El Desarme De La Cultura

Citation preview

Juan Carlos Rodríguez Delgado

El desarme de la cultura Una lectura de la Ilíada

discusiones

En la cultura occidental el nombre de Homero ha estado asociado a un comienzo brillante, así como a una forma de humanismo específicamente europea, distinta de las ideologías culturales de los otros continentes. Europa se siente heredera de la cultura clásica de los griegos, y ha otorgado a Homero un papel fundador de la misma. Sin embargo, a partir del siglo x ix la actividad académ ica somete los textos a una nueva forma de acercamiento, presidida por una im periosa necesidad de "hacer ciencia" con ellos. En este bello libro, Ju an Carlos Rodríguez regresa a la grandeza de un clásico por la verdadera vía del conocimiento: el estudio interno del texto

w ww.katzeditores.com

[sigue en ia solapa posterior]

[viene de la contratapa]

S ill lu n itS C Í Ó ll m e t o d o l ó g i c a

alguna, para tratar de entender por qué la Ilíada es un poema excepcional, que ha merecido ser tomado como un modelo literario y moral digno de respeto y admiración.

Otros títulos en3019 Nicole Loraux La ciudad dividida El olvido en la memoria de Atenas

en3010 Leo Strauss La ciudad y el hombre

en3003 Roger Chartier Inscribir y borrar Cultura escrita y literatura Csiglos xi-xvin]

En preparación en3073 Nicole Loraux La invención de Atenas Historia de la oración fúnebre en la "ciudad clásica"

Juan Carlos Rodríguez Delgado (San Sebastián, España, 1950] Es profesor titular de Filosofía Moral en la Universidad del País Vasco. Se doctoró con una tesis sobre Las Bacantes de Eurípides. Fue profesor de griego y actualmente enseña Antropología de la Grecia clásica, Filosofía e Historia de las religiones. Ha publicado numerosos artículos en revistas especializadas sobre diversos aspectos del pensamiento griego [mitología, literatura y filosofía, antropología de la guerra, la tragedia griega, Eurípides, Tucídides), así como sobre las teorías del simbolismo y sobre E. Cassirer frente al totalitarismo. Su interés se centra principalmente en los factores culturales de la violencia y del sufrimiento, y en los condicionamientos platónico-cristianos del pensamiento occidental.

Juan Carlos Rodríguez Delgado El desarme de la cultura

Una lectura de la llíada

discusiones

Primera edición,

2010

© Katz Editores Gharlone 216 C 1427BXF Buenos A ires Calle del Barco Na 40 , 38 D 28004 Madrid www.katzeditores.com © Juan Carlos Rodríguez Delgado,

2010

ISBN Argentina: 978 - 987 -1566- 43-3 ISBN España: 978 - 84 - 92946 -19-8

1. Estudios Literarios. 2 . Literatura Griega Clásica. I. Título CDD 801.95 El contenido intelectual de esta obra se encuentra protegido por diversas leyes y tratados internacionales que prohíben la reproducción íntegra o extractada, realizada por cualquier procedimiento, que no cuente con la autorización expresa del editor. Diseño de colección: tholön kunst Impreso en España por Safekat S.L. 28019 Madrid Depósito legal: M-41835-2010

índice

9 17

P ró lo go , p o r A n a A g u d In tro d u cció n

21

1. H o m ero , au to r de la Ilíada

77

2. La a u to n o m ía del p erson aje h o m é rico

133

3. La tra n sfo rm a ció n de A qu iles y la p uesta en cu estió n del m o d e lo h ero ico

179

4. El escu d o de A quiles: un can to a la vid a

215

5. A qu iles y los dioses

257

E p ílogo

m ás acá de la gu erra

A Etsuko. A m i m adre, M aría Eugenia. A M a n u el A g u d , in m em oriam , que m e enseñ ó griego y la v ir tu d de h u m an id ad .

Prólogo

En la c u ltu r a o c c id e n ta l, so b re to d o a p a r tir d e l R e n a cim ie n to , el n o m b re de H o m e ro ha estado a so cia d o a u n co m ie n z o b rilla n te, in ­ clu so esp ecta cu la r, de esa m ism a cu ltu ra , así co m o a u n a fo rm a de h u m a n ism o esp ecíficam en te eu ro p ea , d istin ta de las id eolo g ías c u l­ turales de los otros con tin en tes. E uropa se siente h eredera de la cultura clásica de los griegos, y ha o to rg a d o a H o m e ro un cierto p ap el fu n d a ­ d o r de la m ism a y, p o r lo tan to, del m u n d o sim b ó lico del co n ju n to de la cu ltu ra o ccid en tal. Sin em bargo, a p artir del siglo x i x la activ id a d académ ica, que en E uropa se con vierte m u y p ro n to en el n ú cleo fu n d am en ta l y casi ú n ico de la e la b o ra c ió n del c o n o c im ie n to v á lid o , so m ete los tex to s de la an tigu a G recia a u n a n u eva fo rm a de a cercam ien to , p resid id a p o r u n a im p erio sa n ecesidad de “ h acer cien cia” con ellos, de refu n d ar su p res­ tigio y su in flu en cia sobre el n u ev o fu n d a m en to de un análisis “o b je ­ tivo ”, o sea, ya n o en ten d id o co m o el e n cu en tro perso n al de cada in ­ d iv id u o lecto r co n el texto, sino co m o cien cia m e tó d ica que disciern e verd ad y erro r de un m o d o fiable, v á lid o p ara cu a lq u ier sujeto. Es la é p o ca en la que entre n o so tro s se p ro d u ce la escisió n de los filó lo g o s y los lingüistas, d enostada y rid icu liza d a p o r N ietzsch e co m o en tro n iza ció n de la v u lg a rid a d en la cu ltu ra. U n o s y o tro s se afanan p o r lo g rar u n co n o cim ien to libre de las singularidades del in d ivid u o , susceptible de ser presen tado con la m ism a ló gica elem ental co n la que se presen tan los resultados de la in vestigación n aturalista. Los lin g ü is­ tas descubren el n u evo “ co n tin en te in telectu al” de la e v o lu ció n de las lenguas, y se acercan a los textos co n el casi ú n ico p ro p ó sito de arran-

10

I

EL D E S A R M E

DE

LA C U L T U R A

caries sus estructuras form ales, las que son las m ism as en el m e jo r y en el p e o r de los textos, d estru yen d o así -s ie m p r e según N ie tz s c h e - hasta el ú ltim o vestigio de un a a ctivid ad in telectu al en riqu eced o ra , qu e re­ co n o ce lo va lio so y lo a d m ira, respeta e im ita, y rechaza lo vu lg a r y lo in icu o . Los filó lo g o s se em p e ñ a n en im itar a los lingüistas en su b ú s ­ q u ed a de lo in cu estio n ab le, y m u ch o s se lim itan a b u sca r y registrar to d o lo o b jetiva m e n te co m p ro b a b le de los textos, p asa n d o de largo ante lo que en su m o m e n to los co n v irtió en “clásicos” y en ú n ico s y excepcionales: su v a lo r h u m an o , su calid ad literaria, su p o ten cial ilu ­ m in ad o r, su fo rm u la ció n de las verd ades m ás im p o rtan tes. La filo lo g ía clásica se d e d icó así a b u sca r en los textos h o m é rico s “ h e ch o s” ciertos, y se p ertrech ó de h erram ien tas n oved osas, su p u es­ tam en te m ás fiables que la ca p a cid a d de ju ic io del in d iv id u o cu lto y sensible. H izo suyos algu n o s aparentes d escu b rim ien to s de a n tro p ó ­ lo g o s y p sicó lo g o s, y a co m etió el análisis de esos textos desde n uevas perspectivas supuestam en te científicas sobre el “ ser h u m a n o ”, ya objeto de análisis etn o ló gico s, so cio ló g ico s y p sico ló g ico s basados p referen ­ tem en te en el estu d io de sociedades lo m ás sim ples p o sible, “ p rim iti­ vas”, su p o n ie n d o que éstas d eberían co n ten er las claves de los orígen es de nuestras p ro p ias co m p licacio n es culturales. N ace así el d o g m a de u n “ p rim itiv ism o ” co m o p aso o b lig a d o de las culturas en su evo lu ció n , y a n uestro fu n d acio n a l H o m ero se le aplican los m o ld e s co g n itiv o s de esa id e o lo g ía seg ú n la cu a l las so cied a d es agrarias y tribales de la G recia arcaica, y de su preceden te m icé n ico , h ab rían de ser anteriores a los gran des lo gros de la cu ltu ra qu e n ace­ ría n de ellas y p o r lo ta n to ayu n as de lo s m ism o s: n i co n o c e ría n la “ in d iv id u a lid a d ” n i sabrían de o tra ética que la de unas n o rm a s trib a ­ les gestadas en un re m o to p asado y tran sm itid as y aplicadas m e c á n i­ cam en te p o r in stitu cio n es sim p lísim as. El d e scu b rim ie n to de las lite ­ raturas orales hace el resto: se gesta u n a im agen de las “cu ltu ras o rales” que en ocasion es n iega a éstas a p rio ri to d o lo que en ca m b io ca ra c­ teriza a las “ letradas”. Juan C a rlo s R o d rígu ez, filó so fo de o ficio y adem ás co n u n a b u en a fo rm a ció n en filo lo g ía clásica, h a d e cid id o que es h o ra de critica r sin p re ju icio s esos p reju icio s, y de regresar a la gran d eza de un clásico p o r

PRÓLOGO

I

11

la ú n ica v ía qu e p erm ite reco n ocerla: p o r la del estu d io in te rn o del texto sin lim ita ció n m e to d o ló g ic a algun a, y sin actitu d es p re co n ce b i­ das sobre lo que p o d ía o n o p o d ía hacer y pensar un aedo griego arcaico. D e ja n d o qu e sea el texto el qu e n os lo cuen te. P orque a Juan C arlo s R o d rígu e z le im p o rta saber p o r qu é la llíada es un p o em a excep cion al, que ha m erecid o ser to m a d o p o r tan to s in d ivid u o s sensibles y cultos c o m o u n m o d e lo litera rio y m o ra l d ig n o de respeto, a d m ira ció n y segu im ien to . E m p ezan d o p o r A ristóteles. El estu d io de Juan C a rlo s m e p arece un verd ad ero testim o n io de coraje a ca d é m ico y h u m an ista . P e rtrech ad o de m u y vastas lectu ra s de la b ib lio g ra fía estándar sobre H o m ero , p ero sin dejarse d eterm in ar p o r n in g ú n p restigio afincado, ha analizado los argu m en tos de quienes n iegan a H o m ero autoría, sin gularidad in dividual, p rop ósitos estéticos e id e o ló g ico s p ro p io s y o rig in a lid ad literaria, y los ha co n trastad o con el texto m ism o . El resultado es m u y co n vin cen te. N o es Juan C a rlo s ciertam en te n i el p rim e ro n i el ú n ico qu e defien de la existen cia de un p ro p ó sito creativo co h eren te, n ecesariam en te in d ivid u a l, p o r detrás de la m a y o r parte del texto h o m é rico , p ero sí es alguien que ha a ctu a ­ liza d o la a rg u m e n ta c ió n de u n m o d o rig u ro s o y al m is m o tie m p o apasion ado. P orque el libro plan tea y defien de u n a tesis n o sólo clara, sino ta m ­ bién im p o rtan te para el co n cep to m ism o de la literatura: que u n a o b ra literaria n o p u ed e ser red u cid a a fra gm en to s tra d icio n a les y a re n d i­ m ientos m eram en te form ales de versificación y n arració n de episodios p o r el m ero he^ho de que p ro ve n ga de u n a é p o ca sin escritura. Y que la a trib u ció n de las características de un m ero eslabón de u n a trad ició n de recitacio n es orales a to d o a u to r de literatu ra oral es u n a p rio rism o sin fu n d am en to e m p írico algun o. A u n q u e él n o apo rta con traejem p los de otras cu ltu ras, quienes estam os fam iliarizad os co n las del Irán y la India antigu os sabem os b ien hasta qué p u n to en el seno de u n a cultura oral son p osibles co m p o sicio n es literarias y técn icas de gran alcance, co n ideas p en etran tes, o rig in a les y críticas resp ecto de la tra d ició n . C u alq u iera que co n ozca las gathas iranias, o la p ro fu sa literatura véd ica co m p u esta a lo largo de m u ch o s siglos sin ayu da de la escritura, sabe que u n a cultura oral p uede albergar in dividualidades tan diferenciadas

12

I

EL D E S A R M E

DE

LA

CULTURA

co m o u n a letrada. En el Rigveda existe un fam o so p o em a a n ó n im o , co n o c id o co m o “ El p o em a del n o ser”, qu e p lan tea unas tesis filo só fi­ cas re vo lu cion arias y de extra o rd in a ria co h eren cia, op uestas a lo que p resu p o n e en esta m ateria to d o el resto del Rigveda. C r e o co n Juan C a rlo s R o d ríg u e z qu e n i la p re sió n fo rm a l de los esqu em as m étrico s que en las cu ltu ras orales ayu dan a la tra n sm isió n m em o rística de los saberes, ni la p ro fesio n alid a d de los “ escolares” que p o rtan esa tran sm isió n co m o creadores o co m o m eros recitad ores de lo creado p o r o tros, son factores que p erm itan descartar la c o m p o si­ ció n de obras o riginales p o r in d ivid u o s conscientes de su o rigin alidad . D e h e ch o en la In d ia la o ra lid a d n o sign ifica a n o n im ato : el Rigveda está llen o de n om bres de p oetas fam osos, que se gan aron su p restigio p o rq u e d e sta ca ro n en la c o n fe c c ió n de h im n o s “ sim u ltá n e a m e n te n u evo s y a n tigu os”, esto es, respetuosos para con las reglas del gén ero y sin em b argo in n o vad o res y originales. Juan C a rlo s R o d rígu e z ha co n ceb id o su em presa in telectu al co m o u n a reivin d ica ció n del “ h u m a n ism o ” co n scien te, respon sable y crítico del au to r de la m a y o r parte de lo que co n tien e la Ilíada. N o h a in te n ­ tad o, o b via m en te, desvelar “ quién fue H o m e ro ”, n i su trab ajo p resu ­ p o n e que lo que co m p o n e la Ilíada sea la o b ra cabal de un solo autor. D esd e que sabem os có m o fu n cio n a n básicam ente las literaturas orales, todos som os conscientes de que las creaciones literarias que tienen lu ­ gar en su seno acu m u lan estratos com p ositivos, form as a ntiguas y n u e ­ vas de tratar tem as ya co n o cid o s p o r los autores y sus oyentes, v a ria cio ­ nes in troducidas p o r los aedos en cada recitación , al h ilo del desarrollo de su ca p a cid a d exp resiva y n arra tiv a y de acu erd o co n su m aestría in d ivid u al en el d o m in io de los recursos form ales de la poesía oral. C o m o m o stra b a H erm an n Fraenkel en su fam o so artícu lo sobre el h exám etro h o m é rico , ya en el p lan o de la parte m ás técn ica de la ve r­ sificació n la Ilíada m u estra un refin am ien to extra o rd in a rio en la a d ­ m in istració n de los recursos m étrico s y su a d ecu ació n a la fin alid ad exp resiva en cada caso. La Ilíada n o es m en o s refinada que el Rigveda en el p la n o de la e xp re sió n literaria, a u n q u e claram en te sea m en o s artificio sa . Y ese re fin a m ien to atestigua u n a ca p a cid a d y u n talen to creadores e xtraordin arios. A lg ú n aedo singularm ente d otado co m p u so

PRÓLOGO

I

13

a lg u n a ve z, co n los m e d io s de la tra d ic ió n y en el m a rco cu ltu ra l y p ro fesio n al de la m ism a, u n a versió n de u n a n arra ció n de la gu erra de Troya qu e revela u n talen to p ara los co n ten id os n o in fe rio r al que se aplica a la fo rm a. Según Juan C a rlo s R o d rígu ez, ese aedo co n cib ió su n arra ció n co n u n p ro p ó sito d e fin id o e in n o vad o r, y su p o realizar ese p ro p ó sito co n todas sus co n secu en cias. El lib ro que ah o ra p ro lo g o es un p e rsp ic a z y m e tic u lo so análisis d e stin a d o a e x tra e r de u n tex to co m p le jo , lle n o de e le m e n to s p ro ce d en tes de la tra d ic ió n , ese h ilo n arrativo e id e o ló g ico que exp lica la p erm an en cia de la Ilíada m ás allá de las recitacio n es o rales en la G recia arcaica, y su gen eral aclam a ció n co m o u n texto clásico p o r d e rech o p ro p io . La e v o lu ció n p erso n al de A q u iles, d esde un a a ctitu d acorde con los e ste re o tip o s cu ltu rale s y m o ra les de la v ie ja é p ica h a cia reflex io n es in d ivid u a les qu e p o n e n en cu estió n esos m ism o s estereotip os, se deja a preh en d er en el texto de Juan C a rlo s R o d rígu e z de u n m o d o tan gible y co n vin cen te. P or o tra p arte, Juan C a rlo s n os o b seq u ia con u n a m i­ n u cio sa revisió n de los tó p ico s sobre la épica grieg a a p ro p ó sito de su co n cep ció n del h o m b re, de su teo lo g ía y co sm o lo gía, de su m an era de en ten d er la so cied ad y sus in stitu cio n es, qu e n os p erm ite ad vertir e n ­ tre o tras cosas ciertas p ecu lia rid ad es de la cu ltu ra griega arcaica que se o p o n e n a la tra d ició n e u ro p ea p o sterior, la qu e arran ca de P latón y se p ro lo n g a en la civ iliza ció n cristian a y en ciertas id eolo g ías m u y arraigadas entre n oso tro s, y cu ya raíz m etafísica se p o n e de m an ifiesto en el contraste con el m u n d o h o m érico . A Juan C a rlo s R o d rígu ez le ha interesado sobre to d o el contraste entre la a n tro p o lo gía hom érica, integradora y vitálista, y esa im agen del h o m bre escin dido en cu erp o y alm a, en in telecto e in stin to y en tantas otras cosas, que se in staló en Europa en la secuencia del p lato n ism o y el cristianism o, y que N ietzsche d e n u n cia co m o respon sable de u n n ih ilism o devastador. P u ede que el lib ro de Juan C a rlo s R o d ríg u e z les p arezca a algu n o s “p a rcia l”, y a que sin d u d a fo caliza y so b re ilu m in a ciertos asp ectos y m o m e n to s del texto y deja en so m b ra m u ch o s o tros. Pero en p rim er lugar la parcialidad es la con secuencia de la individualidad: nadie p uede a go tar todas las facetas d el p o sib le sen tido de un texto, ya que to d o s n os acercam o s a los textos desde n uestra sin g u larid ad subjetiva, dife-

14

I

EL D E S A R M E

DE

LA C U L T U R A

rente de la de cu alq u ier o tro lector. Y en seg u n d o lu g ar la p arcialidad es el resultado de esa fin itu d que Juan C a rlo s hace d escu b rir a A q u iles co m o el n u evo sen tido de la m uerte y del d olor, frente a su su blim ació n épica co m o m era fuente de gloria. Q u e Juan C a rlo s b u sq u e y e n cu e n ­ tre en la llíada lo qu e la distin gue de cu alq u ier o tra n arra ció n del ciclo tro y a n o es tan leg ítim o co m o la b ú sq u e d a a u ltran za de lo co m ú n y gen eralizable qu e o cu p a el p rim e r p lan o de la m a yor parte de la filo ­ lo gía h o m é rica de los ú ltim o s tiem p os. En d e fin itiv a este lib ro es el tex to de Juan C a rlo s R o d ríg u e z, su p ro p ia n arra ció n , q u e recoge y d o cu m e n ta co n gran p recisió n su p r o ­ p io en cu en tro co n la llíada. Y es que, a u n q u e las form as académ icas lo gren sugerir lo co n trario , to d o estu d io de un texto es exactam en te eso: el resultado del en cu en tro de un in d iv id u o con él. A l m en o s este aspecto de la h e rm en éu tica co n te m p o rá n e a debe ser acep tado co m o p rin cip io m e to d o ló gico . Yo m ism a aun v o y m ás lejo s en el ca m p o de la lingüística, y p ro p o n g o enten der u n a g ram ática co m o la “ n arració n ” de un gram ático, qu e resulta de su e n cu en tro in d ivid u a l con la len gu a que “d escrib e”, o co n las n arracio n es de o tro s lingüistas. Juan C arlo s n os m uestra en la llíada un p roceso de relativizació n de cierta cultura arcaica, basada en la glorificación de la guerra co m o form a de q ue los m ás fuertes im p o n g an su d o m in io sobre los dem ás, y lo hace d em o stran d o q ue en ella se da un a n u eva va lo ra ció n de la actitu d c o m ­ pasiva y de las virtudes asociadas a la paz, en p articu lar la co o p eració n am istosa y la justicia. T am bién en la India h a y u n p erío d o de in flexió n m arcad o p o r la in tro d u cció n de la co m p asió n co m o v a lo r cu ltu ral p o r el bu d ism o . Es probable que el paso a culturas urbanas com p lejas y a organ izacio n es estatales requiera un p roceso de este tipo. Pero en G re ­ cia los p oem as h o m é rico s an ticip an esta necesidad h istó rica desde la perspicacia de un creador literario que se replantea las relaciones entre las personas, que co m p ren d e la sim p leza devastadora de la id eolo gía tribal guerrera, y ve u n progreso h u m an o en su sup eración m ediante la reflexión y m ediante el desarrollo de instituciones pacíficas. Este libro n os presenta, de la m a n o de los textos h o m é rico s, to d a u n a serie de jalones de ese razon am ien to m ás co m p lejo y com prensivo. Q u e n o todo el texto de la llíada obed ece a este p ro p ó sito es tan in negable co m o que

PRÓLOGO

I

15

secuencias num erosas y cruciales del m ism o lo reflejan y realizan, y que esas secuencias fo rm an un h ilo co n d u cto r q ue com p ren d e el co n ju n to de la estru ctu ració n del relato y le da un sen tido preciso. Juan C arlo s R odríguez desentraña el texto h o m é rico y encu en tra en él un h u m an ism o plenam ente desarrollado, del que son aspectos par­ ciales la in tegración de tradición y crítica, la relativización de los valores culturales transm itidos, la aten uación escéptica de las creencias en d io ­ ses sobrenaturales investidos de un p o d er porten toso, el cultivo de los sentim ientos co m o form a de co o p eració n am istosa entre los hom bres, la va lo ra ció n del am or entre h o m bre y m ujer, el reco n ocim ien to de la capacidad de decidir de cada in d ivid u o y de la necesidad de p on derar in dividualm ente los m otivos de la acción. D etecta en la Ilíada un a nueva in terp retació n del su frim ie n to y de la m u erte, qu e d esem b o ca en el sentim iento de la finitud hu m an a co m o un posible elem ento de cohesión entre to d o s los hom bres. Y estos ingredientes están in dudablem ente en los textos que aduce, tan tangibles co m o la d icció n fo rm u lar o las refe­ rencias m ás o m enos banales a m o tivo s épicos de to d a la vida. A l m enos a m í Juan C arlos m e ha con vencido de que en los p oem as “ h o m érico s” hay un p royecto literario coherente y am bicioso, y un a actitud p ersonal de distan ciam ien to crítico respecto de la p ro p ia cultura. Q u ie ro exp resar m i g ra titu d a este b u e n co leg a y a m igo p o r este tex to a p a sio n a d o y a p a sio n a n te , y m i c o n fia n z a en qu e la resu elta in d ivid u a lid a d de sus p lan team ien to s sea acicate p ara q u e sus lectores se arriesguen , c o m o él, a b u sca r y e n co n tra r en los textos clásicos de la litera tu ra lo q u e lo s h ace m ejo res, h a cie n d o suyo el o b je tiv o que K an t p o stu la p ara to d a a n tro p o lo g ía : qu e n o se lim ite a “d e sc rib ir” có m o son los h o m b res, sino qu e se p ro p o n g a p o n e r de m an ifiesto lo m e jo r que en cada caso los h o m b res p u ed en h acer de sí m ism os: non ad esse, sed ad m elius esse.

A n a A gu d * Salam an ca, sep tiem bre de 2009

* Profesora titular de Lingüística indoeuropea de la Universidad de Salamanca.

Introducción

La Ilíada es el p o em a del desarm e de la cu ltu ra, en el doble sen tido de la p a la b ra d esarm e: p o rq u e d esa rm a, d e sm o n ta las co n stru ccio n e s culturales que d ign ifican la a cció n m o rtífera d el h éro e, m o strá n d o la co m o fuente de d estru cció n y su frim ie n to ajen o y p ro p io ; y p o rq u e a p u n ta a u n m u n d o de valo res n o apu n ta la d o p o r las arm as. A través del p o em a , qu e n os m uestra a un o s héro es en a cció n en el d é cim o año de la gu erra de Troya, H o m e ro n os ofrece, n o u n a exalta­ ció n de las p ro ezas gu erreras o de la m o ra l h ero ica , sin o u n a crítica del c o m p o rta m ien to heroico, que n o se lim ita al cu estio n a m ien to de los valores que lo sustentan, sin o que señala u n h o rizo n te de h u m a ­ n id ad qu e los trascien de. S egu irlo a H o m e ro en esta exp lo ra ció n c r í­ tica y p o n e r de relieve la actu alid a d de su enseñ anza es el o b jeto del presente libro. La destreza p o ética qu e refleja la Ilíada es algo co m ú n m e n te acep ­ tado, p ero la va lía ética que d a sen tido al p o em a , y lo co n fig u ra , dista m u c h o de ser re co n o cid a co m o m erece. M ás b ien las in terp retacio n es m ás extendidas la ign o ra n o d esvirtú an p o r co m p leto . A sí, es u n lugar co m ú n con siderar la Ilíada co m o un canto h ero ico a la gu erra de Troya, co m o un p o em a cen trad o en celebrar la glo ria de los héroes y de los dioses, en sin to n ía co n la tra d icio n a l y co lectiv a ép ica heroica. D esde este p u n to de vista, lo que co n vierte a este p o em a en u n a o b ra m aes­ tra de la literatu ra es la excep cio n a l destreza co n la qu e el aedo p o n e en ju e g o la fu erza p o ética qu e en cierra la a cció n heroica. Y si de ética h o m é rica cabe hablar, ésta consiste en u n e n n o b lecim ie n to del héroe, qu e d e sta ca ría so b re to d o su d is p o s ic ió n a e n tre g a r la v id a p o r un

l8

I

EL D E S A R M E

DE

LA C U L T U R A

ideal. C o n esta id ealizació n h o m é rica , según esta in terp retació n , los héroes se co n vierten en m o d e lo s de un iversal validez. La interpretación que aquí defiendo se orienta en sentido contrario. La disposición a entregar la vida, que es ciertam ente la quintaesencia del com portam ien to heroico y objeto de tratam iento adm irativo tanto desde un a perspectiva m artirológica cristiana c o m o rom ántica, n o se n os p re­ senta co m o m odélica o ejem plar. M ás bien, m o rir p o r un ideal, que es a la vez m atar p o r él, es precisam ente el blan co de la crítica dram ática que p o n e en ju ego el p oem a, exp o n ien d o sus justificaciones a la lu z de sus nefastos efectos. Lejos de enn oblecer el m o d elo heroico, la llíada se dirige a socavarlo, p o n ien d o en cuestión de la m anera m ás radical ese tipo especial de acción que da sentido a la vid a, y a la m uerte del héroe: entregarse a la acción de matar, y m orir, con el fin de “go zar” del h o n o r y de la in m ortalidad de la “gloria im perecedera”. El p o em a nos m uestra con sobrada insistencia los efectos destructivos y desh u m an izad o res de esa especial a cció n m o rtífera que trad icio n alm en te co n ced e excelencia al héroe. Pero n o se detien e aquí. La tra m a m ism a de la llía d a , y esto es lo esencial, es u n a elaborada exp resió n de este cu estio n a m ien to del co m p o rta m ien to heroico. La h isto ria de A qu iles es la h isto ria del p r o ­ ceso de transform ación que lleva al héroe p o r antonom asia a despegarse de los in m o la d o res valores h ero ico s y a replantearse la v a lo ra ció n de la v id a y de la m uerte desde u n a p ersp ectiva que trascien de los lím ites hero ico s y grupales, y apu nta a la solid arid ad y a u n a h u m an id a d c o m ­ p artid a de n aturaleza universal. Perspectiva que se asienta sobre el sen ­ tim ien to y la co n cien cia de la debilid ad radical y la lim itació n com un es a todos los hom bres. A sí se expresa u n a n u eva co n cep ció n de la co n d i­ ción h u m an a que invalida los fu n d am en to s de la co n d u cta heroica y, p o r extensión, de toda construcción cultural (oposición am igo/enem igo, afirm ación de la segurid ad en la fuerza, d ign ificació n de la m uerte en com bate, vig en cia de la v e n g a n z a ... ) que legitim e la a cció n de m atar o m o rir p o r u n a C ausa. La con sisten cia y la fuerza de este diseñ o u n itario h acen patente que la llía d a es u n a o b ra m e d ita d a y crítica m en te e lab o rad a, que es p o r tan to o b ra de u n autor, de u n a u to r so b resalien te qu e co n m u e v e y enseñ a, qu e enseña co n m o v ie n d o to d av ía a los h o m b res de n uestra

INTRODUCCIÓN

I

19

épo ca, p o rq u e en él se co n ju ga n un a destreza p o ética e xtrao rd in aria y u n a p ro fu n d a y crítica reflex ió n ética de alcance universal. H ablar de autor en estos térm inos, y del proceso de distanciam iento de un héroe de los valores de su tradición co m o el argum en to central de su o b ra , ch o ca fro n ta lm en te tam b ién co n u n p ertin a z p re ju icio que subyace a la v isió n que n iega u n a ética h o m é rica crítica o distan ciada del m o d e lo h ero ico . M e refiero al qu e a firm a q u e en las sociedades orales, co m o la arcaica griega, n o p ued e haber sen tido del in d iv id u o o del p en sam ien to in d ivid u a l, y p o r tan to n o tien e cabid a el in d iv id u o n i co m o p e n sa d o r reflex ivo , n i co m o agen te m o ra l, ni co m o autor. Este p re ju icio h a ten ido, y tien e, u n p eso determ in an te en in flu yen tes helenistas, y con stituye el o b stá cu lo p rin cip a l p ara u n a co rrecta c o m ­ p ren sió n de la Ilíada. En los do s p rim ero s cap ítu lo s (“ H o m ero , autor de la Ilíada” y “ La a u to n o m ía del p erson aje h o m é rico ” ) m e deten dré en m o stra r lo in consisten te e in fu n d a d o de las e lab o racio n es teóricas que h an co n trib u id o a la persistencia de este p reju icio , qu e d esvaloriza el p o em a h o m é rico en co n creto y d iscrim in a , en gen eral, a las so cie ­ dades orales a las que se aplica. El lib ro es en realidad u n estu d io que se ha e xp a n d id o a p artir de u n trab ajo in icial, que es el que recoge el tercer ca p ítu lo , “ La tra n sfo r­ m a ció n de A q u iles y la p uesta en cu estió n del m o d e lo h e ro ico ”. En él se en cu en tra el m e o llo de m i in terp retació n . Los ca p ítu lo s cu arto (“ El e scu d o de A q u ile s ” ) y q u in to (“A q u iles y lo s d io ses” ) c o m p leta n el análisis, co n esp ecial a te n ció n a la v is ió n del m u n d o en p az qu e se co n trap o n e a la v isió n h eroica, y a la crítica de las visio n es que ven en la in te rv en ció n de los dioses en la Ilíada u n a n eg ació n o m erm a de la d e te rm in a ció n h u m a n a de la co n d u cta de A qu iles. L os tres capítulos p o r tan to fo rm a n un b lo q u e que, au n q u e vien e detrás de los d os p r i­ m eros ca p ítu lo s que giran en to rn o al tem a d el in d iv id u o , p u ed e ta m ­ b ién ser leíd o de m an era in d ep en d ien te. H e p ro cu ra d o e lab o rar el lib ro de m an era que p u ed a ser en ten d id o p o r u n a m p lio p ú b lico , y a u n q u e las referencias al texto son co n sta n ­ tes, n o se le p resu p o n e al lecto r c o n o c im ien to del griego an tigu o. Ello n o obsta p ara que en diferentes m o m e n to s h aya n otas referidas a desa­ cu erd o s in terp retativos qu e p u ed en interesar m ás esp ecíficam en te a

2 0

I

EL D E S A R M E

DE

LA

CULTURA

especialistas o a e stu d io so s de la m ateria. En las citas de la Ilíada he seg u id o la tra d u cció n de E m ilio C resp o , a p a rtir d el tex to g rieg o de la e d ició n o x o n ie n se de D. B. M o n ro y T. W . A lie n (O x fo r d , 1903), salvo en los casos en qu e es p ertin en te destacar el sen tid o literal del o rig in a l, en los qu e esp e cifico m i tra d u cció n altern ativa. E n la tra n s­ literació n he m a rca d o la ë y la ó largas, p ero n o las o tras vo cales, y he p re scin d id o de señ alar los acentos. La b ib lio g ra fía sobre el tem a es en o rm e. M e lim ito a citar y a c o ­ m e n ta r en las n otas las obras a las qu e h ago referen cia en el trabajo, tan to p ara a p o yarm e en ellas co m o para discutirlas. En el a p artad o de los a grad ecim ien to s m erecen u n a m e n ció n des­ tacada A lb erto O rteg a y Juan G arayar, qu e h an ten id o la p acien cia de leer co n aten ción to d o lo que iba e la b o ra n d o y m e han o fre cid o p ers­ p icaces co m en ta rio s críticos qu e m e han ayu d ad o a p en sar y han m e ­ jo ra d o el texto . C o n su am ista d y e stím u lo le h a n d a d o c a lo r a un trabajo de p o r sí m ás b ien frío y solitario. C o m o lo h an h e ch o tam b ién C e lia M o n to lío y Juan A ra n za d i, en cuya casa em p ecé, n ada b rio so , la red acció n de lo qu e iba a term in a r sien do este libro. Las divergen cias de Juan en algu n o s p u n to s de la p rim e ra p arte, sin llegar a co n v e n ­ cerm e, m e han llevad o a afin ar m ás algu n o s argu m en to s. A g ra d e zco a sim ism o a A lb e rt G alv an y su ayu da p ara m e jo rar la lectu ra del texto y e n ca m in arlo a su p u b lica ció n . Y n o p u ed e faltar m i gratitu d al e d i­ to r A leja n d ro K atz, que ha a co g id o tan favo rablem en te m i trab ajo y ha apo stad o p o r él. F inalm ente, reservo u n a m e n ció n esp ecial p ara Etsuko O k u , el h a ­ llazgo m ás p reciad o y go zo so que el azar p u so en m i cam in o , allá en la B ritish Library, al p rin cip io de esta in vestigación . El am o r y la alegría que m e regala vu elven m ás lu m in o sa y cálida la vid a que ten go la suerte de co m p artir co n ella.

1 Homero, autor de la llíada

Ύ H o m ero , co m o aventaja a los dem ás en otras cosas, tam b ién esto parece que lo ha visto co rrectam en te, sea p o r el arte o p o r la n aturaleza. Pues h a cien d o la Odisea, n o h izo to d o lo qu e le o cu rrió a O d iseo , [ ... ] sino que h izo la O d isea en to rn o a u n a sola a cció n del tip o que d ecim o s, y en fo rm a p arecid a tam b ién la llía d a ”, A ris tó te le s , Poética 8 .1451a “ [...] p o r eso H o m e ro p u ed e p arece m o s entre los o tro s un p o eta d iv in o , p o r n o in ten tar tratar to d a la gu erra, aunque ten ía p rin cip io y fin, pues el argu m en to h abría sido dem asiad o gran de, y n o visto co rrectam en te en su co n ju n to , o m id ié n d o lo b ien en la extensión se habría co m p lica d o p o r la va ried a d de hechos. T o m an d o u n a sola p arte se sirvió de m u ch o s ep iso d io s de las o tras partes [ ...] . Pero los dem ás hacen u n p o em a en to rn o a u n a sola p erson a, o a u n a sola é p o ca y u n a ú n ica a cció n de m uchas p artes, co m o el que h izo los Cantos Ciprios y la Pequeña llía d a ”, A ris tó te le s , Poética 23. i4 59a-bi

H o y n ad ie p o n e en d u d a la b e lle za de la llíada . Sin em b argo , desde qu e el ro m a n ticism o e u ro p e o re d e scu b rió la é p ica h e lén ica h a y un debate que divide a los autores que p u ed e resum irse en lo siguiente: m ien tra s m u c h o s lecto res, p o etas y escritores co in cid e n en afirm ar

22

I

EL D E S A R M E

DE

LA

CULTURA

co n en tu siasm o la gran d eza de H o m e ro y la b elleza de su creació n , en el m u n d o a cadém ico, entre filólogos y helenistas, ha ten ido una e norm e in flu en cia la o p in ió n de qu e la Ilíada n o es m ás qu e la reco p ila ció n final, en un largo p o em a , de can to s tra d icio n a les tra n sm itid o s o ra l­ m ente, a través de va rio s siglos, p o r recitad ores h elén ico s, y qu e p o r e llo m is m o n i H o m e ro es p ro p ia m e n te su autor, n i el tex to es u n a a u tén tica creació n literaria en sen tido estricto. D e b em o s em p eza r re co n o cie n d o qu e n o se sabe n ada cierto acerca d el a u to r de la Ilíada y de la O disea. Sí h a y un co n sen so gen eral entre los estu d io so s en situar los p o em a s h o m é rico s en co n ex ió n co n un a vasta y a n tig u a tr a d ic ió n o ra l de ca n to s ép ico s, d e d ica d o s a n arrar historias de dioses y héroes. T an to en su co n te n id o (p ersonajes, h is ­ torias) co m o en su fo rm a (técn ica de c o m p o sic ió n m é trica ), los p o e ­ m as h o m é ric o s so n d e u d o re s de esta tra d ic ió n o ra l de recitacio n es épicas. H asta aquí el consenso. A lgu n o s estudiosos han considerado, y consideran, tan determ inante el peso de esta trad ició n oral é pica qu e han llegado a n egar que la Ilíada sea o b ra de u n autor. U n o s lo han h e ch o a rgu m en tan d o qu e la épica h o m é rica es un a co lecció n de p o em a s c o m p u e sto s o ra lm en te p o r d is­ tin to s aedos a lo largo de los siglos anteriores (los an a lítico s).1 O tro s, a d m itien d o que p u ed e ser la o b ra de u n solo aedo (en lo qu e parece qu e h o y h ay acu erd o entre u n a m a yoría de estu d io so s),2 le n iega n a éste su ca rá cter de autor, c o n sid e rá n d o lo m ás b ien u n a e sp ecie de re co p ila d o r de historias tra d icio n a lm e n te fijadas. P ara esta c o rr ie n te , c u y o s m e n to re s y te o r iz a d o re s p rin c ip a le s fu e ro n M . P a rry y A . B. L o rd , y m ás re cie n tem en te E. H a v e lo ck , la

1 Siguiendo a Friedrich August Wolf, considerado el fundador de la filología clásica y de los estudios homéricos modernos, quien argumentó que la épica homérica era una colección de poemas compuestos oralmente. Su obra clásica es Prolegomena ad Homerum (1795, traducción inglesa: 1985, Princeton). 2 Fue decisivo en la defensa de la tesis unitaria el análisis de W. Schadewaldt (Iliasstudien [1938], 3a ed., Darmstadt, 1966) que, mostrando los engarces del canto 11 con lo que antecede y con la prosecución de la trama que prepara, demostró la trabada unidad y la coherencia de la Ilíada.

HOMERO,

AUTOR

DE

LA

lílADA

|

23

Ilíada n o sería sin o el a ca b a d o fin a l de u n a e scu ela de a rtesa n o s qu e se lim ita r o n a d e sa rro lla r u n a a n tiq u ísim a tra d ic ió n o ra l de ca n to s é p ico s, co m p u e sto s sobre la base de técn ica s co n stan tes de cad en cias fijas, fó rm u la s re p e titiv a s (e x p re s io n e s c o n sa g ra d a s e in m u ta b le s c o n ju n to s ce rra d o s d e n o m b re s + e p íte to s fijo s ), m ás escen as s im ­ b ó lic a s re p etid a s en las q u e sus a u to res se lim ita r o n a re co g e r los m ito s y lo s saberes de los g rie g o s p rim itiv o s , sin q u e q u e p a h a b lar p o r ello de o b ra litera ria , d e c re a ció n a rtística de u n a u to r co n c a ­ p a cid a d crítica . Sobre las in vestigacion es de Parry, que analizaré en detalle en este ca p ítu lo , su seg u id o r H a velo ck acaba ela b o ra n d o to d a u n a teoría no sólo sobre la épica h o m é rica sin o tam b ién sobre to d a la p ro d u cció n p o ética o ra l y la m en talid ad de los p u eb lo s sin escritura, cu y o cen tro es el de co n sid erar que só lo la o b ra escrita es o b ra literaria, de autor, co n capacidad crítica y de desarrollar p ensam ientos, m ientras q ue toda o b ra o ra l es u n a m era re co p ila ció n de fo rm u lis m o s q u e se lim ita a re co g e r y re p ro d u c ir los m ito s de la c o le c tiv id a d , y cu y o fin n o es co n o cer ni cu estio n ar la realid ad, las co n trad iccio n e s del h o m b re y de la so cied ad , sino a d o ctrin a r al p ú b lico en to rn o a las co stu m bres y las gran des visio n es colectivas. Lo q u e m e in teresa en esta d is c u s ió n so b re el tem a de la a u to ría de la lita d a , q u e d esd e h ace m ás de d o s sig lo s v ie n e o c u p a n d o un lu g a r c e n tra l en lo s e stu d io s h o m é ric o s , es su re la c ió n co n la c u e s ­ tió n de la c a p a cid a d c rític a re flex iva y de la c re a tiv id a d in d iv id u a l en u n a s o c ie d a d o ra l. Es ésta u n a c u e s tió n c a p ita l, d ir e c ta m e n te re la c io n a d a co n la de la e x isten cia o n o de u n in d iv id u o é tico , res­ p o n sa b le, en este tip o de so cied a d e s. En este esfu e rzo , m i en sayo no se q u e d a en el m e ro g r ito de “ ¡H o m e ro existe!”, sin o qu e a van za en la re iv in d ic a c ió n de la lite ra tu ra o ra l c o m o u n a a u té n tica crea ció n artística co n ca p a cid a d crítica y a lu m b ra d o ra , y en la v isió n del h o m ­ bre “ p rim itiv o ” co m o un in d iv id u o co n ca p a cid a d de p e n sa m ie n to y de c r ític a , así c o m o en la c o n c e p c ió n de la le n g u a n o c o m o un m e ro v e h íc u lo co le c tiv o , sin o c o m o un m e d io v iv o de re la c ió n , de co m u n ic a c ió n y de co n o c im ie n to . En el tra ta m ie n to de esta cu estió n ha ten id o , y to d a v ía tien e, un p eso d e te rm in a n te en in flu ye n te s he-

2 4

I

EL D E S A R M E

DE

LA C U L T U R A

len istas un p re ju ic io h e re d a d o de los e tn ó lo g o s y lo s a n tro p ó lo g o s e v o lu c io n is ta s , c o n tr a el qu e ya p re v e n ía , en 1927, el a n tr o p ó lo g o P au l R a d in c u a n d o escribía: La m ás u rgen te n ece sid ad p ara la e tn o lo g ía es, p u es, e m p ren d e r n u ev o exam en de los a n tigu o s su p u esto s que in sta u ra d o s p o r los p ro p io s e tn ó lo go s, am en azan con vertirse en tra d icio n es fijas entre p s ic ó lo g o s e h is to ria d o re s. E n tre lo s m ás im p o rta n te s de tales supuestos figu ra la idea de que en los p u eb lo s p rim itivo s existe un nivel fijo de in teligencia, que el in d iv id u o está p o r c o m p leto su m er­ g id o en el gru p o , que n o se e n cu en tran p en sadores ni filó so fo s que p u ed an con siderarse tales.3 Esta co n ce p ció n de qu e en las so cied ad es o rales o arcaicas n o tien e ca b id a el in d iv id u o ni co m o a u to r n i co m o agente m o ra l a u tó n o m o ha sido, y es, el p re ju icio p rin cip a l o p eran te en las in te rp re tacio n es qu e n iegan la a u to ría in d iv id u a l de la llíada y su carácter críticam en te reflexivo. Es u n p re ju icio en el sen tid o de qu e n o se d e d u ce del a n á ­ lisis sino qu e se p re su p o n e a él y lo co n d icio n a . En lo que sigue m e d eten d ré en el análisis de las teo rías de P a rry -L o rd y de H a velo ck, p o r ser las de m a y o r in flu en cia en el co n d ic io n a m ie n to de la lec tu ra de los p o em a s h o m é rico s. Su d o m in a n te p ersisten cia, p ese a lo in c o n ­ sistente y escasam ente co n trasta d o de sus fu n d am en to s, p erm ite ta m ­ b ié n p o n e r de reliev e el p o d e r y la p e rse v e ra n c ia qu e le o to rg a al p re ju icio la a u to rid a d de ser a ca d é m ica m en te tra n sm itid o , in clu so cu a n d o éste es critica d o y d esech ad o en la d iscip lin a a cad é m ica de la qu e se to m ó p restado . Se hace n ecesario, p o r tan to , a n alizar co n d e ­ talle lo s a rg u m e n to s a cerca d el d e te rm in is m o q u e estos a u to res le a trib u yen a la tra d ició n en el caso de los p o em a s h o m é rico s, en c o n ­ creto en la llíada.

3 Del Prefacio de 1927 a Primitive man as philosopher; traducción española: El hombre primitivo como filósofo, Buenos Aires, Eudeba, i960, p. 11.

HOMERO,

AUTOR

DE

LA

ILÍADA

I

25

I. LAS C O N STR IC C IO N E S FO RM ALES DE LA T R A D IC IÓ N ORAL. EL D E T E R M IN ISM O M ÉTR ICO

La idea de qu e H o m e ro era u n p o eta o ra l qu e c o m p o n ía d e n tro de u n a tra d ició n de len gu aje fo rm u la r tuvo su e la b o ra ció n m ás acabada en los trab ajo s de M ilm a n Parry, de las décadas de 1920 y 1930, y de su c o la b o ra d o r A . L ord, qu e co n tin u a ría estos estu d io s en la d écada de 195o.4 Estos trabajos acerca de los m o d o s de co m p o sició n y transm isión o ra l de la épica, basados en el estilo fo rm u la r y en un trabajo de cam p o llevad o a cabo en el sur de los B alcanes, en la an tigu a Y u go slavia, entre 1929 y 1933, han ten id o un e n o rm e in flu jo en los estud ios h o m érico s, y h an p ro p o rcio n a d o u n a base teó rica a la p o stu ra qu e n iega el ca rá c­ ter críticam en te reflexivo de la litada y la calid ad de a u to r a H om ero. Lo que la “ teoría P a rry -L o rd ” d efien d e es que la Ilíada es u n p o em a oral, y que to d o p o em a verdaderam ente oral se im p ro visa y recom p one en el curso de la “ p erfo rm a n ce ”, con la ayu da determ in an te de fó r m u ­ las y tem as tradicion alm en te fijados. Esta teoría excluye explícitam ente la n o c ió n de a u to r y de creativid ad reflexiva. Interesados fu n d am en ta lm en te en el “c ó m o ” de la técn ica de c o m ­ p o sició n del p o eta oral, P arry y L ord cen traron sus e stud ios en el estilo fo rm u la r de la épica. P a rry desarro lló un so fisticad o análisis de parte del lenguaje de H om ero, d estin ado a m o strar que cada frase com p uesta o fó rm u la usada en los p o em a s h o m é rico s cu m p lía u n a fu n ció n m é ­ trica: co m p leta r el ritm o p ro p io d el h exám etro . A u n q u e susceptible

4 M. Parry, The making o f Homeric verse: The collected papers o f Milman Parry, Oxford, Oxford University Press, 1971 (reimpr., 1988); A. B. Lord, The singer o f tales, Cambridge, m a , Harvard University Press, i960. Un útil trabajo expositivo es el de J. M. Foley, The theory o f oral composition: History and methodology, Bloomington/Indianapolis, Indiana University Press, 1988. Dentro del horizonte conceptual marcado por Parry se pueden señalar com o desarrollos posteriores los trabajos de J. B. Hainsworth, The flexibility o f the Homeric formula, Oxford, Oxford University Press, 1968, y A. Hoekstra, Homeric modifications o f formulaic prototypes: Studies in the development o f Greek epic diction, Amsterdam, Noord-Hollandsche Uitg. Mij., 1965.

2 6

I

EL D E S A R M E

DE

LA

CULTURA

de co m p lejas v a ria cio n es, la fo rm a tip o d el verso épico, llam ad o h e x á ­ m e tro (“ seis m e d id a s ” ), es la se cu e n cia rítm ic a de seis u n id a d es o “p ies”, co m p u e sto cada u n o de ellos p o r u n a sílaba larga segu id a de do s breves5 (- u u , d á ctilo ), que p u ed en ser reem plazadas p o r un a larga (- -, e sp o n d eo ). Para facilitar el recu erd o y la ráp id a c o m p o sic ió n de los can to s épicos en el m o m e n to de la recitació n , según Parry, el aedo se valdría de secuencias rítm icas p refabricadas que se ajustaban a parte de la secu en cia rítm ica del h exám etro. Parry defin e la fó rm u la co m o “ u n g ru p o de palabras qu e se em plea regu larm en te b a jo las m ism as co n d icio n e s m étricas p ara expresar una idea esencial dada”. Y a co n tin u a ció n e xp lica lo q ue es un a idea esencial: “ la parte esen cial en u n a idea es lo qu e q u e d a desp ués de qu e se ha e xclu id o to d o lo qu e en la exp resió n es p o r m o tiv o del estilo”.6 P arry en tien d e p o r estilo la fu n c ió n que cu m p len estos g ru p o s de palabras de p ro p o rcio n a r u n a secu en cia esp ecífica de sílabas largas y breves en u n a parte d eterm in ad a del verso para lo g rar un h exám etro m é trica ­ m en te correcto. El uso de estas palabras ya agru padas de m an era m é ­ tricam ente satisfactoria le facilitaba al p o eta oral su rápida co m p o sició n en el m o m e n to de la recitación . A sí, p o r ejem p lo, la fó rm u la “A quiles, el de los pies ligero s” (podas okys A chilleus, uu /-uu /— ) le sirve al aedo para expresar la idea “A quiles”, co m o la de “el n oble O diseo, que soporta m uchas cosas” (polytlas dios Odyseus, u/—/-uu/— ) para tran sm itir sim ­ plem en te la idea “ O d iseo ”. A d em ás, P a rry defien de exp lícitam en te el determ in ism o m étrico de la tra d ició n cu a n d o a firm a que “ el p o eta oral expresa sólo ideas para las qu e tiene u n m e d io de exp resión fijad o ”.7 P arry se co n cen tró p articu larm en te en las a gru p acio n es de n om b re co n epíteto.8 Según él, cada p erson aje h o m é rico tien e u n ep íteto des­

5 El griego antiguo tenía vocales largas (-) y cortas (u), es decir, sonidos vocálicos que se diferenciaban por la duración de su pronunciación. 6 Parry, The making o f Homeric verse, p. 272 (también p. 13). 7 Ibid., p. 270. 8 Éste fue el objeto de su tesis doctoral “ L’épithète traditionelle dans Homère”, defendida en París en 1928, y recogida en su traducción inglesa en The making of Homeric verse.

HOMERO,

AUTOR

DE

LA

ILlAOA

|

27

crip tivo recurrente: “A qu iles, el de los pies ligero s”, “ el n oble O diseo , qu e so p o rta m uchas cosas”, “A ten ea, la de los o jo s b rillan tes”... Estos epítetos acom pañ arían al n om b re sólo p o r razones de utilidad m étrica, co m o recursos para rellenar determ in adas p artes del hexám etro. C u a l­ q u iera fu era el ep íteto de qu e se tratase, “ p o d em o s co n clu ir -a fir m a P arry de fo rm a c a te g ó r ic a - que el p o eta se gu iaba en su elecció n p o r co n sid eracio n es de versifica ció n y de n in g ú n m o d o p o r el sen tid o ”.9 La co n ju n c ió n d el n o m b re y d el ep íteto “está ú n ica m en te diseñ ada para ayu d ar al p o eta a encajar un n o m b re en u n verso de seis pies; un a v e z que el n om b re ha sido en ca jad o y el verso está co m p leto , el epíteto n o tien e m ás fu n ció n ”.10 A sí pues, el adjetivo o los adjetivos aparecen añ adido s al n o m b re del h éroe p ara co m p leta r correctam en te u n a se­ cu en cia m étrica, y n o en fu n ció n de lo qu e está h a cien d o , o d icien d o , o de la tra m a n arrativa en la qu e se en cu en tra. El sistem a fo rm u la r d el len g u a je h o m é ric o estaba regid o , según Parry, p o r d o s factores: la e co n o m ía y la exten sió n . C o n el té rm in o “eco n o m ía ” ( thrif) Parry daba a enten der que n in g u n a fó rm u la d uplica o reem p la za a o tra qu e exprese la m ism a idea en la m ism a sección m étrica d el hexám etro. Y con “ extensión ” se refería a todas las fórm ulas con la m ism a fo rm a , que tien en diferentes sign ificad o s.11 La vigen cia de estos dos factores estaría claram en te ejem p lificada en el sistem a de fó rm u las de n om b re+ ep íteto . El reco n o cim ien to , p o r parte de Parry, de algun as excep cion es,12 así co m o la d istin ció n entre epítetos “ o rn a ­ m entales” (fijos) y epítetos “especializados”, y la adm isión de que el poeta, en ocasiones, m odificab a o inventaba fórm ulas “ p o r analogía”, chocan con el pretendido carácter estático d efinitorio del sistem a parryano. Pero para P arry esas “ alteraciones” eran de carácter excep cion al (“ para un solo p oeta p o qu ísim os casos” ).13A u n reco n ocien d o lo p roblem ático de la gen eralización al resto del lenguaje h o m érico de la sistem aticid ad y

9 Parry, The making o f Homeric verse, p. 149. 10 Ibid., p. 165. 11 Ibid., p. 276; también pp. 6-7. 12 Ibid., p. 277. 13 Ibid., p. 324.

28

I

EL D E S A R M E

DE

LA C U L T U R A

la e c o n o m ía de las fo rm u la s de n o m b re + e p íte to , P a rry cree q u e el co n ju n to de cada p o em a h o m é rico está co n stru id o co n sistem as fo r­ m ulares tradicion ales. Le basta con con statar q ue la p oesía de H o m ero “n o estaba hech a del m ism o m o d o que la de los p o etas m ás tard ío s”, para con siderarla el resultado de la y u x ta p o sició n de fó rm u las p re fi­ jad as.14 Es la m ism a creencia la qu e p erm ite a L ord 15 caracterizar, co n ­ tra to d a e v id e n cia , la p o esía de H o m e ro c o m o fo rm u la r en el 9 0 % prescindiend o d el análisis del corp us total de los poem as. La con clusiva re c o m e n d a c ió n de P a rry de c ó m o d e b em o s leer la Ilíada, y lo qu e deb em o s exclu ir de su co m p ren sió n , es elocu en te: Y es aquí, finalm en te, do n d e p o d em o s ver p o r qué n o deberíam os buscar en la Ilíada y en la Odisea el estilo p ro p io de H om ero. El p oeta está p en san do en térm in o s de las fórm ulas. A diferencia de los poetas que escribieron, p u d o p o n er en verso sólo las ideas que debían ser encon tradas en las frases que están en su lengua, o a lo m ás expresará ideas co m o las de las fó rm u la s tra d icio n a les qu e él m ism o n o las con ocería aparte. En n in gú n m o m e n to está b uscan d o palabras para un a idea que n u n ca antes ha en co n trad o expresión, de m o d o que la cuestión de la origin alidad en el estilo n o significaba n ada para él.16 La idea de que el p o e ta p u ed e exp resar “ só lo ideas para las qu e tiene u n o s m e d io s de exp resió n fijad o s” 17 es u n a co n v icció n ce n tra l en la teoría de Parry. A p a rte de su u tilid a d m étrica, en cam b io , m u ch o s de los adjetivos, o frases adjetivas, qu e d escriben a héroes p articu lares en los p o em as h o m é rico s están aso ciad o s de algú n m o d o co n fu n cio n es clave o a c ­ ciones especialm ente significativas de esos héroes en la tram a narrativa. A sí, el p erso n aje de H é cto r n os ilustra sobre que, en los casos en los

14 Parry, The making o f Homeric verse, pp. 277-278. 15 Lord, The singer o f tales, pp. 142-144, y “ Homer as an oral poet”, Harvard Studies in Classical Philology 72,1968, pp. 1-46. 16 Parry, The making o f Homeric verse, p. 324. 17 Ibid., p. 272; véase también p. 270.

HOMERO,

AUTOR

DE

LA

ILÍADA

I

29

qu e el p rin c ip io de e co n o m ía p a rry a n o n o se c u m p lía ,18 y el p o eta d isp o n ía de do s epítetos p o sibles para rellen ar la secu en cia m étrica, la e lecció n entre u n o u o tro p o d ía d e p en d er de las exigen cias del c o n ­ texto n arrativo y d el efecto d ram á tico qu e se b uscaba. A sí, a H é cto r se le p u ed e asociar el epíteto “d o m a d o r de caballo s” ( hippodam oio) o el epíteto “ m a ta d o r de h o m b res” (androphonoio), en el caso gen itivo al final del verso, p o rq u e son m étricam en te equ ivalen tes. C o n el epíteto “d o m a d o r de caballos” se destaca en H é cto r un asp ecto civilizado r, y se lo asocia con la polis de Troya, de la que es go b ern an te, y con A p o lo , su p ro tecto r en la Ilíada. Sin em bargo, la n arració n de H o m ero lo llam a “ m a ta d o r de h o m b res” en va rio s m o m e n to s en los que el uso de este adjetivo ap u n ta a destacar el asp ecto d estru ctivo y au to d estru ctiv o del hero ísm o de H éctor: así, después de la c o n m o v e d o ra escena de la des­ p ed id a fam ilia r en las p uertas Esceas, en la que el héroe tro y a n o a n te­ p o n e la gu erra a la fam ilia, su m ujer, A n d ró m a c a , “ vuelve al palacio, lleno de gente, de Héctor, m a ta d o r de h o m b res” (6. 498); y al final de la litada, A n d ró m a c a , m u e rto ya el héroe y d estro zad a la fam ilia, da co m ie n zo a las lam en tacio n es del fun eral “ sosteniendo con las manos la cabeza de Héctor, m a ta d o r de h o m b re s” (24. 72 4 ).19 Es ilu stra tivo tam b ién a este respecto el uso del adjetivo hippiochaítés (“de crines de c a b a llo ”, 6. 469) p ara ca lifica r el ca sco de H écto r, qu e esp a n ta a su p eq u eñ o hijo. Este adjetivo n o está atestiguado en la épica griega arcaica y destaca p o r su largu ra, lo qu e p erm ite d efen d er qu e su rareza y d i­ la ta ció n fó n ica b u scan atraer la aten ción sobre el casco, qu e tien e un im p a cto tan a te m o rizad o r en el m o m e n to de la desp ed id a de A n d ró m aca y H éctor, co m o elem en to que co n d en sa la “ ló gica ” de la gu erra en co n tra p o sició n a las relacion es fam iliares que exige sacrificar.20

18 Contra la “economía” de la fórmula, véase Paolo Vivante, The epithéte in Homer, New Haven/Londres, Yale University Press, 1982, pp. 158-159,164-167. Son de interés también las pp. 13-26 y 87-93 acerca de la fórmula. 19 Véase S. L. Schein, The mortal hero, Berkeley, University o f California Press, 1984, p. 8. 20 En V. D i Benedetto, Net laboratorio di Omero, Turin, Einaudi [1994], 2a ed. 1998, p. 107. Véase también Schein, The mortal hero, p. 6, n. 15, donde remite a otros ejemplos en W. W hallon, “ The Homeric epithets”, Yale Classical

3 0

I

EL D E S A R M E

DE

LA C U L T U R A

H o m e ro m a n ip u la ta m b ié n las fó rm u la s en la llía d a p a ra p r o d u ­ cir n u e v a s e xp re sio n e s, co n n u e v o s s ig n ific a d o s , in a ce p ta b les en la te o r ía de P arry. E stas v a r ia c io n e s crea n así u n a te n s ió n e n tre f o r ­ m u la r y e x tra fo rm u la r.21 T o d o esto n os h ace v e r lo in fu n d a d o de la fije z a y e c o n o m ía de las fó rm u la s . P ero ¿ cu á n to de la llía d a está e fe c tiv a m e n te c u b ie r to p o r fó rm u la s? Se p u e d e a fir m a r q u e u n a p arte n o ta b le d el p o e m a “ p e rm a n e ce in d e m n e de la so sp e ch a de la fo r m u la r id a d ”.22 En lo que hace a la fó rm u la n o m b re + e p íteto , n o ten em os fu n d a ­ m en to s vá lid o s p ara d istin g u ir entre epítetos o rn am en tales y epítetos p articu larizad o s. ¿Es m en o s o rn a m en tal el epíteto que se repite m enos veces? El p reten d id o sistem a n o n os p ro p o rcio n a los criterio s p o r los qu e se elige u n a p alab ra en v e z de o tra, u n n o m b re so lo en lu g ar de u n a fó rm u la de n o m b re+ ep íteto . N o rm a n A u stin lleva a cabo un in ­ ven ta rio y ca ta lo ga ció n de las fó rm u la s-ep íteto usadas p ara O d iseo en la O disea, qu e d e m u e stra la n o ta b le escasez de este tip o de fó rm u la p ara referirse al h éro e, y qu e el n ú m e ro de ejem p lo s en los qu e se re­ piten las secuencias n om b re+ ep íteto n o es en absoluto tan significativo co m o p arece .23 En lo qu e to ca a la llía d a , es im p re scin d ib le el lib ro

Studies 17,1961, pp. 97-142, y Formula, character and context: Studies in Homeric, old English, and Old Testament poetry, Washington, Press o f America, 1969. 21 D i Benedetto, Nel laboratorio di Omero, pp. 115-121.

dc,

University

22 Ibid., p. 106, en cuya η. 4 añade: “Y esto, bien entendido, teniendo en cuenta las precisiones sobre la posibilidad de extensión de la noción de fórmula, en su adaptabilidad, proporcionada por Hoekstra y por Hainsworth”. Y remite a su artículo “ Nel laboratorio di Om ero”, en Rivista di Filología e di Istruzione Classica, cxiv, 1986, pp. 385-390, donde ha mostrado “cóm o el cómputo de Parry (en Studies in the epic technique, pp. 117-119 [ The making o f Homeric verse, pp. 301-302] en busca de expresiones formulares y afines a propósito de II. 1-25 está viciado de graves y fácilmente desmitificables forzamientos”. En el resto de la nota señala, verso por verso, estos forzamientos parryanos. 23 “ Los personajes usan tales fórmulas alrededor de 90 veces, esto es, menos que un tercio del total de los ejemplos” (N. Austin, Archery at the dark o f the moon: Poetic problems in Homer’s Odyssey, Berkeley, University o f California

HOMERO,

AUTOR

DE

LA

ILÍADA

|

3I

N am in g Achilles, de D a v id M . Shive,24 que, a través de un exh au stivo exa m en d el texto , d e m u e stra la n o ta b le in su fic ie n cia de la fó rm u la n o m b re + e p íte to p ara d ar cu e n ta de las fo rm a s q u e el p o e ta u tiliza para referirse a A quiles. T o d o s estos análisis p o n e n en evid en cia que la teoría P a rry-L o rd sólo se sostiene a costa de o m itir o ig n o ra r to d o s los n u m ero so s m o d o s, d istin to s a la fó rm u la n o m b re + e p íteto , que el p o eta u tiliza para referirse a los héroes. En este p u n to es p reciso d istin g u ir adem ás entre fo rm u la rid a d ex ­ terna y fo rm u la rid a d in tern a, co m o a certad am en te p recisa V. d i B e ­ nedetto: En el caso de la fo rm u la rid a d externa, la rep etició n está su ficien te­ m en te exp lica d a p o r el h e ch o de que el p o eta u tiliza b a m ás veces u n a fó rm u la p reexisten te [ ...] . Sin em b argo , en el caso de la fo r­ m u la rid a d in tern a, la rep etició n se debe al h e ch o de que H o m ero [ ... ] record aba, p o r un fen ó m en o de persistencia fó n ico -ex p resiva y co n u n n ivel de m a yor o m e n o r co n cien cia, u n a exp resió n p rece­ d en tem en te usada p o r él: en este caso, p o r tan to, el dato de la rep e­ tició n n o p ued e co n stitu ir la p ru eb a de que se trata de u n a expresión que H o m e ro d erivab a de u n a tra d ició n literaria que lo p recedía.25 A q u í la rep etición se debía a que H o m ero rem itía a un a expresión p re ­ viam en te usada p o r él, para crear un a corresp on d en cia a distancia. Si ten em os en cuen ta, adem ás de las m o d ificacio n e s in ventivas del p o eta de fó rm u la s externas, esta fo rm u la rid a d in tern a, que se refiere a exp resiones repetidas en el p o em a que p o d em o s co n sid erar in ven ­ cio n es del p o eta singular, verem o s red u cid o d rásticam en te el p o rce n ­

Press, 1975, p. 47; véanse también pp. 40-47. Austin comenta sobre las estadísticas de Parry: “ Lo que sus tablas oscurecen [...] es que el propósito de muchas fórmulas nominativas es sólo, o casi exclusivamente, introducir parlamentos. Donde Odiseo no es un tal pronunciador de discurso la fórm ula polymetis caería virtualmente de las tablas” (p. 29). 24 D. M. Shive, Naming Achilles, Oxford/Nueva York, Oxford University Press, 1987. 25 D i Benedetto, Nel laboratorio di Omero, p. 108.

