Criterios éticos para una práctica educativa

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Criterios éticos para una práctica educativa Propuesta desde la Ética Latinoamericana de la Liberación

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Pedro Medina Calderón Criterios éticos para una práctica educativa Propuesta' desde la Ética Latinoamericana de la L1'.beración

Criterio.1 pfltn 111111 ¡míclica �rlucntiva. Pro¡,uesla desde una ética lati1wam radical la­ tinoamericana, que incluye problemas antropológicos y s ociales desde su nacimiento en 1492, hecho que pasó desapercibid o

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para corrientes críticas de la modernidad, como el marxismo O la teoría crítica. La preocupación de la Filosofía Ética de la Liberación La­ tinoamericana, que se declara precisamen te como un cont . . ra discurso al de la modernidad, fue elaborar desde la periferia una propuesta alternativa con pretensiones de mundialidad. Una propuesta que se funda desde la conciencia de periferi­ dad y exclusión de América Latina, en el sistema-mundo de la Modernidad Capitalista: «La Fílosc:fía de la liberación es un contra discurso, es una.filosofía crítica que nace en la periferia [y desde las víctimas, los excluidos] con pretensidn de mundíalidad. Tiene conciencia expresa de su per!{eridad y exclusión, pero al mismo tiempo tiene una pretensión de mu11diali­ dad».194 «La_filosofía-centro y la _filos�f'ía-periférica [oprimida en el sistema-mundo o simplemente excluida], son las dos caras de la .filos�fía de la Modernidad, y sus contra discursos [tanto en el centro como en la periferia] son un patrimonio de todos los filds�fos del mundo, no sólo de los europeos».19s En ese marco de reflexión, lo filosófico y lo social son inse­ parables del proceso histórico. Por eso será pertinente recono­ cer siempre los procesos civilizatorios de los «otros», como los de nuestras culturas originarias, sobre todo porque están vivas todavía en la cotidianidad y como constituyentes de nuestro ser actual.

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Hemos visto cómo la filosofía y las ciencias sociales de la Modernidad devinieron desde el paradigma de las ciencias naturales en cíentffico. El problema es que a su fundamentación lógico-deductiva se le ha escapado . la realidad, por eso no alcanza a percibir todavía la relación entre su modelo de des­ arrollo y los dectos no í11te11cío11ales que ponen en riesgo su vida. En cambio, es desde esas preocupaciones éticas que toma fuerza el contradiscurso de la «filosofía ética de la liberación» que además cuestiona la Modernidad porque acaba siendo un pen­ samiento que conduce al ocaso. Una respuesta posible es que en las diversas teorizaciones que se hacen no se toca el núcleo de sus presupuestos proceden­ tes de la racionalidad mode_rna occidental, los que junto a si idea de mercado han permanecido fuera de toda discusión. Por eso, canto el paradigma de ciencia como la producción de las ciencias sociales han crecido conforme los criterios de una ética de mercado, ahora bajo el nuevo impulso de la globalización neoliberal. Ricardo J. Gómez llama explícitamente fundamentación pseudocientífica del neoliberalismo y acusa a la ciencia econó­ mica contemporánea de estar cimentada en una ética antihu­ manista oculta en el supuesto de neutralidad y afirma que en toda producción científica, como en la economía, hay ya siempre una fundamentación ética y moral irrebasables: «Toda economía está indisolublemente ligada a una mo­ ralidad. Los supuestos.fundamentales de toda teoría eco­ nómica asumen valores y tienen consecuencias que son valoradas, entre otros parámetros, de acuerdo a como ellas afectan cuestiones rnorales».196

