitológica

—en

el

sentido de los mitos oscurantistas

atribuir a la expresión «identidad cultural»

megarismo de

las culturas,

Diversos sentidos de

la

— que

cuando va asociada

al

cualquiera que sea la escala en la que se considere.

expresión «identidad cultural»

La expresión «identidad

cultural»,

en su sentido ideológico,

se abre

cami-

no, con éxito creciente, después de la Segunda Guerra Mundial, y alcanza su

mayor

78

floración a partir de los años setenta

He aquí

una muestra

casi ai azar:

.

78

Va

referida,

desde luego, no ya

Esperanza Molina, Identidad y cultura, Madrid, 1975. José

Acosta Sánchez, Andalucía: reconstrucción de una identidad, Barcelona, 1978. José Jáuregui Oroquieta,

Gustavo Bueno,

Mecanismos de identidad del navarro, Madrid, 1980. Mario Sambarino, Identidad,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

tradición,

1

1761

a

El

mito de

una

la

cultura

«parte longitudinal» (rasgo, nota, carácter, &c.) de la cultura, sino

no ya de

«todo» de esa cultura, pero

(como

su extensión

«cultura

tomada en

cultura

humana») sino en tanto

o «círculos de cultura»

ras»,

la

( naciones

está distribuida

en sentido canónico,

&c.) capaces de encabezar una «línea transversal» de

tomando como

referencia.

expresión que suela

—por gua o

de un rasgo cultural exento identidad de una lensino que es expresión

en

no

se sabe bien

de

la estructura

79

En

un

referencia la

A su través,

como «señas de identidad», como propiedades consti-

identidad generalmente

la

como

si

círculo o esfera de cultura integral.

ceremonia de investidura podrán volver a interve-

propiedades distintivas o

resolución, sobreentendemos que la expresión «identidad cultu-

va referida a sustratos

ral»

es

la

nir

.

no



la

ventana, la lengua o

tutivas

matriz que venimos

identidad de una ceremonia de investidura

que tiene como la

«esfe-

etnias, pueblos,

sencillamente: «identidad cultural»

referida a la identidad

ir

la

en

al

de

identidad de un tipo de ventana,

ejemplo, la

Más

la universalidad

tales

como

«cultura helenística»,

como

«cultura

maya» o como «cultura extremeña». Cualquiera que sea

que

to es

como

a quien

no de

los

una

el

la lee

sustrato

autenticidad: e

o escucha, en virtud del mismo carácter abstracto y arcael sintagma («identidad» y «cultural»), en

«cumbre

o dignidad de

territorio

concreta de esta expresión, lo cier-

términos que constituyen

especie de

tigio

la referencia material

(intencionalmente) tanto a quien la dice con convicción,

ella sitúa

que

al

tres

los

intelectual»,

porque

elevación ontológica

la

el

y

pres-

términos abstractos de que consta parecen recaer sobre

se aplica,

pidiendo sin duda

el

principio.

De

modo.

este

problemas de América Latina, Caracas, 1980. César Enrique Díaz López, Cultura,

identidad en Galicia, Madrid,

1982. Belisario Betancur,

Colombia, Bogotá, 1982. H. Aguessy, La afirmación de

la

ciencia nacional en el Africa contemporánea, Barcelona, 1983.

ca de la identidad en Cataluña:

Cultura e identidad en

la

un

La

identidad cultural de

identidad cultural y la formación de la con-

Andrés Barrera González, La

provincia de Huesca (una perspectiva desde la antropología

1986. Eduardo A. Azcuy, Identidad cultural, ciencia y

Vázquez Medel, La identidad

tecnología,

J.

social),

Zaragoza,

Buenos Aires, 1987. Manuel Ángel

cultural de Andalucía, Sevilla, 1987.

Identidad cultural de Hispanoamérica, Madrid, 1988. Jorge

dialécti-

Madrid, 1985- José C. Lisón Arcal,

estudio de antropología social,

María Teresa Martínez Blanco,

E. Gracia

& Iván Jaksic,

Filosofía e

identidad cultural en América latina, Caracas, 1988. Rosario Otegui Pascual, Estrategias e identidad:

un

estudio antropológico sobre la provincia de Teruel Teruel, 1990.

Leopoldo Zea, Descubrimiento e

identidad latinoamericana, Méjico, 1990. Alba Josefina Zaiter Mejía,

en

la

La identidad social y nacional

República Dominicana, Madrid, 1992.

79

Remitimos

(Cañada

al

lector a nuestro prólogo a la

editor, Gijón,

Guía de la

cultura asturiana de Francisco G. Orejas

1982, pp. 7-20), «Hacia un concepto de cultura asturiana» (recogido en

ción a

la

el

Oviedo, 1991, pp. 2137). Se tocan también estos problemas con relasidra asturiana en nuestro ensayo «Filosofía de la sidra asturiana», en El libro de la sidra,

libro Sobre Asturias, Pentalfa,

Pentalfa, Oviedo, 1991, pp. 33-61.

cpñ Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

mito de

El

cuando un

«identidad cultural» y

la

un antropólogo, un

político,

la

realidad de las esferas culturales

periodista o

un

1

177

de

clérigo hablan

«identidad cultural maya» o de «identidad cultural vascongada» parecen

ponernos delante no ya de unos materiales mayas o de unos materiales «vascongados», delimitados «con línea punteada» para ser descritos etnográfica-

mente, sino ante unas extrañas raíces o troncos que parecen dotados de una suerte de eterna fecundidad según pautas perennes cuyo valor ontológico pare-

ce garantizado precisamente por su ajuste

La

cia.

ejerce, el

aplicación de

al

formato del sintagma de referen-

sintagma, «identidad cultural», a

tal

un

material

por tanto, sobre ese material empírico, un efecto análogo

mero

pa-seante, ejerce el botánico o

campo cuando

insecto del

le

impone

el

zoólogo sobre

el

la

dado

que, ante

al

hierba o sobre

«nombre eterno» de un taxón

el

linnea-

no: lilium candidum o termes lucijugus. Esa «eternidad» o «perennidad», que

apreciamos

como un

de

«coeficiente»

formas de expresión, no se circuns-

esas

que

cribe al terreno estético o poético-especulativo, sino

nalidad pragmática

muy definida:

de un

la

tiene

una intencio-

inequívoco «postulado de conser-

vación» de esas entidades cuya identidad nos es revelada. Ocurre la

identidad de

como

la

cultura

se estuviese

si

garantizada por

el

maya o de

pidiendo

la

la

identidad de

la

al

hablar de

cultura vascongada

preservación de su pureza prístina

y virginal,

hecho mismo de su identidad. La preservación implica tam-

bién su recuperación (cuando suponemos que se encuentra en situación de adulteración, de postración o de desmayo)

sino en

el

campo; del mismo

modo

y no propiamente en

el

Museo,

que, desde la concepción ecologista-con-

mundo, se exige que ese lilium o ese termes sigan viviendo en propio hábitat su y no pegados en el herbario o clavados en el insectario. Dejar que se destruyan o que se contaminen tales esencias sería algo equivalente a un servacionista del

sacrilegio, constituiría la aniquilación irreversible

por

nos presenta

serlo, se

de una realidad esencial que,

como incondicionalmente

valiosa

en

el

«concierto

y digna de ser conservada a toda costa y en toda su pureza. Pero, en rigor, el motor de ese anhelo por la pureza y la preservación de

de

los seres»

las

«identidades culturales»

proyectan viven.

autonomía

la

La identidad

presta, sin

no

es otra cosa sino la

política

duda, grandes servicios

culturales»

de

cultural es sólo

en orden

inmensas (continentales)

No

es lo

tarlas

en

la

Gustavo Bueno,

El

que

al

fetiche.

Un mito práctico que

reconocimiento tanto de «áreas

de comunidades pequeñas, dotareabsorbida en otras unidades

más

justificar las «fiestas de moros y criso económico-turísticos, que fundamen-

mismo fundamentar o

«identidad cultural de la la

como

social,

tianos» en motivos estéticos, lúdicos

fundamentar

las elites

pueblos o etnias en cuyo entorno

un mito, un

das de algún grado de organización amplias.

los

voluntad de

comunidad

valenciana»; ni es lo

mismo

protección del ansotano en motivos científico-filológicos o

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

178

mito de

El

I

folclóricos

dad

la

cultura

que en

la

«identidad cultural de la etnia altoaragonesa».

cultural» delimita

La

muy dis-

tulados político-voluntaristas, unas relaciones con terceros de alcance tinto a las

que tendría

si

se le insertase

aquí nos interesa es dibujar

«identi-

suigeneris muy característico para sus pos-

un horizonte

las líneas

en otros sistemas de postulados. Lo que

principales por las cuales se organiza ese

«horizonte objetivo» de los postulados voluntaristas en tanto éstos están deter-

minados precisamente por

de identidad

La idea

La idea de identidad

mente

entrelazadas.

la idea

cuiturai

muy

es

No

confusa de

la

«identidad cultural».

no es simpie sino compleja

compleja y tiene múltiples dimensiones sutiladecuado para emprender un análisis

es éste el lugar

sistemático de las mismas. Pero

como

quiera que en la expresión «identidad

cultural» el término identidad suele utilizarse globalmente (indiscriminada-

como

mente)

si

fuera

un término

por consabido (precisamente este la

modo

primera tarea

crítica

nes que consideraremos

formación de

los

más

que

se

un

de utilización

función de mito oscurantista desempeñada por

tural»), la

la

técnico, dotado de

nos impone

significativas

de

el

significado

mayor

es el

se

da

sintagma «identidad cul-

es distinguir las

la idea

que

indicio de

dimensio-

de identidad en orden a

postulados políticos de «identidad cultural» de los que

hablamos.

En

primer lugar, tendremos en cuenta

la distinción entre la

identidad en

sentido analítico y la identidad sintética; distinción que, a nuestro juicio (que

aquí no podemos fundamentar ), 80 habría que entender no entre dos acepciones independientes, sino

como

como

distinción entre

distinción

una acepción

primaria y una acepción secundaria o derivada. Supondremos que identidad es, primariamente, identidad sintética, que envuelve relaciones entre térmi-

nos objetivamente distintos (por ejemplo,

las relaciones

entre los puntos de

intersección de las bisectrices, dos a dos, de los ángulos de

en tanto que esos

látero,

entre

sí,

como bles

es decir,

tres

un mismo punto,

pretende representarse en

las

el

incentro).

triángulo equi-

La identidad

fórmulas A=A, o en

las

ser idénticos analítica, tai

cadenas deduci-

por sustitución, será sólo un caso limite de identidad sintética aplicada a

símbolos que intencionalmente son propuestos

80

cpfí

un

puntos de intersección resultan

Gustavo Bueno, Teoría del cierre

dad», vol.

1,

pp. 148-160.

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

categorial,

como no

distintos.

Introducción. §28: «Análisis de la idea de identi-

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

El

mito de

la

«identidad cultural» y

En el caso «más sencillo» de las

la

realidad de las esferas culturales

identidades individuales: dado que

viduo está siempre enclasado, y además, en

el

1

179

indi-

clases diferentes (simultáneas

o

sucesivas), su «identidad» implica la síntesis de las diferentes clases (arqueti-

pos o estructuras) a través de

las

cuales se determina

por ejemplo, decía que agradecía a

como

los dioses cuatro cosas:

individuo. Platón,

haber nacido

hom-

y no animal, haber nacido varón y no hembra, haber nacido griego y no

bre

bárbaro y haber nacido en la época de Sócrates y no en otra; la «identidad de Platón» tendría lugar, según esto, a través de su condición de hombre, de

muchos

varón, de griego y de ciudadano ateniense; y de otros

concatenados sintéticamente

Desconfiaremos de uso de

los

unos a

puedan acompañar

«pretensiones analíticas» que

las

predicados,

los otros.

expresión «identidad cultural». Decimos esto porque

la

metafísico teológica

(muy

presente sin

duda en

los

numerosos

el

tradición

la

clérigos con-

vertidos en apóstoles de la identidad cultural de determinados pueblos o etnias) suele

menos,

entender

la

identidad ontológica en

interpretar fórmulas escolásticas

como

ens est ens, o ens est id

do

que

el

quod est.

Y no

es

sentido analítico:

nada extraño que sea

etnia, país

o nación hace de su cultura, sí

misma, precisamente por

mero hecho de Pero decir que

caso, sintética, es

«existir reivindicada la

como

si

se tratase

ser idéntica a

como

identidad cultural de

ese senti-

de una realidad

misma,



tal».

un pueblo P ha de

ser,

ya afirmar que esa identidad no se establecerá

cuanto codeterminan cuenta que se al tipo

la

de

al

en todo

como

en

un pueblo

Q difícilmente podrá ajustar-

identidades esquemáticas (las referidas a la identidad propia de

un esquema de identidad la

rela-

S...)

primero. Esta conclusión se corrobora teniendo en

identidad cultural de

las

por

es decir,

ción reflexiva (P=P) sino a través, acaso, de otros pueblos (Q, R,

de

al

que un determinado pueblo,

está inspirando las reivindicaciones

valiosa por el

un

Ego sum qui sum, y así se suelen del llamado «principio de identidad», tales

así era interpretada la frase bíblica

que,

como

la circunferencia

en Geometría, resulta

recurrencia de ciertas operaciones) puesto que ella se aproxima

más

al

tipo de las identidades sistemáticas (que son conjuntos de relaciones estableci-

das a partir de

más de un esquema de

efecto, las identidades culturales

dad de naturaleza objetual

identidad, de dos

presuponen no sólo un esquema de

(instituciones, artes, ceremonias) sino

esquemas de identidad de naturaleza subjetual o blo,

de

identi-

también

social (la identidad del

pue-

la nación, &c.).

Por otra parte, hay que distinguir cuidadosamente principales según las cuales saber, la

Gustavo Bueno,

como mínimum). En

El

pueden tener lugar

modulación sustancial y

mito de la cultura

[1

la

modulación

las

las

identidades sintéticas, a

esencial.

996], séptima edición, Barcelona

dos modulaciones

2004

Modulaciones que

© FGB 201

-

1

i8o

mito de

El

I

cultura

la

podrían ponerse en correspondencia con los términos de sica autos e

¿sos

fundidas en

mismo

en sentido sustantivo, como lados de

La frase

pleuros, equi-látero).

«fue

la

mismo

el

remite a una identidad sustancial;

que

modulación de

la

las tres

postulados de

la

el

vacas» nos

misma Cuando

este oso tiene la

esencial.

referencia a

un

carácter sincategoremá-

identidad está funcionando? Sin

duda, ambas pueden ser tenidas en cuenta; pero

es

también seguro que

los

identidad cultural mantienen una intención sustancialista

un organismo individual). Lo que ellos postulan es la previda de un pueblo, de una nación en su «sustancia viviente»,

propia de

servación de

la

a través de su cultura concreta

por tanto, diferenciada

y,

(el

«hecho diferen-

de otras culturas y de otros pueblos. La sustancialidad orgánica postutiene que ser pensada, desde luego, como equivalente a la de una

no

lada

identidad estática o inmóvil, pero ceso en

el



los

como

sustancialidad atribuible a

unos a

los otros.

física,

Se trata de

incluso en

caso de que se sustitu-

do

hayan ido sustituyendo todas sus piezas por

mismo

propia del «barco de

—sustancialmente— aun cuan-

un barco que

sigue siendo el

el

la sustancialidad

Teseo», se le

un pro-

cual los cambios dejan invariantes a los contenidos que, a su vez,

han de suponerse en continuidad yan

de

un pueblo (siempre con

cultural de

tico del sintagma), ¿qué

cial»)

clá-

misma longitud ( iso

oso quien mató

la frase «la piel

sustrato k determinado, como hemos dicho, dado

la

la

de este otro oso» nos remite a una identidad

hablamos de identidad

(que es

lengua griega

suelen quedar con-

voz mismo (mismidad) del español, pues tanto decimos yo

la

( ego autos)

textura

la

Dos modulaciones que

respectivamente.

otras equivalentes

de mayor tamaño. La identidad cultural comporta

crisis

lysis,

y acaso

restauracio-

y y reconstrucciones obligadas cuando se trata de contenidos procesuales que transcurren en el tiempo (como la música, el teatro, el habla nes, demoliciones

ceremonias en general).

En

prácticamente a fidelidad a

las

o

las

(muchas veces en

la

raíces,

a casticismo, vuelta a los orígenes

forma de evocación o reconstrucción de un

pretérito his-

un

pueblo»). «El

tórico o prehistórico

pueblo vasco,

estos contextos, identidad cultural equivale

como

mantiene todavía en

que constituye a su vez

la

«sustancia de

único sobreviviente de los pueblos preindoeuropeos, se la

estructura existencialista de esa cultura nuestra del

pequeño cromlech-estatua», decía

el

megárico que nos hace recordar

consejo que daba Goethe a los escultores:

«Escultor, trabaja

81

y no

Jorge Oteiza, Quosque

(pñ Gustavo Bueno,

El

el

escultor Jorge Oteiza en pleno delirio

hables». 8)

[sic]

mito de la cultura

[1

tándem Txertoa, San Sebastián, 1970. ,

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

.

El

Lo que

mito de

la

«identidad cultural» y

se pretendería postular

tidad cultural sería, en suma,

el

mediante

realidad de las esferas culturales

la

el

181

concepto ontológico de iden-

reconocimiento del proceso mediante

tendría lugar la identidad sustancial de

1

un mismo pueblo que, en

el

el

cual

curso

continuo de sus generaciones, ha logrado mantener (o «reproducir»)

la

reconociéndose como

misma cultura {misma, en sentido sustancial y esencial) el mismo pueblo a través precisamente de la invariancia

histórica de su cul-

tura, convertida en patrimonio o sustancia de la vida de ese pueblo.

Distinción de tres líneas constitutivas de

la

identidad cultural

«todo complejo» y su utilidad para sistematizar diferentes teorías de la cultura del

La «identidad

cultural», así entendida, constituye sin

duda una de

pretaciones posibles de la definición que Tylor ofreció de sentarlas

como

«todos complejos». Pero esta interpretación

Precisamente por

cuando

ello la

no

al

pre-

es la única.

ser considerada

fórmula de Tylor debe

las inter-

culturas

ambigua,

una perspectiva ontológica, y acaso en esa ambirazón de su fortuna: cada cual puede interpretarla según le

se la analiza desde

güedad resida

la

En

convenga.

pretaciones

que

las

efecto, la cultura,

muy

se refiere al

incluida en

el

dominio de

diversas

modo

en cuanto «todo complejo», admite

y mutuamente incompatibles, no solamente en lo la naturaleza de la unidad (identidad)

de entender

todo englobante, sino también cuanto

las partes

inter-

al

modo

de entender

el

englobadas.

«Todo complejo» puede entenderse a veces como un agregado, como una «mezcla», sin proporciones fijas (ni siquiera como una «combinación de elementos»),

como

lo

entienden

como un organismo to al

que

las teorías

viviente, al

dominio o extensión de partes comprendidas en

las

nadas con jetuales

de

él

del «mosaico cultural»;

modo de

las el

y

otras veces

Frobenius o Spengler. Y, en cuan-

partes englobadas, unos sobreentenderán

todo complejo

—y no meramente — son contenidos subrelacio-

a título de efectos o de instrumentos

la cultura (los culturgenes

los

de Wilson-Lumsden, o

Dawkins); otros circunscribirán esas partes a

los

memes de

los contenidos materiales, pre-

ferentemente en sentido arqueológico (Glynn Daniel: «Lo que permanece de

una cultura son

las alcantarillas, los

trozos de loza..,

más que

sus ideales o sus

sentimientos»)

Más

aún, los efectos de

la

ambigüedad

se multiplican

cuenta la intrincación ineludible entre los identidad del todo

Gustavo Bueno,

El

y

los

mito de la cultura

[1

cuando tenemos en

modos de entender

modos de entender

los límites del

996], séptima edición, Barcelona

2004

la

unidad o

dominio de

© FGB 201

sus

182

I

mito de

El

partes.

No

la

cultura

mismo un

es lo

«agregado de culturgenes» que un «agregado de

restos arqueológicos», ni significa lo

memes» que

la

mismo una

columnas o vigas de un palacio antiguo. pretendemos de

la

incluir

no

«multiplicidad orgánica de

constituida por ios

«estructura arquitectónica»

sillares,

Y si en el dominio del todo complejo

sólo a los culturgenes, sino también a los contenidos

cultura social y objetiva, entonces las dificultades de acertar con la forma

del todo complejo (¿agregado?, ¿estructura?, ¿organismo?)

que determina

la

naturaleza de su identidad, crecerán hasta grados casi insuperables. Es evidente, por lo demás, que del todo» elegida y

no puede

«dominio de

el

ser

enteramente independiente

las partes

multiplicidad de contenidos arqueológicos podría totalizarse según

de unidad superior a tiplicidad

la

de un agregado,

lo

un

tipo

que no quiere decir que una mul-

de culturgenes tenga necesariamente que englobarse en

un organismo. Esta consideración nos

«forma

la

englobadas». Difícilmente una

sugiere

forma de

la

tomar en cuenta alguna

clasi-

ficación pertinente (en orden a la interpretación de la identidad cultural,

como

sistema dinámico) de

las

diferentes multiplicidades o enumeraciones

de contenidos que suelen figurar

como

partes del «todo complejo», a fin de

determinar, desde su perspectiva, una clasificación de

las «teorías»

sobre la

unidad, capaz de establecer los verdaderos criterios según los cuales enfrentan. Conviene advertir que, en cualquier caso,

que estamos hablando

está siendo

función «sin parámetros»;

los

del todo complejo del

se

nas o bien

si

sólo es

que

tomado a

parámetros determinarán habla es

el

radio extensional

las

culturas

esfera cultural

huma-

o incluso

cultura dada.

de estas partes a

las

los sujetos

las partes atributivas del

anteriores

todo com-

y que toma como

corpóreos operatorios.

acciones y operaciones, sea

genes» o

«memes» que

dos bajo

la

los

determinan). Es



el

En

criterio

efecto:

si

se prefiere



a los «cultur-

conjunto de contenidos reuni-

denominación de «cultura intrasomática».

O bien los contenidos pueden ser atribuidos a las relaciones o interac-

ciones entre sujetos corpóreos (contenidos tales «diálogo»). c)

toma una

se

O bien los contenidos pueden ser atribuibles a las subjetualidades cor-

póreas (sea a

B)

todo complejo del

si el

conjunto de todas

Nos atendremos a la clasificación de plejo que ya hemos expuesto en párrafos

á)

el

manera como

una cultura determinada, una

un subconjunto de alguna

la referencia

la

ellas se

O

Son

los contenidos

de

la

como

«caza cooperativa», o

«cultura intersomática» o social.

bien los contenidos pueden atribuirse a los objetos materiales exte-

riores a los sujetos corpóreos, los

que constituyen

la «cultura

extrasomática»

o material.

(pñ Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

mito de

El

Si

la

«identidad cultural» y

nos atenemos a esta clasificación de

realidad de las esferas culturales

la

los

contenidos culturales

ción que no es disyuntiva en todos sus puntos)

de

183

(clasifica-

las interpretaciones posibles

unidad del todo complejo podrán a su vez

la

1

clasificarse del siguiente

modo: Interpretaciones o teorías unidimensionales o unilineales del todo

1)

complejo, es decir, interpretaciones que reducen

todo complejo a una sola de

dominio directo de

el

este

enumeradas (cuya complejidad,

las clases

sin

embargo, está siempre asegurada) limitándose a englobar en ese todo complejo a las

demás

extrínsecas tales

clases del material cultural a título

como

Obviamente serán

«efectos de la

posibles tres tipos de teorías unilineales de la cultura,

pueden denominarse

de

vista doxográfico, puesto

la cultura (o

por

que

subjetualistas, sociales y materiales respectivamente. Estas

denominaciones no son meramente intencionales,

punto de

de denominaciones

cultura», «instrumentos» o «causas», &Cc.

es decir, vacías

que efectivamente pueden

desde un

citarse teorías

menos opiniones mínimamente conformadas) pro-

lo

puestas en tales términos.

Algunas considerarán como contenidos internos de

de

los

la

cultura subjetiva, con exclusión explícita de los

los

demás contenidos:

la

un

lugar o por las conductas que esa información induzca», dice la

concepción «sociobiológica» de

en

situar

solamente a

información [memes] y no productos u objetos o procesos materiales a los que su aplicación dé

«La cultura está constituida exclusivamente por por

la cultura

la cultura social el

será entendida ahora

Otras teorías se inclinan por

la cultura.

«núcleo interno» de

como una

expositor de

la

idea de cultura; la cultura

suerte de expresión o secreción del

grupo

«Cultura y sociedad son como el anverso y el reverso de una hoja de papel carbón», decía Króber, en la época de las máquinas de escribir. Estas social:

teorías sociológicas

como

de

la

cultura

teorías subjetualistas

oposición a

de

no pueden

las teorías materiales),

por

considerarse, de todas formas,

en sentido

la cultura el

(solamente por

estricto

mismo motivo que

la

cooperación

de dos o más «cerebros» no implica un «cerebro colectivo». Por último, de

cultura a la que se atienen

la

muchos arqueólogos y aun

geógrafos socia-

principalmente, se mantiene en la línea de la cultura material,

les,

veces sin

una

más pretensiones que

las

que puedan convenir a

«identificación» descriptiva de

tatuaje,

un

los propósitos

de

dentro de un círculo cultural dado.

más

frecuentes serán las composiciones (a

tura

humana», a

El

muchas

tipo de mosaico, de ventana o de

2) Interpretaciones bidimensionales (o bilineales) del

Gustavo Bueno,

la idea

veces, de

mito de la cultura

[1

una «cultura

1

- b) 1



todo complejo. Las

una

«cul-

las (btJ c),

bajo

bajo la rúbrica de

espiritual»



996], séptima edición, Barcelona

o bien

2004

© FGB 201

1

184

la

El

I

mito de

rúbrica de

la

cultura

una cultura objetiva o suprasubjetiva (no mentalista o «ideadoEn cambio la composición (a - c) tendrá

nal»,

en

muy

pocas probabilidades de desarrollo doxográfico dada

el

sentido de R. Keesing),

i

í

la distancia entre

contenidos subjetivos y los materiales y la dificultad de vincularlos directamente (sin pasar por la «cultura intersomática»). los

Que son, desde mismo término «comple-

3) Interpretaciones tridimensionales del todo complejo.

más

luego, las

frecuentes entre los antropólogos:

jo» utilizado por Tylor, en tanto se opone,

el

no ya a «simple» cuanto a «homo-

géneo», es decir, en tanto dice heterogeneidad, está también teniendo en

cuenta todas la

Ahora todo por el

las

dimensiones,

que acompaña a

la

como

se

puede deducir de

ia

enumeración con

primera fórmula de su definición.

bien: las filosofías subjetualistas de la cultura, mantenidas sobre

los socio'bióiogos (Wilson,

núcleo del «todo complejo»

y,

Lumsden, Dawkins, Christen),

por tanto,

el

poner

fundamento de su identidad,

en sus componentes intrasomáticos (culturgenes, memes, &c.)

un proceso de

al

aprendizaje, vienen a representar,

como ya

resultantes de

una vigo-

dijimos,

rosa recuperación de la idea antigua de cultura, la idea de la cultura animi,

aunque sustituyendo obviamente ello se debilitan (o se

subjetiva

con

el

animus subjecti por

hacen imposibles)

la cultura social

(agregada

las

el

Corpus subjecti.

conexiones internas de

Con

la cultura

ad hoc a la primera), y sobre todo con

la

cultura material (que figurará simplemente a titulo de efecto o instrumen-

to

de

la cultura subjetiva).

Sin duda, la referencia sistemática, que se impone a los contenidos englo-

bados en

capa social y en la capa material, a los sujetos operatorios tiene virtualidades para llevar a cabo una selección importante de todos aquellos la

contenidos, es decir, para «leerlos» desde una perspectiva constante y segura. Una perspectiva que podría levantar como bandera la sentencia de Protágoras: «El

gitud de saber, el

hombre

las tejas

es la

medida de todas

árabes quedará explicada

muslo del artesano que

las

no ya en función de

la

la

La forma curva o a su

al referirla

fabricaba

objeto se transmitirá por aprendizaje); se explicará

las cosas».

(la

molde

lon-

original, a

técnica de fabricación de ese

estructura fonológica

imitación de

la

la

más

universal

Naturaleza (por ejemplo,

del canto de los pájaros), ni en función de arcanas estructuras objetivas de

índole informático-cognitiva, sino sencillamente a partir de

aparato fonador ya configurado plenamente en

el

la

anatomía del

hombre de Cromagnon.

Pero, ¿alcanza la virtualidad de las operaciones realizadas por el sujeto

no a dar cuenta de todas riales

y aun

(pñ Gustavo Bueno,

El

las

conexiones existentes entre

sociales? ¿Tiene siquiera sentido el intento

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

los

de reducir a

2004

huma-

contenidos matelas subje-

© FGB 201

1

El

mito de

«identidad cultural» y

la

de

realidad

la

las esferas culturales

tualidades de quienes hablan la «conexión dialógica» entre los dialogantes

vada a cabo por

la

como el

de

hilos el trozo

un contenido primario de

lle-

parece que lo intentaba Varrón

sartor = sastre,

diálogo a los hombres que dialogan? ¿Y

habla, las

anuda con sus

el sastre

como

palabra hablada,

cuando relacionaba sermo-onis con

185

i

argumentando que,

es

anudan con

palabras

tela, así las

no

precisamente

así

sermón,

el

por

la cultura objetiva irreductible,

el

tanto, a

subjetividades que conforma?

¿Y qué no diremos de

Cabe

material?

puerta

la

edificar

las

una

conexiones entre los contenidos de

casa en la

que

ventanas sugieran los ojos y la estas metáforas para redu-

las

boca de un hombre, pero, ¿son suficientes

morfología de una casa vivienda a

cir la

cultura

la

la

hom-

morfología anatómica de los

¿Qué «meme» o qué «culturgen» pueden corresponder a la forma circular de una construcción resultante de alinear piedra con piedra según un cierto ángulo constante? ¿No conduciría a una especie bres

que

construyeron?

la

de neofrenología

de hacer corresponder a un

la regla

los

la cultura,

no son meramente

una metáfora

estéril

ser partes for-

partes materiales; por tanto, tratar a

memes como unidades de información

yecto imposible,

cada contenido

memes han de

elemental de la cultura material o social? Los

males de

meme

un pro-

paralelos a los genes es

que sólo

se sostiene

cuando

es presen-

tada en sus términos puramente intencionales o generales. Por ejemplo, cuan-

do

se define la probabilidad relativa

social

P G (m,t)

de un

meme

m

en

el

grupo

G en el momento como el «cociente entre el número de los indiviG que poseen el meme m en su cultura y el número de todos los t

duos de

individuos del grupo», es decir ¡PG (m,t)=[{x*=

no puede

definición

ser aplicada

era posible definir las ideas simples

La

y

sociales)

y

es

real,

misma manera

a

G

}.

Pues esta

porque no

desde una

tal

memes

termina reca-

elementos culturales objetivos

los

duplicación inadvertida desde donde

recibe la apariencia de «teoría explicativa». Pero explicar la operación de

posición de

de

la

las

los ingenieros

cido

piedras que constituyen

composición de

al

que

razón por

que

los

memes

lo edificaron)

utilizaba aquel

la cual

galopan

El

mito de la cultura

[1

el

arco de

un puente romano

com-

a partir

correspondientes (que habría que atribuir a

no deja de

campesino

ser

galés

un modo de

cuando

los caballos: «¡Anda!,

sus pezuñas existen cuatro caballitos

Gustavo Bueno,

es

como tampoco

que Leibniz necesitaba para construir su

teoría subjetualista de los

yendo en una «duplicación subjetuai» de (materiales

M(x,t)}]/

jamás con significado

posible definir las unidades mémicas, de la

«característica universal».

GJmk

le

explicación pare-

preguntaron por

la

porque dentro de cada una de

que galopan».

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

186

mito de

El

I

la

cultura

Consideraciones análogas haremos en relación con a reducir

la

como también

cas, así

las teorías

que tienden

cultura a sus dimensiones o líneas intersomáticas o extrasomáti-

a

las filosofías

que operan con

la

composición de dos

líneas.

El «todo complejo» que és

cuando

la

cultura sólo alcanza su plena complejidad

se le considera constituido

por

las tres líneas

o dimensiones aludidas,

pero según una unidad interna. La dificultad estriba entonces en acertar con la

forma de unidad holótica que son

limites extremos

tamos

la

arrastra

forma de

por



la

le es

misma, siendo

así

que

entenderse originariamente en un

unidad del todo complejo bajo tipo de unidad

proporcionada; forma de unidad cuyos

forma del agregado y la forma del organismo (descarestructura por la cormotación más bien estática que ésta la

la

los todos

forma agregado

es decir,

como un

Ahora

tanto

es

como

tuviera,

por ejemplo, a

,

como

cultura extrasomática

la

negarle todo

organismo es también a todas luces des-

proporcionado, porque una cultura, a pesar de Spengler, no

que

bien, pensar la

unidad del todo complejo como una

interna. Pero pensar esa

unidad orgánica,

complejos culturales han de

sentido procesual).

es

un organismo

esqueleto, a la cul-

su tejido conjuntivo y a la cultura subjetuai como a su sistema nervioso. Como ya hemos sugerido en otras ocasiones, puestos a buscar tura social

como

analogías entre

y

el

todo complejo constituido por una «cultura nacional» dada

todos complejos de

los

la

entre las culturas nacionales

comunidades de organismos o lógicas son también, es decir, sistemas

los cuales tes);

y

saria

como

naturaleza viviente, habría que establecerlos los

y

organismos, sino entre

biocenosis.

los

no

La razón

es

que

las

las culturas y las comunidades bio-

organismos, sistemas morfológicos dinámicos,

morfodinámicos (no meramente

pueda hacerse abstracción de

esto dicho sin perjuicio de

que

la

sistemas termodinámicos en

morfología «cristalina» de

la abstracción

las

par-

termodinámica sea nece-

en muchas ocasiones para seleccionar algunas propiedades del sistema

homogéneo, puesto que todos tracción, considerarse también

La unidad de

los sistemas

los sistemas

como

morfológicos pueden, por abs-

sistemas termodinámicos.

morfodinámicos

es la

unidad de un proceso

y solamente en el circuito de su torbellino pueden aparecer concatenados en un sistema energético los contenidos materiales, sociales y subjecausal

de

tuales

en

el

la cultura.

que hacemos

El incesante movimiento procesual (y de metabolismo)

consistir la

dinámico implica que do.

En

puede

realidad,

(pfí

Gustavo Bueno,

El

de algún

jamás una cultura puede

estar aislada

llamados

unidad o identidad ontológica de un sistema

este sistema sea

modo

estar aislada

episódicamente de otras culturas,

«islotes culturales» (ya sea el aislamiento

mito de la cultura

[1

cerrado, pero

no

aisla-

de su entorno, aunque

como

es el caso

de

los

debido a circunstancias

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201



1

mito de

El

naturales, geográficas

Honduras

—o

la



culturales

«Identidad cultural» y

la

realidad de las esferas culturales

187

1

caso de los vedas de Ceilán o de los lacandones de



caso de los amish de

EE.UU.



).

El

dinamismo

un todo complejo que, como una cultura, se sostiehistóricos que comprenden varias generaciones, no excluye

incesante requerido por

ne en intervalos la

invariancia o equilibrio «dinámico» de su morfología

«barco de Teseo»

— aunque tampoco

Asimismo

consecutivas.

tampoco incluye una aún, ella es

la

excluye los disturbios o

más

invariancia sostenida

muy improbable,

isos.

Pero

la

allá

muchas

la

la

ciertos límites;

más

la

el senti-

el

sentido esen-

identidad de una cultura es antes

un autos que es

que per-

principio, a las relaciones de incompatibilidad

el

que permite introducir

concepto de identidad cultural

el

lisis

identidad de una cul-

más que en

partes atributivas del sistema, es decir,

sistemáticamente en

de

de

gran ventaja del concepto de «sistema dinámico»

mite dar entrada, desde

con

sobre todo en estado de contacto o intercambio

sustancial individual (causal)

dicho de otro modo,

cial o,

entre

crisis,

en cuanto sistema dinámico, habrá que buscarla sobre todo en

do de una identidad

un

la invariancia del

identidad ontológica del sistema morfodinámico

metabólico con otras culturas. Lo que significa que tura,



el

principio dialéctico

identidad variacional, determinada no sólo por la incidencia de factores

exógenos, sino por la interna inconsistencia o incompatibilidad de muchas partes constitutivas

que van resultando en

el

proceso

mismo

del desarrollo del

«todo complejo».