32

I

EL D E S A R M E

DE

LA C U L T U R A

taje de exp resiones fo rm u lares tra d icio n a les en la Ilíada, ya q u e según esta d is tin c ió n só lo p u e d e n co n sid era rse fó rm u la s h ered ad as de la tra d ició n las secu en cias qu e h agan referen cia a fó rm u la s extern as.26 Es m u y sign ificativo adem ás q u e térm in o s usados u n a ú n ica vez co n s­ titu y an el 35% d el vo ca b u la rio de la Ilíada, y el 33% del de la O d isea .27 Q u e de las seis m il p alab ras de la Ilíada, do s m il sean ú n ica s es un h e ch o d ifícilm e n te co m p a tib le co n la p re te n d id a fo rm u la rid a d del p o em a . P o r tan to , a m p lia n d o el c a m p o tex tu a l de análisis m ás allá del lim ita d o n ú m e ro de fó rm u la s, se hace evid en te que la ele cció n de un a frase p a rtic u la r m u ch as veces se deb e a co n sid e ra cio n es n a rra ­ tivas y n o só lo m étricas. En su estu d io de la m anera de co m p o n e r y tra n sm itir los cantos de los guslari, cam p esin o s analfabetos qu e can taban p o em as de la épica se rb o -cro a ta (q u e in clu ía n b atallas h ero ica s, ra p to s de m u je re s...), P arry e n co n tró ciertos p atron es rítm ico s (secuen cias de d iez “ beats” ) y rep eticio n es, p ero n o fó rm u las fijas. El m ism o P arry re co n o c ió que a trib u ía a la épica griega “ u n a fijeza de frases que es com p letam en te d e sc o n o cid a en la su d eslávica”.28 En la m en te d el guslar el ca n to no consistía en un a secu en cia fija de palabras, y n u n ca cantaban el m ism o canto “ frase p o r frase” o “ palabra p o r palabra”, sino que lo que repetían era m ás b ien u n a secu en cia de tem as. La secu en cia de tem as era el canto, que ellos creían rep etir “ p alabra p o r p alabra”. A u n q u e en las recitacion es ocasion ales los po em as de los guslari se distinguían de los h o m érico s p o r su m e n o r extensión, el m ism o Parry tuvo ocasión de co m p ro b a r la cap acid ad de su guslar preferido, A vdo M e d ed o v ic, p ara co m p o n e r el p o em a de m ás de do ce m il versos La boda de Sm ailaqic M eho. Ésta es un a p ru eb a fehaciente de la capacidad

26 Véase Di Benedetto, Nel laboratorio di Omero, pp. 390-394, para una fundamentada crítica de los elevados porcentajes de fórmulas que algunos estudiosos adjudican al texto homérico. 27 M. Pope, “A nonce-word in the Iliad”, Classical Quarterly 35,1985, pp. 1-8, citado por Rosalind Thomas en Literacy and orality in ancient Greece, Cambridge, Cambridge University Press, 1992, p. 41. 28 Parry, The making o f Homeric verse, p. 444.

HOMERO,

AUTOR

DE

LA

IllADA

|

33

real de un guslar de elaborar un p o em a n uevo y m u y largo, casi co m o la Odisea, sin la ayuda de la escritura. El h ech o de que el guslar se d e ­ dicara a este trabajo co m p o sitivo duran te vario s días, antes de su reci­ tación , evid en cia adem ás un p roceso de e lab o ració n p o ética n o sim u l­ tán eo a su e jecu ció n p ública, que es totalm ente ign o ra d o en la teoría de Parry. O bsérvese que la sim ultan eidad de co m p o sició n y recitación es la base esencial del a rgu m en to de Parry, ya que si la la b o r p o ética deja de ser im p rovisada la co n veniencia m étrica pierde su sentido co m o selector su p rem o del v o ca b u la rio de la poesía oral. Para salvar su teoría de la refu tació n de estas co n statacio n es, Parry “ co m p le m e n tó ” su d e fin ició n de fórm ula fija (co n co rresp o n d en cia in variab le de p alab ra y m e tro ) co n o tra m ás elástica de fó rm u la es­ tru ctu ra l, que m an tien e el m etro pero varía las p alabras, y en el ú ltim o año de su v id a p u so el énfasis en el tema a expensas de la fó rm u la . El tema es u n a especie de u n id a d b ásica de la n a rra ció n , en u n p o em a oral, q ue n os da cu en ta de u n a a cció n (u n co m b ate singular, la llegada a u n p alacio , u n a llam ada a asam blea...) o u n a d escrip ció n . Para Parry, esta característica fu n d am en ta l y d istin tiva de la p o esía oral exp lica la d e te rm in a n te d e p e n d en cia d el p o eta resp ecto de la tra d ició n . En el a rtícu lo “ O n typ ica l scenes in H o m e r” escribe: El ca n to r de relatos, a d iferen cia del escritor de poesía, nunca está libre de su tradición. N o h a a p ren d id o su arte de u n a lectu ra variada, sin o só lo de o ír a cantores m ás viejo s. N o tien e b o líg ra fo ni tin ta que le p erm itan elaborar u n n u evo m o d o de reco n ta r n uevas a ccio ­ nes, sino qu e debe de c o m p o n e r su relato sin detenerse, a la v e lo ­ cid a d de su cantar. Esto só lo lo p u ed e hacer co n ta n d o cada acción co m o aparece m ás o m enos en la m anera habitual, y en m ás o m enos los m ism o s habituales versos que co rresp o n d en a esta m anera. El qu e n o haya m u ch as de estas m an eras se d ebe a que los cantores, in clu so cu a n d o ten dían , p o r razon es de u n a versifica ció n m ás fácil, a m a n te n e r sólo las fó rm u la s m ejo res y m ás fáciles p ara expresar un a idea d ad a en u n a e xten sió n del verso dada, así tam b ién ten dían a m a n ten er só lo u n a ú n ica serie de detalles para u n a a cció n dada. L os p a tr o n e s -d e -a c c ió n fijo s y las fó rm u la s fijas, p o r su p u esto ,

34

I

el d e s a r m e

de

la c u l t u r a

d e p e n d en u n o de o tro : u n a a cció n qu e cada v e z a d q u irie ra un a n u e v a fo rm a re q u e riría n u ev as p ala b ra s, y d el m is m o m o d o las fó rm u las son útiles sólo en la m ed id a en que el can to r usa los e squ e­ m as de co m p o sic ió n en los que están destinadas a servir/9 L ord co n tin ú a en esta línea la teoría de Parry. El p o eta co m p o n e en temas tan to co m o en fórm ulas, y am bos son fijos. L ord d efin ió un tema co m o “ un e le m e n to recu rre n te de la n a rra ció n o d e sc rip ció n en la p o esía oral tra d icio n a l”,30 a ñ ad ien d o a co n tin u a ció n : “ N o está restrin ­ gido, co m o lo está la fó rm u la , a co n sid eracio n es m étricas”. E jem plos de ello serían la d e scrip ció n de u n b a n q u ete, de u n a batalla, de un a asam blea, p artid as, llegadas, etcétera. Es p re ciso lla m a r la a te n ció n h a cia el h e ch o de q u e en la teo ría P arry-L ord el ú n ico co n tex to de tra n sm isió n oral estu d iad o y ten ido en cu en ta es el de la épica oral en la an tigu a Y ugoslavia. D e ese m o d o om ite o ign o ra o tro s im p o rtan tes co n texto s de tran sm isió n o ra l que, co m o verem os m ás adelante, desm ien ten de p lan o su teoría, p o n ie n d o en solfa la idea de que la o ra lid ad sólo sirve p ara re p ro d u cir u n relato cerrado, p refa b ricad o y fijo, qu e se lim ita a re p ro d u cir de m o d o acrítico la tra d ició n de los co n o cim ien to s y los m ito s colectivos. Para d e m o strar este d e te rm in ism o los oralistas le han d a d o u n al­ cance tan a m p lio y v a go al co n cep to de e scen a-tip o que anula su v a lo r an alítico o d istin tivo , y n o im p lica la e xclu sió n de la lib ertad creativa del autor. A u n q u e sea cierto que, co m o L ord (y o tro s) han m o strad o , la Ilíada y la O disea son historias de “ regreso” (A quiles, de su tienda, O d iseo , de T roya), qu e o rig in a ria m en te ten ían u n “ sign ificad o esta­ cio n a l”, y que su p atró n b ásico es “A u sen cia -D ev a sta ció n -R eg reso -R etrib u c ió n -B o d a ”, este p atrón es tan a bstracto qu e es d u d o so q u e afecte

29 Parry, The making o f Homeric verse, p. 406. 30 Lord, “Com position by theme in Homer and Southslavic Epos”, Transactions o f the American Philological Association 82,1951, pp. 71-80; cf. The singer of tales, pp. 68-98, donde escribía: “Siguiendo a Parry, he llamado a los grupos de ideas regularmente usados al cantar un relato en el estilo formular del canto tradicional los ‘temas’ de la poesía” (p. 68).

HOMERO,

AUTOR

DE

LA

IllADA

|

35

realm en te a n uestra ap reciació n del p o em a . A sí, p o r ejem p lo, ca ra c­ terizar la b atalla de A q u iles co n el río E scam an dro, en la Ilíada, co m o u n a v e rsió n d el tem a p rim itiv o de la lu ch a d el alto d io s co n el d e m o ­ n io a cu á tico del caos p u ed e ten er su in terés, p ero p o c o n os sirve para u n e n te n d im ie n to m ás p ro fu n d o de lo qu e le está p asa n d o a A q u iles en este m o m e n to de su p ro ce so de tra n s fo rm a ció n qu e n os n arra el p o em a . M á s qu e en el sen tid o qu e se desp ren d e d e la a cció n h u m a n a del p o e m a , L o rd está in te re sa d o en u n a clase de s ig n ific a c ió n p r i­ m o rd ia l im p líc ita en sus e le m e n to s m ítico s y q u e es co m ú n a este tip o de relato s ép ico s, al m a rg en de las in te n c io n e s co n scie n te s de sus c o m p o sito re s.31 Se m a n tien e así a to d a costa la creencia en el peso d eterm in a n te de los p a tro n e s tra d ic io n a lm e n te fija d o s q u e im p id e n la o rig in a lid a d creativa del p o eta, a pesar de qu e tan to en la n u ev a d e fin ició n elástica de fó rm u la estructural, c o m o en la co m p o sició n p o r tem a, se recon oce exp lícitam en te el p ap el im p o rtan te de la creativid ad del poeta. A sí se o b serva en el caso de las fó rm u la s estructurales, al e rigir co m o facto r exp lica tiv o de su co m p o sic ió n la analogía, qu e es u n elem en to de la creativid ad literaria que n o se p u ed e red u cir a u n a sistem aticid ad re­ gu lad a co m o la de la fó rm u la fija; y en lo que atañe al tema, al re co ­ n ocer que n u n ca se repite del m ism o m o d o , co n ced ie n d o así al p oeta un p o d er de recreació n y v a ria ció n en la co m p o sició n . Es im p o rta n te señ alar q u e la fó rm u la fija n o m b re + e p íte to era la única qu e p erm itía sim p lificar y facilitar, p o r su au to m atism o , el p ro ­ ceso de co m p o sic ió n del p o eta oral, u rgid o p o r la sim u ltan eid ad de versifica ció n y co m u n ica ció n p ú b lica q u e, según Parry, caracteriza a

31 H. Clarke, “Parry and Homer: The aesthetics o f oral composition”, International Comparative Literature Association Congress, u °, 1985, Paris, vol. 4: “ Oralité et littérature”, 1991, pp. 15-16. Este autor señala la dependencia de esta interpretación de la teoría arquetípica del mito y del ritual de Frazer, Jung y la Cambridge School o f Classical Anthropologists, que Lord empleó en primer lugar en los capítulos 8 y 9 de su Singer o f tales (pp. 14-15). Véase también R. Friedrich, “Oral composition-by-theme and Homeric narrative”, en Franco Montanari y Paola Ascheri (eds.), Omero tremila anni dopo, Roma, Edizioni di Storia e Letteratura, 2002.

36

I

EL D E S A R M E

DE

LA C U L T U R A

la poesía oral. C o n vie n e insistir en este carácter fu n cio n a l de la fo rm u la p refabricada, req u erid o p o r la sim u ltan eid ad de la c o m p o sic ió n y la e je cu ció n , p o rq u e las re d e fin icio n e s d e fórm ula desh acen ese ajuste fu n cio n a l qu e co n stituye el fu n d a m en to de la teoría de P a rry -Lord. La fó rm u la fija n o m b re + e p íteto era la ú n ica que p erm itía d iferen ­ ciar significativam ente la co m p o sició n con fórm ulas de la co m p o sició n sin ellas. Pero d a d o qu e las exp resiones fo rm u lares qu e respo n d en al co n cep to estricto de fó rm u la de P arry llegan co m o m u c h o a o cu p a r u n 15% de los p o em as h o m é rico s, el co n cep to de fó rm u la se ha ten ido q u e ir a m p lia n d o p ro gresiv am e n te desde la “ e xp re sió n fo rm u la r” a través del “ p a tró n fo rm u la r”, la “ fó rm u la p o r an a lo gía ”, la “ fó rm u la a n a ló gica ”, hasta la “ fó rm u la estru ctu ra l”,32 estru ctu ra p u ra sin traza a lgun a de co n te n id o rep etido. A sí, a este tan d ilu id o co n cep to de fó r­ m u la p u ed e resp o n d er cu alqu ier a n tigu o texto h ex am étrico al que se le a p liq u e , co m o p o r e je m p lo la p o esía de V irg ilio . La b ú sq u e d a de n uevas d efin icio n es de fórm ula, que han p ersegu id o estu d io so s p o s­ teriores, ha term in a d o d e scu b rie n d o qu e las expresiones fijas se m etam o rfosean en exp resiones m ás flexibles y abiertas {“frases fo rm u la ­ res” ), cu yo carácter distintivo se hace cada vez m ás vago.33 En definitiva,

32 “ Todas éstas, aunque no de nom bre sino de hecho, son operativas en el famoso análisis formular de Lord, constituyendo el test-fórmula de la oralidad de Homero: The singer o f tales, pp. 142-144,291-293” ; véase Friedrich, “Oral composition-by-them e and Homeric narrative”, p. 62. 33 Véase “ The formula: Parry and his successors”, en Naming Achilles, pp. 123-139. En relación con la definición de “ form ula flexible” de Hainsworth, com o un “ repetido-grupo-de-palabras”, en el que “el uso de una palabra crea una fuerte presuposición de que la otra la seguiría”, y su ejemplificación de que “rápida” sugiere “nave” y viceversa, Shive comenta: “ Para Parry, una necesidad métrica precisa y una idea esencial recordaba la fórmula veloces naves. Para Hainsworth, veloz sugiere también caballos y flechas, mientras naves sugiere también de muchos bancos y de proa bermellón. Cada palabra tiene diversas asociaciones que deben de ser seleccionadas por un poeta pensativo y por la conveniencia métrica” (p. 138). Asimismo, B. B. Powell destaca la determinación progresivamente evanescente de la fórmula, que al final se comporta del mismo m odo que las “palabras” en el lenguaje ordinario: el cantor habla este especial lenguaje

HOMERO,

AUTOR

DE

LA

ILÍADA

|

37

se p u ed e d ecir que la teoría d el d eterm in ism o fo rm a l sólo se m an tien e a costa de un in d ete rm in ism o creciente del co n cep to de fó rm u la , que term in a p o r p erd er su v a lo r analítico. ¿ C ó m o es p o sib le qu e a p esar de lo lim ita d o e in su ficien te de los ejem p los lingüísticos, y co n tantas constatadas evidencias en con tra, se dé el salto34 a unas con clusiones que se presentan co m o caracterizadoras de la épica h o m érica y de to d o tip o de poesía oral? La respuesta está en la acríticam ente asum ida concepción “p rim itivista” de la psicología del poeta oral, qu e le deniega o rig in a lid ad y creatividad reflexiva.35 Esta

cuyas unidades no son “palabras” sino “fórmulas”, por lo menos gran parte del tiempo. Decir que el estilo form ular limita la expresividad de un poeta es por lo tanto com o decir que las palabras limitan lo que podemos decir” (Homer, Londres, Blackwell, 2004, p. 20) 34 Parry afirma categóricamente: “ Deberíamos, entonces, extender al conjunto de la dicción homérica la conclusión que somos capaces de extraer del estudio de la fórm ula nombre+epíteto en el caso nominativo de los siete héroes principales: que ninguna de ellas parece ser original” (Parry, The making o f Homeric verse, pp. 82 y 106) 35 El prejuicio de que el poeta oral no puede ser ni inventivo, ni reflexivo, sino mero preservador-transmisor de una tradición determinada se explicita claramente tanto en los textos de Parry como en los de Lord. Este último escribe de m odo concluyente: “Y la pintura que emerge no es realmente la del conflicto entre el preservador de la tradición y el artista creativo; es más bien la de la preservación de la tradición por su constante recreación. El ideal es una verdadera historia bien y verdaderamente recontada” (Lord, The singer o f tales, p. 29). “Y estoy seguro de que la idea esencial de la fórm ula es lo que está en la mente del cantor, casi com o una acción refleja en la rápida composición, cuando hace su canto. Por lo tanto se podría, creo, afirmar verdaderamente que la fórm ula no sólo se desnuda hasta su idea esencial en la mente del cantor que compone, sino que también se le niega algunas de las posibilidades de referencia estética en el contexto. Pienso especialmente en lo que se podría llamar el epíteto cargado artísticamente: lo que posteriores críticos literarios encuentran ‘irónico’ o ‘patético’ (pathetic). En realidad incluso se podría llamar a esta clase de criticismo ‘la falacia patética’ (the pathetic fallacy) en cuanto que atribuye a un epíteto inocente un pathos sentido sólo por el crítico, pero no reconocido o quizá ni incluso imaginado por el poeta ni por su audiencia. Siendo parte de la tradición, entienden sus características y necesidades. Sin embargo, la tradición, lo que podríamos llamar las intuiciones de los

38

I

EL D E S A R M E

DE

LA C U L T U R A

co n cep ció n no se deduce del material de los análisis filológicos o antro­ pológicos, sino que se presupone a ellos y los vicia, los determina. E stam os ante u n a su p o sició n q u e necesita u n a creencia p ara m antenerse. C o m o según esta p resu posición la Ilíada n o p uede ser un a obra reflexivam ente elaborada ni el p ro d u c to del diseñ o artístico de un in d ivid u o , la tarea del analista parece respon der a la co n sign a “ ¡busquem os fó rm u las (o sim ilares)!”.36 El efecto m ás n ocivo de esta p resuposición es que descarta de antem an o el estud io de la o b ra co m o un to d o , co m o un p ro d u cto con u n diseñ o u n itario, así co m o pasajes sustanciales del p oem a. En la in te rp re tació n de P a rry del sistem a fo rm u la r en H o m e ro , y su ca ra cteriza ció n co m o p o eta oral, el lib ro de M arcel Jousse, Études de psychologie linguistique. Le style oral rythm ique et m ném otechnique chez les verbo-moteurs ,37 fue u n a in flu en cia d eterm in an te. Jousse h abía d istin g u id o entre “estilo o ra l” y la p o esía literaria, d e fe n d ien d o que todas las técn icas de ritm o y rep eticion es, en las recitacion es de un a sociedad oral, tienen una utilidad m n em ó n ica y son p uram ente fu n d o -

cantores como un grupo y com o individuos que están preservando las historias heredadas del pasado, no se puede decir que ignore el epíteto, que lo considere com o mera decoración o incluso lo considere como mera conveniencia métrica. La tradición nota una sensación de significar (a sense o f meaning) en el epíteto, y así se comunica al nombre y a la fórmula. Se puede decir, por cierto, que todo adjetivo y epíteto hacen esto, pero no estoy pensando en este caso en el significado denotativo de superficie del adjetivo, sino más bien en el significado tradicional, y preferiría incluso llamarlo el significado tradicionalmente intuitivo” (Lord, The singer o f tales, p. 66). 36 El concepto de fórmula parecía otorgarle precisión científica a la investigación del estilo homérico, y la ha condicionado en gran manera. “ La investigación ha llegado a ser cada vez más abstrusa. Se ha hecho así por la verdadera naturaleza del problema: por ejemplo, ¿cómo una fórmula corresponde a la cola del hexámetro?, ¿cuán lejos puede cambiar ésta de un lugar a otro? Este saber es hermético, esotérico, técnico. Sus practicantes a veces parecen escribir para sí y no para el estudioso en general, y no digamos para el público lector interesado en Homero” (Vivante, The epithéte in Homer, p. 168). 37 M. Jousse, Études de psychologie linguistique. Le style oral rythmique et mnémotechnique chez les verbo-moteurs, Paris, Gabriel Beauchesne, Editeur, 1925.

HOMERO,

AUTOR

DE

LA

ILlADA

I

39

n ales, y q u e só lo en las so cied a d es co n e scritu ra -le c tu ra se lleg an a va lo ra r co m o fuente de goce estético. P a rry hace suyo este en fo q u e y declara qu e el lib ro de Jousse es “ va lio so co m o un in ten to de exp licar las bases p sico ló g icas del estilo p o ético o ra l”.38 P arry o b servó patron es m é trico -léx ico s recurrentes en el len gu aje h o m é rico , y los in terp retó c o m o p ru e b a su ficie n te p a ra a tr ib u ir a la p o e s ía h o m é ric a en su co n ju n to este a u to m atism o p rim itivista qu e Jousse con sideraba carac­ terístico del “estilo o ra l”, y q u e exp u lsa b a a H o m e ro del m u n d o del p en sam ien to y de la creació n estética. Es tan evid en te el abuso co m o so rp ren d en te el gran in flu jo que esta p o stu ra ha ten id o y tien e en los estud ios h o m érico s. F o rm u lism o s técn ico s h a y en todas las artes: en la arquitectura, n o d igam o s en la m úsica... p ero tam b ién en la literatura escrita. Q u e gran des autores de la literatura un iversal escribieron en caden cias fijas, en rim as (de m o d o que si en el seg u n d o verso decían “ L e o n o r” en el cu arto n o p o d ía n d e cir “ patata” sino “ a m o r”, “ flo r” o “ co ra zó n ” ), n o im p ed ía qu e co n los m ism o s fo rm a lism o s co n v e n cio ­ n ales u n o s e scrib ieran e n g en d ro s este re o tip ad o s y o tro s creacio n es m aravillosas. Está claro que la llía da fue co m p u esta u tiliza n d o un tip o de versos, co n caden cias, estru ctu ras de las frases y m o d ism o s típicos, qu e está b ien con ocer, p ero eso n o n os dice m u c h o sobre si la o b ra es u n rosario de jaculatorias p reestablecidas y m anidas o es u n a a uténtica creació n de H o m ero , co m o se dem u estra desde análisis m ás am plios y estru ctu rales (co m o verem o s m ás adelante). A p lica n d o este deter-

38 Parry, The making o f Homeric verse, p. 270, n. i. En pp. 377-378, Parry afirma que puesto que el poeta oral pone juntos, de una manera antigua, versos o partes de versos antiguos que “están más allá del poder de cualquier hombre hacerlos, pero deben ser la creación común de un pueblo [cursivas mías] que en su totalidad tiene derecho a ellos, la poesía puede bien llamarse popular”. Y a continuación afianza la opinión romántica de que esta poesía es la “más natural” remitiendo a Jousse: “ Cuando Jousse, sin embargo, después de dividir la poesía en oral y escrita, explica sus razones para considerar el pensamiento de la poesía oral como el más espontáneo, está trabajando sobre un fundamento m ucho más seguro: esas frases y esos versos se transmiten de un poeta a otro, y de una generación a otra, los que se recuerdan más fácilmente y se agrupan más fácilmente. En este sentido la poesía oral es más natural que la poesía escrita”.

40

EL D E S A R M E

DE

LA C U L T U R A

m in ism o fo rm a l, llegaríam o s al absu rdo de que casi to d a la literatura está encorsetada, y sólo serían p o em a s a utén ticos los d a d a ísta s... los qu e m en o s sign ificad o tien en .39 La teoría P a rry-L o rd n o es la co n clu sió n de u n m é to d o cien tífico (en ten d ien d o p o r científico: suficien tem en te co n trastad o con las e v i­ dencias, y a b ierto a ir co n tra el p ro p io p re ju icio ), sino u n re d u ccio n ism o p reju iciad o m a n ten id o p o r u n a retórica cientificista, en la que el térm in o fó rm u la , to m a d o de p restad o de las ciencias exactas, y la cu a n tifica ció n y la m e d ició n han d esem p eñ ad o un p ap el central en su p reten dida a utoridad. En este sen tido, co m o señala N . A u stin , la co m ­ p u ls ió n p e cu lia rm e n te m o d e rn a p o r lo s sistem as an a lítico s, co n su ven eració n de la fó rm u la , in flu yó en gran m ed id a en la recep ció n del sistem a de P arry co m o un a revelación, ya que en tanto sistem a prom etía pruebas in controvertibles en varios aspectos de la cuestión h o m érica .40 Pero, aparte de que la o m isió n de im p ortan tes data ya p o n e en cuestión su cien tificid ad , el m o d e lo teó rico p arry a n o hace aguas en su co n cep ­ ció n básica de la fó rm u la , pues, co m o señala A ustin: la ciencia n o p u ed e d ecirn o s qu é e lem en to en qué fó rm u la es la idea p o ética esencial. [ ... ] D esde el p u n to de vista cien tífico es tan a rb i­ tra rio d ecid ir q ue la idea e sencial de la fó rm u la podas okys A chilleus es “A q u iles” co m o d e cir que es “ v e lo z ”, “ de pies velo ces” o “A qu iles de pies velo ces”. R ed u cir to d o a ideas esenciales, revela n u estro p re ­ ju ic io m o d e rn o . S o m o s n o so tro s los que nos afan am os p o r co n se ­ gu ir fó rm u la s, p ero fó rm u la s expresadas co m o a bstraccion es cie n ­ tíficas [...]. N u estro ideal, parece, es qu e el len gu aje se a p ro xim e al sistem a de los sím b o lo s m a tem á ticos.41 Pero, co m o h e m o s v isto , la fó rm u la n o es la ú n ica p ied ra an g u lar que sostiene la exclu yen te d iferen cia ció n entre p o esía o ra l y p o esía litera-

39 C om o me comenta, sorprendido ante la influencia de este reduccionismo, el poeta y escritor Juan Garayar. 40 Austin, Archery at the dark o f the moon, p. 63. 41 Ibid., p. 65.

HOMERO,

AUTOR

DE

LA

IllADA

I

4I

ría. C u a n d o la fó rm u la hace aguas, se d esp la za el én fasis al “ tem a ” co m o el e lem en to básico que asegura la in elu ctable d e te rm in a ció n de la tra d ició n en to d a so cied ad oral. D e ese m o d o , H o m ero , co m o to d o p o eta oral, sigue e xclu id o del m u n d o de la reflexió n y de la creación, y co n fin a d o al p ap el de m ero p re se rv a d o r-tra n sm iso r de los co n te n i­ dos tra d icio n a lm e n te fijados que son los temas típicam ente orales, que sin em b argo han llegad o a in clu ir sujetos recurrentes o tó p ico s de tan am plia gen eralidad que p u ed en aplicarse a la p o esía escrita, y n o sólo a la oral: “de detalle típico, a través de escena típica y tópico fu n d a m en ­ tal, a nociones generales tales co m o tim e y aidös. E sto ha ten id o p o r resultado la erosión de su sustancia o ra l”. 42 En este p u n to con viene detenerse en los trabajos de Eric A . H avelock que, sigu ien d o el ca m in o de P a rry -L ord y dán doles a estos d eterm in ism os m a y o r p eso y alcan ce, ela b o ra u n a teoría de la o ra lid a d que preten de exp licar los lím ites im p u esto s a la ép ica h o m é rica p o r un a conciencia oral.

11. EL C O N T E N ID O TR A D IC IO N A L DE LA ILÍA D A Y LA C U E STIÓ N DE LA O RALID AD

La teoría de H avelo ck43 se co n stru ye sobre esa co n tra p o sició n e x clu ­ yem e entre “ o ra lid a d ” y “ escritura” {“ literacy” ) qu e co n ced e u n a v a lo ­

42 Friedrich, “Oral composition-by-theme and Homeric narrative”, p. 59. En nota el autor señala: “Ésta es de hecho la serie del término ‘tema’ en los ensayos introductorios del oralista ¡liad commentary de Cambridge, que trata de esto bajo títulos tales como Motivos y temas típicos, Composición-por-tema, y Estructura y temas. Cf. G. S. Kirk (editor general), The Iliad: A commentary, vols, i-v i, Cambridge, Cambridge University Press, 1985-1993. 43 Que tuvo su impacto mayor con la publicación de su libro Preface to Plato, Cambridge, m a, Harvard University Press, 1963 (traducción española: Prefacio a Platón, Madrid, Visor, 1994), y que ha continuado defendiendo en posteriores publicaciones: The literate revolution in Greece and its cultural consequences, New Jersey, Princeton University Press, 1982; The Greek concept

4 2

I

EL D E S A R M E

DE

LA C U L T U R A

ra ció n su p erio r a esta ú ltim a co m o facto r activo de p ro greso civ iliz a ­ do r, d el q u e la p rim e ra está irre m is ib le m e n te co n d e n a d a a ser un o b stá cu lo . El co n traste de “ o ra lid a d ” co n “ escritu ra ” im p lica , según este autor, u n a co n trap o sició n de m en talid ades, en la que la p rim era se caracteriza co m o “ p rim itiva ”. Para H avelock, el p oeta oral, y p o r tanto H o m ero co m o tal, n o puede ser m ás que un re p ro d u cto r de paquetes de in fo rm ació n p refabricados. En la teoría de H avelock, H o m ero es u n transm isor acrítico e irreflexivo de la tra d ició n , y los qu e co m p o n e n su p ú b lico n o son m ás qu e m eros receptores-aplicadores de ella. Tanto a u n o co m o a los otros se les niega la ca p a cid a d de d istan cia m ien to crítico o de reflexió n p ro p ia, p o r el h e ch o de v iv ir en un a so cied ad oral. A n tes de an alizar la p reten d id a co n sisten cia de sus fu n d am en to s, vea m o s en p rim e r lu g ar có m o ar­ g u m en ta H a velo ck esta co n cep ció n . R esu m irem o s en cu atro las líneas centrales de su a rgu m en tació n . i) En las sociedades sin escritura la fu n ció n p rim o rd ial de la p oesía o ral es preservar y tran sm itir las n orm as, las costum bres y el co n o ­ cim ien to colectivo del grup o. Para H avelock, la poesía o ra l es fu n d a ­ m e n ta lm en te d id á ctica , es “ el in stru m e n to d el a d o c trin a m ie n to cu ltu ral” del que se sirve la sociedad oral. Su co n ten id o es u n a “e n ci­ clop edia tribal” que incluye con vencion es, p rácticas y p ro ce d im ien ­ tos. La épica h o m érica es u n ejem p lo p aradigm ático de esta poesía oral, “el p rim er registro com p leto de o ralid ad ’”, y p o r tan to esencial­ m ente utilitaria y d idáctica. Su fu n ció n n o es crear sino con servar y rep ro d u cir los nom oi y éthea del p u eb lo griego, sus “ leyes” y “n orm as m orales”, sus usos y costum bres p ú b lico s y p rivados, e in clu so sus technai, sus con ocim ien tos técnicos sobre distintas actividades (nave­ gación , cocin a, realización correcta de u n ritual o un sacrificio...).

o f Justice. From its shadows in Homer to its substance in Plato, Cambridge, Harvard University Press, 1978; “The linguistic task o f the Presocratics”,

m a,

en Kevin Robb (ed.), Language and thought in early Greek philosophy, La Salle Illinois, M onist Library o f Philosophy, 1983; The Muse learns to write: Reflections on orality and literacy from Antiquity to the present, New Haven, Yale University Press, 1986.

HOMERO,

AUTOR

DE

LA

ILUDA

|

43

2) Para gara n tiza r la p reservación y la fiel tran sm isió n de esta “c o m ­ p ilació n de saber h ered ad o ”, en un a so cied ad d esp rovista de escri­ tura, las enseñ anzas de la tra d ició n oral tien en qu e ser m em o rables y m em o rizab les. Para facilitar la m e m o riza ció n , este saber, adem ás de verterse en form as rítm icas verbales44 y m usicales, que a la vez p ro d u cía n placer, debía de expresarse n arrativam en te en: a) a co n ­ tecim ien to s que se desarrollan en el tiem p o ;45 b ) relatos de acciones p ro ta g o n iz a d a s p o r agen tes, fáciles de v is u a liz a r y, p o r tan to , de reten er en la m e m o ria (en esta fo rm a de n arra ció n p re d o m in a n los verb o s de a cció n y los n o m b res con cretos); c) un a sintaxis en la que las acciones y los a co n tecim ien to s se suceden p aralá cticam en te, es decir, u n o s ju n to a o tro s co m o un idades de sen tido autosu ficien tes, co n ectad as p o r a so ciació n , en series sin fin, sin o rd en subord in an te o u n id a d estru ctu ral que las e n g lo b e .46 3) Estas co n striccio n e s rítm ica s y n arrativas del d iscu rso oral, con fu n ció n básicam en te m n em o té cn ica , adem ás de im p o n e r p a ra d ig ­ m as de c o n d u cta qu e q u e d a b a n in te rio riza d o s en lo s o y en tes,47

44 Havelock, Prefacio a Platón, p. 54. 45 “ [Tjodos los datos o supuestos, sin excepción, tienen que expresarse como sucesos temporales. Todos están condicionados por el tiempo. Ninguno de ellos puede amoldarse a una sintaxis que sea sencillamente válida para todas las situaciones y que, por ello, resulte intemporal; todos han de expresarse en el lenguaje del hecho concreto o del acontecimiento concreto” (ibid., p. 173). 46 Ibid., p. 173; también pp. 175 y ss. Esta “ independencia episódica y desvinculada” de los pasajes implica descartar de antemano, por insignificante, el análisis de la obra en su conjunto, de su estructura, de la interrelación de sus partes, de las correspondencias a distancia, etc., ciñendo el análisis exclusivamente a estos bloques de versos con su abierta disponibilidad a ser recolocados o traspuestos, ya que son “ [m]omentos que se agrupan de m odo asociativo para constituir un episodio, pero teniendo en cuenta que las partes del episodio son mayores que el todo. La m ultiplicidad predomina sobre la unidad” (p. 177). 47 Havelock concede especial importancia al estado hipnótico, de “encantamiento pedagógico”, al que quedaba sometido el receptor, a consecuencia de los patrones rítmicos que movilizaban el cuerpo y todo el sistema nervioso, y del placer provocado por la relajación de tensiones y la liberación emocional (ibid., pp. 149-150). Esta experiencia placentera,

4 4

I

EL D E S A R M E

DE

LA C U L T U R A

im p o sib ilita b an el desarro llo de u n p en sam ien to a bstracto , g e n e ­ ralizado^ reflexivo o crítico. La v isu a liza ció n de la ép ica n o p e r m i­ tía la a b stracció n , así co m o ta m p o co las accio n es o sucesos co n cre ­ tos qu e co n stitu ían su co n ten id o p o d ían con siderarse un iversales.48 A dem ás, el len guaje h o m é rico está reñ ido co n las “ afirm acion es con es” ( “ is statem ents” ), co n a firm a cio n e s p ro p o sicio n a le s q u e usen n om b res abstractos y el ve rb o “ ser” co m o có p u la verd ad era (“ the true copula” ). El g rieg o h o m é rico n o p ued e u tilizar el v e rb o “ ser” co m o có p u la in te m p o ra l en p ro p o sicio n es generales o universales, p o rq u e el ve rb o “ ser” (einai) sólo p u ed e ser usado p ara referir actos situad os en circu n stan cias tem p o rales y espaciales co n cretas.49 D e

además de facilitar la memorización, quedaba impresa en el sujeto com o un eficaz refuerzo conductista que anulaba su autonomía reflexiva y ética, ya que hacía que “los actos y los dichos correctos quedasen inseparablemente asociados a los recuerdos placenteros en la memoria de los griegos. El sujeto era constantemente estimulado a que hiciera lo que, según su recuerdo, otros habían hecho antes. Pero este recuerdo de lo hecho por otros venía ya vinculado con los buenos tiempos en que el sujeto se sometió a un deleitable proceso de memorización, con el consiguiente alivio de las preocupaciones y las tensiones. De ahí que los actos del presente, ejecutados dentro de tal contexto, tendieran a vivirse con el mismo sentido del gozo. No había guerra posible entre el cuerpo y el espíritu. Era relativamente desconocido el conflicto entre la inclinación a actuar de m odo placentero y la obligación de actuar de algún otro m odo” (Havelock, Prefacio a Platón, pp· 153-155)· 48 Ibid., p. 180. 49 Así Havelock afirma que son imposibles en el griego homérico expresiones como: “los seres humanos son responsables de las consecuencias de sus propios actos”. Y más aun, “la suma de los ángulos de un triángulo siempre es igual a dos ángulos rectos”. “Los imperativos kantianos, las relaciones matemáticas y las expresiones analíticas de todo tipo no es sólo que no puedan decirse: tam poco pensarse. Igualmente imposible resultará una epistemología capaz de optar entre lo lógicamente (y, por tanto, eternamente) verdadero y lo lógicamente (y eternamente) falso. El condicionamiento temporal constituye un aspecto de la concreción que trae consigo todo el discurso homérico, en la forma en que ha llegado hasta nosotros” (Havelock, Prefacio a Platón, pp. 174 y 180, y The Greek concept o f Justice, pp. 244 y 245).

HOMERO,

AUTOR

DE

LA

ILÍADA

45

estas características de los p o em a s épicos, H a ve lo ck salta a la c o n ­ clu sió n gen eral de la in cap a cid ad de la m ente de los griego s de la é p o ca p ara el c o n o c im ien to gen eral o a bstracto .50 4) La in ven ció n y la ad o p ció n de la escritura alfabética en G recia p ro ­ du jo “ u n a revo lu ción [ ... ] tan to p sicoló gica co m o ep istem o ló gica”, “u n n u evo estado de la m en te”. Las co n striccio n es lingüísticas, que im p o n ía la m em o rizació n de la tran sm isió n oral, dejan de ser n ece­ sarias, y el lenguaje se ve libre para desarrollar afirm acion es p r e p o ­ sicionales generales, u san d o n om b res abstractos y co n stru ccio n es sintácticas con el verb o “ ser” co m o có p u la veritativa. El paso de la au d ició n a la lectu ra p ro d u ce n uevo s m o d o s de co m p o sició n y de reflexión. El p o d er recorrer con la vista el texto, hacia delante y hacia atrás, p erm ite con trastar y co m p arar pasajes, iden tificar elem entos co m u n es, agru parlos en categorías, lo que da lugar a la abstracción co n cep tu al y a la sistem atización lógica. En resum en, “ el uso narra -

50 “ De m odo que en una cultura oral todo ‘conocimiento’ se hallará sometido al condicionamiento del tiempo, lo cual viene a ser com o afirmar que en dicha cultura no puede darse el ‘conocim iento’ tal com o nosotros lo entendemos ahora” (Havelock, Prefacio a Platón, p. 174). Havelock también afirma que estas constricciones lingüísticas de los poemas épicos determinan los límites del lenguaje y de la mente de los miembros de esa cultura oral, pues esa poetización de la enciclopedia oral “ejercía un control constante sobre los modos de expresión utilizados en el lenguaje coloquial. [...] Las consecuencias de esa situación penetran en el problema del carácter de la propia conciencia griega en un determinado período histórico, de la clase de ideas que un griego podía o no podía tener en la cabeza. La mentalidad homérica (Homeric mind) era, al parecer, algo muy semejante a una mentalidad total (total mind). [... ] No hay por qué suponer que el lenguaje coloquial de su época, que no conocemos, representara un margen más amplio de expresión y de ideas, dentro del cual -sobre una especial base ‘poética’- se formara la visión homérica del mundo. M uy al contrario: sólo en el lenguaje preservado y significativo, dotado de vida propia, alcanzará su máximo posible el significado de una determinada mentalidad cultural. La épica, a pesar de su vocabulario ligeramente esotérico (mejor dicho, gracias a ese vocabulario), representaba el habla significativa, y no tenía competencia en la prosa. Así, pues, podría afirmarse que la mentalidad homérica era la mentalidad general” (ibid., pp. 133-134)·

46 I

EL D E S A R M E

DE

LA

CULTURA

tiv iza d o se h a co n ve rtid o en ló g ic o ”.51 A d em ás, la p o sib ilid a d que ofrece el texto escrito de leer y revisar en solitario, co n aten ción y deten im ien to, la in fo rm ació n transm itida, perm ite la reflexión y la distan cia crítica respecto de lo tran sm itid o . La n u eva p ro sa “ se co n ­ v irtió en el v eh ícu lo de u n un iverso com p letam en te n uevo de hecho y de teoría. Fue u n a liberació n de la m ente y del len gu aje”.52 En defin itiva, la teoría de H a velo ck co n cib e al in d ivid u o de la sociedad o ral, en el terren o ético, co m o u n in d iv id u o p re-m o ra l, m e ro receptor a crítico y a p lic a d o r m e c á n ic o de las n o rm a s tra d icio n a le s , y, en el á m b ito del p en sam ien to , c o m o un in d iv id u o m en talm en te m erm ad o , in cap a z de reflexió n crítica y de activ id a d in telectu al co m p leja. Según H a ve lo ck , en la so cied a d o ra l n o p u ed e h a b er sujeto ético , n i a u to r críticam en te reflexivo. P or tanto, la Ilíada n o p u ed e ser el p ro d u c to de la e la b o ra ció n reflexiva y crítica de u n autor, y, p o r co n sig u ien te, su d iseñ o u n itario, el o rg á n ico y u n ifica d o efecto del co n ju n to , q u ed a de an tem an o descartad o co m o o b jeto de estud io. C o m o en la teoría P arry-Lord, en la de H avelo ck esta v isió n “p rim i­ tivista” del in d ivid u o de la sociedad oral tam p o co se deduce de los m a ­ teriales a los que apu nta su análisis, sino que es m ás bien u n a preconce p ció n que lo v ic ia y lo sesga. En este sen tid o , se p u ed e d e cir que H avelock es un acrítico receptor-aplicador de los prejuicios transm itidos p o r la trad ició n académ ica en la que se inserta. D a d a la gran in fluen cia de la teoría de H avelock en la p ro blem ática de la oralidad en la G recia an tigu a, co n vien e deten erse en el análisis de los fu n d am en to s de su argu m en tación que m ás han co n d icio n a d o la lectura de la Ilíada.

¿Determ inism o de la tradición? C o n sid era r la litada m eram en te co m o u n a “ en ciclo p ed ia trib a l”, en la qu e la h isto ria qu e se n arra es secu n d aria p ara este o b jetivo u tilitario

51 Havelock, The Muse learns to write, p. 105. 52 Ibid., p. 110.

HOMERO,

AUTOR

DE

LA

ILlADA

I

47

y d id áctico de transm isión de los saberes, usos y costum bres del gru p o , es de u n a gratu id ad o bvia. Esta in terp retació n “e n ciclo p ed ista ” de la litada, adem ás de p riv ar a la o b ra de to d a sign ificació n o rigin al, pasa p o r alto u n h e ch o m a cro scó p ico de im p o rtan cia fu n d am en ta l, co m o es el carácter co m p lejo de la so cied ad “ h o m é rica ”, qu e co n taba con la existen cia de estructuras, in stitu cio n es y p rácticas sociales qu e a segu ­ raban el aprendizaje y la tran sm isió n de los saberes, usos y costum bres, en los ám b ito s m ás im p o rtan tes p ara la v id a de la co m u n id a d . H a ve­ lo c k desatien d e el h e ch o de qu e los p o em a s h o m é rico s p re su p o n en un a so cied a d o rg an izad a, co n su en tra m a d o de in stitu cio n es y fu n ­ cio n es. D i B e n e d etto le re p ro ch a , co n ra zó n , q u e o lv id e que lo que im p ed ía la d esarticu lació n del sistem a social es que el rey, el sacerdote, el ju ez, el a d ivin o , el m éd ico , el carp in tero, el p o eta, el h erald o estaban ya de p o r sí d o tad o s de los co n o cim ien to s ad ecu ad o s, y q ue, co m o los p ro p io s del trabajo agrícola, se tran sm itían de gen era ció n en gen era ­ ció n a través de las p rácticas con textu alizad as, sin n ecesidad de que se aprendiesen m edian te el ve h ícu lo de un a en ciclo p ed ia, qu e n o les o fre ­ cía m ás q u e escasos y fra g m e n ta rio s in d icio s d ilu id o s en la tra m a narrativa de un p o em a singular.53 H a y que aislar y sobrevalorar m u ch a “en señ an za” p ara d efen d er esta v isió n e n ciclo p ed ista del p o em a . La in co n sisten cia del m é to d o es eviden te, pues hasta en cu a lq u ier canto de la D ivin a Com edia se p o d ría en co n tra r in fo rm a ció n co m o la que H a ve lo ck halla en el libro i de la litad a .54 Sosten er esta visió n en ciclo p ed ista exige o m itir parte sustan cial de la llíada. E n cu a n to a n orm as o valores, ¿qué n orm as o valores tra d i­ cion ales tran sm iten el p arlam en to de A q u iles del can to 9, o el e n cu e n ­ tro de A q u ile s y P ríam o en el 24? D o s m o m e n to s , co m o ve re m o s, cruciales, fun dam en tales, en la u n id a d e stru ctu ra l de la llíada y en el desarro llo del tem a central qu e la in fo rm a, y que, adem ás, encierran la m a yor p uesta en cu estió n de los valores h ero ico s tradicionales.

53 D i Benedetto, Nel laboratorio di Omero, p. 377. 54 En Prefacio a Platón, pp. 73 y ss.; comentario de A. Lami en su recensión de Havelock, The literate revolution in Greece and its cultural consequences, en Rivista di Filología e di Istruzione Classica c x n , 1984, p. 440.

4 8

I

EL D E S A R M E

DE

LA

CULTURA

H o m e ro n u n ca es citad o p o r los autores a n tigu os co m o u n a a u to ­ rid a d respecto de p rácticas, usos y co stu m bres, leyes, o ritu a l algu n o .55 El área en la qu e H o m e ro g o z ó de a u to rid a d en la a n tig ü ed a d es el área de lo relatado acerca de la gu erra de Troya. C o n v ie n e , pues, d e ­ tenerse a e xa m in ar si la Ilíada es u n a m era y u x ta p o sició n de “ tem as” tra d icio n a les d el ciclo tro yan o , qu e se tratan de p reservar c o m o d e ­ fien d e H a ve lo ck sigu ien d o a los “oralistas”. D e trá s de la Ilíada h a y u n a tr a d ic ió n m ito ló g ic a cu y o o rig e n es im p o sib le p recisar. La Ilíada re m e m o ra u n a e d a d h e ro ic a y a hace tiem p o pasada, qu e co rresp o n d ería en gen eral co n los estadios finales de la civ iliz a ció n m in o ica en C reta y de la m icé n ica en la p en ín su la griega. A d em ás de la Ilíada y la O disea, ten em os n o ticia de o tro s p o e ­ m as, a trib u id o s a diferen tes p oetas, qu e tien en co m o tem a la gu erra de Troya. C o n o c e m o s sus co n te n id o s p rin cip a lm e n te a través de los resúm enes p ro p o rcio n a d o s p o r el gram ático P ro clo (siglo π d .C .), en

55 J. Halverson, “Havelock on Greek orality and literacy”, Journal o f the History o f Ideas 53.1,1992, pp. 148-163, esp. p. 155. Para este autor, la concepción de Homero com o transmisor enciclopédico, com o “el educador de Grecia”, parece basarse en un par de sarcásticas observaciones de Platón, en la República, acerca de un insignificante grupo de “alabadores de Homero”. Havelock (Prefacio a Platón, p. 86, n. 36) remite a uno de estos dos pasajes en apoyo de su interpretación enciclopedista. El pasaje referido (Rep. 598d-e) se puede traducir de este modo: “Ahora es tiempo de considerar la tragedia y a su maestro Homero, porque a veces oím os decir a algunos que ‘ellos’ son maestros, por una parte, de toda tecnología y, por otra, de todos los asuntos humanos pertenecientes a la virtud y al vicio, por no mencionar los asuntos divinos”. Halverson pone, pertinentemente, este pasaje en relación con otro de la República que se refiere a los “alabadores de Homero que dicen que este poeta ha educado a Grecia” (Rep. 10 .6o6e), para mostrar que esta reivindicación enciclopedista se da en un contexto irónico. “O ím o s de algunos’ (tinön akoumen) es lo que el primer pasaje dice literalmente (y que Jaeger transforma en ‘muchos creían que Homero era el educador de Grecia’). Quiénes eran esos ‘algunos' puede llegar a aclararse por el pasaje posterior: ‘los alabadores de Homero’ (Homeron epainetais)”, que eran “casi con certeza rapsodas com o Ion, despiadadamente ridiculizado en el diálogo platónico que lleva su nombre” (Halverson, “ Havelock on Greek orality and literacy”, p. 154).

HOMERO,

AUTOR

DE

LA

ILÍADA

I

49

partes de la Chrestom atheia o Sum ario del conocim iento ú t i l 56 En este ciclo é p ic o tro y a n o , q u e v ie n e a co m p le ta r los p o e m a s h o m é rico s, ten em os: la Kypria o Cantos Ciprios, sobre las causas de la gu erra de Troya; la Etiópida, que n os habla de la m u erte de A q u iles y la p o sterio r d isp u ta p o r sus arm as entre A yan te y O d iseo ; la Pequeña litada, que cu en ta la h isto ria de la gu erra desde la a d ju d ica ció n a O d iseo de las arm as de A q u iles hasta la caída de Troya; el Saqueo de Ilion, q u e relata la h isto ria del caballo de m adera, la m u erte de L ao co n te y el segun do de sus h ijo s p o r las serpientes, y la h u id a de Eneas y la caída de Troya; los Regresos, qu e refieren la v u elta a casa de va rio s héroes griegos; la Telegonía, qu e da cu en ta de la h isto ria de O d iseo desde d o n d e la O d i­ sea la deja hasta la m uerte del héroe. E stos d iferen tes p o em a s d el ciclo tro y a n o , a u n q u e a tr ib u id o s a d istin to s p o etas “ p o sth o m é rico s ”,57 b e b ía n de la m ism a tra d ició n m i­ to ló g ica qu e la Ilíada y la O disea. Sin em b argo , las d iferen cias p rin ­ cip ales entre los p o em a s h o m é ric o s y estos p o e m a s del c iclo é p ico tro y a n o so n cualitativas. La p rim e ra y fu n d a m en ta l es que, m ien tra s esos o tro s p o em a s n arra b an en o rd e n cro n o ló g ico , sin u n id a d o rg á ­ n ica o d iseñ o co m p o sitiv o u n ita rio , to d o s los even to s que su p u e sta ­

56 Preservados parcialmente en ciertos manuscritos homéricos y en la Biblioteca del estudioso Photius (siglo ix). Véanse A. Severyns, Recherches sur la Chrestomathie de Proclos, iv. La vita Homeri et les sommaires du cycle, Paris, Les Belles Lettres, 1963, pp. 77-95; G. Lambin, Homère, le compagnon, Paris, Éditions

cn rs,

1995, pp. 193-200.

57 Pongo entre comillas “posthom éricos” porque no hay certeza acerca de cuándo fueron compuestos, ni de los verdaderos autores de los poemas (véase Lambin, Homère, le compagnon, p. 188), y porque la datación de la com posición de la Ilíada está sometida a discusión, y hay cada vez más estudios que convincentemente postulan su redacción inicial por escrito en el siglo v u , e incluso v i a.C., frente al consenso académico de situarla en el siglo v n i a.C. Un fundamentado estudio que defiende la anterioridad, y mayor tradicionalidad, de los relatos épicos del ciclo troyano recogidos en estos poemas convencionalmente considerados “posthom éricos”, es el de J. S. Burgess, The tradition o f the Troyan war in Homer and the epic cycle, Baltimore, John Hopkins University Press, 2001.

50

I

EL D E S A R M E

DE

LA C U L T U R A

m en te a barcaba el p e río d o tra tad o , la llía d a y la O d isea estaban com ­ p u esta s en base a una u n id a d argum entai: la ira de A q u ile s , y sus co n secu en cias, en el caso de la llía d a , y el regreso de O d ise o en el de la O disea. L o d estaca rep etid a m en te A ristó te les: “ Y H o m e ro , co m o aven taja a lo s d em ás en o tra s cosas, ta m b ié n esto p arece qu e lo ha visto correctam en te, sea p o r el arte o p o r la n aturaleza. Pues h a cien d o la O disea n o h iz o to d o lo qu e o c u r rió a O d iseo , [ ...] sin o qu e h iz o la O disea en torno a una sola acción, d el tip o qu e d e cim o s, y en fo rm a p a recid a tam b ié n la llía d a ”.3* C e n trá n d o se en esta ú ltim a , el filó so fo resalta y v a lo ra esta n o v e d a d qu e la d istin g u e de o tro s p o e m a s del ciclo troyano:

[...] co m o ya d ijim o s, ta m b ié n p o r eso H o m e ro p u ed e p a re c e m o s e n tre lo s o tro s u n p o e ta d iv in o , p o r n o in te n ta r tra ta r to d a la g u e rra , a u n q u e ten ía p r in c ip io y fin , p u es la fá b u la h a b ría sid o d e m a s ia d o g ra n d e , y n o v is ta c o rr e c ta m e n te en su c o n ju n to , o m id ié n d o la b ien en la e xten sió n se h ab ría co m p lica d o p o r la v a r ie ­ d a d de h ech o s. T o m a n d o u n a sola p arte se sirve de m u c h o s e p i­ so d io s de las o tra s p artes, co m o el ca tá lo g o de las n aves y m e zcla el p o e m a co n o tro s ep iso d io s. Pero los dem ás hacen u n p o e m a en to rn o a u n a sola p erso n a , o a u n a so la é p o ca y u n a ú n ic a a cció n de m u ch as p artes, co m o el qu e h iz o lo s Ca n tos ciprios y la Pequeña lita d a .59

A d em á s de la fo calizació n en u n tem a, la litada y la Odisea se d iferen ­ cian de los dem ás p o em a s del ciclo tro y a n o p o r su e xte n sió n .60 C a d a u n o de los dos p o em a s h o m é rico s es u n gran co n ju n to de d o ce m il y catorce m il versos, respectivam ente, co m p u esto s e in tegrados en to rn o a un tem a ún ico. La litada n o es u n co n ju n to de ep iso d io s y u x ta p u e s­ tos co n el ú n ico lazo co m ú n de la gu erra de Troya o de las hazañ as de

58 Poética 8 .145ia23. 59 Ibid., 23. i459a-bi. 60 Los Cantos ciprios ocupan 11 cantos, la Etiópida 5 cantos, la Pequeña llíada 4 cantos, el Saqueo de Ilión 2 cantos, los Regresos 5 cantos.

HOMERO,

AUTOR

DE

LA

ILÍADA

I

5I

A q u iles, sin o la h isto ria de la ira del héroe p o r an to n o m a sia y de sus co n secu en cias, cu yo extenso desarro llo co m p o rta u n a p ro gresió n en la que los distintos episodios se in terrelacionan e in tegran en un diseño u n itario qu e los o rd en a ló g ica y dram áticam en te. In fo rm a cio n e s d i­ versas co n cern ien tes a la gu erra de T roya aparecen en la Ilíada su b o r­ d in ad as a esta u n id a d a rgu m en tai, y en a lg u n o s casos co n ca m b io s sustan ciales respecto de la tra d ició n . A u n q u e H o m e ro deja claro rep etid a m en te qu e A q u iles sabe, desde el p rin c ip io de la Ilíada, qu e está d e stin ad o a m o rir p ro n to , y qu e su m u erte seguirá in m ed ia tam e n te a la de H éctor, el p o e m a term in a con los fu n erales de este h éro e tro yan o . H o m e ro p rescin d e de m o stra rn o s la m u e rte de A q u iles p o rq u e lo qu e le in teresa es resaltar su d o lo ro so aislam ien to y su su frim ien to p o r la p érd id a de su m e jo r a m igo. Y para ello m a n ip u la los relatos m ítico s, a d ap tan d o a P a tro clo los sucesos qu e tra d icio n a lm e n te se a so ciab an a la m u e rte de A q u iles. Esta in n o ­ v a ció n m ito ló g ic a se hace evid e n te co n tra sta n d o el p o e m a h o m é rico co n la E tiópida. El p o e m a la E tiópida, b a sa d o en v ie ja s tra d icio n e s m íticas, y p ro b a b lem e n te p re iliá d ico , co n ta b a la m u e rte de A q u iles, según el resu m en de P ro clo , de la sigu ien te m anera: M e m n ó n , h ijo de A u ro ra, p ro visto de u n a a rm a d u ra fabricad a p o r H efestos, llega en so co rro de los troyanos. Y Tetis p red ice a su hijo la suerte de M e m n ó n . T ien e lu g ar u n en fren tam ien to , en el curso del cual A n tílo c o es elim in ad o p o r M em n ó n , y después A quiles m ata a M e m n ó n . A u ro ra d a a éste la in m o rtalid a d , que ha im p lo ra d o a Z eu s p ara él. A q u iles p o n e en fu ga a los tro ya n o s y cu a n d o se p re cip ita tras ellos en la ciu d a d es m u erto p o r Paris y A p o lo . En to rn o al cadáver se desarrolla u n a lu ch a en carn izad a; Á y a x lo coge y lo lleva hasta las naves, m ientras que U lises rechaza a los troyanos. A co n tin u a ció n celebran los fun erales de A n tílo c o y e xp o n en el cadáver de A quiles. Tetis, lleg ad a co n las M usas y sus h erm an as, can ta el treno p o r su h ijo . D espu és de lo cu a l Tetis arrebata a su h ijo de la p ira para tra n sp o rta rlo a la Isla Blanca.

