Comentarios de erudición, libros XVII y XVIII 9783968691763

Se publican en este volumen los libros XVII y XVIII del tomo cuarto de los Comentarios de erudición del maestro Bartolom

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Spanish; Castilian Pages 290 [292] Year 2021

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Comentarios de erudición, libros XVII y XVIII
 9783968691763

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Bartolomé Jiménez Patón

Comentarios de erudición Libros XVII y XVIII

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08/04/2021 16:37:58

CLÁSICOS HISPÁNICOS Nueva época, nº. 24 Directores: Abraham Madroñal (Université de Genève / CSIC, Madrid) Antonio Sánchez Jiménez (Université de Neuchâtel) Consejo científico: Fausta Antonucci (Università di Roma Tre) Anne Cayuela (Université de Grenoble) Santiago Fernández Mosquera (Universidad de Santiago de Compostela) Teresa Ferrer (Universidad de Valencia) Robert Folger (Universität Heidelberg) Jaume Garau (Universitat de les Illes Balears) Luis Gómez Canseco (Universidad de Huelva) Valle Ojeda Calvo (Università Ca’ Foscari) Victoria Pineda (Universidad de Extremadura) Yolanda Rodríguez Pérez (Universiteit van Amsterdam) Pedro Ruiz Pérez (Universidad de Córdoba) Alexander Samson (University College London) Germán Vega García-Luengo (Universidad de Valladolid) María José Vega Ramos (Universitat Autònoma de Barcelona)

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Bartolomé Jiménez Patón

Comentarios de erudición Libros XVII y XVIII Edición crítica, estudio y notas de María del Carmen Bosch Jaume Garau Abraham Madroñal Juan Miguel Monterrubio

Iberoamericana – Vervuert Madrid – Frankfurt 2021

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Impreso con el apoyo del Instituto de Estudios Hispánicos en la Modernidad (IEHM), de la Universidad de las Islas Baleares, y Universidad de Ginebra

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47). Derechos reservados © Iberoamericana, 2021 Amor de Dios, 1 – E-28014 Madrid Tel.: +34 91 429 35 22 - Fax: +34 91 429 53 97 © Vervuert, 2021 Elisabethenstr. 3-9 – D-60594 Frankfurt am Main Tel.: +49 69 597 46 17 - Fax: +49 69 597 87 43 [email protected] www.iberoamericana-vervuert.es ISBN 978-84-9192-221-6 (Iberoamericana) ISBN 978-3-96869-175-6 (Vervuert) ISBN 978-3-96869-176-3 (e-book) Depósito Legal: M-8718-2021 Imagen de la cubierta: Clase en la Universidad de Salamanca (Martín de Cervera, óleo sobre tabla, 1614). Universidad de Salamanca. Diseño de la cubierta: Rubén Salgueiros Impreso en España. Este libro está impreso íntegramente en papel ecológico sin cloro.

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ÍNDICE

Estudio preliminar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1. Del contenido del «Libro XVII» y del «Libro XVIII» de los Comentarios de erudición . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1.1. «Libro XVII». De la vida universitaria salmantina . . . . . . . . . . . . . . . . . 1.2. «Libro XVIII». Miscelánea de saberes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2. La cultura clásica en el «Libro XVII» y el «Libro XVIII» de los Comentarios de erudición . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.1. La cultura clásica en el «Libro XVII» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.1.1. Bartolomé Jiménez Patón, curioso y polifacético . . . . . . . . . . . . . 2.1.2. Las traducciones. Las Lamentaciones de Jeremías . . . . . . . . . . . . . 2.1.3. Marcial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.1.4. Otras traducciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.2. La cultura clásica en el «Libro XVIII» de los Comentarios de erudición . . 2.2.1. Los transexuales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.2.2. Las edades humanas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.2.3. La traducción de la sátira décima de Juvenal . . . . . . . . . . . . . . . . 2.2.4. De lo general a lo particular . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.2.5. La censura. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.2.6. El gramático . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.2.7. Elogio de las obras menores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.2.8. Colofón . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3. Caracterización lingüística del «Libro XVII» y del «Libro XVIII» de los Comentarios de erudición . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3.1. Puntuación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3.2. Grafías y fonética . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3.3. Morfología. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3.4. Sintaxis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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3.5. El léxico del maestro Patón: entre la tradición y la modernidad . . . . . . . 3.5.1. Voces o sentidos arcaicos o poco usados ya en época áurea . . . . . 3.5.2. Voces o sentidos neológicos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3.5.3. La riqueza léxica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3.5.4. Conclusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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Criterio editorial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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Edición . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . «Libro decimosétimo» de los Comentarios de erudición . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . «Libro decimootavo» de los Comentarios de erudición . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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Glosario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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Abreviaturas y siglas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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ESTUDIO PRELIMINAR

1. DEL CONTENIDO DEL «LIBRO XVII» Y DEL «LIBRO XVIII» DE LOS COMENTARIOS DE ERUDICIÓN 1.1. «Libro XVII». De la vida universitaria salmantina Como no puede ser de otra manera, no es posible tratar de estos dos libros sin remitirnos a la introducción general publicada en el tomo primero, dedicado al «Libro XVI» de estos Comentarios, donde se describía toda la obra de forma sucinta1. En efecto, ese primer tomo contiene el primero de los cinco libros que comprende en volumen IV de los Comentarios de erudición, único que ha llegado a nosotros de los ocho que escribió el maestro, con los que pretendía recopilar su obra completa. Dicho libro primero se dedica, especialmente, a la traducción de las Odas de Horacio (libro tercero), pero acompaña a dicha traducción fragmentos de variada erudición (los derechos de Castilla sobre Portugal, por ejemplo, cuando Laminio, el protagonista de estos Comentarios, camina hacia Lisboa) con anécdotas y relatos verídicos de sucesos puntuales ocurridos en su tiempo, como el del padre que quiso casar a su hijo con una mujer para heredarla. Esa tónica se va a respetar en el resto de los libros que componen este tomo (libros XVII y XVIII): una narración itinerante por España en la que Laminio (alter ego del propio Patón) va refiriendo la historia y las características de los lugares por donde pasa (Salamanca, Galicia, León, Burgos), mezclada con aportaciones de sesuda erudición sobre cuestiones y autores diversos (Marcial, Juvenal, Jeremías, Isócrates, Varrón, el Concilio de Trento, etc.) y con relatos de 1

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Bosch, Garau, Madroñal, Monterrubio, 2010.

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más o menos actualidad (la mujer que mató al marido inducida por su amante) y cuestiones pintorescas varias (la existencia de demonios y sus clases, los libros que ha escrito un amigo, es decir el propio Patón, o cuándo y por qué tuvieron principio las novatadas o los vejámenes  en las universidades, por ejemplo). Todo ello pretende constituir un conjunto variado de amena erudición con que entretener a sus lectores. En ese lugar se daba la indicación de que el «Libro XVII» se dedica a la ciudad de Salamanca, lo que es lo mismo que decir que se dedica a la universidad en que se graduó Patón como maestro. Es un libro dedicado a la sabiduría, que en determinado momento se aparece en sueños a los protagonistas de estos Comentarios, en particular a Laminio, es decir, el propio Patón. El autor, que se había formado en Baeza primero y se graduó como maestro en la ciudad del Tormes, donde seguramente conoció y siguió las enseñanzas del Brocense, al que no tuvo empacho en traducir encubiertamente en esa obrita del almedinense que a la postre quedó inédita, el Instrumento necesario para adquirir todas las ciencias y artes, es decir, un manual de Dialéctica, basado principalmente en el Organum dialecticum del de las Brozas2. Patón reconoce la primacía de dicha universidad y la pone por delante de cualquier otra, no solo española, sino de cualquier parte del mundo. Los nombres de la Antigüedad clásica, proclama el maestro, no hubiesen tenido necesidad de acudir a ningún lugar porque en Salamanca se concentra el saber en todas las disciplinas, desde los Derechos a la Medicina, pasando por las Artes (es decir, las letras humanas) hasta alcanzar la primera de todas las disciplinas, la Teología. Es un libro dedicado a la enseñanza, tanto en lo que se refiere a los que imparten dicha enseñanza, los maestros, como a los que la reciben, los estudiantes, a los que se dan consejos particulares al final del libro, en la famosa carta de Isócrates a Demónico, seguida de algunos avisos de Varrón. Ambos escritos se reproducirán después en una obra posterior del maestro de Villanueva, titulada El virtuoso discreto, que quedó inédita hasta nuestros días3. Así pues, es un libro en que domina todo lo que tiene que ver con lo académico de las escuelas universitarias salmantinas, de ahí que se recojan escritos que explican qué significan los grados universitarios y cuándo se instituyeron, las vayas o burlas a los novatos, los vejámenes que se dan a los que obtienen la mayor categoría académica (maestros o doctores) o por qué en dichas escuelas se había escogido como patrono a san Lucas. Todo se explica de forma razonada, aunque las razones sean a veces un puro disparate (como que el primer vejaminado fue Adán). 2 3

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Madroñal, 2009. Garau, Bosch, 2014.

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A ello hay que añadir otros escritos que aparecen en el mismo libro como la prelección que hace sobre Marcial uno de los catedráticos o una erudita elucubración sobre la usura, tema candente en el siglo xvii. Tienen lugar en este momento, porque las diferentes facultades universitarias (Artes, Derecho) reúnen a los especialistas, capaces de explicar estos asuntos. Pero este libro contiene más cosas: se abre con un preámbulo dedicado a la fama, para llegar inmediatamente a la sabiduría, «un cuidado y un deseo de alcanzar las cosas que se inoran» y la sabiduría tiene como principal morada la ciudad de Salamanca, por la presencia en ella de sus famosas Escuelas, es decir, la universidad. Por eso mismo, Laminio tiene una visión de la sabiduría, a través de la Consolación de Boecio, y con el filósofo, la del poeta italiano Dante. Como señala Carmen Bosch4, Laminio llega a la universidad justo en el día de su patrón, san Lucas, cuando se celebra una grandiosa fiesta, en la que un célebre orador pronuncia una oración latina para inaugurar el curso. Patón traduce dicha oración «por la ínclita Academia de Salamanca». Dicha oración, sin duda pronunciada por un profesor salmantino, la guardaría el propio Patón, de ahí que se permita traducirla al pie de la letra. Le viene muy bien para sus propósitos, por cuanto da cuenta de la fundación de la universidad y de la propia ciudad, que describe como tierra fértil no solo en lo referido a la naturaleza de su entorno, también por la cantidad de hombres sabios e ilustres que produce. Alaba todas y cada una de las facultades, y también la selección de estudiantes, por cuanto la universidad se desprende de los que no sirven y corrompen a los demás. Se detiene particularmente en algunos nombres, como Nebrija, el Brocense, el Tostado o santo Tomás de Villanueva, santo de la devoción del propio maestro de Villanueva de los Infantes. De forma que la oración termina con una invocación a la Virgen para que continúe amparando los estudios. Patón alude al inicio de curso el día siguiente y cómo un catedrático se proponía explicar a Jeremías en la Facultad de Teología, pero los estudiantes le pidieron que primero aclarara cuestiones mucho más cotidianas, como por qué se había escogido a san Lucas como patrono, o cuándo empezaron los vejámenes, las vayas a novatos y los grados que dispensaba la universidad. Y a todo respondió con suficiencia el tal catedrático, dando noticia de las múltiples capacidades de san Lucas en muy diversas ciencias, lo que le convertía en un patrono idóneo. Ello le permite a Patón dar noticias bien curiosas sobre ese ejercicio universitario que se llamó vejamen de grado5, que el autor retrotrae hasta los egipcios, que en Salamanca lo dan cuatro «a quien llaman gallos»; en Alcalá, un doctor graduado y en otras partes un truhan, que lee un texto de autor ajeno. Algunos de estos 4 5

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Bosch, 2010. Madroñal, 2005.

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gallos salmantinos se nos han conservado6 y también otros de Alcalá y otros lugares7, lo cual da idea de la veracidad de las palabras del maestro. Lo mismo hace con las vayas y matracas (novatadas de su tiempo), a las que también busca orígenes antiguos, y, por último, con los grados, cuyo principio sitúa en la Universidad de París. Termina explicando el color de las borlas y capirotes de las diferentes facultades. Acto seguido, el catedrático explica la «Primera lamentación» de Jeremías, que como señala Bosch8, está emparentada con las Lamentaciones de Jeremías de su amigo don Francisco de Quevedo. Las Lamentaciones o versos élegos se cantan en los días de la Pasión, y las de Patón en particular siguen a san Jerónimo para no apartarse de la ortodoxia9. Como bien precisa el maestro, los Trenos traducen las letras del alefato y Patón recuerda que Pedro Ambrosio de Ondériz, cosmógrafo de Felipe II, acaso paisano del maestro de Almedina, había escrito unas canciones en verso sobre las nueve primeras letras, que circulaban manuscritas o impresas. Laminio, es decir, Patón, completa dicha traducción con la versificación de las canciones que corresponden a las letras restantes, hasta completar «el abecé de las Lamentaciones de Jeremías en nuestro Comentarios de erudición» (Declaración preámbula del salmo 11810). ¿Qué afán, se pregunta Bosch11, pudo mover a Patón para versificar la obra de Jeremías? No podemos dar una respuesta inequívoca, pero entendemos que va en la dirección de mostrar la capacidad y el magisterio en todas las artes. Inmediatamente después de las Lamentaciones versificadas viene otra lección de un catedrático (se entiende ahora que en Derecho Canónico) sobre los concilios en general y el de Trento en particular. Empieza hablando de los diferentes tipos de concilios, su origen, etc., para llegar hasta el de Trento, que explica tuvo su desarrollo entre 1545 y 1563. El catedrático declara el concilio, que está escrito en latín, y esto le sirve al maestro Patón para despotricar contra aquellos que no entienden la lengua de cultura de la época, introduciendo alguna anécdota concreta sobre dos clérigos que disputaban sobre un texto latino, cuando uno de ellos no entendía prácticamente nada de esa lengua. No en vano, estos Comentarios se guían por la variedad y la amenidad, como también se ha señalado12.

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Egido, 1984. Madroñal, 2005. 8 Bosch, 2011, p. 231. 9 Ibíd., p. 235. 10 1633, f. 7. 11 Bosch, 2011, p. 239. 12 Bosch, 2011. 7

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Del concilio pasamos a una declaración de Marcial, como las que Patón había ido divulgando hacia 1627-162813. Patón hace primero una prelección sobre el poeta hispano y sus epigramas; pero la que le ocupa ahora es un epigrama del libro primero en alabanza de Deciano. Para el maestro, Marcial es un digno representante del genio español, aunque se expresara en latín y subraya que el de Calatayud «en el jugar de vocablos a la española fue particular», y sigue, «y aun hasta en los pensamientos y socarronerías usó de donaire gracioso muy a lo español», como si se tratara de su amigo, don Francisco de Quevedo, padre del conceptismo literario. Laminio se presenta al catedrático para agradecerle la lección y, de paso, le traduce un poema de Pincio, también comentarista de Marcial. Después llegan a una posada, donde encuentran a unos estudiantes de un pueblecito de las riberas del Duero, que cuentan el caso curioso y terrible de una mujer amancebada que fue capaz de dar muerte a su marido y a su amante a la misma vez, ahogándolos en el río. Suceso acaso histórico que da pie a Patón para hablar de las malas costumbres de las mujeres, y le permite poner, en boca de Jacinto, una traducción de Menandro y otra de Anacreonte en la de Laminio. A continuación, le toca el turno a un teólogo que habla de la licitud de los censos, en un discurso que afecta tanto al Derecho como a la Teología, por cuanto tiene que ver tanto con la caridad cristiana como con la usura o los préstamos con interés. Un asunto candente en la España de la época, que tal vez se puede relacionar con el patoniano Discurso de la tasa del pan, también contenido en estos Comentarios. Laminio quiere abandonar Salamanca a principios de la Cuaresma para ir a Sevilla, pero antes deja traducida una obrita del griego, los Avisos de Isócrates a Demónico, que incluye después en una obra suya que quedó inédita, El virtuoso discreto14. Esta obrita y los Avisos en particular se dirige a los más jóvenes, «siendo la edad de los mozos de suyo inclinada a los deleites», estos avisos pretenden guiar al joven estudiante por la senda de la virtud, por medio de unos consejos «que miran a la salud del alma». Acompañan a estos Avisos unas sentencias de Varrón (pseudo Varrón) que van encaminadas en la misma dirección que las anteriores. Gentiles sentencias, como dice el maestro, pero muy «acristianadas», según su costumbre. Termina la carta y el presente libro con unos versos de la Historia natural de Lucrecio y con otros de De Salvatore, de Claudiano, que encarecen especialmente seguir la senda trazada por Cristo. En definitiva, un libro dedicado a la enseñanza y que muestra el camino de la sabiduría para un estudiante cristiano, como cualquiera de los estudiantes que el maestro Patón tenía en su estudio de Villanueva de los Infantes. 13 14

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Beardsley, 1978. Garau, Bosch, 2014.

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1.2. «Libro XVIII». Miscelánea de saberes A pesar de lo que dice el final del «Libro XVII», el «Libro XVIII» nos presenta a Laminio camino de Galicia, y en una posada se encuentra con unos estudiantes que van a cumplir una promesa a Santiago. Como si se tratara de una obra del género corográfico, tan frecuente en la época, comienza Patón a referir los orígenes míticos, cuya cabeza sitúa en Teucro, hermano de Ayax Telamón, que se halló en la Guerra de Troya. Después se centra en la ciudad de Compostela, donde llegó el apóstol Santiago y donde fundó una suntuosa iglesia el rey don Alonso el Casto. Además de alabar la romería que se hace al santo, también da cuenta Laminio de las magníficas escuelas que existen en la ciudad, a las cuales acuden estudiantes de todas las naciones, y entre ellos un italiano que decía haber sido primero hembra y ahora se había transformado en varón; también recuerda el caso de una monja de Úbeda, monstruos de la naturaleza, en definitiva, a que tan frecuentemente aludían los escritores barrocos. Laminio refiere otros casos que ha leído en autores clásicos como Hipócrates o Aulo Gelio o más recientes como Amato Lusitano o Torquemada. Todo ello le da pie para elaborar una teoría sobre este asunto basada en autoridades clásicas, pero también señala cómo nunca ha ocurrido al revés: que los hombres se transformen en mujeres, aunque inciden en el hecho de la gran abundancia de afeminados, de lo cual —sigue— «se acordó un amigo nuestro en una invectiva que hizo contra guedejas y tufos», clara referencia al discurso del maestro Patón sobre los tufos, copetes y calvas, que no aparecería hasta el año 1639, aunque es evidente que estaba compuesto bastante tiempo atrás15. Todo ello se presenta como un diálogo entre Laminio y el administrador del hospital de peregrinos de Santiago, que casualmente era un conocido suyo de su tierra. Como si se tratara de un diálogo de los muchos que se escriben en la España de los siglos xvi y xvii16, ambos interlocutores siguen hablando de cuestiones curiosas como la crítica de los «doctos de prólogos», es decir, de aquellos que no saben más que la parte externa de los libros; la diferente manera de contar la edad de los antiguos, lo que les lleva a un comentario sobre la inmortalidad y los viejos que se remozan, como aquella abadesa de casi cien años que se convirtió en una mujer que «desechó las rugas de la cara y le crecieron los pechos». Como ella, hay otros casos que se traen oportunamente a colación. Pero Laminio opina que sobre esto hay muchas ficciones y mentiras y pone como ejemplo lo que ocurre con la leyenda de don Enrique de Villena, «que, a no haber un amigo nuestro desengañado y enseñado lo cierto, echara más raíces 15 16

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Madroñal, 2011. Gómez, 1988.

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que las que habéis referido». Como en otras ocasiones, Patón se está refiriendo a don Francisco de Quevedo, y en concreto a su obra El sueño de la muerte, donde efectivamente deshace la creencia popular de que el marqués se hizo inmortal y se metió en una redoma, como si fuera otro Diablo Cojuelo. Pero la inmortalidad no existe, parece decir el administrador, y recuerda el tópico del ubi sunt?, cuando pregunta dónde están ahora el Templo de Salomón o las monarquías de asirios, medos, persas o griegos. Ello le sirve a Patón para recordar el tópico del Barroco sobre el paso del tiempo y la llegada de la muerte, y también para recomendar una vida ordenada y de acuerdo con la moral cristiana. A ese propósito habla de la inflación producida por la entrada de moneda de vellón falsa en Málaga y otros puertos, lo cual no deja de ser un detalle de actualidad. En ese momento, un caballero peregrino recuerda que los ejemplos de la Sagrada Escritura son mejores que los que se pueden encontrar en fábulas milesias, cuentos de viejas, transformaciones poéticas y libros de caballerías, como también se puede leer en Juvenal. Y a ese propósito Plácido recuerda que tiene traducida e ilustrada la sátira décima de este autor, que titula «Desengaño y freno para los deseos humanos». Una declaración similar a la que el maestro almedinense había hecho para la sátira sexta del mismo autor latino, que publicó en 1632 con el título de Declaración magistral destos versos de Juvenal, sátira 617. A Patón le vienen muy bien dichas sátiras, porque como escribe a propósito de la décima, «con agudeza satirizando y con moral doctrina enseñando, censura los inorantes y locos deseos de los hombres». Y continúa: «este gentil nos enseña a los cristianos cómo las quejas de la fortuna son ociosas, pues no hay tal deidad, que todo es de Dios». El texto de la traducción y comento de Juvenal se nos ofrece como sacado de un cartapacio, con cuya lectura se termina la estancia en Galicia y los peregrinos salen para León. De la misma forma que en Galicia, empieza Patón con la noticia de la historia de la ciudad, que debía su nombre —según él— a la animosidad con que había peleado don Pelayo para recuperarla de los árabes, si bien alude también a las legiones romanas que vinieron a conquistar España en tiempos del emperador Nerva. Los peregrinos paran entonces en San Marcos y entretienen su ocio con conversaciones honestas y reparadoras del alma, pero un criado del convento refiere haberse topado por la noche, en unos valles lóbregos, con figuras como de negros agigantados, de los que solo les protegió el nombre de Jesús y la cruz de sus rosarios. Laminio habla entonces de la existencia de demonios, que podían tomar diferentes figuras, y sigue una conversación sobre los tipos de demonios, que Laminio había estudiado. 17

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Roig, 2018.

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Este es uno de los puntos más controvertidos del presente libro y que más complicación pudo traer a su autor, por cuanto empieza a dar cuenta de los que habitan en las regiones del fuego, del aire (son los que pueden descender a la tierra, a veces invocados por hechiceros), de la tierra (que habitan en bosques, caminos, aguas... y entre ellos están los trasgos y duendes, y otros que procuran que enfermen los hombres «quitándoles el discurso con una perniciosa melancolía que dicen ‘manía’ para que desta suerte furiosos asombren, hagan daño y aun maten»), después vienen los subterráneos, y aquí interviene Laminio o Patón para dar noticia de unos miserables de su lugar que buscando un tesoro casi quedan atrapados debajo de una peña. A este tipo —continúa— pertenecen los demonios de las cuevas de Salamanca y Toledo. En este punto concreto alude el maestro de Almedina a una declaración que había hecho en otro lugar de «cómo se han de entender las artes mágicas». Alude, como es sabido, a la cueva de Salamanca, en la ciudad del Tormes, y a la cueva de Hércules, en la ciudad imperial, tan famosas por otra parte por la literatura de la época, baste recordar el entremés cervantino La cueva de Salamanca o la comedia de Lope El capellán de la Virgen. Se habla después de los «huidores de la luz», con que da fin este pequeño discurso sobre los demonios y sus tipos. Como al religioso no le hubiese quedado claro lo de la región del fuego, le pide a Lamino que profundice un poco más en ese punto concreto. Y el alter ego del maestro de Almedina determina que no duda de la existencia de la región del fuego, opina simplemente que no se encuentra donde dicen Aristóteles y sus secuaces. Como si se tratara de seleccionar un tema de oposición, se introducen ahora seis cédulas en un bonete para escoger un tema que había que declarar y le cae en suerte un dístico de Ovidio, de los contenidos en el Ponto. Y le corresponde a Plácido declarar lo que supiera de dicho dístico, que trata de la podagra o gota, lo cual le permite al autor una pequeña digresión sobre dicho mal y el de la rabia, y señala: «Mas ha de advertir el letor que fue mucho más lo que repitió que lo que aquí se escribe», dando cuenta de que todo lo contenido en dichos Comentarios estaba destinado a la imprenta. Como los otros personajes elogiaran la erudición, aun de temas pequeños, se alude a un amigo que ha hecho una alabanza de la calva, los tufos y copetes, a la que alude como «una ingeniosa, erudita y bien estudiada invectiva, en un buen razonado y maduro discurso que quisiera yo ver estampado para desengaño destos locos que lo usan», en clara referencia de nuevo al Discurso de los trajes, copetes y calvas, que saldría impreso en 1639. Lo mismo alude a lo que el amigo pudo «escrebir excelencias del tabaco», en este caso impreso en el libro Reforma de trajes (1638)18. Ambas obras se dedican a satirizar la indumentaria y los 18

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peinados de la época. Justifica Patón este tipo de escritos por los que escribieron los antiguos sobre el rábano, el llantén, la ortiga, el nabo, la col, etc. El religioso alude a que se maravilla de que no existan otros libros dedicados al chocolate (precisamente Patón se excusa de no haberlo emprendido) y se refiere al que escribió contra la langosta, como se sabe el discurso publicado por el maestro en 1619 con el título de Discurso de la langosta que en el tiempo presente aflige y para el venidero amenaza. Virgilio alabó al mosquito y Homero la guerra de los ratones y ranas, Apuleyo trató del asno... Y todavía se refiere a «un gramático que ha escrito contra las cruces que se ponen en los sobrescritos de las cartas y otras», en clara referencia de nuevo a una obra propia, como es la Decente colocación de la santa cruz (1635). Plácido replica que «aunque gramático en la ocupación, sus estudios aseguran de que puede sacar luz [en] cosas semejantes». Todavía queda tiempo para referir que algún contemporáneo «ha hecho encomios muy elegantes en poesía en favor de los cuernos, no solo de los animales, pero de los metafóricos», que puede aludir —como se anota en su lugar correspondiente— a algún autor como Góngora o Quevedo. A Patón le parece un buen ejercicio retórico, porque «de cosas tan humildes, que son humo, sacan luz y resplandor de doctrina y de sentencias». Y se refiere a las loas que antecedían a las comedias en alabanza de una letra, «un número, un color, la espada, la montera o caperuza», como corresponde a las loas de finales del siglo xvi. La razón que se da es que lo que hacían simplemente era utilizar el Vocabulario de Nebrija y «decorar hasta donde pudiesen». Esta técnica es también muy típica de la época barroca, en que se podían publicar novelas en las que faltaba una vocal o pequeños textos que consistían en ristras de refranes o frases proverbiales, títulos de comedias o similar. Baste citar algunas obras de Francisco de Navarrete y Ribera, el Cuento de cuentos del gran don Francisco de Quevedo o el entremés Las civilidades, de Quiñones de Benavente. Parte ahora Laminio y se adentra en Castilla. Pasa por Zamora, Toro, Medina del Campo, Valladolid, sin hacer especial mención de ninguno de estos lugares hasta llegar a Burgos, donde admira lo más llamativo de la ciudad: las Huelgas o el hospital de Calatrava. En ese momento se encuentra a un caballero anciano, que le cuenta el origen de la ciudad y que alaba su grandeza pasada, aunque en el tiempo presente va en disminución y eso le provoca sentimiento, pero Plácido le consuela diciendo que todas las cosas de este mundo están sujetas a mudanza, lo cual parece querer aludir a todo el reino y no solo a la ciudad castellana. Estos dos libros vienen a confirmar lo que esbozábamos al principio: que los Comentarios son un conjunto de variada y entretenida erudición que pueden tratar cualquier tema por comprometido que sea (el de los diferentes tipos de

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demonios, por ejemplo) pero siempre desde la perspectiva de la ortodoxia católica y con la metodología de la filosofía escolástica. La continua referencia de los protagonistas Laminio o Plácido a un autor amigo, que no es otro que el propio Patón, no deja de ser un intento de autopromoción del maestro de Almedina, que estaba buscando patrocinador para esta y otras obras que el mismo iba escribiendo y que le costó mucho dar a la imprenta: basten los ejemplos de la Reforma de trajes o del Discurso de los tufos, compuestos sin duda en la década de los veinte, pero que no pudieron salir en letras de molde hasta finales de los treinta. 2. LA CULTURA CLÁSICA EN EL «LIBRO XVII» Y EL «LIBRO XVIII» DE LOS COMENTARIOS DE ERUDICIÓN 2.1. La cultura clásica en el «Libro XVII» 2.1.1. Bartolomé Jiménez Patón, curioso y polifacético Para justificar el uso reiterado de la cultura clásica por parte de Bartolomé Jiménez Patón, quizás sea oportuno recordar su concepto de «curioso» o «estudioso», así expresado: Y hay algunos destos nombres que los hallamos más ordinariamente usados en su metáfora que en sus propiedades; de estos, uno es el nombre curiosidad que propiamente significa el vicio de que aquí habemos tratado, como consta de sus difiniciones, pero ya de ordinario le usamos en la metáfora llamando curioso a el deseoso de saber, a quien con propiedad llamamos estudioso, la cual diferencia da santo Tomás en el lugar citado; y en esta metáfora de recibir curioso por estudioso, también lo usó nuestro autor cuando en el principio nos aconseja fuésemos curiosos en el escudriñar las causas de las cosas naturales y las historias antiguas, que son estudios que hacen a el hombre sabio con la continua leción19.

De sobras es conocida la biografía del maestro y es indiscutible su identificación con Laminio20, el personaje polifacético, curioso o estudioso, según el mismo afirma, quien llega a la apertura de curso de la Universidad de Salamanca, cuna del saber, y so pretexto de no perderse ninguno de sus actos, empezando por el discurso inaugural, asiste a las primeras clases, porque «de todas tenía

19 Jiménez Patón explica este concepto al final de su traducción de De la curiosidad viciosa de Plutarco. Véase El virtuoso discreto, p. 282. 20 Véase Comentarios de erudición, «Libro XVI», p. 33, n. 68.

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demonios, por ejemplo) pero siempre desde la perspectiva de la ortodoxia católica y con la metodología de la filosofía escolástica. La continua referencia de los protagonistas Laminio o Plácido a un autor amigo, que no es otro que el propio Patón, no deja de ser un intento de autopromoción del maestro de Almedina, que estaba buscando patrocinador para esta y otras obras que el mismo iba escribiendo y que le costó mucho dar a la imprenta: basten los ejemplos de la Reforma de trajes o del Discurso de los tufos, compuestos sin duda en la década de los veinte, pero que no pudieron salir en letras de molde hasta finales de los treinta. 2. LA CULTURA CLÁSICA EN EL «LIBRO XVII» Y EL «LIBRO XVIII» DE LOS COMENTARIOS DE ERUDICIÓN 2.1. La cultura clásica en el «Libro XVII» 2.1.1. Bartolomé Jiménez Patón, curioso y polifacético Para justificar el uso reiterado de la cultura clásica por parte de Bartolomé Jiménez Patón, quizás sea oportuno recordar su concepto de «curioso» o «estudioso», así expresado: Y hay algunos destos nombres que los hallamos más ordinariamente usados en su metáfora que en sus propiedades; de estos, uno es el nombre curiosidad que propiamente significa el vicio de que aquí habemos tratado, como consta de sus difiniciones, pero ya de ordinario le usamos en la metáfora llamando curioso a el deseoso de saber, a quien con propiedad llamamos estudioso, la cual diferencia da santo Tomás en el lugar citado; y en esta metáfora de recibir curioso por estudioso, también lo usó nuestro autor cuando en el principio nos aconseja fuésemos curiosos en el escudriñar las causas de las cosas naturales y las historias antiguas, que son estudios que hacen a el hombre sabio con la continua leción19.

De sobras es conocida la biografía del maestro y es indiscutible su identificación con Laminio20, el personaje polifacético, curioso o estudioso, según el mismo afirma, quien llega a la apertura de curso de la Universidad de Salamanca, cuna del saber, y so pretexto de no perderse ninguno de sus actos, empezando por el discurso inaugural, asiste a las primeras clases, porque «de todas tenía

19 Jiménez Patón explica este concepto al final de su traducción de De la curiosidad viciosa de Plutarco. Véase El virtuoso discreto, p. 282. 20 Véase Comentarios de erudición, «Libro XVI», p. 33, n. 68.

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principios y así gustaba de todas» [f. 132vº], ocultándose tras de los catedráticos de unas disciplinas, que dan medida de sus propios conocimientos. Él es, muy probablemente, «el célebre orador, Cicerón nuevo en lo acendrado del latín y vivo en la acción» que pronuncia la «Oración por la ínclita Academia de Salamanca», pieza perfectamente sujeta a las reglas de la Retórica y excelente marco para describir la historia de la ciudad, su riqueza natural y arquitectónica; la de sus gentes, servidoras de la patria, ley y rey, y acogedoras de forasteros; sus grandes eruditos y santos y su universidad excelsa en todo conocimiento: Teología, Derecho, Dialéctica, Filosofía, Gramática y Medicina. Es también el estudioso o curioso de la ciencia que trata de Dios y de sus atributos y perfecciones; el comentador de cánones y concilios, sobre todo el de Trento. Bajo los personajes citados, se halla el gramático atento a las figuras de dicción y léxico, aunque a veces dé alguna etimología sorprendente. Por ejemplo, dice el catedrático de Sagrada Teología al responder a una de las cédulas echadas por los estudiantes, interceptando el inicio de la lección: Grados se dijeron de gradus en latín, que quiere decir ‘escalón’. Y el primero es el de bachiller, en latín baccalareus, el cual se dice así —según Prateio y conforma con Alciato y aún dice ser sentencia de Paulo, jurisconsulto, por ser autor desta ley— de bacca laurea, como que premiados con ramas de laurel. Esta denominación no le agrada a Luis Vivas*, el cual en muchas partes la refuta diciendo que muchos nombres se trasladaron de las cosas de Inglaterra a las de Escuelas, y así se trasladó éste. Como tiro quiere decir propiamente ‘soldado bisoño’, y se pasa a sinificar, por metáfora ‘el principiante en los estudios’. De la mesma manera baccalareus dice que es nombre francés, por el cual se sinifica el que en cosas de la guerra se halló alguna vez en alguna batalla [f. 140].

Y el mismo añade en otra ocasión: Lucas quiere decir ‘el que se levanta con ligereza’ y como que diciéndole al estudiante que, si quiere saber, que no ha de dormir sepultado en pereza [...] por eso le dan por patrón al que se levanta ligero para las cosas del servicio de Dios, que ese es Lucas. O se dijo así de lux a lo latino por la luz porque el que la quisiere tener en la escuridad de las tinieblas de la ignorancia ha menester las de sabiduría de Dios [f. 135].

Similar erudición manifiesta el catedrático de Cánones: «Concilio» se dijo tomando el nombre de los romanos, que a sus juntas le daban este nombre, o consilium, porque aquí vienen de conformidad todos a ser de un

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parecer y consejo. Dicen decirse a cilia, por las cejas, porque, cejeándose, declaraban las intenciones [f. 151vº]. Oecumenici quiere decir lo mismo que «general», porque, como queda dicho, oecumene sinifica ‘el mundo’. Y así como [de] uniuersum, que sinifica lo mismo, se saca uniuersale que quiere decir ‘cosa que a todo el mundo toca’, lo mismo es «ecuménico» y lo mismo es «católico» [f. 155].

Asimismo, este es el que aconseja a los alumnos saber un latín más que mediano para entender los cánones y disposiciones del Concilio de Trento, a la vez que da un varapalo a los maestros que aprueban a los que lo desconocen, alegando que estudiándose latín en otras facultades, lo irán aprendiendo: Vemos que sucede al revés; que, como no llevan principios bastantes para entender los autores de la Facultad, el no entendellos, les causa enfado y menos precio, según lo de Catón, y así ni saben lengua ni ciencias [f. 155vº].

Para estos alumnos que pululan por las facultades sin saber más que al principio, recomienda una solución drástica: Digo que a los tales echallos por insuficientes para cualquier Facultad porque no profanen y afrenten las aulas [f. 156vº].

El catedrático acude a la anécdota personal —una pequeña vanidad— para ilustrar su teoría: No es alabarme sino decir lo que pasa en realidad de verdad, mas, siendo yo oyente, me sucedió estudiar un título entero y sacar su sentencia con gusto en una trasnochada, y aún tener lugar de ver otras cosas a otros propósitos. Y juntándonos a comunicar después lo que cada uno había estudiado, muchos de los otros no habían acabado de ver una ley, ni un parágrafo y aún tal hubo que dijo se le había ido la noche sin poder averiguar si una letra era «c» o «e» porque le parecía que debía de ser «e» y no tenía ojillo. Y otra noche tuvo otra tal contienda con una «i», averiguando cómo tenía tilde arriba. Todo lo cual procedía del más y menos entender latín [f. 156-156vº].

Jiménez Patón es el erudito que muestra reiteradamente su cultura libresca, consistente en las múltiples citas y autores con los que enriquece su obra. De lo que no hay duda es de su preferencia por Marcial. De ahí que la lección del catedrático del Aula de Prima de Lengua Latina represente una síntesis de los estudios patonianos sobre el ilustre bilbilitano. Sin duda, el maestro, autor de un número considerable de Declaraciones magistrales de los Epigramas de Marcial

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y, por tanto, especialista en ello, manifiesta una peculiar identificación con el mencionado catedrático si bien difieren pedagógicamente. El método empleado por aquel consiste en transcribir el epigrama a analizar y luego comentarlo con exhaustividad, es decir, de omni re scibili, como diría el humanista y pensador Pico della Mirandola, hasta llegar a unos extremos que nada tienen que ver con el texto base. En este caso, en cambio, el catedrático procede ordenadamente; comenta la vida del poeta y su obra en conjunto, siguiendo a Crinito; da su opinión personal respecto al maremagno temático, que mejor hubiera sido concatenado; para explicarla, cree necesaria la erudición de Plutarco y de autores antiguos y modernos, así como la lección de cosas de la Antigüedad, jeroglíficos, ritos y costumbres, es decir, lo que actualmente denominamos realia. En cuanto a la lascivia de la que se ha acusado al epigramista, considera que la prudencia y honestidad del enseñante bien puede obviarla. 2.1.2. Las traducciones. Las Lamentaciones de Jeremías Las traducciones constituyen un aspecto muy destacado del «Libro XVII». Hay dos tipos de versiones, clasificables según su brevedad y extensión o bien utilizadas como ornato i/o con intención moral y pedagógica. Entre las primeras, apenas en el umbral de la obra, se encuentra el poema cuarto del libro primero del De Philosophiae consolatione de Boecio. Es cuando —según cuenta el narrador— la Sabiduría, especialmente asentada en Salamanca, se aparece en sueños a Laminio, vestida con galas similares a las de la Filosofía al visitar al filósofo y poeta en su celda de condenado. El docente de Teología Sagrada, en la primera lección del curso, apenas ha podido esbozar las Lamentaciones de Jeremías ya que las cuatro cédulas echadas por el alumnado lo han impedido. Dos de ellas son especialmente interesantes: ¿cuándo tuvieron principio los vejámenes y qué bien se sigue dellos? y ¿cuándo vayas a los novatos y a qué fin? [f. 133] El catedrático, amén de citas bíblicas —siempre presentes en los comentarios patonianos—, aduce las de Horacio y anécdotas concernientes a Catón, a Saladino, a Alejandro Magno; asimismo recuerda la actitud de los antiguos filósofos, según testimonio de Cicerón y Plutarco, al probar la capacidad de sufrimiento por parte de los novatos ante los insultos y ultrajes de los veteranos. En su glosa al sufrimiento y la paciencia, romancea los versos 225-236 y 233-234 de los Remedios de amor de Ovidio, entresacados de la Polyanthea de D. Nanus Mirabellius, al igual que todas las citas anteriormente mencionadas y las de Homero, Pítaco, Menandro, Plauto y Virgilio.

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Jiménez Patón nos ofrece la traducción de ocho letras atribuidas a Pedro Ambrosio de Ondériz21, cosmógrafo de Felipe II —la letra theth es aportada por un estudiante anónimo—, y Laminio recita las trece restantes de cosecha propia y adaptadas al ritmo y rima de las anteriores. Esta traducción tiene especial importancia, pues representa una nueva aportación a las reiteradas versiones producidas en el transcurso de los siglos. Durante el siglo xvi, la Iglesia prohíbe traducir la Biblia, pero esto no afecta a las versiones poéticas, y vemos sobre todo que las Sagradas Escrituras se utilizan con finalidad docente, así Mateo Alemán, Baltasar Gracián y Francisco de Quevedo, sin olvidar las comedias bíblicas de Lope de Vega —asimismo amigo de Patón—, Tirso de Molina y Calderón de la Barca. Cabría preguntarse: si en Quevedo la paráfrasis y comentario de los Trenos obedece a un intento «más de piadoso que de atrevido»; si Lope de Vega cita reiteradamente las Lamentaciones en la Jerusalén conquistada (1609) y traduce las doce primeras letras del alefato hebreo en Los pastores de Belén (1612); si Ondériz, científico y humanista, traduce asimismo estas misteriosas letras, ¿qué afán mueve a Laminio, quizás la emulación? Una vez finalizada la lección, el joven Jacinto —viejo conocido— alaba al catedrático y recita a Laminio la traducción, dedicada al docente por un curioso, de la (sic) epigrama 1, 39 de Marcial en honor de Deciano, cuya traición se evidencia ya en el primer verso: Si quis erit raros inter numerandus amicos, así traducido: «Si alguien ha sido amigo / de los pocos que tuvo el Siglo de Oro» [f. 158vº]. El epigrama tiene su importancia porque las virtudes de Deciano darán lugar a la evocación de los versos de Silio Itálico (Punica, 6, 466-489) por parte de Laminio, referentes al mítico Marco Régulo, modelo de lealtad a su patria hasta la muerte [ff. 159-160]. 2.1.3. Marcial La total identificación del maestro con el catedrático de Lengua Latina se manifiesta en su comentario de Marcial. Cierto es que, entre las numerosas citas de los epigramas del bilbilitano, pertenecientes fundamentalmente a los libros 1 y 2, el catedrático ofrece solo la traducción, libre como es de costumbre, de dos versos de los epigramas 1, 61 y 1, 49 del bilbilitano [f. 165]: Nuestra Calatayud, digo, Liciano, de ti terná muy viva la memoria y a mí no dejará de darme gloria .

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Véase Bosch, 2011, pp. 231-248.

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*** Varón que de la gente aragonesa celebrado será con gloria estraña honra y blasón de toda nuestra España.

Una curiosidad hallamos al final de esta lección. El catedrático y Laminio se saludan y aquel versifica en una cuarteta las palabras de Masinisa a Escipión, según cita Cicerón en su famoso «Sueño»: Gracias a Dios que así veo en mi tierra y en mi casa a Laminio pues que pasa a pedir de mi deseo22.

En correspondencia a estos versos en alabanza suya y de su lección magistral, Laminio le dedica su versión del epigrama que Marco Lúcido Fósforo, pseudónimo de Lucio Fazini Maffei, escribió en alabanza de Domizio Calderini, comentador del poeta bilbilitano [f. 166]. 2.1.4. Otras traducciones A raíz de un suceso truculento contemporáneo, protagonizado por una mala mujer, relatado por un huésped en la posada donde reside Jacinto, este recita un centón tomado de los monósticos de Menandro23, en endecasílabos y verso libre, rimados solo los dos últimos versos: Aunque es mal deleitable y dulce cosa soberbia alhaja la mujer hermosa [f. 167vº].

Marca el contrapunto Laminio, con una versión de Anacreonte24, basada en el último verso del anterior. Quizás se deba a una moda literaria en España la traducción de este apócrifo junto con otras obras, a tenor de las concomitancias

22 Véase CIC. Rep. 6. 9: ‘Grates’, inquit, ‘tibi ago, summe Sol, uobisque, reliqui Caelites, quod, antequam ex hac uita migro, conspicio in meo regno et his tectis, P. Cornelium Scipionem, cuius ego nomine ipso recreor’. 23 Hoy considerados espurios. Cierto es que debemos partir de un núcleo inicial de sentencias sacadas de sus comedias, pero su popularidad fue motivo de que se incrementasen al menos desde el siglo ii y gozasen de gran difusión en la Edad Media. Cf. XVII, n. 435. 24 Cf. XVII, n. 458.

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patonianas con Quevedo, amigo de Patón25. Sabemos que aquel había traducido 51 epigramas de Marcial en sus Imitaciones de Marcial; que en su biblioteca tenía los Punicoru[m] libri XVII de Silio Itálico (Th. Volfium, 1522), un poeta leído en profundidad y muy preciado26; sabemos también que escribió un Anacreon castellano, confesando su fuente latina27, cosa que jamás hará Patón, a pesar de demostrar aquí y en otros textos su desconocimiento de la lengua griega. Muy claro queda el afán pedagógico-moral de Laminio, al dejar a Jacinto la traducción de la carta de Isócrates a Demónico28, antes de continuar viaje a Sevilla. Un presente útil para la salud del alma del joven y muy importante para la historia de la traducción en la literatura castellana de la que solo había tres versiones más29. Con este texto clásico el maestro paremiólogo avala su docencia según muestra en algunas otras ocasiones y obras, eso sí, justificando siempre el uso de estos gentiles en autores cristianos como «Beda, San Jerónimo, san Agustín y otros dotores sagrados» [f. 178vº]. Completa el libro con la traducción de una selección de sentencias de Terencio Varrón30, dedicadas a su alumno Papiriano, con unos versos «trasladados» del poeta-filósofo Lucrecio —tan mal conceptuado durante siglos— y con otros pocos de Claudiano. Sin duda es una manera muy digna de acabar su trabajo, solo empañada por la versión de dos versos virgilianos muy hermosos dedicados por Eneas a su hijo Ascanio. El maestro, atolondrado, los atribuye a Homero, y dice: De mí deprende virtud Y el trabajo verdadero para la fortuna quiero que otro dé la prontitud31 [f .179vº].

25 Quevedo tradujo unas Lágrimas de Ieremías castellanas, citadas en La España defendida —obra dedicada a Felipe III en 1609—, pero publicadas después de su muerte. 26 Véase Moya del Baño, 2011, p. 324. 27 Se trata de Henricus Estephanus o Estienne (1528-1598) que, en 1554, tradujo al latín las mencionadas falsas odas de Anacreonte. 28 Se duda hoy de la autenticidad de esta carta. 29 Pedro Mexía (c. 1500-1552) tradujo la Isocratis Paraenesis ad Demonicum, a partir de la versión de Rodolfo Agrícola y la añadió a la Silva de varia lección (1548). Según T. S. Beardsley, 1970, n. 50, 63 y 82, hay dos traducciones más del siglo xvi. Una de ellas, procedente de la biblioteca de Francisco de Bruna, se encuentra en la Real Biblioteca ms. II/822 (2), titulada Epístola de Sócrates a Demónico su amigo, ff. 131-139vº. Ha sido publicada recientemente en El virtuoso discreto, donde muestra algunas variantes respecto a la que aquí tenemos. Véase Garau-Bosch, 2014, pp. 282-293. 30 Conocidas como Pseudo-Varrón. Véase XVII, n. 558. 31 Cf. XVII, n. 615.

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2.2. La cultura clásica en el «Libro XVIII» de los Comentarios de erudición 2.2.1. Los transexuales En el «Libro XVIII», el maestro, olvidando el proyecto de dirigirse a Sevilla, anunciado en el libro anterior, nos sitúa en el reino de Galicia. Una vez más hace gala de su cultura libresca en la descripción de los mitos fundacionales de estos lugares, especialmente de la ciudad de Compostela, visitada por un sinnúmero de peregrinos entre los que se halla un joven mozo transmudado de hembra en varón. Laminio, alter ego del autor, como ya hemos indicado, aborda entonces el primer tema del libro, el de los transexuales. Partiendo de un conocimiento personal —una religiosa de la villa de Sabiote— utiliza las informaciones de los prosistas clásicos Tito Livio y Plinio, de los poetas Ovidio y Ausonio, entresacadas de autores más cercanos como Martín del Río, Antonio de Torquemada y Francisco de Lugo y Dávila. 2.2.2. Las edades humanas El segundo tema se refiere a las edades humanas fabulosas, cuya fuente principal sigue siendo el Jardín de flores curiosas de Torquemada. Diversos contertulios aportan sus conocimientos relativos al rejuvenecimiento, procedentes de la transmisión oral —donde personajes conocidos citan hechos reales— o escrita: Esquilo, Ferecides, Ovidio, Simónides y Licofrón, entresacados de las Mithologiae de Natale Conti y otros autores. Laminio sabe que todo son fábulas y embustes, no solo presentes en griegos y gentiles, sino entre católicos y en España, pero concede: lo que es rejuvenescer, desechar canas y rugas y parecer menos siendo de más edad, eso sí es posible y contingente, si bien raro y extraordinario [f. 192vº].

Y aprovecha para traducir unos versos ovidianos de las Transformaciones, referentes a los jugos de Medea que substituyen la sangre de Esón. La reflexión sobre la larga vida anhelada por todos, portadora de un cúmulo de desventuras, males, trabajos, calamidades y miserias, lleva a otro contertulio —el administrador— a la cita de un tópico literario de raíz grecolatina, el ubi sunt?, planteado mediante un ¿qué se hicieron las siete maravillas del mundo?; ¿dónde están las monarquías de asirios, medos, persas y romanos?; ¿dónde las proverbiales riquezas de Átalo, Craso y Creso que ahora no valen nada? De ahí la conversación deriva en un tercer tema, el más importante del libro ciertamente:

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la versión de la sátira décima de Juvenal por parte de Plácido, o, mejor dicho, del maestro Jiménez Patón. Obviaremos la calidad de su trabajo, puesto que sería absurdo aplicar las normas que hoy en día se exigen a toda traducción, pero sí observaremos los trazos más significativos de ella. 2.2.3. La traducción de la sátira décima de Juvenal La traducción de la sátira juvenaliana de 366 versos y las 24 notas explicativas de Jiménez Patón ocupan los folios 197 a 241 del presente volumen, en las cuales, el maestro comenta las mismas palabras o frases empleadas por el filólogo Ioannes Britannicus Brixianus, observando y traduciendo sus entradas o bien resumiendo dos o más de ellas32. Cabe mencionar la familiaridad del traductor, fruto de su experiencia docente, con los textos latinos, en este caso concreto el de Juvenal, para justificar alguna traslación; así, en Ta[m] dextro pede [10, 5], dice: Hispanicé «en feliz punto» porque los antiguos en las aciones y voces tenían agüeros, y principal mente al entrar y salir de las casas, si entraba o salía el pie derecho o izquierdo delante, porque a aquel tenían por felice y a este por adverso [f. 198vº].

O en Longinum [10, 16]: Hispanicelo así porque decir «escuadra», como nuestros gramáticos, es no considerallo: «escuadra» es de diez soldados y en latino se dice decuria, y «cohorte» es de 666 soldados, que es como un tercio, y así mejor me parece nombralle con el latino, pues español no le tenemos, sino decimos «tercio», y esto ha de hacer novedad y no se ha de entender [f. 200vº].

Y aún en Custos angustae capsae [10, 117], explica: Hispanicé «el criado que lleva el vademécum» a quien ya solo llaman uade y le quitan el mecum; es la caja de pergamino o cartón en que llevan los cuadernos los estudiantes, y a los ricos se los llevan sus criados o esclavos. En otras ocasiones se le hispanizará de otra suerte porque lo pide aquel propósito, pero el cierto de aquí es el romance dado [ff. 210vº-211].

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Véanse, por ejemplo, en esta misma edición, las n. 227, 268, 341 y 380, entre otras, del «Libro XVIII».

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2.2.4. De lo general a lo particular En ocasiones, particulariza una verdad general, así en Quosdam praecipitat [10, 56]: [...] nadie en la próspera fortuna se acuerda de la varia, infelice y trágica de los pasados. Ejemplos ha tenido nuestra España para, sin mirar los ajenos, escarmentar, mas nada aprovecha [f. 205].

O en Tropaeis o Trophaeis [10, 133]: [...] en nuestros tiempos, muchos capitanes han traído a los templos de sus patrias banderas, flámulas y gallardetes, fanales, faroles y otros despojos, en memoria de las vitorias que han alcanzado, como se ve en la villa del Viso, Marquesado de Santa Cruz, donde se conserva la memoria de las gloriosas hazañas de su marqués D. Álvaro Bazán [f. 212vº].

Para acercar más al lector el mensaje juvenaliano, utiliza ya sea la frase castellana que hallamos en Quot longa uiros exorbeat uno / [Maura] die [10, 223]: [...] y así murmura a Maura longa, que yo llamo Marilarga, de que se traga, chupa o sorbe muchos hombres, que aún es frase castellana el decir esto de hembras, que con la mucha lujuria desustancian, marchitan y enflaquecen los hombres, o de las que les chupan y sacan su hacienda, dejándolos pobres, que también decimos «pelar» [ff. 222vº-223].

Ya el refrán aducido en Vt male defensus [10, 85]: Aquí da a entender que «quien a uno castiga a ciento hostiga» [f. 207vº].

O la aclaración usada en Cui nubere Caesaris uxor [10, 330]. Como quien dice: «porque no nos cansemos con ejemplos que, por antiguos y estraños, pueden causar duda en su verdad, la que está —como dicen— chorreando sangre, os desengañará» [f. 236].

En esta deliberada cercanía se incluye la identificación de Licini in campos (Persio, 2, 36), incluido en Formam optat [10, 289], con el personaje de una lápida hallada en Laminium, Alhambra, Campo de Montiel y término de Almedina, a tres leguas de Villanueva de los Infantes, su patria chica. Ahí cabe también la anécdota relatada en Filius autem [10, 295]:

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Siempre que llego a esta sentencia me acuerdo de la de un caballero andaluz que, habiéndole nacido una hija cuando todos esperaban varón por la sucesión de su casa, le daban con empacho y encogimiento el parabién. Advirtiéndolo, dijo: —Dénmele muy alegre mente, porque lo estoy con la nacida tanto y más que si fuera varón, porque es necedad lo contrario; porque hemos de estar a lo que Dios nos da y no a nuestra eleción. Y si bien se considera, el hijo varón nace sujeto a más desventuras que la hembra, a la cual, conforme la estimación del mundo, no parece que la amenaza otra que la liviandad y falta de honestidad, y al varón, esa y otras muchas [f. 233].

2.2.5. La censura El maestro aplica la propia censura en Adulter publicus [10, 311-312], diciendo: —A estos castigos añade Juvenal el del pescado múgil, de lo cual dije por más honesto modo en las Declaraciones magistrales que azotaban con él y con rábanos al adúltero, aunque lo cierto es lo que dice Británico, que per inferiora moechis immitebantur, si bien lo de Catulo da lugar a una y otra declaración: Percurrent raphanique mugilesque. Véase lo que tenemos dicho a este propósito33 [f. 235].

2.2.6. El gramático Jiménez Patón, a través del conocido Plácido, nos ofrece la traslación del término Gibbum [10, 294] de Británico, especificando que se declina gibbus [de la segunda] y gibba de la primera, gibber de la tercera y que sus derivados son gibberosus-a-m o gibbosus-a-m, pero es en la referencia a la etimología de León —mal blasonada por un león—, la ciudad en la que concluye la última etapa del libro, donde Laminio muestra su interés léxico, resuelto de manera peculiar y sorprendente: Pero diciendo lo que siento, esta ciudad en latín hallo que se llamó y se llama hoy Legio y, por ver que le dieron por blasón el león, fueron quitándole letras: la g y la i, y se quedó Leo [f. 241].

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Véanse, en esta misma edición, las notas 576-579 del «Libro XVIII».

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Asimismo, Plácido ilustrará a sus compañeros diletantes y se adentrará en el campo de la Medicina, bajo pretexto de un dístico de Ovidio (Pont. 1, 3, 2324), sacado a suerte: Tollere nodosam nescit medicina podagram: nec formidatis auxiliatur aquis [f. 250vº].

Después de una muy breve introducción relativa al poeta de Sulmona en el destierro, lamentando que sus males no tienen consuelo ni remedio al igual que la gota y la rabia, dos males incurables, aborda la etimología de la enfermedad llamada «podagra»: «Podagra» es una enfermedad muy conocida; llámase «gota» en castellano; es un dolor que da en las coyunturas de los dedos de los pies porque pus-podos, en griego, es lo mismo que pes-pedis en latín; es un corrimiento de humor que allí acude unas veces cálido, otras, frío. Dicen que es enfermedad de ricos y holgazanes, y así Juvenal la llamó locuples podagra y, por dar en las coyunturas que decimos nudillos, la llama aquí el poeta nodosam podagram. [...] Porque vu[e]lve los hombres inútiles para el trabajo, la llamó «perezosa» Horacio: tarda podagra [f. 251].

Añade la definición de Marcial: Porque era de los así ocupados34 Cayo, dijo Marcial dél —lib. 9 ep. 94— que no solo padecía grandes dolores de gota de los pies pero aun de la de las manos: Podagra chiragraque secatur / Caius. Porque chiragra es la de las manos, que chiros, en griego, eso sinifica: ‘mano’ [f. 251].

Al referirse al segundo verso ovidiano, aludiendo a la segunda enfermedad incurable, dice: A la rabia la medicina no puede darle remedio y fue lo mismo formidatis aquis que hydrophobia, porque «hidrofobia» sinifica ‘el mal de rabia’, la cual dición sinifica ‘huir de el agua’, que hidros, en griego, ‘agua’ quiere decir [f. 251vº].

Siguiendo a Celso, continúa refiriéndose a otras enfermedades relacionadas con el agua: la hidropesía y sus variantes; tympanites, ascites, leucophlegmatia o hyposarca [ff. 252vº-253], aunque pronto abandona el léxico para pasar a la moral, el campo que más domina, ofreciendo las definiciones sobre la avaricia citadas por Horacio y Cicerón. 34

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Se refiere a los que trabajan de pie o estudian.

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Acabada y agradecida la disertación de Plácido, el maestro precisa: Mas ha de advertir el letor que fue mucho más lo que repitió que lo que aquí se escribe, pues gastó en ello una hora cumplida diciendo la propiedad y usos del verbo tollere y el oficio de la metáfora, que por estar escrito en otras partes donde se habrá visto o podrá ver, fuera ocioso repetillo aquí por escrito, si bien allí, en voz, fue necesario, como en otras leciones declaradas magistralmente [f. 253vº].

Jiménez Patón no desaprovecha una última ocasión para expresar sus conocimientos etimológicos. Laminio prosigue el viaje visitando Zamora, Toro, Medina del Campo, Valladolid y Burgos. Ahí encuentra a un anciano que intuye su interés especial por saber algo más del lugar donde se encuentra. Entonces, alude a los antiguos montes de Auca, que se convirtieron en Oca y a la ciudad de Coca, muy anteriormente Cauca, según Plinio. Y prosigue: [...] cuando los romanos fueron haciéndose dueño[s] de España, a las ciudades que sujetaban, les ponían nombres latinos y a esta le llamaron Purgi, plural de purgus y pyrgus, que significa ‘la torre’ y, por las muchas que esta ciudad tenía en las murallas y en otras partes, la llamaron Purgi, que fue tanto como decille Torres. Al[t]erose el vocablo —que es muy ordinario del latín al castellano convertir la «b» en «p», y al contrario—, y así se dijo Burgi y, en nuestro idioma, Burgos [ff. 255vº-256].

2.2.7. Elogio de las obras menores Por último, dos religiosos bajo quienes se esconde una vez más nuestro literato, complementan su erudición clásica, encargándose de loar las obras menores de griegos y latinos. Ambos citan la retahíla de autores doctos y elocuentes de la Antigüedad, que no menospreciaron dedicarse a humildes cosas y sujetos; la lista —claro está— procede de recopiladores más cercanos35 que citan a Sinesio, Dion Crisóstomo, Marción, Temisón, Fanias, Diocles, Crisipo, Erasístrato, Hicesio, Catón, Pitágoras, Iuba, Museo, Hesíodo, Asclepiades, Hipócrates, Homero, Favorino, Virgilio, Isócrates y Busírides, Homero, Apuleyo y Demócrito, etc. [ff. 253vº-254vº], quizás con el propósito deliberado del maestro de justificar sus propias aportaciones: el Discurso de la langosta que en el tiempo presente aflige y para el venidero amenaza, el Discurso de los tufos, copetes y calvas y el [Discurso] sobre el buen uso del tabaco.

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Erasmo principalmente, no citado. Véase la n. 768 del «Libro XVIII».

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2.2.8. Colofón Al fin, la cultura clásica grecolatina cede ante la bíblica, siempre presente en la obra patoniana y digna de un estudio particular. Si el «Libro XVIII» de los Comentarios de erudición, rebosante de moralidad, refleja múltiples ejemplos entresacados de los gentiles, especialmente de la sátira décima del mordaz Decimus Iunius Iuvenalis, Jiménez Patón, al concluir su obra, prioriza el legado cristiano, con el dístico perteneciente al Salmo 39, 5: Beatus uir, cuius est nomen Domini spes eius et non respexit ad uanitates et infamias falsas [f. 256vº].

3. CARACTERIZACIÓN LINGÜÍSTICA DEL «LIBRO XVII» Y DEL «LIBRO XVIII» DE LOS COMENTARIOS DE ERUDICIÓN Dado que, como se ha indicado antes, la edición del «Libro XVII» y del «Libro XVIII» de los Comentarios de erudición, de Bartolomé Jiménez Patón, cuenta con el antecedente de la publicación en 2010 del «Libro XVI» de esta misma obra, no tendría sentido repetir aquí el estudio lingüístico que allí se ofrecía y que es de aplicación a la presente edición en prácticamente todos sus extremos, salvedad hecha, como es natural, del apartado dedicado a las particularidades léxicas36. Por tanto, nos limitaremos ahora a exponer los rasgos lingüísticos identificados en estos dos libros que no aparecían en el «Libro XVI» y a ofrecer nuevos datos acerca del vocabulario a fin de enriquecer la caracterización de la lengua del maestro de Villanueva de los Infantes. Por otra parte, siendo coherentes con el planteamiento anterior, no se ofrece un estudio lingüístico separado de cada libro, sino uno solo, siempre con la indicación del folio donde se encuentran el aspecto o la palabra examinados, si bien, cuando hay abundancia de casos, no se indican todas las ubicaciones recogidas, sino solo varias de ellas. Cabe indicar, por lo que respecta al «Libro XVIII», que presenta una caligrafía enrevesada entre los folios 181 y 196vº, y entre los folios 241 y 256vº, aspecto que ha complicado notablemente la labor de transcripción.

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Pueden verse otros análisis lingüísticos de los Comentarios de erudición en Monterrubio 2013a, 2013b y 2016.

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2.2.8. Colofón Al fin, la cultura clásica grecolatina cede ante la bíblica, siempre presente en la obra patoniana y digna de un estudio particular. Si el «Libro XVIII» de los Comentarios de erudición, rebosante de moralidad, refleja múltiples ejemplos entresacados de los gentiles, especialmente de la sátira décima del mordaz Decimus Iunius Iuvenalis, Jiménez Patón, al concluir su obra, prioriza el legado cristiano, con el dístico perteneciente al Salmo 39, 5: Beatus uir, cuius est nomen Domini spes eius et non respexit ad uanitates et infamias falsas [f. 256vº].

3. CARACTERIZACIÓN LINGÜÍSTICA DEL «LIBRO XVII» Y DEL «LIBRO XVIII» DE LOS COMENTARIOS DE ERUDICIÓN Dado que, como se ha indicado antes, la edición del «Libro XVII» y del «Libro XVIII» de los Comentarios de erudición, de Bartolomé Jiménez Patón, cuenta con el antecedente de la publicación en 2010 del «Libro XVI» de esta misma obra, no tendría sentido repetir aquí el estudio lingüístico que allí se ofrecía y que es de aplicación a la presente edición en prácticamente todos sus extremos, salvedad hecha, como es natural, del apartado dedicado a las particularidades léxicas36. Por tanto, nos limitaremos ahora a exponer los rasgos lingüísticos identificados en estos dos libros que no aparecían en el «Libro XVI» y a ofrecer nuevos datos acerca del vocabulario a fin de enriquecer la caracterización de la lengua del maestro de Villanueva de los Infantes. Por otra parte, siendo coherentes con el planteamiento anterior, no se ofrece un estudio lingüístico separado de cada libro, sino uno solo, siempre con la indicación del folio donde se encuentran el aspecto o la palabra examinados, si bien, cuando hay abundancia de casos, no se indican todas las ubicaciones recogidas, sino solo varias de ellas. Cabe indicar, por lo que respecta al «Libro XVIII», que presenta una caligrafía enrevesada entre los folios 181 y 196vº, y entre los folios 241 y 256vº, aspecto que ha complicado notablemente la labor de transcripción.

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Pueden verse otros análisis lingüísticos de los Comentarios de erudición en Monterrubio 2013a, 2013b y 2016.

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3.1. Puntuación Como cualquiera que se haya enfrentado a manuscritos de época áurea conoce, la tarea de puntuar los textos no resulta sencilla. Los signos utilizados en ellos son muy escasos e, incluso, en ocasiones confusos o erróneos. En general, los frecuentes anacolutos, más o menos abruptos, dificultan la puntuación de los manuscritos manejados aquí. Sirva de muestra este fragmento donde se observa la necesidad de introducir una pausa tras se esforzó para tratar de indicar que esta forma verbal no comparte sujeto —la naturaleza— con cobró y facilitar así la lectura: Porque hay historias que nos lo enseñan, como las que escribe Velasco de Taranta, en su Filonio, de una abadesa que lo era en un convento de monjas en Morviedro*, en el reino de Valencia —donde era la antigua Sagunto—, siendo de casi cien años y estando muy vieja, la naturaleza, que iba declinando en ella, se esforzó, y cobró virtud de tal manera que el menstro que había dejado de acudirle muchos años había le volvió como cuando estaba en la juventud (...) (f. 191vº).

3.2. Grafías y fonética Aparecen frecuentemente en el ms. los antropónimos Seiano (ff. 204, 208) y Seio (ff. 205vº, 206), del que procede el anterior. La transcripción más común en el CORDE entre el 1500 y el 1650 es Seyano: aparece en cuarenta y siete casos en veintiún documentos, mientras que se registran tan solo cuatro casos en tres documentos de la forma Seiano. Se encuentra en Lope de Vega, Miguel de Cervantes, Francisco de Quevedo, etc. Asimismo, hemos optado por transcribir Seyano ateniéndonos a otros casos conocidos, como pompeianus > pompeyano, maiorem > mayor o Maius > mayo, que han concluido con la grafía y en representación del sonido fricativo palatal sonoro /y/ en posición intervocálica propio del español. En otros casos, en cambio, se ha dudado si mantener la grafía presente en el ms.: así, riiese (f. 201vº) y riiendo (f. 201vº), donde no se observa aún la fusión de la /i/ del radical con la /i/ de la desinencia que dio lugar a los modernos riese y riendo. Este sonido intervocálico, que solo aparece en los presentes y en el gerundio y que se había articulado como una semivocal palatal /i̯ / hasta el 1500, se consonantizó en /y/, pero la abundante presencia de /i/ en el paradigma provocó, durante mucho tiempo, que se dieran vacilaciones constantes entre /i/ e /y/, alternancia que queda reflejada en la fijación gráfica i o y que ocurría con estas formas. Finalmente, se ha optado en la normalización del texto por la grafía y por ser la forma que mejor refleja el sonido propio del español áureo.

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3.3. Morfología En cuanto a los artículos, se observa el uso de aldea con actualizador en masculino —un aldea (f. 181)— pese a no ser palabra que se inicie en sílaba tónica (cf. un águila), manifestación no extraña, si bien no mayoritaria, en el español medieval y en época áurea (el/un/este/aquel aldea). Nótese que solo se documenta este rasgo en singular y que la determinación del nombre es siempre femenina, como se ve, por ejemplo, en este caso extraído del CORDE: «E ellos yendo así, entraron en un aldea despoblada [...]», Sendebar, Anónimo, 1253. Este tipo de determinación es resto aún del uso de artículos masculinos con nombres femeninos —el espada— en época medieval, que se va sustituyendo lentamente en el periodo clásico por la espada, excepto en los casos donde la palabra femenina empieza con vocal acentuada —el agua, el águila—. Aparece la forma quies (f. 204vº, f. 231), tenida más adelante por vulgar, por quieres hasta en ocho ocasiones, circunstancia nada ajena al español áureo. El sistema conjugacional va adquiriendo su morfología actual en el español clásico. Como es natural, se vive un periodo de vacilaciones y alternancias en las que las variantes de nuevo cuño compiten, generalmente para triunfar, con las formas procedentes del medievo. En el caso de nuestro erudito, no son extraños los casos donde opta por las formas arcaicas frente a las modernas. Así, las formas arcaizantes conociérades (f. 189vº, f. 256) y habíades (f. 189vº), con mantenimiento de la /d/ en las desinencias átonas, son las únicas que aparecen en el manuscrito, pese a la lucha en la que se hallaban con sus reducciones conocíais y habíais; también es única preciásedes [f. 180], variante del mismo tipo que viniérades o partiérades, por preciaseis; y caya [f. 164vº] y cayamos [f. 132], que en el español del Siglo de Oro habrían de sustituirse por las formas con /g/, añadida al radical en época medieval tardía en el caso de este verbo, caiga y caigamos, son las únicas presentes en estos libros de los Comentarios. Usa Patón formas verbales procedentes del español medieval —terné (f. 172), ternás (f. 174vº), terná (f. 165)— que ya estaban siendo claramente sustituidas por las variantes con epéntesis (tendré, tendrás, tendrá) en el español áureo. Nuestro gramático y retórico escribe decime (f. 204), forma de imperativo exponente de la alternancia en el español clásico entre cantad y cantá, andad y andá, advertid y advertí, etc., que se documenta discretamente en el CORDE: cinco casos frente a más de cuatrocientos de decidme37. Es usada por el propio maestro en la frase siguiente: «A los que han querido escucharme les he dicho lo que siento con este símile: decime, ¿estará bien la medalla (que es costumbre 37

Cierto es, no obstante, que, según datos del CORDE, la forma sin enclisis —decí— se registra 82 veces en periodo áureo, frente a las más de 500 apariciones de decid.

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ponerse en la gorra) en la suela del zapato?»38. Usa en alguna ocasión la conjunción medieval ca luego [f. 141], que no tiene apenas ya recorrido en español llegado el 1600. 3.4. Sintaxis La sintaxis áurea muestra una mayor cohesión que la medieval, apoyada en el uso de una subordinación más rica y eficiente, si bien, como es sabido, la preocupación por el rigor gramatical de los autores áureos no es tan acusada como lo será en momentos posteriores. El maestro manchego no es ajeno a esta circunstancia y ofrece textos de una sintaxis compleja. No obstante, en ocasiones se advierte un uso polisindético de gusto medievalizante: Porque hay historias que nos lo enseñan, como las que escribe Velasco de Taranta, en su Filonio, de una abadesa que lo era en un convento de monjas en Monviedro*, en el reino de Valencia —donde era la antigua Sagunto—, siendo de casi cien años y estando muy vieja, la naturaleza, que iba declinando en ella, se esforzó, y cobró virtud de tal manera que el menstro, que había dejado de acudirle muchos años había, le volvió como cuando estaba en la juventud, y los dientes y muelas que se le habían caído le tornaron a nacer, y las canas se le fueron cayendo, y le nacieron cabellos negros y, engordando de nuevo, desechó las rugas de la cara, y le crecieron los pechos y quedó tan moza como cuando era de treinta años. Y, saliendo la fama del caso como notable, la iban a ver, pero ella se escusaba y no quería salir sino muy pocas veces (f. 191vº).

Es propio del periodo clásico que los pronombres átonos se coloquen en principio de frase o después de pausa tras el verbo, y así sucede en el «Libro XVI» y en los dos siguientes que aquí se presentan. No obstante, se identifica ahora algún caso donde la regla se incumple: Si haces bien a los malos, sucederate lo que al que da pan a perros ajenos [...] (f. 174vº). 3.5. El léxico del maestro Patón: entre la tradición y la modernidad Como es lógico esperar, donde se advierten más novedades en el «Libro XVII» y el «Libro XVIII» respecto del «Libro XVI» es en el léxico. Tres rasgos fundamentales, dos de ellos aparentemente contradictorios, permiten caracterizar el vocabulario presente en la prosa del maestro. 38

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Véase Jiménez Patón, Elocuencia española en arte, pp. 124 y 303.

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En primer lugar, la recurrencia a voces que conservan su estructura completa o parcialmente latina, junto a las palabras o sentidos que habían caído o estaban cayendo en desuso en el español clásico; en segundo lugar, una notable exhibición de nuevos vocablos, probablemente propios, además de una evidente atención a los neologismos que iban surgiendo por aquellos años; finalmente, en tercer lugar, una riqueza léxica que da color a numerosos fragmentos de su prosa. 3.5.1. Voces o sentidos arcaicos o poco usados ya en época áurea Los manuscritos contienen palabras que ya eran sentidas como anticuadas en época del maestro manchego, si bien con frecuencia aparecen en fragmentos que reproducen textos medievales. Así, vegada (f. 141), que se incluye en un fragmento de las Siete partidas escritas en Castilla durante el reinado de Alfonso X: La segunda es: cada vegada que el maestro derecho venga delante de algún juez que esté juzgando, débese levantar a él y servirle y recevirle que sea consigo.

Corominas39 observa que vez mantuvo un largo pulso con su derivado vegada (lat. vulg. *vĭcata), que es común al castellano y al portugués antiguos, al catalán y al occitano, y que está representado en hablas francesas, réticas e italianas. Añade que, muy usual desde Berceo, Valdés ya recomienda sustituirlo por vez, pues la considera arcaica. Para el Aut. es «Lo mismo que vez, pero hoy tiene menos uso». Naturalmente, debe tenerse en cuenta que este repertorio se elabora casi un siglo después de la muerte del dómine manchego. En cualquier caso, ambas fuentes apuntan a que esta palabra era ya percibida como un arcaísmo en vida de Patón. Otra palabra, peorar (f. 179vº), poco usada y muy probablemente percibida ya como obsoleta en el español áureo, aparece también en los Comentarios de erudición: Y he tenido por bueno el trabajo que he puesto y el don que ofrezco, por entender que ni por el tiempo se ha de envejecer ni por los sucesos ningunos peorar.

Ya se advierte en Cor. que no es forma muy común —frente al ampliamente extendido empeorar— pese a ser voz antigua según se atestigua en el CORDE, que sitúa la primera documentación en 1325-1335. Se registran veintiún casos de este verbo, en algunas de sus variantes conjugacionales, en este banco de 39

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Véase Corominas, 1980-1991. En adelante, Cor.

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datos, de los cuales la mayor parte son medievales —la última ocurrencia es de 1580. De hecho, esta palabra no se consigna en la lexicografía académica hasta la edición de 1803, y lo hace ya marcada como anticuada. Algunas palabras, sin ser propiamente arcaicas, eran poco habituales en vida del dómine manchego. Así sucede, por ejemplo, con batismal (157vº): También se procure saber qué son «iglesias catedrales», cuáles «metropolitanas», cuáles «collegiales», cuáles «parroquiales», cuáles «batismales».

Esta forma del adjetivo, con reducción del grupo culto /-pt-/, no figura ni en Cor. ni en Segura (2010). Tampoco se recoge en la lexicografía académica, excepto en el DHLE (1933-36). El NTLLE da cuenta de su aparición en tres repertorios decimonónicos no académicos —Domínguez (1853), Gaspar y Roig (1853) y Zerolo (1895)40—, siempre remitiendo a bautismal, que es la voz del español moderno, según se refleja en el CREA, donde es la única forma presente. El nombre del cual deriva el adjetivo hallado en el manuscrito, batismo, también con reducción del grupo culto latino, apenas tiene treinta y dos ocurrencias en el CORDE entre 1500 y 1700; baptismo, en cambio, muestra novecientas ochenta y una durante el mismo periodo, por mil ciento dieciséis de bautismo, la forma con vocalización de /p/ agrupada41. Por otra parte, el adjetivo batismal no se documenta en el CORDE en época áurea, mientras que se obtienen veintitrés casos de bautismal y veinticuatro de baptismal. Así las cosas, se advierte la natural disputa entre el semicultismo, que vocaliza la consonante agrupada, y el cultismo, que conserva la asociación consonántica latina, que habría de decidirse en favor del primero, sin duda influido por el éxito paralelo de bautismo. En esta situación, no deja de sorprender que un autor tan próximo a la ortodoxia cristiana como Patón se incline por una forma, batismal, que debía de ser extraña a juzgar por los datos obtenidos, particularmente si se considera el carácter protocolario y conservador del léxico religioso. Es destacable que Patón se refiera al mulso, nominalización del participio pasado de mulcēre, ‘endulzar’: queriendo encarecer el mulso hecho de vino y miel (f. 80). El diccionario académico no registra esta voz hasta la duodécima edición, la de 1884. El CORDE muestra, en toda su extensión cronológica, cuarenta y tres casos en quince documentos (descartamos aquí las ocurrencias propiamente latinas), y solo siete de ellos se recogen entre 1550 y 1650, prueba de 40

Por razones de simplicidad, no incorporamos a la «Bibliografía» de este trabajo los repertorios citados a partir del Nuevo tesoro lexicográfico de la lengua española (NTLLE), circunstancia que se indica en nota al pie en cada caso, pues son fácilmente accesibles mediante la consulta de este recurso electrónico. 41 Compárense estos casos con la serie lat. captivo, esp. cativo, cautivo (forma moderna).

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que no era palabra demasiado común. Las primeras documentaciones de este cultismo se fechan hacia 1450, y suman diecinueve las apariciones hasta 1550. Posteriormente, los datos de los bancos textuales proporcionan únicamente diez casos desde 1650 hasta nuestros días. No obstante, la palabra se mantiene en la lexicografía académica hasta la actualidad, sin marca alguna que dé cuenta de su exiguo uso. Otra voz de escaso uso —abarcamiento (f. 154)— halla acomodo en los Comentarios: Por que en unas partes está recebido el término oecumenico, [...] declarando a todos su universalidad, generalidad y abarcamiento, si así se puede decir, pues todo lo comprehende y abraza.

Presente en Nebrija (1495) y ausente de Cor. —en la entrada abarcar, no figura entre sus derivados— y del Aut., para la segunda edición del diccionario académico (1780) abarcamiento es equivalente a abarcadura —que también falta en Aut. y en Cor., pero no en Nebrija (1495)42—, definida como «la acción y efecto de abarcar». Abarcamiento sigue en el DLE desde entonces, y solo en la última edición (2014) se marca como «poco usada», repertorio del que ha desaparecido abarcadura (se mantuvo hasta la versión de 2001). Además, la lexicografía no académica también ha dado cuenta sistemáticamente de las dos voces. Resulta llamativo, no obstante, que Patón recurra a este vocablo, por cuanto los datos del CORDE proporcionan únicamente dos ocurrencias, y ambas del siglo xx (1966, 1970). No se trata, en todo caso, de un neologismo del maestro, puesto que, como se ha apuntado, Nebrija lo consigna a finales del xv, pero conocer su uso en el «Libro XVII» aporta un dato más para la caracterización diacrónica de esta palabra, que, además, solo muestra una aparición en el CREA, de 1984. Por otra parte, tan exigua representación no parece justificar la sostenida presencia de abarcamiento en los repertorios léxicos del español, y aún menos la ausencia de marcas que señalen su escaso uso. Y en idéntica o más sorprendente situación se halla su sinónimo abarcadura, del que no se ofrece caso alguno ni en el CORDE ni en el CREA y que, sin embargo, ha figurado en la lexicografía académica hasta nuestros días. Otro ejemplo de cómo el maestro manchego opta en ocasiones por formas conservadoras, probablemente fruto de su conocimiento lingüístico, es el de manu escrito [f. 254]:

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Véase NTLLE.

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De mí digo —dijo otro religioso— que si le viera impreso diera de buena gana mi dinero, y aun si le encontrara manu escrito, le copiara de la mía o de otra mejor por el enfado que me da [ver cómo lo] usan estos lechuzos.

Se observa que está en uso adjetivo. Se mantiene separado y con la variante latina en el primer elemento del compuesto. A primera vista, parecería caso híbrido, un compuesto de voz latina más voz castellana (de hecho, el CORDE registra unos pocos casos de mano escrito en la época), pero nótese que ya era un compuesto ortográfico en el latín medieval —manuscriptum ‘texto escrito a mano’—. Así, parece que Patón, consciente del origen de la construcción, mantiene separados los constituyentes del compuesto, lo que le obliga a que el participio muestre la e- protética en la escritura. Cabe decir que el CORDE registra solo tres casos de manuescrito en el siglo xvii (el resto son todos de una sola obra del siglo viii). Por supuesto, manuscrito es, con mucho, la opción elegida por los autores áureos. En algunas ocasiones, el dómine manchego usa una voz en su sentido menos frecuente, como en caudaloso (f. 130): Y conociendo todo el mundo —particularmente las regiones habitadas de católicos— esta grande y perfeción escelente, acuden de las más remotas por mar y por tierra a hacer caudaloso empleo destos tesoros.

Se trata de una formación románica que aparece a principios del siglo xv. Esta voz, según el Aut., significa «muy rico y acomodado, lleno de bienes, hacienda y riquezas»; también se aplica el adjetivo al río que lleva mucha agua y va muy profundo. Patón, no obstante, usa esta voz en el sentido menos común, según observa el Aut.: «Estimable, apreciable, conveniente y oportuno para granjear y hacer caudal». Debe entenderse la expresión hacer caudal como «hacer caso, prestar atención» (Cor.). Este significado de caudaloso debió de ser paulatinamente olvidado, pues ya no se registra en el repertorio académico de 1780. Se acredita, ya desde el primer registro del CORDE (1406-1411), el significado que el Aut. marca como menos habitual y que es el usado en el «Libro XVII»: E el maestre de Santiago, don Lorenço Suárez, le dixo: —Aquí está Alonso Fernández Melgarejo, que comarca aquí e es caudaloso, el qual es bien pertenesciente para vuestro seruiçio e para la tener (Crónica de Juan II de Castilla).

De hecho, las tres ocurrencias que figuran en la Crónica de Juan II de Castilla muestran el mismo sentido. De las primeras catorce, todas de época medieval, dos corresponden al significado de ‘persona rica’, cuatro a ‘persona valiosa’

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y cinco a ‘río profundo’. Entre 1501 y 1700 se registran mil cuatrocientos once casos, número que desciende a trescientos trece durante el siglo xviii, estos últimos casi siempre aplicados a río. Ello concuerda con la desaparición del sentido de ‘persona valiosa’ en la edición del diccionario académico de 1780. 3.5.2. Voces o sentidos neológicos Como contraste al uso de voces sentidas como anticuadas en su época, Patón recurre a la formación de algunos neologismos curiosos, al tiempo que evidencia su atención a vocablos que están dando sus primeros pasos en el español, aspectos que ponen de manifiesto su acusado sentido lingüístico. Una muestra de ello es vice Cristo (f. 135vº): Y después desto, en todas las ocasiones de honra que el mismo Dios dio a los suyos, lo vejaminaba. Había de priviligiar a San Pedro y hacelle vice Cristo de su Iglesia y quería comenzalle a hacer participante de los actos de su divinidad.

Esta formación prefijal no se documenta ni en el NTLLE ni en el CORDE. El Aut., no obstante, se refiere a vice-Dios: «Título honorífico y respetuoso que se da al Sumo Pontífice y a los reyes y monarcas por estar en lugar de Dios en la tierra», voz únicamente representada en dos ocasiones en el CORDE, y solo una de ellas en época clásica (1610). Patón parece optar por una variante neológica con el mismo significado (al menos en los contextos que manejamos), como puede observarse. Desde el punto de vista formal, se advierte que el Aut. presenta la formación con un guion intermedio, mientras que en el manuscrito aparecen separados el prefijo y la base. Perseguida (f. 149) es otra formación neológica: [...] mirad, por vuestra vida, que llevan mis doncellas aunque tiernas y bellas y a los mancebos desta perseguida, con muy grave improperio a esclavitud prolija en cautiverio.

Esta palabra aparece en uno de los poemas de las Lamentaciones, atribuidas a Jeremías, por lo que su presencia puede responder a la necesidad de mantener la rima. Está construida mediante el sufijo deverbal -ida, con el significado de ‘acción y efecto’, como en embestida o acogida. Es voz que no se documenta en Cor. ni ningún repertorio del NTLLE ni en el CORDE. El español, no obstante,

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conoce desde época medieval el semicultismo persecución —muy frecuente— y el románico —menos habitual— perseguimiento. También es construcción neológica cejeándose (f. 151vº): «Concilio» se dijo tomando el nombre de los romanos, que a sus juntas le daban este nombre, o consilium, porque aquí vienen de conformidad todos a ser de un parecer y consejo. Dicen decirse a cilia, por las cejas, porque, cejeándose, declaraban las intenciones.

El verbo cejear(se), ‘mover las cejas dando a entender un parecer’, que hallamos en el manuscrito, no figura en Cor., ni en el DHLE, ni se documenta en ningún repertorio del NTLLE ni se registra en el CORDE o en el CREA o en el CORPES XXI. Puede señalarse, pues, al menos hasta donde hemos podido consultar, que estamos ante un neologismo de Patón formado mediante la adjunción del sufijo frecuentativo -ear a la base nominal ceja, lat. cĭlĭa, ‘cejas’. Viciosear [f. 181vº], ‘caer en comportamientos viciosos’, es voz que no se halla en los repertorios ni en los bancos de datos consultados. Está formada por la adjunción del sufijo -ear al adjetivo vicioso, a su vez derivado del nombre vicio, entendido este último como «Hábito malo, como opuesto a la virtud» (Aut.). Sigue un esquema formativo semántico similar a curiosear, en los sentidos que aporta el DLE (2014): «Ocuparse en averiguar lo que alguien hace o dice» o «Fisgonear». La formación parasintética envaroniza [f. 187vº], ‘adquirir caracteres propios del varón’, es probablemente un neologismo de Patón, pues tampoco se documenta el verbo ni en el CORDE ni en el NTLLE; y lo mismo ocurre con rejuvenecencia [f. 193], que tampoco se registra ni en los repertorios ni en el corpus indicado. De su constitución, con base verbal, se deduce el sentido «acción y efecto de rejuvenecer», siguiendo el modelo de comparecer > comparecencia o persistir > persistencia. Curiosamente, el maestro escribe rejuvenesció [191vº], caso poco común, pues el CORDE solo registra cuatro ocurrencias de mantenimiento del grupo culto en este verbo, todas del español clásico y de un mismo documento, por una decena de casos con reducción en el mismo periodo. En cualquier caso, es voz que empieza a usarse, según el mismo banco de datos, a finales del siglo xvi, lo que demuestra la atención de nuestro autor a las novedades léxicas de su época. Alguna palabra no es propiamente un neologismo del dómine manchego, pero sí indica de nuevo su interés por los vocablos que inician su andadura por esas fechas. Así, donosidad (f. 156vº): Destos era uno a quien le sucedió lo que diré, que, por que pasó delante de mí y ser cuento que con la donosidad que tiene hace a nuestro propósito, lo he de referir.

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Esta palabra, construida sobre el adjetivo donoso, se define en el Aut. como «Agraciado, pulido, aseado, chistoso, y que atrae la vista y la voluntad por lo gustosa que es su conversación». Esta caracterización, que aúna cualidades diversas, apunta a la persona atractiva y ocurrente. Es precisamente esta segunda condición, la de agudeza humorística, la que parece consolidarse en la palabra derivada que nos ocupa, delimitada así en el citado repertorio: «Donosura, gracia y chiste», así como en su competidora, también derivada del mismo adjetivo, donosura: «Donaire, chiste, gracejo». En Cor. se da noticia de la existencia de un antiguo donosía, de idéntico significado, ausente en el Aut. pero consignado desde la tercera edición del diccionario académico (1791)43 hasta la vigésima primera (1992)44, última en la que aparece. De modo inopinado, este vocablo se mantuvo largo tiempo en el DLE pese a contar, únicamente, con dos apariciones en el CORDE (ambas en la segunda mitad del siglo xv) y no haber constancia de ella en el CREA. En cuanto a donosidad, la voz que elige Patón, muestra diecisiete ocurrencias, todas en el apretado periodo que transcurre entre 1617 y 1648 —a las que hay que añadir dos apariciones esporádicas a mediados del siglo xx—, por lo que cabe pensar que la palabra era un flamante neologismo cuando el maestro lo incorpora a su obra —recuérdese que los Comentarios de erudición se debieron de recopilar hacia 1621, aunque no vieran la luz hasta 1628. Por lo demás, no hay más rastro de ella en los bancos de datos académicos CREA y CORPES XXI. El Aut., por su parte, advierte de que «tiene poco uso», nota que no incluye, en cambio, en la entrada correspondiente a donosura, de idéntico significado. Resulta curioso, por tanto, que el CORDE solo proporcione una ocurrencia de esta última palabra en época clásica (1690, que supone, además, la primera documentación) de entre los ciento veinte casos registrados; el CREA, por su parte, arroja una muy discreta presencia en el español moderno, únicamente veinticuatro apariciones. Otra innovación léxica que aprovecha Patón es buleto (f. 141vº): Tienen muchas esenciones, inmunidades, privilegios, los que yo no puedo referir y será fácil ver en los buletos apostólicos y gracias de reyes hechas a las Escuelas.

El Aut. define así buleto: «Diminutivo de bula. El breve apostólico que regularmente se da para concesión de algún privilegio o para dispensación de algún impedimento en materia de matrimonio o de Órdenes sagradas o para otros fines». Según Cor., es voz que se usa entre los siglos xvii y xix, lo que se ve confirmado por los datos del CORDE, que proporcionan un caso de finales del 43 44

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xvi, trece del xvii, uno del xviii y cuatro del xix, al tiempo que la consulta al CREA no arroja ninguna ocurrencia posterior. Por tanto, de nuevo hallamos al maestro manchego atento a las novedades léxicas. Patón conoce el escasamente extendido neologismo domestiquez (f. 135vº) y lo incorpora a su prosa: y porque el que quiere saber ha menester trabajar con domestiquez y sufrimiento como el buey puesto en el yugo

Esta palabra, con un sufijo que aporta ‘cualidad de’ a la base de derivación, conforma, junto con domestiqueza y domesticidad, una curiosa terna de voces con sufijos de sentido equivalente. El Aut. apunta que domestiquez es «lo mismo que mansedumbre» —lo cual se compadece bastante bien con el sentido que parece querer Patón en el «Libro XVII»—, que «tiene poco uso» y que «en lo antiguo se decía domestiqueza». Cor. indica que el raro domestiqueza (hacia 1440) proviene del italiano domestichezza y le atribuyen el sentido de ‘familiaridad’. Los datos del CORDE confirman que tanto domestiqueza (siete casos entre 1384 —esta fecha adelanta más de cincuenta años la primera documentación señalada por Cor.— y 1650, luego desaparece de los documentos) como domestiquez (cuatro casos, todos entre 1611 y 1624) fueron palabras de escaso uso. En Cor. se señala, además, la existencia de otra versión sufijada, domesticidad, de la que no indica significado ni fecha de primera documentación. La lexicografía académica no recoge esta voz hasta 1791, con el sentido de «afabilidad, suavidad en el trato». El DLE (2014) define domesticidad como «cualidad de doméstico», si bien no se halla entre las acepciones de doméstico, su base de derivación, ninguna que sustente la interpretación que se ofrece en la primera documentación lexicográfica académica. En suma, la voz italiana entró como préstamo en la Edad Media con el sentido de ‘familiaridad’ y se adaptó como domestiqueza; se usó luego, junto a la variante domestiquez, con el significado de ‘mansedumbre’ aplicado a personas. La formación domesticidad, más moderna, surge a finales del siglo xviii para indicar ‘afabilidad’; finalmente, la palabra ha abandonado este sentido y es la construcción que permite nombres abstractos de cualidad a partir de la base adjetiva doméstico. Alucinar (f. 138vº) es un neologismo interesante: ¿Cuándo comenzasen los grados? No osaré yo afirmar con determinada certeza del tiempo, aunque sí me atreveré a alucinar algunas cosas de que se puede hacer probable conjetura, poco más o menos.

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Así se define este verbo en Covarrubias45: «Es como adivinar una cosa que ni se sabe ni se entiende bien, al modo del que entre las dos luces, o de la tarde o de la mañana, viendo una cosa le parece otra de la que es». Cor. indica que esta voz, cuya primera aparición se documenta en 1499, procede del lat. ālūcĭnari; por tanto, es un latinismo neológico, y así lo considera aún Cov. Apuntan también que, entre los siglos xv y xvii, usado como intransitivo, conserva el sentido etimológico de ‘sufrir alucinación’. El repertorio de Stevens (1706)46 registra una definición que parece inspirarse en la de Cov.: «To guess at uncertainties, as on fees betwixt Light and Darkness»; además, nota que es «A word little used but by Poetical Writers». La primera edición del Aut. no recoge este verbo, pero sí la segunda (1770)47 —de la que solo vio la luz el tomo A-B— donde se define como «Ofuscar, confundir». Terreros (1786)48 escribe: «Aturdir, entorpecer». Ambas definiciones implican un sentido transitivo distinto del etimológico que pervive en época clásica, si bien el repertorio académico apunta que se usa más a menudo como recíproco. El DLE (1884)49 dice que alucinar es «Perturbar la razón con engaño de los sentidos algún daño físico o alguna influencia moral» y, figuradamente, «Ofuscar, seducir o engañar». En el DLE (1925)50, la acepción 1. es «Ofuscar, seducir o engañar», es decir, la que la lexicografía académica había venido considerando de carácter metafórico, al tiempo que consigna el significado intransitivo etimológico de ‘Confundirse, ofuscarse, desvariar’, indicando que se trata de un sentido desusado. Es en el DLE (1992)51 donde se añade, a estas dos últimas, una novedosa: «Sorprender, asombrar, deslumbrar», de uso pronominal también, que es la que predomina en el español actual. Resulta curioso que este verbo, de origen oscuro en latín según Cor., dé pie constantemente a establecer una relación pseudo-etimológica con la palabra luz: así lo hace Cov., quizá alucinando, precisamente, en el sentido propio de esta voz, y así invita a pensarlo también la última acepción académica mencionada, que incluye la idea de ‘deslumbrar’, de la familia de lumen, -inis, ‘luz’, bien que en una interpretación figurada. En conclusión, el significado que se consigna en Cov. es el único aplicable al uso observado en el «Libro XVII», pues no es posible interpretar aquí alucinar como ‘ofuscar, confundir o desvariar’ ni tampoco ‘sorprender o deslumbrar’, 45 Véase Covarrubias, S. de: Tesoro de la lengua castellana o española, Madrid, L. Sánchez, 1611. En adelante, Cov. 46 Véase NTLLE. 47 Véase NTLLE. 48 Véase NTLLE. 49 Véase NTLLE. 50 Véase NTLLE. 51 Véase NTLLE.