La identidad

La identidad

de una cultura en cuanto sistema dinámico cultural

sustancial-procesual,

de una esfera dada, teniendo en cuenta su naturaleza

no podrá

ser entendida

de otro

tema dinámico «autosostenido» en un entorno otras esferas

del

modo que como un

o sistemas dinámicos, otras culturas. Lo que significa que una

en cuanto reclama una identidad propia, ha de ajustarse a

cultura,

sis-

que podrán formar parte

las

condi-

ciones universales de los sistemas morfodinámicos, dado que la energía con-

sumida en que, en

el

el

proceso ha de tomarse forzosamente del entorno; un entorno

desarrollo histórico de la

La importancia luz reductora

crítica

que

humanidad,

él arroja

llega a ser el planeta íntegro.

embargo, en

la

sobre ciertas concepciones antropológicas de

la

de este planteamiento

la ciframos, sin

cultura de índole materialista (tanto del materialismo histórico

materialismo cultural) o funcionalista. estas

concepciones de

tinción en

Gustavo Bueno,

El

las

mito de la cultura

[1

efecto,

del

podremos concluir que



y en particular las que implican una disuna capa básica y una capa superestructura!

la cultura

culturas entre

En

como

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

188

El

I

lejos

mito de

cultura

la

de penetrar en

unidad de

la raíz

de

la

morfología específica de

como

categorías culturales tales

las

que nos ofrecen viene a

ser

hecho

como una

estas teorías se

empírica de

En mente

existencial

él,

así

ma

el

distorsionada por su pretensión

morfología específica de

la cultura.

clases: básicas

superestructurales.

y

base y superestructura incorpora oscura-

un entorno termodinámico y

las

la

las

morfologías

capa básica. La distorsión llega hasta

superestructuras

ésta pide ser considerada

el

extremo

aun cuando

sea parte interna «interfacial» la cual el siste-

capta energía del entorno, pero la capta a través del «análisis» que

tema haya podido hacer de

misma

superestructura). Por ello, la capa basal tiene

que de mero soporte (Aufbau de Marx) de una construcción

raíz

de un árbol, en

,

tampoco aquello de

efecto, lo

que

el sis-

ese entorno desde sus propias categorías (por

raíz

las

ali-

como «emanadas» de la capa básica, ya como parte interna de la morfo-

entorno termodinámico. Es una capa basal a través de

tanto, desde su

De

llamadas «superestructurales», atendiendo a su dependencia

logía de la cultura de referencia,

con



agrupadas en dos

y energética de

que

la

la distinción entre

de hacer aparecer a siendo

de

teoría

la distinción entre

mentadas por

&e.) lo

arte, religión, política,

reducen a ser una clasificación de una enumeración

las categorías,

todo caso,

culturas (de la

una concepción genérica (termodinámica, por

ejemplo) no por ello menos esencial pero

de presentarse

las

no

es

tanto aquello en lo que

se origina, sino aquello

profundidades» a fin de poder extraer de

que

ellas,

el

más de

ulterior; la

árbol se apoya, ni

la semilla

«envía hacia

según su estructura,

los

principios vitales que, por otro lado, también extrae del aire por las hojas.

Una

cultura,

en cuanto sistema morfodinámico que mantiene su indepen-

dencia y autonomía frente a otros sistemas morfodinámicos que lo contienen como parte de su entorno habrá de desarrollar también una «mem-

a su vez

brana» o capa cortical capaz de

resistir las

En

figuran otros sistemas dinámicos.

envuelve a

que de

la esfera

distinta

«cuerpo» de

la

tanto por su capa basal

un entorno en

modo, por

como por

manera (una diversidad que podría

el

que

tanto, el entorno

su capa cortical, aun-

representarse, en alguna

de un medio exterior y un medio interque Claude Bernard atribuyó a ios organismos superiores). El

medida, mediante

no análoga a

agresiones de

cierto

la diferenciación

la esfera cultural sería

en cierto

modo una

capa conjuntiva a

tra-

vés de la cual podrían tener lugar las conexiones «autosostenidas» entre la

capa basal y

la

capa

esfera, cualquiera

cortical.

En

cualquier caso,

la

identidad cultural de una

que fuera su parámetro, sólo podría alcanzar una

dad sustancial-procesual cuando sus capas

básales, conjuntivas

y

efectivi-

corticales,

suficientemente diferenciadas, estuvieran autososteniéndose en equilibrio

morfodinámico durante un intervalo indefinido.

cpñ Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

mito de

El

«identidad cultural» y

la

realidad de las esferas culturales

la

Es fundamental tener en cuenta, sin embargo, que tanto la

como

capa basal

como

derarse

la

la

capa cortical y

de

la

la

el análisis

atributivas de

de

la

conjuntiva han de consi-

funcionalidad atribuible a

una cultura en términos de

una cultura asuma

No

cual la identidad cultural de

la

forma

Estado, la capa basal incluirá toda la industria extractora,

de comercio

exterior; la

En

así

caso de que

el

política, es decir,

un pueblo asuma

entrare-

las diferentes partes

sus tres capas.

forma de una sociedad

la

189

morfología de

la

constitutivas de la identidad cultural de referencia.

mos aquí en

el

de

1

en

caso en

el

política de

como

capa cortical incluirá principalmente

la

un

sistema

el

estructura

y diplomática y «todo lo demás» podría ser asignado al cuerpo conjuntivo 82 Además, según la importancia o peso relativo que cada capa susmilitar

.

tancial esfera

pueda alcanzar en

sostenimiento de

el

la

identidad cultural de una

dada (de acuerdo con su volumen, entorno, &c.) podrían distinguirse primarios de identidades culturales, a saber,

tres tipos

las

identidades cultu-

de signo preferentemente basal (centradas en torno a

rales

extractiva,

como

imperialistas

en

es

producción

la

propio de culturas primitivas pero también de culturas

ciertas fases

de su curso),

cortical (culturas militaristas,

las

identidades culturales de signo

pueblos depredadores, «pueblos jinetes») y las les asignaremos no por-

identidades culturales de signo conjuntivo, signo que

que

ellas

hayan podido eliminar

pueden funcionar en un alcanzan

las otras

las

capas cortical y basal, sino porque éstas

comparativamente menor

nivel de desarrollo

al

que

capas del cuerpo de la esfera.

Multiplicidad de las identidades culturales

La idea de

la

identidad cultural de una esfera concreta no está dotada del

atributo de la unicidad.

definido y

si

La identidad

dejamos de lado

la

cultural

ha de

ir

referida a

un

sustrato

concepción antigua de una única cultura

rodeada de una masa protocultural, bárbara (amorfa, sin identidad), nos encontraremos, en

el

extremo opuesto, con

la

concepción de

la multiplicidad

de culturas o de identidades culturales equivalentes en dignidad, valor o «derecho a el

la existencia», es decir,

isonómicas e isovalentes. Este

sentido del lema que aparece inscrito en

82

Gustavo Bueno, Primer ensayo sobre

la

las categorías

El

mito de la cultura

[1

sin duda,

gran lápida vestibular del

de

las

Logroño, 1991, 455 pp.; cap. 3, §2: «El cuerpo genérico de capas del cuerpo político», pp. 307-354.

cpñ Gustavo Bueno,

es,

la

Museo

«Ciencias Políticas», Cultural Rioja,

sociedad política. Teoría de

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

las tres

1

190

I

mito de

El

la

cultura

Antropológico de Méjico: «Todas contenidos de

los

las

son iguales». Ocurre como

las culturas

culturas equiparadas por

el

si

postulado de su igualdad en

dignidad y en valor, se pusieran entre paréntesis, ateniéndose tan sólo a la forma supuesta de la identidad cultural. En el límite, por tanto, la concepción de

la

En

identidad cultural va envuelta en lo que podríamos llamar «ideo-

megarismo de

logía del

las culturas».

de

efecto: los megáricos, llevando al limite metafísico la doctrina

un

esencias de Platón, imaginaron

surables e incomunicables entre

que vemos encarnarse ahora a

las

reino de esencias inmutables, inconmen-

sí.

Es este reino de

través del postulado

que

e isovalente de todas las culturas. Y, lo

es

las esencias

de

megáricas

el

igualdad isonómica

la

más importante:

el

llamado

«relativismo cultural» («salvaje es quien llama a otro salvaje», en la fórmula de Lévi-Strauss)

en tanto

opone

se

al

postulado de una cultura única, hegemó-

una forma del megarismo

nica, universal,

no

es sino

claramente en

las

exposiciones de

cultural,

como

se

ve

muy

un Sapir o de un Whorf, cuando niegan

incluso la posibilidad de traducir los lenguajes de unas culturas a los de otras.

Como

ya hemos dicho,

megarismo

el

cultural va referido de

modo

prefe-

rente a las esferas culturales que, dadas a escala paramétrica de las naciones o etnias,

van «autoidentificándose» (muchas veces por inspiración de instancias

exógenas) después de la Segunda Guerra Mundial. La «moderna antropolo-

en

gía»,



go

efecto,

etnia,

mediante

de donde

la

ocupa en gran medida de

más

creación de

etnicidad,

como

un neologismo formado sobre

diagnosticar, definir

y demostrar

A

partir

de

grupo étnico viene siendo

la

el

década de

los setenta el

principal instrumento

su calidad de ideólogos de movimientos

el

las

antiguas colonias, sino también en

el

que

se

,

realidad de los

una

pers-

los antropólogos,

las

en

han encontrado a

trabajos de

ámbito de



concepto de etnia o

de liberación,

mano para recuperar la posibilidad de abundantes en

la

diversos barruntos de identidades culturales (sobre todo desde

pectiva emic).

el grie-

«identidad cultural de la etnia»

campo, no sólo

metrópolis.

A veces

concepto de etnicidad se define en términos del mentalismo (o subjetivis-

mo) más

descarado. «Identidad étnica» se define

como un

«estado de con-

ciencia» (la traducción gnoseoiógica de semejante «estado de conciencia» sería,

a lo sumo,

una identidad emic); pero

de identidad étnica puede tener

mucho con

la

muy

es

obvio que semejante concepto

poco que ver con etnotipos

etic,

y

acción ideológica de grupos que actúan durante dos o tres

generaciones logrando imbuir en la población sometida a su influencia «estado de conciencia» que

les

confiere la evidencia de

ser,

por ejemplo,

el

cel-

y no fenicios, o judíos y no griegos. He aquí una muestra de construcción ad hoc de tipologías de situaciones en las cuales se dice que podrían desen-

tas

(pñ Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

El

mito de

la

«identidad cultural» y

volverse las «identidades étnicas» en

ad hoc porque precisamente tamente

las

el

realidad de las esferas culturales

la

marco de

estos tipos lo son

las

1

191

naciones-estado (decimos

de situaciones en

las

cuales jus-

identidades étnicas son precarias o ideológicas, o incluso están en

proceso de desvanecimiento):

«a)

Un

grupo dominante frente a una minoría fuerte y

conflictiva. Tal es

caso de cingaleses y tamiles en Sri Lanka, judíos y palestinos en Israel,

el

griegos

y

turcos

en Chipre, ladinos e indios en Guatemala,

etíopes

Un

grupo central dominante y varios grupos diferenciados. En la moderna Indonesia, ese grupo dominante

en Etiopía,

b)

y

éntreos

periféricos es el

de

los

En Birmania, los En Marruecos, los árabes del llano frente a las tribus bereberes de las montañas. En Gran Bretaña, ingleses frente a escoceses, galeses y neoirlandeses. En España, castellanos frente a

javaneses, frente a los habitantes

birmanos frente a

las tribus

vascos, catalanes, gallegos

y

de

de

las

las islas "exteriores"

.

montañas.

andaluces,

étnicos de semejante envergadura

y

c)

Un

patrón bipolar o dos grupos

poder. Malayos y chinos en Malasia,

flamencos y valones en Bélgica, cantones francófonos y cantones germanos en Suiza, cristianos y con la salvedad de la minoría italianoparlante





musulmanes en

el

Líbano, d)

Un complejo patrón

dación progresiva de diversos grupos étnicos o

en

el

que

tribales.

se

da una

gra-

Sobresalen los

y Kenia. e) Un patrón de agudizada fragmentacaso de buena parte de las nuevas naciones-esta-

casos de la India, Nigeria

ción etnotribal. Tal

es el

do del Africa subsahariana ». 83 Pero lo que nos interesa, en este etnicidad e identidad.

étnico

como una

E

es constatar la al

conexión entre

considerar

el

grupo

«categoría de adscripción e identificación», llegando a defi-

nir la «adscripción 84 categorial» clasifica a

momento,

Barth lo expresa claramente

en tanto

es

una «adscripción étnica» cuando

una persona de acuerdo con su «identidad

básica»,

supuestamente

determinada por su origen y formación. También conviene llamar la atención sobre la presencia de lo que hemos llamado «megarismo cultural» (aunque con otra terminología) en la concepción de las identidades étnicas.

confuso postulado del relativismo cultural, que va asociado

83

al

En

Véase Andrés Barrera, «La identidad plural: étnica, nacional y de clase», en Juan Frigolé científica), Las razas humanas, Océano-Instituto Gallach, Barcelona, 1986, tomo

Reixach (dirección

4, pp. 36-37. 84 F. Barth, Los grupos étnicos y sus fronteras,

Gustavo Bueno,

efecto, el

reconocimiento

El

mito de la cultura

[1

FCE, Méjico, 1976,

996], séptima edición, Barcelona

pp. 15-ss.

2004

© FGB 201

192

de

mito de

El

I

la

las diversas

cultura

identidades culturales distributivas (continentales, nacionales,

modelo

del

del relativismo cultural sólo tiene

un

étnicas) recibe la aclaración pertinente precisamente a través del

«megarismo

de

do

principio,

el

como

rectificación del absolutismo «etnocentrista», es

autoconcepción de

decir,

la

modelo

cultural». Pues el

alcance coyuntural,

con un

salto

la

propia esfera cultural (suele decirse, pidien-

mortal sobre

la historia,

que

etnocentrismo

el

antropológico es genuinamente europeo, en tanto se concibe superior). «Relativismo» significa, por tanto,

que también

como

cultura

las otras culturas

(distributivamente consideradas) podrían decir otro tanto, o lo dicen de

Y con esto se supone que queda neutralizado

hecho.

en nombre de una cultura universal en que

esferas culturales a la escala

total,

sino en

todo etnocentrismo, no

nombre de

etnocentrismo

dad

es

todas

una

no

diferentes

se determinen.

«Relativismo cultural» significa, por tanto, renuncia, ción, al etnocentrismo, pero

las

tras la neutraliza-

a la etnicidad; reconocimiento de

cada cultura, pero precisamente porque

es relativo a

realidad absoluta para cada cultura,

según su identidad

.

85

que

el

la etnici-

Por

ello,

culturas son iguales. Carecerá, por tanto, de sentido hablar de «supe-

las

rioridad» (ni siquiera en el sentido del evolucionismo de los clásicos de la

Antropología: Morgan, Tylor, Lubbock) de unas culturas sobre otras, porque los juicios

de valor habrán de reducirse a

la

condición de meras expresiones

emocionales, emic «etnocéntricas». El relativismo cultural viene a constituir,

por tanto, paradójicamente, una absolutización de todas

En

butivas.

su virtud,

las

las

culturas distri-

esferas culturales se declararán inconmensurables

según sus identidades propias

(lo

que no excluye que puedan aceptarse

inter-

acciones y aun «préstamos», si van seguidos de asimilación interna); también se declararán incomparables, por ser igualmente valiosas, aunque sean todas desiguales en sus contenidos.

Más les»

aún, habrán de ser «desiguales igualmente», con «hechos diferencia-

que prueben su identidad, en tanto

identidad implica unidad en

la



y

diferencia de los demás. El «hecho diferencial» será interpretado, desde luego,

sistemáticamente,

como

expresión, símbolo o prueba de

una identidad

sus-

de índole megárica; y ello aun en ios casos en cuales ese hecho diferencial tenga un contenido tan neutro, culturalmen-

tancial profunda, pero siempre los te

hablando,

85

como pueda serlo,

entre los vascos,

Véase Robert Dirks, Ethnicity and Ethnic growth

colectivo

editado por John

Publishing,

Gustavo Bueno,

W.

Bennett,

The new

una mayor frecuencia del Rh

relations in the British Virgin Islands,

Ethnicity, perspective

from

etnology,

Nueva York, 1975.

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

en

el

West

1

El

mito de

«identidad cultural» y

la

la

realidad de las esferas culturales

negativo o la gran inclinación del orificio occipital que hace que anterior o basio esté

más próximo

al

vértice

fuera de toda posibilidad de sospecha la de

que

el

estos

si

posterior

borde más

el

opistio (queda

hechos diferenciales pudie-

ran ser indicios de «malformaciones genéticas» desde

tema nervioso, de

u

punto de vista del

el

sus «áreas de inteligencia»), Pero esta interpretación

hechos diferenciales, en



misma absurda,

193

1

se explica

sis-

de

los

ideológicamente en fun-

ción de los presupuestos políticos de independencia, es decir, en función de la

voluntad (megárica) de «separación esencial» (que, sin embargo, se pro-

pondrá como algo compatible con

la «cooperación», «solidaridad»

y «buena

vecindad»).

Ahora

como

bien, la inconmensurabilidad de las esencias étnicas, entendidas

esencias eternas (o, por lo

se a la identidad cultural

de

menos

envolvente.

la esfera

ñola, las culturas regionales tendrán

de esa identidad envolvente: Jordi Pujol, dice en 1993:

el

prehistóricas), tendrá

En

que enfrentar-

caso de la nación espa-

el

que afirmarse por

la vía

de

la

negación

presidente de la Generalidad de Cataluña,

«No

existe

una identidad

cultural española».

Precisamente por este motivo se evitará hablar de la nación española, e incluso se evitará mencionar la palabra «España», sustituyéndola por

quio «Estado español»,

al

que

se le atribuirá el rango

nistrativa tipo Benelux. Se tratará,

como

cultural catalana»,

la

el

circunlo-

de una unidad admi-

además, de demostrar que

la

«identidad

«nación catalana», es en siglos anterior a

la

«nación española».

Concluimos:

el

como

identidad cultural de cada unidad nacional

como un conjunto de

cebirse

todo

la

mundo, desde

no puede con-

patrones culturales invariantes. Esto lo sabe

luego; pero el mito de la identidad cultural trabaja

tratando a toda costa de eclipsar esta evidencia, situando los antece-

dentes de cada identidad cultural en épocas míticas, desdibujadas, anteriores

y alimentando la ilusión de su conque el cambio de los contenidos de cada

a la historia (celtas, germanos, egipcios)

servación indefinida. La realidad es

esfera de cultura es incesante, precisamente

como

esferas megáricas. Las religiones, las

lenguaje, el derecho, el arte,

calculó que, en mil años,

porque

esas esferas

formas económicas,

cambian según ritmos

no

políticas, el

característicos

una lengua pierde o sustituye

casi el

vocabulario básico, lo que permite poner a los cinco mil años

existen

(Swadesh

20%

de su

como medida

una lengua y por tanto de la identidad cultural Cambian, sobre todo, en función de las interaccio-

del intervalo de duración de

del pueblo

que

la habla).

nes constantes entre el arte

do

al

Gustavo Bueno,

las diferentes esferas culturales

(¿cómo podría explicarse

de Goya a partir de un «Genio nacional», español o aragonés, actuan-

margen de Tiépolo, de Mengs o de Rembrandt? ¿Cómo podría

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

expli-

194

I

El

mito de

carse el arte

cultura

la

de Bach, a partir del «Genio nacional» alemán o turingio, actuan-

margen de Couperin, Vivaldi o Albinoni?). Invocar

do

al

ral

para justificar una política conservacionista de

un pueblo

ciones de

porque

un

la

las instituciones,

y no

identidad cultu-

lengua o de

las institu-

gesto vacío, ideológico, propagandístico,

identidad cultural resulta, en todo caso, de

la

gua y de

es sólo

la

de

la persistencia

la len-

al revés.

¿Cabe reconocer una idea «positiva» de identidad cultural?

No la

estamos negando, por tanto, todo sentido (gnoseológico u ontológico) a

idea de la «identidad cultural», sino a la tergiversación que, en forma de

mito, imprimen a esa idea determinadas

su servicio. Pero

la

idea de

una identidad

élites

en cuanto equivalente a

cultural,

unidad de aquellas culturas objetivas que pueden

coordenadas del materialismo

las

más, que esta determinación de

la

tir,

sobre todo, de

En

la filosofía clásica

se

tal

como

como

la

fue desenvuelta a par-

alemana, según hemos expuesto en

el

II.

efecto: la idea de cultura objetiva alcanza su sentido

(como instrumento de do

menos

de «heredera racional» de

el titulo

idea metafísica (o mística) de cultura

capítulo

al

Habría que añadir, ade-

cultura objetiva, a saber, la cultura

unidad morfodinámica, puede reclamar

misma

filosófico.

la

como

ser consideradas

«unidades morfodinámicas», tiene plena significación ontológica,

desde

un

de políticos o de ideólogos a

subrayan

análisis

de

la

más

positivo

realidad antropológica e histórica) cuan-

funciones causales (internas, no meramente ocasionales)

las

y moldeadoras de las corrientes humanas individuales y sociaque corresponden a la cultura objetiva intersomática y a la cultura extra-

canalizadoras les

Nos encontramos

somática.

ante sistemas de causalidad interna, es decir, ante

concatenaciones causales circulares o realimentadas (que en

pueden confundirse con una causa sui). También reconocer

la

causalidad interna de esas capas de

mos unas coordenadas al

sujeto



tanto

si

materialistas,

se le define

en

es cierto la

particular,

como un

espíritu

modo

que sólo

cultura

alguno

es posible

cuando mantene-

cuando dejamos de

tratar

poblado de pensamientos,

— como

como

si

fuera

una sustancia enteramente heterogénea respecto de su medio (cuya

se le define

como un

necesidad, sin embargo, jetualista

de

la

ciones que, en

el

El

En cierto modo, la concepción subcomo una suerte de reedición de las posi-

terreno de la filosofía biológica, la

si

se discute).

cultura podría verse

tampoco olvidaba

(pñ Gustavo Bueno,

no

cerebro, poblado de culturgenes

mantuvo

el

vitalismo (que

necesidad que los organismos tienen de ser alimentados

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

El

por

el

mito de

la

«identidad cultural» y

medio). El subjetualismo de

porque identifica

la

la

la

realidad de las esferas culturales

una

cultura es

un

cultura con la vida de

1

195

especie de «vitalismo»,

sujeto dotado de memoria, de

capacidad de aprender, en comunidad con otros sujetos, aunque sin embar-

go se reconozca

la

necesidad que ellos tienen de instrumentos extrasomáticos.

Pero

así

como

pora

al

organismo en

el

oxígeno de

la

atmósfera es

la respiración,

o

C0

el

mismo compuesto que constituye la base de corales; y así como la gacela percibida por el laciones nerviosas del cerebro de la fiera, sino

bién la «cultura extrasomática», en cuanto se

de

sino porque está intrincada los

pulmones,

el

C0

2

se incor-

disuelto en el océano es el

2

los esqueletos calcificados

leopardo no se reduce a

que

es la gacela

no

tal,

misma,

de

los

las osci-

así

tam-

es algo que pueda disociar-

Y no porque se reduzca a ella

la cultura subjetiva.

su inmanencia), ni

(a

como instrumento o efecto suyo, causalmente con ella, como el oxígeno del aire

tampoco porque permanezca fuera de con

mismo oxígeno que

el

con

ella

esqueleto de los corales o la gacela con las

el

percepciones de su depredador. Las conductas automatizadas de cada sujeto

duda controladas por mecanismos nerviosos

(sin

subjetuales) son contenidos

objetivos (no subjetivos) para los otros sujetos de su grupo

papel de «registros» de

de

la cultura

las

y desempeñan

el

pautas de conducta ceremoniales que forman parte

morfodinámica de

ese grupo; las

nos con sus hitos y señales, tienen «grabada»

máquinas,

la

mayor

los libros, los

cami-

parte de los programas

de conducta de los sujetos y son, por tanto, componentes internos (causales) de la misma memoria de los pueblos. Podríamos representar la energía de estos pueblos

(y,

por tanto,

corriente tumultuosa

de los individuos que

la

que viene lanzada desde

los

componen) como una

muy atrás;

pero esta corriente

de toda forma y orientación si se mantuviese en su pura turbulenEn realidad, lo que ocurre es que tal corriente tiene ya una afinidad pro-

carecería cia.

funda con

las

corrientes

que circulan en

ha de entenderse incorporado ya tura:

podríamos comparar

rosa corriente subjetiva»

tituyen

el

el

medio

y,

de algún modo,

propio organismo.

En

el

el

medio

caso de la cul-

significado de la cultura objetiva para la «pode-

no tanto con

lecho del río para

el

ondulaciones, sino

al

el

lo

que significan

agua que

más bien con

que cons-

conformando

las sortea,

los cristales

piedras

las

que en

las

así sus

propias corrientes

saturadas de sustancias disueltas fueran formándose, o bien, con los huesos

que van consolidándose en mediante

no que ra).

el

embrión

estas metáforas, la devastadora

La cultura extrasomática

una y otra

El

metáfora de

Queremos

la base

o

el

neutralizar,

cauce exter-

sostiene o «canaliza» desde fuera la corriente de la vida (de la cultu-



y,

interna de la cultura global, lo que

Gustavo Bueno,

del vertebrado.

vez, el papel

mito de la cultura

[1

desde luego,

no

significa

la



intersomática

es parte

que no puedan desempeñar,

de bloques o placas surgidas de

996], séptima edición, Barcelona

2004

la

propia corriente,

© FGB 201

1

196

El

I

pero

mito de

tales

que puedan

otro, incluso

demás se

o

cultura

la

de orientarla en un sentido más que en

ser capaces

de represarla o de hacer que se desborde (como

tejidos orgánicos,

también

La cultura

fosilizarse).

esas placas

objetiva,

según

de

la cultura

ios huesos,

pueden

o

los

esclerosar-

una unidad o

esto, constituye

identidad morfodinámica y se nos muestra por tanto como un rótulo capaz de designar no ya una entidad global unitaria, suprasubjetiva (un Paideumá), constitutiva de

una

de un pueblo dado, sino más bien

esfera,

como un

junto de «placas» de tamaños diversos que están implicados en

con-

la corriente

subjetiva social de la que llegan a ser pautas impersonales o suprapersonales,

canalizaciones o también filtros que nos vienen dados, a la

son dados a

hombres

los

objetiva, la cultura

mantenga,

común

que



las

montañas o

los bosques. Esta idea

morfodinámica en cuanto unidad, en

es

una idea

como puedan

lo

le

de cultura

medida en que

la

de determinar

efectiva capaz

formaciones tan heterogéneas

manera como

se

que tienen de

serlo partituras musica-

ideologías vinculadas a instituciones artísticas o tecnológicas (por ejem-

les,

plo, las armas), formas

de vivienda o de transporte (automóviles, aviones),

sistemas de registro (libros, cintas magnetoscópicas), lenguas gramaticalizadas, instituciones sociales,

&c. La idea de cultura formula entonces

la

fun-

ción que todas estas «placas» desempeñan en cuanto canalizadoras, filtradoras

o pautadoras de

la significación

que

el

de

la

los flujos incesantes

entorno natural significa para

brado; pero es justamente

el

cambio del peso

proceso causal lo que diferencia a

tres

la corriente social.

que sus

las

Es obvio que

humanos

equivale a lo

un póngido o para cualquier otro verte-

cultura extrasomática o intersomática

nas, sin perjuicio de

de

cultura objetiva para los primates

(al

relativo

entorno

que corresponde a

la

operatorio) en

el

artificial,

culturas animales de las culturas

«factores» sean,

en abstracto,

los

huma-

mismos. Con

segmentos dados puedo construir figuras abiertas y sólo un triángulo con Y lo específico de la cultura humana, frente a las cul-

propiedades especificas. turas animales,

no hay que ponerlo en

sus factores o capas (intrasomáticas,

intersomáticas, extrasomáticas) sino en las proporciones, en los ángulos entre ellos

y en

más

característico

y nuevo de

vinculadas por lo demás entre tórica.

Ambas

tiva a lo largo

cultura

según sus relaciones

la figura resultante

las

características.

culturas objetivas

humanas son dos

de

las

(pñ Gustavo Bueno,

El

cosas

su dimensión normativa y su dimensión hisdimensiones de la cultura y su influencia acumulativa y selec-

de

las

generaciones son

humana; pues mientras que

el

generaciones precedentes,

intersomático

lo

sí:

que constituyen

lo específico

de

entorno natural de

los animales,

aun-

las

que sea cambiante en cada generación, no «transporta» gicas

Y acaso



el

que transforma, y de un

mito de la cultura

[1

las

la

acciones morfoló-

entorno cultural extrasomático o

modo

determinista, la acción de

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

mito de

El

«identidad cultural» y

la

unas generaciones sobre

que

las

una función

otros efectos

la

para subrayar

eficaz: sirve

ejemplo, decir que

función de

mientos de

subrayar que

hombres ni

los

impersonalidad

La Cultura

y

de

Por

la vida».

América

«está

más que «en función de los pueblos»

como

ideologías actuantes

las

197

carácter impersonal de

el

la «corriente

interpretación del descubrimiento de

la cultura del intérprete»

como

tanto

la

1

Esta idea de cultura tiene entre

le siguen.

determinantes ideológicos e históricos de

los

realidad de las esferas culturales

siquiera tienen

un

filtros

en

será

de los pensa-

carácter social, sino

que su

es objetiva.

Hombre

el

¿De qué manera

tiene lugar la «totalización» (establecida por la idea de «cul-

como todo

complejo») de ese conjunto borroso de contenidos tan múl-

tura,

y heterogéneos y que, además, no parecen mantener entre sí relaciones asimilables a las que mantienen las partes de un organismo, aunque tampotiples

co pueda decirse, es cierto, que mantengan, todas con todas, ciones entre

No

las

partes de

nos parece

las

meras

rela-

un agregado?

muy arriesgado

un

afirmar que en

tal

proceso de totaliza-

ción tiene

mucho que hacer la de-limitación o

tiplicidad

de contenidos» con otras multiplicidades, no menos borrosas a su

de contenidos englobados que

vez, cia

o de contraste respecto de

se

arrojar luz sobre las relaciones ellas, lo

como

términos de referen-

los cuales la delimitación totalizadora parece

líneas precisas. Estas líneas,

mutuas que guardan

que hacen, en principio,

quedan fuera (aunque no por

enfrentamiento de esa «mul-

constituyen

que puede comenzar a dibujarse con por

el

ello

más que

los contenidos encerrados

es distinguir esos

contenidos de

los

que

separados dicotómicamente, con «solución

delimitación totalizadora no nos lleva a una idea clara y distinta de cultura objetiva, salvo en apariencia. La idea de cultura objetiva,

de continuidad»):

como todo

la

complejo, sigue siendo oscura (cuanto a

la

unidad de sus

partes)

y confusa (cuanto a la distinción con las de su entorno). Por lo demás, los términos de contraste pueden ser diversos, porque los «universos de discurso» también pueden

Puedo delimitar aproximadamente

serlo.

Ibérica en el globo terráqueo

entre los paralelos 54

también delimitarla en rras

que

mamos

se

encuentran

El

el

conjunto de los

tierras

que

Península

se

contienen

meridianos -10, +4; pero puedo

como

el

continente euroasiático

conjunto de

tie-

al

sur de los Pirineos». Ese «todo complejo» que

lla-

«el

«cultura» es delimitado unas veces en el contexto de la «Naturaleza»,

y por oposición a

Gustavo Bueno,

como

y 44°N, y entre

la

ella;

mito de la cultura

[1

otras veces en el contexto de la idea de

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

«Hombre»

198

El

I

mito de

la

cultura

(a veces las relaciones definidas

en este contexto se proponen

de contradicción: «La cultura contra

el

como

fueran

si

hombre»). Pero ocurre que

las ideas

de Naturaleza y de Hombre son tan oscuras y confusas como pueda serlo la idea de Cultura, que está delimitándose por relación a ellas; y ni siquiera las

y de Hombre pueden considerarse como perfectamente deslindadas entre sí. No deja de causar sorpresa, por tanto, el advertir que ideas de Naturaleza

ciertos contenidos

nidos a los que

que forman

parte, sin

duda, del «todo complejo», conte-

«Derecho

solemos llamar «positivos» («Religión positiva»,

positivo», «Lenguaje positivo»...), suelen ser enfrentados a otros contenidos

llamados «naturales» («Religión natural», «Derecho natural», «Lenguaje natu-

La

ral»...).

sorpresa tiene que ver, sin duda, con

positivo/natural

que en ahora

cierto

no

se

modo

superpone con

en torno a

la cultura

humana» más profunda la

hecho de que

la

oposición

que queda polarizado (por su connotación de

humana, mientras que

embargo, queda polarizado en torno

de

el

oposición Hombre/Naturaleza, sino

constituye una transgresión a este dualismo, dado que

es lo «positivo» aquello

«artificial»)

la

al

hombre,

lo «natural», sin

es decir, a la «naturaleza

(que, sin duda, está pensada

como formando

parte

Naturaleza, en general); lo que parece obligar a reinterpretar los conte-

como humanos, pero de modo adventicio, artificomo propios del hombre alienado, y no de modo nece-

nidos «culturales positivos» cial,

sobreañadido,

sario, interno, natural

Atengámonos a

la

o auténtico. delimitación por la que se constituye

la

idea de cultura,

como todo complejo, en su oposición a «Hombre». ¿Qué puede significar este término Hombre en este contexto? Prescindamos de aquellas significaciones metafísico-teológicas, muchas veces utilizadas al efecto (Hombre, como espíimagen de Dios, &c.), y con resultados sin duda, menos formalmente («la cultura es la irradiación que

ritu cuasidivino, ditivos, al

inmortal encarnado en

el

hombre

dentro de su espacio mítico en

¿Qué puede terreno

más

significar

racional?

la naturaleza: el

el

deja a su paso por

que

el

muy expeespíritu

el

mundo») aunque

tales resultados se

sólo

mantienen.

«hombre» en cuanto correlato de

cultura,

en un

Seguramente algo que tiene que ver precisamente con

hombre

sería,

nece «por debajo» de todos

por ejemplo,

los

cambios

el

sustrato invariante

culturales,

de todas

las

que perma-

mudanzas de

instituciones, ceremonias, costumbres, lenguas, religiones; pero a través estas

determinaciones

el

término hombre comienza a orientarse hacia

«hombre en cuanto

tido del

especie natural», es decir, en cuanto es

especies englobadas en uno de

de

los primates.

mular

la

Gustavo Bueno,

A

los

el

una de

géneros en los cuales se despliega

el

de

senlas

orden

una situación análoga llegamos cuando en lugar de

for-

oposición cultura/hombre desde una perspectiva metamérica (tanto

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

El

mito de

respecto de cultura

«identidad cultural» y

la

como

respecto de

realidad de las esferas culturales

la

hombre)

1

199

formulamos desde una pers-

la

pueblos diferentes;

no ya la «cultura» y el «hombre», hombres (de unos pueblos) y las culturas de otros porque de ese enfrentamiento también surge la «naturale-

como

sustrato susceptible de asumir culturas particulares opo-

pectiva diamérica, poniendo frente a frente

sino

culturas de unos

las

za humana»,

nibles a las culturas de los otros pueblos.

Pero es ahora, una vez que suponemos delimitada (totalizada) cultura respecto del

ver,

no ya tanto con

la filosofía

el análisis

de

de

que

la cultura, si es

de cultura «en

la idea

derada» (una vez delimitada respecto del hombre) sino con relación entre la idea de cultura ya delimitada caso, la idea

como término de

la

conexión entre

contraste) son

y

diversas concepciones

cepciones para

En

las cuales la

accidental con

el

el

el análisis

de

la

en este

de

el

ellos corres-

Por lo demás,

las

grado de profundidad o

cultura mantiene

un

tipo de conexión externa

En

la cultura.

los

y

grados más altos pondre-

las cuales la

tipo de conexión interna (esencial, sustancial) con el

La tradición

uno de

la cultura.

grado más bajo pondremos aquellas con-

concepciones «esencialistas», para

propuesto, sin embargo,

el

hombre, en cuanto sustrato suyo: hablaremos de

concepciones «accidentalistas» de las

filosófica

este

y

y a cada

pueden ordenarse según

internidad de la conexión.

a

consi-

hombre (cuando hombre que tomamos

la cultura

muy variados,

ponde una determinada concepción

mos

ellos tienen

misma

la idea delimitadora,

da por supuesta alguna «consistencia previa» de

más bien



los

de hombre.

Los modos de entender se

idea de

,

problemas más profundos de

que

la

hombre cuando comienzan a plantearse propiamente

como

cultura mantiene

hombre que había

un

sido

referencia previa.

y Diógenes de Sinope) podría servirnos de inspiración para construir un modelo de concepción accidentalista de la cultura, de perfiles muy definidos: el hombre será entendido como una entidad de

la

cínica (la de Antístenes

que hay que

partir,

como una

esencia o sustancia ya dada, sin

necesidad de los aditamentos o sobreañadidos que la cultura pueda hacer recaer sobre

él.

