Dostoievski: La secuela de la liberación 1860-1865 [3]

Monumento de la biografía moderna, sólo comparable a los trabajos de Painter sobre Proust y Edel sobre James, la obra de

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Dostoievski: La secuela de la liberación 1860-1865 [3]

Table of contents :
ÍNDICE GENERAL
Abreviaturas
Prefacio
Transliteració11 y textos
Introducción19
PRIMERA PARTE
U11 tiempo de esperanza
I. El regreso del exiliado
11. "Un poco de libertad, un poco de independencia"
III. Un movimiento nuevo: pochvennichestvo
IV. En la pelea
V. Visiones petersburguesos
VI. Una estética de la trascendencia
VII. Escaramuzas polémicas
VIII. Humillados y ofendidos
SEGUNDA PARTE
La époco de las proclamas
IX. Los primeros volantes
X. La Joven Rusia
XI. Retrato de un nihilista
XII. "La tierra de las sagradas maravillas"
XIII. El Tiempo: los últimos meses
XIV. Lo Casa de los muertos
XV. Apuntes de invierno sobre impresiones de verano
TERCERA PARTE
Poli11a
XVI. Una mujer emancipada
XVII. Un amante atormentado
CUARTA PARTE
La prisión de utopía
XVIII La época
XIX "¿Volveré a ver a Masha algún día?"
XX Notas desde el subterráneo
XXI. El fin de Lo Época
XXII. "La vitalidad de un gato"

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JOSEPH FRANK

¡

SECCIÓN DE ÜBRAS DE LENGUA Y ESTUDIOS LITERARIOS

DOSTOIEVSKI

Traducción de ]UAN ]OSÉ UTRILLA

JOSEPH FRANK

DOSTOIEVSKI La secuela de la liberación, 1860-1865

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA MÉXICO

Primeia edición en inglés, 1986 Primera ed ición en español, 1993

Título original: Dostoevsky. The Stír of Liberation 1860-1865 © 1986, Princeton University Press, Princeton, Nueva Jersey ISBN 0-691-06652-3

D. R. © 1993, FONDO DE CULTURA ECONÓMICA, S. A. DE C. V. Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14200 México, D. F.

ISBN 968-16-3531-0 Impreso en México

Este libro está dedicado a FRANCIS F'ERGUSSON,

querido amigo y mentor, cuyas propias obras son modelos de iluminación crítica

ABREVIATURAS Biografiya

DMI DVS

DW LN Pisma PSS

Orest Miller y Nikolai Strájov, Biografiya, Pisma i Zametki iz Zapisnoi Knizhki F. M Dostoevskogo (San Petersburgo, 1883). Precedido por el nombre del autor de la sección apropiada. F. M Dostoevsky, Materialy Issledovania, ed. A S. Dolinin (Leningrado, 1935). F. M Dostoevsky v Vospominaniakh Sovremennikov, ed. A S. Dolinin, 2 vols. (Moscú, 1961). F. M. Dostoevsky, The Diary ofa W!iter, trad. Boris Brasol (Santa Bárbara y Salt Lake City, 1979).

Literatumoe Nasledtsvo. F. M. Dostoevsky, Pisma, ed. y anotada por A S. Dolinin, 4 vols. (Moscú, 1928-1959). F. M. Dostoevsky, Polnoe Sobranie Sochinenü, ed. y anotado por G. M. Fridlender, et al., 30 vols. (Leningrado, 1972- ).

PREFACIO

Esta es la tercera parte de lo que se ha convertido en una obra en cinco volúmenes, que trata de la vida y las obras de Dostoievski. Mi plan inicial era de sólo cuatro volúmenes, pero me vi obligado a extenderlo cuando este libro surgió, un tanto inesperadamente. El periodo que aquí cubrimos (1860-1865) formaba, originalmente, los últimos capítulos del segundo volumen, que así habría incluido no sólo los años que Dostoievski pasó en Siberia, sino también su retorno y su reingreso en la vida literaria. Pero una vez que empecé a investigar más de cerca estos cinco años a la luz del nuevo material de los archivos, recientes estudios como los dos volúmenes sobre las revistas de Dostoievski, efectuados por V S. Nechaeva, y el rico panorama de las actividades de la intelectualidad radical que aparece en la ya clásica obra de Franco Venturi, Roots of Revolution, comprendí que exigían un tratamiento más extenso. De hecho, las páginas de este volumen tratan de un periodo de suma importancia en la vida de Dostoievski, que ha sido relativamente olvidado. Los comentaristas mostraron una impaciencia natural, como yo mismo, por pasar sobre ellos a toda prisa para llegar a las grandes novelas que empezaron a aparecer a mediados y finales del decenio de 1860. Y sin embargo, a comienzos de tal década, como director de dos publicaciones importantes, Dostoievski se encontró mucho más directamente en el centro de la vida sociocultural rusa que durante el resto del decenio, cuando volvió a ser exclusivamente novelista y vivió en el extranjero, en un aislamiento que él mismo se impuso. También fue durante estos años, como espero mostrarlo, cuando su visión sociopolítica quedó definitivamente reformada. Fue entonces cuando sacó Dostoievski las conclusiones prácticas --que permanecerían esencialmente intactas, pese a algunas diferencias de acentuación, durante el resto de su vida- de las experiencias de su exilio en Siberia. Lo que después llamaría la "regeneración" de sus convicciones no ocurrió al instante, sino que requirió cierto tiempo; de hecho, todo el tiempo necesario para que los acontecimientos aquí narrados completaran todo su curso (y hasta un poco más). U na consideración minuciosa de estos acontecimientos ayudará a explicar por qué Dostoievski llegó a esas conclusiones; y también deberá disipar la idea, aún muy difundida, de que salió 11