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interpretación que se ve corroborada por el Ndhe (1960-1996), que apunta en la tercera acepción de este verbo: «tr. Imaginar. Intuir». Este diccionario ilustra con este ejemplo: Lo que Pitágoras y Demócrito (siendo Sabios) de la inmortalidad del alma soñaron y alucinaron, el negro y el aldeano con la Fe lo afirman (1600 Rebolledo, Fray L. Orac. I 395vº).

El uso transitivo documentado en el manuscrito estudiado —aunque sí me atreveré a alucinar algunas cosas de que se puede hacer probable conjetura—, por otra parte, matiza la observación de Cor., según la cual «en los siglos xv-xvii se emplea como intransitivo, alucinar ‘sufrir alucinación’, según el uso latino». Además, la fecha de primera documentación que pudo hallar este mismo diccionario—1499— se ve modificada por los datos del CORDE, que registran una aparición en 1340 en un documento notarial (Anónimo: Traducción de la versión occitana del Fuero de Jaca por García Martínez, notario de Villafranca de N...). Patón, si bien en el uso menos común, como se ha visto, recurre a este latinismo neológico que, tras la primera documentación medieval, aislada, se recoge tan solo seis veces en el CORDE en época clásica antes de la muerte del maestro manchego. Las formas acivile y urbane (f. 127), que aparecen juntas en el texto, revelan un uso innovador y una creación original, respectivamente, del humanista manchego: Pues, ¿quién habrá tan duro que no se enternezca, tan montaraz que no se acivile y urbane, tan rebelde que, mandado, no obedezca y, rogado, no estime la honra que le hacen, señalándole paraninfo de la gratitud que todos debemos levantar con increíbles encomios a las estrellas?

Sorprende que Patón recurra aquí al verbo acivilar, «Hacer baja y vil una cosa», según el Aut., pues se espera un sentido que se contraponga a montaraz y que concuerde, además, con el que cabe interpretar en urbanar (en principio, acorde con la intención de la frase si se interpreta así: ‘hacer urbano, civilizado’, por contraposición a ‘agreste, incivil’), verbo, este último, que no se registra ni en el Aut. ni en el CORDE. Civil, documentado, según Cor., desde 1169, proviene de cīvīlis, ‘propio del ciudadano’, ‘político’. Según este mismo repertorio, civil se opone a militar en términos administrativos’. El Aut. observa todavía que, en el sentido de ‘sociable, urbano’ o ‘civilizado’, no tiene uso en castellano, solo admite civil como opuesto a criminal en el estilo forense (lo mismo hace Cov.) y advierte que el

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significado corriente es «desestimable, mezquino, ruin y de baxa condición y procederes», acepción actualmente anticuada, pero de la que hay multitud de ejemplos desde la Edad Media hasta el siglo xvii. Se apunta en Cor. que tal sentido «debe explicarse como consecuencia del significado de ‘caballero’ que tomó el lat. mīles en la Edad Media, de donde vino el que civilis, como opuesto a militaris ‘propio del caballero’, pasara a significar ‘villanesco, propio del no caballero’», y fecha acivilar (o, también, acevilar) ‘envilecer’ en los siglos xvi-xvii. Así, el significado de acivilar no casa con el que presumimos en urbanar, al que está ligado por la conjunción y, a no ser que se pretenda que Patón adopta un uso novedoso, de conciencia etimológica, donde atribuye al adjetivo de base de este verbo un sentido primario, opuesto a ‘grosero, ineducado, bajo o vil’. Por otra parte, urbanar, que no se halla ni el NTLLE, ni en el CORDE ni se registra en Cor., está formado sobre el adjetivo urbano (lat. ŭrbānus ‘propio de la ciudad’), que se documenta hacia el segundo cuarto de siglo xv. El Aut. indica que este adjetivo «se toma también por cortesano, atento y de buen modo»; no registra, este repertorio, el moderno urbanizar ‘hacer urbano y sociable a uno’ (DLE 1899)52. Este sentido es el que se interpreta en el urbane que escribe el maestro Patón, en lo que cabe señalar como un neologismo propio del autor manchego. El CORDE documenta por primera vez un verbo urbanizar en 1618 (Esteban Manuel de Villegas: Eróticas o amatorias): Cultura de pradera mostraba la ciudad de Polinices; pero voces felices la urbanizaron luego, de manera que luego dió por duros la juventud argólica sus muros. No toscas argamasas merecieron allí tener asiento, que, artífice el acento, añudó las almenas y las basas con lazos tan cabales, como si fueran puntos centruales.

Nótese que el sentido de este verbo, formado sobre la misma base adjetiva que urbanar, es, en los versos aducidos, el de ‘crear o mejorar construcciones allá donde solo hay tierra o arquitectura precaria’, no el de ‘educar o suavizar los modos de una persona’, como parece invocar el uso del maestro manchego. 52

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Habrá que esperar hasta la segunda mitad del siglo xix para comprobar el asentamiento de este verbo, agazapado en estado latente durante casi doscientos cincuenta años en nuestra lengua, como certifica su primer registro lexicográfico (DLE 1899)53. Conviene advertir que esta documentación lexicográfica ofrece dos acepciones: «Hacer sociable y urbano a uno» y «Convertir en poblado una porción de terreno», es decir, ubica en primer lugar el sentido metafórico que, con el paso de las décadas, ha ido perdiendo uso en favor del más próximo al etimológico. A veces los neologismos son solo ligeras variaciones de las formas comunes en la época. Así, borbotija [f. 194vº], «burbujita». Esta voz no aparece en el NTLLE ni en el CORDE. Terreros registra la muy similar borbotilla, y también borbolla, definidas ambas como «burbujica»; Domínguez, en su «Suplemento», recoge borbotilla; el Aut. deja constancia de borbollón y borbotón, así como del verbo borbotar «Nacer o hervir el agua impetuosamente y haciendo ruido»; o piernetorcido [f. 230], cuando en periodo áureo se documentan piernituerto, pierniquebrado o pierniabierto. Algunos usos léxicos, en cambio, suponen innovaciones que dejan de lado las formas más establecidas: abeterno [f. 125vº], «eviterno», es la hispanización y lexicalización, conocida, aunque poco frecuente en el español áureo, de la locución latina ab aeterno. Por otra parte, Patón escribe que «hijos de padres pobres a quien dádivas corrompen, porque dellas se dice que ablandan peñas» [f. 234]; Sancho Panza utiliza la locución: «dádivas quebrantan peñas» en el cap. 35 de la segunda parte de El Quijote, uso respaldado por cincuenta casos en el CORDE, el primero del Arcipreste de Hita y el último de 1928, mientras que de la elección de nuestro retórico tan solo se cuentan seis casos en ese mismo corpus académico, todos del siglo xvii. Parece que Patón opta aquí por la variante moderna, que fue efímera, de este modismo, antes que por la medieval. Algunas voces, como notomía (f. 129vº), presentan algunas particularidades: Y no piensen algunos que he olvidado la Medicina, pues la notomía que de ordinario se hace descubre lo que sus dotores se precian de ser los más aventajados del mundo.

Extrañamente ausente del Aut. —es voz usada, por ejemplo, en la primera y en la segunda parte del Quijote—, no asoma por el diccionario académico hasta 189954 con el sentido de ‘esqueleto’, advirtiéndose que es voz anticuada,

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y en la siguiente edición, la de 191455, se añade que vale por ‘anatomía’, significado también obsoleto. No obstante, sí la registra Terreros (1787)56, en su monumental repertorio, aunque con una descripción singular: «Notomía: Voz burlesca. Lo mismo que Anatomía». Y el insigne jesuita ya entiende la anatomía como la «ciencia, arte y conocimiento de las partes del cuerpo humano o de algún animal, en orden a su disección, y curativa. También se llama anatomía a la misma disección». El CORDE, por su parte, ofrece numerosos ejemplos del español clásico donde notomía equivale a ‘disección del cuerpo humano’, sin rastro alguno, por cierto, del matiz irónico o burlesco, si bien no faltan casos en los que significa ‘anatomía’ en el sentido moderno de ‘ciencia que estudia la estructura y forma de los seres vivos’. En el texto del «Libro XVII», ambos significados pueden ser apropiados para explicar la frase en que se inserta la palabra considerada, ya que, por una parte, el verbo ‘hacer’ invita a pensar en un sujeto con idea de ‘acción’, mientras que, por otra, el sentido de ‘anatomía’ se ajusta bien a la coherencia del discurso que desarrolla aquí Patón enunciando las diversas materias que se enseñan en la Academia de Salamanca. El modo de usar la voz hidropesía (f. 172) por parte de Patón revela su conciencia de los mecanismos figurativos que dan lugar a sentidos neológicos: Y esto he dicho, forzado de importunaciones, por no dar en descortés, que mucho gustara de escusarme porque temo el poco crédito que esta dotrina y mis razones han de hallar en los enfermos desta pestilencia de codicia, raíz de todos los males, sequía que ni se llena ni harta, sino que, al paso del aumento, crece su deseo como hidropesía.

El Aut. sigue el parecer de Cov., según el cual «algunas veces se toma por avaricia, porque el hidrópico, por mucho que beba, nunca apaga su sed, ni el avariento, por mucho que adquiera, su codicia». Se entiende bien la traslación que da lugar al sentido metafórico, por más que proceda de una creencia, que hoy se sabe errónea, según la cual la persona afectada de hidropesía lo está por beber en exceso. Cor. indica que hidropesía está «tomado del b. lat. hydropisia, lat. hydropisis íd., que a su vez era alteración del gr. ὕẟρωψ íd., según phthisis y otros nombres de enfermedad». En el DLE (1780)57 se lee que es «Enfermedad causada por un conjunto de aguas que se hace en alguna parte del cuerpo, la cual suele proceder de beber en exceso y causa hinchazón [...]. Metafórico: deseo desordenado de 55 56 57

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riquezas». El sentido figurado se conserva en el repertorio académico hasta la edición de 181758, mientras que la acepción médica sigue registrándose, con marca, en la actualidad. El uso lexicalizado que hallamos en nuestro manuscrito procede, precisamente, de un contexto donde se habla de la codicia, en sentido estricto; por otra parte, el hecho de que la voz aparezca en una estructura comparativa —«y mis razones han de hallar en los enfermos desta pestilencia de codicia, raíz de todos los males, sequía que ni se llena ni harta, sino que, al paso del aumento, crece su deseo como hidropesía»— permite deducir que el autor advierte, consciente, la traslación metafórica que se ha operado en la palabra, lo que vuelve a evidenciar la exquisita formación lingüística de Patón. 3.5.3. La riqueza léxica Patón se adorna por momentos exhibiendo una colorida riqueza léxica. Sirvan de ejemplo estas dos series: zaquizamís, desvanes y caramanchones [f. 200vº]; vayas, cordelejos, cordel, matracas, picones y baldones [ff. 136vº-137]. Además, los Comentarios de erudición están salpicados de recursos retóricos. Así, Patón juega con el modismo la imaginación hizo el caso —«Proloquio que explica la fuerza de la aprehensión, y que, en muchos, por la viveza de la imaginación, no son las cosas lo que son, sino lo que se aprehende» (Aut.)—, ampliándolo: la imaginación hizo el caso y el suceso [f. 187]. Más allá de las metáforas más o menos comunes en el Siglo de Oro, no faltan ciertas paronomasias59 propias del insigne maestro: ni de otros que, no obstante que son hijos de padres principales y ricos, se salen de las universidades disfrazados en este hábito, con nombre de romerías, y se van a ramerías [181vº]; una tapicería de grana pendiente de los hombros y una corona tan grande que ningún hombre ni hombros de uno la podían sufrir? [f. 202].

3.5.4. Conclusión El examen de las voces seleccionadas para este estudio preliminar pone de manifiesto dos caracteres aparentemente contradictorios en la prosa del maestro Patón —en realidad, dos caras de la misma moneda— que se explican por su 58

Véase NTLLE. El maestro la define así: «Anominación o paranomasia es cuando las palabras se ponen algo mudadas en las letras». Afirma que hay cinco maneras; la tercera consiste en trastocar una letra en otra. Véase Jiménez Patón, Elocuencia española en arte, cap. 10, pp. 177 y 359. 59

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sólida formación lingüística y que, en suma, no son en absoluto ajenos a los autores áureos. Por una parte, se observa una inclinación al mantenimiento de ciertas palabras o acepciones medievales, al tiempo que se decanta con frecuencia por los sentidos menos habituales en otras; por otra, se revela la mano del humanista atento, sensible a los significados innovadores de palabras instaladas desde largo periodo en el idioma, a los neologismos de su época e, incluso, a la creación de voces originales. AGRADECIMIENTOS Queremos expresar nuestra gratitud por la ayuda prestada en la confección del presente volumen a la Biblioteca Nacional de España y a la Biblioteca de Cataluña; a las bibliotecas universitarias de Barcelona, Oviedo y Zaragoza; a la Biblioteca Pública del Estado y a la Biblioteca Diocesana de Palma. De manera especial, agradecemos sus valiosas aportaciones a José Ramón del Canto Nieto, Carmen Codoñer Merino, Rafael Jiménez Zamudio, Catalina Monserrat Roig, Antonia Soler Nicolau y Rafael Ramis Barceló.

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sólida formación lingüística y que, en suma, no son en absoluto ajenos a los autores áureos. Por una parte, se observa una inclinación al mantenimiento de ciertas palabras o acepciones medievales, al tiempo que se decanta con frecuencia por los sentidos menos habituales en otras; por otra, se revela la mano del humanista atento, sensible a los significados innovadores de palabras instaladas desde largo periodo en el idioma, a los neologismos de su época e, incluso, a la creación de voces originales. AGRADECIMIENTOS Queremos expresar nuestra gratitud por la ayuda prestada en la confección del presente volumen a la Biblioteca Nacional de España y a la Biblioteca de Cataluña; a las bibliotecas universitarias de Barcelona, Oviedo y Zaragoza; a la Biblioteca Pública del Estado y a la Biblioteca Diocesana de Palma. De manera especial, agradecemos sus valiosas aportaciones a José Ramón del Canto Nieto, Carmen Codoñer Merino, Rafael Jiménez Zamudio, Catalina Monserrat Roig, Antonia Soler Nicolau y Rafael Ramis Barceló.

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CRITERIO EDITORIAL

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Se han regularizado las grafías que no representan un valor fonológico en la época clásica distinto del actual. Así, se han transcrito según la norma moderna: b, v, u; ç; i e y; ff; ss; qu (ante a, o, u); ph y th; g (ante vocal e o i) se ha transcrito j cuando así lo exige la norma actual; también, según la regla actual, se ha resuelto la presencia o ausencia de h. Se ha conservado la s (donde hoy encontramos x)60; ch (con valor de /k/) se ha transcrito como qu. Otras grafías, como g (ante vocal a) e i cuando representan el fonema /ž/ y x con valor de /š/ se han transcrito como j, según la norma moderna. Se han separado las palabras que aparecen reunidas contra la norma actual; y se han mantenido las que figuran separadas también contra el uso moderno. Hay algunas excepciones en la aplicación de este criterio: Por un lado, se ha transcrito dél por del cuando la amalgama incluye el pronombre tónico. Si no aparece contracción en el manuscrito y debe entenderse la forma pronominal, nos hemos limitado a regularizar la acentuación (de el > de él). Por otro, se han conservado las amalgamas del tipo: deste, esotro, etc. y sus femeninos y plurales. De igual modo se han mantenido dello, dellos, della, dellas y dello, y quel (que el). Los escasos ejemplos en que ambas clases de amalgamas figuran separadas respetan lo leído en el manuscrito. Los grupos cultos de consonantes y sus reducciones se han respetado: insigne, docto; dino, vitoria. En el caso del grupo culto -nm-, se ha transcrito la asimilación -mm- cuando figura así en el ms.: immortal, immunidades. 60

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Asumimos aquí la pronunciación actual del español corriente, no enfática.

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También se han mantenido las amalgamas de infinitivo + pronombre átono: echallo, llevallo. Cuando la conveniencia de reconstruir una palabra ha sido evidente, se ha restituido lo preciso mediante corchetes cuadrados: superfluo > superfl[u]o. De modo inverso, se han utilizado los corchetes angulares para indicar que una letra o una sílaba figuran reiteradas por error o simplemente sobran: del. O se repiten una o varias palabras: en , de los . Las palabras truncadas al final de línea en el manuscrito se han transcrito completas sin más. Se ha indicado el cambio de folio insertando la numeración inmediatamente antes del inicio del folio correspondiente: No hay quien no sepa [f. 127] el piadoso efecto de la cigüeña / señalándole paraninfo de la gratitud que todos debemos levantar con [f. 127vº] increíbles encomios. Se ha regularizado el uso de mayúsculas según la norma actual. Sin acudir a los corchetes, se han desarrollado las abreviaturas q~ (que) y mag° (majestad), b. m. (vuesa merced), ntros (nuestros), vtro (vuestro), dho (dicho), ettza (etcétera), por su uso protocolario. Cuando se ha hallado una letra o una palabra tachada, se ha indicado en nota. Se ha realizado la división en párrafos. Los puntos y aparte en que se organiza el manuscrito original son claramente insuficientes para asegurar la comprensión, como es propio de la época. Así, se han introducido los puntos y aparte en los párrafos excesivamente largos en los que se suceden ideas diversas que merecen ser individualizadas. Dadas la escasez de indicaciones en el manuscrito y las lógicas discrepancias de criterio con la normativa actual del español, se ha puntuado de nuevo todo el texto. Tal labor no ha sido siempre sencilla, pues la notable longitud de algunos párrafos y los habituales anacolutos característicos de la lengua clásica oscurecen en ocasiones el sentido del discurso. En general, se ha optado por mantener la hilación sintáctica natural del texto hasta donde ha sido posible sin perjudicar el entendimiento de los enunciados. Se ha incorporado un glosario final con los nombres erróneos o de la época, señalados con un asterisco en el texto, escritos según la denominación actual. Los autores griegos y latinos se citan siguiendo el índice de A Greek-English Lexicon (Oxford, Clarendon Press, 1966) y el del Thesaurus Linguae Latinae (Lipsiae, in aedibus B. G. Teubneri,1904) respectivamente.

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«LIBRO DECIMOSÉTIMO» DE LOS COMENTARIOS DE ERUDICIÓN

Proverbio común es en Castilla, y tuvo su origen de los latinos1, decir: «Amor, cuidado y dinero son tres cosas que no pueden con facilidad disimularse dónde están»2. Y, si bien se considera esta sentencia, aunque es verdadera, parece corta porque hay otras que con gran dificultad se encubren, cuales son sangre real, saber y natural inclinación. De uno y otro, hay bastantes ejemplos en las divinas y humanas letras. Alejandro, hijo de Príamo —que depués se llamó Paris3— y los primeros fundadores de Roma4 pastores eran y no conocían a otros padres sino a los montes y fieras, y en esta humildad de oficio hicieron cosas que olían a quienes eran, a hijos de reyes. Aquiles, en hábito de mujer, inclinado a las armas, no pudo abstenerse —aunque le convenía cuando el fingido mercader Ulises puso

1 Sin duda se refiere al aforismo medieval: Amor tussisque non celatur, probablemente derivado de Ovidio, Epist. 12, 37, en la que Medea dice a Jasón: quis enim bene celat amorem? 2 Correas, Vocabulario de refranes y frases proverbiales, p. 81: «Amor y dinero, no puede estar secreto». 3 El segundo hijo de Hécuba y Príamo fue abandonado en el Ida por Agelao, criado real, ya que, tras un sueño de su madre, se vaticinó que causaría la ruina de su patria. Fue alimentado por una osa y recogido a los cinco días por el mismo Agelao, quien le acogió como hijo propio en sus campos, llamándole Paris. En su adolescencia se le apodó Alejandro porque rechazaba a los ladrones y defendía los rebaños. Véase Apollod. 3, 12, 5. 4 Se refiere a Rómulo y Remo, hijos de Marte y de la vestal Rea Silvia; fueron expuestos y recogidos por Faústulo, pastor real y criados en un mundo pastoril hasta la adolescencia. Véase LIV. 1, 4, 6-9.

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entre sus mercadurías tienda de armas— de querer probar la espada5. Diógenes Cínico, bajo de aquellos remiendos de desechado paño, no dejó de resplandecer en la sabiduría y de ser conocido y estimado por sabio, aunque vendido por esclavo6. Luego razón sería que el proverbio se reformase pues no lo comprehende todo, como algunos otros, y dellos es uno que dice: «Cobra buena fama y échate a dormir7». Porque de seguir este consejo hemos visto muy desgraciados fines [f. 124vº] y nombres muy honrosos no solo perderse, mas convertirse en inominiosos. Testigos son los Nerones, Domicianos y otra infinidad8. Así que debía decir: «Cobra buena fama y vela para no perderla», como se cuenta de Epaminundas*, el tebano, que, mientras sus ciudadanos dormían o estaban en cosas de pasatiempo y gusto, velaba él y guardaba su ciudad por no perder por un poco de descuido la gloria que tanto tiempo y trabajo le había costado9. Y así otros proverbios tienen la misma necesidad de reformación para que del todo sean verdaderos. Mas el que primero propusimos, bien esaminado, pierde la apariencia que tiene de falso y es del todo verdadero, porque en el amor y cuidado hallaremos se incluyen todas tres —que sangre y natural inclinación todo es uno y este es amor natural que cada uno tiene del deseo nativo que heredó— en su sustancia derivado de la de su padre cuya semejanza desean, procuran y apetecen, así como los padres la de la conservación de su especie. La sabiduría, ¿qué es sino un cuidado y deseo de alcanzar las cosas que se inoran? Luego el proverbio está en su verdad muy cumplido. Y según él, nuestro Laminio mal podía encubrirse pues se hallaban en él dos cosas de las que cada una de por sí se disimulan mal. Del amor, Ovidio lo dice por momentos10 y la esperiencia lo enseña. Pues que sea amor el que se le tiene a la sabiduría, Platón dice que es tan hermosa que a los que alcanza a ver les cautiva de sus amores11. El cuidado es cierto, que a los que velan y no duermen es a quien se comunica esta 5

Aquiles fue ocultado en Esciros por Tetis, su madre, vestido de mujer, para evitar su participación en la Guerra de Troya, sabiendo que moriría en ella. Le llamaban Pirra, Cercísera o Isa, según los mitógrafos. Odiseo le ofreció vestidos y adornos femeninos entre los que había mezclado armas, mientras hacía sonar una trompeta. Aquiles trató de arrebatar las armas, descubriendo así su verdadero sexo. Véase Apollod. 13, 6-7; Hyg. Fab. 96; Ov. Met. 13, 162-170. 6 Diógenes de Sínope (412-323 a. C.) fue un filósofo griego perteneciente a la escuela cínica. Se conservan numerosas anécdotas de su vida, transmitidas por Diógenes Laercio. Véase D. L. 6, 19, 20-81. 7 Correas, Vocabulario de refranes y frases proverbiales, p. 166. 8 Los emperadores Nerón y Domiciano, admirablemente retratados por Suetonio, son considerados paradigmas de maldad. Véase Svet. Dom. y Nero. 9 Plv. Moralia 192 c (Reg. et imp. apophtheg.). 10 Véase, por ejemplo, Ars 1, 275, refiriéndose al amor furtivo: uir male dissimulat. 11 Patón interpreta las palabras de Sócrates en el Filebo. Véase Pl. Phlb. 11 b-c y 59d.

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divina señora. Y lo uno y lo otro lo declara el viaje de Laminio pues, de [f. 125] la sabiduría enamorado, salió de su casa y, porque estaba informado que, aunque en muchas partes de España tiene casas donde habita, la principal donde tiene su corte hoy en toda la cristiandad es en Salamanca, quiso —como otros por ver sus siervos, que son las ciencias de humanidad, dieron vuelta al mundo— él, dentro de su reino y patria, visitar la misma señora, adornada de más y mejores criadas que los otros alcanzaron a ver, y aquellas muy mejoradas; porque, si es que —después de la del cielo— la sabiduría tiene propia casa, la tiene en esta ciudad donde, habiendo llegado muy gozoso, casi quiso besar la tierra y decirle lo que Eneas dijo a la de Italia12. Esto era ya tarde y así no tuvo lugar de ver nada hasta otro día. Tomó posada y, llegada la hora de dormir con el cuidado y amor —que son cosas que engendran sueños—, soñó que vía13 una mujer vestida de brocado con mucha pedrería, el rostro muy hermoso y que había caído del cielo acompañada de espíritus angélicos14, con grande acompañamiento de los verdaderamente sabios, dellos adornados con guirnaldas de laurel, otros con las de hiedra, otros con borlas y capirotes, cuyos nombres no refiero porque todos no es posible y, nombrando algunos, se hace a los otros agravio. Esta era aquella maestra de las virtudes y hija de Dios abeterno15: la divina y celestial señora, la Sabiduría, la cual le dijo aquel metro que Boecio pone en sus Consuelos filósofos desta suerte: Cualquier hombre que, constante, la loca altivez del hado, [f. 125vº] a sus pies ha sujetado mostrando a todo un semblante, y el que sin hacer mudanza en la buena y mala suerte no divierte16 su firme y fiel esperanza triunfar tiene de la muerte, porque ni del mar la rabia

12

Verg. Aen. 7, 122: «¡Salve, tierra que me debían los destinos! Y vosotros, fieles Penates de Troya, ¡salve! He aquí vuestra casa, he aquí vuestra patria». 13 vía: «veía». Es una de las formas derivadas del latín uidebat que conoce el español medieval, extendida al español clásico. La lengua estándar, finalmente, impuso la forma «veía». 14 La Sabiduría se aparece a Laminio adornada con galas similares a las de la Filosofía cuando visita a Boecio en su celda de condenado, en De consolatione philosophiae 1, P. 1. 15 abeterno: «eviterno». La forma utilizada por Jiménez Patón es la hispanización y lexicalización, conocida, aunque poco frecuente en el español áureo, de la locución latina ab aeterno. 16 divertir: «Apartar, distraer la atención de alguna persona para que no discurra ni piense en aquellas cosas a que la tenía aplicada, o para que no prosiga la obra que traía entre manos» (Aut.).

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ni cuando descubre el suelo y amenazando está el cielo, le mueve, inquieta, ni agravia, ni el fuego del rayo ardiente para alcázares guardado en cuidado le pone, ni miedo siente del altivo fuego airado. ¿Para qué los miserable de los tiranos se espantan, por qué al cielo los levantan siendo locos y mudables? No tienen fuerza, son nada, de ellos, ni temas ni esperes, di qué quieres, yo te daré desarmada su fuerza si no temieres. El hombre que está temblando con deseos o temores [f. 126] en cosas que son mayores que las que son de su bando arroja el necio el escudo y, del lugar escluido merecido, labra como necio y rudo cadena en que se ha prendido17.

En diciendo esto, la divina visión se desapareció y es que, como soñaba vencido con el gusto que con el sueño recibió, dispertó. Diole muy gran consuelo el sueño por ser tan a propósito de sus deseos y así perdió el dormir por un rato contemplando los intereses grandes que al hombre se le siguen de darse a los estudios desta divina señora aunque, lastimado de ver que muchos pervierten el fin de sus estudios de adonde nace la amenaza que en lo último hizo la visión, le trujo a la memoria unos versos del Dantes* que dicen: O insensata cura di18 mortali, quanto son dife[t]tivi s[i]llogismi19 quei che ti fan[n]o in basso ba[t]ter l’ali!

17 18 19

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Boeth. Cons. 1, M. 4. Al margen: «Lib. 1. Met. (sigue un núm. ilegible)». En las ed. modernas: de’. En el ms.: difectivi i sollogismi.

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Chi dietro ad iura20, e chi ad amphorismi sen giva, e chi se[g]u[e]ndo21 sacerdotio22, e chi regnar per forza e23 [per] sophismi, e chi rubar[e], e chi civil negotio24, chi nel diletto de la carne involto s’affaticava, e chi s[i] daba a l’otio25.

En estos discursos y otros semejantes, y durmiendo algunos ratos, pasó la noche. En amaneciendo, se levantó y fue a Escuelas; no [f. 126 vº] a tiempo de leción, porque era víspera de san Lucas, patrón de Escuelas26, y se hacía su fiesta con mucha celebridad, a la cual asistió aquel día a vísperas, y a otro, a misa, con mucho gusto que recibió de ver la junta y acompañamiento de Escuelas y Colegios que, aunque había estado otras veces en Salamanca, nunca en este día y así nunca había visto tan grande y célebre fiesta que es una de las mayores que se hacen en toda España, la cual, porque no faltarán coronistas que la celebren, dejo para otra mejor y más desocupada pluma27. Solo repetiré en romance castellano la oración que en elegante latín oró un célebre orador, Cicerón nuevo en lo acendrado del latín y vivo de la acción que, subido en la cátedra, con silencio de todos, dijo así: Oración por la ínclita Academia de Salamanca —Con mucha razón, ínclita Academia, fuera tenido por el más ingrato de los hombres, no solo de los que aquí nos hemos juntado, si en esta ocasión no obedeciera a los autores desta que alguno llamara osadía o temeridad y pudiera, a no ser obediencia a aquellos, digo, a quien no sólo mis letras y saber, cualquier que sea, pero mi necio ser y a mí todo me debo. Y esto, en decir y celebrar las alabanzas —porque este quieren que sea el fin de esta oración— de nuestra 20

En las ed. modernas: a iura. En el ms.: sequando. 22 En las ed. modernas: sacerdozio. 23 En las ed. modernas: o. 24 En las ed. modernas: negozio. 25 Dante, La Commedia, Parad. 11, 1-9. Al margen: Paradis. Cant. 11. Nótese la expresión castellana utilizada por el maestro: «se daba al otio». En las ediciones modernas: «si dava a l’ozio». 26 Se trata del 18 de octubre. 27 Patón utiliza una expresión similar en otras ocasiones, por ejemplo: «La nobleza deste rey [Codro] fue tanta que se hizo della proverbio. La distancia de tiempo que dende Ínaco hasta al de Cobro* hubo no es fácil de averiguar ni segura la certeza, y así la dejo para otros más desocupados». Véase Jiménez Patón, Comentarios de erudición, («Libro XVI»), p. 210. 21

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madre, en agradecimiento de los beneficios que todos hemos della recebido, ilustrando sus merecimientos nunca acabados de loar como fuera justo. No hay quien no sepa [f. 127] el piadoso efecto de la cigüeña, ave bruta, animal sin razón, que en la vejez a sus padres sustenta y regala, como ellos lo hicieron con ella cuando polluelo tierno en el nido28, pues cuánto más puesto en razón y justicia está que nosotros, que somos aquel animal a quien por escelencia llaman divino por la singularidad del discurso, contribuyamos las debidas gracias a quien nuestro ser debemos y, ya que no podemos mostrar este afecto con la ostentación de las riquezas, al menos no nos hemos de escusar de hacerlo en nuestros escritos y oraciones, declarando nuestro buen sentimiento y agradecidos deseos en sus debidas alabanzas, de suerte que lo que las manos no pueden, manifiesten y satisfagan el corazón y la lengua, pues que, siendo madre común de todos nosotros, con beninidad indecible nos fomenta y regala; como a queridos hijos, nos cría y alimenta con la dulce leche de su dotrina en su amoroso pecho; y, como amadas prendas, nos estima enriqueciéndonos con joyas y dones de sabiduría en que, como emperatriz de las demás Escuelas, en superior grado florece, adornándonos con las perlas y margaritas29 de las buenas costumbres y, finalmente, honrándonos con todo género de honra en sus grados, borlas y capirotes, colegios y cátedras, y otras muchas insinias30, muestras y premios de la gloria que nos comunica, con lo que confirma el afecto de su indecible piedad. Pues, ¿quién habrá tan duro que no se enternezca, tan montaraz que no se acivile y urbane31, tan rebelde que, mandado, no obedezca y, rogado, no estime la honra que le hacen, señalándole paraninfo de la gratitud que todos debemos levantar con [f. 127vº] increíbles encomios a las estrellas? Pues yo, mil veces dichoso en haberme caído esto en suerte, satisfecho de que vosotros lo estáis que yo me he encargado de negocio tan arduo con más deseo de obedecer que de cumplir mi obligación, no quise reparar ni poner duda del silencio y atención que, por ser quienes sois y por la materia de que se trata, me la habéis de dar vosotros, padres gravísimos, perfectísimos varones, religiosos venerables y juventud estudiosa, oyendo con paciencia y haciendo estimación de mis deseos. De mí os certifico que con gran

28

El orador utiliza este conocido tópico, glosado por Alciato, Covarrubias y Erasmo, y citado por Jiménez Patón en El virtuoso discreto, p. 158, n. 375. 29 El orador, sin duda, no se refiere a la flor así llamada, sino a la piedra preciosa. En griego, margarita significa ‘perla’; incurre pues en una innesaria redundancia. 30 insinia (por insignia): «Señal distintiva o divisa honrosa por la cual se distinguen unas cosas de otras, o absolutamente o por ser señal de algún honor especial» (Aut.). 31 Es curioso que Patón recurra aquí al verbo acivilar («Hacer baja y vil una cosa» Aut.), pues se espera un sentido que se contraponga a montaraz y que concuerde, en cambio, con el que cabe interpretar en urbanar (en principio, acorde a la intención de la frase), verbo, este último, que no se registra ni en el Aut. ni en el CORDE.

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confianza y alegría lo emprendo porque os considero aficionados al argumento de mi oración y os contemplo deseosos de oírle y, como yo, vergonzoso, dudoso y temeroso, antes ya animoso, os imagino atentos, y con este favor alentado, confío que este felice principio ha de engendrar un medio dichoso y parir próspero fin porque la materia es tan copiosa que no tengo que temer lo que pueda decir, antes desear el buen modo para saber acabar. Si queremos considerar los padres de nuestra ínclita madre, hallaremos que, por esta parte, somos todos tan castizos y generosos que somos nietos de los catolicísimos reyes de nuestra España. Ellos fueron los padres —fundadores—, y ellos son los patronos bajo de cuya proteción, amparo, favor y custodia ella nos rige y enseña y nosotros militamos. Y de los reyes, ¿quién pensáis que fueron? Un don Fernando Santo32, el que ganó a Sevilla, trasladó y pasó esta Academia y estudio de Palencia a esta insigne ciudad, y la fundación allí la había hecho su padre don [f. 128] Alonso33. Depués don Alonso, sobrenombrado Sabio34, porque lo fue mucho, favoreció con su inclinación esta obra, confirmándole sus privilegios, y aun dándole otros nuevos, y acrecentándola en rentas. Y los que hasta hoy han sido han continuado este favor y amparo con su real afecto y piadosa voluntad. Y si de los fundadores y patronos hubiera de bosquejar las alabanzas, fuera pretender un infinito. Solo digo que ha sido tal la atención, cuidado, hipo35 y conato con que han acudido a este intento que ni el largo espacio del tiempo, tumultos inquietos de prolijas, importunas y peligrosas guerras civiles y de enemigos, ni la esterilidad de años han sido poderosos a disminuirla, antes sale cada día más renovada y aumentada, como dice el Profeta que le sucede a la reina de las aves36 y esto por haberla Dios puesto desde sus principios felices para su deseada conservación bajo del amparo de tan cristianísimos y piadosísimos príncipes, ayudando a esto la próvida eleción del lugar donde la fundaron, que es esta escelentísima ciudad de Salamanca, la cual, dicen las historias, que fundó aquel celebrado semidiós, y por sus trabajos famoso, Hércules37, y después la 32

Fernando III el Santo, rey de Castilla y León (1230-1252), hijo de Alfonso IX y de Berenguela de Castilla, renovó el privilegio de su fundación en 1242. 33 El origen oficial de la universidad data de 1218, cuando Alfonso IX de León eleva a Estudio General del Reino las Escuelas de la Catedral. Su intención era que los leoneses no tuvieran que ir a estudiar al Reino de Castilla en el Estudio General de Palencia. 34 Alfonso X, rey de Castilla y León (1252-1284), hijo de Fernando III el Santo y de Beatriz de Suabia, gran favorecedor de la ciencia y de la literatura, otorgó mediante Real Cédula de 8 de mayo de 1254, el título de Universidad al Estudio General del Reino. Al siguiente año, el papa Alejandro IV concede validez universal a los grados otorgados por Salamanca. 35 hipo: «Deseo, anhelo o ansia» (Aut.). 36 Vvlg. Ps. 102, 5: Renouabitur, ut aquilae, iuuentus tua. 37 El semidiós Heracles o Hércules latino, hijo de Zeus y Alcmena, es el héroe más célebre y popular de toda la mitología clásica. Su nombre se asocia a tres grandes categorías de leyendas:

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aumentaron los romanos, haciendo la puente38 que hoy tiene, que es una de las fábricas insignes que hay en el reino. Destruyéronla, envidiosos de su gloria, los mahometanos en la general ruina de España, mas en la restauración la reedificó el conde de Castilla, don Diego39, porque la amenidad del sitio, la claridad de los aires, dulzura de las aguas del río Tormes, fertilidad de la tierra, correspondencia de comarcas, convida a poblar y promete duración. [f. 128vº] Lo barato y bueno de los bastimentos40: carne, pan, vinos y frutas, las mejores de Estremadura y Castilla; la fábrica de edificios públicos y particulares, hermosura de la arquitectura, fortaleza de las murallas, honra, deleita y es de gran provecho; la feria célebre de setiembre, el frecuente mercado del jueves, el rastro del sábado causan mil comodidades convenientes a los estudiantes y moradores con que se sustentan, conservan y viven muy contentos y aprovechados. De pescados para las vigilias y cuaresmas del año los ríos vecinos y el mar, no lejos, la tienen suficientemente abastecida y regalada. Campiñas de mucho y buen trigo, sierras comarcanas de abundancia de leña y carbón, bosques muy llenos de caza también la recrean y sustentan. Y, porque en nada le sea enemiga la tierra a la Academia, ordenó la providencia divina floreciesen los naturales en agudeza, prosperidad y escelencia de ingenios y fuesen notablemente inclinados a la profesión de las ciencias, artes y letras. Y aunque han salido desta ciudad muy esclarecidos varones por las armas y de notable gobierno, así en este reino como en los estraños, en este mundo y en el nuevamente descubierto, no se han ofendido desta profesión antes ayudado, como otro Julio César41 o Jenofonte42.

el ciclo de los Doce Trabajos, realizados en solitario o con ayuda de su sobrino Yolao; las hazañas independientes del ciclo precedente, realizadas al frente de ejércitos; las aventuras secundarias que le acontecieron durante los Trabajos. El cronista Gil González de Ávila (c. 1570-1658), pone en duda la fundación de la ciudad y la construcción del famoso puente del Tormes por parte de Hércules, afirmando que todo ello obedece más a la tradición que a la escritura. Véase González de Ávila, Historia de las antigüedades de la Ciudad de Salamanca, cap. 2, p. 5 y cap. 5, p. 14. 38 Nombre de género ambiguo, si bien se usa hoy en día habitualmente como masculino. 39 Se refiere probablemente a don Diego Rodríguez, conde de Castilla (c. 873-c. 885) a quien el rey Alfonso III, encomendó la ocupación y repoblación de la parte llana, correspondiente ya a la antigua provincia Cartaginense; el conde pobló, según parece, Burgos y Ubierna. Véase Aguado, 19588, t. 1, p. 492. 40 bastimento: «La provisión competente que se previene para comer, sustentar y mantener una casa, ciudad, plaza, armada, etc. de los víveres y vituallas necesarias» (Aut.). 41 Cayo Julio César (100-44 a. C), político, general y escritor romano, autor del tratado gramatical De analogia y de los históricos De bello Gallico y De bello Ciuili, donde refleja su actuación bélica y política. 42 Jenofonte (430-355 a. C.), general y escritor griego, cultivó el género histórico en la Anábasis, las Helénicas y la Ciropedia; el filosófico en la Apología de Sócrates, Recuerdos de Sócrates

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Muchos ha habido que, de día con la pica y celada, y de noche con los libros, han sido perpetuamente estudiantes y soldados, ayudando el valor de la espada con la industria del consejo en que han servido noble, fiel y valerosamente a su patria, ley y rey. De aquí procede que con tanto amor hospeden, recojan, amparen, [f. 129] tengan y estimen los forasteros como naturales porque, como todos son sabios —y el que lo es en ninguna parte es forastero sino natural de todas, como dijo Sócrates43—, así también los sabios a ninguno tienen por forastero ni estraño sino por compatriota y natural, y como tal le tratan. Y, siendo esta escuela madre de sabios, los que en ella se crían, estudian y profesan no sólo son de una patria, sino hermanos, pues hijos de una madre, y es justo que, como encarga el Apóstol, entre ellos permanezca el amor fraterno44. Tales fundadores, patronos y patria no prometen menor escelencia antes más aventajada que todas las demás universidades de la cristiandad —porque de Escuelas de étnicos45, impíos, herejes, no hay que hacer mención— y esta se muestra en el número, calidad, acrecentamiento de los estudios y de las buenas artes, ciencias y letras que aquí se profesan. Porque en ti, ¡oh madre Academia!, se halla cifrado no por breve, sino por compendioso, todo género de buen saber. Alaba el de Lovaina y Alcalá la ventaja de sus teólogos y dialécticos; Valencia, a sus médicos y filósofos; Valladolid y Bolonia, los jurisconsultos insignes; Coímbra, la perfeción de lenguas. Porque nuestra escuela se aventaja a todas en todo, no sólo en las cosas grandes, mas aun en las menores como lo muestra en tener tres Escuelas —mayores, menores y mínimas— en las cuales se enseña la emperatriz de todas las ciencias: la sagrada Teología, con eminencia superior, uno y otro46 derecho pontificio y cesáreo con tanta perfeción como testifican los hijos suyos en los lugares que ocupan y la confesión [f. 129vº] de las estrañas y aun enemigas naciones, pues dejan sus patrias muy distantes por gozar desta feria y mercado franco, deste Perú de las ciencias, Potosí del buen saber, Indias de todas las facultades47. Dialéctica y filosofía, las cátedras dan testimonio de su escelencia. En lenguas, ¿cuál hay que no se enseñe con la erudición y causas que las y El Banquete; el técnico en De la equitación y el político-económico en la Economía, Constitución de Esparta y Hierón. 43 Véase Cic. Tusc. 5, 108. 44 Vvlg. Hebr. 13, 1. Cf. 1 Ptr. 1, 22 y 2 Ptr. 1, 7. 45 étnico: en la acepción, poco usada actualmente, de «gentil, idólatra, pagano» (DLE). 46 En el ms.: «pontificio» tachado. 47 Perú y Potosí representan el paradigma de las riquezas. «Vale un Perú» o «Vale un Potosí» son expresiones proverbiales relativas al oro y plata que de allí se extraían, descritas detalladamente por vez primera por Gonzalo Hernández de Oviedo (1478-1557), quien estuvo ahí en 1512. Véase Hernández de Oviedo, Historia general y natural de las Indias, 3ª parte, t. 4, lib. 46, cap. 9-10. Cf. con la descripción del cosmógrafo e historiador jesuita José de Acosta (1539-1600), llamado «el Plinio del Nuevo Mundo», en su Liber de Historia Naturalis Indiarum (1590), traducido

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mesmas ciencias, de suerte que la gramática se declara en modo científico? Aquí tuvo principio el nunca acabado de alabar método de Antonio de48 Lebrija49, la perfeción y causas que descubrió «El Brocense50», cosas que, aunque los estranjeros nos baldonan de poco latinos, no habían ni han jamás emprendídola semejante. El arte nuevo de la latinidad de aquí salió, aquí lo hebreo, lo griego, lo arábigo y otras lenguas y artes hasta el de cantar. Y no piensen algunos que he olvidado la Medicina, pues la notomía51 que de ordinario se hace descubre lo que sus dotores se precian de ser: los más aventajados del mundo. La poesía latina, griega y española aquí es donde se acendra y purifica en el punto que para buena pide. Mas, ¿qué no se puede esperar de la muchedumbre y erudición consumada de los dotores, maestros y catedráticos que las enseñan y declaran? No quiero nombrar algunos, porque todos no es posible, y será agraviar a muchos, los cuales han florecido y florecen, resplandecido y resplandecen, a varias lenguas. Véase Acosta, Historia natural y moral de las Indias, lib. 3, cap. 22, pp. 175-177 y lib. 4, cap. 6-9, pp. 206-219. 48 Aparece «N» tachada en el ms. 49 Elio Antonio de Nebrija (1441-1522), humanista y gramático, fue catedrático de Retórica y Gramática de la Universidad de Salamanca y más tarde de la Universidad de Alcalá. Su labor abarca numerosos campos, entre los que cabe mencionar la crítica textual (Quinquagenae y Apologia), la pedagogía (De liberis educandis) y especialmente la filología, a la que pertenecen sus obras más conocidas: las Introductiones Latinae, los Aenigmata iuris ciuilis, el Dictionarium, la Gramática de la lengua castellana, las Reglas de Ortografía castellana, etc. 50 Francisco Sánchez de las Brozas (1523-1600), humanista, catedrático de la Universidad de Salamanca y una de las personalidades más acusadas de su época en el aspecto filológico e incluso filosófico. Propugnó un método racionalista aplicado a todos los órdenes de las ciencias y de la enseñanza. Fue editor y comentarista de textos de autores latinos (Persio, Ovidio, Ausonio, Virgilio, Horacio), humanistas (Alciato, Poliziano) e hispanos (Garcilaso, Juan de Mena). De mayor trascendencia son sus obras de temas retóricos y lingüísticos: De arte dicendi, Organum dialecticum et rhetoricum. Grammaticae Graecae compendium, Paradoxa, De nonnullis Porphyrii aliorumque in dialectica erroribus, y, sobre todo, la Minerua seu de causis linguae Latinae, obra fundamental, de gran influencia en generaciones posteriores. 51 notomía: ausente del Aut., aparece por primera vez en el diccionario académico de 1899 con el sentido de ‘esqueleto’, advirtiéndose que es voz anticuada, y en la siguiente edición, la de 1914, se añade que también significa ‘anatomía’, sentido también desusado. El CORDE, sin embargo, ofrece numerosos ejemplos del español clásico donde notomía equivale a ‘disección del cuerpo humano’, si bien no faltan casos en los que significa ‘anatomía’. (Véase «Estudio preliminar», pp. 46-47.) En el texto, ambos significados pueden ser apropiados para explicar la frase, ya que, por una parte, el verbo ‘hacer’ invita a pensar en un sujeto con idea de ‘acción’, mientras que, por otra, el sentido de ‘anatomía’ se ajusta bien a la coherencia del discurso que desarrolla aquí Patón enunciando las diversas materias que se enseñan en la Academia de Salamanca. Entre las investigaciones que se hicieron con ocasión de la celebración del VII Centenario de esta universidad, se halló el hemiciclo del siglo xiii, el más antiguo de Europa, destinado al estudio de la anatomía por disección de cadáveres, lo que estaba prohibido por la Iglesia, aunque autorizado por la diócesis, titular de la universidad.

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no solo en nuestros reinos de España, mas en todo el mundo por su gravedad humana, dotrina eminente, vida santa, costumbres dinas de toda alabanza. De suerte que en ellos se ven representados con más ventaja y perfeción [f. 130] que los originales, no digo los Tomases y Agustinos52 aunque tienen muchos hijos dinos de tales padres, mas Bártulos, Baldos y Abades53, los Galenos, Avicenas y Mesués54,54los Aristóteles, Platones y Sénecas55, los Homeros y Virgilios56 y, finalmente, aquí se ven verdaderos los fingidos de la ciega gentilidad: Apolos, 52

El orador se refiere a dos figuras señeras en la historia de la Iglesia: el teólogo y filósofo dominico santo Tomás de Aquino (1224-1274), llamado «Doctor Angélico». Fue profesor en París y Nápoles y autor de numerosas obras filosóficas, exegéticas y teológicas. Tomismo es llamada su doctrina, basada en el aristotelismo. Es el representante más característico de la escolástica. San Agustín (354-430), obispo de Hipona, es el más importante padre de la Iglesia latina. Convertido al cristianismo, en el libro de las Confesiones relata su evolución ideológica religiosa. Su numerosa obra gira en torno a dos temas fundamentales: Dios y el alma. Cabe destacar la continuidad de su filosofía con el pensamiento postaristotélico. En De ciuitate Dei, que consta de 22 libros, ofrece una explicación teológica de la historia. Se le considera el último hombre de la Antigüedad y el primero del nuevo mundo medieval. 53 Continúa el orador con la mención de notables juristas: Bártolo de Sassoferrato (13131357), profesor en Pisa, Padua, Bolonia y Perusa, jefe de los llamados «Comentaristas», el cual representa el punto central de la historia del derecho universal en la Edad Media. Resume su importancia la conocida frase: Nemo bonus iurista nisi sit Bartulista. Es autor de comentarios al Corpus Iuris Ciuilis, además de numerosas obras sobre derecho municipal, bienes eclesiásticos, contratación mercantil, etc. Algunas de ellas —De represaliis, De Guelphis et Gibellinis, De tyrannia, De regimine civitatis, etc.— tuvieron influencia en el pensamiento político del Renacimiento. Pedro Baldo degli Ubaldi (1327-1400) se considera el segundo jefe de la Escuela de los Comentaristas y un brillante jurisconsulto, consultado en las graves cuestiones que en aquel entonces afectaban al Pontificado. Fue discípulo en derecho romano de Bártolo y en derecho canónico de Federico Petrucci; ejerció docencia en Bolonia, Perugia, Pisa, Padua y Pavía y contó entre sus alumnos al futuro papa Gregorio XI, a Juan de Imola, etc. Es autor de comentarios a diversas partes del Corpus Iuris Ciuilis, al Liber Feudorum, a los tres primeros libros de Decretales de Gregorio IX, etc. Su hermano Ángel (1328-1407) fue asimismo un notable jurisconsulto, autor de algunos Comentarios sobre el Corpus Iuris y Consultas. El canonista benedictino Niccolò de’Tedeschi, llamado Abbas Modernus o Siculus o Panormitanus (1386-1445), ejerció su magisterio en Parma, Siena y Bolonia, y fue arzobispo de Palermo. Desempeñó importantes cargos en la corte pontificia de Martín V y Eugenio IV y de acuerdo con el rey Alfonso V de Aragón se pasó al bando del antipapa Félix V, quien le otorgó el capelo cardenalicio. Representó a Alfonso el Magnánimo, rey de Nápoles, en el Concilio de Basilea. Es autor de In V Decretalium libros Commentaria, Glossae in Clementinas, Quotidiana consilia seu allegationes, Tractatus de Concilio Basileensi, etc. 54 En la serie de médicos insignes el orador cita al griego Claudio Galeno (130-200). Estudió medicina, matemáticas y filosofía en Pérgamo, Esmirna, Corinto y Alejandría. Su producción literaria es enorme. Se conservan unas 150 obras en griego y otras procedentes de traducciones arábigas o latinas. Ecléctico en filosofía, rechazó el epicureísmo y el escepticismo. El principio básico de su literatura médica fue la creencia en Hipócrates, pero también incorporó ideas de otros sistemas. Sus tratados, durante mucho tiempo, fueron textos básicos de la enseñanza médica.

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Esculapios, Mercurios y Minervas57. De suerte que, si Apolonio viviera, no tuviera necesidad de pasar el hambriento Cáucaso, ni los citas*, masagetas58, 5556

Avicena (980-1037) fue filósofo y médico persa, gran conocedor, además, de la matemática y la astronomía. Su enciclopedia médica, conocida a través de la traducción latina llamada Canon, acumula y reordena la herencia científica grecolatina y la contribución personal de los médicos árabes y fue el texto básico para la enseñanza de la medicina en Europa durante más de 500 años. Por otra parte, su amplia obra filosófica constituye una suma de los conocimientos de su tiempo. Se inclinó por el aristotelismo, pero conservó muchos elementos neoplatónicos. Mesué «el Viejo» (c. 737-c. 855) fue un médico árabe, profesor de medicina, particularmente dedicado a la disección, fruto de lo cual es el Libro de la anatomía. Se le atribuyen unas 40 obras originales de las que no quedan más que fragmentos. Algunas otras fueron traducidas al latín y atribuidas a Juan Damasceno, nombre que recibió en la cristiandad. Cabe destacar los Aphorismi Joannis Damasceni, obra reeditada en numerosas ocasiones desde los siglos xv al xvii. Masawayah al-Mardini, conocido en el mundo latino por Mesué o Mesué «el Joven» (¿?-1015), es un supuesto científico árabe a quien se atribuyen los Cánones sobre la doctrina médica de Galeno y las teorías de Avicena. Muchos autores creen que bajo este nombre se oculta un grupo de alumnos de Avicena. Ningún autor árabe se refiere a él. Durante siglos estos Canones universales diui Johannis Mesue gozaron de mucha reputación, fueron considerados el evangelio de los farmacéuticos y alcanzaron numerosas ediciones. 55 Aristóteles (384-322 a. C.), filósofo y científico griego, es uno de los personajes más influyentes de la historia. Fue discípulo de Platón. Filipo de Macedonia le encargó la educación de su hijo Alejandro. En Atenas fundó una escuela propia, el Liceo, dedicándose a la enseñanza y el estudio. Son numerosas sus obras, conocidas bajo el nombre de Corpus Aristotelicum, que abarcan tratados de lógica, física o filosofía natural, ética, política, retórica y poética. Platón (427 o 428-347 a. C.) fue alumno de Sócrates y fundador de la Academia de Atenas, donde fue maestro de Aristóteles. Su obra, escrita en forma de diálogos, puede dividirse en cuatro etapas. Los primeros diálogos se caracterizan por sus preocupaciones éticas y están plenamente influidos por Sócrates. La época de transición se caracteriza por el predominio de las cuestiones políticas, un primer esbozo de la teoría de la reminiscencia y sobre la filosofía del lenguaje; en la época de madurez o diálogos críticos, el filósofo introduce explícitamente la teoría de las ideas y desarrolla con más detalle la de la reminiscencia, así como trata de diversos mitos. Es uno de los grandes pensadores que ha tenido la humanidad y, junto a su maestro, constituye la más alta representación de la filosofía helénica. Lucio Anneo Séneca (4-65), filósofo e hijo del rétor Séneca el Viejo, fue preceptor de Nerón, pero, implicado en la conjura de Pisón contra este, se suicidó a instancias del emperador. Predicó el estoicismo. Fue autor de numerosos textos filosóficos, entre los que destacan las Cartas a Lucilio, y de tragedias a imitación de los autores griegos, las cuales tuvieron gran influencia en los principales autores europeos de siglos posteriores. 56 Con el nombre de Homero se conoce al autor de la Ilíada y la Odisea, del cual no se tienen datos seguros. Las raíces de ambos poemas épicos se hunden en acontecimientos históricos y han sido objeto de múltiples teorías, de entre las cuales destaca la llamada «cuestión homérica», surgida en el siglo xviii, defensora de un compilador tardío de episodios diversos, frente a la tesis unitaria mantenida en el siglo xx. Publio Virgilio Marón (70-19 a. C.) fue uno de los tres grandes poetas latinos de la época augustea. Sus Bucólicas, Geórgicas y Eneida pertenecientes a la poesía lírica, didáctica y épica, constituyen un hito en la literatura latina con gran resonancia en la literatura universal de todos los siglos.

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albanos, ni los muy ricos reinos de la India con tantas dificultades, peligros y trabajos 59; ni se cansara por ver la celebrada mesa del Sol60 por haberla puesto aquí la divina sabiduría para todo gusto, llena de preciosos y sabrosos manjares de las buenas artes y ciencias, saboreada con lenguas, cuya comida no acabó de encarecer Esopo siendo buena61. Si Pitágoras, Platón y Arquitas, el de Tarento62, 57585858

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Apolo es una de las doce grandes divinidades del Olimpo, hijo de Zeus y Leto y hermano de Artemisa. Nació en Delos, presidía el oráculo de Delfos y aglutinaba en su figura diferentes divinidades, una de las cuales era la solar, de ahí su epíteto de Febo, el brillante. Era para los griegos el dios del bien y de lo bello; para los romanos el de la luz y la claridad. Sus numerosos títulos dan cuenta de la variedad de sus funciones: Pitio, Peán, Esminteo, etc. Era protector de la medicina, de adivinos y cantores, inspirador de la música y de la poesía y se le consideraba fundador de numerosas ciudades, especialmente de Troya. Esculapio es el nombre latino del dios griego de la medicina, Asclepio, hijo de Apolo. Su culto fue introducido en Roma en el siglo iii a. C. a raíz de la epidemia de peste que hubo en el año 293 a. C. En Roma tenía un templo en la isla Tiberina, a imitación del que había en Epidauro. Sus sacerdotes eran médicos. Mercurio era el dios del comercio en Roma. Hijo de Júpiter y Maya, era el mensajero de los dioses y también el encargado de llevar a los infiernos las almas de los muertos. En su honor se celebraban las fiestas llamadas Mercurialia. Minerva, nacida de la cabeza de Júpiter, formaba parte de la Tríada Capitolina junto a Júpiter y Juno. Era diosa de la sabiduría, de la guerra y de las artes. Protectora de los artesanos y de Roma, se corresponde con la diosa Atenea de la mitología griega. 58 Se da el nombre de escitas a los habitantes de Escitia, una vasta región euroasiática, situada al norte del mundo conocido por los antiguos, entre los cuales se encuentran los masagetas. Correspondería hoy a las llanuras de la estepa póntica desde el Danubio a las costas septentrionales del mar Negro. 59 Los viajes y penalidades de Apolonio de Tiana (34-97), filósofo pitagórico, matemático y taumaturgo, en busca de sabiduría, están relatadas por Filóstrato en su Vida de Apolonio de Tiana. No obstante, probablemente la fuente del orador patoniano sea la Epist. 53, 1 de san Jerónimo, dirigida a Paulino. 60 Heródoto cuenta que el rey persa Cambises envió unos exploradores contra los etíopes para que, so pretexto de llevar regalos a su rey, viesen si existía la mesa del Sol. La describe de esta manera: «Dícese que la mesa del Sol es así: hay en el arrabal un prado lleno de carne cocida de toda suerte de cuadrúpedos; de noche, los ciudadanos que tienen un cargo público se esmeran en colocar allí la carne y, de día, viene a comer el que quiere; los del país pretenden que la tierra misma produce cada vez los manjares. Dícese que tal es la llamada mesa del Sol». Véase Hdt. 3, 18. Cf. Hier. Epist. 53, 1. 61 Se refiere a la comida que Esopo, esclavo de Janto, prepara para sus amigos. El amo le manda cocinar algo bueno en la vida y él sirve cuatro veces lenguas de cerdo. Ante la queja de su amo, defiende la utilidad e importancia de la lengua. En una segunda ocasión, Janto, para compensar a sus amigos, le manda comprar lo que esté en peor estado en el mercado. Esopo vuelve a comprar lenguas y se repite la actuación del día anterior. Reprendido, aduce ahora las razones contrarias y concluye que nada hay peor que la maldita lengua. Véase Vida de Esopo, cap. 51-55, pp. 228-231. 62 Pitágoras de Samos (c. 570-c. 490 a. C.), filósofo y matemático, fue considerado uno de los siete sabios de Grecia. Se discute mucho acerca de sus viajes. Según unos, se trata de pura

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vivieran, no tuvieran necesidad de ir a los persas, lacedemonios, cretenses ni a Egito, ni de andar por tantas regiones como anduvieron porque en esta escuela sola hallarán lo que en todo el mundo63. Y conociendo todo el mundo —particularmente las regiones habitadas de católicos— esta grande y perfeción escelente64, acuden de las más remotas por mar y por tierra a hacer caudaloso65 empleo destos tesoros. ¿Qué región hay tan apartada y de tan dificultosa navegación y caminos de quién no haya aquí estudiantes, oyentes o maestros? ¿Qué gente tan inculta y montaraz que no procure perfecionar aquí a los alumnos y hijos más principales? ¿Qué poderoso que a esto no se humille? ¿Qué rico que aquí no gaste con liberalidad? ¿Qué pobre que no se enriquezca? ¿Qué humilde que no se haga noble con los bienes que nos comunica? [f. 130vº] De aquí procede el innúmero de tantos y tantos hijos en quien tiene a los mejores del mundo porque cada uno lo es de los de su patria. Y aunque esta, nuestra madre piadosa, en su gobierno usa más de clemencia que de rigor, como es maestra de todo y cría para gobernar el mundo, tiene en todo la perfeción cumplida.

invención. Otros opinan que solo en el supuesto de haberse puesto en contacto con diferentes países tienen explicación racional muchas de sus doctrinas. Según estos habría recorrido Fenicia, Arabia, Palestina, Egipto y Babilonia. Sin duda el orador se adhiere a esta teoría, siguiendo una vez más a san Jerónimo en la carta 53 a Paulino, anteriormente citada, que dice: «Leemos en las viejas historias que algunos recorrieron provincias, visitaron pueblos desconocidos y atravesaron los mares para, a los que conocían por sus libros, verlos también cara a cara. Así Pitágoras fue a ver a los adivinos de Menfis». Alude asimismo el orador a la estancia de Platón en Mégara, tras la muerte de Sócrates, donde se reunió con su antiguo condiscípulo Euclides. Comenzó entonces un largo período de viajes, que duró de diez a doce años. Pasó a Cirene, a Egipto y a la Italia meridional, donde debió conocer a un grupo de pitagóricos entre los cuales se citan Filolao, Arquitas y Timeo. En estos viajes puede decirse que completó lo que hoy llamaríamos su educación científica. Arquitas (428-347 a. C) fue filósofo, matemático, astrónomo, estadista y general, contemporáneo y amigo de Platón en cuya filosofía influyó. Fue alumno de la escuela de Filolao de Crotona. Más tarde aprendió matemáticas de Eudoxo de Cnidos. Fue uno de los primeros que, tras Pitágoras, trabajó en el conocimiento conjunto de la aritmética, geometría, astronomía y música. Influenció a Euclides. El orador patoniano sigue utilizando a san Jerónimo como fuente, pero erróneamente en este caso, ya que este dice en la carta a Paulino: «Así Platón viajó a Egipto y visitó a Arquitas de Tarento, recorriendo trabajosísimamente aquella costa de Italia que antaño se llamaba Magna Grecia, y así el que en Atenas era maestro y poderoso y a cuya doctrina daban resonancia los gimnasios de la Academia se hizo peregrino y discípulo, prefiriendo aprender con modestia saberes ajenos a imponer los suyos con desvergonzada osadía». Véase Hier. Epist. 53, 1. 63 Véase Val. Max. 8, 7, ext. 2 y 8, 7, ext. 3. 64 El maestro cae en el «cacosíndenton» o viciosa composición de las partes, discrepando de Pinciano, que lo consideraba hipérbaton. Véase Elocuencia española en arte, cap. 8, p. 166 y cap. 10, p. 188. 65 caudaloso: «Estimable, apreciable, conveniente y oportuno para granjear y hacer caudal» (Aut.). Entiéndase hacer caudal como «hacer caso, prestar atención».

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Convida con premios y honra con ellos a los merecedores, como consta de las diferencias de grados dende bachiller y licenciado hasta maestro y dotor; en los emolumentos y honras de las cátedras en todas facultades; en las borlas, capirotes y lauros que cada día con aplauso66 ofrece. Mas, juntamente con esto, a los que degeneran de sus obligaciones con vida viciosa y réproba castiga con misericordia, pues casi el mayor rigor que con ellos usa —aunque, si lo entienden, es muy gran castigo— es echallos privados de la participación de tantos bienes; escluillos por incorregibles, haraganes, inútiles porque no sean como el grano de uva podrido, que si no se quita en tiempo corrompe todo el racimo y una mala res apesta toda la manada y la llena de roña si no la apartan. Mas, a Dios las gracias, son los menos los que tienen necesidad deste rigor y castigo porque, como los que rigen, gobiernan, mandan, administran y enseñan son de bondad notable, modestia insigne, virtud escelente, costumbres corregidas, así los súbditos, los dicípulos, los inferiores procuran imitarles, según la sentencia de Platón y de las divinas letras: «Cuales en la república son las cabezas, tales los demás miembros67». No tienen aquí de quién aprender a embriagarse, ni a ser glotones porque [f. 131] todos son abstinentes y templados; no oyen blasfemias ni juramentos y así son muy medidos en sus palabras; no, finalmente, tienen escuela ni catedráticos de vicios y pestilencia sino de virtudes y salud del alma. Si algunos salen torcidos es porque, no sabiendo rendir su depravada inclinación, se acompañan con gente perdida del mundo y sig[u]en68 el despeñadero del infierno, con el debido sentimiento desta piadosa madre que, por conservarlos a todos, con tantos géneros de premios convida, y el mayor es la virtud que nos instruye y la sabiduría que nos enseña, y luego la69 honra, que es quien sustenta las buenas artes. De lo cual dan testimonio los solemnes acompañamientos, aplauso del teatro, fiesta de todos, en las que se celebran a los grados que da. Y esto crece cada día con el conocido fruto que maestros y dicípulos hacen no solo en esta escuela, mas en toda la cristiandad por la industria, diligencia, cuidado y conato que en cultivar con continuos ejercicios sus ingenios pusieron y ponen. Conque cada 66 aplauso: Patón usa aquí esta voz considerando el sentido etimológico de «contento y complacencia general» que recoge el Aut. 67 Muy probablemente el orador extrae su cita de Cic., Fam. 1, 9, 12: Erant praeterea haec animaduertenda in ciuitate quae sunt apud Platonem nostrum scripta diuinitus, quales in re publica principes essent, tales reliquos solere esse ciues. Séneca se expresa de manera similar en Clem. 1, 7, 1. Alude a la opinión de Platón expresada en una de sus cartas —consideradas espurias—. La mención a las divinas letras, denominación generalmente aplicada por Patón al Antiguo y Nuevo Testamento, es errónea ya que cristianiza diuinitus, «divinamente», que lleva al lector a la confusión, pues la sentencia no pertenece a la Biblia. 68 En el ms.: «sigen». 69 En el ms.: «lo».

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día salen para los consejos, cancillerías, garnachas70, varas71, oficios, canonjías, dignidades, obispados, capelos72, palios73 y otros cargos y lugares muy preeminentes con aquella copia74 que del caballo troyano salía gente para Troya75. Y, aunque hay casi infinitos destos, no se me parecieran tantos ni tales, si entre ellos no hubieran salido tan heroicos varones en santidad como en ciencia, prodigios en virtud, monstros en letras, pasmo en su prontitud y agudeza de ingenio, asombro y portento en sumo desta humildad. Dejados otros muchos —que todos es imposible contarlos—, ¿a quién no consta la admirable erudición divina y humana y la perfeción [f. 131vº] de la vida del «Abulense», por otro nombre «el Tostado» y, por otro, don Alonso de Madrigal? Porque desta villa fue natural, obispo de Ávila y hijo destas Escuelas y colegios de los cuales así de los cuatro mayores como de los menores, y de los religiosos dijera algo a no estar ya sus fundaciones puestas en historia mejor que yo podré pintarlas76. Un santo sahagún, con cuya beatificación su santidad alegró y honró esta ciudad y Escuelas, ¿dónde no es conocido por su virtud preeminente y sus letras admirables77?, ¿qué diré del que ahora nos ha beatificado para gloria desta Academia, honra de España, contento desta ciudad, premio de su religión de san Agustín, blasón de su patria? Este es aquel célebre 70

garnacha: «Vestidura talar con mangas y una vuelta, que desde los hombros cae a las espaldas. Usan de ella sólo los Consejeros y los jueces de las Reales Audiencias y de las Chancillerías. Se toma también por la dignidad o empleo del Consejero o Ministro que la viste» (Aut.). 71 vara: «La que por insignia de jurisdicción traen los Ministros de Justicia en la mano, por la cual son conocidos y respetados, y en ella está señalada una cruz en la parte superior para tomar en ella los juramentos. Figuradamente, se toma por la misma jurisdicción de que es insignia o por el Ministro que la tiene» (Aut.). 72 capelo: «Dignidad de cardenal» (DLE). 73 palio: «Faja blanca con cruces negras, que pende de los hombros sobre el pecho, concedida por el papa, como insignia pontifical, a los arzobispos y a algunos obispos» (DLE). Se usa aquí metonímicamente para indicar la dignidad eclesiástica. 74 copia: «Abundancia y muchedumbre de alguna cosa» (Aut.). 75 En el libro II de la Eneida hallamos el famoso episodio del caballo de madera dejado por los dánaos e introducido en la ciudadela troyana. Por la noche, abierta la compuerta por el perjuro Sinón, de su monstruoso vientre se deslizan los capitanes griegos, que causarán la ruina y destrucción de Troya. 76 Don Alonso de Madrigal (1400-1455), escritor y eclesiástico. Estudió en la Universidad de Salamanca y fue rector del colegio salmantino de San Bartolomé y maestrescuela de la catedral. Perseguido por el dominico fray Juan de Torquemada, contra quien escribió El Defensorio, huyó a Roma, donde dio muestras de su gran sabiduría. Fue obispo de Ávila y escribió una extensa obra, la mayor parte recogida en su Opera omnia (1507-1531), en 20 volúmenes. 77 El agustino san Juan de Sahagún (1430-1479), llamado el «Apóstol de Salamanca», fue declarado beato por Clemente VIII el 24 de junio de 1601. A este hecho alude el desconocido orador. Más tarde, en 1690, fue canonizado por Alejandro VIII. Desde 1602 es patrono de la ciudad de Salamanca.

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en humildad, estimado en vida del grande emperador Carlos Quinto y, muerto, de las dos Iglesias militante y triunfante, pues, comunicando esta a esotra los gloriosos premios de sus virtudes, la santidad de Paulo Quinto le publica con nombre de beato Tomás de Villanueva —por ser natural de la de los Infantes— y sobre nombre de «Limosnero»78 dándole epítetos de arzobispo de Valencia, escelente predicador de la palabra divina, aventajado en milagros, insigne en santidad, liberalísimo en sus limosnas para con los pobres, gran defensor de la libertad eclesiástica, el cual murió en Valencia el año del Señor 1555, siendo de edad de sesenta y siete años y murió para nacer en la gloria el día que celebra nuestra madre la Iglesia, el nacimiento a la madre, que lo es de misericordia, reina de los ángeles, la Virgen Santísima María de quien él había sido muy gran devoto y aficionado. Beatificáronle con [f. 132] calificación de doce milagros, habiendo sido uno continuado el de su vida para merecer la eterna, de que goza en la bienaventuranza, donde nos favorece con los demás santos de estas sagradas religiones y dichosos colegios. Ellos te están, ¡oh madre Academia!, favoreciendo con su intercesión y son por quien te enriquece el cielo con tantos bienes temporales y espirituales, con tanta prosperidad y acrecentamientos de rentas, y hijos con tan glorioso nombre como en las naciones más remontadas y apartadas gozas, para envidia de los enemigos del nombre cristiano y defensa de los católicos reyes. Ellos te fundaron, trasladaron y conservan con el favor del cielo, que premia en esto su celo, con tan eficaz intercesión de tus hijos y patrones como lo es la del glorioso Lucas evangelista, en cuyo día comienzas tus cursos y leciones por ser patrón acomodado para teólogos, jurisconsultos, médicos, matemáticos y aun pintores. Y vos, soberana Señora, que fuistes maestra suya, y el original de su historia, ayudad la intercesión de vuestro amado y maestro Lucas, para que nos comunique el cielo la luz que a sus dotores, pues della merecieron el nombre, por quien salgamos de las tinieblas de la inorancia y no cayamos79 en las del pecado, que tan ciego tiene al mundo.

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Fray Tomás García Martínez —santo Tomás de Villanueva— (1488-1555) fue predicador, escritor ascético y religioso agustino. Fue beatificado el año 1618 —a lo que alude el orador— y canonizado por el papa Alejandro VII el 1 de noviembre de 1658. El impacto de su beatificación debió ser notable a tenor del Epítome a la historia de la admirable vida y heroicas virtudes del beato padre Fray Tomás de Villanueva (Madrid, 1620), de F. de Quevedo y a la «Relación de las fiestas en Villanueva de los Infantes a la beatificación de Tomás de Villanueva» de Jiménez Patón, en los ff. 407vº-416vº del libro vigésimo de los Comentarios de erudición, publicada por F. J. Campos Fernández de Sevilla y A. Madroñal Durán, Villanueva de los Infantes, 2016. Asimismo, el maestro le dedica su obra El virtuoso discreto, p. 77. 79 cayamos: «caigamos». Es forma medieval que prolonga su uso hasta mediados del siglo xvi.

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Alcanzadnos pureza para que debidamente tratemos las cosas de la sabiduría, mediante la cual se enderecen nuestras acciones en servicio de Dios nuestro señor para mayor alabanza y gloria suya, vuestra y de los demás santos suyos, haciéndonos del número de los que tal nombre merecen. En esta casa se profesa sabiduría y, aunque es la mayor de las de [f. 132vº] la tierra, es pequeñísima respeto de la grande y eterna que en vos edificó para sí Dios. Esta es casa de maestros y así, con gran confianza, espera sabiduría de la maestra de los maestros, dotora de dotores, que así os llama Ruperto Abad: Magistra magistrorum, doctorum doctrix80. Enseñadnos para que dinamente merezcamos el nombre y, sirviéndoos, agrademos al Señor, imitando los santos. Con esto, quitándose el bonete, bajó del púlpito y se prosiguió la fiesta eclesiástica hasta la fin, con la solenidad, devoción y piedad acostumbrada y se pasó la fiesta del glorioso patrón Lucas con gran júbilo, alegría y contento de todos. A otro día, después desta célebre fiesta, comenzaron las leciones en todas la Escuelas y aulas, y Laminio procuró alcanzar de todas porque de todas tenía principios, y así gustaba de todas. La primera, la reina de todas, la sagrada Teología, y, principalmente, a la de Escritura, que dicen «de positivo»81, a que particularmente era aficionado. Estaba el catedrático para comenzar a esplicar al profeta Jeremías y los oyentes no le dejaron, dando de palmadas y con los pies haciendo ruido —costumbre de Escuelas— a fin de que primero les declarase cuatro cédulas que le habían echado las cuales, por ser curiosas, declaró con gusto y Laminio las oyó, que eran las siguientes: ¿Por qué se ha escogido por patrón y abogado de los estudios san Lucas y no otro de los Apóstoles y dicípulos? ¿Cuándo tuvieron principio los vejámenes y qué bien se sigue dellos? ¿Cuándo vayas82 a los novatos y a qué fin? [f. 133]

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Se refiere al abad Rupertus Tuitiensis (1075-1129) en In Cantica canticorum, MPL168, lib. 1, col. 850, donde figura magistra magistrorum aplicado a la Virgen María, pero no doctorum doctrix, apelativo añadido por Patón. 81 En la Universidad de Salamanca, en los siglos xvi y xvii, se enfrentaban dos tendencias ideológicas en la Facultad de Teología. Por un lado, la anclada en el escolasticismo especulativo, de mentalidad estrecha, rutinaria y estática, que miraba al pasado y se oponía a toda innovación y progreso. Por otro, existía una inclinación más abierta y dinámica que creía en un prudente progreso y que trataba de conciliar lo «positivo» y lo «especulativo». Daba cabida a las exigencias de los humanistas, utilizaba los avances de la filología y los conocimientos lingüísticos en la interpretación del dogma, sin menospreciar a la escolástica, considerada útil y necesaria, pero dentro de unos límites justos. Fray Luis de León se hallaba entre sus partidarios. Véase Barrientos, 2005, p. 87. 82 vaya: «Burla o mofa que se hace de alguno o chasco que se le da» (Aut.).

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¿Cuándo los grados de maestros, dotores, licenciados y bachilleres83? —Aunque era pregunta que requería más agudeza de ingenio que la mía —dijo— para dar la respuesta conveniente con la ayuda del que es fuente de todo buen saber, diré lo que me pareciere. Puede satisfacer al deseo del curioso84 y, si del todo no lo hiciere, daré ocasión a que otro lo haga con más acierto sujetándome en todo al parecer de nuestra madre la Iglesia y censura de doctos85. La Iglesia católica saca por el discurso86 del año unas imágines vivas en las vidas y en las muertes de los santos con cuya imitación podamos nosotros serlo y vivir en servicio de nuestro criador. Destos sale la tabla de la vida de nuestro evangelista san Lucas a los 18 días del mes de otubre, con divino acuerdo porque, habiendo de ser patrón de estudios y estudiantes, sale a hacer su muestra en tiempo que no haya cosa que lo impida pues el rigor del estío no ofende, ni el del frío impide, ni ahoga el polvo, ni salpica el lodo; el tiempo y caminos para los que los han de andar de sus casas a los estudios están muy dispuestos para cualquier ejercicio. Y como estas mudanzas no se pueden hacer sin gastos, viene en tiempo que, si dineros ha de haber en todo el año, con más ventaja ha de ser en este: que el labrador tiene el fruto de sus trabajos con que poder criar su hijo hasta ponello en estado honroso, parte de la cosecha del pan, parte de los ganados de pelo y cerda de que por ahora se deshacen y aun de los mayores los que los tienen; el mercader de sus ferias, el que fía de sus plazos hechos a los días de Nuestra Señora de agosto, setiembre y san Miguel87. Y los mismos bastimentos88 en este tiempo [f. 133vº] más que en otro del año se hallan con más abundancia y a más buen precio, cosa bien necesaria para acomodar la vivienda del estudiante. Sin esta razón hallo otras porque más se escoge este santo por patrón que otro alguno. Y huyendo comparaciones —que nunca fui amigo de componer

83 Véase Layna, 1991, pp. 141-162; Layna, 1996, pp. 27-56; Egido, 1984, pp. 609-648; Egido, 1988, pp. 69-87 y especialmente Madroñal, 2005, pp. 111-120, donde ofrece una extensa bibliografía. 84 Patón utiliza reiteradamente «curioso» por «estudioso». Explica el sentido al final de su traducción de De la curiosidad viciosa de Plutarco. Véase El virtuoso discreto, p. 282. 85 Frase habitualmente empleada por Patón. La repite en los ff. 142vº y 151vº siguientes. Asimismo, una expresión similar se encuentra en el Mercurius Trimegistus (1621), en que, tras dar cuenta de los libros que ha impreso el autor y de los que imprimirá —ocho tomos de Comentarios de erudición y la Historia de la ciudad y reino de Jaén—, se concluye: «Uno y otro, sujeto a la censura de los doctos y correción de nuestra santa madre Iglesia». Cf. la frase final de El virtuoso discreto, p. 298: Catholicae censurae omnia subiecta sunto. 86 discurso: «Curso, carrera» (DLE). 87 Se refiere al 15 de agosto, festividad de la Asunción; al 8 de septiembre, la Natividad de Nuestra Sra. y al 31 de este mes, san Miguel, como afirma el propio Patón. 88 bastimento. Véase n. 40.

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a un santo descompuniendo otro—89, digo que no solo eminente, mas formal mente concurrieron en él las partes necesarias para que se le deba el tal patrocinio. Tuvo la ciega gentilidad pluralidad de dioses haciendo a cada uno aventajado en una cosa90 y, después dellos, tuvieron a uno que fue Apolo que lo hicieron dios de todo buen saber y, si fuera Lucas en tiempos quel otro, sin duda fuera el adorado porque en él concurrían las partes con más escelencia que en el profano Apolo. Pues en todas las cosas que en Escuelas se enseñan fue tan aventajado como su historia nos cuenta, la fama publica y la verdad aprueba. En Escuelas mayores se leen derechos, teología, filosofía, medicina, canto, matemáticas y lenguas. Pues en todas las facultades, ¿quién hay que no sepa la perfeción que tuvo? En lenguas bien se descubre haber sido docto pues, siendo de Siria, escribió su historia sagrada en griego y la comunicación fue con los hebreos en cuya lengua también fue eminente. Y estas y otras deprendidas, que no infusas, porque no fue de los Setenta y dos91, aunque por aprobación se acomoda y canta este evangelio en su fiesta. Según san Jerónimo92 y san Antonino93 y Durando94, fue dicípulo de los Apóstoles, que no de Cristo, y particular mente de san Pablo, como el uno en sus cartas y el otro en sus Actos lo declara: [f. 134] Lucas est mecum solus95. Y escribiendo a los de Corinto le llama «compañero de su peregrinación96». Que fuese historiador fidedigno consta pues, aunque otros muchos evangelios y actos se escribieron, de los cuatro canónicos fueron los suyos y, de los Actos, los suyos solos y con ser de oída, que no de vista, porque dos de los evangelistas que fueron san Joan y san Mateo escribieron de vista pero san Marcos de lo que

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Cf. la locución proverbial vigente hoy en día: «desvestir un santo para vestir otro». El moralista Jiménez Patón en El virtuoso discreto, pp. 182-187, asocia un dios gentil a cada uno de los pecados capitales: Júpiter a la soberbia; Plutón a la avaricia y Saturno a su contrario: la prodigalidad; Venus a la lujuria; las Furias y Marte a la ira; Baco y Ceres a la gula; Angerona a la envidia y Morfeo a la pereza. 91 Alude el maestro a los setenta y dos sabios a quienes la tradición judía atribuye la traducción de la Biblia hebrea (Antiguo Testamento) al griego. De ella surge la Vetus Itala latina. Hoy es el texto oficial de la Iglesia griega. 92 Véase Hier. Vir. Ill. 7. 93 Véase Antoninvs, Prima pars Historiarum, tit. 6, cap. 17, f. 142. 94 Patón traduce a partir de aquí la descripción de Guillermo Durando de San Porciano (c. 1237-1296), canonista y teólogo francés. En 1286 fue nombrado obispo de Mende. Es autor del Speculum iudiciale (1271) y del Rationale diuinorum officiorum, un tratado exhaustivo de la naturaleza y simbolismo de la liturgia católica romana, muchas veces reeditado. Véase Dvrandvs, Rationale, lib. 7, cap. 32, f. 297-297vº. 95 Vvlg. 2 Tim. 4, 11. Al margen: 2 ad Thim. 4. 96 Vvlg. 2 Cor. 8, 18-19 y 22. 90

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le oyó a san Pedro, y san Lucas de lo que le oyó a san Pablo97, y aun hay quien diga que lo más lo supo de la Virgen Santísima98, arca de la sabiduría celestial y de los misterios incompreensibles principal mente acerca de la encarnación y natividad del Señor de que solo la Virgen los sabía de vistas y él lo escribe solo. La historia de los Actos también dice su fidelidad santa y autoridad irrefragable99. En matemáticas fue aventajado porque pintor no puede ser perfeto sin ser gran matemático. Fue gran pintor, luego fue gran matemático. Consta de Vitruvio100 y de los demás antiguos, que desto trataron, que fuese pintor de aquella devotísima imagen, santísima, [de] María, la cual, habiendo en Roma una gran pestilencia de aire corrupto, hizo san Gregorio, papa, que la sacasen en procesión y hoy se guarda en la iglesia de Santa María de Araceli y se dice que la pintó san Lucas, muy verdadero retrato de la Virgen101. Que fuese cantor, o maestro de la capilla real por mejor decir, consta de ver lo bien que entona aquel dúo de

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En el prólogo de la primera parte del Evangelio, Lucas confiesa a Teófilo sus fuentes procedentes de testigos oculares. 98 Los comentaristas creen que solo María pudo informarle del Magnificat y asimismo consideran relevante la frase: Maria autem conseruabat omnia uerba haec, conferens in corde suo (Vvlg. Luc. 2, 19). 99 irrefragable: «Lo que no se puede impugnar ni contradecir» (Aut.). 100 Vitr. 1, 3-18. Vitruvio, en su tratado De architectura, afirma que el arquitecto para ser perfecto debe conocer numerosas artes, entre ellas la historiografía, la pintura, la geometría, la filosofía, la música, la medicina, el derecho, etc., saberes que el maestro aplica al santo en su encomio. La cita patoniana puede inducir a error al sugerir que Vitruvio y otros atribuyen a Lucas el retrato de María. 101 César Baronio (1538-1607), en los Annales Ecclesiastici, t. 6, 1609, p. 211 & 18, se refiere a la imagen pintada por san Lucas, según la tradición. En el t. 8, p. 7 & 13, nos relata la anécdota recordada por el orador, que ubica —erróneamente— la imagen en la basílica romana de Santa María de Araceli. El cardenal historiador afirmaba que el icono, llamado Salus populi Romani, se guardaba en Sancta Maria ad Praesepe. Hoy se llama Santa María la Mayor y aún se venera allí, en la capilla Borghese o Paulina. Los primeros testimonios literarios del retrato mariano de san Lucas corresponden al siglo vi en Oriente. Llegan a Occidente en el siglo xii y proliferan por toda Europa en la Baja Edad Media. Así, en Seidnayya (Siria), en el convento de Nuestra Señora, fundado por Justiniano en el siglo vi, según la tradición, de confesión ortodoxa griega, se custodia un retrato de la Virgen María supuestamente pintado por san Lucas. Es un importante centro de peregrinación tanto de musulmanes como de cristianos. Por otra parte, en Rusia existe una leyenda según la cual la emperatriz Eudoxia, esposa de Teodosio II, halló en Jerusalén el icono de la Virgen pintado por san Lucas. Lo entregó a Constantinopla. Se guardaba en el monasterio de Odegón y era muy venerado. Por último, se conservaba otro milagroso icono, atribuido a san Lucas, en el monasterio de la Panagia Soumelá (Turquía), fundado en el siglo iv, etc. Asimismo, es frecuente en el arte oriental y occidental de siglos posteriores la representación de san Lucas pintando a María. Por ejemplo, en el museo de Pskov (Rusia) se halla un lienzo de mediados del siglo xvi, procedente de la ciudad de Opochka, que representa al evangelista pintando dicho icono.

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la Virgen en el canto Magníficat102, y el del viejo Zacarías en el Benedictus103, y aquella tercerilla tan bien concertada del justo y santo Simeón en el Nunc dimittis104. Pues médico [f. 134vº] corporal su historia dice lo fue105; y, de las almas, la iglesia de Antioquía y la provincia de Bitinia son testigos de la salud que dio [a] almas sin número con milagrosos medios y remedios. Pues filósof[o]106, habiendo dicho que era gran médico, queda confesado que lo fue porque, sin duda, son principios necesarios para la medicina los de la filosofía, y aun toda la medicina no es otra cosa sino filosofía individuada. Y ansí llaman los derechos a la medicina «física», que quiere decir «filosofía». Derechos supo también, que no es menester saber otro canónico y civil para que la república del alma tenga el gobierno que es razón, pues nos enseña cómo a Dios sólo se ha de servir107 y cómo se ha de amar y ayudar al prójimo. Teología, dígalo lo que escribe De Incarnatione108, De Natiuitate109, De Iudi[c]io uenturo110 y otras materias tan altas cuanto solo Dios y a quien las comunicare las podrá entender; luego con razón le escogen, a tan gran docto y en tantas ciencias, por patrón de Escuelas generales. Y cuando otras no hubiera, bastaba la razón o autoridad de san Pablo para confirmar la solución, el cual dice de san Lucas: Cuius laus est in Evangelio per omnes Ecclesias111. También su nombre dice el oficio de patrón en tal ministerio, pues Lucas quiere decir «el que se levanta con ligereza»112, y como que diciéndole al estudiante que, si quiere saber, que no ha de dormir sepultado en pereza porque Vitanda [...]113, por eso le dan por patrón al que se levanta ligero para las cosas del servicio de Dios, que ese es Lucas. O se dijo así de lux, a lo latino114, por «la luz», porque el que la quisiere tener en la escuridad de las [f. 135] tinieblas de la ignorancia ha menester luz de sabiduría de Dios.