Estos aditamentos o sobreañadidos no harían sino eclipsar la

luz propia de la naturaleza

de

las

humana; son, por

decirlo así, «superestructuras»,

cuales sería conveniente prescindir: para beber

no hace

falta utilizar colodras,

me

bastan

las

el

agua de un arroyo

manos. Todo

lo

que

es artifi-

y engañoso, y los mismos indumentos lo serán también. Imitemos a los sabios desnudos de la India, a los gimnosocioso es superfino, convencional

alimentan de vegetales crudos, naturales, y bebamos el agua clara de los arroyos y la leche de las ovejas; prescindamos de las formalidafistas,

que

se

des sociales, por ejemplo, de todo tipo de ceremonias y compromisos matri-

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

200

I

mito de

El

cultura

la

moniales, y casémonos, como decía Rousseau, «delante de la Naturaleza». La oposición entre la Naturaleza (physis) y las convenciones artificiosas o posti-

tomarse

zas (etei) interpretada radicalmente, podría

cepción cínica de

la cultura,

que predica

decir, a la naturaleza zoológica,

canes tomaron precisamente su

los

estaría justificado presentar el

Hay distinta

de

la cultura.

la cultura

de

como

das

la

propia del cinismo, sin

modelo que, en nuestros

de

modelo de el

es

la cultura está

conforme a

los cínicos). Sin

embargo, no

En

la

Etología

efecto,

aprendizaje, los «contenidos objetivos»

la utiliza: se

y en

cuando

que

muy

ser considera-

menos en sentido

la cultura, al

días, desarrolla esta

inspirado en

la cultura-aprendizaje.

hombre que

naturaleza, es

una inspiración

embargo merecen

concepción

acci-

la Psicología, es el

se define la cultura

por

la constituyen, es decir, la

como

materia del aprendizaje, comienza a presentarse tancia» del

la

vida de los perros (de

es la

que, manteniendo

concepciones accidentalistas de

divisivo. El

dentalista

que

nombre

núcleo de esta con-

«modelo cínico» como modelo único de una

concepciones de

filosofía accidentalista

el vivir

cuyo paradigma

como

accidental a la «sus-

encarecerá la plasticidad de esa sustancia

su versatilidad para determinarse, por aprendizaje pavloviano o skinneriano,

según formas dadas de comportamiento

que

concepciones subjetualistas de

las

los accidentalistas

contenidos de

de interpretación de

la cultura

En

«cultural».

la cultura

suelen

general, cabe decir

ir

la cultura objetiva,

asociadas a

porque

los

mode-

mismos

extrasomática podrán ser reducidos a la condición

de meros correlatos de un comportamiento aprendido y sustituible por otros comportamientos, por tanto, por otros correlatos sobreañadidos a los sujetos

humanos, y también

En

cuanto a

las

sustituibles.

concepciones internalistas o esencialistas de

la

cultura nos

limitamos a presentar sus dos «modelos» sin duda más interesantes: lo instrumentalista

El

el

modelo

el

mode-

expresionista.

y modelo instrumentalista (cuando

se entiende dentro del esencialismo,

pues es obvio que cabe un instrumentalismo no

esencialista) interpreta los

contenidos culturales (extrasomáticos, intrasomáticos o incluso intersomáti-

como instrumentos habilitados por los hombres a fin de satisfacer necesidades que se postulan como internas, es decir, como grabadas en la misma cos)

muy

«naturaleza humana». Necesidades que por motivos

diversos (atrofia,

enfermedad, malformación congénita...) no han dispuesto de un cauce natural

u orgánico para

satisfacerse.

Desde Protágoras (con su interpretación

mito de Prometeo) hasta Bolk o Desmond Morris, lista

de interpretación de

la cultura

ha sido

utilizado

el

del

modelo instrumenta-

una y

otra vez para dar

cuenta de una porción grande de contenidos culturales. Pero los límites de

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

mito de

El

este

modelo

«identidad cultural» y

la

hacen patentes

se nos

la

realidad

muy pronto,

de

las esferas culturales

a saber, en

el

momento

cual tenemos que reconocer la existencia de «necesidades creadas» por

pio desenvolvimiento de

la

Marx denominó

cultura (lo que

tóricas»). Sería ridículo explicar la cultura del

fumar», o los libros por una «necesidad de

términos económicos, es

más importante,

la

demanda

ni siquiera es

ciendo

hombre

al

a su metabolismo

preten

las

las

el

pro-

«necesidades his-

puesto que, para decirlo en

producida por

la oferta y, lo

que

claro

y unas

necesidades históricas. Sólo sería

de necesidades naturales o básicas redu-

a sus componentes zoológicos o fisiológicos (por ejemplo,

Tampoco está justificado (supuesto que se interbásicas como naturales) equiparar a las necesidades his-

«basal»).

necesidades

con

tóricas

un concepto

en

el

posible trazar una línea nítida de demarca-

ción entre unas necesidades naturales posible establecer

201

fumar por una «necesidad de

leer»,

está aquí

I

necesidades supraestructurales, salvo que la cultura histórica

íntegra sea declarada supraestructural (lo que equivaldría a volvemos a la con-

cepción cínica de

modo muy

de un ricas,

la cultura).

El planteamiento de la cuestión puede hacerse

distinto: las necesidades básicas

de suerte que

éstas se

no son

sobreañadieran a aquéllas,

previas a las histó-

como

se

sobreañaden

los muros a los cimientos, sino que las necesidades básicas se refunden, por

anamorfosis, con

necesidades históricas. Por

las

ello,

en lugar de

la

metáfora

arquitectónica (base/superestructura), que ha tenido efectos tan perniciosos, sería preferible utilizar

hasta qué punto

tebrado)

en

él),

una metáfora orgánica, que nos permitiese

un soporte

básico

no brota con posterioridad

al

cuerpo

advertir

serlo los

huesos en un ver-

(a la carne,

que va a apoyarse

(como puedan

puesto que procede de tejidos diversos originados de un cigoto común.

Por

fin, el

modelo expresionista apela

sión», tratando de dar cuenta de la

Cultura de manera

paralela a

al

concepto lingüístico de «expre-

el Hombre y modelo instrumentalista apelaba

conexión interna entre

como

el

la al

concepto tecnológico de instrumento para conseguir un resultado semejante.

Ahora



Cassirer,

Ortega



se

supondrá que

el

hombre

naturaleza creadora (poética) consiste en expresarse a

mediante

los

símbolos de

La

la cultura.



es

un

principio cuya

mismo o

a los

cultura será así concebida

demás

como

«la

obra del hombre», obra poética y creadora, tanto si se trata de poemas literarios, como si se trata de poemas de piedra o de poemas políticos. Una catedral es

un poema, tanto como pueda

sólo es poética

mediante

una metáfora

la cual los

serlo

literaria.

una secuencia de

Tan poética

es la

versos líricos.

No

metáfora tecnológica

hombres de hace veinte mil años agregaron a una vara

un pico y algunas plumas, fabricando así la primera flecha, metáfora del ave. Ahora bien: los límites del modelo expresionista nos salen al paso antes aún de lo que les salían al modelo instrumentalista. Es imposible el empeño de

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

202

El

I

mito de

cultura

la

interpretar todo contenido de la cultura, del todo complejo,

hombre o de

como

expresión

sociedad humana. Los ritmos y los cauces a través de los cuales tienen lugar las concatenaciones de las obras culturales son,

o

reflejo del

en general, distintos de les.

la

los ritmos

y los cauces humanos,

individuales o socia-

El «relieve sociológico» del Imperio de los faraones egipcios no se expresa

mediante

las leyes

geométricas y

mides. Al determinar

encuentra

física

la cultura

y

tardía transformación de

creacionista

se

la estructura

conoce «a conoce

allí

de

es la estructura

el

hombre, acaso podría considerarse

un modelo que

utilizó cierta teología

naturalista (la de Nicolás de Cusa, la de Fray Luis de

y

las pirá-

mismo», ni



de un poliedro de piedra. El modelo expresionista de

conexión interna entre

como una

que presiden

hombre no

«expresión de su espíritu»: lo que

allí la

matemática o

físicas

estas leyes el

de Fray Luis de Granada) para dar cuenta de

la

León o

la

conexión (que no quería ser

enteramente externa o contingente) entre Dios y su obra, es decir, la obra de los seis días, el Mundo: el mundo es la explicación de Dios (el movimiento es la explicación

de

la

quietud divina). Si en lugar de Dios ponemos

lugar de la explicación de Dios en

al

lugar de la expresión del

Y

así

así

ahora

de

los

Dios», a los ojos de los místicos naturalistas,

proclaman

hombre,

el mundo por él creado corresponderá Hombre en la creación que se le supone propia, a como «los cielos y la tierra proclamaban la gloria de

el

saber, la cultura.

al

la gloria del

hombre» a

los ojos

«las ciencias

artes

y las

antropólogos metafísicos

Por nuestra parte, tenemos que decir que esta autoexaltación del

culturalistas.

hombre por su obra, esta «disposición entusiástica» ante la cultura, no tiene más alcance que el que es propio de un mito metafísico teológico seculariza-

En

do.

«todo complejo» que

el

expresivas, sino

no sólo

sar;

es la cultura

también formas que, como

el

no

sólo se contienen formas

hipercubo, nada pueden expre-

contienen formas admirables, dignas de suscitar

se

el

entusiasmo,

sino también formas repugnantes, que habrá que considerar, antes que

expresión de cualquier espíritu creador,

Desde

las

modelo en

como

delirio

de

el

las

que

concepciones de se

la

cultura expuestas, cualquiera que sea

propongan. La razón

sus modelos, parten de

es

que todas

via a la cultura, hipóstasis

que

trina de la evolución zoológica. el

es

se

concepciones,

apoya en una

como

entidad pre-

incompatible con los resultados de

Lo único

«previo» a la cultura

es el

(pñ Gustavo Bueno,

brota del hombre, o de sus precursores, ni se

precursor del

El

hombre quien

mito de la cultura

[1

se «refunde»,

le

2004

doc-

es,

no

la cultura

sobreañade, sino

por anamorfosis,

996], séptima edición, Barcelona

la

humana

hombre, sino sus precursores homínidos o primates. Pero

humana no que

estas

un dualismo metafísico que

previa sustancialización o hipóstasis de la idea de hombre,

ya

como

de un animal enfermo.

coordenadas del materialismo filosófico resulta imposible acep-

tar cualquiera el

como

al

© FGB 201

cons-

1

El

mito de

como hombre

tituirse

«identidad cultural» y

la

la

realidad de las esferas culturales

margen de su valor o dignidad),

(al

I

203

a través de ese

nuevo orden o estado de cosas que llamamos cultura humana y que contiene tanto lo digno como lo indigno. Por eso el «nuevo orden» no tiene por qué

como motivo de

tomarse

las restantes especies

de

glorificación o de exaltación de

la naturaleza,

y no ya porque

do, junto con la especie que se despliega con

es el

motivo por

el

cual

especie sobre

nuevo orden

siga sien-

«una parte más» de

él,

no

Naturaleza. Sencillamente porque la «Naturaleza»

de referencia: éste

el

una

como

existe

no cabe enfrentar

tal

Cultura a

la

la

unidad la

Naturaleza.

Lo verdaderamente importante la estructura

misma de

tivas a

su valor).

tante,

en

el

por tanto,

es,

nuevo orden

este

(al

llegar a la

determinación de

margen de consideraciones

rela-

Y entre las claves de su estructura ponemos la presencia cons-

nuevo orden, de

las

actividades operatorias «normativizadas»,

operaciones acumulativas históricamente que van arrojando formas objetivas

cuya concatenación (y ésta es su dialéctica) en círculos culturales no siempre compatibles entre sí, desborda una y otra vez el propio horizonte operativo originante hasta

no

el

punto de

previstas o imprevisibles.

llegar a envolverlo

En todo

y orientarlo hacia trayectorias que

caso, son estas formas objetivas las

constituyen los nuevos ámbitos de la vida de los hombres. Aparecen formas sin precedentes

en

vida zoológica:

la

una construcción tan

sona,

— como pueda

dica

como

pueda

él

esquema

dignidad o valor de la

las

como

la

ral

forma de

la per-

ello

mismo

tan consistente el

la

las

la

Naturaleza; porque

la

novedad,

así

nuevas formas, tampoco tiene por qué ser mayor de

los

la

novedad o dignidad, en

zoológica, de

la escala

animales invertebrados. Y, en todo caso, es tan

concatenación de

novedad de

esas

necesidades puntuales a

siete

la

como

la

las

mil años guardaba

las

formas

artificiales

en

el

nuevo

mismas funciones, medida, por ejemplo, por cuales asisten.

nos permite acaso ver un pequeño

de hace

o

Pero sin que esta novedad autorice a oponer, según

que pueda corresponder a

orden

libro,

algunos dirán: una mera ficción jurí-

dodecaedro, y por

Cultura a

una vértebra respecto de importante destacar

forma del



artificiosa

serlo el

serlo.

dualista, la

la

pomo

Una

excavación arqueológica

de obsidiana en

un ungüento.

el

pomo,

Este

que alguna mujer esta

«forma cultu-

normalizada», no lo encontramos en una guarida de roedores, ni siquiera

en una cueva de pitecántropos

(lo

que no

que en aquella guarida o

significa

en esta cueva no podamos encontrar formas que también producen asombro). El significado

ligencia»

de este

pomo tampoco puede medirse apelando

o «ingenio» subjetivo de quien

mide por el pomo y no

el

pomo por el

lo fabricó,

ingenio; ni

puesto que este ingenio se

al

refinamiento de

sidades instaurado por la vida protourbana (a fin de cuentas

(pñ Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

a la «inte-

2004

el

© FGB 201

las

nece-

ungüento

204

El

I

mito de

la

cultura

tiene paralelos etológicos abundantes en las especies

alimentos).

La importancia de

en

de formas

ei tejido

constituyen

ellas rales,

un

marcados por

cado sólo

este

pomo

sólo

grasas o

puede apreciarse insertándolo

y normalizadas al que pertenece, en tanto nuevo ámbito en el que aparecen nuevos ritmos tempo-

los

artificiales

gérmenes de una nueva forma personal, cuyo

es interpretable

por aquellos mismos que fabricaron

por otros que fabrican cosas semejantes. de entusiasmo o de exaltación:

Y todo esto

es suficiente el la

un

(casi

sino que las hace necesarias y

no siempre

no

justifica

este

pomo

El

mito de la cultura

[1

o

ningún tipo

vez que artificiosas determinan

nunca) compatibles

las otras.

Gustavo Bueno,

signifi-

asombro ante un proceso de

refundición abierta de formas de vida que a

con

que almacenan

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

las

unas

1

8 Sobre una ley del «desarrollo inverso» de las esferas y las categorias culturales

de

La cuestión

En

la

este capítulo

«dinámica de

ensayaremos

generales, ineludibles desde

cuestión de

mediante

versal»,

do con

hemos jo.

las relaciones

el

las

culturas»

tratamiento de

un punto de

entre las «culturas particulares»

líneas lógico materiales que, el análisis

de

por

lo

la idea

cuestiones

como pueda serlo

vista filosófico,

el procedimiento de utilización

utilizado (§3) en

un conjunto de

y

la «cultura

de un modelo

demás, son

las

uni-

ideal dibuja-

mismas que ya

como todo comple-

de cultura

El modelo lógico material de referencia nos permitirá formular algo

como una

«ley de desarrollo» de las culturas (o

de

la

las «civilizaciones»)

conjunto; una ley que obviamente habrá que entender también

así

en su

como una ley

puramente funcional, y no puntual, ni siquiera «paramétrica» (puesto que el modelo utilizado no contiene en sí mismo indicaciones relativas a magnitudes comparativas de «esferas» o «categorías», sin que ello de desarrollo

ideal,

quiera decir que no puedan serle suministradas mediante hipótesis especiales).

Asimismo

la «ley»

tampoco

establecerá

un

tipo de desarrollo lineal, acu-

mulativo-progresivo, representable en una curva continua sin «dientes de rra», es decir, sin

sie-

involuciones o regresiones.

Sin embargo, y una vez que hayamos establecido críticamente los limites del modelo que estamos analizando, no dejará de sorprendemos su capacidad

para proporcionar alguna orientación general relativa ción de

las civilizaciones»

pectivas del futuro

en su decurso histórico,

que abren

podremos pensar también

si

las líneas

así

como también

Gustavo Bueno,

El

[1

las pers-

algunas concepciones relativas a los ritmos de

implícitamente) un modelo

mito de la cultura

a

de esta evolución. Recíprocamente,

desarrollo histórico de las culturas, o a su destino final,

que sea

sentido de la «evolu-

al

similar al

no presuponen (aun-

que aquí utilizamos.

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

206

I

mito de

El

cultura

la

Estructura de

dinámica de

la

las

culturas

humanas

Nuestro modelo de desarrollo no toma, como punto cero, a pudieran determinarse en lógica

muy constante,

los

es cierto, niega

«buen

del concepto ilustrado del

miten afirmar hoy que no

na forma de cultura

propiamente

la

un modelo de

(y

salvaje»);

pero los avances de

no ya

desarrollo de las culturas

constituidas.

Con

(como

en

si

esto

el análisis

modelo de

desarrollo,

la

humana sí,

la

como

tal

partir,

tales culturas las culturas

de sen-

la falta

a partir de

las cultu-

imposibilidad lógica

criterios suficientes

necesidad de

reconocida

consiguiente,

por

no pretendemos insinuar

homínidas

y por tanto

humana

estructura cultural

de

ulterior), sino

homínidas o protohomínidas); afirmamos, eso las culturas

sin algu-

humanas ha de comenzar no ya por

tido de las cuestiones de génesis (de la cultura

de encontrar en

Etología per-

sólo de cultura subjetiva) por cuanto la cultura

culturas homínidas, en general

ras

la

«hombres primitivos»

es posible admitir

pudiera fundarse algún modelo de desarrollo

humanas ya

hombres

cultura a estos

hoy ya ampliamente a sus congéneres primates. Por

se atribuye

que

que conceptúa como «pueblos naturales» (una modulación

primitivos, a los

las

las culturas

«hombres primitivos». Una tradición antropo-

para delinear un

a este efecto, de una

(concretamente

de una organización morfodinámica, normativa, que contiene

el

la estructura

lenguaje

arti-

culado y en consecuencia incorpora materiales extrasomáticos y sociales de un modo esencialmente distinto del que son capaces las culturas de primates).

En

modo, podría acusársenos de

cierto

«acusación» podría tener tico;

tico fin

un

alcance

petición de principio. Pero esta

meramente

pues peticiones de principio similares son

de

los geómetras,

es

las

propias del

que comienzan por presuponer

de penetrar regresivamente en

Lo que importa

predicativo, es decir,

que

la

las líneas

no

método

resuelto el

crí-

analí-

problema a

que intervienen en su resolución.

estructura presupuesta tenga virtualidad suficiente

para disociarse y recomponerse en sus partes lógicas según un orden interno previsible. Por lo demás, la utilización del método analítico, con su petición

de principio incluida (petición que toma

no

pológico»)



dice

es



Marx

a explorar

las

hombre ya

en

modo

alguno algo nuevo: en

También (tan

Fichte,

hombre

esqueleto del

se decide

hombre también

parte del

posibles formas de desarrollo del

humana

el

«dialelo antro-

mono. Cuando Kant

constituido (dentro del contexto en

repartido en sexos, &c.

los

forma aquí de un

está dibujado el esqueleto del

ción de la historia

según

la

el

que

él lo trata):

erguido,

cuando establece su célebre

próxima «por

escala» a la fasificación

modos de producción) comienza por un

fasifica-

de Marx

estado final de la

huma-

nidad, a partir del cual (de su estructura) va regresando paulatinamente en

(pñ Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

Sobre una ley del «desarollo inverso» de

grados sucesivos [© aquel en

el

,

las esferas

y

las categorías culturales

I

207

©-1, (©-1)-1, &c.] hasta alcanzar un punto anterior a

cual la estructura se desvanecería, haciendo imposible

el

retorno o

progressus.

El

modelo

lógico material de

la

dinámica cultural

Nuestro modelo lógico material no es otro,

misma matriz según movimiento». Es

la cual

analizábamos

decir, tratada

el

como hemos

dicho, sino la

«todo complejo», pero «puesta en

de suerte que pueda considerarse «desdobla-

da» en dos estados extremos o límites, estados que (para caracterizarlos de

modo

proporcionado a

de este modo: un «estado

ciar

modo punteado

trazadas de

y un por un

les),

se

la naturaleza gráfica

tinentes,

«estado final» en

inicial»

en

el

de

la

matriz)

un

diferen-

cual las líneas longitudinales estén

(frente al trazado lleno

el

podemos

de

las líneas transversa-

cual las líneas transversales pasen a representar-

trazado punteado (mientras que

una vez refundidas o desplegadas

las líneas



se

longitudinales



las per-

conviertan en líneas llenas).

El desarrollo del «todo complejo» representado en la matriz podría cifrarse en el

proceso de transformación del estado inicial descrito, que, a través de

número indeterminado de

estadios intermedios (en los cuales se refundan

o transversales, se desdoblen

líneas longitudinales

otras,

&c.) nos lleve a

estado final según la disposición de referencia.

T

1

2

n

3

z I

II

DC Estado

inicial

Diagrama representante de

(pñ Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

un

la estructura del desarrollo

996], séptima edición, Barcelona

de

2004

las culturas

© FGB 201

un

1

2o 8

I

mito de

El

cultura

la

Comentarios

modelo

al

lógico material propuesto

La interpretación antropológica más determinada supuestos posible) que cabe dar

al

distribución discreta de culturas

humanas

critas

a zonas determinadas de

modinámicamente» entre

con

no

el

menor número de

es otra sino la

de una

o círculos culturales) ads-

(esferas

independientes

la superficie habitable, e

«ter-

La independencia termodinámica, en su forma

sí.

más extremada, implica no

(o

«estado inicial»

medio

aislamiento, por supuesto, respecto del

natural, sino aislamiento o ausencia de contacto energético significativo

mutuo

entre las esferas adaptadas a su medio, aunque

quier tipo de contacto, por ejemplo, bélico.

Tampoco

terminante, intercambios comerciales, siempre que

tenga con balance cero en cuanto

al

to que esto equivaldrá a reconocer

nada para

los territorios

en

el

no ausencia de

se excluyen,

de

cual-

modo

intercambio se man-

«trueque de calorías por calorías»; pues-

una «capacidad soportadora» proporcio-

los cuales se asientan las culturas respectivas.

«independencia termodinámica» tampoco

es

de simbiosis entre dos esferas dadas

por ejemplo), una de

mantuviera como depredadora de

(I

la

y

II,

La

incompatible con una relación las cuales se

otra (lo que nos llevaría, a lo sumo, a

como subsistemas de un sistema global I’). como hemos dicho, ha de entenderse como estado conspor culturas humanizadas, y no meramente como un estado consti-

considerar a

I

y

II

El estado inicial, tituido

tuido por culturas animales u homínidas.

tomamos

la característica

de

la

Como

normalización de

criterio las

de humanización

pautas culturales; éstas

implican lenguaje fonético y representación de estadios anteriores sociales. Como criterio diferencial, en las culturas humanas, según sus contenidos

tomaremos las tres capas (subjetual, intersubjetual y material) en las que hemos considerado agrupados los rasgos o notas sometidos a normas (y, por normas

tanto, las

No

susceptibles de ser incumplidas).

nos corresponde tratar en este lugar acerca del origen de

(de su génesis), puesto que ahora sólo nos interesa su estructura.

diremos que no

es necesario invocar a

una conciencia

pero tampoco a una «conciencia humana»

como

gica...)

si

fuese

prohibiciones del

un dator normarum

estilo:

«No

forma de

gan

la

ritos



Tan

sólo

divina, por supuesto,

(política, estética, ética, tecnoló-

(de preceptos,

mandamientos o

matarás», o bien «Pondrás cubierta de paja en

los habitáculos»). Sería suficiente partir la

normas

las

por ejemplo,

el rito

de rutinas de homínidos (ya tengan de «parada intimidatoria»



,

ya ten-

forma de rutinas de fabricación de nidos, diques, herramientas, &c.) y las normas como resultados de las confluencias de rutinas (casi

entender

siempre en forma de enfrentamientos). La norma

(pñ Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

sería,

996], séptima edición, Barcelona

en su caso más sen-

2004

© FGB 201

1

Sobre una ley del «desarollo inverso» de

rutina victoriosa (victoria que

cilio, la

profunda en

de

ella,

de

las rutinas

no excluye

un

su «adaptación

la religión,

en su sentido más

por tanto, no excluye

los

y,

neutralizadas.

&c. La es

«control simbólico»,

cultura, desde esta perspectiva,

precisamente

estricto;

un

el

que

utiliza la

las

en suma,

el

zadas»

vista

de sus

de cultura pierde su fuerza en

no ya con su medio, sino con

el

valores adaptati-

momento en

y,

otras sociedades

un punto de

estas sociedades primitivas; tal es el caso

entre

sobre todo,

ellas,

es decir, aquellas

el

de

las

que han desbordado

damiento que habría sido

el

de

que

o culturas que se

vista práctico, las

el

comienzan a con

sociedades

meramente

intencional,

las

«civili-

sociedades industriales «universales»,

el

estado de distribución.

efecto del capitalismo

Un

desbor-

moderno, según Marx; un

capitalismo en función del cual la «universalidad efectiva», planetaria (y

mo»

un

y suficiente para en tanto que adaptadas a su

punto de

regulan por normas incompatibles, desde

normas de

es

Antropología cultu-

tales «culturas distribuidas» (culturas salvajes, bárbaras, arcaicas)

enfrentarse,

relaciones

sentido que es necesario

por consiguiente, desde

vos. Pero este concepto

el

el

la esclavitud, la

instrumentos de producción, de

analizar las sociedades distribuidas (aisladas)

entorno

anula,

hecho de mantenerse o

el

mitológico, que hacen posible

el delirio

concepto ecológico que ral

no

de desplegar alguna

medio»; pero esta adaptación está aquí percibida desde

al

vista biológico ecológico que,

de

victoriosa

intervalo temporal suficientemente amplio, demuestran

según normas propias, de sociales,

209

I

más o menos

la influencia,

que hayan quedado subordinadas, reprimidas o

reproducirse en

antropofagia,

las categorías culturales

la posibilidad física (libertad-de)

Los sistemas morfodinámicos distribuidos, por

punto de

y

Una norma

rutinas vencidas).

las

por tanto, en principio,

las esferas

no

como la que pretendió haber alcanzado el «catoliciscomo un hecho histórico. Es desde este punto de

medieval), puede darse

vista desde

donde

cabría distinguir, a efectos antropológico-gnoseológicos,

unas sociedades precapitalistas de posteriores; distinción, sin

con anterioridad a

la

el

86

.

Gustavo Bueno,

Puede tener

interés recordar la el

las

sociedades históricas civilizadas,

fronteras de la antropología en sentido

denominación

departamento que agrupa

«Departament d’História de

El

un punto de

86

Barcelona para designar estricto:

las

oblicua, desde

estado de distribución ha sido rebasado

época moderna en

cuya cultura también desborda estricto

sociedades «capitalistas o socialistas»

embargo, más bien

por cuanto

vista gnoseológico,

las

mito de la cultura

[1

les

utilizada en la Universidad

Societats Pre-capitalistes

Autónoma de

antropológicas en su sentido

las disciplinas i

996], séptima edición, Barcelona

d’Antropologia Social».

2004

© FGB 201

más

1

210

El

I

mito de

la

,

cultura

Las culturas,

como

esferas culturales,

en su estado

inicial,

constituyen

sis-

temas en equilibrio dinámico con su entorno. Son culturas objetivas, sin duda, pero cuyas partes atributivas habrá que entender dadas siempre en función de

dependencia inmediata del medio en

la

ción de energía, a través de

la

lo

que

se refiere a la absor-

capa basal. La metodología funcionalista

y,

des-

pués, la metodología del materialismo cultural serían los procedimientos

mejor preparados para

el análisis

de

la

dinámica de

estas culturas.

son estos métodos aquellos que propiamente definen

que

así,

mación no ni

a escala operatoria respecto de tiene por

qué

tergiversarse

tampoco presentando a

nes orientados a satisfacer

las

las líneas

las

operaciones humanas. Esta



afir-



subjetual

las culturas como si fueran sistemas de operacioun «metabolismo basal». Hay que tener en cuenta

fuentes de energía que

de

que

muestran ahora, por

en sentido reductivista

que partimos ya de culturas normadas, en tivo

aún:

las culturas distribuidas

se dejan analizar a su través. Las culturas se nos

decirlo

Más

el

el

medio

sentido dicho, por tanto, selecofrece.

Lo que

quiere decirse es

longitudinales de esas totalidades «esféricas» estarán todas ellas

trazadas a escala operatoria «antropomórfica»

rencia entre estas líneas será

muy débil

y,

por esta misma razón,

la dife-

o prácticamente nula.

Esto no significará que no existan diferencias

como

si

«todos los conteni-

dos» culturales estuviesen implicados en todos los demás. El punto de vista «holista»

del

no

grupo

tiene otro

social

fundamento sino

pueden

necesarias para sostener

ejecutar

una u

y reproducir

el

hecho de que todos

los

los

contenidos objetivos

(cazar,

der fuego, danzar, construir cabañas, guerrear) de la cultura. Pero del

punto de

vista holístico

tiera a las culturas

miembros

otra vez todas las operaciones que son

el

encenrechazo

no autoriza a caer en un atomismo que convir-

en meros agregados de elementos culturales (culturgenes,

por ejemplo) combinables y recombinables de modo más o menos aleatorio. El «atomismo mémico» es un esquema aplicable únicamente a algunas partes del todo complejo cultural a otra.

que han podido

Lo que

por cada cultura en (sin partes) ni

ser segregadas

ocurre en realidad es que

la situación inicial ideal

el

no

o traspasadas de una esfera todo complejo constituido

es ni

un todo

un agregado de unidades independientes,

resultante de confluencias relativamente heterogéneas pero

interadaptadas en

un

cual la cultura objetiva

tico

no puede

los

cpñ Gustavo Bueno,

El

es

amalgamadas e

común

mito de la cultura

cristalizar, es

la

anatomía de

a la especie

[1

una de

el

lenguaje, sin el

estas partes del

todo

homínidos, que han desarrollado un sistema foné-

determinado en función de

anatomía que

una totalidad

sistema de procesos objetivos movido por grupos de

bandas de individuos operatorios humanos. Por ejemplo,

complejo heredada de

indiferenciado

sino

homo

la

sapiens.

laringe

y de

la

boca,

una

Los sistemas fonológicos

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

Sobre una ley del «desarollo inverso» de

las esferas

las

y

categorías culturales

resultan del sistema operatorio fonético universal (que implica

una muscula-

tura estriada capaz de llevar a cabo operaciones combinatorias análogas a

que pueden

desarrollarse

con

las

manos) y pueden

determinados. Pero sería ridículo inferir de aquí

la

211

I

las

en sonidos

analizarse

estructura atomística del

sistema fonológico.

En

resolución: las líneas longitudinales según las cuales diferenciamos

el mismo «todo complejo» se nos presencomo «líneas punteadas», principalmente en razón de la conformación mutua que tales partes o líneas experimentan en un estado del sistema diná-

unas partes atributivas de otras en tan

mico. Aquel en

cual sus contenidos, sin perjuicio de su «función envol-

el

vente» de los sujetos individuales, resultan movidos inmediatamente por ellos.

Muy

automatismos en allá del

modo de mucho más

pocos «ingenios culturales» desempeñan su papel por el

cepo o de

estadio inicial de las culturas: las

trampas para

cazar,

no

es posible ir

porque todo

demás ha de

lo

ser

movido y gestionado a través de las manos de los hombres. Lo que implica la necesidad de que todo haya de darse, en principio, a escala de esas manos. En cualquier caso sería gratuito suponer que las culturas, en su estado inicial, han de ser perfectamente homogéneas, clase unívoca. Las esferas

como

si

fuesen individuos clónicos de una

de cultura serán, en todo caso, entidades idiográfi-

duda, pero características en función del medio y de su prehistoria homínida, de su «idio-sincrasia» peculiar. cas, sin

¿Quién puede negar

el alto

vísperas de la conquista por pleja,

con estructuras

grado de desarrollo de

Hernán Cortés?

la cultura azteca

Allí existía

en

las

una sociedad com-

muy diversificadas, jerarquías grados muy notables de «perfección

estatales «imperialistas»

estamentales, sacerdocios, calendarios,

arquitectónica», escultórica o pictórica. Pero, ¿autoriza este reconocimiento a

concluir que la cultura azteca era de igual (por la cultura

española de

la

época? No, en

modo

no

decir superior) rango

alguno, puesto que esta con-

clusión, basada en semejanzas abstractas sin duda impresionantes

más impresionantes que el

de

de un mamífero la seriación

de

las

que

se advierten entre el

la hipótesis

(queremos decir

organismo de un ave y

sólo tiene sentido desde la hipótesis evolucionista lineal

las

culturas o desde la hipótesis relativista de su

de

la distinción

de

más adecuado

determinada en unas rutas que los cuales

pudo

la

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

proceder

una

«vía de evolución» de al

mismo tiempo

incapacitaban para enfrentarse con los pro-

enfrentarse la cultura europea

propio descubrimiento inesperado de

(pfí

incompa-

es

las respectivas trayectorias «evolutivas»

históricas): la cultura azteca fue

culturas preexistentes, sorprendente por su riqueza, pero

blemas con

—pero no



rabilidad o inconmensurabilidad. Sin embargo, lo

desde

que

la otra cultura.

996], séptima edición, Barcelona

y,

entre ellos,

el

La cultura europea y, en

2004

© FGB 201

212

!

El

mito de

la

cultura

particular, la española, había

tomado un camino

distinto,

que incorporaba

la

ciencia griega, ante todo la Astronomía científica: fueron Eratóstenes o

Toíomeo quienes hicieron

mediante

posible,

concepción esférica de

la

la

y su medición, el proyecto hispánico-europeo de una ruta hacia el poniente que había de conducir al «descubrimiento de América». Asimismo,

Tierra

la

tradición europea había incorporado la tecnología de los metales

que hacía

posible la fabricación de arcabuces, carabelas, entre otras cosas y la organiza-

ción jurídica, con leyes culturas azteca

en

ellas «cortes

estos cortes

en

escritas, del

y españolas

Estado. Desde estos puntos de vista,

diferentes de

Ahora

sincrónicos» abstractos.

los respectivos cursos evolutivos

una «perfecta» en su género,

sea cada

las

son comparables, pero sólo después de practicar



un proceso de evolución

cuando reínsertamos

bien,

o históricos no cabe decir que

tampoco que

ni

similar.

se encuentren

Ya habían evolucionado

en

fases

lo sufi-

ciente para considerarse adultas

y determinadas en su futuro; sólo que habían evolucionado según direcciones distintas, como a partir del mismo tronco vertebrado, evolucionaron

más

estará de

la historia

tura,

la

y



azteca»,

puede

de «refluencia» de

y en virtud de

Todo

genérico.

análogos de

las

la

no

evolución y

biologista» de la teoría de la cul-

—de

— como

ciertas relaciones

lentes a las patas

de

la

«lucha por la existen-

de desarrollo de

ya realizadas en

el

las cultu-

mundo

bio-

embargo,

al

analizar las partes de la «cultura

su aritmética, de su estructura política, de su astrofueran órganos equiparables a los correspondientes

si

la «cultura

mutuas y

aplicarse al proceso

cuales tales relaciones manifiestan su carácter

se encubre, sin

en general

nomía, &c.

cualquier caso

que utilizamos entre

estas analogías

lleva implícitas las confrontaciones

ras a título

En

mamíferos.

los

idea de una evolución (lineal o multilineal) de las culturas

cia» entre las culturas

lógico

que

aves

no implican un «reduccionismo

porque

—que

advertir

las

española» (como

los

si las

homologías). Pero lo cierto es que

las

patas

mamíferos para volar ni para nadar; tampoco tecnología de los aztecas

alas

de

las aves

fuesen equiva-

mamíferos, sin perjuicio de sus analogías o de sus

les

no

les sirven,

en general, a

la aritmética, la

los

astronomía o

la

sirvieron para circunvalar la Tierra, o para vencer

a los españoles intrusos, por admirables que fueran sus garras o sus hocicos.

Dinámica cultural y variación Podemos

atribuir a las culturas,

cultural

en su estado

inicial,

una tendencia, en medio

de su incesante metabolismo (que comporta sustitución de individuos, de instrumentos, &c.),

(pfí

Gustavo Bueno,

El

al

equilibrio dinámico, a la «invariancia de su idiosin-

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

Sobre una ley del «desarollo inverso» de

las esferas

las categorías culturales

y

I

213

crasia».

Hablar de «dinámica cultural» como de un concepto que fuera equi-

valente

al

de

puesto que cial,

son

la

«variación cultural morfológica» es hablar incorrectamente,

sobreentender que

ello obligaría a

estáticas

dinamismo

las culturas,

en su estado

como hemos

y no dinámicas (lo que es absurdo, no sólo de sistemas cambiantes morfológicos, sino

es atributo

también de sistemas procesuales morfológicamente invariantes, dinámico o en estado estacionario (que

equilibrio

La dinámica

Heráclito).