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de la prisión ciegamente dispuesto a apoyar un régimen tiránico de la índole más infamemente reaccionaria. &te tercer volumen también me lleva de vuelta a mi inicial punto de partida. Yo empecé a estudiar seriamente a Dostoievski en relación con Notas desde el subterráneo, y fue mi esfuerzo por penetrar en este texto -esfuerzo cuyos resultados se incluyen en este libro- el que determinó todo mi enfoque de la obra de Dostoievski, pues quedé persuadido de que las cuestiones de su época no solamente le dieron un estímulo exterior, sino que penetraron en su proceso creador mucho más profundamente de lo que en general se ha percibido y que, por esta razón, no es posible comprender en realidad sus creaciones sin un sólido conocimiento del medio sociocultural en el que él trabajo. Desde luego, la respuesta de Dostoievski a los conflictos ideológicos de su sociedad fue afectada por su personalidad y por su experiencia; pero estas sólo adquieren una significación artística cuando entran en una simbiosis creadora con las grandes cuestiones morales planteadas por el fermento de la historia rusa ocurridas durante la vida de Dostoievski, particularmente después de 1861. Para abarcar esta simbiosis, debemos estudiar los muchos canales por los que la turbulencia sociocultural de comienzos del decenio de 1860 inundó la imaginación creadora de Dostoievski. &tos canales incluyeron una participación personal que estuvo lejos de ser tan sólo la de un espectador o de un desengañado comentador; Dostoievski fue un participante, así como un observador, que a menudo se encontró en el lugar de los hechos durante manifestaciones importantes de inquietud social. Aun cuando a veces ausente, estaba dedicado en cuerpo y alma a seguir el tumultuoso curso de los acontecimientos de cuyo resultado (él estaba apasionadamente convencido) dependía el destino futuro de Rusia, y por tanto, a la postre, de la humanidad misma. Como veremos, también intervino personalmente, aun a riesgo de despertar sospechas y de poner en peligro sus intereses, cuando creyó que su mediación podía ayudar a mejorar una situación turbulenta que se encaminaba al desastre. Ningún libro que yo conozca hace plena justicia a la total inmersión de Dostoievski en "los mares tormentosos" (título de una novela de Pisemski) azotado por los vientos huracanados del descontento social que siguió a la liberación; y yo he considerado importante colmar esta laguna de la literatura, aun si ello significara la adición inesperada de un volumen extra a mi serie. La favorable recepción que ha tenido mi segundo volumen superó todas mis esperanzas, y en particular deseo dar las gracias a los miembros del Na-

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tional Book Critics Circle, que le concedieron su premio anual de biografía en 1984. Este espaldarazo, dado por un grupo dedicado profesionalmente a evaluar la actual producción literaria, constituye un gran honor, y quiero expresar mi enorme agradecimiento por esta prueba de una general aceptación. Sin embargo, no sólo la considero como fuente de satisfacción personal sino también como una justificación de la perspectiva en que yo he decidido escribir. Pues demuestra que un biógrafo literario no necesariamente está obligado a colocar los detalles, puramente extrínsecos y anecdóticos, de la vida privada de su personaje en primer plano, y que se les puede presentar en función de la obra del escritor, y subordinarlos estrictamente a una delineación más completa del marco sociocultural y literario mucho más directamente relacionado con la producción creadora. La dedicatoria de este libro no es más que un pequeño pago por una deuda de inspiración y aliento, contraída en el curso de una amistad de más de 40 años. Si un autor escribe para un lector ideal que representa la norma · a la que él aspira, entonces para mí esta norma siempre ha estado encarnada en la persona y en los escritos de Francis Fergusson; y yo he intentado, lo mejor que he podido, vivir a la altura del ejemplo puesto por sus propios escrúpulos y su integridad. Una vez más, me complace agradecer a la Rockefeller Foundation su generosidad al haberme concedido una Humanities Fellowship durante el año académico de 1983-1984, que ayudó a que financiara unas vacaciones de un año de mis deberes docentes en Princeton. Pasé parte de ese año en la estimulante atmósfera del Stanford Humanities Center, que me ofreció condiciones ideales de trabajo, y cuyo director, Jan Watt, creó un vivificante clima intelectual en el cual intercambiar ideas .con otros de sus miembros, de diversas disciplinas. Los miembros del personal del Centro me facilitaron mucho la preparación del manuscrito. Durante el curso de otóño de 1985 tuve el privilegio, como Visitante del Director, de ser miembro del Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, y deseo expresar mi cordial gratitud al director, Harry Woolf, por haberme dado este nombramiento. El trabajo final con el manuscrito y las galeras se completó en esta atmósfera, ideal para toda investigación avanzada. Vaya mi especial agradecimiento a Edward J. Brown, de la Universidad de Stanford, que puso a mi disposición su gran conocimiento de todo lo que se relaciona con Rusia, y que hizo muchas sugestiones para mejorar mi texto. Los comentarios del inveterado dostoievskiano y leal amigo Robert L. Jackson, de la Universidad de Yale, una vez más, me ofrecieron aliento y confianza. Nina Berberova, profesora emérita de literatura rusa

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en la Universidad de Princeton y eminente mujer de letras por derecho propio, una vez más me ofreció, graciosamente, sus enérgicos y penetrantes comentarios y su importante aprobación. Mi colega Robert Hollander tuvo la bondad de leer el capítulo XX y de beneficiarme con sus conocimientos de teología. El presidente de mi departamento en Princeton, Robert Fagles, ha sido fuente inagotable de apoyo intelectual, ayuda personal y benevolencia práctica, por las que le estoy profundamente agradecido. También mi colega Victor Brombert me ayudó con el infatigable interés que siempre ha mostrado en el progreso de mi obra y con el estímulo de su conversación sobre temas relacionados con Dostoievski. Mi editora en la Princeton University Press, Gretchen Oberfranc, mejoró mi estilo, aclaró mis notas y en general veló por la producción del libro con su habitual asiduidad y tino. Orest Pelech, exbibliógrafo eslavo de la Princeton's Firestone Library, invariablemente atendió mis peticiones de ayuda, y a él debo la ilustración de los incendios de San Petersburgo. El Princeton Research Council una vez más pagó los costos de la mecanografía y otros; y la primer redacción del manuscrito fue mecanografiada por Caro! Szymanski con gran cuidado y considerable interés en el contenido. Mi hija mayor, Claudine, dio al título el giro adecuado y ayudó a su hermana Isabelle a leer atentamente las pruebas. En cuanto al apoyo que me dio mi esposa Marguerite sólo puedo repetir lo que ya dije en mi segundo volumen: ella es mi primera lectora y correctora, y yo dependo absolutamente de su juicio en cuestiones de organización y de estilo. Este libro ha quedado notablemente mejorado no sólo por sus críticas de detalle sino, en particular, por su insistencia en que el material contenido en el actual capítulo XX, que en las primeras redacciones había formado el final del XIX requería un tratamiento independiente y más extenso.