102

Vvlg. Luc. 1, 46-55. Vvlg. Luc. 1, 68-79. 104 Vvlg. Luc. 2, 29-32 105 Véase Hier. Vir. Ill. 7. Cf. san Pablo en Col. 4, 14: «Os saluda Lucas, el médico amado». 106 En el ms.: «filosofía». 107 Vvlg. Luc. 16. Al margen: «cap. 16». 108 Vvlg. Luc. 1, 26, 38. 109 Vvlg. Luc. 2, 1, 20. 110 Vvlg. Luc. 21, 20-27. En el ms.: Iuditio. 111 Vvlg. 2 Cor. 8, 18-19 y 22. 112 Nebrija en el Dictionarium medicum, p. 94, dice a propósito de Lucii: Praenomen Rom(anum) a luce, quoniam luce prima nati sunt. Alude pues al alba. 113 En el ms. sigue un espacio en blanco. Probablemente se refiere a la cita de Hor. Sat. 2, 3, 14-15: Vitanda est improba Siren / desidia. 114 Aquí en el sentido de ‘brillante’, λευκός en griego. 103

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Represéntannos los cuatro evangelistas por cuatro animales: hombre, león, águila y toro115. Por el hombre se entiende san Mateo porque comienza su historia evangélica de la generación de Cristo en cuanto hombre. San Marcos comenzó dende la predicación de san Juan Bautista, que daba voces en el desierto como el león bramidos, y así le figuran por el león, que lo del toro de san Marcos es otro cuento116 no a este propósito porque tuvo el principio en las Brozas, pueblo de Estremadura, ya famoso por un insigne catedrático de Humanidad en estas Escuelas117. Y dice un moderno que el ser así llevado el toro a la iglesia en la fiesta de san Marcos se tomó de haber muerto el santo evangelista en el día que la gentilidad celebraba la fiesta de su dios Apis, el principal ídolo de los gitanos, el cual adoraban en figura de buey118. Y así permite el verdadero Dios que, aunque sea toro muy bravo, por ser figura de aquel falso dios vaya rendido y manso aquel día que los niños jueguen con él, honrando a su siervo que murió predicando contra la adoración falsa deste animal en su fiesta y día en el cual la Iglesia a él le celebra tan alegre y regocijada solenidad. San Lucas comienza de cuando entró Zacarías en el templo donde se hacía el sacrificio de becerros, según lo del salmo119, y por esto se sinifica por el becerro o toro. San Joan comienza de la generación eterna y así le pintan águila, que vuela más alto que las demás aves. O les dieron estos símbolos por Cristo, hombre en la encarnación, becerro en el sacrificio de la cruz, león en la resurreción, águila en la ascensión120. Y según esto todas cuatro figuras cuadrarán a todos. Y aun [f. 135vº] por Ezequiel se dice que cada animal tenía estos cuatro rostros121. O, según san Gregorio sobre el mismo Ezequiel, aquí se entienden todas las iglesias fundadas sobre las cuatro virtudes: la prudencia del hombre, fortaleza en el león, templanza en el becerro, justicia en el águila122. Y aun esto corresponde Gracián esplicando la escritura de los animales que Dios posee, que son los hombres, mediante las virtudes123. Y a nuestro propósito, si me es lícito, diré yo que en divinas y humanas letras por el buey se simboliza el trabajo, y porque el que quiere saber ha menester 115

Vvlg. Ezech. 1-10 y Apoc. 4-7. Al margen: Ezechiel, cap. 2. Ioann. Apocal. cap. 4. Véase Caro Baroja, 1974, pp. 77-110. 117 Se refiere a Francisco Sánchez de las Brozas, conocido por «El Brocense». 118 Pineda, Monarchia ecclesiastica, lib. 10, cap. 42, 2, ff. 88-89. Al margen: Pineda. Monarc. lib. 10, cap. 42, & 2. 119 Vvlg. Ps. 50 (51), 21: Tunc imponent super altare tuum uitulos. 120 Honorio de Autun (siglo xii), inspirándose en la interpretación de san Jerónimo en su Comentario a Ezequiel, formula el siguiente significado del Tetramorfos: Cristus erat homo nascendo, uitulus moriendo, leo resurgendo, aquila ascendendo. Véase Speculum Ecclesiae-In ascensione Domini, MPL172, col. 958. 121 Vvlg. Ezeq. 1, 5-10. Al margen: «cap. 1». 122 Greg. M. In Ezech. lib. 1, hom. 3-4, MPL076, col. 806-825. 123 Al margen: «23, q. 4 ex his omnibus». 116

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trabajar con domestiquez y sufrimiento como el buey puesto en el yugo, por eso el patrón de los estudios se nos figura por el buey, al cual, por esta y otras razones, le escogerían por tal por divino acuerdo124. Los vejámenes que se dan a los grados125. Osaría yo afirmar que, si el primer graduado fue Adán, que fue el primer vejaminado, hízole Dios presidente desta universidad de todas las cosas criadas y diole facultad para que, comenzando por la declinación de los nombres, se los pusiese, aunque como filósofo había de considerar la propiedad de cada cosa en el darle nombre. Y habiéndolo graduado aquí de maestro y dotor, porque no se ensoberbezca, le vejamina diciendo que, si come del árbol de la ciencia del bien y del mal, que tiene de morir126, que es decille que lo que tiene le vino de mano de Dios, que, de su parte, está dispuesto a corrución y a tanta miseria como le sucedió por no ser obediente. Y después desto, en todas las ocasiones de honra que el mismo Dios dio a los suyos, lo vejaminaba. Había de priviligiar a san Pedro y hacelle vice Cristo [f. 136] de su Iglesia y quería comenzalle a hacer participante de los actos de su divinidad, como lo hizo dentro de seis días, subiéndolo al monte Tabor donde asistió a la transfiguración127. Hale de dar las llaves de su Iglesia128, y vejamínale cuando le va subiendo a esta honra con no menos que llamalle Satanás129. Piden por medio de su madre los dos hermanos silla en este reino de los cielos y con que se las dio les llama «necios en el pedir»130. De aquí también le quedó a la caballería cristiana que, cuando se arma alguno caballero, le dan ciertos golpes con una espada como que diciendo que el verdadero caballero es el que por Cristo sufre hasta la muerte131. Y porque el cristiano se arma caballero en el sacramento de la confirmación, por eso le da el obispo un golpe en el rostro. Así pues, el que se graduare de dotor o maestro sufra aquellos golpes del vejamen con que se enseñe a sufrir y con que quede desengañado de que aquella

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Valerianvs, Hieroglyphica, Taurus, lib. 3, ff. 22vº-31. Al margen: Pierius de Bobe. A. Madroñal en su interesante estudio “De grado y de gracias”. Vejámenes universitarios del Siglo de Oro, 2005, pp. 25-27, se refiere a la trascendencia de los vejámenes; afirma que son una parte de nuestra historia literaria, fija su cronología —anterior al Siglo de Oro y mantenida hasta finales del xviii e incluso hasta el xix— y los define así: «El vejamen se sitúa a medio camino entre la prosa y el verso, entre la oralidad y la escritura, entre la lectura y la representación, y se utiliza para destacar de forma burlesca los defectos de una persona o sus logros y actividades, a sabiendas de que no se dice toda la verdad y de que lo que se expresa es una caricatura de la realidad». 126 Vvlg. Gen. 2, 17. 127 Vvlg. Matth. 17. 128 Vvlg. Matth. 16, 19. 129 Vvlg. Matth. 16, 23. 130 Vvlg. Matth. 20, 22. 131 Hallamos el rito de armar caballeros en la Edad Media en la segunda partida de Alfonso X el Sabio y en el Llibre de l’Orde de cavalleria de Ramón Llull. 125

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honra es del mundo, que la da y la quita, como dice Horacio, «al arbitrio de la voz del pueblo132». Y porque, hechos a aquellas burlas, cuando de veras los quieran afrentar, imaginen que todo es burla, como le sucedió a Catón, vejaminado de un hombre bajo que le ponía muchos nombres —al parecer del que los daba, inominiosos— y sepan que deben responder lo que él respondió: —Así como a ti —dice— te es fácil el saber maldecir, a mí me dirá mal el hacer caso de lo que tú dices133. Los romanos hacían estos vejámenes, según dice Horacio en sus Sátiras134. Los gitanos135, cuando estaban en fiestas y regocijos de mayor sarao, alegría y contento, hacían de cera una imagen de un muerto que les representase el fin y les hiciese tener moderación en los pasatiempos, acordándose cómo habían de [f. 136vº] morir136, como toca Marcial137. Del gran Saladino se cuenta que cada vez que salía de su casa, con la majestad y grandeza que tal príncipe y monarca acostumbraba, llevaba una mortaja delante, la cual iba en la punta de una pica que llevaba un criado suyo, asalariado para esto138. De Alejandro Magno dicen algunos que tenía un paje, a quien llamaban «paje de memoria», que, en amaneciendo, todos los días entraba y los buenos días que le daba, o el Haue de Marcial139, era decille: «Acuérdate, rey, que eres hombre y te has de morir140». El sumo pontífice romano, cuando se corona, sabemos que hace se le sinifique la inconstancia de las glorias desta vida, lo mudable y momentáneas que

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Hor. Carm. 3, 2, 19-20. Plv. Cat. Ma. 9, 12. 134 Véase Hor. Sat. 1,4; 1, 10; 2,1 y especialmente 1, 7; 2, 7. 135 gitano: voz que, según el DLE, proviene de egiptano. El Aut. ya da noticia de que se llamaba así a los pertenecientes a este pueblo nómada, originario de la India, porque se creyó que procedían de Egipto: «Cierta clase de gentes que, afectando ser de Egipto, en ninguna parte tienen domicilio [...]». 136 Erasmo afirma que esto ocurría entre los egipcios y que la imagen del muerto era de madera. Véase Erasmvs, Apopthegmatum, lib. 6, 81, p. 433. Su fuente se halla en Los nueve libros de la Historia de Heródoto. Véase Hdt. 2, 78. Al margen: «Erasmo lib. 6. Apoteg.». 137 Mart. 2, 59, 4: Ipse iubet mortis te meminisse deus. Al margen: «Lib. 2». 138 Saladino (1138-1193) fue sultán de Egipto y de Siria y fundador de la dinastía ayubí. Derrotó a los cristianos en varias ocasiones y les arrebató Jerusalén y Palestina. Se enfrentó a Ricardo «Corazón de León» en la Tercera Cruzada. Es un personaje admirado por musulmanes y cristianos. Refiere la anécdota de la mortaja Pineda, Monarchia eclessiastica, lib. 21, 9, f. 267. Cf. Gracián, Agudeza y Arte de ingenio, p. 496 y Pérez de Guzmán, Mar de historias, cap. 60, p. 140. 139 Mart. 1, 55, 6: et matutinum portat ineptus Have y 1, 108. Al margen: «Lib. 1.» 140 Narra la anécdota Eliano en sus Historias curiosas, lib. 8, cap. 15, pero se refiere a Filipo de Macedonia, padre de Alejandro Magno. Cf. G. de Zeballos, Arte real para el buen gobierno de los reyes y príncipes y de sus vasallos, [f. 183vº]: Memento, Philippe, quia homo es. 133

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son, encendiendo unas pocas estopas que, con mucha brevedad, se queman, diciendo: «Santísimo padre, así se pasa la gloria deste mundo141». Todos estos actos, ¿qué son sino vejámenes, y en las mayores honras que el mundo tiene? Pues de aquí vino que en el acto de los grados se diesen vejámenes, los cuales se hacen en diferentes partes por diferentes personas. Porque en esta Universidad lo dan cuatro a quien llaman «gallos142». En la de Alcalá, un dotor graduado. En otras Escuelas el mismo que ora en alabanza —lo cual no apruebo porque es impropiedad; en otras, un condiscípulo; en otras, un truhán —y esto también no es muy decente por la disparidad que hay entre los de la fiesta y el truhan. Con lo cual he dicho lo que me ha sido posible, respondiendo a lo que, por esta segunda cédula, se me pregunta. En la tercera, se pide el principio de los que dicen vayas o cordelejos143 que se dan a los novatos, que por otro nombre llaman [f. 137] «matracas144» y «picones145». Y digo que muchos de los antiguos filósofos, cuando les traían un dicípulo bajo de su diciplina, hacían prueba de su sufrimiento puniéndolos a la puerta del aula y permitiendo que los demás les dijesen algunos apodos y les ultrajasen con baldones146, cordel147 y gracia, como dice Cicerón, y, si lo sufrían con paciencia, sin dar muestra de airados, decían ser acomodados para el estudio de letras148, que en esto es lo que dice Plutarco que solía decir Filemón: que no hay cosa más suave ni sonorosa que saber y poder llevar semejantes afrentas con paciencia, principalmente si se fundan en algunas faltas nuestras y sabemos

141 La frase Sic transit gloria mundi parece provenir de O quam cito transit gloria mundi de Tomás de Kempis. Véase Kempis, De imitatione Christi, 1, 3, 6. 142 gallo: «Llaman [gallo] en las universidades al que hace la oración laudatoria del que se ha de graduar» (Aut.). 143 cordelejo: «Chasco, zumba o cantaleta» (Aut.). 144 matraca: «Significa también burla y chasco que se da a uno, zahiriéndole y reprehendiéndole alguna cosa que ha hecho» (Aut.). 145 picón: «El chasco, zumba o burla que se hace para picar e incitar a otro a que ejecute alguna cosa» (Aut.). 146 baldón: «Oprobio, denuesto y palabra afrentosa con que se da en rostro a alguno, se le injuria, menosprecia y tiene en poco» (Aut.). 147 cordel: véase arriba cordelejo. 148 No hemos encontrado esta anécdota, sí su filosofía, en Cic. Inu. 2, 163: Patientia est honestatis aut utilitatis causa rerum arduarum ac difficilium uoluntaria ac diuturna perpessio. La cita san Agustín en De diversis quaestionibus octoginta tribus. De patientia 31, 1. Asimismo Nanus Mirabellius encabeza el apartado Patientia con la siguiente definición: Est autem patientia uirtus contumeliarum et omnis aduersitatis ímpetus aequanimiter portans. Dicha definición procede del pseudo Guillaume de Conches (c. 1080-1154) en su Moralium dogma philosophorum 1. C.; se halla asimismo en De amore et dilectione rerum incorporalium, lib. IV, 13 de Albertano Brixiense (1195-c. 1251) y en el Liber consolationis et consilii, cap. 42 del mismo autor.

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dende que las oímos enmendarlas149. Y, juntamente otros, viendo las cosas que a estos reprehenden, procuran huillas y no caer en aquellas faltas por poder libremente decir, y no que diciendo a otros les pueden con el mismo dicho dar en cara, por ser vicioso en lo que reprehende, como se dice en las tragedias: El que de llagas que tiene a sana parte no atina a otros da medicina150.

De suerte que porque se haga prueba de su sufrimiento y paciencia se ordenaron estas vayas y, con ese fin, se debían continuar, el cual de parte de unos y otros se pervierte que a saberse aprovechar de la ocasión a los que reciben la vaya, sin duda, les había de ser de gran provecho porque fuera tomar el consejo de Esdras, y ensayarse a lo que dice: «Disimula el dolor y lleva con buen semblante cualquier acontecimiento151». Por lo que dice en los Proverbios, que es mejor el que bien sufre, que el muy [f. 137vº] fuerte152 y su dotrina y aprovechamiento en ella se conoce en el sufrimiento153, y oyendo sin responder quedan vencidos los que dan el cordelejo o matraca154. Y el Eclesiastés dijo, a este propósito, que con estas tentativas se prueban los hombres como los vasos del barrero en el horno donde se cuecen155, guardando el preceto evangélico que no se ha de dar mal por mal, sino bien156. Y lo mucho que esto importa, dice san Pablo, y es que la tribulación muestra dónde hay paciencia; la paciencia es testigo de la aprobación; la aprobación adquiere esperanza y la esperanza sustenta157. San Pedro, en su canónica, siente lo mismo158. Con quienes, es cosa cierta, conforman todos los sagrados dotores, que por eso no los cito159. Y los sabios del siglo fueron deste parecer cuando

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Plv., Moralia 35 D (De aud. poet.). Al margen: De Poem. Plutarco cita en varias ocasiones este verso de una obra desconocida de Eurípides. Véase Nauck, Trag. Graec. Frag., Eurípides, nº 1086. Lo hallamos en Moralia 71E (De ad. et am.); 88C (De cap. ex inim. ut.); 481A (De frat. am.); 1110E (Adu. Col.). Al margen: De utilit. eximia. 151 Véase Biblia sacra, 4 Esdr. 10, 15. A partir de aquí hasta Ovidio todas las citas patonianas proceden del cap. Patientia de la Polyanthea de Nanus Mirabellius. Al margen: «4. cap. 1». 152 Vvlg. Prov. 16, 32. Al margen: «cap. 16». 153 Vvlg. Prov. 19, 11. Al margen: «cap. 19». 154 Vvlg. Prov. 25, 15. Al margen: «cap. 25». 155 Vvlg. Sirach 27-6. Al margen: «cap. 27». 156 Vvlg. Matth. 5, 39-40. Al margen: «cap. 5». 157 Vvlg. Rom. 5, 3-4. Al margen: Ad Rom. «cap. 5». 158 Vvlg. 1 Petr. 1, 21 y 3, 15; 2 Petr. 1, 6. 159 Los sagrados doctores omitidos por Patón, según su fuente, es decir, Nanus Mirabellius, son: san Agustín, san Jerónimo, san Ambrosio, san Gregorio, san Juan Crisóstomo y san Bernardo. 150

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quisieron hacer prueba de la condición de los oyentes. Deste modo, Valerio Máximo dice, a este propósito, que llevar con moderación y sin hacer estremo estos actos y tentativas no es otra cosa sino afrentar y vencer a la fortuna y hacelle que, vencida, se sujete al hombre160. Que por eso dijo Horacio que nunca en los tales tuvo señorío161. Y Séneca, tratando de las virtudes, dijo que es esta la principal porque sin ella no se coge el fruto de las otras162. Cicerón, en sus Tusculanas, que esta era la causa de la severidad de los lacedemonios en dotrinar sus hijos163, y cuenta por la mayor necedad que se puede notar el afligirse y melancolizarse el paciente en estos actos164. Dión, en Homero, da a su hija Venus tales consejos165. Pítaco amonesta al sufrimiento diciendo que es fácil tenerlo, y más durando tan poco tiempo166. Menandro da por testimonio de que es verdadero hombre el [f. 138] llevar esto en risa167. Plauto lo juzga por locura, siendo fuerza no tener discreción para disimularlo168. Virgilio afirma que, a no tener constancia los troyanos en sufrir los trabajos que en la larga navegación les sucedieron, no gozaran de la gloria de la tierra de Italia169. Ovidio facilita estos precetos por estas palabras: Sonlo y parecen duros mis precetos, mas por sanar, ¿quién no sintió dolores? Toma el enfermo una purga amarga, Forzado, y yo no llego a la comida. Tú, por salvar el cuerpo te dispones a sufrir el cautiverio y la lanceta y no te atreves a lavar el rostro,

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Val. Max. 3, 7, 10. Al margen: «Lib. 3». Difícilmente podría hallarse la fuente de esta cita patoniana si no contáramos con la voz Patientia de la Polyanthea de Nanus Mirabellius. Este se refiere a Hor. Carm. 1, 23. Se trata de 1, 24, 18: «lo prohibido de enmendar se hace más llevadero gracias a la paciencia». 162 Véase «De magnanimitate» en De quattuor uirtutibus, atribuido a Séneca. Al margen: «Lib. 4». 163 Cic. Tusc. 2, 34. Al margen: «Lib. 2». 164 Cic. Tusc. 3, 77. Al margen: «Lib. 3». 165 Hom. Il. 5, 382-404. Al margen: Od. 5. 166 Demetrio Falereo (siglo iv a. C.) recoge esta sentencia de Pítaco de Mitilene, pero la fuente del maestro se halla una vez más en la voz Patientia de la Polyanthea de Nanus Mirabellius, escrita en lengua griega y latina; esta dice: Tolera, si ab his qui sunt prope, minima quaedam tibi detrahantur. Hernán López de Yanguas (c. 1487-¿1547?), en Los dichos o sentencias de los siete sabios de Grecia, lo glosa así: «Si a dicha tus familiares / yerran algunas cosillas / a vezes es bien sufrillas». Cf. Galmés de Fuentes, 1991, p. 55. 167 Men. Mon. 13. Dice Nanus Mirabellius: Viri est accidentia generose ferre. 168 Plavt. Rud. 252. Al margen: in Rud. 169 Verg. Aen. 1, 198-207. Al margen: «lib. 1». 161

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con ser el alma parte aventajada te escusas de sufrir alguna pena. Es muy triste la entrada de nuestra arte y son de gran trabajo estos principios, como al novillo el intentar domallo y querer poner freno al fiel caballo170.

Nótense aquellos dos versos que dicen todo nuestro pensamiento muy sustanciado y dan muy claro el fundamento de nuestra respuesta diciendo: Sed tamen est artis tristissima ianua nostrae Et labor est unus tempora prima pati171.

Con lo cual se hace claro el porqué se ha permitido siempre en las Escuelas esto. ¿Cuándo comenzasen los grados? No osaré yo afirmar con [f. 138vº] determinada certeza del tiempo, aunque sí me atreveré a alucinar172 algunas cosas de que se pueda hacer probable conjetura, poco más o menos. Ni pienso yo que hay mucha más certeza en las invenciones de las demás cosas, y procede esta duda y confusión de que cuando las cosas —aunque sean no tales— tienen principio, hay pocos que sean curiosos en apuntar aquello para adelante y, como cosa a todos comunicada, dejan de escribirla unos por otros. De aquí vino que muchos, que no fueron sino reformadores o restauradores de algunas cosas, han sido tenidos por primeros inventores. Muchas cosas hay ahora notables en el mundo que se han de perder, y su modo y traza que será de gusto —aun con noticia confusa— a nuestros sucesores oíllas. El gobierno de Roma, ¿por qué hay duda en muchas cosas dél si no porque entonces no las escribieron los que vivían, sino, cuando se hubieron acabado, quisieron algunos resucitarlo en sus historias? Lo cual no hicieron con la certeza que convenía por hacerlo por mancas y no muy ciertas relaciones. El que hoy tiene España en número de consejos y oidores, audiencias y jueces nadie lo pone en historia y, si cesase, no tiene menos curiosidad y erudición en sí que el de los romanos; lo cual perecerá porque los historiadores no escriben sino de cosas antiguas de que han de hablar forzosamente muy en duda.

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Ov. Rem. 225-236. Al margen: «lib. último Eleg. 12». Ov. Rem. 233-234. 172 alucinar: «Es como adivinar una cosa que ni se sabe ni se entiende bien, al modo del que, entre las dos luces, o de la tarde o de la mañana, viendo una cosa le parece otra de la que es» (Cov.). 171

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Por esta misma ocasión, ignoramos la certeza de lo que se nos pregunta, y no se tiene de otras muchas cosas, que fuera gran curiosidad y erudición tenerla. Lo que más puedo decir es que, aunque las Escuelas son tan antiguas en el mundo, como de otros se sabrá, esta manera de premios que dicen grados en [f. 139] los letrados no lo es tan cierto. Lo que es el nombre de «maestro» y «dotor» la misma antigüedad tiene que las Escuelas, mas este nombre se daba con el oficio de enseñar y no por grado, bien es verdad que no permitía enseñar al que no tenía173 suficiencia para ello. Y dejando la escuela seglar —digo la de los filósofos gentiles— en la nuestra católica —digo la sinagoga de Escritura y Iglesia de Grecia— habrá no menos que en ella ejemplos. En el Deuteronomio manda Dios juntar por todas las tribus los dotores della174; en el Paralipomenon, Eclesiastés, Esaías, Joel175. Por san Mateo se dice cómo llegó un dotor de la ley a tentar a Cristo176. San Pablo, haciendo división de los miembros de la Iglesia, dice cómo dellos son dotores177. Del nombre de «maestro» hay muchas más autoridades y todas declaran lo que este nombre tiene, pues fue el que tuvo Cristo mientras anduvo en el mundo, y del que más se precia178. Y también hace estimación del de «precetor» que, considerada la fuerza de su sinificado, es lo mismo que «dotor». Y nótese que el evangelista que más le nombra con este nombre de «precetor» es san Lucas, como se verá leído con atención179, de suerte que, antes y después de la venida de Cristo al mundo, muchos tuvieron estos nombres y en él particularmente estuvieron muy sublimados. Mas, muchos años después, comenzaron a darse solos por premios con la solenidad que en estas y otras Escuelas vemos y se hace dellos la estimación que quien quiera habrá considerado.

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En el interlineado, sobre tenía: «tubiese». Vvlg. Deut. 31, 28. Al margen: «cap. 31». 175 Jiménez Patón, en estas cuatro citas, parece referirse al mismo tema expresado en el Deuteronomio, pero no es así. En Vvlg. 1 Par. 27, 16-22, se enumera a los jefes de las doce tribus. En Vvlg. Sirach 44-50 está el elogio de los patriarcas, guías del pueblo. En Vvlg. Is. 30, 20, entre las bendiciones del Señor sobre Judá, se encuentra la de poder contemplar a sus maestros que ya no se ocultarán. Por último, en Vvlg. Ioel 2, 23, se alude a un «doctor de justicia». 176 Vvlg. Matth. 22, 35-40. 177 Vvlg. Act. 13. 1; 1 Cor. 12, 27-29; Eph. 4, 11 178 Dice Jesús en Ioh. 13, 13: Vos uocatis me Magister et Domine, et bene dicitis: sum etenim. Jiménez Patón en El virtuoso discreto, p. 96, reitera así la cita: «Estudiante amigo, si quieres acertar a ser virtuoso y discreto sigue la obediencia, ejecuta los mandamientos de tu maestro, no desampares sus consejos que Dios te habla en él; que para que obedezcas y respetes este nombre basta considerar que es uno de los que más se preció pues dijo: “Maestro me llamáis y decís bien”». 179 Vvlg. Luc. 5, 5; 8, 24; 9, 33; 17, 13. 174

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Pienso yo que su principio lo tuvieron en las Escuelas de París, las cuales se fundaron , según cuenta Jacobo de Colomna en su Historia180, y refiere fray181 Antonino de Florencia en la suya, y pasó desta suerte. En tiempo de Carlo Magno, Alcuino182, de nación inglés, [f. 139vº] fue enviado de sus reyes a Francia a tratar de paces con Carlo Magno, el cual le recibió haciéndole mucha honra, tanta que le obligó a quedarse en Francia. Era hombre muy docto y de muy buena vida. Este, pues, fue instrumento para que las Escuelas que, después de haber acabado la gloria de las de Atenas habían florecido en Roma, se trasladasen a París y, fueron fundadores dellas cuatro monjes dicípulos del venerable Beda183, el uno fue este Alcuino, y los otros tres Rábano184, Claudio185 y Joan Escoto186. Aunque la historia de aquel reino dice que fueron solo dos, y es que dos vinieron, y Alcuino y otro estaban allí. Los que vinieron por providencia divina fue concertado su viaje porque las letras andaban muy de caída. Y ordenó Dios todo poderoso que aportasen aquí dos monjes escotos de Hibernia con los mercaderes de Bretaña o Inglaterra, hombres dotos en divinas palabras y humanas letras. Y cuando la gente iba a las naves a ver las mercadurías que traían para comprar, ellos no hacían sino dar voces diciendo: 180

Se trata del Mare Historiarum del dominico Giovanni della Colonna (c. 1298-c. 1343), extractado y traducido por F. Pérez de Guzmán en el siglo xv y publicado en Valladolid, 1512. Véase Pérez de Guzmán, Mar de Historias, caps. 54, 57 y 97, pp. 133-137-138 y 185. 181 En el ms. hay una vacilación entre «fray» y «san». 182 Alcuino de York (735-804), polígrafo, pedagogo y teólogo anglosajón. Fue director de la escuela catedralicia de York (766-780). Carlomagno le propuso dirigir la escuela de la corte o Schola Palatina de Aquisgrán. Mientras ejerció este cargo fue conocido como Flaccus Albinus. En la abadía de San Martín de Tours organizó la escuela claustral más célebre de su época. A imitación suya se fundaron otras escuelas donde estudiaron obispos, monjas, hijos de nobles y plebeyos. El ejemplo se extendió por diversos centros francos de los siglos viii y ix, donde se realizaba una gran copia de códices en los escritorios anejos. El movimiento dio paso al llamado «Renacimiento Carolingio». 183 Beda, el Venerable (673-735), monje y escritor inglés. Se dedicó toda su vida a la enseñanza y al estudio. Sus numerosas obras latinas le permiten ocupar un lugar muy importante en la primera etapa medieval que, a través de la escuela de York y de Alcuino, convergió en el «Renacimiento Carolingio». 184 Rábano Mauro (780-865), eclesiástico y erudito alemán, fue discípulo de Alcuino, abad de Fulda y arzobispo de Maguncia. Su erudición es la propia de un gran compilador y exegeta. Fue un prelado muy interesado por la formación de los clérigos y por el culto. Se le conoce como Praeceptor Germaniae. 185 Claudio fue un monje benedictino escocés de finales del siglo viii, discípulo de Beda, el Venerable, gran conocedor del griego y del latín. Fue uno de los que dieron principio a la Universidad de París. 186 J. Escoto Eriugena (c. 810-c. 877), teólogo y filósofo irlandés, fue llamado por Carlos el Calvo para ponerle al frente de la Schola Palatina. Tradujo y comentó obras teológicas y filosóficas —de las cuales destaca De diuisione naturae—, y compuso poemas en latín y griego. Es una de las personalidades más notables de la primera parte de la Edad Media.

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—Quien quisiere comprar sabiduría, véngase con nosotros, que nosotros la vendemos. Los que lo oyeron dieron la nueva a Carlos, rey, de lo que aquellos hombres decían, el cual los mandó llamar y, preguntándoles qué vendían, dijeron que sabiduría. Y diciéndoles qué querían por ella, dijeron que lugar acomodado y ánimos187 dispuestos a querer deprender, y los alimentos necesarios para pasar la vida, sin ninguna demasía sino con mucha moderación. Viendo esta buena ocasión, el rey era aficionado a letras y recibió mucho gusto. Apretole cierta ocasión de guerras, mas, aunque deprisa, ordenó que se les diese lo necesario y que asentasen las [f. 140] las Escuelas, aunque depués envió el uno dellos a Italia a que fundase otra en san Agustín, junto a la ciudad de Ticino. En esta ocasión, se dice que a la fama de Carlos vino Alcuino o Albino, y como era tan grande letrado, lo recibió el rey y no le dejó volve[r]188 hasta que murió189. Esta Escuela en sus principios comenzó al modo de las antiguas, mas procurando su aumento, luego dieron traza los dotores, maestros o precetores dellas de buscar artificios con que aficionar a los estudiantes a que se aventajasen en el aprovechamiento. Y de las invenciones que intentaron fue una la de los grados, de quien hoy tratamos, y de quien es el menor y que primero se recibe es el de bachiller. Grados se dijeron de gradus en latín, que quiere decir ‘escalón190’. Y el primero es el de «bachiller», en latín baccalareus, el cual se dice así —según Prateio y conforma con Alciato191 y aun dice ser sentencia de Paulo, jurisconsulto, por ser autor desta ley— de bacca laurea192, como que premiados con ramas de laurel193. Esta denominación no le agrada a Luis Vivas*, el cual en muchas partes la refuta diciendo que muchos nombres se trasladaron de las cosas de Inglaterra a las de Escuelas, y así se trasladó este. Como tiro quiere decir propiamente ‘soldado bisoño’, y se pasa a sinificar, por metáfora, el ‘principiante en los estudios’. De la mesma manera baccalareus dice que es nombre francés, por el cual 187

En el ms. aparece corregido: «lugares». Al margen: «ánimos». En el ms.: «volvel». 189 Todo el relato es traducción del capítulo titulado De studio Parisiensi quomodo sit institutus Parisiis de Antonino Pierozzi (1389-1459), dominico italiano, arzobispo de Florencia, canonizado por Adriano VI en 1523. Véase Antoninvs, Secunda pars Historiarum, tit. 14, cap. 4, 12, f. 125-125vº. Al margen: «pte. 2, tit. 14. cap. 2 & 12». 190 Al margen: «También llamaron los romanos “grados” a sus dignidades». Toda esta descripción con las correspondientes citas de Alciato, Paulo jurisconsulto y Justiniano, procede de Pardoux Duprat o Pardulphus Prateius (1520-1570). Véase Prateivs, Lexicon, lib. primus, p. 48. 191 Alciatvs, De uerborum significatione, Commentaria, p. 148. Al margen: De uerb. signi. 192 Alciato comenta a Ulpiano, lib. 58, ley 57, en De uerborum significatione, Commentaria, p. 148. Al margen: Leg. cui praecipua. 193 Sobre este término, así como los de lytas y prolytas, véase Corasivs, In titulum Pandectarum de Iustitia et Iure..., pp. 232-233. 188

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se sinifica el que en cosas de la guerra se halló alguna vez en alguna batalla194. Por esto llaman «bachiller» al que en la justa literaria hace la primera muestra de suficiencia ante los esaminadores, y me agrada esta denominación. A estos en la Facultad de Artes se les da licencia para poder in [f. 140vº]terpretar las obras de Aristóteles y poderse oponer a cátedras dellas. En la Medicina, para curar —aunque las leyes de reformación quieren que después de graduados de bachilleres tengan dos años de prática con algún médico docto; en la de Leyes y Cánones195, para abogar acusando y defendiendo y para poder sentenciar, y se hacen capaces para oposiciones de algunos beneficios, que otros piden ser licenciados, otros dotores. A estos bachilleres en Leyes llama Justiniano lytas196, digo a los que gozaban desta facultad de abogar y ser jueces antes que en Escuelas se dieran grados. Y antiguamente se daba a los que habían estudiado tres años. Ahora se ha reformado en cinco cursos, seis meses cada año, y aunque fueran todos los doce no dañara197. Cuando eran los tres añadían uno de pasantes, ahora algunos les juntan dos, y, los más, ningunos. Y llamábanse lytas, de lytai, verbo griego que quiere decir ‘desatar198’, como que hasta entonces habían estado atados, de suerte que no podían determinar cosa, y entonces quedaban libres para lo que hemos dicho. Dellos dijo Juvenal: Qui iuris nodos legumque aenigmata soluat199. El que suelta y desata el nudo estrecho y las escuridades del derecho.

Y aunque Turnebo200 dice que no dicen bien porque Juvenal no entiende sino de los muy doctos, no tiene razón, pues debía saber que las palabras en la 194

Vivis, Exercitatio linguae Latinae, Opera, t. 1, lib. 1, p. 32. El humanista, en efecto, se refiere a tyrones et batalarii, afirmando que el primer vocablo es antiguo y que el segundo procede de la Galia. Cf. Vivis, De causis corruptarum artium, Opera, t. 1, lib. 1, p. 355. Al margen: In Exer. ling. Lat. & De causis cor. art. lib. 1. 195 Véase Clementine, lib. 5, tit. 1, ff. 56º-57vº. Al margen: Clem. De magis. cap. Cum sit nimis. 196 Véase Nebrissensis, Iuris Civilis Lexicon, p. 190. Cf. Prateivs, Lexicon, lib. primus, p. 48. 197 Al margen: Imperat. ad Antec. 198 El verbo griego es λύω. Véase Ivstinianvs, Dig., praef. II, Constitutio ‘Omnem’, 5. Cf. Agudo, 2012, pp. 7-25. 199 Ivv. 8, 50. En las edades modernas: et legum. El maestro traduce el verso —tan libremente como siempre— en un pareado de arte mayor y rima consonante. 200 A. Turnèbe (1512-1565), filólogo y traductor, fue profesor de la Universidad de Toulouse y lector de griego en el Colegio Real de París. Editó y comentó autores clásicos, especialmente griegos, que tradujo al latín y al francés. Escalígero fue uno de sus discípulos y Montaigne en sus Essais 1, 24, no le escatima elogios: le plus grand homme qui fust il y a mil ans. La cita de

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definición no es fuerza que digan el acto, sino basta que se entiendan en potencia y, si no de hecho, de derecho. Pues, según regla del mismo, «aquello podemos que podemos por derecho201». El segundo grado es el de licenciado. Este nombre se daba [f. 141] antiguamente a los que, habiendo estudiado los tres años Derechos y pasado uno, se les daba licencia para abogar al cuarto año de estudios de Derechos, tres en Escuelas y uno en sus casas, como la misma ley disponía. Estos se llamaban prolytas202. Así lo entiende Hesiquio203. Ahora no se aguarda esta licencia después de pasantes, sino, en siendo bachilleres, se la toman. Gradúanse de licenciados en Artes al cuarto año o, al menos, pueden graduarse, sujetos a esamen con aprobación o reprobación de Medicina y Leyes a dos años pasantes después de bachilleres, y lo mesmo en Teología. En este grado se les da licencia para poderse hacer dotores o maestros y así no se hacen otros actos, esámenes ni alfonsinas204, que las que se hicieron para licenciados. Solo se añaden algunos dineros para las propinas que se aumentan. Y de aquí es que, casi siempre, se reciben juntos ambos grados y se dicen, aunque son de dotores, primero y segundo en licencias —así lo dice Luis Vivas* en los lugares citados205. Dotores o maestros son los que alcanzan el sumo grado en cual quiera destas facultades. Entre estos dos nombres no hay diferencia más del uso. Consta esto claramente de las Partidas, del rey don Alonso, donde dice estas palabras: La ciencia [de las leyes] es como fuente de la justicia y aprovéchase della el mundo más que de otra cosa; e, por hende, los emperadores que ficieron las leyes otorgaron privilegios a los maestros de las Escuelas en cuatro maneras. La una: ca luego que son maestros han nombre de caballeros e de maestros e llamáronlos señores de Juvenal, comentada por el humanista con la que Patón manifiesta su desacuerdo, se encuentra en Adversariorum, t. primus, lib. VIII, cap. xix, f. 158. 201 Es decir: Id possumus quod de iure possumus. Aforismo jurídico derivado del Digestum donde no aparece textualmente, pero así formulado por los comentaristas medievales. Se llalla en los Consilia del jurista Baldo de Ubaldis y también en algunas obras teológicas como la Summa Fratris Alexandri. 202 Véase Ivstinianvs, Constitutio Omnem, 5. Cf. Corasivs, In titulum Pandectarum de Iustitia et Iure..., pp. 232-233, donde refiere que es el último curso en que se otorga la facultad, autoridad y licencia de enseñar e interpretar públicamente el derecho. A. d’Ors traduce los términos lytai y prolytai como «resolvedores» y «resolvedores avanzados». Véase d’Ors, 1975, pp. 21-22. 203 Hesiquio de Alejandría (siglos iv-¿v?) fue un gramático que compiló un Lexicon de palabras griegas, poco usuales y oscuras, conservado en un único manuscrito, Codex Marcianus, del siglo xv. Realizó la primera impresión M. Musurus, Venecia, Aldo, 1514. 204 alfonsina: «Acto solemne de Teología o Medicina que se tiene en la Universidad de Alcalá en que se defienden muchas conclusiones y materias de varia doctrina o erudición teológica o médica» (Aut.). 205 Cf. n. 195.

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leyes. La segunda es: cada vegada que el maestro derecho venga delante de algún juez que esté juzgando, débese levantar a él y servirle y recevirle que sea consigo [f. 141vº], y, si el judgador206 contra esto ficiere, pone la ley por pena que le peche207 tres libras de oro. La tercera es franca entrada para entrar donde quiera aunque sea hablar a príncipes. La cuarta, que sean libres de todo pecho208 y aun les da esta ley honra de condes209.

Trátase desto en la Nueva Recopilación210, en la Clementina211 y otros autores, a la larga212. Particularmente de que es lo mismo «maestros» que «dotores», lo prueba el título de la ley citada de las Partidas. En la facultad de Artes, siempre y donde quiera, se llaman «maestros»; en la de Medicina y Leyes, «dotores»; en la de Teología hay esto: que en estas Escuelas, aunque sean clérigos, gustan de llamarse «maestros»; en Alcalá y las demás Escuelas, «dotores»; en todas las religiones, «maestros»213. Tienen muchas esenciones, immunidades, privilegios, los que yo no puedo referir y será fácil ver en los buletos214 apostólicos y gracias de reyes hechas a las Escuelas. Y cómo la Antigüedad procuró premiar a los soldados en los hechos que hacían, dignos de algún premio, con la honra del triunfo —que era la suma— y la ovación —que era triunfo menor—, con aquella diferencia de coronas que, a la larga, refiere Aulo Gelio en sus Noches áticas215. También a los insignes en 206

judgador: Patón, que está reproduciendo en este pasaje un fragmento de Las siete partidas, de Alfonso X, se ciñe al vocabulario medieval, donde judgador era más común que juzgador, pero mucho menos extendido que juez. 207 pechar: «ant. Pagar una multa» (DLE). 208 pecho: «Contribución o censo que se pagaba por obligación a cualquier otro sujeto, aunque no fuera rey» (DLE). 209 Véase Alfonso X, Las Siete Partidas, 2ª Partida, tít. 31, ley VIII: «Qué honras señaladas deben haber los maestros de las leyes», pp. 278-279. Al margen: «2 pa. ti. 31. lib. 8». 210 La llamada Nueva Recopilación se debe al jurista Alfonso de Acevedo (1518-1598). Véase Acevedo, Commentariorum iuris ciuilis, lib. 1, tit. 7, pp. 152- 162. Al margen: «Lib. 1 tit. (sigue un núm. ilegible). 211 Véase Clementine, lib. 5, tit. 1, ff. 56vº-57vº. Al margen: Clem. unica de Magist. ca. 2. 212 a la larga: «Difusamente, con extensión» (DLE). 213 Al margen: Conc. Constant. Basilien. et Vienen. pa. Vuielph. que decía que los grados eran honras de vana gentilidad. Dice Salcedo: «Los grados de las universidades fueron aprobados por decreto de la sancta Iglesia Católica, en el Concilio Constanciense, a donde son condenados los errores de Unicleph hereje, y era uno de ellos que los grados, magisterios, universidades y colegios eran introducidos con vana gentilidad». Véase Salcedo, Pliego de cartas, p. 89. 214 buleto: «Diminutivo de bula. El breve apostólico que regularmente se da para concesión de algún privilegio o para dispensación de algún impedimento en materia de matrimonio o de Órdenes sagradas o para otros fines» (Aut.). 215 Gell. 5, 6. Al margen: «Lib. 5, cap. 6».

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letras procuró dar alguna manera de premios honrosos y, dejando las que en particular se dieron a algunos filósofos, oradores, poetas, así de hacienda como de estatuas y estimación, la más recebida era laurear a los poetas o con ramo de laurel o de hiedra, como infinidad de veces lo toca Horacio y otros poetas. Y la razón por la que con estos árboles más que con otros es porque son árboles inmarcesibles, que en ningún tiempo se marchitan, símbolo de la inmortalidad de sus obras, como lo toca Pierio en sus [f. 142] Jeroglíficos216. Y porque Apolo y Baco, a quien eran dedicados, eran los dioses desta facultad poética. De Apolo y su laurel todos los saben217. De Baco y la hiedra mejor que otros lo dice Horacio en tres o cuatro odas, una sátira y otra epístola218. De aquí también quedó en Italia el laurear los poetas, como sabemos le sucedió a aquella féniz219 de su tiempo en único ingenio, Francisco de Petrarca, que a un tiempo le enviaron a llamar de Milán y Roma para laurealle, y al fin se laureó en Roma220. En España no sé que esto se use, mas llamamos poetas laureados a los que en justas literarias en cortes y universidades se dan aventajados premios. En vez del laurel y hiedra y de las coronas de los soldados antiguos, dan a nuestros maestros o dotores borlas y capirotes de tal o tal color221. Al jurista, colorado; al canonista, verde; al médico, amarillo; al filósofo, azul; al teólogo, blanco. El dar borla y capirote es a imitación222 de los antiguos que, en señal de libertad, daban al esclavo un bonete el día que le ahorraban223. Y, particularmente, el color blanco entre ellos era jeroglífico de la libertad y, por eso, en la muerte del

216

Valerianvs, Hyeroglyphica, lib. 50, ff. 371vº-373vº. Ov. Met. 1, 452-567. 218 Hor. Carm. 1, 1, 29; 1, 25, 17; 4, 11, 3; Epist. 1, 3, 25, etc. 219 féniz: forma, apenas presente en el español clásico, que aparece por fénix. 220 Petrarca (1304-1374) fue coronado como poeta laureado en Roma, a petición del Senado de la ciudad, rechazando el ofrecimiento que en el mismo sentido le hizo el canciller de la Universidad de París. La ceremonia tuvo lugar en el mes de abril de 1341. El poeta pronunció su discurso —Collatio laureationis— y posteriormente fue coronado por el senador Ursus d’Anguillara y recibió el Priuillegium laureae, que certificaba la coronación y carta de ciudadanía romana. Es el poeta laureado por antonomasia. 221 Toda la descripción procede de la «Letra para un estudiante» del Pliego de cartas del baezano Gaspar Salcedo de Aguirre (1545-1632), humanista, catedrático de Artes, Filosofía y Teología en la Universidad de Baeza. Corresponde a los ff. 90-91. En el párrafo correspondiente a las insignias de los grados afirma que otros se han referido a la cátedra, anillo y birrete, pero que él es el primero en tratar de las borlas y sus diferentes colores. 222 Dice Salcedo: «y especialmente del birreto dice sant Antonino que se da in signum aureolae siue pr[a]emii o de libertad». Al margen: D. Antoni. 3 p. Theol. Titu. 5 & 2 in fine, cita asimismo utilizada por Jiménez Patón en el margen de su texto. 223 ahorraban: «Dar libertad al esclavo o prisionero» (DLE). En Roma consistia en otorgar al esclavo el pileus o pileum, una especie de bonete frigio de lana, símbolo de su libertad. Véase Pers. 5, 82. 217

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deudo o amigo, como toca Plutarco en sus Problemas, se vestían de blanco224. Como que decían que salían del cautiverio y esclavitud deste mundo; que con más acierto la Iglesia hace dando nombre de nacimiento o de libertad la muerte de sus santos, porque aquel día se nacen para Dios y se libran de la cárcel del cuerpo como dice Cicerón en el Sueño225. Pues, porque según el mismo en sus Paradoxos: «Solo el sabio es libre226». Y a los tales graduados se les da el grado con este título de sabios en señal de que gozan de la libertad; mediante la sabiduría, les dan estos bonetes, capirotes o borlas227. [f. 142vº] Véase a Joan Andreas en el prólogo sobre las Decretales a cerca desto228. Y porque, aunque para el mundo quedan libres los tales sabios porque las demás facultades son siervas de la santa Teología, por eso le dan a ella el color que con más propiedad la sinifica y, también, porque es virgen santa y desto es este color símbolo. El verde del canonista lo es de la esperanza de la salvación que, mediante el gobierno de su autor que es el sumo pontífice, esperamos. Lo colorado de las leyes lo es de la justicia que deben administrar, no perdonando, si necesario fuere, el derramar sangre. Lo amarillo del médico es denotando el efeto de las enfermedades, a quien llama amarillas y descoloridas Virgilio229. Lo azul del filósofo es también por el sujeto, porque, aunque el cielo y mar no tiene color, el aparente es azul y, porque del cielo y lo en él contenido, que es la máquina del mundo, trata su ciencia, le da en este color que lo representa. Esto es lo que se me ofrece en satisfación de las cuatro cédulas, bajo de la correción de la Iglesia y doctos a cuyo parecer como mejor me sujeto230, notan224

Plv. Moralia 270E (Quaest. Rom.) Cic. Rep. 6, 14. 226 Cic. Parad. 5, 34. 227 Al margen: «dotor Salcedo en su pliego letra 4 al estudiante dice que, porque los Cánones son ciencia media entre Leyes y Teología, les dan color verde que es medio entre blanco y colorado como dijo [f. 142vº] Inocencio 3: quia uiridis medius est inter albedines et ruborem», y así lo siente Durando. Lib. 3, cap. 18». Precisa Salcedo: «Favorece a ésta mi razón la que da Innocencio tercero en el libro que compuso De sacro altaris misterio tratando de los colores que usa la sancta Iglesia en sus vestiduras: [...] quia uiridis color medius est inter albedinem, nigredinem et ruborem. Y lo mesmo refiere Guiliermo Durando en el Racional de los divinos oficios», anotando al margen: Guilier. Durand. lib. 3, cap. 18». Véase Salcedo, Pliego de cartas, f. 91. 228 Giovanni d’Andrea (c. 1271-1348), jurisconsulto canonista y prestigioso enseñante en Bolonia, fue un autor prolífico, siendo su Novella super quinque libris Decretalium (1489), su obra más conocida.. 229 Verg. Aen. 6, 275. 230 Frase habitualmente empleada por Patón. La repite en el f. 151vº siguiente: «bajo de la acostumbrada correción de nuestra madre la Iglesia». Asimismo, comenta en el Mercurius Trimegistus a propósito de sus publicaciones: «Dándole Dios vida y fuerzas, imprimirá ocho tomos de Comentarios de erudición y la Historia de la ciudad y reyno de Jaen. Uno y otro, sujeto a la censura 225

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do que el anillo precioso que les ponen en el dedo sinifica cómo aquel día se hacen verdaderos esposos de la ciencia, que con tan largos trabajos y vigilias han alcanzado231. Mas porque no nos salgamos sin decir algo de la leción que habíamos de esplicar, bien será le demos principio diciendo que, mediante la intercesión de la Virgen Santísima y de los demás santos nuestros devotos, pedimos a Dios la ayuda que para tal empresa es necesaria, en la cual confiados comenzamos. Antes que los babilonios destruyeran la ciudad de Jerusalén, [f. 143] el profeta Jeremías les había profetizado su caída y desgracia, como les sucedió destruyéndoles toda la ciudad y llevando a los hebreos cautivos. Y así, viendo su ruina y miserable caída, hizo estas Lamentaciones o versos élegos, llorando este vaivén de la majestad y grandeza desta ciudad; y, llorando la lástima presente, profetiza la venidera, en tiempo de Tito Vespasiano, emperador romano, y muchas cosas de la Pasión de Cristo, nuestro redentor, que, por eso, se cantan o lloran en los días de la Pasión232. Es de notar que escribió estos versos dolorosos comenzando cada uno, o cada dístico, en una de las letras del abecé hebreo, las cuales letras, porque son misteriosas y tienen sentencias muy graves puestas juntas por su orden, se quedaron así enteras y, al rezar o cantar, se pronuncia[n]233. Lo mismo sucede en algunos salmos y otros capítulos del sagrado volumen234, mas porque lo que nos importa es el abecé destas Lamentaciones, digamos el sentido suyo, que es con el orden siguiente235:

de los doctos y correción de nuestra santa madre Iglesia». Cf. la frase final de El virtuoso discreto: Catholicae censurae omnia subiecta sunto, p. 298. 231 A. Madroñal, en el volumen titulado “De grado y de gracias”. Vejámenes universitarios de los siglos de Oro, 2005, pp. 508-516, ha publicado desde el párrafo que comienza «Los vejámenes que se dan a los grados [...]» hasta aquí, ff. 135vº-142vº. 232 El párrafo procede del «Argumentum lamentationum» de Héctor Pinto. Véase Pintvs, In Prophetiae Ieremiae lamentationes commentarii, t. 1, p. 5. Al margen: Pinto sup. Hier. Cf. La carta del santo a Paula en Hier. 30, 5-12. 233 En el ms: «se pronuncias». 234 Según san Jerónimo en la Epist. 30 «A Paula», los salmos escritos alfabéticamente son: el 110, el 111, el 144 y el 118 —glosado por Patón en su Declaración preámbula del salmo 118, publicado en Granada (1633)— y el proverbio 31, 10 ss. de Salomón. En dicha carta el santo explica el sentido y traducción de cada letra. 235 Respetamos la grafía del maestro, con algunas variantes del mismo al comienzo de las estrofas 12: Lameth; 13: Mem; 15: Sameth; 16: Hain; 18: Tsade y 21: Xin, ante la dificultad de transcripción del alefato hebreo. Hoy son aconsejables las denominaciones siguientes: Wau, Zayin, Het, Tet, Yod, Kaph, Lamed, Mem, Nun, Samekh, Ayin, Pe, Tsade, Qoph, Resh, Shin, Tau.

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Aleph Beth Gimel Daleth He Vau Zain Heth He

Dotrina Casa Cumplimiento Tablas Estas Es Esta Vida Estas

De suerte que quieren decir: estas tablas, dotrina, y la casa son el cumplimiento

Teth Iod Caph Lamech

Bueno Principio Mano Corazón

Men Num Samech Ain Phe Zadi Coph Res

Destas cosas Lo eterno Ayuda Fuente Boca Justicia Llamamiento Cabeza

El confesar esto es buen principio. Dos sentidos. Uno: el corazón pide manos, es decir, los buenos pensamientos piden obras. Otro: No aprovecha fe del corazón sino obras verdaderas de las manos porque la tal es fe muerta. De aquí sale la ayuda eterna, es decir, del creer y del obrar.

Sin (sic) Thau

Los dientes Señales

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Estas cosas todas son vida (143vº)

La fuente de la justicia es la boca. Más claro: La confesión es principio de la justicia. La vocación, o llamamiento de la cabeza, es decir, ha de tener principio en la cabeza que es Cristo. Las señales de los dientes, que es decir el entender las escrituras. ¡Buena señal!

[f. 144] [...]236 que hacer este sentido que por ser el moral y de dotrina y tener en sí grande énfasis quiere se queden así enteras y pronuncien. Lo que cada una destas Lamentaciones quiere decir a la letra, y con el sentido alegórico, anagógico o tropológico237 en las liciones siguientes en el curso y discurso238 del año, dándonos Dios ayuda y gracia, lo esplicaremos, que en esta hora no es posible más pues ya el reloj con el fin que de allá señala nos dice salgamos.

236

Ilegible. Jiménez Patón, siguiendo a santo Tomás, dedica el cap. 15, pp. 228-230 y 437-439 de la Elocuencia española en arte, titulado «De los sentidos de las Escrituras», a las cuatro maneras de sentido existentes en las Divinas letras, a saber: historial, alegórico, tropológico y anagógico. 238 discurso: «Curso, carrera» (DLE). 237

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Acabó el catedrático, bajose de la cátedra y saliose del aula, y tras dél los estudiantes. Algunos se quedaron repasando lo oído y uno, curioso, dijo: —Yo tengo sobre estas Lamentaciones, sobre la primera, unas canciones que hizo un cosmógrafo del rey Felipe segundo239 que, aunque las estimaba mucho, ahora será más, pues se nos esplica este profeta. Rogáronle que las repitiese como lo hizo. Laminio las oyó con atención por ser de amigo suyo, y de su tierra, las cuales decían: Aleph ¡Cómo está sola agora la ciudad noble y santa que tan llena de gente estar solía y la que fue señora de pueblo, y gente tanta que por tan grandes reinos se estendía está sin compañía! Como viuda y sola [f. 144vº] que pierde el bien que tuvo y aquella en quien estuvo de tan grandes provincias la corona que reina dellas era, vino a pagar tributo y ser pechera240. Beth La noche se le pasa llorando, y más llorando,

239

Al margen: «Pedro Ambrosio Onderiz cosmo. del Rei Filipo 2». Tenemos pocas noticias de este personaje. Fue nombrado profesor de la Academia de Matemáticas, fundada por Felipe II, el 25 de diciembre de 1582, para ayudar al portugués Juan Bautista Labaña en la traducción de algunas obras de matemáticas, escritas en latín y otras lenguas. Fue nombrado cosmógrafo mayor y, en razón de su cargo, presentó al Consejo de Indias una memoria acerca de cómo los portugueses daban datos falsos para que ciertos viajes y descubrimientos se atribuyesen a su patria. De resultas de ello se le ordenó trasladarse a Sevilla. Fue nombrado cronista mayor de Indias y probablemente fue maestro de Lope de Vega, que lo cita en El peregrino en su patria de esta manera: «Ambrosio de Onderiz, claro geómetra». Otorgó testamento el 9 de noviembre de 1595 y poco después debió morir, ya que en el siguiente mes de mayo hallamos otro cosmógrafo mayor y otro cronista de Indias. Es autor de La perspectiva y especularia de Euclides. Traducidas en vulgar castellano, Madrid, viuda de A. Gómez, 1585 y de Uso de globos leydo en Madrid el año 1592, Ms. 2317 de la Universidad de Salamanca. Véase Entrambasaguas, 1946, pp. 531-532. Cf. Bosch, 2011, pp. 231-248. 240 pechero: «El que está obligado a pagar o contribuir con el pecho o tributo» (Aut.).

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de lágrimas bañando sus mejillas; sus amigos de casa —los que eran de su bando— la dejan en sus cuitas y mancillas, y con vellas y oíllas nadie entre tantos males se mueve a consolalla; dando en menos precialla, aquellos que con ánimos leales se daban por amigos declarándose ya por enemigos. Gimel Tantas tribulaciones, tal multitud de esclavos echó al pueblo judaico de su tierra, [f. 145] y a bárbaras naciones —donde tormentos bravos le dieron por descanso— se destierra; que quien le daba guerra por derribar su imperio en él echó tal lance que aquestas gentes puso en cautiverio cuando estaban más mustia en el mayor rigor de sus angustias. Daleth Las calles principales que a Sión descubrían están de tiernas lágrimas regadas por no haber naturales que vengan cual solían a celebrar sus pascuas consagradas. Sus puertas derrocadas, y, con grandes querellas, sus sacerdotes santos dan gemidos y llantos; todas desfiguradas sus doncellas y la ciudad, no menos, tiene sus muros de amargura llenos.

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He [f. 145vº] Sus contrarios furiosos tanto se enseñorean que encima los halló de su cabeza, y cual lobos rabiosos, la roban y saquean enriqueciéndose con su riqueza; porque en ver la torpeza de sus culpas y escesos, Dios, que todo lo honra, la habló con tal ira que mereció que le llevasen presos sus hijuelos pequeños delante, maltratándoles sus dueños. Vau La gala y hermosura de que estaba dotada la hija de Sión, gallarda y bella, con esta desventura quedó tan afeada que no hay quien pueda dar señales della. Los príncipes en ella están ya desmayados como flacos carneros que en los prados y oteros no hallan qué pacer, y van cansados [f. 146] delante del que acaso241 los va siguiendo atrás su paso a paso. Zain Jerusalem, amarga, revolvió en la memoria los años de la angustia en que vivía y aquella historia larga de los bienes de gloria que desde tantos años poseía. ¡Cuán al revés corría 241

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acaso: «Por casualidad» (DLE).

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hecha del pueblo entrega a pérfidos tiranos por faltarle las manos que defienden su parte en la refriega, soldados infinitos mofando de sus sábados benditos! Heth242 A tanto colmo vino con su culpa notable Jerusalén pecando y más pecando, que, cual un remolino, quedó toda mudable con fieras tempestades contrastando; [f. 146vº] cuyo estado mirando los que la engrandecían243, viéndola en tal afrenta, no hacen della cuenta antes haciendo escarnio se reían; y ella, que tal se mira, dando gemidos torna y se retira.

—Porque de la lamentación siguiente no sé más de una estancia sobre el verso de la letra theth, no digo más —dijo el que las repetía—, que yo holgara tenellas acabadas para decillas todas. Aunque es de creer las acabaría su autor. —Sí acabó —dijo Laminio—, mas yo no he visto más de las que habéis repetido y, la que decís, decilda244, señor licenciado, que aunque no de tan buen autor, yo podré dar las otras ocho letras que a la segunda lamentación faltan. A todos dio gusto lo oído, y deseaban oír lo que restaba, aunque fuese de diferente autor. Y así el estudiante repitió la estancia siguiente: Theth Aunque se vio cubierta de sucia y negra escoria que luego allá en sus pies hizo su asiento, no por eso despierta

242 243 244

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Aparece una «C» anterior tachada en el ms. El verbo está subrayado y tiene una tachadura intermedia. Al margen: «engrandecían». Metátesis por «decidla».

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ni ocupa la memoria en el fin por quien fue su fundamento; [f. 147] con tanto abatimiento que nadie le ha quedado de quien consuelo tenga si ya no es que me venga del Dios immortal viendo mi estado, y al bárbaro enemigo tan orgulloso de triunfar conmigo.

Laminio, procurando imitar245 con alguna paráfrasis las canciones pasadas, repitió las suyas diciendo246: Iod El bárbaro enemigo puso luego las manos en todo lo que pide su deseo, donde allá fue testigo y vio que los tiranos gentiles han entrado haciendo empleo al lugar en quien creo, con tener tan mandado que ningunos gentiles por su seta247 tan viles, entrasen al lugar santificado porque es tu Iglesia santa donde a tu nombre gloria se le canta. [f. 147vº] Caph La gente y pueblo todo con suspiros suspende buscando qué comer en su hambre fiera, y de cual quiera modo lo más precioso vende porque le den para comprar qué quiera con que la hambre muera 245

En el texto, imitar está escrito sobre introducir, que no está tachado. Comienza la traducción de Laminio, es decir, de Jiménez Patón. 247 seta: «Por opinión u doctrina particular, lo mismo que secta, que es como se dice más comúnmente» (Aut.). 246

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y el alma refocilen. Señor, mira mi cara, Tú defiende y ampara estas desgracias hoy no me aniquilen, advierte mi pobreza y cómo ya he parado en tal vileza. Lameth Todos vosotros, ¡hola!, que por este camino pasáis —suspende el paso a ver mi paso de congojas la ola, que es raro y peregrino— y, viendo mi desdicha y mi traspaso, podréis decir si acaso248 hay dolor como el mío; [f. 148] como me ha amenazado, mi Dios me ha vendimiado con rigor, con enojo y mucho brío, que con furor me mira en el tiempo espantoso de su ira. Mem Ha enviado del cielo fuego a los güesos249 míos con que me enseña lo que fue mi daño; y ha tendido en el suelo, por atajar mis bríos, una red de dotrina y desengaño, ardid ha sido estraño pues a mis pies les hizo su culpa conociesen y que la vuelta diesen; mi figura y mi gracia la deshizo dejándome afligida, de gran melancolía consumida.

248

acaso: Cf. n. 241. güesos: «huesos». Es forma medieval, con presencia aún en la lengua clásica, en la que se desarrolla una oclusiva velar ante el diptongo «ué» inicial, como en güevo o güerto. 249

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Num De mi maldad el peso estúvole presente haciéndole atrevida centinela [f. 148vº] y en su mano el esceso, mas ya mi cuello siente, la cuadrilla, tropel y escarapela que le cerca y desuela250 y la virtud me falta, pues que Dios me ha entregado en manos del pecado que a sacarme los ojos casi salta, de quien —si Él no m[e] ayuda— de que no escaparé, no tengo duda. Sameth El Señor poderoso me quita de delante los grandes que amparaban mi potencia, y al tiempo riguroso le manda que, constante, muestre su grande fuerza y suficiencia contra la preminencia destos mis escogidos; y el Señor, que me avisa, da en mi lagar tal prisa251 que los estruja y deja consumidos; la hija de Judea, de su virginidad, gozo no vea. [f. 149]

A todos parecieron las canciones de Laminio bien y muy conformes a las primeras, y uno de los que allí estaban dijo: —No será justo que se quede este abecé sin acabar. Y así, convidándose unos a otros, del modo de hablar de Laminio conocieron su caudal y le rogaron las quisiese acabar, como lo hizo aquella noche. Y otro día las trujo que las esaminasen y decían:

250

desolar: «Derribarlo todo hasta el suelo» (Cov.). prisa: «Priessa»: «Significa también rebato, escaramuza o pelea muy encendida y confusa: como quien dice, presura o aprieto» (Aut.). 251

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Hain Yo por esto llorando, hechos fuentes mis ojos y dando agua sal[a]da en abundancia porque se va indinando quien quita mis enojos y me consuela cuando tiene estancia, virtiendo su fragancia que es quien solo podría, estando tan en calma, dar descanso a mi alma, y, porque del contrario la osadía con gran aumento crece, de mis ojos el bien todo perece. Phe Pidiendo Sión ayuda, sus manos ha tendido [f. 149vº] y no hay amigo que le dé consuelo; manda el Señor acuda del aldea el partido contra el hebraico y jacobita suelo, cercándole de duelo todos sus enemigos Jerusalén, trocada en mujer menstruada; huyen della los que eran sus amigo porque más no se ensanche y con su negra sangre a ellos los manche. Tsade Justo es el Señor, digo, si es acerba mi suerte; pues en su cara a ira le provoco, muy justo es el castigo aunque sea de muerte; todos los pueblos, atended un poco en el dolor que toco; mirad, por vuestra vida, que llevan mis doncellas

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aunque tiernas y bellas y a los mancebos desta perseguida, con muy grave improperio a esclavitud prolija en cautiverio. [f. 150] Coph A mis confederados y amigos invocaba, y sin vergüenza burla252 de mí hacían siendo aleves253, doblados254; a mis viejos buscaba, los sacerdotes y ellos perecían de hambre, no comían por no hallar bocado con que matar su hambre en medio, como enjambre, marchitos, con cuidado que en tal trabajo y calma no tienen con qué dar alivio al alma. Res Señor, atento mira que estoy atribulada; descompuestos mis miembros sin figura, mi corazón suspira porque se vuelve en nada, mi vientre, en tanto mal y desventura se halla en apretura, que mis desdichas sienten, [f. 150vº] viendo que estoy tan llena de amargura y de pena; de fuera, no hay aleve que no intente matarme con su espada; dentro, estoy de la muerte rodeada.

252

En el interlineado, sobre de mí: «burla». aleves: «Vale lo mismo que infiel, desleal, pérfido, alevoso y traidor [...]» (Aut.). 254 doblado: «Vale también fingido, disimulado, y que oculta con el silencio la doblez que esconde en el corazón» (Aut.). 253

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Xin Es verdad que me oyeron que di grandes gemidos, pero, con todo, nadie me defiende; y también entendieron mis tormentos crecidos los del bando enemigo, que me ofende; su alegría suspende porque es con grande esceso, viendo que Tú lo ordenas y gustas de mis penas; mas que ha de llegar tiempo, yo confieso, en que me des consuelo y se han de trocar la pena y duelo. Thau Sus atroces maldades entren a tu palacio, todas como es razón las considera;[f. 151] por sus protervidades castígalos de espacio haciendo en ellos la vendimia fiera de la misma manera que a mí me vendimiaste por mis enormes culpas sin que hobiese disculpas. Baste, Señor, este castigo, baste, mis suspiros sin cuento, mi corazón sin gusto ni contento.

Estas canciones, como hemos dicho, trujo a otro día Laminio, que no fueron de pequeña estimación para los que las aguardaban por ser tan parecidas a las primeras y porque descubrió caudal por quien debían todos hacerle cualquier cortesía, aunque ya del día de antes habían concebido buenas esperanzas y loable opinión por lo que vieron y porque Jacinto, hermano de Nisardo —el que encontró en la Corte—, había dicho de sus estudios con afición algunos encarecimientos. El cual llegó acaso255 aquel día a la conversación y, conociéndole, hizo notables estremos de contento. 255

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acaso: Cf. n. 241.

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Y, después de haberse preguntado algunas cosas acerca de la patria, porque eran de una, Jacinto dijo que se hacía hora para ir a la leción de concilio, que se quería comenzar a declarar el de Trento aquel día, que se le diese licencia, que, pasada, se volverían a ver de espacio. —Antes —dijo Laminio— la he de recebir yo para acompañaros por mi gusto y provecho. —Si en esto sentís alguno —dijo Jacinto—, que lo tengáis en todo muy [f. 151vº] cumplido deseo. Fueron, y estaba ya el catedrático en la cátedra, comentando su primera leción la cual no pienso será trabajo desagradecido poner aquí, que es la siguiente: —Habiendo de comenzar a declar[ar] la sentencia de los cánones y decretos del Sagrado Concilio de Trento, necesario será saber algunos principios y cosas que ayudan y facilitan la verdad de la declaración, la cual, mediante el divino espíritu en quien ligítimamente se juntó256, bajo de la acostumbrada correción de nuestra madre la Iglesia, emprendemos. Lo primero que se ha de saber, qué es concilio y qué nombre tiene257. Dícese por uno «sínodo», según Graciano258, lo cual saca de san Isidro en el profacio259 de los concilios260, y quiere decir ‘junta o compañía y congregación’. «Concilio» se dijo tomando el nombre de los romanos, que a sus juntas le daban este nombre, o consilium, porque aquí vienen de conformidad todos a ser de un parecer y consejo. Dicen decirse a cilia, por las cejas, porque, cejeándose, declaraban las intenciones. Con uno y otro nombre le define Cano, obispo de Canaria[s]261, diciendo que es la junta de los obispos en un lugar para definir y determinar aquellas causas que convienen y tocan a cosas de la fe católica o de las costumbres de los fieles262. 256

El maestro parece invocar al Espíritu Santo al inicio de su lección magistral, en paralelismo con lo que ocurrió en el Concilio de Trento, sobre el cual se dispone a disertar. 257 A partir de aquí, hasta el f. 154vº, Patón traduce y resume los apartados correspondientes del Conciliorum omnium orthodoxorum... Index de Francisco de Padilla (1527-1607), ff. 1-26vº, poniendo al margen las citas textuales de este y añadiendo en ocasiones algún detalle de cosecha propia, como, por ejemplo: *Plato et Cicero lib. 1º Offic. En efecto, ahí Cicerón para explicar officium, dice: «Me parece bien definir primeramente qué es el deber». Véase Cic. Off. 1, 7. Cf. Canvs, De locis Theologicis, lib. 5, cap. 3. 258 Gratianvs, Decretum, 1ª part., dist. 15, cap. 1, columna 61. Al margen: Canones 15 dist. 259 profacio: lo mismo que «prefacio». 260 Véase Isid. Orig. 6,16: De canonibus conciliorum. 261 Véase Padilla, Quid sit concilium et significatione horum nominum, Synodus et Concilium, f. 1-1vº. Al margen: Padilla in Cronogra. 262 Fray Melchor de Prego Cano (1509-1560) fue un teólogo dominico, catedrático en las universidades de Alcalá y Salamanca. En 1551 marchó al Concilio de Trento, donde realizó destacadas intervenciones. De regreso a España, fue consagrado obispo de Canarias. Trabajó más de

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Los concilios son en dos maneras, según el mismo Gracián: o son universales o provinciales263. Los provinciales o se celebran por autoridad del pontífice romano asistiendo en ellos algún legado de la Santa Iglesia Romana o por autoridad de algún patriarca o primado, o arzobispo de la misma provincia. A estos añade Cano los concilios sinodales, a quien llama «episcopales»264. Don Diego de Ál[a]va, obispo [f. 152] que fue de Ávila y después de Córdoba, en el tratado que desto hizo, dice que son en cuatro maneras, contando estos mismos, y añadiendo un cuarto que llama «medio», entre «general» y «provincial», a quien otros llaman «nacional», y dícelo por estas palabras: —Concilio episcopal es el que el obispo junta en su obispado de los curas o priores y cabezas de sus iglesias —llamamos comúnmente a este, «sínodo», y a sus constituciones, «sinodales»—; hácese a fin de reformar algunos abusos que haya en el tal obispado o de confirmar lo que hubiere bien establecido. «Provincial» es el que el arzobispo primado o patriarca de alguna provincia, junta para determinar las cosas importantes al gobierno espiritual de aquella provincia265. Los generales o universales se han de considerar en dos maneras: lo primero, de parte de los que son citados para ellos; lo segundo, en razón de la autoridad; porque todas las veces que, por autoridad de sumo pontífice, se trata negocio de toda la Iglesia, citando para ello todos los obispos de todas las provincias de la cristiandad, esta junta se llama «concilio general o universal», con mucha propiedad, que esto quiere decir ecuménic[o]266, porque ecumene, en griego, quiere decir ‘el mundo’. Otros le llaman «concilio pleno», que es de quien hace mención la glosa, y la siguen los dotores267. Mas si el pontífice romano celebrase concilio, no llamando todos los obispos de la cristiandad, sino solos los de Italia o de otra provincia o provincias particulares para determinar algún negocio tocante a las Iglesias dellas, este tal concilio lo reciben todos los cristianos por general y universal y lo es por la autoridad del sumo pontífice en la veinte años en su obra magna De locis theologicis, publicada póstumamente en 1563. Véase Canvs, De locis theologicis, lib. 5, cap. 2. 263 Al margen: De locis Theolo. / in cap. Regula, dist. 3. La primera cita corresponde a Cano, la segunda a Graciano. 264 Véase Canvs, De locis theologicis, lib. 5, cap. 3, ff. 159-160. Al margen: «Lib. 5 cap. 3». 265 Don Diego de Álava y Esquivel († 1562), nacido en Vitoria, asistió al Concilio de Trento, fue obispo de Astorga (1543-1548), de Ávila (1548-1558) y de Córdoba (1558-1562). Véase Álava, D., De conciliis universalibus, prim. part., cap. 1, ff. 4vº-5. El catedrático traduce y resume el texto del obispo. 266 En el ms.: «ecuménica»; es un adjetivo derivado del griego oikoumene. 267 Precisa Padilla en el apartado De Conciliorum partitione, f. 2vº: Huius Concilii meminit gloss. in summa Decima septima distinctione, quam ibi doctores sequuntur; et probatur ex pluribus eiusdem distinctionis Canonibus, et cap. significasti, de elect., et cap. regula, et porro 3. Distinct. Al margen: Sup. dist. 17 / cap. significasti / dellect. cap. / regula & / 3 dist.

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segunda manera de generalidad que dijimos, como [f. 152vº] declara el cardenal Torrequemada268, y este es el que no tan propiamente se llama «general», como el primero, el que dicen «cuarto», medio entre provincial y pleno, que también dicen «nacional» porque suele ser para reformar las cosas de alguna nación. Muchos concilios hay destos que celebraron los pontífices romanos en Roma, llamando y citando para ellos solos los obispos y cardenales cercanos y vecinos. Destos parece ser aquel de quien hace mención san Lucas en los Actos269, porque no fueron llamados todos los apóstoles y perlados270 y el que celebró Víctor Primero, en Roma, sobre la celebridad de la Pascua; y el que hizo Cornelio antes del Niceno, contra la herejía de Novato; y el que después del Niceno hizo Silvestre y Julio Primero. También dan algunos nombre de «provinciales» a algunos que no los fueron, por no haber presidido en ellos arzobispo o primado o patriarca. Y aquellos en que presidieron los tales serán provinciales propiamente cuales fueron los que se hicieron en España, antes de su pérdida y destruición por los árabes. Otros hubo que los suelen llamar «provinciales», que fueron cuando se comenzó a fundar la Iglesia, en los cuales concurrieron muchos obispos de muchas provincias y estos parecen generales o casi, de suerte que sea de la cuarta especie, cual fue el Antioqueno contra Paulo Samosateno en tiempo de Dionisio, papa; el Ancirano en tiempo de Marcelo, papa; el Neocesariense, en tiempo de Melquiades, papa271; y otros muchos los cuales son más que provinciales. Los concilios tuvieron principio en tiempo de los apóstoles272 pues en los Actos se leen cuatro que celebraron y ellos dieron [f. 153] la forma de celebrallos y ordenaron que se hiciesen dos veces en un año, lo cual se ha de entender de los provinciales, los cuales parece que tuvieron principio en aquel que san Pablo hizo en Mileto juntando los ancianos de la provincia de Éfeso, según refiere

268

Juan de Torquemada (1388-1468), dominico, cardenal. Asistió al Concilio de Constanza. En 1433 compuso el tratado Summa de Ecclesiae, que resume los argumentos usados por él en las discusiones conciliares. Al reunirse el Concilio de Florencia fue uno de los que más contribuyeron a la unión de las dos Iglesias. En memoria de su actuación en los dos concilios citados, Eugenio IV le concedió el título oficial de «Defensor de la Fe». Véase Tvrriscremata, Summae Ecclesiasticae libri, lib. 3, cap. 3, pp. 414-415. Al margen: «Lib. 3, cap. 3, dist. 13. ar. 1». 269 Vvlg. Luc. 15, 22-29. Al margen: «cap. 15». 270 Metátesis por prelados. 271 Grisaldo, en sus Decisiones fidei, ff. 101vº-116vº, nos facilita la cronología de los primeros concilios citados en este párrafo: el de Víctor I, en el año 198; el de Cornelio, en 255; el de Silvestre, en 316; el de Julio I, en 338; el Antioqueno, en 354; el Ancirano, en 276 y el Neocesariense, en 295. 272 Patón sigue traduciendo y resumiendo a Padilla en el apartado titulado: De origine conciliorum et quando et qualiter celebrari debeant, ff. 4-5vº. Al margen: Canone, 38.

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Torrequemada273. Los sinodales, o diocesanos, tuvieron principio en que celebró Santiago, obispo de Jerusalén. en la misma ciudad, juntando los ancianos della por quietar el motín que se había levantado contra san Pablo274. Los generales, según dice Gracián y san Isidoro, comenzaron dende los tiempos de Constantino, porque los años antes, con la persecución que padecían los católicos, no había lugar de hacer en forma estas generales congregaciones, lo cual se reformó en tiempo deste emperador275. Acerca del tiempo en que se hayan de celebrar los generales, determina el Constanciense de que se hagan a cinco años de cómo pasa el primero y a siete del segundo, y de allí adelante, de diez en diez años276. De los provinciales, dice el de Trento, que se hagan de tres en tres años277. Lo cual todo se entiende habiendo necesidad que lo demande. Los episcopales, según dice Gracián, se pueden hacer cada año. Mas los unos y los otros se hacen cuando la necesidad lo pide y demanda278. Quien tenga autoridad para juntar y hacer concilio279, decimos con san Isidoro que el papa; consta de los Cánones de la Historia eclesiástica y de los mismos concilios y padres. Consta de las Sagradas letras donde, entre otras cosas que se le concedieron a Simón, el gran sacerdote, de común consentimiento del pueblo y sacerdotes fue una: que no se pudiese hacer junta [f. 153vº] sin él280. Luego mejor le converná esto al sumo pontífice de ley de gracia. Y también cualquier colegio hace su junta por autoridad de su superior; el de la Iglesia es el pontífice romano, luego por su autoridad se han de hacer los concilios. Y está claro porque ningún otro tiene juridición y potestad sobre los obispos. Mas, aunque esto es así y, asistiendo, ha de presidir como cabeza, es necesario que con su autoridad se junte, mas no que asista. Porque, en ninguno de aquellos ocho primeros que se llaman generales, asistió, según dice Torrequemada281. Y es de advertir que, si asiste, ha de publicarse no en el decretado en su nombre, como

273

Tvrriscremata, Summae Ecclesiae libri, lib. 3, cap. 2, pp. 412-414. Al margen: Actos cap. 20, y lib. 3, cap. 3. 274 Vvlg. Act. 21, 27-40. Al margen: «Actos, cap. 21». 275 Gratianvs, Decretum, prima pars, dist. XV, c. 1-3. Cf. Isid. Orig. 6, 16, 2. Al margen: Canones, dist. 15, lib. 6 Ethi. cap. 18. 276 Al margen: Sess. 39. 277 Al margen: Sess. 24. 278 Al margen: cap. annis singulis dist. 18-Triden. sess. 24. 279 Patón sigue traduciendo y resumiendo a Padilla. En este caso se trata del apartado titulado: Ad quem expectet congregare Concilia, ff. 5vº-10vº. 280 Véase Vvlg. 1 Macc, 14, 38-45, esp. 44. 281 Tvrriscremata, Summae Ecclesiasticae libri, lib. 3, cap. 11, pp. 429-430. Al margen: «lib. 3, cap. 11».

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diciendo: Leo episcopus etc. Sacro approbante Concilio282. Como lo dice Jacobo Naclanto, obispo: —Porque el poder del papa es poder de cabeza, el de concilio es de miembros; la una de pastor, la otra de sus ovejas; la del papa, difinitiva, la del concilio, deliberativa283. En su ausencia, han de presidir en él los legados, como en este de Trento. Los decretos se han de publicar en nombre del concilio, como de los pasados consta. Los provinciales pueden juntar los arzobispos, primados o patriarcas. Los episcopales o sinodales, los obispos. Algunos casos ponen los escritores en que se284 podría hacer concilio general sin consentimiento del papa. Y es el primero cuando, habiendo necesidad, se le pide que lo haga y deja de hacerlo. El segundo, si el papa fuese notorio hereje —lo que Dios no permita—. El tercero, habiendo cisma por muchos pretendientes del pontificado. El cuarto, si el papa enfermase de locura curable —porque, si es incurable, hase de elegir nuevo papa—. Así lo tienen los citados y Grisaldo285. Los que [f. 154] hayan y deban de asistir son solos los arzobispos, patriarcas, primados y obispos. Si algunos otros asistieren, serán como consejeros, mas no como votos, esto en los generales. En los provinciales, los obispos y abades sufragáneos. En los sínodos episcopales, los que ordenare el superior; suelen asistir por un partido el vicario dél y otro señalado por todas las Iglesias. Consta de muchos testimonios, que todos los citados traen, y que yo, por abreviar, no refiero.286

282

Padilla es más claro al respecto: «Si el papa asiste en el concilio, los Cánones y Decretos del mismo han de publicarse en nombre del papa con estas palabras u otras semejantes: Leo...», f. 7. 283 El florentino Giacomo Nacchianti o Jacobus Naclantus (1518-1569), dominico, fue profesor de Teología en Roma y obispo de Chioggia desde el año 1544, donde convocó dos sínodos diocesanos (1544 y 1564). Participó activamente en el Concilio de Trento. Véase Naclantvs, De Papae ac Concilii potestate, f. 9. Al margen: «lib. de Papae et conci». 284 En el interlineado, sobre que podría: «se». 285 Padilla especifica quiénes son los citados: Turriscremata en De Ecclesia, lib. 3, cap. 8; Álava en el tratado De Conciliis..., prim. part. 1, cap. 2, y Grisaldus en el apartado Concilium. Se refiere a Paulus Grisaldus († 1614) teólogo dominico, autor de las Decisiones fidei Catholicae et Apostolicae ex Sanctarum Scripturarum... Véase Grisaldvs, Decisiones Fidei, voz Concilium, ff. 101vº-116vº. Al margen: in Decisionibus Fidei. 286 Las menciones a la asistencia, voz y voto, provecho y autoridad de este párrafo y el siguiente corresponden a Conciliis qui interesse debeant?, ff. 13-14vº y a De his qui habent uocem deliberatiuam in Conciliis, ff. 15-21, De utilitate Conciliorum, ff. 21-24, De auctoritate Conciliorum, ff. 24-26vº, de Padilla aunque, en este caso, el resumen es tal que se limita a citar los títulos de los

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En el general tienen voz y voto los cardenales y perlados que en él asisten, y no es fuerza que todos los de la cristiandad asistan, mas que sean citados y llamados. El provecho que de hacerlos resulte, la esperiencia lo enseña, y la proposición del fin y santo deseo con que y para que se juntan, que es de componer costumbres, desarraigar herejías, desterrar la infidelidad y defund[i]r287 la relegión, procurando la paz y concordia entre príncipes católicos y la conservación y aumento del estado de nuestra madre la Iglesia y cumplimiento de la ley de Dios, y que se viva y muera en su servicio. Su autoridad es grandísima la cual, con todos los demás requisitos concurren en el presente de Trento que, con el ayuda del Espíritu Santo que all[í] presidió, intentamos declarar. Es el veinteno de los generales, por tales aprobados. El cual comenzó Paulo tercero en el año de mil y quinientos y cuarenta y cinco, en tiempo del emperador Carlos Quinto, rey de las Indias y España. Prosiguiolo Julio tercero, acabolo Pío cuarto y aprobolo. Presidieron en él, por los diferentes tiempos y pontífices, diferentes legados288, como se podrá ir notando. Asistieron nueve cardenales y tres patriarcas, treinta y tres arzobispos289, docientos y treinta y cinco obispos, catorce abades y generales de órdenes, [f. 154vº] oradores de reyes y príncipes, dieciocho, ciento cuarenta y siete dotores teólogos. Hízose contra los yerros de Martín Lutero y otros herejes. Declaráronse en él muchas cosas de dotrina de fe acerca de los que se han de tener por libros católicos y canónicos, y acerca del pecado original, de la justificación del pecador, de los siete sacramentos, del sacrificio de la misa, del comulgar bajo de ambas especies, de las indulgencias, del purgatorio, de la invocación y veneración de las imágines y reliquias de los santos. Deshizo y anuló los matrimonios clandestinos y, finalmente, determinó, estableció, declaró, reformó muchas otras cosas que, en el proceso de su declaración y leción, se irán viendo, como es de la residencia de los prelados en sus iglesias, de la incompatibilidad de muchos beneficios. Condena a todos herejes y sus herejías por ciento y veinte y seis cánones bajo de anatema. Tiene veinticinco sesiones. Duró dieciocho años, menos nueve días, porque se comenzó a catorce de diciembre de 1545 años y se acabó cuatro de diciembre de 1563 años290. apartados citados en la fuente original, que abarcan un número considerable de folios, obviados por el catedrático ponente, según confesión expresa. 287 En el ms.: «defundar». 288 legado a latere: «El Legado Apostólico Cardenal que ha recibido de la boca del Papa su comisión y ha recibido las insignias propias de su dignidad, representando la potestad Pontificia para algún efecto determinado» (Aut.). 289 En el ms.: «arcobispos». Esta grafía es la menos habitual en el español áureo, que, según datos del CORDE, opta con claridad por arzobispo o por arçobispo, dos formas que evidencian mejor el sonido africado [ts], precedente de [θ]. 290 La descripción es traducción literal del Index, Chronographia seu Epitome de Padilla que se halla al final del Conciliorum omnium orthodoxorum... Index, ff. 90-91 (Z2-Z3).

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Titúlase de Trento porque, aunque es verdad que por algún tiempo se trasladó a Bolonia por causa de una pestilencia que sobre vino, tuvo su principio en Trento, y se acabó en esta ciudad por ser la más acomodada que toda Italia tiene para este propósito. El título con el que se sobrescribe y titula dice muy bien cómo en él concurrieron todas las celebridades y circunstancias y requisitos que son necesarios para celebrar un general y universal concilio que propiamente merezca este nombre. Y así, dice Sessio prima, que es decir el primer día que se asentaron y juntaron a proponer las necesidades que se habían de procurar remediar por el dicho concilio. Sacrosan[c]ti. En esto, dice la autoridad de la Iglesia, y de su [f. 155] pastor y la presidencia del Espíritu Santo porque en los tales preside. Y así le conviene el nombre de sagrado y santo al tal concilio. Oecumenici. Quiere decir lo mismo que «general» porque, como queda dicho, oecumene significa ‘el mundo’. Y así como [de] uniuersum, que sinifica lo mismo, se saca uniuersale, que quiere decir ‘cosa que a todo el mundo toca’, lo mismo es «ecuménico» y lo mismo es «católico». Dudará alguno por qué junta tantas palabras que sinifican una misma cosa, pues que suele ser ocioso. A lo cual decimos que, no obstante que por la nueva reformación de la definición de la sinonimia retórica no se han de juntar muchas palabras que sinifiquen una misma cosa, como en el mismo lugar se dice, de parecer de fray Luis de Granada, aunque sinifiquen una misma cosa no serán ociosas si sirven al menos de declarar como citas291. Porque en unas partes está recebido el término oecumenico292, «católico», principalmente entre los griegos y los que por su vecindad usan de algunos términos suyos; y en otras, el «general» y «universal», como es entre latinos, italianos y españoles; por hablar con términos que todos entiendan y nadie ignore, junta a veces todos estos declarando a todos su universalidad, generalidad y abarcamiento, si así se puede decir, pues todo lo comprehende y abraza. Con el decir In Spiritu Sancto, dice con más distinción y más en particular la presidencia del divino espíritu. Diciendo legitime, declara cómo se guardaron en él todas las solenidades ordenadas y dispuestas por derecho. Y dellas una es la presidencia de los tres 291 Granada, Los seis libros de la Rhetórica eclesiástica, lib. 5, cap. 11, párr. 4 «De la interpretación», pp. 340-342. Cf. Jiménez Patón, Elocuencia española en arte, cap. 8, pp. 162 y 352: «Sinonimia, dicen algunos que es cuando se amontonan muchas palabras que significan una misma cosa, mas esta difinición es falsa, y ha de decir que casi significan una misma cosa, aumentando o disminuyendo o, a lo menos, explicando. Favorece esta mi doctrina la de Fray Luis de Granada, siendo en todo deste parecer». 292 En el ms.: «por» tachado. Oecumenicus es la forma latina del griego oikoumenikós, aquí aparece medio españolizado.

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legados en vez y nombre del Santísimo Padre que entonces era. Santa obra, santos deseos, santos principios, santos medios, santos cuidados, trabajos santos, santo fin y santamente concertado, comenzado293, pro[f. 155vº]seguido y acabado a honra y gloria del nombre de Dios, aumento de la fe, ensanchamiento de su Iglesia, abatimiento del enemigo de las almas y de los de la fe, sus secuaces, como de todo él consta y de las bulas que en autoridad, confirmación y aprobación despacharon todos los tres sumos pontífices en cuyo tiempo se celebró. Porque cuando vengamos a acabar la explicación —dándonos Dios vida para ello—, no será posible que todos lleguen a verlo porque pide mucho tiempo y todos, acabados sus cursos, se van a sus casas, me pareció cosa conveniente dar unas reglas de advertencia para que, con su luz y algún cuidado, por sí puedan entenderle con alguna facilidad, cada uno, más y menos, conforme su talento y capacidad. Y la primera es que es necesario ser más que mediano latino el que quiera en él estudiar, porque su latín es elegante, tiene períodos largos y rodados, con muchos hiperbatones294, guardando en los más, a emulación de Cicerón, los verbos para el fin del período y cláusula. Y, por esto, sería bien que los que esaminan para oír facultades no aprobasen a los que de ordinario aprueban con falta de suficiencia; que no obstante dicen que, estudiándose en latín las demás facultades, porque, según Hipócrates: «El arte es larga, la vida breve y la esperiencia dificultosa295». Y así es bien que la vayan haciendo en las ciencias que se disponen a oír y deprenderán juntamente la ciencia y el latín. Vemos que sucede al revés; que, como no llevan principios bastantes para entender los autores de la facultad, el no entendellos les causa enfado y menosprecio, según lo de Catón, y así ni saben lengua ni [f. 156] ciencias296. Dicen estos que facilitan esto [que], si es para Artes el que esaminan, bien puede pasar porque el latín de Artes ellos lo hacen, y así, aunque no entiendan el ciceroniano, bien entenderán aquel; si es para Cánones, aunque no sepan latín, el de Cánones y Leyes es bonísimo y se irán haciendo en ellas estudiantes en la facultad de Derechos, adquiriendo copia y caudal de lengua latina, debiendo hacer [el]297 dilema bien diferente, diciendo: 293

En el ms.: «comencado». El maestro dice en La elocuencia española en arte, cap. 10, pp. 188 y 370: «La hipérbaton es cuando los vocablos se trastruecan, haciendo que la oración se haga más rodada, haciendo interposiciones entre las cláusulas, como etc.». 295 Hp. Aph. 1, 1. Dice exactamente: Vita breuis, ars longa, occasio praeceps, experimentum fallax, iudicium difficile est. Lo hallamos en Séneca, Dial. 10, 1, 2: Inde illa maximi medicorum exclamatio est: uitam breuem esse, longam artem. 296 Ps. Cato, Dist. 4, 21. 297 En el ms: «la dilema», quizá por influencia de la terminación en a propia del femenino o, también, por paralelismo equivocado en otros casos de voces de ascendencia griega, con la misma vocal final, que se usaban indistintamente en masculino y femenino, como el /la epigrama. 294

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«el de Artes no es latín»; y si de los estudios donde se enseña no lo llevan sabido con ventaja, allí antes se les ha de olvidar, luego conviene que vayan grandes latinos298 para que entiendan lo malo y lo bueno y, faltando esto, menos entenderán los Derechos que están en buen latín por lo que denantes299 dijimos. Si no, díganme quién no conoce la diferencia que hace un gran latino al que no es tanto, aunque no sea sino la ventaja en el poder ver más libros y más materias pues, mientras el otro anda concertando el régimen —que nunca supo ni le tuvo— y revuelve vocabularios para saber los vocablos o diciones, para saber su sinificado —y esto con cansancio y aborrecimiento y disgusto— el buen latino, con gusto, favor y facilidad ve muchas materias, entendiéndolas y sacando dellas el provecho que conviene. No es alabarme sino decir lo que pasa en realidad de verdad, mas, siendo yo oyente, me sucedió estudiar un título entero y sacar su sentencia con gusto en una trasnochada300, y aún tener lugar de ver otras cosas a otros propósitos. Y juntándonos a comunicar después lo que cada uno había estudiado, muchos de los otros no habían acabado de ver una ley, ni un parágrafo y aún tal hubo que dijo se le había ido la noche sin poder averiguar si una letra era «c» o «e» porque le [f. 156vº] parecía que debía de ser «e» y no tenía ojillo. Y otra noche tuvo otra tal contienda con una «i», averiguando cómo tenía tilde arriba. Todo lo cual procedía del más y menos entender latín. De adonde entienden que sucede que unos salen bien aprovechados y otros, a cabo de los cursos, no saben más que al principio. Si no, desta falta de suficiencia, o de tener la que basta, que debía ser más que mediana, dirán qué se ha de hacer con algunos que en muchos años no han podido tener esta suficiencia. Digo que a los tales echallos por insuficientes para cualquier Facultad porque no profanen y afrenten las aulas, ni los grados primeros de bachilleres —que destos pocos pasan a más—, mas con este grado hacen mucho daño pues el médico cura, y el jurista aboga y sentencia, y el uno y el otro acaban con hacienda y vidas —y lo que es más dolor— a veces con las almas. Destos era uno a quien le sucedió lo que diré, que, porque pasó delante de mí y ser cuento que con la donosidad301 que tiene hace a nuestro propósito, lo he de referir. Disputaban dos clérigos sobre [si] cierta censura ligaba o no. El que algo entendía defendía que sí con los principios jurídicos y razones bastantes que para ello daba. El que decía que no, no decía otra cosa sino:

298 299 300 301

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latinos. Entiéndase «latinistas». denantes: es adverbio, hoy desusado, equivalente a antes. trasnochada: «Vela o vigilancia por una noche» (DLE). donosidad: «Donosura, gracia y chiste» (Aut.). Véase «Estudio preliminar», pp. 40-41.

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—No ¡pardiez!, eso no, no puede ser de ningún modo, porque no puede ser de ningún modo, eso no ¡pardiez! Miren qué círculo retórico, y añadía: —¡Cuerpo de mí302! También oí yo Derechos y estoy graduado, y he visto en eso tanto como vuesa merced, señor licenciado, pero eso no, no ¡pardiez! bueno es eso, eso no. Estuvo escuchándolos otro, apartado303 un poco, y considerando el poco y mal fundamento y razones de cofadría304 [f. 157] del que defendía la parte negativa, aunque disimulando la risa a que sus desordenadas palabras le obligaban, llegó diciendo: —Señor licenciado —que todos lo son en tiniendo bonete—, maravillado estoy de vuesa merced que defienda una cosa como esa debiendo saber aquella regla que tenemos en derecho que hace este negocio llano, la cual dice: V sequitur post q semper semperque liquescit305. A esto dijo el protervo: —Eso me diga vuesa merced y callaré yo mil veces, pero el señor licenciado nunca ha dicho tal, que yo me hubiera rendido. Ahora digo una y mil veces que tiene razón, aunque hasta ahora no la ha probado, mas con solo eso queda muy llano. ¿No les parece que si este supiera latín no hubiera dado qué reír a tantos como ha dado con este, su cuento, porque por notable ha pasado de mano en mano hasta llegar a esta cátedra?306 Luego bien será que, para no ser sujeto de risa y escarnio como este y otros muchos lo son por esta falta, todos procuren saber latín, que es tan necesario como he dicho y la esperiencia enseña, y particularmente para entender este sagrado Concilio de Trento. Otras cosas hay que su verdadero entendimiento depende de los principios de la sagrada Teología; las que con los principios y dotrina cristiana en que cada fiel debe estar instruido no se alcanzaren307 comuníquense con los doctos profesores desta sagrada ciencia, no procurando dispuntar de agudos, quiriendo alcanzar más de lo que conviene: Noli plus sapere quam oportet sapere, sed [sapere] ad sobrietatem308. 302

Eufemismo por ¡Cuerpo de Cristo! En el ms.: «de» tachado ante «apartado». 304 Metátesis por cofradía, usada en el español áureo. 305 AlvarvS, De institutione grammaticae, lib. 3, cap. 1, p. 632. 306 Esta anécdota puede complementarse con la del papa Pío IV y un «eminente» teólogo español que no sabía latín, narrada por J. Huarte de San Juan en el cap. 8, p. 167, de su Examen de ingenios para las ciencias, al referirse al poco conocimiento de esta lengua por parte de nuestros teólogos. 307 En el ms. «alcancaren». 308 Vvlg. Rom. 12, 3. Jiménez Patón lo repite insistentemente en El virtuoso discreto. Véanse pp. 117, 132, 146 y 149. 303

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Otras se habrán de comunicar con los doctos en Derechos, porque el mismo Concilio lo es Canónico, y así se funda en él en muchas de sus determinaciones. [f. 157vº] También es menester tener noticia de los nombres de algunas cosas particulares, que en unas partes tienen un nombre y en otras otro, y, aunque el sagrado Concilio procura decir aquellos de que sabía que generalmente se usa, advirtiendo a que en algunas tierras suele haber diferentes nombres para que por eso no se tengan por escetuados, suele decir: «o con cualquier otro nombre que se llamen». También se ha de ir con atención en las cosas que dispone, para que dicen «diócesis», o para las que no lo son, cuales son algunas abadías y distritos de órdenes militares, computando las bullas309 con el Concilio, la espresa mención, si se hace, o debe hacerse, y otras muchas cosas, que no me es posible hacer en tan poco tiempo como yo tengo. También se procure saber qué son «iglesias catedrales», cuáles «metropolitanas», cuáles «colegiales310», cuáles «parroquiales», cuáles «batismales», porque hay algunas que no son «parroquiales», sino anejas a parroquias, cuales «par[o] chiales»311 y gobernadas o servidas de frailes, que, aunque son cosas fáciles, ignoradas, causan en este particular mucho estorbo al verdadero entendimiento del canon o capítulo. También, porque los cánones van sucintos312 a imitación de ley —como lo son— y suelen estar algo escuros, advierto que su comento lo tienen en los capítulos precedentes porque todo lo que en ellos se decretó por de fe, lo pone luego bajo de anatema. De la cual dición dijera cosas bien curiosas si el tiempo diera lugar, mas para más desocupado lo dejo313, aunque al presente venía bien a propósito en razón de repetirse tantas veces en fin de todos los cánones. Solo advierto últimamente, porque a principiantes suele esto causar escuridad y hacerles decir algunos descuidos, que muchas veces hay palabras [f. 158] 309

bula: «Documento pontificio relativo a materia de fe o de interés general, concesión de gracias o privilegios o asuntos judiciales o administrativos, expedido por la Cancillería Apostólica y autorizado por el sello de su nombre u otro parecido estampado con tinta roja» (DLE). 310 colegial: «Se dice y aplica a la iglesia que tiene canónigos y no es catedral» (Aut.). 311 En el ms: parachiales. Hemos respetado la vacilación de Jiménez Patón. En castellano se imponen los términos parroquia y parroquial, pero en la sesión XXIV, cap. XIII del Concilio de Trento se utiliza siempre parochia / parochialis. Nebrija, en la voz parochia del Iuris Ciuilis lexicon, p. 180, explica qué es la parochorum communio y aduce una cita de san Agustín, Ciu. 14, 24, para afirmar que así debe ser por su etimología griega de para, ‘junto a’, y oeceo, ‘habito’; añade luego: non ut illiterati dicunt parrochia per duplex r. 312 sucintos: ‘ceñidos, sujetos’. 313 Patón utiliza una expresión similar en otras ocasiones; por ejemplo, en los Comentarios de erudición, («Libro XVI»), p. 210 y en el f. 126vº del presente texto.