La

cultural,

y formal,

principal, directa

es la

confluencia y

importante, por

la

propia actividad humana. Pero

implicaría, por

misma



incremento demográfico

esfera

de esa cultura).

el

En

al

menos en

parte

mero incremento demo-

el

mismo, una variación de

considerada (salvo que

la cultura objetiva

berse en la

caso del río de

enfrentamiento con otras

el

medio determinadas también,

las variaciones del

no

en

demográfica endógena) atribuible a cualquier población huma-

(o variación

gráfico

es el

es decir,

en su sentido variacional, tiene otras causas.

culturas; la causa indirecta o condición principal, el

na y

ini-

dicho). El

la esfera

morfológica de

incremento hubiese de reabsor-

efecto, el

incremento demográfi-

co de una esfera cultural dada puede resolverse por «escisión binaria» de

de suerte que tenga lugar

esfera cultural recrecida,

de

la cultura

madre y

la

la

formación de unas culturas

la

re-dimensionalización

hijas

muy

similares,

en

principio, a la progenitora.

El desarrollo de

las

culturas es multilineal,

como

ocurre con

el

desarrollo

No cabe hablar de una «línea ascendente y continua de evolución (o de progreso)» sino de líneas diferentes, aunque, eso sí, de las estructuras zoológicas.

llamadas tarde o temprano a confrontarse mutuamente. es la

que obliga a poner en duda

el

Y esta confrontación

relativismo cultural, basado en la «identi-

dad megárica».

Dinámica

histórica

La dinámica

cultural

de

las culturas

más

cuando

Una dinámica que

las esferas culturales

tico del término, lo

ley estructural

toman

la

alcanza sus ritmos característi-

forma de Estados, en

que implica confluencias entre

que

minuyendo

el

número de

mente deberá tener

lugar

nales»; diferenciación

cpñ Gustavo Bueno,

El

esferas

de

mito de la cultura

sentido polí-

aumentando;

como lo

que

superior irá dis-

de Zipf). Ahora bien, simultánea-

una mayor diferenciación de

cuya expresión sociológica nos

[1

irá

un determinado rango

(tiene aplicación aquí la ley

el

esferas diversas así

su codeterminación mutua. El tamaño de estas esferas significa

de desarrollo

interesante es, sin duda, la dinámica histórica (con

variaciones morfológicas).

cos

y su

996], séptima edición, Barcelona

es

las «líneas longitudi-

dada tradicionalmente

2004

© FGB 201

1

.

214

El

I

mito de

la

cultura

a través del rótulo «división del trabajo». La división del trabajo, particular-

mente sólo

la

que comporta

constitución de profesiones «a tiempo completo»,

la

puede tener lugar como consecuencia de un incremento de

un número

ción básica, que permite «liberar» a

la

produc-

definido de individuos de su

situación «politécnica» originaria. Esta «liberación» fue conceptualizada (por

Gordon Childe y la

como una

otros)

capa basal; conceptualización

consecuencia del producto excedente de

muy

burda porque sugiere algo

así

como

si

«emanasen» del trabajo de

las

nuevas profesiones (metalúrgicos,

las

profesiones básicas remanentes, cuando lo que en realidad significa esta

escribas...)

diferenciación es

el

desarrollo de nuevas «líneas longitudinales» que, a su vez,

transformarán a

las

antiguas líneas básicas en diversas líneas longitudinales.

No

puede

decirse,

por tanto, por ejemplo, que al

facilitan la constitución

de

las

los agricultores

agricultores

con

no

aislados);

la reinfluencia

de

y,

es

excedente para

las

es el

nuevas profesiones; los

(un «para

ellos»

ellos» abstracto,

conjunto, y esto sin contar

el

nuevas profesiones en

las

las socie-

por tanto, no puede decirse

que sean quienes «sostienen» a

producen un excedente «para

porque no están

de

nuevas profesiones a tiempo completo;

cuerpo global lo que comienza a diferenciarse

de

los agricultores

excedente logrado en su producción, son los que

dades neolíticas, gracias

la

propia producción exce-

dentaria (por ejemplo, mediante la invención de la reja metálica del arado).

Es en

el

proceso de diferenciación de

ámbito cultural

—proceso en que — en donde el

tórica de las culturas

más

extrasomáticos cada vez sables en el conjunto

sido descrito a veces

de

la

irán apareciendo «productos objetivos»

trama

cultural. Este proceso

profundamente en

el

y

la

la tradición del

marxismo,

se

objetivación

ceso de constitución de

que

un

objeto en

el

lo produjo; y, desde este

que

una

ha distinguido siempre entre

un

se

como una vista,

aplicado a

hecho ordinario, a

artista

las huellas las

partir

catego-

de

hace de su obra maestra,

cier-

como

alienación, en virtud de la cual la obra pasaba a ser «disfrutada» por el

comprador. Semejante utilización del concepto de «objetivación» luces tan desaforada

como ramplona;

idealista (la objetivación,

de

la

«alienación» el pro-

hubieran segregado

punto de

rías marxistas, cabría interpretar incluso el

to nivel económico, de la venta que

idealismo alemán, que reper-

( Verdichlichuny) El idealismo sub-

de Fichte, sin duda, tendía a considerar

del sujeto

de objetivación ha

como una «deshumanización» o como una «alienación»;

alienación {Entfremdung) jetivo

longitudinales de cada

distantes de la escala operatoria, pero indispen-

pero también, y aun dentro de cutiría

las líneas

consiste principalmente la dinámica his-

la

por



pues o nos mantenemos en

misma,

es

El

mito de la cultura

[1

la hipótesis

una alienación redoblada en

enajenación mercantil) o interpretamos

(pñ Gustavo Bueno,

es a todas

la

enajenación en

996], séptima edición, Barcelona

2004

el

caso

un plano

© FGB 201

1

Sobre una

de

ley del «desarollo inverso»

las esferas

estrictamente social-económico, que sugiere que

y

la

si

categorías culturales

las

como

215

obra objetivada fuese

restituida a su «creador» (o al pueblo) para ser disfrutada, ya siderarse

I

no podría con-

alienada.

La interpretación que, a nuestro siempre que llevemos a cabo un puestos idealistas.

No

juicio, es preciso

análisis

se trataría,

en

de

«cosificación» de la obra del espíritu en virtud el

muy

es

otra,

de oponer objetivación a una

efecto,

proceso de objetivación tendrá lugar ya en

mantener

objetivación libre de presu-

la

de

la cual éste se «enajena». El

mismo momento de

la

produc-

ción operatoria de objetos apotéticos, sencillamente porque los objetos (aporéticos) se la

organizan según líneas objetivas que se mantienen «por encima de

voluntad» de los sujetos operatorios. Ahora bien, en los estados iniciales de

la cultura, estas líneas objetivas

humanas

operaciones

(el

operaciones manuales de caracterizan a

un palo

hacha de piedra sólo la ligadura); las

utilizado

raciones del brazo o brazos

hacha o

contienen intercaladas, por decirlo

como

que

lo

al

mango

a través de

líneas objetivas (físicas)

las

que

palanca, contienen intercaladas las ope-

manejan. Por

palanca son objetos culturales, de

la

une

se

mismas

así, las

la

ello,

recíprocamente,

misma manera que

las

el

opera-

ciones musculares y psicológicas de utilización de la palanca carecen de todo

sentido tir

al

margen de

de nuevo en

la

cómo

palanca objetiva. (Este ejemplo nos da pie para

en

sustantificar esas operaciones,

el

insis-

marco de una

supuesta «cultura subjetual», constituye una hipóstasis del sujeto, que

man-

tiene las huellas del idealismo.)

Pero en

el

proceso de su diferenciación, los artefactos o

ducidas van cada vez alejándose

más

las

unas de

las otras

y

las estructuras

pro-

estableciendo rela-

ciones objetivas (sociales y extrasomáticas) cada vez más complejas e imprevistas. Sobre todo, independientes de las operaciones que están en su propia génesis. ¿Por

tos

qué decir que

estos

nuevos artefactos o estructuras son produc-

«deshumanizados»? ¿Es que podrían haber sido humanos alguna vez o que

como miembros del En modo alguno; lo que

«cancelando su alienación» podrían ser recuperados

cuerpo

(o, acaso,

como

demuestra que bajo

el

idealista o psicologista

contenidos de conciencia)?

concepto de «deshumanización»

de

las

se encierra

una visión

obras del hombre. Se advierte esto con gran cla-

ridad en los debates recurrentes sobre la llamada «deshumanización del arte».

Consideramos, en resolución,

como un puro

prejuicio metafísico-idealista

llamar «deshumanización» a los procesos de objetivación progresiva de los

productos de

la cultura

humana en

virtud de los cuales van segregándose las

operaciones subjetivas (en estructuras que venimos llamando a la par que

las estructuras así

constituidas inician líneas de desarrollo

mente independientes (mal disimulado por su común

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

a -operatorias)

996], séptima edición, Barcelona

2004

mutua-

referencia a la escala

© FGB 201

1

216

El

I

mito de

cultura

la

humana). Por

el

de implicar una deshumanización, ofrecen

«revelación» de nuevas líneas del

más profundo de

desarrollo

la

mundo. Con

ello

al

hacen posible,

hombre la a veces, un

humanidad y también un incremento de

en que ésta está envuelta. Sea suficiente aludir

peligros la

a

contrario, la constitución de nuevos espacios objetivos

estructurales, lejos

al

los

descubrimiento de

energía nuclear. El proceso de estas hipóstasis o sustantivaciones comporta, por consi-

no

guiente,

sólo la disociación de los contenidos objetivos «categoriales» (res-

operaciones y actitudes fi-operatorias) sino también la disociación de las categorías sustantivas (io que comportará la intervención de inte-

pecto de

mutua

las

La

reses gremiales).

historia

de

música, entre otras, nos ofrece materiales

la

muy abundantes para ilustrar estos procesos.

Cabría decir que

la

música,

como

actividad adjetiva (es decir, subordinada a intereses religiosos, militares o profesionales: entre los griegos los

vendimiadores,

la elina

en

himnos

epilenes



epilenioi

los tejedores, la epimulia

de

— de

hymnoi

los ebanistas

los

o moli-

neros, &c.) va progresivamente desprendiéndose de estos servicios para constituirse

como «música sustantiva», cuya

confundir

io

cia musical»

única función (pues no tenemos que

que llamamos «música sustantiva» con que algunos musicólogos, inspirados en

el

concepto de «sustan-

Cassirer, utilizan) es ser

escuchada en un concierto; podríamos decir que su función volver o construir

un mundo musical

exento, puro, que ni siquiera pueda ser

utilizado para fines psicológicos (terapéuticos, de relajación,

&c.); pues la «música sustantiva» exige.

La

«finalidad sin fin» de

Platón advirtió ya

toma,

no da nada,

los

de

de

la

disfrute,

sino que muestra, ofrece

Kant tendría mucho que ver con

la naturaleza objetiva

como uno de

de desen-

es la

ello.

y

Acaso

«música sustantiva» cuando

primeros indicios del proceso de corrupción de una

ciudad, precisamente algo que tiene que ver con lo que llamamos «desustancialización

de

la

música», a saber,

la utilización

«adjetivas»: «Llegaron inconscientemente

niar a la música, diciendo el

mejor

peor». 87

juicio estaba

Y

en

que en el

ni siquiera cabe decir

ponde a una

ésta

que

que la

(particularmente

el baile),

las

(Pfí

Gustavo Bueno,

El

Las

leyes, III,

música en funciones

se

actitud de ninguna clase

gozaba con

ella,

que ahora

la

[1

«música

funciones políticas, religiosas, socia-

sino incluso de las otras artes.

En

el

Manifiesto

Pittaluga, hacia 1930, la idea se

700e.

mito de la cultura

y que

fuera mejor o

sustantivación de la música corres-

del Grupo de Madrid que redactó Gustavo

87 Platón,

la

justificación del «arte por el arte», puesto

pura» busca emanciparse, no sólo de les

no cabía

placer del

de

por su misma insensatez a calum-

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

Sobre una ley del «desarollo inverso» de

las esferas

formula de este modo: «Musicalidad pura, sin

y

las

categorías culturales

I

217

literatura, sin filosofía, sin gol-

pes de destino, sin física y sin metafísica». Sin embargo, Pittaluga hace todavía algunas concesiones psicologistas (que son enteramente impertinentes

desde

punto de

el

diversión,

vista objetivo):

«Hacer música por gusto, por

por deporte»; pues todo esto pertenece

recreo,

al finís operantis

por

del músi-

co y nada tiene que ver con el finís operis de la música sustantiva, reducida a simple «exploración del mundo sonoro» (de la misma manera que el finís operis

de

la

geometría

exploración del

es la

mundo

de

las figuras espaciales,

inde-

pendientemente de sus aplicaciones «prácticas» concretas o de la actitud deportiva o mística que pueda tener

¿Cuál

es el límite

venimos utilizando,

do

final

el

geómetra).

de este proceso de diferenciación? Según límite está

el

dado por

el

modelo que

estado final de la matriz; esta-

el

que interpretamos no ya como un estado futuro, sino como un

do ampliamente presente,

como

realizado a lo largo de la historia. Especialmente en nuestro

consecuencia de

la

unidad planetaria que ha venido produ-

ciéndose a partir sobre todo del colonialismo e imperialismo modernos.

unidad que, por

esta-

cierto, es difícil

contemplar con ojos

y polémica. Su estructura apunta a una «refundición» de

irenistas,

Una

dada su inde-

fectible naturaleza conflictiva

duales en

una única

«clase distributiva

esfera universal

de

las culturas»

(si

las esferas

se prefiere:

en una

en

la

de cultura indivi-

transformación de la

clase unitaria), simultánea a la diso-

ciación de las líneas divisivas del todo complejo en especialidades o círculos categoriales objetivos, desconectados bles (lo

como

si

mutuamente,

un bárbaro pudiese

Podríamos expresar matriz de

ser

propiamente

el análisis

las esferas culturales



es decir, el

— acogiéndonos

lución cultural:

la

especialista

inconmensura-

del especialismo»,

en

algo).

de este proceso de desenvolvimiento de

«todo complejo» de Tylor

en términos parecidos a

culturas

es decir,

que suele llamarse, de un modo absurdo, «barbarie

los siguientes:

al

formato tradicional de una «ley»

«Ley del desarrollo inverso de la evo-

Cultura, en cuanto todo complejo que reúne a todas las

humanas, tomada en su estado

no, evoluciona de suerte que "esferas" (o "culturas")

el

inicial,

reconocible ya

como huma-

grado de distribución (dispersivo) de sus

disminuye en proporción inversa

al

incremento del

grado de atribución (disociativa) constitutivo de sus categorías».

(pfí

Gustavo Bueno,

El

la

proceso de desenvolvimiento del

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

218

mito de

El

I

Corolarios a

no

de

ley del desarrollo

la

más importante que

El corolario so

cultura

la

un

es otro sino

idea de cultura. Si

principio de limitación interna (dialéctica) de la propia

el

desarrollo interno de la matriz cultural

operaciones del

las

(ct

las

la

que llegan a segregar

estructurales)

homo faber que

conduce a

generaron,

y

si

esta cons-

como hemos dicho, por qué consicomo una deshumanización, como suele hacerse, ¿no será porque

titución (u objetivación plena)

derarse

dinámica cultural

desprende de esta Ley del desarrollo inver-

se

constitución de categorías objetivas

enteramente

la

no

tiene,

tenemos que comenzar a reconocer más bien que

culturalización

se abre

internamente en

de un proceso de des-

la realidad

el

mismo seno

del desarrollo uni-

versal de la cultura?

Al menos,

seguimos llamando «cultura», en sentido antropológico, pre-

si

cisamente a aquellos sistemas de morfologías objetivas que no solamente están generados por

homo faber (como ría

el

hombre

estructuras

sino también que contienen intercalado operatorias

fi

para llamar «antropológica» a

calación?



)

la

—pues ¿qué

cultura objetiva,

margen de

al

al

otro motivo existiesta inter-

tendremos que preguntar: ¿por qué llamar culturales (en

senti-

do antropológico) precisamente a unas morfologías que están segregando de su trama a los hombres, sin que por ello puedan considerarse

manizadoras con

el

como

deshu-

sentido privativo y negativo que suele acompañar a este

concepto?

Ahora

No

bien,

siempre.

si

no son llamadas

culturales, ¿habría

que llamarlas naturales?

Y solamente cuando la oposición entre Naturaleza y Cultura se

sobreentienda (metafísicamente, por cierto) parecería que ello es imposible. Pues

cabe situar ni entre «Cultura» (en

el

de laboratorios

la

como una

oposición disyuntiva

hay conformaciones

«Naturaleza» (en

objetivas

que no

sentido cósmico) ni entre la

el

sentido antropológico). Así, la Física o la Biología, a través

artificiosos («sofisticados», suelen decir quienes leen traduc-

ciones de libros anglosajones) resultantes de una cultura refinada, nos

ponen

delante de estructuras objetivas que al menos cuando son tenidas por verdaderas,

no son llamadas

que

las

culturales, sino naturales.

Cabría

de

decir,

los

hombres, volveríamos a llamarlas

en general, por ejemplo, que

físico-naturales o matemáticas,

y

sólo

momento en

El

[1

la fanta-

culturales. las ciencias

ser cultura-

pueden seguir considerándose como

mito de la cultura

el

de

los resultados

culturales aquellos resultados

esos contenidos «erróneos» de las ciencias

que constituyen una buena parte de

Gustavo Bueno,

el

cuando son verdaderos, dejan de

no verdaderos, eminentemente,

(pfí

sólo en

considerásemos erróneas, o meros productos hipotéticos de

sía especulativa

les

Tan

la historia

de

las ciencias (que,

996], séptima edición, Barcelona

2004

por

© FGB 201

ello,

1

Sobre una ley del «desarollo inverso» de

también una disciplina

es

de

las ciencias tiene

da como «natural» (no

como

la

metodología de

átomo de Bohr,

artificial); el

no son considerados como

si

verdades

humana. Por supuesto,

a pesar

insoluble, dentro del entendimiento

como una disyunción. Gastón

De hecho, bango

el

aceptan

se

paradoja de su

la

han sido ya obser-

como una

paradoja

oposición Naturaleza/Cultura

la

Bachelard, por ejemplo, 88 subrayaba

cómo

los

antigua «historia natural» suponían todavía un «reino mine-

la

como un

de

porque

de

estas paradojas

vadas algunas veces. La observación ha sido formulada

ral»

Historia

la

la teoría del big

culturales es

de naturaleza cósmica,

estrictas,

génesis «cultural»,

esquemas de

que

lo

las ciencias).

219

I

periódica de los elementos, por ejemplo, suele ser considera-

la clasificación

sistema solar,

las categorías culturales

y

desde luego también en

cultural;

de Historia de

las esferas

tercer reino

en correspondencia con

reino vegetal

el

y con

el

cómo para el químico moderno, dice, el «mundo minepresenta como algo dado (por cierto, Bachelard habla de cómo

reino animal; pero ral»

ese

ya no se

mundo

mineral se

presenta

le

al

hombre, a

una profundidad humana», puesto que ral

no

es sólo

en cuanto «provisto de

tema de

la historia

natu-

sino de la historia humana). «Agustín Laurent decía ya [en 1854]: "La

Química de hoy ha llegado a la

él

saber,

Naturaleza] "; sus cuerpos

ser la ciencia

de

los

cuerpos que no existen [en

han sido creados por el hombre y, por tanto,

por un abuso del lenguaje podemos decir de un fenómeno químico que

fenómeno

ser considerada

ocupa de objetos timos

que concluir, como sugiere Bachelard, que

natural.» ¿Habría

Química debe

culturales,

como una lo

estaba

Bachelard,

por

Naturaleza/Cultura; porque lo que no es cultural no por

y porque

natural,

concepto de «Naturaleza»

el

un la

ciencia cultural, en tanto que se

de «creaciones del hombre»? No,

como

aprisionados,

sólo

es

si

la

no nos sendisyunción

que

ser

como

su

hay otras situaciones en

las

es

ello tiene

tan metafísico

correlativo de «Cultura».

Además

del caso de los «objetos químicos»

cuales

no

de

estructuras naturales (de las configuraciones naturales,

las

serlo los

sería posible hablar ni siquiera

elementos de

la tabla

acelerador de partículas),

de

las

sería

las

la serie

como puedan

periódica que se producen efímeramente en

aunque tampoco sean

estructuras matemáticas,

mejor decir que

de estructuras vinculables a

como

culturales.

Me refiero

estructuras terciogenéricas;

al

un

caso

aun cuando

estructuras culturales se inscriben en la materialidad

terciogenérica que decir que,

al inscribirse allí,

dejan de ser culturales. Sólo

algunas de estas estructuras encuentran una realización aproximada en la

88

Gustavo Bueno,

Gastón Bachelard, Le matérialisme mtionneL,

El

mito de

la

París,

1953, p.2.

cultura [1996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

220

mito de

El

I

cultura

la

Naturaleza, pese a que Euclides o Kepler, siguiendo a Platón, creyesen que los poliedros regulares tenían todos ellos que reducirse a la condición de esencias naturales. Pero, ¿en

qué parte de

juntos transfinitos o

el

les,

la

naturaleza existe

triángulo birrectángulo?

Son

el

estructuras transcultura-

noemáticas, terciogenéricas, pero no hay ninguna razón interna para con-

siderarlas

Es

como

aunque tampoco sean

estructuras culturales,

mundo

la disyuntiva, aplicada al

De

real,

que

tural

encontramos capítulos destinados a exponer, no ya

ser desbordada.

hipercubo, pero ni siquiera

hecho, en ningún tratado de Antropología cul-

o

las

de

los

principios presupuestos ha

contenidos mismos de

como

propiedades del

a exponer las propiedades del telar

ábacos para contar números enteros. Aunque, a decir

verdad, cabría citar algún caso en

los

las

propiedades de los triángulos pitagóricos, aun

ias

cuando encontramos capítulos destinados

mano

naturales.

«o Naturaleza o Cultura», la que

tiene

de

hipercubo, los con-

el

empujado la

que

el

«espíritu de coherencia»

con

los

a algún antropólogo a intentar analizar

Química o de

la

Geometría, considerándolos

partes de la jurisdicción de su disciplina, en cuanto ciencia del «todo

complejo». El propio Tylor podría ser citado

como un ejemplo

.

89

Por lo

demás, cabría decir que esta visión de tantos contenidos aparecidos «en seno de

la cultura»

como

contenidos que

la

tenidos transculturales que constituyen partes de

nueva.

También

físicos:

fue

la

que una

es cierto

tal

la

trama del

visión fue expresada en términos meta-

visión que, por ejemplo, tuvieron los antiguos cuando inter-

pretaron ciertas obras de arte

transmundanas; fue

la visión

como

mimesis de hipotéticas formas ideales

que tuvieron

los sacerdotes

nes cuando interpretaron a sus dioses, o a sus normas, realidades distintas del

como dones

89

Véase

el

de

hombre

(acaso

de muchas

como

El

religio-

revelaciones de

porque eran naturales, zoológicas) o

la Gracia.

comentario que hacemos

al

proceder de Tylor en Teoría del cierre

categorial, pp.

827, vol. 3, Pentalfa, Oviedo, 1993.

(pñ Gustavo Bueno,

el

como conmundo, no es

transcienden, es decir,

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

826-

1

9 El

mito de

la

cultura kitsch cosmopolita

No

existe

y

una «cultura universal»

La idea de una cultura nido

cultura universal

la

mismo de todo

universal es propuesta

proyecto de unidad de

la

una y otra vez como el contehumanidad; pero este proyec-

inmediatamente en dos, en función de

to se desdobla

la existencia,

que ya

hemos considerado, de

la

cial (ya sea particular,

ya sea especial). Oposición que suele ser percibida

muchas

como una

veces

mediante

la

oposición entre una cultura total

contradicción que pretende encontrar resolución

conformación de una cultura universal (para todos

que fuera general o global específicas del

En

el

y una cultura par-

(es decir,

todo complejo de

capítulo anterior nos

comprensiva de todas

los

hombres)

las líneas

o ramas

la cultura).

hemos

referido a las contradicciones entre la

llamada cultura global o general y la cultura especial; en el presente nos ocuparemos principalmente de la contradicción entre la cultura universal y la cultura particular (eminentemente,

Por

lo

las

culturas étnicas).

demás, nos encontramos ante dos órdenes difícilmente separables

de contradicciones; se trata más bien de dos «sistemas» de oposiciones o contradicciones «matricialmente entretejidas».

puede interpretarse ya como cultura

mismo hay que cial

En

especial

efecto, la cultura universal

ya

decir de las culturas particulares.

como

cultura global; y lo

Asimismo

la

puede entenderse tanto desde una perspectiva universal cuanto desde una

perspectiva particular;

y

mismo habrá que

lo

decir de la cultura general. Sin

embargo, reconoceremos una suerte de dualidad, derivada de de considerar a ya sea desde

90

la

matriz de referencia ya sea desde

Gustavo Bueno,

Damos una

El

de sus columnas

la perspectiva

representación,

matriz que ha de cotejarse con

(pfí

cultura espe-

mito de la cultura

[1

las

con ejemplos, de

la

la

la posibilidad

perspectiva de sus

filas,

90 .

matriz a

la

que nos referimos en

el texto,

presentadas en los capítulos 6 y 8; se basa en una interpretación.

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

222

El

I

mito de

la

cultura

Ante todo, permítasenos subrayar hasta qué punto ciones envuelve efectivamente a

las principales

«mundanos o académicos» que

los debates

oposiciones que aparecen en

tienen lugar en este terreno.

referimos, ante todo, a los debates, porque acaso

siempre a

la realidad, al

tar las líneas las

margen de

de oposición

como

no

Nos

sería posible referirnos

esos debates. Por ejemplo, cabría interpre-

dicotomías integrales (o exhaustivas) según

cuales el «todo complejo» quedase dividido en dos mitades, pero tales

una de

una cultura

cultura que niega la posibilidad

la

como

universal (tanto especial

mo megárico del que hemos hablado tura

que

que niegue la

la

posibilidad

general)



misma de

es el caso del relativis-

— o bien por una concepción de

misma de

las

la cul-

culturas particulares, alegando

«verdadera cultura», sin dejar de ser particular, ha de ser también uni-

que conforma

versal (es la lógica

«héroes individuales»

—Don

concepto,

el

muy

heterogéneo, de los

— o bien de —

Quijote, «manchego universal»

grupos sociales distinguidos por su significado histórico

como

que

fuera la clase vacía. Resultaría, según esto, que habría que optar,

ellas

o bien por una concepción de

«clase universal»



(aunque pueda

integral

proletariado,

el

ser

las líneas

de oposición en un sentido

dicotómico con relación a contenidos determi-

nados). Se reconocerá, por tanto, que ninguno de los cuadros de la tabla

nen por qué considerarse tinción debida a Ibn

vacíos.

Y así,

podrá hablarse (generalizando una

Derecho, Teología, Lengua, &c.

—y

propias de cada pueblo»

«ciencias

—Matemáticas, Medicina,

Física,

no exenta de

longitudinales»

artificio,

como

«líneas transversales»

de

tie-

dis-

Hazm de Córdoba, de una gran significación en teoría de

la ciencia, la distinción entre «ciencias

ra considerada

los

).

Pero también es posible interpretar

no

de oposi-

este sistema

las «líneas

Astronomía,

como

comunes

&c.—)

—Gramática,

a todos los pueblos»

de una cultura pani-

notas intensionales de una idea de cultu-

totalidad compleja cuya extensión distributiva estuviese constituida por las (I, II, ...):

Especial

General

(sectorial)

(global)

Cultura particular especial

Cultura particular global

Cultura según su intensión

Cultura

según su extensión

Particular

(cultura musical de la

Corte de Felipe

Cultura universal especial

Universal

(la

Cultura universal global

(música de todos los pueblos)

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

cultura española a lo

largo de su historia)

II)

996], séptima edición, Barcelona

(«la cultura

2004

de

la

humanidad»)

© FGB 201

1

El

cular de

y de una

«Contenidos de

como

candidatos más probables

vista, estas

y no ya porque haya que poner en

no, la universalidad de

poner en duda, según matemáticas o de quier caso

mos

cultura kltsch cosmopolita

I

223

de

titulo

al

la cultura universal»).

Sin embargo, desde nuestro punto de sorias,

la

cultura universal a todos los pueblos (las Matemáticas o la

podrían citarse

Física

cultura universal y

la

pueblos (de una cultura étnica, aquélla de la que se ocupa la

los

Etnografía)

mito de

las

lo

matemáticas o de

dicho en

la física

tela

como

el

de

la física, sino

modo

spengleria-

porque

es preciso

párrafo anterior, la consideración de las

contenidos de

no hay que confundir

probabilidades son ilu-

juicio, al

la cultura objetiva.

En

que

la universalidad transcultural

cual-

atribui-

a las matemáticas o a la física «verdadera» con la posibilidad de univer-

salidad de otros contenidos culturales.

engañar por

las

Hay que

apariencias de los debates

estar alerta para

cuando

como

entre contenidos particulares y contenidos universales,

oposiciones entre

momentos de

no

dejarse

se refieren a oposiciones

la cultura viviente;

si

se tratase

cuando acaso sólo

de

esta-

mos

delante de oposiciones entre algo que es vivo y algo que es sólo pintado.

Así,

cuando

se

humanidad»

opone

religión positiva a

oponiendo propiamente dos géneros de las religiones vivas (positivas)

dos filósofos de tivos»

de un pueblo a

la religión «étnica»

una

(es decir,

una

la «religión

de

la

religión natural), ¿estamos

religiones efectivas o bien solamente

a las especulaciones de ciertos teóricos, llama-

la religión natural?,

¿estamos oponiendo los sacerdotes «posi-

de cualquier religión histórica

al «vicario

saboyano»

como pueda

ción propio de una novela filosófica,

como

ente de

fic-

el

Emilio de

lengua: la oposición entre

una lengua

serlo

Rousseau?

Otro tanto habrá que decir de positiva

y

la

«lengua universal» no puede confundirse con

la

dos lenguas positivas

(el

griego

y

el latín

o

el inglés

y

el

la

oposición entre

español);

no

es

una

oposición entre dos lenguas reales (vivas o muertas) sino entre lenguas reales

y lenguas

imaginarias,

como

aquella lengua universal del futuro que

defendió entre los soviéticos hasta que Stalin ridicula.

¿No habría que

la

desautorizó

como

Snow

sobre la existencia de

las

oposición que venimos considerando:

con

cuya denotación las

la

y una cultura

Gustavo Bueno,

El

tiene,

por

«culturas propias de

especial)

cierto,

la

«primera cultura»

una

(la

las líneas

el

de

cultura litera-

muy amplia

referida a

una

cultura

cultura científico técnica, que es también

especial dentro de la cultura particular

[1

(la

franja de intersección

un pueblo» de Ibn Hazm,

«segunda cultura»

mito de la cultura

y

La famosa

«dos culturas» en

seno de nuestra sociedad industrial podría reexponerse siguiendo

ria,

utópica

decir otro tanto de la oposición entre el derecho

positivo y el derecho natural, a pesar del «derecho internacional»?

denuncia que presentó

Marr

996], séptima edición, Barcelona

de Occidente, pero con

2004

© FGB 201

224

mito de

El

I

la

cultura

Snow

pretensiones de aplicarse a todos los pueblos). Además,

un

principio a establecer entre estas dos culturas especiales similares a las

que median entre

cuando hablan de

la cultura

muy próximo

de La Teñe o de

tipo de relaciones

de

al

de

la cultura

los

antropólogos

los trobriandeses).

Sin embargo, también es verdad que en una reexposición ulterior creyó poder referirse a una «tercera cultura», que integraría a

y de las que no se excluirían «segunda cultura».

res,

No

las

un

ra total;

ideal

Snow

proyecto de «edu-

la

burgueses



cultu-

Tercera Internacional, en la perspectiva de una pro-

los

tiempos de

decía Bakunin

un poco más de

También

es

verdad que

Primera Internacional: «Los

— no piden más que

poco de ahora,

lo

total».

la

...nosotros,

instrucción para el

demócratas

socialistas,

integral toda la instrucción, tan

pueblo instrucción

lo requiere la fuerza intelectual del siglo, a fin

clase obrera

una

idea de

advenimiento del «hombre

el

Soviética

el

ya desde

como

Unión

la

letkult orientada al

pedimos para

citaba a la

capaz de aproximarse a

este ideal soplaba

pueblo,

dos anterio-

que efectivamente acompañó siempre

cación politécnica» de

socialistas

las

Snow 91

virtualidades universales atribuidas a la

deja de ser interesante recordar que

como impulsora de un proyecto

un

(como hemos ya dicho,

culturas particulares

habla de estas culturas en un sentido

tendió en

no haya de ahora en adelante ninguna

completa

de que por encima de

clase

la

que pueda saber más

92 y que precisamente por ello pueda explotarla y dominarla». Se «pedirá el principio» suponiendo que cabe hablar de la «tercera cultura» de Snow o de

la

«instrucción integral» de Bakunin, a la

mera

cultura, o

de

manera como hablamos de

burguesa o proletaria; se pediría

la instrucción

pio suponiendo que esta cultura proletaria, resultado de gral

de un proletariado victorioso,

caso, tratando esta cultura

como

es

si

una cultura

la

instrucción inte-

universal posible

fuese ya «viva»

y no

la pri-

el princi-

y,

en todo

sólo «pintada».

Pues, en realidad, esas «culturas de síntesis universal», ya se

propongan

como tareas propias de las universidades tradicionales (Ortega propuso en su momento una «Facultad de Cultura») ya en las universidades obreras, no son otra cosa sino

una cultura

particular

y

especial más, al lado de las otras cul-

turas especiales o particulares, por ejemplo,

91 C.P.

una «cultura enciclopédica», una

Snow, «Las dos culturas: un segundo enfoque», en

la

edición citada de Las dos culturas,

pp. 81-127. 92 Mijail ta,

Bakunin, La instrucción integral (1869), edición española de Claudio Lozano, Olañe-

Barcelona, 1979, p. 48. Citamos este texto en

ponerse en correspondencia con

la

suposición de que

como

el

término

[1

996], séptima edición, Barcelona

cultura, tal

el

se utiliza

término instrucción puede

actualmente en los contex-

tos políticos análogos.

(pñ Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

2004

© FGB 201

1

El

mito de

«cultura general», para uso

cultura universal y

la

y consumo de una

cultura kitsch cosmopolita

la

todo caso, esa instrucción integral está concebida desde

el

plano de

una empresa la

misma

social

En

burguesa o proletaria.

elite

la perspectiva

tura subjetiva de los individuos que se ejercitan adquiriéndola,

contribuir a

225

I

de

aunque

la cul-

sea para

universal. Pero la cuestión está planteada

y

cultura objetiva.

Y

en

plano

este

es

en donde

en

la idea

misma de una cultura universal, no ya total, pero ni siquiera especial, se nos como una idea problemática, por no decir contradictoria. Por de pronto, esa cultura no existe, y en este punto están de acuerdo al menos todos los que proponen una tal cultura como un «proyecto humanístico o político», acaso, a lo sumo, considerado en vías de ejecución. De otro modo: la culmuestra

tura universal

Pero

si

en todo caso, para estos proyectos,

es,

descartamos

la posibilidad

la cultura del porvenir.

de una creación ex

nihilo

de una

tal cul-

tura o, lo que es equivalente, la esperanza de que ella nos viniera dada por revelación de alguna Iglesia divina o de alguna benévola sociedad de extraterrestres,

tendríamos que suponer siempre que

marse a partir de

las

o

del pretérito.

podría resultar esta cultura que ha de forjarse a partir de presente?

La

1)

Disponemos de cuatro

ha de

la cultura universal

culturas particulares del presente

las

for-

¿Y cómo

culturas dadas del

alternativas para responder a esta pregunta:

universalización, entendida

como

un proceso de geneen un corte acompañado de una «inte-

resultado de

ralización de todos los contenidos culturales específicos dados

histórico determinado; proceso

que debería

estar

gración» de estos diversos contenidos culturales. La idea del

podría considerarse

La

2)

como

universalización,

el

«hombre

total»

horizonte límite de esta primera alternativa.

como

resultado de la prevalencia hegemónica de

algún contenido especial y particular (pongamos por caso: la democracia parlamentaria, la sociedad de mercado, el vídeo o la religión católica) sobre todos

demás contenidos

los

que

ir

3)

particulares de su línea; proceso

que también tendrá

acompañado de un ajuste y reorganización de los contenidos restantes. La creación de contenidos nuevos por transformación o anamorfosis de

contenidos ya existentes, pero manteniendo muchos de

La desaparición de todos

4)

dados y

la creación,

los

tales

contenidos.

contenidos culturales históricamente

por emergencia, de una cultura nueva

y,

con

ella,

de un

«hombre nuevo».

De

estas cuatro alternativas la

primera camina

muy cerca del armonismo

modelo UNESCO, por ejemplo; y la cuarta en las proximidades del catastrofismo milenarista (sostenido por algunas sectas de nuestros días, aunque con tradiciones

Gustavo Bueno,

El

muy

mito de la cultura

lejanas).