52

I

EL D E S A R M E

DE

LA C U L T U R A

L os a q u eo s le erige n u n tú m u lo y le d e d ica n ju e g o s fú n eb res, y u n a q u e re lla so b re v ie n e e n tre U lise s y Á y a x p o r las arm a s de A q u ile s .61 La in n o v a ció n m ito ló g ica de H o m e ro consiste en la a d ap tació n a Pa­ tro c lo de lo qu e los relatos tra d icio n a le s co n ta b a n de la m u e rte de A quiles. Los p aralelism os son claros: P atro clo m ata al h ijo de Z eu s y aliado tro yan o S arp ed ón (16.462-505); S a rp ed ón o b tien e, si n o la in ­ m o rta lid ad de M e m n ó n , u n a p e r v iv e n d a al m a n d a r Z eu s a la M uerte y al Sueñ o a tra n sp o rta r su cadáver a su L icia nativa p ara qu e reciba la a d o ra ció n p ro p ia d el cu lto al h éroe (16.456-457). A l igu al q ue A q u i­ les en la Etiópida, P atro clo es m u erto p o r E u fo rbo s, H é cto r y A p o lo , cu a n d o p ersig u e a los tro ya n o s h a cia su ciu d a d , y ju sto antes d e su m uerte las palabras que le dirige A p o lo (16.707-709) lo ligan claram ente con A q u iles, co n cu ya arm ad u ra adem ás está lu ch an d o . A yan te Tela­ m o n io rescata su cadáver (17) y a co n tin u a ció n Tetis y las N ereid as lo llo ra n (18. 35-65). Las referen cias a la p o ste rio r m u e rte y fu n era l de A qu iles están rep etid am en te p resentes en la d escrip ció n qu e H o m e ro hace d el fu n era l de P a tro clo y de las. co m p e tic io n e s atléticas en su h o n o r (23). La ad ap tació n a P atro clo de los viejo s relatos m ítico s que n arra b an la m u erte de A q u iles n o es u n a sim p le tra n sm isió n de un “ tem a” tradicional, sino un a m a n ip u lació n , u n a deliberada y elaborada in n o v ació n destin ada a p o n e r en p rim e r p lan o el su frim ien to de A q u i­ les y su efecto en su co n sid era ció n de la vid a. Esta in n o v a ció n m ito ­ ló gica, cru cial p ara la estru ctu ra y el sign ificad o de la Ilíada, ju n to con la n o m en o s fu n d am en ta l y sign ificativa term in a ció n , p ro p iciad a p o r ella, con la escena del en cu en tro entre P ríam o y A q u iles, y los fu n e ra ­ les de H éctor, va n d irigid as de lleno, co m o verem os, a la lín ea de flo ­ tació n de la glo ria h ero ica .62

61 Traducción literal del resumen de Proclo de la Etiópida, según la edición crítica completa del texto, con traducción francesa, de Severyns, Recherches sur la Chrestomathie de Proclos, pp. 87-88. 62 Imprescindible a este respecto C. W. MacLeod (ed.), Iliad: Book x x iv , Cambridge, Cambridge University Press, 1982. Di Benedetto destaca la

HOMERO,

AUTOR

DE

LA

IllABA

I

53

Este p ro p ó sito de resaltar la m o rta lid ad y el su frim ie n to co m o ca ­ racterísticas fun dam en tales e ineludibles de la co n d ició n h u m an a, cuya d o lo ro sa exp erien cia de la bú sq u ed a de la glo ria heroica, lejos de aliviar o superar, in crem en ta, lleva tam b ién a H o m e ro a d esechar u n a serie de elem en to s de n otable presen cia en los o tro s p o em as de fo n d o tra ­ d icion al. En la llíada, lo fantástico, lo m ilagroso y lo ro m án tico pierden el p ro ta g o n ism o que ten ían en las viejas tra d icio n es m íticas.63 Frente al resto de los relatos m ítico s, H o m e ro cen tra la aten ción y d estaca la

deliberada opción que supone el final de la llíada, cuyo autor pretende sensibilizar a los oyentes “sobre lo que habría acaecido en un próxim o futuro: pero lo hace de un m odo sabiamente indirecto, y sin turbar el diseño del poema”. Las evocaciones, en los últimos cantos del poema, al fin de Troya “vienen a resultar congruentes con el motivo de la muerte (muerte de Héctor, inminente muerte de Aquiles, rito fúnebre por Patroclo, rito fúnebre por Héctor) que domina la parte final del poema. En este orden de ideas la caída de Troya -u n evento de por sí deseado y atendido desde el punto de vista del ejército griego- se vacía de toda resonancia triunfalista. No es casual que al final lo que domina en el poema es el punto de vista de Príamo y de Andrómaca: el narrador al final cede la palabra a los vencidos” (Di Benedetto, Nel laboratorio di Omero, p. 260). 63 “ Bajo el título de lo fantástico podemos enumerar: la fabulosa vista de Linceo (Cypria, frag, xi), que podía inspeccionar todo el Peloponeso de un vistazo y divisar a Castor y Pollux escondidos en un árbol hueco; [...] las valiosas hijas de Anius, Oeno, Espermo y Elais (muchacha-Vino, muchacha-Semilla, muchacha-Aceite), que podían producir a voluntad los artículos de los que eran epónimas y que alimentaron a los aqueos en Troya durante nueve años (Cypria, frag, xx) [...]. Estrechamente similar es la noción de ciertas personas o cosas poseedoras de poderes mágicos, de modo que Troya no podía caer a menos que el Palladium fuera quitado de en medio (Iliou Persis, frag, i), o que Filoctetes y su arco y flechas fueran llevados a Troya {Ilias Parva); mientras la herida de Telefo sólo podía ser curada por el arma que la causó (Cypria). Observamos por contraste que en la llíada no hay indicio de ningún talismán para Troya, ni incluso en conexión con Reso y sus caballos en el excéntrico libro 10; la entrada de Odiseo en Troya referida en la Odisea 4.242 y ss. fue al parecer ocasionada sólo por el motivo puramente ‘natural’ de matar y saquear al enemigo” (Jasper Griffin, “ The epic cycle and the uniqueness o f Hom er”, en Douglas L. Cairns [ed.], Oxford readings in Homer’s Iliad, Oxford, Oxford University Press, 2001, p. 367).

54 I

el d e s a r m e

de

la c u l t u r a

h u m a n id a d real de to d o s los p erson ajes, o m itie n d o o m a rg in a n d o lo m á x im o p o sib le la in m o rta lid a d , la in v u ln e ra b ilid a d u o tra s dotes so breh u m an as que o tro s relatos a trib u ía n a algu n o s héroes. A sí, en la Ilíada, A yan te n o es in vu ln erab le co m o en la Etiópida,64 ni la p o ten cia de las p iernas de A q u iles, el “ de los pies velo ces”, es tan m ilagrosa c o m o para co ge r cierv o s a la carrera65 o p ro d u c ir u n a fu en te co n u n salto suyo de su nave a tierra ,66 co m o qu ed a patente en su p erse cu ció n de H é cto r en el libro 24. A sim ism o , H o m ero , en la Ilíada, hace aparecer co m o tu to r de A q u iles al h o m b re Fénix, co n tra la visió n m ítica tra d i­ cio n a l qu e a trib u ía esta fu n c ió n al ce n ta u ro Q u ir ó n .67 En la Ilíada n in g ú n héroe p ued e e vitar la m uerte, n i vo lv er de ella (co m o proclam a el fan tasm a de P atroclo en el libro 23 (69 y ss.). N i el p o d ero so H eracles (18 .117 ), ni H é cto r el fav o rito de Z e u s, n i S a rp ed ó n su h ijo p u ed en escap ar de la m uerte, a d iferen cia de M e m n ó n al que Z eu s co n ced e la in m o rtalid a d en la Etiópida. En la litada, la m u erte, la m o rta lid ad , es el h o rizo n te in su p e ra b le de to d o s los h éroes. La c o n fro n ta ció n con ella es cru cial en el p o em a , y p ro p icia su reflexió n m ás p ro fu n d a. Por ello, a diferen cia de la Etiópida, do n d e A quiles es rescatado de la m uerte y lle v a d o a la isla B la n ca p o r su m a d re Tetis, en la Ilíada H o m e ro p rescinde co m p letam en te de este fin al feliz, de esta reco m p en sa post m ortem . L o qu e le in teresa es p re se n ta rn o s al p erso n aje ce n tra l del p oem a, al héroe p o r a ntonom asia, viv ien d o bajo la som bra de la m uerte y e x p erim en tan d o en su p ro p ia carn e el su frim ien to y el aislam ien to que acarrea en el m u n d o de lo s vivos. Esta focalización en la insuperabilidad de la muerte y del sufrim iento, y en la responsabilidad de la acción heroica en su increm ento, es lo que d iferen cia la Ilíada de los o tro s p o em a s del C ic lo T royano, y con fiere

64 Véase Severyns, Le cycle épique dans l’école d’Aristarque, Lieja, H. Vaillant-Carmanne, 1928, p. 328. 65 Pindaro, Nem. 3.51 66 Antimaco, frag. 84 W y ss. 67 Sobre esta innovación homérica, véase B. K. Braswell, “ M ithological innovation in the Iliad”, Classical Quarterly 21,1971, pp. 22-23,26; también Griffin, “ The epic cycle and the uniqueness o f Homer”, p. 368.

HOMERO,

AUTOR

DE

LA ILÍADA

I

55

al p o em a h o m é rico su carácter crítico y trágico. A q u í es d o n d e se da y a de h e ch o la tra n sició n a la tragedia, c o m o re co n o c ió su gran crítico, P la tó n , al o to rga rle a H o m e ro el títu lo de “ el p rim e r m aestro y gu ía de to d o s los trá gico s”.68 P or to d o esto, está claro q u e n i las fó rm u las ni los “ tem as” p refijad o s d eterm in a n el co n te n id o de la Ilíada, y que su d e lib era d a m en te ela b o ra d a u n id a d e stru c tu ra l y te m á tica n o se co n fu n d e co n u n a y u x ta p o sició n o agregado a rb itra rio de acciones o pasajes in dep en dien tes. T o d o ello n os m uestra, m u y al co n trario , que la elaboración m ism a del poem a im plica ya una profunda reflexión. Pero H a velo ck n o se lim ita a d efen d er qu e el co n te n id o de la épica h o m é rica está d eterm in a d o p o r co n striccio n es m étricas, tem áticas y sintácticas, sin o que v a m u c h o m ás lejos y afirm a que la m en talid ad, el p en sa m ie n to y la c o n d u cta d e los in d iv id u o s de la so cied a d o ra l h o m é ric a ta m b ié n están d e te rm in a d o s p o r esas co n striccio n e s. ¿En qué se basa H a velo ck para sostener que los in d ivid u o s de u n a sociedad o ra l co m o la h o m é rica eran, y estaban co n d en ad o s a ser, m eros recepto res-ap licad ores de lo p refija d o p o r la é pica tra d icio n a l, in cap aces de re flex ió n p ro p ia o p en sam ie n to gen eralizado r? ¿ C ó m o sabe qu e n o h abía p en sam ien to ló g ico antes de la escritura? A este respecto, H ave­ lo c k re co n o ce exp lícitam e n te qu e su m é to d o n o se susten ta en e v i­ dencias y que “ h a y que reco n stru ir los h ech o s p o r m e d io de la d e d u c ­ ción , la in tu ición e in cluso la im agin ació n , in sp irán don os en p rin cipio s de p sic o lo g ía y de co n d u cta h u m a n a qu e se n os a n to jan de gen eral v ig e n cia ”.69 S ign ificativ am e n te lo qu e H a v e lo ck in tu ye y se im a gin a acerca de los in d ivid u o s de la sociedad oral h o m érica co in cid e de p len o co n el p resu p u esto a críticam en te a su m id o de la m in u sva lía ética70 y co gn o scitiv a de los in d ivid u o s de las sociedades sin escritura, qu e ya

68 Platón, República, 595c, también 598d. 69 Havelock, Prefacio a Platón, p. 121. 70 Sus afirmaciones acerca del persistente “encantamiento pedagógico” de la performance, que como un refuerzo conductista permanentemente activo determina de m odo ineluctable el comportamiento ético de los individuos (ibid., pp. 154-155; véase más arriba n. 48), son tan simplistas que sobran los comentarios.

56

I

EL D E S A R M E

DE

LA

CULTURA

estaba en la base de la teoría P arry-Lord. En co n tra de esta n egació n de p en sam ien to ló g ico en un a so ciedad oral, es p reciso p o n e r de relieve lo ya señalado p o r A ristóteles en la Poética: que elem entos o episodios co n creto s, al in tegrarse en un co n ju n to e la b o ra d o , a d q u ieren ya un carácter ló gico , de in stancia reflexiva d en tro de esa elabo ració n . El ca­ rácter ló gico de la acción ejem plar, lo co n creto co m o m o d e lo o co m o resorte de re flex ió n gen eral d en tro d e la c o m p o sic ió n p o ética, es lo que le co n fiere calidad filo só fica a la p o esía.71

¿Determ inism o lingüístico? La re tó ric a a rg u m e n ta tiv a d e H a v e lo c k p re te n d e d ar u n b a r n iz de rig o r cie n tífico a su p re su p o sició n al re m itirn o s a d e te rm in a cio n e s lingüísticas qu e im p ed irían el d esarro llo de u n p en sam ien to reflexivo, generalizador, o u n a a ctividad in telectual com p leja. H avelo ck sostiene que en el g rieg o h o m é rico n o se p o d ía n co n stru ir p ro p o sicio n es gen e­ rales, universales, in tem p orales con el verb o einai (“ ser” ). El verb o “ ser” h o m é rico era in cap az de realizar “ la fu n ció n de d en o tar n o un acto, o un even to , sino u n a relació n ló g ica y estática, o, co m o d iría P lató n , in a m o v ib le ”, p o rq u e la p o esía h o m é ric a “era p o esía o ra l co m p u esta para satisfacer los requisitos sin táctico s del discurso m e m o riz a d o ”.72 La m e ra a p a ric ió n d el v e rb o ein ai, “ ser”, en los p o em a s h o m é rico s “ in tr o d u c ir ía la n o c ió n de u n a p re se n cia lim ita d a a circu n sta n cia s p articulares, vá lid a ‘ah o ra’ o ‘algun as veces’, ‘en algún lu g a r’ o ‘de algún m o d o ’ ”.73 H a v e lo c k co n sid e ra p ro b a b le q u e e l se n tid o p rim a rio d el v e rb o einai h o m é rico sea el sen tid o lo cativo , de “ estar a h í” (“ al la d o d e ”, “en p resen cia de”, “ ante los o jo s de” ), que sign ifica u n a “ p resen cia” 74 si­ tu ad a en un lu g ar co n creto ; los valo res d el einai h o m é rico co m o es­ tatus o co m o p resen cia en el tie m p o (a h o ra , en u n fu tu ro ...) serían

71 Poética 1451b. 72 Havelock, The Greek concept o f Justice, p. 233. 73 Ibid., p. 244. 74 Ibid., p. 237.

HOMERO,

AUTOR

DE

LA

ILlADA

|

57

exte n sio n e s de ese v a lo r lo c a tiv o p rim o rd ia l. En el p rim e r caso, su sig n ificació n de ran go o estatus sería la e xten sió n del sen tid o lo cativ o al co n te x to so cial “ in d ican d o p o sició n entre o tro s h o m b res” ;75 en el segu n d o caso, la extensión del sen tido lo cativo consiste en que “ la sig­ n ificació n de einai cam bia de la p resen cia a la d u ra ció n en el tiem p o m ás b ien que en el lu g ar”.76 In cluso cu a n d o aparece u n a p red icació n neutra, en la que einai une u n sujeto y u n p redicad o n eu tro im personal, a unqu e h a y q ue reco n ocer cierto grad o de abstracción , de con cep tualizació n , en tales in frecuen tes m o d ism o s, lo que se ha co n cep tu alizad o sigue sien do u n a a ctivid ad , un a co n tecim ien to , algo cu a lificad o p o r un a co n tin g e n c ia de e sp a cio y tie m p o .77 En d efin itiva , el einai h o m é ­ rico, segú n H a velo ck, im p lica siem pre u n a p re d ica ció n lo cativ a con textu alizad a. En la llíada, sin em bargo, e n co n tra m o s sobrados y fu n d am en tad o s contraejem plos. A sí, Zeus dice de sí m ism o: “ soy (eim i) el m ás p oderoso de to d o s los dioses” (8 .17), la cual es u n a p ro p o sició n in te m p o ra l con la p rim era p erso n a del presente del ve rb o einai, p ues el in m o rtal Zeus evid en tem en te n o tiene en m ente n in g u n a restricción tem p o ral. C o n ­ tra la p o sible o b jeció n de H a velo ck de qu e se trata de u n a excep ción deb id a a que el sujeto del ve rb o einai es un agente p erson al, u n n o m ­ bre p ro p io , p ero que lo que es im p o sib le co n el ve rb o einai h o m é rico es hacer afirm acion es in tem p o rales co n sujetos abstractos, e n co n tra ­ m os tam b ién en la llíada afirm acion es in tem p orales en las que el sujeto del ve rb o einai n o son p ersonas o agentes particulares: gran de es (esti) la a n im o sid a d de lo s reyes su h o n ra p ro ced e de Z eu s (2.196-197). co m p arab le a m uchas huestes es (esti) el va ró n al que Z eu s am a en su c o ra zó n (9.116-117; tra d u cció n m o d ificad a).

75 Ibid., p. 238. 76 Ibid., p. 240. 77 Ibid., p. 242.

58

I

EL D E S A R M E

DE

LA

CULTURA

y co n un sujeto m ás claram en te abstracto: Pues n ada es (estin ) sin d u d a m ás m ísero qu e el h o m b re de to d o cu a n to cam ina y respira sobre la tierra (17.446-447; traducción m o d i­ ficada). Sería d ifícil d efen d er que un len gu aje capaz de expresar “ n ada (o u -ti) es (esti) X ”, n o p u d iera e xpresar p ro p o sicio n es in tem p o rales sim ilares, en las qu e el su jeto d el v e rb o ein a i fu e ra ta m b ié n a lg u n a cu a lid a d a b stracta .78 L o q u e está cla ro es qu e ein ai en estos casos es un “ es” in te m p o ra l qu e n o p u ed e ser equ ivalen te a “ está a h í”. En todas estas exp resio n es gen erales el v e rb o einai fu n c io n a co m o có p u la , está en presen te in te m p o ra l, n o representa n in g u n a a ctivid ad , n i los sujetos so n agen tes p a rticu la res. In terp reta r cu a lq u ie ra de estos esti co m o “ lo ca tiv o s ” “ sería tan fo rz a d o co m o leer la a firm a c ió n p la tó n ic a ‘ la Justicia es la V erd a d ’ co m o ‘la Justicia se presen ta a ella m ism a/ está co m o la V erd a d ’”.79 El dato in n egable es la p o lisem ia del v e rb o einai en H o m ero . “ Ser” en la Ilíada, u tiliza n d o la exp resión de A ristóteles, “ se d ice de m u ch as m a n e ra s”. Só lo la b ú sq u e d a del s ig n ific a d o p r i­ m ord ial, a corde con la ca racterizació n de p rim itiva de esta m en talid ad del in d iv id u o oral, p u ed e cegar ante esta evidencia. La sintaxis reflexiva, según H avelo ck, só lo se daría en fugaces a fo ­ rism o s, sentencias p refabricadas, cu y o p o sib le co n ten id o reflexivo es absorbido y anulado p o r la sintaxis n arrativa tradicional, acríticam ente m e m o rizab le . H avelock, tras o frecer u n a serie de ejem p lo s de tal “ sin ­ taxis reflexiva” del libro 9 de la Ilíada, com enta: En estos ejem p lo s, la reflexió n es in iciad a p o r un a fo rism o, qu e se extien de después en un co m en tario que vuelve a la sintaxis narrativa requerida n orm alm en te para el discurso m em orizado. Los a forism os llegan to d o lo cerca qu e u n len gu aje o ra l p u ed e a un a sintaxis de

78 Com o bien observa A. S. H. Adkins, “Orality and philosophy”, en Robb (ed.), Language and thought in early Greek philosophy, p. 212. 79 Halverson, “ Havelock on Greek orality and literacy”, p. 158.

HOMERO,

AUTOR

DE

LA

lílADA

I

59

co n cep tu a liza ció n “ p lató n ica”. Es co m o si el esfu erzo de reflexión gen eral, que p o d e m o s lla m a r el logos d el pasaje, p u esto que in te ­ rru m p e el flujo narrativo, p ued e ser sostenido sólo brevem ente antes de b u sca r ap o y o en u n a re a n u d ació n del m ito .80 L o que m ás llam a la aten ción de esta ro tu n d a a firm a ció n de H avelo ck es q u e los ejem p los de “ sintaxis reflexiva” a los qu e rem ite81 se e n cu en ­ tran, en su m a y o r parte, en el gran p arlam en to de A q u iles del can to 9 que, co m o verem o s m ás adelante, se caracteriza p o r su tran sgresión de la “ sintaxis req u erid a n o rm a lm en te p ara el d iscu rso m e m o riz a d o ”, y co n stitu ye la exp resión d eliberad a y atíp icam en te elab o rad a de un a reflexión crítica p ro p ia de A q u iles, d irig id a co n tra las bases de la m o ral h eroica. En este excep cion al p arlam en to p o d em o s en con trar, p erfe c­ tam en te in tegrad a en su in u su a l sintaxis n arrativa al servicio de esa crítica, un a e xpresión co m o la de los versos 341-342, de u n alcance ético u n iversa l sin p a ra n g ó n en to d a la épica. En ab ierta o p o s ic ió n a los valores h ero ico s de h o n o r y de glo ria, A qu iles, el h éro e p o r a n to n o ­ m asia, en un m o m e n to de la gu erra crítica m en te p eligro so p ara los aqueos, p o n e en p rim e r p lan o la d im e n sió n de los afectos, la prevalen cia de la relación afectiva co n la p erso n a am ada, en u n a a firm ación de carácter universal: “ P orque todo hom bre (hos tis anér) p ru d en te y ju icio s o am a y cu id a a la suya”. Esta p reem in en cia de lo afectivo y los cu id a d o s que im p lica se presen ta co m o un re q u e rim ie n to ético u n i­ versal, c o m o u n a sp e cto d e fin ito rio de todo, de cu a lq u ie r ( hos tis) h o m b re b u e n o (anér agathos). N o h a y m ito a lg u n o qu e rea n u d e el flujo n arrativo de este p arlam en to de A quiles, sino m ás bien u n a puesta en cu estió n de valores m ítico s en u n len gu aje y u n a sintaxis in esp era­ dos, in novadores, excepcionales con respecto al resto del lenguaje épico en gen eral y del uso lin g ü ístico d el resto de la Ilíada en particular. Se p u ed e afirm ar p o r tan to que el len gu aje y la sintaxis h o m é rica p e rm i­ ten a firm acion es de carácter claram en te gen eral y un iversal, a la vez

80 Havelock, The Greek concept o f Justice, p. 245. 81 Canto 9, w . 318,319,320,401,406,407,408,409. Havelock, The Greek concept o f Justice, p. 245.

6 0

I

EL D E S A R M E

DE

LA

CULTURA

que expresar d efin icio n es,82 y qu e tal “ sintaxis reflexiva” n o se lim ita a a fo rism os o sentencias p refabricadas. La apo sició n , la y u x ta p o sició n de u n p red icad o a un sujeto sin n in ­ gú n verbo , sirve tam b ién p ara fo rm u la r e xp resiones de carácter g e n e ­ ral, u n iversal o in te m p o ra l, sin n ecesid ad de u tiliza r el v e rb o einai, co m o el m ism o H a ve lo ck señala e ilu stra con ejem p los de la Ilíada. Y o tro de los recursos lin gü ístico s qu e H o m e ro tien e para expresar un “estado de cosas” p erm an en te, en m e n o sca b o de la a cció n qu e lo haya p ro d u cid o , es el que le ofrece tetuktai, el p erfecto p asivo de teuchein (“ h a cer” ), qu e el p o eta usa co m o un sin ó n im o v irtu a l de “ es”, co m o cu a n d o dice: “ Z eu s, el qu e es (tetuktai) árb itro su p rem o de los c o m ­ bates h u m a n o s” (4. 84; tra d u cció n m o d ificad a); o tam bién : “ O céan o , el que es ( tetuktai) la p ro gen ie de todas las cosas” (14. 246). T o d o lo an terio r p ru eb a que en la Ilíada, adem ás de p ro p o sicio n es in tem p o rales, generales, y de d e fin icio n es, co n el ve rb o einai y sin él, e n co n tra m o s afirm acion es éticas un iversales, en abierta o p o sició n a las n o rm a s de la m o ra l h ero ica tra d icio n a l, lo que evid e n cia u n a ela ­ b o ra ció n de u n p en sam ie n to reflexivo y crítico , qu e H a v e lo ck n iega al h o m b re de la s o cied a d h o m é rica . T o d o s los e je m p lo s a n a liza d o s p ru e b a n que el p en sam ie n to ab stracto y crítico n o tu v o qu e esperar al d esarro llo de la escritu ra alfab ética p ara p ro d u cirse. En d efin itiva, la o m isió n de tan to s y tan relevan tes pasajes de la Ilíada p o r parte de H a v e lo ck sólo es exp lica b le p o r el filtro id e o ló g ico del p re su p u esto de la in d igen cia co n cep tu a l y é tica qu e se le atribuye p o r p rin cip io al in d iv id u o de to d a so cied ad oral. U n id o a este p resu pu esto id eoló gico , parece que en H a velo ck se da u n a co n fu sió n que consiste en e q u ip a ra r p en sam ien to gen eral, c o n ­

82 En el mismo canto 9 de la Ilíada, v. 256, Odiseo le dice a Aquiles: “ la templanza [es] lo m ejor” (philophrosynë gar ameinön). Q ue esta construcción sintáctica permite expresar definiciones lo ilustra su uso por parte del poeta elegiaco Tirteo, que asimismo ofrece una definición de arete sin usar verbo alguno cuando concluye: “ Esto [es] excelencia” (hed’ arete), tras referirse a la firmeza del hoplita que se enfrenta con resolución al combate sangriento. Véase Adkins, “Orality and philosophy”, p. 213.

HOMERO,

AUTOR

DE

LA

ILlADA

!

6l

ceptual, co n el uso del ve rb o “ ser” co m o sim ple có p u la ló gica o m ero co n ecto r sintáctico, tal co m o fu n cio n a en las p ro p o sicio n es ló gico -m a tem áticas. Pero este uso técn ico, de un m etalen gu aje, n o es n ecesario para el p en sam ien to general, ético-reflexivo. N i ta m p o co suficiente. Su ausencia co m o m ero o p erad o r lógico, co m o con ector en form ulacion es abstractas del tip o “A es B ”, n o lo co n d en a a un uso exclu sivam en te locativo, co m o lo m uestran sobradam en te los ejem p los exam in ados, en los que la fu n ció n del v e rb o “ ser” co m o có p u la d eterm in ativa-atrib u tiva p erm ite la expresión y el desarrollo de un p en sam ien to gen era­ liza d o s A este respecto, C o rn eliu s C astoriadis señala la con fu sión : A lg u n o s filó lo g o s quieren d istin g u ir u n sen tido lo cativ o den tro de este sen tid o existencial: algo está a h í - y e n co n tra m o s aquí casi toda la in terp retació n h eid eg gerian a del ser co m o p resen cia. C re o que tan to ló g ica co m o filo ló g ica m e n te este sen tido lo ca tiv o in d e p e n ­ diente n o existe, salvo en las form as com puestas. C u a n d o “ ser”, einai, tien e d e te rm in a cio n e s lo cativ as, siem p re se p re su p o n e el sen tido e xisten cial: d e cir que u n a cosa está ahí es ta m b ié n fo rzo sa m en te d ecir q ue ella es, en el sen tido de existir. [...] H avelo ck, p o r su parte, d istin gue un sen tido de estatuto d en tro del sen tido existencial: “ ser m ás v a lien te q u e ”, p o r e je m p lo . E sto en m i o p in ió n es un e rro r ló gico : este sen tido de estatuto es, de h ech o , un sen tido atribu tivo , que p uede ser form alizado de m anera lógico -m atem ática hacién dolo en tra r en estas tres varied ad es de ser co m o có p u la d eterm in ativa a tributiva. La d iscu sió n es co n fu sa sólo p o r el e n ca rn iza m ie n to en e n co n tra r el caso do n d e “ ser” es u n a sim ple có p u la ló gica. Lo cual n u n ca ocurre: “ ser” siem pre qu ed a d en tro de las tres subsign ificacio n es o su b -u so s de p erten en cia, de in clu sió n o de id en tid ad . Es, en “A es B ”, só lo sería u n a có p u la ló g ic a si p e rm a n e cié ra m o s en p en sa m ie n to s va go s; en c u a n to u n o ra zo n a , los co n te n id o s son in m ed ia tam en te diferen tes.83

83 C. Castoriadis, Lo que hace a Grecia, 1: de Homero a Heráclito. Seminarios 1982-1983. La creación humana 11, México, Fondo de Cultura Económica, 2006, p. 229.

62

I

EL D E S A R M E

DE

LA

CULTURA

T am bién p arece darse en H a velo ck u n a co n fu sió n acerca de la m ism a n atu raleza del len gu aje, que co n cib e co m o in cap a z de exp resar abs­ traccio n es, fo rm u la cio n es universales, hasta el a d ven im ien to y desa­ rro llo de la e scritu ra alfabética. Sin e m b argo , es co n su sta n cial a las p alabras del len gu aje un nivel de abstracció n , de lib ertad respecto de un co n texto co n creto p red eterm in ad o , lo qu e p erm ite a los usuarios del len gu aje ser capaces de en cajar los m ism o s térm in o s en diferentes co n texto s lin g ü ístico s, de fo rm a r n uevas frases. En la c o n c e p c ió n de H a v e lo ck p arece estar m u y p resen te la “ fa la ­ cia su stan tiva ”, q u e co n siste en creer qu e n o h a y u n a c o n c e p c ió n de a lg o a m e n o s q u e h a ya u n s u s ta n tiv o q u e lo e tiq u e te y lo fije , de m o d o q u e el análisis de las p ala b ra s, u n a p o r u n a, se co n sid e ra gu ía in fa lib le p ara d e te rm in a r el p e n sa m ie n to qu e u n a o b ra tra n s m ite .84 S egú n esto, se co n sid e ra len gu aje de p en sa m ie n to , p ro p ia m e n te , lo q u e n o es sin o u n a visión m etafísica del lenguaje, q u e im p lic a u n a ontología de los significados d e cla ra ra ig a m b re p la tó n ic a . E n P la tó n , señ ala J. S im o n ,

84 Contra el “ método léxico”, H. Lloyd-Jones destaca la importancia que tiene para determinar la existencia de una concepción o noción general, en una obra como la Ilíada, “examinar no simplemente su terminología moral sino también su conducta y la manera en que el poeta elige presentarla”, cuidando de “atender no meramente a las palabras, sino también a los procesos y a las acciones” (H. Lloyd-Jones, The justice o f Zeus, Berkeley, California University Press, 1983, pp. 2 y ss. y 157 y ss.; véase también su recensión de Havelock, The Greek concept o f Justice, en j h s 102,1982, pp. 258-259. Entre los ejemplos de autores que tienen una concepción de algo a pesar de no tener un término en su lexicón para designarlo, es ilustrativo el caso de Aristóteles que, en su Ética a Nicómaco (libro 2, cap. 7), reivindica “virtudes ínnombradas”, por las que entiende virtudes para las que tiene un concepto pero para las que no hay nombres en el griego de su época. Por otra parte, tan falso com o creer que no hay una concepción de algo a menos que haya un sustantivo que lo etiquete o lo fije, sería creer que porque usemos sustantivos ello supone que tengamos, o necesitemos tener, un concepto definido correspondiente. Podemos generalizar y entender el uso predicativo de nombres comunes, sin necesidad de fijar su significado sub specie aeternitatis.

HOMERO,

AUTOR

DE

LA

ILÍADA

I

63

las ideas pasaron a pensarse co m o el fundam ento de la determinación, co m o entes nuevam ente, m ejo r dicho, co m o lo que es, más allá de toda referencia al hombre; n o co m o signos sino co m o lo designado indife­ rente a su designación. En el “ K ratylos” se pregunta si los nom bres son “ co rrecto s”, si se co rresp o n d en con el ser o son fru to de acuerdos arbitrarios; n o se p regu n ta en cam b io si de lo design ad o se p ued e hablar tan sólo p orque entendemos los signos, esto es, p o rqu e pasam os de u n signo a otro en lugar de quedar fijados a u n o solo. Y así es sin em bargo. Q ue sea así es el significado del ser y el que el entender suceda siem pre desde un ahora y n o desde el fin a l del tiem p o .85 En esa visió n m etafísica se trata de un len gu aje en el que cada sign o posee “ su” sign ificació n verd adera, y esos sig n ificad o s son inteligibles, defin ibles, se p u ed en a p reh en d er e xh au stivam en te en u n a in terp reta­ ció n . D esco n te xtu a liza r, in d iv id u a r y fijar de este m o d o co n cep to s, ideas, es lo q u e p erm ite las “d efin icio n es universales”, que recogen las características generales que dicen la esencia de la cosa. El sign ificad o se co n vierte así en algo in d ep en d ien te de sus variables usos lin g ü ísti­ cos, y su d e fin ició n es, de este m o d o , la co n stitu ció n de u n a “cosa”, de u n o b jeto al modo m etafísico .8 6 Esto es lo que se b u sca cu a n d o se pre-

85 J. Simon, Filosofia del signo, Madrid, Gredos, 1998, p. 139. 86 Pero com o insiste Simon: “El signo no es una cosa en sentido metafísico. Es antes de las cosas, pues está por una determinación de las cosas que esencialmente no llega a término. Si es signo fónico, es y sigue siendo también voz corpórea e individual, sin un significado susceptible de fijación definitiva. De camino hacia la aclaración de ‘su’ significado, toda aclaración no es sino un comienzo de tal, una indicación, y en la ‘síntesis’ de los signos se superponen las aclaraciones iniciadas, o lo que es lo mismo, las señales de transición de los signos a ‘sus’ significados. Se superponen así unas a otras también las subjetividades que se señalizan en ellos, y que son, com o tales, caminos a la objetividad. ‘Son’ en cuanto que permanecen en el camino o en la indicación del significado. De este m odo se aclaran también unas a otras y logran así al mismo tiempo referirse a ‘algo’, a aquello a lo que se supone que se aplica la ‘síntesis’. El camino al objeto es esta superposición de subjetividades. Las subjetividades (no ‘intersubjetividades’) que se superponen adensan la red de la determinación de las realidades, pero

6 4

I

EL D E S A R M E

DE

LA

CULTURA

gu n ta , p o r ejem p lo , ¿qué es la justicia? Se b u sca an clar fijam en te su sign ificad o en la d e fin ició n in variante de la idea de ju sticia. P or tanto, lo q u e realm en te m u e stra H a v e lo c k es q u e n o h a y p e n s a m ie n to al m o d o p la tó n ico antes de P la tó n .87 Ésta, sin em b argo , n o es la ú n ica v ía d el p e n sa m ie n to y de la re fle x ió n é tica , sin o u n a m o d a lid a d de e llo s d e stin ad a a o b je tiv a r e x tra lin g ü ística m e n te los sig n ifica d o s, a sustraerlos del á m b ito de relación entre sujetos, en abierta o p o sició n a u n m o d o de p en sam ien to y len gu aje relacion al, m ás fecu n d o , en el qu e los sign os se co n sid eran co m o “ señal de sujetos p ara sujetos sin un sign ificad o susceptible de fijació n d efin itiva”, co m o los que llevan al p en sam ien to a rebasar el p u n to de vista prefijado. En el fo n d o está presente en H a velo ck u n a co n cep ció n , cen tral tam b ién en la a n tro p o ­ lo gía sim b ó lica a m erican a, q ue co n sid era el len gu aje, en tan to sistem a sim b ó lico so cialm en te establecid o de u n a cu ltu ra dada, co m o la rea­ lid ad ú ltim a, y n o reco n o ce las sen sibilidades, las d isp osicio n es y los estados in ten cion ales ligad o s a e xp erien cias vitales in d ivid u ales, m ás a m p lias q u e las lin g ü ísticas, co m o im p u lso re s de p en sa m ie n to y de in n o v a ció n lin g ü ística.88 Si ya en la n arra ció n épica, co n su grad o de fo rm a liza ció n , se ven d esm en tid as las co n striccio n es m entales que le atribu yen los oralistas, m u c h o m ás in so sten ib le es a trib u ir estas “ lim ita cio n e s”, c o m o hace H avelock, al lenguaje y al p en sam ien to de los in d ivid u o s de la sociedad oral. ¿C on qu é fu n d a m en to p u ed e n egar qu e los griegos de la é p o ca

tam poco este proceso llega definitivamente ‘a la cosa’. Nunca deja de ser proceso de indicaciones que se adensan pero que pueden también diluirse nuevamente” (J. Simon, Filosofía del signo, p. 43). 87 Sobre el implícito modelo matemático presente en la concepción de los significados del platonismo, véase J. Simon, Filosofía del signo, p. 68. Aunque es preciso señalar que este pensamiento “al m odo platónico” tiene sus precursores. Si atendemos al fundamento pitagórico-matemático de las ideas platónicas, tal com o Aristóteles subraya en varias ocasiones, no sería descabellado pensar que ese pensamiento estuviera ya vigente entre los pitagóricos de Siracusa. 88 El autor más conocido e influyente en el que se encuentra esta concepción es C. Geertz {La interpretación de las culturas, Barcelona, Gedisa, 1990, especialmente pp. 89-92).

HOMERO,

AUTOR

DE

LA

ILlADA

I

65

de H o m e ro reflexion aran sobre cuestion es que les afectaban en la vid a co tid ian a, e sp ecialm en te sobre exp erien cias vitales de peso, co m o p o r e je m p lo la gu erra , qu e n o to d o s los in d iv id u o s viv e n de la m ism a m anera? ¿Estaban co n d e n a d o s a ser irrefle x iv o s m im e tiz a d o re s de m o d e lo s los m iem b ro s de u n a so cied a d o ra l que ten ían que co m p arar version es n ota b lem en te diferen tes de u n a historia, o co n sid erar y d e ­ cid ir sobre diversos escen arios fu tu ro s en su v id a real? En la afirm ación de H avelo ck del p o d er de la épica h o m érica para lim itar el len gu aje y el p en sa m ie n to m ism o de los in d iv id u o s de la so cied ad h o m é rica 89 está im p lícito el sup uesto de la in cap a cid ad del discurso vern á cu lo para ir m ás allá de lo fijado en la transm isión . Pero esto es lo qu e precisam ente n iega Platón en el Fedro 27Φ -277Ά, don de n os m uestra a Sócrates d esarrollan do una crítica de la escritura, a rg u ­ m en tan d o que la p alabra h ablad a es m ás viva y fru ctífera que la escrita, y qu e p erm ite traspasar los lím ites del len gu aje é p ico .90 H a velo ck se d esem baraza de esta m olesta evid en cia co n la afirm ación , sin m ás ex­ p lica ció n , de qu e la p referen cia de P lató n p o r los m é to d o s o rales es “ ilógica”.91 D esech an d o así la d im en sió n oral de la filosofía e id en tifi­ cando a Platón exclusivam ente con sus diálogos escritos, H avelock om ite lo prin cipal: “que es la discusión y el análisis lo que socava el m ensaje sutil de la épica, n o m eram ente otro cuerp o de palabras”.92 Precisam ente, desde m u c h o antes de la ap arició n del alfabeto, el agón, la con tienda, es un v a lo r central en la cultura griega, y u n a de sus m anifestaciones es la disputa oral (en las asam bleas, en los desafíos de sabios), en la que se enfrentan argu m en tos, co m o lo atestiguan los m ism o s po em as h o ­ m éricos. Es m u y significativa, a este respecto, la ausencia de atención en los estud ios de H avelo ck a la figura de Sócrates, filó so fo ágrafo, que desarrolla reflexiones abstractas y a rgu m en tacio n es com plejas de m a ­

89 Havelock, Prefacio a Platón, p. 134. 90 Véase también Platón, Fedro 278c. Referencias comentadas en Debra Nails, Agora, academy, and the conduct o f philosophy, Dordrecht/Boston/Londres, Kluwer Academic Publishers, 1995, p. 149. 91 Havelock, Prefacio a Platón, p. 66, n. 17. 92 Nails, Agora, academy, and the conduct o f philosophy, p. 149.

66

I

EL D E S A R M E

DE

LA

CULTURA

ñ era exclusivam en te oral. Los diálogo s p lató n icos m uestran la cap aci­ d a d d el m e d io o ra l p ara d esa rro llar in clu so u n c ritic is m o lite ra rio y u n a d etallad a d iscu sió n de u n p o em a . En la sección sobre e d u ca ció n de Las Leyes (8 io e -8 iib ), P la tó n h a b la de jó v e n e s aten ien ses qu e han a p ren d id o p o em a s en tero s de m e m o ria , y a los q u e h an a p ren d id o m u c h o {p o ly m a th eis) lo s e q u ip a r a co n lo s q u e h a n o íd o m u c h o (polyékooi).93 T odo ello es p ru eb a de que se puede desarrollar u n a a c­ tivid a d in telectual co m p leja sin u tilizació n de la escritura. Frente a la co n cep ció n esencialista de la oralid ad , qu e la inviste de cualidades generales y q ue la c o n sid era p or sí m ism a determ in an te del carácter de u n a so cied a d , los e stu d io s de la a n tro p ó lo g a a frican ista R u th F in n e g a n , a p a r tir de su tra b a jo de c a m p o en Á fr ic a y de u n d o cu m en ta d o c o n o c im ien to de tra d icio n es orales, n os han m o stra d o esp ecialm ente la variedad deform as que p u ed e to m a r la literatura oral, y la creativid ad y la in n o v a ció n con scien te que p u ed en desarro llar los can tan tes-co m p o sito res in d ivid u ales de sociedades o rales.94 F inn egan distin gue p ertin en tem en te tres m o d o s, al m en o s, en los que un p o em a p u ed e llam arse oral: p o r su co m p o sic ió n , p o r su tra n sm isió n y p o r su recitació n p ú b lica (perform ance). C a d a u n o de estos elem en to s difiere en sus im p licacio n es. En lo que se refiere a la co m p o sic ió n , d e sm in ­ tien d o el p rin cip io cen tral de la teo ría de los oralistas de la sim u lta ­ n eid ad de co m p o sic ió n y recitació n p ú b lica co m o característica p rin ­ cip al y determ in an te de los p o em as orales, esta a n tro p ó lo g a ha d ejado patente que en las sociedades orales la o ra lid ad “ n o excluye la c o m p o ­ sició n m e d ita d a de u n p o em a ”, qu e el p o eta lleva a ca b o tan to antes co m o después de la perform ance.95 Junto a estas referencias antrop ológicas, que ya han traído a co lación algu n o s crítico s de los oralistas, se p u ed e hacer valer tam b ién , co m o

93 Señalado por Thomas, Literacy and orality in ancient Greece, pp. 20-21, n. 14. 94 R. Finnegan, Oral poetry. Its nature, significance, and social context, Cambridge, Cam bridge University Press, 1977 (en especial, cap. 3, sec. 4), y Literacy and orality. Studies in the technology o f communication, Oxford, Oxford University Press, 1988 (en especial, pp. 69-77). 95 Finnegan, Oral poetry, pp. 18 y ss., y Literacy and orality, pp. 72 y ss.

HOMERO,

AUTOR

DE

LA

ILlADA

\ 67

un ca tegó rico d esm en tid o de esta visió n lim itativ a de la o ralid ad , el caso de la In d ia an tigu a, en d o n d e se p ro d u je ro n y tra n sm itiero n o ra l­ m en te u n a rica literatura y un as form as de c o n o c im ien to y e sp ecu la­ ció n te ó rica m u y com p lejas: u n a cien cia g ram atica l, co n su análisis m o rfo -tem á tico , su fo n ética y su m étrica; u n a a stro n o m ía y un a m a ­ tem áticas co n un álgebra origin al; un a p ro fu n d a reflex ió n filo só fica y ética, en fren tad a a la tra d ició n , co m o la b u d is t a ...96 En d efinitiva, aunque es e vidente su m ayor capacidad de alm acenaje y o rg a n iza ció n , y su p ro p icia ció n de u n a m a y o r a b stracció n y de d is­ tan cia h is tó ric a , la e scritu ra n o es u n a c o n d ic ió n n ecesaria p ara el d esarro llo de un p en sam ien to reflexivo, ético, o p ara el d esarro llo de activ id a d es in telectu ales co m p leja s. U n a m e jo r co m p re n sió n de los p o e m a s h o m é ric o s exige p o r lo ta n to a b a n d o n a r el d e te rm in is m o te c n o ló g ic o de los o ra lista s q u e , en sin to n ía co n la c o n c e p c ió n de M a cL u h a n de qu e “ el m e d io es el m ensaje”, to m a el m e d io de c o m u ­ n icació n p o r sí m ism o co m o u n facto r vita l determ in an te de la m e n ­ talidad, y con vierte “ la o ra lid ad ” y la “ escritura” ( literacy) en con ceptos vagos, en u n a especie de fetiches, q u e tien den a p erder su co n n o tació n esp ecífica y que se m an tien en iguales a sí m ism o s en las m ás variadas co n d icio n es, en aras de su id e o ló g ica fu n ció n o p ositiva. N o sólo es in consisten te e in fu n d a d a la co n cep ció n de H a velo ck de la oralidad , sino tam b ién la co n cep ció n esencialista de la escritura que, co m o o p uesta a aquélla, se presenta co m o co n d ició n necesaria y factor determ in an te del desarro llo del p en sam ien to y de la civiliza ción . Es­ tu d io s h istó rico s y a n tro p o ló g ico s han m o stra d o qu e la sign ificació n

96 Sobre esta cuestión de la producción y la transmisión oral del conjunto de los saberes de la India antigua es fundamental el estudio de H. Falk, Schrift im alten Indien, Tubinga, ScriptOralia (56), Günter Narr, 1993, que es el fruto de una exhaustiva revisión tanto de la bibliografía com o de los datos históricos. Agradezco a Ana Agud la información que me ha proporcionado sobre esta investigación (recogida en su material sobre la escritura en la India, del “Experto universitario en Lenguas y Culturas de India e Irán” que ella dirige y que ofrece la Universidad de Salamanca), así com o las instructivas explicaciones que sobre este tema, y la importancia del debate en la India antigua, me ha ofrecido en conversaciones particulares.

68

I

EL D E S A R M E

DE

LA

CULTURA

de los sistem as de escritu ra d ep en d e de los usos a los qu e se d estin en en lo s d istin to s co n te x to s so cio cu ltu ra les, e in clu so p u ed en lleg ar a ser un facto r capital de a d o ctrin a m ie n to o co n fin a m ien to m en tal. Sin ir m ás lejo s, es p re ciso re co rd a r la d in á m ic a re lig io sa, b a sa d a en la o ra c ió n , de la a lfa b e tiz a ció n en E u ro p a h a sta la in tr o d u c c ió n de la e sco la riz a ció n ele m e n ta l o b lig a to ria en el siglo x ix . A sí, el carácter co n scien tem en te p rotestan te de algun as sociedades es lo qu e exp lica que, en los siglos x v n y x v m , Islandia, D in a m arca, E scocia y Suecia fu era n co n m u c h o las m ás alfabetizadas, a p esar de ser ru rales y re ­ m o ta s.97 Y en los ú ltim o s siglos, en las n acio n es in d u stria liza d as del m u n d o , la a lfa b etizació n u n iversal ha refo rzad o p re ju icio s culturales que han en ca m in ad o al e n fren tam ien to . “ Esto es m ás evid en te en la h isto ria d el siglo x x e u ro p eo . X e n o fo b ia , ra cism o , y m ilita ris m o se p ro d u cía n p o r la esco la rizació n del co n ju n to de las p o b la cio n es en las a lfa b e tiz a cio n e s de las len gu as v e rn á cu la s d o m in an tes: el in glés, el francés, el alem án, etc.” 98 O tro s ejem p los eviden tes de literatu ra adoctrin a d o ra y a crítica en el siglo x x : el p ro p io ca tecism o ca tó lico , que u n o ha su frid o en la escuela de la España franquista; el a pren dizaje de m em o ria, en un recitado alienante, del C o rá n en las escuelas coránicas; el lib ro ro jo de M a o ... V o lv ie n d o al caso de la G recia clásica, T h o m a s insiste en las in te ­ raccion es com p lejas entre la escritura y la o ralidad , y en el p re d o m in io

97 Al mismo tiempo, en Am érica del Sur y en Asia, los jesuítas y otros misioneros católicos promovían alfabetizaciones para leer las Escrituras en las lenguas vernáculas. Véase M. T. Clanchy, From memory to written record, 2a ed., Oxford, Blackwell, 1993 (en especial, pp. 7-16). 98 Véase ibid., pp. 10 y ss„ donde muestra el efectivo carácter discriminatorio de minorías de la escolarización obligatoria y los tests de alfabetización en los países industrializados del siglo xx. Sólo de 1930 a 1980, “grupos potencialmente disidentes fueron marcados por escolarizaciones separadas pero obligatorias en Alemania, Israel, Japón, Sudáfrica, Reino Unido, Estados Unidos y la Unión Soviética”. De lo que concluye que “puede ser una consecuencia de la alfabetización de masas, más bien que una coincidencia, que los asesinatos de masas del siglo x x hayan sido hechos por las poblaciones más escolarizadas en la historia del mundo. Conscripción y escolarización obligatoria han marchado juntas”.

HOMERO,

AUTOR

DE

LA

ILÍADA

|

69

de ésta hasta los tiem p o s de P latón, p u es la m ayor parte de la literatura grieg a estaba destin ad a a ser o íd a, y la tran sm isió n , la eje cu ció n y el d iscu rso o ra l eran p re d o m in a n te s a u n q u e existieran textos escritos: en el terren o ju d icia l los d o cu m en to s escritos n o se co n sid erab an p o r sí m ism o s p ru eb as adecu adas hasta la segun da m itad del siglo iv ; los asuntos p o lítico s se trataban o ra lm en te y se llam ab a “ o ra d o r” (rëtor) al qu e h o y llam aríam o s “ p o lític o ” ; la tra ged ia se co n te m p la b a en el teatro; Sócrates desarro lló sus in vestigacion es filosóficas en con versa­ ció n y debate exclu sivam en te; la tra n sm isió n p ú b lica oral, in clu so de textos escritos, era todavía co m ú n en el siglo π a . C . 99 P o r ta n to , re d u c ir el p ro b le m a de la p o esía h o m é ric a al d ile m a “ o ralidad -escritu ra” es un error capital, con im p ortan tes consecuencias que n os alejan de la co m p ren sió n de la litada. Las cuestion es p rim arias que deben de plan tearse frente a este p o em a son éstas: “ ¿es re co n o c i­ ble un d iseñ o u n itario en la IlíadaV’, y ¿es atrib u ib le a su a u to r u n alto nivel de co n cien cia p o ética?”. El qu e el p o eta tran sm itiera sus cantos e xclu siv am en te p o r v ía o ra l ante u n p ú b lico c o n g re g a d o p ara o írlo im p lica ciertos co n d icio n a m ien to s, p ero “ sería im p ro p io d elegar en la m o d a lid a d de la tran sm isió n del texto to d a u n a serie de cuestiones referentes a la co m p o sició n de la obra, a su articularse en partes interrelacionadas entre sí, a la diversid ad de los registros exp resivos”.100

99 Thomas, Literacy and orality in ancient Greece, pp. 3-4. Contra la sobrevaloración de la escritura alfabética, Lami comenta que Havelock desatiende “la influencia determinante que la estructura de una lengua tiene en la creación y el mantenimiento de determinado sistema sígnico (el no registro de las vocales en el árabe escrito no es impedimento para una plena utilización y legibilidad por parte de un hablante árabe de su escritura [...])”. La visión de Havelock de que el sistema de escritura determina la “pobreza” del contenido tecnológico y cultural de una civilización es también un punto de vista “externo” y “occidental”, ante lo cual Lami nos recuerda que “en la Edad Media, a pesar de su sistema no alfabético de escritura, [... ] los árabes fueron la vanguardia en la ciencia y en la filosofía, maestros reconocidos de los occidentales propiamente alfabetizados” (Lami en su recensión de Havelock, The literate revolution in Greece and its cultural consequences, pp. 439-440). 100 Di Benedetto, Nel laboratorio di Omero, p. 104.

7 0

I

EL D E S A R M E

DE

LA C U L T U R A

C o m o ya lo re co n o ció A ristóteles, la Ilíada se diferen cia sign ifica ­ tivam en te de los dem ás relatos épicos, in clu id o s los e p iso d io s esco g i­ d o s que canta el aedo D e m ó d o c o en la O disea (8), p o r su e lab o rad a u n id a d tem ática. D o s elem en to s n os d em u estran que este p o e m a es fru to de un a m e d ita d a co m p o sic ió n u n itaria. P or un lado, la n otable d im e n sió n del sistem a de co rresp o n d en cias a d istan cia en la Ilíada es u n a de las p ruebas m ás elo cu en tes de qu e el p o em a está o rgan izad o , hasta lo s m ín im o s detalles, según un d iseñ o preciso del autor, y n os p erm ite e xclu ir su c o m p o sic ió n e xte m p o rán ea .101 A sim ism o , que sean p articu larm en te sign ificativas las co rresp o n d en cias que rem iten de la parte final a la parte in icial del p o em a n os dem u estra tan to la p len a co n cien cia d el p o eta acerca de la a cabad a c o n fo rm a c ió n que el p o em a d e b ía tener, c o m o su o p c ió n id e o ló g ic a en el m o d o de te rm in a r la litada, n o con el fin de T roya o la m u erte de A q u iles, sin o co n el e n ­ cu e n tro de éste co n P ríam o seg u id o de los fun erales de H éctor. Por o tro lado, la p ro gresió n d ram á tica de la a cció n central que se resuelve en este final in fo rm a el p o em a co m o u n todo, en g arza n d o los d iferen ­ tes ep iso d io s p o r lazos d ram á tico s y ló gico s de lo “ ve ro sím il” o de lo “ n ecesario”.1“ N o se trata p o r tan to de u n a u n id ad sim p lem en te m e ­ cán ica o fu n cio n a l, sino de u n a co n fo rm a c ió n dinám ica. Los distintos e p iso d io s, re la c io n a d o s entre sí p o r re so n a n c ia o lig a zó n ló g ica , se co m b in an en el p ro p io p ro ceso d ram á tico de A quiles. N u n ca se enfatizará dem asiado que la elaborada e innovadora unidad argum entai de la Ilíada supone ya una profunda reflexión. R eflexió n ética y crítica del p o eta, e lab o rad a de m an era de p ro vo ca rla tam b ién en el receptor, valién d o se de su gran p o d e r de o p erar sabias rectifica ­ cio n es y variacio n es, de in sertar n u evo s detalles, de in clu ir unas cosas

101 Véase Di Benedetto, “ Corrispondenza a distanza e l’organizzazione del racconto”, Nel laboratorio di Omero, pp. 177-238. 102 Que es lo que Aristóteles exige al desarrollo de la acción dramática que unifica una obra trágica: que los hechos que la componen “se produzcan a partir de la composición misma del relato, de manera que suceda que proceden de los hechos ocurridos con anterioridad o por necesidad o de una forma verosímil, pues es m uy distinto que unas cosas se produzcan por otras o que se produzcan detrás de otras” (Poética, 1452315 y ss.).

HOMERO,

AUTOR

DE

LA

IllADA

|

7I

m ás que otras y de co lo carlas en u n a p articu la r secu en cia n arrativa. U n a v ía de re flex ió n ética q u e se d iferen cia de la p ro m o v id a p o r el p en sam ien to eidético (en el que se asocia el verd ad ero co n o cim ien to con esencias invariantes e in teligibles, es d e cir n o sensibles), n o p o r su falta de ló g ica sino p o rq u e m o v iliza la sen sibilidad y las em ocion es. H o m ero , lejo s de estar d eterm in a d o p o r los elem en to s tra d icio n a ­ les (fó rm u las, escenas de r e p e r to r io ...) p ara la tra n sm isió n acrítica de un co n te n id o tra d icio n a l, se sirve de ellos p ara p o n e rlo s en cuestión . Es n ecesario p o n e r de relieve el p ap el clave que tien e la in terrelació n entre esos e lem entos tradicion ales recurrentes y las variacio n es de esos p atron es rep etidos en la llíada. Es im p o sib le p o n erse en el lu g ar del destin atario p rim itiv o del p o em a , p ero sí se p u ed e señalar u n a d ife ­ ren cia de fu n d am en ta l im p o rta n cia con respecto a los m o d e rn o s re ­ cep to res de la llía d a : las e xp ecta tiva s o p eran tes en ese p ú b lic o que co n o cía el tra tam ien to tra d icio n a l de lo que el aedo iba a cantar ante él. N o se señala su ficien tem en te este h e ch o que n o rm a lm en te escapa a la co m p re n sió n de u n lecto r m o d e rn o del p oem a: el reconocim iento de elem entos tradicionales y los cam bios en su tratamiento producen una extrañeza y p ueden provocar un efecto estético-reflexivo en un p úblico tradicional. H o m e ro ju ega co n esos cam b io s chocan tes, in esperados, para fo calizar y suscitar así la reflexión ética de ese p ú b lico sobre tem as y v a lo ra cio n es tra d icio n a lm en te n o cu estio n a d o s o n o con siderados. Estas fo calizacio n es, a las que p o d ía ayu dar el énfasis actoral (gestos, t o n o ...) del aedo, co n trib u iría n a la p erviven cia del im p acto , d an d o qué p en sar más allá de la perform ance. A sí, elem en to s con cretos, que se co n vierten en in stan cia de reflex ió n p o r su in terrelació n co n o tro s den tro de ese co n ju n to e la b o ra d o qu e es el p o em a , realzan su v a lo r de reclam os de la aten ción reflexiva p o r su con traste con la “ m etan arrativa” épica. En este sentido, lo s tem as, las escen as-tip o recurrentes, los stocks de ep íteto s, p ro p o rc io n a n al p o e ta o ra l o p o r tu n id a d e s p ara ju g a r co n la d iferen cia -d en tro -d e -la-sim ilitu d , de las que n o disp on e un p o eta escritor. El ejem p lo m ás relevan te de la p uesta en ju e go de estos re cu rso s so rp re n d en te s, en lo to can te a las exp re sio n e s y a la dicció n , co n fin a lid a d de im p a cto reflexivo en el au d ito rio , lo e n c o n ­ tra m o s en el p arlam en to de A q u iles en su e n cu en tro co n la em bajada

72

I

EL D E S A R M E

DE

LA

CULTURA

en el can to 9, m o m e n to cru cial de la e v o lu ció n del h éroe qu e in fo rm a la u n id a d de la obra, y que an alizarem os co n detalle m ás adelante. A nivel m a cro n arra tivo , la a d ap tació n a P atro clo de los tra d icio n a ­ les relatos m ítico s que n arrab an la m u erte de A quiles; la a d ju d ica ció n del p ap el de M e m n ó n , h ijo de d io sa y b e n e ficia rio de la in m o rtalid a d , c o m o tra d ic io n a l c o n trin c a n te de A q u ile s a H é cto r; la co rre la ció n entre su m uerte y la de P atroclo; el fin al del p o e m a con el rito fún ebre en h o n o r a H éctor, tras el en cu en tro de P ríam o con A quiles, que espera su m u erte in m in en te y llo ra co n el rey en em igo ..., son algun as de las m ás im p o rta n te s in n o v a c io n e s h o m é rica s, co m b in a d a s de m a n era coh eren te en la h isto ria d ram á tica de “ el m e jo r de los a q u eo s”. T odo ello d e stin ad o a p ro d u c ir p o r d e sa rro llo a c u m u la tiv o , c o m o efecto u n ifica d o del to d o , u n a reflex ió n sobre la m u erte y las trágicas lim i­ tacio n es de la co n d ició n h u m an a , de las que ni el m ás gran d e de los héro es se escapa. U n a reco n sid era ció n de la n atu raleza fu n d am en ta l de la v id a y de la m u erte h u m an a s en con traste co n la visió n h eroica, qu e p e rm ite co n sid e ra r la Ilíada c o m o u n d esarm e del c o m p o r ta ­ m ien to guerrero. N o es n ecesario co m p a rtir la idea ro m á n tica del “g e n io ” p ara d e ­ fen der que un excep cion al p o eta o ra l p o d ía ser capaz, d e d icán d o se a ello m u ch o s años o la m a yor parte de su vid a, de co n stru ir esta clase de co m p lejid a d narrativa. D e h ech o , la c o m p o sic ió n oral p o d ía real­ m en te ayu d ar m ás que en to rp ecer esta clase de en tretejim ien to , pues la técn ica de usar e sce n as-tip o re cu rren tes facilita ría el c o n tro l del p o e ta sobre to d as las a p a ricio n es de cu a lq u ie r e sce n a -tip o tal, y el m o ld e a m ie n to de ca d a u n a en re lació n a las o tras. En este sen tido , O liv er T aplin ha señalado: La d iv isió n d el p o e m a o ra l en p artes de gra n escala e stim u la ría tam b ién con exiones, e sp ecialm ente entre los p rin cip io s y los finales [ ...] . In cluso en la m ás p equeñ a escala, la técn ica oral p o d ría ayudar m ás q ue im p ed ir con exio n es distantes. N o m b res individuales, o b je ­ tos y lugares llevan co n ellos sus recurrentes epítetos y frases. [ ... ] la té c n ic a p o d ría a yu d ar a u n p o e ta e x p e r im e n ta d o a c o n stru ir referen cias cru za d a s. T o d o esto a p u n ta a u n a a u d ien cia co n un a

HOMERO,

AUTOR

DE

LA

IllADA

|

73

a te n ció n a lta m en te d e sa rro llad a tan to p ara el detalle co m o p ara m ayores co n fo rm a cio n es.103 T odo lo señalado an teriorm en te n os p erm ite exclu ir q ue la Ilíada fuera el resultado de u n a m era y u x ta p o sició n de cantos, o de la e lab o ració n de diversos p o etas de co n texto s tem p o rales diferentes. Se trata de un d iseñ o ú n ico , hasta en los m ás m ín im o s d etalles, q u e ap u n ta al trabajo m ed ita d o e in ten cio n a d o de u n p o eta (o dos, co m p artien d o in ten ción y trabajan d o en co n tin u id ad ). Lo que es p reciso resaltar es que la Riada es el resu ltad o de u n a em presa u n itaria. Frente a esto, resultan secu n ­ darias las cuestion es de si H o m e ro era el n om b re real del p o eta, si eran dos y n o u n o , si la c o m p o sic ió n fue a m edias oral y a m edias escrita, dictada o exclusivam ente oral. Los trabajos h istóricos y a n tro p o ló gico s n o au to riza n a descartar esta ú ltim a p o sib ilid a d .104

103 O. Taplin, Homeric soundings. The shaping o f the Iliad, Oxford, Clarendon Press, 1992, p. 9; para ejemplos véanse pp. 19-22. Este libro de Taplin se dedica a defender y fundamentar la tesis de que “cada parte de la Ilíada estaba enriquecida por su colocación dentro del conjunto y por el modo en que interactúa con otras partes tanto próximas com o distantes” (p. 11). En relación con el problema de si el público percibía o no realmente las correspondencias a distancia y los fenómenos de form ularidad interna, Di Benedetto considera que se debe de tener en cuenta, en primer lugar, la diversa entidad de esas correlaciones entre un pasaje y otro del poema. Las más macroscópicas y relevantes, com o el reencuentro entre la parte inicial y la parte final de la Ilíada, no podían no resultar evidentes de por sí. En cuanto a las de menor escala, D i Benedetto señala, por una parte, que “entraba en juego también la diversa sensibilidad de los oyentes: los más sensibles estaban en mayor disposición de percibir las correspondencias” ; y por otra parte, que “todo artista [...] presupone siempre un ‘fruitore’ óptim o y dotado -e n medida óptim a- de gusto, memoria, atención y capacidad de disfrutar” (Di Benedetto, Nel laboratorio di Omero, p. 406; véanse también pp. 407-409). 104 Véase Taplin, Homeric soundings, pp. 32-45, donde proporciona un marco histórico que hace posibles sus dos hipótesis esenciales: “1) que el poema fue creado para ser transmitido com o un todo a su audiencia, y 2) que el poema transmitido a nosotros es sustancialmente creado por un ‘master-poet’” (p ·32)·

74

I

el d e s a r m e

de

la c u l t u r a

En el tem a de la datación de la co m p o sició n de la litada, así co m o en el de su plasm ación p o r escrito, es preciso dejar claro que n os m ovem os en el terreno de la hipótesis y del razonam iento. N in gu n o de los diversos testim onios de que dispon em os (lingüísticos, arqueológicos) sobre este asunto p erm iten recon struir hechos o un hecho con carácter de e vid en ­ cia decisiva. Frente a la con vencion alm en te asum ida datación de la co m ­ posición de la litada en el segundo tercio del siglo v m a.C ., hacia 730 a m ás tardar, hay cada vez m ás estudiosos que la adelantan en base a fu n ­ dados argum entos. Taplin defiende su co m p o sició n oral en el siglo v u . O tros, cada vez m ás num erosos, adelantan su inicial redacción escrita al siglo v i. N o existe n ingún argum en to decisivo para rechazar estos ade­ lantam ientos. Los con vencion alm en te argü idos a favor de la datación convencional han sido seriam ente cuestionados.105 T am p o co p o d e m o s saber co n certeza cu á n d o fue su p rim e ra p las­ m a ció n escrita. D e lo que ten em os testim o n io es de que ya en la A te ­ nas del siglo v i a .C . se decretaban, para las fiestas Panateneas, las re ­ citacio n es de rap sod as que se relevan p o r tu rn o s para d ecirla entera, y que p o co después Pisistrato - o su h ijo H ip a rc o -, o rd en ó un a ed ició n o ficial escrita (ju n to co n la O disea). Pero esto n o descarta que h u b iera previam en te algu n a p lasm a ció n escrita, entera o parcial, del p o em a , para uso p riv ad o de los rap sod as h o m é rid a s.106 T am bién ten em os n o ­ ticia de que circu lab an cop ias, co n alteracion es m enores, p o r las c iu ­ dades y las islas griegas, y qu e en la A ten as del siglo v y i v a.C . estaban

105 Véase A. Ballabriga, “Enjeux historiques et anthropologiques de la question homérique: oralité, intertextualité, écriture”, cap. 1 de Les fictions d ’Homère, Paris, p u f , 1998. Este helenista defiende asimismo la anterioridad de los textos de la tradición hesiódica, siguiendo y fundamentando rigurosamente, a través de un trabajo de años, lo que ya M. West, en su edición de la Theogonia (Oxford, 1966), había señalado sin aceptación académica. 106 Lambin, Homère, le compagnon, p. 113. Tampoco se puede descartar que se fijaran por escrito antes que la llíada otras obras, como las de los poetas líricos Tirteo, Arquíloco, Alemán, cuyos fragmentos podemos situar por referencias en el siglo v n a.C., o las de Alceo, Safo, Solón, entre fines del siglo v u y principios del vi.