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que son principios de constituciones apostólicas o de principios de oficios de la misa, y los que leen, no advirtiendo a esto, suelen querer hacer que se aten en sentido y construción con lo demás del capítulo en que se ingieren314, lo cual cuerdamente no es posible. Para esto es de saber que deben apartar aquellas palabras y atar lo demás, y acertarán, como en el fin de la sesión cuarta dice que pareció conveniente que la sesión siguiente a la Dominica laetare, que es la cuarta de Cuaresma, cuyo oficio comienza en esta palabra, como a la Dominica in albis, que es la octava de Resurreción, decimos de Quasi modo, porque comienza el oficio de la misa de aquel día en esta palabra. En el citar constituciones de pontífices suele haber más claridad porque la palabra que introduce la declara diciendo: Quae incipit, como en la sesión 21, capítulo 4. Acerca del aumentar ministros del servicio y culto divino de la Iglesia, dice que se guarde la constitución de Alejandro tercero que comienza en estas palabras: Ad audientiam. Y en la ses[ión] 22, cap. 7 dice que se guarde la de Inocencio 4 (sic) que comienza: Romana. Con lo cual, y con la comunicación y estudio que en esto es necesario, pienso queda bastante mente advertido lo que conviene para el entendimiento desta sagrada leción que, andando el tiempo, proseguiremos de espacio con la ayuda de Dios que a todos guarde. Acabó el maestro esta preleción de sagrado Concilio de Trento, que a Laminio dio mucho gusto porque la leyó muy a provecho de los oyentes, como se lo dijo a Jacinto, el cual alabó mucho las partes buenas del catedrático después de su mucha ciencia, letras, antigüedad y erudición, su afable condición y trato noble, junto con ser de sangre y tal315, y le dijo que por cuadrarle tan en lleno, un curioso [f. 158vº] —de los muchos de aquellas Escuelas— le había traducido una de las epigramas de Marcial a su316 Deciano, la que repitió con gusto, por saber que lo había de tener Laminio en oírla, y decía: Si alguien ha sido amigo, de los pocos que tuvo el Siglo de Oro, de la fe y nombre antiguo con gran simplicidad, noble decoro, sin hacerles agravio en griegas letras y en latinas sabio; si hay quien guarde justicia y que de honrado con bondad se precie, que ore sin malicia

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ingerir: «Meter una cosa en otra, y incorporarla con ella» (Aut.). y tal: Entiéndase «y otras cualidades semejantes». 316 La amistad de Marcial con Deciano se ve reflejada en 1, 8, 24, 39 y en 2, 5, pero el posesivo Deciano meo, solo se halla en 1, 61, 10. 315

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y que el fingirse hipócrita desprecie, con el semblante humano constante y valeroso, es mi Deciano317.

—Y advertid que este último verso le cuadra mucho, por ciertas ocasiones en que ha mostrado gran constancia y valor —dijo Jacinto—. Laminio replicó: —Es muy justo que hombre en quien por las Escuelas en que se cría hace eso, le imagino yo que lo hace como por su patria porque lo son de los estudiosos. Y así como no acabo de loar la constancia de aquel Marco Régulo en compañía de Livio318, Valerio319, Cicerón320, Horacio321, no puedo olvidar lo que de él refiere Silvio Itálico en conformidad destos, que no pienso os dará enojo en lo que dice así322: Las manos alza al cielo y en él los ojos clava diciendo: ¡Oh tú que lo gobiernas todo! [f. 159] de justicia modelo, de la verdad aljaba, la fuerza de mi fe a ti la acomodo y tú, s[a]rrana323 Juno, no des lugar a que la quiebre alguno. Juré en mi entendimiento, 317 Mart. 1, 39. Al margen: «lib. 1». Aún sabiendo que el concepto de traducción antiguo está muy lejos del actual, podemos calificar la presente de recreación y no de traducción. Dulce Estefanía ofrece la versión siguiente: «Si hay alguien digno de ser contado entre los escasos amigos, tales como los que la antigua lealtad y la vieja tradición conocieron, si alguien empapado en las artes de la Minerva de Cécrope y de la del Lacio y bueno con auténtica honradez, si alguien protector de lo recto, admirador de lo honesto, y que no pida nada a los dioses en secreto, si hay alguien sostenido por la energía de un alma grande, que me muera, si ése no es Deciano». Véase Marcial, Epigramas completos, p. 72. 318 Liv. Per., 18. Laminio alude a Marco Atilio Régulo (299-246 a. C.), dos veces cónsul, hecho prisionero por los cartagineses en los llanos de Bagradas (Numidia). Formó parte de una embajada a Roma con el fin de solicitar la paz y un cambio de prisioneros, con la promesa de su liberación —llevaba cinco años cautivo— si la misión tenía éxito. Él pidió a los romanos no aceptar sus propuestas y regresó a Cartago, donde fue torturado y ejecutado. Muchos autores se refieren a este personaje como prototipo de la resistencia heroica y de virtud ejemplar. 319 Val. Max. 9, 2 (ext. 1) y 9, 6 (ext. 1) 320 Cic. Off. 3, 99-100. 321 Hor. Carm. 3, 5. 322 Al margen: «Lib. 6 de bell. Puni». 323 En el ms: «serrana»; en latín, Sarrana, de la fenicia Sarra, o sea, de Tiro: Tsor o Tsur, hoy Sur, Sar.

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haciéndoos mis testigos —dadme lugar que hable con constancia lo que en el alma siento— defender mis amigos; por serme de importancia esto que digo y hago, volveré con presteza a ti, Cartago. Viviendo la fe mía, no incurriré en la pena que de las treguas puede resultarme, la honra me desvía porque bien no me suena morir mi patria y yo querer salvarme, pues puede sustentarme resistiendo mil daños en tantas guerras y por tantos años. De las duras prisiones y la cárcel prolija, en mi vejez las fuerzas han faltado, yo, aquel que en ocasiones, sin que nadie me aflija, [f. 159vº] en la marcial milicia me [he] ocupado, Régulo, aquel soldado en quien, sin vida, el nombre queda con que a los bárbaros asombre. La soberbia Cartago, de traiciones archivo, el valor que me queda no entendiendo, por hacer más estrago, su pensamiento altivo, pone en el trueque324 ahora, redimiendo para el asalto horrendo, los mozos por un viejo; ellos, para armas; yo, para consejo. Resistiendo su engaño, aquesta alegre gente, sagaz en engañar, ahora entienda tenéis valor estraño y osadía valiente aunque mi cautiverio dé por prenda, y tan cara la venda, 324

en trueque: «Vale en recompensa, o trocando una cosa por otra» (Aut.). Este repertorio también registra la variante en trueco.

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la paz de los antiguos se dé y no otra a estos enemigos. Los africanos piden y ellos mismos nos dieron con qué poder hacerles justo pago si las guerras se miden como ellos lo hicieron. [f. 160] Haced un par de leyes con Cartago mas, ¿qué digo? o ¿qué hago? Antes que aquesto sea, muerto y en los infiernos yo me vea325.»

Acabando de decir esto Laminio, llegaban en Escuelas mínimas al aula de prima de Lengua latina, y estaba el catedrático comenzando una preleción de Marcial, que es la siguiente: —Habiendo de comenzar a esplicar las obras de nuestro poeta Marcial, parece cosa acertada que, a imitación de hombres doctos, hagamos una preleción que sea fundamento de todo lo que sobre él se puede decir para facilitar el entendimiento suyo. No quiero contar su vida, aunque suele ser parte importante para el comento de las obras del autor, quien quiera que sea, como consta [de Crinito] en las de Horacio326, y como él lo dice en las suyas327 y en las de Lucilio. Podrá verse, en latín muy fácil de entender, al principio dellas, colegida328 por Pedro Crinito329, entre las de los demás poetas. Lo que no podemos dejar de decir es cómo fue español, natural de Calatayud. Fuese en su juventud a Roma donde aprendió la lengua latina y su arte poética de la suerte que sus epigramas declararán, aunque en algunos modos de hablar comete hispanismos330. Y si usa muchas diciones griegas es como a par de las latinas las deprendía, sin hacer diferencia, lo que no hallamos en los que nacieron en Italia sino pocas veces, 325

Sil. 6, 466-489. Esta frase resulta muy confusa. Parece que el maestro tiene in mente la labor de P. Crinito (1465-c. 1505), citado a continuación. Crinito explica la vida y obra de Lucilio en De poetis latinis, lib. 1, cap. 9; la de Marcial en lib. 4, cap. 71 y la de Horacio en el lib. 3, cap. 38. 327 Entiéndase: «Y como el mismo Crinito lo dice en las de Marcial». 328 colegida. «Colegir»: «Juntar en uno las cosas que están sueltas y esparcidas» (Aut.). Entiéndase: «la vida [de Marcial] se halla al principio de sus epigramas». 329 Crinitvs, De poetis latinis, lib. 4, cap. 71, pp. 497-499. La vida del poeta bilbilitano, glosada por Crinito —Pietro del Riccio Baldi (1474-1507)—, era el «texto oficial» de la época y, como tal, usada en los comentarios y anotaciones de autores diversos a los Epigramas de Marcial. 330 M. Dolç en su volumen Hispania y Marcial, dedica el capítulo 5 a «La Celtiberia de Marcial», en el que, a través de 65 páginas, estudia la toponimia celtibérica presente en los Epigramas del bilbilitano, que tanto ofendía a los oídos romanos. 326

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porque, tiniéndolos más, querían usar de términos naturales de su tierra y no avecindados, como dice Quintiliano331. Cayo Plinio el Mozo no acaba de alabar el ingenio de [f. 160vº] Marcial, y principalmente en este argumento de epigramas, en que fue muy aventajado332. Por esto le quiso mucho Adriano, césar, y le llamó «su Virgilio333». Tienen sus epigramas hiel y miel: hiel de mordacidad y miel de suavidad y donaire en el decir. En las satíricas todas se ha de notar que no lo fueron tanto que afrentase a nadie con ellas, diciendo su verdadero nombre, antes siempre los disfrazó con otros. Y así lo advierte en la primera epístola del libro primero334 por estas palabras, diciendo que da la suya que ha de seguir en sus libros tal modo que nadie dellos se pueda quejar si no es demasiado de flaco en sentir mal de sí, diciendo él mismo: «aquello por mí lo dijo». Condición muy de necios porque va con cuidado en guardar el decoro a personas muy ínfimas y bajas, lo que no tuvieron los antiguos que aun a grandes de la ciudad se atrevían, como también lo vitupera Horacio, sintiendo mal del satirizar335 de Eupolis, Cratino, Aristófanes y otros cuyo imitador fue Lucilio336: Vt nominibus non tantum ueris abusi sint, sed etiam magnis337. Aunque, en alabanza, las más veces dice sus nombres, como lo hace con Domiciano, césar, y con sus amigos: Stella patavino338, Deciano, Silio Itálico, Valerio Flaco, Partenio, a quien hace epigramas de alabanza por su nombre. Aunque [a] Estertinio, gran poeta, le disfraza el nombre y le llama Avito, el cual, con ser muy agudo, dio las ventajas al ingenio de Marcial y le respetó de suerte que gustó de tener su retrato en su aposento aún siendo vivo, cosa que la acostumbraban los antiguos no hasta después de muerto —[poner]

331 Qvint. Inst. 1, 1,12-14: A sermone Graeco puerum incipere malo, quia Latinum, qui pluribus in usu est, uel nobis nolentibus perbibet [...] Non tamen hoc adeo superstitiose fieri velim ut diu tantum Graece loquatur aut discat, sicut plerisque moris est [...] Non longe itaque Latina subsequi debent et cito pariter ire. Ita fiet ut, cum aequali cura linguam utramque tueri coeperimus, neutra alteri officiat. 332 Plin. Epist. 3, 21. 333 P. Riccius (1474-1507), comúnmente llamado Crinitus, es la fuente de la cita de Patón, el cual se equivoca y la atribuye a Adriano. El humanista florentino se refiere a Elio Vero, «que fue gratísimo a Adriano, césar» —de hecho, le nombró hijo adoptivo—. Él es quien decía que Marcial era su Virgilio. Véase Spart. Hel. 5, 9. 334 Se refiere al prólogo del libro primero de los Epigramas. 335 En el ms.: «satiricar». 336 Hor. Sat. 1, 4, 1-13. 337 Mart. 1, Prologus 1. En las ed. modernas sed et 338 Se refiere al amigo Estela de Padua, asimismo autor de epigramas, cuyo nombre y lugar de procedencia no traduce.

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el retrato—, si la fuerza del amor y estimación no les hacía hacerlo como a Estertinio, tener este retrato de Marcial vivo339. [f. 160a] Sus obras son las que andan recopiladas en este pequeño cuerpo. Lo primero un largo encomio y alabanza del anfiteatro con grandes encarecimientos, como en ella se podrá ver, que, aunque se duda de su verdadero autor, los más o todos tienen ser suyo y, mientras por algún testimonio auténtico no consta lo contrario, bien es ir con lo común. Demás de que los muchos versos que después hace adulando a Domiciano, a quien aquí hace autor desta obra insigne del anfiteatro, son muy parecidos en la adulación, en palabras y sentidos y aun en la forma porque todos son hesámetros y pentámetros, como se podrá advertir. También es de notar en esta obra que toda es sucesiva, dende que comienza: Barbara pyramidum hasta que acaba: saecula naumachiam340 y aun algunas impresiones acaba diferente porque quitan y añaden versos no sé con qué ocasión, que, a no considerar esto, tiniéndolas por epigramas sueltas, se escurecen más. Y, considerando la dependencia que unas de otras llevan, es el entendimiento más fácil. Que el que pone de Laur[e]oli poena341 y otros títulos no lo son, mejor se pusieran por margen342. Lo primero alabó la fábrica del anfiteatro, que dicen haber hecho Tito y Vespasiano de los despojos de Jerusalén arruinada y, porque Domiciano le renovó alguna cosa, por eso le lisonjeó como autor della. Y como esta obra se hizo para que al pueblo se juntase a ver las fiestas, saca a plaza sus fieras y gente que en una ocasión de fiestas —que en tiempo de Domiciano se hicieron— hubo. La grandeza y maravilla escelente de la obra material declara cuando dice haberse aventajado a todas las del mundo: Omnis Caesareo cedat labor Amphitheatro [160avº] Vnum pro multis fama loquatur opus343.

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El texto patoniano es muy confuso. Marcial, en el prefacio del libro noveno, envía a Toranio un epigrama escrito para Estertinio que quiso poner el retrato del hispano en su biblioteca. En el epigrama llama Avito a Estertinio. Los cuatro primeros versos dicen así: «Poeta conocido, aunque no quieras, por tu elevada inspiración, a quien ojalá la ceniza proporcione tarde la merecida recompensa, que este breve poema viva bajo mi retrato que has colocado, Avito, junto al de hombres no desconocidos». Véase Marcial, Epigramas completos, p. 325. 340 El catedrático alude al Liber de spectaculis. Según él, comprende desde el Epigr. 1,1 hasta el 28, 12. 341 Patón se refiere sin duda a Mart. Epigr. 7. Los libros de la época titulan el poema Poena Laureoli. Se refiere a un conocido ladrón, protagonista de un mimo de Q. Lutacio Cátulo. Cf. Ivv. 8, 187 y Svet. Cal. 57. En el ms: Lauro lipoena. 342 En efecto, los epigramas en las ediciones modernas no llevan título. 343 Mart. Epigr. 1, 7-8. En las ediciones modernas cedit, cunctis, loquetur.

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La mucha gente que concurrió a la corte romana en este tiempo y a estas fiestas dice: Vox diuersa sonat populorum, est uox tamen una344. Lisonjéale también de que desterró a los malsines345 acusadores, soplones, como es verdad que lo hizo aunque después los restituyó346. Y con que le parece bien el destierro, más quisiera ver su entierro. Y tras esto cuenta las maravillas de las lidias de las fieras, para cuyo entendimiento importará ver la epístola primera que Cicerón escribe a Mario, libro sétimo de sus Familiares, donde hace larga relación desta fiereza de fiestas aunque no las aprueba347. Nótese también que aquí esta palabra harena, quiere decir «el suelo y espacio de plaza del anfiteatro348». También importará advertir que juega mucho de vocablos anfibológicos, que dice el vulgo «equívocos», de dos sentidos, uno por su propia, otro por razón trópica349. En lo cual consta ser esta obra del Anfiteatro de Marcial porque usa del mesmo artificio en los demás libros de epigramas, como digamos cuando despedazó la fiera a uno, a quien llama Dédalo, acuérdase del de la fábula que voló por sobre el mar, y como si fuera el mismo por la similitud del vocablo dice: Quam cuperes pennas nunc habere tuas!350 Que hubiese descuido en la propiedad de vocablos latinos él mismo lo confesó en el libro segundo de las epigramas. No señalaré dellas el número, porque hallo que lo varían y truecan y aun de suerte que las de un libro las pone en otro y muchas faltan ahora en estas modernas impresiones, y así sólo citaré el libro. [f. 161] Dice, pues, el segundo: Si qua uidebuntur chartis tibi, lector, in istis Siue obscura nimis siue Latina parum351.

«Oscura» —dice— por las muchas diciones griegas y otras estranjeras y por lo mismo y por los hispanismos: Latina parum. Escribió doce libros de epigramas. La epigrama es alabanza o vituperio comprehendido en pocos versos. Imitó en ella al poeta Marso352, Pedón353 y

344

Mart. Epigr. 3, 11. En las ediciones modernas tum tamen una est. malsín: «El chismoso malintencionado que solicita hacer o poner mal a otro» (Aut.). 346 Mart. Epigr. 4. 347 Cic. Fam. 7, 1, 1-6. 348 Mart. Epigr. 4, 3. 349 Cf. Jiménez Patón, Elocuencia española en arte, cap. 8, p. 167 y 14, p. 226. 350 Mart. Epigr. 8, 2. En las ediciones modernas habuisse. 351 Mart. 2, 8, 1. 352 Domicio Marso, fue un poeta de la época augustea, autor de un epigrama a la muerte de Tibulo y de una pieza de carácter mordaz titulada Cicuta. Aparece citado en 2, 77, 5. 353 Marcial se refiere al docto Pedón en 2, 77, 5. 345

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Getulio354, a Valerio y a Catulo355, como lo dice en el libro tercero356 y aún estimó en mucho las poesías de Licinio Calvo357. Para facilitar el entendimiento suyo, es de advertir que muchas hace a uno de un nombre y así prosigue el pensamiento de la falta o virtud que en el de aquel nombre nota y importará mucho el que toma a esplicar una vez todas las que hizo al de aquel nombre a un pensamiento o argumento, como digamos, a Selio le nota de hombre mogollón358 y gorrón, que por ahorrarse la comida en su casa, se hacía convidado en las ajenas359. En muchas dice los juegos del león manso, criado en casa de César, y la liebre, ora fuese ello verdad, ora se entienda por alegoría el león, César, y la liebre, el de Dacia, ora sea todo360. También hay muchas a Zoilo361, a Siciliano362, a Póstumo363, a Deciano364 y a otros. Pongamos ejemplo en las más breves. A Sexto le nota de hombre tramposo que debía mucho prestado y no tenía, ni quería, ni podía pagar, dícese en una en el libro segundo: Sex[te], nihil debes, nihil debes, Sexte, fatemur. Debet enim, si quis soluere, Sexte, potest365.

Y en otra le dice al mismo, dándole a entender que todo lo trata en [f. 161vº] rueda366 con sus trampas, en el mismo libro:

354 Así lo dice en el Prólogo del libro 1 de los Epigramas: Sic scribit Catullus, sic Marsus, sic Pedo, sic Gaetulicus. Cf. 5, 5, 6, donde alude a Pedón, Marso y Catulo. 355 De las palabras de Patón pudieran deducirse dos autores cuando se refiere sin duda a uno solo: Quinto Valerio Catulo. 356 No se encuentra ninguna alusión a este en el libro tercero. 357 Mart. 14, 196 La pretendida alusión a Licinio Calvo solo se encuentra en el título Calui de aquae frigidae usu; hoy se cuestiona la palabra Calui, cuyas variantes son Calidae aquae y Caldae aquae. 358 mogollón: «Entrometimiento de alguno adonde no le llaman o es convidado. Dícese comúnmente de los que se introducen a comer a costa de otro» (Aut.). 359 Mart. 2, 11; 14; 27; 69, 6. 360 Mart. 1, 6; 14; 22; 44; 48; 51; 60. 361 Mart. 2, 16; 2, 19; 2, 42; 2, 58; 2, 81; 3, 29; 3, 82; 4, 77; 5, 79; 6, 91; 11, 12; 11, 30; 11, 37; 11, 54; 11, 85; 11, 92; 12, 54. 362 Patón debe referirse a Ceciliano: 1, 20; 4, 15. 363 Mart. 2, 10; 2, 12; 2, 21; 2, 22; 2, 23; 2, 67; 2, 72; 4, 26; 40; 5, 52; 58; 6, 19. 364 Mart. 1, 8, 24; 1, 39; 1, 61,10; 2, praef.; 5. 365 Mart. 2, 3. 366 trata en rueda: no hemos podido encontrar esta expresión.

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Et iudex petit et [petit] patronus. Soluas censeo, Sexte, creditori367.

Y más adelante le hace una más larga y otras al mismo pensamiento. Aunque algunas veces también le varía en el mismo sujeto y nombre, como en el mismo libro dijo: Vis [te], Sexte, coli; uolebam amare. Parendum est tibi: quod iubes, coleris. Sed si te colo, Sexte, non amabo368.

Esta se ha de comentar con otras del mesmo sentido que hay aunque no sean al mismo sujeto ni nombre, como el pensamiento de las trampas se puede comentar con la de Lino, otro tal tramposo, que tomaba prestado a nunca pagar, como Sexto, al cual le dice en el libro primero: Dimidium donare Lino quam credere totum Qui mauul[t], mauul[t] perdere dimidium369.

También dice en el mismo libro primero, hablando con Fidentino, a quien tiene por sospechoso de que hurtaba sus poesías a Marcial y las mostraba por suyas: Si mea uis dici, gratis tibi carmina mittam; Si dici tua uis, haec eme, ne mea sint370.

Este pensamiento de hacer suyas las poesías, no por componellas sino por costalle su dinero, se comenta en el libro segundo a Paulo: Carmina Paulus emit, recitat sua carmina Paulus. Nam quod emas possis dicere iure tuum371.

Aunque en el libro primero advierte que también en los versos [f. 162] se le ha de comprar al que los hace el secreto para que no diga que son suyos,

367 368 369 370 371

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Mart. 2, 13. Mart. 2, 55. Mart.1, 75. Mart. 1, 29, 3-4. Mart. 2, 20. En las ediciones modernas: possis iure uocare tuum.

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hablando con otro ladrón de sus poesías de que hay muchas epigramas sin nombre, y con el de Fidentino y otros, que unas ayudan a comentar otras: Aliena quisquis recitat et qu[a]erit famam Non emere librum, sed silentium debet372.

Es tan importante comento este que, cuando yo veo el trastrueque que hacen de su primer lugar a las epigramas, digo que, si querían hacer algún desorden bien ordenado y con provecho, era juntar todas las que están en un sujeto sucesivamente373. Porque, sin duda, es donde más se ayudan los pensamientos y trabajo más fácil que [el] segundo374 de ayudarse del sentido de otros sujetos, aunque ninguno ha de huir ni regatear el que quiere esplicar los autores, como es razón, desentrañándoles las dificultades, para lo cual es de advertir lo siguiente: Notable advertencia es la que aquí se ha hecho y de que se aprovechan los sagrados dotores en la esplicación de las divinas letras, esplicando testo con testo. Y así mesmo la es la que hecimos en lo del Anfiteatro de que era sentido sucesivo, todo lo cual importa advertir en Valerio Máximo que, como se hacen distintos dentro de un mismo capítulo, que no tiene más distinción que período, divídelos la emprenta con aquellos títulos: De Catone, De Scipione; engáñanse algunos con pensar que aquello es cosa de por sí y no advierten a mirar lo que ha precedido, debiendo advertir que todo lo contenido en un capítulo es sentido encadenado, que aun en los capítulos de las Epístolas de san Pablo es de gran claridad esta advertencia [f. 162vº] como la esperiencia lo hizo claro estos días en cierto lugar que se ofreció esplicar. Y también se debe advertir que unos autores a otros se ayudan a la declaración de los pensamientos, como las letras humanas se ayudan de las divinas y también pueden en la declaración cristianarse las humanas, principalmente las que de suyo están fundadas en dotrina moral375. Pongamos ejemplo de cómo se ha de ayudar un autor de otro. En el 372

Mart. 1, 66, 13-14. En las ediciones modernas: et petit. Jiménez Patón alude a un tema que ha sido objeto de controversia entre numerosos especialistas modernos. Véase Marcial, Epigramas completos, p. 32. 374 segundo. Entiéndase: «el segundo criterio». 375 Cf. El virtuoso discreto, pp. 280-281: «Esto es lo que el eminentísimo Plutarco escribió de la curiosidad y lo que, aunque es de un gentil, cualquier cristiano lo había de tener escrito en su corazón con letras de oro porque me pueden creer que yo he procurado ver al propósito algunas letras divinas y dotores sagrados, y en su dotrina concuerda con ellos como si él hubiera sido muy cursado en la católica, si no, véase a Anselmo en el libro De las semejanzas; a Hugón y a santo Tomás de Aquino; san Agustín Contra maniqueos y en el libro de las Confesiones y en la Epístola a Dióscoro y el libro De las cuestiones de la Iglesia; a san Jerónimo en la Epístola de los dos hijos; a san Gregorio en la Homilía sobre aquello de Iuga boum; san Bernardo Sobre los Cánticos y De los grados de la soberbia; Próspero De la vocación de las gentes, y aun Esdras y el Eclesiástico. De los gentiles a 373

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libro primero hace Marcial una epigrama en alabanza de su amigo Deciano, comentémosla toda ella con otros autores y algo con él mismo. Dice, pues, así: Si quis erit raros inter numerandus amicos Quales prisca fides famaque nouit auos376, Si quis Cecropiae madidus Latiaeque Mineruae Artibus et uera simplicitate bonus, Si quis erit recti custos, imitator honesti Et nihil arcano qui roget ore deos, Si quis erit magnae subnixus robore mentis: Dispeream, si non hic Decianus erit377.

Abreviando digo que la sentencia del primer dístico se comenta con lo que dice Cicerón en el Diálogo de amistad, por otro nombre Lelio, por estas palabras: Ex omnibus s[a]eculis, uix tria aut quatuor nominantur paria amicorum378. Valerio Máximo pone destos pocos, algunos (lib. 4, cap. 7)379. El segundo dístico, de florecer un hombre en letras latinas y en griegas, díjolo él mismo hablando de las obras de Faustino (lib. 1): Quod nec Cecropiae damnent Pandionis arces Nec sileant nostri praeterean[t]que senes380. [f. 163]

Este término, madidus, ‘empapado en sabiduría’, dijo por el verbo Horacio en sus Odas: [Non ille] quamquam ille madet Socraticis praeceptis381,

hablando de Corvino. el filósofo en el octavo de los Éticos; Plauto en el Stico*; Terencio en el Heautontemorumeno* y en la Ecira* y se verá cuánto con nuestro Plutarco concuerdan». 376 En las ediciones modernas: anus. Hallamos auos en Antonivs, Bibliotheca Hispana Vetus, lib. 1, cap. 13, p. 90. 377 Mart. 1, 39. 378 Cic. Lael. 15. 379 Valerio Máximo se refiere en este capítulo a Orestes y Pílades, a Gayo Blosio y Tiberio Graco, a Pomponio y Letorio, amigos de Gayo Graco, a Lucio Regino y Cepión, a Volumnio y Marco Lúculo, a Petronio y Publio Celio, a Servio Terencio y Décimo Bruto, a Décimo Lelio, amigo de Escipión, a Marco Agripa, amigo de Augusto. De entre los ejemplos extranjeros, narra las acciones de Damón y Fincias, Alejandro y Hefestión. 380 Mart. 1, 25, 3-4. 381 Hor. Carm. 3, 21, 9-10. En las ediciones modernas Socraticis madet / sermonibus.

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Lo que hay aquí de mayor dificultad, y quiero declarar con algún espacio, es este verso: Et nihil arcano qui roget ore Deum382. Y la dificultad está en que ore a Dios en voz pública y alta y lo ponga por virtud pareciendo que antes es hipocresía y vana gloria, como de los sagrados evangelistas consta. Pues al fariseo que daba voces en su oración diciendo que ayunaba dos veces en la semana383, no le oye Dios, sino a la viejecita que con humildad ofrece su coronado384. Y también nos aconseja que nos guardemos de falsos profetas que hacen vana ostentación de virtud, hipócritas385. Y si a esto me dicen que no hemos de atar la dotrina de un autor profano a la católica, digo que él mismo la tiene condenada cuando reheprende a Gelia en el libro primero de que, habiendo muerto su padre, lo lloraba en público y lo reía en secreto, y así le dijo: Amissum non flet quum sola est Gel[l]ia patrem, Si quis adest, iussae prosiliunt lacrimae. Non luget quisquis laudari, Gellia, quaerit. Ille dolet uere qui sine teste dolet386.

Y hablando de Ilo, murmura bien satíricamente su hipocresía, pues le ultraja de somético387 disimulado con muestras de santidad: Adspicis incom[p]tis Ilum388, Deciane, capillis, Cuius et ipse times triste supercilium, Qui loquitur Curios assertoresque Camillos? Nolito fronti credere: nupsit heri389. [f. 163vº]

Y Cicerón, en los Oficios, sintió mal desta gente cuando dijo: Qui tum, quum maxime fallunt, id agunt ut boni uiri [esse] uideantur390. De suerte que este vicio de vanagloria y hipocresía le aborrecieron los gentiles y así se mueve dificultad de cómo alaba la oración en público, a lo cual 382

Mart. 1, 39, 6. En las ediciones modernas deos. Vvlg. Luc. 18, 12. Patón arremete repetidamente contra los fariseos y falsos profetas en El virtuoso discreto, pp. 109, 130 y 185. 384 Vvlg. Marc. 12, 42-44. Cf. Comentarios de erudición, («Libro XVI»), p. 231: «el cornado de la pobre vieja más acepto fue al Señor que las doblas de los fariseos». Cf. Vvlg. Luc. 21, 1-4. 385 Vvlg. Matth. 7, 15. 386 Mart. 1, 33. 387 somético: «Adjetivo desusado por “sodomítico”» (DLE). 388 En las ediciones modernas: illum, «a aquel». 389 Mart. 1, 24. 390 Cic. Off. 1, 4: uiri boni. 383

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satisface con que aquí no alaba sino la intención, que es buena. Y quiere decir lo que tiene en el corazón es tan bueno que puede decillo en público, no es hombre que tiene uno en el alma y otro en la lengua, uno en la plaza y otro en su casa, uno de día, otro de noche, que hace uno en público, y otro en secreto, que se come la mitad de las palabras en la oración. No es desta casta de gente que los tales son acabados de malos, como Ilo y como el que pinta Horacio en sus Epístolas, cuyos versos tengo apuntados para la verdadera esplicación desto, cuando dice estas palabras: Labra mouet metuens audir[i]: ‘pulcra Lauerna, Da mihi fallere, da iustum sanctumque uideri, noctem peccatis et fraudibus obice nubem391’.

Este tal no ora a Dios, sino ore arcano y se pide a la diosa de los hurtos, Laverna392, que pueda engañar y que le tengan por justo y santo. Y esta oración la hace entre dientes con temor de que no le oyan lo que encubre su dañado pecho, mas Deciano, que no finge nada, ni es de los que murmura Juvenal: [Et] nihil arcano ore Deum orat393. Y como dijo el mismo Horacio en los versos precedentes a los pasados, el que no encubre en la intención malicia y hace buenas obras en público es del todo bueno y digno de alabanza verdadera, la cual nace de la virtud que en él se conoce, a este tal llámenle todos «bueno» a boca llena: [f. 164] Vir bonus, omne forum quem spectat et omne tribunal, quandocumque deos uel porco uel boue placat, ‘Iane pater’ clare, clare quum dixit ‘Apollo’394.

Y el que hace esto solo es bueno, mas el que hace esto y lo que se sigue, que es lo que arriba citamos, malo y muy malo: Int[r]orsum turpem, speciosum pelle decora395. Mas no Deciano ni los buenos a las derechas396, sino que, aunque más les miren a las manos, a la boca y al corazón, no hallarán cosa que desdiga de

391

Hor. Epist. 1, 16, 59-61. En el ms.: audire; en las ediciones modernas: iusto sanctoque. Laverna era una divinidad, probablemente de origen etrusco, que tenía un santuario cerca de la Porta Lavernalis en el Aventino. 393 El maestro simplifica el verso: Et nihil arcano qui roget ore deos de Mart. 1, 39, 6. 394 Hor. Epist. 1, 16, 57-59. 395 Hor. Epist. 1, 16, 45. En el ms: intorsum. 396 a las derechas: «Dicho de proceder una persona, bien y rectamente» (DLE). 392

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hombre de bien, recto, honesto, justo amigo, sabio, constante y con las demás condiciones que a este propósito hemos dicho en Horacio. También es necesario aprovecharse de erudición, de Plutarco y otros autores antiguos y modernos, como para esplicar aquello del decir el Talasion, sin palabras del Talasion397, y lo de lunata pellis398, de suerte que ha de haber mucha leción de cosas de la antigüedad, jeroglíficos, ritos y costumbres. En otras partes solo ha de obrar el entendimiento; en otras, la esperiencia que, aunque de todo pudiera dar ejemplos, como quien los tiene vistos, entendidos y trabajados. El breve espacio que hay de una hora para esto no nos da lugar a más, y porque en ella sola no se puede decir todo, ni acudir al pensamiento de todos, andando el tiempo a cada leción notaremos con particular cuidado lo que sea digno de notar, y a quien sus dificultades nos quisiere comunicar no nos haremos de rogar en decir lo que sintamos con los fundamentos de quien nos ayudamos. En cuanto la lascivia de que notan este autor, digo que no está tan sin ella que no sea verdad lo que dijo Verino399, mas de [f. 164vº] suerte se puede esplicar que no se toque a los lugares deshonestos, cuanto más qué cosas se han de saber para huillas400, otras para sabellas y seguillas y otras para estimallas, así que esto ha de estar a la prudencia y honestidad de aquel en cuyas manos caya401. Tiene sin estos doce libros de epigramas otros dos, que a la verdad todos son epigramas, y por todos son catorce, mas parece que estos fueron ordenados con cantidad del pensamiento, en casos diversos, aunque enderezados a un fin. El primero dellos, décimo tercero de todos, se titula Xenia, en plural, que quiere decir los presentes y dones que se acostumbraban a dar a los güéspedes402, como él también lo afirma, diciendo en el principio: Omnis [in] hoc gracili Xeniorum turba libello Constabit nummis quattuor empta tibi.

397

Mart. 12, 42-4. Talasio o Talaso es el dios romano protector del matrimonio y es el grito ritual usado en la deductio o conducción de la novia a casa del esposo. Plutarco explica su probable origen en Moralia, 271F-272A-B (Quaest. Rom.) y en las Vidas paralelas (Rom. 15, 26C y Pomp. 4, 620F). Cf. Liv. 1, 9, 12 y Serv. Aen. 1, 651, 20-22. 398 Mart. 1, 49, 31. Los zapatos de los senadores eran de color negro y llevaban una luna de oro o plata. Cf. Ivv. 7, 192. Plutarco en Moralia 282A-B (Quaest. Rom.) intenta explicar la causa. 399 Verino, Distichorum liber, f.a 3vº. En Ad lectorem de Martiale dice: Carmina sunt, fateor, pulcherrima uatis iberi. / Ad mores faciunt non tamen illa bonos. 400 Cf. Jiménez Patón, El virtuoso discreto, f. 59vº: «Porque, para convencer las supersticiones gitanas, es necesario saber no sólo la verdadera religión, pero también los fundamentos de la engañosa como lo dijo el sabio». Se refiere al proverbio Malum non evitatur nisi cognitum, muy citado en la Edad Media con numerosas variantes. 401 caya: «caiga». Cf. n. 79. 402 güéspedes. Cf. n. 249.

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aec licet hospitibus pro munere disticha mittas, Si tibi ta[m]403 rarus quam mihi nummus erit404.

A este propósito dijo Apuleyo: «Llegó la hora deseada del mediodía, et mittit mihi xeniola405, y me envió estos presentillos: un buen lechón cocido, gallinas y un barril de vino muy bueno añejo». Por esto, sobre nombran a Júpiter Xenio, como que «hospedador»406, y por eso le dijo Virgilio: Iup[p]iter, hospitibus nam te dare tura loquuntur407. Para entender este libro es menester ver a Plinio, Galeno, Dioscórides, el Propietario408, y otros libros de botica y medicina y regimiento de comida y mantenimiento, y aun de cocina, que los hay en nuestro vulgar. El segundo libro destos, y de todos catorce y último, se titula Apophoreta, que son los presentes que se acostumbraban [f. 165] a dar en las fiestas de Saturno en el diciembre —de quien decimos en nuestro Horacio409—, que por esto dijo Suetonio de Domiciano que, en las calendas de marzo, enviaba presentes y dones a las mujeres como en las Saturnales a los hombres410; destas calendas de marzo también decimos en Horacio411. Para entender este libro es necesario tener noticia de los vestidos, mesas, juegos y entretenimientos de los antiguos, lo cual todo pide una continua y varia leción porque hay de todo, como él dice:

403

En el ms.: tan. Mart. 13, 3, 1-2 y 5-6. 405 Apvl. Met. 2, 11. 406 Plinio el Viejo en Nat. 36, 34,1, le llama Iuppiter hospitalis, traducción latina del griego Ζεύϛ Ξένιος. 407 Verg. Aen. 1, 731. Al margen: Enei. lib. 1. 408 Se refiere Patón a cuatro autores insignes en el campo enciclopédico, médico y botánico. Plinio el Viejo (siglo i) compuso una Naturalis Historia en treinta y siete volúmenes; Galeno (siglo ii), médico griego del emperador Marco Aurelio, fue autor de una obra numerosa, conservada en parte, decisiva en la evolución del saber médico medieval; Dioscórides (siglo i), también médico griego, escribió la célebre De materia medica, conocida en España por la traducción de Andrés Laguna en 1555. A Bartolomé Anglicus (siglo xiii), conocido como «El Propietario», debemos la enciclopedia titulada De propietatibus rerum, escrita entre 1240-1250. Consta de diecinueve libros entre cuyas fuentes se hallan los tres autores anteriormente mencionados. Fue traducida por Fray Vicente de Burgos, Tolosa, 1494. 409 La obra perdida de Jiménez Patón nos impide saber en qué lugar pudo referirse a Horacio y a las Saturnales. 410 El maestro se equivoca. La cita pertenece a Svet. Vesp. 19, 1. 411 Véase el comentario de Patón a la oda «A Mecenas» de Hor. Carm. 3, 8,1 en los Comentarios de erudición, («Libro XVI»), pp. 158-163. 404

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Diuitis alternas et pauperis accipe sortes: Praemia conuiuae det sua quisque suo412.

En el jugar de vocablos a la española fue particular, y aun, hasta en los pensamientos y socarronerías, usó de donaire gracioso muy a lo español. En lo cual pienso que se ha dado una mediana advertencia para entender este autor, aunque de paso es bien que se note que hubo otro Gargilio Marcial, también poeta, que compuso libros de las vidas de los emperadores, cuya vida también escribe Crinito413. El que nosotros queremos esplicar es nuestro español de Calatayud para que se cumpla lo que él de sí mismo dijo: Nuestra Calatayud, digo, Liciano, de ti terná muy viva la memoria y a mí no dejará de darme gloria414.

Y en otra parte al mismo: Varón que de la gente aragonesa celebrado serás con gloria estraña honra y blasón de toda nuestra España415.

Pues tan de antiguo le viene a España tener varones doctos [f. 165vº] bien es que sus hijos los lean, entiendan y espliquen, pues sea su conocimiento espuelas para su imitación y su leción lo podrá ser para la compostura de nuestras costumbres, pues, como dice san Pablo416, y refiere Plinio, el amigo deste poeta, en sus Epístolas: «Todo lo que está escrito es para nuestro provecho417», el cual ordena Dios tengamos enderezado al aumento de su servicio, en que a todos nos conserve y guarde.

412

Mart. 14, 1, 5-6. Crinitvs en De poetis latinis, lib. 4, cap. 71, p. 499, se limita a decir: «Hablaremos en otro lugar de Gargilio Marcial, el cual escribió libros sobre las gestas de los emperadores». Según Lampridio, citando a Vopisco, este autor africano del siglo iii compuso una obra histórica sobre la vida de Alejandro Severo. Véase Lampr. Alex. Seuer., 37, 9. Por otra parte se asocian a este nombre unos fragmentos de veterinaria y otros sobre agronomía. Se ignora si se trata de un solo autor o de dos. Resume la problemática Bardon, 2, 1956, pp. 260-262. 414 Mart. 1, 61, 11-12. 415 Se refiere a Liciniano. Véase Mart. 1, 49, 1-2. 416 Vvlg. Rom. 15, 4-7: Quaecumque enim scripta sunt, ad nostram doctrinam scripta sunt. 417 Plin. Epist. 3, 5: [...] nullum esse librum tam malum ut non aliqua parte prodesset. 413

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Con esto dio fin a la leción el maestro, y se bajó de la cátedra. Jacinto y Laminio le aguardaron porque Jacinto le comunicaba418 con alguna familiaridad y aún en ocasiones le había hecho mención de Laminio y de sus estudios y caudal de leción y erudición. Advirtiole ahora cómo era él y Laminio se ade[la] ntó419 a pedirle por su salud y ofrecérsele para lo que quisiese muy prompto. El catedrático gustó de haber ocasión en que le conociese por la noticia que de las cosas de Laminio por medios de Jacinto y relación de otros tenía, de suerte que le refirió las palabras de Masinisa a Cipión* en el Sueño que escribió Cicerón, diciendo: Gracias a Dios que así veo en mi tierra y en mi casa a Laminio pues que pasa a pedir de mi deseo420.

Laminio no quiso quedarse deudor en esto y así, en alabanza suya y de la leción que había hecho sobre Marcial, le convirtió421 la epigrama que hizo Marco Lúcido Fósforo422 en alabanza de Domicio, comentador deste poeta423, y tuvo buena eleción en esto porque más a propósito es que la de Pincio424. La cual decía: [f. 166] 418 comunicaba: «Conversar, tratar, tener comercio y trato familiar con alguno, así de palabra como por escrito» (Aut.). 419 Conjetura. En el ms.: «se adentó». 420 Patón expresa en verso la prosa del arpinate en Cic. Rep. 6, 9. 421 convirtió: en el sentido de «tradujo». 422 Marco Lucido Fazini, más conocido como Lucidus Phosphorus, nació probablemente en Roma en la segunda mitad del siglo xv. Su nombre aparece relacionado con la pretendida conjura de la Academia romana en 1468, por cuya participación fue encarcelado. Mantuvo gran amistad con Domicio Calderini, amicus incomparabilis, según manifiesta en los versos a él dedicados a su muerte y epitafio. Intervino en la encendida disputa filológica mantenida entre este y Nicolo Perotti a raíz de la edición de Marcial. Fue obispo de Segni desde 1482 a 1503, año en que murió. 423 El veronés Domizio Calderini (1446-1478), fue secretario en Roma del cardenal Bessarione y más tarde secretario apostólico de la Curia. Conoció a Poliziano y mantuvo buena relación con los Médici. Comentó a Juvenal, Ovidio, Propercio y Marcial y tradujo la Cosmografía de Ptolomeo. La editio princeps de Marcial se publicó en Roma en 1474 y le siguieron dos ediciones vénetas, publicadas el mismo año. El presente poema, constituido por ocho dísticos se halla en las ediciones de los Epigramas. Véase Martialis, Epigrammata, f. 6vº. 424 Se refiere a los ocho dísticos Ad censorem de Io. Pe. Pincius que figuran junto al epigrama de M. Lucidus Phosphorus. Véase Martialis, Epigrammata, f. 6vº. El mantuano Johannes o Janus Pyrrhus Pincius, muy joven, marchó a Venecia, donde su tío Filipo tenía una imprenta. Probablemente allí estudió y llegó a ser doctor utriusque iuris. Su presencia en este lugar está documentada por una serie de epigramas latinos insertos en algunos volúmenes editados en aquella ciudad a partir de 1490. Se trasladó a Trento, donde inició su etapa de orador y enseñante, siendo coronado

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El que ama del latino la poesía adornada de gracia y de donaire costumbres, vida, trato, cortesía destos trabajos no haga desgaire425 ni los entriegue al aire, con atención los lea, porque la perfeción que tienen, vea. Son de grande provecho y para todo tiempo acomodados; el áspero Catón tienda426 su frente, sobrecejo y melindres mal fundados; los doctos y letrados, que saber es su celo, suban a este varón con gloria al cielo. Y, tú, Marcial, que estabas mentiroso, gozarás corregido con su enmienda por tal maestro de tu nombre honroso, que a él le das su parte el mundo entienda desta común contienda que inova la memoria de ambos con igual renombre y gloria.

En esto y otras cortesías gastaron hasta llegar [a] casa del catedrático que, aunque él lo quiso escusar, no le fue posible. Llegados a la puerta, se despidieron diciendo que más de espacio acudirían a recebir merced a su casa y a deprender a su aula. Despedidos, se fueron a la posada de donde había otros estudiantes de un pueblo, riberas de Duero, de donde había venido un güésped aquel día, el cual [f. 166vº] contó un suceso que por ser breve, verdadero, nuevo y notable no puedo dejar de referirlo. Y es que una mujer casada estaba amancebada con

—probablemente en 1508— «poeta laureado» por el emperador Maximiliano I de Habsburgo; a partir de 1515 mantuvo una estrecha relación con el príncipe obispo Bernardo Clesio, que devino su protector. Es autor del poema en versos heroicos, en tres libros, titulado De navigatione regi Philippi in Hispaniam, Mantova, V. Ruffinelli, [post 1531] y de una epopeya en verso de la que solo queda el título: Clesiada. Reunió en un solo volumen su obra en prosa, colmada de fuentes clásicas: De gestis ducum Tridentinorum; De Gallorum Senonum adventu in Italiam; De origine urbis Tridentinae; De appellatione et transitu Alpium; De confinibus Italiae libri duo y De vitis pontificum Tridentinorum libri duodecim, Mantua, V. Ruffinelli, 1546. 425 desgaire: «El ademán con que se desprecia y desestima alguna persona o cosa» (Aut.) 426 tender: «Desdoblar o extender o desplegar lo que está cogido o doblado o arrugado» (Aut.).

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un hombre de aquella villa, la cual, enfadada de su marido, determinó de darle muerte. Comunicó su intención con el amigo —que fuera deste vicio, en respetos humanos era hombre de bien— y no le acudió a su deseo, antes le fue a la mano427 diciendo que si lo hacía por holgarse con libertad, que advirtiese que, muerto, demás del peligro en que se ponían de perder también sus vidas, no había de ser tan señora de su gusto como viviendo, porque desta suerte, much[a] s428 guardan decoro y respeto al marido y no murmuran de su flaqueza, y las justicias tratan de la causa porque las leyes favorecen las casadas, y que, muerto, cesan estas circunstancias y se siguen otras de mucha inquietud. Estas y otras cosas dijo bastantes a hacerle mudar de determinación —si no fuera mujer— que, aunque a cualquiera voluntad que lo está determinada, no hay consejo particularmente para la suya. Antes concibió nuevo enfado y aborrecimiento contra el amigo, atribuyéndolo a cobardía lo que era bien pesada cordura. En fin, ella, resuelta y determinada, quiso ejecutar lo intentado, como lo hizo, dándole un bocado envenenado con que acabó con el marido. Yendo el amigo a verse con ella la noche que le tenía muerto, se lo mostró, diciendo el refrán «que no hay quien haga la hacienda como su dueño». El hombre se quedó admirado de la temeraria osadía de la hembra, la cual, viéndolo absorto y elevado, le dijo: —¿Qué miráis? Ya está hecho. El remedio que tiene es echallo en el río. Deci[d] también que no queréis ayudarme a llevallo esta noche. No acertó en esta ocasión a negalle la ayuda y así [f. 167] aguardaron que se hiciese hora que no pareciese gente, lo que los latinos dicen conticinio429, que es la una de la noche. Y echando el cuerpo en un gran saco, cargaron con él y se lo llevaron a las orillas de Duero, las que, si alguno ha visto cómo corre hondo, hacen unos altos torronteros muy derechos hacia el agua. Aquí lo tendieron y quisieron descansar un poco. En este tiempo, imaginó la mala hembra otra maldad con la que colmar la primera —que jamás comienzan por una sola— si no la traía antes pensada, y de industria430 hizo detener el cuerpo, y fue un atrevimiento y pensamiento diabólico que, mientras descansaban, con el mayor recato que pudo ató el cordel de la boca del saco a una pierna del amigo y luego le dijo: «Ea, arrojaldo al río». Él le d[i]o un empellón y fue tras dél como estaba atado sin poderse remediar, de suerte que con la fuerza de su empellón se fue431 427

ir a la mano: «Detener, embarazar e impedir que otro ejecute alguna acción» (Aut.). En el ms: «muchos». 429 conticinio: «Hora de la noche en que todo está en silencio» (DLE). No todos los autores coinciden en la hora. C. Suárez de Figueroa, en Plaza universal... f. 32vº, la sitúa «a las 3 o 4 de la noche, cuando todos callan». Cf. Plavt. Asin. 685. 430 de industria: «De intento, a propósito» (DLE). 431 Sigue una palabra ilegible. 428

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al río, donde no le fue posible remediarse, sino que murió ahogado en compañía de aquel a quien deshonraba. El caso se entendió en pocos días432 porque el agua echó a la orilla los cuerpos muertos, y como la mujer era indiciada433 de su mala vida, y aun conocida por sus atrevimientos, la prendieron y confesó, y hicieron justicia della encubándola434 y ahorcándola. Este cuento, por ser notable, no quise pasar en silencio. Dio qué admirar a todos los que lo oyeron, y aun comenzaron a decir algunas cosas de las malas inclinaciones de las mujeres que pierden el velo de la vergüenza. Y de otras muchas, que se dijeron al propósito, solo diré un par de epigramas. La primera dijo Jacinto, sacada de algunos versos de Menandro, el griego435, que, convertida, es esta: [f. 167vº] Son tempestad de casa las mujeres436 y su naturaleza es infiel casta437, brevedad de la vida de los hombres438, hallar alguna buena es muy difícil439 —que, a haberla, fuera la salud cumplida440—, es mejor sepultarlas que casarlas441, su gusto es insufrible sin concierto442, nadie dellas se fíe por entero443 porque es su ley la que su gusto pide444, y entre ellas hay muy poca diferencia445 aunque la buena es timón de casa446, 432

Aparece «porque» tachado en el ms. indiciada: «Que tiene contra sí la sospecha de haber cometido un delito» (DLE). 434 encubar: «Vale también meter por castigo y disposición de las leyes a algún reo en una cuba [...]» (Aut.). 435 El centón de Jacinto, alter ego del autor, procede de la voz mulier de la Polyanthea de Mirabellius, donde transcribe estas sentencias griegas y ofrece su versión latina. El maestro las traduce a su vez del latín a veces tan libremente (así la 93, la 97 y la 161) que dificulta en extremo su identificación. Asimismo, Laminio podía conocer además la versión bilingüe menandrea de Henri Estienne (1528-1598). Véase Comicorum Graecorum sententiae, pp. 204-207. 436 Men. Mon. 540. 437 Men. Mon. 560. 438 Men. Mon. 77. 439 Men. Mon. 94. 440 Men. Mon. 93. 441 Men. Mon. 95. 442 Men. Mon. 97. 443 Men. Mon. 161. 444 Men. Mon. 97. 445 Men. Mon. 109. 446 Men. Mon. 99. 433

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¿cuál será la que fe y verdad mantenga?,447 es archivo de males la que es mala448, más fiera que las rústicas salvajes449, el mar y el fuego y la mujer, tres males450 que apenas se remedian si se prueban, y menos la mujer de áspid veneno451 que es como de leona su fiereza452 y tristeza perpetua donde asiste453 aunque es mal deleitable y dulce cosa454, soberbia alhaja la mujer hermosa455.

Mucho gusto dio a Laminio la tradución de Jacinto porque, aunque en verso suelto, fue tan asida al sentido del griego, y con la misma brevedad, verso por verso, que no pudo menos que alabársela mucho ni dejar de acudir al brindis que con ella imaginó le hacía, y así dijo, acudiendo a la razón [f. 168] del último verso, que ha sido la ocasión de su soberbia y las armas con que destruyen la hermosura: —Os diré la del griego Anacreonte, —brindándose desta suerte, con más razón que no Horacio, pudieron llamar al brindar «gre[c]izar»456, pues a un griego le acudió con otro— que en nuestra lengua dice: La maestra mayor naturaleza al toro armó de cuernos en la frente, en los pies al caballo hizo valiente y al león en los dientes dio fiereza, a la liebre temor, mas ligereza, al pez, nadar enseña diestramente el ave rompe el aire diligente, 447

Men. Mon. 161. Men. Mon. 233. 449 Men. Mon. 248. 450 Men. Mon. 231. 451 Men. Mon. 261. 452 Men. Mon. 267. 453 Men. Mon. 324. 454 Men. Mon. 493. 455 Men. Mon. 734. Es necesario precisar que el término «soberbio», traduciendo hyperéfanos griego, puede entenderse en dos sentidos. Evidentemente, a tenor de lo anterior, prima aquí el negativo. 456 En el ms.: «greticar». Hor. en Serm. 2, 2, 11 utiliza el verbo graecari, exactamente ‘vivir a la griega’ [en los placeres]. Ya Plauto (siglos iii-ii a. C.), en Men. 7, utiliza la forma graecissat y Consentio (siglo. ¿v?) se refiere a los verbos formados de apelativos como graecizat, sicilizat y patrizat. Véase Consent. Gramm. 376, 32. 448

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al hombre le adornó de sutileza. A la mujer no quiso dar tal gracia, ¿pues qué? Dióle del rostro la hermosura, que es arma a que se rinden los del suelo, no hay bomb[a]rda457 que tenga esta eficacia, lanza de punta penetrante y dura, ni pavés que defienda bajo el suelo458.

Y quede aquí porque «tanta rusticidad es detenerse mucho en decir mal como liviandad gastar el tiempo en le hallar», dijo Laminio. Y luego vino un clérigo teólogo que había estado recogido en responder a un caso en que había459 sido consultado de amigos suyos, no solo para que dijese su parecer, mas para que tomase los ajenos porque deseaban los comunicantes acertar y así, para dar escusa del no haber asistido a la conversación de aquella noche, le fue fuerza decir su ocupación, la que a todos pareció [f. 168vº] muy honesta y santa, y así le rogaron les repitiese las dudas y respuestas según lo tenía dispuesto para enviallo a sus dueños, lo que hizo él con mucho gusto para mayor satisfación de su cuidado y parecer. Así dijo: —Las dudas, señores, que se preguntan y proponen son las siguientes460: 1. Cayo tiene un juro, o censo, cuyos réditos corridos compra Ticio, ¿puede Ticio, sin pecado ni obligación de restituir, hacer por su persona la cobranza, llevando los salarios con poder de Cayo? 2. Cayo da poder a Ticio para que le compre el tal rédito. Su intento, de Cayo, es que Ticio haga las diligencias debidas de requerimientos y ejecuciones hasta el apremio. ¿Podrá Ticio convenirse con el deudor que le pague los salarios y estarse sin hacer otras diligencias con gusto y voluntad del señor de la deuda, o no?

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En el ms: «bomborda». Anacreont. 24. Jiménez Patón pudo haber utilizado las Anacreontis Teii Odae de H. Estienne (1554, 1556) o las de H. Andrea (1556). La opinión actual es que Anacreonte no escribió las obras a él atribuidas, sino que pertenecen a autores diversos y a fechas que oscilan desde los siglos ii-i a. C. a v-vi d. C. Quevedo, amigo de Patón, tradujo y comentó al poeta de Teos en su Anacreon castellano, publicado en 1794, mucho después de su muerte, en 1645. 459 Hay una tachadura en el ms. 460 Ahora Jiménez Patón, a través del clérigo, presenta un conjunto de cuestiones sobre la licitud jurídica y moral de la cobranza de censos y juros. Esta era una cuestión muy debatida entonces, pues estaba a medio camino entre la teología moral y el derecho civil. La influencia de los teólogos en el examen de todos aquellos contratos o derechos reales en los que mediara el interés fue extraordinaria, pues los católicos no podían practicar la usura. La cuestión de fondo que subyace en estas cuestiones es saber si era posible la cobranza de intereses y si esta podía cederse o arrendarse sin que ello se considerase usura. 458

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3. Cayo tiene gusto en que Ticio gane de comer por este camino y no se le da nada de que deje de hacer diligencias, sino que gane y cobre sus salarios en la manera dicha. ¿Podrá? 4. Cayo da esta cobranza con condición que le ha de acudir Ticio, ejecutor, con una parte de los salarios; siendo el dueño verdadero, ¿podrá recebirlo? 5. Lelio, amigo de Cayo, dueño del juro o deuda, o corresponsal suyo, tiene orden de recaudar esta cobranza para Ticio. ¿Podrá Lelio, por esta solicitud, llevar parte de los salarios de Ticio? Estas son las dudas, la cuales he comunicado con los doctos destos reinos, y la respuesta que más me satisface dice así: —Con buena conciencia, puede Ticio cobrar por su persona los réditos corridos del juro que compró con poder del señor. Aunque se ha de advertir que, supuesto que él ha de hacer la cobranza por su persona, no podrá [f. 169] comprar los réditos corridos por menos de lo que ellos valen; solo por razón del trabajo y molestias que en cobrarlo ha de pasar, pues eso se le paga con los salarios que tira461 los días que gastó en cobrarlo, aunque lícitamente podrá dar algo menos por el peligro de no cobrarlos si alguno hay, tanto menos cuanto el peligro fuere mayor. A lo segundo digo que, si Ticio, yendo con voluntad de cobrar la deuda y en orden a esto, hace sus diligencias y después, por ruegos del deudor y con consentimiento del acreedor, deja de cobrar o cesa de las diligencias, puede, sin pecado, recebir las costas y salarios que había de tirar todo el tiempo que habían de durar las diligencias. En lo cual no hay especie de usura porque lo que recibe no es pro expectata solutione sino por salario de su oficio y obra de haber ido a cobrar y ejecutar como ministro de justicia, del cual salario no se priva por hacer su oficio con menos molestia del deudor. Pero si Ticio no va con voluntad de cobrar y ejecutar, ni Cayo pretende más que acomodarle con los salarios, y sólo hacer el acometimiento para que el deudor le ofrezca los salarios porque lo deje, no podrá recebir los tales salarios o costas, ni el señor del juro o hacienda podrá ir a la parte dellos. Porque el derecho de hacer costas al deudor es como medio para cobrar las deudas enteramente porque, de otra manera, cobrárase tanto menos cuanto se hobiera hecho de costas en cobrarla, y no se le da al acreedor derecho para acomodarse, a sí o a sus amigos, de los salarios sino en orden a la cobranza. Y así, lo que se recibiere, no siendo en orden a ella, se debe restituir. Con esto queda también respondido al tercero, cuarto y quinto punto, añadiendo que Lelio, el tercero, podrá llevar alguna ganancia pequeña por ser medianero entre Cayo y Ticio para que el uno [f. 169vº] dé al otro estas cobranzas en el caso que dijimos poderse hacer justamente. Esto me parece, salvo mejor juicio. 461

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tirar: «Vale también devengar, adquirir o ganar: como tirar sueldo, salario, etc.» (Aut.).

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6. Después desto se añadió otra pregunta: si podrá Cayo, que es el dueño de la hacienda, dar las cobranzas a Ticio con condición que le haya de acudir con alguna parte de los salarios. A lo cual responden con cristiana resolución cuatro dotores muy graves en conformidad, por estas palabras: —Decimos que Cayo, señor del juro o deudo, no puede tomar para sí nada porque sería en él pura ganancia y, así, injusta y contra toda ley divina, natural y positiva462. A esto, añaden otros, confirmándolo, que no solo no podrá el señor de la deuda tomar algo para sí del salario, pero que ni aún puede dar a tercero. Y es así que, si él saca esta condición, no puede hacerlo, mas, sin orden suyo463, el tercero muy bien podrá tomar la pequeña parte que dijo el primero por su solicitud. Otro respondió más resueltamente que todos ellos y dijo que ni el señor de la deuda ni el tercero podían llevar parte del salario a los cobradores porque es el justo estipendio que se les debe por la industria y trabajo que ponen en cobrar la dicha hacienda. No tengo por el más acertado este parecer tan riguroso porque su moderación arriba la tengo declarada, mas tampoco me agradan las ensanchas464 que otros le echan a este negocio, diciendo que el señor de la deuda podrá concertarse con el que ha de ir a la cobranza por lo menos que pudiere y lo demás tomarse para sí, como digamos: tiene doce reales de salario, concierta con un cavador que vaya por cuatro y tómase para sí los ocho. Y hay quien diga que esto se puede hacer y llaman a estas cobranzas ‘con ribete465’ y paga, para el ribete de doce, ocho. Ma[l]466 haya quien lo diga que ¡desdichados dellos y de quien los [f. 170] creyere! Estos deste parecer no es bien se nombren por la vergüenza que podrían tener algún día de haberlo seguido, y aquí no es nuestro intento hacerla pasar a nadie. Mas por contrarios bastan los propuestos y ayúdense de otros desta Universidad, diciendo primero uno de los de Andalucía que lo puede467 tener en cualquier concurso. El cual dice que, cuando así se envía alguno con menos salario que está señalado en la escritura, que, si tiene doce y va por cuatro, que los ocho se han de perdonar al deudor porque para el señor 462 Con esta triple mención, el clérigo teólogo manifiesta su conocimiento de santo Tomás. Por ley divina se entiende a la que tiene a Dios como autor inmediato; comprende la ley eterna, la ley natural y la ley divino-positiva. La ley natural es la participación de la ley eterna en la criatura racional, es inmutable y está escrita en el orden moral. La positiva comprende las leyes promulgadas por los Estados; es contingente y diversa pues cambia según lugar, época, etc. 463 La palabra orden se usa en español, desde antiguo, con dos géneros, que se corresponden con series de significados diferentes. No obstante, en el español clásico el sentido de ‘mandato’, actualmente femenino, aún aparecía en cualquiera de los dos géneros. 464 ensancha: «Extensión, ampliación, dilatación de alguna cosa» (Aut.). 465 ribete: «Vale también añadidura y adehala» (Aut.). 466 En el ms.: «Mas». 467 Se ha tachado «ha» en el ms.

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de la deuda es manifiesta usura. Y si dicen que el cavador que ya no había de ganar sino tres a cavar, que es obra de mayor trabajo, se responde que por qué no envía de la calidad y condición que correspondan al salario impuesto, pues los hay en los pueblos y dejan de dárselo a estos, por tomar para sí lo que, en buena conciencia, de ninguna suerte pueden. Ayudemos estas verdades con las de los doctos de nuestros tiempos y Escuelas de los cuales un grave jurisconsulto y, a una opinión de muchos, el mayor letrado que conoce España, afirma que el dueño del censo o deuda no puede para sí ni para otro llevar parte alguna del salario que en la escritura del tal censo o deudo estuviere señalado para el que fuere a cobrar, ni se podrá justificar porque tenga dello necesidad para su sustento, o tener dello costumbre o no tenerla. La razón y fundamento que tiene para decirlo así es porque, aunque el acreedor o cualquier otro deudo, que ha de salir o enviar a hacer la cobranza fuera de su casa, puede poner condición que le paguen el salario que merece y él gastare en la cobranza, porque esto no es pena del deudor sino interés del daño emergente por la mora del deudor en pagar el plazo. Para lo cual se ayuda de la autoridad de [f. 170vº] otros hombres doctos que han escrito, como son Joan Gutiérrez, el cual trata el caso en propios términos en los censos468. Y es de saber más, que los salarios poderlos llevar el ejecutor fue declaración del papa Pío Quinto, con lo cual parece que se reprueba la condición469. Y lo mismo resuelve Feliciano470. Aunque se ha de entender que lo resuelven y prueban en la forma que al principio se ha declarado en favor del ejecutor, y contra el dueño de la deuda. Y aún añaden que, si lo hacen a menos costa, no podrá llevar más de lo que hace, como no podrá llevar más de cuatro reales si envía peón que no gana más, y ansí lo habemos visto declarar en la Real

468 El jurista palentino Juan Gutiérrez Vázquez (c. 1535-1618) estuvo ligado al humanismo jurídico de la Escuela de Salamanca y fue calificado de «docto», «diligente» y «dedicado al bien común». Su obra consta de trece volúmenes, muy reeditados, conocidos y utilizados en España y Europa. Véase Gutiérrez, Practicarum Quaestionum, lib. secundus, super lex 6, tit. 15, lib. 5 Novae Collect. Regiae, Quaestio 172 a 177, pp. 388-410. 469 San Pío V (Antonio Michele Ghislieri, 1504-1572) fue gran defensor de los acuerdos del Concilio de Trento. Incrementó el poder de la Inquisición e impuso como modelo único la llamada misa tridentina o gregoriana (1570), que ha permanecido intacta hasta nuestros días. Promovió la Liga Santa contra los turcos. El 28 de enero de 1571, expidió la constitución In eam pro nostro por la que condenaba los abusos de los prestamistas. El origen de la cita de Patón se halla en Juan Gutiérrez que especifica que se trata del Motu propio, fechado el 14 Calendas Februarias 1569, cláus. 7: De creandis censibus. Véase Gutiérrez, Practicarum quaestionum, pp. 391-392. 470 Feliciano de Solís (Madrid, siglo xvi), jurisconsulto. Fue magistrado de la Audiencia de La Coruña y catedrático de Derecho Canónico en la Universidad de Alcalá. Es autor de unos Commentarii de Censibus (1594) y de un Appendix ad priores de censibus commentarios (1605). Véase Solís, Commentarii, lib. 2, cap. 1, pp. 127-145.

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Chancillería de Granada471. De lo cual infiere el mismo dotor que el dueño de la deuda ni otro por su orden no podrán llevar ganancias por concierto, solo se permite al ejecutor llevar el salario, en cuanto está puesto por pena y lo merece la persona que va a la cobranza por su suerte, condición, tratamiento y costa. Y se lo envía a menos se le ha de soltar al deudor. Lo mismo sienten otros y declaran llanamente ser los tales tratos usurarios. Este es el parecer destos doctores y, si he de decir el mío, es el mismo añadiendo algo más por lo que tengo notado, que no dice bien, que yo, que soy señor de alguna renta o deudas, quiera tener servida mi casa de balde, dando salarios a cuenta, y aun por ventura sin ella, para que me den lo que escede. Pues, qué diré de los que sus lacivos gustos sustentan con este medio, dando estos intereses al hermano, padre, marido o deudo de la casa, de la perdición de su alma, dejando a sus deudos propios en necesidad que, de derecho natural y divino, [f. 171] están obligados a remediarla y haciendo a otros pagar el que llaman «ribete», dando las cobranzas al segador, peón o cobrador y diciendo que ya le dan más que podía ganar a su propio oficio como si, cuando se ordenó la escritura, se tuviera atención, [no] a tal condición de persona, sino a la de aquellos que suelen ocuparse en esto; y así se constituye el salario como para persona de buen hábito que ha de ir con su cabalgadura y buen tratam[ien]to que, yendo así, no son escesivos los salarios de ocho, diez o doce reales, mas de esotra suerte, el de cuatro era bastante y, finalmente no se le puede llevar más al deudor que del salario del ejecutor, porque no hay razón ni fundamento para lo contrario, como de la autoridad destos dotores tan graves consta. Y esto he dicho, forzado de importunaciones, por no dar en descortés, que mucho gustara de escusarme porque temo el poco crédito que esta dotrina y mis razones han de hallar en los enfermos desta pestilencia de codicia, raíz de todos los males, sequía que ni se llena ni harta, sino que, al paso del aumento, crece su deseo como hidropesía472. Con esto, cerró el clérigo el papel cuyo sentimiento alabó con muchos encarecimientos Laminio, el cual se estuvo en Salamanca hasta los principios de cuaresma, notando, sabiendo y viendo lo que había dino de notar, saber y ver. Habiéndose de partir para Sevilla, ciudad que por su gran nombre, antigüedad y grandeza deseaba ver, quiso mostrarse agradecido a Jacinto en dejarle un presente que fue una carta traducida de un griego en nuestro vulgar castellano con 471

Alude Patón a las disposiciones emanadas de la Real Audiencia y Chancillería de Granada, hoy sede del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía. Tuvo su origen en la reforma judicial iniciada por los Reyes Católicos. Isabel i de Castilla dividió en dos la Chancillería de Valladolid, creando la Chancillería de Ciudad Real, que fue trasladada a Granada en 1505. 472 Sin duda el maestro, buen conocedor de Plutarco, tiene presente las Moralia 523C-528B (De cupid. diuit.). Cf. Hor. Carm. 2, 2, 13-16; Epist. 2, 2, 146-148.

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algunas sentencias al fin, que, por ser dina de estimación y llena de filosofía moral, ni yo terné por trabajo el que [f. 172vº] en trasladarla aquí pusiere, ni al que la leyere, si la lee con la atención que es justo, le pesara de leella segunda vez. Dice, pues, Laminio, antes de entrar en la tradución, desta suerte473: Sileno Laminio a Jacinto Félix Siendo la edad de los mozos de suyo inclinada a los deleites, razón será que aquellos que conocen esta inclinación y pueden en tiempo remedialla, lo hagan, pues de la misma manera es fácil para percebir la dotrina que le quieran enseñar. Por esto, y habiendo considerado la buena disposición de vuestro natural, me parece que os hiciera injuria si dejara de ayudarte474 con lo que me fuese posible para que este con algunos precetos475 se perficione. Y porque los dones de mayor estimación son los consejos que miran a la salud del alma, me determiné a serviros476 con los presentes. Isócrates a Demónico, salud477 En muchas cosas hallarás, ¡oh Demónico!, muy diferentes las condiciones de los hombres, y por esto hay tan gran diferencia y desconformidad en el diferente modo de vivir, con recíproca correspondencia. Unos solo honran a los amigos presentes; otros, a los ausentes. La amistad de los malos poco dura; la de los buenos, para siempre. Y porque, si los que478 apetecen la gloria aplicando su industria y trabajo a cosas de erudición, es razón que sigan a los buenos y no a los malos, te envío en presente esta oración, indicio del amor que te479 tengo y testigo de la amistad mía, y de tu padre Hipónico. Que es muy justo los hijos sean herederos de la ciencia de los padres, como lo son de la hacienda, y [f. 172] más viendo yo que la ocasión es conveniente y que la oportunidad del tiempo

473 Jiménez Patón incluye la carta de Isócrates a Demónico en El virtuoso discreto, pp. 283293, con algunas variantes que señalaremos VD. 474 VD: «ayudarle». 475 VD: «preceptos». 476 VD: «ayudaros». 477 Posiblemente la versión latina del humanista Roelof Huusman, más conocido como Rodolphus Agricola (1443-1485), sea la fuente de esta traducción. El sevillano Pedro Mexía (15001572) ya se había basado en ella. Así, en la edición de 1548 de su Silva de varia lección, añadió un Parenesis de Isócrates, traducido del latín en lengua castellana, sin mencionar la fuente. La versión patoniana es mucho más esquemática. 478 VD: «los que así». 479 Falta en VD.

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ayuda, deseando tú ser enseñado y procurando yo enseñar a otros, estando tú tan enamorado de la sabiduría y yo tan deseoso de guiar por camino derecho a sus aficionados, cuales quiera que a sus amigos escriben oraciones [h]ortatorias escogen lo más hermoso y no lo más provechoso. Mas los maestros de los mozos no les enseñan con qué se hagan escelentes480 en la oratoria sino en la bondad de vida y perfeción de costumbres. Y estos tanto aprovechan más a sus dicípulos cuanto es más importante su dotrina. Porque los unos solos los ensayan en el hablar bien, y los otros en el obrar mejor, y por esto yo pienso pasar adelante haciéndote participante de nuestro consejo, no esortándote481, sino enseñándote qué conviene que el mozo haga y qué es razón que huya, con qué gente482 se ha de juntar y cómo ha de disponer de su propia vida. Que solos los que por tal camino siguieron este modo483 de vida pudieron llegar con gloria a la cumbre de la virtud, que es la más honrada y durable cosa de cuantas484 en el mundo hay. Porque la hermosura o por falta de salud se acaba o con el mucho tiempo se deshace. Las riquezas más son siervas de los vicios, que ayudan a perficionar, pues hacen con la tibieza y remisión que engendran a los mozos viciosos. La fuerza, junta con la prudencia, ayuda y, sin ella, daña y casi se hace bestialidad y fiereza escureciendo la industria del entendimiento. Mas la posesión de la virtud es posesión durable en las almas de aquellos con485 quien con buena fe486 se alimentare, es mejor y de más estima que las riquezas, más provechosa487 que el resplandor del linaje y tan poderosa que sujeta así lo que parece imposible y se opone [f. 172vº] con constancia a las cosas que tienen admirado el vulgo, tiniendo488 por sambenito de afrenta el descuido y pereza y por suma honra el mayor trabajo. Déjase entender esto fácilmente por la gloria que redundó de los famosos trabajos de Hércules y por las grandiosas hazañas489 de Teseo, cuya escelencia de costumbres dio tal aumento de nombre insigne a sus obras que todos los siglos venideros no podrán deshacerlas ni cubrirlas con el orín del olvido. Tú también, si quieres490 acordarte de tu padre, tienes dentro de tu491 casa muy acomodado y hermoso ejemplo de lo que te quiero decir, pues pasó 480 481 482 483 484 485 486 487 488 489 490 491

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VD: «excelentes». VD: «exortándote». VD: «gentes». VD: «esta manera». VD: «de las que». VD: «en». VD: «fee». VD: «provechosas». VD: «tiene». VD: «hazañas grandiosas». VD: «quies». Falta en VD.

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su vida estimando en mucho la virtud, huyendo de la ociosidad, y procurando siempre ocuparse en trabajos, puniendo su ánimo a muchos peligros, no deseando riquezas en demasía, sino aprovechándose de las que tenía como quien había de morir, aunque atendía a lo futuro como si fuera immortal. No se trataba su persona poco más492 a menos, sino muy honradamente y con liberalidad, siendo afable, amoroso y amigo de amigos. Más alababa al que se preciaba de hacer su oficio bien hecho que al que se jataba de la grandeza de su linaje. Si hubiéramos de pasar adelante, contando493 todas sus aciones494, nos faltara tiempo, mas en otra ocasión diremos algo más de espacio495. Ahora solo sacamos cierto bosquejo o rascuño496 del retrato e imagen de Hipónico por el cual podrás tú compon[e]r497 y ordenar tu vida. Ten sus costumbres por ley y procura imitarlas como de padre porque no dirá bien que los pintores dibujen los miembros y partes de los animales por alegrar la vista con la mayor hermosura que les sea posible y que los hijos dejen de imitar la virtud de sus498 padres. Debes considerar [f. 173] que a ningún luchador le está tan bien lo que ha de hacer con499 su contrario como a ti el esaminar500 tus fuerzas y advertir cómo te igualarás a la industria y virtud de tu padre. Mas porque no es posible que alguno acierte a prevenir y disponer el alma como conviene si antes no la compone y adorna de precetos501 muchos y buenos —porque los cuerpos se fortalecen con los moderados trabajos y las almas con los honrosos hechos—, probaré a declararte las cosas con que me parece que has de aprovechar mucho mientras vivas y alcanzar502 en la opinión de muchos grande gloria. 1. Primeramente, honra con piedad las cosas divinas no solo haciendo sacrificios, sino cumpliendo lo que jurares porque lo uno es señal de abundancia de bienes; lo otro, muestra de bondad. 2. Honra y venera siempre a Dios y a sus santos y destos principal mente la vocación de tu ciudad y voto del pueblo porque así serás obediente a las leyes y devoto a las cosas de503 religión. 492

Falta en VD: «poco más». En el ms: tachadura ilegible entre «con» y «tando». 494 VD: «acciones». 495 VD: «despacio». 496 rascuño: «Lo mismo que rasguño» (Aut.). En VD: «rasguño», es decir: «Dibujo en apuntamiento o tanteo» (DLE). 497 En el ms.: «componar». VD: «conponer». 498 VD: «los». 499 VD: «contra». 500 VD: «examinar». 501 VD: «preceptos». 502 En el ms.: «alcancar». En VD: «alcanzar». 503 VD: «de la». 493

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3. Tal cual quisieres que sean contigo tus hijos, has de ser con tus padres. 4. Dispón y ensáyate en ejercicios corporales504, no mirando a las fuerzas, sino al aumento de la salud, y esto será dejando de trabajar antes que te venza el trabajo para poder trabajar cuando convenga, con más brío. 5. No seas inclinado a hacer burla ni confíes en tus palabras, que lo uno es de necio, lo otro, de loco. 6. No te precies de decir lo que es afrenta hacer. 7. No seas melancólico, sino considerado, que lo uno es de fiero y lo otro, de próvido. 8. Sigue la modestia, templanza y vergüenza, que lo pide la condición del mozo bueno y honrado. [f. 173vº] 9. Si alguna cosa mala haces, considera que, cuando a otros la encubras, no puedes a ti mismo. 10. Teme a Dios, honra a tus padres, respeta los amigos, obedece las leyes, sigue el deleite si nace de virtud porque así es la mejor cosa del mundo y, sin esto, es la más mala. 11. Porque el vulgo no sabe la verdad y sigue la opinión, huye las murmuraciones505, aunque sean falsas. 12. Harás de suerte tus cosas como si todas las hubiesen506 de saber porque, aunque se encubran por algún tiempo, al fin todas se saben. 13. Si no haces lo que en otros te parece mal, ganarás honrada opinión. 14. Lo que supieres ten cuidado no olvidarlo. Lo que no sabes, procura deprenderlo, que si lo haces con gusto deprenderás mucho, y es necedad el que oye una prática507 de provecho no deprenderla como, si algún amigo da algo, no recebirlo 15. Deprenderás a placer lo que otros inventaron con mucho trabajo si508 espacio que tuvieres aplicares al estudio. 16. De todas las cosas, sola la sabiduría es immortal y por esto sus precetos, si son muchos, valen más que muchas riquezas porque ellas se acaban presto y ellos duran mucho. 17. No te pese de hacer largo viaje por ir a deprender de aquellos que te han de enseñar alguna cosa de provecho. 18. Afrenta es que el mercader pase tantos y tan peligrosos mares por enriquecer y que el mozo por tierra no vaya a alguna parte por mejorar su entendimiento y alma. 504 505 506 507 508

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VD: «excicios corpolales». VD: «mormuraciones». VD: «hobiesen». prática: aquí por «plática». VD: «el espacio».

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19. Serás, en las costumbres, afable; en las palabras, amoroso, que son cosas que ganan muchas voluntades. 20. Trata con todos y en particular con los buenos, que así de los unos [f. 174] serás amigo y de los otros, no enemigo. 21. No los comuniques509 muy a menudo, ni de mucho espacio porque no los enfades. 22. Ejercita el abstenerte de las cosas, que es bien se abstenga el alma como es de510 logro, ira, deleite, melancolía, etc., y te será fácil si pones tu granjería en el aumento de la gloria y no de las riquezas. 23. En la ira, si fueres tal contra los que te ofenden, como quieres511 que sean para ti los que ofendes; en el deleite, si te afrentares de ser imperioso con tus siervos y servir a los vicios; en las adversidades, si mirares las desdichas de otros, acordándote que eres hombre.512 24. Más buena cuenta has de dar de la palabra que del dinero porque es bien que el hombre sea fiel en el juramento y fuera dél. 25. Justo es [no]513 creer a los malos y creer a los buenos. 26. No digas lo que no quies que se diga si no te conviene a ti, que lo dices, y a los que lo oyen. 27. El juramento no obligará a cumplimiento si se ha de seguir afrenta o daño de amigos. Por dinero no jures de ninguna manera porque unos dirán que te perjuras; otros, que eres codicioso de dineros. 28. Porque tal será contigo cual haya sido con otros, no recibas amigo que no pruebes514 primero515 qué tal ha sido con los que ha tenido. 29. Dilata el trabar amistad, hecha, perservera en conservarla porque tanta afrenta es mudar cada día amigos como no tenerlos. 30. No516 pruebes con daño los amigos, ni sin probarlos, los elijas, lo cual harás si fingieres tener necesidad de alguna cosa, sin tenerla, encargándole que calle porque importa —y esto en cosa que no importe que se diga— porque, engañándole con la opinión, no le ofenderás y, no engañándole en cosas fingidas, probarás su proceder y le [f. 174vº] conocerás. Pruébalo en la adversidad de la

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comuniques. Cf. n. 418. VD: «el del». 511 VD: «quies». 512 En otras fuentes consultadas no aparece este apartado, que es simplemente continuación del anterior. 513 VD: «no creer». 514 VD: «pruebres». 515 Falta en VD. 516 VD: «Ni». 510

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vida y en la compañía de los peligros, que el oro se prueba y conoce en el fuego y el amigo en los trabajos. 31. Si no aguardas a que te rueg[u]en517, sino que de voluntad te ofreces a ayudarles, en las ocasiones serás amigo de amigos. 32. No te dejes vencer ni de las injurias de tus enemigos ni de los beneficios de tus amigos. Y en la familiaridad518 prueba no solo a los que les pesa519 de tus males, mas aun a los que [no]520 envidian tus bienes. Porque muchos hay, que los entristecen nuestras desdichas, a quienes la envidia de nuestro bien atormenta. 33. En el vestir serás compuesto521, no curioso522 ni galano523, porque la compostura es manificencia; la gala, liviandad y prodigalidad. Desea de las cosas no la infinidad sino las que puedes gozar. 34. Bueno es tener bienes usando bien dellos como es favoreciendo a los amigos necesitados. 35. Conténtate con lo presente y busca lo mejor. 36. Haz bien a los buenos, que es gran tesoro el agradecimiento que los buenos deben. 37. Si haces bien a los malos, sucederate lo que al524 que da pan a perros ajenos, porque así ladran525 al que se lo da, como al que huye y los malos así ofenden a los que les hacen bien como a los que les hacen mal. 38. Huye de lisonjeros que son engañadores, pues agravian más a los que más confían dellos. 39. Si tuvieres amigos a quienes gratifiques el mal, no los ternás que te hagan bien. 40. Serás afable y no desabrido porque con lo uno te sufrirán los esclavos y, con lo otro, te amarán todos. [f. 175] 41. No te embriagues526 aunque sea en la mesa. 42. Conocerás las cosas inmortales considerando la grandeza de tu ánimo, y las mortales, gozando con moderación de las presentes.

517 518 519 520 521 522 523 524 525 526

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En el ms. y en VD: «ruegen». VD: «fimiliaridad». En el ms. y en VD: «no les pesa». Falta en el ms. y en VD. Entiéndase «discreto, sin excesos». Entiéndase «remilgado». Entiéndase «exquisito». VD: «a el». VD: «lo dirán». VD: «embriages».

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43. Por lo que la una daña y la otra aprovecha, conocerás cuánto mejor es la modestia que la destemplanza. 44. Si quies granjear la amistad de alguno, di algo bueno suyo delante de quien quiere dejar el tal amigo, porque el principio de la amistad es la alabanza y el fin, el vituperio. 45. Toma ejemplo de lo pasado para lo venidero en lo que quies determinar, que esto es sacar lo cubierto de lo descubierto. 46. De Dios es la prosperidad527 y nuestra, la prudencia. 47. Si tuvieres vergüenza de hablar de alguna cosa y quies comunicarla con los amigos, proponla con palabras como de negocio ajeno, porque así sabrás su intento y no te manifestarás. 48. Cuando te hayas de aconsejar con alguno para tus cosas, considera cómo sea en las suyas, porque quien hizo mal las suyas no ordenará bien las ajenas. 49. Si miras las desventuras que causa la temeridad, tendrás más consejo porque entonces tenemos más cuidado de la salud cuando nos acordamos de la enfermedad. 50. Imita las costumbres de los reyes y sigue los pasos de su vida, porque así parecerá que los amas o que los imitas, y esto obedeciendo sus leyes. 51. Porque la culpa ajena no se haga tuya tiniendo528 oficio público, no te acompañes de malos en su gobierno. 52. Procura salir de oficios públicos más honrado que rico, porque [f. 175vº] de más estima es la alabanza de todos que las riquezas propias. 53. No ayudes a decir ni hacer cosa mala, ni la consientas, porque, de consentilla529, dirá[n]530 que las haces. 54. De tal suerte te gobierna que puedas ser superior de todos, contentándote con lo justo, de suerte que parezca que administras justicia no de miedo, sino de retitud. 55. Antes escogerás la justa pobreza que las injustas riquezas porque tanto se aventaja la justicia a las riquezas que ellas531 aprovechan a los vivos, y esta aun a los muertos da vida; ellas casi siempre se dan a los malos, y esta es solo de los buenos. 56. No te acompañes con los que tienen la injusticia por granjería sino con los que, por guardar justicia, pierden sus haciendas.

527 528 529 530 531

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VD: «propiedad». VD: «teniendo». VD: «consentillas». En el ms.: «dirás». VD: «dirán». VD: «ellas solo».

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57. Ten cuidado de lo que te es necesario porque el mayor bien es grande entendimiento en pequeño cuerpo. 58. Persevera en sufrir trabajos corporales con deseo de saber porque así podrás acabar lo que comenzares y determinar lo que hayas de hacer. 59. Porque no digas lo que después532 te pese, considera primero lo que has de decir. 60. Dos tiempos hay convenientes para hablar: o cuando la esperiencia de alguna cosa te pide que digas tu parecer o cuando hay necesidad dello533. En estas cosas, es mejor hablar que callar; fuera desto, mejor será callar que hablar. 61. Más has de huir de la afrenta que del peligro. El malo es bien que tema el fin de la vida, mas el bueno la vida afrentosa, porque es mejor morir con honra que vivir deshonrado, y a veces es cordura huir el peligro sin afrenta y con provecho. [f. 176] 62. Muestra contento en lo que te sucediere a gusto y lleva bien cuando algo te suceda a disgusto, y lo uno y otro disimula porque dice mal que escondas el dinero y descubras tus pensamientos. Si muchas cosas de las que te hemos dicho, no conviniere[n]534 a tu edad, no te maravilles que, aunque yo vía535 esto, me pareció conveniente darte avisos de una vez para lo presente y venidero cuyo provecho con facilidad podrás conocer, y, con dificultad, quién es el verdadero amigo. Y, porque lo restante no lo pidas a otro, sino puedas536 sacarlo de aquí como de un erario público, no quise pasar por alto cosa alguna de las que entendí que te habían de ser de provecho. Y no pienso que me engaña la opinión que te digo537, a Dios gracias. Muchos vemos que reciben más contento con538 los manjares sabrosos al gusto que con los saludables. Y, así, también hay algunos que siguen más amigos que se apartan de la verdad, que aquellos que les aconsejan lo que les conviene. Pero muy de otra suerte juzgo yo tus determinaciones y, por esto, hago una industriosa conjetura539 de lo pasado para lo venidero. Porque, el que una vez comienza a obrar lo que es razón, señal es que no menos preciará los consejos de aquellos que le aconsejan y persuaden las cosas de la virtud. Y principalmente te alentará a que te aficiones a cosas honradas, si mirares lo que nos queda de

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VD: «depués». VD: «de ello». VD: «convinieren». vía: «veía» Cf. n. 13. VD: «todo esto». VD: «puedes». VD: «de ti tengo». VD: «en». VD: «conjectura».

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los deleites, porque en el descuido y deseo de cumplir tus deshonestos deseos se acompañan siempre los trabajos con los deleites. Mas en cosas de virtud, el trabajo, solicitud y cuidado y el buen gobierno de la vida causan contentos más puros y más ciertos. En los deleites, al principio recebimos540 algún contento y nos queda continuo pesar, mas en la virtud, después del trabajo, nos [f. 176vº] queda perpetuo deleite y gusto. Y en todas las cosas, no nos acordamos tanto del principio cuanto sentimos el fin porque en lo más desta vida no solo trabajamos por las cosas, mas aun por lo que dellas541 se ha de seguir. Y debes considerar que los malos en cada cosa hallan impedimentos, azares y estorbos, porque542 esta es la regla de su vida. A los buenos les conviene no descuidarse en los ejercicios de la virtud si no quieren ser reprehendidos de todos, porque543 no aborrecen tanto a los que los engañan como a los que se jatan de buenos, y no hay por qué los estimen en más que a los otros. Porque544 si vituperamos a aquellos que con solas palabras engañan, ¿por qué no serán tenidos en poco los que lo hacen en todas sus obras? Los cuales es justo creamos que se hacen mal a sí propios545, y que son traidores a sus almas, porque546 el alma les adquirió riquezas, honras, amigos y ellos se hacen indinos desta felicidad. Si al hombre le es lícito sacar por conjetura de su entendimiento las cosas celestiales, yo pienso que principalmente se mostró en sus547 amigos este secreto de qué suerte Dios sea con los buenos y con los malos que acá viven. Júpiter —según dicen las fábulas— engendró a Tántalo y a Hércules548; al uno, por sus trabajos, le dieron lugar de dios, al549 otro, por sus vicios y deleites, le castigaron con mil desventuras550, de suerte que con estos ejemplos veremos lo que conviene apetecer la honra. Y no sólo de la que hemos dicho mas de

540

VD: «recibimos». VD: «de ellas». 542 VD: «Que». 543 Falta en VD. 544 Falta en VD. 545 VD: «mismos». 546 VD: «Pues». 547 VD: «sus más». 548 Hércules murió abrasado por el fuego y, por ello, despojado de sus elementos mortales, heredados de su madre, Alcmena. Ya entre los dioses, se reconcilió con Hera y en lo sucesivo fue uno de los inmortales, gloria que había merecido por sus trabajos, valor y sufrimientos. 549 VD: «a el». 550 Tántalo, hijo de Zeus, es célebre en la mitología sobre todo por el castigo que sufrió en los infiernos, por distintas faltas. Se dice que estaba en aquel lugar bajo una enorme piedra siempre a punto de caer o que padecía un hambre y sed eternas. 541

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los poetas y otros autores podemos551 deprender cosas provechosas y de gusto como la abeja, que coge de todas las flores para hacer sus panales, cogiendo de cada una lo mejor, juntando todo lo provechosa de una y otra parte porque con esta diligencia —aunque con algu[f. 177]na dificultad— podrá vencer y perfecionar552 los yerros y faltas de su naturaleza, lo cual se alcanzará obedeciendo el apetito a la razón. Esto todo es de Isócrates a Demónico. No me parece que hay cosa de que también nosotros no nos podamos553 aprovechar en todos estos precetos. Y si Demónico tuvo un padre tan ejemplar como aquí afirma, el vuestro es554 ejemplo vivo de toda suerte de virtud, honra y buenos consejos, cosas que, si en vosotros no resplandecen, han de haceros muy culpado555. Mas porque para la presente vida y estudio en que estáis en estas Escuelas556 me parece que os cuadran algunos de los557 muchos avisos que aquel docto romano Terencio Varrón dio a otro estudiante de su tierra que estaba en Atenas558, repetiré algunos. Antes desto, os advierto las obligaciones que os corren559 de dar buena cuenta de vuestro aprovechamiento con lo que quiso obligar Cicerón a su hijo, que es el lugar donde estudiaba, que era Atenas, y el maestro de quien oía, Cratipo, y el tiempo que había, que era de un año560. Tiempo, lugar y maestros tenéis vos561 que os obligan a más, y tan buen padre y mejor entendimiento que el de Cicerón el mozo, que más era para armas que562 letras. Dice, pues, Varrón a nuestro propósito, sin otras muchas que en sus obras se podrán ver, las sentencias siguientes: 1. Hablarás como todos; sentirás con los pocos, que son los sabios 563.

551

VD: «podremos». VD: «perficionar». 553 VD: «nos podamos nosotros». 554 VD: «los vuestros son». 555 VD: «culpados». 556 VD: «esta escuela». 557 En el interlineado: «algunos de los». 558 Se trata de los preceptos Ad Papirianum Athenis audientem, o sentencias conocidas hoy por Ps. Varro Sent. 559 corren: Entiéndase «competen». 560 Se refiere a los tres libros de Cicerón, De officiis, dedicados a su hijo Marco Tulio Cicerón el Menor (¿64 a. C.?). Este, en el año 45, fue enviado a Atenas por su padre, contrariando sus deseos de ponerse al servicio de César en su campaña contra los pompeyanos en Hispania. Allí recibió las enseñanzas de Cratipo de Mitilene, de la escuela peripatética, si bien Cicerón, en su correspondencia, deja entrever la preocupación por la conducta de su hijo, no siempre satisfactoria. 561 VD: «vosotros». 562 VD: «que para». 563 Ps. Varro Sent. 8. 552

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2. Querer en muchas cosas ser de diferente opinión que todos es locura564. 3. Al que te hace bien forzado, agradécele fingido, que lo que por ser fuerza se da no es beneficio, sino presa565. El que le ruegan y da, da de566 una vez sola, mas quien da sin ser rogado da dos veces567 [f. 177vº]. Pedir la cosa más de una vez es sacarla por fuerza568. 4. Afrenta es dar por recebir; y honra, el agradecer y pagar con presteza el bien recebido569. Y la grandeza del don se ha de juzgar por la voluntad del570 que da571. 5. El hombre de bien, donde quiera que va, lleva delante los ojos el amor de su patria y defiende sus cosas572. 6. Nadie tenga por suyo lo que le viene de fuera573, y con tan buen rostro se han de perder las riquezas como ganarlas574. 7. No es de tanta alabanza y gloria el acordarse de lo estudiado como el inventar por sí, porque lo uno es ajeno y lo otro, propio575. 8. La fe576 es medio entre la opinión y ciencia, y que no participa de la una ni de la otra577. 9. El más evidente y eficaz modo de enseñar es puniendo578 ejemplos579. 10. La facilidad en el entender la verdad hace descuidados580. 11. El que busca la verdad no atiende a cómo se la dicen, sino a lo que le dicen581. 12. Escoge el maestro que se precia más de sus trabajos que de los ajenos582.