J OSEPH FRANK Princeton, N. J., abril de 1985

TRANSLITERACIÓN Y TEXTOS El problema de la transliteración siempre es difícil, y he optado por la solución más sencilla. Para todas las palabras rusas, nombres o no, he utilizado el Sistema I de la Carta de Transliteración contenida en J. Thomas Shaw, The Transliteration of Modem Russian far English Languaje Publications (Madison, Milwaukee y Londres, 1967), pp. 8-9. Sin embargo, ocasionalmente he insertado una "y" para indicar un sonido suave cuando esta sería la pronunciación natural de la palabra transliterada al inglés, aunque el Sistema I no presta atención a esta característica del ruso. Y siempre he utilizado las formas inglesas, en lugar de la transliteración, cuando tales palabras existen y se han vuelto habituales (por ejemplo, Alexander en lugar de Aleksandr). Las citas de textos de Dostoievski en ruso proceden de los volúmenes de la nueva edición soviética que hoy está en curso de publicación: F. M. Dostoievski, Polnoe Sobranie Sochinenii (Leningrado, 1972); hasta ahora han aparecido 28 volúmenes de la edición, planeada en 30. Para mis citas de los cuentos y novelas cortas de Dostoievski, he utilizado las traducciones de Constance Gamett, porque ella se toma menos libertades con el significado literal que otros traductores más recientes. Sin embargo, no he vacilado en alterar su versión cuando me pareció indicado. Si no indico la fuente de una traducción es porque la he hecho yo mismo, y en todos los casos las traducciones de textos de Dostoievski han sido compulsadas con el original.

Times makes old formulas look strange. Our properties and symbols change, But round the freedom of the Will Our disagreements center still. (El tiempo hace que las viejas fórmulas parezcan extrañas. Nuestras propiedades y símbolos cambian, Pero en torno de la libertad del Albedrío Aún se centran nuestros desacuerdos.) W. H. AUDEN, New

~a's

Letter

El aislamiento es la suma total de la miseria en el hombre. Quedar aislado, quedar solitario; tener un mundo ajeno, no nuestro mundo; todo un hostil campamento para nosotros; no un hogar, de rostros y corazones que son nuestros, de quienes somos: tal es el encantamiento más aterrador; verdaderamente, obra del Maligno. TuüMAS CARLYLE, Past and Present

I:immortalité de !'ame est une chose qui nous importe si fort, qui nous touche si profondément, qu'il faut avoir perdu tout sentiment pour étre dans l'indifference de savoir ce qui en est. Toutes nos actions et nos pensées doivent prendre des routes si différentes, selon qu'il y aura des biens éternels a espérer ou non, qu'il est impossible de faire une démarche avec sens et jugement, qu'en la réglant par la vue de ce point, qui doit étre notre dernier objet. Ainsi notre premier intérét et notre premier devoir est de nous éclaircir sur ce sujet, d'ou dépend toute notre conduite. (La inmortalidad del alma es cosa que nos importa tanto, que nos toca tan profundamente, que hay que haber perdido todo sentimiento para caer en la indiferencia de saber lo que es. Todas nuestras acciones y nuestros pensamientos deben tomar caminos tan diferentes, según que haya bienes eternos que esperar, o no, que es imposible dar un paso con sentido y juicio más que rigiéndola por la visión de este punto, que debe ser nuestro objetivo último. Así, nuestro primer interés y nuestro primer deber es ilustrarnos sobre ese tema, del que depende toda nuestra conducta.) BLAISE p ASCAL, Pensées

INTRODUCCIÓN

Pocos grandes escritores de la líteratura moderna han sufrido tan súbitos y dramáticos cambios de fortuna, tanto en vida personal cuanto en su canera literaria, como Feodor Mijáilovich Dostoievski. Como Byron, cuya poesía fue tan importante para la literatura rusa a comienzos del siglo XIX, Dostoievski despertó una mañana de 1845 y se encontró célebre; o antes bien, fue despertado a las dos de la mañana por su amigo, el joven poeta Nekrásov, quien le dijo que el influyente crítico V. G. Belinski había leído el manuscrito de su primera novela, Pobres gentes, y la había puesto por los cielos. Mas este breve periodo de gloria terminó tan súbitamente como había empezado, tras la publicación de su siguiente obra, El doble, un' año después. Reconocido hoy como uria de las primeras obras maestras de Dostoievski, El doble retrata briliantemente una conciencia esquizofrénica que se hunde en la locura. Y Dostoievski observaría después que allí, por vez primera, había tenido un atisbo de "mi tipo subterráneo, de extrema importancia".1 Lo que Dostoievski quiere decir con esta frase debe ser interpretado con cierta cautela. Cuando escribió El doble, difícilmente habría podido tener conciencia de las cuestiones ideológicas encamadas en el carácter del hombre subterráneo, cuestiones que surgen tan obviamente de la fase ulterior de la cultura rusa descrita en el presente volumen. Antes bien, quiso decir que el personaje que creó en El doble, el señor Golyadkin, fue para él un paradigma sicológico que después remplazaría constantemente. El 1846, Dostoievski estaba preocupado por las lamentables consecuencias síquico-moraies de un orden burocrático rígidamente inmutable, en que a los subordinados con pretensiones se les exigía mantenerse en su lugar. La negativa del "ambicioso" señor Golyadkin equivalió a una insurrección contra la moral que se le había inculcado hasta en los huesos; y esta insólita rebelión lo hundió e n una inextricable miseria mentaL Pero el magistral retrato que pinta Dostoievski del proceso del colapso síquico de Golyadkin y la aparición de un "doble" cuya condición Oiltológica queda en la ambigüedad (en realidad lexistió, o fue una alucinación?) creó dificultades de interpretación que oscurecieron la importancía social del tema 1

Literammoe Nasledtsvo (citado en adelante comoLN ), 83 (Moscú, 197í), p. 310.