[1

Dejamos de

lado,

por metafísicas,

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

estas

dos

226

I

mito de

El

la

cultura

y por tanto, la oposición que ellas delimitan (una opoque contiene aquella otra que Umberto Eco popularizó hace unos años

alternativas extremas,

sición

como oposición En efecto: la que puede

entre integrados y apocalípticos).

un pensamiento mágico,

atribuirse a

¿cómo podemos entender

ra,

no

cuarta alternativa, desde luego,

te

de emulsión de todas

te

hubiera de perderse?

la integración

ellas,

en una

tiene

Cuanto a

acausal.

de todas

más alcance que

en

la

prime-

en una suer-

las culturas

síntesis integral

la

el

que nada existen-

Carácter mítico del proyecto de una «cultura universal» Sin embargo, cuando denunciamos

no

cultura universal,

lo

dida a y,

las

demás

esbozado.

¿No

«crisis

culturas,

muy especialmente,

carácter mítico del proyecto de

hacemos propiamente desde

suele llamarse «crisis de la cultura».

da muchas veces como

el

de

de

La idea de

la

depende de

la

su través, exten-

idea teológica de cultura «alemana»

la idea «circunscrita»

que

de lo que

cultura (interpreta-

la cultura occidental») y, a

ocurrirá sencillamente

lo

de cultura, cuyas líneas hemos

que

de cultura que nos forjamos bajo

tura, es la idea

la perspectiva

de

crisis

una

está

en

crisis,

más que la cul-

la inspiración

de

la

los

fundamen-

idea teo-

lógica?

En tos»

de

sis

se

más mínimo? Lo que

habían forjado

que para

el

se

conmovió, ¿no fue

Occidente» representa políticamente

auténtica hay

una

sola respuesta correcta, 2: existe

las respuestas justas,

y 3: todas las

¿no están hablando de

la crisis

jante «trípode del Occidente»?

de

la

con

conmo-

se

matemática

de

los «pies del

para cada pregunta

un método para encontrar ser compatibles entre

idea que ellos se han forjado sobre seme-

Otro ejemplo: ¿acaso

greso universal e indefinido (desde Fontenelie

Darwin) puede

[1:

la

Berlín de la «cri-

I.

la fractura

han de

respuestas justas

de

la idea

Quienes hablan con

los formalistas?

trípode» en el que, al parecer, se apoya su estructura

sí],

de

la «crisis

matemáticas; pero, ¿acaso los matemáticos profesionales

las

vían en lo

que

hablándose de

los principios del siglo seguía

de

la crisis

de pro-

la idea

y Condorcet, hasta Spencer y

progreso efectivo, categorial y limitado, en tecnología, en medicina, en matemáticas?

Cuando

identificarse

las teorías del

«pensamiento débil» anuncian

moderna, ¿no están en rigor na, sino a la idea

dernos»,

que de

como una

refiriéndose,

esta

El

época

no ya a

se forjaron

construcción polémica o,

editorial italofrancés? la única

(pñ Gustavo Bueno,

la crisis del

mito de la cultura

[1

novedad

sería

si

la crisis

ad hoc

el final

de

la

de

época

época moder-

los propios

se quiere,

la

«postmo-

como un

invento

su retórica: llamar pensamiento

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201



1

El

débil

al

que renuncia a

habían hecho

mito de

la

la

cultura universal y

«comprensión del todo»

como

los «espíritus fuertes»,

«librepensadores» que, justamente en

ron .

la Crítica

Lo que

como

tal

de

la razón pura

es débil,

¿no es

el

límites

o

el

—precisamente

que

es lo

se les

Ignoramus, Ignorabimus! un siglo después

el

más

fuerte

el

pensamiento

en cada caso? ¿Qué

es

más

es

227

i

llamó a los libertinos y a los centro de la época moderna presenta-

un motor perpetuum mobile que no

cia:

cultura kitsch cosmopolita

pensamiento monista, que no

pensamiento? ¿No

na sus propios

la

existe

fuerte,

existe

propiamente

finito

que determi-

qué tiene más poten-

o una locomotora

finita

capaz

de arrastrar decenas de vagones y cuya debilidad consistiera en su incapacidad para moverse a sí misma? Pero hay más: el síntoma del «fin de los grandes rela-

en beneficio del pensamiento fragmentario, como

tos»

diagnóstico diferencial

de

la

cultura

moderna y la

característica para el

posmoderna, parece un

sín-

toma inventado, puesto que no es la concepción marxista el único «gran relato» del siglo XX heredero del siglo XDC. Nunca como en los finales del siglo XX, los «grandes relatos»

han alcanzado vigencia

más como contenidos de una mológico», salva

otra cosa

es,

sino

hombre, o

del

un gran

la idea,

93 ,

las

¿No

es

presentándose ade-

un «gran

relato cos-

big bang, que monopoliza inquisitorial-

vertíate, la teoría del

como denunció Arp

mente,

casi universal,

«cultura universal».

concepciones

físicas

del Universo ? 94

relato ético político, la declaración

de

los

¿Qué

derechos

de Popper a Fukuyama, de una sociedad abierta uni-

y definitiva, edificada sobre la democracia parlamentaria, el vídeo y la economía de mercado? ¿No son grandes relatos también, aunque estén en

versal

competencia con otros de su género

Media



las

doctrinas del cristianismo

únicas para la superación de la

crisis

po? Por último, ¿no son grandes

—como

relatos,

desde

del islamismo, propuestas

y

de

lo estuvieron

la

la

Edad

como vías

cultura universal de nuestro tiem-

y en modo alguno pensamiento

frag-

mentario, los planes y programas económicos que obviamente no hace «la Humanidad», sino los japoneses, los yanquis o los alemanes?

En todo está

en

caso

crisis,

no

debido sobre todo a pueblos entre

93

es la cultura,

sí.

el

mismo gran

306

relato

sistema morfodinámico, lo que

sociedades intercaladas en esa cultura,

que a

particular, es el

Halton Arp, Controversias sobre Es

como un

las

los conflictos

En

Tusquets, Barcelona, 1992, 94

sumo,

sino, a lo

través de las culturas

derrumbamiento de

las distancias

cósmicas y

los

la

mantienen

Unión

cuasares (1987), edición española,

pp.

que escuchamos en

la

gigantesca cantata de

Haydn, La Creación

el momento en Und es ward Lich.

(1796), que también nos ofrece un fortísimo acorde en forma de gran explosión en

que

el

Gustavo Bueno,

El

el

coro del principio canta

mito de la cultura

[1

los

Soviética

la

creación de la luz: «Es werde Licht!»

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

228

mito de

El

I

uno de

la

cultura

los principales factores

de

crisis

que ha determinado una

ción de la morfología del sistema dinámico de

La «cultura mente

universal» de nuestra época, en tanto

diversificada según sus categorías

alimento inagotable para tan a

Nos

ella.

una de

que

una cultura suma-

es

también universales, constituye un

y millones de individuos que se enfrencultura mundial diversificada como «cultu-

los millones

referiremos a esta

ra instrumental»

o «cultura compleja universal».

En

seguramente,

ella reside,

peculiaridades de nuestra época (y especialmente la peculiar situa-

las

ción que a

la reflexión filosófica se le

plantea hoy):

quiera que quiera considerarse inmerso en

la

necesidad que cual-

la

cultura universal del presente

de invertir todo su tiempo disponible para poder alcanzar

tiene

reorienta-

la cultura universal.

de gobierno de los contenidos culturales, tecnológicos,

forman parte de nuestro mundo cotidiano. Hace un «orientarse» en el

mundo

el

mínimum

políticos, &c.,

que

siglo era posible todavía

un

práctico (geográfico, político, técnico) en

inter-

valo de tiempo relativamente corto y era posible, por tanto, procurarse lo que se

llamaba una formación más o menos profunda, desde

cual pudiera abor-

la

darse la vida profesional, la especialización o la reflexión ideológica.

ción del presente se ha invertido, pero no tanto porque

el

como

roto la unidad armónica del todo o la visión de conjunto,

mos

La

situa-

especiaiismo haya

sido «arrojados» a la necesidad de contentamos con

si

hubiéra-

«pensamiento

el

fragmentario y particular». La situación es en cierto modo la opuesta. No es el especiaiismo, sino la necesidad de un enciclopedismo de conteni-

dos universales (relatos universales,

como

el

genoma;

de partidos móvil,

deba

el

diaria

instituciones universales,

políticos; tecnologías e

ordenador; &c.),

invertir

el

big bang, proyectos universales,

como

no

mundo

de

que

el

representaba para

ellos se ofrecen.

la

invierte el primitivo frío

el

el

primitivo:

la satisfacción

(pñ Gustavo Bueno,

El

el

Pero

la

ella, lo

que

modo

Y

el

auto-

la catarata

universalidad de

el

mundo

mate-

variables práctiellas,

tiempo completo los

animales y

lo el

tiempo completo de quien tiene garanti-

de sus necesidades básicas ha de

tiempo

y con

sumergiéndose en

si el

en buscar alimentos, defenderse contra

calcular, a hablar otros

que miden

ellos

un mundo cuyas

tiempo disponible.

o descansar, en nuestra época

zada

el

cultura compleja viene a significar, para las

podían ser «controladas» de algún

invirtiendo en ellas todo

como

garantiza algo similar a la formación; antes

nuevas generaciones que han de incorporarse a

cas sólo

fútbol, la ópera, el sistema

que determina que cualquier persona normal

la

de productos que a través de

rial salvaje

el

instrumentos universales,

todo su tiempo en aprender a contar con

estos contenidos culturales

bien, se diría

como

invertirse

en aprender a

idiomas distintos del materno, a seguir los incidentes

social a través

mito de la cultura

[1

de

las ligas

de fútbol o del calendario de

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

mito de

El

cultura universal y

la

como

elecciones parlamentarias, a visitar países, a leer periódicos

revistas,

y

cultura kitsch cosmopolita

la

I

229

por lo menos media docena de

turista

a seguir varios canales de televisión

y mante-

y de otros miembros de la clase ociosa. Puede decirse, por tanto, que una «vida llena», en nuestro tiempo, es una

nerse al tanto de las vidas de los actores

vida íntegramente cultural, volcada la «cultura

generis

cuyo

interés

no

impide y produce un tipo de homo sapiens sui mayor (tampoco menor) que el que pueda tener

la

es

una banda de chimpancés explorando hombres de

sente intemporal, así los

De

la selva.

primeros hombres estaban absorbidos en

que

las tareas

modo,

este

les

que van apareciendo en todos

que controlar o

(del

la recolección

la

y aun

escala planetaria.

Más

aún: es en

la cultura

existir

y que

— en donde

menos en

fútbol,

o en

principio.

el

tales; ellas

(a veces hasta

que controlar

como un todo

misma

la

No

es

en

la

caza

las

que impulsan

interconectado a

esta cultura universal, sobre



los juegos olím-

existencia de las unidades cul-

el

estadio olímpico, en

son

donde el

de su reconocimiento

campo de

batalla, sino

las naciones

entusiasmo de

en

el

compiten de

las

multitudes

dos mil millones de personas simultáneamente) en torno a unos

juegos simbólicos que por



mismos no

su funcionalismo no se reduce las

modo

tiene de algún

tenía

turales particulares (étnicas) encuentra la posibilidad

campo de

novedades ince-

compleja universal» tiene su

ámbito de

el

picos, el fútbol, el rock

nuevo como

deparaba un pre-

las

todo a través de alguna de sus instituciones más vigorosas

al

los

biológica indiscutible, pues es a su través

«humanidad» comienza a

incruento,

como

de alimentos).

funcionalidad social, política

como

los órdenes

mismo modo que su antepasado

embargo, esta «lucha por

Y, sin

así

sociedad planetaria tienen que vivir

la

inmersos en un presente puntual, fugaz, constituido por santes

universales de

instrumental compleja»; lo que no garantiza a nadie una forma-

que antes bien

ción, sino

dominio de contenidos

al

condiciones son

muy

al del

distintas.

explicarían ese entusiasmo. Por eso

panem

et circenses

de

La gran importancia

la

— depende

general, de los juegos olímpicos internacionales

Roma

imperial:

del fútbol

—o en

enteramente, a

pesar de las arengas apoliticistas de sus gestores, de la asociación de los equi-

pos a

las

unidades políticas nacionales (o regionales o municipales en su

y es el fútbol quien demuestra su existencia. El intríngulis de un partido de fútbol no es menos interesante que el que es propio de un buen crucicaso),

grama, aunque también atletas vocales

de

la

no reúne virtualidades tendencias de

Gustavo Bueno,

El

las

es

verdad que

ópera tampoco

es

el intríngulis

mayor

(ni

de una fermata de los

menor); pero

sociales suficientes para polarizar

el

simbólicamente

grandes multitudes.

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

crucigrama

© FGB 201

las

230

El

I

mito de

la

cultura

Orwell ya advirtió que, en

Olímpicos de 1936, o

el

período de entreguerras, los Juegos

el

Tour de Francia, o

la

Copa Mundial, cobraron un

sesgo francamente nacionalista, que contribuyó a

contemporánea de

la definitiva cristalización

los Estados nacionales. Gracias al fútbol

y a

Juegos

los

Olímpicos millones y millones de hombres se interesan los unos por los otros, conocen sus ciudades y sus patrias respectivas, escuchan solemnemente (es acaso la única ocasión) los

una

gracias a

fútbol, la

himnos

nacionales;

los pueblos,

decirse,

por tanto, que

como pueda serlo un

institución cultural tan «banal»

armonía universal de

puede

de

las

partido de

ciudades y de los Estados,

produce como una armonía incruenta de contrarios.

se

La importancia de

la ópera,

dentes, se funda en los

para

las

capas de las burguesías urbanas ascen-

mismos mecanismos en

los

que

se

apoya

impor-

la

tancia del fútbol para las capas de trabajadores urbanos. ¿Por qué la ópera

no

el teatro,

conocer la

el

por ejemplo? Porque

idioma nacional

la

música puede seguirse

(a veces es

mejor no entenderlo, como ocurre con

ópera verdiana o wagneriana). Los argumentos de

ral situaciones

estrambóticas e

tomar posición práctica en «de

tesis»); los divos

irreales,

Sevilla,

tales

(como

son internacionales,

en comunión con todos

sienten

pero

los entreactos

temporadas de ópera de

las

y

de

sin necesidad

y,

la

ópera ofrecen en gene-

que no obligan a nadie a

obligaría

una obra de

por consiguiente,

teatro

los asistentes a

de Bilbao, de Madrid o de Oviedo,

los

demás

asistentes «distinguidos»

se

del

mundo, de Nueva York, de Londres, de Milán o de París. En comunión, además, con unos valores que han sido declarados ad hoc en la cumbre de la espiritualidad, «supremos», a pesar

de su inanidad intrínseca.

El ideal de la cultura universal se realiza por tanto, principalmente, en la

sociedad industrial kitsch (aun

cuando



tanto en sus elites

el kitsch sea

como en

por su universalidad

caracteriza, precisamente,

las

masas

— como

cultura

de especies diferentes). La cultura kitsch relativa (respecto

se

de una

supuesta y autodenominada cultura de elite o de vanguardia), y por el abigarramiento tanto de objetos como de funciones dentro de un mismo objeto

(un

despertador será

reloj

al

mismo tiempo encendedor y

sacacorchos). El

kitsch va siempre referido a otro nivel cultural (en arte, literatura, ote.) que se estima

como

superior a nivel de elite o de vanguardia.

quiere ser sucesora, en principio, de

una cultura terístico

que

el

la

Una vanguardia que

cultura aristocrática, que también era

enciclopédica, cosmopolita. El abarrotamiento de objetos carac-

de un cuarto de

estar del kitsch

de

la

época burguesa no

abarrotamiento del gran salón aristocrático; sólo que aquí

es

mayor

los objetos

eran auténticos y quedaban dispuestos en un espacio suficientemente grande como para que el «aura» irradiada por cada objeto no invadiese el aura irra-

(pñ Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

El

mito de

la

cultura universal y

diada por los demás objetos. Así también, nuestro siglo

—reaccionando — impulsado por

contra

van der Rohe jadores

está

el

cultura kitsch cosmopolita

la

231

I

neokitsch de la segunda mitad de

funcionalismo de Gropius, o de Mies

el

enciclopedismo de

el

y empleados o funcionarios que forman

el

masas de traba-

las

gran cuerpo electoral de

las

democracias actuales y que no toleran ser menos que los pequeños burgueses, cuyos padres aún conocieron como la clase más alta, próxima a la suya.

Y

mientras que

el

kitsch de la belle époque manifestaba su capacidad de

participación de la cultura aristocrática (incluso feudal) mediante la repro-

ducción industrial de cuadros, esculturas, novelas, que, envolvían la idea de

un progreso de

como época de

sente,

piedras,

kitsch, el kitsch

de

el

es

necesidades

deliberado,

la

,

el

como en

el

pop-art que asociamos

sus formas se basan «no tanto

un plan de acción que

se basa

en

el

la fábrica

cuyo

co una determinada cantidad de novedad por

el

no sobrepasa mucho es sólo

la

diseñador en

fin es insertar

en

el

públi-

objeto ». 95

cuyo

bien, la universalización enciclopédica de la cultura global,

de cultura kitsch, no

en

inventario de las

y su excitación permanente, plan concebido por

radio de acción

neo-

kitsch sovié-

el

puesta en circulación de nuevos objetos, con

colaboración con los ingenieros de

Ahora



el

ya sus propias formas culturales creadas por

un sucedáneo, y

copia de lo antiguo sino en

del pre-

llevaba a

cemento, o

en sus construcciones de kitsch romántico

«diseño» o multiplicadas industrialmente

un propósito

el

socialdemocracia (podemos dejar de lado

la

Andy Warhol. No

—que

extremo de imitar con piedras

tico del «socialismo real»), ofrece

a

una revalorización

plenitud, de felicidad, de igualdad

Gaudí, pon ejemplo, hasta

cemento con

los tiempos,

mismo tiempo,

al

al

«primer mundo», que toma

la

forma

una degradación ramplona de un proceso que

pudiera haber seguido otros caminos. La universalización de

la cultura,

en

el

sentido enciclopédico, o de la polimatía, conduce siempre a algún tipo de kitsch, el

la

conciencia de plenitud y de felicidad, de autosatisfacción por de los últimos productos de la moda y de la cultura, incluyendo

falsa

consumo

aquí a la

de

cultura filosófica (no tocaremos aquí

que pudiera considerarse como filosofía

analítica del lenguaje ordinario» puesta

kitsch,

darse

95

Gustavo Bueno,

de

la

el

por supuesto, por un deter-

mito de la cultura

no puede

olvi-

concepto mismo de kitsch (su generalización, desde

pintura

Abraham Moles, El Kitsch,

El

y,

profesores especialistas en ese kitsch). Pero

tampoco que

inicial terreno

representada por la «filosofía

en boca, o improvisada, por presenta-

dores de televisión, periodistas o políticos, &c.,

minado grupo de

mecanismo de producción de

el

[1

al

el

terreno de la música, del teatro, de la literatura.

el arte

de la felicidad (1971), Paidós, Barcelona, 1990, p. 177.

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

2j2

de

I

mito de

El

la

la filosofía,

que

la elite

de

la

moda, &c.) fue acuñado en Alemania precisamente por

creía detentar los valores

cipalmente,

Por

cultura

como

vanguardia,

ello el kitsch se asocia

el

más

auténticos y genuinos,

monopolio de

desde

el

poco

la «creación» cultural.

lo

aproximan a

como

el

kitsch de la vanguardia?

La superioridad de

la «cultura

vanguardia» ¿consiste en algo más que en su condición de cultura de desarrolla su universalismo

que producen para altos ejecutivos

de

en

la

forma de un internacionalismo de

los presidentes la

En

es

elite

de

que

las elites

de Consejos de Administración o para los

empresa privada o pública? El

Pavarotti, expuestos al público, ¿no

Gaudí o

que

lo cursi,

y aun a individuos más bien débiles y cultura de vanguardia no depende tanto o más

aplicable sólo a minorías

agresivos). Pero ¿acaso la

del kitsch

prin-

principio a la «cultura de masas» (a pesar

de que algunas equiparaciones de diccionario

un concepto

y muy

de Miró o

arte

son contenidos tan kitsch como

de Yerdi? ¿Y cómo podría ser de otro modo? momento en que se unlversalizara definitivamente,

el

el arte

de de

el

el

dejaría de ser,

no

sólo arte, sino cultura,

la realidad natural.

y

se convertiría en

Fenómenos de masas como

el

la

cultura kitsch

una

refluencia de

de Woodstock ‘94 alcanzan

inesperadamente un interés etoíógico más que un interés antropológico, sin

duda por

lo

que

ellos tienen

también de contracultura, en

cional. Por último, el kitsch afecta también,

por

los

que

idia, idion ral;

en virtud de

se difunde, a la propia universalización

de

el

sentido conven-

los propios

medios

los idiotismos

( idios,

= lo propio, lo privado) propios del nacionalismo político cultu-

porque en

la

multiplicación de

un modelo

nacionalista prevalece la

forma

del nacionalismo sobre sus contenidos, que intrínsecamente carecen de todo valor,

y que

cpñ Gustavo Bueno,

El

sólo lo adquieren por el

mito de la cultura

[1

hecho de

ser reivindicados.

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

Final.

como opio

La cultura AI interpretar

el ideal

de cultura como

nos referimos, en primer

forma actual del opio

lugar, a la cultura

Según hemos intentado mostrar,

nal».

la

del pueblo del pueblo,

en su sentido de «cultura nacio-

el ideal

de una cultura nacional, que

un

que

gira

en torno a su supuesta identidad,

te la

tendencia expansiva espontánea de todo grupo social, en cuanto a su cul-

es sólo

ideal metafíisico

tura se refiere, a saber, a asimilar (y no sólo ya controlar) cuanto ble de las

demás

potencia.

En

culturas,

este sentido, el

con ayuda de

«encapsulamiento» de cada cultura nacional en

En segundo

ta

más

una conciencia de debilidad que

y,

de

este

poder de otras culturas

modo, adormece su propia realidad. hemos llamado «cultura circuns-

lugar nos referimos a lo que

crita», a esa cultura

los

reacción a

la

terceras potencias, debilitan el

que considera enemigas,

sea posi-

dependiendo su propia permanencia de su misma

su supuesta identidad propia es espera,

le

invier-

seleccionada del todo complejo que pretende condensar

elevados valores culturales. Cabría decir, por

o santificante,

la cultura

ello,

que

por antonomasia, se presenta

que como un medio. La cultura

la cultura selec-

como un fin antes como cultu-

circunscrita, en cualquier caso,

por antonomasia, en tanto tiene virtualidad elevante y liberadora, se corresponde directamente con la Gracia santificante, que brilla por sí misma, ra

sin perjuicio de los servicios medicinales

dicho

es

extraordinariamente

esta selección. selecta

guarda con

dad de

difícil

Podríamos acaso

bonum honestum y

con el

las

que

bonum

determinar los

perfilar el tipo

las otras partes

referencia)

que pueda comportar.

de

criterios

Como hemos

que mueven a

de relación que

la cultura (en el

la cultura

ámbito emic de

la socie-

los moralistas antiguos establecían entre el

utile-,

la cultura selecta

podría ponerse en corres-

bien honesto, y acaso también con el bien deleitable de los antiguos, mientras que la cultura instrumental (industrial, política, &c.)

pondencia con

el

correspondería a los bienes

útiles.

Sin embargo, considerada filosóficamente la cuestión, acaso fuera preciso regresar

aún más

atrás para encontrar los criterios etic

saber, a la distinción etológica entre

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

de esta distinción, a

conductas orientadas a

996], séptima edición, Barcelona

2004

la

alimentación

© FGB 201

1

234

mito de

El

I

la

cultura

(caza, recolección

de granos, &c.), a

reproducción (nidificación, cortejo,

la

y conductas orientadas al descanso y, sobre todo, al juego. Se trata de una distinción académica (etic), puesto que un chimpancé no &c.) o a

la defensa,

«pone a un lado» sus actividades lúdicas y a otro lado sus actividades cazadoras o recolectoras. La danza de la lluvia puede ser determinada en virtud de

una compulsión aún más intensa que sexual.

La misma indistinción

primitivas: las ceremonias

la

que

la

huida del enemigo o

encontramos en

las

sociedades

la atracción

humanas más

antropólogos llaman «lúdicas», por ejem-

los

un juego competitivo, pueden desenvolverse con la misma «seriedad» que propia de una ceremonia de caza. La diferenciación de la vida (de la cul-

plo es

en dos

tura)

partes, la vida (o la cultura) del trabajo

y

la

interpretada en función del descanso o del ocio (a veces,

una diferenciación de

cuales tiene lugar

las

como

puede darse en épocas de

espiritual, servicio divino) sólo

avanzada en

vida (o la cultura)

vida superior,

civilización

clases

en función del

trabajo social jerarquizado (distinción entre trabajadores manuales

o sacerdotes «intelectuales»).

En todo

resada. Las funciones ceremoniales

muy

y

escribas

caso es una distinción ideológica, inte-

de

trabajo, de caza,

de juego, que en

los

grupos más primitivos se hacen conjuntamente se hipostasíarán y disociarán en horas o días diferentes: seguirá habiendo para todos (en principio) días de trabajo

y

días

de descanso (sábados o domingos).

Se llegará a decir en algunas sociedades, por tanto, que

la

cultura eleva

al

hombre sobre el ras de la tierra, de su vida prosaica, y lo sitúa en presencia de una vida espiritual superior, de una vida «en estado de gracia». Cuando el habitante de una villa campesina lee

«Casa de

la

el

mismo rótulo ampliado extenun edificio ad hoc (la «Casa que puede entender? ¿Qué puede esperar? ¿Qué

dintel de la puerta principal de

Cultura»), ¿qué es lo

la

rótulo que anuncia la dirección de la

Cultura», y luego vuelve a leer ese

diéndose por

de

el

función desempeñan

estas relativamente recientes «casas

de

la

cultura» (here-

deras quizá de las antiguas «casas del pueblo» a través de la institución de los «teleclubs»,

en

el final

del franquismo)

las aldeas ni

de

los edificios singulares tales

Escuela, ficios

sabe

el

en

no son también

muy

ta a entrar

en

el

como

Ayuntamiento o incluso

bien.

en

la

«casas

de

la

el

Gustavo Bueno,

El

españolas (no tanto

habitante de

Casa de

la

la Iglesia,

[1

Campo

de Fútbol,

la

todo complejo ?

Nadie

lo

acaso decirse es que la «Superioridad»

la villa, el villano, lea el rótulo

libros,

cuelgan

más que

que

le invi-

el

anuncio de un

las acuarelas

de una exposi-

Cultura, entienda algo

que duermen algunos

mito de la cultura

el

el

Plaza de Toros? ¿Es que estos otros edi-

ción fugaz, o en donde se agita bulliciosamente

(pfí

las villas

la cultura», partes del

Lo único que puede

espera que cuando

local

las

que en

grandes ciudades) se sitúan en un espacio singular,

en

un

televisor.

996], séptima edición, Barcelona

2004

La Superioridad

© FGB 201

1

Final. La cultura

espera que

habitante de la villa perciba en

el

el

como

opio del pueblo

I

235

rótulo del nuevo edificio la

un mundo etéreo e indefinible, el mundo o Reino de mucho más que la escuela, el ayuntamiento, la iglesia, la

invitación a entrar en la

Cultura, que es

dema-

discoteca o incluso la casa del pueblo (a fin de cuentas instituciones siado definidas, incluso prosaicas). la

Cultura

libres

villano crea

el

La Superioridad espera que en

que entra en comunidad con

que respiran en una atmósfera

y sobrenatural. La Superioridad

irreal

espera (y para ello utiliza sus animadores cidturales sores, ni



monitores, ni entrenadores

la Cultura, olvidará

sino también

no sólo

el espíritu

las

que, varle

en

villano se sienta, sin esfuerzo,

el

y

la villa, sea

Fuera de

La

él, el

liturgia

en

prosaico del trabajo,

villano sería

un

o en

el teatro

la dis-

La Superioridad espera

la escuela).

elevante

para purificarle, ele-

él,

espera que la Casa de la Cultura,

fin,

Reino universal de

villano la antesala del

el

entrar en la Casa de

el villano, al

mundo más

desciende sobre

La Superioridad, en

para

sacerdotes, ni profe-

como inundado por una gracia

como un don del Espíritu Santo, santificarle.

—no

de frívola diversión (que sopla en

coteca) o el de la disciplina (que sopla

que

que

)

miserias del

Casa de

la

demás hombres

los

la Gracia.

des-graciado.

para alcanzar ese estado de gracia, sea en

la villa sea

en

la ciu-

dad, mantiene además una estrechísima vinculación con la liturgia religiosa, a través

de

la cual los sacerdotes,

oficiando en

llenaba los bancos de la Iglesia o

que permanecía en

substanciación. El altar es ahora

época

es,

considerada desde

tura de escenario rio).

En

el

(el

propio

«plateas»

de

escenario los actores

y sobre todo

las diversas

el

pie, el

un público que

a

milagro de

la tran-

escenario: la cultura selecta de nuestra

un punto de vista planetario, sobre todo una culcampo de fútbol sigue siendo también un escena-

público de los nuevos templos, rock, las de cine,

el altar, ofrecían,

desempeñan

las salas

el

papel de sacerdotes ante

de conciertos,

la «sala dispersa»

ciudades, a saber,

por

las salas

de

los cientos

el

de

de millones de

las casas particulares

de una cruz tienen en su tejado una antena de

teatro, las

que, en lugar

y en las que la ceremonia del rezo del rosario en familia ha sido transformada, en virtud de una televisión,

suerte de pseudomórfosis, en la ceremonia de ver la televisión en familia.

Asomémonos

a alguno de estos nuevos templos de la cultura para explo-

rar las liturgias consideradas rosis

más

sublimes:

de 1994. El incendio del teatro de

la

el

Liceo de Barcelona ante la ekpi-

ópera representó para

la elite

bar-

celonesa y española de la monarquía de Juan Carlos tanto o más de lo que representó para los judíos la destrucción del templo de Jerusalén en la época

de Tito. Plácido

Y

escuchando cantar desde

Domingo o

a José Carreras,

surrealistas (mitos verdianos

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

las cenizas a

[1

Montserrat Caballé, a

devanando especulaciones vocales

o wagnerianos),

la elite selecta

996], séptima edición, Barcelona

2004

que (después de

© FGB 201

1

236I

mito de

El

la

cultura

haber leído un libro de Kundera, o contemplado en

Bernard Koités) entreveía esperando

se elevado,

la

las

lágrimas de

la

el teatro

una obra de

ministra de Cultura parecía haber-

supremo estado de Gracia

resurrección del templo, al

Asomémonos a los templos de la cultura popular, en donde un enardecido, como en unos misterios dionisiacos multiplicados por los

cosmopolita.

público

medios de oficia

la

sociedad industrial, entra en trance extático ante

Michael Jackson o sigue

a lo largo de

¿Cómo

una generación

muchas

sufragar a los divos,

si

el

que

mensaje que un profeta viene desarrollando

el

(Sabina, Serrat, Víctor

explicar (justificar, en

siones, aportadas

en

el altar

veces por

& Ana, &c.).

sentido económico)

el

el erario

enormes inver-

público, que son necesarias para

no fuera porque su divinidad

cisamente a esas grandes inversiones?

las

No quiero

se constituye gracias pre-

decir

que

los

melismas o

fer-

matas de un divo de ópera carezcan de todo interés (aunque no sea más que desde

que

el

el

punto de

Lo que afirmo rotundamente

vista del atletismo vocal).

valor intrínseco de esa cultura selecta es prácticamente nulo

un divo de ópera no tiene más importancia atletismo muscular de un héroe de halterofilia.

atletismo vocal de

menos) que

En

la

el

medida en que

ia liturgia del altar se interprete

concepto de opio del pueblo que mediante

el

concepto de

(ni

mejor mediante

el

de

la

los «misterios

Gracia», ¿por qué la liturgia del escenario, heredera de la liturgia del

habría de interpretarse mejor con

con

la

idea de

opio del vulgo

un (

mismo concepto de opio

el

o fruición

disfrute

Vulgo > Volk), y

el

vulgo

porque vulgo o masa,

hombre que

al

menos

si

seguimos

se encuentra satisfecho

de

necer a su grupo, «cebado de su propio tidad que

el

das de ópera

grupo

no

le

suministra.

Tan

lo

del pueblo

existir»

es

por

y de

rutinarias

en rutinas de

el

de Ortega,

es

mero hecho de

las rutinas

por

otros,

de

ciencia)

En

la

los

que

la elite

o

la

o señas de iden-

son sin embargo

las

tempora-

las

extralimitaciones

la cuarta cultura.

Pero es mediante

plebe alcanzan ia conciencia

de su plenitud

la «realización

medida en que

tal

todo

perte-

y no

participación en esas culturas circunscritas por grupos determinados

por

que es el

latín», decía Feijoo);

la definición

que

no

sólo la plebe, sino también la

como las creaciones de la vanguardia, o como

culturales hippies convertidas la

es,

en cultura circunscrita» («hay vulgo que sabe

elite «culta

altar,

o cultural? El opio del pueblo

vital

es

y que el tampoco

vital,

(ia falsa

con-

de su libertad».

realización es, desde luego, ilusoria,

un puro

ensueño retórico y metafísico, así también habrá que considerar como opio del pueblo al agente que lo provoca, a saber, a la cultura circunscrita. Es bien sabido que

las teorías

de

los efectos

que a

la religión

«opio del pueblo» no solamente tenían en cuenta se

administraba

cpñ Gustavo Bueno,

El

el

pueblo a

mito de la cultura

[1



mismo

la

para calmar

convenía atribuir

analogía con el

996], séptima edición, Barcelona

el

como

opio que

dolor derivado de su

2004

© FGB 201

1

Final. La cultura

estado de opresión sino también

el

como

«opio del pueblo»

(el

opio que

como

opio del pueblo

brebaje espiritual, de

las ejerce

dad a

sentido de Lenin). Sólo que

las

Marx)

(el

«opio del

funciones de opio del pueblo

hoy la cultura selecta, una vez que la religión ha perdido, en

industrial, las virtudes

misma



el

237

era administrado al pueblo por los explotadores

le

para mantenerle en estado intermitente de entontecida ilusión

pueblo» en

I

de adormidera psicodélica. La

elite se

dosis definidas de cultura operística, de cultura literaria,

ra vanguardista (a título precisamente

de

cultura, pero no,

la socie-

administra

de cultu-

por ejemplo, de

«experimento vocal» o de «exploración combinatoria») para mantener su

ensueño de minoría despierta, elegida, consciente; es administrada, cultura selecta

ad hoc

la

(cultura de

plebe se administra, o

le

consumo) para mantener

su ensueño de libertad activa, de rebeldía suprema, de entusiasmo. La cultura por antonomasia, la cultura selecta, es el opio del pueblo democrático

constituido por la plebe vos.

y por

las elites,

greso en la verdadera religión. Pero tros, ajustes las

correlati-



cabe adaptación, cambio de paráme-

a la realidad cambiante, perfección en las virtudes actualizadas de

adormideras psicodélicas. ¿Acaso sería posible separar

ta

que son momentos suyos

No cabe «progreso» en el mundo de la cultura selecta, como no cabe pro-

que parece

ser el

medio a

al

«pueblo democrático» de esa cultura selec-

través del cual tanto las elites

como

la

plebe

alcanzan su dignidad y su propia estimación? Y si fuera posible, ¿sería prudente? ¿Cómo proporcionar ocupación inofensiva, pero eficaz, a millones y millones de jóvenes o de adultos durante sus horas de «ocio» o durante sus

años de desempleo?

pueda la

resultar

menos

maquinación, en

explotación?

proporcionar ocupación

peligrosa de lo

que

drogadicción o en

la

televisión,

limitaré por tanto a recordar

a uno de sus discípulos por

si

una ocupación consistente en

ideación de nuevos sistemas de

al

mundo que

«Toma tu banco y

huye,

me

ahorran cien gendarmes».

una recomendación que Epicuro daba

no ya «volviendo a

hombre

feliz,

la

Naturaleza» sino

Naturaleza y a la Cultura: a vela desplegada, de cualquier forma

envuelve, a la vez, a

la

de cultura ». 96 Al menos cuando los contenidos englobados en

96

Epicuro, fragmento

mento, suele

(pfí

Gustavo Bueno,

El

que

acaso alguien encontrase en ella ocasión para

explorar nuevas «formas de vida»,

simplemente

la

las elites

decir en nuestros días: «Un buen actor, un un buen músico de vanguardia, un buen autor

o un buen entrenador de fútbol

Me

sería

ocio de

al

Napoleón podría

buen guionista de teatral

¿Cómo

ser traducido

1

8

1

el

rótulo «cul-

de Usener. El término paideia, utilizado por Epicuro en este frag-

unas veces por educación o por instrucción y otras veces por cultura.