HOMERO,

AUTOR

DE

LA

ILlADA

|

75

tan exten d id as qu e A lcib iad es le da un cap ó n a un m aestro de escuela que co n fesó n o p o seer n in g u n a .107 Es de interés destacar que estos textos tem p ran o s n o eran códices, pues el codex se in ven tó en el siglo π o m d .C . Los p o em a s se escribían en textos co n tin u o s, en largos ro llo s h ech o s de p ap iro , sin p erío d o s ni d iv isió n en p alabras, n i sign os de p u n tu a c ió n ni de a cen tu ació n . El lecto r g rieg o d e co d ifica b a su escrito p o r el o íd o . A te n ié n d o se a este h ech o es m u y d ifícil defender, co m o hace H avelo ck, qu e la escritura p erm itió en la G recia clásica aislar visu alm en te las p alabras y extraer un a co n cep ció n de “estru ctu ra ” q u e in flu yó d eterm in a n tem en te en la tem a tiza ció n filo só fica y en su reflexió n sobre el m u n d o . H abía ed icio n es cultas y ed icio n es “ vu lga res”, co n algun as v a r ia c io ­ nes en el n ú m e ro de versos. D e estas últim as, que cristalizan en un a especie de vu lga ta , versió n u n itaria, en el siglo π a .C .,108 d im a n a p rin ­ cip alm en te la Ilíada que co n o cem o s h o y.109 A u n q u e n uestra trad ició n m an u scrita deriva de esa m u ltip licid ad de Ilíadas, y n o de u n arquetipo o “ texto está n d a r”,110 el h e ch o es que todas eran m u y p ró x im as entre

107 Véase Plutarco, Alcibiades v ii.i. 108 Véase Lambin, Homère, le compagnon, p. 115, que aduce com o prueba que la comparación entre los papiros anteriores a 150 a.C. y los posteriores sólo presenta variantes insignificantes. 109 Las diferencias entre las ediciones de la Ilíada sin pretensión de ser cultas y sin correcciones particulares serían mínimas; radicarían “principalmente en el número de sus versos y en la indulgencia con la que habían aceptado en ellas hexámetros más o menos redundantes. Y estas ediciones, cuyas lecciones los escoliastas [... ] solían m uy a menudo anteponer a las ediciones de las ciudades o de los críticos alejandrinos, incluso cuando éstas no eran más que conjeturas inútiles, eran en su conjunto de buena calidad. [...] nuestros manuscritos medievales (al menos 188 para la Ilíada, 78 para la Odisea) derivan de esas ediciones corrientes de la Antigüedad, y sobre todo de las del siglo 11” (Lambin, Homère, le compagnon, p. 120). La división en 24 cantos, designados por las 24 letras del alfabeto jónico (convertido en ateniense en 403-402), según Lambin, “no puede atribuirse con toda certeza a ninguna edición anterior a aquellas de las que proviene nuestra vulgata” (véase p. 118). 110 La primera edición oficial ateniense parece que fue destinada a la biblioteca particular de Pisistrato o a la de Hiparco. Ver en Aristarco (2i6?-i44? a.C.)

76

I

EL D E S A R M E

DE

LA

CULTURA

sí y, a u n qu e se d iferen ciab an en el n ú m e ro exacto de versos o en v a ­ riantes in sign ifican tes, co n co rd a b an esen cialm en te en el relato ú n ico co m ú n : la cólera de A quiles y sus con secuencias, co m p ren d ien d o siem ­ pre los m ism os episodios en un encadenam iento narrativo invariable. Lo qu e en este p u n to es p reciso destacar es esta co n co rd a n cia central. Interesa d e ja r claro este h e ch o qu e la h isto ria de la tra n sm isió n n o m o d ifica. Los textos de los p o em as h o m é rico s han va ria d o m u y p o co entre el m o m e n to de su p lasm a ció n p o r escrito y el año 1448, en que se im p rim ie ro n p o r v e z prim era.

el responsable de la “estandarización” de la Ilíada, como algunos hacen, es m uy cuestionable. “¿Cómo, sobre todo, atribuirle la ‘estandarización’ del texto homérico cuando de las 874 lecciones de Aristarco conocidas para la Ilíada gracias a los gramáticos y los escoliastas, sólo 80 se encuentran en todos los manuscritos, 160 en la mayoría de ellos y 76 en alrededor de la mitad, pero 181 en una minoría de manuscritos y 245 en menos de 10, mientras que 132 no han sido retomadas?” (Lambin, Homère, le compagnon, p. 117; también p. 17, notas, donde pone de relieve los criterios extrafilológicos que condujeron a Aristarco a condenar abusivamente un número de versos que sin embargo nuestra tradición manuscrita ha guardado).

2 La autonomía del personaje homérico

“ N o h a y en n in g ú n m o m e n to sujeto puro, sino siem pre un sujeto co n m o v id o , afectado p o r el m u n d o y p o r el cuerp o.” J ea n D idier V in cen t, b ió lo g o , Le M onde, 9 de ju lio de 2004

El tó p ico de presen tar a los p erson ajes de H o m e ro co m o m arion etas de los dioses y/o de la o p in ió n so cial está m u y e xte n d id o . A sí, a los p erso n ajes h o m é ric o s se les n ieg a to d a a u to n o m ía d e ciso ria y to d a respon sabilidad. Esta visió n es h ija de la co n cep ció n m o d ern a del in ­ d iv id u o q ue se pretende co m o la ú n ica que p erm ite con siderar al h o m ­ bre co m o agente ético. “ Fuera de la c o n cep ció n m o d ern a del in d ivid u o n o h a y ‘p erson a’ en el sen tido p len o del térm in o ”, sería su divisa. En el terren o de la a rgu m en tació n , cu atro son, p rin cip a lm en te, las razones que se han aducido p ara negarle au to n o m ía al héroe hom érico. El héroe h o m é rico n o sería u n agente con a u to n o m ía: 1) p o rq u e es un m ero agregad o de partes o fuerzas; 2) p o rq u e es u n a m a rio n eta de los dioses; 3) p o rq u e es u n títere de la o p in ió n social; 4) p o rq u e n o tien e co n cie n cia de “ sí m is m o ”. E n este ca p ítu lo en tra re m o s a a n a liza r y d iscu tir estos a rgu m en to s, p ara frente a ellos defender, co n ap o yo p er­ m an en te en el texto m ism o de la llíada, que los p erson ajes h o m é rico s se p u ed en co n sid era r co m o in d iv id u o s éticos d o tad o s de cap acid ad deliberativa y de cierta a u to n o m ía y, en co n secu en cia, con resp o n sa­ b ilid a d de sus actos. Esto n os servirá p ara un m e jo r análisis del hilo

78

EL D E S A R M E

DE

LA

CULTURA

cen tral que verteb ra el argu m en to de la Ilíada , que es p recisam en te la p ro fu n d a y a u tó n o m a tra n sfo rm a ció n ética del person aje con sid erad o tra d icio n a lm en te co m o el h éroe p o r excelencia: A quiles. Para acercarnos a la co m p re n sió n de qué tip o de in d ivid u o s son los p erson ajes h o m é rico s es n ecesario em p eza r p o r d esem barazarn o s de la co n cep ció n m o d e rn a de in d ivid u o , que se p resen ta c o m o universal, y q ue ha sido gestada a p artir de raíces fu n d am en ta lm en te p latón icas. Es p reciso destacar a quí que la épica h o m é rica ign o ra d os d istin cio n es o separaciones q ue en n uestra m en talid ad m o d ern a parecen evidentes, y q ue adem ás han estado y están en la base de in flu yen tes e la b o ra cio ­ nes y co n fu sio n es filosóficas: la d istin ció n entre el alm a y el cu erp o , p o r u n a parte; y la sep aración o ab stracció n del h o m b re con relación al m u n d o , al m e d io en el que vive, p o r o tra. A sí, afirm acion es o cu es­ tion es filosóficas del tip o “ Pien so, lu e go existo” o “ ¿Por qu é h a y algo (m u n d o ) en v e z de nada?”, fu n d am en ta d a s resp ectivam en te en esos dos p resupuestos, están fuera de lugar, o, m e jo r dicho, son im pensables en el m u n d o h o m érico . “ Im pensables”, es decir, “ n o se p u ed en p en sar”. N o h a y n in g ú n tér­ m in o en el g rieg o h o m é rico que sirva p ara sign ificar el “ p en sam ien to ” en la a cep ció n de p en sam ien to p uro, el h e ch o abstracto del p en sar en sí, a m o d o del cogito cartesiano. En este sentido, el p erson aje h o m é rico n o “ piensa”, sin o qu e “p royecta”, “ a d m ira ”, “ exp erim en ta” t e r r o r ... Sus p rocesos m entales están in ex trica b lem en te ligad o s a las situacion es, a las relacion es con el m u n d o en el que vive, y dan p o r sen tado qu e su p ro p ia existen cia y la del m u n d o son, adem ás, in d iso ciables e in cu es­ tio n ables. D e m o d o qu e afirm acio n es co m o las de “ y o so y y o y m is circu n stan cias”, o la del “ ser-en -situ ación ”, necesarias después de m u ­ ch o s siglos de u n a d iso ciació n an tin atu ral, y sín to m a p recisam en te de ella, están de m ás en la m e n ta lid a d h o m é rica (co m o lo está el d ecir que el agua m o ja ). El in d iv id u o y sus fu n cio n e s m entales se rep resen ­ tan de m o d o relacion al, en relació n co n los o tro s, las situ acio n es, el m u n d o . U n ú n ico m u n d o que, adem ás, descon o ce o tro sobrenatural al que co n fro n tarse y subord in arse. En lo qu e resp ecta a la o tra sep a ra ció n , al d u a lism o fu n d a m e n ta l en n uestra co n cep ció n occidental, es p reciso advertir que la d istin ció n

LA

AUTONOMIA

DEL

PERSONAJE

HOMÉRICO

I

79

entre a lm a y cu e rp o está ausente de la e p o p eya . H o m e ro ig n o ra tan to la id e a d e u n a lm a, d iv in a e in m o r ta l, in d e p e n d ie n te d e l cu e rp o , co m o la de cu a lq u ie r “ p rin c ip io in m a te ria l” o “ e le m e n to esp iritu a l in d ep en d ie n te de la m a teria ”. E stos co n cep to s serán cread o s p o ste ­ rio rm e n te p o r lo s filó so fo s grie g o s, y antes de su a p a rició n in clu so el “ e sp íritu ” era m a te ria l.1 El térm in o psyché, que en la co n cep ció n so crá tico -p la tón ica designa a esa en tid a d in ap reh en sib le, in m ateria l, sede en sí m ism a de la v o ­ lu n tad , la ca p a cid a d de ele cció n y p o r tan to de la v ir tu d (que realiza su co m e tid o é tico -co g n itivo desem barazán d o se del cu e rp o ), en H o ­ m ero alude p rin cip a lm en te al h álito que exh ala el h o m b re al m o rir (expirar), al aliento ú ltim o qu e lo ab an d o n a.2 La psyché h o m érica no puede ser en absoluto el auriga del cu erp o vivo. Ser u n a psyché, en el griego ho m érico , es estar m uerto. Lapsyché hom érica, adem ás del hálito que aban dona al que m uere, es tam b ién la im agen vacía, el eidolon, que representa la apariencia co rp o ra l del d ifu n to. A sí, adonde A quiles llegó el alm a (psyché) del m ísero Patroclo, en to d o p arecid a a él, en la talla, en los b ello s ojos, en la v o z y en las ropas qu e vestía en to rn o de su cu erp o (23. 65-67).

1 No sólo en Grecia sino también en Egipto y otras grandes civilizaciones. Véase R. Renehan, “On the Greek origins o f the concepts o f incorporeality and immateriality”, Greek, Roman and Byzantine studies 21.2,1980, pp. 105-138. Es fundamental dejar clara la distinción entre “incorporal”, “que no tiene cuerpo”, e “inmaterial”, “que no posee materia o no está compuesto de materia”, para evitar confusiones y malentendidos que adjudican de manera abusiva a todo lo que es incorporal la calidad de inmaterial. Confusión, o manipulación, frecuente en interpretaciones religioso-teológicas que ven “espíritu inmaterial” (o sea, de “otro mundo” ) en elementos incorpóreos que en su contexto cultural no son concebidos como desprovistos de materia, y mucho menos radicalmente heterogéneos de este mundo. 2 Psyché está etimológicamente relacionada con el verbo psychö, que significa “soplar”, “respirar”, “alentar”.

8 0

I

EL D E S A R M E

DE

LA C U L T U R A

E insta a A q u iles a celebrar sus fun erales para que p u ed a ir al H ades, p o rq u e “ lejos de sí lo retien en las alm as (psychai), las som bras de los d ifu n to s” (23.72; tra d u cció n m o d ifica d a ). A q u iles accede a la p etició n de Patro clo y se d isp o n e a abrazarlo p ero no lo p u d o tocar; el alm a (psyché), co m o el h u m o , bajo tierra se d esvan eció [...] (100-101) ¡Ay! [exclam a A quiles] T am bién en las m an sio n es de H ades es algo el alm a (psyché) y la im agen , p ero las phrenes n o están en absoluto en ella (103-104; tra d u cció n m o d ificad a). La psyché de P a tro clo es lo qu e h o y llam aríam o s su im a gen v irtu a l, un a esp ecie de h o lo g ra m a . “ S o m b ra p a rla n ch ín a ”, “ fan tasm a ”, “ cara in a n e ”, son o tras exp resio n es h o m é rica s referidas a estas psychai de los m u erto s en el H ades, en las que, c o m o dice A q u iles, “ n o están en a b so lu to las p hrenes”, exp resió n q u e, c o m o verem o s, equ ivale a d ecir q u e están d e sp ro v ista s de to d o p r in c ip io de v id a ta n to e m o c io n a l co m o m ental. M u y alejad as, p o r tan to , de la idea s o c rá tic o -p la tó n ic a de alm a, estas co n cep cio n es h o m érica s de la psyché, qu e la hacen aparecer sólo c u a n d o el in d iv id u o m u ere, sea co m o su ú ltim o h á lito o c o m o su im agen evan escen te en el H ad es.3 Se p u ed e o b jeta r q u e en la Ilíada

3 El término psyché en Homero tiene, por tanto, dos sentidos distintos, cuya relación no deja de ser problemática. Psyché es, por una parte, el último aliento, invisible y frío, que escapa del hombre que muere (opuesto al cálido thymos, o autmé, que inhalaba y le vigorizaba en vida), y, por otra, su imagen vacía, eidolon. El prim er sentido hace referencia a un hecho fisiológico (el acto de expirar) en el mundo de los vivos, que por sí no implica en absoluto el vuelo al Hades del “ fantasma” del hombre que ha muerto. Este segundo sentido, según Michael Clarke, permanece vinculado estrechamente a la concepción más simple y generalizada que no se limita a expresar simplemente que el hombre muere, “ sino que saca el más profundo significado de la mortalidad, sub specie aeternitatis” (M. Clarke, Flesh and spirit in the songs o f Homer, Oxford, Oxford University Press, 1999, p. 150), al transportar al hombre que ha muerto a la región mitológica del Hades (p. 178). La imagen del vuelo de la psyché a esa región, que sólo se lleva a

LA

AUTONOMÍA

DEL

PERSONAJE

HOMÉRICO

I

8l

ta m b ié n ap a rece el té r m in o psyché a so cia d o al in d iv id u o v iv o sin referen cia d irecta al m o m e n to de m o rir o a la v id a de u ltra tu m b a . A p a rte de algu n o s p asajes en los qu e se m e n cio n a la psyché en relación co n person ajes vivo s cu a n d o sufren d esvan ecim ien to s m o m en tá n eo s, p ara in d ic a r así q u e se tra ta de u n a e sp e cie de “ m u e rte p asa je ra ”, e n c o n tra m o s en la Ilíada este té r m in o re ferid o al h o m b re v iv o en esp ecial co m o sign o del final de la vid a, p ero en a b so lu to para d e sig ­ n ar u n a in stan cia o sede de las e m o cio n e s o las fu n cio n e s m entales. En estos casos la p érd id a de la psyché rep resen ta “ la lín ea d iv iso ria entre la vid a y la m u erte, de m o d o que se co n vierte en un sign o de la v id a p erd id a o a m en aza d a ”.4 C o n este sen tid o a parece tres veces el térm in o psyché en el gran p arlam en to de A qu iles (9.406-409,321-322, 401). A sim ism o , para in d icar qu e es la v id a o m u erte de H é cto r lo que realm ente está en ju e g o en su p ersecu ció n p o r A qu iles, se n os dice que co rrían p o r la v id a (péri psychés) de H é cto r (22.161). V em os en estos sentidos que psyché designa lo que está en ju ego en el com bate a m uerte, “ la cosa cu y a p érd id a es e q u iva len te a la m u e rte ”. A sí, al su p licarle H é cto r a A q u iles “ p o r la psyché, p o r las rodillas, p o r tus p ro gen ito res” (23.338-339), el héroe tro yan o le está ro g an d o al m e jo r de los aqueos q u e recu erd e lo qu e en su cu ltu ra le p u ed e p r o d u c ir un sen tid o de m o d era ció n o a uto con ten ció n : sus padres, sus rodillas (que se abrazan co m o sign o de respeto y re co n o cim ien to ) y su m o rta lid ad . “A A quiles

cabo en la obra homérica en las muertes de Patroclo y de Héctor, conecta los dos sentidos y coordina en ese momento dos departamentos de la visión del mundo homérico (p. 204), cuya relación en el resto de la obra “ no está claramente determinada”. Independientemente de los problemas que plantea esta indeterminación, lo que interesa destacar aquí es que la identidad del “fantasma” que habita el Hades no es la suya propia como sombra o ente inmaterial, sino “ la del hombre corporalmente indiviso cuya apariencia representa”, y que en este sentido “continúa más allá de la vida tomando tanto su apariencia com o su identidad del indisoluble conjunto corporal que era en vida. En cada estadio de este movim iento entre diferentes estados de vida y diferentes entornos poéticos, el hombre homérico preserva la unidad de lo que nuestros modernos lenguajes nos empujan a dividir en cuerpo y alma” (p. 207). 4 Ibid., pp. 57-58·

82

I

EL D E S A R M E

DE

LA C U L T U R A

n o se le está p id ie n d o q u e ‘m ire en su a lm a’, sin o re co rd á n d o le la p ersp ectiva de la m uerte.” 5 Los diferentes pasajes de la llíada en los que el térm in o psyché apa­ rece dejan claro que, frente al alm a so crá tico -p la tó n ica o cristiana que se co n cibe co m o “ el verd adero y o ” del in d ivid u o viv o (la que le debe g o b e rn a r), la psyché h o m é ric a n o es sede de la v id a m e n ta l n i de la identidad del hom bre h o m érico .6 M uerto éste, su identidad sigue siendo el cu erp o yacente, m ientras que la psyché es u n a figura va cía d o n d e “ ya n o están las phrenes”. ¿Q u é design a la palabra phrenes en el len gu aje h o m érico , que vem o s tra d u cid a al castellano p o r térm in o s tan dispares co m o “ fuerza v ita l” 7 o “ in teligencia” ?8 R espon der a esta cu estió n nos exige deten ernos en la v isió n h o m é rica del cu e rp o y e xam inar, a c o n ­ tin u a ció n , u n a fam ilia de té rm in o s fu n d am en ta les p ara e n ten d er la co n cep ció n del h o m b re h o m é rico y su vid a m en ta l-em o cio n al.

I. EL PERSONAJE H O M É R ICO NO ES UN M ERO PU N TO DE IN T E R SE C C IÓ N DE FU N CIO N ES O PARTES D ISG REG AD AS SIN O U N A U N ID A D B IO L Ó G IC A CO M PLEJA Y C A M B IA N T E

El cuerpo m óvil Es n ece sa rio in sistir en qu e el in d iv id u o h o m é ric o n o es u n m e ro a gregad o de partes o u n p u n to de in tersecció n de fuerzas, sin o u n a u n id a d d in á m ica de “ fu n cio n e s”, p ro ceso s, in sep arable del m u d ab le m e d io vita l en el que se en cu en tra, si b ien in flu yen tes helenistas han d efen d id o que H o m e ro n o co n ceb ía el c u e rp o del h o m b re v iv o co m o

5 M . Clarke, Flesh and spirit in the songs o f Homer, pp. 57-58. 6 Ni es incluso el aliento com o principio de la vida activa, pues cuando Aquiles menciona al hálito que da vida lo llama autmé (9.609), una palabra que designa cualquier sustancia caliente expansiva (aliento, “aliento” del fuego o humareda, vapor, ráfaga de vien to ...), sin significación para la vida mental ni para la vida que el muerto abandona. 7 Traducción de Luis Segalá. 8 Traducción de Emilio Crespo.

LA

AUTONOMIA

DEL

PERSONAJE

HOMÉRICO

I

83

u n a u n id a d . Para B ru n o Snell - e l e xp o n e n te m ás in flu yen te de esta v is ió n -, en la tem p ran a G recia “ el cu e rp o físico del h o m b re era c o m ­ p re n d id o , n o c o m o u n a u n id a d sin o c o m o u n a p lu ra lid a d [...]. La tem p ran a G recia n o captó , n i en su len gu aje ni en sus artes visuales, el cu e rp o co m o u n a u n id a d ( ‘nich als E inheit sondern als V ielheit’ )”.9 Su argu m en tación se apoya prin cipalm ente en el h ech o de que el griego h o m é rico carece de un térm in o gen eral para “ cu e rp o ”, y u tiliza otros térm in o s esp ecíficos en su lugar {demas, eidos, phyé, chrös). El térm in o soma, según estos autores, en H o m e ro se refiere ú n ica m en te al cu erp o m uerto, al “ cadáver”, y sólo p osteriorm en te vendrá a significar “cu erp o ”. En este p u n to se hacen necesarias algun as o b servacio n es críticas. En p rim e r lugar, que el cu e rp o v iv o se represente p o r gyia, melea, “ m ie m b ro s”, démas, “ a rm a zó n d el cu e rp o ”, eidos, “ a sp ecto o fig u ra ”, phyé, “ figu ra bien d esarrollada”, chrös, “ p iel”..., n o im p lica la ausencia de la co n cep ció n del cu e rp o co m o u n id ad , sino m ás b ien que H o m ero n o precisó referirse al cu e rp o v iv o de u n a p erso n a co m o un b u lto , y d isp o n ía de otras palabras para el cu e rp o co m o u n o b jeto visu al (de­ mas, eidos), co m o d epósito de energía y fuerza (melea, gyia), etc. En este sentido, co m o o b serva R o b e rt R enehan, el uso p referen te de estos té rm in o s e sp e cífico s tien e u n a e x p lica ció n sim ple: “ tan to la p o esía co m o el len gu aje p o p u la r tien en u n a ten d en cia p ro n u n cia d a h a cia lo esp ecífico, y cada u n o de los sustitu tos p ara un sup uestam en te in ex is­ tente som a tiene un sign ificad o bastante específico. D ém as se e m p a ­ rien ta co n dém o, se refiere a la ‘ co n stru cció n ’ física de un o; eidos con la ‘aparien cia’ o ‘im agen de u n o , phyé co n el ‘crecim ie n to ’ o ‘estatura’ de u n o , chrös con la ‘tez’ o ‘p ie l’”.10

9 B. Snell, D ie Entdeckung des Geistes. Studien zur Entstehung des

europäischen Denkens bei den Griechen, Gotinga, 1946, pp. 17 y 18 (trad, esp.: El descubrimiento del espíritu. Estudios sobre la génesis del pensamiento europeo en los griegos, Barcelona, El Acantilado, 2007, pp. 26 y 28 ). El primer capítulo reproduce su trabajo sobre la concepción homérica del hombre publicado en 1939. 10 Renehan, “ The meaning o f so m a in Homer: A study in m ethodology”,

California Studies in Classical Antiquity 12,1979, pp. 269-282.

84

I

el d e s a r m e

de

la

cultura

Pero adem ás, la fo rm a de acusativo d e relación en la qu e tien den a aparecer estos térm in o s, resalta R enehan, “ tien e qu e h acer referencia a algo, y este algo es un a u n id ad , u n to d o . D e cir Tydeus toi mikros men eën démas, ‘T id e o era p eq u e ñ o respecto a su a rm azó n ’ (5. 801), es re­ ferir démas a un h om bre, a un a u n idad, a un to d o o rgán ico v iv o ”. C o m o lo hace tam b ién la co n stru cció n gram atica l d el to d o y la parte, en la qu e de los dos n o m b re s en el m ism o caso afectad o s p o r el v e rb o , el p rim e ro expresa el o b jeto total. E jem p lo s de ello: “ al in tachable D e y o pites/ h irió en lo alto del h o m b ro ” (11.420-421), o “ y a él (ton) con la espada le g o lp eó el cuello, y d esarticu ló sus m iem b ro s (gyia )” (11.240), o aun m ás claram en te, “y a los tro yan o s un atro z tem b lo r les in vadió los m iem b ro s (gyia) a cada uno (hekaston)” (7.215 = 20.44; tra d u cció n m o d ificad a). Es absu rdo seguir so steniend o qu e el p o eta que co m p u so estas lo cu cio n e s era in ca p a z de ca p ta r el cu e rp o h u m a n o co m o u n to d o . La p reem in en cia de la u n id a d total aparece in clu so en fatizad a en esta co n stru cció n , en la qu e el to d o gen eralm ente p recede a la parte, y el ve rb o se in terp o n e entre la u n id a d to tal y la parte esp ecífica.11 N o h a y co n tra d ic ció n en qu e el h o m b re h o m é rico tu v ie ra c o n cie n ­ cia de su cu e rp o co m o un to d o u n ifica d o y que, a la vez, centrase su aten ción en sus elem en to s y p ro ceso s m ás esp ecíficos, ya qu e su c o n ­ ce p ció n co rp o ra l y d in ám ica de sí le h a cía ten er u n a co n cien cia m ás sen sitiva de las partes de su cu e rp o m ás activas en las distintas situ a ­ ciones. R enehan co m en ta a este respecto q ue para acen tuar la vita lid ad de los seres h u m a n o s es n atu ral la referen cia a las extrem id ad es co r­ p o rales, ya qu e sugieren m ás fácilm en te m o v im ie n to y activid ad . En este p u n to es im p o rta n te reca lcar qu e esa u n id a d co rp o ra l es, y n o p u ed e ser m ás que, d in ám ica , es decir, carente de cen tro estático, “ y o ” esp iritu al o en tid ad separada, qu e la co n stitu ya y fu n d am en te. Ésta es la ra zó n p o r la qu e n o e n co n tra m o s en H o m e ro un n o m b re en s in g u ­ la r p ara referirse al c u e rp o c o m o u n id a d , y a la qu e R en eh an n o le co n ced e la im p o rta n cia central qu e tien e cu a n d o d efien d e qu e söma, en H o m ero , sign ifica “ lo qu e sign ificará m ás tarde n o ‘cu e rp o v iv o ’ ni

11 Renehan, “ The meaning o f

som a

in Homer: A study in methodology”, p. 277.

LA

AUTONOMIA

DEL

PERSONAJE

HOMÉRICO

I

85

‘cu e rp o m u e rto ’, sino ‘cu e rp o ’ p u ra y sim p lem en te, sin co n n o tacio n es a priori si de v iv o o de m u erto ”.12 Frente a esta a firm ació n , qu e p royecta nuestra actu al visió n del cu erp o , es preciso exp licar qu e el fu n d a m en ­ tal carácter m ó v il del cu e rp o en la co n cep ció n h o m é rica im p lica un a v isió n in co m p a tib le co n la p o ste rio rm e n te d o m in a n te en n uestra tra ­ d ició n o ccid en tal. A este respecto m erece la pena detenerse en el estud io de G uillem ette B olen s sobre la co n cep ció n del cu e rp o articu lar tal co m o aparece en la llíada, y e n otras e xcep cion ales obras literarias d en tro de la tradición o ccid e n ta l.13 B olen s la co n trasta así con n uestra co n cep ció n p re d o m i­ n an te del cuerpo: H o y el c u e rp o está co m ú n m e n te o rg a n iza d o en relació n co n sus o rificio s [ ... ] co n la d ico to m ía in te rio r-ex terio r y con la n o c ió n de en voltu ra. Éste no es el caso del cu e rp o articu lad o , d o n d e las partes “centrales” se p erciben co m o sien d o las ju n tu ra s de los huesos [ ...] . Los sucesos típ ico s que o cu rre n en el cu e rp o c u a n d o se co n cep tu aliza co m o u n a e n v o ltu ra so n penetración y/o expulsión, m ien tras [...] en el cu e rp o articu la r son articulación y/o desarticulación,14 Frente a la d ialéctica de lo in tern o y de lo extern o qu e defin e la ló gica del cu e rp o -e n v o ltu ra , la n o c ió n d eterm in a n te del cu e rp o articu lar es la de ju n ta . El cu e rp o articu la r p erm an ece v iv o m ien tra s los huesos p erm an ecen un id o s y enlazados p o r los tendones; el cu erp o -en v oltu ra p erm an ece v iv o m ientras la cu b ierta cu tán ea co n tie n e las visceras.15 N o estam os ante u n cu e rp o qu e en o casio n es se m u eve, que tiene la p o sib ilid a d del m o v im ie n to , sin o q u e la m ovilidad es la cualidad

12 Ibid., pp. 278 y 272-273. 13 C om o Beowulf, Chevalier de la Charrette de Chrétien de Troyes, y la leyenda de Welatid. Véase G. Bolens, “Homeric joints and the marrow in Plato’s Timaeus: Two logics o f the body”, Multilingua 18 2.3,1999; y La logique du corps articulaire, Rennes, Presses Universitaires de Rennes, 2000. 14 Bolens, “ Homeric joints and the marrow in Plato’s Timaeus”, pp. 149-150. 15 Bolens, La logique du corps articulaire, p. 9.

86

I

EL D E S A R M E

DE

LA C U L T U R A

fu n dam en ta l del cuerpo articular. P or ello, a d iferen cia d el c u e rp o -e n ­ vo ltu ra, el cu e rp o a rticu la r se ela b o ra p riv ile g ia n d o las ju n tu ra s. En esto estriba la llam ativa co h eren cia del cu e rp o h o m érico : “ es u n a es­ tru ctu ra e lab o rad a p o r m e d io de ju n tu ra s y vista co m o un ju e g o de re la c io n e s”.16 Y ésta es la ra z ó n d e la in ex iste n cia en el v o c a b u la rio h o m é rico del sin gu lar y o m n iin clu siv o té rm in o “c u e rp o ”, ya qu e “ el c u e rp o h o m é rico está co n stru id o p o r m e d io de la p lu ralid ad . El ce n ­ tro del cu e rp o es p arad ó jica m en te plural: es cu a lq u iera de las áreas de u n ió n y sep aració n de los huesos. Los centros p lurales d el cu e rp o son cu a lq u iera de los in tervalo s en v ir tu d de los cuales u n a a rticu la ció n es u n a a rticu la ció n ”.17 C o n secu en te co n esta visió n del cu e rp o co m o fu n d am en ta lm en te u n a red de relacion es, estar viv o , en la Ilíada, es m a n ten er las a rtic u ­ lacion es articuladas. P recisam ente p o r eso, los héroes p ara m atar d i­ rigen sus arm as a los in tervalo s articulares. Son m uchas las herid as en la Ilíada, y un gran n ú m e ro de ellas so n in fligidas a n ivel de las a rti­ culaciones. Por ello es in adecuada la d e n o m in ació n “ partes del cu erp o ” p ara referirse al á m b ito de lo d añ ad o , ya q u e diluye la e sp ecificid ad de gran parte de las h eridas q ue en el texto aparecen exp lícitam en te co m o articu lares.18La h erid a de Eneas es interesante a este respecto. El héroe es alcan zad o p o r u n a e n o rm e p eñ a qu e le lan za D io m edes: C o n ella a certó a Eneas en la cadera, ju sto d o n d e el m uslo gira d en tro de la cadera, cavid ad que d e n o m in a n “ có tila”. Le m a ch a có la có tila y le d esgarró am b o s ten d o n es ( ténonte); y la áspera p ied ra d eso lló la piel (5.305-308).

En este pasaje la im p o rta n cia de las articu la cio n es en la Ilíada se hace m a n ifiesta , tan to p o r su d etallad a d e sig n a ció n y d e sc rip ció n , co m o p o r el esp e cífico o rd en n a rra tiv o de la m ism a en el que el p u n to de

16 Bolens, “ Homeric joints and the marrow in Plato’s Timaeus”, p. 151. 17 Ibid., p. 151. 18 Ciento ochenta y ocho troyanos y 52 griegos mueren a causa de ellas. Véase Bolens, La logique du corps articulaire, p. 19.

LA A U T O N O M Í A

DEL

PERSONAJE

HOMÉRICO

I

87

co n ta cto de los huesos tien e un lu g ar p rivilegiad o : p rim ero , el p u n to de a rticu la ció n del fém u r y del h u eso de la cadera; a c o n tin u a ció n , los ten do n es ( tenonte) (que se d esgarran ) y fin alm en te la piel d esg arrá n ­ dose. El o rd e n de la n a rra ció n in vierte el del suceso, en el qu e p ara alcan zar la cavid ad p rim ero se tien e qu e d esgarrar la piel. D e scrip cio ­ nes igu alm en te precisas esp ecifican el corte de lo s ten d o n es cu a n d o alguien recibe un go lp e m o rta l.’9 El la zo fisio ló g ico es tan im p o rtan te q u e adquiere la m ism a o m a y o r relevan cia qu e los p ro p io s m iem b ro s en la d escrip ció n de un cu erp o . A d em ás de tenön, “ ten d ó n ”, la a rticu ­ lación p u ed e ser d esign ad a p o r is (que designa las fibras, los lig a m en ­ tos, los m ú scu lo s y, p o r exten sió n , la fuerza, el v ig o r), o p o r neuron (que m ás tarde dará “ n e rv io ” p ero qu e todavía n o tien e este sentido, sino m ás b ien el de fibra o lig a m en to ). En esta visió n del cu e rp o a rti­ cular, los ten d o n es co b ra n esp ecial relevan cia pues se co n cib en co m o las ligaduras que hacen p o sible la a rticu la ció n de los huesos. “ D esligó sus rodillas (g ounat’ elysa, 22.335)” y “desligó sus articu la cio n es (¡yse gyia, 11. 260)” son fó rm u la s qu e co n m a yor frecu en cia sign ifican m a ­ tar, aun cu a n d o la h erid a letal n o sea articular, “p u esto que la m uerte im p lica el d esligam ien to de las articu lacio n es, sean las a rticu lacio n es y ten do n es directam en te heridos o n o ”.20 En o p o sició n a ello estar viv o es m a n ten er las a rticu lacio n es articuladas, y estar en relación con las m a n ifesta cio n es del thymos qu e las p o n e en m o v im ie n to , “ su m in is­ t r a n d o a la p e r s o n a u n a re d d e s e n s a c io n e s d in á m ic a y n o circu n scrib ib le”.21 El cu e rp o h u m a n o es, fu n d am en talm en te, u n a serie

19 II. 10.456; 16.587; 14.466; 20.478; 4.521. 20 Bolens, “ Homeric joints and the marrow in Plato’s Timaeus”, pp. 150-151, y también La logique du corps articulaire, p. 42, donde justifica la más apropiada traducción de gyia por “articulaciones”, y no por “miembros” com o habitualmente encontramos: “ La rodilla es una articulación y gyia remite a las articulaciones de manera genérica [...]: los gyia son las articulaciones propiamente. [...] la juntura que une y separa dos miembros, o incluso asegura una continuidad en donde los huesos se terminan. Es el intervalo [...] el significado fundamental de la raízgy- la curvatura, es decir, precisamente la zona articular”. 21 Bolens, “Homeric joints and the marrow in Plato’s Timaeus”, p. 152.

88

I

EL D E S A R M E

DE

LA

CULTURA

de co y u n tu ra s y de co n ex io n es, y la u n id a d a rticu la d a de sus partes está a segu rad a p o r esas co rreas fisio ló g ica s qu e so n d esig n ad as p o r tenon, is o neuron. La n o m en clatu ra a n a tó m ica qu e se desp liega a lo largo de la litada, en las precisas d escrip cio n es de las h erid as,22 ela b o ra p ro gresivam en te u n a visió n del c u e rp o en la que p re d o m in a claram en te la idea de re­ lación : el arm a in cid e a través de (la vejiga, el p ie), o va bajo (el hueso, el d ia frag m a , la ceja) o pasa entre (el sexo y el o m b lig o ), etc. C o m o o b serva B olen s, la lista de d e scrip cio n es an atóm icas n os m u estra que en la litada h a y qu e b u sca r el cu e rp o en u n a ló gica esp ecífica en la que las p re p o sicio n e s y los ad jetivo s de re la c ió n d e se m p eñ a n un p a p el d estacad o .23 Es co m p ren sib le qu e soma, qu e co n n o ta el cu e rp o co m o “ b u lto ”, se use en el caso de los h o m b res m u erto s, sin m o v im ie n to ni activ id a d , ya qu e era la d in á m ica de la red a rticu la to ria la q u e d aba sentido a los m iem bros y a la pluralidad, y p ro p o rcio n ab a un a cohesión n o circu n scrib ib le. D esactiv ad a la red a rticu lato ria, el cu e rp o aparece co m o un b u lto . Pero es p reciso aclarar qu e este “ b u lto ” n o es el e q u i­ va len te a lo qu e n o so tro s e n ten d e m o s p o r cadáver. Para los grieg o s h o m é rico s su co n cien cia de sí, su verd ad era id en tid ad , estaba in d iso ­ lu b lem en te ligada a su u n id a d co rp o ra l, co m o lo deja claro la llíada ya desde su co m ie n zo cu a n d o n os dice qu e la ira de A quiles: p re cip itó al H ades m u ch as alm as (psychai) valerosas de héroes y a ellos m ism o s (autous) los h izo presa de p erros y de todas las aves” (i. 3-5; tra d u cció n m o d ificad a). Las psychai de los héroes, sus som bras, eran arrojadas al H ades, m ie n ­ tras ellos m ism os (a u to u s) (1. 4) q u e d a b a n y acen te s c o n v e rtid o s en p asto de p erro s y aves (1.1-5 ). La id en tid a d del h o m b re (“ él m ism o ” ) es su u n id a d c o rp o ra l p resente, in clu so cu a n d o la v id a lo ha a b a n d o ­

22 Bolens, La logique du corps articulaire, pp. 32-37, donde recoge la lista de todas estas descripciones anatómicas de las heridas que aparecen en la llíada. 23 Ibid., p. 38.

LA

AUTONOMIA

DEL

PERSONAJE

HOMÉRICO

I

89

n ad o .24 El v ín cu lo entre la id en tid a d del in d iv id u o h o m é rico y su m a ­ terialid ad co rp o ra l es ra tificad o p o r el u so del té rm in o nekys/nekros, co n el q u e h a b itu a lm e n te H o m e ro se refiere al h o m b re m u e rto . A d iferen cia de los térm in o s que a ctu alm en te usam os, co m o “cad áver” o “ restos m o rta les”, que son de algu ien (y que irían p o r tan to con el gen itivo del h o m b re m u e rto ), nekys/nekros d en o ta al cu e rp o d el h o m ­ bre qu e ha m u e rto co m o sien do todavía ese h o m b re m ism o , id e n tifi­ cá n d o lo co n él (p o r eso va co n el n o m in a tiv o del n o m b re del m u erto , en aposición , y frecuentem en te in cluso su stitu yén d o lo).25Nekys/nekros n o es el ca d áv er de a lgu ie n , es ese alguien m ism o. Es decir, in clu so después de m u erto , el h o m b re n o es o tra cosa qu e el cu e rp o m ism o qu e aún p o d e m o s ver.26 Esto hace m ás co m p ren sib le qu e el m ie d o a to ca r el cadáver, co m ú n en la creencia griega p o sterio r, esté ausente

24 “ Igualmente la psyché de Patrodo o de Héctor no abandona un bulto de carne sino la sustancia de su virilidad, androteta (II. 16.857 = 22.362)” (Clarke, Flesh and spirit in the songs o f Homer, p. 158). 25 II. 22.386-387: “yace junto a las naves el cuerpo (nekys) sin llanto y sin entierro, Patroclo” (traducción modificada); 18.20-21: “yace muerto Patroclo, y ya luchan por el cuerpo (nekyos) desnudo”. Véase Clarke, Flesh and spirit in the songs o f Homer, pp. 158 y ss. 26 M orir es un proceso de descomposición y desaparición. El verbo phthi(n)ö, phthinythö, además de “m orir”, significa otras clases de procesos de pérdida y desaparición, com o “consumirse”, “deteriorarse”, “gastarse”, “agotarse”, una clase de verbos que pueden referirse también al proceso de gradual disminución de bienes o provisiones. Esto explica, según Clarke, que en II. 24.107-108 nekys vaya con un nombre propio en genitivo, contradiciendo aparentemente la relación de identidad entre nekys y el hombre mismo. La expresión “el cadáver de Héctor” (Hektoros [...] nekui, 108) aparece como única excepción en el contexto en el que Aquiles está infligiendo un brutal maltrato al cuerpo muerto de Héctor (en el resto del episodio el héroe es identificado sencillamente con el cadáver según la regla de construcción con nekys/nekros [24,76,115,116,118,136,151,180] ), por lo que “es una suposición razonable que el poeta se acerque a distinguir al hombre muerto del cadáver porque el contexto pone en primer plano la perspectiva de su descomposición” (Clarke, Flesh and spirit in the songs o f Homer, p. 163). Esta perspectiva estaría presente también en soma que, a diferencia de nekys/ nekros, no designa exactamente la misma cosa que el hombre mismo, pues la mayor parte de sus apariciones en la Ilíada se dan en contextos donde el

9 0

I

EL D E S A R M E

DE

LA C U L T U R A

en H o m ero : el cadáver sigue sien do el h éroe, n o se co n vierte en algo extra ñ o e in salubre co m o sucede en u n a cu ltu ra que co n sid era qu e la id en tid a d del h o m b re ha ab an d o n a d o el cu e rp o .27

La vida em ocional-m ental del organismo biológico En este p erson aje h o m é rico vivo , qu e n o es u n m ero p u n to de in ter­ sección de fu n cio n es o partes disgregadas, sino u n a u n id a d co m p leja en m o vim ie n to , todas las fu n cio n e s qu e hoy, presos de u n d u a lism o ya in cru sta d o en el len gu aje, llam am o s “ p síq u icas” o “ p sico ló g icas”, se describen de m anera orgán ica, co m o fu n cio n a m ien to de p artes o áreas esp ecíficas del cu erp o . Es decir, lo qu e en la actu alid a d co n sid eram o s la e xp erien cia “ a n ím ica ” (h ablam os tam b ién de estados de “ á n im o ” ), en el len gu aje h o m é rico se siente, se rep resen ta y se n o m b ra b a jo la ú n ica p ersp ectiva del fu n cio n a m ien to del c o n ju n to co rp o ra l (la fó r ­ m u la “ to d o el cu e rp o es el esp íritu ” expresaría esta visió n tan co m ú n a o tras tra d icio n es culturales). A h o ra b ien , in flu yen tes helen istas h a n n eg a d o qu e el h o m b re h o ­ m é rico se co n cib a , se sien ta, c o m o u n a u n id a d , co m o u n in d iv id u o , o qu e esté d o ta d o de u n a v id a m e n ta l in terio r, “ p s ic o ló g ica ”.28 C o n ­ v ie n e p u es d eten erse en esta cu e stió n , e m p e za n d o p o r e x a m in a r el co n ju n to de té rm in o s qu e el len gu aje h o m é ric o u tiliza p ara exp resar su v is ió n del h o m b re y de su v id a m e n ta l. M enos, phrenes, thym os, ëtor, kër/kradië, prapides, ju n to co n noos, fo rm a n el co n ju n to d e té r­ m in o s fu n d a m en ta les p ara rep resen tarse y exp resar la v id a e m o c io ­ nal y m en tal del in d iv id u o h o m érico . Este apparafw s“ e m o cio n a l-m en ta l” d el h o m b re h o m é ric o , a u n q u e co m p u e sto de p artes, fu n c io n a

abandono o el maltrato del cadáver adquieren relevancia (23.169; 7.78-79 = 342-343) (ibid., p. 163). 27 Ibid.,p. 165. 28 El que más peso ha tenido, y sigue teniendo, es Snell (D ie Entdeckung des Geistes). Niegan también la existencia de una vida interior propia E. R. D odds (Los griegos y lo irracional, Madrid, Alianza, 1980, pp. 27-28) y H. Frankel (Poesía y filosofía de la Grecia arcaica, Madrid, Visor, 1993, p. 87), entre otros destacados helenistas.

LA

AUTONOMIA

DEL

PERSONAJE

HOMÉRICO

I

91

c o m o u n co n ju n to , co m o u n a u n id a d sim p le. El to rso su p e rio r - l a caja to rá c ic a , el s té th o s- es el locus p r in c ip a l de u n a d iv e rsid a d de fen ó m en o s qu e v an de lo sen so ria l-afectiv o a lo m e n ta l-co g n o scitiv o . El stéthos es d o n d e se lo c a liz a n ta n to lo s p e n s a m ie n to s c o m o lo s sen tim ien to s o em ocion es; y el h o m b re h o m é rico siente, es con scien te de esta p arte d el cu e rp o c u a n d o es a fe ctad o p o r e m o c io n e s in tensas (1. 189; 14. 140; 17. 139). D o s o b s e rv a c io n e s p re via s re su lta n im p re scin d ib le s p ara e v ita r e x tra p o la cio n e s a n a cró n ica s de n u estras actu ales rep resen tacio n es. En p rim e r lugar, h a y qu e señ alar q u e, a u n q u e re ferid o s a u n a base c o rp o ra l o rg án ica , cada u n o de los térm in o s qu e c o m p o n e n el léxico de la v id a “ e m o c io n a l-m e n ta l” d el in d iv id u o h o m é ric o n o restrin gen su sig n ificad o al de partes u ó rg an o s, sino que p u e d e n d esign ar alter­ n ativam ente tan to al agente o “ lo cu s” de la a ctividad “em o cio n a l-m en ta l”, c o m o a la a ctiv id a d m ism a o a los p en sa m ie n to s o e m o c io n e s q u e so n sus p ro d u cto s. El referen te de cada té rm in o p u ed e ser, p o r tan to , ca d a u n o de los esta d io s de u n a v iv e n c ia qu e se ve co m o un continuum flu id o . En segu n d o lugar, es im p o rtan te destacar q ue la relación entre estos fen ó m en o s y el in d iv id u o es variable. El in d iv id u o n o es co n sid erad o de m an era fija c o m o la fuente o rig in a ria de los fen ó m en o s d esignados p o r este léx ico “ e m o c io n a l-m e n ta l”, pues a veces es m eram en te el m e ­ d io o locus en el que esos fen ó m en o s se dan. Las e m o cio n e s so b revie­ n en, p o seen , so rp ren d en al in d iv id u o h o m é rico . A sí tam b ién , en si­ tu a cio n es críticas, el “ y o co rp o ra l” del héroe h o m é rico p ued e en trar en d iá lo g o o en contraste co n el thym os, el kradié.29 T en ien d o p resen ­ tes am bas observaciones, p asem os a exam in ar esta fam ilia de térm in o s

29 Clarke advierte de lo engañoso que sería tomar pasajes aislados para ilustrar una dicotomía permanente entre thymos como “espíritu” y autos como “cuerpo”, pues dado este continuum “la relación entre la identidad corporal y la mental de esas entidades es sutil y elusiva, sin equivalente ni en el lenguaje psicológico ni en el anatómico hoy familiares” (Clarke, Flesh and spirit in the songs o f Homer, p. 77, donde en nota remite a R. B. Onians, The origins o f European thought about the body, the mind, the soul, the world, time and fate, Cambridge, Cambridge University Press, 1951, pp. 82-83).

92

I

EL D E S A R M E

DE

LA C U L T U R A

del léxico “e m ocion a l-m en tal”, para ver m ás concretam ente la din ám ica y co m p leja relación que m an tien en entre sí, así co m o con el in d iv id u o co m o u n todo. El menos (tra d u cid o gen eralm en te co m o “ fuerza”, “ fuerza y v ig o r”, “ fu ria”, “ v a lo r”, “ có lera”, “ p asió n ”, según los casos), a u n qu e p u ed e m a ­ n ifestarse en otras p artes del cu e rp o , c o m o las m a n o s (5. 506) o los m iem b ro s (17.4 51), tien e su sede p rin cip a l en el stéthos. El m enos d e ­ sign a esencialm ente la energía o el calor que enardece al h o m b re (la fo g o sid a d , el ard o r gu erre ro es u n a de sus m a n ife sta cio n e s), y está so m etid o a o scilacio n es. P u ede a u m e n ta r o d ism in u ir. A sí H o m e ro n os dice: “ le fue relajand o la fu ria (menos) el b ru tal A res” (a Idom edeo, 13. 444), o “ de fu ria (m enos) sus [de A g a m e n ó n ] n egras en tra ñ as a am bo s lados m u y llenas estaban” ( 1 .103-104).30 “ El p an y el v in o a u m e n ta n el m enos de los h o m b r e s ”, n os d ice H o m ero . El héroe es co n scien te de este calor de su cu e rp o en m a yor m e d id a qu e lo so m o s n o so tro s, p u es d isp o n e de un té r m in o p ara designarlo. J. R edfíeld, tras o bservar que el menos del guerrero es (ideal­ m ente, m atizaría) em pedon, firm e, n o flaqu ea ni tiem bla (5. 251-256; 20. 372), con cluye: “ Es p o r esto p o r lo qu e la co n cien cia o rg án ica es co n cien cia de sí; el h éroe vive su p ro p ia vita lid a d co m o u n a a ctitu d de resistencia ante las fuerzas de d estru cció n y de cam b io del m ed io a m b ien te ”.31 C la rk e alude ta m b ié n al a sp e cto fis io ló g ic o del m enos, señ alan do qu e “ la esencia de la vid a v ig o ro sa ” está en la co m b in a ció n en el p ech o del alien to co n los flu id o s o rg án ico s, lo que exp lica que el menos de un h o m b re en algu n o s casos p u ed a sign ificar su id en tid a d .32 C la rk e insiste esp ecialm ente en que el n ú cleo de su sign ificad o n o es u n a cosa o u n a sustan cia, sino un p roceso, “ un tip o p articu lar de a c­ tividad: el m o vim ie n to vigo ro so , a u to p ro p u lso r”, “ un im p ulso vio len to a la a cció n ”, qu e p u ed e d esem b o car en frenesí d estru cto r co m o el de

30 Véase también 9.704-706; 16.621; 19.161. 31 J. Redfíeld, “ Le sentiment homérique du M oi”, Le Genre Humaine 12,1985, pp. 93-111, en especial p. 99. 32 En perífrasis como Priamoio menos o hieron menos Alkinooio (Clarke, Flesh and spirit in the songs of Homer, pp. 110-111).

LA A U T O N O M I A

DEL

PERSONAJE

HOMÉRICO

|

93

D io m e d e s c u a n d o “ está en e xceso e n lo q u e c id o ( m a in eta i) y n ad ie p u ed e rivalizar co n él en fu ria (m enos)” ( 6 .100-101).33

La subjetividad orgánica Esta co n cien cia de sí fisio ló g ica n o excluye la su bjetivid ad , n i tam p o co está reñ id a co n ella. El p erso n a je h o m é ric o está d o ta d o de to d o un m u n d o in terio r (que p ued e n o m anifestarse al exterior) de em ocion es, de p en sam ien to s, de p ro yecto s, de im a gin ació n . El á m b ito d o n d e se despliega esta v id a in te rio r respo n d e in tercam b iab lem en te a los té r­ m in o s thym os y phrén/phrenes. Se dice qu e o rig in a lm en te el thymos n o m b ra el “ alien to ” que en tra en los p u lm o n e s.34 C o n v ie n e m atiza r este sig n ificad o que h ip o tética m en te se le a tribu ye. C la rk e defien de qu e el thymos es el alien to vig o ro so , au to p ro p u lso r, de m o vim ie n to s m u y rá p id o s qu e m a rca n las accio n es del g u errero así co m o las del pen sador.35 Tanto de u n h o m b re im p elid o a actu ar co m o a decidirse se dice qu e su thymos m ism o abalanza im petuosam ente (essytai, epessytai). A sí A g a m en ó n le respo n d e a un A q u iles airado qu e le anun cia su regreso a casa: “ H uye, pues, si tu á n im o (thym os) a ello te im p ele (epessytai)” (i. 173).36 El thymos está directam en te aso ciad o a las phrenes. Pero, ¿qué son las phrenes? ¿Q u é es eso de lo qu e carece la psyché (23.104)? Su sen tido fisio ló g ico b á sico se suele tra d u cir p o r d iafragm a, p u lm o n es. Parece design ar m ás b ien el área de los p u lm o n es y del estó m a go in d istin ta ­ m ente. La activ id a d a la que hace referencia este térm in o aparece m ás

33 También Euforbo, II. 17.20-23. 34 “Breath”, l s j (Liddell-Scott-Jones Greek-English Lexicon). 35 Clarke, Flesh and spirit in the songs o f Homer, p. 81. En apoyo de esta interpretación nos remite al verbo thy(n)o, de la misma raíz que thymos, que significa “la violenta irrupción del viento y el agua, el aire y el fluido (un río se precipita [thyon] m uy crecido, II. 21.234, símil. 324), y que en expresiones com o oloieisi phresí thyei {"con mente funesta se lanza furioso”, II. 1.342) muestra el perfecto emparejamiento semántico con el nombre, “ya que lo que irrumpe en las phrenes es literalmente el thymos”. 36 Epessytai, II. 6 .361; 9.42; epessyto, 9.398; essytai, Od. 10.484.

9 4

I

EL D E S A R M E

de

la

c u l t u r a

claram en te exp resada p o r el ve rb o que deriva de él: phroneö. A u n q u e phroneö se suele tra d u cir p o r “ p en sar” o “ so pesar”, en algu n o s pasajes, su sign ificad o fisio ló g ico de “ en trar en las phrenes” co m o in h ala ció n se im p o n e co m o su sen tid o m ás evid en te. A sí, cu a n d o se dice mega phroneö del an im al o del gu errero fu rio so que en tra en co m b ate n o es para sign ificar qu e está p en san d o p ro fu n d am en te sin o p ara destacar el em b ra vecim ien to : “ co m o cu a n d o d os jabalíes/ reso p la n d o fu erte­ m ente {mega phroneonte) irru m p en en m e d io de p erro s de caza” (11. 324-325; tra d u c c ió n m o d ific a d a ); o c o m o c u a n d o H é c to r e x cita d o d irig ié n d o se al co m b a te “ m u y alentado {mega p h ro n eö n ) a va n zab a entre los p rim ero s” (11. 296; tra d u cció n m o d ificad a). Esta d im en sió n fisio ló gica respiratoria ( “ m eter aire en las phrenes” ) de phroneö se hace eviden te tam b ién en la fo rm a verbal que designa el pen sar acertado: pepnym ai (“ ser sensato”, “ ser in teligente” ). Pepnymai, co m o fo rm a de p erfecto m ed io con sen tido de presente del verb o pneö { “ respirar”, tam b ién “ soplar” referido al v ie n to o al aire), sign ificaría “ asp irar”, de m o d o que su sign ificad o esp ecífico de “ pen sar ju ic io s a ­ m ente” se relacion a co n la actividad respiratoria. E jem plos de ello: Od. 10.494-495, do n d e se dice de Tiresias qu e “ a él solo h a b ien d o m uerto, P erséfon a co n ced ió un noosl co n el qu e ‘p en sar ju icio sa m e n te ’ {oioi pepnysthai)”.37 La estrecha co rrela ció n de pepnysthai y noos en estos ejem p los in dica qu e “cu a n d o el sabio piensa sabiam ente llena sus p u l­ m o n es co n p en sam ie n to ”,38 lo qu e p o n e en e vid e n cia el in extricab le ligam en fisio ló g ico in clu so de la a ctividad m ás descorp oralizad a y abs­ tracta representada p o r el noos. N o es de extrañar, p ues, que al h o m bre sen sato p o r carácter se lo llam e pepnym enos ( “ in sp ira d o ” ) co m o a “ U calego n te y A n ten o r, in spirados {pepnymenö) am bo s” (3.148), o al “ in sp irado {pepnymenos) A n te n o r” (13.203). D ecir que alguien e s p in ytos (20.131) es o tra fo rm a de llam arlo sabio, sensato, en la que la rela­ ción co n la respiración es clara, ya que el sustantivo pinytë (7. 289) es “ sabiduría”, “co rd u ra” que en tra en los p u lm o n es {Od. 20. 228: pinytë

37 Similarmente en II. 24.377: “pépnysai te nóoi” ; 23.440. 38 Clarke, Flesh and spirit in the songs of Homer, p. 85.

ΙΑ A U T O N O M I A

DEL

PERSONAJE

HOMÉRICO

I

95

phrenas hikei)?9 Los usos del n egativo apinyssö co rro b o ran este sentido: p o r u n a parte, se usa para alguien in cap az de co n ten er la respiración , que “ tien e un fatigoso so fo co apinysson (in vadién dole, atu rdiéndole) el co ra zó n (kér)” (15.10); y, p o r o tra, para alguien falto de sensatez o cord ura, co m o cu a n d o Ino le dice a O diseo: “ m e pareces n o carecer de sensatez ( ouk apinyssein)” (O d. 5.342; tra d u cció n m o d ifica d a ).40 A sí la “ p ro fu n d iza ció n y co n cen tra ció n del p en sam ie n to ” se asocia co n el alie n to qu e se asp ira y se m e zcla en el p e ch o co n los flu id o s co rp o ra les, p u es en el stëthos tam b ién se en cu en tra el ëtor, térm in o cuyo sign ificad o fisio ló g ico d esign a a los ju go s digestivos, a los fluidos que circu lan a través del o rg an ism o . Se asocia frecu en tem en te co n el co ra zó n , kradië, kér, p o r lo qu e se p o d ría asim ilar a la sangre. R edfíeld ob serva qu e “ la o p o sició n capital entre thymos y ëtor se resum e en la que existe entre v a p o r y flu id o . En un m o m e n to d ram á tico , cu a n d o A n d ró m a c a c o n oce la m uerte de H éctor, su ëtor le rem o n ta a los labios (22.453)”.41 Este a u to r sostiene que las e m o cio n es p ro fu n d as, de alegría o pen a, se asocian al ëtor q ue, co m o el co ra zó n , “ es u n b asam en to del thymos, m ás len to en m o d ificarse, m ás d ifícil de descifrar y, en ú ltim a in stancia, m ás im p o rtan te ”. En ap o yo de esta in terp retació n aduce que cu a n d o A q u iles está co n sid era n d o si m atar o n o a A g a m en ó n , “ el d e ­ bate se desarrolla en el ëtory n o en el thymos c o m o se esperaba (1.188); A q u iles en esta o ca sió n pien sa en efecto cam b iar to d a la o rien ta ció n de su v id a y ro m p e r la e stru ctu ra de la so cied a d ”.42 Esta lo ca liza ció n de la “ su b jetiv id ad ” en las phrenes o en el thymos parece d eberse al h ech o de qu e la resp iración es la a ctivid ad fisio ló gica de la que so m o s m ás claram en te con scien tes. P o d em o s exp erim en tar

39 Algunos filólogos relacionan etimológicamente pépnymai, pinyté, con una raíz pny-, y no con pnéó. Así, Chantraine, l s j , y más recientemente Nehring, “H om er’s description o f syncopes”, Classical philology 42.2,1947, pp. 106-121 y 110-111. Lo que está claro, de todas maneras, en ejemplos como éste en el que la pinyté entra en los pulmones, es la asociación indisoluble con la actividad respiratoria. 40 Véase Clarke, Flesh and spirit in the songs o f Homer, p. 86. 41 Redfíeld, “Le sentiment homérique du M oi”, p. 101. 42 Ibid.

96

I

EL D E S A R M E

DE

LA C U L T U R A

sus alteraciones d irectam en te relacion adas co n afeccion es de n uestra subjetividad. Es de gran im p o rta n cia señalar esta co n statació n co m ú n y advertir, con Redfield, qu e co n ceb ir la respiración co m o algo ardiente en n uestro cu erp o n os lleva a exp erim en tar n uestra subjetividad c o m o algo a jeno, n o d el to d o aco p lad o a n oso tro s. “ D o n d e n oso tro s d ecim o s ‘la sorpresa m e ha c o rtad o el aliento’, el héroe dice ‘he sido sorp ren d id o en m i thymos o m i thymos ha sido so rp re n d id o ’. N o p o stu la en tid ad in m aterial algun a, p en sam ien to , alm a o esp íritu d o n d e estarían lo c a ­ lizadas las sensaciones; la co n cien cia de su cu e rp o le p erm ite e x p e ri­ m en ta r sus sen sacion es sin m e d iació n . El y o in terio r n o es n ada m ás que el y o orgán ico.” 43 A u n q u e el menos, el thymos, el étor, d esign an p rocesos esp ecíficos del su jeto v iv ien te, tam b ié n p u ed en em plearse co m o sin ó n im o s de “ v id a ” en sen tido general, sien do en este uso in tercam biables: arreba­ tar el menos, el thymos o el étor, son e xp resiones equivalentes a “ m atar”. A sim ism o , p ara referirse al m o to r de las accio n es de los in d iv id u o s v iv o s (el deseo, la in te n ció n ) se recurre a exp resiones co m o : m i menos - o m i thymos o m i étor m e e m p u ja -.