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de Dostoievski: Belinski observó, tajante, que tales personajes debían estar en el manicomio y no en las obras de arte. A partir de este momento, la reputación artística de Dostoievski cayó, y D.3da de lo que pudiera escribir en el resto del decenio de 1840 logró restaurar su prestigio. Por último, cifró todas sus esperanzas en una novela importante, Netotchka Nezvánova; pero esta obra empezó a aparecer precisamente en el momento de su detención, en 1849, como conspirador político, y nunca pudo completarla. La catástrofe de su aprisionamiento constituyó una peripecia mucho más radical en la vida de Dostoievski que la pérdida de su reputación literaria. Mantenido inicialmente en confinamiento solitario durante cerca de un año, luego tuvo que pasar por la prueba de un simulacro de ejecución, e inmediatamente fue enviado a un campamento de prisioneros, en Siberia, donde permaneció cuatro años. Lo que le aguardaba al purgar su sentencia era la desoladora perspectiva de prestar servicio indefinidamente en el ejercito ruso. En realídad, trascurrirían diez años desde el momento en que fue detenido antes de que pudiera retomar a San Petersburgo y reanudar sus esfuerzos, ahora infinitamente más difíciles tras aquel lapso de tiempo, para intentar ser aceptado como un escritor ruso de primera fila. El Feodor Dostoievski que llegó a San Petersburgo en 1860 no había cambiado notablemente en su apariencia exterior del que había salido de allí; en realidad, parecía haber ganado, en Jugar de perder, en aplomo, seguridad en sí mismo y vigor físico. Pero en lo interno, sus experiencias habían producido una transformación cuyas enormes consecuencias sólo serían visibles en las obras que pronto estaría produciendo, a un ritmo vertiginoso, mientras al mismo tiempo dirigía una voluminosa revista mensual que, en el espacio de dos años, llegaría a ser una de las más importantes del país. Esta transformación interna, como lo observó el propio Dostoievski, estuvo lejos de ocurrir de una sola vez, aunque se puede observar como germina casi desde el principio mismo de sus años de prisión y de exilio. Por ejemplo, transcurrido poco más de un mes de su detención, Dostoievski asegura a su hermano Mijaíl que está muy lejos de sentirse deprimido, y que ahora ha aprendido cuánta fuerza posee la personalidad humana para crear las condiciones en que puede sobrevivir en la peor adversidad. En estas palabras oímos una nueva percatación del poder de la personalidad como fuerza autónoma; percatación que, a la postre, conduciría a una decisiva modificación de la visión que Dostoievski tendría de la vida humana.

INTRODUCCIÓN

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Entre los productos de otros jóvenes escritores de la Escuela Natural del decenio de 1840, !a temprana obra de Dostoievsk.i había sobresalido por aquel enfoque en la vida interna de sus personajes, cuyo excesivo hincapié había desagradado a Belinsk.i. De todos modos, Dostoievski se había propuesto que esta sicología fuese interpretada como consecuencia de un orden social inhumano e injusto, y como respuesta a este. Pero lo que ocurrió durante los diez años siguientes le dio la dolorosa conciencia de otras dimensiones del espíritu humano, e inconmensurablemente ensanchó e hizo más profundos sus horizontes emotivos y artísticos. Habiendo visto la muerte cara a cara mientras aguardaba su turno (como firmemente lo creyó) de ser ejecutado por un pelotón de fusilamiento, y habiendo asegurado febrilmente al escéptico Nikolai Speshnev que pronto estarían ambos "con Cristo",2 nunca pudo olvidar su sensación de terror y las angustiosas preguntas que le asaltaron ante la terrible perspectiva de que su personalidad pudiera sobrevivir a su extinción física. Tampoco olvidaría el consuelo que había sentido al abrazar, sobre el cadalso, a quienes estaban a su lado, ni el extático brote de alegría al resurgir de la nada. "La vida está por doquier, la vida está en nosotros mismos, no en el exterior"3 había escrito a su hermano, inmediatamente después de escapar de la tumba; tal fue su preparación para hundirse en el infierno vivo de la casa de los muertos; y fue esta fe la que, a la postre, le permitió salir triunfante de una prueba que habría aplastado a cualquiera con menor fortaleza interior. Con el beneficio de la retrospectiva, es fácil comprender hasta qué punto el terrible tormento de la supuesta ejecución y su secuela prepararon a Dostoievski a resistir las tribulaciones de la vida de prisión. Pero, pasando de una abrumadora prueba de resistencia a otra, al principio le pareció que las cosas sólo iban de mal en peor. Dostoievski se horrorizó ante la depravación moral que encontró entre los otros reos (cuya gran mayoría era de campesinos), y le pasmó descubrir que lo miraban a él, tan sólo por ser miembro de la clase educada, como un extraño y un enemigo. Además, la conducta de sus compañeros de prisión también le reveló con terrible claridad no sólo el afán egoísta de la personalidad humana de satisfacer sus más bajos instintos sino también, mucho más inesperadamente, hasta qué extremos irracionales y autodestructivos llegaría la personalidad al veLe privada de un sentido de su propia autonomía. En el futuro, ningún concepto de la vida humana resultaría viable para Dostoievski si no tomaba 2 Véase Dostoevsky: The 1-éars of Ordea~ 1850-1859 (Princeton, 1983), p. 58. 3 !bid., p. 62.