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

238

mito de

El

!

la

cultura

mismo

tura» pretenden recibir su valor precisamente de ese

rótulo el que,

el

si

puede tener algún

valor,

habrá de

no necesariamente de

jada de alguno de los contenidos (y

bados. La historia del término «cultura»,

como

tal

rótulo,

se

cuando

es

como luz refle-

recibirlo,

todos) en él englo-

ha ido conformando a

xrx y sobre todo del XX, es la historia de un proceso progresivo de confusión, confusión de las cosas más heterogéneas, de magnitudes lo largo del siglo

y de alcance todavía más diverso, que se han ido amalgamando las unas con las otras en una masa homogénea y viscosa sobre la cual, como si

diferentes,

un

fuese

mismos

se a sí

a

pedestal, pudiesen situarse los hombres, unas veces para considerar-

a

mayor

mayor altura que

ramado en su

altura

otros

que

hombres

los animales, otras veces (el

«alemán», o

«cultura», estar situado a

No hemos

francés o el alemán).

mayor

el

para considerarse

ha

«francés»

creído, enca-

altura respectivamente

que

el

pretendido, sin embargo, por nuestra parte,

dinamitar esta «masa viscosa» que sirve de pedestal para servicios tan diversos;

no pretendemos

pulverizarla, disolverla

Tratamos de descomponerla o otros aparentes, restituir cada

Pues

lo

que carece de todo

amalgama de

resolverla

uno de

o aniquilarla en todas sus partes.

en sus elementos, unos auténticos,

estos elementos a sus quicios propios.

valor, fuera del etnológico, es

precisamente esa

cosas tan heterogéneas que, tras haber sido «sacadas de quicio»,

parecen conducir, por vías distintas, a una entidad de nuevo cuño, a todos llaman «cultura».

como

En

efecto,

únicamente tiene sentido

la

que

la totalización,

«cultura», de esos contenidos tan heterogéneos (técnicas, rituales, rela-

ciones de parentesco...) cuando todos ellos puedan efectivamente ser toma-

dos en bloque (como un «todo complejo») a ciones de

un pueblo

civilización universal,

podamos ver a decir,

modo

de conjunto de

institu-

aislado enfrentándose a otros pueblos, y a nuestra propia

y en

la

medida en que merced a

este

enfrentamiento

ese conjunto de instituciones en su reducción pragmática, es

como conjunto de procedimientos mediante los cuales esos pueblos,

los

yanomamos, pongamos por ejemplo, han logrado mantenerse en su existencia en un medio determinado. Un medio al cual, durante un cierto intervalo de la

la

evolución, ese pueblo ha logrado «controlar», sin duda, pero sólo a esca-

de sus «propiedades organolépticas», subjetivas, por decirlo

por tanto, puramente subjetual-pragmático, para «poner tutivas del

el

pie»

en

las relaciones objetivas entre las cosas

mundo. Por

el

contrario, las cosas

encubiertas por los velos tejidos por

do limitado por

las

el delirio

urgencias de la realidad.

que una cultura totalizada equivale de algún ciones

y formas

Gustavo Bueno,

El

así.

[1

y

de poder

mismas

sus relaciones

consti-

permanecerán

imaginativo que sólo está sien-

En este sentido podría afirmarse modo a un conjunto de institu-

«prescindibles» en bloque, al

mito de la cultura

Ün control,

es decir, desprovisto

menos desde

996], séptima edición, Barcelona

2004

el

punto de

© FGB 201

vista

1

Final. La cultura

de

en tanto que

la civilización universal,

grupo particular humano. Reconocer que

239

sólo son características de

un

las instituciones totalizadas

menos aún, una de

la perspectiva

ra

como

y

la

el

los

defensa a ultranza de una

contrario, precisamente desde

universal (que contiene a la ciencia entre sus

inmenso significado

características) se advertirá el

como

co que pueblos

de genocidio. Por

la

de esas culturas particulares,

la «civilización»)

la civilización

más

instituciones

evolutiva

política

yanomamos

tienen

como

un grupo de babuinos o de

interesa conservar la cultura de

nes no se resuelven apelando

(que para

muchos

sigue siendo

pero

las

relativismo cultural, mediante

al

siderar a nuestras instituciones

la «civilización»;

aun

la

mane-

termitas.

conservacionista se

el interés

encuentra en contradicción frontal con los intereses «humanistas»,

de misioneros o de educadores de

científi-

eslabones de la cadena

conveniencia de conservarlos en sus «reservas», pero a

Por lo demás, tampoco hay que olvidar que

tas,

en una

sentido dicho, es decir, reco-

el

nocer que carecen de valor universal, no implica

de reabsorción» (en

opio del pueblo

I

ellas

cultura sean «prescindibles», por subjetivas, en

«política

como

proselitis-

contradiccio-

expediente

el

mismo de la sabiduría) de concomo meros contenidos de otra

el criterio

más

valiosas

cultura totalizada, la «nuestra», cuyo valor hubiera de ponerse en pie de igual-

dad con

el

de

las culturas étnicas

(siendo

así

que propiamente, ni siquiera

podrían considerarse

estos contenidos universales

como

contenidos cultura-

puesto que han desbordado toda cultura). Aquellos contenidos que,

les,

desde muchos puntos de

vista,

o

cas

físicas,

pero también

pueden

las

relaciones

como

los valiosos

y

las

verdades geométri-

que constituyen

la «justicia», consi-



tales

como un valor personal universal no tienen por qué ser consideracomo culturales, puesto que desbordan cualquier esfera cultural (aunque

derada dos

como

ser considerados

—contenidos

universales del todo complejo

,

procedan de una cultura determinada, y esta es su dialéctica) sin que tampoco puedan ser adscritos siempre a la Naturaleza, a título de «refluencias» suyas (que

tampoco

se

Los triángulos rectángulos sobre

niegan).

los

cuales

Pitágoras estableció su célebre relación son, sin duda, productos culturales o artificiales (las

formas triangulares de los frontones de mármol, de madera o

de metal); sin embargo,

la relación pitagórica entre los lados

rectángulo ya no es una relación

«artificial»,

en

el

de un triángulo

sentido de «convencional»,

inconsistente (frente a la unidad de los nexos naturales): ¿hay algo ficioso

do

y

a la

vez

cultural, ni

más

consistente que

por supuesto

es

un hipercubo? Tampoco

un contenido de

la Naturaleza.

obliga a concluir que es la oposición dualista entre las

ideas de Cultura aquello

ticia,

Gustavo Bueno.

acaso

El

como una

la

un

más

arti-

conteni-

Lo que nos

de Naturaleza y una disyunción fic-

las ideas

que debe considerarse como

transformación de

es

oposición metafísica (hegeliana,

mito de la cultura [1996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

240

I

El

mito de

la

cultura

por ejemplo) entre

la

Naturaleza y

el Espíritu,

que a su vez venía a

ser

una

secularización capaz de fundir y reestructurar dualismos teológicos tradicio-

como Naturaleza y Dios, por un lado, y Dios y Hombre, por otro. Nos vemos envueltos de este modo cuando buscamos enfrentarnos con la nales tales



realidad,

cuando queremos

dialéctica inexcusable

por encima de

saltar

en virtud de

la

las

apariencias

— por una

cual desde la cultura a la que obligada-

mente pertenecemos, y desde la que actuamos, nos vemos determinados a reconocer que esa misma cultura está siendo una y otra vez desbordada por las realidades

hacia

las

cuales ella

misma nos ha

abierto

el

camino o ha con-

tribuido a constituir; a reconocer, por tanto, que la cultura, a la vez que nos

moldea, nos aprisiona. Pero no

puede liberarnos de

la cultura.

es la «vuelta a la

La «liberación de

romper su cascarón, sino también

el

la

Naturaleza» aquello que

Cultura» requiere no sólo

cascarón que envuelve a la mítica

«Naturaleza», únicamente después de estos rompimientos podremos acaso

poner

la

cpñ Gustavo Bueno,

proa «con

El

las velas

mito de la cultura

[1

desplegadas» hacia eso que llamamos

996], séptima edición, Barcelona

2004

la

Realidad.

© FGB 201

1

Bibliografía La presente selección que no

está llevada a cabo teniendo presente

ha dedicado especialmente a

se

un

lector español

estas cuestiones. Esto explica

que

la

presente bibliografía se circunscriba especialmente a obras escritas en español

o traducidas a nuestra lengua, y de una orientación marcadamente teórica. Cada obra va acompañada de un brevísimo comentario que trata de enjuiciar su alcance desde

el

punto de

Alvargonzález, David,

vista

Ciencia

de

y

coordenadas de El mito de

las

materialismo cultural,

la Cultura.

UNED,

Madrid,

1989, 386 pp. Revisión

crítica,

desde

las

coordenadas del materialismo

Marvin Harris y su materialismo España sobre

cultural.

Se trata de

la

filosófico,

de

la

obra de

obra más rigurosa escrita en

estos temas.

Bonner, John Tyler, La evolución de

Madrid, 1982, 231 pp. Obra concebida en la línea de

la

la cultura en

recuperación de

los

animales. Alianza,

idea de cultura animal para la

la

ciencia etológica.

Cassirer,

Ernst,

Las ciencias de

la

cultura

(1942),

Económica, Méjico, 1951, 193 pp. Una de las obras fundamentales en el planteamiento rales

en cuanto contradistintas a

las

ciencias naturales

Fondo de Cultura

del concepto de ciencias cultu(el

título original

de

la obra,

en

alemán, es Zur Logik der Kulturwissenschafterí).



Antropología filosófica. Introducción a una filosofía de la cultura (1944),

Fondo de Cultura Económica, Méjico, 1945, 419 pp. Esta obra fundamental constituye probablemente

mana» de Cultura; en

Gustavo Bueno,

las

El

es el

[1

última expresión de

la

Idea «ale-

«canto de cisne» de Cassirer, por cierto publicada ya en inglés

postrimerías de la Guerra,

mito de la cultura

la

un año

antes de su muerte.

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

242

El

I

mito de

cultura

la

Castellet, Josep

M., La cultura y

las culturas.

Argos Vergara, Barcelona, 1985,

174 pp. Citamos

de contraejemplo de

este libro a título

de

análisis

la

que entendemos pudiera

lo

un

ser

Idea de Cultura, dada la vacuidad de sus contenidos, unida a la

convicción que

el

autor parece tener de estar en posesión del significado de la idea de

cultura.

Christen, Yves, El hombre biocultural.

De la

molécula a la civilización (1985),

Cátedra, Madrid, 1989, 228 pp.

Una obra con que fuera

pretensiones de «libro de síntesis desde una perspectiva biológica»

las

equivalente

el

hoy de La

incógnita del

hombre que Alexis Carrel publicó en

1935, y que desempeñó funciones de filosofía-kitsch en los años anteriores a

la

Guerra.

Dawkins, Richard, El gen Obra en

la

que

egoísta (1976), Labor, Barcelona,

en

concepto de

se introduce el

unidad que desempeñe en

la

meme con

las

1979, 301 pp.

pretensiones de crear una

cultura funciones análogas a las que

desempeña

gen

el

la naturaleza viviente.

Dempf,

Madrid 1933,

Alois, Filosofía de la cultura. Revista de Occidente,

210 pp. Libro importante en

época en

la

que fue

la historia del

Obra postuma de D’Ors en

como

la

la cultura, Rialp,

que

se ejercita

Madrid, 1964, 496 pp.

un idealismo

ciencia de la cultura») diluido a lo largo de

sobre eones, constantes

cultural sui generis («meta-

un conjunto de ocurrencias

históricas, épocas barrocas y románticas,

otras pintorescas, incluso «gerundianas», pero

Fichte,

la

escrito.

D’Ors, Eugenio, La ciencia de

historia

idealismo cultural alemán, e interesante por

Juan Teófilo, Los

caracteres

de

la

no

&c., unas veces curiosas,

carentes de interés.

edad contemporánea (1806), Revista

de Occidente, Madrid, 1934, 243 pp.

Obra

clásica

en

la

que

se introduce

por primera vez

la idea del

de incalculable trascendencia política en relación con

«Estado de Cultura»,

la ideología

de

los nacionalis-

mos modernos y contemporáneos. Frobenius, Leo,

La

cultura

como

Madrid,

ser viviente (1921), Espasa-Calpe,

1934, 283 pp. Referencia indispensable para la concepción «sustantivada» de

como Paideuma

-

,

después de

da a consecuencia

(pñ Gustavo Bueno,

El

sin

la

duda de

mito de la cultura

[1

Segunda Guerra Mundial las

la

cultura objetiva

es relativamente

poco

cita-

nuevas perspectivas nominalistas anglosajonas.

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

Bibliografía

Guadarrama, Pablo

& Nikolai Pereliguin, Lo universaly

I

243

en la cul-

lo específico

tura Universidad de Las Villas, Santa Clara, 1988, 169 pp. ,

Libro escrito desde una perspectiva marxista a

la

que

se atribuye

capacidad necesaria y suficiente para conciliar armónicamente universal

y

lo particular.

generosamente

la

las oposiciones entre lo

Ofrece información interesante sobre

los

planteamientos del

problema en Alejo Carpentier, Leopoldo Zea, &c.

El desarrollo de

Harris, Marvin, rías

de la cultura (1968), Siglo

Obra

desde

cultural,

— El

como

indispensable

XXI de

historia de las teo-

España, Madrid, 1978, 690 pp.

fuente de información para

la perspectiva del

Una

la teoría antropológica.

la historia

materialismo cultural (1979), Alianza, Madrid, 1982,

libro lleva

punto de

el

como

vista

la

Antropología

materialismo cultural.

El antropólogo norteamericano nos ofrece cultura desde

de

las líneas

de su materialismo cultural

subtítulo, eliminado

en

399 pp.

maestras de su concepción de la (la

la versión española:

edición inglesa de este

The Struggle for a Science

of Culturé).

Herder, Johann Gottfried von, Ideas para una filosofía de la historia de la

humanidad (1784), Losada, Buenos Clásico imprescindible

Cultura (según

Kahn,

J.S.

tesis

si

es

que Herder

defendida en El mito de

(compilador),

701 pp.

Aires, 1959,

es el

primer expositor de

la

Idea

moderna de

la Cultura).

El concepto de

cultura:

textos

fundamentales,

Anagrama, Barcelona, 1975, 249 pp.

Un

libro

de gran utilidad porque reúne algunos «textos

clásicos» (algunas veces frag-

mentarios) sobre la Idea de Cultura, escritos desde la perspectiva de la Antropología Cultural:

Edward

(1931), Leslie A.

B. Tylor (1871), A.L.

White (1959), Ward H. Goodenough (1971).

Lévi-Strauss, Claude,

419

Kroeber (1917), Bronislaw Malinowski

Tristes trópicos

(1955), Eudeba, Buenos Aires, 1970,

pp.

Referencia insustituible en la exposición semiliteraria y semicientífica de los principios del relativismo cultural.



Antropología estructural (1958), Eudeba, Buenos Aires, 1968, 371 pp.

Obra fundamental de

los principios del estructuralismo cultural.

Linton, Ralph, Cultura y personalidad (1945),

Fondo de Cultura Económica,

Méjico, 1945, 157 pp.

Obra pionera en mente de

Gustavo Bueno,

tratados

la cultura.

El

el

en

planteamiento de

los

problemas de

abstracto por la Psicología, racional

El libro tiene hoy, sin embargo,

mito de la cultura

[1

un

la personalidad (tradicional-

o experimental) en

interés

996], séptima edición, Barcelona

más bien

2004

el

contexto

«arqueológico».

© FGB 201

1

244

I

El

mito de

la

cultura

orígenes de la civilización y la condición primitiva del hom-

Lubbock, John, Los

bre (1 870), Daniel Jorro, Madrid, 1912,

Una de

las

obras fundacionales de

zación (de tradición francesa) desempeña

bién en Inglaterra, comenzaba a ejercer

Malinowski, Bronislav, Una

508 pp.

antropología cultural en la que la idea de

la

la

civili-

funciones que por aquellos años, y tam-

las

idea de cultura.

de

teoría científica

(19 44), Edhasa,

la cultura

Barcelona, 1970, 235 pp.

Obra la

clásica

de

antropología funcionalista;

la

en estrecha dependencia con

los análisis

de

la

idea de cultura aparece en esta escue-

sociedades colonizadas por los euro-

las

peos.

Merani, Alberto

L.,

Carta abierta a

consumidores de cultura, Grijalbo,

los

Barcelona, 1983, 174 pp.

Un

iibro

de protesta contra

la

cultura-mercancía, cuando la cultura (que

entiende en su sentido subjetivo-metafísico) da tivas

que ofrece parecen

vacías («se requeriría

como exponentes de una no

del hombre»: ¿acaso

cultura, dispusieran de

Merani

Mezhúiev, V., La cultura y

Una

especie de

el

se considera

las

como corresponde

que no dejan de encontrarse datos

Sin embargo,

una conciencia

autor

las alterna-

individualmente y

los intelectuales,

existencial del desti-

poseedor de semejante conciencia?)

la historia (1977), Progreso,

manual redactado desde

concepto polifuncional

la libertad.

que

el

Moscú, 1980, 279 pp.

coordenadas soviéticas

(«la

al carácter polifacético del

cultura es

un

fenómeno») en

interesantes.

Mosterín, Jesús, Filosofía de la cultura. Alianza, Madrid, 1993, 179 pp. Exposición de una teoría de tal

como

cultura ceñida a la perspectiva de la cultura subjetiva,

etólogos y sociobiólogos, cuyos resultados son claramente reduc-

la tratan

cionistas; libro característico

puede remedarse

la

al

por su ingenua voluntad de «claridad

científica»

que sólo

precio de una asombrosa superficialidad en sus planteamientos.

y constitución. Centro de Estudios 292 pp.

Prieto de Pedro, Jesús, Cultura, culturas

Constitucionales, Madrid, 1993,

Una obra de gran

utilidad por su abundancia en información «honrada» desde la pers-

pectiva del Derecho constitucional comparado.

Rickert, Heinrich, Ciencia cultural y ciencia natural (1899), Calpe, Madrid,

1922, 151 pp. La obra

clásica

en donde

se

expone

el

concepto de «ciencias culturales»

como

tutivo del concepto de «ciencias del espíritu» procedente de Dilthey.

(pñ Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

susti-

1

Bibliografía

i

245

El nacimiento de una contracultura (1968), Kairós,

Roszak, Theodore,

Barcelona, 1970, 320 pp.

Un análisis de los movimientos «contraculturales» promovidos por los «hijos de la tecnocracia» desde finales de los años sesenta.

El chimpancé y los orígenes de Cultural, Barcelona, 1978, 124 pp.

Sabater

Pi,

Jordi,

Obra pionera de rompe con Sabater

extensión de la Idea de Cultura

la

«dogma» de

el

la identificación

Pi, Jordi, Etología

chimpancés a

Un análisis

de

la

campo de

la Etología,

cultura con la cultura

De

de la vivienda humana.

la vivienda

las

de

al

Promoción

cultura,

la

los

que

humana.

nidos de gorilas

y

humana. Labor, Barcelona, 1985, 126 pp.

culturas animales

en su conexión con

las culturas

humanas de gran

interés teórico.

Scheler,

Max, El saber y

la cultura

(1925), Revista de Occidente, Madrid,

1934, 100 pp. Puede considerarse como una exposición

«mundo propio Snow,

del

clásica

de

la

Idea de Cultura en cuanto

hombre».

Las dos culturas y un segundo enfoque (1959), Alianza, Madrid,

C.P.,

1977, 117 pp. Contiene cultura»

las

famosas conferencias en

y de «segunda cultura»

do, han sido

las

y siguen siendo importante

Spengler, Oswald,

que Snow acuñó

los cuales, sin perjuicio

La decadencia de

de

los

conceptos de «primera

las críticas

que han

recibi-

referencia en los debates contemporáneos.

Occidente (1918), Espasa-Calpe, Madrid,

1926, 4 vols.

Obra fundamental que

desarrolla en perspectiva histórica la idea de cultura de

Frobenius.

Tylor,

2

Edward

B.,

La

cultura primitiva (1871), Ayuso, Madrid, 1977-1981,

vols.

Obra considerada fundacional de

la

Antropología cultural en

la

perspectiva del evo-

lucionismo.

White, Leslie Alvin, La ciencia de

la cultura

(1949), Paidós, Buenos Aires

1964, 389 pp. Libro fundamental de uno de los fundadores del materialismo cultural norteamericano, que constituyó una alternativa

al

idealismo cultural de los vencidos en la guerra,

y que toma importantes elementos del materialismo histórico resó al conocer, en los años treinta, el libro de Engels,

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

(del

que White

El origen de

2004

se inte-

la familia, la pro-

© FGB 201

1

246

I

El

mito de

la

cultura

piedad privada y

el Estado,

que

se apoyaba,

como

es sabido,

en La sociedad primitiva

del norteamericano Morgan).

Wilson, Edward O.,

Sociobiología,

la

nueva

(1975),

síntesis

Omega,

Barcelona, 1980, 701 Pp.

Manual tuirse

(pfí

Gustavo Bueno,

clásico

de

los principios

de

en perspectiva reductora de

El

mito de la cultura

[1

la Sociobiología, disciplina

que pretende consti-

la «culturología».

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

.

Glosario

I

247

Glosario

a -operatorias (metodologías). Metodologías a -operatorias son procedimientos de

la

aquellos

construcción científica en virtud de los cuales son

eliminadas o neutralizadas

las

conexiones entre sus términos

operaciones iniciales a fin de llevar a cabo al

margen de

los

nexos operatorios (aporé-

ticos) originarios.

Situaciones a . La de los campos gnoseológicos entre cuyos términos no figuran sujetos operatorios en cuanto

a j -operatorias

tales,

(metodologías). Característica de una metodología que,

principalmente

como

efecto de

un

regressus a partir

han determinado construcciones entre los términos

como

de operaciones que

previas, logra establecer vínculos

estuvieran ofrecidos independientemente

si

de todo nexo operatorio.

a Imperatorias no ya en

(metodologías). Característica de una metodología que,

la línea del regressus

hacia conexiones anteriores o previa a toda

operación, sino partiendo de éstas,

y en progressus, alcanza a determinar

contextos envolventes capaces de establecer nexos, estructuras o proce-

no operatorios entre

sos

los

términos tratados. Los nexos, estructuras o

procesos determinados, o bien son genéricos (a los campos naturales y a los

humanos)

son

—y en hablamos de campos humanos) —y en — este caso

metodologías

específicas (a los

— o bien

I-o. 2

este caso

hablamos de

metodologías //-a 2

fi-operatorias

(metodologías). Metodologías fi-operatorias son aquellos

procedimientos de

la

construcción científica en virtud de los cuales

operaciones del sujeto gnoseológico resultan análogas a atribuidas a términos de

57

Algunos de

Glosario

que

los

un campo en

situación

las

fi.

términos recogidos en este glosario conocen un desarrollo más amplio en

figura en el

volumen

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

el

5 de la Teoría del cierre categorial, Pentalfa, Oviedo, 1993, pp.

1373-1443.

(pfí

las

operaciones

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

248

I

El

mito de

cultura

la

Situaciones

Las de los campos gnoseológicos (propios de

fí.

humanas y

etológicas, sociales

las ciencias

y culturales) entre cuyos términos figu-

ren sujetos operatorios (animales o humanos) análogos (o de escala similar) a los sujetos gnoseológicos.

(metodologías). Son características de

fi,-operatorias

que en su

científicas

regressus

esencias determinantes

de

las

no desbordan

disciplinas

las

operaciones hacia estructuras o terreno operatorio, sino que se

el

modo de determinación que pueda ser constituido En el modo genérico (I-fi,) las determinaciones

detienen en algún

en su mismo ámbito.

se constituirán a través

de objetos o artefactos técnicos o tecnológicos,

a su vez producidos por operaciones

determinación de

específico (Il-fid la

(

verum

las

en

est facturri)-,

el

modo

operaciones estaría constitui-

otras operaciones (tal sería el caso de la «teoría de juegos» o de

da por

las disciplinas psicológicas del fí 2 -operatorias

condicionamiento operante).

(metodologías). Son propias de

las disciplinas

humanas y

etológicas, llamadas por algunos «práctico prácticas»; son disciplinas

que, en lugar de iniciar

el regressus

minantes, se mantienen en

la línea

hacia estructuras o esencias deter-

de su progressus

como

construccio-

nes de fenómenos técnicos o prudenciales (jurisprudencia, arte,

Anamorfosis. Procesos en

los cuales se constituyen

&

c.).

determinadas estructura-

ciones nuevas respecto de otras precedentes establecidas, partiendo de ellas,

pero no por «emergencia» o por «transformaciones epigenéticas» (o

metamorfosis), sino por des-estructuración y refundición consecutiva de las partes antecedentes con el nuevo orden. Hay anamorfosis en la trans-

en circunferencia, y hay anamorfosis en transformación de una banda de homínidos en una sociedad política.

formación del polígono la

inscrito

Anastomosis, (de stoma = boca, abertura). Tecnicismo anatómico-médico

que designa

la

comunicación,

tras las aberturas (naturales

o

pertinentes, entre dos vasos sanguíneos o entre dos nervios.

(§2) se sión,

toma

de

la

este tecnicismo para construir

el

texto

una designación, por exten-

comunicación viviente entre ramas

troncos de árboles distintos (utilizados

artificiales)

En

como

culturales procedentes de

símbolos de

las relaciones

entre culturas).

Apotético. Término con

el

que designamos

locus apparens) característica

nuestro

El

los objetos

posición fenomenológica (o

o situaciones que constituyen

«mundo

cuación de

(pñ Gustavo Bueno,

de

la

las

entorno», en tanto se nos ofrecen a distancia, y «con evacosas interpuestas» (que, sin embargo, hay que admitir para

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

Glosario

dar cuenta de

las

Son

distancia»).

cadenas causales, supuesto

rechazo de

el

las

I

249

«acciones a

apotéticas las conductas de acecho de los animales, la cap-

tación del significado de los comportamientos de otros sujetos, los planes, proyectos, símbolos, &c.

narse

como

En

texto se presupone

el

que

lo

que suele desig-

«conciencia» o «alma» se caracteriza, mejor que por apelación

a la metáfora de «lo interior»

(el

«dentro» espiritual, opuesto

material), apelando a las estructuras apotéticas.

de una obra

cultural,

Tener «conciencia

de un cuadro de Picasso, por ejemplo,

«fuera»

al

estética»

es antes tener

conciencia apotética del cuadro y de su relación con otros objetos, que experimentar vivencias, vibraciones emocionales, relajamientos cenestésicos de naturaleza subjetiva psicofisiológica. Las «vivencias» nos remiten

al

propio cuadro, y su belleza o fealdad, o, en general, su valor estético, ha de ponerse en el cuadro mismo, en cuanto percibido aporéticamente, pero no

en

percepción subjetiva del cuadro.

la

Axiológico. Término que se utilizó en

la

llamada «teoría de

los valores»

o

Axiología (Ehrenfelds, Scheler, N. Hartmann, &c.) para designar aquello

que

un

tiene las características de

como

bello

o feo;

barato vital, ;

ético,

como

malo; económico,

sano o enfermo; religioso,

contraposición a lo que solamente tiene

un Base

/

bien , en



neutro,

un contravalor

valor o de

como bueno o

como

(estético,

como

caro o

santo o satánico] en

las características

de un

ser

aun cuando sea «soporte» o «portador» de un

o de

valor.

Superestructura. La distinción base/superestructura es una metáfora

que en

Marx

Prefacio

el

tiene

la cultura,

tructuras

a

a

la Introducción

un alcance

crítico

y

la crítica

preciso.

sobreentendemos que

el

En

las

Prefacio de

de

la

Economía

Política

de

coordenadas de El mito de

Marx

presenta

las superes-

en cuanto morfologías culturales susceptibles de desplomarse en

proceso de evolución del todo complejo; y precisamente cuando se desmoronan, porque la base ha cambiado, es cuando se manifiestan como el

tales superestructuras.

Pero esta metáfora sugiere una visión estática de la

cencia,

y las superestructuras vienen a ser una excreuna floración que puede tener alguna reacción sobre la base, pero

que no

se sabe

realidad: la base es el soporte

muy bien

pueda

ser su

función en

software respecto del hardware básico,

como

sugería Klaus?, ¿una capa ideo-

cuál

la

producción (¿un

lógica destinada al control social de los individuos de la sociedad corres-

pondiente a

la cultura

de referencia?).

De hecho

la

distinción fue desarro-

Diamate. n una perspectiva dualista, dogmática y no crítica, de suerte que base terminaba equivaliendo a materia (otras veces a llada

por

el

«Naturaleza»)

Gustavo Bueno,

El

y

superestructura a espíritu (otras veces a

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

«Hombre»); pues,

© FGB 201

250

I

El

mito de

la

cultura

a fin de cuentas, los

contenidos de

bían

terreno de

al

Arte, la Religión, la Filosofía o

el

en

la «cultura» las

el

sentido

De

superestructuras.

Derecho

el



más tradicional—

este

modo

es decir,

se adscri-

en

la distinción,

los

años veinte y siguientes, vino a ponerse al paso de las distinciones que se establecían en la Axiología o Teoría de los Valores coetánea (la de Max Scheler o la de Nikolai

Hartmann) entre

bienes

valores (los valores

y

más

eran los más débiles y necesitaban del apoyo o tutela especial del «Estado de Cultura»). ¿Acaso la distinción de Marx debe considerarse hoy altos

inútil

una

y aun

peligrosa?

No

necesariamente, pues en

distinción fundamental pero

que necesita

tantas otras distinciones de Marx. tructura, pero

como

no como

tronco de

el

un

los

demás

como, mejor aún,

través

de

hue-

no

no brotan de

crecer; los tejidos del vertebrado

ambos

del cigoto. Por consiguiente, las superestructuras

las cuales se

tronco

el

pueda

&c. de

los

tejidos del vertebrado: las hojas

canaliza y se recoge la energía exterior que hace que

filtros, canales,

como

base soporta, sin duda, a la superes-

son meras secreciones del tronco, sino superficies a

papel de

hace presente

soportan los muros del edificio, sino

árbol soporta las hojas o

organismo soportan

sos del

La

los cimientos

ella se

ser «vuelta del revés»,

los huesos, sino

desempeñan

que sostiene a

la energía exterior

mismo

la

el

base

del organismo; por lo que el «desplome» del organismo tendrá lugar inter-

namente

(sin perjuicio

alimenta) cuando tar la energía

las

de que pueda agotarse

superestructuras comiencen a ser incapaces de cap-

o de mantener

el tejido intercalar

su morfología característica. Esta es

do haya habido un cambio manifestará la

como

tal,

la

siderarse

razón por

las estructuras

la cual

que forman parte de su

contenido a través del cual

dentro de

solamente cuan-

la

la

producción

de contacto

social,

la base, sin

sistema morfodinámico

el

fisiología

propiamente como superestructuras: una

políticas,

la canaliza

por su incapacidad para «re-alimentar» a

medieval, no es una superestructura de

nómicas,

que

efectivo la realidad de las superestructuras se

cual el sistema no se sostiene. Pero cuando

funcione,

energía exterior que lo

la

no podrán con-

catedral,

en

la

sociedad

«base feudal», sino que es

se desarrolla

un

según formas eco-

de conformación ue jerarquías, con

funciones de banco, de fuente de trabajo, &c. Según

esto,

mientras no

fal-

tasen los recursos energéticos del entorno feudal (incluyendo aquí a las otras sociedades) las catedrales

didas», sino

cuando

como

no podrían considerarse como «sobreaña-

partes internas de la anatomía de esa «cultura feudal»;

los recursos se agotan,

porque

se

han desarrollado nuevas formas

podrán impedir que

de producción,

las

determinarán

ruina de su base, que se desplomará sustituida por otra.

cpñ Gustavo Bueno,

El

la

catedrales

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

el

sistema subsista

2004

© FGB 201

y

1

Glosario

La propia idea de Cultura

como

sustituirá,

en

se dice

251

I

este libro, a la idea

superestructura! de la Gracia, y hasta cabría construir, en paralelismo con la

fórmula medieval, supuesto que

la

antigua Idea de

la

Gracia, en la

al

nuevo Reino de

la

Cultura (que se había formado a sus expensas), una

nueva fórmula: Gratia culturam non

Uno a

la

de

la

Cultura será

la

se hace)

tollit sedperficit.

de esta reaplicación de

los principales efectos

Idea de

(como de hecho

se reaplique

medida en que permanece remanente,

liberación del

la

Idea de la Gracia

Verbo Divino respecto de

las

redes de la Cultura grecolatina, en las cuales aparecía atrapado; pues ahora

cabrá reconocer que cada cultura (en

no

sentido antropológico-político),

y

sólo la judeo helénica, encierra las «semillas del Verbo». Este reconoci-

miento

se

hace explícito en algunas corrientes radicales de

Liberación a

la

el

Teología de

la

sobre todo, del Quinto centenario del descubrimien-

raíz,

to de América: «El desafío, hoy, es realizar

de

la liberación [en lugar

de

la colonización]»,

de hacerlo,

una evangelización bajo

como

dicen que se hizo, bajo

el

signo

el

signo

afirma Leonardo Boff, y añade: «cada cultura hará su vamos a asimilar

asimilación del Evangelio con la certeza de que jamás

totalmente

Evangelio». Mediante esta desconexión del Evangelio del

el

contexto histórico cultural en

el

cual de hecho se constituyó, se pretende

Y esto dicho sin perjuicio

salvaguardarlo de la historicidad de las culturas.

de

la

querencia hacia

con tantos

las

culturas de

América Latina, «que son tan gran-

que pueden asumir

Evangelio y desde Evangelio aportar a los cristianos otros rastros de la verdad». des,

Causa

«Causa de

sui.

tud de

valores,

la cual



el

mismo». Por tanto, condición de una causa en

su sustancia consistiese en

ser efecto

absurda.

La

raíz

al efecto;

por

ello la idea

tuida a partir de una relación aliorrelativa



de causa sui

de este absurdo no es otra sino (la

el

vir-

de su propia causali-

dad. Esto haría que la causa sui debiera ser «anterior a

causa es anterior

el

misma», pues la

la

consideramos

hecho de

estar consti-

de causa a efecto), una

rela-

ción reflexiva que, por tanto, es contradictoria y tan sólo puede reconocerse

(como

sin

duda

la

han reconocido algunos

filósofos, entre ellos

Benito Espinosa, 1632-1677) a título de concepto límite contradictorio, a

la

manera

del concepto de «distancia cero» entre dos puntos

ha de confundirse circular

(A

B

la idea limite

C

-*

D

eslabón y el último no son esencialmente (isos).

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

de causa

sui

con

A) porque en el

mismo

el

la idea

A y B. No

la

causalidad

círculo causal el primer

sustancialmente

996], séptima edición, Barcelona

de

2004

( Autos,)

© FGB 201

sino sólo

252

I

El

mito de

la

cultura

En un sentido antropológico amplio el término «civilización» suele utilizarse como equivalente al término «cultura» (sobre todo este término designa un sistema morfodinámico). En un sentido más restrin-

Civilización.

gido

(de civitas) son

las civilizaciones

las

gresista», las civilizaciones constituían el

de

las culturas

rizarse

por

en

Cogenérico,

las

mera

la especie

y que, por

en su género (haciendo de

forman con

las

es distinta

la pentadactilia es,

de

la

tanto,

las

no autorizan a sub-

notas subgenéricas una diso-

puesto que estas notas específicas, aunque

notas específicas de otras especies del género

un

La dotación cromosómica

del

«sistema» de alternativas único, cogenérico.

hombre

podían caracte-

embargo tampoco autorizan a

reiteración de los géneros), sin

ciar las especies del género,

peculiares,

y,

alto del desarrollo

ello,

notas que, aunque sean características de una

especie dada (zoológica, social, &c.),

sumir

por

de-

la ideología «pro-

universalidad.

la

Se dice de

as.

término más

primitivas (salvajes o bárbaras)

nota de

la

más

culturas en su estado

sarrollado; para los antropólogos clásicos, inmersos

de

los primates,

pero

es

cogenérica con

en cambio subgenérica, mientras que

lenguaje fonético articulado

no

la

la

de

ellos;

capacidad del

es ni subgenérica ni cogenérica, sino

transgenérica.

Contextos de descubrimiento

/

contextos de justificación. Distinción

debida a Hans Reichenbach (1891-1953) con la disociación,

en

el

curso de

la

que

la

se pretende subrayar

investigación científica, entre los procesos

(subjetivos psicológicos o sociales)

que conducen

al

descubrimiento de

una ley o teoría científica y aquellos otros en virtud de los cuales esa ley o teoría se demuestra o, al menos, se justifica lógicamente (objetivamente). La disociación

se utiliza, a veces,

como fundamento de

la

posibilidad de

segregar las cuestiones de Historia y de Psicología de la ciencia de la exposición sistemática de la ciencia

miento tienen lugar por caminos los cuales se justifica lo

mismo,

nen que

que

recorrer

caminos que

una perspectiva

al

o, lo

muy

que

poco

es

tie-

descubrimiento. La dis-

psicológica,

puede parecer

tri-

Pero deja de serlo en cuanto tenemos en cuenta su dialéctica peculiar.