564

Ps. Varro Sent. 10. Ps. Varro Sent. 13. 566 VD: «da». 567 Ps. Varro Sent. 14. Sentencia muy conocida, utilizada en la Antigüedad por Séneca, Publilio Siro, etc. y por los humanistas, así Erasmo, Adagiorum 1, 8, 91 Bis dat qui cito dat; Palmireno: «Quien da presto da dos vezes», etc. 568 Ps. Varro Sent. 15. 569 Ps. Varro Sent. 16. 570 VD: «de el» 571 Ps. Varro Sent. 17. 572 Ps. Varro Sent. 36. 573 Ps. Varro Sent. 34. 574 Ps. Varro Sent. 37. 575 Ps. Varro Sent. 44. 576 VD: «fee». 577 Ps. Varro Sent. 45. 578 VD: «poniendo». 579 Ps. Varro Sent. 46. 580 Ps. Varro Sent. 50. VD: «descuidado». 581 Ps. Varro Sent. 22. 582 Ps. Varro Sent. 53. 565

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13. Algunas cosas hay que debe olvidar el que quiere deprender porque no ocupen el lugar de la verdad583. 14. El buen maestro se alegra con los muchos oyentes584. 15. Los libros son pobres adminículos de las ciencias, los cuales contienen algunos principios de lo que se ha de saber para que en ellos comience el alma a enseñarse a obrar585. 16. De tal suerte se dejen los estudios que no se dejen586. 17. La naturaleza se alegra con la variedad587. [f. 178] 18. No enseñará nada bueno el que no pensare que lo enseña588. 19. Muchos leen muchos libros, y muy poco589, como los convidados que gustan poco de muchos manjares590, y así como es poco, presto se cae y, como cuesta poco trabajo, poco dura. 20. No quiere la filosofía el estómago lleno, al alegre convidado llama a una simple cena591. 21. Oír y no encomendar a la memoria es echar agua en vasija quebrada592. 22. No llegará adonde va el que sigue cuantas calles encuentra593. 23. Necedad es querer que se haga presto lo que es muy dificultoso594. 24. No595 hay pérdida más grave para el que quiere saber que la del tiempo596. 25. Los caminantes no caminan por caminar, sino por algún provecho; así, la vida no se vive por vivir, sino porque se haga en ella alguna cosa ilustre597. 26. No es felicidad la que se acompaña con la miseria598, y señal es de lisonja alabar antes que pidan599. 583

Ps. Varro Sent. 57. No hemos hallado esta sentencia en Varrón, pero Quintiliano en Inst. 1, 2, 9, dice así: nam optimus quisque praeceptor frequentia gaudet ac maiore se theatro dignum putat. 585 Ps. Varro Sent. 61. 586 Ps. Varro Sent. 62. 587 Ps. Varro Sent. 66. 588 Ps. Varro Sent. 67. 589 VD añade: «les queda». Plinio el Joven en la carta 7, 9, 15 aconseja a Fusco: Aiunt enim multum legendum esse, non multa. 590 Ps. Varro Sent. 86. 591 Ps. Varro Sent. 87. 592 Ps. Varro Sent. 91. 593 Ps. Varro Sent. 88. 594 Ps. Varro Sent. 111. 595 VD: «Ni». 596 Ps. Varro Sent. 113. 597 Ps. Varro Sent. 115. 598 Ps. Varro Sent. 129. 599 Ps. Varro Sent. 130. 584

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27. Muchos se dejan [de] alabar porque son vana gloriosos600. 28. El sabio se alaba publicando los bienes que tiene por de otro601. 29. Provechoso, mas no glorioso, gozar sin trabajo trabajos ajenos602. Desto y de lo que más cada día oiréis, leeréis, veréis y notaréis, podéis ir compuniendo y adornando vuestra vida para que vuestros padres vivan contentos; vuestros hermanos, gozosos; vuestros parientes, ufanos; vosotros, aprovechados y honrados que, aunque de gentiles, sentencias son muy acristianadas. Y otras muchas hallaréis en los autores y, si os dais a la leción divina, es inmenso piélago, mas, fuera de la divina leción que es la cierta, provechosa [f. 178vº] y del alma, aun en estos sabios del siglo se hallan consejos para nuestro remedio, de condición que podemos decir lo de David: «que la salud nos viene de nuestros enemigos y de las manos de los que nos aborrecen»603. Y, así604, Isócrates dijo que aun de los poetas se podían sacar sentencias605; porque lo estiméis más, Beda606, san Jerónimo607, san Agustín608 y otros dotores

600 La traducción de Jiménez Patón no permite comprender del todo la máxima. Corresponde a Ps. Varro Sent. 142: «Muchos pierden la alabanza porque se alaban a sí mismos». 601 Ps. Varro Sent. 125. 602 Ps. Varro Sent. 149. 603 Vvlg. Psalm. 105, 10. 604 VD: «si». 605 Isoc. Ep. (A Nicocles), 1, 3; 4, 13; 12; 42-44; 13, 48-49. Jiménez Patón pudo conocer esta obra isocratea a través de la traducción de Diego Gracián: De la governación del reyno. Al rey Nicocles, Salamanca, M. Gast, 1570. VD: «sentencias muchas». 606 E. R. Curtius se refiere a la correspondencia que existe entre la Biblia y las letras paganas —desde el punto de vista de la expresión literaria— en numerosas ocasiones. Afirma que Beda llevó a perfecto término la aplicación de la antigua retórica al texto bíblico, iniciada ya por san Jerónimo, san Agustín y Casiodoro. Véase Curtius, 1998, p. 77. Por otra parte G. Highet cita a M. L. W. Laistner, 1933, pp. 69-94, que ha demostrado que los conocimientos estrictamente clásicos de san Beda se limitaban en realidad a Virgilio y a la Historia natural de Plinio; lo demás procedía de los resúmenes y compilaciones normalmente usados en la Edad Oscura, la Edad Media y hasta bien entrado el Renacimiento por los autores para conocer a los clásicos. Véase Highet, 1954, I, pp. 63-66, n. 43. 607 E. R. Curtius afirma que la filología y el monaquismo, la pasión del investigador y el humanismo literario son los atributos de san Jerónimo y comenta sus conocimientos de los clásicos antiguos —Simónides, Píndaro, Alceo, Horacio, Catulo y Sereno, Cicerón, Suetonio, Juvenco, etc.—, aportando una interesante bibliografía. Véase Curtius, 1998, pp. 113-114 y 631-633. 608 San Agustín en De doctrina christiana (2, 18, 28; 2, 40, 60-61; 2, 42,63) se refiere a que no hay que despreciar lo que bien dijeron los profanos y hay que aprovecharse de ello. Curtius señala que el santo obispo se formó en el ideal cultural de la tardía Antigüedad y fue maestro de retórica y discípulo de los platónicos. Continúa las alegorías que se hicieron de Homero y Virgilio y de las iniciadas por Orígenes, además, emplea los recursos retóricos recomendados por Cicerón. Véase Curtius, 1998, pp. 114-116.

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sagrados con el Derecho canónico609, y veréis cómo es verdad. Y en testimonio, sin otros muchos, considerad este de unos versos de Lucrecio en su Historia natural, y de Claudiano, de Cristo seruatore, que en nuestras canciones, trasladados, dirán: Con suaves razones, llenas de mil verdades, perficionó las almas afligidas, puso a los corazones fin en sus liviandades de vanos miedos y ansias atrevidas; declaronos la esencia del bien que pretendemos, el cual alcanzaremos por el real camino de la ciencia, que enseña por quién vamos si el viaje derecho no dejamos. Mostronos juntamente el mucho mal que había en cosas transitorias y mortales, [f. 179] o cuál por accidente acaso610 sucedía o las que siguen modos naturales, cuáles algo forzadas porque naturaleza sus cosas concertadas tiene con tal ardid, modo y destreza, y cómo de allá dentro por qué puerta salgamos al encuentro. Probó con evidencia que los hombres en vano levantan en el mar del pensamiento mil olas de inclemencia y del cuidado humano causándole tristeza y descontento611;

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Highet, 1954, I, pp. 24-25 alude a la gran importancia de la supervivencia del derecho romano a través del derecho canónico de la Iglesia. La teoría mantenida por Jiménez Patón según la cual puede sacarse provecho de los gentiles, aportando la cita de los mismos autores se halla en El virtuoso discreto, pp. 297-298 y n. 1154-1155. 610 acaso. Cf. n. 241. 611 Hasta aquí, Jiménez Patón parafrasea a Lvcr. 6, 24-35.

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mas, Cristo poderoso, criador verdadero, del tiempo venidero, del pasado y presente misterioso, de Dios voz y sentido, de la mente del Padre producido, Tú, que con el reinado estás en ese cielo y, quiriendo pagar nuestro pecado, mi figura tomando, [f. 179vº] deciendes a este suelo con que al demonio dejas anulado, comunicaste al hombre, y tu ser lo declaras cuando su vida amparas, de sus culpas tomando pena y nombre para morir de suerte que tu muerte le libra de la muerte612.

No he tenido ni tengo, amigo Jacinto, otra cosa con que más a propósito os pueda servir, que más bien corresponda a mi bien y deseo, que es grande, y que más bien le importe a vuestra edad, que es de mozo, y así esto que puedo doy, trabajado con el mayor cuidado que me ha sido posible por entender que ha de adornar vuestra persona, asegurar vuestra vida, perficionar vuestras costumbres. Y he tenido por bueno el trabajo que he puesto y el don que ofrezco, por entender que ni por el tiempo se ha de envejecer ni por los sucesos ningunos peorar613. Y a unos podré decir lo que Homero del padre que dijo a su hijo: De mi deprende614 virtud y el trabajo verdadero, para la fortuna quiero que otro dé la prontitud615.

Y aunque hay muchas cosas que poder sacar a el propósito así de griegos como de nuestros latinos, y aun españoles —aunque la envidia quiere impedir

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Clavd. Carm. min. (De Saluatore) 32, 1-6 y 16-18. peorar: poco común en el español clásico, por empeorar. 614 deprender. «Lo mismo que aprender. Tiene poco uso hoy entre los cultos» (Aut.). 615 Palabras de Eneas a Ascanio. Véase Verg. Aen. 12, 435-436: ‘Disce, puer, uirtutem ex me uerumque laborem, / fortunam ex aliis’. 613

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este bien—, me parecieron estos pre[f. 180]cetos del griego Isócrates y del latino Varrón dinos de que yo os los pudiese escrebir y vos os preciásedes de encomendar a la memoria, leyéndolos con afición y cuidado algunas veces, pues podrán componer vuestra persona, guiar vuestras aciones, estando advertido de que, así como para el saber alguna ciencia es lo principal el entender los precetos y dotrina que della el maestro da y enseña, de la misma manera, para alcanzar la virtud, lo principal es poner por obra lo que se entiende, que desta suerte será servido, como es razón, el Criador y Redentor de todos, Salvador nuestro, que muchos años os guarde. Esta carta dejó escrita Laminio a Jacinto —y él la estimó como del ánimo con que se la daba— y trató luego de concertar su partida para Sevilla616, despidiéndose de algunos amigos que de nuevo había adquirido y de los que antes tenía, con sentimiento de todos. Lo que le sucedió en el camino y ciudad se sabrá en el libro siguiente. Nihil per contentionem neque per inanem gloriam, sed in humilitate superiores sibi inuicem arbitrantes, non quae sua sunt singuli considerantes, sed ea quae aliorum. Paulus ad Philipenses, cap. 2617.

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Quizás este era el destino ideado por el autor según ya consta en el f. 172 pero, en el siguiente libro, Laminio se dirige a Galicia. 617 Véase Phil. 2, 3-4: «No hagáis nada por espíritu de competencia, nada por vanagloria; antes, llevados de la humildad, teneos unos a otros por superiores, no atendiendo cada uno a su propio interés, sino al de los otros».

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[f. 181] Aunque fue el lugar donde más tiempo se entretuvo Laminio con mayor gusto, ha sido lo escrito más breve; porque no todo lo que aquí le sucedió se puede escrebir, solo podré afirmar que se apartó y partió de Salamanca y sus Escuelas con más sentimiento que de otra parte porque en ella se hallaba bien como en su centro, mas como había de ser forzoso haciendo de la necesidad —como dice el proverbio— virtud1, y, reparando con el sufrimiento lo que no se pue[de] escusar porque con la paciencia lo forzoso se alivia2, al fin salió y enderezó su viaje para el reino de Galicia y, habiendo caminado una jornada, la primera noche que se alojó en un aldea3 halló dos huéspedes en hábito de peregrinos de buen talle y hábito y el lenguaje no grosero, antes muy cortesano

1 El proverbio se halla en san Jerónimo en varias ocasiones, así en Adversus Rufinum 3, 2 y Epist. 54, 6. También en el cap. 15, 41, p. 135 de la Vita Beati Antonii abbatis de san Atanasio de Alejandría. Fue usado por nuestros clásicos (Gracián, Teresa de Jesús, etc.) y persiste todavía. 2 con la paciencia lo forzoso se alivia. Esta frase parece una variante más de un refrán conocido de modos distintos. Véase Correas, Vocabulario de refranes y frases proverbiales, p. 9: «A dolor cualquiera, el remedio es la paciencia». Ibidem: «A cualquier dolencia, es remedio la paciencia», p. 17. Ibidem: «A cualquier duelo, la paciencia es remedio», p. 17. 3 un aldea: el uso de aldea con actualizador en masculino no es extraño, si bien no mayoritario, en el español medieval y en época áurea (el/un/este/aquel aldea). Nótese que solo se documenta este cambio en singular y que la determinación del nombre es siempre femenina, como se ve, por ejemplo, en este caso extraído del CORDE: «E ellos yendo así, entraron en un aldea despoblada [...]», Sendebar, Anónimo, 1253.

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y pulido4, de suerte que, a pocos lances5, conoció eran estudiantes y no de aquellos vagabundos que con tal nombre y hábito suelen seguir vida viciosa y mala andando de hospital en hospital6, de bodegón en bodegón, y de taberna en taberna, y en otras ocupaciones [f. 181vº] y partes indecentes y malas; ni de otros que, no obstante que son hijos de padres principales y ricos, se salen de las universidades disfrazados en este hábito, con nombre de romerías, y se van a ramerías7 y a dar —como dicen— pavonada8 por los lugares. No eran estos peregrinos estudiantes de los deste j[a]ez9, pues, ni de esotros10, antes como deben ser los que tienen obligación de cumplir votos que han hecho con verdadera devoción, porque eran amo y criado de aquellos que con tal nombre hacen oficio de compañeros, bien nacidos aunque pobres, a quien los nobles ricos amparan para que su virtud, por la pobreza, no quede sin premio. El amo era hijo de padres nobles y ricos. En una enfermedad grave, hizo voto de visitar el célebre y santo sepulcro del patrón de España, Santiago. A cumplir este voto iba con modestia y honestidad, no mendigando ni detiniéndose a viciosear11, sino andando jornadas moderadas y dando algunas limosnas, y el criado y compañero lo era en la virtud y cordura. Habiendo comunicado aquella noche con Laminio su viaje, y él dá[n]doles cuenta del suyo, concertaron de caminar juntos todo el tiempo que les estuviese a propósito a todos, como lo hicieron, comenzando a caminar por el reino de Galicia. La cual provincia es tierra de muy grandes montañas, abastecida de madera, pan y vino, y carne, y de su mar muchos pescados no [f. 182] solo para la tierra, mas para llevar, frescos y salados, a otras partes; especialmente los besugos, que se pescan en los meses de noviembre y diciembre, son muchos y 4

cortesano y pulido: fray M. de Murúa en Historia general del Perú, origen y descendencia de los incas (1613), utiliza adjetivos similares aplicados al lenguaje: «[...] digo que el lenguaje que en ella se habla es el más cortesano, pulido y limado que en ninguna ciudad de España se habla, de tal manera, quel de Toledo, famoso y siempre çelebrado, no le exçede». Véase CORDE, «pulido». 5 a pocos lances: «A breve tiempo, sin tropiezos ni dificultades» (DLE). 6 hospital: «Casa que sirve para recoger pobres y peregrinos por tiempo limitado» (DLE). 7 Nótese la paranomasia. El maestro la define así: «Anominación o paranomasia es cuando las palabras se ponen algo mudadas en las letras». Afirma que hay cinco maneras; la tercera consiste en trastocar una letra en otra. Véase Jiménez Patón, Elocuencia española en arte, cap. 10, pp. 177 y 359. 8 pavonada: fam. «Darse uno una pavonada: ir a recrearse o divertirse» (DLE). 9 En el ms.: «juez». 10 esotros: forma flexionada del pronombre demostrativo construido mediante la contracción de ese más otro. 11 viciosear: ‘caer en comportamientos viciosos’. Es voz que no se halla en los repertorios ni en los bancos de datos consultados. Está formada por la adjunción del sufijo -ear al adjetivo vicioso, a su vez derivado del nombre vicio, entendido este último como «Hábito malo, como opuesto a la virtud» (Aut.).

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muy buenos, y de gran regalo para toda Castilla la Vieja, así frescos como en escabeche. El primero que fundó ciudad en esta tierra y la pobló fue Teucro12, hermano de Aias* Telamón, el cual fue griego y se halló en la guerra de Troya, y porque no vengó la muerte y agravio de su hermano en la adjudicación de las armas de Aquiles que se hizo en favor de Ulises, su padre, que era señor de Salamina, llamado Telamón, no le quiso recebir en su casa y patria, como lo pinta Horacio en las Odas13. Por esto se fue a la isla de Chipre, donde fundó un lugar del nombre de su patria que fue Salamina. Pero, sabiendo que era muerto su padre, quiso recogerse a su patria, mas sucedió que Eurísaco, sobrino suyo, hijo de Aias*, se había hecho señor de la tierra y le resistió la entrada. Entonces se vino navegando a buscar tierra nueva y, dando vuelta a los mares, vino a desembarcar en esta región y provincia que depués se llamó Galicia14. Hallola desocupada, poblola de los griegos que traía en su compañía y fundó una ciudad a quien llamó Helenes, que quiere decir «población de griegos»15. Depués, cuando los godos vinieron a España, una partida dellos vinieron a lo despoblado desta provincia y la llamaron Galicia y, emparentando con los griegos, se llamaron galogrecos. Un compañero de Teucro, llamado Anfíloco, fundó una ciudad de su nombre llamándola Anfilocópolis16, a quien los romanos llamaron Aquas calidas por tres famosas fuentes que hay en ella, que son las celebradas de Orense17. [f. 182vº] Poco depués destos, vino otro griego que fue Diomedes y pobló18 otra parte entre los ríos Limia y Miño aunque, dejándola poblada, se fue a Italia donde murió19. Como hemos dicho, depués vinieron a ella los godos y emparentaron con los griegos, y se conservó poblada siempre esta provincia; porque ni en la grande seca20 de España, ni en la destrucción general que hicieron los árabes, se destruyó ni perdió del todo este reino porque siempre conservó gentes y pueblos en su ser antiguo y cristiandad, no obstante que tuvo algunas mudanzas de otras 12

Teucro era hijo de Telamón y Hesíone, perteneciente a la familia real de Troya por parte de su madre, hermana de Príamo. Participó con su hermano Áyax en la guerra de Troya. Fue uno de los guerreros escondidos en el caballo de madera. 13 Hor. Carm. 1, 7. 14 Véase González de Ávila, Historia de las antigüedades de la ciudad de Salamanca, cap. 2, p. 5. 15 Véase González Zúñiga, Historia de Pontevedra, pp. 4 y 7. 16 Véase Str. Geo., 3, 4, 3. 17 Aquae urentes (Ourense) constituirá un lugar notable en la Gallaecia romana. 18 En el ms. aparece tachado «fundó». 19 Véase Ocampo, Los cinco libros de la Coronica general de España, lib. 1, cap. 41, f. 49 y cap. 42, f. 49vº. Cf. Caro Baroja, 1991, pp. 84-90. 20 seca: «El temporal, en que no llueve, tomando la causa por el efecto, que es secar y esterilizar la tierra» (Aut.).

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naciones y gentes; con la comodidad21 de la aspereza y fragosidad de la tierra, se defendieron y conservaron más que otras provincias de España, a imitación de los asturianos y montañeses, de quien son tan vecinos, y aun en otro tiempo fueron unos. Por esta tierra iban caminando Laminio y los peregrinos, notando lo admirable de la naturaleza, hasta llegar a la ciudad de Compostela, más famosa y conocida por el nombre de Santiago de Galicia, apóstol y patrón de España, que por su mismo nombre. Tiene su asiento esta ciudad entre los dos ríos Sar y Sarela. Sar corre al oriente y Sarela, al poniente. En ella está el cuerpo del glorioso apóstol Santiago el Mayor, hermano de san Joan Evangelista y primo —en cuanto a la humanidad— de nuestro redentor Jesu Cristo, el cual es cierto que vino a España y predicó en ella el santo Evangelio y, dejando en ella nueve dicípulos, se volvió a Jerusalén. Estos dicípulos predicaron y, en Granada, padecieron martirio por la fe, cuyas preciosas y gloriosas reliquias se veneran en el Monte Santo22 como el justo Santiago [f. 183] en Jerusalén; depués de haber convertido muchos a la fe católica y, en especial, a Hermógenes, encantador, por mandato de Herodes Agripa fue degollado y padeció martirio once años depués de la muerte de Cristo, nuestro bien, en el mismo día viernes y a la misma hora, quedando de rodillas como si estuviera vivo y con su misma cabeza en las manos, sin que se la pudiesen quitar dellas algunos que lo intentaron. A la noche, recogieron el santo cuerpo algunos de sus dicípulos y, entrándose con él en una barca, caminaron por el mar guiándolos un ángel hasta que llegaron al puerto de Iria, que es el que

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comodidad: «Conveniencia, regalo, descanso» (Aut.). Bajo la aseveración de Jiménez Patón late una gran polémica, surgida en el siglo xvi a raíz de la aparición de los llamados «plomos del Sacromonte», unas láminas aparecidas entre febrero y abril de 1595, aludiendo al martirio de los santos Melitón, Hiscio y sus discípulos, y Thesifon, antes Abenathar, discípulo de Santiago. Se originó un gran revuelo social, eclesiástico y literario, este último manifestado hasta el siglo xviii. Véase Caro Baroja, 1991, pp. 115-159. Asimismo, el maestro, en la Elocuencia española en arte, pp. 106 y 288, manifiesta una vez más conocer el tema. Ahí se adhiere a la teoría del doctor Gregorio López Madera y otros que mantenían la peculiaridad de la lengua española, una de las setenta y dos originadas tras el episodio de la torre de Babel (Gen. 11), sin filiación latina; aduce el pergamino hallado en el Monte Santo, «que consta haberse escripto mil y quinientos y más años ha, y tiene el lenguaje tan puro, casto y rodado como el que hoy se usa». En el plano personal, cabe señalar la dedicatoria de la Declaración magistral de la epigrama de Marcial, 60, lib. 4, 1628, al doctor don Pedro Dávila, abad mayor de la santa iglesia del Sacro Monte Illipulitano de Granada, y la Declaración magistral de la epigrama 20 de Marcial, lib. 9, al doctor don Pablo de Córdoba y Valencia, canónigo de la misma iglesia y consultor del Santo Oficio de la Inquisición de Granada. Actualmente se ha encontrado el «Memorial de Don Francisco de Quevedo Villegas, dado a la Inquisición General sobre los Libros del Monte Santo de Granada». Véase Rico; Azaustre, 2020, pp. 71-179. 22

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ahora llaman el Padrón23, a donde24 desembarcaron a veinte y cinco de julio, que por eso, aunque murió a veinte y cinco de marzo, se celebra en España a los de julio su fiesta. Habiendo entrado en tierra, sacaron el santo cuerpo y lo pusieron sobre una gran piedra, la cual se abrió instantánea mente a manera de sepoltura, recibiéndole en sí. Dos dicípulos fueron a la reina, que se llamaba Loba, la que lo era en aquella sazón de Galicia, a pedirle licencia para solenizar el entierro. Ella los envió por sus vacadas, por dos toros bravos y, haciéndoles la señal de la cruz, se amansaron y dejaron uncir en un carro en que trujeron25 el glorioso cuerpo ante la reina, la cual, considerando cuán admirable es Dios en sus santos, se convirtió a la fe cristiana y dio su palacio para sepoltura del santo apóstol. Depués, siendo España de moros, estuvo el santo cuerpo encubierto algunos años hasta que, volviendo a restaurarla los cristianos siendo obispo [f. 183vº] Teodomilio*26, el cual, informado de unos labradores que vían27 de noche ciertas luces que les parecían milagrosas, trató de esaminar lo cierto y, apareciéndosele las mismas luces y una estrella como señalándole el sepulcro, lo halló y con letras que le constó la verdad de lo que era. Con lo cual, muy contento, dando gracias a Dios porque en su tiempo hobiese hecho tal beneficio a España, dio noticia al rey don Alonso el Casto, que lo era de León28; el cual vino luego a visitar el santo cuerpo y hizo una muy suntuosa iglesia de mucha grandeza en fábrica y renta, consagrándola con el concurso de muchos obispos y prelados, 23 A. de Morales afirma haber visto en el Padrón la gran piedra donde estuvo amarrada la barca del santo, que tiene «letras romanas muy lindas»; añade que la gente ha cortado tanto de ella que solo se lee: [...] NO. // ORISES // D.S.P. Ofrece un dibujo de la misma, conjeturando que es la basa de una estatua y que, por ser del talle de las piedras que en Portugal y Galicia se llaman padrones, Iria Flavia cambió su nombre antiguo por el de Padrón. Véase Morales, Coronica general de España, lib. 9, cap. 7, f. 233. Para las interpretaciones modernas de esta inscripción, véase Vázquez Hoys, 1983-1984, p. 105. 24 En el ms. aparece tachado «llegaron». 25 trujeron: «trajeron». Es forma habitual, junto a trajeron, en la lengua áurea, y, probablemente por su origen patrimonial, se conserva hoy en día como arcaísmo o como vulgarismo en amplias zonas del dominio del español. 26 En 813, el ermitaño Pelayo vio una estrella en el bosque Libredón y lo comunicó a Teodomiro, obispo de Iria Flavia. Fueron al lugar citado y consideraron que una de las sepulturas halladas en una necrópolis romana pertenecía a Santiago. Alfonso II el Casto, rey de Asturias, fue allí con su corte y erigió una pequeña iglesia. Véase Morales, Coronica general de España, lib. 9, cap. 7, ff. 227-244vº. Cf. Castellá, Historia del Apóstol Santiago, lib. 2, cap. 4º, ff. 129vº-132vº, donde da una relación de los que han tratado el tema, entre ellos san A. de Florencia y G. Durando, autores que, según nos consta, el maestro Patón conocía. 27 vían: «veían». Ambas formas son comunes en el español clásico. 28 Jiménez Patón simplifica mucho la historia. En la llamada dinastía astur-leonesa (7181037) se halla Alfonso II el Casto, noveno rey de Asturias (791-842), pero solo a partir de don García (910-914), hijo de Alfonso III el Magno de Asturias (866-910), se acostumbra a llamar a los de esta dinastía reyes de León.

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y hizo aquel lugar cabeza de obispado, y depués fue arzobispado y iglesia metropolitana29, que antes había puesto el rey de los suevos, Miro, en el Padrón30. La ciudad se dice Compostela y es, por donación del rey don Alonso, de la misma iglesia y, común mente a la ciudad la llamaron todos Santiago de Galicia. Estraña ver cómo todos saben por qué de toda la cristiandad acuden en romería a esta santa estación con devoción muy piadosa de todos estados, edades, condición y naciones de gentes. Gánanse grandísimas indulgencias el año de jubileo en el que la fiesta cae en domingo. En el mundo hay solas tres iglesias apostólicas, que son de san Joan en Éfeso, de san Pedro en Roma y esta de Santiago en Galicia de España, y esta es la segunda depués que la de san Pedro, porque aquella es cabeza de la Iglesia católica. En ella ha obrado Dios por su [f. 184] glorioso apóstol muchísimos milagros y, en las batallas de España, sin número31. A esta ciudad y santuario llegaron nuestros caminantes alegres, habiendo tratado en el camino, en estas provechosas conversaciones, pláticas de ingenio, cuentos apacibles, y entretenido el cansancio con variedad de cosas que en el discurso se ofrecieron. Laminio advirtió a los peregrinos cómo administraba el hospital de aquella ciudad, que es grandioso, un religioso del hábito de Santiago, amigo suyo, y les dijo se fuesen a32 hospedar en él, que no había que estrañarse porque parecería melindre, que la grandeza dél y el servicio más era de suntuoso palacio que de hospital pobre, además que el administrador los acomodaría de suerte que no les pesase de haber ido allá. 29

iglesia metropolitana: «La que es sede de un arzobispo» (DLE). La redacción de Jiménez Patón es confusa e inexacta. En la antigua organización metropolitana, todas las iglesias parroquiales reconocían la jefatura del obispo de la ciudad principal de la comarca, que más tarde se llamó diócesis. Desde el Bajo Imperio, bajo suevos y visigodos, Iria Flavia (Padrón) era sede episcopal, sufragánea de la sede metropolitana de Braga, en Gallaecia. Esta fue la capital del reino de los suevos, y su rey Miro (570-583), católico, convocó allí el segundo Concilio de Braga (572), presidido por Martín de Dumio, metropolitano de aquella ciudad. Alfonso II el Casto trasladó este obispado a Santiago de Compostela (835). Siglos después, el obispo Diego Gelmírez (c. 1068-c. 1140), consiguió trasladar a Santiago, que ya era independiente de las metropolitanas de Braga y Toledo, la sede metropolitana de Mérida, lográndolo del papa Calixto II en 1120 y convirtiéndose en su primer arzobispo, con ayuda del rey Alfonso VII de León, Castilla y Galicia, llamado «El Emperador». 31 La ayuda de Santiago —Matamoros— a los cristianos en lucha contra los sarracenos se halla explícitamente en el llamado Voto de Santiago; refiere que, Ramiro I de Asturias, tras de las batallas de Albelda o Clavijo (844) se apoderó de Calahorra; a consecuencia de la victoria, quedó libre el reino del ominoso «tributo de las cien doncellas» que se pagaba a los sultanes, y el monarca, por el voto hecho en la batalla, estableció un tributo nacional al Apóstol. Véase Aguado, 19588, p. 481, t. 1. Asimismo, la frase ¡Santiago y cierra España!, citada por numerosos autores, tiene su origen en la legendaria intervención del Apóstol en las batallas medievales. 32 En el ms. sigue una tachadura. 30

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Los peregrinos se acomodaron con el parecer de Laminio y así fueron muy bien recebidos del administrador religioso, porque, además de ser noble en sangre, lo era en su condición y que a Laminio deseaba honrar, como lo había mostrado en ocasiones, habiendo tenido un beneficio33 de los de su orden en la comarca de donde Laminio era natural. En el discurso34 del hospedaje, por circunstancias de las conversaciones que en los días que allí estuvieron, conoció al peregrino caballero, que era hijo de muy conocidos suyos, y al que llevaba por compañero como ayo y criado familiar. Estas cosas le obligaron a que, con especial gusto y agasajo y regalo, hiciese muy buen pasaje35 a los tres. [f. 184vº] Los días que allí estuvieron, los cuales gastaron en frecuentar el sagrado sepulcro, oír misas con devoción y orar al Señor sin divertirse36 a ilícitos entretenimientos ni a otro que algún rato del día en las Escuelas37, que las hay buenas en esta ciudad de universalidad, fundada con facultad de graduar en todas las ciencias. Las naciones que acuden a esta celestial y divina estación son muchas porque vienen de toda la cristiandad franceses, normandos, escoceses, sajones, alverneses38, gascones, vascos, bretones, flamencos, italianos, griegos, armenios, sicilianos, sardos, candios39, húngaros, polones40, dacos, noruegos, esclavones41, de Jerusalén, Asia y África, de diversas lenguas y hábitos entre los cuales andaba un mozo de edad de veinte años que decían había sido hembra y que, por cierto accidente, se había convertido en varón, al cual señalaban todos con el dedo por notable y aun muchos lo detenían a preguntalle el cómo había sido aquella transmutación. Y de los curiosos quiso ser el caballero compañero de Laminio preguntándole su patria y el suceso. Él respondió que era italiano y que, quiriendo hacer fuerza en mudar cierto peso de una parte para otra, sintió en las ingles gran dolor con un crujido pareciéndole había reventado, y entonces se encomendó al glorioso apóstol Santiago, a quien siempre había sido muy devoto, y, tratando de curarle, le hallaron que había prorrumpido la naturaleza varonil [f. 185] sin más daño que, por algún poco de tiempo, el dolor de aquel efeto y que, haciéndose 33 beneficio: «Conjunto de derechos y emolumentos que obtiene un eclesiástico de un oficio o de una fundación o capellanía» (DLE). 34 discurso: «Se toma también por el espacio que corre o pasa de un tiempo a otro, o de una cosa a otra» (Aut.). 35 pasaje: «Acogida que se hace a alguien o trato que se le da» (Aut.). 36 divertirse: «Salirse uno del propósito en que va hablando o dejar los negocios [...]» (Cov.). 37 Entiéndase: «ni a ninguna otra cosa que no fuera pasar algún rato en las Escuelas». 38 Se refiere a los franciscanos del santuario-convento del Alverna, monte donado por el conde Orlando de Chiusi a san Francisco en el siglo xiii. 39 Procedentes de Candia, nombre antiguo de la isla de Creta. 40 Naturales de Polonia. 41 Naturales de Esclavonia, región de Croacia.

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el caso notorio al ordinario42 y, esaminando la verdad dél, le dieron licencia para mudar de hábito y nombre. Esto contó el caballero al administrador como cosa rara y notable y como monstro de naturaleza, el cual dijo: —Cosa es muy de notar, pero otras veces ha sucedido que no es la primera, pero, porque tengo certeza de que Laminio sabrá lo cierto desto, le ruego que nos lo diga, que bien me consta se precia de curioso en saber todo lo que puede, y en esto gastemos esta siesta43. Laminio respondió: —Es esto tan contingente —si bien raro— que44, pocos años ha, sucedió lo mismo en la Andalucía a una monja que yo la conocí en tal estado y fue profesa de la orden de Santo Domingo trece y aun más años. Es natural de la villa de Sabiote, una legua de la ciudad de Úbeda, en la cual fue religiosa en el convento que dicen de la Coronada45. Fue la transmutación traspalando con alguna fuerza una cámara de trigo46, y le sucedió otro tanto como lo que el italiano os ha contado, hallando en la cura el cirujano que era perfeto varón. Los prelados de la orden del convento que allí tienen y del de Baeza, le escluyeron y luego tomó hábito seglar, en el cual hoy anda con espada a cinta47, aunque luego se fue a Roma a que su santidad le diese por libre de los votos de la religión y nombre de varón, y vive y como tal se porta. Plega a Dios sepa disponer bien las cosas de este estado48. [f. 185vº] Y no este ni esotro han sido los primeros porque, aunque tienen algo —y aun mucho— de monstruoso49 por lo raro, ello con certeza es contingente, 42

ordinario: «Se dice del obispo diocesano» (DLE). siesta: «Tiempo después del mediodía, en que aprieta más el calor» (DLE). 44 En el ms. sigue una tachadura. 45 Este convento de dominicas fue fundado en Úbeda, provincia de Jaén, hacia 1500. Fue clausurado en 1836 a raíz de la Desamortización de Mendizábal y actualmente no existe. 46 El suceso tuvo lugar el 5 de octubre de 1617. Véase Arcos, 2009, p. 239. Cf. Alcalá Galán, 2010, p. 129. 47 espada a cinta: variante de espada en cinta. Es locución adverbial que significa ‘con la espada ceñida’ (DLE). 48 Laminio, trasunto de Jiménez Patón, se refiere a una monja que personalmente ha conocido y que, convertida en varón y, como tal, soldado en Italia, todavía vive. Nació en Sabiote (Úbeda) en 1589 y murió en Italia hacia 1638, hija de don Gaspar Muñoz López y de doña Juana de Molina, su segunda esposa. Cf. Jiménez Patón, Historia de la antigua y continuada nobleza de la ciudad de Jaén, p. 235. Asimismo, fray A. de Torres en Cartas. BNE-mss. 2058 f. 258-259 se refiere a este suceso. Cf. Torres Navarrete, 1988a, p. 8 y Torres Navarrete, 1988b, pp. 16-17. 49 A partir de este párrafo, la fuente del maestro es Torquemada, Jardín de flores curiosas, pp. 187-190. Cf. Plin., Nat. 7, 36, donde narra el suceso acaecido en el año 171 a. C.; el relatado por C. Licinio Muciano y el de L. Cosicio, de cuya metamorfosis fue testigo. Cf. Río, Disquisitionum magicarum libri VI, lib. 2, quaest. 22, donde repite las mismas citas. 43

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como lo enseña el príncipe de la medicina Hipócrates50 diciendo que en Abdera una mujer casada llamada Fetusa y su marido Piteo, estando cercana al parto51, siendo desterrado su marido, le cesó el menstro52 ordinario y le vinieron grandes dolores en todos los miembros y, llegando el mayor de parir, en naciendo la criatura, quedó convertida en varón. Lo mismo escribe de otra mujer en los Tasios53. Y Tito Livio de otra espoletana54. Plinio, en su Natural Historia (li. 7, ca. 4)55, dice estas palabras: Lo que se dice que 56 algunas se han convertido en varones no es fabuloso, porque en los Anales hallamos que, siendo cónsules Publio Licinio Craso y Cayo Casio Longino, una niña se convirtió en niño; como cosa monstruosa y de mal agüero, por mandado de los agüereros, lo llevaron a una isla desterrado por prodigioso. Licinio Maciano* afirmó que vio en Argos un hombre llamado Aresconte que había sido mujer, y se llamó Arecusa* y que se casó como varón con hembra y le nació la barba y, que de la misma suerte vio en Esmirna un mochacho que había sido hembra57. Y yo mismo —dice Plinio— vi en África que el día que se casaba como mujer, para hacer oficio de novia, se convirtió en varón uno y se llamó Lucio Cossicio Tisdritano.

Y afirma que vivía cuando lo escribió, lo cual cita Aulo Gelio en sus Noches Áticas58. Con estas y otras muchas historias ciertas y verdaderas no hay para qué alegar las fábulas de Ovidio ni de otros poetas de Ceneo y Tiresias en [f. 186] las Transformaciones59, y porque a historiadores profanos, algunos60 muy religiosos —por no decir supersticiosos— no darán el crédito conveniente, mas que esto es lo que afirma san Agustín (lib. 3, ca. último de La ciudad de Dios)

50 Torquemada le llama «evangelista de los médicos» y recoge su información del libro sexto de De morbis popularibus. 51 Nótese el hýsteron próteron utilizado —¿inconscientemente?— por el maestro. 52 menstro: «menstruo». Jiménez Patón utiliza esta forma reiteradamente en su texto. El CORDE registra un único uso en Diálogos familiares de la agricultura cristiana (1589) de Juan de Pineda. 53 Véase Torquemada, Jardín de flores curiosas, p. 189: «Y esto mismo acaeció también en Taso a Anamisia, mujer de Gorgipo». Se refiere a la isla griega de Tasos, en el mar Egeo. 54 Liv. 24, 10. Se refiere a una mujer de Spoleto, en la Perugia (región de Umbría). 55 Plin. Nat. 7, 36. 56 En el ms. sigue una tachadura. 57 En el ms. sigue una tachadura. 58 Gell. 9, 4, 15. 59 Véase Ov. Met. 12, 172-209 y 13, 317-339. 60 Entiéndase: «algunos otros historiadores».

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que le consta por los libros de los gentiles de mujeres que se convirtieron en varones y gallinas en gallos61. De las aves lo dice A[u]sonio como diremos depués; de las mujeres, Pontiano*62 escribe que, en Cayeta, una mujer estuvo casada con un pescador catorce años y depués de este tiempo se convirtió en varón. Y otra, llamada Emilia, estuvo casada con Antonio Espensa*, ciudadano de Ébolis*, doce años, y tuvo hijos y, depués desto, se convirtió en varón. Y más dice que otra mujer casada, habiendo parido un hijo, se convirtió en varón, y que63 ella se casó con otra en quien tuvo hijos. Coccio Sabélico cuenta otras muchas historias a estas semejantes64. Y en nuestra España, sin lo que he dicho, cuatro van65; escribe Amato Lusitano, insine médico66, que en Ezgueira, en Portugal, nueve leguas de Coímbra, había un varón noble que tuvo una hija llamada María Pacheco67 a la cual, al tiempo que le había de venir el menstro, sintiendo algunos destemples68 en sus miembros, y presumiendo era el tal menstro, se halló varón y mudó el vestido de hembra con el nombre, llamándose Manuel Pacheco, como la monja que he dicho se llamaba dona Madalena Muñoz, y hoy se llama Gaspar y Alonso Muñoz. Este Manuel Pacheco se fue a Indias y hizo hazañas de valeroso soldado, con que volvió —si noble de su nacimiento, más ennoblecido por sus hechos y muy rico— a su patria, donde casó y vivió en honra y servicio de Dios muchos años.

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Laminio se refiere a Avg. Ciu. 3, 31. Se trata de I. Pontanvs en su Historia Neapolitana, según precisa M. del Río. 63 En el ms. aparece tachado «el marido». 64 Coccivs Sabellicvs en Exemplorum libri decem, lib. 9, cap. 8, f. 84, utiliza los ejemplos plinianos. La cita de este autor y otras que no se encuentran en Torquemada se hallan en el libro de M. del Río, Disquisitionum magicarum libri VI, lib. 2, quaest. 22 y en la novela de F. de Lugo y Dávila (c. 1588-1662), Del andrógino (1622). Véase Arcos, 2009, p. 238. Cf. Alcalá, 2010, pp. 126-131. 65 Conjetura dudosa por borrón en el ms. 66 Se refiere a J. Rodrigues de Castelo Branco (1511-1568), médico y humanista portugués de familia judía. En 1532, abandonó su patria al establecerse en ella la Inquisición, emprendiendo un éxodo por diversas capitales europeas donde fue médico de personajes ilustres: Juan Luis Vives, Diana de Este, Cosme de Médici. Ejerció la enseñanza en la Universidad de Ferrara y aportó notables descubrimientos en el campo de la cirugía y urología. En Roma fue médico de Julio III, pero al advenimiento de Paulo III, abandonó la ciudad y se estableció en Pésaro, Ragusa y Salónica, donde murió. Véase Amato Lvsitano, Curationum medicinalium centuriae quatuor, 2ª cent., curat. 39 in qua agitur de puella quadam in uirum uersa, pp. 274-275. 67 El caso de la mujer de Gaeta; el de la casada con Antonio Spensa y el de María Pacheco se hallan en Torquemada, Jardín de Flores curiosas, pp. 188-189. Cf. Río, Disquisitionum magicarum libri, lib. 2, quaest. 22. 68 destemples: «Por semejanza, se toma por la alteración con que alguna cosa sale de los términos que le corresponden, como los humores, la condición, las palabras, etc.» (Aut.). 62

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No es de pasar en silencio lo que escribe [f. 186vº] Torquemada69, que le contó un amigo suyo sido70, dino de mucha autoridad y crédito: que, en un lugar cerca de Benavente, estaba una mujer casada con un labrador no rico; ella era estéril y el marido, como si fuera culpa suya, le daba mala vida porque no le paría hijos —necedad grande—. Ella, aburrida con el mal tratamiento, una noche se huyó de su casa en hábito de varón, con el cual anduvo por algunas partes fingiéndose hombre, sirviendo en aquello que se sentía ágil. Andando desta suerte, en cierta ocasión se halló convertida en varón. Viendo la mudanza admirable de su persona, se casó, en la tierra que estaba, con otra mujer. Sucedió que un hombre de su tierra fue a aquella donde estaba y, aunque de antes la conocía, viéndola varón y casada, le preguntó si era hermano de la mujer que él había conocido. Ella se fio dél y le contó la verdad del caso, de que el hombre se quedó admirado. Y otras muchas historias y sucesos semejantes pudiera referir al propósito que las escriban autores muy fidedinos. —No tenéis que cansaros en eso —dijo el administrador— que cosa cierta es que hay los que decís y más que no habremos leído ni sabido. Lo que deseamos saber es si esto es en orden a naturaleza o milagroso, o por orden del demonio, porque cada uno dirá lo que le parece a este propósito. Laminio respondió: —No tiene duda que son efetos naturales aunque, en ser sucesos raros, se tienen —como he dicho— por monstro, y prodi[f. 187]giosos. Muchos de los filósofos y médicos dicen que esta conversión procede de la vehemente imaginación que aquellas personas tuvieron, y porque afirman que la constitución notómica71 de las partes interiores que pertenecen a la mujer y al varón están organizadas72 de una misma suerte y condición, y que no tienen más diferencia que un borcegu[í]73 vuelto lo de dentro a fuera; y como la imaginación suele tener tal fuerza que obra maravillosos sucesos, así en estas ocasiones los manifiesta, que así lo sintió Torquemada, llevado de la opinión de los demás en el cuento referido, atribuyéndolo a los deseo[s] vehementes que tenía de ser varón en el efeto, como lo era en el fingido hábito. Pero con su licencia y de todos los médicos y filósofos que eso sientan ser así, yo no me persuadiré a crerlo74, sino que aquello procede, no de la común notomía75 de la naturaleza humana, sino de la 69

Al fin el maestro cita su fuente. Véase Torquemada, Jardín de flores curiosas, p. 189. Entiéndase: «uno que había sido amigo suyo». 71 notómica: «anatómica». Esta forma adjetiva es apenas usada en el español clásico. 72 Nótese la falta de concordancia con el sujeto. 73 En el ms.: «borcegué». 74 crerlo: conservamos la forma con simplificación del hiato románico por no ser extraña a la lengua del periodo áureo. 75 Cf., en esta misma edición, «Libro XVII», n. 51. 70

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particular de aquellas personas en quien sucede como lo es particular76 y también monstrosa y de prodigio la de los hermafroditos, de quien estos tienen muy gran parte —a mi parecer—, y lo son, si no en acto, en potencia, lo que no los demás hombres ni las demás mujeres, si ya no dijesen que aquella imaginación procedió de aquella natural constitución y disposición de aquello individuo77, que le inclinaba su apetito a lo que su naturaleza loca pretendía. Y entonces meditemos que la imaginación hizo el caso78 y suceso. Antes mejor79 que de la naturaleza particular que en el tal sujeto predominaba, procedió la imagina[f. 187vº]ción conforme al apetito y deseo que no era otro que manifestar la inclinación natural. De adonde consta que estos en quienes así han sucedido semejantes transformaciones, siendo hembras, eran muy inclinadas a varoniles aciones, como los mismos historiadores y como a mí me consta de la nombrada monja de Úbeda. Mas estando así, vemos que, depués de transformadas, no parecen perfetos varones y todo esto lo tengo yo esperimentado en la Muñoz que he dicho, de suerte que se puede decir de los tales lo que Cicerón dijo de Clodio —aunque muy a otro propósito—, habiéndole hallado en hábito de hembra: «entre mujeres varón, y entre varones mujer»80. Paréceme mejor lo que algunos médicos dicen en este particular y es que la naturaleza siempre procura lo más perfeto y mejor, pero sucede que algunas veces se frustra ella misma por la permisión y voluntad de lo más universal y causa primera. Y como la mujer es un varón imperfeto, si algún tiempo se le detiene el menstro, la voz se hace más robusta y el pelo nace, y lo demás del cuerpo se fortalece y envar[o]niza81. Pero diciendo esto, que no es malo para las que están dispuestas en particular de tal constitución y distinción, y no entendiendo que es común en todos aquellos instrumentos que dentro estaban encubiertos con no remota, antes próxima, disposición, por algún acidente se manifiestan y salen fuera en la forma que los ejemplos y esperiencias repetidas nos lo enseñan y declaran, quitándose 76

En el ms. sigue una tachadura. individuo: «Singular, particular o propio, o que no admite división o distinción» (Aut.). 78 la imaginación hizo el caso: «Proloquio que explica la fuerza de la aprehensión, y que, en muchos, por la viveza de la imaginación, no son las cosas lo que son, sino lo que se aprehende» (Aut.). Por otra parte, Jiménez Patón varía, ampliándolo, el modismo: la imaginación hizo el caso y el suceso. 79 antes mejor: locución medieval adversativa (mas) que aún se encuentra en textos del periodo aúreo. 80 Cic. Dom. 139: inter uiros saepe mulier et inter mulieres uir fuisset. A partir de aquí, los ejemplos citados por Jiménez Patón se hallan en Río, Disquisitionum magicarum libri VI, lib. 2, quaest. 22, pp. 187-189. 81 envaroniza: formación parasintética («adquirir caracteres propios del varón»), es probablemente un neologismo de Patón, pues no se halla el verbo ni en el CORDE ni en el NTLLE. 77

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con la rotura el impedimento que lo tenía ocultado y, conforme esto, hallo que son efetos naturales, aunque prodigiosos y monstros por ser raro82 contingentes83 [f. 188]. Y en esto no hay nada de milagroso, si bien Dios lo podría obrar con milagro en el que no hubiese la tal disposición, mas no hemos de persuadirnos a creer que obre estas maravillas sin alguna necesidad urgentísima de algún bien común o manifestación de su poder y gloria. Y así, aquellas que Flaco y Ovidio atribuían a sus falsos dioses84, que en la tal fición quisieron enseñar los milagros o maravillas de la misma naturaleza, o Alejandro histori[a]dor85, las transformaciones del lapita Ceneo86, y Tiresias87, y las que escribe Antonio Liberal de Hipernestra* y Leucipo o Leucipa, hija de Galatea88. Al demonio no se le permite tal poder como consta del frustrado intento en el bestial Nerón con Esporo89. Por el contrario, nunca se vio hombres convertirse en mujeres, aunque los hay afeminados en sus aciones, habla y proceder; aunque las fábulas mienten lo que quisieren, la verdad es que, si de alguno dicen que de varón se convirtió en hembra, quisieron sinificar que, siendo hombre en sus partes integrantes y en su figura esterior, en su condición eran como mujeres. Y Ausonio y los demás esto nos quieren dar a entender, cuando dice en sus Epigramas que90 la pava se convirtió en pavo y el mochacho en mozuela, cuyos versos traducidos dicen así: Siendo en su especie varón, cuando más seguro estaba, se ha convertido en pava la que antes fue pavón.

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raro: uso adverbial, equivale a «raramente». contingente: «Que puede suceder o no suceder» (DLE). 84 En el ms. aparece tachado «transformaciones». 85 Alejandro histori[a]dor: transcripción dudosa por dificultad de lectura. La cita es errónea por cuanto el maestro atribuye a Alessandro Alessandri el relato de la transformación de Cénide en Ceneo y la de Tiresias en mujer. Realmente los cuatro personajes citados se encuentran en el relato 17, titulado Leucipus, de las Transformationum congeries de A. Liberalis (siglo II o principios del III), obra escrita en griego y traducida al latín por G. Xylander, Basileae, 1568. Véase Liberal, Metamorfosis, pp. 149-154. 86 Cf. Ov. Met. 12, 172-209. 87 Cf. Ov. Met. 3, 317-339. 88 Cf. Ov. Met. 9, 666-797. 89 Svet. Nero, 28. Según el historiador, Nerón hizo castrar a este muchacho para casarse con él, como hizo, en un ceremonial consistente en séquito, velo nupcial y dote; después, como si fuera su esposa, le obligaba a acompañarle, lo besaba públicamente y lo exhibía ataviado con las galas de las emperatrices y llevado en litera por Grecia y por Roma. 90 En el ms. hay una tachadura. 83

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Y este no es antiguo cuento que un mozuelo desbarbado en doncella se ha trocado, en Campania, en Benevento. [f. 188vº] No trairé antiguas consejas91 yo que varón he nacido en hembra me he convertido sin que me valgan mis quejas92.

Ausonio, en esta epigrama, dice de otros animales y hombres que se convirtieron de la naturaleza93 femenina en masculina y luego, como más notable, pone las que de la94 masculina se convirtieron en femenina como la pava en pavo, y el mozuelo en moza, y él en mujer. Lo cual ninguno de maduro sentido lo pudo creer, y lo que se tiene por cierto es lo que he dicho de haber afeminado en las costumbres, como consta cuando se pone él mismo por ejemplo. Y, en los demás, lo cierto será que eran hermafroditos y que no les habían visto la naturaleza femenina hasta aquella ocasión que lo notaron, y como cosa notable lo advirtieron, diciendo se habían convertido en aquella naturaleza que nueva mente habían descubierto. De suerte que son de la casta de los andróginos, de quien escribe95 Plinio que son unas gentes en los nasamones, todos ellos hermafroditos, sin guardar orden ni concierto en el coito, sino que los unos y los otros usan dello igual mente96, de los cuales también se acordó un amigo nuestro97 91

conseja: «Cuento, fábula o patraña de sabor antiguo» (DLE). Avson. Ep. 72, 3-4; 13-14 y 15-16. M. del Río cita solo los cuatro primeros versos y en la novela Del andrógino de F. de Lugo y Dávila, está completo y traducido en tercetos. Véase Arcos, 2009, pp. 240-241. Cf. Alcalá, 2010, pp. 129-130. 93 En el ms. se subsana un error: originalmente ponía «masculina en»; el amanuense lo corrige, escribiendo en el interlineado «femenina en» y tachando «en femenina». 94 En el ms. hay una tachadura. 95 En el ms. aparece tachado «Alexandro». Sin duda el maestro iba a incurrir de nuevo en el error comentado anteriormente al referirse a Ceneo y Tiresias, pero esta vez rectifica con una oportuna tachadura. Cf., en esta misma edición, «Libro XVIII», n. 85. 96 Plin. Nat. 7, 15. Dice así: «Calífanes relata que más allá de los nasamones y de sus vecinos, los machlyas, habitan los andróginos, que están provistos de uno y otro sexo, del que usan por turno en el coito». Véase Torquemada, Jardín de flores curiosas, p. 117. 97 Alude al propio Patón en su Discurso de los tufos, copetes y calvas, obra publicada en Baeza por Juan de la Cuesta, en 1639, pero preparada mucho tiempo antes, según una serie de testimonios: la carta de Lope de Vega dirigida al maestro, aludiendo a ella (5-11-1627); el escrito del licenciado Antonio Abad de Ferrezuelo (Villanueva de los Infantes, 23-11-1627) comisionando a fray Tomás de Contreras, prior del convento de Santo Domingo, su censura, firmada el 2911-1627; la aprobación de Tomás Tamayo de Vargas el 12-7-1628 y la suma del privilegio el 208-1628. Véase Madroñal, 2009, pp. 128-130. Dice ahí el maestro: «Y por si alguno reparó en 92

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en una invectiva que hizo contra guedejas y tufos. Desta misma suerte hay animales, como lo afirma Plinio de la liebre terrestre98 y de la hiena pescado99, que tienen las dos naturalezas, [f. 189] masculina y femenina, y que usan de ambas como lo cantó Ovidio diciendo della: Alternare uices e[t] quae modo femina tergo Passa marem [est], nunc esse marem miremur hyaenam100.

Esto creo yo y lo demás no, porque, aunque los poetas lo cantan, no hay historiador ni filósofo que tal enseñe ni escriba, y lo de los hermafroditos lo enseñan y escriben todos, y la esperiencia lo enseña, y el convertirse de hembras en varones, mas no de varones en hembras. Esto es lo que puedo deciros obedeciendo a lo [que] me mandastes, y satisfaciendo lo mejor que puedo a lo último que me preguntastes. Todos admiraron las maravillas de naturaleza y estas monstrosidades que, aunque decimos han sucedido muchas, han sido en mucha distancia de tiempo y así tienen nombre de raras con razón. El peregrino caballero, en especial, ponderó la interpretación de Laminio sustentando que no es de creer la conversión de varón en hembra porque dijo así: —A ser posible, era tener en su obrar la naturaleza imperfeción, caminando de lo perfeto a lo no tanto, y así me acomodo a lo último; dado caso que se haya descubierto depués la naturaleza femenina, no habrá sido encubriéndose la masculina101, y así parece se colige de la ley décima Digest[a] de statu hominis102 y de la ley quince Disgest[a] de testibus103, y aun lo confirman Plinio y Tertuliano. Y la primera esplicación en otros la tengo por muy cierta, moralmente hablando, porque en hembra se convierte aquel que sigue las costumbres de tal

que androgyni hispanicé mari machos o, si debiera, perihembras, júzguelo desto que dice Plinio: Androgyni utriusque naturae, inter se uicibus coeuntes. Dextera mamma his uiribus, leua mulieribus». Véase Jiménez Patón, Discurso de los tufos, copetes y calvas, f. 7vº, § 4. Por supuesto, cita a su antojo, sin respetar el original. Se trata de la continuación de nuestra cita anterior de Plin. Nat. 7, 15, que dice así: Aristoteles adicit dextram mammam his uirilem, laeuam muliebrem esse, es decir, «Aristóteles añade que su seno derecho es el de un hombre y su seno izquierdo el de una mujer». 98 Plin. Nat. 8, 218. 99 Plin. Nat. 8, 105. Se refiere a la hiena salvaje, popularmente considerada bisexual, macho y hembra en años alternos; la hembra se reproduce sin macho, teoría negada por Aristóteles. Plinio en Nat. 32, 154 se refiere a la hiena, cetáceo siniestro, capturado y visto por el mismo, en la isla Aenaria (Ischia). 100 Ov. Met. 15, 409-410. 101 Hay una tachadura en el ms. 102 Dig. 1, 5, 10. En el ms.: Digestis. 103 Dig. 22, 5, 15, 1. En el ms.: Digestis.

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o se deja mandar dellas, como lo siente Juvenal en su sátira sesta104, y Marcial en sus Epigramas, en muchas. Y así como las hembras no pueden por derecho ser jueces, ni tener magistrado [f. 189vº] alguno, ni oficio civil, ni público, ni ser procurador por otro —como consta de la ley feminae Digest[a]105 de regulis iuris—, seré siempre de parecer que ni andróginos, ni hermafroditos, ni aquellos que de hembras se han convertido en varones, ni los que fueren en sus costumbres afeminados, es razón tengan ni administren oficios públicos, porque aun a los particulares y domésticos por sus manos les corre peligro y, por ser esto tan cierto, Dios amenaza a su pueblo por Esaías, en el capítulo tercero106, diciéndole que les dará en pena y castigo de sus pecados gobernadores mozuelos afeminados. Y perdonad señores que, con poca edad y menos letras, me alargue a confirmar dotrina que en sí está tan autorizada por Laminio, que su mucha edad y estudios en lo que yo he conocido en los días que hemos caminado juntos prometen gran caudal de erudición y dotrina. —No estáis engañado —dijo el administrador— que, si le conociérades más de espacio, habíades de decir eso con mayor afirmación y veras107. Porque es ello así, que hay hombres que, si los tratáis un día o pocos más, os parecerán profundos en su saber y, pasados de allí, no saben otro que repetir lo dicho. A estos llamó un conocido mío «doctos de prólogos» porque, de cuantos libros llegan a sus manos, antiguos o modernos, no ven más que los prólogos y tablas para ver y saber lo que tratan, y lo notan en sus cartapacios para hacer memoria. Y con esto la tienen cuando se ofrece ocasión no más que de hacer mención dellos y de lo que tratan [f. 190] por mayor. Mas, llegado a desmenuzar aquello, no atan ni desatan, antes dicen disparates y, si acaso dan una en el clavo, los de la herradura son ciento108. Pero nuestro Laminio no es deste jaez sino de los que los primeros días parecen no saber nada y, andando más y más comunicado y tratado, manifiesta bien su caudal y talento. Esto digo porque le conozco a carrera larga109 dende que comenzó sus primeros estudios con aprovechamiento continuado y con nombre de estudiante y estudioso110. Y no me habéis contentado poco en que tan a propósito hayáis traído las leyes de vuestra profesión y estudio, que es 104 El maestro muestra un especial interés por la mencionada sátira. Véase Montserrat, 2018, pp. 185-205. 105 Se trata de Vlp. Dig. 50, 17, 2pr. En el ms.: Digestis. 106 Vvlg. Is. 3, 4, dice exactamente: effeminati dominabuntur eis: «Y les gobernarán los afeminados». 107 veras: «Realidad, verdad en lo que se dice o hace» (Aut.). 108 La locución verbal coloquial es: «Dar una en el clavo y ciento en la herradura»; significa ‘acertar por casualidad’. 109 a carrera larga: desde hace tiempo. Véase carrera en Aut.: «Por traslación, significa también la duración, permanencia y curso de las cosas durante el tiempo de su existencia». 110 Se trata de la opinión del maestro sobre su persona.

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buena señal de que vos también lo sois en lo que prometen vuestra edad y cursos de derechos. Dios os dé vida y a vuestro padre la alargue para que vuestro talento se logre y ellos lo gocen, que al fin el hijo sabio es alegría y honra de su padre y madre111; y a Laminio nos le deje gozar muchos años que, diciendo la verdad, no hay muerte que así sienta yo como la de un hombre que sabe, y más cuando su saber resulta tan en provecho de tantos como a mí me consta que lo ha sido su dotrina112 fuera. De mis días le prestara —aunque no sé los que serán— porque él viviera más para mayor provecho. —No es de tan poco113 provecho, señor administrador —dijo Laminio—, su gobierno de vuesa merced que no debamos todos desealle viva muchos años para [f. 190vº] el bien de los pobres que aquí acuden que, aunque lo principal se debe a los Reyes Católicos que fundaron este refugio y dejaron rentas para el albergue y amparo, muchas veces eso no luce por falta de quien administre tan fiel, piadosa y caritativa mente. —A Dios se da la gloria de todo —replicó el administrador— que, cuando yo falte, habrá muchos que lo hagan mejor que yo, pero la falta de cualquier hombre sabio no sé cómo se suple; como he dicho, a nuestro parecer, a ellos se les había de conceder larga vida, como se escribe de la de aquellos padres primeros que vivieron centenares de años —como escribe san Jerónimo114— mas ya por nuestros pecados la vida más larga es muy limitada; por nuestros pecados, por el de nuestro primer padre, entró la muerte en el mundo115 y por los de los sucesores, la brevedad de la vida. —Así es la verdad —dijo el compañero peregrino llamado Plácido—116, pero, si atendemos a las historias, ni la vida de los primeros hombres fue tan larga, porque los años eran menores, pues no pasaban de tres meses, y así, conforme a esto, un año de los117 nuestros es cuatro de los antiguos, según escribe Plinio, y aun de los de Egito* se dice que un mes entre ellos era un año y, según esto, hombres hay que en este tiempo viven más, pues los que habitan en el monte Tímoli y sus cumbres —según escribe Muciano— viven ciento y

111

Cf. Vvlg. Prov. 10, 1: «El hijo sabio es la gloria del padre; el hijo necio, la tristeza de su

madre». 112 Sigue una tachadura en el ms. Patón defiende aquí su obra y su destacada doctrina gramatical. 113 Interlineado: provecho. 114 Hier. Quaest. Hebr. in Gen. pp. 10-14. 115 Vvlg. Gen. 3, 19. 116 Cf. Torquemada, Jardín de flores curiosas, p. 164. 117 En el ms. aparece tachado «antiguos»; encima se lee «nuestros».

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cincuenta años118, que serán [f. 191] respeto de los antiguos de a tres meses, muchos, y [d]e los de a me[s]119, muchísimos. A esto dijo Laminio: —Así es que varias opiniones hay en eso120, mas yo me conformo con el sentimiento de san Jerónimo y los que le siguen, y digo que los años eran como los nuestros, si bien de menos meses, pero esos pocos meses contenían los mismos días de 3121 d[ías] p[or] cada un año. Porque, a no ser así, no se escribieran por notables las vidas de aquellos que, reducidas a treinta días por año, fuera[n] limitadas y cortas, y aunque fueran los días noventa. Y pues aquellos fueron notados por de larga vida, y no todos los de aquel tiempo, los años fueron como los nuestros y, como notable, la longitud de sus vidas se puso en historia. Además que, a no ser así, no llamara a la vida de aquellos primeros padres «segunda inmortalidad», en cierta manera. Además, que para dejar poblado el mundo depués del diluvio y antes, fue necesario así que viviesen muchos años y fuesen hábiles para engendrar tanta gente que de otra suerte no fuera posible. A esto replicó el caballero: —Bien convence[n] esas razones y yo así lo creo, mas yo deseo saber si lo es que el que una vez llegó a viejo pueda remozarse porque —aunque lo del Jordán ya lo he entendido en otras ocasiones122— el remozarse allí se entiende ya un renacerse moralmente, porque allí se instituyó el sagrado sacramento del bautismo en quien todos los fieles renacemos, como nos lo dejó enseñado Cristo123; no pregunto de esa regeneración sino si es posible que, por medios humanos, el viejo [f. 191vº] que llegó a serlo con canas y rugas, pueda perdellas, no digo con ungüentos tiñéndolas, como los que nota Marcial que se acostaban cisnes y amanecían cuervos124, sino que a la verdad sea ello así porque hay

118 Patón parafrasea a Torquemada, quien cita a Plinio en Nat. 7, 159. Este se refiere al Tmolus, hoy Boz Dag, cadena montañosa de Lidia, cuya cima se llama Tempsis, y a C. Licinio Muciano, que había sido legado en Licia bajo Nerón y tres veces cónsul; sus Historiae fueron utilizadas a menudo por el naturalista latino. 119 En el ms.: «be los de amer». 120 Laminio se refiere a los testimonios de Eleánico, Sígono (Isígono), Onosecrito (Onesícrito), Solino, Gaudencio Merula, Plinio refiriéndose a Damastes, Tácito, Jenofonte, Alejandro de Alejandro, Ovidio, etc., citados por Torquemada en Jardín de flores curiosas, pp. 161-164. 121 Así en el original. 122 El maestro probablemente se refiere a Vvlg. IV Reg. 5, 10, donde se expresan las virtudes regeneradoras de las aguas del Jordán, cuando Eliseo manda a decir por un mensajero a Namán, afectado de lepra: «Ve y lávate siete veces en el Jordán y tu carne sanará y quedarás puro». 123 Jiménez Patón se refiere ahora al bautismo en el Espíritu Santo y en el fuego, manifestado reiteradamente en el Nuevo Testamento, así Vvlg. Matth. 3, 11; 28, 19; Marc. 16, 16; Luc. 3, 16; Ioh. 1, 33; 3, 5; Act. 1, 5; 2, 38; 22, 16. 124 Mart. 3, 43

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historias que nos lo enseñan, como las que escribe Velasco de Taranta125, en su Filonio, de una abadesa que lo era en un convento de monjas en Morviedro*, en el reino de Valencia —donde era la antigua Sagunto—, siendo de casi cien años y estando muy vieja, la naturaleza, que iba declinando en ella, se esforzó, y cobró virtud de tal manera que el menstro que había dejado de acudirle muchos años había, le volvió como cuando estaba en la juventud y los dientes y muelas que se le habían caído le tornaron a nacer, y las canas se le fueron cayendo, y le nacieron cabellos negros y, engordando de nuevo, desechó las rugas de la cara, y le crecieron los pechos y quedó tan moza como cuando era de treinta años. Y, saliendo la fama del caso como notable, la iban a ver, pero ella se escusaba y no quería salir sino muy pocas veces. Plácido dijo: —Añadid a eso lo que sucedió en Taranto, el año de 1530, que un viejo de otros cien años rejuvenesció126 en la manera que habéis dicho de la abadesa127. El administrador dijo: —Depués que estoy aquí administrando, me afirmaron por cosa cierta, con muchas veras que, los años pasados, el almirante don Fadrique, pasando por la Rioja, halló un hombre que al parecer sería de cincuenta años, y le dijo que había sido lacayo de su abuelo. Y, poniendo dificultad en creerlo, por ser mucho el tiempo que había pasado, le afirmó el hombre que era así, con toda certeza, porque él tenía cien años y había experimentado en sí que había rejuvenecido depués de ser viejo. [f. 192] El almirante, aún no satisfecho, quiso averiguar la verdad y halló ser así128. —Hernán Lope de Castañeda —dijo Plácido— escribe que, en la India de Portugal, en su tiempo, siendo gobernador Nuño de Acuña, vivía un hombre

125 Valesco o Vasco de Taranta (c. 1382-1418), médico portugués, formado en Montpellier y protomédico del rey de Francia. Fue autor del volumen De epidemia et peste, uno de los primeros libros de medicina impresos en España en versión catalana del jurista Joan Vilar (Compendi utilissim contra pestilencia, Barcelona, 1475) y posteriormente traducido al castellano. Jiménez Patón se refiere a la Practica usualis quae alias Philonium dicitur, repetidamente editado (1484, 1490, 1500, etc.); la fuente de este caso y de los siguientes es, una vez más, Torquemada, Jardín de flores curiosas, p. 165. F. de Lugo y Dávila, en su novela De la juventud, cita el caso con ligeras variantes en cuanto al médico: Blasco de Tarento y el lugar: Mombedre. Véase Arcos, 2009, pp. 263-264. 126 rejuvenesció: «rejuveneció». Es caso poco común, pues el CORDE solo registra cuatro ocurrencias de mantenimiento del grupo culto en este verbo, todas del periodo áureo. Curiosamente, tres de los registros mencionados proceden del Jardín de flores curiosas, de Torquemada, cuyo relato está recogiendo el maestro Patón en este pasaje. 127 Torquemada, Jardín de flores curiosas, pp. 165-166. 128 Torquemada, Jardín de flores curiosas, p. 166. Se refiere a don Fadrique Enríquez de Mendoza, (c. 1390-1473), segundo almirante de Castilla y padre de doña Juana Enríquez, reina consorte de Juan II de Aragón y madre de Fernando el Católico.

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remozado que probó con instrumentos129 bastantes había vivido trecientos y cuarenta años; y otro, moro, en la ciudad de Bengala, trecientos años, y de otros se cuentan otras cosas semejantes130. Prosiguió el caballero: —También me hace creer que esto es posible lo que refieren las fábulas que, aunque lo son, ninguna deja de tener principio y fundamento en alguna verdad. Esquilo escribió de las amas que criaban a Baco por orden de Júpiter que no solo le alimentaban, mas que era de suerte que le entretenían la edad y, siendo en los131 años hombre, parecía niño132. Ferecides cuenta de Medea que, recociendo a Jasón, lo remozó. Y Ovidio, Simónides y Licofrón refieren otras cosas al modo133. Decidnos vos, Laminio, en esto, vuestro sentimiento. El cual respondió así: —Las fábulas se tengan por tales, que es tanto como decir mentiras, porque, aunque bajo de su corteza hay alguna dotrina moral, si a la apariencia de la letra atendemos, padeceremos mucho engaño, pues aun de la de las sagradas profecías dijo el Apóstol que «la letra mata como el espíritu da vida134». Cosa es cierta y de fe católica que, aunque sea con orden del demonio, otro que Dios no puede dar vida ni hacer verdaderos milagros. Con esto no hay lugar a tales embustes ni ficiones, que no solo se hallaron entre los griegos y gentiles, pero aun entre católicos, en España, se iba introduciendo otra [f. 192vº] de don Enrique 129 instrumento: «Escritura, papel o documento con que se justifica o prueba algo» (DLE). Véase Torquemada, Jardín de flores curiosas, pp. 166-167. 130 Jiménez Patón resume bastante mal las dos anécdotas recogidas por Torquemada, Jardín de flores curiosas, pp. 166-167. Precisa este que el suceso se halla en el octavo libro de la Crónica de López de Castañeda y que, en el año 536, fue presentado a Nuño de Acuña el hombre en cuestión, natural de Bengala, el cual en su juventud había sido gentil y luego, moro; había rejuvenecido cuatro veces y tenido setecientas mujeres. También en este mismo tiempo había en Bengala otro moro, llamado Jequepir, natural de Jogue, de trescientos años. Torquemada sigue citando autores que dan cuenta de lugares donde hay longevidades extraordinarias. Conocemos la opinión de Cervantes al referirse a dos obras de Torquemada, sin citar su autoría, cuando el cura dice que no sabe determinar cuál de los dos libros —Don Olivante de Laura y el Jardín de Flores— es más verdadero o, por decir mejor, menos mentiroso. Véase Cervantes, Don Quijote de la Mancha, I parte, cap. 6, p. 68. 131 En el ms. aparece tachado «edad». 132 Este dato se hallaría en Las nodrizas de Baco, un drama satírico perdido. Ov. Met. 3, 314-315 alude a las ninfas Niseidas que ocultaron a Baco y le alimentaron de leche. La fuente patoniana es, sin duda, la novela de F. de Lugo y Dávila (c. 1558-1660), De la juventud. Véase Arcos, 2009, p. 264: «[...] pues como escribe Eschylo, Baco rejuvenesció sus nutrices». 133 Todas estas citas desde Esquilo a Licofrón se hallan en las Mithologiae (1551) de Natale Conti (c. 1520-1582). Según este, Medea remozó a las mencionadas nodrizas de Baco, a Esón, padre de Jasón, y a este mismo con sus hierbas y cocimientos. Véase Comitis, Mythologiae, lib. 6, cap. 8, p. 318. Cf. Arcos, 2009, pp. 264-265. 134 Vvlg. II Cor. 3, 6.

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de Villena135, a quien llama el vulgo «marqués» que, a no haber un amigo nuestro136 desengañado y enseñado lo cierto, echara más raíces que las que habéis referido. Dar vida es negocio reservado para el autor de la naturaleza y a quien él lo comunicare, como se esperimentó en sus santos y en lo que le sucedió al mágico Simón con san Pedro137. Así que no hay para qué tomar semejante cosa en la boca. Lo que es rejuvenescer, desechar canas y rugas, y parecer de menos siendo de más edad, eso sí es posible y contingente, si bien raro y estraordinario; y supuesto que la edad de alguna persona sea larga, conforme la constitución divina en la tal, podría ser sucediese, como consta de las historias referidas que tengo yo por verdaderas, y esto por medio de alguna[s] bebidas medicinales para tal efeto o comidas. Y en este sentido y desta manera, podrá ser verdad lo que dice Ovidio en el libro sétimo de sus Transformaciones cuando dice: Luego, dejando las canas en su barba y al cabello, el que blanco ser solía se descubrió color negro. La amarillez, tez y paño138, y la flaqueza huyeron, sin rugas la hermosa cara, gordo y muy lucido el cuerpo. Los miembros muy renovados, Esón, tal mudanza viendo,

135 El escritor Enrique de Villena (1384-1434) fue un individuo de gran cultura con fama de brujo por sus estudios de alquimia, astrología, etc. Escribió un Tractado del aojamiento o fascinología y, a su muerte, fue quemada su biblioteca por orden de Juan II de Castilla. Mantuvo largas estancias en tierras catalanas y una constante relación con los reyes de la corona catalanoaragonesa. Fruto de ello son Los doce trabajos de Hércules (1417), obra escrita originariamente en catalán, y el Arte de trovar (1433), donde trata de introducir en Castilla los tratados de la gaya ciencia provenzales y catalanes. Es autor, además, del Arte cisoria y de las traducciones de la Eneida y de la Comedia de Dante. Su figura y la leyenda creada en torno a ella han inspirado a diversos escritores posteriores. 136 Se refiere al propio Quevedo quien, sin citar expresamente a Villena, mantiene una cita con él en el Sueño de la Muerte (1627), quinto y último de Los sueños. 137 Vvlg. Act. 8, 9-24. Alude a la imposición de manos por parte de Pedro y Juan a los bautizados de Jerusalén con objeto de comunicarles el Espíritu Santo. El mago Simón pretende conseguir el mismo don con dinero por lo que recibe la maldición de Pedro. 138 paño: «Mancha oscura que varía el color natural del cuerpo, especialmente del rostro» (Aut.).

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se admira, y de cuarenta años, se juzga en el brío y gesto139.

Esto es posible en la manera dicha y consta del águila como lo canta el real profeta David140, a quien mira lo de Esaías cuando dice: «Los que esperan en el Señor cobrarán muchas [f. 193] fuerzas y sus alas serán como de paloma141». Y en las serpientes y culebras se esperimenta cada día esto de renovarse pues [cada] dos años mudan la piel. Si bien dicen las fábulas que esto fue una inorancia de la madrastra de Heba* que, por dar a los hombres la bebida, la dio a las serpientes para remozarse142. Pero esto no obstante, tengo por cierto lo dicho de que, si los hombres tuvieran conocimiento cierto de algunas plantas y polvos medicinales, gozaran deste beneficio, como algunos han dicho que sucediera si Dios no hubiera permitido se perdiera el libro que escribía Salomón, en que trataba dende el cedro del Líbano hasta la yerba hisopo que nace arrimada a las paredes143. Y digo que, ya que los hombres, por la cortedad del saber humano que esuda del pecado, no alcanzan este conocimiento, el demonio lo tiene porque, aunque perdió la gracia, no la naturaleza y, si Dios le diese licencia, podría medicinar algunos de suerte que consiguiesen este fin, pero no hemos de creer se la dará porque, si la tal rejuvenecencia144 importase a su servicio y al bien 139 Ov. Met. 7, 289-293. Se refiere a los jugos de Medea que sustituyen la sangre de Esón. F. de Lugo y Dávila en su novela De la juventud traduce los mismos versos. Cf. Arcos, 2009, pp. 264-265. 140 Si nos atenemos a la muy probable fuente de las Disquisitionum magicarum libri VI de M. del Río, este se refiere en primer lugar al salmo 102, 5: Renouabitur ut aquilae iuuentus tua. 141 En segundo lugar, M. del Río cita a Isaías 40, 31: Qui autem sperant in Domino mutabunt fortitudinem, / assument pennas, sicut aquilae. 142 Jiménez Patón traduce a M. del Río, muy atolondradamente, dificultando la comprensión de la fábula. Narra el jesuita que los mortales pedían a Júpiter un brebaje para alcanzar la eterna juventud y se pregunta: «¿Por qué Hebe, madrastra [se entiende para los humanos], quitó al hombre la esperanza de este beneficio? Pues cometió la imprudencia de confiar tan saludable fármaco, enviado por Júpiter, a un asno que permitió beberlo a la serpiente». Su fuente es Pierio Valeriano, citado al margen, y procede a su vez de Nicandro de Colofón (siglo II a. C.). Este especifica la fábula, pero no alude a Hebe, hija y mensajera de Júpiter. Narra que el asno, cargado con el brebaje, tiene sed y encuentra una fuente, guardada por una serpiente; esta le dice que solo le permitirá beber si le da toda la carga que lleva. De ahí que las serpientes muden su piel y rejuvenezcan. Véase Valerianvs, Hieroglyphica, lib. 14, cap. 3, pp. 103-104. 143 La sabiduría de Salomón está referida en Vvlg. III Reg. 4, 29-34. En 33 dice exactamente: «Disertó acerca de los árboles, desde el cedro del Líbano hasta el hisopo que nace en el muro, y acerca de los animales, de las aves, de los reptiles y los peces». Por otra parte, en III Reg. 11, 41 se alude al «Libro de los hechos de Salomón», hoy perdido como muchos otros mencionados en la Biblia. 144 rejuvenecencia: probable neologismo de Patón. No se halla ni en el en el NTLLE ni en el CORDE. De su constitución, con base verbal, se deduce el sentido «acción y efecto de rejuvenecer», siguiendo el modelo de comparecer > comparecencia o persistir > persistencia.

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público, su majestad dar[í]a a la tal persona [lo] importante para el tal bien; la naturaleza, dispuesta en aquel modo conveniente o milagrosamente, la repararía, pues que, sin milagro, antes por medios naturales, reparó la de aquellos que habéis repetido. Porque no repuna a la naturaleza que con algunas bebidas y comidas saludables se reparen el calor natural y húmido radical145 y las demás cosas necesarias para este efeto; pues no es imposible en el cuervo ser blanco aunque es raro, también no lo será la mudanza de las canas en negras. Don Alejo Piamontés pone algunos remedios con que se conserva la buena tez y juventud, y otros médicos146. Y algunos autores afirman [f. 193vº] que, en la India oriental, en una isla llamada Bonica, hay una fuente cuya agua es más preciosa que el mejor vino porque a quien la beba le quita las canas y rugas y de viejo le hace mozo, y lo mismo escribe, desta fuente que hay en Lucaya, Pedro Chieza147. Y así, con tales socorros, bien puede conservarse la juventud y reponerse la perdida. Dirá alguno que con todo lo dicho no ha lugar lo que enseñamos porque la vida del hombre está determinada por Dios, y tiene constituidos sus términos de que no puede pasar, según lo dijo el profeta y el mismo Dios en el Génesis. Parece le señaló ciento y veinte a Moisés, y así lo dijo148: «¡Oh! Se me cumplen los ciento y veinte años, no puedo pasar adelante»149. Esto lo confirman algunos dotores con razón numérica diciendo no puede pasar destos la vida más larga ya que esta contiene el número perfeto150 de tres cuatros, que son tres cuarentenas, y cuatro tres, y doce diez. A lo cual se responde que, no obstante que a Moisés le diese Dios la vida determinada de ciento 145 húmido radical: modernamente, húmedo radical. «Entre los antiguos, humor linfático, dulce, sutil y balsámico, que se suponía daba a las fibras del cuerpo flexibilidad y elasticidad» (DLE). 146 Alessio Piamontese parece ser una invención de Girolamo Ruscelli (1500-1566), quien, en 1555, publicó I secreti del reverendo donno Alessio Piamontese, de cuyo volumen, entre este año y 1699, se hicieron más de cien ediciones y varias traducciones. En el año 1563, se publicaron tres versiones del Libro de los secretos en España: Barcelona, Alcalá de Henares y Zaragoza. 147 Jiménez Patón se inspira probablemente en F. de Lugo y Dávila, quien en su novela De la juventud pone en boca de Iacome Viteli estas palabras: «Y es cierto, que la Providencia divina dexó en yerbas, piedras y aguas, virtudes tales que, a conocerse y saberse aplicar, se hiziera esta maravilla de naturaleza más vezes de las que se han visto en los ejemplos referidos; y quanto a las aguas, Cardano, Langio y Pedro Chieza cuentan que en Bonica y Lucaya ay fuentes de agua, cuyo licor es más precioso que el vino y con virtud más eficaz para prestar como una nueva juventud, con las partes que pinta Ovidio, y no es de admirar que aya fuentes con virtudes maravillosas, cuyos ejemplos refieren Aristóteles, Hist. Anim. lib. 3, cap. 12 y otros muchos autores que sería alargar citarlos todos». Véase Arcos, 2009, pp. 265-266. 148 Sigue una palabra ilegible en el ms. 149 Vvlg. Deut. 31, 2. Cf. Mexía, Silva de varia lección, lib. 4, cap. 7, p. 368. 150 Se refiere al número 12, el que tiene más divisores naturales.

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y veinte años, fue vida de un individuo y Él mismo la dio a otros más larga de novecientos y de mil años, como consta de la de Adán, Matusalén y otros151. La razón numérica es frívola y supersticiosa y, así, no tiene aquí lugar. Además que la vida la puede alargar Dios a su voluntad, haciéndola pasar y esceder de lo determinado por la naturaleza, todo aquel tiempo que fuere servido, como se dice conservó la vida de Enoc152 y Elías153 y aun la del evangelista en el Paraíso154. Y aunque algunos quieren defender que no hay medicina que pueda sustentar y reparar en tan gran manera el calor natural y húmido radical155, otros médicos dicen que sí es posible haber[la]; como hemos ya dicho y volvemos a decir, que no habrá médico más todopoderoso que le pueda hacer pasar del término señalado por la naturaleza, porque eso no puede ser [f. 194] menos que por milagro y particular privilegio de Dios, mas seranlo los medicamentos poderosos en hacerle llegar156 y término que, sin tal ayuda natural, no pudiera la misma vida llegar, como cosa cierta es que yo, comiendo y bebiendo, he vivido hasta hoy, mas, si me hobiera privado de lo uno y de lo otro, me hobiera muerto si Dios no me sustentara de milagro. Y como la otra hija —que cuenta Valerio Máximo— sustentó bueno y gordo a su padre preso y condenado a que en la cárcel muriese de hambre, y ella le conservó la vida y salud con leche de sus pechos157. Aquí no defendemos por esto que el hombre pueda hacerse inmortal, sino que puede alargar su vida con buen gobierno y medicinas al término que le

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Estas edades fabulosas se mencionan en Vvlg. Gen. 5, 1-32. Cf. Mexía, Silva de varia lección, vol. I, lib. 1, cap. 1, p. 169. 152 Enoc engendró a Matusalén a los setenta y cinco años y vivió trescientos sesenta y cinco, según Vvlg. Gen. 5, 21-4. En Vvlg. Sirach 44, 16 hallamos: Enoch placuit Deo, et translatus est in paradisum. 153 Vvlg. IV Re. 2, 11: Ecce currus igneus et equi ignei diviserunt utrumque; et ascendit Elias per turbinem in caelum. 154 Alude a la llamada «Asunción de san Juan», basada en la última parte de las apócrifas Actas de san Juan; el hecho de su desaparición en Éfeso, donde vivía, y de no hallarse su cadáver, dio origen a esta leyenda, incorporada al mundo del arte por Giotto y su discípulo Tadeo Gaddi. 155 P. Mexía se refiere a este tema y afirma que la vida y sustentación del cuerpo humano consiste en la proporción y armonía de las cuatro cualidades que provienen de los cuatro elementos de que somos compuestos: humedad y calor, frialdad y sequedad. Asimismo, precisa que puede tener más larga vida el que tuviere más y mejor proporción y temple entre estas cuatro cualidades, teniendo el primer lugar el calor y el segundo la humedad y sirviendo los otros dos de sus oficios en el punto que convenga, y el que más falta tiene de este temple y medida, puede vivir menos. Véase Mexía, Silva de varia lección, vol. I, lib. 4, cap. 6, pp. 358-366. Cf. Huarte de San Juan, Examen de ingenios para las ciencias, cap. 14, p. 298, donde, siguiendo a Galeno, afirma que la vida muy larga es propia del hombre templado. 156 Sigue una palabra ilegible en el ms. 157 Val. Max. 5, 4 ext. 1. El tema ha suscitado una abundante iconografía.

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está constituido, al cual no llegará faltándole estos medios. Y demos paso que Dios diera licencia a alguno que comiera hoy del árbol de la vida que está en el Paraíso158; era dársela para alargársela por muchos años, mas no para hacelle inmortal, que eso tiene necesidad de particular privilegio, el cual es cierto no concederá a nadie, pues no se le concedió a su Santísima Madre, pues es cierto que murió, si bien su divino cuerpo subió como su alma al cielo. A Enoc y Elías les concedió el sustento del árbol de la vida, del cual gozan, pero conservándose para morir en defensa de la honra y ley de Dios159, haciendo guerra al pérfido endemoniado Anticristo. Y digo así que, no obstante que Dios puede conceder esta larga vida a quien quisiere, los hombres, si fuéramos cuerdos, no la habíamos de desear pues es cierto que la más larga está más llena de desventuras, males, trabajos, calamidades y miserias, aunque en [f. 194vº] esto no acaba de llegar el desengaño. Dice muy bien a este propósito san Agustín160, en el salmo 36161: Si los hombres vivieran todo el tiempo que hay, dende que Dios162 [echó] del Paraíso a Adán hasta el día presente, se desengañaran de que su vida había sido breve y la tuvieren por momentánea.

Porque es vida dudosa, ciega, calamitosa, y por eso la llamó el proverbio [...]163, que es la borbotija164 que hace la agua cuando llueve y es muy acomodada comparación, pues se deshace la una y la otra con un soplo165. Y es la mayor desventura que, siendo esta verdad tan cierta, casi todos tratan de si pueden vivir

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Vvlg. Gen. 2, 9. El árbol de la vida o árbol de la ciencia del bien y del mal se hallaba en mitad del Paraíso terrenal (Gen. 2, 9). San Justino, Tertuliano, san Epifanio, san Agustín, san Juan Damasceno, santo Tomás y otros doctores y padres de la Iglesia, mantenían la teoría de Jiménez Patón, quien pudo sacarla de cualquiera de ellos. 160 Sigue una palabra ilegible en el ms. 161 Avg. In psalm. 36, 10. 162 En el ms. aparece una tachadura; encima se lee «el Paraíso». 163 Sigue una palabra ilegible. 164 borbotija: «burbujita». Esta voz no aparece en el NTLLE ni en el CORDE. Terreros registra la muy similar borbotilla, y también borbolla, definidas ambas como «burbujica»; Domínguez, en su «Suplemento», recoge borbotilla; el Aut. deja constancia de borbollón y borbotón, así como del verbo borbotar «Nacer o hervir el agua impetuosamente y haciendo ruido». 165 Encontramos el símil de la vida humana como una burbuja en Varro, Rust. 1, 1, 1: quod, ut dicitur, si est homo bulla. Probablemente su divulgación se debe a Erasmo que lo introduce en el adagio 2, 3, 48 Homo bulla y, a partir de entonces, deviene un motivo iconográfico muy frecuente en la historia del arte. 159

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mucho y no de vivir bien, que es lo que ha de soldar166 las faltas desta vida en la eterna y, olvidados desta, procurando la temporal, no sabiendo huir las ocasiones, antes poniéndose en ellas por momentos, cuales llevados de la desordenada codicia —raíz y fundamento de todos los males—, se embarcan en los mares donde perecen y otros mil infortunios que a los hombre[s] suceden en la honra, salud y hacienda, sin saber sacar destas calamidades el fruto que pudiéramos. Dios nos alumbre para que, en lo que viviéremos, sigamos el camino de sus mandamientos, guardándoles, que este es el derecho y la verdadera vida. A esto dijo el administrador: —Mucho bien habéis tratado las materias, una y otra, pero este final me ha dado particular gusto, porque camina al verdadero desengaño de las cosas desta vida cuyos daños, aunque los vemos y conocemos y aprobamos lo bueno y hablamos dél como debemos, nos vamos tras de lo [f. 195] peor, dejándonos llevar de la ceguera de nuestras pasiones sensuales y de carne sin dar lugar el apetito a la razón ni el cuerpo al espíritu, sin que escarmentemos en cabeza ajena, ni aun en las propias nuestras, pues muchas veces nos suceden cosas que eran poderosas [y] han de estar [en] cualquier entendimiento que no estuviera tan estragado, divertido167 y ciego. Discurramos dende el principio del mundo hasta el estado presente, que hay de todo, pues de lo más escelente no se168 puede hallar memoria. Aquellos siete milagros169 celebrados de los historiadores y el que lo fue mayor que todos juntos, el templo de Salomón, ¿qué se hicieron? Las monarquías, figuradas en tantas cosas de asirios, medos, persas, griego[s] y romanos, ¿dónde están? Las riquezas de Átalo170, Craso171 y Creso172, ¿quién podrá dar de ellas una blanca173? Consideremos, pues, que lo que ha sido ha de ser porque nada hay nuevo debajo 166

soldar: «Metafóricamente vale componer, enmendar y disculpar algún desacierto con algunas acciones o palabras para que quede satisfecho quien las notó» (Aut.). 167 divertido: en el sentido de: «apartado, distraído de los asuntos en los que debe aplicarse». 168 En el ms. aparece una tachadura. 169 Se refiere a las siete maravillas del mundo. Con ello, Patón introduce el tópico literario medieval del ubi sunt?, correspondiente a la filosofía pesimista de la historia. Hace tres preguntas: ¿qué?, ¿dónde? y ¿quién? —esta última formulada bien originalmente, por cierto—, abiertas a las comparaciones bíblicas de la caducidad, otro tópico al servicio de la fe cristiana. Véase Morreale, 1975, pp. 471-518. 170 Las riquezas de Átalo III, último rey de Pérgamo, eran proverbiales. Al morir (133 a. C.), dejó en herencia a Roma ciudades de su pequeño reino como Esmirna, Éfeso, Pérgamo, etc., que formaron la provincia de Asia. 171 M. Licinio Craso compartió el primer Triunvirato con César y Pompeyo. Plinio calcula su riqueza en 200 millones de sextercios. Véase Plin. Nat. 33, 134. 172 Creso fue el último rey de Lidia (c. 564-547 a. C.), conocido por su riqueza proverbial. Véase Erasmvs, Adagiorum, 1, 6, 74: Croeso, Crasso ditior. 173 blanca: «Moneda de vellón, que según los tiempos tuvo diferentes valores» (DLE).