La “conciencia orgánica”: Decisión, im aginación y m em oria In sep arablem ente relacion a d o con el thymos (4.308-309), el noos sin e m b argo aparece co m o el fen ó m en o “ m ás abstracto e in ta n gib le ” del m u n d o m e n ta l-em o cio n a l del in d iv id u o h o m é rico . T ra d u cid o gen e­ ralm en te co m o “ p en sam ie n to ”, “ m en te”, “ in teligen cia”, “ p lan ”, según los casos, el nóos es el p ro d u c to de la a ctivid ad d esignada p o r el v erb o noein ( noeisthai), cu yo s sign ificad o s b á sico s son: “co m p re n d e r un a s itu a c ió n ” y “ p la n e a r” o “ ten er u n a in te n c ió n ”. V o n F ritz e x p lic a la estrecha relación entre am bo s sign ificad o s y sugiere el carácter o rig i­ n al y fu n d a m e n ta l d el p rim ero : “ lo s d iferen tes s ig n ific a d o s qu e las p alabras noos y noein tien en en todas partes en H o m e ro [...] p ued en derivarse de un co n cep to o rig in a l y fu n d am en ta l, qu e es p o sible d e fi­

43 Redfield, “Le sentiment homérique du M oi”, p. 101.

LA A U T O N O M I A

DEL

PERSONAJE

HOMÉRICO

I

97

n ir co m o la co m p ren sió n de u n a situ ació n ”.44 D e m o d o que cu a n d o H o m e ro usa noos o noein p ara sign ificar “ p lan ” o “p la n ea r”, “ es casi siem p re en co n se cu e n c ia de u n a s itu a c ió n p eligro sa. [...] Este p lan aparece entonces en fo rm a de u n a visió n q u e, p o r así d ecirlo , extien de la situ ació n p resen te al fu turo. [...] esto p o d ría tam b ién exp licar noein en el sen tido de ten er un a in te n ció n , y así m o straría, al m ism o tiem p o , có m o el e lem en to v o litivo se desliza en él”.45 Por lo tan to, la co m p re n ­ sión a la qu e hacen referen cia los térm in o s noos, noein (y los derivados noema, noesis) está d irig id a a elem en to s, situ acio n es o co n texto s del m u n d o exterior. Este asp ecto direccional del p en sam ie n to está en el co ra zó n del sign ificad o de noos. Para acercarn os m ás al sen tid o esp ecífico d el co n o cer que expresa este t é r m in o , co n v ie n e en este p u n to d ife r e n c ia rlo de idein y de gignöskö. M ás allá del co n o cer p ro p io de la v isió n que expresa idein, que se lim ita a la im agen de las cosas, el nóos capta el sen tido qu e éstas co bran p ara el in d ivid u o . A sí, p ara expresar que U lises se p ercata de qu e un gesto que A yan te le h ace a F én ix es u n a seña, el texto griego nos dice qu e U lises nóese, la “ ca p tó ”, la a d virtió (9. 223). Se trata p o r tan to de u n a clase de p ercep ció n m en tal p o r la qu e las cosas co bran sign ificad o para el in d ivid u o , en el m u n d o o en la situ ació n en la que vive, de m o d o que influye en su co n d u cta o actitud y tien de a expresarse en o b jetivo s y a ccion es.46 El noos im p lica a la v e z u n elem en to in telec-

44 K. von Fritz, “ Noos and noein in the Homeric poems”, Classical philology 38.2,1943, pp. 79-93, en especial p. 91. El examen realizado en las notas 45,46, 48 y 49, que cubre todos los casos en los que la palabra aparece en Homero, muestra que en aproximadamente 4/5 de todos los casos noein significa “comprender una situación”, y sólo en 1/5 “planear” o “tener una intención”. Especialmente ilustrativo es el análisis de tres pasajes del tercer libro de la llíada (21 y ss.; 30 y ss.; 396 y ss.) en los que aparece el verbo noein. 45 Ibid., p. 86. 46 Este elemento intencional, con su asociación fisiológica, se expresa claramente, por ejemplo, en II. 4.307, donde se dice que “también los hombres de antaño saqueaban ciudades y murallas/ con este propósito (noon) y ánim o (thymon) en el pecho (stethessi)".

98

I

EL D E S A R M E

DE

LA C U L T U R A

tuai y u n elem en to v a lo ra tivo (10. 226; 23. 590; 24. 354).47 “ La m ism a m ezcla de estos d os elem en to s se en cu en tra tam b ién en to d o s los ca ­ sos en q ue « o o sp u ed e traducirse p o r ‘aten ción ’ (7.447) [...] ‘in te n ció n ’ (O d. 4.256 y 493) o ‘p lan ’ (9.104-105; 15. 509 Y O d. 5. 23; 2 4 .497)”·48 El elem en to de v o lició n unas veces está m ás en p rim e r p la n o 49 qu e otras, p ero n u n ca falta co m p letam en te. El léx ico h o m é rico lo distin gue tam b ié n , p o r tanto, del m ero re co ­ n o cim ien to de u n a cosa co m o algo c o n o c id o o d efin id o , p ara el que reserva el ve rb o gignöskölgnönai. La d iferen cia estriba en qu e noein “ sign ifica un p aso m ás en el re co n o c im ien to del objeto: la co m p re n ­ sión, p o r ejem p lo, de que esta m a n ch a parda es n o sólo u n ser h u m an o sino un enem igo acechando en em boscada”.50Expresa u n co n ocim ien to de carácter e m inentem en te p ráctico. En H o m ero , el noos n o tiene nada qu e ve r co n u n a ra z ó n o ra z o n a m ie n to ló g ic o d e sc o n te x tu a liza d o , im p erson al. El noos d en o ta siem pre u n a persp ectiva, la v isió n de un a situ ació n , un sen tido qu e el in d iv id u o le da al m u n d o . “ El noos de un in d iv id u o dad o es su v isió n del m u n d o , los p resu pu estos a través de los cuales interpreta su experien cia. Paralelam ente, el poeta, u n p u eb lo o u n a n ació n hablan de su noos (O d. 1.3) d o n d e n oso tro s h ablaríam os de su cultura.” 51 P or o tra parte, y este p u n to es de cru cial im p o rtan cia , el noos está adem ás a sociado a la im a gin ació n y a la m e m o ria , es el d isp ositivo que an ticip a situacio n es p o r ve n ir y rem em o ra exp erien cias pasadas, p er­ m itien d o así un a com p rensión m ás am plia y com p leta de un a situación presen te. El noos im p lica , p o r tan to , cie rta v is ió n de la rgo alcan ce, p o rq u e “ n o só lo p en etra m ás p ro fu n d a m en te , sin o qu e ta m b ié n ‘ve

47 Von Fritz señala que “la conexión inextricable de un elemento intelectual con un elemento de volición en el concepto de noos la ilustra quizá m ejor el pasaje de la Odisea 2.121 y ss.” (“ Noos and noein in the Homeric poem s”, p. 82). 48 Ibid. 49 C om o en II. 23.149; 8.143; 16.103; 20.25; Od. 22.215, etcétera. 50 Von Fritz, “ Noos and noein in the Homeric poems”, p. 90. 51 Redfield, “ Le sentiment homérique du M oi”, p. 102.

LA

AUTONOMIA

DEL

PERSONAJE

HOMÉRICO

I

99

m ás lejo s’ qu e n uestros o jo s tan to en el esp acio co m o en el tiem p o ”.52 H o m e ro ilu stra esta ca p a cid a d d el noos co n la b ella im agen del viaje m ental, “ co m o cu a n d o el p en sam ien to tra n sp o rta a u n h o m b re que tierras/ n u m ero sas ha re co rrid o y que en su ju icio sa m ente ( noësëi) im agin a” (15.80 y ss.). Esta capacidad de anticip ación y de rem em oración le p erm ite cobrar distancia respecto de la situación inm ediata y las reacciones em o cio n a ­ les, d o m in a r el im p u lso . El noos p ued e ser u n a especie de “ árbitro ” y desem peñ ar un papel relevante en la in tegración de las diferentes ins­ tancias en con flicto del organ ism o h u m an o en un a un id ad de acción y experiencia. Es p o r tanto lo que hace posible la acción sensata. Así, A q u i­ les le reprocha a A ga m en ó n que actúe im pulsivam ente, m o vid o p o r un a “ m ente fun esta” (oloiéisi p hresi), en v e z de “ m irar (noésai) al m ism o tiem p o hacia delante y hacia atrás (hama prossö kai opissö, 1.343)”. A sí tam b ién en la Ilíada se nos presenta al anciano co m o sensato frente a los m ás jóvenes, cuyas m ientes las m ueve el vien to (phrenes ëerethontai), p recisam ente p o rq u e pien sa “ al m ism o tiem p o h acia delan te y h acia atrás” (ham a prossö kai opissö II. 3.109), p orque a la h ora de actuar tiene en cuen ta la experiencia p asada y anticipa las previsibles consecuencias de su acción. C o m o el sensato, “ in spirado” (pepnymenos) Polidam ante, que entre los troyanos se nos presenta co m o “el ú n ico que veía lo que había delante y detrás (“prossö kai opissö”, 18.250). Es decir, así co m o el uso n o estrictam ente co n cep tu a l del len gu aje (regido p o r p rin cip io s sustanciales de identidad y de p erm anencia) n o im pide razonar en tér­ m in os de universalización y enjuiciar situaciones particulares a la luz de p rop osicion es generales, co m o se ha visto en el capítulo anterior, de la m ism a fo rm a la no con cep ción del noos co m o u n a sustancia tam p o co im posibilita com p rend erla co m o capacidad para aprender de la exp e­ riencia, en esa característica d isociación tem p oral que nos p erm ite vivir en cada instante proyectos que to m an con cien cia del pasado. Sin em b argo , n o h a y que co n fu n d ir el noos, qu e d esig n a m ás bien u n a “ fu n c ió n ” o p roceso, co n lo qu e a ctu alm en te se en tien d e p o r el

52 Von Fritz, “Noos and noein in the Homeric poems”, p. 91.

1 0 0

I

EL D E S A R M E

DE

LA C U L T U R A

Yo, p ues el noos n o es u n a e n tid a d apreh en sible p o r e n sim ism a m ien to o in tro versió n , co m o el “ p u ro p en sar” del cogito ca rtesian o o la autoco n cien cia co m o a bsoluto. T a m p o co so m o s a u to con scien tes del d e s­ e n ca d en a m ien to de este d isp ositivo . N o se co n stitu ye c o m o algo s u b ­ je tiv o o p u esto a lo o b jetivo , lo e x te rio r al in d iv id u o , sin o qu e en él esta d iferen cia está ausente: el noos design a u n p ro ce so d irig id o a las co sas, h a cia fu e ra , y d e se n ca d e n a d o d esd e fu era . L os lím ite s entre su b jetivo y o b jetivo , in te rio r y e xte rio r se hacen b o rro so s. El noos n o está en el in te r io r d e l in d iv id u o n i c o m o u n a co sa, n i c o m o u n a sustan cia, n i co m o la fu en te a u to su ficie n te de esta a ctiv id a d m en tal co g n o scitiv a . En la in m en sa m a y o ría de lo s e je m p lo s qu e v e m o s en H o m e ro , la co m p re n sió n qu e d e sig n a noein n o im p lica u n a o b s e r­ v a c ió n o u n a a te n ció n v o lu n ta ria , “ sin o qu e es el re su ltad o de u n a v iv a im p re s ió n q u e lle g a a la m e n te d esd e fu e ra y co n u n sú b ito im p a c to , o de un len to p ro ce so en el qu e lo s d iferen tes e le m e n to s q u e lle g a n al c o n o c im ie n to d e l su je to g r a d u a lm e n te fo rm a n u n a p in tu r a co n cre ta de la s itu a c ió n ”, y “ en lo s p o c o s casos en lo s qu e noein es p re ced id o p o r u n a a te n ció n v ig ila n te , los do s actos m en tales son d is tin g u id o s siem p re c u id a d o s a m e n te ”.53 A d em á s, a d iferen cia del Yo, el noos v a ría segú n las circu n sta n cia s. U n m ism o in d iv id u o p u ed e ten er d iferen tes nooi en diferen tes co n te x to s, p u es, c o m o U li­ ses declara, “ el p en sa m ie n to (noos) d el h o m b re qu e p isa la tierra se ajusta/ co n la su erte d e l d ía qu e el p a d re de d io ses y h u m a n o s v a m a n d a n d o ” (O d . 18.136-137). El noos está asociado a las e m o cio n e s54y, co m o ellas, está en relación in extricable con el thymos, p ero sin em b argo no es ni u n a sustancia ni

53 Ibid., p. 87. En nota, nos remite com o ejemplo a II. 22.90 y ss. Aunque Héctor había observado atentamente a Aquiles acercándose, y estaba resuelto a luchar contra él, sin embargo sólo lo invadió el miedo cuando lo tuvo justo delante blandiendo su espada, sólo en ese m om ento fue cuando comprendió, enoése (136), lo que significaba luchar contra “el m ejor de los aqueos”. 54 Véanse en II. 3. 21 y ss.; 30 y ss.; 369 y ss., ejemplos en los que a noein le sigue un verbo que expresa emoción violenta. Véase von Fritz, “Noos and noein in the Homeric poems”, pp. 84-85.

LA A U T O N O M I A

DEL

PERSONAJE

HOMÉRICO

I

101

un a p asió n . C o n v ie n e insistir en este p un to: no h a y n in g u n a evid en cia en los p o e m a s h o m é rico s qu e p e r m ita c o n ce b ir al noos co m o u n a en tidad separada, en analogía con la psyché.55 El noos es algo abstracto e in tan gible que em erge del p ech o tan gible, y la m ateria qu e sustenta al noos es la u n id a d del ser h u m a n o co m o agente p sico ló g ico .56 Pero esta u n id ad , insiste C larke, n o descansa en n in g u n a sustancia, cosa o e n tid ad estática, p o rq u e la v id a del in d iv id u o h o m é rico se considera fu n d am en ta lm en te en térm in o s de procesos-, p o r esto m ism o , p o r su carácter d in ám ico , fluyente y on d ean te, la resp iración y los órgan o s en el p ech o expresan id ó n eam en te el flu jo de la v id a m en tal.57 A sí pues, a diferen cia del h o m b re p lató n ico -cartesian o , el h o m b re h o m é rico n o es con scien te del noos co m o “ p u ro p en sar”, n i sus fa cu l­ tad es m en ta les so n en a b so lu to el d a to p rim a rio , la garan tía, de su existir. M u y p o r el co n tra rio , lo s in d iv id u o s h o m é ric o s viv e n y “ se p ien san ” v iv ien d o , ten ien d o co n cien cia de su cu e rp o , sus em ocion es, sus d isp osicio n es y sus actitud es h acia el m u n d o y los m u n d o s de los q u e fo rm a n parte y los con stituyen . El carácter fis io ló g ic o -co rp o ra l y el relacion al, situacion al, son co n stitu tivo s del in d iv id u o h o m érico . El in d ivid u o h o m é rico n o es u n a en tidad cerrada, aislable, u n homo clau­ sus, que se pien sa co m o tal o qu e se da a la in tro sp ecció n . A m o d o de reca p itu la ció n , co n vien e insistir en los d os p u n to s m ás im p o rtan tes en esta visió n h o m é rica del in d ivid u o : su carácter m o n ista -fisio ló g ico y su co n sid e ra ció n relacion al. En cu a n to al p rim ero , n o está de m ás in sistir en los asp ectos fu n d am en ta les de esta relación entre el cu e rp o y la a ctiv id a d “ e m o c io n a l-m e n ta l” : i) la m ateria de esta a ctiv id a d “ e m o c io n a l-m e n ta l” es u n a co n la m ateria del cu erp o del in d ivid u o ; 2) la relación entre el v o ca b u la rio “ e m o c io n a l-m e n ta l” y el Yo d el h o m b re h o m é ric o es v a ria b le , y só lo los resu lta d o s del p en sam ie n to p u ed en distin guirse d ecisivam en te de la carn e y la san ­ gre de d o n d e em ergen. A la lu z de estos p u n to s, C la rk e destaca que el h o m b re h o m é rico se n os revela co m o un continuum en el que su v id a

55 Ibid., p. 83. 56 Clarke, Flesh and spirit in the songs of Homer, p. 124. 57 Ibid., p. 115.

102

I

EL D E S A R M E

DE

LA C U L T U R A

m e n ta l está in se p a ra b le m e n te u n id a a lo q u e h o y lla m a r ía m o s el cu erp o ,58pero q u e n o sería exactam en te lo m ism o, p o rq u e n o se piensa en cu a n to carn e y sangre co m o o p u esto a m ente y esp íritu. A la p ar qu e m o n ista -fisio ló gica , la p erso n a lid ad de los in d ivid u o s h o m é ric o s es re la c io n a l, in te rd e p en d ien te. La p re o c u p a c ió n p o r sí m ism o s n o se d esliga de la re lació n co n el m u n d o e xte rio r, co n los o tros. La v isió n de sí del in d iv id u o está v in cu la d a a factores extern os y a fuerzas qu e n o co n tro la, a circu n stan cias cam bian tes ante las cu a ­ les está o b liga d o a redefin irse co n stan tem en te. La co n cien cia de estar co n stitu id o en gran parte p o r fuerzas qu e escapan a su co n tro l es un a sp ecto fu n d am en ta l de esta n o c ió n h o m é rica del in d iv id u o . El h o m ­ bre h o m é rico , p o r tan to , n i b u sca un n ú cleo central, un “ verd ad ero y o ”, de su p erson a, n i “ ren u n cia a su id en tid a d a la m a n era b u d ista ”, sin o que “ bu sca al co n trario co n stan tem en te a su a lred ed o r u n área en cu yo in te rio r p u ed a operar. Se defin e en térm in o s de recursos y de pro blem as”.59 Su carácter n o es u n a circun stancia que le vien e im p uesta a priori, sin o qu e lo v a m o d e la n d o en la lu ch a p o r adaptarse al “ día qu e el padre de los dioses y de los h o m b res v a m a n d a n d o ” ; se v a co n ­ figu ran d o , d iría m o s, h istó rica m en te, a u n q u e está claro qu e u n c o n ­ ju n to de d isp osicio n es, sensibilidades, h ábitos y creencias fo rjad os en la v id a pasada (y qu e e n g lo b a m o s b a jo la e tiq u e ta de carácter) es el qu e le p erm ite en frentarse a las d em an d as del día n o co m o m era m a ­ rio n eta o ju gu ete del destino. C o m o h em o s visto , esto n o quiere d ecir que el h o m b re h o m é rico n o se co n cib a co m o u n a u n id a d , o qu e se disuelva en las fuerzas que lo atraviesan. Baste d ecir qu e el h o m b re h o m é rico , adem ás de d ecir “ q u ie ro ”, “ten go la in te n ció n de”, tien e n o m b re p ro p io , lo que lo co n s­ tituye in d iscu tib lem en te co m o u n in d ivid u o . La d iferen cia co n la p o s­ terio r n o c ió n filo só fica de in d iv id u o consiste, co m o señala R edfield, en esto: “ Sócrates y los santos alcan zan la p len itu d de su ser a p artan d o la d istracció n , d ecan tan d o el sen tim ien to d el yo, m ientras q u e el héroe

58 Clarke, Flesh and spirit in the songs o f Homer, p. 126. 59 Redfield, “ Le sentiment homérique du M oi”, p. 106.

LA

AUTONOMIA

DEL

PERSONAJE

HOMÉRICO

I

IO

3

se realiza sin tetizan d o sus co m p lejid a d es, respetan do la p ro b lem ática in tegral del y o ”.60 A sí, en co n tra m o s en los p o em a s h o m é rico s héroes qu e se h ablan a sí m ism o s, con scien tes de las partes de su cu e rp o que les causan p ro blem as. El ejem p lo m ás g ráfico de esto lo vem o s en la Odisea 2 0 .10-24, do n d e U lises, en ce n d id o de ira al ver la alegre c o m ­ p licid ad de las siervas de su p alacio con los arrogan tes p reten dien tes qu e en él ca m p ab a n p o r sus respetos, sopesa, repasando m il cosas en m ente (kata prhena) y entrañas (kata thymon), si habría de saltar sobre ellas y darles a todas la m uerte o dejar qu e se un iesen a aquellos so berbios galanes o tra vez, la postrera; y así el c o ra zó n (kradië) le ladraba, co m o ladra la p erra qu e am p ara a sus tiern o s cach o rro s cu a n d o ve a alguien extra ñ o y se apresta a luchar. Tal a U lises le ladró el co ra zó n (kradién) in d ig n a d o de tales vilezas, p ero él le in crep ó go lp eán d o se el p ech o y le dijo: “ C a lla ya, co ra zó n (kradië), que otras cosas m ás d uras sufriste co m o el día que el cíclo p e, de fuerza sin par, devo rab a m is valien tes am igos: tú allí te aguantaste y, al cabo, con la m uerte a la vista, m i ard id te sacó de la cueva.” D e este m o d o in crep ó al co ra zó n (étor) en su p ech o y le h izo que quedase en entera o b ed ie n cia y su frién d o lo to d o sin co n su elo . M as hete qu e él m ism o agitábase en dudas: cual v a ró n que ante el fu ego da vu eltas de un la d o y de otro a u n a trip a repleta de grasa y de sangre que quiere, p ro n to asada ten er p o r entero [ ...] . A q u í, la lu ch a in te rio r de u n h o m b re q u e se d eb ate entre seg u ir el im p u lso o con ten erse se desarrolla en élp h rën y el thymos, p ero, co m o co m en ta R edfield,

60 Ibid., p. 108.

1 0 4

I

EL D E S A R M E

DE

LA C U L T U R A

al m ism o tiem p o U lises en tra en co n ta cto con u n a capa m ás p ro ­ fu n d a de su có lera [ ...] . Pero U lises a rgu m en ta sim u ltán eam en te con su corazón. Sin d ud a un a co n ducta anim al requiere un a reacción anim al; el m enos e ngen dra el menos. Pero esta respuesta n o es siem ­ p re la m ás eficaz; a veces es p referible la astucia. Ésta resultó co n el cíclo p e, resultará tam b ién ahora. A l térm in o de este debate interior, U lises se d o m in a y regula su ëtor. Su fu ro r p erm an ece in tacto p ero n o pierde el co n tro l de sí. La p erson a de U lises es a la vez estos fra g­ m en to s dispersos en co n flicto y la v o z qu e los llam a al o rd en .61 En este debate interior, sin in terven ció n d iv in a algun a, vem o s en ju ego to d o s los elem entos de la v id a e m o c io n a l-m en ta l que h em o s ve n id o señ alan do, así co m o el p ap el in te grad o r de esa ca p a cid a d de “p en sar h acia delante y h acia atrás” p ro p ia del noos.62 C o m o o b serva R edfíeld, este sen tim ien to arcaico del in d iv id u o no h a desaparecido. En este sentido, los p o em as h o m é rico s “ n os p erm iten h acer vo lv er a la sup erficie p lan o s de n uestra e xp erien cia qu e m o d o s de co n cep tu a liza ció n m ás m o d e rn o s h abían rech azad o ”.63 La re cu p e ­ ra ció n de esta capa subyacente de n uestra exp erien cia c o m o h u m an o s, e lim in a d a en la p re d o m in a n te co n cep tu a liza ció n d el su jeto ético de raíces socráticas y cristianas,64 es un e n riqu ecim ien to de n uestra visió n de la n atu raleza hu m an a.

61 Redfíeld, “ Le sentiment homérique du M oi”, p. 108. 62 Redfíeld destaca la importancia del debate latente que esta complejidad

conlleva, y que impide una reducción del héroe al modelo social. “Preguntando: ‘¿qué se espera de mí? ¿Cóm o puedo ganar el respeto?’ el héroe pregunta también: ‘¿qué es lo que siento a este respecto?’ [...] Mientras el yo social se adapta a la sociedad, el yo somático paga el precio y eleva protestas. Esta alteridad del yo respecto de sí mismo ofrece un terreno sobre el cual el yo puede afirmarse. La elección es el resultado de tratos entre motivaciones jerarquizadas y claramente conceptualizadas” (ibid., p. 108). 63 Ibid., p. 110. 64 En este sentido, en nuestra tradición filosófica caracterizada por el olvido

del cuerpo, Nietzsche será una excepción significativa, por su reivindicación de la importancia de la visión corporal del individuo com o dato primario:

LA

AUTONOMÍA

DEL

PERSONAJE

HOMÉRICO

I

105

Individuo platónico frente a individuo homérico En el p en sam ien to grieg o p o ste rio r a H o m e ro la co n cep ció n del in d i­ v id u o v a a e xp erim en tar ca m b io s sustanciales, em p e za n d o p o r la p ro ­ p ia c o n c e p c ió n de la psyché. El d u a lism o c u e rp o -a lm a , ausen te en H o m ero , aparece ya de m o d o claro a finales del siglo v a .C . Será Platón el qu e abord ará este d u a lism o de m o d o m ás e la b o ra d o e in flu yen te, y o to rg a rá a la psyché un a realid ad y p re em in en cia im p en sables en la épica. A pesar de las distintas visio n es de la co n stitu ció n del alm a (es sim ple, tiene partes...) que en co n tra m o s en sus diálogos, la co n cep ció n de P latón es siem pre firm e en do s pun tos: el alm a es u n a clase de cosa d iferen te d el c u e rp o ;65 el y o d e l h o m b re , lo q u e realm en te es, es su alm a, m ás b ien qu e su cu e rp o .66 Para Platón la psyché, adem ás de in m ortal, es la sede de la vid a m e n ­ tal e intelectual del ho m b re, es su verdadero y o ,67 lo que constituye su ser,68 es enteram ente superior al cuerpo, y sólo desligándose de él puede alcan zar su p ro p io telos. Q u e este lo g ro es el o b jetivo p rin cip a l de su en señ an za es lo que p ro cla m a el Sócrates p la tó n ico ante sus jueces: “ Puesto que d eam b u lo n o h a cien d o o tra cosa m ás que p ersuadiros a vo so tro s, jó ven es y viejo s igu alm en te, a cu id a r (epim eleisthai) n o de vuestros cu erp o s ni de vuestras posesiones m ás prestos o tan to co m o de vuestra alm a - c o m o es lo m ejo r {téspsychés hopös ös aristé e sta i)-”.69 En la v is ió n so crá tico -p la tó n ica , el h o m b re m is m o {autos) n o es o tra cosa q u e su psyché in visible y desen carnada. Éste es y a u n m u n d o

“ Si algo tengo en mí de una unidad, está ciertamente no en el yo consciente ni en el sentir [,] querer [,] pensar, sino en otra cosa: en la inteligencia conservadora [,] apropiadora [,] exduidora [,] veladora de todo mi organismo, del que mi yo consciente sólo es un instrumento” (Fragmentos póstumos, frg. invierno 1884-1885,34 [46] ), Friedrich Nietzsche, Fragmentos postumos. Una selección, ed. de G. Wohlfart, trad, de J. Cham orro Mielke, Madrid, Abada Editores, 2004. 65 Por ejemplo, Gorgias 504C7-d3; Fedón 79bi-2. 66 Fedro Ii5d8-e4; Rep. 46^ 6-9; Alcibiades 1 ,130C3-6, e8-9. 67 El verdadero yo es el alma: Alcib. 1 130CI-3: [no es el cuerpo, ni el todo] “el alma es el hombre mismo” {hê psyché estín anthröpos); Fedón, ii5c-d.

68 “ Ton de onta hemön hekaston ontös”, Leyes, 959a5. 69 Apología, 30a.

1 0 6

I

EL D E S A R M E

DE

LA C U L T U R A

o p u esto al de H o m e ro , para el qu e la id e n tid a d d el in d iv id u o , co m o h e m o s visto , está p re n d id a a su co n ju n to c o rp o ra l, aun in clu so tras su m u erte. En m an ifiesto co n traste co n la psyché qu e ya les ha a b an ­ d o n ad o , los cu erp o s sin v id a de los gu erreros h o m é rico s siguen siendo el s o p o rte de su id e n tid a d , so n “ ello s m ism o s (a uto us)”, n os d ice la Ilíada en su co m ie n zo (i. 4). En clara o p o sició n a esta visió n h o m érica, P la tó n n os d ice qu e el gu errero al m o rir alza el v u e lo y qu e el cu e rp o que deja (leloipotos) n o es m ás que “ con lo q ue com batía, hoi epolemei”.70 A d viérta se qu e la fo rm a verb al de p asad o (leloipotos: d ejad o , a b a n d o ­ n ad o ) a d ju d ica u n v a lo r m eram en te in stru m en ta l al c u e rp o del g u e ­ rrero en vid a.71 El h o m b re y a n o es el co n ju n to co rp o ra l, sin o qu e el h o m b re tiene un cu erp o . N u n ca será e xagerad o in sistir en la v ita l im p o rta n cia de este rad ical ca m b io de co n cep ció n , cuyo s efectos segu im o s sufrien d o en n uestros días. N o sólo el cu e rp o deja de ser el h o m b re m ism o , sino qu e se d esvaloriza de tal m an era qu e se reduce a u n m ero in strum en to, u n a m era a p a rie n c ia ,72 in clu so un o b s tá c u lo qu e la re a liz a ció n del h o m b re m ism o exige n eu tralizar.73 A u n q u e el a lm a ya ad q u iere un a im p o rta n cia y u n p ro tag o n ism o , que n o tien en en H o m ero , a n te rio r­ m en te a P latón (A n ax im an d ro , H eráclito, ó rfico s, d e vo to s de las reli­ gio n es m istéricas, creyentes en el alm a-aire, etc.), lo n o v ed o so de este filó so fo es qu e e n fa tiz ó y d io p re em in en cia al alm a co m o in telecto , erig ié n d o lo en la m e jo r p arte74 d el h o m b re, en su verd ad ero ser.75 Ésta es u n a verd ad era re vo lu ció n cu ltu ral qu e ha afectad o p ro fu n d am en te

70 “ ¿No es una pequeñez de espíritu digna de una mujer tratar com o enemigo un cadáver, mientras que el enemigo ha partido, no dejando ahí más que el instrumento con el que combatía?” (Rep. 46gd). 71 Véase también Fedón ii5c-d, donde Sócrates, en su lecho de muerte, les recuerda a sus amigos que él no es el cuerpo que va a m orir y va a ser enterrado. 72 “ El cuerpo (soma) no es más que una apariencia (indallomenon) para cada uno de nosotros” (Leyes, 959a-b). 73 Véase Fedón, 65b-d. 74 T ím eo sle. 75 República, 10 .6nb-6i2a.

LA A U T O N O M I A

DEL

PERSONAJE

HOMÉRICO

I

IO

7

a las rep resen ta cio n es de la n atu rale za h u m a n a en O ccid e n te hasta n uestros días. Para P la tó n , a p esar d e sus d iferen tes visio n es de la a n a to m ía del a lm a, es el a lm a ra cio n a l, o la p arte ra cio n a l d el alm a, lo qu e es el verd ad ero yo. P lató n , al final de la República fo rm u la claram en te esta visió n del a lm a c o m o in telecto /razó n cu a n d o a rg u m en ta que “ lo que en ve rd ad es ( hoion d ’ estin tëi a létheiai)” un h o m b re, su “ verd adera n atu raleza ( ten alethé p h y sin )”, só lo p u ed e ser la p arte del alm a que am a la sabidu ría (6 n b -6 i2 a ), y que, c o m o co rresp o n d e a su p arentesco co n lo q u e es d iv in o , in m o rta l y e te r n o / 6 este a m o r a la sab id u ría con siste en la d e d ica ció n p o r co m p le to a la p ro se cu ció n de o b jeto s de esta n atu raleza .77 A q u í n os e n co n tra m o s con un tercer p u n to ce n ­ tral en la co n ce p ció n p la tó n ic a d el alm a: qu e esa alm a es afín al o rd en in ta n gib le del “ kosmos noëtos”, in variable y etern a co m o las ideas m is ­ m as. Este p u n to es im p o rta n te p u es n os d a la v e rd a d e ra d ista n cia en tre las p ro p u esta s éticas d el p la to n is m o (y de b u e n a p arte d e la tr a d ic ió n filo só fica p o ste rio r) y las d el m u n d o h o m é rico : m ientras que los personajes homéricos contrastan sus valores y pautas de conducta con la experiencia vivida reafirm ándolos o m odificándolos, el individuo p latónico busca criterios invariables e independientes de toda determ i­ nación espacio-tem poral. En a rm o n ía co n esta v is ió n , P la tó n fue el p rim e r p en sad o r en re co n o c er un m o d o de existen cia qu e n o está en el esp a cio .78 En o p o sició n y lu ch a co n la v isió n h o m érica , en los d iálog o s p la tó ­ n icos n os e n co n tra m o s con el p rin cip io de u n a idea del h o m b re que ten d rá u n a p o d ero sa e in flu yen te historia: la del sujeto centrado e in ­ tegrado. Según esta idea, la su b o rd in a ció n d el cu e rp o al alm a co rre

76 Xyggenës ousa toi te theío kai athanatoi kai toi aei onti (611e). 77 Lo opuesto precisamente a la visión de la sabiduría que proclama el coro de Las Bacantes de Eurípides, contemporáneamente a Sócrates: “lo sabio no es sabiduría (to sophon d ’ou sophia),/ ni el pensar sobre cosas imperecederas (mé thnéta)/ ¡Breve es la vida! Y en ella/ quien persigue grandes (megala) cosas/ no alcanza las presentes (ta paronta)” (w . 395-399)· 78 Tim. 51e y ss. Para Reneham, ésta sería la primera form ulación de la concepción de inmaterialidad.

108

I

EL D E S A R M E

DE

LA C U L T U R A

pareja co n el desideratum de qu e to d o s los co n stituyen tes de n uestro m u n d o m e n ta l-e m o c io n a l sean s u p erv isa d o s y, en la m e d id a d e lo p osible, co n tro lad o s p o r un agente central, representante p reem in en te del y o c o m o un to d o . Esta idea de sujeto centrado, de hom o clausus, exige la d e sa p a rició n de la re lació n ta n to d el h o m b re co n el m e d io c o m o de los elem en to s qu e lo co m p o n e n . C o n s e c u e n te co n esta c o n c e p c ió n , fro n ta lm e n te o p u e sta a la h o ­ m é ric a , el c u e r p o se o r g a n iz a a lr e d e d o r d e la id e a de u n c e n tro ú n ic o , c o m o se n os d e sc rib e co n d e ta lle en el T im eo,79 y lo s la zo s se v u e lv e n in ta n g ib le s. El o rig e n d e to d o s lo s h u eso s y de la carn e es la gén esis de la m é d u la ( tou m uelou genesis), d o n d e están a ta d o s los la zo s q u e lig a n el a lm a al c u e rp o , e im p la n ta d a s las raíces de la e s­ p e cie m o rta l. El dem iourgos fo rm ó la m é d u la y e n g e n d ró en su in ­ te r io r “ la e sp ecie de las a lm as (ta tö n p sy ch ö n g en ë)" (7 3 b -c). B o len s s u b ra y a q u e el a lm a se co n v ie rte en sin g u la r en el tex to c u a n d o el demiourgos liga el alm a al cu e rp o d en tro de la m éd u la, in tro d u cie n d o así h á b ilm en te la d ico to m ía un alm a/un cu erp o . La liga zó n de lo in ­ tan gible (el alm a) a lo tan gible (el cu e rp o ) se expresa co n la m etáfo ra del liga m en co m o raíz, qu e enfatiza la idea de su fuerte in serción . D e este m o d o la m o v ilid a d se deshace a la v e z que la m u ltip licid a d .80 A diferen cia de la llíada, d o n d e los lazos eran ligam en tos con cretos c o m o los ten don es, en el Tim eo son ligaduras in tan gibles, raíces m etafó ricas q u e atan el alm a al cu e rp o . El c u e rp o se o rg a n iza de d e n tro afu era. Para recep tácu lo de la sem illa d ivin a, p rim e ro se m o ld ea el cerebro en la fo rm a de u n g lo b o p erfecto, al q u e se le une la co lu m n a, redon deada y alargada, de d o n d e p artirán los lazos de to d a el alm a (pasës psychés desm ous), la n zad o s a fu era co m o d esd e anclas (kathaper ex agkyron ballom enos). A c o n tin u a c ió n el dem iourgos ro d e a to d o esto de u n a envoltura p ro tecto ra (stegasma), un a rm azó n enteram en te ó seo (holon osteinon), y fin a lm e n te fa b rica el c o n ju n to de este c u e rp o n u estro (xym pan hédé to söm a h em ö n ).Sl

79 En lo que sigue expongo el análisis de G. Bolens. 80 Bolens, “Homeric joints and the marrow in Plato’s Timaeus”, p. 153. 81 Timeo, 7 3c-d.

LA A U T O N O M Í A

DEL

PERSONAJE

HOMÉRICO

I

I O

9

Esta m an era de co n ceb ir la “ fab ricació n del cu e rp o ” respon de a u n a visió n gen eral del h o m b re b asada en la d ico to m ía dentro/fu era y en la idea de envoltura. La fu n ció n p rin cip a l de b u e n a parte del esqueleto es cu b rir y contener. El p ro p ó sito p rin cip a l del cu e rp o n o es m overse, y se co m p o n e de p rotectoras capas superpuestas y de ligaduras a sim i­ ladas a anclas que aseguran su estabilidad. Las articu la cio n es que se les p ro p o rcio n an a los huesos tienen c o m o finalidad proteger la m édula, evitan do q ue la estructura ósea, p o r su dureza e in flexibilidad, se rom p a fácilm en te y la d añ e.82A sim ism o , las sucesivas envolturas que van del cen tro hacia el exterio r se crean exclu sivam en te para albergar y p ro ­ teger la parte m ás im p o rta n te d el cu e rp o qu e está lo ca liza d a en ese centro ún ico. La o p osició n frontal entre esta visió n y la visió n ho m érica del cu erp o , representado en térm in o s de eventos, relacion es y p lu ra li­ dad, es m ás qu e eviden te. En lo qu e se refiere a las articu la cio n es se m an ifiesta tam b ién esta o p o sició n , pues en el cu e rp o h o m érico , fu n ­ d am en talm en te co n stitu id o de in tervalos, el in tervalo con sus separa­ ciones y jun tu ras es p revio al todo, m ientras q ue en el cu erp o del Timeo las a rticu lacio n es tienen el p ro p ó sito de p roteger la m éd u la, y el in ter­ valo se inserta en la co n tin u id ad de los huesos ya previam en te creados.83

II. LOS PERSONAJES H O M ÉRICO S NO SON M ERAS M ARIO N ETA S DE LOS D IO SES, SINO IN D IV ID U O S CO N C A PA C ID A D DE DE LIBE R AR, TO M A R D E CISIO N E S Y A C T U A R SEGÚN ELLAS

T oca a h o ra ab ord ar un a co n fu sió n qu e ha ten id o y tien e gran peso en la in terp retació n de la Ilíada: lo in fu n d a d o de d e d u cir de la presen cia de los dioses la n egació n de la a u to n o m ía h u m an a. Y esto n os em plaza a u n análisis m ás atento y circu n scrito de la cu e stió n del á m b ito de a u to n o m ía del in d iv id u o h o m é rico en la litada. Para d e sm en tir esa

82 Timeo, 74b. 83 Bolens, “ Homeric joints and the marrow in Plato’s Timaeus”, p. 156.

110

I

EL D E S A R M E

DE

LA

CULTURA

in terp retació n de gran y d u rad era in flu en cia que n iega a los p erso n a ­ jes h o m é rico s su calid ad de agentes en sen tido p len o , a d u cie n d o que n o son ellos p ro p iam en te los que to m a n decision es acerca de su c o n ­ d u c ta sin o qu e son los dioses los qu e las to m a n p o r e llo s,84 h a y que señalar en p rim e r lu g ar qu e en la Ilíada n os e n co n tra m o s co n p erso ­ najes que, e n fren tad o s a la n ecesid ad de elegir entre distintas m aneras de actuar, to m an las d ecisio n es p o r sí m ism o s, p revia p o n d e ra ció n , y actú an en co n secu en cia sin in flu en cia d iv in a alguna. A sí, p o r ejem plo, H o m ero nos cuen ta que D eifob o , retado a com bate p o r Id om en eo , vacilab a entre do s decisiones: p ro cu rarse co m o co m p añ e ro a u n o de los m a gn án im o s troyanos, retirándose atrás, o bien p ro b a r suerte él solo. En el cu rso de sus p en sam ien to s le p areció lo m ejo r ir en b u sca de Eneas (II. 13. 455-460). Éste es u n o de los eje m p lo s85 que n os im p id en co n clu ir q u e los héroes h o m é rico s actú an m era m en te im p u lsad o s p o r resortes o agentes e x ­ tern os a ellos. En diversos pasajes de la Ilíada se in d ica de m o d o claro q u e la a ctu a ció n de lo s p erso n a jes v a p re ce d id a de la d u d a y de la co n sigu ien te p o n d e ra ció n de razon es. Para señalar este estado d u b i­ tativ o , q u e a p la za la resp u esta, el g rie g o h o m é ric o u tiliza el v e rb o m erm erizein, estar en d u d a o p en sativo , m ie n tra s qu e la re so lu ció n p o r u n m o d o de actu ar, p o rq u e le p arece m e jo r al a gen te, se hace e xp lícita p o r m e d io de exp resiones co m o öde hoi phroneonti doasseto kerdion einai (p en sán d o lo , a él le p areció lo m ejor, 13.458; O d. 22.338; 24· 339) o héde dé hoi kata thym on aristë p haineto boulé (éste [fue] el p lan m e jo r en su thymos, 2.5; 14.161).

84 Snell, Die Entdeckung des Geistes, cap. 1; D odd, Los griegos y lo irracional, pp. 27 y ss. 85 Otros cuatro monólogos deliberativos en la litada: 11.403-410 (Odiseo); 17. 90-105 (Menelao); 21.552-570 (Agenor); 22.98-130 (Héctor).

LA A U T O N O M I A

DEL

PERSONAJE

HOMÉRICO

I

111

Este p roceso de deliberación , p o n d e ra ció n y reso lu ció n que p recede a la a c c ió n , es el e x p o n e n te d e l á m b ito de a u to n o m ía , in te n c ió n y d ecisió n p ro p io del h o m b re h o m é rico . El h e ch o decisivo, en este sen ­ tid o , es que la llía d a m u estra a in d ivid u o s d elib era n d o y ten ien d o que darse a sí m ism o s razones para actuar de d eterm in ada m anera. Y, co m o o cu rre igu alm en te en la so cied ad actu al, los diferen tes grad os de ejer­ cicio de esta a u to n o m ía del agente (que varía según los casos, los in ­ d iv id u o s, las situacion es) d ep en d erán de qu e las razon es sean la rea­ firm a ció n de u n a n o rm a so cial, o im p liq u en ra zo n a m ien to s m en o s estereotip ad os o lleguen in clu so a p o n er en cu estió n los fu n d am en to s m ism o s de las reglas de la co n d u cta heroica. E jem p lo del p rim e r caso es el de O d iseo cu an d o , d ebatién d o se entre h u ir o resistir la aco m etid a de los troyanos, d ecide a guan tar h acien d o suyo un lem a de la co n d u cta heroica: “ Sé que son los cobardes quienes se alejan del com bate,/ y que el qu e se p o rta con b ra v u ra en la lu ch a d ebe resistir” (11. 408-409). E jem p lo del segu n d o caso es el de M en elao , qu e rechaza la n o rm a m o ra l qu e aplicaba O d iseo y rehúye el com bate, argu yen do p ara sí que la d e sig u a ld ad de fu erzas es sign o de qu e su c o n trin c a n te (H é cto r) lu ch a “ co n la ayu da de los d io ses” {ek theophin, 17.101): y he aquí que d ijo ap esad u m b ra d o a su m a g n á n im o co ra zó n [thym on]: “ ¡Ay de m í! Si a b an d o n o la b ella arm ad u ra y a P atro clo , que aquí yace p o r h ab er b u sca d o m i h o n ra, es de tem er que m e vitu p e re el que m e vea de los dáñaos. Pero si lu ch o y o solo co n tra H é cto r y co n tra los tro yan o s p o r p u n d o n o r [aisáestheis], h a y riesgo de qu e los m u ch o s rodeen al solo: H éctor, de trem o lan te p en ach o , trae aquí a to d o s los troyanos. ¿Pero p o r qu é m i á n im o [thymos] m e [moi] ha suscitado este debate? C u a n d o en co n tra de la d eid ad u n h o m b re desea lu ch ar co n u n o al que el dios h o n ra , p ro n to ru ed a sobre él u n a gran calam idad. Por eso n o m e v itu p e ra rá [nemesésetai] n in g u n o de los dáñ aos que m e vea

112

I

EL D E S A R M E

DE

LA

CULTURA

retirarm e ante H éctor, p o rq u e él co m b ate con el favor d iv in o [ek theophin]. Si al m en o s oyera en algún sitio el grito del valero so A yan te, am bo s p o d ría m o s regresar ju n to s y recu p erar el coraje hasta co n tra un a deidad, p ara ver si lleváb am o s el cadáver [nekron] ante el Pelida A quiles: de los m ales sería el m e n o r” (17.90-105). En este caso, M e n e la o an te p o n e u n a n o r m a m o ra l (só lo lo s n ecio s lu ch an co n tra los dioses) para ju stifica r su in cu m p lim ie n to de o tra qu e le o b lig a ría a p e rm a n e ce r en el co m b a te (só lo los co b a rd es se retiran). G ask in señala p ertin en tem en te la so fisticació n de este ra z o ­ n am ien to en un h o m b re del ran go y el tem p era m en to de M en elao , a qu ien el co n sid erable p eso de la segun da de estas n orm as le d ificu lta resistirse a su atracció n .86 E jem p lo de u n a reflexiva p u esta en cu estió n de los fu n d am en to s m ism o s del m o d e lo h e ro ico es el de A q u iles en su gran p arlam en to del can to 9 en el q u e, tras argu m en tar que: Igual lote co n sigu en el in activo y el qu e pelea con denu edo. La m ism a h o n ra o b tien en tan to el co barde co m o el valeroso. Igual m uere el holgazán que el autor de num erosas hazañas (318-320). co n trap o n e fro n talm en te, c o m o analizarem os en detalle m ás adelante, la v id a y el m u n d o de los afectos a los valo res qu e alim en tan la gu erra y la m u erte heroica. El qu e algu n as de estas d e lib era cio n es ap arezcan co m o d iá lo g o s in terio res n o n os deb e de llevar a la co n clu sió n e q u ivo ca d a de qu e el in d iv id u o h o m é rico es u n a co lecció n de elem en to s y fuerzas carente de in stan cia u n ifica d o ra que los e n g lo b e. N o está de m ás rep etir que n o es sino a ese co n ju n to o to d o al que rem iten los n om b res p ro p io s

86 R. Gaskin, “ Do Homeric heroes make real decisions?”, Classical Quarterly 40.1,1990, pp. 1-15, en especial p. 9.

LA

AUTONOMIA

DEL

PERSONAJE

HOMÉRICO

I

II3

y lo s p ro n o m b re s p erso n a le s, qu e H o m e ro en a b so lu to se p riv a de usar. T an to O d ise o (11. 403 y ss.) co m o M e n e la o (17. 91-105), en sus respectivo s d iá lo g o s in terio res, se refieren a “ m í” (o m oi e g ö ...) en la m ism a m e d id a qu e al thymos. En estos pasajes, las m ism as p alabras qu e se in tro d u c e n co m o d irig id a s p o r el h é ro e m is m o a su thymos (“ agitad o h a b ló así a su o rg u llo so co ra zó n ”, thym os), a co n tin u a ció n se le atrib u yen a éste co m o su em isor: “ ¿pero p o r qu é m i thymos m e habla a m í (m oi) así?” (11.407 = 17.97 = 22.122). La in tercam b iab ilid ad entre n o m b re p ro p io , y o y thymos e vid e n cia qu e en a lgu n o s casos éste se usa p ara designar, n o u n a parte e sp ecífica , sin o el to d o o rg á n ico qu e se d esd ob la en un d iá lo g o co n sig o m ism o . D ad as la co n cep ció n o rg án ica y d in ám ica de la u n id a d co n stitutiva del in d iv id u o h o m érico , así co m o la a u sen cia d e la c o n c e p c ió n de e n tid a d in m a te ria l, y de in m a te ria lid a d , en H o m e ro , n o es de e xtra ñ ar qu e p ara referirse al in terlo cu to r, y a la v e z em isor, de este d iá lo g o in te rio r se recu rra a u n o de estos térm in o s y n o a u n “ sí m ism o ”. A sí c o m o la a u s e n cia de u n a c o n c e p c ió n d e l “ sí m is m o ” c o m o in m a te ria l, a b stracto , ce n tro u n ific a d o de lo esp iritu a l, n o co n vie rte al in d iv id u o h o m é ric o en u n a m e ro a grega d o de e le m e n to s o fu n ­ cio n es sin u n id a d qu e las e n g lo b e , la in ex iste n cia en el léx ico h o m é ­ rico del té rm in o “ v o lu n ta d ”, o de u n su stan tivo eq u iva len te a “ in te n ­ ció n ”, ta m p o c o p riv a a los p erso n a je s de la Ilíada de las n o c io n e s de in te n c ió n o d e cisió n . A p a rte de o tro s recu rsos lin g ü ístico s q u e n os h acen saber qu e los h éro es a ctú an co n u n a d e te rm in a d a in te n c ió n o m o tiv a c ió n (co m o , p o r e je m p lo , c u a n d o N é sto r in sta a sus tro p as para qu e lu ch en m a n te n ié n d o se a g ru p a d o s, re ca lcan d o qu e así c o m ­ b a tía n lo s h éro es de a n ta ñ o , “ co n este p ro p ó sito [noon] y este á n im o [thym on] en el p e ch o ”, 4 .3 0 9 ),87 el té r m in o q u e H o m e ro u tiliza p ara in d icar esp ecíficam en te el ca rá cter in te n c io n a d o o d elib era d o de un a

87 Gaskin comenta que “el complejo noon kai thymon forma obviamente una sola idea con los elementos cognitivo y volitivo a la vez. Viendo lo que es correcto hacer, los hombres lo hacían. [...] (Subsumir lo volitivo bajo lo cognitivo puede considerarse equivalente a negar que la voluntad es lógicamente independiente de la percepción)” (ibid., p. 6).

114

I

EL d e s a r m e

de

la

cultura

a cció n es h ekön , q u e se p u ed e tra d u c ir p o r “ v o lu n ta ria m e n te ”, “ in ­ te n cio n a d a m e n te ”, “ de g r a d o ”.88 Este té r m in o co n fu n c ió n a d verb ia l p re cisa el ca rá c te r in te n c io n a d o de la a c c ió n d e l v e r b o al q u e va a so cia d o . A sí c o m o su fo rm a n eg ativa , aekön, destaca, p o r el c o n tr a ­ rio , qu e la a cció n es rea liza d a p o r el in d iv id u o , “ c o n tra su v o lu n ta d ”, “ de m a la g a n a ”, “ de m a n e ra n o in te n c io n a d a ”.89 La in te n c ió n , o la falta de ella, es lo q u e re sp e ctiva m e n te p o n e n de relieve lo s s ig n ifi­ ca d o s de estos té rm in o s. L os e jem p los de d elib era ció n qu e h e m o s a n alizad o se d an co n total ausen cia de dioses, y p o r ello son so brada p ru e b a de la existen cia de un á m b ito de a u to n o m ía del in d ivid u o h o m érico . La a p arició n de d io ­ ses, y su in te rv en ció n , en algun as o ca sio n es cu a n d o u n p erso n aje se en cu en tra en estado deliberativo , n o n iega en ab so lu to la in te n c io n a ­ lid ad y la d elib era ció n p ro p ia de los p erso n ajes h o m é rico s. El a rg u ­ m en to clave es que los dioses, lejos de arrebatar a los h o m b res su ca ­ p a cid a d de d e lib e ra r y d e cid ir v o lu n ta ria m e n te , fre cu e n te m en te la p o n e n en m o v im ie n to . A sí, en el p asaje en el qu e A q u ile s d u d a b a ( m erm ërizen) entre do s p o sibles accio n es, o desen vainar la espada y m atar a A g a m e n ó n o con ten erse, la in te rv en ció n de A ten ea a favor de esta segun da, n o con siste en im p o n érsela al h éro e, en h acerle cu m p lir sus in te n c io n e s co m o si fu era u n a m a rio n e ta a su d is p o s ic ió n . Su calidad de agente con capacidad de decisión p ro p ia se p o n e claram ente de m a n ifie sto en las p ala b ra s m ism a s q u e le d irig e la dio sa: “ Para ap acigu ar tu furia, si obed eces (ai k e p ith ëa ï), he v e n id o del cie lo ” (i. 207). La fó rm u la co n d icio n a l, “ si o b ed eces”, expresa e xp lícitam en te el re co n o c im ien to de u n área de a u to n o m ía d ecisoria de A q u iles. A c o n ­ tin u ació n , su in te rv en ció n se lim ita a tratar de p ersu ad irlo de qu e se co n ten ga, o frecién d o le u n a ra zó n n u ev a a con siderar: Ea, cesa la disp u ta y n o desenvaines la espada co n tu brazo. M as sí, in jú ria lo de palabra e in dícale lo que sucederá.

88 II. 4. 43; 6. 523; 23. 434-435· 89 II. 16.263-264.

LA A U T O N O M I A

DEL

PERSONAJE

HOMÉRICO

I

I I

5

Pues lo siguien te te v o y a decir, y eso qu ed ará cu m p lid o : un día te ofrecerá el trip le de tan to s esp lén d id o s regalos a causa de este ultraje: tu d o m ín ate y hazn os caso” (i. 210-214). La d io sa le asegura q u e, si se refrena, A g a m en ó n le ofrecerá un día el trip le de tan tos esp lén dido s regalos p o r este u ltraje (213-214). N o es­ tam o s ante un p erson aje m o v id o co m o un a u tó m ata, sin o que, co m o a d vie rte B e rn a rd W illia m s, A te n e a n o ha h e ch o m ás qu e a y u d a r a A q u iles en su co n sid era ció n acerca de qu é m o d o de a cció n es m ejor, d án d o le u n a ra zó n extra y decisiva, co n la que él n o co n tab a p re via ­ m e n te .90 D e m o d o sem e jan te in te rv ie n e la d io sa d a n d o ra zo n e s a P án daro, ante el qu e se presen ta b a jo la figu ra h u m a n a de su am igo L aó d o co , para p ersu ad irlo de qu e fleche a M en elao y se ro m p a de este m o d o la tregua, y tam bién: D eten ién d o se cerca, le d ijo estas aladas palabras: ¡O jalá m e ob ed ezcas [p ith o io ] en u n a cosa, b elico so h ijo de L icaón! Si así fuera, osarías arrojar sobre M e n e lao u n a v e lo z saeta y te alzarías con el favo r y la glo ria de to d o s los troyanos, p ero, p o r en cim a de to d o s, del rey A lejan d ro . S eguro que de él sobre to d o o bten d rías esp lén d id o s regalos, si vie ra a M en elao , el m arcial h ijo de A treo , su b ir a la p ira fún ebre d o b leg ad o p o r tu dardo. M as, ea, dispara u n a flech a al g lo rio so M en elao ” ( 4 .92-100).91 Estos pasajes d em u estran que, a pesar de las in terv en cio n es d ivinas, el agente h u m a n o decide p o r sí m ism o el curso de su a cció n . La c o n ­ ce p ció n de d elib eració n y de d ecisió n a u tó n o m a , p o r tan to, está cla­ ram en te presente en H o m ero . T an to es así qu e in clu so n os m u estra a

90 B. Williams, Shame and necessity, Berkeley, University o f California Press, 1993, P· 3 0 . 91 Véase también la aparición de Atenea ante Diomedes en 10.503-511.

Il6

I

EL D E S A R M E

DE

LA C U L T U R A

los dioses m ism o s d elib eran y llegan a co n clu sio n es (2. 3-6 ).92 C o m o vem o s, al igu al que los h u m a n o s en los casos co m en tad o s, el m ism o Z eu s tam b ién p o n d e ra ( m erm érize) antes de determ in arse p o r la que le p arece la m e jo r d ecisió n (aristé [ ...] boule). Q u e los dioses in terven gan d a n d o a alguien un a ra zó n n o in valida la ca p a cid a d de e lecció n del agente; m ás bien este esp acio q u e se les reco n oce señala, co m o sostiene W illiam s, la falta de e xp licación de p o r qué u n a ra zó n se le o cu rre al agente o d eterm in a su acción . Los dioses de H o m e ro o p eran en lu g ar de esas causas o cultas, que tam b ién n o ­ sotros e xp erim en tam o s cu a n d o n o p o d e m o s exp lica rn os p o r q u é un a ra zó n n os atrap a o p revalece sobre o tra .93 Lo que hace qu e p o d am o s co n sid erar a los person ajes h o m é rico s c o m o agentes é ticos, y n o co m o m ario n etas, es su ca p a cid a d de d elib era ció n , de to m a r decision es, de actuar, de obligarse, de con ten erse y auto con tro larse. L a a u to n o m ía d elib erativa y d ecisoria de los person ajes h o m é rico s n o q u ed a in valid ad a p o rq u e en o casio n es actú en im p u lsivam en te, sin m ed iar razon es. E vid en tem ente, tan to en el m u n d o h o m é rico co m o en el n uestro, la m ayoría de las accio n es no están precedidas de d e li­ b e ra ció n de razon es. La co n cep ció n de u n agente que actú a siem pre o la m a y o r parte de las veces p revia p o n d e ra ció n ra cio n al es u n a c o n s­ tru cció n id e o ló g ica m u y alejada de la e xp erien cia co m ú n . En o c a sio ­ nes, estas co n d u ctas in exp licables o im p u lsivas se atribu yen a la in ter­ ve n ció n de “ u n a d iv in id a d ” (theos, daim ön), y así señala, a la v e z que co n ju ra , de este m o d o , su in ex p lica b ilid a d . En n u estro m u n d o m o ­ d ern o sin dioses varían las form as de referirn os a esa zo n a o p aca de la m o tiv a c ió n de las a ccio n e s (“ ¿qué m o sca lo ha p ic a d o ? ”, “ se m e cru za ro n los cables”, “ será el in co n scie n te ”...). O tras veces, achacar d e ­ term in a d a co n d u cta rep robable a la directa in te rv en ció n d iv in a sirve de excu sa al agente (A g a m e n ó n en 19. 85-138). En o tro s casos, dioses co n ocid o s p rovocan d irectam ente a contecim ien tos o afectan a la m ente de los agentes sin que se esp ecifiqu e có m o .

92 Ésta es una razón adicional y decisiva para W illiams en contra de los que niegan que Homero conociera lo que es decidir por uno mismo. 93 Williams, Shame and necessity, p. 32.

LA A U T O N O M I A

DEL

PERSONAJE

HOMÉRICO

I

II7

El p u n to im p o rtan te es éste: el agente es responsable de los efectos de su acción, independientem ente de las motivaciones, propósitos e inten­ ciones, que la provocan. El carácter n o q u e rid o o in d u cid o de la acción n o exim en al p erson aje h o m é rico de la resp o n sab ilid ad sobre sus c o n ­ secuencias. A u n q u e A g a m en ó n atribuye a Zeus, a la M o ira y a las Erinias, el arrebato (atê) que lo p e rtu rb ó y lo llevó a qu itarle a A qu iles su geras (B riseida) (19.86 y ss.), sin em b argo esta e n ajen ació n transitoria n o lo exim e de su respon sabilidad. A sí lo reco n o ce el A trida: “ Pero ya que co m etí un grave erro r y Z eu s m e q u itó el juicio,/ estoy dispuesto a rep ararlo (aresai) y en tregar in m en so s rescates” (19.137-138). En el caso de A g a m en ó n , co m o señala W illiam s, ten em os cu atro ideas (al­ gu ien co n su actu ació n ha causad o un p erju icio ; in ten cion a d am en te o no; en un estado de m ente n o rm a l o no; y le atañe co m p en sar p o r ello) que corresp ond en a los elem entos básicos de cualquier con cepción de la respon sabilidad: causa, in ten ción , estado y respuesta.94 M erece destacarse tam b ién el caso de H elen a co m o ilu strativo de este sen tido de la respon sabilidad sobre los efectos de u n a acción , aun n o intencionada. A pesar de que sorprendentem ente Príam o, el m áxim o representante de los troyanos, la exon era de ser causante de la gu erra (dicién dole: “ Para m í tú n o eres culpable [aitie] de nada; los causantes [aitioi] son los dioses,/ qu e trajeron esta gu erra, fu en te de lágrim as, co n tra los aqueos” [3.164-165]), H elena n o p ued e dejar de sentir v iv a ­ m ente su respon sabilidad en el desen caden am iento de la guerra, cuyos

94 Ibid., p. 55. Los personajes de la llíada están m uy concernidos con la responsabilidad. O. Taplin llama la atención sobre la sorprendente desatención de los estudiosos respecto de los términos más claramente relacionados con culpa/inocencia: aitios, aitiaomai y términos relacionados. Entre diversos ejemplos de la llíada interesantes en este sentido (II. 13.111; 13. 222; 13.775; 19.410; 20.297; 21.275) escoge dos del prim er canto suficientemente ilustrativos: uno en el que Aquiles dice que los troyanos (contrariamente a Menelao) no son aitioi por lo que a él concierne (véase 1.153); y otro en el que el Pélida tranquiliza a los heraldos que vienen por Briseida diciendo: “para m í no sois vosotros los culpables (epaitioi), sino Agamenón,/ que os envía por la joven Briseida” (1.335-336; traducción de L. Segalá).