Pues aun cuando

los

procesos del descubrimiento se conciben

cológicamente previos a fácil

de descubri-

diferentes de aquellos a través de

a veces, con los que condujeron

tinción, interpretada desde vial.

muy

los procesos

o se demuestra lo que se ha descubierto;

la justificación tiene

ver,

A veces,

misma.

admitir

los procesos

cómo puede

hablarse de

como

psi-

de justificación, sin embargo no

es

un descubrimiento previamente

al

proceso de su justificación; pues antes de esta justificación no es posible

(pfí

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

Glosario

distinguir

un descubrimiento

efectivo de

un descubrimiento

I

253

aparente. El

«descubrimiento» de los canales de Marte, a finales del siglo XIX, no fue descubrimiento, puesto que los supuestos canales no pudieron

tal

como

carse

y que

ción,

sino

tales,

cabría decir que

/

en

Lysis.

lo

hemos

Tomamos la

— de

pepsis

con

ver,

según Laín, con

de Cnido). «Crisis» designaría

un

la tradición

concepto de una

el

estado de enfermedad (enten-

con un estado relacionado con una defectuosa cocción

componentes

los

del organismo)

y que, o bien

se resuelve

restablecimiento del equilibrio del organismo enfermo (se habla

el

entonces de

o bien dejando abierta la puerta a

lysis)

o incluso con

recidiva,

la

terminación

( Primitive

Culture,

la posibilidad

la

las creencias, el arte, la

moral,

el

derecho,

lesquiera otros hábitos o capacidades adquiridos to

miembro de

la

la

definición de E.B.

Chicago 1871): «La cultura o

civilización,

sentido etnográfico amplio, es aquel todo complejo que incluye

cimiento,

de

proceso morboso.

letal del

Cultura (en sentido antropológico). Nos atenemos a Tylor

retros-

aquí estos términos en su sentido hipocrático (que,

modificación, generalmente súbita, de dida, a su vez,

es posterior a la justifica-

descubierto.

que tienen más que

este caso, parece

de Cos que con



Según esto

«artefactos» de los telescopios.

cuando hemos demostrado algo podemos afirmar

sólo

pectivamente que Crisis

como

descubrimiento, en general,

el

justifi-

las

por

el

el

en

cono-

costumbres y cuahombre en cuan-

sociedad».

Cultura circunscrita. Denominamos de

este

modo

(buscando

la

mayor neu-

tralidad axiológica posible) al conjunto de aquellos contenidos culturales

música, pintura, danza, literatura, cine,

(teatro,

punto de

vista

de

la idea del

como puedan

serlo

que, desde

«todo complejo» pueden considerarse

«circunscritos» (a efectos de tutela, tales

folclore...)

el

como

promoción, &c.) por instituciones

un Ministerio de Cultura o

análogos, públicos o

privados (Consejerías de Cultura, Casas de Cultura, Fundaciones de Cultura, Concejalías de Cultura, &c.). Los contenidos denotados en estas «culturas circunscritas» o «selectas» suelen, por otra parte, sobreentender-

como

se

sia» (la

los

contenidos más característicos de

tecnología industrial, la ciencia o incluso

también partes del «todo complejo», quedan de

la

la

«cultura por

la

educación, aunque son

fuera,

en general, de círculo

«cultura circunscrita»; pertenecen a la jurisdicción de los Ministerios

de Industria, de Ciencia o de Educación).

(pfí

Gustavo Bueno,

El

antonoma-

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

254

I

El

mito de

la

cultura

Cultura compleja instrumental. Denominamos de

este

modo

al

conjunto

de contenidos culturales (un subconjunto o parte del «todo complejo») que, sin necesidad de caer dentro de

la jurisdicción

Cultura (antes bien, estos contenidos

se

de los Ministerios de Educación), constituyen una tica,

de un Ministerio de

aproximan más a cierta

contenidos

los

unidad pragmá-

derivada del hecho de formar parte del «repertorio» de habilidades o

conocimientos que un individuo adulto que vive en sal» del presente

cultura compleja instrumental

por

«sociedad univer-

debe poseer a efectos de su adaptación

rango intermedio (nacional e internacional) de

tituida

la

la participación

en

es,

los

la

a las capas

de

sociedad planetaria. La

ante todo, una cultura subjetual, cons-

contenidos de

la

cultura social y objeti-

va a titulo de instrumentos preparatorios de los individuos en su proceso

de adaptación y control de su entorno cultural. La cultura instrumental compleja, en cuanto cultura destinada a «preparar» a los individuos para la

«vida del presente» incluye, por ejemplo,

tales la

como

el

automóvil,

las

posesión práctica (no ya filológica o

universales»,

además de

administrativas,

el

«gobierno» de artefactos

cámaras fotográficas o de vídeo,

la nativa, el

económicas y

literaria)

de

los

ordenador,

de dos o más «lenguas

conocimiento de

políticas

el

las instituciones

principales países del

conocimiento y «control», como instrumentos sociales, del «estado del teatro, de la literatura o de la pintura» que tienen que ver con

mundo, la

el

cultura circunscrita.

La cultura instrumental compleja puede considerarse como la cual

ha evolucionado, en

la

la

forma hacia

sociedad universal de finales de

«cultura general» que, a principios del siglo XX, era requerida en to de las sociedades nacionales.

La adquisición de una

siglo, la el

ámbi-

cultura compleja

instrumental es uno de los motivos principales del repliegue de los intereses filosóficos.

Cultura intersubjetiva (intersomática, nes, costumbres, ceremonias, &c.,

portamiento de

social).

la

el

conjunto de institucio-

que constituyen

las

pautas del com-

los

individuos en cuanto miembros de un grupo

Culturamorfodinámica. Denominación de

do por

Es

la

social.

unidad del sistema constitui-

concatenación causal circular de un conjunto de contenidos cul-

turales subjetuales, sociales

y

materiales, en tanto

ción da lugar a un equilibrio dinámico de

las

que una

las

concatena-

formas a escala operatoria

dada. Podrían ser ejemplos de culturas morfodinámicas:

Egipto faraónico de

tal

la

cultura del

cuatro primeras dinastías, la cultura griega clásica

(o «cultura de la polis»).

(pñ Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

Glosario

Culturaobjetiva (objetual). Es, ante todo,

la cultura social

y

I

255

la cultura

material o extrasomática (desde los cultivos hortelanos hasta las esculturas

que decoran un

edificio).

Cultura subjetiva, o cultura en sentido subjetivo, equivale ritu

o del cuerpo» según

Cultura subjetual. Es

la

las

al «cultivo del espí-

pautas establecidas por la cultura objetiva.

cultura subjetiva, pero subrayando lo que

el

sujeto

tiene de entidad real-positiva intrasomática (por ejemplo, la cultura de

pianista respecto de sus dedos, o la de culos)

un

culturista respecto

un

de sus mús-

y no meramente de entidad mental-metafísica.

Diafonía. Podría traducirse por desconcierto o disparidad de opiniones. Era

un término

utilizado

por

to contra la posibilidad

crepancia de

las

los escépticos griegos para designar el

de

los

conocimientos humanos fundado en

campo antropológico en

construcción racional dada en

la estructura gnoseológi-

y a fin de alcanzar una campo, se hace necesario

virtud de la cual,

el

ámbito de ese

proceder circularmente («dialelo») pidiendo, en cierto modo,

principio

el

de lo que busca ser construido. La «construcción del hombre», en tido de la teoría de la evolución, sólo

nocemos que

el

la dis-

opiniones de los «expertos».

Dialelo antropológico. Situación determinada por ca del

argumen-

hombre ya

se

puede

ha producido:

si,

el

sen-

cabo cuando reco-

llevarse a

por ejemplo, podemos

reconstruir la «invención del fuego», o del lenguaje, o del Estado, &c., es

porque presuponemos ya que

el

fuego,

el

lenguaje o

el

Estado están ya

dados. El postulado del «dialelo» considera una ficción la presentación de aparición o emergencia del hombre, o del fuego, o del lenguaje o del

la

Estado a partir exclusivamente de

la

consideración de la evolución de pri-

mates prehumanos (dryopitecos, póngidos, &c.).

Diamérico parte).

/

Metamérico

(de día = a través de, meta =

Dado un término o

que concierne a

la

más

minos o configuraciones de su mismo butivo), nivel por tanto

la

Para

inser-

con otros

tér-

nivel holótico (distributivo o atri-

homogéneo según

los criterios

de homogeneidad

La relación de un organismo con otro de su misma

de una célula con respecto a otras células del

ca.

y meros =

comparación, relación, cotejo, confrontación,

ción, coordinación, &c., de este término o configuración

pertinente.

allá,

configuración definida, diamérico es todo lo

un término o configuración dada

mismo

especie,

metamérica toda

es

o

tejido es diamérirelación,

comparación, inserción, &c., de ese término o configuración con otros de superior (a veces inferior) nivel holótico.

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

La

relación de

996], séptima edición, Barcelona

2004

un organismo

© FGB 201

1

256I

El

mito de

cultura

la

individual con

el

continente en

micas que lo constituyen

es

Zenón,

los estoicos

de

la

primera época (o Stoa

Cleantes...) para designar la supuesta «conflagración o

incendio universal» mediante vez, purificado;

subató-

las estructuras

metamética.

Ekpyrosis. Tecnicismo utilizado por antigua:

que vive o con

el

el

cual

también defendió

Apamea (135-51

a.n.e),

la

Cosmos quedaría

el

destruido

a la

y,

doctrina de la ekpyrosis Posidonio de

como máximo

considerado

representante de la

Stoa media.

Emic. Concepto introducido por Pike para designar cuando

ta el lingüista, sociólogo, etnólogo, &c., vista del agente

o agentes» en

una institución, un

el

momento de

«se sitúa

en

(el

el

punto de

una ceremonia,

describir

discurso, &c., a cargo, generalmente, de

culturas distintas de las del investigador

que adop-

la perspectiva

término emic

es

miembros de una

generali-

zación del sufijo del término «fonémica»). «Colón en sus viajes descubrió

Cipango y del Catay» es una proposición emic, cuyo error retrospectivo, sin embargo, no debe hacernos olvidar que ella guió los

las costas del

pasos del Almirante.

Espíritu objetivo. tres

En

que comprende

que, dejando atrás a

no «hacia



sistema de Hegel es

el

Materia (como ser-fuera-de-sí) emprende

mismo», a

Espíritu absoluto. Por

«segundo momento» de

los

despliegue del espíritu (como ser-en-sí) una vez

el la

el

saber:

medio de

el

cami-

Espíritu subjetivo, Espíritu objetivo la idea

un conjunto de contenidos y formas

y

de Espíritu objetivo Hegel reúne

del

campo antropológico

(los

que

tienen que ver con lo que hoy llamamos, sobre todo, Derecho, Sociología, Política

y Economía

política) caracterizándolos

por su condición humana,

desde luego, pero no tanto en sentido individual cuanto supraindividual

y con

efectos deterministas implacables sobre los individuos: el «espíritu

no

objetivo»

tiene propiamente alma; es

un desalmado

(en expresión de

Ortega). Sin embargo, ofrece los canales, marcos o pautas mediante las cuales las «almas»

pueden conformarse. El Espíritu objetivo

se manifiesta,

lugar, como Derecho; en segundo lugar como Moral; y en tercomo Costumbreidad (o Institucionalidad: Sittlichkeit, de Sitien

en primer cer lugar

= costumbres, instituciones; se despliega, a su vez,

de Etíc.

la familia, el

de

la

según

traducen eticidad). La Sittlichkeit

los italianos tres

sociedad

momentos de

civil

y

el

creciente complejidad: el

del Estado.

Concepto introducido por Pike para designar

ta el lingüista, sociólogo, etnólogo, &c.,

(pñ Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

cuando

la perspectiva

se sitúa

996], séptima edición, Barcelona

2004

que adop-

en un punto de

© FGB 201

1

Glosario

vista

que no

momento de

viajes,

institución o

un

el

discurso, &c.,

culturas distintas de las del investigador

una generalización

etic es

en sus

suyo propio, generalmente, en

una ceremonia, una

miembros de

a cargo de

mino

es el del agente, sino el

describir

257

I

(el tér-

del sufijo del término «fonética»). «Colón,

descubrió diferentes

islas

del Caribe, así

continente americano» es una proposición

Eutaxia («buen orden»). Designamos con

como

del

las costas

etic.

término un concepto que

este

generaliza ciertas definiciones aristotélicas {Política, 1321a: «La salvación

de

la oligarquía es la eutaxia»),

a cualquier tipo de sociedad política.

Eutaxia, en su sentido político general, significa «buen orden político», en

donde bueno no

dice tanto «santidad», «justicia», &c., cuanto «capaci-

dad» o «virtud» del sistema para mantenerse en

do de lado

los

Finís operantis

/

medios que

el

curso del tiempo, dejan-

él utilice.

Finís operis. Distinción escolástica que establece la posi-

un propósito

bilidad de que la obra que ha sido diseñada en función de

determinado de su agente o agentes según una trayectoria objetiva siguientes

la

el

rey hasta los

operante) se desenvuelva

obra) o desencadene efectos sub-

de quienes convocaron

Francia de 1789, desde

y

de

que ni siquiera fueron previstos por

los fines subjetivos

el

(fin

(fin del

el

agente o agentes. Entre

Estados generales en la

los

hombres públicos que

ra de los citados Estados generales,

no figuraba

de

la abolición

rodeaban

le

último ciudadano, durante todos los meses que siguieron a

la

apertu-

la

monar-

quía; sin embargo, los sucesos condujeron a sus agentes por los

de

la revolución:

directores

por

de

«Todos fueron dirigidos por parecían actuar

ellos;

las fuerzas fatales e

Gnoseológico,

a. Relativo

mino contrapuesto miento (ya sea

cas; es

una

a la teoría de

más que

las ciencias.

mundo

«estilo»

de

Como quiera que,

mito de la cultura

tér-

[1

las ciencias

el «estilo»

de

antropológiel

tipo

entorno que puede alcanzar un niño de

que puede alcanzar un niño de

siete años.

cual se «sustantifica»

el

propiedad, relación o atributo abstracto que, por

El

como

de establecer las diferencias entre

Hipóstasis, hipostatización. Proceso mediante

Gustavo Bueno,

Se toma aquí

epistemológica, la de diferenciar

tarea epistemológica la

alguno sustancial.

ser

ya sea precientífico o praetercientífico). Es una

matemáticas respecto del

el

en vez de

a epistemológico, reservado para la teoría del conoci-

de conocimiento de su dos años y

los sucesos,

gentes perturbadas o movidos

inconscientes de la tragedia griega».

científico,

tarea gnoseológica, las ciencias

como

caminos

en muchos

996], séptima edición, Barcelona



mismo, no

es

en

una

modo

casos, la «sustantificación»

2004

© FGB 201

258

I

El

no

mito de

la

en concebir como sustancia

consiste

ción, sino

cultura

lo

que no son sino atributos o propiedades o término «hipostatización»

ferible utilizar el

sólo

un

es

un

igualdad no es una transitividad, la

una

accidente o

rela-

de «sustantificación» (que

al

más restringida). Hipostasía la como relación simple, cuando en un conjunto de propiedades

relación sino

— que

«dado perfecto» quien

concibe

lo

es

relación de

realidad la



simetría,

afecta a determinadas relaciones tales

reflexividad

«congruencia», la «isonomía», &c. Hipostatiza

homogéneo y no como una

lo

relaciones insertas, se hace pre-

tipo de hipostatización,

«igualdad» quien la trata

como

que

en concebir como atributos o relaciones simples o exentos a

como un cuerpo

el

físico

concepto de

perfectamente

relación entre los dados empíricos

que en

el

curso de jugadas indefinidas, compensa sus imperfecciones.

Inversión teológica. Llamamos inversión teológica tenido lugar en

el siglo XVll)

mediante

el

cual

la

al

proceso (que habría

idea del Dios terciario,

como limite de la relación entre determinados contenidos dados en el Mundo, revierte sobre las relaciones entre los contenidos de ese mismo

Mundo de suerte de

ser «aquello

tal

que

las

conexiones de los conceptos teológicos dejan

por medio de

lo cual se habla

de Dios» (como entidad

transmundana) para convertirse en aquello por medio de

mos

sobre

mundo.

el

Isoíogía, Tipo de unidad entre términos que, por oposición la

diversidad heterogénea (a

unidad

lo cual habla-

las

no solamente

relaciones heterológicas) sino

sinalógica, se caracteriza

también a

a la

por no precisar una proximidad, conti-

güidad o continuidad causal, &c., entre

los

términos de referencia. La

igualdad entre dos términos que mantienen relaciones materiales k de simetría, transitividad isológica;

también

lo es la analogía

o

la la

y reflexividad determinará entre

semejanza (que no

unidad entre

los

entre los huesos

la

unidad entre términos que, aunque no sean

huesos de un

mismo

cuando abstraemos el

la

diferentes de la

unidad sinalógica de

texto este término

en

el

operatoria (constructivista) del conocimiento las cosas

miento, incluso

El

por

él

mito de la cultura

[1

misma

comienza con

el

especie

estirpe).

contexto de

la

concepción

humano, en tanto

conocidas. Según esta concepción

el científico,

(la

esqueleto es sinalógica, la unidad

homólogos de esqueletos

Logos. Utilizamos en

Gustavo Bueno,

como

mantienen un vínculo de continuidad, contigüidad, &c.

isológicos k,

función de

una unidad

homogeneidad. La unidad sinalógica (de synallage =

comercio, ajuntamiento) es

es isológica,

ellos

es transitiva) es isológica,

el

se

da en

conoci-

«saber hacer» técnico ope-

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

Glosario

no ya

mientos de «Logos»

los

en

es,

259

eminentemente manual o

ratorio (entendiendo operación en su sentido

fonético, es decir, en tanto implica,

!

«actos mentales» cuanto movi-

músculos estriados capaces de componer y separar). no tanto la característica de una supuesta

este contexto,

«mente lógica» sino

la característica

do operatoriamente (desde una

de todo aquello que ha sido construi-

cesta de

mimbres ensamblados hasta un

discurso de palabras) mediante composiciones y separaciones de partes que conducen a una «estructura identificable» (reproducible por tanto en principio) en

Megárico ya

la

un sistema

general de fines biológicos o sociales.

(referente a la escuela de

Megara, fundada por Euclides de Megara,

que pertenecieron Eubulides, Apolonio de Cirene, Diodoro Crono,

&c.). El adjetivo «megárico» se utiliza en esta obra, por sinécdoque, referido específicamente a las (supuestas) doctrinas de los megáricos que

subrayaban, no sólo

inmutabilidad

la

multiplicidad de las esencias, sino también su

(«eleática»; los eleatas

a dejar de considerar a las esencias cies); las esencias serían

Cada

en cambio negaban

mutua y su «incomunicación»,

sobre todo, su separación

más bien

como

la pluralidad) y,

lo

que obligará

géneros (englobantes de espe-

mónadas

especies únicas,

esenciales.

esencia encerraría en la necesidad de su naturaleza todo su porvenir,

que no

es

en realidad más que un eterno presente;

los célebres

argumentos del segador («o

mento perezoso» o

«el

recogéis,

lo

que

se expresaba

o no recogéis»),

el

vencedor», dirigidos probablemente contra

de potencia de Aristóteles. «Los megáricos



dirá Aristóteles



en

«argula

idea

sostienen

que solamente hay potencia cuando hay acto y que cuando no hay acto no hay potencia.»

Metamérico. Véase Diamérico.

Modulaciones de una idea o concepto. Corresponden, en o conceptos no unívocos, a lo que

las ideas

los contextos

las especificaciones

son en

de los

contextos de los géneros unívocos; especificaciones que podrían también

denominarse «absorbentes», por analogía con de

las

la especie, la

«reabsorbe»,

demostración de

ellas.

como

un género

Actúan, más bien,

«términos absorbentes» el

género,

al

aplicarse a

«triángulo» reabsorbe a «equilátero» en la

la relación pitagórica.

especificaciones de

de

los

operaciones algebraicas [0*5=0], dado que

Pero

las

modulaciones no son

susceptible de ser utilizado con abstracción

como un módulo

(1*5=5), porque

el

concepto

o idea general no puede utilizarse con abstracción de sus «modulaciones», sino que se aplica inmediatamente a ellas (a la

(pfí

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

manera como

996], séptima edición, Barcelona

2004

el

concepto

© FGB 201

z6o

I

mito de

El

cultura

la

de «sistema de numeración»

se aplica a «sistema decimal»

o «sistema

binario»).

Naciones canónicas, naciones continentales y naciones regionales (o étnicas). Dando por supuesto que el concepto de «nación», en su acepción política,

en

cristaliza

la

época moderna en

el

contexto de

la constitu-

ción de los Estados sucesores del «antiguo régimen», llamamos «naciones canónicas» a

las

que efectivamente

se

han conformado o redefinido

a

«escala»

de

mamos

«naciones continentales» a aquellas otras que posteriormente han

tales

Estados (Francia, España, después Alemania,

Italia...); lla-

ido conformándose en función de Estados cuyo territorio es de ámbito

como proyecto). mismo plano de reali-

continental (Rusia, Estados Unidos de América, Europa

Las «naciones regionales» no pueden ponerse en

dad

política de las anteriores, puesto

auuuiviMuncs uc

el

que sólo existen en proyecto. Son

naciones L,anuuiu5

ruis vascu, ucu.y y ilu

sun

anteriores, sino posteriores, a las naciones canónicas, pese a las pretensio-

nes de

la elite

que pretende su emancipación y que

cución de alguna forma de Estado separado

se orienta a la conse-

de contemplar

(sin perjuicio

su eventual confederación con otros Estados colindantes). Partes determinantes, partes integrantes, partes constituyentes. Las partes

materiales

pueden

logramo

en alguna medida, en cuanto integrantes,

tj

y

determinantes

sustituir

las

0=t¡+t2 pero no 0=P+C+E, fórmula que habrá .

el

todo; por ello los constituyentes

o momentos de diverso orden dimensional que

1

es aditiva

por Q=PC\CTE). Las partes integrantes son del mismo

partes integrantes (son constituyentes de 01

no

partes determinantes

orden (dimensional, por ejemplo) que

tntnrAC

de un cuadracomo los trián-

la figura total

rectángulos isósceles cuya hipotenusa sea la diagonal del

t2

(tiene sentido escribir

(partes

formales)

las

cuadrilátero C, parale-

partes integrantes (del todo integrado, tales

cuadrado). La composición de

que

como

(tales

o equilátero E, determinantes de

P,

do Qj como gulos

(y,

ser tanto partes

Q

sus lados

y

todo) no son

el

los

puntos consti-

c x corti r'oo'i vv.t uc.c.jy.

o uto

Partes sistáticas

y partes

sistemáticas. Véase Totalidades.

Refluencia. Constitución, en un proceso de construcción o de evolución en estructuras dadas a sin

que

un

nivel n,

esta constitución

de configuraciones propias de un nivel

pueda

ser reducida a la

condición de mera

ración o efluencia de alguna estructura genérica anterior.

(pñ Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

n-i,

reite-

Hablamos de

© FGB 201

Glosario

una

refluencia de la estructura

urbana (en

la

que a

las

261

I

browniana molecular en una sociedad

moléculas corresponden ahora

los

ciudadanos).

Sinalogía. Véase Iso logia.

Sinecoide (de sineogmos, ou=j untura, costura). Conexión característica de

un término k con un conjunto de términos



¡a,b,c,d...

cuando k debe

ir

vinculada necesariamente, pero alternativamente, a alguno o a varios de los

términos del conjunto, pero no a ninguno de sus términos en particular (por lo cual la conexión sinecoide del término k no lo hace dependiente, sino «libre» respecto de

Un

reostato

puede

un término dado, aunque dependa

ser analizado

de; los vínculos del individuo

como un

del conjunto).

dispositivo en conexión sinecoi-

con otros individuos de su grupo

social

(sobre todo en sociedades complejas, por oposición a las sociedades

con

formas elementales de parentesco) suelen ser de tipo sinecoide. Sinexión. Vínculo entre términos que, siendo diversos, y en cuanto diversos, los enlaza de un modo necesario. El polo positivo y el polo negativo de un

imán

están vinculados sinectivamente. El reverso

po dado (dejamos de lado

las superficies

y

el

un

anverso de

cuer-

de Moebius) están unidos por

sinexión. Sittlichkeit.

Búsquese Espíritu

Lo que

Soteriológico.

objetivo.

tiene capacidad salvadora de los

una vida degradada, o simplemente zoológica o Tabla gnoseológica de la cultura

(ver

hombres respecto de

terrenal.

página 160). La tabla de referencia

puede considerarse como un despliegue lógico-material de

como

Cultura,

«todo complejo» de Tylor, dado que

sólo va referida a las «partes» de orden

1, 2, 3...

duda, estaba pensando Tylor) sino también

comprende, por

lo

menos, dos «todos»

tribuye isológicamente en las vez,

1, 2,

3...

suponemos que La dimensión las filas

—y

Idea de

la

«complejidad» no

10.000 (en

que, sin

las

«todo» (puesto que «todo»

entretejidos: el todo

filas I, II, III...

en subconjuntos de diferente nivel

rasgos

al

la

$

que

se dis-

DCXX —reagrupables,

el

a su

todo T, constituido por

los

10.000, sinalógicamente concatenados). Por lo demás,

T se establece realmente «a través»

histórica de la Tabla se

de

las filas I, II, III...

supone representada en

contado de arriba hacia abajo:

las flechas dirigidas

el

orden de

hacia abajo,

perpendiculares o diagonales, son utilizadas para definir la perspectiva en la

que

se sitúan las escuelas difusionistas

o evolucionistas. Es obvio que

dimensión histórica podría también representarse agregando a

(pñ Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

la

la tabla

© FGB 201

262

I

El

mito de

plana un

do

la

cultura

eje

perpendicular

al

mos,

al

menos para un

tamaño de

el

la

capa básica

que

intervalo histórico dado,

ha experimentado un aumento

ría el

el

se fuesen situan-

si

es

que acepta-

número de

en cuyo caso

regular,

cultu-

adquiri-

la tabla

aspecto de una pirámide escalonada invertida.

Preferimos, sin embargo, mantener cas

que

el

sucesivas capas correspondientes a épocas diversas; en este caso, sin

embargo, convendría reducir

ras

plano del papel en

que

plana por

la tabla

en virtud precisamente de su

ella ofrece,

las ventajas analíti-

sencillez,

siempre que

estemos dispuestos a operar con sus propios elementos (por ejemplo, sustituyendo

de trazo continuo que separan

las líneas

las culturas I, II, III...

por líneas de trazos punteados, cuando queramos sugerir que

pongamos por

caso, es la

misma

cultura

temporal dado, pero sin perder su «identidad»).

podrá

más

radicales

a la cultura

como

I

demás como difusiones

mente de

$

totalidad

das (por ejemplo,

I

y

el

la cultura originaria,

las líneas

de

continente por

correspondería a

sentido

radical

contienen todos

(en

el

las culturas

I

presentando a todas

la

ellas

puntea-

misma

cultura

perdidas de Israel»; o

que

utilizarse

esta

para definir

expresión

el

cobra

evo-

en

son independientes, autónomas; todas

y

se interpretará ahora

estos rasgos evolucionan para-

como una

menos en preformación (más que en

todos los rasgos de

las culturas posteriores.

del difusionismo radical,

como

las

suponer que todas

que hay

«epigénesis cultural») a

Y cuando

nos alejamos tanto

culturas adquieren por difusión y

otras veces por evolución epigenética (¿en ra occidental del siglo XIX está

cultura primaria que

del evolucionismo radical, es decir, cuan-

do reconocernos que hay rasgos que

trazo punteado;

la tabla

los rasgos (1, 2, 3... 10.000), todas las culturas tienen

lelamente; la línea

es

la tabla

cabría hablar propia-

las «tribus

podrá

lenguaje, ciencia, religión, filosofía, &Cc.

mejor

modo,

cultura egipcia, según la concepción

la

lucionismo

Antropología cultural):

no

indoamericanas serían

la tabla

al

este

debieran ser todas

fila

de Elliot Srnith). Pero también

contiene,

II,

y extravagantes. Por ejem-

suyas; por lo cual

las culturas

hebrea, di-fundida en bien, la cultura

De

una interpretación de

plo, el difusionismo radical corresponde a

que tomase

cultura

también para representar diversas concepciones antropo-

utilizarse

lógicas de la cultura, incluso las

las

la

transformada en un intervalo

I

que cultura anterior a

preformado

las líneas

el

la cultu-

fonógrafo de Edison?) lo

que separan nías y columnas son de contenidos que aparecen en una

casillas vacías,

determinada y sin precedentes, pero también contenidos que proceden de la evolución de otros contenidos propios de culturas diferentes.

fila

(pñ Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

Glosario

I

263

Totalidades atributivas (T) /Totalidades distributivas (£). Las totalidades atributivas son aquellas cuyas partes están referidas las unas a las otras, ya

sea simultáneamente, ya sea sucesivamente

implican inseparabilidad coides



—por ejemplo en

o indestructibilidad);

su participación en

Totalidades sistáticas tutio)

y

conexiones atributivas no

caso de las conexiones sine-

las totalidades distributivas

cuyas partes se muestran independientes

momento de

(las

el

el

sistemáticas.

las

unas de

Llamamos

sistáticas

a totalidades (estructurales o procesuales) tales

Gustavo Bueno,

El

como

mito de la cultura

[1

son aquellas otras

en

el

todo.

ción «estructural» geométrica (circunferencia o ticas a totalidades tales

las

como

elipse);

«sistema funcional de

( systasis

la

= consti-

configura-

llamamos sistemá-

las cónicas».

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

Gustavo Bueno,

El

mito de

la

cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

,

1

índice analítico 99

agere/facere

cultura, 168-169,

la

alfabetización, 104, 152-153, 155

alienación, 102, 214-215; (Fichte),

ámbitos de

«amor a

la

127

anastomosis, 82-83

angelismo (en Grecia

clásica),

55-56

animadores culturales, 235 antropología científica universal, 119

— — — — — — — — — — —

básica

capa conjuntiva, 188-

y capa metodológica de o

material

32-33

extrasomática,

o intersomática, 32-33

social

subjetual

o intrasomática, 32-33

carismas,

culturología,

107 - 121 170 ,

162

casa de cultura, 35,



del pueblo,

216-235

216-235

225

118

catastrofismo milenarista,

filosófica,

118

categorías culturales, 116,

dad

119

en sentido

del

159 - 173

ysistáticas,

118

urbana, 118

165-166, 169-170; categorías y 170-

171; categorías longitudinales, 171; ley de desarrollo inverso de las esferas

apocalípticos/integrados (U. Eco),

226

gorías culturales,

248

;

y

las cate-

(véase

también

61-62, 114, 136

causa mi, 25

ceremonia del rezo en familia, 235; ceremonia

área cultural (Ratzel, Sauer), 175

de ver

usos adjetivos y sustantivos, 47; arte en la Antigüedad, 137-138; artes nobles/artes

arte,

serviles (Cicerón),

la televisión

en familia, 235

cesaropapismo bizantino, 150-151

chamanismo, 117

148 ciencia infusa,

— —

ascetismo cristiano, 96

axiológico,

205 - 220

«patrón universal»)

aprendizaje-cultura, 200; aprendizaje/herencia,

aticismo (veáse

precarie-

ciencias, 170; categorías lingüísticas,

antropologismo, 94

apotético,

;

concepto de categorías culturales,

168-171; categorías culturales sistemáticas

209

estricto,

sociológica,

185

142-144

etológica,

general,

(véase,

209

de comunidades, 118

como

(véase, «cultu-

ra intersomática»)

característica universal (Leibniz),

etnológica, 118,

(véase,

«cultura extrasomática»)

comparada, 117-118

cultural

la ciencia,

108

capitalismo,

«ciencia de gabinete», 119

cortical,

189

«cultura subjetiva»)

113, 118-119; de «ciencia de

clásica, 94,

campo» a

capa basal, capa

— — — —

214

vida de los hombres, 203

la cultura»,

big bang, 227-228

186-187

(Marco Pondo Catón), 47, 52-53

agri-cultura

100-101, 162, 249

rás),

agregacionismo/organicismo en filosofía de

latinitas)

249

de todas

ciencias

axiólogos alemanes (Scheler, Hartmann), 90

1

56

sobrenatural, 144 las cosas,

156

comunes a todos

los pueblos/ciencias

particulares de cada pueblo (Ibn

Hazm),

222-224 1?

operatorias (metodología),



247

base/superestructura, 100, 162, 187-188; (Ha-

(pñ Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

de la cultura, 69-106, 107- 121 (véasetam;

bién «antropología» y «culturología»)

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

266

— — — —

mito de

El

I

del

cultura

la

humanas,

ciencias

espíritu,

ciencias

107-108

sociales, 107; Rickert,

crítica

147

divinas,

crisis/lysis,

253 104

la cultura,

Crítica de la razón pura,

227

humanas, 147

cuestión nacional, 103 (véase también «nación»)

naturales, ciencias físicas, ciencias formales,

culto/inculto, persona culta, 48-49, 136; culta

108

señorita,

ciencias nomotéticas/ciencias idiográficas

(Win-

135 - 158

199-200; (Antístenes),

157,

199; (Diógenes), 95-9 6, 157, 199 círculos

culturales,

la

;

;

idea de cultura está ya en

Grecia (Harris), 68;

(Herder),

183;

176,

47 - 55

usos adjetivos y usos sustantivos, 47, 75; génesis de la idea metafísica de cultura,

tético/idiográfico»)

cinismo, 95-96,

48-50

usos corrientes del término,

cultura:

«nomo-

delband), 108-109 (véase también

idea de cultura es

la

moderna (Dempf, Niedermann, Krober,

77;

(Ratzel),

116-118, 175; (Sauer), 175 (véase

Kluckhohn), 68; cultura en

también

«esferas culturales»)

XX, 238; idea ontológica (metafísica) de

1880),

55;

(Engels),

tura,

(Guizot,

104;

;

109-110; idea gnoseológica unitarista,

ta,

70; (Morgan), 53-54, 104; (Spengler), 54;

110-113; cultura

(Turgot), 70; (Tylor), 53-54; civilización

co-positivo,

cosmopolita, 118, 209

práctica

133 203

universal (Hegel, Marx), 100; idea lógica de

164

clase universal, clases sociales,

cogenérico,

;

;

logía

50

;

constityente,

121 - 135

;

función

cultura

y hombre,

83,

121 -

86 - 88 197 ,

y la escolástica, 57-58; etoy psicología, 48, 50, 52, 61, 65-66,

Aristóteles

200; instrumentalismo subjetualista (Bolk,

36

clásico,

como concepto científicultura como idea

107 - 121

reivindicativa de la idea de cultura,

228

XIX y

;

Castelar, Lévi-Provenjal), 54; (Mirabeau),

clase ociosa (Veblen), 50,

los siglos

65 - 107 idea gnoseológica de cul107 - 121 idea gnoseológica pluralis-

cultura,

civilización, 53-54, 167, 209, 252; (Caballero,



de

Alsberg, Klages, Daqué), 57; intelectualis-

252

mo

conciencia y «ser social» (Marx), 140-141

conducta operatoria innata, 62; conducta pre-

Kant, 74;

253

(véase

«todo complejo»); primera cultura y segunda cultura (Snow), 33, 49-50, 117, 123-

configuraciones morfológicas, 165-166 la idea

la cultura (Cicerón), 58;

Tylor, 32-33, 94, 113-119, 159,

programada, 62

confusión en

de

Maravall, 59; sociobiólogos, 57, 61, 65;

de cultura, 30-32, 34, 37-

124, 148, 223-224; idea de cultura e idea

45

de producción, 100 - 106 cultura durante ;

conservacionismo ecologista, 177 constitución:

el

constitución cultural,

Constitución de

Weimar de

Constitución del Perú de

129-130;

1919,

130;

1920,

130;

Constitución española de 1978, 29, 130132; Constitución mejicana de 1917, 130;

Constitución política de

Española de

1812,

la

130;

Monarquía

Constitución

republicana española de 1931, 29, 130 contextos de descubrimientos/contextos de justificación,

252

contrahumanismo, 97-98

ca de

97; (epicureismo), 96; (Roszak), 95

de

— de — de

la cultura,



la idea

nido, los

Gustavo Bueno,



226

de progreso universal

e indefi-

226 fundamentos de

El

159 - 173

;

animal/cultura humana, 62-63 (lYiíyyii



í

Cicerón) ivéuss tstmóién «cultum

subjetiva»)

antigua, 123 -aprendizaje,

200

aristocrática, 104,

del automóvil,

230-231

117

burguesa: contenidos, 31; cultura burguesa

crisis

la cultura,

(Fichte),**81

— — — — — — —

contracultura, 232; (ascetismo cristiano), 96,

costumbres, 70-71

franquismo, 30-31, 128; unidad orgáni-

y cultura obrera, 30, 103; cultura bur-

guesa y cultura universal, 31, 102-104 de la cena en bandeja ante el televisor, 36

de

clase, carácter reivindicativo

127-128 las

matemáticas, 226

mito de la cultura

[1

254

circunscrita, 33, 136, 138-139,

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

de esta idea,

1

índice analítico

I

267

— de Coca-Cola, 31-32 — de una nación 82 — 127 — 148-155; como — compleja 254 como opio — como concepto 234; como «unidad 209 155 — — 131 194-197, 200, — de corrupción 224, 36 miento de de 65— 221-315 135-136, de — 123 va en Antigüedad, 137-141 — de 36 — 103 — 84-85 — 216 — 122-123, 234-216 — como opio 234-240 — 230-231 — también mito de 147 — como normativo, 67 Prometeo) — de 235 — 205 — 54-55 — 205-220 — 205-222 — 36 — (Marx, Diamat 86 — pequeñoburguesa, 49 también — de 126-127 — 127 — europea 79-80; 80 — 198 — 182-187, 194-196 — 94 — 54-55 — 102-103, 224 tam— de 31-32 224 — — de — 205-222 131 — 52 — de un 148-155; 153 — humana, — 209 de 122-126; dimen— 234 normativa de — 234, 237 humana, mito de unidad — en género de humana, 171-173; y 54 Hombre, 197-204 también «huma— como nismo» y «hombre») 90-91, 181 — 184 — 183 — 117 — 67 — 228-229, 234 — 47-65, 135-136, 182-187, — 153 194-195, 200, — 51,61, 182-187, 194-196 55-63, 65-68; como — 255 moral 74 — — la