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en cuenta esta necesidad de Ja sique de sentirse libre e independiente, afirmando así la dignidad de su propia posesión de sí misma. Lo que hizo posible la vida para Dostoievski en el campo de prisioneros -dándole la única prueba de algún tipo de moral que él pudiese discernir-- fueron los restos del cristianismo tradicional que aún vivían en las sensibilidades de los presos. Y cuando por fin la carga de su enajenación y su desesperanza se volvió demasiado intolerable, cuando resultó imposible soportar más tiempo, Dostoievski pasó por una "experiencia de conversión" que le permitió reafirmar la misma verdad que había entrevisto después del simulacro de ejecución: la verdad de que "la vida está en nosotros mismos, no en el exterior". Según Wiiliam James, una de las características de semejante experiencia es que, aunque en realidad nada cambie en el mismo medio externo, el significado de todo lo que rodea al converso de pronto se altera, para bien. Semejante metamorfosis indudablemente ocurrió en Dostoievski quien, aunqué negándose a glosar así fuera por un instante la manifiesta rudeza, brutalidad y atraso de la vida del campesino, sin embargo, se convenció de que en su centro se conservaban las sublimes virtudes cristianas de amor y sacrificio de sí mismo. También aquí debemos mencionar los efectos incalculables de su epilepsia, que empezó durante aquellos años en el campamento de prisioneros y que, en el momento de la radiante "aura" anterior al ataque, lo llenaba con un estro de arrobadora plenitud y el sentido de haber establecido contacto palpable con un principio sobrenatural de armonía del mundo. Así, Dos· · toievski salió del campo de prisioneros con un conjunto de actitudes (no tanto "ideas" cuanto "sentimientos-ideas", para emplear el término acuñado por él) considerablemente distinto de las que le habían llevado a prisión. Y durante el resto de su vida lucharía por reconciliar estos senti- · mientes-ideas entre sí, empleándolos como lineamientos al presentar las ingentes cuestiones que por entonces pasaban a ocupar el primer plano de la sociedad rusa. Poco después de que Dostoievski fue liberado del cautiverio, y mientras aún cumplía con su servicio como soldado, Rusia ent:{, ,::n una importantísima nueva etapa de su desarrollo. Alejandro II resolvió liberar a los siervos, que hasta entonces habían formado la vasta mayoría del pueblo ruso, y esta decisión desencadenó fuerzas concentradas, en favor del cambio social, que pronto rebasaron los límites considerados permisibles por las autoridades zaristas. Fueron puestos en duda todos los ideales en que la vida rusa anterior se había fundado; se oyeron voces influyentes proclamando que debía buscarse una base moral enteramente nueva sobre la cual edi-

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ficar la sociedad humana. De este modo, la cultura rusa entró en una fase de aguda crisis; y el siguiente choque de vaXores, dramati.zado en la literatura rusa de la época, forma el marco indispensable dentro del cual deben interpretarse las obras .de Dostoievski. La iniciativa de Alejandro H fue redbida con sincera alegría por Dostoievski, cuya propia malhadada actividad política había si.do inspirada por su indignación contra las injusticias de la servidumbre; y en la inminente liberación creyó que se realizaban Jos sueños de su juver.tud: el triunfo de la causa que éi había pagado tan caro. Como la gran mayoría de la intelectualidad rusa durante el periodo de "luna de miel" que precedió a la liberación de los siervos en • 861, Dostoievski se volvió ferviente partidario del zar liberador. Esta unanimidad aún prevalecía en gran medida cuando volvió a la Rusia europea; y aunque se modificó drásticamente en los años que veremos en este volumen, obstinadamente sigl!ió sosteniendo su anti~ gua lealtad; y así lo hizo durante el resto dle su vida. Aunque la intelectualidad rusa se encontró tempornJmente unida en apoyo del zar en este momento en favor de la liberación, algunas de las fuentes de conflictos ulteriores ya se habían hecho visibles en las disputas que surgieron por cuestiones filosóficas, estéticas y otras más abstractas (todas ellas; desde luego, con implicaciones sociopolíticas) entre los viejos literatos de la generación de 1840 y los "hombres nuevos" de los sesenta, que surgieron a mediados de los cincuenta. A este grupo posterior, cuyos priI¡icipales representantes fueron Nikolai Chemishevski y Nikolai DobrolyubQ_v, la cultura rusa lo ha llamado el de losraznochintsy: los que no tenían categoría o rango (chin) fijo en el sistema ruso de castas. Frecuentemente hijos de familias de sacerdotes, como las dos figuras que acabamos de mencionar, la generación de los sesenta atac6 los elementos de idealismo romántico que aún subsistían en la cultura patricia-liberal de sus predecesores inmediatos y remplazó tal idealismo por un materialismo general, una ética de egoísmo utilitario y una ingenua fe en la ciencia y la racionalidad, consideradas suficientes para desenmarañar las complejidades de la condición humana. Por la época en que Dostoievski reapareció en la escena literaria, estos "hombres nuevos" habían ocupado ya un puesto de mando y se habían ganado el favor de una devota cohorte de lectores jóvenes. Como todos los demás escritores rusos ya establecidos, Dostoievski fue obligado por ellos a definir sus propias ideas y valores: en su caso, más particularmente, a determinar la significación de todo lo que le había ocurrido en los diez años anteriores. Aun cuando las nuevas doctrinas que por entonces se proponían iban

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directamente en contra del credo fundamental ahora aceptado por Dostoievski --credo que había aprendido tan penosamente-, su actitud hacia los raznochintsy estuvo al principio lejos de ser hostil. Todo lo contrario, y cualesquiera que fuesen sus desacuerdos, subrayó que también la nueva generación estaba inspirada por un auténtico a:mor al pueblo ruso. Además, el recuerdo de su propio pasado revolucionario, cuando él había alimentado esperanzas muy similares a las que ahora veía brotar, le movió a no mostrarse demasiado intransigente para con estos nuevos paladines. Sólo cuando la nueva generación pasó de pacíficas discusiones en los periódicos a una auténtica agitación revolucionaria, finalmente Dostoievski adoptó una actitud hostil. Pero ni siquiera entonces impugnó nunca sus motivos o la sinceridad de sus convicciones, generosas aunque, en su opinión, totalmente desencaminadas. Como director de un periódico y como ciudadano responsable, Dostoievski se preocupaba, naturalmente, por las ideas radicales llevadas al nivel de la política práctica. Como artista, también estaba meditando -lo cual es más importan te- sobre sus implicaciones en relación con las cuestiones moral-espirituales más vastas planteadas por el misterio de la personalidad humana y el enigma del destino humano. El resultado de estas meditaciones empezó a aparecer en las obras, más extensas, que produjo durante este periodo, y que echaron los fundamentos de su desarrollo ulterior. En su primera novela importante pos-siberiana, Humillados y ofendidos, Dostoievski experimentó hábilmente -aunque todavía a tientas- con la forma de lanovela-folletón, que tan a menudo emplearía después, la novela melodramática con un misterio o una aventura, desarrollada a partir de la novela gótica e histórica, y que había sido utilizada por Balzac y Dickens, entre otros, para presentar el mundo moderno. En este libro, Dostoievski hace su primera tentativa e intento encubierto por dramatizar los peligros morales que hay en las ideas radicales. La obra que había logrado restablecer su reputación, la autobiográfica Casa de los muertos, creó una sensación por su retrato, humano y sin retoques, de la vida de prisión, en una serie de esbozos interrelacionados; asimismo, contiene un análisis sin precedentes de los aspectos irracionales a lo que llegará la personalidad humana en su busqueda de un sentido de libertad. Es esta visión la que Dostoievski enfrentará contra los radicales, primero en sus artículos de viaje, Apuntes de invierno sobre impresiones de verano, y luego en las Notas desde el subterráneo, que despertaron poca atención en su propio momento, pero que desde entonces han sido reconocidas, con razón, como el comienzo de la fase creadora más grande de Dostoievski. Allí, por primera vez, Dos-