Il8

I

EL D E S A R M É

DE

LA

CULTURA

d e stru ctivo s efecto s está p re se n cian d o en p rim e ra fila. Y es p recisa­ m ente p o r eso p o r lo que, co n su m id a de llorar, exclam a. ¡O jalá la cru el m u erte m e h u b iera sid o grata cu a n d o aquí v in e en co m p a ñ ía de tu hijo, a b an d o n a n d o tála m o y h erm an os, a m i n iñ a tiern am en te am ada y a la qu erid a gente de m i edad! (3. 17 3 - 1 7 5 ) ·95

III. LOS IN D IV ID U O S H O M É R ICO S NO SON M ARIO N ETA S DE LA O PIN IÓ N SO CIA L

A sí co m o los person ajes h o m é rico s n o son sim ples m ario n etas de los dioses, ta m p o co lo son de la o p in ió n social. Su co n d u cta n o d epen d e exclusivam en te de san cion es exteriores. U n a de las distin cio n es que ha cread o m ás co n fu sió n y ha im p e d id o en ten d e r al in d iv id u o de este m u n d o arcaico (y de los m u n d o s ajen os al o ccid e n ta l) co m o agente ético, es la d istin ció n an titética entre “cu ltu ra de la vergü en za” y “ cu l­ tu ra de la culp a”, fo rm u la d a p o r la a n tro p ó lo ga Ruth B en ed ict y que p re stig io so s e in flu ye n te s h elen istas han h e ch o suya p ara ca ta lo ga r co m o “ cu ltu ra de la vergü en za” a la cu ltu ra griega antigu a. A u n q u e las bases teóricas de esta d istin ció n se p u ed en e n co n tra r en la co lecció n de M a rg a re t M e a d , Cooperation an d com petition a m on g p rim itiv e peoples,96 la fo rm u la ció n m ás clásica la ofrece R uth Benedict, para quien “ las verdaderas cu ltu ras ‘d e-la-vergü en za’ se apoyan en san cion es e x ­ ternas p ara el b u e n co m p o rtam ien to , n o sobre un a co n vicció n in tern a

95 Cf. II. 6.345-348· 96 La dependencia de sanciones externas o internas le sirve de criterio de clasificación de las culturas (M. Mead, Cooperation and competition among primitive peoples, Londres, M cGraw-Hill Book Company, 1937, p. 493)· Para una exhaustiva crítica de esta distinción véase D. L. Cairns, Aidös. The psychology and ethics o f honour and shame in ancient Greek literature, Oxford, Oxford University Press, 1993, del que soy deudor en lo que sigue.

LA A U T O N O M I A

DEL

PERSONAJE

HOMÉRICO

|

II9

de p ecad o , co m o en las verd aderas culturas ‘de cu lp a b ilid ad ’. La ver­ gü en za es u n a reacción ante las críticas de los dem ás”. Por ello, “requiere un p ú b lico o p o r lo m en o s un p ú b lico im agin ario. La cu lp a b ilid ad no. En u n a n ació n d o n d e el h o n o r sign ifica a daptarse a la im agen que u n o tiene de sí m ism o , un a p erson a p u ed e sentirse cu lp able au n q u e n adie esté en terad o de su m ala a cció n , y p o sib lem en te logre liberarse de la sen sación de cu lp ab ilid ad co n fesan d o su p eca d o ”.97 Según esta distinción , en la “ cultura de la culpa” la co n ducta depende de u n a va lo ra ció n y u n criterio in te rio r de los qu e carecerían los in ­ d iv id u o s de u n a “cu ltu ra de la verg ü en za ”, en la qu e es exclu sivam en te la san ció n extern a, el re co n o c im ien to o la rep ro b a ció n p ú b lica (co m o causante de la vergü en za) lo qu e regula las co n d u ctas. E. R. D o d d s 98 es el p rim er helenista que ha a plicado esta distinción a la G recia arcaica. J. M . R ed field 99 reto m a esta d istin ció n y clasifica exp lícitam en te a la civ iliza ció n h o m é rica co m o “ civ iliza ció n de la verg ü en za ”. Para él, el aidös, “ la e m o c ió n ética m ás e xten d id a en la so cied a d h o m é rica ”, es un a reacción sensible “ a las situacion es sociales y a los ju icio s de o tro s” y “ p u ed e to m a r así la fo rm a del p u d o r o de la ve rg ü e n za ”.100 D e ello deduce que “ la cu ltu ra h o m é rica [ ... ] es u n a ‘cu ltu ra-d e-la-verg ü en za’. L os héroes n o d istin g u en la m o ra lid a d p erso n al de la co n fo rm id ad ;

97 R. Benedict, El crisantemo y la espada, Madrid, Alianza Editorial, 1974, p. 201; cf. pp. 177,202,256,261-262, etcétera. 98 Dodds, Los griegos y lo irracional, pp. 25 y ss. y cap. 2: “De la cultura de la vergüenza a la cultura de la culpa”. 99 Redfield, Nature and culture in the Iliad. The tragedy o f Hector, Duke Universty Press, 1975, edición ampliada: 1994 (trad. esp. de i a ed.: La tragedia de Héctor. Naturaleza y cultura en la Ilíada, Barcelona, Destino, 1992). 100 Ibid., p. 116. Redfield señala que aidös y nemesis son un “par reflexivo, pues esta última en Homero designa la reacción contra alguien que ha hecho algo que la vergüenza debería de haber frenado. Esta reacción puede ser de distinto tipo según el contexto, yendo desde la conm oción y el desprecio hasta la indignación y la justa ira”. Redfield señala que “ nemesis es una pasión invasora que empuja a uno a intervenir en los asunto de otros” (p. 115), “ nemesis empuja a atacar a los que se han mostrado carentes de una aidös apropiada. Así aidös es una clase de anticipación hipotética de nemesis” (p. 116).

120

I

EL D E S A R M E

DE

LA

CULTURA

en u n m u n d o d o n d e ‘el qu é dirán ’ es la gu ía m ás fiable para lo b u e n o y lo m a lo las d o s so n p rá ctica m e n te id é n tica s ”. R e d fíeld , h a cie n d o e xp lícita la co n trap o sició n , afirm a: el aidös n o tien e p u es n ada qu e ve r co n la co n cie n cia -c o n c e p to ciertam en te p o sth o m é ric o -. [ ...] El aidös representa cierta sensi­ b ilid a d a la expresada n o rm a ideal de u n a sociedad; la n o rm a ideal es exp erim en tad a d irectam en te d en tro del yo, cu a n d o un h o m b re in te rio riza los ju ic io s a n ticip ad o s de o tro s en sí m ism o . A d em á s, los griegos de los tiem p o s de H o m e ro no d istin gu en entre decoro y m o ra l.101 Para R edfíeld, “el aidös es en gen eral un sen tim ien to p ro v o ca d o p o r la co n cie n cia del lu g a r de cada u n o en la e stru ctu ra so cial y de los d eb eres qu e im p o n e ese lu g a r”.102 Sin em b a rg o , este d e te rm in ism o s o c io c u ltu ra l n o e x p lica ría u n a cu e stió n ce n tra l en la Ilíada y que preside su estru ctu ració n : la co m p asió n de A q u iles para con Príam o, que va d irecta m en te en co n tra de los valores h ero ico s trad icio n ales, co n tra “ la n o rm a id eal” de la so cied ad que debería gu iar la a cció n del “ m e jo r de los a q u eo s”. En los pasajes a n terio rm en te citad os aparece claram en te fo rm u lad a la d istin ció n básica de esta co n cep ció n clasificatoria, es decir, la que con trap on e la culpa, p rovocada p o r sanciones interiores, a la vergüenza, que es u n a reacción a san cion es externas. Esta d istin ció n , sin em bargo, es in sosten ible tan to en el p lan o a n tro p o ló g ico co m o en el p sicoló gico . En la ve rg ü e n za h a y tam b ién en ju e g o un com ponente interiorizado, ya q u e in clu so el re c o n o c im ie n to de q u e algo p u ed e d a ñ a r n u estra im agen ante los o jo s de o tro s exige elem en to s claram en te in tern o s al in d ivid u o : u n a au to im ag en ideal p ro p ia que se con sidere am en azada y u n a co n cien cia de los p atron es b a jo los cuales u n o es susceptible de ser critica d o .103

101 Redfíeld, Nature and culture in the Iliad. The tragedy o f Hector, p. 116. 102 Ibid., p. 118. 103 Cairns, Aidos, p. 142.

LA

AUTONOMIA

DEL

PERSONAJE

HOMÉRICO

I

121

La d istin ció n entre vergü en za y culp a en térm in o s de san cion es ex­ ternas versus internas n o resiste el análisis p sico ló g ico . A pesar de lo p ro blem ático del em p eñ o de e n co n tra r un criterio absoluto que separe la vergü en za de la culpa, los en fo qu es m ás explicativos que lo han in ­ ten tado han destacado co m o característica de la vergü en za su enfoque en el yo -id eal, en el yo co m o u n to d o (qué clase de p erson a u n o es y querría ser), frente a la culpa, qu e se con cen traría m ás en el yo co m o agente, en lo que u n o hace.104 T anto los defensores co m o los críticos de este en fo q u e asu m en el co m p o n e n te in tern o cen tral en am bas e m o ­ ciones.105A dem ás de señalar este inevitable co m p o n en te interno, C airns ve problem ática la distinción , p o rqu e la d evaluación del yo q ue im plica la vergü en za exige que alguna deficien cia e specífica se destaque en una acción reñ ida con las n orm as m orales de un o. La a cció n esp ecífica y la au to im agen ideal p o d ría n co n flu ir en la vergüen za. P or tanto, la dis­ tin ció n entre las autoevaluacion es que se co n cen tran en lo que som os y las que se con cen tran en lo que hacem os n o p ro p o rcio n a u n criterio absoluto para separar en la p ráctica la vergü en za de la culpa, co m o lo co n firm a el uso o rd in a rio en ciertos co n texto s.106 R edfield, sin em bargo , hace suyo sin d iscu sió n este m o d e lo clasifica to rio y la antítesis en la que se fu n d am en ta, id en tifican d o vergü en za co n a idös, “ un co n c e p to de u n a le n g u a q u e n o tien e p ala b ra s qu e cu b ran exactam en te los m ism o s ca m p os qu e la ve rg ü e n za y la cu lp a respectivam en te cu b ren ”.107Azdös y aideom ai e n g lo b a n un ca m p o de sig n ific a d o m u c h o m ás a m p lio q u e el qu e p u ed e c u b rir un ú n ico térm in o en cu a lq u ier len gu a m o d e rn a. Su sign ificad o o rig in a l n o era el de “ verg ü en za ” sino m ás b ien el de “ reveren cia” y “ respeto”.108 A u n -

104 Véase H. B. Lewis, Shame and guilt in neurosis, Nueva York, International University Press, 1971, discutido en Cairns, Aidös, pp. 22 y ss. 105 Véase una detallada revisión crítica de los estudios psicológicos centrados en esta cuestión en Cairns, Aidos, pp. 18-29. 106 Càiins, Aidos, p. 25. 107 Ibid., p. 26. 108 J. T. Hooker, “Homeric society: A shame-culture?”, en I. McAuslan y P. Walcot (eds.), Homer (Greece & Rome Studies, vol. iv ), Oxford, Oxford University Press, 1998, pp. 129 y ss.; también pp. 17-18.

1 2 2

I

EL

DESARME

DE

LA

CULTURA

qu e el aidös, co m o señ ala R edfield, está ín tim a m en te co n ecta d o con el h o n o r y, p o r tan to, im p lica u n asp ecto social co n sid erable, n o e q u i­ vale exclu sivam en te a la p re o cu p a ció n p o r u n a san ció n e xte rio r (“ el q u é d irá n ”, la nem esis),109 sin o q u e ta m b ié n refleja el ca rá cter y los valores p rop ios d el in d ivid u o , los ideales que h a in teriorizado. Redfield, a la v e z qu e re co n o ce qu e h a y un c o m p o n e n te in te rio r d el aidös, lo d esvalo riza c o m o p ro p io del in d ivid u o , pues, según él, “ la n o rm a ideal es d ire cta m e n te e x p e rim e n ta d a d e n tro d el y o , c u a n d o u n h o m b re in te rio riza los ju icio s a n ticip ad o s de o tro s en sí m ism o ”. Pero sólo es a p ro p ia d o h a b lar de rea cció n a los estándares de o tro s cu a n d o a ju s­ ta m o s n u estra c o n d u c ta de a cu erd o co n ju ic io s ajen os a n ticip a d o s co n los qu e n o n ece sariam e n te co in c id im o s. A h o ra b ien , co m e n ta a certa d a m en te C a irn s: “ Si, sin e m b a rg o , u n o ha ‘ in te rio r iz a d o ’ los ju ic io s a n ticip ad o s de o tro s, de m o d o qu e la n o rm a id eal es e x p e r i­ m e n ta d a d en tro del yo , ¿en qu é sen tid o son esos ju icio s de los o tro s y en q u é s e n tid o so n a n ticip a d o s? Si el aidös de u n o d e sc a n sa en ju icio s in te rio riza d o s, u n o claram en te y a n o está sólo a n ticip a n d o la d e sa p ro b a ció n ”.110 U n o p o see p atro n es de co n d u cta p ro p io s desde el m o m e n to en qu e los in te rio riza , in clu so a u n q u e co rresp o n d an e n te ­ ram ente a p atron es socialm en te establecidos. La in co h eren cia de R ed ­ field estriba en qu e “ asu m e qu e u n o p u ed e in te rio riza r un estándar

109 Cairns comenta que un elemento de cálculo es inevitable en el aidös, dada su naturaleza fundamentalmente inhibitoria de acciones futuras, “pero esto es igualmente verdad de cualquier examen prospectivo, incluso el proporcionado por la conciencia m oral personal de uno. El cálculo en muchos casos puede ser necesario para aidös, pero nunca es suficiente; no es el cálculo ‘¿puedo salir impune de esto?’ lo que es constitutivo del aidös, sino la evaluación ‘¿es esta acción deshonrosa, indecorosa, incompatible con mi honor, etc.?’ No es verdadero decir que aidös es siempre calculador. N o lo será así, por ejemplo, en todos los pasajes en los que es considerado como una respuesta espontánea a alguna reclamación de consideración presentada por otra persona; Hécabe, por ejemplo, no, o al menos no principalmente, le pide a su hijo que considere si incurrirá en los reproches de otros cuando le pide que sienta aidös por su pecho (II. 22.82)” (Cairns, Aidös, p. 140). n o Ibid., p. 142.

LA A U T O N O M I A

DEL

PERSONAJE

HOMÉRICO

I

123

de co n d u cta y sin e m b argo n o h a cerlo p ro p io ”.111 Lo que se in te rio riza n o es s im p lem e n te la p e rsp e ctiv a de la d e sa p ro b a ció n o el castigo, sin o a ctitu d e s v a lo ra tiv a s q u e n o s lle v a n a a d m ira r, a a cep ta r o a d esp reciar determ in ad as co n d u cta s.112 Estas actitudes valorativas in ­ teriorizadas, que en algu n o s casos p u ed en in clu so e n tra r en c o n tra ­ d icció n , es lo qu e n os p erm ite h a b lar de un a d im e n sió n ética de los in d iv id u o s h o m é rico s.113 A lg u n o s estu d io so s ya h an señ alado que en los p o em as h o m érico s e n co n tra m o s p erson ajes qu e p o seen claram en te p atron es y actitudes v a lo ra tiva s in te rio riza d o s y p ro p io s, y h an p u esto al m ism o H é cto r co m o u n eje m p lo revelador, tan to en II. 6, d o n d e n os cu en ta có m o su thymos y su co n cien cia de ser u n esthlos, u n n oble, le im p id en “ actu ar co m o un cobarde” (441-445),114 co m o in cluso en su so lilo q u io del canto 22, d o n d e el deseo de glo ria es el facto r d ecisivo en su ele cció n y su sen tido de verg ü en za n o es m ás qu e un facto r co n trib u y en te.115 Pero

111 Ibid. 112 C om o observa B. Williams, en esta misma línea crítica: “ La vergüenza no necesita ser sólo un asunto de ser visto, sino de ser visto por un observador con cierta mirada (ejemplos: Telémaco, Od. 2 .64-64; Nausicaa, Od. 6. 285-286) [...]. Estas actitudes recíprocas tienen un contenido: algunas clases de conducta son admiradas, otras aceptadas, otras despreciadas, y son estas actitudes las que se interiorizan, no simplemente la perspectiva de reacciones hostiles. Si esto no fuera así, no habría [...] cultura de la vergüenza, ni actitudes éticas compartidas en absoluto [...]. El otro interiorizado puede ser identificado en términos éticos [...] es concebido como alguien que respetaría esas mismas reacciones si fueran apropiadamente dirigidas a él” (Shame and necessity, p. 84). 113 C om o hemos visto, Menelao (II. 17.91-105) comprende que aidös no es la categoría moralmente relevante en la situación de peligro en la que se encuentra. 114 Cairns, Aidös, p. 142. 115 Hooker señala que éste es el pasaje clave aducido por Dodds para apoyar su interpretación de la cultura arcaica griega como una cultura de-la-vergüenza. La expresión aideomai es la misma en los dos pasajes, y no es usada en el poema más que por Héctor “puesto que nadie más tiene el sentido del deber hacia la comunidad que siente Héctor. Pero en el libro 6, com o en el pasaje posterior, la alusión a la ‘vergüenza’ es seguida por una

1 2 4

I

EL D E S A R M E

DE

LA C U L T U R A

lo esp ecialm ente sign ificativo a este respecto, y que n o se en fatiza lo suficien te, es qu e lo que co n stitu ye el h ilo central del a rgu m en to que estru ctu ra la llíada es, sobre to d o , el desarro llo de las actitu d es va lo rativas p ropias de A q u iles, en co n trad icció n creciente co n los p atron es sociales h ero ico s qu e term in a so brep asan d o . Precisam ente el p ro ta ­ go n ista del p o em a es la ú ltim a p erso n a a la que se le p u ed e a trib u ir u n sen tid o de v e rg ü e n z a o u n a p re o c u p a c ió n p o r la sa n ció n de “ la o p in ió n p ú b lic a ” co m o m o to r de su c o n d u cta . Y n o se tra ta de un elem en to secu n d ario , pues la o rig in a lid a d de la llía d a , co m o verem os en el sigu ien te ca p ítu lo , estrib a en q u e n os cu e n ta la h isto ria de un héroe p arad ig m á tico , no co m o un estereotip o sino, cen trán d o se p rin ­ cip alm en te en su e v o lu ció n y tra n sfo rm a ció n interior, co m o un in d i­ v id u o cuya co n d u cta es in exp licab le en térm in o s de san cio n es exte­ riores y es irred u cib le, p o r o p uesta, a las p autas de co m p o rta m ien to socialm en te establecidas. En resum en: n o h a y d istin ció n clara entre vergü en za y cu lp a en té rm i­ n os de las sanciones internas contra las externas; la culp a y la vergüenza p u ed en , en ciertas circun stan cias, solaparse y, si segu im o s las d istin ­ cion es de los estud ios p sicoló g ico s al respecto, “ p o d rem o s aplicarlas a ejem p los de aidös de tal m o d o que dem uestren que, si la cu lp a im p lica referen cia a acciones específicas del yo co m o agente m ás b ien que al y o total, entonces aidös está, en esos térm in o s, bastante m ás cerca de la culp a que de la vergü en za”.116 Por to d o ello, y p rin cip alm en te p o rqu e co n trib u y e in fu n d a d a m en te a d escarta r de a n tem an o to d a tra za de a u to n o m ía in d ivid u a l, deberíam os p rescin d ir de esta d ico to m ía clasificatoria vergüenza-culpa en aras de u n a m ejo r com prensión del poem a.

mención de la ‘gloria’ (kleos) que Héctor desea ganar para Príamo y para sí mismo (verso 446). Sólo en estos dos pasajes de la llíada se aduce la ‘vergüenza’ ante personas específicas com o un motivo para un cierto curso de conducta [...] y en ambas ocasiones el deseo de gloria se aduce como otro motivo, e incluso más poderoso” (Hooker, “ Homeric society: A shame-culture?”, p. 15). 116 Cairns, Aidös, p. 26.

LA A U T O N O M I A

DEL

PERSONAJE

HOMÉRICO

I

125

La resistencia a a d m itir el carácter in tern o y p ro p io de criterio s de v a lo ra ció n de los in d ivid u o s h o m é rico s (o de las “ cu ltu ras de la ve r­ g ü en za ” ) se debe en el fo n d o a p resu p o sicio n es religiosas op eran tes en n uestra so cied a d y en n u estro p en sam ien to o ccid en tales. Esos c r i­ terios de v a lo ra ció n no se co n sid eran v erd ad eram en te in tern o s y p ro ­ p ios p o r n o ten er su orig en en u n a d im en sió n del in d iv id u o que opere sin referen cia en ab so lu to a o tro s, co m o co rresp o n d ería a la “ co n cie n ­ cia” de la id e o lo g ía protestan te, en relación con u n D io s o m n ip o ten te q u e lo sabe to d o . E sta in te rio r id a d , q u e se p re te n d e d e slig a d a del m u n d o so cial, en tan to que n ú cleo “ d iv in o ” p o rta d o r de p rin cip io s m orales, es d erivad a de la creen cia en u n D io s o m n iscien te, p u n itiv o y p atern alista; es u n a rep resen ta ció n cu ltu ra l in te rio riza d a desd e la in fan cia p o r m ed io de las p rácticas de so cializació n de los padres a m e ­ rican o s p ro testan tes de clase m ed ia. C a irn s p o n e al d escu b ierto los p resu pu esto s subyacentes a esta co n cep ció n , señ alan do que a la d ic o ­ to m ía entre san cion es externas e internas sobreviene “ la tesis adicional de que la cu lp a y la co n cien cia, y p o r lo tan to las san cion es v erd ad e­ ram en te in tern as, sólo p u ed en existir en sociedades en las que el n iñ o es so cializad o p o r p adres que subrayan la clase de im p erativos, el Bien y el M a l absolutos, que son h ip ostasiados en la figu ra de un a D ivin id a d paternal: la antítesis ‘cu ltu ra de la vergü en za’/’cu ltu ra de la culp a’, e n ­ tonces, está en un a línea de descen den cia directa de la ética p rotestante de W eb er”. C a irn s subraya la im p o rta n cia de este criterio que, en gran m ed id a, d e te rm in a la a p lica ció n del p rim e ro , p o rq u e las evid en cias p ara sa n cio n es in tern a s se ig n o ra n si n o son esta b lecid a s p o r esos m é to d o s religiosos, según los cuales los agentes m o rales que p ro d u ce la “ cu ltu ra de la culp a” son agentes a u tó n o m o s in clin a d o s a v iv ir de acuerdo con p rin cip io s m orales personales, interiorizados, que p ued en o p erar sin referencia en ab so lu to a otras p erso n as.117 En esta ap ren d id a e in te rio riza d a rep resen tación, la co n d u cta re li­ gio sa es d efin id a en térm in o s de respon sabilidad. A q u í es p ertin en te la o b serva ció n de Talal A sa d que, cu e stio n a n d o el p reten d id o carácter

117 Ibid., p. 33.

126

I

EL D E S A R M E

DE

LA

CULTURA

n atu ral y un iversal de u n a d im e n sió n y e xp erien cia in te rio r religiosa, la presen ta co m o resultado de u n a tra d ició n co n creta que em p la za al in d iv id u o a a d q u irir las ca p acid ad es y sen sibilid ad es decisivas para su salvación cu a n d o se en cu en tre solo ante D io s para dar cu en ta de su v id a el D ía del Juicio.“ 8 En este sen tido, resulta o p o rtu n o reiterar que la p reem in en cia de la a u to co n cie n cia y la v o lu n ta d , co m o elem entos d e fin ito rio s de la p erson a, es u n a h eren cia religiosa, u n a v isió n ideolo gizad a d el in d iv id u o que n o es co n d ició n n ecesaria p ara la existen ­ cia de u n in d iv id u o ético con resp o n sab ilid ad sobre los efectos de sus acciones, sino m ás b ien fuente de p ertu rb a cio n es. Es después del cris­ tianism o, según Castoriadis, “p ero sin dud a ya del ju d aism o ”, cu an d o se p ro p aga esta “ en ferm ed ad esencial: la en ferm ed ad de la vo lu n ta d . La cual tiene un a raíz o n toteológica evidente e indisociable del pecado: uno debe hacer algo, p ero quizás es in capaz de ello, y esto es un a falta. U n o se im p uta a sí m ism o la razón de esta incap acidad en la fo rm a de una m ala vo lu n ta d o de un a vo lu n ta d in suficiente. Pero en los griegos no h a y pecado, n o p uede haber entonces tem atización, p roblem ática de la vo lu n ta d ”. M ás que de d escon ocim ien to de la vo lu n tad p o r p arte de los grieg o s, se trata de la au sen cia de la en ferm ed ad de la v o lu n ta d , y de la v o lu n ta d co m o en ferm ed ad .119

IV. PAR A SER AG EN TE É TIC O NO ES N E CE SA R IO SER U N CEN TRO U N IF IC A D O DE C O N C IE N C IA Y VO LU N TA D

U n a ú ltim a o b jeció n qu e se p lan tea a la co n sid e ra ció n d el in d iv id u o h o m é rico co m o agente ético es que, au n a d m itien d o su ca p a cid a d de

118 Talal Asad, “O n re-reading a modern classic: W. C. Smith’s The meaning and end o f religion”, History o f religions 40.3,2001, pp. 205-222, en especial pp. 219-220. 119 C. Castoriadis, Lo que hace a Grecia, 1: de Homero a Heráclito. Seminarios 1982-1983. La creación humana 11, México, Fondo de Cultura Económica, 2006, pp. 138-139.

LA

AUTONOMIA

DEL

PERSONAJE

HOMÉRICO

I

127

d elib era ció n y a ctu ació n p rop ias, sin em b argo n o es au to con scien te de su ejercicio, n o es, p o r d e cirlo co n la jerga filo só fica, un “ ser para sí”, vu elto sobre su co n cien cia in tern a, en el m o m e n to d elib erativo y reso lu tivo de sus acciones. Según esta co n cep ció n , la falta de ese ce n ­ tro de a u to c o n c ie n c ia y a u to c o n o c im ie n to q u e es el “ s í-m is m o ” (Selbst)120 im p id e co n sid erar co m o in d ivid u o s co n p erso n a lid ad p r o ­ p ia a los p erso n a je s h o m é ric o s , y p o r tan to , sus d e cisio n es n o son autén ticam en te propias. Esta o b jeció n se basa en la id eolo g ía m o d ern a de la p erso n a que, d eu d o ra del tra sfo n d o religio so señalado, y “re o c u ­ p adora” del espacio dejado p o r el yo interior cristiano, se ha presentado co m o la c a ra cte riza ció n la ica, n a tu ra l y u n ive rsa l de lo que es u n a p erso n a en sen tido plen o. Según esta id e o lo g ía, cu ya u rd im b re m o ­ d ern a es d eu d o ra p rin cip a lm e n te de D escartes y K ant, actu ar co m o un a p erso n a equivale a ser co n scien te de sí-m ism o co m o u n locus de d elib era ció n y vo lu n ta d . C o in cid o con C h risto p h e r G ill121 cu an d o señala q ue p ara acercarnos a un a m e jo r com p ren sión de la co n cep ció n del in d ivid u o en la G recia an tigu a, es preciso cortar la h ebra p oscartesian a y p o sk an tian a de la ideología m o d ern a del in d ivid u o . G ill, en este sentido, p ro p u gn a acer­ tadam ente o lvid ar a D escartes, q ue ju n to a la co n cep ció n del sí-m ism o co m o un a “cosa pensante” ha legado la suposición a dicional de que todo proceso p sicoló gico es consciente,122y o lvid ar a K ant en lo que respecta

120 Esta presuposición religiosa de ese acto metafísico de constitución y colocación del yo en el centro de la autoconciencia, para poder considerar al individuo como individuo auténtico, que en la filosofía moderna ha llegado hasta las elaboraciones de la filosofía existencial de Kierkegaard, Jaspers y Heidegger, es la que opera de manera determinante en las tan influyentes valoraciones de Snell sobre el individuo homérico. 121 C. Gill, Personality in Greek epic, tragedy, and philosophy. The self in dialogue, Oxford, Oxford University Press, 1996. 122 Para Descartes: “ Pensamiento es una palabra que engloba todo lo que existe en nosotros de tal m odo que somos consciente de ello. Así todas las operaciones de la voluntad, el intelecto, la imaginación, y de los sentidos son pensamientos” (citado por Gill, ibid., p. 35). C om o exponente de estas presuposiciones acerca del “pensamiento”, y de la equiparación de la concepción de “persona”, en sentido fuerte, con el ser consciente de sí

128

I

EL D E S A R M E

DE

LA

CULTURA

a su énfasis en la idea de “ v o lu n ta d ”, su tesis de qu e la respuesta m o ra l e n tra ñ a u n a cto de “ a u to n o m ía ” p o r el cu a l el agen te in d iv id u a l se v in c u la a p rin cip io s un iversales.123 La co n cep ció n m o d ern a del in d ivid u o basada en estos presupuestos, d e n o m in ad a p o r G ill “ co n cep ció n subjetivo in d ivid u alista”, se ca ra c­ teriza p rin cip a lm en te p o r d efen d er la idea de que ser u n a p erso n a en sen tido p len o entraña: “ ser con scien te de sí m ism o co m o u n ‘Yo’, un lo cu s u n ificad o de p en sam ien to y v o lu n ta d ”, y “ ser cap az de la clase de ra cio n alid a d m o ra l d esinteresada q u e im p lica a bstracció n de vín cu lo s co m u n a les e in terp erso n ales lo caliza d o s y de las e m o cio n e s y deseos aso ciad o s a ello s”. En este seg u n d o p u n to , n o su ficien tem en te e n fa ti­ zad o p o r G ill, está el m e o llo de la cu estió n . P orque el p ro b lem a de esta c o n cep ció n n o es qu e p o stu le u n cen tro u n ifica d o de co n cien cia y de vo lu n ta d ; el p ro b lem a de la c o n cep ció n m o d e rn a del in d iv id u o es que iden tifica ese cen tro u n ificad o de co n cien cia y vo lu n ta d con “ la ra zó n ”, en ten d id a c o m o u n co n ju n to de estructuras o d isp ositivos in natos que fu n cio n a n co n arreglo a los p rin cip io s ló g ico s de id en tid a d y n o co n ­ tra d icció n . El p ro b lem a de K a n t n o es que subraye la idea de la v o lu n ­ tad o de la a u to n o m ía (p ues e llo es p resu pu esto de cu alq u ier co n d u cta m o ra l), sin o qu e en tien d a que d ich a v o lu n ta d es b u e n a sólo cu a n d o atien e sus ju ic io s a c rite rio s fo rm a les de co h e re n cia y so sten ga qu e só lo so m o s a u tó n o m o s cu a n d o p rescin d im o s de to d o co n te n id o d e ­ riv a d o de la e x p e rie n cia y c u m p lim o s p r in c ip io s p re te n d id a m e n te a p rio rís tic o s (p o r m ás q u e es h a rto d is cu tib le qu e lo co n sig a ). En d efin itiva, la gran e n ferm e d ad de n uestra cu ltu ra es el ra cio n alism o y su p reten sió n de que las fu n cio n e s que tra d icio n a lm e n te se asignan al p en sam ie n to a b stracto p u ed en co m p ren d erse y pensarse al m argen

mismo com o centro unificado de conciencia y voluntad, reproduce también esta famosa form ulación de Locke: “ [una] persona [...] es un ser pensante inteligente, que tiene razón y reflexión, y puede considerarse a sí mismo como sí mismo, la misma cosa pensante, en diferentes tiempos y lugares; que actúa sólo por esta conciencia que es inseparable del pensamiento y, com o me parece a mí, esencial a él”. 123 C. Gill, Personality in Greek epic, tragedy, and philosophy. The self in dialogue, p. 7.

LA

AUTONOMÍA

DEL

PERSONAJE

HOMÉRICO

I

129

de su re m isió n a todas las dem ás cu alid ad es y fu n cio n e s vita les que les dan su v a lo r y sign ificado. La supuesta “p reem in en cia de la ‘v o lu n ta d ’” y el m o d e lo de la m ente h u m an a cartesian o , según el cu a l los p ro ceso s m en tales y las accion es d erivan de u n a fuente de co n cien cia ún ica, de un yo u n itario , es p re ­ cisam ente lo que las teorías co n tem p o rán eas de la a cció n y los estudios p sico ló g ico s del co m p o rta m ien to han p uesto seriam en te en cuestión . El m ism o G ill nos rem ite a u n a a p ro xim a ció n a la p sicolo g ía h u m an a que trata los procesos p sico ló g ico s co m o co m p o n en tes fu n cio n ales de u n sistem a, y n o co m o u n a catego ría distinta de lo “ m e n ta l” co m o en la teoría cartesiana. D o n a ld D a vid so n , p o r su parte, p artie n d o de los p rin cip io s de la teoría de la a cció n co n tem p o rá n ea, señala en su an á­ lisis de la m o tiv a ció n de las co n d u ctas que las creencias y los deseos co n stitu yen “ las razon es” exp licativas de un a a cció n dada, sin p resu ­ p o n er que son n ecesariam ente con scien tes p ara el agente. A d iferen cia de los “ actos de v o lu n ta d ”, distintos y conscientes, qu e preceden a las acciones en la teoría vo licio n ista , los deseos y las creencias las exp lican sin la exigen cia de que el agente sea con scien te de ellas.124 Junto a estas referen cias señ aladas p o r G ill, es p ertin e n te a lu d ir ta m b ié n en este p u n to a la teoría de sistem as (en la qu e se in sp ira p o r ejem p lo el m a ­ terialism o em ergentista): h ay prop iedades de co h esión u h olísticas que rigen el co m p o rtam ien to de u n to d o e structurado que n o e ncon tram os analíticam ente en sus p artes constitutivas, n i son debidas a la dirección de u n a en tid ad su p erio r y trascen dente, sino que son el resultado in ­ m an en te de las in teraccion es m utuas entre las partes que co n figu ran el to d o . A la vista de este tip o de p lan tea m ien to s, p arece o b v io que deberíam os superar la visió n lim itativa del h o m b re q ue n os han legado los m o d e lo s cartesianos y p o scartesian os, m o d e lo s qu e aplican u n red u c cio n ism o racion alista a p a rtir de dos prem isas totalm en te subjetivistas: i) el e sta tu to p riv ile g ia d o de la idea d el y o c o m o sede de la a u to con cien cia ; y 2) la p reem in en cia de la p ersp ectiva su bjetiva (es-

124 Ibid., p. 43.

1 3 0

I

EL

DESARME

DE

LA

CULTURA

p ecialm en te de p rim e ra p erso n a) en sus e xp licacion es de n uestro a c ­ ceso a la p sico lo g ía h u m a n a .125 F rente a esta c o n c e p c ió n tan re d u cc io n ista , h ija evid e n te d el ra ­ cio n a lism o m o d e rn o , H o m e ro n os tra n sm ite en su o b ra u n a c o n c e p ­ ció n m ás v ita l y co m p leta , qu e p arece in v ita rn o s a in te n ta r u n acer­ ca m ien to m ás a b ierto , m ás a m p lio y a la p o stre m ás satisfacto rio a la p erso n a h u m a n a y al co m p o rta m ie n to del in d iv id u o . La in v ita ció n p arece o p o r tu n a en tie m p o s de c ó le r a y h u m o c o m o lo s q u e h o y v iv im o s p a ra , a d em á s de ser ca p a ces de e n te n d e r en su riq u e z a el p e n sa m ie n to g rie g o a n tig u o (y n o só lo de la é p o c a h o m é ric a sin o ta m b ié n de la G recia clásica) acerca d el in d iv id u o y su “ p erso n a lid ad ”, p o d e r ta m b ié n e n ten d e r m e jo r la co n fu sa “ é p ica a ctu a l”. P ara ello, e vid en tem en te, es n ecesario fo rm u la r u n a e x p lica ció n del in d iv id u o que, frente a u n y o abstraído, o to rgu e un p ap el central a la contrastante n o c ió n del “ y o en d iá lo g o ”, que exp resa “ la id ea de qu e la m en te co n s­ titu ye u n co m p lejo de fu n cio n e s q u e se u n ifica n (en la m e d id a en que se u n ifica n ) p o r su in te ra cció n , m ás b ien qu e p o r co n stitu ir el locus de u n ‘y o ’ u n ita rio ”, y q u e “ la v id a é tica de un ser h u m a n o es, al nivel m ás fu n d am en ta l, co m p a rtid a m ás qu e p riv ad a e in d iv id u a liza d a ”.126 C o m o afirm a G ill, n o só lo la ép ica y la traged ia, sino tam b ié n la fi­ lo s o fía grieg a

parece p resu po n er un m o d e lo p sicoló g ico en el cual las em ocion es (h um an as adultas) y deseos son in fo rm a d o s p o r las creencias y el razonam iento; p o r lo tanto, el contraste razón-pasión, al m enos co m o Snell lo despliega, n o coin cide con este m o d elo. Sugiero q ue los co n ­ flictos que Snell interpreta en estos térm inos se conciben m ejo r co m o el que se da entre el deseo de u n a figura h ero ica de hacer, o m antener un gesto ejem plar, y las a firm acion es éticas m ás con vencion ales cuya valid ez es tam b ién reco n o cid a p o r la figu ra.127

125 C. Gill, Personality in Greek epic, tragedy, and philosophy. The self in dialogue, pp. 6-7. 126 Ibid., pp. 15-16 y 455. 127 Ibid., p. 22.

LA A U T O N O M I A

DEL

PERSONAJE

HOMÉRICO

I

I 31

Só lo situ án d o n o s en esa p ersp ectiva y desem b a ra zá n d o n o s de los p re ­ supuestos que han d o m in ad o en la co n cep ció n m o d ern a del in dividuo, y que h a n cegado a in flu yen tes in térpretes de la llíada , p o d re m o s al­ ca n zar u n a m ás ric a c o m p re n s ió n de la e v o lu c ió n de A q u iles, h ilo cen tral del p o em a , y de la vigen te reflexió n ética de fo n d o que a través de ella se despliega.

3 La transformación de Aquiles y la puesta en cuestión del modelo heroico

La Ilíada de H o m e ro es un p o em a de tem a bélico, co m p u esto , co m o h em o s visto , a p artir de cantos qu e duran te siglos se ven ían tra n sm i­ tien d o de m o d o oral, y en el q u e los personajes q u e d o m in a n la escena son u n a especie de “ señores de la gu erra”. A través del p o em a qu e nos m u estra a estos h éro es en a cció n en el d é cim o a ñ o de la gu erra de Troya, asistim os, n o a un e n co m io de las p roezas guerreras, sino a la exp lo ra ció n de los m ó viles culturales que em p u jan a esos “ señores de la gu erra” a ese tip o de a cció n que consiste en m atar o m orir. En este sentido, el relato de la a cció n q ue n os ofrece la Ilíada en cierra la puesta en cu estió n m ás radical de la m o ra l guerrera, y, p o r su radicalidad , este cu estio n a m ien to n o sólo alcan za a los elem entos culturales qu e p ro m o c io n a n y a lim en ta n la v io le n c ia y la gu erra en a q u ella so cied a d griega arcaica, sino incluso en las sociedades actuales en las que vivim o s (exp osición de la in d iscrim in ad a d estrucció n y sufrim ien to que genera y leg itim a la d istin ció n a m igo -en em igo , d esvelam ien to del carácter de derrota de la victo ria, así c o m o la falacia de la afirm ació n y la seguridad pro p ia basada en la in segu rid ad y la d e stru cció n del o t r o ... ). La Ilíada n o es p rin cip a lm en te “el p o em a de la fuerza” co m o p re ­ ten día S im o n e W eill,1 cuya en señ an za con sistiría en la exh ib ició n de los efectos cosificadores e in co n tro la b les de la v io le n cia , tan to p ara el que la sufre co m o para el qu e la ejerce, de m o d o que el que se ve π ιε ­

ι S. Weill, “ La Ilíada o el poema de la fuerza” (1939-1940), en La fuente griega, Madrid, Trotta, 2005.

134

I

EL D E S A R M E

DE

LA

CULTURA

tid o en esta in ercia b élica n o p u ed e salir de ella. T am p o co es sólo un a exp lo ra ció n de los lím ites y las co n trad iccio n e s de la m o ra l heroica, co m o señala J. R ed field ,2 un a e xp o sició n del asp ecto n egativo del h o ­ n o r y de la glo ria h eroica, de los efectos d estru ctivo s im p lícito s en las pau tas culturales qu e gu ían la co n d u cta del h éroe y p o r cuyo c u m p li­ m ien to se hace m ereced o r de un p riv ilegia d o re co n o cim ien to y de una e stim a social que p erd u ra m ás allá de su m uerte. El p o em a h o m é rico ciertam en te n os p resen ta to d o esto, p ero no sólo esto. Su a p o rta ció n m ás valio sa n o se agota en esta m o stra ció n , sino que consiste en p erm itirn o s asistir al d iscern im ien to que alcan za u n h éroe sin gu lar y p arad ig m á tico , A qu iles, a través de la e xp erien cia que n arra el p o em a . U n d iscern im ien to qu e reside p recisam ente en la co n sid era ció n y el rep lan team ien to m ás rad ical de las pau tas cu ltu ra ­ les qu e la so cied ad exige cu m p lir al h éroe y q u e d an sen tido a su vid a (y a su m u e rte ) co m o gu errero : e n trega rse a la a cció n de m a ta r o m o rir p ara así “ g o z a r” d el h o n o r y de la in m o rta lid a d de la “ glo ria im p erece d e ra ”, y re strin g ir la co m p a sió n a lo s co m p a ñ e ro s, co n su im p licació n de da ñ a r y m atar en em igo s c o m o un a fo rm a de ejercitarla (le g itim ació n de la ven ga n za). Esta tra n sfo rm a ció n en la co n cien cia de A qu iles, en su visió n de la vid a y de la m uerte, n o se red u ce a afir­ m a r de o tro m o d o la ética d el gu errero o a p rivilegiar u n tip o de p au ta de c o m p o rta m ie n to fren te a o tro d e n tro d el m a rco c u ltu r a l de su m u n d o h ero ico , sin o qu e lo lleva a traspasarlo, a p u n ta n d o a u n a so ­ lid arid ad y un a h u m a n id a d co m p a rtid a de n atu raleza universal. A n tes de en trar a an alizar esta e v o lu ció n d e A qu iles co n vien e señ a­ lar cuáles son las referen cias culturales q u e d an sen tido a la a cció n de los héroes épicos, cuáles son los m o d e lo s m orales en el m u n d o c u ltu ­ ral qu e p o n e en ju e g o la litada, cu yo s lím ites term in ará sobrepasan do “ el m e jo r de los a q u eo s” y frente a los cuales su e v o lu ció n crítica se hace e xcep cion a lm en te sign ificativa.

2 J. Redfield, La tragedia de Héctor. Naturaleza y cultura en la llíada, Barcelona, Destino, 1992.

LA

TRANSFORMACIÓN

DE

AQUILES

I

I 35

1. La so cied a d que reflejan los p o em as h o m é rico s es, en exp resió n de O. M urray, un a sociedad c o m p etitiva de rango. En el m u n d o h o m érico d o m in a u n a ética agónica. El p eso del co m b ate recae en u n a élite de in d ivid u o s: los prom achoi, “ los que co m b a ten en p rim era línea” que son e legid o s entre los aristoi, los n obles qu e p oseen tierras y arm as.3 U n a o b lig a ció n central de los n obles y ca u d illo s p erten ecien tes a este ra n go es la de aristeuein, “ sobresalir en el v a lo r gu erre ro ”, “ descollar en la batalla” (11.109-110). La len gu a h o m é rica llam a a estos co m b a ­ tientes a ristocrático s héroes, y tam b ién aristées. El aedo que cantaba los h ech o s heroicos, en su co n d ició n de p o r­ tavoz de u n m u n d o divino, o torgaba al personaje que los p rotagonizaba u n a p reem in en cia qu e trascien d e el m u n d o de lo co tid ian o . El aedo tran sm ite el kleos, la glo ria, de los héroes, en u n a so cied ad o ra l en la que la p o esía fu n cio n a co m o m e m o ria social y co m o tran sm iso ra de la cu ltu ra co m p a rtid a p o r la c o m u n id a d .4 El aedo, de este m o d o , es un p erson aje excep cion al qu e co n fiere gloria. L os h éroes, p o r tanto, p erten ecen a u n a capa social p rivilegiada, que los o b liga a respo n d er a e xp ectativas sociales tra d icio n a lm e n te v ig e n ­ tes. H o m e ro n os o frece u n a clara d e fin ic ió n de su fu n c ió n y de su d eb er en el pasaje de la Ilíada qu e cu en ta el d iscu rso qu e S a rp ed ón d irige a G lau co , en la batalla cerca de las m urallas: ¿Para qué, G lau co , a n oso tro s d o s se n os h o n ra m ás co n asientos de h o n o r y co n m ás tro zo s de carn e y m ás copas

3 Aristos es el superlativo de agathos, “bueno”, y significa “el m ejor”, “excelente”, en algo (en este caso en nacimiento y rango). Aristoi, “nobles”, se relaciona con arete, “cualidad sobresaliente”, “mérito”, “perfección”, “excelencia”. 4 Etimológicamente kleos está emparentado con el verbo klyo, “oír”, y debería haber significado “lo que es oído”. Lo que es oído viene a querer decir “gloria”, “ fama”, porque el aedo mismo utiliza esta palabra para referirse a lo que oye de las Musas, que es lo que él transmite a través de su canto a la audiencia. En el libro 2 de la Ilíada el poeta hace explícita la razón de su invocación a las Musas añadiendo: "pues vosotras sois diosas, γ lo presenciáis y lo conocéis todo, mientras que nosotros oímos tan sólo la fama (kleos) y nada cierto sabemos” (2 .485-486).

136

I

EL D E S A R M E

DE

LA

CULTURA

en Licia? ¿Para qu é to d o s n os co n tem p lan co m o a dioses y a d m in istra m o s in m en so p red io reservado a o rillas del Janto, fértil ca m p o de fru tales y feraz la b ra n tío de trigo? P or eso ahora d eb em o s estar entre los p rim ero s licios, resistiend o a pie firm e y en caran d o la abrasadora lucha, p ara que u n o de los licios, arm ad o s de sólidas corazas, diga: “A fe que n o sin glo ria son cau d illo s en Licia n uestros reyes, y co m e n p in g ü e gan ad o y b eben selecto v in o , d u lce co m o m iel. T am bién su fuerza es valiosa, p o rq u e lu ch an entre los p rim ero s licio s”. ¡T iern o am igo! ¡O jalá p o r so b reviv ir a esta gu erra fu éram o s a hacern os para siem pre in có lu m es a la v e jez y a la m uerte! ¡T am p oco y o en to n ces lu ch aría en p rim era fila n i te enviaría a la lu ch a, que o to rga glo ria a los hom bres! Pero co m o , a pesar de to d o , acechan las parcas de la m uerte in n u m erables, a las qu e el m o rta l no p u ed e escapar n i eludir, ¡v a y a m o s ! A u n o t r ib u t a r e m o s h o n o r o él n o s lo t r ib u t a r á (12.310-328). A q u í se p o n e de m a n ifiesto u n a co n ce p ció n ra d ica l del h o n o r, de la tim e. La verd ad era ra zó n de la h azañ a h e ro ica p arece ser la de escapar a la d e cre p itu d qu e co n lle va el en v ejecim ien to y a la m u erte. A rr ie s ­ g a n d o su v id a en el co m b a te y m atan d o , el h éroe m a n tie n e su tim é, su h o n o r, el re c o n o c im ie n to so cial de su esp ecial estatu to, y p u ed e co n q u ista r el kleos, la glo ria que le p ro cu ra esa especie de in m o rta li­ dad de p erp etu arse en la m e m o ria de las g en eracio n es fu tu ras a través de lo s ca n to s q u e celeb ren sus h a za ñ as. La o b te n c ió n de la g lo ria im p ereced era es p o r tan to el in cen tivo m á x im o para la c o n d u cta g u e ­ rrera del h éro e, y su m u erte p rem atu ra le abre el acceso a u n a in alte ­ rable ju v e n tu d .5 El p erso n aje de la Ilíada que se p u ed e co n sid era r el

5 A este respecto, véase J. P. Vernant, “ La belle m ort et le cadáver outragé”, en G. Gnoli y J. P. Vernant (eds.), La mort, les morts dans les sociétés anciennes, Cambridge, Cambridge University Press/París, Éditions de la Maison des Sciences de l’Homme, 1982, especialmente p. 53. El que la función

LA

TRANSFORMACIÓN

DE

AQUILES

I

I37

rep resen tan te sin fisuras de esta id e o lo g ía h ero ica es D io m e d es. Los cantos 5 y 6 n os lo m u estran en a cció n co m o “ la e n ca rn a c ió n p erfecta de los v alo res h e ro ico s”, c o m o el héroe exito so en tre g a d o sin titu b eo s al co m b a te en b u sca de h o n o r y de g lo ria , en p erfe cto a co p la m ien to entre lo q u e es y lo qu e la m o ra l h e ro ica le d ic ta q u e d e b e ser. Sin em b argo , la falla de este ajuste, adem ás de aparecer en la d escrip ció n de otros héroes vacilan do o sintiendo m iedo en algún m o m e n to (co m o a q u í G la u c o , al q u e S a rp e d ó n tien e q u e a le n ta r), a d q u irirá , c o m o verem o s, u n p ro ta g o n ism o cen tral en el p o em a co m o su scitad o ra de cu e stio n a m ien to s éticos. En esa “ so cied ad co m p etitiv a de ran go ” el b o tín , m ás que p o r los b e n e ficio s m a teria les qu e c o m p o rta b a , era v a lo ra d o fu n d a m e n ta l­ m ente co m o exp resió n del re co n o c im ie n to social, del h o n o r q ue se le co n fe ría al a d ju d ic a ta rio de u n a p arte selecta d el m ism o . El geras, “ presen te de h o n o r”, “ p riv ile g io h o n o rífico ”, d esign ab a p ro p iam en te la e sp e cial porción del botín q u e los ca u d illo s se a sig n a b a n en tre sí antes del rep arto gen eral. La p reced en cia en la p a rtic ió n era sign o de su p erio rid a d , b ien de ra n go y de fu n ció n (A g a m e n ó n ), b ien de v a lo r y hazañ as (A q u iles), y la parte del b o tín así elegid a y asignada era la m a te ria liza ció n de la tim é, del ho n o r. La élite se d istin g u ía d el resto p o rq u e só lo a ella le co rresp o n d ía el geras co m o m arca de p restigio. A los dem ás, lo que se ech aba a suertes en el rep arto p o sterior. Por eso cu a n d o A g a m e n ó n le arrebata B riseida a A q u iles, d a n d o así lu g ar a la disp u ta entre am b o s, n o le está p riv an d o sólo de u n a esclava, sino que, al h a b er sido o b ten id a ésta co m o un geras, está a ten tan d o co n tra su tim e, u su rp án d o le u n a m arca de p restigio p o r la qu e se le reco n oce su calid ad de héroe. Ésta es la ra zó n de fo n d o de lo qu e co n stitu ye el tem a de p artid a de la llía d a : la retirada de A q u iles del co m b a te y su ira h acia A g a m e n ó n , qu e lo h a u ltra jad o de este m o d o , arro gán d o se, co n el sile n cio c ó m p lic e de lo s d em ás a q u eo s, un p o d e r q u e n o le co rresp o n d e.

fundamental del héroe en la batalla consiste en matar al enemigo o ser matado por él se manifiesta también en 18.308-309 y 15.741.

138

I

EL D E S A R M E

DE

LA C U L T U R A

A pesar de que a u n héroe se le p u d ieran o to rga r fun cion es esp ecia­ les, estos “ señores de la gu erra” eran un g ru p o de iguales, con un equ ipo m ilitar p ro p io , y el ju ra m e n to de philotës, “am ista d ”,6 que prestaban con m o tivo de un a e xp ed ición co n ju n ta (co m o la gu erra co n tra Troya), no im p licab a so m etim ie n to n i d ep en d en cia in co n d icio n al a u n d iri­ gen te su p re m o u o tro p o d e r ce n tra lizad o su p erio r a ellos, sin o m ás bien el respeto a unas relacion es co o o p erativas basadas en u n a actitu d de recip ro cid a d gen eralizada y expresadas en prácticas in stitucion ales según u n m o d e lo de relaciones igualitarias, sim étricas y reversibles.7 Junto al resorte cu ltu ral de la o b ten ció n del kleos aphthiton, la “ g lo ­ ria im p erecedera” q ue m u eve al h éroe a actu ar desp iad ad am en te c o n ­ tra el en em igo , esta m o ra l h ero ica le co n ced e un v a lo r de n o m e n o r im p o rtan cia a la co m p asió n p o r los co m p añ ero s de u n o tan to cu a n d o están en p eligro , c o m o cu a n d o son d añ ad o s o m uerto s. La co m p asió n co m o respuesta m o ra lm en te correcta, restrin ge el á m b ito de su a p li­ cació n a los que p articip a n de la philotës. La ética h ero ica qu e lleva al héroe a n o tener co m p asió n con el en em igo le exige, a su vez, apiadarse, co m p ad ecerse de los suyos, de los de su p ro p io bando. Las p ala b ra s u tiliza d a s p ara d e n o ta r “ co m p a d ece rse ” so n eleein, eleairein, oiktirein y këdesthai.8 C o m o o b serva Jinyo K im , “ co m p ad ece r” sign ifica n o sólo sen tir la e m o c ió n , sino co n sisten ­ tem en te asu m ir to d a a cció n qu e sea in d icad a p o r esta e m o c ió n . Lo

6 Philotës tiene un sentido básico afectuoso pero también denota “conexión” o “asociación”, aunque el aspecto afectivo nunca es eclipsado completamente por el institucional y se puede dar sin él. Véase J. T. Hooker, “Homeric philos”, Glotta 65,1987, pp. 44-65. 7 Véase Vernant, Problèmes de la guerre en Grèce ancienne, Paris, Éditions de l’École des Hautes Études en Sciences Sociales, 1968, reimpr.: 1985, p. 29. 8 Këdesthai se traduce convencionalmente por “cuidar de”, “preocuparse por”, pero en algunas ocasiones se usa como sinónimo de eleairein y eleein; cf. Jinyo Kim, The pity o f Achilles. Oral style and the unity of Iliad, Oxford/ Nueva York, Rowmon & Littlefield Publishers, 2000, p. 47. El contraste ético de compadecerse de los suyos y ser despiadado con el enemigo se refleja en la oposición semántica këdein-këdesthai, pues la forma activa këdein abarca los significados de “afligir”, “herir”, “dañar”.

LA T R A N S F O R M A C I Ó N

DE

AQUILES

I

I 39

qu e u n o hace cu a n d o co m p ad ece co rresp o n d e a las circun stancias de lo s co m p a d ecid o s. En el caso de u n a m ig o m u e rto , u n o carga co n tra el en em igo para ven garlo . Si n uestros am igo s están afligidos p o r el en em igo , u n o actú a p ara salvarlos. C u a n d o alguien es grave­ m ente h erid o , u n o lo revig o riza, lo reaviva, lo cura. Para el m uerto , u n o celebra u n fun eral apro piado . “ C o m p a d ece r”, en otras palabras, sign ifica “ ve n g a r”, “ salvar”, y “ celebrar fun erales” ; “ ser desp iad ad o ”, in versam en te, es efectuar lo op uesto: rehu sar “ven ga rse”, “ salvar” o “ celebrar fu n erales”.9 La co m p a s ió n se e n cu e n tra , así p u es, circu n scrita p o r la p h ilo tës e im p lica d istin to s co m p o rta m ie n to s, co m o respu esta a distin tas cir­ cun stan cias, entre los que se en cu en tran el de dañar y m atar enem igos, en este m u n d o de gu erra que m uestra la Ilíada.10 El que se p u ed a dar u n vín cu lo de philotës entre en em igo s, q u e los e xim a del d añ o m u tu o , o bed ece a circu n stan cias excep cion ales (la xenia o la recip ro cid a d de la h o sp italid ad , 6.224-236; susp en sión pasajera d el co m b a te a d e m a n ­ das de “ los h erald o s m ensajeros de Z eu s y tam b ién de los h o m b res”, 7. 288-302). 2. E stos m o d e lo s cu ltu ra le s (“ m o d e lo s d e ” y “ m o d e lo s p ara”, en la term in o lo gía de G ee rtz),11 estos roles y pautas de co m p o rta m ien to que

9 Ibid., p. 67; también pp. 35-36: “en la Ilíada la expresión form ular ai k’ eleêsêi (9.172, etc.) y el imperativo eleéson (21.74, etc.) claramente indican que ‘compadecer’ no implica simplemente el sentir la emoción sino ‘hacer algo para ayudar o salvar’”. 10 Véase ibid., p. 47 y cap. 2, donde trata el paralelo contextual entre compasión, cholos (“cólera” ) y achos (“dolor”, “ sufrimiento” ). “Cuando un guerrero ve a su amigo caer y es por lo tanto embargado por la compasión, la ira o el dolor, se lo muestra invariablemente cargando contra el enemigo incluso más ferozmente que antes. A este respecto, com o catálisis de las acciones de los guerreros en la batalla, la compasión no es menos potente que cholos o achos”, p. 17. 11 Para C. Geertz (La interpretación de las culturas, México, Gedisa, 1987, p. 91) los símbolos culturales son modelos “de” y modelos “para”, imágenes y programas de conducta.

140

I

EL D E S A R M E

DE

LA C U L T U R A

la so cied ad tra d icio n a lm en te exige cu m p lir a los héroes, son los que se verá n e x ce p cio n a lm e n te p u esto s en cu e stió n a través, p r in c ip a l­ m en te, de la e v o lu ció n de A q u iles, “ el m e jo r de los a q u eo s” (aristos achaiön, i. 244,412; 16. 271,274). En el e n c u e n tro co n P ría m o , al fin a l de la llía d a , A q u ile s n o se co m p o rta m o v id o p o r los valores so cialm en te re co n o cid o s del h o n o r y d el kleos, o p o r la co m p asió n circu n scrita a los suyos, qu e im p lica d añ o al en em igo , sino im p u lsad o p o r las dem an das del afecto y de la co m p asió n que sobrepasa los lím ites h ero ico s, cu estio n a n d o a la vez los efectos de su frim ien to que acarrean lo s p atron es de co n d u cta de la m o ra l h ero ica y a n tep o n ién d o les u n a co n d ició n h u m an a co m ú n , que d isu elve las d istin cio n e s v e n ce d o r-v e n c id o , a m ig o -e n e m ig o , n o so tros-ellos. Este d istan cia m ien to y su p eració n de la m o ra l h eroica, que p ro ta ­ go n iza el héroe p o r excelen cia, “el m e jo r de los a q u eo s”, se desarrolla a lo largo de u n p ro ceso en el qu e la co m p asió n es el v e cto r p rin cip al. El desp liegue de esta e m o c ió n sim p atética n o sigue un curso lineal y exp ed ito , sino que se abre ca m in o en co n fro n ta ció n con su ira y con el có d ig o so cialm en te vig en te, que A q u iles term in a rebasan do en su e n c u e n tr o co n P ría m o , el re y de T ro ya, en el qu e p o r c o m p a s ió n (oiktirón, 24. 516) atiend e a su súp lica de devolverle el cadáver de su h ijo H écto r - q u e adem ás de m atar a P atro clo se h abía en sañ ad o con su c u e r p o - p ara q u e p u e d a ce leb rar su fu n era l. Este d e v e n ir de la co m p asió n de A q u iles - e n co n fro n ta ció n con su anverso, su ir a - es la a cció n central que estru ctu ra y da u n id a d tem ática a la llía d a .12 A h o ra b ien , el d istan cia m ien to , el re ch a zo y la s u p era ció n del m o ­ d elo h e ro ico p o r parte de A q u iles co n stitu y e n un p ro ceso , adem ás de

12 Véase Kim, The pity o f Achilles, pp. 6 y 7, quien además defiende una estructura tripartita de la llíada en función de una dialéctica compasión-ira en Aquiles: 1) la compasión inicial de Aquiles por los griegos (que mueren por la peste enviada por Apolo y que lo lleva a convocar la asamblea) que se torna en su anverso temático, su ira, su crueldad (libros 1-8); 2) la crueldad formal de Aquiles entra en conflicto con, pero cediendo a, su compasión (libros 9-16); 3) su ira hacia los troyanos termina resolviéndose en la compasión final hacia Príamo (libros 17-24) (pp. 69 y ss.).

LA

TRANSFORMACIÓN

DE

AOUILES

I

I4 I

e m o c io n a l, crítico , en el qu e en tra en ju e g o un a d im e n sió n deliberativ a -re fle x iv a . R esaltar este ca rá cte r d e lib e ra tiv o y p ro ce su a l de la e v o lu ció n de A q u iles, a n a liza n d o su d esa rro llo y en garce a través de los m o m e n to s m ás sign ificativo s de su tra n sfo rm a ció n , es lo qu e m e p arece de m a y o r in terés ta n to en lo qu e respecta a la co m p re n sió n del d esa rro llo n a rra tiv o del p o em a , co m o en cu a n to a lo que de n e ­ cesaria terap ia co n tra los p re ju icio s de la id e o lo g ía m o d e rn a del in ­ d iv id u o aporta. En este sentido, para un a m e jo r co m p ren sió n de los pasajes que v o y a analizar y del im p o rtan te lu g ar que o cu p a n en el p ro ceso de tra n s­ fo rm a ció n del h éroe, es p reciso h acer unas co n sid era cio n es previas. C o n v ie n e e m p e za r p o r d e se m b a ra za rse de lo q u e ha co n stitu id o y con stituye el m a yor o b stá cu lo p ara la co m p re n sió n de la im p o rtan cia de los pasajes qu e v o y a an alizar y del p o em a en su co n ju n to , y que no es o tra cosa qu e el p reju icio qu e la id eolo g ía m o d e rn a del in d ivid u o im p o n e , al establecer la p rim a cía de la relación co n sí-m ism o , co n s­ ciente y sostenida, co m o co n d ició n necesaria p ara qu e haya in d ivid u o respon sable, agente ético o p ro ceso d elib era tivo p ro p iam e n te d ich o . El em p e cin am ie n to en esta co n cep ció n id e o ló g ica m o d e rn a del in d i­ v id u o ha establecido exito sam en te la in fu n d a d a e cu a ció n que id e n ti­ fica la ausen cia de co n cien cia de u n sí-m ism o , que actúa p o r actos de v o lu n ta d y d elib era ció n con scien tes, co n la in existen cia de in d ivid u o ético a u tó n o m o . Esta e cu a ció n im p id e ver la im p o rta n cia central de las creencias y los deseos n o co n scien tes en la m o tiv a ció n de las a ccio ­ nes, así co m o el carácter de p ro ceso de las co n d u ctas y sus cam bios. Se hace necesario, p o r tanto, ab an d o n a r esa ecu ació n , ese p reju icio, y p o n e r de relieve qu e la respo n sabilid ad , la v o lu n ta d y la cap acid ad deliberativa p rop ias, que p erm iten co n sid erar al in d iv id u o h o m é rico co m o u n agen te é tico a u tó n o m o , n o co n lle v a n ece sa ria m e n te u n a c o n ce p ció n o un sen tim ien to de sí c o m o in d iv id u o in d ep en d ie n te , a to m izad o , con scien te de su pensar, abstraído de los v ín cu lo s p erso ­ nales y de las e m o cio n e s asociadas a ellos. El in d iv id u o h o m é rico y sus fu n cio n e s m entales son represen tados de m o d o relacion al. El p er­ sonaje h o m é rico se representa y se siente en relación co n los otros, con el en to rn o . Sus p rocesos m entales están in d iso cia b lem en te ligad o s a

142

I

EL D E S A R M E

DE

LA

CULTURA

las situacion es, a las relacion es co n el m u n d o en el qu e vive. Este ca ­ rácter in terrelacio n al es el dato de p artid a, y n o u n a idea de in d iv id u o fu n d am en ta d a en la co n cep ció n de u n a abstraída y a to m izad a y o id ad p ro p ia, au to con scien te de sí. P or ello, co m o d efien d e C h ris to p h e r G ill, la p o sició n d e A q u iles, esp ecialm ente co m o se expresa en su gran p arlam en to, se m alen tien de si la in terp retam o s en térm in o s de a u to rre a liza ció n in d iv id u a l y no, desde la p ersp ectiva “o b jetivo -p a rticip a n te ”, co m o u n a exp resió n de razon am ien to s acerca de u n a v id a h u m an a q ue tien e en co n sid eració n form as p rop ias de la activ id a d h u m a n a co o p era tiva .13 Tres de las ideas asociadas con la co n cep ció n “o bjetivo -p articip an te” de la p ersonalidad, que G ill defiende p ara un m ejo r en ten dim ien to del pen sam iento griego an tigu o, son, en esbozo: i) que la p sico lo g ía h u m a n a se cen tra en las in terrelacio n es entre partes o fu n cio n es; 2) que el d iá lo g o in te rp e rso ­ nal y co m u n a l co n stituye la v id a ética; 3) qu e el debate reflexivo d ia ­ léctico es el m e d io para d eterm in ar p ro p iam en te las bases de la vid a ética co m p a rtid a .14 En este sen tido, m i estu d io v a a aten der a las p rin cip ales etapas de este p ro ce so de tra n s fo rm a c ió n de A q u ile s , d esd e esta p e rsp e ctiv a “ o b jetivo -p a rticip a n te ”, p restan d o a ten ció n especial a su co n ex ió n , a su d ecurso, al m o v im ie n to de tran sició n entre ellas. La escena de A q u i­ les co n la E m bajada, en el lib ro 9, es u n p u n to de in fle x ió n capital en el desarro llo de este p roceso, cuyos siguientes m o m e n to s de los libros 11 ,1 6 ,1 8 ,1 9 ,2 2 , van a cen trar este análisis que d esem b o ca rá en el e n ­ cu e n tro de A q u iles co n P ríam o en el lib ro 24. 3. U n m o m e n to cru cial, esp ecialm en te sign ificativo y destacad o en el p ro ce so de tra n sfo rm a ció n de A q u iles, lo co n stitu ye su p arlam en to , en el lib ro 9 (305-409), en respuesta a la em bajad a en viada p o r A g a ­ m e n ó n para p ersu ad irlo de vo lv er al co m bate. En la Ilíada, sin in ter­ v e n ció n d iv in a algun a, aparecen en diversas ocasion es héroes delibe-

13 C. Gill, Personality in Greek epic, tragedy and philosophy, Oxford, Oxford University Press, 1996, p. 118. 14 Ibid., p. 175.