(Hegel),

colonialista,

nacional,

instrumental,

cultura nacional

biocenosis,

del pueblo,

186;

corológica»,

ecológico,

objetiva, 50, 52-55, 61, 97, 105, 111, 114,

constitucional,

210, 218,

administrativa,

la

la idea

cosmopolita, 154,

obrera, 30,

/Dios,

elevante, 36, 67,

-

cultura objeti-

la

dimisión,

la

145; idea

106,

cristiana,

255; naci-

cultura objetiva,

del ocio, 34,

147,

del pueblo,

enciclopédica, 224,

ortopédica,

envolvente

( véase

escenario,

particular,

española,

(véase esferas culturales)

particular/cultura universal,

especial/cultura global,

del pelotazo,

espiritual, 34;

),

(véase

étnica, carácter reivindicativo

cul-

esta idea,

tura burguesa)

perversa,

(Fichte),

(Hegel),

positiva,

extrasomática, 51, 156, francesa,

-

primitiva, 54,

proletaria, 30,

fumar,

(véase

bién «proletariado»)

general,

propia, carácter reivindicativo

esta idea,

global/cultura especial, hortelana, 47,

pueblo, 33,

(Kant),

cultura humanística: carácter rei-

salvaje, 127,

vindicativo

esta idea,

siones

e histórica

196;

la

santificante, 36,

la cultura

selecta,

categorial

la

cultura

sentido genérico (del

cultura

(

ser viviente

industrial,

/sociedad (Krober), 112,

instrumental,

soteriológica,

internacional, 150,

subjetiva,

105,

intersomática, intersubjetiva,

tura

51

( véase

kitsch cosmopolita,

221-234

75

como masa viscosa, 238 de masas, 230-232 material,

filosóficas,

cultura subjetiva

cul-

(Kant),

subjetual, 50-51, 194, 200,

147

justificante,

literaria,

224, 255; teorías

«cultura subjeti-

va»)

— — — — — — — —

(Frobenius, Spengler),

ideacional (Keesing),

65,

intrasomática,

genera-

dor),

véase

34

medicinal, 147

morfodinámica, 65-66,

175-205,

196, 255

(pñ Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

194-

— — — — — — — —

255

(véase

tam-

bién «cultura subjetiva») sustancial,

de del

66

las tarjetas

tiempo

de crédito, 36,

libre,

de

las

17

222

total/cultura parcial, 221, del trabajo, 34,

1

34

216

vacaciones de

Semana

Santa,

36

de vanguardia, 232 universal, 31-32, 78,

996], séptima edición, Barcelona

88,

2004

102-104, 118,

© FGB 201

268

mito de

El

I

cultura

la

125, 127-128, 130,

123,

150-154, 168,

171-173; cultura universal/culturas parti-

205-220;

culares,

el

versal,

221-234; no

versal,

221-226

mito de

la cultura uni-

escuela de Frankfurt, 106

esencias/fenómenos, 165-166 esferas culturales,

una cultura uni-

existe

las esferas

111

culturalista,

categorías culturales,

las

y

205-

220

culturgenes (Wilson-Lumsden), 167, 181-185,

194, 210 {véase también «meme»)

107-121

culturologia,

32-33, 101, 116-118, 167,

170, 176, 193; ley de desarrollo inverso de

espacio antropológico, 109, 162-163

102

espíritu, 86,

(Ostwald),

110;





(White), 111-113, 172

absoluto (Hegel), 82, 92

de

las leyes

(Montesquieu), 70

descubrimiento de América, 212

— — — — — —

des-culturalización, 2 1 8-220

esplritualismo de la cultura, 85-87, 88-92; ver-

cultus (Velleius Paterculus), 51

curvas cónicas, 137

dejación, 151

derecha (en sentido político), 88

derecho positivo/derecho natural, 223

desmitificación, 38, 41-45; desmitificación de la

nacional, 155 [véase también «espíritu de

un pueblo») objetivo (Hegel), 54, 82, 92,

Santo, 56-57, 142-148, 155 subjetivo (Hegel), 92 universal (Hegel), 102

siones armonista y diafonista del espiritualismo, 88; espiritualismo teológico, animis-

Biblia (R. Bultmann), 41-42; desmitifi-

cación por «elevación», 41; desmitificación

ta,

descendente,

89-90,

41-42;

desmitificación

y

mitificación, 42; propósito desmitificador

86,

88;

espiritualismo

humanista,

Herder,

Dilthey,

antihuma-

90-91, (Frobenius, Spengler), 90-91;

nista,

255

espiritualismo

praeterhumanista,

91-92,

(Hegel), 92, 101-102

255

dialelo antropológico, 79, 206,

Kant,

(Fichte,

Cassirer), 89-90; espiritualismo

45-46

del libro,

diafonía,

256

de un pueblo, 33, 148-155; (Hegel), 83

diamérico/metamérico, 256

estado/nación, 152-153, 193

difusionismo en antropología, 118

Estado de cultura, 121-135, 148, 153; (Blunt80-81,

dignidad del hombre, 122-126, 147

schli),

dinámica de

(Fichte),

cultural

las culturas,

y

variación

205-220; dinámica cultural,

dinámica histórica de

las

estructural de desarrollo,

culturas

y su

redes),

ley

(Cuesta Marín), 29;

153;

(Hegel),

153;

129; (Santamaría de Pa-

129

estados modernos, 141, 148-155 {véase «nacio-

nalismo canónico»)

Dios/cultura, 84-85

estoicismo, 139, 143

diseño, 231 división del trabajo, 214,

domingo: de «día ra»,

129;

129,

(Holtzendorff),

212-213;

213-218

80,

estructuralismo, 38, 171; Lévi-Strauss, 38-39,

216

119

del culto» a «día de la cultu-

estructuras profundas

34, 145

(Chomsky), 166, 170-

171

dones del Espíritu Santo, 142, 235 dos culturas (Snow), 33, 49-50, 117, 123-124,

etic/emic (Pike), 165,

257

etnia, 149, 176, 190; etnicidad, 190;

148, 223-224

(Montan-

don), 149; etnocidio, 131

Edad Media 142 educación

cristiana e idea

de cultura, 136-

etnocentrismo, 192

del

género

humano

(Lessing,

emic,

256



256

de

mo

epicureismo, 96, 157

las

civilizaciones,

de

las culturas,

205-220; evolución

211-213; evolucionis-

en antropología (Morgan), 118, 192;

(Tylor), 192; (Lubbock),

(pñ Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

257

211-212; evolución biológica y evolución de las ideas, 140-141

lineal

entropía de mezclas, 118

político, 36, 149,

evolución biológica, 123-124, 140, 202-203,

Herder), 76 ekpytosis,

un régimen

eutaxia de

996], séptima edición, Barcelona

2004

192

© FGB 201

1

índice analítico

explicación/ comprensión, 110

gracia

expresionismo, 200-202

145; gracia

I

269

y lenguaje, 144-145; gracia y poder, como mito inconsistente, 155-

157; estado de gracia, 216, 236; misterios

de

99

facere I agere,

la

Facultad de cultura (Ortega), 50, 224



de Filosofía y Letras y personas cultas, 49 facultades del entendimiento y de la voluntad,

falsa conciencia,

véase

también Reino de

gravitación (Newton), 140 griegos/bárbaros, 138

tidad cultural

236

filosofía clásica

de

107, 116; filosofía alemana

65-107;

cultura,

la

78-81,

(Fichte),

etnia)

alemana, 65-107, 154

la cultura,

de

y

guerra (Hegel), 83

fenómenos/esencias, 165-166

(Cassirer),

105-106

(Freud),

140;

hábito (categoría en Aristóteles), 57-58; en

habla/lengua (Saussure), 51

hecho

78, 140; (Spengler), 68; filosofía clásica

helenismo (véase

anglosajona de

herencia/aprendizaje, 61-62, 114, 136

la cultura, 55; agregacionis-

filosofía

de

la cultura,

«latinitas»)

«herencia cultural»,

76

hipóstasis, hipostación,

rentes teorías de la cultura,

181-187;

hippies,

sofía de la cultura implícita

en

el

materia-

nes expresionistas, 201-202; concepciones

36

internalistas

kitsch, filosofía analítica del lenguaje ordi-

231

36

finalidad sin fin (Kant),

hombre cosmopolita 216

bre íntegro,

fines del estado (Valle Pascual), finís operantis/finis operis, el

técnico,

257 el

hombre hombre

fran-

quismo, 30-31, 128

y

cultural»,

89,

(estoicos), 124;

93;

hom-

156-157; hombre microcos-

mos, 67; hombre nuevo, 225; hombre poli-

63n

término cultura durante

fuerzas del trabajo

fuerzas de la cultura, 34,

¡01 función, 164

funcionalismo, 46, 210; (Gropius, Mies van der

homo

104; total,

hombre

primordial,

156;

32, 104, 156-157, 224-225;

/naturaleza,

198

sapiens! homo faber,

123

humanismo, antihumanismo, infrahumanismo, sobrehumanismo, praeterhumanismo, 86-87, 89-92; Carta sobre el humanismo (Heidegger), 90; deshumanización,

Rohe), 230 fútbol,

o esencialistas, 199-202; con-

cepciones instrumentalistas, 200-201

hombre: hombre «animal

del tercer carril,

franquismo:

258

236

ciones accidentalistas, 199-200; concepcio-

54

del impuesto progresivo sobre la renta,

nario,

n.

hombre/cultura, 83, 86-88, 197-203; concep-

lismo histórico, 100-105 Filosofía del derecho (Hegel),

192

diferencial, 133, 180,

168-169, 186-187; sistematización de difefilo-

la

definición de cultura de Tylor, 114

68;

(Hegel), 68, 81-83; (Herder), 68, 70, 73-

mo/organicismo en

— — —

(

grupo étnico (Barth), 191 (véase también iden-

58



236

la Gracia,

Gracia)

214-216, 218; deshumanización del

228-230

215

(véase

arte,

también «cultura humana»)

género humano, 87-88, 99-100, 102

genes/memes, 57, 167 (véase también genocidio,

memo)

239

Alma,

Mundo

y Dios (Kant), 44

ideas-fuerza (Fouillée), 44; la idea de cultura

gente, 149

como

39

— —

gimnosofistas, 96, 199

gnoseológico,

trascendental (Kant), 89

ideas de

genoma, 228

gestalt,

idealismo absoluto (Fichte), 89



258

idea-fuerza, 45,

globales,

121-135

163

trascendentales de la razón práctica (Kant),

44-45 Gracia,

142-148; gracia elevante,

144,

147,

156, 235; gracia medicinal, 143, 147, 234; gracia santificante,

Gustavo Bueno,

El

144,

147,

156, 234;

mito de la cultura

[1

identidad analítica/identidad sintética, 178-179



cultural, 33, 46,

122, 127, 168; diversos

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

270

I

mito de

El

la

cultura

sentidos de la expresión,

175-178; idea

194-197;

positiva de identidad cultural,

mito de

la

identidad cultural, 175-205,

234; identidad cultural simple/compleja,

178-181;

como

de

la

sistema dinámico, 187-189;

multiplicidad de identidades

culturales,

189-194

— — — — — —

esencial/identidad sustancial, 179- 180

esquemática/identidad sistemática, 179

190-191

étnica,

sustancial, 179-180,

259

lucha de clases y lucha de culturas (Girón de Velasco), 31

Manifiesto del Grupo de Madrid,

material antropológico, 109, 156, 162

materialismo de

109-110, 164, 167, 211

y mitos, 39-41;

medio

ilusión de Aristóteles,

exterior,

megarismo

(Kant), 44; ilusionismo,

40

cultural, 175,

190-193

{véase

tam-

bién «identidad cultural»)

meme

imprenta, 152

62

(Dawkins), 57, 167, 181-185, 210

metempsícosis, 56

innatismo, 62-63; (Lorenz), 62 instituciones, 164-167; (Gayo),

instrucción integral (Bakunin),

metempsomatosis, 56

164

mimesis, idea de arte en

224

integrados/apocalípticos (U. Eco), inversión teológica, 85,

mito, 38-39; mito de

258

Adán y

42

Eva, 40-43, 143-

144, 156; mito de la autoexaltación del

izquierda (en sentido político), 88; conciencia

106;

Antigüedad, 138

mitificación y desmitificación,

225

258 izquierda,

la

Ministerio de cultura, 33, 130, 132

instrumentalismo, 137-138, 200-201

la

medio interno (Claude Bernard),

188 megárico, 259

izquierda,

98-

materialismo praeterhumanista,

mitos y juegos, 40; ilusiones trascendenta-

de

ma-

100, (Marx), 98-100; (Freud), 105-106

39; ilusiones perceptuales, 39; ilusiones,

isología,

85-87, 92-100; ver-

93-95; materialismo antihumanista, 9598;

/,

igualdad cultural, 189-190

imprinting,

la cultura,

materialismo humanista o antropológico, Ric-

Ignommus Ignorabimus 227

les

217

matemáticas y naturaleza/cultura, 219-220, 223; crisis de fundamentos, 226

cultural (White, Steward, Harris), 93, 210;

192

(Windelband,

idiográfico/nomotético

ilusiones

logos,

terialismo armonista, 88, 94; materialismo

morfodinámica, 196

,

218-220

esta ley,

de Zipf, 213

sión diafonista del materialismo, 88;

individual, 179

kert),

213-218; corolarios a

181-187; identidad

identidad cultural, cultural

constitutivas

líneas

tres



pensamiento de

124-125

hombre, 202; mito de Eco, 40; mito de la caverna (Platón), 43; mito de la cultura y la cultura kitsch cosmopolita, 221-234; mito de la identidad cultural, universal

175-205; mito de 44-46; mito de

Juegos Olímpicos, 229-230

cultura

Kulturkampf(Bismarck), 54, 124, 129, 131

unidad categorial de

humana, 171-173; mito de

dad orgánica de del

(Rosenberg),

la raza aria

la

hombre

la cultura,

politécnico,

1

la

la

uni-

159-173; mito

04; mito del pro-

mito de Píramo y mito de Prometeo, 56-57, 77,

letariado universal, 45; Infinitas,

137-139, 151 I'isbe, 40;

lengua y cultura, 66, 132-133; normalización lingüística,

93, 137, 143, 157, 200; mito

133 tlé),

lengua/habla (Saussure), 51

nalidad práctica, 43-44, 59; mitos e ilusio-

lengua nacional, 151, 154-155; lengua internacional,

— —

-

154-155

nueva y cultura universal (Marr), 31, 223 positiva/lengua universal,

lenguaje,

Gustavo Bueno,

223

El

2 1-41; mitos, ilusiones y juegos, 40;

mitos en Platón y en Aristóteles, 43; mitos filosóficos, 43; mitos oscurantistas, 44-46,

modelos estadísticos/modelos mecánicos, 165

de desarrollo de

mito de la cultura

nes,

257; delirio mitológico, 209

210-211

ley estructural

y logos (Nes-

43; mitos constituyentes de la racio-

[1

las

culturas,

modulaciones de una idea o concepto, 260

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

Indice analítico

monopolio de mosaico

la violencia

(Max Weber), 149



181

cultural,

música, historia de

la

nacional»)

nacionalismo canónico,

131-132,

149,

176,

193 naciones canónicas, 260

— — —

continentales,

260 260

común de

159-160, 163, 261;

— — — — —

161

determinantes, 115, 159-160, 163, 261 integrantes, 115-11 6, 159-160, 163, lógicas o potenciales, 115-116,

patrimonio cultural, 133

de

la

humanidad, 35, 127

162;

(Lafitau),

162,

169;

161,

(Malinowski),

169;

marxismo,

(Murdock),

162;

pueblos» (Vico), 70,

los

169

pelagianismo, 146-147; (Lorenz, Wilson), 147

pensamiento

226-227

débil,

62

naturaleza/convención, 199

peristasis,

naturaleza/cultura, 56-57, 61, 66-67, 69-106,

persona culta (véase «culto»)

146-148, 197-198, 203, 218, 237; naturale-

y ciencia, 218-220, 223, 239-240 naturaleza/hombre, 198; naturaleza humana, za/cultura

198-199; natural/positivo, 198; naturalismo

y sobrenaturalismo, 146-148; naturalismo radical {véase «pelagianismo»); naturalismo

«semipelagianismo»);

{véase

sobrenaturalismo radical, 146-147, (Freud, Klages,

165-169, 261

sistáticas/partes sistemáticas,

(Wissler), 160-161,

72-73

moderado

261

159

161, 169; (Scherecker), 163; (White), 162;

131-132

naturaleza (Rousseau), 74, 82 «naturaleza

115,

patrón universal, 160-161, 168; (Harris), 161-

regionales (o étnicas), étnico,

160, 162, 168 constituyentes,

ras,

nación, idea de, 141, 148-155; nación y estado, 152-153, 193 {véase también «cultura

271

partes constitutivas esenciales de las cultu-

música, 216-217; música

sustantiva/música adjetiva, 216-217

I

Bandura),

147; sobrenaturalismo

moderado, 146-147, (Skirmer), 147

posguerra española, 49

198

positivo/natural,

postulado de conservación de culturales,

postulados trascendentales de (Kant),

las

identidades

la

vida moral

177

44

praxis (Marx),

99

prehistoria de la

humanidad (Marx), 78

presente etnológico, 118 principio antrópico, 89

naturalismo, 55-56; (Herder), 77, 86; (Freud),

105-106

producción (Marx), 99-100; producción y cultura, 100 - 106 producción material, pro;

necesidades humanas, 200; necesidades históricas (Marx),

nominalismo

201

ducción cultural, producción

psicologista,

nomotético/idiográfíco

172

139-140; (Bury), 68, 139;

progreso, 59, 68,

(Windelband),

109-

110, 164, 167, 211

(Maravall), 59;

(Mumford), 139;

(Nisbet),

68; (Stent), 139; progreso y cultura selec-

normalización lingüística, 133

ta,

normas, 208-209

237

proletariado (Marx), 99-100, 102; proletariado

y cuestión nacional, objetivación,

espiritual,

101

214-215

ontología especial (Bacon, Wolff), 84

103;

proletariado

como

clase universal, 222; proletku.lt, 224;

(véase

también «cultura

proletaria»)

105-106

ópera y cultura, 37, 59-60, 228-230, 235-236 opio del pueblo, 234-240

psicología, origen,

organicismo/agregacionismo en filosofía de

pueblo, 149, 176; pueblo elegido por Dios,

cultura, 168-169,

la

186-187

psicoanálisis, 38,

148

150-151, 153; pueblo sin historia (Hegel, Engels), 118; pueblos naturales, 206; sus-

paideia,

tancia de

48

un pueblo, 180-181

paideuma (Frobenius), 65, 90-91, 196 163-164

paradoja de Epiménides, 42

rasgos morfológicos,

partes atributivas /distributivas, 115-116, 159-

raza, idea de, 45; racismo,

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

124-125; La raza y

2004

© FGB 201

1

272

mito de

El

I

la

cultura

126

la historia (Lévi-Strauss),

Reino de

soteriológico,

261

refluencia,

— — —

sociobiología, 57, 61, 65, 96-97, 147,

237, 240, 247

realidad,

superestructura/base, 100, 162

Cultura, 66, 72-73, 85-86, 135-

la

182-183

262

symploké y

cultura,

1

69

158, 235 del Espíritu, 67,

de

85

tabla gnoseológica de la cultura,

72-73, 135-158, (Leibniz),

la Gracia,

145 {véase también «Gracia») del

tercera cultura, (Snow),

Reinos sucesores, 150

(Lévi-Strauss),

239;

115-117,

todo/partcs,

190, 192, 222,

55, 78,

190;

262

230

técnica en la Antigüedad, 137

Hombre, 67

relativismo cultural,

teatro,

(Shapir),

190;

224 138;

todo atributivo/

todo distributivo, 115-117, 159, 168 «todo complejo» (definición de Ty.lor de cul-

(Whorf), 190

tura),

32-33, 94, 113-119, 136, 138, 159,

humanidad,

168, 197-198, 202, 205, 207, 210, 217,

223; religión opio del pueblo, 236, (Marx,

220, 216, 238-239; todo complejo e iden-

religión étnica, 223; religión

Lenin),

de

la

237

tidad cultural, 181-187; todo complejo

— 104-105; (Mao), 101-102 — darwiniana, 123-124, 140 también cultural,

totalidades cas,

{véase

«evolucionismo») rock,

-

229

romanticismo (Novalis) 90, 123; (Wagner), 90; 123

salvajismo refluyente, sernipelagianos,

sistáticas

y

sistemáticas, 1

263

17

tour de Francia, 229-230

UNESCO, 46

143,

146;

225;

132,

cooperación cultural

internacional, 127; declaración institucio(Eibl-Eibesfeldt),

nal de protección de valores culturales, 35

Unión

147 señas de identidad, 176

Soviética, 50, 224,

227

universal/particular de la cultura,

94-95 {véase

también «cultura universal»)

(concepto en Voltaire), 70

silvicultura,

distributi-

trabajador manual/trabajador intelectual, 101

sabelianismo, 143

siglo



atributivas/ totalidades

263

totemismo, 46,

(Jacobi),

y

producción, 100-101

revolución copernicana, 123

urbonitas, 137, 139

52

simbolados (White), 111, 165, 172 sinalogía,

sinexión,

variación cultural

261

virtudes teologales, 142

261

vitalismo,

sistemas globales, 163



morfodinámicos, 186-189

sittiichkeit,

y dinámica cultural, 212-213

verum factum (Vico), 73

261

sinecoide,

194-195

viticultura,

52

voluntad de cultura, 127-128

262

sociedad/cultura (Króber), 112, 183

sociedad abierta universal definitiva (Popper,

zoologismo, 55-56

Fukuyama), 227

(pfí

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

1

índice onomástico Acosta Sánchez, José, 175

Bluntschli, 80-81,

Adán, 40, 42, 143-144, 156-157

Boas, E, 46, 83, 93, 109

Adorno, 106 Aguessy,

Boccaccio, 50

H„

175

Bohr, Niels, 219

Albinoni, 194

Bolk, 57, 200

Alejandro, 96

Bonifacio

57

Alsberg,

129

II,

143

Bonner, John Tyler, 241

Alvargonzález, David, 93, 241

Breznev, 128

Ana

Bueno, Gustavo, 58, 85, 89, 93, 106, 108-110,

Belén,

96

Anacarsis,

Aníbal,

236

118, 145, 163, 165, 169-170, 178, 189

49

Bultmann,

Antístenes, 199

Arana, Sabino, 131

Bury, John Bagnell, 68, 139

Aristóteles, 39, 41, 43, 50, 57-58,

99,

138, 144

109,

Cabada, M., 109

Arp, Halton, 227 Attis,

41

R.,

Burgess, 81

Caballé, Montserrat,

38

235

Caballero, José, 55

Azcuy, Eduardo A., 176

Calvino, 146

Bacon, Francis, 84

Cardín, Alberto, 94, 119

Capmany, Antonio

de,

Bacon, Roger, 144

Carré de Malberg, 8

Bach, 194

Carreras, José,

Bachelard, Gastón,

219

53

235

Casiano, 146-147

Bakunin, Mijail, 224

Cassirer, Ernst, 68, 89-90, 111,

Bandura, 147

Castelar, Emilio,

Barth,

F.,

191

M., 241

Castellet, Josep

Barrera González, Andrés, 176, 191

Catón, Marco Pondo, 47

Barrow, John D., 89

Celestio,146

Basílides,

Chomsky, Noam, 166

90

Bauer, Otto, 103, 126

Christen, 184,

Bayle, Constantino, 151

Cibeles,

Beatriz,

96

Clastres, 131

Berceo, Gonzalo de, 59

Bergson, Henri I.,

242

38

Cicerón, 47, 58, 68, 74, 82, 139, 147-148

Bennett, John W!, 192

Berlin,

201, 216, 241

54

L.,

Cleopatra, 49

46

ClifFord, James,

226

94

Condorcet, 226

Bernard, Claude, 188

Constantino, 38

Betancur, Belisario, 175

Corominas, 48

Bismarck, 54, 80-81, 83, 124, 129, 131

Cortés, Hernán, 211

Blumenbach,

Couperin, 194

J.F.,

(pñ Gustavo Bueno,

91, 117

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

274

I

mito de

El

cultura

la

Cristo, 78, 123-124, 143,

Fromm, 106

145

Cuesta Marín, 129

Fukuyama, 227

Dante, 97

Gaudí, 231-232

Daqué, 57

Gaume,

Darwin, 140, 226

Gayo, 164

145

Dawkins, Richard, 57, 181, 184, 242

Girón de Velasco, José Antonio, 31, 128

De

Glynn Daniel, 181

Maistre, 125

Demócrito, 137

Dempf,

Goclenius, 148

Alois, 47, 68, 71, 74,

Descartes,

242

Godelier, 101

73

Goebbels, 125

Detienne, 38

Goethe, 76, 98,

Díaz, Elias, 68

Gogarten,

— Manuel 139 — López, César Enrique, 175 Díaz,

González Echevarría, Aurora, 118

C.,

Gordon

Wilhelm, 83, 89

Dilthey,

Gracia, Jorge

95, 199

J. E.,

176

Gramsci, Antonio, 101, 103

Dirks, Robert, 192

Domingo,

214

Childe,

Goya, 193

Diógenes de Babilonia, 139

— de Sinope,

80

1

41

F.,

Gropius, 230

235

Plácido,

Grupp, 54

D’Ors, Eugenio, 111, 242

Guadarrama, Pablo, 242

Durkheim, 83

Guizot, 54

Eco, 40

Harris, Marvin, 68, 93,

Flartmann, Nicolai, 34, 90

Eddington, Arthur, 34 Eibl-Eibesfeldt, Irenáus,

Haydn, 145, 227

147

Engels, Federico, 101-102, 104, 118

Hegel, 54, 68, 78, 80-83, 92, 98, 100, 108,

153

Enrique VIII, 150

Hegewicz, Enrique, 68

Epicuro, 96, 237-238

Epiménides de Creta, 42-43

Heidegger, 90

Epimeteo, 56, 157

Helvetius, 83

Eratóstenes,

Herádito, 213

212

Flerder,

Escipión, 139

Espinosa, 45, Euclides,

100-101, 109, 162,

243

Eco, Umberto, 225

Johann Gottfried von, 68, 70, 73-81,

83, 86, 89-90, 140, 243

77

Hermes, 56

220

Herodoto, 39

Eva, 40, 42, 156

Herskovits, 93 Feijoo, Benito

Felipe

II,

J.,

70,

Hobsbawm,

236

Houbart,

Ferguson, 83 Fichte,

Juan Teófilo, 78-81, 83, 86, 89, 129,

140, 153, 206, 214, Fontenelle, 71,

Eric

J.,

J.,

173

Huxley, Aldous, 95

242 Ibn Hazm, 222-223

226

30

Fouillée, Alfred, 44, 121

Ibsen,

Franco, Francisco, 31, 145

Imaz, Eugenio, 90

Freud, Sigmund, 38, 105, 147

Inocencio

Frigolé Reixach, Juan, 191

Isabel

Frobenius, Leo, 65, 90-91, 93, 124, 181,

Gustavo Bueno,

El

152

Holtzendorff, 81, 129

222

mito de

la

cultura

[1

de

I,

la

146

Cruz, 40

242

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 2011

1

1

índice

236

Jackson, Michael, Jacobi,

123

Jacobo

I,

I

Lozano, Claudio, 224

Lubbock, 192, 243

50

1

onomástico 275

176

Jaksic, Iván,

Luis

41

Jaspers, K.,

96 XV, 104

Lucrecio,

Luis de Granada, Fray, 144, 202

Jaulmann, 54

Luis de León, Fray 202

Jáuregui Oroquieta, José, 175

Lumsden, 181, 184

Jellinek, 81,

129

Lutero, 78, 148

Jenófanes, 41

Jerónimo de Jesucristo,

59

José,

Malinowski, Bronislaw, 93, 162, 169, 244

73

Mancini, Pascual, 152

Juan Carlos, 235

Maquiavelo, 150

Jung, 38

Maravall, 59

54

Jurisch,

Marcus, George

Justiniano, 143

E.,

94

Marcuse, 106 Marr, 31, 104, 223

Kahn,

J.

S„ 243

Kahn, Máximo

Martínez Blanco, María Teresa, 176

José, 9

Kant, 44, 73-74, 77, 83, 89, 153, 206, 216

Marx, 78, 83, 86, 98-100, 103, 139, 188, 201, 206-207, 209, 237

Kautsky, 103

Mauclair, Camille, 90

Keesing, R., 184

McLennan, 117

Kepler,

220

Mengs, 194

Kerler,

D.H., 90

Merani, Alberto

Kinder, E., 41 Klages, 57,

Mezhuiev,

244

Miró, 232

Kobb, 54

Mitra, 38

236

Koltés, Bernard,

A„

L.,

244

Mírabeau, 53-54, 70

147

Kluckhohn, C., 68

Króber,

V.,

Moisés, 145

Moles, Abraham, 231

68, 83, 93, 112, 183

Kundera, 236

Molina, Esperanza, 175

Montandon, 149 Montesquieu, 70, 83

Laercio, 95 Lafitau, 161,

Montijo, Eugenia de, 49

169

Morgan, 54, 83, 93, 101, 104, 118-119, 192

Lamprecht, 54 Laurent, Agustín,

219

Morris,

Lean, David, 98

Desmond,

Mosterín,

J.,

Lehrman, D.S., 62

Mozart, 145

Leibniz, 145, 185

Muga

Leovigildo, 35

Müller, Maz, 39

Lenin, 30, 83, 86, 103, Léví-Provenijal,

,

}.,

Mumford,

237

119,

165, 190, 243

109

Lewis, 139

126,

Napoleón, 237

Linneo, 123

Napoleón

Lisón Arcal, José C., 176

Nerón, 97

243

Nestle,

III,

49

Wilhelm, 43

Long, John, 117

Newton, 35, 50, 140

Lope de Vega, 48

Nicolás de Cusa,

202

Lorenz, Konrad, 62, 147

Niedermarm,

68

Gustavo Bueno,

El

200

Murdock, G.E, 161, 169

54

Lévi-Strauss, Claudio, 38-39, 46,

Listón, Ralph,

96,

167, 244

mito de la cultura

[1

I.,

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

276

I

mito de

El

la

cultura

Nisbet, Robert, 68

Rickert, Heinrich, 107, 109, 164,

Novalis, 90, 123

Rodríguez Aramberri,

Julio,

244

68

Ronzón, Elena, 109, 112 Orejas, Francisco G., 176

Rosenberg, A., 44

Orígenes, 97

Roszak, Theodore, 95, 2 44

Ortega y Gasset, José, 49, 57, 68, 92, 111, 201, 224, 236

Rousseau, 74, 82, 96, 123, 200, 223

Rubén Darío, 125

OrweII, 229

W„

Ostwald,

110-111

Sabater Pi, Jordi, 62, 244-245

Otegui Pascual, Rosario, 176

Sabelio,

Oteiza, Jorge, 180

Sabina,

Ovidio, 40, 50

Saint-Simon, 125

143

236 147

Salustio,

96

Paladio, Pascal,

Sambarino, Mario, 175

123

San Agustín, 142-144, 146, 156

Paterculus, Velleius, 5 Pavarotti,

San Ignacio, 60

232

San Pablo, 124, 142, 145

Pedro Lombardo, 144

San Pajón, 96

146-147

Pelagio,

Pereliguin, Nikolai,

San Simón

242

Santo Tomás de Aqulno, 144, 146, 156

145

Pergolesi,

Pike, Kenneth, 165 Pilsudski,

190

Sapir,

152

Satanás, 145

Píramo, 40 Pitágoras,

96

Estilita,

Santamaría de Paredes, 129

Sauer, Karl O., 175

239

Pittaluga, Gustavo,

Saussure, 51

217

Platón, 41, 43, 56, 96, 138, 179, 190, 216,

220

Schafer,

54

Scheler,

Max, 34,

89,

Plotino, 50

Schrecker, Paul, 163

Plutarco, 160

Schurtz, 54

Pope, 35

Serrat,

Popper, 227

Skinner, 147

Prieto de Pedro, Jesús, 129-130,

Prometeo, 56, 137, 200 Protágoras, 56, 157, 184,

Snow,

236

33, 49-50,

C.P.,

117,

123-124,

200

Sócrates, 138,

Soto,

193

179

Domingo

Spencer,

de,

144

226

Spengler, 53-54, 68, 91, 116, 181, 186,

Quevedo, 48 Quijote,

Stalin, 31, 101,

Don, 60, 222

Stent,

Quintiliano, 139

Gunther

103-104, 223 5.,

139

Steward, 93, 101 Sting,

126-127

Radcliffe-Brown, 93, 112, 172

Strasser,

Rafael, 145

Suárez, Francisco, 58

Ramírez, Santiago,

1

42

103

Swadesh, 193

Raoni, 127 Ratzel,

F.,

116, 175

Teofrasto, 71

32

Reich, Wilhelm, 105

Terencio,

Rembrandt, 194

Teresa de Avila, Santa, 59

Renner, Karl, 126

'leseo, 180,

(pñ Gustavo Bueno,

El

148,

223-224, 245

Puente Ojea, Gonzalo, 143 Pujol, Jordi,

244

245

mito de la cultura

[1

187

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

245

índice onomástico

Thoms, W. John, 1 53 Thorpe, W.H., 62

Víctor Manuel, 236

Tiépolo, 193

Virchow, 129

Villena, Enrique de,

Tinbergen, 62 Tipler, FrankJ.,

Tisbe, Tito,

89

Vivaldi,

194

Voltaire,

70

I

277

47

40 Wagner, Ricardo, 90, 153

235

Tolomeo, 212

Warhol, Andy, 23

Trotsky, León, 30-31, 103

Weber, Max, 149

Turgot, 53-54, 70, 83

White, Leslie A., 93, 101, 111-112, 162, 165,

Tylor,

Edward B„

32, 53-54, 93-94, 100-101,

172, 245

113-114, 116-117, 159, 181, 184, 192,

Whorf, 190

217, 220, 245

Wilde, Oscar, 98 Wilson, Edward O., 147, 181, 184, 245

Usener, 238

Winckelmann, 47, 71 Windelband, 108-109, 164

Valdés,

Ramón, 112

Wissler, Clare, 160-161,

Valle Pascual, Luis del, 81

169

Wolff, 84

Van der Rohe, Mies, 230 Varrón, 185

Yahvé, 85

Vázquez Medel, Manuel Ángel, 176 Veblen, 50

Zaiter Mejía, Alba Josefina, 176

Velarde, Julián, 93, 145

Zea, Leopoldo, 176

Vendryés, Pierre, 173

Zipf,

Verdi,

232

213

Zósimo, 146

Vico, Juan Bautista, 70, 72-73, 83

Gustavo Bueno,

El

mito de la cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

Gustavo Bueno,

El

mito de

la

cultura

[1

996], séptima edición, Barcelona

2004

© FGB 201

1

uno de

La Cultura es rango:

el

Estado de Cultura ha llegado a ser un ideal

de rango superior puesto, de

Sin

tar.

Cultura,

de mayor

los ideales prácticos

más

del Estado

al

alto prestigio

de Derecho

que

el

y,

por su-

Estado de Bienes-

embargo, nadie entiende qué es eso de

como

nadie entendía antaño qué era

la

la

Gra-

de Dios. La Cultura es un mito, y un mito oscurantista, como lo fue el mito de la Gracia en la Edad

cia

Media o como

lo fue el

mitad del siglo

xx.

el

mito de

la

En cierto

ciones que final

de

la

la

modo

Raza en

la

primera

podría decirse que

Cultura incorpora, además, a través de

nacionalismos de

los

mito de

el

fin del siglo,

mito de

la

muchas de

las fun-

Raza desempeñó hasta

el

segunda guerra mundial.

Este libro tiene

como

objetivo

no sólo «diagnosticar»

también examinar su génesis y su con la intención de contribuir a la tritu-

este mito, sino estructura,

ración del último mito del siglo xx.

La presente edición incluye un nuevo prólogo del autor

de

que analiza

las

ideas

hace ya

la

que en

casi

recepción del libro y él

expone desde

la

influencia

su publicación,

una década.

ISBN 84-89048-02-9

9

fpfl

Gustavo Bueno,

El

i

788489 048027

3B 201