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toievski crea una obra enfocada exclusivamente en exponer los peligros sicológico-morales que descubre ocultos tras las inocuas piedades de la ideología radical; y cuando combinó este tema con una flexible adaptación de las formas de la novela melodramática, produjo la síntesis de las obras maestras de su madurez.

PRIMERA PARTE

UN TIEMPO DE ESPERAt~ZA

l. EL REGRESO DEL EXILIADO

EL RETORNO de Feodor Mijáilovich Dostoievski a San Petersburgo a mediados de diciembre de 1859 no fue señalado por ninguna ceremonia pública como la que había presenciado su partida. Diez años antes, detenidos como conspiradores políticos, él y otros miembros del llamado Círculo de Petrashevski habían sido públicamente exhibidos en la enorme Plaza Semenovski, ordinariamente utilizada por las autoridades para desfiles. Rodeados por un cordón de soldados, así como por un gentío que observaba desde lejos, los "petrashevtsys" habían sido sometidos a un simulacro de ceremonia de ejecución, cuidadosamente preparado por Nicolás I; sólo en el último instante supieron que no serían fusilados. Pocos días después, Dostoievski partió en un convoy de carretas que pasó silenciosamente por las calles nevadas, en vísperas de Ja Navidad. Pero el cruel espectáculo había cumplido su propósito: todo San Petersburgo hablaba, en temerosos susurros, del destino del Círculo de Petrashevski mucho después que los condenados habían salido de la capital. U na atmósfera totalmente distinta prevalecía en 1859; y cuando Dostoievski llegó a la estación ferrovia ria de Nikolaevski -acompañado por la esposa y por el hijo adoptivo que había traído de Siberia~ para caer en los brazos abiertos de su hermano mayor Mijaíl, no era más que urio entre los muchos exiliados que volvían a la Rusia europea en aquellos días eufóricos de liberalización y de reforma. También aguardaba a Feodor Mijáilovich Dostoievski su viejo amigo Alexander Milyukov, quien había acudido con Mijaíl diez años antes a despedirse de él en la Fortaleza de Pedro y Pablo; y los recuerdos de Milyukov nos ofrecen algunas efímeras impresiones de este segundo encuentro: "Feodor Mijáilovich, como yo lo vi, no había cambiado físicamente, hasta parecía más saludable que antes, y no había perdido nada de su energía habitual. .. Recuerdo que, en aquella primer ocasión, sólo intercambiamos algunas ideas e impresiones, recordamos los viejos tiempos y a nuestros amigos comunes." 1 Esta última frase se refiere a una modesta reunión celebrada aquella noche en el departamento que Mijaíl había alquilado para la familia de su 1

E M. Dostoevsky v Vospominaniyakh, Sovremennikov, ed. A Dolinin, 2 vols. (Moscú, 1961), 1,

p. 195. Citado en adelante como VDS.

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UN TIEMPO DE ESPERANZA

hermano y en que, inevitablemente, se evocaron con nostalgia recuerdos del pasado. Dostoievski se encontró reunido con los que le eran más apegados, como Apollon Maikov, el poeta al que vanamente había intentado él reclutar para la sociedad secreta de Speshnev en 1849 y que, como él mismo, había evolucionado pasando de un occidentalismo ruso hacia un nacionalismo mucho más ferviente. También inesperadamente, ei que fuera su genio del mal, el "Mefistófeles" que le llevó por el camino de la aventura revolucionaria --el apuesto, eni$mático y frío Nikolai Speshnev-, también apareció entre los invitados. El mismo acababa de llegar de Siberia, en la comitiva del gobernador general Nicolás Muraviev, y había querido ir a ver a su excompañero de conspiración, compañero en el exilio y ahora compañero sobreviviente. La apariencia de salud y vigor de Dostoievski, que tanto sorprendió a Milyukov, no podía atribuirse tan sólo a los pasajeros efectos alentadores de la vuelta al hogar. Sus años de trabajos forzados en el campo de concentración, así como los ejercicios físicos impuestos por sus seis años de entrenamientos y desfiles en el ejército ruso, habían aumentado su vigor físico, y le habían dado además un aire de mayor aplomo y confianza. Ya no estaba sujeto a vagos terrores y aprensiones, a la nerviosidad, la timidez y la patológica inhibición que habían amargado sus años anteriores a Siberia, haciéndole objeto de burlas en los implacables círculos literarios de San Petersburgo. Lo que Milyukov no pudo notar a primer vista -aunque pronto fue conocimiento común entre los amigos más íntimos de Dostoievski- fue su profunda angustia por los recurrentes ataques epilépticos, que habían empezado durante sus años de prisión. &tos ataques lo dejaban débil durante días y lo sumían en negras depresiones, dejándole tan inconteniblemente irritable que sentía como si, literalmente, lo hubiesen desollado vivo, exponiendo sus nervios al contacto abrasivo del mundo exterior. Para empeorar las cosas, su epilepsia había echado una nube sobre su matrimonio desde que, en el viaje de luna de miel de regreso a la base del ejército de Semipalatinsk (la ceremonia se había realizado en una pequeña aldea siberiana, situada a centenares de verstas), su novia fue horrorizada testigo de un incontenible ataque, con todos sus síntomas aterradores y repulsivos. Dostoievski fue entonces informado por vez primera, por un competente médico local, de que aquella "enfermedad nerviosa", que había esperado que se desvaneciera, en realidad era epilepsia. Como tristemente escribió poco después a su hermano Mijaíl, si él lo hubiese sabido antes con certeza, nunca se habría casado; y podemos suponer que tampoco su esposa se habría

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casado con él. 2 Después, solicitó autorización para retirarse del ejército por motivos de mala salud; y aunque deseoso de retomar a San Petersburgo para reanudar su carrera literaria, también deseaba consultar a especialistas competentes de la capital para combatir la inquietante enfermedad que tan a menudo lo menoscababa física y moralmente.