LA

TRANSFORMACIÓN

DE

AQUILES

I

I 43

ran d o acerca de la m e jo r o p ció n entre d o s fo rm as d iferentes de actuar. H o m e ro p resen ta de fo rm a m u y clara en el p o em a esta ca p a cid a d y esta a u to n o m ía d eliberativa. Lo que m erece ser destacad o en el p arla ­ m en to de A q u iles es que sus ra zo n a m ien to s n o se d irig en a sopesar q u é tip o de a cció n o c o m p o rta m ien to es m ás acorde con los fines o las reglas exig id o s p o r la m o ra l h ero ica, sino a cu e stio n a r esos fines qu e con stitu yen el fu n d am en to de esa m o ra l y de las exp ectativas de co m p o rta m ien to q ue el héroe d ebe cum plir. Esto es lo excep cion al del d iscu rso del “ m e jo r de los a q u eo s”. A este resp ecto es ú til y cla rifica d o ra la d is tin c ió n qu e establece C h ris to p h e r G ill entre ra z o n a m ie n to de “ p rim e r o rd e n ” y ra z o n a ­ m ien to de “ segu n d o o rd en ”. Frente al tip o de ra zo n a m ien to p rim a rio o de “ p rim e r o rd en ”, que co rresp o n d e en térm in o s aristotélicos al del tip o fin -m ed io s o regla-caso, p o rq u e p ro p o rcio n a la base p ara o p ta r p o r un curso de acción en un caso esp ecífico, el ra zo n a m ien to de “ se­ gu n d o o rden ” se caracteriza p o r ser “ u n a reflexió n acerca de los fines o las reglas que son op erativas en el razon am ien to de p rim e r o rd en ”.15 El e je m p lo m ás cla ro d el tip o de ra z o n a m ie n to de “ p rim e r o rd e n ” sería el de O d iseo , que zan ja su m o n ó lo g o d elib erativo , en el que se p lan tea la o p c ió n entre h u ir o quedarse solo ante el en em igo , exp licitan d o el fin y la regla de que el que se p o rta con bra v u ra (aristeuesi) en la lu ch a debe resistir a pie firm e, tan to si lo hieren co m o si hiere a o tro (11.409-410). Sin em b argo , el ra zo n a m ien to q u e A q u iles desarrolla en su gran p ar­ lam en to de co n testació n a O d iseo (9.305-429) es un ejem p lo de ra zo ­ n am ien to de “ segu n d o o rd en ” y es excep cion al p o rq u e es el ú n ico en la llíada (y en la épica griega) que apu n ta a criticar y rechazar las reglas y fines que en la m o ra l h ero ica se co n sid eran bu en o s. A l co n trario que el discurso de Sarp ed ón a G lau co (12.310-328), d o n d e tam b ién se alude a los fines y las reglas que va lid an la p a rticip a ció n en el co m b ate, pero

15 Ibid., p. 136.

144

I

el d e s a r m e

de

la

cultura

co n el o b jeto de reafirm arlas y reafirm arse en ellas a m o d o m ás bien de ex h o rta ció n o arenga.16 A u n q u e el ra z o n a m ie n to de A q u iles, en este pasaje, n o d e se m b o ca en u n a d e sv in cu lació n n i en u n rech azo co m p leto de los valores éticos de su so cied ad , p o rq u e to d av ía habla co m o un co m p ro m e tid o , a u n ­ q u e crítico , m ie m b ro d e su g r u p o ,17 su co n sid e ra ció n de la m u e rte h ero ica , y de la g lo ria qu e p ro cu ra , e n tra en b a n ca rro ta c o m o v a lo r fu n d am en ta l (lo q u e, a su vez, crea d isp o sicio n es in ten cio n a les, actitu d in ales, m ás favorables p ara a preciar la s ig n ific a ció n de los im p u l­ sos a fectivo s). D a d a la im p o rta n cia qu e tien e el tem a de la m u erte en este p arlam e n to de A q u iles, así co m o en su p o ste rio r e v o lu ció n , c o n ­ v ie n e destacar la esp ecial relació n de este h éro e co n ella. Ya desd e casi el co m ie n z o de la litada, se n os p resen ta a A q u iles co m o d e stin ad o a m o rir m u y p ro n to y, adem ás, sab ed o r de ello. Las p rim eras palabras que, tras la qu erella co n A g a m e n ó n , A q u iles d irige a su m adre Tetis, lo exp resan claram en te:

16 Gill pone este discurso de Sarpedón com o ejemplo de razonamiento de “ segundo orden”, dado que aborda los objetivos y fines generales, reflexiona “acerca de la clase de contexto interpersonal, y la clase de vida humana, en la que una tal regla se considera buena” (ibid., p. 136). Sin embargo, si lo situamos en su contexto, en una situación en la que el héroe licio avanza en el combate “ cual león montaraz que lleva privado/ de carne mucho tiempo, y su arrogante ánimo le impele/ a ir a la cerrada alquería y tentar fortuna con el ganado” (12.299-301), y en este estado de exaltación guerrera, en el que “ el ánimo impulsó a Sarpedón. . . /a cargar contra el muro y a hacer añicos las almenas”, se dirige a Glauco para infundirle coraje e instarlo a combatir, parece difícil mantener que se pueda calificar este discurso de deliberativo acerca de fines, o de razonamiento de segundo orden. Le cuadra m ejor ser catalogado de exhortativo o arengatorio. Por otro lado, el que Glauco tenga que ser arengado de este m odo en el combate para que luche, muestra que las prescripciones de la moral heroica por sí mismas no determinan conductas; revela, más bien, ese ámbito del individuo que se resiste a las demandas exigidas por su rol social. 17 Gill, Personality in Greek epic, tragedy and philosophy, p. 130; “su postura y el razonamiento de segundo orden del que depende, incorpora un llamamiento a las normas de acción cooperativas entre jefes” (p. 136).

LA

TRANSFORMACIÓN

DE

AQUILES

I

I 45

ya que m e diste a lu z p ara u n a vid a efím era ( m inynthadion), h o n o r (tim èn) m e d eb ió h ab er o to rg a d o el o lím p ic o Z e u s a ltito n a n te . A h o r a b ie n , n i u n a p izc a m e ha o to rg a d o ” (i. 3 53 - 3 55 )·

Tras escuchar al h ijo su relato de la querella con A ga m en ó n , la respuesta de Tetis a su p etició n de q ue in terceda ante Z eus p ara castigar al A trid a y a los aqueos, em p ieza diciendo: ¡Ay, h ijo m ío! ¿Por qu é te crié si en h o ra aciaga te di a luz? ¡Sin llan to y sin p en a ju n to a las naves debiste q uedarte sentado, ya qu e tu sino es breve ( m inyntha) y n ada d u ra ­ dero. T em p ran o (ökymoros) ha resultado ser tu h a d o e in fo rtu n a d o sobre todos has sid o ; p o r eso, p ara fu n e s to d e stin o te a lu m b ré en p a la c io ” (414-418). Y la diosa, in terced ien d o p o r su h ijo , in terp ela así a Zeus: h o n ra a m i h ijo , sujeto al m ás tem p ran o h a d o (okym orotatos) entre to d o s y a qu ien , adem ás, ah o ra A g a m e n ó n , so b eran o de hom bres, ha d e sh o n rad o (ètim ësen) y q u ita d o el b o tín (géras) y lo retiene en su p o d e r (i. 505-507).

H o m e ro deja m u y claro, desde el m ism o co m ie n zo del p o em a , la sin ­ gu larid ad de A qu iles co m o el h éroe d estin ad o a u n a m uerte tem p ran a, así co m o qu e éste co n sideraba la b reved a d de su v id a co m o “ una causa básica de su pasión por la gloria",18 adem ás de u n a razón de peso p o r

18 G. Zanker, The heart of Achilles. Characterization and personal ethics in the Iliad, Ann Arbor, University o f Michigan Press, 1994, p. 79. Este autor destaca acertadamente la importancia de la relación de Aquiles con la muerte: “Se establece muy pronto en la Ilíada que la mortalidad de Aquiles

146

I

EL O E S A R M E

DE

LA C U L T U R A

la qu e Z e u s d e b ería o to rg a rle la tim e d esead a. Sin e m b a rg o , en su p arlam e n to del can to 9, co m o va m o s a ver, la v a lo ra ció n y la actitu d de A quiles ante la m uerte es ya radicalm ente distinta, ha exp erim en tad o un v u e lco sign ificativo. La co n testació n de A q u iles a la e m b ajad a e n ­ v ia d a p o r A g a m e n ó n se sitú a en la a p e rtu ra de lo q u e, sig u ie n d o a Jim yo K im , co n sid era m o s el seg u n d o m o v im ie n to de la Iliada (9-16), en el que la ira fo rm a l de A q u iles h a cia lo s grieg o s en tra en co n flicto co n su co m p asió n p ero ced ien d o a ella. R e co rd e m o s qu e A q u iles, en el lib ro 1, en el e n fre n ta m ien to co n A g a m en ó n an u n cia airado su in m in en te regreso a casa (“Ahora m e iré a P tía ..” ), y p ide a Tetis que in terced a ante Zeus, a ve r si quiere p ro teg er a los troyan os y a co rralar en las p o p as y a lred ed o r del m a r a los aqueos e n tre g ra n m o r ta lid a d , p a ra q u e to d o s d is fru te n d e su re y (1. 408-410).

A qu iles, en co lerizad o , acalorado, p ro cla m a su d eseo de q u e los griegos m u eran y, co n el co m e n ta rio iró n ico a ñ a d id o de “para que todos dis­ fruten de su rey”, expresa claram en te que su ira alcan za a todos (pantes), a la vez qu e d e n u n cia su so m etim ie n to có m p lice p o r n o o p on erse al ultraje co m e tid o p o r A g a m en ó n . Q u e el en cu en tro co n la em bajada, en el canto 9, hace m ella en A quiles, de m o d o q u e la co m p asió n em erge y e m p ie za el d e sp la za m ien to d e la ira, es u n a sp ecto cru cia l, qu e el p o e m a n os m u estra m agistralm en te co n n otables in d icio s de lo in c i­ pien te y co n tra d ic to rio de esta fase de ca m b io en el héroe. Es p reciso lla m a r la a te n ció n acerca de u n h e ch o clave al qu e n o se le a trib u y e la im p o rta n c ia debida: q u e A q u iles, c u a n d o recibe a los en v iad o s p o r A g a m e n ó n , lleva ya m u c h o s días retira d o d el com bate. D e sd e la q u e re lla co n el A tr id a h a n p a sa d o d ie c io c h o días (seis de ellos son o b jeto de la a ten ció n de la n a rra ció n y los o tro s d o ce s im ­

es un asunto apremiante” (p. 78). La muerte temprana de Aquiles como una “clave” de la llíada aparece reflejada también en 9.318-319,401 y ss.; 17.407-409; 18.59-60; 24.85-86.

LA

TRANSFORMACIÓN

DE

AQUILES

I

I

47

p lem en te alu d id o s: los que pasan los dioses o lím p ic o s en el país de los e tío p es), p ero A q u iles n o ha regresado a su casa. Sin p a rtic ip a r en la gu erra la sigu e de cerca, la sien te en su p ro x im id a d ; n o se p u ed e abstraer to ta lm en te de ella, su presen cia se le im p o n e . Sin em bargo, a la vez, gan a u n a d istan cia respecto a ella, al verse libre del estado de con stan te a p rem io qu e p ro v o ca n las exigen cias urgen tes del m atar o m orir. Esto es fu n d am en tal: el n o co m b a tir lo lib era de la an sied ad y la a b so rb en te in ercia b é lica y le d eja los días en d is p o s ició n id ó n ea p ara darle vu eltas a m u ch as cosas. Su ira in icial, in m ed ia tam e n te desp ués de h a b er su frid o el ultraje d e A g a m e n ó n , lo lle v ó , a c a lo r a d o , c o m o h e m o s v is to , a d esea r la m u e rte y la d e rro ta de lo s a q u eo s to d o s. Pero, a su vez, a lg u n o s de e llo s le so n a fe ctiv a m e n te m u y ce rca n o s (so n c o m o p arte de él, si ten em os en cu en ta, co m o es p reciso p ara u n a m e jo r co m p re n sió n de este p ro ceso , q u e el in d iv id u o h o m é ric o se rep resen ta y se siente fu n ­ d a m en talm en te de m o d o relacio n a l), co m o es el caso de los qu e c o m ­ p o n e n la e m b ajad a qu e le envía a h o ra el A trid a . C u a n d o lleg an a su tien d a O d iseo , F én ix y A yan te, A q u iles los recibe efu sivam en te, co m o a sus m ejo res a m igo s, los m ás q u e rid o s de los a q u eo s, sus p h iltatoi (9.197-198, 204). En el m o m e n to en que se da este en cu en tro , la gu erra les está yen d o m u y m al a los aqueos. La su p erio rid a d de H é cto r y los tro yan o s se ha h e ch o p aten te en el seg u n d o d ía de batalla. La em b aja d a se d irig e a A q u iles p o rq u e la situ ació n es grave, cru cial, h asta el p u n to de que, co m o ad vierte N é sto r a la asam blea: “ Esta noche traerá al ejército la ruina o la salvación” (9. 78). Las respuestas de A q u iles a la em bajada deben , p ues, entenderse co m o exp resió n de un p ro ceso de cam b io , en el qu e co b ra im p o rta n c ia su p e r io d o de a u sen cia d el co m b a te y el co n flicto de em o cio n es en su interior. C o n v ie n e , p o r tanto, con siderar este pasaje n o tan to en térm in o s de instante o m o m e n to delim itable y aislado co m o de proceso, de secu en cia, rep aran d o en la m ed id a de lo p o sible en la d ialéctica de latencia y “ a ctu alizació n ” qu e la m ism a n arra ció n n os ofrece. El gran p arlam en to de A q u iles (9.308-430), en co n testa ció n a O d i­ seo, es e xcep cio n a l p o r la exten sió n de su ra zo n a m ien to y p o r su ela ­

148

I

EL D E S A R M E

DE

LA

CULTURA

b o ra ció n lin gü ística. Este d iscu rso es la a rg u m en tació n co n tin u a m ás la rg a en e x te n sió n de la llía d a .19 In u su a l es ta m b ié n el len gu aje de A q u iles en esta in terven ció n : un len gu aje singular, p ro p io , exclu siv a ­ m en te de él. L o co n vierte en ú n ico el carácter atíp ico de térm in o s y de sus co m b in acio n es qu e n o resp o n d en a las tra d icio n a les co n stru c ­ cion es lin gü ísticas de la ép ica y que, p o r su carácter in esp erad o e in ­ n ovad o r, co n trastan , co m o e xcep ción , co n el u so lin g ü ístico del resto de la llía d a .20 Es p reciso, p o r tanto, em p e za r señ alan do que estam os ante un d iscu rso de in d iscu tib le y e la b o ra d a e xcep cion alid ad . En respuesta al d iscu rso de O d iseo , qu e tras hacer la relación de los in m en so s regalos (264-300) que le ofrece A g a m en ó n term in a con un a a lu sió n a la g lo ria h e ro ica qu e le re p o rta ría a A q u iles su re to rn o al co m b a te y co n u n lla m a m ie n to a su c o m p a s ió n ,21 el “ m e jo r de los aq u eo s”, el héroe p o r excelencia, co n ced e relevan cia e special en su d is­ curso a la p uesta en cuestió n y al rech azo d el ethos heroico. Y lo hace, y es im p o rtan te advertirlo, o frecien do razones. El p arlam en to de A q u i­ les está e n m arcad o p o r el tem a de su “ rech azo a ser p ersu ad id o ” y trata la e xp licación de sus razon es p ara ello así co m o sus con secuencias. La fo rm u la ció n de en tra d a de su n egativa a ser p ersu ad id o (“ a m í creo que ni me logrará persuadir (peisem en) el Atrida Agam enón ni los demás aqueos”, 5. 315) expresa el h ech o de que su retirada del co m bate lo ha d istan ciado , lo ha d esap egado tam b ién de la m o ra l h eroica. A q u iles ha

19 Los discursos más largos de Fénix (434-605) y de Néstor (11,656-803) contienen extensos pasajes de narración. Cf. B. Hainsworth, The Iliad: A commentary, vol. n i, libros 9-12 (G. S. Kirk [editor general]), Cambridge, Cambridge University Press, 1993, p. 100. 20 En este sentido, el m ejor estudio que conozco del gran parlamento de Aquiles es el de R. Martin, “The language o f Achilles”, en The language o f heroes: Speech and performance in the Iliad, Ithaca, Cornell University Press, 1989. Adam Parry ya llamó la atención sobre las particularidades formulares del lenguaje de Aquiles en The language o f Achilles and others papers, Oxford, Oxford University Press, 1989, pp. 1-7. 21 “ Mas si el Atrida se te ha hecho aún más odioso a tu corazón,/ tanto él com o sus regalos, de los demás del bando panaqueo,/ abrumados por el campamento, compadécete (eleaire); com o a un dios te/ honrarán, pues seguro que a sus ojos ganarías enorm e gloria” (9.300-303).

LA T R A N S F O R M A C I Ó N

DE

AQUILES

I

I 49

exp erim en tad o en su p ro p ia p erso n a el desm en tid o e in cu m p lim ien to de los fu n d am en to s de esta m o ral, qu e consisten en la recip ro cid ad y en el re co n o c im ie n to de qu e c u a n to co n m a y o r esfu erzo se entrega u n o a la gu erra (m a ta n d o ), m e jo r h éro e es y m a y o r su reco m p en sa (geras-tim é-kleos). A q u iles afirm a que n o v a a ser p ersu ad id o p o rq u e b ien se ve que n ada se agradece (ouk ara tis charis) el batirse co n tra los en em igo s co n stan tem en te y sin desm ayo. Igual lote ( m oira) co n sigu en el in activo y el qu e pelea con denu edo. La m ism a h o n ra (tim é) o b tien en tan to el co barde co m o el valeroso. Igual m uere el h o lga zán que el a u to r de n um erosas hazañas (316-320). A q u iles n o afirm a sim p lem en te qu e n o va a ser p ersu ad id o, sin o que da razon es, argu m en ta su p o stu ra. La tajante afirm ació n de que “ a m í creo que ni m e logrará persuadir (p eisem en ) el A trida Agam enón ni los demás aqueos” (315), va seguida, co n vien e subrayarlo, del térm in o epei, “p u esto q u e ”, “ ya q u e ” (316), que abre su a rgu m en tació n . N o le lo g ra ­ rán co n ven cer ya q ue “ no ha habido charis (‘gra titu d ’, ‘re cip ro cid a d ’ )22

22 De acuerdo con la ética cooperativa entre héroes “Aquiles presupone un sistema de reciprocidad generalizada en el que un jefe coopera con la empresa de otro, y hace esto com o un acto de noble generosidad, un ‘favor’ que merece apropiada gratitud (‘charis’ puede entrañar ambos sentidos). Agamenón es acusado de introducir la ‘reciprocidad negativa’ (normalmente expresada en la razzia intertribal) en un medio en el que el intercambio se guía normalmente según el modo de la reciprocidad generalizada [...]. La brecha se hace más ancha, com o Aquiles declara, por el hecho de que la recompensa de honor en cuestión es ‘la mujer que agrada a mi corazón’ (alochon thymarea), un punto cuya relevancia es indicada claramente por Aquiles (337-343)”· Gill, Personality in Greek epic, tragedy and philosophy, pp. 140-141. En la nota 148, remite a 9.334-336, reiterado en 344.367-369.

150

I

EL D E S A R M E

DE

LA

CULTURA

alguna” (trad u cció n literal, 316) para el que siem pre lu ch a sin descanso co n tra el en em igo. Ésta es u n a p rim e ra ra zó n de la que A q u iles deriva u n a segun da, de m ás p ro fu n d o calado: el que lu ch a co n d en u ed o y el que n o luch a, el co barde y el valien te, el q u e hace m u c h o y el qu e no hace nada, están al m ism o nivel, con siguen igual lote ( moira) y n in g u n o tiene u n a tim é distintiva, y cuan do m ueren, m ueren hornos, “ del m ism o m o d o ”, “ igu alm en te”. Es im p o rta n te o b s e rv a r q u e el té r m in o m oira, qu e a q u í aparece tra d u c id o c o m o “ lo te ”, es u n té r m in o a m b ig u o , p u es ad em á s de sig ­ n ifica r “ lo te ”, “ p a rte ” (de u n re p a rto ), h a c ie n d o así en este co n te x to a lu sió n d irecta al geras, q u e es el re c o n o c im ie n to s o cia l de la tim é d e l g u erre ro , ta m b ié n d e sig n a al “ h a d o ” o la “ m u e rte ”. E sta a m b i­ g ü e d a d del té r m in o es clave p ara la c o m p re n s ió n de estos v erso s. En la m o ra l h e ro ic a , lo s d o s s ig n ific a d o s a lo s q u e re m ite el té r m in o m oira, tim é y m u e rte , se co n c illa n y se m ix tific a n , al ser el p rim e ro , la tim é ga n ad a en la lu ch a , el qu e co n fie re a la m u e rte u n v a lo r d is ­ tin tiv o y a p recia d o (el a cceso a la g lo r ia im p erece d e ra ). Es decir, en el éthos h e ro ic o la re la c ió n de co h e re n c ia e n tre lo s s ig n ific a d o s se estab lece en m e n o s p re cio de la v id a , ta n to d e la de los e n e m ig o s que h a y q u e m a ta r p ara te n e r tim é, c o m o de la p ro p ia , c u y o s e n tid o y v a lo r fu n d a m e n ta l d e p e n d e n de la m u e rte h e ro ica , se su b o rd in a n a ella. La fó rm u la re su m id a sería: v a lo ra c ió n de la m u e rte = d e sv a lo ­ ra c ió n de la v id a . P or el co n trario , en los d os versos siguientes, A q u iles desd obla e x ­ p lícita m e n te lo s d o s sig n ific a d o s im p líc ito s en el té r m in o m oira e in vierte la e cu a ció n h ero ica. A la d e n u n cia de la falta de recip ro cid a d , qu e hace qu e lu ch ar y esforzarse n o sea co rresp o n d id o co n el re c o n o ­ cim ien to , A q u iles añade u n a d e sm itifica ció n de la tim é. En el verso 319 (“ la m ism a tim é o b tie n e n ...” ), p o r tim é ,“ h o n ra ”, n o qu iere d ecir o tra cosa qu e “ m u erte”.23 El desvelam ien to del em b eleco de la tim é lo co n firm a el verso siguiente, con un d iscern im ien to clave (para la c o m ­ p ren sió n de estos versos y de la e v o lu ció n de A q u iles): to d o s m o rim o s

23 Véase Zanker, The heart o f Achilles, p. 82.

LA T R A N S F O R M A C I Ó N

DE

AQUILES

I

I 51

igu alm en te (homos); la m u erte n os igu ala a to d o s (lu ch ad ores o no, va lie n te s o co b a rd e s, a fa n o so s u h o lg a z a n e s ). A q u ile s re co n o c e la m u erte fu n d am en ta lm e n te co m o u n nivelador. R edefin e así, en estos versos 318-320, la tim é y la m u erte al desp ojarlas d e to d o v a lo r d istin ­ tivo. L o que p o r el c o n trario en fatiza “el m e jo r de los aqu eo s” es, co m o vem o s, el asp ecto igu ala d o r (igu al lote, isé moira, 318; igu al h o n ra , iéi tim éis, 319; igu al m uerte, katthan’ hornos, 320), lo qu e lo lleva, co m o co ro la rio , a d e sp ro v ee r ta m b ié n de sen tid o v a lo ra tiv o d is tin tiv o al h e ch o de m a ta r y de m o rir. Esta lú cid a a d q u isició n es capital. Para A q u ile s a h o ra , la tim é de to d o h é ro e es este “ lo te ” (m oira) qu e lo d istin g u e, n o de los dem ás, sin o de los dioses que son in m o rtales. La tim é n o d e n o ta el “ h o n o r” relativo entre los héroes, sin o la m o rta lid ad co m o su “ p a rtic ip a ció n ” (“ lo te ” ) ú ltim a c o m ú n .24 A q u iles socava de este m o d o la v erd ad era base del éthos h ero ico , al insistir en que la m uerte anula la d iferen ciació n entre to d o s los esfu er­ zos h ero ico s, ya que era la co n cien cia del v a lo r d istin tivo , g lo rio so , de la m u erte, lo que in citaba tra d icio n a lm e n te al héroe a jugarse la vid a en sus m ortíferas hazañas. R ecordem os, co m o contraste, la exh ortación de S arp ed ón a G lau co (12, 310-328, y esp ecialm ente 322-328). En este sen tido , “ el m e jo r de los a q u eo s” su b vierte el c ó d ig o h e ro ico .25 Si el m atar y el m o rir ya n o le co n ced en al gu errero un v a lo r d istintivo, deja de ten er sen tid o esforzarse h ero icam en te en la batalla. El h ero ísm o se le p resen ta ah o ra al m ás h e ro ico de to d o s los héroes co m o un tra m ­ p an to jo co n tra la realid ad a b so lu ta qu e alcan za a to d o s sin distingos: la m u e rte . L o q u e a h o ra aparece v a lo ra d o a p a rtir de este d isce rn i­ m ien to es lo qu e el éthos h e ro ico su b o rd in ab a, desvalorizaba: la vid a. A sí, después de afirm ar que n o h a y b ien es, p o r gran des y n um erosos que sean (refiriénd ose a los qu e le ofrece A g a m e n ó n para que vu elva

24 Kim, The pity o f Achilles, p. 80. 25 Véase ibid., p. 87, que en la nota 55 argumenta (contra Silk) que “la gloria a la que Aquiles se refiere cuando vuelve a vengar a Patroclo -n un de kleos esthlon aroimên, 18.121- es, como la time que gana cuando acepta la recompensa (apoina, 19.138), el predecible (e irónico) resultado de, pero difícilmente la razón para, su acción”.

152

I

EL

DESARME

DE

LA

CULTURA

al co m b a te), que p u ed an co m p en sarlo , A qu iles exp lica clara y ro tu n ­ d am en te la ra zó n de ello: Para m í n ada h a y que equ ivalga a la v id a , ni cu a n to dicen qu e p o seía antes Ilio, la b ien habitad a ciudadela, en tiem p o s de paz, antes de llegar los hijo s de los aqueos, n i cu an to encierra en su in te rio r el p étreo u m b ral del arquero Febo A p o lo en la rocosa Pito (401-405). A q u iles afirm a categó ricam en te en estos versos el v a lo r ú n ico e in su s­ titu ib le de la vid a, que n o h a y n ada equ ivalen te (antaxion, 401) a ella y a co n tin u a ció n que, adem ás, u n a v e z p erdida no vu elve. Se p u ed en gan ar con pillaje bu eyes y ceb ad o gan ado, se p u ed en a d q u irir tríp o d es y bayas cabezas de caballos; m as la v id a h u m an a n i está sujeta a p illaje para que vu elva n i se p u ed e recu p erar cu a n d o traspasa el cerco de los dientes (4 0 6 -4 0 9 ).

Se p u ed e o b ten er el m ás va lio so geras, p ero a diferen cia de éste, que se p u ed e ad q u irir y reponer, la v id a h u m an a n o es posible cogerla para que vu elv a de n u ev o (p a lin , 409) u n a v e z qu e n os aban d o n a. D en tro de este ra zo n a m ien to qu e está d esarro llan d o A quiles, adquiere su sen ­ tid o la rad ical p uesta en cu estió n de la g u erra m ism a. Tras la d en u n cia del u ltra je qu e a él en p a rtic u la r le ha in flig id o A g a m e n ó n , A q u iles alcan za en su crítica a la ju stifica ció n de la guerra: “ ¿Por qué hem os de luchar con los troyanos los argivos?” (337-338 ). A quiles ya había declarado q u e a él lo s tro y a n o s n o le h a b ía n h e c h o d a ñ o a lg u n o c o m o p ara con siderarlos e n em igos (1.152-153 y ss.). A h o ra reitera la p regun ta p ero d en tro de u n a reflex ió n n ueva. Ya en el acto m ism o de plan tearse la p regu n ta se separa rad icalm en te de las co n ven cio n es de la m o ra lid a d h eroica, p o rq u e p ara los héroes gu errear es su m o d o de vid a, y n o se d etien en a reflexio n ar si es ju sto o no. C o n v ie n e advertir, adem ás, qu e a d iferen cia del p rim e r cu estio n a m ie n to de la g u e rra , q u e p o d ía e n ten d e rse c o m o p e rso n a l, p o r la

LA T R A N S F O R M A C I Ó N

DE

AQUILES

I

I 53

p a rtic u la r o fen sa su frid a (“ a m í no...” ), en este seg u n d o , la reflexió n crítica tien e p reten sió n de un alcan ce gen eral, de ser gen era lizab le a to d o s lo s g r ie g o s (“ ¿por q u é hem os de luchar con los troyanos los argivos?” ).26 [...] ¿Por qu é h em o s de lu ch a r con los troyanos los argivos? ¿Para qué ha reu n id o u n a hueste y la ha tra íd o aquí el A trida? ¿Acaso n o ha sido p o r H elen a, la de h erm o so s cabellos? ¿Es que los ún icos de los m íseros h u m an o s que am an a sus esposas son los A tridas? P orque to d o h o m b re qu e es p ru d en te y ju icio so am a y cu id a a la suya, co m o tam b ién y o am aba a ésta de co ra zó n , a u n qu e fuera p ren d a a d q u irid a co n la lan za (337-343). En la in m ed ia ta su cesió n de p regu n tas, d irig id a s a p o n e r en tela de ju icio la ju stificació n de la p articip a ció n en la guerra, n o se h a reparado en la im p o rtan cia capital qu e tien e la ú ltim a de ellas (340-341), ya que in tro d u ce u n a d im en sió n de la reflexión ética im p ertin en te d en tro de las actu ales exigen cias de la co n ce p ció n heroica: la d im e n sió n afectivo -a m o ro sa. L o qu e llam a la aten ción en los ú ltim o s cu atro versos (340-343) es la re p etició n , en tres de ellos, de térm in o s verbales que directam en te designan afecto (“ am an ”, p hileous(i), 340; “ am a”, phileei, 342; “ am aba”, phileon, 343), y q u e adem ás están relacion ad o s co n m u ­ jeres. R. M artin observa que de las nuevas yu xtap o sicion es de térm inos, de ideas h ab itu alm en te n o con ectadas, que aparecen exclusivam en te en este p arlam en to de A quiles, seis tien en que ver co n el tem a de las

26 R. Martin señala el carácter raro, inusual, de la expresión griega ti de dei (cuyo sentido literal sería “¿en relación a qué es n e c e s a r i o . así como la construcción del verbo polemizó (“luchar” ) con el dativo Tróessin (polemizemenai Tróessin) que se traduce por “luchar con”, en vez de “luchar contra” que sería lo usual (“ The language o f Achilles”, pp. 180-181). Creo que estas construcciones inusuales, en relación con el resto del poema, se explican mejor si las consideramos como recursos utilizados para destacar el alcance del cuestionamiento actual de Aquiles de la guerra, pues hacen resaltar, respectivamente, las dudas acerca de la pertinencia de la guerra y de la consideración de los troyanos com o enemigos contra los que hay que luchar.

154

I

EL d e s a r m e

de

la

cultura

m ujeres, y qu e so rp ren d en tem en te las p alabras co m u n es p ara m ujeres y esposas van aco m p añ ad as de adjetivos qu e expresan tern u ra y c o m ­ p atibilid ad . Só lo A q u iles llam a a un a co m p añ era de lech o “ co m p añ era del alm a” o usa el ve rb o “ tratar co m o cercana y q u erid a” (phileous(i)) con el o bjeto “ esposas”, abchous.27 En referencia a esta ú ltim a expresión, R. M a rtin constata que sólo A quiles reactiva el sign ificad o del adjetivo {philas: “ q u e rid o ” ), tra n sfo rm a n d o en p red icad o verbal la sim p le y u x ­ tap o sició n alochous te philas que p o d em o s en co n trar en o tras partes (4. 238; 5. 480, etcétera).28 Este in u su a l e in e s p e ra d o u so d el len g u a je es u n e x p o n e n te del n o ta b le ca m b io de A q u iles en relación co n las dem an d as del có d igo h e ro ico . F rente a la a b stra cció n de los va lo res h e ro ico s de h o n o r y glo ria, p o n e en p rim e r p la n o la d im e n sió n de los afectos. En H elena no se ve u n va lo r u ltrajad o (la xenia, h o sp ita lid a d ), sino a u n a m ujer o b jeto de am or. B riseida n o es fu n d am en ta lm en te, aunqu e tam b ién , el geras, re co n o c im ien to de la tim é, qu e A g a m en ó n le ha a rreb atad o a A q u ile s, sin o la m u je r a m ad a p o r éste. El “ m e jo r de lo s a q u e o s” lo expresa e nfáticam ente: “yo amaba a ésta de corazón (ek th y m o u ), a u n ­ que fuera prenda adquirida con la lanza”. N o se sufre tan to co m o héroe h e rid o en su h o n o r qu e co m o h o m b re p riv ad o de la m u jer querida. La frase que antecede a la afirm ació n de su afecto p o r B riseida expresa claram en te esta v a lo ra ció n de lo afectivo: [...] P orque to d o h o m b re qu e es p ru d en te y ju icio so am a y cu id a a la suya, co m o tam b ién y o am aba a ésta de co ra zó n (341-342). Lo m ás destacable en esta p reem in en cia de lo afectivo es que se habla del h o m b re en general. Es decir, la p revalen cia del afecto, y los c u id a ­ dos qu e im p lica, se presen ta co m o un req u erim ien to ético gen eraliz a b le , co m o u n a sp e cto d e fin ito rio de todo, de cu a lq u ie r ( hos tis)

27 Martin, “ The language o f Achilles”, p. 184. 28 Ibid.

LA

TRANSFORMACIÓN

DE

AQUILES

|

155

h o m b re b u e n o (anër agathos).29 D ie z años de gu erra son visto s aquí, n o co m o un d ila ta d o p erío d o para p o d er luchar, m atar, y así ad q u irir h o n o r y g lo ria (lo id ó n e o d el h é ro e ), sin o c o m o u n p ro lo n g a d o e in ju stificad o ab an d o n o de las m ujeres q ueridas q u e los h éroes dejaron atrás en sus casas de o rig en . A q u iles, adem ás, está e xp re san d o aquí algo que está en el am b ien te, algo ge n era liza d o a estas altu ras de la guerra: el deseo de reto rn ar al hogar, al m u n d o de los vín cu lo s a fecti­ vos. C lara m uestra de ello n os la ha ofrecido el pasaje del libro 2, cuan do A g a m e n ó n , o rd e n an d o en gañ o sam en te la v u elta a casa p ara p o n e r a p ru eb a al ejército, se e n cu en tra co n un a in m ed ia ta y estru en d o sa es­ tam p id a de los co m batien tes h acia sus naves, ávid o s de p artir cuan to antes (2.144-154). Es decir, a través de la d en u n cia d el u ltraje qu e ha su frid o de A g a m en ó n , y de la falta de recip ro cid a d b ásica q ue im p lica, A q u iles en su discu rso llega a p o n e r en cu estió n la ju stifica ció n de la gu erra m ism a, h a cien d o em erger y c o n ced ien d o p reem in en cia ética a lo qu e to d a g u e rra exige a b a n d o n a r (y d estru ye): el m u n d o de los v ín cu lo s afectivos y fam iliares. C o m p a ra d o co n el d iscu rso de S a rp ed ó n a G la u c o (12. 310-328), qu e se c o n sid e ra e x p re s ió n p a r a d ig m á tic a de la m o ra l h e ro ica , el ca rá cter a n titético y e x ce p cio n a l de A q u iles co b ra m ás realce. S a rp e ­ d ó n v a lo ra b a la m u erte co m o gen erad o ra de glo ria, y p o n ía en p rim e r lugar, co m o el v erd ad ero sen tid o de la v id a de lo s h éro es, el “ r e c o n o ­ cim ie n to s o cia l” qu e los d is tin g u ía de los dem ás h o m b res. A q u iles, p o r el co n tra rio , v a lo ra la v id a p o r e n cim a de to d o , y frente a o b je ­ tivo s h o n o rífic o s , d eja h a b lar a esta d im e n s ió n e m o c io n a l-a fe c tiv a de m al en caje en ello s y co m ú n a to d o s los m o rta les. A sí, al fin a l de su p a rla m e n to , in m ed ia ta m e n te d esp ués de h a b er a firm ad o , en té r­

29 “ [...] el parlamento de Aquiles contiene una inclinación ética explícitamente nueva: encierra la única comprobación en la litada del tema del ‘hombre bueno’ [...] anér nunca es calificado por un adjetivo que defina ‘bondad’. En este caso, la nueva yuxtaposición de dos palabras ordinarias implica un m odo igualmente sin paralelo de mirar la conducta humana: Aquiles abre un camino al lenguaje abstracto de la ética filosófica” (Martin, “The language o f Achilles”, p. 183).

15 6

I

EL D E S A R M E

DE

LA C U L T U R A

m in o s e n fático s, gen era lizad o res, q u e n o h a y n ad a equ iva len te ( a n taxion) a la v id a de un h o m b re , qu e n o se p u ed e re cu p e ra r u n a vez p erd id a, A q u iles reitera su ya exp resada in te n ció n de regresar a casa,30 en e x p líc ita c o n fr o n ta c ió n co n la “ in m o r ta lid a d ” d e la g lo r ia q u e p o d ría co n se g u ir co m b a tie n d o . M i m adre, Tetis, la diosa de argén teos pies, asegura qu e a m í d o bles Parcas m e va n llevan d o al térm in o qu e es la m uerte: si sigo aquí lu ch an d o en to rn o de la ciu d a d de los tro yan o s, se acabó para m í el regreso, pero ten dré glo ria in co n su m ib le; en cam bio , si llego a m i casa, a m i tierra p atria, se acabó para m í la n o b le glo ria, p ero m i v id a será d urad era y no la alcanzaría n ada p ro n to el térm in o que es la m uerte (410-416). N o d e ja de ser s ig n ific a tiv o q u e , a p esa r de ser la e x p re s ió n kleos a p hthito n u n a fó rm u la a so cia d a al ëthos h e ro ic o d esd e el p e r ío d o in d o e u r o p e o (co n sus co rre s p o n d ie n te s atestadas en s á n s crito ), la ú n ica v e z en to d a la Ilíada qu e el a d jetivo aphthiton, “ im p ereced era ”, “ in c o n s u m ib le ”, a parece u n id o a kleos, “ g lo ria ”, y ad em ás co m o un p re d icad o de estai (fo rm a v e rb a l en fu tu r o ),31 sea en este m o m e n to en el qu e A q u iles la rech aza en favo r de la o p c ió n p o r u n a v id a m ás larga y el regreso a casa. Q u e d a así e sp ecialm en te destacad o el aspecto de “ in m o rta lid a d ” de la glo ria h ero ica ju stam e n te para d esv a lo riza rlo en su p reten sió n de h ip ó stasis fu tu ra n eg ad o ra de la v id a , in su stitu i­ ble e irrecu p era b le u n a v e z p erd id a. L o qu e a q u í se p lan tea A q u iles es u n a elección antiheroica q u e afecta al cu rso de su v id a , y lo hace sien d o e sp ecialm en te sensible y sab ed o r de que su m u e rte está m ás

30 “Ahora que ya no quiero combatir contra el divino Héctor, mañana, tras ofrendar víctimas a Zeus y a todos los dioses y cargar ricamente las naves en cuanto las bote al mar, verás, si es que tienes ganas y te importa, surcando m uy temprano el Helesponto, rico en peces, a mis naves y, en ellas, a mis hombres remando con ardor” (357-362). 31 Véase Martin, “The language o f Achilles”, p. 182.

LA T R A N S F O R M A C I Ó N

DE

AQUILES

|

I 57

b ie n cerca. Las circu n sta n cia s a ctu ales lo h a n lle v a d o a re ch a zar la co rta v id a de la g lo ria im p erece d e ra y a p re fe rir a h o ra u n a v id a de m ás la rga d u r a c ió n (deron) sin ella. A s im is m o A q u ile s a co n se ja a c o n tin u a c ió n a los d em ás a q u eo s a d o p ta r esta “ e le cció n de v id a ”, y los in vita a regresar tam b ién a casa: [...] T am bién a los dem ás yo aconsejaría zarp a r ru m b o a casa, p o rq u e n o veréis aún el fin de la escarp ad a Ilio [...] (417-419). Esto m u estra, adem ás del carácter gen era lizab le de su o p c ió n ética, que, a pesar de su aislam ien to, A q u iles sigue sintiéndose parte de los aqueos y p reo cu p án d o se p o r ellos. N o se desen tiend e ni se rego cija de su d errota, c o m o cabría esperar en co n secu en cia co n su m a ld ició n del can to 1, sino qu e in clu so in sta a los en viados a qu e vayan a co m u n ica r a los dem ás aqueos su m ensaje de q ue, de n o regresar a casa, se busquen un p lan m e jo r para salvarse qu e el de co n ta r con él: M as v o so tro s id y m an ifestad a los p aladines de los aqueos m i m en saje -é s te es el p riv ile g io de los a n cia n o s -, p ara que en sus m ientes im a gin en o tro in gen io m e jo r qu e les salve las naves y a la hu este de los aqueos ju n to a la hu ecas naves, p u es n o les ha d ep arad o éxito éste qu e h a n im a g in a d o a h o ra , p o rq u e m i có le ra m e m a n tie n e lejo s (421-426).

Y A q u iles term in a su discurso in vitan d o al an cian o F én ix a quedarse a pasar la n och e, p ara al día siguien te regresar co n él a casa: Q u e F én ix se qu ed e co n n o so tro s y se acueste a q u í m ism o; así p o d rá a co m p a ñ arm e m a ñ a n a en las naves a la p atria, si es que quiere, que p o r la fu erza no lo v o y a llevar (427-429). La em ergen cia en A qu iles de la d im e n sió n afectiva, ju n to a este h ech o de q u e, in clu so a p a rta d o d el co m b a te , se sien ta y se co n sid ere a sí

158

I

EL D E S A R M E

DE

LA C U L T U R A

m ism o vin cu la d o a sus co m p añ ero s com batien tes, n os p erm ite e n ten ­ der que el “ m e jo r de los aqueos” sea alcan zad o en su sen sibilidad p o r los ru egos de los enviados. En este co n tex to d ebe entenderse el h ech o de que la actu al d ecisió n de regresar a casa al día siguien te (357-360) sea p osp uesta sucesivam en te p o r A quiles: después del p arlam en to de Fénix, A qu iles le dice: “A l despuntar la aurora, decidiremos/ si regresa­ mos a nuestra patria o si nos quedam os” (9.618-619). Y tras la siguiente in te rv e n ció n de A ya n te, la qu e m ás recu rre a la am istad y al afecto, A q u iles an u n cia su co n cesió n fin al de q uedarse, a n u n cia n d o qu e se rein co rp o ra rá al co m b ate cu a n d o el p eligro llegue a su cam p am en to : V o so tro s id, pues, y m an ifestad m i m ensaje: n o m e o cu p a ré del san grien to co m b ate hasta que el h ijo del b elico so P ríam o, el d iv in o H éctor, llegu e a las tien das y a las naves de los m irm id o n es m a ta n d o argivos y en vu elva las naves de h u m o y fu ego (649-653). Las in te rv en cio n e s de los en viad o s le han h e ch o a A q u iles m o d ifica r su d ecisió n in icial de irse al d ía siguiente. C h risto p h e r G ill, in sistien do en la p ersp ectiva “ o b je tiv o -p a rticip a n te ”, qu e ve el co m p o rta m ie n to de A q u iles co m o el de un in d iv id u o qu e n o p u ed e d ejar de sentirse y co n sid era rse en re la c ió n co n lo s o tro s, o b serv a qu e la v a r ia c ió n en sus in ten cion es refleja la p o sició n qu e a d o p ta en el ca m b io in te rp e r­ sonal en cada etapa, de m o d o q ue su d eclaració n in icial de u n a p artid a a n u n cia d a para el d ía sigu ien te, v a c a m b ia n d o de resultas de los su ­ cesivos lla m a m ie n to s de sus a m igo s, F én ix y A yan te, qu e le p ro p o r­ cio n an razon es de p eso d iferen te p ara estas va ria cio n es de in te n ció n y gesto.32

32 Gill, Personality in Greek epic, tragedy and philosophy, p. 142; a continuación advierte que “conviene tener en mente estas indicaciones de que Aquiles piensa de sí mismo como, en algún sentido, un miembro de su grupo, cuando volvamos a la sección más controvertida de su parlamento (w . 378-387)”. Asimismo, observa en este sentido que incluso en los versos 356-361 (en especial 359-361) “ su proyectada partida es pintada (no sin una

LA

TRANSFORMACIÓN

DE

AQUILES

I

I 59

C o n testa n d o a A qu iles, qu e equ ip ara exp lícitam en te la gu erra con la m u erte tem p ran a, para la qu e ya n i la tim é ni el kleos le sirven de co m p e n sa ció n , los llam am ie n to s de F én ix y A ya n te, en el to n o m ás afectivam en te cálid o y de la m ás “ p u ra ” a m istad,33 p o n e n el énfasis en la p hilo tës y en la co m p a s ió n h a cia ello s, y h a cia los dem ás a q u eo s, in tro d u cie n d o así u n a ra zó n n o co n sid erad a en el ra zo n a m ien to del d iscu rso del “ m e jo r de los a q u eo s” : qu e su reto rn o a la g u erra equivale a la e v ita ció n de m uertes, a la salvación de las vid as de p h ilo i .3 4 Esta n o co n sid era d a ra zó n de p eso, a rgu m en tad a y h e ch a va le r a fe ctiva ­ m ente p o r sus m ejo res a m igo s, n o p u ed e d ejar de hacer m ella en la d elib era ció n de A q u iles, que, lejos de ser u n a a u to con scien te d ecisió n in stan tán ea de u n a v o lu n ta d a u tó n o m a y aislada, co m o co rresp o n d e ­ ría a u n a m o d e rn a e ilu so ria v isió n del in d iv id u o , es un p ro ceso e n ­ tre tejid o de ra zon es y sen tim ien to s en u n tip o de in d iv id u o qu e se siente y pien sa fu n d am en ta lm en te de m o d o re la tio n a l. N o obstan te, la a ctitu d del P élid a refleja u n a co n tra d ic ció n , u n co n flicto in tern o. Su ira h a cia A g a m en ó n , p o r el u ltraje que le ha in flig id o al arrebatarle su geras (ephybrizon heleto, 368), se refleja en el rech azo de los regalos (“ suspresentes m eson odiosos” ), cuya aceptación su p o n d ría p ara A q u i­ les el ten er que a d m itir que el A trid a es superior, “ de m a yor realeza”, “ m ás jefe ” (basileuteros), y q u e su p o d e r estaría p o r e n cim a de la re ci­ p ro cid a d . A q u iles ve en la m a g n itu d de lo qu e le o frece A g a m e n ó n , sin reco n o cer su falta, u n a e xh ib ició n de p o d e r qu e llega hasta la in jeren-

cierta siniestra ironía) casi com o una ‘performance’ o evento social, al que están invitados a asistir”. 33 Fénix trata a Aquiles una vez de philos (601), y otras dos de philon tekos (hijo querido) (437,444), y le recuerda que lo ha criado y querido com o un padre a “su propio hijo” (446-495, en especial 486,492), esperando que, en correspondencia de esa dedicación paternal prodigada, llegado el caso lo librara (amynéis, 495) de la destrucción (494-495). Ayante por su parte, insiste en que estos llamamientos de ayuda se los están haciendo sus amigos “más cercanos y queridos” ( kédistoi, philtatoi, 642), que desean seguir siéndolo. 34 amyneitt, 435; amynéis, 495; mënin aporrípsanta, 517; Argeioisin amynémenai, 518; philtatoi Argeíón, 522.

l 6 0

I

EL D E S A R M E

DE

LA

CULTURA

cia en la in tim id ad , al ofrecerle entre los d on es el “ h o n o r” de darle una hija suya en m a trim o n io (386): ni au n q u e m e diera tantos bien es co m o gran o s de arena y p o lv o n i siquiera así A g a m en ó n lo graría ya p ersu ad ir m i án im o, si antes n o m e p aga entera la afrenta, qu e d evo ra el co razón . C o n un a h ija de A g a m en ó n A trid a n o m e p ien so casar, ni au n q u e rivalizara en belleza co n la áurea A fro d ita y em u lara en sus trabajos a la o jiza rca A tenea. N i así m e casaré co n ella. Q u e esco ja a o tro de los aqueos qu e le cu ad re y qu e sea rey en m a y o r grad o (basileuteros) qu e y o (385-392). En la iron ía de estas últim as palabras ( basileuteros) se m u estra la d e ­ n u n cia de A q u iles a la v io la ció n de las relacion es de recip ro cid a d y a la p rep o ten cia qu e A g a m en ó n m u estra en su oferta. A q u iles rechaza así ro tu n d a m en te la “ co n cesió n ” m a trim o n ia l del A trid a, y afirm a: Si los dioses m e salvan y llego a casa, sin d u d a el p ro p io Peleo m e p ro cu rará en seguida m ujer. M uch as aqueas h a y p o r la H élade y p o r Ftía, m u ch ach as de p aladines qu e p ro tegen sus ciudadelas; de ellas a la que y o q u iera haré esposa m ía. A llí es d o n d e m i arrogan te á n im o m e in vita con in sisten cia a casarm e co n leg ítim a esposa y co m p añ era de lech o adecu ad a y a disfru tar de las p osesiones que a d q u irió el an cian o Peleo (393-400). Es ju stam e n te tras esta a firm a ció n , co n su énfasis en el sen tim ien to {hën k’ ethëlom i p h ilë n ..., “ la qu e y o quiera en a m o r ...” h aré esposa m ía, 397) y en la m a n ifesta ció n de su deseo de re to rn o a casa, cu a n d o A q u iles p ro cla m a qu e n o h a y n ad a eq u iva len te (a n ta xio n , 401) a la vid a. ¿Da p ie esto a in terp retar qu e la p o stu ra de A q u iles en esta si­ tu a ció n es la de u n a a u to a firm a ció n in d iv id u a l co m o héroe? ¿Q uiere esto decir, co m o sostiene R edfield, que “el rech azo de A q u iles del pa-

LA T R A N S F O R M A C I Ó N

DE

AQUILES

|

l6l

p el del gu errero es u n a a firm a ció n de la ética del g u erre ro ”, u n a “ p r o ­ fesió n de fe ” de ca rá cter a b so lu to d el v a lo r del h o n o r q u e se le ha n eg ad o ?35 D e fe n d e r esta in te rp re ta ció n e x ig iría p re sc in d ir de gran parte del p arlam en to de A quiles, q ue con razones apu n ta directam en te a la p uesta en cu estió n y al rechazo de la m o ra l h ero ica en favo r de la c a te g ó r ic a r e v a lo riz a c ió n de la v id a c o m o el b ie n m ás p r e c io so e irreem p lazable. Q u e este rech azo del có d ig o h e ro ico n o im p lica un a a u to a firm a ció n co m o in d iv id u o aislado, d e sco n tex tu a liza d o , lo d e ­ m u estra, co m o h em o s visto, la p re o cu p a ció n p o r sus co m p añ ero s y el d o lo r q ue le causa el estar d e svin cu lad o de los suyos. En su respuesta a A ya n te , q u e le p id e qu e v u e lv a al co m b a te a salvar a sus am igo s, adm ite este sen tim ien to de d eso la ció n de verse co m o un exclu id o, un extran jero en m e d io de los suyos, al exp resar qu e se sentía tra tad o p o r A g a m e n ó n , qu e lo in su ltó gravem en te delan te de la asam blea, co m o un atim éton m etanastén, “ u n sin h o n ra , ech ad o de tierra”, un “ exiliado d e sh o n rad o ” (648-649). El rechazo a los regalos de A g a m en ó n es, en este sentido, el rechazo al o cu lta m ien to de la grave vio la ció n de la recip ro cid ad , que está en la base de las relacion es entre los héroes, y p o r tanto, co m o bien insiste G ill, m uestra el co m p ro m iso firm e de A quiles co n los valores c o o p e ­ rativo s h e ro ico s y n o co n stitu ye n in g u n a a firm a c ió n ética in d e p e n ­ diente.36 A qu iles presenta la ju stifica ció n y las razon es de su ira b asán ­ dose justam en te en estas exigencias éticas fu n dam en tales com partidas, con tra las que A ga m en ó n ha atentado, y se duele tanto de q ue se lo prive de h o n o r co m o de la exclusión social sufrida. Se duele tanto p o r atiméton co m o p o r metanasten. Si bien es cierto que la situación actual de A q u i­ les refleja un con flicto entre dos exigencias éticas (p o r un a parte, la de a cu d ir en ayu d a de sus p h ilo i d eja n d o a u n lado sus o b jecio n es a la acep tación de los regalos de A ga m en ó n , y, p o r o tra, el deseo de hacer un gesto ejem plar para dram atizar la gravedad del atentado de A g a m e ­ n ó n a la p hilia co o p era tiva ), sin e m b argo n o es la exp resió n de este

35 Redfield, La tragedia de Héctor, pp. 198 y 197. 36 Gill, Personality in Greek epic, tragedy and philosophy, p. 147.

162

i

EL D E S A R M E

DE

LA

CULTURA

co n flicto entre do s dem an das éticas vigen tes d en tro de la m ism a m o ­ ral h ero ica lo qu e co b ra m ás im p o rtan cia en este pasaje, sino la brecha irreparable en la id en tid ad h ero ica que p ro d u ce la em ergencia, aunque co n trad icto ria 37 e in cipien te, de u n a d im en sió n afectiva q u e, u n id a a esta n u eva visió n de la v id a y de la m uerte, apu n ta ya m ás allá de los lím ites grup ales y culturales diferen ciadores de v a lo r y de sentido. La n u ev a v isió n de A q u iles del v a lo r ú n ico , co m ú n e in su stitu ible de la v id a h u m an a sobrepasa, en tra en co n trad icció n co n el d iscrim in ad o r á m b ito de la p hilotës, que restrin ge a los p h ilo i, a lo s ca m a ra ­ d a s-gu errero s, a los suyos, u n a co m p a sió n qu e o b lig a a su v e z a ser desp iad ad o, cru el y m o rtífero con los enem igos. El ciclo de co m p asió n -cru eld a d - o el de këdesthai-kèdein-këdesthai, e tc .- n o p ued e rom p erse d en tro del sistem a h ero ico de la ética. Si un héroe gu errero ha de dirigirse a la m o rta lid ad de to d o s los h o m ­ bres, debe de ro m p e r con las p rescrip cion es de la ética h ero ica - q u e es precisam ente lo q ue hace A q u ile s-. El con cep to h eroico de la c o m ­ p asión - e n tan to prescribe que u n guerrero debe de com padecerse de sus p h ilo i -e s to es, salvar a sus p h ilo i-, pero ser desp iadad o con su enem igo -e sto es, m atar a su e n e m ig o - es inherentem ente lim itado en relación con la ley universal de la m o rta lid ad h u m an a.38 Y es p recisam en te el d iscern im ien to de esta ley universal de la m o rta ­ lid a d h u m an a el qu e exp resa A q u iles en su p arlam en to . A u n q u e del reco n o cim ien to a la c o n d u cta con secuente n o h ay u n p aso autom ático, la sem illa ya está sem brad a en su interior. A q u iles ya está co n u n pie fu era del m u n d o heroico. Es esto p recisam en te lo qu e co n vierte este pasaje en u n verd ad ero p u n to de in fle x ió n en la e v o lu ció n de A q u iles, qu e term in a rá en su

37 Véase Kim (The pity o f Achilles, p. 99), quien observa que Aquiles “está confuso en relación con quiénes deberían ser sus amigos, sin embargo es sensible al contenido de philotës”, aunque persista en no reconocer este lazo entre él y el ejército griego. 38 Ibid., p. 109.

LA

TRANSFORMACIÓN

DE

AQUILES

I

163

co m p asió n p o r u n enem igo. Su lu cid ez a ctual acerca de la sign ificación de la m u erte, qu e d esva lo riza las razon es para la a cció n h ero ica, ju n to a los llam am ie n to s, basad o s en el afecto, de los en viad o s, ha p u esto en m o v im ie n to en “ el m e jo r de los a q u eo s” u n a d im e n sió n afectiva qu e co n stitu ye u n h ilo del a rg u m e n to re v a lo riz a d o r de la v id a que, p asan d o p o r la co n d u cta de A q u iles en relación co n P atroclo, d e se m ­ b o ca rá en el e n cu en tro fin al co n P ríam o .39A q u iles v o lverá al co m bate en v e in ticu a tro h o ras, que o cu p a n los d ie z can to s que van desde el final del 8 hasta el final del 18. V eam os qué es lo que le o cu rre a A q u i­ les en este tiem p o . 4. La co rrien te de sen tim ien to, qu e ya está en m o v im ie n to en A quiles, a resultas de los llam am ien to s de los enviados, se m an ifiesta de m o d o claro en la p re o cu p a ció n que m u estra p o r la suerte de sus am igo s en la b a ta lla ce n tra l, cu y o d e sa rro llo sigue ex p ecta n te . El p o e m a hace patente este v ín cu lo afectivo al p resen tarn os a A qu iles p re o cu p ad o p o r cerciorarse de si es M a ca ó n al que sacan h e rid o del co m b a te (11). El engarce de sucesos que llevarán a P atroclo a rein co rp o rarse al com bate y a su m u e rte tien e a q u í su p u n to de p a rtid a m a n ifie sto . “ Y a s í dio com ienzo a su desgracia” (11, 604), n os dice el p o eta cu a n d o P atroclo acude a la llam ad a de A q u iles, que le v a a e n cargar dirigirse a do n d e N ésto r p ara p regu n tarle “ quién es ése al que trae herido del com bate” (611), que a él le ha p arecid o M a caó n . La d isp o sició n afectiva de A q u iles es, pues, la co n d ició n de p o sib i­ lid ad del e n cu en tro qu e N é sto r ap ro vech a p ara d irig ir u n a larga e x ­

39 Contra la objeción que puede suponer que en los libros 11 y 16 aparezca Aquiles con actitudes y expresiones asociadas al tradicional incentivo de la time (16. 49-50), Zanker alude a “la posibilidad de que Aquiles quiera esconder un motivo inexpresado para rechazar reincorporarse a los aqueos, esto es, su comprensión personal de la realidad de la muerte, que él puede, por ejemplo, también pensar que otros puedan tomarlo como un miedo de la muerte. Su recurso al pensamiento de timé tradicional podría ser en este caso un medio de asegurar a Patroclo, y a cualquier otro que quiera oírlo, que él todavía merece reconocidamente el título de “el mejor de los aqueos”, pero esto perdura como un camuflaje” (The heart o f Achilles, p. 97).