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del Sol174 y todo es vanidad de vanidades, y todo vanidad175. Y siendo esto así, el hombre, que es un poco de polvo, ceniza y tierra, sombra y viento, y lo mismo trata a las cosas desta vida como si en ellas se hobiere de eternizar sin que baste a desengañarle la pobreza del conocido, muerte del amigo, destierro del pariente, caída del más levantado, abatimiento del más poderoso, inominia del más engreído, prisión del valiente, castigo del facineroso, inquietud del pacífico y ruina de pueblos, estrago de ejércitos, asolamiento de provincias y reinos, ni otros millares de sucesos que cada día se oyen, leen, entienden, advierten, y ven dotrina con ejemplo bastante para volver sobre nosotros176 y, entrando en cuenta177, componer los [f. 195vº] distraimientos178, ordenar los escesos, refrenar los deseos, corregir las obras, moderando las palabras. Para decir esto tengo muchas causas, mas la que al presente más me mueve es lo que estos años ha sucedido en esta costa y en las demás de España, entrando moneda de vellón que es quien ha puesto al reino a pique179 de perderse y que con haberse hecho los años pasados tan grandes castigos en Málaga, sea tan poco el escarmiento que se hayan venido a coger juntos de una vez veinte y más naves cargadas della, sin las que por otros puertos y playas han entrado180. Pues, ¿qué diremos de los que, ciegos con la privanza de los príncipes, han escedido los límites de la razón en gran manera en soberbias, iras y codicias y, aunque por bien suyo muchos han caído y han sido castigados como es justo, los que les suceden no escarmientan con la dulzura de la privanza y se dejan llevar a lo que no es razón? El otro capitán valeroso, que lo fue en los principios y medios de sus andanzas buenas, al fin las deslustró con los ruines fines de su descomulgada codicia. Y ni estos ejemplos ni otros ponen freno a los que ahora van por los mismos caminos, despeñándose como los que les precedieron o más precipitadamente. Dios nos guíe de su mano para que acertemos, que cierto es lastimoso negocio. El caballero peregrino dijo: 174

Vvlg. Eccles. 1, 10: Nihil sub sole nouum. Vvlg. Eccles. 1, 2: Vanitas uanitatum et omnia uanitas. 176 Sic en el ms. Debiera decir: «sobre sí mismos». 177 entrando en cuenta: «recapacitando». 178 distraimiento: en el sentido de «libertad y licencia en las costumbres». 179 poner a pique: «Modo adverbial que significa “cerca, a riesgo, contingencia”» (Aut.). 180 Jiménez Patón alude a una lacra económico-social existente en la época: la entrada de moneda falsa de vellón en Málaga y otras localidades costeras. El contrabando se remontaba a épocas anteriores y no faltaban denunciadores: Juan de Mariana, Pedro de Valencia, Pedro de Oña. Se daban pragmáticas castigando con duras penas, incluso muerte, a los introductores, receptores y encubridores, que alcanzaban a los descendientes hasta la segunda generación. Además de las pragmáticas, incluso se involucraba a la Inquisición, para que los delitos económicos pasasen a ser delitos de conciencia. Véase García Guerra, 2007, pp. 725-734. 175

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—Yo soy más mozo que ninguno y, en mis menos años, tengo hechas algunas advertencias de los prodigiosos sucesos que, en pocos días, han acontecido181 en nuestros tiempos y en nuestra patria España, y de aquí [f. 196] infiero los que habrán sido depués que Adán fue desterrado del Paraíso, y por todo el mundo; y, cuando me acuerdo de que de los dos primeros hermanos que hubo en el mundo quitó la vida el uno al otro182, veo que es crencia183 y que se pudiera renunciar para escapar mejor. Veo otros de los mejores que el mundo tuvo que se conjuraron tras su hermano inocente y lo vendieron para esclavo184. Y advierto que son historias tan ciertas como las otras cosas que nos enseña la fe en las historias sagradas. No son fábulas milesias185, cuentos de viejas, transformaciones poéticas, ni libros [de] caballerías, antes verdades santas, católicas, piadosas, y ciertas. Sin duda también lo es lo que dice Juvenal que la escuridad y niebla de nuestros entendimientos no nos deja hacer discursos en el conocimiento destas cosas como conviene porque, si dejara, sin duda hobiera otra enmienda186. El administrador replicó: —A otros hombres doctos he oído citar en conversaciones187 a ese autor, diciendo tiene una admirable sátira a este propósito —que yo confieso no he visto pero he deseádola y estimara verla— que, aunque mis ocupaciones me divierten [a] otras cosas de que se ofrece alguna cosa acomodada, no dejo de pasar los ojos por las tales, que aún hoy tengo algunos cartapacios de semejantes dotrinas curiosas. El peregrino dijo: —Ocasión se ofrece que satisfaga vuestro deseo porque mi compañero Plácido, [f. 196vº] aficionado a letras humanas para el servicio de las divinas —que no siendo así no son de provecho—, entre otras cosas que en ocasiones desocupadas ha trabajado, es en la tradución ilustrada de esa sátira, con razón celebrada, y que no sé yo por qué no se le puso nombre de sermón188 como a los de Horacio, pues lo merece mejor que ellos. Mucho se alegró el administrador de oír esto y así le pidió que, pues la traía en su alforja, les diese un buen rato leyéndosela. No fue Plácido de los cantores 181

En el ms. aparece una tachadura. El episodio de Caín y Abel se halla en Vvlg. Gen. 4, 8. 183 crencia: es variante de creencia, con reducción del hiato románico presente en creer. 184 En Vvlg. Gen. 37, 8, se halla la venta de José a los ismaelitas por parte de sus hermanos. 185 Las fábulas milesias, originadas en Grecia en el siglo ii a. C., pertenecen a un género narrativo breve, realista y divertido, de trasfondo erótico. Luis Vives las consideraba una pérdida de tiempo y Cervantes las definía como «cuentos disparatados». 186 La filosofía de esta frase deriva de Ivv. 10, 4-6. 187 En el ms. hay varias palabras tachadas. 188 El maestro utiliza el término en el sentido cristiano, actualmente en vigor. En el mundo clásico, en el que se incluye Horacio, significaba ‘conversación’, ‘diálogo’, ‘sátira’, etc. 182

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que murmura Horacio que, rogados, no se puede con ellos que canten y, cuando no se les pide, suelen cantar sin cesar, cansando y enfadando a los oyentes189. No era desta condición, antes, estimando la honra que a sus estudios y ocupaciones querían hacer, prometió leérsela de buena gana pero, porque parecía desazonada ocasión la presente por lo que había precedido, y porque se hacía hora de irse a dormir, y por no tener a mano los cartapacios, se dejó para otro día con gusto de todos. Fuéronse a dormir aquella noche y a la mañana, en levantándose, acudieron a la santa iglesia del glorioso apóstol, donde, oyendo misa, rezando sus devociones, se estuvieron hasta medio día que vinieron a comer, y depués de haber reposado un poco de tiempo, se volvieron a la conversación donde Plácido, sacando el cartapacio, leyó así190:[f. 197] Desengaño y freno para los deseos humanos, por Junio Juvenal, natural de Aquino, en la sátira décima, traducida con ilustración en lengua española.

—En esta sátira, Juvenal, poeta latino, con agudeza satirizando y con moral dotrina enseñando, censura los inorantes y locos deseos de los hombres, poniéndoles moderación y freno, y desengañándolos con los ejemplares sucesos que para escarmiento nuestro propone. Declara y enseña cómo son muy pocos los que conocen los verdaderos bienes y males, de a dónde procede que casi todos nos dejamos llevar de la apariencia del bien, qué es quien nos causa el desacuerdo191 y desalumbramiento192 que nos frustra el fin que debiéramos pretender, por haber errado el principio y medios por donde dél habíamos de caminar. Concluye con que, por ser tal la inorancia nuestra para acertar en los deseos, no los tengamos si no fueren subordinados a Dios y a Él dirigidos, porque Él solo es el que sabe lo que nos conviene, así en los bienes interiores como esteriores, del espíritu o del cuerpo, de naturaleza, fortuna o gracia, conformando casi toda su dotrina [f. 197vº] con la moral que los cristianos debemos guardar y tener confundidos193 de que un gentil pagano nos dé este desengaño y ponga tal freno al desorden de nuestros deseos, diciendo:

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Hor. Sat. 3, 1-3. A partir de aquí se advierte la mano de otro copista. 191 desacuerdo: «Significa asimismo error o desacierto» (Aut.). 192 desalumbramiento: «Error, desatino, desacierto, ceguedad» (Aut.). Cf. alumbrar: «Metafóricamente, vale tanto como ilustrar, enseñar y hacer patente y claro a otros lo que ignoraban, dudaban o no alcanzaban» (Aut.). 193 confundidos: participio de confundir: «Correr, avergonzar, aturdir y espantar» (Aut.). 190

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Testo §1[1-6] Pocos de los que viven en el mundo, dende Cádiz hasta el oriente y Ganges, por la escuridad que el yerro causa, pueden conocer cómo conviene, haciendo diferencia, los verdaderos bienes y los verdaderos males que en grande manera les son contrarios y distintos. Porque, ¿qué cosas tememos o qué cosa deseamos, fundándonos en razón? ¿Qué cosa —dime— emprendes en tan feliz punto que no venga a pesarte de que tu conato, ansias y deseos, se hayan cumplido? Nota 1 Esta es la proposición de lo que quiere reprehender en esta sátira como ya queda advertido. Y para decir «en todo el mundo» toma dos estremos: Cádiz, ciudad y isla que es la parte occidental en el fin de Andalucía, y Ganges oriental, río de la India de quien trata Plinio194 y Bocacio*195, río que se compone de nueve muy caudalosos, sin las fuentes de su nacimiento, que merece nombre de mar. Ratione [10, 4]. De los afectos del alma dos tocan al tiempo presente, que son tristeza del mal que nos aflige y alegría del bien que gozamos. Destos no dice aquí y aun estos suelen ser tan [f. 198] momentáneos, principalmente los contentos, que casi no paran con nosotros, como dijo Marcial, lib. I, ep. 16196: Gaudia non remeant197, sed fugitiua uolant. Lo cierto es que los pesares nos hacen más compañía, que vienen unos engazados198 con otros, según lo del mismo en el mismo lugar: Expectant curaeque catenatique labores199. Porque apenas hay gusto que no sea principio de disgusto, amarguras y acedías200 aunque estas se podrán es cusar y tener perpetuo contento viviendo

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Plin. Nat. 2, 242-244. Se refiere a la descripción del Ganges (también llamado Fison) en De montibus, siluis, fontibus, lacubus, fluminibus, stagnis seu paludis et de nominibus maris liber, escrito entre 1357 y 1373. El maestro pudo consultar el original latino o la versión italiana de M. Niccolò Liburnio (1474-1557). Véase Boccaccio, Trattato delli Fiumi, Opera di M. Giovanni Boccaccio, pp. 167 y 168-170. 196 Mart. 1, 15, 8. 197 En las ediciones modernas: remanent. 198 Más frecuentemente, «engarzar». 199 Mart. 1, 15, 7. 200 acedía: «Tristeza, angustia» (DLE). 195

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bien, según aconseja Hugo de Sancto Victore lib. 3 De anima: Vis nunquam esse tristis? bene uiue; bona uita semper gaudium habet201. Mas no trata destas dos pasiones sino de las que tocan a lo futuro, que son la esperanza y el temor. La esperanza es el contento librado en el bien venidero de donde proceden los deseos. Y el temor consiste en el miedo del mal que nos puede suceder; y porque la certeza de lo uno ni de lo otro no la podemos tener con el discurso de la razón, por eso dice: ¿Qué tenemos o deseamos que vaya fundado en razón? Quid tam dextro pede concipis [10, 5]. El verbo concipis es muy propio para la ocasión: concebir deseos —decimos—, si bien yo hispanicé «emprender» porque este romance es muy [f. 198vº] sinificativo de aquel latín. Ta[m]202 dextro pede. Hispanicé «en feliz punto» porque los antiguos en las aciones y voces tenían agüeros, y principal mente al entrar y salir de las casas, si entraba o salía el pie derecho o izquierdo delante, porque a aquel tenían por felice y a este por adverso, y así, para decir «en mal punto y mal agüero», dijo Apuleyo en su Asno de Oro: Sinistro pede profectum me spes compendii frustrata est203. Y aun en español decimos «en buen pie» o «en mal pie» para decir «en bueno» o «en mal punto». El tropezar con ellos siempre se tuvo por malo como lo advierte Alejandro en sus Geniales lib. 2 ca. 26204, y también Cicerón205, Plinio206, y Plutarco207; consta de Tibulo, lib. 1, eleg. 3: O quoties ingres[s]us iter mihi tristia dixi Offensum in porta signa dedisse pedem!208

Ovidio: Laodomía* a Protesilao en su carta: Quum foribus uelles ad Troiam exire paternis, Pes tunc offenso limine signa dedit209.

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Esta frase, en efecto, se atribuye al autor y texto citados por Patón, pero hoy se considera de un anónimo autor benedictino y la hallamos en el Tractatus de interiori domo, cap. 25, 52 de san Bernardo de Claraval. 202 En el ms.: tan. 203 Apvl. Met. 1, 5. La cita se halla en el comentario de Ioannes Britannicus Brixianus (ante 1470-post 1518) —en adelante Juan Británico— en Dextro pede.]. 204 Las citas de Patón corresponden a Alexandro, Genialium dierum, lib. 2, cap. 26, p. 102a. 205 Cic. De diuin. 2, 84. 206 Plin. Nat. 2, 24. 207 Plv. TG, 17. 208 Tib. 1, 3, 19-20. 209 Ov. Epist. 13, 85-86. En las ed. modernas: tuus.

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Mas pede dextro era felice agüero, y así, feliz punto. Pues, ¿qué cosa emprendes en tan buena ocasión que depués no te arrepientas de que se haya cumplido tu deseo? Y esto dijo haciendo apóstrofe210, y prosigue dando el porqué deste arrepentimiento y pesar. [f. 199] § 2 [7-11] Porque los dioses, fáciles en conceder a cada uno lo que desea, acabaron con las familias y casas enteras. Desean y piden los hombres cosas que han de ser su ruina o en la paz o en la guerra. Pretende y desea alguno la escelencia, facundia y elegancia con torrente en el orar211, que les causó la muerte a muchos. El otro, confiado en sus fuerzas y admirables por valientes brazos, halló la muerte en ellos. Nota 2 Dii faciles [10, 8]. Horacio, lib. 1 sat. 1, pintando el disgusto de los hombres mal contentos en sus estados, envidiando los ajenos y pidiendo a Dios mudanzas para ellos, finge que Dios, con facilidad vencido de sus ruegos, les concede lo que le piden, y hace al soldado mercader, al jurisconsulto labrador y, habiéndoselo concedido, no solo no están contentos, pero muy arrepentidos del trastrueque y mudanza. Por lo cual Dios, enojado, se la jura y los castiga y promete no ser tan fácil otra vez en concederles sus deseos: Neque [se] fore posthac tam facilem [dicat]212. Y la teología cristiana, como consta de santo Tomás, enseña que muchas veces concede Dios otros deseos de bienes temporales para castigo de los que desordenada mente los tienen y piden213. Dicendi copia [10, 9]. Esto dice por Demóstenes y Cicerón de quienes volverá a tratar su fin.

210

Véase Jiménez Patón, Elocuencia española en arte, cap. 13, pp. 210 y 410. Dice así: «Apóstrofe o aversión es un apartarse del principal intento por menos tiempo que en la digresión, y como que sin haber salido del propósito, como es volviéndose a Dios, al cielo, a las soledades, a las estrellas, a los bosques, selvas y a sí mismo. [...] A terceras personas hay algunos, mas casi todos son hablando con segunda», etc. 211 con torrente en el orar: «con gran caudal de palabras». Corresponde, aproximadamente, a la expresión latina torrens dicendi copia juvenaliana. 212 Patón cristianiza el texto. Horacio se refiere a Iuppiter. Véase Hor. Sat. 1, 1, 21-22. 213 Thom. Summa Theol. 2, 2, q. 83, art. 6.

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Viribus ille [10, 10]214. Este [f. 199vº] fue Milón Crotoniato*215, cuyas fuerzas fueron prodigiosas, del cual se cuenta de más de otras hazañas admirables que, habiendo de sacrificar un toro, se lo echó sobre sus hombros y corrió con él, y luego le mató de una puñada. Estando ya jubilado por su vejez, yendo por el campo, vio una encina que parecía comenzarse a hender en dos gajos; quiso probar su fuerza y, abriéndola más con las manos, se le deslizaron a lo hendido y los gajos se volvieron a su lugar, dejándole asidas las manos de suerte que no las pudo sacar ni hubo quién le remediase sino fueron las fieras, que vinieron a él y le despedazaron y se lo comieron, y así que se cumplió en él lo que dice Horacio de Roma en el Epodon od. 16: Suis et ipsa Roma uiribus ruit216. Esta historia escriben Aulo Gelio217, Valerio Máximo218, Solino219, Estrabón220 y Plinio221, y la toca Ovidio en Ibis: Vtque Milo222 robur deducere fissile tentes Nec possis captas inde referre manus223.

Y aunque estas cosas —elocuencia y fuerzas— han causado la muerte a muchos, más son los que la han hallado en la abundancia de riquezas. Como consta en lo que se sigue. § 3 [10, 12-18] Pero a muchos más ha dado la muerte el dinero que han [f. 200] adquirido y juntado con escesivo224 cuidado. A muchos más ha quitado la vida el querer que la renta de su hacienda sea más que los patrimonios de todos y que esceda en grandeza; como las ballenas del mar de Ingalaterra esceden a los delfines; como se esperimentó en los tiempos infelices y mortales de Nerón; por esta 214

El maestro traduce el comentario de Británico en Viribus ille.]. Milón de Crotona (siglo vi a. C.) fue uno de los atletas más célebres de la Antigüedad, muchas veces vencedor en los Juegos Olímpicos. Cf. Jiménez Patón, El virtuoso discreto, p. 153, n. 352 y Comentarios de erudición («Libro XVI»), p. 138, n. 340. Cf. Covarrubias, Emblemas morales, cent. 1, 56: Vixisse diu nocet. 216 Hor. Epod. 16, 2. 217 Gel. 15, 16. 218 Val. Max. 9, 12, ext. 9. 219 Sol. 1, 76-77. 220 Str. Geo. 6, 1, 12. 221 Plin. Nat. 37, 144. 222 En el ms. hay una «n» tachada. 223 Ov. Ib. 609-610. 224 En el ms. aparece tachado «trabajo». 215

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causa mandó que una cohorte de soldados cercasen225 a Longinos y los huertos escelentes de Séneca que estaba muy rico, y las ilustres casas de los Lateranos; que pocas veces o ninguna vienen soldados a las moradas de los pobres. Nota 3 Bal[la]ena [10, 14]. Hizo la comparación en las ballenas de Ingalaterra, porque dice Plinio, lib. 9226, que las de aquel mar son mayores que las de otros. Longinum [10, 16]227. Casio Longino fue decendiente de Casio, uno de los conjurados que dieron la muerte a Julio César, y traía en su escudo de armas el blasón del mismo Casio de lo cual, ofendido Nerón, le hizo dar la muerte, como escribe Suetonio228. Aunque aquí Juvenal da a entender que por confiscalle las riquezas, y pudo ser todo que, con aquella ocasión, gozó desta. De que a Séneca diese la muerte por quitarle las riquezas que tenía, y que fuese estando en sus jardines y recreación, consta del mismo Suetonio229. [f. 200vº] Y también lo de Plauto* Laterano, recién nombrado cónsul, al cual mató, con tanta prisa que no le dio lugar a abrazar a sus hijos, Turio tribuno, que ejecutó la muerte cercándole las casas con una cohorte230. Hispanicelo así porque decir «escuadra», como nuestros gramáticos, es no considerallo: «escuadra» es de diez soldados y en latino se dice decuria, y «cohorte» es de 666 soldados, que es como un tercio, y así mejor me parece nombralle con el latino, pues español no le tenemos, sino decimos «tercio», y esto ha de hacer novedad y no se ha de entender. Cenacula [10, 18]231. Eran los cenadores. Estos los tenían en lo alto para poder ver dende ellos el campo y la ciudad, como dice Tranquilo232 de

225 226

Nótese la construcción ad sensum. Plin. Nat. 9, 8. Lo mismo se encuentra en el comentario a Balena Britannica.] de Bri-

tánico. 227

El maestro resume el comentario de Británico en Temporibus diris.], Senecae praediuitis.]

y Aedes.]. 228

Svet. Nero, 37. Suetonio, en efecto, en Nero 35, alude a este episodio, pero la fuente más detallada se encuentra en Tac. Ann. 15, 60-64; este historiador afirma que el tribuno de la cohorte pretoriana, Gavio Silvano, cercó su casa y le entregó la orden de darse muerte de parte del emperador. Asimismo, en Ann. 14, 52, alude a las riquezas de Séneca. 230 En este caso, la fuente de Jiménez Patón se encuentra en Tac. Ann. 15, 60. El historiador afirma que el asesino fue el tribuno Estacio, pero Británico, fuente próxima del maestro en Aedes.], dice: manu autem Turii tribuni trucidatus est. 231 El maestro resume el comentario de Británico en In c.]. 232 Se refiere a G. Suetonio Tranquilo, historiador del siglo ii. 229

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Augusto que, dende los cenáculos, veía las fiestas: Ipse circenses ex amicorum [fere] libertorumque cenaculis spectabat233. Y así, por metáfora234, llamaron también «cenáculos» las habitaciones de los pobres y moradas suyas que, por la mayor parte, eran en los zaquizamís235, desvanes, y caramanchones236 de las casas que están en lo más alto a teja vana237. Destas moradas de gente mísera y pobre dijo el mismo Juvenal en la Sat. 3: Vltimus ardebit quem tegula sola tuetur A pluuia, molles ubi reddunt oua columbae238.

O sirven para gente pobre, o de palomares, y aquí nunca [f. 201] enviaron los emperadores a matar a los que allí habitan porque eran pobres y no tenían qué quitalles, como consta también de lo que se sigue. § 4 [10, 19-22] Porque, aunque lleves algunas pocas piezas de plata blanca, si caminas de noche, has de ir temeroso de la espada y el chuzo239, y aun has de temblar de la sombra que hace la caña meneada a lo claro de la Luna. Pero el caminante pobre, sin blanca, podrá ir cantando, aunque haya muchos ladrones. Nota 4 Hispanicé en plural240 porque llena más el sentido con el cual concuerda Séneca a Lucilio, diciendo: Nudum latro transmittit; etiam in obses[s]a uia pauperi pax est241. Al pobre desnudo dejan los ladrones pasar y, aunque más cercados estén los caminos de salteadores, le dejan en paz sin inquietalle. 233

Svet. Aug. 45, 1. El maestro, utilizando numerosos ejemplos, la define así: «La metáfora, o translación, es una salida de su propio significado por semejanza que hay de la cosa que se saca a la que se aplica». Véase Jiménez Patón, Elocuencia española en arte, cap. 4, pp. 128-132 y 309-315. 235 zaquizamí: «El desván sobrado o último cuarto de la casa, que está comunmente a teja vana» (Aut.). 236 caramanchones: es forma con metátesis por «camaranchón»: «El desván de la casa o lo más alto de ella que sirve para tener trastos viejos u otras cosas excusadas» (Aut.). 237 a teja vana, loc. adv. «Sin otro techo que el tejado» (DLE). 238 Ivv. 3, 201-202. 239 chuzo: «Palo armado con un pincho de hierro, que se usa para defenderse y ofender» (DLE). 240 Se refiere al singular latrone usado por Juvenal. Igual hace en la cita de Séneca. 241 Sen. Epist. 14, 9. 234

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§ 5 [10, 23-27] Casi los primeros votos y ruegos que se hacen muy sabidos en todos los templos son: porque vayan en aumento las riquezas, porque el poder se acreciente, y porque no haya otra arca de más caudal que la nuestra en toda la plaza. Pero debías considerar que en vasos de barro nunca se dio veneno en la bebida. Cuando puedes temer te le den es cuando quieras beber en vasos llenos de perlas, cuando el vino [f. 201vº] Setino242 estuviere reverberando en la gran porcelana243 de oro. Nota 5 Ya comienza a particularizar deseos desordenados y, de los primeros y más comunes, son los que los hombres tienen de acrecentar riquezas, lo cual también murmura Horacio en todas sus obras y Persio principal mente sigue este pensamiento, y lo persigue en la sátira 2. Donde dice sacra no ha de decir sino arca244, y añadió la plaza de Jano, porque en la de este dios tenían los banqueros logreros245 sus cajones con dinero para las usuras. & 6 [10, 28-55] Sabiendo esto, ¿es así que alabas lo que al uno de aquellos dos sabios causaba risa, todas las veces que salía de su casa al pueblo, y al otro, al contrario, le hacía llorar? Que aquel riiese246 no es mucho, porque hacer burla riiendo247, es cosa fácil. Lo que ha de causar admiración es imaginar de dónde el otro sacaba tantas lágrimas. Demócrito acostumbraba siempre reírse de todo, aunque en aquellas ciudades no había la toga pretesta, el vestido de magistrado, los lictores, la silla de manos ni la cur[u]l248 del tribunal. ¿Qué hiciera si viera al pretor muy patente en su carro triunfal y muy levantado en medio del anfiteatro, con el mismo 242

Vino de Setia, hoy Sezze. Nótese la denominación peculiar de esta palabra al traducir phiala; el maestro, en la Declaración magistral de la Epigrama de Marcial, lib. 3, epi[s]t. 41, la define así: «Presentole algún amigo a Marcial una porcelana o copa bien labrada con toda perfeción y en ella debuxado un lagartillo tan al natural que parecía estar vivo». Cf. Jiménez Patón, El virtuoso discreto, p. 244 y n. 755. 244 Ignoramos el texto utilizado por el maestro, pues no hay variante textual de arca; por otra parte, especifica cuál era la plaza aludida por Juvenal: el Forum Iani. 245 logreros: «El que da dinero a logro, y lo mismo que usurero [...]» (Aut.). 246 riiese: riese. En el manuscrito aparece la forma sin fusión de la /i/ del radical con la /i/ de la desinencia. Es más frecuente la grafía y en los documentos: riyese. 247 riiendo: riendo. En el manuscrito aparece la forma sin fusión de la /i/ del radical con la /i/ de la desinencia. Es más frecuente la grafía y en los documentos áureos: riyendo. 248 En el ms: «curil». 243

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vestido de Júpiter, y que llevaba, en vez de [f. 202] pintada toga, una tapicería249 de grana pendiente de los hombros y una corona tan grande que ningún hombre ni hombros de uno la podían sufrir? La cual sustentaba un esclavo de la ciudad; sudando iba el esclavo con él en el mismo carro porque no vaya250 muy contento y agradado de sí el cónsul. Junta a esto también ahora el cetro de marfil en quien ha dibujado la águila. De una parte, las chirimías, cornetas, o sacabuches251; por otra, delante, un grande escuadrón de ministros; por otra, vestidos de blanco los romanos a quien hizo amigos suyos la ración que les daban. Aun entonces halló también ocasión de reírse de cualesquier hombres que encontraba aquel cuya prudencia nos declara que también pueden nacer en la patria de los verbeces252 y en regiones de aires gruesos, varones escelentes y que puedan dar muy buenos ejemplos. Reíase de los cuidados vanos y de los contentos, y algunas veces de las tristezas y llantos de los hombres cuando él mismo a la Fortuna que los amenaza, haciendo burla de ella, le daba el cordel con que se ahorcase y una gentil higa253. Según esto, cosas superfluas y dañosas son aquellas por quienes tenéis por lícito y justo encender hachas de cera en los altares de los dioses. Nota 6 Iamne igitur [10, 28]254. Aquí acomoda el sentimiento de aquellos [f. 202vº] dos filósofos: Demócrito, que se reía de todas las cosas en que los hombres ponían su conato y ansias, y de aquellas por quien se entristecían y melancolizaban255, teniéndolas por burlería256 y locura; y Heráclito, que las lloraba, teniéndolas por miseria257; y hace argumento a maiori258, diciendo: 249

Entiéndase: «un manto». vaya: nótese la falta de concordancia en los tiempos verbales. 251 sacabuche: «Instrumento musical metálico, a modo de trompeta, que se alarga y acorta recogiéndose en sí mismo para producir la diferencia de voces que pide la música» (DLE). 252 Jiménez Patón traduce uerbecum como si de se tratara de una localidad. Es el genitivo plural de uerbex/berbex-ecis y significa: «de los borregos». Juvenal lo utiliza en el sentido figurado de «los hombres estúpidos». 253 El maestro traduce y explica con mucho donaire la frase juvenaliana: cum Fortunae ipse minaci / mandaret laqueum mediumque ostenderet unguem. 254 Aquí el maestro tiene muy presente el comentario de Británico en Iam ne igitur laudas.]. 255 melancolizar: «Entristecer y desanimar a alguien, dándole una mala nueva o haciendo algo que le cause pena o sentimiento» (DLE). 256 burlería: «Engaño, ilusión y apariencia engañosa y falaz» (Aut.). 257 Séneca en De ira 2, 10, 5 se refiere a la conocida antítesis entre Heráclito de Éfeso (542-480 a. C.) y Demócrito de Abdera (459-360 a. C.), aprendida de su maestro Soción. Véase Estobeo, Flor. 20, 53. 258 a maiori, locución empleada en el lenguaje jurídico: a maiori ad minus, para expresar de lo más a lo menos. 250

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Si de las cosas de su patria y de aquel tiempo antiguo, que eran muy en otra manera, se reía, ¿qué hiciera si viera la de nuestros tiempos con tal demasía y esceso?

Y si Juvenal viera las de los nuestros, nueva risa le causara o mayor llanto. Entre las cosas que nota de vanas y superfluas es la grandeza de la corona que era tanta que el que triunfaba no la podía sustentar, y con él iba un esclavo a quien llama «público» porque no era de particular sino de la ciudad —que los había—, como consta de Valerio Máximo lib. 2. Dice que enviaron un esclavo público de la ciudad, de nación cimbro, a que diese la muerte a Mario en Minturnas259. Este le ayudaba a sustentar la corona y le iba advirtiendo que no se envaneciese con la260 maj[estad] y grandeza del triunfo, como lo advierte Tertuliano, diciendo: Hominem se esse etiam triumphans in illo sublimissimo curru admonetur261. Y a nuestro santísimo padre, Sumo Pontífice romano, le avisan la brevedad de las honras del mundo, quemando unas pocas de estopas y diciendo [f. 203], mientras se queman, que es muy breve: Sanctissime pater, sic transit gloria mundi262. Estos triunfos de Roma y sus grandezas y otras honras vanas dice le diera más ocasión de reír. Que por librar todos sus enfados en risa le sobre nombraron «Gelasino», que quiere decir «risueño», según escribe Suidas263. Por esto Plauto y Estico264: Gelasino mihi paruo nomen pater indidit propter paupertatem, hoc adeo nomen rep[p] eri, quia inde iam a pauxillo puero ridiculus fui, eo quia paupertas fecit ridiculus forem265.

259

Val. Max. 2, 10, 6. En el ms. aparece tachado «dignidad». 261 Tert. Apol. 33. 262 La frase Sic transit gloria mundi parece provenir de O quam cito transit gloria mundi de Tomás de Kempis. Véase Kempis, De imitatione Christi, lib. 1, cap. 3, 6. 263 Jiménez Patón se refiere al lexicógrafo-historiador-compilador (siglos x-xi) y pretendido autor de una gran enciclopedia bizantina, hoy conocida como la Suda. La cuestión no está resuelta. Véase Ruiz de Elvira, 1978, pp. 9-12. ‘Gelasinus’ procede del griego γελασῖνος, en castellano ‘hoyuelo’. 264 Transcribimos en castellano el Sthicho —por Stichus— semilatino del maestro. 265 Patón sigue a Británico, quien en Iam ne igitur laudas.] prosifica los vv. 174-177 de la comedia plautina indicada, reduciéndolos. Dice Plauto: Gelasimo nomen mi indidit paruo pater / quia inde iam a pausillo puero ridiculus fui. / Propter pauperiem hoc adeo nomen repperi / eo quia paupertas fecit ridiculus forem. Asimismo, el filólogo alude a Suidas, Polideuces y Marcial. 260

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Y porque, según Polideuces266, gelasini se dicen los dientes y esto se parece cuando nos reímos. Y aunque, según Suidas, gelasinus es la ruga que se hace en el rostro cuando nos reímos, por esto dijo Marcial que no era agradable la cara que no tenía alguna ruga lib. 7 y epig. 24: Nec grata est facies cui gelasinus abest267. Sea lo uno o lo otro, por la risa llamaron Gelasino a Demócrito. Verbecum in patria [10, 50]268. Demócrito fue natural de Abdera, en los Verbeces269, región de aires gruesos, los cuales no son tan favorables a los ingenios como a las fuerzas corporales y así Horacio, en las epístolas, quiso notar a Alejandro más de valiente que sabio, diciendo que parecía haber nacido en el aire grueso de Boecia*: [f. 203vº] Boe[o]tum in crasso iurares aere natum270. Probo Emilio escribió que los boecios* más valientes eran que sabios271. Pero Juvenal aquí murmura a los romanos que a todas las naciones ultrajaban de bárbaros —como lo hacían los atenienses—, dándoles en cara que hacían cosas que un hombre de tierra bárbara las podía reprehender y burla[r]272 de ellas, riéndose, como se reía de la Fortuna a quien ellos adoraban por diosa destas vanidades, y él hacía burla de ella y le daba un cordel y higas273 de las cuales tenemos d[ic]ho lo que basta, declarando su origen en nuestros Comentarios de erudición y en las Declaraciones magistrales274, a los cuales cartapacios remitimos 266

Explica Británico: ut docet Polydeutes de rerum uocabulis. Se refiere a Julio Pólux o Polideuces de Náucratis, gramático y sofista del siglo ii, autor de un Onomasticon —léxico del griego ático, en diez libros—, traducido al latín, Venetiis, Aldus, 1502. 267 Mart. 7, 25, 6. 268 El párrafo resume In patria u.]; Crassoque s. a. n.]; Ridebat curas.]; Quum Fortunae ipse minaci.] y Medium unguem.] de Británico. 269 El error de Jiménez Patón pudo originarse a partir de la letra mayúscula que principia –como es costumbre en la época— el verso 50 juvenaliano del texto de Británico; en este caso no tiene en cuenta la entrada In patria u.] donde el filólogo la identifica con Abdera, en Tracia; añade que fue fundada, según escribe Diógenes Laercio, por la hermana de Dionisio y que se llamó así por su nombre. En el diccionario de A. Calepino hallamos que Abdera fue fundada por la hermana de Diomedes, rey de Tracia, así llamada. Modernamente hay otras interpretaciones. Véase «Diomedes» y «Heracles» en Grimal, 1965, pp. 138 y 245-246. 270 Hor. Epist. 2, 1, 244. 271 Véase la vida de Alcibíades, comprendida en el libro III titulado De excellentibus ducibus exterarum en De uiris illustribus de Cornelio Nepote (Alc. 11, 3), atribuido a Emilio Probo durante algún tiempo. 272 En el ms.: «burlas». 273 Véase Erasmvs, Adagiorum 2, 4, 67: Mandare laqueum y 2, 468: Medium ostendere digitum. Cf. Alexandro, Genialium dierum, lib. 4, cap. 26, pp. 245a-246. Cf. Paolini, 2009, pp. 124-141. 274 No se han conservado estos comentarios ni en uno ni en otro lugar, pero sí el hecho de no poner por escrito lo explicado para no repetirse, se encuentra en la Declaración magistral de la Epigrama 25 de Marcial, lib. 1, donde afirma que los cabellos descuidados y la barba larga era propio de filósofos sabios o varones perfectos, etc., añadiendo: «Lo qual tengo escrito en el

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al letor para estas y otras muchas cosas que, aunque en esta declaración las dijimos en voz, no las ponemos por escrito por no repetillas muchas veces y por proseguir en la declaración de la sátira que dice: § 7 [10, 56-107] El gran poder que siempre está sujeto a una grande envidia a algunos los despeña de la alteza en que están; la insine y larga historia escrita de sus honras y dinidades los hunde; derríbanles las estatuas y van rastrando tras de la soga; luego, aplicando la h[a]cha275, hace pedazos las mismas ruedas del coche de dos caballos, a los cuales, sin culpa, [f. 204] les desjarretan276 las piernas. Ya, en otra parte, está centelleando el fuego; ya, en las fraguas, está ardiendo y quemándose la imagen de aquel que fue adorado del pueblo y, de aquel que fue el segundo en el gobierno de todo el mundo, se labran orcillas277, fuentes, sartenes, platos. Allí dice uno: —Enrama la casa con laureles, lleva al Capitolio un buey blanco, porque a Seyano le llevan a vista de todos arrastrando con garabatos278. Todos se alegran. Acullá279 dice otro: —¡Qué labios que tenía, qué rostro!; si queréis creerme, nunca pude querer bien a este hombre. Pero decime280, ¿de qué delito le han acusado, que tan breve cayó?, ¿quién le acusó?, ¿con qué indicios, y con qué testigos lo probó?» Responde otro: —No sé de eso nada más de que vino una carta muy grande, con mucho escrito, llena de palabras, de las islas Cápreas. Replica el otro:

discurso contra los tufos, que si bien lo repetí al leer en voz esta lección, no lo quise poner aquí, remitiendo a él al curioso». 275 En el ms.: «hecha». 276 desjarretar: «Cortar las piernas por el jarrete» (DLE). 277 orcilla: diminutivo de orza: «Vasija vidriada de barro, alta y sin asas, que sirve por lo común para echar conserva» (Aut.). 278 garabato: «Instrumento de hierro, cuya punta vuelve hacia arriba en semicírculo. Sirve para colgar y sostener algunas cosas, o apra asirlas o agarrarlas» (Aut.). 279 acullá: «Allá o más allá. Usado en contraposición a adverbios demostrativos de cercanía, como aquí o acá, y también a los de lejanía, como allí o allá, cuyo significado puede intensificar» (Aut.). De uso culto, hoy es prácticamente un arcaísmo. Véase Girón Alconchel, 2013, p. 872. 280 decime: esta forma de imperativo, exponente de la alternancia en el español clásico entre cantad y cantá, andad y andá, advertid y advertí, etc., se documenta discretamente en el CORDE. Es usada por el propio maestro en la frase siguiente: «A los que han querido escucharme les he dicho lo que siento con este símile: decime, ¿estará bien la medalla (que es costumbre ponerse en la gorra) en la suela del zapato?». Véase Jiménez Patón, Elocuencia española en arte, pp. 124 y 303.

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—Él lo tiene bien merecido, no quiero preguntar más. Esto dicen estos pero sepamos ahora qué hace el vulgo vario; ¿qué ha de hacer? lo que suele: seguir a la Fortuna, como siempre, y aborrecer a los condenados. Este mismo pueblo, si la fortuna favoreciera a Seyano, y el príncipe Tiberio, ya viejo, muriera, estando las cosas en paz y sosegadas, al mismo punto y hora aclamara por emperador a Seyano, porque días ha, dende que no vendemos [f. 204vº] los votos a nadie para ser magistrados, no se mete el pueblo romano en cuidados de elecciones; que aquel que antigua mente daba el imperio del consulado, los magistrados, ejércitos, y todas las cosas, ya está contento y sus ansias y deseos las pone solo en dos cosas, que son las fiestas Lupercales y Circenses281. Replica otro: —Oído he que no ha de parar aquí porque han de ser muchos los que han de morir. —No hay duda que será cierto porque hay muy grandes hogueras. —Brutidio, mi amigo, perdido el color, me encontró, ahora junto al templo de Marte y me dijo: —¡Oh!, cómo estoy temeroso de que Áyax, cómo mal defendido, ha de tomar venganza. Vamos corriendo aprisa y, mientras está tendido en la ribera, hollemos al enemigo de César, y sea de suerte que lo vean nuestros criados porque no lo quiera negar alguno y lleve al amo, a su pesar, a juicio. Esto era lo que entonces se hablaba de Seyano, esto murmuraba en lo secreto el vulgo. ¿Por ventura tu quies282 ser visitado y saludado como Seyano? ¿Quies tener las riquezas que él? ¿Quies hacer magistrado al que te pareciere? ¿Quies elegir capitán general de los ejércitos a quien gustares? ¿Quies ser tutor del príncipe, que está en la fortaleza de Cápreas con la compañía de los caldeos? ¿Cierto es que quieres ser capitán y gobernar las legiones de soldados, y los illustres [f. 205] caballeros, y la gente de la guarda? ¿Por qué no se ha de querer y desear esto? Cierto es que algunos hay que no quieren matar a nadie, mas quieren que esté en su mano el matar. ¿Qué cosas hay tan escelentes y prósperas en que las alegrías se puedan igualar con las desventuras? ¿Cuál quies más, ocupar el 281 Ante la traducción de Patón el lector no asocia el proverbial panem et circenses juvenaliano. Algunos códices ofrecen pan y panim, en lugar de panem. El maestro sigue de nuevo a Británico, quien en Pannum et Circenses.], adopta pannum aunque precisa que le parece mejor Pana (dios griego de la vida pastoril, representado con los pies y cuernos de carnero e inventor de la flauta de siete cañas), pues el pueblo quiere dos cosas: los juegos Lupercales en honor a Pan (Lupercus, uno de los nombres de Pan) y los Circenses, ya que —concluye—, si se dice pannum et Circenses, será una sola cosa (el término pannum, entre otras acepciones, significa la vestimenta —hoy diríase la camiseta— de distinto color que llevaban cada una de las facciones de los aurigas en las carreras de carros o Circenses). 282 quies: quieres. Documentada ya en el español medieval, continúa con mayor extensión en época clásica (CORDE), particularmente en la poesía. Véase Menéndez Pidal, 1941, p. 338.

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lugar deste que llevan arrastrando o, alcalde de Fidenas o de los Gabios, y siendo él vestido con un gabán de paño basto, en la aldea Ulubres, juzgar de la buena o mala medida, y hacer pedazos las menores283? Luego, según esto, ya confiesas que Seyano inoró lo que conviene desear, pues que apetecía y procuraba los sumos magistrados, y pretendía las demasiadas riquezas, edificaba capiteles de encumbradas torres dende los cuales la caída fuese mayor y el golpe de la forzada ruina, prodigioso. Nota 7 Quosdam praecipitat [10, 56]. En todo este apartado pone por ejemplo de los desordenados deseos la caída y fin lastimoso de Seyano, que a cualquier cuerdo debiera ser escarmiento, pero nadie en la próspera fortuna se acuerda de la varia, infelice y trágica de los pasados. Ejemplos ha tenido nuestra España para, sin mirar a los ajenos, escarmentar, mas nada aprovecha. La privanza y caída deste Seyano, escrita en francés y traducida en español, podrá ver el curioso, que impresa anda284. Aquí solo notemos lo que [f. 205vº] a la erudición pertenece, como es saber que va hablando de las estatuas de Seyano como de su misma persona, porque el día que cayó de la privanza, se las derribaron todas y las arrastraron, las de piedra hicieron pedazos o echaron al Tíber, las de bronce y otros metales las hundieron en las fraguas y hicieron dellas las cosas que aquí dice y otras. No solo las estatuas de su persona, mas las de los caballos y coches en que estaban dibujados como que triunfando. Y para deshacer la inorancia crasa de algunos gramáticos que dicen que deste fue el caballo Seyano de quien se formó el proverbio para decirle a uno que es desgraciado y le persiguen desdichas, se dice: Habet equum Seianum285. Y un escelente poeta, príncipe de los de nuestros tiempos, para decir que por sus286 versos le habían venido y sucedido infortunios y desgracias, pintó al Pegaso con esta letra: Seianus mihi Pegasus287.

283 Se refiere a los recipientes —generalmente de barro— uasa minora en latín, que eran inferiores a la capacidad establecida. 284 Se refiere a Aelius Sejanus, Histoire romaine recueillie de divers autheurs de Pierre Matthieu, Paris, R. Estienne, 1617. Fue traducida al castellano con el título de Vida de Elio Seyano por V. Squarçafigo, Barcelona, S. de Comellas, 1621. 285 La fuente de casi toda esta nota se halla en las Noches Áticas de Aulo Gelio, como confiesa el mismo Jiménez Patón al final de la misma. Véase Gell. 3, 9. 286 En el ms. aparece tachado «persona». 287 Se refiere a Lope de Vega. En la portada de la primera edición de El peregrino en su patria, Sevilla, C. Hidalgo, 1604, figura un Pegaso orlado por una gran cinta con la inscripción Seianus michi Pegasus.

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Advertimos, pues, que no tienen razón ni fundamento porque este Seyano fue muchos años después de lo del caballo, el cual se llamó Seyano porque el primer dueño que tuvo en Roma fue Neo* Seyo. Y afirman que este caballo nació en la ciudad de Argos, en Grecia, bestia de notable grandeza y hermosura, que se llevaba tras sí los ojos y el deseo; era de color purpúreo, dicen de la casta de aquellos caballos de Diomedes que comían [f. 206] carne humana, aquellos que se llevó Hércules habiendo dado la muerte a Diomedes en Tracia. Este caballo tan hermoso y bizarro fue tan mal hadado que en poder de ningún dueño estuvo que no tuviese desastrado fin. El primero —como hemos d[ic]ho— fue Neo* Seyo —de quien tomó el nombre de Seyano—, el cual fue condenado a muerte por Marco Antonio, triunviro, y murió miserable mente. Cornelio Dolabela, aficionado al caballo por la fama, lo procuró y alcanzó, comprándolo por cien sestercios y, a pocos días que le tuvo, le cercaron sus enemigos en Siria y le dieron muerte. Cayo Casio, que se la procuró, en lo que primero puso los ojos fue en el caballo y así se le llevó, pero en breve tiempo depués de esto, se encontró en la batalla con los partos y, viendo su ejército desbaratado, por no morir a manos de sus enemigos, se dio la muerte con las suyas. Y si bien el caballo quedó en poder de los enemigos, dentro de pocos días los venció Antonio y vino a su poder y no pasaron muchos que él fue vencido y muerto miserable mente. De aquí procedió el proverbio para decir la desdicha está en su casa: «Tiene el caballo Seyano». Y no tomó el nombre de este Seyano, privado de Nerón, si bien las desdichas suyas fueron tantas y tales que sobrepujaron a las de los dueños deste animal y de aquellos que gozaron «el oro [f. 206vº] tolosano» que también es proverbio para sinificar lo mesmo288. Porque, habiendo Quinto Cipión* conquistado a Tolosa, en Francia, y los soldados saqueado los templos que tenían mucho oro, cuantos alcanzaron del robo murieron miserable mente. Este insine caballo por su hermosura y desgracias, afirma Cayo* Baso que le vio en Argos289; escriben dél Julio Modesto, lib. 2 de sus Cuestiones confusas290, Aulio Gelio lib. 3, cap. 9 de sus Noches y Erasmo en sus proverbios de donde constara el desengaño291. Seianus ducitur unco [10, 66]. Aquí no parece que entiende de las estatuas sino del cuerpo muerto de Seyano porque los de así condenados, especial mente con el nombre de traidor como este, eran arrastrados con garfios y escarpias y los llevaban o al Tíber y los echaban en él o a un despeñadero que llamaban las «escaleras Gemonias» como consta de Cornelio Tácito: 288

Gell. 3, 9, 7. Gell. 3, 9, 8. En las ediciones modernas: Gauius. 290 Gell. 3, 9, 1. Julio Modesto fue un gramático y liberto de Higino. Desarrolló su actividad en tiempos de Tiberio. Tenemos fragmentos de sus Quaestiones confusae. 291 Erasmvs, Adagiorum 1, 10, 97: Equum habet Seianum y 1, 10, 98: Aurum habet Tolosanum. 289

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Tunc confossum collaceratumque et abscisso capite trunco corpore Sabini in Gemonias trahunt292.

Plinio, contando la fidelidad de un perro, dice (lib. 8 cap. 40)293 que no se apartó del cuerpo de su amo muerto aunque le despeñaron por estas escaleras o rocas que lo parecían. Luego pinta las pláticas del vulgo en conformidad de aquello. Al triste o pobre que ha caído todos son en condenalle, según lo de Menandro: Cadente quercu omnis uir ligna colligit294. [f. 207] A Capreis [10, 72]295. Buscando el cómo o por dónde se habían descubierto los delitos de Seyano, dicen que no saben más de que vino una cédula imperial en que mandaba se ejecutase su muerte y confiscasen sus bienes, como se hizo. Y esta vino despachada de la fortaleza de Cápreas, que estaba en Campania, en una isla a la cual acostumbraba Tiberio Nerón retirarse para desocuparse de las cosas del gobierno. Esta carta la trujo Nevio Sertorio al Senado y, aunque el emperador no decía le diesen muerte, sino que le prendiesen, porque conocieron dél que, aunque no lo decía, deseaba su muerte, se la dieron por agradalle. Si Nursia Tusco [10, 74]. Aquí denota la inconstancia y poca fe del vulgo que ahora así dice y hace contra Seyano por verle caído, y el mismo pueblo, lisonjero, si el emperador muriera sin este decreto, lo levantara por emperador, alabando sus virtudes si le favoreciera la Fortuna, que eso es Nursia296. Ex quo suffragia [10, 77]. Aquí advierte cómo, después que el gobierno de Roma se redujo a monarquía de emperadores, estos eran los señores absolutos del imperio en hacer o deshacer, dar vida o muerte y así todos les aplaudían y lisonjeaban. Pero antes, como los magistrados se hacían por votos del pueblo, el pueblo era quien gobernaba que es lo que dice Horacio lib. 3 od. 2297: [f. 207vº] [...] sumit aut ponit secures Arbitrio popularis aurae.

292

Tac. Hist. 3, 74. En las ediciones modernas: Tum; truncum corpus. Véase Plin. Nat. 8, 145, donde narra la fidelidad de un perro de uno de los esclavos de Titio Sabino, ejecutado como su amo. El perro se negó a abandonar la cárcel, ululaba junto a las escaleras Gemonias; al darle comida, la puso en la boca del cadáver de su amo e intentaba aguantarle cuando flotaba en el Tíber. 294 Véase Men. Mon. 123. Esta sentencia tiene muchas variantes, la más usada actualmente es «Hacer leña del árbol caído». 295 Aquí Patón resume A Capreis.] y Epistola uenit.] de Británico. 296 Nortia o Nurtia es una diosa etrusca de Bolsena, patria de Seyano. 297 Pese a tener en cuenta el comentario de Británico, el maestro, buen conocedor de Horacio, prefiere poner una cita del venusino en lugar de las varias utilizadas por el filólogo italiano. Véase Hor. Carm. 3, 2, 19-20. 293

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Vt male defensus! [10, 85] Aquí da a entender que «quien a uno castiga a ciento hostiga»298, y que de este juicio estaban otros asombrados tanto que, temerosos, se daban la muerte, como se la dio Áyax Telamón por no haberle299 adjudicado las armas de Aquiles a él, sino a Ulises y, que sucediese así, lo dice Tranquilo: Citati ad causam dicendam partim se domi uulnerauerunt certi damnationis sed ad uexationem ignominiamque uitandam, partim in media Curia uenenum hauserunt300.

Aiax [10, 84]. Aquí entiende metafórica mente el [ciudadano]301 citado, y así dice que teme que, como Áyax se dio la muerte, se la han de dar algunos romanos en esta ocasión. Sed uideant serui [10, 87]. A veces los mayores enemigos que tienen los hombres son los siervos de su casa, según aquello inimici hominis domestici eius302. Y según lo declara en la sat. 9, precedente a esta: Quid enim dubitant componere crimen in dominos303.

No reparan, por vengarse del castigo, en levantar falsos testimonios a los amos y así, porque no los acusen, dice que es bien que vean cómo acocean304 y huellan el cuerpo [f. 208] de Seyano para que no los acusen de enemigos de César. Sed quae praeclara etc. [10, 97] Es sentencia de ponderar esta:

298 Este refrán se halla en el Libro de refranes copilado por el orden del A. B. C., Zaragoça, J. Millán, 1549, de P. Vallés; en Refranes o proverbios en romance, Salamanca, I. de Canova, 1555, de H. Núñez, y en el Libro de los proverbios glosados (1570-1580) de S. de Horozco, ed. J. Weiner, Kassel, Reichenberger, 1994. 299 haberle: entiéndase «habérsele». 300 Svet. Tib. 61, 4. 301 En el ms.: «el cuidado no». Británico en Aiax.] pone: Ciuis citatus. Jiménez Patón dice: metafóricamente, pues los dos héroes homéricos representan a Tiberio (= Áyax) y Seyano (= Ulises). El primero, declarado vencido por los jueces respecto a Seyano-Ulises, pero, vencedor en la realidad, se vengará del que no ha defendido bien sus razones durante su ausencia de Roma; su ira se asemeja a la locura en que cayó Áyax, privado de las armas de Aquiles a causa de un proceso irregular. Esta tesis mantiene G. Viansino, traductor y comentarista de Juvenal; véase Giovenale, Satire, p. 401. 302 Vvlg. Math. 10, 36. 303 Ivv. 9, 110-111. En las ediciones modernas: Quod. 304 acocear: «Dar coces» (DLE). Verbo hoy poco usado, era voz común en el español clásico.

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Sabiendo los hombres que las prosperidades y alegrías deste mundo tienen fines tan calamitosos, ¿cómo hay quien las apetezca y desea?

Fidenarum, etc. [10, 100]. Fidenas, Gabios y Ulubris* son tres poblezuelos muy pequeños de quien también hace mención Horacio305. Y dice que mejor fuera —ya que tienen los hombres apetito de mandar— lo ejecutasen en ser alcaldes de una aldea humilde y pobre, que no en privanzas de príncipes por el gran peligro que esto tiene, como la esperiencia lo enseña en otros muchos, y aquí en este Seyano, el cual, en su privanza, lo que hizo fue levantar torres muy altas para que fuese mayor su caída como la de los otros. § 8 [10, 108-113] ¿Qué fue lo que acabó con los Crasos, qué fue lo que destruyó a los Pompeyos, qué fue lo que derribó a aquel que sujetó a los romanos a que le obedeciesen? Lo que acabó, destruyó y arruinó a los unos y a los otros fue la alteza del lugar que pretendieron por todos caminos, industria y ardid, y aquellos deseos a quienes dieron oídos los dioses para su ruina y castigo. Pocos reyes tiranos bajan al infierno dende la cama [f. 208vº]; pocos mueren en ella de enfermedad ni menos que con muertes violentas y cosidos a puñaladas. Nota 8 Quid Crassos [10, 108]. Los Crasos, padre e hijo, murieron desastrada mente en la guerra de los partos, como escribe Plutarco306. Porque, habiendo enviado el pueblo romano a Craso por capitán general contra ellos y habiéndole acudido de socorro muchos reyes —como fueron Nicomedes de Bitinia, Mitrídates del Ponto, Ariarates de Capadocia, Tolomeo de Paflagonia—, Craso fue vencido y cautivo, y el que le cautivó le cortó la cabeza y la mano derecha, y se la presentó [e]l307 que las cortó al rey Aristónico. La cual cabeza, puesta en el hierro de una lanza levantada en alto, la llevaban los enemigos por sus reales308, mostrándola para más afrentar a los romanos309. Y porque le habían conocido codicioso del 305

Hor. Epist. 1, 11, 7-8 y 30. Plutarco refiere la muerte de Publio Craso en la Vida de Craso 25, 13 y la de Marco Craso, su padre, en 31, 6-7. 307 En el ms. «al». 308 real: «El campo donde está acampado un ejército» (Aut.). 309 El maestro sigue una vez más a Británico en Quid Crassos?], pero añade error sobre error. El filólogo, siguiendo a Plutarco, afirma que ambos Crasos murieron luchando contra los partos, pero se confunde cuando, al referirse a la muerte del triunviro Marco Licinio Craso (53 a. C., en 306

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oro y dinero de los partos, derritiendo oro, se lo echaban por la boca de la cabeza cortada diciendo: «Mata la sed de lo que tan grande la tuviste»310. Y a el hijo le sucedió otro tanto como al padre. Quid Pompeios [10, 108]. El gran Pompeyo y sus dos hijos también tuvieron lastimoso fin, pues el padre, viéndose oprimido por César en los campos Filípicos y retirándose por escaparse, dio en manos de Tolomeo, [f. 209] rey de Egipto, que le dio la muerte. Neo* y Sesto* Pompeyo, sus hijos, en España fueron311 vencidos junto a Munda por los ejércitos de César. Y a Neo* le dio la muerte Cenonio* junto a Laorona*312, habiendo escapado, huyendo de la batalla, y Cenonio313 seguídole. Sesto*, quiriendo vengar las muertes de su padre y hermano, se reformó con la gente que pudo juntar de los que habían quedado de los ejércitos de Bruto y Casio y, queriendo en Sicilia hacer guerra, Agripa y Agusto*, en batalla naval, le vencieron aunque llevaba trecientas y cincuenta naves; fuese huyendo a África, donde le mató Ticio, a quien había tenido cautivo en Mileto314 de suerte que el padre murió en Asia, el un hijo en África y el otro, en Europa, y, muertos, ocuparon las tres partes del mundo entonces conocida como lo celebra Marcial Carras), dice que su cabeza y mano derecha fue presentada a Aristónico, para escarnio. Ahí sigue a Valerio Máximo (3, 2, 12) quien relata la muerte de Publio Licinio Craso Mucianus, pontífice máximo en 132 a. C. y cónsul en 131 a. C., derrotado en Leucae y muerto a manos de un tracio (130 a. C.). En efecto, su cabeza fue entregada a Aristónico o Eumenes III, rey de Pérgamo. Británico afirma también que en su boca echaron oro líquido, por la avidez mostrada en vida de este metal precioso. A continuación, alude a la muerte de Publio, hijo de Marco, cuya cabeza, clavada en una pica, mostraban los partos ante el campamento de su padre. Jiménez Patón traduce la frase de Británico, referida al hijo del triunviro: eius caput abscissum et lancea praefixum Parthi ante Crassi castra ostentabant, tras la muerte del padre, generando una notoria confusión. Teniendo en cuenta la Vida de Craso de Plutarco, hallamos que Publio Craso, hijo del triunviro, malherido, a petición propia, muere a manos de un escudero (Crass. 25, 13). Posteriormente, los enemigos traen su cabeza cortada, clavada en la punta de una pica para mostrarla a su padre (Crass. 26, 4). Luego, Plutarco se refiere a la muerte del triunviro Marco Licinio Craso a manos de Exatres quien le corta la mano y la cabeza. Surenas la envía a Hirodes —u Orodes, rey de los partos—, organizando para ello un triunfo paródico en la que se exhibe a un cautivo, Cayo Paciano, suplantando al muerto (Crass. 31, 6; 32, 1). El historiador de Queronea no alude a la anécdota del oro vertido en su boca, que sí se encuentra en otros autores. 310 Esta anécdota, pero no la frase citada por Jiménez Patón, se halla en la Historia Romana 40, 27, 3 de Dio Cassivs [D. C.], quien duda de su autenticidad. Tampoco en Flor. Epit. 1, 46. 311 En el ms. aparece tachado «muertos». 312 Véase Flor. Epit. 2, 13: Gnaeum proelium profugum [...] Caesonius apud Lauronem oppidum consecutus, pugnantem [...] interfecit. Laurón era una ciudad de la Tarraconense. 313 Todas las fuentes se refieren a Cesonius o Caesonius. A partir de Aldo se halla Cenonio. 314 El párrafo alusivo a Sexto Pompeyo está traducido de Británico en Quid Pomp.], cuya fuente es Apiano en sus Guerras Civiles, según se desprende de la frase del filólogo dirigida al lector: lege Apianum. Véase App., BC 5, 142-144.

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aunque dice que el padre fue el que murió en África y el uno de los hijos en Asia (lib. 5, ep. 75)315: Pompeios iuuenes Asia atque Europa, sed ipsum Terra tegit Libyes, si tamen ulla tegit. Quid mirum toto si spargitur orbe? Iacere uno non poterat tanta ruina loco.

Et illum [10, 108]. Aquí entiende Julio César, dictador perpetuo de Roma y el que con tiranía hizo el primero [f. 209vº] aquel gobierno monarquía, como se podrá ver en los Césares que escribió Pedro Mexía, caballero sevillano316. El cual César murió en el senado con veinte y tres puñaladas que le dieron Bruto y Casio y los demás conjurados317. Ad generum [10, 112]. Yerno de Ceres es Plutón, dios del infierno, y se toma por metonimia318 por el mismo infierno. Aquí enigmática mente habló el poeta; dijo sic[c]a morte para decir que ningún tirano muere de enfermedad natural en la cama, sino violenta mente como todos los que ha repetido319, cuyos ambiciosos deseos los favorecieron los dioses para castigallos cumplidos. § 9 [10, 114-132] Cualquier mozuelo que, con cuatro maravedís320 que da al precetor de la Retórica, comienza a ejercitar la facultad, al cual acompaña un esclavillo que le guarda el vademécum321, comienza a desear y desea, principal mente en las fiestas de la diosa Minerva, la elocuencia y fama de Demóstenes y Cicerón. Pero el uno y otro orador halló la muerte en la elocuencia; aquella fuente abundante y copiosa de su ingenio, al uno y al otro les quitó la vida; y, por su escelente ingenio, le cortaron la mano y la cabeza, que nunca se vio el púlpito bañado [f. 210] 315

En las ediciones modernas: Mart. 5, 74. Se refiere a la Historia imperial y cesarea en la qual en summa se contienen las vidas y hechos de todos los césares emperadores de Roma desde Iulio César al emperador Maximiliano, Basilea, J. Oporino, 1547. 317 Jiménez Patón añade a Et illum.] y Ad ge. Ce.] de Británico su acostumbrada reflexión moral. 318 Véase Jiménez Patón, Elocuencia española en arte, cap. 6, pp. 135-143 y 321-335: «La metonimia es un mudar el significado de las causas a los efectos y de los efectos a las causas, de las cosas que tienen cercanía a las cercanas y al contrario», etc. 319 En el ms.: «arrepetido». 320 Jiménez Patón acostumbra a equiparar el valor de las monedas romanas a las de su época, en aras de una mayor claridad, hoy diríamos: «por cuatro perras». 321 Jiménez Patón explica el significado de este término en Custos angustae capsae [10, 117]. 316

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en sangre de ruines oradores. Si todo lo dijera tan mal ordenado y compuesto como este verso: O fortunatam natam me consule Romam!322, bien pudiera no hacer caso de las armas de Antonio, más quisiera hobiera escrito poesías de que se rían todos, que aquel gallardo arte en la divina Filípica segunda. También tuvo lastimoso fin aquel de quien la ciudad de Atenas admiraba por ser el raudal de la elocuencia que suspendía el teatro lleno de gente. Él fue engendrado en hado adverso y, siéndole contraria la fortuna, a quien su padre, de ojos enfermos por hollín y humo de las láminas ardiendo de la fragua, lo envió de entre el carbón y las tenazas, y de la yunque en que se labraban espadas, y de la tiznada herrería, a casa del maestro de Retórica. Nota 9 Aquí trata un poco más de espacio de los oradores famosos, Cicerón y Demóstenes: este, príncipe de los griegos y aquel, de los latinos; y dice cómo su elocuencia famosa les cortó la vida. Y con ser ello así, hay muchos que desean ser escelentes en esta facultad sin temer que, siéndolo, podrán tener tal fin. [f. 210vº] Totis Quinquatribus [10, 115]. Los que trataban esta facultad pedían a la diosa Minerva los hiciese escelentes en ella, y porque les parecía que en las fiestas de la tal diosa lo alcanzarían mejor, en ella[s] le hacían particular oración y sacrificios. Estas fiestas duraban cinco días y de ahí tomaron el nombre; aunque digan otros diferentes, así lo enseña Ovidio en sus Fastos323, como en nuestros Comentarios de Erudición lo tenemos declarado324. Vno asse [10, 116]. Aquí da a entender la tenuidad de la paga de los dicípulos a los precetores de Retórica. ¿Qué dijera si viera lo que hoy pasa, como lo nota Británico sobre este lugar, diciendo: Vno asse.] Exigua mercede hocque ex affectu poetae subsanantis auaritiam suorum temporum, quibus exigua praeceptoribus praemia tribuebantur325, quemadmodum et temporibus nostris, re in deterius semper labente.

322

Cic. Carm. Frg. 7 De consulatu suo. Quintiliano alude a la cacofonía del verso en Inst. 11, 1, 24. 323 Ov. Fast. 3, 805-814. 324 Cf. Jiménez Patón, Comentarios de erudición, («Libro XVI»), p. 159. 325 El comentarista pone: exhibebantur. Véase Decimus Iunii Iuuenalis et Auli Persii Flacci Satyrae, in Iuuenalem I. Britannici... comment., p. 207.

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Contra esta cortedad y miseria de pagas a precetores satirizó más despacio en la sat. 7 donde dice: Omnes scire uolunt, mercedem soluere nemo326. Véala el curioso. Custos angustae capsae [10, 117]. Hispanicé «el criado que lleva el vademecum» a quien ya solo llaman uade y le quitan el mecum; es la caja de pergamino o cartón en que llevan los cuadernos los estudiantes, y a los ricos se [f. 211] los llevan sus criados o esclavos. En otras ocasiones se le hispanizará de otra suerte porque lo pide aquel propósito, pero el cierto de aquí es el romance dado. Ingenio [10, 120]. La escelencia en el orar le quitó la vida a Cicerón, como lo escribe Plutarco327. Porque Marco Antonio se tuvo por tan ofendido de las oraciones que contra él hizo, a imitación de otras de Demóstenes contra Filipo, con semejante libertad, que por eso les dio este nombre de Filípicas, según lo escribe a Ático328 y, aunque en todas la tiene grande, principal mente en la segunda, que es la que dice a prima [quae] proxima [10, 126]. Y con esta ofensa sentido329, sobornó a Popilio Lemnate* —con muchísima razón puesto en el catálogo de los ingratos— al cual Cicerón había defendido hasta hacelle dar por libre en otro homicidio que había cometido330 —que algunas veces es castigo de Dios que aquellos que abonan y defienden a bellacos sean por los mismos insolentes así oprimidos— y, según el orden que traía, este asasino331 Popilio le cortó la cabeza y mano, las cuales mandó fijar en el mismo púlpito en que había Cicerón orado contra él332. Este púlpito es el que aquí llama Rostra333, según Livio lib. 8334 y Plinio lib. 33 cap. 5335; diósele este nombre a este lugar y al templo allí cercano porque se labró de las popas336 de las naves —que me[f. 211vº]tafóricamente se llama[n] rostra— que les ganaron los romanos a los de Antico*337, según lo cuenta Livio338 y lo enseñamos en nuestros Comentarios 326 327 328 329

Ivv. 7, 157. En las ed. modernas: Nosse uolunt omnes, mercedem ponere nemo. Véase Plv. Cic. 48-49. Cic. Att. 2, 1, 3. sentido: «dolido». Sentir: «Significa asimismo tener pena, dolor o pesadumbre [...]»

(Aut.). 330

Plv. Cic. 48. asasino: variante, menos habitual, de asesino —voz de origen árabe— que muestra la vacilación existente en la forma de esta palabra en época medieval y en el español clásico. 332 Plv. Cic. 49. Cf. Sen. Suas. 6, 20. 333 Los rostra o espolones fueron puestos en el foro por el cónsul C. Menio el año 338 a. C., después de la victoria de Antium (Anzio) que puso fin a la guerra latina. 334 Liv. 8, 14, 12. 335 Plin. Nat. 34, 20. 336 El maestro muestra pocos conocimientos náuticos: el rostrum o espolón de la nave se encuentra en la proa. 337 Plin. Nat. 34, 20 deuictis Antiatibus. 338 Liv. 8, 14, 12: naues Antiatium. 331

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de erudición339. Así, dice que nunca se vio cabeza cortada ni fijada en tal lugar de orador que no fuese escelente y el sello340 le costó la vida, lo que no le sucediera si fuera tan mal orador como poeta y pone uno de los pocos versos que hizo, reprehendido, por malo, de todos341. Saeuus et ill[u]m342 [10, 126]. También tuvo lastimosa muerte Demóstenes pues que, huyendo de Antípatro a Calabria y retrayéndose al templo de Netuno, sabido por Antípatro, envió allá a Arquías, tirio, con gente armada; y habiendo entrado en el templo, intentó con buenas palabras sacar dél a Demóstenes, asegurándole todo buen suceso, pero él, temeroso del que había de tener, diciendo que tenía cierta ocupación forzosa primero que saliese, dicen que, tomando la pluma como para escribir, habiéndola untado en un poco de veneno que en cierto anillo tenía bajo del brazo, lo entró en la boca y se quedó muerto; este fin tuvo este príncipe de la oratoria343. El cual [Juvenal] dice que era hijo de un herrero344 y que ya ayudaba a su padre. Aunque autores dicen que nunca le ayudó porque de siete años lo puso a la escuela y, sin dejarla, continuó los estudios. [f. 212] Y aún escriben que el padre no trabajaba por su persona, sino tenía copia345 de oficiales y él los solicitaba346 en forma que más parecía mercader que oficial. Sea lo que fuere, que no nos importa más de saber el fin lastimoso de varón tan escelente para templar nuestros deseos aun en cosas tan honestas como son las que se alcanzan por los estudios y letras.

339 Jiménez Patón alude en ocasiones a esta obra, lamentablemente perdida en su conjunto. No se encuentra esta referencia en Comentarios de erudición («Libro decimosexto»), publicado en 2010. 340 sello: «serlo». 341 Se refiere al cacofónico verso: O fortunatam natam me consule Romam! Patón resume cinco puntos de Británico: Ingenio.] Rostra ma.] O fortunatam.] Ridenda poemata.] y Quam te conspicuae diuina Philippica famae, Volueris a prima quae proxima.]. 342 En el ms.: illam. 343 Plv. Dem. 29. Patón aprovecha el resumen plutarquiano de Británico en Saeuus exitus eripuit illum.] y Quem pater ard. mas.]. Asimismo, el maestro, en la Declaración magistral de la epigrama de Marcial 122, lib. 14, se refiere a los anillos como portadores de veneno, aludiendo al suicidio de Demóstenes y de Aníbal. 344 Cf. Plv. Dem. 4. 345 copia: «Muchedumbre o abundancia de una cosa (DLE). 346 solicitar: «Pretender o buscar alguna cosa con diligencia y cuidado» (Aut.).

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§ 10 [10, 133-146] Los despojos de las guerras, la loriga347 y el bar[b]oquejo348 pendiente de la celada349, clavados en los troncos que sirven de trofeos, el despedazado yugo con el timón del carro, las jarcias de la vencida galera, y el cautivo triste en lo alto del arco triunfal, se juzgan por los mayores bienes de los humanos. Por alcanzallos se alienta el capitán general romano, griego y bárbaro. Esta es la causa de ponerse por alcanzallos a tantos peligros y trabajos. Tanto mayor es la sequía y ansias de la honra y fama que la de la virtud porque ¿quién hay que abrace y siga la misma virtud si le quitan los premios de delante? Por esta causa la gloria de algunos, los deseos de alabanzas y de títulos que han de quedar fijados en las piedras de los sepulcros que guardan sus cenizas fue, en tiempos pasados, la ruina de sus patrias, las cuales piedras [f. 212vº] suelen quebrantar y deshacer las escasas fuerzas350 de un estéril cabrahigo351, porque hasta los sepulcros mismos tienen fin y acaban. Nota 10 Tropaeis o Trophaeis [10, 133]. «Trofeos» se llamaron las prendas que son la memoria del enemigo vencido, la cual se conservaba por costumbre de los griegos en esta manera: cuando se daba la batalla y tenía fin, desbaratado el enemigo, vencido o muerto, la parte vencedora, si había árboles en el lugar que se había hecho el estrago, los desmochaban352 cortándoles las ramas, y en los troncos altos clavaban las armas y prendas del vencido para testimonio de la vitoria. Así dijo Nonio Marcelo: Spolia hostium [stipitibus] affixa tropaea uocantur353. Suetonio Tranquilo, en la Vida de Calígula, dijo: Truncatisque arboribus et in modum tropaeorum adornatis354. 347

loriga: «Armadura para defensa del cuerpo, hecha de láminas pequeñas e imbricadas, por lo común de acero» (DLE). 348 En el ms., «bardoquejo». Barboquejo: «Cinta o correa que sujeta una prenda de cabeza por debajo de la barbilla» (DLE). 349 celada: «Pieza de la armadura que servía para cubrir y defender la cabeza» (DLE). 350 En el ms.: «fuercas». 351 cabrahigo: «La higuera macho silvestre, cuyas hojas son menores: su fruto no madura [...]» (Aut.). 352 Nótese la concordancia ad sensum con el sujeto. 353 En el ms. hay un espacio en blanco que rellenamos. La cita de Nonio procedente de Varrón es: [...] spolia / capta, fixa in stipitibus, appellantur tropaea. Corresponde a la sátira menipea 61, titulada Bimarco/go. Según Perotto, Cornucopiae seu Latinae linguae Commentarii, p. 1248, se encuentra en la Compendiosa doctrina del gramático africano. 354 Svet. Cal. 45.

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Servio, sobre Virgilio, escribe que los trofeos se ponían siempre en los lugares más altos que en aquella parte había355, y por esto en Roma se ponían en arcos muy altos a quienes llamaron «triunfales», y no sólo se ponían los títulos destos trofeos en piedras, mas también en bronce; hace mucha mención de ellos Tucídedes*, y dél consta que no sólo en árboles se fijaban estos despojos y prendas y se levantaba el trofeo [f. 213], pero también en piedras juntas, o en una coluna, o en arcos en que solían poner títulos en esta manera: Athenienses hic uicerunt Lacedaemonios356. De los griegos se derivó esta costumbre a los romanos y, aun entre los hebreos la hubo de poner las tales prendas y despojos del enemigo en los templos, como en otra parte tenemos dicho del alfanje357 de Goliat358 y, en nuestros tiempos, muchos capitanes han traído a los templos de sus patrias banderas, flámulas359 y gallardetes360, fanales, faroles y otros despojos, en memoria de las vitorias que han alcanzado, como se ve en la villa del Viso, Marquesado de Santa Cruz, donde se conserva la memoria de las gloriosas hazañas de su marqués D. Álvaro Bazán361, y así, Virgilio celebra los trofeos de las guerras de Italia y vitoria que alcanzó Eneas de Mecencio, aquel cruel tirano, diciendo: Vota deum primo uictor soluebat Eoo. Ingentem quercum decisis undique ramis constituit tumulo fulgentiaque induit arma, Mezentii ducis exuuias, tibi magne tropaeum bellipotens; aptat rorantes sanguine cristas telaque trunca uiri, et bis sex thoraca petitum perfossumque locis362.

355

Serv. Aen. 10, 775. El maestro, en este comentario, exceptuando su alusión contemporánea, traduce a Británico en Tropaeis.] y Truncis.]. 357 alfanje: «Especie de sable, corto y corvo, con filo solamente por un lado, y por los dos en la punta». (DLE). 358 Cf. Jiménez Patón, El virtuoso discreto, p. 54 y Perfecto predicador en Madroñal, 2009, p. 236. 359 flámulas: «En la Marina, los gallardetes pequeños o banderillas abiertas por medio, con dos puntas, que se ponen en los penoles de las vergas cuando se empavesan los navíos» (Terr.). 360 gallardetes: «Cierto género de banderilla partida, que semeja a la cola de la golondrina, y se pone en lo alto de los mástiles del navío o embarcación o en otra parte, para adorno o para demostración de algún regocijo» (Aut.). 361 Don Álvaro de Bazán (1526-1588), militar y almirante, participó en numerosas batallas, entre ellas la célebre de Lepanto. Fue loado por Cristóbal Mosquera de Figueroa, Lope de Vega, Góngora y Cervantes. Su memoria se conserva en el palacio de los marqueses de Santa Cruz del Viso del Marqués (Ciudad Real), actualmente convertido en Archivo-Museo Álvaro de Bazán. 362 Verg. Aen. 11, 4-10. 356

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Estas vitorias, trofeos, y memorias, se adornaban con [f. 213vº] letras que las titulaban, así en los arcos triunfales como en las basas de las colunas y piedras de los sepulcros, donde se escribía, con mayúsculas iniciales, los oficios honrosos que en paz y guerra habían tenido aquellos en cuya honra se erigían y levantaban, como consta de muchas que aún en nuestros tiempos duran. Ad haec [10, 137]. Esta gloria y premio fue de tanta estimación que por ella emprendieron y vencieron muy arduas dificultades y peligros, así los capitanes romanos como los griegos y bárbaros y, si esto no se propusieran, no salieran de sus casas a resistir al enemigo; las leyes de la honra, que, aunque difíciles, las tenían por forzosas, les obligaban a ello, como lo nota Cicerón en el lib. 1 de sus Oficios diciendo: Vix inuenitur qui laboribus susceptis periculisque aditis non quasi mercedem rerum gestarum desideret gloriam363.

Esta gloria, honra y alabanza, es el principal premio. Y en el lib. 1 de Natura deorum escribe que es necesario esto para la conservación de las repúblicas como el castigo para los mal hechores: Nec domus nec res publica stare potest, si in ea recte factis praemia non extent ulla nec suppli[c]ia peccatis364.

Y esto porque castigos y mercedes hacen leales vasallos. Y aun [f. 214] la sentencia presente parece que la tomó nuestro poeta Juvenal del mismo Cicerón en el lib. 1 de las Tusculanas cuestiones, donde dice hablando desta gloria: Qua caecitate homines, quum quaedam praeclara etiam cuperent eaque nescirent nec ubi nec qualia esse[nt], funditus alii euerterunt suas ciuitates, alii ipsi occiderunt365.

De suerte que, con este deseo y gloria, conservaron sus patrias unos, y otros las destruyeron y acabaron con sus personas, por esta vanidad y ambición de perpetuar sus memorias, no advirtiendo a que esa perpetuidad que pretenden no

363

Cic. Off. 1, 65. El maestro sigue una vez más a Británico en Tanto maior famae sitis est.]. Cic. Nat. deor. 3, 85. L. A. de Carvallo en su Cisne de Apolo (1602), diálogo tercero, f. 118vº, lo cita de manera similar, pero la cita correcta es: Nec domus nec res publica ratione quadam et disciplina designata uideatur si in ea nec recte factis praemia extent ulla nec supplicia peccatis. En el ms.: supplitia. 365 Error de Patón. Se trata de Cic. Tusc. 3, 4. Británico lo cita correctamente en Patriam tamen.]. En las ediciones modernas: quaedam etiam praeclara. 364

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es segura, pues aun las fábricas de los sepulcros se consumen y acaban, y como dice Horacio: Debemur morti nos nostraque366. Y Virgilio: «Todo el tiempo lo consume y destruye», Omnia fert aetas367. Y de los sepulcros dijo Plinio en el prohemio del libro sétimo: Vni 368 sep[u]lturae369 cura atque etiam de futur[o] post se370. «Solo el hombre es el que tiene cuidado de la sepoltura, la cual, depués dél, también se ha de consumir y acabar»371. Y Marcial notó lo mismo lib. 1 ep. 89: Accipe non Pario nutantia pondera saxo, quae cineri uanus dat ruitura labor372.

Ausonio también lo dijo: Mors etiam saxis nominibusque uenit373. [f. 214vº] Así que, hasta los nombres que son los títulos y las piedras en que están cincelados acaban, perecen y se consumen; y para mayor verificación pone por ejemplo desta verdad los más heroicos varones que la Grecia, África y otras naciones tuvieron como se ve en lo que se sigue. § 11[10, 147-167] Pondera y pesa las cenizas de Aníbal. Veamos cuántas libras se hallan en un tan gran capitán. Este es aquel que no cabía en toda la África, cercada del mar de Mauritania y de las aguas del templado Nilo, y aun llegaba a los pueblos de los etíopes, y hasta donde se crían otros elefantes. Este es aquel que aumentó su imperio y señorío sujetando a España, es el que atravesó los montes Pirineos y el que, con vinagre, rompió, quebrantó y deshizo los peñascos de los Alpes y las nieves que la naturaleza le había puesto por impedimento y estorbo y, habiendo ya entrado a Italia, aun quiere pasar adelante diciendo: —No hemos hecho nada si con los soldados africanos no rompemos las puertas de Roma y asentamos nuestras banderas en medio del barrio Suburra.

366

Hor. Ars 63. Verg. Ecl. 9, 51. 368 Ciertamente, Plinio se refiere al hombre, pero no lo cita expresamente en este lugar. 369 En el ms.: «sepoltura», que es la forma vulgar bien conocida en el siglo xvi. El maestro pone en un enunciado en latín la vocal usada en el castellano de la época. 370 Plin. Nat. 7, 5. En el ms.: futurae. En las ediciones modernas: etiam post se de futuro. 371 Nótese la errónea traducción de la última parte de la frase que debiera ser: «e incluso de lo que sucederá después de él». 372 Mart. 1, 88, 3-4. 373 Avson. Ep. 37, 10. 367

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¡Oh qué linda cara y cuán dina de ser retratada de un valiente pincel cuando en el elefante de Getulia iba caballero el tuerto capitán! Sepamos pues este qué fin tuvo. ¡Oh gloria del mundo! [f. 215] Este bravo fue vencido y, desterrado, huyendo a toda prisa, se fue a pedir socorro al rey Antíoco y, hecho cliente374 grandioso y dino de admiración, está sentado en el pretorio aguardando hasta que el príncipe Prusia* de Bitinia quiera dispertar y levantarse. No las espadas, no los despeñaderos, no las lanzas le podrán quitar la vida a aquel hombre que en tiempos pasados inquietó y alborotó el mundo, sino solo se la podrá quitar aquel anillo que fue quien castigó la de Canas* y tomó venganza de tan ilustre sangre derramada. ¡Ea, loco! Ahora ve y vuelve a pasar los enriscados Alpes para agradar los mozuelos y dalles materia de qué oren. Nota 11 Expende [H]An[n]ibalem [10, 147]. Probando con ejemplos particulares la dotrina que en común había dado, dice: —Dadme acá aquel valeroso capitán Aníbal, ¿qué libras pesarán sus cenizas?» Como si dijera: —Ni aun esas podréis hallar para pesarlas porque aun las cenizas no parecen, recién muertos; convertímonos en polvo y ceniza según lo que nuestra madre la Iglesia, el primer miércoles de cuaresma375, y según lo enseña Horacio: Puluis et umbra sumus nos ubi decidimus376. Pero, en pasando tiempo, no hay memoria de eso como ni la hay de Eneas, Tulo Hostilio, ni Anco: Quo pius Aeneas, quo [f. 215vº] diues Tullus et Ancus377. Como quien dice: «Ya no hay ni aun sus cenizas, ni las hay de Aníbal». Non capit Aphrica378 [10, 148]. No contento Aníbal con el imperio de África pasó con su ejército a España y a Italia donde afligió a los romanos diez y seis años continuos, alcanzando dellos muchas vitorias. Hace aquí la descripción de

374 cliente: «El que está encomendado y debajo de la confianza, tutela y patrocinio de otro a quien reconoce alguna superioridad» (Aut.). 375 La frase Memento homo quia puluis es et in puluerem reuerteris se pronuncia en la liturgia del Miércoles de Ceniza, mientras se echa un poco de esta sobre la cabeza de los fieles. Su origen es bíblico. Véase Vvlg. Gen. 3, 19. 376 Patón construye un solo verso de los horacianos: nos ubi decidimus / quo pater Aeneas, quo diues Tullus et Ancus, / puluis et umbra sumus. Véase Hor. Carm. 4, 7, 14 y 16. 377 Hor. Carm. 4, 7, 15. 378 Nótese que Patón, siguiendo a Británico, utiliza la grafía con aspirada al referirse a la palabra latina: Aphrica, pero la actual en su comentario. Ambas formas señala Covarrubias, Tesoro de la lengua castellana o española, f. 18: «Africa, Aphrica, Graece Λιβυα».

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África que es la tercera parte del mundo —según la división de aquel tiempo— y se divide de la Asia con el Nilo; por el occidente la baña el mar Atlántico por la parte que dicen Mauritania. Y, aunque los etíopes están a la parte del occidente, cuando dice ad alios379, entiende otros etíopes al oriente, que son los trogloditas, con quien también por allí confina hacia Arabia porque hay dos regiones de Etiopía, como lo dijo Apuleyo lib. 11 de sus Metam[orphosis]380: Et qui nascentis dei Solis inchoantibus illustrantur radiis Aethiopes et alii381. Estacio, en su Tebaida lib. 10, dijo: Aethiopesque alios382. No contento con esto, pues383 vino a España contra lo asentado en las treguas que con ella tenía hechas y, depués de ocho meses que tuvo cercada a Sagunto, ciudad que estaba a la devoción de384 los romanos, la destruyó. De las cuales sinrazones Roma se quejó, enviándole embajadores, pero no les quiso oír, antes, haciendo tocar alarma cuando supo que la nave [f. 216] estaba en el puerto, la hizo retirar; mas ellos, con el orden que traían, navegaron para Cartago y allí les declararon la guerra y emplazaron para ella. Aníbal, luego, pasando los montes Pirineos y los Alpes, aunque con dificultad y trabajo, rompiendo peñas y venciendo nieves y aun atropellando algunos franceses de la montaña que se lo quisieron estorbar, al fin se puso en Italia, donde le esperaba un ejército de romanos junto al río Ticino, y allí les dio la batalla y los venció. Y la segunda, junto al río Trebia, destruyó a Campania y, junto a Canas*, aldea de la Apulia, se dio aquella famosa y celebrada que dicen de Canas*, donde murieron cuarenta y cinco mil romanos; y Paulo cónsul, con noventa senadores y muchos otros nobles, dende aquí se fue a Capua la cual se rebeló a Roma y dio la obediencia a Aníbal; puso sus reales en las riberas del río Aniene*, una legua de Roma, y él mismo con dos mil jinetes llegó hasta la puerta de la ciudad a esplorar las cosas de ella385. Saliéronle a resistir, pelearon tres días valiente mente de ambas partes y, antes de declararse la vitoria, sucedió una gran tempestad que les impidió la batalla y les obligó a ambos ejércitos a retirarse. Todo esto toca de paso el poeta386.

379 Juvenal dice aliosque elephantos, pero sí se refiere a ad alios Aethiopes Británico, a quien sigue Jiménez Patón en Rursus ad Aethiopum po.], citando solo a Estacio. 380 Patón resume ahora los apartados Quot l.], Aphrica perf. Mauro Oc.], Oceano M.], Rursus ad Aethiopum po.] de Británico. En el ms.: Methamaforses. 381 Apvl. Met. 11, 5. Dice exactamente: Aethiopes utrique. 382 Stat. Theb. 10, 85. 383 pues: ant. «después». 384 Estar a la devoción de: «Estar una persona o una reunión de ellas, como nación, ciudad, ejército, etc. voluntariamente sujeta a la obediencia de otra» (DLE). 385 El pánico que entonces se produjo devino proverbial: Hannibal ad portas! Véase Cic. Phil. 1, 5, 11. 386 El párrafo es traducción literal de Additur imp. Hispania.] de Británico.

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El romper el monte Pirineo dicen Tito Livio387 y Plutarco que fue echando fuego y luego, sobre él, vinagre388. De los Alpes dijo Plinio que los dio la natura[f. 216vº]leza para que sirviesen de muralla entre Italia y Francia y así se tuvo por cosa prodigiosa el pasallos Aníbal389. Y aunque tuvo tantas vitorias y tales, no le parecía haber hecho nada en no haber tomado a Roma; perseveró diez y seis años en este intento390, pasando muchos peligros y trabajos. Principal mente se vio en uno grande pasando el río Arno, que iba fuera de madre y, habiendo perdido un ojo, le pasó en un muy grande elefante. Este suceso, y así caballero y tuerto, dice el poeta —haciendo burla— que era dino de retratar391. Exitus ergo? [10, 159]. Veamos este que parecía invencible y de ánimo insaciable qué fin tuvo. Al fin fue vencido y se fue huyendo; vencióle Cipión* el mayor, haciéndole volverse a África; huyendo y aun siguiéndole, no se aseguró392 y fue a pedir socorro a Siria a su rey Antíoco y, viniendo en su favor, también fue vencido de los romanos; pasó a Prusias, rey de Britania*393, y antes que él determinase a darle ayuda, lo supieron los romanos y enviaron a pedirle con Flaminio, embajador, que no solo no le diese socorro, mas que, pues era

387 Liv. 21, 37, 2-3. Cf. Británico: Et montem rupit.], quien cita ambos autores repetidos por el maestro. 388 En las primeras versiones latinas de las Vidas paralelas de Plutarco se hallan una serie de traductores entre los que se encuentra el florentino Donato Acciaiuoli (1429-1478), quien fue realmente el autor de las «Vidas de Aníbal y Escipión». A. de Palencia (1423-1492), a su vez, las tradujo del latín al romance en 1491. El episodio evocado lo hallamos en algunos autores del siglo xvi, por ejemplo en P. Mexía, Silva de varia lección, Sevilla, D. de Robertis, 1540, y H. Román y Zamora Historia de las Repúblicas del mundo, Medina del Campo, F. del Canto, 1575. Ambos atribuyen la anécdota expresada por Jiménez Patón a «Tito Livio y otros». Cf. Acciaiuoli, D., Las Vitae Hannibalis et Scipionis traducidas por Alfonso de Palencia (1491), Barcelona/Madrid, 2014. 389 Plin. Nat. 36, 2: In portento prope maiores habuere Alpis ab Hannibale exsuperatas. Cf. Británico: Opposuit natura.]. 390 Cf. Británico: Tamen ultra pergere tendit.] y Actum inquit.]. 391 Cuenta el suceso Liv. 22, 2. Dice Juvenal [10, 157-158]: O qualis facies et quali digna tabella, / cum Gaetula ducem portaret belua luscum! Cf. Quevedo «Sermón estoico de censura moral», vv. 329-352: «El africano duro / que en los Alpes vencer pudo el invierno, / y a la Naturaleza / de su alcázar mayor la fortaleza; / de quien, por darle paso al señorío, / la mitad de la vista cobró el frío, / en Canas, el furor de sus soldados, / con la sangre de venas consulares, / calentó los sembrados, / fue susto del imperio, / hízole ver la cara al captiverio, / dio noticia del miedo su osadía / a tanta presunción de monarquía. / Y peregrino, desterrado y preso / poco después por desdeñoso hado, / militó contra sí desesperado. / Y vengador de muertes y vitorias, / y no invidioso menos de sus glorias, / un anillo piadoso, / sin golpe ni herida, / más temor quitó en Roma que en él vida. / Y ya, en urna ignorada, / tan grande capitán y tanto miedo / peso serán apenas para un dedo». 392 asegurar: «Preservar o resguardar de daño a alguien o algo» (DLE); entiéndase: «no estaba fuera de peligro». 393 Error de Patón. Prusias I era rey de Bitinia (236-286). Británico lo pone correctamente al comentar Exitus ergo quis est?] Asimismo, en Finem a.] comenta la muerte de Aníbal.

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su amigo, se lo entregase, y él [Aníbal], habiendo entendido el caso, antes que tomase resolución, sin aguardar la que fuese, sacó un poco de veneno que llevaba en la piedra del anillo y se dio la muerte. Este fin tuvo su vanidad y ambiciosa gloria. ¿Cómo con tales sucesos no templan [f. 217] y componen los hombres sus desordenados deseos, pues todos tienen tan infelices fines? Vt pueris placeas [10, 167]. Estas historias de Aníbal dieron ocasión a los maestros de Retórica394 para que depués ejercitaran a sus discípulos, haciendo oraciones395 dellas, y eso es lo aquí dice: ut pueris placeas, y también lo dijo el poeta en la sátira 7, tratando de los retóricos, donde dice: Quaque die miserum dirus caput [H]A[n]nibal implet, Quidquid id est de quo deliberat, an petat Vrbem A Cannis; [an] post nimbos et fulmina cautus Circumagat madidas a tempestate cohortes396.

§ 12 [10, 168-173] Un mundo le parece poco a Alejandro Peleo y, descontento, está ansioso y con bascas397, teniéndose por desdichado en tan estrecho término dél, como si estuviera encerrado entre los peñascos de la isla de Gíaros, y en la pequeña Serifo. Empero cuando haya entrado en Babilonia, ciudad cercada de ladrillos cocidos, estará contento con un sepulcro de piedra. Porque solo la muerte declara cuán pequeñitos son los corpezuelos de los hombres. Nota 12 Aquí pinta la insaciabilidad del ánimo de Alejandro [f. 217vº] Magno, a quien llama «joven Peleo» porque fue hijo de Filipo, a quien sobre nombraron «Peleo» porque nació en Pella, ciudad de Macedonia, según lo escriben Plinio398 y Estrabón399. Alejandro, pues, habiendo un día oído afirmar al filósofo

394

Sen. L. A., Dial. De ira 4, 2, 5 y Sen. L. A. [Rhetor], Contr. 22, 19. oraciones: «Razonamiento, locución, arenga, compuesta artificiosamente para persuadir o mover a alguna cosa» (Aut.). 396 Ivv. 7, 161-164. 397 bascas: «Ansia, desazón e inquietud que uno experimenta cuando empieza a ser molestado por una cosa que le incomoda» (DLE, 1803). 398 Plin. Nat. 6, 138. 399 Str. Chr. l. 7, cap. 8, frag. 20. El maestro sigue a Británico en Pelleo iuueni.]. 395

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Anaxarco que había muchos mundos, escriben Plutarco y Quinto Curcio400 que lloró y, preguntándole sus amigos la causa del llanto, respondió: «¿No tengo razón de llorar habiendo tantos mundos no siendo señor aún del uno401?» Séneca dice que Alejandro fue infelice402 y mereció tal nombre porque deprendió Geometría y por ella alcanzó a conocer que era pequeño este mundo y que, siéndolo, era falso su nombre de Grande pues no lo merecía quien era señor de cosa tan pequeña y aun no de toda; y esta infelicidad lloraba y le tenía descontento, como si se hallara en las pequeñas islas Gíaros y Serifo donde enviaban a los desterrados por algún delito, como dijo [Juvenal] en la sátira 1: Aude aliquid breuibus Gyaris et carcere dignum403. Vrbem munitam a figulis404 [10, 171]. «Ciudad cercada por alfareros o barreros», dijo para decir Babilonia porque Semíramis, mujer de Nino, la cercó de ladrillo cocido y la muralla tan ancha que podían andar dos carros juntos por encima sin toparse ni encontrarse, de quien escriben [f. 218] Diodoro405, Trogo Pompeo406, Estrabón407, Plinio408 y Solino409. Marcial dijo de esta obra: Assiduus nec iactet Babylona labor410. En esta ciudad, pues, habiéndola entrado, Alejandro puso fin a sus deseos y acabó su grandeza porque en ella Antípatro, por medio de Yola, paje de copa, le dio veneno en la bebida con que murió, y aun dicen haber sido cómplice de la traición Aristóteles. El veneno fue agua fría de la peña Nonacrina, en Arcadia,

400 No hemos hallado esta cita en Curcio Rufo, quien en la Historia de Alejandro Magno 9, 6 pone en boca del mismo todos los territorios que ha conquistado. Sí la hallamos en Facta et dicta memorabilia de Valerio Máximo. Véase Val. Max. 8, 14 (ext.), 2. El maestro traduce a Británico, en Vnus orbis.]. 401 Plv. Moralia 466D-E (De tranquillitate animi). Eliano, en sus Historias curiosas, 4, 29, no sabe si reírse de Alejandro si es verdadera la anécdota, transmitida por Demócrito, y añade: «¿Es necesario que diga cuánto se habría reído de él Demócrito, quien había convertido la risa en su oficio?». 402 Sen. Epist. 91, 17; 94, 62 y 119, 7. 403 Ivv. 1, 73. 404 Británico así lo recuerda y el maestro sigue traduciendo todo su comentario en Vrbem munitam figulis.]. 405 D. S. Bibliotheca Historica, lib. 2, caps. 7-12. 406 Las Historias Filípicas de Pompeyo Trogo se han conservado gracias a los Epítomes de Justino (siglo iii). Véase Ivst. 1, 2. 407 Str. Geo. 16, 1, 2. 408 Plin. Nat. 6, 121-122. 409 Sol. De mirabilibus mundi, 56, 1. Cf. Pineda, Primera parte de los treinta y cinco diálogos familiares de la agricultura christiana, dialog. 3, cap. 29, ff. 79-79vº y cap. 31, f. 81vº. 410 Mart. Epigr. 1, 2. En las ed. modernas: iactet nec Babylona labor.