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La presencia de Dostoievski en San Petersburgo fue normalmente notada por la policía secreta que seguía con ojo avizor sus actividades; también atrajo la atención de la fraternidad literaria en que tan impaciente estaba por ocupar su lugar. Pocos días después de establecer residencia, fue elegido miembro de la recién fundada Sociedad para la Ayuda de Escritores y Sabios Necesitados, por lo general llamada mas suscintamente el Fondo Literario. Hasta hacía poco tiempo se había creído en general que Dostoievski había prestado su apoyo a las actividades del Fondo tan sólo con su participación en las muchas lecturas y otros acontecimientos (como funciones de teatro de aficionados) que la sociedad organizaba para llenar sus arcas,, Sín embargo, en realidad había desempeñado un papel mucho más importante y responsable en sus operaciones. Resulta difícil imaginar al Dostoievski de la imagen popular desempeñando las tareas de un eficiente y concienzudo administrador, pero esas desempeño al ser elegido secretario del comité administrativo del Fondo en febrero de 1863. Entre ese año y 1865, él llevó las actas de las reuniones; con competencia y presteza se encargó de la considerable correspondencia de la organización, y sólo renunció cuando, tras haber solicitado un considerable préstamo para sí mismo, no quiso que nadie pudiera pensar que estaba ejerciendo una influencia indebida sobre las decisiones del comité. Una de las principales funciones del Fondo Literario era ayudar a escritores y estudiantes que, por haber sido detenidos o enviados al exilio, habían quedado sin ningún medio de mantenerse ellos mismos y sus familias. Así, Dostoievski escrupulosamente acudió en ayuda de muchos literatos izquierdistas, mientras desempeñaba sus deberes secretariales. En realidad, el primer uso que dio al fondo fue favorecer una petición (28 de marzo 2 F. M. DostoevsJ...-y, Pisma, editado y anotado por A S. Dolinin, 4 vols. (Moscú, 1928-1959), 1, p. 579; 9 de marzo de 1857. Citado en adelante como Pisma. Para más detalles, véaseDostoevsky: The Years of Ordea~ 1850-1859 (Princeton, 1983), pp. 215·216.

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de 1860) de ayuda para el escritor y traductor Sergei Durov, viejo amigo suyo, de sus días del Círculo de Petrashevski, cuyas opiniones sociopolíticas, como bien sabía Dostoievski, casi no habían cambiado. Dostoievski y Durov habían purgado su sentencia de trabajos forzados en el mismo campo de prisioneros, y hay ciertos testimonios de que sus diferencias ideológicas habían hecho que su amistad se enfriara durante aquellos años. Pero esto no impidió a Dostoievski obtener ayuda financiera para un compañero de sufrimientos cuya salud se había deteriorado gravemente en Siberia y que estaba viviendo sus últimos días en Odesa, inválido. 3 La primera función de beneficio organizada por el Fondo se celebró el 10 de enero, pocas semanas después del regreso de Dostoievski, y no es probable que él quisiera desaprovechar la ocasión. Además de aparecer nuevamente en la sociedad literaria, sin duda le habría atraído el programa en que se anunciaba a Turguénev, quien leería su ensayo Hamlet y don Quijote, recién escrito, profundamente meditativo y que sería sumamente controvertido; esta obra marcó un momento importante en el debate sociocultural de comienzos de los sesenta. Como Dostoievski se había enterado (por una carta de Alexei Pleshcheev de 1859) de que Turguénev se había informado muy solícitamente de su situación, mientras él aún estaba en el exilio, no podía dejar pasar esta oportunidad de renovar su relación con Turguénev; y un amistoso intercambio de notas, pocos meses después, revela que al menos por el momento había quedado en el olvido la violenta ruptura de su amistad, allá por 1845. Estuviese presente o no Dostoievski entre el público, no cabe duda de que absorbió profundamente el ensayo cuyas ideas dejaron huella sobre su propio pensamiento. Las célebres páginas de Turguénev resultaron un panegírico del hombre de fe, don Quijote, que es presentado a la admiración de todos, de preferencia sobre el mundano, escéptico y desilusionado Hamlet, "asqueado de la pálida sombra del pensamiento". Don Quijote es inspirado por un ideal más grande que él mismo (aunque sea cómicamente engañado) y esto lo eleva hasta una superioridad moral, muy por encima del indeciso y vacilante Hamlet. Turguénev simuló estar disecando dos tipos sicológicos eternos, que siempre habían existido y siempre continuarían haciéndolo, en la naturaleza humana; pero todos sabían que los "Hamlet" de la literatura rusa eran los "hombres superfluos", los miembros bien intencionados pero impotentes y definitivamente imprácticos de la intelectualidad patricia-liberal. Los 3