1 Ó 4

I

EL D E S A R M E

DE

LA

CULTURA

h o rta ció n a P atroclo, co n el p ro p ó sito de, p o r su m e d iació n , c o n m o ­ v e r al P é lid a (11. 656-804). E l a n c ia n o te rm in a su d is c u rs o co n la p ro p u esta de qu e si n o se aviene A q u iles a reto rn ar al co m b ate, qu e al m en o s le envíe a P atro clo en su lugar y co n su arm a d u ra (11.794-803). El p arlam en to del a n cian o N é sto r lo g ra su p ro p ó sito en P atro clo (“ así dijo, y conm ovióle (o rin e ) el corazón dentro del p ech o ”, 11. 804). D e regreso a d o n d e A q u iles, su sen sibilidad e m o cio n a l se in crem en ta al toparse co n E u rip ilo h e rid o . P atro clo siente co m p asió n (“ ton de idön öikteire”, “ se co m p a d e ció al ve rle ”, 814) y co n d o lié n d o se (“ olophyrom enos”, 815) se q u ed a co n él a prestarle sus cu id ad o s (a p esar de que A q u iles le h ab ía o rd e n ad o cu m p lir su en cargo sin d em o ra, 648-650) m ie n tra s se d esa rro lla la gran b a ta lla d esfa vo rab le a lo s a q u eo s (12. 1-2), de m o d o q u e n os lo v o lv e m o s a e n c o n tra r a te n d ie n d o aú n a E uripilo, cu a n d o los tro yan o s han alcan za d o y a las naves aqueas m is ­ m as y se e n cu en tran dispuestos a atacarlas (15. 390-405). C u a n d o en esta grave s itu a c ió n lo d e ja p ara ir “ a toda p risa ante A q u iles para instarle a com batir” (402), P atro clo se e n cu en tra c o n m o v id o y alta­ m en te excitado, a resultas del discurso de N é sto r40 y de esta e x p erien ­ cia p ró x im a, p alp able del d o lo r de u n am igo. La situ ació n en la batalla se ha v u elto m ás desesperada aun p ara los aqueos en el m o m e n to en que Patroclo, “ derramando cálidas lágrimas” (16. 2), llega a d o n d e A q u iles. Éste se ve a fe ctad o de in m ed ia to . “ Se compadeció al verle”, n os dice el p o eta u tiliza n d o la m ism a exp resión qu e e m p leó p ara d escrib ir la reacció n de P atro clo ante E u rip ilo h erido ( “ ton de idön öikteire”, 16.5 = 11.814). La corrien te de c o m p asió n puesta en m arch a en P atro clo p o r N é sto r y E u rip ilo co n flu ye co n la qu e ya está en fu n cio n am ien to en A quiles desde su e ncuen tro con la em bajada. Los d uros reproches que le d irige a hora Patroclo (16.21-36), llam án dolo exp lícitam en te desp iad ad o (“ nélees”, 33), reavivan los de A yan te (libro 9), y son seguidos de la rep etició n literal de la p ro p u esta de N é sto r (16. 36-46 = 11. 794-803). El que esto caiga en terren o ya a b o n a d o explica la ráp ida e intensa im p lica ció n e m o cio n a l de A quiles. A u n q u e el peli-

40 Repite su pareado al despedirse del herido, 15.403-404; cf. 11.792-793.

LA

TRANSFORMACIÓN

DE

AQUILES

I

16 5

gro n o ha llegado todavía a sus p rop ias naves y a pesar de que m antiene su rech azo a lu ch ar co m o un gesto co n tra el agravio de A g a m en ó n , el Pelida a rru m b a su ira co n tra éste y co n ced e a su am igo P atroclo volver al co m bate co m o p ro p o n ía N éstor, aunqu e in stá n d olo a que se lim ite a rechazar a los en em igos de las naves y n o vaya tras ellos (87-89). El m ism o A qu iles en p erson a se entrega, entusiasta y vivam en te, a anim ar a los m irm id o n e s para el co m b ate (155.166-167,200-210). Es p o r tanto u n a ca d en a de sucesos e n g arza d o s p o r la co m p a sió n lo qu e lleva al regreso de Patro clo al co m bate y a su m uerte a m a n o s de H écto r (16. 821 y ss.), que le arran cará la arm a d u ra y se ensañará co n el cadáver (17.125-127). Este retorno del a m igo de A quiles a la batalla es el elem ento p ivo te del p o em a , p o r cu a n to p erm ite el regreso de éste a la gu erra, para v en gar a Patroclo, y lo hace ren u n ciar fo rm alm en te a la ira hacia A g a m en ó n (19) y a dirigirla h acia H écto r y los troyanos. Pero lo que m e interesa destacar, desde el p u n to de vista de la e v o ­ lu ció n de A q u iles y su desap ego de la m o ra l heroica, es el im p o rtan te p ap el que la m uerte de su m e jo r a m igo d esem p eñ a en la reco n sid era­ ció n de la m u e rte , y de la v id a , qu e “ el m e jo r de lo s a q u eo s” h ab ía em pezado a expresar en el encuentro con la em bajada. En su parlam ento de con testación a O d iseo (9), A qu iles con sideraba la m uerte p rin cip a l­ m ente en o p o sició n a la v id a co m o el p u n to final de ésta que le llega a cada u n o sin d istin gos. La moira co m ú n de to d o s los h o m b res es la fin itu d , la realidad de que la v id a de cada u n o está ab ocad a igu alm ente a su fin. Lo que m erece destacarse de esta visió n de A quiles de la m uerte es que su carácter op u esto y excluyente de la v id a se refiere y se lim ita a la p ro p ia de u n o co m o h o m b re singular. Esta co n cep ció n es la que sostiene su o p ció n de rehusar el co m bate c o m o m o d o de verse p o r m ás tiem p o libre de su p ro p ia m uerte. S um ado al d o lo r y a la p en a p o r sus am igos heridos y m uertos anteriorm ente, el su frim ien to que esp ecial­ m ente la m uerte de Patroclo le p ro vo ca a A quiles p ro d u ce un cam bio cru cial en su co n cep ció n de la m u erte y en su actitu d ante ella. Tras la m uerte de su m e jo r am igo, A qu iles n o desea m ás que m orir. ¡E nseguida qu ed e m u e rto yo, p u es ve o que n o iba a p roteger a m i co m p añ ero en la h o ra de su m uerte! (18. 99-100).

l66

I

EL D E S A R M E

DE

LA

CULTURA

A u n sabiend o, co m o Tetis se lo recuerda, qu e su reto rn o al co m b ate le va a acarrear su p ro p ia m u erte tan p ro n to co m o m ate a H é cto r (18. 95-96), lejos de evitarla la acepta y así lo p roclam a: A h o ra iré en b u sca d el m a ta d o r de esa q u erid a cabeza p ara m í, en b u sca de H éctor. M i p arca y o la acogeré gu sto so cu a n d o Z eu s quiera traérm ela y tam b ién los dem ás dioses in m ortales (18.114-116). La m u e rte ya n o se acep ta p o r la g lo ria p erso n a l, sino co n el fin de evitar el d o lo r que p ara la v id a de u n o represen ta la ausen cia del ser q u erid o . L o que p rin cip a lm en te le afecta ah o ra a A qu iles es la m uerte de sus am igos, y especialm ente la de Patroclo, “el m ás q u erid o de to d o s”, al qu e apreciaba co m o a sí m ism o (18. 81-82). A q u iles le evo ca co m o su p híltatos, “ el m ás a m ig o ” (19. 315), y le c o m u n ic a el s u frim ie n to extrem o qu e le p ro d u ce su m u erte co n estas palabras: [...] “ N in g u n a d esgracia m a yor p o d ría sufrir, ni a u n q u e m e enterara de la m u erte de m i p ro p io padre q u e sin d u d a a h o ra en Ftía d erram a tiernas lágrim as p o r la ausen cia de su h ijo , que en un p u eb lo extran jero p o r la estrem eced o ra H elen a co m b ate co n tra los tro yan o s, de la de aquel h ijo m ío qu e se m e cría en Esciro, si es cierto qu e aún vive el d e ifo rm e N e o p tó lem o . A n tes m i á n im o albergaba en el p ech o la esperanza de que solo y o m o riría lejos de A rgo s, pastizal de caballos, a q u í en T roya y de que tú regresarías a Ftía y sacarías en la v e lo z nave n eg ra a m i hijo de Esciro y le m ostrarías cada u n a de las p osesiones de m i hacien da, m is siervos y m i gran m o ra d a de alto techo. Pues m e im a g in o que Peleo ya ha co n su m id o la vid a y está m u erto , o qu e lo p o c o qu e le q u ed a de v id a está ago b iad o p o r la a b om in a b le vejez y la p erm an en te espera de cu á n d o se enterará de la lu ctu o sa n o ticia de m i m uerte.” A sí d ijo llo ra n d o [ ...] (19.321-338).

LA T R A N S F O R M A C I Ó N

DE

AQUILES

I

167

En este p arlam en to A qu iles reco n oce expresam en te que n o había c o n ­ sid erad o la p o sib ilid a d de la m u erte de P atro clo , qu e tan to d o lo r le p ro vo ca (328-329). A d iferen cia de su repuesta a O d iseo (9), ah o ra la m u erte qu e p re o cu p a y afecta a A q u iles n o es la m u e rte p ro p ia que p o n g a fin a su vid a, sin o la m u erte del a m igo , del m ás cercan o a fec­ tiva m en te, q u e tan p e rtu rb a d o ra m e n te se ha h e ch o p resen te en su v id a. El lu g a r ce n tra l de su re fle x ió n n o lo o c u p a la m u erte p ro p ia co m o exclu yen te, n eg ad o ra de la v id a, sin o la m u erte co m o u n a p arte de ella. N o la m uerte de u n o p ara sí m ism o , a u to rreferen ciad a, sino la m u e rte de o tro s p ara u n o , la m u e rte de u n o p ara o tro s. Es m u y sign ificativo en este sen tid o qu e a h o ra A q u iles co n sid ere in clu so su m ism a m u e rte en referencia al efecto d o lo ro so qu e p u ed e causar en la v id a de su an cian o p adre (335-337). El ca m b io en A q u iles se p ued e exp resar co m o el qu e va de considerar la vida desde la perspectiva de la m uerte (9) a considerar la m uerte desde la perspectiva de la vida. El carácter in exorable de la m u erte en la vid a de cada u n o se m a ­ n ifiesta en los fun erales de P atro clo ,41 en los qu e se acen túa exp resa­ m en te la p érd id a qu e su p o n e la m u e rte d el a fe ctiv a m en te cercan o, cu a n d o su fan tasm a se lam en ta ante A q u iles de que ya no deliberarán en in tim id ad , separados de los dem ás: En v id a ya n o deliberarem o s sobre n in g ú n p ro yecto sentados lejos de n uestros co m p añ ero s, p u es m e ha e n g u llid o la p arca a b om in a b le (23.77-79). Y un o s versos m ás adelante, el p o em a n os describe el d o lo r de A quiles en el fun eral de su m ejo r am igo co m p arán d o lo con el de un padre en

41 Tanto Zanker ( The heart o f Achilles, p. 109) como J. Kim ( The pity of Achilles, p. 145) consideran las exequias de Patroclo como un “ turningpoint” en la evolución de Aquiles. Sin embargo, en su cambio valorativo en relación con la muerte, el verdadero punto de inflexión se ha dado y expresado ya antes de las exequias, como hemos visto, con la muerte de Patroclo. En los funerales se pondrá de manifiesto socialmente esta nueva actitud de Aquiles.

l

68

I

EL D E S A R M E

DE

LA

CULTURA

la in cin eració n de su h ijo m u erto (222-223). Esta reiteración de la e v o ­ cació n del sufrim ien to p atern o ju n to a este p ro tago n ism o de los senti­ m ientos de d o lo r de A quiles, que p o n en en p rim er p lan o la afección de la m u erte ajena en la v id a p rop ia, n os preparan p ara el m o m e n to en q u e “ el m e jo r de los aqueos” se co m p ad ecerá de su en em igo Príam o, afligido p o r la pérdida de su h ijo H éctor. La m uerte de P atroclo co n s­ tituye p o r tanto u n acontecim iento de crucial im p ortan cia en la reorien ­ tació n de la sen sibilidad de A qu iles en relación con la m uerte, que se focaliza ahora en el sufrim ien to que causa la m uerte de u n ser querido en la v id a p ro p ia del que sufre esta p érdida. A sí pues, la m uerte de Pa­ troclo, adem ás de p ro p iciar la ren uncia de la ira de A quiles h acia A g a ­ m e n ó n y su retorn o al com bate, constituye un a experien cia d ecisiva en su evo lu ció n que lo predispon e para p o d er co m p ren d er el su frim iento del otro, del enem igo, y despertarle co m p asió n . La m uerte de Patroclo y sus funerales son, en este sentido, pasos fun dam en tales que nos llevan a la escena del en cu en tro de A quiles con P ríam o en el libro 24. 5. El lib ro 24 co m ie n za m o strá n d o n o s a A q u iles sin p o d e r co n ciliar el sueño, a p esad u m b rad o , llo ra n d o p o r el recu erd o de su a m igo m u erto y d escargan do su rabia en el cadáver de H éctor, que ataba a su carro y arrastraba hasta dar tres vu eltas al tú m u lo de P atro clo cada v e z que lleg ab a el am an ecer. A p o lo , qu e se a p ia d a de H é c to r (eleairón, 18), d escribe a A q u iles co m o a alguien fero zm en te en fu recid o , “ co m o u n leó n ” (41), y que “ haperdido toda com pasión” (eleon m en apölesen,4 4 ). Pasados d o ce días, A p o lo in tercede ante los dioses y con sigue, con la resisten cia de H e ra y P o se id ó n , qu e Z e u s in te rv en g a d ecisiv a m en te llam an d o a Tetis para co m u n ica rle [...] u n sagaz p lan co n el qu e A q u iles o b ten ga regalos de P ríam o y libere b a jo rescate el cadáver de H é cto r ( 75- 76 ).

Tetis tran sm ite este m ensaje de Z e u s a A q u iles, p ero co n u n a in tr o ­ d u c ció n m u y sign ificativa en la que le recu erd a que v iv irá p o co , y lo in sta a dejarse de angustias y a d isfru ta r de la v id a que le queda.

LA

TRANSFORMACIÓN

DE

AQUILES

I

I 69

¡H ijo m ío! ¿Hasta cu á n d o co n estos lam en tos y angustias te vas a carco m er el co ra zó n sin acordarte ni del pan n i de la cam a? Bien estaría que te unas a un a m u je r en el am or, p ues n o sólo ya n o m e vivirá s largo tiem p o , sino que adem ás cerca de ti se a p ro xim a n la m u erte y el im p erio so d estin o (128-132). A qu iles le resp o n d e acep tan do el p lan de Zeus: ¡Sea así! El que traiga rescate llévese el cadáver, si el p ro p io O lím p ico así lo m a n d a con á n im o b e n é vo lo (139-140). Pero en el p osterior encu en tro con P ríam o n o asistim os al m ero trám ite, p o r im p erativo extern o, de la entrega del cadáver de H écto r a cam b io del rescate, al sim ple cu m p lim ie n to obed ien te de esta transacción , sino a la m an ifestació n de un a p ro fu n d a tra n sfo rm a ció n in te rio r en A q u i­ les qu e a m p lía y co m p leta su e x p e rie n cia y c o m p re n sió n , y qu e “ el m e jo r de los aqueos” vierte en razon am ien to s q ue co m u n ica a P ríam o. El recu erd o que tien e A q u iles de su p ad re - q u e en su ve jez sufre su a u s e n cia - y de su am igo m u e rto - q u e le hace sen tir y co m p ren d er el d o lo r que p ro vo ca la p érd id a de u n ser q u e r id o - d esem p eñ a u n p ap el central en la tra n sfo rm a ció n de la ira y de la cru eld ad de A qu iles hacia el e n e m ig o -e n c a r n a d o en el ca d áv er de H é c t o r - en la co m p a sió n h acia Príam o, que vien e a rescatar el m altratad o cu e rp o de su hijo. El an cian o re y de Troya se dirige, en actitu d suplican te, a A qu iles en un a in te rp e la ció n q u e, sin referen cia a lg u n a al rescate, se cen tra en los su frim ien to s que p adece co m o p adre que h a p erd id o hasta a su ú ltim o hijo en la guerra. Las p rim eras palabras de P ríam o d irecta y certera­ m ente instan a A quiles a record ar a su p rogenitor, que en su ancianid ad tam b ién sufre la ausen cia de su hijo, au n q u e to d avía vivo , en Troya: ¡A cuérdate de tu padre, A q u iles, sem ejan te a los dioses, que tien e m i m ism a ed ad y está en el fun esto u m b ral de la vejez! T am bién a él los vecin o s que h a b itan alred edo r sin d u d a lo ato rm en tan , y n o h a y qu ien aparte de él la ru in a y el estrago. Sin em bargo, aquél, m ien tras sigue o yen d o qu e tú estás vivo ,

170

I

EL D E S A R M E

DE

LA C U L T U R A

se alegra en el á n im o y espera cada día ver a su q u e rid o h ijo qu e vu elve de T roya (486-492). C o n esta co m p a ra c ió n P ría m o b u sca q u e A q u iles p ro y ecte en él la im agen de su p adre sufriente42y de este m o d o d espertar su co m p asió n . A sí, el e m p la za m ie n to a A q u iles a re m e m o ra r a su padre en cabeza y cierra la p etició n de co m p asió n de Príam o. [...] y ten co m p asió n de m í p o r la m e m o ria de tu padre. Yo so y aún m ás d ig n o de p ied ad y he o sad o a h acer lo que n in g ú n terrestre m o rta l hasta ahora: acercar a m i b o c a la m a n o del asesino de m i h ijo (503-506). Las palabras de P ríam o hacen m ella en A q u iles, que no respon de se­ gu id am en te p o rq u e se ve em b argad o p o r el llan to (“A s í habló y le in ­ fu n d ió el deseo de llorar p o r su p adre”, 507). La rá p id a e m p a tia qu e A quiles siente p o r P ríam o está basada en el reco n ocim ien to de su u n ió n en el dolor, favorecido p o r la especial sen sibilidad y p red isp o sició n que “ el m e jo r de los aqueos” ha alcan zad o a través de su p ro p ia e x p erien ­ cia transform adora. El pasaje acentúa esta h erm an dad en el sufrim iento al m o stra rn o s a los hasta ahora en em igo s co m p artien d o el llanto. El recu erd o h acía llo ra r a am bos: el u n o al h o m icid a H écto r llo ra b a sin pausa, p o stra d o ante los p ies de A quiles; y A q u iles llo ra b a p o r su p ro p io padre y a veces tam b ién p o r Patroclo; y los ge m id o s se elevaban en la estancia (509-512). C o n v ie n e llam ar la aten ción sobre el uso del d u al en el verso 509 (“ tö de m nesam enö”, “en tregad o s am b o s al recu erd o ” ), que en fatiza la v in ­ c u la c ió n entre d o s p erso n a je s, en este ca so en el su frim ie n to . Este

42 “ Príamo se ofrece él mismo com o una clase de arquetipo de universales humanos del parentesco y de [...] la pérdida de un ser querido.” O. Taplin, Homeric soundings. The shaping o f the Iliad, Oxford, Oxford University Press, 1992, p. 270.

LA T R A N S F O R M A C I Ó N

DE

AQUILES

I

I7I

rngitiz qu e m arca la u n ió n entre dos p erson ajes n o lo recogen las tra ­ du ccio n e s al español. Satisfecho de llorar, y co m p ad ecién d o se (öiktirön, 516) del an cian o al que trata ah o ra con d elicad eza (515-516), A q u iles le d irige dos d is­ cursos, u n o antes de la entrega del cu e rp o de H é cto r y o tro después (24. 518-551 y 599-620). Ya en el p rim e ro A q u iles sitúa su reflexió n en un m a rco de alcance un iversal, ce n tra n d o sus co n sid e ra cio n es en la co n d ició n h u m an a co m ú n a to d o s los m o rtales y h a cien d o hin capié en la realid ad y la in ev ita b ilid ad d el su frim ie n to que la caracterizan co m o su rasgo m ás d efin ito rio . La lú cid a co n cep ció n de la co n d ició n h u m a n a qu e A q u ile s exp resa a h o ra n o p riv ile g ia ta n to el h e ch o de m o rir co m o el lote co m ú n qu e d efin e e igu ala a los h u m a n o s (9), sino m ás b ien el s u frim ie n to in ev ita b le, “ la le y u n ive rsa l de que u n o n o p ued e salvarse de sufrir; y a la lu z de este en ten d im ie n to co m p ad ece y co n su ela a P ríam o ”.43 [...] L os dolores, n o obstan te, d ejém o slo s rep osar en el á n im o , a pesar de n u estra aflicción . N a d a se co n sigu e co n el gélido llanto, que hiela el corazón . Pues lo qu e los dioses h an h ila d o para los m íseros m o rtales es v iv ir e n tre c o n g o ja s , m ie n tra s e llo s está n e x e n to s de cu ita s (522-526).

A qu iles m an ifiesta ya de en tra d a que lo qu e d istin gu e de los dioses a los “ m íseros m o rtales” (deiloisi brotoisi, 525), y co n stituye su p a trim o ­ n io co m ú n , es el su frim ien to (këdea, 617), del que aquellos se ven libres (akëdees, 526). La co n cien cia de la in sig n ifica n cia del h o m b re, de la p recaried a d rad ical de la co n d ició n h u m an a, de su im p o te n cia y v u l­ n era b ilid a d ante los ca m b io s de la v id a (p érd id a de seres q u e rid o s, reveses de la fo rtu n a , d e s g r a c ia s ...), m u estra u n a co n c e p c ió n de la fin itu d q ue resalta, n o el p u n to fin al - l a lim ita ció n tem p o ra l de la v id a

43 C. W. MacLeod (ed.), en Homero, Iliad, bookxxiv, Cam bridge, Cambridge University Press, 1982, p. 10.

172

I

EL D E S A R M E

DE

LA

CULTURA

de ca d a u n o - , sin o lo lim ita d o del p o d e r y d e l co n tro l d el h o m b re sobre esta gran escam o tead o ra. Esta fin itu d adem ás de re co n o cid a es acep tada p o r A q u iles (“ N ada se consigue con el gélido lla n to ..

524).

A quiles a co n tin u ació n d edica el resto de su p arlam ento a la exp licación e ilu stra ció n de la co n ce p ció n de la v id a y de la c o n d ició n h u m a n a q u e él a h o ra ha a lca n za d o . El ra z o n a m ie n to de A q u ile s refu erza el alcance universal de su p ersp ectiva recu rrien d o , a m o d o de in tro d u c­ ció n , a la p aráb o la de “ las dos tinajas de Z e u s”.44 D o s toneles están fijos en el suelo del u m b ral de Zeus: u n o co n tien e los m ales y el o tro los bien es qu e n os obsequian . A qu ien Z eu s, qu e se deleita con el rayo, le da u n a m ezcla, unas veces se e n cu en tra co n algo m a lo y otras con algo b u en o . Pero a quien só lo da m iserias lo hace o b jeto de to d a afrenta, y u n a cru el aguijada lo va a zu za n d o p o r la lím p id a tierra, y va ga sin el aprecio ni de los dioses ni de los m ortales. A sí le p asó a Peleo: los dioses le d iero n esp lén dido s regalos desde su n acim ien to . Sobre todas las gentes descollaba en d ich a y en riq u eza, era so b eran o de los m irm id o n es y, a pesar de ser m o rta l, h iciero n esposa suya a u n a diosa. M as la d iv in id a d tam b ién le p ro cu ró u n a desgracia, p ues no tien e en el p alacio d escen den cia de hijo s herederos del poder; u n solo h ijo en g en d ró destin ad o a u n a m u erte p rem atu ra; y ni siquiera lo cu id o en su vejez, p o rq u e m u y lejo s de la patria

44 Véase Zanker, The heart o f Achilles, p. 123, para quien la “imagen de las dos tinajas de Zeus que Aquiles ofrece como la explicación ‘teológica’ del sufrimiento de Peleo y Príamo es de capital importancia por la perspectiva que da acerca de la vida que Aquiles ha alcanzado”. Redfield, por su parte, observa que “ En el contexto ritual de la entrega del rescate, Aquiles, por primera vez, está dispuesto a reflexionar sobre sí mismo y sobre su destino, en tanto que actualización de un devenir universal” (op. cit., pp. 382-383). Si bien es acertada la observación del carácter universal de la reflexión actual, no lo es el que sea la primera vez que el razonamiento de Aquiles lo tiene, pues, como hemos visto, está presente también en su contestación a Odiseo, en el libro 9.

LA T R A N S F O R M A C I Ó N

DE

AQUILES

173

m e hallo , en T roya, p ro cu ra n d o d u elo s para ti y p ara tus hijos. T am bién de ti, anciano, antes o íam o s d ecir qu e eras dichoso. En el esp acio co m p re n d id o entre L esbos, sede de M ácar, p o r m ar y F rigia y el ilim itad o H elesp o n to p o r arriba en tierra firm e, sobre to d o s, an cian o , dicen qu e descollabas en h ijo s y riqu eza. Pero desde que los hijos de U ran o te trajeron esta calam idad, luch as y h o m icid io s rodean sin cesar tu ciudad. ¡A gu an ta y n o te lam en tes sin descan so en tu ánim o! N a d a con segu irás p o r m u c h o qu e te ato rm en tes p o r tu hijo; n o lo resucitarás y p ued e qu e antes sufras o tra desgracia (527-551). A to d o s los m o rtales n os to ca sufrir, en m a y o r o m e n o r m edida. Ésta es la enseñ anza de la p aráb o la de “ las dos tinajas” que A q u iles le cuen ta a P ríam o. N adie co n o ce sólo bien es y dicha, p u es Z e u s a un o s les da un a m ezcla de m ales y bien es, y a o tro s n ada m ás qu e m ales (527-533). Peleo y P ríam o n o escapan a esta ley u n iversal del su frim ien to a pesar de d escollar en p o sesio n es, p o d e r y riq u eza (534-537, 543-546). N i el p o d e r n i la riq u eza m a teria l sirv en p ara e vitar o co m p en sa r el m al (kakon) qu e sufren am bos: la falta o la p érdida de la relación con los seres q u erid o s (538-540,547-550). La acep tación de la fin itu d a q u í p ro ­ clam ada n o es sólo la p ro p ia sino tam b ién la ajena: la v id a de los dem ás tam b ién te rm in a in ex o ra b le e irrep a ra b lem en te, p o r m u y d o lo ro so que resulte para los qu e los quieren (449-451). A q u iles, adem ás, y esto es su m am en te sign ificativo, reco n o ce su p a rticip a ció n en la p ro v o ca ­ ció n de este d a ñ o cu an d o , refirién do se a su p adre, le dice a Príam o: un solo h ijo en g en d ró d estin ad o a u n a m u erte prem atura; y ni siquiera lo cu id o en su vejez, p o rq u e m u y lejos de la p atria m e hallo , en Troya, p ro cu ra n d o d u elo s p ara ti y p ara tus hijos (540-542).

Estos tres versos expresan, de m anera d ram áticam en te con den sada, la distan cia de “el m ejo r de los aqueos” co n la iden tidad heroica, susten ­ tada en la a cció n de m atar a m ayor glo ria de un o. Son u n o s versos de u n a ela b o ra d a sign ificació n an tih eroica. M a cL e o d llam a la aten ción

174

I

EL D E S A R M E

DE

LA C U L T U R A

sobre el toque fin o con qu e H o m ero enfatiza la igu aldad de P ríam o y de Peleo en el in fo rtu n io , al presentar a A qu iles vie n d o en carn ad os en sí m ism o los su frim ie n to s de am bo s an cian o s, lo que “ subraya cuán d e slig ad o está A q u iles de su p ap el c o m o gu erre ro ”.45 El alejam ien to actual de A quiles de su p ap el de gu errero se hace evidente. “ El m ejo r de los aqu eo s”, en este p arlam en to, retom a la reflexión sobre la in c o n ­ sistencia de lo que la m o ra l h ero ica presenta co m o bienes, exp onen tes de excelencia (tim é, rango, riqu eza), antepon ién doles c o m o el bien m ás preciado algo que estaba ausente en sus razonam ientos ante la em bajada de sus am igos, y que a p artir de su e xp erien cia p osterior, especialm ente la de la m uerte de su m e jo r am igo, ha llegado a co m p ren d er y sentir hon dam en te: la im p o rtan cia capital para la vid a h u m an a de las rela­ cion es afectivas, que en la n u eva visió n de la v id a se con sidera desde un p u n to de vista universal. T odo esto lleva a A quiles a u n rep lan tea­ m ien to d el á m b ito de la philotés, qu e ya n o se restringe a los cam aradas y exige d añ o al en em igo, sino que alcan za ahora a to d o s los h u m an o s co m o co m p añ ero s de sufrim iento. Este d iscern im ien to de la p recarie­ d a d d el ser h u m a n o , de la h e rm a n d a d en el pesar, co rre p a rejo en A q u iles co n el re co n o c im ie n to del d o lo r a d icio n a l qu e co m o héroe p rovoca, in clu so a los suyos. D esde esta persp ectiva el ven ced o r n o es diferente del ven cid o , ni el cam arad a del enem igo, q u e d an d o así a n u ­ ladas estas o p osicio n es fun dam en tales del có d igo h ero ico .46 La tra n sfo rm a ció n en el co m p o rta m ie n to de A q u iles d erivad a de este d iscern im ien to se hace p atente en la p o ste rio r escena cu a n d o , tras co m u n ica rle a P ríam o qu e su h ijo ya está liberad o, lo in vita a com er, a n im á n d o lo a ello co n el relato de la h isto ria de N ío b e (601-620). La reva lo rizació n de la vid a, y de las relacion es afectivas en ella, colorea

45 MacLeod (ed.), en Homero, Iliad, book x x iv , p. 542. 46 “El rescate de Héctor [... ] anula la distinción entre vencedor y vencido. Am bos aparecen compartiendo una naturaleza común y un sino común. Esto no resuelve la contradicción del combate, pero la borra; pues si el vencido no es distinto del vencedor, el combate carece de sentido. Y si el combate carece de sentido, entonces la comunidad, para cuyo bien se ha realizado el combate, también carece de sentido.” J. Redfield, La tragedia de Héctor, p. 388.

LA

TRANSFORMACIÓN

DE

AQUILES

|

I 75

esta escen a co n viv a l. Q u e A q u ile s y P ría m o co m a n ju n to s sig n ific a qu e han a p ren d id o a v iv ir co n su p en a .47 La esp ecial sig n ific a ció n de a firm a c ió n d e la v id a qu e im p lica p ara A q u iles el h e ch o de co m er, así co m o p o ste rio rm e n te el de acostarse con B riseid a,48 estaba p reparada p o r la in te rv e n ció n de Tetis en la qu e lo in staba a ello p ara c o n tra ­ rrestar el im p u ls o de m u e rte de su h ijo , e m b a rg a d o p o r el d o lo r de la m u e rte de P a tro clo (24.128-132). Pero el p o em a e n fatiza adem ás la relació n de afecto y respeto qu e se p ro d u ce entre A q u iles y Príam o. Los que hasta a h o ra eran en em igo s, después de co m p a rtir la co m id a y la b e b id a, se co n te m p lan “ a d m irá n d o se ” (629, 631) m u tu a m e n te y “ se deleitan ” (tarpesan) m irán d o se el u n o al o tro (633). A q u iles c o n ­ sidera ah o ra a P ríam o un philos, se dirige a él co m o “ an cian o q u e rid o ” (“gerön, p h ile ”, 650), m o stra n d o de este m o d o que su sim p atía p o r el a n cia n o re y de T ro ya está e n ra iz a d a en su n u e v a c o n c e p c ió n de la philotës. A h o ra P ríam o es u n p hilos p ara A q u iles, un co m p añ ero ta m ­ b ién m o rta l, q ue, c o m o to d o s los m íseros m ortales, tien e q ue viv ir con el su frim ien to . C u a n d o acaban de co m e r y P ríam o so licita p erm iso a A q u iles para acostarse, éste le in d ica q u e se acueste fu era de la tien da, n o vaya a ser qu e algu n o de los ca u d illo s a q u eo s qu e a co stu m b ra n a v isita rlo lo ve a y se lo cuen te a A g a m e n ó n (650-655). Este co m e n ta rio de A q u iles revela u n a a ctitu d casi de co m p licid a d . A q u iles es co n s­ ciente de qu e p o sib lem en te su estren ad o sen tid o h u m a n ita rio p u ed e n o ser c o m p re n d id o p o r los dem ás. P oco antes, en p rivad o , in vo ca n d o a P atro clo m u e rto ha sen tido la n ecesid ad de excusarse ante él a rg u ­ yen d o que le han p ag ad o u n gen eroso rescate y que le dará “ la parte d ebida” (595). El ca m b io de A q u iles tam b ién se expresa en su fav o ra ­ ble respuesta a P ríam o cu a n d o éste le in d ica los días (n ad a m en o s que o n ce) qu e n ecesita p ara o rg an iza r u n o s altos fun erales de E stado en h o n o r de H éctor. A qu iles n o o p o n e o b stá cu lo a lg u n o y de in m ed ia to le gara n tiza la tregu a to tal (660-670). F in alm en te, al desp edirse “ es­

47 MacLeod (ed.), en Homero, Iliad, b ookxxiv, p. 139. 48 Véase Taplin, Homeric soundings, pp. 74-82,278 y ss.

176

I

EL D E S A R M E

DE

LA

CULTURA

trech o al a n cia n o la m a n o derecha/ e n cim a de la m u ñ eca, para qu e no sintiera m ie d o en su á n im o ” (671-672). A q u iles y P ríam o reco n o cen con resign ació n el carácter tem p o ra l de la tregua p ara el fu n eral de H éctor. D esp u és de once días la gu erra seguirá (667). Sin em b argo , es m u y sign ificativo que la Ilíada n o ter­ m in e co n el saqu eo de Troya o la m u e rte de A q u iles, a pesar de que am b o s sucesos aparecen p ro n o stica d o s en el p o em a , y que en el libro 22 parecía p o r u n m o m e n to in clu so qu e la n arra ció n se e n ca m in ab a a ese final. Pero en v e z de a m ás m uertes y m ás gu erra, los ú ltim o s cien versos de la Ilíada n os h acen asistir a los fun erales de H é cto r en Troya, en lo s q u e se co n ce d e el p ro ta g o n is m o a los la m en to s fú n eb res de A n d ró m a c a , H é cu b a y H elen a, las tres m ujeres m ás un idas al m u erto -e sp o s a , m adre y “ cu ñ ad a”- . C o m o b ien o b serva O. Taplin, dice m u ­ ch o acerca del p o em a co m o u n to d o que acabe con este especial p ro ­ tag o n ism o fem e n in o .49 Este final in cide en el tem a de la cen tralid ad de las relacion es afectivas y del d o lo r qu e d eja el que m u ere en sus seres q u erid o s cercanos. H écu b a, adem ás de claro exp o n en te de ello, expresa la in u tilid ad de la ven gan za, d irig ién d o se a su hijo m uerto: A ti desde que te q u itó la v id a co n el b ro n ce , de extenso filo, te ha arrastrado rep etid am en te a lred ed o r d el tú m u lo de su c o m p a ­ ñero Patroclo, a q u ien tú m ataste; p ero n i así lo ha resucitado. Y ahora, con la tez fresca del ro cío e in co rru p ta , yaces en m i p alacio (754-758).50

49 Taplin, Homeric soundings, pp. 281 y 282, donde analiza los discursos de estas tres mujeres: Andrómaca, Hécuba y Helena. 50 “Cogido en el contexto del favor divino, esto es claramente una renuncia a la brutal venganza de 24.212-216, más bien que una continuación de ésta. Sobre todo está el eco de la frase clave en el discurso de Aquiles a Príamo: ‘oude min anstéseis’ (‘no lo resucitarás’, 551). Aquiles encuentra su propio camino a la verdad, la lección de que la suma de dolor o venganza o magia resucitadora no puede hacer que una persona muerta se ponga en pie. Al aplicar esta ‘lección’ a Aquiles, Hécuba también se la extiende a sí misma. Héctor, com o Patroclo, ya no estará más en pie” (ibid., p. 282).

LA T R A N S F O R M A C I Ó N

DE

AQUILES

I

1JJ

El fin a l de la llía d a e n fa tiz a la en señ a n za a d q u irid a p o r A q u ile s, a través del p ro ceso qu e h em o s v e n id o siguien do. Es u n a sorpresa p la ­ n eada, co m o afirm a M a cL e o d , p u es co n el desen lace del tem a de la ira de A q u iles, H o m e ro p reten d e qu e el h éro e, a la p a r qu e la a u d ie n ­ cia, p ro fu n d ice en el en ten d im ie n to de la v id a de los h o m b res y de la m o ra lid a d en u n m u n d o de v io le n cia h u m a n a y de in d iferen cia d iv i­ n a.51 En d efin itiva , la gran en señ an za de la llía d a es este viaje tra n s­ fo rm a d o r de A quiles: de la b u sca de la in m o rta lid a d h ero ica, a costa del d esp recio de la v id a y de la in sen sib ilid a d frente al su frim ie n to de los o tro s, a la co m p re n sió n de la fin itu d h u m an a , co n su va lo ra ció n de la v id a y su se n sib ilid a d an te el s u frim ie n to a jen o . Sin afán de ab so lu to s co m p en sa to rio s, este n u ev o h o rizo n te de v id a co n stitu ye u n a in versió n ética de alcance in d iscu tib lem en te un iversal. Éste es el gran v a lo r qu e en cierra la llía d a y que, tan to p o r su sabidu ría co m o p o r la fo rm a en qu e se expresa, hacen m ereced o r a H o m e ro del títu lo que P lató n , ese gran crítico de la tragedia, le oto rgó : “ elp rim er maes­ tro y guía de todos los trágicos”.52

51 M acLeod (ed.), en Homero, Iliad, book x x iv , p. 28. 52 Rep. 595c, también 598d.

El escudo de Aquiles: un canto a la vida más acá de la guerra

“ M ien tra s d u ró la au ro ra y fue leva n tan d o el sacro día, los dardo s hacían b la n co en a m b o s b an d o s, y la hueste caía. Pero a la h o ra en que el leñ a d o r se apresta para el alm u erzo en las gargan tas del m o n te, cu a n d o se ha saciado los b razos de co rta r gran des árboles, el can san cio le llega al alm a y el ap etito de la dulce co m id a prende en sus m ientes, a esa h o ra los dáñaos co n su b ra v u ra q u e b ra ro n los b a ta llo n e s .. . ” (II. ii. 84-90)

Es lu g ar co m ú n co n sid erar la Ilíada co m o u n can to h e ro ico a la g u e ­ rra de T roya, u n p o e m a ce n tra d o en celeb rar las h azañ as bélicas de los héroes, en línea con la trad icio n al y colectiva épica h eroica. Sin e m ­ bargo , los que vem o s en el p o em a la m a n o creativa de u n autor, que desarrolla en sus versos u n a visió n personal que supera la visió n heroica de la gu erra y que in troduce elem entos críticos y de distan ciam ien to de la épica, nos encon tram os co n n um erosos elem entos repletos de e v o ­ caciones y referencias al m u n d o de la paz, a la vid a de los h om bres m ás allá de la guerra. Irru m pien d o en un escenario de vio len cia y m uerte, estas e vo cacion es del m u n d o que la g u erra destruye o am en aza e xp re ­ san u n a co n cep ció n de la v id a co n trap u esta a la h eroica. Entre ellos, o cu p a u n lu g a r de especial alcance y sign ificad o el pasaje q u e con tien e la d escrip ció n d el escu d o de A quiles.

ΐ8θ

I

EL D E S A R M E

DE

LA C U L T U R A

EL ESCU D O DE AQ UILES

Estos em ergen tes pasajes qu e m u e stra n ese m u n d o de la p az, en el que las relacion es afectivas y de co n viv en cia son lo m ás im p o rtan te, adem ás de estar claram en te en co n so n a n cia co n la re v a lo riza ció n de la v id a qu e se abre p aso en A q u iles, en algú n caso la ca lifica n m ás allá de lo que el p ro p io héroe expresa. M u e stra cru cial de esta ca lifica ció n n os la ofrece la d e sc rip ció n del escu d o qu e H efesto fabrica p ara A q u i­ les a p e tició n de su m a d re , c u a n d o el h é ro e v a a v o lv e r al co m b a te tras la m u erte de P atroclo. La d e sc rip ció n d el escu d o de A q u iles en el can to 18 (481-608) es, en este sen tido, un pasaje clave p ara el e n te n ­ d im ie n to de lo que p o d ría m o s llam ar la co n cep ció n h o m é rica de la v id a en p az o la v id a d ichosa. Lo p rim e ro qu e llam a la aten ción en la d escrip ció n del escu d o de A quiles, adem ás de la larga tirada de versos qu e o cu p a , es qu e las es­ cenas qu e en él figu ran n os están co n ta n d o historias. Éste es u n caso excep cion al. O tras d e scrip cio n es de a rm ad u ras se lim itan a co n cen ­ trarse en sus lu jo so s y terro rífico s co m p o n e n te s.1 La d e sc rip ció n de las escenas representadas en el escu d o de A qu iles son m u y diferentes, y su e x ce p cio n a lid a d n os p erm ite v e r en ellas u n a e la b o ra ció n m ás o rig in a l y p ro p ia del poeta. H o m e ro hace de las diversas escenas del escu d o u n a d escrip ció n tan p o rm e n o riza d a y co n u n a viveza tal que se d iría que está d esarro llan d o to d o un g u ió n cin em a to grá fico en el qu e p in ta la m ism a v id a co tid ian a en a cció n , en m o v im ie n to . Y sus

1 Así, de la coraza de Agamenón, por ejemplo, se nos dice en el canto 11 que “D iez eran las tiras de oscuro esmalte que tenía,/ doce de oro y veinte de estaño./ Serpientes esmaltadas dirigían sus cabezas hacia el cuello,/ tres a cada lado, parecidas a arco iris que el Cronión/ fija en una nube, prodigio para los míseros humanos” (24-28). Y, unos versos más adelante, la descripción del escudo se limita a decir: “ El broquel estaba coronado por la Górgona, de salvaje aspecto,/ y fiera mirada, a la que rodeaban el Terror y la Huida./ D e él colgaba un áureo tahalí: sobre su superficie estaba/ enroscada una serpiente esmaltada que tenía tres cabezas/ entrelazadas, nacidas de un único cuello” (36-40).

EL E S C U D O

DE

AQUILES:

UN

CANTO

A LA V I D A

I 181

p ro ta g o n ista s so n co m u n e s y a n ó n im o s m o rta les. E sto tam b ié n es excep cion al en un relato é p ico y, p o r lo tanto, m u y sign ificativo. El e scu d o de A q u iles está c o m p u e sto de cin co lá m in a s, y en ellas están represen tados: 1) la tierra, el cielo y el m ar, el sol, la lu n a y las estrellas (18.483-489); 2) do s ciudades, u n a con sus gentes d isfru tan d o un a v id a co m u n a l en paz, o tra en gu erra (490-540); 3) h o m b res afa­ n án dose en las labores del ca m p o y g o zan d o de sus placenteras re co m ­ pensas (541-572); 4) pastores co n su ga n ad o atacado p o r dos leon es, y un p astizal para las ovejas en un valle, “co n establos, ch o zas cubiertas y apriscos” (573-589); 5) m o zo s y m o zas b a ila n d o (590-606). T o d o ello ro d ead o p o r la rep resen tación del gran río O céa n o a lo largo del b orde m ás extrem o del escudo. Junto a la ausen cia de los elem en to s terro rífico s p ro p io s de los es­ cud os, salta a la vista que la aten ción está fo calizad a en a co n tec im ien ­ tos de la v id a h u m an a , sin trascen d en cias de n in g ú n tipo, y que sus p ro tago n istas son a n ó n im o s m o rtales, h o m b res co m u n es sin d istin ­ cio n es h e ro ica s o de lin aje. La d e sc rip ció n e m p ie za co n la p rim e ra lám in a qu e o cu p a el cen tro del escudo. H izo fig u ra r en él la tierra, el cielo y el m ar, el in fatigable sol y la lun a llena, así co m o to d o s los astros qu e co ro n an el firm am en to : las Pléyades, las H íades y el p o d erío de O rio n , y la O sa , q u e ta m b ié n d e n o m in a n co n el n o m b r e de C a r r o (483-487). El sol, la lu n a y las co n stelacio n es que abren la d escrip ció n del escu do n o p reten den ser un a co sm o go n ía, sino que están rep resen tados p o r ­ qu e son los elem en to s n atu rales co n los qu e co n viv en los h o m b res, y p o rq u e su o b serva ció n co m o in d icad o res del paso del día, del m es y de las estaciones, era esencial para las labores del cam p o. En Trabajos y días, de H esíod o, ten em os u n a co n firm a ció n de la fu n d am en ta l im ­ p o rta n cia de estos e lem en to s c ó sm ico s p ara el c a len d a rio agríco la. A u n q u e h a y qu e ad vertir respecto de u n a d iferen cia sustancial: en la d escrip ció n h o m é rica están co m p leta m en te ausentes las referencias a

iS!

i

EL D E S A R M E

DE

LA C U L T U R A

d iv in id a d es asociadas a los elem en to s có sm ico s, tan presen tes en el texto h esió d ico (415 y ss.; 465; 474; 487 y ss.; etc.)· A sí pues, en el centro del e scu d o de A q u iles, la tierra, el m ar, el sol, la lu n a y las dem ás co n s­ telacio n es aparecen represen tados p o r su relación co n las labores del h o m b re co rrien te en su p acífica v id a n o rm a l, y sin referen cia algun a a divin idades, sin m a rco teo ló g ico algun o. En las siguientes escenas representadas en el escudo p o d em o s ver más en con creto la co n cep ció n h o m érica de la vid a en paz. D e las dos c iu ­ dades que figuran en la segunda lám ina, la representación de la ciudad en la que los hom bres viven pacíficam ente ya nos p roporcion a de entrada interesante in fo rm ació n al respecto. A sí n os la describe H om ero: En u n a h abía b o d a s y con vites, y n ovias a las qu e a la lu z de las antorch as co n d u cía n p o r la ciu d a d desde cám aras n up ciales, m u ch o s cantos de b o d a alzaban su son; jó ven es d anzantes daban ve rtig in o so s giros y en m e d io de ellos em itían su v o z flautas do bles y fó rm in ges, m ien tras las m ujeres se deten ían a la p u erta de los vestíb u lo s m aravilladas. Los h o m b res estaban reu n id o s en el m ercad o . A llí u n a co n tien d a se h ab ía entablado, y d os h o m b res p leiteaban p o r la p en a debida a causa de u n asesinato: u n o reclam aba (eucheto) p agar to d o m a n ifestá n d o lo ante el dem os, y el o tro rechazaba acep tar nada, y am b o s reclam aban el recurso a u n árbitro p ara el veredicto. Las gentes aclam aban a am bos, en defensa de u n o o de otro, y los h erald o s in ten ta b an co n ten er al gen tío . L os ancian o s estaban sen tados sobre p u lid as p ied ras en u n círcu lo sagrado y ten ían en las m a n o s los cetros de los claros heraldos, co n los que se iban lev a n tan d o p ara d ar su d icta m en p o r tu rn o . En m e d io de ellos h ab ía dos talentos de o ro en el suelo, para regalárselos al qu e p ro n u n ciara la sentencia m ás recta (491-508, tra d u cció n m o d ificad a). D o s tip o s de celebracion es son las escogidas p ara representar las “ b e n ­ d icio n es” de la v id a co m u n a l en paz: unas b o d a s (491-496) y la re so ­ lu ció n p acífica p o r las in stitu cio n es ju d icia les de u n a d isp u ta sobre la

EL E S C U D O

DE

AQUILES:

UN

CANTO

A LA

VIDA

I

183

m u e rte de un h o m b re (497-508). Es m u y re v e la d o r q u e sean estos actos sociales los elegid o s para caracterizar la v id a de la ciu d a d en p az. En p rim e r lugar, son los m ás in co m p a tib les con la guerra. Frente a la ru p tu ra de los lazos fam iliares y la vio le n cia desen fren ada que la g u e ­ rra en trañ a, estos actos e scen ifican p recisam en te lo o p uesto: las u n io ­ nes fam iliares, la co n te n ció n de la vio len cia . El m u n d o de las relacion es fam iliares qu e rep resen tan las b o d a s (491-496) es p recisam en te lo qu e lo s co m b a tie n te s h an te n id o que sacrificar y lo qu e m ás añoran , co m o ya se n os ha d eja d o claro desde el co m ie n zo de la Ilíada: N u eve son los años del excelso Z eu s qu e han tra n scu rrid o, y la m ad era de las naves está carco m id a y las sogas sueltas. N uestras esposas e in fan tiles hijos están sen tados en las salas agu a rd a n d o (2.134-137). [...] cu a lq u iera qu e p erm an ece un solo m es lejo s de su esposa con la n ave, de n u m ero so s b a n co s, se im p acien ta, si los ven davales y el m a r en cresp ad o lo acorralan. Para n o so tro s este que pasa giran d o es ya el n o v e n o año que a gu an tam o s aquí (2. 292-296). Las im ágenes em pleadas en fatizan el lacerante efecto de la p riv ació n de esposas e hijo s en el á n im o de los co m batien tes qu e llevan so p o r­ tan d o la gu erra d u ran te tan to tiem p o . Si estar lejo s de la fam ilia un m es y a hace m ella, n ueve añ os destroza. Esto es lo qu e hace resaltar H o m e ro al calificar el tiem p o tra n scu rrid o p o r su efecto destru ctivo en m ateriales tan fuertes y resistentes co m o la m ad era y la soga de los barco s (“ y la m ad era de las naves está ca rco m id a y las sogas sueltas” ). La escena siguien te de la in m ed ia ta y gen eral estam p id a h acia las n a ­ ves, co m o respuesta a la en gañ osa p ro p u esta de A g a m e n ó n de h u id a y v u elta a casa, n o p ued e dejar m ás claro que la in m en sa m ayoría de los co m b atien tes (to d o s excep to el p e tit com ité de an cian o s que está al tan to d el en gañ o , 5.143) y a n o aguan tan m ás. N a d a m ás term in ar de h ablar el A trid a,

184

I

EL D E S A R M E

DE

LA

CULTURA

Se agitó la asam blea co m o las extensas olas del m ar - d e l p o n to ic a r io -, qu e tan to el Euro c o m o el N o to alzan al irru m p ir im p etu o so s desde las n ubes del p adre Zeus. C o m o cu a n d o el C é firo al sobrevenir m en ea la densa m ies, so p la n d o p u jan te p o r encim a, y cae sobre las espigas y las co m b a, así se agitó to d a la asam blea. Entre alaridos se lan zaro n a las naves, y b ajo sus pies u n a n u b e de p o lv o se iba lev a n tan d o y ascen dien do. U n os a otros se o rd en aban echar m a n o a las naves y rem olcarlas a la lím p id a mar, y lim p iab a n los canales. A l cielo llegó el cla m o r de aquéllos, ávid o s de regresar a casa. Y q uitaban las escoras de las naves (2.144-154). Las im ágenes qu e en fatizan la fu erza p ro p u lso ra con la qu e los c o m ­ batien tes se lan zan a las naves para regresar a casa p o n e n de relieve a la v e z la gran ten sió n co n ten id a que ahora exp lo ta. El viv o deseo de vo lv er co n los suyos (“ anhelantes de vo lver a casa”, olkade hiem énon, 153) es lo que los catap u lta a las naves. La e la b o ra ció n p o ética de to d o este pasaje está dirigida a resaltar la fuerza de este deseo. A lg o inusitado, y p o r lo tan to m u y e lo cu en te, en u n p o em a épico. A d em ás de la celebració n de la u n ió n fam iliar que representan las bodas, en clara o p o sició n a la desu nión que p roduce la guerra, el otro acontecim iento com unal representado en esta segunda lám ina del escudo es la resolución de la disp uta p o r la m uerte de un h o m bre (497-508). M erece la pena detenerse en esta interesante escena jurídica, cuya im p o r­ tancia reside en que cierra la v ía a la venganza individual. Q u e el pleito sea precisam ente p o r la m uerte de un hom bre - l a clase de hechos que m ás deseos de ven ganza p rovoca en sus allegados- n o hace sino resaltar esta exclusión del “ ajuste de cuentas” particular. Lo que se describe es un p roceso ju d icia l en to d a regla y en abierto contraste con las prácticas heroicas al respecto. Se trata de la resolución de un a disputa en el m arco de u n a institución judicial pública, que excluye la venganza individual, y en la que están ausentes los dioses, o cualquier referencia e ellos. Este p ro ce so es p ú b lic o y el a cu sad o de la m u erte de u n h o m b re tien e derech o a defenderse. El acu sad o declara ante el demos. Dem os,

EL E S C U D O

DE

AQUILES:

UN

CANTO

A LA V I D A

!

185

que se trad u ce p o r “d istrito ”, “ c o m u n id a d ”, p u ed e in terpretarse aquí co m o u n a entidad legal colectiva, c o m o su aparición con tal significado en los d o cu m en to s del lin eal B lo au to riza .2 Frente a o tras referencias a h o m ic id io s en los p o em a s h o m é rico s , que refleja n u n sistem a de a rb itraje cuyas reso lu cio n es n o eran o b liga to rias co n tra la v o lu n ta d de los afectados, y qu e d ejaban la p u erta a bierta a la ven gan za p rivada, en esta escena del escu d o se p o n e en p rim e r p lan o la au to rid a d exclu ­ siva del trib u n a l para d irim ir el pleito. In depen dien tem ente de diferencias interpretativas, lo que está claro es qu e la disp u ta se som ete a u n ju ic io legal q ue p rotege al responsable del h o m icid io de la actu ació n extrajudicial de los p arientes del m uerto. El tribun al interviene en el curso de u n episodio de represalia a p etición del que la está sufrien d o. Es el respon sable del h o m ic id io el que habla p rim ero , y “ reclam aba p agar to d o ”. El térm in o qu e design a el acto de reclam ar del acusado, “ eucheto”, tien e aquí el sen tid o legal de “ recla­ m ab a el d erech o a”.3

2 L. C. Muellner, The meaning o f Homeric ε ύ χ ο μ α ι through its formulas, Insbruck, Innsbrucker Beiträge zur Sprachwissenschaft, 1976, p. 104. 3 Muellner ( The meaning o f Homeric ε ύ χ ο μ α ι through its formulas, pp. 102-104) ha señalado que ésta es la única aparición en los poemas homéricos del verbo eúchomai en un contexto jurídico, y que además tiene un paralelo directo en un registro de una litigación sobre un terreno en una tablilla del Lineal B: “ Erita la sacerdotisa tiene y reclama (e-u-ke-to-qe) tener (e-to-ni-jo) terreno/ para el dios, pero el damos dice que ella tiene de los terrenos comunales/ una tenencia en usufructo” (Pilos tablilla 704). A diferencia de los significados de “decir” o “afirm ar” que Muellner le da al verbo eúchomai, esta traducción de R. W estbrook acentúa el sentido de “redam ación de un derecho”, más acorde con este contexto jurídico: “puesto que los hechos no están en cuestión en este caso (se afirma expresamente que la sacerdotisa tiene el terreno), su reivindicación puede más bien ser una reivindicación de derecho más que de hecho. Reivindica el derecho a tener el terreno en cuestión absolutamente com o una prebenda del templo más bien que en usufructo”. R. Westbrook, “ The trial scene in the Iliad”, Harvard studies in classical philology 94,1991, pp. 53-76, en especial, pp. 73-74. Véase también M.W. Edwards, The Iliad. A commentary, V: Books 17-20, ed. de G. S. Kirk, Cam bridge University Press, 1991, pp. 214-216.

l86

I

EL D E S A R M E

DE

LA

CULTURA

Esta d e sc rip c ió n n o s d ice cla ra m en te d o s cosas in d isc u tib les: la in tra n sig e n cia d el a llega d o del m u e rto y su a p e la ció n al ju ic io legal. “ Y a m b o s re cla m ab a n el re cu rso a u n á rb itro p ara el v e re d ic to ” (5. 501). Es decir, el m is m o fa m ilia r d el m u e rto asu m e qu e n o tien e v ía lib re p ara el “ aju ste de cu e n ta s” p articu lar. E sto es de su m a im p o r ­ ta n cia , so b re to d o si ten em o s en c u e n ta qu e la “ a d m in is tra c ió n de ju s tic ia ” en esa é p o c a co n ce d ía a los p arien tes d el m u e rto p o r h o m i­ cid io el d e re ch o de ven garse. E staba exclu siv am en te en m a n o s de la fa m ilia de la v íc tim a e le g ir entre to m a r ve n g a n z a en el cu lp a b le y/o su fa m ilia o a cep tar u n a in d e m n iza c ió n en lu g a r de la vendetta. La ilu s tra c ió n m ás cla ra de este d e re ch o se o b serv a en el e d icto h itita d el rey T elepin o: U n asu n to de sangre es co m o sigue. C u alq u ie ra que h aga sangre, cu a lq u ier cosa que el d u e ñ o de la sangre diga. Si dice, “ ¡Q u e m u era !” él m o rirá. Si dice, “ ¡Q u e p agu e in d e m n iza ció n !” él pagará in dem n ización . Pero al rey, n ada (edicto hitita del rey T elepino 49).4 El “ d u e ñ o de la san gre” es el p arien te m a scu lin o m ás p ró x im o a la v íc tim a .5 Se tra ta , p o r lo ta n to , d e l re c o n o c im ie n to e x p líc ito de la v e n g a n z a p riv a d a , cu y a a p lic a c ió n e sta b a al a rb itrio a b so lu to d el allegad o . W e stb ro o k estud ia este d o b le “ d erech o ”, de ven gan za o de in d e m ­ n iza ció n , de los afectados en la tra d ició n legal del O rien te P ró x im o , en co n creto en los siete có d igo s cu n eifo rm es existentes y en dos c ó d i­ gos b íb lico s.6 En los cin co ejem p los clásicos sobre el tem a del h o m i­ cid io que aparecen en este can o n , W e stb ro o k señala que en los casos en qu e se p resen tan circu n stan cias aten uan tes (p o r ejem p lo, cu a n d o

4 Citado en Westbrook, “The trial scene in the Iliad”, p. 57. 5 Ibid., p. 58. 6

Codex Ur-Nammu ( c u ) , Codex Lipit-Ishtar ( c l ) , Codex Eshnumma ( c e ) , Codex Hammurabi ( c h ) , Leyes Hititas ( l h ) , Leyes Medio-asirias ( l m a ) , Leyes Neo-babilónicas

( l n b ),

Éxodo 21-22, Deuteronomio 21-22.

EL E S C U D O

DE

AQUILES:

UN

CANIO

A LA V I D A

I

187

el h o m icid io es el resultado n o b u sca d o de u n a pelea vio le n ta , o bien del e stad o m e n ta l d el cu lp a b le, q u ie n lo co m e te “ sin q u e re rlo ” ( c h 206-207), la v en ga n za es lim itad a a in d em n iza cio n es. P or ejem p lo, las Leyes H ititas dicen: “ Si alguien m a ta a u n h o m b re o u n a m u je r co m o resultado de u n a riña/pelea, él [ ... ] a él y le dará cu atro esclavos, m a ­ ch o s o h em b ra s” ( h l

i

) .7

Sin e m b a rg o , es d iscu tib le la h ip ó tesis de W e s tb ro o k de q u e los m icénicos habrían recibido de los reinos orientales esta reglam entación lim itativa de la vendetta. Estas reglas vigen tes en el O rie n te P ró x im o n o co rresp o n d en a las que describe H o m ero . En otras referencias al h o m icid io en la llía d a n os e n co n tra m o s con la ven ga n za p rivad a sin lim itacio n es, sin co n sid era ció n algun a a “ circun stan cias aten uan tes”. A u n q u e los parien tes de la v íc tim a p o d ían so m eter v o lu n ta ria m en te las disputas al trib u n a l, y o p ta r p o r u n a in d em n iza ció n , n ada los o b li­ gaba a ello .8 En este co n texto , la ven ga n za p rivad a ca m p ab a p o r sus respetos (era p re ju ríd ica ). La h isto ria de P atroclo, en el ca n to 23, es ilustrativa a este respecto. La psyché de P atroclo le p ide a A q u iles que entierre sus huesos ju n to a los del Pelida, para estar así ju n to s co m o cu a n d o se criaron , cu an d o , aún en la in fan cia, M e n e cio de O p u n te m e llev ó a v u estro h o g a r a resultas del lu ctu o so h o m icid io que co m e tí aquel día en que m até al h ijo de A n fid a m an te,

7 Westbrook, “ The trial scene in the Iliad”, p. 62. 8 Este carácter voluntario está implícito en las palabras de Ayante : “ Incluso del asesino del hermano/ o por la muerte del propio hijo se acepta compensación (poine)J y uno permanece allí entre su pueblo pagando una fuerte multa,/ y al otro se le contiene el corazón y el arrogante ánimo,/ al recibir una reparación”, 9.632-636). Ayante no está apelando a ninguna obligación legal, sino enfatizando retóricamente una conducta posible con el fin de persuadir a Aquiles a que acepte los regalos que Agamenón le ofrece. No se trata de una incriminación sino de una recriminación que tiene una fuerza moral más bien que legal: si incluso afectados por el asesinato de un hermano o un hijo aceptan la compensación, la debería aceptar también Aquiles cuyo agravio en comparación es mucho menor.

l88

I

EL D E S A R M E

DE

LA C U L T U R A

¡insensato de m í!, sin querer, al en co lerizarm e en el ju e g o de tabas (23. 85-88, tra d u cció n m o d ificad a). Patroclo, h ijo del rey de O p o n to , com ete un h o m icid io sin querer (ouk ethelön, v. 88), y sien d o n iñ o . A p esar de su c o n d ició n in fa n til y del carácter in vo lu n tario del h o m icid io (exp lícitam en te señ alados), se ve o b lig a d o a huir. Q u e d a claro que las circu n stan cias aten uan tes n o le p erm iten librarse de la ven ga n za a ca m b io de u n a in d em n iza ció n . O d ich o de o tra m anera, está exclu sivam en te en m a n o s de los afectados el acep tar o n o u n a in d em n iza ció n sustitu tiva.9 En la escena d el e scu d o lo qu e está p recisam en te en el cen tro de la disp u ta es la p o in ë : “ y d os h o m b res p leiteab an p o r la in d e m n iza ció n ( e in ek a p o in ën ) ” (498). Los do s versos siguien tes (499-500) p erm iten do s tra d u ccio n e s qu e llev an parejas in te rp re tacio n es d iferen tes. M i ve rsió n “ u n o re cla m ab a ( eucheto ) p a g a r (ap odoun ai) to d o (p a n ta ) [...] el o tro rech azab a (anaineto)10 acep tar (helesthai) n ad a (m ëden ) ”, n o tra d u c e los in fin itiv o s de a o ris to (apodoun ai, helesthai) co n el s ig n ific a d o de tie m p o p a sa d o , c o m o se h a ce m ás fre cu e n te m e n te , p o rq u e el a oristo es u n asp ecto (m arca la a cció n ) y n o d esig n a n e ce ­ sariam en te tiem p o p asado, a n o ser qu e se q u ie ra a sign ar u n o rden cro n o ló g ic o a las accio n es. Esto es lo qu e hacen las tra d u ccio n es es­ p añ o las, c u a n d o traducen:

9 El hecho de que en este mundo griego la poinë, la indemnización, no se podía imponer es corroborado por las reglas en vigor en el siglo v u a. C. En caso de hom icidio involuntario, la ley de Dracón (621-620 a. C.) establecía que el homicida sólo se podía librar de la pena (del exilio) mediante el pago de una indemnización si todos los parientes de la víctim a estaban de acuerdo. Todavía en el siglo iv a. C. la pieza En defensa de Eufileto de Lisias muestra esta imposibilidad de im poner la aceptación de una poinë a los afectados de un crimen: Eratóstenes muere por cometer adulterio a manos del marido afectado, a pesar de los ruegos y súplicas para que éste aceptase una indemnización. Véase E. Cantarella, Itaca. Eroi, donne, potere tra vendetta e diritto, Milán, Feltrinelli, 2002, p. 200. 10 Anaineto, del verbo anainomai que con infinitivo normalmente significa “rechazar”