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Si la ética de la modernidad permanece oculta, se deben mostrar, dilucidar y sustituir por criterios éticos alternat' ' !Vos desde los que se establezcan compromisos [principios] para nuevos esfuerzos educativos con los cuales contribuir, no sólo a resolver los problemas globales de hoy, sino futuros problemas. De lo que se ha venido tratando aquí es precisamente de la recuperación de sentido desde una ética humanista: criterios de preocupación por la vida en todas l as acciones humanas. 3.2.2. Una historiografía con enfoque de largo plazo Los acontecimientos de 1989 que pusieron término a la Guerra Fría de posguerra, generaron expectativas diversas, entre las que destaca el retorno d e la creencia soberbia en un pensamiento único totalitario hasta el absurdo de proclamar el fi11 de la histona. . 197 cJomo pue d e ser confi roncado en Anderson, esa es una p retensión totalitaria de la razón moderna, al menos desde Hegel, que merece atención para entend er nuestro tiempo y nuestros temores. Sin embargo, es también importante para considerar la historia en la reflexión sobre los tiempos de la mo­ dernidad como ese de la posmod ernidad. Para la crítica a las estructuras d el pensamiento de la moder­ nidad es fundamental considerar la historia. Por eso, es de suma importancia que después de la S egunda Guerra Mundial se con­ solidara en Europa el movimi ento de una nueva historiografía con un enfoque de largo plazo desde donde diversos autores abrirán una línea crítica de análisis al sistema d e la modernidad que se han venido citando. Se ha visto con Amin que la mundialización [globalización] no es algo nuevo en la historia de la humanidad, que junto con

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Wallerstein, analizan la Modernidad Capitalista como una to­ calidad histórica de cinco siglos cuyos pr esupuestos fundamen­ cale s se han v enido reproduciendo desd e entonces hasta la accualidad, que la ley del valor rige desd e entonces la vida eco­ nómica e ideológica ha llegado al grado de ser un cáncer social. a vida económica e ideológica. Un cáncer que ahora se mani­ fie sta como crisis ambiental y los problemas sociales generados por la exclusión social del mercado [pobreza, desempleo, mi­ graciones, discriminaciones raciales o étnicas, etc.], los que acompañados pur el armatnentismo y una creciente cultura de­ predadora, se ilustran en la problemática de la época. D esde el siglo XIX preocupaba ya la lógica social que conte­ nía el Sistema Moderno _Capitalista como debe entenderse la preocupación de Marx cuando s e planteaba el r eemplaza de ese «sistema-mundo» por otro donde pudieran someterse las fuerzas productivas a una lógica social: «La intuición genial de Marx consiste en haber comp­ rendido que, por esta razón, el capitalismo debe tener un final, para ser reemplazado pvr un sistema cualitativame11te nue1;0, que someta las jiterzas productí1;as a una lógica social controlada y ya no a la sola mecánica de lo económico enajenado».

Una pregunta qu e parece trascender el tiempo de las expe­ riencias políticas podría s eguir abierta ahora: ¿cómo reorientar las fuerzas productivas para que respondan a una lógica social controlada que no responda a la sola mecánica de lo económico enaj enado y que abran paso a nuevas formas de m ercado y de organización social? Si este sistema no es el fin de la historia, ¿cuál

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es su significación en la historia universa]?. , ¿cómo ente11der l a . • . . permanencia de su func1onarn1enco?, ¿cómo interpretar ahora las . . l' de quienes trabaiaron por una ".. ¡ternaexpenenc1as y e1 sacriucio :.i . nva, como la de los socialistas? Wallerstein, al sostener qtte eI pri. . ., mer sistema qu e nacio «mund1alizalbgico, de domin;1ció11 geroncocr.ltico sobre el niñ.o. la JUVenruJ, el pueblo». [bid, p. 35. 192. Ídem.

193. Cfr. Supra, Introducción.

194. Cfr. Dussel. Enrique. Ética de la lilmacián, p. 71.

195. Ídem.

196. Cfr. Gómez, Ricardo. «Neoliberalismo y ética humanista; tilla incompatibilidad radical». Revista Pasos No. 75, p. 24.

l97. Se trata de la tendencia periódica de In razón occidental al declinar, como lo mues­ tra el amor en esrn investigación, nunque refiera aquí específicamente «el fin de la his­ toria• de Fukuyama, gue no es la proclama más brillame, pero sí guizás la más absurda. Cfr. Anderson, Perry. Losfi11cs de fo hisrorin, p. ·11. 198. Íbid, p. 59.

!99. «La er.1pa nctual de bi globaliz:tci611 en clave financiel'..'l y neoliberal ofrece anee todo una reorienrnóón en el semiclt) de la ge ·rión del Estado. Esr.J reorienrnción tiene l11g:1r respecto acrores e Intereses; cambia el referente súcial y polftico