R. B. Zaborova, "F. M. Dostoevskii i Literaturnii Fond", en Russkaya Literatura, 3 (1975), pp. 158-170.

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"don Q uijotes'', en cambio, eran los que habían muerto en las barricadas europeas en 1848 (como el protagonista del propio Rudin, de Turguénev, un Hamlet que se convirtió en un Quijote) y aquellos miembros de la generación más jóven de Rusia, dispuestos una vez más a sacrificarse por la causa del pueblo. Para que no quedara ninguna duda de las implicaciones de sus categorías, Turguénev menciona, a la vez, al socialista utópico C. Fourier y, en buena medida, a Jesucristo, como ejemplos del tipo quijotesco. Semejante identificación, con la evaluación moral que implica, llevó a Turguénev a una incómoda e inesperada alianza con jóvenes publicistas radicales como Nikolai Chernishevski y Nikolai Dobrolyubov que, por su cuenta, habían estado atacando al tipo de Hamlet a finales de los cincuenta. Y en su opinión, iel propio Turguénev había sido demasiado indulgente hacia las flaquezas y debilidades de sus personajes patricios liberales! Tal vez con la intención de aplacar su hostilidad, Turguénev ahora estaba de acuerdo con muchas de sus acusaciones a los Hamlets rusos; pero el antagonismo de aquellos hacia su obra estaba demasiado arraigado en la situación sociocultural para poder superarlo fácilmente.* En cuanto a Dostoievski, precisamente un año después añadiría su voz al coro de condenaciones: la actual situación social, declararía entonces, ya no tiene un lugar para los Hamlets de la cultura rusa. Ya era hora, dijo firmemente, de superar el egoísmo, la preocupación por sí mismo, y de dedicarse al servicio del pueblo. · Si Dostoievski y Turguénev estaban casi enteramente de acuerdo en esta cuestión, hubo otros aspectos del ensayo que estimularon a Dostoievski a elaborar un diferente punto de vista, pues aunque Turguénev había identificado a don Quijote como una figura digna de Cristo que, en imitación del sublime original, representa "el exaltado principio del sacrificio propio", este principio, añade, sólo es captado "desde el lado cómico" en el retrato pintado por Cervantes. 4 Ocho años después, cuando Dostoievski llegó a delinear su propia imagen del abnegado tipo quijotesco en el prín• Los radicales, que se negaron a apreciar el cumplido de ser comparados con don Quijote, no atacaron abiertamente el ensayo de Turguénev, pero Dobrolyubov aprovechó la publicación de la siguiente novela de Turguénev,En vísperas, para expresar su disgusto. En el curso de su artículo" lCuándo llegará el verdadero día?" incluye una extensa disgresión sobre don Quijote, a quien identifica con los reformadores liberales sorprendidos por la tentadora aparición de un cambio radical, pero renuentes a enfrentarse a la perspectiva de revolución. "Muchos han empezado a atacar minucias'', escribe, "imaginando que en ellas está contenido todo el asunto, o a luchar con sombras y, de este modo, muestran que son unos Quijotes patéticamente rid!culos, pese a toda la nobleza de sus anhelos". Véase r. S. Turguénev, Polnoe Sobranie Sochinenii, 28 vols. (Moscú-Leningrado, 1960-1968), 8, pp. 563-564. 4 l. S. Turguénev, Po/noe Sobranie Sochinenii, 28 vols. (Moscú-Leningrado, 1960-1968), 8, p. 174.

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cipe Mishkin, que se apiada de todos, subrayó muy particularmente --en obvio contraste con Turguénev-que no quería que se le considerara como un personaje "cómico". 5

3 En abril de 1860, el propio Dostoievski surgió en lugar sobresaliente en la vista del público, participando en algunas funciones teatrales de aficionados organizadas por el Fondo Literario para llenar sus arcas. El novelista A F. Pisemski tuvo la idea de presentar obras en que célebres figuras literarias desempeñaran todos (o casi todos) los papeles; y Dostoievski fue invitado a participar en la diversión por el conocido periodista Peter Weinberg, con quien pronto intercambiaría duras palabras (aunque sin que de ellas quedara rencor) por la "cuestión de la mujer". Weinberg ofreció a Dostoievski escoger entre tres papeles del Inspector general (revisor) de Gógol, y él escogió el del jefe de correos, Shpekin, quien finalmente revela que el caprichoso joven funcionario, Jlestakov, de quien al principio se creyó que era un importantísimo enviado imperial, no es nada por el estilo. Shpekin abre todas las cartas que pasan por sus manos, movido por una incontenible curiosidad que también ti\ene su lado "útil", y así descubre por una carta de Jlestakov que el remitente es un pobre y embaucador Don Nadie. Dostoievski, como lo recuerda Weinberg, quedó encantado con el papel del jefe de correos. "Es uno de los papeles más cómicos, no sólo de Gógol sino de todo el repertorio ruso", dice, "y además, tiene profunda significación social. .. No sé si lograré estar a la altura, pero lo representaré con todo cuidado y cariño."6 La velada del Fondo Literario tuvo éxito resonante: toda la sociedad culta de San Petersburgo se presentó a ver a los célebres maestros de la literatura ante las candilejas. Un punto culminante fue la escena en que los comerciantes del lugar--encamados por Turguénev, po( el editor y director de periódico A A Kraevski, por Apollon Maikov y por el novelista y crítico A V. Druzhinin- llegan a presentar sus "regalos" al supuesto inspector general y a quejarse de las depredaciones del gobernador. Su aparición provocó tantas risas y desorden, que quienes deseaban apreciar ia obra protestaron.en voz alta contra el indecente tumulto: entre esos indig1

5 Pisma,

2, p. 71, 1/13 de enero de 1868. Materiali i Jssledovaniya, ed. G. M. Fridlender, 5 voll1menes hasta la fecha (Leningrado, 1971-1983), 4, p. 243. 6 Dostoevsky,

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nados espectadores estaba nada menos que el gran príncipe Konstantín Nikolaevich, hermano del zar, quien gozaba de una reputación de liberal y del que decíase que había intercedido en favor de la abolición de la servidumbre. "Lo que ocurrió durante varios minutos -es dificil describirlo- dejemos que el lector se lo imagine: iTurguénev en un largo caftán, y llevando un pan de azúcar! "7 Estas palabras fueron tomadas de las importantes memorias de L. F. Panteleev, por entonces joven estudiante de la Universidad de San Petersburgo, que había logrado conseguir un lugar entre el público y que pronto sería deportado a Siberia por participar en la agitación revolucionaria. Al parecer, Dostoievski salió del paso con distinción, pese a la fuerte competencia de celebridades más conocidas. Dostoievski, a quien el público de San Petersburgo conoció mucho después como destacado lector en público -