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en un vaso de uña de mula porque, según escriben Plutarco411 y Vitruvio412, no puede estar en otra materia que cualquier que sea la quiebra. Aquí, pues, vino a contentarse o a encerrarse en un sepulcro de piedra a quien llama «sarcófago»413. Porque sarcophagus es —según escribe Plinio, lib. 1— una suerte de piedra que se halla en Asson*, región de Troya, de quien hacían sepulcros para muertos, porque en ellos se consumían todos los huesos y carne sin quedar otra cosa que los dientes, y se consumía de suerte que se convertía todo en la sustancia de la misma peña414. Della escribió Celso así: Lapis etiam qui carnem exedit, quem sarcophagon Graeci uocant415. En tal sepulcro o otro le llegó el desengaño a este que le parecía poco el mundo todo, porque la muerte sola es quien enseña al cierto esta verdad, y pone freno a desordenados [f. 218vº] deseos. Por eso nuestra católica infalible dotrina de verdad evangélica nos dice no solo Memento mori, pero nouissima tua et in aethernum non peccabis416. El desengaño de la muerte hasta los gentiles lo alcanzaron porque es verdad natural, esperimentada entre ellos como entre nosotros, a quienes corren mayores obligaciones por la fe de que nos preciamos, mediante la cual no solo nos hemos de acordar de la muerte, pero del infierno, purgatorio y gloria, que son las postrimerías que han de poner el verdadero freno a desordenados deseos. § 13 [174-187] Créese que, en tiempos antiguos, se navegó por el monte Atos, y otras muchas cosas que los griegos, mentirosos, se atreven a fingir en sus historias. Creemos que el mar se vio cubierto de las mismas naves, que se macizó417 de suerte que pudieron andar sobre él carros. Creemos que los muy hondos ríos y caudalosas corrientes se vieron agotadas con la sequía418 que tenían los medos depués de haber comido. Creemos todas aquellas cosas que el poeta Sóstrato, depués de bien bebido, canta. Pero sepamos cómo volvió, habiendo escapado 411 Plv. Alex. 77, 2. Asimismo Quinto Curcio, en la Historia de Alejandro Magno 10, 10, se refiere al veneno emanado de la fuente Estix. 412 Vitr. 8, 3, 16. 413 Cf. el comentario de Británico en Sarcophago contentus erit.] y Mors sola fatetur.]. 414 Plin. Nat. 2, 211 y 36, 131. 415 Cels. De Medicina 4, 31. 416 En el desfile triunfal de un personaje victorioso la frase memento mori recordaba su condición humana. En Vvlg., Sirach 7, 40, se halla así: In omnibus operibus tuis memorare nouissima tua et in aeternum non peccabis. 417 macizar: «Cerrar alguna abertura u otra cosa, apretándola de modo que quede sólida y firme» (Aut.). 418 sequía: ant. «sequedad o sed de la boca» (DLE).

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de Salamina, aquel bárbaro419 que solía embravecerse contra los vientos Coro y Euro, azotándolos cruel mente, castigo que en la prisión de [f. 219] Eolo no habían gustado; aquel que al mismo Netuno le había echado grillos —aun esto fue más llevadero en no haberle juzgado dino de herralle como esclavo—, ¿había de querer servir a este tal alguno de los dioses? Pero sepamos cómo volvió. Volvió pasando las ensangrentadas olas en una sola barca perezosa por entre los amontonados cuerpos muertos. Tal castigo como este le adquirió la gloria vana depués de tantos deseos. Nota 13 Velificatus Athos [10, 174]. En esta larga perífrasis420 entiende Jerjes, del cual escribe Justino421 y Heródoto, lib. 7422, quiso hacer guerra a Grecia y para ello juntó de su gente setecientos mil hombres, y de amigos trecientos mil, y los embarcó en cien mil naves. En esta ocasión, el monte Atos, que es el más alto de Macedonia, porque le hacía estorbo, lo rompió y hizo dos, abriendo por medio dél un brazo de mar de capacidad que pudiesen ir dos naves sin toparse. Y hizo al mar Helesponto una puente que se podía pasar aquel estrecho celebrado, dende Sesto a Abido, por la cual puente pasó con su gente. Con todo este apercebimento y gran confianza llegó adonde le aguardaba Temístocles y, trabada la batalla por el mar, quedó vencido, haciendo los griegos en los persas admirable estrago y mortandad. Jerjes, en esta ocasión, no sabía determinarse ni qué consejo siguiese [f. 219vº] hasta que, entregando su gente a Marcedonio, capitán, para que le presidiese, él se escapó huyendo con unos pocos de soldados hacia Abido*, y hallando desbaratada la puente que había labrado, se entró en una barca de pescadores; aunque el poeta la llama «nave», la hispanicé lo que fue. Y estando ya en Asia, soberbio aunque temeroso, el loco mandó que al mar, porque había consentido su afrenta y ruina, le diesen muchos azotes, palos y bofetadas, y que le echasen unos grillos y aún herrarle como esclavo —aunque el poeta esto no lo afirma. La puente que hizo de Sesto* a Abido*, que es de Asia a Europa, fue de siete estadios423; porque no tiene este estrecho de ancho más distancia que hacen cinco mil y quinientos pies, estos tuvo de largo la puente 419

Juvenal se refiere al rey Jerjes. El maestro la entresaca, una vez más, de los comentarios de Británico en Creditur olim.]; Velificatus.] Athos.], Et quicquid Graecia mendax.], Suppositumque rotis.] y Rotis.]. 421 A Marco Juniano Justino se debe el Epítome de las Historias Filípicas de Pompeyo Trogo. Véase 2, 10. 422 Hdt. 7, 22-24; 34-35. 423 estadio: «Vale también distancia, espacio y longitud de ciento veinticinco pasos geométricos, que viene a ser la octava parte de una milla, que se regula por mil pasos» (Aut.). 420

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que allí labró y por esto dijo el poeta que puso el mar de suerte que se anduvo con carros. Sóstrato424 fue poeta que escribió estas cosas, las cuales el nuestro [Juvenal] tiene por mentirosas porque los historiadores griegos fueron notados de mentirosos, como lo nota Plinio lib. 5, cap. 1425 y en el libro 8426, y Valerio Máximo, en el capítulo de Amicitia, dijo de ellos: Illa gens ad fingendum parata monstro similia mendacia427. Pero quien más de espacio dice contra sus mentiras y los convence en ellas [es] el docto judío Josefo428 contra Apión Alejandrino, en dos libros enteros. Finalmente, Jerjes [f. 220], que salió contra Grecia con un millón de soldados y tan gran número de naves, volvió solo en una barquilla, desbaratado y pobre, a su reino, donde pereció, aborrecido de los suyos por haber, con su arrogancia bárbara y loca, destruido la grandeza de Asia, y así, llevó la pena de su locura; por esto el poeta concluye con esta epifonema: Has exegit poenas429.

424 Británico, en Et madidis.] y Alis madidis.], no sabe de cierto a quién se refiere Juvenal, pero da relación de los individuos conocidos de tal nombre. Afirma que, en tiempos de Augusto, hubo un poeta así llamado, según escribe Plutarco en la vida de Marco Antonio [?]; informa que algunas fuentes dicen falsamente —pues se trataba de Onomácrito— que, según Heródoto, fue un vate que predijo la llegada de Jerjes, cuyo oráculo indujo al rey persa a llevar la guerra a Grecia; por último, añade que hubo un cierto Sóstrato de Gnido, arquitecto, que construyó un faro en la isla de Pharos, en Alejandría, donde inscribió su nombre por gracia de Tolomeo Filadelfo. A la lista podríamos añadir un narrador de historias fabulosas, citado en Sobre los ríos del pseudo Plutarco, 2: «El Ismeno» y 24: el «Tigris». Asimismo, Sexto Empírico en Adversus grammaticos, cita tres versos de Sóstrato, enviado por Tolomeo a Antígono, lo que da pie a Henr. Stephanus, traductor del filósofo griego, a explicar, en una nota, la serie de individuos así llamados. Véase Sextvs Empiricvs, Pyrrhoniarum institutionum libri III, lib. 1, cap. 13, p. 276. Modernamente, G. Viansino plantea si se trata de Sosístrato, un poeta declamador de poesía épico-histórica, citado en la Poética de Aristóteles 26, 146. Véase Giovenale, 20049, p. 406. 425 Plin. Nat. 5, 4. 426 Se trata de Plin. Nat. 28, 112. 427 Val. Max. 4, 7, 4. Británico en Et quicquid Graecia mendax.] cita la frase así: Illa gentis ad fingendum paratae monstro similia mendacia. 428 El historiador Flavio Josefo (37-101) fue autor de Antigüedades judías, La guerra de los judíos y Sobre la antigüedad de los judíos (Contra Apión). La finalidad de este último, en dos libros, es «tanto para rebatir el resentimiento y las falsedades que expresan voluntariamente nuestros detractores como para vencer la ignorancia de otros, instruyendo así sobre nuestra antigüedad a quienes quieren conocer la verdad». Véase J. Ap. 1, 1, 3. 429 Ivv. 10, 187. Aunque Jiménez Patón se refiere muy someramente a esta figura de amplificación en Elocuencia española en arte, cap. 14, pp. 213-214 y 413, más diáfana es la explicación de fray Luis de Granada, en Los seis libros de la Rhetórica Ecclesiástica, lib. 2, cap. 13, & 2, pp. 124129: «Epifonema es una suma aclamación de la cosa que se ha contado o provado; [...] es cierta especie de corolario [...] pero contrahido a cierta y determinada materia».

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§ 14 [10, 188-245] Otro, mudado el color y con semblante sosegado y compuesto, solo esto desea y pide a Dios, diciendo: «Júpiter, alárgame la vida, concédeme la goce muchos años». Pero veamos la vejez, prolija y larga, ¡cuán continuos y grandes males la afligen y llenan! Cuanto a lo primero, considera el rostro desfigurado y feo de mal color, muy otro del que solía; en vez del lustre430, pellejo disforme, las mejillas y carrillos pendientes, temblando, y las rugas como aquellas que la madre mona rasca en su viejo barbo quejo431 en aquella parte donde Tábraca tiene sus montes sombríos. En los mozos hay muchas diferencias de rostros, y este es más hermoso que aquel y aquel más que el otro y estotro mucho más robusto que el otro. Los viejos, todos tienen una figura y cara, los miembros [f. 220vº] y la habla todo les tiembla, la cabeza anda cayéndoseles, las narices como niños con moqueta432. Comen y mascujan433 el pan con las encías sin dientes, los desdichados. Es el viejo pesado a su mujer e hijos, y aún a sí mismo, y tanto, que a Coso, que le procura engañar por heredarle, le causa enfado. No tiene el gusto que solía en la bebida y comida, porque tiene el paladar estragado. Del débito conyugal está muy olvidado, porque el brío y apetito está perdido, aunque más le procuren incitar. Porque, ¿qué se puede esperar de un viejo enfermo? Antes, si algún apetito muestra, da qué sospechar —y con razón—, porque intenta actos lascivos sin fuerzas para ellos. Considerad y advertid otro daño, y es que, cantando, no puede oír con deleite, aunque el que toca y canta sea escelentísimo músico, como Seleuco, y aunque sea el músico de los de más clara voz que salen al teatro rastrando434 su capa dorada. Porque, ¿qué importa que se asiente en el mejor sitio y lugar del gran teatro, el que apenas puede oír los músicos, cornetas, ni aun el son de las trompetas? Son necesarias grandes voces del criado para entender quién dice que ha venido, y cuando le diga las cuántas horas son [f. 221]

430

El maestro complica una simple antítesis. Británico, en Pro cute pellem.], afirma que Juvenal distingue pellem de cute, de modo que se dice ‘pellejo’ en la vejez y ‘piel’ en la juventud, aunque —afirma— muchos autores se confunden. 431 barboquejo: el término empleado por el maestro no tiene relación alguna con in uetula bucca de Juvenal. Probablemente se refiere a «papada». 432 moqueta: despectivo de moco. La forma femenina quizá se explique por la existencia de moquete, con otro significado: «Puñada dada en el rostro, especialmente en las narices» (DLE 1869). 433 mascujar: «Mascar mal o con dificultad» (DLE). 434 rastrar: «Lo mismo que arrastrar [...]» (Aut.).

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Además desto, poca sangre y muy fría en todo su cuerpo, el cual, si tiene calor, es de sola calentura. En forma de escuadrón le cercan todas las enfermedades, cuyos nombres, si me los preguntases, será más fácil declararte cuántos amigos adúlteros tenga Hipia; cuántos enfermos ha despachado con la muerte el médico Temisón; cuántos compañeros de trato haya engañado Básilo y cuántos menores Iro*; cuántos hombres Marilarga chupe en un día; cuántos dicípulos trompique435 Amilo. Y más presto diré, de paso, las quinterías o granjas que tiene Cínamo, aquel con quien yo me quitaba el cabello y barba, siendo mozo. A este le duelen los lomos; estotro está maltratado de una pierna; el otro ha perdido los dos ojos y le tiene envidia al tuerto; del otro, los labios descoloridos resciben la comida por mano ajena; y, aquel que, en viendo el manjar, solía abrir gran boca, ahora apenas resuella y pía, como el pequeñito golondrino, a quien su madre, volando sin gustar de lo que llevaba, ceba con el pico lleno. Pero, aún mayor que toda la436 pérdida y daño de los miembros, es la falta del entendimiento y juicio, pues que ni sabe los nombres de los criados, ni conoce en el rostro a sus amigos con quien cenó la noche pasada, ni aun a los mismos [f. 221vº] hijos que engendró y cría, pues que en el riguroso testamento no los deja por herederos y manda todos sus bienes a la ramera Fíale, que tanto como esto puede el anhélito437 de una tal taimada, que estuvo muchos años ganando en el burdel y casa pública. Y demos caso que los sentidos interiores del alma estén en su entereza y vigor, ha de pasar por las muertes de los hijos, ha de ver la hoguera o sepoltura de su querida mujer y de su hermano, y las urnas llenas de cenizas de sus hermanas. Esta pena han de tener los que viven mucho, que han de ver siempre su casa llena de muchos llantos, con las desdichas nuevas que cada día suceden, y han de pasar su vejez en perpetua tristeza, siempre cargados de luto. Nota 14 Entre los deseos desordenados de los hombres pone, y con razón, los que los tienen de vivir muchos años, y pone los daños, penalidades y desventuras que se les siguen y les acompañan: lo primero, la fealdad de la vejez y luego, las miserias de las enfermedades y otras desdichas, infelicidades y tristes sucesos, donde se verifica

435 trompique: «Hacer a alguien tropezar violenta y repetidamente». Precisa Británico en Inclinet.]: Ad obscoena. 436 En el ms. aparece tachado «falta». 437 anhélito: «Respiración, principalmente corta y fatigosa» (DLE 2014).

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aquello de que quien tiene larga vida, siempre tiene larga pena438 y pasa muchos trabajos. En lo cual hay muy poco qué advertir y notar más de lo que aquí dice el poeta, [f. 222] que en el español queda declarado suficientemente. Solo de Tábraca advertimos que, según Tolomeo439, Estrabón440, Pomponio Mela441, es un pueblo en África442, en cuyas dehesas y montes hay abundancia de monas, el cual particular puso por el general donde quier que los tales animales se crían. Posidonio cuenta que, navegando de Cádiz para Italia, vio dende la orilla del mar, en unos montes de África —que se presume son estos—, muchedumbre de monas, unas sobre los árboles, otras en el suelo, otras con sus hijuelos al pecho, unas calvas y otras potrosas443, lo cual le dio qué reír444. Este animal pues, aun nuevo, hace rugas y, si viejo, muchas más, y así lo compara a los viejos, y también porque los viejos todos parecen unos como las monas445. También hay que notar aquello: Quot longa uiros exorbeat uno [Maura] die [10, 223-224].

Porque algunos presumen quiere decir que son más las enfermedades de los viejos que los hombres que se traga el estrecho Gibraltar cada día. Pero si mi juicio no yerra, no es así; antes quiere decir son más que los que chupa Maura446, adúltera ramera muy lasciva, a quien yo llamé Marilarga, por el epíteto que le junta de longa y porque presumo es la misma que murmura del mal ejemplo que daba a su hija, haciéndola su alcahueta [f. 222vº], escribiéndole los billetes, y llevándolos a los rufianes, a quien llama «Larga», sat. 14, diciendo: 438

Frase proverbial que hallamos en un verso del cantar del ermitaño en el lib. II de La Galatea de Cervantes: «Y no es piedad del cielo porque ordena / a larga vida dar más larga pena». Cf. Nieremberg, Corona virtuosa y virtud coronada, «Centuria de dictámenes morales», Década X, 98, p. 345: «Lo mismo es tener larga vida que tener larga pena». 439 Ptol. Geog. 36, 25. 440 Str. Geo. 17, 3. 4. 441 Mela Chor. 1, 33. Cf. Plin. Nat. 5, 22: oppidum Thabraca ciuium Romanorum. Hoy Tabarca. 442 Está situada en las costas de Numidia. Británico, en la voz Tabraca.], alude a los autores citados por Jiménez Patón. 443 potrosas: «herniadas». 444 Posidonio de Apamea (135-51 a. C.) fue un filósofo, historiador y geógrafo que realizó numerosos viajes con finalidad científica. Solo quedan fragmentos de sus obras. La anécdota de Jiménez Patón procede asimismo de la voz Tabraca.] de Británico, quien debe su información a Str. Geo. 17, 3, 4. 445 Cf. Vna senum facies.] de Británico. 446 Maura en todos los ms.; se trataba de una felatriz famosa.

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[...] expect[a]s ut non sit adultera Largae filia, quae nunquam maternos dicere moechos tam cito nec tanto poterit contexere cursu [...]447?

Donde también da a entender que los rufianes eran muchos. Y que se entienda desta mala hembra —así llamada— y no del estrecho consta, porque, en el símile, que no hizo hipérbole448 ni comparación en cosas naturales, sino por murmurar de una vez muchas cosas, lo hizo en acidentes viciosos de muchos varones y hembras, como a Hipia449 la murmura de muy común y amancebada con muchos; a Temisol*450, de mal médico; a Básilo451, de poco fiel en el trato de mercader con sus compañeros; a Iro* —como el otro pobre a quien mató Ulises452—, de que se comía los bienes de sus menores; a Cínamo453, de rico nuevo que subió de barbero a privanza del príncipe, como lo murmuró en la sátira primera; y así murmura a Maura longa, que yo llamo Marilarga, de que se traga, chupa o sorbe muchos hombres, que aún es frase castellana el decir esto de hembras, que con la mucha lujuria desustancian, marchitan y enflaquecen los hombres, o de las que les chupan y sacan su hacienda, dejándolos pobres, que también [f. 223] decimos «pelar», y lo uno y lo otro dijo Marcial en el un sentido o en el otro, lib. 7 ep. 66454: Vndenas uorat in die puellas. Como Juvenal dijo: Exorbeat uiros, pelar y raer, dijo [Marcial], lib. 2, ep. 17: Sed ista ton[s]trix, Am[m]iane, non tondet, Non tondet i[n]quam455; quid ergo facit? radit456.

447

Ivv. 14, 25-27. En el ms.: expectes. hipérbole: «Figura que consiste en aumentar o disminuir excesivamente aquello de que se habla» (DLE). Véase Jiménez Patón, Elocuencia española en arte, cap. 14, pp. 216 y 415. 449 Opia en la mayoría de ms. Era una vestal impúdica, de noble familia, condenada en el 483 a. C. 450 Célebre médico de Siria. Véase Sen. Epist. 95, 9. 451 Cicerón en Off. 3, 73 y Valerio Máximo en Facta et dicta memorabilia 9, 4,1 aluden a la gran fortuna de un personaje llamado Lucio Minucio Básilo, quizás el citado por Juvenal. 452 El maestro alude a la pelea entre el mendigo Iro, quien insultó al harapiento Ulises, impidiéndole entrar en su palacio; al primer asalto, cayó abatido. Véase Hom. Od. 18, 1-116. 453 Juvenal no nombra al barbero que alcanzó el rango de caballero gracias al favor —cuatrocientos mil sestercios— de su dueña, pero Jiménez Patón sigue una vez más a Británico en Quo t.], quien le facilita su nombre y la alusión juvenaliana al mismo en la sátira primera [1, 24-25]. Marcial se refiere a él en 6, 17 y 7, 64. 454 Mart. 7, 67, 3. 455 En el ms.: imquam. 456 Mart. 2, 17, 4-5. En las ed. modernas: Quid igitur. 448

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«Esta barbera —dice— no pela, sino rae; saca los pelos de raíz, que no vuelven a renacer». Esto es o porque pegaba búas457 que hacían tal efeto o porque al que cogía entre manos no le dejaba cañones458, es decir, lo dejaba pobre sin blanca. Y de la otra dijo que se los tragaba, y nuestro Juvenal, que se los sorbía. § 15 [10, 246-255] Si le das crédito en algo al grande Homero, Néstor, en su vida larga, fue otra segunda corneja. Dichoso grande mente en que dilató su muerte tantos siglos, y que en su mano derecha cuenta los años y que tantos gustó del vino nuevo. Atiende un poco —por tu vida te ruego— y escucha cómo el mismo se queja de las leyes de los hados y de la larga tela de su vida cuando, en su presencia, ve abrasarse la barba del valiente Antíloco, su hijo, pues está preguntando a cualquiera de los compañeros que están con él qué maldad habrá cometido, dina de que se le [f. 223vº] castigue con tan larga vida y que le obligue a durar y permanecer hasta aquellos tiempos. Nota 15 Pone ejemplos de varones que, por vivir mucho tiempo, vieron por sus cosas muchas desgracias, calamidades y desastres, como consta de Néstor, al cual nombra rex Pilius459, porque fue hijo de Neleo, señor de Pilos, en Grecia. Llámale rey porque larga mente en el latín se dio este nombre a los señores. Y este mismo epíteto le da en otras partes y otros muchos poetas como constará. Dicen vivió trecientos años, pues, en su nombre, Ovidio: [...] uixi Annos bis centum; nunc tertia uiuitur aetas460.

Cicerón en lo de Senectud:

457

búa: lo mismo que buba: «Postilla o tumor pequeño de pus» (DLE). Alude al mal venéreo. cañones: «Llamamos cañones las plumas de las aves» (Cov.); entiéndase: «lo desplumaba». «El principio del pelo de la cabeza o de la barba, que está inmediato o pegado al cuello, y dentro de él, que es como la raíz de donde crece y sale fuera» (Aut.). 459 El maestro sigue a Británico en Rex Pilius.], si bien el filólogo, en el texto, pone correctamente Rex Pylius. 460 Ov. Met. 12, 187-188. 458

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Videtis[ne] ut apud Homerum saepissime Nestor de uirtutibus [suis] praedicet? Tertiam enim iam aetatem hominum uiuebat461.

Horacio: Non462 ter aeuo functus amabilem Plorauit omnes Antilochum senex Annos463.

Marcial le desea a Domiciano no solo estos trecientos años de Néstor, pero la vida del dios Jano, lib. 8, ep. 2: Promisit Pyliam quater senectam. Addas, Iane, tuam, pater, rogamus464.

Y lib. 4, ep. 1: Pylioque ueni numerosior aeuo465. [f. 224] De la corneja466 dicen que vive la vida que nueve veces el hombre, de suerte que le da Hesíodo novecientos años. Plinio lo tiene por mentira467, y sin duda lo es, aunque la epigrama que anda entre las de Virgilio lo escribe así, habiendo dicho de los hombres cien años: Hos nouies sup

erat uiuendo garrula cornix468. Ovidio en sus Metam[orphosi]s469: Cap[u]t[que] nouem cornicis saecula passae470. Felix nimirum [10, 248]. Esta es ironía471, como si le llamara grande mente desdichado por haber vivido tanto tiempo que vio tales desventuras472.

461

Cic. Cato 10, 31. En las ediciones modernas: At non. 463 Hor. Carm. 2, 9, 13-15. En las ediciones modernas: At non ter. 464 En las ediciones modernas: Addas, Iane pater, tuam rogamus, 8, 2, 8. 465 Dice el verso 4, 1, 3 completo: Longa, precor, Pylioque ueni numerosior aeuo. 466 Cf. Británico en Secundae vitae a cornice.]. 467 Plin. Nat. 7, 153. 468 Se trata de la égloga 22, 3 de Ausonio: De aetatibus animantium. Hesiodion. 469 En el ms.: Methamaphorsos. 470 Ov. Met. 7, 274. Jiménez Patón traduce en este párrafo las voces Rex Pilius (sic).] y Secundae vitae a cornice.] de Británico con sus citas correspondientes, pero en este caso el filólogo —o el impresor— se equivoca y pone capitque. El maestro lo escribe sin más y omite la conjunción. El texto correcto es: ora caputque. 471 ironía: «Figura retórica que consiste en dar a entender lo contrario de lo que se dice» (DLE). Véase Jiménez Patón en Elocuencia española en arte, cap. 12, pp. 199-202 y 399-401. 472 Idéntico y esquemático comentario ofrece Británico en Felix n.]. 462

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Dextra computat annos [10, 249]. Aquí toca la costumbre de los antiguos, los cuales contaban los años por los dedos473, como los malos poetas las sílabas de los versos. La cual enseña Apuleyo diciendo en su Apología segunda: Si triginta annos pro decem dixisses, posses uideri computationis gestu errasse, quos circulare debueris digitos aperuisse. Quum uero quadraginta, quae facilius ceteris porrecta palma significantur, ea quadraginta tu dimidio auges. Non potest digitorum gestu errasse, nisi forte triginta annorum Pudentillam ratus binos cuiusque anni consules numerasti474.

De lo cual también [f. 224vº] hace mención Plinio, lib. 34, cap. 6475. Además desto, Jano, el de los dos rostros, porque era dios de la paz y de la guerra, según la dedicación de Numa Pompilio, de tal suerte tenía dibujados los dedos que significaban trecientos y cincuenta y cinco días, como que aquellos eran los de el año y como que la vida suya cada día había de ser un siglo476, que a esto miró Marcial477. San Jerónimo Contra Joviniano, declarando la parábola del señor de los frutos de la heredad sembrada, que acude478 con treinta, con sesenta y con

473 Cf. Británico en Dextra c.]. Dice Marrou, 1965, pp. 190-191: «La antigüedad conoció todo un arte, rigurosamente codificado, que permitía simbolizar por medio de ambas manos todos los números enteros desde 1 hasta 1.000.000. Con los tres últimos dedos de la mano izquierda, según que estuviesen más o menos bajos y replegados sobre la palma, se expresaban las unidades de 1 a 9; las decenas, por la posición relativa del pulgar y del índice de la misma mano; las centenas y los millares, de igual modo, con el pulgar y el índice por una parte, y los tres últimos dedos, por otra parte, de la mano derecha: las decenas y centenas de mil, por la posición relativa de la mano, izquierda o derecha, respecto del pecho, el ombligo, el fémur; el millón, finalmente, por medio de las dos manos entrelazadas. Esta técnica ha sido hoy del todo olvidada entre nosotros, pero gozó de inmenso favor en Occidente, aun en las escuelas medievales; y todavía persiste actualmente en el Oriente musulmán. Atestiguado su uso corriente en el mundo mediterráneo a partir del Alto Imperio Romano, tal vez hizo su aparición ya antes, en los últimos siglos anteriores a Cristo». 474 Apvl. Apol. 89, 6-7. 475 Jiménez Patón, sigue a Británico en Dextra c.]. Al filólogo se debe la cita anterior de Apuleyo y la de Plinio en Nat. 34, 33 (cap. 16). Se refiere a la estatua de bronce de Jano dedicada por el rey Numa. Asimismo, Procopio (siglo vi) en De Bello Gothico 1, 25, describe la mencionada estatua. El santuario de Jano se hallaba al norte del Foro, tras de la Curia. 476 El llamado Año de Numa constaba de 355 días. Julio César, en 46 a. C., añadió diez más. La frase del maestro resulta ininteligible. 477 Mart. 8, 2. En el epigrama, dedicado a Domiciano, vencedor del Danubio, el poeta indica que Jano prometió al señor de las tierras y dios del mundo, una vejez cuatro veces más larga que la de Néstor de Pilos. Y suplica: «Oh padre Jano, te ruego que añadas la tuya», es decir, la eternidad. 478 acudir: «Dar o producir la tierra o las plantas» (DLE).

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ciento479 —como lo toca la Iglesia en el himno de san Joan Bautista480—, enseña que el número de treinta se sinifica por juntar los dedos pero no del todo; el de sesenta, encogiendo el dedo mayor, que es pólice481, en el puño, y esto con la mano izquierda, pero que el número de ciento se sinifica con los mismos dedos, mas no con la misma mano, sino con la derecha. Y dice el santo: Advierte letor, que las casadas y viudas se ponen y cuentan en la mano izquierda; y en los mismos dedos, pero no en la misma mano sino la derecha, se sinifica la corona de la virginidad482.

Y porque el número de ciento se contaba con la mano derecha, como los de Néstor eran trecientos, también los contaba en ella. [f. 225] De aquí vino que los astronómicos ordenaron la cuenta de lo que llaman áureo número483, ciclo solar, epacta484, embolismo485, letra dominical, fiestas movibles por las manos, y a este modo de contar llaman «cómputo», y por eso dice aquí computat. Quien quisiere vea a Pierio Valeriano, en los jeroglíficos sagrados de los gitanos: hallará, muy por menudo, con distinción y claridad, la cuenta como se hacía por los dedos, así para números menores como mayores486.

479

La exposición patoniana es traducción literal de Británico en Dextra c.], propia de los que dan por sabida la parábola, pero que hoy deviene confusa. Se refiere a la parábola del sembrador cuya simiente cae junto al camino y es comida por las aves; en terreno pedregoso donde apenas brota muere; entre cardos que la ahogan; por último, la que cae en tierra buena da fruto, una ciento, otra sesenta, otra treinta. Vvlg. Matth. 13, 3-8. Se refiere a ella Hier. Adv. Iovin. 1, 240 y 2, 355, 19. 480 Se refiere al himno que comienza Vt queant laxis formado por 13 estrofas sáficas, atribuido a Pablo Diácono (siglo viii). Patón alude especialmente al verso adónico indice prodis de la estrofa séptima. 481 pólice: «Dedo pulgar» (DLE). 482 Hier. Adv. Iovin. 1, 240 y 2, 355, 19. 483 áureo número: «Número que se escribía con caracteres de oro en los sitios públicos de Atenas, y correspondía al año en que, cada 19, se volvían a repetir las fases lunares en las mismas fechas» (DLE). 484 epacta: «Número de días en que el año solar excede al lunar común de doce lunaciones» (DLE). 485 embolismo: «Añadidura de ciertos días para igualar el año de una especie con el de otra, como el lunar y el civil con los solares» (DLE). 486 Valerianvs, Hieroglyphica, lib. 36 De digitis et mensuris y lib. 37 De digitorum numeris et significatis. El maestro pudo consultar este libro directamente o inducido por Covarrubias, Tesoro de la lengua castellana o española, f. 486. Las fuentes de Británico —según el mismo confiesa— son Beda el Venerable y Celio Rodigino, lib. 23, cap. 12.

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§ 16 [256] Desto mismo y estas mismas cosas padeció y pasó Peleo cuando lloró a su hijo Aquiles, que se lo habían llevado a la guerra de Troya. Nota 16 Aquiles fue hijo de Peleo y Tetis. Diosas del mar escondiéronle por tener oráculo que, si iba a la guerra de Troya, habían de darle muerte en ella; pero, porque para la vitoria importaba su persona, con la industria487 de Ulises, pareció, aunque disfrazado en hábito de mujer, entre las damas del rey Licomedas*; lleváronle a Troya donde hizo célebres hazañas y, la mayor, matar a Hétor*. Mas al fin, por acechanzas de Paris, se le dió a él la muerte en el templo de Apolo Tímbico*, donde entró [f. 225vº] con deseo de ver a Polícena*, hija de Príamo, de quien estaba enamorado. Allí Paris, escondido detrás del ídolo, fingió que el mismo ídolo le flechó el arco, castigando el sacrilegio, y le mató. Esto dice el poeta: que llora su padre viejo por haberle llegado sus muchos años a ver estas y otras desventuras488. § 17 [10, 257] Esto mismo llora, siente y pasa el otro Laertes, que también lloró a su hijo que andaba navegando por los mares. Nota 17 Laertes, padre de Ulises, viendo lo que en su casa pasaba por su ausencia —que es lo que sinifica489 Penélope, su mujer, en la carta que le escribe—, desto mismo se lastima y atormenta. § 18 [10, 258-272] Príamo, rey de Troya, si muriera antes que Paris trat[ase]490 de edificar las atrevidas naves, muriera quedando en pie Troya; y, yendo su alma con la de Asáraco, llevando Hétor* y sus hermanos sobre sus hombros el cuerpo a hacer 487 488 489 490

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industria: «Maña y destreza o artificio para hacer algo» (DLE). Cf. Haec eadem Peleus.] de Británico. significar: «Hacer saber, declarar o manifestar algo» (DLE). En el ms.: «trató».

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el entierro y exequias con gran solenidad entre las lágrimas de las troyanas, de suerte que en aquella ocasión llorara la primera vez491, Casandra, su hija, y rasgando492 su manto Polícena*; [f. 226] sepamos qué bien le causó el mucho tiempo que vivió. Vio todas las cosas arruinadas y destruidas; vio que perecía Asia a sangre y a fuego, y él, entonces, hecho soldado y temeroso, dejando la corona, se vistió las armas y vino a caer muerto junto al altar del supremo Júpiter, como si fuera un buey viejo que el dueño ingrato, enfadado por verle cansado, le apartó del arado y entregó el flaco y miserable cuello a la guchilla493. En fin, el fin, y tal cual fue, fue fin de hombre, pero su mujer, que vivió más que él, áspera y desabrida, ladró y dio gañidos494 de perra. Nota 18 Otro de los que, por vivir mucho tiempo, vio muchas calamidades desdichas y trabajos, fue Príamo, rey de Troya. Vio la ruina de su ciudad y reino, las muertes de casi todos sus hijos, que fueron cincuenta, y casi todas sus hijas, estas fueron doce, cuyos sucesos no repito por muy sabidos y escritos en muchas partes, y cómo el gran sentimiento, llantos y gemidos de Hécuba, su mujer, dieron ocasión a los poetas para fingir se había convertido en perra rabiosa495. § 19 [10, 273] Deprisa voy por llegar a decir de los nuestros, paso en silencio a Mitrídates, rey del Ponto, y a Creso, a quien la dotrina elocuente del justo Solón le mandó [f. 226vº] que tuviese atención y mirase al último fin de la vida larga. Nota 19 Transeo [10, 273]. Aquí usa de la figura llamada preterición o pretermisión496, diciendo no quiere decir de Mitrídates ni Creso. De los cuales Mitrídates, 491

La frase de Juvenal ut primos edere planctus Cassandra inciperet nos lleva a substituir vejez, sin sentido, por «vez». 492 rasgando: entiéndase «rasgara». 493 guchilla: «cuchilla». Por equivalencia acústica, confundiendo aquí la sordez y la sonoridad. El CORDE ofrece algunos ejemplos de esta misma palabra en las épocas medieval y áurea. 494 gañido: «Aullido del perro cuando lo maltratan» (DLE). 495 Ov. Met. 13, 565-575. 496 Véase Jiménez Patón, Elocuencia española en arte, cap. 12, pp. 206 y 404: «Preterición o pretermisión (en griego “paralepsis”, o “apófasis” o “parasiopesis”) es cuando fingiendo que no queremos decir la cosa, la decimos».

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rey del Ponto, vivió sesenta y seis años, pasando por él muchas desventuras y trabajos porque fue tres veces vencido de los romanos siendo capitanes Sila, Lúculo y Pompeyo. Pero lo que hay más que ponderar, al propósito de la dotrina del poeta de los inciertos deseos de los hombres, y cómo, en lo que esperan el bien, les está guardado el mayor tormento, es que este rey, temeroso de lo que a otros sucedía, dende niño se acostumbró a tomar cierto antídoto contra veneno497, que hoy por su autor se llama «mitridático»498, y depués, viéndose tan oprimido, cargado de calamidades y desventuras, afligido por librarse de ellas, él mismo tomó veneno muchas veces para darse muerte, y no le fue de provecho por la prevención que tenía hecho del antídoto. Final mente, viéndose cercado en su palacio real por su mismo hijo Fárnace*, que se conjuró contra él, para concluir sus desventuras, con veneno, que a él no le mataba, quitó la vida a su mujer y a los demás hijos y hijas [f. 227] y a los amigos que en palacio tenía y le rogó a un soldado de su guarda francés499, que se llamaba Bitoco, le diese la muerte, como lo hizo y lo escribe Plutarco500. Creso501, rey de Lidia, tan gran rico, que dio ocasión al proverbio que dice: Ditior Cr[o]eso502, como que en hipérbole503 por estas muchísimas riquezas que tenía, se envaneció de suerte que se tenía por el más felice de los hombres. Y entrando un día en su casa el sabio filósofo Solón, legislador de los atenienses, le hizo ostentación de las grandes riquezas que tenía y le dijo que con ellas, siendo tantas y tales, no sin causa se podía llamar el más dichoso de los hombres. Solón le replicó que no se diese tal nombre hasta que, depués de muerto, el mundo se lo diese, correspondiendo a lo de la sagrada [e]scritura que nos aconseja no alabemos al hombre mientras que viva504. Sucedió en verificación desta verdad que Creso, en una batalla, fue vencido por Ciro, rey de los persas, y, llevándolo maniatado, teniéndole junto al brasero

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Ivst. 37, 2, 6-7. mitridático: «Mitridato: cierto letuario o atriaca que inventó Mitridates contra el veneno, del qual tomó nombre» (Cov.). Plinio en Nat. 23, 149 da la composición. 499 francés; entiéndase «galo, natural de la Galia». 500 Es cierto que Mitrídates VI Eupator o El Grande (120-63 a. C.) se halla en las biografías plutarquianas de Lúculo, Sila y Pompeyo, pero no exactamente lo que refiere Patón, cuya fuente, es una vez más Británico en Regem p.]. Cf. Liv. Perioch. 102, Appian., Mith., 16, 111 y Dio Cassivs, Hist. Rom. 37, 13. 501 Cf. Británico en Et Croesum.]. 502 Cf. Erasmvs, Adagiorum 1, 6, 74: Croeso, Crasso ditior. 503 hipérbole: «Figura que consiste en aumentar o disminuir excesivamente aquello de que se habla» (DLE). Cf. Jiménez Patón, Elocuencia española en arte, cap. 14, pp. 216 y 415. 504 Hdt. 1, 32. Cf. Jiménez Patón, Comentarios de erudición, («Libro XVI»), pp. 189-190 y n. 657-658. La cita bíblica corresponde a Vvlg. Sirach 11, 30: Ante mortem ne laudes hominem quemquam. 498

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para haberle de quemar, suspirando, nombró muchas veces a Solón. Ciro advirtió en ello y le preguntó quién era aquel que así nombraba; díjole quién y por qué, y en esta ocasión, repentina mente, como de milagro comenzó a llover y se apagó la hoguera. Ciro lo tuvo por maravilla notable [f. 227vº] y le perdonó y soltó libre y le pidió lo hiciese amigo de Solón. Con lo cual quedaron estos dos reyes desengañados y ciertos de las calamidades desta vida, y cómo los que más larga la tienen pasan más trabajos. Esta historia escriben Heródoto505, Justino506 y Plutarco507. § 20 [10, 275-282] De aquí procedió el destierro de Cayo Mario, el verse preso, vencido, y esconderse en las lagunas de Minturnas. De aquí procedió el verse tan pobre que pedía de limosna el pan que comía. Si en acabando de dar la vuelta con el escuadrón de los cautivos con quien triunfaba, si en acabándose la pompa del triunfo granjeado en las batallas, al punto que decendió del carro en que triunfaba de los teutónicos, hobiera despedido aquella ánima honrada, ¿qué cosa hobiera producido la natura más dichosa en el mundo, ni hobiera tenido Roma más bien aventurada y felice, que tan escelente ciudadano? Nota 20 Cayo Mario508, de quien en la sátira otava dijo que fue hijo de padres tan pobres, naturales de Arpinas, que se alquilaba para arar y podar509, fue tan valeroso que fue seis veces o siete cónsul de Roma, que era el supremo imperio. Depués de muchas y muy gloriosas hazañas y vitorias [f. 228], por vivir mucho, se vio en tantas y tales miserias, como aquí toca el poeta. Porque fue vencido de su enemigo Sila junto a Minturnas, y por no venir a sus manos huyendo, se escondió entre las espadañas y juncos de unas lagunas, donde al fin lo hallaron y le prendieron y, puesto en la cárcel, envió Sila un soldado francés510 que le cortase la cabeza; y llegado, en viéndole con la majestad y grandeza que la naturaleza le había dado, se turbó de suerte el verdugo que no tuvo fuerza para ejecutar la muerte. Tuvo orden para escaparse de la prisión y en una barquilla se pasó a

505 506 507 508 509 510

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Hdt. 1, 86-88. Ivst. 1, 7. Plv. Sol. 28, 2-6. Cf. Jiménez Patón, Comentarios de erudición, («Libro XVI»), p. 190. Cf. Británico en Exilium et carcer.]. Ivv. 8, 245-252. francés; entiéndase «galo, natural de la Galia».

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África. Sabiéndolo Sestilio, que era allí pretor, le envió a decir con un lictor que fuese a la ciudad. Pero él le respondió: Ve y dile a Sestilio que has visto a Mario sentado sobre las ruinas de Cartago, desterrado y pobre, tanto que pide el pan que come de limosna.

Como lo cuentan Plutarco511 y Plinio512. Si este hobiera muerto cuando alcanzó la última vitoria de los enemigos de Roma, ¿qué hombre más felice hobiera habido? y por vivir tanto tiempo, pasó mil infelicidades. § 21 [10, 283-288] Campania, con providencia513, le había causado a Pompeyo calenturas como se podían desear. Pero las oraciones de muchas ciudades y los votos que pública mente se hicieron [f. 228vº] por su salud, la alcanzaron. Por esto su mala fortuna y la infelicidad de Roma le cortaron la cabeza a él, vencido por César. Deste tormento y desta pena se libró Léntulo. Cetego, sin ser descabezado, murió, y Catilina, sin que le cortasen parte de su cuerpo, acabó la vida. Nota 21 Último ejemplo de los infelices por larga vida es el gran Pompeyo514, el cual, depués de gloriosas vitorias y famosas hazañas, enfermó de calenturas en Nápoles, metrópolis de Campania y, si en aquella ocasión muriera, dejara famoso nombre y fama dina de envidia. Pero todas las ciudades, lastimadas de la falta que había de hacer tan heroico varón, hicieron grandes demostraciones de sentimiento con votos, sacrificios, y oraciones, pidiendo a Dios su salud y larga vida, la cual les concedió para castigo y desdicha pues, por vivir sesenta años, vino a ser vencido de César en los campos de Farsalia, y se fue huyendo a Egito, donde por mandato del rey Tolomeo y por dar gusto a César, dos soldados, Fotino y Áquilas, le cortaron la cabeza, la cual le presentaron a César, su enemigo, y el 511

Plv. Mar. cap. 37-40. La frase se halla en 40, 9. Se refiere a la breve biografía De Caio Mario patre, en De uiris illustribus in re militari et administranda Rep., obra atribuida a Plinio el Joven ya por el mismo Petrarca. Tuvo bastante difusión durante los siglos xiv, xv y xvi. Actualmente el pseudo Aurelio Víctor es considerado su autor. 513 providencia: «Disposición anticipada o prevención que mira o conduce al logro de un fin» (DLE). 514 Todo este comentario es un resumen de Británico en Prouida P.], Campania.], Optandas Febres.], Fortuna ip. et ur.], Victo.], Lentulus.], Ceciditque Ce. Integer.], Toto ca.]. 512

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anillo, insinia de la nobleza. Y así, descabezado, fue sepultado por orden de Servio Codro515, con este título: «Aquí yace sepultado el gran [f. 229] Pompeyo». Estrabón escribe la sepoltura se le dio en el monte Casio516. Parece que tomó esto Juvenal del primer libro de las Tusculanas Cuestiones, de Cicerón517, que lo escribe así: Pompeio, nostro familiari, quum grauiter aegrotaret Neapoli, melius est factum. Coronati Neapolitani fuer[u]nt518, nimi[r]um etiam Puteolani; uulgo ex oppidis publice gratulabantur: ineptum sane negotium et Graeculum, sed tamen fortunatum. Vtrum igitur, si tamen519 esset extinctus, a bonis rebus an a malis discessisset? certe a miseris. Non enim cum socero bellum gesisset, non imparatus arma sumpsisset, non domum reliquisset, non ex Italia fugisset, non exercitu amisso nudus in seruorum ferrum520 et manus incidisset, non liberi fleti521, non fortunae omnes a uictoribus possiderentur. Quod522 si mortem tum obisset, in amplissimis fortunis occidisset.

Pondera entre las infelicidades, por grande, la de haber sido descabezado y le parece que no lo fuera si muriera mozo, peleando en la batalla o enfermo en la cama; aunque no hay para qué tener por buena la suerte de los que pone por ejemplo que murieron con sus cabezas, que son Léntulo y Cetego, cómplices en la conjuración de Catilina, a los cuales prendió Cicerón y les hizo dar garrote en la cárcel. Aunque Salucio523 dice que Cetego fue ahorcado524 y Catilina, el autor, murió peleando525. [f. 229vº] Estas muertes tiene por dichosas Juvenal, y a mí me parecen más desdichadas que la de Pompeyo, porque la causa de los tales nada tuvo de honra, lo que

515

La traducción del maestro es una vez más caprichosa, ya que «por orden de Servio Codro» induce a pensar en alguien de categoría. Todas las fuentes dicen escuetamente: truncus a Seruio Codro humatus est. 516 Str., Geo. 17, 1, 11. Narra el geógrafo e historiador que Pompeyo, huyendo de Paleofarsalia, llega a la vista de Pelusion y el monte Casio, y es asesinado cobardemente por los familiares del rey [Ptolomeo XIII, marido y hermano de Cleopatra VII]. 517 Cic. Tusc. 1, 86. 518 En el ms.: fuerant. 519 En las ediciones modernas: tum. 520 En el ms. aparece tachado non. 521 En las ediciones modernas: defleti. 522 En las ediciones modernas: Qui. 523 Británico en Ceciditque Ce. Integer.] se refiere a la muerte de Cetego por ahorcamiento ut scribit Salu. —por Salustius o Sallustius— y el maestro, en su atolondrada versión, interpreta: «Salucio dice». 524 Sall. Cat. 55, 5 y 57, 1. 525 Sall. Cat. 60, 5 y 61, 4.

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sí tuvo la de Pompeyo, que si bien todos eran tiranos, este le daba nombre a su tesón de libertad de la patria contra la tiranía de César. § 22 [10, 289-345] Cuando la ansiosa, solícita y cuidadosa madre visita el templo de Venus, con voz moderada, pide la hermosura para los hijos, y con más alta, para las hijas, que aún se hacen votos para cosas de deleite. Dicen que por qué se ha de reprehender esto. Latona se alegra con la hermosura de su hija Diana, así es, pero Lucrecia nos va a la mano526 en desear tan buena cara como ella tuvo. Virginia bien quisiera tener la corcova527 en la nariz que tenía Rutilia y cedelle su hermosura. El hijo gentil hombre siempre tiene cuidadosos528 a sus padres y con temor, porque muy pocas veces se juntan la hermosura y la honestidad, y aunque la casa modesta y pobre, imitando a las antiguas sabinas, les haya enseñado santidad de costumbres; además desto, aunque liberal, la naturaleza, con larga mano, haya concedido una inclinación casta, semblante modesto, y que en el color de la cara muestre ser vergonzoso —porque la naturaleza más poderosa que todo recato y cui[f. 230]dado, ¿qué más que esto puede dar?—, no les dejan ser hombres529, porque la pródiga desvergüenza y maldad se atreve a sobornar a los mismos padres. Tanta confianza como esta ponen en las dádivas. Ningún tirano en su alcázar y palacio hizo capar a mozuelo desbarbado, feo. Ni Nerón cogió con violencia para sus deleites algún mochacho noble, zambo y piernetorcido530, ni lleno de lupias531 y que tiene corcoba adelante y atrás. ¡Ea pues! Con estas condiciones, alégrate con la hermosura de tu hijo, al cual aún le aguardan mayores peligros, porque luego será público galán, amigo de mujeres casadas, y andará a peligro, con temores de pagar por las penas que los maridos enojados ejecutaron, porque no ha de tener más buena estrella ni ser más dichoso que Marte, de suerte que deje de caer en el lazo. Este dolor y pesar muchas veces pide más rigor en la ejecución [del] que las leyes concedieron a otro dolor ni pesar. Uno quita la vida con las armas, otro 526

ir a la mano: «Detener, embarazar e impedir que otro ejecute alguna acción» (Aut.). corcova: «Se llama así por semejanza la corvadura de cualquier cosa o el bulto que sobresale en ella» (DLE 1780). 528 cuidadoso: «Atento, vigilante» (DLE). 529 Entiéndase: «los castran». 530 piernetorcido: parece neologismo de Patón. En la época se documentan piernituerto, pierniquebrado o pierniabierto. 531 lupia: «Tumor duro y glanduloso, causado de humores gruesos, los cuales suelen malignamente acedarse y hacen degenerar al tumor en cancro [...]» (Aut.). 527

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abre al adúltero con crueles y sangrientos azotes, a algunos les entra el pescado múgil; pero tu hijo, hermoso como Endomión*, será galán amigo de una querida matrona mas, en regalándole Servilia con dineros, lo será también de aquella a quien no ama, ella se quedará desnuda de todas las galas de su persona por dalle a él, porque, ora ella sea Hipia, ora Catula [f 230vº], ¿qué dejará de hacer para cumplir con su lascivo apetito? La mujer más escasa532, deshonesta533, pone todo su conato y hipo534 en esto que es regalar al galán. Pero dirame alguno: —Al casto, ¿qué le puede dañar la hermosura? Responderele yo: —¿De qué provecho le fue a Hipólito la gravedad y constancia de su buen propósito?, ¿De qué provecho le fue a Belorofonte*? La una —que fue Fedra—, como enfadada y ofendida de verse menospreciada, quedó avergonzada; y no menos que la cretense, Estonobea*, perdido el color, se puso blanquecina, y ambas se sacudieron535 muy bien. Porque la mujer es bestia muy cruel cuando la vergüenza pone acicates al aborrecimiento. Haz eleción de lo que te parezca que se le puede aconsejar a aquel con quien la mujer del César está determinada de casarse. A este mancebo, muy honrado, muy hermoso y de la gente noble, lo arrebatan violenta mente para dalle la muerte delante de los ojos de la emperatriz Mesalina; estando ella sentada en el tálamo y apercebido536 el velo de las bodas y, estando aderezándose pública mente en los jardines, con paños y colgaduras de grana, la cama de las bodas y, a la usanza y ceremonia antigua, se da[rá]n537 en dote mil sestercios. Vendrá el sacerdote de los agüeros, con los escribanos y testigos que han de firmar la escritura del matrimonio. [f. 231] ¿Entendías tú que estas cosas podían estar secretas y encomendadas a pocos? Mesalina no quiere hacer este casamiento si no es con las ceremonias y costumbre de la ley. Di aquello de que gustas, Silio. Si no quies que esto se haga pública mente, ella te ha de hacer dar la muerte allí, delante de las luces de la boda. Si te determinas a consentir en su maldad, te darán una poquilla dilación más, mientras que el negocio se hace notorio a la ciudad y a 532

escasa: «desus., mezquina, nada liberal ni dadivosa» (DLE). Británico en Siue Hip.] y en Deterior foemina.] ofrece varias soluciones a estos versos juvenalianos, poco claros, que han dado lugar a las más diversas interpretaciones. En resumen, el filólogo afirma que la mujer impúdica, ya sea pródiga o noble como Hipia, ya avara o de humilde cuna como Catula, pobre o rica, e igualmente todas las mujeres, cuando son deshonestas, se muestran pródigas y generosas para con sus amantes. 534 hipo: «Translaticiamente, vale deseo, anhelo o ansia» (Aut.). 535 sacudir: «Conmocionar. Alterar el ánimo de alguien» (DLE). Británico en Concussere ambae.] dice Commouere se et erexere ad uindictam, es decir: «se trastornaron y dispusieron a la venganza». 536 apercebido: ‘preparado’. 537 En el ms.: «daban». 533

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la gente del pueblo, y mientras llega a los oídos del príncipe. Él será el último que sepa la deshonra de su casa. Tú, en mientras que esto se entiende, andarás al gusto y harás lo que te mandare Mesalina. Y si tanto estimas la vida que has de gozar pocos días, mira lo que tienes por más fácil o por mejor, que al fin, por este o por aquel camino, este cuello hermoso y blanco ha de venir a entregarse a la guchilla del verdugo. Nota 22 Formam optat [10, 289]. Aquí nota los deseos de las madres, abuelas, y tías, y amas, que crían los niños, las cuales piden al cielo hermosura y gentileza para los varones, y con más ahínco y ansias para las hembras. Aunque Persio, en los varones, puso el conato, diciendo en la sátira 2538: Tunc manibus quatit et spem macram supplice uoto [f. 231vº] Nunc Licini in campos, nunc Crassi mittit in aedes: ‘Hunc optent ge[n]erum539 rex et regina, puellae Hunc rapiant; quicquid calcauerit hic, rosa fiat’540.

Dándole palmaditas y brincándole para arriba —dice—, ya le desea las riquezas que en los campos de Montiel tenía Licinio, —así se ha de entender por las estatuas y láminas de sus memorias que en esta tierra tenemos541—, ya l[e]542 desea las riquezas de las casas de Marco Craso543, y que lo pidan, por su hermosura y gentileza, reyes y reinas para yerno, y las damas se anden tras de él, y tenga tan buena dicha y gracia que, donde pusiere el pie, nazcan rosas y clavellinas. Mas el poeta concluye —conformando con el n[uest]ro— en que no les cumpla Dios tal deseo. Horacio dice lo que han de pedir las tales amas para los niños que crían, y es sabiduría, y que aquello que saben y sienten lo 538

Jiménez Patón resume Formam o.], Mater a.], y Vsque ad de.] de Británico. En el ms.: gererum. 540 Pers. 2, 35-38. 541 Persio alude al esclavo y tesorero de Julio César, manumitido por Augusto y nombrado procurador en las Galias, donde se enriqueció fabulosamente. Jiménez Patón, con cierto chovinismo e ingenuidad, lo identifica con el personaje de una de las dos lápidas halladas en Laminium, en Alhambra, Campo de Montiel y término de Almedina, a tres leguas de Villanueva de los Infantes. Pertenecen a Publio Licinio Liciniano y a su hermano Publio Licinio Máximo, de la tribu Galeria, miembros del ordo ecuestre y ambos con un importante cursus honorum militar. Véase Hurtado, 2000-2001, p. 78. 542 En el ms.: «la». 543 Eran proverbiales los edificios suntuosos de Licinio Lúculo y la riqueza y avaricia del triunviro Marco Licinio Craso. Alude a ello Plv. Luc. 39-41 y Crass. 2-3. 539

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sepan decir bien, que sean favorecidos de todos, tengan buena fama, salud y dineros (lib. I, epíst. 4): Quid uoueat dulci nutricula maius alumno, Quam sapere et fari ut possit quae sentiat, et cui Gratia, fama, ualetudo contingat abunde Et mundus uictus non deficiente crum[i]na544?

Mas Juvenal —como hemos visto— casi todos estos deseos reforma, y aquí en particular el de la hermosura, así para hembras como para varones, como consta de las [f. 232] historias que a este propósito va tocando en este discurso. La una dellas es de Lucrecia, cuya hermosura obligó al hijo de Tarquino el Soberbio a forzarla, y a ella, aquella deshonra a que se diese la muerte; y a su marido Colatino, a que incitase a la venganza a toda Roma y, echando de ella a los Tarquinos, estuviese con el socorro de Porsena, cercada Roma, en el cual cerco sucedieron tantas muertes y desventuras, como todos saben, que por ser tan notorias no cuento con más distinción la historia. Lo que, si fuera fea, no se hobiera causado ni sucedido. Ni a Virginia545 la pusieran en ocasión de que su padre le diera la muerte, como se la dio, siendo la causa su hermosura, si bien sin culpa propia, porque fue muy honesta y porque el caso fue que, estando Lucio Virginio, su padre —capitán de cien soldados, hombre plebeyo y de bien—, en la guerra, la doncella estaba sola en su casa por haber muerto su madre; era hermosa, pobre, y sola. Apio, uno de los diez varones que en aquella ocasión gobernaban a Roma, enamorado de ella, la solicitó, y no pudiendo vencerla porque ella se defendió con su virtud y honestidad, hizo a un criado suyo que la pidiese por justicia, diciendo que no era hija libre, sino esclava que él había cautivado y su padre, Virginio, se la había usurpado violentamente [f. 232vº], para, con esta ocasión, traerla a su casa. Virginia avisó a su padre de la bellaquería, el cual vino con brevedad y, estando los dos ante el juez, Apio546, y conociéndole el mal intento, se apartó con su hija fingiendo le quería hablar a solas para persuadilla. Estando así apartado, sacó la espada y le dio una guchillada por el cuello con que le cortó la cabeza diciendo: —Hija, más quiero verte muerta que deshonrada. Y cogiendo su cuerpo en peso, lo llevó al ejército, donde ponderó la maldad de los decemviros, y los soldados se conjuraron contra ellos, y castigaron en ellos

544 545 546

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Hor. Epist. 1, 4, 8-11. En el ms.: crumena. Cf. Británico en: Vetat Lucretia.] y Virginia.]. Británico en Virginia.] especifica que Apio era acusador y juez.

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la maldad, dando muerte a unos y haciendo huir a otros, y prendiendo a Apio, al cual le dieron garrote en la cárcel. Como lo escribe Dionisio Halicarnaseo, lib. 10547 y Tito Livio, li. 3 de la década 1548, y Plinio en lo de Varones illustres549. Si esta tuviera la nariz corbada como Rútila, no fuera ocasión de su muerte ni de tanta inquietud. Rútila, o fue alguna mujer fea de su tiempo o entiende por aquella vieja de quien escribe Plinio, lib. 7550, que vivió noventa y seis años. Gibbum [10, 294]. Se declina gibbus [de la segunda] y gibba de la primera, como consta de Suetonio. Hablando de Domiciano dice: Ipsum etiam Domitianum ferunt somniasse gibbam sibi p[o]ne ceruicem auream enatam551.

Y también se declina gibber, de la tercera, como consta de Apuleyo lib. 2 [f. 233] de sus Floridas: Quum[que] interscapulum Crates retexisset, quod erat aucto gibbere552. De aquí gibberosus -a -m o gibbosus -a -m. Dícese «giba» o «corcoba» o en las narices o en las espaldas o en el pecho o en otra parte. Aquí entiende de las narices; de otras partes consta en los testimonios que se han repetido y adelante, en este mismo discurso, dijo: Atque utero pariter gibboque tumentem553. Pues tal fealdad tenía Rútila y, si tal la tuviera Virginia, ni la mataran [n]i554 se mataran por ella. Filius autem [10, 295]. Siempre que llego a esta sentencia me acuerdo de la de un caballero andaluz que, habiéndole nacido una hija cuando todos esperaban varón por la sucesión de su casa, le daban con empacho y encogimiento el parabién. Advirtiéndolo, dijo: —Dénmele muy alegre mente, porque lo estoy con la nacida tanto y más que si fuera varón, porque es necedad lo contrario; porque hemos de estar a lo que Dios nos da y no a nuestra eleción. Y si bien se considera, el hijo varón nace sujeto a más desventuras que la hembra, a la cual, conforme la estimación del555 547

D. H. Antiquitates Romanae 11, 28-37. Liv. 3, 44-48. 549 La erudición humanística atribuye De uiris illustribus a Plinio el Joven o genéricamente a Plinio. Patón pudo utilizar alguna de las numerosas ediciones que así lo atribuían. Se refiere a esta problemática L. Braccesi, 1973, pp. 20-21 y 27-28. Cf. Val. Max. 6, 1, 2. C 550 Dice Plin. Nat. 7, 158: Et ex feminis Liuia Rutili LXXXXVII annos excessit. Cf. Británico en Rutilae.]. 551 Svet. Dom. 23. En el ms.: pene. 552 Apvl. Flor. 14. La cita gramatical y la literaria se hallan en la voz Gibbum.] de Británico. 553 Ivv. 10, 309. 554 En el ms.: «si». 555 En el ms. aparece tachado «vulgo». 548

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mundo, no parece que la amenaza otra que la liviandad y falta de honestidad, y al varón, esa y otras muchas. Y las contaba de espacio con discurso prudente y cristiano, y dellas eran algunas de las [f. 233vº] que aquí repite el poeta. Que los hijos gentiles, hombres hermosos y galanes, siempre tienen cuidadosos a los padres porque las menos veces son honestos, como aquí lo afirma y como lo dijo Ovidio: Lis est cum forma magna pudicitiae556. Porque, aunque ellos tengan inclinación honesta, son tantas las ocasiones que les hacen guerra y tan apretadas algunas, que los menos las vencen, aunque la educación de los padres sea muy cuidadosa, criándolos con desprecio y sin galas, que eso quiere decir. Horrida domus [10, 298-299]557. Y tal era el modo de las sabinas en criar sus hijos e hijas. Aunque el natural sea muy honesto y bueno, dice una desventura de aquellos tiempos que los padres entregaban a los niños, sobornados con dinero, para que los capasen para usar mal de ellos, y hubo en esto tal disolución y desvergüenza que se prohibió con graves penas por la celebrada ley Julia558 —de quien en nuestras Declaraciones magistrales tratamos— la cual reformó Domiciano y así lo alaba Marcial en muchas partes559, [por ejemplo en] lib. 6, ep. 2: Nec spado iam nec moechus erit te praeside quisquam560. Al principio, el capar fue a fin de tener guarda damas561 de confianza los príncipes en sus palacios, como consta de las divinas letras que por eso les llamaron a los [f. 234] capados «eunucos», de euné que sinifica «el aposento» y eco lo que teneo, que es «conservar y guardar». Pero depués, las mujeres dieron en usar mal de ellos en sus torpes562 apetitos —como lo dice Terencio—563, 556

Ov. Epist. 16, 288. Cf. Rara est concordia formae.] de Británico. Jiménez Patón resume Horrida.], Veteres Sabinas.], Praeterea castum.] y Corruptoris.] de Británico. 558 Se refiere a la Lex Iulia de adulteriis coercendis (18 a. C.), reformada por Domiciano (90). Hallamos esta referencia en la Declaración magistral del dístico de Marcial, lib, 77, epig. 5 (realmente 5, 75), donde da una relación detallada de las muchas leyes de este nombre. 559 En el comentario al epigrama 5, 75, añade citas de los epigramas 1, 75 (74); 6, 7; 6, 22; 6, 91; 2, 60 y 6, 2. 560 Mart. 6, 2, 5. 561 guardadamas: «Empleo honorífico en la casa Real cuyo ministerio es ir a caballo al estribo del coche de las damas cuando salen fuera para que nadie pueda llegar a hablarlas; y también les toca despejar la sala de las Audiencias de la Reina en los días de funciones públicas, como entrada de embajador, cobertura de Grande, etc.» (Aut.). 562 torpe: «Deshonesto, impúdico, lascivo» (Aut.). 563 Se refiere a la comedia Eunuchus. En la Declaración magistral del dístico de Marcial, lib. 77, epig. 5 (sic por 5, 75) aduce las palabras de Pitias, sirvienta de la meretriz Tais, refiriéndose a Quérea, y su inminente castración: «Y ahora le amenaza con lo que se acostumbra a hacer a los adúlteros, cosa que yo no he visto hacer nunca ni quiero verlo» (vv. 958-959). 557

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y los hombres para otros nefarios564 fines y así se prohibieron por las leyes, y esta infelicidad les pronostica y teme Juvenal a los niños hermosos, hijos de padres pobres a quien dádivas corrompen, porque dellas se dice «que ablandan peñas»565. Lo que, si fueran feos, no les amenazara, antes estuvieran de tales sucesos asegurados, como lo dice el poeta. Adulter publicus [10, 311-312]. Cuando de aquel peligro de ser capados escapen, no quedan asegurados de los que restan, porque las damas, a los tales hermosos y gentiles hombres, aunque ellos sean castos y honestos, los solicitan y enamoran y les ponen en grandes peligros, especial mente las casadas, cuyos maridos, aprehendiéndolos con sus mujeres, pueden hacer justicia dellos como les pareciere y pone el ejemplo en Marte, que adulteraba con Venus, y Vulcano, su marido, por chismes de Apolo, los cogió juntos con una red y dieron un ridículo espectáculo a los demás dioses566. Por eso dice que no serán más dichosos que este los demás adúlteros, y menos en tiempos que hay contra [f. 234vº] ellos leyes tan rigurosas como fue la ley Iulia de adulteriis567, de quien dice aquí que el justo dolor concede más que a otras leyes, tomando el poeta las palabras de las mismas leyes que desto tratan. La L. Gra[c]chus. C. ad. leg. Iul. de adult.: Legis au[c]toritate568 cessante, inconsulto dolore adulterum interemit569. Y la L. Si adulterium et imperator. ff. ad leg. Iul. de adult.: Ei, qui uxorem suam in adulterio comprehensam occidisse se non negat, ultimum supplicium remitti potest, quum sit diffici[l]limum iustum dolorem temperare570.

Con las cuales leyes concuerdan las de nuestro reino571. Y Horacio, que dijo en las Sátiras, lib. 2, sát. 7:

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nefario: «Sumamente malvado, impío e indigno del trato humano» (Aut.). Sancho Panza utiliza la locución: «dádivas quebrantan peñas» en Don Quijote de la Mancha, II parte, cap. 35, p. 805. 566 Véase Hom. Od. 8, 267-332 y Ov. Met. 4, 167-189. Cf. Felicior astro Martis.] de Británico. 567 El maestro cita la ley Julia en la Declaración magistral del dístico de Marcial, lib. 77, epig. 5 (sic por 5, 75), donde atribuye su autoría a Julio César y enumera otras muchas de su nombre. Afirma que los poetas citan principalmente las renovadas y reformadas por Augusto: Lex Iulia de maritandis ordinibus, de adulteriis y de pudicitia. Domiciano la volvió a renovar y confirmar. 568 En el ms.: authoritate. 569 Cod. Iust. 9, 9, 4, 1. 570 Dig. 48, 5, 39, 8 (Papin. 36, quaest.). 571 Véase Las Partidas 7, tít. 17. 565

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Est ne marito Matronae peccantis in ambos iusta potestas? In corruptorem uel iustior572?

Así Juvenal repite los trances que pasan los adúlteros, imitando a Horacio, lib. 1, sát. 2: Hic se praecipitem tecto dedit, ille flagellis Ad mortem caesus, fugiens hic decidit acrem Praedonum in turbam, dedit [hic] pro corpore num[m]os, Hunc perminxerunt calones; qui[n]573 etiam illud Accidit ut quidam testis574 caudamque salacem Demeteret ferro575. Uno, por huir, se arrojó de un corredor y se hizo pedazos, [f. 235] o quebró una pierna; a otro, lo dejaron a puros azotes casi muerto; el otro, huyendo, dio en una cuadrilla de ladrones que le maltrataron; otro, por librar la persona, dio dineros; a otro, escondido en un rincón, sin verlo, le orinaron las barbas los acemileros; a uno le sucedió que le raparon todas sus vergüenzas con una navaja.

A estos castigos añade Juvenal el del pescado múgil, de lo cual dije por más honesto modo en las Declaraciones magistrales que azotaban con él y con rábanos al adúltero576, aunque lo cierto es lo que dice Británico, que per inferiora moechis immitebantur577, si bien lo de Catulo da lugar a una y otra declaración: Percurrent raphanique mugilesque578. Véase lo que tenemos dicho a este propósito579.

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Hor. Sat. 2, 7, 61-63. En el ms.: quim. 574 testis se encuentra en la mayoría de ms. frente a testes. Hemos optado por el primero ya que no procede testeis, escrito por Jiménez Patón. 575 Hor. Sat. 1, 2, 41-46. Jiménez Patón utiliza esta cita horaciana en la Declaracióm magistral del dístico de Marcial, lib. 77, epig. 5 (sic por 5, 75). La misma cita, limitada a los vv. 41-43, se halla en Necat hic ferro.] de Británico. 576 Se refiere a la Declaracióm magistral del dístico de Marcial, lib. 77, epig. 5 (sic por 5, 75). 577 Véase Británico: Mugilis intrat.]. 578 Catvll. 15, 19. 579 En la Declaración magistral citada, el maestro describe las penas que los distintos pueblos infieren a los adúlteros, siguiendo el texto de Alexandro, Genialium dierum, lib. 4, cap. 1, pp. 174a-176a. 573

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Sed tuus Endymion [10, 318]. Al hermoso por metáfora le llama Endimión, aunque yo le hispanicé por comparación, que algunas veces conviene así. El cuento de Endimión es muy sabido, porque lo escribe Ovidio diciendo que era un pastor muy hermoso en los montes de Arcadia, y la Luna, enamorada dél580, todas las noches le venía a visitar según aquello de Propercio: Nudus et Endymion Phoebi cepisse sororem Dicitur et nudae concubuisse deae581.

Y así como Endimión enamoraba a la Luna, los que le son parecidos en la hermosura, lo son en el efeto del enamorar y, aunque ellos no lo procuren, son solicitados de [f. 235vº] las damas casadas. Solicítanlos con regalos, caricias, cartas, presentes, que, aunque sean mezquinas, escasas, miserables en gastar, si llegan a enamorarse, son pródigas con los que apetecen por galanes, hasta vender sus galas y joyas; instigadas de su torpe apetito, perseveran en su pretensión y amor. «Ora sea Hipia582 ora Catula» fue decir: sea fea o hermosa, humilde [o] noble, pobre o rica, que en dando en esto sin reparar en cosa, este es su hipo, conato y ansias, y no otra cosa, y esta es la voluntad determinada que no admite consejo y la que vale como si fuera razón en la ley de su depravado apetito. Sed casto [10, 324]. Aquí finge el poeta que le pregunta alguno: —Si el hermoso es casto y honesto, ¿qué daño le puede hacer su hermosura583? A lo cual no responde con razones, sino con ejemplos de castos que su hermosura y gentileza fue su ruina, como también lo fue a Lucrecia y a Virginia, aunque castas; y los ejemplos que aquí pone son Hipólito y Bolorofonte*, cuyas historias presumo las hurtaron los griegos de la nuestra católica de fe584, del casto y santo Josef, por lo que le sucedió con su ama, mujer de Putifar, eunuco

580

Ov. Am. 1, 43-44 y Ars 3, 83. Prop. 2, 15, 15-16. En el ms.: caepisse. 582 Juvenal se refiere a Oppia o Ippia, mujer de muchos amantes, en 10, 220. Los ms. ofrecen oppia, eppia e ippia. Una vez más, el maestro sigue a Británico en Hippia.]. Cf. n. 449. 583 Aquí el maestro sigue la resumida descripción de Británico sobre los mitos de Hipólito y Belerofonte, en Sed casto quid forma nocet.] y en Quid Bellorophontis.] si bien obvia la definición retórica dada por el filólogo y su consiguiente explicación: Antipophora est, etc. Cf. Jiménez Patón, Elocuencia española en arte, pp. 195 y 393. 584 Patón incide en un tema ya expresado reiteradamente en El virtuoso discreto, manteniendo que la mitología, la filosofía y la poesía de los étnicos, paganos o gentiles fueron robadas a los hebreos. De hecho, no hace más que seguir la doctrina antiquísima en la Iglesia (siglo ii), según san Justino mártir, Taciano, Teófilo de Antioquía, Clemente de Alejandría, Orígenes e incluso san Jerónimo. 581

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del rey faraón585. La de Hipólito, hijo de Teseo, es que Fedra, su madrastra, enamorada dél, le solicitó y no asintiendo a su torpe deseo, ella le acusó delante de su padre, diciendo con mentira la había solicitado, y el padre, colérico, pidió a Netuno* lo castigase, como lo hizo, asombrando586 los caballos del coche [f. 236] con unas vacas marinas587, de suerte que lo despeñaron, si bien Esculapio, con su medicina, lo volvió a esta vida, y por eso de Hipólito se llamó Virbio, como que dos veces vivo y dos veces varón588. Lo de Belorofonte* fue otra tal que, siendo huésped de Preto, su mujer Estonobea* se le enamoró y solicitó, y él, guardando fidelidad a su amigo, se escusó, pero, colérica de verse menospreciada, le dijo a su marido la solicitaba. Preto no le quiso dar la muerte de su mano; enviolo a Yébates*, padre de Estenobea*, para que lo entregara a la Quimera que lo despedazara. Aunque le sucedió bien que, caballero en el Pegaso, le dio muerte a la Quimera y se escapó, empero viose en gran peligro aunque casto, como Hipólito. Y, por último ejemplo, la historia muy verdadera de sus tiempos, diciendo: Cui nubere Caesaris uxor [10, 330]. Como quien dice: —Porque no nos cansemos con ejemplos que, por antiguos y estraños, pueden causar duda en su verdad, la que está —como dicen— chorreando sangre, os desengañará. Si la que se enamora del tal mancebo galán es la misma emperatriz, ¿qué hará o qué dejará de hacer por gozarle? Como se vio estos días en el torpe amor de Valeria Mesalina, mujer de Claudio, emperador, la cual, depués de, haberse dado tanto al vicio que no perdonó el irse [f. 236vº] a las mancebías de noche, de donde escapaba cansada pero no harta, como lo dijo en la sátira 6589, se aficionó de Cayo Silio, un mancebo de la nobleza590 de Roma, muy gentil hombre, hermoso y galán, el cual trataba de casarse con Julia Silana, su igual, doncella noble; mas la torpe de Mesalina, porque esto no le fuese estorbo para ejecutar su torpe deseo, hizo matar a la novia, y al mancebo le solicitó con recados, cartas y regalos, y mandándole la visitase. Bien conoció el peligro Silio, pero al fin se determinó a condecender con el estragado gesto de Mesalina, la cual, con toda publicidad y con toda la solenidad

585

Como primer ejemplo de la aseveración anterior, vemos cómo Jiménez Patón pone el tema de José y la esposa de Putifar como base de las de Hipólito y Belerofonte. Véase Vvlg. Gen. 39, 1-20. 586 asombrar: «Atemorizar, espantar» (DLE 1770). 587 vacas marinas: «Mamífero sirenio» (DLE). 588 La identificación de Virbio —dios del bosque sagrado de Aricia— e Hipólito, hijo de Teseo, se encuentra en los grandes poetas augusteos, pero Ovidio especialmente relata su transformación en Met. 15, 497-546. 589 Ivv. 6, 116-132. 590 Véase Tac. Ann. 11, 26-38. El maestro traduce Elige quidnam.] de Británico.

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y ceremonia, celebró con él las bodas. Porque si él se escusara, ella le había de hacer dar la muerte. Por haberse casado también se la dieron que, sabiéndolo el emperador, envió a Narciso, esclavo ahorrado591, que la dio a ambos sin que sus buenos propósitos primeros fueran poderosos a librarle del gran peligro en que le puso su mucha gentileza, buen talle, gala y hermosura. § 23 [10, 346] Según eso, ¿los hombres no han de desear, apetecer ni procurar cosa alguna? Nota 23 El poeta introduce aquí a una tercera persona que [f. 237], habiendo estado atent[a]592 a lo que ha dicho y probado —que no se ha de desear elocuencia aventajada, ni escelencia en fuerzas corporales, ni valentía, ni valor, ni imperios, ni señoríos, ni magistrados, ni otras honras, ni hacienda, ni riquezas, ni vida larga, ni hermosura—, le pregunta: —Siendo eso que queréis persuadirnos cierto, según esta dotrina, ¿nada habemos de desear? Como si dijera: —Pues decidnos, ¿en qué hemos de ocupar el pensamiento que no puede estar ocioso? A lo cual, para satisfacer, el poeta responde diciendo: § 24 [10, 346-366] —Si pides y quies consejo, yo te lo daré, escucha: —Tú dejarás a Dios593 que esamine lo que nos conviene y está bien a nosotros y a nuestras cosas. Porque en vez de aquellas que nosotros tenemos por de contento y gusto, nos dará lo que nos esté más a propósito. Más quiere Dios al hombre que el mismo hombre se quiere a sí mismo. Nosotros, dejándonos llevar del movimiento de n[uest]ros deseos, y de un ciego y desordenado apetito, apetecemos, pedimos y deseamos casarnos, y que nuestra mujer nos dé hijos; Dios sabe muy bien quiénes han de ser los hijos y de qué condición ha de ser la mujer. Pero dado caso que [f. 237vº] hayamos de pedir y desear, y que para esto hemos de ofrecer en los templos las entrañas de los animales y las mantecas del lechón 591 592 593

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ahorrar: «Dar libertad al esclavo [...]» (Aut.). En el ms.: «atento». Nótese la traducción cristianizada de numinibus (v. 347) y de dii (v. 349).

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blanco por cuyo medio se adivina, pidámosle salud en el alma y en el cuerpo, pídele ánimo constante, que no le inquiete el temor de la muerte, ánimo que el fin último de la vida ponga entre los dones de naturaleza, ánimo que pueda sufrir cuales quier trabajos, que no sepa enojarse, ni desee cosa, y tenga por mejores las calamidades y trabajos grandes de Hércules que los regalos de amor, que los espléndidos convites, que las regaladas camas de Sardanápalo. Con esto te enseño el camino que debes seguir, porque la vereda cierta de la vida pacífica y sosegada nos lleva por la virtud. Tú, Fortuna, no tienes deidad ninguna en donde se halla prudencia. Nosotros te hacemos diosa y te ponemos en el cielo, no siéndolo. Nota 24 La conclusión de la sátira es tan clara que no ha menester interpretación, y tan acristianada que cualquiera puede, con seguridad, seguir su consejo. El primero que nos da es que pongamos nuestros cuidados y determinaciones en Dios, porque nosotros, si pedimos [f. 238] determinada mente una cosa, no sabemos ni podemos saber si nos conviene o no, si nos está bien o mal, y Él lo sabe con certeza, y ansí no hay tal pedir en razón de tomar estado o nosotros o los nuestros, como diciendo: —Señor, Vos sabéis lo que me ha de estar bien a mí o a mis cosas para serviros; Vos las encaminad a ellas y a mí para que no yerre ni falte en [Vos]594, que esto es lo que nos aconseja David, Psal. 54595: Iacta super Dominum tuam curam, et ipse te enutriet; Non dabit in aethernum fluctuationem iusto.

Porque, haciéndole dueño de nuestros cuidados, Él allanará nuestras dudas y les dará buen suceso porque sabe lo que nos conviene, y así lo aconsejó también en el Psal. 36596: Reuela Domino uiam tuam, Et spera in eo, et ipse faciet.

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En el ms.: «Él». La tercera persona del salmo: «Echa sobre Yavé el cuidado de ti, y Él te sostendrá» aflora en la petición al Señor de Jiménez Patón, que incurre en una falta de concordancia manifiesta. 595 Vvlg. Psalm. 54, 23. 596 Vvlg. Psalm. 36, 5.

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Porque es cierto nos quiere más que nosotros mismos, como se manifiesta en haberse hecho hombre y muerto por nosotros. Vt tamen [10, 354]. No nos impide que pidamos más, pero quiere que pidamos cosas justas que, siéndolo así, se nos concederán597 y, si algunas veces no se nos conceden, es porque no sabemos lo que pedimos, como el mismo Maestro de la verdad598 nos lo dijo. Y esta petición es pedir salud en el cuerpo para tenella en el alma599, gastándola [f. 238vº] en el servicio de Dios, que así lo pide nuestra madre la Iglesia; y petición justa es pedir buen entendimiento para saber caminar por el cumplimiento de su ley, como lo dijo David: Da mihi intellectum et scrutabor lege[m]600 tuam, Et custodiam illam in toto corde meo601.

Justo es pedir ánimo constante en la perseverancia de las virtudes, y que sepa y pueda vencer las tentaciones de los enemigos, mundo, diablo y carne, sin dejarse rendir a las pasiones de codicias desordenadas, ni enojos y cóleras con pecado. Los trabajos son el caudal con que se compra el cielo, y por el camino estrecho se camina para allá602; aquellos hemos de abrazar y estos seguir para acertar al descanso y quietud eterna, y no hemos de caminar por vicios ni deleites que llevan al Tártaro, despeñadero de la infernal ruina, como lo son los que siguió Sardanápalo, dándose a vicios sensuales de la carne, a deleites del gusto en comidas y bebidas y otros regalos culpables. Del cual escriben Estrabón, lib. 4603, y Cicerón, lib. 5 de sus Tusculanas que no hubo género de viciosidad que no esperimentase y ejecutase. Fue el último rey de Asiria y, en el sepulcro que hizo, [f. 239] ordenó que se pusiese este letrero: «Aquello tengo que comí y bebí, y lo que gocé con amor y deleite604». Aunque presumo no se puso porque no murió tan en paz que se hiciese como él que quisiese pues, viéndole Abacto*, —uno de sus gobernadores— entre mujeres, ocupado en ejercicios mujeriles, oró al pueblo contra él y se le conjuraron, y salió a sosegallos con su ejército mas, habiéndole vencido, se retiró 597

La frase «Pedid y se os dará», se halla en Vvlg. Matth. 7, 7; Marc. 11, 24 y Joh. 16, 23-24. Véase Vvlg. Matth. 22, 16: Magister, scimus quia verax es. 599 Así comenta el maestro el verso juvenaliano: Orandum est ut sit mens sana in corpore sano (Ivv. 10, 356), que ha devenido en frase proverbial. 600 En el ms.: legen. 601 Vvlg. Psalm. 118, 34. 602 Vvlg. Matth. 7, 14: Quam angusta porta et arcta uia est, quae ducit ad uitam. 603 Str. Geo. 14, 5, 9. 604 Cic. Tusc. 5, 101 dice: Haec habeo quae edi quaeque exsaturata libido / Hausit; at illa iacent multa et praeclara relicta. El epitafio ha tenido una enorme difusión a través de los tiempos, con numerosas variantes. 598

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a su palacio donde hizo una grande hoguera en que quemó todas las cosas que tenía de regalo y deleite y, dándose muerte, también se quemó su cuerpo605, de suerte que tuvo el fin que los demás tiranos. Nullum numen habes [10, 365]. Por última conclusión, acaba hablando con la Fortuna, de quien hace burla contra la opinión de los demás gentiles, diciendo que la inorancia de los hombres la hace diosa, que ella no lo es606. Con lo cual quiere dar a entender que se arrepiente de la deidad que le dio en los últimos versos de la sátira nueve precedente, diciendo607: Nam quum pro me Fortuna rogatur, Af[f]igit608 ceras illa de naue petitas, Quae Siculos cantus effugit remige surdo.

Como si ahora dijera: —Yo dije que mi pobreza duraba y mis deseos no se cumplían porque siempre que a la [f. 239vº] Fortuna se le rogaba me cumpliese mis deseos miserables y me sacase de pobre, ella tapaba los oídos con cera por no oírme, como los remeros de Ulises para no oír las sirenas en el mar de Sicilia609. Ahora me desdigo y digo que ni eres diosa ni tienes lugar en el cielo, antes es locura nuestra y culpable inorancia pensar que por ti se gobiernan las cosas porque, cuando se gobernaran, fueran las esteriores, y que llamamos «bienes de fortuna», pero las interiores, que son las virtudes, no tienen que temer tus mudanzas, pues dijo Horacio que «contra el sabio y virtuoso eres manca y sin fuerzas»610. Y este gentil nos enseña a los cristianos cómo las quejas de la fortuna son ociosas, pues no hay tal deidad, que todo es de Dios, sin cuya voluntad no se mueve la hoja del árbol611, y a cuya ordenación divina hemos de dirigir nuestros deseos, resinándonos en ella para que los sucesos tengan el acierto conveniente a honra y gloria suya y para bien nuestro. [f. 241]

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Jiménez Patón sigue a Británico en Et Venere et plumis Sardanapali.]. Británico, en Nullum numen habes.], interpreta la frase juvenaliana de dos maneras, según se lea habes o abest en distintos manuscritos: «no tienes ningún numen, es decir, poder sobre nosotros, si actuamos con prudencia» o «ningún numen abandona», es decir, «los dioses ayudan a los que se comportan prudentemente». Jiménez Patón se adhiere a la versión más comúnmente aceptada. 607 Ivv. 9, 148-150. 608 En el ms.: afligit. 609 Alude al conocido episodio homérico relatado en la Odisea, XII, 173-200. 610 Véase Hor. Sat. 2, 7, 88: [sapiens]... in quem manca ruit semper Fortuna. Siguen los ff. 240-240vº en blanco. 611 Así lo asevera don Quijote en Don Quijote de la Mancha, II parte, cap. 3, p. 563. 606

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Con esto concluyó la leción, cogió el cartapacio y612 pidió perdón de las faltas; ellos agradecieron la leción y estimaron la dotrina por ser, aunque de gentil, muy buena. Con lo cual dieron orden de partirse todos con la bendición y licencia del administrador, al cual se mostraron muy agradecidos por el buen hospedaje y regalo. Él les sinificó que le habían sido huéspedes de contento y que no le pesara se estuvieran más días. Pero el prudente hase de despedir antes que enfade, aunque más buena voluntad conozca en la posada. Habiendo partido, vinieron notando las cosas más señaladas de aquel reino hasta entrar en el de613 León, a cuya ciudad principal llegaron con algún cansancio y, así, trataron de detenerse algunos días, viendo las cosas más notables. Esta ciudad fue la primera que, depués que los cristiano[s] cobra[ra]n614 a España del poder de los moros árabes, tuvo rey y este fue el infante don Pelayo, el cual tomó por armas un león, por la animosidad de tal con que la había ganado y porque dicen antes de perderse España tenía la ciudad este nombre de León, porque Leovigildo, rey godo, se lo había puesto615. Pero diciendo lo que siento, esta ciudad en latín hallo que se llamó y se llama hoy Legio y, por ver que le dieron por blasón el león, fueron quitándole letras: la g y la i, y se quedó Leo; y como con esto concurrió lo de Leovigildo y la animosidad de don Pelayo y lo del blasón, se ha quedado con la opinión el nombre [f. 241vº]. Que se llamase Legio consta de lo que he dicho y de la razón que fue que por los años de ciento y veinte del nacimiento de Cristo, Nerva, emperador romano, envió a España catorce legiones para que derribasen los lugares que estaban en sitios fuertes, altos, y poblasen en lo bajo. Destas legiones dos dellas destruyeron a Glubanua, lugar que estaba fundado en un risco muy fuerte y alto de cuyas ruinas fundaron otro lugar entre los ríos Torio y Vernisca616 y, porque se pobló de los de aquellas legiones, le llamaron Legio617. Hoy es cabeza de obispado y me maravillo cómo, habiendo sido de reino y primero que Castilla, no fuese de arzobispado metrópolis, mas no hay que admirar que la gran devoción debida al 612 613 614

En el ms. aparece tachado «dijo». En el ms. aparece tachado «Castilla». cobrar: «Vale también adquirir y, en cierta manera, recuperar y recobrar lo perdido»

(Aut.). 615

P. de Medina afirma que Leovigildo «mejoró y nobleció esta ciudad. Año del Señor de quinientos y ochenta; y queriendo dejar memoria de su nombre le mandó llamar León por nombrarse él Leovegildo». Véase Medina, Libro de grandezas y cosas memorables de España, cap. 94, f. 100vº. 616 Hoy llamado Bernesga. 617 Jiménez Patón sigue a Medina, Libro de grandezas y cosas memorables de España, cap. 94, ff. 100vo-101; este atribuye a Nerva —al igual que la Crónica Najerense— el envío de catorce legiones y los hechos consiguientes, pero el maestro añade una fecha errónea, ya que el emperador ejerció su mandato entre 96-98 de nuestra era.

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santo apóstol Santiago le privó desta grandeza, mas tiene otra del mismo santo que es el convento insine de los frailes religiosos de su nombre. Aquí les mostraron el sitio de la iglesia de san Isidro, donde manó agua milagrosamente con que mató la sed [y] la hambre un caballero retraído618 llamado don Pelayo619. También les enseñaron en San Clodio, convento de monjes de san Benito, el milagro pintado de cuando le reventó al moro Almanzor el caballo, quiriendo profanar la iglesia deste convento, con que el moro quedó asombrado y se detuvo. Este san Clodio, Lupercio y Vitórico fueron en esta ciudad martirizados por la confesión cristiana620. En ella fue obispo san Floriano621. Aquí refrescaron la memoria destas y otras cosas notables sucedidas en esta ciudad; acudían a san Marcos622 porque los peregrinos tenían allí amigos y parientes reli[f. 242]giosos de Estremadura, de donde eran todos naturales, con los cuales tuvieron algunos coloquios nada ociosos como lo suelen ser los de los corrillos de las plazas, juntas de cantones623, conversaciones de casas de juego, que los de las mujeres624 livianas625 ya es cosa muy rematada, aunque no sé si algunas de las referidas antes son en ocasiones, si no siempre, tan malas; curiosas son las unas y las otras, pero las tales curiosidades condena muy de propósito Plutarco en el tratado que contra el vicio626 que en esto se comete hizo, muy conforme a nuestra dotrina católica. Muy diferentes conversaciones y curiosidades eran las que nuestros caminantes conferían, comunicaban y trataban en las partes que llegaban pues, o

618

retraído: «Dicho de una persona refugiada en lugar sagrado o de asilo» (DLE). Véase Medina, Libro de grandezas y cosas memorables, cap. 94, ff. 101-101vº. 620 Véase Yepes, Coronica general de la Orden de San Benito, 1ª cent., cap. 3, f. 182. El historiador se refiere al milagro pintado en el cuadro, acaecido cuando Almanzor quería destruir el monasterio de San Claudio; al derribar su puerta, encontró el abad al frente de sus monjes dispuestos al martirio. Como única defensa aquel hizo la señal de la cruz y entonces reventó el caballo y derribó al jinete. El moro, maravillado, desistió de su propósito y respetó a tan pacíficos contrincantes. Esta abadía benedictina, hoy desaparecida, fue levantada sobre el lugar donde, según la tradición, fueron ejecutados los hermanos Clodio, Lupercio y Victórico, hijos de san Marcelo, mártires bajo Diocleciano (siglos iii-iv). 621 El maestro probablemente alude a san Froilán (833-904), obispo de León desde el 900, fundador de cenobios y del monasterio de San Salvador de Tábara; patrono de las diócesis de León y Lugo, de donde era natural. 622 San Marcos, uno de los principales monumentos del Renacimiento español, sirvió de prisión (1639-1643) a Quevedo, amigo de Jiménez Patón. 623 cantón: «Esquina» (RLE). 624 En el ms. aparece tachado «rematadas». 625 liviano: «Incontinente, deshonesto» (Aut.). 626 Véase Plv. Moralia 515 B-523B (De curiositate). Jiménez Patón traduce este opúsculo plutarquiano, titulándolo «De la curiosidad viciosa» en el discurso séptimo de El virtuoso discreto. Véase Jiménez Patón, El virtuoso discreto. Primera y segunda parte, 2014, pp. 259-282. 619

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pertenecían a la erudición, o costumbres, o a la política esterior, o bien del alma, como lo fue, entre otras cosas, una de las que aquí se ofrecieron estando un día en una recreación los religiosos —que las de los tales son como han de ser: honesto alivio para caminar con mayor brío en el camino de la virtud— y dio principio y ocasión a la plática un criado de los del convento que vino de fuera de ciertas diligencias, afirmando que, caminando una noche él y otro compañero por unos valles lóbregos y solitarios de tierra muy quebrada y montuosa, habían pasado tan grandes temores que tuvieron a milagro el venir vivos, porque al principio comenzaron a sonar voces de aves nocturnas, y luego aullidos de animales y, andando más adelante, se les atravesaban por627 el camino tales figuras [f. 242vº] de ellos que no les parecía había producido naturaleza bestias semejantes cuyas figuras advertían con lo claro de la Luna. Y si bien al principio no hacían otro que pasar corriendo y retozando, lo estraordinario de las figuras los puso en cuidado y se convinieron en que se dejasen de otras conversaciones y se encomendasen a Dios, como lo hicieron, tomando cada uno el rosario de Nuestra Señora y besando la cruz que tiene en el remate, nombrando frecuentemente el nombre dulcísimo de Jesús. Esto no obstante, no los dejaban de seguir, como lo hicieron todo lo que duró la aspereza del valle y, al fin dél, antes de salir, se les pusieron delante como negros agigantados, amenazándoles que, si no fuera por las armas que habían escogido de oración —cruz y Jesús— habían de acabar con ellos. El hombre, perdido el color y todavía temeroso, lo contaba, contestando628 con el compañero que dejaba en la ciudad. Sobre este suceso hubo entre los religiosos y los caminantes varias opiniones: unos diciendo que era ensueño y lo quería hacer creer por suceso verdadero, o el hombre estaba persuadido a que le había pasado así; otros lo atribuían a la imaginación y, depués de haber dicho cada uno su sentimiento, dijo Laminio: —Señores, de la verdad deste hombre ni yo dudo ni la afirmo, que eso a vuesas mercedes toca saber el crédito que le daban a su proceder y trato; de que haya posible ser demonios, no tiene dificultad según lo posible. Algunos le replicaron y aún le decían que para qué se ponía a defender aquello delante de personas que sabían [f. 243] lo cierto; que era tenellos por muy bisoños629 hacerles creer que lo que es ilu[s]ión630 en la persona por la

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En el ms. aparece tachado «los». contestar: «Decir y declarar lo mismo que otros han dicho, conformándose en todo con ellos en su deposición o declaración» (Aut.). 629 bisoño: «Translaticiamente significa nuevo en cualquier arte u oficio, y el que empieza a aprenderle» (Aut.). 630 En el ms.: «ilución». 628

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flaqueza de su complexión631 se atribuía a corporeidad del espíritu demonio y querer persuadir que ocupa otro lugar que el infierno. El peregrino les dijo: —Creed señores , pues Laminio lo ha dicho, que él da razón dello y lo prueba, de suerte que confeséis ser verdad lo que os parece novedad. Atendiendo al abono y fianza que hacía de la opinión de Laminio, todos le rogaron les dijese, pues, de lo que de aquello sabía; que ellos eran mozos y no podían habello visto, leído ni sabido, confesando que podrían engañarse. —Ni aun los muy viejos —dijo Laminio— pueden hablar menos que con ese límite y así yo, aunque lo soy, digo que bajo de vuestra censura, y primero de la Iglesia, diré lo que acerca desto he leído y estudiado en muchos autores; los cuales asientan por cosa cierta que, cuando cayeron del cielo, por su envidia y soberbia, Lucifer y sus secuaces, unos ocuparon unos lugares; otros, otros. Quien nos enseña esto, muy en particular, copiosamente, es Tritemio632, el abad, en el Libro de las cuestiones, dirigido a Maximiliano César, en la cuestión quinta, cuya dotrina iré repitiendo con las advertencias que me parezcan necesarias para su mayor esplicación633. Dice, pues, este autor: Así como los demonios se diferencian unos de otros en la sutileza y poder, así también el poder de los hechiceros no es en todos [el] mism[o]634, antes cada [uno] sigue la sutileza del demonio que lo gobierna, conformándose635 con su naturaleza. Hay muchas maneras de demonios y se diferencian entre sí también por ciertos

631 complexión: «El temperamento y conmensuración de humores, de donde resulta ser de buena salud o de delicada, frágil y enfermiza» (Aut.). 632 Juan Tritemio (1462-1516), historiador y teólogo, escribió muchas obras históricas, otras muchas espirituales y místicas y otras de filosofía oculta, que dieron al autor fama de hechicero. Entre ellas se encuentra una Philosophia naturalis de Geomantia, un Tratado de Alquimia, la Polygraphia y la Steganographia; estas dos últimas obras citadas por Quevedo en el Sueño del Infierno. 633 Jiménez Patón parece equivocarse al afirmar que su extensa cita procede del cap. V del Liber octo questionum del abad Tritemio, pero así lo señala M. del Río en Disquisitionum magicarum libri sex, cuya fuente utiliza —quizás este se sirviera de una edición distinta a la consultada por nosotros—. El maestro traduce los fragmentos (ff. 45-49) de la quaestio VI de la obra de Tritemio, titulado De potestate maleficarum, según cita M. del Río en cursiva. Hace lo mismo con los comentarios del jesuita, en redonda; es decir, hay una aportación original mínima por parte de Jiménez Patón. Cf. Río, Disquisitionum magicarum, lib. 2, quaest. 27, pp. 262-270. Asimismo, Torquemada, en el Jardín de flores curiosas, pp. 246-331, se refiere a los demonios y su clasificación, aportando más fuentes y ejemplos. 634 En el ms.: «la misma». En el texto latino: ita maleficarum potestas non est in omnibus una. El traductor ha cometido un error de concordancia, arrastrado por el género femenino de la palabra potestas. 635 Aquí, en el sentido de ‘concordando’.

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grados y razones de los lugares en que, dende que cayeron del cielo, están como avecindados moradores. [f. 243vº] La primera suerte de demonios son ígneos o de fuego porque habitan en la región deste elemento que tiene su lugar en lo cóncavo del cielo de la Luna y no bajan a la tierra ni bajarán hasta que llegue el día del Juicio. Pero, habitando, permanecen allí sin tener familiaridades ni correspondencias con los hombres. Y que habiten en el cóncavo de la Luna díjolo san Agustín en la obra de la Agonía Cristiana por estas palabras: «Los demonios no habitan en el cielo donde están el Sol y las estrellas porque todos están bajo la región de la Luna»636. De aquí presumo que tomó ocasión Apuleyo para decir que había animales que se engendraban en el fuego y era su naturaleza dél637, lo cual confirmó Aristóteles, diciendo que se habían visto muchas veces ciertos animales pequeños en los hornos y fraguas, ardiendo; que salían del fuego, volando con alas, los cuales se sustentan y pasan toda su vida en el fuego en el que nacen y en quien mueren, teniendo fin donde tuvieron principio638.

Esto dice este autor y ha639 que advertir, que notar y que corregir porque el lugar que cita de san Agustín es en el capítulo tercero de Agone Christiano, en el cual no dice el sagrado dotor lo que Tritemio infiere, sino [dice]640 que los demonios no habitan en los cielos sino debajo del cielo de la Luna como lo están los más bajos, que son los del infierno, los del mar, los de la tierra y aire. Y en lo que dice de Apuleyo, el uno y otro se engañan, dando cuerpos verdaderos de fuego a los demonios, siendo lo cierto —como vuesas mercedes decían— que son espíritus puros aunque impuros. Y Aristóteles no dijo de demonios ni sintió tal sino de unos animalillos como moscas que decía se engendraban en el fuego como otros se engendran en el aire, otros en la agua, otros en la tierra y, diciendo que morían allí donde habían nacido641, no entendió de los de[f. 244]monios pues dijo muchas veces eran espíritus inmortales.

636 El maestro traduce literalmente a Tritemio, cuya cita de Avg. Agon. 1, 3, no es fiel del todo a la aducida, pues no se refiere en absoluto «al cóncavo de la Luna». Dice el santo: Hoc dixi, ne quis existimet ibi [aethere] habitare daemonia, ubi solem et lunam et stellas Deus ordinauit. 637 Apvl. Plat. 1, 11. Jiménez Patón traduce a Tritemio en propterea quod Aristoteles confirmauit de manera que —según el uso actual de «confirmar»—, Aristóteles (siglo iv a. C.) parece corroborar la teoría de Apuleyo (siglo ii). Entiéndase: «por lo que Aristóteles afirmó». 638 Tritemivs, Liber octo quaestionum, f. 45-45vº. 639 Patón usa la forma anterior (habet > ha) a hay, probablemente de habet + ibi, a semejanza de so > soy o do > doy. 640 En el ms.: «niega». 641 Arist., HA 5, cap. 17, 553a.

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Dice también este autor, en lo que se sigue, que estos espíritus o demonios ígneos no tienen familiaridad ni correspondencia con hechiceros, ni encantadores humanos porque, por su sutileza, no pueden vestirse cuerpo grueso ni de aire642. Razón frívola y vana. Porque, si vamos con la opinión de aquellos que dicen que la región del fuego es el centro de la Tierra y no el cóncavo de la Luna, ese fuego es el del infierno, y ese, todos643 los condenados padecen su tormento por la [e]levación644 que dicen los teólogos. Y si la tal región del fuego a comentar está en el cóncavo de la Luna —como casi todos enseñan—, no se sigue bien de esto que, por eso, no tengan los tales demonios correspondencias y familiaridad con los hombres o mujeres hechiceros y encantadores. Porque los demonios —como hemos dicho y dijistes— son espíritus y de ninguna condición tienen cuerpos verdaderos; los que muestran son aparentes y fingidos y tales cuerpos como los fingen los demonios que asisten645 en el infierno y en las aguas, o en la tierra o en el aire; podrían —los que asistiesen en el fuego y de la misma suerte— tener familiaridad y correspondencias con los hombres para sus ilícitos y nefandos pactos. Lo cierto es que la región del fuego que habitan es la infernal que, donde quiera que están, los acompaña eternamente. Y porque así los acompaña este fuego, se tomó la ocasión de decir que asistían en tal región y eso mismo le ocasionó a646 Orfeo a decir que había un género de demonios celestes647 porque a los cielos los imaginaban de fuego como a los demónicos. O es que, porque la última región del aire confina con la del fue[go] y al aire muchos autores le llaman «cielo» y las divinas letras en ocasiones, por eso a los demonios que habitan en la región del aire los llaman «celestes» o «ígneos»; de los cuales trata el mismo Tritemio en lo que se sigue, diciendo: [f. 244vº] La segunda suerte que hay de demonios están en el aire, en la región más cercana a nosotros de las tres que ocupa. Estos pueden decender a la tierra y a otras partes inferiores y, con cuerpos fantásticos, aparecerse a los hombres. Permitiéndolo Dios y dando lugar a ello, muchas veces perturban y alborotan esta región con grandes truenos y relámpagos, rayos y tempestades, y parece que se conjuran contra los del mundo. En cierta manera parece que se mueven con afectos de pasiones, principal mente de soberbia y envidia y, según causan perturbaciones, parece las padecen; no tiene[n] siempre una apariencia de cuerpo, ni permanecen en una parte y lugar; no se muestran siempre de una manera y figura, sino de muchas, haciendo variedades 642 643 644 645 646 647

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Tritemivs, Liber octo quaestionum, f. 45vº. En el ms. hay una tachadura. En el ms.: «alevación» por elevación; entiéndase: ‘levantamiento, alzamiento, rebelión’. asistir: «Estar o hallarse presente» (DLE). ocasionó a: ‘movió a’. «Himno a Museo», Orphica, H. 1, 32-33.

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y diferencias, como de afectos cuando acuden o invocados de hechiceros o por hacer mal a los hombres648.

Va hispanizado con cuidado porque, a no hacerlo así, parece que les da cuerpo en alguna manera y, como hemos dicho, de ninguna manera lo tienen, si no es fingido, fantástico de cosas esteriores, ni tienen perturbaciones, afectos ni pasiones más que la obstinación de su pecado y así, perseverando en su soberbia, envidiosos, procuran hacer a los hombres todo el mal que pueden según la permisión de Dios, que no en otra manera. Y así prosigue diciendo: Tienen su condición violenta, furiosa y malina, llena de perturbaciones, inquietud y desasosiego, y así todo lo que les es posible con su malicia y soberbia; andan maquinando acechanzas, trampas y enredos y, cuando acometen, procuran hacer sus suertes, disimulando y encubriéndose: por una parte, haciendo violencias; por otra, disfrazándose por no ser conocidos. Los hechiceros se valen de su ayuda para sus encantamientos y embustes, y tanto más diestros son cuanto ellos más sabios y poderosos. Destos dijo san Atanasio en la Vida de san Antón que el aire estaba lleno649. Y es lo mismo que había dicho antes Mercurio Trimegisto*, que no hay parte del mundo que no esté llena dellos650.

Esto se ha de entender de la región elementar651 porque en el cielo no los hay —como hemos dicho y así lo enseña san Agustín—652 [f. 245] y así también se ha de entender lo que se sigue: El santo prelado Ambrosio también dijo: —El mundo está lleno de virtudes santas —que es decir de ángeles buenos— porque también lo está de maldades —es decir, demonios653. Y dejando aquí una parte de Tritemio porque conviene pasemos a lo que depués se sigue:

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Tritemivs, Liber octo quaestionum, f. 45vº. Dice san Atanasio en la Vita Beati Antonii abbatis: ingens eorum turba istum pervolat aerem, non procul a nobis hostium cateruam discurrit, cap. 15, 42, p. 137. 650 Tritemivs, Liber octo quaestionum, f. 46. Hermes Trismegistus —dios o sabio egipcio—, según unos autores, o Trimaximus, según otros. Tritemio y M. del Río le llaman Mercurius ter Maximus. 651 elementar: desusado, por elemental. 652 Cf. n. 636. 653 Tritemivs, Liber octo quaestionum, f. 46. Aquí el maestro mezcla traducción y comentario. La cita corresponde a Ambr. In psalm. 118, 1, 12. 649

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La tercera manera de demonios llaman «terrestres», que cayeron por su invidia y soberbia al suelo. Todos cayeron del cielo y lláma[n]les654 «terrestres del aire»; es porque la región que más frecuente habitan es aquella de que les damos nombre. Destos el santísimo mártir por Cristo y prelado de su Iglesia, Teóforo, que en otro tiempo se llamó Inacio655, en una carta que escribió a los de Éfeso, dijo así: —No hay cosa mayor que tener y conservar la paz, porque es el escudo en quien se mellan, embotan y quiebran todas las armas de los espíritus malinos que andan en el aire y en la tierra656.

Aquí el santo no hizo mención de los «ígneos» porque no los hay, ni de los del agua porque los comprehende en los de la tierra porque destos dos elementos se compone un globo. Dice más Tritemio: Destos demonios, unos andan en las selvas y montes, bosques, matorrales y dehesas, los cuales a los cazadores y ganaderos les arman trampas en que cayan657. Otros andan en los campos rasos y llanos, los cuales hacen de noche que se pierdan los caminantes. Otros habitan en cuevas, pozos, simas, cóncavos y barrancos. Otros menos furiosos y bravos viven entre los hombres, pero en lugares escuros y lúgubres658.

Estos son los que llaman trasgos659 y duendes. Destos algunos se entretienen en asombrar a los hombres, mujeres y niños con ilusiones y alborotos ridículos, no dañosos; otros procuran engañar diciendo adivinanzas, aunque tan a tiento660 como nosotros porque ellos no pueden saber lo futuro como los oráculos, así hablaban anfibológica mente661 palabras de dos sentidos. Otros se ocupan y trabajan, procurando que enfermen los hombres, quitándoles [f. 245vº] el discurso con una perniciosa melancolía que dicen «manía» para que, desta suerte furiosos, asombren, hagan daño y aun maten, como consta por 654

En el ms.: llámalles. Se refiere a san Ignacio de Antioquía, discípulo de los apóstoles, llamado Teóforo o «el portador de Dios» por su amor a Cristo. Fue obispo de Antioquía y murió bajo la persecución de Trajano. 656 Ign. Eph. 13. 657 cayan: «caigan». 658 Tritemivs, Liber octo quaestionum, f. 46vº. 659 trasgo: «Demonio casero que de ordinario inquieta las casas, particularmente de noche, derribando las mesas y demás trastos tirando piedras sin ofender con ellas jugando a los bolos y con otros estruendos aparentes que desvelan a los habitadores» (Aut.). 660 a tiento: «Metafóricamente vale dudosamente, sin certeza y clara comprensión» (Aut.). 661 Véase Jiménez Patón, Elocuencia española en arte, cap. 8, p. 167: «Anfibolía o anfibología es cuando la palabra hace dos sentidos [...] y esto en latín es vicioso, mas en castellano es ornato». 655

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esperiencia. Por esto san Juan Crisóstomo, en el libro tercero de la Providencia al monje Estagirio, le dice: La grandeza de la melancolía es más poderosa que toda ación diabólica porque los más que vence el demonio los vence por melancolías y es de suerte que, si esta ayuda le falta, no puede hacer mal662.

Admirable dotrina en nuestros tiempos, esperimentada en muchas personas que, tratando de seguir el camino de la virtud y vida espiritual, no pudiendo el demonio hacelles torcer del derecho con tentaciones de vicios manifiestos, los ha desbaratado, descompuesto, y desordenado sus aciones y libertad con melancólicas pasiones, poniéndoles desconfianzas de su salvación con inquietudes y desasosiegos de desesperación. Cosa que ha puesto en mucho cuidado a los confesores y personas que los gobiernan. ¡Dios nos libre de tal pasión que al fin es la obra que, con más ardid, industria, cuidado y solicitud procura Satanás! Estos demonios también dice que engañan a quien les era mostrado en el espejo a la persona que va o viene [de] camino, y responden a mujercillas que los consultan y les dicen quién ha dicho mal dellas. Adivinan, depués de sucedido, cosas [que] son prohibidas entre cristianos supersticiosos y malos, condenados por nuestra madre la Iglesia y, como tales, castigados en los que son aprehendidos. Pero, pasando por alto algunas cosas de las deste autor, pasemos a las más importantes663: La cuarta diferencia que hay de demonios es la de aquellos que están en las aguas; habitan en los mares y ríos, lagos, fuentes; inquietos, malinos, engañosos y furiosos, pues [f. 246] en los mares levantan espantosas borrascas y tempestades, de[r] rotando664 flotas, desbaratando navíos, anegando galeras, causando naufragios en las rocas y tragándose el mar entre sus olas los bajeles llenos de gente, sobiendo sierras665 de agua al cielo y descubriendo el suelo del mar en lo profundo, mezclando las aguas de las nubes con las del mar y con furiosos huracanes, vientos bravos, desperdiciando y anegando la gente y la hacienda, quitando la vida entre las aguas. Estos demonios666, cuando fingen forma y figura visible fantástica667, no solo de

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Chrys. Stag. 3, 13. Evidentemente, Laminio sigue al abad Tritemio, una vez más a través de M. del Río, cuyo comentario reduce, aportando alguna breve consideración particular. 664 derrotar: «Sacar o arrojar el viento o tempestad a la embarcación del rumbo que llevaba» (Aut.). 665 En el ms. aparece tachado «al cie». 666 En el ms. aparece tachado «por la mayor parte». 667 En el ms. aparece tachada la siguiente línea: «por la mayor parte es de mujer, aunque sí suelen de varón». Probablemente la enmienda ocasiona la interrupción de la oración principal. 663

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mujeres, pero también de varones, como lo son las que la ciega gentilidad adoró con nombre de náyades668, nereidas, ninfas669, y de varones: Netuno*, Nereo, Proteo, Forco, Glauco; los tritones, Aquelo*, Erídano, Tibre*, con esta diferencia: en los ríos y mares, por la mayor parte se fingieron con figura varonil; en las fuentes, femenina.

Como escribe Catipratense* (cap. 57, p. 11), destos demonios acuátiles670 fueron los que dijeron los pastores que andaban con sus ganados en el Peloponeso cómo aquel día había sido tomada la ciudad de Zaragoza671 en Sicilia, cosa imposible para poderla decirla los hombres en el mismo día672, [para] los demonios, no673. Destos también eran (según Fazelo, decad. 2 rerum Siracusarum) los que ahogaban en el lago Nafta*674 de los Paliscos675 a los que se perjuraban. Lo cual escribieron como notable milagro de naturaleza —porque no alcanzaron esta verdad— Aristóteles, Diodoro, y otros676. Y los que junto al pueblo Yhomiso677 de Diana, donde había una fuente que, si alguno se lavaba con su agua, habiendo perdido la castidad, estorbaban que no se mezclase el agua con el vino en un mismo vaso echado por mano de los no castos para que se conociesen. Y otras cosas que ponen de admiración en las aguas las suelen causar estos demonios que

De acuerdo con Tritemio debiera decir: «Estos demonios, cuando asumen un cuerpo visible, se muestran frecuentemente en sexo femenino, más raramente en masculino». 668 náyade: Mit. «Cada una de las ninfas que residían en los ríos y en las fuentes» (DLE). 669 A modo de curiosidad, al referirse a estas divinidades, Tritemio especifica en f. 47vº: A nostris autem aquaticae mulieres, id est wasser frawen, communi uocabulo dicuntur. 670 El teólogo y filósofo T. Cantipratense (1201-1272), en su tratado titulado Bonum universale de apibus, dedica una parte del capítulo 57 a De Neptunis daemonibus. 671 Se refiere a Siracusa. 672 Sigue una preposición ilegible. 673 Fazelli, De rebus Siculis, lib. 6, cap. 1, p. 412. Realmente dice que los pastores lo dijeron un día antes de que ocurriese. 674 En el ms., sobre una tachadura, se lee «Naphta». 675 Los Paliscos —así los llama Pérez de Moya en su Filosofía secreta, ff. 87vº-88—, Palici o Palikoi eran dioses gemelos, hijos de Zeus y Talía, hija de Efesto, o de Etna. Nacieron del suelo, donde se había ocultado su madre, temiendo los celos de Hera. Su culto se situaba cerca del lago Naftia, donde se producían fenómenos volcánicos y del que emanaba un fuerte olor de azufre. Hoy Παλική es un yacimiento arqueológico situado en Rocchicella di Mineo (Catania). 676 Además de los citados, Fazelli señala a Macrobio. Véase Fazelli, De rebus Siculis, lib. 1, cap. 5, p. 22. Cf. Torquemada, Jardín de flores curiosas, p. 198. El humanista se basa en Nicolao Leonico y afirma que llaman Sancta a la fuente. 677 Fazelli, De rebus Siculis, lib. 1, cap. 5, p. 22. El nombre probablemente se ha corrompido. Pudiera tratarse de una fuente procedente del río Hyrminum (Plin. Nat. 3, 89) que desembocaba en Kamarina (Ragusa). Hoy se identifica con Comiso. Cf. Torquemada, Jardín de flores curiosas, p. 199, pero en este caso se basa en Ateneo Naucratites que se refiere a una fuente existente en la isla de Teneo, en las Cícladas.

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en ellas habitan. Y lo que dice [f. 246vº] que los que habitan en lugares secos y enjutos siempre aparecen en figura de varones, no es cierto, porque también se aparecían en figuras de hembras, como lo eran las que llamaron «napeas»678, «dríadas» 679, «lamias»680, y también figuras aparentes de fieras salvajes y bestias, como lo que refiere este hombre que le ha sucedido a él y su compañero, que, si él es hombre que se precia de tratar verdad, no tiene duda ser posible en este sentido y en esta manera lo que ha dicho. Y muchas veces se han visto estos demonios junto a los ríos y fuentes en figura de mujeres haciendo danzas y bailes, y tendiendo los cabellos como damas que se quiere[n] trenzar —estas son las que el vulgo llama «moras encantadas»— y algunas veces hablando con hombres681. El quinto género de demonios es el de los subterráneos, que habitan en cuevas, cavernas, simas, pozos y en lugares cóncavos, hondos y escuros; estos, como los demás, son malinos y acometen a los inclinados a abrir pozos y minas para sacar metales y tesoros escondidos en la tierra, y aun, para acabar con ellos, suelen hacer que, cayendo pedazos de montes sobre ellos, los ahoguen. Como les pudo suceder a unos miserables de mi lugar que, habiendo cavado bajo de una grande peña, imaginando sacar de allí un tesoro, la peña cayó y cerró la puerta y dos o tres dellos quedaran dentro enterrados si los que estaban fuera no se dieran prisa a horadar por donde pudieron salir. Deste género acaso era Satanás, el que perseguía al santo Job, pues derribaba las casas por los cimientos682, y los que habitaban en las cuevas de Salamanca683 y Toledo684 —si bien esto lo hemos declarado en otra parte cómo se ha de entender las artes mágicas—. [f. 247] Estos suelen en los montes y soledades, en cuadrillas, hacer 678

napea: «Ninfa de los bosques» (Cov.). dríada: «Ninfa de los bosques que decían los gentiles que habitaba debajo de la corteza de la encina» (Terr.). 680 lamia: «Voz que entre los antiguos tuvo varias significaciones. Unos juzgaron que era demonio, en figura de mujer, que con halagos atraía a los hombres para devorarlos. Otros que era una especie de fiera de África que también atraía y devoraba los hombres [...]» (Aut.). 681 Cf. Jiménez Patón, Comentarios de erudición, («Libro XVI»), pp. 191-193 y 200. 682 Vvlg., Iob 1, 19. 683 La cueva de Salamanca es un enclave legendario donde, según la tradición, impartía clase el diablo. Asmodeo y otros, durante siete años, impartían lecciones nocturnas a siete alumnos en la cripta de la iglesia de San Cebrián, destruida en el siglo xvi. Transcurrido este tiempo, uno de ellos, elegido al azar, tenía que quedarse allá en pago de la enseñanza. Enrique de Aragón (1384-1434), marqués de Villena, logró burlar al diablo a costa de perder su sombra para siempre. Cervantes tiene un entremés titulado La cueva de Salamanca y entre las narraciones populares mallorquinas —rondaies— se halla «S’estudiant de sa cova de Salamanca» o «De com en Lutero i Seneca estodiaven a sa cova de Salamanca». 684 En Toledo existe un rico subsuelo perteneciente a su antigua historia, desde la época romana. Bajo la iglesia de San Ginés, hoy desaparecida, se creía que Hércules egipcio tenía la cátedra secreta donde enseñaba ciencias ocultas. 679

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admirables acometimientos y encuentros y como que, por mandado del que los guía, desaparecerse y volverse a sus cuevas. A veces se fingen y mienten a los que se les aparecen con nombre de algunos muertos, deudos o amigos. A veces llevan engañados a los inorantes amigos de tesoros y les muestran aparentes riquezas de oro y plata y perlas preciosas, y se les dan por amigos, prometiéndoles aquellos fingidos bienes, y algunos dellos están por guardas de las minas y ricos tesoros —que estos son los que llaman «encantados»685— y los que hombres avarientos escondieron. Y estos demonios, porque no se aprovechen dellos —permitiéndolo Dios—, los encubren o mudan a otras partes. El sesto género de demonios se llama «huidor de la luz» porque apetecen más que los otros las tinieblas, si bien al principal de todos llama la Escritura «príncipe de tinieblas y escuridad686»; no se manifiestan de día ni toman cuerpo fantástico, sino de noche. Estos son de los que dice el salmo «negocio que anda en tinieblas687», y es una suerte de demonios imperscrutable688, impercetible y tenebroso, oscuro y lóbrego, malicioso, combatido de pasiones frías; suele con violenc[i]a, a las horas que anda, afligir y aun ahogar a las personas con nombre de pesadilla — permitiéndolo Dios—, y en esta manera da mucha pesadumbre. Destos se puede entender que era aquel demonio Asmodeo, de quien dice la historia de Tobías que ahogaba los esposos de Sara689. Y destos se ha de entender la opinión de los gentiles que decían que el Cerbero690 y las sombras infernales andaban de noche y, al salir la luz, se recogían a su habitación y no salían con luz. [f. 247vº] También era destos Hécate, que decían andaba de noche en figura de perro, caballo, y mujer, y que era la capitana de todos los trasgos, duendes, y fantasmas noturnos. Destos es Plutón, Carón, Lémures, Larvas691; los contrarios destos son los que dice el salmo «demonios de medio día» cuando dice: 685

encantados: «sometidos a poderes mágicos», según encantar: «someter a poderes mágicos»

(DLE). 686 Esta denominación aparece en las apócrifas Acta Pilati, incorporadas al Evangelio de Nicodemo (s. v); también la hallamos en el v. 15 del Rhythmus de die mortis de P. Damiano (10071072) y en los Sermones in Cantica Canticorum 17, 6 de B. de Claraval (1090-1153). 687 Vvlg. Psalm. 90, 6. 688 imperscrutable: «inescrutable, insondable». Latinismo utilizado por Jiménez Patón, siguiendo a Tritemio. Se halla en Cassiod. Eccl. 1, 14. 689 Vvlg. Tob. 3, 8 y 3, 14. 690 Cerbero era el perro del Hades que, encadenado, guardaba las puertas del infierno para impedir la entrada a los vivos y, sobre todo, la salida a los muertos. Tenía tres cabezas de perro, cola de serpiente y, en el dorso, multitud de cabezas de sierpes. La descripción presente pertenece a Prop. 4, 7, 89-91, que dice: «La noche nos lleva a la ventura, la noche libera nuestras sombras encerradas, y el propio Cerbero va errante, libre de la cadena. Al amanecer, nuestras leyes nos obligar a volver a los estanques leteos». 691 Plutón «el Rico», sobrenombre habitual de Hades, dios de los infiernos; reina sobre los muertos. Nadie como él tiene tal cantidad de súbditos. Caronte es un genio del mundo infernal

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Non timebis a timore nocturno; a sagitta uolante in die, a negotio perambulante in tenebris, ab incursu et daemonio meridiano692.

Cuatro peligros pone aquí David que algunos intérpretes entienden cuatro diferencias de demonios. La paráfrasis caldea dice se entienden aquí el temor de los demonios693 que andan de noche, y la saeta del ángel de la muerte que viene de día, y la muerte que sucede de noche, y la multitud de demonios que andan de día. Otros dicen aquí se entienden dos peligros y daños de parte de los hombres, que son los aborrecimientos y enemistades patentes y claras, y esto se entiende por sagit[t]a694 uolante in die; o los rencores y odios disimulados y encubiertos en lo primero: a timore nocturno; y otros dos de parte del demonio, asimismo uno claro: ab incursu et daemonio meridiano, y otro oculto: a negotio perambulante in tenebris. Pero sea tomando por medio a los hombres, todas son obras del demonio que incita al rencor y aborrecimiento oculto o declarado. Y de uno y otro nos ha de segurar695 la mano del Señor, y lo hará, si nosotros le servimos como debemos. Y de los amigos de tinieblas eran los que al presente y su compañero inquietaron esta noche, que nunca cesan ni paran, antes, como advierte el Apóstol, conviene estar siempre en alerta porque anda bramando como león buscando a quien tragar696. Es el enemigo por quien dijo el poeta latino que tiene millares de nombres y millares de [f. 248] ardides para dañar697. Si queréis hacer una resunta698 de las diferencias de demonios en la manera que os sea posible, hacelda699 de Los dioses de la gentilidad700 y así os podrá servir de cifra con que dice san Agustín en los libros de La ciudad de Dios que hubo cuya misión es pasar las almas, a través de los pantanos del Aqueronte, hasta la orilla opuesta del río de los difuntos. Los Lémures y Larvas son, en el mundo romano, los fantasmas o espectros de aquellos. Se conjuraba a los primeros en la fiesta de las Lemurias, celebrada anualmente por la noche del 9, 11 y 13 de mayo con ritos purificatorios. 692 Vvlg. Psalm. 90, 5-6. 693 el temor de los demonios. Genitivo objetivo latino, hoy diríamos: «temor a los demonios». 694 En el ms. aparece tachado deambulant. 695 segurar: «asegurar». 696 Vvlg. Petr. 1, 5, 8. 697 Se refiere a Alecto, una de las tres Furias, hija de la Noche y del Aqueronte, llamada por Juno para promover una guerra que impida la boda de Eneas con Lavinia, hija del rey Latino. Véase Verg. Aen. 7, 337-338: tibi nomina mille, mille nocendi artes. A partir de ahí, los autores cristianos aplican esta denominación al demonio. 698 resunta: «resumen» (DLE). 699 hacelda: «hacedla». La forma con metátesis es común en el español clásico. 700 Alude a la obra de fray B. de Vitoria, Teatro de los dioses de la gentilidad, Salamanca, A. Ramírez, 1620 y 1623.

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tiempo que se contaron treinta mil dioses en Roma siendo así que muchos adoraban en Egito que no adoraba Roma701. Los cocodrilos de Egito demonios eran; éralo la comadreja, los lobos de Licaonia, y los grifos que guardaban los tesoros o hormigas de su tamaño; los sátiros, faunos, panes, centauros, hipocentauros y el toro de Egito, todos eran demonios. Las sirenas de la mar asimismo; y demonios pudo ser que fuesen los que asombraron a los contenidos por lo dicho, y porque no perdonan ocasiones que puedan hacer daño que no la ejecuten, permitiéndoselo Dios. Él nos libre de sus acometimientos y nos saque con vitoria de sus tentaciones invisibles y visibles para que acertemos a servirle mientras vivamos. Vosotros perdonad mi atrevimiento que la escusa que tiene para merecer el perdón es haber sido mandado. A todos agradó el discurso porque, aunque algunos habían oído en otras702 ocasiones algunas cosas de las que dijo, todas tan juntas, tan claras y sucintas, no. El peregrino les dio a conocer los estudios de Laminio con que le estimaron de nuevo, si hasta entonces por la compañía, ahora por su persona. —Muy bien está lo dicho —dijo uno de los religiosos— pero, según lo que habéis dicho, no parece que dejáis diablo en el infierno como ni quedaron en el cielo; todos habéis dicho habitan en estas regiones elementares y no habéis dicho de ninguno que está allá pues aun a Plutón y al [f. 248vº] Cerbero les dais su habitación en la Tierra, si bien en cavernas escuras y enemigos de la luz. Y antes parece que todos habían de estar en su lugar propio, pues el de los condenados lo es en el centro de la Tierra donde padecen sin redención en el fuego eterno, el cual les está allí aparejado dende el principio del mundo adonde los enviará el día del último juicio el justo Juez a todos los malditos, como lo dijo él mismo por san Mateo703. —Decís la verdad tan cierta —dijo Laminio— que es católica y de fe, pero, pues me hacéis esa objeción, no parece habéis estado del todo atento a mis palabras porque, si lo estuviérades, hobiérades entendido cómo supuse que ese era el lugar principal de todos los demonios, no obstante que algunos —como he dicho— tengan por acá sus particulares habitaciones en la forma declarada, pero no de suerte que estén libres de los tormentos infernales porque, donde quiera que están —aire, agua o tierra— los están padeciendo. Como los espíritus 701 Véase, por ejemplo, Avg. Ciu. 4, 8-11, donde alude a los numerosos dioses de la gentilidad. La cifra de treinta mil se emplea genéricamente por «un sinnúmero»; así la hallamos en algunos autos sacramentales de P. Calderón de la Barca, verbigracia El diablo mudo, Llamados y escogidos y La cena de Baltasar; en la Filosofía secreta de J. Pérez de Moya cuya fuente es Hesíodo a través de Eusebio; en los Emblemas morales de J. de Horozco, según Marco Varrón, etc. 702 En el ms. aparece tachado «al». 703 Vvlg. Matth. 25, 41-46. Dice así: Ite, maledicti, in ignem aethernum qui paratus est diabolo et angelis ejus ab origine mundi.

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angélicos que nos guardan, que conservan y amparan el mundo y nos defienden de estos enemigo[s], aunque andan en esta vida en nuestra compañía, están gozando los bienes eternos de la gloria, visión beatífica y bienaventuranza, así también los demonios, donde quiera que están, padecen los tormentos del fuego eterno. Y con esta suposición y declaración, dije lo demás que no es tan común, de dotrina del abad Tritemio704. —Bueno está y yo quedo satisfecho —replicó el religioso— pero aquello que dijistes705 que no había esfera ni región de fuego y que, si la había, era la del infierno, no entiendo cómo puede ser y me hace novedad. Declaraos más ¡por vuestra vida! que también gustarán los demás de saber [f. 249] lo cierto706. —Yo no asenté cosa cierta en ese particular —respondió Laminio—, solo dije cómo estaba en opinión que, o el fuego no es elemento sino misto o que, si lo es, no tiene su esfera en cima del aire, en el cóncavo de la Luna, sino en el centro de la Tierra, en el lugar que está el infierno, así de los condenados como de los que purgan. Y los que tienen esta opinión —aunque sea contra la de Aristóteles707—, no la fundan tan mal que no hayan de tener el crédito de esotra por común asentada, más que708 por la razón de su probabilidad, no digo evidencia. Pruébanlo pues, diciendo que Dios y la naturaleza no hacen cosa baldía y sin fin y, estando el fuego en el cóncavo de la Luna, de nada sirve, luego Dios no lo crió, y, si lo crió, no lo puso en tal lugar. Que no sea de provecho allí, consta: no alumbra, ni calienta, ni humea —que son sus efetos—, ni dél se componen los mistos —que es el fin principal de cualquier elemento—; si no, digan los peripatéticos autores709 de la dotrina contraria cómo o por dónde y cuándo deciende a la generación de los animales y produción de las plantas. Lo segundo, esta máxima es verdadera: «Entre los cuerpos simples solo el fuego es quien se alimenta para conservarse710». Esta nutrición no la han menester la agua, aire, ni tierra porque ellos solos por sí se conservan sin ayuda de nadie. Pero el fuego, si no gasta y consume alguna materia, luego se acaba y consume; porque711 no es otra cosa que humo encendido. Donde no hay humo no puede haber llama, porque es de naturaleza 704

Se refiere al monje benedictino y erudito J. Tritemio, anteriormente citado. Véase n. 632. dijistes; entiéndase: «dijisteis». 706 A partir de ahora la fuente del maestro será J. Huarte de san Juan en su Examen de ingenios para las ciencias, pp. 397-402. 707 Galeno y Aristóteles ponían la esfera del fuego en el cóncavo de la Luna. Véase Huarte, Examen de ingenios para las ciencias, p. 397. 708 más que; loc. conj. poco usada: «aunque» (DLE). 709 En el ms. aparece tachado «desta». 710 Huarte, Examen de ingenios para las ciencias, pp. 397-398, cita a Aristóteles: Inter corpora simplicia solus ignis nutritur, indicando: (lib. 2, De ortu et interitu). 711 Huarte en Examen de ingenios para las ciencias, p. 398, precisa: «como dijo Aristóteles». 705

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de aire el humo y de este elemento principalmente se mantiene el fuego. Porque spiritus nutrimentum praebet igni, quo si ignis priuetur, uiuere non possit712. Y en todos los mistos en quienes predomina el aire se sustenta el fuego por esto, como son pez, resina, aceite, sebo, manteca, cera, estopa y leña. [f. 249vº] Siendo esto así, ¿qué materia es la que le conserva en aquella región, y más tanto fuego713? Porque, siendo tan activo, ya hobiera consumido todo el aire. También es imposible haber fuego sin humo, y este ha menester respiradero, como se esperimenta en el fuego de la ventosa que, por no tener por donde respirar, se apaga luego. Así también, si la esfera del fuego no es otra cosa que humo encendido, ¿cómo es posible que se pueda conservar en el cóncavo de la Luna no teniendo respiraderos714? Últimamente, es dicho de Aristóteles muy celebrado entre sus secuaces —y verdadero— que este mundo esterior715 se gobierna por los movimientos y alteraciones de las estrellas y cielos, especialmente de la Luna y Sol, sin los cuales [era] imposible pasar ni frutificar la tierra. Y si la esfera del fuego estuviera entre el cielo y el aire, naturalmente no se podía hacer; porque las influencias frías y húmidas del invierno no podían pasar ni alterar estos inferiores, porque primero habían de enfriar y humedecer al fuego, el fuego al aire y el aire a la tierra; pues decir que el fuego puede venir a tanta frialdad y humedad que enfríe y no caliente y que humedezca y no deseque —y esto quedándose fuego— no creo que habrá filósofo en el mundo que tal afirme. Porque, según la opinión de Aristóteles, todos los demás elementos se pueden estrañar y perder sus calidades primeras y adquirir las contrarias sin corromperse, sino es el fuego. Luego no es posible lo que defienden y enseñan. Y porque parece que a los que le señalasen tal lugar por esfera les movió pensar que el fuego es la cosa más liviana que hay en el mundo y por eso lo pone[n] sobre el aire, los que van contra su opinión sienten lo contrario y afirman que es la más pesada o al menos causa de que las cosas lo sean porque, en su nutrición, les gasta el aire que las hacía livianas y porosas, y él apetece decender y no subir. Esto lo prueban [f. 250] con muchas instancias por la esperiencia de la llama de cualquier fuego, que tiene dos movimientos naturales sin los cuales ni puede vivir un momento: el uno es a lo

712 Frase de Hipócrates, (lib. De flatibus), citada por Huarte, Examen de ingenios para las ciencias, p. 398. 713 Véase Huarte, Examen de ingenios para las ciencias, p. 398, donde dice más claramente: «¿Qué materia es la que conserva tanta cantidad de fuego como hay en el cóncavo de la luna?». 714 El párrafo corresponde al tercer argumento de Huarte, Examen de ingenios para las ciencias, p. 399. 715 El párrafo corresponde al cuarto argumento de Huarte, Examen de ingenios para las ciencias, p. 399. El médico y filósofo pone «interior».

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alto, con los cuales716 espele de sí los escrementos que hace en su nutrición; el segundo, a lo bajo, para tomar el alimento que es necesario para su nutrición. Este movimiento ningún filósofo natural lo puede negar porque, si tomamos dos candiles o velas, el uno muerto y humeando y el otro encendido y puesto en lo alto, vemos claramente que baja la llama del candil vivo por el humo adelante hasta pegarse con la mencha717 del muerto. Y aunque esta distancia fuese muy grande, si allá lleg[a]se718 el humo, haría lo mismo sin violencia ninguna; luego, ¿es natural719?¿Y no es más natural la de lo alto, el cual es por el humo y aire, que no por el fuego720? Además desto, discurramos por los mistos en quien predomina el fuego; se hallará que son los más pesados; esto consta en el pedernal; y en todos los minerales y «fuegos potenciales» —como dicen los médicos— se halla; queman como fuego y, en pequeña cantidad, pesan mucho. Y también se esperimenta en el rayo, el cual se engendra de la exhalación caliente y seca de naturaleza de humo que, por su liviandad, subi[ó]721 a la región del aire pero, en encendiéndose, viene al suelo con tal furia que, si halla estorbo, aunque sean peñas, las hace pedazos; luego, ¿es pesado722? Y otras muchas razones traen que yo, por no cansaros, dejo a vuestra consideración sin hacer a nadie fuerza a que crea más esto que esotro, antes cada uno dure [e]n723 su opinión y sentido a su gusto, que yo con esto he cumplido mostrando cómo es así que está en opinión, repitiendo algunos de sus fundamentos. Además que aquello de san Mateo que dice que el lugar de los condenados es el fuego del infierno y que allí está dende principio del mundo724, parece dice que aquel es su lugar natural. 716

Huarte, Examen de ingenios para las ciencias, p. 400, dice: «con el cual». mencha: variante de «mecha» presente en textos áureos, si bien casi siempre en el sentido de hilas atadas que se emplean en la curación de heridas o en otros usos médicos. 718 En el ms: llegose. 719 Más claramente dice Huarte, en Examen de ingenios para las ciencias, p. 400: «Y si Dios pusiese una vela encendida dende el cóncavo de la luna hasta el centro de la tierra, bajaría la llama por toda esta distancia sin violencia ninguna. El movimiento a lo alto, aunque Galeno y los filósofos naturales dicen que es el más natural, están muy engañados, porque aquella elevación que hace pirámide a lo alto, es propia del humo, donde la llama está sujetada por ser livianísima. Lo cual se prueba claramente viendo que, como se va perdiendo el humo, se va bajando la llama y consumiendo». 720 Huarte, Examen de ingenios para las ciencias, p. 400. Véase la n. anterior. 721 En el ms.: «subieron». 722 Añade Huarte, Examen de ingenios para las ciencias, p. 401: «estoy persuadido [...] que el fuego es muy más pesado que la tierra». 723 En el ms.: un. 724 Huarte en Examen de ingenios para las ciencias, p. 402, pone la cita de Matth. 25, 41. Cf. n. 703. 717

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—Muy buena cuenta habéis dado de lo que se os ha pedido —dijeron los religiosos todos— y por hoy bien se ha pasado; mañana Plácido, que nos afirman es curioso725, [f. 250vº] se servirá de darnos algún buen rato con su esplicación de alguna curiosidad y, para que tenga algún espacio de discurrir sobre lo que hobiere de ser, será bien que luego726 echemos en suertes el que haya de ser. Con esto determinaron que seis dellos pusiesen en un bonete cada uno el lugar, período o dístico del autor que quisiesen y que un niño sacase en la forma que cuando se sortea alguna cosa, y la que concurriese con la cédula que entre las blancas dijese: «Declárase», aquel lugar fuese el que las interpretase. Hízose así y tocole a un dístico de Ovidio de los del Ponto, lib. 1 eleg. 4, que dice así: Tollere nodosam nescit medicina podagram: Nec formidatis auxiliatur aquis727.

Con lo cual se recogieron a cenar y depués a dormir. A la mañana, habiendo oído misa, mientras se hacía hora de comer, se recogieron al efeto de lo concertado y, dando el asiento principal a Plácido, comenzó y prosiguió, diciendo: —El sorteado y presente dístico es de Ovidio Nasón, poeta latino célebre, en la elegía cuarta del libro primero de aquellos que escribió dende el Ponto, donde estaba desterrado, la cual escribió respondiendo a una carta de su amigo Rufino, en la cual le consolaba en el trabajo de su destierro. Dale las gracias del amoroso consuelo y le pide no se admire si no hiciera el efeto que debía, diciendo cómo hay muchas veces penas y males sin consuelo ni remedio, y que destas pasiones es la suya que no tiene medicina ni alivio, como ni la tienen estas dos enfermedades, que aquí dice en estos versos, porque la gota y la rabia son males incurables. Díjolo así: Tollere nodosam nescit medicina podagram. La medicina —dice— no sabe curar de todo punto la enfermedad de la gota, y aunque728 Propercio dijo que la medicina cura todas las enfermedades si no era la de amor (li. 2. eleg. 1): Omnes humanos sa[na]t medicina dolores Solus amor morbi non amat artificem729. [f. 251]

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curioso: «El que trata las cosas con diligencia o el que se desvela en escudriñar las que son muy ocultas o reservadas» (Aut.). 726 luego: «Al instante, sin dilación, prontamente» (Aut.). 727 Ov. Pont. 1, 3, 23-24. 728 En el ms. aparece tachado: «en otra parte había dicho»; encima se lee: «Propercio dijo». 729 Prop. 2, 1, 57-58.

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«Podagra» es una enfermedad muy conocida; llámase «gota» en castellano;730 es un dolor que da en las coyunturas de los dedos de los pies porque pus-podos, en griego, es lo mismo que pes-pedis en latín; es un corrimiento de humor que allí acude unas veces cálido, otras, frío. Dicen que es enfermedad de ricos y holgazanes, y así Juvenal la llamó locuples podagra731 y, por dar en las coyunturas que decimos nudillos, la llama aquí el poeta nodosam podagram. El decir que es mal de ricos presumo yo que es porque, como es incurable, ha menester ser rico el que estuviera enfermo della para sustentarse sin trabajar, que eso es llamallo «holgazana» porque no se puede trabajar. Nizolio dijo: Hic morbus insanabilis non est credendus, quippe quando in multis et sponte desinit, et in pluribus curatur732.

Si en Italia sucediera eso, que ella se quitara sin curar en muchos y en muchísimos curada, no dijera lo que Ovidio y lo que esperimentamos en nuestra España: que en muy pocos o en ningunos se quita del todo, si bien con medicinas se alivia el dolor. Porque vu[e]lve los hombres inútiles para el trabajo, la llamó «perezosa» Horacio: tarda podagra733. A quien más suele afligir es a gente que trabaja a pie quedo734, como a personas dadas a estudios que asisten a escritorios, que de aquí procedió la falsa opinión de decir que era de ricos y holgazanes como [si] los que en esto se ocupan lo fueran. Porque era de los así ocupados Cayo, dijo Marcial dél —lib. 9 ep. 94—735 que no solo padecía grandes dolores de gota de los pies pero aun de la de las manos: Podagra chiragraque secatur Caius.

Porque chiragra es la de las manos, que chiros, en griego, eso sinifica: ‘mano’; y así, el mismo Marcial dijo de Diodoro que traía pleitos estando enfermo de 730 Véase la voz «gota» en Covarrubias, Tesoro de la lengua castellana o española, f. 444vº. Con todo, en la voz «podagra» del Diccionario de A. Calepino se halla una descripción más extensa y detallada de la enfermedad que probablemente es la fuente patoniana. 731 Ivv. 13, 96. 732 M. Nizoli o Nizolio (1498-1576), en In M. T. Ciceronem Observationes utilissimae (1536), reeditado en numerosas ocasiones con el nombre de Thesaurus Ciceronianus (1559), se refiere a la podagra, aportando algunas citas ciceronianas, pero no hemos hallado la alusión explícita de Jiménez Patón, que se encuentra en Plin. Nat. 26, 100, con algunas variantes: Insanabiblis non est credendus, quippe quoniam et in multis sponte desiit et in pluribus cura. 733 Hor. Sat. 1, 9, 32. 734 a pie quedo: «Frase adverbial que vale sin mover los pies o sin andar» (Aut.). 735 Mart. 9, 92, 9-10.

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gota de los pies y no le daba ungüento al que le ayudaba y defendía, que más era gota de manos pues no las alargaba a dar, que de los pies, pues, andaba (li. 1, ep. 99)736: Litigat et podagra Diodor[us]737, Flac[c]e, laborat. Sed nihil patrono porrigit: haec chiragra est738.

En otra parte dijo de Celio que, por desobligarse de hacer visitas y anda[r] a dar por la mañana los buenos días a los príncipes y poderosos, fingió tenía gota, untándose y rezagando los pies, y andando con sentimiento y muy poco. Y a pocos días (f. 251vº), se habló que era de veras en estar enfermo al cierto de gota; díjolo (li. 7. ep. 38): Coepit fingere Caelius podagram ........................................ Desit fingere Caelius podagram739.

Dicen que es una de las enfermedades que vino de otras provincias a Italia y lo prueban con que, si fuera de la tierra, no tuviera el nombre griego, sino latino, pero esto no basta, que, como las ciencias vinieron de Grecia y sus términos, así los nombres de muchas enfermedades, aunque los hobiese740. También dicen que no la hubo antigua mente en Italia porque no había holgazanes, que todos vivían sudando y trabajando, y en los que así pasan no se halla, y es así que a gente que trabaja en el campo con la hoz, arado y azada pocas o ningunas veces da, sino en las ciudades a los ocupados como he dicho, que a los paseantes y que hacen ejercicios a pie y a caballo de milicia y de caza —aunque por otra parte sean holgazanes— tampoco les da. Hay dos maneras desta: una, a que pone el pie colorado y abrasa, y esta procede de calor. Se dice: Ardere [d]oloribus podagrae741; otra, que pone los pies descoloridos y se llama frigida porque procede de humor frío, de las cuales hace

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Mart. 1, 98: «Diodoro pleitea, Flaco, y sufre de gota. Pero no da nada a su defensor: eso es quiragra». 737 En el ms.: Diodore. 738 Mart. 1, 98. 739 Mart. 7, 39, 4 y 9. Tras el verso 4, sigue e caet en el ms. 740 Jiménez Patón sigue a Plin. Nat. 26, 100-101. Sin duda el nombre debió ser introducido por los primeros médicos griegos llegados a Roma en el siglo iii a. C., pues Plauto ya alude a la podagra en Merc. 595 y Poen. 532; Lucilio, en Saturarum frag. 9331 utiliza el derivado podagrosus y Varrón en Rust. I, 2, 27, cita el carmen mágico destinado a curar esta enfermedad. 741 En el ms.: coloribus. Véase Cic. Fin. 5, 94 y Tusc. 2, 45.

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mención Plinio lib. 26, cap. 10742. Y, aunque da remedio para aliviar los dolores, no los hay conocidos para quitar la causa, como lo dice el poeta: Tollere nodosam nescit medicina podagram743. La otra enfermedad que pone incurable es la rabia, la cual procede —lo más común en los hombres— de haberles mordido algún perro o otro animal rabioso, y también suele dar a los mismos animales y hombres como otras enfermedades sin que haya habido contacto, a la cual enfermedad llama aquí formidatis aquis, diciendo: Nec formidatis auxiliatur aquis744. A la rabia la medicina no puede darle remedio y fue lo mismo formidatis aquis que hydrophobia, porque «hidrofobia» sinifica ‘el mal de rabia’, la cual dición sinifica ‘huir de el agua’, que hidros, en griego, ‘agua’ quiere decir. Y porque los mordidos de perro [f. 252] rabioso padecen esta pasión que huían de las aguas, pienso yo que de la imaginación que los aflige procede lo que dicen que ven en las aguas al perro que los mordió y se les refresca el mal. Y aunque es así que a los que una vez les asió el mal no les deja sino con la muerte —como aquí lo dice el poeta—, antes que haga impresión 745, sí hemos visto ser curados y escusarse de que les imprima746 con medicinas que dan los que son verdaderos saludadores747; y para preservación, dice Plinio (li. 29, ca. 5) que, si la baba de la saliva del perro rabioso la recibe alguno en la bebida, no rabiará: Est limus saliuae sub lingua rabiosi canis, qui datus in potu hydrophobos fieri non patitur748. Lo que yo he visto usar es darle al mordido del tal perro el corazón del mismo perro rabioso; ha sido y le es medicina, y también lo dijo Plinio en el mismo lugar: Multo tamen utilissime iecur eius qui in rabie momorderit datur749. Y el mismo autor, en el mismo capítulo y libro, dice que la cabeza del mismo perro rabioso quemada y hecha ceniza, y polvoreando con ella la herida de la mordedura del perro rabioso, libra destos temores imaginados que causa el ver el agua: In canis rabidi —dice— morsu tuetur a pauore aquae capitis canini cinis illitus uulneri750. 742

Exactamente, Plin. 26, 100 (cap. 64). Los autores médicos de la Antigüedad como Celso, Escribonio Largo y Marcelo, se refieren a la podagra y a los medicamentos para paliarla. Véase AA VV, Marcelli De medicamentis, cap. XXXVI, ff. 138vº-149. 743 Ov. Pont. 1, 3, 23. 744 Ov. Pont. 1, 3, 24. A continuación, en el ms. se halla tachado «Porque». 745 haga impresión; entiéndase: «antes que los ataque, según la expresión latina impressionem facere, pues la enfermedad tarda en manifestarse». 746 escusarse de que les imprima; entiéndase: «evitar que los ataque». 747 saludador: «Comúnmente se aplica al que por oficio saluda con ciertas preces, ceremonias y soplos para curar del mal de rabia» (Aut.). 748 Plin. Nat. 29, 99. 749 Plin. Nat. 29, 99. 750 Plin. Nat. 29, 98. En las ediciones modernas: canini capitis.

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Sin estos pone otros remedios que podrá ver el curioso en el lugar citado. Aunque Ovidio imposibilita la medicina del tal mal como la de sus congojas, penas, melancolías, tristezas y cuidados, como lo dice en el dístico que al declarado se sigue, desta suerte: Cura quoque interdum nulla medicabilis arte. An si sit, longa est attenuanda mora751. [f. 252vº]

Así que compara su pena, dolor y trabajo, en lo perezoso, a la gota, y en lo vehemente, a la rabia; y, metafóricamente, a los impacientes los autores los llaman «rabiosos». Y aún las fábulas, para sinificar la impaciencia de Hécuba, mujer de Príamo, dijeron que depués de haberle muerto los griegos a sus hijos y marido, ella se convirtió en perra rabiosa, lo cual dijeron muchos poetas, y aún de los oradores, Cicerón752, pero bástanos el testimonio de Juvenal (sat. 10): [...] sed torua canino latrauit rictu quae post hunc uixerat uxor753.

Esta es la verdadera esplicación del dístico, sin alargarme a más de lo necesario. Pero, con vuestra licencia, me atreveré a decir que el último verso no solo se entiende del mal de la rabia, pero que también puede interpretarse de la enfer[me]dad hidropesía, porque también es enfermedad de agua entre cuero y carne y que causa sequía754 insaciable, porque, mientras más bebe, más sed tiene el paciente, y de tres maneras que hay della, la una, que es la arraigada, es incurable. Dice Celso, médico (li. 3, ca. 21), que son755: La una, especie de hidropesía llamada tympanites, de «tímpano», por el pandero, porque la piel del paciente se hincha de aire y suena como tal. La segunda se dice ascites, tomando el756 nombre del pellejo, porque todo lo que el paciente come y bebe se convierte en humor aguanoso y pone la piel del paciente como un azacán757 de agua.

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Ov. Pont. 1, 3, 25-26. En las ediciones modernas: aut, si sit, longa est extenuanda mora. Cic. Tusc. 3, 63. 753 Ivv. 10, 271-272. 754 sequía: «Sequedad o sed de la boca» (DLE). 755 A. Cornelius Celsus en De medicina 3, 21, 1-2, llama a la primera timpanites; a la segunda, leucophlegmatia o hyposarca y a la tercera, ascites. Curiosamente hallamos la clasificación de Plácido en el Opus posthumum del franciscano F. Bordoni (1595-1671). Véase De miraculis ex sanitate, Meditatio 7, quaeres 15, pp. 112-113. 756 Sigue una tachadura en el ms. En el interlineado, también aparece tachado «pellejo»; le sigue: el nombre del pellejo. Al margen: «porque». 757 azacán: «desus. odre (cuero para contener líquidos)» (DLE). 752

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La tercera manera es muy peligrosa, más que esotras —con que también lo son—, y es casi incurable, y así le cuadra bien: Nec formidatis auxiliatur aquis758.

Porque aguas son y con razón temidas estas que [f. 253] están entre cuero y carne; llámase leucophlegmatia o hyposarca —en estos nombres se verá que no es solo el de «podagra», tomado de los griegos, como dijimos— y es cuando las partes sólidas del cuerpo la convierten en agua de tal suerte que todo él se pone amarillo y semejante a un cuerpo muerto —como lo esperimenté mirando a un deudo mío, agravado desta pasión: dentro de pocos días murió—. Parece que, siendo así, con razón se dice esta enfermedad «aguas temidas» y que bien puede hablar de ambas el poeta anfibológicamente759. Esta enfermedad —como se ha dicho— consiste su daño en el mucho beber porque, mientras más se bebe, más sequía tiene el paciente y por esta causa, por metáfora760, con muy gran semejanza, le dio su nombre Horacio a la avaricia (li. 2 Od.), diciendo: Crescit indulgens sibi dirus hydrops Nec sitim pellit, nisi causa morbi Fugerit uenis, e[t] aquosus albo Corpore lang[u]or761.

Lo cual le cuadra tan bien al avariento como al hidrópico, porque Crescit amor num[m]i, quantum ipsa pecunia crescit762. Y está esto con más similitud que cuando el mismo poeta dijo a este propósito: Maiorumque fames sequitur763, porque la hambre —aunque Virgilio también la asimiló— no tiene tal semejanza, porque no hay hambre que, comiendo mucho, no se satisfaga y harte; y hay sequía que más crece mientras más bebe, como también lo dijo Cicerón en las Parado[x]a764 en el mismo tropo: Nunquam expletur nec satiatur cupiditatis sitis765.

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Ov. Pont. 1, 3, 24. Véase Jiménez Patón, Elocuencia española en arte, cap. 8, p. 167: «Anfibolía o anfibología es cuando la palabra hace dos sentidos [...] y esto en latín es vicioso, mas en castellano es ornato». 760 Véase Jiménez Patón, Elocuencia española en arte, cap. 4, pp. 128-132 y 309-315. 761 Hor. Carm. 2, 2, 13-16. 762 Ivv. 14, 139. 763 Dice exactamente Horacio en Carm. 3, 16, 17-18: Crescentem sequitur cura pecuniam / maiorumque fames. 764 En el ms.: paradosa. 765 Cic. Parad. 1, 6. En las ed. modernas: Neque enim umquam. 759

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Y aún licenciosamente, hablando alegóricamente766, cuadra aquí lo de Ovidio, que estas aguas no temidas, sino deseadas y deseos desordenados de riquezas no [ha]y quien los pueda refrenar y poner modo. [f. 253vº] Con esto dio fin a la interpretación del dístico Plácido, con aprobación de todos, de que le dieron las gracias. Mas ha de advertir el letor que fue mucho más lo que repitió que lo que aquí se escribe, pues gastó en ello una hora cumplida diciendo la propiedad y usos del verbo tollere, y el oficio de la metáfora, que por estar escrito en otras partes donde se habrá visto o podrá ver767, fuera ocioso repetillo aquí por escrito, si bien allí, en voz, fue necesario, como en otras leciones declaradas magistralmente. Y entre otros discursos que resultaron en conversación entre los oyentes, fue uno el ponderar lo que puede el bien decir, al cual propósito dijo uno de los religiosos: —Muchas veces, considerando la fuerza de la elocuencia, no puedo dejar de admirarme y ponderar lo que puedo, principalmente si al buen decir le acompaña caudal de erudición. ¡Quién dijera que sobre este dístico había que decir más que el sentido, la construción y cuando más, la etimología de las diciones! Y ha dicho lo que habéis oído en una hora, sin que nadie con razón pueda decir hubo algo superfl[u]o, antes todo necesario para quedar tan entendido. Como con esto, no me maravillo de las obras que de humildes cosas y sujetos han hecho doctos y elocuentes varones768, no dedinando769 —aunque graves y de mucha autoridad—, de publicarlos por suyos, como lo hizo Sinesio, obispo cirinense770 —depués de otras obras muy doctas, graves y religiosas—, 766 Véase Jiménez Patón, Elocuencia española en arte, cap. 15, pp. 229-230 y 438. Se refiere a la cita, referida anteriormente de Ov. Pont. 1, 3, 24: Nec formidatis auxiliatur aquis —ni [la rabia] se cura con las temidas aguas—, que no se aviene con la traducción del maestro. 767 Véase Jiménez Patón, Elocuencia española en arte, cap. 4, pp. 128-132 y 309-315. 768 Entre los doctos y elocuentes varones se encuentra Erasmo, quien, en el prefacio de su Elogio de la locura, justifica esta obra diciendo que la frivolidad del argumento y su carácter jocoso no es un modelo suyo, sino que ya se ha ejercitado por grandes autores y desde tiempo antiguo. Así, recuerda que Homero dedicó sus poemas a la Batracomiomaquia [obra falsamente atribuida a este]; Virgilio, a los mosquitos y al almodrote [Culex y Moretum de la Appendix Vergiliana]; Ovidio, a las nueces [Nux, hoy tampoco atribuida al sulmonés]. Añade: «A Busiris dio sus alabanzas Polícrates, que fue fustigado por Isócrates; Glauco, alabó la injusticia; Favorino, a Tersites y las fiebres cuartanas; Sinesio, la calvicie; Luciano, la mosca y el arte de los parásitos. En fin, Séneca describió por chanza la apoteosis de Claudio; Plutarco, el diálogo de Grilo con Ulises; Luciano y Apuleyo, el asno; y no sé quién, el testamento del cochinillo Grunnio Corocotta, del que hace mención san Jerónimo». Véase Erasmo, Elogio de la locura, pp. 75-77. 769 dedinando: variante, con reducción del grupo culto, de dedignando, latinismo, «desdeñando». 770 Sinesio de Cirene (c. 370-413/414) fue un aristócrata, filósofo neoplatónico y clérigo. Discípulo de Hipatia, fue obispo de Ptolemaida. Patón alude a la sátira burlesca titulada Elogio de la calvicie en respuesta al Elogio de la cabellera de Dión Crisóstomo o de Prusa.

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escribiendo por honesto entretenimiento alabanzas de la calva en una copiosa y elegante oración que yo tengo entre mis libros; y Dion Crisóstomo, al contrario, en alabanza de los tufos y copetes. —Quien tal hizo —dijo el caballero peregrino— dino es libro tal de ser quemado y no sé si diga los que los usan. Lo de Sinesio es más [f. 254] loable, aunque [sé] de un amigo 771 que estos días ha escrito contra lo uno y lo otro una ingeniosa, erudita y bien estudiada invectiva, en un bien razonado y maduro discurso que quisiera yo ver estampado para desengaño destos locos que los usan. —De mí digo —dijo otro religioso— que si le viera impreso diera de buena gana mi dinero, y aun si le encontrara manuescrito, le copiara de la mía o de otra mejor por el enfado que me da [ver cómo lo] usan estos lechuzos772 pero, dejándolos para tales y encomendándoselos a ese autor a quien me encomendareis, solo por eso, prosiguiendo lo que mi amigo y compañero comenzó de escrebir sobre cosas humildes y aun malas, que más lo puede ser y aun indino —como lo es de hombres cuerdos su uso— escrebir escelencias del tabaco773. Oso decir que no he deseado tener caudal y talento para otro que para escrebir contra este abuso, y tanto lo siento más cuanto lo veo usar a personas que tenían obligación a darnos otro ejemplo porque, aunque le pongan el nombre que quisieren, él es vicio muy dino de ser reprehendido, y más siendo con el estremo y con la indecencia que es774. Escribe Marción, griego775, alabanzas del rábano, muy enhorabuena, porque, usado como se usa en comida y medicinas, las merece. 771

Alude a Jiménez Patón y a la obra titulada Discurso de los tufos, copetes y calvas (1639). lechuzo: «Persona sin substancia, de poco juicio» (DLE). El maestro, en el Discurso citado, se refiere a «nuestros lechuzos encopetados y atufados» que le causan risa [f. 6vº]. 773 Se refiere al [Discurso] sobre el buen uso del tabaco del maestro, impreso al final de la Reforma de trajes (1638). Encabezado por un epigrama latino de fray M. Cejudo, cuyos cuatro dísticos glosa, alude a sus virtudes y a sus daños. 774 Posible alusión a su amigo Quevedo, quien estuvo a punto de morir a causa de unos vómitos provocados por el tabaco en humo, según carta de don F. de Vera y Chacón dirigida a don F. de Oviedo, el 2 de mayo de 1645. Véase Quevedo, Epistolario completo, p. 490. 775 Jiménez Patón pudiera haber copiado la lista de autores del apartado titulado Qui de modicis rebus opera scripserunt, en Artes et artifices. Titulus VI, p. 284, de la Officina de J. Ravisius Textor (c. 1480-1524), o bien el discurso 22, ff. 84vº-85, titulado «De los simplicistas y herbolarios» de la Plaza universal de todas ciencias y artes de C. Suárez de Figueroa (c. 1571-c. 1644), traducción en parte de La piazza universale di tutte le proffesioni del mondo de T. Garzoni (15491589), Venezia, G. B. Somasco, 1585. Algunos nombres de esta lista aparecen en la V Silva de la Gatomaquia. Dice allí el licenciado Tomé de Burguillos: «La calva en versos alabó Sinesio / gran defecto tartesio; / quiere decir que hay calvos en España / en grande cantidad, que es cosa estraña /.../ y tanta filosófica fatiga / Diocles puso en alabar el nabo, materia apenas para un vil esclavo;/ el rábano Marción, Fanias la ortiga, etc.». Véase F. L. de Vega Carpio, 1961, p. 91. En esta enumeración de tratadistas de temas nimios, muy repetida —por cierto—, no hay unanimidad; así, 772

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Y Temisón engrandezca el llantén776, que sus virtudes medicinales son dinas de aquella alabanza, como la ortiga de las que le da Fanias, físico777; el nabo de las de Diocles778; la col de las de Crisipo, médico779, como Erasístrato alaba el lirio cárdeno780; [H]Icesio, médico, el árbol sin nombre781; Catón, la llanta hortaliza782; Pitágoras, los hongos; el rey Iuba, la yerba e[u]p[h]orbino783; Museo y Hesíodo, la yerba polión784; y Asclepíades, la manzanilla. Replicó otro religioso: —No me maravillo yo de que hayan hecho libros del tabaco para sustentar su vanidad785, sino de cómo no han hecho del chocolate786 tomos dellos a imitación del que hizo Hipócrates del ordeate787, Asclepíades del mosto788, Homero, del vino789.

en el encomio del rábano, el portugués fray H. Pinto, en su Imagen de la vida christiana, Diálogo 2º, cap. 6, f. 206, se refiere a Marciano. 776 Temisón de Laodicea, en Siria, fue fundador de la escuela metodista en Roma, alumno de Asclepíades de Prusa y médico de la época de Augusto; probablemente perteneció a la generación de médicos anterior a la de Celso. Es calificado de summo auctore por Plin. Nat. 14, 114. 777 Fanias fue un médico contemporáneo de Teofrasto. Es una de las fuentes de los libros 21-26 de la Historia natural de Plinio. Véase Plin. Nat. 21, 35: Condidit laudes eius [urticae] Phanias physicus. 778 Diocles de Caristo (Eubea, siglo iv a. C.), llamado por los atenienses el segundo Hipócrates, fue el representante más ilustre de la escuela dogmática. Plinio en Nat. 20, 19 afirma que elogia enormemente el nabo, añadiendo que es afrodisíaco. 779 El médico Crisipo de Gnido (siglo iv a. C.), citado por Plinio entre sus fuentes. Parece ser que escribió un opúsculo sobre las coles. 780 Se refiere a la lysimachia por el nombre de su descubridor, el rey Lisímaco (360-281 a. C.), celebrada por Erasístrato. Plinio en Nat. 25, 72 dice que es flor purpúrea. Erasístrato de Ceos (siglo iii a. C.) era discípulo de Crisipo. Fue el médico de Antíoco Soter, hijo de Seleuco I Nicátor, rey de Babilonia y Siria. 781 árbol sin nombre. Según Suárez de Figueroa se trata de la planta anonis u ononis (gatuña). Dice en la Plaza universal de todas ciencias y artes, f. 84vº: «[...] y Cessio médico, que alabó en una obra la yerva llamada Anonis». Hicesio era un médico de la escuela de Erasístrato, fundador a su vez de una escuela de medicina en Esmirna a principios del siglo i a. C. y autor de obras sobre perfumes, venenos y dietética. Plinio en Nat. 27, 31, afirma que es un médico de no poca autoridad. 782 Catón tenía un opúsculo sobre la berza o repollo, hoy perdida. 783 En el ms: «eporbino». Este término, añadido al texto y situado entre dos líneas, es de difícil lectura. Sin duda se refiere al euforbio, planta hallada en los tiempos de Iuba, rey de Libia; el monarca diole el nombre de su médico, Euforbo, hermano de Musa, médico de Augusto. 784 Plinio se refiere a esta hierba en diversos lugares, pero, concretamente, en Nat. 21, 44 afirma que Museo y Hesíodo aseguran que es buena para todos los usos y sobre todo para lograr renombre y dignidades. Asimismo, en Nat. 21, 145 refiere que aconsejan untarse con ella, manejarla, cultivarla y usarla contra los venenos, etc. 785 El tabaco provocó un gran impacto en el siglo xvi en España y en Europa. El médico y botánico N. Monardes (1493-1588) —y no es el único— alude a él en la Primera y Segunda y Tercera partes de la Historia medicinal de las cosas que se traen de nuestras Indias Occidentales que

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—Aún no se ha pasado el tiempo —dijo otro—, que pues no faltó quien alabase a la cuartana, como lo hizo790 Favorino791, y a la injusticia [f. 254vº]792. No me maravillo de nada que, en mi presencia, un amigo muy enemigo del juego793 —y que abocerrelle deberías—, dijo de palabra y por escrito contra él; en una recreación como la presente, en ciertos entretenimientos, se le dio de penitencia que alabase el juego y lo hizo de condición que, si fuera muy estudiado y con mucha afición, no pudiera decir mejor y tan morales cosas que se podían guardar. Este es el que escribió contra la langosta794. —Contra ese animalejo, —dijo otro religioso— sin el que decís, han escrito otros dos en nuestro vulgar795, y en latín eminentísimo y con grande erudición el dotísimo dotor Bartolomé Casaneo796. 786787788789

sirven en la Medicina, Sevilla, A. Escrivano, 1574. El religioso y riguroso moralista, ajeno a las excelencias de la planta, atiende tan solo a la vanidad de los autores divulgadores de la misma. 786 Jiménez Patón, al final del opúsculo titulado [Discurso] sobre el buen uso del tabaco, f. 66vº, parece justificar no haber escrito otro referido al chocolate y precisa: «Del chocolate no digo, porque se usa con más considerada moderación y presumo que no es porque la prudencia los gobierne a los que dejan de tomarlo y gastarlo, sino porque él se defiende con la carestía de su precio y de la imposición que sobre él se ha puesto. Y pluguiera a Dios que todas y los nuevos tributos se cargaran sobre tales cosas». 787 ordeate: variante, no extraña en época áurea, de hordiate y de ordiate, «Cierto género de bebida que se hace de cebada, semejante a la tisana» (Aut.). 788 Asclepíades de Prusa, antiguo profesor de elocuencia en Roma a principios del siglo i a. C., llegó a ser médico y charlatán. Fundó una escuela que sostenía que las virtudes del vino estaban por encima de los poderes de los dioses. Fue el primero en usarlo en medicina. Se le atribuyen diecisiete obras, algunas de ellas enviadas al rey Mitrídates, cuyas mercedes desdeñó. Plinio lo cita muy a menudo en su Historia Natural. Asimismo, Apuleyo se refiere a él en Florida, 19. 789 Plinio, en Nat. 14, 53-54, se refiere al testimonio de Homero sobre vinos célebres: el Maroneo, en la costa de Tracia, y el Pramnios, procedente del territorio de Esmirna, cerca del templo de la Madre de los Dioses. 790 En el ms. aparece tachado «Glauco». 791 Favorino de Arlés, maestro de retórica y sofista, contemporáneo del emperador Adriano (siglos i-ii), del cual A. Gelio, uno de sus alumnos, en sus Noches áticas 17, 12, 1-2, afirma que se atrevió a alabar a Tersites y la fiebre cuartana en lo que llama «materias infames o inopinables». 792 Aquí debiera ir el «Glauco» anteriormente tachado en el ms.; así se halla en el apartado citado de la Officina de Ravisius Textor y también Erasmo dijo: «Glauco alabó la injusticia», refiriéndose a Platón, República 2, 357a-362c. 793 Jiménez Patón manifiesta su aversión al juego en la alusión a una experiencia personal relatada en Comentarios de erudición, («Libro XVI»), pp. 239-240. Asimismo, en la Declaración magistral de la epigrama de Marcial 11, lib. 14, glosa este tema y resume: «Lo mejor del dado es no jugarlo y no solo a él, pero ni al naipe, ni a otro ningún juego, que no sea muy modesto, de muy poco interés y de honesto entretenimiento...». 794 El anónimo religioso alude al Discurso de la langosta que en el tiempo presente aflige y para el venidero amenaza (1619), de Jiménez Patón.

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Acudió797 otro religioso porque ninguno de los presentes dejó de hablar al propósito, haciéndolo estimación: —Contra ello bien está, que mucho se puede decir, pero que en alabanza del mosquito se ocupase Virgilio798, Isócrates y Busírides799 en800 engrandecer a Busírides tirano, y que Homero se ocupase en pintar la guerra de los ratones y ranas, ¿qué diremos801? No murmuraré a Apuleyo, que no acaba de encarecer su asno tanto que le hace de oro, porque acaso fue el que deseaba Filipo, rey de Macedonia, para conquistar el mundo porque, aunque no lo sean de plata los provechos deste animal, en su servicio, equivalen [a] esos metales, pero que el mismo abonase con encarecimiento a la mosca y la truhanería802, eso no llevo 795796

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Probablemente se refiere a S. de Covarrubias, quien glosa la voz «langosta» en su Tesoro de la lengua castellana o española, f. 514vº y a J. de Quiñones, autor del Tratado de las langostas..., Madrid, L. Sánchez, 1620. 796 Se refiere a los Consilia del jurista francés B. de Chasseneux (1480-1541). En el Cons. 1, tema 1, 1ª parte, se refiere a las locustae edaces, devoradoras de viñas. Expone el autor que, en cierta parte del ducado de Borgoña, se les insta a través del provisor del obispado a no hacer daño a las vides o a ausentarse. Si no obedecen, se les excomulga o maldice para siempre. El jurista se plantea si hay que hablarles en latín; cómo pueden ser citadas a juicio; si puede el provisor citarlas; quién es el juez competente, ¿laico, eclesiástico?; qué modo de proceder contra ellas se ha de observar, etc. Posteriormente, fray B. J. Feijoo (1676-1764), en su Teatro crítico universal, t. 6, discurso 10, & 26, titulado «Chistes de N» cuenta un proceso similar ocurrido en el Principado de Asturias contra una plaga de ratones, pero, a pesar de sus fuentes fidedignas, duda de ello y considera que más bien le parece de alguna pieza burlesca a imitación de la Batracomiomaquia de Homero o de la Gatomaquia de Burguillos. 797 acudir: «Replicar o contestar, objetar» (DLE). 798 El anónimo religioso repite ahora, cambiando el orden, algunas de las citas de Erasmo en el prefacio del Elogio de la locura o «Carta de Erasmo de Rotterdam a su amigo Tomás More». Ahí, se refiere al Culex de Appendix Vergiliana o Ps. Verg. 799 Se trata de un error. Debiera poner: Polícrates. Este era un sofista, autor de un Elogio de Busiris, rey mítico de Egipto, quien mataba a sus huéspedes y que fue asesinado por Hércules. Isócrates respondió a Polícrates con otro Busiris (c. 390-385 a.C.), donde le atribuye la creación de las instituciones egipcias. Dice Erasmo: «A Busiris dirigió sus alabanzas Polícrates, que fue fustigado por Isócrates». Véase Erasmo, Elogio de la locura, p. 75. Cf. Ravisivs Textor, Officina, p. 284. 800 En el ms. aparece tachado «alabar». 801 Se refiere a la Batracomiomaquia, una parodia sobre la Ilíada, atribuida a Homero. Dice Erasmo, Elogio de la locura, p. 75: «Homero, hace ya tantos siglos, dedicó sus poemas, por diversión, a la Batracomiomaquia». 802 El religioso, alter ego de Jiménez Patón, muestra una atolondrada lectura de Erasmo. Este, en el Prefacio al Elogio de la locura, p. 74, se refiere a Luciano, que alabó la mosca y el arte de los parásitos. El humanista neerlandés continúa citando otros autores de obras burlescas, entre los que se hallan Luciano de nuevo y Apuleyo: Lucianus et Apuleius asinum, p. 76. Cierto es que Apuleyo fue autor de El asno de oro, y Luciano de Samósata escribió El asno, pero el clérigo atribuye erróneamente al madaurense las dos piezas satíricas lucianescas anteriormente aludidas. Cf. Ravisivs Textor, Officina, p. 284.

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a paciencia803 ni lo que me dicen de un gramático, que ha escrito contra las cruces que se ponen en los sobre escritos de las cartas y otras804. Plácido replicó: —No ha escrito contra las cruces, ni Dios lo permitirá, sino contra el abuso de señalarlas en partes indecentes y, si viésedes el discurso, le alabareis y estimareis como otros han hecho y, aunque gramático en la ocupación, sus estudios aseguran de que puede sacar luz [en] cosas semejantes, y pues es cruz lo que trata, llevalda805 a paciencia que, sin ella no se puede ir a la gloria, llevando a paciencia806 hasta vello y no condenéis al ausente sin oirle. —Bien es, llevando —replicó otro religioso— que de podriros no se os ha de seguir bien alguno, sabiendo que en nuestros tiempos ha habido quien ha hecho encomios muy elegantes en po[e]sía en favor de los cuernos, no solo de los animales, pero de los metafóricos807; no sé que así ante[s] también, como haber escrito Mesala un libro de cada letra del ABC808 porque estas son el principio de todo saber y por esta causa se llaman «elementos», ni fue peor lo de Demócrito809 en alabanza del número cuatro. —No los condenaré yo —dijo Laminio— a ningunos de esos, antes hay que alaballes porque en eso más engrandecen a la misma elocuencia mostrando su poder, que es tanto que, de cosas tan humildes que son humo, sacan luz y resplandor de dotrina y de sentencias, lo que no es tanto cuando la materia y sujeto es [f. 255] grandioso, que el mismo le ministra810 al orador abundancia de usos, de suerte que antes daña la copia811 y abundancia de lo mucho y bueno que hay 803 eso no llevo a paciencia; entiéndase: «eso no lo soporto». Esta expresión alternaba en época áurea con llevar con paciencia, algo más frecuente, locución —esta última— que a la postre terminó imponiéndose en español. El párrafo comprendido desde aquí hasta sin oírle es un añadido, escrito en hoja aparte del f. 234vº del ms., y va antecedido de «ojo #». 804 Alusión a Jiménez Patón y a su obra Decente colocación de la santa cruz (1635). 805 llevalda: «llevadla». La forma con metátesis es común en el español clásico; llevalda a paciencia: entiéndase: «sostenedla con paciencia. 806 llevando a paciencia; entiéndase: «teniendo paciencia». 807 Estos poemas burlescos se encuentran en muchos autores, así Espinel, Góngora, Hurtado de Mendoza, Gutierre de Cetina y Quevedo. Véase el estudio de R. Cacho Casal, La poesía burlesca de Quevedo y sus modelos italianos, 2003. 808 Se refiere a Quint. Inst. 1, 7, 35: Aut ideo minus Messala nitidus quia quosdam totos libellos non uerbis modo singulis sed etiam litteris dedit? Alude a ello L. Vives en De Disciplinis, t. 1, lib. 1, p. 53 y lib. 2, pp. 74-75. Ambos mencionan a Valerio Mesala Corvino (64 a. C.-8), general y político romano, protector de las artes y las letras y creador del famoso Círculo de Mesala. 809 Demócrito de Abdera (c. 460-c. 370 a. C.), filósofo y matemático considerado el representante de la teoría atómica del universo, escribió gran número de libros, entre ellos uno sobre los números, todos perdidos. Ravisius Textor menciona este libro y el de Mesala en Officina, p. 284. 810 ministrar: «Dar, suministrar a alguien algo» (DLE). 811 copia: «abundancia».

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que decir812, pues que apenas hallan dónde acabar. Los que yo no pude aprobar jamás fueron los preámbulos o prólogos —que llamaron loas— antes de las comedias que hacían los años pasados, alabando una letra813 en que no les costaba más trabajo ni tenía más ingenio que tomar el Vocabulario de Antonio814 y decorar hasta donde pudiesen. Alaban un número, un color, la espada, la montera o caperuza. Esto allí siempre lo tuve por absurdo y fuera de propósito, lo que en otro pudiera asentar bien, como todo lo que Plácido ha dicho en la declaración de su dístico, que no ha habido cosa ociosa, pues hasta segunda declaración, con no ser a la letra sino interpretativa, fue de manera que, a no haber dicho lo cierto al principio, presumo se tuviera lo segundo por tal, con que no perdonó la análisis ética y moral, sacando della aquel punto contra la avaricia. Con lo cual, señores, nos daréis vuestra bendición y licencia para partirnos, al menos a mí que tengo más distancia por andar que estos señores. El caballero peregrino dijo: —Y a todos nos la darán por nos hacer merced porque, aunque nuestro camino es más corto, no lo es el que nos aguarda de nuestros estudios. Todos hicieron sentimiento de la partida de los tres porque huéspedes tales a buenos entendimientos y gustos nunca enfadan ni cansan, antes son apetecidos y deseados. Los religiosos también trataron de recogerse a su convento, porque ya se habían cumplido los días señalados para aquella recreación. Los peregrinos fueron a la estación de Nuestra Señora de Peña de Francia y luego a Salamanca, a proseguir sus estudios y cursos como lo hicieron, con virtud y aprovechamiento, que así lo deben hacer todos, o aplicarse a ocupaciones en que sean de provecho y no gastar el tiempo —que es pérdida irrecuperable— y el dinero —que a sus padres tanto les cuesta— ociosamente y sin provecho. [f. 255vº] Laminio, habiéndose despedido como convenía y apartado de los peregrinos, se fue entrando en Castilla. Estuvo en la ciudad de Zamora y en la de Toro, en la Villa de Medina del Campo, en Valladolid, y en Burgos; en unos y otros con su acostumbrada curiosidad, procurando ver las cosas más notables, saber sus antigüedades y sucesos, cómo fuera fresca la memoria de las guerras que tuvieron en esta parte los Reyes Católicos don Fernando y doña Isabel con los de Portugal, guerra —podemos llamarla civil—, que costó a las dos coronas mucha pérdida de gente. En la ciudad de Burgos se detuvo algunos días por el gusto de quien la gobernaba, que era muy conocido suyo815. Aquí visitó la reliquia sagrada del santo

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En el ms. sigue una tachadura; encima se lee: pues. Jiménez Patón tiene presente la Loa famosa de las letras del ABC, de Lope de Vega. Probable alusión al Vocabulario español-latino de E. A. de Nebrija, Salamanca, ¿1495? Oración explicativa sobrepuesta y añadida en el ms.

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crucifijo que está en el convento de religiosos de san [...]816; vio el celebrado cerrojo de santa Gadea en quien solían jurar los hidalgos817, el convento célebre y famoso de las monjas de las Huelgas818, el hospital servido de comendadores o hábitos de Calatrava819, y otras cosas de las notables. Viéndole un ciudadano, hombre anciano, y advirtiendo que era forastero y que con curiosidad miraba las cosas, se llegó a él y le dijo: —Porque he notado que miráis lo bueno desta ciudad con cuido820, presumo que gustaréis de saber algo de su antigüedad, pues esta es la que antigua mente se llamó Auca y por ser la ciudad más cercana, unos montes que hay en esta región muy grandes, se llamaron montes de Auca; no que ella tomase el nombre dellos — como algunos dicen y mal— sino ellos della, como hoy es muy usado las sierra[s] de Cuenca, montes de Alcaraz, sierras de Segura o Cazorla; el nombre, como otros muchos, se alteró de Auca en Oca y así los montes hoy se llaman Montes de Oca y aun, según muchos, antes se había llamado esta ciudad Cauca, y ella es a quien Plinio le da este nombre821. Pero, andando el tiempo, cuando los romanos fueron haciéndose dueño[s] de España, a las ciudades que [f. 256] sujetaban822 les

816 El relator omite el nombre de la congregación. Parece referirse al Santo Cristo del convento de los agustinos, una imagen del siglo xiv, muy venerada y citada por escritores y viajeros, situada hoy en una capilla de la catedral burgalesa. En la Declaración magistral de la epigrama de Marcial, lib. 3, epi. 41, evoca una anécdota personal: «[...] como oí, siendo muchacho en Burgos, a otros de aquella edad, significando la perfeción de la imagen del Santo Cristo, que está en el convento de san Agustín; decían que era de carne, como nosotros, porque, llegándolo a tocar con la mano, se palpaba haciendo señal, como nuestra carne». 817 Patón verifica esta costumbre, a la que años después se referirá el P. Flórez, refiriéndose además al famoso juramento de Alfonso VI de León, obligado por el Cid, de no haber tomado parte en la muerte violenta de su hermano Sancho, rey de Castilla. El historiador añade que, a inicios del siglo xvi, el obispo de Ampudia mandó quitar este cerrojo. Véase Flórez, España sagrada, pp. 668-669. La literatura refleja este hecho en el «Romance de la jura de Santa Gadea». 818 El monasterio de Santa María la Real de las Huelgas fue fundado en 1189 por el rey Alfonso VIII de Castilla como cenobio cisterciense femenino. Gozaba de un gran poder jurídico y económico, y sus privilegios perduraron hasta el siglo xix. 819 También fundado por el rey Alfonso VIII con objeto de acoger a los pobres y peregrinos que se dirigían a visitar la tumba del apóstol Santiago. Se ocupaban de su dirección y asistencia trece caballeros pertenecientes a la Orden del Císter a los que concedió el título de freires de Calatrava, permitiéndoles lucir sobre su hábito blanco cisterciense la cruz negra de Calatrava. Estaban bajo las órdenes de la abadesa de las Huelgas. Asimismo, las comendadoras o freiras tenían el cuidado de las mujeres. 820 cuido: «Acción de cuidar, especialmente de cosas materiales» (DLE). Este nominal debe entenderse aquí en la primera acepción de «cuidar»: «Poner diligencia, atención y solicitud en la ejecución de algo» (DLE). 821 Plin. Nat. 3, 27 se refiere a los caucenses en la Hispania Citerior. Cauca, hoy Coca, se encuentra en Segovia. 822 sujetar: «Someter al dominio, señorío o dispositivo de alguno» (DLE).

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ponían nombres latinos y a esta le llamaron Purgi823, plural de purgus y pyrgus, que significa ‘la torre’824 y, por las muchas que esta ciudad tenía en las murallas y en otras partes, la llamaron Purgi, que fue tanto como decille Torres. Al[t]erose825 el vocablo —que es muy ordinario del latín al castellano convertir la «b» en «p», y al contrario—, y así se dijo Burgi y, en nuestro idioma, Burgos826. Es muy antigua y una de las principales de España y que se las tiene tiesas a Toledo827 en capacia828 del voto. Aunque hoy en su riqueza y población no es la que ser solía, si la conociérades por el estado y grandeza que yo la conocí de vecindad y riqueza, no pudiera dejar de lastimaros. Fue poblada por el conde829 don Diego, señor de Castilla830, cuando se restauró España de la pérdida general en tiempo del rey don Sancho Abarca de Navarra831, y don Alfonso tercero, rey de León, por cuyo mandado se pobló el año del nacimiento del Señor832 874, que fue 150 años depués que los árabes pasaron de África según lo cuenta la Historia general833. En tiempo del conde Fernando González834, el rey moro Almanzor corría la tierra de los cristianos835 con un muy copioso ejército de moros a quien ayudaba 823

Plin. Nat. 3, 51 se refiere a Pirgos, ciudad de Etruria, hoy Santa Severa. En efecto, los latinos llamaban pyrgus, vocablo griego, a una torrecilla con pisos por los que rodaban los dados. 825 En el ms.: Alerose. 826 Tradicionalmente se ha considerado el término ‘burgos’ procedente del gótico bourgs. Según el lingüista Julius Pokorny, este procede del indoeuropeo *bhereĝh- (alto, montaña) que dio πύργος en griego y for(c)tis / forctus en latín. 827 Entiéndase: «compite con Toledo». 828 Latinismo, neutro plural de capax-capacis; entiéndase «capacidades». El CORDE ofrece un solo ejemplo en la cita latina de Oeconomica [Pseudo-Aristóteles], por parte de fray B. de las Casas (c. 1474-1566) en su Apologética historia sumaria... (1527-1550), Madrid, BAE, 1909. 829 En el ms. aparece tachado «Fernán González». 830 Se trata de don Diego Rodríguez (873-c. 885), quien, por mandato de Alfonso III el Magno, pobló Ubierna y Burgos (882-884). 831 Las fechas de la historiografía actual no siempre coinciden con las patonianas. Sancho II Garcés de Navarra, llamado Abarca, reinó desde el año 970 al 994. 832 En el ms. aparece tachado «854». Alfonso III de Asturias y I de León, llamado el Magno, reinó desde el año 866 al 910. 833 De nuevo las fechas de la historiografía actual no coinciden con las patonianas. Burgos fue fundada entre 882-884 y los árabes iniciaron la conquista de España el año 711 con la victoria en la batalla del Guadalete. La fuente de Jiménez Patón probablemente sea la Historia general de España del padre Juan de Mariana (1601). 834 Fernán González (923-970), héroe de la poesía y de la leyenda castellana, hacia 931, reunió en su persona los condados de Burgos, Asturias de Santillana, Cerezo, Lantarón y Álava, constituyendo el gran condado de Castilla. 835 Los tiempos de Almanzor corresponden a los años 979-1002. Se le enfrentó el conde Garci Fernández (970-1002), hijo de Fernán González, quien combatió durante toda su vida contra los musulmanes. Fue derrotado en San Esteban de Gormaz (975) y en Osma (995). Ahí fue herido y preso y, poco después, murió cautivo en Córdoba. Por otra parte, según las crónicas 824

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el demonio [a] poner miedo a los cristianos; se les opuso con cuerpo aparente de fiero y monstruoso dragón, dando espantosos gemidos, amenazándoles con ruina y estrago prodigioso836. Pero el conde Fernán González, que era más valiente que supersticioso o guerrero, no por eso desmayó ni se acobardó, antes con ánimo valeroso siguió sus empresas —y a su imitación los soldados— y dio la batalla a los moros acometiéndoles con valentía, poniendo su confianza en Dios con que dejó a los moros vencidos y alcanzó con poca gente de muchos enemigos gran vitoria y vinieron a esta ciudad él y los suyos muy cargados de [f. 256vº] muchos y ricos despojos, y dende entonces fueron sus cosas en acrecentamiento, aunque ora837 van en diminución, de que presumo son la causa nuestros pecados. Esto dijo humedeciéndosele los ojos y enronqueciéndosele la voz con el sentimiento y tristeza que le causó el acordarse de la prosperidad y ver presente la miseria. Laminio, agradeciéndole la merced que le había hecho en la relación y viéndole enternecido, le procuró consolar diciendo cómo todas las cosas deste mundo están sujetas a tales mudanzas y así también las ciudades, poniéndole delante el ejemplo de otras muchas. Con este compañero, que tan voluntario se le ofreció y que tanta noticia tenía de las cosas de la tierra, acabó de ver las de la ciudad y, despidiéndose dél agradecido, y con orden de su huésped que —como he dicho— era el que gobernaba la ciudad, por no menores obligaciones que de maestro y el reconocido y agradecido dicípulo, determinó en partirse y proseguir su viaje acercándose a su patria, leyendo la cartilla838 del desengaño que Plácido declaró en Juvenal en la mengua desta ciudad839 y caída de algunas personas del reino de que vinieron nuevas ciertas mientras en ella estuvo y les sucedió todo, porque pusieron sus deseos y esperanzas en la vana ambición del mundo y en sus soberbias locas. Beatus uir, cuius est nomen Domini spes eius, Et non respexit ad uanitates et infamias falsas. Psalm. 39

cristianas, Almanzor, quien había vencido 52 veces a los cristianos, sufrió derrota en Calatañazor, donde recibió heridas que le causaron la muerte (1002). 836 Jiménez Patón se hace eco de la leyenda relativa a la sierpe diabólica ensangrentada que apareció en el cielo, antes del comienzo de la legendaria batalla de Hacinas. Daba alaridos y echaba fuego, con objeto de amedrentar a los cristianos. Corresponde a los vv. 467-486 del Poema de Fernán González, anónimo y fechado alrededor de 1250. 837 ora: aféresis de «ahora». 838 cartilla: «Tratado breve y elemental de algún oficio o arte» (DLE). 839 En el ms. aparece tachado «y de algunas».

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GLOSARIO

Agusto = Abacto = Aias = Alva = Aniene = Antico = Aquelo = Arecusa = Asson = Belorofonte = Benavento = Bocacio = Boecia = boecios = Britania = Canas = Catipratense = Cayo = Cenonio = Cereo = Cipión = citas = Cobro= Crotoniato = Dantes =

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Augusto Arbacto Áyax Álava Anién o Anio Antium (Anzio) Aqueloo Arescusa Aso Belerofonte Benevento Boccaccio Beocia beocios Bitinia Cannas Cantipratense Gavio Cesonio Ceneo Escipión escitas Codro Crotoniata Dante

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Ébolis = Ecira= Egito = Eleánico = Endomión = Epaminundas = Espensa = Estonobea/Estenobea = Heautontemorumeno = Heba = Hétor = Hipernestra = Iro = Laodomia = Laorona = Lemnate = Licomedas = Maciano = Monviedro = Nafta = Neo = Netuno = Onosécrito = Plauto = Polícena = Pontiano = Prusia = Stico = Taranto = Temisol = Teodomilio = Tibre = Tímbico = Timoli = Trimegistus = Ulubris = Vivas = Yébates =

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JIMÉNEZ PATÓN, COMENTARIOS

Éboli Hecyra Egipto Helánico Endimión Epaminondas Spensa Estenebea Heautontimorumenos Hebe Héctor Hipermestra Hirro Laodamía Laurón Lenate o Lenas Licomedes Muciano Murviedro Naftia Cneo Neptuno Onesícrito Plautio Políxena Pontano Prusias Stichus Tarento Temisón Teodomiro Tíber Tímbrico Timolo o Tmolo Trismegistus Ulubres Vives Yóbates

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ABREVIATURAS Y SIGLAS

BAC = BAE = BICC = BNE = CSIC= HSNY = MPG = MPL = SEEC =

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